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Karl De la crítica de la filosofía del derecho de Hegel (1843-1844)
EDICIÓN DE GASTÓN CALIGARIS Y FRANCISCO GARCÍA CHICOTE
U imensión C lásica TEORÍA SOCIAL
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De la crítica de la filosofía del derecho de Hegel (1843-1844)
Uimensión Clásica TEORÍA SOCIAL
Uimensión Clásica TEORÍA SOCIAL
Director de la serie: Esteban Vernik La Serie Teoría Social reúne obras que son muestras del estado latente de la modernidad. Si la historia del pensamiento social y humanístico delineó un conjunto de textos clásicos sobre el legado modernista, a su sombra restan aún por recuperarse contribuciones incisivas que conservan viva la inquietud sobre los fundamentos de nuestro presente. Max Weber y Karl Marx Karl Lowith Traducción de Cecilia Abdo Fert'Z Introducción de Esteban Vernik Posfacio de Luis F. Aguilar Villanueva
Introducción a la ciencia de la moral Georg Simmel Traducción de Lionel Lewkow Prefacio de Daniel Chernilo Posfacio de Esteban Vernik
La cantidad estética Georg Simmel Traducción de Cecilia Diaz lsenrath Prefacio de Esteban Vernik
Los empleados Siegfried Kracauer Traducción y notas de 1v\ig11el Vedda Introducción de lngrid Bclkc Prólogo de Walter Benjamín Posfacio de ¡\,\iguel Vedo de He_qe/. Pról. de A. Sánchez Vázquez. Trad. de A. Encinares. Editorial Grijalbo, Ciudad de México; 4. (1978). «Crítica de la Filosofía del Estado de Hegel», en Marx, K., 1Jfa111Mcrit,1,1 {)1• Parf.1. E.xrito,1 c)e lo,1
·.lnuarti.1,1_/im1c0t1lema11e,1,> ( 18.:f.:f). Trad. de J. l\'1. Ripalda. Obras de Marx y Engels (0.1\\E 5). Crítica-Grijalbo. Barcelona, 1978, págs. 1-158; 5. (1982). «De la crítica de la filosofía del Derecho de Hegel», en Marx, K., E,crito,1 de ;i11•mlud. Pról. y trad. de W. Roces. Obras tundamentales de Marx y Engels. Tomo l. Fondo de Cultura Económica, Ciudad de México, págs. 319-138; 6. (2002). Crítica de la jilo,14ía . Francés, «inapropiadamcntc,,.
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contra el burgués. Apenas osa la clase media concebir, a partir de su posición, el pensamiento de la emancipación, y ya tanto el desarrollo de las condiciones sociales como el progreso de la teoría política declaran esta posición misma anticuada o por lo menos problemática. En Francia basta con que uno sea algo para que quiera ser todo. En Alemania, para ser algo, uno ha de renunciar a todo. En Francia, la emancipación parcial es el fundamento de la universal. En Alemania, la emancipación universal es cmzJ,'tio ,1i11e qua non 16 de toda emancipación parcial. En Francia, es la realidad de la liberación escalonada la que debe parir toda la libertad; en Alemania, esta debe ser parida por la imposibilidad de la liberación escalonada. En Francia, toda clase popular es idealt:,ta po/[tico y se siente a sí misma ante todo no como clase particular, sino como representante de las necesidades sociales en general. El rol del emancipador pasa, por tanto, ordenadamente en un movimiento dramático por las diferentes clases del pueblo francés, hasta llegar por último a la clase que realiza la libertad social no ya bajo el presupuesto de ciertas condiciones que se hallan fuera del ser humano y que sin embargo son creadas por la sociedad humana, sino que más bien organiza todas las condiciones de la existencia [Existenz] humana bajo el presupuesto de la libertad social. Por el contrario, en Alemania, donde la vida práctica es tan carente de espíritu [Geist] como la vida intelectual [geistig] lo es de practicidad, ninguna clase de la sociedad civil tiene la necesidad y la capacidad de la emancipación universal hasta que es ella 16. Latín, «con1-.
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«Puesto que la voluntad se da ... la forma de la .,i,,_qularidad, es voluntad que decide, y solo como voluntad que decide es ella voluntad real».
En la medida en que este momento de la «decisión última» o de la «autodeterminación absoluta» está separado de la «universalidad» del contenido .V de la particularidad de la deliberación, se trata de la ,•o/untad rml en cuanto ar/,itn~,. O: «El ar/,itrú, es el poder principesco», o «El poder principesco es el arbitrio». § 2í6. «La determinación fundamental del Estado político
es la unidad sustancial en cuanto idealidad de sus momentos, en la cual: a) los poderes y asuntos particulares del Estado se hallan tanto disueltos como contenidos, y únicamente contenidos no como independientes, sino en la medida en que solo tienen una justificación tal y tan amplia como la que se halla determinada en la idea del t"dt,;14 en cuanto que provienen de .,u p,,,)er3" y son miembros fluidos de este, como de su yo [Selbst] simple» . .11/-Jre_qad,,: «Con esta idealidad de los momentos ocurre lo mismo que con la vida en el cuerpo orgánico».
Se entiende: Hegel solo habla de la idea de «los poderes y los asuntos particulares,,. Han de tener únicamente una «justificación tan amplia como la que se halla determinada en la idea del todo», han única34. Énfasis Je ,"v\arx.
35. Énfasis de Marx.
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mente de «provenir de su poder». Que esto haya de ser así se encuentra en la idea del m:9a111:1nw. Sin embargo, tendría que haberse desarrollado cómo se ha de realizar esto. Pues en el Estado debe regir la ra.Ztí11 condcti:nte; la necesidad ,1a,1fancial, meramente interior y por ello meramente exterior, el ensamblado casual de los ,,poderes y asuntos» no puede IIVII. 251 hacerse pasar por lo racional. § 2í7. ~) «Los asuntos y actividades particulares del Estado le son propú1.1 en cuanto sus momentos esenciales, y están ligados a los i'ndil'ú)u,1,1, quienes los aplican y ponen en funcionamiento no con arreglo a su personalidad inmediata, sino únicamente con arreglo a las cualidades universales y objetivas de estos, y de ahí que estos se hallen unidos de manera exterior y casual con la personalidad particular como tal. De ahí que los asuntos y poderes del Estado no pueden ser pmpierJad pri'Mda».
Es evidente que si los asuntos y actividades partimlare,1 son caracterizados como asuntos y actividad Je/ E,taJo, como a,1wzlo del E,tado y podo· del E.ita Jo, no son propiedac) priMda, sino pmpieJad dd E,tado. Esto es una tautología. Los asuntos y actividades del Estado se hallan ligados a individuos (el Estado solo es activo a través de individuos), pero no al individuo en cuanto [individuo J/í.1ico, sino en cuanto e.Ita tal, a la malicYt,J e,,tata/ del individuo. De ahí que sea ridículo que Hegel diga que ellw «se hallan unidos de manera e.rlffÚ1r y ca,11111/ con la personalidad particular mmo tal». Más bien se hallan
[,\hNL1srnrn, lll·. K~1·.L'1/.N ,c11. C1d'l'IL.I m. 1..1 l·IUJS()J'iA m.1. J)l:Jll'CI lll u1-,
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88. 89. 90. 91. 92. 9."3.
Énfasis Je Itnfasis de Énfasis de l~nfasis ele l~nfasis de Énfasis de
l\\arx. Marx. l\\arx. Marx. Ma,·x. 1'\farx.
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interé.l de estas esferas particulare,,, y según este aspecto
su autoridad descansa sobre la confianza de sus colegas y conciudadanos; pero, por otro lado, estos círculos deben subordinarse a los intereses superiores del Estado, por lo cual resultará, para la ocupación de estos cargos, en general una mezcla de elección común por parte de estos interesados y de ratificación y determinación superiores».
Simple descripción de la situación empírica en algunos países. § 289. «El fi'rme 111a11teminient11 del iizteré.• llllLl'n;,a/ del .E,tado y de lo le,qa/ en estos derechos particulares y la reducción de ellos a aquel exige un cuidado por parte de repre,1enta11tc,1 94 del poder gubernativo, los ji111ci,111ario,, ejecuti,•o,, del .E,tado y las autoridades superiores, consultivas en cuanto que se constituyen colegiadamente, que convergen en los niveles superiores en contacto con el monarca».
Hegel no l)e.1arrollá el poder _{Jllhemali""· Pero incluso si este fuese el caso, no ha demostrado que el poder gubernativo es más que ww ji,ncúfn, una determinación de todo ciudadano del Estado, solo lo ha deducido como un poder .iepamdo particular porque considera «los intereses particulares de la sociedad civil» como algo que «yace fuera del universal en sí y para sí del Estado». [Observación al § 289] «Así como la sociedad civil es el campo de batalla del interés privado individual de todos
94. Énfasis de Marx.
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contra todos, así aquí95 tiene su asiento el conflicto entre ese interés y los asuntos particulares comunitarios, y de estos dos juntos% con los superiores puntos de vista y disposiciones del Estado. El espíritu de la corporación, que se genera en la legitimación de las esferas particulares, se transforma en sí mismo al mismo tiempo en el espíritu del Estado, porque posee en el Estado el medio de la conservación de los fines particulares. Este es el secreto9¡ del patriotismo de los ciudadanos, saber que el Estado es su sustancia, porque98 este conserva sus esferas particulares, su legitimación y autoridad como su bienestar. Puesto que el espíritu de la corporación contiene de manera inmediata la radicación del particular en lo universal. en él se hallan la profundidad y la fuerza que tiene el Estado en la convicción».
Notable I) por la definición de la sociedad civil corno bellum ornnium contra ornnes; 99 1 1501 2) porque el e_qoí.11110 pr/i•atJo es revelado como el «,1ecrel,1 del patn~1/1:mw de lo,, áudada1111.1» y como la «profundidad y fuerza del Estado en la convicción,,; 3) porque se considera al «ciudadano», al hombre del interés particular en oposición con el universal, como el miembro de la sociedad civil en cuanto «individuo fijo», en cambio, el Estado se enfrenta a los «ciudadanos» igualmente como «individuos fijos».
95. 96. 97. 98. 99.
Énfasis de Énfasis de ltnfasis de Itnfasis Je
Marx. ,\larx. Marx. Marx.
[41.tín, «gut•rra ele todos contrn todos».
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Kw1. M,,1rma de la 111odtjicac1~i11».
Es decir: la constitución e,, con arreglo a la ley (la ilusión), pero del'Letit' con arreglo a la realidad (la verdad).
Con arreglo a su determinación, ella es inmodificable, pero se modifica en el plano de lo real, solo que 11671 esta modificación es inconsciente, no tiene la forma de la modificación. La a¡,an~·ncúz contradice la r,1encu1. La apariencia es la ley C11n1cú•11lt' de la constitución y la esencia su ley i1zc,111.1cil'11lt', que contradice a la primera. Lo que está en la naturaleza de la cosa no se halla en la ley. En la ley se halla más bien lo contrario. ¿Entonces ha de ser lo verdadero que en el Estado, que para Hegel es la existencia suprema de la /1!,rrtaJ, la existencia de la razón consciente de sí, no sea la ley, la existencia de la libertad, lo que domina sino la ciega necesidad natural? Y cuando entonces se conoce la ley de la cosa como algo que contradice a la definición legal, ¿por qué no reconocer la ley de la cosa, de la razón, también como la ley del Estado[?], [¿]cómo mantener ahora, con conciencia, el dualismo? Hegel quiere presentar en todas partes al Estado como la realización del espíritu libre, pero re vera 120 resuelve todas las colisiones difíciles por medio de una necesidad natural que se halla en oposición a la libertad. Del mismo modo, la transición del interés particular a lo universal tampoco es una ley estatal consciente, sino que está mediada por azar, se consuma conlm la conciencia ¡,v Hegel quiere en todas partes que en el Estado se realice la voluntad libre! (Aquí se muestra el punto de vista ,1u,1/a11úal de Hegel). Los ejemplos que Hegel cita acerca de la modificación pradual de la constitución están elegidos de manera poco afortunada. Así, que el patrimonio de los príncipes alemanes y sus familias se haya transformado de 1:w. Latín. «en realidad"·
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bien privado en dominios del Estado y que la Administración Personal de la Justicia por parte de los emperadores alemanes se haya transformado en administración de la justicia por representantes. La primera transición tan solo se ha hecho para que toda la propiedad estatal se convierta en propiedad privada del príncipe. Pero estas modificaciones son parciales [partikular]. Ciertamente se han modificado constituciones estatales enteras al tiempo que, poco a poco, surgían nuevas necesidades, que lo viejo se desmoronaba, etc.; pero para la nueM constitución siempre se ha requerido de una revolución expresa. [Continuación del Agregado al § 298) «De este modo, el perfeccionamiento de un estado es por tanto,,, concluye Hegel, «aparentemente sereno e imperceptible. Después de largo tiempo, una constitución alcanza de esta manera un estado totalmente diferente al que tenía».
La categoría de la transición _qradwzf es, en primer lugar, históricamente falsa y, en segundo lugar, no explica nada. Para que a la constitución no solo se le hagan modificaciones, para que entonces esta apariencia ilusoria no sea al fm hecha añicos violentamente, para que el ser humano haga con conciencia lo que de otro modo está forzado a hacer sin conciencia por la naturaleza de la cosa, 11681 es necesario que el movimiento de la constitución, que el ¡m~qre.10 sea convertido en pri,m¡,ti, de !a con.1titució11, que entonces el portador real de la constitución, el pueblo, sea convertido en principio de la constitución. El progreso mismo es entonces la constitución.
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¿Ha de pertenecer por tanto la «constitución» misma al ámbito del «poder legislativo»? Esta pregunta solo puede ser planteada 1) si el Estado político existe como mero formalismo del Estado real, si el Estado político es un dominio exclusivo, si el Estado político existe como «constitución»; 2) si el poder legislativo tiene un origen diferente al del poder gubernativo, etc. El poder legislativo ha hecho la Revolución francesa; allí donde se presentó en su particularidad como lo dominante, el poder legislativo ha hecho las grandes revoluciones, universales y orgánicas; no ha luchado contra la constitución, sino contra una constitución particular, anticuada, justamente porque el poder legislativo era el representante del pueblo, de la voluntad genérica. El poder gubernativo, en cambio, ha hecho las pequeñas revoluciones, las revoluciones retrógradas, las reacciones; no se ha revolucionado a favor de una nueva constitución contra una vieja, sino contra la constitución; justamente porque el poder gubernativo era el representante de la voluntad particular, del arbitrio subjetivo, de la parte mágica de la voluntad. Si la pregunta se plantea correctamente, esta es simplemente: ¿posee el pueblo el derecho de darse una nueva constitución? La respuesta debe ser incondicionalmente afirmativa, pues tan pronto como ha cesado de ser la expresión real de la voluntad popular, la constitución se ha tornado en una ilusión práctica. La colisión entre la constitución y el poder legislativo no es más que un c,,,?flú:to de la Ct111,1/1/11cúi11 c,,11,//:q,1 mi1ma, una contradicción en el concepto de la constitución.
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La constitución no es más que un compromiso entre el Estado político y el apolítico; por lo tanto, ella es necesariamente en sí misma un tratado entre poderes esencialmente heterogéneos. Por ello, a la ley le es imposible decir que uno de estos poderes, una parte de la constitución, ha de tener el derecho de modificar la constitución misma, el todo. Si se ha de hablar de la constitución como un particular, esta debe ser considerada más bien como una parte del todo.! 11 IXVIII.691 Si se entiende por constitución las determinaciones universales, las determinaciones fundamentales de la voluntad racional, se entiende que cada pueblo (Estado) las tiene como su presuposición y que estas deben constituir su credo político. Esto es en rigor cuestión del saber y no de la voluntad. La voluntad de un pueblo no puede ir más allá de las leyes de la razón, ni más ni menos que la voluntad de un individuo. No puede en absoluto hablarse de una organización estatal racional en un pueblo irracional. Además, nuestro objeto aquí, en la filosofía del derecho, es la voluntad genérica. El poder legislativo no hace la ley, solo la descubre 24 y la formula. Se ha intentado resolver esta colisión mediante la diferenciación entre assemblée constituante y assemblée constituée. 121 117011 IXIX.711 § 299. «Estos objetos» (los objetos del poder legislativo) «se determinan con relación a los individuos de 121. Francés, «asamblea constituyente» y ,,asarnhlca conqi1uit!a».
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el Estado, recibe una representación .1imh,í/ica en los e,1/amm/0,1. La transacción entre Estado y sociedad civil aparece como una esfera partirnlar. Los estamentos son la ,1í11te,,t:, t:11/rl' E.,tado y ,,ociedad ciPi!. No se dice cómo los estamentos han de comenzar a unir en ellos dos convicciones contradictorias. Los t',1/amen/0,1 son la confmtJicc!Íín pue,1/a del Estado y de la sociedad civil en el Estado. Son a la vez la t',\'t:qcncia de la d,:,olucúín de esta contradicción. «Esta posición tiene a la vez la significación de una mediación, común con el podergubernativotJ1:qdm~·o, 148 etc.,,. Los estamentos median no solo pueblo y gobierno. Impiden que el «poder principesco», aislado como «e.,·lremo», aparezca con ello como «mero poder dominador y arbitrario»; de igual modo el «aislamiento» de los intereses «particulares», etc., de igual modo «la representación de los individuos [singulares] como multitud y monlón ». Esta mediación les es común a los estamentos y al poder gubernativo organizado. En un Estado, en el que la «posición» de los estamentos impide «que los individuos [singulares] no se conviertan en la representación de una multit,/() y de un m,111t,í11, en un por consiguiente opinar y querer inorgánico, y en un poder meramente masivo contra el Estado orgánico», el « Estado ,11:q,foú·,1» existe por fuera de la «multitud» y del «montón», o la «multitud» y el «montón» pertenece a la organización del Estado; solo que su «opinar y querer inorgánico» no ha de convertirse en el «opinar y querer» contra el Estado, dti·eccuín ddt'rmiwu)a mediante la cual se convertiría 148. En Hegel. «or·ganizado,,.
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en opinar .Y querer «orgánico». Del mismo modo, este «poder masivo» ha de seguir siendo solo «masivo», de modo que el entendimiento se halla por fuera de la masa y esta no puede ponerse en marcha por sí misma, sino que solo puede ser puesta en marcha por los monopolistas del «Estado orgánico» y ser explotada como poder masivo. IIXXIl.831 Justamente cuando «los intereses particulares de las comunas, de las corporaciones y los individuos [singulares]» no se aíslan contra el Estado, sino «que los individuos [singulares] se convierten en la representación de una multitud y de un 111011M11, en un por consiguiente opinar y querer inorgánico, y en un poder meramente masivo contra el Estado», se muestra que al Estado no lo contradice ningún «interés particular», sino que «el pensamiento universal orgánico real de la multitud y el montón» no es el «pensamiento del Estado orgánico» que encuentra en este su realización. Ahora bien, ¿por qué los estamentos aparecen como mediación contra este extremo? Solo porque «los intereses particulares de las comunas, de las corporaciones .V los individuos se aíslan», o porque sus intereses aislados a;í1,1tan .1u cuenta con el E,tado a !rt11•i1 de /0,1 e,1/ame11to,1; a la vez, porque «el opinar y el querer inorgánico de la multitud .Y el montón» ha ocupado su ,•olun!ad (su actividad) en la creación de los estamentos y su «opinar» en el enjuiciamiento de la actividad de los estamentos .Y ha disfrutado el engaño de su objetivación. Los «estamentos» preservan el Estado del montón inorgánico solo por medio de la desorganización de este montón. Al mismo tiempo, sin embargo, los e,1/ammltM han de mediar para «que los intereses particulares de las comunas, de las corporaciones .Y los individuos» no «se
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aíslen». Por el contrario, median 1) al transigir con el «interés del Estado», 2) al ser ellos mismos el «aislamiento polítúv» de estos intereses particulares; este at:1lan11~•11/t1 t'll cua11/t1 ado p(l/flico; al recibir, por ellos, estos «intereses aislados» el rango de lo «universal». Finalmente, los estamentos han de mediar contra el «ai.1/a1111~•11f(),, del poder principesco como «e.\·ln:mtJ» ( «que apari't'e por ello como mero poder dominador y arbitrario»). Esto es correcto en cuanto que el principúi del poder princ1j1e,1co (el arbitrio) se halla limitado por ellos, al menos puede moverse con cadenas, .ven cuanto ellos mismos se conviertan en partícipes, cómplices del poder principesco. O bien cesa el poder principesco por ello realmente de ser el extremo del poder principesco (v el poder principesco existe solamente como un extremo, como una unilateralidad, porque no es ningún principio orgánico) y se convierte en un pt1der aparente, en un símbolo, o bien pierde solamente la apariencú1 del arbitrio y el mero poder de dominio. Nledian contra el «aislamiento» de los intereses especiales al representar a este aislamiento como acto polft,~·o. ,11edian contra el aislamiento del poder principesco como un extremo, en parte al convertirse ellos mismos en una parte del poder principesco, en parte al convertir el poder gubernativo en un e,\·lremtJ. En los «estamentos» confluyen todas las contradicciones de la organización moderna del Estado. Ellos son los «mediadores» en todos los aspectos, porque en todos los aspectos son «cosas intermedias». Ha de notarse que Hegel desarrolla menos el contenido de la actividad estamental, el poder legislativo, que la pt1,1icid11 de los estamentos, su rango político.!
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bién consecuentemente, el «estamento universal» del «elemento estamental del poder legislativo». «El estamento wu'1•er,1al, que se consagra más de cerca al ,1e1w,·,~1 Je/_qohú:mo, tiene de manera inmediata en su determinación lo universal como fin de su actividad esencial». La sociedad civil, o el estamento privado, no tiene esto como determinación su.Ya; su actividad esencial no tiene la determinación de tener lo universal como fin, o su actividad esencial no es ninguna determinación de lo universal, 11i11g1111a determinación w1i1•e1:1al. El estamento privado es el estamento de la sociedad civil co11/ra el estamento. El estamento de la sociedad civil no es ni11_qú11 estamento político. Al haber designado la sociedad civil como estamento privado, Hegel ha declarado no políticas las diferencias estamentales de la sociedad civil, ha declarado heterogéneas las vidas civil y política, incluso op11e,1ta,1. Ahora bien,11[94]1 ¿cómo sigue? ,,Ahora bien, este no puede entonces aparecer ni como mera masa indivisa, ni como una multitud disuelta en sus átomos, sino como lo ,¡ue él ya e.1, esto es dividido en el estamento que se funda en la relación sustancial y en el e,1/amenlo que se funda en las necesidades particulares y el trabajo que las media (§ 20lss.). Solo así se enlaza, en este sentido, de un modo verdadero lo realmente partú·ularm el Estado con lo universal». Ciertamente, la sociedad civil (el e.ilamenltl prii•ado) no puede aparecer en su actividad legislativo-estamental como «mera masa indivisa», porque la «mera masa indivisa» existe solamente en la «representación», en la «fantasía», pero no en la realidad. Aquí solo hay masas contingentes, mayores o menores.
204 _ _ _ _ _ _ _ _ _K_A_H_11_M_,,_1, esto es, oposición y separación del Estado. Y para alcanzar «significación y actividad política», debe renunciar más bien a lo que ya es, e.,tamento priMdo. De ese modo recibe justamente recién su «significación y actividad política». Este acto político es una transubstanciación completa. En él, la sociedad civil debe abjurar completamente de sí misma en cuanto sociedad civil, en cuanto estamento privado, y hacer valer una parte de su esencia que no solo no tiene nada en común con la existencia [Existenz] civil real de su esencia, sino que se le contrapone directamente. Aquí aparece en el individuo [singular] lo que es la ley w1im,,al. Sociedad civil y Estado están separados. Por lo tanto, también está separado el ciudadano del Estado y el ciudadano, el miembro de la sociedad civil. Por lo tanto, debe realizar una e,1ú,idn e,1e1zc1~,I consigo mismo. Como c/udadano real se halla en una organización doble, la hurocrdtica -ella es una determinación formal exterior del Estado trascendental, del poder gubernativo, que no lo toca a él ni a su realidad autónoma- [v] la ,1ocúzf, la organización de la sociedad civil. Pero en esta, se halla como hom/,re prÍMdo por fuera del Estado; esta organización no toca al Es166.
e¡: nota 87.
tado político como tal. La primera es una org·anización estatal, a la cual él siempre le aporta la 111ale1Ú1. La segunda es una orga11Úaa,í11 ct'i•d, cuya materia no es el Estado. En la primera, el Estado se comporta como oposición formal frente a él; en la segunda, se comporta él mismo como oposición material frente al Estado. Por lo tanto, para comportarse como ci{[()1': KREt.,1/.N.\lll.
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1)I·. L.\ 1·11 . 0SOl'l.\ IWI. 1 ll-"IH·:UIe mayom.~qo, son, como tales, legisladores; que el poder 213. Énfasis de N\arx.
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legislativo es un atributo de su persona empírica; que no son d1i1uf(l(),,.,, sino ellt1,1 1111:11110.1; mientras que en el segundo estamento tienen lugar elecc1~í11 y r)elc_qac,;,11. Hegel ofrece dos fundamentos por los que esta parle mtf1•LÍ de la sociedad civil solo puede aparecer en el Estado político, en el poder legislativo, mediante (>1¡111tado,1. Al primero, su mulútu(>, la designa él mismo como e.\·ltn,w y, por tanto, nos dispensa de esta réplica. El fundamento e,1t'llci,,I sería empero la «naturaleza de su determinación y ocupación,,. La «actividad política» y la «ocupación,, es algo ajeno a la «naturaleza de su determinación y ocupación ».I 1[138]1 Ahora bien, Hegel vuelve a su cantinela, a estos estamentos en cuanto «diputadw de la sociedad civil». Esta debe «hacer esto conw lo que ella e,1». l\1ás bien debe hacerlo como lo que 110 e.,, pues ella es una sociedad apolítica y aquí ha de llevar a cabo un acto polítict1 como un acto e,1mcial a ella, procedente de ella misma. Con ello, ella queda «disuelta atomísticamente en los individuos [singulares]» y reuniéndose «por un instante sin más solo para un acto singular y temporario y sin otra actitud». En primer lugar, su acto p,1laico es un aclt1 ,1i11_qular y lemp,wan;1 y puede, por tanto, manifestarse en su realización solo como tal. Tal acto es un acto .1en.1acúmali1la de la sociedad política, un l..:ta,l{:1 de esta, y debe también aparecer como tal. En segundo lugar. Hegel no ha vacilado [en afirmar], incluso ha construido como necesario, que la sociedad civil se separa malen,dmmfe (que aparece solo como una ,1".e.1co o 111,mdr1¡11im en general -en la que yace solo la p(),1i/1i/idad t>c la co11co1-c)a11cú1 y por ello igualmente la po,,1Nlil)ad de contraposición /;,,,.,_ ti/- esta posición abstracta deviene en
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