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Spanish Pages 445 Year 1975
EL ENGANO IO
RAZAS
EL ENGAÑO ME LAS
IGAZAS
Fernando
EDITORIAL
DE
CIENCIAS
Ortiz
SOCIA LA HABANA. LES. 1975
Tomado
de Páginas, La
Habana,
1946
Edición a] cuidado de Norma Suárez Corrección Diseño
de Elba
de Antonio
Pérez Canet
Editorial de Ciencias Social es. ituto C calle 14, no. 4104 MariInst anao-13, Habana del
Libro:
PRÓLOGO A LA SEGUNDA EDICIÓN
Entre los numerosos libros que componen la enorme obra escrita que en diversas disciplinas dejara el sabio cubano don
Fernando Ortiz, tal vez sea éste el que en más alto grado une
el saber científico a la pasión generosa y humanitaria. Movido
por los sufrimientos e injusticias que han producido
y producen
a la humanidad
los
prejuicios
raciales;
deseoso
de combatir a quienes, invocando falsamente el nombre de la ciencia, buscan argumentos para justificar la dominación de unos estados y grupos humanos sobre otros, don Fernando se dio a la tarea de escribir un libro en el que, mediante el análisis crítico de los logros obtenidos en la Etnología y la Sociología hasta la década del 40, se expusiera la verdad científica sobre tan importante cuestión. Asi,
pues, en 1946, humeantes
todavía los cañones
en los cam-
pos de batalla y los incendios de las ciudades destruidas; sin secar la sangre vertida por millones de seres humanos, apareció este libro. En la gran contienda que terminaba, el odio sembrado por el nazifascismo se había nutrido con los viejos mitos de las razas superiores e inferiores. El racismo había sido predicado en nombre de la ciencia y los medios empleados en la'acción política constituian la realización de un plan genocida desarrollado conforme a una concepción y una técnica que la humanidad no había conocido en forma semejante hasta entonces.
Sin embargo, la derrota del nazifascismo en la Segunda Gua.
rra Mundial
no era la derrota del racismo. El racismo cop.
tinuaba, no sólo a modo
aislada, mero
de una
de grupos
rezago
esporádica
manifestación
sociales, sino comp
o capas
o menos encu. Unidas perma.
arte de la ideologia oficial imperialista, más Bierta. A espaldas de la Carta de las Naciones
necían vivas en muchos gobiernos y sectores de la burguesía
las ideas de discriminación y opresión de grupos humanos por motivos étnicos. En
ese
clima
moral
y
pensando
especialmente
en
América
la tarea de escribir El engaño de las
acometió don Fernando
razas. En doce capítulos con más de cuatrocientas páginas analizó los principales aspectos del tema. Con claro y elegan. te estilo, salpicado a veces de ironía y siempre pleno de eru. dición, dejó claramente establecido que no puede hablarse, con fundamento cientifico, de razas superiores e inferiores;
que
son
las
circunstancias
sociales
las
que
determinan,
en
mayor o menor grado, el desarrollo del ser humano. El libro fue impreso por la Editorial Páginas, del Partido Comunista. En combativo estilo afirma don Fernando desde el comienzo
del libro que la palabra “raza” es “voz de mala
cuna y de
mala vida”, con significación vaga, oscura y anticientífica, y que a su juicio, debe suprimirse. No pretende con esto el maestro cubano, entiéndase bien, negar el hecho biólogico de la existencia de diversos tipos étnicos. Lo que se afirma es otra cosa. Se afirma que el concepto, unido a esa palabra, inseparable de ella, le confiere una connotación y un sentido especial. Y que la palabra “raza”, por su origen, por el empleo que de ella se ha hecho, por quiénes y con qué fines la han usado, es portadora de una carga de falsos conceptos que convierte su utilización en instrumento peligroso e impropio. Todo esto resulta claro incluso en el sedicente campo estrictamente “científico” porque “la Antropología fue al nacer secuestrada por los intereses mantenedores de la explotación humana y aún no ha podido liberarse de sus presiones”.
Sin embargo,
es muy
argumentarán
que,
difícil que se abandone
el empleo
de
español,
“no
una palabra que tiene un uso universal. Los racistas tendrán interés en emplearla con toda su carga negativa. Otros, con poco espiritu innovador, dirán que la emplean limpiamente, sin implicaciones discriminatorias y, por tanto, la utilizarán sin escrúpulos ni remordimientos. Finalmente, habrá quienes
como
dice el viejo
refrán
hay palabra mal dicha, si no mal entendida”, es decir, no es la palabra en sí, la mala, sino el significado que se le quiera
dar; y
aún pudiera
conferírsele un
mal
significado
a una
nueva palabra. Así, pues, la palabra “raza” se seguirá utilizando. Pero debemos subrayar que tiene sólo un significado biológico, referido a determinados caracteres somáticos, no esenci ales cie Homo sapiens; y que ese concepto, reducido a ensu la espeverda-
dero ámbito, es el resultado de diversos y a veces opues tos
criterios taxonómicos. Por eso los científicos no han podido
ponerse de acuerdo sobre los criterios que deben tomarse clasificar los grupos humanos; lo que, en definitiva,
para
muchos,
oscuro
e impreciso
el concepto
panorama de la ciencia contemporánea.
de
raza
en
para hace
el
Casi tres décadas han transcurrido desde que este libro vio la luz pública. Es un lapso lo suficientemente largo como para
que en
afirmarse,
go cubano
sino que aportes.
cualquier
empero,
que
ciencia
se produzcan
las ideas
defendidas
no sólo se mantienen
se
han
fortalecido
como
con
nuevas
cambios.
por
Puede
el etnólo-
verdades
científicas
comprobaciones
y
Tanto en lo que se refiere a la categoría biológica de “raza” como a la categoria social de racismo, las ideas del polígrafo subano se han enriquecido notablemente. Comencemos por señalar que en el marco de las Naciones Unidas, la UNESCO ha organizado cuatro reuniones internacionales como parte del Programa de Información Científica sobre la Raza y la
Lucha
contra
sobre
la Raza.
aprobado
las
Raza
las
y
el Prejuicio
cuatro
París,
Racial.
En
declaraciones
julio
Diferencias
de
esas
reuniones
siguientes:
1950;
Raciales.
2)
1)
Declaración
Declaración
París,
se han
junio
sobre
de
la
1951;
3) Declaración sobre los Aspectos Biológicos de la Cuestión Racial. Moscú, agosto de 1964; y 4) Declaración sobre la
Raza
Ahora, Razas.
y los Prejuicios en
1974,
Raciales.
comienza
París,
la UNESCO
septiembre
el Decenio
de
sobre
1967.
las
En todas esas "reuniones los documentos emitidos han sido importantes. Especialmente en las dos últimas declaraciones se han hecho pronunciamientos muy valiosos en los que se recoge y desarrolla lo establecido en las dos primeras. En lo que se refiere a la categoría biológica de raza se ha rechazado clara y enérgicamente la superioridad de unas sobre otras. En cuanto al racismo como fenómeno social, se han enumerado, en la Declaración
de 1967, diversos
hechos
generadores
del prejuicio. Es ese el documento que se refiere a los aspectos más polémicos por cuanto inciden en ellos, con mayor peso, las ideas filosóficas y políticas. A fin de que puedan evaluarse justamente las ideas mantenidas en este libro, nos limitamos a reproducir las dos últimas declaraciones mencionadas:
PROPUESTAS SOBRE LOS ASPECTOS BIOLÓGICOS DE LA CUESTIÓN RACIAL Moscú,
12 a 18 de agosto de 1964
Los expertos cuyos nombres se indican el pie de estas páginas, reunidos por la UNESCO para exresar su criterio sobre los aspectos biológicos de a cuestión racial y especialmente para determi-
nar los elementos biológicos de una declaración sobre la raza y los prejuicios raciales Previst ara 1966 y destinada a poner al día y completar a declaración sobre la raza y las diferencias ra. ciales redactada en 1951, han llegado a un acuer.
do unánime sobre las proposiciones siguientes: 1. Todos los seres humanos
hoy
vivientes perte.
necen a una misma especie, llamada Homo sapiens
y proceden de un mismo tronco. La cuestión de cómo y cuándo se han ido diversificando los dj. versos grupos humanos
2.
Las
diferencias
sigue controvertible.
biológicas
entre
los
seres
hy.
manos están determinadas por diferencia de cons. titución hereditaria y por la acción del medio sobre el potencial genético. La mayoría de ellas se deben tores.
a la interacción
de esas dos
clases
de fac.
3. En cada población humana hay una amplia di-
versidad genética. No existe en la especie humana una raza pura, por lo menos en el sentido de
población genéticamente homogénea.
4. Existen manifiestas diferencias físicas de aspec. to medio entre las poblaciones que viven en distintos grupos del globo. Muchas de estas diferen. cias tienen un componente genético. Estos últimos consisten a menudo en diferencias de frecuencia de los mismos caracteres hereditarios.
5. A base de los rasgos físicos hereditarios, se han propuesto diversas subdivisiones de la huma-
nidad en grandes grupos étnicos y, a su vez, cada uno de éstos en categorías más restringidas (las
razas, que son grupos de poblaciones o incluso las poblaciones). Casi todás las clasificaciones reconocen, por lo menos, tres grandes grupos étnicos.
Como
la variación
geográfica
de los caracteres
empleados en las clasificaciones raciales es muy compleja, y no presenta ninguna discontinuidad importante, tales clasificaciones, cualesquiera que
sean, no pueden aspirar a dividir la humanidad en
categorías
rigurosamente
distintas;
además,
dada la complejidad de la historia humana, resulta difícil precisar el lugar que deben ocupar
10
ciertos grupos en una clasificación racial, sobre todo cuando se trata de poblaciones que ocupan
una posición intermedia. Son muchos los antropólogos que, aun subrayan-
do la importancia de la variabilidad humana, con-
sideran que el interés científico de estas clasificaciones es limitado, e incluso que presentan el riesgo de incitar a generalizaciones abusivas.
Las diferencias entre raza O de una misma
individuos de una misma población son, a menudo,
mayores que las diferencias medias existentes entre razas o entre poblaciones.
Los rasgos distintivos variables elegidos para ca-
racterizar
pendencia
una
unos
raza, o bien se heredan
de
otros,
o bien
con inde-
presentan
un
grado variable de asociación dentro de cada pobla-
ción. Por lo tanto, la combinación de caracteres en la mayoría de los individuos no corresponde a la caracterización tipológica de la raza. 6. Lo mismo en el hombre que en los animales, la composición genética de cada población está sujeta a la acción de diversos factores que la modifican: la selección natural, que tiende hacia una adaptación al medio; las mutaciones fortuitas, que consisten en modificaciones de las moléculas de ácido desoxirribonucleico que determinan la heren-
cia; modificaciones casuales de la frecuencia de caracteres hereditarios cualitativos, cuyo grado de
probabilidad depende de la magnitud de la población y de la composición de las uniones en el seno de la misma. Algunos caracteres físicos poseen valor biológico universal
y
fundamental
para
la
supervivencia
del hombre, independientemente de su medio. Las diferencias en las que se basan las clasifica-
ciones raciales no afectan a esos caracteres y, por
lo tanto, en términos biológicos, no puede hablarse en relación con ellos de una superioridad o inferioridad generales de tal o cual raza. 7. La evolución humana ofrece modalidades de capital importancia
que le son propias.
La especie humana, que hoy se extiende por toda la superficie de la tierra, tiene un pasado rico en migraciones y en expansiones y reducciones terri-
toriales. Como consecuencia
neral
a los medios
de ello, la adaptabilidad
más
diversos
es más
ge-
pronun-
ciada en el hombre que sus adaptaciones a ciertos medios especificos. Los progresos realizados por el hombre en todos los órdenes parecen lograrse desde hace muchos
milenios,
sobre
todo
—si
no
únicamente—
en
el
plano de las conquistas culturales y no en los patrimonios genéticos. Ello implica una modificación del papel de la selección natural en el hombre actual. Debido a la movilidad de las poblaciones humanas y de los factores sociales, las uniones entre miembros de diversos grupos humanos, que tienden a borrar las diferenciaciones adquiridas, han
11
desempeñado un papel mucho más importante en
la historia de la especie humana que en la histo.
ria de las especies animales. En el pasado de toda
múlti.
figuran
población, de toda raza humana,
ples mestizajes que tienden a intensificarse. En el hombre, los obstáculos a los cruzamientos son de carácter social y cultural tanto como geo.
gráfico. 8. En todo tiempo, las características hereditarias de las poblaciones humanas representan un equi. librio inestable,
como
consecuencia
de los Mesti.
zajes y de los mecanismos de diferenciación ya mencionados. En cuanto a entidades definidas por
un conjunto de rasgos distintivos propios, las ra-
zas humanas
están
constantemente
en
trance
de
formarse y de disolverse. Las razas humanas presentan en términos generales caracteristicas menos netas que muchas razas animales y no pueden asimilarse, en modo alguno, a las razas de los animales domésticos resultantes de una profunda selección realizada con propósitos bien determinados. 9. No se ha demostrado nunca que el mestizaje presente inconvenientes biológicos para la humanidad en general. Por el contrario, contribuye mucho a que se mantengan vínculos biológicos entre grupos humanos y, por lo tanto, a la unidad de la especie humana dentro de su diversidad. Desde el punto de vista biológico, las consecuencias de un matrimonio dependen de la constitu-
ción genética individual de los cónyuges y no de
la raza. No existe, pues, justificación biológica alguna para prohibir los matrimonios interraciales, ni para desaconsejarlos. 10. Desde su origen, el hombre dispone de medios culturales cada vez más eficaces de adaptación no genética.
11.
Los factores culturales, que rompen las barre-
ras sociales y geográficas,
dentro
ensanchan
de los cuales se efectúan
los límites
las uniones
tuan, por lo tanto, sobre la estructura
12
y ac-
genética
de las poblaciones, disminuyendo las fluctuaciones
aleatorias
(deriva genética).
12. Como regla general, los grandes grupos étnicos se extienden por vastos territorios que engloban pueblos diversos por su lengua, en economia, cultura, etc.
Ningún grupo nacional, religioso, geográfico, lin-
gulstico o cultural, constituye ipso facto una raza;
el concepto de raza entraña únicamente factores biológicos. Sin embargo, los seres humanos que hablan la
misma
lengua
y comparten
la misma
cultura tie-
nen tendencia a unirse entre ellos, lo que puede producir un cierto grado de coincidencia entre rasgos físicos, por un lado, y lingúísticos y cultu-
rales, por otro. Pero no se sabe que exista relación casual entre éstos y aquéllos y nada autoriza
a atribuir las particularidades culturales a carac-
terísticas del patrimonio
genético.
13. La mayoría de las clasificaciones raciales de la humanidad que se han propuesto no incluyen a los rasgos mentales entre sus criterios taxo-
nómicos. La herencia puede influir en la variabilidad que presentan los resultados de los individuos de una misma población sometidos a determinados tests psicológicos actualmente empleados. Sin embargo, no se ha demostrado
nunca
la existencia de dife-
rencias entre los patrimonios hereditarios de grupos de población con respecto a lo que se trata de medir con dichos tests, mientras que la influencia del medio físico, cultural y social en los resultados de los mismos está ampliamente comprobada. Complican el estudio de esta cuestión las grandes
dificultades con que se tropieza para aislar la par-
te que pueda eventualmente corresponder a la herencia en las diferencias medias que se han observado entre los resultados de los tests llamados de inteligencia global en poblaciones culturalmente diferentes. Al igual que ciertos grandes rasgos anatómicos de la especie humana, la capacidad genética de desarrollo intelectual depende de características biológicas que son de valor universal, dada su importancia
para
la supervivencia
de la especie
en
cualquier medio natural y cultural. Los diversos pueblos de la tierra parecen poseer hoy iguales potencialidades biológicas para alcanzar cualquier nivel de civilización. Las diferencias
entre los resultados logrados por los distintos pueblos parecen deberse enteramente a su historia cultural. pueblo determinado A veces se atribuyen a un Tanto si tales psicológicas. ciertas particularidades
afirmaciones son fundadas como si no lo son, mientras no se demuestre lo contrario, esas partl-
cularidades no deben atribuirse a la herencia. No existe ninguna justificación de los conceptos “razas superiores” y “razas inferiores”, ni desde
13
to de vista de las potencialidades hereg;
el
Fisb, en
lo relativo a la inteligencia
global
las capacidades para el desarrollo cultural, ni de el de los caracteres físicos.
biológicos
datos
Los
es.
expuestos
anteriormente
constituyen una contradicción absoluta de las te.
Éstas
sis racistas.
no pueden,
modo
en
alguno
reivindicar una justificación científica y constitu.
ye un deber para los antropólogos hacer lo posible para impedir que los resultados de sus investiga. ciones sean deformados por la utilización que po.
dría hacerse de los mismos con fines no cientj.
ficos.
Moscú, 18 de agosto de 1964 Profesor Nigel Barnicot, Departamento tropología, University College, Londres Unido);
de An. (Reino
Profesor Jean Benoist, Director del Departamen. to de Antropología, Universidad de Montreal,
Montreal
(Canadá);
Profesor Tadeusz Bielicki, Instituto de Antropología, Academia de Ciencias de Polonia, Wroclaw (Polonia);
Doctor A. E. Boyo, Jefe del Instituto Federal
Investigaciones
sobre
la
de
Malaria,
Departamento
G. de Díaz Ungría,
Conservadora
de Patología y Hematología, Escuela de Medicina de la Universidad de Lagos, Lagos (Nigeria); Profesor V. V. Bunak, Instituto de Etnografía, Academia de Ciencias, Moscú (URSS); Profesor Carleton S. Coon, Conservador del Museo de la Universidad, Universidad de Pensilvania, Filadelfia, Pa. (EE.UU.); Profesor G. F. Debetz, Instituto de Etnografía, Academia de Ciencias, Moscú (URSS) (presidente de la reunión);
Sra. Adelaida
del Museo de Ciencias Naturales, Caracas zuela);
14
(Vene-
Profesor Santiago Genovés, Instituto de Investigaciones Históricas, Facultad de Ciencias, Universidad de México, México 20 D. F. (México) (vicepresidente de la reunión); Profesor Robert Gessain, Director del Centro de Investigaciones Antropológicas, Museo del Hom-
bre, París (Francia); Profesor Jean Hiernaux, Laboratorio de Antropo-
logía, Facultad de Ciencias, Universidad
ris,
París
(Francia),
Instituto
de
de Pa-
Sociología,
Universidad gica)
Libre
de
Bruselas,
Bruselas
(director científico de la reunión);
(Bél-
Doctor Yaya Kane, Director del Centro Nacional de Transfusión de Sangre del Senegal, Dakar (Senegal)
(vicepresidente
de la reunión);
Profesor Ramakhrishna Mukherjee, Jefe del Servicio de Investigación Sociológica, Instituto de
Estadística de la
India, Calcuta
(India)
(vicepre-
sidente de la reunión); Profesor Bernard Rensch, Instituto de Zoología, Westfalische Wilhelms-Universitát, Múnster (República Federal
de Alemania);
Profesor Y. Y. Roguinski, Catedrático de Antro-
pología, Universidad de Moscú, Moscú (URSS); Profesor Francisco M. Salzano, Instituto de Cien-
cias Naturales, Porto Alegre, Río Grande del Sur (Brasil);
Profesor Alf Sommerfelt, Prorrector Honorario de la Universidad de Oslo, Oslo (Noruega) (vicepresidente de la reunión);
Profesor James N. Spuhler, Departamento de Antropología, Universidad de Michigan, Ann Arbor, Mich.(EE.UU.) (vicepresidente de la reunión); Profesor Hisashi Suzuki, Departamento
pología,
Facultad
Tokio,
Tokio
de
(Japón);
Ciencias,
de Antro-
Universidad
de
Profesor J. A. Valsik, Departamento de Antropología y Genética, Universidad J. A. Komensky, Bratislava
(Checoslovaquia);
Doctor Joseph S. Weiner, Escuela de Medicina Tropical y de Higiene, Universidad de Londres, Londres
(Reino
Unido);
Doctor W. P. Yakimov, Instituto de Antropología, Universidad
de Moscú,
Moscú
(URSS).
Los profesores Dell H. Hymes, Departamento de Antropología, Universidad de California, Berkeley, Cal. (Estados Unidos de América), y S. Sartono, Instituto de Tecnología de Bandung, Djawa Barat
(Indonesia),
invitados
a participar
en la
reunión de expertos de Moscú,.se vieron en el último momento en la imposibilidad de hacerlo,
La Declaración racismo
y
de
de París de 1967, centrada
los
prejuicios
raciales
como
en el estudio del fenómeno
social,
fue el resultado de una común avenencia entre participantes que mantenían diversas posiciones filosóficas y políticas. No es que fuera una transacción porque ésta no cabe en la ciencia. Los pronunciamientos eran válidos para todos aunque no recogieran la totalidad de los puntos de vista personales,
Lograr la Declaración de Condena
al Racismo era un noble
15
Ssito y bien valía la pena hacer un esfuerzo porque
Declaración Ograra Una coincidencia final. Era preferible una Antirracista emanada de una reunión internacional convocada
por la UNESCO, tos de vista de
Dice así su texto:
SOBRE
aunque no reflejara la totalidad de los pun. los participantes, que ninguna declaración.
DECLARACIÓN RAZA Y LOS PREJUICIOS
LA
RACIALES
París, 26 de septiembre 1967 1. “Todos los seres humanos nacen libres e igua. les en dignidad y en derechos.” Este principio democrático
universalmente
proclamado,
peligra
política, económi. dondequiera que la desigualdad ca, social o cultural, afecte las relaciones entre los
grupos humanos. Es el racismo un obstáculo par-
ticularmente temible para el reconocimiento de la igualdad y la dignidad de todos los seres humanos. El racismo sigue azotando al mundo y por ser un fenómeno social de primera importancia debe atraer la atención de todos aquellos que estudian las ciencias del hombre, 2. El racismo entorpece el desarrollo de quienes lo: sufren, pervierte a quienes lo practican, divide las naciones en su propio seno, agrava la tensión internacional y amenaza la paz mundial. 3. En la conferencia de expertos reunida en Pa-
rís en septiembre
de
1967 se reconoció
que las
doctrinas racistas carecen de toda base científica. Han reafirmado las proposiciones adoptadas en la reunión internacional sostenida en Moscú en 1964 que estuvo llamada a reexaminar los aspectos biológicos de las declaraciones sobre la raza y las diferencias raciales de 1950 y 1951. Éstas dan una
especial atención a los siguientes puntos: (a) Todos los hombres que viven en la actualidad
pertenecen a la misma un mismo tronco.
especie
y descienden
de
(b) La división de la especie humana en razas es en parte convencional y en parte arbitraria y no
16
implica en caso alguno jerarquía. Muchos antropólogos subrayan la importancia de la variedad umana,
les”
pero
tienen
creen
un interés
que
estas
científico
divisiones
““racia-
limitado y que
pueden entrañar el riesgo de una generalización
abusiva.
-
(c) El estado actual de los conocimientos biológi-
cos nos impide imputar a diferencias en el poten-
cial genético las realizaciones culturales de los pueblos. Las diferencias entre las realizaciones de diversos pueblos pueden ser explicadas solamente por su hisioria cultural. Los pueblos del mundo en la actualidad poseen iguales potencialidades biológicas y esto les permite conquistar cualquier
nivel de civilización. El racismo falsifica groseramente los conocimientos relativos a la biología humana. 4. Los problemas humanos que surgen de las tal
llamadas
relaciones
“raciales”,
tienen
sin embar-
go un origen más bien social que biológico. En particular el racismo constituye un problema fun-
damental que se manifiesta a través de creencias
antisociales basadas en la falacia de que las relaciones discriminatorias entre los grupos pueden ser justificadas desde un punto de vista bio-
lógico. 5. Los grupos habitualmente evalúan sus carac-
terísticas comparándolas con las de otros grupos. El racismo sostiene falsamente que existe una base científica en la jerarquización de los grupos,
esto en función de características psicológicas
culturales
que
les son
inmutables
e innatas.
y
De
esta manera trata de hacer parecer inviolables las diferencias existentes y perpetuar las relaciones establecidas
entre los grupos.
6. Desenmascarado el falso carácter de sus doctrinas biológicas, el racismo encuentra siempre nuevas
estratagemas
para justificar
la desigual-
dad de los grupos. Subraya la ausencia de matrimonios entre los grupos, hecho que en parte proviene de las divisiones creadas por el mismo racismo y utiliza esto como
argumento
para pro-
bar que este fenómeno tiene su origen en diferencias de orden biológico. Cuando fracasa en sus intentos de probar el origen biológico de estas diferencias entre los grupos recurre entonces a otras justificaciones: intención divina, diferencias culturales, disparidad de niveles educacionales o cualquier otra doctrina que puede servir para enmascarar la persistencia de las creencias racistas. Sin embargo muchos de los problemas que el racismo presenta al mundo actual no son resultado solamente de sus manifestaciones abiertas sino también de la actividad de aquellos que practican la discriminación racial sin quererlo reconocer, 7.
El racismo
tiene raíces
históricas.
No
ha
sido
un fenómeno universal. Muchas son las sociedades y las culturas contemporáneas que muestran pocas huellas de él. No ha sido evidente por largos períodos de la historia universal. Muchas
17
formas de racismo han surgido de las condicio
e de conquista —como en el caso de los indios el ese la Nuevo Mundo—, del deseo de justificar
vitud de los negros y su secuela de desigualdaq relacion
de las
asi como
Occidente,
en
racial
coloniales. Entre otros ejemplos, es el del anto ular semitismo, el que ha jugado un papel partic
en la historia, como los judios tomados como ca. beza de turco y culpados por los problemas y las revolución
La
8.
abierto nuevas
sociedades.
numerosas
conocido
crisis que han
siglo
del
anticolonial
posibilidades de eliminar
xx
ha
el flage.
En algunos países que fueron de. lo del racismo, pendientes, personas que eran consideradas infe. han
riores
obtenido
la plenitud
vez
primera
por
de sus derechos políticos. Por otra parte, la par. ticipación de las antiguas naciones dependientes en las organizaciones internacionales sobre la los cimientos del racismo.
9.
socavar
pea
mucho
base de igualdad, ha hecho
Existen, sin embargo, algunos casos en ciertas
sociedades donde grupos, víctimas de las prácticas
racistas en su lucha por la libertad se han aplica-
do a sí mismos
implica-
doctrinas que contienen
ciones racistas. Esta actitud es un fenómeno
se-
cundario, «una reacción que nace de la búsqueda del hombre por su propia identidad, que las teo-
rías
hasta
y
el
las
prácticas
momento.
racistas
le habian
Cualesquiera
que
negado
sean,
las
nuevas formas de la ideología racista, son el resultado de la explotación anterior, no tienen ninguna justificación biológica. Son un producto de la lucha política y carecen de fundamento científico.
10.
Para socavar los cimientos del racismo no es
suficiente que los biólogos denuncien sus falacias.
Es también necesario que los psicólogos y los so-
ciólogos demuestren sus causas. La estructura social es siempre un factor importante. Pero de cualquier modo dentro de una misma estructura
social pueden
surgir los más
variados
comporta-
mientos racistas en los individuos, asociados su personalidad y a situaciones particulares.
a
11. El Comité de Expertos adoptó las siguientes
18
conclusiones
concernientes
de los prejuicios raciales:
a las
causas
sociales
(a) Las causas económicas y sociales del prejui-
cio racial son particularmente
sociedades
de colonos
donde
observadas
existen
en las
condiciones
caracterizadas por la desigualdad de poder y de propiedad; en ciertas zonas urbanas donde han
surgido ghettos cuyos habitantes han sido priva"
dos de iguales posibilidades de acceso
a los em-
pleos, al alquiler de las viviendas, a la participa-
ción
en
la vida
adminisiración
política.
a la educación
de justicia, así como
y a la
en otras mu-
chas sociedades donde delerminadas actividades económicas y sociales que son consideradas contrarias a la ética de sus miembros o por debajo de la dignidad de éstos, son asignadas a un grupo
de diferente
origen
niado y castigado vidades. (b)
Los
individuos
personalidad
son
que
por
con
es ridiculizado,
encargarse ciertos
de
calum-
estas
problemas
particularmente
acti-
de
inclinados
la
a
adoptar y manifestar prejuicios raciales. Á veces pequeños grupos, asociaciones y movimientos sociales de cierto tipo, conservan y transmiten prejuicios raciales. Las raices de estos prejuicios
descansan no obstante en el sistema y social de la sociedad. (c)
El racismo
tiende
económico
a ser cumulativo.
La
dis-
criminación priva a un grupo de la igualdad de derechos y lo presenta como un problema. Este grupo entonces se ve calumniado por su propia condición, y esto conduce a una nueva elaboración de la teoria racista. 12. Las principales técnicas empleadas para combatir el racismo consisten en modificar la situación social que da origen al prejuicio; impedir a los que de él se alimentan, actuar de acuerdo con sus creencias creencias.
y combatir
las
mismas
falsas
13. No se puede negar que las modificaciones esenciales de la estructura social que pueden permitir la eliminación de los prejuicios raciales requieren a veces medidas de carácter político, Pero también está claro que ciertos instrumentos del progreso tales como algunos medios de ilustración, la educación y otros medios de avance económico y social; los órganos de información y el derecho pueden ser movilizados de una manera inmediata y electiva para la eliminación del prejuicio racial. 14. La escuela y otros instrumentos del progreso económico y social pueden ser uno de los más efectivos medios para alcanzar una más amplia comprensión y para la realización de todas las posibilidades del hombre. Éstos pueden ser igualmente utilizados para perpetuar la discriminación y la igualdad. Es por eso esencial que los recursos educacionales y del progreso económico y so-
1
cial de todas las naciones sean utilizados de las dos maneras siguientes:
i) Las escuelas deben velar porque sus progra. mas recojan las nociones científicas sobre la raza
y la unidad humana y porque ni en los manuales
ni en las salas de clase sean hechas distinciones desagradables sobre determinados
ii) en
pueblos.
(a) Debido a que las experiencias a obtener la educación formal y vocacional se hacen
cada vez más importantes paralelamente al pro.
ceso de desarrollo tecnológico, los recursos de las escuelas y otros recursos deben ser completamen.
te puestos
grupos
de todos los a la disposición
de la población sin restricción
ni discriminación.
(b) En otros casos cuando por razones históricas ciertos grupos tienen un bajo nivel educacional
de vida, le corresponde a la sociedad tomar medidas necesarias para remediar esta situación, Estas medidas deben asegurar lo más posible que estas limitaciones íntimamente ligadas al medio pobre no sean transmitidas a los niños. En vista de la importancia que tienen los maestros dentro de cualquier programa educacional debe ser dada una especial atención a su formación. Los maestros deben estar conscientes de hasta qué grado se reflejan en ellos los prejuicios propagados en sus sociedades respectivas y deben ser incitados a evitar tales prejuicios. 15. Los servicios oficiales y otras organizaciones interesadas deben prestar una especial atención al mejoramiento de las condiciones de vivienda y de las posibilidades de trabajo que se ofrecen a las víctimas del racismo. Estas medidas no solamente contrarrestarán los efectos del racismo sino que pueden ellas mismas contribuir de una manera positiva a la modificación de las actitudes y el comportamiento racista,
16. Si bien es cierto que los medios de informa-
ción cobran una importancia cada vez mayor en la promoción del conocimiento y de la comprensión, también es cierto que su potencialidad exacta es aún desconocida. Es necesario continuar las Investigaciones sobre la utilización social de los
20
medios de información para determinar su influencia en la formación de las actitudes y los pa-
trones de conducta én el campo de los prejuicios
raciales y la discriminación
los medios de información
racial. Debido
llegan hasta
un
a que
gran
número de personas, diverso por el grado de ins-
trucción y de nivel social, su papel en la agudización o eliminación
de
los
prejuicios
raciales
puede ser decisivo, Aquellos que trabajan en es-
tos medios de información deben mamtener un en-
loque positivo del problema y procurar alentar la comprensión entre los grupos y entre las po-
blaciones. Las representaciones estereotipadas de
otros
pueblos,
que los pongan
en
ridículo,
deben
el
plano
ser evitadas. Deben ser también evitadas las referencias a nuevos tipos de designaciones raciales que no tengan una relación directa con los hechos. 17. La ley es uno de los principales medios de asegurar la igualdad entre los individuos y uno de los instrumentos más eficaces en la lucha contra el racismo. La Declaración Universal de los Derechos del Hombre del 10 de diciembre de 1948, así como los acuerdos y convenciones internacionales que han entrado en vigor más tarde, pueden contribuir eficazmente a la lucha contra cualquier injusticia de origen racial, lo mismo nacional como en el internacional.
en
La legislación nacional es un medio efectivo para ilegalizar la propaganda y los actos basados en la discriminación racial. Por otra parte la política expresada en tal legislación debe competir no sólo a los tribunales y a los jueces encargados de hacerla respetar sino también a todos los servicios oficiales del estado, cualquiera que sea su nivel o carácter. No se pretende que la legislación pueda inmediatamente eliminar el prejuicio. Sin embargo, por ser un medio de protección de las víctimas de actos basados en prejuicios y por sentar un ejemplo moral respaldado por la dignidad de los tribunales, puede en un final de cuentas hacer cambiar las actitudes. 18. Los grupos étnicos que son víctimas de una u otra forma de descriminación son a veces acep-
tados y tolerados por los grupos dominantes bajo la condición de que renuncien totalmente a su identidad cultural. Debe ser subrayada la necesidad de alentar a estos grupos étnicos en la preservación de sus valores culturales. De esta manera estarán éstos en mejores condiciones para poder contribuir al enriquecimiento de la cultura universal. 19. El prejuicio racial y la discriminación en el mundo de hoy parten de fenómenos históricos y sociales y se les busca una justificación errónea al invocar la autoridad de la ciencia. Es por eso que corresponde a todos los especialistas de todas las ciencias biológicas y sociales, a los filóso-
21
ag; as a los investigadores de disciplin igacines s de sus invest velar porque los resultadopor aquellos que desen s ado liz uti mal no sean iales y alentar la e
propagar los prejuicios sia rac ha criminación.
pst
sobre
Declaración
o
ha sido unánimemente
ad
Experta la conclusión de la Reunión de que tuyo la Raza y los Prejuicios Raciales
París o UNESCO en como sede la Casa de la 18 al 26 de septiembr el que se extendió desde nión participaron Le reu a est En 7. 196 año del siguientes expertos: Dr. Muddathir Abdel Rahim Universidad de Khartoum Sudán
Prof. G. F. Debetz Inst. de Etnografía
Moscú, URSS
Prof. Georges Balandier Universidad de París
Francia
Prof. J. Djordjevic Universidad de Belgrado Yugoslavia
Prof. Celio de Oliveira Borja Universidad de Guanabara Brasil Dean Clarence Clyde Ferguson
Universidad de Howard EUA
Prof. Lloyd Braithwaite, Universidad de las Indias Occidentales, Jamaica Dr. Dharam
P. Ghai
University College Kenya
22
Prof. Leonard Broom Universidad de Texas EUA
Dr. Louis Guttman Universidad Hebrea Israel Prof. Jean Hiernaux Unigic verasidad Librre de Bél
Bruselas
Juez Kéba M. Baye Presidente de la Corte Suprema
Senegal Prof.
Jean
Universidad
Polonia
A. Kloskowska
de Lodz
Prof. Hisashi Suzuki Universidad de Tokio
Japón
Prof. Mariano Rodríguez Solveira Universidad de La Habana uba Prof. G. H. Waddington Universidad de Edimburgo Reino Unido Dr. Romila Thapar
Universidad
India
Prof.
John
de Delhi
Rex
Universidad de Durham Reino Unido
A la anterior Declaración, según nuestro personal criterio, podrían hacérseles algunas objeciones. Así lo mantuvimos en el curso de los debates en la reunión de París. Ello no es óbice para que mantengamos una alta estimación por ese documento y lo reconozcamos como una contribución muy valiosa en la lucha contra el prejuicio racial y el racismo. Consecuentes con una, interpretación marxista-leninista de la sociedad y de la historia diríamos que: 1) La Declaración no explica satisfactoriamente las causas del prejuicio racial. Se diluye en consideraciones menores y no plantea, como cuestión central, la tesis de que la estructura económica de la sociedad y la organización social establecida son la causa principal de que grupos o países domi-
nantes elaboren e impongan los prejuicios y la discriminación racial sobre los grupos étnicos oprimidos. Así, pues, la
estructura social y la posición que en ella ocupan los grupos étnicos es la causa fundamental del racismo y no simplemente “un factor importante” como se dice en el número 4
de la Declaración.
2) Silencia el hecho de que el grupo, clase o pueblo dominante, para justificar su explotación, crea el prejuicio racial en las diversas zonas de la conciencia social (religiosa, jurídica, étnica, artística, etc.)
se tiñe de racismo.
de manera
que toda la vida social
23
rta n puede mantenerse con cie a bie si , oso igi rel cio jui pre El 3) a sos ed a , DO eS, bar empo e ti ún alg e ant dur a mí no to au prejuicio per Facial. cio jui pre el era gen que camente, el jo que en esa zopa s que ma es no , gen ori su en so, gio a estructura de la conciencia social —la re igiosa— crea nte que refuerza
mo coadyuva la sociedad y actúa, a su vez, coo _. el prejuicio racial. a su vez un racis. 4) Cuando un grupo étnico oprimido crea , ese racismo, que Surge mo de defensa frente a sus opresores almente a la como reacción, desaparece paralela y proporcion
era. desaparición del racismo que lo gen
5) El documento no formula la conclusión inevitable de que
sólo en una sociedad en la que no existe dominación de ung clase, grupo o país sobre otros, se dan las condiciones que hacen posible la desaparición del prejuicio racial. Puede ocu.
rrir que en determinadas zonas de la población haya grupos presentes com. que mantengan tradiciones en las que estén
ponentes negativos correspondientes
a épocas
pasadas con su
peso de prejuicios raciales. Pero en tales casos los grupos
rezagados van gradualmente perdiendo sus prejuicios por fai.
tar las condiciones sociales que los generan.
Objeciones semejantes podrían hacerse a numerosas
publica.
ciones antirracistas de indiscutible valor que adolecen del defecto de analizar el problema sin una correcta concepción de la sociedad y de las leyes que rigen su desarrollo.!
Es importante señalar que
la Etnografía
y la
Antropología
en los países socialistas han alcanzado un elevadisimo nivel en
lo que a cantidad de producción se refiere. Baste mencionar,
porque no hay espacio para más, algunos titulos de la bibliografía soviética de los últimos años que continúan la gran
tradición científica antirracista que tiene por representantes a hombres tan eminentes como Lomonósov, A. Radischev, N. Chernysjévski y Miklújo-Maklái.* ¿Qué significación tiene El engaño de las razas en la historia
de la cultura cubana? La respuesta no es difícil: es una contribución de valor permanente y universal al estudio científico de las razas y los
prejuicios raciales, admirable por su información, por el mensaje humanitario que lo anima. ' Véase la colección de trabajos publicada titulo Le racisme devant meritorios, pero falta el de la sociedad.
24
su estilo y
por la UNESCO
bajo el
la Science en la que hay estudios muy cont exto de la interpretac j ión marxista ión
Véase:
A, Efimov, V. Alexeiev, N Cheboksarov, Ya. Etinguer, 4. Davidson, E. Nitoburg, A. Dridsó, E. Anánova, L. Fúrsov a, A. Dsa-
sojov. En el libro Contra el racismo, publicado por e Ciencias de la URSS; M. F. Nesturj, Las razas human la Academia as,
Editorial E pogreso, Moscú; G. Debetz, “Los principios de clasif icació n de las : Ss úmanas”, en Soviétskaia Etnografía, 1956; Y. Roguinsky “An-
de la Antropología. en el1955;libroV. Funda s razas Uyopolo gía ad étnica” ¡versid de Moscú, Bunak,mento “Las humanas y 135 las de su formación”, Soviétskaia Etnografía, 1956.
Es conveniente
recordar que don
sador, no obstante
ta.
siglo,
Ganado
recibió
por
lo avanzado
el
Fernando
positivismo
principalmente
Orti z como pen-
de sus ideas, no fue un marxis-
italiano
de
de Enrique
Ferri,
principios
una
de
ampliz
comprensión de los procesos sociales y del movimiento revolucionario mundial que se gestaba. Con su método de trabajo el polígraío cubano acumulaba un enorme material informativo,
lo
clasificaba,
internas
valiosas. nando,
comparaba,
y con su gran
en
analizaba
talento obtenía
¿Hasta dónde
su dimensión
hubiera
en
sus
conclusiones
llegado la obra
científica,
estricta,
relaciones altamente
de don
de
haber
Fer-
estado
en posesión del materialismo dialéctico e histórico como filosofía y como método? Sin esta limitación hubiera centuplicado su capacidad de interpretar la ingente masa de hechos e ideas que manejaba y, especialmente como sociólogo, hubie-
ra logrado
la exactitud,
profundidad
y coherencia
el marxismo-leninismo ofrece. Pero afirmamos, convencimiento, que a pesar de no ser marxista,
que
prologamos,
e hizo una
su
autor
llegó
de gran
contribución
a conclusiones
valor en el campo
que
sólo
con pleno en la obra
verdaderas
científico,
en el de la lucha social contra los prejuicios raciales y por ello debemos apreciarla en todo su valor. Es útil y aleccionador buscar en el pasado de nuestra cultura los pronunciamientos más importantes que se han hecho en
contra
del racismo
y
de
los
prejuicios
raciales.
En
algunos
casos encontraremos generosas manifestaciones de indignación y de espanto
frente
a los horrores
de la esclavitud;
en otros
hallaremos prolijas exposiciones económicas, fríos consejos políticos que expresan los intereses y conveniencias de los propietarios de ingenios azucareros y en general de la naciente burguesía criolla. Véamos, dentro de los estrechos límites de esta nota preliminar,
algunos
sucesos
que
merecen
recor-
dación. Desde los orígenes de la nación cubana? y a lo largo de todo su proceso de formación, se encuentran en las obras de nuestros próceres numerosos trabajos, comentarios y alusiones al tema de la esclavitud y de los prejuicios raciales. Así, en 1791, el presbítero José Agustín Caballero" (1762-1235) calificó a la esclavitud como “la mayor maldad civil que han cometido los hombres cuando la instituyeron”.* Años después, ya en el siglo x1x, el presbítero Félix Varela (1787-1853) presentó a las Cortes españolas, en su calidad de diputado, una memoria escrita en 1822, pidiendo la extinción de la esclavitud y la aprobación de un proyecto de decreto abolicionista. De gran interés es la posición asumida por Francisco de Arango y Parreño (1765-1837), que en un principio defendió En cuanto a la lucha de blancos y negros hermanados
frente al
enemigo, es interesante recordar el más antiguo monumento letras cubanas, El espejo
crito en
1608.
de las
de paciencia por Silvestre de Balboa, es-
José Agustín Caballero, “En defensa del esclavo”, Edit. Universidad de La Habana, 1956, t. 1. p. ?
Escritos
varios,
25
,
ero después
cambió
de opinión y
solicité
«e.
le tráfico de de ente EN Fey de España la supresión del y otras meqj das d vos, la abolición gradual de la esclavitu las preocy as destruir o “borrar oportunas para estimó color”.* que Con el propósito de dejar fijada claramento ciones del
su posición al respecto, Jose Antonio Saco
a e
he aspirado al título de abolicionista; pero fuílo cuan. ba hadie lo era, y a extirpar en su suelo la escla. y progresivamente,
gradual
vitud, no de un golpe, sino
mináronse algunos de los escritos que en mi
primera
lla: 10
“el más
tud empecé a publicar”.* Abolicionista fue también
del
aclaró:
(1797-1879)
Monte
(1804-1853)
a
quien Marti
enca.
juven.
Domingo real
y
útil de los cubanos de su tiempo”.* el proble. Algunas novelas cubanas del siglo XIX reflejaron al de ma de la esclavitud siempre unido en aquellos tiempos los prejuicios raciales. Desde
la mera
tumbres de la época en la que
miento que recibían los esclavos,
Gómez
de Avellaneda
Villaverde
descripción
como
(1814-1873),
en Sab, de Gertrudis
Cecilia Valdés
(1812-1894), El cólera en la Habana
en San Marcos, de Ramón de Palma hasta las narraciones
de las cos-
el cruel trata.
se destacaba
intencionadamente
y Romay
de Cirilo pascua
y Una
(1812-1860),
antiesclavistas,
como
Escenas de la vida privada en la isla de Cuba, de Félix Tanco
y Bosmeniel (1797-1871), Francisco, de Anselmo Suárez y Romero (1818-1878) y El negro Francisco, de Antonio Zam-
brana
(1864-1922),
aparecen
en
el
letras numerosas narraciones de muy
panorama
de
nuestras
diverso valor literario.
Ahora bien, cerrando el período de nuestras
luchas indepen-
dentista del siglo xix, fue José Martí quien dijo las palabras definitivas sobre las razas y el racismo: “La igualdad social no es más que el reconocimiento de la equidad visible de la naturaleza.” “Digase hombre, y ya se dicen todos los derechos.” “Hombre es más que blanco, más que mulato, más que negro.” “Todo lo que divide a los hombres, todo lo que los especifica, aparta o acorrala, es un pecado contra la humanidad.” “Los pensadores canijos, los pensadores de lámpara, enhebran y recalientan las razas de librería que el viajero Justo y el observador cordial buscan en vano en laz justicia de la naturaleza, donde resalta, en el amor victorioso y el
apetito turbulento, la identidad universal del hombre.” “Dos racistas serían igualmente culpables: el racista blanco y el
racista negro.”*
26
* Francisco de Arango y Parreño, Obra Howson y Ñ de Heinen, La Habana, 1888, t. 11, pp. re * José A. Saco, Colección póstuma de papeles científicos, históricos, : : politicos y de ot de Villa.
La Habana, 1881,0 sapo sore la isla de Cuba, Miguel
' José Martí, Obr . Cuba, La Habana, 1988, € Y: yo ae,
* Véase Carlos A. Martínez Fort
a ] Ecol”, Editora Nacional de
5 La Hab ún, Código martiano, P. Seoane, Fer Compañía, y nández Ortiz, “Martí y las Fazas”, AS 1943, pb. 323 y ss.; y Fernando
Fueron las guerras por la cionarias el gran crisol en étnicos de nuestro pueblo. de solidaridad humana se
independencia y las luchas revoluque se fundieron los componentes Tal vez la primera gran lección vivió en nuestro país cuando blan-
cos y negros unidos pelearon en defensa de la ciuda d de La Habana en 1773 frente al ataque de la flota ingle sa y se hizo después el elogio de los esclavos en el sermón pron unciado
en la Catedral
caidos.”
En
con
las
motivo
guerras
de
las honras fúnebres
emancipadoras
se forjó
por
una
los
unidad
que nunca existió en la vida civil. Es por tal razón que en la república mediatizada, vivos los prejuicios raciales, fue necesario continuar la lucha en contra de ellos.!* A este último período corresponden en el siglo x1x muy valio-
liosos trabajos, escritos unos con fines políticos y revolucionarios, como mera divulgación otros, y los más, con fines
docentes y de investigación científica. Señalemos los siguientes: B:as Roca, Los fundamentos del socialismo en Cuba, Imprenta La
Nacional
liberación
Habana,
tuto
de
étnica
Cuba,
La
Habana,
cubana,
1961;
Universidad
Elías
de
La
Entralgo,
Habana,
La
1953; Raúl Cepero Bonilla, Azúcar y abolición, Insti-
Cubano
del
Libro,
La
Habana,
1971;
Sergio
Aguirre,
Lecciones de historia de Cuba; Oscar Pino Santos, Historia de Cuba, Editora del Consejo Nacional de Universidades, 1964; José J. Nodarse, Elementos de sociología, Editorial Minerva, La Habana, 1956; Julio le Riverend, Biografía de una
provincia, Imp. Siglo xx. La Habana,
1940 y el libro IV, vol.
VII de la Historia de la nación cubana, 1952; Fernando Portuondo, Historia de Cuba, Editorial Minerva, La Habana, 1941;
FAR,
racial
en
FAR,
no.
de
La
Cuba,
de
Habana,
1968;
Habana,
1962;
Cuba
5, La
Manuel
Historia
no
Edit.
Dirección
J. F. Carneado,
volverá
Instituto
Moreno
Cuba,
jamás”,
Ramiro
Cubano
del
Fraginals,
El
Cubana
de la UNESCO,
Habana,
1971; José L. Franco,
Habana,
1965.
La
Cuba
Guerra,
Libro,
“La
Manual
La
de
las
año
Il,
discriminación
Socialista,
ingenio,
Habana,
Politica de
Habana,
Comisión
historia
1971;
Nacional
1964; Rafael
L. López
Valdés, Discriminación racial desde la colonia hasta la revolución, Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos, La
nacionales
Revoluciones y conflictos inter-
en el Caribe, Academia En
la novela
cubana
de Ciencias de Cuba, del
siglo
xx,
en
La
relación
con el tema que tratamos, debe citarse La raza triste, de Jesús Masdeu; y en la poesía, a Nicolás Guillén y Regino Pedroso. En la lucha revolucionaria que nos condujoa la Revolución Socialista recibieron el racismo y los prejuicios raciales su condenación final entre nosotros. La palabra y la acción se > Elías
Entralgo,
Habana,
La
* Carlos Manuel agosto
de
La
Habana,
1871,
liberación 1953,
p. 48.
étnica
cubana,
Universidad
de Céspedes, en carta a Charles escribio:
vitud de los negros de los blancos.”
“Sin
duda,
era y es el más
la gran
firme
Summer
iniquidad
apoyo
de
de
de
La
de 10 de la escla-
la esclavitud
27
unieron para esta gran batalla en las hazañas de los hér
y los mártires.
0es
A partir del ro. de enero de 1959 los hechos y Jas pal de la revolución confirman que el racismo y”los pro: bras
Juicios
raciales han desaparecido para siempre. Don Fernando Ortiz, que perteneció a la primera
de la república
avanzadas
no
mediatizada,
llegó
a
ser
un
y que
no
marxista,
obstante sus ación
tuvo,
sin
emb.
lucidez y saber suficientes para dejarnos este gran libro
tesis son demostradas
cada
la Ciencia y por la Historia. MARIANO
RODRÍGUEZ
Enero Año
del XV
SOLVEIRA
de 1974 Aniversario
día más
con
nuevas
eas
argo,
pruebas Y
S por
PRÓLOGO DEL AUTOR No
hay
odio
de
razas,
porque
no
hay
razas. Los pensadores canijos, los pensadores de lámparas, enhebran y recalientan las razas de librería, que el viajero justo y observador cordial buscan en vano en la justicia
de
la naturaleza,
donde
resulta,
nunca
tiene
en
el amor
victorioso y el apetito turbulento, la identidad universal del hombre. JOSÉ MARTÍ La
cucaracha
gallinero,
Refrán
razón
en
un
afrocubano
La educación de los negros debe empezar
con la educación de los blancos.
Dr. LOIS
La humanidad está debatiéndose en un torbellino de intereses económicos, nacionales y sociales, cubierto casi siempre por espumaje de razas, Éstas no son sino las burbujas que coronan las olas embravecidas; las fuerzas que las forman y agitan están debajo y generalmente no se ven. Por eso son temas inevitables de cada día así las razas, todas ellas impuras y arbitrarias, como los racismos, siempre agresivos y todos bastardos. Se insiste en decir que los seres humanos están divididos en razas distintas según inequívocos, originarios, hereditarios, permanentes
y correlativos caracteres anatómicos, fisiológicos
y espirituales, que determinan de manera vida individual y su historia colectiva. Se tener que tales caracteristicas raciales son bles, que su trasformación no es posible
ineluctable toda su persiste aún en sosfatalmente inmutasino por selección
lentiísima y que toda mezcla de ellas conduce a la esterilidad
y a la degeneración. Y, en fin, se pretende con obstinación a veces cínica que unas razas son superiores y otras inferiores;
aquéllas predestinadas para el predominio y éstas otras para la servidumbre.
Esas predestinaciones eran antes basadas en mitológicas ira-
cundias; por ejemplo, en la maldición que hizo Noé contra la descendencia de Cam.
Esta leyenda
en América
fue aplicada
29
indios y a los negros desde comien ¡ pre cel Cuba, hasta 1896, cuandoLa elHa igualmente 0 a menos , 5prov isor del obispado de Bautista Casas sig 'tero Juan
su infelicidad Y servi id que los negros con blicaba en Madrlas consecuencias de un castigo y de una mal, dumbre “sufren ... por la cual “sy inf. ere” refi nOS co ateu Pent el que dición de los siglos”. A] Eb
és rioridad viene perpetuándose a trav
esas predestinacio. pertar de la ciencia se quiso fundamentar es teorias evolucioni nes en el darwinismo y las ulterior de antropometría ye en relatos de viajeros, en experiencias
se ha precipitaciones de eugenesta. En estos últimos tiempos id ienc apar recurrido a los más irresponsables artilugios de científica y a las más absurdas distorsiones de los vocablos y lizg. los conceptos para proporcionar argumentos -de razonabiño,
puro enga ción a las abusivas politicas. Pero todo ello es
Hasta hace pocos lustros no han sido estudiadas las llamadas razas con rigor científico. Del negro y del indio, en su comparación con el blanco, sólo se tenían opiniones vulgares y capri-
chosas; nacidas de seculares tradiciones y de experiencias inte-
resadas y circunstanciales. Eran, pues, disculpables hasta cier.
to punto algunos muy
comunes errores
sostenerse
hoy no pueden
los viejos
terto de insultantes distinciones
de
tratos
prejuicio; pero ya
depresivos
raciules, ni siquiera
so pre-
cabe la
indiferencia ante ellos. Sin duda, entre los rasgos típicos de esta época presente que la posteridad calificará con severa justicia como persistencias de barbarie, estarán las costumbres y leyes que distribuyen a los ciudadanos según el color de su piel, en el cobro de salarios y estipendios, en las capacidades profesionales, en los derechos
políticos, en los comedores y al-
bergues públicos, en los tranvtas, ferrocarriles, buques y avio-
nes, en los andenes de los paseos, en las residencias, en los teatros, en las iglesias y conventos, en las escuelas y universidades, y hasta, con la más oprobiosa de las discriminaciones
legales, en la básica institución de la familia; prohibiéndose los matrimonios de los blancos con los negros, los mulatos,
los filipinos, los malayos, los japoneses, los chinos y otros seres
humanos que no sean de la raza electa, a quienes si a veces se
les tolera
el cruce
por concubinato
permanente,
a modo de
unión morganática, con frecuencia se les niega el derecho « crear una familia con amor y ley, precipitándolos a la desin-
eegración social. Y todo esto ocurre en la realidad innegable
en los textos de ar la .
30
os
que en las ideas y doctrinas. A veces hasta
de las constituciones y leyes estatuidas se procla-
que contradican eee
ulnonidad, cristianismo y democracia,
que de veras continúan: produciéndose ¿
.
,
de tal manera un ere:
ciente y muy peligroso desajuste social que en ocasiones se
aproztma a una gran paranoia colectiva.
Pero no se trata de ganarnos los buenos juicios de los histovenideros, sino de conjurar los trágicos días que s estánoresavecin ando, int
roducida como está la terrible exp osiviemocional de los fantásticos racism os en la ya gra
polémica de los intereses económicos y políticos que son los
antagonistas verdaderos, El peligro de esta creciente disforia social
es
tan
grande,
como
parecen
haberlo
demostrado
la
Segunda Guerra Mundial y numerosos episodios ocurridos recientemente en este hemisferio americano, que no puede evadirse su consideración. Se podrá hablar de razas y racismos con ignorancia
o con
sapiencia,
con comedimiento
o con de-
senfado; pero no se podrá mantener silencio acerca de esos temas tan candentes. Por eso es muy apremiante que sobre las razas, como se hace sobre las enfermedades, los crímenes y los conflictos económicos, se vayan difundiendo los criterios propuestos por la ciencia; única manera de ir afrontando las desventuras sociales y poderlas reducir. Las luchas de razas o so pretexto de razas, o sean los racismoOs y sus enconos, nacen de impulsos emocionales y del refle-
jo en lo ético de ciertas instituciones supeditadoras; pero sólo son posibles por la ignorancia general que aún se mantiene
acerca de la verdadera naturaleza de las llamadas razas, de la variabilidad de sus caracteristicas, de las vias de la heren-
cia, de las complejidades y significación de los mestizajes, y de
las trascendencias de los ambientes y las fuerzas sociales en el
desarrollo de la humanidad. - Los problemas de raza son de gran importancia en América y están llamados a grandes y trágicos episodios. Se ha creado con los siglos un sistema de injusticias sociales, encubiertas con los mitos de las sangres diversas, y es muy improbable que los ídolos de las razas y los holocaustos exigidos por sus cultos edan ser acabados sin más afrenta ni más crueles sacrificios. oda América está sintiendo esos dolores. Porque en este hemisferio, que fue Nuevo Mundo y que ya exige una total y urgente renovación para seguirlo siendo, son varios los grupos
humanos definidos como razas que están en contraposiciones sociales intensas, agriadas y cada día menos estables. Toda América es un inmenso hervidero de razas. Y no ha cesado
aún ni cesará pronto este bullir; antes al contrario, ahora se gncuentran los pueblos americanos en uno de sus periodos his-
tóricos más críticos y trascendentes. Se sienten febriles e irri-
tables, como
Porque
en un cambio de edad.
América,
toda América, es mestiza. “Es imposible
asegurar a qué familia humana pertenecemos”, decía Bolivar en su famoso discurso de Angostura, de 1829; y pudo comprender en esa expresión así a la América del Sur como a la Cen-
tral y a la del Norte, y a la continental como a la insular.
En
todas ellas se han fundido con los indios autóctonos y entre st,
blancos, negros y amarillos de las más disímiles oriundeces.
En esas tierras se han entremezclado los indios aborigenes, así los del archipiélago antillano como los de Tierra Firme; los europeos de muy diversas estirpes blancas, sobre todo medite-
rráneos y alpinos pero también nórdicos; los negros de los
principales pueblos del continente que para América es el Oriente Cercano, y los amarillos del Indostán, de China y de otros países mongoloides del oriente remoto.
31
americanos algunos de
tizaje una esto de
de los sible estudiar un aspecto cualquiera mes tizaje ndo profu sin advertir en seguida su Y siendo el ellos, especificamente, su mulatez. to derivado mezcla de razas, o sea un concep y el de ta raza otros dos, el concepto de tal
y y, s
Md mi
tener buena ¡ ve ra comprenderlo habrá previamente que la Taza es respo mejor dicho, lo dequelo aque de lo que son ambas Tazas, ogenéri n ese de co, y tivo sustan o términ como de las distintas raza, representan las adjetivaciones especiales y, en fin, de lo que significa
de
el proceso
define sintéticamente como mestizaje.
mixtión,
que se
La historia americana no puede ser comprendida sin cono. que
cer la de todas las esencias étnicas
en este continente ge
el verdadero resultado han fundido y sin apreciar cuál ha sido
transculturación. Decimos recíproca porque hacer creer que no hay tal reciprocidad y
de su recíproca hay empeño en
decimos verdadero porque mucho de lo que se tiene por con.
génito ytípicamente racial es sólo supositivo y efecto de socia.
g reverberaciones.
.
Este libro sólo pretende contribuir a clarificar las ideas y las conciencias acerca de las razas, exponiendo las conclusiones
de la ciencia contemporánea acerca de las mismas. Son varios
los escritores que en la América Latina están trabajando afanosamente y bien en este sentido; pero un libro más no será inútil. No hemos de aportar con él descubrimientos originales, Sólo queremos ayudar a traducir a un lenguaje inteligible para los pueblos de nuestra América los datos y conceptos que
ellos necesitan para librarse de las sombras de los mitos racistas. Sin embargo, algo nuevo tendrá esta obra de divulgación.
Hemos procurado acompañar
los razonamientos
propios de ejemplos relacionados
con
los tipos
ajenos y los
humanos
que
con categoría racial habitan en América. Aun cuando todavia y por desgracia no podamos prescindir en este hemisferio de referirnos a los arios y a los semitas,
que
son
los
elementos
supuestamente raciales que más han interesado en la Europa
de los últimos tiempos, creemos preferentes las consideracioncon Parativas acerca de los indios de los negros y de los
o mediterraneos, gueños y dolicocéfalos o braquicéfalos; porque tales.pi gentes y sus amalgamas importantes en los pu
rubios e sean
estos arios o semitas, nórdicos
blos de América,
9
son las más
cipalmente para nuestros com-
prin este librotambién Hemoss, escri patriota entreto quienes :
32
se debaten
razas
i s. y racismo
todas sus páginas, aun lo que ellas tuviede ntenido de Tn a los Pa usivamente cubano, es referible en lo esencil
y del continente. Si no del archipi li pueblos ón directa por s u aplicaci a ellos, élago sí, en todo caso, por manerd de enseñanza : ¿bras : a; ya q que hebr as de los más: varios colores y fib se cruzan y re
es América.
cruzan en todo este inmenso rázago humano que
El lector.. ilustrado encontrará en las siguientes páginas 10 C noticias, referencias : y Grgumentos por él e oidos Y Pocas
que parecerán ociosos; sin embargo, le rogamos que los excuse por ser este un libro de carácter primordialmente informativo, que sólo busca
la difusión de las convicciones antirracistas por
nuestros países, donde siempre
hubo sobrado recelo en tratar
sin embozos las cuestiones de las razas y hay ahora una gran
urgencia de fortalecer y poner al día el ideario defensivo ante las conmociones
sociales
e imperialistas
que
en sus oleajes
resacas traen de nuevo a la arena el horror de los racismos.
y
Hace pocos años oímos a Henry A. Wallace, entonces vice-
presidente de los Estados Unidos de América, una estimula-
dora alocución en la cual decía el gran demócrata: “El científico tiene una
especial responsabilidad
racismo, ante de que hunda en nuestro campo
en la obra de combatir
profundamente sus sucias garras
político. Sólo él puede
des que, disfrazadas como
el
despejar las falseda-
ciencia, circulan en nuestros cole-
gios, universidades y publicaciones. Sólo él puede demostrar
la fatuidad de los racistas, según los cuales una sola raza, una
nación, o una clase, han recibido de Dios el derecho de mandar”.
Esa persuasiva y conmovedora llamada no cayó en el vacío. No pocos libros y ensayos han sido publicados desde entonces en
s Américas contra la infección racista. Nuestro trabajo trata
de responder también a las oportunas
y nobilisimas excitacio-
nes del gran americano a quien este libro va dedicado. La terminación de la guerra no ha esfumado las humaredas de los racismos y hasta parece
haberlas renegrecido
en ciertos pue-
blos de viejo sufridores de tales injusticias sociales. Debemos decir sinceramente que no abrigamos excesiva ilusión acerca de la eficacia inmediata de estas divulgaciones en nuestra América; pero no hay esfuerzo razonado que se pierda del todo y, aun siendo el nuestro poco significante, queremos la honra de sumarnos a quienes trabajan por una humanidad mejor y más y más dueña de si, contribuyendo en lo posible
a dilucidar la falsia de las razas y de sus expresiones y la desin-
tegradora función de los racismos contemporáneos.
Este libro está compuesto principalmente con los materiales allegados por su autor para las lecciones dadas por él durante el curso de 1944 en el Instituto Universitario de Investigaciones Científicas y Ampliación de Estudios de La Habana. Al encargarnos de esta cátedra de investigaciones acerca de “La
formación étnica y social del pueblo cubano” creímos que era indispensable establecer la base científica de las ideas que nos
ában a gutar en nuestro trabajo. Y nada más primordial en ese
aspecto que tener un concepto positivo de lo que debe entenderse por raza. Con este propósito emprendimos este trabajo; pero una vez en la tarea nos pareció oportuno aprovecharla para acudir al reparo de una de las más apremiantes necesi-
dades de Cuba y demás pueblos de América. Queremos agradecer el apoyo que nos fue prestado en nues-
tra labor por dicho instituto universitario y principalmente por el Doctor R. Méndez Peñate, rector de la Universidad; por el
doctor Roberto
Agramonte,
director del Instituto, y por el
33
doctor Salvador Vilaseca, administrador del mismo.
Ta
hemos de atestiguar nuestro reconocimiento a los oy enter dlén
nos acompañaron durante todo el curso. Sus sugestion es. Que tímulos nos hicieron trabajar con más empeño y agrad Y es.
definitiva nos han llevado a redactar las páginas que si Y en
Consignaremos
también nuestra gratitud
“Páginas, S. A.”, que se ha interesado por
en Cuba.
a la casa public
e ditome
a
publicar esta obyg
Ojalá un día recibamos a nuestra vez algunas
agradecimiento por este libro, pues ello será prueba
ene
de
propósito de su autor habrá sido logrado, el de favorecae el luces a quienes están en las lobregueces
del error,
FERNANDO Ortiz
La Habana, Cuba. Calle 27, núm. 160
er con
LA RAZA, SU VOCABLO Y SU CONCEPTO
l
SUMARIO: Reza es voz de mala cuna y de mala vida. Noeetros y los demás. Intraneos y extraneos. Procedencio de la polabro roza. ¿De la teología o de la trota de onimoles?
Su introducción en América. Mulato, albarazado, barcino, cambulo, calpemulo, coyote, cuatralbo, galfarra, grito, harnizo, jerocho, membo, cholo y otros vocablos zoológicos. Morenos y pordes. Lo voz raxa en los lenguojes europeos. Es voz de
la esclovitud.
gicos,
politicas
La roxa razo?
Los clasificaciones y culturales
cósmica.
¿Qué
de
rocioles.
lo voz
debe
raxa,
entenderse
Acepciones Le
raza
bioló-
humone.
científicamente
por
La raza es un concepto humano tan histórica y científicamente convencional y cambiadizo como social y vulgarmente altanero y despiadado. Pocos conceptos hay más confusos y envilecidos que el de raza. Confuso por lo impreciso, envilecido por los despreciables menesteres políticos y sociales en que ha sido empleado. El mismo vocablo raza no tiene una pura generación y llega
a nosotros manchado de infamia. Raza es voz de mala cuna y de mala vida. Se dice que el concepto que hoy se tiene por lo común de
raza
es relativamente
nuevo
en
la historia, fijándose su
aparición por el siglo xv1; si bien algunos, como Lord Bryce,*
creen
que el concepto
no
adquirió
su sentido presente
sino
hasta la época de la revolución francesa. Se ha dicho también
que el concepto de raza no se encuentra en las literaturas de gipto, de Judea, de Grecia y de Roma, aun cuando estos pueblos tuvieron contactos frecuentes con otros grupos huma-
nos de muy diferentes apariencias.? Pero esto requiere una explicación para no caer en equívocos. . . Bryce, Race : Lord p.
: Ma
Graubard,
Sentiment as a Factor in History, Londres,
1915,
, Man, the Slave and Master, Nueva York
1938,
Es indudable que siempre los seres humanos
han recon
cido diferencias entre sí por sus caracteres corporales más
ostensibles, por ejemplo por el color de su piel, y que han apre. color a ciado su carácter hereditario y lo misterioso de todacuando
ción distinta de la corriente y acostumbrada. Aun
concepto de raza, tal como se acepta en los últimos siglos haya
sido corriente en la Antiguedad,
No
es cierto que los hom.
bres a lo largo de la historia se han considerado como Separados en grupos de individuos dotados de caractereg Persona.
les semejantes entre sí y distintos de los manifestados por los
demás grupos extraños. No tivos que, por ejemplo, no las distintas pigmentaciones de América y negros de
hay pueblo de dé algún valor cutáneas. Los África jamás
los llamados Primi. de diferenciación a más atrasados indios han considerado a]
blanco como un igual, ora para beneficiarlo con su admiración
hasta la actitud adorante, ora para repelerlo con su hostilidag . hasta la lucha a muerte. Para el primitivo, el individuo de piel distinta es un ser extraño
y peligroso,
dotado
de
sacralidad.
Lo
piensa
mismo
del albino, del jorobado, de los mellizos, de los nacidos con dientes, o con seis dedos o con otra anomalía cualquiera. O se les exalta o se les destruye,
pero no se les mira
con
indi.
ferencia; son seres sacros. Cuando un grupo humano sabe de otro grupo distinguido por el color de su piel, trata de explicarse siempre esa diferencia congénita, generalmente por razones de mitología cosmogónica, y de acuerdo con tales criterios concibe una clasificación de los seres humanos. Véase un curioso ejemplo. Los negros bakongo dividen a los hombres en cuatro grupos que ahora llamaríamos razas: los blancos, los portugueses, los bangundu o sea los cocodrilos, y ellos mismos, o sea los negros. Los blancos son los europeos, sin cate-
goría de autoridad, con quienes los bakongo se relacionan; los portugueses son los europeos que los dominan; los cocodrilos
son Jos seres humanos que por especiales dotes mágicas se transforman, según ellos, en tales bestias; y los negros son ellos mismos, es decir, los clasificadores.
Es fácil sonreír, con expresión de petulante superioridad, al
e de conceptos raciales tan singulares como esos de
enterars los bakongo. Pero esas clasificaciones de razas que no distin
guen la especie humana de las de los animales no son exclusiencontrarse
también
“Podemos, pues, establecer el siguiente principio:
no exis-
vas de los hombres de la selva; pueden
en la reciente bibliografía de la llamada ciencia nazi. Al menos por ¿obra del profesor Herman Gauch, quien dice textualmente:
36
ni físicas ni psicológicas, que justifiquen ten características, entre el reino del hombre' y el “reino animal”. Las
la distinción
Unicas diferencias que existen son aquellas entre los hombres nórdicos, de una parte, y los animales, de otra, incluyendo €n
subhombres, qu o sean los ación no nórdicos hombres éstos unaa los son especie ón”. ,* Esta de transici clasific de la seudo 3 Leo
der,
R. “Nee Grundlage der Rassenforchung”, Nueva York,
ciencia nazi es aún más sorprendente que la bakonga, porque si ésta equipara
ciertos
animales
basándose
en
frecuente
en la humanidad
creencia, la de
a los seres
que éstos al morir rencarnan
humanos
lo hace
en los cocodrilos;
la metempsicosis y del totemismo, que fue muy cuando
ésta, sin el auxilio
de
la
ciencia, trataba de explicarse los misterios del más allá. Pero
no sonriamos ante esa degeneración de algún profesor al servicio de las políticas criminales. Tras de estas salvajes renovaciones de los mitos arios hay la espantosa tragedia de un mundo sangrante y lacerado.
Esta clasificación de los bakongo es ya avanzada, pues comprende varios términos nacidos de criterios religiosos y políti-
cos, y el grupo humano propio ya queda incluido dentro de un término genérico mayor. La clasificación más simple y primaria es la que separa el núcleo propio de toda otra clase de
seres humanos; la que distingue en lo antropológico y social el nosotros y los demás, así como en metafísica el yo y el no yo. "Se dice que aun entre ciertos grupos de animales de una misma especie se suele observar cierta tendencia, diríase que
intuitiva, al reconocimiento de la condición del extraño como distinta, y a veces enemiga, a la del grupo propio. Los natura-
listas ofrecen casos muy expresivos. Cualquiera ha podido presenciar en la vía pública la animosidad de los perros contra
el can recién aparecido y las meticulosas exploraciones y los tratos recíprocos que impone la desconfianza de la perrería antes de llegar a la admisión cortés de un nuevo compañero.
Igual criterio de distinción defensiva ha debido de tener toda tribu primitiva, así como el niño distingue al extraño de toda
otra persona
que le es familiar. Toda tribu suele considerarse
a sí misma como genéticamente diferente de todas las otras o sea
del resto
de los seres
humanos.
Así
en África,
como
en
América o en Oceania, es muy frecuente que los componentes
de cada tribu se denominen a sí mismos los hombres, por anto-
nomasia. Esto ocurre aún con gentes del mismo color y de iguales o parecidas costumbres. Para los negros bantú y otros, la palabra hombres se aplica sólo a los miembros los otros negros no son hombres.
de su tribu,
Este calificativo antonomástico lMeva consigo implícita o explícitamente un rango exclusivo y de superioridad. Como si dijera los ricos, los inteligibles, o, como
en castellano se diría,
son gente. Algunos como los hotentotes, se califican a sí mismos como los khoi-khoi, es decir los hombres de hombres. Buen ejemplo y muy relevante de este sentido discriminativo es la
tribu bakairi de los indios suramericanos, en cuyo gentilicio (que quiere expresar nosotros los hombres) figura la raiz kura, que significa a la vez nosotros y buenos, mientras para
ellos la voz
jeros y malos.
kurapa quiere decir por igual nosotros no, extran-
Cuando los conquistadores blancos avasallaron al antiguo Perú, los indios adoptaron el vocablo runa, de la lengua que-
chua, que quiere decir hombre, para significar toda suerte de
37
con este an indios naturales de la América, diferenciándolos europeos s pe. de los españoles y demás
lativo antonomástico
. cuales tan sólo venían a ser para ellos como seres ultrahumo
nos o casi humanos. A
veces
a.
tribus
las
se
constitutivas
como
consideran
ell
una Subo
entera y el resto es como
solas de la humanidad a otro mundo manidad, próxima al mundo pero perteneciente
o,
al de los seres bestiales o al de los muertos.
En ocasiones los pueblos, al ser sorprendidos por la ines rada aparición de seres humanos muy extraños Por su color pelaje, vestimentas, armas y ostensible poderío, los han to. mado
seres sobrehumanos.
superiores, como
como
Asi OCUrrió
en las indias Antillas al ver sus indígenas a Cristóbal Colón
a su gente, blanca, barbada, vestida y con carabelas, espadas y culebrinas. Tuvieron a los europeos por gentes turey o Sagra.
teules, de
das, como los mexicanos llamaron a los españoles
teotl, dios. Pero casos como éstos son excepcionales y transito. rios. Los mismos antillanos hicieron experimentos para averi. perturbaban
que
intrusos,
guar si aquellos extraordinarios
sy
orden social establecido, eran o no mortales. Ha quedado en la historia el experimento del indio de Puerto Rico que sumergió en el rio a un español para saber si los blancos se ahogaban. Como se observa, en los pueblos llamados primitivos de todos los continentes, los hombres
sólo los individuos
tan
son
del grupo tribal, los in-group, como dicen los antropólogos ingleses; los intraneos o intrañeros, como pudiéramos decir en español Ellos se distinguen así de los otros seres de la especie del Homo sapiens: los cuales, aun siendo del mismo color
de piel, son forasteros del grupo. extraneos
o extrañeros,
del
Son
muy
se decía
antaño
como
out-group, o sea
Castilla, con voz hoy arcaica pero de
reivindicación
bien en
conve-
niente.* Por América, África y Australia, son también frecuentes las leyendas que consideran a los blancos
como
hombres
retorna-
dos del mundo de los muertos, o como ex-hombres o ex-miembros de la tribu, generalmente como antepasados héroes 0 se-
midioses y revestidos sus cuerpos
' Bernabé Cobo, Historia del Nuevo $ Claro está
que
del
vocabulario
de una
Mundo, español
albura
fantasmal.
Sevilla, 1890-1893. t. ll, actual,
para
significar_al
individuo out-group pudiéramos preferir la voz corriente extrano; forzoso paralelismo pero esto nos llevaría, por un lógicamente
a escoger intraño para el in-group. Intraneo y extraneo nos pare: cen
mejores
Y mas
exclusivos
para
esta
terminología
£lca, en castellano, aparte de ser más morfológicamente a)
básico
traneo
son
latin
(intraneus
correctos
y
extraneus).
arcaísmos
de
Además,
Castilla.
antropoló:
próximoS
intraneo
Intrañero
y 2%
y extrañer
acaso corresponderian más al genuino sabor del lenguaje cast: llano, pero hoy quizás parccieran demasiado rancios. También
pudiera decirse indigenas y alienígenas, pero los conceptos no son equivalentes; estos vocablos son de sentido geográfico y gent:
tico y aquéllos
son
de sentido social.
.
Los datos históricos del antiguo Egipto comprueban
que en
aquella civilización también los egipcios se creían autóctonos,
creados por los dioses con independencia de todo otro núcleo humano. “Ellos solos eran los hombres (romet); los otros pue-
blos eran denominados asiáticos, libios o negros, pero no hom-
bres. Según la. mitología, estas naciones descendian de los que fueron enemigos de los dioses, de los que escaparon de las iras del dios solar Ra, cuando éste venció a sus adversarios en Edfú. Unos pocos huyeron al sur Y fueron los etíopes, otros
escaparon al norte y devinieron asiáticos, de los fugitivos en el oeste
surgieron
los libios y de los refugiados
en oriente
los
beduinos”. * También los egipcios “se consideraban a sí mismos superio-
res a los extranjeros por el color de sus epidermis”,
según el
mismo Adolf Erman. En los himnos sagrados de la época de Armnenofis IV, se le dice al nuedo dios que fue impuesto por este faraón: “En los territorios extranjeros, de Siria y de Nubia, y en el país de Egipto, tú pones a cada uno en su lugar y haces
lo que le es necesario; cada cual tiene su alimento y sus días están
contados.
Sus
lenguajes
son
diversos
como
lo son
sus
aspectos. Su piel es diferente, porque tú has distinguido a los pueblos”. “Las antiguas pinturas de los habitantes de las orillas del
Nilo —dice Wilkinson en su obra Ancient Egypt— nos demues-
tran la distinta coloración de la piel de las naciones con quienes tuvieron que tratar: el rojomoreno de los egipcios, el ama-
rillo castaño
de los semitas,
el color
comparativamente
más
claro de los libios y el negro de los pueblos del interior de África.” “Los cuatro colores de las razas humanas —dice Gerald Massey—,
todos
cios”. *
negro,
rojo,
los monumentos
amarillo
y blanco,
y todos se funden
se encuentran
en
en los tipos egip-
Los griegos y luego los romanos para designar a los demás pueblos, al menos a los más apartados, usaron el término bárbaro que, según algunos, alude onomatopéyicamente a su lenguaje, al parecer ininteligible como un balbuceo, y, según otros, procede de un vocablo que quiere decir negro y dio nombre a los bereberes, a Berbería y a los antiguos iberos o pobladores de Iberia, la península ibérica. Este criterio es el etnocentrismo,
que aparece ya en la hu-
manidad primitiva y no es sino “la conciencia de la solidaridad social ofensivo-defensiva de un dado grupo humano, expresada mitológicamente a falta de una explicación racional”. Los mitos cosmogónicos de los pueblos así primitivos como antiguos suelen dar trascendencia a estas simples conceptuaciones del
etnocentrismo, que varían según los tiempos y los pueblos y aun hoy sobreviven como ideologías de la barbarie.
0 Adolf Erman, Life in Ancient Egypt, trad. ingl., p. 32. 7 Gerald Massey, Book of the Beginings, I, p. 17.
Londres,
1894,
39
a
ones o antropogón iscriminaci l. El suelen la Drop origen serde explica sobrenaturaicas rn divino
tribu o del propio pueblo suele confundirse con el origen del criaturas
a ésas sus primeras
hombre, y los dioses consideran
Pero, no Obstante
como los hombres verdaderos y los elegidos.
y los ese racismo teológico, las distinciones entre los hombres demás no siempre coinciden con diferencias morfológicas Con. génitas; por lo cual no son propiamente raciales. En esas gjs. tinciones las señas somáticas no son esenciales, sino meramente
aparentes. Su distinción de los
descriptivas cuando son muy
otros seres humanos la establece cada pueblo de todos modos,
aun sin connotación somática alguna, por referencias BC0grá. ficas, religiosas, lingúisticas, indumentarias, etc., según log
casos y las épocas. Los judíos decian gentiles a los no Judíos,
distinguiéndolos tan sólo por su religión diversa.
En estos términos no hubo pues un definido sentido bioló. gico. Entre los diversos grupos humanos hubo siempre dife.
rencias y conflictos, y se advertían las distinciones somáticas
cuando éstas coincidían con las otras causas de diferenciación;
el racismo no era entonces por sí una política ni una doctrina de biología. Para los pueblos antiguos, como para los primitivos, la distinción fundamental es la de intraneos y extraneos,
y las diferencias de color, de cabello y otras corporales, que se hacían para denominar a tal o cual grupo humano, no eran
sino indicativas y simbólicas. Extraneo, extraño y extranjero son
palabras
de
una
misma
raíz,
que
extra,
algo
indica
“de
fuera”, de foraneidad o forastería. Generalmente se aludía a la oriundez extraña, al país originario de su nacimiento, a la nación (del latín natio). En las grandes ciudades medievales de España, cada grupo de residentes extranjeros y de un mismo pueblo originarios formaban una nación, hoy diríamos una colonia. También, en Sevilla y luego en las Indias, a los negros nativos de África y trans-
migrados a ultramar, esclavos o no, se les denominaba
mente negros de nación, como
se decía flamencos
etcétera. Se indicaba en cierto modo
oficial-
de nación,
un sentido genético, pero
se refería a la cuna o tierra donde se nacía y no a la progenie de que se derivaba.
A los judíos no se les decía nación ni gente, por lo general.
Formaban una categoría especial porque los definía su particu-
lar religión y porque, además, la nación judía se tenía por de-
saparecida
y su pueblo
estaba
sin
territorio
propio
a causa
de la diáspora o dispersión. Precisamente “el término diáspora
fue primeramente
nacionalidad,
usado
por
los
griegos
o parte de ella, dispersa
para
entre
designar
otras
una
nacionts,
pero conservando su propia cultura”. * Diáspora equivale a lo que luego se llamó nación y ahora decimos colonia, en el sent do de un conjunto de extranjeros de una misma oriundez, €5-
tablecidos en ¡Un país. Esto no obstante, no se abandonó el con-
cepto genealógico para los judíos, y a veces se les llamab
,
eS
k, prólogo a D. Pierson, Negroes in Brasil, Chica£'
israelitas (por el gran genearca Israel), si bien est i solía referírse a los judíos históricos o de los mos Do Algo análogo ocurría con los musulmanes. También se les denominaba islamitas o mahometanos, por su religión. O moros, adjetivo referente en concreto a los naturales de la More-
Mauritania,
ría o antigua
pero que
implica
en su origen
un
sentido racial de color. Este vocablo llegó a ser sinónimo de mahometanos. Á veces, para más detalle, se hacía referencia a la nación turca, a la berberí, etc. Sin embargo, no se olvida-
ron para los creyentes de Mahoma
sentido genealógico, como agarenos sarracenos (descendientes de Sara) tes de Ismael).
Por lo común
los antiguos apelativos de (descendientes de Agar) e ismaelitas (descendien-
se empleaba en España el vocablo gente, que
tenía un claro sentido genético para significar una pluralidad de seres humanos; y también el vocablo linaje, que expresaba la idea de una línea genealógica. Con sentido semejante, aunque con mayor amplitud y extensivo a los animales, se usó todavía el vocablo casta, que originariamente
.casto, castizo,
significó
etc.
Y
pureza,
como
generalmente
se ve
cuando
en
sus
derivados:
entonces
se tenía
que hacer referencia a la condición genética del temperamento, indole o complexión de un individuo, o a su origen nativo, se acudía, como hoy, a los vocablos naturaleza y natural. Se dice, por ejemplo, que un sujeto es natural de un país y que es de naturaleza, o de su natural, blanco, glotón, criminal, enfermizo, etc. Pero la voz raza, no por metáfora
sino ya como
un
sentido más preciso, como una caracterización ostensible y hereditaria o significadora de un conjunto de cualidades congénitas y fatales de los seres humanos, no se empleó en el lenguaje general hasta por los siglos XvI y XvIl.
Discuten los filólogos cuál debe ser la filiación lingilística
del vocablo raza. Una excursión por ese campo puede contribuir a explicar ciertos matices semánticos de dicha voz y una
de las razones de su general adopción. Unos dicen que raza es
voz latina, otros que sánscrita y otros que semita.
Se han dado varias etimologías latinas. Por la más común, raza procede de radio, radias. Según Jean Finot,* el primer uso del vocablo raza fue en 1600, derivado de radix, que quiere decir raíz. Otra
etimología
latina hace
nacer
el vocablo
raza
del bajo latín radia y del clásico tadius, rayo. La Academia
Española de la Lengua deriva de estas voces latinas los términos castellanos raya y raza, si bien dando a estas palabras un
sentido de “grieta, hendedura, rayo de luz que penetra por Una abertura, lista de una tela en que el tejido está más claro que en el resto”. Por esto se dice que un tejido tiene razas o
que es Trazado, y se llama rázago a la harpillera o al tejido urdo. Unamuno
opinaba por estos antecedentes
que raza es
voz castellana, como línea o raya. En Puerto Rico hemos oído ecir recientemente que tiene raja de la persona que no es * Jean Finot, Le Préjugé des Races, p. 85.
41
blanca y
alguna 1
entre sus ascendencias hay
la blancura está que de. Raja puede ahí expresar que ura. rajada por una línea o raja osc
brada o
an
algunos, tuvo su origen del
sánscrito TO, co
ción. de alcance, de posesión, y del también Sáns
o dd
crito ksats, que quiere decir cosa, tierra. se De un vocablo ay; formó reiza, linea
compuesto se dice que en el alto alemán
equivalente a raza, el cual paso al italiano, al francés, Josgf etc se ha advertido que en la obra de
Sin embargo,
Grammatisches
Richter,
Woórterbuch
der
Deutsche
Sprache
del año 1791, el vocablo se escribe rasze, lo cual parece pregy,
en lemosín se
poner su ascendencia italiana. Por otra parte.
dice retra o reira por raya o línea, cuyo sonido se aproxima más a la voz raza.
Y ese etimo nos remontaría quizás al latin
recto, más que al sánscrito.
rectum,
Una tercera etimología latina pretende derivar la voz italia. na razza de generatio; pero esta etimología, que abandona pre. cisamente el elemento semántico de la raiz idiomática para atender sólo al elemento fonético de la desinencia verbal, no ha sido aceptada. *' Otros sostienen que razza viene del latín ratio, en el sentido
filosófico que se atribuyó a este vocablo hasta en la Edad Media. en la teología de san Agustín y santo Tomás de Aqui.
no.” La etimología derivada de ratio exige una harto larga, sinuosa y confusa vía, a través de muy
sutiles disquisiciones
metafísicas, desde la antigua teología cristiana. La laicización y la trivialización de esa palabra teológica ratio, alegadas por Spitzer, parecen más inverosímiles que la transformación del vocablo arábico ra's en la palabra raza de las lenguas romances; traspaso idiomático éste muy simple y breve, como fácil: mente se verá. ] La raíz semítica de raza es la voz arábiga ra's, que significa cabeza, origen y, por extensión metafórica, tronco de genera-
ción. El vocablo pasó del sur de España al resto de la Peninsula para significar res y raza de ganado. *
10 Gamillscheg, Sprache,
1928.
Ethymologische
"y Meyer-Liibke, ed,,
.
Woórterbuch
Romanisches
der
franzoesischen
Ethymologisches
Wórterbuch
12 Vea un muy interesante estudio a favor de esta tesis en abril Leo Spitzer, “Ratio-Race” en Am Philology, de 1941, vol. LXII, 2, 9, 129, erican Journal of 1? En pro del origen arábigo de este vocablo vea, Dosy et Engel mam, Glossaire des mots Espagnols et Portugais dérivée de 1'A52be, 2da. ed., 1869, p. 329, y Baist, "Die Arabische Leute 1
Spanien”, Romanische Forschungen,
procedencia
semita
The
of Politics,
ye
la
sostienen
1891,
vol.
modernamente
4, p. 415. Esti
Lokotsch
(1927
Gotze (1934) en el diccionario etimológico alemán de Kluct: ea también Eric Voegelin, “The G e Idea” Review
Recientemente
1946,
11, Indiana,
UN
ñas
Alejandro Lipschutz, roblema racial en las Américas, 2d El indoamericanism. o29, Yhacel hincapié en esta etimología: “La palabra resbal e eisirio-babiló
Los romancistas han rechazado esta etimología, aún cuando la
voz árabe ra's cabeza, aparece. convertida en Tes y vez, cabeza
de ganado en español y en portugués. Aquéllos se fijan, primero, en que de los fonemas s y e no hay trazo en la voz raza del
español;
porque
la primera
aparición del vocablo raza, dicen
ellos, no es en la Península y, por tanto, añaden, es poco verosímil un influjo árabe; y además porque debe ser un principio de los filólogos rornancistas, para sus etimologías de vocablos
romances, no acudir a un idioma oriental sino tan sólo en el caso de que no sea posible una explicación mediante una raíz procedente de los lenguajes latinos y romances. Estas razones no parecen incontrovertibles. La diferencia fonética entre e y a y entre a y z es harto breve y su trueque muy hacedero, para que el paso de uno a otro sonido sea inverosímil. Si el vocablo
raza
no
ha
sido hallado
primeramente
en
la
Península Ibérica, no por eso resulta inadmisible su oriundez arábiga. Según el muy erudito ensayo etimológico del citado
Spitzer, es incuestionable que la voz raza aparece escrita por primera vez en los lenguajes romances, en la Provenza medie-
val. El texto más antiguo parece ser uno del siglo xn, en Provenza, del poeta Bertrán de Born, ** donde dice: Rassa vilana, tafura,
Plena d'enjau e d'usura D'orguolh e de desmesura... Aquí la palabra raza tiene un obvio sentido despectivo y es
aplicada como sinónima de gente o gent, que también se usaba
en el viejo lenguaje lemosín. De esta voz provenzal algunos etimologistas han deducido la francesa race.. En un poema
provenzal de 1275, dedicado al rey de Castilla
Alfonso X el Sabio por el poeta Guiraut Riquier, aludiendo a los malos juglares se dice menon vils rassasa deshonor vivén, Recordemos que Provenza fue país dominado por los árabes, aunque
no
durante
tanto tiempo
como
España
y Portugal, y
que hoy no se puede negar la antigua influencia arábiga en el lenguaje del lemosín y en sus poetas. Y no es menos imprudente olvidar el gran influjo de la literatura medieval de Provenza, en la primera época de la poesía peninsular, por toda España y Portugal. No €s, pues, inverosímil que el vocablo romance rassa, si nació en Provenza, pasara de allí a la inmediata Península.
rosh
nico (accádico),
arábigo
lugar
en
abisinio, rasun
cabeza.”
Sprachen,
brea
y
G.
Munich,
aplicado
hebreo,
en
Bergstrasser,
resha
en
in Einfihrung
1928, p. 183. El diccionario
a] antiguo
testamento
K.
res
arameo,
norte.arábigo,
dice
de
sub-
semitischen
die
Feierabend,
en
en primer
la lengua
he-
Taschenwbr-
terbuch der hebraischen und deutschen Sprache zu den gelesensten Tellen des altes Testamentes, Berlin-Schoneberg, 1912, da los
siguientes significados a la voz rosh: “cabeza, persona principal, jefe, la capital, punta, primer rango, cima, el total, división o tropa
de
guerreros,
punto
14 Levy, Prov. Supplement
de
partida,
comienzo,
Worterbuch, en Lco
parte
principal”.
Spitzer, ob. cit.
rara E
ta
catalán
Ausias March
un sentido de connotación
usa el voc
( ? - 1458) corporal:
ablo
Bondat, virtut han perduda, sa raca
cossos humans
han molt disminuit,:s
En la colección de versos populares tituladas el Canconer q,
Zaragoza se empleó la voz Tassa en relación con animales:
qui té falcó, ocell o ca de bona rassa, 1
Por otra
parte,
el referido
principio,
alegado
como norma
de los romancistas, parece prudente siempre que la explicación
etimológica latina que se proponga responda mejor que de oriental oriundez a todos
fonéticos,
los requerimientos
otra
se.
mánticos, históricos y sociales que una etimología debe satis.
facer. Y en nuestro caso, la derivación
semita
da una
ción más verosímil, más breve y más plena de sentido.
explica.
Acaso tenga relación raigal con raza la voz castellana
ralea,
aun cuando esto no se haya apuntado y se le atribuya una eti.
mología latina, de rarus raro; de todos modos,
ocurrió con ra-
lea como con raza. La voz ralea aún significa especie, género o calidad. Pudo decirse buena ralea, como en el siglo xv1 hacía
fray Bernardino de Sahagún, refiriéndose a “la mujer noble y de buena ralea, que es buena partey desciende de caballe-
ros... y vive conforme a su genealogía, correspondiendo a su linaje”. La palabra ralea, como se ve, era de significado gené-
tico, como raza, y también como ésta, según señala el mismo
diccionario académico, tiene un sentido despectivo si “aplicada a personas, raza, casta o linaje”, y procede asimismo del trato con animales, particularmente del lenguaje de la cetreria, y de las razas de las aves.
Parece comprobado que la voz raza se aplicó primero a los
animales para señalar su casta y que, al extenderse metafórica-
mente dicha voz a los humanos, llevó consigo implícita una conceptuación de animalidad, por lo cual la palabra raza tuvo generalmente, desde su origen, un sentido despectivo. No hay,
pues, que “laicizar ni trivializar una voz expresiva de un concepto metafísico propio del lenguaje hierático; basta escoger
un vocablo del vulgar lenguaje usado para tratar de los ani-
males y, por víá de metáfora y sin perder su sentido zoológico,
aplicarlo a los seres humanos. Esta metáfora deviene común
precisamente en la época en que, por razones sociales, se trata
de inferiorizar a determinados tipos de hombres hasta un nivel infrahumano, como el de animales.
s cuándo tal palabreja hace su aparición en las
No sabemo letras españolas. Nebrija no registra la voz raza. No nos consta
que
los cronistas Gonzalo
Fernández
de Oviedo
y Antonio
Herrera emplearan la voz raza aplicada a los indios americanos. Aun cuando en sus obras trataron de éstos como si fueran 15 Leo Spitzer, ob. cit, . 18 Cita del diccionario catalán de Aguiló.
de una raza, en el sentido de un fatalismo
penétic
de carácter corporal, mental y moral; por 1 que Sichos his. toriadores
españoles
han sido saludados
como
precursores
de las modernas teorías racistas que dicen descubrir en el Homo
sapiens varias razas separadas entre sí por diferencias abis-
males, '” aunque esto es erróneo
ese nombre, venían de más lejos.
ya que las ideas racistas,
sin
Esto no obstante, Gonzalo Fernández de Oviedo sí emplea el vocablo raza en su Historia general y natural de las Indias
islas y Tierra Firme del mar Océano, en su libro XIX. En di-
cha obra, publicada por primera vez en 1535, su autor, refiriéndose a los sucesos ocurridos en Cubagua, dice que en esa
isla “han metido los españoles algunos puercos, de los que han llevado desta Isla Española e otras partes, de la raga o casta de Castilla”. Pero nótese en seguida que ahí la voz raza está aplicada no a los seres humanos
nónima
de casta. Esto
también
zoonómico de dicha palabreja.
sino a los animales, como si-
parece
corroborar
el origen
Creemos que tampoco se usa la voz raza en la Historia apologética de las Indias, que ya mediado el siglo xvI escribiera
fray Bartolomé de las Casas, libro compuesto
para combatir
el racismo antindiano y tan poco leido como curiosísimo para
conocer el desarollo de los conceptos raciales. Cuando Bartolomé de las Casas hace referencia a los indios, comparándolos con los castellanos u otros europeos, les dice generaciones,
naciones o gentes indianas, pero no los califica de razas. Y aun
en las veces en que aquél alude a ciertas condiciones que en
ellos se suponen congénitas, dice que son “de su propia naturaleza”, El vocablo más próximo al de raza, entre los empleados por el padre Las Casas en su obra antirracista, es el de linaje y aun precisamente para decir que “todo linaje de los hombres es uno”, como negando la existencia de las razas. En la obra de 1537, muy recientemente publicada por primera vez, del padre Las Casas, titulada Del único modo de atraer a todos los pueblos a la verdadera religión, se leen estas palabras: “todo y sola una raza o nación”; pero ellas no son sino traducción moderna al castellano corriente actual de la voz que está inserta en el latín del verdadero texto lascasiano. De otra parte, en las escrituras notariales otorgadas para
la contratación jurídica sobre esclavos, para individuarlos, ade-
más del nombre de su bautismo y a. veces el de su nación, so-
lía especificarse el apelativo de su color “negro, loro ** o blan-
co”; pero no se empleaba la voz raza. *” En sendas escrituras
de compraventa de esclavos, otogadas por el siglo xv1 en otras regiones de España, como Galicia y Cataluña, tampoco hemos 1? Theodore Balk, Race, Mythe et Vérité, París, 1935, p. 17. 1* “De color amulatado o de un moreno que tira a negro”, según el Diccionario de la Academia, Las anado o, como decimos, loro”.
Casas
decía
“de
color
algo
** Según los Índices de los fondos notariales publicados por el Institato Hispano-cubano de Historia de América de Sevilla.
toria del Nuevo Mundo a Padre hallado la voz raza. En la His tampoco hemos Bernabé Cobo, escrita en 1650,*”o raza; pero sí en su yez Co. rrer de su lectura, con el vocabl por su originaria Signigons casta y naturaleza. Precisamente un sentido impros podía eludir ción zoológica, la voz raza no ciativo si se aplicaba a blo pre des y o ric afó met nte ame mer
y adecuado su uso fuera > seres humanos; por lo cual no era cumentos juríd; el lenguaje vulgar, cuando se trataba deen do Cos lenguaje culto. ritos solemnemente otorgados y de esc
Es más verosímil, pues, que la voz española raza, en vez q desde
3
rimeramente y desde tiempo atrás por el vulgo campesi
;
venir bajando
de las alturas
de la teología,
subiera
lenguaje de la gleba; y que la palabra fuere usada en Españ.
: _tomándola del árabe ra's, así como se supo utilizar y conver ertir en res para significar “cabeza de ganado”.
Los árabes y moros primero la usaron en los criaderos d sus famosos caballos y en sus chalanerías; y luego ellos y 1 c
judíos la extendteron, por burda analogía, a los tratos de es
clavos que hacían con los cristianos de la Europa mediterrá. nes, en los cuales aquéllos demostraron también ser muy ma.
ros.
En la Edad Media y aun en los albores de la Moderna,
hubo pueblo
que no sufriera
con frecuencia
la esclavitud
n
de
tania, Berberia y EgIp loss Slczados ode yMauri y an del Cáucaso y todos l Se los blanco del Báltic
to, como mentos del Asia y de Eslavonia, hasta los guanches de olor de codoñate y, después, los indios del Nuevo Mundo. Esclavos
hubo así paganos y judíos como cristianos y musulmanes. Las
y .as rapinas no respetaron naciones; todo cautivo j o ser esclavizado cuando no muerto. n o, ació de la pena una nmut como un favor para el vencid o
e muerte impuesta por el
dada la. Luna ancia de prisionero. Y los tratantes ds Su gran diver: las mercaderías que eran objeto de su trat
sidad en colores, figuras,
cabellos,
jes
len
es, 005
el
tumbres y nacimientos tenían que distingnir las piezasde su sus cir lr Sn comercio según sus respectivos tipos caracteres corporales y sus proceden e conráficas, que im-
plicaban casi siempre otras caract E lógicas y 50. ciales. Ello era indispensable 3 e el pre so ceda esdlavo en el mercado se determinaba aten
O
a
a
tal o a o su color, su sexo, su lenguaj s. enpe genera ta es. su y le a o cual trabajo y, ademá l, por sus oriundeces. Según eran éstas se les atrib de tem
atribuían sendas condiciones anatómicas,
peramento o conducta,
tales
la fecundidad, la robustez muscul dad, la intemperancia,
gión, etc. En la trata de
la t
postal
sana,
l
como la belleza, la tal,
l
laboriosidad, la dock:
la inteligencia, la reli"
día siemp 4 como todo en esto Seseproce Suns el chalaneo de caballos , Procu re con rándo fijar
* Publicada en Sevilla, en el año 1890-1893.
detalle el color, el alza y las demás condici Ones corporales de destinada al tiro, a la
la bestia, según fuese
monta, a la guerra, moros, tur-
o al caballeo de lujo. Los mercaderes
ori entales,
cos, árabes y hebreos, que en Ibiza, Venec la, Berb eria, Egipto, Constantinopla y Arabia negociaban con el tráfico de esclavos tan diversos, los clasificaban según su ra za, empleando la voz semita ras, que indica “cabeza u origen” , €s decir, sus antecedent gené
es
ticos.
Había tratantes tan expertos que con un rápido examen del
esclavo en venta, deducían sus caracteres físicos y mentales si eran fuertes y sanos, como si eran humildes o pendencieros y torpes 0 inteligentes. Si se trataba de una esclava las explo -
raciones y deducciones del experto eran aún más amplias, más
íntimas y más sutiles. Aún hoy día, a esa habilidad de diagnosticar las condiciones de una persona por su examen externo le dicen los árabes filarasa. Los pueblos compradores de esclavos, cristianos y latinos
traducian generalmente el vocablo raza
aun en el siglo x1x, fueron
por nación, atendiendo
progenie. Asi en Cuba los esclavos,
más a la oriundez que a la
r ejemplo, según los casos:
distinguidos por naciones; y se dijo, de nación mandinga
o de nación
lucumi y congo de nación, o simplemente, de nación, es decir, nativo de una nación africana y no criollo, o nativo de Améen el siglo xix, en las disposiciones de Su Ma-
rica. Todavía
jestad el rey de España, era usualmente empleado el vocablo casta * como.antes lo fue la palabra gente.
La presión del ambiente económico esclavista desviaba la significación usual de las palabras y les daba refracciones se-
mánticas muy diversas y caprichosas. El estudio del vocabulario de los pueblos de América, tocante a las razas muestra claramente cuán extensa fue y es todavía la influencia social de la esclavitud en la semántica vernácula de ciertos vocablos
muy castizos.
La misma
voz gente
otras de sentido
fue complicándose
en América
con
peyorativo. Los indios conquistados y some-
tidos a encomiendas y los negros traídos de África como escla-
vos tuvieron sus calificativos deprimentes. Los blancos quistadores y los mestizos claros, asimilados por ellos, gentes de razón; los demás eran gentes sin razón, es decir tos. Hasta se declaró por sesudos clérigos que aquéllos no capaces de catecismo cristiano, y tan extendida fue esa
coneran brueran doc-
trina que el Papa Paulo J1l mediante una bula tuvo en 1537
que condenarla por anticristiana.
Según escribió Miguel de Unamuno, el uso de la palabra
casta también comenzó en la ganadería y por eso, al igual que
41
la voz raza, sigue teniendo un sabor de animalidad. La palabra casta tuvo en América
un sentido despectivo,
aplicado a toda
1 Así puede verse en la Real Cédula del 15 de octubre de 1805 al regente y oidores de la Real Audiencia de Cuba sobre prohibi-
ción de
los matrimonios
bleza y notoria
otras castas”.
limpieza
de personas de sangre
de blancos de “conocida no-
con
negros,
mulatos
chinos
y
indios y laya de mezclas de blanSecos,daban en las formas muy numerosas sendas nigrantes fueron asimismo las
negros, que en ti
colonias españolas a
y
e denominaciones uno Eacada optaron para designar ad Se que les cia ofi y res muy significativo que mucha
tales tipos mezclados; y es s del vocabulario usado para 4 de EN ellas también fueran tomada con la voz raza. Como tal como
ocurrió
a revisión de la nom ijo os ci nu mi na “U : ón Le s lá co Ni muy bien como de Suramérica a de estas castas, tanto de México car tar de animales,
apli va de la que en España se nos manifiesta que ella deri vacuna), quizá ada bestias (principalmente caballar y
clatur
a las
es esa lasunstmiansmcias ularan haciacirc ninsra a, refinar más el desprecio addeos losno peig rí no od
Muchos de los así ap años el odio mutuo encia,re os nt ta o uv nt ma a, otr a a id un l, la cua ña”.* turales de México y de Espa los na La observación del antropólogo mexicano es muy cierta, Al
os de tales apodos se referían a la aritmética de los mesti.
entonces,
creída
zajes, falsa pero generalmente
tales
como
tercerón, cuarterón, quinterón, requinterón, ochavón octavón, ochavina, etc. Y puchela, que derivaba de pocho “quebrado de color”, y chamizo, que quería decir “chamuscado”. Mestizo y otros provenían sencillamente de expresar la mezcla
de ti :
tes. Pero los más de los apodos de mestizajes procedían de la nomenclatura de los animales. Ante todo, mulato, según la etimología que daba Covarrubias, procede de que la cri de blanco y negra “la comparamos a la naturaleza del mul .
Albarazado, del árabe, significa color mezclado de negro y ce.
trino o rojo, abigarrado, como ciertos leprosos. Barcino “dice. mo se de los animales de pelo blanco y pardo y a veces rojizc ciertos perros, toros y vacas”; y. la voz procede del a, ábigo baraxa, “manchas en la piel del caballo”. Cambujo, t t andose e de animales menores equivale a “morcillo”, es d A 1
pamulo,
sorojizo, Cal.
o
que se le daba al caballo de color negro
que se decía al individuo entre hegro y
era aún más
groser
mexicano corotl
j
A
Cuatralbo se decía del caballo o res
a
e
ns
do,
nto”,
)
los cua:
ias PTAS tro pies. Galfarro era el gavilán de Jun Pepa s e v hombre enifivaba ademá pero, rojizas; y parduzca Además, significaba hombre vago y , ; de mala vil
>
ma
a. Aparte de ser
“sinónimo d
bra”
¡ Nicolás León. Grifo: puede referirse a los cabellos cres os yy crespos enmarañados; pero también e el se a los cabellos águila y medic león.
coyote,
con
Haro
cierto animal
vocablo traído del.
podas
a
fabuloso, medio
no
de
zo,
que se dice
“del ani-
harón, como harenito,
“caballo que se planta”. Jarocho ea
jaro, , de lmente rojizo , y especia el pelo deun que tiene mal Lobo el cerdo y el jabaes nombre K”.
go pueden proceder del y conocido 22 Nicolás
León,
México, 1924,
animal.
Zambo y zambai-
ocablo que en el Congo significaba
as de México colonial o Nueva
22 Grifo se le dice a un h go conserva rasgos AS
a mulato
Ed
claro
que
España,
: emsin
«“mono” (nzambu) y luego se le dio en Am éric a a cierto mono con pelaje de color pardo amarillento “ como
el cabell
o de los mestizos zambos”, al decir del diccionario de la Academia Española de la Lengua. Zambaigo puede también habe rse contagiado de sambangq o,
voz
que
los negros
mandingas,
frecuentes
en España y sus Indias durante el siglo xv1, usaban exclusivavamente para designar el caballo bayo oscuro o sea de color blanco amarillento.** Estos vocablos, por sus despectivas evocaciones de bestias y su aplicación como cali ficativos raci a individuos de castas supeditadas y mal vistas, hasta en ales ocallamadas viles, vienen a corroborar el proceso de la sion extres acciser ón y uso de la voz Taza, con análogas oriundeces, significaciones y malicia humilladora. Algo similar ocurrió con las voces aplicadas en Santo Domin-
go, Puerto Rico y Cuba a los campesinos y a la gente montuna,
aun cuando blancos, no por raza sino por pertenecer a la clase subordinada. Aun cuando en categoría superior a los negros y mulatos, también a ellos se les calimbó con epítetos que en su origen fueron envilecedores, si bien hoy día han perdido por lo
general
esa significación
despreciativa. Se les dedicó en esas
islas los mismos apelativos que a los animales montaraces o ci-
marrones. En Santo Domingo, como en España, se dijo orejano u orejana al animal o res que tenía orejas sin marca, “hierro” o
“calimbo”
alguno
que
indicara
propiedad
o pertenencia
a un
dueño ganadero. Y ese vocablo castizo pasó despectivamente a Santo Domingo para significar el rústico campesino. En Puerto Rico, al montuno se le denominó jíbaro, con apelativo que aún perdura. Jibaro era y es el nombre de ciertos bravos e indómi-
tos indios suramericanos que resistieron victoriosamente la do-
minación española. Cuando los se encontraron sin indios isleños cialidad de trabajo, trataron de diante la rapiña de los indígenas
conquistadores de las Antillas a quienes explotarles su potenreparar esa falta de brazos mede las otras islas y tierras fron-
terizas, organizando una extensa trata de esclavos indios entre las islas y las costas de estos mares, que precedió a la negrera
entre los puertos americanos y los de Guinea y el Congo. Así fueron traídos en servidumbre a las grandes Antillas numero-
sos indios jíbaros y también lucayos, goajiros, macuriges, taiTronas, guanajos, yucatecos o campechanos, zacatecas y mextca-
2* Fernando las
Ortiz,
palabras
Glosario
chulo,
de afronegrismo,
sato,
zambo
y
La
zambaigo,
Habana,
Digamos
1924. Vea también
que las voces maroon, del inglés, y maron, del francés, no proceden de un vocablo español simaran, que significa mono. Ási se
indica en el reciente
Fairchild,
a la
las
Nueva
costumbre
Antillas
y
de
de
Dictionary
York,
1944.
llamar
ahí
El
of
“monos”
piensa
que
Sociology, editado por H. P.
autor se
o
de
esta
monkeys
derivó
etimología
a
aquel
alude
los negros vocablo.
de
Pero
no es así. No hay tal palabra castellana simaran. Maroon y maron son voces derivadas de la española castiza cimarron, aplicada
a los negros esclavos que se huían a las cimas de los montes. Sin duda, a los esclavos fugitivos se les aplicó la misma palabra
que se estilaba para los animales domésticos que se escapaban y se hacían montaraces; pero decirles cimarrones no era califi-
carlos de “monos”.
49
hinangos. Como era de esperar en países tan ext
dos y Atonces tan selvosos y poco poblados como las Antillas
.
Mayores, los indios continentales se resistieron a servir de e. clavos y se escaparon a los montes, se hicieron CiMArTOnes como las bestias cerreras y los negros fugitivos. La historia de Cuba está salpicada de episodios con indios bravos que hacían
vida libre por las ciénagas
y las cercanias donde no podían Ser
habidos por sus perseguidores. Andando el tiempo los indios Se extinguieron y se olvidó el origen étnico de voces tales como
jibaro y goajiro. Jíbaro fue sinónimo de cimarrón y orejano,
al animal huido y montaraz se le llamó jíbaro en Puerto Rico
y en Cuba, y aún se le dice así. La voz cimarrón quedó para los
animales, los esclavos negros y las plantas silvestres; orejano, jibaro y, en menor grado, guajtro, quedaron para la despectiva calificación de los animales no domesticados o huidos y de los
infelices y apartadizos campesinos blancos y de sus cosas y cog. tumbres, evasivas de las otras gentes. Además, dicese jibaro r América, según el diccionario académico, del descendiente
de albarazado y calpamula o de calpamulo y albarazado. Todavía para los guajiros cubanos hubo otra palabra, ya muerta y
sólo conservada en los diccionarios, la cual adolecía original.
mente
de análogos
sentidos
animal
y despectivo.
Managuaco
quiso decir en Cuba “animal manchado de blanco en las patas y el hocico” y también el “campesino blanco”, con ingrata comparación. Con la palabra raza sucedió como con la voz negro, que fue extendida por Europa y América desde Portugal y España por los tratantes de esclavos africanos desde el siglo xv. Antes se empleaban en diversos idiomas europeos, inclusive en los de Iberia, los respectivos vocablos indicativos del color oscuro de la pigmentación para designar a los negros, blacks en inglés y noirs en francés. Cuando la trata se fue extendiendo, prevalecieron en esos países otras palabras derivadas de la hispano-
portuguesa negro, tales como nigger en inglés y négre en fran-
cés, y todos esos vocablos tuvieron una acepción despectiva como conexa a la esclavitud. Aún hoy día en el lenguaje fran-
cés se distinguen los vocablos nóir y négre; como
en el inglés
black se diferencia de nigger y de negro. En los países colonia-
les la voz negro tuvo una acepción específica más allá de la
simple connotación del color y de la epidérmica. La expresión es un negro, equivalía a decir es un esclavo, Por ser negros casi
todos los esclavos en ciertos países y épocas, negro vino a ser
sinónimo
de esclavo; así como, en otras situaciones
cas e históricas, por haber sido los esclavos
50
geográfi-
preferentemente
eslavos hechos prisioneros en su propio territorio por los guerIreros vecinos en sus frecuentes rapiñas, esclavo fue sinónimo
de esclavo. Aún el diccionario académico español
apunta
esa
Cuan - do la flex EX ibilidad de los vocabularirios lo aplicada rest
permititió, io,
14 fue
etimología: esclavo, del latín eslavus y de éste el alemán slave, En inglés todavía el mismo vocablo slave tiene ambas acepciones, una étnica y otra despectiva y social.
ringidamente una voz (negro, négre nigger, etc.
ra el ción tellano, común
quio
esclavo, y otra (noir, black, etc.) quedó indio o A indi racial. Donde esto no puede o el vocablo negro fue a pesar de todo entendido por lo como sinónimo de esclavo; particularmente en el colo-
verbal,
despectivo.
cuando
Tan
solia
aquél
depresivos fueron
con
marcarse
cierto
tonillo
en los pueblos hispánicos,
sin exceptuar la misma España, los vocablos negro y mulato
que su uso fue limitándose a los esclavos, porque implicitamente significaban esclavitud o vileza social. Y para el sentido corriente y meramente indicativo de la distinción racial se acudió a otros vocablos, análogos pero de acepción convencionalmente
no peyorativa.
Así se dijo moreno
al negro libre
y negro al esclavo; de igual manera que hubo de decirse pardo al mestizo libre y mulato al sujeto a servidumbre. Estas palabras
eufemísticas
pánica y también
fueron
corrientes
por
la América
toda
his-
por España, donde asimismo había muy nu-
merosos esclavos negros, llevados de África desde muchos años antes del descubrimiento de América. Dichos vocablos amorti-
guadores se emplearon cuando, no en aplicaciones genéricas
sino en casos singulares, se quería suavizar o suprimir el sentido despectivo de que usualmente estaban embebidas las voces negro y mulato. Así lo vemos en sendos textos de Cervantes, Quevedo y otros principes de la literatura castellana. Tras la abolición de la esclavitud y paso de las generaciones que estuvieron sumergidas en su atmósfera, ambos vocablos han perdido casi todo su sentido despectivo. Esas acepciones oprobiosas van eliminándose,
pero aún persisten
entre ciertos ele-
mentos tradicionales e hipersensitivos. Todavía quien quiera lanzar un insulto a “gente de color”, usará siempre las voces negro, en lugar de moreno, y mulato, en vez de pardo.
También se solía evitar el uso del vocablo negro, sustituyéndolo por criollo, que quería decir “negro nacido en América y no en África”. Por esa palabra no sólo se implicaba una connotación de mayor civilidad y adaptación al ambiente americano, se olvidaba la mención de la negrura. El vocablo criollo se aplicaba también a los blancos; pero en cuanto a éstos no tenia resonancias racistas, aun cuando también servía para discriminar
a los blancos
insulares
o nativos
de América
de
los peninsulares o nativos de la Península Ibérica. Cuando el negro o mulato era nativo de América ya en una segunda o ulterior generación, se le decía rellollo, o sea reiterativamente
criollo, Así criollo como rellollo “equivalian a un título ae no-
bleza entre ellos”, como
dijo la condesa
de Merlín, escritora
cubana de la primera mitad del siglo XIx. En el folklore cubano, y se nos dice que igualmente ocurría
en otras naciones de América, a veces para disimular eufemís-
ticamente ante extraños la condición negra o parda de alguna persona, se aludía a ella diciendo que era o parecia emparen-
tada con los Cacho Negrete o con los Pardiñas o los Pardos Pi-
mentel,
no
porque
estos apellidos fuesen
caracteristicos de la
gente de color, sino para aprovechar un juego de palabras que
51
cho. de sus evocaciones fonéticas derivaba una sinonimia, Capri sa pero sobrentendida. uaba con frecuencia en La inquina contra el negro se aten mulato, y sobre todo a o casos individuales. Al negro o al etarlos, agra. negra y a la mulata, en ocasiones había que resp
darlos
y atraerlos,
a veces
impulsos
por intimos
de
amistad
aban Otros de gratitud o de amoroso afecto. Entonces se busc o despec. , la expresión de color no tuvo sentid os.
vocabl
Así
Jacobo de la Pezuela tivo por lo general. El ilustre peruanomuri ó siendo presidente pitán general de Cuba y
que fue ca de la Real Academia Española de la Lengua, se atrajo durante o. su mando en esta isla el odio de los esclavistas magnates colos gr s ne ño ma ni a los niales por haber llamado en una procla , os como lo exigía el uso co. niños de color, en vez de negrit rriente. Según dijo Alcalá Galiano, que fue director del Diario de la Marina, periódico defensor del absolutista integrismo co. eros, lonial, éste fue un delito que jamás le perdonaron los negr enajenándole más voluntades y creándole más elementos de
desorden y trastorno que la peor providencia gubernamental. Más que moreno era socialmente suave el vocablo prieto; y más que pardo lo era trigueño; sobre todo aplicados a mujeres. Aún
hoy día, en Cuba
y Puerto
implican una acepción afectuosa,
aun
Rico,
prieta
cuando
no
y
trigueña
totalmente
derogatoria de la connotación del color. El tono del habla sue-
le también dar sentido atractivo al vocablo negro. A una blan-
ca que no sea rubia se le dirá cariñosamente negra
sin que
sea tomado a mal. Todos estos apelativos prueban cuánta era la virulencia social que cargaban consigo los vocablos raciales de negro y mulato y por cuántas vías hubo que acudir a menguarles su ponzoña para hacer llevadera la convivencia en los pueblos donde fueron socialmente casi sinónimas esclavitud y negrura de piel.
En otros casos, según también
puede verse
en Cervantes,
Quevedo, Lope de Vega, Claramonte y otros literatos del Siglo
de Oro español, muy
conocedores de las costumbres
y dichos
de su pueblo y muy realistas en sus escritos, cuando se deseaba
acentuar el desprecio para el negro
o el mulato,
se acudía
a
adjetivos y desinencias peyorativas. Al negro insumiso o simplemente desagradado se le decía perro y cachorro. Se le de-
cia también al moro, al judío y al diablo; pero llevaba implícito un sentido de animalidad y por eso se tenía naturalmente como denigrante y muy apropiado para increpar a los negros.
Perrengue fue aun más despectivo, como 52
se lee en Lope
de
Vega, y de mulato se vino en decir mulengue; en uno y otro
caso por aplicación de esa desinencia despreciativa que es Una de las más difundidas influencias de los lenguajes africanos en los pueblos de habla española. No terminaban con eso 105
apelativos insultantes, pues a los negros también se les dijo
galga, galguidoncella, cuza, cuervos, grajos y otros, derivados
todos de comparaciones con animales y algunos,
últimos, motivados a la vez
como los dos
del color y del hedor
que
se te”
nian por característicos de unos y otros malhadados seres.
Al negro, si era recién sacado de su país nativo, se le dijo bozal, que tanto quería decir como cer ril (en Cuba cerrero),
adjetivo aplicado al ganado caballar, mular o vacuno que estaba sin domar y montaraz o huidizo por los cerros; tal como
al esclavo escapado
y escondido
por las
cimas
de los montes
se le dijo cimarrón. Y ésa fue la significación de bozal porque esta voz fue antes aplicada al cabestro que se le ponía a los animales para tenerlos sujetos e impedirles que mordieran.
también
neros
Y
a unas tabletas con finas púas que ponen a los ter-
para que
no puedan
mamar
a las madres, pues éstas no
les permiten acercarse a la ubre con tal aparato, que las araña. Bozalón se dijo en Cuba al negro que comenzaba a darse a
entender
algo, chapurrando
rrientemente
este
idioma,
el castellano.
aun
cuando
con
Si ya hablaba coel vocabulario
y
giros del vulgo, se le decía ladino. Bozal quiso también significar necio, bruto o idiota, y ladino tuvo acepción de taimado,
o sea de persona dada a la “taimería”, que es picardía, malicia y astucia desvergonzada. También en América, a los indios algo instruidos y que sabían leer y escribir se les llamaba indios ladinos, que en el vocabulario corriente significaba
indio “pillo”, según Nicolás León.
Algo análogo ha ocurrido en relación con el vocablo indio.
Se nos dice que en algunos países, por ejemplo en México, esa palabra
conserva
todavía,
aunque
ya
bastante
atenuado,
un
sentido despectivo y de origen colonial; por cuya razón allí se prefiere el empleo del vocablo indigena. Esta voz no tiene significado racial alguno, sólo indica una oriundez geográfica relativa al país de que se trate; pero por aquel también por el contagio fonético entre indio última voz vino a sustituir a la primera en Este sentido inferiorizador del vocablo indio
motivo, y acaso e indigena, esta el uso general. fue antaño co-
rriente en la América hispánica. Lo atestigua el padre Bernabé Cobo, diciendo en su ya citada obra: “usamos del (nombre) de indios cuando los españoles hablamos unos con otros; y porque ya está recibido como que dice algún desprecio y de-
sestima, no usamos
del hablando con indios y comprendiéndo-
los a ellos...”?5 En tales casos se les decía naturales. Asimismo a los indios se les dijo perros como a los negros. Y cholos a los mestizos de blanco e indio. La expresión perra chola, mal pronunciada por un virrey catalán, produjo un apodo famoso en la historia del Perú. Y cholo quería decir perro
como chulo.
La etimología académica de cholo, derivada de
Chololán, hoy Cholula, ciudad de México, no parece convincente. Cholo es cierto perro en Chile, y chulo, que es otra forma
del mismo vocablo, aún se usa en Cuba, sobre todo en diminuti-
vo, para significar perrito o chulito, como dicen los campesinos. Chulo fue perro entre los indios de Nicaragua. En ese pais,
“donde hablan la misma lengua que en Nueva España, al perro *5 Bernabé presenta nuel
Cobo, ob. cit., t. IL, p. 13. La palabra indio todavia por desgracia ese carácter discriminatorio, según Ma-
Gamio,
director
Boletín Indigenista,
del
Instituto
Indigenista
1945, vol. V, México
Interamericano.
D. F., p. 100.
53
los crían muchos”, según refie llaman nulo o iedo. Acaso éste sea vocablo indio; el cronista cr r africano, de los varios que los negros esclavos ro pu AS por aquellos tiempos, en las Indias y también en introdujo ulo o sulo es
perro en lenguaje de los mandingas, En
Sevi a.
la
de toros sevillana, a los perros que ayudaban en el
Po
de los toros a los negros
matarifes,
éstos
les dijeron
chulos en su idioma mandinga, y los mozos del matadero y de 7 pl 'a fueron también chulos; y de ese apelativo pasado a la
Lone a brotaron luego varias acepciones chulescas. De esa yo, africana bien pudo surgir el perro chulo de América y después
a erro cholo y... la Perricholí. Tal como en Cuba ocurrió con labra sato, que vino del Congo significando hambriento (natu ) y aquí se aplica al perro callejero y sin raza definida, y a la persona perra, lasciva y en general de baja condición la raza.
? La voz raza fue, pues surgiendo desde los antros de la trata
esclavera, que estuvo durante siglos en manos
de
mercaderes
árabes, moros y hebreos; y de la raíz semita ras, usada por todos
ellos, deben provenir raza en español, raga en portugués, razza en italiano, race en francés, rasse en alemán, y race en inglés, El origen ganadero
del vocablo
raza
parece
confirmado
por
el uso que de él se hizo en el lenguaje castellano, aplicado a la
cría
selectiva de buenos
caballos.
A comienzos
del siglé
xvur la raza conserva una precisa acepción zoológica entre españoles, pues significa “la yeguada o piara caballar del rey para el ejército”. La raza, por antonomasia, era la cría o la recría de la remonta militar,* En Italia ya suena la voz razza por el siglo XIv, según Pulci”.
Y se empleó también en dicho sentido zoológico. ** En italiano,
dice Tommaseo-Bellini, la voz razza se usaba sobre todo para las bestias, y para los hombres en sentido familiar y generalmente despectivo. Panzini,
en su Dizionario
Moderno
(1927),
expresa que razza se dice de los animales y “por extensión”, de los hombres.
Es por el siglo xvi, es decir mucho después del renacimien-
to de la trata negrera a consecuencia de los descubrimientos
y expediciones de los portugueses en África, cuando el voca-
blo race comienza a correr en Francia.2
Según Littré,
encuentra en Oliver de Serres, aplicado a los animales. ya se Sin embargo, según Jean Finot, * el primer escritor francés que empleó el vocablo race fue Francois Taut en su Tresor de la
** Véase la Real Orden de 9 de abril de 1609 al Virrey de Nápoles. En Otis H. Green, “On the Review,
julio de 1939, 27 Leo Spitzer, ob. cit.
Principe
Philadelfia,
de Esquilache”,
p. 223.
Hispanic
** Giubbilei, “Re Carlo Alberto ed il Cavalho Sar do”, Rassegna él Cultura Militare, mayo de 1939, Roma. *9 Oscar Bloch, Dictionnaire é París ,
20 Jean
1932,
Finot,
ob.
cit,
'bymologique
de
la
langue francalse,
langue francaise, de 1600, y en el sentido de “ extracción de un
caballo”. Y fue a partir de hombre, Un perro o un pasó siglos Xv1 y siguientes cuando el vocablo después a Alemania; es decir, cuando la trata negrita
con Africa se extendió más allá del Mediterráneo,
Las primeras aplicaciones literarias de la voz r
se refieren a la raza de Abraham, o sea la raza de los 5
los
y
Pe
en Fox (1570), y a la raza de Satán, en Milton (1667). Ya
Bacon escribió A military race of men. 31 En Alemania la pala-
bra rasse comenzó a usarse esporádicamente por el siglo xvu
se escribía
originariamente
como
en
francés,
race, y su
em-
pleo se limitó con referencia a los animales. Herder dijo que aplicada a los seres humanos, era un neologismo innoble. 2 '
Fue precisamente en relación con la esclavitud de grandes masas de hombres, sobre todo si caracterizados ostensible e
imborrablemente
por el color de su piel
(así los negros de
Africa como luego los cobrizos de America), cuando se exten-
dieron en Europa los conceptos discriminadores basados en predestinaciones antropogónicas, en maldiciones bíblicas y en fatalismos zoológicos. Por el mero hecho de aplicarse originariamente a los animales y no a los seres humanos, el vocablo raza tuvo desde su cuna un sentido peyorativo, y si luego fue
aplicado a las gentes fue ante todo a los esclavos. Precisamente por su sentido rebajador fue palabra usada adrede para clasificar a los esclavos,
tal como
con los animales;
se hacía
por las mismas razones y por los mismos procedimientos. La palabra raza se fue después difundiendo por todo el mundo y
hasta hoy día, como expresión de ciertas políticas en busca de una aparente justificación racional, las cuales pretenden re-
forzarse con la falsa doctrina de las congénitas y hereditarias condiciones como responsables de un destino que distribuye fatalmente a los hombres en categorías sociales y a las naciones en jerarquías de imperio y servidumbre. Por eso la voz raza es discriminatoria por sí. No puede hablarse de razas, así de animales
como
de personas, sino para
calificarlas por sus valores. Cuando en las lenguas romances comienza a leerse el vocablo raza, ya suele ir seguido del adjetivo villana o de otro despectivo y pocas veces de la calificacación de buena. Al mismo tiempo que surge el concepto de las razas, aparece también la contradictoria calificación de éstas en buenas y malas y, como consecuencia, en justa y predestinadamente dominadoras y dominadas. Desde las antiteticas
apreciaciones
acerca
de
los
indios
en
América
hechas
por un Sepúlveda y por un Las Casas hasta nuestros dias, en
todas las ocasiones se repetirá la dualidad de criterios, invec-
tivos o apologéticos, según sean los intereses sociales en conflicto. Ni siquiera hoy día puede lograrse una indisputada sintesis objetiva, a causa de los muy graves obstáculos que ofrece
la pugna de los intereses egoístas, aún obstinados y ocultos tras 3 Cita de Eric Voegelin, ob. cit., p. 296. 2 Leo
Spitzer,
ob. cit.
iniones más aparatosamente científicas e infundaq,.
Prejuiciosas.
de
Por todo esto, como todavía se consiga,
en el diccionario de la Academia de la Lengua Española “al e vocablo raza, hablando
de los hombres,
a veces
se toma
mala parte”; es decir, tiene una acepción despectiva, sin Deco.
sidad de adjetivo que la secunde, lo cual no ocurre nunca con la voz linaje. a
Raza fue voz corriente para clasificar a los esclavos, linaje
fue vocablo selecto para expresar alcurnia
de nobleza.
Con la
roza se quiso expresar Un complejo de caracteres hereditarios
para la servidumbre, con el linaje se buscó el abolengo para
el blasón. En los otros lenguajes europeos ocurre algo aná.
logo. Nacido en tan mala cuna, ep vocablo raza fue subiendo de la
jerga esclavera al habla popular y común y al lenguaje de los naturalistas y antropólogos, necesitados de distinguir y agru-
par los seres humanos por sus caracteres similares y diferen.
ciales. Por otra parte, el vocablo y el concepto de raza adquieren un nuevo impulso cuando comienzan las oposiciones filosófi.
cas y populares contra las aristocracias nobiliarias. Los magna-
tes privilegiados y sus defensores, que aplicaron contra los in-
dígenas de América y de África la doctrina de la fatídica divi-
sión genética de la humanidad, tratan de imponerla contra los
burgueses y los plebeyos. Los nobles, decían, eran tales por
su sangre y su herencia, como los monarcas, por una especie de “gracia de dios”, o derecho divino plasimado en las leyes de la naturaleza. Por todo esto se ha podido decir, con razón, que la doctrina de la raza se desarrolló “fuera de la ciencia antropológica. Su historia demuestra que originariamente fue una doctrina de clases”, *
Hemos leído que fue Buffon (1707-1788) quien a mediados del siglo xvim introdujo el término raza en el vocabulario científico, ** pero esto ya había ocurrido en el siglo anterior,
pues en 1684 publicóse en Francia un estudio antropológico por Francois Bernier, titulado “Nouvelle division de la terre par las differentes especes ou races d'hommes”, en las pági-
nas del Journal des Savants. Y ya hemos visto que el vocablo
tenía en España un sentido zoológico, al menos desde comienzos del siglo Xvu, aplicable oficialmente a la cría de caballos. Pero
el maldito
vocablo no ha podido
lograr
en
varios
siglos
un sentido inequívoco ni en el lenguaje de la ciencia, ni en el
general de ningún pueblo. Hoy día, precisamente cuando más
56
se abusa del vocablo raza para atropello de los hombres, más
33
i También en castellano la voz extracción, como
académico nico,,
los adjetivos
“tómasase, e
por
lo comú
'baja', humilde”,
** áThéophile Simar Étude Criti -Titique a
1938,
en
en
mala
parte
o
se
usa con
sur la Form s de la Doc trine sm AV El emo Siécle et son Expansióatio n au XIXéme Siecle,
25 Lo asegura dres,
n,
etc.
.
dice el diccionario
Schei
p.
52
dt,
citado
por
Magnus Hirschfeld,
Racism,
Lon-
se le niega por los científicos una vigencia verdader.
ó reclama su abolición, como un día se pedía que se suprimie la trata de esclavos, en cuyos terribles mercados naciera ra
aquella voz. Ya hemos dicho que el concepto fundame esencialmente un criterio de clasificación. Y aa la palabra raza en el lenguaje gener al suele llevar siempre consigo a rastras, implícita o explícitamente, un calificativo
Por la raza se clasifica y se califica. Pero ni se clasifica con precisión ni se califica con ética. La voz raza, como si por estig-
ma de ser ella mal nacida, jamás
pureza ni justicia.
significa en sociedad ni
Acaso la clasificación más simple y vulgar es la que divide a los seres humanos en blancos o de color. Esta división es
absurda. Á poco que se reflexione, ni los denominados blancos son blancos ni los llamados negros son negros, ni los que se
dicen amarillos son de este color. Es lo cierto que los seres
humanos son todos ellos de color, de algún color. Denominar a unos hombres de color y a otros no, es infundado. En rigor lógico si hay gentes que deben decirse de color, sus opuestos debieran llamarse incoloros. Y así tendríamos que los blancos serían los incoloros y los de color los no blancos y entre éstos
los negros, lo cual sería también irracional, doblemente; pues por gente de color más
bien debieran entenderse los blancos
y no los negros, ya que lo negro en verdad no es un color, sino
la negación de todos los colores, así como lo blanco es la integración de éstos. Algunos dicen pudorosamente: “seres humanos predominantemente blancos y predominantemente no blancos”; pero en el fondo continúa el mismo absurdo. Los únicos hombres aproximadamente blancos son los albinos; pero de éstos los hay en todas las razas o tipos humanos. Hasta entre las más negras
albinos rara vez
se dan casos de albinismo; pero aun los
tienen completamente
Pese a lo infundado
blanca
toda
y vulgar de esta clasificación,
su piel.
acaso por
esto precisamente, es sumamente peligrosa y ha dado y sigue dando alientos de maldición a horribles e inmensas tragedias. Esta clasificación es de gran influencia en las corrientes
mundiales de la opinión por las perspectivas sociales e inter-
nacionales que ofrece, y así históricas como presentes y futuras. Recordemos las cifras aproximadas de sus respectivas poblaciones en los varios continentes, según el estado que damos en la página que sigue. Según estos datos, la población predominantemente blanca del mundo es de 766,38 millones, contra la restante, o de color, que alcanza la cifra de 1134,9 millones. Y estas cifras debieran rectificarse en perjuicio de los blancos, puesto que aque-
llas no consideran la gran infusión de gentes de color entre los llamados blancos del hemisferio occidental, ni los varios millones de color en Norteamérica, ni los millones de indios, negros
y mestizos en Suramérica.
57
POBLACIÓN RACIAL DE LOS CONTINENTES, POR MILLONES BLANCOS
PREDOMINANTEMENTE
1650
A Norteamérica
Suramérica Australia
1800
190
.......---
7
154
106
168,75
.......-.-->
...........---
2
2
6
9,88
PREDOMINANTEMENTE roo ASÍA coco oocoococrco —....o0oooooooo»” ÁÍTICA
NO
BLANCOS 992,5 142,4
859 141
522 100
250 100
82,75
38
9,2
6
505
401
187
100
1939
Por esto han declarado conjuntamente más de 2000 psicólo.
gos, miembros de la American Psychological Association con
vista a la conclusión de la segunda guerra mundial (abril de 1945): “las grandes poblaciones de piel oscura, de Asia y
mayor
de Africa, las cuales ya se están moviendo hacia una
independencia de sus propios destinos, son las que en definitiva tienen la llave de una paz duradera”. No es la primera vez que las razas se matan en guerras y corren sus sangres, todas de un mismo color, por pretextos de los colores diversos con que se cubren los cuerpos que éstas animan; y no podemos confiar todavía de que en el inmediato futuro desaparezcan esos graves enconos entre las gentes por motivos que se esconden bajo la capa de sus colores. Por esto conviene insistir en reflejar lo absurdo de esta división racial de la humanidad. Pese a los muchos esfuerzos de la ciencia, aún no se ha podi--
do hallar un criterio inequívoco para definir las razas. _Las
incontables
posibilidades
que
se dan
para
su
clasifica-
ción y el inevitable convencionalismo de ésta, han sido causa
de que los antropólogos no se hayan puesto de acuerdo en cuanto a la realidad y el número de las razas humanas. Apenas se plantea el problema de cuáles o cuántas son las razas, se advierte una gran confusión en las respuestas. Cuando el
naturalista Cuvier (1769-1832) quiso clasificar a los hombres por sus estirpes, inspirándose en la Biblia que entonces imperaba en Europa como una Sagrada
58
Escritura, sostuvo
que ha-
bía tres razas de hombres (jafetistas, semitas y camitas), las tradicionales razas nacidas de Jafet, Sem y Cam, los tres hijos
del patriarca Noé. Esta inferencia bíblica, que tan en boga
estuvo, es hoy tenida por mera mitología. Linneo en su Syste-
ma Naturae, de 1735, creyó que las estirpes humanas eran cua-
tro: Europeus albus, Asiaticus luridus, Americanus rufus y Afer niger. Butfon,
en el tercero de los cuarenta y nueve volú-
menes de su Histoire
Naturelle
(1749), distinguió
seis
razas
humanas: la polar o lapona, la tártara o mongóli meridional, la europea, la etiópica y la a Blumenbach opinó que las razas debían de ser cinco:
sica, mongólica, etiópica, americana y malaya.
:
iáti iO caucá-
Todavía hubo quien pensó que tres eran sobrad Virey, en 1881, sostuvo que sólo había dos verdaderas razas:
la blanca y la negra. Nott y Gliddon, en 1854, aceptaron la tesis de Blumenbach de las cinco razas, redenominándolas: europea, asiática, negra, americana y malaya, pero añadiéndo-
les dos razas más: la australiana y la ártica. Con el desarrollo de los métodos científicos, del análisis anatómico y de la exploración geográfica, los antropólogos tienden a reconocer la existencia de más y más razas humanas. La situación es muy lamentable. En 1870, Huxley describió cinco razas principales y catorce secundarias. Haeckel descubrió doce razas en 1873. Él mismo, en 1879, ya había hallado
34. Topinard contó 16 razas en 1878, y en 1885 llegó hasta 19.
En 1887, Quatrefages estableció tres troncos raciales primitivos: negro, amarillo y blanco, subdivididos en numerosas ramas. Poco después, en 1889, Deniker clasificó 33 razas huma-
nas comprendiendo 30 subdivisiones; pero en 1900 prefirió fijar 17 razas englobando 29 subdivisiones. Para Crawford las razas son
60;
para Burke
Actualmente
algunos
son
63; para
antropólogos,
Gliddon
como
llegan
a 150.
Stibbe ** por ejem-
plo, creen más práctico admitir nueve razas primarias, a sa-
ber: mediterránea, oriental, alpina, dinárica, armenoide, nórdica, mongoloide, negroide y australoide. Uno
de los últimos
intentos de clasificación de la humani-
dad en razas es el de E. Von Eickstedt, * partiendo de la anterior de Eugen Fischer en európida, négrida y mongólida, y llegando a estos términos: Mongólida Négrida Európida RAZAS 4 5 9 de subrazas Número
Polinésida
RAZAS COLATERALES de subrazas Número colaterales
Formas
especiales
3
0
.......
...
Formas intermediaTÍAS .......o.oooo.oo...
Melanésida
Véddida
Pigmida
Ainúida
Austrálida
Indiánida 8
Eskímida o Khoisánida
En algunos congresos de antropología se han descubierto y discutido hasta unas cien razas;** aun cuando sea inevitable 36 E. P. Stibbe, An 1938,
p.
37 E. von
154.
introduction
to phisical anthropology,
Londres,
Eickstedt, Rassenkunde und Rassengeschichte der Mens,
chheit, Stuttgart, 1934.
the Social
Sciences,
En Franz Boas, “Race”, Encyclopaedia
1934.
ss J. Barzun, Race, a study in Modern 1937, p. 281.
Superstition, Nueva York,
59
recordar que todavía en uno de los últimos de tales CONgre. Tea. sos no se haya podido convenir en lo que una raza es en lidad. según las Las razas pueden ser tres, treinta o trescientas, normas que se prefijen para la clasificación, Así ocurre aún
limitándose a una objetivación científica basada nada más que en los caracteres somáticos.
Esta maraña de troncos y ramajes raciales
es inextricable
como una selva virgen ecuatorial; pero más lo es todavía sj se
trata de clasificar a los seres humanos
en Tazas por sus carac.
terísticas psíquicas, históricas y sociales. Entonces al empeño de los clasificadores objetivos se une la fantasía de los Poetas, de los políticos y de los filósofos. clasificó a los seres
Carus
humanos
en
grupos
raciales
de
día, de noche, de aurora y de ocaso.?*” Klemm dividió a los grupos humanos en sólo dos, el de los activos o masculinos y el de los pasivos o femeninos, compren.
diendo
éstos a todos los pueblos del orbe exceptuarido
europeos y a los asiáticos occidentales.
a los
Otras muchas clasificaciones raciales podríamos citar, igualmente imaginarias y caprichosas. De algunas tendremos que tratar más adelante. Pero no hay por qué seguir. Por esas vías
el concepto de las razas se desvanece y se trueca viciosamente en otros muy alejados de la biología. En resumen, hoy día no se sabe ni cuántas ni cuáles son las razas, y los antropólogos disienten entre sí tocante a los crite-
rios para su definición. Lamark declaró hace tiempo que “las divisiones son sólo nombres artificiales, pues, en verdad la Naturaleza no ha formado clases ni órdenes, ni familias, ni géneros, ni especies”.
Mejor puede decirse así de las razas. La naturaleza no hace razas sino individuos humanos; son estos los que se unen o se dan y se clasifican y reclasifican, según sus intereses "e
ideas,
También los filósofos sintieron la necesidad de clasificar las
diferencias y semejanzas de los seres humanos; pero, al tratar
de fijar con precisión los términos, tampoco pudieron lograrlo. Ya Kant se preguntaba cómo definir una raza humana. Hoy día los pensadores de ciencia se repiten la misma pregunta.
Hace pocos años, en el Primer Congreso Latino de Eugenesia
(París, 1937) el antropólogo Marinesco, habiendo oído pronunciar la palabra raza, pide que se le explique su significado.
60
Y la pregunta queda sin respuesta. Según
Congreso,
las actas de dicho
Eugene Pittard, autor de Les races et Uhistoire, especialmentete co consultado sobr e ello, tampoco pudo proporcionar una definición de la raza. P P por
me O
años que “la cuestión del núya hace bió nas n escri de uscha las razas huma ha perdido completamente su ra-
” 1033 de Franz Boas: “Race”, Encyclopaedia of the Social Sciences,
zón de ser y se ha convertido en un tema más bien de especula-
ción filosófica que de investigación científica. Hoy día no es de más
importancia
conocer
cuántas
razas
humanas
existen
que el tema medieval deaguja”. saber cuántos ángeles pueden bailar sobre la punta de una
La voz raza aplicada a los seres humanos
rias acepciones
vulgares
y corrientes,
todas
tiene hoy día valas cuales
suelen
confundirse entre sí, dando origen a los más estrafalarios y caprichosos criterios, prejuicios y abominaciones. No es tan
sólo en el campo de la biología y particularmente en el de la
genética donde corre hoy día el vocablo raza. Ni siquiera en el de las controversias políticas y sociales. El concepto y el
vocablo
de
raza
han
trascendido
a esferas
del pensamiento
muy apartadas. Se habla a veces de una raza de artistas o de jugadores, como de una raza de réprobos o de héroes, y de
una raza maldita de deícidas o de predestinados para la gracia
divina. Asi, la raza es según las veces un concepto antropológico, o anatómico, o geográfico, o histórico, o lingúístico, o
político, o ético, o religioso, o social... Las acepciones corrientes del vocablo raza aplicado
seres humanos culturales.
pueden
agruparse
en
biológicas,
a los
políticas
y
La raza como concepto biológico es o pretende ser un agrupamiento de los seres humanos por sus caracteres morfológicos, fisiológicos y psíquicos, fijos y transmisibles hereditariamente.
Como concepto político, la raza se confunde con una nucleación histórica, ora con el pueblo o la nación en cuanto a lo
exterior, ora con la clase social o la casta en lo interior.
Como concepto cultural, la raza se trastrueca por forzada. sinonimia con el concepto de cultura, aplicado como distintivo de una determinada agrupación humana, en cuanto a su capacitación, organización y conducta sociales. Hay que analizar todas estas acepciones para disipar la bruma que envuelve el concepto de raza, entenebrece las conciencias y constituye uno de los más terribles peligros de la humanidad contemporánea. El concepto biológico de raza todavía carece de una definición exacta. El término raza es como los términos variedad, especie, subespecie y género, un mero concepto de clasificación y agrupamiento. No son escasos los escritos de zoología
acerca de la falta de sistematización de tales terminos y de la
necesidad de ponerse de acuerdo para que unos zoólogos no
llamen raza o variedad a lo que otros llaman especie y viceversa. Al aplicarse esos términos a los seres humanos no sólo suelen tomarse en acepciones imprecisas y de muy varia am-
por las caprichosas plitud, sino que se confunden más todavía sinonimias que se les atribuyen, aun fuera de la zoología. Asi se dice indistintamente raza humana,
especie humana
y géne-
ro humano, en un mismo y muy amplio sentido, como se apli-
61
ca también equivocadamente manos muy reducidos.
Aplicar el vocablo
raza
en
la voz Taza a tipos y grupos hy. ,
Un
sentido
genérico
SUPremo
hasta decir raza humana es un error evidente, salvo cuando se
hace con la sutil ironía del gran repúblico Masaryk, quien
tener que responder por escrito a las incontables Preguntas que se le hacen al solicitante de un pasaporte para entrar en los Estados Unidos, tras de la pregunta referente a cuál era su raza, escribió sencillamente: humana, Con lo cual el filósofo checoeslovaco dio a entender implícitamente que no creía en las clasificaciones raciales. Sin embargo,
si la raza es algo
no puede ser sino un concepto de tipicos agrupamientos huma-
nos, un concepto diferencial de clasificación. A pesar de lo cual suele usarse del vocablo raza aplicado a los seres huma.
nos como máximo término unitivo o genérico, como sinónimo de género o especie, y a la vez como termino divisivo o de clasificaciones, lo cual es evidentemente vicioso por anfibología inevitable.
Es por cierto frecuente hablar nada menos que de la raza humana como concepto genérico supremo, no solamente en la
conversación vulgar, sino por altos personajes y en documentos de responsabilidad, inspirados por muy dispares doctrinas. Téngase como ejemplo de ello lo dicho por Pío IX, el 28 de julio de 1938, en una muy noble alocución precisamente antirracista: “Se olvida que el género humano, todo el género humano, es una sola grande y universal raza humana.. Naturalmente, no puede negarse que hay un lugar en esa raza
universal para razas especiales. .
Karl Kautsky, el filósofo marxista tica, escribió que “el punto de partida fue probablemente una 'raza humana dividida en un creciente número de
llevado por una dialécde la evolución humana uniforme”, cuya raza está razas, que ahora van de
nuevo formando una comunidad de la raza 'humana? ”.*! El pan-
sador mexicano José Vasconcelos profetizó una raza cósmica, algo así como una panetnia. Todas estas nobles expresiones no pasan de ser, según los casos, paradójicas metáforas de propaganda, de literatura, de religión y de ese viejo ensueño filo-
Sófico de la panmiria, de la mezcla universal, del cosmopolitismo y del humanitarismo. Pero así se priva a la voz raza de
su propio y verdadero sentido, que no es supremamente gené-
rico, sino de especificación antropológica. Lo mismo el vulgo que los autores científicos emplean el ermino raza para significar una manera de agrupamiento humano determinado por la homogeneidad, real o supuesta, de
ciertos factores; pero éstos son de muy variada índole y con : uencia antoja dizos. Ni se saben los caracteres que han e ser base fundamental de una raza, ni siquiera la categoría de los mismos. Se habla, por ejemplo, de una raza caucásica,
40
pd,
»
Y cita del cardenal Verdier, en L'Homme
41 Karl Kautsky, Are the Jews a Race?, Nueva
York,
de Cou-
1926, p. 78.
con un término que es de geografía, de una raza amarilla con un calificativo
de color, de una raza braquicéfala por una
connotación esquelética, de una raza latina con un gentilicio histórico, de una raza aria con un adjetivo de lingúística,
etc.
una raza
co-
El mismo
Francis Galton, el padre de la eugénica, habló de
griega, hasta de una raza ateniense. Y son muy
rrientes las referencias a una raza judía, a una germánica,
a
una italiana, a una anglosajona, hasta a una raza española; sin que puedan definirse en forma precisa alguna sus caracte-
res distintivos.
El naturalista Buffon llegó a hablar de una
raza masculina y de otra raza femenina, cuando quiso agrupar
los seres según los sexos. La raza es el término que actualmente se suele admitir para expresar ciertas diferencias estructurales y funcionales, tenidas
por
permanentes,
entre
las
que
separan
a unos
grupos
sus semejanzas
y dife-
de seres humanos
de otros. Para
rencias concurren
infinidad de caracteres
los seres humanos
y clasificarlos
distinguir unos
por
de otros a
de diversa
indoles
y más o menos ostensibles; de ahí que sean numerosísimas las
clasificaciones propuestas por los antropólogos y las que corren entre el vulgo. Ya se ha escrito una obra de tres volúme-
nes para estudiar “una clasificación de las clasificaciones” de los tipos humanos.*? Y en esta obra se consideran tres órdenes de clasificaciones, según los caracteres que se tomen como típicos, sean los somáticos, los psíquicos o los de las relaciones somatopsíquicas. Ni siquiera en cuanto a los caracteres corporales han logrado ponerse de acuerdo los antropólogos. Cuando se toma como punto de mira un solo carácter anatómico o fisiológico, cualquier clasificación natural se hace fácil; pero debiéndose tener
siempre en cuenta los inevitables tipos intermedios, que se confunden y demuestran indefectiblemente la relatividad de una
tal
clasificación,
entonces
esta
división
carece
de
todo
sentido más allá de una simple nomenclatura convencional impuesta por una caprichosa y más o menos útil metodología. Pero cuando los caracteres clasificadores se multiplican y más cuando se pretende agrupar a los hombres por caracteres corporales coordinados y que tengan un sentido de trascendencia
psíquica, la clasificación se hace más y más difícil y antojadiza,
no sólo por los innumerables caracteres diferenciales que pueden tenerse en cuenta, sino por la imposible coordinación de tales caracteres; y, en fin, por el desconocimiento de su real significado biológico. Por todo lo cual las clasificaciones de razas resultan siempre arbitrarias. Fuera de la abstracción teórica, la raza, como expresión de una línea. genética de caracteres humanos típicos, es tan ¡lusiva como los son los linajes humanos. Antaño se tenia la ilusión de lograr una posible limpieza de sangre, definida según los casos por la estirpe o por la comunidad de patria, o por la
religión, o por el color, o por la condición social, etc. Un enor-
2 E, Schreider,
ob. cit., “Les
types humains”, París, 1938.
torturas y sanciones de de leyes, a aparato cfable cido tribun en losales, más diversos pueblos para impo
pero la ex. ner y lograr a toda costa esa sanguinaria limpieza; periencia falló siempre. Esa absurda eugenesia politica, a pe.
que fue renoya da sar de las repetidas emergencias históricas yen desuso . Jamás Se cayó otras tantas veces en desprestigio
ar pudo garantizar una sangre limpia. Jamás se pudo aseguras
la incontaminación de la ilusoria sangre real de los dinast la roja
con o de la sangre azul que se atribuía a la nobleza, sangre de los plebeyos o con la maldita de los judíos, musu). No manes, luteranos y demás herejes. Tal ocurre con la raza, bár. la reviva a importa que, aun hoy día, la mitología polític bara idea de la sangre limpia y el correlativo
criterio de la
raza pura; una y otra son falsas conceptuaciones,
todo fundamento científico. No
quiere
esto
decir
que
los caracteres
de
los
carentes de individuos
humanos dejen de ser comparables y agrupables entre sí como los de los animales; pero sí habra que convenir en que la división por razas sera, cuando más, un mero problema taxonómico de zoología, aun cuando trate de aplicarse al Homo sapiens; y en que ella será siempre de índole muy arbitraria. De la misma manera que la ballena y el manati no están com. prendidos por los zoólogos entre los peces, como cree el vulgo tan sólo porque dichos animales viven en el agua y tienen la apariencia de aquellos animales submarinos, así tampoco el
congo y el hotentote están clasificados por los modernos an-
tropólogos entre la raza de los negros, como lo supone el profano, aun cuando aquéllos vivan en África y sea bien oscura la pigmentación de su piel. Según sea el punto de mira del
observador, así la mamifera ballena estará o no con los peces
y el
africano
melanodérmico
bantú
será
considerado
o
no
como negro. De todos modos, en el caso de la raciología no prostituida por la política, parece haberse llegado siempre a un consensus básico, cual es el de que la raza ha de ser fundamental-
mente un concepto objetivo definido por la presencia de cier-
tos caracteres
corporales.
Aun
aquellos,
racistas
más
que
raciólogos, que llevan el concepto de raza a las más absurdas aplicaciones, Yara vez se atreven a prescindir de una esencial caracterización somática, aun cuando ésta fuera meramente
fantástica, Proponer un concepto de la raza sin fundamentos
somáticos comprobados es hacer mitología y hacer política; una mitología política o una política mitológica, que es cosa de barbarie. P gica, q
“La raza no es sino la continuidad de un tipo físico”, como ha dicho Boule.** Se diferirá acerca de cuáles habrán de ser los caracteres corporales que deben de adoptarse para definir
científicamente los tipos raciales, y se discutirá su significa-
ción y su trascendencia; pero no puede haber una clasificación de razas sin una correlativa taxonomía somática. En la tipo12 Boule, Les
hommes
fosiles,
París,
1923,
p.
322.
logía humana las llamadas razas son las categorías más simples
basadas en las características corporales u orgánicas, que son las primordiales.** Puede decirse que son precisamente estas distinciones corporales las que hacen nacer la idea simple de raza, así como son otras conceptuaciones sociales las que hacen
surgir las implicaciones psicológicas indebidamente derivadas físicas.
de las connotaciones
Pero uno o varios caracteres corporales concurrentes, por destacados que sean, no bastan para constituir el concepto
de raza. Para esto es esencial el elemento de por herencia. Klineberg dice agudamente que
perpetuación un grupo de
a»mbres cojos por la guerra, o de raquíticós por desnutrición infantil, no podrán ser tenidos por constituyentes de una raza.** Todo carácter racial necesariamente ha de ser transmisible de generación en generación. Las mismas tradiciones de los pueblos antiguos han acudido a este concepto genético, atri-
buyéndose ilusamente la ascendencia de algún célebre personaje histórico o genearca más o menos fabuloso, y hasta de dios.**
un
Según dice Le Fur: “O el término raza nada significa realmente o bien significa la comunidad de origen, la identidad fisicos,
caracteres
de
la
con
transmitidos
hereditariamente
sangre”. Éste es ciertamente, como el mismo Le Fur advier-
te, el criterio de los criadores de animales y no es el que se
es
científicamente
pero
a la humanidad;
exactamente
aplica
el único que debe tomarse por viable. La determinación hereditaria de ciertos caracteres corporales es lo esencial de una Taza. Cualesquiera otros caracteres no hereditarios, aun cuando corporales, no pueden considerarse ni siquiera como secundarios, sino como allegadizos y yuxtapuestos arbitrariamente a los elementos anatómicos de la clasificación. Después de estas consideraciones acerca del. concepto científico de la raza pensamos que acaso sea una de sus definiciones más prudentes la que sigue, debida a E. A. Hooton, profesor
de antropología
división de la humanidad,
vidualmente
variados,
en Harvard:
“La
raza
cuyos miembros,
se caracterizan
como
es una
gran
aun cuando indigrupo
humano
por una cierta combinación de rasgos morfológicos, principalmente
no adaptativos, los cuales proceden
cendencia”.
Dicho
sea
analíticamente,
una
de su común raza
debe
des-
estar
constituida por un gran conjunto de seres humanos con caracteres semejantes, permanentes, hereditarios, claramente definibles y presentes en todos sus miembros. De acuerdo
esos conceptos 14 E.
Schreider,
45 Klineberg,
habremos
Les
Race
types
de desarrollar
nuestro trabajo. París,
somatopsychiques,
differences,
Nueva
York,
con
1937,
65
p. 93.
1935.
“ Eric Voegelin, ob. cit., pp. 286-287, ha estudiado el desarrollo de este concepto pagano en Grecia y su traducción en el sim-
bolismo nece
toda
paulino
del
“cuerpo
la humanidad,
según
místico
santo
de
Cristo”
Tomás
al cual
de Aquino.
perte-
a de raza habrá de¿cul
En la definición de cualquier tipo
derse a estos fundamentales
que siguen:
problemas
son en realidad las diferencias somáticas por las cuales pue den ser distinguidos y agrupados inequívocamente log Ser humanos? ¿Tales diferenciaso caracteres son Permanentes
y transmj"
integrantes de la estructura física del ser humano
por vía de herencia, o son adventicios, cambiadizos sibles dependientes tan sólo de factores circunstantes? Hallados e.
tos caracteres físicos definidores de las razas ¿tendrían a gún
sentido
psicológico,
manera
de
aquéllos implique necesariamente
res correlativos
en relación con
que
atribución
la
qe
la de ciertos otros Caracte.
la mentalidad,
el tempera.
mento o la conducta? En vista de esos caracteres
definido.
res, se reconocerán razas puras? ¿Y podrán éstas,” por razón
de los valores que a aquéllos se les diere, ser dispuestas en una gradación de inferiores a superiores?
Todos y cada uno de estos extremos deben
ser considera.
intervienen siempre en los conceptos de raza.
Si los carac.
dos porque todos ellos y sus teres somáticos
de un
grupo
soluciones,
humano
son
reales
inseguros
bles en los individuos y en las generaciones,
la raza se desvanece,
aun
teres no tienen un sentido
para
la ciencia.
o supuestas,
y varia.
el concepto de
Si aquellos
psicológico en la persona
carac-
y en la
sociedad, escasa ha de ser logicamente su trascendencia real,
y, sabido esto, entonces el interés por el concepto de la Taza habrá también de menguar en la política y en el vulgo. Y si en la infinita desigualdad morfológica y psíquica de las gentes no han de poder hallarse razas puras, ni en éstas ciertas y, tídicas señales de superioridad o inferioridad, la idea de raza perderá su nociva virulencia y habrá dejado de ser
uno de los más graves obstáculos, tanto más perjudicial cuanto más fantástico y emotivo, para la integración de la humanidad y el progreso de sus esfuerzos hacia una más común bienandanza.
LOS CARACTERES
SUMARIO:
¿Los
Indios
Cruzomientos de negros
Lo visibilidad reclal.
Leucodermos,
occidentales
con
moros
y melonodermos.
“Todos los negros de raza no son los negros de color mo son negros de de color negro hasta en los huesos según Jos pelos. Lisótricos, cimótricos
tos ojos.
El óngulo facial.
los párpados,
tenian
El espectro
racial.
negros de color y todos razo.” ¿Los negros son y el semen? Los razas y ulótricos. El color de
Braquicéfalos y dolicocéfalos.
y los
rabo?
son todos de color,
Leptorrinos y platirrinos.
las quijadas
érgonos genitales.
Cuba
SOMÁTICOS Y LAS RAZAS
y de blancos con Satanás.
Los seres humanos
xontodermos
rozas de las norices.
de
1
esqueletos.
Los razas y lo fisiologio.
Las
Las razos según
Las
razos y los
Las razas y las
songres. La sangre exul. Los rozas y los olores. La peste a grojo, e berrenchin y e posce. Las razas y las glándulas. Los razas y las constituciones. Las rozos y las enfermedades.
Habiendo expuesto
cuán
grande
es la imprecisión del voca-
blo raza y de las clasificaciones fundamentales logía, sigamos ahora refiriéendonos en detalle a llamada racial, acentuando nuestra atención en más a nuestro alcance, tales como se manifiestan llas y particularmente en Cuba, nuestru país; relación principal a negros y a blancos. _¿Cuáles son los caracteres somáticos que se
de la los en es
la raciotipología aspectos las Antidecir, en
tienen
como
típicos de las distintas razas humanas? Son incontables. “Si
pasamos revista a algunos de los principales sistemas de clasificación raciológica, observamos por ejemplo que Huxley,
en 1870, fijó como principales caracteres raciales la forma y color del cabello, color de la piel y de los ojos. Topinard, en 1885, dio preferencia
al índice nasal, forma y color del pelo,
indice cefálico, color de la piel y estatura. Deniker, en 1900,
se basa en el cabello, índice nasal, color de la piel, estatura
e indice cefálico. Haddon, en 1925, tomó en consideración y color en primer término el cabello, índice cefálico, estatura índice cabello, e la piel. Kroeber utiliza también ante todo el
cefálico, índice nasal, color de la piel, estatura, indices cefáTp y nasal, conformación y color del cabello, ete. Cotteviel£-Giraudet,
en 1930, basa su clasificación en la estatura, in-
Ss cefálico, facial y nasal, color de la piel y de los Ojos,
. . Aun la clasificación de Dixon (1923), que es la más
impli mos
artificiosa de todas las que conocemos, $8 a ces (cefálico, vértico-longitudinal y nasal), cómo cada autor selecciona determina númer, de * su dosistemática somáticas
características
cial; pero
luego
desde
establecer
para
Con venciona:
meramente
es un acto
considerar a este respecto más
importantes unos Caractere $ : que otros: todos poseen el mismo valor diferencia]”. Los seres humanos siempre han solido clasificarse a sí mis primera
mos,
corporales
más
y simplemente,
ostensibles.
por
de
alguno
CAractere;
sus
que
un
Pueblo
reconoce
que
amb,
hemos dicho
Ya
africano hace distinción entre los individuos de su triby ,
los cocodrilos. Movido
por su mitología,
clases de seres son sus semejantes,
naturaleza
dotados
intrínsecamente humana;
pero
de una
idéntica
los distingue pp
lo más aparente de ellos, que es su corporeidad. Para los ha. kongos, los seres humanos se dividen en hombres Cocodrilos
hombres bakongos, además de hombres portugueses y hom.
bres
En
blancos.
son diferenciados
de África
otros pueblos en
“hombres
que son los de varias tribus
de
poco
los seres
pelo
y
y “hombres
negras,
humanos
habladores"
de mucho
pelaje y mudos”, que son los orangutanes. Unas tribus de pigmeos del Congo creen que ellos son realmente descen.
dientes de ciertos monos y que sus antepasados cohabitaban con éstos.? Una explicación mitológica no exenta de filoso. fía les hace creer que los grandes monos no son sino los descendientes de un grupo de sus semejantes, los cuales, más astutos y audaces que el resto de ellos, huyeron hace siglos a los bosques y se negaron a seguir hablando para que asi, aparentemente deshumanizados, los invasores europeos no quisieran explotarlos haciéndolos trabajar en su provecho. Otras apariencias también muy visibles han dado origen
a leyendas igualmente discriminatorias manos.
Los
indios cubanos
el resto de los indígenas,
que
que
entre los grupos hu:
descubrió
vivían
Colón
en la región
creian
que
occidental
de Cuba, eran hombres que tenían rabo, y así se lo refirieron al almirante. Este mito de los hombres rabudos, que no €s
exclusivo de los aborígenes cubanos, debidse probablemente a reconocer como carácter diferenciador entre unos y otros seres humanos tan semejantes de cuerpo, el apéndice caudal
que aquéllos usaban en sus atavíos, acaso imitando a la jutí
1 Juan Comas, “La discriminación racial en América”, América Ir dígena, México, enero de 1945, vol. V, no. 1, pp. 78-79.
* Fred Puleston, Africa Drums,
1930, p. 143. No escasean los put:
blos africanos que tienen a los cuadrumanos por sus semejantes. que fueron enmudecidos o transfigurados por causas mitológi cas (Vea nuestro ensayo “El cocorícamo y otros conceptos teoplasm
cos del folklore vol. IV. no. 4.)
en el floklore
afro-cubano”,
Joaquín
Ribeiro
en
Archivos
encuentra
del
ese
Folklore
concepto
Cuban
mantenido
afrobrasileño, donde una copla canta ja la gente. En Reacao Brasilera, 1945. También, según lao macaco mitologla a teca, los AY monos son exhombres, o sean seres humanos que l perdiero ¡ods
mu ra de tales al final de uno de los cuatro grandes pe!iodo
r influjos totémicos más que ornamentales; y a que la fantasía mitológica de los taínos supuso que ese indumento
trasero era realmente una cola corporal característica que la naturaleza les dio a los indios guanajatabibes. No sonria-
mos desdeñosamente
al conocer esos
Africa y de los indios cubanos.
Eran
europeos
y
mitos de los negros sobradamente
de
crédulos,
ciertamente; pero lo eran también don Cristóbal Colón y los que
lo
acompañaban
los
que
le
siguieron.
Son
que investigara
acer-
bien conocidos los relatos fabulosos que los libros europeos traían entonces acerca de ciertos pobladores de Africa y América; tales como hombres con un solo ojo, hombres sin cabeza, hombres con una pierna sola, que se echaban a dormir y, alzada la pierna, se cubrían del sol con su enorme pie a manera de una sombrilla. Cuando Diego Velázquez, el adelantado de Cuba, envió en 1518 a Hernán Cortés al descubri-
miento
y conquista
de tierras, le ordenó
ca de los indios de enormes
orejas y de los que tenían caras
como perros. Y no olvidemos entre los blancos del Renacimiento las creencias en brujas que iban montadas en escobas al aquelarre con Satanás; y en seres diabólicos que, como
íncubos
o Súcubos,
fornicaban
con
seres humanos,
hembras
y varones, y con éstos engendraban criaturas. ¡Cruzamientos de blancos
con
demonios! *
Entre las apariencias más llamativas de los seres humanos estuvo siempre su pigmentación epidérmica. Aun hoy día la más corriente discriminación racial es la del color de la piel. La visibilidad racial. La taxonomía más generalizada es la que separa a los hombres en blancos y de color. Esta clasificación ha sido fomentada por el etnocentrismo de los europeos que han sido colonizadores en diversos continentes. Es una
antinomia
evidentemente
absurda,
como
ya
señalamos,
porque equivale a decir que las gentes se dividen de color y gente incolora; y si hay que aceptar que y el amarillo son de color, no cabe admitir que el blanco carezca de color alguno. Sin duda, dichos
equivalen
a decir
blancos
en gente el negro llamado términos
y de otro color; pues, en realidad,
si bien con matices variadísimos, los seres humanos son todos ellos de color. Actualmente los antropólogos han adoptado una nomenclatura de mejor técnica y distinguen a los seres humanos por
razón de su diverso colorido epidérmico en leucodermos o de
piel blanca, xantodermos o de piel amarilla y melanodermos
o de piel negra. Comúnmente, fuera de la técnica antropológica, se les denomina respectivamente: blancos, amarillos y negros. Y también se les suele decir con menos propiedad, si bien con boga creciente: caucasoides, mongoloides y negroides. * La creencia en pueblos rabudos
se halla en varias partes del mun-
do y ha persistido durante siglos. Ptolomeo, Ctesias, Plinio y Marco Polo mencionan seres humanos con rabos. No hay por qué extenderse acerca de las fábulas de monstruosos seres humanos
que
fueron
ombres
corrientes
fabulosos
las
hasta
el siglo
curiosas
XVI.
explicaciones
Véase de
su obra La ciudad de Dios, libro XVI, cap. VIII.
acerca
San
de
Agustín
los en
. os añadieron la raza cobriza o de los llamados riza caracte fueron Éstos . América poo para los indios de desde su descubrimiento por el color de su piel. De Pieles
h
de jas los denominaron los angloamericanos, Los españoles ron que su color era parecido al de la “carne de Membrilo 0 cocho”; o “de codoñate”. Pero Cristóbal Colón y los sucgg; CSivo
codoñates nj cy, bladores del Nuevo Mundo no llamaron Bernab é Cobo qu padre El . zos a los indígenas de América que se denominaran
américos; pero se les dijo simplement,
indios por creer que las tierras recién descubiertas al POnient
del mar Océano eran el extremo de las antiguas Indias, A ya eran conocidas por los europeos que viajaban en direcció,
a Oriente. Pero hoy día está muy
decaida esa denominació,
antropológica para los aborígenes de América, y se prefier,
incluir las poblaciones amerindias entre las de raza MONgYOlo;. de, por su predominante ancestralidad asiática y amarilla. Fácilmente se observa que esas denominaciones CroMática;
son
muy
convencionales.
Así como
los glóbulos
sanguíneo;
llamados rojos y blancos no son en realidad ni rojos ni blan. cos, así no hay epidermis humana que sea propiamente blan. ca, ni amarilla, ni negra, ni roja. Tales terminos son hart
simplistas; pero el lenguaje vulgar los creó y los antropólogos han hallado cómodo su uso para la común
inteligencia.
No existen, en rigor, ni blancos ni negros. No hay individuo
con pigmento blanco ni con pigmento
negro. Así en la pia
denominada blanca como en la negra hay sólo una mezcl de los mismos pigmentos. Hoy, después de las investigaciones
hechas con el espectrofotómetro por los doctores Edwardsy
Duntley,! se sabe que estos pigmentos de la piel humana son cinco: melanina, melanoide, carotene y dos formas de hemoglobina, con y sin oxígeno. El color de la piel depende de h presencia de esos pigmentos
en diversas
proporciones,
aparte
de cierto efecto azulenco producido por el esparcimiento de la luz a causa de la turbieza de las capas profundas de la piel; efecto análogo al de las capas atmosféricas que motivan tl azul del cielo. Sin esos elementos cromáticos, la piel human
en las regiones musculares se asemejaría visiblemente a alg asi como un solomillo crudo, de los que se compran en la car nicería envueltos en papel transparente o cellophane.
Además, todos esos pigmentos se encuentran sin excepció
en todos los cuerpos humanos. La misma melanina, cuyo pt
dominio caracteriza la piel de los llamados
también
70
en la de los blancos, aunque
negros, se hall
en menor
cantidad. U
individuo blanco, por ejemplo, puede tener en la composiciW"
cromática de su piel la melanina, pero sólo en un 8%; mié
tras en un negro bien oscuro ese pigmento ascenderá a 68%. La blancura en ciertos individuos no es, en rigor, 5
Una mengua de los pigmentos melánicos. Estos son los
potentes, La negrura de la melanina es de tal intensidad %” * En The
American
Journal
of Anatomy,
1939.
tórea que, según Abel y David,* la piel de todo el cuerpo de un negro sólo contiene un gramo Decirle a uno
no hay
seres
de dicho pigmento.
blanco acaso debiera ser un vituperio. Porque
humanos
dijo G. Bernard
Shaw
de color blanco
horrible a la vista”. Para
“un
hombre
los negros
en realidad
realmente
y, como
blanco
sería
de Africa y de Australia,
el color blanco es el color horripilante de los muertos, de los
esqueletos mondos y de los espectros. Esto obedece a varios motivos. El fundamental es que el pigmento suele estar más
denso en la epidermis que en el cutis, y, por esto, cuando por la muerte
la epidermis
desaparece
en el cuerpo
de un
negro,
el color del cadáver se torna más claro. El blanco entre los pueblos de piel oscura es color de muerto. Por eso los albinos suelen ser considerados entre ellos como seres algo sobrena-
turales, como una desgracia o como bienvenidos y merecedores plo, un tal
de reverente temor. Entre los negros bakongos, por ejemse cree que el niño que nace albino es la rencarnación de gran jefe difunto, estimándose que éste al rencarnar con misterioso color blanco es porque su sacralidad sobrehu-
mana es tan poderosa en él que la ha traido consigo del mundo de los antepasados al de los vivosy está expresada en el color blancuzco de su piel. Aun entre los pueblos blancos, también
es blanco el color de los fantasmas. El folklore haba-
nero ha ofrecido a veces curiosos ejemplos. En varias ocasiones,
a ciertas
mujeres
que
se
hicieron
populares
por
la exage-
rada albura de su tez, a consecuencia de su exceso de albayaldados cosméticos, se les dio el apodo de la muerta viva y en algún caso con supersticiosa esquivez. Algo análogo a lo que sucede con el apelativo blanco ocurre con el calificativo negro. No hay seres humanos
que cromato-
lógicamente puedan ser denominados negros, por muy oscura que sea su tez. El color realmente negro en una figura humana es de orden preternatural. Por esto en los países católicos medievales los imagineros
de sus iglesias solían pintar de negro
a los demonios para simbolizar las tinieblas infernales en que éstos vivian. Esta superstición folklórica aun persiste en varios paises. Por Suramérica
a los diablos se les suelen llamar
mandingas, aludiendo a dichos africanos que dieron numero-
sas víctimas a la trata de esclavos. Y en España se decía la moringa a cierto fantasma de color negro o moruno con que
Se amedrentaba a los muchachos. Cada pueblo da a sus ene-
migos los caracteres más opuestos a los propios, que siempre son tenidos por los mejores. Cada uno de esos grupos humanos definidos por el color de
su piel
comprende
un
amplísimo
arco
de matices
variantes,
como es fácilmente advertido. El hombre blanco o caucasoide, aun sin salir de Europa, ofrece desde el tipo blanco sonrosado, frecuente
en los pueblos
escandinavos,
a los tipos trigueños,
morenos y aceitunados de los pueblos mediterráneos. Los hombres negros, o así llamados, comprenden muchos grados de ne* Journal
of Experimental
Medicine,
1896, p. 361.
“1
desde el color achocolatado oscuro hasta uno prá ORO o azulosas tonalidades con pero leña, de carbón e pee
e
derivadas de los sanguíneos reflejos. Algún antropólo
vado por la metáfora hiperbólica, ha dicho que el color de Ñ piel de los negroides va desde
el negro del ébano hasta un
liggiera sfumatura d'acquerello, Pero no existe ser humano al
y, en verdad, guno que sea realmente de colorido negro
las
aun
gentes,
de piel
las
más
oscura,
toda,
de
algún Otro
los
amarillos o
son
color más o menos impreciso y más o menos claro o sombra
do. Análoga
mongoloides.
variedad
de matices
ocurre
Por razón de la proporción de melanina
con
en sus Pigmentos
suele formularse una gradación desde el blanco nórdico y py. bicundo, típico de la Escandinavia, por el alpino, el mediterrá. neo, el japonés y el hindú, hastael negro más retinto, Como
en Cuba decimos. Pero esa empírica
gradación
es irregular
de nomenclatura incorrecta y prescinde de los matices del mestizaje. Como observa Kroeber, e “hay millones de caucási. cos que son de complexión mas oscura que millones de mon.
goloides”. Los antropólogos han tratado de fijar los numerosos mati. ces de la irisación de los colores epidérmicos. observables en la especie humana, acudiendo a una descomposición
teórica de
la coloración en sus elementos fundamentales, cuya mezcla en dosis diversas determina una tez dada; o sea en variantes combinaciones del amarillo, del negro y del rojo. La complejidad del problema es enorme. Baste decir que Broca distin. guió treinta y cuatro tonos epidérmicos. Von Luschan señaló treinta y cinco. Topinard los redujo a diez: tres matices para los blancos (blanco pálido y blanco rosado para los nórdicos europeos y abazanado, por ejemplo, para los españoles e italianos); tres matices para los amarillos (amarillo pálido o de grano de trigo para ciertos chinos, amarillo opaco o de oliva, claro para muchos
indios de la América
meridional,
los poli:
nesios y los indonesios; amarillo moreno o de hoja seca o de oliva oscuro, para ciertos amerindios y los malayos); y cuatro matices para los rojos y los negros, como los moreno-r0J120s
o cobrizos, los morenos chocolate (australianos, dravidianos, melanesios y ciertos negros), los morenos oscuros y los m0renos negros o de carbón, Á pesar de estos detalles, esa no-
menclatura es tan convencional que en ella hay que acudir 4
la numeración de los tipos cromáticos para distinguirlos, 1
habiendo vocablos de uso general para significarlos con pre
cisión. Y aun así, con frecuencia hay otros tipos para expresil 72
otros grados de la pigmentación epidérmica. Ello es debido 1
que el color de lapiel humana nunca es un puro color, definido
por una línea del
espectro,
sino
mezcla
de colores
diverso
que resisten el análisis por la comparación espectral. Cuand
semaciones, dice piel blanca, negra o amarilla no se expresan sino aprox” con mucha licencia idiomática y tan inexactas q
* A, L. Kroeber, Anthropology, Nueva York,
1923, p. 42.
hay que acudira otras comparaciones
empíricas, tampoco sa-
tisfactorias y sólo inteligibles por el entendido convenciona- '
lismo que el uso haya ido estableciendo.
En Cuba, donde tenemos inextricables cruzamientos de toda laya de blancos, negros, amarillos y cobrizos, las usuales clasificaciones cromatodérmicas son insuficientes y hay que complementarlas
con nuevos
tipos,
según
ha indicado
Israel Cas-
tellanos, director del Gabinete Nacional de Identificación. Ya esto basta para que se entienda cuán relativo ha de ser el simple señalamiento
de la piel para
definir una
raza humana
y cuán indeterminable ha de ser la apreciación de sus matices
en cuanto esos tipos de pigmentación, ya de suyo tan confusos, se entremezclan aún máf por los cruzamientos mestizos. La semejanza de color entre los hombres no significa precisamente una exacta aproximación racial, si las razas se aprecian por su conjunto de caracteres somáticos y no sólo por su piel; pues, por ejemplo, no hay menor distancia racial entre un aborigen australiano y un aborigen africano, aun cuando
ambos son melanodermos, que la mediante entre ellos y los blancos, o que la existente en relación a los amarillos. * Para ciertos antropólogos
y escritores, los abisinios no son negros,
a pesar de su bien visible color: negros quieren
aquéllos
y precisamente por no ser
explicar los adelantos de su multise-
cular civilización, no obstante de sostener que sí son realmente negros y africanos cuando tratan de excusar por una fatalidad racial su derecho a invadirlos y explotarlos. De otro lado, cuando se trata de intereses de los europeos contra los africanos, los asiáticos o los indoamericanos, todos los primeros se reconocen
indistintamente
como
blancos
(entonces
son
Jos
blancos contra los de color); pero cuando los conflictos son en-
tre ellos mismos, los europeos, no faltan antropólogos con un abundantisimo arsenal antropométrico y morfológico para hacer inconfundible al europeo nórdico, que es el rubio puro y luminoso como el sol, del hombre mediterráneo, a quien lle-
gan a calificar de negroide, y del alpino, a quien señalan como mulato o poco menos. Pero ni aun así el color epidérmico es suficiente
para
una
seria
distinción
racial;
pues
aun
cuando
entre los europeos nórdicos y los rubios del centro de Europa
hay escasa diferencia de pigmentación, por el índice cefálico
los unos difieren de los otros notablemente. No será inoportuno señalar aquí cómo no todos los común-. mente llamados negros de África son realmente negros para ciertos antropólogos contemporáneos. En África generalmente se sitúan por lo menos cuatro tipos de razas humanas, todos melanodérmicos: los negritos o negrillos, los bantú, los bos-
guimano-hotentotes y los negros. Estos últimos son los poblaores del oeste de África, aproximadamente
desde la desem-
bocadura del río Senegal hasta el este de Nigeria y hasta muy cerca del Ecuador. Entre éstos están los negros mds negros.
or esto los denominan
* 3. S. Huxley
y A.
negros
C. Haddon,
por antonomasia
We
Europeans...,
y no dicen
p. 89.
73
negros a los demás, o sea a los carabalís, los congos, log 00
las, los mozambiques, los cafres, etc. En inglés se dice que
Negroes are not blacks and all blacks are not Negroe,
idioma castellano no podríamos hacer este juego de vocab] de raza no son ne
decir: “todos los negros
pero podemos
e 03;
de color y todos los negros de color no son negros de raza”
Otros caracteres secundarios del cromatismo de la piej h
mana han sido también analizados como raciales. Algún antro pólogo ha sugerido que las pecas pueden ser índice racia] de
los nórdicos; pero parece que estas manchitas
cutis no pueden interpretarse sino como
la albura de la pigmentación.
parduzcas del
una consecuencia de
En la piel de los niños negros se han buscado siempre la,
manchas sacras, o sean esos puntos azulosos que en la región sacra de aquéllos se notan a veces cuando el crecimiento
luego se atenúan hasta desaparecer antes del segundo año, si bien pueden
durar por rara excepción
hasta
la pubertad
y la
adultez. Pero estas manchas no son privativas de los negros,
Por haberse descubierto primero en los chinos y japoneses, se
les suele denominar mongólicas. Y hasta en los blancos pueden hallarse, con más rareza, una por 300 ó 600. * Así mismo se ha señalado que numerosos negros tienen pig-
mentación melánica no sólo en la piel propiamente dicha, sino en la membrana mucosa de la boca, particularmente en las encías. Pero esto no es una característica de la raza negra. Esa
pigmentación melánica oral ha sido encontrada en blancos de
Francia, de Alemania, de Inglaterra, y en Filipinas, en Arabia, en China, en Burma, etc.
Es muy común tener por signo de raza la pigmentación melánica en las uñas de los dedos, y los curiosos imprudentes a veces fijan su atención en este detalle para calificar el abolengo. Con frecuencia aparece en los negros;
pero, según opi-
na Lewis, * probablemente es una consecuencia
secundaria
de
la oscura pigmentación de la piel, sin conexión alguna con distingos de raza.
Tanta importancia se dio por los escritores esclavistas a la
caracterización melánica de los negros que no faltó un anatomista, el médico G. Cartwright de Nueva Orleans, que se
asormbrara de que los huesos de los negros eran, según decían,
más blancos que los de los hombres caucásicos. ** Y hubo 0b74
servadores tan minuciosos, como ese mismo Cartwright y pastor protestante Josiah Priest, que tuvieron y divulgaron
s J. H. Lewis, The Biology of the Negro, Chicago,
% Ibidem,
p. 55.
1 G. Cartwright, of1851,the p.Negro 609,
“Report
on Diseases
and
1942,
p. 53.
Physical Peculiaritó?
Race”, Amer ican Journal of Medical Sciences, 1
la creencia de que hasta el semen del negro tiene un distintivo
color oscuro violado, purpúreo,
rsona inclinada a investigar”.*
La distinción cromática
“como puede verlo cualquiera
de la piel es, pues, un carácter poco
decisivo para una clasificación racial, aun cuando sea el más ostensible y el más popular. Antropólogos hay que no aceptan el color de la piel como índice racial, opinando que otros caracteres,
por
ejemplo
la conformación
del
cráneo,
han
de
inseguro, suele ser la base más común
de
tomarse por los únicos definitivos. Sin embargo, el tipismo del
color, aun cuando
las clasificaciones raciales.
No
es, pues,
por
un
ceñido
rigor científico, sino por
una
mera conveniencia pragmática, si los antropólogos adoptan por
lo general las viejas nomenclaturas populares. Puede decirse que hoy, después de una tan infructuosa labor de los antropólogos, éstos han llegado a aceptar generalmente por comodidad
mental
la existencia de las tradicionales tres razas, aun con
las reservas ya aludidas acerca de su positiva relatividad. Tales son la negroide o sea negra o negruzca u oscura de color;
la mongoloide o amarilla o amarillenta y la caucasoide o blanca o clara. Algunos etnólogos separan de esa clasificación trimembre
como
a una
raza
la negroide,
australiana
pero
o australoide;
de pelo muy
negra
distinto, como
de
piel
otra raza
más, o al menos, como de clasificación todavía dudosa. Y no han faltado antropólogos, que se han negado a aceptar la raza mongoloide, juzgándola como irreal y reduciendo la clasificación a dos troncos, el blanco y el negro, tal como hizo Legendre
en la III Sesión del Institut Paris, de 1928. Y Boas cree cas: la negra y la amarilla, generalmente esos términos
International d'Anthropologie de mejor admitir sólo dos razas básiEn nuestro trabajo emplearemos usuales también para comodidad
y para poder seguir la consideración de los caracteres que se es suponen y la de su trascendencia social. No obstante la corriente nomenclatura de las razas, que se
basa en su pigmentación, los colores epidérmicos son insuficientes para distinguir a unos hombres de otros, debido a la relativa imprecisión de esos caracteres humanos y a causa de sus matices intermedios. Esto hace que los antropólogos se hayan esforzado continuamente en buscar otros caracteres cor-
porales más significativos que el color de la piel para obtener
una distinción menos equívoca. Entre los caracteres anatómicos se han buscado con preferencia los faciales y craneales como los más importantes del ser humano; no tan sólo por su mayor visibilidad, sino por la idea de que en ellos pudiera descubrirse una trascendencia
psicológica. “La cara es el espejo del alma”, ha sido dicho
desde tiempo inmemorial. También ha solido unirse al color de la epidermis el de los cabellos y el de los ojos, cuyo con-
Josiah Priest, Bible Defense at 21 G. Cartwright, ob. cit., p. 693. ory of the Negro Race, Puayery; and Origin, Fortunes and Hist
75
, es lo que ingleses y franceses llaman la com j soon Dra algunos, estos caracteres son los verdaderamente
probadamente
porque, según ellos, son los únicos rios.
El cabello ha sido considerado
como
here E
:
signo de distin;
racial, por su contextura, su color, su abundancia y sy ing ción.
"
r un carácter somático muy ostensible, la text
a llamado la atención desde antiguo. Ya Homero del
tinguía, entre los etiópicos que lanzaban
flechas de sílex
los de Oriente por sus cabellos lisos y a los de Occidente Por
sus cabellos crespos. La morfología del cabello da base para
clasificar a los humanos en varios grupos. Haeckel, en 187 propone cuatro tipos: lophocomos, eri0comos, euticomos y ey,
plocomos. Hoy día esta clasificación se suele expresar en dos
tipos y cuatro subtipos, a saber: A, Ulótricos o de cabello cres. po o lanudo, los cuales se subdividen en lophocomos o en bor.
las o guedejas y eriocomos o en vellones o pasas; y B, Lisótri.
cos o leiótricos, o de cabello liso, los cuales se subdividen en
euticomos, de pelo recto, o flechudo como en Cuba decimos, . y euplocomos o de pelo ondeado.
Otra moderna clasificación más simple y generalizada divide los cabellos en primero, lisótricos o leiótricos, que son los lisos;
segundo,
cimótricos,
kimótricos
o kimotótricos,
que son los
ondulados; y tercero, ulótricos, que son los crespos. Estas clasificaciones, como las otras, han sido también dis.
cutidas y amplificadas a causa de la gran variedad de tipos
posibles. Rudolf Martin ha subdividido
estos
tipos,
hallando
entre los lisog o lisótricos: cabellos derechos y gruesos, dere-
chos y finos y ligeramente ondulados; entre los cimótricos: cabellos normalmente ondulados, muy ondulados y ensortija-
dos; y, entre los ulótricos:
- pos y en espiral.
cabellos frisos, crespos, muy cres
Se observa que el pelo, más que la pigmentación cutánea, $
característica del negro. De piel tan oscura como
éste son los
indígenas de las Indias Orientales, pero solamente los llamados
negros y sus mixturas tienen su típico cabello
encaracolado.
La cabellera del negro se distingue de los demás tipos huma
nos. En el resto del cuerpo, la morfología del pelo se aproxima a la de su cabello, sobre todo en el pecho y en el pubis y me nos en las axilas. En el bigote y la
recto hasta cierta longitud. El pelo
76
barba el pelo tiende a
de las pestañas
sel
es en el
negro como en los otros tipos humanos. Estudiando los cabellos en Cuba, dice Israel Castella nos qué los cabellos se acortan
a medida
que
el cromatismo
cutáneo
se intensifica y que el pelo es menos extenso cuanto más 1iZ2"
do es. El
elo del asiático es el más largo. “Tomando la cuartá
como medida, es decir la distancia entre el pulgar y el mé que, el pelo del negro desde el vórtice o remolino de la cabez ,
13 En español este más amplio, te
voca
blo
¡ tiene
un
. sentido
¿fino mucho organográfico
el mulato la rebasa ligeramente y el blanco la e os nza, veces; esta medida es más típica en la mujer”. : me
Tocante
a las
diferencias
entre las razas
ha estudiado hasta su composición
ción en ellos de carbono,
nitrógeno,
por los pelos, se
química, según la proporhidrógeno,
oxigeno, etcé-
tera. Más las diferencias halladas han sido insignificantes para
las identificaciones y clasificaciones raciales. ** Ultimamente
les, el
se ha observado
pelo lisótrico, liso o
que por sus cortes transversa-
recto, que
en Cuba
solemos decir
flechudo en su forma más rectilínea, es a la vez circular; el
lo kimótrico, ondulado, es ovalado con un diámetro tan reve que por su corte el pelo aparece bastante aplanado; y el pelo ulótrico, el crespo, el del “verdadero” negro, es elíptico. Además, el pelo liso emerge del cuero cabelludo más o menos perpendicularmente y el pelo rizado sale oblicuamente.
Castellanos, por medio del microscopio nos ha dado un medio de distinguir las razas por el corte vertical del folículo
piloso, “al que nos muestra recto y sin incurvación alguna en
los blancos, más inclinado y con ligera incurvación en los mu-
de sable en los negros. En los chinos es ver-
latos y en forma
tical, en perfecto ángulo recto con la capa dérmica”.* Sin embargo, la tesis de la racialidad de los cabellos, según
la te el ra
forma de su corte transversal, no está aceptada generalmenpor la mayoría de los antropólogos. ** Kneberg sostiene que corte del pelo puede ofrecer grandes variantes en cualquiede las tres grandes razas de la humanidad. Con estos datos
se repite, con nueva terminología morfológica, la referida a la forma
del
pelo. Pero,
como
en
ésta, los tipos fundamentales
en su relación con el color epidérmico se multiplican por sus muchas formas, variantes y solapadas. No se sabe bien de qué depende la forma del cabello. Según Haddon, * la de los cabellos ulótricos, o sea en pasas, es debida a dos factores principales: a la gran curvatura de su folículo y a su comprimido lumen, por lo cual el pelo al emerger lo ace en espiral y es oval su sección. Ambos factores y la pereza de los músculos de la piel acaso sean motivados por las condiciones de un clima tórrido y húmedo. Las clasificaciones del cabello corresponden un tanto con la
basada en la pigmentación de la piel, pero no totalmente. Los
caracteres cromodérmicos (color de la piel) no coinciden siempre con los cromopilosos (color y forma del pelo). Son útiles para una clasificación tipológica y preliminar de los gran13 Raimundo de Castro, “Identidad médico legal de las razas de Cuba”, Revista de Medicina y Cirugía de La Habana, noviembre
30 de 1935, p. 673.
14 J.
H.
Lewis,
18 Raimundo
de
ob.
cit.,
Castro,
p.
ob.
65.
cit., p. 73.
18 Vea el tema tratado por Madeline Kneberg, en Journal of Physical Anthropology, abril-junio de ' A. C. Haddon,
The Races of man, p. 6.
The American 1935.
71
des grupos humanos; pero si se toman aisladamente no Son valor decisivo.
El pelo liso es característico de los mongoloides o amarillo
de
El indio americano y el chino, por ejemplo, tienen pelo recto el padre Cobo, y a veces “tan áspero como cerdas”, como decía abun da en indi: y nos huma tipos Pero no es exclusivo de tales
viduos de otros tipos. El pelo ondulado, o sea ondeante poy toda su longitud, es el tipo más extendido entre las diferentes
razas, aunque más frecuente entre los blancos. El pelo rizado
o en desarrollo helicoidal es también frecuente entre los blap.
cos, en forma de bucles; pero en su forma más crespuda, o sea cuando es más
cerrada su textura
espiraliforme,
entonces
típico de las razas negroides. Por otra parte, aun cuando loz
ulótricos son todos negros de África o de otro país, hay Negros
sudaneses, los de Nubia, que son lisótricos y especificamente
euplocomos u ondeados. En general, puede decirse que ocurre con el color del cabe. llo lo mismo que con el de la tez. Sobran las expresiones, ma.
tices y mezclas, desde un rubio muy claro, casi blanco( recuér. dense las platinum blondes en las constelaciones femeninas de
Hollywood), a un color negro de carbón. Para las convenien.
cias de la clasificación raciológica basta con distinguir en ca. bellos claros, oscuros y negros. Los claros tienen numerosos matices desde el tipo albino
a los rubios
dorados,
bronceados
y rojizos. Entre éstos, por ejemplo, los antropólogos no saben
cómo explicar la frecuencia de pelirrojos en Finlandia, entre los montañeses de Escocia y en los judíos de Europa. Aun
cuando en los siglos xv y xv1 en Europa se atribuían las barbas taheñas a los judios y Topinard creyó que éstos eran los supervivientes de una raza desaparecida. Broca atribuye esta bermeja coloración del pelo a una anomalía
de pigmen-
tación como el albinismo. De todas maneras quedan
fuera de
las clasificaciones raciales, aun cuando presuntivamente judíos,
los individuos vulgarmente apodados colorados si hombres, o rubias de Tiziano si mujeres.
Tampoco los cabellos negros presentan un
colorido
unifor-
me; con frecuencia son parduzcos y hasta rojizos. Sin embargo,
acaso sea fácil la distinción entre oscuro (castaño, trigueño, moreno, etc.) y negro. En este caso, el colorido del cabello tiene un tono azuloso, típico de los mongoloides y diferente del pelo de los negros, que es más bien castaño oscuro, pero no
propiamente negro.
Por otra parte, abundan las excepciones sorprendentes. Aún
78
en el norte de
toda Europa
y de Asia, donde
muy
frecuentes
son los rubios, los cabellos son generalmente oscuros o al me-
nos castaño. Y entre los grupos de tez oscura y hasta negroide aparecen a veces tipos rubios
los polinesios. También
p
se ha querido
, tal como ocurre sobre todo
hallar una
distinción
racial
entre
en la
escasez o abundancia del sistema piloso. Se suele admitir que razas tienen el pelo espeso, esparcido o escaso; pero esto €5
Me
vago. Y no corresponde la pilosidad con la bosquima
Los
nos
y los negros
pi
del oeste de Lita on
lampiños, mientras otros vecinos melanodérmicos son pelud os. Además, la
-
pilosidad no corresponde con los otros caracteres raciales del pelo. El pelo abundante en la cabeza y en el cuer, particularmente en las axilas, el pecho y el pubis, se encuentra entre los blancos alpinos y los ainos de Japó n como
entre los oscuros aborígenes de Australia. Asimismo se nota ue algunos
pueblos con copiosa cabellera son a la vez lampi-
os, o sea escasos de barba y cabello, Además
hay que reconocer en relación con la forma, color
abundancia del pelo, que sucede como con el color de la piel; no tienen interpretación psicológica. Describir a una per-
gana que tiene pasas será calificarlo cuando más como de cierta raza negra; pero, fuera de las implicaciones sociales corrien-
tes, según las circunstancias, nada querrá ello decir científicamente en cuanto a Su inteligencia y carácter. Como tampoco apodar a una persona de rubia, trigueña, barbuda o lampiña. El padre Cobo decía que los indoamericanos tenían otras dos típicas propiedades en el cabello, que los distinguía de los blancos: “que encanecen muy pocos y esos muy tarde, cuando llegan a edad decrépita, y nunca, o raras veces, se hacen cal-
vos. '* Lo mismo parece que puede entenderse para el negro,
según el folklore latinoamericano.
Se ha estudiado cierta correlación entre el color de los ojos y el del pelo o el de la piel. Ya Virchow, en 1886, demostró que esa correlación no es tan íntima como se suele presumir, después de estudiar los niños de Alemania. *? Pero las respectivas determinaciones genéticas de esos caracteres parecen ser independientes,
dando
origen
a
innumerables
variedades
y
eruces, como se ha visto al tratar de clasificar la pigmentación del iris en los laboratorios de identificación para la crimi-
nología.
Los antropólogos con frecuencia se han basado en las dife-
rencias
entre los esqueletos
humanos
para
fijar las razas. El
esqueleto permite seguir la evolución zoológica desde las espe-
cies inferiores
hasta
la humana.
Y, aun
en
ésta, sólo por el
esqueleto se puede comparar al hombre prehistórico del actual. Por esto los teóricos del evolucionismo esperaban hallar en
una seriación morfológica de los huesos humanos, las bases seguras de una clasificación de las razas. Apenas hay hueso
en el esqueleto humano que no haya sido objeto de estudios
comparativos por los raciólogos. Sobre todo los huesos del crá-
neo, no sólo porque éstos son de los más estables y sirven de
sustentáculo a las formas faciales, sino porque la calavera es
el alcázar del cerebro, altiva coronación de la estructura humana. 1* Bernabé
1% Frank
H
Cobo, ob.
Hankins,
York, p. 94,
cit., t. 111, p. 18.
The
Racial
Bases
of Civilization..., Nueva
79
Las desigualdades morfológicas entre las cabezas
han sido siempre advertidas en sus líneas principales
py,
antigiiedad, si bien consideradas en su conjunto y aid
ana
la
color de la tez y a la forma del tocado. Así creía Homer" al O Que
él era capaz de distinguir a los persas de los egipcios,
] En el año 1786, Camper creyó encontrar el detipo100 degraq cie humana en el ángulo facial. Tomado el tipo según él tenían los antiguos griegos, opinó que las razas 0 a los individuos podrían clasificarse atendiendo a la Proporci¿
an on de la abertura del ángulo facial. Por ella se determina) la ca o. la altura de la frente y cierta dimensión de
bre todo
cidad craneana. Pero no se ha demostrado que este dato esque
lético pueda ser el índice sintético para una definición racial
Gibson y Bell declararon, en 1809, que cierta
posibilidag de
descansar de plano sobre el borde posterior del agujero OCcipi.
tal y sobre los bordes inferiores de las órbitas era Caracterís. tico del cráneo en la raza negra. Pero tal hipótesis no ha subsistido. Un
tiempo hubo
cuando
el índice cefálico
fue la ecuación
fundamental de la antropología. Las viejas antropometrías de
los frenólogos Gall y Spurzheim, por ejemplo, que hallaron in. feriores indicios craneales en los individuos de pueblos primi.
tivos, comparándolos
con los de europeos,
quedaron
pronto
anunció
en 1842
desacreditadas. Ya Tiedemann, en 1836, no pudo
les supuestas diferencias. ?? Anders
Retzius
encontrar ta.
haber encontrado diferencias entre los cráneos de los finlandeses, a quienes tenía por oriundos de Asia. Unos eran braquicéfalos o de cráneos anchos y otros doliococéfalos o de crá-
neos largos. Del índice cefálico, por medio del cual se determinaba la conformación del cráneo, se pensó que era un signo de la raza.
Esta
nomenclatura
empleada por los antropólogos.
ha
sido
desde
Para Retzius,
entonces
como
cher de Lapouge, sólo hay dos razas primordiales:
muy
para Va:
los dolico-
céfalos y los braquicéfalos, y las luchas y cruzamientos
entre
Unos y otros han hecho la historia a través de los milenios.
Ahora parece que los dolicocéfalos están en retroceso... Pero, como advirtió Junod: “Los protagonistas contemporáneos de
la pureza racial de los arios deben
quedar sorprendidos al saber
que la mayoría de los oscuros indigenas de África comparten
. con los superiores blancos arios el privilegio falos”.
de ser dolicocé-
También por la forma del cráneo Giuseppe Sergi estableció
dos razas solas, la de los dolicocéfalos o eurafricanos, y la de
80
los braquicéfalos, o eurasiáticos, según
el índice cefálico seá
de 150 menos o de 80 o más; pero incluyó un grupo intermédio: mesaticéfalo o mesocéfalo, entre 75 y 80. En esta clasifi-
cación craneológica de las razas el color de la piel no cuenta,
siendo atribuido a varias causas genéticas y selectivas, OF
esto en la raza eurafricana están los hombres originarios aín2 F. of
Tiedemann, the European On and ineorain of the Negro compared with that
and the Orang-Outang, Phil Trans, 1836, p- 12%
canos, así como los mediterráneos y los nórdicos, que son dolicocéfalos; y en la eurasiática los aborígenes asiáticos y los celtas, los germanos y los eslavos, entre quienes los braqui-
céfalos prevalecen por su proporción numérica. Houston S. Chamberlain, a quien mucho debe la mitología moderna de las razas, escribió con referencia al cráneo dolicocéfalo de los teutones que éste era así porque estaba “incesantemente martilleado desde adentro en su región frontal por la inquietud del ambicioso cerebro que en él se cobija”. Pero
lo cierto es que la gran mayoría de los alemanes y de las otras razos blancas son braquicéfalas, mientras las dolicocéfalas pre-
dominan no sólo en los teutones, sino también entre los esquimales, los gitanos, los negros y los australianos. *! Durante medio siglo imperó la craneometría. El francés Paul
Broca fue un genial medidor de cráneos e inventor de diversos craniometros para apreciar númerosísimas dimensiones y
su expresión
científica
mediante
proporciones
matemáticas.
Dejó una pléyade de sucesores craneometristas. Al finalizar el
siglo xix, A. von Torok llegó a tomar hasta 5 000 medidas diferentes de un solo cráneo. Morant * ha opinado que en el cráneo hay una serie de 31 caracteres que pueden decirse raciales, de los cuales 6 son particularmente interesantes y uno de ellos es fundamental, el denominado índice cefálico, Pero la craniometría no ha respondido a las esperanzas que en ella pusieron los raciólogos. Lo mismo ocurre con el sistema de Sergi*? y sus numerosos
tipos y subtipos craneanos. Los índices cefálicos y las otras medidas craneales son tan variados que entre sus máximos y minimos hay una enorme diferencia. Y, por otra parte, tales máximos y mínimos pueden
hallarse
entre grupos
humanos
muy
diferenciados
por
otros
caracteres somáticos, lo cual mengua mucho su valor racial. Por si esto no fuera bastante, hoy se sabe que el índice facial típico, antes tenido por fijo, puede variar de una generación a otra.
El mismo Broca admitía que el tipo cefálico ha cambiado desde la época merovingia, que el proceso de la osificación es harto caprichoso para ajustarse a seguros moldes anatómicos y que las variaciones individuales dentro de una raza dada son siempre mayores que las diferencias que la separan no sólo
de las razas próximas sino de todas las demás. ** La dolicocefalia parece variar también según la estatura. Pittard * ha
22 Magnus 22 Morant,
Hirschfeld, “A
ob.
cit., p.
preliminary
classification
métrica, 1928. 23 G. Sergi, L'Uomo, Turín. 24 Memoris d'Antropologie, vol. 25 Pittard,
“Influence
de
135.
la
1V,
taille
of
European
races”,
Bio-
p. 356. sur
l'indice
groupe éthnique rélativement pure”, Bulletin Société d'Anthropologie, París, 1905.
céphalique
dans
et Mémoires
un
de la
81
talla lleva co, demostrado que una elevación de la rior del cráneo 20 a crecimiento del diámetro antero-poste significa un aumento de la dolicocefalia, puesto que el d, EN
, Me tro transversal del cráneo no crece con la talla sino ep Meno» proporción. Además, se ha evidenciado la insuficiencia de los Prome:
o modernam de los métodos seguidos para fijarlos, * com . La 0 £nte han advertido Ripley,**, Dixon,?" Pittard* y otros al índice cefaliocl de los modernos antropólogos en cuanto fines del siglo po hecho perder a éste la boga que tuvo a (1873-1916)
El autor de Der Mensch, Johannes Ranke
des ado,
de una vida dedicada a la craniología, afirmó que “e] PSlee craneano no es un carácter de raza”.
Además de los ya citados, otros muchos caracteres ¿e
cabeza han sido considerados de importancia raciolópic tales como la morfología de la nariz, de los labios, de la mandíbulas, de los pómulos, de las órbitas, de las eminencia.
frontales, de las arcadas superficiales, de los párpados, de Les
orejas, del índice facial y otros que determinan
dades fisiognómicas.
grandes varie.
Por la forma de la nariz, que es también un carácter somá.
tico muy
ostensible, los seres
humanos
fueron
divididos por
rrinos, los de nariz corta, chata y con amplias mesorrinos, los de nariz media. Esta tipología
ventanillas; y nasal ha sido
Broca en leptorrinos, los de nariz estrecha y larga; en plati.
relacionada con la del color y se ha observado que el blan. co es por lo común leptorrino, el amarillo mesorrino y el ne-
gro platirrino. Pero esta simple combinación de caracteres no siempre se da. Por ejemplo, los tasmanios, sin ser realmente negros eran como éstos platirrinos, mientras que los esquima-
les árticos son más leptorrinos que los blancos. La nariz achatada no es tampoco un rasgo rigurosamente típico del hombre
negroide. Si el negroide ecuatorial es el más platirrino, hay
negroides africanos que son leptorrinos, sobre todo en el orien-
te de África. Hambly cita varias tribus leptorrinas y supone alguna mezcla con gente de raza camita. Sin embargo, este
mismo antropólogo cree que el índice nasal es un dato defini-
tivo para la clasificación de grupos por sus caracteres somá-
ticos, más que el índice craneal y la talla.
. Por otra parte, la llamada nariz judía no es típicamente
judía. Ni hay Una raza judía, ni se distingue por su nariz agulleña. Más bien ésta debiera denominarse armenoide, pués
abunda en la moderna Armenia, como entre los antiguos hitti82
tas vecinos de la Mesopotamia.
Ni siquiera es típicamente
ceca, ? es tan frecuente entre gentiles como
entre judios.
a conformación nasal ancha, media o estrecha no es tampoco un distintivo étnico inequívoco para distinguir por sí solo - Ripley, The Baces of Europe, Nueva York, 1910, p. 30. . A
The
istory of Man, Nueva York, 1923, p. ?-
ttard, Race and History, Nueva York, 1926, p. 42.
respectivamente al negroide, al mongoloide o al caucasoíde. Parece responder a una adaptación climática por vía selectiva.
Una nariz ancha favorece la respiración en la atmósfera cálida y húmeda, así como una nariz estrecha es más conveniente en
un clima frío, donde el aire antes de penetrar en los pulmones ha de ser calentado a su paso por un conducto estrecho y cargado de sangre. Los antropólogos en general parecen convenir en que el índice nasal, o sea la proporción entre la longitud y la anchura de la nariz, es un carácter mutable. por selección adaptativa, dependiente tan sólo de los grados de calor y humedad en la atmósfera del país donde el grupo humano se establezca. También los párpados son tomados como signos raciales. En-
tre los blancos, la rasgadura
horizontal
y completa;
de los ojos suele ser de forma
mientras
que
entre
los amarillos,
los
ojos son de forma oblicua y almendrada, siendo muy corta y cerrada su comisura externa. Ya, por el siglo xvn, el padre Cobo precisaba para los indios americanos el tipismo de tener “los párpados de arriba y de abajo tan cerrados por junto a la nariz, que apenas descubren todo el blanco de los ojos, en que se distinguen tanto de los españoles, que tenemos los lagrimales rasgados, que para conocer si uno es mestizo o tiene parte de indio, cuando las demás señales son dudosas (por haer algunos mestizos y cuarterones muy blancos), les miramos
a los ojos y ellos nos sacan de duda, porque cuanto uno tiene de sangre de indio, tanto más cerrados tiene los lagrimales”.? En
lenguaje popular de Cuba se dice que “tienen los ojos pren-
os”.
Hoy día se han precisado más los caracteres de los párpados como signos raciales. Entre los términos de clasificación de los pliegues palpebrales figuran denominaciones como éstas: plica
mongólica,
plica
hotentote,
plica
negra
lateral,
plica
negra medial, plica indiana, etc. Pero esas variantes morfológicas no son inequívocamente raciales, siendo resultado de adaptaciones de los músculos de la órbita para la protección del órgano de la visión, según las exigencias ambientales de la atmósfera y de la luz en los desiertos, en los hielos, en las selvas, etc. Obsérvese fácilmente cuán distinto es por lo general el ojo de un marino o de un montuno en relación al de un habitante de la ciudad. Según el grado de proyección de los maxilares hacia adelante los perfiles faciales suelen distinguirse en prognáticos, cuando los maxilares sobresalen de la línea del rostro, y ortognáticos, en caso contrario. El prognatismo es un carácter craneal y facial frecuente en el tipo negroide. Pero los melanesios, que son de piel negra, son más prognáticos que los negroides de África. En unos y otros, el prognatismo maxilar, y especialmente el dentario, suelen aparecer acrecidos por el grosor
de los labios.
sm Bermabé
Cobo,
ob, cit., t. MM,
p. 18.
rognatismo se combina con la anchura q a R veces el P NNpómulos, ofreciendo un amplio diámetrs Cara
gomático, y entonces la cara adquiere una semejanza con ¿ A
Los antropólogos lo han Se
tos tipos animales o prehumanos.
nominado tipo de bestia o teriomorfo. Los vedas y los Negro
:Í des australianos son los tipos humanos que han merecido SN calificativo de teriomorfos; pero también se encuentra el
tro bestial entre algunos negros de África y en blancos de Europa. Lombroso halló abundancia de caras teriomorfas en
las prisiones. Los talleres de Hollywood cuentan con un bue
surtido de actores con caras que son caucasoides Pero feroces
para sus personificaciones de gangsters y otras análogas figu. ras de la abundante fauna criminal
y nórdica
de los Estados
Unidos. Por otra parte, la ferocidad facial no requiere el Prog.
natismo. Los vedas,
calificados
de teriomorfos,
son a la Vez
ortognatos. De todas maneras, al tratar de aplicar el progna. tismo
y el teriomorfismo
como
distintivos
raciales,
los antro.
pólogos han tenido que vacilar. Los maxilares y los pómulos
son rasgos faciales que varían mucho de individuo a individuo en todas las razas y abundan los blancos prognáticos. Recuér.
dese el perfil característico de la dinastía de los Habsburgo,
Precisamente en cuanto
pretendido por Hans racial.
a la estructura
F. K. Gúnther
de la quijada, se ha
ver en
ella un indicio
No hay por qué analizar uno a uno los demás caracteres cra-
neales de trascendencia fisiognómica;
ni tampoco
otros varios,
meramente estructurales, como la rapidez de la suturas, los huesos suplementarios (wermianos, epactal), la condición dentaria, etc. Su importancia como caracterizaciones raciales no
ha sido aceptada como inequívoca. Aparte de la caja ósea craneana, se ha estudiado su contenido, el cerebro, así por su pesadez y su volumen como por su contextura; sin poderse llegar tampoco a una conclusión en cuanto a su importancia racial. Esta investigación morfológica ha sido insistente, por haber inspirado grandes
esperanzas en
los antropólogos tocante a su trascendencia. Se pensó que si el asiento principal de las funciones psíquicas está en el cere-
bro, como consecuencia, en su análisis habría de encontrarse el secreto fundamental de las diferencias intelectuales entre
los hombres y las que se pretendían como características de las as.
84
Del cerebro se analizaron el tamaño, el volumen correlativo de la capacidad craneana, el peso, el carácter de las circunvoluciones y de las anfractuosidades y la medida de varias regiones encefálicas, Pero no se ha llegado a obtener datos concluyentes.
Del lóbulo frontal, Huschke dijo en 1854 que en el negro s€ parece al del niño y al de la mujer de raza blanca. SpitzX2
en 1906, sostuvo que midiendo el área del corte transvers
9 Poynter no.
and Keegan,
25, p.
183
J
ournal
of
Comparative
NeurologiC,
1915,
del cuerpo
calloso, relacionado
principalmente con el lóbulo
frontal, se hallaba que aquélla era proporcional a la capacidad
mental, habiéndolo en negros,
probado
blancos
ordinarios
comparando
los datos obtenidos
y blancos
eminentes,
Bean,
el
mismo año, dijo que los lóbulos frontales son mayores en los blancos y que los temporales son también menores en los ne-
gros. Sin embargo, en 1909, Mall *: impugnó estas conclusiones. De las de Huschke dijo que las diferencias promediales del lóbulo frontal entre los sexos (tomadas para comparación de las razas) sólo eran de uno por ciento, mientras las diferencias entre los individuos eran de 21,8 a 26,1 por ciento. De
Spitzka observó que al medir el cuerpo calloso de los cerebros había descuidado relacionarlo con el respectivo , y que
mientras el calloso de un eminente hombre era relativamente mayor, en los demás no pasaba del promedio según el peso, y que los cuerpos callosos de los blancos ordinarios analizados, todos ellos criminales ejecutados, eran mucho menores que los
observados por otros investigadores. Muchos
negros de ligero
peso en el cerebro, dijo Mall, tienen cuerpos callosos mayores
que los más de los hombres
eminentes
que estudió Spitzka.
En cuanto a Bean, Mall indicó los graves errores cometidos por
qe, añadiendo que no existen las diferencias por él aludias. En 1877 se afirmó por Parker que el cerebro de los negros estaba indiscutiblemente más cerca del de los monos que el de los blancos, y que era de tipo más fetal, según se deducía de la longitud
y forma
de las llamadas
fisuras
de Sylvius
y de
Rolando. Pero Mall *? arguye en contra, tachando las citadas
afirmaciones de inexactas y hasta de personalmente prejuiciosas, y diciendo que así él como sus colegas han hallado en los
negros y en los blancos casi los mismos promedios, así en cuanto a los cerebros de configuración cortical simple como a
los de estructura compleja.
Tampoco puede estimarse
que por los datos comparativos de
la anatomía microscópica de los cerebros se haya podido llegar a conclusiones definitivas, pues la ciencia no tiene todavía una certeza en cuanto a la precisa
cerebral y reaccionar y equívoca céfalo. 1% A
correlación entre la estructura
sus específicas funciones. J. B. S. Haldane acaba de negativamente contra la interpretación precipitada de los datos de la morfología microscópica del enconclusión análoga llegó E. Fischer tocante a todos
los detalles de la morfología
cerebral. “Varían tanto, dice, de
un individuo a otro que no pueden definirse diferencias raciales ningunas.”** Actualmente se estudia con ahinco más que la estructura de
la maquinaria encefálica su dinámica; más que el órgano, su
31 Mall,
American
Journal
of Anatomy,
no.9,
p. 1. *
32 Ibidem. 33 J. B, S. Haldane,
ss Fischer Fischer
1909,
Heredity
and
Politics,
Nueva
York,
1938, p. 155.
E., “Variable Characters in Human Beings”, en Bauer and Lens, Human Heredity, Nueva York, 1931, cap. V.
85
ha observado otra carac función. E ara a ellocreeDonald habersonhallado diferencias notables etica
complejida tamaño de las arterias y venas del cerebro y en la que Nutre S ea sanguín te corrien la de la red por donde fluye
órgano cerebral desde las membranas cuando
estos estudios aparezcan
como
que
muy
1.
lo rodean,
prometedores
h
sabemos que se haya tratado de darles una aplicación racioló. ica.
,
: Fuera de las cabezas han sido también numerosísimas la
del Cuerpo hu-
pesquisas comparativas de los demás miembros
mano, así en su morfología esquelética como en la musculo
etcétera. Principalmente
han
sido estudiadas
las medidas Os:
teológicas: la estatura, la altura relativa del busto, el Índice acromioilíaco, el índice radio-pélvico, la longitud Proporcional de los brazos y de las piernas, el índice de la mano, la Medida trocanteriana, el índice braquial, el desarrollo de los músculos
glúteos, etc. No pocas de las características esqueléticas atribuidas a la raza negra son mera fantasía no exentas de ridículas
petulan.
cia. Véanse algunos ejemplos. Los negros, se dijo, “son natu-
ralmente de pie plano”; pero no se ha podido justificar esta creencia. Herz, estudiando al negro libre en África, demuestra
que en los pies de los negros el arco palmar es más frecuente que en los blancos
europeos. ?" Los
pies
planos
señalados
en
los negros de América se achacan como deformaciones al uso de calzado hecho para blancos y al trabajo de cargadores. Se dijo del negro que éste tiene las rodillas dobladas, lo cual demuestra su descendencia de Caín, porque Caín en hebreo significa “doblado de rodilla”. ** Guenebault llegó a fijar 47 peculiaridades de la anatomía del negro comparada
había
as.?
con la del blanco. *? Dowd,
reducido a 25 y aun algunas de éstas han
en
1926, las
sido nega-
No ha quedado hueso humano que no haya sido sometido
a la antropometría;
ni, en general, miembro
alguno
del ser
humano que no haya sido medido, descrito, comparado y pués”
to en relación con el color de la piel de sus poseedores. Seria
tan innecesario como trabajoso hacer una minuciosa referencia
de esos trabajos antropométricos, pues no se ha logrado fijar
con ninguno de ellos una base fundamental y segura para una raciometria o métrica raciológica
. Si bien hay diferencias corporales entre negros y blancos, consistentes en diversas pro-
» Cita de Charles S. Johnson and Horace M. Bond, tion of Racial Differences Education,
julio
de
Prior to 1910”, The 1934, Washington, p. 335.
36 G. Cartwright, ob: cit., p. 40, 37 J, H. Guenebault, Natural
S. C. 1837, p. 40.
History
of the Negro
“The investiga
Journal
Race, C
of
Negro
harleston,
** EnSeti cuanto : a las teorías anteriores a 1910 acerca de las car ate s racial ob esapor. Regro, véase Charles S. Johnson and H oract Bond M.ristica
porciones de las extremidades y del torso y en distintas arqui-
tecturas craneales; tales diferencias no son sino meras varian»
tes promediales sin valor funcional alguno de supervivencia. ** Tampoco el peso corporal puede indicar la raza. En todas las razas hay ligeros y hay pesados, así en el sentido físico
como
en
el psicológico.
Y
antropólogos
han
de las condiciones
Algunos
nutritivas,
ello varía
y depende
llevado su curiosidad
en
mucho
a analizar
los órganos genitales para descubrir en ellos ciertos tipismos
de raza. Lapouge pretendía conocer la raza de una mujer por
la configuración de su aparato sexual. ** En Cuba se han hecho estudios por Weiss y Castellanos, que parecen demostrar ciertas características diferenciales entre las mujeres negras y las blancas con referencia a la situación de la vulva, siendo promedialmente más baja en las primeras que en las segundas;
por lo tanto el monte de Venus es más alto en éstas que en
aquéllas. De ahí se ha deducido que, por esa causa de la morfología materna, la cabeza de los recién nacidos blancos sea alargada, hasta llegar a veces a figurar un pan de azúcar, y la de los fetos negros es redonda en el momento de nacer. ** Pero
no se trata de índices inequívocos, sino promediales. La ana»
tomía de la pelvis se señala como más estrecha en las negras que en las blancas; pero no se puede determinar su significa-
ción racial, porque la estrechez pelviana igualmente se observa en mujeres blancas y no siempre en las negras. Aparte de que ese carácter está muy
determinado por el raquitismo, que
no es un factor genético sino postnatal y sí muy frecuente en los negros. *? Hasta el famoso delantal genital, que un tiempo se creyó exclusivo de las mujeres hotentotes, por la gran protuberancia de sus labios menores
que
a veces llega a 15 centimetros, ha
dejado de ser considerado como señal infalible, no ya de negroidismo, ni siquiera de hotentocidad. El famoso “delantal” nada tiene de congénito, no siendo sino el resultado de una costumbre muy extendida en el África del Sur, agrandadora de los órganos genitales de la mujer soltera, por la misma raZón selectiva, económica y social que les hace preferir los pechos ya deformados por la lactancia y demostrativos de fecundidad segura a los todavía virginales, estériles o elusivos a la maternidad. **
Es opinión vulgar generalizada la de que en los negros el
pene
es
relativamente
mayor
que
en
los blancos,
y en
las
negras el clítoris y la vagina son mayores que en las mujeres
29 Vea el erudito resumen crítico de W. Montague Cobbs "The Physical Constitution of the American Negro”, The Journal of Negro Education, julio de 1934, Washington, p. 387, 4% Vacher
de
Lapouge,
L'Aryen,
p.
30.
41 Raimundo de Castro, ob. cit., p. 680. 42 J. H. Lewis, ob. cit., p. 71. 4 Henri A. Jounod, Moeurs et coutumes t. L p. 172, Annotatio quinta,
des
bantous,
París,
1936,
87
. pero faltan datos científicos decisivos. Ashl
ás ha podido PE Da que en sus estudios anatómicos jamblan cos en uan
tir diferencia apreciable entre negrosa yque la difusión q...* genitales; y Gunnar Myrdal opin
sus
cauciones sociales Ae creencia forma parte del sistema de pre
e las muje, blecidas para prevenir los contactos sexuales entr ta] y los hombres negros. «“ Otro carácter geni res blancas indica con visos de racialidad
Ds
en la horizontalidad del
os bosquimanos; De en estado de flacidez, atribuida a los negrnte un carácter Eo
no se puede afirmar que ello sea realme nico hereditario. Análogamente ocurre con la esteatopigia las mujeres bosquimanas. No se sabe la causa de este típico
es hereditario abultamiento grasoso de las nalgas. Se ignora o siprop io también debido a un genes peculiar de esa gente, an de las blancas pero más activo en aquéllas. Y algunos opin
rmi. que sólo es debido a ciertos hábitos alimenticios y a dete nadas costumbres.
Esa tendencia a la aproximación de los caracteres somáticos
sexuales a los raciales se ha expresado también de otros mo. dos más curiosos. Así, algunos antropólogos han opinado que
los cráneos de los negros australianos presentan caracteres predominantemente masculinos, mientras que los cráneos de los negros africanos se acercan
femenina.
a la morfología
Como consecuencia de la universal aplicación de las huellas
papilares a la identificación criminal y civil, se pensó hallar
en ellas unos índices raciales. Ya en 1883 lo intentó Kollman, sin lograrlo, como tempoco lo logró Galton en 1892, ni Schla-
ginahafen en 1905. Wilder ha creído encontrar diferencias raciales observando los dibujos palmares de las manos y de los
pies, entre blancos, indios maya, chinos y negros de América
y de Liberia; pero sólo se trata de una mayor frecuencia de cierto tipo en los negros que en los blancos (52% contra 10%);
de otra fórmula más en los blancos que en los negros
(63%
contra 8%),
También existirán quizás diferencias típicas en otros órgaestudiado
hos y aun en los internos y viscerales. Así, se han
tinciones según las variantes del sistema muscular, la varia
longitud del tubo intestinal, el peso y el volumen del hígado,
los del corazón, los de los riñones, etc. Pero nada puede con-
cluirse tampoco
quívoca.
a ese respecto en cuanto
a su racialidad
ine-
Las características fisiológicas habrán de ser muy importan-
tes, si fueren
comprobadas,
sólo por sí, sino por
para distinguir
sus posibles
Jas razas;
derivaciones
no
tan psicológicas:
Hoy día, que la ciencia busca en la fisiología las causas de
ciertos fenómenos
emocionales
o afectivos,
unas
“ pun, Myrdal, An American Dilemma, Nueva “ G, Montandon, La race les races, París, 1933,
* J. H. Lewis,
ob. cit., p. 61.
diferencias
York,
p. 83.
1944, vol.
en el funcionamiento nervioso de las razas y en e reacciones viscerales habrían de ser muy transcendontes Entre las diferencias fisiológicas o funcionales que son Ín-
vestigadas se cuentan las del crecimiento, las de la erupción
de los dientes, las del pulso, las de la presión arterial, las del
metabolismo
basal, las del advenimiento de la pubertad, etc.
por terminadas. ni
Pero las investigaciones no pueden darse servir para distingos raciales indubitables.
Por ejemplo, Hers-
kovits indica que los muchachos negros crecen más aprisa que
los blancos en altura y peso hasta los dieciséis años y que luego
los blancos continúan creciendo hasta lograr una mayor estatura. * Pero no se puede concluir que eso sea un carácter racial, pues
Boas
ha obtenido
análogas
observaciones
entre los
niños judíos comparados con los cristianos, y no puede decirse
que aquéllos y éstos pertenezcan.a un mismo grupo genético, “ Se ha observado la presión arterial, comparando la de ciertos grupos negros de Kenya con la de los blancos. En ambas razas es igual entre los quince y los treinta y cinco años; pasada esta edad decrece en los negros y aumenta en los blancos, * Pero este fenómeno, parte de lo restringido de las observacio-
nes, puede atribuirse a los distintos regímenes de vida, de social, de dieta y de clima. Y más
actividad
que un carácter
fisiológico racial y de repercusión psíquica, puede ser la consecuencia de motivos psicológicos. Recientemente se ha demostrado que alrededor de una cuarta parte de la población es incapaz de gustar cierto grupo de sustancias aliadas al compuesto orgánico llamado pheny-thiourea, las cuales son extraordinariamente amargas para quienes pueden apreciar su sabor.*” Pero no se han podido lograr aplicaciones raciales. Por el metabolismo
basal, medido en individuos de diferen-
tes razas, se Observa que éste suele ser considerablemente más bajo entre los chinos que entre los europeos de iguales estatura y peso. Pero esto no puede aceptarse como signo realmente racial, dice Haldane, pues nada permite indicar que esas diferéncias sean precisamente congénitas en vez de hábitos
adquiridos, reflejos de las diversas culturas. McLead. Crafts,
Benedict y otros *
sostienen que hay
metabolismo
basal; pero De Almeida
$7 Herskovits,
Melville
Boys”,
16 Boas
American
Franz,
J.,
Journal
“Studies
in
“Observation
un factor racial en el
en cuanto al Brasil** y on
the
Growth”,
Human
Biology,
350; 1933, pp. 429-444, O. Klineberg, ob. cit. 4 Donnison, en Klineberg, ob. cit., p. 116. 5 Hogben, ” En el
Nature
Congreso
and
Growth
of Physical Anthropology,
of
Colored
1924, pp. 439-
1932,
pp.
307-
89
Nurture.
Internacional
lógicas, Londres, 1934, p. 55.
de
Ciencias
Antropológicas
y Etno-
52 American Journal of Physiology, 1928, p. 449. 8% Journal de Physiologie et de Pathologle Général, 1924, 22, p. 1248.
teggerda y Benedict en cuanto a Jamaica * demuye
ps les negros su metabolismo parece depender más AS ne ima tropical que de la raza. Asíen los negros como en los e aneos, se halló que en los climas cálidos el metabolismo basa]
dedor de 20,4 más bajo que en los climas fríos o templado : re, cuanto al metabolismo basal se ha observado, por ejemplo E
los maya un alto metabolismo, de un 5,2sur a deun Aust 8,4%ralisgbpg 2 a
05 blancos. En cambio, los aborígenes del Se está pa cen tener un metabolismo menor que los blancos. ca y tr Áfri de diando ahora el metabolismo en los negros l n.
lógico y racia do de definir lo que hay de realmente fisio por la ese orden de fenómenos y lo que pudiera explicarse tos del clima y de la nutrición.
han sido
Otros varios aspectos fisiológicos del ser humano
estudiados en relación con las razas, tales como
.
el pulso la
respiración, etc. Pero no se han hallado distingos raciales, sino
ciertos reflejos de Las diferencias cado en la sangre, ciones endocrinas.
sendas condiciones de vida.'* raciales de carácter bioquímicos se han bus. en la electricidad, en el sudor, en las secre. Desde hace poco tiempo se habla de razas
bioquímicas, o sean razas humanas definidas por ciertos carac. teres humanos muy en boga en la fisiologia y la medicina
contemporánea.
Actualmente se trata de diferenciar las razas según las características de sus respectivas sangres: razas hematológicas o serológicas, Fue descubierto por Landsteiner en 1900 que por
las diferentes reacciones aglutinativas de los corpúsculos rojos de la sangre humana ésta podría ser clasificada en varios gru-
pos. La sangre humana contiene en sus glóbulos rojos una sustancia aglutinable o aglutinógena, la cual se une por la aglutinina, que se encuentra en el serum de otra sangre. Esas
sustancias aglutinógenas son dos, llamadas A y B, y su pre-
sencia o ausencia en una sangre dada determinan su diferente susceptibilidad para juntarse o no con otra sangre distinta. En toda sangre se encuentra hallan los dos o ninguno
uno de ambos
de ellos; todo
aglutinógenos
lo cual hace
o se
posible
cuatro combinaciones. Estos grupos son: "primero, O, sin aglu-
tinógeno alguno; segundo, A, con el aglutinógeno denomina-
do A; tercero, B, con el titulado B, y cuarto, A-B, con ambos aglutinógenos.
Los tipos de sangre así definidos son fijos. Perduran por la
vida del individuo pese a las enfermedades
e intervienen en
la formación hereditaria de los descendientes. Además, parece
que las diferencias serológicas dependen nada más que de la
sustitución de sólo unos determinantes genéticos; es decir, que aquéllas son diferencias claramente definidas y además deter-
minadas por un muy simple proceso hereditario. Esto abrió UN
inmenso horizonte para la ciencia genética. Esta clasificación,
54 American ss
W.
M.
Kro
Journal an
uu
of Physiology,
1928,
p. 621.
Month)y, 1943, p. pphat we do not know
»
about races”, Scien
tific
s Otros subgrupos, está de uso corriente en con vario ara las transfusiones de sangre y en casos d
las clíni-
gal para las investigaciones de la paternidad. Pero, au
j
acina
do ha sido apreciada dicha clasificación de los grupos sanguí-
neos para ciertos problemas hereditarios, nada definitivo ha podido deducirse tocante a Como
mundial
las razas humanas.
consecuencia de los estudios hechos cuando
primera
(1917)
por L. y H. Hurzfeld, se peguema
conclusión de que los llamados grupos
sanguíneos
correspon-
dían a diferencias raciales. Según los agrupamientos serológi-
cos de los soldados analizados distintas
razas
serológicas:
una
en Salónica, resultaban de
oriundez
europea
dos
y otra
asiática, correspondiendo a los grupos A y B. Esos eminentes
serólogos admitieron
B u oriental.
Pero
2 razas originales, la A u occidental y la
pronto
surgieron
otras opiniones. Otten-
berg dice que hubo tres razas originarias serológicamente defi-
nidas, la A, la B y la C. En cambio, Berstein admite una sola
raza primaria,
la O; lo cual parece defendible
cuenta que el grupo O prepondera
si se tiene en
entre los pueblos que du-
rante largo tiempo fueron muy preservados del mestizaje. Pero investigaciones posteriores han complicado extraordinariamente el problema que parecía tan sencillo. Así en las nuevas
estadísticas aparecieron unidos por similitudes serológicas los
japoneses y los alemanes, los polacos, los chinos del norte, los
ingleses, los sardos, los tiroleses y los bereberes, etc. Algunas veces se llega a conclusiones paradójicas para los enfurecidos racistas del día. Así resulta que, por el examen de su sangre, los judíos de Berlín son europeos de un tipo más puro que los mismos prusianos, que son muy mestizados con sangre B, de procedencia eslava. Y a su vez los judios de Crimea resultan por su sangre de un tipo más asiático que los mismos tartaros. *
Ya se han
propuesto hasta siete razas serológicas, aun sin
haberse estudiado
con un recomendable
detenimiento las po-
blaciones de África y del Oriente Extremo. Si los caracteres serológicos tienen un sentido tipológico y hereditario, indica-
tivo de linajes, como ocurre con otros caracteres físicos en los
grupos humanos muy aislados y singularizados por la selección, el ambiente y la endogamia, no se ha podido todavía darles una clara significación filogénica. Bijlmer, Suk y otros antropólo-
gos sostienen que los hechos probados en cuanto a la clasifi-
cación por grupos sanguíneos no pueden ser correlacionados con otros caracteres somáticos para poder así constituir un Crlterio científico de definiciones raciales. Los llamados blancos, amarillos y negros
no corresponden
con las distinciones sero-
clasilógicas. 57 “No se ha demostrado que las razas humanas, los leucoficadas ampliamente por el color de su piel, o sean
dermos, rantodermos
y melanodermos,
corresponden
a corre-
“e René Martial, Race, hérédité, folie, París, 1938, p. 18% y $7 Congres International des Sciences Anthropologiques et Kiques, Londres, 1934, p. 81.
o
91
El mismo Landsteiner ss 1] sanguíne lativos ón grupos conclusi qe que las os.” únicas peculiaridades serológicas ha la
su raza y sólo alladas no sirven para definir en un individuo den tener algún valor estadístico. También Wiener Coin,
e en negar la especificidad racial serológica. * Por otro lado, los pueblos que muestran solamente uno o de los factores serológicos, o sean los amerindios, los australia, nos y los polinesios, no pertenecen a razas bien claramente determinadas. Parece como si el factor B no llegó al Nuevo
Mundo e irradió desde el Asia Central, cerca de Kusk. Así puede explicarse que sean iguales las proporciones de los Eru-
pos sanguíneos en los anamitas de una parte y los Negros africanos de otra, y que los íncolas de Nueva Guinea en esto sean similares a los europeos.% No se sabe el origen de la diversidad de sangres. Se Supone generalmente que la sangre de tipo O es la sangre primitiva
y que los otros tipos se han producido ulteriormente por muta.
ciones de sus propiedades originarias; pero no falta quien sos.
tenga (G. L. Sera), al revés, que el tipo A B es el primario y el tipo O el más reciente.
La única sorpresa en esos estudios ha sido la de hallar que
el grupo O caracterice por su gran frecuencia a los amerin. dios, particularmente a los maya
y a los incaicos. Pero, de
todos modos, no se sabe aun lo que significan biológicamente las diferencias entre los aglutinógenos, y tampoco puede de-
cirse todavía si puede dárseles valor racial alguno entre los seres humanos. Parece que el tipo A predomina en los pueblos europeos, digamos en los blancos; y que el tipo B prevalece
en los grupos africanos, digamos en los negros. Pero todos los cuatro grupos sanguíneos se encuentran en todas las razas. La
identidad de grupos sanguíneos es importante en las operacio- nes terapéuticas de transfusión de sangre y por esto se vigila
que la sangre ajena que ha de inyectarse en un enfermo sea de igual tipo que la propia. Pero no relacionándose la clase de sangre con la pigmentación cutánea, es sólo al carácter seroló-
gico del donante a lo que atiende el médico y no al color de su piel. Por esto si un enfermo blanco que solamente tiene a
su disposición la sangre de dos donantes, un blanco y un ne-
gro, escoge la sangre del blanco sólo por ser de su misma san-
gre o raza, puede morir fatalmente si el grupo sanguíneo del caucasoide es de un grupo heterogéneo; mientras que la trans-
fusión. será un éxito si se prefiere la sangre del negro, en
caso de ser ésta del mismo grupo serológico que la del pacien. Landsteiner,
The
specificity
of serological
reactions,
Springfield.
9 Wiener, Blood groups and blood transfusion, Springfield, 1935.
r, “The relation of bloodgroups to race, and some T. Bijlme H J. al enquires in the south-west Pacific”. Congres Interpaperson
ET
el Sciences Anthropologiques et Ethnologiques,
Londres.
blanco.** Podrá haber entre los arios, Si se quiere, mayor o proporción de tal 'o cual aglutin
menor
Ogeno; pero un rubio
nórdico con su sangre de tipo A y un negro congo del mismo tipo sanguineo no
tienen por sus sangres diferencia racial nin-
na. No hay, Pues, una sangre que por sus caracteres agluti-
nógenos pueda decirse sangre blanca, ni una sangre negra, ni amarilla,
ni cobriza.
Estas
coloraciones
de la sangre son tan
míticas como la azul de los linajes nobiliarios. En la Edad Media fue posible ese mito de Una sangre azul,
característica de nobleza, así de carácter como de abolen o
La fábula de la sangre azulenca nació en las tierras y ¿pocas
feudalescas de Europa, de que en la carne blanca de los corte-
sanos y palaciegos, sin solanera ni trabajo, las venas se mar-
caban mucho con tintes azulosos; y de ahí vino el decirse que la sangre de los nobles era azul. Sangre azul era, pues sangre de gente no trabajadora
o de clase social dominante. Y aun
hasta en la revolución francesa se reconoció en las leyes la
existencia de sangres puras e impuras y se exigía en ocasiones
la limpieza de sangre, equivalente a la continuidad de una as-
cendencia entre los linajes de las gentes dominadoras, sin bas-
tardías de cruces con sangre de villanos, moros, judíos, here-
jes u otros infieles. Así se procuró asegurar la permanencia hereditaria de los privilegios sociales a través de las genera-
ciones.
En este siglo los mantenedores de la confraternidad entre alemanes y anglosajones suelen expresar el valor que ellos dan a sus alegados vínculos raciales diciendo que “la sangre es más pesada que el agua”, o sea que influye más la sangre que los une que el mar que los separa. Hoy día estas bárbaras discriminaciones de las sangres limpias o sucias son revividas con mucho ímpetu por los delirios nacionalistas. Se alude en ese sentido a la sangre mezclada, no siempre como una simple y arcaica metáfora. De nuevo se oye hablar de la sangre como signo positivo de linaje y de raza, revalidando la caduca y vulgar creencia de que la sangre es el humor que contiene, más que otra parte del cuerpo, las esencias hereditarias de la personalidad. Cuando Alfred Rosenberg, el propagandista nazi,
afirma enfáticamente que el elemento decisivo de una nación
No es su lenguaje, ni su medio geográfico, ni su sentido político tradicional,
sino su sangre, profiere un dicho emotivo y reso-
nante pero tan vacuo como el tam-tam de un tambor. Cuando Schraut, un funcionario del Ministerio de Justicia del Reich,
añade que “el sentimiento legal de un pueblo está basado en su
sangre racial”,* no está lejos de la ideología del canibal, que en la sangre ve la esencia de la vida y bebe la del enemigo vencido para adquirir el impulso de su coraje. Pero no creamos que únicamente son los perturbados por el racismo nazl creen en las diferencias raciales de las sangres. Se puquienes »
có que en ciertos depósitos de sangre constituidos en los
* Mark Graubard, ob.-cit., Nueva York, 1938, p. 302. % Citas de Magnus
Hirchfeld,
ob. cit., p. 139.
93
se os Unidos para las transfusiones terapéuticas, Eta las de los negros nen separadas las sangres extraídas a reconoce teni das de los blancos, a pesar de que la ciencia no de las raza, fa razón rencia ninguna entre unas y otras por lores de los donantes. Es que en ello interviene
que,
un Taco
por serlo, perturba la aplicación normal de los criten
os científicos. No hay otra sangre verdadera que la roja, más encendida e s con las arterias y más oscura en las venas por llevaren entonce este cam
También
sigo las escorias de la combustión.
Haldane, sigue siendo más
sangriento, al decir de acumular
datos
que. avanzar
y experimentales
objetivos
iMPortante
teo.
rías prematuras. En resumen: los grupos sanguíneos y Sera, lógicos se refieren solamente al hecho genealógico y no a Por eso indica Schreider
hecho racial”, ha dicho Montandon.*
que debe rechazarse la expresión tipo sero-étnico, que alguien propuso porque es inexacta y susceptible de provocar Una
la muy
equivocación tan torpe como
corriente de confundir
las razas con los grupos nacionales o lingúísticos. Recientemente parece haberse probado que esos mismos cua. tro tipos que se encuentran en la sangre se hallan también en otros humores humanos; por ejemplo, en la saliva y en el jugo
gástrico. Y se anuncia también que en la leche de mujer. Pero nada ha sido añadido por este hallazgo a la valoración racial
de los cuatro tipos consabidos. En este aspecto la ciencia ape.
nas ha hecho más que preguntas, pero sin alcanzar respuestas todavía. También se cree descubrir diferencias significativas en la sangre que corre por las cortezas cerebrales, así en su cantidad como en su calidad, relacionando sus coeficientes con la
actividad mental del sujeto. Los estudios acerca de la sangre
han sido también encaminados
(Hindzie)
al conocimiento de
su circulación por las arterias y venas del cerebro, de su can-
tidad y de su calidad, o sea de su composición química. Se piensa que el mayor
suministro
de sangre
a la maquinaria
cerebral acrece la capacidad de su funcionamiento mental, asi
como también influye la calidad de aquélla, según sea su con-
tenido de cal, de azúcar, etc. Pero no parece que se puedan tener todavía conclusiones definitivas y nuevas que puedan
das con aplicación a las clasificaciones raciales por ser aceptaólogos . los antrop Algunos
fisiólogos
(Von
Marxow,
Berger,
Lindsley)
observado que la minúscula corriente eléctrica que emana
han
todo cuerpo vivo puede también hallarse en el cerebro huma"
no. Estudiando las ondas eléctricas que se dicen emitidas Po!
el cerebro del hombre, * su frecuencia, su amplitud y sus Tit-
e3 Montandon,
G.,
e ¿Son tales
ondas
“L'état
eléctrica
O genéricamente neurales
y fisiológicas?
actuel
de
:
Petnologie
racial”,
a
Propias y específicamente
es, o, aun más ampliamiente,
Scienti3,
C
erebrales,
Corpo!
“mos, se sostiene que cuando con más vi gor trabaja mayor energía eléctrica despide. Ya s e tienen ob ese órgano, servaciones " diferenciales acerca de tales mujer y en
Ondas eléctricas en el niño, en sujetos, llegándose a la conclusión la de
numerosos
que aquéllas característicamente individuadas como por ejemplo, losonsontanmorfoló gicamente los surcos papilares que hoy día sirven de base
a la identificación dactiloscópica en los
servicios administrativos de la policía y del estado civil. Se ha llegado a proponer (L. E. Travis) que se recojan los gráficos
de tales ondas cerebrales para ampliar los medios de las identificaci ones policiológicas.
ignoramos
si ya
se ha
extendido
este proceso de observación a las distinciones de la raciología; pero el
aludido hecho de la individualización de'esas ondas cerebrales, indica ya claramente
que con esos caracteres ocurrirá
como con todos los demás análogos en cuanto a sus innúmeras
variantes. Por el olor que emanan los cuerpos se distinguen las razas,
según
criterios vulgares.
Todo
individuo
posee un olfato con
que apreciar agradable o desagradablemente el olor ajeno, según multitud de factores, reales o imaginativos, como son
las personas, las circunstancias, los recuerdos y las evocaciones provocadas por la impresión olfatoria. Por otra parte, el humano
cuerpo
se perciben
olorosos
efluvios
segrega
cuerpo
que en ocasiones se
hacen muy perceptibles e intolerables. En algunos lugares del
característicos, cuando el desaseo
tufos
propicios a
Por esto, ciertos órganos
las secreciones.
acumula
la suciedad se llaman por antonomasia partes pudendas. No solamente entre los latinos, sino también en otros pueblos muy apartados del Lacio, como los bantú del Congo. ** Las secreciones del sudor al acumularse bajo el brazo despiden un característico vaho de ranciedad, que en la América hispánica llamamos sobaquina y sobaquera. Cada individuo tiene un olor peculiar, a veces imperceptible para los seres humanos, pero bien notable para los perros, que saben seguir el rastro de su amo. Se cree que igualmente lo tiene cada raza, y en los siglos de la esclavitud negra en Cuba se decía que los canes amaestrados de los rancheadores distinguían el rastro de los fugitivos negros cimarrones por su Habana
La
es En
pronunciación
en el lenguaje
mbomba, la voz
bantú,
na,
no
esclavos,
negros
dumbre
palabra
esta
y sexo
bomba,
en
1924.
debían
Fernando
Las
usar
es
bantú,
Véase
en
su
Cuba
en
Ortiz,
esclavas
que,
trato
porque
con
tropo
Y
no
evitar la
obsceno, significa
advertimos
que
que aquí fue hablado por nume-
con
varias
de
origen
acepciones,
afronegrismo,
en La Habana, los
la
significa, a
que
este curioso
Glosario
congas
para
a la papaya
por
femenino.
vocablo
mujeril.
usada
bomba
sexual
el órgano
popularmente
rosos
de
fruta
decimos
niños
vez
podre-
africana de todas
La
éllas
Haba-
advirtiendo que
blancos
a.su cuidado
dieron un los pobladores españoles le en España
papaya, el vocablo pornográfico derivado del que tenía entonces sentido aquel vocablo la voz papo, resolvieron su problema traduciendo mbomba, bantu el con indio, en su maliciosa acepción anatómica, afrohabanero el con satisfechos y así blancos y negros quedaron eufemismo,
95
ndro de Humboldt*
do
negra.
nula
halló
que
en Latino»... .
los olores de las tres razas:
blanca, cobra
l
|
y
Por lo general, salvo en las contigentes sugestiones afrodi.
síacas,
es repulsivo
persona
el olor corporal de una
para ]
extraños, de otras costumbres o de otra raza. Los blancos ys chazan el perfume del negro, que en español se suele denon.
nar olor de grajos o a grajos. “ En español suele ser denomi
nado así por supuesta semejanza con la fetidez que despiden grajos. Como
ciertas aves parecidas al cuervo y denominadas
en Cuba no hay tales aves, que abundan en Castilla, es de pre. sumirse que la comparación grajuna se originó en España, don.
de abundaron los negros antes del descubrimiento de América
y que de allí vendría traída por los conquistadores CON Sus es.
clavos. Según el poeta Palés Matos, en Puerto Rico a tal fetidez se le dice también cebollin. Catinga llaman a ese mal olor atribuido al negro en el Brasil y resto de América Meridiona]« Por indebida aplicación a veces se le suele denominar soba. quina, vocablo ya aludido, de acepción más restringida en cuan.
to al sitio corporal de su procedencia, pero más amplia por aplicarse a todas las personas sin alusión a su racialidad De antiguo se ha señalado como
típico de los negros cierto
efluvio odorífico y nauseabundo. En 1846, un estudio especial
indicó que el negro ticne en sus axilas grandes glándulas odorí. feras, lo cual explica que en esa parte del cuerpo su sudor sea más fragante. Según el doctor Horner, también se hallan esas glándulas en las personas de otro color, si bien en los blancos
la disección encontró que tales órganos son de tamaño mucho menor.* Pero esto no significa que haya un olor típico de todos los negros por razón de su raza. Ya por 1837, uno de los primeros estudiosos
en
América
de
la
anatomía
Guenebault, señalaba un “olor peculiar y muy
del
negro,
J.H.
desagradable”
como característico; pero afirmaba que ciertos pueblos negros
de África no lo tenían. “Los cafres no huelen de tal manera.
Muy fuerte es el olor de los yolofes y fulas; pero no tan desagradable en los habitantes del Senegal y en los negros de Sofo-
a cuando están sudorosos. Los yolofes y fulas hieden tanto que
los lugares por donde ellos pasan quedan impregnados de su he-
dor por más de un cuarto de hora”."* Añadía este autor: “Las ña, E 1 es ** Alejandro de Humboldt 07 Tbidem,
istingr distinguen
perulero
indios
“Los
, por su delicado
de
político
Ensayo
oldt,
libro 2, cap. 7.
.
s que en la oscuridad olfato las
diferentes
de la noc
razas,
he
han for-
es voces para el olor del europeo, del indígena americara
y de
ñ prime ro pezuña, al jos llaman gra quechua) y al: tercero
% Por la derivación demia Española:
según
cano,
de
un
vocablo
Saraiva y psegún
:
Pacheco
eo: indio,
Renato
Junior.
al segundo po sc
. guaraní,
Mendoza,
Corren
4n según
o de
también
de
la
la
uno
catinga.
Acapa
A
allí 105
cantigoso y catingudo, como derivados orner, “On the Odoriferous Glands of the Negro”, AM" Journal
e WEA an y
o e]
España
Nueva
of Medica
Science,
« H, Guenebault, ob. cit,, p, 49,
1846,
p. 13.
úijeres no eran tan ríficas.”El : explorador Stan) ms ue cada tribu de odo negros africanos se distingue da por la peculiaridad
-
de su olor, El padre Trille lo h a confirmad o
modernamente.”? No se trata, pues, de un olor racial.
Además, en España se ha solido aplicar el calificatiy
os a ciertos sujetos hediondos y blancos, a blancos dea
sea dicho sin juego de vocablos. En el entremés La cárcel de Se.
villa, que algunos han tenido por obra cervantina, un condena-
do a muerte al verse en su trágica hora rodeado de clérigos y
cofrades, negros de sotana
y capirote,
negros
en apariencia
como cuervos, dice así: “Venme aquí cercado de grajos galle-
gos”. Lo cual un glosador comenta como sigue: “El llamar grajos a tales gentes se explica por su condición de acudir al olor de la muerte; pero el llamar a los grajos gallegos no tiene otra explicación que la de estar tachados los de Galicia de despedir
cierto tufillo grajuno.”? El mismo Cervantes, en su comedia La entretenida, atribuye a tales españoles del noroeste un vaho peculiar cuando hace decir a un personaje que conoce a otro “porque olisca a lacayo y a gallego”. No parece, pues, que el
olor grajiento sea típico del negro. En verdad se les ha atribuido cierto hedor a los blancos como a todas las demás razas, sobre todo cuando se quiere marcarlas con algún vilipendio singular y hereditario. Hace tiempo se
achacó a los judíos una cierta fetidez peculiar. Antiguos poetas
e historiadores de Portugal los llamaban por antonomasia fedorentos o sea hediondos. El foetor judaicus fue una expresión común en la Edad Media “juzgándose que en muchos casos ese mal olor era la única señal para distinguirlos”.** Se dijo también, y ello prueba lo mitológico de esta creencia, que el pestífero estigma de los judíos desaparecía con las aguas del bautismo y les tornaba si ellos recaían en sus pecaminosos ritos hebraicos.”* Así el supuesto hedor corporal era consecuencia de su religión, no de su raza; era como
peste infernal de herejía,
que del alma trascendía a sus cuerpos. Es curiosa la repetida anécdota traída por Leroy Beaulieu, que atribuye a un peregrino en Roma
la sorpresa de percibir el olor del judío al besar
la sandalia de Pío IX, quien, según vox populi, tenía sangre judaica en su familia, los Mastai. No ha de ser inútil citar al doctor Edgar Berillon,** quien ha
creído aportar a las discriminaciones raciales una nueva teoria 11 J. H. Guenebault,
12 R, E Trille, p. 36.
ob.
cit., p. 48.
Les pygmées
:3 M. Herrero-García,
Ideas
de la forét équatoriale, París, 1933,
de los españoles del siglo XVI,
p. 201.
14 J. Mendes, Os Judeus em Portugal, Coimbra, 1895, p. 400. Este autor trata el asunto con algún detalle y varias citas. Vea también A. Leroy Bealieu, “Les juifs et l'antisémitisme,” Revue des
Deux
78 J.
Mondes,
Mendes,
ob,
15 de julio de 1891. cit.,
citando
a
Vicente
da
Costa
Mattos,
Breve
discurso contra la herética perfidia do judaismo, Lisboa, 1668.
é de Médecine de Paris, : Pagar Berillon, Bulletin de la Sociét
97
tocante al olor. Según de bromidrosis o
él, la llamada raza germánica (7)
fetidez de su olor corporal y también Alec
lichesia o defecación excesiva. Según
aquél,
durante la
de 1914 esos olores bastaban para descubrir a los espías ale
nes que en Francia se hacían pasar por fronterizos alsaciane _
Este doctor francés señaló también que los intestinos ¿e o* alemán eran nada menos que nueve pies más largos que los d las otras razas, y aun se ex
layó en otros caracteres tan sin
lares, demostrativos tan solo de
e
las aberraciones a que suela,
ser conducidos por una seudociencia los hombres infatuados en
un orgullo colectivo y en trance de hostilidad contra otro grupo humano. A su vez los negros africanos
repugnan
el olor del blan Co
que califican de rancioso, y hasta lo comparan a
la tetidez caga!
vérica.'? Lo mismo ocurre en Cuba. Cuenta el padre Trille que al llegar de noche y silenciosamente a una aldea negra tota].
mente dormida, nadie se despertaba al entrar las cuadrillas de negros que lo acompañaban; pero apenas él, blanco, ponía los ies en la aldea, todos los perros comenzaban a ladrar y los
habitantes saltaban en pie.** Lo cual era atribuido a su olor es.
pecial. Los indios dakotas piensan que los blancos huelen como cierto mono llamado cuatí, o como el mapache. ??
Por estas tierras hispanoamericanas, el hedor atribuible a la raza blanca se le califica de berrenchin, o sea el vaho que
arroja el jabalí furioso, según el diccionario académico, y en Cuba tufo que despide el cabro encelado. Según Humboldt, hace más de un siglo que en México se le decía al olor de los
españoles, pezuña, aludiendo a la hediondez usual de ciertos animales en la hendidura de sus patas. Esta denominación parece análoga a la que fue muy usada en Cuba contra los españoles, adjetivándolos despectivamente como sicotudos, aludiendo a la frecuente cochambre de los antiguos emigrados españoles, para los cuales el baño no fue costumbre. Este calificativo, corriente desde antiguo en Cuba,* no era propiamente de sentido racial, pero era extendido a todos los peninsulares,
limpios o no, cuando las pasiones azuzaban los dicterios y preJuicios discriminatorios. Asimismo los chinos, los japoneses y los indostánicos han
manifestado su repugnancia por cierto olor que dicen peculiar
del blanco, calificándolo con frecuencia de insóportable.
Adachi, * un japonés que pasó mucho tiempo en Europa, escri-
be que cuando llegó a los países de Occidente encontró un olor 98
'? Roder Saint, Dans notre empire noir, p. 274: “Los negros, como los amarillos, nos atribuyen un insoportable hedor de muerto”. Vea también Mojoa Agredi, “The West African Problem”, en
Papers on Inter-Racial Problems, Londres, 1911, p. 344.
18 Trille, R.
P., ob. cit., p. 36.
1 H. J. Seligmann, Race against man,
Nueva York,
e Ya fue registrado en 1825 por un viajero iaj L lle de Cuba et la Havane, 1825, p. 169. ban
a los cubanos
diciéndoles
mulatos.
1939, p. 56.
E francés, F. M. Masst, Ma Los españoles contes"
* Adachi, “Der Geruch der Europaer”, Globus, 1903, p. 83.
fuerte y rancio, más o menos dulce o amar ; o. Aun cuando lo halló desagradable al principio lies se acostumbró a él y más tarde lo encontró sexualmente ed mulador.
Esto no obstante, pese a su olfativa sutiliza
dice que los japoneses por lo general, están exentos de Adachi olor
ue si es hallado en las axilas de un japonés, éste es descalificado para el servicio militar. Aquí en Cuba, donde la colonia : a es numeros a, no es raroc que se hable e de decj¡cierto ol amarill a,
o nauseabundo como de peste a chino, Como a los negros y a los blancos, también por América a los indígenas de raza cobriza se les ha reconocido un tufillo característico, que en México
Jaeger
ha sostenido que
decían posco, según Humboldt.
todos
los seres humanos
emanan
olores según sean los individuos, las razas, las edades, los sexog hasta los estados emocionales y mentales. * Pero nada se ha robado realmente en cuanto a la positiva racialidad de tales
edores humanos. Algunos autores blancos * dan por evidente la existencia de
un olor específico de los negros. Pero los antropólogos se inclinan a creer que tales olores no son propiamente raciales; pues,
ueden ser derivados de circunstancias de alimentación, am-
biente,
aseo y hábitos de vida, aparte de idiosincrasias indivi-
duales. ** William Archer afirma que la creencia en el body odour es principalmente una superstición. Ashley Montagu informa que en sus experiencias de laboratorio con negros de África y de los Estados Unidos nunca ha podido observar diferencia alguna, ni particular ni general, entre negros y blancos.
Gunnar Myrdal, en su recientísima y erudita obra dice que no
ha podido establecer diferencia alguna en cuanto al olor corpo-
ral entre negros y blancos americanos de igual estado social y económico. J. W. Johnson ha poco, tratando del mal olor de los negros, aceptaba que no escasean los negros con olores repulsivos, pero añadía que lo mismo ocurre entre los blancos; y señalaba, para apoyar su dicho, la enorme propaganda que se
hace en los Estados Unidos para combatir con jabones y deso-
dorantes el mal olor corporal, significado por las letras “B. O.”, en cuyos anuncios se hacen aparecer como apestosas no figuras de negros, sino de hermosas mujeres blancas. El mal olor circunstancial de ciertos grupos humanos, marcados socialmen-
te como inferiores, se toma como signo estigmático de mala raza, y el racismo exagera la hiperestesia olfatoria reparando en tales fetideces ajenas y no en las propias. 82 Havelock
Ellis,
“Smell”,
Studies
in the
* Donald R. Young, American Minority B. Reuter, The American Race problem,
The
Bases
y agemy * William
of Race
of Political
Archer,
Prejudices”,
and
Through
Social
The
Psychology
1936.
Peoples, 1932, p. 406. E. 1927, p. 61. Obert E. Park,
Annals
Science,
Afro-America,
ontagu, ob. cit, p. 58. Gunnar
of Sex,
of the American
noviembre
1910,
p.
144
de
1928,
Ashley
Myrdal, ob. cit., vol, II J. W.
Johnson, Along this way, Nueva York, 1933, p. 387. O. Klineberg, ob. cit., p. 130.
eberg refiere una inédita experiencia de La coleccionó Sn varias probetas buen acopio de sudores Et, pondientes a sujetos blancos y negros después de fuerte, : cicios en el gimnasio. Los tubos fueron sometidos ndo ejer mente a un grupo de sujetos blancos para que los Dacia, según la intensidad del desagrado olfativo que les Pron iei
El experimento no demostró
diferencia alguna esencial
sn
vada de la raza. El tipo de olor más agradable y el má, CenEs.
gradable fueron ambos sudores de blancos.
dice que esos olores raciales proceden de las y cutáneas, 59 del sudor; las cuales despiden sustancias misa olo.
bacteriar, rosas cuando se descomponen por acción de las de tales y, o A. bría, pues, que estudiar la composición química ciones y de la flora de bacterias que por putrefacción Ocasion lag y an los olores repelentes que se tienen por específicos de y de los individuos sudorosos y Sucios, qué es lo que ha 8
ellos de natural por razón de su raza y qué es lo allegadi», como consecuencia de las sustancias que por su dieta, por sy
constante proximidad y por su habitual desaseo los impregna con sus efluvios. Pero, de todos modos, aun dadas las peculia.
ridades de las fragancias humanas, no se les ha atribuido que sepamos ninguna derivación psicológica. De todo lo cual pue. de inferirse que lá apreciación estética de los olores humano;
cuando no es ilusoria y prejuiciosa, es muy cambiadiza e impo. sible de someter a una seriación de categorías. Más aún si se las quiere considerar como raciales.
En conclusión, Gunnar Myrdal opina que la creencia en un
peculiar olor hircino de los negros se sostiene como un medio
discriminatorio para separar a los blancos de los negros en viviendas, restaurantes, teatros y otros lugares públicos, aun
cuando tal creencia no impide la frecuencia de los contactos domésticos más íntimos, como el servicio de la cama, de h comida, del automóvil y el manejo de niños y de enfermos.
La endocrinología, o estudio de las secreciones internas, ofrece un campo muy tentador para los raciólogos. Se sabe que las secreciones de ciertas glándulas contribuyen a determina!
la estatura, la longitud y contorno de los huesos, la fortaleza de los músculos, las medidas
del cuello y de la mandíbula, la
forma de la nariz, la forma de la frente,
el crecimiento d
pelo, etc.; caracteres somáticos todos ellos muy
los raciólogos. Se han encontrado
dencias
entre
los caracteres
también
fisiológicos,
atendidos po!
ciertas correspo””
los
afectivos Y los
mentales, y se cree que en cierto grado la personalidad hum? 100
na está influida por los factores endocrinos. Recordemos que se denominan glándula secreción interna algunos órganos cerradoss endocrinas o se o sin orificios a salida, que vierten directamente .en la sang ciertas sustancias, aún no bien conocidas, cuyo re que los e s del toscuerpo”. son py: siderables en la , economía orgáni ional efec gánica y funcional de mano. Tales glándul as endocrinas ¡ iroides, las enitaló Pa? roides, la hipótis; son la tiroides, O pituitaria, las suprarrenales, las £
(la glándula intersticial del testículo del hombre y el cuerpo
amarillo del ovario femenino)
y el timo.
mixta
y pueden
parcialmente
mente
a
Además,
pues en
otras glándulas más conocidas tienen una función ser
tenidas
como
endocrinas,
parte segregan ciertas sustancias que pasan directa-
la sangre,
además
de
sus
otras
secreciones
que
van
a su exterior; así son el hígado, el páncreas y las células de la mucosa intestinal. Y se supone que aun otros órganos tienen algunas funciones secretorias similares. Cualquier alteración de esas glándulas, su atrofia y su hipertrofia, puede ocasionar cambios notabilísimos en las funciones del organismo corporal y en su estructura
y morfología, y en ciertos casos en las
funciones emotivas y mentales. Actualmente hay hombres de
ciencia que secreciones
esperan llegar a una diferenciación racial por las de las glándulas internas. Sir Arthur Keith ha
hecho detenidas investigaciones en este campo. * La
glándula tiroides, situada en la base del cuello, gobierna
la actividad metabólica o sea las transformaciones de energía en el organismo humano. Su excesiva actividad conduce al agotamiento y a la extrema irritabilidad. Su insuficiencia produce
el cretinismo,
el enanismo
y otros
formas
de detención
de desarrollo, incluso en lo mental, cuando el hipotiroidismo es en la infancia, y efectos análogos si en la edad adulta. Cierta anomalía de la glándula tiroides transforma la fisonomía. Cier-
ta enfermedad o cretinismo de los niños se llama mongolismo, precisamente porque da a sus víctimas caracteres faciales pare-
cidos a los mongoloides, y se opina que sea motivada por trastornos del sistema endocrino, Análogamente ocurre con la acondroplasia. Por todo lo cual Keith infiere que el tipo racial mongoloide ha sido producido por un determinado proceso biológico en el cual ha predominado en cierto modo el mecanismo endocrino, y piensa que este tipo racial sea de tiroides deficiente en relación al europeo. Parece que una deficiencia en la tiroides provoca una mayor pigmentación en la piel, una menor pilosidad en el cuerpo, una cara más plana, una frente de más bulto, etc. En cuanto a los negros pigmeos del Africa, Stockard* intenta explicar su poca talla por deficiencias tiroideas considerando a dichos pigmeos como una especie de negros no bien desarrollados, con mentalidad aniñada y victima de un lento y tenue cretinismo. Pero, salvo la brevedad de la talla, la com-
paración entre el cretino por insuficiencia de la tiroides y el pigmeo africano carece de toda base. Ni morfológica ni mentalmente el pigmeo muestra señal alguna de inferioridad en
relación a los demás habitantes de África. ** 85 Sir
Arthur
Keith,
p. 58, y
“The
1928,
310.
Anthropological p.
Ethnos
Evolution
Institute
of
or
Problems
Human
of Great
of
Races”,
Britain
Race,
Journal
and
Londres, of
Ireland,
ss G, R, Stockard, “Human Types and growth reaction”, Journal of Anatomy, 1923, no. 3, p. 261 y ss.
s7 E. A, Hooton, Up from
the Ape, Nueva York,
1931.
the
1931,
Royal
vol,
533,
American
101
e;
lándula hipófisis o pituitaria, colocada en
sión ésca
denominada silla turca, en la base del core
Pra,
como principal función la de regular el desarrollo de 1. LC Produc,
sos. Una sobreactividad de la pituitaria puede
ce
gantismo y su defecto el enanismo. Los desórdenes de la el di o taria producen la acromegalia, por la cual en uno o
el tipo físico del enfermo se cambia extraordinariameya
cuanto al pelo, la piel, la mandíbula, la nariz, la Írente . Y rax, las extremidades, etc., precisamente en aquellos cara a donde se busca la raza. También la pituitaria controla fu Era nes rítmicas del organismo y su actividad excesiva es cau cio ade apatía, pereza, egoismo, etc. Para Keith, la pituitaria es uno de los aparatos fisiológ;
determinantes de las razas. Según ese autor, el blanco europ debe a un predominio pituitario su mayor desarrollo 600 sus mayores arcos superciliares, su barba prominente, sy talla
elevada, etc. Keith y Miller** han pensado que la distrofia adiposo-genital,
o síndrome
sobreactividad pituitaria
producido
de Frohlich,
y consistente
en una
Por un
atrofia del sis.
tema sexual, acompañada de una gran acumulación
de gr
en las nalgas, es la causa de la esteatopigia característica de lay
mujeres hotentotes. Pero en éstas no se ha notado anomalía sexual alguna.
Ha
el relativo
sido estudiado
tamaño de ha
silla turca en muchachos varones y hembras, blancos y de color, hallándose que el orden respectivo, de mayor a menor, es el siguiente: negros, blancos, blancas y negras. *” Pero no
ha podido determinarse ninguna positiva diferencia racial de ducida de la pituitaria. Las
glándulas
suprarrenales
o adrenales
gobiernan
la dis-
tribución del pelo en el cuerpo humano e influyen en la pig mentación de la piel y en la precocidad
del desarrollo fisio
lógico. Como el pelo y la pigmentación son utilizados par
la elemental clasificación de las razas, se ha pensado que las glándulas suprarrenales tendrían una marcadísima importan* cla en ese campo. Keith ha opinado que el negro es relativa: mente deficiente en secreción de adrenalina.
El timo, glándula
cercana
al corazón,
parece
regular los
cambios de la pubertad, hasta cuya edad se conse rva co Para reducirse y atrofiarse luego. Keith atribuye a ciertoa
parativo predominio del timo la apariencia facial algo inten
102
e los mongoloides y cierto influjo en la rapidez del desarro , Shellshear ha comprobado el mayor desarrollo del timo entr los chinos con relación a los blancos. Las glándulas genitales por una de sus ciones la qu es interna, contribuyen a la formación de lossecre caracteres sexul
les
secundarios. Se ha comparado
el tipo eunucoide,
largo 1
elgado, con el de ciertas tribus nilóticas de figura SIM ”
* G. S. Miller, “Steatopygy
and
Acromegaly”,
of Physical Anthropology, 1930, p. 79,
EY
American
* Por Royster y Moriarty, cita de Klineberg, ob. cit.
Jourasl
vi de alguna escas se ha pensado que ésta proviene testíc idad activ a ulos. de las células intersticiales de los
Las teorías endocrinológicas aplicadas a la raciología son extraordinariamente sugestivas. De acuerdo con la hipótesis
de sir Arthur Keith, según la cual cada raza tiene un sistema
glandular que le es característico, algunos han pensado que, comparados con los blancos, los mongoloides y los negroides
deben denominarse:
razas eunucoides. Pero tales teorías están
desacreditadas porque no hay evidencia anatómica alguna de
tales diferencias
glandulares, ni tampoco
la hay tocante a la
psicología endocrina en relación con las razas. No hay tal eunucoidismo racial. En todas las razas hay individuos fecundos e infecundos, altos y bajos, etc.
Además, según indica Klineberg, es sobradamente aventurado inferir de ciertos datos de la patología aplicaciones de fisiología hormal. “El hecho de que entre los blancos una enfermedad de las glándulas suprarrenales se acompaña con el .
uumento
de la pigmentación
oscura, no prueba
que entre los
negros sanos y normales su pigmentación epidérmica dependa de la misma causa. Si así fuera, habría que esperar que en los negros se hallaran simultáneamente los demás síntomas de la enfermedad de Addison, pero no es así.” De manera análoga puede argumentarse tocante a las demás indicaciones endrocrinológicas. Falta la evidencia de que tales
glándulas son de importancia en las diferencias raciales. Esto sin contar con que el medio ambiente puede significar más en el funcionamiento endocrino, por ejemplo por la abundancia de yodo, que la herencia orgánica. Y sin contar,
además,
con
que es caprichoso considerar la influencia de cada glándula endocrina aisladamente y no el resultado funcional de todas ellas en conjunto,
pues justamente es como
ellas intervienen
en el cuerpo humano para codeterminar la apariencia de cada individuo. Por otro lado, como advierte Boas, aun aceptando en el grado primordial que propone Keith el influjo de las secreciones internas para la formación de las razas, ello no nos daría la clave del origen de las razas, pues entonces habría
que investigar las causas de la diversidad de efectos de las glándulas. “La función de las endocrinas en la evolución hu-
mana y en la aparición de los grupos y las razas no está sino
en el campo de las conjeturas”. * Alejandro Lipschutz, después de recordar que él fue uno de los primeros en afirmar que las diferencias raciales humanas podían
ser determinadas
por
diferencias
en las funciones
de
las glándulas endocrinas, particularmente en cuanto a la longitud de ciertos huesos y la distribución del pelo por el cuerpo, dice prudentemente que “si la influencia de las glándulas endocrinas sobre el desarrollo de los caracteres raciales es una verdad manifiesta, no:se debe tampoco exagerar sus alcances como se ha hecho en seguida por múltiples autores quienes, % Wilton The
Marion
Scientific
Krogman,
Monthly,
“What
agosto
We
de
Do not Know
1943,
p.
102.
About
Race”,
103
eñaron en clasis careciendo de base experimental, se empulas endocrina. fica, las distintas razas segun supuestas fórm eso AS que serían características de cada una de aquéllas. Todo maturo, y desde un punto de vista la buena administrac; nPre, encamina la hacienda científica, harto peligrosa, porque
tro
pensamientos hacia las sublimes regiones de las fantas Ues. Sia cas”. ”
seudo científi
Modernamente se ha estudiado mucho la clasificación de]e unos antro seres humanos según sus constituciones. Para anatómicos y $ gos, la constitución comprende los caracteres
o otros aquélla siológicos o funcionales del individuo; para se usa el yop E ba también sus rasgos psíquicos; y a veces constitución para designar categorías de orden Predominan psicológico, o psicopático. Por
otra
parte, a veces
es difici
distinguir el tipo morfológico, o sea el constituido por el con
junto de las particularidades que caracterizan el aspecto exte. rior del cuerpo, del tipo constitucional, el cual, partiendo de una constitución física equiparable al complejo morfológico comprende caracteres funcionales que influyen a veces en la individualidad psíquica del individuo. Alguien ha querido
sostener que la raza se basa en el esqueleto y la constitución
en las partes blandas del cuerpo humano; pero no es así, porque las llamadas constituciones tienen mucha cuenta de la
armazón ósea del individuo. Son numerosas
las clasificaciones
de las constituciones,
asi
las de tipología somática como las de tipología somático-psí. quica. No hay por qué referirse con detalle a todas ellas. Baste
decir, en cuanto a las constituciones de tipo somático, que asi las estructuras llamadas verticales como las horizontales y las
intermedias, definidas según la línea predominante del desa-
rrollo corporal,
se hallan
en
todas
las
razas
basadas
en el
color. Y así ocurre con los tipos makroskeles, mesatiskeles y
braquiskeles, definidos según la relación centesimal de la lon-
gitud de los miembros
inferiores del cuerpo y la del busto;
lo mismo pasa con los tipos asténicos y artríticos, con los carnivoros y herbívoros, con los musculares, respiratorios, digesti-
vos y cerebrales, y con -otros varios
tipos
propuestos.
Su sig"
nificado es cada vez más importante para comprender el funcionamiento integral de ese complejisimo organismo que€5 el ser humano; pero no se les ha podido reconocer una positiva
indicación racial. Acaso la más extendida clasificación constitucional sea la de Krestchmer, la cual intenta relacionar ciertas estructuras Co!
104
porales con determinados modos de comportamiento humano. Sin entrar en excesivos tecnicismos,
digamos
solamente
sus
caracteres elementales, El leptosoma se tipifica por el predo
O de las líneas verticales, más longitud que anchura, .
Pp
ez, las facciones y las manos secas y huesudas, la
guda, el cuello largo, las espaldas estrechas, €l P2
9 A. Lipschutz, El indoamericanism
Américas, 2* ed., Chile, 1944, p. 2687
o
el problema racial en 1%
aplastado y la cabellera y las cejas abundantes, amén de otros trazos menos
visibles. El atlético es de talla mediana o superior, de fuerte y macizo esqueleto y de poderosa y muy relevante musculatura. En las facciones de su cara ovalada se destacan la mandíbula grosera y los pómulos y las arcadas ciliares
prominentes. Es de cuello mediano, sobre unas espaldas amlias y un tórax muy capaz, aunque plano, de pilosidad seme-
jante al leptosoma y con frecuencia barbudo. El pícnico es un
tipo “espeso”, como indica la raíz griega de su nombre. En él
predominan las líneas horizontales, la anchura sobre la longi-
tud. Es de talla media o pequeña, de tórax y abdomen grandes en anchura y profundidad, con adiposidad acumulable en la cara y el tronco, si bien la gordura no es el signo fundamental
de su tipo. Su rostro es pentagonal o en forma de escudo, maxilar ancho, nariz cóncava o recta, ancha y de raíz débil, cuello corto, tórax ancho en su base, extremidades y manos cortas y carnosas, cabello huido de la frente, cejas
escasas y
barba invasora de las mejillas y el cuello. Naturalmente, como en toda clasificación somática, además
de esos tres tipos que
pudieran
decirse puros
y prototípicos,
hay otras constituciones atípicas o sea derivadas de aquellos
prototipos; constituciones mixtas, las cuales comprenden en su cuerpo caracteres marcadísimos de varios tipos a la vez y
constituciones
displásticas, que presentan
gruesas
anomalías,
generalmente morbosas. Esta clasificación de Kretschmer; ba-
sada
en
caracteres
somáticos,
va
unida
a una
correlativa
cla-
sificación de caracteres psíquicos que importa no olvidar; pero
ya trataremos de éstos más adelante. - La clasificación de Kretschmer ha merecido la crítica de ser basada en caracteres simplemente visivos y vulgarmente descriptivos más que en datos antropométricos. Por la simple enumeración
de los rasgos
principales
de cada
tipo, se advierte
cuán notorios soi aquéllos y cuán fáciles parecen las distinciones. Sin duda, dado el estado actual de la técnica antropométrica, hay que aceptar la conveniencia de las descripciones hechas sólo a ojo; pero es también cierto que aunque este ojo observador sea el típico del buen cubero, que dice la locución española, las clasificaciones carecerán de exactitud, especialmente en cuanto
tre otras
a las curvaturas
impugnaciones,
corporales. También,
se ha negado
atlético, tachándolo de mixto.
la realidad
en-
del tipo
Una clasificación de tipos constitucionales basados en índi-
ces antropométricos ha sido hecha por Viola. Hasta ahora parece no haber
sido superada.
constitución individual
Este antropólogo
estima
es “como una combinación
que la
o correla-
ción especial de las variaciones físicas que afectan los caracteres comunes a todos los individuos de un grupo dado en su estado normal. La ciencia de las constituciones no es, dice Vio-
la, sino “la antropometría de las variaciones cuantitativas de los caracteres”. Se tiene en cuenta así los caracteres externos como los internos y funcionales, y los datos resultantes se interpretan según la estadística, señalando sus diferencias en re-
105
perten lación al tipo promedial del grupo a que el ing; viduo. El normotipo o tipo promedial exactomitees Ea £N gef;, realidad, pero su formulación estadística per
—“' dy
estos. tipos, según sus desviaciones, en sentidos opu
me;
tos tipos son dos: el braquitipo y el longitipo,
tinguidos
or
las expresiones:
braquitipo
megalospigio dig.
longitipo microsplácnico. El braquitipo megalosplácn; co so y
racteriza principalmente por su estructura horizonta] po ca.
fuerte masa visceral, por la preponderancia
relativa del o %
men del tronco sobre la longitud de los miembros
tre
sobre su propia altura, por la de los diámetros antero Steriz e res del tronco en relación a los transversales y por la da
men del abdomen sobre el del tórax. Además, Secundariamer. te, el braquitipo tiene el cráneo grande, la cara redonda mllena, el cuello corto, la piel grasienta, el pelambre escaso co tendencia a la calvicie precoz y los órganos
genitales por lo
común menos desarrollados. El longitipo microsplácnico se a
racteriza sobre todo por su estructura vertical y su débil mas
visceral, así como por las predominancias contrarias a las dis. tintivas del braquitipo. Este tipo es, por añadidura, de cráneo más
bien
pequeño,
de
cara
enjuta
y
ovalada,
piel seca, pelo abundante y órganos sexuales
dos. A ambos tipos se les atribuyen
cuello
largo
bien desarrolla:
otros caracteres
de orden
funcional, así como otros de índole psicológica, a los cuales nos referiremos en otro lugar. Biológicamente, según Viola,
sus dos tipos responden a las dos fases universalmente propor.
cionales del desarrollo ontogénico. El braquitipo refleja la evo
lución ponderal del organismo, o sea el aumento de su masa, el sistema anabólico o asimilativo
de
la vida
vegetativa. El
longitipo, que es antagónico, manifiesta la evolución morfológica o diferencial, el sistema catabólico o consuntivo de la vida animal o de relación.
Otra notable clasificación tipológica, basada en la constitución y con una mayor complejidad sistemática, es la de Pende. Este autor parte de la clasificación meramente antropométri-
ca o somática formulada por Viola. Éste distinguió dos consti-
tuciones opuestas, como desviaciones caracteristicas en rela" ción a un tipo medio o normotipo, el braquitipo y el longitipo.
Pende aumenta el número de los índices tenidos en cuenta po! Viola en cuanto a las proporciones lineales, a las genitales, 8
las cardíacas, a las pondero-estaturales,
a las metabólicas, 8
las endocrilógicas, etc. y con todo este arsenal métrico formi cuatro biotipos, sin contradecir
la clasificación
de
Viola;*
sean dos tipos fundamentales: brevilíneo y longilineo, subdiv-
106
dido cada uno de éstos en esténico y asténico. Sería ocioso el” trar aquí en más especificaciones. La clasificación constit
cionalógica de Pende de las llamadas somatopsíquicas Po varia índole de los escaracteres que toma en cuenta. Volvé
remos sobre ella tocante a sus aspectos psicológicos.
—
Apenas surgieron las clasificaciones constitucionalógicas *
las quiso relacionar con las raciológicas. Pero los estudios ne
rosos disiparon la pretendida sinonimia que ciertos raciS
erían establecer entre constitución y raza. Aun : re en la valoración raciológica de sos Lor
.
a
nales, hay que convenir en que “es un error primordial, como
indica Franz Boas, el de suponer que porque los caracteres corporales son estables, las funciones corporales han de serlo
también. Cuando se llega a la madurez, el cuerpo
permanece
esencialmente el mismo durante años; pero no sus funciones.” Éstas varían extraordinariamente, dependiendo del ejercicio, de la atención, del reposo, del cansancio, de la nutrición, etc. : Algunos antropólogos como Stern-Piper y Phúhl han que-
rido identificar las constituciones asténicas, * atlética y pic-
nica, respectivamente, con las razas nórdica, dinárica y alpina, las tres ramas de la
que puede decirse raza blanca, pero el in-
tento ha sido contradicho. Todos los tipos constitucionales de Kretschmer se encuentran en todas las razas donde aquéllos han sido investigados. También se opina que la tipología kretschmeriana
está preferentemente
basada
en la experien-
cia de los tipos occidentales y se ha impugnado la convenien-
cia de su aplicabilidad a otros tipos raciales, por ejemplo, a los
de China. ” En cuanto a
la clasificación que Viola hace de los tipos cons-
titucionales, cualesquiera
que sean sus méritos, ésta no tiene
ningún sentido racial, como su mismo autor advierte. Breviti-
pos y longitipos se encuentran en todas las razas. Y análogamente se puede decir de la clasificación de Pende.
Para Viola sus tipos constitucionales no se refieren a la raza sino al grupo regional de la población objeto del investigador. Henckel, von Rohden, Weidenreich, Pende y otros* han estudiado especialmente las posibles correlaciones entre los tipos de constitución y los tipos de raza. Con ellos hay que convenir en que no puede admitirse una calificación racial de las constituciones; entre otros motivos, por la ignorancia en
que estamos todavia de la transmisibilidad hereditaria de la mayor. parte de los caracteres definidores de la estructura
corporal. Los mismos fisiólogos no están concordes en el valor genético de la constitución. Aun en cuanto a sus índices definidores, la “constitución se establece sobre todo por los sistemas neuromuscular y adiposo, mientras que la raza se deduce de los sistemas óseo y cutáneo”. Weidenreich, después de relacionar varios caracteres cra-
neales con lá leptosomía y otros con la eurisomía, ha llegado
a la conclusión de que se encuentran unos y otros tipos craneoscópicos y constitucionales así entre nórdicos como alpinos. Así hay rubios y morenos entre los unos como entre los
9? Este
fue
preferido
el término el
usado
leptosoma,
primero
considerando
por
riedad de éste. Schreider, ob. cit. 9 P. H, Stevenson, S. M. Sung, T. Pai constitutional
differentiation
and
al
Kretschmer; astémico
€: R.
S.
Lyman:
Kretschmerian
Human Physiology, 1937, pp. 41 - 482. o. Scbreider, ob. cit., “Les Types Somatopsychiques”, DP.
«0.
después
como
una
ha
va-
“Chinese
typology”,
París,
1937,
107
otros. Y también dolicocéfalos y braquicéfalos, En Tes cada raza de Europa cuenta con leptosomas y CUrisomas
proporciones inapreciables. Weidenreich señala también
*
nales es aún más difícil que en todo otro grupo étnico
y
>
entre los amerindios la determinación de los tipos cons itu Mo parece que el tipo leptosoma no es frecuente entre los ne,,
des y menos aún entre los pigmoides; sin embargo, no
A
e sostenerse que el eurisoma sea característico de la raza pe ede No
puede
establecerse,
identidad
pues, una
tipo de raza y Un tipo constitucional, Cuando decirse
que
ciertos
tipos
de
constitución
son
entre
un
un
poco
más,
E
Pudier, ma
"abundantes en una raza que en otra; pero nada mas,» y 0 de factores
puede afirmarse que ello dependa
Meéramente ee
néticos y no de los ecológicos y ambientales. Constitución y raza son cosas distintas. “Aun tratándose de unos mismos elementos —dice Montandon—, son vistos con luces distintas. En cierto sentido pudiera
ción entre ambas
decirse que la distin.
nociones no es objetiva,
sino subjetiva. La
constitución mira al hombre, la raza, al grupo humano. Se posee una constitución en relación al tipo promedio humano:
pero no hay una raza media...” No hay una constitución de
raza, concluye Montandon. De otra parte,
“no
existen
razones
decisivas
para
sostener
que tal o cual carácter es constitucional más bien que racial. Confesemos que en el estado actual de nuestros conocimientos
la cuestión parece algo escolástica”. ** Puede, pues, decirse en resumen que tocante a toda tipología constitucionalógica no
ha podido llegarse a una correlación de los tipos de razas con
los tipos de constituciones.
Relacionada con estas tesis de las constituciones está la dife-
rente susceptibilidad a las enfermedades. Tanto más si adver-
timos que en .el lenguaje corriente se suele emplear también
el vocablo constitución, diciéndose de tal o cual individuo. por
ejemplo, que es de constitución enfermiza y hasta de constitu
ción tuberculosa, etc. Dentro de la clasificación de Kretschmer se ha dicho que los leptosomas son más susceptibles a las en
fermedades infecciosas y agudas, a la tuberculosis, a la úlcera intestinal, y que los eurisomas más son propensos a las dolen-
cias crónicas y a las de la nutrición, como la diabetis, al rev" matismo y a la arteriosclerosis. También se ha querido llevar las propensiones y las inmu-
nidades a las enfermedades al campo de la raciología. Se ha
108
observado que ciertas dolencias afligen a unas razas con pré-
fere- ncia a: otras, y de ahí se ha llegado a pensar en una pato-
logía racial. Tales distinciones patológicas, por su influenci en la vida de las poblaciones pueden ser extraordinariament*
trascendentales en los procesos de selección.
% Según %
Pende,
Gualco
-
Schrei Types Somatopsychiquey” me 0EnA Cassone, en E, Schreider, ob. cit., “Les types somatiques”, p. 43.
der.
“Les
Sin duda que las enfermedades y la diferente susceptibilidad de las poblaciones ante ellas han influido en la historia
de las Antillas. Desde el primer contacto que aquí hubo en 1492 entre blancos e indios, las razas se combaten unas a otras con los ejércitos de sus bacterias. El blanco abruma al amerindio con
las viruelas,
el tifus
o tabardillo,
la tisis, el tracoma;
el indoantillano ataca al europeo con otras virulencias mortí-
feras, sobre todo con las bubas.” Luego viene el negro y trae
de África sus morbos, probablemente el mayor de ellos, la fiebre amarilla, ciertos parásitos intestinales, acaso la elefantia-
sis y quizás algunos otros. Es posible que los negros esclavos
trajeran consigo de su tierra nativa sendos microbios
los cuerpos que los transportaron
que de
pasaron luego al ambiente
americano.” En cambio, el negro en América sucumbe indianas, bubas y niguas, a la blanca tuberculosis, etc.
a las
En otros países se han aducido parecidas discriminaciones entre las razas. Se han advertido en los malayos ciertas pecu-
liares psicosis, y en los blancos europeos y americanos ciertas enfermedades dérmicas, algunas neurastenias, etc. Pero el amok de los malayos como las psicastenia y otras numerosas dolencias de Europa, Asia y América, y así en malayos como
en negros y en amarillos como
en blancos, son fundada-
mente atribuibles a factores sociales.
Nada permite suponer que una raza tenga sus peculiares en-
fermedades para lanzarlas contra las razas enemigas, como el
calamar arroja su tinta contra sus perseguidores; ni que una raza sea fatalmente indefensa contra morbos insólitos más que en el grado admisible para cualquier otra población en idénticas o análogas condiciones históricas de vida. Sin embargo, se insiste en resaltar el hecho de que ciertas enfermedades atacan al blanco, al cobrizo y al negro con diferente virulencia y ello suele atribuirse a una radical idiosincrasia. Los indios de América no sufren tanto como los blancos de ciertos trastor-
nos cardiovasculares de nefritis, de caries dental, etc. En cam-
bio, la conquista de las Indias Occidentales por los castellanos ocasionó terribles mortandades entre los indigenas, producidas, entre otras causas, por las enfermedades europeas, particularmente por la viruela. Las Antillas fueron despobladas. La anti-
gua ciudad de México, apenas sometida, fue asolada por la vi-
ruela la que allí introdujo un negro llevado desde Cuba. En las costas de Norteamérica las epidemias de viruelas mataron o s? P. Bartolomé de las Casas, Apologética historia de las Indías, Madrid, 1909, p. 44. Bartolomé de las Casas observó la aflicción de los españoles por las bubas, o mal francés, diciendo que fue
llevada
de
La
“antes
de las Antillas
Española,
de
que
decían
los
a España
que
el mal
cristianos a
de
1492 a 1496;
era
ella
en esta
que los indios
isla muy
viniesen, sin
haber
antiguo,
de
su
origen memoria...” y que “los indios, hombres o mujeres, que las tenian, eran muy poco dellas afligidos, y así no más que si tuvieran viruelas; pero a los españoles les eran los dolores dellas grande y continuo tormento, mayormente todo el tiempo que las
ubas fuera no salían”.
es Octavio de Freitas, Doencas africanas no Brasil, Sáo Paulo, 1935.
109
tb
taron a los indios cuando las invasiones de 1
en el siglo xrx, las epidemias entre los indios sena,
Adan el avance de los blancos pioneers hacia el Extremo Oeste Homes señala que la fiebre escarlatina, el Sarampión y
erisipela y la difteria son más fatales en.los blancos, al re la
de lo que ocurre entre los negros con otras enfermedades so
» SODre todo con la tuberculosis y la sífilis.” En cuanto a la tuberculosis en los Estados Unidos, con ] en e mejores estadísticas se' ha visto que la mortalidad es
negros cinco veces mayor que en los blancos; que en los ne gro
fue la primera enfermedad por el orden mortífero y hoy ey 1
segunda después de las cardíacas, mientras que en los blancos
ocupa el séptimo lugar; que hay más tuberculosis en los ne
on
de las ciudades que en los del campo y en los países del norte más que en el sur; que la enfermedad acomete a los negros edad más temprana y sobre todo a las mujeres; y que la tu
berculosis es en ellos de tipo exudativo, Observaciones análo. gas se han hecho en otros países.
Con referencia a la sífilis, ocurre algo como con la tubercy.
losis. Sus reacciones son distintas, al parecer, en los blancos que en los negros. Desde que surgió entre aquéllos, poco después del descubrimiento de América, ha menguado su virulencia y hoy son escasas las lesiones ulcerantes, mientras han ido creciendo las de consecuencias nerviosas. En los negros aun suelen notarse las lesiones óseas y viscerales y parece que la neurogsí-
filis va aumentando. En cuando a la neurosífilis, tres etapas
parecen señalarse: en los negros, en los blancos y en los indoamericanos. En los negros es rara, pero está siendo más y más
frecuente; en los blancos ha llegado al máximun de frecuencia
y va disminuyendo; en los indios está en el miínimun porque,
se dice, en esta raza la sífilis es más antigua que en las otras. Es aparente, pues, que hay una cierta inmunidad, según las Tazas, pero por razones históricas y no orgánicas ni fisiológi-
cas. De cierta infección, que muchos dicen es análoga a la sífi-
lis, nótase como frecuente en el Africa tropical, en ciertas Antillas y en las zonas cálidas de Centro y Suramérica. Según Pardo Castelló, en Cuba no existe diferencia en la infección de la
framboesía
(en inglés yaws)
para blancos y negros, pues A
todos castiga por igual, así en el desarrollo de las lesiones como
en sus síntomas clínicos.1% Todo parece indicar que su distribu-
ción obedece a causas geográficas y climáticas.
En cuanto a la lepra, se decía que era más común entre los
110
negros que entre los blancos, en los países donde conviven e S, J. Homes, The Negro's struggle for survival, Berkeley,
197
de p. 47 y ss, Este autor ha comprendido en su libro el estudio 27 enfermedades particulares, prescindiendo de describir el Pr9blema en términos generales. Vea también la erudita recopilación the. Negro,
y comentarios Chicago, 1942.
de
100 Archives Dermat
Juli
lan
pos H Lewis,
and Syph.,
.
1935.
The
a Biology
of
otros.**? Pero hoy no se tiene el mism unos d es frecuente en los negros de Cuba, J a amas, Martinica y otras Antillas, no lo es tan to en Haití Reública Dominicana, Bermudas e Islas Vírgenes. No hay con» clusión acerca
de
las razones de esta distribución distinta la cual no parece obedecer a motivos raciales,
De todos modos, apenas se penetra en el estudio de éstas y
otras enfermedades, se advierte que es en el ambiente.
geográfico
como
el social, donde
hay
así el
que hallar las más de
las causas de esa diversa susceptibilidad de los grupos humanos a ciertas dolencias; más que por razón de sus respectivas ra» zas por la de sus posiciones
sus respectivos
regímenes
económicas y de los contrastes en
de vida. Esto no impide aceptar
antes al contrario, ello es un fenómeno
de ca de de
de ecología, el hecho
ser posible que por motivos históricos y locales se produzen algunas poblaciones o grupos humanos un cierto grado inmunización individual o hereditaria contra las acometidas tal o cual enfermedad, lo cual las hace aparecer como no
susceptibles de contraer la dolencia; mientras otras poblaciones o personas, por carecer de esa inmunidad, aparecen co-
mo predispuestas a sufrir los ataques de dicho morbo. Las pequeñas dosis de sustancias patógenas, en vez de producir enfermedades suelen asegurar una cierta inmunidad parcial contra la infección prevaleciente en una particular región. Se ha observado en la primera guerra mundial que los reclutas procedentes de las ciudades son menos susceptibles a ciertas epidemias que los crecidos en áreas rurales. Ciertas regiones del África, pobladas de negros, están particularmente cerradas a los blancos a causa de la malaria o paludismo, que en esas tierras los ataca ferozmente, mientras los indígenas allí parecen inmunes; lo cual no impidió que los negros americanos que antaño fueron trasladados a Liberia mostrasen también, a pesar de su raza, una crecida vulnerabilidad contra la malaria. Tocante a la tuberculosis, es llamada peste blanca con tanta
mayor razón cuanto es uno de los mayores enemigos que tiene
el negro. Ruy Coutinho, por ejemplo, refiriéndose a su prevalencia entre la gente negroide del Brasil, observa que a ello contribuye el que “los pretos no tienen contra esa enfermedad
la defensa específica que los blancos van acumulando durante siglos de convivencia con tísicos”.!2
Viceversa, ahora a favor del negro, de viejo se viene soste-
niendo que la fiebre amarilla no ataca a los negroides, y que éstos son racialmente inmunes a la malignidad de esas hem-
bras fatales
que
son
las mosquitas!%
trasmisoras
de aquel
Historical
Pathology,
morbo. Se ha llegado a sostener que la negrura racial de una
101 Hirsch,
Londres,
Handbook 1885.
of
Geographical
and
102 R. Pinto, “Alimentagao e estado nutricional do escravo no BrasiW”, Estudos Afro-Brasileiros, vol. 1, p. 224. 103 Sabido es que son las hembras de ciertos insectos y no los machos
las causantes
de
tales
desgracias
en
la humanidad.
111
re por las arterias cuarta parte de la sangre que cor o mo el me preservativo de la infección amarilla. Per ro también el neg América se ha visto que
, siben n iden adeso en icatal El terrible vómito. Y también en Áfr bie Do ign con ca ata y ca émi end es d eda erm la enf
en niños, ya a e er difícil diagnosticarla; más aún si ocurree más ligera. Ha e mpr éstos la fiebre amarilla suele ser sie Do bre era engé hace mucho, la única señal de que tal lafiesuf a, la los n ría er que allí
una región africana era sab
Los negros son relativamente inmunes a los parásitos int tinales. Toda la región sur de África está infecta por e) Ne
tos Americanus, traído por los esclavos a estas tierrag cis
tlánticas de América, Y a su largo contacto con tales parásito,
se atribuye
fección
la relativa
resistencia de los
negroides a su Le
En cambio, tocante a las enfermedades mentales, se advierta
- un gran incrementto entre los negros sobre los blancos y se
han notado diferencias en cuanto a la prevalencia de unos tipos y otros. Pero no se ha podido concluir que ello se deba a po. tivos raciales, sino a las condiciones peculiares del traspaso so.
cial y mental del negro desde la vida africana y la rural a la de América y a la urbana; es decir, a las circunstancias peno. sísimas de su transculturación y de su desamparo social. No se quiere decir con todo esto que en ciertas enfermeda. des no puedan darse determinantes orgánicos. Se ha encon: trado
blanco.
en el
negro
una
mayor
disvulnerabilidad
Los cirujanos dicen que el negro,
por
que
en el
lo general, es
un mejor riesgo quirúrgico que el blanco; es estoico ante el dolor, toma
bien la anestesia, resiste
más
las inyecciones y
se cura con más rapidez. Se ha visto también que entre los negros hay una mayor predisposición para los keloides que en los blancos. Parece ser una concomitante de la pigmentación, pues otras razas, oscuras. pero
no negras,
como
los hindúes,
malayos, australianos, etc., ofrecen la misma predisposición. Pero hay keloides también entre los blancos. Además, en África se emplea la escarificación en la ornamentación, como los tatuajes, y como éstos intervienen
en la selección sexual
por cuyo motivo se supone que la predisposición a los keloides
aya sido provocada en ciertas regiones por la selección amo-
rosa que ha favorecido su frecuencia.*% Pero lo cierto es que
112
las supuestas causas raciales no están comprobadas. No puede afirmarse, sin embargo, que en determinados caracteres orgánicos no pueden acentuar o reducir la activi dad de una dolencia dada. Por ejemplo, una nariz de anchas aberturas o que facilite la inspiración del aire, o una sudación
abundante que ayude a la eliminación de toxinas, podríaD influir un tanto en debilitar o fortalecer
de un organismo atacado; 10% Raimundo
de Castro,
ob.
e > 333 Dermat and Syph,
el sistema defensiv0
pero no parece que el raciólog0
cit., p. 681.
1937. Cita de Lewis
J. H.. ob. “-
eda alardear
istinguidas
de haber descubierto
por su patología.
unas razas humanas
“Lo que en esto debiera pro-
barse y no se ha hecho, como apuntaba Barzum,*” es que nin-
án factor, salvo el de la raza, es el causante de tal o cual enfermedad.” Así, pues, es indudable que tocante a las diferencias patosólo lógicas señaladas como típicas entre las razas, hoy a díaciertas ede decirse que éstas se.refieren, de una parte, transitorias
predisposiciones
e
inmunidades
ocasionadas
en
un dado grupo humano por su aislamiento, su nutrición y las condiciones ambientales de su vida, y de otra parte a su mayor
abandono por la pobreza, la ignorancia, el desajuste y la falta
de higiene, etc.; pero no por fatalidades de orden verdaderamente racial. Como concluye J. B. S. Haldane: “El inglés es superior al negro en cuanto a su resistencia a las enfermedades si ambos son comparados en Inglaterra; pero si la comparación de ambos se practica en la tropical Guinea entonces el negro es superior”.*” Los más recientes estudios acerca de dos negros y las enfermedades, como la obra de Julián Herman
Lewis
(The Biology of the Negro, Nueva York, 1942) y el am-
plísimo estudio del problema negro en los Estados Unidos, de
Dilemma, Nueva York, 1944), Gunnar Myrdal (An American ermiten asegurar que nada en definitiva se conoce acerca de
las alegadas susceptibilidades o inmunidades de la raza negra
en comparación con las demás, Las referencias que aquí acaban de hacerse, acerca de las
clasificaciones raciales por sus caracteres somáticos, distan mucho de agotar la materia. La ciencia sigue registrando y
distinguiendo los tipos humanos por cada uno de sus inagotables caracteres. La antropología cuenta con una selva de clasificaciones cada día más frondosa; ya hemos señalado que hasta se ha escrito una obra acerca de “una clasificación de las clasificaciones”,1%
113
108 Barzum, ob. cit. 167 J. B. S. Haldane, New
paths in Genetles, Nueva York,
1942, p. 38.
108 E. Schreider, Les Types Humaíns, París, 1937-1938; tres vols.
HI VARIEDADES Y VARIANTE DE LOS CARACTERES SOMÁTICOS
SUMARIO: veriedades moturalezo
No
hoy dos individuos
y variontes. Ni es desigualitaria.
iguales.
en el tiempo: La maturaleza
Ni en el espacio:
voriaciones. La sólo hace indi-
viduos.
“Dios hace las caras y el hombre las caretas.'”
génea.
No hay correlaciones absolutas en biología.
es
una
closificación
són solopados. Las La rozo promedial.
arbitraria.
Nunca
es
totalmente
La raza homo-
Las rozas
raros como clinales antropogeográficos. La raza estadística. Lo roza eléstica.
Al llegar a este punto de nuestro trabajo ya podemos observar cómo el concepto de la raza ha tenido necesariamente que ser compuesto sobre una enorme variedad de caracteres somáticos.
No solamente varios por su multiplicidad específica, sino por las grandes
variantes
que cada uno de éstos ofrece, y por las
variaciones que ellos pueden experimentar. Es absurdo tratar de aplicar a los seres humanos el principio de identidad. Ello es imposible hasta en las lucubraciones
matemáticas, de donde parece que ha sido ahuyentado lo absoluto. En la naturaleza no hay dos cosas iguales, ni en el espacio ni en el tiempo.
Loera
El teorema de que dos cosas iguales a una
son iguales entre sí no pasa de ser una filigrana meta-
ica. En la naturaleza todo es variedad. Tratando de las infinitas cosas de la creación, decía el cronista de Indias Gonzalo Fer-
nandez de Oviedo que “cuanto son más varias y diferentes tanto más hermosa es la naturaleza”.
Si per troppo variare natura
é bella, como dice también un proverbio italiano, la infinita
diversidad no es sólo razón de su belleza, sino condición de su existencia misma.
Aunque se piense lo contrario, nunca hay
dos cosas idénticas en la realidad; ni siquiera en lo inorgánico, como tampoco en lo orgánico. No hay en la inmensa naturaleza dos cuerpos, por pequeños que sean, completamente idén-
Cos.
115
PO
italistas y mecanicistas en esto han de pens el vitalista cada
célula viva es un sujeto. a
¡ua
nalidad que corresponde a cada dos Seresconidénticos tonaj;, y Pera. pia: para el mecanicista no hay estímulo Pro. ser reacciona y determina su peculiar existeneja junto único de factores y
Or y 1 aCo, de complejidad exclusiva
En Ja Sang. en
un solo organismo hay dos células idénticas,
un mismo individuo, dos gotas no tienen rigurosamento* mismas propiedades. En un cultivo microbiano sus Múltiple, bacteria no son más idénticas entre sí de lo que lo sor Mo ellos lo carneros de un rebaño o las hormigas de un PA guero, No hay identidad entre dos infusorios, ni entre
moléculas
de un
mismo
gas,
ni
cuerpo simple, ni entre dos átomos
entre
de,
dos cristales de "
cualesquiera,
Todos los individuos son varios, distinguiéndose cada Uno de sus semejantes, como son también varios por sí todos cada uno de sus caracteres, siendo cada uno de ést Os distinto
de su homólogo en otro individuo. Cada individuo es Único y distinto porque sus caracteres proplos no son iguales a los
de ningún otro sujeto; porque no hay dos A que sean iguales, O, mejor dicho, porque si un individuo está caracterizado por
A, B y C, por ejemplo, ningún otro sujeto tiene esas mismas A, B y C, etc.; sino, valga por caso, A, B y D, etc., o A, C y D,
etc., o B, C y D, o bien A?, B? y C?, o A!, B? y C*, etc, y así de caso en caso hasta el infinito.
viduos
Diversidad
infinita de los indi.
porvariedad en cada uno de sus caracteres, o sea por
las variantes intermedias,
que
en cada
caso
se
apartan más
o menos de los prototipos hasta hacerse indefinibles por su incaracterización. Además, si no. hay identidad de una A con otra A, tampoco
hay identidad de una A consigo tiempo.
misma
en el decurso del
No sólo ningún ser o individuo es idéntico a otro,
sino que ninguno es rigurosamente cada instante de su existencia.
idéntico
a sí mismo en
Cualquiera que sea el individuo, el carácter o la A, que
se tome como prototipo para definir
un género, digamos aqui Una raza, no podrá encontrarse su dupli cado exacto. El segun-
do individuo que se una al primero, o sea prototípico, le será idéntico; acaso le será muy parec extras no ido,al quizás
dinariamente; le será casi igual, pero no lo será del todo. de dicho agudamente Charles
muchos
Richet: “No vivimos sino del 'casi...” y todo el talento dél exper imentador,
historiador casi',.,”
116
y del
político es apreciar
la grandeza
de estos
Estos infinitos casis constituyen la casuística
natural. En castellano diremos que casi es un caso. O sea una individu lidad. Es dec .
d. Es decir, cada in dividuo es un caso. La nr es sino infinidad de casos , de individuos o de individuac on n todas las mani 1
.
festaciones
1 Vea el artículo de este Scientia, Bolonia,
filé
-
.
de la existencia
1938. filólogo sobre
“
hay
que €
no
. 44d". “ncivio de identida
“El principi
con una cuarta dimensión que es la individuadora. Sean orga-
nismos complejos
o simples
órganos
o miembros
tes, todos los entes, reales, así los orgánicos como
componen-
los inorgá-
nicos, es decir todos los seres y cosas, son individuos; y son tales no sólo porque' ontológicamente son indivisibles, "como apunta la etimología de tal vocablo, sino porque son únicos. Tocante
a los
seres
naturales,
su
falta
de
identidad
o sea
su individualidad, tratan de expresarla los naturalistas por los términos variedad y variante en cuanto al espacio y por los términos variación y variabilidad en cuanto al tiempo. Por esto, para el objeto particular de estas páginas y para
mejor inteligencia. de los emplearse con acepciones
que precisemos un tanto
tido
de la variedad,
términos, ambiguas
que a a veces suelen y equívocas, conviene
en los individuos
de la variante,
humanos
de la variación
el sen-
y de la
variabilidad de sus caracteres estructurales. La variedad, como elemento estructural distinto dentro de la unidad genérica o la multiplicidad de sus diversidades específicas; por ejemplo: el color, la nariz, la talla, etc. La variante, como diferencia serial dentro de una determinación característica, por ejemplo: las formas distintas de la nariz o las dimensiones diversas de la talla o del índice cefálico. La variación, ue es la acción del cambio de una variante a otra en un ado carácter o la introducción
de un carácter
nuevo, así en
un mismo individuo o a través de su generación; y la variabilidad, que es la permanente posibilidad de las variaciones.
Ahora nos referiremos tan sólo a la diversidad de los carac-
teres somáticos,
adelante
así a su variedad
trataremos
a las variantes. Más
de las variaciones y de la variabilidad.
Ya se ha visto cuán numerosos
meramente
como
son los caracteres somáticos,
somáticos, que se han tomado
por los antropólo-
gos como índices de raza. Prácticamente, los caracteres corporales del ser humano son incontables; su variedad es ili-
mitada.
Y
no
hay
dos
seres
humanos
corporalmente
iguales,
como no hay dos otras cosas cualesquiera en la naturaleza que sean identicas entre sí. La naturaleza es desigualitaria. Cuando se dice que todos los hombres son iguales entre sí se profiere una mentira biológica. Aun en los hermanos gemelos univitelinos, los cuales deben ser considerados como un
solo sujeto germinado existen
diferencias
y partido en dos individuos distintos,
entre ellos que los distinguen,
do a veces sean poco perceptibles.* " En esos
aun
cuan-
casos, en rigor, más que un fenómeno de repetida herencia
es uno de duplicación de una misma criatura hereditaria. Hoy los e, en cilerpueden producir gemelos artificialmentaun geneticistas tos vertebrados terrestres, dividiendo un huevo recién fecundado; entonces las dos mitades sobreviven a la dicotomía y se desarrollan como seres completos. Sabido es que hay gemelos falsos y verdaderos. Los primeros, llamados fraternales, son dizygoticos. En todo
caso se advierten diferencias entre cada uno de los individuos de la
pareja y su mellizo. Aun
entre los denominados idénticos o mono-
góticos; si bien en ésos es menor cos.
Aparte
de otras
la aproximación de sus tipos
observaciones,
se advierte que entre los
17
Por la misma razón, cada uno de los caracteres
raciales, a su vez otr Ático
indicados para las clasificaciones
sí, dentro de su unidad específica, un gran número qe ce en
tes, cuyos tipos sirven a los antropólogos más para y lasmás o, "Da. raciones y para formular subclasificaciones ciosas.
El órgano más simple de
un individuo
se qj o
del órgano análogo de Otro individuo, aunque éste fuera Ehcia atiende solamente
a cualquiera
de las dimensiones del
o humano o a las de cualquiera de sus órganos, el podrá
ogo
tre
establo
y
individuos
varios
en
compararlas
ni
y en lo funciona]
lar; es distinto en lo morfológico
indivigos fácilmente grupos distintos según que las medidas po medio otro y menor indiquen un tipo mayor, uno les
tratados de antropología están llenos de estas métrica, pe variantes sin fin. Lo mismo ocurresi se hace el análisi
comparativo de cualquier factor somático en su estructura ; o en su fisiología.
Cuando los antropólogos han sentido la necesidad de clasi. ficar los seres humanos, así para reunirlos en grupos natu.
rales o para separarlos mente
la natural
e
entre
individual
sí hasta
alcanzar
denominación
cualquiera, lo han hecho considerando
cional de caracteres.
inequívoca.
de un
un conjunto
sujeto
conven.
Así se hace para las razas y para las
identificaciones criminológicas de Bertillon. O se fijan en uno solo de los caracteres somáticos, como en las huellas digi. tales utilizadas por la policiología moderna. La infinita variedad de los tipos dactiloscópicos encontra.
dos por la ciencia, con sólo estudiar unos caracteres tan aparentemente
insignificantes
como
son
los surcos
papilares de
los dedos de las manos, puede ser hallada también en la investigación analítica de cualquier otro órgano o elemento somático de un organismo cualquiera, hasta en las reconditeces que
solamente
el microscopio
puede
descubrir.
experiencias histológicas de A. Nemilov,
de la estructura microscópica del cuerpo
un fenómeno general, y éste es uno
“la
Según
las
individualidad
de todo animal es
de los caracteres más
sorprendentes de la materia viva.”? La individualización de las estructuras naturales, o sea la no repetición de las formas orgánicas, se extiende no sólo a los organismos considerados como un todo, sino tambien a sus 7
Organos, a sus tejidos y a sus células.* Recientemente se han
caracteres somáticos de muchos
gemelos verdaderos
Eran semejanza, pero invertida; como en especularia, O sea que uno de los mellizos 118
por holo el otro lado , derec son undel espejo uno en en el vista que
naturardo:os izquie
cual el lasotroasime del sontrías en
Y esto es una notable diferencia. Vea H. H. i K. J. Holzin
man, ment, Chicago. 193% r, Twins, A
existe uni
la denominada ima£gtn se parece a la image
Study
Newmy an, F. Environ S. Free:-
of Heredity and
* eAteursNemiloy, Nature, :Moscú, ion” 1915, Cita de Metalnikov, “Les 18% p psychi y y ques de levolution”,
* Metalnikoy, ob, cit., p. 115,
Revue
de Synthese,
Paris,ís,
1988
intensificado las investigaciones comprobatorias de la indivi-
duación originaria de embriogénesis.
que aparece siempre en todos los problemas No falta en caso alguno, después de agota-
dos todos los recursos del análisis, un remanente, un “fondo
alógico e insoluble”,
como
dice
J. Needham.*
No
basta
para
eliminar ese remanente de individualidad orgánica el análisis
de los elementos físicos y químicos que son sus componentes.
Los métodos de la fisiología y de la bioquímica son insuficientes para explicar ciertas manifestaciones
características de la
individualidad. Hace falta más para llegar al meollo biológico
del individuo, y ahora se está intentando el experimento ana-
lítico de un tercer elemento, hasta ahora desconocido, cual es
el de la topografía especial de los elementos morfológicos. No sólo se ha de considerar la física y la química
orgánica, sino también
de la entidad
la geometria. Esa ordenación topográ-
fica de sus elementos puede determinar la diferenciación de los Órganos, la polaridad estructural y el predominio de la cabeza; en fin, de ella puede depender la integración de cada ser.* En esa prometedora línea de estudios no se hace sino
seguir el criterio expuesto por Needham, en su Biochemistry and Embryogenesis, cuando dice que “el universo no es sino
una seriación de complejidades; desde el nivel subatómico, a través del átomo, la molécula, la partícula coloidal, el núcleo
vivo y la célula, hasta el órgano, el organismo, y las entidades psíquicas y sociales”. En conclusión, no ya en el campo metafísico sino en el científico de las realidades experimentales, doquiera está presente la individualidad. No hay dos sujetos iguales. Con sólo dos individuos ya no hay identidad, sino variedad. La variedad de tipos antropológicos se produce por la multitud ilimitada de caracteres somáticos que ofrece el organismo humano,
los cuales se pueden tomar, todos y cada uno de
ellos, como índices para la clasificación; pero también se da la variedad por las distintas formas que entre sí ofrecen com-
parativamente cada uno de los caracteres típicos en diferentes individuos. Se dan las variedades de caracteres somáticos, que
son cualitativas, y las variantes, que son cuantitativas o morfométricas, de cada uno de aquéllos. Y es por el análisis y la taxonomía de esas múltiples variedades y variantes morfológicas como los hombres han sido divididos en razas y en otros
grupos menores, hasta poder llegar a la identificación de la individualidad anatómica de cada sujeto para unirla después a su individualidad social y a la jurídica de su estado civil. Como
dijo Lamarck,
la naturaleza hace sólo individuos; son
los individuos los que luego cirse, con el viejo refrán, que Así, pues, el antropólogo que nos en razas, puede hacerlo 5 J.
Needham,
Order
se agrupan en razas, Pudiera de“Dios los cría y ellos se juntan”. quiere clasificar los seres humaa su antojo, tomando como base
and Life, 1936.
* Arthur Russell Moore, The Individual in Simpler Forms, Univer: sity of Oregon, 1945.
119
cualquiera de sus innumerables
cor
caracteres
iS, desd, el color de la piel o del pelo a cualquier detalle. Sc i como los aglutinógenos de la sangre, desde las del cráneo a las de cualquier otro órgano esquelético
ral. Por ejemplo, no hace mucho
se descubrió que
SiOne
do Visca.
ión gustar;quva aci.de dad o incapacidad de experimentar la elsensac sto COMPue _con onadas ciertas sustancias relaci phenyl-thio-urea agrupa
a los individuos
de una po Amado
Ación dada en dos clases; unos (aproximadamente la cuartalos quit) no perciben su extraordinaria amargura, mientras
sienten grandemente su repugnancia. Con esa base Podría po blarse de una raza de seres humanos amargables y de otr a. indiferentes, de incapaces de sentir ese género de amareu de Una vez le oímos a un payés menorquín esta expresión a
proverbio:
“Dios hace las caras y el hombre las Caretay» son diversas, según las hacen la naturaleza y caras las Todas
el mundo; pero los hombres, deseosos de distinguirse unos de otros y agruparse a su antojo, fabrican caretas en series de tipos imaginarios, según sus criterios subjetivos, sus tradicio.
nes, sus prejuicios
y sus
intereses.
Las
razas
son
artificiales y seriales que cubren las verdaderas
las Caretas
caras indivi.
«duales de los seres humanos. Y, como máscaras, se ponen en las personas a capricho del antropólogo, o del político o hasta
del mismo sujeto, según sean sus móviles y conceptos; hasta hay individuos que a veces, por deseo propio o por fuerza aje.
na, cambian de careta racial, según las épocas y los lugares,
como se hace en la tienda del mascarero cuando se escoge el disfraz conveniente para los engaños del carnaval. Algunos antropólogos llegaron a pensar que con uno solo de
los caracteres corporales del hombre podían establecer una división racial. Unos creyeron que bastaba el color de la piel
y de ahí la clasificación tripartita en blancos, amarillos y negros, la cual aun ha sido reducida por algunos a dos tipos
raciales originarios: el blanco y el negro. Este método dicotómico fue empleado por el inglés Bradley. Para él la pigmen-
tación cutánea era el carácter principal. Los hombres
no eran
sino blancos y negros... pero, digámoslo desde ahora, con varios tipos intermediarios. Cada uno de esos dos tipos se sub-
dividía según la barba y el cabello. Los abisinios eran los negros de cabellos rectos, los otros negros africanos eran los negros de cabellos crespos. Y así sucesivamente. Con analo-
gía en el método, piensan algunos que en la humanidad sola"
mente hay dos razas troncales, según
las figuras de sus crá”
neos: la de los dolicocéfalos y la de los braquicéfalos.
120
Pero
tales simplismos no han podido aceptarse como valores satis factorios y definitivos, Bastaron las inconmensurables variar” tes reconocibles dentro de un mismo
carácter específico Par
que se comprendiera por los antropólogos la futilidad de 12"
simple método de clasificación humana.
Por otra parte, ha parecido conveniente, no
al ra sólo Pa ” le
vulgo, la concurrencia de varios caracteres conspicuos €
clasificación de diversos tipos humanos. Y por todo ello 5
ha buscado establecer la tipología racial, no por medio de las variantes morfológicas de un sólo carácter estructural cualquiera, sino por un conjunto de ellos. Aun en esas clasificaciones de escasos términos, se ha llegado a ellas por la preferencia
dada
a un carácter muy
notorio sobre otros que lo son
menos, los cuales se tienen como implícitamente agregados en el grupo racial que se ha querido denominar por un solo de sus elementos. No ha bastado pues un solo carácter, por simple
y ostensible que éste fuere, como por ejemplo el ya aludido del color de la piel. Siempre se ha tenido que acudir a otros
caracteres adicionales, tales, por ejemplo, como el pelo, la nariz, el cráneo, etc. Y los caracteres definidores han sido tanto más numerosos y rebuscados cuanto más se ha querido ajustar la definición taxonómica de las razas a la complejísima realidad de las variedades y variantes somáticas. Tampoco
caracteres
se puede
somáticos;
acudir a la sistematización total de los apenas
se
puede
intentar
tal
empeño
solamente con un grupo de ellos, los que se estiman más adecuados y ostensibles. La complejidad de las diversidades somáticas
entre
unos
individuos
y otros
no puede
ser reflejada
totalmente en un sistema de razas. No se puede iniciar la cla-
sificación por uno cualquiera de los rasgos somáticos, por ejemplo, el ángulo facial o el pigmento epidérmico, y luego proceder a subdividir los grupos primarios así obtenidos aten-
diendo ahora a un segundo carácter, como la forma del pelo; y así sucesivamente, siguiendo por una serie inacabable de subdivisiones, hasta el agotamiento. Una clasificación así dis-
puesta, por objetiva y lógicamente bien trabajada que pareciera, sería absurda, fuera de toda realidad, y pronto alcanzaría proporciones descomunales, contradiciendo su fundamental propósito de clasificar a la humanidad en grupos ciertos y prácticamente comprensibles.” La selección de las distinciones somáticas que han de tomarse como características de las razas dependerá, pues, del criterio que tenga al antropólogo clasificador acerca de la realidad e importancia de aquéllas. Por esto en toda conceptuación de las razas hay
un elemento
arbitrario, y es tanto mayor
a
medida que se hace más tupida la trama de los caracteres integrantes del sistema. La raza no es sino una redada de multitud de individuos diversos cuyo conjunto dependera de cómo fueren las mallas de la red de los criterios. Éstas retienen o dejan pasar los sujetos enredados según hubiesen sido traba-
dos los hilos por el artificio del redero. Necesariamente, pues,
en todo grupo racial hay que incluir numerosos individuos que presentarán una gran variedad de tipos, los cuales serán agrupados más o menos hábilmente por la más o menos frecuente concurrencia en ellos de aquellos caracteres sobresa-
lientes que se estimen más típicos. Ralph Linton* ha señalado varios ejemplos. En el oriente de Europa el de un grupo hu? E. P. Stibbe,
ob.
cit., p. 153.
* Ralph Linton, Estudio del hombre,
México,
1944, pp. 59 y 60.
121
ue
por su pigmentación se asemeja a las ca
que ge tienen en cuenta para clasificar las gentes enaistica grupo racial nórdico, pero atendiendo a la forma de cabe, del en comple,
cara, se parece al grupo alpino, mientras que
y en estatura resulta ser intermediario
aunque algo más próximo al nórdico.
entre ambos Er Xlón
“La inclusión de |¿ 20,
mencionada en el grupo nórdicoo el alpino dependerá qstaas
r importano¡ que el especialista estime de mayo analogías n.” , otro ejem) por ste África de “En el noroe significació 0 o, vive una raza de características negroides en cuanto a] grado
de la piel y en menor
en la textura
del cabello pe
Pagos por la forma de la cabeza y muy especialmente en LasuspOSició n corporales se aproxima mucho más a los blancos.
po exacta en donde deba ser colocada dependerá en último Er. mino del criterio del clasificador.”
“Aun cuando seguimos la costumbre de llamar blancos a los esucásicos, lo cierto es ge algunas castas incluidas en este
tronco étnico son de piel negros americanos.”
más oscura que el promedio de los
La raza, como agrupación específica, nunca será totalmente homogénea. Cualesquiera que sean los varios caracteres que se tomen como indicativos de aquélla, en todo caso el grupo
definido como raza comprenderá individuos diversos y más "0 menos diferenciados unos de otros, en relación con el mayor
o menor número de los caracteres que se tomen por patrón y
con las distintas variantes que ofrezcan cada uno de los caracteres considerados como típicos. Por esto, sin duda, los antropólogos convienen en la necesidad de limitar las variedades en los caracteres del prototipo para poder formar los grupos
raciales, Puede decirse que el concepto de la raza se escapa a medida que se quiere extender en su definición desde el
individuo prototípico a todos los demás de su gente.
La identidad de caracteres de los individuos con los del prototipo sería el desideratum de la raza. Entonces sí habria
razas, biológicamente indiscutibles; pero aquella identidad tipica no se da y hay
que aceptar las diferencias cualitativas y
cuantitativas, las cuales no son sino transacciones obligadas
por la realidad, que es ajena a los propósitos de la conceptua-
ción raciológica. Con esto se comprende
cómo
todo concepto
de raza ha de ser muy convencional y cómo; por la vía de las
variedades y de las variantes, el tipo racial se va desvane-
ciendo más y más hasta desaparecer.
Pero estas variedades y variantes han de tener un límite $!
122
se quiere salvar, aunque de manera convencional, el signifi cado de la raza. Al fin, la raza no puede ser sino una categorlá
morfológica, comprensiva de similitudes y exclusiva de dife-
rencias. Es a la vez conjuntiva y disyuntiva: de todos modos, limitativo. La inconsideración científica d€ concepto es unlímite este hace que el concepto y la clasificación de las razas
varie mucho según los tiempos, los pueblos y los científicos:
Unas veces hasta reducirse a un mero linaje o núcleo tribal,
otras veces hasta extenderse ilusoriamente y desvanecersé en
la incaracterización. Así, en algunos de los Estados Unidos
legalmente se considera de raza negra a quien tenga en sus
arterias, digámoslo blanca y sólo una
metafóricamente, de sangre negra.
íses basta ser simplemente
considerado
31 partes de sangre En cambio, en otros
mulato
cuarterón
para ser ya
como blanco y sin estigma social por el color
Por esto, piensa Eickstedt que para una buena definición de la raza debe añadirse que la raza posee “una latitud limitada de variedades en sus característicos rasgos corporales, norma-
les y hereditarios”.
En verdad, si las variedades y variantes permisibles en la
clasificación
de las razas no se limitan, la racialidad
vanece; aún en su preciso concepto, mente clasificador.
Pero ¿cómo
se des-
que es esencial y mera-
fijar científicamente ese cri-
terio limitativo? En las controversias provocadas por ese propósito es donde más aparece la inevitable arbitrariedad de
toda
clasificación
Ya
racial.
Blumenbach,
a fines
del
si-
glo xvrIr, sostuvo que no había en rigor distinción radical entre una variante y otra de la especie humana. Pese a las di-
ferencias aparentes, entre naciones muy separadas, “cuando el asunto se considera por completo, se advierte que unas penetran en las otras y que de cada variante del género humano se
pasa evidentemente a otra, de modo que no se pueden marcar los límites entre ellas. Las variantes humanas han sido ciertamente muy arbitrariamente señaladas, así por su número como
por su definición”.”"En la tercera edición de su obra, en 1795,
Blumenbach afirmó que “no existe variante alguna del género humano tan singular,
así en color, estatura, etc., que no esté
unida a otras por una imperceptible transición”. Tiempo después insistía en esto Prichard: “las razas de los hombres no se distinguen una de otras por distinciones fuertemente marcadas y permanentes...
todas las diversidades existentes va-
rían y pasan de manera insensiblemente de unas a otras”. Recientemente ha dicho Ashley Montagu: “Las diferencias físicas que existen entre los diversos tipos del género humano,
desde el punto de vista anatómico, son tan insignificantes que cuando se las valoriza propiamente sólo pueden ser definidas como sendas expresiones particulares de un surtido de determinantes
genéticos comunes
a todo el género humano. Y esto
puede decirse con mucho más énfasis que si se tratara de las diferencias exhibidas por cualesquiera de nuestras domesticadas variedades de gatos, perros y caballos... También el hombre es un animal domesticado, autodomesticado; pero, sus variantes
son mucho
más
mezcladas
que
en nuestros
animales
domesticados y están muy lejos de representar ejemplares de pura raza. Hoy puede decirse como ya hace muchos años de* J. F. Blumenbach, “De Generis The Anth, Treaties, p. 99.
10 M. F. Ashley
Montagu,
“The
Humani
Varietate”, trad. ingl., en
Socio-Biology of Man”,
tific Monthly, Washington, junio de 1940, p. 485.
The Scien-
123
cía Topinard:*!
“La raza, en el presente estado . e
« un concepto abstracto, una noción de continuida den 1 a09sas, disco
tinuidad, de unidad en la diversidad.”
Las incontables variedades de caracteres estructu ley, de ser humano y las ilimitables transiciones morfológic O va, riantes de sus tipos necesariamente hacen que el e ono de “Dto sa raza sea siempre arbitrario; pero esta impresión deentía 1 por el hecho de que las sendas clasificaciones de Os
caracteres somáticos nunca son concordantes entre sí entes “No hay correlaciones absolutas en biología”, como «
Schreider. Si así no fuera, bastaría señalar uno de los € dice ara: teres más ostensibles para expresar el tipo y luego po
der en éste un conjunto complejo de caracteres subor ina y biológicamente
conexos,
Pero
no
es así.
Ninguno
de 10
caracteres somáticos exige una predeterminada correlación Po
algún otro de ellos. Cada trazo de la corporeidad humana e independiente de los otros.
El anatomista no ha podido encontrar trazos corporales, así
en los blancos como en los negros, ni en los amarillos ni otro
grupo alguno, que no hayan sido encontrados también en in. dividuos de pigmentaciones distintas. Cuando se dice, por
ejemplo, que el negro es bezudo no se quiere decir que no haya blancos que también lo sean, ni tampoco se significa que todo
negro tenga que serlo necesariamente. Si, por ejemplo, una raza se caracteriza por el color de la piel, podrá decirse, aunque solamente hasta cierto punto, que sus individuos son negros o blancos. Pero si se quiere avanzar en la clasificación
racial, sumando al tipo otro carácter cualquiera, por ejemplo
la cabeza o la nariz, se advertirá que ni las dimensiones cra-
neales ni las nasales corresponden
precisamente con los dis-
braquicefalia y chatedad y negros nariz aguda.
de cráneo
tingos sacados de la pigmentación de la piel. Hay
blancos con
alargado y de
Clasificando los seres humanos por el pigmento epidérmico,
podrán establecerse varias razas; si aquéllas se distinguen por
sus tipos de sangre, habrá también diversas razas; si por la
talla, otras, y así sucesivamente; pero los tipos eromatodérmi-
cos son independientes de los serológicos y unos y otros de los antropométricos, etc. No hay coincidencia entre las clasifica-
ciones somatológicas, entre una cualquiera de éstas y las demás, * Es imposible hallar un carácter específico de raza en
todos los individuos de un dado grupo racial”. Si, continuan” do el ejemplo, se comprenden en dos grupos todos los negros 124
y todos los blancos y en una selección aparte se agrupan en
dos todos los chatos y todos
los narigudos,
se verá que los
£rupos primeros no se corresponderán exactamente con lo segundos ni comprenderán unos mismos individuos. En el ea
Po de negros como en el de los blancos habrá individuos de
11 Topinard, “De la notion d 1879, en Ripley, ob. cit., >.
a
2 E. P. Stibbe, ob. cit, p. 158.
¿9 anthropologie”,
Revue
g'Anth,
upo de los chatos y otros del de narices puntiagudas: 7 pa así en cada grupo de narices habrá blaroos
Corsa,
Comparando las dos cai lcaciones, la de blancos y incidirá negros y la de narigudos y chatos, ambas clasificacio nes no coincidirán, la de los colores con us la de las narices, y habrá que observ
cómo de la combinación de ambas resultan cuatro términos en
vez de dos, o sean blancos narigones, blancos chatos, negros de nariz chata y negros de nariz abultada, Si se comparan los sujetos clasificados en grupos por dos
o más de sus trazos corporales, se verá que por razón de la falta de concurrencia
de todos esos caracteres en los mismos
individuos, aunque muchos de éstos, quizás la mayoría, serán los mismos en
los dos grupos que se suponen por correlativos
(por ejemplo, de igual color y de igual pelo) siempre habrá
otra parte de ellos que se apartará del tipo común, por carencia
de
nórdicos
mano;
alguna
de
las
se dice que
características
de
la
son altos, considerados
tipicidad.
como
De
los
grupo hu-
pero entre ellos los hay que son de baja estatura. El
hecho de riamente Bengala Africa y,
que un individuo sea norteuropeo no implica necesaque tenga que ser larguirucho. Los indígenas de son tan oscuros por su piel como muchos negros de sin embargo, por razón de otros caracteres corpora-
les, son comprendidos nada menos que en el grupo blanco indoeuropeo. Los negros de África por su color son muy separados de las gentes de Londres o de Roma; pero si se atiende a las formas de sus cráneos, figurañ en el mismo
grupo dolico-
céfalo. Los blancos del sur de Francia están con los amarillos
o mongoloides si se les compara
por sus cráneos, pues unos y
otros son braquicéfalos. La inclusión de un individuo en una llamada raza no significa, pues, que aquél tenga todos los caracteres definidores de tal raza y por tanto, difiera totalmente de cualquier otro individuo de raza distinta. Cada agrupamiento por razas incluye realmente una gran variedad entre sus miembros. En relación con determinados
caracteres, un individuo, o una en-
tera agrupación humana Á puede asemejarse más a B que a C; en cambio, en otro orden de caracteres aquel mismo individuo o grupo puede aproximarse más a C que a B. “De hecho, como indica Dobzhansky,'* los individuos de una misma raza
pueden diferir entre sí por más caracteres genéticos que los individucs de razas distintas”. Así, pues, los más de los individuos de una llamada raza no son realmente tipos, sino mezco-
lanza de tipos; aproximaciones a una tendencia general, pero ño suponen identidad de caracteres. Los agrupamientos raclales hechos en relación a tal o cual distinción anatómica nunca corresponden totalmente con ninguno de los demás agrupamientos análogos, derivados de cualquier otra tipificación somática. Las
clasificaciones somatológicas
no son coincidentes;
e son coextensivas; no son completamente superpositivas en-
re sí.
13 Theodosius Dobzhansky, Genetics and the origin of Species, Nueva York,
1937, p. 62.
125
otras Ent Pero tampoco son tangenciales unas de COMUN ES re los En zonas re llamados raciales hay siemp
los las fronteras no pueden marcarse. Siempre Lo lag Cua, o Cup raciales se confunden en ciertos aspectos; siempre S0brepo otros parcialmente; y, por tanto, se de
nen unos a
se entrecruzan o entreveran; se interpenetran;diríase aeint CTSe0pr ota como diría un geómetra; se imbrican, como
lista; o, aún mejor, se solapan o traslapan, como put, bien dicho en castizo castellano.** Los tipos SoOMáticos s see sen. brican o traslapan unos con otros como las tejas de
do.'* Las razas son solapadas.'* Y, jugando de palabras teja.
puede decirse que aún más que las razas lo son sus monidoy
conceptos y los racismos que se derivan de ellos, El traslapo de los agrupamientos de razas se hace más ¡ vitable y complicado si se tiene en cuenta que aquél se cre
duce, no solamente por la multitud de caracteres corpor=]w,
que hay que considerar como tipicos para la inclusión ¿ej in
dividuo en un dado grupo racial, sino por las numerosas ya. riantes que presenta por sí cada uno de dichos Caracteres
Hankins, no obstante haber escrito un libro acerca de La bay,
racial de la civilización,” reconoce el imbricamiento de los ti.
pos raciales. “Tal ocurre, dice, en todos los acostumbrados ín.
dices de diferencias raciales, tales como la estatura, el índice cefálico, el color del cabello, el del ojo, el de la piel, el índice nasal, la forma del pelo, el índice alveolar, etc. Por lo tanto,
en relación con cualquiera de los índices, es posible arreglar
los tipos humanos en series; pero con amplias áreas traslapa. das, de manera que sería imposible decir donde termina una
raza y empieza la otra.” El citado Hankins opina que ese traslapo es inherente a la realidad de las razas y que “es ante todo una consecuencia del
hecho de que todos los seres humanos
puedan
ser referidos
genéticamente, a través de miles de años, a un tronco común de antepasados. Á pesar de sus diferenciaciones en variantes,
todos los hombres retienen alguna combinación de los rasgos
que distinguían a los hombres de otros primates. Además de
esto, el traslapo es también debido, en parte, a la tendencia
universal de todos los seres vivos a variar de su centro hereditario. Según ha demostrado el profesor Jennings, hasta determinados seres nacidos de un solo individuo, es decir si
cópula de dos progenitores, muestran
una
considerable diver-
sidad entre sí y un grado notable de imbricamiento”. No partcen aceptables estas dos teorías de Hankins acerca de las Ca!" 126
que se traduciría sobrelapar. Se acabal-
* Los ingleses dicen overlap,
el francés chevauchement.
gan diríamos también, traduciendo
15 Del latín Imbricatus, “en figura de teja”.
te Los campesinos cubanos conservan solapa, de so (latín sub) debajo
llana.: En el sermo rusticus cavidad situada en al
la casa, de la Ue 1 Frank H. Hankins,
Cub
el sentido original .q2de 18 ya drá
€ 51
a
(latín lapis, idis) PE,
sopa, se dice a “una peau inmediata al techo
pared, en la parte in
ob. cit., p. 265.
de
sas del imbricamiento de los tipos humanos. No está admi-
tida la existencia de esos teóricos tipos de razas puras; ni esa
tendencia a variar,
que Hankins
atribuye como
universal a
todos los seres vivos en relación a su centro hereditario.
Tal
tendencia no es otra cosa que la variedad o desigualdad infinita de todas las cosas entre sí, la cual se manifiesta fatalmente siempre
que se trata de comparar
y de clasificarlos cualquiera.
los seres unos con otros
por grupos, refiriéndolos
Este traslapo inevitable
a un dado
no solamente hace muy
nal, insegura e imposible, la inequívoca
tipo
convencio-
definición racial de
un dado individuo, sino que hace también extremadamente ar-
bitraria la definición de las razas y de sus arquetipos somáti-
cos. Parece fácil, por ejemplo, dividir a los hombres en raza de blancos y raza de negros; pero a poco que se discurre se
cae en la cuenta de que hay que acudir también a otros colores, y, además, a los diversos matices o variantes de cada uno de los colores
de la pigmentación,
para ajustar la nomencla-
tura racial al paso de las realidades. Y esta precisión nunca
puede lograrse,
Los conquistadores de las Indias Occidentales quedaron asombrados de los múltiples matices de la pigmentación hu-
mana
en el mosaico de razas que se produjo en el Nuevo Mun-
do con el poblamiento que siguió a la conquista. Uno de sus cronistas más observadores, Francisco López de Gómara,* decía así: “Hay hombres blancos de muchas maneras de blancura, y bermejos de muchas maneras de bermejura, y negros de muchas maneras de negrura; y de blanco va a bermejo por descolorido y rubio, y a negro por cenizoso, moreno, loro
y leonado; como nuestros indios, los cuales son todos en general como leonados o membrillos cochos, o tiriciados o castaños,
y este color es por naturaleza, y no por desnudez, como pensaban muchos, aunque algo les ayuda para ello ir desnudos”. Los españoles pronto, a medida que se extendió el mestizaje y éste comenzó en los mismos episodios de la conquista, sintieron la necesidad de una convencional nomenclatura de las razas o castas y sus imbricaciones, y crearon sendas y nuevas acepciones a viejas palabras, traídas en su mayor parte del vocabulario animalesco, a las cuales ya nos hemos referido. Los antropólogos también han experimentado el mismo deseo de los conquistadores de América para dotar de nombres genéricos a sus dominados, según crianzas, y colores; pero los
hombres de ciencia no han sido en esto más afortunados que los hombres de guerra e imperio. Goldenweiser observa que “si se toma el color de la piel como carácter distintivo (carácter que es muy
escurridizo,
dice, salvo en los tipos
extre-
mos) es bastante fácil distinguir el negro o negroide del mongoloide; más amarillo; pero hay tantos blancos con aspecto de
tinte mongoloide, que una diferencia de la raza blanca y de
1% Francisco López de Gómara, drid, 1877, pp. 289-290.
Historia general de las Indias, Ma-
127
coloracisD, de la bl por ese simple carácter de la la mongol mos. extre ntes varia los puede e lamente señalar igua] mo OSCUTo nera, el negro como grupo humano es más traliano; pero los tipos intermedios son tan obvios qu
a
de los negros no podían ser dedisti os" E]de misma nguid los ;yg..05 s de lomí piel”.: su color el sólo por lianos austra
iniciador del método dicotómico para clasificar las pa, “ley, nas dividió a los seres humanos en blancos y negros y A Se> Ape. vio obligado a añadir los tipos intermediarios, Existen tipos diferentes de hombres según el color q piel, pero sus agrupaciones siempre resultan artificiales 55
gas. Se habla, por razón de sus caracteres visivos más
bles, del hombre de Europa, del piel roja de América
e
del
gro de Africa, del amarillo del Oriente Extremo; pero cuand
se trata de fijar tales grupos se observa que entre uno y otr tipo hay una infinita gradación de matices entre el Negro de
oeste de Africa y el blanco del norte de Europa, a través d
los hamitas, semitas y mediterráneos; tal como existen ent .
el blanco y el amarillo oriental a través de los pueblos magia.
res, balkánicos y eslavos hasta la Mongolia, la China y q
Japón. Aún en los esquimales del Ártico y en los pigmeos del
Centro de África se advierten evidencias de cruzamientos con
otros tipos humanos.?” Y el proceso continúa incesantemente: así entre negros y blancos, principalmente
en los Estados Uni.
dos, Cuba, Brasil, Portugal y en la misma África, como entre amarillos y blancos, y entre todos los colores en el mundo entero.
Trátase de combinar esa enorme variedad de pigmentacio- nes con los tipos de narices a que ya hemos aludido y con las
múltiples formas intermedias de tales tipos, y se comprenderá fácilmente, ya con sólo dos caracteres indicativos, cuán com-
plejísima habrá de resultar la clasificación. Seguramente, dice
F. Boas, los negros, los mongoles y los europeos son distintos entre sí; pero las variedades dentro de cada grupo son
enormes y unas y otras características se traslapan y entre mezclan de manera que impiden toda precisión. Por esto llega a decir el mismo Boas: “La apariencia corporal del individuo
ha sido desde hace tiempo abandonada
por
los antropólogos
como una prueba de la raza. Es solamente equivoca”.
|
Así, pues, todas estas distinciones raciales hechas según el
color de la piel, o según
otros caracteres
corporales que
en tigo! entremezclan y solapan en múltiples combinaciones, los seres humanos,
128
no establecen categorías precisas entre acreditan siquiera una inequívoca condición racial derivada una
e
misma comunidad genética. No hay una línea prefijad e infranqueable entre una raza y otra. De sujeto a sujeto Y
raza a raza hay una gradación infinita e insensible y hay 20”
1% Anthropology, Nueva
York,
1937, p. 21.
20 J. S. Huxley y A. C. Haddon, ob. cit., p. 81. *1 Franz Boas, ob. cit, -Forum, p. 92.
onde ciertas diferencias desaparecen
den
traslapar
las características
y ciertas sem
y confundir
los
pozas
Esto aparte, el fenómeno del traslapo y de los tipos inter-
mediarios de un preconcepto que es incierto. prejuicio departe que existen como reales y antecedentes Parte del ciertos prototipos puros, o sean razas puras, lo cual dista mucho de ser verdad, como más adelante veremos, Esos supuestos tipos puros dice Boas, no son establecidos sino por la impresión puramente subjetiva de sus más salien-
tes
diferencias. Además ¿por qué presumir que los llamados
tipos intermediarios son siempre tipos mezclados? No hay razón teórica que se oponga a que ellos sean precisamente los
tipos fundamentales de
los cuales se deriven los otros extre-
mos como variantes.?? Puede ser que los tipos de individuos ue constituyan un grupo calificado como intermedio procedan e la mezcla de dos otros grupos que originariamente eran distintos, pero puede no ser asi; y en la naturaleza con frecuencia ocurre lo contrario, o sea que un grupo considerado
mezclado puede ser el común progenitor de ciertos tipos llamados puros, los cuales fueron con el tiempo formados y diferenciados por una natural selección que los fue concentrando
y aislando en regiones separadas.** “Los llamados tipos extremos representan
actualmente sólo unas minorías. El extremo
tipo negroide es tan raro entre los negros como el idealizado
y rubio tipo nórdico entre los blancos. Y los tipos no extre-
mos no suponen necesariamente una mezcla racial; siendo más
bien probable que en vez de ser típicas, las más extremas formas
en cada
caso
no
representen
sino extremas
especializa-
ciones.”?* Cuando no se conocen los orígenes precisos de los . tipos humanos y sus múltiples mixturas, no es posible en la realidad de las inextricables mezclas humanas reconstruir los tipos puros ancestrales. Y lo más que se puede hacer, dice Boas. es distinguir arbitrariamente ciertas combinaciones mor-
fológicas, denominarlas tipos puros, y distribuir luego todas las formas estadísticamente según su respectiva frecuencia en los grupos humanos.
El imbricamiento o solapo de las llamadas razas no sólo es
un concepto
teórico,
sino
una
realidad
práctica,
tanto mas
efectiva cuanto más se ponen en contacto los tipos distintos.
Aun en el más aislado grupo humano, jamás se encontrará una
homogeneidad plena. Lo impiden las leyes de la herencia, como veremos pronto. Y a medida que los tipos humanos se ponen
en
contacto,
los
cruzamientos
se incrementan
y con
éstos aumentan también los traslapos de sus singulares carac-
teres, Así puede verse mediante el estudio de la distribución
de éstos por el espacio habitado. “Si los caracteres que dis** Franz Boas, General Anthropology, Nueva
, . erg p.a ppshib
Race,
Reason
and
York, 1938, p. 104.
Rubbish,
Nueva
York,
1942,
* Ina Corinne Brown, “National Survey of the Higher Education of
Negroes”, Socie Eoomomle Approach Problems.
129
tinguen las razas son examinados uno a uno series geográficas graduales o clinales, como Acaba cuenta, € bro
ner Huxley.”?*
Las razas geográficamente yuxtapuestas tienden
netrarse una con Otra, a manera de una ósmosis, fo, Mp,
la Ando q, calas de mutua penetración. Pero las leyes de ma ePencl, hacen que ésta no se produzca por una fusión en r la recíproca, aleatoria y sucesiva interpenetración 2, sino les o cuales caracteres singulares, que van entrando solosO Por . grupos en el campo racial contiguo y manifestán dose comarcas fronterizas. Estos curiosos fenómenos de la E lu humana no son escalonamientos intermediarios entre pe potéticas razas puras que no existen. Estos clinales ARÉTOPO0en en las frecuencias de ciertos q geo. gráficos son seriaciones minantes genéticos según las áreas, o sean “las vari Med
incidencias de ciertos definidos genes”,** como se comprendes eri mejor al considerar las leyes de la herencia. Está claro, pues, que no ha sido hallado un complejo de 0 racteres
concomitantes
que
pueda
tomarse
como exclusivo y típico de una raza. Como
inequívocamente
asegura Schein,
feld: “Con las escasas excepciones que son el resultado de procesos selectivos (ocurridos en ámbitos geográficos aislados
durante
muchas
generaciones),
no
hay
formas
corporales
exclusivos de raza alguna”.* Y esto es tan trascendental pan el concepto de raza, que científicamente lo invalida y destruye
“Si nosotros no podemos
demostrar
que
existan
conexiones
conocidas entre ciertos caracteres físicos, carece totalmente de
sentido
uu
hablar de diferentes tipos raciales en una
comuni:
. En cientifico rigor, la raza es taxonómicamente imprecisble o ilimitable, pues a partir de dos prototipos que arbitra
riamente se toman como tales, los caracteres tomados como típicamente raciales se van desvaneciendo de individuo 4
individuo en multitud de
variantes
que forman
una gamt
continua, en transiciones insensibles desde el prototipo hasta
otro tipo cualquiera. La raza se nos escapa de individuo 4 individuo, y, hasta en un mismo individuo, la raza se esfumi de trazo en trazo. Si, por la enorme variedad de los cart teres somáticos apreciables en los seres humanos, la raza huy del individuo, las variantes que cada uno.de estos caracteres ofrece hacen que la raza se desvanezca también ante la espé
cie humana.
También la especie repudia a la raza. La espec
es realidad, la raza es ilusión.
Por esto ha podido escribirse
por K. Saller, no sin cierto humorismo: “Ni que decirse tien
130
que
no
se debe
negar
la existencia
de
diferencias
entre úl
razas, pero hay que advertir que la ciencia no conoce tods 2 Monthly, T. Dobzhansky, “The Ra ces Concept inin Biology”, Selentif 1941». 164 Biology 2% Ibidem,
* Amram Scheinteld, Race and Heredity, Nueva York, 1939, D- %
e G, Dahiberg, ob. cit., p. 208.
es son las verdaderas”.*
er
de Ruth Benedict,”
hay Campo donde
los autores
cación de las Fazas .
Hoy
¿No
es, pues, de extrañ
cn toda
la ciencia moderna no
difleran más que en la clasifi-
.
-
día ciertos antropólogos racistas han procurado evadir
estas dificultades graves de la incoincidencia de los trazos raciales. Ha sido concebido el tipo racial como un tipo pro-
medio, formado por la frecuencia de ciertos caracteres, variedades y variantes, en los individuos de un grupo dado. La raza ha dejado de ser así un fenómeno natural para ser sólo una
fórmula
estadística.
individuales, no pueden
Los
caracteres
raciales,
como
los
ser definidos, se dice, sino con rela-
ción a un tipo dado y éste no es sino el tipo promedio o pre-
dominante en un grupo humano, o el que por cualquier causa se toma convencionalmente como tal tipo. Algún racista llega a admitir que la raza no es un rígido tipo
antropológico,
sino
un
tipo
que
oscila
alrededor
de un
tipo medio, “como una sustancia elástica que puede ser deformada dentro de ciertos límites, más allá de los cuales se rompe”.*
Pero
esta
tipificación
por el promedio
de objeciones que la invalidan.
no está exenta
El tipo racial estadístico no es un tipo real, sino una abstracción que sólo se diferencia de la vulgar tipificación de la
raza por su elaboración matemática. “Las razas suelen describirse en términos de promedios estadísticos, según los diversos caracteres
por
los cuales
aquéllas
se distinguen
unas de
otras. Una vez logrado un tal sistema de promedios puede servir como una métrica racial, con la cual pueden hacerse
comparaciones entre los individuos y los grupos de individuos.
Este simple método puede, sin duda, ser conveniente en la práctica para ciertos propósitos; pero de todos modos, la dificultad es que, desde el punto de vista de la ciencia genética, ese procedimiento para determinar a cuál raza pertenece un dado individuo, es a veces una inexcusable falacia.”*
El prototipo estadistico es un resultado básicamente arbitrario. Si el tipo racial es, por ejemplo, el individuo negro, alto, braquicéfalo, chato y pícnico, la raza no será el grupo
formado por un conjunto de individuos que sean todos ellos negros, altos, braquicéfalos, chatos y regordetes; ni siquiera tendrá que ser un grupo en el cual una mayoría de los individuos tengan los indicados caracteres, Lo que es más inconclu-
yente todavía, la raza será el grupo humano definido por los promedios numéricos de la presencia de ciertos caracteres en el
conjunto de sus individuos, aun cuando
éstos coincidan todos los caracteres típicos.
ni en un
solo de
En una propor-
ción de 100 individuos la raza estadísticamente definida podrá der 'nordischen Rasse".” Journal pour ** K. Saller, “Die Entstehung l'Anatomie et l'historie de Pevolution, 1927, no. 83, cuaderno 4
* Ruth Benedict, Raza: ciencia y política, México, % J. Evola, M1 mito del sangue, Milán, 1937, p. 88.
* Theodosius Dobzhansky, ob. cit., p. 61.
1941, p. 33.
131
contar, por ejemplo, con 60 pieles bien ne
ras altas, 60 braquicefalias, 60 chatedades ya
00 eta, na
terísticas en todos los órdenes de las tipicidades S tas
sin embargo, la raza no podrá contar ni con un solo qeda; y que en sí reúna toda esa variedad de rasgos y pued indivigyl ficar el arquetipo.
Por otra parte, como ha señalado Rivet en
maine, con relación a un carácter dado:
“En
¡»
a Person
E Fapece Bu
las poblaciones modernas, tal carácter, o, mejor, e] naaa d
se forma para expresarlo, comprende variaciones tan
ice Que
lo menos, si no superiores, como las obtenidas a] ¿Pu
calculy Ls índices análogos de las razas más lejanas”. Así lo, según Rivet, entre ciertos indígenas del estrecho de mr Jem.
os Índices
cefálicos
promedios
serían
entre
689 , 8
entre los hotentotes son 67,0 y 81,1; entre los negros a Pio son de 63 a 83; entre los chinos 66,6 y 88,8; etc. Por lo + Me
las medidas más exactas en un individuo nada pueden
sar de racial.
Además, como dice Goldenweiser,*s
mo
“e] e
dio de un cierto carácter típico en un grupo dado no da yn, idea del
grado de extensión de las variantes en el mismo, y,
posible observar un grupo que sea altamente uniforme, en el cual los tipos máximo y mínimo de un cierto carácter y
aproximen mucho al promedio del grupo, así como otro gr.
po que sea muy vario, pero donde el mínimo esté muy por debajo del promedio y el máximo muy por encima del mismo; y, no obstante, ambos grupos pueden tener un mismo pro medio”. Esta tipificación promedial en definitiva dependerá siem. pre de la cantidad de individuos que sean incluidos en el análisis para deducir luego los índices estadísticos de sus promedios. De este modo la raza como concepto esencialmente somático ya se complica con un elemento que no es biológico,
tal como la composición y la conglomeración
de un grupo
humano, el cual, así en el número como en sus componentes y en sus cualidades, está siempre determinado por la geogra: da afinidad a, aparte de la pretendi tur cul la y ia tor his . la ial rac cia, La sintesis estadística que sólo depend e de los individus
se formará atendiendo a la cantidad que fueran estu diados en un grupo dado, pero si no dese los atiende a los demós
se prescindirá de la calidad de sus verdaderas distribucion£
somatológicas dentro del mismo grupo. Por cuya causa, * procedimiento estadístico, que analiza sólo a contad os 1 de
132
viduos de una dada agrupación para fija r sus pr omedios fométricos, pue
0 de fácilmente llegar a una conclusión basic po
mente errónea, pues puede suceder
que los caracteres nó resulten promedialmente a logos y, sin embargo, su composición gen ética 0 biologia ga completamente diversa. Según fue re el régimen de €N largo mia o fológicos de dos poblaciones
cruzamientos que se hubiere practicado por UN
** Goldenweiser, Anthropology, Nueva York, 1937, p- 15.
en cada una a este
de
resultado:
que
dichas poblaciones en una
locales
localidad
todas
las e
Lera
familiares sean completamente distintas entre sí, mientras todos los descenzientes, hermanos y hermanas, de cada fami-
lia sean muy
familiares
varían
sean
mucho
semejantes, y que en otra población las líneas muy
entre
sí.
parecidas,
Esto
mientras
sus
significaría
componentes
que realmente
composición racial es distinta en cada una
la
de las poblaciones
y, sin embargo, los promedios estadísticos en una y otra podrían resultar los mismos, llegándose así a una equivocada
conclusión
humanos.
de
igualdad
racial
entre
los
dos
distintos
grupos
Dixon clasifica los individuos de cada población local segú
sus divisiones,
cefálico,
facial
basadas
y nasal,
en los valores numéricos
presumiendo
que
las combinaciones
resultantes representarán tipos fundamentales
como
dente.
cuenta
No
mientos,
Boas,
puede
hechos
“la
darse por
artificialidad
prueba
caracteres
alguna
de los índices
de este
de raza. Pero,
método
es evi-
de que tales agrupa-
arbitrariamente
escogidos,
corresponden a realidades vivas, o sea que, por ejemplo, un
agrupamiento
de cabezas
prolongadas,
caras largas y narices
salientes represente en algún sentido una. raza pura”.* Con mayor razón, si cabe, puede objetarse a G. M. Morant, quien, después de afirmar que es imposible en antropología dar una definición firme de la raza, por la enorme complejidad de los factores del problema, quiere que los grupos humanos sean estudiados biométricamente en una población para sacar sus tipos; pero ni siquiera en todo el conjunto de ésta, sino meramente por algunos grupos restringidos y localizados de la misma, a manera de simples muestras, como la cala y cata de un melón o de un saco de azúcar o como los análisis de un guarapo o líquido cualquiera, por pequeñas
porciones sacadas en unas probetas. Pero en estas cosas se presupone con razón la homogeneidad de la sustancia analizada, y en el análisis raciológico es precisamente la real homogeneidad somática de los elementos lo que hay que investigar.
Además, dice Boas, nada permite suponer que los tipos racia-
les determinados
por
tales criterios estadísticos son los tipos
mas puros y primigenios de los cuales se han derivado todos los demás por entrecruzamientos, pues igualmente aquellos tipos podrían ser nuevas variedades humanas que han sido
desarrolladas gracias a un prolongado y continuo aislamiento
y al azar de innovadoras variaciones hereditarias. _Esto aparte, el método puramente estadístico es sólo un cálculo de aproximación métrica, pero no una definición de realidades biológicas y persistentes. Sólo podremos hablar
de las razas y sus diferencias
“si aplicamos
el término
raza
a un grupo humano en general y si los caracteres raciales se consideran tan sólo como colectivos del grupo y no individuales
de sus miembros”.
Pues como ha señalado Barzun, “si la raza
** Franz Boas, The Mind of Primitive Man, Nueva York, 1938, p. 49.
133
es una realidad natural, _no se puede aceptar a Ice, Suele ser olvidado que si la raza es un factor las generaciones, el cual permite dividir naturalme Ante a
sí a los seres humanos, no puede fallar en ningún Cante entro
Pueda
o.
aceptarse que un individuo varíe por la formaci ón
su cultura, pero ¿cómo puede un factor del cua] so tipo q que es transmisible
Es
como
si un
ser
por generación
humano
dejar
de ser trans segur
gracias
ovíparo
naciere
ido)
excepción de la ley que establece para el hombre la a Un Natura. leza de vertebrado vivíparo”.>** Para la solución ideal del problema de la clasificación
dística de las razas se requeriría, dice Boas, el establecimjar
to de ciertos tipos promedios que entre sí no Mostrasen en y
complejo de sus caracteres ningún
género de coincidencia
Acaso, con cierta
podrían
solapo y que pudieran ser diferenciados con absoluta certeza
condescendencia,
tales tipos el europeo, el negro
quimano,
el mongoloide
aceptarse Como
de África y Melanesia, el bos.
septentrional,
varios
malayos, lo
australianos y australoides del sur de Asia y algunos indios
de América. Pero entonces sería necesario establecer la posi. ción racial de los grupos que están entremedios; así habria
que comparar los habitantes
de Norteamérica
con los tipos
del europeo y del negro; los de la India con los europeos, los mongoloides y los australianos, y así los demás pueblos alejados de los prototipos convencionales prestablecidos. El concepto de la raza como relación de un tipo promedio
trae consigo el de limitar en sus miembros el posible aleja: miento de la línea promedial. Pero dados los tipos promediales, ¿dónde se clasificarán los hombres tipológicamente intermedios?
¿Serán
todos ellos hombres
hombres mestizos?
Obligado por estas complejidades,
sin
raza?
Eickstedt*
¿Serán
todos
ha querido
distinguir entre razas nucleales, aquellas en que el cuerpo 6 de una acentuadísima diferenciación morfológica, y 1323
intermedias, o de transición, las llamadas mixomorfas po! Monchin. Pero esta nomenclatura no pasa de ser un simple y engañoso recurso de problema.
vocablos para
eludir el verdadero
Lo mismo puede decirse del concepto de las razas pando Criticas,
propuesto por Morley Roberts, razas tamente diferenciadas, en las cuales cada como individuo puedes er
conocido
13
a la
vista como
perteneciente
al
tipo dado. do raza, se ha dicho, es la raza cien por cien. Keith ha observa que habiendo razas con sólo el 90% de individuos recono . bles como típicos y Otros con porcentaje menor y decrec! hay hasta el
cero, hay que aceptar que de una raza intermedias, o sea macrodiacríticas, mesod a otra as Y iacritil . 3 J Barzun, Race, a study in Modern Superstition, Nueva york fases
1937, p. 281. se E. von Eickstedt, ob. cit., p. 13.
microdiacríticas,
hasta
llegar
Dicho
a la fase oradiacrítica.:*
sin ese aparato de nomenclatura,
estamos otra vez en los mis-
mos convencionalismos de las razas estadísticas.
“Un procedimiento puramente estadistico no puede resolver
el problema
de las relaciones
biológicas entre las razas, aun
cuando las consideraciones estadísticas deben tenerse en cuenta al intentar un estudio en biología.”** Un notable esta-
dístico ha manifestado que “los métodos estadísticos son necesariamente admisibles en tanto en cuanto los experimentos fracasan
de
el logro
en
su
propósito
ideal...
Los
estadísticos no son para el experimentador hombre cía sino una preadvertencia de su fracaso”.> Como
ha indicado Boas, tomando
métodos
de cien-
cualquier carácter antro-
pométrico y viendo sus variantes, se advertirá que en un gruhumano se podrán considerar como tipos normales la mitad
de los individuos, media
entre
la que
pudiera
los dos extremos
decirse la cantidad
caracterizados
inter-
respectivamente
por exceso y defecto de la medida. Si tras de la primera división, se procede a la segunda, atendiendo a otro carácter
morfométrico y aplicándolo a la ya prestablecida mitad normal, ocurrirá lo mismo en cuanto a ésta, Es decir que en esa mitad se hallará a su vez sólo la mitad dentro de la normalidad del segundo carácter, la cual ya resultará, pues, una mitad de la mitad primera, o sea sólo una cuarta parte del grupo total. Y continuando sucesivamente la división, tomando carácter tras carácter,
al llegar al décimo
término
de
la
clasificación ya no se podrá contar sino con un solo individuo por cada 1024 que constituya el tipo normal en todos los diez caracteres.”
“La normalidad
típica así definida, dice Boas, es
una abstracción que difícilmente se encuentra en realidad ni
siquiera en un solo individuo.”
Igual ocurre con todos los tipos llamados raciales, engendros subjetivos más que objetivos. Ya Virchow dijo hace tiempo que el típico ario postulado por los teóricos aún no había sido descubierto; y, a pesar del mucho tiempo transcurrido desde entonces, el descubrimiento está por hacer. Y con razón un antropólogo ha podido escribir, en relación con los prototipos imaginarios para la clasificación racial de los europeos: “Actualmente es bien raro que se descubra un solo
individuo que corresponda en cada rasgo a nuestro tipo racial; y ni siquiera puede asegurarse que ese tipo haya sido alguna vez descubierto”.
87 Arthur Keith, Etnos or Problems of Race, Londres, 1913, p. 77.
38 Franz
Boas,
32 G. Vdny J.
Barzun,
“ Franz
ob. cit., p. 51.
Yuli, en
Boas,
ob.
cit.
British Journal
General
Anthropology,
of Psychology, Nueva
York,
XII,
p.
1938,
p. 99.
135
106.
4 Ripley, ob cit., p. 112, Ripley le pidió a Ammon la fotografía no pudo de un individuo cualquiera de tipo alpino; pero este autor enviársela, a pesar de haber medido millares de reclutas
de
la
Con una red de números proporcionales Se om el concepto de la raza, que entre sus mallas quiere Pete arquetipo promedial no existe más que como una Bulla o
teórica
categoría
o entelequia
convencional
traccij
creada por la metodología La
clasificación.
de
Tazq Como ¡A
3 disp es la evasión conceptual y la compensación ilusoria ta ante el fracaso real de la raza biológica. La raza del Pack la raza estadis, Medi
la raza equilibrio, la raza en flujo,
raza elástica, no son sino artificiosos acomodamiento.. tados por el racismo, entre la fantasía de la raza coPe
cia y la realidad de las infinitas variedades y variante: caracteres humanos.
Fracasaron,
pues,
todos
e.
¡
€ren,
:
S de lo,
los intentos
científi cos de clagij
cación de la especie humana en razas biológic as, Naturales y no ficticias. De una parte, “las dificultades que se en tran en la clasificación de las razas humanas impulsan.
aumentar el número de razas y de troncos étnicos y dan lu i a que todo el sistema se haga tan complicado y difícj a emplear que se derrumbe
por su propio
peso”.*?”
todo, la sistematización fracasa por la misma del concepto de raza en la realidad;
reducir a grupos
biológicamente
por
Pero Sobre
inconsistencia
la imposibilidad de
definidos
y
diferenciados
todos los seres humanos, con sus variedades y variantes infi. nitas e incoordinables. Y también con sus incesantes vari. ciones. Porque si la raza se escapa en el espacio, también
desaparece en el tiempo. lares que se han
Ni uno solo de los caracteres singu
propuesto
como
signos
de una
realidad necesariamente constante o permanente.
raza es en
Como tam-
o lo es el complejo de aquellos en cuyas combinaciones e ace basar toda la definición racial.
Importa, pues, considerar la realidad, las causas y la importancia de las variaciones de los caracteres somáticos tenidos por raciales; o, lo que es lo mismo, dilucidar la condición de su permanencia,
que algunos
tienen
por
absolutamente
inde
leble a través de la breve vida individual y de las inmensu rables edades de la especie. Con esto llegamos a los otros
extremos de la definición de la raza aparte de los caracteré
corporales y morfológicos del ser humano, o sea a la here: cia y a la invariación.
136 a
res
región renana, donde
prevalecen los
llamados
alpinos, Y le jpo
pondió que nunca había encontrado un espécimen del tipo si que fuera completo,
«“ Ralph Linton,
/
ob. cit., p. 60.
IV VARIACIONES GENEALÓGICAS LOS CARACTERES SOMÁTICOS
DE
SUMARIO: Dos
genes
olgos
como
Todo dura y todo muda.
que
hacen
obreros
y
sólo los
uno.
El
cromosomas
La herencia y la roza. proceso como
genético,
sus
Los
cuodrillas.
Lo herencia tonto cambia como conserva. La refriega del engendro. Cada pareja humona podría crear tipos distintos para poblar varios planetas. El armor nunca repite sus creociones. Las leyes de Mendel. La leche, La herencia como el arroz teranes, Los saltatrós. Blanco con con mulato no da blanco. El huevo
Todo ser humano es mestizo.
sivos. Los ojos equilibristo. Lo metográfica.
herencia como el café con con frijoles, No hay cuarmulata no da negro; negro fue primero que la gal!ina.
Genes dominontes y genes rece-
megros domiman roza fotografía
a los ojos azules. La raza instantánea y la raza cine.
Si la raza se escapa por el espacio, ¿se escapará también por
el tiempo?
Si todos y cada uno de los caracteres tenidos por
raciales se desvanecen de individuo en individuo por la masa de la especie humana, ¿no se perderán también de individuo en individuo a lo largo de la historia, así por la vida de las
generaciones como por la del individuo mismo? Ya se ha visto cuán innumerables son las variedades y las
variantes de los caracteres tenidos por raciales.
También hay
que reconocer su infinita variabilidad. Si son muchos los caracteres corporales de unos seres humanos observables en
un momento dado, más pueden ser todavía con el tiempo porque los caracteres no son permanentes, sino variables. Esta variabilidad parece atentar contra lo más esencial del
concepto
biológico de la raza, que es la persistencia o inva-
riación natural de determinados caracteres del cuerpo humano. Invariación que ha de perdurar en la vida del individuo y
luego en la de la especie, mediante su transmisión heredita-
ria. Por eso en la definición de la raza, que hemos tomado de Hooton, se alude no tan sólo a la existencia de caracteres
somáticos
distintivos,
sino
a que
éstos
sean
hereditarios y
principalmente ro adaptativos. O sea que no sufran variación; pues si fuesen variables, una vez heredados tales carac-
teres, podrían variar y adaptarse a las condiciones ambientales. Y siendo variables... la raza desaparece.
137
La estabilidad orgánica es un principio conf; biología, pero no olvidemos que también .s firmado Por)
No +». PrÍncipi,
correlativo el de su constante variabilidad.
absurdo. Permanencia y mudanza, continuidad So. Esto w ción, actividad y descanso, ser lo uno y pasar a se "Mtertup. Otro Pausas y movimientos; es el ritmo de la vida Univers
bilidad y variabilidad. Todo dura y todo muda.
l. Esta,
Puede asegurarse que junto a la estabilidaq biolóo; que es natura los caracteres somáticos, estabilidad
de
relativa, está su variabilidad, relativa también. “Es jp "ent cia de todos los fenómenos vitales su constante variabiliao su no repetición.”
Es hoy
evidente
que
cativos de razas no tan sólo son varios,
los caracteres idad, y va dl
varios
muy
como
cian
combinaciones. Variaciones que se producen así por los
e
tes, sino también
variables,
así en el individuo
se dl grupo. Y que a las variedades de la tipología racial las variaciones producidas en los caracteres mismos y na
sijos de la generación
variaciones
Algunos
genealógicas
geneticistas
como
por los influjos del
y variantes
que han
ambiente
mesológicas.
estudiado
estas
8
variacion
dicen que son de tres clases, según el primordial origen de
los factores que las producen. Unas son las variaciones teg. ricamente esperables, aun cuando a menudo inesperadas, por. que
se originan
en la refriega
de la procreación.
Son las pro.
causas ignotas y han sido llamadas mutaciones. éstas han sido denominadas idiovariaciones.
Algunas de
ucidas por los cruces genésicos de individuos con caracteres distintos, y se les suele denominar mixrtivariaciones, Otras son más profundas, si cabe, pues arrancan de mudan. zas en el mismo núcleo celular de donde se origina la naturaleza misma del individuo. Estas mudanzas se producen por
En cierto modo parecen mixtivariaciones; pero no lo son en
realidad porque no dependen precisamente del cruzamiento, sino una interferencia que altera la normalidad
genético,
introduciendo misteriosamente
del proceso
en él un
quid. l Otras variaciones son más ostensiblemente
las denominadas por algunos paravariaciones.
tertium
extrínsecas. Son
edi
En rigor, todos los caracteres humanos son a la vez her 0 tarios y ambientales y estas clasificaciones están basadas s0 en los factores que se creen predominantes en la complejisimá codeterminación de aquéllos.
138
Hay una manera de variabilidad que es de orden funcions.
mente genético; es la hereditariedad de los caracteres. En ci fenómeno vital de la generación se manifiesta esa divi varia
bilidad. Aun en los seres producidos por un solo 1 que
duo, por un progenitor único, ya se advierten diferencias
los apartan así del prototipo como entre sí.
, 1 S. Metalnikov, “Les facteurs psychiques de l'evolution”, Synthese, París, 1938, t. XVI, no. 2, p. 117.
Revut de
Comúnmente se tiene a la herencia como principio esencial
de la estabilidad racial, herencia
es al propio
variabilidad. En
pero se olvida casi un
tiempo
así la estabilidad
rigor,
siempre que la
factor esencialísimo como
de la
la variabilidad
de los caracteres somáticos que se dan por típicos de la raza,
dependen igualmente y de manera fundamental tanto de la herencia como del ambiente. Hemos de considerar primero la estabilidad de los caracte-
res
que se reputan
raciales. La raza ha de ser un complejo
somático del individuo que por línea genética le viene de ascendientes y que de él sigue a su descendencia. Fijación caracteres en el ser humano presente, como lo fue en antepasados y lo será en sus sucesores. Acerca de la fijeza los
caracteres
en
el
individuo
nada
diremos
ahora;
sus de sus de
pero
alterables o no en el decurso de la vida individual, los caracteres corporales solamente pueden en verdad ser tenidos
por raciales si son fijamente trasmisibles por vía de generación. Su raciabilidad ditariedad.
ha de encontrarse
ante todo en su here-
La esencia de la raza es la herencia. Raza quiere indicar origen, génesis o generación. La raza, si es algo trascendente,
no es sino la expresión de una herencia; pero la herencia, o sea la trasmisión genética, no es un fenómeno sencillo. Si sola-
mente por la mera selección de los caracteres somáticos que
han de definir la racialidad ya es grande la discrepancia de los antropólogos tocante a las razas, mayor es aún la inseguridad
si se atiende á lo complejísimo del fenómeno
hereditario y a
medio
trasmiten
lo imperfecto de su conocimiento actual. ¿Cuáles son los caracteres humanos que pueden considerarse como hereditarios y, por tanto, como posibles integrantes de un criterio de racialidad? La opinión vulgar cree que por
de la generación
ambos
hijos sus propios caracteres.
cialmente, ¿Cuáles caracteres los que se trasmiten, ¿cómo ciertos caracteres somáticos, ambos de los progenitores, y no
en
otros?
¿Cómo
progenitores
a sus
Pero esto no es exacto sino par-
se trasmiten y cuáles no? Y en se hace la trasmisión? ¿Por qué que son ostensibles en uno o en aparecen en unos descendientes
se determina
la herencia?
¿Cómo
se
decide en el abrazo sexual si el engendro ha de resultar con tal o cual carácter paterno en vez del materno o viceversa; o, en otro caso, si de ambos caracteres genitivos ha de surgir en el heredero uno nuevo por mixtura de aquéllos o hasta por su preterición? ¿Por qué un carácter dado se trasmite de generación en generación y por qué a veces la trasmisión falla y el carácter desaparece para siempre o para reaparecer en otra generación,
acaso ya remota?
2 Theodosius
Dobzhanky,
¿Es realmente
la herencia una
trasmisión de características? Como ha señalado Th. Dobzhansky,* en el campo de la ciencia genética hasta ahora se ha dedicado muy poca atención ob.
cit., p. 60.
139
a los problemas de razas, mucho
menos de lo
el uso y el abuso presentes de los conceptos y
raciológicos; aceptándose
la hereditariedad
de ¡or eCORCey
sei,
raciales como indiscutiblemente admitida más que Caract teza bien comprobada. Y es necesario comprender 1 Mo cer. plejidad del fenómeno
genético
tener a real Com,
para poder
un concepto más aceptable que el seguido comúnmex 'ar sólo por el vulgo, sino por las gentes que, siendo . ss; general y aun sabias en ciertos campos, cuando se trat, tas razas se dejan arrastrar por la vulgaridad de los Criten
las pasiones o de las conveniencias y aceptan sus má
de
plistas y ridículos mitos. Ha dicho Jean Rostand: que: AS Sim.
tiempo de que llegue a la masa humana ese vocablo er ma, el cual, aun cuando designa el objeto más importa OMmog0. universo, no figura en el diccionario de la Academia ni
nte del
Obtiene
- en las recientes enciclopedias más que el favor de alg Unas li. neas insignificantes”. De veras, es tiempo de que se divulguer realidad genética en la masa social, entendiendo ésta no en el sentido restringuido que suele dársele de clases desheredadas,
sino en el de la totalidad del conjunto humano; incluyendo las
clases mejor heredadas, las cuales tampoco suelen conocer de
la herencia más que la de su patrimonio y sus privilegiantes tradiciones.
El vocablo herencia, como el vocablo raza, está adulterado por acepciones y conceptos que jamás pasaron por la mente
de los biólogos. Ha sido observada
semejanza
de ciertos
caracteres
por todos los pueblos la
corporales
entre
los ascen-
dientes y los descendientes, como también su disparidad, y han tratado de darle una explicación. No siempre creen los primitivos que la procreación es una consecuencia del abrazo bisexual, y, aun los que conocen
la correlación
causal entre el
coito y el parto, explican el engendro por la encarnación €n la entraña materna de un ser espiritual; generalmente por la rencarnación del alma de un muerto que así renace a un
nueva vida. Esta idea de la metempsicosis no ha sido borrada de las creencias humanas y aun se mantiene vigorosa en las
sociedades más civilizadas. Para los que tal creen, la aparició” en un individuo actual de ciertos rasgos corporales caracterís
ticos de otrós ya desaparecidos, se explica por el mito de | :
rencarnación del antepasado en el cuerpo del nacido despues»
Así nos lo expusieron en Cuba unos viejos negros mc
140
Hemos hallado la misma explicación en África entre Sus
os
dantes, los ibos, de los cuales también fueron traídos mUf,
a Cuba. Esa vieja teoría rencarnacionista
de los rasgos somáticos de los antepasados
de la reapá “da 3
no está limita
está muy difundida en el folklo" pues os, negr los a ni a Cub universal,
s Jean Rostand, La Nouvelle
Biologíie, p. 47.
Pero esta explicación no cabe en el caso de la reaparición
en el recién nacido de ciertos trazos corporales connotados en
otra persona que era aún viva en la época del nacimiento; y
hubo que buscar otras razones, según el parecido fuere con los padres o con otro individuo. En este último caso, aparte
de la presunción de un real adulterio, se acudió a las teologías supersticiones de los íncubos, de la magia, de la hechicería,
de los antojos, etc. Todavía se cree mucho en mitos y porten-
tosas patrañas, pero ya el fenómeno de la herencia no se concibe de manera tan simple y sobrenatural. En el caso de la semejanza filiar, la herencia se explicaba a
manera de una planta en cuyas semillas se contenían los gér-
menes
de la reproducción
de los padres;
pero nada
se sabía
de la naturaleza del fenómeno hereditario. Así pensaba Hipó-
crates, varios siglos antes de Cristo, y transcurrieron unos 2000 años hasta que en el año 1677, con Loouwenhook y su Animalculus espermático, la ciencia comenzó a observar y teo-
rizar. Todavía pasaron más de dos siglos hasta que O. Hortwig
observó la unión de los núcleos de las células ovular y esper-
mática, y se pudo iniciar la teoría de la herencia nuclear, base
de la genética
científica contemporánea.
La herencia es un fenómeno complejísimo de la generación, no tan sólo por el incontable número de elementos que inter-
vienen activamente
en él, sino también
por las tan yarias
como complicadisimas modalidades que pueden adoptar aquéllos en el proceso genético: De ahí la inmensa e inextricable sis del fenómeno
hereditario.
No se nace de un fiat 'que de la nada lo hace a uno, se nace
siempre de algo que es antecesor. Pero la herencia humana no es una simple repetición.
No es un individuo que se repro-
duce en otro, sino la producción de uno por la acción copula-
tiva de dos. Se nace de unos que hacen otro; de al menos dos algos que hacen uno más.
En rigor, no es una reproducción,
sino una coproducción que nunca reproduce. Ya desde su instante originario todo humano fenómeno de herencia es binario y dilemático. Dos progenitores son los que se juntan en la obra, dos individuos, necesariamente dos y, por
ser dos, también necesariamente diversos. Y todos los factores
genitivos que se combinarán para la creación del nuevo ser han de irse sacando de cada uno de ellos y en cada caso por
dilema, ora del uno ora del otro, pero no de ambos en común
y por igual. Pero no pensemos que la generación y por tanto la herencia
se producen por la simple conjunción de dos entidades que son
dos seres humanos de sexos opuestos. La binariedad origina-
Tia del fenómeno
genético llega hasta
el campo
submicroscó-
Pico, Después de los descubrimientos del americano Thomas'
141
Hunt Morgan y sus discípulos,* se acepta gener alment herencia obedece a leyes fundamentales idént; Cas en 1 Que e ta, en el animal 7
si bien la C
en el hombre,
omplej¡ . di] uciday. oa del
proceso ofrece todavía muchos problemas a
La herencia en la especie humana no se hace Co en el resto de la naturaleza, por la mera interació tampoco
do,
le
cuerpos, varón y hembra, considerados como gran qe
e
individuales, sino por la cooperación de varios facto Entid
otros, según parece, por innumerables corpúsculos de Entre propia, los cuales operan en cada una de aquellas entid Unidog
específica función genitiva. En rigor, los dos cuerpos «dades su YU.
el aporte de sus
a los descendientes
dos no dan
somáticos para que de éstos se efectúen en los engen recteres
síntesis más o menos simétrica o equimediada; son única mn Una
esos llamados corpúsculos de acción genética los Verdades creadores del nuevo ser, trasfiriéndoles sus propios Caracter
potenciales, La nariz del hijo, pongamos por ejemplo, no pe
drá que ser necesariamente
una
resultante
promediada de L
nariz aguileña del padre y de la chata de la madre; ni siquiera
tendrá que-ser prominente o aplastada, por reproducción de uno de los tipos progenitores. La nariz filial será según deter.
minen en su faena plasmática esos minúsculos artesanos de la procreación, que parecen poder obrar con iniciativa propia
cuando salen a su tarea de los respectivos cuerpos donde ellos se albergan y esconden, en acecho de los cruces amorosos!
4 La obra de Morgan, naturalista americano, penetrando en el mun. do de la herencia, ha sido comparada por su trascendencia a l de Einstein al recomponer la figura del universo. También puede relacionarse con las teorías atómicas y la quántica que han lleva do el relativismo a la física contemporánea. La obra de Morgan
fue
iniciada en el año
sophila
o mosca
del
1910
vinagre,
zón de treinta generaciones
sobre
la herencia
cuyas
rápidas
anuales,
de
la mosca
Dro
reproducciones, a ta:
le han
permitido
estudiar el
trabajos
y descubrimientos de
fenómeno hereditario en varios centenares de generaciones sucesivas, casi tantas como las ocurridas en la especie humana desde el comienzo
de la era cristiana.
Los
T. H. Morgan fueron seguidos y completados con los de Strostevant sobre las localizaciones
de los
factores
hereditarios; los
Bridges sobre la herencia del sexo; los de Miller sobre las abecromosómicas,
rraciones
quien
de exploración
vísimo campo
la
a
abrió
genética
de las mutaciones
en
1927 el 0
experimental8
por medio de radiaciones de onda corta, y los de otros va geneticistas. La enorme trascendencia de estos descubrimiento puede comprenderse mejor sabiendo que las leyes de la ner.
son
las mas
universalmente
válidas
entre
las
regularidades
de
lógicas hasta ahora registradas por la ciencia. El mecanismo pa la herencia en los seres humanos, en las moscas Drosopbila,
142
las plantas y hasta en los seres unicelulares es fundamentalmente el mismo,
Octavio Montoro, Constitución, herencia y La Habana, DA p. 12. Las famosas experiencias de Castlerazas, y Phillips a de
rado de una manera convincente individuo
un
negra
blanco,
a
una
y
del
blanca
germen.
la independencia del 50% el
Injertando
y haciendo
fecundar
todos los hijos fueron negros.
quedó sin ser trasmitido madre de sus hijos.
ovario
a
El soma
a sus hijos: )
ésta
de
UnA
conejo
por Un blancás de la coneja
ella realmente
n0
La expresión más simple y esencial del acto
genésico
minada Eygosis, es la unión de dos diversas células o, denoo gametos, pertenecientes
a individuos
distintos, para
.
formar
una nueva célula zygote, o sea el embrión de una nueva criatura. Cuando el espermatozoide o gameto masculino, inquieto y agresivo, se lanza sobre el inerte y receptivo óvulo femenino y lo fertiliza amorosamente con su contacto, realiza dos funciones, Primera, la de estimular al óvulo, aguijoneándolo para ue despierte al deber de la especie y se abra para su repro-
ducción. Ya en este primer acto la acción procreadora es dia-
logal. Pero el óvulo se reproduciría a sí mismo por vivisección
si el espermatozoide no continuara su obra conyugadora, pene-
trando la célular ovular, rompiéndola
y rompiéndose
a sí
mismo; interrumpiendo así el proceso monogénico de la autorreproducción para reanudarlo por la cooperación de los dos
sexos en una nueva célula de creación mixtigénica, que es el
zygote u óvulo de la hembra después de ser transformado por la invasión masculina. Al
producirse
la creación
de un
individuo humano
por la
acción de dos diminutas células que chocan, se compenetran y se deshacen, de cada una de estas células surgen multitud de entidades individuales simplísimas, que continúan el diálogo sexual
y se aparejan
otra
vez una con
otras en el seno
de una nueva célula singular, la cual es el embrión de otra individualidad. Cada una de las procreadoras individualidades protoplásmicas es como una microscópica arca que encierra el cuantiosisimo acervo biológico que los progenitores dejarán parcialmente en herencia al descendiente para constituir lo innato de su personalidad. “Cada hombre es un mundo”, dice el refrán. Por
analogía
podemos
decir que ya cada
célula embrionaria es también un mundo, porque ella, no obstante su pequeñez, es complicada y singular como un ser
humano. Todo el cuerpo humano está compuesto de millones de cier-
tas partículas de apariencia gelatinosa, llamadas células, que parecen, ser las unidades más pequeñas de la materia viva, con capacidad de vida independiente. Hasta los huesos, los cabe-
Mos y las uñas, que no consisten en células, son de varias for-
por ellas constituidas; pero mas según las partes del cuerpo todas son estructuralmente análogas, según se observan bajo el microscopio. En medio de cada célula embrionaria el microscopio muestra una porción diferenciada, llamada núcleo, rodeada de otra materia
o citoplasma;
dentro
de cada
núcleo
una
serie de bastoncillos y máculas no mayores de una milésima de pulgada, que son los cromosomas; y en cada cromosoma unas porciúnculas, denominadas genes, en las cuales, según Se algunos, está la esencia caracteristica de la humanidad. dice que en los cromosomas,
y más
aún
en los genes, esta la
diferencia de la especie. Los genes hacen distinguir las células de un hombre de les de un perro, de las de un pájaro, de las
los de un sapo, de las de un moscón. También los genes son
143
ue dan a cada individuo los básicos cara
fu personalidad.
Esta doctrina contemporánea afirma
ditario, o sea lo que debemos
bioló
cteres COrPOrale,
que el
:
de
icamente A pamon lo he
t pasados, consiste en esos varios millares de en denominadas genes, contenidas en cada célul a. Como 10 - vó André Mayer, cada uno de nosotros ha co menzado s obser, tencia en un espacio cuyas dimensiones lineales no pas exis. un micrón, es decir la milésima parte de un milima; San de
tidadeg p2nte
cuando en ese momento ya el futuro ser humano posea” aun su capital biológico, algunas decenas
Los genes son invisibles como
de millones de e Como
los virus filtrables o co nOs,
átomos, pero su realidad, aunque inferida, no es menos o los Se
ignora cuál es la constitución
calificado de cápsulas químicas.
intima de los genes. Se pa
Se conoce que hay
en a
algo de químico y de estructural, como en los átomos; pero os sabe de su real existencia por sus observados efectos. Son de factores bióticos de la herencia. Son las unidades fisiológicas de
Herbert Spencer, las gémmulas de Darwin, los pangones de De Vries, los plasomas de Wiener, los idioblastos de Hertyi
los bióferos de Weismann. Rostand acaba de apodarlos com,
los heredones. Cada uno de esos invisibles genes encierra un aparato quí.
mico de prodigiosa y singular complejidad,
donde funcionan
multitud de elementos dispuestos a su vez en formas arqui.
tectónicas peculiares. Precisamente por esa complejidad de los genes, en sus elementos y en su estructura, cada uno de ellos constituye por sí una individualidad; pues no sólo se diferencia de todos los otros en su sustancia y su acción, sino
que se reproduce y perpetúa. Así, pues, la individualidad de cada ser humano, que es una de las certidumbres de la biolo-
gía contemporánea, se profundiza
sus órganos y elementos cada uno de sus genes, mica. La individualidad hasta la submicroscópica
y reitera en cada uno de
naturales, en cada célula y hasta en y acaso en su misma estructura atónatural del ser humano se continúa unicidad de su germen primigenio.
Cada una de esas individualidades genéticas, dicho sea €N
términos sencillos, tiene una misión particular que cumplir: la de cuidar de la perpetuación de tal o cual carácter especl-
fico de organismo a que los genes pertenecen. Así, por ejem-
plo, unos genes cuidarán principalmente
de la pigmentaci
del ojo, otros de la contextura del pelo, otros de los perf 5
de la nariz, otros de la estatura, otros del timbre de la Med
otros de la longevidad, otros de la reproducción genital, Ene Observando lo que los genes hacen y cómo trabajan, Shen
feld dice, que ellos pueden ser considerados como
tados de personalidad”. “No hay fábrica industrial“obreros que tene
tantos especialistas y con tan perfecta organización, Ni dor
ción de trabajadores que pueda hacer tan sorprendentes pa Entre los genes se cuentan arquitectos, ingenieros, plomer : , Carpinteros, decoradores,
químicos, artistas, €%
tores, médicos, dietistas, simples jornaleros y muchos artesanos más.'
Cuando dos seres humanos ofrecen semejanzas de tal o cual
rasgo de sus cuerpos es que en su ancestralidad,
común
oO di-
versa, tuvieron genes de la misma índole, los cuales operaron igualmente, cada uno por su lado, en el moldeamiento de sus respectivas
mos
formas. Por eso en los seres nacidos de unos mis-
progenitores
morfológicas.
En
suelen
algunos
ser
muy
frecuentes
linajes se dan
muy
las
semejanzas
notables
ejem-
los, como ocurre con el típico prognatismo bezudo de los'
Hepsburgos, que Haeckel estudió en los retratos de esa secular dinastía desde sus antepasados del siglo xv. Análogamente,
a la inversa,
una disparidad somática
entre
dos individuos, aun habiendo sido éstos engendrados por unos
mismos
padres,
supone
siempre
una
diferencia
de los genes
artífices en el amasijo de los barros. Si uno cualquiera de los genes similares que pudieron ser cooperantes fuese pasivo,
destruido o alterado, el individuo resultante mostraría el correspondiente cambio en sus características; quizás en el color
de sus ojos, en la forma de su nariz, en su estatura, o, según pretenden algunos, hasta en su carácter o temperamento. Aun en los mismos mellizos, hijos de unos mismos padres y en un mismo parto, sus rasgos pueden ser muy distintos si son hete-
rozygóticos o sea cuando no se producen en una misma fecun-
dación y, por tanto, no se forman por unos mismos genes. Sin embargo, no debe entenderse que los genes son simples fideicomisarios de la herencia biológica, que reciben un depósito de carácter paterno para traspasarlo necesariamente a los hijos. Hubo un tiempo aun no lejano, ha dicho Hogben, cuando “los biólogos creían que los padres transmiten sus propias narices a los hijos, a la manera que sus depósitos de dinero en los bancos”.
zada,
siendo erróneo.
Esta creencia es aun la más generali-
Nuestros
padres no nos trasmiten
caracteres sino sus determinantes,
o sean los genes.
los
Pero los
genes no pueden traer consigo a la nueva vida todo su caudal
y lo que de los padres, y aun de los abuelos, llega a nosotros
depende de leyes naturales mucho más complicadas que las del igo Civil. Aun cuando a veces también aquéllas aparez-
can entorpecidas por los azares de las circunstancias y las
intervenciones de terceros; tal como ocurre con las leyes here-
ditarias de la vida jurídica, frecuentemente evadidas por los albaceas testamentarios. La esencia, la estructura y la verdadera función de los genes
y las de cada genes todavía tienen mucho de misterio. Ocurre
con los genes como con el virus del tabaco y otros, cuya exis-
tencia descubrió en 1892 el botánico ruso Ivanovski. Aún no se sabe si el virus es un ser con vida o una molécula de proteína.
El tamaño de un genes, es más o menos como el de una moécula de proteína, dice J. S. Haldane, y es muy posible que genes no sean sino proteínas, según el mismo biólogo. Este
145
añade:
“La
función
gen debe, pues, ser definig
de un
términos de química.” La teoría más
seguida
hasta
1da
hace poco es la d
side el gen como una unidad de vida, como un Corpse] Sent O teorís esta día, hoy pero como un átomo biológico; nes está sufriendo fuertes críticas, sobre todo la de los ee genética de la URSS,
y acaso habrá
de ser Objeto. a
Ciencia
revisiones. Esta teoría genética “tiende a descompon e alguna
lidad del organismo en una cantidad de cromosomas” la tota,
Polyakov. “Belling, por ejemplo, dice que hasta es
genes separadamente.” Para Polyakov este Concepto puscularidad y atomicidad
e Unta
Oe Ver
del gen carece completa mm la cor.
significación real. Haldane, por su parte, piensa si e] pone ser tenido como un órgano de la célula, así como elo debe el páncreas o el fémur
es un órgano
del cuerpo
en Cn,
“Quizás debe concebirse el gen como una unidad del oo más que como una unidad de carácter”, dice el mismo E dane.. Hechas estas indicaciones precautorias, sigam OS con al :
teoría corriente de los genes.
la
Aunque el gen sea todavía un misterio, ya se sabe que ais lado es inefectivo; el gen no trabaja solo. En la más ínfima
expresión germinal de la vida, ya se exige la solidaridad cooperativa. Los genes para procrear necesitan casamiento Diríase
que
la
vida
no
existe
en
los
genes
célibes,
inertes
como materia; y que es el amor lo que los acerca y combina en esas familias de genes que son los cromosomas. La vida
rece nacer por organización de materia, por formación de amilia. Sólo entonces es cuando los genes se vitalizan y pue den procrear, machihembrándose en las profundidades submicroscópicas.
Los cromosomas humanos son precisamente cuarentay ocho. En estos cuarenta y ocho cromosomas, se dice, está toda la herencia
del individuo,
y sólo
en sus signos
han de
poder leerse todos los elementos hereditarios determinantes de una predestinación biológica; tal como en los cuarenta Y ocho
naipes
de la baraja
española
leen
las cartomanticas 3
cada curioso lo que para él está escrito en el libro del des
tino. Lo que no está en esas cuarenta y ocho páginas cromo
146
somicas no será herencia, según los geneticistas. Pero la lectura de ese libro cromosómico no es cosa pod dera. Sus signos son tan numerosos y con tan infinitas core binaciones como las misteriosas estrellas donde los astralog” de antaño averiguaban los horóscopos. Pensad, dice Schei feld, el tamaño microscópico de un espermatozoide 0 DION masculino... Cien millones de espermatozoides y nes presentes en una sola gota de licor seminal; dos pueden mil milo de espermatozoides pueden caber cómodamente en la de un tubito de pasta dental, los necesarios para engendrar nta una población de seres humanos igual a la que hoy pb
nuestro planeta. Y no haya temor de que el arsenal de mM! * J. S. Haldane, New Paths in Genetics, 1942, p. 22.
ciones genésicas sea agotado.
No se crea, como la supersti-
ción popular, que el hombre viene al mundo con un número limitado de posibles descargas para los amorosos combates de la reproducción
a lo largo
de su vida, como
va
el soldado
a la batalla con un número contado de cartuchos en su canana. El soldado del amor,
como
Cupido,
podrá
disparar ilimitada.
mente sus propias flechas; mientras conserve en uso el aparato
de la reproducción y su cuerpo le proporcione las energías para tender el arco del amor, no quedará exhausta su aljaba.
Las descargas de espermatozoides son lanzadas una y otra vez
sin disminuir su cantidad
en reserva.
“Millones y millones sin
fin de espermatozoides pueden seguir siendo disparados por el hombre (de 200 millones a 500 millones en cada eyaculación) la reserva original seguirá intacta mientras dure la poten-
cialidad fisiológica del prodigioso arsenal de la reproducción ...
Pensad
ahora que
en
la cabeza de cada
espermatozoide se
contienen 24 cromosomas,los cuales van a emparejarse con los
otros
24 cromosomas
del
óvulo;
y que
en
cada
cromosoma
puede haber multitud de genes, de veintenas a centenares, y entre ellos alguno que en ciertos casos es capaz de cambiar
la vida entera de un individuo.” ' En cada célula hay millares de genes. Éstos, como infinitamente ínfimas partículas de la vida, se escapan al microscopio, tal como las infinitamente inmensas unidades cósmicas están más allá del telescopio. El fenómeno hereditario de la creación de una nueva individualidad humana se ha de producir siempre por la cooperación de dos. Es posible que a un individuo, tal o cual de sus caracteres le provenga de unos genes paternos y algún otro de ciertos genes maternos; pero parece difícil admitir que haya un solo carácter somático congénito a cuyo origen no hayan contribuido ambos progenitores. Aun en la labor específica de cada gen, éste ha de contar siempre con un compañero. La faena de los genes se ejecuta siempre por parejas. La misma naturaleza los dispone así al ordenar los genes. Si el obrero o gen primero de la cuadrilla o cromosona Á es un
albañil facilitado por el gameto masculino, a su mismo lado quedará situado para la cooperación genética el obrero u obrera primera
también albañil.
del cromosoma
A del aporte materno,
y será
Aun en aquellos casos en que sea muy noto-
ría una singularidad proveniente de una ascendencia unilineal, la otra parte progenitora coopera siempre a la producción por la actitud concurrente, pasiva o recesiva, de sus genes. Así por ejemplo, la capacidad de apreciar la amargura de la phenyl-thio-urea depende de la presencia de un solo gen
dominante,
población.
que sólo se halla
en una
cuarta
parte
de la
En este caso la dominación de uno de los genes se
combina con la pasividad del gen correlativo.
? Amram
Scheinfeld, You and Heredity, Nueva
York, 1939, pp. 7. 13.
147
Pero con referencia al ser humano, formado
mísima contextura de innumerables caracteres Y Una e ner la posibilidad real de una procreación en la a O Cabe Sn
nen totalmente los genes de uno solo de los pr asistencia
de los
la cópula.
compañeros en
absurdo suponer que de dos progenitores
"dom
EF EeNitores Sin
distintos s
una criatura que herede toda su naturaleza de wy/2 sus autores; y también es absurdo que un heredero.
Verdad
o duz solo q
su propio ser el legado genético de la totalidad de Fsciba eh
teres de cada uno de sus dos procreadores, En las
nes humanas
toda
ascendencia
es esencialmente binaria.
es dicotómica;
Binaridad en
caudal, en su confluencia y en el conjunto Esto no quiere
propia.
decir que
el ser heredero
Precisamente
gana
esta
toda peracio
sus fuentes "ci
vitales. Por lo tanto, toda herencia humana mente un mestizaje. dualidad
yo. *Tae
de sus res en
implica ds tad Sencial.
carezca
de indiw;
individualidad ve
el mismo acto genético que lo crea, y, precisamente también
porque hereda de sus dos progenitores; porque hereda no tod;
lo de ellos y sólo algo de cada quien.
ser humano,
Al producirse el nueyo
por la vía de herencia
dotado congénitamente de
ya viene éste a la vida
individualidad.
La naturaleza no
hace sino individuos, en el más preciso sentido. El mismo proceso biológico de la reproducción sexual es un proceso de individuación, la cual alcanza a todas las partículas orgáni.
cas del ser humano.
Decidida la victoria genética
en la zygosis,
y alineados ya
de nuevo en la naciente criatura, sus primeros 48 cromosomas comienzan en seguida el largo proceso de su propia reproducción y por sucesivas divisiones y redivisiones van constituyendo el nuevo cuerpo humano; con tal fidelidad reproductiva, se dice, que cada una de sus células contendrá una copia
fundadores.
exacta de cada uno de aquellos, los cromosomas Ante este infinito proceso,
que lleva
la individuación de los
seres humanos a cada célula de su composición orgánica, apenas puede sorprender la maravillosa individuación int quívoca que hoy día la ciencia ya aplica eficazmente par muchas
conveniencias
sociales,
por
medio
de
la clasificación
dactiloscópica de los surcos papilares de los dedos de las manos:
El día en que se descubra
(¿por qué no
ha de llegarse a ta
descubrimiento aunque sea dentro de varios siglos? com
supone Haldane), la manera de conocer y clasificar los sino
peculiares de todos y cada uno de los cromosomas, se logré! la identificación de cada
148
cuerpo
humano
y de cada uná
sus partes por el examen de una sola de sus células y de pal catalogación
de las singularidades
génicas
e
o genéticas, On
por una genoscopia que haga con éstas lo que hoy se hacé ¡08 las huellas digitales. Si por la identificación dactiloscor
ya se ha logrado fijar para
cada
ser
humano
su
indivi
nombre antropológico y traducirlo por letras y cifras, pu en
presumirse desde ahora que cada persona lleva ademó5
cada una de las infinitas células de su propio cuerpo, est
mo nombre
antropológico; escrito en otro lenguaje, hasta
crítico, pero tan seguro y aun más arcano y misterioso j papilares. curvilíneas e el de las Así, pues, como los dos progenitores tienen inconfundibles
sus respectivas
individualidades,
propia, pero
la suya
fundiendo
mentos
de sus dos linajes.
esencial
binariedad hereditaria
asi el heredero ya nace con
Todo
siempre
en ella ciertos ele-
ser humano
es único por su
propia individualidad y es a la vez mestizo por razón de la de
su
congenitura.
Por
esto
puede ya comprenderse cómo la estabilidad de los caracteres
corporales que han de proponerse como raciales puede conse-
guirse por medio de la herencia; pero desde ahora también
se puede
cómo
advertir
es relativa
la herencia
rigor, a la vez que conserva, siempre varía.
y cómo,
en
Toda herencia es mixtigénica. La herencia es un tratado de paz y alianza tras la pugna entre dos ejércitos de genes
que fueron movidos al delirante encuentro por su impetuoso
anhelo
de
perpetuación.
especie, de la tradición
Los
genes
son
los
soldados
de
biológica; son los conservadores,
la
los
portadores de la natura; los trasmisores de la ancestralidad;
los eslabones presentes del pasado ne continuidad filogénica; son las Estos milites, para desempeñar de las generaciones humanas, se núcleo celular por parejas, y éstas ciones
distintas,
las llamadas
con el futuro para la perenfuerzas del destino. su función en la estrategia distribuyen dentro de cada en cuarenta y ocho forma-
cromosomas,
como
banderas
o
compañías dispuestas en largas hileras cual filas de cuerpos marciales bien regimentados. Cada una de las veinticuatro humanas parejas de cromosomas difiere de las otras en longitud, grosor y forma; pero en cada pareja ambos cromosomas son idénticos salvo en los varones. Entonces, en la varonía, los dos cromosomas de una misma pareja son distintos entre sí; de los dos cromosomas
uno
dijo
es mucho que
entre
más
pequeño,
hombres
diríase que impotente.
y mujeres
hay
tan
sólo
une
Quien
petite
différence, pudo venir a encontrar la confirmación de su dicho en las microscópicas intimidades sexuales de cada núcleo celular. En cada cromosoma los genes se alinean con orden militar. Cada diferente clase de gen tiene en el respectivo cromosoma Su sitio regular. Los diferentes genes hasta pueden ser numerados, y cada uno de ellos en particular, por ejemplo el número 5 o el 37, es siempre el mismo gen que tiene que desempeñar
la
misma
tarea
desde
el
mismo
lugar
en
las
filas
del
cromosoma. Los individuos humanos por su naturaleza no son sino resul-
tado de los infinitos entrechoques de esas diminutas individualidades genéticas ocurridos en las misteriosas y complicadísimas maniobras de las fecundaciones. Y tales resultados
serán individuados en cada caso según los múltiples elemengenéticos
prexistentes
en los
progenitores
que puedan
149
ser llevados a la maniobra del engendro, según
mente participen en la brega y según los que en los qu
ell a CulTe ] victoriosos. . pesar Los genes de cada ser humano, a iNcont no Son. capaces de producir todas las varianantesPe pogipy. AS 0 sp,
terables y distintas,
blancas o negras, como antes dean inal.
ración en la célula zygótica, tal como los átomos de Su coo
cula siguen capaces de actuar de nuevo en otro rana Molé.
rativo, reproduciendo su propia coloración.
NCe gene.
Pero la acción genética y su resultado, que es la heren»;
no se realiza de una manera sencilla y las semejanzas eel los hijos de una misma pareja no son siempre predomin Entre Las combinaciones
de los genes
no se suceden
nunca en
les,
forma. A las probabilidades virtualmente nulas de o a repita un engendro, deducidas del mero cálculo aritmético A ya hemos señalado, hay que unir las variadísimas idiosinee 0 cias de los genes y las distintas circunstancias en que ésto
operan según las ocasiones. Por otra parte, el hecho de que y
hallan determinantes hereditarios en los cromosomas y genes
no excluye la posibilidad teórica de que también puedan en.
contrarse en otras partes de las células germinales, sobre todo
en cuanto a las diferencias entre especies; pero no hay prueba de que ello sea así en la especie humana.'*
No tenemos por qué extendernos aquí excesivamente. Basta
decir que según fueren la condición y el maridaje de los genes de los progenitores, así saldrán sus herederos, parecidos a éstos o no. Cada uno de los progenitores, aun siendo deficiente
en cualquier carácter, puede tener uno sólo de sus respectivos
genes que sea el deficiente; pero si no lo pasan al óvulo del engendro, pasando en cambio sus correspondientes genes normales, el resultado será un heredero normal, aun cuando am:
bos ascendientes ostentaren el mismo defecto. O viceversa, de
Sl los padres superiores puede surgir un descendiente inferiorentonces genes copulados fuesen unos
genes
tarados
y hasta
escondidos, pero latentes, en los padres. Por esto a veces pu
prenden más que las grandes semejanzas entre hermanos £ radicales diferencias, a pesar. de la comunidad de su vida y : sus factores circunstantes. Son diferencias congénitas que Y. pueden explicarse por esas leyes de la herencia que descubro Mendel. 154
Al resolverse el dilema genético cada progenitor sólo ve mite al nuevo ser una mitad de sus propios cromosomas as
la combinación de esas dos mitades de núcleos heterogó ls la que individuará
la entidad
característica
del
cual a su vez será distinta, necesariamente distinta, de
as res"
pectivas de cada uno de sus dos ascendientes. La duplic “ G. Dahlberg,
ob, cit., p. 45,
dad
e
os
“al reproduc e a ca
humano y su dendoh)aue tiene cada ser a Rostand que r ci de n ce ha , ro nd el enge
mana, ue es toda persona hu de mu del producto con la mitud ir lta de ln fulón ; 0 rofano, el producto resu resulta de lo fu-
a
logo, aquél a tores. Para el ntbió esacados de los dos propr e me va ti ec sp re s sus dos pro, dos. BlolópIcae valen cada uno por 5
stos
ón de dos
m
ente
qu
cntran simple pareja las que eS, » son cuatro y no una una realidad
¡
rel
Qe cada
biologios: madres
de
iva
de hacer un niño”.**
»
de una
expresiva
de
de u
res o es hijo de cuatro, de dos pud
madre
y padre
5 un padre putativos. El engendro
genitivos
una
y de
es la obra de una
adora dos danzantes ría, de dos parejas; en la figura cre ñan sin dar paso en se cruzan y enlazan, otros dos los acompa venidero. el cuadro y esperan el lance ano, se cuentan en Los genes, artífices del nuevo ser hum ares. Todos ellos, por si o en grupos
gran número, por mill vo encomo artesanos afanosos, se aprestan a la faena del nue una sólo gendro. Pero no todos pueden colaborar en el. Tan lga parte de ellos hallará empleo; la otra quedará en hue
zada. Pero ¿cómo
se
que han de cooperar terio!
determinará
en la creación
la
selección
de la obra
de los
for-
genes
¡Mis-
nueva?
La condición que tienen los genes de ser individualidades
permanentes incapaces de diluirse, hace que la función de cada uno de ellos sea en cierto modo independiente de la de los demás, que su presencia en cada generación sea imprevisible como obra del azar y que así pueda desaparecer como reaparecer en un engendro ulterior. Los genes realizan su
función y se combinan
entre sí sin confundirse.
Cada
uno
de
estos factores genéticos concurre a la herencia con valor pro-
pio; por más que esto no excluye su recíproca colaboración. _Cada gen parece que actúa con propia, plena y característica individualidad; pero no en el aislamiento. Aun en esas Profundidades de la vida, hay que contar con la cooperación; z los genes no podrán actuar aisladamente sino en conjunto,
08 í manera pro
que el éxito o fracaso de un determinado
su especial misión
ha
de resultar
de
una
gen en
intensa
reci-
cación con otros de los genes que integran el sistema genéi . . . .“. . . t CO,y no sólo entre sí sino en relación con las circunstancias ambientales.
taroertos
caracteres no están determinados
precisamente
por
rios o cuales genes, sino por la cooperación específica de vae al es a la vez. Así ocurre por lo general con la talla o con
por Si se eto del individuo, los cuales vienen codeterminados motiv Os genes cuyas recombinaciones a. cada enlace pueden o numerosas gradaciones en la estatura, desde el gigan1
enanismo, según los genes enlazados pertenezcan a
* Jean Rostard, ob. cit., p. 45.
155
una u otra tendencia en su totalidad o
parej al
colaboraciones de los genes las que Producen Jon. Son
les gradaciones morfológicas, cromáticas, eto E dimen, forma de la nariz, por ejemplo, no depen de de los Ser, que trate de moldearla en el barro humano € un Solo ¿el de pot artífices juntos, al menos de cuatro pares de ; Sino
loy minan su altura, su anchura, su conformación 10n +ós € dete €a y sus 2 turas. ..
nes
qu
No faltan quienes opinan, como H, S, Jenning
Que una unidad que por sí sola sea portadora y tras S,Misora
sacteres, “Al menos 50 genes deben
trabajar de con
n d hay
e.
producir un solo rasgo, como el ojo rojizo, en ciertas SCag" Los genes cooperadores en la determinación de carácter no están siquiera juntos en un mismo cromoro. e ha experimentado, por ejemplo, que el color de cier?oma puede ser alterado por la acción de uno cualquiera de Mosca
veinte genes diferentes, situados en diversos COMOSO mAs.
Esta extrema complicación de las combinaciones genéti
ha hecho nacer la noción de la polimería, indicada por La
para explicar el hecho de.que un carácter cualquiera no se debido a la unión exclusiva de un gen, sino determinado
el juego combinado de varios genes distintos. Por otra parte se cree que varios genes idénticos pueden unirse para inten;
,
ficar su unión y acentuar en el individuo el carácter por ellos propiciado, a cuyo efecto acumulativo Plate lo ha denominado omomería,
Aun
estos
mismos
criterios
de
polimerismoy
homerismo reciben explicaciones diversas según los biólogosy según sus procesos.
Hoy
se va creyendo
que la mayor parte
de los caracteres tenidos por raciales, por no decir todos, co-
menzando por el color de la piel, están codeterminados por Ítlanges de factores poliméricos más o menos numerosos. Por
otra
parte,
aun
cuando
pendientes, sus acciones pueden
los
genes
son
entidades inde
intervenirse recíprocamente,
contradecirse, alterarse o confortalecerse. Parece que cada gen singular, aun cuando consagrado a las plasmación de un
rasgo corporal específico, es capaz
de producir
efectos de or
den menor tocante a otros caracteres dados. Pudiérase apun:
tar, con Dobzhansky,' que la acción cooperativa de los gen 2 veces se determina no solamente por su propia estructu
cromosom sino por la de sus próximos vecinos en el mismo Se diría que cada gen tiene que aceptar en su propio campo 0 el influjo de otrós compañeros de su mismo pelotón. Ya hemos indicado que las combinaciones
156
de los gen
Los
son simples operaciones aritméticas, como suele CI e ador la entraña e pr genes blancos y negros no se mezclan en
como hacen en una taza las gotas de leche y las de E
leche,
duciendo una mezcla visiblemente de color de café C0 de sus cromática e
y aritméticament
proporcionada
a la e que aportes sustanciales. Cuando en el habla popular Se 15 Theodosius Dobzhansky, L'Effet Position et 12 qhéorie Y
VHéreditó, Paris, 1936.77
o o
por
pie
sangre mezclada se individuo es de un blanco y una ne de
y eiemplo,
ej
a en ésta en todo su Ser, ser
:
formado
piensa
gra, en su sangre una
por
.
.
si él es hijo,
que
mel
e
iase
parlao. Y y otro 50%uza de de % de blanco ic al Cr se diada; o sea con un 50 o íp ot ot pr e to la mu e est imagina que si descendiente tendrá sólo una parteOde ana blanca, el artas partes de blanco. Por estuno a a da to negro y tres cu te Exis
cuarterones. se les suele llamar
na es basada en esa erró cia folklórica de estos mestizajmé en na i tica de los cruzam en de la proporcionalidad arit mpoco los genes dispal tos. Pero íTa rm . te así de re ur s oc re pa no is ia nc re he s la contrastes geométrico nan los caracteres por s casillas así edrez Si ero de aj ra, la pigancas y Negras de un tablía vidida en al i asíanfue di er ec ar ap a ne escaques tá s cu te n mentació piel 2 tern s. La de colores varios y sin mezcla latos sería
udiendo e los mu como decimos en Cuba, jabadaenenal pl a ciertas gallinas que : parecen grisáceas porque ti umas blancas
ducirse
pl
en
treveradas
. o. ajedrezados que suelen s jo bu di s lo do an rd or reco ancas y "negras
las fibras bl e jab las n ye ru n st co se s ce Ve a e con qu
as
os colgantes con est e s. no ba cu indios s n helos s inle tero norm anga reditario s . te os a ER os a de ectivas iadividualid, suman un
otros sin: perder sus resp rmaciones aritméticas ni a metáfora pensó que cobuen al ser revuelt
arroz blan color que prevalezca en 1
individualidades y sin tales a ala dedel losen frisusjolesresuneltgradosos. y Seel
ría en una
os
en ella el
vasija; pues
a superficie hará que la masa apare: ca externamente com en o mixta, más blanca o más negr fuere el azar e las semillas. Y cuando Una o íd ca an a de nuev queun seladrehaga otro : ayuntami iento, de la mitad dee las semillas de o con la mitad de las del ot es o a as
(genes, frijol drá hacer y hará seguramente rroces), el azar de la mezcla poué y a unto que en el nuevo conjvas ij aq ll s sean inadas d
comb e Otra manera ahora aba rezcan como una pa
que
en las
vasijas
is
anteriores
entaci » ón Sin embargo, esta metáfora , “aunq uede medijoferrentque pigmant eriores, estas
:
sem
mperfecta,
onen
y aparec
ambiéill
En
vasija
la
y
*
a
o
rozy en arapa i rregularmente con s da la zc me ue vi nq la e au ant , s, as rs ve . nci as dilla rie n, una coloración disconce re of do an cu a ci an st di a vo sobrep sal de los colore:
ora suponiendo,
ss
nder la metáde frijoles yy Searropocedrsía seextecocinan juntos
(congríi ) y, entonces, Buiso : un a consi coloració dorar
valida al
sí, los pigmentos
no sirven d e encontramos ana motora genético,
combinan zx
En
d
Es
os
Benes
se funden,
dando
al
aaa: Pero aún esta metáfora se in : j joles una v os arroces y frijol recombinarse en otra dscción. No
5m exacta que expr ese el fenómeno
o determinantes
se combinan y
re
initas veces, produciendo resultados visi.
“ gallina habada de la gallina plumas de varios “cuyas form del animal también Y . tremezclan ando pintas ¡
paña se di ce colores se en “que ti ene
imágenes
en la piel manchas
en
figura de habas”
157
bles e incontables,
pero permaneciendo
de la vista y sin perder
ellos
sus individualidades
D
cuanto a esto los genes son como las teclas de un
«; A
Wlase
e
riablemente blancas y negras, las cuales compjn2.eno
ducen los sonidos de las más varias sinfonías. Así, pues,
la constitución
A
e
» inva.
.ndos € Pro.
genética de un indivi o, os determina necesariamente por mitad y mitad, en sus dos progenitores; y si algunos de los genes reco ción con en el hijo son similares a los predominantes
en la Mbinado,
humana de que éste y sus familias forman parte eoblación
manifiestos
en la misma
persona
pueden
ser idéntico,
usuales en miembros de otro grupo humano, gentada
> DN
05
O Pobla.
ción.'” En esa complejísima trama de generaciones y Cruzamient,
es donde se dan los casos llamados de atavismo o de pares reversión a tipos de antepasados que se tenían por extinguiga
en la familia, los cuales suelen denominarse
atrás o de tornatrás.
Un
niño
negro
casos de salto.
o casi NEBFO
NO puede
ser nacido sino de padres que tengan ambos en sí la sangre
negra, es decir, que tengan, en forma más o menos manifiesta
genes capaces de producirla. Así ocurrirá tan sólo en parejas
de negros, de negros y mulatos, o de mulatos solamente, por. que en todas ellas habrá genes negros. Cuando un mulatico más si oscuro, nace de un matrimonio de blancos, decir que en ambos cónyuges blancos hay una escondida ascendencia ne. groide o buscad su explicación en las aventuras de los adulte rios. Análogamente, de una pareja de blancos o de mulatos, o de blanco y mulato, podrá nacer un blanquito o casi blanco porque en todos aquellos progenitores habrá genes blancos capaces de unirse sin la interferencia de negros. Blanco unido con blanca darán sólo blancos; negros con negra sólo negros.
Blanco con negra y negro con blanca darán siempre mulato. Un blanco con una mulata darán casi blanquitos o mulaticos, Pero nunca un negro, Un negro con una mulata dará mulaticos o casi negritos, pero jamás un blanco. Es evidente
que la conjunción
de
genética
dos individuos
no produce siempre un descendiente en el cual los carac te
de sus progenitores
resulten
exactamen
equimediados.
sn
frecuencia padre y madre influyen por igual en la creacl e-
común y de blanco y negro nace un mulato de color e dio y equidistante; pero otras veces del engendro mixto € co-
mulatos sale un negrito oscuro o un blanquito que por nan lor muy 58
blanquizco podrá pasar por blanco su mestizaje los demás caracteres somáticos
si no a de su o
ia os.
De todos modos, no hay duda de que hay mulatos P* mixEn una sociedad como la cubana, donde los crio es
tos son muy frecuentes y donde en las pequeñas Pob es no se olvidan fácilmente
re-
los entronques de los linajes gables
cuente ver y tratar como blancos a individuos con 120%”
17 Theodosius
Dobzhansky,
tific Monthly,
1941, p.
“The
161.
Race
Concept
”
in Biolo8Y: s
p
10D”
. En algunos casos basta con que el ciuda: endientes nd jea cu abuelo en la remota finca de campo nadre en la cocina. Aun en los Estados Unie dano ia social de la mulatez es más trascendenesc
3os, donde e merosos los mulatos pasados, bien desconocidos te, son
o e
es
idos como tales.
Pero sin llegar a los casos extremos,
ente la observación en la prole numerosa de los matri-
de blanco y mulata, de negro y mulata o de mulatos O sí de cómo en sus múltiples hijos aparecen muy variaTanto que en los sectores
ne matices.
discriminaciones
leucocráticas
pasan
hijos
unos
existen
sociales donde
afortunada-
mente por pardos y gozan de un privilegio, mientras otros hi-
jos de los mismos padres son más oscuros y se quedan como
desgraciados negros sufriendo el menoscabo social de su piel. Años ha tuvimos oportunidad de observar en Santiago de
Cuba este curioso caso de discriminación:
color, las dos hermanas
de cutis
de
de cuatro
canela
fueron
niñas de
aquella
noche a bailar en la sociedad mulata Luz de Oriente, mientras la madre casi negra seguía de largo sin entrar, llevándose consigo a la hermanita oscura, para que ésta pudiera también bailar, pero en la sociedad negra titulada Aponte. En tanto, una hermana más favorecida por su piel clara, que de blanca parecía, había ido al sarao de un club donde bailaría sin obstáculo con los rubincundos marinos norteamericanos de la vecina estación naval de Guantánamo. Estos casos de hijos de mulatos que puedan pasar según los casos por típicos blancos o
por típicos negros son frecuentes: aunque en rigor, los hijos mulatos no serán sino casi negros o casi blancos, pero siempre
mulatos, aun cuando hayan pasado la línea cromática de la discriminación social. Decimos casi blancos y casi negros al referirnos a los pro-
ductos del mestizaje, porque la realidad
entre mulatos
nunca
es que de las uniones
salen seres totalmente
mente blancos. Se dijo que esto contradecía
negros
ni total-
las leyes de Men-
- del. Según éstas, cuando dos tipos distintos se cruzan a la Primera generación nacen criaturas todas mestizas; pero a la segunda y ulteriores junto con una mayoría mestiza salen en ciertas proporciones algunos tipos que revierten a la morfología del padre y otros ala de la madre. Según las leyes de Mendel, entendidas en !a forma simplista de hace unas décadas, era de esperar que de un cruzamiento blanquinegro a la
Primera generación las criaturas saldrían todas mulatas; pero a la generación siguiente, o sea en el cruce de mulatos
resul-
tarían la mitad mulatos, una cuarta parte negros y otra cuarta Parte blancos.
Sin embargo, se dice que en la especie humana,
y en cuanto al color no ocurre así. De padre blanco y madre egra o viceversa, no salen sino mulatos. Aun en la segunda
y
mas
generaciones, la prole será de pigmentaciones
más
rán mul tos uras o claras, pero los descendientes, siempre seo
Pasados
atos; no nacerá nunca
completamente,
aun
un blanquito ni un negrito que
cuando
por
tales
puedan
ser
159
Estos herederos cast
negros y casi bla
NCOS
vien e
a or aproximación los puestos que en ubte Seno] ema a A endeliano llenarían los tipos originarios Cuales eso especie humana no se puede retornar. Tal Da
nuevo enlace mestizo la naturaleza hace con los Le que ya . aha un anudamento más en la red de nuestra úni inajes ser desat ad especie y tal manera definitivo que ya no podrá siQuis . saltos atrás, EN por medio de los imprevistos a algunos puristas como parciales arrepentimiento. Par Ep raleza, que intenta corregir las consecuencias mal dado al permitir el impuro abrazo de dos razas
contrario, estos tornatrás, por aparecer como Las. Por q precisamente por no serlo del todo, no son sino Laasivos Pero ciones más valiosas de la irreversibilidad de los amnesia. tos logrados, como muecas a quienes quieren burlarse
picarescas que hace la MO de sus humanitarios arcanos
Se ha dado una explicación a este fenómeno de la
o
humana, diciendo que en realidad no contradice
ta
pens:
de Mendel. Es que los determinantes de un carácter om ley son múltiples y no operan siempre todos a una y con ietico eficacia. La herencia no es totalitaria en sus procedimiespa Cuando las cuadrillas de genes, según el ritmo genético a
cada caso en los rigodones del engendro, tengan que dar " elegante paso tornatrás, no todas ellas tendrán el mismo arte;
unas se anticiparán y otras quedarán atrasadas en el pas
atávico. En las mudanzas de los pigmentos no todos los genes
tintoreros darán sus salto a la vez y algunos estarán fuera de
compás, y no entrarán en la figura clave de la nueva creación. Davenport ha supuesto que en la pigmentación de los negros del oeste de África hay dos factores dobles, los cuales son here. ditarios separadamente. De lo cual deduce Davenport que el
saltoatrás del color en los nietos de esos negros sólo puede
esperarse a razón de 1 por cada 16. Barnes ha supuesto que los determinantes
son
más
de
herencia de la pigmentación
dos
dobles.
De
todos
resulta mendeliana
modos, la
pero calcu-
lando en ella la intervención de dos o más determinantes pará
ese solo carácter somático. Estos casos extremos de reversiól casi completa ocurrirán sólo alrededor de un caso por cada sesenta y cuatro en la segunda generación de mulatos si SO
tres genes o determinantes separados los fijación del pigmento, o alrededor de un cientos cincuenta y seis si son cuatro los También hay que considerar, en el caso
que colaboran et la caso por cada dos: genes cooperantes. de los cruces de 8
pigmentaciones, que en realidad no hay seres blancos M Ea gros; y que así en los unos como
en los otros se hallan
pigmentos distintos, cuyas combinaciones no losse cuales heredan2 separados,
Y
loque, sino por sus componentes
fundirse de nuevo en el proceso genético dan la colabora
singular del nuevo individuo.
Por otra parte, si 105 gene
bien4, de ser considerados, como hoy se va pensando, más carac biótica unidad ponsables de un proceso que de una
1 H, G, Wells, 3. C, Huxley, G. P. Wells, ob. cit, 1 1?
la determinación de los pigmentos
e TaCteres, la existencia de varios eslabo-
tica, habrá de
como de los dienamiento causal desde el genes hasta el resules enel ns hay entre el centro nervioso en actividad y el
muscular. Es verosímil también, como o, como definitivo mos untado, que no todos los determinantes de la ba si som
ce
de una
tica consistan en los genes y sus combinaciones
otros haya en las células germinales; pero esto no pasa
hipótesis teórica.
negros Estos casos de hijos de mulatos que pasan por puros escasos, además, porque aparte de la ros blancos son muy ico de la pigmentación hay que conen el proceso genét o PU s, on el de otros caracteres, como las facciones fisonómica s e rma y color del pelo, la voz, etc. Los caracteres somático la un tipo humano no están todos biológicamente conexos, por que muy raciales que se les suponga. Así, vemos, por ejemplo un mulato cuarterón puede serlo por su color y, sin embargo, no serlo por su cabello, ni por sus narices, etc. Porque la herencia de uno de sus caracteres se hizo por una combinación de genes paternos y maternos distinta de la verificada para otro
carácter diverso. Un mulato grifo puede ser casi negro por su
elo, mientras es casi blanco por el color de su tez. La troupe de los tintoreros fue a la danza genética a paso distinto que la comparsa de los genes peluqueros. Éstos son los más morosos y crueles, pues parece que de todas las características que suelen darse como de la raza negra la forma del pelo es la de más obstinada permanencia. Cuando el color de la tez ha sido ya bastante blanqueado, a través de los cruces o por los torna-
trás socialmente favorables para poder pasar por blancos, aun
los pelos encaracolados
suelen denunciar
el ancestro africano.
A veces se diría que el heredero, aun el más legítimo, trai-
ciona a sus progenitores,
presentándose como
un intruso, casi
como un bastardo del linaje. Un individuo puede parecer puro, unirse con otros también aparentemente puros y reproducir durante generaciones su tipo corriente como manifiesta pureza;
y, sin embargo, llevar oculta la impureza en su acervo genéti-
co, mediante un cúmulo de genes recesivos, escondidos en acecho de la ocasión oportuna para exteriorizar su presencia. El análisis de la morfología individual aparente, y aun de la trasmitida, no puede, pues, ser prueba inequívoca de pureza, ya que en el arcano de los caracteres genéticos algunos puede haber latentes, los cuales en una oportunidad imprevisible
pueden dar la sorpresa de su resurgencia.
Esto ha llevado a los biólogos a distinguir entre el tipo corporalmente aparente de un individuo, o sea su fenotipo, y el
indi
e misible,
antro: palidad
de
aun cuando no sea aparente,
de su íntegra
genética, o sea su genotipo. Por lo tanto, los
POl0gos consideran que la apariencia externa o fenotípica
Un grupo de individuos más o menos similares, nunca es ni 0d e ser garantía de una semejanza integral o genotípica de
Os ellos ni de sus descendientes.
161
Esto
lleva
también
a precisar
el
o mo herencia en el sentido de que si lasj herenciono de h siempre una trasmisión, ésta no se hace re, ni torito de manera ostensible, pues a veces sn A escon qa,
como si la herencia quisiera ocultarse en parte
nidad de algunos de sus caracteres engañosos. bajo la eS
somático
es tan rico de variedades
sy
que
a Ima
hol
trasmitirse como la de un ricacho próvido; cua) Crencia Paro Si sus caudal
estuvieran distribuidos en inversiones distintas
palacios ” as bien via: , bles y ostentosas como las haciendas, losy poderío fuerza e 01 205 esp] y los blasones, signos de haber, Tio, y Otras AVo ocul. COMO log
tas, inactivas, sin empleo ni réditos, sólo en potencj tesóros de dineros profundamente enterrados que
individuo, los cuales verán
la luz un día y sólo ¿viera el
de alguna peripecia extraordinaria de su personalida,
pués de su
muerte y ya
para una
asin
ulterior O des.
herencia
misma manera, no es raro ver que de unos padres e la míseros y tenidos como pobretes sale un hijo disoluto Ustos, malgasta ostentosamente los dineros que por su sordid; A cua
€z aqué.
llos tenían furtivamente atesorados.
Si por una herencia se perpetúan tan sólo ciertos e aracteres somáticos de cada progenitor, los cuales son acervados en genotipo, a su vez no todos ellos pueden
emerger en el feno.
tipo de la criatura heredera, por la misma razón de la binarie. dad dicotómica esencial del proceso hereditario; la cual, obli. gando siempre a selección y parcialidad, impone como resul. tante
en cada
caso
una
variedad
fenotípica
dentro
de cada
variedad en el genotipo y en el fenotipo. Por esto es necesa-
rio distinguir en los fenómenos de herencia el germoplasma y el somatoplasma, Es lo Johannsen al diferenciar el genotipo que sea la potencia o constitución hereditaria
fenotipo, que es el tipo somático,
el gen y el cuerpo, que se precisó por es tipo germinal,o del organismo, y el
el organismo desarrollado
con ciertos caracteres visibles. Como ha dicho Rostand, el vocablo herencia ha solido tentt
un sentido equívoco, significando la trasmisión de caracteres o de cualidades orgánicas.
Es análogo a
la acepción que a
tiene en el vocabulario jurídico, del cual fue tomado pi “trasmisión de ciertos bienes materiales”, viniendo el her den O a tener-lo mismo que fue de sus dos padres. “Aún lo así los profanos, añade Rostand. Sin embargo, los biólogos 4
entienden otra cosa por herencia, o sea la trasmisión de here
sustancias, las cuales pueden hacer que el descendiente O carge
.62
dero difiera de entrambos progenitores en vez de aser” ise
a éstos. Así, de un conejito blanco nacido de dos conejos Se el
podrá decirse, por muy paradójico que ello parezca, “e sus conejito es blanco por herencia, puesto que ha recibido ¡a por padres la condición de su blancura.” Hay,
pues,
e náticas
que hay trasmisión de genes, de potencialidades plas ¡empre de determinantes. Pero la: herencia es sólo esto; NO *
es semejanza y a menudo es disparidad.
las cualidades no se trasmiten sino
el lenguaje jurídico y familiar de la puede decirse, por ejemplo, que un hijo
rigor, los o ica nm
' ditaria a de su padr. e y necia¿bi ecor casa por trasmisión here se con igual exactitud, puede no padr Una, uee, el ha y FErecibidodo e ledecir haya trasmitido su estatu-
pongamos
are
ra y la má .
igmentación,
ocurre CO
el color de sus cabellos porque ni Ja talla ni la ua O
con
OS. as existentes
la joya que
itores,
como
al
son
independencia,
por sí mismas,
hijos.
pasar a sus
como
así al En
la
así. Los caracteres individuales Fe ds dica o. ocurre observa no produce el huevo, además, gallina “La . trasmitidos son y, gallina, la produce que el huevo el es lin no con huevos. Los caracteres individuales no se trasmiten de la gallina al huevo, sino que se desarrollan de factores germia célula y de generanales que son los trasmitidos de célula
gallina es el cuerción en generación.”:* De huevo a huevo. La y su las esencias que trajo el huevo
o según do desarrollad pointeracción con el ambiente. Los huevos se van Latrasmitien no gallina
de unos en otros las potencialidades
genéticas.
pero no su creadora. huevos, de ponedora la esno sino polluelos. sólo tan cría huevos, sino
La gallina
Es el germen, el germoplasma, lo que forma el eslabón que une las sucesivas generaciones, y no el cuerpo, que es el organismo ya desarrollado de ese germen bajo el influjo del ambiente. El cuerpo no es más que el trasmisor del germoplasma; un efímero portador de la antorcha de la especie, “un mortal custodio de una sustancia inmortal”.?" Quizás sea mejor decir que la herencia no trasmite una
antorcha sino un fuego, un fuego
que
va encendiendo
antor-
chas sucesivas, las cuales llamean con variantes coloraciones
segun sean en cada caso las resinas que arden de su combustión. Herencia es transferencia de tica, Herencia significa trasmisión de capacidad Pero no es siempre reproducción y, en realidad,
y el ambiente potencia genéreproductiva; los progenito-
Tés Jamás se reproducen integramente en su criatura; la cual Es rpesariamente distinta de cada uno de ellos. La herencia, pi es en rigor coproducción y nunca reproducción.
y Egando de vocablos, digamos que en toda herencia hay a la
ez coherencia y disherencia o sea diferencia.
do la herencia se ha considerado como función de estabili-
up.
a
ebe ser tenida asimismo como función de variabilidad. error de los más comunes, ha dicho Maclver,*! pensar
hecho herencia como
de una fuerza conservadora
cuando de
entr O es la base de las variaciones. La herencia puede escoger
combi
ladas de posibilidades. Cuando la herencia trata de
femenjor Ciertos genes tomados de los gametos masculino y nino, al propio
n19 G. Conklin, 5 Heredity . Ibidem, p. 127.
tiempo and
y necesariamente
environment,
R. M. Maclver, ob. cit., p. 398.
ha de rechazar
Princeton,
1939, p. 127.
163
la mitad de las unidades procedent células.
Una cada Una de y; Prada dife padres. aun entre los hijos de unos mismos
que
De
ahí . que
haya
siempre .
este gran
proceso de selecciones
y combi
AUN anto,
No;
lugar en las células, hay que resolver e 1 Mbinaciones pe de ha de unirse sexualmente a quién, el de quiénes na de qué n Fog, nitores y el de cuántas criaturas éstos habrán de
tantos procesos selectivos y conyugantes a la yarOCrear, que la sociedad humana no puede ser estática Le claro ei nes no se repiten a sí mismas; lo único cierto es S Eeneracio Sin la herencia no perduraría en an le CAMbia, sin cesar.” pre
o en
ica hasta desaparecer con el tiempo si no concurren Se
modi.
una población ningún
carácter
somático;
pero
or la misma herencia todo carácter necesariamente centite
varlo otros factores no genéticos. La herencia que tras conser.
el tiempo un pierde.
carácter también
e en avía y
con el tiempo lo
En los seres humanos, como en todos los vertebrados
otros seres, la binariedad esencial en ellos del fenómeno gené tico, desde el mismo inicio de su complejísimo proceso, har
inevitables las variaciones. Las innumerables variedadesy Y riantes de los caracteres somáticos no son en gran parte sino mixrtivariaciones
producidas
en las criaturas
por la síntesis
mixtigénica de sus progenitores. Los factores genéticos pue. den persistir a través de cada generación, en activo o en receso;
pero no puede darse su misma combinación en los sucesivos en. ces, Á cada generación la combinación varía. A cada gene. ración los factores genéticos cambian su resultado, como en el caleidoscopio se suceden las figuras producidas por los cristalitos de colores.
Las generaciones
son
petua; cada una es una nueva creación.
una
renovación per-
Toda criatura es una variación. Uno de los fundamentales
efectos de la binariedad
del proceso genético consiste en in
troducir necesariamente la variación en las líneas de la de» cendencia. La generación en sí es una función de varlacioné.
Diríase que el fenómeno
vital de la herencia es quántico,
como los de la física contemporánea. La herencia es ord hd misión, ora intermisión. Ambas
cosas
a la vez; una discon .
nuidad en lo continuo. Todo ser humano es parcialmente Y os vez heredero y desheredado.
Se acerca somáticamenie
mano progenitores y se aparta de ellos. Por esto todo ser pa es necesariamente un mestizo; es decir, mixtión de dos Hegel
nies. Toda criatura es mixtura, Mixtura que significa
164
de varios, variación y nueva variedad. grosa De ahí se comprende que la herencia sea siempre e pero El proceso genético no es anárquico, sino sujeto
a
An inn
y SUS
re emp
dentro de esas leyes la generación se determina po! l amien merables factores, es tan complejo e incierto su ci ds to y son tantas
las posibles
combinaciones
individuadores, que cada peripecia hereditaria tien€ sa. algo de contingente o fortuita y mucho
de misteriosa.
naturaleza es la madre universal, convéngase en qU
Si»
“yy
ugadora de amores
que ciegamente tira el dado
o ss Iecróvidos hijos.” Y a cada nuevo albur nace diferente. Si, como alguien ha dicho, “la herencia es un desti-
no”, los genes son sus dados y en el lance del engendro caerán
aquéllos por tal o cual de sus caras, según estuviesen o no
y según fueran las peripecias que los agitan en el cargados entrañal cubilete y las parábolas que les trazare el medio al
ento genético se veri. correr de su fortuna. Cuando el cruzami diferenciados, entonmuy amente somátic uos individ fica entre ces el mestizaje de la criatura, que es esencial en todo engen-
dro, se hace más patente y es por lo común reconocido como tal. Pero toda criatura, por el mero hecho de ser procreada por
dos
progenitores,
los
cuales
necesariamente
no
pueden
ser
criaturas idénticos, ya nace siendo mestiza; heredera de dos distintas, y tercera, a su vez distinta de ellas.
Lo que hay en un individuo de fenotípico depende de quiénes
triunfen en esos combates submicroscópicos por la generación. Parece que la victoria de unos genes sobre otros obedece prin-
cipalmente a su respectiva energía o capacidad. Porque no to-
dos los genes son de igual potencia asertiva.
Los genes no tienen todos la misma personalidad. Los hay
fuertes y débiles, activos y pasivos, rutinarios y extravagantes. Sus personalidades son tan diversas como la de los individuos que ellos crean. Unos genes son dominantes y otros recesivos. En el mundo invisible de los genes, como en el de los humanos,
los hay más imperativos que otros; unos dominan, otros receden. Unos genes logran imponerse con más frecuencia que otros. Mientras
unos
son fuertes y prepotentes,
otros, débiles
o como amodorrados, permanecen en la entraña del genotipo inactivos a través de repetidas generaciones y sólo de tarde en tarde, favorecidos por las contingencias excepcionales, consiguen reanimarse y hacer presencia en la externidad fenotípica, Así, se cree que el gen determinante del color azul de os ojos es siempre recesivo en relación con el gen que impone al iris el color moreno. Los ojos negros vencen a los ojos gar-
zos y éstos les ceden el paso, como si en la antesala de los engendros la naturaleza
les impusiera
una discriminación
ra-
cial. Por este motivo, se dice, un matrimonio de individuos ojipardos puede tener niños de ojos azulados, pero una pareja de ojigarzos no puede engendrar nunca un hijo de ojos negros;
todo lo cual podrá dar origen en ciertos casos a muy malicio-
sas insinuaciones.?? Dejamos
a dichos
autores
la responsabilidad
de tal aserto
y de su consecuencia traviesa. En países como el nuestro, donde las discriminaciones racio-sociales son a veces harto peno-
sas, este nuevo concepto de la recesividad genética del iris
azulado ante el iris moreno puede ocasionalmente agravar el peso de los prejuicios para los cónyuges de alquitarada albura
*2 Arthur Dendy, The Biological 1924, p. 109.
Foundations of Society, Londres,
** H. G. Wells, Julian Huxley, G. P. Wells, ob. cit., p. 487.
165
nórdica, rubicundos
y de ojos
color de ej
o
les guiñe sus Ojitos A quie
nazca un hijo que sonriendo
n ie de color pigmentación la a También se dice en cuanto que el color os € la pie
cuando con cierta contradicción, mina
SCUro ey ¿A
pigme
la
nante y el claro es recesivo; que
Por E razón Sleón Norma]
yla albura es dominada.
esperar que nazca un albino de un matrimonio de +5 Pueda
Sujetos Que
no saldrá
pero
de pigmentación;
sean normales
de la cópula de dos albinos. Ese raro gen, que se de trigueso de una vez por 10000
y que pudiera llamarse albini alreego
ser trasmitido ignotamente en una familia, de gen . A,
Pued,
generación, sin lograr imponer a ningún nacido de] ración en de su
naje la albura
agrado,
hasta
que
llegue la o. 1smo li.
encontrarse reforzado tal gen recesivo por otro een
d
traído a la coproducción genética por el otro indiviginuto
del emparejamiento. Cuando ambos padres traen consigo Esos albinistas, la actividad de éstos se alebresta por el 2 mutuo, y, abandonando su receso, juntos logran imponera
albinismo a su inmediato descendiente. Parece que lo mis e puede ocurrir con otros genes recesivos que influyen mucho e
la figura humana. Ciertas formas congénitas de enanismo de miopía y de pie plano provienen de unos genes Tecesivos Igual ocurre con la forma almendrada de los ojos, típica de
ciertos mongoloides; con el siniestrismo de las manos, etc.
Por este proceso ha de explicarse cómo en familias aparen. temente normales y del más puro ancestro pueden surgir niños
albinos o por cualquier concepto
defectuosos o anormales,
como enanos y sordomudos. Es que en el engendro se han unido ciertos genes recesivos que estaban latentes y de con suno han provocado su esporádica reaparición. Por esto, cuando en una familia existen ciertos genes recesivos es más pro bable que éstos reaparezcan en los matrimonios de consan-
guíneos, por ser entonces más fácil que se encuentren dicho
genes en ambos cónyuges. Y por esto no son bien mirados los
matrimonios
en éstos se pueden reuni
entre primos, porque
con más probabilidad los genes defectivos, si éstos se encuen
tran ya en sus antepasados y latentes en sus genotipos, Sl bien no existiendo esa tara en el ancestro esos matrimonios de con: sanguíneos, primos con primos y hermanos con hermanosY
hasta padres e hijas, no tienen objeción biológica.
n
Por otra parte, la condición dominativa o recesiva de 1
genes no es absoluta y a menudo es incompleta, como da 0 potencia en ciertos genes quedara pronto exhausta 0 a na
la pasividad de otros tales se interrumpiera
166
"
transitoria
acosada por las circunstancias, para volver luego a SU " sino mo.
La dominancia y la recesividad de los genes no Side
relativas. La dominancia
nunca
es completa,
la rs
influye siempre, aunque remisa; ambas pueden Con
grados a una misma combinación genética.
yen
En fin, algunos opinan que hay ciertos curiosos genes cios 0
son
dominantes
ni
recesivos
y
dan
productos
inter,
bien, por excepción, una mezcla híbrida e irreproduci9!?
como
¡ Ja madre naturaleza mal mirase aquélla, por “ía contra sus leyes genéticas, y lacastigara con la
Además,
ciertos efectos derivados
oe
de causas genéticas es
decir, que están ya determinados por ciertos genes desde el momento del engendro, no se manifiestan desde que la criatura nace, sino tiempo después, en la edad adulta y hasta en la vejez.
Así
acontece,
por ejemplo,
con
ciertas
enfermeda-
des, como la catarata presenil, y más con la llamada corea de Huntington, que a veces no aparece hasta los sesenta años aun siendo realmente hereditaria. La herencia no desmaya
ni cesa. Será latente o manifiesta, alerta desde el alumbramiento o como aletargada por algún tiempo; pero sigue imperando continuamente en el individuo hasta su muerte y, Unida al coro de las circunstancias, le impone el ritmo de su destino.
Apuntadas las principales condiciones del fenómeno de la
herencia, ¿cómo
influirán
ellas
en
el concepto
Las razas se definen por la agrupación
de las razas?
de individuos con
caracteres somáticos similares, fijos y hereditarios.
herencia no
hay raza.
Si no hay
Así, pues, la raza ha de arrancar de
los genes progenitores. No puede trasmitirse un rasgo somático si éste no se halla primero en los trasmisores. La raza, si existe, está en los genes. Modernamente se ha dicho que la raza se caracteriza por contener en sus límites un determi-
nado surtido de genes; que es una población que difiere de otras por la diversa frecuencia en cada una de ellas de ciertos
genes.
Esto
no
es
suficiente;
deja
abierto
el
campo
a
las
variedades de una raza que se imbrican con las de otra, como ya hemos dicho. Pero, además, como observa Dobzhansky, las diferencias entre los genes
no son solamente
cuantitativas, sino también
cualitativas. No basta que un grupo tenga más o menos genes de la clase A que otro grupo dado, pues la trascendencia cuantitativa puede ser modificada por la cualitativa, según los genes predominantes en un grupo sean de más o menos eficacia que los genes de otro, así por sus condiciones
íntimas como por sus peculiares maneras de reaccionar ante
las circunstancias. Dobzhansky ha señalado que ninguna de las poblaciones de la hoy conocidisima Drosophila Pseudoscura ha resultado ser genéticamente uniforme; en cada una de
ellas se han hallado individuos caracterizados por estructuras
cromosómicas y por mutaciones de genes que no se daban en los demás miembros del grupo. Toda población de Drosophicuenta con la positiva incidencia de variantes genéticas. Es
sorprendente cómo
hasta en localidades contiguas se hallan
Poblaciones diferentes de seres tan móviles como la famosa mosquita. En un caso se halló que sólo a unos cien metros de
distancia de una raza de Drosophila se encontraba otra distinA, sin que entre una localidad y otra hubiesen barreras mate-
riales que impidiesen las trasmigraciones. Si los genes fuesen detalladamente visibles podrían acaso
descubrirse sus ínfimas peculiaridades individuales y, clasi-
167
ficándolos luego por los métodos de Una tría, pudieran quizás distinguirse razas de .
.
.
,
.
.
e
antro
POMicro,
Nada impide prejuzgar que eprelo
razas de hombres,
de los submicroscópicos
genes
haya
signos
de
ing.
Cada oda
ns y
y de similitud suficientes para su clasificación, povidual de
de pasarse de estas hipótesis.
TO NO Pue.
Tan importante para el estudio de las razas es correlación entre los caracteres somáticos que se tom Mar la
raciales y los genes que determinan su estructura. ,. . “omo , no se puede ir lejos en esta dirección. Algun OS científico estudian estas maravillas de la cooperació n genética, ob todo en los animales donde la observación sido hacedera, afirman que no hay en los se eXPerimental ha Pis
S
punto de su anatomía ni un solo aspecto de su actividag en algún modo por sendos genes e no esté determinado
embargo, no es unánime el reconocimiento de la hereditarie
dad de todos los caracteres somáticos.
Algún biólogo, com,
Viola, sostiene que los únicos caracteres somáticos verdade. ramente raciales, por ser realmente hereditarios, son de color y la contextura
del cabello
y la pigmentación
del iris. Otro
biólogo, Castle** ha sostenido que “evidentemente, las unida.
des mendelianas
especiales
de
caracteres
y superficiales
por
animales
su
son
naturaleza,
relativamente
mientras
los
caracteres más generales y fundamentales, aun cuando igual. mente sujetos a la herencia, no son heredados a través del
mecanismo de los genes cromosómicos”. ¿Cuál será ese otro proceso genético? Por otro lado, ya lo hemos señalado, los caracteres somáticos, en rigor, no se heredan en lo absoluto. Solamente se here-
dan ciertos elementos
determinantes,
condiciones propicias producirán se hereda el carácter en sí. De todos
modos,
recordemos
un
que
los
dado
cuales bajo unas
carácter; pero no
los caracteres
somáticos
no vienen ya encapsulados en las entrañas nucleares de unos determinados genes. Ni pensemos que un dado carácter el
Cífico se trasmite de generación en generación, como se Cada da de padre a hijo un relicario del fundador del linaje. en uno
de los caracteres
somáticos no es producto de e tiple singular, sino más bien de la síntesis de una a de Así, pues, la herencia, y la raza no se derivan obra solamen : en
los genes y de su militancia, sino de la manera cómo nan la brega del engendro se entrechocan, intrincan y recom encias
168
Una misma pareja de progenitores con las mismas genitivas procreará descendientes que serán distintos,eS según éstas se mezclaren en la síntesis del embrión. Por esto, dice e se Ashley Montagu, jamás tendrán éxito los esfuerzos te los hagan para clasificar los grupos humanos por medio externos caracteres taxonómicos; porque no son esos co njunin
tos de caracteres
los que se fijan
y trasmiten,
sino
z4 W. E. Castle, “The Incompleteness of our Knowledge
in Mammals”, Journal of Mammalogy,
1933, p. 183.
una
Of Here
dity
lares
entidades las
onotípicos
que
que
suelen
los
determinan.
escoger
Los
C
los antropólogos
ara dl
las razas no Se conducen como ellos creen según los criterios remendelianos; es decir, como complejos de caracteres que juntos se fijan y
trasmiten.
Por la complejidad del proceso genético, la trasmisión hereditaria de los caracteres deja de ser una sencilla operación
de agregaciones
en
una
o proposiciones aritméticas para convertirse
intrincadísima
ecuación
algebraica
polinomios e imponderables incógnitas. y
por la motivación
específica de
de
irreductibles
cada cruce y
de cada
zombinación, la síntesis hereditaria sigue siendo tan misteriosa como lo es todo otro fenómeno de individuación bioló-
gica, como
si en
todos
los fenómenos
existenciales hubiese
que contar siempre con una cuarta dimensión. Así, pues, la relatividad y la complicación de los fenómenos hereditarios son tan patentes fuera de las sutilezas de las conceptuaciones abstractas
y teóricas,
son
tan
claras
y forzosamente
aprecia-
bles en las experiencias usuales de la humanidad, que imponen la más elemental cautela en la consideración de su realidad o importancia; no solamente tocante al individuo sino a
los linajes, y, más aún, en cuanto a las razas. ¿Cuáles son los genes operativos y cuáles son sus cooperaciones? Acaso un día podrá tenerse una respuesta. Sólo entonces se sabrá cuál es la herencia. Pese a los adelantos conseguidos, aún puede decirse con Balzac que “la herencia es un laberinto en el que la ciencia se encuentra perdida”.
Si tal ocurre en la herencia determinante de cada indivi-
dualidad,
más
de arrastrarla
hereditarios
insegura
es todavía
a calificar
en numerosas
procesos masas
la ciencia cuando se trata
tan complejos
de humanidad.
como los
La raza, si
es algo, es herencia; y la herencia es tan binaria en el tiempo como lo es en el espacio. La herencia es a la vez una causa y un
efecto.
Es
siempre
una
existencia
consecuente
a una
prexistencia. Depende, por tanto, de la realidad de ciertos elementos genitivos, de su vitalidad y de los afortunados azares de su complejísimo entrecruzamiento copulativo. Y si esto es así, de todo hecho de herencia de sujeto a sujeto, fácil es
imaginar cuánto más complicado es el proceso en relación
con todo un linaje, que es como cadena de eslabones genéti-
Cos, y, más aún, en cuanto a una raza, que es enmarañada red de linajes y entrecruces. Apenas la familia o la tribu se enla-
za con otra u otras por uniones exogámicas, los fenómenos de la herencia
devienen
de
una
complicación
infinita,
inextri-
cable y de efectos más y más imprevisibles. La herencia sólo puede resultar significativa en una familia O grupo humano muy aislado y de escasa variedad, cuyos
miembros se cruzan y recruzan entre sí indefinidamente. En
estas condiciones los genes que intervienen activa o pasivamente en las procreaciones vienen a ser siempre los mismos,
Porque en el reducido grupo humano
es también relativa-
169
pu
que
mente escaso el número de ellos
nación. Entonces tienden a reproducirse ea, entr
are
A com
cia los mismos caracteres somáticos y con eljpguna frecue Á una cierta homogeneidad del grupo humano. En Se Megargo a la estabilidad de este Sent; a
se comprende fácilmente cómo
somáticos contribuye el ambiente geográfico y ciertos tipo:
os y los proceso como los enlaces genétic > aun así, como ha sido demostrado
Ss
¡
here
Soci
A] tant
por los estudicarios
Per
poblaciones de Drosophila y de la ecología » +£táficos
de las
general, aun en las poblaciones más aisladas, Pe “oológica e
tit
cas experimentan variaciones no producidas por cruzamientos.
Como
herencia
vidual
dijo Franz
individual
es una
Boas:
con
realidad
racial carece de sentido”.
“Hay
la herencia
científica,
gentes
racial.
pero
“Conocemos
€ntez
que conf Unden 1 La
hablar
he rencia indi.
malament
de
herencia
e lo que sig.
nifica la herencia de padres a hijos. En una familia la her cia tiene una importancia tremenda; pero la herencia es 0 asunto de familia. Fuera de la familia la herencia es slo mitología. En una pequeña y estática comunidad, como una aldea de esquimales, la llamada “herencia racial y la fami. liar. de padres
aquel concepto
a hijos, son
aplicado
en
la práctica
a grupos
equivalentes:
de seres-humanos
pero
esparci-
dos sobre una extensa área, a los nórdicos, por ejemplo, carece de toda base en la realidad.”?
Y aun
la herencia tribal o
familiar, que tiende a repetirse, nunca reproduce totalmente
y siempre es varia. La herencia es continua y discontinua; a a vez conserva y cambia. La herencia no es repetición de
formas sino sucesión, que así conforma
como reforma.
Ashley Montagu ha dado últimamente énfasis a la afirmación de que la raza no es estática, sino dinámica. Por estática
era tenida la raza; es decir como un complejo de caracteres
fijos en el individuo y en el grupo; y así en el espacio, sin
variaciones ambientales, como en el tiempo, sin variaciones hereditarias. Pero en realidad esto es un error, la Taza es dinámica, como dice Montagu. Lo cual equivale a decir qué la raza, esa raza tradicionalmente conceptuada como conser
vadora, no existe. El error de la raza estática se evidencia comprender cómo la variabilidad de los grupos humanos Po las mixtivariaciones, así como también por las idiovariaci” nes y paravariaciones, de que luego trataremos, no es
proceso natural e incesante.
tagu,
La raza, pues, dice Ashley
no es sino una expresión del proceso del constante Cá
bio genético, en una definida área ecológica.”” 170
iv e
me
ena
La condición biológica de todo grupo humano es dinámica y no estática. “Es erróneo concebir un grupo humano 0 4
mal
como
estático
e inmutable.
Particularmente
lo
cuanto al hombre, porque los hechos de la prehistorla
=> Ruth Benedict, Patterns of Culture, Boston, 1934, p. 152e Ashley M. F. Montagu, Man's most dangerous Myth. The lacy of Race,
Nueva
York,
1942, pp. 40-41.
€*
Fal-
tiempos
de anos “No
han
recientes
aparecen
indican cómo nuevas
sido y son sintetizadas como
inmutables,
razas
muy
aunque
sólo
en
nt
teoría
seres sino
”
cuando un antropólogo o taxónomo escoge los eje mplares que se le ocurren y los fija con alfileres para su estudio en aquellos reducidos
límites
arbitrariamente
fijados
por
él en el
continuum de espacio-tiempo en que el proceso biológico es cortado para analizar y fijar los caracteres.” “La raza se present a como estática y clasificable solamente cuando un antro-
logo de mentalidad dada a la taxonomía delimita arbi trariamente el proceso dinámico del cambio al nivel de su propio
tiempo.
En
resumen,
las llamadas
razas
solame
nte representan diferentes clases de mezclas temporari as de elementos
genéticos que son comunes a toda la humanidad.”
Montagu llega a proponer que se defina la raza como “un grupo de individuos, de los cuales una apreciable mayoría se caracteriza en un tiempo dado por la posesión de un cierto número de genes fenotipicamente escogidos (es decir por los caracteres externos) para separarlos de otros grupos humanos no caracterizados por un tal alto grado de frecuencia de dichos
particulares genes.” Es decir, la raza es sólo un concepto estadístico de caracteres arbitrariamente escogidos y condicionados por su externidad, su temporaneidad y su convencional
aplicación discriminatoria. Pero, añade Montagu: “acaso esto sea conceder al concepto de raza demasiado crédito
cuanto a Su sentido e inteligibilidad, porque es obvio que tal definición más bien representa una fatua abstracción, para la cual no hay cabida en el pensamiento científico”. O lo que es igual, la raza es un concepto arbitrario en el espacio como en el tiempo. Tal parece, pues, que alguien ha podido decir con cierta razón, que la raza es sólo un estado de equilibrio. Podría añadirse que de equilibrio inestable. La raza no pasará de ser una sola e irrepetible fotografía instantánea a capricho cortada
de una infinita película cinematográfica.
En resumen, basta pensar en las incontables variedades y variantes de los individuos y de sus caracteres y en la enorme complejidad del proceso hereditario y de sus posiblesy siem-
pre variables peripecias, para comprender cuán ilusoria ha de
ser la racialidad de un dado carácter corporal y, más todavia, de un conjunto de éstos. En esa complejidad fenoménica se pierde la raza. Su factor ter somático hereditario, po por los rastros de las de en el espacio por las
geográficos.
constitutivo elemental, o sea el carácse extravía y desaparece en el tiemgeneraciones humanas, como se plermasas de población y sus meandros
* Ashley M. F. Montagu, ob. cit., p. 41.
171
v
VARIACIONES MESOLÓCI DE LOS CARACTERES .SOMÁTICAS
SUMARIO:
La
infidelidad
en
los amores
Comservadores y reformistas en herencio. El medio ambiente
ultramicroscópicos.
la herencia. La libertad de la y los mutaciones. Los genes
bailan ol son que les tocan, La necesidad hoce parir mulato. Todos los caracteres rociales som cambiadizos. Corriomes y
bijiritas. Los inmigrados cambian su cabeza y su color. La roreo se hace y se deshace por umas mismos causas, La roza . tesultado. Lo razo histórica. La razo fuerza. La razo espiritu. La raza fieltro. La raza que nada tiene de racial.
No sólo son prácticamente infinitas las posibles variaciones que por el proceso hereditario regular pueden ser determinaen los caracteres somáticos, sino también las variaciones
que pueden presentarse así en los fenotipos como en los geno-
tipos, no ya por causa
contingencias
del cruce de sus variedades, sino por
inusitadas debidas a la variabilidad de los mis-.
mos factores de la creación: “Es infinito el número de fenotiPos que pueden ser desarrollados sobre la base de un mismo genotipo, porque
el ambiente es infinitamente variable; pero
-las variaciones en el genotipo parecen ser igualmente ilimitadas.”2 Como ha dicho Haldane: “Las leyes de la genética no son absolutas. Los genes se reproducen en otros semejantes; pero a veces fracasan. Ese fracaso se llama mutación, por lo menos
igual”.*
Los
tan
si el nuevo o
genes
sólo. son
o factores
muy
gen
es capaz
hereditarios
varios
y ofrecen
de reproducirse
en
otro
y sus combinaciones
muchas
variantes
no
son
bién en sí variables. No hay seguridad de que esos factores
Senéticos
sean
inmutables.
La
línea
de la herencia
no
es
absolutamente estable. El plasma germinal siempre es inquieto
y en ocasiones cambia, adoptando las alteraciones que consti-
1 Theodosius
Dobzhansky,
ob. cit., p. 15,
* J. S, Haldane, ob. cit., p. 19.
173
Pu
tuyen el secreto de la evolución. Los genes no
der de su permanencia y constancia. La infi defcden d
Co,
: cuente de los grandes amores que viven los sere! qpueda tre. parece que ya se manifiesta en los ínfimos amores ul Anos
cópicos. Hay genes inconstantes, tornadizos y desrac ¿Microy
célula genética es tan variable como la donna é moteado, La
que a veces los enlaces y las trasferencias hereditari, e not genes, de unos seres a otros, pueden ser impedidos me de lo por la acción adventicia de diversos factores; los cual terados
e. rrumpiendo la placidez del noviazgo genético y Viola relaciones normales, adulteran el abrazo procreador ndo sy
ciendo
la bastardía
de inesperados
gérmenes.
cierto relajo en la vida de los genes, cierto
Hay
embroyo
ui odu.
Veces
aparejamiento. Entonces sus genituras en cierto mo de. en su cen ilegítimas e impuras; es decir, experimentan muta se ha.
“La ciencia genética ha establecido que la herencia m nes
el genoplasma, no es un
perfecto continuum; sino más bid,
suroa de discretas partículas, de genes, susceptibles de cambi la una a una por mutación. Esto no es una distinción baladí y fe
corolarios deben ser tenidos en cuenta.”
us
Las mutaciones comprenden fenómenos muy diversos, La mutaciones pueden significar cualquier cambio en el genotipo que no sea debido
a una recombinación
de factores regular.
mente hereditarios o mendelianos. Son como invisibles sorpre. sas teratológicas en los gérmenes o procesos protoplásmicos
que se anticipan a las más o menos ostensibles anomalías de las : criaturas.
Las mutaciones surgen en todas las partes del proceso genético; en los gametos, antes o después de su división y reducción, y hasta en los tejidos somáticos. Parece admisible que ciertas causas exógenas que influyen profundamente en la naturaleza
de los padres, trasciendan tanto en su acción hasta perturbar
la condición de los genes que en el arcano germinal de aqué-
llos aguardan el momento de la excitación orgánica para en-
trar en la lucha por la supervivencia propia y la de la especie.
Estos genes militantes habrán variado durante su encierro en los cuarteles genitales y al salir al campo de la reproducción
ya no serán como eran; serán distintos y si logran imponerse
en la creación de otra individualidad humana, en ésta se man!-
festará un nuevo tipo.
El nuevo tipo será causado por tales
inusitados genes, los cuales serán realmente paternos; pero, no
obstante, extraños al abolengo. Los genes,
en
la incesante
inquietud vital que los anima, a veces sufren radicales cambios o mudanzas en su naturaleza, por alguna extraordinaria caus 174
que influye en aquélla, modificándolos como si de un tipo da pdieran salto a un tipo distinto. Entonces estas mutaciones ge
minales trascienden, crean un nuevo carácter apartado de os
antecedentes, sin tipo intermedio de transición, y los hereder resultantes difieren
en ello tanto
de los progenitores
hubiesen derivado de otra progenitura.
como
» Theodosius Dobzhansky, The Race Concept in Biology, P- 1%
su origen, esa sorprendente
var
i e por primera vez en un individuoiedad típica, al , par ece pr oa las teves de la herencia; si bien, luego de creada, se prepetúa crún éstas y pasa a la posterida d como mente hereditario. Las mutaciones en la bio un valor esenciallogía son como las
mvoJuciones producidas por las fue rzas reformistas, que romiendo la potencia conservativa de la her encia, hacen más Pascendente y rápida la evolución. Las mutaciones crean caracteres, pero éstos una vez creados se incorporan a los intrincamientos de las herencias y de los cruces como todos los demás caracteres genéticos. Toda mutación, una vez en el poder,
deviene conservadora.
No importa, para la conservadora hereditariedad de la muta-
ción revolucionariamente establecida, que ésta resulte nociva o benéfica para la supervivencia de la nueva estirpe. Lo con-
servador no significa algo mejor ni peor que lo revoluciona-
rio; pues lo uno y lo otro no son sino momentos sucesivos y necesarios del ritmo vital. Toda mutación trata de perpetuarse.
Quizás la mayor parte de las mutaciones producirán seres defectuosos, tarados, inarmónicos, destinados a sucumbir; pero algunas serán viables y ventajosas para la supervivencia.
Se ha dicho que las mutaciones son las que crean las razas;
pero esta idea es equívoca.
Una
mutación
no hace sino crear
un nuevo carácter somático; y son luego los hombres, sabios o ignaros, los que a su gusto crean las razas. Suele creerse que en la especie humana las mutaciones no son frecuentes, por lo tardías que son en aquéllas las generacio-
nes, si se las compara con las de otros seres. Pero ello no implica que en el hombre no ocurran las mutaciones con mayor
frecuencia que las hasta hoy conocidas. En la Drosophila, en esa diminuta mosca vinagrera que tanta nombradía se ha ganado en las últimas décadas, se han aislado y mantenido inalteradas a través de generaciones hasta 400 mutaciones tocantes al color del cuerpo y de los ojos, al número, figura y nervación de las alas, a la pilosidad, a los tropismos, a la fecundidad, a la longevidad, etc. Es decir, se han creado 400 variedades, algunos dirían que 400 razas nuevas, por la alteración de tal o cual
genes.
En
la Datura,
hermosa
planta de blancas
corolas, Blaskeslee ha descubierto mutaciones de las más variaanomalías
das
estructurales.
Ascienden
a millares
las muta-
ciones que pueden ya anticiparse en esa planta Datura, por el
simple juego numérico de los genes de su composición normal. En
todas
las
especies
sobrevienen
las mutaciones
a razón
e una por varios millares de individuos normales. Cada día se registran científicamente nuevos tipos de mutaciones en
del gran biotodas las especies, después de los descubrimientos
aun logo holandés Hugo de Vries. Rostand ha escrito que Cuando la mutación es rara y hasta excepcional, se produce
sin cesar en las especies vivas. Es una anomalía normal, si así Puede decirse, un accidente inevitable y de frecuencia cons-
te... incidente minúsculo cuyas consecuencias en la escala
175
visible de los organismos puede traducirse por 1 una nueva forma vital”.
A AParicig
A de Hoy día se va pensando, pues, que a las ; dades y variedades de los caracteres humanos asas COMple:¡ mutaciones de una manera constante, “En la es Ntribuyen le
= se efectúan actualmente mutaciones de todas e ecie malas e indiferentes.” * Se dice que hay un promege buenas mutación por cada 50 000 individuos de una genera 20 de“La“un; mutaciones podrán ser más o menos importantes p
error no tenerlas en cuenta.” * Y como si el inmenso e
falta quien sostenga que el tamaño del cráneo se relaci e One con la edad de la madre y que no es hereditario.*” Estas trasformaciones craneales alguna vez se han querido
explicar por motivos mecánicos,
habitual
de la cabeza
de los niños
tales como
en la cuna
por la posición o en su tocado
y en el cuidado materno, lo cual es diferente según las cos.
tumbres de los pueblos. Tendríase, pues, una deformación cefálica posnatal, tal como la que procuraban artificialmen. te para sus hijos los indios caribes, los taínos y otros muchos de América con propósitos totémicos y de distinción étnicosocial. Pero este criterio es inaplicable a un fenómeno tan difundido y en relación con muy diversos grupos humanos. Más bien parece que las trasformaciones craneales de los seres humanos, según los cambios de país y de época, obedez-
can a motivos ecológicos de nutrición. Los zoólogos han hallado en los esqueletos animales iguales trasformaciones. Dice Martin que la falta de ciertas vitaminas en la dieta de los
ratones, por ejemplo, determina la mayor dolicocefalia de sus cráneoz. Los animales cambian también sus figuras por
la domesticación, según Kruse. Estos cambios esqueléticos son sorprendentes no solamente
por sí, sino
pos humanos,
por ser específicamente
distintos
el cráneo
ya que en unos
según
se redondea
los gru-
mientras
se alarga en otros, Además, se ha observado que ese cambiamiento es acumulativo, creciendo de año en año. Puede, pues, 34 Franz
198
35 Guthe,
Boas,
General
Anthropology,
C. E. “Notes on the
p.
Cephalic
115.
Index
of Russian Jem
>
Boston”, American Journal of Physiology and Anthropo 08Y» I. 1918, pp. 213-223. : of 36 Hirsch, N. D. M., “Cephalic Index of American-born. Children d American Journal oí Physiology an Three Foreing Groups”, Anthropology, t. X, 1927, p. 79. Con-
37 H. Postma, “L'indice céphalique et ordre de naissance”, ologl" grés International des Sciences Anthropologiques et E ques, Copenhague,
1938,
p.
124.
reciarse por qué han caído en descrédito las teorías ei gue pretendían ver en la historia una mera danza de q uicéfalos y dolicocéfalos.
E
lisra-
La figura nasal parece haber sido conformada diversamente a las exigencias de la respiración, según la humedad y la Según
temperatura.
Thompson
confirmados por
Buxton,
y
Daires, €l índice nasal platirrino está asociado a un clima cálido y húmedo, y el índice leptorrino a uno frío y seco. El mayor número de glándulas sudoríparas del negroide y su reducción entre los mongoloides también parecen explicables fácilmente por las respectivas adaptaciones a los ambientes cálidos y secos, La coloración
de la piel
Fuere motivada
cambia.
también
por el clima, por la luz solar, por la nutrición, por la acción
de la pituitaria o por otra causa cualquiera o por todas ellas aunadas. Así la pigmentación melanodérmica de los seres humanos que habitan en los países tórridos se atribuye no a
la trasmisión hereditaria de los efectos epidérmicos del requemo solar, sino más
más oscuros de
ambiente,
bien a la progresiva selección de los tipos
debido a su
la población,
comparándose
los tipos claros
con
mayor que
expuestos a la acción nociva del sol.
ajuste
están
al
más
Con respecto a Cuba, ha sido observado “que la raza amarilla es la que más ha conservado la pigmentación de su piel, pues el blanco se ha oscurecido y frecuentemente pierde el tinte sonrosado y rojizo para hacerse mate, y el negro ha per-
dido en algunas de sus variedades el tinte negro de ébano, el azabache, para hacerse más claro; mientras la palma de sus manos
y la planta
de sus pies se conservan
blancos. De más
está decir que nos referimos en todo caso a los que conservan sin mezcla su raza originaria. Del mismo modo vemos en el blanco ir lentamente por generaciones hacia el tipo moreno, perdiéndose los cabellos rubios, rojos y los ojos claros. Todo esto depende del clima y de otros factores que hoy nos son
desconocidos”.?* La selección natural puede
producir variaciones
en el pig-
mento cuando el grupo humano esté muy localizado por largo tiempo
en
un
ambiente
y sus
enlaces
son
endogámicos.
Así se cree que ha sucedido en el Indostán, entre las castas
superiores, las cuales, aun siendo de color más claro que las castas bajas, son más oscuras de piel que los blancos tipos
raciales de donde provienen. Los modernos descubrimientos científicos acerca de la endocrinología, de la nutrición, de la composición química de las tierras, prueban cómo varias distinciones corporales de los individuos y de sus grupos se relacionan con la actividad
endocrina, la cual depende a la vez de factores genéticos y de Ctores químicos ambientales.
* Raimundo
de Castro, ob. cit., pp. 675 y 878.
199
Es
varian
manifiesto
que
constantemente
externas en
que
se
constitucionales
permanentes
la). muy
las
reacciones
según
encuentra
no
pueden
y obedecen
las
el
ser
fisiológica
circunstancia,
organismo
tenidos
Ha
por pr
e
ternas
los tipo,
a los influjos del medio Solutamente
Sin embargo, advirtamos que no andan los (Boas, Vio. de acuerdo en relacionar la constitución Con o citas
indicativos de la racialidad.
kowsky),
acaso
Para
la mayoría
para
unos
(Baue
de los genctiaisnanaler
r aSgos Jan.
tución corresponde al genotipo o acerbo hereditario Ennsti. tipo se forma
por el fundamento
genotípico, condicion
el paratipo o sea el producto de la preistasia o acción a do Por
"
tal. Para estos pensadores, la constitución no es sino La a olen,
sión
del genotipo
genotipo)
(constitución=fenotipo
o lo que es igual el elemento
menos
parati, re.
racial queda absorba,
a suprimido por la constitución. Piensan otros (Fischer)
o
constitución no es sino el paratipo (constitución =fenotipa m a nos genotipo=paratipo). En fin, alguno
(Saller) viene a decir
según el esquema que da Montandon,* que la constitución es precisamente el fenotipo tipo=fenotipo).
(constitución=genotipo
más
para.
Cualesquiera que sean las conclusiones actuales de los antro.
pólogos y geneticistas, queda como cierta la variabilidad de los
caracteres,
la cual
da
una
gran
plasticidad
pológicos y priva a las definiciones
a los tipos antro-
raciales de su pretendida
fijeza anatómica. En los caracteres somáticos que se tienen por raciales “nada está enteramente fijado, nada es inmutable, nada
completamente aparte de los demás”.*” Por la inmensa variedad, variantes y variabilidad de los caracteres, la raza, es pues, un concepto meramente convencional. “Al emplear la expresión raza, la primera
dificultad
está en
que
haya
que pensar
en términos relativos y no en términos absolutos, en probabili-
dades y no en certezas. El hombre
común
pide a su ciencia,
lo mismo
que a su religión o a su filosofía moral, que le pro-
el mundo
en que estamos .es un mundo
porcione verdades absolutas y eternas; pero lo cierto es que
de variabilidades, de
probabilidades, de trasformación continua, de relatividad. Los tipos raciales están siempre en un estado de fluctuación y Sus
diferencias son relativas. Esto no quiere decir que estas diferencias carezcan de significación; pero sí que ellas deben ser consideradas solamente tales guales son, esto es, simples vi" riedades de los mismos atributos fundamentales que pertent-
200
cen a toda la humanidad.”“* En este sentido puede entenderse a Merkenschleger al decir ino
que la raza no consiste en algo estático, rígido y absoluto, 54, “tan sólo y siempre en estados de equilibrio entre ciertas
Sn
hereditarias y el ambiente”. Aún ciertos antropólogos, que € 39 Montandon,
G., ob.
cit.,
p.
77.
«0 Aleg Hrdliéka, ob. cit., en E. V. Cowdry, 4 Frank Hankins, ob. cit. .
ob. cit., p. 162.
een
Todas
razas como conceptos
ísti
¡
ariabilidad de sus tipos Promedios Aenen que obserlas variedades
aludidas,
sea n hijas
de las mixturas
enéticas, de las mutaciones o de las influencias ambiental se reflejan en los tipos raciales formados por las proporciones
estadísticas. No tan sólo por su intervención directa
en la determinación genética y numérica de los rasgos arquetípicos sino por la acción natural selectiva de los caracteres diferen. ciales, la cual modifica la composición del grupo humano. Aun
sin mutaciones
ni mixturas,
cambios considerables
todo grupo humano
puede sufrir
en sus caracteres somáticos históricos.
Las guerras, las hambres, las sequías, las epidemias, cuando prolongadas y graves, han operado por un proceso selectivo ciertos cambios en la condición biológica del grupo humano y en la interna distribución proporcional de sus caracteres.
Dobzhansky ha observado que aun en la genética composición de las pequeñas poblaciones de seres tan pequeños, in-
quietos y móviles como la mosquita Drosophila Pseudobscura
se advierten cambios rápidos. Las incidencias de varias estrueturas cromosómicas varían de año en año y hasta de mes en mes. Se supone que ello se debe a la dispareja distribución geográfica de alimentos, por lo cual algunos grupos más favorecidos procrean una descendencia muy numerosa que se propaga en el resto de la población y la señala con sus características, También por la selección se van formando grupos en
consonancia con los requerimientos circunstanciales. Los cambios genéticos que ocurren en una especie están sujetos a la
relación natural que elimina los inadaptados y preserva las variantes y variaciones favorables. Así surgen las razas locales, llamadas ecotipos por Turesson.** La selección natural actúa filogénicamente en el grupo humano, eliminando a los individuos inadaptables a las circunstancias y favoreciendo o contrariando la supervivencia de cier-
tos tipos por sus proporciones en los matrimonios, nacimientos y muertes.
En
unas
generaciones,
por
ejemplo,
cierto
grupo
humano tendrá más individuos bajos, flacos y raquíticos que en las generaciones antepasadas. “Es razonable afirmar, dice Hankins, que en toda población que se desarrolle en un país donde la cultura es avanzada, aun sin tener en cuenta los cambios que pudieran ser atribuidos a las transmigraciones, no se encontrarán dos generaciones sucesivas que sean idénticas, tocante a sus promedios estadísticos y a los límites diferenciales
e sus variedades características. Dado que en toda región de
civilización avanzada hay un fuerte movimiento de gentes, debe
esperarse que la constitución hereditaria de la población, en
Su conjunto, oscile alrededor de una dada norma en cuanto a.
ciertos caracteres, o se modifique más o menos regularmente
Para dar lugar a una nueva distribución y a un nuevo prome-
** Dobzhanky, ob, cit., p. 163.
201
dio. De esto se tiene un buen
ejempl
ción creciente de la Europa occidental la branquicefa);z, Si la raza se determina por unas co ordenadas es : : éstas no pueden ser tan sólo las espaci ales, de zona coísticas
ción, sino también las de tiempo. “Tod
o lo que viye ye Dobla.
fica, nada viviente permanece en estad O de fijeza, Y Como €
secuencia, esos caracteres
humanos
que atribuimos
son tan relativos como
los criterio
9
Cen Damientos
Con.
queremos agruparlos. Aun en los casos más simples ene é se una complejidad tal que da a la noción de raza SÉ Ntra.
ción más y más fugaz.”** "Las mismas condiciones de ir dpi
ción, de imperfecta estabilidad, y de traslapo son aplic: todos los caracteres de cualquier clase que son observad el hombre en general.” “Ninguno de los caracteres de un racial cualquiera puede ser mirado como completamente y estable.” “Ninguna raza es en absoluto permanen
poi les 4 pl fijado ¡
te, sino
trastormable.”**
Es precisamente en el tiempo y por su persistencia sj un carácter humano puede ser tenido por racial; sin embargo, por
la variabilidad de sus caracteres la raza se pierde en el tiempo,
e
La raza se presenta, pues, como algo inestable y transitorio como un magma plasmable que fluye en el tiempo, susceptible Esta plasmabilidad de las de trasformarse continuamente. razas puede ser realmente muy auguradora de bienandanzas humanas, según indica Hrdlicka, pues permite pronosticar para
el hombre una futura evolución más favorable que las expe-
rimentadas hasta ahora, en cuanto una mejor vida social le pueda proporcionar circunstancias más ventajosas. Pero ello hace pensar que no es precisamente un algo que ahora se llama raza lo que tendrá que evolucionar más ventajosamente, sino aquellos individuos humanos y aquellos núcleos de humanidad que puedan y sepan beneficiarse intensa y extensamente de la benevolencia circunstancial futura, prescindiendo de toda ficción de raza. La
raza
una
de
composición
se hace
constante hacerse y deshacerse. Como
y
se
deshace,
es un
escribio Henry Berr.
“la raza se deshace constantemente, atacada por los mismos factores que la producen: el medio y la herencia”. El concepto de un carácter racial absolutamente inalterable a través de
las generaciones es hoy insostenible. Si los caracteres de uni
llamada raza son según las escurridizas mallas de los criterios clasificadores,
siempre
convencionales,y del azar
tira la red en un grupo humano,
202
con que se
parece no menos cierto e
no hay hilo tan resistente en las redes que con el tiempo inne
rompa
$3 Frank
y permita la fuga de un carácter cualquiera. La 1 Hankins,
ob.
cit., p.
312.
41 Henri Neuville, L'Espece Humaine, pp. 7, 46 y 14. “5 Ales
. a
Hrdlitka,
prólogo
ob.
cit.,
pp.
a Pittard,
160-163,
Les Races et l'Historie,
París, 1932 P
ble variabilidad de los caracteres hace que alguno e ogos modernos hayan abandonado el clásico concepto de da
raza, concebida como la permanencia de un complejo de carac-
teres somáticos a través de las generaciones, y adoptando un concepto nuevo de la raza, basándolo en ser ella un proceso
una constante formación o trasformación. Piensan que la raza
no está en la semilla, sino en la flor y en el fruto. “Para los geneticistas, dice Dobzhansky,** parece bien claro
ue todas las lucubraciones sobre el problema de las razas de-
jan de tener en cuenta que la raza no es una entidad estática,
sino un proceso...”
“Lo que es esencial
en cuanto
a las razas
no es su estado de ser, sino el de su devenir.” La raza, así conceptuada, no será un pasado ni un presente, sino un futuro. La raza no será una antecedencia, sino una consecuencia; no será una causa, sino un efecto; no un origen, sino un resultado. La raza no viene, deviene; no es proveniencia, sino deveniencia.
Pero
este concepto
de raza-resultado
es
muy equívoco. Entender la raza sólo como un resultado es pri-
varle en parte
herencia.
de su esencia
genética.
Y
la raza si es algo es
La raza estará en la flor y en el fruto; pero la flor
no es sino una simiente engalanada por el anhelo genésico y en
el fruto desnudo de pétalos ya está presente la semilla, que es la entraña de la nueva fecundación “la herencia es cosa de se-
mencia”, como diría el viejo refrán castellano. En cierto sentido puede decirse que toda la raza es efectivamente un resultado. El complejo de caracteres somáticos te-
- nidos por raciales se forma, sin duda, por “un continuo proceso vital, sin origen ni fin que sean señalables con precisión”.** En
este proceso de racificación, “las razas son causadas por la variabilidad orgánica, por la adaptabilidad a las circunstancias cambiantes, por la eventual herencia de caracteres nuevamente desarrollados y sostenidos, y por la prolongada segregación de
nuevos grupos humanos”.** Sin duda, hay razas nacientes, indi-
ca Hrdlicka. En rigor, la raza, y la herencia son conceptos sin-
téticos, expresivos a la vez de ascendencia y descendencia. Son
a la vez efecto y causa. Son correlativas la filiación y la paternidad. Por eso discutir si la raza es un origen o un resultado
es tarea baladí.
e haber surgido La conceptuación de la raza-resultado parec rvar la vigencia del conse como una estratagema mental para
vocablo raza con su fuerza evocativa; pero con un sentido distinto del genético, que es el originario, verdadero y cristalizado en el lenguaje común. “La raza es más bien un efecto que una causa”, ha dicho Le Fur; pero añade: “No es sino algo
o,ia repetido y fijado”. Aquí la raza ya no es sino una lógic socio social. “No es en el color de los cabellos, ni en el Persistenc indice cefálico, * Dobzhansky,
donde
nosotros
ob. cit., p. 62.
reconocemos
los rasgos
' Ales Hrdliéka, ob. cit., en E. Cowdry, ob. cit, p. 158.
1% Ibidem.
esen-
203
ciales de una raza, sino tan sólo en su
histona.
la expresión de la fuerza interna que pl a a la cual ella ha sacado su forma propia del
esta h Storia. ueno, Era
|
mitivo y después ha logrado y preservado su propia miento mo
de la vida en la abigarrada mezcolanza de los ee Cone Peli
Adviértanse los nuevos conceptos que aquí entr €blog"s nición de razas: “algo sociológico repetido y fijado” en la defi caracteres somáticos se conoce la raza, sino en su his no en la
la expresión de su fuerza interna”, “su propia con toria”,
la vida”. Esta es la definición de la raza histórica drosión de
zás de la raza-fuerza, según la palabra ahí emplead: 12Se qu; de la raza-espíritu, o sea de una raza que ya nada e O Acaso ver con la generación ni con la herencia ni con la PA que
Es decir una raza que ya nada tiene de racial.
toma
Para René Martial la raza es siempre un con fieltro, e: invariablemente un resultado. Hoy dl qerado, wm
razas-resultados;
las razas más
nido puras, “Cuando
homogéneas
no se han
a
se quiere hacer un fieltro, dice Ro
Martial, se toman pelos de conejos de varias clases; pelos me gros, grises, blancos, gruesos, delgados, etc.” Cuando son todos amalgamados constituyen un tejidos y fieltro sólido, indesgarrable, que se puede destruir pero no q; vidir. Aún cuando en él haya pelos de colores diferentes, ésto;
se han incorporado también que no pueden ser separados del'
fieltro, Este fieltro es la raza-resultado. “La raza francesa, pori
ejemplo, es un fieltro que ha tardado seis mil años en formar. se.” Pero todo esto no es una definición de la raza, sino dar el nombre de raza a algo que no lo es. Es un engaño. Es llama raza al pueblo, a la nación, a la casta, a la clase, la tribu, o sea, en fin, a conglomerados sociales formados por aglutinaciones
históricas ajenas a la biología.
so W,
204
Seiffert,
en
René
Martial,
ob. cit.
¡nonimis 31 Permitasenos advertir lo impropio de esta apuntada tramo. Un fieltro no es un tejido, pues no tiene urdimbre Ni . conglo raza, según ve Martial, puede ser un conjunto, o sea merado de factorcs heterogéncos más o menos comp amalgamados por la yuxtaposición histórica; pero la no es sino fenómeno esencialmente genético, puede
etament -aza, qe concebitst como UM
acaso como un tejido de hebras o linajes, pero Nunes 1aposició fieltro. La raza, comparable, a un tejido, no es Una yU sino
o conglomerado masa
formada
de borras y lanas como es un
básicamente
por
intususcepción.
fieltro:
vI LAS RAZAS DE LAS ALMAS
SUMARIO:
Negros con
Los rozas espirituales. alma
blanca
y blancos
¿Tienen con
alma
roza
las olmos? “Pinta
negra.
el Blanco negro al diablo, y el negro, blanco lo pinta.” Bartolomé
de
las Casos
y Mariano
Cubí.
Razas
totalitarias.
La
religión de la raza. ¿La raza está en el alma? Rozas masculinos y rozos femeninas, Otros fantasias de los racistas, El
almo y el cuerpo pueden nos pueden
hacer
cambior
ser de diferentes razas. de
raxa.
Los gobier-
Los racistas obstinados, no conformes con las conclusiones negativas a que se llega por el examen científico de las llamadas razas, han llegado a decir y propagar que aunque no haya en realidad razas catalogadas como inequívocas categorías morfológicas dentro de la especie humana, no puede negarse que hay razas espirituales (sic); que no obstante haberse vola-
tilizado por el análisis el viejo mito fatalista de las razas definidas por colores, narices, esqueletos y “con todos sus pelos y
señales”, como pudiera decirse con locución vulgar, quedan todavía vigentes
las razas
de
las almas.
Pero
esta idea es
mera ilusión, y diríamos que pura fantasmagoría si no creyé-
ramos que en esas maniobras de la imaginación suele ser poco frecuente la pureza.
Si no ha podido lograrse una definición de las razas por sus Caracteres somáticos, menos afortunados han sido aun los intentos de clasificarlas por sus dotes psiquicas. Si la gran va-
riedad y variabilidad de los caracteres físicos individuales hace "posible fijar con precisión ciertas características somáticas
que sean realmente raciales, tanto o más difícil habrá de ser
Encontrar diferencias raciales en los rasgos psíquicos, fueren
estos o no referidos a determinadas estructuras neurofisiológi-
si se ha llegado a negar la existencia natural de la 7az0,
Por la imposibilidad de determinar la realidad, fijeza y exclu-
205
sividad de sus características somáticas,
también, y aun con más razón,
psicología?
El problema
de la raciología
»
des
;
* ¿No habrá que
Sesde el punto de Vista qu a psicoláo;
cuestiones; las cuales en lo nee
de la raciología morfológica
quicos en los seres humanos
y fisiológica
oMPrende
-H n análogas
que sirvan de bae
los y distinguirlos entre sí de manera inequívo
distinciones
psicológicas
realmente
Varia
raciales e
e Agrupa.
¿Son estay
constituyan verdaderas razas? Si la raza exige la e decir
un determinado complejo de caracteres típicos
lay
a racteres Dei
Que
hereqgacia d
no adaptativos, ¿las características psíquicas que Se tarios como raciales son en verdad, además de típicas e ino OPONE en el espacio y en el tiempo, hereditarias? ¿Son corresno able
tes a una determinada contextura corporal? En fin ee les y como fueren las diferencias psíquicas que se'ten se
raciales, ¿pueden por ellas ser clasificadas las gentes En pa
inferiores y superiores?
ray
Si no hay realmente razas en los cuerpos, ¿habrá tazas en
las almas? Al emplear aquí este vocablo alma lo hacemos sin
prejuzgar ningún credo psicológico, ni vulgar ni científico. Mo.
nistas o no, usamos alma por creer que así facilitamos nuestra tarea de divulgación. Por otra parte, no hay por qué dilucidar
si la entidad humana es o no integral, si el alma es o no algo distinto del cuerpo; si el alma se desdobla en varias personali-
dades; si cada individuo tiene varias almas propias, como han
creído los egipcios y otros pueblos; si varias almas individuales
pueden sucederse o simultanear su acción en un solo cuerpo, cómo piensan los creyentes de las posesiones diabólicas, y, en cierto modo, los psicoanalistas de Freud, al decir de Nicéforo. Cuestiones son éstas, de carácter especulativo, fuera de este lugar. El vocablo alma, siempre que se use en el presente trabajo, se entenderá convencionalmente como psiquis, o sea lo distinto del soma en la funcionalidad de la persona humani O, mejor dicho, como: “la conducta del ser humano”. Esto a consonancia con el concepto científico contemporaneo de di psicología, como la “ciencia de la conducta de los seres vivo5:
En rigor, el problema científico que aquí se presenta es el
de tratar de relacionar
orgánicamente
la llamada
razo y as
llamada alma. Para quien no admite la existencia de las le
ni la de las almas, el problema se esfuma en un Juego de E robras o en un tema histórico de mitología. Pero entonces mE blema se presenta de otras maneras si se acepta la exis p ven 206
de las razas, aun cuando sea por consciente y relativo Co razas
cionalismo.
¿Se puede
admitir
que a cada
una de Laso ne-
corresponda un tipismo psicológico inequívoco? Quien
gro, blanco o amarillo de raza ¿tendrá así mismo neg! de
Jan:
ue
ca o amarilla su alma? ¿Las distinciones psicológicas 9 ectivas dan
hacerse
entre
unas
razas
y otras
correlaciones coporales o no? La
tienen
sus reSE
lens
solución de este Pracismo
implica la validez científica o la fatuidad de todo €
o los racistas porfiados, si llegan a
cerpe
de la raza biológica, nunca
prescindir
abandonan
la
A
.
“4za del alma, amparándola con sofisterías más o menos sutiles y con distorsiones semánticas de las palabras. Muerto el concepto objetivo de la raza, quieren que se siga creyendo
en su fantasma. ¡En otro espectro racial!
Si el concepto de la raza es y debe ser una mera expresión anatómica sin sentido psicológico, su verdadera trascendencia
social se desvanece y la clasificación de un ser humano como
blanco o como negro, como nórdico o como judío, tendrá menos importancia que la de decidir si un murciélago debe ser clasificado como
ave o como
mamífero.
En
cambio,
si el con-
cepto de raza humana no sólo responde a realidades anatómicas hereditarias, sino también a una positiva, definida e ineludible correlación de caracteres psicológicos igualmente trasmi-
sibles por las generaciones, entonces el problema se hace hondamente genético y de los más trascendentes para la humani-
dad. En rigor, para los racistas, el interés supremo de las cla-
sificaciones raciales no está en la fijación de sus caracteres
distributivos
desde
correlación que
los ángulos
pueda
de la morfología,
encontrarse
sino
en la
en los factores anatómicos
y fisiológicos con los psicológicos y determinativos de la men-
talidad y del carácter. Si los reales o supuestos caracteres psíquicos de las razas no responden necesariamente a una base causal de orden anatómico y orgánico, entonces todo el pro-
blema de la raza deja de ser verdaderamente racial para ser meramente social y educativo. Antes de entrar a exponer las respuestas que la ciencia tiene
para ese temario, digamos algo de las acerca de la relación entre las razas y relevantes, así en el campo del vulgo ciencia. Veamos primero cuáles son las
se presentan
a los pueblos
los espíritus
creencias las almas como en figuras y
y teorías que han sido más el de la seudo mitos con que
de las razas; antes de
aplicarle los exorcismos como hubo que hacer antaño, y aun hacen ciertas gentes con los demonios y los espectros de almas
en pena, tan fantásticos como el de los colores raciales.
Se ha llegado a sostener que las almas por sí tienen Taza, sus
Propias razas. Quienes así dicen son racistas a ultranza, que al sentirse acorralados por la argumentación negadora de la realidad de las razas definidas en complejos somáticos, suelen
a menudo escurrirse y tratan de defenderse alegando la exis-
tencia de caracteres raciales psíquicos, independientes del cuer-
Po; y llegan al caso caprichoso
individuos clatura de
de calificar racialmente
a los
por sus caracteres psíquicos con la misma nomenlas clasificaciones somatológicas. Pero estos ultran-
cistas no se han apoyado en la ciencia para sus lucubraciones.
an hecho prejuicios y metáforas con criterios subjetivos, como
el vulgo o como los poetas, los literatos y ciertos historiadores
y Políticos; pero no ciencia, ni observaciones experimentales y objetivas,
207
A juzgar por el lenguaje genera] , literatura, y por las expresiones de el alma también tiene pigmentac ión cia se habla de almas 3 blancas y de
Así el vulgar tales racistas, qu como la Piel. Con d - de qa W alm
debe de haber un racismo tan fatal para las ps
Areggn
los cuerpos, dado el afán de los muchos fanáticos
do al legendario patriarca Noé, maldic espuria
a quienes
se atreven
j
a burlarse de la
Comp pe
8, imit,.
omo de
guez de su soberbia. “Los negros son negros de sole embri
la cabeza. Es imposible pensar que Dios
que e e los ple,
sabio, haya puesto un alma, sobre todo un alma
o
cuerpo negro.” Así dijo Montesquieu, pensador del pele Con
frecuencia,
refiriéndonos
al carácter
de u
perversa, decimos que es de alma negra; y si a un
Ser my
ene
El xq
iño iy
cente, que tiene un almita blanca. Hasta los Poetas qe 1 oscura emplean esas figuras. Plácido, el versador mulas da
del déspota agonizante, en sus sonetos:
0, dí
Despidiendo al infierno, acelerada,
el alma negra en forma de serpiente.
Hasta se ha solido aludir a la existencia de negros con aln;
blanca,
Los
poetas
lo han
hecho
así desde
hace siglos. Y |,
mismos literatos blancos han llegado a atribuir a los negros: desprecio de su propio color, como origen de vileza en y, almas. Somos negras pecadoras y blanco es el Sacramento
decían las negras en una letrilla de Góngora, aludiendo a. negror de su piel, contrastándola con la sublimidad de la he tia del Corpus Christi.: Pero “las almas son como los dientes es decir blancas, arguía una de las negritas. En un curs
poema biográfico del negro san Benito de Palermo, escrito Y 1750, en época de esclavitud, se dice:
Que los no buenos
para Dios, aunque blancos,
siempre son negros.? 1 Esta letrilla de Góngora negras;
208
A
por
esto
dice
imita
algo bozalón de
Samo nengra pecadora E branca la Sacramenta. lo cual la negra Juana añade:
.
La alma
sá como
2 Vida del portentoso negro seis
el lenguaje
textualmente:
cantos
de joco-serios,
con los argumentos
la dienta.
San Benito
de
del reducidifsmo
en octavas, por
Don
rip '
Palerrno, dese gs metro chin,
Joseph, Re
y Luxán, Señor de los Terrenos y Valdtlosyelos,
de la Ciudad de Loxa
Monasterio
de San
e
en el pe
y Patrono de la Capilla, 4 ja Sra. M
Gerónimo
de
esta
Ana de Luxán, etc., Madrid, MDCCL,
Corte fun
p. 1.
pS
¡dor perpl!
pe la antigiedad y reiteración de tales tropos, que dan color
a los espiritus y A los caracteres, abundan los datos documen. tales.
;
odo esto es pura metáfora
de muy complejo ori
milenaria formación folklórica, la cual ocasiona lamentables rejuicios en detrimento
tación opuesta
de los individuos dotados de pigmen-
(digámoslo así) a la piel de la raza, población,
casta o clase dominante. Pero, fuera de la licencia retórica, decir alma negra o blanca, por simple figura significativa de
una raza, es como calificar un alma de glauca, narizona, lacia
o hirsuta.
Aquellas
expresiones
son
derivadas
sobre
todo
de
un elemental simbolismo que equipara lo bueno a lo limpio,
claramente conocido, confiadamente aproximable y blanco por
la luz que lo evidencia; y lo malo a lo sucio, ignoto, temible funesto y negro por las tinieblas que lo esconden.
Negra es la esclavitud y negra es la tiranía. Un negro es-
clavo dice en una obra de Quevedo:
tivan otro color a su to de la existencia de pensador cubano José negro de la esclavitud intenciones.
Negra
“no dan los que nos cau-
tiranía sino nuestro color, siendo efecla mayor hermosura, que es el Sol”. El de la Luz y Caballero dice que “lo más no es el negro”. Negras pueden ser las
será
la ingratitud.
Negra
es la honrilla.
Negra es la tristeza. Negra, hasta etimológicamente, lancolía. Negro es el humor cuando es malo. Negra ventura, Y negra es la desesperación. El pesimista negro, como en la noche sin luna ni estrellas, y el
es la mees la deslo ve todo optimista
lo ve todo color de rosa, como en la alborada de un día nuevo y claro.
Los griegos y otros pueblos
antiguos tenían el color negro
como propio de la muerte, por la negrura que invade al cuer-
po en ciertos traumas y en la putrefacción. Aún conserva el
castellano
ciertas
voces
con
esas
derivaciones
etimológicas,
como necrología, necrópolis, necroscopia, etc. Y decimos indis-
tintamente
necromancia
y
nigromancia
por
magia
negra
o
magia evocadora de los muertos. Si negro fue el muerto, blan-
co fue el espiritu fantasmal emancipado de la muerte. En la
Edad Media los imagineros solían pintar como negro al diablo, y de intensa albura a los ángeles del cielo. Bien es verdad que
ho el gran poema popular argentino Martín Fierro se adviere que Pinta el blanco negro al diablo y el negro, blanco lo pinta.
Con lo que parece demostrarse que el diablo, como ente maligno y repugnado, es siempre un ser antropomorfo y del co-
lor del hombre que se desprecia y teme. Entre los moros, este infausto emblemismo del color negro llega hasta combinarse con los prejuicios sociales, y porque creen que el color negro
€s de por sí maléfico y de mal agiiero, prefieren comprar es-
209
clavos mulatos, los más claros
posib]
tante proximidad doméstica del color mula evitarse la
El color blanco, en cambio y por e pureza y gozo como el negro lo es ds
Sólo en el habla hampesca
se moteja de blano
o. % es EMblem, Ue Vos.
necio; pero es por ironía alusiva a la inocencia. Bobo y ' cobarde, por alusión a la palidez del miedo po y al tambigy el inglés lo apellida yellow o “amarillo”. En 1 o Mismo q,
sur de la federación norteamericana, a los blano. estado; y nos que hacen causa política común con los ne ros. Lo Publi, de los blancos con sus fuertes prejuicios etnom A Mayor: suelen motejar irónicamente de lily-whites, o sea os h lirio”, o blancos ingenuos como la flor. Lancos y No cesan ahí las agrupaciones teóricas de los Cara de los colores. Los ingleses al leal le dicen azul com Ceres, la sangre de los nobles, según el mito aristocrático. y
son en inglés los ignorantes, como lo son en españo] lo pe
de la des y Y en rillos,
sucios.
puericia y de la adolescencia; y por esto hay viejo q viudas verdes cuando son dados a los placeres tal . . us . Mocile; la historia política hay rojos, encarnados, verdes, um azules, negros y blancos... así como los hay limpios
Pero, fuera de las fáciles asociaciones mentales del vulg y espontáneo simbolismo, ¿puede decirse que hay almas blu: cas y almas negras? ¿Es que la tan popular como infunda
creencia de que el negro tiene la negrura no sólo en su ey dermis, sino también en su masa encefálica y en sus más recónditas, se extiende hasta poder ennegrecerle ¿Es que en el ser humano de oscura pigmentación se su mente, sus emociones y su conducta por influjo de
externidad
dérmica,
reciben
manera,
y aquéllas,
necesariamente
¿l manifestarse
entra: el alm: denigr la neg
de algu:
melanizante:
la impresión
las peculiaridades orgánicas y fisiológicas del cuerpo negrs de? ¿Es que el espíritu del moreno
africano
se impregnó ¿
la melanina epidérmica y al aflorar sabe a negro, como la pi ta de coco del bombón adquiere el sabor de la oscura capa
chocolate que la envuelve? Esta metafórica pigmentación
las almas ¿responde realmente a una racialidad de los sn:
tus? ¿Habrá una melanopsiquis, como
ser fundamento
una leucopsicología, que pueda cocracia?
Ha sido idea
210
muy
una melanodermi: «*
popularmente
arraigada,
de una
lo es toda
la de que los caracteres psíquicos de la person alidad se reflejan en su figura. No ya en la más extern
diza, la que pudiéramos decir social y yuxtapuesta,
tada
por
su vestido,
su
tocado,
su
compostura,
etcétera; sino por la connatural y ostensible en SUS 3 Edward Negro
Westermarck,
“Ritual
ceo;
and belief in Mor
influence in Moroco, en el libro de Nancy
Anthology,
Londres,
1934, p. 627.
»
hum
m ¡mic
ara tert 1,
p
f
amard, Nest
rales. El folklore de todos los pueblos ha tratado de traducir en los rasgos físicos, y particularmente en los fisonómios, los caracteres del espíritu.
dice el proverbio
castellano.
iemplo, indicaba perversidad
de se atribuía a los judíos. Aso”
rezaba
“La cara es el espejo del alma”,
El color
bermejo
del pelo, por
y falsía, porque era el col
“Rubio arrubiado, nunca fue sino
un refrán que recogió Correas. La falta de barba suponía vileza y cobardía en el lampiño. Los literatos reflejaron siempre esas creencias populares.* y los filósofos, humanistas y hombres de ciencia trataron de
fijar la correlación entre los caracteres corporales y los aní-
micos. Hasta 1800 se reflejó la erudición clásica, especialmen-
te ante los problemas agitados por la explotación colonial de
indios y negros en América; ya en el siglo XIX se inicia entre
las brumas la investigación antropológica. Dos personajes, que por un tiempo vivieron y pensaron en
Cuba y en sus problemas
ejemplos tocante a
raciales, pueden
servirnos de buenos
esas dos actitudes: Bartolomé de las Casas
Mariano Cubí y Soler. El dominico Las Casas y los demás
eruditos que trataban de interpretar las psiquis del indio fueron los primeros antropólogos de América, y ya en ellos se encuentran, traídos de la ciencia y filosofía clásicas y de la
escolástica, junto con las sutilezas absolutistas de la dogmática, los relativismos deterministas de la observación empírica, cierta o equivocada. Según aquéllos, las facultades del
alma, en cuanto a su congenitura como a sus manifestaciones,
se determinaban por causas materiales muy complejas. No emplearon la nomenclatura de los científicos de hoy día para expresarlas; pero aceptaron ciertos principios deterministas
y quisieron
explicar
sus
fenómenos,
aun
cuando
dejando
a
salvo las exigencias de la teodicea. Volveremos ocasionalmente sobre estos “criterios de Bartolomé de las Casas porque sus
ideas, que son las de la Edad Media un tanto refrescadas por el Renacimiento, han sido las corrientes en nuestros pueblos
americanos. Según aquel fraile escolástico, “la habilidad natu-
ral de buenos
entendimientos
puede nacer de concurrir seis
causas naturales o algunas de ellas”, y entre otras causas de orden ambiental,
apunta
que son “la compostura
dos de orden
somático
y genético,
de los miembros y órganos de los sen-
tidos” y “la edad de los padres”. Según el filósofo dominico, la naturaleza “entiende siempre disponer tal cuerpo para tal
ánima”, de donde se sigue que “si Dios quiere infundir un
ánima perfecta que tenga todas las virtudes naturales ..., le da el cuerpo tal que convenga a tan excelente ánima”. “Y asi Parece que según la diversidad de los cuerpos proviene la diversidad de las ánimas y ser los hombres más o menos entendi-
dos, naturalmente sabios o de poco saber.” Las Casas remite
* Véanse los numerosos datos coleccionados por Herrero García, en su artículo “Los rasgos físicos y el carácter, según los textos espa-
LES
del siglo
XVII”, En Revista de Filología Española, Madrid,
>» € XIX, pp. 157-177,
211
al lector a la Summa Theologica de T. salvar el principio de la igualdad especifica qe
ÁQuino
recordando a Platón, Avicena y otros, trata des almag, Pa
la condición de las ánimas depende de vari
£Xplicar ci
rales, que son la “delgadez, entremagrez o Factores Copo 0 Ura”. á proporción de los miembros; la blandura de la sidad con el sentimiento; la hermosura, prin Pi O Cap, rostros; la figura de los órganos, de los sentidos Mente de y, de los interiores; todo el cuerpo bien complex¡ "men, mediocridad en todo lo susodicho”. Las Casas no; , compostura de los órganos” debe ser “mayormente ee Que Y za, donde tienen un asiento los sentidos interiores” NÑ la cata de seguir con Las Casas y sus ideas acerca de la rela -0 Mem la figura de la cabeza y el entendimiento y el Carácton €ntre te decir que trata de explicarla porque según fuera le La y hechura proporcionada de la cabeza”, así será “la b ia
mala disposición de los sentidos interiores”, como son ag tido común; el cual tiene un órgano, aposento y celda
ser,
principio de la cabeza sobre la frente”; la imaginación lan :
tativa y la memorativa, que también están aposentadas . la cabeza, como igualmente los “sentidos exteriores” Pen todas esas ideas no pasaban de un burdo empirismo que 2fn maba sin análisis y de una caprichosa fantasía que general: zaba sin razón. s P. Bartolomé de las Casas, ob. cit., p. 62. y de las partes de ella es principal señal persona sotil o no sotil de ingenio, tener
"La figura de la cabey y fisonomía de ser uy o no tener buen ente.
dimiento, más o bien inclinado, según Alberto, en el libro 19 tre 2%, cap. 1? y 2? De animalibus, parece. Los que tienen la cabez muy demasiadamente grande, por la ventosidad que tienen imp: den a virtud del sentimiento, y señal es de falta de buenos ser timientos y por consiguiente de no buenos entendimientos. La que la tienen grande no desmoderadamente, señal es de buen, sentidos
La
entendimientos.
y buenos
cabeza
y bre
muy redonda
prudencia. ve significa mal sentido y no tener memoria ni cabeza muy prolija y empinada, si arriba fuere llana, es sem de imprudencia y disolución; pero si fuere alta moderadament índicio es de buen sentido y mejor entendimiento. La caben tuerta muestra imprudencia, e la cabeza grande con ancha fren grueso y torpe de ingenio significa. La cabeza que es la pr
arte de la hacia la frente es honda y húmida, es señal persona
a ira. Los
y
de
en
la
es amiga
que
el medio
virtud
de
es
de
darse
a engaños
tienen
buenos
la cabeza llana,
tienen
magnanimidad,
y fácilmente
derecha, de
y por
mediana
se a
en
El go
y declaran sentidos
tene!
Na a de
consiguiente
or de Los que la cabeza alcanzan e buen entendimiento. frente al colodrillo, de la manera de un martillo, o por ngosto 0
cir de la hechura de una nao, que tiene el principio as
212
CAD
mo la proa y la parte postrera, hacia el colodrillo, ra del PO o más gruesa, como la popa, y cuanto mas saliere atue prudenté os y para hombres serán cuezo aquella parte, aquellos róvidos y circunspectos y de todas partes recatados aprenden * etras habilísimos, entre otras habilidades; pero y esta postre
jugar'al
ajedrez
ninguno
se verá
serán
grandes
jugadores
de él.
1 infalib
figura de las cabezas luengas, como dijimos, es señal 2.” pgalad tener
tal hechura
de cabeza
e uría
de la q)
en natural prudencia para mal o para bien, sabi Le necia."
tengo
antigua
y muy
mirada
y
considerada
experl
hay-por qué extenderse aquí acerca de 1
ames de 105 fisiognomistas, entre cuyos precursores hay
e
.
contar también al citado fraile y conquistador de Cuba. Al nacer el siglo xIX aparecen los frenólogos. Gall, Spurzheim Lavater fueron sus principales expositores. Sus teorías se
hicieron famosas por lo útiles que fueron a los esclavistas y
colonizadores, quienes,
después de las doctrinas igualitarias
de los derechos del hombre y de la revolución francesa, bus-
caban una justificación natural
pos humanos.
En
de ciertos
de la subyugación
Cuba contamos
en 1831 con el catalán
Mariano Cubí y Soler,? quien, anticipándose a César Lombroso, usó el primero la expresión criminal nato.
Para los frenólogos el alma humana tiene facultades distin- .
tas e independientes, localizadas en determinadas áreas del cerebro, y el tamaño de cada una de estas partes del encéfalo indica la magnitud de la respectiva facultad. Además, la forma
de la caja
cráneo
del
ósea
a la de la
corresponde
masa
contenida; por todo lo cual, la observación exterior del cráneo indica las formas cerebrales y, por ende, las facultades anímicas. Hemos creido conveniente aludir a esas creencias
por las Américas,
trabajo de divulgación
y teorías en este
para descartarlas expresamente.
boga,
alguna
donde tuvieron
Fuera del folklore y de los fisiognomistas y frenólogos, ¿qué dice la ciencia de hoy día? Todavía, antes de referirnos
a la posición científica en cuanto a la racialidad de ciertos
caracteres psicosomáticos, digamos que modernamente, no por obra de científicos, aunque sí de profesores universitarios
y sobre todo de literatos y de políticos seguidores de aquella harto conocida moral de que “el fin justifica los medios”, ha
rebrotado el racismo más infundado y cruel como una nueva peste de la humanidad. Y tal racismo es precisamente el que, refiriéndose o no a la raciología somática y hasta prescindien-
do de ésta totalmente, trata de buscar sus conclusiones teóricas y, lo que es mucho más grave, políticas en una nueva mitología acerca de las almas de las razas. Esta seudo ciencia
ha reforzado la boga de los prejuicios comunes y de los folk-
lóricos, dándoles una renovada y terrible peligrosidad. No son, sin embargo,
de las almas.
Acaso
* En La Habana
cosa enteramente
sean
sus
publicó su gran
más
cuadro
nueva
los racismos
grabados
con los esque-
indubitados de
precursores
mas y figuras típicos de la frenología. Poseímos uno de sus ejemplares en nuestra mocedad; pero no hemos podido encontrar otro. Este
frenólogo,
que
estuvo luego algunos q
ta Bimestre
Pais,
as.
la cual
fue
cónsul
años
Cubana,
desde
en La
1910
del
Papa
Habana,
de la Sociedad reanudó
León
XII
en
donde fundó
Económica
y dirige
quien
Baltimore,
en 1831 la
de Amigos
escribe
estas
Pueden verse datos bibliográficos de Cubí y Soler tocante a sus
criminológicas, en M. Ruiz Funes, “El frenólogo Cubí y Soideas Revista Bimestre Cubana, La Habana, 1931. t. XXVII, p. 347. ler”, E as Federico Castejon, “Cubí y Soler, fundador de, la Aevista
re
Cubana, y su criminología”, Revista
1935. t XXXVI, p, 176.
E
Bimestre
Cubana,
213
aquellos escritores, también doctrinarios y políti siglos sostuvieron que los seres CO3 , h
ciertas razas carecían de alma. Las diferen Pertenece Bay grupos humanos
ultrancistas,
que
les parecían
no
podían
tan
Clas entre
|
ma
as Y Eraves q “a
unos de otros por la posesión o carencia de apistinguien unos seres humanos gozaban plenamente de ma. Miera humana, otros no habían alcanzado esta qi nid la CONdipjg
estas teorías que privaban del alma a ciertas . 2 que el
alma de esos seres no era de la condición qe
humana, sino distinta; era un
alma infrahumana las bestias, Se trataba, pues, de una discriminación
SUP
in
psmu eSPeci
cal que la propiamente racista; al ser inferior no lo
td
a una raza maldita, sino que lo excluían de la especia y eta
para situarlo en una especie zoológica distinta Parahumas o inhumana, fuera de la humanidad. En algún modo “man
terio deshumanizador era análogo al de ciertos Era tivos que dividían
grupos:
nosotros
y
a los habitantes los otros;
al de
del mundo
ciertos
en sólo e
pueblos
indoa .
ricanos, los caribes entre ellos, que a sí mismos se llamaba los hombres y eran no-hombres todos los demás. Cuando fra Domingo de Betanzos predicaba que los indios de Améric eran bestias y no eran hombres
como
sus blancos conquistado.
res, pensaba en eso tal como algunos de esos mismos indio; cuya humanidad él negaba. El caribe y el fraile convenía igualmente en que los dioses no podían haber dotado con la; maravillas de un alma igual a las suyas a cuerpos que por monstruosos tenían.
Juan Ginés de Sepúlveda, el renombrado jurisconsulto, refi
riéndose en 1547 a los indios de América decía: “Son tan infe riores a los españoles... habiendo entre ellos tanta diferen cia... estoy por decir que de monos a hombres... Esos hombrecillos en los cuales apenas encontrarás vestigios de hum: nidad...” No es de extrañar que tales conceptos se escribis ran como supuesta base factual de un tratado que se titulaba Sobre las justas causas de la guerra contra los indios. ¡Precur: sor de los nazistas! Un explorador brasilero, Couto de Magalhaes, advertía con
profunda razón que, “En la historia interés es un mal consejero.
214
Tanto
(ciencias históricas).
los conquistadores esp
a ñoles y los portugueses, como los jesuitas, considera salvaje como un instrumento de trabajo, una especié de ente. por cuya explotación ellos se disputaban encarnizadamt
Todo lo que ellos escribieron sobre el salvaje a
es dominado
por
este
pensamiento
fundamental
aya
..- a, paró
poder matar a los indios como se mata a una fieraesbr dosos hijos. poder tomarles impunemente las mujeres, robarl
someterlos a la esclavitud, y para desconocer
para € ue
ley moral y todo derecho, era necesario demostrar
no tienen una idea de Dios, y tampoco
sentimientos
ellos
orale
de familia.
aseveraciones.”
La historia hará algún día plena justicia a estas
'
Estas teorías de lógica salvaje que suponen la inferiori
de ciertas razas
hasta el punto de negarl
es alma humena, s deshumanizarlas hasta considerarlas infrah umanas, no Fan
cesado. Aún hoy día han sido con ahíncos sostenidas por ciertos profesores nazis. Recordemos a Gauch para quien la especie humana se divide fundamentalmente en dos grupos, el de
los nórdicos y el de los no nórdicos ... Según Gauch, “el hom-
bre no nórdico ocupa una posición intermedia entre los hom-
bres nórdicos
y los animales,
inmediata
a los monos.
Por tan-
to, él no es un verdadero hombre; no es de hecho un ser huma-
no en
lo absoluto, opuesto a
un animal, sino
transición, un escalón intermedio.
tan sólo
una
Mejor y más correcto, sin
embargo, sería designar al no nórdico como un subhumano”. Y saliéndole al paso a una seria cuestión de clasificación zoológica, el profesor Gauch dice esta majadería: “Si los no nórdicos son más próximos a los monos que los nórdicos, ¿por
qué les es posible procrear con éstos y no con los monos?
La
respuesta es que aún no ha sido probado que los no nórdicos no pueden unirse sexualmente con los monos”.* Decirles subhumanos a los no nórdicos equivale a la carencia de alma humana que se les imputaba a los negros y a los indios ame-
ricanos para poderlos subyugar mejor. Formuladas
con menos
desenfado
que el de este teorizador
neocaribe y con aparato imaginativo seudocientífico, las teorías de las almas de las razas han tenido gran propaganda en estas últimas décadas en los pueblos perturbados por el totalitarismo nazi. Se les ha denominado a esas teorías “la psico-
logía racial” o dicho sea con toda pompa:
Gemeinschaftsycho-
ther, “la raza
se distingue
logischen Typologie. Generalmente se ha considerado a Gúnther* como el más destacado del nuevo racismo científico. Para Hans F. K. Gúnes un
grupo
humano
que
de los
demás por su propia unidad de características, a la vez somá-
ticas y psíquicas,
la cual
se reproduce
siempre
en individuos
O sea, la raza de Giinther tiene cuerpo y alma;
semejantes”.
hay una raza para uno y otra, una raza sola que a los dos comprende. El concepto de raza pertenece a las ciencias natu-
rales, acepta Giinther, pero hay que completar la tipología racial con el análisis de las estructuras psicológicas. Gúnther acepta que hoy día los europeos en grandísima mayoria no
son sino bastardos, descendientes de mestizos de innumerables cruzamientos; pero, no obstante, el racista nazi no duda de * General
Couto
* Herman
Gauch,
de Magalhaes,
O
Selvagem;
40, pp. 144-145. En A. Lipschutz, ob. cit, Neue
Grundlagen
4ta. ed.,
Sáo
der Rassenforschung,
Paulo,
1933.
* Hans F. K, Giinther, Rassen des Deutschen Volkes, Munich, 1933. Fasenkunde
Europas, Munich, 1929. und Stil, Munich, 1926.
Adel
und
Rassen,
Munich
215
la pasada existencia de tipos
puros
puedan ser reconstruidos por ¿ análiisaa y de Que és tivos. Llevado por esas ideas, Giinther ha trcteres po
de cuerpo y alma a seis tipos de razas europeas ado q dica, fálica, occidental
tal y báltico-oriental.
ot
o mediterránea alpinodi a Saber; , * : Márica, Orien,
La descripción de cada una de estas seis razas
trazos somáticos
fantásticas.
como
psíquicos,
fili ran así por Suy
es una
No hay por qué pormenorizarlas.
Bastos línea,
lar las condiciones psíquicas de la titulada raza ng. Seña.
de Ginther. En resumen:
reflexión, sinceridad
la
Leica,
za de acción, sentimiento de justicia, inclinación a po, fuer.
vidad,
al realismo,
a la
determinación
contra todo espíritu de masa.
y
al individ objeti.
El nórdico es silencioso yn
dado al calor humano, puede llegar a la mayor frialdad bral y no se preocupa de agradar a los demás. Posee y sentido de responsabilidad y una gran conciencia mo del deber, cumpliéndolo rígidamente contra los demás
tra sí mismo.
poco ce Eran de
Carácter ponderado y autoconsciente movi
por la audacia y la emulación, con don de mando, que de o su raza grandes guerreros, un pronunciado orgullo militar , excelentes
condiciones
soldadescas.
Estos
rasgos
no
están
entre los nórdicos reducidos a una élite, sino que están presentes en todos los miembros de la raza, según el nordicista
Ginther. Esta raza somato-psíquica de los nórdicos se halla en grupos
del norte y del noroeste de Europa, en las partes centrales de Suecia y Noruega, y luego en Dinamarca, Escocia y Alemania. Muchos menos se encuentra en la Europa central y menos
todavía puede darse con ella en la Europa meridional.
No hay para Ginther razas mixtas. Del cruce de varias razas no surge una nueva, sino un compuesto en el cual se conservará la herencia de las razas componentes, más o menos dominantes o dominadas. Aun cuando las razas se entrecrucen tanto que no se halle un solo tipo puro, las razas seguirán
siendo puras; la talla de una raza se unirá al cráneo de otra,
al pigmento de una tercera, al cabello de una cuarta, etc. Los
tipos raciales son irreductibles. Y esto que Ginther piensi de los caracteres somáticos por él catalogados y distribuidos,
lo piensa también de los caracteres psíquicos, así los emotivos como los mentales y los de la voluntad.
Ginther llega 4 Fl
buir a cada raza una peculiar y perenne postura tocante a la belleza, a la ética, a la religión, etc.
216
psicolog1C
un En esta escuela de la psicología racial se trata, Pués, dearja-
racismo totalitario, “El
tipo corporal de una raza nes
mente se combina con un tipo peculiar de forma
Raza totalitaria. O, como ha escrito Cogni, un racista
no:
“la raza no es una forma
10 Egon
Freiherr
Stuttgart,
1936.
von
Eickstedt,
” 30
ia
anatómica, sino el espíritu
Grundlagen
der RassenpsY ebolo£
12,
actualidad.”*
Con
tales
fundamentos,
totalitarios,
esta
escuela desarrolla una muy erudita teoría racista de la histo-
ria, como si todos los sucesos de la evolución humana y hasta los más decisivos y sutiles episodios de la misma, dependieran de la raza más que de la economía, de la ecología, de las ideo-
logías, etc.
Rosenberg ha declarado que el descubrimiento del alma de
las razas en la historia de la civilización constituye una revo-
lución tan trascendente como la de Copérnico en la conceptuación del universo.
La obra de Alfred Rosenberg figuraba in-
meditamente después del libro Mein Kampf de Adolfo Hitler
entre los recomendados por el Ministerio prusiano de Educación Nacional. Rosenberg en su entusiasmo teorista, dio hasta
colores místicos a su doctrina. “Hoy se alza una nueva fe: el mito de la sangre, la creencia de que con la sangre se defiende, en general,
hasta
la
esencia
divina
del hombre.
Es
una
fe
unida a la más clara conciencia, la de que la sangre nórdica
constituye un misterio, el cual ha sustituido y superado a los antiguos sacramentos.”'? “Para Rosenberg la historia de toda raza es historia natural, pero al mismo tiempo historia mística”, ha dicho J. Evola. Tal es su sentido sagrado que ha trata-
do de crear una Iglesia Nacional Alemana, basada en las ideas simbólicas de la paganía nórdico-aria, las cua!es deberán sustituir, dice, a “las historietas hebreas del Antiguo Testamento y a las organizaciones religiosas del judaísmo, del catolicismo
y del protestantismo”. Entre los “mandamientos” de la nueva
religión, que han de sustituir a los de Moisés, figuran los de
“serás fiel a tu raza”, “ayudarás al hombre noble”, “honrarás a los héroes”... y desaparecen los preceptos mosaicos que dicen: “no matarás” y “amarás al prójimo”. Uno de los teóricos más rotundos del racismo de las almas acaso sea Ludwig F. Clauss.** El racismo de Clauss es un racismo tipológico espiritual. La teoría de la raza en Clauss adopta
una modalidad filosófica y peculiar. No se conforma con la herencia de caracteres somáticos y psíquicos; sostiene que cada raza tiene una herencia espiritual, una idea en el sentido platónico, o sea un principio espiritual que forma la raza según su propia imagen. “El cuerpo, según Clauss, recibe su significado del alma.” Cada raza, pues, trae consigo la singularidad de su esencia espiritual. Lo que define la raza de un alma
es un estilo de vida o manera de vivir y enfrentarse con el ambiente. “La diferencia entre las razas, dice Clauss, no es de
cualidad, sino de estilo”. La raza es un “estilo hereditario”
común a un dado grupo humano. No es preciso, pues, para este racista, entretenerse en la formación de cuadros de caracteres
dominantes ni en deducciones estadisticas. El alma de una raza
12 G. Cogni, 11 Razzismo, Milán, 1937, p. 144. Jahrhunderts, 1 Alfred Rosenberg, Der Mythus des 20. 0.
.
1% Ludwig F. Clauss, Rasse und Seele, Munich, 1934.
Munich,
217
puede estar encarnada en un tipo más o menos
a la expresión de de sus estilo más o menos Perfectament O y lo puro hereditariamente estable constituye, para e CrLeva, est pureza de la raza. U ss Clauss llama psicoantropología al estudio de] kl almas, y sostiene que si la ciencia pued e E raz influencia en la historia, la misión de los Psiconnaar
el Alguna
de consistir en definir “las fronteras de las almas” c2oL0gos y llas fronteras que ninguna comunidad nacional, ay; 32 8que, como de cultura, puede superar o desconocer sin d de
sí misma. Con tales antecedentes, Clauss distingue
sej
+;
¿Ngre
€Struirse ,
o sean seis estilos de vida, seis razas de almas a cos humangs el hombre creador (Leistungsmensch), Correspondie Primero
e al
raza nórdica; segundo, el hombre estático (Verharrug
el de la raza fálica (o dálica o atlántica); tercero. e] hor ch), expresionista (Darbietungsmensch), de la raza mediterrane
occidental; cuarto el hombre de la revelación (Offenbaruno mensch), que es el de la raza desértica (orientaloide): Pio el hombre de la redención (Erlosungsmensch), pertenecient a la raza levantina o armenoide, y el sexto, el hombre evasiy
(Enthebungsmensch), o sea el de la raza alpina o dinárica Prescindiremos
de la descripción
de estos
tipos psicoantro.
pológicos. El hombre creador es el nórdico y con esto queda dicho todo. Su teoría combina con la de Gúnther. La psicoantropología es mera literatura política, tan arbitraria como pre-
juzgadora y a espaldas de todo principio científico. El mismo Clauss admite que todo esos estilos de vida se entremezclan y pueden presentarse en el mismo individuo, manifestándose ora uno ora otro, según las circunstancias de la vida. Es lo mismo
que sostiene Giinther de la perennidad de los caracteres soma-
ticos racialmente puros. Tal como, al decir de Gúnther, la talla de una raza se combina con el pelo de otra y el pigmento de otra más; así, por ejemplo y según Clauss, la reflexión de una se ligará a la verbosidad de la segunda y a la deslealta
:
de la tercera, etc. Una raza de arroz con frijoles o tablero ajedrez. Así, pues, si hay
razas
de
almas
habra
también no
un propio mestizaje, sino una mezcolanza psicoantropológies
tan intensa, imprecisa y variable como en lo somático,
te para invalidar
218
prácticamente
en la realidad todo £
pad
Eno.
concepto de los ilusorios estilos puros y de la pr etendida logía racial de las almas. Otros racistas, sin tantas especificaciones, se han limitado ? o imaginar subjetivamente sendos tipos humanos, de
dolos por tales o cuales caracteres psicológicos, y han llevar sus alegorías, meras
les. Así, recordemos
alegorías, a las definiciona
a Klemm
(1843),
quien dividió
a
ciar
hu-
+1 de
manos en dos grupos, el de los activos o mascu!'mos 7, puelos pasivos o femeninos, comprendiendo éstos a todos os occi-
blos del orbe, exceptuando a los europeos y a los asiáll dentales.
Paul Buyssens'* ha dividido a la humanidad en tres
partiendo, dice, de los diversos tipos de mentalidad
revelados!
según él, en las artes antiguas. Los tres tipos psicológicos son:
2 nórdicos o tipos de expre sión; mediterrán eos o tipos de impresión, y negros, que tienen ambas facultades en grad o inferior, ante. domin la ellas de na ningu ser sin
Otras varias clasificaciones pudieran citarse; pero es innecesario. No son sino tipos de interpretaciones históricas y culturaies a las cuales se les atribuye caprichosamente caracteres raciales. Hay quienes llegan a escribir que el alma puede pertenecer
a una raza distinta a la de su cuerpo correspondiente. “Es un error tratar de obtener conclusiones sobre el carácter de una
persona, basándose en su aspecto físico. Eso fue posible en los
tipos de razas puras, que en la Europa Central ya no existen. En las venas de cada uno corre la sangre de diversas razas. Por
eso no es qué un individuo somáticamente de raza nórdica, delgado, alto, rubio, haya de tener necesariamente cualidades nórdicas de espíritu; es también posible que en su cuerpo tosco y
pequeño de braquicéfalo habite un alma nórdica.”:*
Acaso la más típica aberración en este sentido sea la del pro-
fesor Kossima, quien asegura' que “almas nórdicas pueden con
frecuencia combinarse con cuerpos no nórdicos
(siempre que
no sean semitas, añade prudentemente el profesor nazi), y de
igual manera
agazapada
al
un alma decididamente no nórdica puede estar acecho
en
un
perfecto
cuerpo
nórdico”.
Esta
teoría sorprendente no lo será tanto si a renglón seguido se lee que “por ejemplo, Hitler, es mejor alemán que un buen alemán porque él es un austríaco que quiso ser un alemán.
El es mejor
nórdico
que el más
rubicundo nórdico porque él
posee ese supremo don, el de un alma nórdica”. Seligman, a la vez que niega con razón que esta teoría tenga contacto alguno con la ciencia, opina que ella supone la misión de unos genes especialmente responsables de la creación del alma, los cuales se separan en bloques de aquellos otros genes que estan encargados de formar el cuerpo. “Esta teoría es medieval” dice Saligman'
con
excesiva
generosidad,
olvidando
las analogías
de
estas creencias con las propias de ciertos salvajes. No menos simple era el racista norteamericano Lothrop Stoddard quien,
al encomiar la obra política del presidente de México Porfirio
Diaz, dijo que “Díaz pensó como un blanco, a pesar de ser mes-
tizo”.* En la América Latina algunos han seguido estas líneas
teóricas. Recordemos al brasileño Oliveira Vianna, quien dis1% Paul Buyssens, las, 1936.
Les
trois
races
de
l'Europe
et du
Monde,
Bruse-
13 M. Braehm, Das eigenstándige Volk, Gotinga, 1932. 1* Kossima, Ursprung der Germanen, 1928. ** H.
J, Seligman,
18 LOthrop
ob.
Stoddard,
cit.,
Cita
p. 30.
de C. Dover
Half
Caste, Londres,
1934,
219
tingue entre los mulatos de tipo i
res, que son “arios por el pro
j
y los mulatos Super;
capaces de colaborar con los blancos e 1 la inteligeng; os vilización del país”... “Son, dice Oliveira 3 Organización y MN se aproximan por la moralidad y por el Lona, los quemo. blanca”, y añade, para indicar el profundo Ones tipo de ra sino racial de estos distingos: “Caprichos do no Cultural nos atávicos,
en cooperación
con
ciertas
leyes islologja,
Tetor
operando de un modo favorable, son los que En tropológicas
mestizos escogidos. Productos directos del eruzam: Eéndran esos co y negro, heredan a veces todos los caracter ¿nto de blan.
hasta los somáticos de la 'raza noble'. Desde el
cabellos a la coloración
Psiquicos y
de la piel, de la moralidad. atiz de log
sen. timientos al rigor de la inteligencia, ellos son de po lencia perfectamente aria”. Dicho sea en verdad, aun cuando si : la metáfora, acaso sea posible sostener como hace Casilio de debido a la complejidad de las leyes de la herenci El due
un cerebro blanco puede cobijarse en una piel ne dar aia,
que como consecuencia de un cruce blanquinegro a hi; Soecir to puede
tener su cerebro
los genes
tintoreros de su ascendiente negro. Pero
nitor blanco, mientras
formado por los genes de
su pigmentación
melánica
e ta
Loc
o
A
cie e
ficamente, no quiere decir que pueda haber “negr Ar blanca”, , CC como dicen ¡ na cen 1 los poetas y los necios. Para elloo habría que admitir, entre otras realidades improbadas, la equivalen cia del alma y el cerebro, la localización de las facultades anímicas en el encéfalo, según la hoy desprestigiada doctrina de Lo : enólogos, y las distinciones entre cerebros: blancos y nee Estas fantasmagóricas lempos la ocurrencia los Países perturbados creído en la realidad de
teorías han permitido en estos últimos de sendos episodios tragicómicos, en por la psicosis racista. No sólo se ha frecuentes casos de almas de una raza
vivientes en sendos cuerpos de otra, sino que hasta se ha reco-
nocido
la efectividad
de cambios de alma en un cuerpo dado.
Asi se ha sabido de judíos que dejaron de ser perseguidos por las furias del antisemitismo, a pesar de su indiscutible y reconocida estirpe israelita, por razones
más o menos confesables
pero alegándose en cada caso que habían
litas
dejado de ser israt-
y pasado a ser arios asimilados. Es decir, judíos que ha-
bían dejado de ser judíos; o lo que es igual, su condición 12"
cial era o dejaba de ser judía, según su actitud con el Reich
220
a la condición y el peso de una declaración oficial favorab'e socialy política del judío en trance de calificación. Una recien” te anécdota histórica hacía decir a Goebbels, como efinida!
del judaísmo en los pobladores del Reich: “¡Aquí nadie puede saber y decir quién es judío más que yo!” : a
¡yaanna,
Populacoes
Meridionaes
do
Brazil, sáo Paulo
ero no creamos
que esta taumaturgia, capaz
:
a de las personas, ha sido exclusiva Pr camb e análogo Ocurre en otros países donde una persona es o no nea, según la defina la ley o según esté inscrita en el Registro
del Estado Civil. Tiempo atrás, el rey de España concedía por real cédula el privilegio de ser tenido por blanco, aun cuando
el testimonio de la piel, más real que el regio criterio, fuere
prueba
del indeleble
melanismo
del individuo socialmente
favorecido. Las jerarquías eclesiásticas, nobiliares y militares
no permitían que entraran en el clero, la aristocracia o el ejér-
cito quienes no tenían limpieza de sangre por ser negros, indios
judíos o moros, dercendientes de ellos o de condenados por la
Santa Inquisición: Pero a veces el rigor exclusivista tenía que ser quebrado a favor de tal o cual mulato, mestizo o marrano, hijo de algún
poderoso
magnate.
Entonces
se acudía
al rey y
éste por su soberana gracia ordenaba que el mulato o de casta vil fuere considerado blanco y limpio, para que así pudiera ser cura beneficiado, heredero de un blasón o guardia de COTps de su majestad. Es decir, la gracia regia le limpiaba la sangre,
que era como cambiarle el alma; ya que, pese a todos los recursos jurídicos, no le podían cambiar ni su piel ni sus perfiles, que constituían lo que hoy se denomina su visibilidad racial, Pearson, en su libro acerca de los negros del Brasil, recordó hace poco la anécdota del viajero inglés Henry Koster a principios del siglo pasado. Habiéndole dicho Koster a un vecino
de Pernambuco que el capitán mayor de la ciudad era mulato, tuvo esta respuesta: “Lo era, pero ya no lo es. Un señor Capi-
tán Mayor no puede ser mulato.” Al ascender en rango social, se le había jurídicamente leucocratizado la raza, el alma y hasta la piel. Ciertas situaciones provocadas por los racismos contemporáneos todavía dan origen a que persistan estas ideas de las
razas de las almas en armonía o disidencia con las razas de los cuerpos. No es raro el caso del nisei o nacido de padres japoneses en territorio de los Estados Unidos y criado constan-
temente bajo el influjo del ambiente de América, el cual, no obstante sus rasgos corporales, resulta mentalmente un americano, como hoy se dice, cien por cien. Franz Boas refiere este caso como
una monstruosidad
social de los prejuicios racistas;
“vemos el triste espectáculo de un hijo de japoneses sin interés ni adhesión por la cultura de sus padres, completamente americano en su modo de ser y, sin embargo, rechazado por sus compatriotas blancos sólo por razón de sus rasgos físicos”. La guerra mundial ha dado repetidas ocasiones a muy trágicos episodios en este sentido, aun en casos notorios de heroísmos
militares realizados en favor de su americana patria nativa por soldados que tenían sus facciones con los rasgos típicos de sus padres nipones. Se dice de tales individuos que tienen el alma americana en un cuerpo japonés. Pero esta explicación aun cuando metafóricamente aceptable, nada significa para
221
argúlr en pro de la racialidad en las al
mas; antes al con
ello parece probar una vez más que los cara nidos por raciales en nada deciden la tros
un
individuo,
y éste no será como
Ontr SOMÁticog 1
sus padres e icológica de
influjos diversos de los de su ancestral ambiente 5€ SOMete A
social.
Esta creencia en el alma
de las razas, Propia de
ESoBráfico y
dad del vulgo y de la perfidia de ciertas propagand
la
;
A ngenyj.
está extendiéndose por América, por todas las AS Políticas medida que los brutales racismos de los nazis han ¡ qnóricas, a de moda al ritmo de sus derrotas militares; pues no ha 2Sando de divulgarse. Especialmente después de los anatema A Cesado fulminados contra los racismos en estos últimos años, Papales
sedad infectiva de la raza de las almas ha venido a. de fal,
las míticas razas de los elegidos y de los malditos en el vi Stuir
lario de ciertos escritores, no siempre ingenuos,
que a abr.
poder armonizar en las conciencias de sus incautos lectores e
repudio de los prohibidos racismos con la persistencia po cristiana de sus ensoberbecidos fatalismos autoritaristas o subyugadores. Importa, pues, ahuyentar esos fantasmas de la
razas, con los exorcismos de la fe y de la razón, los de la bue. na fe y de las buenas razones.
222
.
LOS
CARACTERES
SUMARIO: “En todo lo que es participa.” Ni el ángulo tociol valor psicológico mi social. Ni mosa encefálica. No hoy una Ciclotímicos
y
SOMATOPSÍQUICOS Y LAS RAZAS
del alma, el ni el indice el volumen ni anatomía de
mola sangre y el mal humor. ¿Está ha humono en sus glándulas? Sanguineos,
atrabiliarios.
vr
cuerpo entero cefálico tienen el peso de la * las almas. La
personalidad del ser biliosos, linfáticos y
esquizotímicos.
Integrados
y
desintegrodos. Los biotipos. Equilibrados, excitobles, Inhibidos e inertes. Picnicos, atléticos y leptosomas. Se quiere
distinguir las facultades psíquicas de los seres humanos, como
no se hoce
con
los perros
ni com
los caballos,
por su pelo.
Veamos la opinión científica sobre las razas de las almas, o, como algunos han propuesto, la raciología psicológica, o como otros quieren, la psicología racial. Para la ciencia, la raza no es sino una expresión somatoló-
gica. Almas sin cuerpos no son entidades científicas. En la ciencia la psiquis no se concibe separada del soma, sino como una abstracción, una hipótesis del trabajo o un preconcepto
que, con mayor o menor respeto, queda confiado a la metafísica y, más sutilmente quizás, a la metapsíquica. La raza, si exis-
te, arranca
del soma,
con
permiten el experimento
todo
el lujo de connotaciones
que
y la fantasía. Siendo, pues, impres-
cindible una realidad somática corno base para llegar científi-
camente a la raza, las razas de las almas no pueden encontrarse en una clasificación puramente
psicológica de los tipos hu-
manos, sino en las correlaciones de lo psíquico con lo somático.
Al buscar la correlación biológica entre la psiquis y el soma,
de las rapara poder llegar luego a definir con ella las almas En este campo, zas, los científicos han seguido rutas diversas.
diviel proceso investigador de la biología del ser humano se O se proside según el concepto que se tenga de la psicología. gue la investigación científica por las vias experimentales, en cuyo caso la psicolcgía no es sino una prolongación de la antro-
223
pología organográfica y fisiológica a una esfera
fenómenos
humanos,
.
€ más Sutileg
y colectivos
individuales
e
minan psíquicos, repitiéndose ahí los intentos
Se deno.
y de mensura; o la investigación comienza por trata aiicación
€scu. o o brir en los tipos humanos las manifestaciones sentes o históricas, de su manera de vivir para inf lares, pre.
la presencia y continuidad de un peculiar espíritu y. de ahí elementalm nto COrrela.
siempre
cionarlo quizás, aun cuando
» CON un
dado tipo de morfología orgánica.
La psiquis humana está siendo objeto de nu MEerosos as al científicos, anhelosos de descubrir y dominar sus secretos. tos neurofisiología, la psiquiatría, la teratología, 1 a clínica, la an. tropología..., hasta la química, van abriend el soma hacia el alma. Aun
sin contar las ví
o ca minos desde mas ín
as
timas
sombrías de la introspección. Pero se ignora n todavia los sen.
deros que unen el soma y la psiquis, y ni se sabe cómo lograr su natural distinción. . Al irnos aproximando hacia tal misterio, la ciencia parece recomendarnos que no se distinga demasiado entre cuerpo y mente,
entre
estructura
y función,
entre
soma
y psiquis, tal
como en la física contemporánea va siendo difícil distinguir entre materia y energía. Esta integración perenne de lo somá. tico y de lo psíquico es lo que hizo a Carrel pensar que en la
ciencia hay que “recoser el espíritu al cuerpo”. Esto no pasa de ser una metáfora. Más preciso científicamente es decir, como
Aldrich: “la división de lo humano en físico y psíquico es artificial. Tal separación puede ofrecer conveniencias para el estudio; pero el hombre es en sí una unidad, aun en su misma complejidad.
El hombre
en sí, en
el hombre
entero,
es a la vez
físico y psíquico”.* Como «ha escrito Jean Rostand: “En todo lo que es del alma, el cuerpo entero participa. El hombre pien-
sa, ama, sufre, admira y ora a la vez que con su cerebro con todo su cuerpo”.? Los biólogos y los físicos se hallan hoy en
situación análoga, tocante a sus clásicas esencias de cuerpo0 materia y espíritu o energía; sin poderlas definir, ni por la dis-
tinción precisa entre sus términos esenciales ni por la manera
de sus enlaces.
La ciencia contemporánea abandonó la idea de que el alma, el espíritu, la mente o la psiquis, adviene soberana a la vida
donde ella misma, como en tábula rasa, va trazando su propiá
historia por el imperio absoluto de su libre albedrío. Sobre está
hipótesis se establecieron numerosas instituciones fundamér”
24
tales, que aún subsisten, de los sistemas penitenciarios, pedagi gicos, éticos y religiosos; pero la ciencia las va trasformants
con nuevos criterios. A la idea de que todos los hombres
o ;
iguales y libres va sustituyendo la convicción de que
nacen desiguales y limitados. 1 Ch.
Roberts
2 Jean
Rostand,
Londres,
Aldrich,
1931, p. 227.
Primitive
ob. cit., p.
178.
La hipotética libertad del a Mind
and
Modern
he
Civilizatio .
:
Dn,
drío se trueca en la real condición del determini que el alma, como soberana absoluta de la pr
e ase
na, ha sido destronada por una república de múltiples factores en parlamento, o, al menos, por una mediatización constitu-
cional donde el espíritu, según la fórmula consagrada, reina ro no gobiern a. Para los deterministas
(¿qué
ño lo es en algún grado?), una cierta interdeendeme culto factores o caracteres psiquicos y los físicos es incontrovertible aun cuando no se pueda establecer su exacta correspondencia.
Soma y psiquis parecen no ser sino aspectos inseparables e integrativos de una misma entidad biótica, tan inseparables por
su naturaleza como inextricables en sus funciones. En cuanto a los caracteres somáticos empleados como índices raciales, no se ha podido establecer una correlación directa y causal entre ellos y determinadas manifestaciones psiquicas. Los biólogos han estudiado cuáles caracteres humanos psi-
cológicos pueden estimarse como hereditarios, y se inclinan a
convenir a priori en que todo género de diferencias psíquicas entre los seres humanos pueden deberse originariamente a con-
diciones congénitas. Pero nada han podido comprobar en con-
creto y es evidente que el problema es de una enorme e incomparable complejidad.
Parece comprobado que ciertos caracteres meramente somáticos, como el color de la piel o la figura del cabello, depen-
den del concurso de varios genes a la vez; se sabe que los caracteres esqueléticos obedecen a variados eslabonamientos de muy numerosos genes. Por eso los biólogos llegan a opinar que las diferencias psicológicas deben de ser producidas por un número todavía más considerable de genes; pero no se sabe cuán-
tos, ni han podido
ultimar un sistema teórico y experimental
que lo pruebe. Por otra parte, “si existen genes que son nece-
sarios para los éxitos de la mente, es casi seguro que son otros
distintos de aquellos que determinan el color de la piel o la figura del pelo”.* ¿Por qué, por ejemplo, la piel negra o la nariz aguileña han de corresponder hereditariamente con una dada
predisposición emotiva o con una cierta agudeza mental? Si
no se sabe cuál es el nexo entre los genes y la morfología del hombre adulto, menos aún se ha vislumbrado cuál habría de ser, por ejemplo, la relación entre su condición cromosómica y su plenaria vida psíquica.
En algunos casos, cuando más, se utilizan los caracteres somaticos como símbolos de ciertos complejos que se tienen por
raciales. Así, cuando se dice que los rubios son más reflexivos
y los
trigueños
son
más
emotivos,
no
se pretende,
en
rigor,
hacer derivar la reflexión intelectiva de la rubicundez del cabello ni el desbordamiento de las efusiones como una con-
secuencia del colorido moreno
de la piel; en uno y otro caso,
Se simbolizan tipos diversos y circunstanciales de la humani-
? J. B. S. Haldane, Heredity and Politics, Nueva York, 1938, p. 175.
dad,
personificándolos
más visibles.
Por la comprobada
arbitrariamente
intervención
POr
sus ras
.. E0s fisico s
particular del e
las funciones mentales, y aun en las sensoriales y .cotO e
se ha buscado y se rebusca incesantemente la cor y Volitiva tre la morfología de la masa encefálica y de su caja ción eny las expresiones psíquicas que en su seno se determi Craneana
criterio de investigación parece lógico y muy pr ometeda Este en el siglo xvi, el padre Bartolomé de las Casas y los $ or. Y
mistas localizaban las potencias del alma.
Según
a :Siogno.
“cogitativa o fantasía” tiene su aposento en el medio de bro, entre la imaginativa por la parte delantera y la mem
la
tiva por la postrera. Según el obispo de Chiapas, si estas ph potencias son buenas debe serlo la intermedia, no por un rin.
cipio científico sino por uno filosófico, porque medium parti, pat conditiones et naturae extremorum. Y basándose en la mor-
fología de la cabeza, Las Casas explicó por qué los indios del Nuevo
Mundo
en su mayor
parte eran
“de buena
capacidad
: aprehensión y buen juicio”. La antropología en sus inicios se entregó con pasión imprudente al examen de cráneos y cerebros y a la conexión de su morfología con las manifestaciones psíquicas; pero los resultados aún no han sido concluyentes como se esperaba. Ante todo, hay que advertir que el grado de inteligencia de un animal no depende de su posición morfológica en la escala evolutiva.5 Además, en la especie humana ni el ángulo facial, ni los otros datos de la morfo'ogía craneana, han podido ser traducidos a equivalencias psíquicas.
Un tiempo se pretendió dar valor psicológico al índice cefálico. La raza negra, se decía, es dolicocéfala; “por tanto”, la dolicocefalia significaba primitividad o un atávico retroceso al
salvajismo. Pero la teoría fue abandonada al averiguarse que
los negros africanos, por su dolicocefalia, son del mismo tipo craneoscópico que muchos blancos, por ejemplo, que las gentes predominantes en Roma, en Londres o en Amsterdam. En
cambio,
otros blancos
igualmente
civilizados,
como
por ejem-
plo los franceses meridionales, debieran agruparse por su bra-
quicefalia con los chinos y los japoneses. Si dolicocéfalos fueron los pueblos de Egipto, Creta, y probablemente los de los valles indostánicos y mesopotámicos, donde brotaron grandes “civilizaciones antiguas; en cambio, otros focos de potentes y
lizaciones fueron braquicéfalos, como los pueblos de Ur
as
Sumeria, de China y de los maya. Hasta se dijo que, por ser ón
mujeres más dolicocéfalas que los hombres, la implantac! ue
«del sufragio
femenino
no
era
aconsejable.
Recordemos
a
la mujer, como el negro, como el judío, como todo grupo som
+ P. Bartolomé de las Casas, ob. cit., p. 997. les animauX 5 J. A. Bierens de Haan, “Du degré d'intelligence che de et de leur place dans le systeme zoologiques”, Journal d Psycholorie Norm. Path., 1937, f. 34, pp. 353 y ss.
tido, ha
experimentado
los mismos
vejaminosos
argumentos
que son gratos a todo opresor para razonabilizar el predominio
injusto. La dolicocefalia y la braquicefalia no tienen más trascendencia positiva que la atribuible al contorno de la nariz Aquéllas son fórmulas de dos dimensiones, como un mero per-
fil; les falta el cálculo de la altura. Pero tampoco el cerebro en sus tres dimensiones reveló el secreto métrico de la inteligencia. En defintiva, aun suponiendo que el índice cefálico sea un carácter fundamental para una clasificación de las razas, no
tiene significación alguna psicológica ni social. El peso y el volumen del encéfalo fueron considerados como correspondientes a las magnitudes de la capacidad cerebral. Hace
tiempo
que
fue
descartada
la teoría de que
el peso del
cerebro dota a su poseedor de facultades intelectuales superiores.
Se
ha
demostrado
de
modo
concluyente
que
muchos
hombres célebres poseían cerebros que tenían menor peso que el de los ordinarios mortales y hasta que el de los idiotas. El
cerebro de Anatole France, el gran literato francés, pesaba no más que mil diecisiete gramos; mientras que los cerebros de
Agassiz, Byron,
Napoleón
y otros grandes
hombres
no exce-
dían en peso a los de los hombres comunes y corrientes. El cerebro de Turgueniev, el famoso novelista ruso, era bastante
pesado; pero fue excedido en peso por el de un trabajador ignorante. Podrían multiplicarse estos ejemplos. A mediados del
siglo xix se creía también que los hombres de genio tenían un cerebro de grandes dimensiones, que la grandeza mental y
anatómica eran paralelas; pero ya desde 1860 Rodolfo Wagner
destruyó este mito. A su petición, muchos sabios legaron sus cadáveres a los laboratorios de disección anatómica y los mi-
llares de masas cerebrales estudiadas desde entonces por Wagner, Brichoff, Broca, Donaldson y otros no han podido presentar ninguna característica del genio ni por su tamaño, ni por
su peso, ni por la complejidad de sus circunvoluciones, ni por la fineza de su contextura,
ni por el desarrollo especial de sus
regiones.* Ha poco que Ales Hrdliéka descubrió en algunos de los indígenas de. las islas- Aleutinas una capacidad craneana mucho
mayor
que la de los hombres
geniales de Europa, como
Beethoven, La Fontaine, Kant, etc. Es fácil comprender por qué el volumen y el peso del encéfalo no- suponen una correlativa capacidad cerebral para la inteligencia. Ante todo, el tamaño del encéfalo no ha de responder necesariamente a una correlativa inteligencia porque las dimensiones
y peso del cerebro se relacionan estrechamen-
te con los del cuerpo en general, pues una gran.parte del aparato encefálico y nervioso se refiere a la direccion de las acti-
vidades motoras.
Además, “el funcionamiento del cerebro de-
pende de las células y fibras nerviosas, las cuales no constituyen toda la masa del cerebro. Un cerebro con numerosas Ceconexiones
lulas y complejas * J.
A.
Hamilton,
“Intelligence
Review, Worcester,
1936.
entre ellas puede contener
and
Human
Brains”,
me-
Psycological
nos
tejido
conectivo
que
otro
cerebro
más
vol
con estructura nerviosa más simple”.? Como divo mninoso Pero
mor el profesor Hogben, “nada permite presumir Con buen hu. bro mayor es más capaz que uno menor, así como us Un cere.
torre no es más sensitivo que un reloj de pulsera: ni e reloj de vacía es menos vacía por la única razón de que sea na cabez análogamente puede pensarse tocante al peso del Erande”.
es el violón el instrumento de mayor capacidad Loro.
la orquesta. “No se puede probar que un hombre posica en alma menor por el hecho de que aquél tenga un cráneo un equeño”, decía Bronislav Maiinowski. Y este gran neo más ogo añadía: “no se puede medir un alma”.» ntropó. -
.
.
a
Estud.q3iar la capacidad : mental Esúnicamente por la estry .
A
Ctur
encefálica es como estudiar la eficiencia de una máquina e
a
do ésta se halle en reposo, sin el fluido ni la fuerza que la ani. ma durante su actividad. Desde hace pocos años se estudia en la máquina cerebral su sistema circulatorio, el volumen y com. plejidad de las arterias y venas que rigen el cerebro con la sangre que lo nutre. Más que un cerebro muerto, se dice, ha
que estudiar el cerebro vivo; más que la máquina parada su
función. No se puede hallar la inteligencia en un cerebro sin vida. Hindzie afirma que el suministro de sangre en los cerebros de los sujetos de. alta mentalidad es más caudaloso que en los de mente
ruin; que
el sistema
de vasos sanguíneos que
alimentan el cerebro de los imbéciles es pobre por su estruc-
tura y por el calibre de los conductos, en contraste con la ri-
queza del regadío de sangre en los hombres de genio. Donaldson cree que para conocer “la anatomía de la inteligencia” habría que estudiar con preferencia precisamente las membranas que recubren el cerebro, las cuales contienen
el sistema de ar-
terias y venas que lo riegan de sangre. Quizás se halle en la cantidad y cualidad de la sangre una fundamental diferencia de la función mental en el sabio y en el idiota. En relación con esto, se sostiene también que la composición de la sangre que afluye al cerebro es importante en la función de la inteligencia. La cal, se dice, influye en la actividad cerebral. Katzenelbogen y Goldsmidth han notado que en la mayoría de los casos de locura de origen orgánico se.da una diferencia de cal en la sangre en relación con los sujetos normales.
El mismo Katzenelbogen y Friedman-Buchman han publica
ne
que en la mayoría de numerosos casos de perturbaciones
o
tales por ellos estudiados, la cantidad de azúcar en la corrien
sanguínea es mayor que en las personas normales.
Otros muchos estudios están en curso acerca de los ad bioquímicos de ciertas sustancias en la actividad cera ze
cientemente la boga alcanzada por la droga llamada
drina” se basa en su extraordinaria capacidad ?7 Franz
Boas,
ob.
para estim
cit., p. 105.
* Hogben, Journal of Royal African Society, Londres, 193%
» Cita
de
R.
E.
Phillips,
The
Bantu
in
the
City,
p.
| cular
156.
p. 432.
las respuestas mentales, lo que demuestra el gran influjo de ciertos factores quimicos, una vez incorporados por el organismo humano,
en el funcionamiento psíquico. Pero todos estos
particulares, que tan
importantes
horizontes ofrecen para el
innegable determinismo psicológico, no permiten establecer di-
ferenciaciones de raza. Y, más que a caracteres de base propia.
mente orgánica, se refieren a condiciones de nutrición,
milación o de ambiente. También
de asi-
se está investigando con cierto éxito la interven-
ción de la electricidad en la función mental. Se sabe que cada cerebro al funcionar desarrolla una acción eléctrica. Se han medido los ritmos de sus ondas y se dice que el ritmo normal
de la vida cotidiana se altera en los extremos de la actividad
cerebral.
La
energía
eléctrica, por ejemplo,
sube
a 3000%
en
un ataque epiléptico y baja grandemente cuando el cerebro sólo funciona en la subconciencia. Cuando más intenso el tra-
bajo mental, mayor el gasto de energía eléctrica. El esfuerzo
de recitar de memoria
una frase consume más fuerza eléctrica
que el meramente leerla. Hay, pues, que investigar tanto o más que en Una anatomía de la inteligencia, en una físico-química psíquica, o, como ya se dice, en una electroencefalografía. Hay que pensar que anatómica y psicológicamente el cerebro y la mente son extremadamente plásticos, y no es, pues, aconsejable suponer que determinados caracteres mentales, asi en un individuo como en un pueblo, representan algo innato, fijo
o inalterable.*” Mirsch ha presentado la hipótesis de que el índice cefálico, lejos de determinar los fenómenos psíquicos, es, al revés, determinado por éstos por medio de las glándulas en-
docrinas. Ciertos factores psíquicos, dice Hirsch, como el miedo y la ansiedad, ejercen un gran influjo en las secreciones internas y al cesar dichas causas la secreción endocrina se modifica y puede ocasionar un cambio en el índice cerebral. Como ha
dicho Berr: “en el cráneo que no cambia, el cerebro se modifica.”"* La subclasificación, debida a Frassetto,'* en cráneos morfológicamente fetales, infantiles y adultos y en numerosos subrupos, a pesar de un valor práctico en el método y de su horizonte biológico más prometedor, nada ha significado todavía en relación con la capacidad mental. En fin, nada se sabe tampoco de la correlación entre la mor-
fología encefálica y la capacidad mental. “Por desgracia, dice Porteus, nuestros presentes conocimientos neurológicos no nos capacitan para decir si un individuo tiene o no un cerebro bien
formado. Aun después de muerta una personay estar su Cerebro al alcance del análisis anatómico, es imposible para el neurólogo, excepto en casos patológicos y groseramente involucio10 W. D. Hambly, Source book for African Anthropology, parte 1,
Chicago, 1937, p. 287.
1 q. Berr, prólogo a E. Pittard, Les races et l'histoire, París, 1932, p. VIL
12 F. Frassetto, Lezioni di Antropologia, Bolonia, 1907.
22
nados, distinguir con cuidado entre cerebro, s su .. 113 ; riores”.* Como dijo Karl Pearson, después de Per es e ¡nf su ior inf intento de averiguar las relaciones entre la in teli ructuoy s,la gencia
medida y la forma de la cabeza: “La prueba d
didas cualesquiera pueden llevarnos a resulta e que Otras Me dos qumás defi; tivos, queda a cargo de quienes a priori sostienen laciones
existen .
o que
son
probables.S
Mis
in vestiga ¡ae cione tales re,
han convencido de que entre el carácter externo y físi S me hombre y su carácter psíquico hay muy escasa ración a
“Los signos de inferioridad, deducidos del ce rebro carecen
de justificación”, ha dicho G. Levin.!" Se encuentran en el rebro de todas las razas, así como en los hombres eminent ce
en los de inteligencia ordinaria. “No puede reconocerse hing
na distinción constante entre el cerebro de un filósofo y el de un rústico. Ni el tamaño ni el peso del cerebro, ni la comple. jidad de sus circunvoluciones tienen relación precisa con la ignorancia o la inteligencia: aun cuando, sin duda, una inves
tigación ilimitada con el microscopio hallaría diferencias entre
el cerebro muy adiestrado y el cerebro carente de ejerciciow Como
precisa
Conklin:
“En
todos
los
hombres
la capacidad
para el desarrollo intelectual es probablemente mucho mayor
que la demostrada por el desarrollo obtenido. Dos cerebros orgánicamente superiores, si los hay, pueden hallarse respec. tivamente en un gran pensador y en un simple montuno. “Ac. tualmente no se conoce un solo signo anatómico del genio”, dice Hamilton en conclusión.'* Sin embargo, persiste la idea de un tipo somático anormal, acusador de correlativas anomalías en la psiquis. Ciertos psi-
quiatras y criminólogos pretenden descubrir en ciertas anoma-
lías del cuerpo sus correspondencias psíquicas. Si la teoría lombrosiana del tipo antropológico del criminal no se ha man-
tenido como la expresión de un complejo fatídico de ciertos sobre todo
criminológico;
el antropologismo
se sostiene
todavía
morfológicos,
estigmas
referencias
sus
por
con
las taras
degenerativas! y con las modernas teorías acerca de las secreciones endocrinas de la tipología constitucionalista* y de los 13 S, D. Porteus, Primitive York, 1937, p. 3. 14 Cita
de
Franz
15 Ibidem.
Boas,
16 E, G. Conklin,
ob.
ob.
Intelligence cit., p.
and
Environment,
Nueva
105.
cit., p. 340. Las
dos «palabras sin duda
han
sido subrayadas por nosotros. Conklin ha escrito sin du ar Echo esta anticipación de los resultados de un experimento nO mente
parece
poco
aceptable.
15 Ibidem. 18 Hamilton, 19 Vervaeck,
científica,
J. A., ob. cit. Syllabus du Cours
20 Véanse particularmente
Lezo
aunque
sea
verosimil
d'anthropologie
los estudios
e
hipotética
criminelle.
de B. Di Tullio,
La Costa,
e terapia del delitto, delinquenziale nelle etiologia
temperamentos,”
aparte de las investigaciones
estadísticas que continúan aciones
aún
no se han
analíticas y
sin conclusión.” De estas investi-
podido derivar
postulados
de orden
raciológico; pero fueron los criminalistas de la orientación lombrosiana, asegura Schreider,” los primeros que, apartándose de las clasificaciones
combinaciones
unilaterales,
trataron de descubrir
y complejos somatopsíquicos,
abriendo trocha
para la biopsicología moderna. No existe una anatomía del alma ni puede hacerse la disec-
ción del espíritu, aun cuando es indudable la codeterminación de los factores somáticos en las manifestaciones psíquicas. Por esto los biólogos y antropólogos no desesperan y, apartán-
dose de aquel¡a tendencia que tanto apasionó a los fisiognomistas y frenólogos, empeñados en anatomizar el alma, se han
dado a la consideración de los tipos psicosomáticos; es decir de ciertos
complejos
experimentales
en los cuales
concurren
ciertos tipismos corporales con otros, también complejos, psíquicos. tipismos La correlación entre los caracteres psíquicos y los físicos se busca modernamente acudiendo a la fijación de tipos más complejos que los manifestados por simples índices somáti-
cos. Hoy se investigan tipismos psicosomáticos y, en especial,
tipos endocrinos, constituciones, temperamentos, biotipos y tipos reflexológicos. Todos ellos son tipos indudablemente somatopsiquicos, aun cuando para su determinación se les
denomine a veces con preferencia singular.
a tal o cual
característica
Los descubrimientos fisiológicos han venido a reducir los eslabones intermediarios o funcionales entre la psiquis y el soma, según Schreider, “reuniendo, por asi decirlo, la anatomía con la psicología; explicando en cierta medida las conexiones existentes entre las morfologías corporales y las peculiaridades mentales”. Las correlaciones somotopsíquicas han ido así perdiendo aquella apariencia casi mística que hacía retroceder
a los
misterio.
espíritus
recelosos
de las teorías
rayanas
en
el
La bioquímica parece llamada a grandes revelaciones. Hoy se piensa que los factores fundamentales de la vida son esen-
cialmente químicos, así los de orden subatómico como los atómicos, los moleculares, los coloidales, los paracristalinos
o los anatómicos.
Needham ha compilado tres volúmenes de
“embriología química”.
Y Arnold Gesell estima probable que
un día se publique otra obra igualmente voluminosa de Biología química. 22 L, MacAuliffe, Les temperaments, París, 1926. Defiende el con-
cepto antropológico del criminal nato, que anticipó Cubí y Soler
y sostuvo
César
Lombroso.
2 Véanse los recientes estudios de Hooton, E. A., ob. cit.
12 Schreider
E., ob. cit.,
p.
9.
231
Se están estudiando
los com Ponentes
y feng micos de la sangre para ver si en ellos se halla apo
determinable
del
individuo.
sobre
la
El folklore
permanente
invita
pueblo dice de un sujeto perverso
más
aún
si puede
explicar
:
a
Bún¡
Ostos jalidad Psicolg
así una
que tiene etgaciongs * E
aparente ala Sangre
hereditaria hacia la iracundia y la protervia edisposicigr puede pensarse en relación con los grupos de la de SEAaMente
nina. Es popular un proverbio castellano que dico leme. en la leche se mama, en la mortaja se derrama” E: lo que la expresión de “mala leche”, como equivalente a de“ Popular gre”, si bien a veces se aplica con sentido
tico, aludiendo al jugo seminal.
obsceno mu
a san.
Pero no se ha legado + gené.
a ninguna conclusión afortunada que pueda convertir nava lidades científicas tales sugerencias de las metáforas pes
olk.
lóricas.
Se está avanzando mucho en endocrinología. Ya aludi a las glándulas endocrinas," las cuales elaboran y ME en la sangre que las irriga ciertas sustancias de efectos muy trascendentes, no tan sólo en la estructura y fisiología dd
organismo sino teorías
acerca
de
también las
en la vida
secreciones
mental.
endocrinas
Las modernas
aun
recuerdan,
folklóricamente, las creencias en los humores. Aún se dice buen humor, mal humor, humorada, humor negro o sea melan-
colía.
Pudiera creerse que el folklore se ha anticipado a la
endocrinología cuando dice de un hombre que tiene malas entrañas o, en Cuba, que tiene gandinga o que es hombre de
higados, de riñones, de huevos, o de alguna otra connotación glandular. Las hipótesis avanzadas por la endocrinología a la psicolo-
gía son numerosas y cada vez más prometedoras. Aun cuando el campo de la endocrinología es de exploración muy reciente, se sabe que tales hormonas
o secreciones glandulares influ-
yen en el sistema nervioso de la vida vegetativa, que es donde
en gran parte se elabora también la vida efectiva. Tambien se afirma que las secreciones internas influyen mucho en el resto de la vida psíquica del individuo, no tan sólo en sus emo
ciones, sino en su temperamento, en su inteligencia, £n *
virtud y sobre todo en el conjunto de su carácter. Se abras por ejemplo,
ciertas
que
endocrinas influya
secreciones
el comportamiento emocional y que su predominio Pr9 por cierta agresividad o masculinidad de carácter. Se po das
otra parte, que el instinto maternal
232
hormonas.
Ciertas
proteínas
depende de da
recientemente
prolactin, ha sido llamada “el cristal
9
purifica tern o”.
del instinto La sangre
La glándula tiroides, por ejemplo, lleva el yodo a
da
Jetar-
OS tempraCuando su secreción es escasa, el sujeto cae en gia, fatiga. Si la deficiencia es grande en las eda 7 qceso, O nas, puede producir el cretinismo. En cambio, SÚ 24 Véanse
páginas
98
y siguientes.
sea el hipertiroidismo,
ocasiona irritabilidad,
;
lidad, nerviosismo. Según Hinton, el metabolismo basal. daa, tamente influido por la secreción de la tiroides, está a su vez
muy correlacionado con la inteligencia del niño.*s Las hormonas segregadas por la glándula adrenal hacen que la acti-
vidad sea más o menos enérgica.
Las hormonas de las glán-
en
etc.
dulas sexuales influyen ciertas
derivaciones
en la emotividad,
sexuales,
en la agresividad
Berman!
ha
querido
explicar el carácter de ciertas personalidades históricas muy
conspicuas por el equilibrio o desequilibrio de sus secreciones endocrinas. Napoleón, por ejemplo, fue un gran general por
su
condición
thimocéntrica
con
deficiencia
pituitaria.
Los
criminalistas contemporáneos conceden gran importancia a las secreciones internas en la determinación de la conducta
humana,
creyendo
que
aquéllas
en no
pocos
casos
pueden
marcar el carácter del individuo, precipitándolo hacia ciertas reacciones antisociales,
No cabe duda de que se ha exagerado mucho por los endocrinólogos dados a. las generalizaciones. Según Berman, la
naturaleza del ser humano está químicamente en su actividad
endocrina, así en su congenitura, que ya es una combinación hereditaria de glándulas, como en toda la trayectoria de su vida. Se dice que “la personalidad humana está en sus glán-
dulas”; pero, aun cuando los descubrimientos hechos ofrezcan grandes perspectivas y las hipótesis que las anticipan sean muy respetables, “es una exageración tratar de explicar la conducta humana por el mero determinismo del sistema glan-
dular”. Hasta ciertas concomitancias físicas atribuidas a algunas secreciones dan lugar a serias incertidumbres.? La corre-
lación específica de las acciones hormónicas de cada glándula con
determinadas
como las zación de Hoy más influyen
expresiones
psiquicas
parece
tan
ilusoria
propuestas por los frenólogos en cuanto a la localilas facultades anímicas y las regiones encefálicas. bien se opina por los fisiólogos que las hormonas se todas mutuamente de manera complicadisima, tal
corno ocurre con las funciones
kins, de Harvard, dad de más
encefálicas.
El fisiólogo Hos-
ha calculado matemáticamente la posibili-
de catorce millones de combinaciones en la com-
plejidad de las actividades glandulares del cuerpo humano. Las
constituciones
estudios
en
el campo
actualmente
son objeto de fecundísimos
de las correlaciones
entre
el soma
y la
psiquis. Alguna vez se ha empleado el término constitución
para designar categorías psicológicas más bien que somatopsi-
quicas. 25 R.
Así,
se
T. Hinton,
gence
ha
Role
of Children,
22 L. Berman,
The
tratado of the
cita
de
de
Basal
constituciones Metabolic
Gilliland
y Clark.
Rate
glands regulating personality,
psicopáticas.** on
the Intelli-
Nueva York,
1928.
21 B, Vidoni, limita mucho el influjo de las secreciones en la conducta
humana.
Vea
en
Semeiotica
della constituzione,
Milán
1923.
22 E, Depre, Pathologie de limigination et de l'emotivité, París, 1925,
pp. 485 y ss.
233
Pero
las
constituciones
son
complejos
ellos ya nos referimos tocante Recordemos Pende.
somát;
.
a las estrucPo QUico,s, tuo
las clasificaciones de Kretschmer, E
Veamos
ahora
sus
correspondencias
'
COrPOrale
S Viola
esto entramos en la consideración de los Cicas,
de
modernamente han venido a revivir en cierto m uentos, Que guos criterios de clasificación de los seres human 0 Muy anti. del grado de excitación de la actividad orgánica Me POr raz¿
que se refleja
en la conducta.
Temperamento quería decir como tempera peri o sea estado de la atmósfera, según los. Pote calor o frío, sequedad o humedad. Y se embleá Eados de tem peramento porque pleo el vocab] se creyó , que de la temper atura se de. vaba el genio o índole particular de cada individuo y al ene dominio de tales o cuales humores, o sea la razón de su este A de ánimo, puesto que humor era, y es aún, tanto como Pi
Esta teoría determinista es remotísima. Ya asoma entre l
chinos.*
Después se encuentra en los griegos.
Los clásicos
desde Hipócrates, distinguían cuatro tipos de hombres
se ar
sus temperamentos, en sanguíneos, biliosos, linfáticos y atra. biliarios. Estos cuatro temperamentos los ponían en relación con las cuatro savias o humores del cuerpo, así como con los cuatro elementos, las cuatro partes astrológicas del mundo y los cuatro orígenes de la enfermedad. Según la escuela de Hipócrates, “un temperamento rústico, insociable e impetuoso es debido a los climas extremados, pues en ellos la mente recibe choques constantes que excitan a la brusquedad y reducen la suavidad del carácter”. Aristóteles enseñó que el clima es lo que determina la temperatura y la densidad de la sangre, el calor interno del cuerpo humano y las capacidades mentales, ** Galeno fue, luego, el gran sostén de la teoría de los teriperamentos, la cual estaba aún en boga al ser conquistado el Nuevo Mundo.
Fray Bartolomé de las Casas defiende a los indios con tal teoría y dice que “su natural mansedumbre” les viene de la “templanza y mediocridad de sus complexiones, y ésta nace de la mediocridad,
suavidad
templanza,
y sanidad
de la igualdad
estas indianas regiones, por causa
de todas
de los tiem-
pos de todo el año; porque no hay muy continuas o frecuentes o turbaciones
mutaciones
tiempos,
en los
22 Se dice buen humor o mal humor particularmente el chocante; y de
humorismo
234
se
por
dan
y
sus
derivados.
sinónimos.
Humor
ni hay
y seguirle a uno ahí los vocablos
y
temperamento
s0 Friedrich Hertz, Race and civilization, Nueva York,
excesivo
a, el en do
a M
a
61
¡no
“Los chinos creen que un principio masculino y otro. clas nohúo y componen el universo, con el que están relacionadas ri €S o fernenin el que Creen mento. tempera ciones del
medo
y
el
s1 Aristóteles
masculino
ponía
caliente
el ejemplo
y
seco.”
e Europ3, de las razas del norte a onsideró
a las cuales, “en virtud de su excesivo calor interno s políticas. incapaces de altas actividades mentales y organizacione
ni excesivos calores, sino que slem e los tiempos igua!es o cuas! iguales”,» Yala laemre,
sel temperado o templado; es la temperan. cia o templanza, o sea una de la lasmedianidad virtudes que habl n. cardinales. In medio consistit virtus, Y Lns Casas,se alllamaba de los indios de América observa or em
de 8 tendimientos”.1 Médicos,5 filósofos
y
Me
yy. humanistas
a
templanza deste orbe » y
también sus costumbres y
m antuvleron
¡
durante siglos la clasificación de Hipócrates, y pasaron Ep aje común
de las gentes donde perduran a uello
jeti
de ls cuatro temperamentos (sanguíneo, colérico. petivos melancólico), por lo que ha sido necesario referirnos a ellos
en este trabajo,
Estos cuatro tipos temperamentales han sido ahora renovados científicamente. Los psicólogos también adoptaron esa
clasificación
combinando
sus
términos
con
nociones
moder-
nas relativas a las funciones nerviosas y al quimismo orgánico. Wundt, basándose en la intensidad y en la rapidez de
las
reacciones
nerviosas,
distinguió
cuatro
temperamentos:
colérico, que es el fuerte y pronto; melancólico, el fuerte y lento; sanguíneo, el débil y pronto, y flemático, el débil y lento. Pilo ha distinguido cuatro tipos de temperamentos, aproximados a los tradicionales, que denominan pletóricos,
biliosos, linfáticos y serosos, según la composición química de la sangre. Otros también se acercan a la tradición clásica. Kretschmer, fundándose en la distinción psiquiátrica de
Kraepelin, ha llevado
a su teoría de los temperamentos
nor-
males los nuevos términos ciclotímico y esquizotímico. El primero corresponde en la psicopatología a la psicosis circular o maníaco-depresiva, señalada por sus alternativas de excita-
ción y depresión; y el segundo corresponde a la esquizofrenia
o demencia precoz. Y uno y otro se relacionan a su vez con
las formas intermediarias o premórbides denominadas respectivamente cicloide y esquizoide.
dito temfraipe-le 94. iaEl deerulos p. teor 1, t. cit., ob. as, Cas las de n ica omé ció clás tol la osi de de Bar exp la ien en P. "? se ext mn
Casas, “proviene que s sondice fatLas igadas con alteración, estuntera, rament itaatu habper los tem tes Dede esa menos. las s, ni 105 cia de los tiemporte la iónviolen por , nde gra o ant esp O des o fue sea por que una tac alg cuerpos incurren en trasmu reciba no l ina eria sem templada, de donde se causa que la mat eración
gen ción dañosa al tiempo de de la templa . alteración mala ni corrupcual ras nacen las criatu En las de los animales por lo .. porcionadas.has admposprodel rid ioc med en y n xió ple gran y muc com año tie le nob ras y regiones que hay en los tier
frios y E ore emente de res d adeveh idaied ersvar div y nes cio uta nsm tra dellas na ado s, des mor los s y Muvias y nieves y otra turalmente
Xlonados
y
O menos
son
inquietos,
y
de
feroces,
malas
bravos, mal
comple:
y perversas costum
es,
s y más frecue Es s y más vehementempo según mayoreere nsm dif ncias de los tie s y SUS tra
peor
más uas fueren Lon tin es”.
% Ibidem, p. 55,
inclinados,
rijosos,
las
235
Los ciclotímicos se caracteriza
ánimo
entre la alegría
y la tristesa.
periodos pasajeros del uno al otro polo cosis circular, alternando
'
Puga
la excitación-
que ocupa
que me darse en elo
la de cuerdan la Ds
ese ciclo no aparece siempre, y también el har sión, si bien bilizarse cerca de uno de los polos. Habrá, pu or puede esta. alegres y ciclotímicos tristes, melancólicos y de Ciclotimicos
los ciclotímicos alegres el
ritmo psíquico genera] nidos,
rápido, y será pesado y lento en los deprimidos
ciclotímicos son
de orientación
al unísono con el ambiente humano. a la comunicación presente.
Jung; es de ista; son vital con la rep ucia por su sintonía. idag”, decir que saben SU
Vibrar
sea su humor
constante con el mundo
Se muestran
abiertos,
rá
realista y materi Lioás, los
extraversos, según la terminología de fuera. Ellos se mantienen en “contacto según dice Minkowski; se distinguen la expresión de Bleuler; lo cual quiere Los ciclotímicos, cua'quiera
n
sociables,
habitual,
tienden
exterior y con el
naturales
y espon.
táneos en toda su conducta, sea que se lancen a empresas auda. ces o que se abandonen a una vida contemplativa, ajena a todo
esfuerzo. Entre los ciclotímicos se hallan los hombres prácticos y pródigos de actividad y los dichosos gozadores de la
vida. En el arte son realistas llenos de optimismo, o también humoristas llenos de bondad y de indulgencia. Sus cóleras son bruscas, pero se extinguen pronto. Ni la nerviosidad, ni la susceptibilidad constituyen un rasgo saliente de su conducta cotidiana.
236
Intelectualmente
los
ciclotímicos
son
ajenos
a las
construcciones abstractas de los lógicos y de los sistematizadores. En la actividad científica son empíricos, cerca de las cosas concretas y palpables o vulgarizadores capaces de poner los conocimientos de la ciencia al alcance del gran público. En la vida práctica, son negociadores benevolentes e inteligentesu organizadores audaces y viendo las cosas en grandes, y también iniciadores vigorosos. Por otra parte son con frecuencia modestos y hasta afectados por un sentimiento de insuficiencia. Este cuadro que da Kretschmer** es de orden general y dentro de cual caben subdivisiones que el mismo autor apunta. Los esquizotímicos constituyen un grupo de perfiles menos precisos. El esquizotímico, en vez de ser alegre o triste, es e plemente serio o neutro. Se desenvuelve en un plano diferente a él y oscila entre los dos polos de la escala psicoestésica, hiperestesia y la hipoestesia o la anestesia, la sensibilidad y la obtusa, el fervor ardiente y la frialdad. Pero esos ón de
no alternan más
o menos
regularmente,
sen
ni la estabiliza
ánimo se hace siempre cerca de un po'o. El individuo maractesible puede permanecer frío ante algunas situaciones bilidad ita mer rísticas y el más indiferente puede mostrar cie rta excet s
interior. Kr específica en campos que afectan su vida .
.
»
atiq: ue de psycholoB nuel théorique7, etpp. pr27 Masa, hmer, nce Kr,etsc E. ale 34 díc 5-276. París, 192 trad. fra
C
jc mé:
omina “proporción psicoesté a caso particular, entre uno sica” la que se est y otro extremo de Sad. La sensibilidad del esquizotímico
se manifiesta
in
por un
exquisito sentimien de la naturaleza y una fina compre del arte, por un estto ilo personal lleno de gusto y mesura, nsión por el
apego
apasionado a ciertas personas, por una susceptibilidad
exagerada ante las molestias, fealdades y fricciones de la vida
cotidiana. .. y hasta por los accesos de rabia y de furia colérica
en los tipos más groseros. Su sensibilidad también puede refle-
jarse en actitudes de inercia pasiva, de indiferencia despreocu-
pada, de calma inalterable, de incomprensión, del buen humor. En la mayoría de los casos los esquizotímicos son a la vez muy
a la anestesia al avanzar de la
sensibles y fríos, con tendencia
edad.
El ritmo psíquico general es en los esquizotímicos muy va-
riable e irregular y con frecuencia sufren el influjo de comple-
jos psíquicos muy
cargados
de emocionalidad,
a los cuales se
aferran. Si el ciclotímico se adapta fácilmente a las realidades
objetivas y externas, el esquizotímico sigue sus impulsos sub-
jetivos e íntimos. Sus reacciones suelen ser inadecuadas a los estímulos.
Los esquizotímicos son de orientación idealista e imaginativa,
son intraversos, vueltos hacia adentro. Su autismo les hace anteponer en su conducta social las experiencias objetivas e
intelectuales del yo, reflejándolas sobre sí mismos, en un estado permanente de tensión entre sí y el ambiente humano, que los puede
a la
llevar
misantropía.
Entre
los esquizotímicos
eminentes se hallará el soñador delicado, el idealista que vive
en
las nubes,
el
aristócrata
idílico sentimental,
de
la forma,
el estilista puro,
el
el huidizo de la multitud, el artista paté-
tico y trágico, el ironista mordaz y sarcástico arrastrado hasta el expresionismo brutal y el naturalismo tendencioso. Intelectualmente
los esquizotímicos
son lógicos, dados
a la abstrac-
ción y propensos a la pedantería, gustan de opiniones extre-
mas y sin matices. Son partidarios de todo o nada, en lo sentimental
como
en lo racional.
En la ciencia los esquizotímicos
gustan del formalismo escolástico, de la metafísica y de la precisión sistemática. En la vida activa son tenaces, inflexibles en sus criterios.
Entre
ellos están
los héroes
moralistas,
los
Idealistas puros, los fanáticos y los déspotas frios, los calculadores y los diplomáticos sutiles. Kretschmer recuerdaa Schi-
ller, Spinoza, Kant, Calvino, Robespierre, etc. Esquizotiímico es
on Quijote; ciclotímico es Sancho Panza. Para Kretschmer estos dos temperamentos son indices soma-
topsíquicos, de base orgánica y hereditaria, correspondientes
á estructuras corporales diversas. Recordemos que Kretschmer distingue tres tipos constitucionales: el pícnico, el leptosoma y el atlético, amén de los tipos mixtos y de las constituciones
displásticas. Estudiando los perfiles antropométricos de los
tipos constitucionales y de los temperamentales, Kretschmer
237
ha encontrado una notable correlación ciclotímicos y los pícnicos, y de otro lado anpedo zotimicos y los leptosomas y los atlétic os ent
aquéllos se sitúan. Numerosos investigadores h
la certeza de esta correlación. : ,
_ Sin embargo,
la teoría
de Kretschmer
¡ tipos esqui
re los Cual .
an COMprob a ado
no está “impugnaciones. En cuanto a sus tipos constitucion 1 exenta de va que dependen sólo de la apreciación visual y es 5€ Obser. las condiciones de los observadores; habiéndose nera tanto, de
artistas hacen mejores juicios que los antropólogos ado que los
los médicos. Esto aparte, se ha negado la existencia, estos que del tipo atlético.
En cuanto a la clasificación de los temperamentos
autónoma
rrelac ión con las- constimotuciones, ' bien 56 se com SU co. e COmMpPrende la ycomp] jidad de tales figuras típica s por la minuciosidad de sus seña o mientos. Hay que advertir que, según el mismo Kretehne los temperamentos
puros
son
raros
y es necesario señalar
realidad de temperamentos mixtos, constituidos por caractería ticas heterogéneas y sólo calificables según fueran las predo. minantes o que por tales se tuvieran. Por otra parte, Kretsch. mer no excluye la existencia de otros temperamentos y hay que convenir en que los tipos histéricos, los epileptoides y los paranoides no pueden ser definidos como simples variantes mórbidas de los dos temperamentos citados. Todo lo cual re. duce en mucho el valor de la tipificación de Kretschmer en cuanto a sus aplicaciones efectivas. Otras clasificaciones tipológicas de los seres humanos tratan
de distinguirlos también según sus características psíquicas y correlaciones
somáticas.
una nomenclatura
Jaensch,
por
original. Partiendo
ejemplo,
ha
producido
de la observación del
funcionamiento mental, ha distinguido el tipo integrado y el
desintegrado.
En
el primero
las funciones
psíquicas no están
separadas netamente; la percepción y la imagen suelen confun-
dirse y ser influidas por el sentimiento, y sujetas a interpretaciones subjetivas. En el segundo, las funciones mentales son
más independientes, las reacciones más adecuadasa los estime los, los resultados más objetivos y realistas. Omitimos las E ,
les subdivisiones del tipo integrado, por ser aquí ociosas:
e
mos que, también tales tipos psicológicos son extremos Y o se dan sino aproximativos y unidos por formas interm omáti-
de transición. En cuanto a su correlación con los ups . o 5e2
cos:
el integrado
es fisiológicamente
un
basedomo
tiroide,
caracterizado por la actividad excesiva de la glan o asténico,
lo cual equivale a un leptosoma de Kretschmer,
moi de, co-
rrespondiente a una estructura horizontalo sea 2
asificación
de estructura vertical; y el desintegrado es un te : constitu”
ción afectada por insuficiencia paratiroidea. La
de Jaensch ha sido reducida por Schreider a la de
retschmer
o Los integrados y los desintegrados son, esquizotímicos y los ciclotímicos; y, de otro lado,
md
es del uno son los píenicos del otro, y los tetano¡
a los lepto-somas-asténicos. Y con esto basta aquí
nuestros propósitos.
a
.
Acaso sea Pende quien más avanza en su clasificación de los
tipos humanos por los caracteres somatopsíquicos. Partiendo de la clasificación
tende establecer
de las constituciones
el biotipo,
fisiológico y psicológico,
como
variable
dadas
por Viola, pre-
un resultado morfológico
de un individuo
a otro,
de
las propiedades celulares y humorales del organismo, a su vez
determinadas esencialmente por los factores hereditarios y accesoriamente por las acciones del ambiente. Pende ha recono-
cido cuatro biotipos fundamentales: primero, el biotipo longilineo sténico; segundo,
el biotipo
longilineo asténico; tercero
el biotipo brevilineo sténico, y cuarto, el biotipo brevilineo ” asténico. Estos cuatro
tipos se definen
por las estructuras somáticas
y los caracteres fisiológicos, y ofrecen todos distintas varieda-
des, según las peculiaridades endocrinológicas; todo lo cual se combina de manera pormenorizada. Creemos que no es indis-
pensable entrar aquí en sus detalles, Los biotipos
comprenden
también
características psicológi-
cas. Así los longilineos, que latu sensu son como los leptosomas
de Kretschmer, se presentan como taquipsíquicos, o sea de rá-
pidas reacciones motrices y mentales, inconstantes en sus hu-
mores,
pensamientos
y conducta
y, en general, pesimistas y
muy irritables; son parecidos a los esquizotímicos de Kretschmer. El longilineo asténico al rápido y hábil pero no enérgico,
como suele ser el llamado intelectual. Los brevilineos, que se parecen a los pícnicos de Kretschmer, son bradipsiquicos, o sea
de reacciones más lentas y estables, así en la emoción como en la ideación y en la voluntad; tales como los denominados ciclotímicos. Como variedades, el brevilineo sténico es de carác-
ter eufórico, expansivo, pero
capaz de caer en la apatía y en
la actitud flemática. Sus esfuerzos son pesados; pueden ser tenaces y considerables, pero sin rapidez ni agilidad. Y el bre-
vilineo asténico tiende a la depresión, a la inercia y a la me-
lancolía. Sus trabajos son lentos, de escaso vigor; pero precisos y pacientes. _ Con estas clasificaciones, muy propias de la biotipología, par-
ticularmente de la italiana, se trata de englobar
no tan sólo
! Integridad de los tipos constitucionales, con Viola, sino también la integridad de la personalidad psíquica, con Pende y
idoni. Pero, sin prejuicios acerca de la legitimidad de tamaño
esfuerzo, ha dicho Schreider, al penetrar en las complejidades
de la vida psíquica los caracteres biológicos resultan insuficien-
tes y es preciso acudir a la mesología, es decir a las cirtunstancias cósmicas y sociales, o sea el ambiente.
239
Como
resumen de las aquí citadas c]
asificacion quicas, Schreider* ha formado el sigui en €s so te cuadrito de ops lencias aproximad as:
ESTRUCTURAS
KRETSCHMER JAENSCH
PENDE
...
........
...........
Va.
CORPORALES
Horizontales Verticales TIPOS PSICOLÓGICOS
Ciclotímico
Ezquisotímioy
Desintegrado
Integrado
Bradipsíquico
Taquipsíquico
Recientemente, William Sheldon ha pro teoría tipológica, combinando los componentes soma, SO las expresiones temperamentales. Este autor cree que $ pe
dado excesiva importancia a las glándulas, las cuales probable mente determinan la personalidad, pero conjuntamente con los huesos
largos y los cortos, con los músculos, los intestinos la piel y los demás elementos corporales. Además, Sheldon piensa
que las clasificaciones en boga, sin excluir la de Kretschmer
han caído en una maraña de tipos, subtipos, tipos mixtos, ti.
pos híbridos, etc., pues los individuos raramente caben en una predeterminada categoría. Sheldon propone* otro sistema de tipos y señalamientos para significar los caracteres somáticos con los psíquicos. Toma como base la existencia de tres componentes o compuestos; endomórfico, mesomórfico y ectomórfico. El primero de estos tipos se deriva del endodermo o sea el compuesto interno del embrión (órganos abdominales), el segundo depende del mesodermo o compuesto intermedio (huesos, músculos, tejido conectivo, corazón y vasos sanguíneos) y el tercero se origina por el compuesto externo o ectodermo (piel, pelo, uñas, sentidos, nervios, cerebro). El compuesto endomórfico supone redondez y blandura del cuerpo, concentración central de las masas, cuello corto, huesos pequenos, miembros cortos, débiles y piramidales, manos y pies pequeños El compuesto mesomórfico requiere cuerpo duro y anguloso
músculos
destacados,
huesos
grandes
y
dera
prominentes,
amplio; muñecas y manos grandes, anchos hombros y e dad y
ancha pelvis. El compuesto ectomórfico significa fragil 5 Sie delicadeza de cuerpo, huesos largos y delgados, músculos 5 A
tos, hombros caídos, caderas salientes, cuello largo,
240
a
clinado, cara pequeña, nariz aguda, piel fina, seca y Sen pelo fino y de rápido crecer y genitales prominentes. ecológica Sheldon con esas bases combina su clasificación aL núP es ecexpresando cada. uno de los muchos tipos observables . resp meros de tres cifras, cada una de las cuales se refiere : sieme Troi¿ció ins. 35 Eugene Schreider, Les , Types, Huma París 1937, p. 98. Types Somatopsychiques ss William Sheldon, The Varieties of Human Physi que,
Part
se,
10.
Nueva
Les
york
tivamente a los sentidos compuestos citados. Sheldon piensa ue el grado
de la presencia o ausencia de cada compuesto uede ser indicado desde el 1 (casi total ausencia) hasta el 7
(casi total predominio). La endomorfia se expresa por la pri-
mera cifra del número, la mesomorfia por la segunda y la ectomorfia por la tercera. Así, el tipo extremo endomórtico se signicará por 711; el extremo mesomórfico por 171, y el extremo ectomórfico por 117. Estos tipos extremos son raros dice Sheldon; no pasan del 1%. En cambio, los tipos más comu-
nes son aquellos donde los tres componentes están más balan-
ceados, como los tipos 443 y 444. Sheldon se extiende en descu-
brir muchos de esos tipos combinados, que son los corrientes en las poblaciones y los que realizan algún tipo favorito en el arte, les gusta la moda, o el simbolismo popular. Así, por ejem-
plo, observa Sheldon que muchas pinturas de Jesucristo lo representan como
perteneciente al tipo 236 ó 235. La figura sim-
bólica de Tarzán, de la musculinidad potente, es de tipo 172. Sheldon sugiere que, asi como en lo corporal, hay tres com-
puestos para los temperamentos:
cerebrotónico;
los
cuales
con los tipos endomórfico, relaciones,
sin
embargo,
parecen
no
viscerotónico, somatotónico y relacionarse
mesomórfico son
seguras
prácticamente
y ectomórfico. y
absolutas,
Sheldon, y su debida apreciación queda para el futuro.
Estas
añade
Los descubrimientos de Ivan Pavlov y sus discípulos han se-
ñalado nuevos horizontes a la psicología sobre base fisiológica.
De ellos se han derivado nuevos tipos humanos. La originalidad de sus investigaciones consistió, no en estudiar la psiquis como una mera función del cerebro, sino en estudiar el cerebro en función del ambiente,
o sea la conducta de los seres a través
de una fisiología movida por las solicitaciones externas; las cuales por las vías sensoriales llegan a influir en el organismo, no solamente en la determinación específica de cada respuesta, sino en la actitud genética para las respuestas ulteriores. Durante generaciones, los neurólogos han tratado de descubrir bajo el microscopio las diferencias orgánicas que podrían corresponder
a ciertas
diferencias
de la conducta
humana,
así
como otros investigadores han tratado de encontrar sus moti-
vos químicos. Pero fuera de los efectos ocasionados por ciertas
lesiones estructurales que se observan en el origen de algunas perturbaciones psíquicas, la neurología no satisfacía la curiosidad del psicólogo que deseaba saber por qué, en una misma
situación dada, un individuo se inclinará en cierta dirección y Otro se decidirá por la dirección opuesta. Pavlov parece haber tendido un puente, sólidamente científico, entre la fisiología nerviosa y la psicología, demostrando cómo los estímulos ambientales, repitiéndose y exigiendo renovadas respuestas del or-
ganismo, crean en éste el hábito para determinadas respuestas hasta el punto de llegar a ser heredada por los sucesores la
capacidad de responder fácilmente que fue adquirida por el progenitor. Las condiciones de Pavlov acerca de la acción am-
biental en las determinaciones psíquicas no niegan el carácter
241
psicosomático de éstas; antes al contrar;
lo confirman y refuerzan demostrando la copuede
función del sistema nervioso central.
Lo más trascendente de tales experime
decirse
"cionalidag de
jos condicionados es la demostración de que sobre
:
refe.
adquiridos por el ser adulto pueden ser trasmitid Os Caracteres moplasma, de que cierta educación puede ser hera el ger. Maria, de que el ambiente penetra en la herencia. Como consecuencia de las investigaciones de I sus discípulos, acerca de los reflejos condiciona: an Pavloy dos y de lo fenómenos de excitación e inhibición que los in tegran, Se ha
llegado a establecer ciertos tipos reflexiológicos entre los Seres humanos No todos los sujetos reaccio ¡
. nan gualmente a los estímulos ambientales de la vida. Basándose estudio de esas maneras de responder, Ivanov-Smolenski pi hael fijado Cua. tro tipos principales: primero, el equilibrado,
adecuadamente en cada situación, capaz de adquirir cope
facilidad el hábito de reaccionar como el de inhibirse: se NN
el excitable, que adquiere
fácilmente
los hábitos reactivos y
difícilmente los inhibitorios; tercero, el inhibido, que es el ti y opuesto al precedente, y cuarto, el inérte, caracterizado Por su desidia, así para responder como para inhibirse, salvo en oca.
siones cuando cae en la desequilibrada anormalidad del exceso en uno u otro sentido.
Con mayor síntesis: en el equilibrado hay reacciones e inhi-
biciones adecuadas en cada una de las situaciones; en el exci-
table, reacciones fáciles e inhibiciones difíciles; en el inhibido, reacciones difíciles e inhibiciones fáciles; y en el inerte, inactividad o inestabilidad de los procesos de excitación y de inhibición. Estos tipos, cia real requieren a los sistemas de un tipo excitable
abstractamente, tan simples, en la experiendistinciones numerosas y más sutiles tocante reacciones a que aquéllos sean aplicados. Asi, en cuanto a las reacciones del instinto de la
defensa activa, podrá ser inhibido en las del instinto de investigación,
o inerte
o equilibrado
en
la
esfera
de los intintos
sexuales. m4: psicosomáticas complejidades o correlaciones Fuera de estas los psicólogos han tratado también de clasificara los ss
humanos tan sólo por sus caracteres psíquicos,
sus bases somáticas, pero prescinu dando por presupuestas 2,
do de su connotación.
Pero
antes de entretenernos
monos por razones sde rencia y comentario, detengá los aludidos tipos somático
242
la apreciación de todos a su significación racial.
e m
e stodorefe-en
€
POS
la esc Las líneas del problema de la correlación en la psiquis con el individuo han sido trasportadas A decir
o
mayor de la raciología, como con un pantógralo. smicamen mente. racista Krocher, “razas que difieren entre Sl anató
es natural que difieran también fisiológica y psicológica 37 G.
Schreider,
ob.
cit.
racista se apodera
de este preconcepto determi para basar en él sus ideas Sob razas por razón de sus respectivas men re la lao tal
E rovecha
1
idades y de su fata-
lidasd que orgánica. Á priori se sigue proclamando que los individuo poseen ciertas características físicas her edadas, es natural que también hereden alguna ! s corre spondientes predi siciones mentales; las cuales, siendo los otr os rasgos, iguales, los inclinan hacia cier
tas manifestaciones del sentimiento y la
conducta, y pueden, por lo tanto, arrastrarlos con más rapidez
que a otras personas de distinta constitución física hacia ciertos modos de vida. Sin embargo, este preconcepto, que teóricamente parece lógico y, según algunos, hasta es natural, no ha podido lograr una demostración plenaria. ¿Responden
realmente
los ya referidos tipos somotopsíqui-
cos a criterios de raza o, por el contrario, tales tipos, aun cuan-
do sean tenidos por reales, están desembarazados de toda connotación raciológica?
Ya hemos dicho que sobre cualquier orden clasificativo de
caracteres somáticos
o básicamente
tales se puede pretender
una distinción de raza. En este sentido escueto pudiera decirse
quizás que hay una raza de hombres pícnicos y otra de lepto-
somas, una raza de ciclotímicos y otra de esquizofrénicos y otra
de brevilineos-bradipsiquicos, etc. Lo mismo que podría hablarse, en sendos casos, de razas de chatos y de narigudos, de lacios y de grifos, etc. Pero no se trata de una tan simple cuestión, sino de si los caracteres somatopsiquicos indicados pueden en rigor darse como racial es por razón de su variedad, hereditariedad y permanencia y, sobre todo, si esas clasificaciones
somatopsiquicas corresponden con otras características somáticas, más simples o anatómicamente también complejas, como son la pigmentación cutánea, la conformación craneana, los perfiles faciales, la contextura del cabello, etc. O lo que es igual,
reduciendo la cuestión a su manera más sencilla y vulgar, ¿esos
tipos somatopsíquicos corresponden a los tipos raciales de caucasoides, de mongoloides y negroides? ¿Corresponden a otros tipos raciales cualesquiera?
Con lo que sumariamente queda dicho tocante a -los tipos humanos propuestos según las hormonas, las constituciones, los
temperamentos,
los biotipos,
etc., es fácil comprender
cuan
deficientes son las definiciones de la personalidad humana, prescindiendo de las causas ambientales de todo género que
contribuyen a plasmarla y a darle en cada momento su psíquica' fisonomía. Con estos caracteres ocurre lo mismo que con los meramente somáticos en cuanto a sus variedades, a sus varlan-
tes y a sus variaciones por herencia, mutaciones y circunstan-
Clas.
En
cuanto
a la endocrinología,
no se ha podido
establecer
una clasificación de tipos inequívocos, que no sean entrevera-
dos o solapados y exentos de variantes intermedias. Y si esto
Ocurre con los tipos que se observan atendiendo tan sóloa una
243
cualquiergia de las muchas funciones OS comple
pla
jididad y matización de los po n res, NOTE ] los fenómenos endocrinológicos no pued o se CONside ,
que
exclusivamente a tal o cual glándula, sino alí ser
sinérgico de todo su sistema
fisiológico,
o
“Rcionamienty
Anál itucjciones A ogamente ocurr Url e con las conststitu titucionales son definidos por sus perfiles más Los
tipos Cony.
pero no son frecuentes
Caturescos.
rasgos
tan extremos
y singulares
.
que
en la realidad
.
parecen Pei
y en és ta
Y Con
entre uno 7 otro tipo extremo, una muy es Presenta, es. Cuando en la práctica de la vida se quiEradación de variedades
car esta distinción, se comprende
cuán
vaga es.
Y
riencia de cada día se ven leptosomas alegres parleros
re apli.
A
ficiales y eurisomas hipocardíacos, silenciosos y reflexin Per
tosomas que unen el saber reflexivo a la fácil a le camaradería, como eurisomas que combinan la pesadez de su Cuerpo con la de su espiritu. Según Boas, la clasificación de las constituci
nes y temperamentos arranca de las experiencias médicas, que
han descubierto una más o menos íntima interdependencia =u. tre ciertas formas corporales y ciertas condiciones patológicas
de manera que en algunos casos la estructura corporal puede tener un valor diagnóstico. Pero estos tipos se basan en impre.
siones, no siendo en rigor sino conceptuaciones de formas cons. titucionales análogas a las conceptuaciones de los tipos huma-
nos regionales. Cuando los trazos somáticos de esos tipos se quieren expresar en términos antropométricos, se advierte que los tipos constitucionales ofrecen tantas variantes como cualquier otra clasificación análoga con pretensiones raciológicas. Ya hemos visto el recurso aritmético usado por Sheldon, en
Su
clasificación de compuestos
somáticos,
para eludir en lo
posible la confusión de los entrecruzamientos e hibridismos de los tipos solapados.
Por otra parte, al referirse a la posible
correlación de temperamentos
con los tipos somáticos, caute-
losamente la da por aún desconocida; si bien cree poder anticipar que, según parece notarse, los temperamentos dependen más que de una correlación simple con los tres compuestos somáticos, de una combinación de éstos, según sea su respet-
tivo balance en el individuo.
No se puede ir muy lejos ni muy
temperamentos. Los temperamentos
,
seguro con la guía de los
constitucionales son pd
ceptos muy complejos y que responden a los mas varios
ati
res. Y si antaño la definición de los temperamentos e ores
cos dependían principalmente, según sus mismos
244
apre
de infinidad de factores cósmicos, desde los influjos ast% e ha-
la disposición de los vientos, hoy día los temperamentos :
6
cen depender de factores morfológicos, fisiológicos Y P
gicos.
cuanto 8 En cuanto a la hereditariedad de los carac racteres somatop3"
quicos, bastará referirnos por analogía a lo dicho en o tienen
los escuetamente somáticos. Además, los fisiólogos erencia de conclusiones definitivas que ofrecer en cuanto a la
las constituciones y temperamentos. Para unos fisiólogos, acaso la mayoría, la constitución corresponde al genotipo, es decir
al tipo esencial y con frecuencia escondido que depende de los factores hereditarios. Lo demás del fenotipo, o sea el individuo
tal como aparece a la vista, no es sino condición impuesta por
el ambiente
propiamente
o sea
el paratipo.
entendida
como
Según
estos fisiólogos, la raza
una herencia, queda
absorbida
en el genotipo o constitución. Para otros la constitución no es sino el paratipo y, todavía para otros más, la constitución viene a ser el resultado complejo del genotipo y paratipo, o sea el
fenotipo.
Mientras
unos
hacen
depender
los
temperamentos
constitucionales de los factores orgánicos y hereditarios, otros opinan que en aquéllos son predominantes los influjos del medio, con lo cual la conceptuación de los temperamentos depende en definitiva del mismo problema cardinal de las razas, o sea de la existencia, la correlación y el respectivo predominio de los elementos genéticos y de los ambientales en la deter-
minación de la personalidad humana. Tocante a su variabilidad, también
los caracteres somato-
psíquicos son susceptibles de eludir esa permanencia que debe ser indispensable en todo carácter verdaderamente racial. El
cuerpo humano se halla siempre en estado plasmático por la constante fluencia de las reacciones fisiológicas y psicológicas
del organismo, según influyen en éste las circunstancias internas o externas de su vida. Sabido es que los caracteres constitucionales ton muy susceptibles de variación; un simple cambio
" psicopático, por ejemplo, puede llevar a la flacidez o la gordura
y hasta a un cambio completo de constitución, como por un golpe de estado producto de la locura. Y los temperamentos
cambian según las edades, la nutrición y las demás circunstancias variadísimas que rodean al ser humano a lo largo de su
vida. Ha sido, pues, imposible establecer una correspondencia bio-
lógica entre los tipos somatopsíquicos y los raciales. En cuanto a la endocrinología ya aludimos a los intentos de Keith,** pero no ha sido posible
establecer
un complejo
glandular
que co-
rresponda con otro somático de orden racial. Ninguna de las combinaciones apreciables se ha presentado como exclusiva de una raza. En blancos, negros y amarillos las glándulas segregan igualmente la prodigiosa variedad de sus hormonas. La tiroides, el timo, la pituitaria y demás aparatos de la producción hormónica
funcionan diversamente según los individuos;
pero no parece demostrable hasta ahora que se distingan en sus manifestaciones según factores escuetamente de Taza. En
cualquier grupo humano geográficamente definido podrá ha-
llarse que el sistema glandular de sus individuos tienda a pro-
ducir en la población la gordura, o el bocio u otro efecto natural de una determinada disposición glandular; pero no podrá
asegurarse que esta predisposición fisiológica sea debida a fa3% Ver Supra, p. 82 y siguientes,
245
talidades de raza, es decir de una taria y ajena a las condiciones del
o
es
or
En cuanto al valor raciológico de las con fantaseado. Se pretendió en Europa que el
gánic
A herea:
y del y Ss o Uciones Se ha
nórdico, y el eurisoma es el alpino. Y que las Core Losom e : ténica, atlética y pícnica equivalen a las razas nór Ituciones :
y alpina. Pero los hechos observados contradicen 1 ica, dinárica
caprichosas. Baste decir que Kretschmer indica
quo e
de los asténicos son relativamente más cortos que los crán otros tipos, y los llamados nórdicos
MiPóte
son precisament OS de log
céfalos. Henckel, von F. Rodhen y Weidenreich3 han dolico. que los tipos constitucionales de Kretschmer se enc A Probado todas las razas estudiadas a ese efecto. “entran en El mismo Kretschmer, aun cuando admit
ibili
afinidades entre los complejos morfológicos y poo buuidad de
los tipos constitucionales y de los raciales, conviene er OS de
hay correspondencia escueta alguna que sea conocida entre « tipos.
También se ha querido aplicar la clasificación de Jae LS
a ciertos tipos de razas, y se ha dicho que el germánico Ne co tipo integrado hacia el exterior y que el celta o francés es si
nestésico. ¡Pura fantasía! Según concluye Schreider, “no hay
identidad entre la raza y la constitución; sus correlaciones per miten solamente creer que algunos tipos constitucionales son
un poco más frecuentes en una raza que en otra”, o mejor
dicho en unos grupos humanos que en otros. Con referencia a los temperamentos, en cuanto se toman éstos
como índices psicológicos de raíz somática, la fantasía de los
racistas ha sido desbordada en su empeño de descubrir las razas de las almas. Por ejemplo, se advierte que, en general, los indios americanos suelen ser poco dados a las expresiones emotivas, mientras que los negros africanos suelen exteriorizar sus
emociones copiosamente. Pero ¿esas definiciones de tipos psi:
quicos individuales, adoptadas por la psicología contemporánea para sus caracterizaciones, pueden aplicarse realmente en la raciología, habida cuenta de su esencia genética? Valga otro ejemplo.
Los
mediterráneos
se ha
dicho,
esquizotímicos,
son
particularmente en España y Córcega. Y, correlativamente, Kretschmer ha observado en España la grandilocuencia de
estilo, y una solemne y ceremoniosa aristocracia. Pero, aparte
de lo muy erróneo de atribuir una exclusiva e inequivoca Pe
titución y psicología al pueblo de España, considerándolo Un pe y homogéneo, como una tierra de sólo Quijotes, ¿qUe A el estilo retórico y en la pompa que sea fisiológicamente É Sa dular, somáticamente temperamental y hereditariamen Sis
cial? ¿Y no puede explicarse mejor todo ello por razones
tóricas de cultura?
29 Vea
sobre
todo
a
Weidenreich,
1927. Nota de Schreider. sw Eugene Schreider, Les Types
95.
Rasse
und
Somatopsyches,
..
Korperbau, París,
19
Be
rlin,
37, pp:
29,
2
También se nota, dice el ya citado Daven
rt,
por
sem.
lo análogo, que mientras en el ánimo de los Highlander de
Escocia
prevalece una
tendencia
soturna
y reseca, en los ita-
lianos del sur predomina la luminosidad y ligereza de espíritu
Según este autor,
no puede dudarse de que el temperamento se
herede, “si bien, dice él, de una manera harto complicada”.
Pero no ha podido ser explicada ni la realidad de tal herencia
ni la forma de sus complicaciones. Dicho autor piensa que debe de haber un factor de la excitabilidad ('que puede ser un
simple dominante mendeliano”) y un factor de la jubilosidad
o alegría, los cuales pueden o no combinarse entre sí. Por esto resulta haber personas que son vivaces y alegres, otras vivaces
pero tristes, otras deprimidas y estólidas pero de fácil alegría,
y otras apagadas y sin respuestas a los estímulos. “Estas condiciones son heredadas y muestran definitivamente que si uno
de los progenitores es excitable, al menos la mitad de sus hijos
habría de serlo también
y que cuando
ambos
padres son de
ánimo deprimido, también lo será su descendencia. Las diferencias de temperamento
imputarse
al
respectivo
en los diferentes pueblos no deben
ambiente,
pero
sí a sus
diferencias
corporales y de funciones fisiológicas, las cuales determinan un diverso caudal así de emociones como de inhibiciones."s2
Esta opinión peca,
De todos modos,
al menos
¿cómo
precisión y permanencia
por lo excesiva, de prejuiciosa.
correlacionar, fuera de la fábula, con
hereditaria, las emociones, las glán-
dulas y las constituciones con los cráneos, los pigmentos, los ojos, los pelos y las narices, o sea con las razas? El determinismo contemporáneo no rehusa, ciertamente, la
posibilidad de esa interdependencia orgánica y funcional tocante a los temperamentos; pero, dado el estado de los conocimientos aceptados, no puede darse por comprobada. Por lo menos, parece prematuro admitir la herencia mendeliana de la irritabilidad o de la alegría, independientemente de todo factor de ambiente, así geoquímico o ecológico como social. So- bre todo es excesivo pretender que el ánimo, su ardimiento o su estolidez y su jocundidad o su hipocondría, dependen sólo de unos enlaces cromosómicos en el fatalismo genético y no de un complejísimo tejido de factores físicos y humanos, individuales y colectivos, que van desde el calcio que tiene la tierra
y lo magro de la dieta cotidiana hasta las repercusiones de una catástrofe económica o de una epidemia de mística religiosa. Algo análogo pudiera decirse tocante a los tipos reflexológicos. No sabemos
hes raciales. equilibrados
En
que se haya intentado aplicarlos a las divisio-
todas
e inertes.
éstas
Sin
hay
que
tipos
excitados
esto quiera
e inhibidos,
decir que
en unos
grupos dados no puedan darse aquéllos en mayor o menor pro-
Porción comparativa; y éstos por complejas razones, aun por
*1 Charles B. Davenport, V. Cowdry,
1 Ibidem.
The Mingling of Races, en la obra de E.
ob. cit., p. 558.
247
motivos hereditarios,
cación racial.
pero sin
que
que
pueda Pretenderse Su *Xpli.
En resumen, pues, puede observarse
cuand a los tipos somat que Psíiquicos, o Ss lo se logra es caer en el concepto de 1 a Taza e stadística go , de equívoco ya hemos tratado. conceder
racialidad
Los elementos psíquicos
que son consi
nición de los tipos somatopsiquicos han pd po
: Yo
Para la defi.
valuación o de una desviación de su valuación real” de sobre.
en las supuestas
equivalencias
de
raza
y constita Basándose
constitución y temperamento psíquico, se ha querido” Y de nueva
base racial o genética
a los caracteres psicol
é Ga una pensó que si dos cosas iguales a una tercera son ¡ A. Se sí, por la introducción del término constitución se hall equivalencia entre las razas y las almas. Pero ese en ade ES
miento silogístico es improcedente; le falta verdad en S adena-
misas. Ni la raza es la constitución, ni la constitución pe
temperamento es el único traductor de la psiquis, Si los ext a mos escuetamente corporales del tipo somatopsíquico no de
den separarse del influjo de las circunstancias, ni por tanto,
eludir el problema de sus relaciones ambientales, menos aún
pueden evadirse de tales complicaciones los extremos psíquicos que se toman como integrantes de la tipología bioquímica, cons. titucional
Kretschmer
o
temperamental.
Se
ha
objetado
con
razón
a
el no haber probado nunca la preminencia de los
tipos constitucionales sobre los factores circunstantes, y mien.
tras esto no se aclare será imposible explicar la relación entre constituciones y razas y llevarla al campo de la psicología racial. Lo mismo sucede con todas las clasificaciones somatopsiquicas. Por esto, concluye Hammann* que esas repercusiones
íntimas y recíprocas de lo psíquico y de lo físico, no solamente son difíciles de interpretar, sino que son tan intensas y miste-
riosas que toda determinación constitucional es imposible. Por Su parte, dice Eickstedt, aun con la hipótesis de que los carac-
teres psíquicos del ser humano están en correlación con los del
genotipo, las condiciones de tal correlación son harto oscuras
para que la raciología pueda
Parece
aquí oportuna
una
basarse
curiosa
en ellas.
comparación
hecha por
Ashley Montagu:* “El hombre, dice, ha criado ciertos Po
de raza para aprovechar las cualidades de sus temperamento útiles en cacerías; por ejemplo los setters o perros de em
de Irlanda y de Inglaterra. Ambos
peramentos y facultades cazadoras;
perros tienen iguales .* es pero el setter irlan Salcas
de pelaje rojizo y el del inglés es blanco y negro Sos, le ha 248 - diferencias son los colores de sus pelos. Y a na 5 ocurrido deducir distinciones temperamentales entre a razas de canes como consecuencia de sus diversos colore entos poco hay quien pregunte por las diferencias de tempera
nt, constitution et race, Toulouse: e m a r , e n p n m a e m T m a “5 J, H «“ M,
F. Ashley
Montagu,
ob. cit., p. 486.
1932.
ent
re los caballos blancos, los negros, los bayos y 1 razón de tales disparejas condiciones,
Preguntar
ñ
os
arecería necio; sin embargo, cuando se trata de los hombres
de sus pelos y colores, la prejuiciosa afirmación de que tal o
cual pigmentación está asociada con cierta actividad temperamental y mental suele aceptarse como un evangelio. No obstan-
te que
para esta afirmación hay los mismos fundamentos que
ra admitir la ilusoría existencia de radicales distinciones en as mentes de los diversos perros, según las sendas coloraciones de su pelaje. Sabemos que los colores de los perros y los caballos nada
tienen
que
ver
los hombres han prestado cuadrúpedos que a las de dedicado nuestra atención tes del género humano y
con
sus
caracteres
mentales porque
más atención a las cualidades de esos los bípedos. Pero los que sí hemos a la mentalidad de las diversas gena sus culturas estamos convencidos,
por todos los medios científicos a nuestro alcance, de que entre las variedades
de la especie humana
no existen distinciones
mentales demostrablemente determinadas y significativas que sean innatas, Y todo hace creer que las diferencias intelectuales que se observan en las variedades humanas dependen enteramente de factores culturales y en nada relacionados con factores biológicos.”
No
parece, pues, que los antropólogos
puedan
ponerse de
acuerdo con los psicólogos para unir elementos somáticos y psíquicos en complejos característicos que puedan calificarse
de razas. Pero si no se han podido crear verdaderas razas de carne y hueso, ¿podrá haber razas con sólo espíritus? No faltan quienes pretendan convencernos de la realidad de una tal mito. ogía.
249
VII LOS CARACTERES
PSÍQUICOS
Y LAS RAZAS
SUMARIO:
¿Qué
files, sus niveles.
es lo que se mide?
es
la
inteligencia?
Lo psicometrío.
Sus
factores,
sus per-
Sus procedimientos.
Su imaoplicabilidod a los rozos.
¿Qué
No se ho
podido probar que haya diferencias mentales entre blancos, indios y negros. Tampoco son diferentes en la músico, ni en la estético, mi en los gestos y los ademanes, mi en los emo-
clones, ni en los sentidos, mi en los coracterismos, mi en los temperamentos, ni en los tipos psíquicos, ni en la moral. No
existe
uno
personalidad
racial.
Es tan frecuente como vulgar admitir que toda raza tiene un alma propia. Si nos referimos a las tres grandes agrupaciones humanas
generalmente
aceptadas
como
razas
(caucasoide,
mongoloide y nepgroide), parece fácil a primera vista dotar a cada una de ellas de características psíquicas, como hizo el conde de Gobineau y después hicieron muchos otros escritores.
Se ha querido descubrir el alma de cada raza o grupo humano
bien empiricamente, tal como se han escogido para cada Taza las fisonomías y los colores, o bien científicamente, por procedimientos experimentales.
_ Todos los pueblos tienen para sí una psicología racial pecu-
liar, con la cual interpretan a su modo las características psíqui-
cas, así buenas como malas y éstas sobre todo, que ellos creen encontrar en los nativos de otros países. . Los refraneros de todos ificativos que constituyen
Popular. Beocio
los pueblos conservan ciertos calas expresiones de una raciología
(natural de Beocia) es sinónimo de estúpido
en el lenguaje clásico. Bárbaro
(el nombre no helénico)
quie-
re decir desde hace siglos “fiero, inculto, brutal y tosco”. Sueco oriundo de Suecia) se dice en español a quien se hace el sordo para desentenderse de lo que se dice. Inglés (de Inglaterra) se le dice al “acreedor”, sobre todo si es insistente. Aragonés
se le llama en España al “testarudo”. Judío en muchas ocasio-
251
n es tanto quiere decir como “avaro” y “usurero”. da se entiende la usura extrema o “arnis > Y por díos”, Gitano quiere decir “gracioso, adulad: Propia de ¡tia "gitanada es cosa de gitanos, generalmente e engañadopilis
os tratos”. Cafre (negro del sur d
fio y cruel”. Apache
NgAñOo astuto
(indio fiero na)
co y del oeste de Estados Unidos)
dont es compu
con frecuen de
de
Y
éxt.
Francia y otros países a “criminal feroz y parásit, equivale en
mala vida”. Campechano (indio de Campeche Sito socia] q de Yucatán) equivale a “zalamero y alegre” y, Por extensión
de Cuba. Guachinango
(nombre dado en Cuba . vernáculo
mejicanos) significa como el anterior. Guajiro (n a los indios indómitos indios de la península Guajira,
en Vene. mbre de los
re decir en Cuba “montaraz, huraño y campesino”. J quie. dio guerrero de Suramérica) se le apellida en Puerto Ri (in“campesino montuno” y en Cuba a la “persona huidiza” E najo
(indios de las Islas Guanajas,
esclavizados en el si
oa
por los conquistadores de Cuba) equivale entre cubanos a rd to” o excesivamente ingenuo; y de ese vocablo hemos deriy 2d , “guanajería” y “guanajada”. ado En determinadas épocas, a cada tipo racial se le atribuían específicas condiciones psicológicas, generalmente adversas sobre todo si eran gentes subyugadas y se trataba de justificar su estado de infelicidad social. Cuando la conquista de América
al indio se le calificó de haragán, mentiroso, feroz, suicida, deshonesto, ladrón, desleal y bruto; luego se dijo igual de los negros, cuando se les esclavizó; y, caso harto curioso y significativo, también se escribió casi lo mismo de los españoles cuando los demás europeos los tuvieron por enemigos. Los tratan-
tes negreros también se permitían clasificar a los esclavos traídos de África, atribuyéndoles condiciones psicológicas de mansedumbre, inteligencia, habilidad, etc; contrastando con la costumbre contrapuesta de los compradores de esclavos que de-
cían conocer, según fueran sus oriundeces, las malas condicio-
nes o tachas de los negros, tales como la haraganería, la indis-
etc. Con ciplina, la delincuencia, la tanatomanía, la rusticidad, frecuencia se oyen en el lenguaje vulgares frases epitéticas C0mo éstas: “minucioso como un chino”, “impasible como un in
dio”, “alegre como
un negro”, “avaricioso como un escocés ,
“socarrón como un gallego”, “hinchado como un portugués, eto En todos los pueblos el folklore ha ido creando y mantenien
inmunerables adjetivos de esa naturaleza, en los cuales cierto
:
caracteres psíquicos aparecen como hereditariamente a£
252
anexos a determinadas condiciones raciales o de oriundez gráfica.
Pero toda esta raciología
popular es hija de
la
la
f
tasía
%P.
Tales apelativos no son Sino Simbolos idiomáticos deducida
de circunstanciales
experiencias históricas.
Todavia Pl),
ran muchos de tales prejuicios, y las políticas insanas Y crecientes conflictos sociales tienden a acrecentarlos e isl $0
a desvanecerlos.
Por eso es muy seria y apremiante
e los modernos psicólogos y antropólogos t
:
ii
falsos mitos, que perturban los
de
:
pulir
grientan a la humanidad, de la manera que otros hombres de ciencia han de aniquilar las plagas y de impedir las epidemias
que a los hombres traen muertes y otras desventuras. Las investigaciones de los psicólog os y antropólogo temporáneos son por cierto muy halagadoras; precisamente, aunque esto parezca paradójico, por lo inconcluyente de sus resultados. Se ha tratado
de hallar las bases de una raciolo-
gía psicológica y éstas no han sido encontradas.
La psicología aspira a clasificar las psiquis, mentes, espíri-
tus o almas humanas, por el examen y distinción de los caracteres que éstas ofrecen en su funcionamiento.
logía
escuetamente
psicológica,
relacionándola
Y de esa tipocon
la tipo-
de las razas, se pretende llegar a una psicorraciología, , a logía un psiquismo racial. Los psicólogos han procedido en su campo como los anatomistas y los fisiólogos, estudiando primeramente las diferencias analíticas de sus caracteres, y luego tratando de agrupar por razón de sus semejanzas los ejemplares así obtenidos. Y de igual manera que la antropología, la psicología ha tratado
de clasificar a los individuos no tan sólo por tales o cuales rasgos aisladamente considerados, sino por grupos de ellos, a
veces muy complejos, intentando el reconocimiento de tipos sintéticos. Así como los antropólogos acudieron a la compa-
ración cuantitativa de las formas somáticas, así los psicólogos han intentado una psicometría para medir las facultades y las funciones
de
la
psiquis;
pero,
también,
si los antropólogos,
insatisfechos de estos métodos y de sus resultados, han buscaracterización
cado la diversa
de los hombres
en complejos
somáticos y somatopsíquicos, a su vez los psicólogos han estudiado la clasificación de las almas por los distintos complejos apreciables de sus caracteres. En psicología como en antropología, cualquier carácter particular puede servir de base a una tipología mediante el anáJisis y la seriación de sus variedades. Los psicólogos han establecido
tipos
de inteligencia,
de atención,
de memoria,
de
emoción, de voluntad, etc. Son acaso los más importantes a nuestro objeto, por la trascendencia racial que se ha querido derivar de ellos, los llama-
dos tipos de inteligencia.
En este campo, desde fines del si-
glo xrx han alcanzado una
extensa aplicación los métodos
denominados tests, para clasificar los diversos tipos de inteligencia, según determinadas proporcionalidades. Se ha pensado, como
bien
dijo Francis
Galton,
que ninguna
rama
del
conocimiento puede adquirir la dignidad de ciencia sin someter los fenómenos de su observación a número y medida, y se ha tratado de crear y aplicar una métrica
humana.
de la inteligencia
Los llamados tests o “pruebas” de la inteligencia no son sino
complejas pruebas mediante las cuales se procura apreciar en
253
cada individuo y expresar en form 0. nes de su inteligencia. Así se obtienen dinctl aS Cong; tativos de inteligencia, indicados Por cifras Sos tipos Ai tales mediciones se pretende una clasificacia A entes, de
las inteligencias. Varios son los métodos idead: las intelige ncias y puestos
en boga desde comier
sente siglo. No tenemos por qué analizarlos
cientifica de a
Da
Medir
del pre.
se dista mucho de reconocer unánimemente la e dectr que
rimental de tales procesos testificativos de la ¿o coa ex
las inteligencias, antes al contrario. La graduación ouación de ligencias
como
valores
genéticos
es
tarea
com
+ las
su naturaleza, por su técnica y por los múltiples factorana
siderar; acaso sea imposible. Antropólogos, p OT€s a con. logos habrían de unir sus esfuerzos para tos soció. 1
,
habría que fijar primero, por los antropólo tico positivo de cada individuo, sino que los
drían
que
en
previamente
convenir
la
ica
tu
9 Sólo Sá»
realidad eos ten.
medida, en la universalidad y eficacia experimenta
PRO
métodos psicométricos y en la técnica adecuada para lud los factores provenientes de la edad, de las idiosincrasias fisio.
lógicas, de las motivaciones peculiares y, sobre todo, del esta.
do social y de la cultura de cada sujeto, para lo cual se requie.
' ' re la cooperación de los sociólogos. En cuanto a la tarea de los antropólogos ya hemos visto cuán insegura siempre es su tipología somatológica, máxime al tratar de establecer tipos raciales. Los psicólogos tampoco convienen acerca de la verdadera naturaleza de su tarea para clasificar las inteligencias. En este problema se comprenden
varios temas fundamentales: ¿Qué es lo que se ha de medir? ¿En quiénes se mide? ¿Cómo se mide? ¿Qué es lo que realmente resulta medido?
“No se puede medir un alma”,
decía B. Malinowski. Ante
todo, ¿qué es la inteligencia? Se tienen ideas confusas de lo
propias opiniones suelen que es ser inteligente. Nuestras influir mucho en tal concepto. Una de las maneras mas facipor otra persona es decirle siemles de ser creído inteligente pre a ésta que tiene razón
¡Quien
nosotros tiene
piensa como
que ser inteligente! Un mismo acto será considerado Co inteligente o como necio, según el punto de mira del juzgado!
o ¿No habrá una manera de definir la inteligencia ,coneos
tividad y, luego, la de medirla
camente?
Los psicólogos
para poderla
valorar
han acudido a muchos
para lograrlo, Algunos como Terman, piensan que 254
viduo
1 Puede
es inteligente en proporción
,
eemtra
a Su capacidad P
ra las Sympo-
verse un resumen de las teorias a ese respecto E, cational
sium on Intelligence and its Measurements, Journal í Mental Psychology,
1921. Beatrice Blackwood,
ting in Relation graphs, serie no.
to 4,
Anthropology”, Mental Meas Baltimore, Md., 1927. Y,
Spearman, “Intelligence Tests”, en The 1359
“A Study arement
y en L. M. Terman
Mono-
¡entemente, C. view enero,
Eugenics Fey iigence
and M. A. Merrill, Measuring
Tes:
abstracciones” y, por tanto, habría que medir el poder de abs.
tracción. Otros opinan que hay que considerar el poder de raciocinio y también la facultad de imaginación; otros se
extienden a la memoria, otros, a las percepciones sensoriales Hagerty sostiene
cepción,
que la inteligencia incluye “sensación perasociación, memoria, imaginación, discriminación
juicio y raciocinio”. Otros con criterio más complejo, quieren que en la inteligencia se comprendan la memoria para conservar las experiencias pasadas; la comprensión para apreciarJas en su valor real; la curiosidad, que mantiene al ser alerta ante la contingencia del cambio de conducta; la adaptabilidad,
que dispone al cambio y al reajuste; la creatividad, que esta-
blece las aptitudes nuevas. Digamos, en resumen, que la tendencia general de los psicólogos al definir de varias maneras
la inteligencia es la de fijarse especialmente de descubrir las relaciones entre las cosas y tracto; en la de dirigir la acción de acuerdo miento adquirido, suprimiendo las reacciones
en la habilidad pensar en abscon el conocidesviadoras y
favoreciendo las favorables; y, en fin, en la de ajustar la conducta mediante nuevas actitudes ante nuevas situaciones.
Pero traducir estas capacidades mentales en cifras y cocientes aritméticos no parece aún cosa hacedera. ¿Qué deberá, pues, entenderse cuando se diga que el resultado de un test ha demostrado una buenao mala inteligencia? ¿Que el individuo sabe o no hacer abstracciones? ¿O que es
o no imaginativo? ¿Será que tiene memoria, cuando Binet, autor de un método que lleva su nombre, dice precisamente
que “la memoria no es inteligencia, sino su gran simuladora”?
¿Que es inquisitivo y vigilante? ¿Que es adaptable? ¿Que es creativo? .
Alfred Binet pensó, que no se podían analizar aisladamente
los supuestos elementos mentales, como se estaba intentando.
Con poca memoria se puede tener mucho juicio y viceversa.
Si los tests analizan facultades distintas, adicionar el cociente
de la memoria al del raciocinio para obtener un cociente sin»
tético sería tan absurdo como sumar el índice facial al grado de pigmentación cutánea. Se discute si debe admitirse como realidad el concepto de una inteligencia general, o, lo que es
igual, si hay una integración de las funciones intelectuales del hombre, o si, en cambio, existen gran número de específicas habilidades más o menos independientes. El psicólogo inglés
Spearman es uno de los principales propugnadores de la teoría unitaria de la inteligencia.? Se ha sugerido por Spearman
un método que se titula los dos factores, el factor G, de orden
general, o sea la facultad creadora de pensar o de aducir, dis-
tinguiéndola de la de sentir o recordar, y el factor S, de rigor específico, referente a tal o cual facultad determinada. Todo
proceso mental, se dice, está compuesto de esos dos factores, por ejemplo, una excelente caligrafía o un buen score de golf * Spearman, The Abilities of Man, 2da. ed., Nueva York, 1932. Vea también
F. Thomas,
Ability
and
Knowledge,
1935.
255
demuestran
un grado
un alto grado S, de facultad e similar G,
de inteligenc;
necio puede ser un calígrafo
porto
Ífica
neral,
do. Pero esta teoría no ha bastado.
n Pd
Yo
Viduo
un deportista P r mia.
Ya se ha ido abandonando el e ral y los psicólogos contemporáneos 1 a
sus factores, tratando de hallar un perfil de
: eeligencia Jen
que un 1. Q. general, o sea un cociente de nte
Kelly, después de sus experimentos considera
la inteligen ho gencia má
encia Sener
factor constante ni idéntico, que se pueda medir S no €s un los T a veces representa memoria, otras rapidez " 0 ¡EMpre; en
nes verbales, etc. Kelly? piensa que el llamado gos, “eaccio.
es un factor simple, sino múltiple y variable según q
G
géneos influjos de raza, sexo, edad, etc. Kelly Sugiere hetero, lisis de la captación de relaciones especiales, el pb aná.
números, el uso del lenguaje, la memoria, la rapidez me, de etcétera.
Spearman
analiza
ciertas formas
de materia cota,
fatiga, la habilidad musical, las relaciones lógicas, las aci
ticas, las mecánicas y las psicológicas. Pero no se ha llegado a un acuerdo para establecer el grupo de factores mentales 0 sea el haz de factores que
quico medido
por un dado
se integran
en cada fenómeno psí.
test. Y aun en relación con estos
grupos, no es aconsejable la adición de varios de ellos para
formar juicio sintético del valor de una
inteligencia. “Sería
como sumar manzanas con naranjas”, ha dicho Brigham. Thurstone,* acaso con más insistencia que otros, sostiene la teoría del factor múltiple. Según él, la inteligencia se determina por seis o siete grandes sectores, aparte de otros
secundarios. segundo,
Tales son:
fluencia
oral;
primero,
tercero,
facilidad con los números;
visualidad;
cuarto,
quinto, rapidez de percepción y séptima, deducción.
memona;
Además, ¿cuáles son las dimensiones de una dada capacidad mental? ¿Potencia, extensión, rapidez, profundidad...? Se
advierte también que los experimentos tienen que sel tan simples, que sólo pueden referirse a fenómenos mentales de
muy corto radio y los procesos intelectuales más significativos
quedan fuera de toda experimentación.
No se sabe, pues, qué es lo que realmente se mide
fic
e
método de los tests. Y para que se puedan aceptar cien pued
mente estos métodos llamados psicométricos
cer si la medida realmente como dice Garth. O como
256
“hay qUe edir”
mide lo que tratamos de Jn jue escribe Hooton, también eIligence
go de vocablos, hay que saber previamente what inte tests test; es decir, “lo que las pruebas prueban”.
Stanford Univ s T. L. Kelly, Crossroads in the mind of man,
Press, 1928. : * L. L. Thurstone, Vectors of the Mind,
s Thomas
Chicago,
1935. 5
R. Garth, Race Psychology, Nueva York, 19%.
s E. A. Hooton,
ob. cit., p. 596.
Por otro lado, tratándose de fenómenos tan sutiles y complejos como los mentales y de lo errátil que suele ser la naturaleza de los seres vivos, hay que considerar lo incierto de
los resultados, los cuales habrán de depender
siempre de las idiosincracias de los sujetos y de sus condiciones circunstan-
ciales. ¿Se sabe, en definitiva, cuál es la base fisiológica de la inteligencia? ¿Se puede asegurar que ésta depende del
número y disposición de las células nerviosas en la zona cor-
tical del cerebro? ¿Acaso de la facilidad para las conexiones en la sinopsis? ¿O del efecto estimulativo de ciertas secreciones endocrinas, o de todas éstas? Además, el resultado métrico
de los tests ¿no será influido en cada caso por el estado psíquico de los sujetos experimentados mientras dura la expe-
riencia? ¿Será igual el efecto de un experimento según los
sujetos sean nerviosos,
hiperestéticos
o apáticos, o según sean
o no seguras y normales sus concentraciones y reacciones en el momento experimental? Las condiciones del ambiente afectan, sin duda, en los mismos individuos la variabilidad de sus reacciones mentales. Aun en las condiciones externas mejor preparadas para obte-
ner la normalidad ambiental con que poder apreciar acucio-
samente
los tests
mentales,
la variabilidad
es diferente.
En
unos individuos las reacciones presentan más constancia que en otros, y en todos ellos varían según sean en el momento de la experiencia sus condiciones personales, así las orgánicas como las funcionales y las de relación. Es bien sabido, por ejemplo, cuán varias son las reacciones mentales de un indi-
viduo según sean las emociones que permanente o accidentalmente lo acompañen. Los pedagogos saben bien por su experiencia diaria cuánto se afectan las respuestas y la con-
ducta del niño por el miedo, la sorpresa, la fatiga, el reposo, el dolor, la enfermedad, la emulación. También lo saben los policías, los jueces y los criminólogos, por sus prácticas cotidianas. El acusado tendrá una expresión mental diversa ya por el mero hecho de sentirse inculpado, y distinta si es inocente de si es culpable, de si se cree descubierto o no. Aun astutos
simuladores
suelen
circunstanciales
emociones.
Ciertos
los más
denunciarse por
sus dis-
tintas respuestas mentales, motivadas por la variedad de sus
aparatos
psicomeétricos
que miden las emociones pueden a veces apreciar gráficamente las oscilaciones producidas por los efectos de oir la delación de una verdad o decir una mentira encubridora. De todos
raodos, los psicólogos
no han
aceptable en este campo.
logrado
dar con una
técnica
Una de las causas más influyentes en las variedades indl-
cadas por las pruebas mentales es la motivación de las respuestas.?
El examinado obedece, entre otros muchos factores
codeterminantes
de
sus
reacciones
mentales,
a motivos: dis-
tintos según el ambiente social en que ha sido formado. No es
"A.
Gilliland
y E. Clark,
Nueva York, 1939, p. 182.
Psychology
of Individual
Ditferences,
257
igual la actitud de un sujeto pertenec; impulsada por el espíritu capitalista y. de po A propio de las grandes urbes contemporáneas de COMPeSocie ten al Norteamérica, que la de un individuo educado e Euro pa 0d económico social más sosegado donde no pred En Un Tégime
de lucro ni las tendencias acumulativas que de sien
van, de ganar tiempo, de probar la suerte, de e cords, de ganar puntos en competiciones y rivalidag diferente
interés
de
los sendos
sujetos
examinado
el afán
Se derj. €cer re.
ES, ete, yy
tests mentales es un factor que puede decidir en 1 ¿Dor unos aquéllos, alerta o indiferente, para lograr éxitos SE tud de
en las respuestas,
lo cual
a su vez
menos avivamiento mental
puede significar 'Sonales
en el trance de las prueba
más diferencia de nivel en sus resultados. as y una Para que los tests fueran aceptados como ba icolópi de la inteligencia habría que distinguir en el análisis q
factores
codeterminantes
tes motivadas
permanentes
por
de
los
las respectivas
resultados,
aquellas
y múltiples
o
idiosincrasia,
o transitorias de los individuos y por los facto.
res educativos stanci : . :o meramente circun o. . ales, que son susce o tibles de influir en las mediciones sin tener un valor rec.
mente
inequívoco
y esencial
en
cuanto
a la potencialidad
original de la inteligencia que se investiga. Es indudable que todo intento de medir la inteligencia humana tiene que con. siderar que ésta no funciona en el vacío o sea sin un ambiente dado, y que éste siempre es de trascendencia.
Los mismos procedimientos para la testificación de la inte-
ligencia
están
sujetos
idiosincrasias de
a variantes
en
su
eficacia
según las
los sujetos y las circunstancias del experi-
mento,
Por ejemplo,
grupo
de
un proceso
de tests basado
en la apre-
ciación de signos gráficos o figuras puede dar en un mismo sujetos
y
mediciones
de unos
obtenidos en éste por medio auditivas.
preguntas gente
orales;
Un
en las respuestas
además,
unas
promedios
individuo
visuales
preguntas
no
que
de los
distintos
tests combinados por parezca
lo parecerá
tendrán
un
inteli-
más
tanto en las
contenido más
o menos fácil de comprender según la edad, la educación, do lenguaje o la condición social del examinado. Ya se a nar
que para que los tests fueren eficaces habria que ol pe : tests distintos para
los grupos
distintos..En
sendos ErivO
homogéneos los tests podrán tener cierto valor compi
de individuo con individuo, pero no del individuo de un El po con el perteneciente a otro.
Hay todavía otra consideración que hacer €n a
258
naturaleza misma de los caracteres psíquicos de duo. “Los trazos psíquicos, ha dicho Gunnar Me
al deben atemente
ser comprendidos como maneras de conducta conei
paje
cambiantes y como producto no sólo de las dotes sas del individuo sino también
8 Gladys
G.
1933, p. 20.
Schwesinger,
de todas las experienciós,
Heredity
and
Environment,
divila
Nueva
u
york,
vida, integradas los estímulos
por él en su propia individuali omar, c50 deben ser estudiados
ambientales
riencias desde el punto de vista de cada individuo
tos en la inteligencia y la personalidad debieran nr
e
narse con dichas íntimas e individuales experiencias pasadas y no simplemente
con los externos factores del estado econó-
mico, de la educación, de la habitación, etc. El efecto de una
nueva experiencia no es sólo una adición o substracción
ues-
to que el individuo define dicha experiencia según los termi-
nos
de
todas
sus
experiencias
anteriores,
Ningún
estímulo
ambiental produce el mismo efecto sobre individuos diferentes ya que
cada
todo
uno
de
estímulo éstos
afecta
ha
a los
tenido
individuos
experiencias
después
diversas
de
que
los
demás en sucesiones también distintas.”” Los estímulos provocadores de un test, tales como una pregunta, una figura o un ademán, provocarán siempre reacciones distintas en dos o más sujetos de unas mismas posiciones sociales, educaciones,
religiones, idiomas, ciudades, familias, pigmentos, etc. según
hubiesen
sido diferentes
individuo en el pasado.
las experiencias
acervadas
por cada
Una bandera inspirará la emoción del
patriotismo o del odio según ella hubiere influido antes en la
formación
mental
del individuo, y de acuerdo con tales ante-
cedentes éste la tendrá por bella o fea o indiferente, por atractiva o repulsiva o insignificante, por evocadora de heroísmos
o de crímenes o como
un simple trapo; y las reacciones inte-
lectuales consiguientes en el test serán influidas por ese pasa-
do individual. En rigor los tests miden, por diferentes procesos y en diferentes ambientes, diferentes caracteristicas de diferentes sujetos debidos a diferentes factores; y lo realmente medido no
representa un valor inequívoco en relación con la inteligencia que se pretende medir. : Hay otra cuestión fundamental
sin resolver:
¿qué se mide
en rigor con los tests? ¿La capacidad mental adquisitiva o el caudal del conocimiento adquirido? ¿Lo que en la inteligencia del individuo hay de sustancialmente personal por génesis o lo que en ella hay de incorporado por el influjo de las condiciones circunstanciales en que el individuo ha vivido? ¿Qué mos indican los tests en la inteligencia: lo que ésta es de suyo o lo que es por adaptación?
¿Lo que en ella es
fruto de la
herencia o lo que es producto de la educación? Seguramente
que uno y otro elemento; pero ¿cuánto de congénito y cuánto
de aprendido?
No
se sabe.
El
problema
de analizar
en la
expresión intelectual de una persona lo que es innato y lo que tiene de adquirido está por resolver. No hay tests que
puedan mostrarnos las proporciones de lo uno y de lo otro.
Es realmente dificilísimo acomodar los métodos estadísticos, cuáles son los aplicados por los tests, a factores estrictamente cualitativos como son los integrantes de la personalidad huma-
na. “Cada concreta
personalidad
humana, ha escrito Reuter,
* Gunnar Myrdal, ob. cit., vo). 1, p. 151.
259
es una unidad inte grada, demasi
do compleja pa esti analizada meramente por Sus as aqu una quej o podid var ha Se . de pero onas equipa J cualquiera *
se
or ra Sa e común mue et de st de ponen Y es. cion reac sus de te tender que C
que ísimo e pras pre. psicomét. grav as ienci exper n 1 puede e. o cuand otra cosa o, concretamente o ellas.”2 imentado Se se oia w Mler “no un s ó , alma” que un e decir Ena, medir pequeña por tener u n cereb reducinn vid«yo ro alma ucido” oigenc e tests son de t an poco valor
examinand como los escritos de ”:: alma. un elos . os para conocer La im ce tests ligen intel los de radica] cuando Le ca a To: cin Más racial
ación S tipos e extender su aplic “Se crevó Como ha obs psicó]lidade entre lalos menta ervado Klineberg: eyó 1 ces efica dos medir méto que a siendo £ tests los Nic o de diferentes a con grupos raciciales se dría plicarlos a individuos itivam defin -
r
ente
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problem
de
» po-
i
de 'quia de ria histo la Psico aer ns a erad e e ncid lógicos pued a en este aspecto como esilu. va”. resi prog ción las .
.
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apuna tado Gilliland and y n lleva nos suponer la exis.
e a evoc una e dod lia enu l e e ment e l do sien pasa en que tencia de
s apriorismo s que e enciias mentales difergerenc
rollado de manera
havoluciyón
disti
de las ades alid ment las que es Fazas, debe esperarse hayande Si Si ades al tratar
difer
di entes . s tamb razas difer línea en ien sushuma por o 1 nos nguir seres disti los ellos E r ticos. OS. observan en gran variedad de caracteres somáticos, es de presumiru
ent sus respec entre s ticas terís ién ofrezcanan distidistin como carac y, que tamb tas sist emas nerviosos centrales tivos sis consecuencia en sus tivos l ro que ya mentales,
capaci ades iva no £ se deriva oso. El segundo . apriorismo 0] s con el aparato denervi ción la selec posibilidades
a a a de ns ane orm opone que la donen as
ce
rias, te dado
cas heredit a sus ar afect de un 21 o debid ha La supervivencia en "o.
dificil.
bien. te
ionee e ondiciclon
e
.
ose qu md y : es, Tácll PA de ambientes muy en circ hallanasan en tipos que huma se anci nasunst las1s SS variedades tientr distintos, ' se ar guye que estas diferencias ambientales 10 E,
11
B.
Reuter,
ob.
cit., p.
74.
De una Johannespure, > ps, lli Phi E. y Ra por conferencicia
e
yo 2. en juli o
” Klineberg, g, * “Test of Negro Intelli pp. 1544, Am York, of the e .ays erican Negro, Nueva 1 3 A, Gilliland y E. Clark, ob, cit., p. (180.
1 Otto
1934, citado
de
Characterlstló
25-28.
ue haber influido, aunque fuere ligeramente, en el
j
de la inteligencia del grupo humano, fijándolo hereditariames te como carácter de raza, Pero, como concluyen Gilliland y Clark, estos argumentos, aun cuando muy atractivos para los racistas no pueden
aceptarse como
hechos
les falta una base de evidente comprobación,
establecidos
'
pues
Ambos argumentos han sido utilizados, por ejemplo, para in-
ferir que las razas debían de diferenciarse por su agudeza sen-
sorial, y la experiencia
ha
demostrado
no haber
distinciones
raciales en cuanto al oído, a la vista, al sentido del equilibrio, etcétera, que dependen ciertamente de factores hereditarios y
no de circunstanciales adiestramientos.
Por otra parte, el apriorismo de la diferencia psicológica a causa de la diferencia somática es anticientífico porque se
anticipa, dando por sentados una premisa incierta y un silogismo falso. “Existe todavía la presunción en la mayoría de los
estudiosos de que debe esperarse la comprobación de alguna diferencia psicológica congénita entre los blancos y los negros, puesto que entre unos y otros existen diferencias físicas. Sin embargo, esta consecuencia no es necesaria y aquella presunpor sí una ción, tomada como hipótesis para la investigación, es causa de prejuicio por la sencilla razón siguiente. Todo el conocimiento científico, adquirido por los psicólogos de la infan-
cia, los psiquiatras y los psicólogos sociales, nos indica que los rasgos psicológicos específicos, particularmente los referentes
a la personalidad y los relativos a los componentes de la inte-
ligencia, no están presentes al nacimiento de los individuos, ni maduran después en ellos, sino que se desenvuelven realmente a través de la experiencia, Por eso los caracteres psicológicos específicos no pueden ser comparados con los caracteres físicos específicos respecto a su determinación hereditarias.**
Tan infundado en el terreno experimental es el argumento de atribuir las variedades mentales que pueden existir entre los grupos humanos a razones de herencia o raza. En los Estados Unidos, donde son muy abundantes así el material huma-
no racialmente contraseñado como las candentes controversias
y terribles prejuicios que se agitan alrededor de las razas es-
pecialmente entre blancos y negros, los hombres de ciencia se
han esforzado en comprobar las diferencias mentales que hipotéticamente han solido atribuirse a los hombres según sus razas. Pero
hasta
ahora
sin fruto positivo. Bastará
que cite-
mos algunos esfuerzos de la psicometria para establecer categorías raciales. Bache creyó descubrir, en un pequeño número de
experimentos con blancos, indios y negros, que los blancos eran
mentalmente los más tardíos y los indoamericanos los más rápl-
dos. Aquel autor quiso explicar la aparente inferioridad de
su grupo blanco, presumido como superior, diciendo que el hombre más reflexivo es el menos veloz en responder; pero ni
14 Gunnar Myrdal, ob. cit., vol. 1, p. 152. 15 R. M. Bache, “Reaction Time with References to Race”, Psycho-
logy Revue, 1895, pp. 475-488.
261
aquellos experimentos han sido ratifi
de darse por válida. Por 1913 ge a la hipótesis blancos y de color, aplicándoles la e on : Unos 35p Due medir la inteligencia, y el resultado fue y ¡ de Binet-Simp, 0 "os
color en un rango más bajo que los blancos 1 aos Pupil Para to mayor se hizo en el ejército de los Estados Unid *XPerimen. gran guerra de 1914 para seleccionar los recluta cidad mental, y las conclusiones de Brigham
sostuvieron la superioridad de los análisis de ]
relación
dos Cuando la Sun su Capa.
"Semapu
a los de color. Pero tales conclusiones he blancos
trovertidas en cuanto a que efectivamente indi Da rioridad congénita o racial. Ante todo, se ha demostrado
Sido con.
quen una Supe. .
que, aun de
análisis, ciertos grupos de negros en los estados os paban un rango mental más elevado que ciertos norte ocu-
blancos de los estados del sur, evidenciándose así que nos de goría mental provenía no de virtudes hereditarias sino pri tivamente de las adquiridas o negativamente de las no met de
ladas, según hubiesen sido de favorables o de adversas las cie
cunstancias de su educación. Además, como quiera que lacom.
paración científica de tales tests depende para su validez de
que los sujetos estudiados hayan vivido en ambientes simila. res, parece incontrovertible que las diferencias mostradas por
lo general entre los datos analíticos de los blancos y de los
negros puedan ser enteramente explicadas por las diversas oportunidades educativas que aquéllos experimentan ordina-
riamente más que por congénitas distinciones de sus habill-
dades mentales, dado que los negros en los Estados Unidos In-
discutiblemente participan de condiciones mucho menos favorables que los blancos para su instrucción y desarrollo intelec-
tual.
:
Una de las investigaciones a ese respecto que tuvo mucha
resonancia fue la dirigida por C. B. Davenport entre los naturales de Jamaica. Davenport quedó convencido de que no solamente se heredan en los cruzamientos los rasgos físicos,
como el color de la piel, el de los ojos, el cabello, la morfolo: gía facial, etc.; también se heredan los caracteres mentales
medición Para Davenport la aplicación de los métodos de la mental “parecen haber producido la prueba indudable de q . la inteligencia general y ciertas capacidades mentales esp ro de las razas tel emes
ficas tienen una base en la variedad
humano”. Pero la crítica científica no aceptó las co
eigación
impugnándolas en conjunto y en detalle. “De esa investig ec de Jamaica puede evidentemente concluirse que está 262
18 Strong A. C., “Three Children,
measured
.
the
Binet-Simon,
comparative study”, Ped. Sem. 20, 1913. C.,
A
Study
17 Brigham
C.
18 Freeman
F. S, Individual
1923.
19 Charles
B. Davenport,
of
:
White
and Fifty
Hundred
American
Ditfferences,
ob. cit. En
Scale
of
ant
d Coloured
ance:
Intelligs
¿mceton,
Intelligence, Princ
1934.
E. V. Cowdry,
ob.
.
cit.,
P-
851.
con una técnica inadecuada, complicada con prejuicios a
prueba laexistencia de diferencina
temente razonabilizados, Ni
.
raciales de importancia social ni define la extensión en que
tales diferencias sean innatas o adquiridas.*
Otra posición menos precisa es la de aquellos que afirman
la realidad de distinciones psicológicas entre una raza y otra;
pero sin poder comprobar sí son efectivamente de origen genético. Jennings, por ejemplo, cree que “existen diferencias men-
tales entre las razas, aun cuando no hay certeza de si ellas son
debidas
a la herencia
o a la educación”.?!
Pero esto es una
anfibología. Si fuesen debidas a la herencia podrían acaso ser
raciales, pero no sí fuesen motivadas por la educación por lo tanto, ello equivale rigurosamente a decir que no tenemos seguridad de si hay diferencias ciertamente raciales o no. Si en
1923 Pintner dijo que el negro en los Estados Unidos es el
único grupo
racial que ha sido “satisfactoriamente medido
en
cuanto a inteligencia”;*? en 1934, J. St. Clair Price ha podido
decir mejor que “hasta el presente no ha habido una medición adecuada y comprensiva de la inteligencia del negro”.**
Ya por 1924 A. Goldenweiser** y otros psicólogos habían desacreditado los célebres tests para medir la capacidad mental de las razas. Esos tests han probado las diferencias entre los individuos de grupos humanos distintos, así por las condiciones de rurales o urbanos como por sus clases sociales, por su edu-
cación y su vida pasadas en los países de su infancia; pero no por sus razas. Es bien significativo que en las investigaciones
de Freeman los negros de los Estados Unidos resultaran supe-
riores a los inmigrantes italianos blancos, con excepción de dos grupos, Pintner y Keller también hallaron los resultados de los
tests en los negros norteamericanos superiores a los italianos, griegos y polacos de los Estados Unidos. Klineberg ha notado que en comparación con las normas de
los blancos norteamericanos, los ingleses, los escoceses, los alemanes, los judíos, los chinos y los japoneses responden a los
tests aproximados a aquellas normas; y que los negros norteamericanos, los indios, los blancos italianos, los portugueses y los mejicanos están decididamente por debajo de dichas normas. Entre estos últimos grupos las diferencias no son marcadas; pero
en conjunto,
los indios norteamericanos
tienen los
promedios inferiores y los negros están indudablemente en los
superiores.? Los negros en conjunto de los estados del, norte, 20 C. Dover, ob. cit., p. 47.
22 H. S, Jennings, The
1926, p. 248.
22 Rudolph
Pintner,
Biological Bases of Human
Intelligence
33 J. St, Clair Price,
Testing,
“Negro-White
1928,
Nature,
cap. XVII
Differences in General
Boston,
Intel.
ligence”, The Journal of Negro Education, julio de 1934, p. 424,
24 A, Goldenweiser, “Race and 0es, vol. III, 1924.
2% Klineberg,
Culture in Modern World”,
Otto, ob. cit., p. 35.
Social For-
263
generalmente concentrados en ciudad
de los más civilizados de los Estados Unh centros industria]
riores en los tests a los blancos del norte,
dean CUando ;
ridad sobre los negros en conjunto de los estro también sobre los grupos blancos de vari
:S
sureños. Y según particulares investigacion se que
esto se deba
a que
los negros
de
: peo Sur;
*
e, dichos estado,
trasmigr
3
€ decir.
norte han sido los más capacitados, sino a uno 4 Os del sur al ambiente cultural. Además, como apunta G Fre pro del Mejor tests hechos por el ejército norteamericano se hallan En esos diferencias entre los negros del Norte y los del Sa Mayores negros y blancos en conjunto, y a los negros del pe entre Ohio
en plano superior
a los blancos
Sur, con excepción de la Florida.”z* Se ha demostrado
que existe una
de todos definida
los E
Sado de
Stados de]
te ndencia de los
niños negros a mejorar el resultado de sus tests en proporción
a la duración de su residencia en un ambiente favorable En
estudios recientes, los niños negros de Nueva York han obteni do resultados equivalentes a los de los niños blancos en iguales capas sociales. Klineberg halló que la graduación mental de los niños de color del sur y del norte de los Estados Unidos no depende de que tengan más o menos sangre blanca, sino de la duración
de
su
residencia
en
una
gran
ciudad
como
Nueva
York; es decir que la mejora en el ambiente social y educati.
vo que los niños de color adquieren en una gran ciudad norte.
con el para ellos más deprimente de una
ña, en comparación
población del sur, se refleja en su adelanto eb
Y sabi-
han
do es que los cocientes intelectuales de los tests han sido cam-: biados y mejorados mediante procedimientós educativos o euténicos; es decir, que es indudable que los índices intelec-
tuales de un mismo individuo varían según su educación, Los resultados específicos, por individuo o por grupos, han probado que los promedios suben siempre cuando mejoran las
condiciones de los respectivos ambientes. Estos datos son bien significativos. Dice Franz Boas:
“El hecho de que los negros
rurales se demuestran menos capacitados que los urbanos, basta para avivar todas las dudas. Cuando
ciente intelectual
de los negros
se observa que el co-
campesinos
que
acaban de
llegar a las ciudades es bastante bajo, y que los negros que
han vivido en las grandes poblaciones por uno, dos, tres y ms años no solamente adelantan en inteligencia, sino qué Logra el nivel de los blancos de la misma clase social, €s necesaro
que rechacemos la idea de que la superioridad mental depe sel
de que la persona sea de tal o cual raza por el color de miine
264
No hay la menor prueba científica de que la raza de Se que la mentalidad;
en cambio,
es abrumadora
la evidencia
ésta es influida por la cultura tradicional.””* 28 G. Freyre,
Casa
Grande
e Senzala,
p. 211.
tion. 27 Otto Klineberg, Negro Intelligence and : Selective Migra » Forum, Nue22 Franz Boas, “Race Prejudice and Scientist's Angle”, va
York,
agosto
de
1937,
p. 92.
Los límites superiores de los blancos y de los den en los tests mentales, observa Klineberg. Por otro lados 20 al estudiar los mulatos, Herskovits encontró que aun cuando mulatos
suelen
generalmente
gozar
de més
alto nivel social
que los propiamente negros, los tests de su inteligencia no
correspondían con el grado de sus rasgos negroides; es decir que los mulatos más blanconazos podían ser menos inteligentes que los más negros o viceversa, sin distinción alguna.** En 1926 otra investigación fue hecha por Hersch*
individuos, aplicando los tests objetivos y no verbales de Pin
ner-Cunninghan, y el resultado fue una cierta aun cuando pequeña superioridad de los datos referentes a los blancos en relación con los negros. Alguna superioridad blanca encontró también Klineberg* en 1928, comparando ciertos tests con otros de negros e indios de varios estados del norte y del sur. Al año siguiente, 1929, Peterson y Lanier compararon psicológicamente muchos niños blancos con otros negros en Nashville (Estados
Unidos), con análogos resultados.** Sin embargo, ninguna de estas investigaciones
es realmente
conclusiva
porque
no
han
podido ser eliminados los factores del ambiente y educación
escolar en la causación de las diferencias mentales advertidas. Por otra parte, en la misma obra los citados Peterson y La-
nier informaron cidad mental de cias apreciables Un estudio de
de que en la investigación referente a la caparaciocinar no se pudieron encontrar diferenentre los individuos de diferentes razas. gran interés en este campo fue el de McCraw**
en 1931, tratando de eludir los influjos del ambiente mediante el exclusivo examen
de niños no mayores
de un año de edad;
y así dedujo que los niños de color en los Estados Unidos a
esa edad tenían solamente un 80 por 100 de desarrollo mental comparados con el de los blancos en igual estado de infancia. Pero se ha observado,** con razón, que el grado de precocidad en el desarrollo de los organismos nerviosos no se puede prejuzgar como un seguro pronóstico de cuál ha de ser el futuro
de la capacidad mental del individuo, y que harto poco se conoce respecto al desarrollo cerebral. Los animales suelen ma-
durar más rápidamente que los hombres y las niñas antes que
22 M. J. Herskovits,
20 N. D. M. Hersch, General
The
American
Negro.
“A Study of Nation Racial Mental Differences”,
Psychologle
Monthly,
1, no.
3,
1926.
31 Otto Klineberg, “An Experimental Study of Speed and Other Factors in Racial Differences”, Arch. Psychology, vol. XCHI, 2 J. Peterson and L. H. Lanier, “Studies in the Comparative Abilities and Negroes”, Mental Measurement Monthly, no. 5, 1929. Study of a Group of Southern 3% M. M. McGraw, “A Comparative no. 1. Jvhite and Negro
Infante”, General
Psychology
Monthly,
X,
*“ W. B. Munford and C. E. Smith, “Racial Comparisons and Intelligence Testing”, Journal of Royal African Society, vol. XXXVII, no. CXLVI,
enero
de
1938,
p. 54.
265
los niños; pero no puede dedu o las muchachas adultas tengancirse má de esto . QUe ciert
varones ya crecidos.
Ban más capacidad mental , Aaa
Un experimento complejo, llama nado. El resu:tado de esa pr
: el
Más afo
lo concreta William 1. Thomas; “El negr ns si e, eLo , un grado ligeramente más alto que abla neligent e Obra inmigrantes inteligentes alcanzaron una grad ua : SNorante, lo rior
a los ignorantes, etc. Al mismo tiempo los ción MUY supe.
junto permanecieron por debajo de los blancos Or Bros €N con. los negros inteligentes por debajo de los blancos ¡eo dUnto, y
Por otra parte, los negros inteligentes de Nueva Ve ron más
alto que los blancos
en conjunto
cIgentes
en ciertas ETadu
regiones de los Estados del Sur. Pero mientras el exposiua a, das Beta reveló de man
era sorprendente la importancia de porento tores culturales en la inteligencia, evidentemente no os 180. buen éxito al eliminarlos, y continúan siendo obtuvo
resultados en cuanto a los negros y a los blancos” Nada se ha encontrado tampoco tocante a di tativas de la inteligencia.
negros tengan
memoria
Ni ES
superior
puede
vos los
¡
asegurar ques Mr
a los niños blancos:
ue haya menos negros que blancos en los altos rangos de lani into. ligencia. Ni se puede aceptar que la inteligencia del Negro cese más pronto en su desarrollo. Todas esas creencias, no siempre
vulgares, carecen de base científica. Así acaba de afirmar el doctor Gunnar Myrdal en su reciente obra An American Dilem.
ma, después de un amplio y perspicaz análisis de los estudios reunidos sobre la materia.
Un muy interesante aporte a esta cuestión de la inteligencia del negro comparada con la del blanco ha sido un libro publicado últimamente en África por S. Bieshenvel* combatiendo del doctor L. Fick titulada The Edu-
una anterior monografía
cability of the South Africa Native. Este doctor llegó a la conclusión de que aún cuando todos los hechos relacionados con la educabilidad del negro nativo puedan no haber sido aqui recogidos, los datos objetivos a nuestro alcance indican una marcada inferioridad de los negros de África en comparación
con los blancos de Europa.
ciertos tests en los cuales
Esta inferioridad, que ocurre de
las condiciones
de educación Y mn.
ambiente son equivalentes en los grupos negros y blancos cor
parados, no parece ser de índole temporal.
266
Pero esta «conc a
sión no convenció al doctor Bieshenvel, quien pracies cien o y más detenidos estudios y redactó el citado libro com Se una las precipitadas aserciones de Fick. Bieshenvel, después afirma
laboriosa introducción
acerca del valor de los tests, habili
de pe de una que éstos no pueden lograr una medida directa A ciertas medi dad intelectual innata; sino, en todo caso, una potencialidad hereditaria
tal como
ss Williarn 1. Thomas, Primitive
ha podido
llegar
Behavior, Nueva York,
se S, Bieshenvel, African Intelligence, Johannesburg, 19
y
, 800. :
realizaciones en condiciones específic as de ambiente. Bieshenvel sostiene también que en el presente no se posee instru mentalidad ni metodología eficaces para med ir diferencias raciales de inteligencia. Parece incontrovertible que los tests en uso son
inadecuados, por lo menos para su ap'icació n a los africa-
nos. Su crítica de la monografía de Fick es minuciosa y con razón se ha calificado de pulverizadora, Se ha dicho además
_ que el trabajo de Fick no merecía el esfuerzo de esa investiga -
-* ción, aun cuando “es de presumir que sí merezca una completa pre
cisa investigación la posición del doctor Fick como psicó-
logo del 1 es”.
Bureau
Oficial
para
la Educación
y Estudios Socia-
En Europa los estudios similares han sido ineficaces para
probar desigualdad alguna en la capacidad mental por razón
de los tipos raciales nórdicos, alpinos o mediterráneos.** Como
ha observado Schwesinger,% a medida que se ha extendido la
práctica de los tests mentales han aparecido numerosos estudios comparando la inteligencia de diferentes naciones y razas;
pero no se han logrado conclusiones incontrovertibles.
También es de notar que, en las pruebas verificadas, las diferencias de inteligencias dentro del grupo de los blancos y den-
tro del de los negros son mayores
que entre los de uno y otro
grupo entre sí.* Esto induce fácilmente a comprender que la calificación diferencial de las razas por sus respectivas inteli-
gencias no es cosa simplemente hacedera, colocando a una en lo alto y a otra en lo bajo, pues en una y otra hay individuos
de los más diversos grados sin correlación alguna con sus signos raciales,
Garth
ha llamado
apreciación
de las
la atención acerca del efecto que en la
diferencias
mentales
de las razas
produce
el fenómeno que él llama interferencia cultural, o sea el influjo
de una educación o cultura distinta en las expresiones de otra.** A veces dos culturas o educaciones distintas responden de maneras opuestas a un mismo estímulo, Un signo de cruz provoca para un cristiano un estímulo en varios conceptos diversos que para un mahometano.
Garth señala especialmente las dife-
rencias de lenguaje y recuerda cuán difícil se hace aprender un idioma extraño y de estructura distinta a la del idioma nativo. "Y si esto sucede tocante al lenguaje, debe de ocurrir también en cuanto al mero
pensamiento.
Observa Garth justamente que “ni siquiera la resistencia recalcitrante que algunos observan en el negro para aprender las enseñanzas y costumbres de los blancos puede tomarse por 37 S. Scott
en
Africa,
enero
de
1945,
33 “Mental Test” en Enecyclopaedia 39 Gladys “0 Vea
una
G.
Schwesinger, síntesis
de
vol. XV,
p. 43.
267
of the Social Sciences.
ob. cit., p. 41.
los datos
Oxford,
encontrados
por
los varios tests
en
Martin D. Jenking, “The Mental Ability of the American Negro”, The Journal of Negro Education, julio de 1939, vol. Vil, no. 3. *1 Garth, Thomas R., ob. cit., p. 19.
signo de inferioridad”. Su acti
actitud social defensiva, que lo Po ecesiva es y de Juicios muy ponderados y ló Dicos mociones - ESa recalcitrae
mo cio la de los indios antil!anos, y aún los del rest o d . a do se negaban a adaptarse a la nue va vida que] cemérica, cuan, conquistadores
y misioneros,
es decir a trascult
tamente, pasando de una cultura suya'a otra gadora. Esa obstinación al sometimiento
dice
¡MPonían le
Urarse
0
aa Y SUbyy indica lo contrario, un carácter suporior rior 3 y no unerth ' Másás bleb , _Ha de considerarse, pues, que es injusto medir peticient,
cia de gentes
de lenguajes
extranjeros con
arti eligen. idioma inglés; que ciertos temas.o materias tests de los teo en
familiares a un grupo humano que a otro, especial, SON má relacionados con prácticas propias de un dado tipo d Mente sí
que el tempo vital de ciertas civilizaciones influye en ¡Cultura; as reac. ciones de los tests; que los motivos de las respuestas sos según el ambiente social del sujeto examinado, e
diver.
Estos serios obstáculos han sido reconocido ha tratado de evadirlos estableciendo un sistema de ten
se
tengan aplicación a gentes de todas las razas y culturas. Perdal tratar de fijar ese sistema psicométrico universal se ha tenido
que admitir la imposibilidad
de crearlo. Un sistema de tests
creado para los blancos no podrá aplicarse a los negros, mien. tras
unos
y otros
distintos. Cada
se hayan
formado
grupo humano
mentalmente
en medios
que se estudie necesitará unos
tests especiales organizados ad hoc.
Esto aparte, aun cuando hubiere mental tests para medir científicamente la inteligencia personal, no podríamos con igual precisión medir las inteligencias raciales porque se trata de dos entidades esencialmente desconocidas, cuales son la inteligencia y la raza, cuyas relaciones genéticas también están por conocer.*? En los estudios de dos razas distintas las diferencias en los resultados pueden deberse a la raza o a la educación, o sea a la experiencia; por lo cual antes de lograr una
valuación científica de los resultados hay que controlar el fac:
tor de la educación, o sea el ambiental, y también el factor de la raza, o sea el tipo racial.
Hay que considerar también en cierto modo que “el inci ei duo que obtiene un buen cociente mental puede ser como hábil para lograr un cierto grado de éxito en ne civilización. Y, por el contrario, el sujeto que no alcanza cie to nivel en los tests será tenido como un mal equipado uy
triunfar en el mundo que nosotros vivimos. Pero puece tipos
268
bien suceder que en otras maneras de vivir haya oro ados de inteligencia que sean más ventajosos que los ap mtropó-
> ta
según las cualidades medidas por nuestros tests. un
logo puede, pues, dudar de si la inteligencia defini a cel sociepruebas capacitaría a su poseedor para tener éxito ne los tests
dad primitiva. La aplicación a pueblos primitivos
42 Beatrice
Blackwood,
ob.
cit.,
p.
6.
de
ue nosotros usamos implica dos respuestas:
naturaleza
de la inteligencia
humana
“ Primero, que la
es siempre la misma:
y
segundo, que las reacciones mentales que son sintomáticas en un dado ámbito de condiciones tinto”. Hemos
lo son igualmente en otro dis-
escrito que este argumento debe considerarse
en cierto modo porque, como ya es opinión casi unánime,
no
parece posible admitir ninguna diferencia fundamental entre
la inteligencia de los pueblos llamados primitivos y la de los denominados civilizados; pero el argumento parece innegable en cuanto la primitividad y la civilización suponen ambientes culturales muy diversos y las respectivas mentes, instruidas
de manera distinta, no pueden responder de igual modo a unas
mismas preguntas de los psicómetras. No
parece haberse advertido
otra peculiaridad de los aludi-
dos experimentos psicométricos, cual es la de que los cocien-
tes han sido referidos por lo general a blancos y a NEYTOS, escogiendo a estos individuos simplemente
mentación
cutánea. Los leucodermos
por el color de su pig-
a un lado y los melano-
dermos al otro ... y a medir. No siempre se escogieron los sujetos que se tomaron como representativos de tipos raciales pro-
curando
que
en
todos
y cada
uno
de
ellos
se encontrasen
conexos los varios caracteres somáticos que se reputan típicos (color, cabello, índices craneales, iris, etc.). Se dio casi siempre
por supuesta en cada sujeto, de los sometidos a metrificación
psicológica, la existencia del compiejo somático correspondiente al tipo de su respectiva raza. Es quizás presumible que el
tipismo convencional de cada raza existiera realmente en cada
sujeto del respectivo grupo; pero no se sabe si así era en verdad. De lo cual parece resultar que lo que fue significado por
el experimento no pasa de ser una hipotética medida de relación entre ciertos vagos hechos psiquicos y los colores blanco
y negro de la piel humana, como simbolos de factores congénitos ignorados. Y no se sabe que el pigmento epidérmico de un ser humano tenga relación alguna con la inteligencia ni con trazo determinado de su psicología. En cada uno de los muchos casos experimentados se ha querido medir la inteligencia de un individuo blanco o negro, sólo caracterizado éste por su color; pero efectivamente los colores no han sido en rigor sino
meros
símbolos,
no los de unos tipos complejos,
somáticos y
genéticos o raciales, sino los de ciertas individualidades humahas, formadas psíquicamente por unos determinantes genetlcos, que son desconocidos, y por otros ambientales, presuntos O patentes. La leucodermia y la melanodermia son intrascendentes en psicología. El sujeto blanco sometido a los más mi-
nuciosos tests en realidad no ha significado algo por su color
Sino por la trascendencia, no psíquica sino social, de su parva
Pigmentación, como emblema de una posición ventajosa. Ni el negro es mentalmente
algo por la abundancia
de su pigmento,
sino por la importancia consecuencial de éste en ciertos am-
bientes humanos, donde el color oscuro de la piel lleva consigo
la tenebrosidad de los horizontes sociales en la vida.
269
Puede decirse, en resumen escritos acerca de las diferencias
“ nte
ta crítica
y negros, según han sido medidas por 1 o €s entre pe ly Dl usuales Ss tests ANcos dos importantes generalizaciones. Pri dichas ea Baciones no han sido o meramente, la qe scuby bservadas juas de QUe en undamentales de medida y experi . Condici la relación de los sujetos investigados eeión e
azar ni mediante una escogida representación
Otra paro
o hecha ni al
comparados han sido demasiado pequeños o disba Ss los gr Upos
do económico, instrucción y ambiente cultural a eJOS EN esta. Según dice Gunnar Myrdal, las inferenci
cerse de todo el procedimiento experimental de fa en ha. ce tests son, pues, negativas
en cuanto
a diferencias har
rias. En cambio, en cuanto a los factores ambientales La:
rencias son positivas, pues se han comprobado Numerosas de rencias debidas a tales causas. Las pruebas hasta ahora ac de ladas hacen altamente improbable que existan diferencias qe natas de inteligencia entre negros y blancos tan grandes como se creyó hace pocas décadas por el vulgo y hasta por los antro.
pólogos.** Puede asegurarse, pues, que no se ha comprobado
científicamente la existencia de diferencia alguna, cuantitati. va ni cualitativa, entre las inteligencias congénitas del negro y del blanco. En síntesis, según Thorndike, al aplicar los tests a las razas “de hecho se miden diferencias entre grupos que entre sí son diferentes no se sabe hasta qué punto, y con relación a rasgos
mentales que han sido influidos individualmente por el adiestramiento
en un grado que tampoco
se sabe”. Y aun pudiera
añadirse, según Beatrice Blackwood: “por medios de los cuales también se ignora su grado de precisión”.** Garth ha esquematizado el problema en esta forma. “Dadas dos razas, R-1 y R-2; un idéntico acervo ambiental en ambos,
A; y un aparato métrico tendremos esta fórmula:
ajustado y eficaz para los dos, M;
R-1 AM
La solución
=
R-2 AM parece fácil, pero es dificilísima porque no pode
mos definir prácticamente los elementos del problema.” ¿SabeSe
mos científicamente lo que son las razas y hasta si éstas
ten en realidad? ¿Podemos apreciar la cantidad y calidac los influjos ambientales en un caso dado? ¿Tenemos un ms 50 de medir la inteligencia? Y a cada una de esas pregun podemos
270
responder afirmativamente.
“todos
El an ido A medida que las investigaciones han mejoradolItado sales. jeti ivos, los resulta E podi¡do ser mása objet
y éstos han reduciendo el número
de las hipotéticas diferencias ral
ss J, St. Clair Price, ob. cit., p. 452. «“ Gunnar Myrdal, ob. cit., vol. I, p. 147. 45 Beatrice Blackwood, ob. cit., p. 15.
Apenas hace veinte años que Ferguson escribía que “ el estudio sicológico del negro indica que nunca será mentalm ent e igual a la raza blanca”.“* Pero pocos psicólogos aceptaría n hoy ese criterio, observa Klineberg. Más bien parece que 1 a mayo de los que trabajen en este campo piensan que los tests merín-a tales y los métodos psicológicos en general, son in capaces de
llevarnos a una conclusión definitiva en ese punto . Asi lo in-
formó C. H. Thompson en 1934.“
Entre los pocos psicólogos, dice Klineberg, que aún sostienen
con más o menos rotundidad que los tests mentales son capa-
ces de distinguir condiciones de capacidad innatas o raciales
está Porteus.** Éste ha encontrado diferencias entre varios gru-
pos raciales, los cuales según él no pueden explicarse por factores del ambiente. Sin embargo, le observa Klineberg, “el hecho de que varias de esas diferencias sean mayores entre dos subgrupos de una misma raza que entre dos razas distin. tas, parece demostrar
que tales diferencias no son en verdad
raciales.” : Herbert A. Miller, que se cuenta entre los primeros (1904)
en hacer extensa aplicación del método de los tests a las razas,
dice que a pesar de los progresos hechos desde entonces en la
técnica y de haberse aplicado el método a millones de personas
de los más diversos tipos raciales, no se ha logrado una positiva conclusión. “No cabe duda, opina, de que hay diferencias
biológicas y psicológicas entre los individuos, pero cuando las
investigaciones se extiendan a grandes grupos no pueden ser descubiertas variantes que no sean superficiales. No puede
rechazarse que puedan encontrarse eventua'mente diferencias
raciales de uno y otro orden, pero tan insignificantes que por
ellas no se pueden explicar las diferencias de cultura.”*” Como dice un biólogo cauteloso: “No está excluida la posibilidad de
que investigaciones
futuras
puedan
encontrar y medir
ciertas
diferencias de inteligencia en las razas, que puedan ser atribui-
das a diferencias de carácter genético.” Pero no es menos cierto que estamos aún muy lejos de esa demostración.” Por su parte añaden Huxley y Haddon: “Mientras no hayamos inventado un método para distinguir experimentalmente en la personalidad de cada individuo los efectos de los elemen-
tos genéticos de aquellos otros que son socialmente ambienta-
es, careceremos en absoluto de la capacidad para decir algo de algún valor científico en relación con temas tan vitales como
“ G. O. Ferguson,
“The Mental
Status of the American Negro”,
Scientific Monthly, diciembre de 1921, p. 533.
47 C. H. Thompson,
“The Conclusions of Scientists Relative to Racial
Differences”, Journal of Negro Education, mayo de 1934, p. 494.
** S, T. Porteus,
“* Otto Klineberg,
ob.
cit.
ob. cit., p. 96.
“o Herbert A. Miller, The beginings of tomorrow, Nueva York, 1935, p. 65. * Hogben, L., ob. cit., p. 29.
271
las posibles diferencias co ng itas entre los qi humanos en cuanto a inteligeén nci a, iniciativa y Pr “Los antropólogos no han ]le definir las razas sobre un tal Cd
P
gru
es” 1 Se de acuerdo.
por los psicólogos para escoger los inequinicoa Ser y
que han de ser sometidos a su estudio os ti Faci logos no han podido todavía establecer tale su Parte, los ps comprobación de la capacidad mental que maeedimi " bles por los antropólogos... Hasta que se o Acepta, Ro sid cómo
distinguir científicamente una razas: realidad significan las pruebas mentales tests test), debemos de mantener
en suspenso
os, con exactitug ha es lo € en de tntelligeno
las diferencias mentales entre las razas.” “No Problema q de que en el proceso mental existan diferencias fund meóncia
entre los grupos humanos que puedan ser considerado orale s raciales; y, por tanto, no puede ser formulada la oi que una raza dada sea congénitamente inferior o super de otra en cuanto a su capacidad mental.”s: Perior a
No debe olvidarse sobre todo
que las habilida
apreciadas por tal o cual test, tienen que ser invitan
relacionadas, no sólo con los factores congénitos de los indivi
duos sino también con el estado de civilización, o sea conel ambiente psicológico, propio de los sujetos examinados; y, por
tanto, es sumamente
difícil, cuando
no imposible, apreciar el
verdadero valor que debe darse en cada caso a la herencia y a los de ambiente,
sin cuya
los factores de
previa averiguación
no cabe hablar de un psiquismo racial. Según el antropólogo Lord Raglan, la idea de que existen
diferencias mentales innatas entre los miembros de diferentes
razas está basada más en el prejuicio que en los hechos. No en cuanto
solamente
a las supuestas
diferencias entre razas
europeas, sino entre las alegadas entre la blanca y la negra. Los experimentos o intelectual tests practicados en Australia
y en Suráfrica han demostrado que los niños negros no son i-
feriores a los niños blancos. “Las llamadas diferencias raciales, según lo que se ha podido evidenciar, no son sino merás dife-
rencias de educación.”s% Con toda precisión ha dicho el psico logo Garth:
“No existe a la mano un medio para la medición
científica de la capacidad mental comparativa de las peSon
Para obtener tal medición y poder lograr una evaluación
tífica de los resultados sería necesario que antes sé PU am controlar
272
(en el sentido científico)
el factor educación e es
bas razas comparadas”. “Si hay o no diferencias impor razas, entre las capacidades medias innatas de las de stiga-
solmente podrá quizás demostrarlo una cuidadosa Huxley
J. S. y A. C. Haddon,
53 E. A. Hooton,
ob.
cit., p.
ob. cit., p. 84.
596,
ss W. B. Muntord y C. E. Smith, ob. cit., p. 57.
ss Lord Raglan, “The Ridle of Race”, Listener, XIL no. 2
99.
ción científica.”* Pero estos estudios aún no han lo gr descubrimiento decisivo en este campo: “J amás hemo ado un s encon» trado, pese a nuestras extensas investiga ciones , la evidencia indiscutible para creer en diferencias mentales que sean esen-
cialmente raciales. Las diferencias halladas pueden generalmente ser debidas a una o dos causas, modificación o selección con frecue
ncia se complican con las consecuencias de medi.clones negligentes”. “En conclusión, dice Garth, según los re-
sultados de todas y cada una de las investigaciones científicas
realizadas, hay que deducir necesariamente que no hay evidencia alguna de que existan diferencias efectivamente raciales en mental es.” cuanto a los caracteres Goldenweiser,
por su parte, observa
también
que “en las
investigaciones de antropología nada se encuentra de esas capciosidades con las cuales se quiere tan fácilmente hacer la psicología racial en los libros de los ingenuos profanos y de los menos inocentes mitologistas de la raza. Nada hallamos en antropología que nos pruebe la estolidez de los indoamericanos,
ni la reserva de los mongoles, ni la inestabilidad emocional del negro, como tampoco la conducta histéricamente explosiva del
salvaje o la imprevisión del primitivo. Lo que halla la antro-
pología es el hombre, al cual nada humano le es extraño. Todos los:rasgos mentales de la conducta psíquica de cualquier hom-
bre están sin duda presentes en todas partes y en todos los pueblos. Donde quiera que va el antropólogo halla inteligentes y astutos de un lado y estúpidos y crédulos del otro, con
todas las gradaciones intermedias”.* Y añade Goldenweiser con sutil homorismo: “Ni son los antropólogos los únicos que
doquiera
hacen
ellos también
tales
las hace
observaciones;
la gente
estudiada
por
a su vez, y con frecuencia en relación
con los mismos antropólogos”. “No se sostiene que esas caracterizaciones sean necesariamente falsas, algunas de ellas pueden ser profundamente verdaderas; pero son ellas inciertas si se
extienden más allá de unos dados tiempo y lugar y, en todo caso, no tienen relación alguna con la herencia biológica del
grupo.”* Gilliland y Clark, por su lado, concluyen diciendo que, aun admitiendo que haya que aceptar la posible realidad
entre los hombres de diferencias mentales de carácter genuina-
mente racial o hereditario, “no se debe dejar de advertir que hay tantas posibilidades de explicar las diferencias que aparez-
can en los resultados de los tests, que uno no se siente obligado a utilizar el concepto racial de una herencia como la éxplicación de tales diferencias llamadas raciales”.** Los hombres de ciencia no pueden avanzar en esto sino con suma cautela y su posición no puede ser más prudente. Ási, “e J.BS
A
Haldane,
Congrés
International
des
Sciences
logiques et Ethnologiques, Londres, 1934, p. 59. Goldenweiser,
s8 Didem,
p.
31.
ob. cit., p. 32.
* A. Guilliland y Clark, ob. cit., p. 209.
Anthropo-
273
Friedrich Hertz repudia a
quie
í admitir la certeza de una mentalidad can bién negaba por tanto cualquier correla iónAde eCadanegáng raza, yy, talidad. “Deseo, escribía, hacer constar. raza y e afirmo definitiva y absolutamente la igualdadnee 14S que y
las razas; ni tampoco lo opuesto puede ser democutal
e toda,
nera convincente. Lo que parecen
enseñarnos Letrado de ma.
una raza a las condiciones sociales
os individuos de
etnología es que los rasgos fundamentales son osistori a y la todas las razas, y que la adaptabili mas is no está limitada por sus cualidades heredadas.” E TAS razas rado criterio ha sido repetido más recientemente 0 e Ponde. en su excelente tratado de las diferencias racial Klineberg, prueba científica, dice, de que existan diferencia . Ñ o ha
cuanto a mentalidad. Esto no significa necesariamente en
las haya en realidad. Es posible que en el futuro y co c que no
lio de técnicas aún no descubiertas puedan demostrars
tale
diferencias; pero, sin embargo, en el presente estado de nes
tros conocimientos, no tenemos derecho a presumir a tan.”* Lo mismo sostiene Hooton: “La antropología no h 4 e
cubierto aún relación alguna entre cualquier criterio físico de raza, por una parte, y la capacidad mental por la otra Esto
es cierto, ya se trate de individuos o ya de grupos”.“2 Estas
conclusiones a que han llegado las investigaciones de los psicó-
logos, aún cuando son de carácter negativo, son probablemen.
te de carácter muy revolucionario y trascendente. Así piensa
Gunnar Myrdal porque, aún cuando la ciencia no haya dicho su última palabra en cuanto a la inteligencia congénita de los blancos y los negros, se sabe ya que es altamente improbable que, si se hallan
diferencias,
sean
éstas tan significativas que
puedan justificar un tratamiento discriminatorio en la educa-
ción, en el sufragio político y en el trabajo, como
ahora real-
mente existe en Estados Unidos. Y esta conclusión, dice Myrdal, es de una inmensa y práctica importancia.
En este tema de la psicología racial desde hace tiempo la
posición negativa ha sido sostenida. Hertz ha observado que “la mayor parte de los grandes maestros de las ciencias naturales y mentales han combatido con noble unidad y decisión la
ilusa idea de que la humanidad está dividida por diferencias mentales profundas e inmodificables”.** Esta opinión, como y
se ha advertido, está reasegurada por los antropólogosY e
274
de ciertos ! logos contemporáneos contra las lucubracionesmitologistasciólogos que con razón son tachados de meros so Friedrich
Hertz,
ob. cit., p. XI.
61 Otto Klineberg, Race differences, Nueva York, 1935, A cz Earnest A. Hooton, “El mito de la raza a la luz da logía”, p.
18.
La
Nueva
Democracia,
s3 Friedrich Hertz, Race
septiembre
de
and Civilization, Nueva
1936,
4
tropoYork.
York, 1926, »
Y
conclusiónes ,
imposible atribuir a todos 1 y raciales una, igual capaci dad mental, como tampoco os ind una o indi: ividuo s.sPero node sei n pue den pre precisar ] as dif i erencias inte i A
:
1€e
manera
que
justifi
la calificación de éstas como inferiores o superiores ano de
otras, y ni siquiera como
realmente
diferentes. Esto aparte
a. la heredit acerca de ta cuando concre sión os, toda conclu que evitar caract cil esté se aun psíquic eres los de riedad puesto A admitir su certeza. Como ha escrito Haldane: “Por
hay
muy minucioso que sea el conocimiento de los antepasados de
los seres humanos, no podemos todavía decir que un hombre
será capaz de alcanzar un dado nivel cultural y que otro no
criterioa definide todo * Es, pues, por el lo será”.* ni siquier las razas; de ndir genciapresci intelirio a la necesa en cuanto tivo simple resultado de un grupo dado de sus individuos sometidos al experimento de unos tests cualesquiera,
Los psicólogos han estudiado también las posibles distincio-
nes entre los seres humanos
por sus aptitudes no intelectuales
Han sido múltiples los estudios referentes a ciertas capaci-
dades específicas de la psiquis humana. Basten algunos ejem-
plos. En relación con la música, por ejemplo, se ha dicho que
cada individuo tiene un ritmo personal. en el sentido que le es
preferible y particularmente agradable a su oído.* Pero tam-
bién se ha indicado que así las inclinaciones por ciertos ritmos,
como
más
las maneras
preferibles
de
traducirlos
en
dependen de factores circunstanciales y no congénitos.
sonido,
Von
Hornbostel pretende que el estilo de la música india es pecuno dependiendo de su cultura sino de la liarmente congénito, raza, por derivarse de las peculiaridades del movimiento cor-
poral. Este rasgo, dice, aun cuando casi desapercibido para los
antropólogos, es uno de los más racialmente característicos, tanto que persiste por miles de años y resiste los cambios de
cultura
y hasta
los
del
mestizaje.
Ese
ritmismo
fisiológico,
según von Hornbostel, determina los movimientos de la danzante, los del músico y los del aparato oral del cantante. Pero
no sabemos que la opinión de Hornbostel, el gran musicólogo,
haya sido apoyada cual su criterio
no
por la fisiología y la antropología; sin lo
pasa
de ser una
interpretación
personal
e
insegura, como lo es, por ejemplo, el dicho proverbial de que todo negro nace músico”, o “nace bailarín”.
¿En cuanto al negro, el estudio de su habilidad musical ha sido de mucho interés porque generalmente se tiene al negro
como un ser humano dotado peculiarmente de musicalidad y se ha supuesto que en él esa condición es congénita tanto al ménos como adquirida. En los Estados Unidos se han hecho nue. J- B. S. Haldane, Congrés International des Sciences AnthropoOgiques et Ethnologiques, Londres, 1934, p. 59. o, da Frischeisen Kholer, cita de Franz Boas. John
Foley, Jr. cita de Franz
Boas.
275
merosas : investigaciones 1es basad Da: as en
j
Lenoir, en un estudio inicial, encontróeculi qUe muy superior al niño blanco en rit
pa Musicales . . iño ne
inferior en cualquier otra capacidad. nsoriaioria tonal, y secundó Kwalwasser.*“* Peterson y Lanier conc) OPinión e
blancos superaban a los negros en todas las o
el ritmo.”
Pero
uno
de
esos
autores
Que o:
en otro pue
Salvo
rior dice que los niños negros excedieron a los Dll Poste. en la consonancia y en el grado de sonoridad.o Se “COS, salyo
Bingham,
los alumnos
todos
los
tests
grado
sobre
blancos son superiores a los
(sistema
Seashore)
salvo
en
Gray
con negros en
Streep halló ventajas en los niños negros del tercero ala los blancos.”.
Guy
B. Johnson*:
y K
L e
compararon a negros y blancos de los estados del sur S pe
sultados indicaron en los negros una marcada inferioridad a relación a los blancos en dichas pruebas, excepto en cuant A
ritmo, en el cual los negros se mostraron iguales o algo su 0 riores a los blancos.** Parece, pues, que el ritmo y, si se quie
el musicalismo del negro es un producto de su educación. Sin
embargo, las conclusión de ba definitiva cos y negros
contradicciones encontradas parecen llevar a la que tocante al talento musical hoy no existe prue. que evidencia diferencias valorizadas entre blan. como tipos raciales.**
Se ha creído poder asegurar diferencias raciales tocante a la
preferencia por un color u otro. Esto podría influir en motivar distingos estéticos; pero nada se ha obtenido en conclusión e
Zaid Leonoir, Racial tional Abilities, 1925.
in Certain
Differences
es Jacob Kwalwasser, Tests and Measurements es J, Peterson y L. H. Lanier, ob. cit. 10 J.
Peterson,
12 R,
Streep,
Functional
“A
Review
of
Mental
Educa.
and
in Music,
Consonance”,
1927. Psychology
1935, p. 17. tm C. T. Gray y C. W. Bingham, “Comparison of Certain Phases ol Musical Abilities of Colored and White Public School Pupils, Journal of Educational Psychology, 20: 501-6, 1929. Revue,
Rhythm 1931.
and
“A
Comparison
Consonance”,
Music Talent Test”, Journal bre de
74 K.
276
red
Journal
“A Summary
B. Johnson,
13 Guy
White
of
of Negro
1936,
with no.
the
49,
244.
p.
test”,
Vea R. Africa”,
Scores
of Southern
15:
:
han sido pero no
'
hores on the Seas jem-
Psychology, NOV Negroes
of Genetic
Journal
15 En otros países las investigaciones gros en tono, intensidad y ritmo,
Negro Children. a
Psychology,
of Comparative
1931, no. 49, p. 244. L. Bean, “The Musical Talent
Seashore
App.
and
10gY»
Psychol0£
1 os ntfavorables e mentos Fast en Natives
A. C. Oliver, “The Musical Talent of 333 . British Journal of Psychology, 1932, “ p- Non-In
Y
. . ducation, rences in 18 Robert P. Daniel, “Negro-White Diffe E Negr0 of al Traits, and in Special Abilities”, The Journ . Washington D. C., julio de 1934, p. 418. »
corta, Como dice Garth: “L a preferencia por el las razas, si elim
decdas
¡
in
amos el factor educación en estética en general, age según las razas, tambié n se leer ha creído hallado distinciones, per o sin lograrlo. Como esc Garth: “Las comparacione s del impulso estético sólo han ribe llevado a la conclusión de que hay un impulso común único a todas
las razas”. De
análoga
manera
se ha
tratado
de explicar
síquicas típicas el característico manoteo con que E
por
e
viduos y pueblos acompañan su lenguaje. Ya August
veía que “el sistema habitual de los gestos ofrece una Pi
ción más racional y menos equivoca que el estado pasivo de la fisiognomía.?? Esta teoría viene a ser una prolongación de la fisiognomía como una fisiognomía dinámica y no limitada a la
figura
facial, sino
el cuerpo. Añádase
articulada
en
la sinergía muscular
de todo
que la gesticulación es más espiritual que
la fisonomía por ser más dinámica y de origen social. G. Elliot Smith dice que los músculos faciales de los negroides, así de
África como de Australia, son menos diferenciados que los de
los blancos
de Europa,
y por eso supone
que los negros
“son
menos aptos para expresar finos matices de emoción” y que “Ja expresividad de su cara es menos varia y menos sutil, y sus más vigorosas expresiones de alegría y dolor son menos conte-
nidas”.* Pero esta impresión personal del racista antropólogo inglés carece de justificación científica. Es análoga a la de los viajeros que tiempo atrás no concedían al negro el conocimiento del lenguaje, calificándolo de stridor non vocis, tan sólo porque no los comprendían. ¿Dónde está la métrica de las emociones sutiles y su correlación con la gesticulación facial? La impresión más común es precisamente la contraria:
el negro por lo general parece tener
una expresión de gestos y ademanes más activa, compleja y fina que el blanco; habla siempre con toda su cara, sus brazos
y manos y la sinérgica movilidad de su cuerpo. Los racistas nazis han tenido marcado empeño en establecer
que los gestos son dignos de racialidad, sin duda para aplicarle
la teoría a los judíos y a los pueblos
meridionales de Europa.
Así Gúnther* refiere que ciertos gestos son hereditarios y ra-
ciales. Lenz, Rutz, Bohle y otros racistas de la misma escuela
han expuesto ideas parecidas. Clauss*! pretende que el cuerpo del hombre nórdico está constituido tan singularmente que su contextura obedece a un específico tipo de movimiento corporal, lo mismo
en toda otra raza. Cada
ocurre
que
"1 Vea Robert P. Daniel, ob. cit., p. 471. Ñ qulgusto
Comte,
Cours
de
Philosophie
raza tiene
positive, Paris,
t. 1,
'* G. Elliot Smith, Human History, Nueva York, 1929, p. 124.
F. $" Hans 1930, p.
p.
r, Rassenkunde des judishen Volkes, Munich, K. Giinthe .
250.
*% Ludwing Ferdinand
Clauss, ob. cit., p. 135.
217
o que no puede eludir sinsi daño el estil ¡ esto
su peculiar y típica f orm
a de movimientos
(ewegun
Eanismo . tie a entender que el : nordresesudez 1cO sus la : seriedad d razelLea gesto qu cetiza o Ao porrelativa m mientras las ger, "ent y semitas son de histriónica, correspondiend lAción jp y emotiva lige o a un alma Otiva y y ajo, ación haE sidoo d emostrado muylos claramente ¿eo por van Veen judío fron,*? dice Boas, que
dejartípiesustos nosCOMO Dor considerados ademanes, y . Vivos gestos gunos abso o raciales, cuando son asimilados Mente rbidosañ en ot TO ambien parte, otra Por ginario. e y originari que Fe no es el suyo añade Boas, gleses que han pasado sus vidas en Italia se han acostumb, i do a mover sus manos como si fuesen pues, la racialidad, es decir, la condició italianos. ¿Dónde Es
on genética y Permanes te de la gesticulación? Parece aceptable que co n la expresión ánimo
de
nos característico
¿cuál ¡será la clasificación
y
un
tipo
:
SStado
manes pueda inconscientemente indicarse a
es ado más 0 me.
d
de los caracter mentalidad; pero,y
gesticulares? ¿podrán tener un verdadero sentido genético
una mímica racial? Además, ¿cuáles son es para componer y congénitos peculiares relieves mentales de la raza aún
sino la cás n entrar en el detalle de los gestos, que no serían En la codeterminación de los gestos de cada indivi qedos"
cada gr upo hurano
intervienen sobre todo las costumbre
cionalismos
así como
nseñanzas,
las tradiciones, los rituales religi
locales,
lares y mentales de cada caso. está tratan Se medio de ando
por
las diversas
idad
e
e
sa
ES muse
: de las 7az0s la personalidad de comprobar muchos los son siglos, Desde hace
grafología.
manual son que creen que las características de la escritura de revelar en cada caso las de la mentalidad y del PI
que lar z la pamona. Los trazos escritos son como huellas onalidad va dejando en el papel. La escritura es o e manoteo o gesticulación cuyas expresiones se fijan ;
por : pluma.
“El estilo es el hombre”, puede decirse también se han
eva de sentido. Las teorías y experiencias grafológicas tuvie o recientemente a la raciología. Si la personalidad , A su base en la raza debiéramos reconocer, grafológicaments y otra negr. P menos, una personalidad blanca, una amarilla materia de
ara comprobar
278
si la funcionalidad
personal en
han Com" escritos esta determinada por la estructura racial, se Los anáde diversas pigmentaciones. parado
escritos de sujetos
aliisis han sido en cuanto a la legilidad, a la morfología, a la qué neación, al espaciamiento, al sesgo, etc.; pero hasta ahora, Entre los rasgos BT" concluyente se ha logrado. sepamos, nadablancos y de indios aún no se sabe de una sol fológicos de diferencia; y las notadas entre escritos de negros Y de blancos e D.
Efron,
Gesture
and
Environment,
Nueva
York,
1941.
ueden ser fácilmente explicadas por sus diferencias en ins-
trucción.” Con
mente
un método
especial de tests se investigó com
el temperamento
ros. Herskovits
ha demostrado
de sus resultados imprecisos.* También
se han
iva-
volitivo de los niños blancos y de las
la futilidad
é
del método y
ad
estudiado sin resultado
positivo
inoté.
ticas diferencias raciales en cuanto a la amocionalidad e da rapidez de las reacciones, a la llamada percepción social, a la
capacidad de contar, a la de calcular, a la de medir el tiempo
»
etc.”
No hay por qué reseñar las numerosas investigaciones psicológicas en estos o parecidos campos. La conclusión, dice Garth, “puede asegurarse como un hecho que las razas no difieren en sus sistemas y rasgos sensoriales, ni cualitativa ni cuantitati-
bien, oyen igualmente humanas sensibles lasy razas Todas ... vamente dolor”. al igualmente son bien ven igualmente Acaso por otros métodos analíticos de la psicología se pueda
llegar con el tiempo a conclusiones más significativas que con
las perspectivas
de las mediciones
mentales. En este siglo
las investigaciones son incontables, la documentación es enorme, los análisis diferenciales de las funciones y aptitudes son abrumadoras; pero no parece que se pueda llegar a una tipolo-
gía de tipos integrales, unitarios. Los caracteres psíquicos son
numerosos, sutilísimos, y su interrelación es de una inextricable complejidad. Teóricamente acaso sea hacedero concebir el cero cuantitativo del cual haya de partirse para medir la
inteligencia o un rasgo mental cualquiera, y por la observación
de sucesivos incrementos llegar a apreciar'cierta graduación más y más alta. Pero en el campo de la personalidad, un rasgo
por simple que parezca no es algo unidimensional. Cuando tal o cual rasgo
se indica
por su nombre,
por ejemplo, la
como
dignidad, la sugestibilidad, el tacto, etc., tal parece que no ha de entenderse sino en cierto grado de expresión o desarrollo de dicho rasgo. Pero no es así, la mera alteración de la cantidad cambia sustancialmente el carácter, la dignidad se trueca en snobismo, la sugestibilidad en sumisión, el tacto en servilis-
mo, etc.** Y en otros rasgos
conservatismo-radicalismo,
psicológicos, como la honradez,
etc, tal psicometria
el
es imposible
por su gran complejidad y por su inextricable relación con los factores sociales, éticos y económicos, que en todo instante y
83 Thomas
R. Gart,
Statement”,
The
“The
Problem
Journal
of
of Race Psychology: A General
Negro
Education,
Washington, p. 325. $“ M. J, Herskovits, “A Test of the Downey Test”, Journal App. Psychology, 1924, p. 75.
julio
de
1934,
Will-Temperament ,
a *5 H. M. Bond, “Investigation of the Non-Intelectual Traits of Group of Negro Adulta”, J. Abn 8 Sec. Psychology, 1928, P. 261.
Robert P. Daniel, ob. cit., Thomas R. Garth, ob. cit., Pp. 913. ts Gladys G. Schwesinger, ob. cit., p. 96.
279
en todo lugar actúan sobre el á nimo, así en sus CONc epto S Co en su valoración. Las apreciaciones tipológicas en psi í sentadas son por lo general imprecisas, Her, asta ahora r
vas, y si son discutibles para la psicología individuo lo son para la psicología comparada y de grupos h
Y SUbjet;.
ual más Aún
aun en las investigaciones más prometedoras y nOs, ero dejando aparte la reserva consiguiente por las enopstivas, aun
tades técnicas de medir esas complejísimas caracterios iicul,
ta ahora sólo han arrojado diferencias insi gnificamtes ns ces: Mas. cluyentes. Sin embargo, mediante la psicología tere. sigue tratando de descubrir, no ya las distinciones unil Se
de cada reacción, de cada función, de cada actitud
mente a la antropometría que se extravía en la
aterales
uo ga:
minuciosa de las diferencias somáticas; sino los ras o:
ón
nantes que en su amplitud y complejidad abarcan la Fe omitotalidad de las manifestaciones psíquicas, imprimiéndo Jo A o característica dirección. Según piensa Schreider, estas dista . ciones basadas en el examen de caracteres aislados, no no enseñan bastante sobre la personalidad psíquica y, sin Se fútiles, no nos permiten conocer el alma de un individuo." Has para ello que acudir a un método más comprensivo y sintético
y por esto los psicólogos han acudido a distinguir las individua.
lidades psíquicas según sus acciones y reacciones, o sea, según
su respectivo carácter.
Siempre las gentes han hecho observaciones acerca de las di.
ferencias de carácter entre los individuos. Muchas las ha con-
servado el refranero de todos los pueblos. Baste referirnos, por ejemplo, al Libro de los proverbios, en la Biblia, esa gran com-
pilación de folklore y de literatura histórica y mística del antiguo pueblo hebreo. Y los pensadores a través de los siglos no
abandonaron jamás el tema del carácter humano. El vocablo carácter tiene en esto un sentido genético y es
aplicado a un complejo psicológico. Carácter es un complejo de
caracteres. En este sentido quizás sería preferible usar el castizo vocablo caracterismo. Pero la noción tipológica del caráe
ter es bastante nebulosa, porque no hay línea que en rigor (4
separe de la del temperamento.
El carácter, se dice, es una disposición psicofísica para in
bir los impulsos
instintivos.
Según
los psicólogos, el
NN
DARA
as
suele definirse sobre la energía de la fuerza inhibitoris,
280
su intensidad, su prontitud, su rapidez, su persistencia, * ne o bien que sobre los móviles de la inhibición, o sea sú o ular. malicia, su sagacidad o tontería, etc., según el criterio po de El temperamento, por su lado, se refiere al aspecto a - dimen-
la individualidad o sea, según F. H. Allport, a las > emocional a la Jatitud siones del campo emocional: la longitud del o sea la frecuencia del paso de una emoción a O 57 E. Schreider, Les Types «París, 1937, p. 7.
Humaines.
“Les
Types
S
Psycholofiqu
*
xtensión o variedad de los estímulos emotivos y ]
o profundidad de la reacción emocional, una vez excitada
í
De todos modo ter y temperamento conceptos róximos. Uno ys,otrocarác son maneras habituales son de reaccionar
ante los estímulos.
De Una
parte, el temperamento
es
por lo
común, más bien referido . )-Na condic iones fisiológicas, E:cas, > aa una eur o-v endocrino ege tat iva , infraestructura pero const. mente ofrece una determinan te de gran interés para la vida mental del individuo. Y, de otra parte, el carácter, que tiene en icología una
presencia indiscutible, no
puede ser
de los E ctores fisiológicos. Con frecuencia, pues, se cortando ambos conceptos. Últimamente, como indica Schreider, los psicólogos han ido pasando de la consideración de los temperamen-
tos, definidos en relación con rasgos somáticos irreales o im-
precisos, a la de los caracteres como entidades más bien psíqui-
cas, dando origen a la caracterología y a numerosos tipos de
clasificación. También
suele
usarse
el vocablo
personalidad
casi
como
equivalente. Pero, si por razones idiomáticas, a la voz carácter se le atribuye
un matiz
ético y al vocablo
temperamento
una
acepción más bien fisiológica y emocional, el concepto de per-
sonalidad se refiere más a la individualidad socialmente distin-
tiva. Allport define la personalidad como “una organización
psicológica bajo influjos culturales, físicos, bacteriológicos y hereditarios”. Para Klineberg es la “organización dinámica del
sistema de hábitos del individuo”. Según
McDougall la per-
sonalidad es un concepto genérico que comprende cinco factores: el carácter y el temperamento, y, además, el intelecto,
la disposición y el temple. Para unos la personalidad será más
bien definida por los aspectos exteriores, como la voz, los ademanes, el vestido, la simpatía, etc, Para otros será una dis-
tinción más íntima, basada en la conducta. El concepto de la personalidad es, pues, harto vago. Burnham ha escrito que todos saben lo que es, pero nadie puede decirlo. Personalidad es un concepto abstracto. Equivale en rigor, a individualidad, o sea diferencia individual que distingue a cada persona; pero no implica caracterización específica alguna ni por lo ético, ni por
la simpatía, ni por la apariencia y el trato. En cualquiera de
esos campos surge la personalidad.
Por otra parte, los psicólogos han propuesto otras distincio-
nes como “tipos de orientación general del espíritu”, según expresión de Claparéde; a manera de “estilos de comportamiento” o “estilos psicológicos”, como apunta Schreider, indicado-
res de los modos constantes de la conducta del individuo en su relación con el mundo ambiental.
Bueno es advertir que es imposible separar unos de otros esos conceptos de temperamento, carácter, personalidad y
orientación espiritual, como en la naturaleza humana no eS acedero desintegrar sus elementos. Pero debemos considerar
aquí los tipos psíquicos propuestos porque de ellos constante-
281
mente se hace aplicaciones a las r
lar de nuestro trabajo.
Los tipos psíquicos son numeros
azas, que son el tema Medy :
dernos no han abandonado los antiguos eun e Psicólogos Mo. Wunat,
distinguiendo las energías de las rea
de los
individuos,
breve
intensidad
recuerda
el colérico
o ramentales
ueno
NeT viosas
integración
pidas,
melancólico (fuerte y lento), el sanguineo (debi Pronto), el y el flemático (débil y lento). Fouillée, basándose, Pronto) o desgaste, en los procesos de la integración orgáni el ahorro desintegración, fija cuatro -tipos: sanguíneo inte racid dominante por exceso de nutrición y reacciones rán , de La Pre. y duración;
nervioso,
nante por necesidad de nutrición, con reacciones a Joomide . intensas y durables; bilioso, ardiente, desintegración rá Secas, intensa; flemático, frío, desintegración lenta y menos También Fouillée ha propuesto los tres tipos de sensitivoePosa,: luntarios e intelectuales, de fácil interpretación. B. Pérez Se sn
la motricidad, o sea la rapidez y energía de los individuos o
distingue
rados.
en
vivos,
lentos,
ardientes
y
ponderados
o equili
T. Ribot estableció tres grandes categorías genéricas de ca.
racteres:
los sensitivos, o sean los afectivos o emocionales, por
lo común excesivamente impresionables y pesimistas; los acti-
vos, o sean los tendientes a la acción, casi siempre optimistas
emprendedores y hasta audaces; los apáticos, o sean los débiles de emoción de acción, que caen en la inercia y vegetan indiferentes.
Entre los sensitivos están las variedades de los humildes, mediocres o limitados de mente, muy tímidos, inquietos y faltos de energía; los contemplativos, sensitivos de inteligencia despierta, pero incapaces de actuar y desesperanzados; y los emo-
cionales, impresionables en extremo, sutiles de inteligencia, acción espasmódica disparada por las emociones intensas y no por la energía estable.
De los activos hizo Ribot dos grupos, el de los activos mediocres que, siendo de mediana o poca inteligencia, han de derra-
grandes mar, no obstante, el sobrante de sus energías, y los activos, de magna inteligencia e ínfima sensibilidad.
Los apáticos son de dos variedades:
apáticos puros, cuyá
inercia, a manera de soñera opone resistencia pasiva á los bio. flujos exteriores, poco susceptibles de educación, ni sue ula-
nables ni plásticos e incapaces de bien y de mal; y los e em
dores, de inteligencia práctica, pero sin espontaneida
282
tadores, a veces especuladores fríos y tenaces. os temEl mismo Ribot describe varios tipos mixtos: activos, los apáticos-activos, los apáticos-sensitivos J. amorfos
plados, y, según Malapert,
debió haber incluido. 5
(sin carácter) y los inestables o de carácter ton
de estos tipos parecen absurdos por lo antitetico
nos. ¿Cómo puede haber un apático que a la vez 5
]gunos
su s térmi-
ea activo?
ues los hay, dice Ribot, para quien el ser hu
haz
Po e
a sentimientos con frecuencia contradictorios
solamente lo con Asificación de tipos mixtos demuestra no buscados en la nen cional de los arquetipos fundamentales pamiento de Eos idad, sino la intensa entremezcla o sola en
la experiencia diaria. Acaso fue Binet quien inició la clasific ación estilos psíquicos, con su distinción entre tipos científica de los jetivos, según la actividad psíquica del indi objetivos y subviduo se dirija al mundo
externo
o a su mundo
interior, O sea extrospectiv a
o
introspectiva. Esta distinción capital es hoy muy generalizada
no necesi explicaciones. Sus tipos son claros y comprensibles, aún tacuando , naturalmente, susceptibles de matizaciones intermedias.
Gross ha distinguido, después, entre individuos
secundarios.
Aquéllos
son los que
responden
a Una
primari
función
mental primaria, al consumo de los recursos de la célula ner-
viosa, ante los estímulos actuales, y éstos son los que se extienden a reponer los recursos consumidos al estímulo de las experiencia pasadas. Los primarios reaccionan rápida y fácilmente al medio, adaptándose pronto a él, sus asociaciones son fáci-
les, pero a menudo
incoherentes por la débil huella de las
impresiones pasadas. Sus sentimientos son simples, sus reacciones impulsivas y pronto agotadas. El predominio y facilidad de los estímulos y reacciones actuales dificulta la elaboración de la experiencia, que es la reflexión del pasado, y los pensamientos se hacen concretos y el mundo es percibido como un
cúmulo de hechos aislados, sin visión del conjunto. Entre estos
individuos de tipo primario están los genios de las realizaciones prácticas. Los tipos secundarios ganan psíiquicamente en
profundidad lo que menguan en extensión. Sus impresiones son más profundas y por esto son conducidos a síntesis y abstracciones, a conceptos generalizadores, e ideaciones más coherentes, evitando los estímulos externos y las actividades prácticas, siendo capaces, sin embargo, de reacciones bruscas, incoercibles y arrolladoras cuando su vida y el mundo
externo
un complejo mental domina
es concebido
como
integrando
su
Propia internidad. Entre los secundarios están los genios de los grandes ideales reformadores.
Estos tipos de Gross se aproxi-
man ciertamente a los objetivos y subjetivos de Binet.
Y también a los propuestos con fortuna por Jung, de extra-
Versos e intraversos.** El extraverso tiende hacia lo externo, y, por tanto, se adapta fácilmente al medio, es comunicativo, accesible y sociable, de espíritu práctico o realista y gusta
de lo concreto y de los bienes materiales. El intraverso, al re-
vés, tiende a lo interno de sí y por consecuencia es poco adap-
able y generalmente encerrado, menos accesible y alejado del
mundo, a veces hasta opuesto a él, llevado por lo sistemático y lo abstracto
y las concepciones
idealistas.
Ambas
actitudes
**C. G. Jung, Psychological Types, trad. ingl, Nueva York, 1933.
283
coexisten en el mismo
individuo
si hi
la predominante y permite la distinción
de entra
verso su actitud suele encubrir una fuerte tn
En el €Xtrq
trica, casi infantil, mientras que en el intrave, ncia e océn. " dencia de espíritu con frecuencia deviene har la ¡
como
limitación del campo
activo, dependencia Lo
liar o económica, y la personalidad diluye nostálgicamente en un ansia
llamada de ser
lo
ay Milde, qu
$
dominj
decirse que los objetivos, primarios y extraverso, rida. Pue de
len, como a su vez los subjetivos, secundarios e intra ys cuiva. Pero Jung
ha ido más
allá, elaborando
Una subcla
LA
y haciendo intervenir en ella cuatro funciones psíquic 1Cación como dos “irracionales”, o sean la sensación y la intuición tales
“racionales”, que son el sentimiento y el pensamiento
nando
todos
estos términos,
Jung
do dos
establece cuatro o
extraversos y otros cuatro de intraversos; a saber: extravers : pensadores, sentimentales, sensitivos e intuitivos y los Corre.
e-
lativos intraversos.
No terminan en esto las distinciones de tipos humanos desde
la psicología.
Recordemos,
entre
los más
originales,
los tipos
narcisista y erótico de S. Freud y de su doctrina psicoanalítica:
los de Apfelbach, basándose en la bisexualidad individual, en las tendencias sádicas y masoquistas, en la intraversión y extraversión, etc.; los de Ewald, según los tonos de las reaccio-
nes vitales que pueden
ser intensas y gozosas o deprimidas y
melancólicas; los de Sheldon, en viserotónicos, somatolónicos y cerebrotónicos; los de Spranger, dividiendo los seres humanos según los valores o aptitudes que éstos toman en la vida: ttóricos, económicos, estéticos, sociales, políticos y religiosos. Mijailovski
y
luego
Lazourski
fijan
psíquicos
los tipos
humanos según la naturaleza de los medios sociales que pro-
ducen las excitaciones y determinan las reacciones de los indi-
viduos, y según la adaptación de éstos al ambiente. Lazourski
reconoce dos tipos que pueden
exopsiquico.
Según
ese
denominarse
investigador,
existen
endopsiquico y dos
tipos, a
dice psicosociales, según sea la adaptación del individuo 2 medio circundante. Si predomina la acción de los estimu A externos en la determinación de la personalidad se tna o
exopsiquismo y si prevalecen los factores internos el ene Ps
quismo.*” Estos tipos del psicólogo soviético son reflejo
teres
teorías de Pavlov. No contradicen la existencia de care fun» de base somática y fisiológica; pero los condicionar Lo ner-
2894
ción del ambiente, así como Pavlov estudió los ref 7 ura.xteY viosos considerando el cerebro, más que en Su estruc
PU fisiología, en función de sus respuestas a los riores. Lo mismo ocurre con los tipos de MijailovS demás de orden psicosocial. 89 Lazourski, Schreider.
Klassitikatsia
Lichnostel,
Moscú,
1923. Cita
y los
de G-
Junto con éstos pudiéramos recordar los nu
creados por la ética, la religión, el derecho , la Morata folklore, bien empírica y vulgarmente o Por el esfuerzo refle cia,3 vo de filósofos, apóstoles, Juristas , letrados. Tipos psicoso moral
on, en rigor, los indicados por
los térmi
e inmoral y hasta , amoral; social
no ieno antisocial : y malo;
-
e inadaptado, y todos los innumerables adjet ivos aplicados . la funciones de los sentidos, de la mente y de la conducta. Recor-
demos a Nietzsche, quien en su Origen de la tragedi los tipos de psiqu
is humanas en dos: apolíneo
icó
and o
Todas estas clasificaciones son constantemente debatidas por En todas ellas se analizan seres humanos desde ángulos de mira específicos y se fijan losa uno y otro lado de cada ángulo los psicólogos.
singular los tipos contrastantes en la realidad
concreta, a veces más bien en Ja teoría abstracta, pero cuando se pretende dar a esos arquetipos psicológicos una aplicación
general fuera de las líneas originales de su formación, su efi.
cacia resulta menguada. Tal como ocurre en las clasificaciones somát icas y somatopsiquicas, donde las infini tas variedades intermedias entre los arquetipos impiden generalmente el encasillamiento de los sujetos en categorías aceptables.
Por otra parte, ha sido imposible reducir tales clasificacio-
nes a denominadores
comunes, lo que provoca un enorme tras-
lapo de los individuos apenas se trata de definirlos por varios
órdenes de sus caracteres psíquicos. Será hacedero calificar a
un sujeto de colérico o de flemático, si son muy destacados los rasgos distintivos de su psiquis y ésta, por tanto, no está com-
prendida en cualquier categoría intermedia en la cual la cóle-
ra o la flema se presentan amortiguadas o confusas como en un mestizaje de entrambos arquetipos psíquicos. Lo mismo ocurrirá con los varios tipos de Binet, de Gross, de Jung y de
todas las decir que contrario; porque la entre
otras clasificaciones. No será difícil en ciertos casos un sujeto es objetivo, primario o extraverso, o lo pero las más de las veces ello no podrá asegurarse caracterización será dudosa, por indecisa u oscilante
la objetividad
secundariedad,
dicho que ambas
y
la subjetividad,
la extraversión
la primariedad
y la intraversión.
y la
Ya hemos
actitudes típicas coexisten en cada individuo
y que su tipificación depende de que una de ellas tenga pre-
dominio; pero esto no ocurre siempre, ni siquiera con frecuen-
cia ni permanencia, y un mismo sujeto será tachado de intra-
verso o extraverso, según las condiciones, o según fuere de
rígido o laxo el criterio del calificador; o no podrá ser llamado
ni de uno ni de otro modo por su posición intermedia o amoría.
Además, si clasificamos un cierto número de sujetos, Por
la direcejemplo, en intraversos y extraversos, atendienado
ción de su actividad psíquica y luego queremos distinguirlos,
Pongamos por caso, según fueren sus reacciones e inhibiciones,
Siguiendo los términos de Ivanov-Snolenski, notaremos qué
€s imposible sobreponer una clasificación a la otra; que asi Un
individuo señaladamente intraverso como otro extraverso po-
285
drán ser indistintamente
equilibrados
o inertes. Ambas clasificaciones no se O excitables, Corresponden de mira son distintos, y al ez dos términos
rehuyen,
combinarse
de la clasificación
dando
origen
a una
primera
lejoo
us P acentuaurntos ] Ssdentr ]
subclasificación:
sucesivamente cada vez que se quiere combinar
ficación previa un nuevo orden de tipos. De igu Re
acontece
con
los tipos
somáticos,
cuando
y inhibig Os s
emezc)an
:
>
asi OCUrre
Una clasi.
despué manera
Que los individuos por sus pigmentaciones se les quie r e dividir además, por la forma de sus cráneos, por la de a clasi ficar por otros distintivos cualesquiera. “Los caracteres p Prices
de los seres humanos, en tanto sean innatos también soto
can unos con otros, como las formas craneales, Es Posh an el negro basuto medio no sea tan inteligente como el r ne de los ingleses; pero es completamente cierto ho as los basutos son tan estúpidos como los más estúque pidos deje ingleses. Asimismo puede ser que el inglés prom edio,
to a las cualidades
morales
que se requieren
en cu n
en un gran esta.
dista, las posea en un grado más alto que el prom edio de los basu
tos; pero creo que no hay duda de que el inglés promedio es en ellas muy inferior a Moshesh.** Es el fenómeno del tras.
lapo o solapamiento,
que
atrás señalamos
y que se da en las
características psíquicas lo mismo que en las corporales, Las clasificaciones psicológicas de los caracterismos o de los
estilos, aun cuando se refieran originalmente a tipos comple jos, nunca resultan suficientemente comprensivos para que fuera de cada clasificación no queden sendas características desde otros puntos de vista, tal como ocurre con los temperamentos, las constituciones o la somática en general. Puede asegurarse que, en cuanto se pretende extender esas caracterizaciones psíquicas a las razas, la conclusión a que se ha llegado es la que dice Garth, con referencia a la personalidad:
“Pese a lo mucho que se ha dicho generalmente acerca de las diferencias de persona'idad, según las razas, los estudios hechos
hasta ahora no justifican la creencia de que exista una personalidad racial para ningún grupo humano”. o Además, el carácter y cualesquiera otros tipismos psiquicos
¿son estables en el individuo, de manera que puedan acompe
ñar siempre otras categorías de distinciones más O menos
manentes, como la forma craneal o el color de la piel? to a la variabilidad de los caracteres psíquicos, es nd
e
e
Civar-
mente mayor que la de los somáticos, no tan sólo Perm eda-
se de las propias variaciones de éstos (edad, sexo,
286
as mani-
luideZ des, degeneraciones, etc.), en tanto pueden afectar, festaciones psíquicas, sino por la mayor complejida: Lon y por
de estas funciones y de los estímulos
que
las solicl e
la variación infinita de éstos, la cual provoca
bios en las reacciones de aquél. Si la variabilidad
basutos.
J. S., Moshesh
fue un gran
personaj
os carac
de razas CON
teres somáticos invalida la tesis fundamental de las so Haldane,
cam:
e histórico de 1%
“2
razón ocurre con la variabilidad de 1
campo
psicológico.
Como
ha observado
isti
Sar
etica : Rd
blema de la raciología depende del de la movilidad o inmovi. lidad de las razas.
No faltan quienes, saliéndose de la cien cla y empeñados en
dar a la raza un acomodaticio concepto me tamente social e his -
tórico, emancipado
de la antropología, le gan a decir, a estilo de Taine, que el estudio de la psicología de las razas “ofrece
más seguridad que los caracteres físicos, en general, y que los caracteres osteológicos, en particular, puesto que los caracte-
res filológicos y psiquicos varian menos que los caracteres somáticos, sujetos a todas las influencias físicas y a la hibri-
dación”.*” Pero la mayor invariabilidad del alma 'de las razas es puro prejuicio
de política o de literatura.
Ni son invariables los rasgos de la psicología individual. Los
psicólogos que han llevado sus investigaciones científicas a las minuciosidades psicométricas saben cuán importante es para sus estudios la dificultad de la relativa inconsistencia de cua]-
quier reacción psiquica en un mismo
individuo cualquiera. Si
para cualquier apreciación cientifica es necesario contar con cierta relativa uniformidad en la sustancia y actividad de las
unidades, en esa unidad psicológica que es la personalidad humana no se advierte la consistencia en las situaciones suce-
sivas. En el campo de las emociones, el hombre que hoy está
irritado quizás estará afable mañana; en el campo de las reacciones morales, el ladronzuelo de gallinas acaso se resista siem-
pre a robar otra cosa; el liberal en materia religiosa no se siente tal sino conservador en costumbres domésticas; el avaro
de su dinero no lamenta ser pródigo de su tiempo; el patrono más autoritario en su fábrica será corderito en su hogar. Las predicciones son con frecuencia fútiles, los tests psicométricos
son oscilantes e inseguros. Esas conductas, que solemos llamar normas, no son en rigor tan normales como parecen y no pasan de ser sino respuestas específicas a situaciones específicas.” En fin, estos caracteres psíquicos ¿son realmente heredita-
rios? ¿Tienen algún determinante genético que permita considerarlos en algún modo verdadero como racial? Según Huxley
2 Thomas Ya René
R. Garth, ob. cit., p. 321.
Martial,
“Anthropo-Biologie
Races”,
des
Mercure
de France,
p. 281. Este autor sosParís, diciembre de 1938, t. CCLXXXVIIL, que “persisten con una
en la raza tiene que fijeza extraordinaria:
hay un
dos elementos elemento biológico,
la sangre,
a la vez psicológico y fisiológico, elemento des mentales, psíquicas, y aptitudes morfológicas”. tales aptitudes no lo aclara el autor.
y un
las aptitudes; aptituQué
cosas son
“No son genes, dice, porque
quiere decir lo que da nacimiento a... y las aptitudes genes existentes, vivientes que no necesitan nacer, sino salir al exte-
rior, manifestarse. Son resurgencias...” En otro lugar las denomina “aptitudes secretas”; pcro, en definitiva, no se trata sino e un preconcepto de infundadas fantasías.
* Gladys C. Schwesinger, ob. cil., p. 97.
287
y Haddon,” refiriéndose a la raza blan tan divi sus controversias y prejuicios intrarra ca, hoy s, aun sin vidida Que r pueda haber entre los pueblos y tipo ciale s etnicos de Euros
rencias mentales
genéticamente
prede
ble que no han podido ser científicamente romeo es induda. tradas a pesar del enorme trabajo de los investi 2d y demos.
leados por el anhelo político de establecerlas de men OTes espo.
voca y total. Lo mismo
puede decirse en relación
más Tazas en otros continentes. Piénsese
también
que la selección,
capa
era inequj.
con las qe, ,
no! Varije. id dades humanas o raciales en Er nada enteramente por caracteres físicos. “No existe e mis encia haw se humano género del de que entre las variedades
rado proceso alguno de selección
mental. El concepto q Ope-
selección por cualidades mentales
parece ser moderno
una 'domesticación' de las almas.
Pero la domesticación
tado a los modernos
prejuicios.
Claro está que
al
ha habe
d eo
almas es la cultura. Y las culturas no son las razas. La historia
enseña que de una misma cultura pueden
participar individuos
de todas las “razas' y que los de una misma 'raza' han perteneci-
do a las más diversas culturas. Como ha dicho Ruth Benedictw en lenguaje científico: 'la cultura no es función de la raza.”
Por todo esto ha podido escribirse”? que “las llamadas cua-
lidades trarias, dignas Acaso
raciales de carácter intelectual o moral son tan arbi. tan tendenciosas y tan fantásticas que ellas son más de una sátira que de una seria refutación cientifica”. fue esa la intención del gran humorista Mark Twain
cuando al oír la defensa que un filántropo hacía de los judíos, insistiendo en que estos prójimos no son sino seres humanos como los demás, le interrumpió diciendo: “¡Pues no ha podido
usted acusarlos de nada peor!”
288 ss Huxley J, S. y A. C. Haddon, ob. cit., p. 96. es M, F. Ashley Montagu, ob. cit., p. 486.ss Ruth Benedith, ob. cit., p. 23. »7 Theodore Balk, ob. cit., p. 92.
IX NATURA Y HECHURA
SUMARIO:
El ser humano
es
un
animal
social.
Las
tres
nmoturalezos del ser humono. Nocimiento y nutrimiento, noatute y Culturo. Herencia, adherencio e inherencio. “Raza y Sustancia y circunstancia. plozo don al hombre su trozo.” Herencia y ambiencia. Las cuatro dimensiones de la existen-
cia. El diálogo de don Ambiente con doña Natura. Vivencio es siempre convivencia. Imherencia y coherencio. La lucha por la vida y la asociación pora la lucho. La carne, el mundo y el demonio. Los influjos ecológicos y scciales en la deter.
minación
monos
$2 puede
de
la vida
Jimaegues
separar
humano.
o mellizos.
Los
Los
la individualidod
Al llegar a este punto
experiencias
con
los her-
reflejos condicionales,
No
de la ambientolidad.
de nuestro trabajo
parécenos conve-
niente extendernos un tanto acerca de la importancia del am-
biente en todos los actos humanos. Nos hemos referido con frecuencia al influjo ambiental sobre la formación y funciona-
miento de los caracteres somáticos, psicosomáticos y psíquicos
de los seres humanos.
Blancos y negros, rubios y trigueños, pícnicos y leptosomas,
intraversos y extraversos, todos los tipos humanos, cualesquiera que
sean
sus
características
estructurales
y funcionales,
necesariamente y a sabiendas o no, tendrán en sus actos ciertos motivos que no derivarán de su propia individualidad sino de ciertos otros factores que la rodean. Es decir, de factores
que no serán los de su propia naturaleza; ni los de su natura-
leza congénita, ni los de su segunda naturaleza. La individualidad humana siempre tendrá su vida condicio-
nada por la del cosmos en general. Desde los astros a las arenas, desde las águilas a los mosquitos, desde las fieras a los guSanos, todo influye en la vida de cada ser humano cualesquiera
que sean sus pigmentos, sus huesos y sus glándulas. En esto la humanidad
no se diferencia
de la animalidad.
Pero el ser.
humano se distingue del animal en algo específico. El ser huma-
convive con sus semejantes, como no hab!a, inventa, progresa ély también es un animal, y no teneno hacen los animales. Si
289
mos
€mpeño
en exonerarlo
de su zoolás;
parentela, indudablemente es un
es un animal social. La sociedad
naturaleza,
Tan
inevitable
como
al
CeStraligag
es del homo El
las otras Des.
OMbre
Ana
tercer,
mera que le es la congénita, la segunda que es pues de la : rida, y, al fin, la tercera que es donde vive Como e el adqui.
mento propio:la sociedad. Y acaso una cuarta, e] Dn Su ele,
turaleza universal. El hombre sólo por ser socia] resto, la na. sapiens, un homo politicus, un homo economicus ES Un Homo mente, por ser social es todo un hombre Y, como taria. tiene específicas motivaciones que no experimentan 1; da
seres.
Tales factores exclusivamente humanos no pueden ser olvidados al tratar de las influye ciertamente en la creación y en de los caracteres humanos tenidos por raci
95 demás s on los sociales
r azas. La sociedad 1 a relativa fisación ales; e influye has.
ta en las mismas definiciones de las razas. Pero, sobre todo
unas y otras razas, o mejor dicho con razas o no, la sociedad influye en la vida humana en lo que ésta tiene de más humana
de especificamente humana. Y es en estas influencias sociales unidas a las cósmicas, donde pueden hallarse las explicaciones
del desarrollo de la humanidad tes
fenómenos
históricos
que
y de los reales y trascenden.
se han
querido
atribuir
factores ilusorios que se han denominado razas. La ciencia contemporánea piensa que no pueden ser dos entre si los fenómenos psiquicos y los somáticos y gicos, y que unos y otros tampoco pueden ser aislados demás fenómenos del ambiente que los rodea. Soma y
a esos
separafisiolóde los psiquis
integran sustancialmente la personalidad del ser humano y ésta
se determina siempre por relación. Nature and Nurture dicen los antropólogos ingleses, desde Francis Galton. Nature, que no
“indole”,
sólo significa “naturaleza” y “esencia” sino “origen”, “predisposición”
y “temperamento”.
Y nurture, que a la vez
dice “nutrimiento”, “asimilación”, “asistencia”, “ajuste” y
danza”.
congenita, y
Nature, que quiere decir individualidad
nurture, que
es la constante
MUu-
de la indivi ue
correspondencia
lidad con sus circunstancias. Natura y hechura pudiera de
en castellano, pues el ser humano nace y se hace. O, lo e su todo
igual, nacimiento y nutrimiento, pues el ser nace a
engendro
y luego se nutre
por
infinitas
e y o
rn
suce
género de sustancias y fuerzas que le vienen del am o
van haciendo y rehaciendo tal como es en cada mom
sivo de su incesante devenir.
290
1 con lo
Síntesis de lo notar miente Y
hechizo. O bien natura y cultura, que es como decir S al trasla-
cultivo, No tan sólo cultura animi, que dijo Cicerón 2. “ino dar metafóricamente el vocablo agrícola a la psico e riamos
a la vez cultura del ánimo
expresar ambos
rencia. Por
y del cuerpo.
extremos por los términos
herencia
lo que
el individuo
e encia
e
O ser
consigo desde el no ser, llevado al engendro
que lo crean. Por adherencia lo que desde ese
y adhe-
humano Otros
E omento se
va incorporando a lo que ya es lo uno,
por o
Lo que es
lo otro, para constituir en cada instante ado pi
Cada ¡ ndividuali nalidad, su singular . inherencia. 4 de herencia y
perso-
pia
personalidad humana es inherencia Ahora se comienza a decir lo genético lo ecológi diendo a su causalidad: lo que procede del engendro y la. ue deriva del medio. Pero lo ecológico tiene una acepción genera l. mente restricta, y por lo tanto, el dilema a veces se presta a confu o
sión.
Acaso pudiera decirse con rancios vocablos je que “raza y plaza dan al hombre su traza
iro d Po
ua
-
llevaría fácilmente a equivocaciones por la ambigiiedad de los significados que tienen hoy día tales palabras. Dicho sea en otro lenguaje: toda unidad de ser (esencia), existir (existen-
cia) y estar
(estancia)
es una integración de singular substan-
cia o natura y de plurales circunstancias o ambiente.
No se concibe la existencia del individuo aislado. El indivi-
duo Único sería el metafísico Todo; la razón no lo percibe. El
individuo
es uno
pero
por
distinción
de lo demás;
es decir,
de lo múltiple que. lo envuelve y relaciona. Podemos pensar que la individualidad es la limitación, a veces inefable, que separa y por tanto distingue lo uno de lo otro, o, desde la mira
subjetiva, el yo del no yo. Dentro de la individualidad, o sea en su dintorno, está lo uno; fuera, en su contorno, está todo lo demás. El ente y el ambiente, lo individuo y lo dividuo, lo intraestante y lo circunstante, la sustancia y la circunstancia,
lo infuso y lo circonfuso, lo uno y lo otro. Quizá convenga aclarar un tanto más estos términos. Natura y hechura son conceptos que no corresponden con los de individualidad y ambientalidad, aun cuando les son muy aproxima-
dos. La natura es sólo la individualidad genética, la cual por hechura
se va trasformando
durante la vida; si bien a veces
la trasformación se hace tan intrínseca que puede llamarse, tal como se dice en el lenguaje corriente, una segunda naturaleza. En estos casos, la natura adquirida se confunde con la natura original y constituye la natura, única pero cambiante, que es la esencia de la individualidad. También importa evitar el equívoco de confundir los sentidos
de natura y naturaleza en las acepciones aquí empleadas. Aun
cuando originariamente signifiquen lo mismo, la natura, como concepto
aplicado
al individuo
y antitético a hechura,
no es
toda la naturaleza; es naturaleza porque significa lo que de ella tiene el individuo, pero no es toda ella. Fuera de la singular natura del individuo, hay otra inmensa porción de la natura O de la naturaleza, de la cual proceden factores que ya son de la hechura porque actúan sobre el individuo y a su hechura contribuyen. El clima, por ejemplo, no está en la natura del
la naturaleza individuo, es siempre circunstancia externa de y del ambiente en que el individuo se desarrolla, y es factor
Que, aún siendo propiamente de la naturaleza es codeterminan-
291
te de su hechura, pues el clima
pued
el individuo sea activo o indolente. Por
ambiente
o circunstancias
ent
e hacer, por ejemplo
e general, todo lo que no es la individualenda idad. mís en un Sentig
término ambiente es relativo a otro término d
Jos - OL est
dualidad de que se trata es, por ejemplo, la de a Si Po a indivi ] será su ambiente el conjunto de todo 1]
Ae:
humanos, los demás seres vivos, los pto
T
nu
a
los otros Sere
y los cielos, todo el cosmos en cuanto significa Pee
a tierra
los factores circundantes de un individuo. Si la neo talidad de ontológica a considerar es, por ejemplo, un órgano ividualidag ción (la epidermis, el cerebro, la vista o el lengua; y Una fun. también formarán gane de su ambiente respectivo ' once órganos y factores del mismo organismo, los cuales si s más nos para un cuerpo humano dado, son a la vez externos A
cunyacentes para otro cualquiera de aquellos órganos > Y cir.
indivi.
dualmente considerados.
Todo individuo tiene un ambiente propio o sea iniá singular dentro del ambiente universal y toda vida. ón un resultado de las características individuales con las ambien. tales. Unos factares los halla el individuo en sí, dentro de su
propio dintorno, otros le vienen del exterior. El perfil de toda individualidad
está
igualmente
determinado
por el contorno
y por el dintorno. Así como un circulo se mide desde adentro como desde afuera por su circunferencia. La existencia de todo
ser es una ecuación de factores exógenos y endógenos, extrín-
secos e intrínsecos.
Individualidad y ambientalidad, que son correlativas y no pueden separarse sino en la abstracción conceptual, son dos elementos esenciales de toda existencia, la cual se determina por la correlación de aquéllas en el espacio y en el tiempo. La
existencia es la relación, como
dirían los metafísicos, de un
yo con lo no yo, en un punto y en un instante. Tal parece que
debido a las nuevas posiciones de las matemáticas relativistas
y de la física quántica, sea forzoso admitir la necesidad lógica de una cuarta dimensión, no sólo en la explicación del universo,
sino en la de toda existencia, en la de toda vida. Acaso haya, pues, que filosofar la vida como cuaternaria, como una función
coordenada de cuatro dimensiones:
de individualidad, ambie-
talidad, espacialidad y temporalidad. O acaso será quinguó ria. Quizá, además de esos cuatro elementos, haya un q ación
tafísico que los coordena a todos ellos para la e orsal, de cada singular existencia dentro de la existencia ua ista:
No se desvanece por este relativismo la exigencia deter Jeta in-
antes al contrario se reconoce la más compleja y con
alejar
terdependencia de sus factores, aun cuando haya «bilidad la
indefinidamente hasta los límites de la incognos2) cada uni
experimental
y definitiva comprobación
de sus infinitas fórmulas causales de od
objetiva
Limitándonos al campo biológico, no hay tro
debatido que el de las correlaciones entre el in
de ”
ema más
viduo y
mbiente, la natura y la hechura, la sustanej ¡ cia, corrientemente expresa do por los términos derenecinstancación. Pudiera decirse, con
cierto neologismo castellano problema biológico de la herencia el y la ambiencia. Diríase « se la soledad de la celda de estudio del biólogo es perturbada hor el horrible estruendo
que esa misma cuestión provoca mundo exterior. Es que este problema de la correlación en el de los factores hereditarios con los ambientales tiene una resonancia política
enorme. Es el problema de las desigualdades humanas. Por esto suele estar cundido de prejuicios tanto como el problema
de las razas. Al ambos no son en su esencia sino un mismo y solo problema fin, de graví simas repercusiones sociales. Desde antiguo luchan los conceptos de herencia y educación para
explicar
la ind ividualidad de C
la vida
humana,
De
parte la fuerza del destino y de la otra la fuerza delascircunstancias.
Generalmente,
los primitivos
y antiguos
las desigualdades ostensibles de los hombres como por la divinidad o por el hado. Ya en el
,
aceptab
impuestas
siglo xv1 y el padre
Torquemada, en su Monarquía indiana, aún atribuía el color negro de los africanos a la maldición que les echó el bíblico
patriarca Noé por culpa de sólo uno de sus milenarios antepa-
sados.
Las
mantenían
efectivas
como
un
desigualdades
ina'terable
sociales
se consagraban
y
sistema divino y astrológico.
La igualdad de los hombres, cuando en principio se admitía,
era un concepto ilusorio. Sólo se daba en el pasado por la creación. en el presente por la responsabilidad subjetiva y ética
del pecado y en el futuro por la justicia de ultratumba; era, pues, una igualdad metafísica. Así se pasan las edades, con la igualdad humana en lo sobrenatural pero con todo género de desigualdades en la vida de la realidad. Hasta las circunstan-
cias contingentes
solian
atribuirse
en gran
parte a obra del
misterio. Al ir surgiendo el pensamiento científico van buscándose razones objetivas para explicar ciertas características de las individualidades humanas. Así, el requemo del sol africano es origen del color oscuro de la piel de los negros, la humedad y la temperatura
son causa de los distintos temperamentos, los
astros y las constelaciones motivan
trascendentales mudanzas
en el carácter y en la vida de los hombres y de los pueblos, etc. Pero los mitos y los dogmas encadenaban los vuelos del pensamiento científico. Hay que llegar a la revolución cultural que con razón se amó Renacimiento para plantear radicalmente el problema de las desigualdades humanas. Cuando los descubrimientos y
conquistas de África y de América por los europeos reviven
en gran escala las economías fundadas en la esclavitud y el
Concepto de la raza adquiere valor social para justificar la sub-
yugación de grandes masas humanas, paralelamente surge en ciertos filósofos la tendencia a considerar que los hombres nacen todos iguales y que luego, las diferencias en las condiciones de su desarrollo son las que los convierten en desiguales.
ente a las religiosas preferencias y maldiciones hereditarias
293
de Jehová y de Noé, las do
j
:
de todos los hombres en la oración e doctrinas : . Junto a las án por Cristo teorías
€ la ¡gu ald
de Platón y A y en la ad tificaban la fatalidad de la esclavitud por la aoteles, Ue en esto por la to Sualdad jSm
seguidas
va de los hombres,
creía providencia divina a consecuencia del pec Squicea , de ciertos filósofos que afirmaban la igualdad c oo, la y Cacción
ral de todos los hombres. Descartes sostiene la ¡Séni. ta AYn a Ingénita igua). atu. dad del buen sentido o de la razón en todos los homb ca las diferencias
mentales
teoría
del
por las diversas
atención. Rousseau, Diderot, Locke y Adam igualitaria
hombre
natural,
que
ví
"eSy expli.
en
A reflejan la
Smith dadas a la
consagrada por la Declaración de Independencia de 1oica fue Unidos, en la cual se dijo con dogmática Política os Estados los
hombres
han
tesis, se propugnan
sido
creados
sistemas
iguales”.
Después
do
todos
políticos, pedagógico
s reli A y sociales contra los intereses tradicionales basad os osos desigualdades hereditarias y en sus consiguientes categoría,
de superiores e inferiores.
Las teorías evolutivas de Darwin sobre la lucha por la exis.
tencia y la supervivencia de los más aptos, para algunos parti. darios de los privilegios sociales parecieron reafirmar la fata. lidad de las desigualdades congénita; pero el avance de la ciencia demuestra que, sin negar las variedades hereditarias, las supervivencias dependen, tanto o más que de las aptitudes
originarias de los individuos, de las adquiridas por ellos durante su desarrollo por la acción del ambiente. Esto aparte de que la supervivencia es siempre una relación de la aptitud con un
ambiente dado, por la cual el hombre monstruosamente infe-
rior podrá quizás sobrevivir feliz en un ambiente que le sea excepcionalmente favorable, como ciertos bufones cretinos en las cortes o los sicarios bestiales en las tiranías; y un hombre
genialmente superior perecerá en circunstancias inferiores que
lo repelan, como
ha ocurrido repetidamente con los grandes
pensadores y reformistas que, llamados biológica y socialmen-
te a la supervivencia triunfal, han sufrido sin embargo ostracismo y martirio por su inadaptación a las exigencias de UN
ambiente ruin,
A su vez, las descripciones de los viajeros exploradores y y
teorías de ciertos misioneros y antropólogos hicieron Pes a los esclavistas y conquistadores que había gentes incaps ES esa de progreso y a nativitate condenadas al salvajismo;
294
etnología y las demás
conclusión
fatalista
ciencias
del hombre
y, admitiendo
de los grupos humanos
han neta éticas
las diferencias
por sus caracteres físicos, proc
man €
ue sean
Secación desconocimiento de caracteres psíquicos y culturales de la . crimen: realmente de orden racial e independientes itos E eo de la y aún declaran que los caracteres físicos congén tan desde
el primer
ambientalidad.
instante
en su formación
€
1
Últimamente los biólogos han llegado a creer
siasmos
que podrán producir la vida experimentalmente. pu decir por el conciente manejo de las circunstancias, y que así como
la química ha encontrado ya la piedra filosofal que busca-
ban los alquimistas para trasmutar metales, un día se hallará la manera de fabricar seres vivos en los laboratorios; mejor
que antaño,
cuando
se pactaba
con las potencias infernales
para producir homúnculos encerrados en retortas, como aún hoy día los ganguleros afrocubanos encierran en una prenda
embrujada el espiritu de un muerto para tenerlo a su servicio.
La acción de las circunstancias en su complejísimo conjunto
y particularmente en la sociedad humana, sobre todas las mani-
festaciones de la vida es cada día más penetrante y de más
sorprendentes resultados. No se producen todavía especies nue-
vas por procesos experimentales; pero ya se hacen aparecer variaciones hereditarias por acciones extrínsecas sobre los ger-
moplasmas. Y se piensa que si los fenómenos genéticos son más
complicados y trascedentes de lo que se creía para determinar la personalidad humana, a su vez los estímulos del ambiente son también más sutiles y profundos que los antes imaginados,
llegando a intervenir en las mismas reconditeces de la genera-
ción y la herencia.
No ha cesado la polémica entre los geneticistas y los ambientalistas. El problema sigue sin resolver, probablemente no se
resolverá
nunca
porque
€s
en
realidad
insoluble.
O
acaso
porque no existe tal problema y éste nace tan sólo artificialmente por arrancar
de un falso prejuicio, como
indica Mark
Graubard,' el de preconcebir lo hereditario y lo ambiental como
factores independientes de la existencia. Ambos conceptos son útiles para plantear el análisis de los factores convergentes en
una existencia dada, pero cuando se les entiende como inde-
pendientes se cae en el absurdo. No hay ambiente sino en rela-
ción a un ente dado, ni hay entidad nativa o herencia que en
uno de sus instantes no esté conexa
a un ambiente;
ambiente
cierto, aunque no siempre sea conocido. Acaso no sea ocioso apuntar aquí la inseguridad que ofrece
el mismo concepto de natura para algunos biólogos. “Natura es el nombre que nosotros damos a la proyección de la totalidad de nuestra ignorancia en cuanto a las fuerzas causales de la generación y mantenimiento de la vida. La natura no es
Una cosa en sí misma' que opera sobre otras cosas, sino más bien un concepto artificial cuyo propósito es de servir como una generalización
estereotipada
de
nuestra
ignorancia;
además,
puede servir como un deus ex machina al cual podemos apelar en el caso de apuro
para
aliviarnos cómodamente
de nuestras
perplejidades. Para los más, decir que una cosa es natural basta
para explicarla; pero ¿la explica realmente?
ta por 'natural'?”2
1 Mark Graubard, ob. cit., p. 176. ? Ashley M. F. Montagu, ob. cit., p. 158.
¿qué se significa
295
a suele decirse
en cuanto al ser humano u mecanismo de reacciones o res pue sta s” pocura exacto, pero incompleto porque no se indi ste conc
pomo
naJe del incesante diálogo que es la vida, Tanto qe uido pil L ura tienen preguntas que hacerse on Ambient naj
.
..
a
e
. La existencia vital no es un monó] . "esPuest quio constante. 080, sino un eplpOQ.. No'es cierto, pues, como se
¡
materia y el ambiente es la Pl so
ae | a herencia ey
mecanismo y el ambiente es el estímulo La
es ocrencia es ql
o. Lo equivoc está en que parten de una separac concep o de estosa nceptostos está, ió teórica que efectiva, de ambos órdenes de factor radical, Más prender sus continuas reciprocaciones. Como > ,0S Y sin com,
decirse que en la genética humana, la mujer so hombre estímulo, ni viceversa. Semen
y óvulo a
Podría
y el
sustancias esenciales y modalidades formativas No X la y ez mente-la herencia la que fija las posibilidades de de unica. y el ambiente el que convierte ciertas posibilidades cea. Jollo des. Puede también decirse viceversa pues el ambi e mala. ase Presen. : 3 ta a su vez po posibilidade s que sólo una potencialidad gené+;
y especialmente dotada puede convertirlas en una realid sd > la herencia vienen también a la individualidad impulso e se extienden al ambiente, se expanden en él y lo influyen y trasforman. El ambiente es también materia que la indivi dualidad hereditaria plasma y máquina que ésta mueve. La
herencia
y la ambiencia
son prácticamente
inextricables en
todo momento. Herencia y ambiencia juntos integran la masa y la energía, son a la vez sustancia y máquina, plasma y molde.
Sin natura, la hechura no basta al hombre para determinar su personalidad;
pero el hombre
dejado
en su natura, sin la he-
chura ulterior de su ambiente total, el natural y el social, que-
da desnudo como bestia y sin vestiduras de humanidad. Menos que todo esto, pues natura sin hechura es muerte; menos aún, es inexistencia, es nada, no es. Toda potencialidad herencial
necesita
una concomitante po-
tencialidad ambiental; toda capacidad pide su actividad; todo
órgano requiere el ejercicio de su función. Toda capacidad se se esfuerza, esteriliza si no se ejercita, y si se ejercita no sólo sino que acrece y se perfecciona. El órgano mejor dotado se
atrofia si no funciona; pero al funcionar se vigoriza y mejora. perfeccion? La El desuso debilita y aniquila, el uso fortalece y más important? actividad funcional, o sea el uso, es uno de los ón
factores del desarrollo. Es la respuesta a los estímulos
296
llo, asi del em Sta nos o internos, y todo el proceso del desarro una Cas! infin como puede ser considerado
como del adulto,
serie de tales respuestas.”
Por el ejercicio de sus funciones los órganos S€ e estímulos y por las reiteradas relaciones entre ciertos ina la determ se tales y ciertas respuestas del organismo 3 E.
G.
Conklin,
ob.
cit.
ctran
jen-
hu
ra de la vida en todos los seres. Cada excitación neuronal deja una huella y sus repeticiones forma n rastros que lle gar án a modificar la trayectoria de las activi dades futuras que tengan que seguir
por el mismo
sendero
n ervioso, como
las carretas cargadas en los campos cubanos ha n de pasar por los surcos y cangilones que las antecesoras abri
al cruzar por
la tierra
eron con sus tajantes ruedas
blanda. A esto se le denomin
de hábitos o habituación, que en los seres e
Ad
>
sentido, también suele decirse educación. La educación o habi-
tuación es incesante, dura toda la vida y es de todo momento Y el hábito, como es corriente decir, deviene una segunda natu-
raleza, que se une a la naturaleza primera o congénita para integrar la personalidad. Así hechura pasa a ser natura. Como se
ha dicho* “el hábito es más que segunda naturaleza; él es natu-
raleza”. Ya hace siglos escribió Miguel de Cervantes, con sen-
cillez: “La costumbre se vuelve en naturaleza”. Y también lo
dijo fray Bartolomé de las Casas, con meditada expresión de escolástica sutileza: “La costumbre es un hábito, o engendra
un hábito con la repetición de actos adquiridos; el cual, si no
es una naturaleza propiamente dicha, es indudablemente una forma de naturaleza, ya que la costumbre hace que las opera-
ciones acostumbradas sean fáciles, prontas y desembarazadas, * como si la misma naturaleza les hubiera dado principio”. Natura y hechura son conjuntamente y en cada momento de la vida las incesantes creadoras de la individualidad humana, de la llamada personalidad. La caracteristica inherencia de cada individualidad es siempre a la vez herencia y adherencia. En toda expresión de la personalidad concurren el nacer y el hacer. El ser humano no está hecho por sólo haber nacido. Nunca se ha nacido del todo; nunca el hombre está definitivamente hecho. Toda la vida es estar naciendo; naciendo y muriendo, un constante devenir a la vez que un constante pasar. En cada momento presente de la vida hay un paso de envejecimiento
y de renovación. “Renovarse o morir”, dijo el poeta. Renovarse
que es morir y renacer para tornar a fallecer y a revivir. Cada
instante vital es una creación, una recreación. Es una cópula
del pasado, de las potenciales supervivencias que el individuo
trae encarnadas consigo, y del presente, de las posibles circuns-
tancias que el ambiente aporta; de cuya contigente conjunción
con la individualidad nace el porvenir, que es la variación renovadora. De ahí que todo individuo sea siempre plásmico y que su individualidad esté en una constante fluencia de creación. La génesis
de la individualidad
no
cesa, la función
creativa
del individuo es perenne. El individuo que es ahora ya no es
como fue ayer, ni aun como será mañana. La vida no está sólo en el engendro originario sino también en la parábola ulterior que lo engendrado
recorre en su existencia. Pero
esta curva
vital no se traza en las coordenadas circunstanciales sino por Una unidad singularísima de esencia y de propio impulso, como * Ch. Roberts Aldrich, ob. cit., p. 30.
297
un chispazo de eslabón
edern
en la conjunción genética s se hace Tue Srota mister;
vidPor singular que que se se 1 la suponga
mediadonten
am
el ambi
ente
b e. a es siempre una ecuación de la unidad e la ADStra cción 1
una relación reciproca de lo uno con lo demás Le la Pluralidag ser unidad solitaria. Por eso la vida tampoco a Vida no Puede coord
enación.
Vivencia
es siempre conviveno¡ Anarquía, sino
ayuntamiento de convivientes y circunstancias pr
a n coito y
del ser humano, y una constante coición o junta d Uce la vida tes y circustancias la continúa, renovándola
sin c
en. es siempre una integración, en el tiempo y el es acioa nvivi La vida con lo otro; de la congenitura y la coexistencia. de de lo uno cia de lo uno y la coherencia con lo demás. la inheren. Ya nos referimos* a la variabiliad de los caracter
ticos humanos ya las clases de sus variaciones, a saber: Somá. ti variaciones, mutaciones o idiovariaciones y paravaria
a econ egin l origen primordial q
S,
: 1Minan, segun sean ocasionadas por | condición naturalmente mixtigénica del acto copulativo E 0an funcionalmente genéticas o por mudanzas sustanciales de los mismos factores genéticos o endogenéticos, o por causas extrín. secas o exogenéticas, Es decir, variaciones por la función genética, por las sustancias y por las circunstancias. No obstante esta clasificación de las variaciones de los caracteres humanos
no puede
asegurarse
que
en
la codeterminación
de alguna
de ellas hayan dejado de intervenir las circunstancias con las sustancias. Así ocurre en las variaciones surgidas por las meras peripecias del engendro, como en las experimentadas por las mismas sustancias genitivas, como en las producidas por las circunstancias que en todo caso las acompañan.
El drama de la vida es siempre acción, integrada en todo
. momento por interacción de personajes, época y escenarioLa vida desde sus escenas iniciales, ya cuando aparecen sus origl-
narios protagonistas, aun en los fenómenos primarios de la célula, no es posible sino en ciertas elementales condiciones físicas y químicas que pertenecen a la naturaleza. De la vida puede
hablarse
teóricamente
como
de
una
entidad
abstracta, pero
no ocurre así con sus reales manifestaciones. La vida, al fin, no es sino un fenómeno de la naturaleza, de mayor compis”
dad que los meramente físicos o químicos, pero no menos ex no:Soo ral que éstos. Aun prescindiendo de los infinitos factorespa
secos de la causalidad universal, cada ser vivo sostiene el meo mismo, como si se pasara la vida hablando solo,
298
un C
capaz
diálogo entre el individuo y sus
era
de una existencia independiente, ya
se descubre Lasmvida e
la célula,
que es la más
pequeña uni
e
- 32 ¡nte-
o
grada, por la interacción del núcleo y el citop22á. ¿o yna
com ente de uná circunda. “Es un axioma biológico que la vida sorpren mas lo Y así. siendo célula y aún continúa
s Vide
ut supra,
capítulos
IV
y v.
célula viva es su incesante tendencia a impone
energía comole permite su ambiente. Esta Ss la real Lucha par
la existencia.”* La célula individual y las circunstancias plura-
les en el tiempo y el espacio... son la vida.
Pero sí la lucha por la existencia es una verd
:
también lo es la asociación para la lucha, desde los Par
pasos de la polémica universal. “Toda la vida de los organismos
pluricelulares consiste en una incesante sucesión de ajustes mu-
tuos entre los diferentes tejidos, cada cual tratando de triunfar dentro de los límites de tales ajustes. El primer paso en la evolución fue la cooperación de un número de células singulares para el apoyo mutuo, pero haciendo todas la misma labor.
El paso siguiente fue el de dividirse las actividades de las célu-
las en faenas distintas. Y desde entonces, una creciente división del trabajo y Su creciente coordinación de las diversas funciones.”
Ya en el fenómeno genético, la acción específica de cada gen
está
misma
influida
por
formación
la
proximidad
cromosómica.
de
Cada
sus
gen
compañeros
experimenta
en
la
una
acción ambiental de los demás genes del mismo cromosoma, así como cada cromosoma la de los demás comprendidos en el mismo núcleo. Diríase que ya en las más recónditas funciones
de la especie humana
se requiere cierta sociabilidad funda-
mental, no sólo por la binariedad esencial del abrazo genético, sino por la asociación cooperativa de los mismos genes en la
codeterminación de los caracteres. Como ha observado Hogben,
“no se conoce ninguna característica envidiable en el ser humano que sea determinada por genes singulares. Ni siquiera la
herencia del rubio platinado.” De la misma manera, cada una de las células que por millares integran el cuerpo humano tiene su voto que
influye, de manera
ínfima
pero cierta, en
las determinaciones de esa admirable sociedad orgánica, a la
vez que tiene que ajustarse a éstas y experimentar su grave-
dad. Las
mismas
mutaciones
de los factores
genéticos,
aún
cuando a veces se califiquen anticientíficamente de espontáneas, no pueden ser sino motivadas por causas extrínsecas y, por tanto, ambientales.
Ya
se ha
dicho
que por medio
de los
rayos X, del radium, de la temperatura y del alcohol se han
producido mutaciones en los laboratorios de biología genética.
También hemos
aludido a las mutaciones
del poliploidismo,
logradas por medio de la acción ambiental de la colchicina. Desde que se individualiza un gen ya está, pues, sometido a un ambiente correlativo, y a sus influencias de todo genero, sin excluir la presencia de otros genes movidos por otras funcio-
nes, lo cual anticipa en cierto modo la presencia de los facto-
res llamados sociales. _Al formarse genéticamente el nuevo ser ya trae consigo a la
capaciVida un peculiar impulso determinador y una singular
* W. L. Brown, Thus We are Men, Londres, p. 12.
* Ibidem, p. 13.
299
dad para su relación con las circunstancias. al ambiente como para adaptar éste ae oro así Para Adaptar
Es cierto, como señala Conklin,* que el cda Mdividualig e no es un proceso reversible, que puede lO de los se
dado. Un ser humano no puede reentrar en la e; y Ser reanu, na
para reformarse y nacer de nuevo. Una vez entraña Mater. genéticas están concebidas, su potencia hereditaria, las Células minada; cuando el huevo queda fertilizado fijad TÍA está deter.
bién las posibilidades hereditarias del nuevo indi Juedan tam,
Conklin que así, “a cada paso ulterior del desarrolla
correspondiente
página
en el libro de la vida
Añade
O del ser, Su
de modo imborrable”. Pero esto no dependerá solas ea escrita potencialidad hereditaria sino de la posibilidad PA de la
herencia será la pluma escritora, pero el ambiente sera
a
na donde escribir y sólo la relación vital de la una con [41 dará la escri
tura, su contenido y su estilo. El desarrollo organismo individual no es sino el despliegue de las pot eo
lidades hereditarias en un dado ambiente.
En el germen está ,
en potencia las características que tendrá el ser adulto- pero 5
aparición en la efectividad dependerá de un complicado enca:
denamiento de reacciones de los genes entre sí y con los facto.
res del ambiente.
El efecto que cada gen produce no depende tan sólo del resto del equipo genético a que aquél pertenece ni de las propiedades bioquímicas del cuerpo celular; también el gen estará in-
fluido en mayor o menor escala por las circunstancias en que
tiene que actuar. “Un gen dado puede producir cierto carácter
especifico en un ambiente particular y otro carácter en un ambiente distinto.” Observando a ciertos conejos rusos que presentan negras sus cuatro patitas, sus dos ojos y su hocico, teniendo blanco el resto de su cuerpo, se pensó que ello podía
depender
de que las partes
más
extremas
del cuerpo tenían
constantemente una temperatura más fría que las restantes. Y para probarlo, a uno de tales conejos se le afeitó el pelo del lomo en lo más frío del invierno y se le puso a que viviera al
aire libre, pudiendo observarse con el tiempo que el pelo de la
región afeitada crecía de nuevo pero con un color negro.
En
otras palabras, dice Dahlberg, el conejito tenia genes los po
determinaban que en las regiones del cuerpo a baja Rada
300
tura creciera el pelo de color negro y que fuere blanco en más calentadas.”” Ashley Por otra parte, no puede desconocerse, como indica no no ma Montagu, que el mismo desarrollo biológico del ser hu tal; no en bi am puede ser considerado aparte de su desarrollo sólo del físico sino también del social, pues el ;ho do-
animal domesticado, o mejor dicho, autodomesticado., produ mesticación es un proceso social por medio del cu hasta os, cambi os Dich . ales anim los en gicos bioló ios camb cen s E. G. Conklin, ob. cit., p. 335.
* Gunnar
Dahlberg,
ob. cit., p. 123.
cierto punto, representan la exp resión de
ciertas recombinaciones de los caracteres que on Prsterida a tod génern eroas humano.”*” Ya nos hemos referido a las in. flu encoiasel ext que experimenta el organismo corporal del
ser humano por el calor, la humedad, la nutrición, la economía los hábitos de vida, etc., las cuales det erminan la variabilidad de los caract eres somáticos. Hasta el esqueleto humano depen
derá en parte del ambiente en que se individuo, por ejemplo, será dec idida naciones de la herencia que le cupo r el alimento que lo nutra, por las de niño y por la clase de ejercicio que
forme. La estatura de un sin duda por las determien suerte, pero también enfermedades que sufra hiciere durante su creci-
miento. Los músculos de un ser humano serán determ inados en parte por sus progenitores y por el azar de su engend c :
pero así mismo por el trabajo o la ociosidad durante Su vida
juvenil. El atleta no podrá precisar cuánto debe en sus múscu-
los a sus padres y cuánto a su entrenamiento, pero no podrá negar ambos débitos, a natura y a hechura. Con ciertos actos
fisiológicos ocurrirá lo mismo. Todo ser humano respira, camina, come.. .; pero dependerán siempre de las circunstancias que
lo rodean su comida, sus andares y hasta su modo de respirar. En todo acto vital del hombre hay una ecuación de algo
que es de sí mismo y de algo que es de los demás. La dialéctica que en el individuo sostienen la herencia y la adherencia se da así en lo somático como en lo psicosomático
y en lo písquico. No insistiremos en cuanto a lo somático, bastando ya lo dicho al tratar de la variabilidad de los caracteres corporales, debidos al imperio de las circunstancias. Es en el campo psicológico donde el problema de la herencia y del ambiente en la vida humana ha tenido más resonancia, por ser más aparentes en él las relaciones y más trascendentes en lo
social sus consecuencias y enseñanzas. Además, en los caracteres psicológicos el influjo de los factores ambientales es más sensible que en los caracteres morfológicos. Esto se compren-
de fácilmente. “Todo carácter es siempre el resultado de la interacción entre la constitución del individuo y el ambiente. Desintegrar lo que es producto genético de lo que es ambiental en cualquier organismo es difícil y a menudo imposible pero lo es más en el hombre, puesto que en éste juega un papel predominante, el ambiente social y cultural, que es carácter exclu-
sivo de la especie humana.””* Como bien dice E. Faris: “Un ser humano no puede organizar su personalidad independientemente como tampoco puede nacer sin tener madre”.*? Las mismas cualidades orgánicas cuando tienen un sentido psicológico se traducen necesariamente en actitudes sociales. La personalidad humana no puede concebirse como una entidad orgánica capaz de manifestarse fuera 19 Ashley M F. Montagu, ob. cit., p. 75. 1 Huxley J. S. y A. C. Haddon, ob. cit.
p. 279. = E. Faris, The Nature of Human Nature, Nueva York, 1937,
301
de la sociedad. Todas las cualidades
. tenido “social. Aun Robinson Crusoe, el IS Sie Otal o
¡ tienen un COn.
era un sujeto que trataba de aplicar Do del hombre las capacidades de su Personalidad aq Min ambiente sociedad. No hay ser humano sin soci edad. Nocos A EN un personalidad humana tenga en el slad Oo
ambiente atmósfera específica en que manifestarse o inhiDe bir
ción entre el ente humano y la sociedad
que la Como la
ibirse. La rela.
más íntima; diríase que es consustancial, humana pare Ce aú tienen de humano. Por lo que ambos Por
otra
parte,
el ambiente
social
variedad de diferencias que el ambiente dora Una Mayor dad mayor se traduce en más posibilidades ambi ale rie el desarrollo
individuos.
y éxito de las características Psicolónia Huxley y Haddon observan que NC
Par de los
innatas habilidades matemáticas no podría tener Exito e pe
ambiente social del nivel cultural paleolítico. Una per, Sa psíquicamente predispuesta a caer en trance de profecía sea un gran personaje en ciertas tribus asiáticas, pero en In la:
terra está en peligro de acabar en un manicomio.
cidades
individualistas
se afirman
en
un
ambiente
Las ca a social E
estudiosos, pero son nocivas en un estado totalitario. La misma actitud personal triunfa o fracasa según el ambiente sea. “La
influencia del ambiente
y la conducta
pensamientos;
es, sin duda,
de los hombres.
nuestros
grande
Nuestros
sobre las mentes
hábitos, palabras y
anhelos, ideales y satisfacciones; nues-
tras responsabilidades, éticas y religiosas; todas las características de nuestra vida intelectual y moral son principalmente los resultados del ambiente y de la educación en nuestra
edad temprana ... Y uno y otfa están fuera del poder del indi-
viduo, prácticamente tanto como la misma herencia.” Sucede empero con frecuencia que ciertos caracteres adqui-
ridos por el individuo forman de tal modo en él una segunda naturaleza, que se les ha tenido por hereditariosy han sido
necesarias especiales investigaciones para corregir ese erroneo criterio. El conjunto de las cualidades psíquicas del indi-
viduo, llámense reflejos, instintos, impulsos, sensaciones, emo-
ciones o sentimientos, son afectados por las circunstansiós aun cuando por lo general esto no sea reconocido e as
sean
interpretadas
cualidades
como
meramente
bio e
de
Ninguna lección de la etnología es más importante qué d del
enseñar a los sociólogos la casi ilimitada adaptabilida veces
animal humano.
302
En un dado ambiente cultural, éste
Patos
es capaz de sobreponerse a los mas element 2 Una cultuimpulsos del hombre, del sexo o del instinto vital. ia volunta
ra dada es capaz de llevar al individuo por su
e os y coti-
al celibato, a la tortura y al sucidio. Numerosi5 casional del
dianos
son los ejemplos
de esta irresistibilidad o
imperativo de una cultura. 138 G. Conklin,
ob. cit., p. 333.
Si por a lala vía psicológicaa es tocante herencia
je ifíci sícil llegar a conclusiones
sonalidad individual, en cambio es mucho
der
la importancia
lación.
En este campo
ser negada
1ás fan de la per-
en ella de su dado ambient
fácil Si pren-
psicológico la correlación,
y la controversia
se concentra
e
de su corre-
e
mona
Suele
si después de apreciados los factores del ambie problema de chura, de la educación o de las circunstancias nte cola ne ,
del alma
humana,
queda
todavía
un residuo ¡
ínfimo pero irreductible, de factores orgánico
men Su carácter por herencia, por natura por
una
innata
En verdad,
sonalidad orgánicos
sustancia
esta idea
Or
de la individualidad
de la complej
portantea
o
aportante
que le impri-
progenie, o sen
humana y de su Pd dan oractd ancestrales como sumisiva a las soli
la per-
o
ambiente, ha estado siempre, en algún modo €
j jos
e
del
popular y traducida en las teogonías y en el folklo S El mito del pecado original es la expresión de la creenci 4 la rica
en la herencia, irredimible salvo por mesiánicas gencias del ambiente sobrenatural. Dicen los católico a el del ser humano son la carne, el mundo y el dem ni cla cane que es la herencia, el mundo que es el ambiente y el de nonio que con el ángel custodio acompañan invisibles 4 hombre y
son mitos antromorfos de las motivaciones de la personalid 3 humana,
siempre cambiadiza
entre el mal y el bien,
es d o
según la valoración social de la conducta humana y las miste-
riosas causaciones por la carne. Hoy
que mueven al hombre por el mundo y día el credo eclesiástico mantiene en esto
la misma postura que en la Edad Media. Transcribimos estos
párrafos
recientes
y sintéticos
espiritual
e inmortal, el hombre
del
jesuita
John
Lafargue
escritos en un libro precisamente destinado a tratar ciertos aspectos de estos problemas racistas.'* “Teniendo un alma
tino.
El ser humano
es el amo de su propio des-
puede tener ciertos caracteres mentales
hereditarios; pero éstos no serán cuando más sino caracteres
incoativos. Éstos no representarán una heredada alegría o taciturnidad, sino tan sólo ciertas tendencias del organismo humano, las cuales si son dejadas a sí mismas, sin la influencia de la voluntad, sin la influencia de la educación o del ambiente, se desarrollarán en tales cualidades con más proque
babilidad
en
organismos
que
tengan
otros caracteres.
Si
se desarrollan o no depende del libre albedrío del ser humano,
según indica el padre Schmidt. Depende de su decisión si él permitirá el desarrollo de tal o cual carácter innato o tempe-
ramento”. Así, pues, según la doctrina católica, en la actuación mental del ser humano todo depende soberanamente de su libre albedrío: éste se impondrá hasta sobre los caracteres que
en
forma
pues, que ha 14
John
Laf
1943, p.
incoativa
de quedar o
el hombre
borrado
haya
heredado.
todo determinismo
Parece,
funda-
Negro, Nueva York, The Race Question and the
303
mental en la actuación huma na, y que, por tanto, no Cabe ablar de caracteres mentales con ba ¡ nica o ambiental. Sin embargo, a renglón soptivamente Orgá.ni
que el aludido libre albedrío no es tan libre como
».... “Ono
como se dice: “depende de incontables factores. tuo Pues, la educación, en cada fase de la vida del niño y ques Como
cente. Depende también del ejemplo de los demá e, adoles, incentivos sociales, análisis,
familiares e individuales.
depende
de la Gracia
Divina,
la cual
y
formar y transforma el temperamento del hombre”
pued:
y de los
P
Mimo
e Hrans.
la afirmación teórica del libre albedrío, éste depend puesa factores ambientales y hasta de un inefable facto r so o de ral. Aparte, digamos, de los susodichos caractere s ata Es la misma posición que tuvo el padre Bar £ Casas, cuando por ejemplo decía que «Las guerras PA las zas de las tierras y los traspasamientos de señorío de unas .
tes en otras” eran a veces enumerados por las estrellas: Porque, “aunque no de modo infalible, es verdad que aquellos hechos dependen de la libertad de los hombres; pero mediatamente
y el principio de ellas dependen de algunas cualidades natura. les que los cuerpos celestiales incitan y causan, porque las
guerras proceden de ira y enojos que unas gentes tienen de otras.
La
sequedad
de
ira se causa
destemplada,
subiendo la
Y así, cuando tal influencia los cielos pro-
sangre al corazón.
ducen de sí, los hombres más se disponen a tener ira y de allía mover
guerra
pos cuando
y reñir unos con otros, que no en otros tiem-
no hay
tales
Con
influencias”.'*
igual
criterio
explicaba el padre Las Casas las diferencias psicológicas entre
las gentes de diversos países. Todas ellas soberanas, por su libre albedrío, de ser lo que quisieran, dueñas de si mismas en lo absoluto;
pero...
factores diversos.
La filosofía
(¡inevitable
pero!)
¡Ineludible antinomia!
popular nunca fue tan
determinadas por
dada a los conceptos
absolutos como la teología. En el campo meramente folklórico y, refiriéndose a lo intelectual, lo decía el viejo macarrónico
refrán de
Castilla:
quod
dat Salmántico nos
Natura non
z e prestat. También, para la conducta, otro refrán castellano
ba: “genio y figura hasta la sepultura”, para indicar q cam-
lo esencial el carácter, como la forma del cuerpo, no folklore bian radicalmente en la existencia. Pero el mismo eres” y
pare supo decir: “dime con quién andas y te diré proves ios linaje, *1 paces, “no con quién naces sino con quién denotar que en la vida humana el trato hace más q tradictorios
304
la educación
más
Decires blema
que la progenie.
mirando
del pueblo que reflejan la dual visión del probleme,sibre albe así para la herencia como para la educación. haberla polémica filosófica entre € de la vieja Aparte .
drío y el
,
y
1
2
eeminismo, de la cual aquí Do t
aludido, ya dentro
del determinismo
cien
p. 220. 1 P. Bartolomé de las Casas, ob. cit.,
Cor.
siguen
debatiéndose geneticistas y amb ientalistas,
biólogos, antropólogos y psicólogos creen que Jagua, cie a . ticas psíquicas del ser mano están Principalmente red terminadas por factores hugen e.
éticos, peculiaridades somáticas, y que los tal como ocurre con las factores del ambiente son secundarios Oros opinan, > revés, que la capacidad y conducta del hombre son hijas del ambie ó .
mos hereditarios : .
Pero yane hoy va prevaleciendo, u
-
aleciendo. un coa sus intermedio que, alejándose de los extremismos, “admite inevipara todos los fenómenos psíquicos la concomiytancia ncam inevi:
table de factores genéticos y circunstanciales estudio de su respectiva valoración cuantitativa según los casos. Los psicólogos que conciben la psiquis principalmente como un resultado de funciones ejercidas por la estructura orgáni-
ca, no han podido Presentar la prueba de la sustancia de un fenómeno psiquico desligada de las circunstancias. Ya al referir-
nos a los tipos psicomáticos anotamos cómo ciertos caracteres de
la psiquis hay que buscarlos en las secreciones endocrinas, El influjo de la tiroidina
como
elemento
ambiental es
tan
notable que si cierto género de salamandra es alimentada en su desarrollo con aquella sustancia terminará en animal terrícola, mientras que sin aquella alimentación se desarrollará
como
animal
acuático.:*
La deficiencia de la pituitaria pos-
terlor, por ejemplo, determina la inmadurez sexual y un per-
sistente infantilismo.
Ciertas excitaciones emocionales, como
el dolor, el hambre y la ira, se relacionan íntimamente con la
adrenalina o epinefrina, secreción de las glándulas suprarrenales, cuya escasez produce baja presión sanguínea, falta de fuerza muscular y de carácter, neurastenia, etc. El campo de las influencias psíquicas de las secreciones endocrinas es muy
extenso.
Algunos
lo denominan
la psicología profunda. Cier-
tos caracteres de la expresión psíquica dependen, pues, de ciertas funciones fisiológicas; pero hay que notar que éstas
A su vez son causadas por factores hereditarios y por factores del ambiente. La luz, la atmósfera, los elementos químicos, etc.,
pueden afectar todo el sistema endocrino. Lo mismo ocurre con
ciertas condiciones físicas del ambiente: calor, humedad, ejer-
ciclo, etc. Fácil es, pues, comprender cómo el ambiente cósmico influye por esa vía glandular en la vida psíquica de los seres
humanos, así aislados como en grupos. Un cambio de circunstancias
geográficas,
climáticas,
alimenticias,
sociales,
fica un correlativo cambio de expresión psíquica.
Lo mismo se debe pensar en relación con sangre en la inteligencia. Se supone que los tales tienen que ver con la sangre que riega su caudal, según el calibre y complejidad del
y nervioso, y con su
composición química,
signi-
el influjo de la funciones menel cerebro, con sistema arterial
según la cal, el
Azúcar y otras sustancias que contenga. Siendo así, es fácil 1 Jacques Loeb, Artificial Parthenogenesis and Fertilization, Chi cago, 1913.
305
comprender que la composición químic derá a su vez del género de nutrición, dela dia, Sen Sre depen. ta por la naturaleza del suelo, por la abundancia o 1MPue g,
por las costumbres
y el régimen
económico
en pe Pobreza
químico-sociales
que fe también
donde se deducirá que la actividad mental del ser De codetermina no sólo por sus factores orgánicos sin al. O se
en
función de los medios
corriente sanguinea con que fluye la vida.
Un suelo pora
la
cal bastará para influir en la vida intelectual de toga nor
blo que habite en él o que se sustente de los fruto
ducidos.
Igualmente
sucederá
azúcar, etc.
con
en
> 9 pue.
una economía
o
pro.
bre de
. En relación con el supuesto predominio de los factor Or€S Bené. ticos en las funciones psíquicas, acaso el ex perimento Más prometedor sea el de los individuos que por su nacim ie
son gemelos o mellizos,* es decir: de una misma proge nitun y de creaciones simultáneas y un solo alumbramiento Se ha llegado a sostener que los gemelos monozigóticos se asemejan no sólo en lo corporal sino en el carácter; que si uno de loz individuos de una pareja de monozigóticos es criminal con gran frecuencia el otra mellizo también lo será, hasta del
mismo
género
meramente
de
delincuencia,
fraternos
la
m'entras
mayoría
no
son
que
Jos
gemelos
criminales
aunque
sus hermanos lo sean.'* Pero no parece, por el estudio de los gemelos, que hayan prevalecido las opiniones de los que creían ver la herencia como factor predominante decisivo en la conducta humana. “Todas las pruebas hasta hoy acumuladas, dice Franz Boas arguyen contra la teoría que quiere explicar la conducta psiser
del
quica
como
solamente
humano
una
consecuencia
de
por medio
de
sus condiciones físicas. Hasta idénticos gemelos, cuando son criados en ambientes distintos, se manifiestan cada uno de manera diferente.” Las investigaciones llevadas a cabo con gemelos han dado
resultados
muy
experimento
El
expresivos.
individuos mellizos parece bien planteado.
Se presupone qué
dos criaturas gemelas, es decir nacidas de unos mismos padres y en un mismo
han
parto,
los mismos caracter
de tener
No basta que ambos sean hermanos, NI nacidos, en
genéticos.
alumbramientos
sucesivos, pues aun siendo hijos de unos neto
mos progenitores, puede darse que en el trascurso de e
al otro los padres hayan
sufrido alteraciones en sus po :imos,
reproductoras y, en ninguno
306
de los casos, como yá
genéticas y cromoso
son idénticas las combinaciones 17 En
Cuba
les decimos
comúnmente
jimaguas, que
pañeros de preñez”, según dos vocablos
.
bantú, trado
Nueva
Boas,
York,
“Race
agosto
Prejudice
de
and
1937, p. 9l.
Scientist's
ng.
sn icas. ttcgm-
sienicia Atrica.
En México les dicen cuates, voz del nahua que q “culebras”. destiny, Londres, 18 Vea por ejemplo, Lange, Crime and
19 Franz
cias
0”
Angle”,
decir
1931. Horna,
Por esto tampoco basta que los gemelos lo se Sean tan sólo por proceder de un golo embarazo;
es necesario que, además de de preñez, provengan de un solo e indivisi Es decir que los dos jimaguas 0 ole
ser compañeros acto generativo.
lares, nacidos de un solo mediante un solo parto, y no diovulares, nacidos de doshuevo huevos distintos aunque de un alumbramiento
único.
Dicho
en
otras
palabras,
que los mellizos no sean falsos gemelos, meramente es preciso fraternos o dizigóticos, y si verdaderos, de los llamados idénticos o monozigóticos. Y se sigue presuponiendo que si en tales geme-
los de muy apremiada semejanza orgánica se advierten diferencias en sus funciones psíquicas (y, desde luego, también en
las fisiológicas)
éstas tendrán que atribuirse no a causas here-
ditarias sino a otras ulteriores. varios y continúan. Digase
han
ante
podido
todo
advertir
que
aun
Los experimentos
entre los mellizos uniovulares
diferencias
estatura, los br:.zos, la forma
somáticas
apreciables
intelectuales,
se
en la
craneana, los índices faciales,
la dirección de los rizos de los cabellos, etc.
caracteres
han sido
la doctora
A.
En cuanto a los
N. Mivenova
ha
estu-
diado en numerosos casos las diferencias entre unos gemelos sometidos a educación y sus correspondientes parejas dejados
sin educar, y el resultado es la marcada distinción entre unos y otros, así en cuanto a su capacidad como a su conducta. Los gemelos educados son más activos, más independientes, más
disciplinados y de mayor nivel intelectual.* De otra parte, han sido comparados últimamente multitud de sujetos genéticamente idénticos pero en medios distintos y sujetos genéticamente
dios idénticos.
Un
biólogo
diferentes pero educados en me-
especialista
en mellizos, un psi-
cólogo y un estadístico han aunado sus esfuerzos para tal estudio.?: Después de diez años de investigaciones comparativas, las conclusiones han sido las siguientes: desde el punto
de vista
de la inteligencia,
los gemelos,
así los verdaderos
como los falsos, no difieren de los demás niños; tocante a lo físico, los gemelos verdaderos se parecen entre sí más que
los falsos; y en cuanto a la personalidad, cada uno de ellos, verdadero o falso, posee en todo caso inconfundiblemente la suya
propia.
Los
investigadores
no se permiten
suponer
que
.sus conclusiones sean definitivas; pero afirman que grandes diferencias entre los individuos genéticamente idénticos coa correlativas
rresponden
diferencias
y de cir-
de educación
cunstancias sociales. Esto aparte, se suele convenir en que los gemelos monozigóticos son intelectualmente más parecidos que los dizigóticos de sexo igual o diferente.” *9 Cita de p. 128.
Franz
22 H, H. Newman, 2 L. Hogben,
Boas,
The
Mind
of
Primitive
Man,
ed.
F. S. Freeman, E. J. Holzinger, ob. Cit.
ob. cit., p. 93.
de
1938,
307
Pero, aun así, no se puede
prescindi
jos actuantes durante el paso. por apreciar
el período puedan ser tir en las nales una
108 ing
de habituación social anterior al me Uterino, y . aplicados los tests de inteligencia 2 onto En que personalidades de los mellizos mer end Aye Ver. mayor semejanza que en los hermanos e Írater.
distintos, hay que pensar en las diferenc; 7 Part pueden motivarse por cambios de ambientes en Ig niolss que
liar desde el alumbramiento
de unos hijos al
bien corriente la opinión de que el hijo único dees Lomá Pos.lamj,Es tido y mal
hermanos. veces con
avezado que el crecido en la convivencia sen. Lo mismo suele ocurrir con los primo pl sy arios más infatuación y malacrianza, sobre tod PO a
las instituciones
o rancias
privilegios jurídicos.
costumbres
La mera
los predestina donde
coexistencia de herman:
pa
un hogar basta para influir en la plasmación de la person E dad
de cada
No puede,
desarrollo
uno
de ellos.
pues, despreciarse el influjo del
de los mellizos.
Hasta
por
A
j
mero,
onall-
nte de el
posición prenatal en la entraña materna, uno de los gemelos puede ser privado de ciertas ventajosas oportunidades para su ulterior desarrollo. Según Hogben: “A la luz de la nue.
va evidencia derivada del estudio de los gemelos, carecen de
toda
validez
científica
las
conclusiones
acerca
de las dife.
rencias innatas que se basan en las comparaciones de los dis. tintos grupos ocupacionales o raciales”.'* El mismo biólogo añade:
“Ninguna
afirmación
acerca
de una
diferencia here-
ditaria tiene sentido científico alguno a menos
que a
la vez
se especifique el ambiente en el cual esa diferencia se haya manifestado. Los biólogos, dice, están menos y menos inspi-
rados por la idea del predominio de la herencia entre los hombres, tan grata a Galton y sus discípulos.?* En conclusión general, “es obvio que cualquier carácter hereditario no pue-
de manifestarse sino en algún ambiente dado. La idea de un tipo absolutamente hereditario sin ninguno ambiental es pura
tontería. Nada vive en un completo vacío.”
psicólogos que sitúan en los estímulos del
Por su parte, los
ambiente la causación de los fenómenos psíquicos tienen que
admitir la necesidad de una base física y herencial de los
mismos, aun cuando sea remota. Sin duda, algunos picó Se a logos han exagerado la trascendencia de la educacion. Da llegado a decir lo siguiente por uno de ellos: docena de niños saludables, bien formados, y un dado
308
te específico para desarrollarlos en él, yo garantizaré uno cualquiera de aquéllos al azar y educarlo para que
28 L, Hogben,
ob. cit., p. 28.
24 Franz Boas, The Mind 25 L,
Hogben,
ob.
20 Ibidem, p. 14. s1 H. J. Seligmann,
cit., ob.
of Primitive Man, Nueva
p. 29. cit., p. 46.
York,
1038,
omar
ven"
p 96.
a el tipo de especiali stanteque o,Vd.también escoja... edo, artista, comercia
o
o abo-
cualesquiera sean sus talentos, inclinaciones, tendencias h bil. ,
dades, vocaciones y la raza de sus ascendientes.»
-
Pero a
“No cabe dudar de que para adquirir ciertos
expresa Lowie,
caracteres, es indispensable
el previo
requisito de una dada
base orgán ca. El chimpancé y el murciélago nunca serán capaces de adquirir la cultura humana por medio del influjo del ambiente social. Desde un ángulo de mira evolucionista es, por tanto, muy plausible aceptar sin vaci'aciones que, también en la especie humana, las diferencias orgánicas han de
ser correlativas a las manifestaciones culturales que se observan en diversos gradosy complejidad”.** La obra intelectual que maraville no podrá salir de un individuo cretino. como
no podrá ser un buen pianista quien haya heredado la braqui-
dactilia que lo hizo nacer sin todas
las falanges de sus dedos.
“No hay duda de que para cada individuo existe una cierta base de su manifestación mental que está determinada gené-
ticamente.
Como prueba de ello bastaría considerar el con-
traste entre la vida mental del idiota y la del genio; pero todo
hace creer que lo mismo ocurre en las mentes, en cuanto a las diferencias entre la estabilidad y la inestabilidad, entre lo
artístico y lo lógico, etc.”**
Ya nos referimos a las investigaciones de Iván Pavlov y
sus continuadores, a los cuales se debe el renovado prestigio científico de la psicología ambientalista, ya que la originalidad de esa escuela consiste en estudiar el cerebro en función del medio ambiente, ligando así en el fenómeno psíquico la fisiología nerviosa de la individualidad orgánica con los factores de la ambientalidad que determinan los estímu'os y condicionan sus respuestas. Los reflejos condicionales demuestran que el ambiente actúa en el organismo y sus funciones,
imprimiéndole caracteres fijos que se trasfieren por la herencia. Entonces la hechura domina a la natura. Esto, ciertamente, no suprime la herencia, pero la condiciona al ambiente;
de la misma
manera
que la educación
ambiental
está con-
dicionada por las aptitudes de adaptabilidad que sean congé-
nitas en el sujeto. La reflexología de Pavlov y su escuela lle-
van a creer que
los estímulos ambientales
no sólo
pueden
modificar funcionalmente la conducta de la individualidad, sino que la modificación educativamente establecida en ésta
puede trascender orgánicamente por la vía hereditaria a las generaciones
venideras.
Un biólogo ha equiparado ambos órdenes de factores. Según
Jennings, “lo que puede hacer la herencia también lo puede * J. J. B. Watson,
. Nobert
H.
Behaviorism,
Lowie,
Culture
Nueva
and
York,
Ethnology,
1930, p. 104.
Nueva
York,
1917,
** Franz Boas, General Anthropology, Nueva York, 1938, p. 119.
309
hacer el ambiente”.
Esta expresió
parece decir que por una y otra
vía se eb
AVenturag
meta; pero lo cierto es que en rigor noh ede llegar a la
sino una sola, formada por ambas líne ay dos vías se a Me tipos psicosomáticos, de los endocrinos, “a Ya al tratar d
00
les, de los temperamentales, de los bioti os tituo; lógicos, expusimos lo inextricable que hay. y de los refor
no y de externo, de estructural y de ambient poo
de inte
Más ostensible es aún el ambiente en la ¡ 0 factores meramente psíquicos o tenidos por tal ación de los
clasificadores de la inteligencia o de sus fa es. En los tes, tipos emotivos y volutivos, a los cuales ya huboatades,
jamás se ha podido aislar experimentalment
dad de la ambientalidad.
Lazourski
como
reconocimiento
de
Los tipos humanos
endopsíquico esa
y
constante
EN
exopsíquico,
interacción
en los
de aludir
gerividal;
del
cetinidos
en al
sus circunstancias. Lo endopsíquico es fundamental núcleo de la personalidad individual, su sustancia : a lo exopsíquico es lo que en la personalidad se haci a condiciones circunstanciales. Pero el endopsiquismo ma ls totalmente congénito, sina formado por elementos le 4
ambiente desarrolla y moldea; y el exopsiquismo su on cien tos caracteres psíquicos prexistentes que se combinan y actúan
bajo el imperio de los estímulos exteriores. Según sean lo niveles humanos”, piensa Lazourski, así predominará uno y otro tipo. En el nivel inferior los factores endopsíquicos son
débiles y la personalidad está dominada por los complejos ambientales y se pliega a éstos. En el nivel superior la individualidad predomina sobre los factores exopsíquicos y trasforma el medio. Con
estos
hay
antecedentes
que
contestar
a esta pregunta.
¿Qué importa más, la herencia o la ambiencia? El biólogo y el psicólogo, se ha dicho, no tienen respuesta porque la pregunta
carece de sentido;
del todo así.
pero en rigor no parece qué esto sea
La pregunta
a inquirir
equivale
qué es más
el taco importante en el juego del billar, si la bola, la mesa y os son element . Sin duda, todos esos
o el impulso del jugador igualmente indispensables para integrar la jugada, como lo para la integra son los factores herenciales y los ambientalesgeneral no ten: a ción de la vida.
La pregunta en un orden
sentido; pero en los casos específicos la pregunta sí lo oir aun cuando no siempre pueda obtenerse una respuesta sh
Si natura y hechura son esenciales en todo fenomeno, a $meer tigación puede a veces descubrir en el análisis de un 310
iva -. no específico la relativa importancia de su de respect la peraro genévención, sobre todo en las determinaciones humana.
Si el niño habla es, naturalmente, Por la can mano,
tica de haber recibido de sus antepasados est dor.
el len”
además de la concausa de la relación social que le 4132 Rev ten ¡ems
si Cita de J. A. abril de 1938,
Fraser p. 62.
Roberts,
.
“Geneties”,
The Eugenie
aje; si no habla, es mudo o gago, será por motivos
tarios o por peripecias ambientales; pero si al romper A
-
lo hace en castellano, inglés o congo, o en dos lenguas a la vez
es sólo
por el ambiente en que se ha criado, por una mera cau»
sa de educación. Aún así quedará plo, un dado acento o guturalidad
por averiguar, si, por ejemdepende de la educación
auditiva o de la fisiología vocal del sujeto.
En cada caso, en
cada fenómeno psíquico cabrá intentar la valoración en clertos grados de los complejos efectos y factores que se entrete.
jen en su formación, de los hilos que provienen de la entraña orgánica y de las corrientes que desde el mundo circundante provocan los estímulos; aun cuando no se puedan descomponer los aparatos psicológicos ni sus funciones en sus piezas y en sus energías.
Tal investigación discriminatoria será gene-
ralmente difícil, cuando no del todo imposible, y siempre con-
dicionada por cierta relatividad. Como
ha dicho
Hogben,!*?
todo
criterio científico acerca de
la relativa importancia en la vida humana de la herencia o del ambiente ha de ser con ineludible referencia al determinado
ambiente histórico en el cual se hayan apreciado las mediciones, pues en las investigaciones con masas humanas no es
posi-
ble preparar los experimentos como con ratas, escogiendo éstas
de manera que los fenómenos observados pueden ser interpretados de manera
la opinión, muy
inequívoca.
De todos modos,
parece valedera
corriente entre antropólogos y psicólogos, de
que el ambiente ejerce predominio en los fenómenos psiquicos y sociales de la humanidad. O lo que es igual, en las actividades características de la especie hechura sobre la natura.
humana
parece
predominar
la
En la personalidad y su desarrollo parece ser más lo hecho que lo nacido. “Tan grande es el poder de la educación ambien-
tal en el desarrollo de la personalidad que ella puede sobrex-
ceder al de la herencia. Un individuo de herencia relativamen-
te pobre de condiciones bióticas, pero favorecido por circuns-
tancias superiores, frecuentemente logra mejores resultados que otro sujeto con buena herencia pero en mísero rededor.
Naturalmente, no hay ambiente capaz de producir lo que no está dentro de las posibilidades hereditarias; pero estas posibi-
lidades quedarán escondidas y sin desarrollo si no son estimu-
ladas por el exterior.”** La explicación de esta prevalencia de
lo ambiental en la conducta humana no parece difícil; pero an-
tes habría que considerar la acción de sus factores, así los cós-
micos como los sociales. Sobre todo habría que tratar ampliamente de la cultura, de lo que ella significa, de sus caracteres,
de su formación,
de su desarrollo y de sus cambios. Todo lo
cual no cabe en los límites de este libro, dedicado todo él al engaño de las razas.
*? L. Hogben,
ob. cit., p. 1049.
3% E. G. Conklin, Heredity and Environment, Princeton, 1938, p. 332.
311
X RAZAS PURAS Y RAZAS IMPURAS
SUMARIO: ¿Todos los razas son puras y la raza mixta mo existe o todas los rozas son impuros y la roza pura es una
ficción? La raza emulsión. Para la raza puro ya es demasiado tarde, es un pasado. Para la pronto, es un porvenir. Pora
habría que
suprimir los sexos.
raza pura aún es demosiado que hubiera una raza pura
El mito del árbol
genealógico.
El ser humano es la más mestiza de todas las criaturas. Hubo siempre cruce de engendros y de amores, oun donde lo hubo de armasy de odios. Siempre hubo en los pueblos blancos infiltración de negros y en los pueblos negros mixtura blonca. El amestizomiento creciente. La raza pura fue la primera y será también la finol. Monogenismo, plurirracialidad y panmixia.
Después de cuanto se ha observado acerca de la inmensa variedad de los caracteres somáticos, del inevitable imbricamiento
de éstos en las agrupaciones humanas, de lo complejísimo del proceso hereditario y de la variabilidad que por la herencia, las mutaciones y las circunstancias se producen en los caracteres típicos, resulta imposible creer en la existencia de razas puras. Toda masa de población humana ofrece variedad y mescolanza en los rasgos corporales, en los tipos fisonómicos, en los cruzamientos genéticos, en las herencias biológicas y en el rejuego de las circunstancias. La idea de un complejo de caracteres somáticos asociados en una unidad típica y trasmitidos
hereditariamente con persistencia y autonomía a lo largo de las generaciones y de los siglos es un verdadero mito antropo-
Ónico. “La pureza de sangre no es sino un mito”, como afirmó
ot.! La raza pura es una pura ficción. Alguien ha dicho que
es una pura tontería.
:
Sin embargo, se ha llegado a sostener que todas las razas
que no hay razas mixtas. Giinther, racista alemán, puras, son ene sosti que el cruce de dos o más razas nunca puede llegar a cruzaproducir una raza efectivamente nueva. El producto delmantenmiento será simplemente un compuesto en el cual se
drá la herencia de las razas componentes. Aun cuando las razas * Jean Finot, ob. cit., p. 503.
313
se hayan mezclado tanto que ya n alguna de aquéllas, aun en tal caso y
j sta Le n tipo puro
habrá una raza mixta. Habrá solamente un rá una confusa compenetración de todas las camejo tiempo ne ue ostra : un dado individuo, la estatura típica de Una r blo ea derí stic as, forma craneana de la otra, la piel de ésta a los 22 se unirá a] etcétera. Á causa de las circunstancias pod rá hab de de caracteres y predominio de un grupo de Eto a Selecció n mientras tales circunstancias perduren se tendrá % mod o que aparente de un tipo estable y nuevo, pero éste ces e opresión cunstancias terminan. Entonces el tipo ivado 0 US cir. pondrá y reaparecerán los caracteres de der todas las Se, escom. razas que entraron en la mezcla. Esto es mera y fart ástoederas bología; y más si se advierte que Ginthe r pretende 11 anfiperdurabilidad de los llamados caracteres raci ales no Reciba
la somáticos, sino también a los psíquicos, Al fin Gúnther, slo noce que un grupo racial así concebido es rarísimo en La
ria, y que hoy día las poblaciones de Europa en su inme r S mayoria son mestizas.
Igual
podría
decirse
humanidad y del resto de la historia. Según
del
resto de la
Gúnther
pues
] >
europeos son mestizos; pero, dice él al mismo tiempo, toda s las
razas son puras. Otro alemán
dades
racista insiste en ese falso concepto de las uni.
raciales, independientes,
inmezclables y perennes, pero
coexistentes sin embargo en unos mismos individuos, hasta en
la inmensa mayoría y posiblemente en la totalidad de ellos. Para Jakob Graf, “la raza es la expresión de una constitución hereditaria muy definida, que aunque se encuentre disociada en los individuos y puede entremezclarse con otros caracteres raciales, permanece a través de la continuidad embrionaria de las generaciones y forma un complejo típico que persiste con el tiempo
y no se presenta
ante
nosotros
como un
solamente
tipo uniforme, siendo la esencia biológica de los pueblos”.* Las
razas, según perennes. Por rios humanos arreglo a las
Graf, son unidades genéticamente individuas y eso sigue diciendo: “como los factores hereditamantienen su independencia y se distribuyen con leyes mendelianas, el resultado del cruzamiento
entre dos razas no es una raza nueva con un nuevo genotipo,
sino una hibridación racial, en la que los individuos poseen los factores de ambas razas en proporciones distintas. De pl ,
que la raza es también algo que adquiere expresión y ma das
en las agrupaciones de individuos, lo mismo si están lo! Mere por productos de cruzamientos, que si son de na e de en
ditaria pura.-Según las leyes mendelianas, es posi! Sal gunos
314
una generación híbrida puedan aparecer de mproy al
individuos de raza pura, porque la disociación factores hereditarios hace que también puedan
ar de los
az a encona dos,
trarse los que caracterizan uno de los tipos raca haber nuey hay que admitir, por lo tanto, que siempre Pdo
vos individuos, 2 Jakob
Graf,
1935, p. 190.
más
Doctrina
o menos de
la
puros
herencia,
en el senti 0 versión
de lo racial,
ñ a, español
aid
Madrid,
un en el caso de una mezcla de razas. La mayor blos europeos están integrados por razas ps
cruzamientos;
pero, a pesar de ello,
determinadas comarcas donde reside una población con
pureza racial y en la que pueden
z los
se pueden encontrar aún
reconocerse claramente
E
gran
nos individuos con el tipo primitivo de raza...” “A pesar de las mezclas raciales, no se ha llegado a formar con la descen-
-
dencia de éstas un pueblo uniforme, porque cada carácter ra.
cial se conserva
de un
mestiza.” Y, en fin, dice:
modo
independiente
en la población
"en el hombre las circunstancias de
la herencia son muchas veces complicadísimas,* y por ello la formación de una raza mixta tiene que parecer imposible desde
un principio ...” “La formación de una nueva raza mixta es no
solamente imposible, sino que, aunque la cristalización de nue-
vas razas teóricamente
pueda ser verdadera, esto no pasa de
ser una fantasía práctica, sin significación en la realidad .. ”
“El resultado de la mezcla de las razas no es, por lo tanto, una raza mixta, sino una mezcla racial con la mayor variedad de las combinaciones factoriales.” Así, pues, si para los más “la raza pura es pura ficción”, para Graf y otros es precisamente
“la raza mixta” la que es fictiva y la que carece de realidad. Dicho con otras palabras, según Ginther, Graf y otros, la mezcla de razas, no obstante el tiempo que transcurra y la fre-
cuencia de los cruzamientos, no producirá una nueva raza, pues no pasará de ser una emulsión. Tomamos estas palabras de un italiano racista, G. Cogni,* quien modifica un tanto la teoría
de la raza perenne, diciendo que “la mezcolanza de sangres es simplemente una mezcolanza, una emulsión; no se ha producido fusión”. Pero Cogni acepta, aunque no expone las causas,
que a veces la mezcolanza produce una síntesis . .; entonces, dice él, surge “una nueva civilización, una gran nación, un gran pueblo”. Pueblos así formados sí son una raza. Esta teoría, tan infundada como las anteriores, parece llegar a una conclusión que las mejora. Sin embargo, no nos hagamos ilusiones. Apenas Cogni acepta que de una emulsión de sangres o sea de razas se puede obtener una sangre sintética, desemulsionada y de mezclatura tan perfecta que resulte una sangre nueva, cae otra vez
en la superstición racista y dice: “Entonces la fraternidad de
Sangre es la realidad sustancial de la nación; el sacramento de
la comunión mutua”.
El error de la raza pura parte de varias hipótesis insosteni-
bles. Antetodo, habría que aceptar que la humanidad ha tenido razas típicas originarias e incruzadas. Y esto no puede darse por cierto y averiguado. La antropología contemporánea, des-
confiada de las cosmogonías mitológicas donde generalmente
la humanidad aparece naciendo pura; aún duda y debate cuál
fue el origen del hombre. Parece aún estar lejano el día cuando
Os antropólogos convengan en cuáles fueron los tipos origina-
rios de seres humanos que puedan considerarse como troncos * Bien pudo decir siempre, sin vacilar.
* G. Cogni, ob. cit., p. 72.
315
de razas. ¿Se ha podido siquiera estab] ec . de hoy día? ¿No hay un cierto convencionales Son las Ta
sa toda clasificación racial? ¿Dónde uras primigenias que
han de toma
eran y dónde fue su cuna?
Aún
cuand
cuando
parece
la la £ fecha
que
estarán
pues
1, *Mpliy
ar?
*Se POr arquetipos)
LAS
bi
¿ts
Emo
humano a este planeta no es tan renota o Dueg ento un millón de años, y algunos creen que fue on contarse en
cincuenta o sesenta mil, no se conoce todavía dór hace Uno;
suceso. Se sabe que el Homo
sapiens no vio la La onde Íue ta
y que en América ni siquiera hubo homínidos que a virginidad
prehumana
de este continente.
Ur Pa,
Se dea
Urbaran
advenimiento del hombre fue en África o en Asia Co, de si q] la Biblia no se da la geografía del Paraíso Edénico ntral. E
de las especulaciones medievales y de las repetidas
¿dni
pesar
eNdel eturas q ue hizo Cristóbal Colón enen 1 los mása bellos países N Mundo, no ha podido fijarse el lugar en que la primera
a evo
humana nació y vivió sin pecado, aun cuando fuera por mA bellísimas y solas “seis horas”, según dice fray Bartolomé 4, las Casas.
El Homo
sapiens ni siquiera sabe dónde fue la Patria
de sus primeros progenitores; para su rescate no se pudieron hacer antaño cruzadas ni guerras santas, ni vender reliquias del
árbol del bien y del mal, ni para su explotación preparar ho.
gaño excursiones de turistas y tarjetas postales picarescas con vista del lugar maldito donde fue el pecado primero. Libertado un tanto de aquellos prejuicios religiosos que imponen un géne. sis dogmático, el hombre sigue discutiendo el problema de su verdadera oriundez. El. Homo sapiens opina que su especie procede del genus homo, del orden de los primates, de la clase de los mamíferos, del phylum de los vertebrados; pero ¿cuáles fueron sus antepasados del genus homo?, ¿procede de uno o de varios troncos”, ¿de una o de más cunas?, ¿monogenismo, poligenismo, ologenismo? La creencia más corriente es la del monogenismo. Se cree
que la humanidad toda procede de un mismo tronco y de uni
sola patria. Pero no faltan quienes opinan que no una sino Vi rias debieron
de ser las patrias de los primeros
hombres.
Según los poligenistas, los seres y linajes humanos Sl
naron
independientemente
de
diversos
troncos
ancen n lva-
Esta idea ya aparece en las antropogonías de los pueblos 5 e. jes y reaparece cuando se quiere justificar por unos e renciadas
dores la subyugación de ciertas masas humanas pr
316
a difu-
: e es somátic amente por izadores qué, 2 muy : ostensibles. Ayucó . , .. caracter . sn de algu" el interés social de los colon sión del : poligenismo : izació
: -en la diversidad de las razas y en: la deshumanizac iustificar sus dom! ina-
nas de ellas, buscaron una doctrina para justificar
ciones. Indudablemente, decían, hay seres de parco
na pero que no son tales hombres
como
lo son
STA,
a.
blancos,
semejanza
imagen y ue han sido quienes fueron creados por Dios “a su otros, 4 los a ar domin como seres superiores para hechos para someterse y Servir.
Esta teoría, que en los siglos Xv y XvI ya
de Roma y a los aventureros cristianos, siglo xIx con los esclavistas de América y trata de ampararse en la ciencia antropo discípulos hacian descender al hombre neg
réocupa a la iglesia ñ uego resurge en el 1 Os colonos de Africa lógica. Klaatsh y sus
ro del gorila, al hom-
bre blanco del chimpancéy al hombre a marillo del orangután. Se rechazó esta tesis trivial; pero el poligenismo continúa teniendo sostenedores, aún cuando escasos, Sergi sostuvo hasta
su muerte reciente la realidad de dos especies humanas troncales: la euroafricana y la euroasiática. Para los poligenistas sí hubo varios linajes desde los orígenes humanos; pero según ellos la pureza racial se forma por la fusión de diversos grupos o linajes. Creen
ellos que la raza pura será “un resultado más
que un origen”, estará más en el caudal del río humano que corre por un cauce histórico que en los múltiples fontanares de los arroyuelos que confluyen para formarlo. Para Montandon, la humanidad no tuvo solamente una cuna.
Según esa doctrina del ologenismo, “la especie humana, como toda otra especie zoológica, ha nacido sobre un área inmensa. Los individuos de la nueva especie descienden de todos los indi-
viduos de la especie antecesora, de donde se sigue que el fenómeno se produjo sobre un área muy extensa”. Por tanto, “no hubo razas puras en el origen. Las razas puras, o relativamente
tales, son debidas a una evolución progresiva. Contra la creencia habitual, la protohistoria y la prehistoria no conocieron razas más puras que las de hoy día. ¡Al contrario! Si se consi-
dera el conjunto del proceso evolutivo desde lo alto, por decirlo
así, puede afirmarse que la raza pura no representa un pasado
sino un devenir”.* ; Si para los monogenistas, “ya es demasiado tarde” para hallar una raza pura; los poligenistas creen que “aún es demasiado
pronto”. Para aquéllos la pureza estuvo acaso en el pasado re-
motísimo, para éstos estará quizás en el futuro, también muy lejano. El logro de la paradójica raza cósmica, que previera Vasconcelos, sólo puede concebirse para un porvenir tan distante que parece esfumarse en las perspectivas de la utopia. Con una u
otra doctrina, la raza pura, pasada o venidera, origi-
naria o formada evolutivamente, sigue siendo un mito, creado por ese afán de razonabilizar su conducta que tiene todo núcleo humano histórico cuando pretende compensar con su fantasía la sufrida inferioridad de su oscuro pasado, los temores de su dudoso porvenir o las agresividades de su desaforado presente.
Se ha supuesto que la raza pura se da en los grupos humanos
que han vivido en el aislamiento por un tiempo muy
gado, centurias
o milenios,
perpetuándose
prolon-
endogénicamente
y
del todo apartados así de los cruces geográficos como de los
cruzamientos exógenos. Pero en esto puede caber también el
error. Sin duda, en esas agrupaciones solitarias, como islas del inmenso mar humano, se produce una mayor homogeneidad de
* G. Montandon, La Race, Les Races, París, 1933, pp. 11-12.
317
caracteres somáticos,
pero ni aun así
tipo racial puro. Dice Boas que aun nn Lospo Sas descubri. Un aislados desde antiguo y vinculados por líneas Camanos Muy quienes los rasgos sean muy semejantes, no pueda LÍares, en que haya pureza de razas, porque los mismos
ti os ASCBUTArSe
pueden haber sido muy mezclados.* De la misma. est raes no se puede predecir, según Boas, ni siquiera estadí: A Uera que
y mucho menos individualmente, cuál podrá ser el ticamente de una
mezcla
genética de razas; tampoco
podemos "esultagy
proceso hereditario a la inversa, en sentido ascendente yqe el minar
con
exactitud
de cuáles tipos
se deriva
una
ele
dada, por homogénea que ésta parezca en la actualidag o aparte, tales agrupamientos humanos retirados de los cont so con sus semejantes son reducidos y rarísimos y las estrecho y Fepetidísimas
vinculaciones
endógenas
entre
sus miemb
ros acen ver en ellos más bien unas simples nucleaciones famili a. 1ares que una verdadera tipicidad racial.
Ya se ha visto cómo la misma herencia, que es la fuerza con.
servadora que produce la raza, también la varía y la deshace
La binariedad esencial del proceso hereditario, combinandoy recombinando
aleatoriamente
los muy
numerosos
y dispares
factores genéticos en innúmeras formaciones tipológicas, hace
imposible
la perennidad
de los arquetipos.
complejidad
La
genética impide la plena homogeneidad de un grupo humano, Cada pareja de hombre y mujer en trance de amor es una
negación potencial de la raza. “Razas puras pueden formarse
sólo en organismos que se reproducen asexualmente”, dice Dobzhansky,' es decir, razas sin sexo. El sexo, por su esencial binariedad funcional, impide la reproducción pura. Como asegura Linton,* "el único grupo humano con probabilidad de mantener la pureza de su sangre sería aquel cuyas mujeres fuesen tan feas que no atrajeran a los varones de otras tribus y cuyos hombres fuesen tan cobardes que no se apoderaran de las hem- bras ajenas”. Pero ese grupo humano jamás existió. Raza pura
ni la hay ni jamás la hubo. l Así como para llegar al concepto abstracto de la pureza Ss le, un ser, las religiones tuvieron que acudir, ya antes e o ss tianismo, a los mitos de la partenogenesis O del parac
gendrador y de la inmaculada concepción, asl, para dades indi-bl
fábula de la raza pura habría que suprimir las varie Ja viduales, la binaridad del engendro y la herencia, y
lidad de los factores típicos; lo cual es tanto como
la habría que valerse de la abstracción, de via milagro. La hipótesis de la raza pura no es 318
e
Gecir que
Í o del
era de una
taria y NO
Y e. genética partenogénesis mítica en que la generación fuere os en las por parejas. Ese insoluble conflicto de la binari ones, todas y de la pretendida pureza unitaria de la razaso antropogonías mitológicas, con multitud de
206. rk, 1938 Po Y a v e y e u ! N e Franz Boas, The Mind of Primitive o0gy, P- 161. E in ept Conc Race The 1 Theodosius Dobzhanski, 36, p. 34 , York a Nuev Man, of y Stud The n, s Ralph Linto Man,
los ser es humanos son sobre la nada, o sobre sí, en o sobre otr ra sustancia preh recen aquéllos por enge undro
fabulosas. Por eso en esas mitologías
creados por una deidad actuando los casos de deidades andróginas;
apa mana como la tierra; o bien de dioses aventurados en aparej amientos incestuosos, entre sí o con sus propias criaturas. A un en las más sutiles de esas mismas conceptuaciones, que p retenden combinar el monoteísmo creador con la real diversidad y mezcolanza de las criatu-
ras
mitad a E
él irecuencia la idea de la inevitabilidad
adica ca. Según cierta le yenda talmúdi la imp del Génesis bíblic “ z: por Lipschut exegética o, recordada : E po comenzó Dios a juntar el polvo de la tierra para pS cuer de
Adán, y lo tomó de todos
los cuatro rincones del Mu
qué juntó el polvo de todos los cuatro rincones? Así
;
honor
que se vaya del Oriente hacia el Occidente, o del Occidente
hacia el Oriente, doquier llegue y doquier acabe su vida, siem-
pre estará él en su tierra; esa tierra de la cual fue hecho su
cuerpo”. Procedimientos son todos éstos por los cuales la ima-
inación de los pueblos ha tratado de explicar la binariedad
inevitable de lo genético, fundiéndola en un mito de unidad y pureza. Igual ocurre en las mitologías de las religiones expandidas por la civilización occidental, donde se acepta la creencia en la unidad protogenética de los seres humanos, provenientes del patriarca Adán y de su ahembrada costilla; pues, aun admi-
tiendo que la formación de la primera mujer por separación y metamorfosis de un hueso masculino equivaliera a una generación por vivisección, como ocurre en las lombrices, apenas
los edénicos progenitores se enlazan en el primer engendro ya su hijo es mezcla de dos: de un Adán, hijo de Jehová en masa
de tierra, y de una Eva, hija del mismo Jehová en cuerpo de Adán, su precedente criatura. Todo individuo humano, por la forzosa disparidad y conjun-
ción de sus genes progenitores, es en rigor un mestizo. Y cuan-
to más cruzamientos se hayan dado por las vías ancestrales de donde un individuo desciende, más varios podrán ser los genes * que éste haya tenido a su disposición en el acervo de sus antepasados para formar su personalidad. Así los cruces del mestizaje aumentan a medida que se suceden las generaciones y son más y, por tanto, más varios, los elementos individuales que en
éstas intervienen. Por esto observa Dobzhansky que “una raza es más y más una realidad y menos y menos una abstracción, a medida que se aproxima al rango de especie.” En efecto, se puede hablar de especies puras porque la primera caracteristica de la especie es que sus individuos no se pueden cruzar fisiológicamente con los de otra especie para su reproducción. Pero no puede tratarse de razas purás porque los miembros de una raza se unen
genéticamente
con
los de otra y procrean
qued.a su vez se pueden juntar entre sí sin hibridismo de seres ilida ester
nos Téngase presente y por cierto que entre los seres humadifetoda unión heterosexual puede ser fecunda, sin reparar en * Theodosius Dobzhansky, The Race Concept in Blology, p. 165.
319
encia
raciales.
Los negroides, lo s escandinavos, log
os mediterráneos,
los alpinos, los indio
lpm non pueden Unirse y procrear sin que su prole dos Slgm eos, to teuosidad, Quienes han estud.ado el hibridismo cre en idos fenómenos de inharmonías genéticas no ha y los PreteOns n, probar la incompatibilidad de los respectivos cri Podido Com. los cruces de las razas. Las células germinales
blanco tienen igual número
de cromosomas
enlazan y combinan perfectamente, origi bles de embriones vigorosamente dotados. : Po
TOMOSOMas en
oa
ero y del
: QUey lo Ennies via
folklóricos, no hay en las células de las criaturas meta Juicios
alguno de anomalía en su estructura, ni en su funci nar igno ni siquiera de esterilidad en sus enlaces. No hay miento, biológica alguna al cruzamiento entre las razas fuera Pcia simpatíasy antipatías eróticas y circunstanciales read ls
las tradiciones y prejuicios de orden social.
:
eS por
Es corriente la opinión de que la raza ha d
una gran familia, diríase que como una familia ese
concepto
es
también
inexacto
y
meramente
se Como”
metafócios
“Para algunos la raza equivale a una familia grande, o SE inmenso
grupo
humano
descendiente
de una misma
progenie
en el cual todas las líneas familiares entrelazadas mantienen integramente los caracteres físicos y mentales de los comunes progenitores, con diferencias individuales limitadas. Pero tal raza no existe. Las poblaciones son tan heterogéneas hasta las mismas estirpes familiares difieren entre sí y las racterísticas hereditarias de una familia no se encuentran
las otras.”
una que caen
No puede establecerse el árbol genealógico de la humanidad
desde una primera pareja humana.
En los góticos retablos de
las iglesias medievales fue hacedero esculpir el árbol humano desde el protoantrópico Adán, pasando por los patriarcas del
Viejo Testamento, hasta el protagonista del Testamento Nuevo. Pero este arte, imaginativo e imaginero, se perdió y no pudo
pasar a los antropólogos. Ni siquiera Cuvier, que todavia en el siglo xrx sostenía la descendencia trirracial de la humanida
por los linajes de los tres hijos de Noé, pudo intentar un esque
ma de ese fabuloso árbol.
gistes Es una ingenua fantasía la del afanarse como genealo : po sube se apenas En el más sencillo árbol genealógico,
generaciones,
inextricable.
la ramazón
se complica
Los heraldistas
saben
hasta es
y entrecruza
bien cuán
di
320
uán-
de
componer con arte un escudo nobiliario, apenas han
aria, y de el guar los cuarteles de una alcurnia más que centenno meng tas licencias han de serles permitidas
para que
O
bastardia brillo de la prosapia con la mancha de una
de
yná ene
eso aun cuando ellos no trabajenos asbolengos, sangre impura.. Y Ps
trazo de un sólo linaje o en el enlace de unos ar para según fuere la ambición de cuarteles que busc 10 Franz p. 92.
Boas,
“Race
Prejudice
and
ar
Scientist's
el blasón: ,
”
Angle”,
F
Jrub»
on igual procedimiento, expuesto con cierto fino humo ris-
eS el £isiólogo francés Charles Richet hac la el cálculo siguien-
te. Cada uno de nosotros proviene de una p areja humana y ca da uno de estos dos progenitores proceden a su vez de otros dos, de modo que a la segunda generación cada ser humano ya cuen-
con cuatro abuelos. Y siguiendo así, a la tercer ¡ a hay ocho bisabuelos; a la cuarta, dieciséis trasabuclos o tata.
rabuelos; a la quinta, el chosno tiene treinta y dos tetrabuelos:
y así, calculando tan sólo tres generaciones por cada centuria,
si nos remontamos nada más que al siglo x1v, o sea un total de yeinte generaciones, ya tendremos que sumar más de un millón
de antepasados. Digase si en esa espesísima raigambre de abuelos, expuestos a todas las contaminaciones, puede con seriedad pretenderse limpieza de sangre y pureza de raza. Esta teórica pirámide aritmética de antepasados no se da en la realidad porque, como indicó Boas,'?a causa de los reiterados enlaces
matrimoniales entre unas mismas familias, caso muy frecuente
en las poblaciones pequeñas y estables de los siglos pasados, no pocos de los progenitores han de figurar más de una vez en distintas ramas paternas o maternas, resultando así la red de los antepasados con menos hilos, aún cuando con anudamientos menos sencillos y más enmarañados que los supuestos por la esquemática aritmética de sus ascendencias. Pero, aun reducido, el número de los progenitores reales, bastarán los que
queden para comprender cuán intrincado y tupido es el marañal de los abolengos.
Otto Ammon hizo otro cálculo análogo, pero en sentido inverso, con el cual negó la tesis de la pureza racial, aun siendo él un antropólogo muy dado a antropometrias y taxonomías.!?
Con la ayuda de la teoría de probabilidades, mostró cuán rara es la probabilidad de hallar un solo sujeto calificable como de
pura raza en uno de los pueblos mezclados. Si suponemos que dos razas, supuestamente puras, A y B, se han mezclado en la
proporción de dos terceras partes de la una con una tercera parte de la otra, entonces (admitiendo que no ha intervenido
una limitación artificial) el número de tipos racialmente puros de A y B después de N generaciones será (2/33% y (1/3),
respectivamente. A la cuarta generación los mestizos llegaran al 96 por ciento, y a la quinta generación prácticamente serán mestizos el 100 por ciento. Otra conclusión es la de que en_un pueblo donde los cruzamientos han perdurado trescientos años, ya no existen
individuos
de pura
raza, o sólo muy
contados.
No ha existido jamás el árbol de la especie humana ni ésta se
extendió ramificándose desde un tronco original, según demos-
traron Lotsy!: y Hagata.** Ralf Nordenstreng,'* que cita y con12 Franz Boas, The Mind of Primitive Man, Nueva York, 1938, p. 55.
12 Otto Ammon, en Zeitschrift fiir Ethnologie, vol. 2, p. 279.
12 Lotzy, Genética, 14 Hagata,
vol. IX, 1927.
Pan-Pacific
1% Ralf Nordenstreng,
Science
“What
Congress,
1928.
is a Human
l
Race?”
Congrés Inter-
hational des Sciences Anthropologiques et Ethnologiques, Compte Rendu de la 2+ne
Session, Copenhague,
1938, p. 132.
321
firma
a esos autores, dice
que la d
humanos forma una red tan: intrincadisima nus de los te escompuesta por el análisis, y que todos los tipo Podrá ya
que conocemos desde los fósiles se han formado poes Mu ana tos, siendo hoy día la humanidad un enorme y CFUZammign ' gameon o grup
o de cruzamientos, donde no pued
Único Sin
límites que no sean arbitrarios entre los subtipos h n Marcarg 1859, Waitz,
observando las incontables Coincidencia " teres similares en individuos de las más apartadas ys deao carao.
ría preguntar a los antropólogos sostenedores de la AZas, que, de razas puras “cómo podrían asegurar ellos que Di CXistencia
creado originariamente algunos mestizos”. Es absurdo querer explicar científicamen
tico de lo biológico de la raza como si
95 RO habia
la
oncepto £€né.
pudiera tratarse de árboles genealógicos, de troncos > d Umana
as
y de raíces, fuera de lo permitido por las exigencias ricas y el simbolismo propio alguno
en la zoología
de todo lenguaje. No hay ána
humana;
ni lo hay poniendo
lao pd
en una pareja actual cualquiera y ascendiendo por ramificacio
nes genéticas hacia el remoto pasado, ni tampoco imaginando una pareja protohumana en la época prehistórica y de allí tra
zando una troncalidad que se bifurca por lo menos a cada gene-
ración y se divide en ramas inmunerables hasta los días presen.
tes. En
verdad,
aun
cuando
ello siempre
haya
sido muy co.
rriente, así en las mitologías cosmogónicas como en el folklore en la literatura
y hasta
en la ciencia, el símbolo
del árbol es
inadecuado en lo absoluto para explicar la raza. Se podrá con un esquema arboriforme dar idea de una genética familiar, si ésta es simple y exenta de complejos recruzamientos.entre los por los tallos, ramas y hojas; pero individuos, representada no ocurre así con la genética racial. Como advierten Huxley
y Haddon, en la genética biológica no hay raíces convergentes, ni puede decirse lo que propiamente es tronco ni lo que es rama,
ni Jas hipotéticas ramas humanas son siempre y fatalmente apartadas, de manera que no puedan en cualquier contingencia oportuna unirse y confundirse para siempre y enrama! de nuevo. Si se hubiera de aceptar el símil del árbol para simbolizar la raza, habría que suponer que las raíces, los troncos,
el ramaje y las hojas del respectivo árbol gozaban todos ellos de individualidad aparte; como en la fábula infantil, donde la raíz escondida y la flor ostentosa hablan entre si y Se cuentan cruza
sus cuitas. Además,
habría que imaginar
que todos se
ban unos con otros, no ya un árbol con otro árbol sino "ue raíz con otra raíz y una rama con otra rama, y también A,
una raíz se maridaba con un ramo o un tronco con uná : ' ;
322
bien siendo de un mismo árbol o de árboles distintos; PUE; y.
por tan diversos modos, se entrecruzan los seres y linaJé
manos para la urdimbre de su especie.
iones
abogado, ds que haya mEpracticado algunas opera, Cualquier án da
de división hereditaria en familias numerosas, sabe rentescos. * eil y convencional es el trazado esquemático de los pa 16 H
J. Seligmann,
ob. cit., p. 11.
ealogía de los linajes ascendentes y descen
La
s de unaaveces, d eserdosre pocas muy que, ela ap uede a partir de árbol maneraa veces, mente raíce brota un tronco se ab luego en un ramaje de o caciones y múlt,iple re fol aun
la de
s
las estirpes
lajes. Pero la genealogía de las razas familiares
cuando
se investigan
alguna extensión, no pueden ser imaginadas como un
con
árbol ni
como una arboleda, ni siquiera como un infinito zarzal en cuya impenetrable y tupidisima maraña no se pueden distin-
ir los tallos. Los seres humanos se cruzan y recruzan de tal
manera que las líneas de su genética zoológica no pueden con-
fundirse con las esquemáticas de un árbol, fuera de una elemental alegoría. En un árbol, la raigambre, el tronco, las ramas y el follaje son partes integrantes de un solo todo, ser vivo
e individual; mientras que la genética racial supone una cooperación de numerosos individuos separados que pueden cruzarse
y recruzarse entre sí en los más diversos enlaces hasta el infinito. No es como
un árbol, más se parece a una red.
Toda la historia de la especie humana es un entrecruzamien-
to incesante
de la amorosa
trama
que con los abrazos
de los
sexos ha ido anudando sobre la urdimbre de los pueblos todas las hebras humanas sin reparar en sus colores. El mestizaje no es la excepción sino la norma. Hay un mestizaje universal. “Si ciertos antropólogos creen que han descubierto individuos de
pura raza en una población mezclada (los llamados tipos), esto es una ilusión. Sería lo mismo que se tomara cualquier combi-
nación parcial
de características
somáticas y, con ellas como
base, se seleccionara un cierto número de cruzados y. luego se
legs considerara como tipos. En realidad, ¿por qué a un hombre con fino pelo rubio, ojos azules y alargado cráneo, pero con
pómulos 'mongólicos' o con nariz 'semítica', se le ha de considerar como menos cruzado que un germano de rasgos 'normales', pero de pelo y cráneo redondo?”:* La impureza de las razas llega a las más complejas e inextricables mixturas, aparté de otras causas, porque los entre-
cruzamientos humanos, como ya quedó dicho, no conducen ne-
cesariamente a una fusión integral de los factores genéticos de los progenitores,
ni siquiera
a su aleación
en forma
simétrica
y pareada son resultados intermedios en las criaturas. El pro-
ducto del cruzamiento racial jamás podría ser una homogenea amalgamación de las razas componentes, sino una indetermi-
nada mezcla, apareciendo en los varios individuos las más diversas combinaciones de rasgos somáticos. La noción de que el complejo entero de los rasgos de una dada raza aparece siem-
pre en los mestizos,
es errónea;
todo lo contrario. Como
dice
son trasFischer, los varios rasgos de cada raza componente unos de otros. Esta
mitidos completamente
independientes
aplicación de la teoría mendeliana, hecha por Fischer'* al estu17 Friedrich Hertz, ob. cit., p. 42.
1* Eugen Fischer, Die rehobother Bastards und das Bastardierungsproblem
der Menschen,
1913.
323
diar los mulatos formados del cruce
sea de dos razas muy distantes como % Does y hotento
deses y alemanes y los negroides del sur de África extensiva
a todo mestizaje. “Los descendientes « ace ho diferentes revelarán la más grande variedad de. de dos ray.
de los rasgos distintivos de las mismas.
En efecto,
nacion
cendientes presentarán semejanzas morfológicas con
UNOS eg.
de la manera más variada. Por consecuencia
USIONados
dos tipos, otros se asemejarán de muy cerca a] otro 4 UNO de lo, ambos grupos se encontrarán sujetos con caracteres o Y Entro cuand
vador de un cruzamiento de razas afirma que la des el obser.
presenta signos de herencia alternos, que se pare ce encia tanto, a una u otra de las dos razas originales; y uns Por lo
observador insiste sobre el hecho de que la progenie so
una
fusión
de
las razas originales;
y un
tercero
declaro
aquélla constituye más bien un mosaico de todos los ler que ancestrales, combinados sin estar fundidos, los tres pueden o
ner razón.”*” La intrincación de los caracteres somáticos indi, viduales de los seres humanos es infinita. p En
resumen,
raza pura
ha dicho
resulta
casi una
un
antropólogo
abstracción
contemporáneo: La
antropológica.
No hay
país civilizado en el que se pueda descubrir una raza pura. La pureza racial queda restringida, cuando más, a los residuos de grupos salvajes, residentes de yermos aislados. Las razas huma.
nas que ahora se tienen se han mezclado y cruzado entre si durante muchos miles de años, de suerte que sus líneas genea.
lógicas se han fundido o confundido en forma inextricable. Las clasificaciones físicas de raza se enderezan meramente a limitar grupos de uniformidad física aproximada, con un supuesto
restringido de herencia similar.?"
Klineberg opina que ya es demasiado tarde, con una tardan-
za de miles de años, para pretender encontrar la raza pura. Ya
no hay, dice, razas puras que conservar. Aun en las aglomera-
ciones humanas milenariamente apartadas de los cruceros fre cuentados de la historia, los que constituían el típico hombre
natural de los enciclopedistas, y hoy día son denominados con
frecuencia salvajés, primitivos o incivilizados, la pureza racial no es una realidad. De todas maneras, “desde el comienzo de la
época histórica, y lo mismo
habrá
ocurrido en la prehistoria
todas lás razas han sido profundamente alteradas por mero que
las cruzan
y recruzan,
y tal fenómeno
es tanto
vante cuando se trata de las razas más civilizadas”.”
omo
e
El
las sapiens, dice Schwesinger, es la más mestiza de todas
.
turas”. “Todas las naciones de alguna importancia en ¿3 324
19 Frank
282-283.
La
H. Hankins,
20 Ernest A. Hootton, pología”, York.
212 Henri
La
Nueva
Neuville,
Race
“El mito
dans
de las razas
Democracia,
“L'Espece
t. VII, París, 1936, pp. 7-46-11. 22 Gladys C. Schwesinger, ob. cit.
a la luz dee
septiembre
Humaine”,
1935, PP'
París,
la Civilization,
de
.
Encyclopédie
riads,
Antro
,
Nueva
F rangá
ise,
ia presentan una mezcla de ó to Pasado histórico han deb diferentes r ido tener lagar eya racial es en muy grandes propor
ciones, como lo prueban los crá neo de los más diversos tipos hallados históricas. Sin duda, fueron ext en unas mismas sepultura pre: raordinariamente mezcladas las . viejas y civilizadas naciones de pto, de Babilonia y de toda el Asia Occidental, sobre cuyas Egicon quistas descansa nuestra regente cultura.” El pro fes or F. Weidenreich: que el último hombre paleolíti aba co, descubierto hace pocoobsenervChu Ku-tien, está representado por tres cráneos bien con ser vad os y desenterrados del mismo lugar donde est uvieron juntos por milenios; y que de-esos tres crá neos uno es del tipo actual de los
ainos, el otro del tipo de los Pre sentes melanesios y el restante del tipo de los esquimales de hoy. Allí, en-una de las más antiguas tumbas hu nas y en la poblac ión que ginara ya había juntos tres ma tipos de humanidad, los núcleolas ori de un tri. ple mestizaje. Qui zás nuestros prototipos neolíticos nac ieron de relaciones entre los indigenas de Neanderthal y los auriña -
cienses invasores de Europa. Contentémonos con saber que el amestizamiento ha influido en la evolución humana desde los tiempo má s
s
remotos,
y que
no ha habido una raza pura en
nuestra especie, al menos en diez mil años.”
Alguien ha pensado que dos son los troncos raciales de la
humanidad:
el mongólico o amarillo del Extremo Oriente, con
el cual se conectan el hombre indoamericano y el hombre blan-
co, y el negroide africano, con el cual se emparentan el austra-
liano, el melanesio y los negritos o pigmoides del África, Filipines, Indochina y las islas Andamán. Sin duda, dice Boas, “los mongoloides y los negroides representan los tipos más radical-
mente contrastables de la especie humana. La pigmentación, la forma del pelo, la forma de la cara y de la nariz, las propor-
clones entre los miembros
del cuerpo, etc., son en aquéllos
característicamente distintas. La piel del negroide es oscura, la del mongoloide es clara; el cabello del primero es rizoso y aplastado en su corte, el del segundo es liso y redondo, la nariz
del uno es chata, la del otro no; los dientes de aquél se proyec-
tan, los de éste son verticales, etc.”** Pero, “aun en estos grupos humanos,
sigue diciendo
Boas,
no puede
pretenderse que no
existan individuos los cuales, en relación a determinadas características suyas, difieran tanto de las de su grupo propio que uedan ser calificados como total y absolutamente distintos de os individuos del otro grupo”. Los caracteres somáticos de
todos los agrupamientos se solapan y entremezclan. “Todavía
es interesante notar, añade Boas, que la distribu-
ción geográfica de estos dos tipos raciales corresponde a dos 33 Friedrich Hertz, ob. cit., p. 153.
.* En el Compte Rendu de la 2* sesión del Congreso Internacional
de Ciencias Antropológicas
*% C. Dover, ob. cit., p. 17.
y Etnológicas, Copenhague, 1938, P.
1% Franz Boas, The Mind of Primitive Man, p. 108.
325
áreas bien definidas.
El tipo mon
oriente de Asia y en ambas Américas:
i
Negroiq
el África y algunas regiones aisladas de las costas norteinaPa
deste del Océano Índico. Considerando que el Asia y «y MOr. son las orillas del Océano Pacíf:co, que Arica €s una cos ca Océano Índico, y suponiendo
que los negroides ocup
tienpo la totalidad del Asia meridional, puede decirse Un dos grandes grupos raciales habitaron Que esos simultáneamente mayores extensiones de tierra habitables, y que la negra e ] a
raza del mar Índico y la mongoloide es la raza del Pacifico
Negros y amarillos, y no negros y blancos, vendrían A Ser qui zás
los dos troncos de la humanidad pres
ente. Pero este sencillo contraste esquemático es insuficiente, “Hay algunos tipos prin cipales, dice Boas, que no pueden fáci lmente Ser COMprendidos
en aquel simple esquema. Están los europeos, los australianos incluyendo probablemente a los antiguos habi tantes de la India, y los pigmeos.” “La pigmentaria de los euro peos forma con los negroide un cont
raste aún mayor que el manifestado por s los mongoloides, si bien tienen una posición intermedia entre
aquellos dos grupos tocante a la forma del pelo, la del ojo, la
de los pómulos y las proporciones de su cuerpo.” En estas carac. terísticas el blanco está más cerca del negro que del amarillo.
La raza que suele llamarse blanca ce de los antropólogos la prioridad. Sergi, los europeos entran por igual lado euroasiático y en otro análogo Para
algunos,
la raza
blanca
debe
o de los europeos no mereYa hemos dicho que para en el grupo troncal titudenominado euroafricano,
entenderse
sólo como una
convencional agrupación de varias verdaderas razas que se han ido entremezclando
en los últimos milenios,
las cuales se meno”
minan hamita, semita, mediterránea, alpina y nórdica. odavía dicha raza blanca comprende para a.gunos otras raras ¿ le
cionales, como la dinárica, la báltica, la armenoíide, etc. se j ' ¡ l cont euro inen opina que esas razas se diferenc:aron en e PA te A asiáe tico por el tiempo en que lo hicieron los mongoloides, la época glacial.
.
Por otra parte, los australianos presentan un numero ae las dede un todastes primit i os que los separan totalmente de rasgosSs prim e rtan itiv
razas, inclusive de los negroides, como rep do ade fue redo-
tipo humano muy tempranamente diferencia das del globo. Y los negroides, cido por las otras razas a las zonas más aparta
los pigmeos, aun cuando parecen conectados con L algo amari ¡é su pie también de ben ser divididos de éstos Eo”por máx € imamente eres llenta, las facciones externas, sus cabellos e los negritos,
pudos,
326
etc. De los pigmeos
se hacen
tres gr 1
“upone que los
los negrillos y los bosquimanos u hotentotes. SOS igmeos y los propiamente negros provenga
divergentes de un tronco común preceden
y de características somáticas no tan po
dichos dos tipos raciales. 0 za redu
to
por VÍAS
ralla mediana
as como
las de
Darece muy via-
abre blanco a ser UN de E ¡gmeo (
rito, ni tampoco al australiano a ble pos dd sición descendente en relación al negro.
es ocio-
so extendernos aquí de nuevo en las compl dicos; los antropólogos sobre las clasificaciones icadas y Suclasitnes
de los tipos humanos
en razas,
siempre
sivas. “Razas de librería”, como dijo José Martí
y eu
Hay un mestizaje universal; no hay razas puras
Aun aceptando la meramente
pa
convencionales Pd
hipotética
y 1as tres razas tradicionalmente reconocidas Cblanca, amarilla su pureza se desvanece apenas se asoman a la historia o
observación superficial
ropeos jamás
fueron
hace
pensar
que
grandes
grupos e
mezclados con sangre de negros y
ue
por negroides y mongoloides nunca pobladas regiones vastas recibieron un aporte de sangre de blanco. Pero es lo cierto que
en cada uno de esos tipos de humanidad, y hasta en las misraas tribus que las componen, jamás fue posible una segregación o apartamiento colectivo tan general o total que asegurara una perfecta homogeneidad.”:*
Todos los contactos de los grupos humanos a través de la historia se han significado por una sedimentación de mestiza-
jes. El nomadismo fue muy corriente o común en los primitivos pueblos cazadores y pastoriles, hasta que la agricultura y luego la propiedad territorial fueron arraigando los grupos humanos. Pero la trashumancia de unas tribus no cesó por el
asentamiento agrario de las otras, y en éstas y aquéllas deja-
ron sus huellas. Las guerras, las conquistas, la esclavitud, la servidumbre, la pernada, los descubrimientos, las aventuras, las cruzadas, las misiones, las empresas extractivas y coloniales, etc., han marcado su paso histórico por una estela de mestizos. Las invasiones que han cubierto la tierra de muertos, la llenaron también de nuevas vidas. Hubo siempre cruce de en-
gendros y de amores, odios. Si, por ejemplo,
aun donde hubo cruce de armas y de
observamos
la presencia
en la historia de
los pueblos negroides, o sea de los más aislados y generalmen-
te evadidos, los veremos fuera de su países tradicionales y por
lo común apartados en ínsulas o peninsulas de clima cálido. Los negroides se encuentran hoy día por todos los continentes, llevados por trasmigraciones históricas. Pero en la prehistoria
también tuvieron presencia más allá del Africa, de la Australia,
de la Melanesia y del sur del Asia, donde se les considera como
en su habitat arcaico. Cráneos negroides han sido encontrados
recientemente en el Asia central y en la oriental, así como es-
queletos negroides
precolomb'nos
se han descubierto
en la
América del norte,?* tal como desde hace tiempo fueron halla-
dos en Europa. Hace poco el profesor W. M. Krogman, de la Universidad de Chicago, estudió un cráneo de mujer, hallado en Chanhudaro, cerca de Karachi, en la India, con caracteres negroides similares a los de los protomediterraneos. Desde
de homque aparecen las existentes variedades o subespecies
Civilization, París, 1935, la s dan ce Ra La s, in 213. H. Hank Ñ ».p. 213 ** G. Montandon, La Race, Les Races, p. 99.
327
bres, dice Johnston,
la unificación
ha
existi
del tipo rumanos
os
imi
ento Constante P se mezclaron con los primitivos negros Ha: eos más remota gre negroide en las poblaciones del sur y del ana antigua san. de Italia, de Sicilia, de Córcega, de España oeste de Francia Irlanda, de Gales y de Escocia. Las o tugal, de existenc
ia de ese pueblo negroide se encuentra
ne. la anti
gua mixtos descendientes de hoy día, sino en o sus cráneos, esqueletos, y obras de arte más oelmenos Onio de los Francia, Italia, etc:”?? Hoy está generalme nte mislcas en los antrop C ólogos que las comr unicaciones entre Euro emipatid y o Af;Por
ca,
particularmente
a través
de
la Península
Ibérica » tri en la prehistoria muy frecuentes y faci litadas por las On ciones geográficas de entonces. Hacia el fin del peri odo nar ternario medio, y acaso antes, numerosas hordas de A pasaron a Europa, representadas por esos negroides esteatos
pigios que la arqueología ha ido descub riendo. La cultura auriñaciense de Europa y la getuliense de África no son al parecer, sino dos expresiones de la presencia de un mismo
grupo arraigado en las áreas contiguas de dos continentes. Los actuales hotentotes y bosquimanos parecen ser los Supervi.
vientes de otra raza negroide que también habitó en Europa
durante
la prehistoria,
quizás
lización
y aislamiento
de los núcleos
como
una
segunda
oleada inva-
humanos,
como conse-
sora de africanos. Los negros propiamente dichos, son considerados como un grupo negroide que se extendió y especializó en época posterior por el oeste de África, gracias principalmente a la estabicuencia del advenimiento de la agricultura y el uso de los metales. Pero aun estos típicos negros, los únicos estrictamente negros según la nomenclatura reciente, han penetrado en Europa ya en la época histórica por sucesivas oleadas, movidas por las invasiones guerreras con ejércitos de negros, y sobre todo por la constante infiltración de esclavos negros arrebatados al África por los tratantes negreros en todas las épocas, desde los días de Egipto, de Cartago, de Grecia y de Roma, hasta los siglos XV y XVI y, en número mucho menor, hasta el mismo siglo xIx. Y ya en el siglo xx aumenta la pre-
sencia de negros en Europa por las tropas llevadas por Fran
cia y Estados Unidos, por los jornaleros de los grandes puer ss por otros motivos. En el otro extremo Cp 2 coloniales y decirse que «hay pocos pueblos negroides en el presente, das
328
so tan sólo los pigmeos bosquimanos, los del Congo y n la escasas tribus selváticas, que puedan ser consideradas Sean recien traza, mayor :o menor, de una antigua mixtura h rec: dicho han “La mayor parte de los indígenas de África, verni puros temente J. S. Huxley y A. C. Haddon,* no son and 29 Sir Harry H. Johnston, “Racial Problems 159. Race”, Contemporary Review, vol 100, p.
so Ibidem. s J. S. Huxley
y A. C. Haddon,
ob. cit., p. 36.
the
Congress
of
s negros,
pues tienen una mezc]
dancos mor sus cruces con gentes nm ines caucásicos An álogamente ocurre con las demás ram as de la humani dad, sodas ellas genéticamente más intrincad as e
anigua.
de mestizajes
Los pueblos llamados con
blancos no san en
las otras P gmentaciones
de la humanidad No pensemos ya en las américas; si éstas son crisoles donde todas las
toria
razas Se alean, no hacen sino repetir la misma his. de
demogénica
la nca Europa, que también es mes. tiza. “Todos los europeosblason mestizos, Váyase, sin embar o, a fijar ahora la can
tidad de tico que tiene cada alemán: o la de africano que tiene cadaasiáesp añol, perySe encontrará
y ¡ ¡ plejo quien lo intente. La mezcla ya es muy remota. La Se toria de los hunos es ya muy vaga. Las invasiones de los llamados bárbaros está muy atrás para que se les alcance a
valorar.
El europeo
aparece,
después de las mezclas más con-
tradictoria, en donde participaron tres continentes a prorrata como un tipo puro, como el tipo superior de que nos hablan los tratadistas. Pero el hecho cierto y definitivo es el que, con evidente melancolía, proclama Gobineau en el capítulo final de su obra sobre la desigualdad de la raza: “La especie blan-
ca, considerada abstractamente, ha desaparecido de la faz del mundo”. “En la por hibridos.”**? parte de Europa blo cuya sangre
actualidad —agrega— sólo está representada “Es del todo improbable que haya en alguna una región cualquiera habitada por un' pueno haya sido mezclada, después de los tiem-
pos neolíticos, con la de otra raza más o menos diferente.”
“Resulta algo cómico, dice Ralph Linton, que los principales expositores de la teoría de la superioridad de las razas puras sean habitantes de Europa,
una de las partes del mundo más
la actualidad un solo europeo
antepasado híbrido. producto
de una
que no tenga por lo menos, un
La inmensa mayoría de los europeos son
larguísima
serie de cruzamientos.
Las diver-
sas tribus han recorrido en todos los sentidos el suelo de ese
continente, aún antes de la aurora de la historia, y hasta los
antecesores de muchos de los grupos que forman la población actual no fueron de raza blanca pura.”* . Recordamos que, según Ripley, no hay en Europa
un solo
individuo que corresponda en cada rasgo somático al prototipo identificado de la raza. Es infructuoso buscar en Europa
el imaginado tipo promedial
o estadístico de raza nórdica,
alpina o mediterránea. Esas tres razas blancas, como dice Han-
Kins, no son sino
idealizaciones
de ciertos tipos dentro del
hibridismo universal, a los cuales se ha llegado, según Ripley,
solamente a virtud de un proceso intelectual de eliminación. Los llamados nórdicos son caracterizados por su cabello claro, a Germán 1937,
2% Frank
Pp.
Arciniegas,
América,
tierra
38.
H.
Hankins,
ob.
cit., p. 217.
* Ralph Linton, ob. cit., p. 53.
firme,
Santiago
de
Chile,
329
Por sus ojos garzos, su an estat da como ejemplo al habigrta nte de
alpinos son los de pelo castaño, ojo Uco s azules y Cran
suizo.
eo
Los
bien de
redondeado.
raza
Se
propone
mediterránea
son
Cabeza
larga
Los d
¡
Como pana
est
negros
de tipo Pino l de cabeza alargada y de estatura menor que la de Se presenta como típico medite po rráneo al sici)j m00s o nó ojo ico en los
países donde
más
frecuencia,
los individuos
se advierte
fácilme
típicos $
e prese
Cero
ay
tramos individuos de bien marcado tipo medite Iraneo, trigue ños, bajos y musculosos. Y lo mismo . en Alem ania, donde ven regularmente así hombres rubi se os como moren céfalos y braquicéfalos, alto s y bajos, como tipos que o guan la mezcla de pueblos nórdicos, alpi nos y demás euro, asiáticos que constituyen la población.'”3s o El amestizamiento de Europa va en aumento. Refiriéndose .
.
e
o
a las
infiltraciones
melánicas
en
la Gran
Bretaña,
acabamos de leer que, según Huxley y Haddon, “todav ía” se encuentran allí tipos morenos. Pero según escribe C. Dov er, de ese tipo mediterráneo son la mayoría de los modernos ingl eses, entre los cuales la desnordificación ha crecido por la selecció y n preferencia sexual hacia las mujeres brunettes... Has ta el punto, dice ese autor, que “uno está tentado a creer que si llega el día, predicho por Bernard Shaw, en que una negra sea
nombrada
Ministro
será popularmente
de
Salubridad
aclamada.”»*
del
Reino
Unido, ella
Ripley dice que los pueblos europeos están mestizados de tal modo que partiendo comparativamente de una combinación
de dos caracteres cualesquiera,
por ejemplo,
la del color de
los ojos y del color del cabello, con ella sola bastaría en cada región para excluir del tipo de la raza a los dos tercios de la
población.
Si a esos dos caracteres cromáticos se les añadiera
el del índice cefálico, no se encontraría en cualquier comarca
de Europa más que un pequeño número de los habitantes con dichos tres caracteres distintivos. Y si se extendiera la ed tigación antropométrica a un cuarto carácter, como la es era ra, y a un quinto, como el índice nasal, entonces la rr sen
de los tipos pretendidamente
330
puros, en quienes concurma
esos cinco caracteres, resultaría casi infinitesimal.
antropólogo Ripley le pidió a su colega Ammon
de
un
individuo
que
científicamente
pudiera
ser
la
re
fía
pres
PAbÍa
fo en do
como un tipo alpino puro, este autor, aun cuando ya
medido millares de reclutas de la región del Rhin, respo
ss J, S. Huxley
36 C. Dover,
y
A.
C. Haddon,
ob. cit., p. 101.
ob.
cit., p. 78.
al
dió
ue jamás había
podido hallar un es pécimen del tipo alpino ¡ Eraquicéfalos o eran rubios, o de gran talla, o tenian Pares ue fuese exacto en todos sus detalles. Tod
u otro perfil cualquiera que no debieran poseer para su e
ta calificación de alpinos.*
rec.
orrec-
Ginther, a pesar de negar rotundamente Ja existencia de razas impuras, tiene que convenir en que “la ciencia de la raza se halla en la penosa situación de tener que declarar que » en su inmensa mayoría no son sin los europeos En la población de Europa hay tanta variedad de Pardos,
de trigos en sus campos.
La
masa
europea
no es toda ella de
harina blanca. Fue molienda de trigos candeales, de trigos rublones y de trigos morunos, mal cernidos y en amasijo con: fuso.
Confuso y cambiante
de los cruzamientos
a cada hornada;
genéticos, la enorme
pues, aun fuera
variedad de caracte-
res solapados, sus variantes proporciones y la constante variabilidad
de los mismos
por
razón
de mutaciones
y circunstan-
cias de diversos géneros hacen que toda población humana sea una masa siempre en fermentación y de remudadas levaduras.
Todas las llamadas Tazas son, pues, impuras, E impurificables, si por ello ha de entenderse la eliminación de los cruzamientos heterogéneos; antes al contrario, todo permite asegurar para el futuro una amalgama creciente de todas las sus-
tancias humanas.
.
Unos buscan la pureza de la raza hacia atrás, remontando la
historia; otros la procuran en el porvenir, por la creciente mez-
colanza de las diferencias. Unos creen que las heterogeneidades fueron
más
en la prehistoria y que la humanidad va por
sus cruces a la pureza sintética; otros piensan que la raza pura,
y acaso singular, fue primero y que la historia ha producido una incesante multiplicación de grupos y tipos espurios; otros, en fin, piensan que hay que suponer pureza racial en el origen remoto y que a través de un período transitorio de diversifica-
ciones y de mestizajes, se llegará de nuevo en el futuro a la unidad racial. Este último era el criterio de Kautsky, quien, llevado por la
filosofía dialéctica, consideraba que la humanidad comenzo su
evolución probablemente arrancando de “una raza humana uniforme”, la cual fue dividiéndose en un creciente número de razas y ahora
raza humana”.
se va reintegrando
en una comunidad
de
“la
Tesis, antítesis y síntesis. Sin necesidad de la
dialéctica hegeliana, es muy frecuente admitir hoy día que, desde una mira racial, ese es el proceso evolutivo de la huma-
nidad: monogenismo, plurirracialidad, panmixria. Pero, de todos modos, nadie encuentra la pureza de la raza en la escala
de los tiempos.
Las razas puras son como los fantasmas que se buscan en los castillos abandonados, criaturas de imaginación, añoranzás La abolengo, desvaríos de las mentes, artilugios de terrorismo.
* Ripley, ob. cit., pp. 107-108.
331
raza pura es un mito que sólo se mant¡ fanatismos políticos y religiosos. Per o los mit el vulgo Por ] de la fantasia con las cuales el salvajism o y la, bon creaciones la carencia
de una conceptuación raciona]: sie ndo varie Suplen criterio del etnocentrismo c bien la incivilizados, sea todavía el que ins pire a los r : opio época y que hayan sido estériles los € est terribles sufrigoes ha pasado la humanidad durante mileni rimientos que os par en esa table
que
ese mismo
actitud selvática. para Persistir aún _Ha escrito muy bien un racista cuand O asegura que “e clo ed que Sostan aún hoy día raza S pu s ne ra s; qu iz ás Nunca existieron, pues el concepto de “raza pura” í dicción...” Ciertos teoristas han construido 9u siste a ntra.
la idea de una raza pura, nobilísima y orig naria: la me sobre
a la cual se contrapondrían ciertas razas inferiores Es na, concepto fantástico, que los más serios pensadores han rel he do do... No hay que pensar en razas puras. Puro, por sí, na 4 Aza. nifica esencialmente. Toda pureza existe sólo en relación Cono, antítesis a una
impureza
de la cual es correlativa*
parte, ha dicho agudamente un biólogo que:
Por otra
“La misma idea
de la raza pura no es siquiera una legítima abstracción: no es sino un subterfugio usado para encubrir la propia ignorancia de la naturaleza del fenómeno biológico de la variación ra. cial”.*0 Hasta tal punto es hoy inaceptable el concepto de la raza pura que, como consecuencia, ha venido a ser discutido hasta el concepto de raza mixta, que no puede ser sino un derivado de aquél. Trevor opina por eso que el adjetivo mezcladas aplicado a las razas puede llevar a confusiones, dado que “no hay
una definición aceptable de lo que constituye una raza humana pura.** Lógicamente la mixtura implica el preconocimiento de la pureza.
mixto;
y, no
Trevor
prefiere
queriendo
decir
el vocablo
poblaciones
híbrido
en vez de
mestizas,
escribe
poblaciones híbridas. Pero el vocablo y el concepto del hibridismo tienen los mismos reparos que mestizaje, mirtigeneración y otros análogos. Y en castellano, híbrido con frecuencia
tiene una connotación
peyorativa
res si lo aplicáramos a las razas.
que provocaría
graves erto-
En realidad, donde falla fundamentalmente toda la estruetura conceptual de las teorías racistas no es en la pureza be in en la mezcladura, sino en la raza misma. No se sabrá
es raza mixta si no se averigua antes lo que es raza a
to es, pero no se podrá conocer lo que es raza pura Si pr mente no se define lo que significa raza. La controver
332
3s Friedrich
ob. cit., p. 311. 39 G. Cogni, ob. cit., p. 72. «. Theodosius Dobzhansky, “The Race Scientific Monthly, febrero de 1941.
“1
Hertz,
J.
C. Trevor,
1938,
p. 21.
“Some
Populatione”,' The
.
Anthropological
Eugenic
Review,
Concept
2mbs
XXX.
de
» The in Biology ': Hybrid
Characteristics
vol.
ecisa-
AÉ
no. l, abr
rl de
: ¡ puras es la de la existencia de la ra as ns rro be or not to be. This is the question. ma. ¿Hay ra.
o hace mucho que un alcurniado húngaro lla centor de la Universidad de Budapest, dejó dicho en . testa: mento
que toda su considerable fortuna sería heredada por su
única hija A condición
de que ésta se casara con un hombre
jugarreta que Cupido ue fuere de pura raza.*? No sabemos lo la cierto es que la joven Je tenía dispuesta al testador, pero
ugnó el testamento paterno diciendo que la consabida con“no hay una prueba dición era imposible de satisfacer, ya queque un ser humano es
decisiva para resolver inequívocamente de la enamorada de pura raza o no Y el tribunal falló a favor pad re, Magnífico su que vital gía olo rop ant en ha duc más joven, Rector. y Excelentísimo Señor
333
cit., P- 143. « Magnus Hirschfeld, ob.
XI LA JERARQUÍA DE LAS RAZAS
SUMARIO: ¿Existen razos superiores y razas inferiores? La leucocracia y sus rebotes. La fantástica escala de los monos y las rozas. Por el ángulo facial: monos, negros, amarillos y blancos. Por el peso del cerebro: monos, negros, blancos y
amorillos. «Por el pelo: No hoy
uno
superficiales.
son mutables.
escala
blancos, amarillos
y negros.
Los diferencias raciales son todos
“No se puede medir un almo.'* Todas los razas
como en África jerarquia entre
en América.
monos,
racial.
A
Las
razas
y los hombres
hoy hombres superiores las razas. Persistencia
mombre
de
más crimenes que a nombre y los huevos podridos.
lo roza de
la
geniales.
En Europa
e inferiores. No hay de los jerarquizontes
se hon cometido siempre libertad.
El
antropólogo
La raza, como concepto más o menos preciso y luego como vocablo de uso general, ha tenido siempre desde su origen remoto
un
sentido
no sólo discriminatorio,
que separa a unos
hombres de otros, sino también jerarquizante, que los sitúa fatalmente en niveles distintos de estimación.
Cuando los hombres llamados primitivos dividían a los seres humanos en dos grupos, el de nosotros y el de los demás, s:empre lo hacían uniendo al concepto y denominación del grupo clasificador un sentido de superioridad en relación a los otros, que eran los seres inferiores. Según ellos, las mitologías antro-
pogónicas confirmaban esa creencia. Hasta las religiones mas evolucionadas, que partían de una sola antropogonia divina y de una genética igualdad original de la especie humana, solían
comprender mitos complementarios para explicar las diferen-
clas más ostensibles entre los grupos humanos, easi en sus carac-
teres corporales como en sus posiciones geográficas, históricas
y sociales. Había hombres predestinados; unos eran los escogi-
dos y otros los malditos.
Las filosofías, que en un principio
siguieron la creencia mitológica de la predestinación, fueron
estableciendo la fundamental igualdad de la especie humana;
Pero su influjo fue muy lento. Durante milenios continuó y aún
no ha cesado la controversia entre quienes dicen que hay razas
superiores e inferiores y quienes no creen en tales jerarquías
y a veces ni siquiera en tales razas. Aún dentro de la ciencia
335
antropológica, la clasificació
para seriar a los grupos humnanodes eq tan fat
as ha deevido a y
al y quimérica como las maldiciones
ación bioló
Así, pues, esta teoría de la jerarq uía racial vien más remotos tiempos, aun antes de que sur
giera e ne desde los to antropológico con que fue elaborada esa id odo el APara. Renacimiento. Los pueblos han sol ido erse Ss eSpud y tratado como inferiores a los demás. Cre No ha Sido > aún en la mayor infelicidad histórica, que se ha o frecue s nte
sí mismos como fatalmente inferiores. Cuando má ¿enido q siderado iguales a los mejores y copartícipes de x. -us han Con. si bien las experiencias dolorosas de su his tor gado a veces a aceptar una razonabilizació ia los ha Par ritos; n Jan obli.
justificándola generalmente por castigos e
desventura
Las explicaciones racistas de la historia son much o tas que los escritos del conde de Gobineau. . Es verdaa ás remo. l d que en los pueblos antiguos y primitivos los distingos de las
carecían de la complicada estructura antropológica que han te, nido en los siglos
últimos. Pero convengamos también en e pensando con rigor, los conceptos discriminatorios de hace mi.
lenios y los de las más atrasadas tribus contemporáneas son tan
mitológicos e infundados como los de las modernas autorida.
des de la raciología jerarquizante.
Los
racismos
han sido de
todos los tiempos; siempre basados en un concepto de. las razas
más o menos aparente, corporal y genético, pero siempre con-
vencional
e igualmente falso.
Se atribuye, no obstante, al conde Gobineau haber iniciado en los modernos tiempos la teoría de la psicología racial
con su obra de cuatro volúmenes Essai sur Végalité des Races
Humaines.: Para Gobineau las razas son desiguales e invariables; por lo tanto es posible colocarlas en una gradual jerar-
quía. En cuanto a sus potencias mentales el negro quedaba abajo, el blanco en lo alto y el amarillo en el centro. El negro,
según Gobineau, es superior en su desarrollo sensorial; pero esta mayor fuerza de sus sensaciones es en parte responsable
de su debilidad mental, que le impide ascender a los más altos procesos de la inteligencia. En los hombres amarillos, sus deseos son débiles y su voluntad más obstinada que violenta; por
lo cual son mediocres y no pueden alcanzar ni lo o lo profundo. El blanco, es superior en inteligencia € 1n EN en sensaciones, lo cual le evita las tentaciones de desviarse
sus actitudes mentales.
Según Gobineau, la raza blanca es la superior,
336
nte
pe
dy superior, y su expresión es el honor y la razón, sigue, as Ae medioc amarilla, que representa la utilidad, el orden, la ts tico. abajo, en último lugar, la raza negra, manifestada acia Y mente por la pasión, el liricismo y el temperamento SS a em”
dem “El mismo Gobineau admite que fue el odio a la le mo las ideas la influencia de la revolución de 1848 lo que su obra, que según él asesta un rudo golpe a
prender
1 París, 1853-1855.
liberales.
Aquel Aiettante,
dotado de sensibilidad poética, desarrolló en una teoría racista de caré . teoría feudal que vio en la revolución prancal l a antigua to de los inferiores celtas contra la nobleza germana, Tamer
el ciudadano germano o ario pertenece ahora a la ariston. ¡en
racial”, y la posición y valor de los pueblo s está determina: . r la cantidad
de sangre aria que corre por sus venas atraer jante teoría estuvo desde luego muy bien situada para El
nuevos
miembros
de las filas ciudadanas
a los rangos de la
clase feudal dominante, que había sido devastada por las tem-
pestades de la Revolución,
oc
la Durguesía a su vez empezó
verse amenazada por el proletariado,
¡
adoptó satisfecha la pretensión de pertene decor cer aa 1propia defens ao desti razas as ”.: dominar nadas por la naturaleza a La teoría de Gobineau
tuvo buena acogida en Norteamérica
favorecida por los esclavistas, partidarios de una jerarquía de las razas que fatalmente condenara a los negros. Ácaso fueron
su más resonante consagración los preceptos de la Carta Cons-
titucional de los Estados Confederados del Sur, que declaraban
establecida a perpetuidad la esclavitud de los negros. Alexan-
der Stephens, vicepresidente de dicha confederación hubo de pronunciar solemnemente estas palabras en 1860: “La nueva Constitución ha borrado para siempre todas las perturbadoras
cuestiones referentes a nuestra institución, la esclavitud de los
africanos. Ésta ha sido la causa inmediata de la reciente ruptu-
ra con los Estados del Norte. Las ideas hasta ahora predominantes, sostenidas por Jefferson y la mayoría de los más prominentes hombres de Estado de los tiempos de la antigua Constitución, mantenían que la esclavitud del negro era por sí misma un mal, en lo social, moral y político. Nuestro gobierno está
fundado en un concepto exactamente opuesto; sus cimientos y sus piedras angulares están basados en la gran verdad de que el negro no es igual al hombre blanco; que la esclavitud (o subordinación de aquél al hombre blanco) es su condición natural y normal. Nuestro gobierno es el primero en la historia del mundo que se haya fundado sobre dicha gran verdad física, filosófica y moral. Los grandes fines de la humanidad se alcanzan mejor cuando se persiguen de conformidad con las le-
yes y los decretos del Creador”.* Pero no fue en América, ni
siquiera en Francia, sino en Alemania donde Gobineau tuvo más éxito. El gran surgimiento del nacionalismo alemán du-
rante la última década del siglo x1X estuvo acompañado de un
extraordinario crecimiento del orgullo nacional, y muchos círculos influyentes miraron con desprecio a los inferiores pueblos latinos, celtas y eslavos. Las teorias raciales se uti: lizaron come armas contra la democracia, pues a la masa del 2 Sobre el origen e influencias de las ideas de Gobineau, véanse los u dos importantes libros; Ernesto Seilliere, Le Comte de Gobineaus
et Varyanisme historique, 1913, y Ludwig Schumann, Gobinea
Rassenwerk,
* Friedrich
1910.
Hertz, ob. cit., p. 6.
* G. R. Benson, Abraham
Lincoln, Nueva York,
1939, p. 193.
337
pueblo se la consideraba como
Has, doctrina que Amnion to de e de las Tazas medidas craneanas. “En contraste con el . su blo na see
ses eran, se decía, de sangre germánica e o lo; las altas e
para gobernadoras. Aquella noble raza estab 4 o tanto Macida,
da a dominar al mundo, creencia proclamada popa
escritores
pan-germanos”.”
nacionalista extremado,
latinas estaban
gastadas
Bismarck,
aun
frecuentemente
cuando
señaló.
y que. perecerían
NUMerosoy
O TO €ra mu
Tambis, las Tazas
celtas y eslavos poseían un carácter afeminado ductivo, y que los alemanes eran muy superiores sl que
éstos
requerían
para
su
triunfo
.
una mezcla
LO que impro.
es] en creía
Loy
estragos de la segunda guerra mundial, lanzada con ] qe
de la superioridad racial de los arios de Hitler prueba Oetrina qué punto han sido poderosas las teorías racistas en Alopcasta Después de Gobi propa ga on el racisona, Ade neau, otros escritores Prop m agar Fueron
los
principales
Gustave
Le
Bon,"
Lothrop Stoddard,” S, K. Humphreys,'*
Madison
Gr
o.
L. Lévy-Bruh] Ape
otro lado, un francés, Jean Finot, fue quien más de frente com.
batió la tesis desigualitaria con su obra Le préjugé des races
Para Finot la inmutabilidad de las razas y de sus psicologíay
es tan ilusoria “como lo sería la creencia de que conservan para siempre sus formas las ondas circulares que produce una
piedra al caer en la tersa superficie de una laguna”. Las teo. rías de Gobineau reconociendo una jerarquía de razas eran para Finot una “ciencia de blancos”, los cuales han sostenido y están empeñados en hacerlas prevalecer. Pero no era así precisamente. Es cierto que en esas teorías racistas de la superioridad de los leucodermos sobre los melanodermos se basa generalmente la política de la leucocracia;
pero no es menos cierto que las teorías leucocráticas de Gobi-
neau
y sus secuaces,
aun
cuando
van
contra
los negros y los
amarillos, al fin recurvan como un bumerang contra los blancos mismos, entre los cuales también levantan incomprensiones absurdas, tirrias feroces y guerras terribles. Aparte de que la
morbosidad racista no infecta sólo a los blancos, pues bajo pie-
les de uno o de otro color se agitan razas que se dicen electas y predestinadas al imperio. Así, pues, los racismos no son ciencia de blancos sino supersticiones de barbarie que hacen
sacrificios humanos a ídolos de colores diversos. Otros antropólogos y sociólogos, cada vez más
numerosos,
han combatido como Finot ese concepto de la fatalidad de las Friedrich
338
Hertz,
ob.
cit., p. 10.
Ibidem,
” Gustave Le Bon, La Psycologie des Peuples, París, 1898. * Madison Grant, Passing of the Great Race, Nueva York, 1916.
e Lothrop Stoddard, The Rising Tide of Color, Nueva York, 1921. 10 S. K. Humphreys, pects,
1 L
Nueva
Lévy-Bruhl,
res, París,
York,
1922.
Mankind, 1917.
Racial Values, and
the Raclal Pr0% .
Les fonctlons méntales dans les sociétés intéri
eu:
razas;
pero, aun así, la tesis de la jerar
está són muy difundida por todos los
e ls a
todavía
decirse que en estos últimos tiempos se han recr di a puede udecido las ideas racistas por el fervor de los políticos imperialistas y por .
ciertos escritores sin escrúpulo científico, le incondicional. Sin embargo, ya en estas Eltimas décadas foo e an sido controvertidos los argumentos y muchos de losde cuale que servían de fundamento a la supuesta superioridad raza, particularmente al de la raza blanca, han sido im o ne.
dos por inciertos, Ñ causa de las diferencias en alos métodos Usa. dos para adquirirlos y de la precipitació n anticientífica y falaz P las conclusiones. en
¿« Está hoy día justificada una jerarquía biológi ioló
No. Ante todo, recordemos que los hombres de ciencia mo aceptan hoy como realmente raciales los caracteres que se presu
,
nen como típicos de las razas, debido a las razones que ya hemos expuesto de las variedades, variantes y variaciones que ofre-
cen aquéllos. ¿Cómo puede llegarse a una jerarquía de razas si la existencia de las mismas razas ha sido puesta en duda o negada rotundamente? Si no hay certeza en la clasificación de
los hombres en sendas razas, menos la habrá, puede asegurarse a priori, en la clasificación gradual de las razas entre si.
Veamos el valor racialmente jerarquizante que pueda atri-
buirse a los diversos caracteres que se toman como distintivos
de las razas. Digámoslo desde ahora: ninguno.
Con razón los seres humanos han sido comparados anatómi-
camente con los monos. “Éstos, dice Goldenweiser, tienen brazos y manos como los hombres. En este aspecto puede decirse que ciertos simios son de hecho más humanos que los hombres,
pues tienen cuatro brazos y manos y hasta un rabo prensil, que es la aproximación a un quinto brazo. También estos cuadrumanos son casi hombres en su fisonomía y en la expresión de sus emociones. En lo alto de la escala están los monos antropoides,
el orangután,
el gorila
y el chimpancé,
que son por
excelencia Jas criaturas más parecidas al hombre en cuanto a numerosos detalles del esqueleto y de la organización muscular,
fisiológica y nerviosa.””*
Basándose en estos hechos y en el concepto de la evolución, durante un cierto tiempo estuvo en boga la creencia de que los seres humanos procedían de dichos simios y de que las razas humanas habían surgido una tras otras por un proceso monolineal de evolución. La jerarquía racial de los seres humanos en relación con los animales se fijaba en este orden: (M) mo-
Pero esa teoria, nos, (N) negros, (A) amarillos y (B) blancos. Hoy se cree que demasiado prematura, ya ha sido descartada. así esos cuadrumanos
como
los hombres derivan de un tronco
común de ancestral animalidad, cuyos arquetipos pueden ser razonablemente reconstruidos. Y se opina también que las
llamadas razas no han procedido unas de otras, por lo cual los trazos especificamente humanos aparecen en todas aquéllas con * A, Goldenweiser, Anthropology, Nueva York, 1937, p. 4
339
int ) ensidad
diversa, , habiénd
desar ciones su apartamiento de ose la mera humanas sólo pueden representar las
o n var ala idad. Tale.ias q; UTec.
del inmenso árbol de la vida, salidas por volcó co común en líneas diverg
'
entes y por cruces re os los linajes humanos. Por esta cau sa E
re to
e tron. idisimos en.
cluirse a priori que no existe grupo alguno de o: Podido Con. pueda ser
idéntico
con
otro,
ni
tampoc
o ser sacteres Que categoría dada dentro de una seriación jer árquica uado en y a en la realidad genética. > Ue No existo
Ni
siquiera
puede
tenerse
por científ;
una cronología de las razas humanas, o aepnente
éstas por razón de sus respectivas antigúedades
establecida
How arquía de
ralizada la opinión de que hace unos millares PAS
gene.
humano nació como un primitivo homínido; pero nada el ser asegurarse tocante a la aparición de las razas . Se supo Puede el hombre negro acaso surgió en África hace unos 100 000 ne mucho
antes de su presencia cierta en el sur de Europa osa qe
unos 25 000 años ha. Se cree que el hombre blanco quizá s
e reció antes, hace 400000 años, por Europa; y que el homb ro amar illo sea todavía
de época
más
remota,
que alcance a un
millón de años, cuya edad se atribuye al Sinanthropus y Hom:
bre de Pekín. Pero estas cronologías no paran de ser meras hipótesis en cuanto al respectivo origen de las razas, Es realmente
aventurado
lanzarse
a esas suposiciones por-
que, como bien dijo Krogan,** los hallazgos de hombres fósiles
son raros e inconcluyentes a causa de la escasez de sus ejemplares que no permiten calcular la importancia y significado de las variantes; y además porque los caracteres somáticos generalmente considerados como raciales no están en los esqueletos sino en las partes blandas del cuerpo y por tanto no conservadas con los huesos. Esto no obstante, no ha sido abandonada la vieja idea de una jerarquía natural y evolutiva de las
razas; si bien los antropólogos han puesto en evidencia las con-
tradicciones que se presentan, algunas de ellas con cierta comlcidad, al tratar de clasificar los tipos raciales por la respectiva evolución biológica de sus sendos caracteres.
Si se toma el ángulo facial como índice comparativo, éste crece de promedio en este orden; M. N. A. B.!* Analizando el peso de los cerebros,
aun
cuando
no se ha llegado
a conclusiones
unánimes ni en cuanto a las estadísticas ni en cuanto a la significación biológica de dicha característica cerebral, se ha costo
nido que los cerebros de los negros son los más ligeros
340
a
los de los amarillos son los más pesados. Siendo así, ten sa ” mos esta otra jerarquía: M. N. B. A. En cambio, si se obser 13 Wilton
Marion
14 Esta seriación
Krogan,
ob.
cit., p. 99.
agrada a los racistas. Pero nada trascendente 5,
e PÉcole nifica. Ya en 1895, Manouvrier publicó un, estudio la false , Revue , logie” -socio pseudo la “I'indice céphalique et llamado yenco destru 1895, d'Anthropologie de Paris, nov. 15 de
ciencia
del
racismo,
antropo-sociología.
que
Vacher
de
Lapouge
habla
otras características, precisament e las más corrient es y útiles para las clasificaciones raciales, ] a seriación deberá ha ce rse en otro orden distinto, y los blancos quedarán abajo y los negros arriba. Tocante al color de la piel, discuten al . :
los seres humanos fueron primeramente negros y IO NOEoSet si tos descendientes de éstos, en otros países y climas se o, viceversa, si la especie humana fue primero blanca blancos;
y después por el oriente fue amarilleando y ya en la zona o. rrida fue oscureciendo. Hoy día esta discusión va erdiendo su importancia, pues se supone que en una u otra via el color
udo obedecer a factores ambientales y no genéticos,
Piológicas de adaptación y relación.
por le
+ Por ¿eyes Los colores de la pigmentación e pidérmica nada significan ue permita estimarlos en más o menos, de acuerdo con una undamental biológica de valor, s alvo como condición adaptativa. Leucodermos, xantodermos y melanodermos valen igualmente
vara
la lucha
de los seres humanos
por su existencia
salvo en situaciones circunstanciales en las que el ser blanco valdrá más que el ser negro o viceversa, Si el color es debido
a la mayor o menor presencia de melanina y ella depende de las condiciones climáticas del ambiente, de la relación natural
con referencia al mismo, claro está que la coloración será favorable o adversa
según
las circunstancias. Según
ha señalado
Hertz,** “a juzgar por las experiencias generalmente aceptadas,
es precisamente el color oscuro el que absorbe mejor los rayos caloríficos; al mismo tiempo es impenetrable a los rayos quími-
cos, y además el acumulado pigmento motiva una mayor transpiración, debido a la cual la piel del negro está siempre húmeda, lo que también modifica el efecto del calor. Con extrañeza
los viajeros señalan el hecho de que el negro prefiere permanecer descubierto recibiendo los más ardientes rayos del sol, frecuentemente durante horas, cuando el europeo a los diez minutos de tal exposición sería víctima de una insolación”. El color oscuro puede también tener ventajas y desventajas según sea el ambiente social. Donde el color se confunde con una casta económica, ser negro de piel significará casi inevitablemente pertener a un estado social inferior y, por tanto, sera
desfavorable; pero, en cambio, observa Haldane, tendrá por ser
pobre la gran ventaja biológica de una mayor natalidad, lo cual es un importante factor de relación y supervivencia. Pero el color de la piel nada significa por sí en cuanto a cualidades psiquicas mejores
o peores. Éstas dependen de muy
otras causas
que no son raciales. Prescindamos ahora de considerar a los negritos de Australia y a los pueblos melánicos, no realmente
los propiamente llamados negros de África, porque de ellos trataremos con amplitud en otro lugar. Otros grupos humanos existen también de piel oscura que no pueden ser despreciados.
“Ciertas razas de la India son oscuras de piel, dice Luschan,
pero sería absurdo considerarlas por ello como “salvajes”, ya que 1 Friedrich
Hertz,
ob. cit., p. 39.
341
tienen una
muy
y refinada
antigua
religión cuando
civilizaci
los e
Y Due ten
ían Una hob no habían salido de un nivel de vida muy bajo os antepasag Tampoco sirven los cabellos para fijar lera . : algún naturalis
ta, como Haeckel,:* llegó a deci Julas. Si bie bres ulótricos o de pelo lanudo son incapa ces d 1 Que los hor"
capacidad mental, o de una alta cultura; esta tesis ma ve -
“dera sido más y más descartada por los antropólogos Se . mis ta que el pelo “más primitivo” es el ulótrico (negros) -] ha dichha o ne el kimótrico
(blancos)
evolutiva, ¡el Misótrico
a jerarquía
M.
no está aceptada.
N.
B.
y, al fin, el más alto en la
amarillos)”
1080 vie.
En Pero esta seriacióeste caso tend ir ón a mnos
A.
eelon Peca de simple y
Es de advertir que el pelo de los blanco Pa 0 de los negritos de Australia se asemeja al pelo de chimpancés, lo cual permitiría a los evolucionistas situar .1 blancos cerca del prototipo ancestral. Mientras los pelos de lo negroides y de los mongoloides muestran una mayor es cin
lización y, humanos.
por lo tanto, un mayor alejamiento de los tipos mr
Así pues, si las razas se definieran por los pelos pa,
diera intentarse con cierto crédito una jerarquía de las razas
humanas por su evolución pilosa: los lisótricos, o de pelo liso
abajo, al salir de la animalidad, y los ulótricos, o de pelo cres. pudo, en lo alto de Ja human'dad. O sea esta otra jerarauia: M. A. B. N; si se pudieran simplificar excesivamente los térmi-
nos hasta identificar los caracteres cromodermos con los pilosos. En esta escala, los más cerca de los monos serían los mon.
goloides; los blancos de ondulados cabellos, aun los nórdicos
rubios, estarían en el centro del tríptico humano, y los negros
serían los más alejados de la animalidad.
Estas consideraciones se acentúan si se atiende a la abundancia pilosa. Los blancos de Europa y los negritos de Australia son los más peludos del mundo, conservando, también en
esto, la tradición de los cuadrumanos. piosidad de pelo, los grandes monos
guen los hombres
Si se atiende a la co-
son harto peludos, les si-
blancos, luego los amarillos, y, al fin, los
negros. En este caso la jerarquía pilosa será también M. B. A. N. En materia de pelo, pues, por su forma y cantidad, el hombre blanco es el que está “más cerca del mono”. de las narices! ¿Será posible fijar una jerarquía biológica 0
anchura de su base ¿Por su tamaño o por su perfil? ¿Por la Boas as : “Por sus por la abertura de sus ventanas? Según
cos están * pa y por sus más desarrolladas pantorrillas, losen blan ye cambio es lejos de los monos que los negros; pero
ciertos otros aspectos están más
altamente evolucion: ori dad,
infer- nos aquéllos”. El prognatismo tampoco será signo de
s neolíticas eran E pro" pues los europeos de las llamadas raza quia os; ni las
prognáticos que los europeos modern 16 Ernest
11 Ellsworth Londres,
Natiirliche
Haeckel,
Huntington,
1927,
p.
78.
The
Schopfungsgeschic
Character
of
6% hte, 5* ed. , p. York,
Races,
Nuev
minentes serán tampoco señal de su
sencia
persistente
en
labio grueso, sanguíneo
alguna centenaria dese
a
y bien desarrollado, que es pod
su preEl
tico de la humanidad de los cuadrumanos, y contrasta con el labio fino
e
se encuentra más evolucionad > en dos negros que en los blancos.* Por las Proporciones bros, los del hombre negro son más apartados de sus mi pe de -orres, pondientes a los grandes monos que los del blanco lope
Desde el punto de vista del norma humano y teniendo en cuenta: lo que e pueden cesarrolsignifi lo icar del cuer bioló: : te las diferencias entre Jasgnif gica y evolutivamen
tiles y las adultas, se ha observado que los simios y los hom-
bres son muy
de una
semejantes cuando niños, mientra
y otra especie
se apartan
del tipo infantil
a
versas. Y según Havellock Ellis las razas amarillas
sa Se
(por su
braquicefalia, su escaso pelo y las proporciones de sus miem.
bros corporales) están más próximas a la condición anatómica infantil; le siguen las razas caucásicas, y, al fin, los negros y los australianos son los adultos más apartados de la mortología de los niños. De ahí otra vez la jerarquía M. B. A. N. “Aten.
diendo a las estadísticas de la antropometría, dice Ranke, los
negros ocupan un lugar preferente de la humanidad en la evo-
lución progresiva del cuerpo.”? El antropólogo francés H. Vallois, después de estudiar la pretendida inferioridad somática de la raza negra, ha llegado a esta conclusión, que puede
ser aplicada a todas las razas:
negros
son
los
representantes
“No es posible decir que los
de
un
estado
que
filético
los
blancos ya hayan sobrepasado; tampoco se les puede considerar como una rama del género humano que haya permanecido más
cerca del tronco ancestral común que la rama del blanco. Todo
hace creer que, partiendo de un origen común, los troncos de
ambos grupos humanos han alcanzado, cada uno en distinta, un estado de especialización muy avanzado, uno de ambos troncos ha adquirido estos caracteres vos y ha conservado algunos caracteres primitivos; de los dos
troncos
humanos,
ni el blanco
dirección que cada progresininguno
ni el negro
puede
considerarse como inferior al otro”.* Es de observarse una vez más que los trazos raciales más frecuentes y visibles son biológicamente de escasa o desconocida trascendencia; ni aisladamente, ni en las combinaciones
que sirven de base zoonómica a las razas. “Los caracteres que
se presentan comúnmente como típicos del negro y definidores de su inferior grado en la escala evolutiva, no resisten el exa-
men crítico. De un lado, los caracteres morfológicos no pare1% Franz
» Tyanz
Boas,
ob. cit.
York, 1938, p. Boas, The Mind of Primitive Man, Nueva
2% W. C. Willoughby, Race Problems in the New Africa, Oxford, 1923, p. 224. *2 H. Vallois, “Les Noirs sont-ils une race inferieure?” II Session de Institut International d'Anthropologie, Amsterdam, 1927.
1928; p. 254.
cen poserer alto prof un luga o undo bajo sentiido, alguno; ni implican
vita:
me lidaq
sarrollo normal.
cara
más utilizabl
observar,
ha dicho Redfield, que
23 en, Verdad intengacio
raciales en el interior oa
Hay muy pocas qursana
cteres os y. gal distinei las ..as en ileg nal es son aparentementees inút puones de- Much los tipos os
tomadas como base para la clasificación diferencias bjojgsaMte hyyoct e la especie n razas “son diferenci clas yor parte de los caracteres Caca
princi
?
ti
externo. Esto
toa estros
cuerpo
ee
cia social de la idea de anan. importancia para la ponte en
para reducir su significancia bre lógi al propio tiempo
la superficialidad”.
Con razón ha sido dicho:
de parte
de la Naturaleza
o
ológica. Para reducirla hasta"
“
somática “literalmente' superficial,
nido a servir como el criterio
la pa
ES Como
e
O
o
mn Tasgo de ironj
na diferencia
psicoló omo es el color, haya ye.
podido inventarse para distinguir ano más CÍsctivo que haya
otros. Las diferencias de familia, de religión de cqnanos de las cuales d
estado social y económico,
Ems de cultura y de
y s humanos, na la discriminaciciónón de los sere sepana ránddr ol UN papel e an das. Prupos
y clases, son barreras que pueden ser sobr individuo con
piel negra, aun cuando
sea igual y ha
rior en las cualidades que realmente valen Si so
a
pois
pg isdidas¡ por : ntrará j nciaj , se enco j j d e inte criti erios d e moralida lige países como excluido del grupo blanco dominador, t lerado
acaso pero jamás admitido en él”.** Lo mismo puede deci Sede
otros caracteres somáticos usados en la tipificación de las razas. Con la clasificación de los caracteres corporales en inferiores y superiores, con relación a sus antecedentes simios, no puede establecerse una escala racial. Cada raza tiene su Correspondiente surtido de caracteres de. inferioridad y de superiori-
dad. Pero cualesquiera que sean los caracteres simiescos que posea un tipo humano, ellos no implican inferioridad ni un estado de transición de la bestia al hombre. Ni pueden justifi-
car una clasificación de las razas como sucesivamente sucesorás
de un progenitor cuadrumano. “Las razas difieren en tipo físico; pero, en el estado actual de nuestros conocimientos no se
puede afirmar que una raza sea físicamente inferior o menos avanzada que otra.” “La antropología física todavía no logra graduar con precisión las razas humanas existentes, en escá a evolucionaria, a base de la suma total de sus desviaciones anatómicas de los simios y los animales inferiores. Cada raza
ostenta una mezcla de características avanzadas por Un lado y
344
primitivas por otro. La clasificación definitiva de la jerarquiá
22 E,
B,
Reuter,
23 Robert
Monthly,
ob.
Redfield,
25 E,
290.
S, Reuter,
ob.
We
“What
Washington,
24 J. Do MacCrone,
p.
cit., p. 63.
Race
Do
1943, p. 193.
Attitudes
cit., p.
63.
Know
About
Race
” Scientific
91
1931, in South Africa, Londres.
evolucionaria de cada raza presupone la consumaci ación de mu ¡ antropológicas y fis tigaciones
inves
chas
iológicas que hasta
ahora ni siquiera se han iniciado.”** "A sí , Pues, una jerarquía somática de las razas es utópica. Si quisi iéramos armar una sencilla escala jerárquica con las líneasas de d una sola característica somática, a modo de largueros, quizas podríamos ser disculpa-
dos en el empeño; aun cuando, Por otra parte, no se nos pudiera excusar de prescindir de la esencial fatuidad de tal carácter
como un elemento realmente racial. Pero si queremos establecer una sólida escala, combin ando los múltiples caracteres corporales en una sola graduaci On racial, fracasaremos en tal propósito. Con cada una de las características corporales acaso
pudiera planearse una teórica escala, como con cada carácter
somático se hace una teórica clasificación racial; pero establecer una jerarquía con el complejo de los caracteres humanos
es absurdo, aun en teoría. Para cada trazo racial la antropome-
tría tiene sus largueros y sus peldaños, pero no puede combinar
las escaleras de todos los caracteres en una sola estructura. Aquí se observa de nuevo el fenómeno del traslapo. Unas je-
. parquías se entrecruzan con las otras y, si todas las escalas jerárquicas se juntaran, se daría el absurdo de que una dada
|
raza tendría que estar abajo según una escala y en lo alto según otra. ¿Cómo armonizar esas antitéticas gradaciones? Impo-
sible. En la abstracción teórica, y atendiendo a una sola línea
de evolución somática, se hablará quizá de una escala; pero no en cuanto a un complejo de caracteres, No existe una escala
racial. Si la raza es una abstracción, como ya dijera Topinard, en cuanto
a la jerarquía
racial puede asegurarse que no sólo
es abstracción sino utopía despreciable. Si a tal conclusión se llega tocante a los caracteres somáticos, ¿será posible hablar de una jerarquía psicológica de las razas? Ese problema de las diferencias mentaies congénitas entre los grupos llamados raciales es el culminante, porque en él están basadas principalmente las teorías que suponen la jerarquía de las razas y la natural predeterminación de sus sociales destinos.
*
La jerarquía de las razas, imposible desde un punto de mira anatómico y fisiológico, se ha intentado reiteradamente en el psicológico pero sin resultado
campo
efectivo. Ya nos
emos
referido a tales tentativas que pretendieron corroborar las prejuiciosas opiniones de los jerarquizantes profanos, entre los cuales no faltaron, ni faltan, personas eminentes en es feras alejadas de la ciencia. Edgar Allan Poe, gran poeta nortéa cano, en los tiempos de la esclavitud ne gra en su patria escri-
hijos sdede bió: lá “algunos creen que los negros son como nosotros,s, no Adán, y que por tanto tienen pasiones, nes
tos y temperamentos iguales a los nuestro
2% Ernest
A. Hooton,
gía”, La Nueva p.
18.
A
a
Cespeo.
de la raza a la luz de la antropoloYork, Democracia, septiembre de 1936, Nueva “El mito
345
tos. Lo negamos : y apelamos al con oc per
o, en cambio, como observó
to grandes maestros de las ciencias nat urales batido, con notable unidad y decisión
manidad
está dividida
inmodificables.
los vivientes)
Hombres
la
por diferene¡
de
a Husión de QUela hu.
(citando unos penes
como J. G. Herder.
A
Baer, J. Miller, J. C. Prichard, C. Darvin
Bucgle, J. S. Mill, H. Spencer, R. Virchow Toqueville, E. Reclus,
F. Ratzel,
A. de Quatrefa
'
Profunda
Y
€Xceptu
pola, K. Ey
Mae , . :
F. von Luschan, J. von Rango
ese punto de vista”.
ayor parte de l;
y muentales han com
|
coinciden en
gicos y así pretenden crear Ena psicología Tao correlacionar
las
razas
A. q
cian, T. Waitz,
A los que basan la psicología en traz
imposible
H. T *
n
humanas
:
y fisioló.
somáti pa sido
supuestas, con ciertas expresiones psíquicas que les Crente
dieran. Spiller formuló la siguiente, entre otras conclusiones después del First Universal Races Congress
(Londres, 1911)
que por él fue organizado. “De las diferencias que hay ent
los hombres por sus caracteres físicos no pueden inferirse corre. lativas distinciones mentales. Ni unas ni otras son permanen-
)
tes en las razas, ni siquiera se requieren las presiones ambien. tales durante edades enteras para modificarlas; pues ciertos cambios
radicales
en la educación,
en el sentimiento colectivo
y en el ambiente, pueden por lo general transformar las carac. terísticas físicas y especialmente las mentales en una gene-
ración o dos, aparte de las influencias de los cruces y amestizamientos”. El psicólogo Garth ha aludido a estas dificulta-
des, refiriéndose a la interferencia de los mestizajes en los análisis de las razas. Como dice Garth: “Debido a las complejidades de las leyes de la herencia, un cerebro blanco puede alo-
jarse en una piel negra”.* No hay, pues, correlación hereditaria entre color y mente. Por otro lado, el mismo traslapo que se observa en los diver-
sos órdenes de caracteres somáticos ocurre con los psiquicos
y entre unos y otros. Así lo ha advertido Porteus, no obstante
ser aún partidario de la teoría de las diferencias psicológicas raciales. No es necesario demostrar, dice éste, que las peculiaridades de la piel y las de la inteligencia se solapan en todas partes de manera que en las razas de color, tenidas por las mas
y 0%ó primitivas, pueden hallarse hombres muy inteligentes, civiliza ció ze muy brútos en las razas blancas de más avanzada
También, pues, estos solapamientos entre los caracteres coso la. ticos y los psíquicos arguyen contra la hipotesis de su ción biológica.
346 a
Edgard
ticism,
Allan Poe, “Slavery
1, p. 271.
2s Friedrich
Hertz,
ob. cit., p.
in the United 14.
”
States”,
»» Spiller, Papers on Inter-Raclal Problems, Londres, 1911, P-
se Thomas
R. Garth, ob. cit., p. 206.
Cri-
Literary
:
39.
. También en cuanto a los caractere
tir las innumerables variantes que. Excluicos hay que advercómo
stica mentel
se hace imposible fijar una precisa caracte
raza, dado que en ésta se encuentran las varlantes más divo una
desde un extremo al otro, en cuanto a la inteligencia; desde le magnitud del genio a la abyección del cretinoide Hanki e la ha hecho notar con claridad. “Pensar que una raza tie: e cierder tas características bien definidas, sin tener en cuenta
tiempo las variantes*! de sus características, es omitir un
e
mento esencial de la precisión que debe tener el razonamiento Por ejemplo, los propagandistas de cierta doctrina racial atribuyen generalmente al hombre nórdico una gran inteligencia pero olvidan el hecho dé que la escala de las inteligencias ór. nórdicas desciende hasta la idiotez, pasando por la im ecilidad oa Lo mismo ocurre en todos lcs grupos humanos llamados razas.
De manera, pues, que en todas ellas un carácter de inteligencía óptima o de inteligencia ínfima no puede ser verdadera-
mente
racial,
puesto
que
en
individuos
de la misma
raza tal
carácter se encuentra ausente y sustituido por el opuesto. Ade-
más, como
momento
indicó Spiller:
nada
indica
en
“El estado de una raza en un dado
cuanto
a sus capacidades
innatas o
hereditarias... Debemos, pues, combatir la creencia de que unas razas son superiores a otras”. Ya señalamos, al tratar de los caracteres psíquicos y de sus clasificaciones, las numerosas experiencias realizadas fútilmente
para
distinguir
psicométricamente
una
raza
de
otra.
Nada positivo se ha obtenido hasta ahora por esos medios. “La
conclusión a que necesariamente se llega en vista de las inves-
tigaciones científicas practicadas es la de que no hay pruebas
seguras de que existan efectivas diferencias de raza en cuanto a los trazos mentales.”**“Los tests son inconclusivos, dice Mali-
nowski, especialmente cuando se aplican a dos grupos que viven en condiciones culturales distintas. No es cosa fácilmente
hacedera la de inventar un metro para medir la inteligencia humana. Los tests pueden ser útiles cuando se aplican a situa-
ciones culturales muy especificas o a muy concretos y particu-
lares procesos de enseñanza; pero probablemente nunca servirán para comparar el carácter general de una raza con el de otra.” Los antropólogos rechazan la tesis de que haya diferencias mentales conocidas entre las razas y niegan al mismo tiempo
que exista una “personalidad racial”.
No se dice que entre
gente de diversos tipos físicos no haya diferencias genéticas, ni que
tampoco
existan
acaso en
cuanto
a los caracteres
psi-
*1 El autor escribe variations; pero aquí debemos traducir “varianadoptada en este dada la nomencla tes” y no “variaci ones”,
trabajo. Vea capítulo II. 2 Frank H. Hankins, ob. cit.,
tura
p. 206.
*% Thomas R. Garth, ob. cit., p. 206...
““ B. Malinowski, E e, American
“The Pan-Atrican Problem of Culture Contact”, Journal of Sociology, vol. XLVIII, no. 6. 1943,
41
jerarquía entre tales desconoci das diferencia intel; no es privilegio de raza alguna . En cuanto a ja mica no puede tratarse de una cuando más podrá discutirssuperioridad o inferioridad de y cad e si ni se ha demostrado que sean hay diferencias, y, aún de E significativas en lo biológico esenciales ni trascendentemena y en lo social. Hasta ahora no hay alguna a
jerarquía natura tampoco la hay en lo psíquico. l de
las razas en
lo físico
Hasta en cuanto a lo moral se ha quer ido establecer Una jerarquía entre las razas, dividiéndola s su ética en superiores o inferiores, o, dichtambién por razón de o más sencillamente en buenas y mala
s.
Modernamente la ética clasificación de las
razas ha sido mantenida
respondió
Hertz:
por el racista Gúnther,
“no es verdad
a quien le
que cada raza tenga una par-
ticular medida moral propia, y que por lo tanto es imposible una mutua comprensión. Toda la “ciencia de la raza', hast a
donde se aventura a explicar el fenómeno moral, es una mera seudo ciencia cuyo objeto consiste en proporcionar argumentos a los enemigos de la democracia y de la paz entre nacio-
nes”.
Ya
Guillermo
Wundt
se
había
expresado
contra la
opinión de que las ideas morales están confinadas a un peque-
ño número de pueblos civilizados.
“Ningún hombre de amplia
visión puede evadir la convicción de que tales morales dife. rencias
no
son
mayores
que
las que
existen
en la región de
intelecto, donde, a despecho de la gran variedad de puntos, :
vista del pensamiento, permanece de las leyes del pensamiento.” En “Si hay algo que la antropologíaí es el hecho de que las cualidades
humana,
invariable la universa dad su Volkerpsychologie dijo: ha esta emen f men te, tablecidido o firm de la creativa imagina Lon
y los sentimientos y emociones que in
resultados, son en sus caracteristicas esenciales
348
uencian, as
os m
los hombres de todas las tierras y regiones”. s perv Esta teoríaÍ de que exis¡ tan razas no bles yy, raza des Prieersa dricsh es de las más absurdas y abominables. Como o Jo, hay que Jodl: “No existe locu ra más fatal, ni otra a a a La. Fuerza combatir más duramente, que esa que consl rn de una moral o la moral debilidad como la herencia pe E OS 50Sraza o nación particular”. No hay que decir que pal es decir tenedores de esta teoría la raza noble es 2 mo Ses no impl-
todo en los la de ellos, y que las innoble son las otras. Pe de que basándose en argumentos similares, so megra pueden
Bra Aifique de carácter histórico, los antropólogos de ra rsa, ni q otros tienen ños llegar a una Cc onclusión análoga pero inve
de vil a la raza blanca. Sin as Friedrich
Hertz,
ob.
cit., p.
embargo, 180.
ni
'
fundamento
para calimbar a unas y :
de una con ¿nita e imborrable peer
nl de
Em y adre Las Casas cuando defendía a los indios de Amé e si as acusaciones que les hacían los cristianos con uistado: de “todos los hombres somos unos en maldad cuando
d y gracia
y fortuna fuéremos desamparados”. 2 Lag virtudes < ciales, como Los os y
raza. . E a e
Goyecciones, no son privativas de ninguna i
color or
de la piel puede ser símbolo de la luz de
En la controversia
los se han
los
acerca de la jerar.
contradicho
seres humanos
con
frecuincia el ge Ye
y el de su desigualdad.
inci
os, princi
Si hay igualdad
no hay jerarquías; sólo en la desigualdad puede haber grados Ciertos filósofos, religiosos, políticos sociólogos y antro 3.
:
o,
>
pó-
Por lo general, los
pensadores liberales
logos han sostenido el principio de la igualdad; otros han sostenido lo contrario.
progresistas y demócratas han sido partidarios de la igualdad
de los hombres y de las razas; y los adversarios han sido jerarquizantes en la doctrina y en la conducta histórica. Pero
esta correlación no es indispensable. La doctrina igualitaria de Jean Jacques Rousseau fue de gran importancia en la historia;
actual
pero
era
un
doctrina
mito.
Tan
mítica
de las jerarquías
y trascendente
raciales, la cual,
como
unida
la
a
otros impulsos más realistas y menos ostensibles, han estado ensangrentando al mundo en una guerra sin par. “Cuando los norteamericanos
de la Declaración
antes
de
Indepeden-
cia (1776) declararon que “todos los hombres han nacido iguales”, no hablaban como biólogos sino tan sólo como legisladores sociales”. Así dice Mark Graubard,*” quien añade: “en
cambio
los
fascistas
biológica, pretendiendo civiles
las igualdades
y
hincapié
hacen
en la
desigualdad
basar en la misma la derogación de políticas
ganadas
por los
pueblos
democráticos”. Hoy día los científicos son desigualitarios en cuanto a los seres humanos; y algunos, que aceptan los convencionalismos simbólicos de las razas, creen que aun cuando los conceptos raciales son biológicamente discriminatorios, las diferencias típicas
entre
ellas
no
son
esenciales
ni
trascendentes
sino
meras peripecias históricas de la especie humana, plástica pero sustancialmente una e indivisible.
Es seguro que las diferen-
cias entre los grupos humanos, así en lo físico como en lo psíquico, no son más grandes que las existentes entre individuos de uno de esos mismos grupos llamados razas. La doc-
trina de la igualdad de los hombres es biológicamente falsa,
dice Haldane, pero en su mentira encierra algo de verdad, cual es que nadie por el conocimiento de los antepasados de
un individuo puede asegurar que éste es capaz o no de alcanzar un alto nivel cultural.**
1% P. Bartolomé de las Casas, ob. cit., p. 206. 37 Mark Graubard, ob. cit., p. 259.
** En el
Congrés
Internationale
des
Ethnologiques, Londres, 1934, p. 59.
Sclences Anthropologiques et
349
_Lo cierto es que en el relativi plos se combinan, según los Ed i adopten. Todos los hombres son iguales
¡ vida a
personaje del folklore es añol, P Envia de las de a cerrada la llamaba puño. Parece realmento O ClOSO recordar las y repetirlas. Diriase que la gener ación natural : to modo jerarquizante. La desigualdad congé nit €s en cier.
jerarquías
para cada ser humano.
Del mayor
ala
estable
bello al feo, del mejor al peor, según sea el criterio o
toma para la seriación gradual:
la capacidad del
del
eN se color de la piel, el relieve de la nariz, los rasgos facie el grado de viveza mental u otros cualesquiera. No se a Pa el una jerarquía sola, sino de varias jerarquías distintas
qe un mismo individuo pueden ser antitéticas o concordantes de . a decir, solapadas unas con otras. Además, “la jerarquía es; es tica de los hombres
no
coincide
en lo absoluto
con su jerar,
quía social y los más preciosos rencuentros de los CrOmOSo. mas se efectúan en las chozas como en los palacios. Así es
como la biología habla democráticamente”.
e
Tampoco, ya lo hemos visto, ningún criterio de jerarquía genética concuerda con criterio graduador alguno de carácter somático o psíquico para las distinciones raciales. “Si fuéra-
mos a seleccionar la tercera parte del género humano que fuere más inteligente, imaginativa, enérgica y emocionalmente estable,
todas
las razas
estarían
representadas
en la selec.
ción. El mero hecho de que una persona sea un sano y rubio europeo no implica que él tuviera que estar comprendido en
esta élite.”** Se puede ser europeo, blanco y rubio y al mismo
tiempo carecer de inteligencia, imaginación, energía o ponderación, o de todas esas cualidades a la vez. En este sentido es
que se admite la igualdad entre los grupos humanos, raciales
En cada grupo humano hay individuos inferiores y supe-
o no.
riores, pero no hay unas razas que valgan más o menos que
otras.
Alejandro
nidad
es una unidad,
rechazamos
de que existen razas superiores
mente
razas más
intrínsecamente
razas
la desagradable
presunción
e inferiores. Existen ciertahan sido ennoble-
que
educadas,
altamente
cidas por un ambiente
“Al afirmar que la huma-
dijo:
Humboldt
von
espiritual afortunado; pero no pay 'nobles'
más
que
las restantes
e
: mos, I, 382). Rudolf Virchow pensaba que “cuando uno. ne una visión general de la humanidad, no puede evitar
pensamiento
350
de que todos somos
hermanos”.
en “Los geneticistas convienen en que la especie humana d, es hoy general, en cuanto a su básica inteligencia o capacida asados
no muy
probablemente
de la época
que
todos
39 Jean so Franz
neolítica.
los pueblos
Rostand, Boas,
ob.
distinta de sus remotos
Siendo esto cierto
hoy
existentes
cit., p. 46.
Anthropology
and
Modern
y siéndo a
tienen
la mism
Life, p. 75.
bién
tronca-
lidad ancestral, habrá necesariamente que : conven ir en que el avance o atraso de un grupo debe
de ambiente y de oportunidades nero atribuido
a diferencias
Según Ratzel: “No hay sino una sola es pe cie humana; variedades son inmensas, pero no son prof pn undas”. F. von
Luschan llegó a la siguiente conclusión: or naturaleza razas inferiores”. K. T. Preus 5, que se especializ ó en LY tigación..2 de los . indios de Mé xico, afirm “ educación en iguales ambientes, la aptitud Inteco
parece ser en las razas llamadas 'primitivas' infor: los blancos; y la misma impresión de natural nte obtenido los viajeros que por largo tiempo han vivido en
tacto con Jos pueblos primitivos”.
an
“Un cuestionario enviado a
etnógra sociólog y 30 ades pedagog 100 psicólo todos ellos gos, muy 39 destaca dasos autorid enos susy respectifos vas ciencias, obtuvo la conclusión de que “en el campo de las dif se unánime 1 a opinión d eses casi rencias raciales ales C
la relativa inferioridad y la superioridad de las as han sido experimentalmente demostradas'.” Solamente el 4 por 100 de los psicólogos consultados se mantenía a fa tesis racista.** “No ha podido probarse que la ae
la
lectual congénita, la cual con certeza se proclama hoy día para todas las clases sociales dentro de la raza blanca, o de la
amarilla o de la negra, no puede también ser predicada en todas las razas, consideradas éstas en un solo conjunto. Y es aún más evidente que no hay
que sea incapaz de asimilar
raza ni clase de seres humanos
los éxitos del género humano, ni
usar con provecho toda su herencia social.”** Garth ha dicho rotundamente: “Tenemos que aceptar el criterio científico de
que las razas son mutables y no permanentes. Si no lo adoptamos, tenemos que abandonar la compañía de los antropólogos, de los genecistas y de los biólogos en general.”** Es decir, tenemos gue salirnos de la ciencia. Cuando G. Spiller, organizador del Primer el resumen de las
Congreso de Razas (Londres, 1911), hace conclusiones acordadas, dice: “es difícil
comprender cómo un espíritu reflexivo y sin prejuicios podría hoy aceptar otra doctrina que no fuera la de la sustancial igualdad
de las diversas
dad para el progreso”.
razas en cuanto a su innata capaci-
Malinowski escribe como sigue: “Quiero afirmar aquí mi
convicción antropológica de que carece de toda base científi-
ca cualquier gradación de las razas en 'inferiores y superiores
o en “dominantes y subordinadas'. Esto no quiere decir, deseo
añadirlo inmediatamente, que es imprescindible presuponer una completa identidad racial en todos los caracteres. Creo
que ciertas diferentes habilidades, ciertas contribuciones espe-
cíficas de una variedad de la especie humana
distinta de las
11 Amram
Scheinfeld, You and Heredity, Nueva York, 1939, p. 348,
** Thomas
R. Garth, ob. cit., p. 206.
* Informe de C. H. Thompson ya citado. “ Lester F. Ward, Applied Psychology, Boston, 1906, p. 385.
351
otras debieran ser bie
n estimadas das como valores esenci ales en ly coopariladas y CONSider Julius E. Lipst* ha escrito que “la ant la ciencia del humorismo”.
definida como
e
Interracia]» y gía
pólogo, dice, es encontrar el ser hu salvaje Anto. brir el primitivo en el altamente mano en el sofisticado hom, “Je, descy, tal de hoy día y, quizás, ver que así lo anima] -o O Josciden. en todas partes pueden enco ntrarse en el ser hun sutil y penetr
ante humor escribió Hertz: “Uno se tentado a creer que existe sólo una categoría de Derone Casl rmores, y que son precisamente las que cre en en la infor CA
de los otros, Pues una
prominente racial en un individuo parece indica inclinación hacia el do cad muchos caso Ena rioridad en cuanto a moral e intelirgenen cia”, > Su infe-
“En -el mejor
sentido, la creencia
ualmente
Descansa
en el
j
mismo que la patriotería nacional, un Ema ES lo madurez, de experiencia y, en general, de individu alidad int : lect
pobre.
que los seres humanos
y compararse
pre conduce
pueden
unos
con
sobre la fatua presunción de
pueden
otros.
a la percepción
pesarse ni medirse.”*?
valuarse
La
insostenible y por
si fueran cifras
intelectual siem.
de que las individualidades no
La vieja teoría de la perennidad
ha hecho
como
madurez
típica de las razas ya se
tanto
ha quedado
también sin
prestigio científico la creencia en la superioridad hereditaria de ciertos tipos raciales en relación a otros, no obstante lo opinado por Hankins. Éste sostiene que “precisamente la
mutabilidad de las razas es una confirmación de la superioridad de unas sobre otras en razón directa de su mayor variabilidad. Una de las marcas de la superioridad racial, dice Hankins, es su plasticidad. La evolución favorece a los que son plásticos. Si las reacciones de una raza o los nuevos estímulos del mundo ambiental son proporcionadas a su constitución interior, como consecuencia se deduce que los tipos
que mejor reaccionan serán los que sobrevivan”.**
argumento
es sofístico.
No
se ha
raza que reaccione más o menos
demostrado
Pero este
que haya una
que otra a las solicitaciones
del ambiente, ni se ha probado que sus reacciones obedezcan
o no a su constitución interna. Y pudiera añad'rse que ño siquiera es seguro que haya razas, en el único sentido conv ios
fico que se le puede dar al concepto fuera de todo
en
nalismo social o simbolizante de generalizaciones infundadas. Lo que sucede es que, habiéndose desacreditado totalmeni
352
: ante la ciencia la vieja hipótesis de la inmutabilida Ce razas, los racistas se aferran ahora al anfibológico crit erupo
que una raza puede ser realmente una raza, o sea U Malinowski, ob. cit., p. 653. s6 Julius E. Lips, The Savage hits Back, «7 Friedrich Hertz, ob. cit., p. 323. «ss Frank H. Hankins, ob. cit., p. 310. 45 B.
New
Haven,
1937, P- vil
humano de caracteres hereditariame vez puede
no serlo, pues
constituye un Bru
as
y ala
sólo transitoriamente, o sea por caracteres Variables Paco
siempre con respuestas de trasformación
a los ince PICOS, querimientos del ambiente, Es decir una raza e se Una raza en equilibrio, una raza elástica, un : ,
vemos
en Hankins:
“Las diferencias raciales
ridad.
Así pues, el grupo que
ea
.
O. mayor
o
la mayor frecuencia en los más altos
Así
mentales
no son de género sino de grado, no de cuali
o
arti Stereo
debe ser considerado como superior tocante a la
dad en cuestión, lo cual no quita que ese grupo > rticularl-
En exe sentido
cualquiera.
a otra cualidad
inferior respecto
es perfectamente lógico hablar de razas superiores e inferiores
el eriter que sd niueEsto elnostrazo se aplique : evitao elel carácter a que la supede afirmar raza en todoserror general de una rioridad ' l los as ” el criterio gradual. sentido,
la
superioridad
o
inferioridad
tada a un individuo meramente
por
no
per
ucle
e
rior o inferior.” Hasta aquí la opinión de Haniins: pero ¿ste continúa y descubre la base y trascendencia de su racismo
jerarquizante.
“Es completamente
evidente que la superiori-
dad de una raza sobre otra debe entenderse en relación con
aquellos caracteres que son más importantes en el desarrollo de una
avanzada
cultura.”
“Los
negros
como
raza * pueden
ser inferiores a los blancos en cuanto a inteligencia general;
pero ciertos negros son distintamente superiores a la mayoría de los blancos.”*? Análogamente se advierte en Reuter: “La
superioridad en relación
y la inferioridad no pueden ser afirmadas sino
a una
específica peculiaridad
en una
específica
situación.”* “La superioridad general de una raza respecto de otra, si existe tal inferioridad, es simplemente un promedio estadístico de varias especificas superioridades e inferioridades
en cada
una
de ambas
razas.
Ácaso
sea posible que
un balance de las respectivas peculiaridades demostrase que la raza negra sea inferior, pero una inferioridad solamente en este sentido
estadístico,
si ella fuese demostrada,
no tendría
ninguna significación particular.” Estas razas estadísticas, elásticas, equilibristas o fluentes, no son sino conceptos equívocos que, unos en cuanto al espacio y otros en cuanto al tiempo, tratan de evadir las consecuen-
cias negativas de las innúmeras y traslapadas variedades y de la incesante variabilidad de los caracteres tenidos por raciales,
aspirando a coordinar los conceptos antinómicos de la mutabilidad y la racialidad.
No cabe duda de que son realmente cambiadizos todos los grupos humanos, tengan o no sus miembros un igual color de “ Frank
H.
Hankins,
* Elward Byron
% Ibidem, p, 64
ob.
cit., p. 295.
Reuter, ob. cit., p. 63.
353
la piel, o semejanzasl próximas en s us narices, Per
o, precisamente por esa e Sus Pelos y por, esa caracterización plasm tica , medial, esos grupos son tribus, ald insegura y ma eas, pueblos €Tamente ro. 8es o castas, son en fin gentes, per
o no son razas pones, cla. razas a esos grupos humanos histór icamente alte ee nominay otra for
ma, caer en el mismo error de qui s hab] les es, en raza germana, de otra raza latina, de otra ene hispánic an de una fundie ndo un
fenómeno político y social con otr Pat cop. carácter biológico y her itario; o no es nad ra de una mitología que con figuras ana a en > Se es de tómicas dad, fue. quiere dar apariencias de realidad
a una ilusión de Y ¿enéticas Relacionado con esta teoría de la raza estadíst; en socia]
de la jerarquía
racial está el problema de la as
road
- clao recuencia de genios en las razas. » Presen. Se observa que por sus congénitas condicio í unos individuos pueden ser de capacidad mental muyrejauca extraordinariamente mayor que la de la inmensa mayoría de sus cohab
itantes del grupo social.
En esto no hay controver.
sia. La naturaleza no es igualitaria y así como
produce tj o
asombrosos de belleza los crea también de intelecto o de volun tad. Se les llama genios. Y se advierte que si a ese grande
ingenio nativo se une la fortuna de una poderosa posición social, entonces el genio innato entra en la categoría históri.
ca de los grandes hombres. Hoy a veces se les denomina super. hombres,
como
para
expresar
que
por la
magnitud
de
sus
facultades sobrepasan las características óptimas de los seres
humanos.
Sobre estas realidades, se medita acerca de si podrá establecerse una jerarquía de las razas atendiendo a su respectiva
dotación de individuos geniales. Es indudable, según precisa Porteus, que “no existe ni existió jamás una tribu de super-
hombres ni en sus atributos físicos ni en los mentales”. Ni tampoco hay ni hubo pueblo de infrahombres incapaces de responder como seres humanos a los estímulos de su respectiva
ambientalidad.
No cabe duda de que en todos los pueblos y razas sus miem: bros son psíquicamente desiguales, así en lo mental como en
lo emotivo y en lo ético; ni de que en todos los conglomera
humanos hay sujetos anormales que medial. Los hay mejores y peores, y mira o aun desde todos ellos. En lo los cuentan óptimos, mediocres y
genios
354
reunir
cuidado;
e imbéciles.
geniales pero
en
sabios sus
Cada
nación
escogidos
manicomios
en
todos
sus
os
tipo pr punto ' lo pr tam rá
se apartan del desde tal o cual intelectual y en pésimos: acaso
academias
oso
un.
nación
ellos
con
comprendera
ronjunto
0n3 de locos y cretinos, recogidos por la defensa social. Epl mue> contará quizás con un convento de monjitas recoletas,
congregación de santas vivas que “mueren Pol a ocaciones ara Con” de las ren”, enclaustradas todas por el impulso prisión mano místicas; pero sin duda alzará también una tener su fauna de monstruosidades éticas. Todo gruP
tendrá sus anormales de todo
género
y sus místicos y también sus Pepo
ellos segregados, no rejas, ni
yen Ence
artificial por los votos o por una consideración mente colectiva de respeto o e
es La
o. bio; sino todos ellos natural y socialmente nacid os forma. dos en su mismo campo y semillero. Sin embargo puede oe.
rrir ciertamente,
que en relac dado, cualquier grupo humano, ión a un carácter psicológico llamado o no raza ofrezca un promedio que sea mayor que el de otro grupo distinto; y .que éste, por comprender en su contextura menos variedades variantes que el primero, no sea / capaz de resentar un núm y ro tan grande de hombres superiores en e aspecto susodicho.e de 1 d to a la t
grand E n cuanto a la trascendencia de las menbajtalidades £ran ra, el promedio ces en un grupo social cualquie alto o Heldane , el E Oimporta señaló Como ncia. mismas es de positiva que en un pueblo haya un enano por cada 10000 habitantes mientras
otro
pueblo
humano.
Pero
si estas proporciones se refieren a hombres de
no tenga sino uno solo por un millón
significa poco o nada en la evolución de uno y de otro grupo
gran capacidad, puede determinar enormes divergencias culturales en la vida de ambos pueblos. Planteado así el problema, parece al fin asegurada la posibilidad de una jerarquía de las razas, precisamente en una importantísima línea de
valoraciones; sin sus empeños
duda, la más sugestiva para los racistas y
supeditadores. Una raza con muchos más genios
que otra sería natural y fatalmente la raza dominadora, la supe-
rior, la predestinada. Una raza de sabios o de superhombres sobre otra de mediocres o de incapaces. Una raza excelente y otra deficiente. Tendríase, pues, una escala de razas, de razas estadísticas si se quiere; pero dotadas de cierta graduada seriación aritmética cendentes.
Pero el problema
tocante
a caracteres
de suyo muy
tras-
no es de tan fácil solución como parece
prima facie. “Esa teoría es tan imposible de probar en el estado presente de nuestros conocimientos como otra cualquiera que
se relacione con las condiciones innatas del equipo mental.” De una parte, la calificación de grandes hombres es muy rela-
tiva. Un héroe patriótico de cualquier gran nación, Inglaterra,
por ejemplo, logrará una fama merecida y su nombre será glorificado aun antes de morir; y ya muerto pasará desde su tumba
hombre.
de Westminster
En cambio,
a la historia
como
un
genuino
gran
un igorrote heroico, igualmente glorifi-
cable y sublimado por su sacrificio en pro de su pueblo, sera sin duda un gran hombre para su patria insular; pero su lama no pasará de ser local, su misma tribu iletrada lo o vidará pronto en sus canciones épicas y su nombre carecera de toda por
nancia
mundial;
será tan sólo un gran hombre
desconod
cuya A grandezan . . uno más de los innumerables seres humanos ,
moral y mental ha quedado en el anónimo; no será un 974
%* A. M. Tozzer, Social Origins and Social Continulties, Nueva York, 1937,
p.
78.
355 ,
hombre registrado como tal d 1 para hacer las estadísticas y ,sus de ded ucciones :
no ha bres de los genios auto res de las grandes o. : brimientos. ¿Quiénes
ponenedial Cuenta ales,
Nom. id os dese descubriero la domesticación de animales, el ero tapo, el hacha flecha cultura, el arado, el regadío, la cazuela la ha, e” Maíz, la apr;.
soga, la tela, la rueda, el oro, el cobre, el bronce,
el
hip. 14
canoa, el calendario, los números, la escritura, el a fapuler bro ...? Glorificamos a Colón porque descubrió e
do para los blancos; pero ¿quién sabe los nombres de descubrieron el continente
americano por primera vez
dificilísimos pasos
1
os que
.
del norte y por las maravillosas nava > nes subecuatoriales del Pacífico? A la raza blanca de Colón y sus compañeros, porque descubrieron a América,
la exaltam: me veces como superior; pero olvidamos o hasta envilecemos al raza de color de quienes,
con
mayores
ya la ha. bían descubierto y poblado con muchos dificultades, siglos de anterioridad
Aun en las sociedades más civilizadas ¿son allí conocidos y re. cordados con encomio los autores de los innumerables inven.
tos previos que han concurrido esencialmente a que se haya
creado la locomotora, el dinamo, el automóvil y la perifonía? De manera, pues, que una estadística de los genios habidos en todas las razas, países y épocas, en rigor no será sino un cálculo, empírico y nada seguro, de las resonancias históricas de los
hombres de genio conocidos, es decir sólo de los resonantes y no: de los anónimos, más que un registro biológico de los genios
mismos.
Por otra parte, no hay acuerdo entre los sociólogos y etnógrafos acerca de la importancia que tienen los hombres genia, les en el desarrollo de los pueblos. Parece evidente que el influjo de un hombre de genio en su grupo social pueda ser extraordinariamente trascendental. La presencia de genios por su inteligencia lógica puede hacer que en un pueblo se invente un sistema filosófico o un cálculo matemático; si los genios lo son por sus talentos organizadores y sus grandes energias pueden constituir estados poderosos; si los genios se dedican a las vinculaciones sociales.fundarán y destruirán religiones; si se aplican al egoísmo utilitario crearán audaces empresas econó-
micas; si su interés los lleva a la búsqueda de la verdad experimental serán descubridores y revolucionarán la ciencia. Lo cual no quita que esos mismos genios de la inteligencia sean drá buenos o malos desde un punto de mira ético.
356
Pero la acción del genio intelectual no será asertiva, ni PO ÁSde manifestarse siquiera, sino en relación con la receptivida
que sea capaz el ambiente social a que aquél pueblo misoneísta destruye a los genios, sólo entre los
els: da
dencia. La cap tas los genios logran expresión y trascen : ia histódel genio es a la vez natural y social pero su resonancia Todas rica, aun en la crónica de la tribu, es meramente socllos genios ribuir las estadísticas formadas para contar vodistconclusiones cienpara valor sin y humanos son arbitrarias
tíficas. La aserción de los que, como
e ajo burdo ás entre la gente gue sa 2od El ci
Hitler.*
on
:
j
contraria,
Además, esta inferencia de la jerar
que
:
.
s
con
otros
hacen
zas o grupos humanos según f ao a quísintelectual de las raparece rigurosa e inequívoca para la metodología cientifica no se puede deducir la mayor importancia Orográfica qaitica, No ns
a cima, que emerge a
en la planicie, comparado con otro país de sa, sin cumbre altiva pero todo él un
£e aislad aislada año”
lleras. Un pueblo analfabeto, inculto y sumido en fanatis ordismos, de un eni puede brillar por la: luminosidad “0: sobreponerse a la incivilidad común y alcance
hole
bed
mación de su fama por el sacrificio de la vida en pro de un ideal. Una nación culta pero sin estrella oscura, a pesar del alto nivel general de su pueblo. quedará Definir la intelectualidad o la ética de unun criterio grupo h nequiypor
la de sus hombres culminantes no es “Con demasiada frecuencia pueblos enteros son juzgados por unos pocos de sus miembros superiores; 1 os cuales reflejar en lo absoluto la condición de su masa de blación no
La consiguiente idea de atribuir a la masa de un pueblo las proezas de unos pocos de sus cuando una tribu escogía uno para que se batiera por todos miga. Las cualidades de cada
miembros recuerda las épocas de sus más valientes campeones con el campeón de la tribu enegrupo se suponían .trasmitidas
a su respectivo representante, y el triunfo de uno de ellos “'probaba' la superioridad de su tribu. El mismo concepto inspira
a los estudiantes de los colegios rivales durante los juegos de
pelota. También se observó el mismo criterio, en un sentido racial, durante el pugilato entre el negro americano Joe Louis y el blanco alemán Max Schmelling. En este campeonato la
victoria del negro no probó en manera alguna que la raza negra sea mejor pugilista que la raza blanca, como tampoco
puede
otro
probar
una
la inherente superioridad de un pueblo sobre
transitoria
emergencia
de campeones
de guerra, de
comercio, de arte, de literatura, de ciencia y de descubrimien-
tos”,s
Acaso este último argumento de Scheinfeld peque de confu-
so. El éxito de un púgil por si sólo no prueba en verdad el mé-
rito del grupo humano a que pertenezca, aun cuando si demues-
tra la no carencia de posibilidades entre sus miembros; pero
si no se trata de un solo caso sino de una repetición frecuente de y en situaciones distintas de éxitos logrados por individuos o ese mismo grupo contra los de otro, entonces el pensamien
se inclinará a creer que debe de haber alguna razón causa
manente que explique el reiterado suceso. ¿Será e
la raza? Quizás piense alguien que, tratándose $3 Magnus
Hirschfeld,
ob. cit., p. 81.
357
pe
Suerzos
de esfue
* Amram Scheinfeld, You and Heredity, Nueva York, 1939, p.
249
92.
musculares, la contextura co to;
el
oral Ntribuir a t pero no es sólo el aparato mus cil ao e, ue acti organismo
clas. De
humano en la plenitud de su todos
Un
rejas Sino
toga
modos, será nec rio buscar rESiaS allá de las supuestas raciales, esa y es de esperar en cir cunstancias
de ambiente
y adiestramiento.
e En la cuestión de los genios suce de los tests aplicados por la psicometeia, Due de el Problema
la vida del hombre de genio lo inherente de 1 individual de lo social? Así como los tests
aun
bnarse en
adherente, lo
vir en cierta manera para la métrica compar ati viduos entresacados al azar entre los miembr va de poo, Sen os d an and: ambiente social, son sin duda ineficaces para valo rar. o camente la capacidad mental de los seres hum anos ra t si son de razas, gentes y educaciones distinta s; así ni la ns
trica ni la sociométrica tienen todavía medios para rad con ciencia las genialidades humanas y menos aún si son las germinadas en los tie mpos y espacios sociales de toda Ja huma. nidad. Si “no se puede medir un alma”, como decía Malino wski
¿se podrá acaso medir el genio? Y ésta es la respuesta a la pre-
tensión de graduar las razas por la mera seriación de los datos
que se coleccionan de sus hombres de genio, mejor dicho por la resonancia de aquellos de sus hombres de genio que llegan a resonar. La controversia se ha centrado sobre todo en las diferencias
psicológicas entre blancos y negros, no sólo porque el prejuicio general los estime como los tipos más racialmente apartados, sino porque tocante a ellos el establecimiento científico de diferentes categorías entre ambos habría de tener gran repercusión
práctica en lo social, así en lo interno de muchos pueblos como en los conflictos de intereses internacionales.
Acaso fue el famoso conde de Gobineau quien, en su tratado
sobre la desigualdad de las razas humanas,
con más precisión
pretendió distinguir las cualidades psíquicas entre blancos y negros. No hemos de extractar sus opiniones, inspiradas por la fantasía y por el erróneo empeño de explicar los distingos culturales por factores somáticos. Citaremos tan sólo un parrafo: “Todos los fenómenos hasta aquí considerados convergen a un resultado, esto es, que la sangre negra, cuando no esta y
gran cantidad, estimula la inteligencia del blanco en todo
que se refiere al campo imaginativo, le hace más artista, le pr
lo
porciona las fuertes alas de la fantasía; pero por otra partó lo
sangre negra por diluida que esté, embota su intelecto -e de cual comenta Hertz: “juzgando con tal criterio, el Con debía
358
Gobineau, a quien nadie puede negar dotes artísticas,
5 a
: na tener mucha sangre negra en sus venas”. Lo más curi050 pr : diferencia tesis es que, como ya expusimos, no hay
biológica entre la sangre del negro y la del blanco por 74 expre”
una terísticas esenciales; de modo que, aun reducida a
sión metafórica, no tiene hoy día valimiento alguno... rencias las ti q inteLa mayor parte de las investigaciones de mentales entre las razas, por los tests de sus respec
ligencias, se han referido precisame bin lec negra, suponiéndolas entalmamnte a paanguir la blanca de mos dicho, sin resultados que confirmen tal prejuje: , pe lo herimentos
fueron inconcluyentes en los Estados Unid donde e “o estos problemas raciales despiertan tan vivo interés
ba propuesta para demostrar la incapacidad racial del ne prue-
es en verdad concluyente: es probable que no sea ni ¿Bro no significativa.” cuanto
Tampoco llegaron a conclusiones peyorativas en
al negro,
los estudios
psicométricos
realizados
al Otro
lado del Atlántico por los investigadores de las potencias c loniales. Después de numerosos experimentos tocante a blancos
y negros, se ha concluido que no hay evidencia de que entre su
razas haya fundamentales diferencias en cuanto a sus procesos
mentales. “El propósito de los experimentos mediante los tests
tendrá que ser, pues, no el de probar que una raza sea mejor
que otra sino el de descubrir los más in teligentes en cad po de seres humanos que tengan un ambiente similar de vida "a Karl Weale, antropólogo dedicado a los pueblos africanos ha escrito:* “Aquí en Europa encontramos todos los grados de inteligencia; hay gente estúpida, gente mediocremente dotada, y unos
pocos
que sean extraordinariamente
inteligentes.
Lo mismo ocurre en África”. Jamás, dice este autor, encontró en África indigenas que le produjeran esa impresión general de estupidez y tontería que otros viajeros dicen haber recibido
de los negros africanos. “Al contrario, añade, la conducta de la impetuosa juventud como la dignidad de los ancianos no
puede ser mejor descritas sino como las más agradables y decorosas. Los europeos de los correspondientes estados sociales pueden aprender con el buen ejemplo de los africanos.” C. S. Myers, profesor de psicología experimental de la Universidad de Cambridge, habiendo estudiado la vida de los nativos de Australia y África, llegó a la conclusión de que los caracteres mentales de la mayor parte de las poblaciones rurales de Euro-
pa corresponden esencialmente con los observados en los pueblos primitivos; y que las diferencias, cuando ocurren, deben
atribuirse a las influencias del medio ambiente. Con un apropiado cambio
del ambiente, las razas llamadas inferiores pue-
den alcanzar el nivel de las superiores y viceversa.** El profesor Meinhoff, de Hamburgo, ha declarado, después de sus muchas exploraciones y estudios en África: “Los africanos no son sal-
vajes', sino seres humanos semejantes a nosotros”. El cónsul
Vohsen África;
declaró,
después
de muchos
años de experiencia en
“Es sólo por el color que el negro se diferencia del afri-
cano blanco europeo”. No cabe duda de que entre los negros se cuentan poderosas
inteligencias, capaces de lograr los más altos niveles de la men$5 Elward Byron
ss W, B. Munford
Reuter,
ob. cit., p. 69.
y C. E. Smith, ob. cit., p. 57.
51 Karl Weale, Negerleben in Ostafrika, Hirschfeld, ob cit. :** Friedrich Hertz, ob. cit., p. 262.
1908.
Cita
de
Magnus
359
talidad. “Negros africanos de indiseut;
nacidos en aldeas selváticas y PO
de misioneros, :
escendencia ne
han llegado a estudiar e en Pequeñas escuelas n ¡ ¡
peas y americanas y graduarse en medi , , derccparss Cro. ra y música, demostrando en el ejercicicina » ¡ Meratu. iguales a sus colegas blancos y obtenioendd o es profesion; ser Boa
s opina que: “Un imparcial pológicas hasta ahora presentadas aprecio de las prueb IN no nos permite so te antro. inferioridad raci
al que incapacitaría negra a tomar su parte en la modernaa una persona delo a civilización N oia mos de ningún estímulo hecho al cuerpo o a la mente del ! bre por la vida moderna que, según prueba s anatómicasTOS« om lógicas, esté fuera de las facultades del negro”... etno. razones nos asisten para suponer que las razas son todas ellas
capaces,
bajo
guías
adecuadas,
de
ajustars
:
estructura de nuestra civilización contemporánea; ; La onbleja
de excluirlas artificialmente de sus beneficios es cientifica pa te injustificada y éticamente abominable.” Alejandro Lipschut ha observado: “Lo que importa es el hecho de que aún en el caso extremo, al tratarse de blancos y negros, o de diferencias
cutáneas o físicas por decirlo así abismales, se nos presentan
entre
ambos
grupos
diferencias
culturales,
rituales; eso sí, pero no se nos
absoluto
de cultura e incultura.
gro un abismo
cultural
de las condiciones
tros
tiempos
de
modo
y espi-
No hay entre el blanco y ne-
que resulte insuperable
raciales...
rechaza
materiales
presenta ningún antagonismo
La
ciencia
por la razón
africanista
terminante
de nues-
y decisivo, toda
noción del antagonismo de cultura e incultura, al comparar el blanco con el negro.”* También entre los actuales norteamericanos profesores de sociología las ideas antirracistas van con-
solidándose: “La superioridad blanca es un mito”... “meramente una fase del egoísmo del grupo humano; las llamadas
pruebas de una jerarquía racial no son sino arrogantes razona-
bilizaciones”.** El gran cubano José Martí lo dijo con elegancia metafórica y profundidad ética: “En este mundo no hay más
que una raza inferior:
la de los que consultan ante todo su pro-
pio interés; ni hay más que una raza superior: la de los que consultan antes que todo el interés humano”. El profesor Jorge F. Nicolai escribió una frase admirable:
“La falta de signos psicológicos de las razas significa que exis-
ten las condiciones biológicas de una fraternidad universal entre los hombres”. Por esto dijo Firmin, un presidente haitiano:
“Cuando las razas se reconozcan unas a otras como iguales po-
o
drán tenerse respeto y amarse”.* 360
Hay que convencerse de que las diferencias psicológicas
tre blancos y negros, cuando existen, son fundamenta neg de proveniencias circunstanciales. Lo más negro del ss W.
eo A,
D.
Hambly,
Lipschutz,
ob. cit., p. 280. ob. cit., p. 334.
1931. ez J. Davis y H. E. Barnes, Introduction to Sociology, 659.
ez Firmin,
De
VEgalité
des Races
Humaines,
1885, p.
e
no
,
la negrura de su piel sino , e ennición del negro Laa a desu Eondición social. mente se le conoce y considera por el blanco; se salede pena
pología para entrar en la sociología; pues hay que h . a antror su hechura que por su natura. El negro debe menos
e más
ra a sus morenos antepasados que a sus blancos convivienta u-
Jo, 3 Jo fanta Bor nacer negro como por se sg El negro nte
grido y denigrado.
.
Ser negr
:
Bro no es ser negro sino dene-
-
En realidad, no se puede afrentar a un
quiera señalándolo por sus caracteres anatómicos y ao € ven dole como consecuencia una total inferioridad intelectual o moral. Ni, de rebote, enaltecer a otro grupo de caracteres dis" tintos como destinado a una inevitable superioridad No hay razas buenas ni
razas malas. Como dijo un fino humorista, “los hombres y las mujeres, sin distinc ión de razas, son las gentes peores del mundo”. Y a la vez son las mejores. Porque
no hay otras, : y sea negro o blanco, el di ablo con tod >
y las tratos ina.” Argent
j
tienta por igual. Canta el payador popular de la Dios hizo al blanco y al negro sin declarar los mejores, les mandó iguales dolores bajo de una misma cruz... Blanca la cara o retinta
no habla en contra ni en favor, de los hombres el Criador no hizo dos clases distintas.
Son antiguos y diabólicos mitos los que dividían a los pue-
blos en superordinados y predilectos de los dioses y en malditos y subordinados en la servidumbre de este mundo y a veces
hasta en otro más allá. No hay estadísticas que nos demuestren las discriminadoras predestinaciones que pueden venirnos de
los limbos premundanos por razón de las epidermis y las es-
tructuras esqueléticas de esos envases de encarnación con que de allá son expedidas las almas en trance de mundanería. Ni hay estadísticas fehacientes de si en el infierno predominan por obra de sus perversidades los hombres o las mujeres, los dolicocéfalos o los braquicéfalos, y las rubias o las triguenas.
El diablo sabe mucho y no permite que tales cosas se aclaren,
dejando que corran acerca de ellas las más extravagantes suposiciones y fábulas para que con esas falacias los seres
umanos
se sigan engañando
entre sí y vayan con pasión y
ceguera a los más terribles enconos individuales y colectivos. Quizás por esa obra de los demonios, aunque actualmente
las tesis discriminatorias de las razas van perdiendo su,exigen
cia, puede notarse que aún tiene cierta boga la jerarquia
res. En razas según la estadística de sus individuos superio
de las OS
casos, como en Hankins, de una manera explícita, y en otros,
“% En el rico poema de Martín Fierro de José Hernández.
361
como en el mismo Boas, con se derogue su criterio de la
a
para
reservas
artid: ea de todas las ra mo
a su capacidad. Hankins toc J£r ante
arquizante de las razas lo aplica a AO
de este con
Estados Unidos. “En el mismo campo áNCOS y negros eno algunos individuos de las diversas paa gal de la civilizacig
encima de la cultura media, mientras otras elevarán my po . debajo de dicho nivel. Las diferencias de le arán
bien por tarán en cuanto a las proporciones según la: Cual os Mani fey. bros de cada raza se repartirán entre los di s cuales los miem.
la escala social.” Y a renglón seguido:
AS
escalones de
sus circunstancias son pocos los niños negros siendo favorables exito sus estudios primarios y menos numere go crminan con
son aún los 0505 dique concluyen sus estudios secundarios. os. E Es dud oso que leran encontrar negros de pura sangre que, aun si
dos en las condiciones más propicias, presentare tades intelectuales que les permitieran hacerse «
So PU
e tos ¡Eo.pes de atavis mo que pueden, despuéestán al etos s de sujetos a cier.
s,
hacerles
retornar
uno de los dos t5 nas gene. generadores. Este retorno al a tipo de las raza cos u a ley antropológica, comprobable en los s mecioes inarétni ias es eterogéneos
nuestro)
y principalmente
en un medio
étni 10S
Étnicos
producto de mestizajes múltiples, Cuand: > (co mo ej mientos son resultado de la fusión de razas mu di 105 Cruza, regresiones tienen por lo general un carác y Ústi ntas, lay : : ter de
el elemento inferior es el que reapare ce absorbe
Eenerativo: : pr los elementos de la raza superior» o mente,s blanco y negro tienden pues, según esta 1 cia, a volver al tipo inferior aproximándoso al cada venden.
tanto en el carácter como en el físico.” “También es eye más
pológica
que
los
mestizos
hereden
con
más
frecu
ro. vicios que las cualidades de sus ancestros.” “El cruceen, de | Los y blanco parece, por lo menos en lo físico, super ior a mu pe tos.” “Como la raza cobriza está menos distante de los la blar a que la africana, su mestizaje —los mamelucos— presentan ua equilibrio mayor que el de los mestizos de blanco y negro.”
Como
se ve, Oliveira Vianna
consideración
se detiene particularmente en la
de' los mestizajes, tema
muy
complejo que no
ha podido ser incluido en este libro. Pero sus ideas son infunadas. Las opiniones de A. Posnansky no pueden ser más típica. mente nazoideas. Fuera de errores tan inadmisibles como afirmar la actual existencia de razas puras, aunque sea con referencia a los indios del altiplano andino, como el de asen-
tar el hecho de que la incapacidad humana en cualquier raza
va unida a la dolicocefalia y que la superioridad corresponde a los braquicéfalos y otros de que no haremos mención; las teorías de Posnansky se han señalado por su rotundidad injustificada y por la ingenua precipitación de sus asertos y con-
clusiones, las cuales lo han situado en posición poco envidiable. “Afirmo que hay verdaderas razas y sus correspondientes
mestizaciones y aseguro también que hay razas superiores y razas inferiores”, dice Posnansky. Y para probarlo, aparte de infelices
a
referencias
indios,
a ciertos
alude
a los rusos.
le ha hecho Pero, en cuanto a éstos, la rueda de la fortuna , dice éste con Posnansky una mala jugarreta. “Los rusos
tanto
error como
homogénea,
con
eslavos
forman
dogmatismo,
en su mayoria una ras
constituida especialmente por grandes grupos ón intromisión
mongólica,
raza
que
€s inferior,
to
cha a la menor duda.” Los rusos, añade, son de “cara ancha y
366
ica del Sur, elemen muy parecidos al tipo Aruwak”"* de Amér 13 Este de
indio aruwak,
los
aruacas;
de
dicho los
sea
cuales,
de
al
paso,
es de la troncalidad
conquistar
las Antillas
DR
Y,
los
los siboneyas 2 del blecerse secularmente en ellas, se originaron y otras E a. Cuba en n taínos que los españoles encontraro en la coña de una archipiélago como sus inmediatos antecesores
En raza raza
ión a estos aruacas, dice Posnansky que dose de otra relac que “piensa y obra en abstracto distinguió; ale). indoandina
que
“piensa
y
obra
concretamente
ue forma “una raza retardada,
Agrece de un buen Fiihrer es $ Sci de ias, manada que ei “Observemos.
sigue diciendo Posn
J
.
Fiihrer ruso, el mariscal Timoshenko, ye e soografía del gran
rra.
e la gue-
Es el típico eslavo-mongoloide, el tipo de o
Pero la táctica de los 'gengis-khanes' de nada vale nn ontra la y la táctica modernas, manejadas por
estrategia
“Los rusos no han podido evitar las grandes de superiores.” errotas infligidas por un elemento racial superior.” ¿Caso ocurre en
Oriente, donde
el Lejano
los japoneses
a
actúan en mucho menor número frente a los chino una raza retardada.”
perior,
Ss, que son
Como ha indicado Comas, “Posnansk ibiá junio de 1942; sería interesante que ahora, Eines de 19 diera argumentos de por qué ese pueblo “de manada e 'inferior”, ha podido derrotar a la “raza superior”... Pero lo que nos interesa no es ese punto. Haríamos igual crítica y censuraríamos
la posición de Posnansky
exactamente
lo mismo si
el pueblo ruso estuviera ahora en derrota, ya que lo inadmisi-
ble es su afirmación de que somáticamente hablando hay pue-
(alemanes y japoneses)
blos superiores
e inferiores
(rusos y
chinos). “Además, al referirse a los rusos Posnansky engloba todos los grupos humanos que integran la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, y es a ese mosaico de pueblos, al
que considera como raza “homogénea” por sus características físicas que desenfadadamente define.'* Es precisamente la URSS la que ha hecho el meritorio y afortunado experimento de suprimir en su inmenso territorio todas las discriminaciones sociales por pretexto de razas.
El racismo es uno de los más graves problemas que en grado mavor o menor y con matices diversos tiene América por resolver en todas sus latitudes, climas, lenguajes y religiones.
Los viejos prejuicios raciales han sobrevivido a la esclavitud, pero se prolongan en los regímenes de efectiva servidumbre que aún se sufren.
Y a ellos se unen los renuevos traídos del
mundo ultratlántico por fascistas, nazistas y falang:stas, todos ellos con pugnaces propagandas en pro de sus mitológicas razas y de sus desaforadas 14 Juan
Comas,
La
ambiciones.
discriminación racial en
América,
p. 83.
“El
pueblo ruso, es decir los pueblos que integran la Unión Soviética, no constituyen somáticamente hablando un todo homoggneo. Rusia propiamente dicha, Bielorrusia, Moldavia, Ukrania, Geor. gia,
Usbekia,
Bashquiria,
Países
Bálticos, Turkmenia,
Ka ae
1a,
Tartaria, Osetia, Yakuia, Koriaka, Buriato-Mongolia, da a Carelo-Finlandia, Azerbaidzhan, Kirguisia, etc. etc., son a e de los pueblos que forman la Unión Soviética, con un o: as más de 200 millones de habitantes distribuidos en 16 repu 0 federales, 38 repúblicas autónomas, 8 regiones autónoas 5 Y ue distritos
nacionales.
diversos
grupos
Y
este
enorme
conjunto
de, pue
e
e
abarcan amplísimas zonas de Eurasia y a los que nn más nou griane bajo la denominación de 'rusos”, está integrado étnicos;
eslavos, tártaros, mong0 Sitos. ue nos etc. Los sai da a inente Continent del ,Viejo 4 1” raciólogos destacados más los suministran “ruso. racial mosaico del favor en evidentes más ser ño pueden hos,
iranianos,
hebreos,
paleo-asiáticos, cc
367
No son lisonjeras las perspectivas ¡ ¡ sentido tienen ante sí las Améric as que en as. Por to disipando las brumas y destruyen do la base de la Ciencia v ciones, intereses y propagandas que aún sostien: la SUPerst. cios racistas; pero
los medios de div ación so Sn, Jos rejuj. la ignorancia mucha y obstinada la ulg resistencia. ro ficientes a todo mejoramiento
positivo de las rel ones h =e OPone los interesados en mantener los viejos aci privileg; Manas Por dades. No obstante esta pertinacia en el error E € Mfelic;. van desvaneciendo. Concluyamos, para expre: 05 Mitos sa
autori : dad y vigor el rechazo que h ace la ciencia con to racismos y sus errores, que a veces no son sino Derio los estos
parrafos
bien
explícitos
de
Earnest
ha
habido. qui nose
drático de Antropología Física en la Uni “Desde
tiempo
variaciones
inmemorial,
hereditarias
de la forma
A.
Hooton
del cuerpo
cn
a la
mentalidad
y a la
capacidad
human e
Mediante este subterfugio vil, nuestros
de
cate.
Harvarq,
base para aseverar que existe la inferioridad racial Sn
concierne
con
las
mo
civilizaras
abuelos europeos
.
tificaron su iniquidad de reducir al negro a la esclavitud Me mismo modo que su exterminio virtual del indio y de tro
pueblos
primitivos.
nombre
de la Libertad.”
La
llamada
'responsabilidad
del blanco"
(the white man's burden) ha sido principalmente de hipocresia. Ahora, que ya no tienen por delante mundos salvajes que conquistar, el blanco endereza el mismo ilegítimo argumento contra miembros de su propia estirpe, cometiendo en nombre de la 'raza' más crimenes que los que se han perpetrado en
“Ante circunstancias semejantes, el
que habla, antropólogo físico que por espacio de cerca de un cuarto de siglo ha dedicado casi toda su actividad investigadora al estudio de la raza, quiere hacer aquí un distingo enfático y disociar los logros de su ciencia de los actos de injusticia que se disfrazan de “medidas raciales', o de “movimientos raciales', o, aun, de 'higiene racial'.”** “No pretendo ser vocero
de todos los antropólogos físicos.
Muchos de elos son dema-
siado prudentes o demasiado tímidos para hablar sobre esta materia y prefieren hacer sus investigaciones en el encierro del claustro académico y no pregonar sus efectos en el mercado, donde se corre el riesgo de ser apedreado. En cuanto a mí, prefiero ser blanco de los huevos podridos, antes que repáttidor de tan pestilente mercancía.””*
368 ,
ro Se refiere el autor a ciertas injustificadas leyes y dona cistas,
propugnadas
bajo
el
auspicio
de
la
“eugen
La 78 Ernest A. Hooton, “El mito de la raza a la luzde de1936, trad. de La nueva p. 18.
Democracia,
septiembre
:
inas Té:
logia”:
ueva York,
XII ¿HAY RAZAS HUMANAS? SUMARIO:
conclusiones
Repaso
Antropológica
Científico
Panamericano,
raclales
del
no
los argumentos
Americana,
por artificio y por el uso
de
científicas
contemporáneos.
en
en
1940,
superstición,
roza
vocablo existen
más
y de
que
1938.
en
su
Lo
ya
expuestos.
lo Sociedad
racismo
es hechizo
Por el Vil
Todo
Los
Por
Congreso
ciencia va proscribiendo
falso
nuestra
concepto, mente.”*
“Los
“Lo
tipos
raza
es una invención humona.” .”“La mentira de la roza es el más dañoso mito del hombre.”” “No hay odios de razas porque no hoy
rozos.'* “El vocablo reza debe ser suprimid vOcObulorio científico.” Raxe es una mala palabra queo nodel debiera decirse. americano,
Acuerdos
El “día
del
de
Primer
Congreso
la raza”,
“Una
Demográfico
roza
que
Inter-
nació al
mismo tiempo que su fiesta.'” Acuerdos de Chapultepec, San Francisco y Potsdam. Otros vocablos: tipo humano, casta, mación, pueblo, lenguaje, patrio, población y clase. Etnia, endrotipo o ecoandrotipo en vez de raza, La roza aglutinante, Cultura y no reza. Los rozas fantasmas. Los rozas maturales no existen; son meros creaciones artificiales, doblemente inhumonos por irregles y por crueles. Lo desraciolización o desracificación de la humanidad.
Al llegar a este punto de nuestra tarea, surge la pregunta: ¿Es que no hay razas? Hemos aceptado en este trabajo el siguiente concepto científico de raza: “una gran división de la humanidad cuyos
miembros, aun cuando individualmente variados, se caracterizan como grupo humano, por una cierta combinación de rasgos morfológicos principalmente no adaptativos, los cuales proceden de una común descendencia” (Hooton). A lo cual
hemos añadido que una raza debe por lo tanto estar constituida por un conjunto de caracteres semejantes, permanentes, hereditarios, definibles y presentes en todos sus miembros. Sin tales requisitos no existe biológicamente la. raza. Pero repetimos la pregunta: ¿hay razas, humanas? ,
Evidentemente, los datos y los juicios objetivos aqui expuestos, demuestran cuán desprestigiada está hoy día la raza en
el campo científico.
Se la tuvo como creac:on de los dioses en
las antiguas cosmogonías y hoy no pasa de ser A arvula de políticas opresivas. La antropologia en Su eda pe e
creyó haber hallado en la raza una consecuencia
ción natural,
cuya trascendencia
se prolongaba
de /a
oo los
mente hasta las formas sociales y el destino histórico
seres humanos; hoy se pide en que la voz raza se suprima
los congresos
del vocabulario.
o a
oro
Recap
los argumentos expuestos en las anteriores paginas.
cicos
mos
369
¿Los pueblos han tratado de fijar disti génitas y fatalessiempre entre sí; es decir entre ele Incionez co especificamente entre nosotros y los
neos
y los extraneos.
Cuando
o
no han
e de carácter corporal entre los Erupos humanos
sin embargo
establecerlas
basándose
ELLOS
n.
han Stinciones
en diferenca. PFOCUragy
de lenguaje, de religión, de costumbres, de ran ncias Soc¡
dolas artificialmente la misma condición bles. Así se advierte cuales se explica por
de los seres humanos,
ostensibles y atribuyén e acién de congénitas, predestinadas alsa en las mitológicas antropogoní: ¡NMuta. razones sobrenaturales un div Je en las
según sus disímiles característie 2rigen
El concepto de raza no sólo es esencialmente discrimir
rio; originariamente
iminato.
y casi siempre
es jerarquizante. Nosot siempre los mejores o simplem ente los hombres: mos demás no son seres humanos o son los inferiores, E] o raza es de raíz semítica surgido en el comercio de caballos
somos
de donde se extendió a la trata de esclavos y luego a un sen tido general
de distinciones humanas. Así, pues, desde anti. guo apareció el concepto de la raza como discrimin ación entre los grupos humanos basada en diferencias, efectiva o tamente, corporales y hereditarias. La raza es uno de sUpues. los más remotos mitos; es el más arraigado mito divisivo de los hom.
bres.
La palabra raza tiene muchas acepciones desde tres puntos de vista: biológico, político y cultural. En lo cultural se con. funde erróneamente con el concepto moderno de cultura, o sea
como el conjunto de medios sociales que tiene un dado grupo humano para luchar por su vida. En lo político se trueca
peligrosamente con frecuencia por los conceptos y voces de nación, pueblo, gente, casta y clase. En lo biológico Taza no. sino un concepto metodológico de clasificación, inferior a os
de especie humana es La raza, confusiones
y género y análogo al de subespecie. Decir la raz Liorosas una paradoja. pues, es concepto que se presta a muy, pe Agrosas le y se impone establecer su único y verda Le
A cepto, el cual no puede ser fundado sino en la ciencl mente la ciencia puede destruir los mitos. Desde un ps gran nación de vista científico y biológico la raza no puede ser
división de la humanidad definida por cierta com e escencaracteres inmutables y procedentes de una com e a este
dencia.
Toda
clasificación
humana
que
no se a)
concepto básico no será realmente de razas.
ificaci Las clasif icaciones
370
inaciones y denominaci
de las
han raz : se os y divers 45 as
hecho generalmente desde puntos de vista los, ma fisiología, equívocos. Con términos de color, de anatom Mística, de reli-
de psicología, de geografía, de historia, de usen clasificarse gión, de política, etc. Los seres humanos P Sticos, somatics -por cualquiera de sus sendos caracteres ¡ som ue para C asi! S s
q eres omáticos, se dice Perotales cuando o cuales caract 5 d sino realida tales as razas se cuenta con a en fisiológicos y psicológicos no se signific íquicos íqui os y psiqui siquic co .
que se pueden distinguir grupos huma advierten con mayores promedios tal
eos
pero no que en realidad existan tales Tazas.
cuales se
Y si 80s
tipicos;
1 a tales clacon que se pretende disti, ses- de caracteres : : Stinguir la Ss razas se añaden los sociológicos, entonces se entr :
mitología.
Jamás
razas
ha
.
2
.
,
a
podido demostrarse. ta cemente en la los
por
caracterizadas
lenguajes,
istencia
los
propiedades, los comercios, las guerras, etc. Po
de
r esos elementos sociales se podrán distinguir pueblos, n ' clases; pero razas no. Por sus caracteres somáticos, som atopsíiquicos y psí quicos, son tan numerosos los grupos tax Onómicos posibles y tantas las intentadas clasifi O, caciones que ya ha habid Los antropélegas o
zar una clasificación de las clasificaciones.
jamás
se han
puesto
de acuerdo
acerca del núme
Lo
ción de las razas humanas; quien sostuvo que sólo hay 2 distin. pretende no hay
reconocer
campo
hasta
150.
“En toda la ciencia moderna
donde los autores difieran más que en la clasi-
ficación de las razas humanas” ha dicho Ruth Benedict. _Por sólo sus caracteres
somáticos
los seres
humanos
han
sido clasificados primero por los más ostensibles, como son el
color, el cabello, los ojos y los rasgos faciales; y luego por otros
anatómicos, menos visibles, particularmente los del cráneo y
el cerebro, y por los fisiológicos. No ha habido en el cuerpo humano hueso, órgano, sustancia ni funcionamiento que no
haya sido escudriñado, medido y hecho base de una clasificación racial. Desde la nariz al sexo, de la sangre al olor, del metabolismo a las glándulas endocrinas, del temperamento a la enfermedad, son prácticamente incontables los caracteres somáticos que pueden servir de base antropométrica a una cla-
sificación somatológica. Con medir sendos ejemplares de un solo carácter corporal, cualquiera que éste sea, y formar los dos prototipos de sus relativos valores cuantitativos, o sea
el mayor y el menor, ya se tendrán dos términos en relación a los cuales se podrán
clasificar los seres humanos; así habrá
una raza de chatos y otra de narigudos, una de altos y otra
de bajos, una de blancos y otra de negros, etc.
sificación,
se complica
aun
siendo
y deviene
teóricamente
Pero esta cla-
tan simple, en la realidad
prácticamente
imposible por dos cau-
sas: por las incontables variantes intermedias entre cualesquiera de los arquetipos de los caracteres somáticos y por la inconcordancia
de
esta
clasificación
primaria
con todas las
ulteriores clasificaciones, hechas a base de cada una de las multiformes variedades restantes de los caracteres estructurales del ser humano. , A Las variantes
que
se
ofrecen
en
cada
caracter
somético
hacen que no se pueda precisar en sus escalas métricas dónde comienza
y acaba una raza y dónde la otra o las otras. Entre
2 Algunos
antropólogos
el tipo alto y el bajo hay una serie infinita de grados, asi como ras de características
e cráneos,
de finidollegaron a formular conclusiones menos de una docena
raciales con sólo medir
371
purre éntre los colores, los cabellos, Ln p vtro se va pasando
los ángulos faci
Insensiblement
ectales, Cte pir, de manera que no sea capr ic hosa, la q. ¿Pénde in. intermedios para una dicoto mía? Por eso di; A serie de tipos la raza era una noción merament e abstracta. Topinarg Que continuidad en la disc
Por
otra
humanos
no
parte, son
ontinuidad, de unidag de ¿une Noción :
las varias
clasificaciones
necesariamente
de e diversidag
ye
coextensivas PO entre sí. Una y otras se entrecruzan, intersectan cenncidentes traslapa
n.
“En relación con cualquiera de los indi embrican y
ble arreglar los tipos
humanos en series; pero
areas traslapadas, de manera
con 55 Posi-
que será imposible de
mplias termina una raza y empieza la otra” (Han kins) “No h dónde mas corporales que sean exclusivas de 'raza algu na' ” S y for. feld). todos
“Es
imposible
hallar
los individuos
de un
un
dado
carácter
grupo
específico
racial”
de
chein.
(Stibbo, za en
la raza fuere un factor constante en las genera ci
)- ncaSi ones, Nu podría faltar” (Barzun). “Los individuos de una misma raza pueden dife por más caracteres genéticos que con los indivi rir entre si duos de razas distintas” (Dobzhansky). “Si no podemos demostrar que
existan
conexiones
conocidas
entre
determinados
caracteres
físicos, carece absolutamente de sentido hablar de dife rentes tipos raciales en una comunidad” (Dahlberg). “Los llamados
prototipos raciales son abstracciones
cuentran
en
realidad
ni en
un
solo
que difícilmente se en. individuo”
(Boas).
“El
típico “ario' postulado por los teóricos aún no ha sido descu-
bierto”
(Virchovo).
Basándose en las mediciones de los diversos caracteres corporales, ciertos antropólogos han formulado teóricamente sendos tipos humanos, según el cálculo de los promedios de las diversas mediciones, y los han llamado “tipos raciales”. Este simple método puede ser conveniente para ciertos propósitos, pero aplicado a la determinación de la variabilidad de un dado
individuo puede ser una inexcusable falacia
(Dobzhansky).
Los tipos raciales definidos por los promedios estadísticos de las caracterizaciones métricas tampoco son sino abstracciones artificiales arbitrarias.
El arquetipo
promedial
de la raza no
existe más que como una entelequia de la metodologta Sica.
pológica, como una mera categoría convencional de c ción. La raza promedial, la raza estadística, la raza €
no
son
sino
evasiones
conceptuales
y compensaciones hallar
de los racistas al verse éstos frustrados por no poder
372
ica as
la raza biológica de sus anhelos.
ómi-
Aun dentro de la raciología más rigurosamente to, arto
ca, la valoración
menguada.
Una
de
los tipos
antropólogo
ha
raciales dicho:
propuestos La
form
5 aneal,
E
la estatura, la pigmentación, el cabello, la cara Y 4
ariz
as
tale son los caracteres más empleados para desc tímites Pero ni siquiera se ha intentado demostrar que
son morfológicamente de importancia, y, además, los
os agrupamie de los vari . arbitrariedad.
Por esto
ntos
las
asi
amados
,
están escogidos con
ciones raci
valor meramente descripti
Ene sin ulterior Pret nificación biológica eun sociólogo se ha pre ¿Cuál es el carácter más im
:
DUO tados
ado: el portante pueda? «¿El color de la piel, el cré z,, el cráneo? Acaso ariz elo,, la nari pelo tad principal
ellos €s
res no son una
para
poder
a decirse que la dific l
respond
en que nin
ea
Brewt
de
e, Para e rewton ógi gi caractevacui Berr y, todos esos ro iol camente sino bioló
jerarquía
de
h
nunca
razas
. dades. Disponer por ell
lograrse; sería tas ,
absurdo como ordenar las cosas en Podido
lativa di te vacías divimen
' as, más vací n vacíand (emptPty, emptier, ¡ as y Super-
dividir la humanidad en razas según los vano, oe quiere sos que sus in dividuos presentan según los caracteres diver-
tal división, se quieren explicar las difere e acuerdo con idad , de onal pers cultura y de evolución histórica; e fin, de
grandiosa concepción de la histori
in, después de una tan
notaciones anatómicas, se. la trascendentalidad tas con de r que convenir en que estos s, se cae en el ridículo de tenecier biológico fundamental
de sentido
concepto de la raza se desv:
_El
cio, y también
se
en el tiempo,
Tasgos corporales carecen .
e escapa en el espa-
porque .todos
1
oman como signos de raza son susceptibles de Variaciones
nes. acio seres huumanos esonvari Os caracteres corporales de los s. able vari por herencia, por mutaciones
Lo son
y por adaptaciones cir-
cunstanciales.
a raza, si es algo,
no
¡6
j
a perencia Donde no hay herencia no Puede haber tos: EL carpo do cia de actegenética . se ha soli ) aceptar la hereditariedad car de lalos cien más que como res raciales como indiscutidamente admitida
y)ira rio.(DorD zhanskodubina Toda herencia humana es E . La oros l cen un tercero que nunca es igua a. ducción É ión “ino función genética no es
es el resultado de cierto número
l
de
f
sené
bles de combina, ticos determinantes, los cuales so ummerosas eran. en ciones innumerables. “Cada A Te posibles y el ser humano tiene el mayor número de ellas” ennings). Herencias, en el sentido biológico y genético del tod
al a
no en un sentido jurídico o social. “De una mismas podrían nacer suficientes criatura pareja humana
todas ellas distintas, Para SS Único: co: Ki
poblar
muchos
planetas como el
Cada ser humano sexualmente creado (Rostand). (Cones el primero y último de su mismo género”
de cierLa herencia no es sino la trasmisión genéticacendiente La A 7 sustancias las cuales pueden hacer que el des s”
a de sus dos progenitores en vez de asemejarse a ésto ana pueden salir vástagos 5 nd). De una misma pareja hum ocarán en grupos raciaes antropólogos y el vulgo col
les qu
: paz 2
York, 1938, p. 49. Boas, The Mind of Primitive Man, Nueva
rewton Berry, ob. cit., p. 416.
373
nn rigor, ningún
> se
carácter
hereda; solamente se tracorporal se ' trasmit * y minantes los cuales, bajo condiciones aio eleme un dad
o carácter; pero éste no se hereda por si «PrOdUcin án por
medio de sus caractere poc e son esos conjuntos de caracteres los s taxonómicos; que se fi; oe Porque y sino unas singulares entidades las que pan y , (Ashley Montagu). Cada carácter cor por se. pendientemente de los demás y en su alfactur a ouce inde.
múltiples
una mezcla
determinantes
de caracteres
hereditarios.
Toda
derivados
herencia eaviene
dentrambos . a "Mblica Un positivo mestizaje. Toda criatura es mixtur a Pe benitores,
cla genética no es necesariamente equimediada y o.2 Mez. mún padre y madre influy
en desigualmente en 7 det lo co. ción de los caracteres de su criatura. La herencia es nin a. y discontinua; a la vez conserva y cam bia. No e continua
de formas sino sucesión, que así conforma como reforma. cl .
...
>
S
re
j
Atendiendo a tal o cual carácter puede advertir misión hereditaria de persona a persona mediante se su tr el com 5 cado y azar oso mecanismo genético; pero no hay de caracteres que han de ser transmitidos fatal mente de un grupo humano a otro. “La herencia una realidad científica, pero hablar de herencia de sentido” (Franz Boas). Además
de variar
por la herencia,
un complejo e indefinida. individual es racial carece
los caracteres corporales
varían por mutaciones biológicas y por la acción ambiental o mesológica. No hay caracteres raciales inmutables. “Las llamadas razas solamente representan diferentes mezclas temporarias de elementos genéticos, los cuales son comunes a toda la humanidad” (Ashley Montagu). La raza no es estática, sino dinámica. “No es sino la expresión del constante cambio gené-
tico en una definida área ecológica” (Ashley Montagu). Para que los caracteres somáticos fuesen realmente raciales tendrían que ser trasmitidos por herencia y no ser adaptati-
vos al ambiente.
mente
Las razas se definen
hereditarios, “Pero ninguno
por criterios principal-
de ellos está completamen-
te a salvo de las influencias del medio ambiente, coo os
efectos del clima, la dieta, el ejercicio y la altitud geográ ica (Hooton). No hay un solo carácter corporal que pueda 5
considerado de racialidad inequívoca.
Por todas estas razones el concepto de la raza ha devene
do un arbitrio artificial que
seres
374
humanos
y agrupa
éstos
imagina en
ciertos arque e “La
relación
con
raza es, pues, sólo un concepto estadístico de
eres “arbie
ida d su
trariamente escogidos y condicionados por su ex minat oria.” do
temporaneidad
y su convencional
aplicación discri emasia
“Pero acaso esto sea conceder al concepto de rasa : crédito en cuanto a su sentido e inteligibilida
orque es
ua 2bsobvio que tal definición más bien representa eenient o cienpara la cual no hay cabida en el pens tracción
tífico”
(Ashley Montagu).
Se ha tratado de dividir la especie humana en
raza
somáticos d e sus indis aten. sino también a los somatopsíquicos y a lo S Psiqui viduos, cos. Pero las almas no tienen raza. Tomando como pu nto de mira diendo no sólo quier
a los caracteres
cualo psíqui ca se puede clas i. ficar a los seres humanos. Así se ha h echo. Pero en to do s es os caracteres, aun dándolos como ineg Uivocament e de ciertos, ocurre lo que en los somático s. Son tan incontfinidog variedades, tan numerosas y seriales sus variantes ab¡ les sus
característica
somatopsíquica
dias; tan imbricados o traslapados unos con otros los Caracteres psíquicos;
tan variables son aquéllos no sólo por la herencia sino entre sí y con los somáticos, po r la complejísima ' co minación de los factores del am -
blecer tipos raciales mediante biente, que e imposible cota distinciones psicológicas. Además, no existe correlac
ión alguna entre los caracteres so matopsíquicos y psiquicos y los mera me so nt má e ti co qu e s se sue len reputar como raciales .
No se ha demostrado que a cada raza humana corresponda
un alma del color de la piel de aquélla; ni que, fuera de los artificios tropológicos de la fantasía, en un cuerpo de blanco
pueda caber un alma negra o una blanca en la estructura corpórea de un negro. Ni se ha probado que haya razas con almas
de color. Discúlpesenos este juego de palabras si decimos que los espectros trasmundanos jamás se han aparecido como almas de coloraciones espectrales, Las almas, si existen desencar-
nadas, no deben tener color específico alguno. Según la tradi. ción, las apariciones fantasmales son siempre en blanco, o sea todo luz, sin irisación alguna. Hasta los espiritualistas, que creen en reales apariciones de seres ya desencarnados y en el ectoplasma, admiten que los espiritus son vistos en una forma
fluídica y blanca. Aun en la metáfora, el alma humana es integración de todos los colores. Es sólo luz. Si el alma no puede ser medida,
como
decía un gran antropólogo, tampoco puede
entre 1 entr a xión alguna ha conexión racial.1. No No hay hay auna psicología No ar los caracteres que se suponen raciales y las distinciones psiqulcas. No
hay
procedimientos
científicos
para
establecer
di >
rencias mentales entre los grupos humanos que se dicen razas. pa No puede afirmarse, por tanto, que una raza sea De
mente superior o inferior a otra por su capacidad en
absoluta responsabilidad como
biólogo profesional,
dicho eno
Lancelot Hogben, no vacilo en afirmar que todo e ni to auténtico existente acerca del modo en que los So capaci.
físicos de los grupos humanos guardan relación con
ao
or muy mi-
dad cultural, puede escribirse al dorso de un se “No se puede medir un alma” (B. Malinowski).
nucioso que sea nuestro conocimiento de los antepo
os de 105
Será capaz
lo será” seres humanos, no podemos decir que tal hom! pe de alcanzar un dado nivel mental y que otro, a encia de (Haldane).
Tampoco
ha podido demostrarse
1a PG
cio.
distinciones raciales por aptitudes especiales, pos constituyen nes ni por los caracterismos o estilos de vida q
375
(Garth). . “Las llamada s vari edades
roun ¡ gún gru
moralmássondign tanas de eS Pd de cará no" quetual ellaso son una sátira ue d ción científica” (Balk). que de una seria ref Uta. t No existe una
cualqu iera ] ¡era,
j
í
odr A mtenu las seriaci razas. ó Tomando podra intentla arsede una
as variedades que presente ese cará y grupos h
Sn
UN Carácter
d
qe cate BOrias entre racter en los dife pos humanos. Si . se atiend e a la pi -Tentes seres por ejemplo, habrá diversos colores Y nitación cutánea que se adopte, tal o cual coloración será tenid a categorismo
inferior respecto a otra. Pero ello será totalmente
Or 9 el color de la pie ignifi cier o Dltrari biológica, piel no significa una posición jerárquicz Si, como muchos hicieron,
se
pret
ini
¡
las razas por categoremas derivados e etinir la da quía de ción humana, tampoco el intento conducirá a un re: ha evolufactorio. Se creyó que habría partir de los cuadrumanos,
una jerarquía racial
es decir una
del mono al negro, al amarillo y al blanco
esta teoría carece de fundamento y está tada. Si se toma como base la abertura escala, de menor a mayor, será M. N. primitividad o ulterioridad evolutiva del tar esta otra seriación: M, N. B, A. Por
graduación
A
Re
satis
(M. N. A B) e
.
totalmente desa e del ángulo facial, la B. A. Por la relativa pelo, habría que acepla estructura del pelo
los lisótricos son los de más bajo nivel en la evolución y los ulótricos los más progresivos; o sea M. A. B. N. Por la relativa abundancia
de pelo, los blancos
estarán
más cerca de la ani-
de sus miembros
y, en general, por la
malidad, y los negros serían los más alejados de ella; o sea, M. B. A. N. Por las narices, los negros se acercan más a los cuadrumanos; por los labios, son los blancos sus más próximos parientes y los negros los más apartados. Como también lo son
por la proporción
evolución progresiva del cuerpo. La tradicional
escala de las razas, situando
la negra en el
peldaño inferior y la blanca en el superior, es, pues, merá mitología. “Cada raza ostenta una mezcla de características
avanzadas por un lado y primitivas por otro.” “No se puede
hacer una definitiva clasificación de la jerarquía evolucioná-
ria de cada raza”
(Hooton).
Si no es posible una jerarquía de las raz as
376
por sus rasgos
s. En 135 corporales menos aún, si cabe, lo es por los psig uie cose ntimiendas; razas no hay jerarquías innatas de inteligencia, d
tos, de ética ni de
personalidad.
No hay
razas P?
edestina
racis mos de las ni elegidas, ni malditas, pese a los milenarios ¡ teologías, de las filosofías, de las políticas, de 1
del folklore, y de las conclusiones prematuras de los€ de las £l adació” bordicos. “Carece de toda base científica cualquier antes Y
“domin razas en “inferiores' y 'superiores' o en
nadas' " (Malinowski). “Uno se siente
existe sólo una categoría de personas inferiorestao
cisamente
las que
, Bla que
creen
en la inferioridad de Mas demás” : inator de inanis las razas Por prejulcios jerarquizantes carecen de todaiasjustif
verdades experimentales de la ej encia. Justificación basada en las No existen razas puras. La inmensa varied ad res estructurales del ser humano, su inevita ble de los carácteimbricamiento
en
los grupos,
la esencial binariedad,
variabilidad
dad de los procesos hereditarios, así com
de las mutaciones y de las cire
las
i
le
y somp eji-
unstanciaMes inconm¡ ensurables
la existencia de razas que puedan calificarses, d hacen imposible . pareCada e pura.
es una negación . ja de 1hombre y mujer r potencial de la pura. “El Homo sapiens es la más mestiza de ras” (Schwesinger). “La pureza de sangre es untodas las criatumito” (Finot).
“No ha habidoay una raza e pura en nuestr a especie al menos en :
diez mil años”
organismos
(Dover).
“Razas puras pueden formarse sólo en
que se reproducen asexualmente”
(Dobzhansky).
“No hay una definición concreta de lo que constituye una “raza
humana
pura'”
(Trevor).
No hay que extrañar, pues, si se ha negado la existencia de las razas. Si no hay razas puras ¿puede decirse que realmente existen
razas? ¿Qué es una raza si no es algo puro? En realidad, donde falla fundamentalmente toda la estructura conceptual de las teorías racistas no es en la mezcladura ni en la pureza, sino en la raza misma. No se sabrá lo que es raza mixta si no se averigua antes lo que es raza pura; pero no se podrá conocer lo que es raza pura si precisamente antes no se define cientí-
ficamente lo que significa raza. Pero, además, ¿puede en ver-
dad considerarse científicamente como raza un agrupamiento humano que, además de no ser puro, cambia constantemente? Sin pureza, que es la fijación de un carácter en el espacio, ni permanencia,
que es su fijeza en el tiempo,
¿hay realmente
razas? Todas estas consideraciones hacen que la ciencia sea más y más rehacia al empleo del vocablo y del concepto de raza, no solamente en la esfera de los fenómenos sociales y de las politicas que tratan de determinarlos, sino en el mismo exclusivo
campo de la antropología. La doctrina científica Contemporánea acerca de las razas y de las abominables deformaciones
que se han dado a ese concepto no se ha manifestado solamen-
te, como
ya hemos
expuesto, por los experimentos, sos
controversias y publicaciones de los antropólogos, psico ogos mEar y sociólogos no adormecidos por los caducos prejuicios n les mansados en las charcas de las políticas retardatarias.
congresos científicos de los lustros últimos ha sido más dey as ppsistente la opinión condenadora de los racismos aya.
377
El siguiente acuerdo fue toma unión anual correspondiente a 1038 de la Anuiimid ad en la re. lógica Americana
, o sea de los Estados Unaociación Antropo.
“Por cuanto son requisitos
prin i
:
queda honrada e imparcial de la seda amarla
ss La ciencia la bús.
cuando se la descubre y se la o
libertad de Pro.
”Por cuanto la antropología en much Pe y Sus gatos están siendo retorcidos y maja, llendo
a servir a
la causa
del
bien que a la de la verdad.
-
racismo
pre.
anti científico más "Se acuerda: que la Asociación Antropoló gica American pudia ese racialismo y se adhiere a la s iguiente declaración de echos: - "1.
La raza supone
cole por
grandes
la herencia de variaciones físi
grupos ¡pumanos,
sicológicas y culturales de
cubiertas por la ciencia.
pero las connotación
la raza, si existen, no
o
han
si
'ven sido des.
”2. Los términos “ario' y 'semita' no tienen signific cial de ninguna clase y simplemente denotan familias ingias
ticas.
3, La antropología no proporciona base científica para la discriminación contra pueblo alguno por razón de inferioridad racial, creencia religiosa o herencia lingúística.”
En el inciso segundo de este acuerdo científico se hizo espe-
cial referencia a -las voces ario y semita, desvalorizándolas absolutamente de su pretendida significación racial, porque en esa época llegaba a su período culminante la fiebre de las exaltaciones fascistas y nazistas, con sus delirios imperiales de raza y de señorío. Pero con iguales razones, recordando las intemperancias de falangistas, nipónicos y otros creyentes de mitologías racistas, pudo dedicarse otro inciso invalidando expresamente el sentido biológico y racial de ciertas expresiones como la raza hispánica, la raza nórdica y otras de análogas fantasma-
gorías y políticas ambiciones.
Podemos
considerarlas inclui-
antrodas en el inciso 3% de dicho acuerdo, porque la ciencia en
pológica no puede autorizar las discriminaciones sociales leno relación con pueblo alguno por motivo de raza, religión gua, ni como inferior ni tampoco como superior.
de Washington El VIII Congreso Científico Panamericano las nacion en 1940, cuando los ejércitos del Reich invadían
y ns on fronterizas, tomó otro acuerdo, a nuestra iniciativa
378
fonso redacción y ponencia tuvimos la suerte de interven 1en pleno Spinden, antropólogos tan relevantes como Herbert Congreso del
Caso, J. A. Mason y otros. El acuerdo dice:
“Considerando:
,
que la expresión 'raza' implica una herenao
:
humanos y 4 ealicomún de caracteristicas fisicas en ió Brupos nescon ni I' len” alguna causal conexión tenga que demostrado ha se re 18
zaciones culturales, cualidades psicológicas,
guajes.
El Octavo Congreso Científic o Panamerj cano »Resuelve: Que
fico alguno
la antropología rehusa Prestar apoyo
a la discriminación contra cualquier
seed
ci
socntí po cie ial.,
lingúístico, religioso o político, bajo pretexto de E r UN grupo racialmente inferior.” Bien claro parece ya el hecho real q
es la sociedad hue que mana y Y no la naturaleza quien crea las razas.
congénitos, con los cuales todos dos 1 los seres humanos Losvi caracteres
individu mundo ados y biológicamente dia criminablyaes,ontológ son deicament natura;e per o la raza es
ra se trae del otro mundo,.la raza se hace ne vana, Toda raza es hechiza. Todo racismo es hecha pl izo, Hechizo “por artificio, por superstición
y por ceguera y arrebato de sus creyentes. Hechizo, que tanto es a veces como fetiche. En rigor, el concepto de la raza es una entelequia soci al y no una realidad biológica. La naturaleza crea la humanidad con especie única e individuos infinitos; es la sociedad humana tenta con la creación que se hizo sin c ontar con ella,, lano con que: rehacerla introduciéndole cambios a su mero albedrío Se att. buye al rey de Castilla don Alfonso X el Sabio haber dicho
que si él hubiese estado junto a Dios en los momentos en que se hizo el mundo, le habría dado 'al creador muy buenos consejos. No nos atrevemos
a dar por cierta tamaña humorada
de
aquel monarca medieval; pero nos parece evidente que la sociedad humana siempre, y no sólo en estos tiempos modernos, ha tratado de enmendarle su obra al autor, entre otras cosas
igualmente abominables, creando razas donde aquél no las creó. Desde que se comenzó
el problema de su o menos explícita. protestó de que el la especie humana.
a tratar científicamente de las razas,
existencia ha Hace más de vocablo raza También el
estado presente en forma más un siglo que J. G. von Herder* se aplicara a las variedades de sutil filósofo Kant se pregun-
taba cómo definir una raza. Tal como se lo siguen preguntan-
do los antropólogos y biólogos de hoy día. Ya Charles Darwin
en su obra The Descent of Man se dio cuenta clara de esa dificultad insuperable. Hasta Jos naturalistas han ido prescindien-
do de la palabra raza, dejándosela a los criadores de animales domésticos o de plantas cultivadas para expresar las variedades obtenidas por premeditados procesos de selección artificial. Prefijados de tal manera unos pocos caracteres selectivos, con relación
a ellos
puede
aplicarse
en
ese campo
la expresión
de raza quizá sin peligro de equívocos. Pero aun en ese sentido
zoológico, el vocablo raza se va abandonando.
“El análisis cien-
tífico de las poblaciones humanas muestra que las variaciones
típicas en el hombre se verifican por procesos completamente
Aun en zoo0distintos de los propios en otras especies animales. 56 í * .
. , 2 logía, el término “subespecie' ha venido a sustituir al de 'raza.
* J. G. von
scheit
Herder,
(1784-1791).
Ideen
Cita
zur
Philosophie
de Magnus
* Otto Klineberg, ob. cit., p. 29.
der Geschichte
Hirschfeld.
der Men-
379
Es, , pues, , muy lóggico, ico,
si ent re los cientít; se ha ido desprestigiand o por las os el vocablo rQz ofrece al querer aplica rlo a los fenó es ds les humanos,
que son muy distintos El Problemas y e e advirtió hace poco mo carla, de congénita u originaria, ginaria, oo dede tan arr o ética para califi
terística que pueda tomarse como connat
oda
ep
sión semántica de la voz raza a las calidades o
cuando
se las quiere
calificar
PA a
de congéni
de
q anente O gru oh j de un determinado exclusivas s más falsas y vituperables aplicaciones de la palabreja, Por e
el vocablo raza suele ir siempre impregnado de emoción
m >
que evocar ideas objetivas, despierta reacciones subjetivas suseps de gran intensidad y apasionamiento. ble sando a vocablo raza, no en el solo sentido que es tolera-
, aun sabiéndolo convencional y relativo, sino en varias otras
acepciones que se confunden
o intercambian como sinónimas,
se traslada la carga emocional propia de ciertos apelativos políticos o sociales a las acepciones raciales en general, aun sobre e más objetivas y frías, deformándolas y corrompiéndolas. recisamente por esa vaguedad
de tal concepto éste se pliega
polímejor a los impulsos y propósitos de muchas propagandas
biotico sociales, recubriéndolos so capa de pretensas verdades
lógicas, y dando
a los caracteres humanos
y alas
relaciones
natural, de heredisociales cierto repulsivo concepto de fijeza racista los “hechos y predestinación. Para el
tariedad, fatalismo
382
como para el sacerevidentes de la raza” son tan dogmáticos emotivos como dote los artículos de su fe, tan fanáticamente como revestidos convincentes los arrebatos de la mística y tan Y así ocurre en todos los amcientífica. veracidad de aparente bitos y estratos sociales. la pros-
ólogo s que piden rop ant los o and ent aum van día Hoy esta palabra pudievocablo raza. Luschan cree que
cripeión del
ra muy bien abandonarse, sustituyéndola
gua. Julian Huxley ha declarado hace
o
traza' estorba para el progreso de la antropología”.
sear que el término raza sea suprimid
menos ambi:
“pg rmino
de de-
las mi graciones0 el ' y crvocabulario científico.”*” “En la humanidad tal estado de fluidez que el término raza no puede senicido Y Ser en las existentes condiciones; por esto el
'raza' debe ser : y .”!* Para H. J vocablo deliberadamente cortado Fle dejado de tener significado antropológico alguna: más “que ' vocablo útil para las clasificaciones, es ya de uso peli os y
por tanto, debe ser expurgado del vocabulario. “Ciertames Ñ
debiérase desarraigar el uso del vocabl o 'raza' . concernienlo en hu especie la de te a las subdivisiones mana; o, sil en tal sentido, habría que escribirlo de manera que ns
su posible equívoco. Por mi parte, dice Hirschteld,* si en mis siguientes páginas yo incurro eventualmente en el lapso de mal usar tal vocablo sin advertirlo, pido a mis lectores que ellos suplan mi deficiencia.” En conclusión, pensemos con moderno
criterio: “La 'raza' nada significa desde el punto de vista antropológico y dicho vocablo debe ser abandonado en antropología"
Gunnar Myrdal ha tratado de eludir el empleo de la palabra raza en su reciente obra. En vez de “raza negra” ha escrito
regularmente negro people, que pudiera ser traducido al castellano por “pueblo negro”, pero mejor como “gente negra”; y también ha dicho “grupo negro” y “población negra". Sin
embargo, a veces no ha podido evadir el molesto vocablo para
la mejor inteligencia de su texto y ha pedido excusa por ello,
haciendo constar que, en todo caso, cuando ha escrito “características raciales” o “relaciones raciales”, o simplemente “razas”,
esos términos deben ser entendidos por su conceptuación vulgar y no por la científica. Y aprovechamos tan precautoria advertencia para adherirnos a ella en este libro y para sus lectores.
Así pues, como observa el mismo Gunnar Myrdal, tocante a las
razas: “poco a poco, gradualmente, está siendo demolido todo
un sistema
de
metafísico
creencias
oportunistas
y sobre sus
ruinas se está alzando un conocimiento científico humilde y relativista. Las concepciones cualitativas se truecan en cuanti10 Manchester
Guardian
Weekly,
18 de
septiembre
de 1936.
17 Huxley J. S. y A. C. Haddon, ob. cit., p. 82.
14 Ibidem.
1 H, J, Fleure, “Are attempts to classity mankind by subdivision
really scientific?” En el 11 Congreso Internacional de Ciencias tropológicas y Etnológicas habido en Copenhague en agosto
de
1938.
* Magnus Hirschfeld, ob. cit., p. 57. " M
F. Ashley Montagu, » VOL 4, no. 3.
Race,
Caste and Scientiflo Method Psy-
383
tativas, como está ocurri endo comú únm
derno de los conocimientos científicos”. Parece, pues, aconsejable
en el desarrollo mo
que se
blo raza en relación con los grupos noma
de
usar
s b
el
VOca
se quiere dividirlos unos de otros de O Cuand 0 manera q a » naciones puedan tener trascende discrimy. ncia social. Si los 5 ient í sa ¡proscribiendo el voc ablo raza de sus escritos com oleada empleo en textos jurídicamente. preos Podtico ria so sentido tenga que ser aplicado pes VOS, a un sistema de relaciones humanas? pea su falsia,
En
el Primer
Congreso
Demográfic
brado en México en octubre del aho 194S onamerto ano, cele. dele. gados de la República de Cuba, pedimos, entre otros como pro mientos antirracistas, que el uso del vocablo raza ar lic: Ie un sentido impropio a los seres humanos fuese prohibido er, los s
- documentos oficiales (legislativos, judiciales y administrativos) de los gobiernos.** Esto podría ser difícilmente lo :
muy radical y alguien dijo que “prematuro”. Dec criterio eliminador de los peligros de las acepciones errónea y abusivas del vocablo raza fue realmente obtenido gracias a la concurrencia decidida de muy distinguidos antropólogos y hom. bres de ciencia y de algunos diplomáticos de fresca madurez 22 El texto literal de nuestra proposición, hecha a 1 la Sección : de Etnología, fue éste: Considerando: que para la ciencia la raza otra cosa que un criterio convencional de seres humanos en grandes grupos definidos
de
carácter
meramente
Considerando:
alguna
manera
que
que
somático
el estado
se
y
mo puede significar clasificación de los por sus semejanzas
hereditario.
de la ciencia no autoriza en
actual
atribuyan
a
a
fundadamente
las
terminados caracteres psicológicos y culturales. que, esto no obstante, con frecuencia Considerando:
dándosele
“raza”
vocablo
mente equívocas, con un cito, pero de todos modos psíquica y cultural.
Considerando: concepto
los
casos,
de
de
significaciones
todos
sea cualquiera
modos
se
usa
de-
el
y básica-
sentido explícito O meramente impllfalso, de herencia física a la vez que
impropio del vocablo y del
que el uso altamente
“raza”,
anticientíficas
razas
introduce
el móvil y
que
sostiene
en
lo inspire según las
conciencias
o de menospreció, de los pueblos ideologías falsas de exaltación antagonismos Y arrastrándolas casi inevitablemente a enconados
elegidos o malditos, 0 Ser creencias absurdas en grupos humanos predestinadas las unas 8 en razas superiores o inferiores, O one discriminadas. discriminadoras y las otras a ser
384
el honor de El Delegado por Cuba que suscribe tiene sirva formular, para e guiente: que la Comisión de Etnología else proyecto EativO, de resolución tación
en su día
al Congreso,
“Se acuerda recomendar
que
en el lenguaje oficial,
a
el uso del voca o e clasifica” jurídico y administrativo se evite rito ditarios, sin un sentido que no sea sino el basado en un y ¡ er » (£) : culturales. ción por caracteres meramente corporales psicológicos N implicación alguna de caracteres
Fernando Ortiz.
ue tenían representación y voto en
las dificultades, los acuerdos de dicho
positivo
avance, pues se tomaron
el
reo
diversa
ñal señalar
No obstante
¿enifican un s resoluciones, finales
ss Debemos como altament j siva la proposición de la Dele ación Menta, de influencia dect. ban muy destacados antropólogos. Decía así: en la que figura.
Mexicana, sobre la base de los informes los
Mestizaje y
pro
prejuicios ra
ea
al Pri Interamericano de Demografía se Apruebe lae resolución Congreso Se e
e
guientes: 19
y a
Adherirse
tífico
PESjETnos de América los raci
a la resolución
Panamericano
textualmente
implica
dice:
una
tomad
celebrado
en Sa :¿ad
en Wasi, Congreso
Considerando:
herencia
que
ciales adopten las medidas que
común
la
ex po
940
al.
Cien.
que
grupos humanos y que no se ha dede características 1(x casmazaen A sicológica s,
e religiones
nes ni . lenguajes,
culturales,
ientífico Panamericano: Resuelve: que La Aa
prestar apoyo clentífico alguno a la disc 2%
Ades
vo, Co edu
ción contra
o políti
religioso
pretexto de ser un grupo racialmente inferior” , daj Insistir por los medios más enérgico : gicos y constantes, sobre todo en el ambiente escolar: a) en
que desde el punto de vista somático,
genético,
ras; y b) en que
39
lingúistico,
social,
grupo
cualquier
cualidad
.
es inadmisible
aceptar la existen cia y, Más desde pa-el de razas
no hay razón científica alguna para atribuir snpe-
rioridad o inferioridad biológica incondicional a d nados grupos étnicos. a determi Promover, por todos los medios posibles, el mestizaje de los
distintos grupos étnicos que componen la población de los países americanos, basándose en las siguientes consideraciones: a) el mestizo, por descender en parte de la población indígena
no b) el
está
que
al medio
adaptado
mejor
americanos. mestizaje, según
todas
las
progenitores
sus
experiencias
de
históricas
que disponemos, se considera altamente favorable al desenvolvimiento cultural y económico de los países en que
49
ha ocurrido, En consecuencia,
se
estima
nes de orden económico
al determinar debe tenderse
con
tiza,
aquellos
inmigrantes,
como
de los problema
que al través
digno de tenerse en cuenta
donde,
la actitud de
juicios
raciales,
en América
nes
para la solución
las leyes,
contra de os
a estimular el primer
p . y
expresión los segundos. isposici dede los 1 , reglamentos y otras disposiciones
los
tas.
la experiencia
del mestizaje y en
contribuyendo
de América,
antes
psi-
los gobiernos a partir de la In epen en-
disminuir a su más mínima en
lo fisico,
jeentra que implica el mestizaje y la lucha éxio de
cia ha sido en favor
países
de la familia mes-
de los países de América.
los prejuicios raciales
Incluir
de las consideracio-
la homogeneización étnica en
cológico y cultural
0%
además
la forma en que se promueva la inmigración, a que el aumento de la población se realice
favorezcan
59 Considerar
que,
y político que se tomarán en cuenta
principios
que
informan
las conclusio
y unánimes, muy claras y e
:
y expresivas. Así, el Acuerd dicho Primer Co ralmente: Congreso Demográfico Interamericano, dice le “Se resuelve:
”1. Recomendar a los Gobier nos american A en absoluto toda política ió 95 que rechac
carácter racial. ”2,
P
y toda acción de discriminación de
Que. para tal fin, , el vocablo “raza' no s e .
ó
tido que implique, además de la herencia común de ca on ticas físicas, cualidades psicológicos o características
is.
les, religiosas o lingúísticas; tomando en consideración q ira criterios de clasificación raciales, científicamente válidos. > connotan caracteres somáticos hereditarios, sin implicació EN ningún otro carácter psicológico o cultural. on de ”3.
Que
la Eugenesia
debe
entenderse
estrictamente
en
acepción científica, como factor para el mejoramiento bioló ico y social del individuo, cualquiera que fuere la raza a que De tenece. En este sentido, se considera anticientífica toda tendencia que tenga por propósito fomentar sentimientos de supe.
rioridad
racial que, además de ser contrarios a las conclusiones
de la ciencia, niegan los elevados principios de justicia social que sostienen todas las naciones americanas.” En el Acuerdo XIX de dicho Congreso, referente a los planes para las inmigraciones en la tornaguerra, se incluyó un párrafo
que dice así:
“Se resuelve:
»2, Proponer a los Gobiernos americanos la conveniencia de adoptar, dentro de la libertad de determinación que correspon-
de a su soberanía, principios
de acción conjunta y solidaria,
referentes, en particular, a la aplicación efectiva de un trata-
miento de igualdad de derechos civiles y sociales, sin discriminación de raza, color y creencias.” ación afroCon referencia especial al Mejoramiento de la Pobl fue aproamericana, hubimos de proponer otra resolución, que bada unánimemente como Acuerdo XVI con la siguiente redacción definitiva:
”El Primer Congreso Demográfico
de dicho
Congreso.
Interamericano;
"Considerando:
386
es de América existen pobla»], Que en numerosas nacion ones de evolución social, no raz por , les cua las , ras neg ciones a que son acreedoras, y he. han logrado el estado de bienestar vie minaciones, algunas de contra de ellas aún existen discri envolvimiento de sus o os des re lib el n de pi im que ter legal, tan los otros g
que disfru dades, en las condiciones de dentro del mismo país; io" a en estas poblac vid de rd nda sta del ión vac ele »2, Que la tura 1, higiénico y PO cul or val n gra de es as nes afroamerican del Hemisferio; tico para todo el pueblo
«Resuelve:
»1, Recomendar a los Gobie :rnos disposiciones que crean necesarias
de A
: mérica que dicten las
mente posible los procesos educativos que pasar lo más rápidaramiento
de las condiciones de vida de las Poblacion al mejo-
das 'afroamericanas”,
'negros' o 'gente de color' , conies con eloMamafin de
que la discriminación por mot ivo d
en todas las relaciones humanas en general sea eliminada en aquellas situaciones que se refie especialmente Ss ¿ondiciones de trabajo, de habitación, de educación, de
ción de los servicios públicos; y el ejercicio de los rey stributicos, resulte asegurado Po ios amente Y, sino tam len por la ley, qu y prácticas principios r los
que son esenciales al espíritu
Remocrático de América;
”2, Estimular el estudio científico d e las poblaciones negras, de sus condiciones, potencialidades culturas en ge
sus contribuciones a la herencia nacional y continental; y de 3, Que los resultados de dichas investigaciones o estudios
sean aprovechados en textos escolares y se difundan en forma apropiad .. a, con el objeto de que se produzca una mejor com-
)
prensión entre todos los grupos sociales.”-*
se Esta resolución nos pareció insuficiente, En dicho Pri Demográfico Interamericano se ratificaron los acuerdos perifre so es del Congreso Indigenista celebrado en Pát: , donde doy : Indigen creado el Institu to ista Indoame 2 » y ri cano que hoy publi
fue
revistas, América Indigena y Boletín Indigenista, bajo E cc del doctor Manuel Gamio. Faltaba un órgano de estudio análogo con relación a las poblaciones americanas negras y descendientes
de los negros. En varias repúblicas de América ya no hay indios y éstos fueron socialmente sustituidos por los negros, los cuales
vinieron
a ser
en
las Antillas
y otros países “los indios
subro-
gados”, según frase feliz de Lino Dou. Aprovechando la oportunidad y el entusiasmo hallados en dicho Congreso Demográfico Interamericano, alli propusimos de manera extraoficial la creación de dicho órgano y, con un muy connotado
grupo de antropólogos y sociólogos de América interesados en esos
aspectos de las poblaciones americanas, se logró en el Castillo de Chapultepec, el dia 20 de octubre de 1943, la fundación del Inscon sede en la tituto Internacional de Estudios Afroamericanos, ciudad de México (calle de Moneda, n? 13). Según sus estatutos,
la finalidad gras
de
del Instituto
América,
en
sus
de las es el “estudio
aspectos
poblaciones ney de
sus
MacLean Estenós,
e-
y cultural
biológico
pueblos americanos”. El acta de fundación fue influencias en los Gonzalo Aguirre Beltrán, Carlos Basauri, señores: los firmada por
Alfonso
Caso,
Miguel
Covarrubias,
Roberto
nato F. M. de Mendonca, Fernando Ortiz, Julio Le Riverend, Jac. Al ques Roumain, Daniel F. Rubín de la Borbolla, Jorge A.
Y el Comité Ejecutivo de la organización quedó constituido Gon. sigue: director: doctor Fernando Ortiz, vicedirector, dre zalo Aguirre Beltrán, secretario, doctor Jacques Roumain, sore e ctor ro, doctor Daniel] F. Rubín de la Borbolla, jefe dep Socto; doctor Jorge
Alfonso
Caso,
A. Vivó consultores,
profesor
Miguel
profesor Carlos
Covarrubias,
as,
doctor,
Mendonca, revista doctor Arthur Ramos y doctor Julio Le Riverend. A
Herskovits, doctor Allen Locke, doctor Renato F. líneas se espera
la aparición del primer númer
científica Afroamérica, editada por dicho Instituto.
Al escribir Ss:
387
Juntamente
con nuestra
pro posición
i del mal uso del vocablo raza, y por las mimpidi ada, LA evitación ¿
os de solicitar también que el Con greso Acne pescomendar a las República s de América que eviten Ill a; bración, así
oficial como privada, de efemérides históricas le
cas, sociales o culturales y nacionales
internacio al: Polí. cualquier orden, invocando la 'raza', sea o ésta la que £ ende cualquiera el
sta proposición
grupo humano
resultó muy
que con tal vocablo se indices, y inquietadora,
pues pareció pd trariar ciertos y variados criterios político s en sendos aís EN Suramérica. Recordamos que un delegado argentino sostl se que la raza
era en su país
un “gran aglutina e ¿Qué raza?” le fue preguntado; y respondió: nte nacion “la raza MS - na”, Es decir un mito más, muy propio del espírit u naz gobernaba
dictatorialmente
suramericano, con gran
representante
número
en
Buenos
diplomático
Aires.
Otro E
éste de una nació
de indios, sostuvo la conveniencia
de mante.
ner el uso legal y político de la palabra raza, añadiendo:
“aun
cuando todos sabemos que sólo tiene un valor arbitrario”. A eso respondimos:
“Nos
conformaríamos
con
que
en
el acta del
Congreso constara esta declaración”; pero'no se quiso que tan
significativas palabras pasaran de la intimidad del debate a la
publicidad de los acuerdos. En la cuidadosa elaboración de las
conclusiones siempre el racismo estuvo presente. Aquel congreso era de demografía y, además, de “política demográfica". Concurrían a sus trabajos y acuerdos, no sólo estudiosos de la
antropología y de la sociología en numerosos países de América, sino también diplomáticos que representaban políticas
muy diversas. Las de sus países, siempre-mmúy sensibles a las fricciones racistas y donde a veces son muy enmarañados los prejuicios e intereses mantenidos con pretexto de las razas y de sus posiciones sociales, subordinadas o infrapuestas unas y superordinadas o sobrepuestas las otras.
Los delegados a dicho Primer Congreso Demográfico Interalos
mericano
pudimos
darnos
cuenta
de
que
también
entre
aun cuando en mexicanos estaban los fantasmas de las razas, menos virulensu nación los prejuicios raciales tengan mucha
politica lavo cia que en otras. México es un pueblo de secular el día 12 da año recedora de los mestizajes. Sin embargo, cada €sa fecha ca . en y octubre celebraban* el “Día de la Raza”, qué raza on año por alguien se preguntaba en México: “¿De ordinariai a día?”. En ese país tal problema se dificulta extra
es el día te pues unos dicen, los tradicionalistas,del que Pi
388
“raza hispánica”, o sea el viejo mito dicen: “el e perialista; mientras otros, los progresistas, su redención. del indio que espera
me
aa Y aún
: s clase de conflicto del grave lo de quedan quienes, sabedores bre. indígena”, la raza
2,
al s rar reg Moemosferimo i ist ¡
ía
como
Poco después este no tiene alusiones
de d., Mé: : costum sl j con tinúara esa 3.oncIgn 194 ñ año es, ora ml espiritu id la mos ent que SS qu abl: mi lema éste: “Por O eo.
anfibológico mote a raza alguna.
fue
sustituido
por
sí se complica con una mitolo gía h
dir el a,prob mado; per sistende enla Raz mo a”A la raz dicleien queo el per“Día es el de Ti la en fantasdeía eludede la raza mexicana, de la raza mestiza ras. Alguien, como José Vasconce]
€ la raza hueva,
por Sangre
y cultu. de la paradójica “raza cósmica”. Pero, de oqueblar s hace años 3 de todo roza sigue usada para menesteres politca ios Modos, la voz
e rorsión
de su recto sentido cuado ee
y Quizás
con menos
indigenista, pero con todas las bien conocida a al reformismo das agravantes cuan. do se evoca la estantigua de una raza que am no. an
En Cuba ng hemos tenido oficialmente
ss
,
ley de 5 de octubre de 1922 en su artículo áni o o Raza”. La mente: “Se declara día de fiesta naciona] el doc ce textual. de cada año, en conmemoración del Descubrimions de octubre
raza, de religión y de len-
progresistas, no por enemigos del pueplestado los elementos lo que aquella campaña tenía de fal. sa, repgresivPañol sino por j
antiamerican Est obstante, los obescados em Le palista y siguieron en a.Cuba o denonomi nando “Día de la Raza” a dicha efe-
meérides conmemorativa, y no pocós gobernantes retroversos y políticos en captación de votos aceptaron tácitamente la tenden-
ciosa tergiversación de la ley republicana, En 1928 un cubano
llamó la atención a la intelectualidad española en el mismo Madrid acerca de lo impropio y contraproducente del racismo
hispánico en América, y a poco en España se dispuso que la cadañera festividad del 12 de octubre fuese “Día de la Raza y
del Idioma”; pero ese expediente no evadía el mal y más dividía que concertaba a las gentes de oriundez hispánica. Y así se llegó a la guerra de 1936, que desintegró la sociedad española y abrió la guerra mundial segunda. Las barbaridades racistas cometidas por los conductores de la Herrenvolk contra los judios (raza blanca, rica y muy influyente) provocaron en todo el mundo una enérgica repelencla defensiva, que no se sintió cuando las hecatombes de los etiópicos (raza negra, pobre y desvalida). Y hasta los amigos del Reich presto se apartaron de los racismos, para no ser manchados con la sangre humana de mártires que corría en sus orrendos mataderos, Los jerarcas eclesiásticos recordaron que las doctrinas racistas son anticristianas y hasta la España falan-
gista, a: pesar de su espectacular nazifilia, suprimió el “Día de Raza”, que fue trocado por “Día de la Hispanidad”. No
el
ce, pues, que haya razón para persistir en America con aque
ponzoñoso equívoco, máxime cuando para honrar a España con
Ceremonia adecuada y fraterna estima de nuestra comun tron-
calidad, bien está el “Día de Cervantes”, que algunos denme
nan el “Día del Idioma”. Sin embargo, en Cuba los racistas C£ % Gaceta Oficial de la República de Cuba, edición de 6 de octubre de
1922,
p. 8129.
389
inspiración ultramarina persistieron en -
yaoa De fusño Grupo trató de que sl Dia ¿Mb modicifuonaltsismo , sino :
;
ca
el de otra 'raza, tan fala misando el tp Raza Americana”, una “raza del alma ”
el de la
(sic). Lo importante era salvar el credo Unafatal “ Anterior i, A esp. criminador de la raza, ritual”
evitando la evocación
liberta de ta y dis.
cultura. Para lograrlo'se cambiaba de raza como se adora de l, antaño por una Real Cédula de su majestad. Pero intento de “americanizar” el “Día de la Raza” para d
oa Racer O GaSÓ el
lo una revivencia con nueva sangre, sacada de otro 0 € al ido. el racismo ultrancista,
que se obstina en
fe de la raz a teme la razón de la cultura, sólo queda la para quienes Porque
remansos estantios de las nostalgias o en los ríos revuelta: los las codiciosas pesquerías, se hacen apartadi zos de las e das cor
rientes y temen bogar en ellas rumbo a un
e más justicia.
or lim.
Porvenir
No es una cuestión de adjetivaciones ni de semánti : trarias; hay que atacar la mala yerba en su raíz leia Sn dijo el maestro Miguel de Unamuno: “Esta hoy ya fatídico palabra de raza es de origen español y análoga es casta. Y come
estas voces empezaron
a usarse en ganadería, siguen teniendo
un sabor de animalidad. Las concepciones racistas suelen ser concepciones zoológicas si es que no zootécnicas, de ganadería. Los racistas, quieran o no, a sabiendas o sin saberlo, conside.
ran a los pueblos como
que las que hay mente español!), fiesta de la raza”, mismo con razón su fiesta”.
manadas.
Generalmente de ovejas, a
esquilar”. Por eso Unamuno (¡él, tan noblefue siempre enemigo de que se celebrara “la o sea de la “raza hispánica”, la cual, según él decía, fue “raza que nació el mismo día que
Cuando José Ortega y Gasset en su libro La rebelión de las
masas asegura que “con los pueblos de Centro y Sudamérica tiene España un pasado común, raza común y lenguaje común
y hasta califica a esos grupos de “zoológicamente afines”, no está en lo cierto. No hay comunidad de pasado, ni de raza, ni
de idioma
como
tampoco
de geografía.
confluencias
Grandes
culturales y confraternidad lingúística sí las hay, entre las cla-
ses rectoras de España
y de las repúblicas que salieron de su
imperio indiano, y también profundas simpatías entre Sus E
tes, pero no una comunidad
racial de sus pueblos
entre si, .
en cada uno de ellos. Porque no existe una raza en Espa
a ni
25 e garrada de naciones, lenguajes y amestizamientos cotampoco en América Latina, de muy diversos idiomas, Y de
390
y zoologías, indigenas y alienígenas, en paso muy lento munión. Todos
debemos
anhelar
que
las arrafagadas
contes de e nitiva:
conto 105 aire libre que ahora soplan por el mundo barran mente con todas esas “fiestas de razas”, y lleguen 5 Manuel
tiempos que augura el insigne antropólogo
Dia. del Indio
Gamio, cuando “ya no se celebrará tampoco el 1 eq e hermesino simplemente el “Día del Hombre Americano”,
nará los distintos colo res humanos, las cult » uras de este
bién permitido pensar que
seguros, ni siquiera haya
sivo “Día del
Hombre
que cele
od
Hace
“Día del Hombre”.
pocos meses
disdi
'
Americano" “porquelmulador y defen.
rdido razón hasta esas discriminaciones
día será
Pu
(febrero-mar
onces habrán
continentales y cada
misma ciudad y castillo que el citado, im oráse, mn da amer ican o de Demog reuni oficial ren delo Intersentantes de las repúbrafía ps" reprelicas, deotraAméri ca ón la Confe
americanasobre Problemas de la Guerra y de 1
que en las salas de Chapultepec
ecos de la opinión demográfica,
:
a
Po a Jnter-
Eaz. Parece
Unidos Mexicanos, don Manuel Avila Camac ho, en su discurso inaugural abogó elocuentemente
r el de “garantizar a todos los. entre otros buenos ideales, :
. ción de Os homb rés, por su sola calidad de hombres, sin distin : razas o de l A o mínim un co r, existi para das fecun suficiente de posibilidades
esencial de todo orden pacífico, firme y justo” mo requisito En las resoluciones que se tomaron por esa Co Chapultepec también se trató de las razas. En la oido
XLI, titulada Sobre la Discriminación Racial, se acordó lo siguiente: “19
Reafirmar el principio reconocido por todos los Estados
americanos de la igualdad de derechos y oportunidades para todos los hombres, sin consideración de raza o religión.” Probablemente despertará algún escepticismo esta resolución en cuanto se declara en ella que es una reafirmación del susodicho principio reconocido por los Estatutos americanos,
No parece seguro que tal principio esté ya previamente afirmado por las leyes y las costumbres sociales en todos los esta-
dos de América, pues según refieren con harta frecuencia los libros y periódicos,
en varias latitudes del continente ameri-
cano se dan, precisamente por explícitos motivos de raza y de
religión, sendas desigualdades y privilegios; los cuales, aun cuando son en verdad muy injustos, no dejan de ser, también
en verdad, muy
legales. Plausible es, sin embargo, que se rel-
tere el principio en las resoluciones oficiales, para que mas y más sea afirmado de veras, en el derecho y en las costumbres
de la vida real, ese humanitario y democrático criterio de la o igualdad jurídica de los hombres sin trabas raciales.
A ese efecto, por el artículo 2do. de la misma Resolución XLI se acordó:
“20
iRecomendar a los Gobiernos de las Repúblicas Amer o de la libertad de palabra, hablada o
canas, que, sin perjuici
enir en sus respec escrita, hagan todo esfuerzo para prev * El Dia del Indio, Alocución. Boletín Indigenista, México, 1945, vol, V, p. 100.
391
países todo lo que tienda a
provoca
individuos, por razón de raza o de reliimina clones entre los Los nobles propós ) itos de esta resoluci ón se rei en otros acuerdo reitera Ss. En uno de ést
:
sentido más:
amplio
ne
on
cia de los ideales pacíficos, del principio del pepa Prominen. mente se deben los pueblos, y la de represió e mutua. y propaganda que directa o indirectamente tienda Y emiiad odio o la separación entre los mismos
(Res
olución orar Y más concretamente en relación con las raza s la R 1D, ción XXIX, “Sobre. revisión de textos escolares” , di¿ o esolu.
mendar a los Gobiernos de las Repúblicas Americanas
priman de los libros de textos oficiales usados en las todoC lo que, dire-CLAr ctamente o indirectamente, sustente la
po.
as e Ss teorí Pl
racistas o totalitarias o que sea susceptible de comprometer 28 En
Cuba
blica,
se promulgó
que introdujo
en
1940 una
notables
nueva
Constitució
reformas
progresistas
realizada
“por
a DA titución precedente. La Constitución cuarentina ob ene la sl guiente disposición expresa creando el delito de conti “discriminación lesiva a la dignidad humana”, en cuya figura juríd ica está ex. presamente
comprendida
la
artículo 20 de la Constitución dice así: “Título
TIV.—Derechos
fundamentales.
motivo
Sección
de
raza”,
El
De
los
Primera.
derechos individuales.—Se declara ilegal y punible toda discri. minación por motivo de sexo, raza, color o clase y cualquiera otra lesiva a la dignidad humana. La ley establecerá las sancio. nes en que incurran los infractores de este precepto.” Por otro lado, el Art. 10 dice que “El ciudadano tiene derecho a residir en su patria sin que sea objeto de discriminación alguna, no importa cuáles sean su raza, clase, opiniones políticas o creencias religiosas.” Además en el Titulo VI, Del Trabajo y de la Propiedad, se halla el Art. 74: “El Ministerio del Trabajo cuidará, como parte esen. cial
entre
otras,
la distribución
de
de
su
política
oportunidades
el comercio, no prevalezcan clase.
vas
En
plazas,
las
así
remociones en
como
de
las
esencial
de
permanente,
trabajo
en
y
la
de que
la industria
en
y en
prácticas discriminatorias de ninguna personal
en
creación
fábricas, industrias
nuevas
o
de
nue-
comer-
cios que se establecieren, será obligatorio distribuir las oportunidades de trabajo sin distingos de raza o color, siempre qué satisfagan los requisitos de idoneidad. La Ley establecera que toda otra práctica será punible y perseguible de oficio o a instancia de parte afectada”. o
Por el Art. 102 se declara que “Es libre la organización de Pre sidos y asociaciones políticas. No podrán, sin embargo, forma politicas
agrupaciones
92
de
sexo
raza,
o clase.
Por una Disposición Transitoria al Título MI “Dentro de las tres legislaturas siguientes a la esta
Constitución,
pondientes
a
las
Ley
la
deberá
violaciones
establecer
20
del Art.
las
de
se esta
se
dispone 9 e es. a
ins
Constitua
ón,
,
Mientras no esté vigente esa legislación, todo acto que Y, p, derecho
consagrado
en
ese
artículo
en el
y en
Art,
sus
218
concordan de De
del
Código
ensa
siderará previsto y penado canSocial.” y ello. , promulgado las leyes comp lementarias í o se han en aja or la Constitución; pero se trab e adoras pedidas
las relaciones amistosas existentes
tinente” (párrafo 39). Y q más am Mo. abarca mb
lución
.£ntre los Estados del Con. Con que considerarse eso , €£n un sentido
XXIX (párrato 29) cuando
prisma Reso“'que velen con el mayor cuidado porquecit1 a laa los gobiernos tida en las escuelas” se inspire en ¡ e ense de paz y justicia en que se funda A sitinciplos democráticos
En la Conferencia de Chapultepec no se
ió americano .
de la voz raza. Hasta se USO esa palabra en e sentid: supresión
zador que es tan e humana” (Resolución
O al referirse en una frase, 5 q LV, párrafo 49). Pero esa fent jon Taza
lavalente acepción supremamente genérica de la voz raza ahi 1 e equiE al contrari no es discriminadora, a “€specie”, resoluciones ya citadas favorecen la posible eliminación q Z las USO del vocablo raza; al menos en los casos y con los sentid
bados por los científicos. Los acuerdos de Chapultepec contra las di cistas tuvieron resonancia en la Conferencia:
08 repro-
¡
es de
San Francisco (26 de junio de 1945). Por el artículo 19 de la Carta de las Naciones Unidas se declara que “Los propósitos de
las N. U. son: .. . Lograr la cooperación internacional para resolver los problemas internacionales de indole económica, so0
cial, cultural o humanitaria y fomentar chos humanos y a
el respeto a los de7
las libertades fundamentales de todos, sin
distinción de raza, sexo, idioma ni religión. En dicha Carta de las N. U. se reiteran expresamente esos mismos propósitos en su artículo 13
(párrafo 1, b), al establecerse las facultades de
la Asamblea General; también en su artículo
55 (párrafo C)
en cuanto a la cooperación internacional económica y social y, en fin, en su artículo 76 (párrafo C) al referirse al sistema de fideicomisos. Los propósitos antirracistas han sido reiterados con precepto
imperativo de la de 1945). Allí se quedan abolidas gualdades en los
declaración dada en Potsdam (2 de agosto ha proclamado que en el territorio del Reich todas las leyes que habían implantado desiderechos humanos con pretextos de raza. Ha
sido, pues, declarada anatema la “religión de la raza” que pre-
dicó Alfred Rosenberg, o sea “el mito de la sangre”, que según
la revolución él y “bajo el signo de la stwastika, hará desatar razas que, tras de racista mundial y despertar el alma de las
un largo
sueño,
habrá
de
poner
arrojado del templo el profeta
fin al caos racial
. Ha sido
que en su Mein Kampf vatici-
naba el triunfo de la Herrenvolk, de “la raza suprema, de la raza de amos que ha de tener el dominio de todos los recuEsos La orden de Pots am y potencialidades de la esfera terráquea”. entren a
hace posible
que las reafirmaciones antirracistas
vías de realización inmediata. Pero esto no debe ser sinoe un inicio. La “religión de la sangre” no es fanatismo S0%0 * No se refiere
esta resolución
, usados sólo a los textos, escolares e eral,
sino, en un sentido omnicomprensivo, a la ense sea oficial o privada y oral o escrita.
393
nazis profesan o germánicos. F que esa
:
o
Reich vencido no SOM Pocos los
Todas las Naciones Unidas i ularme = y los : , partic taña Estados Unidos están fuertemen te. la Gran noscabo , A Que desapareze A
pos
derechos
humanos
por
quiméricos.
¿el verano de 1941 los gobiernos de ]
dos de América
y de la Gran
manifiesto conocido
la ideología
como
de la guerra
Carta
Bretaña
contra
hici
Br
Los me.
Motivos
os Estados Uni.
del Atlántico, on
el Pesonante
las potencias y €Xpresión q
pueblos habrían de ser por siempre libres; libre hi as .
libres de palabra, libres de miseria y libres de ter
Los
Sr onciencia,
pués, en enero de 1942, se promulgó la Declaración. poco des. ciones Unid as, o sea la firma de la susodicha Carta de "as Na.
tico por todos los estados que entonces guerre ee Atlán. Eje, y luego también la suscribieron otros gobiaba erno entra el ron entrando en la contienda. Se entendió que la Cant, fue. Atlántico era la doctrina programática de todas las Nac del
Unidas. Si la doctrina de “las cuatro libertades” fue americana
la iniciativa de la Carta fue inglesa, dice en su libro Time of Decision, Sumner Welles, el subsecretario de Estado que inter
vino
directamente
en la redacción
de
su texto:
“El Primer
Ministro británico (W. Churchill) significó al Presidente (F D.
Roosevelt) su esperanza de que a la conclusión de aquella conferencia, los dos estadistas pudieran publicar una declaración explicando los motivos y propósitos del nuevo mundo que
advendría después de la contienda y de las nuevas relaciones que debían presidir las relaciones entre los Estados después
de la victoria. La declaración podría considerarse como un sumario de los propósitos políticos de todas las naciones que
se hallaban en desacuerdo con el principio hitleriano de dominación mundial. El Presidente expresó su más ferviente aprobación a la proposición inglesa, ya que ésta coincidía enteramente con sus propósitos”.
Esto no obstante, el 9 de septiembre de 1941, el primer minis-
tro británico Winston
Churchill, en una declaración oficial a
nombre de su gobierno excluyó específicamente a India, Birmania y otras partes del Imperio Británico del alcance de dicha Carta aclarando que “en la Conferencia del Atlántico se había pensado principalmente... en los Estados y naciones de Euro-
pa, que están ahora bajo el yugo nazi”.** Y a mediados de 1944,
según información de la prensa en general, el mismo Churchill
declaró que “la guerra había devenido de cada día menos y mé-
nos ideológica”. No es de extrañar, pues, si terminada la gue-
394
lerra cunda el escepticismo. Sin embargo, recordemos que entonces ment A. Atlee, ahora primer ministro británico y
clar primer ministro delegado, al publicarse la Carta famosa
mente
manifestó en un discurso" que:
s0 Cita
de
1945.
s Palme
Palme Dutt,
ob.
Dutt, cit.
El problema
“los pueblos
de CO 0
de India, ed. esp. La Habaná,
así como los blancos particj
del Atlántico”; y añadió: No. cn de los beneficios de declaraciones que han sido hechas iraréi
mi país, referentes a la guerra,
ni
nombre del
libertad y seguridad soci al por ylas cuales luc o negadas a ninguna de 1 Los pueblos necesitan con
inequívocas y efectivas, más e
mediante r eorientaciones
as verbal
diplomáticas, de que las le
£ por la Unión ! promulgado no sólo
de que la
es melifluencias
interesante ; 2tinn 1 Ce por haber sido
Gran Bretaña y los Estados Unidos de Ai
O también por la
mas potencias y sus colonias, millones de ser > he cuyas últi-
sufren iniquidades por el mito de la sangre Par.
hos
aún
recomendable que quienes imponen en pueblos exteaapan)
vencidos la justa derogación de los. racismos discri ranjeros traten con igual ahínco de implantar victoriosamente. atorios,
propias legislaciones nacionales e imperiales, esa mi e en sus isma equi' paración democrática, suprimiendo la fe en la sangre de las ta privilegiadas, como etnocracias e C habrá Tangre cerlo hereditaria de lambién definitivamente
con los mitos
y de las divinas dinastías. Sin dutla,
Alemania y sus
satéli
tendrán que ser reducadas; pero ¿no debemos Cde at Sites bién todos nosotros? Si las razas nó son sino caretas de artificio caras con que se cubren na 4ilas verdaderas Ceras cars personales, si los racismos no son sino “disfraces ideológicos puestos a realidades sociales”, como ha escrito Jacques Soustelle, el antropólogo francés hoy ministro
del gobierno de su patria, ¿no será justo que
también suprimamos la cruenta mascarada en nuestros países si con razón se la prohibimos a los demás? Poco a poco se irán esfumando los racismos y menguará su veneno; pero mientras se use el vocablo raza, que siempre llevará consigo su congénita implicación de animalidad y fatalismo hereditario, toda aplicación de aquél a los grupos sociales será nociva y desventurada, cuando no pérfida. Creemos que el dilema es radical. El vocablo raza en el campo de las rela-
ciones humanas tendrá ineludiblemente su tradicional y falso sentido de predestinación genética. Si sólo se aplica a grupos humanos caracterizados por espectrales semejanzas somáticas,
no se podrá ya evitar que a éstos se les siga atribuyendo por el vulgo supuestos correlativos psicológicos.Y si se usa, aun cuando sea metafóricamente, para ciertos núcleos humanos caren-
tes de una típica homogeneidad corporal, se continuará
dad
tablemente en la insana fantasía de revestirlos de fatalida aquéllos sólo istórica, que es siempre mala, aun cuando
ren distinguibles por una tradicional cultura común. Nada podrá ya limpiar el vocablo raza del estigma
fue-
N e
envilece, por su mala cuna y su mala vida. Á causa de su ori eN
dez y de sus inveteradas aplicaciones, hasta el mismo EA,
raza es de suyo racista, La voz raza comenzó a ser epUé A. 08 seres humanos para su ultraje y sigue siendo contra
395
blasfema. Raza es una mala palabra que no debiera Cuenta n ? que cuando , se mentaba el nom
a
q
en seguida se aparecía con su perversidad A demoni O,Ccirse. éste con aquella otra diabólica palabrota. Apenas se l OCUrriengo ya está su espectro presente y cargado de malicia
de toda invocación a la raza. ¡Vade retro! ¿Habrá, pues, que trasladar la voz r
las voces
muertas
o proscritas?
¿Y
con Cuál
R Menciona
* CNeguemos
vocabulario de
sustituirla? Es tal la inseguridad de la caracteriz a ió con criterios científicos que algunos antropólogos hai a acia] prescindide r la búsqueda de las razas y contentarse Preferido y distinguir
los tipos humanos, sin calificar su lidad. jar mucho tiempo que Broca así lo aconsejaba prudracia entement Hace discípulo Topinard y hoy día
la antropología para Sus. La
caciones tiende a tratar más bien de tipos humanos razas.” Á veces se han confundido las nociones de ti
raza;
E
pero son distintas. El tipo es un mero concepto sinteti
o
de orden morfológico, la raza implica otro concepto com Le mentario y esencial, de carácter genético. El vocablo tipo mo
acarrea consigo un concepto de hereditariedad y predestina.
ción, aun cuando no lo excluye ni prejuzga, y por tanto es me. nos peligroso que la voz raza. Pero, aun
así, no elude el equí-
voco de que trazado un tipo con caracteres somáticos se le quiera dar una correlación psicológica indeleble. Además, también los tipos de población se están desacreditando, porque no son en rigor sino módulos simplemente estadísticos y con frecuencia irreales e idealizados convencionalmente a manera de caricaturas. Se ha sugerido por Humphrey que sea retirado el vocablo raza y sea sustituido por el de casta. Ashley Montagu se une
a tal proposición,
sólo para
ciertos
conceptos
sociológicos.”
Pero no parece prudente esa sustitución. Es cierto que la organización por castas no es racial. Se puede cambiar de casta,
pero no de raza, La casta no tiene visibilidad anatómica, salvo
en circunstancias locales cuando se confunde vulgarmente con la raza. Pero, de todos modos, la voz casta tiene también sobre
todo en el uso corriente, sobrentendidos de generación y herencia y no pocos resabios de animalidad. Aparte de que en el lenguaje culto, particularmente en el sociológico, hoy día el vocablo casta presenta una acepción propia, algo confusa a ve" ces por esos elementos genealógicos y taxonómicos con qué suele mezclarse, pero que depurada de ellos debe ser mantenida si equívocas aproximaciones al concepto de raza. Análogamente ocurre con los vocablos nación, pueblo, len
36
guaje, patria, población y clase, que con frecuencia son errónes mente sustituidos por raza. Pero tal equivalencia no y pS0 io
admitirse ni recomendarse por ser caprichosa, incierta
gada a error.
32 Vea la citada obra de 1928, 3 vols. ss Ashley M. F. Montagu,
E. Schreider, ob. cit., p. 71.
Les
Types
Humains,
París.
Ralph Linton opina que “las ra mo té
rmino son entidades artificiaen el sentid jes ideadas por Pi tigador, , e n de acue
rdo Pa Cree aquél, por tato, ue iendor traza' ha sido empl es no eado con tal impr ecisión que lo más te es reemplazarlo”. Sin em o
vía el vocablo raza ba o, Linton Persiste en usa r toda . simultánrg tronco. No parece que est eamente con los términos cast y a ología trim embre resulelva e carg el pprob leemapaderala lainevitreabisleiónantefiDirmboin elva o loasgíiaa.í EN mism¡ os obstáca ulos ren para la definición de los troncos étnicos, lo reronoce así. “Las dificultades con que % o e para reunir las razas en tron cos étnicos son del mismo por las ya señaladas para den que la Sgrupación de las ca st as en ra za s. Otra r con razas situadas en tr e lo s límites 95 y cuya asignaci ón a uno u otro será siempre problema discut ible. En el noroe
Peicas ste de África, por i ejemplo, vive una raza de característ negroides en cuanto al color de la piel y en menor grado en la textura del cabello,
pero rasgos que por la formase deaproxima la cabeza y muy especialmente en sus corporales mucho más a los blaricos. La
posición exacta en donde deba ser colocada depende en último término del criterio del antropólggo."ss
Sin embargo, este término de tronco étnico resp onde a una tendenci
a que se viene acentuando desde hace pocos lustros. Félix Renault, en 1927, y ante el Congreso Antropológico de
Amsterdam, sugirió el empleo de la palabra etnia en vez de raza. La proposición va teniendo adhesiones. Según Huxley
y Haddon:
“para las actuales poblaciones humanas debiera
prohibirse el vocablo “raza' y sustituirlo por el meramente descriptivo y no comprometedor término de grupo étnico”.* Generalmente se ha solido entender que lo étnico y lo racial se equivalen, usando como sinónimas las raíces de ambos voca blos. Pero cualquiera que haya sido la semántica original de ambas palabras, hoy no son sinónimas. Se entiende que la sino logía, “ciencia de los agrupamientos humanos”, e aEo a no gta a de la raciología. Y hasta se tiende a ir separando
mada
antropología física, que algunos llaman ra logía, de
manera que un grupo “étnico” puede entenderse o os elementos culturales, aún sin una específica caract or erupos
racialidad. Un grupo racial puede comprender a var . étnicos, uno étnico puede incluir a diversos r Ata tes eo des do que ien co dic étni po gru do el ini def u ha tag Mon Ashley
yos ndividues ecie del Homo sapiens una población de laereesp cia. mantienen sus dif ncias físicas y culturale .por rocedimientos aisladores, o sea, barreras geográficas q
es”.27 En esa definición del grupo étnico se en * Ralph Linton, ob. cit., p. 56.
5% Ibidem, pp. 59-60.
%* 3, S. Huxley y A. C. Haddon, ob. cit., P. 220. * Ashley M. F. Montagu, ob. cit., p. 4.
397
minos de clasificac
ión: : e especie, de ] : sur nes y entre éstas se distinguen unas a queque son pp las Poblacio.
grupos étnicos, por sus diferencias físicas y cultural "¡ada S,
Parece todavía confusivo este criter iterjio que ¡ ju minación así las “diferencias físicas como laz .
..
e
2
na deno. dado grupo. El término raza no puede signif icar sino e Un homogeneidad de caracteres corpor .
,
.
n
ales. En po étnico no debiera poder decir sino homo cambi
nia cierta
O gru.
£€neidad de carac.
teres culturales.
También se va advirtiend 1 o cierta tendencej¡ ia r
i
a veces el vocablo poblaciones para evadir el de razas
tiempos pasados habría sido el preferido.
La definición del “grupo étnico” por Ashley Montagu
a
» que en
meja a la de los ecotipos humanos, debida a Turesson Ácas pe diera decirse mejor antropotipos, androtipos o ecorndrorea
Esas terminologías podrían evadir bien el concepto de La Le
dad
somática
y biológica,
con
las erróneas
sus inconveniencias;
pero
indudablemente
implicaciones
ue
suele llevar consigo el término raza, aun cuando no eviten del
todo
la adopción
circulación de tales términos serían preferibles y contribuirian
a ahuyentar los malos conceptos, diríamos que los malos espí-
ritus racistas. Esta
cuestión
de palabras
no
es baladí.
Cada
palabra
tiene
en sí una fuerza evocadora, como si de magia fuera; al fin, voces y grafías no son sino artificios del ingenio humano para
la representación de las cosas y las ideas. Y una mala palabra,
mala por su propio sentido o por la impropiedad de su uso, siempre trae consigo a presencia malos pensamientos.
Hoy día la estrategia de las contiendas políticas se efectúa
tanto con las armas como con las palabras y si se llega a romper los átomos para producir la destrucción del enemigo, tam-
bién se procura romper los conceptos para que el adversario se ofusque y sin luces caiga inerme en la confusión. Por eso los sociólogos se están preocupando mucho por la puridad se-
mántica de los vocablos como una necesidad para poder reor-
ganizar las fuerzas y las instituciones sociales. En su postumo
libro Freedom and Civilization dice Bronislaw Malinowski que “la ciencia de la semántica forma parte de esa vigilancia constante que como precio es necesario para la libertad del miento”. “El lenguaje es un instrumento de acción que IM pd
poderosamente en la conducta humana.” Es un arma que bien bién se moviliza y usa en la guerra, como puede advertiras
en los conflictos presentes del mundo
398
cuando los voca
pa
0 “li
e E e disfrazan como los cañones, para encubrirle al enemigo labra gros o para engañado atraerlo a ellos. Obsérvese a brega que ahora existe acerca del significado de - omprendemocracia, que todos desean retener para si, y hi larias del tante derán fácilmente las refriegas ideológicas y voca zPee es tan día. La batalla semántica por la democracia
mr como la guerreada con los armamentos que dan éste
mismo
ocurre
con el vocablo
raza. Mientras
sea des-
pojado de las mentiras con
ax
pueblos, seguirá con su
d
».
“
lectivo que se da a un grupo de indivi Personas”; como “nombre co. , : sociales”, por ejemplo “gente de maLviduos según sus distingos te
de
pluma”,
sancta”,
“gente del
re
"
“sen
»
gente
de
armas”,
“
gen-
“gente bien”,
o asi mismo por epersonales, por ejemplo, en etc.; “gente de color”; y “ gente adeso da”, etc. ; COMO familia o parentela”; como “nación”, agradeci-
plo, en
“derecho de gentes”; como “pueblo” por ea sjem-
“apóstol de las gentes”; en “tropa o dotación de guerre” por ejemplo “la gente del castillo o del navío”, ete. La voz sente es de granen amplitud pues, aunque es clasificativa indica sólo un “agrupamiento
de individuos humanos” y en nada alude al grupo ni exi , que aquél sea de índole genética. Aunque no lo excluye. cue
criterio específico , . por el cualL se ha definid o el
Posiblemente pueda objetarse que es palabra demasiado amplia y que sería preferible formar un derivado con sentido más
restringido y exclusivo. Hemos leído en escritos de unos antro-
pólogos de Suramérica** la expresión “gentíos venezolanos”
buscada adrede para evitar las inconveniencias de la voz ra. zas. Pero gentío ya tiene una significación muy corriente, como una abundante concurrencia de personas en un punto dado; es un
agrupamiento
temporáneo
y meramente
cuantitativo.
En el lenguaje vulgar, sobre todo por las regiones mediterráneas de España, hemos oído mucho la voz gentada. No sola-
mente como aumentativo de “gente”, así como “gentío”, sino a
veces con un tonillo muy apartador, como diciendo “cierta clase de gente”, poco aceptable por la molestia del número excesivo de sus personas o por la calidad de éstas, etc. Con esa misma desinencia colectiva tenemos en América vocablos de formación
similar,
como
indiada
y negrada,
equivalentes
a
“gentada” de indios o de negros. Es verosímil que esa forma
de palabra tuviera implícito cierto sentido un tanto despectivo,
obedeciendo a la ya señalada tendencia humilladora de aplicar a las gentes sopeteadas ciertas voces del trato de animales,
y así las palabras indiada, negrada y hasta gallegada y judiada
acadéque también figuran como colectivas en el diccionario : : » ista Nacional 88 Julio: Febres Cordero, “Tribus Independientes”, Revista Datos de Cultura, Caracas, 1945. no. 49, p. 52. Lisandro Alvarado, etnográficos de Venezuela, Caracas, 1945.
de la nomenclatura de esse Véase el capítulo I de este libro acerca tas”. , inferiorizadores
vocablos
“racis
399
Sr qozás fueron ¡
como manada, torada, va ada, guada, erentescaballada mulada, bandada, a animal nes asado corner boyada,
grejada, caracolada, ete. Si de “caballo”. oo quitada,
tint. amente los colectivos caballer;ría
nerta y asnada y otros animalescos salieron indierío e indi
«.
1 3€, hicieron “indi, “A Indig.
E
de de “ma indio”
“judio” judiada y judería, de “ganigro» PETETÍO y negrado, de ”
,:
de “mulato” mulaterío y mulatada de o morenada, de “chiquillo” chiquillería y chiquilla
bién de
9
da, etc.
+
“gente” surgieron por iguales da. En el lenguaje castellano este últimorazones g entío y genta. vocablo no es un j sero, Pero, no obstante la raíz latina de ese voca
blo su di nelupudiera tener el obstáculo de su desinencia castellana pusión
mos pues que habrá de ser preferible algún térm ino como 1 indicado
s (antropotipo, androtipo o ecoandrotipo) por las veniencias
a.
de sus raíces etimológicas, de su incontaminad o neo, logismo y de su tecnicismo preciso y claro en la antropología,
De todas maneras lo más inmediatamente aconsejable sería quizas ir restri ngiendo el vocablo raza tan sólo para el uso pro-
pio y exclusivo de la antropología física. Pero esto no elimina
los peligros. Ashley Montagu opina que si se mantiene el voca. blo raza como expresión de una cierta categoría taxonómica para discriminar los diversos tipos humanos, continuará el error de creerse que aquél refleja una realidad biológica; y lo cierto es que si el término raza no tiene una validez sociológica, tampoco la tiene en biología. De todos modos habrá que ir borrándolo cuanto antes del lenguaje de las leyes y de los vocabularios jurídicos, religiosos y escolares. Y mantener una
inteligente propaganda contra el uso de la maldita palabreja
y de las vulgares implicaciones que arrastra consigo, tan tenaz y emotiva como la sostenida incesantemente para difundirla y arraigarla. En ésta, como en muchas otras mentiras convencionales de raigambre secular, parece que no habrá otra via que la de desandar el largo camino e ir llevando la noción científica a todas las mentes y conciencias.
Para que se pierdan el vocablo y sus falsías y nocividades lo indispensable ha de ser destruir ese mito de la raza creado por
la taumaturgia de las políticas malas. La empresa no sera fácil.
Como ha observado Ralp Linton, la antropología física “parece haber tenido muchas más dificultades para romper con ST pasado que las restantes ramas de las ciencias naturales. Es a
la antropología fue al nacer secuestrada por los intereses Me
tenedores de la explotación humana y aún no ha podido
so También
entre
los vocablos
colectivos
aplicados
a gentes de
1
Da
pas Peces respeto están muchachada, chiguillada y mascarada. bras millonada, millarada, dinerada y otras son Mario oras pe0ras
in ica colectivas que los vocabulistas reputan como do A e jactancia y de ostentación; es decir, como dotan ma'a parte. tivos sustantivos de un sentido que los echa a «1 Ralph
Linton,
ob.
cit., p. 38.
rarse de sus presiones,
AN quienes aun acepta la raza es en realidad u Plando arán Justific mito, n polític “como una idea
que
de los propios esfuerzos individua les y cole Además, Sor
esa engañosa
vía
rio, a espalda de toda verdad cientíti ficar el empleo de toda suerte de mitos damental
y reconocida falacia, e
aglutinación dada. Es lo que han
rias. Benito Mussolini tuvo razón cuan do
; %poa andar a justio
ee
í
En SU fun-
j
ticas rtalita
sentimiento, no una realidad”.* Lo cismo empleara esa fuerza emocio cual no impidió que llas nal de la mentira racista ara sus arteros propositos de conquista y supeditación Com a l mismo hicieron los nazis. Un dipl omático de Hitl poco antes de la gran guerra, inspirado por la propaRandeciala Rossenberg, el apóstol de la mística nazi: “Sabemos que la raza no es una realidad, pero el racismo es una fuerza emotiva real y capaz
de intensidades pasionales; pero por eso precisamente
lo empleamos
nosotros
en nuestra política totalitaria. En este
sentido, añadía, nuestro arianismo y nuestro antijudaismo son
verdaderos”. Esos racismos, como tales y sólo como impulsos
de reacciones y fanatismos colectivos, sí son reales; pero las razas por las cuales se mata y se muere no son sino mitos, creados o mantenidos por quienes tras de esas fantasmagorías pretenden encubrir sus verdaderos propósitos e inquinas, imper-
donables ante la ética contemporánea.
En estos tiempos está creciendo el uso del vocablo y del con-
cepto de cultura, apartado totalmente del de raza. Cultura como típico y complejo conjunto de medios artificiales que funcionan en un grupo humano para su cohesión y lucha por la vida. Ciertamente, la cultura no significa lo que la raza quiere sig-
nificar. Aquélla es una clasificación humana por sus típicos
medios de vida, por su conducta social; ésta es sólo una tenta-
tiva de clasificación física y morfológica. En la idea de una
cultura caben razas distintas, como en el hipotético concepto de
una Traza han entrado siempre diversas culturas.
o
La cultura es un concepto esencialmente humano y socolS, noY gico; la raza es de carácter exclusivamente zoológico.
se quiere emplear la palabra cultura, precisamente por sora
nificación efectiva y social, libre de toda la carga que e Asi ¡ elel e cony mitológicamente se hace gravar sobre la voz 7024. “2 Eric Voegelin, ob. cit., p. 283.
and Rebels, Nueva York, * Rene Fullop-Miller, Leaders Dreamers
1935, p. 422.
401
cepto de cultura y su vocablo adqui
trascendente e ineludible responsabilidad. una grande, cierta,
A los zoólogos y antropólogos acaso í términos subespecie, variedad y tronco o Eo.
bastarles los
por su sentido y su neologismo los citados vocablos, aun serían
ecoandrotipo. Á los sociólogos quizá les será prefer
bra cultura, que, esa sí, es un efectivo aglut inante
rotipo o
€ la pala.
_De todos modos, el ostracismo del vocablo raza fácilmente hacedera. Su destierro requerirá una po SL cosa ideológica y la subida al poder de las nuevas ideas aecista os que ahora comienzan a dejarse sentir con fuerza. La map bra está muy enraizada en el habla común así como en e Pola.
samiento general; y son muchos
y poderosos los interesad pen-
mantener su vigencia. Las palabras no son sino símbo los aunque biológicamente la raza no exista, esto no impedirá. G ue
muchos
sigan
empleando
ese
vocablo
arbitrariamente
Ara
expresar encubiertamente sus ideas inconfesables o razona e zar sus actitudes a favor de sus privilegios de clase o de sus
ambiciones de nación.
:
,
Ciertamente, en más de un sentido, puede hablarse de “e] espectro racial”. Las razas son como espectros; irreales pero inspiradores
de
muy
fuertes
emociones.
Por
eso
mismo
son
más temibles los racismos. “Yo no creo en fantasmas, pero les de Staél. Máxime
tengo miedo”, decía madame
pectro racial” se mueve
cuando “el es.
al conjuro de los vivos. La raza es un
mito infame; como ídolo terrible que bebe sangre humana y pide holocaustos, que esclaviza a las personas y los pueblos, ciega sus conciencias y emponzoña sus vidas. “Si el progreso humano ha sido señalado por una inacabable serie de vicisitudes iconoclásticas, y el gran iconoclasta de todos los tiempos ha sido
el espíritu
de la ciencia
experimental”
(Garth),
a este
redentor corresponde acabar con
las raciolatrías y liberar a los
Hay
que desracificarla. Hay que
seres humanos de sus fanatismos. Hay que lograr la desracia-
lización de la humanidad.
exorcizar a ese mal espíritu que es el espectro racial, librándonos de sus pavores. La sociedad humana, que creó las razas, habrá de suprimir-
las. Trabajemos para que al destruir tales quimeras :no tenga ella que experimentar tan horribles dolores como hizo sufrir por su creación. Todos los seres humanos, dignamente humanos, debieran ayudar a la buena faena de ir desvaneciendo esos fantasmas enemigos que son las razas; doblemente inhumanos, tanto por irreales como por crueles.
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tional Abilities, 192%,
416
control
NL
:
»
¡
ental end Edios.
ÍNDICE ONOMÁSTICO A Asu:
71.
ABRAHAM: ApacHi:
98,
55.
99.
ADÁN: 294, 319, 320, 345, Abnison, Thomas: 103. Acassiz: 227, AGRAMONTE, ROBERTO: 33.
AcuiLó: 44. AcuirreE BELTRÁN, GONZALO: AcusTÍN, SAN: 42, 69.
ALCALÁ
GALIANO,
ALbricH, CHARLES ALexeva: 181.
ANTONIO:
RobEnTs:
387,
52.
224, 297.
Auronso X, el Sabio: 43, 379. AuLprorrT, F. H.: 280, 281. Amenoris IV: 39. AMNION: 338, Ammon, Orro: 135, 321, 330. AÁPFELBACH: 284.
Aquino, santo Tomás De: 65, 212.
ÁnrcmHer, WiLLiaMm:
99.
ARCINIEGAS, GERMÁN:
:
, 294.
329.
123, 168, 170, 171, 248, 288. 99, 88, F.: M. Monracu, Asuter 383, 396, 397, 398, 295, 300, 301, 374, 381,
AVARYAN:
Avicena:
181.
212.
ÁviLa Camacuo, MANUEL:
391.
417
BabprITT, mister:
196.
Barzz, K. E. von: BalsT: 42. Bak, THeoporkE:
346.
Bacon, Bacur,
Francis: 599. R. M.: 261.
BaLzac,
Honoré
45, 288, 376.
px:
169.
Barnzs, H. Eanz: 160, 360. Bazrzun, J.:* 59, 113, 134, 372, 382.
Basauri, Canos: BAsTIAN A.: 346.
387.
Baurr: 85, 200. Bzan, K. L.: 85, 276.
BEETHOVEN, LUDWIG Brix: 80. BeuLinNG: 146.
BeNxzbicT, RurH:
Bencass1
Y Luxán,
VAN:
89, 90, 131, 170, 288, 37L JoszrH
BENITO DE PALERMO, SAN: Benson, G. R.: 337 BerGErR, Morrog: 94. BERGSTRASSER,
G.:
BrrILLoN, EnGar:
Berman,
L.:
233.
227.
JoAcHin:
208.
43.
97,
BERNARDINO DE SAHAGUÍN, FRAY:
Berner, Francols:
Brar, HeNrY:
208.
202.
56.
44.
BersonY: 333, BERsTEIN, FéLix: 91. BERrTILLON, ALPHONSE: 118. BETANZOS, FRAY DOMINGO DE: 214. BIERENS DE Haann, J. A.: 226, BrksHENvEL, S.: 226, 267, BisLmez, H. J. T.: 91, 92, Biner, ALrreD: 255, 262, 283, 285. BINGHAM, C. W.: 276. Bismarck, Orro: 338. BriTTNER: 182.
BLackwoop,
418
BeATRiCE:
BLASKESLEE: 175, BLEULER: 236, Brock, Oscar: 54. LUMENBACH, JOHANN
254, 268, 270.
FRIEDRICH:
59,
60, 89, 103, 128, 129, 133,123. 134, 135, 170, 191, 193, 195, 196, 198, 200, 221, 228, 230, 244, 264, 278, 306, 307, 308, 309, 318, 320, 321, 325, 326, 275, 342, 343, 350, 360, 362,
Boas, Franz:
BorTTIGER, L. A.: 364.
372, 373, 374.
BonLzE:
277,
Bonfvas, Simón: 31. Bonp, Horackz M.: 86
BorN, BERTRAN
BouLÉ,
DE:
ri
MARCELLIN:
BrabLeY: 120. BrRaAzHÍHM, M.: 219, BrewToN,
Berry:
64,
364, 373
BaicHorr: 227. " BaipcEs, C. B.: 142. BRIGHAzo C. C.: 256, 262. Broca, PauL: 72, 78, 81,
Brown, Ina CORINNE:
BrowN, W. L.: 299, Baycx, Lor: 35. BucGLE, = T.: 346, BurFoN, GEORGE A
a,
197, 221, 396,
Louis LEcLERC, CONDE px; 56, 58, 63,
BurnHaM:
281,
BuysseNs,
Pau:
BuxtToNn, L. H. Duprey:
Byron:
19
227
219.
199.
C Caín: 86. CALVINO: 237,
Cam:
29, 58.
Camper, PieTER: 80. CaARrREL, ALrxis: 224. CArTWRIGHT, G.: 74, 86. Carus, CarL Gustav: 60. Casas, FRAY BARTOLOMÉ DE Las:
45, 55, 109, 205, 211, 212,
226, 234, 235, 297, 304, 316, 349.
Casas, Juan Bautista: 30. Caso, ALroNso: 378, 387. CASTEJÓN, FEDERICO: 213.
CAsTELLANOS, IsraEL:
73, 76, 71, 87.
CastzE, W. E.: 142, 168.
Castro, Rarmunpo pe: 77, 87, 112, 19, 199. CervANTES, MiGUEL De: 51, 52, 97, 297, 389. Cicerón, Marco TuLio: 290.
Cuam Price, J. Sr.: CLaparéDE:
CLARAMONTE:
281.
52.
263, 270.
419
Cuanx, E.: 233, 257, 260, 261, 273. Cuauss, LunbwiG FERDINAND: 217, 218, 277, Coso, Bernamt: 38, 46, 53, 70, 78, 79, 83. Coon1, G.: 216, 315, 332. CoLón, CrisróñAL: 69, 70, 316, 356. Comas, Juan: 68, 365, 367. Comte, AucusTo: 277. ConxuiwN, G.: 151, 163, 176, 230, 296, 300, 302, 311. Coprérnico: 217. Corrzas, Gonzano: 211. Corrzus: 152. Conrés,
HeErnNÁN:
69.
Costa Marros, VICENTE DA: 97 CoTTEVIEILLE-GIRAUDET, RemY: 67. COUuTINHO,
Ruy:
111.
Couro pe MacaLHars: 214, 215. CovARRUBIAS, MIGUEL: 387, CovARRUBIAS Y OROZCO, SEBASTIÁN DE: Cowbry, E. V.: 183, 200, 203, 262.
Crarrs:
48.
89.
CrawrorD: 59. Cristo: 65, 141, 241, 294, Crusok, RoBINsSoN: 302. Cresias: 69. Cumí Y SoLer, Marjano: 205, 211, 213, 231. Cunarp, Nancy: 210. CUNNINGHAN, DANIEL JOHANNES: 265. Curino: 147, 333, Cuvier, GrorcE: 58, 320.
CH CHurchHiLL,
:20
WinsTON:
394.
D DAHLBERG,
Darrs:
199.GUNNAR:
129 , 154, 300, 372, 381.
DanisL,
RosznrT P.;
78, 27
DARWIN, CHARLES Rommar;
144 180
Davip: 71. Davis, J.: 360. Dawson, CARL ADDINGTON:
381.
DAVENPORT, CHARLES Ba NEDICT;
De
$89,
ALMEIDA:
160,80 A, se, 379.
DesrUCH: 181. DENDY, ARTHUR: 165, DENIKER, JosxpH: 59, 67, DxPxx, E.: 233,
DescArTES, RENÉ:
294,
Díaz, Porrimi0: 219, DrpzroT, Dionisio: 294, Dios: 33, 69, 119, 120, 208, 211, 214
Dr TuzLio, BeENiGNO:
230.
316, 319, 322, 919,
Dixon, ROLAND BurraGe: 67, 82, 133, DOBZHANSKY, THEODOSTUS: 125, 130, 131, 139 173, 174, 177, 184, 201, 203, 318, 319 156, 158, 167, 332, 372, 373, 377, 381. DONALDSON: DONNISON:
86, 227, 228,
89.
DosY: 42. Dou, Lino: 387, Dover, C.: 219, 263, 325, 330, 377. Down: 86. DunTLEY, S. Quina: 70. Durr,
Pame:
394.
E Ebwazos,
Erron,
D.:
E. A.: 278.
70.
ExcxsteoT, Econ FrEImERR von: Emstein, ALperT: EnceLmam: 42.
142.
Erman, AoLF: 39. Eumank, Eartx E.: 362. Eva: 319.
Evoza, J.: Ewan:
131, 217.
284,
59, 123, 134, 216, 248.
421
FarecmiLo, Henry
Prarr:
49.
Faris, ELLeworTH: 301, 381. Febres CorDero, Junio: 399. FEIERABEND, K.: 43. FrrGU80N, G. O.: 271. FERNÁNDEZ pr Ovizbo, GonzaLo: 44, 45, 54, 115, Fick, L.: 266, 267. Finor, Jean: 41, 54, 313, 338, 377. Fiamin: 360. Fismzr, Eucen: 59, 85, 193, 200, 323. Fuieurx, H. J.: 383. ForzY, Jonn: 275, FRANCE, ÁNATOLE: 227 Frasem Roberts, J. A.: 310. FraseETTo, Fabio: 229, FreEMAN, FRANK SAMUEL: 118, 262, 263, 307. FhreiTas, Ocravio DE: 109. Frzeun, Sicmunb: 206, 284. FreYreE, GILBERTO: 264. FRIEDENTHAL, Hans: 193. FrirpDmaN-BUCHMAN: 228. FRISCHEISEN KHoLeER, loa: 275. FrómuicH: 102, FourLLÉr: 282. FuLoP-MiLueR, René: 401.
G GALENO, CLAUDIO: 234. Gazz, FrANz JosrrH: 80, 213,
GALTON, Francis:
63, 88, 253, 290, 308.
GAMILLSCHEG: 42. Gamio, MANusL: 53, 387,
390.
GarTH, THOMAS RUSSELL: 220, 256, 267, 268, 270, 272, 273, 277, 279,
286, 287, 346, 347, 351, Gaucn, Herman: 36, 215, Gencis-KHaAn: 367. GesELL, ARNOLD: 231. GerrYs, WARNER E.: 381.
376, 381, 402.
1asoN: 80.
LAND,
A.:
233,
GuvÉs DE SEPÚLVEDA,
G103A, MELCHOR: GIUBBILE!:
257,
364.
JUAN:
260, 261, 273 214,
:
54.
GLIDDON, GEORGE R.: 59,
GOBINEAU, JosEPH ÁRTHUR, CONDx DE: 251, 329 36 .
GosBBELB:
:
220.
GoLDENWEISER,
A.:
,
127, 132, 192, 263, 273 339
GoLnecHMIDT, RicHanD;
177, 228,
GÓNGORA Y ARGOTE, Luis DE:
1, 338,
pe
208,
Górzx, A.: 42.
, 33
Guar, JaxoB: 314, 315, GseanT, MADISON: 338. GrauBARD, Mark: 35, 93, 188, 295, 349, GRAY,
C.
T.:
276.
Gazzn, Otis H.: Ghro088:
283,
54.
285.
Guaco: 108. GUENEBAULT, J. H.: 86, 96, 97, Sai E F. K.: 84, 215, 216, 218, 217, 313, 314, 315,
GurHE, CarL
EucEN:
198.
H HamsBURG: YA, 145. Habpon, ALFRED CorT: 67, 73, 77, 128, 196, 271, 272, 288, 301,
302, 322, 328, 330, 380, 381, 383, 397.
HaxckeL, Ernsr HeINrIiCH : 59, 76, 145, 342.
EAGATA:
GERTY:
321.
255.
AnE, Jomy Burnon SanDERsoN: 85, 89, 93, 113, 5
146, 148, 173, 182, 183, 225, 273, 275, 286, 341, 355,
HampLY, WiLrreED D.:
HAMILTON, J. A.:
82, 229, 260.
227, 230.
N, J.: 248. Hanxiws, Frank HamiLTON:
423
79, 126, 127, 176, 200, 201, 202,
324, 327, 329, 347, 352, 353, 361, 362, 372.
VELOCK, ELLis:
99, 343.
ER, JOHANN
GOTTRIED,
HexcxzxL, Kart O.: 107, 246.
VON:
59, 346, 373.
3/0.
-9
HarnNÁnbez, Jos: 361. HermERA: 44. Henrero-García M.: 97, 211.
Hersxovirs, MeLviLLE JEAN:
381, 387. Hearw:iG, BArDEN:
Hxa7z, FaizbaicH:
89, 193, 194, 195, 265, 279, 380
144, 177.
86, 234, 274, 323, 325, 332, 337, 338 34]
346, 348, 352, 358, 359, 377. pe HinnzrE: 94, 228. HinrTON, R. T.: 233. HrrócraTes: 141, 234, 235. Hrascn, AuvcusT: 111. HiascH, N. D. M.: 198, 229, 265. HimscHFELD, MAGNU58: 56, 81, 93, 333, 357, 379, 383. HrtuerR, AnoLF: 217, 219, 338, 357, 401, HocBxrN, LANCcELOT Thomas: 89, 145, 189, 228, 271, 299, 307 308, 311, 375. ' HozzincEkx, K. J.: 118, 307. -
Homero:
76, 80.
Homes, SAMUEL Jackson: 110. Hooron, ErnesT A.: 101, 137, 190, 231, 256, 324, 345, 368, 369, 374, 376, 381. HORNBOSTEL, VON: 215. Hornzz, W. E.: 96.
Hoarw:1G,
HosxIN8:
O.:
233.
272,
274,
141.
HousTon, S. CHAMBERLAIN:
81,
Hrouicka, ALes: 183, 195, 200, 202, 203, 227. HumboLoT, ALEXANDER vON: 96, 98, 99, 346, 350. Humpuexys, S. K.: 338, 396. HUNTINGTON, ELLsworTH: 167, 342. HuasrT: 183.
HuzzrzLp, L, Y H.:
HuscHke:
84, 85.
91.
HuxLeY, JuLian S.: 59, 67, 73, 128, 130, 160, 165, 176, 196, 271, 272, 287, 288, 301, 302, 322, 328, 330, 383, 397. Huxuery, T.: 324.
41 ISRAEL: 41, lvanovskrI:
145,
IvVANOV-SMOLENSKI:
242, 285,
:
JAEGER:
99.
JAENSCH: 238, 240, 248. JarrT: 58. JANKOW8KY: 200, JErrERSON, THOMAS: 337, JumovÁ: 294, 319. JENKING, MARTIN D.: 267. JENNINGS, HERBERT S.:
348,
JobL, FRIEDRICH:
150, 156, 263, 209, 373,
Joz Louis: 357. JOHANNSEN: 162. JOHNSON, CHARLES S.: 86. JOHNSON, Guy B.: 276. JoHNnsoN, J. W.: 99.
JOHNSTON, SIR Harry H.:
328,
JOUNOD, HENRI A.: 87. JUNG, CARL Gustav: 236, 283, 284, 285,
K KanT, EMMANUEL:
KATZENELBOGEN:
KaursxY, Kar:
60, 227, 237, 379.
228.
62, 190, 331.
KEERGAN: 84. KziTH, sir ArTHur: KeLLER: 263.
101, 102, 103, 134, 135, 245.
KeLLY, T. L.: 256. KLAATSCH: 317. Kiuemm: 60, 218. KuineBERG, Orro: 65, 89, 99, 100, 102, 103, 260, 263, 264, 265, 271, 274, 281, 324, 379. Kuuce: 42. KuxbBERG, MADELINE: 77. KoLLmanN, S.: 88. Kossima: 219. Koster, HeNrY: 221. Kosrov: 181.
KovaLevskaYa:
Krarpeiin, Emi:
181.
235.
495
Exnstr104, 105, 107, 234, 235, 236, 237, 238, 239
Knestcumen,
240, 246, 248.
KROCcHER : 242.
KRoEBER, ALFRED LOUIS: 67, 72. 176, 327, 340. Krocman, WILTON MARION: 90, 103, Kruse: 198. KwaLwasser, Jacob: 276.
L 303.
LarArGUE, JOHN:
227.
La FONTAINE, JEAN DE:
LaxorTscH:
42.
LAMARCK, JEAN BAPTISTE: 119. LANDOGNA-CASSONE, FRANCESCO: LANDSTEINER, KarL: 92. Lance:
306.
Lanier, L. H.:
265, 276.
Lawrence, WiLLiaM:
Lazoursk1:
108.
284, 310.
Le Bon, Gustave:
100.
338..
Le Fur: 65, 203, 204. Le RiverEND, JuLto: 387. LEGENDRE: 75.
Lens: Lenz:
85. 277.
León x11, PAPA:
213.
León, NicoLás: 48, 53. LeroY-BEAULIE, ÁNATOLE: 97. Levin, G.: 230. Levy: 43. Lévy-Brumt, Lucien: 338. Lewis, JuLIaN HerRMAN: 74, 77, 87, 88, 110, 112, 113. LINCOLN, ABRAHAM: 365. LinosLeY: 94.
LINNEO, CARL vON:
426
58.
LinronN, RaLPH: 121, 136, 318, 329, 397, 400. Lips, JuLrus Ernest: 352. LrirscHuTz, ALEJANDRO: 42, 103, 104, 319, 360. Lrrreé, Emo: 54. :
Lockz, ALLEN:
Lockx, Joun:
Loxa, Jacques:
Lo1s:
29.
Lomroso,
387.
294,
305.
Cesare:
84, 213, 231.
141,
Lo0UWENHOOK:
LopPxz DE VeGa: 52, LÓPEZ DE GÓMARaA, F RANCIBCO:
LorzY: 321. Low:E, RoBErRT H.:
LuscHaAN, FéLix von:
127.
309,
60,
Luxán, María Ana pr; 208% 340 35,
AN,KO, R. PD. 107. LYMSEN _LY 177, 179, 18h Luz Y CABALLERO, José DE La:
zL 182,
M MAcAuLIrFFE, León: 231. MACCRONE, Jan Douctas: 344. .Maclver, RoBerT Morrison: 150, 163, MacLran EsTENÓS, ROBERTO: 387. MAHOMA: 41. MALAPERT: 252. MALIN08, BRONISLAV: 228, 254, 260, 347, 351, 358, 375, 377, OW8KI,
MaLL:
89.
MANOUVRIER, LÉoncE: 340, Marco Poo: 69. March, Ausias: 44. MarINEscO: 60.
Marrí, José: -29, 327, 360, 382.
MarriaL, RENÉ: 91, 204, 287. MartTíN Fierro: 209, 361. MarTIN, RupoLF: 76, 198.
MARrRxow, voN:
94.
MasaRrYK, Tomás GARRIGUE:
Mason, J. A.: 378. MassE, F. M.: 98. MasseY, GeraLD: 39. MasTaI:
62.
97.
Mayer, AnDré: 144. McDoucatL: 281.
McGraw, M. M.: 265.
MeLrao:
89.
EINHOFF:
1
359.
MenDEL, Joman Grecor: Ménbes, J.:
97.
MénDez Prñare, R.:
MennocA,
RENATO
33.
F. M.
152, 153, 159, 160, 179, 182. oe: 96, 387.
MeakeENscHisEGER: 200. MERLIN, CONDESA DE: 51. MexziuL, M. A.: 254. MeraLNiKov: 118, 138. MeYuer-Luraxe, W.: 42. Micnurun, 1. V.: 180.
- MIJAILOV8KI: 284, Miu, J. S.: 346. MiLuza, G. S.: 102.
MiuLer, HenbrrT A.: MILTON, JUAN: 59.
MINxowskKyY: 236. Mimscn: 229,
MIvENOvAa, A. N.:
Moisís:
217.
MoJoa, AcreDI:
MoNchHiN:
134.
271, 380.
307.
98.
MoNTAGUE, Comns, W.: 87. MONTANDON, GrEorGx: 88, 94, 106, 200, 317, 327,
MONTESQUIEU,
CHARLES
DE SECONDAR,
Monrozo, Octavio: 142, 197. Mozranr, G. M.: 81, 133. Morcan, Thomas HunT: 142, 178, 185. Mox:arrY: 102, MoxugY, RomzmrT8: 134. MosnesuH: 286. MUuzzx, H. J.: 142, 177, 346. Munrozxn, W. B.: 265, 272, 359,
MussoLInt, BeniTo:
401,
BARÓN
Dx:
208.
Mernns, eS S.: 359, YBDAL, GUNNAR: 88, 99, 100, 113, 258, 259, 261, 266, 27 363, 365, 383. 0, 274,
N NAPOLEÓN: 227, 233, NebriJa: 44, NezDHAM, J.: 119, 231. 428 NemiLov, A.: 118. NeuviLLe, Hen: 202, 324, 380. Newman, H. H.: 118, 307. N:icÉroro, ÁLrEED: 196, 206. Nicozar, JorGE F.: 360. IETZSCHE FriEDRICH WiLue :
Noé: 29, 58, 208, 293, 294, 320.
8
.
NORDAU, Max:
NORDENSTRENG,
Norr, J. C.:
En
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