Cum Magnatibus regni mei : la nobleza y la monarquía leonesas durante los reinados de Fernando II y Alfonso IX (1157-1230): La nobleza y la monarquía ... de Fernando II y Alfonso IX (1157-1230) [1 ed.] 840009400X, 9788400094003

Con la muerte de Alfonso VII en 1157, seguida de la entronización de su hijo Fernando II, se inició una nueva etapa en l

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Table of contents :
ÍNDICE
I LA ESTRUCTURA DE LA FAMILIA NOBILIARIA Y SUS RELACIONES CON LA MONARQUÍA
II. LOS NOBLES DE LEÓN
III EL PODER POLÍTICO NOBILIARIO
ÍNDICE ONOMÁSTICO
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Cum Magnatibus regni mei : la nobleza y la monarquía leonesas durante los reinados de Fernando II y Alfonso IX (1157-1230): La nobleza y la monarquía ... de Fernando II y Alfonso IX (1157-1230) [1 ed.]
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Colección BIBLIOTECA DE HISTORIA

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Últimos volúmenes publicados:

61. Rumbo al Sur. Francia y la España del desarrollo, 1958-1969. Esther María Sánchez Sánchez. 62. Rafael María de Labra. Cuba, Puerto Rico, Las Filipinas, Europa y Marruecos, en la España del Sexenio Democrático y la Restauración (18711918). María Dolores Domingo Acebrón. 63. Literatura de viajes y Canarias. Tenerife en los relatos de viajeros franceses del siglo XVIII. Cristina González de Uriarte Marrón. 64. Poder y movilidad social. Cortesanos, religiosos y oligarquías en la Península Ibérica (siglos XV-XIX). Francisco Chacón Jiménez y Nuno G. Monteiro (eds.). 65. Failure of catalanist opposition to Franco (19391950). Casilda Güell Ampuero. 66. Cambios y alianzas. La política regia en la frontera del Ebro en el reinado de Alfonso VIII de Castilla (1158-1214). Ignacio Álvarez Borge. 67. Los moriscos en La Mancha. Sociedad, economía y modos de vida de una minoría en la Castilla moderna. Francisco Javier Moreno Díaz-Campo. 68. ¿Verdades cansadas? Imágenes y estereotipos acerca del mundo hispánico en Europa. Víctor Bergasa, Miguel Cabañas, Manuel Lucena Giraldo e Idoia Murga (eds.). 69. Gobiernos y ministros españoles en la Edad Contemporánea. José Ramón Urquijo y Goitia. 70. El Instituto Cardenal Cisneros de Madrid (18451877). Carmen Rodríguez Guerrero. 71. Poderosos y Privilegiados. Los caballeros de Santiago de Jaén (siglos XVI-XVIII). José Miguel Delgado Barrado y María Amparo López Arandia. 72. Sospechosos habituales. El cine norteamericano, Estados Unidos y la España franquista, 1939-1960. Pablo León Aguinaga. 73. La Primera Guerra Mundial en el Estrecho de Gibraltar. Economía, política y relaciones internacionales. Carolina García Sanz.

Con la muerte de Alfonso VII en 1157, seguida de la entronización de su hijo Fernando II, se inició una nueva etapa en la historia del reino de León que terminaría en 1230, cuando, al fallecer Alfonso IX, su hijo Fernando III de Castilla consiguió el trono leonés. Estas circunstancias hacen de León un excepcional campo de trabajo para el estudio de las relaciones que mantuvo la nobleza con el poder regio. En este libro se analizan las principales parentelas leonesas y los nobles foráneos instalados en el reino, así como las relaciones políticas que entablaron con los últimos soberanos leoneses desde distintas perspectivas: la corte como espacio de poder y sociabilidad, la génesis de las Cortes, el gobierno territorial y las recompensas vasalláticas, así como la participación nobiliaria en las

INÉS CALDERÓN MEDINA

Inés Calderón Medina

CUM MAGNATIBUS REGNI MEI

Inés Calderón Medina realizó sus estudios de licenciatura en Historia en la Universidad de Valladolid, donde se doctoró en 2009. A lo largo de su trayectoria como investigadora, ha trabajado en diversos centros de España y Portugal. Sus principales líneas de trabajo son la construcción y representación de la monarquía medieval, la nobleza del reino de León y las relaciones luso-leonesas durante los siglos XII y XIII.

LA NOBLEZA Y LA MONARQUÍA LEONESAS DURANTE LOS REINADOS DE FERNANDO II Y ALFONSO IX (1157-1230)

relaciones entre reinos y en los problemas de sucesión dinástica. Todos estos puntos de vista muestran la relación simbiótica que mantuvieron en esa época reyes y nobles.

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52. Las relaciones entre España y Filipinas. Siglos XVI-XX. María Dolores Elizalde Pérez-Grueso (ed.). 53. El motín de Esquilache, América y Europa. José Andrés-Gallego. 54. Los orígenes de las órdenes militares y la repoblación de los territorios de la Mancha (11501250). Francisco Ruiz Gómez. 55. 1635. Historia de una polémica y semblanza de una generación. José María Jover. 56. Moneda y Arbitrios. Consideraciones del siglo XVII. Elena María García Guerra. 57. España y Estados Unidos en el siglo XX. Lorenzo Delgado y María Dolores Elizalde (eds.). 58. Gremios y artesanos en Madrid, 1550-1650. Juan Carlos Zofío Llorente. 59. La política exterior de España: Tomo 1. Una política mediterránea, occidental y de paz (1899-1905). Tomo 2. Junto a las naciones occidentales (19051914). Cristóbal Robles Muñoz. 60. Comerciando con el enemigo: El tráfico mercantil entre Inglaterra y España (1700-1765). Nélida García Fernández.

LA NOBLEZA Y LA MONARQUÍA LEONESAS DURANTE LOS REINADOS DE FERNANDO II Y ALFONSO IX (1157-1230)

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BIBLIOTECA DE HISTORIA

ISBN 978-84-00-09400-3

CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS 9 788400 094003

CSIC

Ilustración de cubierta: Detalle de la lista de confirmantes y Signum regis laminado en oro del documento ACL 5036 (col. 1965). Catedral de León.

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Director Carlos Julián Estepa Díez (CSIC) Secretario Francisco Fernández Izquierdo (CSIC) Comité Editorial Alfredo Alvar Ezquerra (CSIC) Lorenzo Delgado Gómez-Escalonilla (CSIC) Elena Hernández Sandoica (Universidad Complutense de Madrid) Cristina Jular Pérez-Alfaro (CSIC) Pascual Martínez Sopena (Universidad de Valladolid) Magdalena de Pazzis Pi Corrales (Universidad Complutense de Madrid) José Ramón Urquijo Goitía (CSIC) Consejo Asesor Marcella Agnetti (Universidad de Pisa) Carlos Ayala Martínez (UAM) Caroline Boyd (Universidad de California, Irvine) María João Branco (Universidad Nova de Lisboa) Manuel Espadas Burgos (CSIC) José Ángel García de Cortázar y Ruiz de Aguirre (Universidad de Cantabria) María Victoria López-Cordón Cortezo (UCM) María de los Ángeles Pérez Samper (Universidad de Barcelona) Ofelia Rey Castelao (Universidad de Santiago de Compostela) Octavio Ruiz Manjón-Cabeza (UCM) José Ignacio Ruiz Rodríguez (Universidad de Alcalá) Manuel Sánchez Martínez (CSIC)

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INÉS CALDERÓN MEDINA

CUM MAGNATIBUS REGNI MEI LA NOBLEZA Y LA MONARQUÍA LEONESAS DURANTE LOS REINADOS DE FERNANDO II Y ALFONSO IX (1157-1230)

CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS MADRID, 2011

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Reservados todos los derechos por la legislación en materia de Propiedad Intelectual. Ni la totalidad ni parte de este libro, incluido el diseño de la cubierta, puede reproducirse, almacenarse o transmitirse en manera alguna por medio ya sea electrónico, químico, óptico, informático, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo por escrito de la editorial. Las noticias, los asertos y las opiniones contenidos en esta obra son la exclusiva responsabilidad del autor o autores. La editorial, por su parte, solo se hace responsable del interés científico de sus publicaciones.

Este libro ha sido editado con la colaboración económica del Proyecto de Investigación Coordinado «Los espacios del poder regio, ca. 1050-1385. Procesos políticos y representaciones» (ref. HAR2010-21725-C03-01 Subprograma HIST) y del GIR «Castilla y León en la Alta y Plena Edad Media» de la Universidad de Valladolid.

Catálogo general de publicaciones oficiales: http://publicacionesoficiales.boe.es/

© CSIC © Inés Calderón Medina NIPO: 472-11-191-6 e-NIPO: 472-11-192-1 ISBN: 978-84-00-09400-3 e-ISBN: 978-84-00-09401-0 Depósito Legal: M. 47018-2011 Maquetación, impresión y encuadernación: Gráficas/85, S.A. Impreso en España. Printed in Spain En esta edición se ha utilizado papel ecológico sometido a un proceso de blanqueado ECF, cuya fibra procede de bosques gestionados de forma sostenible.

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ÍNDICE

Prólogo .................................................................................................

17

Introducción.........................................................................................

21

Fuentes .................................................................................................

27

Metodología .........................................................................................

31

Agradecimientos ..................................................................................

33

I. LA ESTRUCTURA DE LA FAMILIA NOBILIARIA Y SUS RELACIONES CON LA MONARQUÍA CAPÍTULO 1. Estructura de la familia nobiliaria y sus relaciones con la monarquía .......................................................................... I. II.

Introducción: historiografía, estado de la cuestión .............. Terminología referente al parentesco en las fuentes leonesas (1157-1230) ..................................................................... A)

Vocablos relativos a relaciones de parentesco consanguíneo cercano ..............................................................

37 38 42 44

a)

Primer grado de consanguinidad: padres, hijos, hermanos ................................................................ b) Parientes en segundo grado...................................

44 48

1. Abuelos, nietos ................................................ 2. Tíos, sobrinos y primos carnales ...................

48 50

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ÍNDICE

B)

C)

III.

52

a) Los esposos ............................................................ b) Cuñados y suegros.................................................

53 53

Terminología relativa a la familia, grupos de parentesco y entidades suprafamiliares ................................

55

a) Familia.................................................................... b) Affinitas, cognatio, consanguinitas, propinquitas y proximitas............................................................ c) Consanguinitas, gens ............................................. d) Generatio, progenie, posteritas ............................. e) Parentela, genealogía, casata, linaje......................

57 59 60 61

Los sistemas de parentesco de la nobleza leonesa ..............

64

A)

IV.

Vocablos referentes a parientes afines .........................

Aristocracia y parentesco. Hacia la estructura del linaje nobiliario...............................................................

55

65

a) El parentesco real: la filiación .............................. b) El parentesco ficticio: la alianza ........................... c) Evolución de la parentela al linaje. Del modelo cognaticio al agnaticio...........................................

71

El matrimonio........................................................................

73

A)

El matrimonio cristiano................................................

73

a) Aceptación del modelo en la sociedad leonesa. Repercusiones del Concilio de Letrán de 1215....

75

Los matrimonios regios ................................................

76

B)

C)

66 69

a) Alianza de monarquías, uniones incestuosas, nulidad matrimonial ................................................... b) Alianzas con la nobleza. Los matrimonios de Fernando II de León ...................................................

78

El matrimonio nobiliario. Un asunto de familia.........

81

a) La elección de los candidatos ............................... b) La elección de candidatos. El papel de la parentela .......................................................................... c) La celebración del matrimonio: esponsales y boda ........................................................................ d) La ruptura del matrimonio: el repudio y la intervención de los parientes ........................................

82

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83 86 87

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ÍNDICE

D)

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El trasvase patrimonial: la dote y las arras ...............

90

a) Antecedentes .......................................................... b) El intercambio de bienes dotales en León (11571230)....................................................................... c) La dote ................................................................... d) Las arras .................................................................

90 92 94 97

1. Cuantía de los bienes entregados por el esposo.................................................................. 103 2. Tipos de bienes que constituían las arras ..... 107 e) V.

El concubinato....................................................................... 113 A)

VI.

Gestión de los bienes intercambiados: dote y arras ........................................................................ 108

Las concubinas de los reyes de León y su descendencia bastarda, piezas clave en las relaciones con la nobleza............................................................................... 115

Otros aspectos de las relaciones personales entre reyes y nobles ..................................................................................... 123 A) B)

La profiliación............................................................... 123 La tutela ........................................................................ 125 a) Nutritores regis ...................................................... 125 1. Las nodrizas .................................................... 125 2. Los ayos........................................................... 127 b) Alumpni .................................................................. 130

II. LOS NOBLES DE LEÓN CAPÍTULO 2. Los magnates de León. Las principales parentelas nobiliarias leonesas ....................................................................... 139 I. II. III. IV. V. VI.

Los Traba............................................................................... Los Arias................................................................................ Los Vermúdez........................................................................ Los Noreña ............................................................................ Los Flaínez ............................................................................ Los Cabrera ...........................................................................

139 145 147 152 153 163

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ÍNDICE

CAPÍTULO 3. La nobleza foránea al servicio de los reyes de León (1157-1230)..................................................................................... I. Magnates catalanes en la corte leonesa................................ A) Los condes de Urgel al servicio del rey de León ....... a) Armengol VII de Urgel, Amigo fidelissimo et viro nobilisimo ............................................................... II. Castellanos en la corte del rey de León .............................. A) Los Castro al servicio de los reyes de León ............... a) Fernando Rodríguez, el Castellano....................... b) Pedro Fernández de Castro, Dives homo in tota Yspania ................................................................... B) Los Lara al servicio de Fernando II y Alfonso IX. Nuño Pérez y sus hijos ........................................................... C) Los Haro en la corte leonesa....................................... a) Los cuñados de Fernando II de León................... b) El infante Sancho Fernández................................. D) Los Cameros en la corte de León................................ III. La nobleza portuguesa al servicio de los reyes de León .... A) Nobles portugueses en la corte de Fernando II de León ............................................................................... a) Menendo de Bragança ........................................... b) Pero Pais de Maia, o Alféres................................. c) El bastardo de Alfonso Enríquez: Fernando Afonso/Pero Afonso ....................................................... d) Vasco Fernandes de Soverosa ............................... B) Magnates portugueses en la corte de Alfonso IX ....... a) Fernando Fernandes de Bragança ......................... b) Gonçalvo Mendes de Sousa .................................. c) Los hijos de Sancho I de Portugal: Pedro y Martín Sanches ............................................................. IV. Conclusiones..........................................................................

171 173 174 175 178 180 180 182 187 194 194 197 198 200 201 202 206 211 212 217 218 227 230 240

III. EL PODER POLÍTICO NOBILIARIO CAPÍTULO 4. Terminología relativa a la nobleza ........................... 251 I. Consul, princeps, imperator, dux, comes, miles .................. 252 II. Senior y Dominus.................................................................. 255

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ÍNDICE

III. IV.

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Barones, próceres, magnates................................................. 255 Vasallo.................................................................................... 256

CAPÍTULO 5. La corte leonesa .......................................................... I. Los integrantes de la Curia regia ......................................... A) La familia real .............................................................. a) Las mujeres del rey en la corte ............................ 1. El poder de la reina........................................ 2. El poder de las concubinas regias................. b) Los hijos del rey .................................................... 1. Los infantes de León....................................... 2. Las infantas de León....................................... 3. Los bastardos del rey de León ....................... c) Los hermanos del monarca ................................... B) Los oficiales palatinos .................................................. a) La mayordomía y el mayordomo regio ................ 1. Los mayordomos de Fernando II de León..... 2. Los mayordomos de Alfonso IX...................... 3. ¿Vacantes en la mayordomía?........................ 4. Perfil social del mayordomo regio................. b) La alferecía y el alférez real ................................. 1. Los alféreces de Fernando II ......................... 2. Los alféreces de Alfonso IX............................ C) Suboficiales regios: submayordomo y subsignifer....... II. Otros personajes cortesanos .................................................. A) Los servidores del rey................................................... B) La Capilla real. El Capellán y los clérigos del entorno regio ......................................................................... III. Conclusiones.......................................................................... CAPÍTULO 6. La participación de la nobleza en el gobierno del reino. Relaciones políticas con la monarquía ........................... I. La administración territorial. El papel de los tenentes........ A) Los tenentes. Sus funciones y condiciones del cargo.. B) El sistema tenencial leonés .......................................... a) Principales tenencias y tenentes gallegos ............. 1. Los tenentes de Toroño ...................................

259 262 265 265 266 269 270 271 273 274 275 276 277 279 283 287 288 290 292 295 298 301 301 302 304 305 305 308 311 312 319

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ÍNDICE

b) Los tenentes de Asturias........................................ c) Los tenentes de la Extremadura............................ d) Las tenencias del territorio legionense ................. 1. Los tenentes del Bierzo................................... Curia, Cortes y la nobleza leonesa....................................... A) De la Curia a las Cortes.............................................. a) El Concilio de Salamanca de 1178....................... b) La Curia de Benavente de 1181............................ B) Curias y Cortes en el reinado de Alfonso IX .............. a) 1188. La Curia de León ........................................ b) La Curia de 1194 ................................................... c) La Curia de Benavente de 1202 ........................... d) La Curia de León de 1208 .................................... e) La Curia de Benavente de 1228 ........................... f) La Curia de Benavente de 1230 ........................... Conclusiones..........................................................................

324 330 336 337 343 346 348 352 356 356 361 363 365 366 368 369

CAPÍTULO 7. La recompensa pro bono et fidele servitio................ I. Las donaciones de bienes a fieles y servidores de los reyes de León (1157-1230)............................................................. II. Los motivos de las donaciones............................................. A) Sin indicación de causa ................................................ B) Pro bono servitio .......................................................... III. Condiciones de las donaciones ............................................. A) Con carácter hereditario implícito................................ B) Iure hereditario ............................................................. C) Con carácter vitalicio.................................................... IV. Las donaciones iure hereditario como instrumento de creación de grandes dominios nobiliarios. Ponce de Minerva y Nuño Froilaz..........................................................................

373

II.

III.

CAPÍTULO 8. El poder nobiliario en las relaciones entre reinos. La intervención de la nobleza en los tratados entre soberanos ............................................................................................... I. Fuentes y metodología .......................................................... II. Política exterior leonesa (1157-1230)................................... III. Reyes y nobles en los tratados leoneses ..............................

377 381 381 383 387 388 390 391

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A)

IV.

Las negociaciones de la paz: vistas reales y visitas diplomáticas...................................................................... a) Los diplomáticos. Pedro Fernández de Castro ..... B) Mantener la paz: La mediación de grandes magnates y el arbitraje laico ........................................................ a) Los mediadores ...................................................... b) El arbitraje laico .................................................... C) Garantizar la paz: rehenes, garantes y tenentes de los castillos de garantía ..................................................... a) Los nobles, rehenes de los pactos......................... b) Los garantes de los tratados de paz...................... c) Tenentes de los castillos de la paz........................ Conclusiones..........................................................................

13

CAPÍTULO 9. La aristocracia leonesa ante la sucesión dinástica . I. La división del imperio de Alfonso VII. La intervención nobiliara ................................................................................. A) La acumulación de poder de los infantes Sancho y Fernando ....................................................................... B) La nobleza tras la muerte de Alfonso VII. La corte de León ............................................................................... II. La nobleza tras la muerte de Fernando II de León. Conflictos con los Haro............................................................... III. La sucesión de Alfonso IX. El reino y la nobleza entre el heredero luso y el castellano ................................................ A) Desde el nacimiento del infante Fernando, el portugués, a la paz de Cabreros........................................... a) Creación y desaparición del bando nobiliario portugués ..................................................................... b) El apoyo de la aristocracia leonesa fronteriza al castellano: la paz de Cabreros y el tratado de Valladolid.................................................................... B) Un giro inesperado, ¿un futuro rey de León y Portugal? La superioridad del hijo de doña Teresa de Portugal............................................................................... a) La muerte del infante don Fernando, el portugués. La alianza con Álvaro Núñez de Lara para unir León y Castilla.......................................................

407 410 412 412 413 415 416 419 420 425 427 428 429 438 442 449 450 454

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ÍNDICE

C)

IV.

Una alternativa femenina. Las infantas Sancha y Dulce ¿herederas de León?................................................ a) La creación, a través del parentesco, de un sólido partido nobiliario en apoyo a las hijas de Alfonso IX ................................................................. b) 1230. El tratado de Benavente. El fin del apoyo político a las infantas............................................. c) El destino de los partidarios de doña Sancha y doña Dulce ............................................................. Conclusiones..........................................................................

466

470 474 475 477

Conclusiones generales ....................................................................... 483

APÉNDICES I.

II.

III.

Apéndice prosopográfico .......................................................... A) Los mayordomos del Reino de León, 1157-1230............... B) Los alféreces del Reino de León, 1157-1230..................... Apéndice documental ................................................................ Doc. 1 .......................................................................................... Doc. 2 .......................................................................................... Apéndice cuadros....................................................................... A) Cartas de arras de la aristocracia leonesa (1157-1230).. B) Referencias a las reuniones de la Curia (1157-1230)....... C) Donaciones de Fernando II a sus fieles ............................ D) Donaciones de Alfonso IX a sus fieles............................... E) Confirmantes de los diplomas de Alfonso VII entre 11551157 .................................................................................... F) Confirmantes diplomas regios en torno a la muerte de Fernando II (1187-1188).....................................................

495 495 506 517 517 520 523 523 525 534 542 546 548

Siglas utilizadas ................................................................................... 551 Fuentes y bibliografía......................................................................... Fuentes ............................................................................................ Fuentes cronísticas.......................................................................... Bibliografía .....................................................................................

553 553 558 559

Índice onomástico ............................................................................... 579

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A mis padres y mis hermanos y a la memoria de Feliciano Medina Turienzo, mi abuelo leonés

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PRÓLOGO

No hace más de medio siglo que la historia de la nobleza de León y Castilla —y en particular la de los siglos XI y XII—, comenzó a desprenderse de las construcciones fantasiosas y las tradiciones épicas que la habían recubierto. El proceso se había iniciado tiempo atrás en todo el continente. Para situar nuestro retraso relativo, quizá baste una ilustración: don Claudio Sánchez Albornoz confesaba en sus últimos años cuánto le había repelido el estudio de los ambientes aristocráticos de la dilatada época que analizó —a lo que no era ajena la propia dificultad de la empresa—. Es posible que la actitud del más prestigioso medievalista influyera en la común falta de interés por la nobleza. Pero también es cierto que cuando las preocupaciones que ya habían calado en Europa tuvieron una versión hispánica a finales de los años sesenta, alcanzaron simultáneamente las dos orillas del Atlántico y en buena medida se asociaron con su entorno. Así, Hilda Grassotti propuso un modelo de corte institucional para el complejo mundo de las relaciones feudo-vasalláticas,1 en tanto Salvador de Moxó enfocaba la discusión conceptual entre «aristocracia» y «nobleza» en sentido evolutivo.2 A mediados de los setenta, la recientemente fallecida María del Carmen Carlé publicaba su estudio sobre los grandes propietarios-nobles leoneses del siglo XI, pionero en el uso de la prosopografía; lo seguiría muy pronto el amplio retablo donde Carlos Estepa reconstruyó la dinámica de 1 GRASSOTTI, H. Las instituciones feudo-vasalláticas en León y Castilla, Spoleto, 1969, 2 tomos. 2 Entre los estudios de S. DE MOXÓ, véase «La nobleza castellano-leonesa en la Edad Media. Problemática que suscita su estudio en el marco de una historia social», Hispania, n.º 114 (1970), pp. 5-68.

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la sociedad de León y, dentro de ella, caracterizó el papel de la nobleza e identificó a muchas de sus gentes.3 Vistos a distancia, estos trabajos son un aspecto del movimiento de renovación que se iniciaba en la historiografía española, ese proceso que estuvo presidido por lo que uno de sus protagonistas, José Ángel García de Cortázar, ha llamado «la tensión del método». No han faltado oportunidades para valorar lo que los autores citados y otros posteriores han aportado al conocimiento de los ambientes nobiliarios de los siglos plenomedievales, analizando las preocupaciones latentes y haciendo balance de sus resultados.4 En los últimos treinta años, la multiplicación de las fuentes editadas ha favorecido el desarrollo de los estudios, al tiempo que confirmaba alguna de las primeras impresiones, como las carencias del vocabulario. Son patentes los avances en el terreno de la genealogía y en el análisis de las relaciones de parentesco, así como en la percepción de las relaciones feudo-vasalláticas —avances que en buena medida se asocian al uso de técnicas prosopográficas para identificar los comportamientos sociales—. Los estudios regionales siguen acreditando su capacidad para la identificación y el análisis de los grupos de parientes implantados en áreas bien definidas (con frecuencia infanzones y caballeros cuyos intereses se centraban en pequeñas comarcas), aunque la difusa territorialidad de los magnates necesita otros enfoques. Entre ellos, parece obvio partir de las propias parentelas y examinar sus testimonios a lo largo de extensos periodos; pero los resultados de que se dispone son aún insuficientes. Por otra parte, el incremento de las monografías se ha visto secundado por los primeros estudios de conjunto. A partir de todo esto, cabe entresacar diversos focos de atención de las investigaciones, como la implantación territorial de la nobleza y sus relaciones con la monarquía (cuyo protagonismo es constante), CARLÉ, M.ª C. «Gran propiedad y grandes propietarios», Cuadernos de Historia de España, n.º LVII-LVIII (1973), pp. 1-224 [en realidad, este volumen de los Cuadernos fue editado a comienzos de 1975]. C. ESTEPA DÍEZ, Estructura social de la ciudad de León, siglos XI-XIII, León, 1977, espec. pp. 240-314. 4 MARTÍNEZ SOPENA, P. «La nobleza de León y Castilla en los siglos XI y XII. Un estado de la cuestión», Hispania, n.º 185 (1993), pp. 801-822; MONSALVO ANTÓN, J. M. «Historia de los poderes medievales, del Derecho a la Antropología (el ejemplo castellano: monarquía, concejos y señoríos en los siglos XII-XV)», en BARROS, C. (ed.), Historia a Debate. Medieval (Congreso de Santiago 7-11 julio 1993), Santiago de Compostela, 1995, pp. 81149. Véanse, posteriormente, SÁNCHEZ SAUS, R. «Los estudios sobre la nobleza medieval hispánica», en REDONDO, G., MONTANER, A. y GARCÍA, M.ª C. (eds.), Actas del I Congreso internacional de Emblemática General, Zaragoza, 2004, vol. I, pp. 385-402, y MARTÍNEZ SOPENA, P. «La prosopografía de la nobleza castellano-leonesa en los siglos XI-XIII. Balance y perspectivas», en La prosopografía como método de investigación sobre la Edad Media. Sesiones de Trabajo (Seminario de Historia Medieval), Zaragoza, 2006, pp. 119-143. 3

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o la activa presencia de magnates e infanzones en la vida de muchos de los monasterios del país hasta los años 1200. Y, en fin, no es ocioso señalar que durante gran parte del periodo parece haber predominado una estructura de amplias parentelas cognaticias, encuadradas por la tradición jurídica visigoda, que evolucionaron hacia una organización en linajes que parece cristalizar más tardíamente que en otras regiones de Europa. El libro de Inés Calderón tiene un propósito definido, que es valorar las relaciones de los magnates de León y los monarcas durante los más de setenta años que ocupan los reinados de Fernando II y Alfonso IX. Para ello, la autora ha comenzado por examinar las grandes parentelas de arraigo secular y los personajes singulares que, procedentes de toda la España cristiana, alcanzaron gran influencia en el reino. De unos y otros disecciona y examina el comportamiento desde la cuna hasta el sepulcro, de la política al tálamo. Después, una selección de encuadres institucionales le sirven para reconstruir el poder político que la nobleza desplegó a lo largo de más de setenta años. De suerte que el funcionamiento de la curia regia, la dinámica de la familia regia y los oficios palatinos, la génesis de las cortes y el gobierno territorial, junto con las recompensas vasalláticas, se convierten en escenario y metáfora de una actividad intensa y continua. Por último, pero no lo menos importante, el vigor de las coyunturas se capta a través de la intervención nobiliaria en las relaciones de los reyes leoneses con sus vecinos y, como capítulo particular, en las crisis dinásticas que se produjeron por la herencia de Alfonso VII, la sucesión de su hijo Fernando II y la de su nieto Alfonso IX, que había de conducir a la reunión de León y Castilla en 1230. Esta obra se basa en una tesis doctoral europea, defendida con toda brillantez en la Universidad de Valladolid a fines del año 2009. Su autora había asumido —como se sugería líneas arriba respecto a la nobleza en general— un trabajo extraordinariamente complicado, que se debía construir a base de materiales muy dispersos y en el que se debía combinar erudición y nervio interpretativo, preparación técnica y amplias lecturas. A todo lo cual se enfrentó Inés Calderón con paciencia y sin perder el sentido de la realidad. Hoy pone en nuestras manos un estudio que abre nuevas perspectivas para la historia del poder y de las relaciones entre los reinos hispánicos durante una larga etapa de tránsito político, social e institucional. Como soy un privilegiado testigo de su capacidad de trabajo, desde que era estudiante de licenciatura hasta la actualidad, mientras hace su estancia postdoctoral en la Universidad de Oporto, me hace feliz haber sido el director del proyecto. Tendría que seguir utilizando superlativos para referirme a su clara inteligencia, su perspicacia y su generosidad, tan contrastadas en Valladolid, Madrid y cuantos centros de investigación visitó como

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becaria del Programa de Formación de Personal Docente e Investigador. Al concluir estas líneas, no puedo por más que desear que este libro esté en el umbral de una trayectoria fecunda. Valladolid, agosto de 2011. PASCUAL MARTÍNEZ SOPENA

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La imagen que hemos elegido para la cubierta es una metáfora de las relaciones que mantuvieron los reyes de León con los magnates laicos y eclesiásticos. Es el signum regis, imagen parlante del reino y del monarca: un león resplandeciente enmarcado por las firmas de los principales magnates y obispos del reino.1 Este león no puede sostenerse sin el apoyo de sus fieles, pero saca las garras, en actitud acechante, mostrando su dominio; se diría que su intenso brillo dorado indica la fuente de la que emana el poder. El título de esta obra, Cum magnatibus regni mei. La nobleza y la monarquía leonesas durante los reinados de Fernando II y Alfonso IX (11571230), define el modo en que los reyes privativos gobernaron León. Eran ellos quienes tenían el poder por gracia divina, pero no podían reinar sin el apoyo de la nobleza de su reino. Durante los reinados de Fernando II y Alfonso IX de León se vivieron importantes transformaciones, tanto en el seno de la nobleza como en el modo de relacionarse con la monarquía. En el reino de León comenzaron a desarrollarse paralelamente dos procesos que culminarán en los siglos bajomedievales. El primero de ellos fue la transformación de la estructura in1 FERNÁNDEZ CATÓN, J. M.ª (dir.). Colección documental de la catedral de León, VI, León, 1991 (Colección Fuentes y Estudios de historia leonesa, n.º 47), doc. 1965. El diploma en el que se incluye este magnífico signum regis, recoge la confirmación que Alfonso IX efectuó el 9 de diciembre de 1229 en Benavente a Nicolás, clerico meo, del privilegio que en 1153 le había concedido Alfonso VII al arcipreste Pedro, por el que le eximía de todos los tributos de sus propiedades en Villamoros, Solanilla y Villacil. Agradecemos al Cabildo de la Catedral de León y al Archivo Diocesano que nos haya permitido su reproducción.

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terna de la nobleza y de los sistemas filiativos; el segundo, es el proceso que Norbert Elias denominó «curialización de los guerreros», a través del que los monarcas intentaron disminuir el poder de la nobleza, procurando integrarla en las instituciones y promoviendo su colaboración en la gestión del reino. Así, los reyes intentaban imponer su supremacía cuando aún la monarquía no estaba bien institucionalizada, mientras que la nobleza estaba estructurada y había comenzado a extender sus redes de parentesco y poder por diversos reinos. Al mismo tiempo, se asiste durante estos años en León al desarrollo de un proceso de fortalecimiento del poder real, construido sobre tres pilares básicos. El primero de ellos fue propiciar el aumento del control real sobre el territorio; para ello se puso en marcha un plan de fundación de villas reales, que dependían del monarca, para así limitar y controlar el poder territorial de la nobleza. Este proyecto fue iniciado por Fernando II, pero su hijo lo aceleró. El segundo pilar fue el saneamiento de las arcas reales, mediante una política de recuperación del realengo enajenado. Fernando II ha pasado a la historia como un rey dispendioso; sin embargo, tal vez, tuvo que desprenderse del patrimonio regio para comprar la fidelidad de sus nobles tras la muerte de su padre y así poder reinar en León. No obstante, parece que durante los últimos años de su reinado comenzó tímidamente una política de recuperación de las propiedades reales. Pero sería su hijo quien articuló una firme campaña para lograr que los bienes de realengo revirtieran a las arcas reales y así sanear la situación económica de la monarquía. El tercer pilar fue la curialización de los guerreros; es decir, que los reyes intentaron reconducir el poder de la nobleza hacia la colaboración con la monarquía, para crear así una nobleza dependiente que estuviera a su servicio, pero sin olvidar que dependían de ella para reinar. Alfonso IX, para limitar la dependencia del poder regio del poder aristocrático, rompió el monopolio que hasta entonces habían tenido la jerarquía eclesiástica y la nobleza laica en los órganos de gobierno del reino, dando participación en las instituciones a los representantes de las ciudades que, aportaban, además, su poderío económico a la monarquía leonesa. El desarrollo de este proceso se ve reflejado en la relación que los monarcas mantuvieron con sus nobles. Era una relación simbiótica, pero no por ello fue fácil. Atendiendo en líneas generales al desarrollo de estos dos procesos hemos estructurado en tres partes nuestro trabajo. En la primera de ellas, «La estructura de la familia nobiliaria y sus relaciones con la monarquía» se analiza la evolución de los modelos filiativos y su trascendencia en la dinámica interna de la aristocracia, pero también su reflejo en la escena pública. Durante la segunda mitad del siglo XII comienzan a verse algunos indicios que indican que se estaban dando los primeros pasos desde un mo-

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delo cognaticio hacia otro agnaticio; aunque en la sociedad leonesa predominaron las estructuras cognaticias durante los reinados de Fernando II y Alfonso IX. Además de la filiación biológica estudiaremos el parentesco ficticio, pues la alianza fue el principal mecanismo utilizado por la nobleza para tejer redes de parentesco entre los nobles y consolidar fuertes grupos de poder nobiliario, así como para emparentar con la familia real, lo que conllevaba el rápido ascenso en la corte. El matrimonio fue el procedimiento más utilizado para establecer alianzas, por lo que será estudiado con detenimiento, centrándose en el funcionamiento interno de las parentelas y en el diseño de sus estrategias familiares, pues tenían una gran importancia económica, social y política para la nobleza y la monarquía. Asimismo, se analizarán otros mecanismos de alianza como el concubinato y ciertos modos de parentesco espiritual que desempeñaron un importante papel en las relaciones entre los reyes de León y sus nobles. La segunda parte de este trabajo, titulada «Los nobles de León», sirve de presentación de los individuos que participaron en la escena política leonesa durante el período estudiado. Se analizarán las principales parentelas leonesas, profundizando en aquellos personajes principales de la parentela, que lograron acceder a la corte. Muchos de ellos habían nacido en León; sin embargo, también se registra en el escenario político leonés la participación de magnates foráneos que durante algún tiempo sirvieron a los reyes de León; por ello es necesario analizar la dinámica de las relaciones que mantuvieron Fernando II y Alfonso IX con estos nobles que, utilizando las posibilidades de los cambios de fidelidad y las ligaciones parentelares que mantenían con la nobleza leonesa, se integraron en su corte y lograron gran relevancia política y económica. Todos ellos fueron dinamizadores de las relaciones entre los reyes y los nobles leoneses, puesto que su llegada a la corte leonesa provocaba algunos reajustes y desplazamientos de otras familias nobiliarias. Se analizarán los casos de magnates de origen catalán y castellano, además de profundizar en el estudio de la actuación de la nobleza portuguesa, puesto que es menos conocida; pero fue determinante en el reinado de Alfonso IX. En la última parte, «El poder político nobiliario», se estudiarán diversos aspectos del poder político nobiliario y las relaciones de poder que la nobleza mantuvo con la monarquía, cuando se iniciaba el citado proceso de «curialización de los guerreros» que intentaba limitar el poder de la aristocracia magnaticia y crear una nobleza dependiente. Pretendemos analizar la evolución del proceso de fortalecimiento del poder real desarrollado por los monarcas leoneses y cómo afectó a la nobleza. Entre 1157 y 1230 este avance fue muy lento, pero sospechamos que los nobles empezaron a sufrir, tal vez tímidamente, sus consecuencias; pues vieron cómo otros actores so-

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ciales entraban a formar parte de las instituciones del reino. Para observarlo es necesario estudiar en primer lugar la corte como un espacio de poder y de sociabilidad, en el que los privilegiados diseñaban la política que afectaría a todo el reino, pero en el que también se relacionaban de manera pacífica, convivían con el rey y su familia y tejían alianzas personales y familiares que configuraban sólidos grupos de poder, que, en ocasiones, se enfrentaban despiadadamente. Estas relaciones parentelares y la fidelidad a la monarquía influyeron de manera decisiva en la configuración de los órganos de poder del reino, pues era el rey quien nombraba a sus colaboradores, que debían asesorarle y servirle fielmente. El monarca también nombraba a los tenentes, encargados de la administración de las circunscripciones territoriales del reino. Veremos si analizando a los tenentes de Toroño, Asturias, Extremadura y el Bierzo, es posible detectar una transformación en la administración territorial y un aumento del control regio sobre ella. Durante el reinado de Alfonso IX la aristocracia perdió su monopolio en el asesoramiento del rey, pues el monarca quiso diversificar la base en la que apoyar su poder para fortalecerlo y debilitar la dependencia que mantenía de la nobleza. Nos interesa conocer cómo este hecho afectó a la nobleza y cómo esta intervino en las principales asambleas celebradas en el reino en las que se debatían los asuntos determinantes de la política regia, como la redacción del ordenamiento jurídico del reino, la implantación de una extensa red de nuevas villas, la recuperación del realengo enajenado; porque de ello dependía el saneamiento de las arcas reales y, por ende, el fortalecimiento del poder regio. La aristocracia magnaticia, que había extendido sus redes de parentesco y tenía intereses patrimoniales y familiares en varios reinos, se convirtió en un importante agente de la política exterior, pues participó activamente en el establecimiento y mantenimiento de los tratados firmados entre los soberanos, desempeñando distintas funciones; aunque, como apuntaba Esther Pascua Echegaray, parece que esta participación fue menor en el reino de León que en otros reinos. Estudiando esta labor desempeñada por los nobles de León, intentaremos observar si fue así y si también en este campo la nobleza se vio afectada por la intervención de otros agentes sociales como los obispos, las órdenes militares y las villas. Pero en la base de sociedad medieval y el juego político estaba la reciprocidad; por ello, los monarcas, para recompensar los servicios prestados por los nobles y garantizarse su fidelidad futura, les donaron numerosos bienes de realengo pro bono servitio que aumentaban su patrimonio y favorecían la implantación territorial de la nobleza. No obstante, intentaremos descubrir si la política de austeridad y de recuperación del realengo también se plasma en el modo en el que los reyes recompensaron a sus fieles.

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Cum magnatibus regni mei, solo así, con el apoyo de los magnates del reino, Fernando II y Alfonso IX lograron alcanzar el trono y mantenerse en él. El papel que desempeñó la aristocracia laica en los momentos de sucesión al trono fue determinante para el desarrollo histórico del reino de León. En el período estudiado se asiste a tres momentos sucesorios. El primero de ellos, la división del Imperio tras la muerte de Alfonso VII. Este fue un acontecimiento excepcional en el que, al parecer, algunos de los grandes dignatarios influyeron en el emperador para que nombrara heredero de León al infante don Fernando. Además, cuando se materializó la escisión, la nobleza tuvo que decantarse por servir a uno de los dos nuevos monarcas, aun cuando tenían intereses en ambos reinos. El segundo momento de sucesión fue tras la muerte de Fernando II, cuando la turbación invadió el reino y dificultó en gran medida la llegada al trono de Alfonso IX. El nuevo monarca tuvo que iniciar un lento proceso para lograr el apoyo suficiente de la nobleza para poder reinar. Pero Alfonso IX, además de enfrentarse a la sucesión de su padre, tuvo que solventar el grave problema de su sucesión, que se enquistó y perduró más de veinte años, pues el monarca había tenido dos hijos, y posibles herederos, de dos matrimonios con infantas de Portugal y de Castilla que fueron anulados. Presumimos que la intervención de la nobleza en este conflicto fue crucial y por ello queremos analizarlo con detenimiento. Consideramos que los reinados de Fernando II y Alfonso IX son un campo de trabajo excepcional para analizar las relaciones que mantuvieron con la nobleza, puesto que el hecho de que el reino de León permaneciera independiente, tras una larga unión con Castilla, y, al mismo tiempo, estuviera flanqueado por la poderosa Castilla, el naciente reino de Portugal y la amenaza musulmana, dibujaba un escenario en el que la aristocracia tenía enormes posibilidades para aumentar su poder y patrimonio a través de su servicio a una o varias monarquías; en un tiempo, en el que además, su propia dinámica interna estaba dando los primeros pasos desde el cognatismo hacia el agnatismo y estaba ensayando el modo de relacionarse entre sí. Por todo ello, creemos que es necesario analizar los dos procesos de manera paralela ya que la estructura interna de la nobleza repercute en el modo de relacionarse con el poder regio.

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Para elaborar este trabajo utilizaremos fuentes de distinta naturaleza porque permiten analizar a la nobleza desde diversos puntos de vista, que enriquecen el conocimiento sobre el comportamiento nobiliario y las relaciones que los nobles mantuvieron con la monarquía. La documentación emitida por Fernando II y Alfonso IX de León será la base principal sobre la que asentaremos nuestro trabajo. Julio González editó y regestó una parte importante de la documentación emitida por Fernando II y la colección de diplomas de Alfonso IX, mucho más completa, pues edita seiscientos ochenta diplomas. Además, durante los últimos treinta años se han publicado en la Colección Fuentes y Estudios de Historia Leonesa, dirigida por José María Fernández Catón, las colecciones diplomáticas de las instituciones eclesiásticas del Reino de León, tanto monásticas como catedralicias, donde se conservan numerosos diplomas regios, que hasta entonces permanecían inéditos.1 La sistemática publicación de fuentes leonesas ha permitido conocer casi al completo la documentación regia leonesa emitida entre 1157 y 1230. Los diplomas reales permiten conocer las relaciones que los monarcas mantuvieron con las instituciones eclesiásticas y los nobles, pues son ellos los principales destinatarios. Las listas de confirmantes son el principal vehículo para conocer la composición de la corte y los cargos que ostentaba cada dignatario. Es preciso destacar que el hecho de que un magnate aparezca como confirmante de un diploma no implica su presencia física al lado del rey en el momento de la toma de decisión o de la redacción del 1 En el apartado dedicado a las fuentes y bibliografía incluimos la extensa lista de colecciones diplomáticas que hemos utilizado.

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documento; sin embargo, informan del cargo que ocupaba en la fecha del diploma, que es un dato de gran interés para nuestros objetivos. Se analizarán también los tratados firmados por los monarcas leoneses con los reyes de Portugal y de Castilla. En este caso hemos tenido que hacer frente a varias dificultades. La primera de ellas es la escasez, sobre todo en cuanto a los pactos signados por los monarcas leoneses y los lusitanos ya que en varias ocasiones, como la paz de Lérez o los acuerdos establecidos en 1169 tras la campaña de Badajoz, no se conserva el diploma que debió de redactarse, sino algunas referencias indirectas; por lo que existen importantes lagunas que impiden conocer el debate de los acuerdos. Sin embargo, los tratados entre soberanos solo permiten conocer los términos del acuerdo, pero ocultan el desarrollo de las negociaciones. Además de los tratados conocidos analizaremos el tratado de disolución de las arras de doña Teresa de Portugal, cuya copia se conserva en el Archivo Nacional Torre do Tombo de Lisboa. Este tratado fue publicado en la colección diplomática de Sancho I de Portugal, elaborada por Rui de Azevedo, aunque ha sido poco estudiado por los historiadores del Reino de León. Junto con los diplomas emitidos cancillería regia hemos seleccionado un amplio número de documentos privados para estudiar el funcionamiento interno de las parentelas aristocráticas. Los diplomas privados recogen los negocios que los nobles realizaban en el ámbito familiar. Junto al funcionamiento interno, permiten conocer las relaciones que mantenían con los miembros de otras familias nobles y con las instituciones eclesiásticas vinculadas a la parentela. Un alto porcentaje de los diplomas privados son donaciones de bienes a los monasterios promovidos por cada una de las familias, a los que entregaron una parte importante del patrimonio familiar. Solo hemos encontrado treinta cartas de arras, conservadas mayoritariamente en los monasterios cistercienses femeninos leoneses de Carrizo, Gradefes y Otero de las Dueñas, con las que poder estudiar el trasvase patrimonial que conllevaba el matrimonio, aunque consideramos que son suficientemente reveladoras. Todos estos diplomas privados permiten reconstruir los lazos de parentesco que unen a los nobles, además de sus patrimonios familiares. A pesar de la utilidad de los diplomas regios y privados para el estudio de la nobleza, debemos destacar que sin embargo aportan una visión sesgada de la realidad, pues solo se han conservado aquellos que estaban dirigidos a las instituciones eclesiásticas o los que recogen negocios privados sobre bienes que acabaron formando parte del patrimonio de la institución. Probablemente los nobles produjeron mucha más documentación, que conservarían en archivos privados, pero estos no han sobrevivido al paso del tiempo. No obstante, durante el reinado de Alfonso IX se aprecia

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una importante disminución de documentación nobiliaria, pues su número es menor en las colecciones diplomáticas de distintas instituciones eclesiásticas. Desconocemos cuál es el motivo de esta disminución, probablemente se debe a cuestiones de conservación, pero podemos sospechar que tal vez hubo otros cauces por los que se escapó la documentación privada, aunque lo desconocemos. Para completar la visión de la aristocracia magnaticia desde otra perspectiva hemos utilizado las crónicas coetáneas que aluden a la situación vivida en León, como De rebus Hispaniae, de Jiménez de Rada, Chronicon Mundi, de Lucas de Tuy, Chronica latina regnum Castellae de Juan de Osma, además de la Crónica de la población de Ávila, la Chronica Adephonsi Imperatoris, la Historia Compostelana y algunas obras posteriores, como la Crónica General de España de 1344 y la Crónica de Veinte Reyes. En todas ellas hemos perseguido las referencias al comportamiento nobiliario, aunque es preciso tener cautela, pues los intereses del cronista y de quien encargó la obra pueden disfrazar y manipular la realidad. Para estudiar la nobleza foránea, además de utilizar las colecciones diplomáticas leonesas, hemos empleado las fuentes castellanas, especialmente las colecciones de diplomas de Alfonso VIII y Fernando III de Castilla, también editadas por Julio González. De la misma manera, hemos utilizado los diplomas reales emitidos por Alfonso Enríquez y Sancho I de Portugal, que fueron publicados por Rui de Azevedo. Pero para el estudio de la nobleza portuguesa contamos con una fuente genealógica de gran valor como son los libros de linajes, que permiten identificar a cada uno de los nobles portugueses y a algunos miembros de la nobleza leonesa y castellana. Esta fuente ha sido poco utilizada por los historiadores del Reino de León, creemos que por problemas de difusión y acceso a la misma. Debemos confesar el entusiasmo que nos suscitó la primera consulta de esta fuente, que no tiene parangón en el territorio leonés. Es una fuente sumamente rica y con un alto grado de fiabilidad que debe ser empleada en mayor medida por los historiadores del reino de León.

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METODOLOGÍA

Apostamos por la combinación de varios métodos para analizar el papel de la nobleza en la escena política leonesa entre 1157 y 1230, y sus relaciones con los monarcas. En primer lugar era preciso sistematizar el extenso corpus documental de nuestra investigación. Para ello recurrimos a herramientas informáticas que permiten un acceso casi instantáneo a la información requerida y utilizamos el programa Filemaker para construir varias bases de datos. En una de ellas introdujimos todos los diplomas regios y privados conservados, seleccionando en ellos quiénes son los personajes que participan en los negocios que recogen, las materias sobre las que versan y los lugares mencionados en cada uno de ellas. En una segunda base de datos elaboramos fichas de todos los nobles que se documentan interviniendo en la escena política leonesa; extractamos cada una de sus intervenciones, los cargos que ostentaron, la parentela a la que pertenecían y algunas circunstancias personales dignas de subrayar. Este trabajo requiere un gran esfuerzo, pero permite obtener rápidos resultados. Analizamos minuciosamente la documentación latina, puesto que a través de la evolución léxico-semántico de los vocablos latinos podemos descubrir además la evolución de los conceptos que encarnan. El análisis léxico-semántico está encaminado a identificar las relaciones entre los monarcas con sus vasallos. Lo hemos aplicado a los términos y conceptos utilizados para dirigirse a la nobleza y a otros que expresan conceptos, como la amiticia y la fidelitas, el servicio, el homenaje, la potestad, etcétera. Del mismo modo, empleamos este método en el estudio de la estructura interna de las parentelas nobiliarias, especialmente en el léxico utilizado en las relaciones de parentesco, porque permite encontrar matices que pueden pasar

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desapercibidos y descubrir la evolución de un sistema de filiación cognaticio a otro agnático, cuyo resultado será una nueva estructuración social de la nobleza. Pero para un trabajo de las características de este, el principal método de análisis ha sido la prosopografía, aprovechando que los grandes nobles y otros miembros de las parentelas más destacadas del reino son los principales protagonistas de los diplomas regios. A través de la prosopografía intentamos reconstruir las familias nobiliarias para descubrir cómo se materializan las relaciones de poder que mantienen con la monarquía. Para ello es necesario analizar concienzudamente la documentación, además de sistematizar los datos extraídos. Este análisis permite identificar a cada uno de los nobles que aparecen en la documentación, reconstruir la parentela a la que pertenecen y desenmarañar las redes de parentesco tejidas en la cúspide de la sociedad feudal. El análisis semántico y la prosopografía se presentan como métodos diferenciados pero susceptibles de compartir orientaciones comunes, y de hacerlo en beneficio de la interpretación histórica; una de ellas es la antropológica. Al analizar el carácter representativo y legitimador del léxico de los diplomas, o al descubrir a través de la prosopografía la dinámica de las parentelas, se percibe cómo contribuyen las perspectivas antropológicas a la comprensión de los procesos históricos.

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Cum magnatibus regni mei. La nobleza y la monarquía leonesa durante los reinados de Fernando II y Alfonso IX de León es el resultado de la investigación elaborada como integrante del proyecto «Construcción y representación del poder regio en Castilla y León, (siglos XI-XIII)». Para la elaboración de este trabajo he contado con el apoyo de numerosas personas e instituciones, a los que quiero agradecer su ayuda. En primer lugar, a la Universidad de Valladolid, en la que me he formado, también al Instituto de Historia del CSIC y a la Universidade Aberta de Portugal, que me acogieron durante un periodo de mi trabajo. El Ministerio de Educación ha costeado mi carrera investigadora a través del programa de Formación de Profesorado Universitario y debo agradecer asimismo la financiación para publicar esta obra al CSIC y a dicho Ministerio, por la subvención a través del proyecto «Los espacios del poder regio ca.1050-1385. Procesos políticos y representaciones (HAR 2010-21725-CO3-01/02/HIST)», que han hecho que mi trabajo salga a la luz. Pero más allá del apoyo institucional, quiero mostrar mi gratitud a las personas que me han acompañado y me han ayudado en este camino brindándome siempre su cariño y su amistad, como los profesores del departamento de Historia Medieval de la Universidad de Valladolid, que me han enseñado lo que sé sobre la Edad Media y me han hecho sentirme como en casa durante todo este tiempo. También quiero dar las gracias a los profesores del departamento de Paleografía de la Universidad de Valladolid, especialmente a José Manuel Ruiz Asencio, Irene Ruiz Albi y Mauricio Herrero, por su ayuda y generosidad. A los miembros del departamento de Historia Medieval del CSIC de Madrid, especialmente a Ana Rodríguez y Carlos Estepa, que me acogieron durante mi estancia en el centro; y a Ma-

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ria João Branco y Hermenegildo Fernandes, que me guiaron por la historia medieval portuguesa y fueron un apoyo indispensable durante mi estancia en Lisboa, al igual que Leontina Ventura, cuya dulzura y sabios consejos me acompañan siempre, y a Juan Francisco Jiménez Alcázar, que ha sido un gran apoyo en la distancia. Gracias también a quienes integraron el tribunal que juzgó mi tesis doctoral: Carlos Estepa, Carlos Reglero de la Fuente, Ermelindo Portela y Herminia Vilar, porque con sus críticas y consejos me ayudaron a mejorar mi trabajo; y a José Augusto de Sottomayor Pizarro, por su generosidad y por enseñarme lo que no sé de la nobleza portuguesa. Pero si hay alguien a quien tengo una inmensa gratitud y admiración es a Pascual Martínez Sopena, que me ha acompañado desde que estudiaba la licenciatura, gracias por creer y confiar en mí y apoyarme siempre, gracias por tu comprensión y por regalarme tu amistad. En el largo peregrinar que ha supuesto esta investigación, además de algunas cosas sobre la nobleza leonesa, he aprendido la importancia de mis parentes et amicos, que me han acompañado en las etapas más duras. Por ello, quiero agradecerles su amistad, a las amigas con las que compartí pupitre y, sobre todo, risas mientras estudiábamos la licenciatura (Noelia, Erica, Ester, María y Ana); a los amigos que no entienden mi trabajo, pero me han apoyado y me han animado cuando las fuerzas flaqueaban. A mis compañeros, porque hemos compartido muchos buenos y malos momentos. Gracias también a mis amigos doctorandos de otras universidades por ser los mejores compañeros de viaje que podía encontrar; con ellos he compartido la angustia de no saber qué encontraremos después, pero también algunos de los mejores momentos de mi vida: Sela, Paula, Leo, Jesús, Pablo, Jorge, David, Fernando Arias, Laura y Daniele; y también a Asun, que me ha levantado cuando me caía y me ha curado las heridas de los asaltos sufridos en el camino. Quiero también hacer memoria de mis antepasados, de mis abuelos, que no fueron condes del emperador, sino campesinos que no sirvieron a ningún señor, pero lograron que sus hijos y nietos tuvieran una vida mejor. Quiero dar las gracias a mi abuelo Zoilo, que se fue sin despedirse cuando yo estaba aún a mitad de este camino, por enseñarme tantas cosas de la vida; a mi abuelo Nano, el leonés, a quien va dedicada esta obra, porque aunque no pudo ser consciente de mi trabajo, sé que estaría contento y orgulloso de mí por estudiar la historia de su tierra. Por último, gracias a mi familia: a mis hermanos, Ana y Álvaro, porque siempre están a mi lado; y a mis padres, por su amor, por ser el mejor ejemplo que puedo tener y porque me han enseñado a vivir.

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CAPÍTULO 1 ESTRUCTURA DE LA FAMILIA NOBILIARIA Y SUS RELACIONES CON LA MONARQUÍA

Para abordar el estudio de la nobleza medieval, es imprescindible conocer las reglas que organizan y articulan el funcionamiento de los sistemas de parentesco vigentes, pues la estructura social se cimienta en las relaciones de parentesco que son el mecanismo esencial para la formación y reproducción de los grupos de poder; al mismo tiempo, explican u ordenan el apoyo regio a determinados nobles y determinan las relaciones establecidas entre las distintas parentelas nobiliarias del reino. Anita Guerreau afirma que los sistemas de parentesco son sistemas de relaciones que no tienen una existencia material perceptible pero cuya organización virtual cabe reconstruir a través del examen del enunciado de sus reglas y de la ejecución de sus prácticas.1 El parentesco configura un conjunto de relaciones en las que se combinan la consanguinidad y la alianza, y que se convierte en el instrumento básico de la estructura de la sociedad feudal. Godelier ha afirmado que durante la Edad Media, el parentesco dominaba la organización social porque no solo regulaba las relaciones de descendencia y alianza que existían entre los grupos y los individuos, GUERREAU-JALABERT, A. «Sobre las estructuras de parentesco en la Europa medieval», en FIRPO, A. (dir.), Amor, familia, sexualidad, pp. 59-89. ÍD., «El sistema de parentesco medieval: sus formas (real/espiritual) y su dependencia con respecto a la organización del espacio», en PASTOR DE TOGNERI, R. Relaciones de poder, de producción y parentesco en la Edad Media y Moderna: aproximación a su estudio, Madrid, 1990, pp. 85-105. 1

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sino también sus derechos sobre los medios de producción y los productos del trabajo, asimismo definía las relaciones de autoridad y obediencia; (por tanto, las relaciones políticas en el interior de los grupos o entre ellos) y servía eventualmente de código, de lenguaje simbólico, para expresar al tiempo las relaciones establecidas por los hombres entre sí y con la naturaleza.2 El poder en la sociedad medieval se sustenta gracias a una complicada maraña de relaciones familiares tejida desde la monarquía, que emparenta con las principales parentelas del reino. Del mismo modo, el parentesco es la piedra angular de las relaciones entre reinos, puesto que los monarcas aseguraban cualquier tratado de paz con el establecimiento de matrimonios entre los miembros de las familias regias, a fin de fortalecer la amistad de los reinos. De la misma manera que la monarquía diseñaba un complejo entramado familiar, la alta nobleza urdía su propia red de relaciones, emparentando entre sí y en ocasiones llegando a formar parte de la familia real. A partir del siglo XII, en Occidente la aristocracia laica comenzó a diversificar su trama de relaciones parentelares, que se extendía por los reinos vecinos con el fin de ampliar sus intereses económicos y su poderío político. El estudio de los sistemas de parentesco y de la estructura de la familia resulta complicado, debido a la parquedad de las fuentes. Es necesario realizar un exhaustivo rastreo de la documentación para encontrar la terminología referente al parentesco que será la base para mostrar una visión de conjunto del comportamiento social de la elite nobiliaria. En el tránsito entre los siglos XII-XIII se aprecia una lenta evolución del sistema de parentesco desde el modo cognaticio hasta el agnaticio, y se comienzan a vislumbrar los primeros indicios del proceso de transición de la parentela al linaje, que se perpetuará en los siglos bajomedievales. Con el propósito de esclarecer los mecanismos internos de relación social entre la elite aristocrática laica, seguimos la estela de los estudiosos que nos han precedido en este campo, indispensable para comprender el desenvolvimiento de la sociedad medieval.

I. Introducción: historiografía, estado de la cuestión El parentesco, eje de la investigación antropológica, hasta los años sesenta del siglo pasado, había sido tratado de manera tangencial desde otras áreas de conocimiento. 2

GODELIER, M. Horizon, trajets marxistes et antropologie, Paris, 1973, p. 62.

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Aunque la primera disciplina desde la que se atendió a la estructura de la familia fuera la genealogía, que nació en los siglos plenomedievales;3 eso sí, adobada de un alto grado de fantasía y manipulación en pro de las glorias pasadas de la parentela que decide escribir su memoria. De la Baja Edad Media se conservan importantes obras genealógicas; entre ellas el Livro des linhagens del conde Pedro que se centra en reconstruir las parentelas nobiliarias portuguesas y traza la genealogía de algunas familias castellanas y leonesas.4 Durante los siglos XVI y XVII, proliferó el encargo de numerosos cronicones nobiliarios, mediante los que las principales familias de la nobleza de aquel tiempo pretendieron fundamentar su poder y prestigio remontándose a épocas medievales. La labor de los genealogistas que elaboraron dichos cronicones resulta, en ocasiones, un instrumento práctico para la identificación de algunos personajes, pero estos trabajos están plagados de errores o, en el peor de los casos, de manipulaciones conscientes; y por ello es necesario someternos a una exhaustiva crítica. Estas obras se centraron en la reconstrucción de los linajes, más o menos acertada. En ocasiones son solamente largas listas de nombres, articuladas en enrevesados árboles genealógicos, cuyas ramas se desdibujan en los personajes anteriores al siglo XII. En ningún caso van más allá de la reconstrucción genealógica; es decir, no transmiten el funcionamiento interno de la parentela a la que se refieren, ni hacen alusión al significado de las alianzas realizadas entre las principales familias del reino; de modo que no transmiten la verdadera magnitud de la importancia del parentesco en la construcción del entramado social. Solo recientemente los nuevos genealogistas han superado esta concepción de la genealogía, introduciendo mayor profundidad de análisis y contextualizando las variaciones en las estructuras familiares, lo que viene a enriquecer los resultados de la investigación histórica.5 3 Véase DUBY, G. «Observaciones sobre la literatura genealógica en la Francia de los siglos XI y XII», en DUBY, G. Hombres y estructuras en la Edad Media, Madrid, 1978, pp. 184-197, y GENICOT, L. Les génealogies, Turnhout, 1975. 4 A pesar de los posibles errores o manipulaciones en la redacción de estas genealogías, tanto los livros velhos como el Livro de linhagens del conde Pedro aportan algunos datos, que tras ser contrastados con la documentación diplomática conservada permiten establecer relaciones de parentesco consanguineo o artificial entre individuos hasta entonces desconocidas. Por ese motivo y analizando con suma precaución estas informaciones, hemos utilizado estas obras como fuentes para nuestro trabajo, obteniendo óptimos resultados. MATTOSO, J. (ed.), Portugalie Monumenta Historica, Nova série, vol. II/1, Livro de linhagens do conde Pedro, Lisboa, 1980. 5 Sobre las nuevas expectativas e inquietudes de la genealogía, véase PARDO DE GUEVARA Y VALDÉS, E. «¿Hacia una nueva ciencia genealógica? Reflexiones para una renovación en sus métodos y objetivos», Medievalismo, 2, 1996, pp. 171-183.

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Desde la demografía histórica se han tocado algunos aspectos relacionados con la estructura de la familia, sin embargo la escasez de datos en los siglos medievales impide la realización de estudios estadísticos fiables. Estos trabajos han tenido sus mejores frutos para épocas posteriores, pero en ningún caso analizan el funcionamiento interno de los sistemas de parentesco, sino que aportan datos interesantes de ciertos comportamientos sociales como edad del matrimonio, tasas de fecundidad, de mortalidad, etcétera. En la década de los setenta aparecen varios estudios sobre la estructura de la familia y su evolución en la Europa medieval.6 Las aportaciones de estos trabajos han sido aplicadas a la época que nos atañe por grandes medievalistas franceses, como Georges Duby en su estudio sobre las estructuras del parentesco en el Norte de Francia.7 El parentesco y la familia continúan siendo en la actualidad un importante objeto de estudio para los historiadores; prueba de ello es la celebración de numerosas reuniones científicas y la publicación de varios libros colectivos sobre este tema.8 Todas estas perspectivas de análisis han aportado nuevos enfoques, que han venido a enriquecer especialmente el conocimiento de las estructuras de parentesco de las elites nobiliarias, puesto que se conserva mayor volumen documental relativo a este grupo social durante la Edad Media.9

GOODY, J. L’Evolution de la famille et du mariage en Europe, Paris, 1985. DUBY, G. Hombres y estructuras en la Edad Media, Madrid, 1978. 8 En cuanto a las reuniones científicas, queremos destacar la celebrada en Nájera en el año 2000 y cuyas actas se publicaron con el título IGLESIA DUARTE, J. I. DE LA (coord.), La Familia en la Edad media. XI Semana de estudios medievales de Nájera, Logroño, 2001. En este volumen se recoge los trabajos de autores tan destacados como Isabel Loring García, Anita Guerreau-Jalabert e Ignacio Álvarez Borge entre otros. Pero además de esta y otras reuniones científicas se han publicado varios trabajos colectivos de especial relevancia como el dirigido por PASTOR DE TOGNERI, R. Relaciones de poder, de producción y parentesco en la Edad Media y Moderna: aproximación a su estudio, Madrid, 1990. Este volumen recoge trabajos sumamente importantes sobre el estudio de los sistemas de parentesco como GUERREAU-JALABERT, A. «El sistema de parentesco medieval: sus formas (real/espiritual) y su dependencia con respecto a la organización del espacio», BECEIRO PITA, I. y CÓRDOBA DE LA LLAVE, R. Parentesco, poder y mentalidad, la nobleza castellana: siglos XII-XV, Madrid, 1990. En 1993 la revista Hispania dedicó un número monográfico al estudio de la familia: «Familias y linajes. Subpoblaciones monacales y sus redes», Hispania, n.º 185 (1993). En este volumen se recogen varios trabajos de medievalistas como Pascual Martínez Sopena, Ermelindo Portela, Ana Rodríguez López y Esther Pascua Echegaray acerca de importantes linajes nobiliarios. 9 A pesar de que la mayor parte de los estudios sobre sistemas de parentesco se refieren a la elite nobiliaria, queremos destacar el trabajo de varios investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, que bajo la dirección de Reina Pastor reconstruyeron los sistemas de parentesco de los foreros gallegos a través de los contratos de foro conservados en los fondos documentales de diversos monasterios y catedrales gallegas. PAS6 7

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La historiografía tradicionalmente se ha ocupado de estudiar los comportamientos y relaciones parentelares establecidas entre los miembros de la aristocracia laica. No existe unanimidad en la comunidad científica acerca de la organización aristocrática anterior al siglo XII. En los últimos años han aparecido numerosos estudios que analizan la situación en todos los ámbitos europeos,10 pero nos interesan especialmente aquellos centrados en el solar ibérico. En España la renovación sobre el estudio de la nobleza comenzó con la clásica obra de Salvador de Moxó11 que en gran parte seguía la obra de genealogistas como Salazar y Castro para reconstruir las parentelas más importantes del reino; pero además de ello, Moxó aportó importantes novedades, como el estudio de los mecanismos internos de la nobleza y elaboró la teoría de la sustitución de las elites nobiliarias: de la nobleza vieja a la nobleza nueva. Posteriormente Enrique Ruiz Doménech se ocupó principalmente del estudio de las estructuras de parentesco de la elite aristocrática; él abrió la brecha que después continuarían otros como Carmen Carlé.12 A partir de los años ochenta del siglo pasado aparecieron importantes obras sobre de las estructuras de parentesco y la dinámica interna de los grupos parentelares hispanos. Las estructuras de la familia aristocrática catalana fueron estudiadas desde un nuevo enfoque metodológico por Lluís To. Al mismo tiempo, José Larrea perfiló la situación vivida en Navarra durante los siglos X al XII, y los reinos occidentales fueron el objeto de estudio de algunos investigadores gallegos como Ermelindo Portela y Carmen Pallares, asturianos como Miguel Calleja Puerta que, tomando como referencia al conde Suero Vermúdez, analiza los comportamientos de la aristocracia asturiana de los siglos XI y XII. Pascual Martínez Sopena, Carlos Estepa y Margarita Torres han plasmado la evolución de los sistemas de parentesco de la nobleza leonesa en varios de sus trabajos. Tampoco debeTOGNERI, R. et ál. Poder monástico y grupos domésticos en la Galicia foral (siMadrid, 1990. 10 La historiografía francesa ha contribuido con grandes aportaciones al conocimiento de esta materia, véase TOUBERT, P. y BONASSIE, P. Hommes et sociétés dans l’Europe de l’an mil, Toulouse, 2004. TOUBERT, P. Les structures du latium medieval. Le Latium méridionale et la Sabine (VIII-fin XII siècle), Roma, 1973. DUBY, G. y LE GOFF, J. Famille et parenté dans l’Occident medieval, Roma, 1977. 11 MOXÓ, S. «De la nobleza vieja a la nobleza nueva», Cuadernos de Historia de España (Anexos de la revista Hispania), 3 (1969), pp. 1-210. 12 RUIZ DOMÉNEC, J. E. «Sistemas de parentesco y teoría de la alianza en la sociedad catalana (c. 1000-c. 1240)», en FIRPO, A. (dir.), Amor, familia, sexualidad, óp. cit., pp. 113140. CARLÉ, M.ª C. «Gran propiedad y grandes propietarios». Cuadernos de Historia de España, n.º LVII-LVIII, Buenos Aires, 1976, pp. 1-224. TOR DE

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mos olvidar la transformación, casi paralela a la leonesa, de la aristocracia del incipiente reino portugués, estudiada magistralmente por José Mattoso y otros historiadores portugueses como José Augusto Pizarro y Leontina Ventura.13 En los últimos años se han incorporado nuevas metodologías de análisis. Así, la prosopografía ha jugado un papel indispensable a la hora de identificar personajes, reconstruir parentelas y localizar sus áreas de dominio y extensión de su poder; además de analizar el sistema de alianzas interfamiliares diseñadas para fortalecer el poder nobiliar y garantizar la supervivencia de los intereses económicos de la familia. Con el propósito de conocer mejor la configuración de la nobleza, sus mecanismos internos y su comportamiento social, comenzamos este capítulo.

II. Terminología referente al parentesco en las fuentes leonesas (1157-1230) Para analizar los sistemas de parentesco de la nobleza leonesa durante los reinados de Fernando II y Alfonso IX, es imprescindible presentar la terminología utilizada en las fuentes para referirse a las relaciones parentelares.14 TO FIGUERAS, L. Familia i hereu a la Catalunya nord-oriental (segles X-XII), Barcelona, 1997, pp. 271-273. LARREA, J. J. La Navarre du IV au XII siècle. Peulement et société, Paris-Bruxelles, 1998, pp. 281-301 y 433-456. PORTELA, E y PALLARES, C. «Aristocracia y sistemas de parentesco en la Galicia de los siglos centrales de la Edad Media. El grupo de los Traba», Hispania, n.º 185, 1993, pp. 823-844. CALLEJA PUERTA, M. El conde Suero Vermúdez, su parentela y entorno social. La aristocracia astur-leonesa en los siglos XI y XII, Oviedo, 2001, pp. 97-232. MARTÍNEZ SOPENA, P. La Tierra de Campos Occidental. Poblamiento, poder y comunidad del siglos X al XII, Valladolid, 1985. ÍD., «Parentesco, poder en León durante el siglo XI. La casata de Alfonso Díaz». Studia Historica-H.ª Medieval, V, 1987, pp. 33-88. ÍD., «El conde Rodrigo y los suyos. Herencia y expectativa de poder entre los siglos X y XII», en PASTOR DE TOGNERI, R. (coord.), Relaciones de poder, de producción y parentesco en la Edad Media y Moderna, Madrid, 1990, pp. 51-84. ESTEPA DÍEZ, C. «La nobleza leonesa en los siglos XI y XII», Centro de estudios astorganos Marcelo Macías, Astorga, 1984. TORRES SEVILLA, M. Linajes nobiliarios en León y Castilla: siglos IX-XIII, León, 1999. MATTOSO, J. A nobreza medieval portuguesa, a familia e o poder, Lisboa, 1981. Ricos-homens infançoes e cavaleiros. A nobreza medieval portuguesa nos séculos XI e XII, Lisboa, 1985. VENTURA, L. A nobreza de Afonso III, 2 vols., texto policopiado, Coimbra, 1992. SOTTOMAYOR PIZARRO, J. A. DE, As linhagens medievais portuguesas: genealogías e estratégias (1279-1325), Porto, 1999. 14 Los ensayos que Lévi-Strauss ha realizado sobre lenguaje y parentesco muestran la analogía de métodos utilizados por la lingüística y la antropología en cuestiones de paren13

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Son numerosas las alusiones al parentesco en documentos de distinta naturaleza; sin embargo, los términos empleados no aportan definiciones teóricas de los conceptos a los que se refieren. Es por ello por lo que, a pesar de que existe una larga lista de vocablos que aluden a este tipo de relaciones, resulta difícil determinar cuál es el significado concreto de cada uno de ellos, pues en ocasiones la terminología empleada es polisémica y dificulta, en gran medida, la labor del historiador, que debe analizar minuciosamente el contexto para determinar el significado preciso de cada uno de los vocablos. Así lo advertía Anita Guerreau-Jalabert,15 que consideraba obligado realizar un exhaustivo análisis lingüístico de todos los términos y del contexto en el que aparecen para comprender los sistemas de parentesco. Los términos que se analizarán en las páginas siguientes han sido extraídos de diplomas de la cancillería real leonesa y de documentación privada nobiliar. En la documentación regia se emplean, generalmente, términos que hacen alusión al parentesco que une al monarca con los destinatarios, o con sus propios familiares que le acompañan durante la firma del diploma. La documentación privada aporta mayores informaciones, porque suele recoger negocios jurídicos establecidos entre individuos emparentados entre sí con instituciones eclesiásticas, u otros de carácter estrictamente familiar relativos, sobre todo, a la transmisión de los bienes. Se trata de cartas de arras, dotes y testamentos, que aportan una información más rica y variada sobre la concepción del parentesco de la nobleza medieval. Además, se ha analizado la documentación de carácter público como cartas de fuero, tratados de paz, o los decreta de Alfonso IX, ya que contienen referencias a relaciones parentelares en un contexto diferente. Así, en los fueros se pueden analizar las referencias a las familias que habitan en el lugar, o en los tratados de paz, cabe observar la importancia que los monarcas dan a la relación de parentesco que mantienen y que plasman en un lugar destacado del documento. El análisis de la terminología de parentesco no es fácil de elaborar porque conceptos de diversa índole —jurídicos, canónicos y vulgares— son utilizados en ocasiones simultáneamente en el mismo diploma. Asimismo, es necesario tener en cuenta la evolución lingüística que se estaba experi-

tesco. El autor proponía en 1958 aunar los resultados obtenidos por ambas disciplinas con el fin de desentrañar el funcionamiento de las estructuras de parentesco y enriquecer al tiempo el conocimiento de las sociedades pasadas. LÉVI-STRAUSS, C. Antropologie structurale, Paris, 1958 (ed. esp., Antropología estructural, Buenos Aires, 2000, pp. 29-74). 15 GUERREAU-JALABERT, A. «El sistema de parentesco medieval: sus formas (real-espiritual) y su dependencia con respecto a la organización del espacio», art. cit., p. 87.

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mentando: aunque se registran mayoritariamente términos latinos, existe un significativo porcentaje de expresiones en lengua vernácula. A pesar de la mezcla de conceptos, los términos empleados en los documentos responden mayoritariamente a la naturaleza jurídica de los mismos. Tal vez los vocablos utilizados cotidianamente entre parientes para referirse a sí mismos eran otros, que, salvo en algunas excepciones, no han quedado reflejados en la documentación conservada. Hay que considerar también que las traducciones al castellano actual pueden no captar todos los matices que los coetáneos percibían; pues se tiende a adecuar al vocabulario actual los términos latinos medievales que, quizá, no se ajusten exactamente al concepto de parentesco tal y como lo concebían los hombres medievales que los escribieron en las fuentes documentales que hoy estudiamos.

A) Vocablos relativos a relaciones de parentesco consanguíneo cercano En el análisis del léxico referente a las relaciones de parentesco, hemos decidido comenzar por los vocablos que definen la relación entre individuos vinculados mediante filiación, porque es el grado de parentesco más directo y, sin lugar a dudas, el más fácil de determinar; ya que en el 90% de los diplomas estudiados, su autor o destinatario dejan clara su filiación a través de la antroponimia o de la mención explícita a sus progenitores.

a) Primer grado de consanguinidad: padres, hijos, hermanos Entre los términos utilizados para definir la relación de paternidad se registra mayoritariamente el latino pater y en muy pocas ocasiones la voz genitor.16 Es frecuente encontrar la forma romance padre. En la sociedad medieval eran comunes los matrimonios en segundas nupcias, circunstancia que se refleja también en la documentación. El término utilizado para denominar al esposo de la madre es el latino uitricus, aunque se registra también la voz romance padrastro, que se generalizará en los siglos posteriores. En los casos en que los hijos de una mujer se dirigen a su padrastro, suelen hacerlo utilizando su nombre, sin especificar la relación que les une, sino simplemente situándolo al lado de su madre, generalmente por detrás de ella. 16 s. v. pater, PÉREZ, M. (coord.), Lexicon latinitatis medii aevi regni legionis (s. 1230), impertectum, Turnhout, 2010.

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En cuanto a la relación de maternidad, el término más empleado es el latino mater, aunque también se registra la forma indeclinada, matre.17 Asimismo, se documenta un porcentaje menor del uso del término genitrix. La voz matrastra, no aparece con frecuencia en la documentación leonesa que hemos seleccionado, aunque existen ejemplos en el siglo XI.18 En ocasiones los hijos hacen alusión a ambos padres como genitores, o parentes. El primer vocablo no genera ninguna duda, se refiere de manera clarísima a la pareja de progenitores; sin embargo, el término parentes puede aplicarse para referirse a un grupo más extenso de consanguíneos. La ambigüedad de este vocablo complica en gran medida la labor del historiador que debe analizar el contexto en que aparece para desentrañar su significado. En cuanto al léxico utilizado para referirse a la descendencia, el término con el que los padres denominan a sus hijos y con el que estos se autodefinen con respecto a sus padres es filius/filia,19 aunque en los documentos romanceados se emplea la forma romance fijo.20 En numerosas ocasiones se registra el término en dativo o ablativo plural, filiabus, en expresiones formularias del tipo filiis et filiabus tuis,21 lo que indica una clara distinción por sexos de la descendencia; es decir, que era utilizado para denominar a las hijas.22 Esta fórmula suele ir acompañada de otras expresioEsta voz se registra en todo el período estudiado; así en un documento fechado en septiembre de 1163, por el que Fernando II concede un solar a Miguel Ibáñez, delimita los límites del mismo en los siguientes términos: illo meo solare quod est circa illam meam cortem, et ex alia parte est casa lohannis Martiniz, et de alia est casa de Fernando Burel, et de sua matre, en CDACL, doc. 1526. La expresión se emplea en el tratado de paz firmado en Valladolid en 1209 entre Alfonso VIII y Alfonso IX de León donde se puede leer qui tenuerint dictas villas uel alcazares de regina matre sua. CDACL, doc. 1808. 18 Acerca de los términos que estamos analizando, véase ARIAS ALONSO, M. «Patermater y genitor-genitrix en la diplomática medieval asturleonesa (775-1230)», en ALBERTE, A. et ál. Actas del Congreso Internacional «Cristianismo y tradición latina», Málaga, 2001, pp. 183-189. 19 s. v. filius, PÉREZ, M. (ed.), Lexicon latinitatis medii aevi regni legionis (s. VIII-1230), impertectum, Turnhout, 2010. 20 CDACL, doc. 1955. Stablecemos e mandamos que los fijos de los clerigos, que despues deste concilio nascieren de las barraganas. 21 MARTÍN LÓPEZ, E. Patrimonio cultural de San Isidoro de León. 1. Documentos de los siglos X-XIII: colección diplomática, León, 1995, doc. 64. 22 Así lo indica, entre otros muchos ejemplos, la condesa Estefanía Ramírez en un documento del fondo de San Pedro de las Dueñas, en el que tras utilizar el vocablo filiabus nombra a sus dos hijas: Ego, comitissa domna Stephania, una cum filiabus meis, Maria Ponz et Sancia Ponz, DOMÍNGUEZ SÁNCHEZ, S. Colección documental medieval de los monasterios de San Claudio de León, monasterio de la Vega y San Pedro de las Dueñas, León, 2001, SPD, doc. 22. Existen otros casos elocuentes como los referidos a las infantas San17

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nes como filiis et filiabus tuis omnique generatione tue,23 o et filiis et filiabus, et heredibus vestris,24 que redundan en la idea de la descendencia. Aunque el término filius es el más utilizado, también se registra la voz latina liberi,25 además de otras expresiones que aluden a los hijos de forma genérica, como proles,26 semen27 y heres.28 En los diplomas que recogen negocios jurídicos en los que están implicadas las propiedades familiares, son frecuentes las alusiones a la legitimidad de los hijos con fórmulas como filii legitimi.29

cha y Dulce, hijas de Alfonso IX, a quien Gil Manrique se dirige en estos términos: Et ego domnus Egidius Manrici facio pleitum et homenage vobis domno Adefonso, regi Legionis, et filiabus uestris, infanti domne Sancie et infanti domne Dulcie, CDACL, doc. 1903. 23 RECUERO ASTRAY, M. Documentos medievales del reino de Galicia: Alfonso VII (1116-1157), Santiago de Compostela, 2000, doc. 3. 24 MARTÍNEZ, M. Cartulario de Santa María de Carracedo, 992-1500, vol. I, doc. 98. 25 s. v. liberi, PÉREZ, M. (ed.), Lexicon latinitatis medii aevi regni legionis (s. VIII-1230), impertectum, Turnhout, 2010. El uso de este vocablo es menor, se emplea en una proporción muy baja de la documentación, como una donación del conde Fernando Pérez de Traba al monasterio de Sobrado, una cum omnibus liberis meis, en LOSCERTALES DE GARCÍA DE VALDEAVELLANO, P. Tumbo del monasterio de Sobrado de los monjes II, Madrid, 1976, doc. 13. En 1186 la condesa Aldonza cum liberis meis, dona una heredad en Oteros al monasterio de Sandoval HERRERO JIMÉNEZ, M. Colección documental del monasterio de Villaverde de Sandoval (1132-1500), León, 2006, doc. 28. 26 No es un vocablo habitual en los siglos XII y XIII leoneses, aunque sí se documentan algunos ejemplos como el testamento de don García Ramírez, hijo del conde Ramiro Froilaz, datado entre 1169 y 1182. En él dona varias propiedades a San Isidoro de León y desea que sea firme y que no lo contradigan ni su esposa, ni la prole que esta procree: Nisi uxorem legitime duxero et prolem ex ea procreauero. SIL, doc. 91. 27 En 1183 Fernando II dona a la que posteriormente se convertiría en su esposa, Urraca López de Haro y su descendencia, determinadas propiedades en las siguientes condiciones: Hanc hereditate uobis concedo et semini uestro post uos iure hereditario pro bono seruitio quod mihi fecistis, en GONZÁLEZ, J. Regesta de Fernando II, Madrid, 1943, doc. 188. 28 s. v. heres, PÉREZ, M. (ed.), Lexicon latinitatis medii aevi regni legionis (s. VIII-1230), impertectum, Turnhout, 2010. En 1187, Fernando II hace extensiva su donación a Vasco Fernandes de Soverosa, su esposa Teresa y a sus heres. Ego rex domnus F. cum filio meo rege domno A. et cum uxore mea regina domna Urraca Lupi do, et hereditario iure concedo uobis dilecto uasallo meo domno U. Fernandi. et uxori uestre domne T. Gunzalui, et heredibus uestris. MARTÍNEZ, M. Cartulario de Carracedo, doc. 98. 29 En el tratado de Sahagún Fernando II y Sancho III pactan que sus hijos legítimos deben perpetuar la conveniencia que están a punto de firmar, si filios vel nepotes legitimos dimiserit, hanc eandem amiciciam et convenientiam, teneat eis. GONZÁLEZ, J. Regesta de Fernando II, doc. 1.

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Pueden aparecer hijastros que son denominados antenatus,30 priuignus,31 o con el término romance annado.32 Incluso se registran varios diplomas en los que uno de los progenitores destaca que aporta hijos, fruto de otra relación anterior, al nuevo matrimonio.33 Además de la vinculación vertical entre padres e hijos, en las relaciones de parentesco se establecen lazos horizontales que unen a los hijos entre sí, se trata de los vínculos de hermandad.34 Esta relación se expresa mediante varios vocablos. De nuevo se encuentra un mayor uso de la voz latina, frater,35 aunque existen numerosos ejemplos, sobre todo en tierras gallegas, en los que se emplea el término germanus36/ermano.37 En cuanto a la denominación de las hermanas, se detecta una supremacía cuantitativa del em-

30 CDACL, doc. 1862, de domno Oriolo et de sua antenata, comparauimus octo uineas in illos Arnales, Esta fórmula aparece en un diploma datado en 1217 que recoge una venta entre particulares de unas viñas en Arnales. 31 Ego Munio Ouequiz cum muliere mea dompna Taresia, et priuignis meis, Fernando et Garsia, en CDACL, doc. 1595. El documento recoge un pacto establecido en 1176, entre Juan, obispo de León, y varios individuos entre los que se encuentran Munio Ovéquiz, su esposa Teresa y los hijos que ella aportó a la unión. 32 En 1186 doña Infante vende unas heredades al monasterio de Gradefes junto a sus hijos y sus annados. Ego donna Infante et filiis meis Iohannis et Rodrigo et Marina, in uno cum meos annados, Iohannes Pelaez et Pedro Peletero, facimus cartam uenditionis, en BURÓN CASTRO, T. Colección documental del monasterio de Gradefes, doc. 191. 33 En 1219 doña Beatriz, una cum filia mea Iohanna Petri quam habui de Petro Apparici, et cum uiro meo Fernando Martini milite et cum filiis et filiabus, dona su heredad de Lordemanos a San Isidoro de León. SIL, doc. 206. 34 ARIAS ALONSO, M. «Expresiones de las relaciones de fraternidad en la diplomática latina medieval», en Estudios Humanísticos. Filología, 26 (2004), pp. 11-23. 35 En el Tratado de Sahagún firmado en 1158 por los hijos del emperador, Sancho III de Castilla y Fernando II de León, se puede leer: Hinc est quod ego rex Sancius de Toledo et de Castella et fratrer meus rex Ferdinandus de Legione et de Gallaecia, facimus pacem et veram amiticiam per bonam fidem et sine malo ingenio, ut boni fratres et boni amici, deinceps in perpetuum, et hanc facimus firman et veram sicut filii unius patris et unius matris. GONZÁLEZ, J. Regesta de Fernando II, doc. 1. Los reyes señalan su relación fraternal, al tiempo que destacan que son hijos del mismo padre y la misma madre. 36 En 1169, el noble gallego Fernando Odoáriz redacta su testamento en el que lega determinados bienes a su hermana Gudina que habían pertenecido con anterioridad a su hermano, Ad sororem meam Goma Oduariz de Vrria hereditatem de Uamio que fuit de meo germano Fiel Oariz, en FERNÁNDEZ FERNÁNDEZ, A. O Mosteiro femenino de San Miguel de la Bóveda na Idade Media: estudo histórico e colección documental (séculos XII-XV), Noia, 2005, doc. 3. 37 En el Tratado de Cabreros de 1206, el primer documento redactado en lengua romance por la cancillería regia leonesa, se dice: Et si el moriere, a don Alfonso suo ermano, filio del rei de Leon et de la reina dona Berenguela, et otorgamos et mandamos que quando don Ferrando, filio del rei de Leon et de la reina dona Berenguela fuere rei de Leon,

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pleo de la voz latina soror,38 aunque también se documenta el vocablo germana.39

b) Parientes en segundo grado Este círculo tan estrecho de parentesco se amplía si se asciende por la escalera de grados de parentesco hasta el segundo, en que se sitúan los abuelos, tíos, sobrinos y primos carnales. 1.

Abuelos, nietos La palabra más habitual para denominar a los abuelos es auus,40 aunque en ocasiones es utilizada para referirse genéricamente a los antepasados;41 asimismo se emplea, aunque en un índice menor, el vocablo romance auuelo/abuelo.42 Para referirse a la abuela, suele utilizarse la voz latina auia.43

ho si el moriere que sea rei de Leon el otro suo ermano, filio del rei de Leon el de la reina dona Berenguela. CDACL, doc. 1786. 38 Ego rex Fredenandus Legionis et Gallecie, princeps et dux, una cum sorore mea regina Urraca, en FLORIANO LLORENTE, P. Colección diplomática del monasterio de San Vicente de Oviedo, Oviedo, 1968, doc. 248. 39 s. v. germano, PÉREZ, M. (ed.), Lexicon latinitatis medii aevi regni legionis (s. VIII1230), impertectum, Turnhout, 2010. 40 En 1230 entrega al monasterio de Nogales la villa de Villaferrón que le había comprado su abuelo, el conde Ponce de Cabrera, al emperador. Facimus cartam venditionis et firmitudinis de villa nostra quam habemus et habere debemus et auus noster comes Pontius adquisiuit a domino Adefonso imperatore, en CAVERO DOMÍNGUEZ, G. Colección Documental del Monasterio de San Esteban de Nogales (1149-1498), León, 2001, doc. 52. 41 En 1189, Alfonso IX confirma los privilegios que sus antecesores habían concedido a la catedral de Santiago de Compostela con estas palabras: Confirmo eidem ecclesie omnes illas possessiones quascumque ei pater meus rex donnus Ferdinandus et auus meus imperator et alii aui mei et parentes iure hereditario concesserunt. Hace referencia a su abuelo el emperador Alfonso VII y a sus otros abuelos y parientes. En este caso se percibe una alusión clara a los que con anterioridad le precedieron en el trono leonés, en GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, doc. 23. 42 s. v. Avuus, auis, auius, auolio, auolorio, auolus, PÉREZ, M. (ed.), Lexicon latinitatis medii aevi regni legionis (s. VIII-1230), impertectum, Turnhout, 2010. 43 s. v. auia, auola, PÉREZ, M. (ed.), Lexicon latinitatis medii aevi regni legionis (s. VIII1230), impertectum, Turnhout, 2010. En 1165 Fernando Gutiérrez entrega al monasterio de Sahagún unas heredades que habían pertenecido a su abuela la vizcondesa Elvira: Ego Fernandus Guterii de auia mea, biscomdessa domna Geluira, en Colección de Sahagún, doc. 1355. Sin embargo, hemos registrado algunos ejemplos en los que el término es utilizado, sin lugar a dudas, para hacer alusión a la tía paterna. Se trata de un caso especial ya que en varios diplomas Fernando II hace alusión a su insigne tía la infanta doña Sancha, hermana de Alfonso VII. Así, en 1168 el monarca dona al monasterio de La Vega unas

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Se han registrado algunas alusiones a los bisabuelos con el término actauus44 y proauus.45 El círculo familiar se cierra con los nietos, que son denominados de una forma un tanto confusa, pues los términos neptus y nepos se emplean de manera aleatoria. El término neptus no plantea ningún problema semántico; sin embargo, el sustantivo nepos46 presenta algunas dificultades ya que conserva cierta ambigüedad desde su origen indoeuropeo, cuando se utilizaba para denominar al nieto en los sistemas patrilineales y al sobrino en las sociedades matrilineales.47 Esta palabra y su forma en ablativo, nepote, pasarán al latín con ambas acepciones; se utilizarán tanto para denominar al nieto como al sobrino. Por lo tanto, es necesario analizar minuciosamente el contexto en el que aparecen para determinar cuál es el parentesco

casas que habían servido de caballerizas a su tía la infanta Sancha: Illas duas cassas de Legione in quibus solebant stare mule auie mee, infantisse domne Sancie. En DOMÍNGUEZ SÁNCHEZ, S. Colección del monasterio de la Vega, doc. 64. Consideramos que el hecho de que denomine auia a su tía Sancha no está relacionado con una posible ambigüedad o polisemia del vocablo, sino que parece responder a un trato afectuoso del monarca hacia su tía. Debemos tener en cuenta que Fernando había conocido a su tía, que era la mujer más anciana de la familia regia y había fallecido solo nueve años antes de la firma de este documento. Esta mujer había tenido un cargo destacado en la familia real ya que a lo largo de su vida había acompañado a su hermano el emperador y había recibido tratamiento de regina. Además fue la señora del Infantazgo y la encargada de mantener viva la memoria de la familia. Por todo ello consideramos que el monarca conservaba un entrañable y afectuoso recuerdo de su tía. Sin embargo, conservamos un importante número de diplomas en los que el monarca se dirige a su tía, a quien califica como amita, por lo que deducimos que este tratamiento de avia es algo excepcional. Véase MARTÍN LÓPEZ, E., SIL, doc. 127. 44 En el documento por el que Fernando II concede fuero a los hombres de Lugo se puede leer: Facio textum et scriptum firmitudinis uobis dilectis uasallis meis. hommibus de Luco, de omnibus illis foris bonis quos uobis dedit bonus auus et actauus meus rex Adefonsus, en RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos gallegos de Fernando II, doc. 152. 45 En 1170 el monarca devuelve una villa que había sustraído a la catedral de Tuy, con los mismos derechos con los que la había tenido In tempore patris nostri et auorum et proauorum nostrorum usque ad illam diem qua nos post adquisitam terram. Ibíd., doc. 155. 46 El término define el concepto de nieto, Ego Gundisaluus Petri, nepos comitis Poncii et comitisse Stephanie, filius Petri Garsie de Leetma et Sancie Poncii. En este caso Gonzalo Pérez, abad de Santa María de Husillos, se define como nieto del conde Ponce (de Minerva) y de la condesa Estefanía Ramírez. PÉREZ RODRÍGUEZ, F. J. Os documentos do Tombo de Toxos Outos, Santiago de Compostela, 2004, doc. 26. Este mismo individuo, en 1199, se define como neptos comiti Pontii et comitisse domne Stephanie, en CANAL SÁNCHEZ-PAGÍN, J. M., «Documentos del Monasterio de Carrizo de la Ribera en la colección Salazar de la Real Academia de la Historia», Archivos Leoneses, n.º 63, León, 1978, doc. 9. En estos dos diplomas se usaron ambos términos para referirse a los nietos, pero existen otros ejemplos en los que nepos alude a los sobrinos. 47 BENEVISTE, E. Vocabulario de Instituciones indoeuropeas, pp. 153-156.

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preciso que define en cada uno de los casos en los que se utiliza.48 Tras un concienzudo rastreo de la documentación, se detecta una cierta aleatoriedad en el empleo de este término; tanto es así que en ocasiones resulta imposible discernir qué parentesco une a los dos individuos que utilizan este vocablo para definir su relación. El problema queda resuelto cuando se emplea el término vernáculo soprino, con el que desaparece toda ambigüedad y polisemia. Quizá la adopción de este nuevo vocablo, que se irá generalizando a partir del siglo XIII, sea un intento bienintencionado de eliminar la confusión semántica a que inducía la polisémica voz latina. 2.

Tíos, sobrinos y primos carnales En las sociedades bilineales los hermanos de los padres tenían denominaciones latinas diferentes dependiendo de la línea de la que descendieran,49 los tíos y tías paternos eran denominados patruus/amita50 y los maternos, auunculus/matertera;51 aunque, en contadas ocasiones, se emplea el 48 Es necesario analizar minuciosamente el contexto en que aparece, hay que cruzar informaciones de otros diplomas para establecer la verdadera vinculación que une a los individuos. En el Tratado de Sahagún, nepote se refiere a los nietos: Filii nostri legitimi et nepotes hanc eadem amiciciam quam modo facimus, inter se habeant, teneant et conservent. Mientras en un diploma fechado en febrero de 1163, cuando Fernando II tutelaba a su sobrino el rey de Castilla, Alfonso VIII, se emplea con ese significado: Fernando in Legione, Gallecie et Asturiis et sub tutela sua nepotem suum regem Alfonsum tenente in Tolete, Strematura et Castella eodem rege existente, en RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos gallegos de Fernando II, doc. 44. En estos dos ejemplos está clara la relación que mantienen los dos individuos que pertenecen a la familia regia; sin embargo, resulta más complicado esclarecer el parentesco en familias de las que se conserva escasa información. 49 s. v. matertera, PÉREZ, M. (ed.), Lexicon latinitatis medii aevi regni legionis (s. VIII1230), impertectum, Turnhout, 2010. 50 En 1189, Fernando II dona la villa de Golpejones, que anteriormente había sido donada por tu tía paterna la infanta Elvira, al monasterio de Sahagún: Fernandus, una cum filio meo rege domno Adefonso, concedo monasterio sanctorum Facundi et Primitiui donationem, de uilla que dicitur Golpellones, quam infantissa domna Geluira amita mea, concedente domno Adefonso imperatore patre meo, pro remedio parentum nostrorum, ipsis sanctis martiribus, spontanea uoluntate, obtulit, en FERNÁNDEZ FLÓREZ, J. A. Colección de Sahagún, doc. 1422. 51 En el Tratado de Sahagún, en que Fernando II y Sancho III pactan aliarse contra todo hombre que los ataque, excepto contra su tío materno, el conde de Barcelona, Tali pacto et convenientia ut fideliter iuuemus nos contra omnes qui iniuriam nobis facere voluerint, excepto contra comiten Barchinonie qui auunculus nostre est et uinculum amiticie nostre, en GONZÁLEZ, J. Regesta de Fernando II, doc. 1. En 1173 Fernando II dona varias propiedades al monasterio de la Vega cuya priora era doña Mafalda, su tía materna: Do Deo et monasterio Sancte Marie de Veiga, et vobis, domne Mahalde, matertere mee, eiusdem monasterii priorisse. No obstante, Reyna Pastor, estudiando la sociedad forera, ha registrado en la documentación del monasterio de Samos el término auuncula para referirse a la tía paterna.

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vocablo auuncula para referirse a la tía materna.52 Pero la evolución hacia la lengua romance eliminó esta distinción, aunando los términos bajo la denominación tío/tía que han llegado a nuestros días. Se ha aludido de manera tangencial a las distintas denominaciones utilizadas para referirse a los sobrinos. Se observa a lo largo del siglo XII una cierta arbitrariedad en el uso de nepos, para referirse tanto al nieto como al sobrino; sin embargo, desde la segunda mitad de la duodécima centuria, comienza a aparecer tímidamente en la documentación la palabra soprino/sobrino,53 cuyo uso se extenderá a partir del siglo XIII y se perpetuará en el español actual. La adopción de este nuevo término, que no surgirá en ninguna otra lengua romance, es una incorporación destinada a eliminar la ambigüedad originada por el uso de neptus/nepos que, en ocasiones, impedía discernir cuál era el parentesco real que unía a los individuos. Resulta elocuente el ejemplo del Tratado de Sahagún de 1158, ya que es el único documento fechado entre 1157 y 1230 en que se emplean simultáneamente ambos términos —nepote y soprino— con un significado bien diferenciado. Se trata de un documento de importancia crucial para los reinos de León y Castilla y, conscientes de ello, sus redactores decidieron utilizar los dos términos para eliminar cualquier ambigüedad semántica que pudiera acarrear enfrentamientos entre ambas monarquías. En él ambos reyes acuerdan que la amiticia que han firmado sea conservada por sus hijos y nietos legítimos: Filii nostri legitimi et nepotes hanc eadem amiciciam quam modo facimus, inter se habeant, teneant et conservent. Entre los testigos y confirmantes de este importante documento se encuentra Fernando Gutiérrez, soprino comitis Poncii.54 De este modo los redactores del documento han establecido una clara diferenciación entre ambos términos. Los circunloquios son comunes para referirse a los sobrinos, utilizando fórmulas como filia de germana mea.55 A partir de la segunda mitad del siglo XII, es frecuente encontrar el vocablo consoprinus para denominar a

En 1208 Rodrigo Pérez de Villalobos dona al monasterio de Carvajal las propiedades que había heredado de su tía materna Jimena Osorio. Ex parte auuncula mea, Xemena Osorii, en DOMÍNGUEZ SÁNCHEZ, S. Colección documental del Monasterio de Santa María de Carvajal (1093-1461), León, 2000, doc. 93. 53 Este término comienza a difundirse a partir de finales del siglo XII, ya en 1208 se emplea en un documento del monasterio de Sandoval por el que Alfonso Pérez, junto con su esposa y su sobrino García, venden unas heredades al abad del monasterio: Ego Adefonso Petri, una cum mea uxore, Marina Gundisalui, et sobrino meo Garcia R…, en HERRERO JIMÉNEZ, M. Colección Villaverde de Sandoval, doc. 47. 54 GONZÁLEZ, J. Regesta de Fernando II, doc. 1. 55 BURÓN CASTRO, T. Colección documental del monasterio de Gradefes, doc. 139 (= GDF). 52

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los sobrinos, como es el caso de Fernando Pérez de Traba, que en la carta por la que dona al Císter el monasterio de Sobrado, denomina consoprina a Urraca Vermúdez, hija de su hermano, Vermudo Pérez de Traba.56 Este vocablo puede emplearse también para aludir a los primos hermanos. El círculo de relaciones entre parientes de segundo grado se completa con las vinculaciones establecidas entre las descendencias de los tíos, es decir los primos. Son habituales las denominaciones como primus cormano,57 y congermanus,58 aunque a partir de la segunda mitad del siglo XII se va imponiendo la forma primus, que se perpetuará en el español hasta la actualidad. Asimismo es habitual encontrar el término consanguineo para referirse a los primos. Este término, que es utilizado al mismo tiempo para aludir a un círculo parentelar más amplio, plantea verdaderos problemas semánticos que, habitualmente, impiden conocer el parentesco exacto que une a los individuos que se denominan de esta manera.

B) Vocablos referentes a parientes afines Los parientes afines son aquellos individuos que, mediante una relación de alianza, emparentan con el grupo de consanguíneos.59 El principal medio para formalizar la alianza es el establecimiento de un matrimonio entre individuos pertenecientes a dos parentelas distintas, que deciden vincularse para defender y fortalecer intereses comunes. La Iglesia católica tuvo un papel esencial en el establecimiento de las reglas de la alianza matrimonial y controló su cumplimiento mediante medidas represoras. En páginas posteriores analizaremos el sistema matrimonial vigente en la sociedad leonesa de los siglos XII y XIII, pero en este momento recogeremos los vocablos con los que se denominaba a los parientes afines.

56 LOSCERTALES DE GARCÍA DE VALDEAVELLANO, P. Tumbo del monasterio de Sobrado de los monjes II, Madrid, 1976. 57 GDF, doc. 149. En este documento fechado en 1181 Álvaro Pérez junto a sus sobrinos, su prima María Domínguez, vende una heredad a Eslonza López: Ego Alvarus Petriz, una pariter cum sobrinos meos… et mea prima cormana Marina Dominguiz. 58 s. v. congermano, coermano, cogermana, coermana, PÉREZ, M. (ed.), Lexicon latinitatis medii aevi regni legionis (s. VIII-1230), impertectum, Turnhout, 2010. 59 ARIAS ALONSO, M. «El léxico mediolatino del parentesco por alianza: los parientes políticos», en PÉREZ GONZÁLEZ, M. (ed.), Actas III Congreso Hispánico de latín medieval II, León, 2002, pp. 531-540.

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a) Los esposos La principal vinculación de afinidad es la que se establece con el cónyuge, puesto que a partir de esa relación se abre una nueva línea de consanguinidad encarnada en la descendencia de la pareja. Ambos cónyuges aparecen en la documentación con una denominación específica. La esposa es denominada mayoritariamente con los términos latinos uxor y coniunx,60 si bien aparecen otras voces latinas como sponsa61 y mulier.62 El esposo es frecuentemente denominado uir 63 o cónyuge; pero, a medida que avanza el siglo XII, se extiende el uso del vocablo maritus.64

b) Cuñados y suegros Los consortes de los hermanos y los hermanos de los consortes forman parte del círculo de afines más próximo, aparecen en la documentación con

60 Se registra un uso cuantitativamente paritario entre el empleo de uxor y coniux. No es extraño encontrar en el mismo documento ambos vocablos referidos a la misma persona, por ello, hemos decidido extraer como ejemplo uno de estos diplomas. La carta está fechada en el mes de marzo de 1170, en la intitulación el monarca se refiere a su esposa con estas palabras: Ego domnus Fernandus Dei gratia Hispaniarum rex una cum uxore meam regina domna Urraka, mientras que en la roboración del documento aparece la fórmula: Ego domnus Fernandus Dei gratia Hispanorum rex una cum coniuge mea regina Urraca hoc scriptum quod fieri iussi propio robore confirmo, en RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos gallegos de Fernando II, doc. 108. 61 En 1161 Tello Pérez entrega en concepto de arras unas heredades a su esposa Gontrodo: Ego Tello Petriz ad tibi sponsa mea Guntrodo Garcia palcuit mihi donare tibi in dote tua et pro amorem e uirginitatis tue, in arras, illas meas hereditates. BURÓN CASTRO, T. GDF, doc. 91. 62 Detectamos una mayor presencia de este término en la documentación gallega, aunque existen numerosos ejemplos en las colecciones diplomáticas de instituciones leonesas, como FERNÁNDEZ FLÓREZ, J. A. Colección del monasterio de Sahagún, doc. 1490. 63 El número de casos en los que aparece esta expresión es sumamente amplio, por ello hemos decidido extraer simplemente uno. En 1182 la condesa Elvira Pérez y su esposo Armengol VIII de Urgel pignoran unas heredades a favor del hermano de la condesa que ocupaba la sede episcopal de León. Ego comitissa Geloira Petri, una cum uiro meo domno Armengaudo, CDACL, doc. 1631. 64 En 1230 la condesa Sancha Fernández hace una donación al monasterio de Sandoval por el alma de su esposo el conde Froila Ramírez, hijo de Ramiro Froilaz: Domna Santia Fernandi, cometissa, una cum filiis mei, dono Ramiro et dono Didaco et dono Roderico Frola et dona Theresia Froila, pro anima mea et pro anima egressi mariti mei bonae memoriae, comitis incliti doni Frola, en HERRERO JIMÉNEZ, M. Colección de Villaverde de Sandoval, doc. 65.

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distintas denominaciones como cognatus/cognata65 o cunnado/cunnada66 sobre todo a partir de principios del siglo XIII; aunque es frecuente encontrar circunloquios como Ego cum mea germana et marito suo, para hacer referencia a los cuñados. De manera poco habitual es utilizado el término sororio para referirse al esposo de la hermana. El caso más significativo es el acuerdo de Ágreda, firmado por Fernando II de León y Alfonso II de Aragón en 1162. Ambos monarcas eran primos, puesto que sus padres —Berenguela y Ramón Berenguer IV— eran hermanos. Pero además en 1156 Alfonso II había casado con doña Sancha, hija de Alfonso VII y la emperatriz Rica, y por tanto era cuñado del monarca leonés. En el acuerdo el rey de Aragón se dirige al leonés en estos términos: Ego Ildefonsus Dei gratia rex Aragonensis et comes Barchinonensis, conuenio uobis Fernandus Dei gratia Regis Ispaniarum consanguineo et sororio meo.67 El aragonés destaca el doble parentesco que le une al rey de León, pues mediante el término consanguineo indica la relación de primos hermanos que mantienen, y con el vocablo sororio alude a la condición de esposo de su hermana Sancha; su cuñado. Del mismo modo se establece una relación de afinidad con los padres del cónyuge, que aparecen denominados en la documentación como socro/socra.68 La relación que une al suegro y su yerno es destacable en la nobleza leonesa; recordaremos el caso de Vela Gutiérrez, yerno de Ponce de Cabrera, que vivió a la sombra de su suegro hasta su muerte y, gracias al parentesco que le unía al gran magnate, logró importantes favores de maEl término cognatus es poco utilizado durante el período temporal analizado, aunque existe una referencia en el fondo del monasterio de Sahagún, datada en 1212. Este término latino sufrió una compleja evolución que Bermejo Castrillo recoge en su trabajo. Este autor señala que el vocablo latino en origen se refería al grupo de parientes consanguíneos, que no se integraban en la familia agnática, además de denominar, por extensión, a los esposos de las hijas, los adfines. Este término será suplantado por cognatus para referirse a los hermanos o hermanas del cónyuge, véase BERMEJO CASTRILLO, M. Á. Parentesco, matrimonio, pp. 78-80. En este sentido en que se refiere al cuñado, hermano de la esposa, citaremos el documento 190 de la colección de Gradefes en que Rodrígo Díaz y su esposa María Díaz venden a la abadesa de Gradefes unas heredades que habían comprado al abad de Benavides y a su cognato Rodrígo Díaz (cuyo patronímico es el mismo que el de Marina, por lo que le suponemos su hermano). 66 FERNÁNDEZ FLÓREZ, J. A. Colección diplomática del monasterio de Sahagún, doc. 1758. 67 SÁNCHEZ CASABÓN, A. I. Alfonso II Rey de Aragón, Conde de Barcelona y Marqués de Provenza. Documentos (1162-1196), Zaragoza, 1995, doc. 4. 68 En 1222 Pedro Pérez y su esposa Marina, junto a su suegro, venden la mitad de una casa a Rodrigo Pérez y su esposa. Ego Petrus Petri et uxor mea domna Marina et Iohannes de Poblo, meo socro, cum sua muliere facimus cartulam uendicionis, en FERNÁNDEZ FLÓREZ, J. A. Colección diplomática del monasterio de Sahagún, doc. 1627. 65

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nos del emperador y su hijo. Ciertamente, este es un ejemplo excepcional ya que lo habitual es que la mujer se integrara en la parentela del esposo y no a la inversa, como sucedió con Vela Gutiérrez.

C) Terminología relativa a la familia, grupos de parentesco y entidades suprafamiliares a) Familia Uno de los principales problemas con los que se enfrenta el historiador a la hora de abordar el estudio de la familia en la Edad Media, es precisamente la polisemia de este término. La familia es un concepto verdaderamente difícil de delimitar, puesto que no atiende a una definición teórica precisa y además ha sufrido una larga evolución a través del tiempo. En latín clásico la voz familia tenía una significación predominantemente jurídica, era utilizada para denominar al grupo de personas que estaban bajo la autoridad del pater familias: la esposa, los hijos y todos los esclavos y dependientes que habitaban bajo el mismo techo. Sin embargo, con el tiempo se fue ampliando su sentido y se utilizaba para denominar al conjunto de personas que dependían del pater, ya fuera por lazos de filiación o alianza, tanto por vía paterna como materna; o para referirse a los subordinados de un patrono de una corporación profesional. Durante la plena Edad Media se utilizaba para definir a la célula de parentesco más reducida; es decir, la familia conyugal, formada por el matrimonio progenitor y sus hijos; aunque en ocasiones se hace extensible a un grupo más amplio de parientes consanguíneos y afines, e, incluso, llega a englobar a los sirvientes y otros subordinados que habitan, o no, bajo el mismo techo. La voz familia no es frecuente en la documentación leonesa,69 aunque se detecta un mayor empleo en las fuentes diplomáticas gallegas y asturianas donde suele emplearse, casi en el 90% de los casos, para referirse a las personas ligadas a la tierra, dependientes de un señor feudal, o integrados en un taller.70 Aunque también se registran algunos ejemplos en la documentación leonesa en el que se emplea con el mismo significado. Así, 69 En los index verborum del monasterio de Sahagún solo existen diez documentos en los que aparece el término familia, utilizado en diversos contextos. 70 Hemos revisado una larga lista de colecciones diplomáticas de instituciones eclesiásticas gallegas y asturianas donde el término aparece siempre en este sentido; solo recogeremos algunos ejemplos para no dilatar en exceso la exposición. Hemos seleccionado

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en el fondo de San Isidoro de León se conserva un diploma en que Fernando II concede a la institución un carpintero, llamado Cipriano, que debe realizar las obras de construcción del edificio. En el diploma se puede leer: Adicio etiam ad construccionem ecclesiae Sancti Ysidori Ciprianum Fabrum de Fenar liberum cum omni familia sua et cum uxore sua et cum omni hereditate sua. El hecho de que el redactor del documento mencione en primer lugar a la familia antes que a la esposa hace pensar que no se esté refiriendo a los hijos de la pareja, que suelen aparecer en fórmulas como cum uxore sua et filiis et filiabus suis, sino a los aprendices del patrón, pues se observa un especial énfasis en destacar la faceta profesional del citado Cipriano.71 Al mismo tiempo se registran algunos ejemplos en los que, dejando de lado a los subordinados y dependientes, el vocablo se emplea para hacer referencia a un grupo amplio de emparentados, tanto consanguíneos como afines. Los historiadores han utilizado en sus estudios el término familia, que en realidad no responde a un concepto teórico nítido, lo que puede inducir a errores y malas interpretaciones. Vistas la polisemia y la ambigüedad de este vocablo, Anita Guerreau-Jalabert ha propuesto la eliminación de su uso o, al menos, considera necesario elaborar una definición rigurosa del significado del mismo. En su opinión, los medievalistas han utilizado este vocablo que no responde a un concepto científico, debido a su imprecisión, para referirse a realidades muy diversas. Por este motivo propone la utilización de otros términos de uso medieval —parentela, linaje y descendencia— para hacer referencia a las estructuras sociales del pasado y evitar así los anacronismos que puede suscitar el empleo del término familia. Realgunos casos en los que el significado del término es claro y no deja lugar para la duda: en 1180, Fernando II entregaba a la catedral de Lugo cuatro iglesias situadas en Pallares en las siguientes condiciones Do inquam, et concedo eas, et confirmo, sicut a predicta uxore mea date fuerunt cum omni familia sua, et uoci regali, cum exitus, et ingressibus per términos suos nouissimos, et antiquos, en RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos gallegos de Fernando II, doc. 174. Posteriormente en un documento, fechado en 1202, por el que Alfonso IX cambia con el obispo de Mondoñedo algunas heredades, podemos leer: Recipio etiam de uobis in concambium predicti castelli cautum de Sancta Eulalia de Diuisa cum uilla que dicitur Fraamir et hereditatem Sancte Marie de Monte, villam que dicitur Uillauit cum hereditate et familia, Bralladuiro cum hereditate et familia, Villam Aldrit cum hereditate et familia, Villam de Cindi cum hereditate et familia, en GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, doc. 168. 71 Descartamos la posibilidad de que se trate de una variación formularia incorporada por el redactor del diploma, puesto que el documento está escrito y roborado por el notario del rey Pedro de Ponte, de quien se conservan más de cincuenta cartas entre las que solo se encuentra esta fórmula en el documento referido.

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comienda la utilización del vocablo parentesco, puesto que define con mayor precisión las relaciones sociales que constituyen un sistema.72

b) Affinitas, cognatio, consanguinitas, propinquitas y proximitas En la documentación conservada se registra una extensa lista de términos que hacen referencia a grupos de parentesco existentes en la sociedad medieval. Nuevamente aparece el inconveniente de la vaguedad de los vocablos diseminados en distintos contextos y localizados en fondos documentales de instituciones dispersas por toda la geografía leonesa. De nuevo fue Anita Guerreau-Jalabert quien ha estudiado este vocabulario. La investigadora ha destacado cinco términos: affinitas, cognatio, consanguinitas, propinquitas, y proximitas, como los más utilizados durante la Edad Media —siglos X al XIII— en la Europa septentrional, para referirse a las relaciones de parentesco.73 Sin embargo, además de estos, estudiaremos otros que forman parte de la amplia lista de vocablos empleados en la documentación leonesa, e intentaremos desentrañar su significado en las páginas que siguen. La voz affinitas define la relación de alianza que se establece mediante la celebración de un matrimonio. Asimismo, se considera afines a aquellos individuos que lo son mediante cualquier rito de parentesco espiritual que genera una alianza de parentelas nobiliarias, que deberían velar por los intereses de sus parientes espirituales. Hay que entender este término en un sentido más amplio; pues define al grupo de afines que se extiende a todos los miembros de las dos parentelas que han establecido una alianza. Cognatio designa a los individuos unidos por consanguinidad, pero también a aquellos individuos que, mediante la celebración de cualquier rito, adquieren un grado de consanguinidad espiritual.74 El término cognatus ha sufrido una larga evolución desde su origen. En el latín clásico, los cognati eran los parientes por línea materna y, por extensión, se denominaba así a los esposos de las hermanas; sin embargo, una compleja y no muy bien conocida evolución semántica provoca que a partir del siglo XII se em72 GUERREAU-JALABERT, A. «Sobre las estructuras de parentesco en la Europa medieval», en FIRPO, A. R. (dir.), Amor, familia, sexualidad, Barcelona, 1984, pp. 62-64. 73 GUERREAU-JALABERT, A. «El sistema de parentesco medieval: sus formas (real/espiritual) y su dependencia con respecto a la organización del espacio», en PASTOR DE TOGNERI, R. Relaciones de poder, de producción y parentesco en la Edad Media y Moderna: aproximación a su estudio, Madrid, 1990, pp. 85-105. 74 s. v. cognatio, PÉREZ, M. (ed.), Lexicon latinitatis medii aevi regni legionis (s. VIII1230), impertectum, Turnhout, 2010.

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plee para denominar a los cuñados. Pero no hay que desdeñar la importancia del parentesco espiritual que está detrás de este término. A decir verdad, no es posible definir con exactitud qué relación unía a los personajes que se llaman cognati, pues probablemente encierra una casuística muy amplia. En algunas ocasiones se puede intuir cuál es el vínculo que les relaciona, aunque no pueda comprobarse. En determinados contextos puede entenderse que los individuos denominados cognati están unidos por un vínculo espiritual con una cierta connotación de carácter militar.75 La palabra propinquitas define la relación que mantiene un grupo de parientes unidos por lazos próximos de consanguinidad. En ocasiones se desconoce cuál era el grado de parentesco exacto que unía a los individuos que se denominan propinqui.76 El término se empleaba habitualmente para denominar, de forma bastante difusa, al grupo de parientes próximos y presentes; es decir, que posiblemente no hace referencia a las generaciones futuras sino a los individuos que coinciden en el tiempo, aunque pertenezcan a generaciones biológicas distintas. Este vocablo aparece frecuentemente en las cláusulas conminatorias de los diplomas, dirigidas a punir a todos aquellos que contravinieren las disposiciones del negocio jurídico plasmado en el documento. Suelen aparecer fórmulas del tipo: Quicumque sit siue mea siue extranee propinquitatis,77 o Si quis propinquorum meorum uel exEn la documentación que hemos seleccionado datada entre 1157 y 1230, no hemos encontrado ningún ejemplo, sin embargo Pascual Martínez Sopena ha interpretado así algunas palabras de la Historia Silense en las que se hace referencia a la cognatione Veremudi regis plerumque existente comunem sibe sanguinem uincare singulariter anelabant, véase MARTÍNEZ SOPENA, P. «Reyes y nobles en León (ca. 860-1160)», en FERNÁNDEZ CATÓN, J. M. Monarquía y sociedad en el reino de León. De Alfonso III a Alfonso VII, León, 2007, pp. 149-200. 76 En 1170 Fernando II confirma todas las donaciones que habían efectuado Fernando y Vermudo Pérez de Traba y sus propinquos al monasterio de Sobrado durante el reinado de Alfonso VII. Per hoc scriptum confirmamus et communimus uobis et monasterio uestro, omnes terras et hereditates, quas tempore patris mei imperatoris, comes domnus Fernandus et fratre eius domnus Ueremudus et suorum propinqui concederunt. LOSCERTALES DE GARCÍA DE VALDEAVELLANO, P. Tumbo del monasterio de Sobrado de los monjes II, Madrid, 1976, doc. 26. Tras encontrar esta referencia, decidimos rastrear la documentación para averiguar qué miembros de la familia de los condes de Traba habían donado bienes al monasterio, para descubrir quiénes son exactamente esos propinqui a los que se refiere el documento. Hemos hallado varias donaciones efectuadas por los propios Fernando y Vermudo Pérez, acompañados de sus respectivas esposas y sus hijos, especialmente se destaca a Gonzalo Fernández y a Urraca Vermúdez; por lo tanto, podemos observar que en este caso se refiere al primer grado de parentesco. 77 Esta expresión se encuentra en el primer diploma que otorga Fernando, aún en vida de su padre. En él concede a su capellán Rodrigo Menéndez unas heredades que el emperador había entregado al padre de Rodrigo, en GONZÁLEZ, J. Regesta de Fernando II, doc. 1. 75

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traneorum hoc factum meum rumpere conatus fuerit,78 que no aclaran el significado del término, a pesar de que en algunas ocasiones se pueda intuir si se cruza información aportada por otras cartas que den luz al interrogante planteado. Proximitas probablemente define una relación de parentesco espiritual entablada mediante la celebración de un bautismo.

c) Consanguinitas, gens En la documentación leonesa se registran otros términos que hacen referencia a ese tipo de grupos de parentesco, como consanguinitas. El término es empleado para definir la relación de consanguinidad existente entre un conjunto de individuos. Es habitual encontrar el adjetivo consanguineus utilizado para aludir a los parientes sanguíneos hasta el séptimo grado canónico, tanto por la vía paterna como por la materna. El vocablo latino gens aparece en muy pocas ocasiones en la documentación leonesa estudiada, aunque se pueden constatar algunos ejemplos. En la mayor parte de ellos, forma parte de las cláusulas conminatorias de los diplomas que contienen expresiones como Si aliquis homo, de gens mea aut extranea. En un diploma del monasterio de Sahagún, fechado en 1191, se muestra con mayor claridad el significado del término. En la cláusula conminatoria: Et si nullus homo aut potestas aut de nostra proienie aut de aliqua gens hanc cartam fringerit uoluerit79 se expresa in crescendo que se hace extensiva desde un solo individuo, hasta el grupo de parentesco más amplio: la gens. Probablemente en todos los casos documentados, este término es empleado en el sentido de la gens romana; es decir, que se refiere a un núcleo 78 Siquis propinquorum meorum uel extraneorum hoc factum meum rumpere conatus fuerit, sit maledictus excomunicatus et cum Iuda traditore in inferno damnandus. Con estas palabras García Ramírez, hijo del conde Ramiro Froilaz, culmina el documento por el que dona a su sobrina María Ponce, abadesa del monasterio de Carrizo, las heredades que le pertenecen en Astorga. Se trata de un documento que tiene mucho que ver con el patrimonio de la familia ya que está elaborado en Sandoval y dirigido a la abadesa de Carrizo; ambos monasterios habían sido fundados por Estefanía Ramírez, hermana de García. Además, la carta está confirmada por Froila Ramírez, otro de los hermanos de García; por ello creemos que las palabras con las que clausura el documento pueden ir dirigidas al núcleo más cercano de parientes de María Ponce; es decir, sus hermanos, tíos y primos maternos que pudieran tener intereses en los bienes que habían pertenecido a la parentela y que eran entregados en ese momento a la abadesa de Carrizo. 79 FERNÁNDEZ FLÓREZ, J. A. Colección diplomática del monasterio de Sahagún, doc. 1463.

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amplio de parentesco, integrado por todos los descendientes de un antepasado común, que parece incluso sobrepasar los lazos de consanguinidad.80 En relación con este término, se encuentra el vocablo genus, que aparece solo ocasionalmente en la documentación, aludiendo a los integrantes de la gens. Tam genus quam parentes,81 se puede leer en algunos diplomas, lo que confirma que la gens engloba a un grupo más amplio de individuos vinculados por lazos que van más allá de la consanguinidad y afinidad. La carta fundacional del monasterio de San Miguel de la Bóveda deja al descubierto otro matiz del término. Su empleo alude a las generaciones presentes y las futuras: Filii nostri et filie nostre et omne genus nostrum qui ipsum monasterium hereditauerint.82

d) Generatio, progenie, posteritas En las fuentes leonesas se encuentran al mismo tiempo varios vocablos que hacen referencia a las generaciones descendientes, como generatio, progenie y posteritas. En las cláusulas conminatorias de los diplomas se registran habitualmente estos términos, también en las donaciones iure hereditario es frecuente mencionar a los descendientes de los beneficiarios de la donación. Con frecuencia, aparecen fórmulas como uos et uxor uestra et progenie uestra cui mandaueritis, o ut habeas eum et possideas et dones et uendas et omne uelle tuum ex eo facias tu et omnis posteritas tua; y Est tibi, uxore tue, filiis et filiabus tuis omnique generatione.83 En todas ellas hay una clara alusión genérica a las generaciones venideras. Pensamos que el significado del término se extiende hasta la posteridad y engloba, por tanto, a todos los individuos del grupo de parentesco.

Martínez Sopena determina que el término gentes es utilizado en 1075 para calificar a los miembros de la parentela amplia: MARTÍNEZ SOPENA, P. «Parentesco, poder en León durante el siglo XI. La casata de Alfonso Díaz», Studia Historica-H.ª Medieval, V, 1987, pp. 33-88. 81 GDF, doc. 160. Este documento de Gradefes está datado en 1182. 82 FERNÁNDEZ FERNÁNDEZ, A. O Mosteiro femenino de San Miguel de la Bóveda na Idade Media: estudo histórico e colección documental (séculos XII-XV), Noia, 2005, doc. 2. 83 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos gallegos de Fernando II, docs. 3, 11; CDACL, doc. 1526. 80

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e) Parentela, genealogía, casata, linaje Junto a estos vocablos con una profunda raigambre clásica, se documentan otros, propiamente medievales, que aparecen en pocas ocasiones en las fuentes diplomáticas leonesas de los siglos XII y XIII. Parentela es un término medieval que se acuñó en el siglo VI para designar a los consanguíneos de las líneas paterna y materna, hasta el séptimo grado canónico de parentesco. Este vocablo ampliaría su significado a partir del siglo IX para referirse a consanguíneos y afines; es decir, los consanguíneos del cónyuge y los cónyuges de los consanguíneos. El profesor Martínez Sopena afirma que la primera aparición conocida de este vocablo en la documentación leonesa está datada en el año 956.84 Posteriormente, en torno a 1130, comienza a utilizarse en las fórmulas de garantía de los diplomas. El término continuó conservando el mismo significado a lo largo del período 1157-1230. Ciertamente, su utilización en la documentación no es muy habitual, aunque sí se registran algunos ejemplos. En la paz de Huesca de 1191, firmada por Alfonso II de Aragón, Sancho I de Portugal y Alfonso IX de León, contra Alfonso VIII de Castilla; se puede leer: Dei gratia Rex Aragonis, Comes Barchinone et Marchio Provincia, facio cum illustribus regibus, videlicet cum Sancio rege Portugalensi et Algarbi, et Aldefonso, regi Legionum et Gallicie, licet inter nos parentela et sanguinis linea non inmerita concordiam iunxerit et amorem. En efecto, los monarcas destacan su relación de consanguinidad como el elemento que les define como miembros de la misma parentela.85 En estos años, a diferencia de lo que ocurre en el período inmediatamente anterior, disminuye su empleo en las fórmulas de garantía y suele aparecer en el cuerpo principal del documento, haciendo referencia a un grupo amplio de parentesco en que se incluyen consanguíneos y afines. Apreciamos siempre referencias al patrimonio de la parentela, y al interés manifiesto de que se conserve entre sus miembros, para evitar que la propiedad salga del círculo de parientes.86 CDACL, doc. 298. GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, doc. 43. El parentesco que unía a los tres reyes era muy próximo ya que el rey portugués y el leonés eran tío y sobrino además de suegro y yerno, en cuanto al vínculo que unía al rey aragonés y al de León, ambos eran primos porque sus padres —Berenguela y Ramón Berenguer IV— eran hermanos. Además de estas vinculaciones sanguíneas, los monarcas habían reforzado sus lazos mediante matrimonios celebrados entre las distintas casas reales. Así, Sancho I de Portugal casó en primeras nupcias con la infanta Dulce, hermana de Alfonso II de Aragón y, en segundas nupcias, con Sancha, hija de Alfonso VII, por tanto, tía de Alfonso IX, que había contraído nupcias ese mismo año con la infanta Teresa, hija de Sancho I de Portugal. 86 En el fondo del monasterio de Gradefes se localizan dos ejemplos muy elocuentes: 84 85

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En relación con este término aparece copiosamente en la documentación el vocablo parentes, que plantea de nuevo un problema de imprecisión y ambigüedad semántica. Es empleado para referirse a la pareja de progenitores, pero también a un grupo de parientes próximos, o incluso a un conjunto extenso de parientes; ya sean consanguíneos o afines. En realidad, su polisemia dificulta en gran medida la labor del investigador puesto que resulta complicado determinar el parentesco que une a los individuos que aparecen en cada uno de los diplomas. En algunas regiones europeas, como el Lacio, esta ambigüedad se eliminó con el empleo del término genitores para aludir a ambos padres;87 pero no ocurre lo mismo en el territorio leonés, donde se continuó utilizando indistintamente parentes. En ocasiones este vocablo aparece acompañado de otras voces que permiten vislumbrar quiénes son los parientes a los que alude.88 En 1198 Fernando Fernández, hijo de Fernando Ponce de Cabrera el mayor, dona su parte de la villa Granucillo al monasterio de Nogales que había fundado su tía, Sancha Ponce; lo hace remedio animarum patris et matris meae ac omnium parentum meorum. Sin duda, la donación va destinada a garantizar la salvación de las almas de sus progenitores y las de otros miembros de la parentela relacionados con el monasterio, como su abuelo, a quien se recuerda en otro punto del diploma, sus tíos y primos, que durante tres generaciones habían mantenido estrechas relaciones con esta casa cisterciense.89 Espigando la documentación conservada de los integrantes de esta paen el primero de ellos, datado en 1166, Fernando Rodríguez y su esposa donan a Velasco Pérez y a su esposa, Jimena Rodríguez, hermana de Fernando, una heredad en Mansilla que habían recibido del rey Fernando II. Al comienzo del diploma los donantes destacan que: Inter amicos et consanguineos talis debet esse ad inuicem donorum retribuo ut ipsa amiticia uel parentela ex donis crescat. GDF, doc. 99. En el otro ejemplo, fechado en 1171, Gonzalo Rodríguez junto a su esposa e hijos, venden a Gil Rodríguez nostra hereditate quam habemus de parentella nostra. Ibíd., doc. 109. 87 Pierre Toubert ha analizado la situación en el Lacio, en su ya clásica obra TOUBERT, P. Les structures du latium médiévale: Le latium méridional et la Sabine du XI siècle à la fin du XII siècle. 1, Rome, 1973, p. 705. 88 En el documento referido en la nota anterior, el donante, Fernando Gutiérrez, escribe facimus cartam donacionem uobis dulsissimis amicis et parentibus nostris, Uelasco Petriz et uxore uestre, que est germana mea Xemena Roderiquiz. En este caso, el término, claramente es empleado para aludir a su hermana y su cuñado. No ocurre lo mismo en el documento 138 de la colección del monasterio de Gradefes en que un matrimonio realiza una donación al cenobio ob remedio anime nostre patris et matris nostri et parentum nostrorum tam uiuorum quam defunctorum. En este ejemplo entendemos que se refiere a un grupo de parentesco amplio (suponemos que varias generaciones de antepasados ya difuntos), pero no podemos determinar hasta qué grado ni qué relación de consanguinidad o afinidad les unía. 89 CAVERO DOMÍNGUEZ, G. Colección Documental del Monasterio de San Esteban de

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rentela, se encuentran otros ejemplos en los que especifica de manera más gráfica el grupo de parentesco al que se hace extensiva la donación con expresiones del tipo: pro remedio anime mee et parentum meorum tam uiuorum quam defuctorum.90 Con este motivo entregaban María Vela y sus hermanos, hijos de Sancha Ponce y Vela Gutiérrez, sus propiedades en Villarmildo al monasterio de Moreruela, reformado por su abuelo, Ponce de Cabrera. No obstante, la escasez de estos ejemplos impide determinar con precisión el grupo de parientes a quienes se recuerda en los diplomas de estas características; puesto que de manera habitual solo se incorporan expresiones casi formularias como pro remedio anima mea et parentum meorum que no aportan una información precisa. El término genealogía se utiliza de manera excepcional en un diploma gallego. El hecho de que se registre solo un ejemplo y de que el documento forme parte del Tumbo del monasterio gallego de Toxos Outos, invita a pensar que puede tratarse de una interpolación o mala copia efectuada en el momento de elaboración del tumbo. Sin embargo, a pesar de que no es un término habitual, se han encontrado otros ejemplos en documentos anteriores —como destaca Bermejo Castrillo—.91 El diccionario de Du Cange lo define como sinónimo de las voces Gens, genus, familia; consideramos que esta acepción se adecua al significado con el que está empleado en dicho diploma de Toxos Outos: facio cartam donationis seu dacionis de hereditate mea quam habeo in terra Gentines uilla uocitata Ratis quam mihi ex genealogia regali conuenit.92 Con estas palabras Fernando II dona estas heredades, que habían pertenecido anteriormente a su familia, al monasterio gallego. Pero otra de las acepciones del término es «propiedad», lo que lo convierte en un vocablo específicamente técnico empleado con precisión en este documento. Es decir, que hace referencia a la estirpe real, pero añade el matiz de que esas heredades pertenecían al patrimonio regio.

Nogales (1149-1498), León, 2001, doc. 25. En la colección documental de este monasterio se conservan más de treinta documentos protagonizados por integrantes de la parentela que se desprenden de una parte importante de sus propiedades para aumentar el patrimonio del cenobio. Entre estos individuos se encuentran los fundadores Sancha Ponce y Vela Gutiérrez; todos sus hijos, los hermanos de la fundadora y sus respectivas descendencias. Por ello consideramos que es a este grupo amplio de parientes a quien está dedicada la donación. 90 ALFONSO ANTÓN, I. El dominio de Moreruela, siglos XII-XIV, doc. 32. 91 Este autor ha localizado este término solo en dos diplomas castellanos altomedievales: el Fuero de Brañosera del año 824 y otro en un diploma fechado en 996, véase BERMEJO CASTRILLO, M. Á. Parentesco, p. 84. 92 PÉREZ RODRÍGUEZ, F. J. Os documentos do Tombo de Toxos Outos, Santiago de Compostela, 2004, doc. 21. El diploma está fechado en el mes de febrero de 1162.

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Pascual Martínez Sopena ha estudiado la casata Alfonso Díaz como un grupo de parientes descendientes de un antepasado común, ligados por lazos de consanguinidad, pero también unidos por fuertes alianzas matrimoniales. Además, los grupos que se denominan casata están fuertemente vinculados al territorio donde poseen un amplio patrimonio.93 La palabra linaje es un término de raigambre medieval que Bermejo Castrillo ha registrado en territorio castellano en 1032,94 aunque su uso es muy restringido durante los siglos X al XII. Es poco frecuente en la documentación emitida durante el período que nos ocupa, puesto que la nobleza comenzaba a dar las primeras pinceladas de la organización linajística. Su empleo aumenta a partir de los años iniciales de la décimo tercera centuria, cuando comienza a aparecer con mayor asiduidad en los documentos de la cancillería de Fernando III; tímidamente durante los primeros años de su reinado, aunque su empleo irá aumentando progresivamente a lo largo de los siglos bajomedievales. Se puede establecer un paralelismo entre la generalización del empleo de este término y la nueva estructura de linajes en la sociedad leonesa. En sus primeras apariciones es utilizado en las fórmulas conminatorias de los documentos junto a otros vocablos, como parentela o parientes; quizá se pueda hablar de una cierta aleatoriedad en su uso durante estos primeros momentos, o, tal vez, de una cierta confusión, debida a la incipiente transformación social que se estaba experimentando. Sin embargo, a medida que se va consolidando la estructura del linaje agnaticio, el empleo de este vocablo aumentará, en detrimento de otros, hasta ocupar un lugar destacado en la documentación de los últimos siglos medievales, cuando se haya perpetuado definitivamente la estructura de linaje agnaticio.

III. Los sistemas de parentesco de la nobleza leonesa Para conocer el funcionamiento interno y el comportamiento social de la nobleza es necesario analizar su estructura interna, descubrir cómo se relacionan con sus iguales a través de complejos sistemas de alianza. En las páginas posteriores, pretendemos estudiar los sistemas de parentesco vigentes en la sociedad leonesa entre 1157 y 1230. Este período es decisivo en la transformación de los sistemas de parentesco que van evolucionando desde el modelo cognaticio hacia el agnaticio. Los primeros rasgos de esta MARTÍNEZ SOPENA, P. «Parentesco, poder en León durante el siglo Alfonso Díaz», Studia Historica-H.ª Medieval, V, 1987, pp. 33-88. 94 BERMEJO CASTRILLO, M. Á. Parentesco, p. 87. 93

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evolución hacia la estructura del linaje agnático comenzarán a percibirse en la sociedad leonesa a mediados del siglo XII y se perpetuarán en la elite social medieval con poserioridad.95

A) Aristocracia y parentesco. Hacia la estructura del linaje nobiliario Si los sistemas de parentesco son un sistema de relaciones no perceptibles materialmente, cuya organización se puede reconstruir a través del estudio de sus reglas internas y de la ejecución de sus prácticas, como ha afirmado Anita Guerreau; intentaremos descubrir cuáles eran las reglas internas de funcionamiento que regían el modo de organización social de la nobleza leonesa. Para ello, hay que tener en cuenta factores esenciales en la articulación de los sistemas de parentesco. En primer lugar, el parentesco real, determinado por los lazos de la consanguinidad, y también, el parentesco artificial, ficticio o espiritual, establecido por las relaciones de alianza y afinidad. Ambos son determinantes y están estrechamente vinculados, puesto que se entrelazan para tejer complicadas redes de relaciones parentelares que se entreveran en la cúspide de la sociedad medieval. La historiadora francesa insiste en conjugar el análisis de estos dos elementos para desentrañar la compleja maquinaria que articula los sistemas de parentesco aplicados en las esferas aristocráticas.96 El parentesco biológico viene definido por la consanguinidad, es vital para la nobleza puesto que determina la pertenencia al grupo privilegiado de la sociedad. El nacimiento confiere al individuo el estatuto de nobleza. Pero, además de la pertenencia a un grupo social por cuestiones de nacimiento, entra en juego el parentesco espiritual. Goody ha destacado la importancia de este tipo de relaciones. Afirma que el parentesco espiritual complementa en ciertos aspectos al natural, llegando incluso a sustituirlo.97 Destaca la importancia de este tipo de relación que permite a individuos, que no están unidos por lazos de sangre, vincularse mediante la celebración de un rito que les une y les convierte en parientes espirituales, que se deben mutua fidelidad y apoyo, para la conservación de intereses comunes.

Véase BECEIRO PITA, I. y CÓRDOBA DE LA LLAVE, R. Parentesco, poder y mentalidad. La nobleza castellana en los siglos XII-XV, Madrid, 1990. 96 GUERREAU-JALABERT, A. «El sistema de parentesco medieval: sus formas (real-espiritual) y su dependencia con respecto a la organización del espacio», en PASTOR DE TOGNERI, R. Relaciones de poder, p. 87. 97 GOODY, J. L’Evolution de la famille et du mariage en Europe, Paris, 1985, p. 205. 95

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En el occidente cristiano medieval la Iglesia tuvo una posición determinante en la estructuración de los sistemas de parentesco, puesto que trazó las directrices que condicionan tanto la consanguinidad como los sistemas de alianza.

a) El parentesco real: la filiación La filiación es la relación más directa de consanguinidad, es aquella que une a los progenitores con sus hijos. Se trata de un lazo bidireccional que une a generaciones consecutivas tanto hacia el pasado como hacia el futuro. Los antropólogos, además de este carácter biológico de la filiación, han visto en ella un importante componente social, que debe servir para aunar al grupo de parentesco y transmitir esta conciencia de grupo familiar a las generaciones venideras. En la Europa medieval existieron diferentes sistemas de filiación que atendían a razones de sexo. El primero de ellos era el sistema de filiación cognaticio, que englobaba a todos los descendientes de un antepasado común de manera bilateral —por vía paterna y materna— originando amplias parentelas. El segundo era el sistema de filiación agnática: unilineal y patrilineal. Por tanto, es el varón el transmisor de la pertenencia al grupo de parentesco, en el que se integraban también las mujeres pero no su descendencia, que pasaría a integrarse en el grupo parentelar de sus esposos.98 El sistema cognaticio bilateral se extendió por toda Europa, pero, a medida que avanzaban los siglos medievales, la sociedad fue evolucionando hacia estructuras agnáticas, que se generalizaron en todo el occidente cristiano durante la Baja Edad Media. Esta evolución fue lenta y desigual, aunque el período que nos ocupa es determinante en este proceso de cambio de los sistemas filiativos. Durante los siglos centrales de la Edad Media comienzaron a darse, tímidamente, los primeros pasos hacia la estructura del linaje, caracterizada por la primogenitura y la tendencia a la estructuración del régimen hereditario que reservaba la mayor parte del patrimonio al hijo mayor, quien se convertiría en el nuevo cabeza de linaje cuando falleciera su antecesor. Pero ¿cuál es el factor determinante que provoca la sustitución del sistema cognaticio por el agnaticio? Este es un controvertido asunto que obliga a buscar su raíz en las transformaciones de fondo vividas en los siglos Bermejo Castrillo ha definido los distintos sistemas filiativos vigentes en la sociedad medieval hispana. Véase BERMEJO CASTRILLO, M. Á. Parentesco, matrimonio, propiedad y herencia, pp. 93-126. 98

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medievales. Se han apuntado diversos elementos como los dinamizadores de esta transición hacia formas agnáticas; entre ellos, la importancia que adquiere la milicia, que pasa de tener una condición servil a formar parte de la clase privilegiada de la sociedad. En esta evolución de la caballería la Iglesia tuvo un papel determinante, puesto que a través del concepto militia Christi, acuñado durante los siglos XI y XII, sacralizó la función de este grupo social. Estas transformaciones tuvieron consecuencias que permitieron la expansión económica. Además fomentaron una nueva estructuración del poder, pues era necesario aumentar la clase dirigente y establecer una fuerte jerarquización interna en ella. Para mantener el poder, la nobleza se organizó en linajes. Georges Duby afirma que el único modo de que la aristocracia pudiera conservar su poder era una nueva organización social. El poder solo podía conservarse si se transmitía dentro de la misma familia y, por ello, fue necesario establecer sistemas agnáticos y modificar los sistemas hereditarios para favorecer la primogenitura.99 Así, el primogénito varón heredaría el poder político y el patrimonio y se convertiría en el nuevo cabeza de linaje. Duby ha documentado los primeros indicios de esta evolución a finales del siglo X y principios del siglo XI en el norte de Francia.100 Sin embargo, fue una evolución lenta y desigual en el solar europeo. Su implantación dependía del nivel de desarrollo de cada sociedad. Nos interesa señalar cuál fue el proceso evolutivo sufrido por la sociedad leonesa. La transformación de los sistemas filiativos en el reino leonés fue más lenta y posterior. Los principales especialistas en nobleza leonesa, tras analizar varias parentelas magnaticias, están de acuerdo en la preponderancia de formas cognaticias hasta avanzado el siglo XIII. Así, Martínez Sopena en su minucioso estudio de la casata de Alfonso Díaz apunta que, aunque la transmisión de los títulos condales se realizaba de acuerdo con incipientes fórmulas agnáticas, las formas de transmisión de los bienes conservaban una estructura bilateral y, por tanto, son indicativas de un sistema de filiación cognaticio.101 Destaca que pueden vislumbrarse muy sutilmen-

DUBY, G. «La nobleza en la Francia medieval», en DUBY, G. Hombres y estructuras en la Edad Media, Madrid, 1978, pp. 53-78. 100 Georges Duby ha detectado los primeros rasgos de estructuras linajísticas en el norte de Francia a partir del siglo X, véase DUBY, G. «Estructuras de parentesco y nobleza en la Francia del norte en los siglos XI y XII», en DUBY, G. Hommes et estructures du Moyen Age, Paris-La Haye, 1973. Versión española, Hombres y estructuras en la Edad Media, Madrid, 1978. 101 MARTÍNEZ SOPENA, P. «Parentesco, poder en León durante el siglo XI. La casata de Alfonso Díaz», Studia Historica-H.ª Medieval, V, 1987, p. 35. 099

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te los primeros balbuceos de la evolución hacia formas agnáticas, aunque la sociedad posee estructuras estrictamente cognaticias. Portela y Pallares, tras analizar el comportamiento de la familia Traba, consideran que los siglos XII y XIII configuran una etapa de transición entre los dos modelos filiativos. Niegan rotundamente la existencia de estructuras de linaje agnático en la Galicia plenomedieval. Han estudiado la sucesión de miembros de la familia al frente de las principales tenencias, que tradicionalmente les estaban vinculadas. Como apuntaba Duby, la conservación del poder dependía de que fuera heredado entre los miembros de la misma familia que controlaba el territorio generación tras generación. Aunque es cierto que las sucesivas generaciones de los Traba estaban al frente de las tenencias vinculadas a su familia, Portela y Pallares afirman que este hecho parece estar más en consonancia con la relación que cada uno de los miembros de la parentela entabla con la los reyes, que con la patrimonialización de las tenencias. Tampoco encuentran indicios de linaje agnático en los sistemas hereditarios, que continúan siendo igualitarios; aunque perciben la tímida tendencia de reservar la cuota de libre disposición para favorecer al primogénito varón. Este comportamiento devendrá en los siglos posteriores en la implantación de la primogenitura.102 Una situación paralela se vivía en Portugal, donde, como afirma Mattoso, las estructuras cognaticias estaban tan arraigadas que pervivieron durante los siglos XIII y XIV.103 Sin embargo, aprecia los primeros pasos hacia estructuras de linaje desde finales de la duodécima centuria. El modo de transmisión de los bienes es un claro indicador de la disposición de la sociedad y del funcionamiento interno de las parentelas nobiliarias. Analizándolo es posible observar cómo se reparte el patrimonio de un magnate entre sus descendientes y dilucidar cuál es el sistema filiativo y de organización social. Los linajes nobiliarios se caracterizaban por la primogenitura; sin embargo, durante los siglos X y XII, todavía no se registraba este comportamiento en la nobleza leonesa. Las normas sucesorias vigentes en León emanaban de las fuentes legislativas visigóticas, que no contemplaban rasgos de primogenitura ni de diferenciación sexual; es decir, que todos los hijos tenían derecho a heredar el patrimonio de sus padres en igualdad de condiciones. 102 PORTELA, E. y PALLARES, C. «Aristocracia y sistemas de parentesco en la Galicia de los siglos centrales de la Edad Media. El grupo de los Traba», Hispania, n.º 185, 1993, pp. 823-844. 103 MATTOSO, J. Ricos-homens infançoes e cavaleiros. A nobreza medieval portuguesa nos séculos XI e XII, Lisboa, 1985, p. 108.

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Cada uno de los progenitores poseía su propio patrimonio, heredado de su familia o adquirido mediante compra o donación a lo largo de su vida. La madre poseía los bienes que su padre le había concedido como dote matrimonial y los bienes de arras que le había entregado su esposo. Estas propiedades pasarían a los hijos. El padre, de igual modo, poseía su patrimonio, que transmitiría a sus hijos de manera igualitaria, en el momento de su muerte. A pesar de este reparto igualitario de la herencia paterna y materna, existía una cuota de libre disposición, que oscilaba desde un quinto a un tercio del total de los bienes. Dicha cuota fue utilizada, en ocasiones, para favorecer a alguna institución eclesiástica vinculada a la parentela, o para beneficiar a uno de los hijos; generalmente el primogénito varón. De este modo se estaban sentando las bases de lo que en los siglos posteriores impulsará la primogenitura.

b) El parentesco ficticio: la alianza El parentesco espiritual o ficticio es uno de los elementos esenciales en la configuración de redes de parentesco. Lévi-Strauss ha definido la alianza como el elemento organizador esencial para la reproducción de la sociedad; por ello, y para conocer el funcionamiento interno de la aristocracia laica leonesa, es necesario considerar los sistemas de alianza que pone en práctica.104 El principal mecanismo para establecer una alianza entre dos parentelas es el enlace matrimonial. El matrimonio fue una compleja institución que no solo es un elemento de perpetuación de la especie y de la sociedad, sino que, al mismo tiempo, posee una gran importancia política y económica. Por ello será el medio utilizado en la elite aristocrática para lograr el ascenso social, emparentando con familias poderosas y bien situadas en el entorno regio. Serán las estrategias matrimoniales el principal mecanismo de perpetuación y ascensión de los grupos nobiliarios. Ruiz Doménec ha destacado la importancia de las estrategias matrimoniales en la consolidación de un sistema productivo y en la legitimación de la conciencia de clase.105 Los grandes magnates intentarán lograr bodas ventajosas para sus hijos, casándolos con miembros de estirpes nobiliarias de mayor prestigio y poder. La corte era el ámbito idóneo para diseñar las estrategias matrimoniales, puesto que allí pululaban jóvenes herederos que comenzaban su LÉVI-STRAUSS, C. Antropologie structurale, Paris, 1958, p. 257. RUIZ DOMÉNEC, J. E. «Estrategias matrimoniales y sistemas de alianza entre Castilla y Cataluña en el siglo XII», Hispania, n.º 145, 1980, p. 273. 104 105

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carrera política en torno al poder real. Tanto es así que el monarca intervendría, de una forma u otra, en el establecimiento de estas alianzas aristocráticas, de igual manera que él mismo casaba con mujeres de las parentelas más poderosas o que le interesaba promocionar en un determinado momento de su reinado. Este es el caso de Fernando II que, tras anular su matrimonio con Urraca, la infanta portuguesa, casó con Teresa Fernández de Traba y, en los últimos años de su vida, estrechó los lazos con los Haro a través de su matrimonio con Urraca López de Haro. Es necesario destacar la importancia de la Iglesia en la configuración de los sistemas de alianza, puesto que dictaminó las normas de los ritos religiosos por los que se establecen estas vinculaciones espirituales. Guichard ha contrapuesto los distintos sistemas de matrimonio vigentes en la Península Ibérica durante los siglos medievales, porque configuraban estructuras familiares y sociales diferentes.106 Esta diferencia residía, en gran medida, en el papel organizador de la Iglesia a través de sus normas destinadas a la materialización del matrimonio. La Iglesia diseñó un modelo de matrimonio cristiano —monogámico, indisoluble y exogámico— que condiciona y manipula las relaciones de consanguinidad y los sistemas de alianza.107 Sin embargo, antes de que este modelo consiguiera extenderse en todo el occidente cristiano, la celebración de un enlace entre miembros de dos parentelas próximas y con intereses económicos, políticos y sociales cercanos, venía a materializar la alianza entre los dos grupos de parentesco; era, en definitiva, un modo de garantizar la supervivencia de ese pacto, además de unir las dos sangres que confluían en la descendencia de la pareja. Pero, además del matrimonio, existían otros ritos que establecían alianzas importantes en la configuración de la sociedad medieval, como el padrinazgo que se establece a través de la celebración del bautismo, un rito de transición por el que el niño se integra en la comunidad cristiana. Goody sitúa el origen de este tipo de parentesco espiritual en el siglo IV, cuando 106 GUICHARD, P. Structures sociales occidentales et orientales dans L’Espagne musulmane au Moyen Age, Paris, 1977, p. 153. 107 No es este el lugar adecuado para hacer referencia a la evolución del matrimonio en la Europa occidental, por ello remitimos a GOODY, J. L’Evolution de la famille et du mariage en Europe, Paris, 1985. El estudio de la institución matrimonial durante la Edad Media ha sido un tema suficientemente abordado por los historiadores en los últimos años. Cabe destacar la celebración en 1976 de la XXIV Settimane di studio del centro italiano di studi sull’alto medioevo: Il matrimonio nella società altomedievale, Spotelo 1977. En dos tomos se recogen las ponencias presentadas en esta semana de estudios, que muestran a escala europea la situación de la institución matrimonial durante los primeros siglos medievales.

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el bautismo de los adultos fue sustituido por el de los recién nacidos.108 Durante los primeros siglos de la era cristiana, eran los padres biológicos quienes cumplían las funciones de padrinos en el bautismo, hasta que en el concilio de Maguncia (813) se prohibió esta práctica. Desde entonces, para este momento de bienvenida a la Cristiandad, los padres deben elegir a los padrinos, que son partícipes del nacimiento espiritual del niño y se convierten, de este modo, en los padres espirituales de quien acaba de recibir las aguas bautismales. El vínculo que se establece tras el rito une indisolublemente al recién bautizado, sus padres y sus padrinos. Este parentesco espiritual era aprovechado por los progenitores para estrechar y fortalecer los lazos de alianza con los miembros de otras familias aristocráticas, puesto que, habitualmente, los padrinos eran elegidos entre los consanguíneos o individuos pertenecientes a parentelas afines. El padrinazgo representaba un mecanismo de ascenso social de los hijos, relacionándolos de este modo con personajes relevantes en la corte regia. Era utilizado por la elite nobiliaria para tejer redes de alianza y de dependencia recíproca, puesto que fue habitual el intercambio de padrinos entre los nobles. Se establecía un vínculo paralelo a la paternidad biológica y, por tanto, los padrinos debían encargarse de velar por el bienestar de sus ahijados, debían participar en las labores de su educación, iniciarles en el arte de las armas, etcétera.

c) Evolución de la parentela al linaje. Del modelo cognaticio al agnaticio El tránsito entre los siglos XII y XIII es un momento clave en el que la nobleza leonesa comienza a dar los primeros pasos en la evolución hacia una nueva forma de estructuración social. La transición desde una estructura cognática, bilineal, horizontal, en la que se configuran grandes grupos de parentesco amplio del que forman parte afines y consanguíneos y caracterizada por sistemas de transmisión de la herencia igualitarios, hacia una estructura de tipo agnático y unilineal, que reserva la parte principal de la herencia para el primogénito varón y relega a un plano secundario al resto de los parientes consanguíneos y, aún más, a los afines. Es un proceso evolutivo complejo, provocado por la necesidad de adaptación a las nuevas circunstancias sociales, políticas y económicas. No es un proceso simple y rápido, sino que es fruto de una lenta evolución que encierra una

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GOODY, J. L’évolution de la famille, p. 198.

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gran complejidad interna. El resultado de esta evolución será la transformación de la organización de la nobleza leonesa, que desembocará en una nueva estructuración del modo por el que se conservaba y ejercía el poder en la cúspide de la pirámide social medieval. La evolución vivida en los siglos centrales de la Edad Media en tierras leonesas supone la sustitución de un sistema de adquisición y transmisión del poder, por otro diferente que se perpetuará en los siglos posteriores. Unas nuevas condiciones económicas, demográficas, políticas y bélicas motivarán los cambios que la sociedad experimentó. Los grupos nobiliarios tratarán de adecuarse a la situación, cambiando algunos de los pilares básicos que hasta ese momento habían sustentado su estructura. Las consecuencias de esta transformación interna de los sistemas de parentesco de los grupos aristocráticos son múltiples y además adquieren una gran trascendencia para el devenir histórico. Se experimentan importantes cambios en cuanto a la concepción del poder. Hasta este momento el poder se conservaba en grupos de parentesco horizontales en los que se asociaban parientes consanguíneos —primos, tíos— y afines —cuñados, suegros— de la misma generación. Teóricamente, esto dificultaba la emergencia de los jefes de la familia, aunque, en la práctica, un hombre de la parentela se erigía como el cabeza de la familia. No necesariamente era el miembro más longevo de la parentela, sino aquel que había logrado situarse entre los primi palatii y ocupaba importantes cargos palatinos. Solía obtener por delegación regia el ejercicio del poder en determinados territorios, además de ver recompensada su fidelidad y servicio al monarca con cuantiosas propiedades que engrosaban su patrimonio. Este es quizá uno de los rasgos que revela los primeros pasos hacia una estructura de tipo agnaticio. La dispersión de fuerzas del sistema cognaticio justificaba la endogamia. El matrimonio entre consanguíneos o dentro del círculo de los afines, contribuye a reducir el número de personajes que ostentan el poder, y a conservar la propiedad de los bienes de la familia en círculos restringidos. La endogamia, por tanto, era un mecanismo crucial en el sistema cognaticio, pues garantizaba la acumulación del poder y patrimonio en manos del grupo familiar. En cambio, la emergencia del poder en otros estratos inferiores de la nobleza, como los infanzones, responde a la adopción precoz de estructuras linajísticas. Los infanzones fueron alcanzando determinadas parcelas de poder que transmitían mayoritariamente al primogénito varón. Fue este comportamiento lo que les permitió, con el transcurrir del tiempo, escalar en la pirámide social. En efecto, como ha destacado Duby, la estructura familiar está estrechamente relacionada con el poder político emanado del monarca que lo

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delega a optimates y a sus parentelas. La evolución hacia la estructura de linaje tendrá como objetivo limitar el número de individuos que ostentan el poder político junto al rey.

IV. El matrimonio El matrimonio fue el principal mecanismo utilizado por la nobleza para establecer alianzas entre parentelas, cuyos intereses políticos y económicos eran afines. Por ello es necesario analizar la importancia que el matrimonio tuvo en la estructuración social leonesa en la plena Edad Media; estudiar cómo utilizó la aristocracia laica las alianzas matrimoniales para configurar poderosos y cohesionados grupos familiares, mediante los que alcanzar altas cotas de poder y conservarlo en el seno de la parentela.

A) El matrimonio cristiano La Iglesia estará presente en todos los ámbitos de la vida de los hombres medievales y también en el matrimonio, que era una de las piedras angulares de la estructuración de las sociedades medievales. Esta institución se propuso controlar los sistemas de alianzas, diseñando un modelo de matrimonio que intentará instaurar en toda la Cristiandad. Se trata de una unión sacralizada, realizada por la expresa voluntad de los contrayentes y garantizada por un ritual que da publicidad a tal alianza, y definida por la exogamia, monogamia e indisolubilidad. Duby detectó la existencia en el norte de Francia de una dualidad de sistemas matrimoniales difíciles de aunar, puesto que respondían a intereses sociales y económicos diferentes. El primero de ellos era un modelo laico, destinado a perpetuar el orden social y a garantizar la supervivencia del modo de producción señorial, lo que implicaba una organización social en linajes agnáticos, fuertemente vinculados a la tierra y a la conservación del patrimonio íntegro; a través de un sistema hereditario en que prevaleciera la primogenitura. El único modo de perpetuar este sistema era diseñar estrategias matrimoniales que favorecieran la unidad del patrimonio y la relación con los linajes afines. Por tanto, este modelo tendía a la endogamia y a la limitación del nacimiento de nuevas células conyugales, empujando así a una parte importante de la descendencia al celibato. En cambio, era permisivo en materia sexual puesto que consentía ciertas licencias de esa índole al esposo, y admitía la opción del divorcio. El segundo sistema matrimonial estaba en conexión con el orden divino, puesto que pre-

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tendía regular las relaciones sexuales, encauzándolas a través del matrimonio con el único fin de la procreación, imponiendo la monogamia y la indisolubilidad del vínculo marital.109 El proceso para conjugar ambos sistemas fue arduo y complejo. Duby ha datado el punto de inflexión entre los siglos X al XII, cuando la aristocracia comenzó a imitar los comportamientos de sucesión regia, en que prevalecía la primogenitura, al tiempo que buscaba matrimonios ventajosos para las mujeres de la familia. A partir de entonces, comienzaron a tomar mayor relevancia las dotes y el intercambio patrimonial que conlleva el establecimiento de nuevas alianzas matrimoniales. Entonces la Iglesia comenzó a desplegar su teoría para ensalzar la unión conyugal y sacralizar el matrimonio.110 Esta estrategia de la Iglesia tomará mayor vigor a partir de la Reforma gregoriana. Tras ese momento el matrimonio se concibe con una doble vertiente que consigue aunar el carácter de contrato civil con el carácter sacramental. Los canonistas elaboraron un corpus legislativo que pretendía imponerse a la legislación civil para controlar el matrimonio, además definieron con precisión las bases fundamentales del matrimonio cristiano. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos de la Santa Sede, algunos requisitos esenciales del modelo matrimonial pretendido por Roma se desoían en las esferas nobiliarias y monárquicas. Finalmente, en el siglo XIII, la Iglesia se enfrascará en una dura campaña para hacer prevalecer su autoridad sobre la institución matrimonial. Así, en el IV Concilio de Letrán (1215) se establecieron definitivamente los fundamentos del matrimonio cristiano. A partir de entonces el sacramento debía contraerse a través de una celebración religiosa pública, y debían darse muestras públicas del consentimiento de los contrayentes, precedidas por amonestaciones públicas del enlace, con el fin de que cualquier individuo pudiera denunciar posibles impedimentos para la celebración del casamiento. La unión sería monógama y exogámica, ya que se estableció la prohibición de contraer nupcias con familiares hasta el séptimo grado de consanguinidad; además sería una unión indisoluble, siendo únicamente la Iglesia quien puede declarar nulo un matrimonio. Este es el contexto político-religioso en el que se enmarcan las estrategias matrimoniales que dibujarán la monarquía y la aristocracia laica leonesa y que determinan la estructura social. La pugna entre el modelo laico y el pretendido por la Iglesia continuaba, puesto que defendían intereses 109

DUBY, G. «Le mariage dans la société medievale», en CENTRO ITALIANO DE STUDI Il matrimonio nella società altomedievale, Spoleto, 1977, pp. 15-39. Ibíd., pp. 29-32.

SULL’ALTO MEDIEVO, 110

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contrapuestos. A medida que avanza el siglo XIII las asperezas se fueron limando hasta que Alfonso X aunó definitivamente los modelos laico y canónico de matrimonio en el libro cuarto de las Siete Partidas. A partir de entonces, este modelo matrimonial se extenderá por la Península Ibérica durante los siglos bajomedievales sin grandes dificultades. En las páginas siguientes pretendemos descubrir el grado de implantación del modelo de matrimonio cristiano en las capas más altas de la sociedad leonesa durante el período 1157-1230. En principio, se trata de un período interesante para el tema que nos ocupa, puesto que en él se vive la reforma de Letrán y el ambiente previo. Los nuevos cánones promovían la exogamia que motivaba la búsqueda de candidatos con los que poder contraer matrimonio en círculos de parentesco amplio, justamente cuando la estructura de parentesco amplio y bilateral predominaba en la sociedad. Veremos si la aristocracia leonesa obedeció los cánones del Concilio o si, por el contrario, pervivieron los usos anteriores a 1215. Al mismo tiempo analizaremos las estrategias matrimoniales llevadas a cabo tanto por la monarquía como por las principales parentelas nobiliarias, e intentaremos poner de relieve la magnitud política que está detrás de la celebración de un nuevo matrimonio.

a) Aceptación del modelo en la sociedad leonesa. Repercusiones del Concilio de Letrán de 1215 Se puede afirmar que, al contrario de lo que ocurría en otras regiones de Europa, el modelo de matrimonio cristiano estaba firmemente asentado en el reino de León durante la segunda mitad del siglo XII y principios del XIII. Las cartas de arras estudiadas comienzan con un extenso preámbulo plagado de citas bíblicas que infieren al diploma que, en definitiva, plasmaba un contrato civil, una pátina sagrada. Se repiten alusiones al Génesis, como la creación de Eva a partir de la costilla de Adán, y otras citas del Nuevo Testamento que hacen referencia los pilares básicos en los que se edificaba el modelo cristiano de matrimonio. Las palabras de san Pablo, Quod ergo Deus coniuxit homo non separet, recordaban la indisolubilidad del vínculo, y Crescite et multiplicamini et replete terram definían el fin último del matrimonio, la procreación. En la mayor parte de las cartas de arras se hace referencia al valor de la virginidad de la novia y a la voluntad de los contrayentes para su unión. El concilio de Letrán de 1215 introdujo reformas acerca de la consanguinidad permitida entre los cónyuges, que a partir de entonces se estableció en el séptimo grado. Antes de comenzar este trabajo esperábamos en-

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contrar una diferencia sustancial entre la situación vivida antes y después de 1215; sin embargo, no ha sido así. En las cartas de arras no se aprecian variaciones sustanciales y tampoco se registran alteraciones en el comportamiento de la nobleza y la monarquía en lo relativo a las alianzas matrimoniales. No obstante, es necesario hacer una pesquisa en los archivos pontificios para intentar localizar posibles peticiones de dispensas papales por parte de la nobleza leonesa.111 Las disposiciones establecidas en Letrán tuvieron una incidencia lenta en la sociedad. Por ello, no se detectan cambios trascendentales entre la situación anterior a 1215 y la vivida en 1230, fecha límite de nuestro estudio, a pesar de que la jerarquía eclesiástica intentaba imponer duramente su reforma.

B) Los matrimonios regios a) Alianza de monarquías, uniones incestuosas, nulidad matrimonial La monarquía leonesa desoía las premisas establecidas por el Papado en cuanto a la exogamia y el grado de consanguinidad, si los intereses políticos del reino estaban en juego. Tanto es así que varios matrimonios regios celebrados durante 1157-1230 fueron anulados por la Santa Sede.112 Los reyes de León, cuando contravenían los cánones apostólicos, enviaban a sus legados a Roma para solicitar la dispensa que permitiera la celebración del matrimonio. Pretendían así apaciguar los ímpetus reformistas de los canonistas romanos que en este tiempo ponían todo su empeño en que se cumplieran taxativamente los nuevos preceptos del matrimonio cristiano. Sin embargo, la Santa Sede estaba alerta ante los numerosos precedentes de uniones incestuosas en la monarquía leonesa,113 y por ello procuraba estar bien informada de las noticias llegadas desde territorio leonés. Roma pretendía sobreponer los preceptos del matrimonio cristiano por encima de cualquier cuestión política concerniente a la relación entre dos La profesora Leontina Ventura ha estudiado los casos que se produjeron durante el reinado de Alfonso III de Portugal. Se trata de un período algo posterior pero quizá pueda servir como referencia orientativa, véase VENTURA, L. A nobreza de corte de Afonso III, vol. 1, Coimbra, 1992, pp. 214-227. 112 Miguel Calleja aporta breves notas sobre el cumplimiento de las normas eclesiásticas en los matrimonios regios leoneses desde Alfonso VII hasta Alfonso IX. CALLEJA PUERTA, M. El conde Suero Vermúdez, pp. 160-165. 113 Sin necesidad de retrotraernos demasiado, Alfonso VII y su esposa Berenguela, la madre de Fernando II, estaban unidos por estrechos vínculos de consanguinidad. 111

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reinos. No obstante, los reyes de León confiaban en que el Papado permitiera el matrimonio entre consanguíneos pertenecientes a dos casas reales; porque la alianza entre dos reinos ibéricos revertiría en una mejor defensa de la Cristiandad frente al peligro musulmán. Tanto Fernando II como su hijo, Alfonso IX, pusieron todo su empeño en la obtención de la dispensa papal que permitiera y legitimara sus matrimonios; sin embargo, Roma se opuso tajantemente a la aceptación de estos casamientos incestuosos. Los desencuentros con el Papado comenzaron con el primer matrimonio del hijo del emperador. Fernando II envió a Roma a sus legados para obtener la dispensa,114 y poder así unirse en matrimonio con la infanta portuguesa, Urraca Alfonso, hija de Alfonso Enríquez. Julio González afirma que el rey confiaba en la obtención de tal dispensa matrimonial,115 aunque era consciente de la posibilidad de que la curia romana rechazara esta unión, dado el grado de parentesco. A pesar de todo, el matrimonio se celebró en 1165. El matrimonio debía mantenerse para continuar el pacto con Portugal. El monarca leonés mostraba gran interés por obtener la dispensa, por lo que hizo varias donaciones a la sede romana a lo largo de 1172.116 Al igual que el rey, un sector de la Iglesia leonesa estaba interesado en la aceptación de este enlace. Varios obispos, principalmente gallegos, viajaron a Roma para gestionar la vigencia del matrimonio regio y, por consiguiente, la alianza con los lusos. Gracias a su labor, consiguieron retardar la respuesta de la sede apostólica; sin embargo, el matrimonio fue anulado en 1175, puesto que los contrayentes eran parientes en quinto grado. Posteriormente Alfonso IX, fruto de esta unión, repetiría la alianza con Portugal, en un momento en que el fortalecimiento de Castilla había motivado el acercamiento entre León y Portugal. La alianza se materializó con el matrimonio entre Alfonso IX y la infanta Teresa Sanches, hija de Sancho I. Nuevamente surgieron discrepancias en el clero leonés acerca de este enlace puesto que el grado de consanguinidad entre los esposos, que eran primos, impedía su unión.117 A pesar de ello, el matrimonio se celebró en Entre estos legados destaca el maestro Guido de la catedral de Oviedo, a quien el monarca le dona unos bienes que revertirán en beneficio de la catedral asturiana, como agradecimiento a las gestiones realizadas en Roma: Nobis in curia romana fidele servitium exhibuit, en GONZÁLEZ, J. Regesta de Fernando II, p. 99. 115 Ibíd., pp. 69-71. 116 En 1172, cuando los legados pontificios habían visitado León para investigar la situación del matrimonio regio, el monarca donó a la sede romana el castillo de Castrotoraf. 117 Jiménez de Rada transmite la crispación existente en el clero leonés y la oposición de algunos obispos, como el ovetense, a esta unión incestuosa. 114

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febrero de 1191 en Guimarães.118 Pronto la noticia llegó a oídos de Celestino III, que envió a León a su sobrino el legado Gregorio como legado pontificio. Él debía informar sobre los detalles del enlace y analizar el parentesco de los contrayentes. El matrimonio fue anulado en 1192 y el Papa dictó excomunión para Sancho I de Portugal y Alfonso IX de León, además de poner en entredicho ambos reinos.119 Sin embargo, la separación del matrimonio no se hizo efectiva hasta 1194, cuando el monarca leonés debía romper los lazos con doña Teresa para materializar una alianza con la corona castellana. A pesar de este fracaso en la política matrimonial, el rey de León contraería por segunda vez una unión incestuosa al casar con la hija de su primo, Alfonso VIII de Castilla, para garantizar la paz con la monarquía castellana. El matrimonio con Berenguela de Castilla se celebró en 1197 a pesar de la negativa de un sector del clero leonés.120 El parentesco de los esposos desató, una vez más, las discrepancias del Papado, que, tras un largo y complicado proceso, anuló el matrimonio en 1204.121 Estos ejemplos bastan para afirmar que la monarquía era consciente de que la unión sería anulada por la Sede Apostólica, pero prevalecían los intereses políticos que estaban en el fondo de estos casamientos sobre las cuestiones religiosas. Además se ha podido observar la división en el clero leonés cuando la situación política forzaba el establecimiento de uniones incestuosas de sus monarcas, y la intransigencia del Papado ante estas alianzas como guardián del modelo de matrimonio cristiano.

b) Alianzas con la nobleza. Los matrimonios de Fernando II de León Los monarcas leoneses además de emparentar con las casas reales vecinas para consolidar alianzas políticas, contrajeron nupcias con féminas pertenecientes a las parentelas nobiliarias más destacadas del reino. Este comportamiento venía siendo habitual entre los reyes desde época astur118 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, doc. 40. Facta karta apud Guimaraes, XVº kalendas Marcii, era M CC XX VIIII. Rege domino A. filiam regis Portugalis Tarasia nomine desposante. 119 Maria João Branco afirma que Alfonso VIII informó al Papa sobre este enlace incestuoso del rey de León, para contrarrestar la alianza que este había firmado con el rey de Portugal. BRANCO, M. J. D. Sancho I, o filho do fundador, Círculo de Leitores e Centro de Estudos dos Povos e Culturas de Expressão Portuguesa, Lisboa, 2006, p. 151. 120 Julio González afirma que la oposición a este enlace matrimonial supuso la destitución de Juan, el obispo de Oviedo. GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, p. 102. 121 Sobre este proceso, véase HERNÁNDEZ, F. «Sobre los orígenes del español escrito», en Voz y letra, X/2 (1999), pp. 133-166.

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leonesa. Tradicionalmente había sido el mecanismo más utilizado para fortalecer alianzas con la aristocracia laica. Simon Barton ha destacado que durante el siglo X había sido usual que los reyes leoneses emparentaran con mujeres de las familias nobles del reino para fortalecer y consolidar su poder, mientras que aprecia una disminución de este comportamiento a lo largo del siglo XII, cuando los jóvenes príncipes comenzaron a casarse con mujeres europeas de sangre real.122 Sin embargo, no todos los reyes de León actuaron de la manera que describe Barton. En efecto, Alfonso VII contrajo nupcias en dos ocasiones: la primera de ellas en 1129 con Berenguela, hija del conde de Barcelona, a pesar de la consanguinidad que les unía;123 y posteriormente, en 1152, casó con Rica, la hija del conde de Polonia. La política imperial de Alfonso VII le llevó a contraer matrimonios con mujeres de estirpe real, al igual que casó a sus hijas con jóvenes hombres de dignidad regia,124 mientras que el heredero del trono leonés permanecía aún soltero cuando su padre falleció. A pesar de la política llevada a cabo por Alfonso VII, su hijo, Fernando II, optó por una política matrimonial muy diferente.125 Aunque casó en primeras nupcias con la infanta portuguesa, Urraca Alfonso, para garantizar la paz entre los reinos y engendrar un heredero, el monarca leonés utilizó las alianzas matrimoniales para aproximarse a la aristocracia del reino. Así, tras la anulación del matrimonio con la hija de Alfonso Enríquez, no volvió a emparentar con ninguna otra fémina de estirpe regia, sino que eligió a damas nobles para convertirlas en reinas de León. Esta nueva política matrimonial permitía al monarca fortalecer y consolidar su poder, gracias al apoyo de las familias nobiliarias, para hacer frente a las embestidas exteriores que provenían desde Portugal, Castilla y el sur musulmán. No es casualidad que su primera esposa noble fuera Teresa Fernández de Traba, hija del magnate gallego que había sido el ayo real. Probablemente se habían conocido en el tiempo que el infante Fernando se educó en Galicia. Fernando Pérez de Traba había sido el principal promotor de la división de los reinos tras la muerte de Alfonso VII y valedor de don 122

BARTON, S. The aristocracy in Twelfth-Century Leon and Castille, Cambridge, 1997,

p. 50. RUIZ DOMÉNEC, J. E. «Estrategias matrimoniales y sistemas de alianza entre Castilla y Cataluña en el siglo XII», Hispania, n.º 145, pp. 277-279. 124 Su hija, la infanta Constanza, se convertiría en regina francorum tras su enlace con Luis VII, y Sancha en reina de Navarra, mientras que el primogénito Sancho casaría con la infanta Blanca de Navarra. RECUERO ASTRAY, M. Alfonso VII, emperador. El imperio hispánico en el siglo XII, León, 1979, pp. 191-194. 125 GONZÁLEZ MARTÍNEZ, J. «Reyes y reinas de León en vida de Santo Martino», en Santo Martino de León: ponencias del I Congreso internacional sobre Santo Martino de León en el VIII centenario de su obra literaria: 1185-1985, León, 1987. 123

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Fernando en su llegada al trono leonés. Este enlace matrimonial reforzarba los estrechos vínculos con los Traba, al tiempo que el rey se granjeaba la simpatía de los Lara, puesto que Teresa Fernández acababa de enviudar de Nuño Pérez de Lara. Así, Fernando II se convertía en el padrastro de los hijos del magnate castellano. En 1178, el monarca leonés donó a Teresa Fernández y a sus hijos varias iglesias gallegas como agradecimiento por los servicios prestados por el difunto Nuño Pérez. Aquí comenzaría la relación que Fernando II mantuvo con los jóvenes hijos de su segunda esposa,126 que intermitentemente participarían en la política leonesa, debido a los intereses que poseían en Galicia por herencia de su madre.127 La trama de parentesco urdida ahora desde el trono tenía también otras ramificaciones importantes, puesto que el enlace con la dama gallega, además de fortalecer los lazos con los Lara y los Traba, acercaba al monarca a los descendientes del que fuera su mayordomo, Ponce de Cabrera. Este había casado en segundas nupcias con María Fernández, la hermana de la reina, y, por tanto, sus hijos eran sobrinos del rey. El matrimonio con la reina Teresa fue breve puesto que ella murió en 1180. Tras su desaparición y sin el apoyo de los Lara, el rey buscó una alianza con los Haro y los promocionó en la corte leonesa. Los hijos del señor de Vizcaya llegaron a León probablemente en 1182 y pronto fueron destacados con los principales cargos palatinos. Rodrigo López de Haro fue nombrado mayordomo y su hermano García López, alférez desde 1186, además de ser tenente de Salamanca, Coyanza, etcétera. Mientras, al otro lado de la frontera, Diego López de Haro era el alférez castellano. La irrupción de los Haro en territorio leonés parece estar motivada por la relación afectiva que Fernando II mantenía con Urraca López. Aunque la documentación no permite aseverarlo, probablemente los amoríos del rey habían comenzado antes del mes de agosto de 1183, cuando el monarca le donó a dilecte mee domne Urrace Luppi, la tierra de Villamor y otras propiedades.128 No obstante, la pareja formalizó su matrimonio en 1187 aun126 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 165. Sánchez Mora afirma que esta donación venía a recompensar las intervenciones que Nuño Pérez había realizado para solucionar los problemas que habían enfrentado a los dos reinos. Destaca su labor de mediador en León en el año 1174, cuando llegó con el conde Gómez González para tratar de aspectos como el infantazgo. Ambos nobles castellanos confirman varios documentos emitidos por la cancillería regia leonesa. DOMÍNGUEZ SÁNCHEZ, S. Colección documental del Monasterio de Santa María de Carvajal (10931461), doc. 35, 1174 agosto, León. MARTÍN LÓPEZ, E. SIL, docs. 105, 1174, agosto, 5. 127 En el capítulo 3 analizaremos la trayectoria política de los hijos de Nuño Pérez en León. 128 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernan-

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que ya habían tenido dos hijos: Sancho y García. Esta nueva alianza, además de garantizar el apoyo de los Haro, permitía al monarca mantener la alianza con los Traba, puesto que su nueva esposa era hija de Aldonza González de Traba y, por lo tanto, sobrina de Teresa Fernández y nieta del ayo real, Fernando Pérez de Traba.129 Tras la muerte de Fernando II su esposa y sus cuñados se convertirán en los principales opositores de Alfonso IX, ya que, alegando la nulidad del primer matrimonio del monarca difunto y la situación de Alfonso IX, pujaban para situar en el trono a Sancho, el primogénito nacido del legítimo de la unión entre Fernando II y Urraca López de Haro. A pesar de la oposición de este sector de la nobleza, Alfonso IX consiguió el trono. El nuevo monarca leonés no siguió las directrices de su padre en cuanto a política matrimonial se refiere. Prefirió emparentar con las hijas de los reyes vecinos para entablar alianzas políticas; sin embargo, tuvo relaciones con mujeres nobles, aunque no casó con ellas. Estas relaciones garantizaban al monarca el apoyo de las parentelas nobiliarias de sus concubinas. Parece que el rey había reservado el sacramento del matrimonio para materializar las alianzas políticas que le pudieran beneficiar a lo largo de su reinado, pues resulta extraño que, desde la anulación de su unión con Berenguela en 1204, no volviera a casarse, aunque fueron numerosas las amantes nobles con las que se relacionó y con las que tuvo una amplia descendencia.130

C) El matrimonio nobiliario. Un asunto de familia Al igual que los reyes utilizaban sus enlaces matrimoniales para garantizar la paz con los reinos vecinos y para obtener el apoyo de las grandes familias, los nobles se aliaban entre sí para conservar y fortalecer su do II, doc. 207. Hay una gran similitud entre este diploma y el datado en 1178 por el que entrega a Teresa Fernández de Traba y sus hijos. En ambos el rey denomina a estas mujeres: dilecta o dilectissima, lo que induce a pensar que ya mantenía una relación afectiva. Hemos rastreado la documentación regia y en ningún otro caso el monarca utiliza este calificativo para referirse a ninguna otra mujer. 129 CANAL SÁNCHEZ PAGÍN, J. M. «La casa de Haro en León y Castilla durante el siglo XII», en Anuario de Estudios Medievales, 25/1, 1995, p. 20. Además, Urraca López había estado casada en primeras nupcias con el leonés Nuño Meléndez, hijo de Melendo Núñez y María Froilaz, la hermana del conde Ramiro Froilaz, que, tras enviudar, casó con el conde asturiano Pedro Alfonso. 130 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, pp. 309-321. No se puede desdeñar la importancia que tuvieron las relaciones concubinarias del rey porque son un mecanismo para relacionarse con la nobleza; por ello nos ocuparemos de este asunto en las páginas siguientes.

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poder frente a las injerencias de grupos nobiliarios contrarios o frente a las intromisiones del poder real. El matrimonio era para la nobleza un mecanismo de ascensión social, ya que el enlace con una familia poderosa garantizaba una mejora de la situación política y económica de la parentela. Sin duda, emparentar con el rey o algún integrante de la familia real era el mejor modo de promoción social, puesto que los nobles que entroncaban con la monarquía habitualmente llegaban a ocupar las más altas dignidades del reino, y aumentaban cuantiosamente su patrimonio, gracias a la munificencia regia. En las páginas siguientes pretendemos analizar la política matrimonial desarrollada por la nobleza leonesa. Para ello centraremos nuestra atención en varios aspectos de vital importancia, como la elección de candidatos con los que emparentar, el papel que cumple la parentela en esta elección y en las negociaciones posteriores sobre el intercambio de los bienes dotales.

a) La elección de los candidatos Los estudios sobre demografía histórica han permitido conocer algunos comportamientos sociales relativos a las cuestiones matrimoniales como la edad en que se contrae matrimonio por primera vez, la tasa de nupcialidad, de viudedad, la tasa de fertilidad, los períodos intragenésicos, etcétera. Sin embargo, sin menospreciar su valía, consideramos que la ausencia de censos sistemáticos que permitan elaborar estudios estadísticos provoca que los datos conseguidos marquen solo la tendencia de los comportamientos demográficos. No podemos hacer estudios estadísticos para la nobleza leonesa de la segunda mitad del siglo XII y principios del siglo XIII, puesto que no se han conservado registros sistemáticos, aunque en líneas generales podemos descubrir su comportamiento frente al matrimonio. La Iglesia establecía que la edad mínima para contraer nupcias eran catorce años para los varones y doce para las mujeres; sin embargo, la casuística es muy variada. La edad en la que los hombres contraían matrimonio por primera vez estaba en consonancia con su situación económica y social, que debía garantizar la supervivencia de la nueva célula familiar que se iba a crear. Calleja Puerta considera que los nobles contraían nupcias en torno a la treintena,131 mientras que las mujeres lo harían en torno a los veintiún años, para garantizar la descendencia del matrimonio. Pero si los intereses familiares lo precisaban, algunas mujeres mayores que habían enviudado volvían a casar con hombres más jóvenes para materiali131

CALLEJA PUERTA, M. El conde Suero Vermúdez, Oviedo, 2001, p. 168.

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zar una alianza entre las familias, aunque ya no pudieran engendrar descendencia. Existió una gran heterogeneidad en la edad del matrimonio y también en diferencia de edad entre los cónyuges. Por ejemplo, Vela Gutiérrez casó con Sancha Ponce, la hija de Ponce de Cabrera, en torno a 1150 al parecer había participado en la conquista de Almería junto a su suegro. Don Vela falleció entre 1158 y 1160,132 mientras que su esposa abandonó este mundo en 1176. Esta larga viudedad de Sancha hace pensar que la diferencia de edad entre ambos cónyuges era amplia. Al igual que la que separaba al conde Ramiro Froilaz de su última esposa, Elvira Osorio. Este matrimonio se celebró en 1168: el conde había nacido en torno a 1100 y murió en 1168, mientras que su esposa era hija de su pariente coetáneo el conde Osorio Martínez y, por tanto, era mucho más joven que él. Las viudedades solían ser cortas y en el menor intervalo de tiempo posible se concertaba otra alianza con alguna parentela afín.

b) La elección de candidatos. El papel de la parentela En un tiempo en que las relaciones de parentesco eran la base de la estructuración social y los sistemas de alianzas constituían el principal mecanismo para emparentar con familias aristocráticas afines, el establecimiento de un nuevo enlace matrimonial no era fruto de la voluntad de los contrayentes, como preconizaban los cánones de la Iglesia, sino que respondía a una estrategia diseñada por la parentela. La corte era el ámbito idóneo en el que se trazaban las políticas matrimoniales a seguir por las familias de los grandes magnates del reino. Probablemente el monarca participaba de alguna manera en la configuración de las estrategias matrimoniales entre los miembros de la nobleza magnaticia de su entorno. Esta intervención regia en el diseño de las estrategias matrimoniales de la aristocracia laica había sido habitual desde época

La fecha del óbito de Vela Gutiérrez no está muy clara ya que se conservan algunas noticias confusas. Tradicionalmente se ha admitido como momento de su fallecimiento la fecha de 1160, puesto que el Tumbo de Nogales así lo refleja: Decimo calendas decembris aniuersarium domni Uelae Gutierrez qui obiit in era MCXCVIIIa. Sin embargo, en el Tumbo Negro de Astorga, encontramos una donación realizada el 15 de septiembre de 1158 por su esposa y sus hijos en la que ceden a la iglesia de Astorga la mitad de la villa de Verdenosa, que le había dado por su vida Vela Gutiérrez con mandato de ser devuelta a la iglesia astorgana, tras su muerte. Este documento plantea la posibilidad de que Vela Gutiérrez hubiera fallecido antes de septiembre de 1158. 132

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asturleonesa, como ha destacado Martínez Sopena.133 Durante el reinado de Alfonso VII esta política continuó. Quizá el ejemplo mejor conocido de la corte del emperador sea el del matrimonio de Estefanía Ramírez y Ponce de Minerva, a quien el monarca entregó la mitad de la villa de Carrizo para que se la entregara a su esposa en arras; además de las donaciones de numerosas heredades que la infanta doña Sancha, protectora de Ponce, le había donado a Estefanía Ramírez como regalos nupciales. Asimismo, parece que el emperador y su hermana participaron en el diseño de la trama de alianzas matrimoniales entrelazadas en el grupo magnaticio integrado por los condes Ramiro Froilaz, Pedro Alfonso, Ponce de Minerva y Ponce de Cabrera que se cierra con el matrimonio de la hija del señor de Cabrera, Sancha Ponce, con el primo del conde Pedro, don Vela Gutiérrez.134 Jiménez de Rada y Lucas de Tuy decriben la intervención de Fernando II en el matrimonio de su hermana doña Estefanía con don Fernando Rodríguez de Castro,135 para fortalecer una alianza con el magnate castellano. Asimismo, se conocen algunos casos en los que el monarca intervino en la resolución de ciertos problemas motivados por el fracaso de algún matrimonio nobiliario, como en el asunto de la devolución de las arras de doña Ilduara Fernández que analizaremos en páginas posterioriores.136 Aunque el rey participara en ocasiones en el diseño de las estrategias matrimoniales de la nobleza, esta función correspondía a los miembros más relevantes de cada parentela aristocrática, que acordaban los matrimonios que serían beneficiosos para la propia parentela, que pretendía emparentar con otra familia cuyos intereses económicos y políticos fueran afines. En definitiva, la política matrimonial era un asunto familiar en que estaban en juego los intereses del grupo parentelar. En el caso de que algún miembro de la parentela desobedeciera las órdenes del cabeza de familia o contrajese matrimonio sin su consentimienMARTÍNEZ SOPENA, P. «Reyes y nobles en León (ca. 860-1160)», en FERNÁNDEZ CAJ. M. Monarquía y Sociedad en el reino de León de Alfonso III a Alfonso VII, pp. 149200, p. 169. 134 CALDERÓN MEDINA, I. «Cuatro magnates en la corte de Alfonso VII. Su continuidad al servicio de la Monarquía leonesa», en FERNÁNDEZ CATÓN, J. M. Monarquía y Sociedad en el reino de León de Alfonso III a Alfonso VII, vol. II, pp. 343-373. 135 FERNÁNDEZ VALVERDE, J. (ed.), De rebus Hispaniae: Corpus christianorum. Continuatio medievalis, 72. Turnholt: Brepols, 1987, libro VII, cap. XXII. Lucas de Tuy recoge en su obra esta noticia: FALQUE REY, E. Chronicon Mundi, Corpus christianorum. Continuatio medievalis, 74. Turnholt: Brepols, 2003, cap. XIII, Transactis paucis diebus rex Fernandus reuocauit praeditum Fernandum Roderici, et dedit ei Stephaniam sororem suam in uxorem. 136 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 55. 133

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to, sería duramente castigado. Así, Estefanía Diaz, hija de Diego Froilaz, fue desheredada en 1150 por su tío, Ramiro Froilaz, y otros boni parentibus. Su falta era haber casado con un hombre sin el consentimiento de los miembros de su parentela.137 El conflicto se resolvió en una reunión de los parientes más relevantes. Entre estos boni parentibus se encontraban el esposo de María Froilaz, el conde asturiano Pedro Alfonso, y Ponce de Minerva, marido de Estefanía Ramírez, la hija del conde Ramiro Froilaz; además de otros congéneres de la desheredada que Martínez Sopena supone pertenecientes a su familia materna. La pena privaba a la joven Estefanía de la herencia de su padre. Estas heredades de las que era desposeída Estefanía Díaz revertirían al patrimonio familiar y serían repartidas entre otros integrantes de la parentela.138 Este es un claro ejemplo de la participación de los miembros de la familia en el establecimiento de una alianza matrimonial. Determinaban el candidato idóneo con quien emparentar, de acuerdo con intereses políticos o patrimoniales. A pesar de que varios miembros de la parentela estaban presentes en el momento en el que se tomó esta determinación, era el cabeza de familia quien tenía la potestad de castigar a quien había osado contravenir la voluntad de los consanguíneos y poner en peligro los intereses del grupo parentelar. En efecto, la política matrimonial era un asunto familiar;139 en la mayor parte de los casos era el padre el encargado de seleccionar al candidato idóneo para casarlo con una hija, era él quien otorgaba la dote a la joven casadera para que pudiera contraer un matrimonio ventajoso. Pero, en el caso en que el padre hubiera fallecido, serían los demás hombres de la familia los encargados de concertarlo. En el fondo de Otero de las Dueñas se guarda un elocuente documento que da noticia de los usos sociales en torno al matrimonio. El diploma, fechado en 1156, es probablemente una falsificación elaborada en 1181 aunque es indicativo del proceder de la nobleza en el diseño de las estrategias nupciales. En el documento María Froilaz, hermana del conde Ramiro Froilaz, sale en defensa de sus hijas ante la tentativa de su hermano de desheredarlas y hace varias alusiones al ca137 BARTON, S. The aristocracy in Twelfth-Century Leon and Castille, Appendix 3, doc. IV, p. 313, suprine mee Stephanie Diez quam ei abstuli propter quam fecit, qui me nolente et ceteris bonum parentibus virum accepit. 138 En este caso el tío de la desheredada, Ramiro Froilaz, entregó los bienes de su sobrina a sus propios hijos, como pago de las arras que aún no había entregado a su primera esposa, doña Inés, ya fallecida. En páginas posteriores nos ocuparemos de este asunto. 139 Así lo ha destacado TO FIGUERAS, LL. Familia i hereu a la Catalunya nord-oriental (segles X-XII), Barcelona, 1997.

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samiento de estas: Et si ille acciperent uiros, cum consilio meo uel de fratre suo uel de aliis consanguineis suis obtimis.140 Estas palabras demuestran que los matrimonios deben ser acordados entre los miembros más destacados de la parentela. En esta ocasión el padre de Mayor Meléndez había fallecido y sería su hermano, Nuño Meléndez, quien haría las veces de tutor, además del consejo del resto de hombres de la parentela. Asimismo, María Froilaz, madre de Mayor Meléndez, participaría en esta elección, lo que indica que las féminas de la familia no estaban excluidas de la política matrimonial.

c) La celebración del matrimonio: esponsales y boda La política matrimonial de la familia convertía a las mujeres en objeto de cambio para establecer alianzas ventajosas con otras familias aristocráticas. Sin embargo, la boda no era un acontecimiento inmediato sino que requería una serie de ceremonias previas, que se dilataban más o menos en el tiempo141 y que daban publicidad a la unión. El primer paso para establecer una alianza matrimonial tras haber elegido al candidato más conveniente eran los esponsales, que se convertían en un acto de sacralización del acuerdo entre los novios. En dicho acto los futuros esposos intercambiaban regalos. Era el momento de presentar la dote y las arras que cada cónyuge aportaba al matrimonio. Los esponsales adquirieron una gran trascendencia porque suponían un intercambio recíproco de dones entre las familias y materializaban la promesa de establecer en el futuro un matrimonio entre dos de sus miembros. Reyna Pastor afirma que los esponsales suponían el trueque de una mujer virgen y socialmente prestigiosa, que se convertía en un simple objeto de cambalache, que aseguraba la descendencia legítima del grupo familiar receptor, a cambio de determinados bienes dotales sujetos a la condición de ser devueltos, en el caso de que el acuerdo establecido no llegara a materializarse.142 140 FERNÁNDEZ FLÓREZ, J. A. y HERRERO DE LA FUENTE, M. Colección documental del monasterio de Otero de las Dueñas, II (1109-1300), León, 1999, doc. 352. 141 Acerca de la celebración de los matrimonios véase VOGEL, C. Les rites de la celébrátion du mariage. Leur signification dans la formation du lien durant le Haut. Moyen Âge, en Il matrimonio nella società altomedievale, vol. 1, pp. 397-472. BAQUERO MORENO, H. «O casamento no contesto da sociedades medieval portuguesa», Bracara Augusta, 1979, pp. 145-173. 142 PASTOR, R. «Para una historia social de la mujer hispano-medieval», p. 197, en La condición de la mujer en la Edad Media: Actas del coloquio celebrado en Casa de Velázquez del 5 al 7 de noviembre de 1984, Madrid, 1986, pp. 187-214.

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En la celebración de los esponsales debía haber testigos de ambas familias puesto que una de sus motivaciones era dar publicidad al acuerdo, al tiempo que se garantizaba la buena situación económica de la nueva unidad familiar que se iba a crear. Tras los esponsales se celebraría la boda, aunque el tiempo que transcurría entre las dos celebraciones podía alargarse durante años. En ocasiones, los padres de los contrayentes habían acordado la boda de sus hijos cuando eran niños, pues la edad mínima para la celebración de los esponsales era de siete años. Las familias formalizaban un compromiso que debía materializarse años después. Esta circunstancia provocaba que en ocasiones se extendiera desmesuradamente el período entre los esponsales y la boda, lo que hacía peligrar el compromiso. Durante este período los intereses de una de las dos familias podían haber variado y, quizá, preferiría emparentar con otra parentela. Las rupturas unilaterales de los compromisos matrimoniales acarreaban importantes enfrentamientos internobiliares. En estos casos, la parentela que había roto el pacto debía devolver los bienes que se habían intercambiado al pactar la unión. Si no existían inconvenientes de este tipo, la boda se celebraba y los esposos quedarían unidos de manera indisoluble hasta el fin de sus días, salvo en los casos en los que la unión fuera anulada por cuestiones de consanguinidad, ausencia de consumación del vínculo marital, porque uno de los cónyuges decidiera entrar en religión, o el marido repudiase a la esposa. Este caso originaba importantes enfrentamientos entre las familias nobles, que debían solucionar la afrenta que suponía para la familia de la repudiada.

d) La ruptura del matrimonio: el repudio y la intervención de los parientes El repudio era el mecanismo más hiriente para una ruptura matrimonial, porque la familia de la esposa repudiada se veía ultrajada y sus intereses políticos y económicos estaban amenazados por la disolución de la alianza. Las fuentes leonesas no han transmitido demasiados datos acerca del proceso necesario para hacer efectivo el repudio, aunque se sabe que en ocasiones el enfrentamiento entre las parentelas nobiliarias implicadas adquiría tal trascendencia que requería la intervención de un intermediario externo que resolviera el problema. Tal vez una situación de este tipo provocó la mediación de Fernando II en la devolución de las arras de Ilduara Fernández, hija del noble gallego Fernando Odoáriz. Este había entregado

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en dote en el momento del casamiento ciento cincuenta marcas de plata a su yerno, Pedro Arias, que posteriormente abandonó a la joven Ilduara. Ante la negativa de Pedro Arias de devolver la dote, el monarca intervino donando varias propiedades a Fernando Odoáriz y su esposa, en compensación por las ciento cincuenta marcas de plata que el yerno no había restituido.143 Pero, para medir la magnitud de este problema, es necesario analizar este diploma junto a otro, fechado el mismo 14 de marzo de 1164 en Santiago. Parece que ambos documentos se redactaron al tiempo y probablemente por el mismo notario.144 Es necesario confrontarlos, puesto que se complementan, para extraer la máxima información posible. Aquel día de marzo de 1164 Fernando II se encontraba con su corte en la ciudad compostelana, cuando decidió donar Santiago de Caldas a la catedral de Orense, per rogatum et concessionem Fernandi Oduarii. Esta donación fue confirmada, entre otros, por Fernando Rodríguez de Castro, los condes Ramiro Froilaz y Pedro Alfonso, además de Ponce de Minerva, Ramiro Ponce, Munio Fernández, Fernando Odoáriz, Juan Arias y Pedro Arias. No obstante, parece que los ruegos de Fernando Odoáriz no acabaron ahí sino que expuso el problema surgido a consecuencia de la dote de su hija Ilduara y solicitó la intervención del rey. Desconocemos si el resto de los magnates de la curia regia intervinieron en la solución a este conflicto, aunque sabemos que el monarca donó importantes bienes a Fernando Odoáriz para resarcir las ciento cincuenta marcas de plata que su antiguo yerno se negaba a reintegrar. El hecho de que la carta por la que se devuelven las marcas de plata no esté confirmada por ningún miembro de la curia resulta sospechoso. Tal vez este asunto se trató en privado entre el soberano, Fernando Odoáriz y Pedro Arias o, quizá, el copista que elaboró el tumbo de la catedral de Lugo, donde se ha conservado el único ejemplar de la carta, obviara la lis-

RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 55. Hanc autem donationem uobis facio et dono per centum quinquaginta marcas argenti quas uos dedistis Petro Arie in casamento cum filia uestra Eldara Fernandici et que ipse Petro Arie dimisit filia uestra debebat uobis dare illas centum quinquaginta marcas quas uos ei dedistis in casamento et pro ipsis marcis dedi uobis ego rex Fernandus iam dictam hereditatem uidelicet Deomundi totum cum suo cauto et cum omnis directuris suis. 144 En el diploma en el que Fernando II devuelve las marcas de plata a Fernando Odoáriz, no aparece ningún notario ni canciller; sin embargo, el modo de datación, el regnans y otros aspectos formales del documento indican que ambos fueron redactados por el mismo notario: Petrus dictus Infantinus notarius regis Roderico Fernandi existente cancellario iussi scribi et confirmo, de este modo finaliza la carta. 143

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ta de confirmantes.145 Por tanto, no podemos saber si todos los confirmantes del documento anterior estaban presentes en el momento en que el monarca intervino para devolver a Fernando Odoáriz la dote que había entregado a su yerno. Probablemente todos los integrantes de la curia estuvieran presentes o, al menos, conocían el enfrentamiento abierto entre los dos nobles gallegos. La lista de confirmantes aportaría una valiosa información acerca de la participación de los miembros de la familia en los asuntos concernientes a las estrategias matrimoniales y los intereses patrimoniales relacionados. Pero supongamos que los presentes en las cuestiones relativas a la dote de Ilduara eran los mismos que confirmaron el otro documento del mismo día. Esta lista de confirmantes es muy sugerente, porque deja ver las vinculaciones familiares que les unen, aunque aún debemos despejar otra incógnita: ¿es el mismo Pedro Arias quien repudia a Ilduara y casa posteriormente con Constanza Osorio? Margarita Torres Sevilla lo ha identificado como la misma persona.146 Si fuera así, entonces los confirmantes adquieren un significado especial por el parentesco que les une. Pedro Arias habría casado con Constanza Osorio —que había sido repudiada con anterioridad por Fernando Rodríguez—, hija de Osorio Martínez, el primo muerto del conde Ramiro Froilaz y de Pedro Alfonso, casado con María Froilaz. Ponce de Minerva, el yerno del conde Ramiro, confirma la carta junto a su hijo, el signifer Ramiro Ponce. Asimismo, signan Fernando Odoáriz y su hijo Munio Fernández, y además de Pedro Arias y Juan Arias, que probablemente eran hermanos. Tras desentrañar la maraña de parentesco que une a estos individuos, vemos, una vez más, cómo la política matrimonial era un asunto que implicaba a toda la parentela. En este ejemplo están involucradas tres familias que tienen una importante representación en la corte. En primer lugar aparecen los Flaínez, a los que pertenece Constanza Osorio (Ramiro Froilaz, Pedro Alfonso, Ponce de Minerva y Ramiro Ponce); además está implicada una rama de los Traba, a los que pertenecía Ilduara Fernández, representada por su padre Fernando Odoáriz y su hermano Munio; y, finalmente, los Arias: Pedro Arias y su hermano Juan. Además, para cerrar el círculo de implicados en este caso también está presente Fernando Rodríguez de

No se ha conservado el original de este diploma que permitiría saber quiénes eran los presentes en el momento en que el monarca compensó a los padres de Ilduara por la dote perdida; sin embargo, hay suficientes indicios para pensar que eran los mismos individuos que confirmaron el otro diploma conservado, emitido ese mismo día en Compostela. 146 TORRES SEVILLA, M. Linajes nobiliarios en León y Castilla: siglos IX-XIII, León, 1999, pp. 152, 352, 499. 145

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Castro que, tras repudiar a Constanza Osorio, casó con la infanta Estefanía, hermana del rey. Por tanto, ese día de marzo en Santiago se reunieron los representantes de varias familias que estaban involucradas en una cuestión de política matrimonial que atañía a tres grupos parentelares con intereses contrapuestos. Ante esta compleja situación, el rey se vio obligado a intervenir en un asunto que, en principio, no debería haber salido de las relaciones internobiliarias. Este revelador ejemplo demuestra que la parentela no solo jugaba un papel relevante en la elección del candidato apropiado para entablar una alianza matrimonial, sino que también participaba en cualquier problema que pudiera surgir en las estrategias matrimoniales.

D) El trasvase patrimonial: la dote y las arras Los intereses económicos eran uno de los principales acicates para el establecimiento de una nueva alianza matrimonial entre los nobles leoneses. Tras la elección del candidato idóneo, ambos grupos aristocráticos comenzaban una trascendente negociación, relativa a los bienes que cada una de las parentelas debía entregar a los novios, para garantizar la supervivencia del nuevo núcleo familiar y establecer el modo de gestionar el patrimonio. Estas conversaciones constituían un elemento clave para la salvaguarda de las propiedades y los intereses de cada una de las familias implicadas. Las propiedades que se entregaban a la pareja, además de constituir la base primigenia del patrimonio de la nueva célula familiar, debían estar en consonancia con el sistema hereditario vigente, puesto que debían cubrir las necesidades de la viuda y los vástagos tras del fallecimiento del cabeza de familia. Ya se ha hecho referencia tangencialmente a la dote y las arras en el establecimiento de un nuevo matrimonio, no obstante su importancia es tal que resulta necesario detenerse en su análisis.

a) Antecedentes El intercambio de los bienes matrimoniales era un pacto entre familias que se materializaba en los esponsales. Durante los siglos centrales de la Edad Media los usos en el intercambio de los bienes dotales conservaban ciertos aspectos de la tradición romana y visigoda, además de incorporar o adecuar otros de raíz medieval.

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En las sociedades arcaicas la dote constituía el precio de la novia que el esposo debía pagar por hacerse con la mujer. Sin embargo, los juristas romanos regularon minuciosamente las prácticas dotales.147 En este período la evolución sufrida por los modos de intercambio de bienes osciló, desde la única aportación femenina al nuevo matrimonio, hasta el predominio de la dote marital y los bienes, prácticamente simbólicos, que aportaba la novia. En época clásica la dos romana estaba constituida por las propiedades que la novia entregaba al futuro esposo. El régimen económico iría evolucionando hacia la igualdad en el trasvase de patrimonio entre ambos cónyuges. Justiniano instituyó la donatio propter nupcias que el novio debía entregar a su mujer, con la finalidad de establecer una reciprocidad en el intercambio y equilibrar la aportación de ambos cónyuges al sostenimiento del nuevo matrimonio. Durante el Bajo Imperio la dote que entregaba el esposo a la familia de la mujer se complementaba a la mañana siguiente de la celebración del matrimonio con la entrega de la morgengabe: una cantidad como obsequio por la virginidad de la esposa. Mientras que la mujer aportaba al matrimonio algunos enseres como vestidos, joyas, muebles y otros utensilios para el hogar. Esta situación en la que predomina la aportación de dote por parte del marido fue heredada en el período visigodo. Los juristas visigodos regularon la transacción de los bienes dotales. La dos ex marito debía acordarse durante la celebración de los esponsales entre el novio y el padre o representante de la novia. La entrega de los bienes prometidos podía efectuarse durante los esponsales o posteriormente, aunque bastaba con la promesa de matrimonio futuro materializada en el regalo de un anillo. Al parecer, la cuantía de la dote que el novio debía ofrecer estaba establecida en la mitad de su patrimonio, hasta que en el año 644 Chindasvinto, a través de su ley Cum de dotibus, la cuantificó, estableciendo un valor de la dote que variaba de acuerdo con la categoría social del individuo: los nobles debían aportar al matrimonio un máximo de mil sueldos, que podía ser completado con diez siervos, diez siervas y veinte caballos, sin que el valor de todo ello sobrepasara la cuantía que la mujer aportaba al matrimonio. El resto de los grupos sociales debían entregar la décima parte de los bienes que poseyera el futuro marido. La mujer dis147 Acerca de los antecedentes romanos y visigodos y de la evolución del trasvase de capitales durante la Alta Edad Media, véase BERMEJO CASTRILLO, M. Á. «Transferencias patrimoniales entre los cónyuges por razón del matrimonio en el derecho medieval castellano», en IGLESIA DUARTE, J. I. DE LA (coord.), La Familia en la Edad media. XI Semana de estudios medievales de Nájera, Logroño, 2001, pp. 93-149.

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pondría de estos bienes y sería la encargada de gestionarlos. Poco tiempo después, en el año 681, Ervigio eliminó esta diferenciación social estableciendo la uniformidad en la cuantía, que estaba constituida por la décima parte del patrimonio para todos los grupos sociales; aunque la aristocracia conservaba la opción de entregar un regalo complementario a la dote marital. La esposa continuaba siendo la encargada de gestionar estos bienes a lo largo de la vida de su esposo, pero si este fallecía antes que ella, debía reservar la cuarta parte de los bienes para que fueran heredados por los hijos de la pareja.

b) El intercambio de bienes dotales en León (1157-1230) Entre 1157 y 1230 las transacciones patrimoniales que acarreaba el matrimonio conservaron algunos aspectos de la tradición.148 El trasvase patrimonial continuaba siendo complejo: por un lado los padres de la novia le concedían ciertos bienes antes de casarse, al tiempo que el novio debía aportar una importante cantidad patrimonial al matrimonio para cubrir las necesidades de la nueva familia que se iba a crear. Los cónyuges participarían en igualdad de condiciones del aumento patrimonial generado durante el matrimonio, las ganancias. A pesar de la tradición heredada, los juristas leoneses introdujeron importantes innovaciones que determinaron el comportamiento de la nobleza en el ámbito económico de su sistema de relaciones de alianza. Los historiadores del derecho han profundizado en el estudio de este trasvase patrimonial desde una perspectiva jurídica, que ha venido a descubrir los entresijos legales de este complejo sistema de intercambio de bienes. Pero, sin desdeñar estos trabajos, queremos abordar nuestra investigación desde un punto de vista antropológico. Además de observar qué cantidad se entregaba, cómo se gestionaban los bienes dotales, cuál era la potestad de la mujer en la administración de las propiedades, etcétera; fijaremos la atención en el papel que desempeñaban los miembros de la parentela en la concertación de la cuantía de la dote y las arras, y cuál era su participación en el ritual de la entrega, y en los componentes tradicionales que envuelven este trasvase de patrimonios.

148 Martínez Sopena ha indagado en la herencia visigoda del sistema dotal vigente en el territorio leonés durante la plena Edad Media: MARTÍNEZ SOPENA, P. «Relations de parenté et héritage wisigothique dans l’aristocratie du royaume de León au XIe siècle», en L’Europe héritière de L’Espagne wisigothique, Madrid, 1992, pp. 315-324.

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En la documentación se observan ciertas variaciones terminológicas que pueden inducir a error; para evitarlo, es necesario hacer unas breves notas aclaratorias.149 En las fuentes diplomáticas se registra mayoritariamente el término arras,150 que convive con el vocablo dos, aunque ambos hacen referencia a la misma realidad: los bienes que el esposo entrega a su mujer en el momento del casamiento; es decir, las arras o dote marital.151 Resulta llamativo que los redactores de numerosos documentos expliciten la sinonimia de ambos vocablos para evitar confusiones semánticas, como la carta de arras que Ramiro Froilaz entregó a su última esposa Elvira, en la que se lee: do et concedo tibi dotem siue arras.152 Otros diplomas contienen expresiones del tipo: hec est kartulam dotis arrarum, que redundan en la idea de que ambos términos hacen referencia a la misma realidad. En estos casos se intuye que ambos vocablos son sinónimos, aunque no puede afirmarse categóricamente, porque pueden hacer referencia a dos conjuntos de bienes que se entregan simultáneamente a la novia, como parece expresar la carta de arras que en 1166 entrega Pedro Díaz a su esposa, Sancha Peláez, en la que se puede leer: Ego Petrus Didaci, quognomine Inatio, uobis Sancie Pelagii uxori mee fatio kartam arrarum et titulum dotis et donationis.153 La confusión semántica aumenta en aquellos casos en los que la voz latina dos es utilizada al mismo tiempo para referirse a los bienes que los padres de la novia le conceden cuando es prometida. Ante esta variedad terminológica resulta necesario analizar minuciosamente el contexto en que aparecen estos vocablos para dilucidar a qué bienes se refieren en cada uno de los casos en los que se utiliza. 149 En cuanto a las cuestiones terminológicas de algunos de los fueros leoneses más importantes, véase CARRASCO, P. y CARRASCO, I. Estudio léxico-semántico de los fueros leoneses de Zamora, Salamanca, Ledesma y Alba de Tormes. Concordancias lematizadas, 2 vols., Granada, 1997. 150 MERÊA, P. «O dote nos documenos dos séculos IX-XII (Astúrias, Leão, Galizia e Portugal)», en Estudos de dereito hispânico medieval, tomo 1, Coimbra, 1952, pp. 59-78. 151 Parece evidente la sinonimia entre el término latino dos y el vocablo arras. Sin embargo, el origen de esta palabra, que define las aportaciones del esposo al matrimonio, ha sido objeto de debate. Martínez Marina defiende que la semejanza semántica entre ambos términos deriva de que la dote era una arra o prenda del matrimonio que se iba a contraer y que el marido, tras entregar las tablas dotales a su prometida, le daba como obsequio y símbolo de su compromiso el anillo de las arras o anulus arrharum. Véase MARTÍNEZ MARINA, F. Ensayo histórico sobre la legislación y principales cuerpos legales de los reinos de León y Castilla, especialmente sobre el código de las Siete Partidas de Don Alfonso el Sabio, Madrid, 1808. 152 CAVERO DOMÍNGUEZ, G. Colección catedral de Astorga, doc. 809. 153 CDACL, doc. 1536.

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En la documentación foral se registran otros términos que aluden a la dote marital. García Ulecia ha localizado en los fueros de Salamanca y Zamora los vocablos donas, uoda, uestido y uesteduras,154 que no aparecen habitualmente en las cartas de arras, aunque se documentan algunos ejemplos.155 Este autor afirma que aluden a los bienes entregados como dote marital; sin embargo, presumimos que, en ocasiones, se refieren a los regalos adicionales que el novio entrega a su futura mujer.

c) La dote La dote que la mujer aportaba al matrimonio era un asunto familiar en el que participaban los miembros más destacados de la parentela, que convenían la cuantía y naturaleza de los bienes que entregarían a la familia del novio y el momento en que debía hacerse efectiva. Era un asunto de capital importancia, puesto que de ella dependía el establecimiento de un matrimonio ventajoso, acorde al estatus de la mujer y el ascenso social de la parentela. Principalmente era el padre quien dotaba a las hijas aunque, en algunas ocasiones, podía estar acompañado por otros miembros de la familia, como sus hijos varones. Así sucedió en 1231, cuando don Sebtenber y su hijo Alfonso entregaron una heredad en Valdefresno como dote a su hija y hermana, Florencia.156 To Figueras ha destacado que en la Cataluña nororiental las cuestiones relativas a la concertación de un nuevo matrimonio y la entrega de la dote de las hijas eran un asunto que atañía exclusivamente a los hombres de la familia y del que las mujeres quedaban excluidas.157 Sin embargo, la realidad en tierras leonesas era diferente. Si bien es cierto que junto al padre, o en su ausencia, otros hombres de la parentela, principalmente hermanos o avunculos, cumplían esa función; las mujeres de la familia también dotaban a las féminas núbiles. Así se desprende del diploma en que María Froilaz concede a su hija pequeña, Elvira Pérez, numerosos bienes y obje154 GARCÍA ULECIA, A. «El régimen económico del matrimonio en los derechos locales leoneses», en Historia, Instituciones y Documentos, n.º 9, 1982, pp. 165-197. 155 De las veintiocho cartas de arras estudiadas solo tres utilizan algunos de estos vocablos: dona es utilizado en dos cartas conservadas en el fondo de San Vicente de Oviedo, SANZ FUENTES M. J. y RUIZ DE LA PEÑA, J. I. Colección diplomática del monasterio de San Vicente de Oviedo (siglos XIII-XIV), Oviedo, 1991, docs. 13, 38, y uestidos en un diploma de la catedral de León, CDACL, doc. 1980. 156 SIL, doc. 231. 157 TO FIGUERAS, L. Familia i hereu a la Catalunya Nord-oriental (segles X-XII), Barcelona, 1997, pp. 245-272.

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tos de lujo en concepto de dote en presencia de su padre, el conde Pedro Alfonso, y otros parientes varones.158 Probablemente no se trataba de la dote íntegra de la joven, sino de ciertos enseres del hogar y lujosos artículos para uso personal, pero da fe de la intervención de las mujeres en los asuntos relativos al establecimiento de una nueva alianza matrimonial. El acuerdo sobre la dote que la mujer debía aportar al matrimonio se tomaba durante los esponsales; tal vez entonces la familia de la novia entregaba una parte de la cantidad acordada, como señalan las palabras de Juan Fernández de Cabrera en una donación al monasterio de San Esteban de Nogales:159 Mando quod dent CC morabetinos ad Pelagius Petri super alios CC quos iam tenet in casamento filie mee cum filio suo tali conditione ut si ad casamentum uenerit filie mee cum filio suo et filium uel filiam habuerit habeant et possideant predictos morabetinos.160 Todo indica que Juan Fernández de Cabrera había dado a Pelayo Pérez una parte de la dote acordada: doscientos maravedíes, y debía entregar otros doscientos tras la celebración del enlace. Probablemente los esponsales tuvieron lugar cuando la pareja era aún demasiado joven para contraer nupcias, y por ello se había entregado parte de la dote como garantía de la promesa de matrimonio efectuada. No obstante, para evitar un enfrentamiento entre ambas familias en el caso de que la boda no llegara a celebrarse, Juan Fernández determina cuál debería ser el destino de la dote. La cantidad entregada a la familia del novio debería ser devuelta a la madre de la novia, evitando así la dispersión del patrimonio familiar. Quod si filium uel filiam non habuerint uel filia mea antequam ad casamentum perueniat obierit predictos morabetinos Pelagius Petri uel filio eius Rodericus Pelagii siue qui eorum bona habuerint a dompna Aldonza persoluat.161 No se han conservado noticias sobre esta pareja, por lo que se desconoce si fue necesario aplicar las disposiciones dictadas por Juan Fernández de Cabrera; sin embargo, el simple hecho de que se plasmaran tan minuciosamente en el diploma adquiere gran significado, además de ofrecer una interesante información. En primer lugar, porque deja ver que el establecimiento de una nueva alianza matrimonial entre miembros de dos parentelas era un asunto a convenir principalmente por los padres de los novios; también porque indica la cantidad exacta de la dote: cuatrocientos mara158 FERNÁNDEZ FLÓREZ, J. A. y HERRERO DE LA FUENTE, M. Colección documental del monasterio de Otero de las Dueñas, doc. 354. 159 Era hijo de Fernando Vela, y nieto de Vela Gutiérrez y Sancha Ponce de Cabrera, hija del insigne conde Ponce de Cabrera, FERNÁNDEZ-XESTA, E. Un magnate catalán, pp. 68-69. 160 CAVERO DOMÍNGUEZ, G. Colección de Nogales, doc. 42. 161 Ibíd., doc. 42.

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vedíes; y, finalmente, porque determina que sea la madre de la novia quien recupere la dote en el caso de que las nupcias no llegaran a celebrarse. Este aspecto es significativo puesto que en principio podría pensarse que la gestión del patrimonio que se intercambia en las alianzas matrimoniales fuera un asunto de hombres; es decir, que ante la desaparición del padre, fueran los hermanos de la novia u otros hombres de la parentela quienes debían hacerse cargo de estas cuestiones. Sin embargo, el hecho de que Juan Fernández de Cabrera estableciera que la dote fuese devuelta a su esposa, Aldonza, madre de la novia, hace pensar que quizá los temas relativos a la dote eran también un asunto de mujeres puesto que el padre no eligió a uno de sus vástagos varones u otro pariente próximo para hacer las funciones de tutor o gestor de los bienes; por lo que se puede afirmar que, al contrario de lo que ocurría en la Cataluña que describe To Figueras, las mujeres de la nobleza leonesa participaban de manera activa en los asuntos relativos a las dotes de las hijas. No existen demasiadas referencias que permitan conocer con exactitud los bienes que integraban la dote aportada por la mujer, pues, al contrario de lo que sucedía con las arras, parece que la dote no era plasmada en un documento que debiera ser conservado por el esposo, por lo que cabe pensar que esta negociación se efectuaba verbalmente y, tal vez, la naturaleza de los bienes no precisaba de la redacción de un documento de propiedad. La cuantía de la dote dependía de los recursos económicos de la familia, aunque debía estar en consonancia con los bienes que recibía la esposa en arras. Hasta ahora se han analizado varios ejemplos en los que la dote consistía en una importante cuantía económica: cuatrocientos maravedíes en el caso de la hija de Juan Fernández de Cabrera, o las ciento cincuenta marcas de plata que Fernando Odoáriz entregó a Pedro Arias cuando casó con su hija Ilduara Fernández; sin embargo, se desconoce si estas dotes, además de estar formadas por una cantidad económica destacable y probablemente por enseres para el hogar, ropas, joyas y otros artículos suntuosos, se completaban con la donación de determinados bienes inmuebles, como se desprende de otros diplomas en los que las mujeres hacen referencia a las propiedades inmuebles que habían recibido de mano de sus padres en dote. Una pesquisa elaborada en 1207 sobre las propiedades del monasterio de Santa María de Carrizo recuerda que su fundadora, Estefanía Ramírez, recibió de su padre, Ramiro Froilaz, la mitad de la villa de Carrizo —et aliam medietatem erat de comite Ramiro et dedit eam ad illum cum filia sua in casamento—.162 Algunos investigadores han destacado que se generalizó la dote en metálico a partir de 1200, aunque consideramos 162

CASADO LOBATO, C. Colección diplomática del monasterio de Carrizo, doc. 79.

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además de la concesión de una cuantía económica, León pervivió la entrega de otros bienes inmuebles pues los diplomas del siglo XIII así lo certifican. En el caso de que la boda no llegara a celebrarse o el matrimonio fuera anulado por cualquier motivo, el hombre debía devolver los bienes dotales a la mujer, como debería haber sucedido con la dote de Ilduara Fernández, que finalmente restituyó Fernando II para evitar mayores enfrentamientos entre las familias implicadas.

d) Las arras Para el estudio de las arras se han utilizado dos tipos de fuentes: las cartas de arras conservadas y otros diplomas en los que se hace referencia explícita a los bienes entregados en arras, que aportan noticias sobre el modo en que se gestionaban; y la legislación leonesa relativa a esta transferencia patrimonial, especialmente los fueros locales.163 Estos dos tipos de fuentes muestran la realidad vivida desde dos perspectivas diferentes y, sin embargo, complementarias. La legislación, precisamente por su carácter normativo, es estática, muestra las pautas de comportamiento que deben ser cumplidas, aporta por tanto una visión hermética y monolítica en la que apenas se encuentran elementos innovadores. Mientras, las cartas de arras son documentos vivos, ya que en ellas se introducen nuevos elementos que permiten conocer mejor la evolución sufrida por las donaciones nupciales, que pasaría desapercibida si solo se manejaran las fuentes legislativas. Estos diplomas de carácter privado aportan una visión dinámica, acorde a una sociedad viva, en evolución constante. Muestran el desenvolvimiento interno de las parentelas nobiliarias, plasman la dinámica de las relaciones de alianza y los intereses económicos que están detrás de ellas. Son, en definitiva, una fuente sumamente rica para el conocimiento de las relaciones interparentelares. Es necesario tener en cuenta que el número de cartas de arras conservadas es reducido. Solo se han conservado aquellas que, por distintas circunstancias, fueron depositadas en los archivos monásticos, principalmente femeninos, por las mujeres nobles que ingresaron en la comunidad; aun163 Para el estudio de los fueros locales leoneses hemos utilizados los trabajos ya clásicos de RODRÍGUEZ FERNÁNDEZ, J. Los fueros del Reino de León, vols. 1 y 2, León, 1981, y Los fueros locales de la provincia de Zamora, Salamanca, 1990, además de CASTRO, A. y DE ONÍS, F. Fueros leoneses de Zamora, Salamanca, Ledesma y Alba de Tormes, Madrid, 1916.

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que también los fondos catedralicios conservan algún ejemplar. Tras rastrear la documentación conservada en las colecciones diplomáticas publicadas de las principales instituciones catedralicias y monásticas del reino, se han localizado veintiocho cartas de arras datadas entre 1157 y 1230. Aunque no es un número elevado, lo consideramos suficiente para estudiar los principales comportamientos de la nobleza en la concesión entrega de las arras.164 Intentaremos conocer aspectos como la participación de los miembros de la parentela en las cuestiones relativas a las arras, el momento en que se entregan a la mujer, qué tipo de bienes se integran y cómo son gestionados. Para abordar este asunto hay que diferenciar el instante de la redacción de la carta de arras, del momento en que se hace efectiva la entrega de las propiedades que componían la dote marial. El tiempo transcurrido entre los dos acontecimientos era variable, de acuerdo con la voluntad del esposo, que debía desprenderse de su patrimonio para entregárselo a su prometida o esposa. Durante los esponsales las parentelas de los cónyuges acordaban la cuantía de las transacciones nupciales que se entregarían antes de la boda o algún tiempo después de su celebración, recogiendo el acuerdo en un documento que serviría de garantía a la mujer para recibir las propiedades prometidas. Desafortunadamente, la documentación no transmite demasiados detalles sobre el modo en que se acordaban estas transacciones de bienes, ni el mecanismo de la negociación, ni el lugar en que se celebraba, etcétera. Las uniones matrimoniales constituían una alianza entre dos familias; sin embargo, esta circunstancia no se reflejaba en las cartas de arras, ya que los cónyuges son sus únicos protagonistas. Así parece que la unión es fruto de la única voluntad de los contrayentes, lo que oculta la verdadera maquinaria que está detrás de cada alianza matrimonial. Sin embargo, algunos testimonios aportan datos que permiten conocer ciertos aspectos de esta negociación internobiliaria. En el fondo documental del monasterio de Santa María de Carrizo se conserva una carta de arras fechada en 1191 y concedida por Pelayo Julián a su esposa Maria Isidoro, cum consilio bonorum hominum. Estos hombres buenos eran probablemente los parientes —et alii multi qui uiderunt et audierunt— que le aconsejaron en la elección de la novia y quienes decidieron qué porción de su patrimonio debía entregar a la que se iba a convertir en su mujer. Posiblemente en esta reunión estaban presentes un amplio número de personas: los miembros más insignes de la parentela además de otros amigos y personajes afines. Se trataba de 164

Sobre las cartas de arras, véase el cuadro de la página 523.

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una decisión consensuada, dirigida a proteger y mejorar el interés común de la parentela. A lo largo del diploma, Pelayo continúa relatando el modo en que se efectuó este trasvase patrimonial y afirma que lo hace secundum ritum antecessorum meorum sub testimonio dotis atque sponsalicii tibi dono (…). Con estas palabras refiere directamente a sus propios ancestros. Alude a una tradición familiar, probablemente arraigada y generalizada en tierras leonesas, que, por otro lado, se ajustaría al Fuero de León. Esta tradición se materializaría a través de un determinado ritual establecido en el que tal vez participaban los miembros más destacados de ambas parentelas. Las fuentes diplomáticas no describen este ceremonial, ni determinan el cometido de cada uno de los asistentes. A pesar de ello, un pequeño número de cartas evocan la obediencia a una tradición viva durante generaciones. Una costumbre probablemente relacionada con las mujeres de la familia; así en algunas cartas de arras el esposo le entrega a su mujer las arras Quales habuit aua tua uel qualibet de tuis amitis,165 o Ad uestram matre set.166 La novia debía recibir sus arras tal y como lo habían hecho el resto de mujeres de su familia. Sin duda, la negociación de las arras era un asunto de gran trascendencia en el que participaban los miembros de la familia. Probablemente las conversaciones se dilataban durante algún tiempo, e incluso los acuerdos tomados se modificaban a lo largo de la negociación. Este parece ser el caso de las arras que Pedro Alfonso debía entregar a su prometida Estefanía González en 1217. Tal vez durante las conversaciones entre las dos familias fueron variando los bienes y las condiciones en las que iban a ser concedidos a la novia. A lo largo de la negociación, se redactaron dos cartas de arras que se han conservado. La primera de ellas puede considerarse como la plasmación de un primer acuerdo provisional o, quizá, el borrador de la otra carta que recogería el acuerdo definitivo. Los diplomas presentan ciertas semejanzas y algunas diferencias formales y de contenido. Ambos están confirmados por los mismos testigos y poseen las mismas fórmulas, pero la carta provisional no contiene los ampulosos preámbulos con citas bíblicas que tiene la carta definitiva. Las principales diferencias residen en las condiciones en las que se conceden los bienes. En la carta provisional Pedro Alfonso dice: dono tibi totam medietatem de mea hereditate quam habeo in Uilla Uicenz et aliam medietatem pro CC morabitinos in pignore pro tuos directos et medietatem de Uega de Fernan Uermudez et de Palazuel de Uidiia et de Pedrosa, et de lotra 165 166

FERNÁNDEZ FLÓREZ, J. A. Colección de Sahagún, doc. 1411. GDF, doc. 91.

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que hei i deuo auer,167 mientras que los doscientos maravedíes de prenda desaparecen de la carta en que se recoge el acuerdo definitivo: dono tibi totam medietatem de illa hereditate quam habeo in Uilla Uicenz et de Uega de Fernan Uermudez et de Palazuel de Uidiia et de Pedrosa et de la otra que hei ie douo auer.168 Estas dos cartas de arras permiten ver dos momentos distintos de la negociación de las arras que debían entregarse a Estefanía González. Probablemente, tras llegar a un primer acuerdo, alguna de las dos familias no estaba conforme y fue necesario reanudar las conversaciones para llegar a un entendimiento que satisficiera a ambas partes, y que fue escrito de manera definitiva en una carta de arras solemne. Las arras entregadas debían estar en consonancia con la cantidad de la dote y el estatus social de la novia. En ocasiones emparentar con una mujer de tan alto estatus podía constituir una empresa casi imposible de abarcar. El matrimonio con una de las hijas del monarca garantizaba el ascenso social y la entrada en la corte, pero el esfuerzo económico para hacer frente a las arras de una mujer tan prestigiosa era enorme. Se han conservado varios diplomas en los que los futuros esposos de las hijas de Alfonso IX, a pesar de pertenecer a las parentelas más poderosas y enriquecidas del reino, tuvieron ciertos problemas para pagar las arras de sus ilustres esposas. Así, el conde Gonzalo Núñez de Lara y su esposa tuvieron que donar a su hijo Nuño González todo cuanto tenían en el reino de León para hacer frente a las arras a su prometida doña Teresa Alfonso.169 Igualmente le sucedió a Pedro Ponce de Cabrera, que casó antes de 1230 con Aldonza Alfonso, hija del monarca leonés.170 El valor de las arras prometidas era tal que no pudo hacer frente al pago, y en 1235 se vio obligado a donarle a su esposa la décima parte de Melgar, Castrocalbón y Alija y a venderle la mitad de la novena parte que aún poseía, para recompensarle por uostros derechos que uso non compli, por mulas et por selas et por panos preciosos et por penas veras et arminias et por moros et moras et por piel folbez et por todos los derechos que uso oue de dar en casamento e et non uso diey.171 Tras el pacto entre las familias debían intercambiarse los bienes. En realidad no se conoce con exactitud el momento en que se hacía efectiva la entrega de las arras. Analizando las cartas de arras se observa una gran GDF, doc. 367. GDF, doc. 366. 169 CAVERO DOMÍNGUEZ, G. Colección catedral de Astorga, doc. 1085. 170 La boda se celebró antes de 1230, pues en junio de ese año hacen una donación conjunta al monasterio de San Esteban de Nogales, Nos dommus Petrus Poncii de Cabrera et domna Aldonça Alfonsi, uxor eius; CAVERO DOMÍNGUEZ, G. Colección de Nogales, doc. 51. 171 FERNÁNDEZ FLÓREZ, J. A. Colección de Sahagún, doc. 1679. 167 168

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diversidad de situaciones, por lo que se puede deducir que la entrega se materializaba en un período de tiempo indeterminado: el día de la celebración del matrimonio, en los días posteriores o, incluso, años después de la ceremonia nupcial. En numerosas cartas el marido denomina a la mujer sponsa, lo que induce a pensar que el casamiento ya se había celebrado y que la entrega de las arras tenía lugar algún tiempo después. No obstante, otros ejemplos parecen indicar que la entrega fue anterior o que se efectuó en el momento del matrimonio, como la carta de arras que Tello Pérez de Meneses concede en 1161 a su mujer Gontrodo García. En ella se puede leer: Hec est karta dotis arrarum quam ego Tello Petriz feci tibi dilecte sponsa mea Gontrodo Garcíaz mox futura. La expresión mox futura indica que la mujer se iba a convertir en su esposa desde ese momento hasta el futuro, por lo que se presume que aún no se había celebrado la ceremonia nupcial. Se han conservado numerosos documentos que demuestran que la entrega no se había producido tiempo después de la celebración del casamiento e, incluso, jamás llegó a efectuarse. Así, en el documento de 1150 en que el conde Ramiro Froilaz desheredaba a su sobrina Elvira Díaz, se añaden otras disposiciones por las que el conde hace entrega de los bienes de la desheredada a sus propios hijos, Froila y Alfonso Ramírez —facio cartam arrarum filiis meis Adephonso Ramiri et Froile Ramiri propter arras quas non dederam matri sue—, probablemente nacidos de su primer matrimonio con doña Inés. El conde hace referencia a las arras que había donado a sus ulteriores esposas, Sancha y Elo, y aclara que no se las había entregado a su primera mujer y, por ello, recompensaba a los hijos de esta.172 La carta de arras era un elemento simbólico de la entrega de las arras, constituía la promesa de la entrega de un determinado número de bienes a la esposa. No obstante, el patrimonio reservado a la mujer continuaba siendo gestionado por el marido. En los casos en los que la fémina fallecía antes que su esposo —como ocurrió a la malograda doña Inés— los bienes de arras revertían al marido, que debía conservarlos y entregárselos a sus hijos y es, precisamente esto, lo que hace el conde Ramiro Froilaz en este documento: compensar a los hijos habidos con Inés con los bienes que en su día le habría prometido a su esposa y que jamás le entregó. Los fueros del reino de León aportan otras informaciones sobre las circunstancias en las que tenía lugar la entrega de los bienes de arras, aun172 El documento continúa: Et propter hoc quod aliis uxoribus meis comitisse domne Sancie et comitisse domne Elo dederam arras, matri uero istorum filiorum non dederam. BARTON, S. The aristocracy in Twelfth-Century Leon and Castille, Appendix 3, doc. IV, p. 313.

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que sin demasiada claridad. Los fueros de Zamora y Salamanca determinan que el novio entregue las arras antes del casamiento, aunque al mismo tiempo regulan otras situaciones.173 Del precepto 32 del fuero de Zamora —De esposo que dier donas a sua esposa: Mugier que fur eposada e dona tovier de so esposo, o vestiduras, e morir el esposo ante que case con ella, ela mugier non responda e ninguno de quanto tovier de so esposo—174 se deduce que las arras debían ser entregadas antes de la celebración del matrimonio, probablemente durante los esponsales. Sin embargo, el precepto 39 del mismo fuero, indica que esta disposición se incumplía habitualmente —Toda mugier que ovier arras e morir sin fillo, e marido ovier que lelas aya dadas, estas arras sean quitas. E se morir ante el marido que lelas dier, ela mugier devengue suas arras, e faga dellas ello que quisier—,175 puesto que aborda la posibilidad de que el marido muriera sin haber entregado las arras que había prometido a su esposa. Estas situaciones en las que la viuda debía reclamar a la familia de su esposo las arras que le habían sido prometidas suscitarían, sin duda, graves enfrentamientos. Tras analizar las noticias que transmiten tanto las fuentes diplomáticas como forales, se presume que el momento de la entrega de las arras variaba sustancialmente de acuerdo con la voluntad del esposo, por lo que se registra una amplia casuística. Asimismo, durante el tiempo que duraba el matrimonio, los bienes prometidos en las cartas de arras podían ser objeto de negocios como ventas, permutas, etcétera, lo que hacía necesario el reajuste del acuerdo establecido en la primera carta. Por ello son habituales las cartas de arras redactadas años después de la celebración del enlace, lo que conllevaba la destrucción o invalidación de la primera carta de arras, como se desprende del tratado de las gestión de las arras de Teresa de Portugal, firmado en 1194 entre el monarca lusitano Sancho I y Alfonso IX de León, en que se establece que la carta de arras primitiva debía ser destruida,176 porque quien la conservara la carta poseía los derechos sobre los bienes que en ella figuraban. García Ulecia ha interpretado de este modo varios preceptos incluidos en cada uno de estos fueros, véase óp. cit., pp. 169-171. 174 RODRÍGUEZ FERNÁNDEZ, J. Los fueros locales de la provincia de Zamora, precepto 32, p. 255. 175 Ibíd., precepto 39, p. 256. 176 En el Tratado de las arras de la reina Teresa de Portugal, se detecta un gran interés por parte de los dos monarcas implicados, Sancho I de Portugal y Alfonso IX de León, por tener en su poder la carta de arras que en su día se entregó a Teresa. Dicha carta garantizaba la propiedad de los bienes entregados a doña Teresa y por ello el monarca portugués quería poseerla hasta que se hubieran cumplido todas las disposiciones del Tratado; al tiempo que Alfonso IX pretendía recuperarla, quizá para destruirla y evitar posibles reclamaciones futuras. Véase CALDERÓN MEDINA, I. «Las arras de la reina Teresa, el tratado entre 173

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Los reajustes de las arras debían respetar el valor de los bienes acordados inicialmente o incluso acrecentarlos con aquellas nuevas propiedades que hubieran sido adquiridas por la pareja. En ningún caso la mujer debía ver disminuido el patrimonio que su esposo le había prometido. En 1191 Pelayo Juliani volvió a redactar una carta de arras dirigida a su esposa María Isidori en la que le concede la mitad de una villa tecum comparaui de filiis domni Marci et insuper dono tibi et concedo L morabetinos de illis hereditatibus quas pariter tecum comparaui atque comcambiabi et supprignoraui et etiam illis quas tecum adquisiturus sunt.177 De estas palabras se desprende que la pareja, que llevaba algún tiempo casada, había comprado conjuntamente algunas heredades que en ese momento Pelayo concedía en concepto de arras a su esposa, porque probablemente los bienes donados en la primera carta de arras habían sido objeto de negocios posteriores y, quizá, ya no formaban parte del patrimonio de la pareja; por lo que era necesario establecer un nuevo acuerdo de arras para compensar a María. Las cartas de arras son elementos dinámicos, vivos, sujetos a transformaciones constantes que, en ocasiones, se plasman en nuevos diplomas que permiten seguir la evolución de las propiedades adquiridas a lo largo del tiempo que dura el matrimonio. 1.

Cuantía de los bienes entregados por el esposo La cuantía de las arras entregadas por el marido constituye otro aspecto esencial en el trasvase patrimonial, que supone un nuevo matrimonio. El valor de las arras varió a lo largo de los siglos centrales de la Edad Media leonesa. Paulo Merêa ha destacado que durante los siglos X y XI aún pervivían en tierras gallegas y asturianas algunos comportamientos de raíz visigoda, como la entrega de la décima parte de los bienes del esposo, en arras.178 Martínez Sopena ha profundizado en la herencia de usos visigodos que perviven en León durante la plena Edad Media. Espigando la documentación de Sahagún, ha registrado ciertos vestigios de costumbres godas durante el siglo XI. El historiador ha estudiado un conjunto numeroso de cartas de arras en las que el marido entrega en arras, además de vestiSancho I de Portugal y Alfonso IX de León», en MARTÍNEZ SOPENA, P. y VAL VALDIVIELSO, I. DEL. Castilla y la sociedad feudal. Estudios homenaje al profesor D. Julio Valdeón Baruque, vol. II, Valladolid, 2009, pp. 443-455. 177 CASADO LOBATO, C. Colección de Carrizo, doc. 43. 178 La entrega de la décima parte del patrimonio del esposo a la novia había sido lo habitual en los territorios catalanes; sin embargo, parece percibirse a partir de mitad del siglo XII una tendencia a entregar las propiedades o cantidad de dinero equivalente a la aportación de la novia. TO FIGUERAS, LL. Familia i hereu a la Catalunya nord-oriental (segles X-XII), pp. 259-260.

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dos, la décima parte de sus propiedades,179 lo que recuerda a la donación del diezmo visigótico, establecido por Chindasvinto y reformado posteriormente por Ervigio. Esta costumbre parece haber desaparecido a lo largo del siglo XII y principios del XIII, puesto que en la mayor parte de las cartas de arras conservadas el esposo entregaba la mitad de sus propiedades a su mujer, como establecía el Fuero de León. En cinco de la veintiocho cartas de arras estudiadas se hace referencia explícita al fuero leonés como legislación obedecida para la entrega de los bienes,180 con expresiones como: do uobis pro uestras arras e istas arras do uobis per foro de Legione, o do tibi in arras secundum Legionensem consuetudinem, aunque en las dos cartas asturianas estudiadas se puede leer do tibi sicut lex iubet.181 Tal vez los ejemplos más elocuentes sean la carta fechada en 1164 por la que Rodrigo Fernández concede a su esposa, Urraca Martínez, la medietate de tota mea hereditate que habeo in Ual Matado in uillas de auulorum meorum (…) istas uillas que sunt nominatas tota e medietate de quantum ibi habeo et habere debeo do uobis pro uestras arras e istas arras do uobis per foro de Legione;182 y el diploma de 1217 en que Pedro Alfonso entrega tibi dilecte uxori mee Stephania Gonzaluez vocablo cum dote presente omnium rerum meorum medietatem tribuo arrarum. Antes de la data del documento se incluye la frase estas cartas son dadas per fuero de León, además está confirmado por doce testigos y todo el concejo de Medina de Rioseco.183 No obstante, y aunque no se destaque explícitamente como en estos casos, existen otros muchos ejemplos en los que el marido enumera cada una de sus propiedades cuya mitad dona a su esposa, de lo que se desprende que obedecían el Fuero de León; como el diploma de 1225 en que Juan López entrega en arras a su esposa Dominica Petri do et concedo uobis et facio carta de arras de meatat meam hereditatem quanto habeo de parte de meo abolengo et habere debeo;184 y el diploma datado en 1229 en que Suero Rodríguez entrega a su esposa, Teresa Martínez, in arras et promissa medietatem hereditatis me et de meo auere quodmodo habeo uel habere debeo et habebo aliquo tempore.185 179 MARTÍNEZ SOPENA, P. «Relations de parenté et héritage wisigothique dans l’aristocratie du royaume de León au XIe siècle», en FONTAINE, J. y PELLISTRANDI, C. L’Europe héritière de l’Espagne wisigothique, Casa de Velázquez, Madrid, 1992, pp. 315-324. 180 GDF, docs. 93, 96, 214, 366, 367, y Colección de Sahagún, doc. 1411. 181 SANZ FUENTES M.ª J. y RUIZ DE LA PEÑA, J. I. Colección diplomática del monasterio de San Vicente de Oviedo, docs. 13, 38. 182 GDF, doc. 96. 183 GDF, doc. 366. 184 CASADO LOBATO, C. Colección de Carrizo, doc. 144. 185 Ibíd., doc. 173.

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Se observa una clara distinción entre los conjuntos de bienes. En la mayor parte de los casos, debía entregarse la mitad de los bienes que pertenecieran al patrimonio que el esposo había heredado de su familia, el abolengo. Mientras que el porcentaje de los bienes que se habían obtenido por otros medios, como compras o ganancias, variaba de acuerdo con la voluntad del esposo. En varias cartas de arras el novio hace una clara diferenciación entre ambos conjuntos de bienes y dona a su cónyuge un porcentaje distinto. Así, Ruy Pérez en 1174 entregó arras a su esposa, María Nazarenez, en estos términos: Ego Rui Pedrez placuit mihi et uoluntas mea fuit ut fecissem tibi uxori mee Maria Nazarenez kartulam arrarum et uolo eas prenominare medietatem de omnem quodcumque habui ex parte meorum abolorum de omnem quodcumque quantum cum illa ganaui uel ganadero de comparaciones, de sub penas, de ganancias, do ille las tres partes et michi la quarta, villas prenominatas Uilla Uascon, Valde Nane, Quintanela, San Quirzi, Villa Gomez, Furones, Valdeiunquelo, Villa Anan, Villa Gonzaluo, Sanca Eufemia, Villa Frotoz, Villa Zalza, Val de Murela, Mocosos.186 También Ruy Pérez establecía una clara distinción entre los bienes ex parte meorum abolorum, de los que entregaba la mitad a su esposa, tal y como se disponía en el Fuero de León, mientras que le donó tres cuartas partes de sus propiedades obtenidas mediante compras y ganancias, y se reserva para sí la otra cuarta parte de esta porción de su abundante patrimonio.187 Este y otros testimonios inducen a pensar que quizá los bienes que pertenecían a las ganancias del marido fueran entregados como un complemento adicional y voluntario a lo estipulado legalmente; quizá podamos ver una evolución de la entrega de regalos complementarios, de los uestidos o vestiduras que ha registrado el profesor Martínez Sopena en el siglo XI leonés. En varias cartas de arras los hombres distinguen el origen de las propiedades que entregan a la esposa; estableciendo habitualmente dos conjuntos: los bienes de abolengo y las ganancias. Así en 1191, perteneciente a la colección Isidoro Nicolás, dice: Facio kartulam donationis atque confirmationis dotis arrarum tibi uxore mee domne Marie Petri dono atque concedo tibi quantum habeo ue (sic) michi pertinet in uilla que uocitant 186 GDF, doc. 122. El documento está signado por una larga lista de testigos entre los que destacan el padre de la novia, Don Nazareno, y el tío de la misma, don Diego Almadrán, además de cinco testigos de cada uno de los lugares donde se ubican las propiedades que Ruy Pérez entrega en arras. 187 No es este el único testimonio conservado en que se indica el origen de los bienes de los que deben ser donadas las arras. Así, en 1225 Juan López le entrega a su mujer, Dominica Pérez, facio carta de arras de meatat meam hereditatem quam habeo de meo abolengo et habere debeo. CASADO LOBATO, C. Colección de Carrizo, doc. 144.

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Ual uerde et quantum habeo in Coamontes et in Marin. Et super hoc do et concedo tibi quantum de hoc die lucrari possim in arras usque habeas totas uestras arras completas secundum mores Legionis.188 La minuciosidad de este diploma es excepcional ya que el esposo establece una clara diferenciación entre los bienes que ya posee y los que vendrán a incrementar su patrimonio. Entrega en arras a su esposa parte de sus bienes de abolengo, al tiempo que las complementa con los beneficios que él pueda obtener en estas villas que ahora le cede, es decir, las ganancias. Asimismo, señala que lo hace para que su mujer tenga las arras completas según la costumbre de León. Sospechamos que las ganancias podrían entregarse a la esposa como un regalo adicional. Quizá sean la huella de aquellos vestidos que se concedían en los siglos anteriores. La donación de vestidos y vestiduras sufrió una interesante evolución en cuanto a la naturaleza de los bienes entregados. En origen el esposo entregaba a su mujer, además de la dote marital, una serie de regalos entre los que destacaban vestidos, de ricas telas entre la nobleza, y otros presentes; sin embargo, con el discurrir del tiempo, estos obsequios preciosos fueron sustituidos por la donación de bienes, generalmente inmuebles, o por una cierta cantidad de dinero, como recoge el único documento en el que se hace referencia explícita a estos bienes; se trata de la carta de arras que Pelayo Martín entregó en 1161 a su esposa, Gontrodo, en que le dona Totam hereditatem: totam medietamen concedo pro arris et alteram medietatem pro uestibus et directuris vestris,189 lo que constata la pervivencia de esta tradición goda, aunque no en lo referente a la cuantía, que obedece a lo establecido en el fuero de León; pero sí en el concepto de los bienes dedicados al uso personal de la esposa. Este es un testimonio valioso pues es el único conservado en que se emplea el término uestidos, aunque probablemente el resto de las cartas de arras estudiadas parecen recoger el último peldaño de esta evolución en la que ya no se registran los vocablos vestidos o vestiduras, pero se detecta el mismo comportamiento: una donación complementaria y voluntaria del marido, materializada probablemente en la donación de las ganancias obtenidas a lo largo de la unión matrimonial. En verdad, en el 99% de las cartas de arras estudiadas el esposo entregaba la mitad de su patrimonio a la mujer como dote marital, siguiendo así las disposiciones establecidas en el Fuero de León; sin embargo, se conserva una carta que repite el esquema visigodo, aunque tenemos dudas

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Ibíd., doc. 214. CDACL, doc. 1980.

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sobre su autenticidad. Se trata de la carta de arras que Ramiro Froilaz concedió a su última esposa, Elvira Osorio, en 1168. El insigne conde otorgó a su joven mujer la mitad de la villa de Molinaseca, obedeciendo lo establecido en la legislación leonesa, además de mil maravedíes y veinte moros.190 Esta última cláusula recuerda a la ley dictada por Chindasvinto en el año 664 en que establecía que el esposo, perteneciente al estamento nobiliar, debía entregar como arras a su mujer la décima parte de sus propiedades, lo que no se cumple en esta carta, y un máximo de mil sueldos y diez siervos y diez siervas. El paralelismo es evidente, por lo que podría parecer que el conde Ramiro Froilaz conjugó las dos tradiciones, quizá con un afán de marcar la diferenciación social que había establecido Chindasvinto y resaltar su prestigio y su condición de gran magnate. No obstante, los bienes que donaba a su esposa en este diploma se vieron envueltos en un largo litigio y sospechamos que esta carta puede ser una falsificación elaborada en los últimos años del siglo XII (véase p. 111). 2.

Tipos de bienes que constituían las arras Los bienes concedidos en concepto de arras solían ser inmuebles. En diez de las veintiocho cartas estudiadas, el marido hace alusión de manera genérica a las propiedades donadas con el vocablo heredades, o con expresiones como totum quantum habeo, que, en ocasiones, vienen acompañadas de fórmulas que permiten conocer la naturaleza de estos bienes: tierras, solares, huertos, prados, pastos, árboles, molinos, fuentes o viñas, y en dos de las cartas de arras se dona la mitad de una casa.191 Al parecer, no eran habituales las donaciones de cantidades en metálico, pues solo se documentan dos cartas que recogen donaciones de este tipo.192 La cuantía oscila desde los cien maravedíes donados por Viviano Tomás a su mujer,

190 Do et concedo tibi dotem siue arras, scilicet, uillam quae dicitur Molina Sicca cum omni directo suo et mille morauetinos et uiginti mauros. CAVERO DOMÍNGUEZ, G. Colección catedral de Astorga, doc. 809. 191 Se trata de los casos de Pedro Dominici, que en 1171 le dona a su esposa la mitad de la casa que había heredado de sus padres, además de un linar y un prado, CDACL, doc. 1566, y de Juan Martínez, que en 1208 donaba a su esposa medietatem totam integran de illa casa mia, MSVO, 13. 192 En realidad entre las cartas de arras seleccionadas se conservan tres en las que el esposo dona a su mujer una determinada cantidad económica; sin embargo, no vamos a contabilizar aquella que en 1191 entregó Pelayo Julián a su esposa, María Isidori, en la que además de otras propiedades le dona cincuenta maravedís de las ganancias de una heredad, porque no es la carta de arras primigenia, sino que recoge un reajuste de las arras posterior. CASADO LOBATO, C. Colección de Carrizo, doc. 43.

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Isabel Martínez, en 1225,193 hasta los mil maravedíes que Ramiro Froilaz concedió posiblemente a su última esposa, Elvira Osorio, en 1168.

e) Gestión de los bienes intercambiados: dote y arras Tras conocer la cuantía y el tipo de bienes intercambiados en el momento del matrimonio, es necesario analizar el modo de gestionarlos. Aunque las cartas de arras son documentos sumamente ricos para el conocimiento de este trasvase patrimonial, no aportan demasiados datos sobre la gestión de los bienes. Por ello, para estudiar su administración, se han utilizado mayoritariamente diplomas privados que recogen negocios como compras, ventas, permutas, etcétera, en los que están involucrados los bienes arrales y que permiten conocer cuál era el tratamiento que recibían estas propiedades en el seno de la familia. Como se ha destacado en las páginas anteriores, las negociaciones entre las parentelas para pactar los bienes que iban ser intercambiados en un nuevo matrimonio, eran un asunto capital. Las propiedades debían ser suficientes para el mantenimiento del núcleo familiar que se iba a crear. Pero ¿qué sucedía si el matrimonio no llegaba a celebrarse o era anulado? Se han conservado algunos testimonios que indican que ambas familias acordaban el destino de la dote en esos casos. Habitualmente debía ser devuelto a la familia de la novia. Sin embargo, las cartas de arras no recogen cláusulas relativas al destino de los bienes concedidos en el caso de que la alianza fracasara o fuera anulada, quizá porque el matrimonio era considerado indisoluble. No obstante, hay indicios de que en los casos en los que esto sucedía, los cónyuges se reunían para dirimir qué hacer con las arras que habían sido concedidas a la mujer. Prueba de ello es el llamado «tratado de disolución de las arras» de doña Teresa. Para llevar a cabo las negociaciones de disolución de las arras de la exreina de León, se reunieron su padre, Sancho I, y su esposo, Alfonso IX, para dirimir un asunto que, además, atañía a las relaciones entre ambos reinos. Asimismo, el matrimonio del conde Fernando Ponce el Menor —hijo de Ponce de Cabrera y María Fernández de Traba— y Elvira López, hija del conde Lope de Nájera, había sido anulado con anterioridad a 1200, pues así se desprende de un diploma en que el conde Fernando se dirige a Estefanía como: Stephanie comitissa, quondam uxore mea.194 En él, ambos CAVERO DOMÍNGUEZ, G. Colección catedral de Astorga, doc. 1109. MARTÍN, J. L. Documentos zamoranos. Documentos del Archivo catedralicio de Zamora, Salamanca, 1982, doc. 56. 193 194

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miembros de la pareja donan a la catedral de Zamora la villa de Manganeses, reservándose cada uno el usufructo de sus propiedades. Sin embargo, al final del diploma ella renuncia a todos los derechos sobre los bienes que le habían sido concedidos en arras en dicha villa: Ego Stephania comitissa, uxor quondam Fernandi comitis de Cabreria, abrenuntio omni et toti iuri quos in uilla de Manguaneses per donationem arrarum habeo uel aliquo modo debeo habere; para que pudieran ser donados a la catedral de Zamora por su antiguo marido. De este modo, Estefanía devolvía a su esposo las arras que le había otorgado y él las donaba a la catedral. Unos meses más tarde, en diciembre de 1200, doña Estefanía confirmaba al obispo de Zamora la renuncia a sus arras, para que no hubiera dudas de que ella ya no tenía ningún derecho sobre aquella villa. Se presume que cuando la alianza no llegaba a materializarse o era anulada, las arras prometidas debían ser devueltas al esposo. En el momento en que se acordaba el matrimonio, que se suponía indisoluble, se concedía a la mujer plena libertad para que administrara sus bienes de acuerdo con su voluntad —ad faciendum de istas arras quicquid fuerit uoluntas uestra—195 además de ser entregadas con carácter hereditario —iure hereditario o in uita et in morte—. Estas disposiciones estaban en consonancia con el régimen económico materializado tras la ceremonia nupcial, que dividía el patrimonio de la pareja en tres partes diferenciadas. La primera, los bienes propios de cada uno de los cónyuges, constituidos por las propiedades que poseían antes del casamiento, o por los bienes que heredaran de sus parientes. La segunda estaba integrada por los bienes intercambiados en el momento de la boda; es decir, la dote y las arras que eran gestionadas por el esposo hasta su muerte; y finalmente, la tercera parte eran las ganancias generadas durante el matrimonio. En realidad, aunque la mujer era nominalmente la propietaria de las arras que debía conservar íntegras para que fueran heredadas por sus descendientes, no podía administrarlas sin contar con la aquiescencia de su marido. En esta práctica algunos investigadores como Paulo Merêa han visto una limitación de la mujer en la propiedad efectiva de los bienes nupciales por la mujer, puesto que esta fórmula se asemejaba a un usufructo de la esposa sobre unos bienes que no tenía potestad plena de gestionar. Ciertamente, son numerosos los diplomas conservados en los que la mujer cuenta con el consentimiento de su marido para poder negociar con sus arras. Ibíd., doc. 96. En este tipo de diplomas encontramos numerosas fórmulas que indican la plena propiedad de la mujer sobre estos bienes de arras que puede gestionar libremente. Habeas licentiam donandi, uendendi, faciendique ex eis qui tibi placuerit. 195

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Los bienes de arras estaban destinados a garantizar la subsistencia de la mujer habendum filuum aut filiam aut non habendo,196 y de la descendencia del matrimonio (do uobis uxore mee sicut dedi, ut habeastis licenciam uendendi, donandi, et faciendi ex eis quicquid uobis et filiis qui de nobis nati fuerint).197 Afortunadamente, se ha conservado un diploma que recoge la venta de la mitad de todas las propiedades que García Pérez poseía a su mujer, doña Aldara, que ya era la propietaria del otro 50% del patrimonio que su esposo le había donado en arras. García vendió sus posesiones en las mismas condiciones en las que había entregado las arras: Uos uendo per a uobis et per a uestros filios qui sunt presentis, et alios qui habueritis de me. Si per ventura habueritis filios de alia parte non hereden in ista hereditate, et si ego habuer filios de alia parte non hereden in ista hereditate.198 El hombre determinaba que los bienes que pertenecían desde ese instante a su esposa debían ser heredados solo por los hijos fruto de su matrimonio y no por otros vástagos nacidos de posibles uniones futuras, lo que implica que el destino de los bienes de arras era la transmisión a los descendientes y, por tanto, debían permanecer íntegros en el patrimonio familiar. Cuando el esposo fallecía, la mujer no disponía plenamente de sus arras, pues sus hijos tenían derechos sobre esos bienes que formaban parte de la herencia de su progenitor. La viuda no podía enajenarlos sin su asentimiento. Por ello la reina Rica, viuda de Alfonso VII, necesitó el consentimiento de Fernando II para poder donar parte de los bienes de sus arras al monasterio de Santa Marina de Ribas Roias por la salvación del alma del emperador.199 Asimismo, Sancha Ponce precisó la anuencia de sus hijos García, Pedro, Fernando, Ponce, Juan y María Vela, para donar a la catedral de Astorga la mitad de la villa de Verdenosa, que su difunto esposo, Vela Gutiérrez, le había donado en su casamiento.200 Tras la muerte del esposo la viuda recuperaba parte del patrimonio que había intercambiado con su marido. Tanto la dote como las arras estaban en sus manos y configuraban, junto a sus bienes propios, el patrimonio que garantizaba su estatus social. En numerosas ocasiones, la viuda donaba los MSVO, doc. 38. CDACL, doc. 1536. 198 CASADO LOBATO, C. Colección de Carrizo, doc. 98. 199 Ea propter ego imperatrix Ricca uxor famosissimi imperatoris Adefonsi, cum consensu et mandato domni regis Ferdinandi supradicti glorissimi imperatoris filii, dono vobis Mariae priorisse Sancte Marine de Ribas Roias (…). Et hoc domun quod vobis dono non coacta sed spontanea voluntate pro remedio anime mee et anime imperatoris supradicti quimichi ipsam villam et hereditatem supradictam in arras dedit, CDACL, doc. 1507. 200 CAVERO DOMÍNGUEZ, G. Colección catedral de Astorga, doc. 748. 196 197

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bienes nupciales a obras pías para la salvación del alma de su cónyuge. Así Estefanía Ramírez, tras enviudar, fundó el monasterio de Santa María de Carrizo entregando como patrimonio primigenio del cenobio todas aquellas propiedades que había obtenido en el momento de su casamiento: la dote que le entregó su padre, el conde Ramiro Froilaz, las arras que le concedió su esposo, Ponce de Minerva, y los regalos nupciales con los que les habían dotado Alfonso VII y la infanta doña Sancha.201 Cuando el esposo fallecía, si no había habido descendencia, la viuda podía disponer plenamente de las arras. A su muerte, revertirían al patrimonio de la familia de su esposo. Parece que tras el óbito del conde Ramiro Froilaz, se abrió un grave conflicto entre su cuarta esposa, doña Elvira Osorio, y los hijos de los anteriores matrimonios del conde. Tras enviudar, doña Elvira era la propietaria de la mitad de la villa de Molinaseca que, según su versión, le había sido entregada en arras. En 1172 la viuda donaba la mitad de la iglesia de San Nicolás de Molinaseca y la mitad de dicha villa a la catedral de Astorga.202 Esta donación contaba con la aquiescencia de dos de los hijos de su difunto esposo: Alfonso y Froila Ramírez, que confirmaron la carta. Probablemente la viuda efectuó la donación poco tiempo antes de contraer segundas nupcias con Gutierre Rodríguez, quien en 1173 firma como su esposo. Entonces, Elvira aún poseía la mitad de la iglesia y de la villa de Molinaseca, que donó a la sede astorgana cum authoritate et consilio mariti mei Guterri Ruderici.203 El hecho Concedo uilla que dicitur Karrizu, cum omnibus directuris et pertinentiis suis, integre et uillam Sancti Petri de Paramis, totam et integram, et uillam de Grolleros et de Argauallones, cum omnibus directuris et pertinentiis suis; quas uillas ego habeo de mea ganantia et de meis arris, et de meis directuris, quas dedit mihi maritus meus. Do etiam totam illam hereditatem quam habeo in Astorica, et habere debeo in Riegos et in Tapia; quas hereditates habeo de meo patrimonio, CASADO LOBATO, C. Colección de Carrizo, doc. 38. Una pesquisa mandada por Alfonso IX en 1207 aclara el origen de estos bienes: Quod quando domino imperatore adduxit suma coniugen imperatricem, adduxit cum ea comite Poncio desposauit eum cum comitissa domna Stephania, filia comite Ramiro, dedit ei medietatem de Karrizo que erat rengalengo ut dedisset sposam suma pro arras. Et dedit illi aliam hereditatem que iacet inter Quintanella et Karrizo dicitur eam Quiro. Et aliam medietatem de Karrizo erat de comite Ramiro et dedit eam ad illum cum filia sua in casamento. Ibíd., doc. 73, mientras que el resto de las propiedades habían sido donadas por Alfonso VII y su hermana, la infanta Sancha, a la pareja entre 1140 y 1141 cuando iban a contraer matrimonio, véase CALDERÓN MEDINA, I. «Las fundaciones cistercienses de Estefanía Ramírez», en JIMÉNEZ ALCÁZAR, J. F. et ál. Actas del III.er Simposio Internacional de Jóvenes Medievalistas, Lorca, 2006, pp. 27-40, p. 32. 202 Medietatem cum medietate villae de Molina Sicca praedictus serenissimus comes recolendae memoriae dominus Ramirus vir meus dedit mihi in arras. CAVERO DOMÍNGUEZ, G. Colección catedral de Astorga, doc. 826. 203 Dono (…) medietate ecclesiae de Molina Sicca cum suis reditibus et posessionibus 201

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de que la viuda de Ramiro Froilaz enajenara esos bienes que pertenecían a la familia del conde provocó un enfrentamiento con los herederos. La pugna por recuperar los bienes para el patrimonio de la parentela se dilató durante un período, pues la resolución final del conflicto se data en 1192. Aunque no se conserva suficiente documentación sobre este asunto, no es difícil deducir lo que sucedió. Posiblemente los hijos varones del conde Ramiro, Alfonso y Froila, habían renunciado a la parte que les pertenecía en Molinaseca de la herencia de su progenitor, pues avalaron con su firma la donación a la catedral astorgana efectuada por Elvira Osorio en 1172. Pero la hija del conde, doña Estefanía Ramírez, debió de reclamar la parte que le correspondía heredar en aquella villa. Estefanía murió sin ver resuelta la cuestión de Molinaseca y sería su hija, María Ponce, quien tomara el relevo en la defensa de los intereses de su madre, que, en ese momento, ella misma debía heredar. María Ponce, entonces abadesa del monasterio de Santa María de Carrizo, reclamaba su derecho a poseer los bienes. En su enfrentamiento con la catedral de Astorga, que en ese momento figuraba como propietaria de los bienes en litigio, doña María argumentaba que la mitad de la iglesia y la villa de Molinaseca le pertenecían porque su abuelo no había donado los bienes a su última esposa iure hereditario, sino en prenda por los trescientos maravedíes que le debía y, por tanto, cuando se hubiera solventado la deuda, Elvira Osorio perdía su participación en la villa. María Ponce defendía que la última mujer de su abuelo no podía enajenar unos bienes que no le pertenecían, y que debían volver al patrimonio familiar, siguiendo la línea hereditaria natural. Sin embargo, el obispo de Astorga alegaba que Elvira Osorio había recibido los bienes como arras de su marido, el conde Ramiro y, por tanto, podía disponer de ellas,204 ya que sería la única forma de justificar la donación, efectuada por Elvira Osorio, de unos bienes que,

et etiam medietatem ipsius uillae cum tota sua hereditate quae ad e pertinet in exitus, in regressus, terras cultas et incultas, uineas, solares populatos per suos cautos et terminos antiguos usque ad minimam rem sicut ego accepi in meas arras de comite Ramiro. Ibíd., doc. 830. 204 Orta fuit intentio inter dominum Lupum astoricensem episcopum et comitissam domnam Mariam Poncii super medietatem eclesiae et villae de Molina Seca quia ipsa decebat ad se in hunc modum iure hereditario pertinere asserebat enim quod comitissa Geluira Osorii prius nominata haereditatem a comite domno Ramiro auo suo pro trecentis aureis in suo pignaratione et non alio modo habuerat unde quicumque et quomodocumque modo haereditatem ipsam conferet persoluetis trecentis aureis ad se debet sine aliqua dificultate deuolui, et contra Lupus astoricensis episcopus allegabat dicens quod comitissa Osoriz ecclesiam iam dictam et haereditatem a comite domno Ramiro viro suo in dotem receperat. CAVERO DOMÍNGUEZ, G. Colección catedral de Astorga, doc. 911.

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en realidad, no le pertenecían, a la catedral de Astorga. Consideramos que la carta de arras que en 1168 fue supuestamente entregada por don Ramiro a su última esposa puede ser un falso histórico, precisamente elaborado en la sede astorgana para conservar los bienes que de manera irregular había donado doña Elvira. En las páginas anteriores hemos hecho alusión a la excepcionalidad de la carta de arras que reproducía el sistema de entrega de arras establecido por Chindasvisto; no obstante, al no encontrar ningún otro ejemplo que emplee este modelo arcaizante y verse envueltos los bienes que cedía en un gran litigio, consideramos que puede tratarse de una elaboración posterior. El entendimiento entre la nieta del conde Ramiro y el obispo de Astorga parecía imposible, puesto que ninguno de los dos estaba dispuesto a ceder los derechos sobre Molinaseca; finalmente se firmó un convenio entre las partes por el que María renunciaba por la salvación de su alma a todos sus derechos y los cedía a la sede astorgana in perpetuum. A cambio se le haría familiar de la catedral como a los canónigos y se le entregaría una renta anual de trescientos sueldos, de manera vitalicia. De este modo se solventaba un problema que había comenzado probablemente veinte años atrás. En definitiva, lo que enmascara este largo proceso es un enfrentamiento entre algunos de los descendientes de Ramiro Froilaz con la última esposa del conde, Elvira Osorio, por los bienes de arras que debían revertir al patrimonio familiar y que la viuda del conde había enajenado de manera indebida. Finalmente los herederos del conde tuvieron que ceder sus derechos ante la presión de una institución religiosa tan poderosa como la catedral de Astorga, en cuya diócesis los Flaínez poseían gran parte de su patrimonio familiar. En definitiva, el matrimonio se utilizaba en gran medida, como un medio de ascenso social y un modo de aumentar el patrimonio de la parentela, por lo que la faceta económica de la unión era de importancia capital.

V. El concubinato Además de analizar el matrimonio, es necesario estudiar el concubinato, puesto que fue utilizado de manera paralela a este por la nobleza y la monarquía para relacionarse entre sí. En verdad el concubinato tuvo una gran importancia social en las relaciones de las elites medievales. A pesar de ello, las fuentes no son demasiado elocuentes y resulta complicado conocer las relaciones concubinarias entre los miembros de la nobleza; sin embargo, resulta más fácil conocer a las concubinas de los reyes de León.

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La relaciones concubinarias eran uniones ilegítimas, en las que no se establecía ningún vínculo sagrado, ni estaban reconocidas por la Iglesia, por lo que se las consideraba de menor rango; aunque eran aceptadas y públicamente reconocidas. Se desconocen las reacciones que la Iglesia pudo tener contra estas relaciones de los reyes leoneses, de hecho, parece probable que tanto las concubinas como sus vástagos se relacionaran en el ambiente cortesano con el alto clero, sin que existiera una reacción institucional por la que se obligara al monarca a poner fin a este tipo de alianzas. Se desconoce el modo por el que se establecían este tipo de relaciones. En ocasiones puede parecer que se negociaban de la misma manera que se hacía en caso de los matrimonios, era un pacto entre familias en el que, tal vez, se definiera el tipo de relación que iba a unir al monarca y su amante y, probablemente, pudiera ser que el rey, a modo de una seudodote, entregara determinados bienes a la mujer para aumentar su patrimonio y prestigio social; y garantizar su supervivencia y la de sus descendientes cuando la relación hubiera terminado. Así se registran numerosas donaciones de bienes del rey a sus amantes que se convertirán en grandes propietarias, como doña Teresa Gil, última concubina de Alfonso IX. Varias de las concubinas casaron con un miembro destacado de la nobleza leonesa tras finalizar su relación con el monarca, aunque se desconoce si Alfonso IX pudo intervenir activamente en el establecimiento de estos matrimonios. No obstante, se han conservado ciertos diplomas que demuestran que el rey donó numerosos bienes a las que habían sido sus amantes y a sus nuevos esposos, por lo que es probable que diera su beneplácito a la nueva pareja. Para la aristocracia, el concubinato con el rey adquirió una dimensión trascendental en su ascenso social, porque constituía un modo directo de emparentar con la monarquía y enaltecía el prestigio de la parentela al aportarle sangre regia. Las mujeres nobles se convertían en un objeto valioso para la promoción social y política de sus congéneres, que llegarían a ocupar los altos cargos de la corte cuando una fémina con la que mantenían estrechos vínculos de parentesco se convertía en la amante del monarca. No se puede estimar cuál era el orden de los acontecimientos, si la cercanía del rey a una determinada familia noble favorecía el establecimiento de relaciones concubinarias, o si era el comienzo del idilio entre el rey y su amante lo que facilitaba el acceso al entorno regio de sus parientes. El concubinato no solo provocaba el acercamiento del rey a ciertas parentelas sino que generaba una prole regia, que jugaría un papel destacado en las alianzas entre la monarquía y la aristocracia. A pesar de ser fruto de relaciones no legítimas, los bastardos regios gozaban de un gran prestigio social, ya que a nadie se le escapaba que eran piezas clave para em-

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parentar directamente con la monarquía y gozar de la proximidad y el afecto regio.205

A) Las concubinas de los reyes de León y su descendencia bastarda, piezas clave en las relaciones con la nobleza La historia de la monarquía leonesa está plagada de idilios extramatrimoniales y de hijos bastardos de los reyes: desde Alfonso VI hasta Alfonso IX la lista es extensa. El conquistador de Toledo tuvo de sus amores con Jimena Muñiz a Elvira y a la futura Teresa de Portugal;206 y de la mora Zaida, a don Sancho. Famosa es la relación que mantuvo la reina Urraca con Pedro González de Lara,207 de la que nacieron Fernando y Elvira Pérez, y las que tuvo Alfonso VII con Urraca Fernández y Gontrodo Pérez. A pesar de la aceptación social de estas uniones ilegítimas, las fuentes diplomáticas y cronísticas aportan poca información sobre ellas. Solo se han conservado referencias de las concubinas que tuvieron hijos del rey, aunque probablemente hubo otras que no dejaron frutos, ni rastro en la documentación. Resulta complicado establecer quiénes eran estas mujeres, cómo habían llegado a la corte, cuánto duró su relación con el monarca y cuál fue su influencia política en el reino. Las fuentes no han permitido conocer a las concubinas de Fernando II, probablemente las hubo. Como hemos destacado en páginas anteriores, Fernando II contrajo nupcias con mujeres de la alta nobleza. Quizá, en principio, mantuvo con ellas relaciones concubinarias, ya que un tiempo antes de que se materializara el enlace matrimonial, el monarca donó numerosos bienes a Teresa Fernández de Traba y a Urraca López de Haro.208 No se puede confirmar esta hipótesis; sin embargo, el hecho de que el rey hubiera

205 En las siguientes páginas señalaremos las estrategias matrimoniales dirigidas por Alfonso IX para emparentar a sus ilegítimos con determinadas parentelas nobiliarias. 206 A propósito de esta mujer y su relevancia en la corte, véase QUINTANA PRIETO, A. «Jimena Muñiz, madre de doña Teresa de Portugal», Revista de História portuguesa, 1969, tomo XII, vol. I, pp. 223-280. CANAL SÁNCHEZ PAGÍN, J. M.ª «Jimena Muñoz, amiga de Alfonso VI», AEM, 21, 1991, pp. 11-40. RODRÍGUEZ RONZÁLEZ, M.ª C. Concubina o esposa. «Reflexiones sobre la unión de Jimena Muñiz con Alfonso VI», Studia Historica, Historia Medieval, n.º 25, 2007, pp. 143-168. 207 Tradicionalmente se ha venido defendiendo que la reina mantuvo una relación extramarital con el conde Gómez de Candespina; sin embargo, Canal Sánchez Pagín ha desmontado esta aseveración, CANAL SÁNCHEZ PAGÍN, J. M.ª, «El conde Gómez González de Candespina, su historia y su familia», AEM, 33/1, 2003, pp. 37-68. 208 Hemos hecho referencia a este asunto en el epígrafe dedicado a los matrimonios re-

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tenido dos hijos con Urraca López antes del casamiento la hace viable. Martínez Sopena ha destacado el empeño de Ramón Berenguer III para que Alfonso VII casara de manera canónica con su hija Berenguela y no la convirtiera en una concubina.209 Una situación análoga pudo vivir Fernando II. Es factible que ante las presiones de las familias de estas mujeres, decidiera contraer matrimonio con ellas para consolidar la alianza, primero con los Traba y después con los Haro, y no relegar a las insignes damas al concubinato. Alfonso IX casó solo con mujeres de sangre real: Teresa de Portugal y Berenguela de Castilla; sin embargo, la lista de sus amantes fue larga. Julio González ha registrado seis mujeres con las que el monarca tuvo al menos diecinueve vástagos. Todo parece indicar que don Alfonso utilizó estas relaciones para aproximarse a la nobleza y reservó el sacramento matrimonial para los pactos entre reinos. Poco se conoce de estas mujeres y de cómo fue la relación que mantuvieron con el rey. Lucas de Tuy afirma que, tras la separación de Teresa de Portugal y antes del matrimonio con Berenguela, don Alfonso tuvo un idilio con doña Inés Íñiguez de Mendoza, de la que nació Urraca Alfonso.210 Después de la anulación matrimonial con doña Berenguela de Castilla, el rey tuvo amoríos con varias mujeres. La primera de ellas fue Estefanía Pérez, a quien donó en 1211 el realengo de Geinzo y Villamayor.211 Años más tarde, en 1249, ella concedió junto a su esposo, Rodrigo Suárez, estos y otros bienes al monasterio de Santa María de Melón: Ob remissionem delictorum domini regis Adefonsi et eius filii domni Fernandi Alfonso et ob remisionem anime mee et viri mei illam meam uillam que uocatur Uillamaior de Ultramontem quam dominus bone memorie rex Alfonsus mihi dedit.212 En el diploma pide por el alma de Alfonso IX, por la suya y por la de su hijo, Fernando Alfonso, nacido de esa relación.213

gios. RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, docs. 139, 207. 209 MARTÍNEZ SOPENA, P. «Reyes y nobles en León (ca. 860-1160)», p. 175. 210 FALQUE REY, E. Chronicon Mundi, Corpus christianorum. Continuatio medievalis, 74. Turnholt: Brepols, 2003, cap. LXXXIII, Genuerat iam ex nobilisima foemina Agnete, Urracam, quam tempore procedente traditit magno uiro Lupo Didaci de Vizcaya in uxorem. 211 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, doc. 269. 212 CAMBÓN, S. El monasterio de Santa María de Melón: siglos XII-XIII, Santiago de Compostela, 1957, doc. 440. 213 De esta unión nació Fernando Alfonso, aunque sospechamos que pudo haber otro hijo llamado Juan Alfonso que aparece en ocasiones con los hijos del segundo matrimonio de Estefanía Pérez, pero no podemos asegurarlo. Ibíd., doc. 464.

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Julio González afirma que después el rey mantuvo una relación con una señora salmantina llamada Maura, de la que nació Fernando Alfonso, fiyo del muy noble rey don Alfonso que fue em Leom.214 Este bastardo real optó por la carrera eclesiástica, llegando a ser deán de Santiago y arcediano de Salamanca.215 Nada se sabe de la filiación de su madre, por lo que es complicado identificarla y descifrar qué motivaciones personales o políticas llevaron al monarca a relacionarse con esta mujer. Se presume que pertenecía a una familia noble asentada en tierras salmantinas, pero no podemos afirmarlo. A partir de 1211 se desencadenó una guerra civil en Portugal en la que Alfonso IX participó apoyando a su exesposa, doña Teresa. Este conflicto en el reino vecino motivó la llegada a León de una parte importante de la nobleza lusitana enfrentada a Alfonso II de Portugal, lo que cambiaría sustancialmente el panorama nobiliario leonés. A partir de entonces, se puede hablar de un partido portugués en la corte leonesa, configurado por importantes magnates que ocuparon los principales cargos palatinos y tenencias del reino.216 Estos nobles llegaron a León acompañados de sus familias y clientelas. La constante presencia de este partido portugués en la corte facilitó el establecimiento de relaciones concubinarias entre algunas damas lusas y el rey de León. Precisamente, serían dos lusitanas las últimas amantes conocidas de Alfonso IX.

214 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. I, p. 314. Este personaje está presente en la documentación de Salamanca; sin embargo, desconocemos la fuente de la que Julio González extrajo el nombre de su madre. 215 MARTÍN, J. L. (dir.), Documentos de los archivos catedralicio y diocesano de Salamanca (siglos XII-XIII), Salamanca, 1977, docs. 298, 312, 313, 314, 322, 368, 370, 380. Murió entre 1281 y 1286, ya que en ese año su heredero Juan Fernández recibe en renta algunas posesiones que Fernando Alfonso había recibido del cabildo de la catedral de Salamanca, ibíd., docs. 402, 403. 216 En el capítulo 3 trataremos de la importancia de la nobleza portuguesa en la corte de León durante estos años en los que, como se verá, Pedro y Martín Sanches, hijos de Sancho I de Portugal y hermanos de la exreina de León, doña Teresa, ocupan la mayordomía, alferecía y las principales tenencias como Transierra, Extremadura, León, Salamanca, Zamora, Galicia, etcétera.

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CONCUBINAS 1.

Y DESCENDENCIA ILEGÍTIMA DE

ALFONSO IX

Alfonso IX ↔ Inés Íñiguez de Mendoza Urraca Alfonso ↔ Lope Díaz de Vizcaya

2.ONCUBINAS YAlfonso IX ↔ Estefanía PérezDE ALFONSO IX C DESCENDENCIA ILEGÍTIMA Fernando Alfonso 3.

Alfonso IX ↔ Maura Fernando Alfonso (deán de Santiago y arcediano de Salamanca)

La primera de ellas, Aldonza Martins da Silva, era hija de Martín Gomes da Silva,217 y según Julio González tuvo un idilio con el monarca entre 1214 y 1218, aunque quizá el romance comenzó un tiempo antes, probablemente en 1212. Los Livros de linhagens del conde Pedro transmiten importantes datos sobre ella y su descendencia, que se han podido contrastar con documentación diplomática. Afirman que: Esta dona Aldonça Martiz houve-a el rei dom Afonso de Leóm por barregãa, e fez en ela dom Rodrigo Afonso, e dona Tereij’ Afonso e dona Aldonça Afonso. Quizá antes del romance con el monarca, doña Aldonza Martins pudo mantener una relación con un hombre llamado Juan,218 de quien nació su hijo Fernando Iohannis y, tras su relación con el rey, casó con Diego Froilaz, hijo del conde Froila Ramírez, uno de los principales magnates de la corte de Alfonso IX, con quien tuvo al menos dos hijos: Ramiro y Sancha.219 Al parecer, Alfonso IX había donado a este matrimonio ciertas heredades en Pesquera y Vallemarín. En 1232, y probablemente tras algún litigio, Fernando III se las volvió a donar al concluir una investigación en la que certificó que aquellos bienes habían sido donados por su padre, ante numerosos miembros de su curia, a la que fue su concubina y a su nuevo esposo, iure hereditario y a perpetuidad.220 Esta donación puede indicar la intervención del rey en el establecimiento de la nueva alianza de su aman217 Era hijo de don Gomes Pais da Silva y María Rodrigues, hija de Rodrigo Rodrigues de Caldelas y Montenegro, LL, 58W5-6. 218 No hemos logrado identificar a este individuo. 219 LL, 19A3. Diego Froilaz, era hijo de Froila Ramírez y nieto del conde Ramiro Froilaz, véase HERRERO JIMÉNEZ, M. Colección de Sandoval, docs. 54, 62, 64, 65, 67. 220 El diploma está fechado el 16 junio de 1232, FERNÁNDEZ FLÓREZ, J. A. Colección de Sahagún, doc. 1672.

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te. Además, Fernando III tuvo que reconocer los derechos sobre los bienes de la que había sido concubina de su padre y era la madre de sus medio hermanos. Pocos años después, en 1236 Aldonza Martins vendió junto a su hijo, Fernando Iohannis, y los hijos que tuvo con Diego Froilaz, que aún eran menores de edad, las heredades que había comprado a Pedro Martín en la villa de Narayola. El hijo del rey Roderico Alfonso, filius boni regis Alfonsi,221 confirma esta carta que expidieron su madre y sus medio hermanos. Las fuentes han permitido descubrir la trayectoria vital de esta amante regia tras el fin de su relación con el monarca; asimismo, está bien documentada la descendencia que tuvo con el rey y, por tanto, puede vislumbrarse la estrategia matrimonial diseñada para estos bastardos regios. Don Rodrigo Alfonso casó con Inés Rodríguez, hija de Rodrigo Fernández de Cabrera el feo (el de Valduerna), uno de los principales magnates de la corte de Alfonso IX, que estuvo al frente de la alferecía y las tenencias de Astorga y Benavente.222 De la unión con esta dama, descendiente de Ponce de Cabrera, nacieron Juan y Aldonza Rodríguez. El hijo natural del rey luchó contra los moros y fue adelantado de la frontera.223 Su hermana doña Aldonça Alfonso también emparentó con un Cabrera, hijo de Pedro Vela, primo de don Rodrigo Fernández.224 Casó antes de la muerte de Alfonso IX con Pedro Ponce de Cabrera, con quien tuvo una extensa descendencia.225 La última hija de Alfonso IX y doña Aldonza Martins, Te-

MARTÍNEZ, M. Cartulario de Carracedo, vol. I, doc. 381. Resulta complicado identificar a este personaje, ya que desconocemos si era hijo de Fernando Ponce el mayor; o de su hermano Fernando Ponce el menor. Véase CAVERO DOMÍNGUEZ, G. «Rodrigo Fernández, tenente de Astorga (1213-1245)», Astorica, n.º 4, 1986, pp. 105-124. 223 El livro de linhajes del conde Pedro afirma que foi mui boo cavaleiro d’armas e muito honrado homen e de grande entendimiento, e teve mui gram terra e mui gram contia, e houve muitos e boos vasallos. E este dom Rodrigo Afonso foi mui bem-andante muitas vezes contra os mouros, seendo adiantado na fronteira (…) lidarom com o infante dom Anrique, LL, 58E5. 224 Pedro Ponce de Cabrera era hijo de Ponce Vela, cuya madre era Sancha Ponce, hermana de Fernando Ponce y padre de Rodrigo Fernández. Véase FERNÁNDEZ-XESTA, E. Un magnate catalán, pp. 70-74. 225 LL, 58E6. Los libros de linajes mencionan como sus hijos a Juan, Fernando y Ruy Pérez Ponce, a los que Fernández-Xesta suma Pedro, Elvira, Álvar y Juana Pérez Ponce. Ibíd., p. 71. Sobre este matrimonio al que ya hemos hecho referencia con anterioridad se conservan varios diplomas, véase CAVERO DOMÍNGUEZ, G. Colección de Nogales, docs. 51, 96, FERNÁNDEZ FLÓREZ, J. A. Colección de Sahagún, docs. 1664, 1679, 1686. GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, doc. 435. 221 222

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resa Alfonso, casó con Nuño González de Lara226 el Bueno, hijo de Gonzalo Núñez de Lara, de cuya unión nació Juan Núñez el Gordo.227 A través del análisis de los matrimonios de estos bastardos regios se puede ver el interés del monarca por que sus hijos, nacidos de una portuguesa, emparentaran con los Cabrera, que poseían un importante patrimonio en Zamora y otras zonas próximas a la frontera lusa, y que además pertenecían a una de las parentelas más insignes y poderosas del momento y partidarias de las infantas Sanca y Dulce como herederas del trono leonés. El último amor del rey fue la joven Teresa Gil de Soverosa. Era hija de Gil Vasques —nieta, por tanto, de Vasco Fernandes de Soverosa, que llegó a tierras leonesas en 1186 y fue tenente del Bierzo, Astorga, Salamanca y Zamora228— y María Aires de Fornelos. Su madre había sido concubina de Sancho I de Portugal, con quien tuvo a don Martín Sanches, que llegó a León en 1218 y estuvo al frente de las principales tenencias gallegas de frontera y de la alferecía. Teresa Gil era, por tanto, medio hermana de Martín Sanches y pertenecía a una familia portuguesa que había mantenido importantes vinculaciones con la monarquía leonesa. Esta proximidad al entorno de Alfonso IX facilitó que el rey se encaprichara de ella y que la joven se convirtiera en la pieza clave para estrechar los vínculos con la nobleza portuguesa, que durante los últimos años de su reinado integraba el grupo más poderoso de la corte.

226 En páginas anteriores se ha hecho referencia a las circunstancias en las que en 1221 entregó las arras a la hija del monarca. Sus padres tuvieron que donarle todos los bienes que poseían en el reino de León para que pudiera hacer frente a tal pago. CAVERO DOMÍNGUEZ, G. Colección catedral de Astorga, doc. 1085. 227 LL, 10D11, 22L14, 58E5. 228 Sobre la trayectoria política en tierras leonesas de Vasco Fernandes de Soverosa y Martín Sanches nos ocuparemos en el capítulo 3.

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CONCUBINAS 4.

PORTUGUESAS Y DESCENDENCIA ILEGÍTIMA DE

ALFONSO IX

Alfonso IX ↔ Aldonza Martines da Silva (Hija de Martín Gomes da Silva)

Rodrigo Alfonso ↔

Aldonza ↔ Pedro Ponce de Cabrera

Inés Rodríguez (hija Rodrigo Fernández de Cabrera el feo)

CONCUBINAS Juan R.

Aldonza R.

5.

PORTUGUESAS Y DESCENDENCIA ILEGÍTIMA DE

Fernando

Ruy

Pedro

Elvira

Alvar

Juana

Teresa ↔ Nuño González de Lara

ALFONSO IX Juan Núñez el gordo

Alfonso IX ↔ Teresa Gil de Soverosa Martín ↔ 12 Mayor Díaz María Mendes Alfonso 1

María ↔ Álvar Fdz. Lara

Sancha ↔ Simón Ruiz de Cameros

Urraca ↔ 12 García Romero

Pedro de Guzmán

Juan Martín

La relación comenzaría en torno a 1218, ya que fue entonces cuando llegó a León Martín Sanches y, presumiblemente, su medio hermana con él; y duró hasta la muerte del rey en 1230. La diferencia de edad entre ambos era grande. Ella le sobrevivió casi cuarenta años, pues en 1269 aún emitía documentos. Fue la relación más estable, duradera y fructífera del monarca. De ella nacieron al menos cinco hijos: E esta dona Tereja Gil houve-a el rei dom Afonso de Leom, e fez em ela uu filho que houve nome dom Martin Afonso, e dona Maria Afonso, e dona Sancha Afonso e dona Urraca Afonso.229 En 1229 Alfonso IX donó a su amante el realengo de Lougares,230 que, al parecer, estaba integrado por una gran cantidad de bienes que Teresa Gil gestionó como una señora feudal. Así aparece en numerosos diplomas conservados en el fondo diplomático del monasterio de Santa María de Melón.231 Probablemente tras la muerte del rey, doña Teresa no volvió a casarse o, al menos, las fuentes no han transmitido noticias de un posible matrimonio. Sus hijos fueron piezas clave utilizadas por el rey para emparentar con las principales familias nobiliarias del reino. El más conocido de todos ellos es don Martín Alfonso, que casó antes de 1257 con Mayor Díaz, de quien

229 230 231

LL, 25A3. GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, doc. 607. CAMBÓN, S. El monasterio de Santa María de Melón, docs. 387, 407, 475, 643, 704.

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tuvo a Juan Martín;232 y posteriormente, contrajo nupcias con María Mendes de Sousa,233 nieta de Gonçalvo Mendes de Sousa, que había sido uno de los principales partidarios de doña Teresa de Portugal en la guerra que la enfrentó a su hermano, Alfonso II. Don Martín, filo del rey don Affonso de Leon, era un gran propietario en Galicia,234 y Salamanca, de donde fue mandante por delegación de su medio hermano, Fernando III.235 Su hermana, Sancha Alfonso, casó con Simón Ruiz de Cameros, de quien no tuvo descendencia.236 Urraca Alfonso contrajo nupcias con García Romero de Aragón, y después con Pedro de Guzmán.237 Otra de las bastardas de Alfonso IX, María Alfonso, casó con Álvar Fernández de Lara y posteriormente fue concubina de Alfonso X de Castilla, que era además su sobrino. Los hijos de Teresa Gil serían personajes relevantes en la corte de Fernando III de León y Castilla. Tras analizar la extensa lista de amantes y descendencia bastarda de Alfonso IX se puede concluir que las relaciones concubinarias fueron un mecanismo eficaz y reiteradamente utilizado por el monarca para aproximarse a las parentelas nobiliarias en las que se apoyó en distintos momentos de su reinado. Especialmente se detecta este comportamiento en sus últimos años, cuando además de favorecer políticamente a la nobleza portuguesa, que copó los principales cargos del reino, mezcló su sangre con las féminas de estas familias que colaboraban estrechamente en la dirección del reino. Asimismo, los bastardos del rey fueron determinantes para las relaciones con la nobleza. El rey, junto a los magnates de la curia, probablemente diseñó las estrategias matrimoniales a seguir por sus hijos ilegítimos; estos se habían convertido en un objetivo apetecible para la aristocracia, que veía en ellos el modo directo de emparentar con la monarquía. Hemos conseguido reconstruir una parte importante de la red de relaciones y parentesco que estableció Alfonso IX con la aristocracia laica a través del concubinato. Precisamente sería el apoyo de sus parientes y la capacidad de influir en la voluntad del monarca lo que convertía a las concubinas en poderosas mujeres en la corte. 232 Ibíd., doc. 579. Martino Alfonso et uxori tue Maiori Didaci et filio vestro Iohanni Martín. 233 Ibíd., doc. 638. 234 En Galicia poseía ciertos bienes en Lougares, quizá porque se los donó su padre y posteriormente porque heredó otros de su madre. Ibíd., docs. 579, 638. 235 MARTÍN, J. L. Documentos de Salamanca, docs. 237, 239, 241, 242, 244, 249, 250, 252, 254, 263, 265, 268, 269, 270, 271, 272, 273, 274, 278, 280, 282, 284, 285, 286, 289, 290, 291, 296, 300, 306, 308, 316, 317. 236 LL, 25A3, y GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. I, pp. 318-319. 237 LL, 25A3.

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VI. Otros aspectos de las relaciones personales entre reyes y nobles Además del parentesco existen otro tipo de relaciones personales que no se establecen con lazos de sangre ni mediante un sacramento; sino a través de vínculos jurídicos o afectivos. Sin embargo, adquieren gran importancia en la sociedad medieval porque también implican familiaridad. Entre estas relaciones establecidas por vínculos jurídicos se encuentra la profiliación, mediante la que una persona adquiere la condición de hijo con todos los derechos y deberes que ello implica, de aquel que le ha profiliado. Otras relaciones se forjan al abrigo de un contacto cotidiano, que genera afectos casi indisolubles. Se trata de relaciones establecidas, generalmente, con aquellas personas que se ocuparon de la crianza o educación de los pequeños miembros de la aristocracia o la familia real. Todas estas relaciones tienen un importante trasfondo económico y son un efectivo mecanismo de ascenso social, sobre todo en aquellos casos en los que se establecen con los monarcas o sus parientes.

A) La profiliación La profiliación o prohijamiento es una institución que vincula a aquellos que la establecen de manera indisoluble, pues el prohijado adquiere el estatuto de hijo de aquel o aquellos que lo profilian. Como señalaron Abilio Barbero y Marcelo Vigil, esta institución tiene detrás una gran importancia económica y política. Económica porque el prohijado adquiere todos los derechos y deberes de la condición de hijo, lo que le hace partícipe de la herencia; a cambio, el prohijado debía mantener y proteger durante toda su vida a los profiliadores. Esta institución generaba además relaciones personales de dependencia, ya que habitualmente el prohijado tenía un estatus social mayor que aquellos que lo prohijaban. De este modo, a cambio de profiliar a un señor o, incluso, al rey, se lograba su protección de por vida. Como han destacado ambos autores, «servía para romper la cohesión económica y social que daba la consanguineidad».238 Rompía la cohesión económica porque daba participación en la herencia del patrimonio familiar a personas con las que no existía ningún parentesco consanguíneo; y la social, porque integraba como miembro de la familia a alguien, mediante un vínculo que no era la consanguineidad ni la alianza. 238 BARBERO, A. y VIGIL, M. La formación del feudalismo en la Península ibérica, Barcelona, 1986, p. 384.

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Barbero y Vigil documentaron la primera carta de prohijamiento en la segunda mitad del siglo IX. La institución tuvo gran importancia hasta finales del siglo XI; sin embargo, a partir de entonces, comenzó a perder relevancia. En efecto, se conservan muy pocos testimonios durante los siglos XII y XIII. Para el período 1157-1230 en el reino de León apenas hemos localizado cinco ejemplares, en los que algunos matrimonios, al parecer de baja extracción social, prohijaban a un noble que les ponía bajo su protección. No obstante, este procedimiento fue empleado también en las altas esferas de la sociedad medieval y fue un mecanismo de relación entre la alta nobleza y la monarquía. Parece que no fue un recurso demasiado usado durante este período, aunque hemos podido localizar un ejemplo que indica que este mecanismo aún era utilizado. Se trata de la profiliación que la condesa doña Elvira hizo al monarca Alfonso IX de León. El documento conservado no es una carta de prohijamiento propiamente dicha, sino que solo se conserva una breve alusión a este hecho jurídico encuadrada en una carta de donación regia. Así, en 1201 el rey don Alfonso donaba al obispo de Oviedo determinados bienes localizados en Asturias: Iuris in monasterio Sancti Petri de Teverga ad me pertinebat ex parte comitisse domne Elvira, que me recepit in filium et heredem, et ecclesiam Sancte Marie de Carzana cum omni iure suo et quecumque in ualle illa ad ius deum pertinebat ex parte ipsius comitisse.239 Con estas palabras el monarca recordaba el modo en que habían llegado a su propiedad el monasterio de Teverga y la iglesia de Carzana: los había heredado de la condesa doña Elvira, que le había profiliado. Algunos estudiosos han indicado que esta condesa Elvira era la hija del conde asturiano Pedro Alfonso y María Froilaz, que estuvo casada entre 1174 y 1182 con Gómez González de Traba. Probablemente la condesa no tuvo descendencia y, por ello, prohijó al monarca, que se convertiría así en su protector y, al mismo tiempo, en su hijo y heredero. El rey, tras la muerte de la condesa, recibió sus bienes y los cedió a la catedral de Oviedo, con la que la familia de doña Elvira había estado estrechamente vinculada. Lo más significativo de este ejemplo es que deja al descubierto un modo de relación entre la nobleza y la monarquía que, al parecer, no era empleado con asiduidad. No obstante, el caso de la condesa doña Elvira tiene ciertas peculiaridades que explican que la dama recurriera a esta fórmula: era una mujer viuda que tal vez no tenía descendientes y, a pesar de que poseía importante patrimonio heredado de sus progenitores, buscó la protección de la monarquía a la que su padre y su esposo habían servido. Quizá fuera el esposo de doña Elvira quien pidió 239

GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. II, doc. 158.

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al monarca que la protegiera tras su fallecimiento. En cualquier caso, permite ver al rey como protector, hijo y heredero de una dama de la alta aristocracia laica del reino. A pesar de este ejemplo, parece que la institución de profiliación perdió fuerza durante el período que nos ocupa, puesto que la sociedad ya había articulado otros mecanismos de dependencia, como las benefactorías, y se hacía innecesaria esta «ficción familiar» para lograr la protección de un señor feudal poderoso. Asimismo, la nobleza magnaticia había utilizado otros mecanismos para relacionarse con la monarquía, aunque en casos excepcionales recurrió a esta fórmula de honda tradición.

B) La tutela La corte era el lugar idóneo donde se tejían, además de alianzas, otro tipo de relaciones afectivas entre los miembros de las parentelas nobiliarias y la familia regia. Especialmente en los años de la infancia y juventud de los reyes, cuando eran criados en las casas de alguno de los grandes nobles de la corte del padre y cuando los hijos de los dignatarios del reino crecían al lado de quien iba a heredar el trono. Estas estrechas relaciones originaban una familiaridad que se convertía prácticamente en indisoluble. El afecto entre el monarca y algunos de los personajes destacados del reino se hacía evidente a través de expresiones como dilecto o carisimo con las se dirigía a ellos.

a) Nutritores regis En la infancia de los monarcas se establecían fuertes lazos afectuosos con quienes habían sido encargados de criarlos y educarlos: las nodrizas y los ayos. 1.

Las nodrizas En verdad, poco se sabe del alcance de la relación que mantuvieron los reyes de León con sus nodrizas y con sus hermanos de leche, pues la documentación es escasa. No obstante, se han conservado varias donaciones de bienes efectuadas por los monarcas a sus propias amas de cría o a las de sus vástagos, en agradecimiento a la función que habían desempeñado.240 240

No solo los reyes de León donaron bienes a sus nodrizas y a las de sus hijos, sino

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El emperador donó en 1141 a Juliana Martínez, nutrici filii nostri regis domni Fernandi, una heredad en Tierra de Campos, pro seruicio criacione quam faciatis et facitis filio nostro.241 Fernando II, casi cuarenta años después, otorgó a otra de sus nodrizas, Teresa Martínez, una almunia próxima a la ciudad de León.242 Parece que la relación entre el monarca y las mujeres que lo habían alimentado durante la lactancia se prolongó durante toda su vida, aunque no se puede calibrar la proximidad entre ellos. El rey también recompensó a las mujeres que había amamantado a su heredero, concediendo a María Iohannis, nutrix de domino rege Legionis Adefonso, unas heredades en Salamanca en 1175. Años después el propio Alfonso IX confirmaría esta donación. Probablemente la relación mantenida entre la mujer y el monarca fue cercana, pues, en 1196, cuando María estaba testando, pidió por la salvación de las almas de los monarcas y, en un tono paternalista, rogó a Dios que diera sentido e intelecto al rey Alfonso para gobernar su reino y para que a su muerte alcanzara el Paraíso.243 Estas palabras transmiten el especial cariño que la nodriza aún mantenía hacia su insigne hijo de leche. El hecho de haber nutrido a un monarca era probablemente un orgullo para todas aquellas mujeres que fueron elegidas para esa función, así se comprende que María Iohannis todavía lo recuerde poco antes de fallecer. La documentación portuguesa deja ver que la misma relación afectuosa se había trabado con la mujer que amamantó al infante Fernando, hijo de Alfonso IX y su esposa doña Teresa. Su abuelo, el rey Sancho I, donó a Sancha Peres y a su esposo una villa en territorio de Viseu, pro bono seruicio quod nobis semper fecistis et pro infante filio regis Legionis et regine domne Tharasie quem ab infancia nutriuistis.244 que otros monarcas de la época también lo hicieron. Se conservan tres documentos por los que Alfonso VIII de Castilla, en 1187, dona a la nodriza de la infanta Berenguela, Pedro Sánchez y su esposa doña Elvira, nutriuit filiam mea reginam Berengaria, la heredad de Fitero. En 1189 le donaría otras propiedades, véase GONZÁLEZ, J. El reino de Castilla en la época de Alfonso VIII. Vol. II, documentos (1145-1190), Madrid, 1960, docs. 367, 530. Del mismo modo, donaría dos villares desiertos situados entre Carrión y Saldaña a Sancha López dilecte nutrici filie mee nomine Blanca. Ibíd., doc. 549. 241 RECUERO ASTRAY, M. Documentos medievales del reino de Galicia: Alfonso VII (1116-1157), Santiago de Compostela, 2000, doc. 92. 242 GARCÍA LARRAGUETA, A. Catálogo de los pergaminos de la catedral de Oviedo, Oviedo, 1957, doc. 203. 243 Pro anima domni mei, regis Fernandi, et pro domno meo, regi Aldefonso, ut Dominus Deus det ei sensum et intellectum ut possit regere regnum suum in bonum, et post mortem eius habeat paradisum. DOMÍNGUEZ SÁNCHEZ, S. Colección documental del Monasterio de Santa María de Carbajal (1093-1461), doc. 76. 244 AZEVEDO, R. DE, JESÚS DA COSTA, A. DE. Documentos de D. Sancho I (1174-1211), Coimbra, 1979, doc. 171 (= DSI).

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A pesar de la existencia de estos diplomas, poco se sabe de las nodrizas de los reyes: a qué familias pertenecían, cuál era el tratamiento que recibieron en la corte, cuánto tiempo permanecieron en ella, etcétera. Todas las donaciones están hechas con carácter hereditario; sin embargo, poco sabemos de los hijos de estas mujeres, ni siquiera se conocen sus nombres, por lo que resulta complicado seguir sus pasos y descubrir la relación que pudieron entablar con sus hermanos de leche. Es factible que permanecieran en la casa del rey ocupando algunos cargos del servicio, pero no podemos confirmarlo. Resulta significativo que solo se hayan conservado diplomas dirigidos a las nodrizas de los monarcas y no a otras mujeres que amamantaron a los hijos de la aristocracia laica. Quizá esta diferencia indique que para las mujeres que alimentaron a los hijos de los nobles no fuera más que una labor que debían desempeñar, probablemente como un servicio más a su señor; sin embargo, era un honor haber alimentado al hijo de un rey y, por ello, lo recordaron durante toda su vida. 2.

Los ayos Poco se sabe acerca de la educación de los infantes leoneses en los siglos XII y XIII. Habitualmente eran instruidos en una casa nobiliaria en el arte de la guerra y de la política, para saber gobernar el reino; aunque se desconocen los preceptos se les enseñaba. No obstante, la estancia en el entorno de una familia nobiliaria durante la crianza del infante originaba una estrecha relación entre el ayo y el futuro rey de León. Tanto es así que, en ocasiones, el ayo influía directamente en la política llevada a cabo por el monarca que había educado. A lo largo de la historia de la monarquía leonesa algunas familias nobles vieron aumentado su prestigio e influencia política gracias a que uno de sus miembros fue elegido ayo de un infante o del futuro rey. Durante el siglo XII y parte del XIII este honor recayó en los Traba, que educaron a tres generaciones de monarcas leoneses: Pedro Froilaz fue el ayo de Alfonso VII;245 su hijo, el conde Fernando Pérez de Traba, educó a Fernando II y Juan Arias, el esposo de Urraca Fernández de Traba, fue ayo de Alfonso IX. Solo las grandes familias fieles a la monarquía eran las elegidas para desempeñar esa importante función.

245 Véase LÓPEZ FERREIRO, A. Don Alfonso VII, rei de Galicia e o seu aio o conde de Traba, Noia, 2006. Esta obra utiliza como fuente la Historia Compostelana sin someterla a crítica. A pesar de ello, es significativa porque muestra en todo momento la relación entre el joven Alfonso y su ayo y la influencia de este en el ascenso al trono del hijo de la reina Urraca.

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El poderoso e influyente señor de Galicia, Fernando Pérez de Traba,246 comenzó a educar al futuro Fernando II en torno a 1140.247 Muchos años después, en 1170, el rey de León recordaría a su ayo en una donación que hizo a la nieta de este, doña Urraca: Concedo propter amorem uestrum et propter amorem auii uestri, comitis domni Fernandi, qui me creauit.248 A pesar de todo, se conocen pocos datos de la infancia de Fernando en tierras gallegas; sin embargo, las relaciones que durante este tiempo entabló con parte de la nobleza de aquellas tierras serían su principal apoyo a lo largo de su reinado. A partir de 1147 comenzó a considerarse en la corte imperial la posibilidad de dividir el imperio entre los dos hijos de Alfonso VII. Juan de Osma afirma que el precursor de este proyecto fue el conde don Fernando de Traba,249 que quería situar en el trono a don Fernando. A partir de 1156 se creó una pequeña corte en torno al infante,250 encabezada por el señor de Traba e integrada por otros miembros de su familia como su sobrino, Vela Gutiérrez, y su yerno, el conde Ponce de Cabrera. Según los coetáneos, la influencia del ayo fue determinante para que Fernando II ascendiera al trono de León tras la muerte de su padre.251 El gran señor de Galicia murió en 1158; sin embargo, su figura pervivió en la memoria de Fernando II, que lo recordaba cariñosamente, más de veinte años después, con los apelativos uetus et bonus.252 La vinculación de Fernando II con la casa de Traba se estrecharía aún más cuando casó con doña Teresa Fernández, la hija de su ayo. Con esta alianza matrimonial el monarca mantenía su vinculación con los Traba, ade-

246 Sobre este gran magnate véase LÓPEZ SAN GIL, J. L. La nobleza altomedieval gallega. La familia Froilaz-Traba, Toxosoutos, 2002, pp. 76-100. 247 Imperante Imperatore Adefonso in Toleto in Castella in Legione in Asturias et in Gallecia, filius eius mayor uidelicer rex Sanctus nutriebatur in domo Aurici comitis, minor scilicet Fernandus in Gallecia nutriebatur in domo comitis domni Fernandi Petri, DAVIÑA SÁINZ, «El monasterio de las Cascas», Anuario Brigantino, n.º 21, 1998. 248 LUCAS ÁLVAREZ, M. San Paio de Antealtares, Soandres y Toques. Tres monasterios medievales gallegos, A Coruña, 2001, doc. 14. 249 Divisit siquidem regnum suum, remitente Deo propter percata hominum, duobus filiis suis, ad instanciam Fernandi comitis Gallecia. 250 En 1156 Vela Gutiérrez, hijo de Toda Pérez de Traba y, por tanto, sobrino del ayo, fue nombrado mayordomo del infante Fernando, GDF, doc. 83. 251 En el último capítulo se analizará la intervención nobiliaria en la sucesión monárquica, donde se estudiará el papel que desempeñó Fernando Pérez de Traba en la llegada al trono de Fernando II. 252 LOSCERTALES GARCÍA DE VALDEAVELLANO, P. Tumbo del monasterio de Sobrado de los monjes II, Madrid, 1976, doc. 20.

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más de acercarse a otras familias afines y de gran importancia política en el reino.253 En realidad los Traba siempre estuvieron presentes en la corte de Fernando II ocupando cargos importantes. Juan Arias, que estaba casado con Urraca Fernández de Traba, le servía desde 1157.254 Este yerno del conde Fernando Pérez de Traba fue el elegido para educar al hijo del rey Fernando y la infanta portuguesa, Urraca Alfonso. El infante Alfonso había nacido en 1170 y pronto fue entregado a su ayo. Se desconoce el momento exacto en que Juan Arias se hizo cargo del niño, aunque en octubre de 1173 confirma como tenente rege domino Adefonso,255 y también hasta cuándo el infante permaneció a su lado. Sin embargo, las relaciones se estrecharon aún más entre Juan Arias y la monarquía cuando Fernando II casó con doña Teresa Fernández de Traba y, por tanto, se convirtió en su cuñado a partir de 1178. En 1181 el rey le donó a Juan la villa de Pozuelo attendens deuocionem et obsequium quod uso Iohanes Gallecus pluribus annis mihi et regni mei honori et incremento. El monarca se dirige a él con afectuosas uassallo meo, familiari et amico.256 Continuó sirviendo al rey hasta 1187 y posiblemente formó parte del partido gallego que apoyó a Alfonso IX en su pugna contra los Haro para ocupar el trono leonés. Murió antes de 1191, de modo que fue breve el tiempo que vio investido de la dignidad regia a aquel infante que había educado.257 De estas breves notas acerca de la relación entre los ayos con los futuros reyes de León se desprende que ser ayo del infante heredero era un honor para el elegido que aumentaba su prestigio; por ello, habitualmente recordaban en sus diplomas dicha función. Además de crearse importantes lazos afectivos que favorecían una fuerte unión, reforzada en ocasiones por vínculos de parentesco. Aunque Fernando de Traba y su yerno son los ayos conocidos, se registra en la documentación a algunas personas que desempeñaron un papel poco definido en la niñez de los infantes. Flórez, en la España Sagrada, afirma que durante algún tiempo el futuro Alfonso IX estuvo al cargo de Adán Martínez y María Díez, a quienes Fernando II entregó varias proEn el epígrafe dedicado a los matrimonios de Fernando II hemos hecho referencia a este asunto, por lo que no nos extenderemos en este momento. 254 Véase GARCÍA ÁLVAREZ, R. «Los Arias de Galicia», pp. 25-44. 255 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 135. 256 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. 2, pp. 480-481. 257 Su esposa Urraca Fernández hizo una donación en 1191 al monasterio de San Vicente de Oviedo para la salvación del alma de su marido, Juan Arias. FLORIANO LLORENTE, P. Colección diplomática del monasterio de San Vicente de Oviedo, doc. 42. 253

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piedades en la Villa de Quintanilla.258 Asimismo, en 1173 el rey eximió de tributos a Pedro Dominici y su esposa por haber hospedado en su casa a don Alfonso,259 aunque se desconoce en qué momento y por cuánto tiempo tuvo lugar este servicio. Probablemente estas donaciones de bienes estén motivadas por los servicios prestados durante una estancia de don Alfonso en la ciudad de León, en la que estos individuos, además de hospedarle en su casa, pudieron cumplir otras funciones. Sospechamos que pudo tratarse quizá de funciones relativas al avituallamiento u otro tipo de servicios, ya que parece poco probable que fueran encargados de la educación del infante. No son grandes nobles, probablemente se tratara de una pequeña nobleza local de la ciudad de León que, sin embargo, no ha dejado más huellas en la documentación. Los hijos de Alfonso IX y Teresa de Portugal, al menos Fernando y Dulce, fueron educados en la corte de su abuelo materno, Sancho I.260 En realidad existen pocos datos, solo la donación a los nutritores del infante don Fernando a la que se ha hecho referencia; y el testamento en que el rey lusitano les dona importantes bienes y recuerda que fueron criados en su casa: Infanti domne Dulcie nepti mee quam nutriui in domo mea.261 No obstante, se desconoce qué nobles de la corte fueron los ayos portugueses de los infantes de León.

b) Alumpni Al igual que los infantes eran educados en una casa nobiliaria, muchos jóvenes aristócratas se educaban en la casa del rey: son los alumpni o clientuli que aparecen en la documentación. En ocasiones un miembro de la familia real se convertía en su tutor o protector. Esta proximidad a la familia regia garantizaba un vertiginoso ascenso social y ser depositario de la confianza y merecedor de la munificencia regia.

258 FLÓREZ, España Sagrada, tomo XVI, p. 219. El autor no especifica la función que desempeñó este matrimonio leonés en la educación del infante; ni la fuente de la que ha extraído esta infomación. 259 Ego Fernandus Dei gratia Hyspaniarum rex, et mulier mea regina domna Urraca cum consenso filii nostri regis domni Adefonsi (…) concedimus (…) tantam absolutionem de illa uestra domo (…) quem uso hospitem habuistis primitus in legione. GONZÁLEZ, J. Regesta de Fernando II, doc. 31. 260 Sancho I de Portugal en su testamento hace importantes donaciones a sus nietos y especifica que se criaron en su casa. DSI, doc. 194. 261 DSI, doc. 194.

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Quizá el ejemplo más significativo de este tipo de relación es el protagonizado por la infanta doña Sancha, que se convirtió en la protectora e, incluso, instructora de varios jóvenes pertenecientes a las parentelas nobiliarias más destacadas del reino. El caso mejor documentado es el de Ponce de Minerva. Doña Sancha se erigió en su protectora, fue la encargada de su educación y de promocionarle en su carrera política, además de emparentarle con una de las estirpes nobiliarias más arraigadas en territorio leonés, a través de la boda con Estefanía Ramírez, hija del conde Ramiro Froilaz.262 No era algo excepcional, sino que el círculo de jóvenes nobles próximos a la infanta fue más amplio, ya que se registran otros casos. Doña Sancha fue la benefactora de uno de los hijos del conde Ponce de Cabrera, que en aquel tiempo era mayordomo del rey. El tumbo de la catedral de Astorga, aunque desafortunadamente no copia el documento original en su integridad, aporta unas breves notas acerca de la relación mantenida entre doña Sancha y su alumno, Fernando Ponce,263 a quien hizo criar y le estima mucho.264 Estas breves notas definen cuáles eran las bases de esta relación de cercanía y afectividad que unía a ambos personajes. Entre los alumni de doña Sancha también se encontraban algunos miembros de su familia como su sobrina, la ilegítima infanta Urraca, hija de Alfonso VII y la noble asturiana Gontrodo Pérez.265 La hermana del emperador se ocuparía de criarlos, educarlos, buscar matrimonios ventajosos, además de promocionar sus carreras políticas hasta que alcanzasen imporGARCÍA CALLES, M. L. «Doña Sancha, hermana del emperador», Anejos del Anuario de Estudios Medievales, 2, León-Barcelona, 1972, p. 32. 263 Ponce de Cabrera tuvo dos hijos a los que dio el mismo nombre, Fernando, que eran conocidos con el apelativo distintivo de el Mayor y el Menor. Pensamos que el alumno de la infanta Sancha era Fernando Ponce el Mayor, habido de su primer matrimonio con una dama llamada Sancha, puesto que en 1154 ya estaba comenzando a dar sus primeros pasos en la corte y que alcanzó la alferecía regia en 1161. Sin embargo, Fernando Ponce el Menor aparece por primera vez en la documentación en 1171 y es probable que no hubiera nacido en 1154. 264 BNE, ms. 4357, índice, privilegios reales, f. 109, doc. 12. El documento está fechado el 18 de septiembre de 1154. Lamentablemente no está copiado en su integridad sino que solo recoge estas notas: donación de la villa de Roperuelo y Valcavadillo y de la tercia del lugar de Moscas con todos los aprovechamientos inclusos en los términos que expresan en dicha donación, hecha por doña Sancha la infanta, hermana del emperador don Alfonso (7.º), en favor de su alumno Fernando Ponce, a quien dicha infanta hizo criar y le estima mucho. 265 GIL, J. (ed.), Cronica Adephonsi imperatoris: Chronica hispana saeculi XII, Turholt, 1990 (Colección Corpus christianorum. Continuatio mediaevalis, n.º 71), filiam nomine Urracam, quae ad ablectandum data est sorori regis infantisse domnae Sanctiae et ad nutriendum. 262

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tantes cargos en la corte o la administración territorial. El apoyo de doña Sancha sería determinante para la llegada al poder de sus protegidos. Probablemente estos alumnos que habían crecido en la corte se convirtieron en grandes amigos y fieles a los futuros monarcas con los que habían compartido parte de su infancia y primera juventud. Uno de estos jóvenes educados en la corte del emperador llegó a ser obispo de León. Aún en 1183 Fernando II mantenía un gran aprecio por él, pues así se desprende de una donación en la que se dirige al obispo Juan con afectuosas palabras, que demuestran además una extraordinaria cercanía entre ambos: Dilectissimus episcoporum et alumpnus mei patris imperatoris felicis memorie, et meus intimus et fidelis amicus.266 No solo Fernando II tuvo buenas relaciones con aquellos alumnos de su padre con los que se crió, sino también con los jóvenes que crecieron en su corte: sus alumnos. Entre ellos, Rodrigo Abril, hijo de don Abril,267 uno de los principales nobles de la ciudad de León, que ocupó la mayordomía entre 1158 y 1159, y después permaneció de manera habitual en la corte hasta 1167. Probablemente durante el tiempo que don Abril estuvo cerca del rey le acompañaron sus hijos, Fernando y Rodrigo, que se educarían en el entorno cortesano. Muchos años después, en 1183, el monarca donó importantes bienes a domno Roderico Aprilis, alumpno meo.268 En ese amplio círculo de alumnos de Fernando II se encontraban también los que posteriormente se convertirían en los obispos de Mondoñedo y Lugo,269 y Pedro Franco, canónigo de la catedral de Astorga, que años después sería clérigo y vasallo de Alfonso IX. El nuevo monarca se dirige a él como alumpnum patris mei et clericum meum et vasallum.270 Este tipo de relaciones, fraguadas en los primeros años de vida entre el monarca y algunos jóvenes aristócratas, se dilatarían durante toda sus vidas. Las cariñosas palabras con las que los reyes se dirigen a ellos permiten vislumbrar el especial aprecio que mantenían por aquellos jóvenes con los que se habían criado y por los hijos de los magnates que habían CDACL, doc. 1642. Véase ESTEPA DÍEZ, C. Estructura social de la ciudad de León, siglos XI-XIII, León 1977, p. 305. GONZÁLEZ, J. Regesta de Fernando II, docs. 1, 2, 3, 11; SIL, docs. 61, 62, 77, 86, y CDACL, docs. 1520, 1528, 1529, 1549. 268 CDACL, doc. 1660. 269 Al obispo Rabinaldo de Mondoñedo el monarca le donó varias propiedades en 1181: Do et concedo ecclesie Minduniense et alumpno meo domno Rabinaldo ipsius ecclesie episcopo. RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II (1157-1187), doc. 189. Al obispo de Lugo, don Rodrigo II, le entregó importantes propiedades en 1182, uobis alumno nostro domno R. Ibíd., doc. 198. 270 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, doc. 93. 266 267

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educado en la corte. Probablemente, la mayor parte de los hijos de la nobleza curial permanecía de forma asidua en el entorno regio, pero la documentación apenas permite conocer algunos ejemplos que, sin embargo, dejan al descubierto un vínculo casi indisoluble establecido con los monarcas leoneses.

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II LOS NOBLES DE LEÓN

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Tras conocer la estructuración interna de la nobleza, los mecanismos y las estrategias que utilizaron los nobles de León para relacionarse entre sí y con la familia real a través del parentesco, es necesario presentar a quienes participaron en la escena política leonesa durante los reinados de Fernando II y Alfonso IX de León porque son los protagonistas de este trabajo. En ese período fueron muchos los magnates que participaron en el gobierno del reino y que asesoraron a los monarcas leoneses, muchos de ellos pertenecían a las familias principales asentadas en tierras de León, Galicia y Asturias durante generaciones. Sin embargo, otros muchos, que no habían nacido en territorio leonés, aunque tenían vinculaciones parentelares con la nobleza territorial, también sirvieron a sus monarcas y participaron activamente en la política leonesa. En verdad, una de las principales características de la nobleza plenomedieval fue su capacidad de extender sus redes de parentesco y sus intereses políticos y económicos a varios reinos, lo que le garantizaba una gran movilidad y el fuerte apoyo nobiliario de sus parientes en los reinos vecinos. Si se analizan las relaciones de parentesco que entablaron las distintas familias nobiliarias, se observa que todas ellas habían trazado líneas de alianza entre sí; es decir, que la nobleza gallega, leonesa y asturiana había emparentado entre sí y también con las principales familias castellanas, portuguesas, catalanas e, incluso, ultrapirenaicas, por lo que es difícil aplicar el concepto de extranjería a la nobleza de esta época. A pesar de ello, dividiremos esta parte en dos capítulos, en el primero de ellos se analizarán las parentelas que estaban asentadas en León y cuyos principales intereses se ubicaban en territorio leonés, mientras que en el siguiente capítulo se estudiará a la nobleza foránea; es decir, aquella que, aunque tuviera vínculos de parentesco con la nobleza leonesa, tenía sus principales intereses en otro reino, pero, por determinadas circunstancias, se integró en la corte leonesa y sirvió a los reyes de León. Así, analizaremos la actividad política desarrollada en León por magnates catalanes como el conde de Urgel, castellanos como los Castro, los Lara, los

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Haro y los Cameros, y portugueses que llegaron a León tras enfrentarse con su señor natural. A pesar de que en numerosas ocasiones los nobles actuaron de manera individualizada, los presentaremos como integrantes de su parentela, puesto que durante la plena Edad Media esta fue la principal estructura de su poder. No obstante, la metodología empleada en ambos capítulos será diferente, puesto que se pretende hacer una breve presentación prosopográfica de las principales familias leonesas, mientras que se analizarán los motivos por los que los magnates foráneos se trasladaron a León y la actividad política que desarrollaron en el reino que les acogió.

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CAPÍTULO 2 LOS MAGNATES DE LEÓN. LAS PRINCIPALES PARENTELAS NOBILIARIAS LEONESAS

En las siguientes páginas sucintamente recogeremos los orígenes de las parentelas, el papel político de sus miembros más destacados y la estrategia matrimonial seguida por cada grupo. Se estudiarán las parentelas gallegas de los Traba y los Arias; los Vermúdez y los Noreña, asentados en Asturias, y los Flaínez, establecidos en tierras de León; además de los Cabrera, que dominaban el área zamorana.

I. Los Traba La familia Traba fue, sin duda, la más poderosa en tierras gallegas durante los siglos centrales de la Edad Media. Esta parentela ha sido objeto de estudio en numerosas ocasiones y desde varias perspectivas. Si Portela y Pallares estudiaron al grupo de los Traba a comienzos de los noventa,1 López San Gil recientemente le ha dedicado una monografía en la que analiza a cada uno de los individuos de la familia.2 También Margarita Torres 1 PORTELA, E. y PALLARES, C. «Aristocracia y sistemas de parentesco en la Galicia de los siglos centrales de la Edad Media. El grupo de los Traba», Hispania, n.º 185, 1993, pp. 823-844. 2 LÓPEZ SAN GIL, J. L. La nobleza altomedieval gallega. La familia Froilaz-Traba, Toxosoutos, 2002.

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les concede unas páginas en su trabajo sobre los linajes nobiliarios leoneses y castellanos.3 Los orígenes de esta parentela son oscuros, aunque se conserva información desde principios del siglo XI. Su principal personaje a comienzos del siglo XII era el conde don Pedro Froilaz de Traba, que casó en dos ocasiones. Fruto de su primer matrimonio nacieron Vermudo, Fernando, Lupa y Jimena Pérez, y del segundo enlace, Rodrigo, García, Velasco, Eva, Toda, Urraca, Sancha, Estefanía, Elvira y Aldara Pérez. De entre los varones, los más destacados fueron Vermudo Pérez y el conde Fernando Pérez de Traba, mientras que sus hijas casaron con los principales magnates de la corte. Varios miembros de esta familia fueron los encargados de la educación de los reyes de León. Así, Pedro Froilaz había educado a Alfonso VII4 y su hijo, el conde Fernando Pérez, fue el ayo del infante don Fernando, futuro Fernando II. El yerno del conde Fernando, Juan Arias, sería el ayo de Alfonso IX. El conde Fernando Pérez de Traba era uno de los personajes más poderosos de la corte de Alfonso VII.5 Pero antes de integrarse en la corte imperial había permanecido durante la década de los años veinte del siglo XII en la corte de doña Teresa de Portugal, donde alcanzó gran poder. Además tuvo una relación con doña Teresa de la que nacieron dos hijas, que fueron importantes piezas para la política matrimonial de la familia. La primera de ellas fue doña Teresa Fernández de Traba, que casaría en primeras nupcias con el conde castellano Nuño Pérez de Lara y, tras enviudar, contraería matrimonio con Fernando II de León. Su hermana, doña Sancha Fernández, casó con el conde Álvaro Rodríguez de Sarria. De esta unión nacerían Rodrigo y Vermudo Álvarez, que sucedieron a su padre al frente de Sarria y Lemos. Tras su etapa en tierras lusas, don Fernando regresó a León, donde recibió el título condal en 1121; además se convirtió en el gran señor de Galicia. En 1147 aparece en varios diplomas como Comes Fernandus senior in maiore parte Gallecie, ya que dominaba gran parte del territorio gallego, donde tenía un gran patrimonio; fue asimismo tenente de Deza, Lemos, Limia, Monterroso, Sarria y Trastámara.6 Ese mismo año capitaneaba a las

TORRES SEVILLA, M. Linajes nobiliarios en León y Castilla: siglos IX-XIII, León, 1999. LÓPEZ FERREIRO, A. Don Alfonso VII, rei de Galicia e o seu aio o conde de Traba, Noia, 2006. 5 Sobre la carrera política de este magnate, véase LÓPEZ SAN GIL, J. L. La nobleza altomedieval gallega, pp. 76-100. 06 BARTON, S. The aristocracy in Twelfth-Century Leon and Castille, Cambridge, 1997, p. 241. 3 4

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tropas gallegas en la conquista de Almería. Durante los últimos tiempos del reinado del emperador, don Fernando apoyó al infante Fernando, para conseguir el trono leonés; de hecho, los cronistas afirman que fue el principal promotor de la separación de los reinos tras la muerte de Alfonso VII. En la corte de Fernando II permaneció poco tiempo, ya que falleció en torno a 1160. No obstante, sus descendientes tendrían un importante papel junto al nuevo monarca. Su hijo Gonzalo Fernández recogió el testigo al frente de la familia. Así, en 1153 confirma como comes in Gallecia.7 Además fue tenente de Aranga, Trastámara y Monterroso.8 Don Gonzalo casó en dos ocasiones, la primera de ellas con Elvira Rodríguez, de la que nacieron sus hijos Urraca y Rodrigo González y, en segundas nupcias, con doña Berenguela Rodríguez, de la que nacieron Fernando y Gómez González, que sería el nuevo cabeza de familia tras la muerte de su padre en 1164 y la de su hermano primogénito poco después.9 Don Gómez se convertiría en uno de los nobles gallegos más poderosos de las cortes de Fernando II y Alfonso IX, ya que ocupó casi ininterrumpidamente las tenencias gallegas de Trastámara, Monterroso, Sarria, Toroño y Lemos, desde 1160 hasta 1200.10 Es probable que en 1202 abandonara el reino de León, aunque no sabemos en qué dirección, pero regresó en 1208 y permanecería en él hasta su muerte en 1211.11 Solo hay constancia de un matrimonio del conde Gómez. Estuvo casado con doña Elvira Pérez, de la que tuvo a Rodrigo, Urraca, Sancha, María, Fernando y Velasco Gómez. Rodrigo Gómez sucedió a su padre al frente de la familia. En 1202 fue nombrado tenente de Trastámara, Montenegro y Sarria. Estuvo al frente de estas y otras tenencias gallegas hasta la muerte de Alfonso IX de León y se resistió a Fernando III. Casó con la noble castellana Mayor Alfonso de Meneses. Doña María Fernández fue una de las hijas del conde Fernando Pérez de Traba, que en torno a 1140 casó con el conde Ponce de Cabrera. Mientras que su hermana, Urraca Fernández, casó con Juan Arias, hijo de Arias el Calvo, y fue la encargada de criar a Alfonso IX. Gracias a esta política matrimonial el conde Fernando Pérez estrechó los lazos con los Lara y los Cabrera y, posteriormente, con el monarca leonés. CDACL, doc. 1484. LOSCERTALES DE GARCÍA DE VALDEAVELLANO, P. Tumbo del monasterio de Sobrado de los monjes II, Madrid, 1976, docs. 123, 341. 09 Fernando González fue alférez en 1159. 10 Véase el epígrafe dedicado a las principales tenencias y tenentes gallegos en el capítulo 6. 11 Sobre este magnate, véase LÓPEZ SAN GIL, J. L. La nobleza altomedieval gallega. La familia Froilaz-Traba, pp. 158-169. 07 08

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Volviendo a los hijos del conde Pedro Froilaz de Traba, también hay que destacar al conde Vermudo Pérez, que tuvo una carrera paralela a su hermano, don Fernando. Tuvo, al menos, ocho hijos, aunque no todos participaron por igual en la escena política leonesa. Destaca entre ellos Fernando Vermúdez, que le sustituyó al frente de las tenencias que había ostentado, aunque permaneció durante largo tiempo en la corte portuguesa. En cuanto a su hija doña Teresa Vemúdez, casó con Fernando Arias, hijo de Arias el Calvo, que fue uno de los personajes que mayor tiempo permaneció en la corte leonesa al servicio de Fernando II y Alfonso IX, pues confirmó más de setenta diplomas regios entre 1164 y 1200. De este matrimonio nació Juan Fernández de Limia, que fue el primer alférez de Alfonso IX y sería nombrado mayordomo en 1192; además, estuvo al frente de importantes tenencias gallegas como Limia,12 Monterroso y Trastámara,13 Toroño, Mimalda, Rueda y Allariz,14 Montenegro,15 y también Salamanca.16 Fue uno de los principales apoyos de Alfonso IX durante todo su reinado. Toda Pérez era otra de las hijas del conde Pedro Froilaz. La dama casó con el asturiano Gutierre Vermúdez. De este matrimonio nacería Vela Gutiérrez que, en torno a 1149, casaría con Sancha Ponce, hija del conde Ponce de Cabrera. La familia Traba estuvo estrechamente vinculada con multitud de monasterios gallegos: como Sobrado, donde en 1142 don Fernando y Vermudo Pérez y la hija de este, Urraca Vermúdez, introdujeron la reforma cisterciense. Además hicieron grandes donaciones a San Martín de Jubia, Monfero, Caabeiro, San Paio de Antealtares y Noguerosa.

12 13 14 15 16

Ibíd., Ibíd., Ibíd., Ibíd., Ibíd.,

doc. 23 (1193); CDACL, doc. 1848 (1215). doc. 297. doc. 318. doc. 182. docs. 382-383 (1219).

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DESCENDENCIA

Pedro Froilaz ↔ Froila P.

Vermudo P.

1

Urraca Froilaz

Fernando Pérez de Traba ↔ 1 Sancha González

DESCENDENCIA

María F. ↔ Ponce de Cabrera

Fernando P. ↔ Elvira el Menor

PEDRO FROILAZ

PRIMER MATRIMONIO

Guiomar ↔ Diego Ximénez

Ruy D.

DESCENDENCIA

Álvaro

Fortún

FERNANDO PÉREZ

DE

Gonzalo F. ↔ 12

Urraca G.

DE

Lupa P.

PEDRO FROILAZ

PRIMER MATRIMONIO

TRABA

Rodrigo

TERESA

Y

Jimena P.

Berenguela Elvira Rodríguez

Gómez

Fernando

PORTUGAL

DE

Fernando Pérez de Traba ↔ 2 Teresa de Portugal

DESCENDENCIA

FERNANDO PÉREZ

DE

DE

Teresa ↔ 12

Sancha ↔ Álvaro Rodríguez

TRABA

TERESA

Y

PORTUGAL

DE

Urraca ↔ Juan Arias

Nuño Pérez de Lara Fernando II de León

Rodrigo A. Vermudo Teresa Sancha Aldonza Gómez Gonzalo N. Álvaro Nuño Fernando Urraca Osorio Lorenzo

DESCENDENCIA

DE

LUPA PÉREZ

DE

TRABA

Lupa Pérez de Traba ↔ Munio Peláez

LUPA P ÉREZ DE TRABA Teresa M. ↔ DE Fernando Odoáriz Aldonza Fernando Elvira Bernardo Pedro M. ↔ Teresa Rodríguez DESCENDENCIA (hijo Odoario Odoáriz y Aldara Pérez)

Fernando Pérez

Munio

Martín Lupa Ilduara F.

DESCENDENCIA

DE

VERMUDO PÉREZ

DE

TRABA

Pedro Froilaz ↔ 1 Urraca Froilaz

DESCENDENCIA Froila

1

DE

VERMUDO PÉREZ

DE

TRABA

Teresa Vermúdez ↔ Vermudo Pérez de Traba ↔ 3 Adosinda Pedro V.

Enrique

Mayor ↔ Gonzalo Menéndez

Ilduara V.

Fernando Jimena

Lupa

Jimena

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DESCENDENCIA

DE

VERMUDO PÉREZ

Vermudo Pérez de Traba ↔

2

DE

TRABA

Urraca Enríquez

(hija Teresa de Portugal y Enrique de Borgoña)

Fernando V.

Urraca V.

Suero V.

Teresa V. ↔ Fernando Arias

DESCENDENCIA

DE

VERMUDO PÉREZ

Juan Fernando Rodrigo Egidio ↔ Enrique ↔ María María Peláez Sánchez Fernando Gonzalo

Fernando Gil

Gómez E.

DESCENDENCIA

María Lope

TRABA

Sancha ↔ Suero Egas

Sancha Urraca Sancho ↔ Lorenzo S. Froila R. Teresa García

Fernando Juan L.

SEGUNDO MATRIMONIO

Urraca V.

DE

Ramiro Diego F.

PEDRO FROILAZ

Pedro Froilaz de Traba ↔ 2 Mayor Guntroda García ↔ Elvira Pérez

Rodrigo ↔ Fronilde Fdez. Guiomar R. ↔ Diego Ximénez Rodrigo

Álvaro

Velasco

Eva ↔ Pedro González de Lara

Toda ↔ Gutierre V.

Urraca

Sancha

Estefanía ↔ Rodrigo Fdez. de Castro

Elvira ↔ Gómez N. de Pombeiro

Aldara ↔ Arias Pérez

Nuño VelaMATRIMONIO G. DManrique ESCENDENCIA SEGUNDO PEDRO FGutierre ROILAZ R. Fernando ↔ Teresa Fdez. de Traba

↔ Sancha Ponce

Rodrigo García Juan Fernando Pedro María Ponce ↔ ↔ Sancha Teresa Álvarez Ruiz

Juan

Fernando Juan

Fernando R.

Pedro ↔ Aldonza Alfonso

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II. Los Arias La familia Arias tuvo también un destacado papel en tierras gallegas durante los siglos centrales de la Edad Media. Rubén García Álvarez estudió brevemente la trayectoria de cada uno de sus integrantes,17 y recientemente José Augusto de Sotomayor Pizarro ha profundizado en el análisis de esta parentela que da origen a dos ramas: los Novoa y los Limia.18 El personaje principal fue Arias el Calvo, que confirmó varios diplomas regios desde 1125 hasta 1151 como tenente de Limia.19 Se desconoce el nombre de su esposa, con la que tuvo al menos dos hijos, Juan y Fernando Arias, que desempeñarían un importante papel en las cortes de Fernando II y Alfonso IX de León. García Álvarez afirmaba que Arias el Calvo era miembro de una nobleza modesta; sin embargo, estamos de acuerdo con Sotomayor Pizarro, que afirma que, aunque probablemente su origen no estuviera al mismo nivel que los Traba, solo una cierta posición social explicaría que sus hijos casaran con mujeres de la más alta nobleza gallega. Don Juan Arias, que dará origen a los Novoa, tomó el relevo a su padre al frente de las tenencias de Castuelo de Veiga,20 Ribadavia y Toroño.21 Además, Fernando II le entregó la tenencia de las torres de León.22 En agosto de 1173 el monarca le nombró su alférez.23 Ese mismo año, le entregó a su hijo, el futuro Alfonso IX, para que se ocupara de su educación. Entonces ya estaba casado con Urraca Fernández de Traba, con quien tuvo a Gonzalo Iohannis, que permaneció en la corte regia durante largo tiempo.24 Alfonso IX nombró tenente de las torres de León a don Gonzalo en 1189,25 y al año siguiente le entregó la alferecía, además de las tenencias de Castrum26

GARCÍA ÁLVAREZ, R. «Los Arias de Galicia y sus relaciones familiares con Fernando II de León y Alfonso I de Portugal», Bracara Augusta, tomo XX, 1966, pp. 25-41. 18 SOTTOMAYOR PIZARRO, J. A. «Os Limas: da Galicia a Giela (séc. XII a XV)», en Actas do II Congresso internacional Casa nobre: Um património para o futuro, Arcos de Valdevez, 2010, pp. 53-73. 19 Ibíd., p. 28. 20 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 84. 21 Ibíd., doc. 152. 22 CDACL, docs. 1591, 1605. 23 DOMÍNGUEZ SÁNCHEZ, S. Monasterio de la Vega, doc. 79. 24 Sobre el matrimonio de Juan Arias, véase SOTTOMAYOR PIZARRO, J. A. «Os Limas: da Galicia a Giela (séc. XII a XV)», art. cit., p. 60. 25 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, doc. 21. 26 Ibíd., doc. 74. 17

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y Valencia [de don Juan].27 Además, estuvo al frente de las tenencias gallegas vinculadas a su familia, como Limia, Lemos28 y Monterroso.29 Fernando Arias era probablemente el segundogénito de Arias el Calvo. Él será el origen de los Limia. Se casó con Teresa Vermúdez, hija de Vermudo Pérez de Traba. Don Fernando ocupó numerosas tenencias gallegas durante más de cuarenta años y permaneció durante largo tiempo en la corte de Alfonso IX. Su parentesco con la familia real portuguesa explica que entre 1186 y 1193 confirme varios diplomas emitidos por Sancho I de Portugal.30 De la unión con doña Teresa nació Juan Fernández de Limia, que se convirtió en uno de los magnates gallegos más poderosos de su época, dada su proximidad de parentesco con el monarca de quien era primo. Permaneció al frente de la tenencia de Limia casi de manera ininterrumpida desde 1189 hasta 1194, cuando fue sustituido por su primo, Gonzalo Iohannes. También estuvo al frente de la alferecía leonesa en varias etapas. La primera de ellas entre la primavera de 1188 y junio de 1191,31 y, posteriormente, desde febrero de 1219 hasta marzo de 1220.32 Tras su primera incursión en la alferecía, fue nombrado mayordomo en marzo de 1192 y permaneció en el cargo hasta octubre de 1193.33 Regresó a la alferecía entre abril y octubre de 1194,34 y en una tercera etapa entre febrero y agosto de 1204.35 Juan Fernández de Limia también tenía un parentesco muy próximo con Sancho I de Portugal y su sucesor, Alfonso II; por ello su presencia en la corte lusa no es extraña. A lo largo del reinado de Alfonso II ocupó las tenencias de Neiva en 1211 y 1223 y Faria en 1219 y 1226; y fue alférez de Sancho II en 1224 y su mayordomo entre 1225 y 1226.36 Don Juan contrajo matrimonio en dos ocasiones con damas portuguesas. La primera de ellas, con doña Berenguela Afonso de Baião, y posteriormente, con Maria Pais de Ribeira, que había sido concubina de Sancho I.37 De esta unión nació Teresa Iohannes, que casó con Mendo García de Sou-

27 28 29 30

Ibíd., doc. 82. Ibíd., doc. 34. Ibíd., doc. 168. SOTTOMAYOR PIZARRO, J. A. «Os Limas: da Galicia a Giela (séc.

XII

a

XV)»,

art. cit.,

GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, docs. 6-47. Ibíd., docs. 369-397. Ibíd., docs. 50-73. Ibíd., docs. 86-87. Ibíd., docs. 182-185. SOTTOMAYOR PIZARRO, J. A. «Os Limas: da Galicia a Giela (séc.

XII

a

XV)»,

art. cit.,

p. 61. 31 32 33 34 35 36

p. 62. 37

LL, 13A3-4, 16I5, 21A10, 22E12, 36BN10. 40A5.

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sa.38 Otro de los hijos de don Juan fue Fernando Iohannes, que tendrá una gran relevancia política en la corte de Fernando III. Rubén García no menciona en su trabajo a Pedro Arias, que sospechamos que también era hijo de Arias el Calvo, ya que confirma numerosos diplomas al lado de Fernando y Juan Arias; probablemente, eran sus hermanos, pero no podemos asegurarlo. Don Pedro fue mayordomo de Fernando II en 1166 y 1167. No conocemos demasiados datos sobre él, aunque sabemos que casó en primeras nupcias con Ilduara Fernández, hija del noble gallego Fernando Odoáriz.39 Tras repudiarla, contrajo matrimonio con Constanza Osorio, que había sido repudiada a su vez por Fernando Rodríguez de Castro. De esta unión nació Rodrigo Pérez de Villalobos, que estudiaremos entre los descendientes de su abuelo materno, el conde Osorio Martínez, puesto que mantuvo mayor vinculación con tierras leonesas.40 LOS ARIAS Arias el Calvo (?-c. 1150) Juan Arias ↔ Urraca Fernández Gonzalo Iohannes

RIAS Vermúdez OS1 A FernandoL↔ Teresa

Juan Fernández de Limia ↔ 12

Fernando Iohannes

Berenguela A. Maria Pais

Pedro Arias ↔ 12

Ilduara Fernández Constanza Osorio

Rodrigo Pérez de Villalobos

Teresa Iohannes

III. Los Vermúdez En el escenario asturiano de la segunda mitad del siglo XII actuaban principalmente los miembros de dos parentelas: los Vermúdez y los Noreña. A través del estudio del conde Suero Vermúdez, Miguel Calleja Puerta analizó gran parte de los miembros de esta parentela.41 El conde Suero

SOTTOMAYOR PIZARRO, J. A. As linagens medievais portuguesas, vol. I, p. 216. RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 55. 40 Véase el epígrafe dedicado a los Flaínez en este capítulo. 41 CALLEJA PUERTA, M. El conde Suero Vermúdez, su parentela y entorno social. La aristocracia astur-leonesa en los siglos XI y XII, Oviedo, 2001. 38 39

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fue uno de los personajes más destacados en la corte de Alfonso VI. En 1090 logró la dignidad condal y participó en la vida política, ocupando importantes tenencias asturianas como Asturias de Oviedo, Gordón Babia, Laciana, Tineo y Luna hasta su muerte en 1138.42 Suero Vermúdez tuvo varios hermanos, entre ellos, Alfonso, Gutierre y Urraca.43 Don Suero había casado con Enderquina Fernández, pero no tuvo descendencia. Por ello, tras su muerte fueron sus sobrinos quienes tomaron el relevo político; pues sus hermanos, Alfonso y Gutierre Vermúdez, también habían fallecido. Don Alfonso no había alcanzado la posición de su hermano en la corte. Tuvo, al menos, ocho hijos; de todos ellos, el que tomó el relevo de Suero Vermúdez fue el conde Pedro Alfonso, que se convirtió en el principal personaje de su familia.44 Comenzó su carrera política al lado de su insigne tío. En 1129 fue nombrado alférez45 y, como tal, fue el encargado de reprimir algunas rebeliones nobiliarias, especialmente contra el rebelde conde asturiano Gonzalo Pérez, lo que le acercaría aún más al monarca.46 En 1136 recibió el título condal de manos del emperador. A partir de entonces, su poder y patrimonio irían aumentando. Tras la muerte de su tío en 1138, continuó fiel al rey y se mantuvo al frente de las tenencias que tradicionalmente habían estado relacionadas con los Vermúdez. En la corte imperial continuó teniendo un papel destacado en las campañas del sur y dirigió las tropas asturianas en la conquista de Almería en 1147.47 Tras la muerte del Alfonso VII, el conde Pedro Alfonso permaneció en la órbita leonesa y continuó sirviendo a Fernando II hasta su desaparición en 1173.

BARTON, S. The aristocracy, p. 300. CALLEJA PUERTA, M. El conde Suero Vermúdez, pp. 101-103. 44 Ibíd., pp. 115-116. 45 En mayo de 1129 aparece en la corte sin ningún título, pero a partir del mes de julio aparece como alférez, cargo que ocuparía hasta el mes de junio de 1130. 46 Sobre estos acontecimientos que describe la Chronica Adefonsi Imperatoris, véase además el estudio de GARCÍA, E. «El conde asturiano Gonzalo Peláez», Asturiensia Medievalia, 2 (1975), pp. 39-64. El monarca encargó a Suero Vermúdez y a su sobrino Pedro Alfonso reprimir esta rebeldía de Gonzalo Peláez, que era primo del conde Suero Vermúdez. La inestabilidad en Asturias se dilató al menos hasta 1135. La Crónica dice que fue Pedro Alfonso quien apresó al rebelde y lo encerró en el castillo de Aguilar, desde donde lo enviaría al exilio en Portugal. 47 Dux fuit illustris istis Petrus Adefonsi, / modum consul erat, meritis tamen omnibus est par, / est nulli moestus, in cunctis extat honestus, / fulget honestate, superateque pares probitate, / pulcher ut Ansalon, virtute potens quasi Sanson, / instructisque bonis, documenta tenet Salomonis. / In redditu factus consul, sic consulis actus / obtinuit meritis, magno ditatus honore; / inter consortes veneratur ab imperatore, / regalique pia fulgens uxore Maria: / nata fuit comitis, merito fuit comitissa, / gemma surgens, sic ert per secula perennis, en Poema de Almería, versos 111-125. 42 43

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Calleja Puerta destaca que el conde asturiano heredó el poder político de Suero Vermúdez, pero no su riqueza patrimonial, que fue entregada al monasterio de Cornellana.48 Sí que heredó la parte que le correspondía de su padre, Alfonso Vermúdez. La mayoría de sus propiedades se situaban en Asturias, en los territorios de Pravia,49 Teverga,50 Bavia,51 Grado,52 Laciana,53 Arbás,54 Salcedo,55 Tineo56 y otros lugares.57 Pero, gracias a su matrimonio con María Froilaz, don Pedro accedió a zonas tradicionalmente vinculadas a la familia de su esposa en León. En la ciudad de León el matrimonio poseía varias casas heredadas por María Froilaz,58 además de numerosas heredades diseminadas por el territorio leonés.59 Además de su gran poderío económico, el conde Pedro Alfonso fue uno de los principales magnates de la corte de Fernando II hasta su muerte, ya que estuvo al frente de las tenencias asturianas vinculadas a su familia como Luna,60 Teverga,61 Tineo,62 Gozón,63 Salcedo64 y las Asturias de Oviedo,65 y era uno de los personajes siempre presentes entre los confirmantes de la documentación regia. De su matrimonio con María Froilaz nació su hija Elvira Pérez, que, al parecer, casó con el conde Gómez González de Traba y prohijó a Alfon-

Sobre el patrimonio de Suero Vermúdez y otros miembros de su familia, véase CAPUERTA, M. El conde Suero Vermúdez, pp. 278-329. 49 En Pravia tuvo San Esteban de Boca de Mar. FLORIANO, A. Colección diplomática del monasterio de Belmonte, Oviedo, 1960, docs. 17 y 32. 50 Vega de Rejuelo, ibíd., docs. 21 y 32. 51 Torvestino, Cereseda, Frecta, ibíd., docs. 21 y 32. 52 Ibíd., doc. 32. 53 Ibíd., doc. 33. 54 Ibíd., doc. 33. 55 Ibíd., doc. 52. 56 Ibíd., docs. 21 y 32. 57 Ibíd., docs. 5 y 65. 58 DOMÍNGUEZ SÁNCHEZ, S. Colección Documental Medieval de los monasterios de San Claudio de León, Monasterio de la Vega y San Pedro de las Dueñas, doc. 55. 59 El matrimonio compró diversas propiedades en Frailán, Sariegos, Valtuille, Vega de Arienza, Riolago y Magaz; en RODRÍGUEZ, R. Catálogo de documentos del monasterio de Santa María de Otero de las Dueñas, León, 1948, docs. 228, 234, 236 y 237. 60 Ibíd., doc. 236. 61 FLORIANO, A. Colección diplomática del monasterio de Belmonte, pp. 170-171. 62 Ocupó esta tenencia en 1146 y en 1167, ibíd., p. 196. 63 FLORIANO LLORENTE, P. Colección diplomática del monasterio de San Vicente de Oviedo, Oviedo, 1968, pp. 459-460 (diciembre 1168). 64 FLORIANO, A. Colección diplomática del monasterio de Belmonte, pp. 201-202. 65 Dirigió esta tenencia en 1139 y 1170, ibíd., pp. 199-201. 48

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so IX.66 Tras la muerte de su primera esposa, el conde Pedro Alfonso casó en 1170 con Sancha Fernández. En 1173, don Pedro entregó su cuerpo y todas sus pertenencias situadas en León, en Campos, en Castilla, en tierra de Avia, en Asturias y en Nájera a la Orden de San Juan.67 Solo unos años más tarde, en 1178, su viuda, que en ese momento estaba casada con el conde don Gonzalo, donaría a la Orden las arras que le había entregado don Pedro.68 Se desconoce si esta pareja tuvo descendencia, aunque Sancha tuvo una hija que en 1178 estaba casada con el conde Alfonso Ramírez, hijo de Ramiro Froilaz.69 Gutierre Vermúdez era otro de los hermanos del conde Suero Vermúdez. Había nacido en 1086 y casó con doña Toda Pérez de Traba, hija del conde Pedro Froilaz, lo que le facilitaría el acceso a tierras gallegas; llegaría a ser conde de Monterroso y Montenegro en 1112.70 De esta unión nació Vela Gutiérrez, que logró ascender en la corte al lado de su suegro, el conde Ponce de Cabrera. Probablemente don Vela casó antes de 1149 con Sancha Ponce, pues en 1147 era tenente de Morales del Rey por delegación del conde Ponce.71 En 1149 aparece por primera vez junto a su esposa, doña Sancha, en la carta fundacional del monasterio de San Esteban de Nogales. Ese mismo año recibió la tenencia de Cabrera, que ostentaría hasta 1154.72 En 1156 fue nombrado mayordomo del infante don Fernando73 y permaneció a su servicio durante los primeros momentos de su reinado; pero en 1157 se enfrentó al nuevo monarca y pasó al servicio de Sancho III, acompañando a MARTÍNEZ, M. Cartulario de Santa María de Carracedo, 992-1274, vol. 1, León, 1997, doc. 112. Todo indica que Elvira Pérez es la condesa que había prohijado a Alfonso IX y que falleció con anterioridad a 1215. CDACL, doc. 1848. 67 GARCÍA TATO, I. Las encomiendas gallegas de la Orden Militar de San Juan de Jerusalén.Estudio y edición documental, tomo I, Santiago de Compostela, 2004, doc. 22. 68 Ibíd, doc. 35. 69 El diploma anterior está confirmado por «conde Alfonso, mi hierno, lo confirma». Con la documentación de la que hasta ahora disponemos no podemos afirmar que don Pedro fuera el padre de la hija de Sancha Fernández porque las primeras noticias de su matrimonio datan de 1170, y por lo tanto, en 1178 la hija no tendría edad para contraer nupcias, por lo que sospechamos que pudiera tratarse de una hija habida en un matrimonio anterior de doña Sancha. Sin embargo, otra hipótesis posible es que Pedro y Sancha hubieran casado con anterioridad a 1170 y, entonces, Pedro Alfonso podría ser el progenitor de la esposa del conde Alfonso Ramírez. 70 CALLEJA PUERTA, M. El conde Suero Vermúdez, pp. 101-102. 71 FERNÁNDEZ-XESTA, E. Un magnate catalán en la corte de Alfonso VII. Comes Poncius de Cabreira, Princeps Çemore, Madrid, 1991, p. 87. 72 QUINTANA PRIETO, A. Tumbo viejo de San Pedro de los Montes, León, 1971, docs. 169, 171, 173, 178. 73 BURÓN CASTRO, T. GDF, doc. 83. 66

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su suegro, Ponce de Cabrera. Ambos permanecieron en Castilla desde octubre de 1157 hasta mayo de 1158, cuando regresaron a León. Allí falleció Vela Gutiérrez poco después.74 De su matrimonio con doña Sancha Ponce nacieron García, Rodrigo, Fernando, Juan, Pedro, Ponce y María Vela.75 Rodrigo, García y Juan no llegaron a la edad adulta. Don Pedro Vela sería canciller a partir de 1184 y Ponce Vela ocuparía varias de las tenencias ligadas a su familia, como Asturias, Tineo y Gozón.76 Doña Urraca Vermúdez era otra de las hermanas del conde Suero Vermúdez, que casó con Gonzalo Ansúrez. De este matrimonio nacieron Pedro, Rodrigo, Cristina y Sancha González, que casó con el conde Fernando Pérez de Traba. ÁRBOL

GENEALÓGICO DE LOS

VERMÚDEZ

Vermudo Ovéquiz ↔ Jimena Peláez (1044-1093) Suero Vermúdez ↔ Enderquina

Gutierre V. ↔ Toda Pérez

Alfonso V. ↔ ? (1092-1129)

Urraca V. ↔ Gonzalo Ansúrez

Jimena V. ↔ Pelayo Muñoz

GENEALÓGICO LOS VERMÚDEZ Sancha Rodrigo DE Cristina Sancha PonceÁRBOLPedro ↔ ↔ Vela Gutiérrez Fernando (1129-c. 1160) P. Traba

Pedro Alfonso ↔ 1 María F. 2 Sancha F.

Rodrigo A.

Gonzalo A.

María A.

Aldonza

Flámula

Gontrodo

Velasquita Munio

Teresa A.

Urraca A.

Elvira Pérez

74 Su viuda y sus hijos hicieron una donación a la catedral de Astorga en remedio de su alma fechada el 15 de septiembre de 1158. Tumbo Negro de la catedral de Astorga. BNE, ms. 4357, fol. 48r, n.º 55. 75 Trataremos con mayor profundidad de los hijos de Vela Gutiérrez y Sancha Ponce en el epígrafe dedicado a los Cabrera, porque tuvieron mayor vinculación con tierras zamoranas. 76 FLORIANO LLORENTE, P. Colección documental de la Catedral de Oviedo, docs. 210, 212, 214, 216, 219.

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IV. Los Noreña Junto a los Vermúdez, los Noreña fue otra de las parentelas que dominó el territorio asturiano durante los reinados de Fernando II y Alfonso IX de León. Ana Fernández ha dedicado un artículo a analizar los orígenes y ascensión de esta familia.77 El primero de los miembros de esta familia que logró integrarse en la corte leonesa fue Diego Abregón, que aparece por primera vez en la documentación en 1144, gracias probablemente a su apoyo a Alfonso VII para sofocar la sublevación del conde Gonzalo Peláez. Pero será en el reinado de Fernando II cuando don Diego ascienda en la escena política. Desde 1158 estaría al frente de la tenencia de Siero.78 A partir de 1163 aparece como tenente de Laviana.79 Probablemente esta es la comarca en la que la familia tenía sus raíces y su base patrimonial, ya que Fernando II así lo destaca en la donación que hizo a don Diego de villa Viridi en Laviana.80 Diego Abregón falleció en torno a 1173, ya que entonces desaparece de la documentación. No se conoce el nombre de su esposa, aunque tuvo con ella varios hijos, entre los que destacó don Álvaro Díaz de Noreña, que tuvo un lugar destacado en la corte leonesa. Ocupó las tenencias de Siero y Laviana, que había tenido su padre, pero además Fernando II y Alfonso IX le concedieron las de Caso, Cabrales, Aguilar, Ponga, Amieva, Maliayo, Oviedo y Asturias.81 Se desconoce el nombre de su esposa, con quien tuvo al menos cinco hijos: Teresa y Gontrodo, que fueron monjas en San Bartolomé de Nava82 y María Álvarez, que casó con el noble asturiano Pedro Peláez Queixal, hijo de Pelayo Queixal. Entre los varones se documenta a Fernando Álvarez, que fue alférez entre noviembre de 1212 y enero de 1213,83 y a Ordoño Álvarez, que tomó el testigo de su padre al frente de la familia. Ordoño al frente de las tenencias de Siero, Caso, Laviana,

77 FERNÁNDEZ SUÁREZ, A. «Orígenes y ascensión de un linaje nobiliario asturiano: los Álvarez de Noreña», Asturiensia Medievalia, 8 (1995-1996), pp. 239-261. 78 GARCÍA LARRAGUETA, A. Colección de documentos de la catedral de Oviedo, docs. 169, 172. 79 Ibíd., doc. 172. 80 SANZ FUENTES, M.ª J. y RUIZ DE LA PEÑA, J. I. Colección diplomática del monasterio de San Vicente de Oviedo (siglos XIII-XIV), Oviedo, 1991, doc. 287. 81 FERNÁNDEZ SUÁREZ, A. «Orígenes y ascensión de un linaje nobiliario asturiano», pp. 260-261. 82 Ibíd., p. 247. 83 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. 2, docs. 283-286.

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Aguilar, como lo habían sido sus antepasados, pero además Alfonso IX le concedió las tenencias de Nava y Piloña.84 LOS NOREÑA Diego Abregón

LOS NOREÑA Álvaro Díaz

Teresa

María ↔ Pedro Peláez

Fernando

Ordoño Álvarez

V. Los Flaínez Los Flaínez fueron, sin duda, la parentela más poderosa del territorio leonés durante los siglos centrales de la Edad Media. Pascual Martínez Sopena les ha dedicado una monografía que pronto verá la luz.85 El origen de la parentela se sitúa en el siglo X, en que emerge la figura de cierto Flaín. Su nieto, Flaín Muñoz, que vivió hasta finales del siglo X, tuvo al menos dos hijos varones, Fernando y Pedro Flaínez, que darían origen a dos ramas de la parentela, las cuales se desarrollarán paralelamente y ejercerán gran influencia en las tierras vinculadas a su familia; es decir, la Somoza leonesa. Sus bisnietos Osorio Martínez y Ramiro Froilaz vivieron en la corte de Alfonso VII. Hacia 1138 el conde Osorio era uno de los principales magnates de la corte imperial, pero perdió la gracia del emperador, que comenzó a favorecer a Ramiro Froilaz, su primo lejano. Don Ramiro era hijo del conde Froila Díaz y Estefanía Sánchez, hija del infante Sancho Garcés de Navarra. Froila Díaz había sido mayordomo de Raimundo de Borgoña y figura como conde en Astorga, León y el Bierzo en la primera década del siglo XI.86 Su matrimonio con la dama navarra aportó a su descendencia un enorme prestigio y sangre real. La pareja tuvo tres hijos: Diego Froilaz, que murió en torno a 1140 —dejando una hija llamada Estefanía, que sería FERNÁNDEZ SUÁREZ, A. «Orígenes y ascensión de un linaje nobiliario asturiano», art. cit., pp. 249-250. 85 MARTÍNEZ SOPENA, P. Prolis Flainiz. Los Flainez y la sociedad leonesa del siglo X al XII (en prensa). Agradecemos que nos haya permitido su consulta para elaborar nuestro trabajo. 86 Ibíd. 84

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desheredada por sus parientes—, el conde Ramiro Froilaz y María Froilaz. Doña María, que es denominada clientula por la reina Urraca en 1112, casó en primeras nupcias con el conde gallego Melendo Núñez, fallecido antes de 1150. De esta unión nacerían Mayor y Nuño Meléndez. Don Nuño fue uno de los principales de la ciudad de León. Contrajo matrimonio con Urraca López de Haro.87 El fruto de esta unión fue María Núñez, que, andando el tiempo, fundó el monasterio de Otero de las Dueñas, en cuyo archivo se encuentra abundante documentación sobre la familia. A su muerte, Nuño Meléndez fue sepultado en San Isidoro de León, junto a otros miembros de su parentela. Tras enviudar, María Froilaz casó con el conde asturiano Pedro Alfonso, sobrino del conde Suero Vermúdez.88 De esta unión nacería Elvira Pérez, que contrajo nupcias con el conde Gómez González de Traba. Doña María fue enterrada en San Isidoro de León. Ramiro Froilaz se convirtió pronto en el cabeza de familia. Había entrado en la escena política de la mano de su padre, Froila Díaz, en tiempos de la reina doña Urraca. Durante la década de los años veinte, estuvo al frente de las tenencias de Villafranca, Ulver e Iorres, en el Bierzo;89 poco después recibió las tenencias de León,90 Astorga,91 el Bierzo,92 Molinaseca, Monteagudo, Villarmildo, Oteros y Valdeorras, entre otras.93 Su proximidad al soberano hará de él el magnate leonés más poderoso del momento. Recibió el cargo de alférez en 113294 y solo unos años más tarde, en 1139, le fue concedido el título condal. Además se encargó de dirigir las tropas leonesas en la conquista de Almería. Desde 1140 el rey le comenzó a entregar las tenencias que hasta entonces habían estado en manos de su paCANAL SÁNCHEZ PAGÍN, J. M.ª «La casa de Haro en León y Castilla durante el siAnuario de Estudios Medievales, 25/1, 1995, p. 20. 88 Hemos tratado ampliamente del conde Pedro Alfonso en el epígrafe dedicado a los Vermúdez. 89 QUINTANA PRIETO, A. Tumbo viejo de San Pedro de los Montes, doc. 136. 90 En 1141 fue tenente de la ciudad de León. VICENTE VIGNAU, Cartulario de Eslonza, p. 109. GARCÍA LARRAGUETA, A. Colección de documentos de la catedral de Oviedo, pp. 395-397. 91 Fue tenente de Astorga en varias etapas: la primera desde 1131 hasta 1148, véase RODRÍGUEZ, R. Catálogo de Otero de las Dueñas, doc. 227. 92 Estuvo al frente de la tenencia del Bierzo en varios períodos: desde 1123 hasta 1146, durante 1155 y 1156, en 1157. QUINTANA PRIETO, A. Tumbo viejo de San Pedro de los Montes, doc. 71, y desde 1163 hasta 1169. VIGNAU, V. Cartulario del monasterio de Eslonza, doc. 70. 93 BARTON, S. The aristocracy, pp. 288-289. 94 Fue alférez durante más de un año, desde mayo de 1132 hasta septiembre de 1133 (SVO, doc. 172, y AC Orense, I, pp. 28-29). 87

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riente el conde Osorio Martínez. Paralelamente el conde Ramiro comenzó a tejer una importante red de parentesco con el fin de crear un poderoso grupo nobiliario. Así, casó a su hermana María Froilaz con el conde Pedro Alfonso, a su hija Estefanía Ramírez con Ponce de Minerva, mientras Vela Gutiérrez, primo del conde Pedro, contraía matrimonio con Sancha Ponce, hija de Ponce de Cabrera. Así creaban un fuerte vínculo que unía a los Flaínez con los Vermúdez, los Cabrera y los Traba. Tras la muerte de Alfonso VII, el conde Ramiro permaneció al lado de Fernando II de León. Durante la década de los sesenta mantuvo las tenencias de Gordón, Boñar, Casayo, Cifuentes, Monteagudo, Peñamián, Valdeorras, Villanueva y Villafranca del Bierzo; además de Astorga y el Bierzo. Murió en 1168 y fue enterrado en San Isidoro de León. El conde Ramiro casó en cuatro ocasiones: la primera de ellas con doña Inés, perteneciente al linaje de los reyes de Francia;95 de esta unión nacieron Alfonso y Froila Ramírez. En segundas nupcias casó con Sancha, y en tercer lugar con Elo Álvarez, que ha sido identificada como nieta del conde Pedro Ansúrez.96 Con estas mujeres tendría a Estefanía y García Ramírez, aunque no es posible establecer su respectiva filiación. Antes de morir, casó en 1168 con Elvira Osorio, de la que no tuvo descendencia. Don Alfonso Ramírez, el primogénito del conde Ramiro Froilaz, fue tenente de Astorga en 1170.97 A partir de 1172 aparece investido de la dignidad condal.98 Fue tenente del Bierzo entre 1180 y 1183.99 Probablemente falleció poco después, ya que desaparece de la documentación. El conde tuvo una hija llamada Inés, posiblemente con una hija de la condesa Sancha Fernández, la segunda esposa del que fuera su tío, el conde Pedro Alfonso de Asturias.100 Su hermano Froila Ramírez tomaría el relevo de su hermano en la dirección de la familia. En 1162 estaba al frente de la tenencia del Bierzo, que en 1180 y 1181 compartió con su hermano don Alfonso. Posteriormente la gobernó en solitario hasta 1200.101 Además, relevó a su hermano al frente de la tenencia de Asturias.102 Entre 1190 y 1192 fue tenente de UlAsí figura en un epígrafe de San Isidoro. BARTON, S. The aristocracy, p. 288. 097 CAVERO DOMÍNGUEZ, G. y MARTÍN LÓPEZ, E. Colección documental de la catedral de Astorga, II, León, 2000, doc. 816. 098 Ibíd., doc. 826. 099 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 204. 100 No podemos asegurar que el conde don Pedro fuera el padre de esta mujer. 101 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. 2, docs. 44, 90, 91, 112, 130. 102 ÍD., Regesta de Fernando II, doc. 186, p. 428. 095 096

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ver,103 Villafranca y Valcárcel.104 Pero además de las tenencias bercianas que tradicionalmente habían estado vinculadas a su familia, el conde Froila obtuvo las tenencias gallegas de Sarria, Montenegro105 y las Asturias.106 El conde Froila Ramírez murió en torno a 1202 y fue sepultado en el monasterio de Carracedo. El conde Froila casó en dos ocasiones: la primera de ellas con Urraca González de Traba, hija de Gonzalo Fernández de Traba,107 de la que tuvo varios hijos:108 María Froilaz, Teresa Froilaz, que casó con Rodrigo Pérez de Villalobos,109 y Nuño Froilaz,110 que casó con doña Mayor Pérez.111 Don Nuño tomó el relevo al frente de la familia tras la muerte de su progenitor,112 y fue tenente de Monte Agudo en 1206.113 El conde Froilaz contrajo segundas nupcias con Sancha Fernández, de quien tuvo a Vermudo, Diego, Rodrigo y Ramiro Froilaz.114 Don Diego fue tenente de Mansilla115 y de Peñafiel, y su hermano, don Ramiro, de Lillo.116

GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. 2, docs. 34-37. Ibíd., docs. 50-57, 45. 105 Ibíd., docs. 5, 9, 14, 15, 16. 106 Ibíd., docs. 21, 23, 14, 16, 30, 31, 32. 107 GARCÍA TATO, I. Las encomiendas gallegas de la orden militar de San Juan de Jerusalén. Estudio y edición documental, tomo I, época medieval, Santiago de Compostela, 2010, docs. 39, 1182. Ego domina Urraca Gundisalvi una cum viro meo domino Froia Ranemiri sponanea voluntate facimus textum scripturae et kartulam testamenti pro nobis et pro ovni voce nostra et offerimus Deo et Sanctae Mariae et domui Hospitales Sancti Iohannis Baptiste (…) de hereditatibus meis quas habeo ego domina Urraca habeo de patre meo comite domino Gundisalvo Fernandi in terra de Cedeira unam dictam Regulam et aliam Texidu. Ibíd., doc. 40. 108 CDACL, docs. 1581, 1681. 109 Rodrigo Pérez era hijo de Pedro Arias y Constancia Osorio, hija del conde Osorio Martínez. 110 Ego, domna Sancia, commitissa, cum filiis meis quos habeo de domnus Froila, comes, et nos, qui sumus ex alia parte filii istius comes, Nunnius Froila et Tarasia Frolez et María Frolez. DOMÍNGUEZ SÁNCHEZ, S. Colección documental del monasterio de Santa María de Carvajal (1093-1461), León, 2000, doc. 83. 111 FERNÁNDEZ FLÓREZ, J. A. Colección de Sahagún, 1609. 112 En el capítulo 7 se analizarán las donaciones que recibió pro bono servitio, situadas mayoritariamente en el Bierzo, donde su familia tenía numerosas propiedades. 113 CDACL, doc. 1790. 114 HERRERO JIMÉNEZ, M. Colección documental del monasterio de Villaverde de Sandoval, docs. 54, 64. 115 Ibíd., doc. 64. 116 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. 2, doc. 435. 103 104

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Don García Ramírez, el último de los hijos varones del conde Ramiro Froilaz, ocupó la alferecía leonesa entre 1168 y 1170.117 En 1178 desaparece de la documentación, por lo que deducimos que falleció en torno a esa fecha. Fue sepultado en San Isidoro de León. Parece que el conde Ramiro Froilaz solo tuvo una hija, doña Estefanía Ramírez, que contrajo matrimonio en 1140 con Ponce de Minerva, que probablemente había nacido en el Languedoc y llegó a León en 1129 cuando aún era un adolescente, formando parte del séquito que acompañó a doña Berenguela en su viaje para contraer nupcias con Alfonso VII. Tras su llegada a tierras leonesas fue acogido por la infanta doña Sancha, que se ocupó de su educación.118 El hecho de ser el protegido de la poderosa hermana del emperador le garantizaba la proximidad a la corte y grandes posibilidades de ascender en la vida pública. Asimismo, doña Sancha probablemente fue quien concertó su matrimonio con Estefanía Ramírez. Será a partir de la década de los cuarenta cuando Ponce de Minerva comience a ascender en la corte. En 1140 aparece por primera vez ocupando un cargo público, pues le fue entregada la alferecía,119 y en 1144 continuará siendo alférez, además de ostentar la tenencia de Mayorga.120 Durante esta década Ponce de Minerva conseguirá además un importante aumento patrimonial, pues obtuvo importantes donaciones de su protectora y de su suegro,121 que entregaron numerosos bienes al matrimonio que se iba a formalizar.122 Sus principales propiedades se localizan en la ribera del Porma,123 a orillas del Órbigo,124 y en la ciudad de León.

117 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos Medievales del Reino de Galicia de Fernando II, docs. 89, 97-119. 118 GARCÍA CALLES, L. «Doña Sancha, hermana del emperador», Anejos del Anuario de Estudios Medievales, 2, León-Barcelona, 1972, pp. 30-31. 119 CDACL, docs. 1021, 1024. 120 FERNÁNDEZ FLÓREZ, J. A. Colección de Sahagún, docs. 1281, 1282, Poncius de minerua armiger tenens Maioric; Poncius de Minerva, armiger imperatoris. 121 En el capítulo 7 se analiza con mayor detalle su patrimonio. 122 CANAL SÁNCHEZ-PAGÍN, J. M.ª, Documentos del Monasterio de Carrizo de la Ribera en la Colección Salazar, doc. 1. En 1140 la infanta doña Sancha donó a la pareja la villa de Argavallones. 123 Sandoval, Villaverde, Santa Eugenia, Villamoros, Valdesogo Villaturiel, Arcahueja, Valdesaz, Quintanilla, Villaselán, Palacio, Grajal, Fuentes, Pajares, etcétera. Véase HERRERO JIMÉNEZ, M. Colección de Sandoval, docs. 1, 2, 4, 6, 9; además de otras en territorio de Mansilla de las Mulas, ibíd., doc. 26, y en territorio de Rueda del Almirante, doc. 27. Probablemente poseía importantes propiedades en la ciudad de León, de cuyas torres era tenente, pues en su testamento deja a sus hijas la propiedad de varias casas en la ciudad, ibíd., doc. 30. 124 En este lugar doña Estefanía Ramírez fundó el monasterio de Santa María de Carrizo.

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Hasta la muerte de Alfonso VII, logró numerosas tenencias como Cea125 en 1152, Mayorga y Gatón en 1155,126 y la de las torres de la ciudad de León en 1157.127 Tras el fallecimiento del emperador, permaneció en la corte leonesa sin que se hayan documentado enfrentamientos con el nuevo monarca. Durante los primeros años del gobierno de Fernando II y tras superar la etapa de reajustes de poder que supone un cambio en el trono, además de la división del imperio de Alfonso VII, Ponce de Minerva se convirtió en uno de los dignatarios fieles al joven monarca leonés, del que obtuvo importantes cargos y propiedades. Así, estuvo al frente de la tenencia de las torres de León, que llevaba aneja la defensa de la ciudad, y en 1161 el monarca le nombró tenente de la ciudad de León, con lo que se completaba su dominio sobre la ciudad regia,128 y de nuevo la alferecía.129 El fortalecimiento del poder de Ponce de Minerva se vio culminado con la obtención de la dignidad condal en 1164. El conde Ponce se había convertido en uno de los individuos siempre presentes en las listas de confirmantes de Fernando II, era uno de sus principales consejeros. Así, en julio de 1167 el rey le nombró mayordomo, aunque conservaría por poco tiempo el oficio palatino, ya que en septiembre de ese mismo año, fue sustituido por Armengol de Urgel. Sin embargo, Ponce de Minerva continuaba al frente de importantes tenencias, como Ceón y Riaño,130 Castrotierra,131 Coyanza y Melgar en 1165,132 y León.133 En 1167 será tenente de Castroverde,134 y de la ciudad de Zamora.135 Pero, a pesar de esta acumulación de poder y de gozar de la confianza de Fernando II de León, en 1169 el conde Ponce de Minerva cambió de fidelidad y cruzó la frontera para servir a Alfonso VIII de Castilla. 125 GDF, doc. 67. 1152, junio, 23. Posteriormente estará al frente de la tenencia de Cea en diciembre de 1171, FERNÁNDEZ FLÓREZ, J. A. Colección de Sahagún, doc. 1371. Comite Pontio tenente Zeia. 126 Ibíd., doc. 1322. 1155, noviembre 20, Ponç de Menerba in Mayorga et in Gaton. 127 RECUERO ASTRAY, M. Documentos medievales del Reino de Galicia: Alfonso VII, 1126-1157, Santiago, 1998, docs. 4, 5. Poncio de Minerua, tenen turris legionensis. 128 JULAR PÉREZ-ALFARO, C. Los Adelantados y Merinos Mayores de León, pp. 139-140. Ponce de Minerva ocupó el cargo de tenente de la ciudad de León hasta 1168, aunque en 1164 ocupaba el cargo junto a Fernando Rodríguez. 129 GONZÁLEZ, J. Regesta de Fernando II, pp. 387-368. 130 GDF, doc. 93. 131 FERNÁNDEZ FLÓREZ, J. A. Colección de Sahagún, doc. 1308. 132 VIGNAU, V. Cartulario de Eslonza, doc. XCII. 133 FERNÁNDEZ FLÓREZ, J. A. Colección de Sahagún, doc. 1356. 134 MARTÍN RODRÍGUEZ, J. L. La Orden Militar de San Marcos de León, doc. 60. 135 BARTON, S. The aristocracy, p. 287. SÁNCHEZ RODRÍGUEZ, M. El Tumbo Negro de Zamora. Colección diplomática y estudio, Salamanca, 1985, 15 de agosto de 1167, y 1168.

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A partir de entonces, y por un período corto de tiempo, se le localiza en el reino castellano, donde llegó a ocupar la mayordomía136 y tuvo propiedades en Azaña137 y Benavides como pago a los servicios prestados a Alfonso VIII. No obstante, parece que el tiempo en el que el conde Ponce sirvió al monarca castellano fue al parecer de manera intermitente, pues en 1170 le otorga las tenencias fronterizas de Cea y Saldaña.138 Es probable que en ese mismo año Ponce de Minerva fuera enviado por el rey de Castilla a la corte de Enrique II de Inglaterra para buscar a la que se convertiría en su esposa, Leonor Plantagenet. En 1171 vuelve a aparecer en el ámbito leonés, pues recibe de manos de Fernando II el privilegio de exención de tributos regios a favor de sus vasallos;139 aunque casi simultáneamente fue nombrado mayordomo del rey de Castilla.140 Se desconocen los motivos por los que el conde Ponce cambió de fidelidad, aunque es posible que se sintiera desplazado por la llegada a León del conde de Urgel, que lo sustituyó en la mayordomía. A pesar de ello no parece que su salida de León fuera dramática, ni provocara un enfrentamiento con el rey, pues no hay indicios de que cayera en la ira regia; ya que conservó todas sus propiedades en tierra leonesa que posteriormente serían heredados por sus hijos. Asimismo, el conde continuó teniendo los bienes logrados en el territorio castellano, pues en 1173 da fuero a Azaña.141 Tras la muerte del conde Ponce, aunque antes de 1201, su nieto, Gonzalo Pérez, abad de Husillos, vendió al arcediano de Cuenca una heredad que había heredado de sus padres, Pedro García de Lerma y Sancha Ponce, que la habían recibido de manos del conde Ponce de Minerva,142 lo que confirma que Ponce de Minerva tuvo bienes en Castilla que fueron heredados por su descendencia. Resulta llamativo y elocuente el hecho de que en el fuero de Azaña se incluya una cláusula en la que hace referencia a su presencia habitual tanto en el reino del rey Alfonso (VIII), como en el del rey don Fernando (II),143 lo que indicaría que el paso de un lado a otro de la frontera y el cambio de serGONZÁLEZ, J. Alfonso VIII, II, docs. 123 y ss. HERNÁNDEZ, F. J. Los cartularios de Toledo, doc. 159. 138 FERNÁNDEZ FLÓREZ, J. A. Colección de Sahagún, doc. 1369. 139 CANAL SÁNCHEZ-PAGÍN, J. M.ª «Documentos del Monasterio de Carrizo de la Ribera en la Colección Salazar», doc. 1. 140 HERNÁNDEZ, F. J. Los cartularios de Toledo, doc. 163. Permaneció en el cargo al menos hasta abril de 1173. 141 Ibíd., doc. 164. 142 Ibíd., doc. 277. 143 Si forte aliquis uestrum hereditatem suam uoluerit uenderit, et si ego uel filius meus uoluerimus comparare eam pro tanto precio quantum alius dare uoluerit, et dederimus pre136 137

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vicio a uno u otro monarca quizá no provocaron demasiados conflictos a este dignatario; en cualquier caso, no afectaba a sus derechos sobre la villa, que debían ser cobrados con independencia de dónde se encontrara el señor. El conde Ponce de Minerva debió de morir en torno a 1176 y fue enterrado en el monasterio de Sandoval, que había fundado junto a su esposa. Tras la muerte del conde Ponce, doña Estefanía Ramírez emprendió una intensa campaña de apoyo a la expansión de la orden del Císter en tierras leonesas, promocionando la fundación de los monasterios de Santa María de Carrizo y Santa María de Benavides.144 Del matrimonio con Ponce de Minerva nacieron Ramiro Ponce, Sancha Ponce, que casó con Pedro García de Lerma, y María Ponce. Ramiro Ponce fue nombrado alférez en 1161145 y obtuvo la dignidad condal en 1180.146 La otra rama de los Flaínez está encarnada por los hijos de Martín Flaínez. El primero de ellos fue el conde Rodrigo Martínez, que comenzó su carrera política durante el reinado de doña Urraca,147 obtuvo la dignidad condal en 1129 y estuvo al frente de las tenencias de Campos, Castroverde, Grajal de Campos, León, Mayorga, Melgar, Villalobos y Somoza, entre otras.148 Murió en la campaña de Coria de 1138. Su hermano Osorio Martínez fue quien tomó el relevo al frente de la parentela y de las tenencias que había tenido don Rodrigo, como Campos, León, Villalobos, Mayorga, Melgal, Peñafiel, Villamayor y Benavente, entre otras.149 No obstante, como cium, accipiamus illam. Et si ubicumque fuero in ex petitionem regis, expectent me donec ueniam, et non uendat. Si autem fuero ultra serram in regno regis Adefonsi, uel in regno regis Fernandi faciat scire meo maiordomo, et expectet XL diebus, et si tunc non compara uero, uendat cui uolierit, qui idem forum et seruitium michi faciat quod ipse facere uolebat. BARTON, S. The aristocracy, pp. 325-326. 144 Sobre las fundaciones de esta dama leonesa, véase CALDERÓN MEDINA, I. «Las fundaciones cistercienses de Estefanía Ramírez», en JIMÉNEZ ALCÁZAR, J. F. et ál. (eds.). Actas del III.er Simposio Internacional de Jóvenes Medievalistas, Lorca, 2006, pp. 27-41. 145 Ocupó el cargo entre 1161 y 1168, véase CDACL, docs. 1513, 1528, 1529, 1530, 1535, 1539, 1540, 1552, 1555 y 1558. 146 HERRERO JIMÉNEZ, M. Colección de Sandoval, doc. 12 (17 de abril de 1180). In nomine Domini et eius gratia. Ego, comes Ramiro, ob remedium anime mee et parentum meorum, dono Deo et Beate Marie et vobis, donno Iohanni, abbati Salti Noualis, totique conventui, tam presenti quam futuro, locum meum de Uilla Mauros, quem dominus Adefonsus, imperator Hispaniarum, comiti Poncio, patri meo, dedit… No hemos localizado ningún otro documento en el que Ramiro Ponce se intitule comes. 147 Sobre este individuo véase MARTÍNEZ SOPENA, P. «El conde Rodrigo y los suyos. Herencia y expectativa de poder entre los siglos X y XII», en PASTOR, R. (coord.), Relaciones de poder, de producción y parentesco en la Edad Media y Moderna, Madrid, 1990, 51-84. 148 BARTON, S. The aristocracy, p. 294. 149 Ibíd., p. 271.

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apunta Martínez Sopena, a partir de 1140, Alfonso VII comenzó a entregar las tenencias que había tenido el conde Rodrigo a Ramiro Froilaz, potenciando así la otra rama de la familia, y el conde Osorio quedó relegado a un segundo plano en la escena política. En el Tratado de Sahagún de 1158 se reconocieron sus reclamaciones, pero, a pesar de ello, Osorio Martínez continuó enfrentado a Fernando II. En 1160 combatió al monarca leonés en Lobregal, donde perdió la vida. El conde Osorio había casado con Teresa Fernández, hija de la infanta Elvira Alfonso, con la que tuvo numerosa descendencia: Gonzalo, Constanza, Elvira, Jimena, Aldonza, Sancha, Fernando y Rodrigo.150 Don Gonzalo Osorio fue el señor de Villalobos desde 1173. Además, ocupó la mayordomía real entre 1176 y 1178,151 fue tenente de Mayorga y Valderas entre 1175 y 1178,152 y de Zamora en 1177.153 Murió en torno a 1187. Su hermana Constanza Osorio casó en primeras nupcias con Fernando Rodríguez de Castro, que la repudió en torno a 1158, para casarse con la hermana de Fernando II de León, doña Estefanía. Posteriormente, doña Constanza contrajo matrimonio con Pedro Arias, que probablemente fuera hijo del magnate gallego Arias el Calvo, con quien tuvo a Rodrigo Pérez de Villalobos, uno de los magnates más destacados de la corte de Alfonso IX. Durante este reinado, Rodrigo Pérez fue tenente de la Extremadura,154 la Transierra;155 además del Bierzo,156 Zamora,157 Asturias,158 Mayorga,159 Toro,160 Rueda, Villafáfila y León en 1209.161 Contrajo nupcias con Teresa Froilaz, hija del conde Froila Ramírez. Murió en torno a 1216 y fue sepultado en San Isidoro de León. Doña Elvira Osorio casó en tres ocasiones: la primera con Munio Fernández, la segunda en 1168 con el conde Ramiro Froilaz, que le entregó en arras la villa de Molinaseca, y la tercera, con Gutierre Rodríguez. Su MARTÍNEZ SOPENA, P. La Tierra de Campos Occidental, p. 381. CDCO, doc. 188-194. 152 MARTÍNEZ SOPENA, P. La Tierra de Campos Occidental, p. 384. 153 LERA MAÍLLO, J. C. de. Catálogo de los documentos medievales de la catedral de Zamora, doc. 110. 154 Cartulario de Carracedo, doc. 143. JULIO GONZÁLEZ, Alfonso IX, doc. 130. 155 JULIO GONZÁLEZ, Alfonso IX, docs. 176, 182. 156 MARTÍNEZ, M. Cartulario de Carracedo, docs. 159, 160, 161, 163, 165, 166, 169, 172, 173, 174, 178, 182, 194, 195, 196, 198. 157 JULIO GONZÁLEZ, Alfonso IX, doc. 168. 158 CDACL, doc. 1790. 159 Ocupó esta tenencia al menos entre 1188 y 1195, JULIO GONZÁLEZ, Alfonso IX, doc. 18. 160 Ibíd., docs. 51-73. 161 Ibíd., doc. 247. 150 151

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hermana Jimena Osorio contrajo matrimonio con Rodrigo Gutiérrez Girón, y a su muerte, en 1201, fue enterrada en el monasterio de Sahagún. Aldonza Osorio fue abadesa del monasterio de Santa María de Carvajal.162 LOS

PRIMEROS

FLAÍNEZ

Flaín Munio Flaínez (943-962)

Flaín Muñoz (970-c. 999)

Fernando Flaínez

Pedro Flaínez

LOS

(999-1052)

PRIMEROS

Flaín Fernádez ↔ Toda

(c. 1000-1052)

Diego Pétriz ↔ María Froilaz

(1020-1062)

(1044-c. 1069)

(1058-1108)

(hija infante Sancho Garcés de Navarra)

(1073-c. 1119)

Pedro Martínez Rodrigo M. Osorio M. (1108-1138)

(1123-1160)

(hija del conde Fruela Muñoz)

Froila Díaz ↔ Estefanía Sánchez

Martín Flaínez ↔ Sancha Fdez.

(1017-1123)

FLAÍNEZ

Diego Froilaz Ramiro F. ↔ 12

(c. 1120-c. 1150)

(1120-1168)

3 4

Inés Sancha Elo Álvarez Elvira Osorio

María F. ↔ 12

Melendo Núñez Pedro Alfonso

SANTIAGO DOMÍNGUEZ SÁNCHEZ, Colección documental del Monasterio de Santa María de Carvajal (1093-1461), León, 2000 (Colección Fuentes y Estudios de Historia Leonesa, n.º 87), doc. 93. 162

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DESCENDENCIA Ramiro F. ↔ 12 (1120-1168)

3 4

Alfonso R. (c. 1140-c. 1183)

Inés

Froila R. ↔ 12

(c. 1140-1202)

RAMIRO FROILAZ

DEL CONDE

Inés Sancha Elo Álvarez Elvira Osorio

García R.

Urraca González

Estefanía R. ↔ Ponce de Minerva

DESCENDENCIA CONDE Sancha Fernández DEL (?-c. 1178) RAMIRO FROILAZ

Teresa ↔ Ramiro Diego Rodrigo Vermudo Rodrigo P. Villalobos

Ramiro María P. Sancha P. ↔ Ponce Pedro G.ª Lerma Gonzalo (abad Husillos)

DESCENDENCIA

DEL CONDE

OSORIO MARTÍNEZ

Osorio Martínez ↔ Teresa Fernández (1123-1160)

Gonzalo

Constanza ↔ 1 Fernando 2

Jimena

Elvira ↔ 12 Munio Fdez.

Rodríguez Castro ↔ CONDE DESCENDENCIA DEL Pedro Arias

Rodrigo Gutiérrez

Ramiro Froilaz OSORIO MARTÍNEZ 3 Gutierre

Aldonza Rodrigo Fernando

Rodríguez

Osorio Fernando Pedro Gonzalo Rodrigo Gonzalo Pérez ↔ Teresa Froilaz

VI. Los Cabrera Al igual que sucedió con Ponce de Minerva, Ponce de Cabrera, a pesar de no haber nacido en León, consiguió integrarse en la corte regia y emparentar con la nobleza autóctona, y se estableció de manera definitiva en el reino de León, dando origen a una de las principales parentelas del reino. Ponce de Cabrera era el primogénito de Guerau II Ponç, vizconde de Gerona y Urgel, y Señor de Cabrera. Se trasladó a León formando parte del séquito que acompañó a doña Berenguela para contraer matrimonio con Alfonso VII en 1129. Su proximidad a la reina le facilitó su fulgurante ascenso en los órganos de poder del reino que le acogía. El mismo año de

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su llegada, el rey le entregaría importantes tenencias como el castillo de Ulver en el Bierzo163 y Zamora, que dirigiría desde entonces hasta 1159, llegando a intitularse princeps Çemore.164 El poder de don Ponce iba in crescendo y su participación en la política regia aumentaba por momentos. En 1138 recibió la tenencia de Cabrera.165 Esta comarca se convertiría en el lugar donde se asentaba gran parte del patrimonio que logró atesorar el conde Ponce a lo largo de su vida. Además, será en tierras de Zamora donde mayor poder y propiedades acumule. Pronto, en 1132, obtendrá la tenencia de Sanabria; la detentará hasta 1158,166 lo que le permitía controlar esta comarca zamorana. A lo largo de la década de los años treinta fue obteniendo importantes cargos de manos del emperador, pero sería durante los años cuarenta cuando se afianzaría su poder e influencia en la corte, gracias a que Alfonso VII le nombró su mayordomo. Tal vez esta proximidad al entorno regio fue favorecida por su matrimonio con doña María Fernández, hija del conde Fernando Pérez de Traba, y su parentesco con los Flaínez leoneses,167 pues a partir de entonces el señor de Cabrera aumentaría su poder vertiginosamente. Poco tiempo después de su matrimonio con doña María, el emperador le otorgaría la dignidad condal y la mayordomía.168 Ponce de Cabrera fue mayordomo en dos etapas durante la vida de Alfonso VII: la primera QUINTANA PRIETO, A. San Pedro de los Montes, doc. 190. En la ribera del río Eria poseía las tenencias de Morales del Rey, Castro Toraf, al frente de la que estaría desde 1140, y Villalpando, que ocupó desde 1146 hasta 1159, véase FERNÁNDEZ FLÓREZ, J. A. Colección de Sahagún, docs. 1324-1332. Fue mandante de Toro en 1153 y de Malgrad-Benavente en 1159, véase FERNÁNDEZ-XESTA, E. Un magnate catalán, p. 93. 165 Estuvo al frente de esta tenencia durante gran parte de su vida, aunque entre 11481156 se la cedió a su yerno Vela Gutiérrez, que la tendría sub manus eius. QUINTANA PRIETO, A. El obispado de Astorga en el siglo XII, Astorga, 1985, docs. 154, 163, 165. 166 RODRÍGUEZ GONZÁLEZ, A. Tumbo del monasterio de San Martín de Castañeda, docs. 16, 20, 38. 167 En alguno de nuestros trabajos hemos barajado la posibilidad de que la primera esposa del conde Ponce de Cabrera, doña Sancha, fuera hermana del conde Ramiro Froilaz y María Froilaz. De ser cierta esta hipótesis, sería cuñado del conde Ramiro Froilaz y del conde Pedro Alfonso, y tío, por tanto, de Estefanía Ramírez, la esposa de Ponce de Minerva. Asimismo, el conde Ponce para fortalecer casó a su hija, Sancha Ponce, con Vela Gutiérrez, primo del conde Pedro Alfonso y sobrino de Fernando Pérez de Traba. Todos estos magnates formaban un sólido grupo nobiliario que desde la década de los cuarenta se convirtió en el principal apoyo de Alfonso VII, véase CALDERÓN MEDINA, I. «Cuatro magnates en la corte de Alfonso VII. Su continuidad al servicio de la monarquía leonesa», en Monarquía y sociedad en el reino de León. De Alfonso III a Alfonso VII, vol. II, León, 2007, pp. 452-458. 168 Existe una pequeña controversia acerca de la fecha en la que Ponce de Cabrera obtuvo la dignidad condal. Recuero Astray afirma que fue en 1141, mientras que Fernández163 164

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de ellas entre 1142 y 1145, aunque en ocasiones alterna el cargo con su antecesor; y, la segunda, desde 1146 hasta la muerte del emperador. En 1147 participó en la conquista de Almería, dirigiendo las tropas de la Extremadura.169 Tras la victoria, el monarca le concedió la tenencia de la ciudad,170 aunque la tuvo poco tiempo, puesto que la plaza fue recuperada por los musulmanes. Asimismo, estuvo al frente de importantes tenencias en tierras zamoranas, como Morales del Rey, Castro Toraf y Villalpando entre 1146 y 1159,171 y las destacadas plazas de Toro, desde 1153, y Malgrad en 1159.172 Además, el conde Ponce recibió importantes tenencias en el área salmantina y llegó a ser tenente de la ciudad de Salamanca entre 1156 y 1161. A partir de entonces colaboró con Fernando II en la repoblación de esta zona periférica del reino y el monarca le otorgó la tenencia de Ciudad Rodrigo en 1161 y Ledesma.173 Tras la muerte de Alfonso VII, Ponce de Cabrera permaneció al lado de su hijo, Fernando II, de quien era mayordomo desde 1156 y continuó siéndolo hasta el otoño de 1157. No obstante, y aunque en los primeros compases del reinado fue fiel al nuevo monarca leonés, pronto hubo un desentendimiento con Fernando II, y salió del reino para servir a Sancho III de Castilla. Se desconocen las causas exactas de este desencuentro, aunque tradicionalmente se había aceptado que el motivo fue el llamado «Motín de la Trucha», un hecho legendario acaecido en la ciudad de Zamora, y que el rey don Fernando expulsó al conde Ponce, arrebatándole gran parte de su patrimonio. Pero aunque esta leyenda tenga, al parecer, un sustrato de realidad, no fue el motivo de la salida del conde Ponce de tierras leonesas. Sea cual fuere la causa de este cambio de fidelidad, solo se puede documentar el servicio del conde Ponce y su yerno, Vela Gutiérrez, al monarca castellano, desde octubre de 1157 hasta mayo de 1158. La historiografía tradicional, a partir de unas breves notas de la Primera Crónica General de España,174 consideró que la salida del conde Ponce y otros magnates

Xesta asegura que fue nombrado conde entre los meses de marzo y abril de 1142, FERNÁNDEZ-XESTA, E. Un magnate catalán, pp. 116-117. 169 El autor del Poema de Almería destaca las dotes militares del magnate, su valor y su fidelidad a Alfonso VII, véase, GIL, J. (ed.), Prefatio de Almaria: Chronica hispana saeculi XII, Turholt, 1990 (Colección Corpus christianorum. Continuatio mediaevalis, n.º 71), versos 176-198. 170 HERNÁNDEZ, F. J. Los cartularios de Toledo, doc. 59. 171 FERNÁNDEZ FLÓREZ, J. A. Colección de Sahagún, docs. 1324-1332. 172 FERNÁNDEZ-XESTA, E. Un magnate catalán, p. 93. 173 Ibíd., p. 92. 174 Este rey don Fernando de León, assi como cuentan las estorias, buen rey fue, piadoso et rey de misericordia et de buen alma; pero, assi como cuenta el arzobispo don Ro-

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del reino de León estuvo motivada porque Fernando II les había arrebatado injustamente numerosos bienes y decidió atravesar la frontera y servir a Sancho III. Durante mucho tiempo se consideró que el tratado de Sahagún había sido propiciado por el rey castellano para que su hermano resarciera el daño causado y perdonara y acogiera de nuevo a los magnates desnaturados. Tras esa breve estancia en Castilla, el conde Ponce regresó a la corte leonesa y permaneció en el entorno regio durante algún tiempo, sin recibir ningún cargo político importante, aunque sí confirmaba los diplomas reales. Probablemente Fernando II estaba poniendo a prueba la lealtad de este magnate, que le había abandonado poco tiempo antes. Pero en abril de 1160, cuando el joven rey de León necesitaba el apoyo y el asesoramiento de un político experimentado ante la situación que se estaba viviendo en Castilla con la minoría de Alfonso VIII, y para poder hacer frente a la guerra con los tutores del rey niño, confió la mayordomía a Ponce de Cabrera, que la tuvo de manera casi ininterrumpida hasta mediados de 1162. Probablemente falleció entre marzo de 1162 y septiembre de 1164, aunque no se puede establecer con exactitud la fecha de su muerte. El conde Ponce casó en primeras nupcias con una mujer llamada Sancha, que posiblemente pertenecía a los Flaínez,175 de la que nacerían sus hijos Giraldo, Fernando Ponce el Mayor y Sancha Ponce. Posteriormente, contrajo nupcias con María Fernández de Traba, con quien tendría a Fernando Ponce el Menor. Parece que Giraldo se decidió por la carrera eclesiástica y fue sepultado en San Julián de Samos. Mientras, Sancha Ponce

drigo. Oye de ligero dichos de losenias et de mezclas, et a los quel andavan murmuriando destas cosas tales et de tuertos et nemigas. Et aquellos losenieros quel esto dizien querien turviar los començos del su regnado, et dixieronle algunos dellos por murmurios mal de algunos de sus condes et rycos ommes, et meçclaron y con el al conde don Ponç et a otros de los buenos omnes. Et el rey, creyendo la mezcla dellos, tollio al conde don Ponç et a otros de los altos ommes las tierras et las feubdas que tenien de. Entonçes el conde don Ponç quando se uiosin tierra et desamparado et maltrecho, ell et los otros rycos omnes maltrechos desta guisa, fueronse poral rey don Sancho de Castiella et mostraronle este fecho et querellanronse com ell rey don Fernando su hermano por consejo de dicho de omnes raffezes et viles les tollera sus tierras et lo que tenien que les diera su padre el emperador. Et quando esto oyo el rey don Sancho, touolo por tuerto et por mal, et con pesar que ouo del buen fecho de su padre desfazerse assi por dicho de omnes villes, saco su huest et fuese pora Sant Fagunt contra León. CATALÁN, D. y ANDRÉS, M.ª S. de (eds.), Crónica General de España de 1344, Madrid, 1971, p. 665. 175 Hemos desarrollado esta teoría en CALDERÓN MEDINA, I. Cuatro magnates en la corte de Alfonso VII. Su continuidad al servicio de la monarquía leonesa. Monarquía y sociedad en el reino de León. De Alfonso III a Alfonso VII, León, 2007 (Colección Fuentes y Estudios de historia leonesa, n.º 118), pp. 343-374.

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casó con Vela Gutiérrez, junto a quien fundó el monasterio de Nogales.176 De este matrimonio nacieron Rodrigo, García y Juan, que murieron antes de llegar a la edad adulta, además de Pedro Vela, que fue canciller real desde 1186, y Ponce Vela, que se convirtió en el principal personaje de la familia. Fue mayordomo en 1185177 y tenente de las tenencias que habían estado vinculadas a su familia paterna,178 además de las que con anterioridad habían ocupado su abuelo materno y sus tíos, como Mansilla,179 Zamora,180 Extremadura,181 el Bierzo, Villafáfila,182 Villamor183 y Mayorga.184 Ponce Vela casó con Teresa Ruiz. De esta unión nacieron Fernando, Juan y Pedro Ponce, que contrajo matrimonio con la hija bastarda de Alfonso IX, doña Aldonza Alfonso, y dio origen al linaje de los Ponce de León. María Vela fue la única hija del matrimonio y probablemente fue la domina del monasterio de Santa María de Moreruela, en el que su abuelo, el conde Ponce de Cabrera, había ayudado a introducir el Císter.185 Doña Sancha Ponce, tras enviudar de Vela Gutiérrez, casó con un conde llamado Menendo, del que se desconoce su filiación. De esta unión nació Suero Menéndez, que aparece en numerosas donaciones destinadas a los monasterios de Nogales y Moreruela,186 junto a sus hermanos. Fernando Ponce el Mayor recogió el testigo de su padre al frente de la familia. Se había criado junto a la infanta doña Sancha, la hermana del emperador. Fue alférez de Fernando II en 1161 y tenente de Sanabria, Zamora y Benavente.187 Su hijo Fernando Fernández de Cabrera fue uno de los principales magnates de la corte de Alfonso IX, quien le nombró su mayordomo en 1219 y tenente de Benavente, Sanabria y Cabrera.188 176 Hemos aludido a este matrimonio en el epígrafe dedicado a los Vermúdez, pues Vela Gutiérrez era hijo de Gutiérrez Vermúdez y Toda Pérez de Traba. 177 CDACL, docs. 1653-1655, 1666. 178 Nos hemos referido a ello en el epígrafe dedicado a los Vermúdez. 179 VIGNAU, V. Cartulario del monasterio de Eslonza, doc. 108. 180 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, doc. 102. 181 CDACL, doc. 1740. 182 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, doc. 120. 183 MARTÍNEZ, M. Cartulario de Carracedo, doc. 143. 184 CDACL, doc. 1731. 185 Sobre el apoyo de esta familia a la introducción del Císter en el reino de León, véase CALDERÓN MEDINA, I. «La introducción del Císter en San Esteban de Nogales» Cistercium, 51 (2008), pp. 427-445, e ÍD., «El impulso nobiliario a la expansión del Císter en el reino de León. La parentela de Ponce de Cabrera en los monasterios de Santa María de Moreruela y San Esteban de Nogales», Medievalismo, 18 (2008), pp. 341-374. 186 ALFONSO ANTÓN, I. La Colonización cisterciense en la meseta del Duero. El dominio de Moreruela, siglos XII-XIV, Zamora, 1986, doc. 32. 187 FERNÁNDEZ-XESTA, E. Un magnate catalán, pp. 71-73. 188 GONZÁLEZ, I. Alfonso IX, doc. 403.

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Fernando Ponce el Menor es el único hijo que el conde Ponce de Cabrera tuvo con María Fernández de Traba. Fue nombrado alférez en 1185;189 además estuvo al frente de las tenencias de Asturias del Tineo,190 el Bierzo,191 Mayorga,192 la Extremadura,193 Mansilla y Zamora.194 Murió en torno a 1202 y fue enterrado en el monasterio de Nogales. Casó con Estefanía López de Haro. Don Rodrigo Fernández de Cabrera, más conocido como el de Valduerna, pertenece a esta parentela.195 Sabemos que es hijo de uno de los hijos de Ponce de Cabrera, de nombre Fernando. No obstante, resulta sumamente complicado identificar quién fue su padre. Sea como fuere, Rodrigo Fernández se convirtió en uno de los magnates más destacados de la corte de Alfonso IX.196 Fue alférez del monarca y además estuvo al frente de la tenencia de Astorga durante más de treinta años y de otras, como Cabrera, desde 1210 hasta 1230.197 También tuvo las bercianas de Iorres,198 Palacios y Ribera.199 Fue uno de los principales partidarios de las infantas Sancha y Dulce en sus aspiraciones al trono. Se desconoce el nombre de su esposa, pero sabemos que su hija doña Inés casó con el bastardo real Rodrigo Alfonso.

189 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 225, y CDACL, docs. 1653, 1654, 1655. 190 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, doc. 89. 191 MARTÍNEZ, M. Cartulario de Carracedo, doc. 143. 192 CDACL, doc. 1731. 193 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, doc. 5. 194 Ibíd., pp. 153-155. 195 Ibíd., doc. 294. 196 Véase CAVERO DOMÍNGUEZ, G. «Rodrigo Fernández, tenente de Astorga (12131245)», Astorica, n.º 4, 1986, pp. 105-124. 197 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. II, docs. 258, 270, 277, 280, 282, 294, 302-306, 417, 429, 465, 490. 198 Ibíd., doc. 360. 199 Ibíd., docs. 250, 282, 465.

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DESCENDENCIA

DEL CONDE

PONCE

DE

CABRERA

Guerreu II Ponç ↔ Gelvira Sancha1 ↔ Ponce de Cabrera ↔ 2 María Fdez. de Traba (?-1162)

Giraldo P.

Fernando P. el Mayor (c. 1135- 1180)

↔ Sancha

Fernando F.

Fernando P. el Menor ↔ Elvira

Sancha P. ↔ Vela Gutiérrez

(c. 1140-1202)

(?-1158)

Rodrigo García Juan Ponce Fernando Pedro María DESCENDIENCIA DEL CONDE PONCE DE CABRERA ↔ ↔ Sancha Álvarez Teresa Ruiz Juan

Fernando Juan

Pedro

Pedro (?-1234)

↔ Aldonza Alfonso (hija Alfonso IX)

Fernando Pérez Ponce Fernán Pérez Ponce Pedro Ponce de León

(†1352)

Ruy P. P.

Juan P. P.

Pedro P. P.

Elvira P. P.

Alvar P. P.

Juana P. P.

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CAPÍTULO 3 LA NOBLEZA FORÁNEA AL SERVICIO DE LOS REYES DE LEÓN (1157-1230)

Una de las principales características de la nobleza laica plenomedieval fue su movilidad, su capacidad para integrarse en las cortes de los reinos vecinos y su habilidad para emparentar con la nobleza extranjera y, de este modo, aumentar su patrimonio, su influencia, y su poder político en varios reinos. La nobleza magnaticia estaba bien estructurada, arraigada en sus solares familiares y tenía capacidad para extender, a través del parentesco, sus redes de acción por otros reinos, lo que le confería un gran poder frente a una monarquía dependiente, en gran medida, del apoyo aristocrático para conservar su poder y lograr la supremacía sobre el estamento nobiliar. Los nobles, en múltiples ocasiones, ofrecían sus servicios al mejor postor, servían casi de manera simultánea a varios monarcas y no dudaban en cambiar de fidelidad si sus intereses familiares o personales estaban en juego. Este comportamiento provocó habitualmente graves enfrentamientos pero, al parecer, la mayor parte de las veces se hacía de forma pacífica, sin demasiados traumas para ninguno de los dos reyes a los que determinado noble servía, ni para el patrimonio del magnate que decidía prestar sus servicios a varios monarcas. Gracias a este modo de actuar, la nobleza magnaticia logró un importante fortalecimiento de sus bases patrimoniales y de su poder político en varios reinos.

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Simon Barton ha destacado la abundante presencia de magnates foráneos en la corte de Alfonso IX,1 aunque también su padre recibió el servicio de varios dignatarios nacidos fuera de las fronteras leonesas. Hasta este momento la historiografía ha estudiado casi de manera sistemática a los miembros de varias parentelas castellanas y catalanas que estuvieron al servicio de los reyes de León; a pesar de ello, consideramos imprescindible recoger los resultados de estos trabajos que nos han precedido y, si es posible, incorporar algunas pequeñas aportaciones. No obstante, los estudios del reino de León apenas han profundizado en el análisis de la aristocracia laica portuguesa que se integró en las cortes de Fernando II y Alfonso IX, y logró desempeñar importantes cargos; e incluso, algunos de los nobles lusos llegaron a convertirse en los magnates más poderosos de su tiempo en la corte de León. Este ámbito menos conocido nos ha despertado un gran interés y, por ello, hemos decidido estudiarlo con mayor detenimiento. No obstante, detectamos distintos comportamientos en la llegada de estos magnates a tierras leonesas y así lo reflejaremos también en la metodología y en la perspectiva de estudios de cada uno de estos grupos. Mientras que los catalanes habían llegado individualizadamente, los castellanos que se integraron en la corte leonesa lo hicieron formando parte de pequeños, aunque poderosos, conjuntos familiares. Así, observamos que fueron varios los miembros de los Haro, y los Lara que llegaron a tierras leonesas casi simultáneamente, motivados por el enfrentamiento con los reyes de Castilla; por ello, analizaremos la trayectoria de estos magnates en tierra leonesa como miembros de un grupo de parentesco aunque, en verdad, pueden detectarse ciertas particularidades y diferencias en el comportamiento de estos magnates porque, en ocasiones, primaron los intereses particulares sobre los familiares. Los dignatarios lusitanos que se trasladaron a León, lo hicieron como consecuencia de su enfrentamiento con el rey de Portugal. Aunque varios de los nobles lusos eran miembros de la misma parentela, llegaron a León en distintos momentos de gran convulsión en Portugal y formando parte de importantes bandos nobiliarios. Por ello, estudiaremos la participación en la política leonesa de estos magnates, analizándolos como integrantes de los bandos en los que llegaron, aunque destacando las particularidades de cada uno de ellos; a través de un hilo cronológico, cuyos hitos fundamentales son épocas de grandes disturbios en el reino de Portugal.

1 BARTON, S. «Alfonso IX y la nobleza del reino de León», en LÓPEZ ALSINA, F. (dir.), Alfonso IX y su época, Santiago, 2009, pp. 71-87.

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I. Magnates catalanes en la corte leonesa Los nobles catalanes que se establecieron definitivamente en León o que durante algún tiempo sirvieron a sus reyes, son bien conocidos para la historiografía. Ernesto Fernández-Xesta estudió la trayectoria del conde Ponce de Cabrera en tierras leonesas.2 Simon Barton ha dedicado varios de sus artículos a este magnate catalán y a Ponce de Minerva.3 Del mismo modo, la actuación de los condes de Urgel en el espacio leonés ha sido analizada por varios autores, como Fernández-Xesta,4 José Luis Martín,5 y Martínez Sopena,6 entre otros.7 No obstante, es necesario destacar las diferencias sustanciales que se aprecian entre unos y otros. Así, podemos establecer cierto paralelismo entre Ponce de Cabrera y Ponce de Minerva puesto que ambos llegaron a la corte leonesa cuando aún eran jóvenes, formando parte del séquito de doña Berenguela en 1129. A pesar de su origen, ambos se asentaron en

FERNÁNDEZ-XESTA, E. Un magnate catalán en la corte de Alfonso VII. ÍD., El motín de la trucha y sus consecuencias sobre don Ponce Giraldo de Cabrera, príncipe de Zamora, Actas del primer congreso de Historia de Zamora, tomo III, Zamora, 1991, pp. 261284. Además de esta monografía se han publicado diversos artículos sobre determinados aspectos del conde Ponce. Véase PASCUA ECHEGARAY, E. El papel de la nobleza en las relaciones entre Castilla y León a mediados del siglo XII: el caso de Zamora, Actas I Congreso de Historia de Zamora, tomo III, Zamora, 1991, pp. 317-328. CORRAL, F. L. «Leyenda y realidad histórica: el contexto político del ‘‘Motín de la Trucha’’ de Zamora en el siglo XII», en Studia Zamorensia, n.º 6, 2002, pp. 29-48. CALDERÓN MEDINA, I. Cuatro magnates en la corte de Alfonso VII. Su continuidad al servicio de la monarquía leonesa. Monarquía y sociedad en el reino de León. De Alfonso III a Alfonso VII, León, 2007 (Colección Fuentes y Estudios de historia leonesa, n.º 118), pp. 343-374. 3 BARTON, S. «Two catalan magnates in the courts of the Kings of León-Castille: the carreers of Ponce de Cabrera and Ponce de Minerva re-examined», Journal of Medieval History, 18, 1992, pp. 233-266. 4 FERNÁNDEZ-XESTA, E. Relaciones del condado de Urgell con Castilla y León. Discurso leído el día 28 de junio de 2001 en la recepción pública del Ilmo. Sr. D. Ernesto Fernández-Xesta y Vázquez y contestación por el Rvdo. E Ilmo. Sr. D. Francisco de Moxó y de Montolíu, Madrid, 2005. 5 MARTÍN RODRÍGUEZ, J. L. «Un vasallo de Alfonso el Casto en el reino de León: Armengol VII de Urgel», en VII Congreso de Historia de la Corona de Aragón, Crónica, ponencias y comunicaciones, vol. II, Barcelona, 1962, pp. 223-233. ÍD., «El conde Armengol VII de Urgel en el Reino de León», en SABATÉ, F. El comtat d’Urgell e la Península Ibèrica, Lérida, 2002, pp. 15-31. 6 MARTÍNEZ SOPENA, P. «La Península, espacio de la nobleza. Cortes, fronteras y andanzas (Ca. 1085-1230)», en Viajar en la Edad Media, Actas de la XIX Semana de Estudios Medievales de Nájera, Logroño, 2009, pp. 229-272. 7 CANAL SÁNCHEZ PAGÍN, J. M.ª «Casamientos de los condes de Urgel en Castilla», en Anuario de Estudios Medievales, n.º 19, 1989, pp. 119-135. 2

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tierras leonesas y dieron origen a dos destacadas parentelas, por lo que pueden ser considerados miembros de la nobleza leonesa, pues ambos adoptaron comportamientos propios de la aristocracia leonesa, y desarrollaron sus vidas políticas en el reino de León; de hecho, así los hemos presentado en el capítulo anterior. Sin embargo, el caso de los condes de Urgel es distinto, puesto que Armengol VI era un conde soberano que dirigía el condado de Urgel, mientras servía al rey de León.

A) Los condes de Urgel al servicio del rey de León El conde Armengol VII de Urgel sirvió a Alfonso VII y Fernando II durante largo tiempo; sin embargo no fue el primer miembro de su estirpe en relacionarse con tierras leonesas y servir a sus monarcas. Para comprender la permanencia de los condes de Urgel en la corte de León, es necesario remontarse dos generaciones, hasta el reinado de Alfonso VI. Fue entonces cuando el conde Armengol V arribó a tierras leonesas, quizá cumpliendo una de las mandas testamentarias de su padre (Armengol IV) que establecía que si él muriera antes de la mayoría de su hijo, el niño debería ser educado bajo la protección de Alfonso VI. El joven conde Armengol V de Urgel heredó el condado en 1092, aunque fueron sus tutores los que lo dirigieron en su nombre. Fernández-Xesta afirma que su tutor el vizconde de Cabrera, Guerau Ponç, le acompañó a tierras leonesas y le atribuye las negociaciones que desembocaron en el matrimonio de Armengol V y doña María Pérez, hija del conde Pedro Ansúrez, señor de Valladolid, en 1095.8 De este modo el joven conde de Urgel emparentaba con el magnate más influyente y poderoso de la corte del conquistador de Toledo y comenzaban las relaciones de su condado con León y Castilla. Pero Armengol V falleció en 1102 y dejó a su hijo, Armengol VI, bajo la custodia de su abuelo, Pedro Ansúrez, que, para defender los intereses de su nieto, se trasladó al condado.9 Tras pasar su infancia y juventud en Urgel, Armengol VI llegó a León en 1129, en el mismo año y circunstancias que su tutor Ponce de Cabrera. Ambos eran cuñados, ya que don Ponce habría casado en primeras nupcias con doña Arsenda, hermana del conde de Urgel. El conde Armengol VI 8 FERNÁNDEZ-XESTA, E. «Relaciones familiares entre el Condado de Urgel y Castilla y León», p. 16. 9 Martínez Sopena apunta a que la marcha de Pedro Ansúrez al condado de Urgel junto a su nieto, puede enmascarar el exilio del señor de Valladolid, MARTÍNEZ SOPENA, P. «La Península, espacio de la nobleza», p. 234.

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de Urgel se integró bien en la corte del emperador hasta su muerte en 1154 y recibió sepultura en el monasterio castellano de Santa María de Valbuena, fundado por su hermana, doña Estefanía.10

a) Armengol VII de Urgel, Amigo fidelissimo et viro nobilisimo Armengol VII tomó el testigo en el condado de Urgel y continuó manteniendo estrechas relaciones con las tierras de León. Sirvió al emperador hasta su muerte en 1157 y, posteriormente, formó parte de la corte de Fernando II de León. Se desconoce el itinerario del conde de Urgel entre 1157 y 1167, pues no aparece en la documentación leonesa hasta ese año. Entonces, respondiendo a la llamada del rey de León para participar en la campaña de Alcántara contra los musulmanes, llegó junto a sus hombres. Tras la conquista de la plaza, el rey le otorgó su gobierno. Aquí comenzaría una estrecha relación entre el conde de Urgel y Fernando II de León, que pronto le nombró en su mayordomo. Desde entonces se convertiría en uno de los magnates más poderosos de la corte e imprescindible en la política, ya que confirma más de una cuarentena de diplomas regios. Ocupó la mayordomía leonesa en varias etapas, la primera de ellas desde noviembre de 1167 hasta marzo de 1173,11 cuando, al parecer, se trasladó a Urgel para atender las necesidades de su condado. Después de este viaje a su tierra de origen regresó a la mayordomía leonesa durante el verano de 1175.12 Tras la victoriosa campaña de Alcántara y durante toda la década de los setenta, el conde de Urgel acumularía importantes cargos en la corte leonesa: en 1167 además de estar al frente de la mayordomía, Fernando II le entregó la tenencia de Ledesma y Extremadura y en 1168 Toro.13 En 1170 recibió importantes tenencias gallegas, como Limia,14 Monterroso y Toroño,15 todas ellas situadas en la frontera con Portugal. Probablemente el

10 ORTEGA GONZÁLEZ, M.ª J. Santa María de Valbuena. Un monasterio cisterciense a orillas del Duero (siglos XII-XV), Valladolid, 1983, p. 18. 11 RAH, col. Salazar y Castro B-10, f. 10v, n.º 18477. RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del Reino de Galicia: Fernando II, doc. 132. 12 Ibíd., docs. 143, 144. 13 LERA MAÍLLO, J. C. DE. Catálogo de los documentos medievales de la catedral de Zamora, doc. 85. 14 Estuvo al frente de la tenencia de Limia entre 1170 y 1173, GDF, doc. 110. 15 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II (1157-1187), doc. 103.

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monarca se las concedió para tener protegida esta banda fronteriza frente a los posibles ataques de Alfonso Enríquez, tras el desastre de Badajoz. Además del ellas, el conde Armengol recibió ese mismo año las tenencias de las torres de León,16 que le permitia controlar la ciudad regia, y Villafranca del Bierzo,17 pieza clave para dominar esta región. Su poder territorial se extendió también por las tierras zamoranas, además de permanecer al frente de Toro, recibió tenencias de Zamora,18 Villalpando y Benavente; y asturianas donde recibió tenencias de Noreña19 y Asturias de Oviedo.20 En 1179 volvió a ser nombrado mayordomo, cargo que ocupó hasta 1184, en que abandonaría el reino de León para regresar a su tierra natal. Además recibió la tenencia de importantes lugares como la ciudad de Salamanca y Ledesma entre 1181 y 1183.21 En realidad, gran parte de su actividad política y patrimonial se desarrolló en tierras salmantinas, pues desde su llegada al reino Fernando II le concedió importantes plazas en esta zona que conformarían un importante patrimonio. El conde Armengol VII de Urgel poseía numerosas propiedades en Valladolid por herencia de su abuelo, el conde Pedro Ansúrez, pero, gracias al servicio al rey de León, logró acumular una importante cantidad de bienes en la Extremadura y en torno a Salamanca. Tras la conquista de Alcántara, en noviembre de 1167 el monarca le donó la villa pro bono seruitio quod michi fecistis cum militibus vestris.22 Poco tiempo después, en 1171 le concedió diversos territorios en la Transierra, como Almenarilla y Santa Cruz.23 Además, en 1177, el concejo de Ledesma, localidad de la que era tenente,24 le donó la aldea de Barruecopardo. El diploma está confirmado por Fernando II y su hijo, el futuro Alfonso IX, de hecho, la concesión está hecha, in honore seniore nostro rege domno Fernando et filio suo, rege Alfonso.25 En mayo de 1181, el conde de Urgel otorgó fuero a la aldea de Barruecopardo,26 y, solo unos meses después, en septiembre de 1181, le donó la localidad a su vasallo y amigo Pedro Fernández, para que lo tu-

SIL, doc. 122. CDACL, doc. 1560. 18 LERA MAÍLLO, J. C. DE. Catálogo de los documentos medievales de la catedral de Zamora, doc. 89. 19 GARCÍA LARRAGUETA, A. CDCO, doc. 184. 20 Ibíd. 21 MARTÍN, J. L. «El conde Armengol de Urgel VII en el reino de León», p. 26. 22 Ibíd., p. 15. 23 Ibíd., p. 18. 24 Ibíd., p. 26. Dominante in Ledesma comite Urgellensis. 25 Ibíd., p. 27. 26 Ibíd., p. 28. 16 17

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viera ad consuetudinem terre mee Urgellensis. Asimismo le prohibía a él y a sus descendientes cambiar de fidelidad y servir a otro señor.27 En los diplomas privados del conde Armengol VII se puede ver que no estuvo solo en su larga trayectoria leonesa, sino que, desde la campaña de Alcántara, estuvo acompañado por un abultado número de milites que, probablemente, integraban sus huestes: Arnal Ponte, Beringel Arnal, Arnal de Sanaugia, Bertran de Tarascum, Petrus de Beluis, Bernal de Midiam,28 Reimon de Uilla Alta. Además de éstos el conde urgelitano se trasladó a León con al menos una parte de su corte personal en la que se integraba su mayordomo, Pedro de Bezzon, y su escriba Petri.29 Muchos años después, en 1217, Alfonso IX de León concedía a Bernardo Roco, duque et signifero, el derecho de hacer molinos en el Tajo, en el término de Alcántara. Lo hizo pro bonis et gratis serviciis que fecit mihi et etiam pro illis que fecit Armengol comes Urgel avunculus eius illustrissimo patri meo, et quod sit nobilis ex genere comitum et principum natus,30 de lo que deducimos que se trata de un individuo perteneciente a la clientela del conde de Urgel que, además, obtuvo alguna participación en el reparto de Alcántara. El conde de Urgel abandonaría las tierras de León en 1184, para dirigirse a su condado, desde donde capitaneó una campaña militar hacia Valencia, en la que perdió la vida. El conde Armengol VII, dejó un hijo, el nuevo conde de Urgel, Armengol VIII que, había permanecido durante largo tiempo en el reino de León junto a su padre, pues está presente en la concesión del fuero a Barruecopardo y la posterior donación del lugar a Pedro Fernández. No obstante, sus relaciones con los monarcas leoneses serían muy diferentes a las que había mantenido su padre. Todo indica que abandonó el reino de León en 1184 junto a su progenitor, al que sucedió al frente del condado. Al parecer no volvió a tierras leonesas o, al menos, no hay constancia documental de ello. Pero sí mantuvo la política matrimonial que había aplicado su familia en las generaciones anteriores. Casó con una dama llamada doña Elvira. La identificación de esta mujer es un asunto controvertido, ya que Canal Sánchez-Pagín afirmó que se trataba de doña Elvira Pérez, la hija del conde asturiano Pedro

27 Et non proclames ibi tu uel heredes tui alium dominum nisi me et meos sucesores set habeas sic eam per me et per sucesores meos ad seruicium et fidelitatem meam meorum sucessorum in feudum terre mee consuetudinem. Ibíd. 28 Permanecería junto al conde de Urgel en León al menos hasta 1181 en que confirma el fuero de Barruecopardo. 29 MARTÍN, J. L. «El conde Armengol de Urgel VII en el reino de León», p. 29. 30 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. II, doc. 347.

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Alfonso y María Froilaz,31 pero la mayor parte de los investigadores lo consideran equivocado.32 La identifican como doña Elvira Núñez de Lara, hija del conde Nuño Pérez de Lara.33 En realidad, la identificación de la condesa Elvira resulta complicada puesto que en los diplomas editados por la condesa de Urgel, nunca incorpora su patronímico. En su testamento legó determinados bienes sitos en Galicia y Castilla a su hija Aurembiaix, señalando que si esta falleciera sin descendencia legítima, deberían ser entregados a Nuño Sánchez y, en última instancia, a los hermanos de doña Elvira, que se han identificado como Gonzalo, Álvaro y Fernando Núñez de Lara.34 Doña Elvira Núñez sería hija del conde Nuño Pérez de Lara y la posteriormente reina de León, doña Teresa Fernández de Traba. Dicho parentesco le vinculaba estrechamente a tierras castellanas y gallegas, donde heredó parte de los bienes pertenecientes a su madre. La trayectoria política de doña Elvira en el condado de Urgel, fue sumamente complicada, pues tuvo que hacer frente a una difícil situación tras la muerte de su esposo y contrarrestar las fuerzas del rey de Aragón y el vizconde de Cabrera.35 Su hija, Aurembiaix de Urgel, continuó manteniendo ciertas relaciones con tierras castellanas y gallegas donde poseía importantes bienes; además, casó en primeras nupcias con Álvar Pérez de Castro, pero a pesar de documentarse algunas estancias suyas en León y Castilla, no sirvió a sus monarcas.

II. Castellanos en la corte del rey de León Una parte de la nobleza castellana vio divididos sus señoríos por la frontera dibujada a la muerte de Alfonso VII; además, muchas parentelas 31 CANAL SÁNCHEZ PAGÍN, J. M.ª «Elvira Pérez, condesa de Urgel. Una asturiana desconocida», en Asturiensia Medievalia, 4, Oviedo, 1981, pp. 93-129. 32 Calleja Puerta niega que la esposa de Armengol de Urgel sea la hija del conde Pedro Alfonso y María Froilaz, CALLEJA PUERTA, M. El conde Suero Vermúdez, p. 115. 33 SÁNCHEZ MORA, A. Los Lara, pp. 119-121. DOMINGO, D. A la recerca d’Aurembiaix d’Urgell, pp. 18-25. 34 Nuño Sánchez es identificado como un Lara y además se conserva un diploma, fechado en 1210, por el que Alfonso IX permuta determinados bienes gallegos en los que aparece doña Elvira, junto a sus hermanos Gonzalo, Fernando y Álvaro Núñez y su sobrino Nuño Sánchez. Do et concedo domno Gonzaluo Nuniz et eidem pro fratribus suis, scilicet, comiti domno Fernando et domno Alvaro Nuniz et comitisse domne Elluire, et Nuno Sancii, nepoti illorum, in concambium de toto illo quod habebant in burgo ueteri de Faro et in cauto de Ameeiras, quantum ego habeo in Parrega, et Veugue, et Mondego, et Moosteiroo, et Ossedo, et Sada, et Ouces, et Luure, et Sueiro, et Eroes cum suo directo, et Tines. CDACL, doc. 1811. 35 Véase DOMINGO, D. A la recerca d’Aurembiaix d’Urgell.

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nobiliarias de origen castellano habían emparentado con familias leonesas durante el tiempo en que León y Castilla estuvieron gobernados por el mismo monarca. No obstante, con la separación de los reinos del emperador, sus intereses y vinculaciones familiares en ambos reinos permanecieron activos y, por ello, su paso de uno a otro reino fue una práctica habitual. León se convirtió en un escenario en el que extender las luchas nobiliarias castellanas. De modo esquemático pero gráfico, puede decirse que los miembros de las parentelas que se refugiaban en León, salían del reino cuando sus enemigos castellanos establecían una alianza con Fernando II o Alfonso IX. Si analizamos en conjunto la llegada de nobles castellanos a la corte leonesa, se aprecia un movimiento que podríamos definir como un vaivén de nobles, que transitan entre León y Castilla dependiendo de las relaciones que mantuvieran con los distintos monarcas. Cuando los miembros de una familia se enfrentaban al rey de Castilla y se dirigían a León, aquellos castellanos que se habían integrado en la corte leonesa con anterioridad, se sentían desplazados y regresaban a Castilla tras solventar el conflicto que les había enfrentado con su rey. No obstante, podemos localizar varios períodos que constituyen los hitos fundamentales del traslado de magnates castellanos a tierras leonesas. El primero de ellos, se registra a lo largo de los graves enfrentamientos entre Laras y Castros a causa de la tutoría de Alfonso VIII, durante su minoría. A partir de entonces, Laras y Castros se alternan en la corte leonesa. Posteriormente, durante los primeros años de la década de los ochenta, llegaron a León varios Haro que emparentaron con Fernando II a través del matrimonio de doña Urraca López de Haro y, de este modo, lograron una situación de privilegio en la corte leonesa, y desplazaron a los Lara, hijos de la anterior reina de León. Al igual que había sucedido en el tiempo de Fernando II, durante el reinado de Alfonso IX hubo cuatro hitos en los que varios castellanos se integraron en su corte. El primero de ellos fue el matrimonio con la infanta Berenguela de Castilla, que llegó acompañada de numerosos dignatarios castellanos como Pedro García de Lerma o Pedro Fernández de Benavides; sin embargo, los hombres de la reina salieron de León tras la anulación del matrimonio regio en 1204. La firma del Tratado de Cabreros en 1206 fue otro de los acontecimientos que propiciaron la presencia de magnates castellanos en la tierra de León, aunque sería de manera efímera. El tercero de estos hitos fue la muerte de Alfonso VIII en 1214, que desencadenó la marcha a León de numerosos castellanos, y el último sería el fallecimiento de Enrique I en 1217, que desató una lucha intestina en Castilla con doña Berenguela y su hijo, Fernando III. Entonces se integraron en la corte leonesa sus detractores, capitaneados por don Álvaro Núñez de Lara.

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En las siguientes páginas trazaremos unas breves pinceladas sobre la trayectoria política en León de magnates castellanos pertenecientes a las familias Castro, Lara, Haro y Cameros; pues cada una de ellas ha sido estudiada con mayor profundidad por otros autores que nos han precedido.

A) Los Castro al servicio de los reyes de León Rodrigo Fernández de Castro sirvió al emperador desde 1126, al igual que su hijo, Fernando Rodríguez. Tras la muerte de Alfonso VII, Fernando Rodríguez de Castro se integró en la corte de Sancho III, el nuevo rey de Castilla y, posteriormente, en la de Alfonso VIII. Pero el de Castro mantenía estrechas vinculaciones con la nobleza leonesa, pues había casado con Constanza Osorio, hija del conde Osorio Martínez.

a) Fernando Rodríguez, el Castellano El enfrentamiento con los Lara por la custodia de Alfonso VIII motivó que don Fernando se dirigiera a la corte leonesa, donde su parentesco con los Osorio facilitó su integración. No obstante, cuando comenzaba la guerra por la custodia del pequeño rey de Castilla, Fernando II promocionó a Fernando Rodríguez, denominado ahora con el cognomen el Castellano; casándolo con su hermana, la infanta doña Estefanía; aunque para ello el de Castro tuvo que repudiar a su primera esposa, doña Constanza Osorio. El enfrentamiento de Fernando II con el conde Osorio Martínez, previo al tratado de Sahagún, y el hecho de que el conde se alineara en el bando de los Lara en las luchas castellanas por la custodia de Alfonso VIII, pudo influir en que el monarca leonés interviniera para que Fernando Rodríguez repudiara a doña Constanza y casara con su hermana doña Estefanía Alfonso. Desde entonces se convirtió en uno de los principales apoyos del rey que lo puso al frente de la mayordomía en octubre de 1162, tal vez para hacer frente a la guerra con Castilla, y lo mantuvo en el oficio hasta el otoño de 1164.36 Durante esta primera estancia en León, el rey le entregó la tenencia de las torres de la ciudad regia.37 Probablemente en 1165 abando36 GONZÁLEZ, J. Regesta de Fernando II, doc. 8. RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 50. 37 Compartió la tenencia de las torres de León entre 1163 y 1164 con Ponce de Minerva, ESTEPA DÍEZ, C. Estructura social de la ciudad de León, p. 299.

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nó el reino y se dirigió a Castilla, quizá para gestionar algunos de sus bienes familiares, pues pronto regresó a León donde de nuevo ocupó la mayordomía entre octubre de 1165 y febrero de 1166, además de ser nombrado tenente de Salamanca, León, Asturias y Zamora.38 Durante este período le acompañará en la corte su hermano don Álvaro Rodríguez de Castro, que fue nombrado tenente de las torres de León.39 En 1169 Fernando Rodríguez participó en la exitosa campaña de Badajoz en la que fueron hecho prisionero Alfonso Enríquez y Geraldo Sempavor.40 Ese mismo año ocupaba la tenencia de las torres de León41 y durante la década de los setenta el rey le entregó otras destacadas tenencias, como Benavente en 1174.42 Al parecer, en el verano de 1174 salió de la corte leonesa, tal vez por la llegada de los Lara, y se dirigió hacia el sur, donde pasaría al servicio de los almohades. Tras su estancia en el norte de África y durante la década de los ochenta aparece intermitentemente en las cortes de León y de Castilla, puesto que se suceden períodos de amistad y conflicto con Alfonso VIII. En León fue tenente de Mayorga, Villalpando y Castroverde.43 Murió en torno a 1184 cuando tenía la tenencia de Asturias.44 LOS CASTRO

EN

LEÓN

Rodrigo Fernández de Castro Estefanía ↔ Fernando (hija Alfonso VII)

Pedro Rodríguez

LOS CASTRO

EN

LEÓN

Pedro Fernández

Álvar P. ↔ Aurembiaix de Urgel

Álvaro Rodríguez ↔ Urraca (hija Alfonso VII y Gontrodo)

Fernando Álvarez

Olalha ↔ Martín Sanches (hijo Sancho I Portugal)

GONZÁLEZ, J. Regesta de Fernando II, docs. 11-13. SIL, doc. 72. 40 Sobre este personaje, véase SOUSA PEREIRA, A. DE. Geraldo sem pavor: um guerreiro de fronteira entre cristiãos e muçulmanos, c. 1162-1176, Porto, 2008. 41 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 99. Se mantuvo al frente de la tenencia de las torres de León hasta 1174, CDACL, docs. 1562, 1581. 42 CDACL, docs. 1583, 1591. 43 MARTÍNEZ SOPENA, P. La Tierra de Campos Occidental, p. 403. 44 GARCÍA LARRAGUETA, A. Catálogo de los pergaminos de la catedral de Oviedo, doc. 201. 38 39

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La leyenda negra ha envuelto la memoria de este gran magnate, al que el libro de linajes del conde don Pedro acusa de matar a su esposa, doña Estefanía.45 Pero esta leyenda no parece tener visos de realidad,46 pues el rey de León no tomó represalias contra aquel que habría matado a su hermana, que fue enterrada en el panteón de San Isidoro de León. Antes de morir, don Fernando había introducido en la vida pública a su hijo, Pedro Fernández de Castro, que será uno de los más astutos políticos peninsulares de la segunda mitad del siglo XII y comienzos del siglo XIII.

b) Pedro Fernández de Castro, Dives homo in tota Yspania Don Pedro había nacido del matrimonio de don Fernando Rodríguez y doña Estefanía, hija natural de Alfonso VII. Este hecho le facilitó el acceso tanto a la corte leonesa como a la castellana, puesto que era primo de Alfonso IX de León y de Alfonso VIII de Castilla. Sin embargo, su trayectoria política indica que por encima de cualquier parentesco, don Pedro actuó en defensa de sus propios intereses; pues sirvió en diversas cortes tanto cristianas como musulmanas, casi de manera simultánea. Es quizá el hombre que elevará al máximo exponente el cambio de fidelidad como su principal arma política, esgrimiéndola para fortalecer su poder y aumentar su prestigio allá donde sirvió. Es probable que su primera experiencia política fuera al lado de su padre en 1174 en tierras musulmanas, aunque pronto regresarían a territorio cristiano. Ambos se integrarían en la corte castellana, donde le fueron entregadas a lo largo de la década de los ochenta ciertas tenencias que con anterioridad habían ocupado algunos miembros de su familia.47 En Castilla casó con doña Jimena Gómez de Manzanedo. Durante esos años alternó el servicio al rey de Castilla y a Alfonso IX, ya que en 1182 confirma un diploma junto a su padre, que en aquellos momentos era tenente de Asturias;48 aunque su mayor campo de acción era entonces Castilla. En 1188, cuando su primo acababa de heredar el trono, don Pedro se trasladó a León para servir a Alfonso IX, que pronto el entregó la tenenLL, 10C8, 10E11, 11A6, C6-7, 13ª1, B2, 17ª1, 21G9, 25G3, 37E5, 42X6. Sobre esta leyenda, véase COTARELO VALLEDOR, A. La leyenda de doña Estefanía la desdichada, discurso de apertura del curso académico 1907-1908 en la Universidad de Santiago de Compostela, Santiago de Compostela, 1907. 47 GONZÁLEZ, J. Alfonso VIII, vol. I, p. 331. 48 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 198. 45 46

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cia de León49 y, a partir de noviembre de 1189, las de Benavente y Extremadura.50 Así, Pedro Fernández comenzaría una meteórica carrera política en León, y en septiembre de 1190 fue nombrado mayordomo regio. Además del oficio palatino, entre 1190 y 1194 fue tenente de Asturias,51 las torres de León,52 Coria y Gozón,53 y la Extremadura y Transierra.54 A partir de entonces, don Pedro Fernández se convirtió en uno de los magnates imprescindibles en la curia regia leonesa. Desde la mayordomía será el ideólogo de la política leonesa para combatir a Castilla, con cuyo rey se mantuvo enfrentado. Es posible que participara en las negociaciones de la paz de Huesca de 1191 y del matrimonio con doña Teresa de Portugal.55 En la primavera de 1194, antes de la firma del tratado de Tordehumos y de la disolución de las arras de doña Teresa, don Alfonso de León volvió a otorgarle la dirección de la mayordomía. Tras la firma de estos acuerdos, Pedro Fernández de Castro se dirigió al sur, donde sirvió a los almohades. Las únicas noticias que habían llegado hasta nosotros del servicio de don Pedro a los almohades, provenían de los distintos cronistas, lo que nos hacía sospechar que quizá pudiera ser una elaboración posterior para perjudicar la imagen y la memoria de don Pedro. Pero, un diploma conservado en el Archivo Corona de Aragón es la prueba documental de que en verdad Pedro Fernández sirvió al rey almohade. En dicho diploma el de Castro establece un pacto de amistad con Armengol de Urgel para protegerse contra sus enemigos en tierras de cristianos y sarracenos; aunque de esta amistad estaría exento Almiramomenim a quien ambos debían fidelidad.56 Así queda probada la vinculación de don Pedro con los almohades que aún se mantenía en 1199 y que, probablemente, había comenzado en 1195. Tras la batalla de Alarcos don Pedro y el monarca leonés fueron excomulgados por Celestino III por la alianza que habían firmado con los almohades. Alfonso IX entregó a su primo la mayordomía, que ocupó hasta Ibíd., doc. 286. GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. II, doc. 32. 51 Ibíd., doc. 45. 52 CDACL, docs. 1706-1707. 53 MARTÍNEZ, M. Cartulario de Carracedo, doc. 126. 54 JULAR LÓPEZ-ALFARO, C. Adelantados y Merinos mayores de León, p. 130. 55 En el capítulo 7 analizaremos su importante labor diplomática. 56 Et ego similiter domnus Petrus Fernandi conuenio uobis domno Emengaudo, Urgelensi comiti, salua fide et mandato domini nostri Almiramomenim et saluo eius / mandato, bonam et saluam fidem et ueram amiciciam omnibus diebus uite me˛ e˛ . ACA. Pergaminos de Pedro I, n.º 71. Véase la transcripción en el apéndice documental. 49 50

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1197,57 y las tenencias deAsturias, Lemos, Limia, el Bierzo, Gordón y Alba de Aliste,58 lo que le daba un gran poder territorial y le convertía en uno de los dignatarios más poderoso de la corte de León. Tal vez fuera la llegada de doña Berenguela, con la que Alfonso IX iba a contraer matrimonio, y de los Lara en su séquito, lo que motivó la salida del Castro de tierras leonesas. En aquellos momentos estaba enfrentado a Alfonso VIII de Castilla y, quizá, también al leonés, que había firmado una alianza con el castellano. Es probable que ante esta situación, don Pedro tuviera que buscar un nuevo escenario en el que actuar. Se dirigió entonces al condado de Urgel y comenzó a servir a Armengol VIII, que se encontraba en una difícil situación, pues estaba en juego su sucesión. Pedro Fernández de Castro permaneció en Urgel al menos entre octubre de 1199 y julio de 1203. Al llegar a tierras leridanas, estableció el citado pacto de amistad con el conde de Urgel, para protegerse mutuamente contra sus enemigos en tierras de cristianos y sarracenos; pero esta amistad no debía afectar al almohade al que ambos denominan domini nostri, lo que significa que, al parecer, le habían rendido vasallaje. Todo indica que don Pedro desempeñó en tierras urgelitanas una función principalmente bélica, pues probablemente antes de 1199 el conde de Urgel le había entregado determinados castillos, como don Pedro señala en el pacto de amistad —et conuenio eciam uobis hominium de castello seu castellis que uos mihi liberabitis et tradetis et comittetis ut ego illud uel illa uobis reddam quo tempore uel qua hora uolueritis et mandaueritis—.59 Además en abril de 1202 Armengol VIII le concedió durante un año los castillos de Montmagastre y Calassanç para que hiciera la guerra a Ponce de Erill.60 Poco tiempo después, en mayo de 1203, Pedro Fernández recibió de manos del conde de Urgel el castillo de San Lorenzo durante todos los días de su vida, a cambio de que lo ayudara en la guerra.61 Los diplomas en los que participa Pedro Fernández de Castro en tierras de Urgel, permiten conocer los nombres de quienes le acompañaron en su aventura. Así, el pacto de amistad de 1199 está confirmado por Fernando Álvarez y Munio Díaz, además de su notario, Vicencius. Hemos intentado

Reaparece en el oficio palatino en agosto de 1195, GDF, doc. 232. CDACL, doc. 1731. 59 ACA. Pergaminos de Pedro I, n.º 71 60 ACA. Pergaminos de Pedro I, n.º 129. 61 Ego Ermengaudo dei gratia comes urgellensi dono uobis propiu alodium sub tali conditione quod si ego guerram ut discordiam eum aliquod habem uso (…) inde deum adiutor et defensor. ACA. Pergaminos de Pedro I, n.º 151. 57 58

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identificar a estos individuos y, aunque solo contamos con esta confirmación para hacerlo, sospechamos que pudiera tratarse de dos miembros de su familia. Munio Díaz sería uno de los hijos del primer matrimonio de Gontrodo Pérez, después concubina de Alfonso VII y madre de Urraca Alfonso, que casó con Álvaro Rodríguez de Castro, tío de Pedro Fernández.62 Posiblemente Fernando Álvarez sea el hijo de Álvaro Rodríguez y, por lo tanto, primo de Pedro Fernández.63 Tras estas campañas en Urgel, y tal vez porque doña Berenguela ya había salido del reino de León, Pedro Fernández regresó al servicio de Alfonso IX en septiembre de 1204. Su primo le entregó la mayordomía, que ocupó hasta diciembre de ese mismo año, además de nombrarle tenente de la Extremadura y Transierra.64 Pero poco tiempo después pasaría a la corte castellana puesto que Alfonso VIII le había perdonado, y en su testamento de 1204 decidió devolverle los bienes que le había confiscado con anterioridad. De este modo parecía que la calma llegaba a la complicada relación entre el rey de Castilla y don Pedro, que permaneció en territorio castellano entre febrero de 1205 y julio de 1206.65 Es factible que en esos momentos sus ansias por controlar el condado de Urgel prevalecían sobre sus intereses leoneses o castellanos, pues en febrero de 1206 firmó un pacto con el rey Pedro II de Aragón por el que el monarca se comprometía a ayudarlo a lograr el condado de Urgel.66 Además, para asegurarse el control sobre Urgel, don Pedro desplegó una hábil política matrimonial, pues logró emparentar a sus hijos con los candidatos a heredar el condado. Casó a su hija doña Elo Pérez con el vizconde de Cabrera, y con doña Aurembiaix de Urgel a su hijo don Álvar Pérez de Castro; de este modo uno de sus vástagos se convertiría en el próximo conde o condesa de Urgel. Pero, a pesar de los esfuerzos de don Pedro, no sucedió así.67 En 1208 Armengol VIII en su testamento establecía que si las sucesivas herederas del condado murieran sin descendencia legítima, debían seguirse las instrucciones que se incluían en ciertas cartas firmadas entre él y Pedro Fernández.68 Tras la muerte del conde, su yerno ocupó Urgel y doña Elvira, su viuda, pidió ayuda a don Pedro. No obstante, a pesar de Sobre la filiación de Munio Díaz, véase TORRES, M. Los linajes nobiliarios, p. 391. Probablemente sea el Fernandus Alvari, nepus imperatoris; que figura en los obituarios de San Isidoro de León. 64 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, docs. 185, 186-193. 65 ÍD., Alfonso VIII, vol. I, p. 334. 66 ACA. Pergaminos de Pedro I, n.º 223. 67 Finalmente el matrimonio entre Álvar Pérez y Aurembiaix se rompió y ella casó con el infante Pedro de Portugal, que se convertiría en el señor de Urgel. 68 DOMINGO, D. A la recerca d’Aurembiaix d’Urgell, doc. 5. 62 63

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su estancia en Urgel, en este contexto Pedro Fernández hizo un viaje fugaz a tierras leonesas en 1209, cuando confirma como vasallo de Alfonso IX;69 aunque pronto regresaría a Urgel, donde se vivía una compleja situación.70 Tras pasar un tiempo en el condado de Urgel, don Pedro regresó a León y a lo largo de 1211 y 1213 recibió las tenencias de la ciudad de León y Asturias.71 Probablemente, estos fueron los últimos cargos políticos que desempeñó en tierras leonesas, donde su última mención documental es en junio de 1213 como Petrus Fernandi, castellanus, dives homo in tota Yspania.72 Ese verano don Pedro abandonó León para dirigirse al norte de África, donde murió en 1214 y probablemente fue enterrado en Ceinos.73 Además de don Álvar y doña Elo, Pedro Fernández tuvo al menos otra hija, Olalla, que casó Martín Sanches, hijo de Sancho I de Portugal. Pero Pedro Fernández no fue el último Castro en servir a Alfonso IX de León, pues al frente de la familia le sucedió su hijo, don Álvar Pérez. A pesar de que actuó principalmente en Castilla, también participó en la política leonesa, pero sin la relevancia que había tenido su padre. Don Álvar, llegó a León en 1221, tras haberse enfrentado con Fernando III de Castilla. Como muchos de los castellanos que llegaron a León en circunstancias similares, se integró entre los partidarios de las infantas, Sancha y Dulce, y permaneció al servicio de Alfonso IX durante varios años. En 1221 el rey le entregó la tenencia de las torres de León y la alferecía que ocuparía hasta 1222. En 1223 le nombró su mayordomo. Durante su permanencia en León tuvo además las tenencias de Asturias, Extremadura y Transierra.74

GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. II, doc. 249. Hemos creído apropiado hacer un breve comentario de la actividad política de Pedro Fernández en Urgel, porque es quizá un ejemplo paradigmático del comportamiento de la nobleza plenomedieval, pero profundizaremos en esta etapa de don Pedro en tierras urgelitanas en posteriores trabajos. 71 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, doc. 286. 72 MARTÍNEZ, M. Cartulario de Carracedo, doc. 238. 73 Paucis Diebus antea audierat mortuum esse Petrus Fernandi Castellanum in partibus Marrocos, quem uelum inimicum capitales rex nobilis persequebatur. CHARLO BREA, L. Chronica hispana: saeculi XIII, p. 68. 74 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. II, doc. 429. 69 70

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B) Los Lara al servicio de Fernando II y Alfonso IX. Nuño Pérez y sus hijos Los Lara habían participado en la política leonesa desde el reinado de Alfonso VI y habían servido a los sucesivos monarcas leoneses. Durante los reinados de Fernando II y Alfonso IX fueron los nietos del conde Pedro González de Lara, especialmente los hijos del conde Nuño Pérez de Lara, quienes tuvieron mayor presencia en tierras leonesas; ya que eran hijos de la dama gallega Teresa Fernández de Traba. A la muerte de su padre, se convirtieron en hijastros del rey de León.75 Nuño Pérez de Lara había mantenido tensas relaciones con Fernando II a lo largo de la minoría de Alfonso VIII de Castilla. En 1160 se enfrentó a las huestes leonesas en Lobregal y cayó prisionero en la batalla, aunque poco tiempo después, mediante engaño, quedó libre. A pesar de la turbación que vivió Castilla durante la minoría de Alfonso VIII, los Lara aceptaron la tutoría de Fernando II del rey niño y, el conde Nuño aparece en varios diplomas emitidos por el monarca leonés en territorio castellano a lo largo de 1161 y 1162. Pero el aparente entendimiento con Fernando II se quebraría tras el rapto del rey-niño, que fue escondido por el conde Nuño en San Esteban de Gormaz. Tras la muerte de su hermano, el conde Manrique Pérez de Lara en combate con los Castro, don Nuño logró hacerse con la tutoría del rey de Castilla hasta 1165, en que se la cedió a su hermano, don Álvaro Pérez de Lara, y a Lope Díaz de Haro. Poco después de la cesión de la custodia, el rey de León se enfrentó con el conde Nuño, a quien asedió en Zorita en 1165; esta vez el Lara logró escapar de las manos del monarca.76 Durante la mayoría de Alfonso VIII, Nuño Pérez de Lara continuó en la corte castellana y en el verano de 1173 fue enviado junto al conde Gómez en misión diplomática ante Fernando II.77 Al parecer, permaneció en la corte leonesa hasta comienzos de 1175,78 cuando regresó a Castilla, continuando con su servicio a Alfonso VIII hasta su muerte en el sitio de Cuenca en 1177. No se puede considerar que el conde Nuño de Lara sirviera al rey de León pues, al parecer, no ocupó cargos en su corte, aunque sí permaneció en el entorno regio durante algún tiempo, gracias a su matrimonio con doña Teresa Fernández de Traba. Sobre las generaciones anteriores de esta parentela, véase SÁNCHEZ MORA, A. Los Lara, un linaje castellano de la plena Edad Media, Burgos, 2007. 76 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 75. 77 FLORIANO, A. Colección diplomática del monasterio de Belmonte, docs. 77, 78. 78 SÁNCHEZ MORA, A. Los Lara, p. 71. 75

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NUÑO PÉREZ Pedro González de Lara ↔ Eva

DE

LARA

Y SUS HIJOS

Fernando Pérez de Traba ↔ Teresa de Portugal

Nuño Pérez de Lara ↔ Teresa Fernández

NUÑO PÉREZ Álvaro ↔

Fernando

1 2

Gonzalo

LARA

Fernando N.

Urraca Díaz de Haro Teresa Gil Osorno

Rodrigo

DE

Nuño

Y SUS HIJOS

Gonzalo ↔

Nuño

1 2

Jimena Meléndez María Díaz de Haro

Diego

Teresa

Tras la muerte del conde conde Nuño Pérez, su viuda casó con Fernando II de León, lo que propició la proximidad de sus hijos a la curia regia leonesa y les facilitó la obtención de importantes cargos en ella. Los hijos de la nueva reina de León supieron aprovechar su situación de privilegio en la corte leonesa, cuando las circunstancias les fueron adversas en Castilla. Fernando, Álvaro y Gonzalo Núñez de Lara llegaron a León tras la muerte de su padre y cuando estaba comenzando el romance entre su madre, doña Teresa Fernández de Traba, y Fernando II. La primera noticia de su estancia en tierras leonesas se fecha en julio de 1178, cuando el rey donó a dilectissime mee comitisse domna Tarasie, filiis et filiabus uestris, cuatro iglesias en Pallares en agradecimiento por los servicios prestados por el conde don Nuño Pérez, pro bono seruicio quod uos comitissa dona T. similiter et uester maritus comes N. multotiens presentastis.79 A partir de entonces, se hizo habitual la presencia de los hijos de la nueva reina en la corte leonesa, especialmente en Galicia, donde tenían un sólido apoyo familiar. A nadie se le escapa el poder que los hijos del conde Nuño poseían en Castilla y en el reino de León, puesto que eran miembros de las familias más destacadas de ambos reinos. Los tres hijos varones del matrimonio participaron de forma intermitente en la política leonesa, aunque no todos tuvieron la misma presencia y actuación política en el reino. El menor de ellos, don Gonzalo, llegó a León junto a su madre, y quizá porque vivió con ella en la corte y porque estuvo más apegado a su familia materna, sirvió durante más tiempo al rey de León y mantuvo una mayor vinculación con las tierras gallegas que sus hermanos. Don Gonzalo aparece por primera vez en 1180 confirmando di79 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 139.

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plomas de Fernando II de León.80 En 1181, tras la muerte de doña Teresa Fernández, don Gonzalo reclamó sus derechos sobre las citadas cuatro iglesias de Pallares pero el rey le mandó que no impidiera al obispo de Lugo tomarlas, puesto que doña Teresa se las había donado antes de morir.81 Durante la década de los ochenta su padrastro le confió algunas tenencias como Alba de Tormes.82 Don Gonzalo Núñez de Lara ocupó una posición de privilegio en la corte leonesa hasta que los Haro irrumpieron con fuerza en el reino, y el rey casó con Urraca López de Haro. Este nuevo matrimonio del monarca desplazó de la corte a Gonzalo Núñez que emigró a Castilla, donde sus hermanos Álvaro y Fernando gozaban del afecto regio. Por otra parte, el conflicto con los Haro se recrudeció cuando la nueva reina de León y sus hermanos pretendieron que el infante Sancho Fernández ocupara el trono leonés en detrimento del infante don Alfonso, futuro Alfonso IX, al que apoyaban los Traba, la familia materna de los Lara. Cuando Alfonso IX logró el trono leonés, Gonzalo Núñez regresó a tierras leonesas y fue tenente de Asturias, pero sería sustituido por su hermano, Fernando Núñez en noviembre de 1190.83 Esta es la primera incursión del conde Fernando Núñez de Lara en el reino de León.84 Tal vez el motivo de su llegada a León fuera la entrada de Pedro Fernández de Castro, su principal enemigo, al servicio de Alfonso VIII. Poco tiempo después de su llegada a tierras leonesas, Alfonso IX le entregó la tenencia de Toroño, que ocuparía hasta julio de 1194.85 Durante los primeros años de la década de los noventa, es factible que los hermanos Gonzalo y Fernando Núñez de Lara se dirigieran a tierras gallegas para hacerse cargo de su extenso patrimonio heredado de su madre; además gozaron del favor del monarca leonés, que les entregó importantes tenencias. Así, Gonzalo Núñez recibiría en 1194 Asturias, y Fernando continuaba al frente de Toroño. Por ello, en la primavera de 1194 Fernando Núñez tuvo un destacado papel en el cumplimiento del tratado de disolución de las arras de la reina doña Teresa, primera esposa de Alfonso IX. Tras la firma de este acuerdo y del tratado de Tordehumos el conde Fernando Núñez regresó a la corte castellana y, probablemente, participó en la batalla de Alarcos. Mientras, las fuentes silencian el itinerario de don

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Ibíd., doc. 176. Ibíd., doc. 187. CDACL, doc. 1664. GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, doc. 51. SÁNCHEZ MORA, A. Los Lara, pp. 85-87. GDF, doc. 94.

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Gonzalo, hasta 1195, en que aparece como tenente de Asturias,86 pero en 1196 sería sustituido al frente de esta tenencia por su hermano don Fernando, que acababa de regresar a tierras leonesas en condición de vassallus regis.87 Aunque poco tiempo después, ambos hermanos se integrarían en la corte de Alfonso VIII, justo cuando Pedro Fernández de Castro fue nombrado mayordomo de León. Se desconoce la participación de estos Lara en el enfrentamiento vivido en la frontera castellano leonesa entre 1196 y 1197, aunque tal vez pudieran haber servido al rey de Castilla. Pero cuando se puso fin al conflicto mediante el matrimonio de Alfonso IX y Berenguela de Castilla, los Lara reaparecen en León: Gonzalo, al frente de la tenencia de Asturias en 1198,88 y Fernando como vassallus regis en julio de 1199.89 En un clima de entendimiento entre los monarcas, los hermanos Lara desempeñaron un papel destacado a favor de la paz entre los reinos. En el mes de diciembre de 1199 y para poner fin al conflicto que enfrentaba a León y Castilla, don Alfonso IX entregó los castillos del litigio a doña Berenguela como parte de sus arras. El conde Fernando Núñez signó el acuerdo del lado leonés y recibió la tenencia de los castillos asturianos de Aguilar, Gozón, Ventosa, Buanga, Oviedo, Santa Cruz de Tineo y Tudela, y los situados en Riaño: Alión, Portilla y Peñafiel;90 y don Gonzalo signa varios diplomas como tenente arras regine de Asturias.91 La elección de los Lara como tenentes de los castillos asturianos de las arras no fue casual, puesto que los hermanos estaban muy vinculados a esa tierra y ya habían ocupado destacadas tenencias asturianas con anterioridad. Además, como establecía el pacto de 1199, los castillos de las arras de doña Berenguela, revertirían a manos del rey de León solo si la infanta muriera sin descendencia o si los castellanos incumplieran lo pactado. Por ello, Alfonso VIII eligió a hombres de su confianza y vinculados con la tierra para estar al frente de estos castillos. Asimismo, a lo largo de 1199 y 1200 el rey de León nombró tenente de Asturias a Fernando Núñez, que sustituyó a su hermano.92 En 1200 don Fernando regresó a Castilla, donde le fue asignada la alferecía; mientras que Gonzalo Núñez se dirigió a Ga-

GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, doc. 92. DOMÍNGUEZ SÁNCHEZ, S. Colección documental del Monasterio de Santa María de Carvajal (1093-1461), doc. 77. 88 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. II, docs. 112, 114, 115, 116, 117, 118, 120, 121. 89 Ibíd., doc. 130. 90 Ibíd., doc. 135. 91 Ibíd., doc. 137. 92 Ibíd., doc. 136. 86 87

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licia donde le fueron otorgadas las tenencias de Trastámara, Lemos, Monterroso y Montenegro.93 La anulación eclesiástica de este matrimonio regio rompió con el clima pacífico entre los reinos y el conflicto por los castillos de las arras estalló de nuevo. Sin embargo, los reyes llegaron pronto a un acuerdo para poner fin al enfrentamiento. Con tal propósito se reunieron en Cabreros en 1206. Entonces Fernando Núñez continuaba siendo el tenente de las fortalezas asturianas aunque, a pesar de ello, no participó en las negociaciones ni en la firma del pacto. No obstante, poco tiempo después, en la primavera de 1207, se dirigió a León, tal vez porque de nuevo se sintió desplazado de la corte castellana por la llegada de Diego López de Haro, que acababa de salir del reino de Alfonso IX. En la corte leonesa, el conde Fernando Núñez fue encargado de la tenencia de los castillos asturianos que en el tratado de Cabreros habían sido concedidos a la infanta Berenguela, cuya tenencia le fue ratificada en 1207.94 El conde Fernando permaneció en tierras leonesas durante algún tiempo, tal vez ocupándose de los asuntos familiares, pues en 1208 hace un pacto con los monjes del monasterio de Sobrado a quienes entrega la propiedad de Sarantes.95 En este diploma se hace llamar filius comitis domni Nunionis et regine domne Terasie;96 es patente que en esta intitulación manipula el recuerdo de su madre para enaltecer su prestigio en el reino de León, puesto que esta era su mejor carta de presentación.97 Nada se sabe de la trayectoria de Gonzalo Núñez en este tiempo. El buen entendimiento que había caracterizado la relación entre Alfonso IX y los hijastros de su padre se rompió en 1209, cuando Fernando y Álvaro Núñez de Lara se enfrentaron en Asturias al monarca y varios concejos. Sánchez Mora señala que el conflicto pudiera haberse producido porque los Lara pretendieron lograr las tenencias de los castillos asturianos que les habían concedido en 1206 y, por ello, se rebelaron contra Alfonso IX. No obstante, este conflicto se mezcla con el sucesorio, pues en la corte leonesa se estaba apostando en esos momentos por el infante don Fer93 Ocupó estas tenencias entre 1204 y 1207, véase TORRES SEVILLA, M. Linajes nobiliarios en León y Castilla: siglos IX-XIII, p. 234. 94 Se trata de las tenencias de Siero de Asturias y Siero de Riaño. 95 LOSCERTALES DE GARCÍA DE VALDEAVELLANO, P. Tumbo del monasterio de Sobrado de los monjes II, doc. 363. 96 Ibíd., docs. 363, 365. 97 En verdad, nunca utilizaron esta intitulación mientras doña Teresa estaba viva, sino que lo hicieron más de veinte años después de su muerte, para enaltecer su prestigio utilizando un recuerdo distorsionado de su madre, puesto que no era reina cuando estuvo casada con el conde Nuño.

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nando, el portugués, como sucesor en el trono. Mientras, los Lara eran partidarios del infante Fernando, el castellano. La sucesión estaba en juego y a pesar de que en 1206 se había proclamado heredero al infante don Fernando, hijo de Berenguela de Castilla, en 1209 fue necesaria una nueva reunión entre Alfonso IX y Alfonso VIII, donde se reformaron algunas cláusulas del tratado de Cabreros. Se celebró en Valladolid y en ella, los reyes perdonaron a los magnates que tenían los castillos y habían ocasionado altercados en ambos reinos. Además, pactaron que debían derruirse los castillos que los nobles castellanos habían construido en Galicia.98 Estas disposiciones hacen clara referencia al enfrentamiento surgido con los Lara en Asturias y Galicia. Unos meses después de la firma del tratado de Valladolid, en febrero de 1210, mientras los condes Fernando y Álvaro Núñez de Lara permanecían en tierras castellanas sirviendo a su monarca, el rey de León signó un importante pacto con Gonzalo Núñez, que también debían acatar sus hermanos. Alfonso IX les donaba el realengo de Parga y otras heredades a cambio de lo que los hermanos poseían en La Coruña; además, les prohibía construir fortalezas en las tierras donadas, y les obligaba a rendirle homenaje y juramento.99 De este modo, el monarca leonés se protegía de los posibles 98 Insuper uterque nostrum parcit omnibus qui fuerunt adiutores alterius in ista guerra, ita quod castella illa, que ad adiutoribus regis Castele in Gallecia facta fuerunt, diruantur, et quocumque castellum factum est ab alterum nostrum in alfoces uel in terminis alicuius castelli, pertinentes ad reginam Berengariam et ad suos filios, diruantur et redeant ad illum statum in quo erat antequam discordia istius presentis anni inter nos nasceretur. CDACL, doc. 1808. 99 In nomine Domini nostri Ihesu Christi, amen. Notum sit per hanc cartam, tam presentibus quam futuris, quod ego Adefonsus, Dei gratia Rex Legionis et Gallecie, do et concedo domno Gonzaluo Nuniz et eidem pro fratribus suis, scilicet, comiti domno Fernando et domno Alvaro Nuniz et comitisse domne Elluire, et Nuno Sancii, nepoti illorum, in concambium de toto illo quod habebant in burgo ueteri de Faro et in cauto de Ameeiras, quantum ego habeo in Parrega, et Veugue, et Mondego, et Moosteiroo, et Ossedo, et Sada, et Ouces, et Luure, et Sueiro, et Eroes cum suo directo, et Tines. Et ipse domnus Gonzaluus Nuniz debet inducere pro posse suo predictos fratres suos et sororem et nepotem illorum bona fide et sine malo ingenio quod concedant cambium istud. Et si omnes uel aliquos uel aliquis illorum non potuerit inducere ad concedendum cambium istud, ego debeo recipere partem illorum uel illius qui cambium istud non concesserint uel non concesserit. Et domnus Gonzaluus Nuniz debet percipere integre partem suam, et non debet facere fortaleziam in locis supradictis que illis do in concambium, et super hoc fecit mihi hominium et iuramentum, et si inde aliud fecerit, debeo ego sibi prendere hereditatem de isto cambio. Et si domnus Gonzaluus Nuniz exierit de regno meo ad Portugalem aut ad Castellam, aut ad alias partes extra regnum meum, et non reliquerit fortaleziam in hereditate istius cambii, debet ipsam hereditatem recuperare. Et si guerram mihi fecerit de Castella aut de Portugale aut aliunde extra regnum meum, non debet proinde amittere hereditatem suam de predicto cambio. CDACL, doc. 1811.

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ataques de los todopoderosos hermanos Lara. Así se pacificó la relación entre Gonzalo Núñez y Alfonso IX, pues el rey le devolvió las tenencias de Trastámara, Lemos, Monterroso y Montenegro, que ocuparía hasta 1211.100 En 1212 los tres hermanos participaron en la batalla de las Navas de Tolosa. Poco tiempo después de la gran victoria cristiana, en 1214, Alfonso VIII fallecía y los Lara se enfrentaron abiertamente a doña Berenguela y su hijo don Fernando; pues, como ya había hecho su padre tras la muerte de Sancho III, pugnaron por la tutoría de otro rey-niño, Enrique I, para así dominar el reino. Don Gonzalo Núñez todavía ocupó la tenencia de Trastámara, aunque pronto se trasladaría a Castilla para estar al lado de sus hermanos. Don Álvaro Núñez de Lara se hizo con la tutela de Enrique I y promocionó a sus hermanos en la corte castellana. Puede decirse que en estos momentos, los Lara dominaban en Castilla, pero la rivalidad con el poderoso bando de la infanta Berenguela cubría a la corte castellana con unas nubes negras que pronto estallarían en tormenta. Don Álvaro Núñez de Lara buscaba una alianza con el rey de León a través de un posible matrimonio entre la infanta leonesa, doña Sancha, hija de Alfonso IX, y el pequeño Enrique I, para poder controlar Castilla. Al mismo tiempo, pretendía que el trono leonés fuera heredado por doña Sancha. Posiblemente en esta alianza con Alfonso IX, don Álvaro le propuso entregarle los castillos de la reina Berenguela que poseían él y sus hermanos, para menguar el poder del partido de Berenguela en León; aunque parece que esta alianza no llegó a signarse. Tras la muerte del joven Enrique I en 1217, se desató la tempestad y el enfrentamiento entre los Lara y Berenguela de Castilla se precipitó. Ante el avance de los partidarios de Berenguela y su hijo, los Lara tuvieron que refugiarse en León. Los tres hermanos aparecen en la corte leonesa en el mes de septiembre: don Álvaro Núñez ocupaba la mayordomía leonesa y sus hermanos confirman como vasallos de Alfonso IX.101 Probablemente, el conde don Álvaro fue hecho prisionero en Castilla, aunque durante el invierno de 1218 continuaba al frente de la mayordomía del rey de León. En la primavera del año siguiente las huestes de los Lara atacaron de nuevo al reino castellano, pero don Álvaro perdió la vida combatiendo. Sus hermanos regresaron a León y don Gonzalo recibió la tenencia de la ciudad de León en 1219 y posteriormente, en 1221, Asturias, Trastámara, Toroño, aunque ese mismo año abandonó el reino de Alfonso IX. Tal vez nunca regresó a León o, al menos, no ha quedado constancia documental de ello. Murió después de 1227 y fue enterrado en Ceinos de Campos. 100 101

GONZÁLEZ, J. Alfonso XI, vol. II, docs. 257-262, 270-277. FERNÁNDEZ FLÓREZ, J. A. Colección de Sahagún, doc. 1609.

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C) Los Haro en la corte leonesa Canal Sánchez Pagín ha estudiado esta parentela desde mediados del siglo XI.102 Desde entonces sus miembros tenían una gran vinculación con los reyes de León y Castilla. Julio González ya analizó la evolución y participación política de los miembros de esta familia en tierras castellanas,103 pero en este trabajo destacaremos a aquellos que sirvieron a Fernando II y Alfonso IX de León, especialmente don Lope Díaz de Haro, sus hijos, y su nieto, el infante leonés don Sancho Fernández. Posiblemente don Lope Díaz casó en dos ocasiones: la primera de ellas con una dama desconocida y la segunda con doña Aldonza González, hija de Gonzalo Fernández de Traba y, por tanto, sobrina de doña Teresa Fernández de Traba, la madre de los hermanos Núñez de Lara. Este parentesco con los Traba propició que los hijos de doña Aldonza y don Lope Díaz mantuvieran una estrecha relación con el reino de León y lo eligieran como lugar de exilio al que acudir cuando sus relaciones con el rey de Castilla empeoraban. El padre de Lope Díaz, don Diego López de Haro, había llevado a la parentela a la cumbre, pero su participación en la guerra entre la reina Urraca y su esposo, el Batallador, le hizo perder el señorío de Vizcaya, donde poseía la mayor parte de sus bienes. Sin embargo su hijo don Lope Díaz de Haro recuperó el estatus de la familia, gracias a su servicio a Alfonso VII desde 1134. Tras el fallecimiento del emperador, don Lope se mantuvo en primera fila en la corte castellana, sirviendo a Sancho III durante su corto reinado y, posteriormente, a su hijo, Alfonso VIII de Castilla, hasta su muerte en 1170.

a) Los cuñados de Fernando II de León Los hijos del conde Lope Díaz de Haro se integraron en la corte leonesa a principios de la década de los ochenta y lograron gran poder durante los últimos años del reinado de Fernando II de León. Doña Urraca fue la primera de los hijos del conde Lope en relacionarse con la corte leonesa, pues había casado en primeras nupcias con don Nuño Meléndez, hijo 102 CANAL SÁNCHEZ PAGÍN, J. M.ª «La Casa de Haro en León y Castilla de 1150 a 1250. Cuestiones histórico-genealógicas en torno a cuatro nobles damas», Archivos Leoneses, 1989, n.º 85-86, pp. 55-99. Ibíd., «La casa de Haro en León y Castilla durante el siglo XII», Anuario de Estudios Medievales, 25/1, 1995, pp. 3-38. 103 GONZÁLEZ, J. Alfonso VIII, vol. I, pp. 300-316.

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de doña María Froilaz, con quien tuvo una hija: María Núñez. Tras la muerte de su primer esposo, su posición social le facilitó el acceso al monarca. Además, a partir de 1181 su hermano don Rodrigo López sirvió a Fernando II, que en ese año le entregó la tenencia de la ciudad de León.104 En 1182, el rey donó a su vassallo et amico varias propiedades en el alfoz de Aguilar pro bono servitio quod mihi fecistis et me de vobis sepero habiturum.105 Quizá don Rodrigo fue el artífice de la alianza que se selló con el matrimonio entre el monarca y doña Urraca. Este enlace encarnaba una nueva política matrimonial regia, aunque al mismo tiempo mantenía la alianza con los Traba, pues doña Urraca era nieta de Fernando Pérez de Traba y sobrina de la anterior reina, doña Teresa. Además de conservar la alianza con la familia gallega, Fernando II se aseguraba el apoyo de los poderosos Haro castellanos. El matrimonio del rey con doña Urraca López se documenta en 1187, cuando comienzan a emitir diplomas conjuntamente. Pero su relación probablemente comenzó unos años antes, pues en 1183 el monarca donó a su dilecta Urraca López toda la tierra de Villamor y Omaña, por el buen servicio que le hizo con su castillo y sus hombres.106 Al parecer, antes de contraer nupcias, la pareja había engendrado dos hijos, García y Sancho. La relación de doña Urraca con el monarca facilitó la llegada de sus hermanos a León. Don Rodrigo, que había sido el primero en llegar a tierras leonesas, falleció antes de 1187, justo cuando sus hermanos alcanzaron los cargos palatinos y las tenencias más importantes del reino. Don García López de Haro fue nombrado alférez en enero de 1186107 y, posteriormente, entre diciembre de 1186 y septiembre de 1187,108 mientras, ostentaba también la tenencia de Mayorga.109 Su hermano, Diego López, que había sido alférez de Alfonso VIII de Castilla durante largo tiempo, se trasladó a León, donde el monarca le entregó la importante tenencia de la Extremadura. Tras la muerte de Fernando II, los Haro salieron del reino de León. Algunos investigadores han afirmado que mantuvieron un crudo enfrentamiento con el infante don Alfonso, futuro Alfonso IX, porque pretendían situar en el trono leonés a su sobrino, el infante don Sancho Fernández. No ESTEPA DÍEZ, C. Estructura social de la ciudad de León, p. 180. FERNÁNDEZ FLÓREZ, J. A. Colección documental del monasterio de Otero de las Dueñas, doc. 377. 106 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 207. 107 CDACL, doc. 1660. 108 CDACL, docs. 1668/1675. 109 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 236. 104 105

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obstante, ninguno de los cronistas castellanos recoge este enfrentamiento. Parece que hubo grandes tensiones, pero probablemente no hubo un conflicto abierto. Poco tiempo después, cuando Alfonso IX se había consolidado como monarca, algunos de los hermanos Haro regresaron a León. Así, don García, que probablemente estaba casado con una dama leonesa, volvió a León y el rey le entregó en 1190 las tenencias de Asturias110 y Extremadura,111 y en 1192 Castrotoraf,112 además de la alferecía, que dirigió hasta la primavera de 1193.113 Pero esta no sería la última presencia en León de los miembros de la familia Haro. En 1202 Alfonso IX atacó los castillos de Aguilar y Montegaudio, que pertenecían a don Diego López, pero pronto mejoraron las relaciones entre ambos. Ese mismo año el señor de Haro había atacado desde Navarra a Alfonso VIII de Castilla, por lo que estaba enfrentado a su señor natural. Por eso, cuando en 1204 se anuló el matrimonio entre el rey de León y Berenguela de Castilla, don Diego vio la posibilidad de refugiarse en el reino de León y poder hacer frente junto a Alfonso IX al rey de Castilla, que se había convertido en un enemigo común. A partir de entonces, Diego López se integró en la corte leonesa y ocupó en 1204 la tenencia de la ciudad de León. Durante 1205 y 1206 el monarca le concedió el gobierno de algunas tenencias próximas a la frontera lusa como Sarria y Toro, y otras, como Asturias, Montenegro, Astorga, además de la tenencia de Extremadura, que ya había ocupado en 1187.114 Durante estos años de enfrentamiento con Alfonso VIII, don Diego López de Haro se convirtió en uno de los dignatarios más poderosos de la corte leonesa. Para solventar el conflicto entre los dos reinos, los monarcas acordaron una entrevista en Cabreros. Tal vez, don Diego López de Haro y su hijo, Lope Díaz, participaron como diplomáticos, enviados por el rey de León, en las negociaciones que culminaron con la firma del tratado de paz, pues ambos confirman el diploma entre los miembros de la embajada leonesa. Pero, solo tres años después, don Diego y su hijo signaron el tratado de Valladolid del lado de Alfonso VIII de Castilla, puesto que ya se habían reconciliado con él y habían abandonado la corte leonesa. Es probable que el señor de Haro no volviera a servir a Alfonso IX, aunque tal vez sí regresó a territorio leonés, pues sabemos que en 1213 intervino en la paz 110 111 112 113 114

GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, doc. 36. CDACL, doc. 1690. GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, doc. 51. Ibíd., docs. 52-57. GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. II, docs. 183-206.

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entre ambos reinos. Poco tiempo después, en 1214, murió sirviendo al monarca castellano. Tras la muerte de Diego López parece que su hijo no mantuvo buenas relaciones con la corte leonesa, pues se alió con Berenguela de Castilla y su hijo don Fernando. Lope Díaz participó del lado castellano en el acuerdo firmado en 1218 entre Alfonso IX y Fernando III, que establecía las condiciones en las que se debía pagar la deuda que había contraído Enrique I con Alfonso IX.115

b) El infante Sancho Fernández El infante Sancho Fernández había salido de León tras la muerte de su padre, siendo aún un niño. En compañía de su madre, doña Urraca López de Haro, permaneció en Castilla durante muchos años; hasta que en 1210 regresó al reino que gobernaba su medio hermano. Alfonso IX le entregó (hasta febrero de 1211) las tenencias de Sarria y Montenegro, que estaban vinculadas a la familia de su abuela materna.116 Pero parece que después de esta corta estancia en tierras gallegas regresó a Castilla; aunque no por mucho tiempo, pues en 1214 se integró de nuevo en la corte leonesa, donde el monarca le concedió la alferecía.117 Al oficio palatino se fueron añadiendo en los años sucesivos algunas destacadas tenencias, como la ciudad de León, Asturias,118 Zamora y Extremadura.119 En 1216 confirmó, entre los magnates leoneses, el acuerdo entre Alfonso IX y Enrique I.120 Tras la muerte de Enrique I de Castilla, don Sancho Fernández y su hijo, Fernando Sánchez, permanecieron en la corte leonesa pues, al parecer, estaban enfrentados con sus familiares, que apoyaban a Berenguela y Fernando III. En 1217 don Sancho continuaba al frente de la alferecía y de las tenencias de León, Zamora y toda la Extremadura,121 e, incluso, podemos sospechar que el rey de León, preocupado por el problema sucesorio, contempló la posibilidad de legar su trono a don Sancho, pues era el único hijo de Fernando II que permanecía vivo. En las treguas firmadas entre Alfonso IX y su hijo, Fernando III de Castilla, se establece que si el

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CDACL, doc. 1868. GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. II, docs. 257, 277. Ibíd., doc. 300. Ibíd., doc. 312. CDACL, doc. 1848. GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. II, doc. 337. Ibíd., doc. 342.

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rey de León muriera antes de terminar las treguas, el castellano debía reclamar en primera instancia a Sancho Fernández, lo que ha sido interpretado como su primacía en la línea de sucesión.122 Este entendimiento entre los medio hermanos se quebró pronto, pues en enero de 1218 don Sancho se dirigió a Castilla y signó entre los vasallos del castellano, el pacto de Alfonso IX y Fernando III por el que pretendían saldar la deuda que había dejado pendiente Enrique I;123 aunque permaneció en León hasta julio de ese mismo año.124 Tal vez, el motivo de esta salida de León fuera la presión del partido portugués que apoyaba a las infantas Sancha y Dulce en su carrera por el trono y viera coartada su posibilidad de coronarse rey de León. Poco tiempo después, se integró en la corte de Fernando III de Castilla, aunque su servicio a este monarca fue efímero, pues don Sancho Fernández murió en 1220.

D) Los Cameros en la corte de León Los miembros de la familia Cameros, originarios de tierras riojanas, participaron en diversas ocasiones en la política leonesa y emparentaron con las familias más poderosas del reino. Las sucesivas generaciones de esta parentela habían servido a Alfonso VI, Alfonso I el Batallador, y a Alfonso VII,125 pero será don Diego Jiménez, hijo de Jimeno Iñiguez, quien inaugure el servicio de los Cameros a Fernando II de León. Diego se había casado en torno a 1173 con doña Guiomar, hija de Rodrigo Pérez de Traba,126 lo que le permitiría estar próximo a la corte leonesa. La mayor parte de su vida política discurrió al servicio de Alfonso VIII de Castilla, aunque se trasladó a León cuando Fernando II casó con doña Teresa Pérez de Traba, prima de doña Guiomar. Canal Sánchez Pagín indica que esta estancia del matrimonio en León pudo estar motivada porque la nueva reina leonesa pidiera los servicios de su prima. Desconocemos si este fue el verdadero motivo, pero la realidad es que don Diego confirma por primera vez un diploma regio leonés en febrero de 1179 como

CDACL, doc. 1867. CDACL, doc. 1868. 124 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. II, doc. 365. 125 CANAL SÁNCHEZ PAGÍN, J. M.ª «La casa de Cameros en Castilla y León durante el siglo XII», en Archivos Leoneses, n.º 97-98, 1995, pp. 147-158. 126 LÓPEZ SAN GIL, J. L. La nobleza altomedieval gallega. La familia Froilaz-Traba, pp. 113-114. 122 123

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senior in Leon.127 Su poder en la ciudad regia iría en aumento, pues en marzo de 1180 fue nombrado vílico de la ciudad,128 y de nuevo tenente hasta marzo de 1181.129 La estancia de don Diego y su esposa en territorio leonés fue breve; pues, al morir la reina Teresa Fernández de Traba, el matrimonio regresó a Castilla, cuando se estaba en plenas negociaciones para definir la frontera entre los reinos. Tras la firma del tratado de Medina de Rioseco, Alfonso VIII de Castilla le entregó cinco villas castellanas a cambio de los castillos leoneses de Portilla, Siero, Burón, Alcazaba, Peñalba, Alión, Aquilar, Entreoteros y Orcejón. Algunas de estas fortalezas serían puntos de la discordia entre los reyes de León y Castilla solo unos años después; aunque ambos monarcas estuvieron de acuerdo en este cambio al menos en este momento. Al parecer, don Diego no regresó a tierras leonesas o, al menos, no ha dejado huellas en la documentación a su paso. Murió en 1187.130 Tras su desaparición, sus hijos, que permanecieron en la corte castellana, tomaron el relevo. Don Rodrigo Díaz fue el sucesor de su padre al frente de la casa y Alfonso VIII le entregó las tenencias riojanas, que con anterioridad había ostentado don Diego Jiménez. El parentesco que los Cameros mantenían con los Lara —doña Guiomar Rodríguez de Traba era prima de Teresa Fernández de Traba, la madre de los hijos de Nuño Pérez de Lara— les garantizó una situación de privilegio en la corte castellana mientras sus parientes dominaron el reino. Asimismo, ser miembros de la familia Traba les aseguraba también una situación privilegiada en León. El primer contacto con la corte de León fue en 1207 pues Rodrigo y Álvaro Díaz de Cameros estaban entre los elegidos como tenentes de los castillos que se entregaron a doña Berenguela en el acuerdo, firmado en Burgos con Alfonso IX de León.131 Asimismo, don Rodrigo estuvo presente en el tratado de Valladolid de 1209 en que actuó como garante. Ambos hermanos eran dignatarios habituales en la corte de Alfonso VIII. Pero tras el fallecimiento del rey parece que tuvieron alguna desavenencia con don Álvaro Núñez de Lara que, al frente de las tropas reales castellanas, atacó la tierra de Cameros en 1216, aunque se avinieron con prontitud, y tras la

CDACL, doc. 1612. CDACL, doc. 1616. Stephanus Campsino, et don Ysydori de Porta Episcopi uillicantibus de manu de Diago Xemenez. 129 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, docs. 175-180. 130 GONZÁLEZ, J. Alfonso VIII, vol. I, p. 318. 131 CDACL, doc. 1794. 127 128

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muerte de Enrique I, Laras y Cameros se aliaron para hacer frente a Fernando III. Tal vez don Rodrigo y don Álvaro no tuvieron gran predicamento en tierras leonesas; no obstante, el hijo don Rodrigo, Simón Ruiz de Cameros, casó con doña Sancha Alfonso, una de las hijas ilegítimas de Alfonso IX.

III. La nobleza portuguesa al servicio de los reyes de León El profesor José Mattoso fue el primer medievalista portugués preocupado por el estudio de los nobles lusitanos que sirvieron a los reyes de León durante la segunda mitad del siglo XII. Abrió la senda para el estudio dando algunas pinceladas sobre esta nobleza lusa que, durante algún tiempo, se integró en la curia leonesa.132 Posteriormente, los profesores Henrique David y José Augusto Pizarro estudiaron a los lusitanos que a lo largo del siglo XIII se trasladaron a León y Castilla.133 Sin embargo, poco se sabía de aquellos hombres y mujeres que se vincularon a la corte leonesa durante el siglo XII y primer tercio del siglo XIII. No obstante, en la actualidad y de manera casi simultánea a este trabajo, João Paulo Ferreira está desarrollando nuevas investigaciones que,134 combinadas con el estudio desde una perspectiva leonesa que a continuación presentamos, permitirán completar el conocimiento de los flujos de movilidad nobiliaria entre León y Portugal en esta cronología. Durante los reinados de Fernando II y Alfonso IX varios dignatarios lusos sirvieron a la monarquía leonesa, generalmente por un período corto de tiempo. Se trata en su mayoría de grandes nobles portugueses que en Especialmente en su clásica obra MATTOSO, J. A nobreza medieval portuguesa. A familia e o poder, Lisboa, 1981, y «A nobreza medieval galaico-portuguesa a identidade e a diferença», Ler história, I, Lisboa, 1983, pp. 3-22. 133 DAVID, H. y SOTTO MAYOR PIZARRO, J. A. DE. «Nobres portugueses em Leão e Castella (seculo XIII)», Revista de História, vol. VII, 1986-1987, pp. 135-147, y Ibíd., «Os portugueses nos livros de repartimiento da Andaluzia (século XIII), Revista de faculdade de Letras do Porto, 2.ª, serie 3, 1986. ÍD., «Os portugueses e a reconquista castellana e aragonesa do sec XIII». Otros estudios informan sobre individuos portugueses que permanecieron en el reino de León, aunque no en la corte sino en el seno de las Universidades a partir de mediados del siglo XIII. Véase SERRÃO, V. Portugueses no Estudo de Salamanca, 1250-1550, Lisboa, 1962. Sobre los portugueses que llegaron a Castilla en el siglo XIV y el trasvase nobiliario entre ambos reinos, véase FERNÁNDEZ, F. R. «A nobreza, o rei e a fronteira no medievo peninsular», En la España Medieval, 2005, n.º 28, pp. 155-176. 134 FERREIRA, J. P. M., Entre a Consanguinidade e a Naturalidade. A Movimentação da Nobreza Portuguesa entre os Reinos de Portugal e Leão (1157-1230), Porto (en prensa). 132

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un momento de gran enfrentamiento con su señor natural, se trasladaron al reino vecino donde se incorporaron a la corte. Se han detectado tres momentos de llegada de nobles lusos a León. El primero de ellos es 1169, pues tras la derrota de Badajoz, algunos de los fieles de Alfonso Enríquez decidieron trasladarse a León. El segundo corresponde a 1185 cuando tras morir Alfonso I hereda el trono su hijo don Sancho que se enfrentó a algunos de los magnates de los nobles que sirvieron a su padre. El último coincide con un nuevo período de sucesión ya que en 1211, tras la muerte de Sancho I, estalla un gran conflicto entre Alfonso II y sus hermanas. Entonces varios partidarios de estas se dirigen a León para, desde allí, atacar al nuevo monarca portugués. Los reyes leoneses acogieron en su círculo más próximo de colaboradores a estos magnates lusitanos y les otorgaron importantes cargos palatinos, destacadas tenencias y abundantes patrimonios.

A) Nobles portugueses en la corte de Fernando II de León José Mattoso afirma que Alfonso Enríquez no tuvo problemas en mantener a su lado a la nobleza hasta 1157, cuando Fernando II heredó el trono de León y consiguió atraer a su corte a algunos de los magnates del primer rey portugués, especialmente a aquellos establecidos en Bragança. No obstante, Alfonso Enríquez logró la fidelidad de algunos nobles gallegos afincados en las tierras fronterizas de Limia y Toroño.135 El panorama nobiliar portugués resulta verdaderamente complicado puesto que gran parte de la nobleza del reino tenía orígenes gallegos y, en ocasiones, aún conservaba propiedades en Galicia, por lo que estos nobles lusitanos de ascendencia gallega aparecen de manera habitual en la documentación leonesa a pesar de estar establecidos en Portugal.

135 A lo largo del período acotado varios miembros de esta parentela se integran en la corte leonesa. El primero de ellos, Menendo de Bragança y durante el reinado de Alfonso IX lo haría Fernando Fernandes de Bragança. Los nobles gallegos que Alfonso Enríquez logró atraer a su corte fueron numerosos, debido quizá a la especial vinculación que había mantenido la nobleza gallega, en especial los Traba, durante el gobierno de los condes de Portugal, véase MATTOSO, J. «A nobreza medieval galaico-portuguesa a identidade e a diferenta», Ler história, I, Lisboa, 1983, pp. 3-22, reeditado en ibíd., Portugal medieval: novas interpretações, Lisboa, 1985, pp. 171-223.

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a) Menendo de Bragança Como apuntaba Mattoso, desde comienzos del reinado de Fernando II comenzaron a llegar a León algunos magnates lusos, en verdad, este fenómeno puede detectarse con anterioridad cuando se crea en 1156 una protocorte en torno al infante don Fernando, que se convertirá en rey de León. Puede afirmarse que este magnate portugués fue uno de los primeros apoyos del infante antes de lograr el trono. Menendo de Bragança, fue nombrado alférez del rey Fernando en 1156,136 y continuó con el cargo tras la proclamación del infante como rey de León, entre 1157 y 1159. No es extraño que el primer noble portugués que llegó a la corte del hijo del emperador perteneciera a la parentela de los Bragança, ya que la situación geográfica de esta región fronteriza, que mantenía fuertes relaciones con los territorios leoneses de Astorga y Zamora,137 hacía de ella un lugar estratégico en las disputas entre los monarcas lusitanos y leoneses. Por este motivo, Fernando II intentó atraer a su corte a los señores de Bragança. Las relaciones de esta parentela con la monarquía leonesa se remontan al reinado de Fernando I, a quien sirvieron hasta su muerte.138 Según el libro del Deán,139 Fernando Méndez de Bragança el Viejo, casó con una hija bastarda del Alfonso VI, y su nieto, del mismo nombre, contrajo nupcias con una de las nietas del monarca. Pero estas informaciones son poco verosímiles ya que no pueden ser contrastadas. Además de la vinculación política que habían mantenido con la monarquía leonesa y de estas posibles vinculaciones parentelares, los señores de Bragança poseían algunos bienes en tierras leonesas y mantenían estrechas relaciones con el monasterio cisterciense de Santa María de Moreruela. Probablemente también emparentaron con la nobleza leonesa asentada en el territorio próximo a la frontera, aunque las fuentes conservadas no permiten ratificarlo. La filiación de Menendo de Bragança es un asunto controvertido para la historiografía portuguesa, ya que algunos historiadores como José Mat136 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos Medievales del Reino de Galicia de Alfonso VII, doc. 176. 137 Esta es una de las cinco parentelas nobiliarias que en los libros de linajes se destacan como las principales del reino. La tierra de Bragança se había desvinculado de León y se integró bajo el poder de la Monarquía portuguesa. Los señores de Bragança se asentaron en el territorio en torno a 1072, Fernando Menéndez de Bragança aparece en la corte de los condes Enrique y Teresa, véase MATTOSO, J. Identificação de um pais. Ensaio sobre as origens de Portugal, 1096-1325, vol. I, pp. 188-192, Lisboa, 1988. 138 SOARES MACHADO, J. C. Os Bragançãos. História genealógica de uma linhagem medieval (séculos XI a XIII), Lisboa, 2006, pp. 59. 139 LD, 12A2.

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toso y José Pizarro lo identifican como nieto de Menendo Fernández de Bragança; sin embargo las últimas investigaciones sobre esta parentela lo señalan como su hijo, probablemente el segundogénito. Este individuo es conocido tanto en la documentación portuguesa como en la leonesa como Menendus Bregancia, en ninguno de los diplomas conservados añade su patronímico, por lo que resulta difícil establecer a ciencia cierta su filiación.140 Las dos hipótesis planteadas son coherentes y posibles, y aunque este asunto es de una gran importancia, solo se pretende estudiar su trayectoria política en la corte lusitana y su servicio a Fernando II de León. Menendo de Bragança aparece en la documentación regia portuguesa a partir de mayo de 1146, en que Alfonso Enríquez le otorga la alferecía,141 permanecerá en el cargo hasta enero de 1147, cuando es sustituido por Pero Pais de Maia; aunque volverá esporádicamente a la alferecía en 1148142 y después desaparece de la documentación lusa. Se desconoce el motivo por el que salió de Portugal, pues las fuentes no aportan noticias sobre un posible enfrentamiento con el rey lusitano, a pesar de que Julio González afirma categóricamente que se había desnaturado.143 Soares Machado apunta la posibilidad de un desencuentro con su hermano, el primogénito, que en esos momentos asciende en la curia lusitana. Esta circunstancia, sumada a la actitud de Alfonso VII, que probablemente tentó a Menendo de Bragança con concesiones de bienes y cargos políticos, hicieron que este noble portugués se trasladara a León y se convirtiera en el primer alférez del infante Fernando. La fidelidad del magnate fue ejemplar durante los primeros años de gobierno del hijo del emperador. Soares Machado sospecha que abandonó Portugal en 1147 y sirvió a Alfonso VII, sin embargo ningún documento permite verificar esta hipótesis. La presencia de Menendo de Bragança en León se registra a partir de octubre de 1156, en que es nombrado alférez del infante don Fernando. Formaba parte de la corte del infante antes de heredar el trono.144 El nuevo rey de León, tras heredar el trono y en una situación política agitada por los enfrentamientos con su hermano, Sancho III de Castilla, confió su ejército a este noble portugués. Él sería el encargado de dirigir

Véase SOARES MACHADO, J. C. Os Braganções, pp. 85-89. Documentos medievais portugueses. Documentos régios. I Documentos dos condes portucalenses e de D. Afonso Henriques. A:D 1095-1185, Lisboa, 1962. DR docs. 214-220. 142 DR, doc. 255. 143 GONZÁLEZ, J. Regesta Fernando II, pp. 185. 144 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos Medievales del Reino de Galicia de Alfonso VII, docs. 176-177. 140 141

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la contienda fronteriza que enfrentó a León y Castilla tras la división del imperio de Alfonso VII. Menendo de Bragança ocupó la alferecía ininterrumpidamente desde octubre de 1157 hasta marzo de 1159, en que fue sustituido por Fernando González de Traba. Se desconocen los motivos por los que Fernando II cambió de alférez en un momento de paz. Sin embargo, y a pesar de ser alejado de la alferecía, Menendo permaneció en los círculos cortesanos, pues confirma varios documentos regios, aunque no ostenta ningún cargo político. Pero en octubre de 1159, el monarca le otorgaría la alferecía por última vez. Tras este breve período en que retomó su actividad al frente de los ejércitos reales, Menendo de Bragança no ocupó cargos de relevancia, aunque permaneció en la corte hasta mayo de 1161. El magnate representa a la nobleza establecida en zonas de frontera que, precisamente por su origen y lugar de asentamiento, tenía grandes posibilidades de movilidad entre los dos reinos, sin que necesariamente existiera ningún enfrentamiento abierto con su monarca para que decida permanecer durante un espacio de tiempo indeterminado en el reino vecino, conservando su estatus en el reino originario (véase tabla en página siguiente). Los historiadores portugueses coinciden en destacar la particularidad de actuación de los miembros de esta parentela a lo largo de los siglos XII y XIII, pues sirvieron, casi simultáneamente, a ambas monarquías. Soares Machado habla de una relativa independencia de esta parentela del control regio. Afirma que gracias al poder que tenían en sus territorios estratégicos no se unieron a la causa de Alfonso Enríquez hasta la victoria de San Mamede, y que, posteriormente, sirvieron de forma intermitente a las dos monarquías, lo que les granjeó grandes beneficios a ambos lados de la frontera. Otros integrantes de la parentela servirán a los reyes leoneses continuando la estrategia de alternar su servicio, de acuerdo con los intereses políticos y económicos de cada momento. Las relaciones entre León y Portugal variaron sustancialmente a lo largo del reinado de Fernando II, oscilando desde la alianza y buen entendimiento hasta el enfrentamiento bélico abierto. Pero la llegada de nobles portugueses a León se concentra en dos momentos que corresponden con la campaña de Badajoz en 1169 y con la coronación de Sancho I en 1185. En ambos momentos Portugal estaba viviendo importantes crisis políticas motivadas por la derrota y el cautiverio del primer monarca luso tras la contienda de Badajoz, y por los reajustes de poder vividos tras la sucesión en el trono.

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Cargos de Menendo de Bragança en la corte leonesa Fechas

Cargos

1156, noviembre, 2

Documentos

DMGAlf VII, 175

1156, noviembre, 9

Alferiz regis Fernandi

DMGAlf VII, 176

1156, diciembre, 1

Alferiz regis F.

DMGAlf VII, 177

1157, octubre, 9

Alferiz regis

DMGFII, 2

1157, noviembre, 8

Alferiz regis

DMGFII, 4

1157, noviembre, 24

Alferiz regis

DMGFII, 5

1158, febrero, 15

Alferez regis

DMGFII, 6

1158, febrero, 22

Alferiz regis

CDACL, 1504

1158, marzo, 19

Alferiz regis

SMEscalada, 4

1158, julio, 16

Signifer regis

Moreruela, 10

1158, agosto, 28

Signifer regis

SMCastañeda, 38

1158, septiembre, 26

Alferiz

DMGFII, 9

1158, octubre, 18

Alferiz

DMGFII, 11

1158, octubre, 23

Signifer

JGFII, p. 351

1158, octubre, 30

Signifer

JGFII, p. 351

1158, noviembre, 2

Signifer

Moreruela, 11

1158, noviembre, 7

Alferiz

Belmonte, 38

1158, noviembre, 18

Armiger regis

ACAst, 769

1158, noviembre, 24

Signifer

COsera, 35

Cargos Menendo de Bragança en la corte leonesa

1158, diciembre, 26

Alferiz

SIL, 64

1159, febrero, 12

Signifer

DMG FII, 15

1159, marzo, 9

Alfericus regis

ACL, 1507

1159, marzo, 19 1159, marzo, 24

JGFII, 3 Alferiz

1159, septiembre, 27 1159, octubre, 23

SIL, 65 DMGFII, 21

Signifer regis

ACAst, 778

1159, diciembre, 22

DMG FII, 23

1160

RAH, S y C.O-22, fol. 190

1161, mayo, 5

DMGFII, 32

1161, mayo, 12

COsera, 38

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b) Pero Pais de Maia, o Alféres El desastre de Badajoz provocó un verdadero terremoto político en la corte lusitana.145 No es difícil imaginar la preocupación y el desasosiego que vivía la curia, las posibles disensiones entre la nobleza en un contexto de vacío de poder;146 sin embargo, no se ha conservado ningún testimonio documental que permita determinar el comportamiento de los magnates de la curia durante la ausencia de Alfonso Enríquez. Las fuentes silencian los acuerdos a los que llegaron los monarcas, aunque se sabe que el portugués devolvió los castillos de Limia y Toroño,147 que había usurpado a Fernando II.148 Tras la devolución de estas plazas, el monarca luso fue liberado, aunque el cautiverio sufrido supuso una gran humillación para Alfonso Enríquez que, tras más de cuatro meses en manos de su yerno, regresó a Portugal convaleciente. El retorno del rey a tierras lusitanas se efectuó en una tensa situación en la que los enfrentamientos con algunos miembros de su curia resultaron irreconciliables, de modo que ciertos magnates que habían ocupado destacados puestos en la campaña de Badajoz, abandonaron el reino. Así, Pero Pais de Maia,149 que había estado al frente de la alferecía mayor desde 1147,150 salió de Portugal para refugiarse en León. Mattoso afirma que es difícil comprender el exilio de este magnate ya que se desconocen las circunstancias en las que señor de Maia abandonó la curia lusitana. El mismo autor apunta a que probablemente el monarca lo consideró responsaMATTOSO, J. D. Afonso Henriques, Lisboa, 2006, p. 232. Sancho era el hijo mayor vivo del matrimonio legítimo de Alfonso Enríquez; sin embargo, también tenía un papel destacado en la corte el hijo primogénito, ilegítimo del rey que albergaba esperanzas de llegar al trono. 147 La cronística castellana narra este suceso; sin embargo, las fuentes no transmiten demasiada información: se desconoce dónde estuvo retenido el rey portugués, las condiciones del acuerdo al que llegaron los dos monarcas, etcétera. 148 En junio de 1160 Alfonso Enríquez era tenente de Toroño rege Adefonsus portugalensis tenente Toronium, CAMBÓN, S. El monasterio de Santa María de Melón: siglos XII-XIII, Santiago de Compostela, 1957, doc. 19. 149 Pedro Pais de Maia, pertenecía a la familia Maia una de las cinco más importantes del panorama político del siglo XII. Era hijo de Paio Soares de Maia y Chamôa Gomes, hija de Elvira Pérez de Traba. En 1147 sustituyó a su padre en la alferecía portuguesa, cargo que ocuparía hasta 1169. Estaba casado con Elvira Viegas de Riba Douro, que pertenecía a otra de las parentelas más poderosas del reino. 150 Aparece como signifer por primera vez el 1 noviembre de 1147, ACADEMIA PORTUGUESA DA HISTÓRIA, Documentos medievais portugueses. Documentos regios, tomo I, vol. I, doc. 224, y detentará el cargo hasta noviembre de 1169. Véase VENTURA, L. A nobreza de Afonso III, p. 991. MATTOSO, J. A nobreza medieval portuguesa. A familia e o poder, pp. 218 y 303. 145 146

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ble de la gran derrota y de la ofensa sufrida.151 Ciertamente, parece que la destitución de Pero Pais fue inmediata, pues en el último documento regio que confirma el magnate, la data dice facta est huius cauti firmitudo mense novembro Era Mª CCª VIIª quando rex uenit de Badalioz et iacebat infirmus in balneis de Alafoen,152 de modo que es fácil intuir que una de las primeras decisiones que tomó el monarca tras su liberación, fue expulsar a su alférez de la corte. Pizarro afirma que le fueron confiscados sus bienes, por lo que es probable que incurriera en la ira regia;153 sin embargo, en las inquirições de 1258 sus descendientes poseían aún gran parte de las propiedades que tradicionalmente habían estado vinculadas a la familia, por lo que probablemente se puede desestimar esta hipótesis. Se desconoce el momento exacto en el que Pero Pais de Maia abandonó Portugal. El profesor Ariel Castro afirma que el alférez fue apartado de la corte tras el percance de Badajoz y que, sin embargo, permaneció en tierras lusas hasta 1172 para promocionar el ascenso en la curia de su medio hermano, el bastardo real, Fernando Afonso.154 No obstante, desestimamos esta hipótesis puesto que desaparece de las fuentes portuguesas en 1169 y confirma por primera vez diplomas regios leoneses en 1171 y 1172 como alférez de Fernando II, lo que invita a pensar que se había establecido en tierras leonesas y que estaba presente en la corte con asiduidad, al menos en este período. Ciertamente, las fuentes documentales ocultan el itinerario del magnate portugués, aunque cabe la posibilidad de que el señor de Maia se dirigiera tras su salida de Portugal a Galicia, tierra con la que mantenía importantes vinculaciones parentelares, ya que su madre, Châmoa Gomes, era hija de Elvira Pérez de Traba,155 la hermana del conde Fernando Pérez de Traba; y por lo tanto, el alférez de Alfonso Enríquez abandonaba Portugal para refugiarse en el lugar de origen de su madre, al cobijo de su poderosa familia. El estrecho parentesco de Pero Pais de Maia con los Traba le facilitó el acceso y posterior ascenso en la curia leonesa.

Ibíd., A nobreza galaico-portuguesa, p. 180. DR, doc. 299. 153 SOTTOMAYOR PIZARRO, J. A. As linhagens medievais portuguesas, vol. 1, p. 255. 154 Fernando Afonso era hijo de Châmoa Gomes y Alfonso Enríquez, por lo tanto medio hermano de Pero Pais de Maia, a quien sustituyó en la alferecía tras su salida de Portugal. 155 Elvira Pérez era hija probablemente del segundo matrimonio de Pedro Froilaz de Traba, LÓPEZ SAN GIL, J. L. La nobleza altomedieval gallega, p. 124. El padre de Châmoa Gomes era el magnate Gómez Núñez de Pombeiro. 151 152

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El 1 de febrero de 1171156 ocupará por primera vez la alferecía de Fernando II hasta el mes de marzo,157 pero, tras ser alejado del cargo durante un período breve, volverá a ocuparlo a finales de ese mismo año —en que confirma como Petrus Pelagii de Portugal, signifer—158 hasta mayo de 1172. Cargos de Pero Pais de Maia en la corte leonesa Fecha

Cargo

Fuente

1171, febrero, 1

Signifer regis

CCZ, 91

1171, marzo, 11

Signifer regis

DMG FII, 122

Cargos 1171, marzo, 12

de Pero Pais regis de Maia en la corte leonesa Signifer CCO, 185

1172

Signifer regis

1178, septiembre, 1

JG, p. 423 DMGFII, 166

1180, julio

tenens in Tenzam

DMGFII, 180

1180, agosto

tenens in Tenzam

DMGFII, 183

1180, diciembre, 15 1182, julio, 5

DMGFII, 186 De Thoronio, signifer vocatus

DMGFII, 201

A partir de entonces y hasta 1178, no se registra su presencia en la documentación regia leonesa, por lo que es probable que no acompañara de manera habitual a la corte; aunque estuvo presente en el gran concilio celebrado en Salamanca en septiembre de 1178 al que asistieron, además de los obispos y abades, los condes, tenentes y gobernadores del reino.159 En esta ocasión confirmará un diploma por el que se restituyen los bienes de la catedral de Mondoñedo.160 De nuevo en la ciudad del Tormes, signará varios documentos en 1180 como Petrus Pelagii dictus signifer Portugal, tenens in Tenzam.161 A pesar de que no era un personaje habitual en la corte, gozó de plena confianza del monarca leonés, que le concedió el gobierno de importantes tenencias situadas en la conflictiva frontera entre Galicia y Portugal.

LERA MAÍLLO, J. C. Catálogo de los documentos medievales de la catedral de Zamora, doc. 91. 157 GARCÍA LARRAGUETA, A. Colección de documentos de la catedral de Oviedo, doc. 185. 158 GONZÁLEZ, J. Regesta de Fernando II, p. 423. 159 Ibíd., p. 123. 160 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 166. 161 Ibíd., docs. 166, 180, 183 y 186. 156

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Así, en 1180 ostentaba la tenencia de Tenzam,162 localizada en la tierra de Toroño. Posteriormente, en 1182, será tenente de Toroño —Petrus Pelagii de Thoronio, signifer uocatus—.163 Esta no era una tenencia extraña para el señor de Maia puesto que tradicionalmente había estado vinculada a la familia de su abuelo materno, Gómez Núñez de Pombeiro, antiguo conde de Toroño, de modo que Pero Pais recogía el testigo de sus parientes al frente de esta importante tenencia. Su vinculación con esta tierra gallega no solo fue de carácter político, sino también patrimonial puesto que en 1184, tras más de trece años de fiel servicio al rey de León, Fernando II le muestra su gratitud donándole a él y su esposa, Elvira Veiga de Riba Douro, una importante cantidad de bienes de realengo: la villa de Sareia en la desembocadura del Miño y Guillarey entre los ríos Lor y Miño; es decir, en las tierras de Toroño y Limia.164 Probablemente el magnate poseyera más propiedades en estos territorios pertenecientes a la herencia materna. Asimismo, considerando que esta carta se conserva en el fondo documental del monasterio de Samos, quizá el matrimonio portugués o sus descendientes pudieron mantener una estrecha relación espiritual con esta institución o con el monasterio de Sobrado tan vinculado a los Traba. La ascendencia gallega del magnate y su fuerte implantación patrimonial y política en el territorio influyeron probablemente en la devolución de las tierras de Toroño y Limia a Fernando II tras la batalla de Badajoz. Quizá el señor de Maia era el mejor intermediario entre ambos monarcas para resolver el conflicto abierto tras Badajoz, puesto que era uno de los magnates que mayor tiempo había permanecido al lado de Alfonso Enríquez, y, por sus vinculaciones familiares, estaba próximo a Fernando II.165 Desafortunadamente las fuentes diplomáticas y narrativas silencian los acuerdos alcanzados entre los monarcas, por lo que se desconoce, entre

162 Ocuparía esta tenencia entre los meses de julio y agosto de 1180. Ibíd., docs. 180, 183, 186. Aparece como Petrus Pelagii dictus signifer de Portugal tenens in Tenzam, confirmat. 163 Ibíd., doc. 201. 164 Ibíd., doc. 213. Ego rex domnus Fernandus una cum filio meo rege domno Adefonso, attendens deuocionem et obsequium quod Petrus Pelagii signifer dictus mihi super mauros et christianos inimicos meos exibuit. 165 Es preciso recordar que Fernando Pérez de Traba, tío segundo de Pero Pais de Maia, había sido ayo de Fernando II. Además, el monarca casó tras la anulación del matrimonio con Urraca Alfonso, hija de Alfonso Enríquez, con Teresa Fernández de Traba, hija del conde Fernando Pérez y, por tanto, prima de Pero Pais de Maia. Consideramos que esta alianza del monarca con una Traba, aunque breve, favoreció la consolidación de este magnate en el ámbito político leonés.

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otros detalles, si el señor de Maia cumplió algún papel destacado en las negociaciones que permitieron el regreso del primer monarca portugués a su reino, a cambio de la devolución de estas tierras fronterizas. Es probable que Pero de Maia, que en aquellos momentos aún era el alférez de Alfonso Enríquez, fuera uno de los principales interlocutores portugueses en las conversaciones para solucionar la compleja situación que había originado la campaña de Badajoz. Ariel Castro baraja la posibilidad de que Fernando II fuera tan magnánimo con el derrotado Alfonso Enríquez, gracias a la mediación del sobrino nieto del conde Fernando de Traba, Pero Pais de Maia.166 Sospechamos que en este contexto post-Badajoz en el que estaban en juego las tierras fronterizas de Toroño y Limia, en las que la familia de Pero Pais de Maia poseía grandes intereses, el magnate se viera en una tesitura incómoda en la que se le planteaba un conflicto de intereses: debía defender los intereses del reino de Portugal, que en estos momentos entraban en conflicto con sus intereses familiares en tierras gallegas. Quizá el alférez de Alfonso Enríquez eligió cambiar de fidelidad y permanecer al frente de los dominios gallegos de su familia materna. Probablemente, el monarca leonés lo nombró su alférez como compensación por la posición perdida en tierras lusas tras llegar a León, y porque, tras haber dirigido las tropas portuguesas en sus ataques a Toroño y Limia, se había convertido en la corte leonesa en el hombre idóneo para su defensa frente a posibles ofensivas lusitanas; puesto que conocía bien este territorio y porque, en definitiva, estaba defendiendo al mismo tiempo las tierras de su familia. Cuando la situación en la frontera se había apaciguado, el señor de Maia fue apartado de la alferecía, y Fernando II le concedió durante largo tiempo la tenencia de Toroño y otras, de menor importancia estratégica, vinculadas al ámbito gallego. Se desconocen las circunstancias exactas en las que el magnate abandonó Portugal, quizá Alfonso Enríquez lo expulsó por considerarlo responsable de la derrota sufrida, o posiblemente fue el propio señor de Maia quien decidió salir del reino luso, porque sus intereses familiares estaban enfrentados con los del monarca portugués, a quien había servido fielmente desde 1147. Probablemente las importantes vinculaciones familiares del señor de Maia con la nobleza gallega facilitaron su integración en la escena política leonesa. Pronto fue beneficiario del afecto y magnanimidad regia, aunque resulta sumamente llamativo que, tal vez, en el imaginario leonés siempre conservara su carácter de extranjero ya que, en la mayor parte de los 166

CASTRO, A. Afonso de Portugal, p. 844.

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documentos en los que aparece, confirma añadiendo el cognomen que le habían atribuido en Portugal: Petrus Pelagii, dictus signifer Portugal, pues así se le conocía en la corte lusitana o alféres, por el largo tiempo que ocupó el cargo en la curia de Alfonso Enríquez. Sus últimas noticias en tierras leonesas están datadas en 1184. Mattoso afirma regresó a Portugal tras la muerte del primer monarca lusitano en 1185, puesto que confirma varios documentos regios en enero y junio 1186 como Petrus Pelagii primus signifer regis.167 Parece que tras el largo período vivido en tierras leonesas limó las asperezas suscitadas en la curia lusitana y regresó a su reino, intentando quizá recuperar el poderío que había tenido antes de la fatídica derrota de Badajoz, pero posiblemente falleció poco tiempo después, sin conseguirlo.168

c) El bastardo de Alfonso Enríquez: Fernando Afonso/Pero Afonso El vacío de poder inesperado que vivió Portugal tras por la captura de Alfonso I en Badajoz produjo gran estupor en la curia, puesto que aún no se había establecido la sucesión a un trono al que aspiraban, por una parte, el infante legítimo Sancho y, por otra, el primogénito bastardo de Alfonso Enríquez, don Fernando Alfonso, habido de sus relaciones con Châmoa Gomes. Tras el apartamiento de la corte de Pero Pais de Maia, su medio hermano, Fernando Afonso, le sustituyó en la alferecía. La denominación del hijo ilegítimo real como alférez fue vista por algunos sectores de la corte portuguesa como una gran amenaza para los intereses del infante legítimo, don Sancho.169 Ariel Castro afirma que, tras el desastre de Badajoz, el bastardo regio fue apoyado por los Sousa y Maia para obtener el trono portugués;170 sin embargo, parece que Alfonso Enríquez jamás pensó en nom167 AZEVEDO, P. R. DE y COSTA, A. DE. Documentos de D. Sancho I (1174-1211), Coimbra, 1979, docs. 5 y 10. 168 MATTOSSO, J. A nobreza galaico portuguesa, p. 180. 169 Fernando Afonso en 1169 tenía alrededor de treinta años y experiencia militar, mientras que su medio hermano el infante Sancho era aún un adolescente que no estaba destinado para la sucesión al trono, puesto que era el segundogénito legítimo. Sin embargo, se vio con posibilidades de heredar el trono tras la muerte de su hermano el infante Enrique. En este contexto el nombramiento de Fernando Afonso como alférez constituía un gran peligro para las aspiraciones del joven Sancho, puesto que aún no se había establecido la línea sucesoria. 170 ARIEL CASTRO, «Sancho e Teresa entre seus irmãos e na política de Afonso Henriques após o desastre de Badajoz. Tratamento da questão», en Actas 2.º Congresso Histórico de Guimarães, vol. 2, Guimarães, 1997, pp. 289-317.

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brar sucesor a su hijo natural, sino que asoció al trono a su hijo Sancho tras ser liberado por Fernando II. En la corte convivían los medio hermanos aunque, probablemente, Fernando Afonso ansiaba el trono por su condición de primogénito y por su experiencia política. Don Fernando permaneció al frente de la alferecía hasta 1172, cuando se produjo la definitiva consolidación del poder del infante don Sancho. Posiblemente esta circunstancia motivó el apartamiento de Fernando Alfonso de la corte lusitana y su salida del reino. Ariel Castro afirma que Fernando Afonso es la misma persona que Pedro Alfonso o Pedro de Portugal, que llegaría a ser Gran Maestre de la Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén.171 Parece que adoptaría este nuevo nombre tras salir del reino de su padre y establecerse en León. A pesar de su condición de hijo del rey de Portugal, no obtuvo cargos destacados en la curia leonesa; sin embargo, su origen motivaría que fuera un personaje próximo a la corte de Fernando II. Desde su llegada a León formó parte de la orden del Templo y en 1198 se integraría en la Orden del Hospital, de la que fue gran maestre en 1202. En 1206 regresó a Portugal, y poco tiempo después, en 1207, murió, probablemente envenenado por los partidarios de Sancho I; pues su vuelta a Portugal constituía un gran peligro para el rey.

d) Vasco Fernandes de Soverosa Durante los últimos años de reinado de Fernando II se vivieron en Portugal momentos de crisis tras la muerte de Alfonso Enríquez en diciembre de 1185 y la llegada al trono de su hijo, Sancho I. Se abre entonces un período de reajustes de poder en que el nuevo monarca debe redefinir las relaciones mantenidas con la corte heredada.172 La adecuación a las nuevas circunstancias políticas supone en ocasiones desacuerdos, desentendimientos o, incluso, enfrentamientos entre ciertos nobles y el monarca portugués; que, a veces, se resuelven con la salida voluntaria, o la expulsión del reino de los insurrectos. Algunos de los magnates que en estos momentos 171 CASTRO, A. «Afonso de Portugal, II.º Grão-mestre da Orden do Hospital de São João de Jerusalén e o século XII século portugués», en Actas do Terceiro Congresso da Associação Internacional dos Lusitanistas, Coimbra, 1992, pp. 819-858. 172 Tras la campaña de Badajoz, Alfonso Enríquez asoció al trono a su hijo Sancho, de modo que el nuevo rey ya había cumplido un papel destacado en la dirección del reino, aunque abrumado por el poder y la presencia de su padre. El joven Sancho, había convivido durante más de quince años con los magnates que sirvieron a Alfonso Enríquez; no obstante, era preciso redefinir sus relaciones.

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abandonaron Portugal habían sido los individuos de mayor confianza de Alfonso I. Mientras, en la corte leonesa los Haro habían ocupado los principales cargos palatinos gracias a la proximidad que mantenían con el rey, que había contraído matrimonio con Urraca López de Haro. Fruto de esta unión habían nacido dos infantes: Sancho y García. La presencia de estos magnates castellanos y el poder que habían adquirido en la curia leonesa desestabilizarían el panorama político tras la muerte de Fernando II. En este contexto en el que casi simultáneamente se vive el relevo al frente de la monarquía a ambos lados de la frontera, llega a León Vasco Fernandes de Soverosa, que probablemente abandonó el reino de Portugal por desencuentros con Sancho I y sirvió a Fernando II y su sucesor, Alfonso IX. Mattoso identifica a este magnate como hijo de Fernando Peres Captivo,173 uno de los personajes más destacados de la curia de Alfonso Enríquez, aunque nada se sabe de su progenitora.174 Tras la derrota de 1169, Alfonso Enríquez comenzó a distanciarse de la nobleza norteña: Maia, Barbosa, etcétera, para acercarse a la familia de los Soverosa.175 Vasco Fernandes, que aparece por primera vez en la documentación regia lusa en 1167 al frente de la tenencia de Basto, vinculada a la familia de su esposa, Teresa Gonçalves de Sousa, es nombrado en 1176 maiordomus regis domni Sancii.176 A partir de 1179 confirmaría los documentos regios como maiordomus curie, hasta la muerte de Alfonso Enríquez en 1185,177 aunque en momentos puntuales de su carrera política ocu-

Ocupó la alferecía lusitana en 1129, 1130 y 1136 y la mayordomía desde 1146 hasta 1155. En una de sus últimas obras Mattoso plantea la hipótesis de que Fernando Peres Captivo fuera hijo del conde de Sobrado como apuntan los libros de linajes, es decir, hijo del conde Pedro Froilaz de Traba, aunque probablemente se tratara de un hijo natural, y por tanto medio hermano del conde Fernando Pérez de Traba; de este modo Vasco Fernandes de Soverosa entroncaría con la gran familia gallega; sin embargo, el gran medievalista portugués destaca que se trata solo de una hipótesis razonable que no puede ser avalada, pero tampoco desestimada, por la documentación conservada. Véase MATTOSO, J. D. Afonso Henriques, Lisboa, 2006, pp. 72-74. No obstante el profesor José Pizarro, en su disertación de cátedra de Oporto, defiende que Fernando Captivo era Fernando Pérez de Lara, hijo de Pedro de Lara y la reina Urraca, lo que explicaría su rápido ascenso en la corte de Alfonso Enríquez y la posterior incorporación de su hijo Vasco Fernandes en la corte leonesa, pues estaba vinculado por lazos de sangre con el monarca. 174 MATTOSO, J. (ed.), Portugalie Monumenta Historica, Nova série, vol. II/1, Livro de linhagens do conde Pedro, Lisboa, 1980, 25 A1. Casó con Teresa Gonzálves de Sousa, con quien tuvo cuatro hijos: Gil Vasques de Soverosa, Martín Vasques, Aldara Vazques y otra fémina de nombre desconocido. 175 MATTOSO, J. Afonso Henriques, p. 241. 176 DSI, doc. 331. 177 DSI, docs. 335-358. 173

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pó la alferecía.178 Vasco era, por tanto, uno de los magnates más próximos al primer monarca portugués. Cargos de Vasco Fernandes de Soverosa en la corte leonesa Fecha

1186, enero, 2

Cargo

Tenens Beriz

1186, enero, 3

Documento

CDACL, 1660 JGFII, p 505

1186, enero

Regie curie dapnifer (Portugal)

DSI, 5

1186, febrero

Maiordomo regis (Portugal)

DSI, 6

1186, diciembre, 10

Tenens Cemora et Beriz

CDACL, 1668

1186, diciembre, 23

Tenens Astoricam et Beriz

1186, diciembre, 30

CDACL, 1669 JG, p. 511

1187

Tenens Beriz

SIL, 138

1187, febrero, 25

Astorica y Beriz in dominio domini Velasci Fernandi

Carracedo, 98

1187, abril

Tenente Bergidum

Carracedo, 99

1187, mayo

Tenens Beriz

CDACL, 1672

1187, junio, 2

Tenens Beriz Cargos de Vasco Fernandes de Soverosa en la corte DMGFII, leonesa 236

1187, junio, 8

Tenens Beriz

SMCarrizo, 100

1187, febrero, 17

Tenente Bergidum

TVM, 231

1187, febrero, 17

Tenente Bergidum et Bueza

TVM, 232

1187, septiembre, 30

Tenente Ulver

TVM, 233

1188, septiembre, 13

Tenente Bergidum et de manu eius Viviano Menenditenente Ulver

TVM, 235

1188, abril, 30

Tenens Salamancam et Beriz

ACAst, 889

1188, mayo

Tenens Salamancam et Beriz

JGAIX, 5

1188, mayo

Tenens Salamancam et Beriz

JGAIX, 6

1188, junio, 17

Tenens Salamanticam et Beriz

JGAIX, 9

1188, julio, 8

Tenens Beriz

JGAIX, 13

1188, julio, 16

Tenes Bergidum cum Reureda et Sancto Stephano deRipa de Sil

JGAIX, 14

1189, mayo, 6

Tenens Beriz

JGAIX, 21

1189, mayo, 14

Tenens Beriz

CDACL, 1680

1189, mayo, 23

Tenens Bergidum cum Roureda

JGAIX, 23

1189, mayo, 24

Tenens Beriz

JGAIX, 24

178 Confirma como dapnifer curie regis en un documento firmado en Coimbra entre 1180-1182 —DSI, doc. 343— y en julio de 1183 —DSI, doc. 352.

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Tras la muerte de Alfonso Enríquez en diciembre de 1185, Sancho I tomó en solitario las riendas de su reino, aunque heredó la corte paterna. En el primer documento que despacha como único detentador del poder regio en Portugal en enero de 1186, Vasco Fernandes rubrica como regie curie dapnifer.179 Al mismo tiempo, el 2 de enero de 1186 aparece por primera vez confirmando un diploma de Fernando II de León como tenens Beriz.180 Por tanto, en el mismo mes de enero de 1186 y casi de manera simultánea, detenta importantes cargos políticos a ambos lados de la frontera; aunque en febrero de 1186 ocuparía de nuevo la mayordomía lusitana. Este comportamiento del magnate resulta sospechoso. Todo parece indicar que solo unos días después de la muerte de Alfonso Enríquez abandonó Portugal y se estableció en León, donde recibiría la importante tenencia del Bierzo. No obstante, el hecho de estar al frente de esta tenencia del Bierzo hace pensar que probablemente el magnate portugués hubiera mantenido con anterioridad relaciones con la corte leonesa. Es probable que estos escarceos leoneses motivaran algún desencuentro con su señor natural, puesto que en octubre abandonó definitivamente la corte de Sancho I.181 Probablemente en el verano de 1186 existieron ciertas desavenencias entre el monarca y la corte heredada de su padre y se produce el primer cambio de los magnates de la curia. Sancho I aparta definitivamente de la mayordomía a Vasco Fernandes de Soverosa, y nombra a su cuñado, Menendo Gonçalves de Sousa.182 Maria João Branco afirma que el alejamiento de este y otros magnates de la corte lusitana no fue pacífico,183 probablemente existió una fuerte disensión en la corte motivada por alguna razón que las fuentes no han transmitido;184 aunque sí permiten afirmar que el enfrentamiento entre Sancho I y el que había sido su mayordomo durante más

DSI, doc. 5. CDACL, doc. 1660. 181 Desafortunadamente en este período que abarca desde febrero hasta octubre hay una laguna documental que impide conocer el momento exacto en que Vasco Fernandes de Soverosa abandonó Portugal. 182 Menendo Gonçalves de Sousa era hermano de Teresa Gonzalves de Sousa y, por tanto, cuñado de Vasco Fernandes. 183 Además de Vasco Fernandes, que abandona la mayordomía, unos meses antes, en febrero del mismo año, Sancho I había destituido a Pedro Salvadores que había sido signifer desde 1179. 184 La historiadora portuguesa apunta como una de las posibles causas la oposición de algunos magnates a la continuación de la política expansiva en tierra almohade que había comenzado Alfonso Enríquez. MARIA JOÃO BRANCO, Don Sancho I. O filho do fundador, Lisboa, 2006, pp. 110-112. 179 180

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de diez años fue grave, puesto que el monarca le arrebató parte de sus bienes y don Vasco cambió de fidelidad para servir a Fernando II. Tras los primeros coqueteos en la corte leonesa en enero de 1186, el magnate portugués recibirá de manos del rey de León, en diciembre del mismo año, las tenencias del Bierzo y Zamora, además de Astorga.185 A partir de entonces será un personaje habitual en la corte leonesa. Fernando II supo atraerle y premiarle por su servicio; así, y para recompensarle las pérdidas que había sufrido su patrimonio portugués tras el cambio de fidelidad, entregó a su dilecto et fideli vassallo,186 a lo largo de 1187, una casa antigua situada entre las murallas de Astorga187 y un importante número de bienes en San Esteban de Valdedorras pro bono seruicio quod mihi facietis, et in recompensationem hereditatis uestre de Portugalia, quam pro amore perdidistis.188 Vasco Fernandes se estableció en la región berciana, donde es factible que poseyera mayores propiedades, además es probable que mantuviera algún tipo de vinculación espiritual con el monasterio de Santa María de Carracedo puesto que algunos de sus bienes, que le habían sido donados por el monarca, acabaron formando parte del patrimonio de dicho cenobio. Tras la muerte de Fernando II, el magnate portugués permaneció en León. Nuevamente era testigo de una alternancia en el trono; sin embargo, la sucesión no tuvo repercusiones en la relación que mantenía con la monarquía, pues formaba parte del grupo nobiliario que apoyó a Alfonso IX en 1188. Don Vasco continuó ocupando los cargos que le había confiado Fernando II. Fue tenente del Bierzo y de Salamanca en 1188;189 en julio de ese mismo año confirma como tenens Bergidum cum Reureda y Sancto Stephano de Riba de Sil.190 Sin embargo, su servicio a Alfonso IX fue breve puesto que desaparece de la documentación el 24 de mayo de 1189, cuando aún era tenente del Bierzo.191 Probablemente falleció, puesto que no existen más referencias suyas ni en las fuentes leonesas ni en las lusitanas.

CDACL, doc. 1668. Velascus Fernandiz tenens Cemoram et Beriz conf., y doc. 1669, Uelascus Fernandiz tenens Astoricam et Beriz conf. 186 Este modo de tratamiento con el que el monarca se refiere a Vasco Fernandes se aplica a personajes de muy diverso rango social; sin embargo, muestran la proximidad de relación que existe entre el rey y el beneficiario de la donación. 187 MARTÍNEZ, M. Cartulario de Carracedo, vol. I, doc. 98. 188 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 236. 189 Entre abril y mayo de 1188 será tenente de Salamanca y el Bierzo, GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, docs. 3, 5, 6, 9. 190 Ibíd., doc. 14. 191 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, docs. 21-24. 185

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A pesar del cambio de fidelidad de Vasco Fernandes, sus descendientes no se vieron afectados por el comportamiento paterno. Los Soverosa eran una parentela emergente en el reino portugués, su primogénito Gil Vasques ocuparía un lugar destacado en la corte de Alfonso II;192 asimismo tendrá influencia en Tuy, donde será señor del castillo de Sobroso. La hija de este, Teresa Gil, sería el último amor de Alfonso IX, con quien tuvo varios hijos: Martín, Maria, Sancha, Urraca y Mayor.193 El varón Martín Alfonso casaría con María Mendes, nieta de Gonçalvo Mendes de Sousa. Vemos, por tanto, cómo algunos miembros de esta parentela, tras el cambio de fidelidad de Vasco Fernandes, lograron establecerse en el reino leonés, donde consiguieron un importante patrimonio y emparentaron con el monarca,194 al tiempo que mantenían un lugar destacado en la corte lusitana.

B) Magnates portugueses en la corte de Alfonso IX Vasco Fernandes de Soverosa permite enlazar los dos reinados y mostrar la continuidad de llegada de magnates portugueses a la corte leonesa. La estancia de nobles lusitanos en León es prácticamente continua. Pero, sin duda alguna, la presencia de magnates portugueses durante el gobierno de Alfonso IX adquiere nuevos matices. Estará teñida por fuertes tintes bélicos y, quizá, por las ansias de anexión del reino portugués a la corona leonesa.195 Portugal vivió durante el breve reinado de Alfonso II una constante crisis política, que provocó grandes enfrentamientos entre facciones nobiliarias. El reino sufrió una continua guerra civil, que se agravó por las invasiones de las huestes leonesas. El primer estallido de violencia tuvo lugar en 1211, cuando el testamento de Sancho I provocó la lucha entre el nuevo monarca y sus hermanas, Teresa, Sancha y Mafalda, a las que se unió un importante grupo magnaticio que buscó el apoyo de Alfonso IX para enfrentarse en una despiadada guerra contra su rey. Tras la contienda, el conflicto continuó latente hasta su resolución por la vía diplomática y la intervención pontificia. Este enfrentamiento generó una grave tensión en VENTURA, L. A nobreza da corte de Afonso III, p. 203. Ibíd., vol. I, Madrid, 1944, pp. 316-318. 194 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. I, p. 316. 195 No podemos aventurar si Alfonso IX pretendió anexionar Portugal o simplemente ayudar a la que había sido su esposa frente a Alfonso II, aunque quizá sí pretendió destronar a Alfonso II para situar en el trono a su hijo, el malogrado infante Fernando, o a su cuñado don Pedro. No obstante, son hipótesis que no podemos verificar con la documentación conservada. 192 193

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la propia familia regia portuguesa, que se dividió en dos bandos: el de las infantas, apoyadas por numerosos magnates que se establecieron en León al amparo de Alfonso IX, y el partido del nuevo monarca lusitano. Durante la década de los años veinte la turbación continuaba reinando en Portugal favorecida por la grave dolencia que padecía Alfonso II, en un momento en que su sucesor era aún un adolescente; además, continuaba latente el conflicto con las infantas. Esta compleja situación provocó que numerosos nobles lusos se trasladaran a León. Durante estos años la curia leonesa estuvo fuertemente influida por el protagonismo político de Pedro Sanches y Martín Sanches, hijos de Sancho I, que coparon los principales cargos palatinos y las tenencias más importantes del reino.

a) Fernando Fernandes de Bragança Fernando Fernandes fue otro Bragança que, aprovechando la porosidad de la frontera entre los reinos, sirvió a dos reyes. Tal vez se puede hablar de un doble homenaje de este magnate a las dos monarquías, pues simultanea el servicio a los dos reyes y permanece al frente de sus propiedades en ambos reinos. Fernando Fernandes de Bragança llegó a León antes de 1211; sin embargo, participará en los acontecimientos vividos durante el primer cuarto del siglo XIII, situándose en el bando de las infantas que se estableció en tierras leonesas. Era hijo de Fernando Peres de Bragança que probablemente había casado con una mujer de Asturias.196 Su abuelo paterno era el gran señor Pedro Fernandes de Bragança. Fernando Fernandes debido a la prematura muerte de su progenitor, sustituyó a su abuelo en la cabeza de la parentela. Soares Machado afirma que la primera intervención del joven Fernando en la política portuguesa tuvo lugar en 1186, cuando confirma un documento regio en representación de su abuelo paterno.197 Tras la muerte de su abuelo probablemente se abrió una pugna interna en la parentela para lograr su jefatura, que recogió Fernando Fernandes en detrimento de su tío, García Peres de Bragança. Soares Machado apunta la posibilidad de que ante este conflicto intestino, Fernando abandonara momentáneamente sus tierras y se trasladara a León, puesto que identifica al señor de Bragança con el tenente de Astorga de 1189 con el que compar-

196 197

LV, 2U8. SOARES MACHADO, J. C. Os Bragançãos, p. 164.

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te el mismo nombre y patronímico;198 no obstante, no podemos confirmar esta hipótesis dado lo común del nombre de nuestro protagonista. Ciertamente, resulta complicado identificar a este personaje porque coincide en la corte con su homónimo Fernando Fernández de Cabrera, hijo de Fernando Ponce el mayor y nieto del insigne conde Ponce de Cabrera,199 que estuvo al frente de las tenencias vinculadas a su familia desde los tiempos de su abuelo: Zamora, Villafáfila, Sanabria, Benavente, Castrotoraf, etcétera. Sin embargo, el señor de Bragança también ocupó en determinados momentos estas tenencias puesto que están situadas en territorios con los que los Bragança tuvieron estrechas relaciones, sin olvidar las vinculaciones que ambas familias, Cabrera y Bragança, establecieron con el monasterio cisterciense de Moreruela. Estas coincidencias sobre los ámbitos en los que ambas parentelas tenían influencia política y patrimonial al mismo tiempo, y el hecho de que en la mayor parte de confirmaciones solo incluyan el nombre y patronímico, sin destacar su procedencia, pueden inducir a error en la identificación de estos dos individuos homónimos y coetáneos.200 Se desconoce el momento exacto y las circunstancias en las que Fernando Fernandes de Bragança se integra en la corte leonesa; aunque sin perder de vista la hipótesis de su posible función como tenente de Astorga en 1189, su presencia en tierras leonesas se registra de manera fidedigna y continuada a partir de 1193. Quintana Prieto apunta la posibilidad de que llegara a León formando parte del séquito que acompañaba a Teresa, la hija de Sancho I, cuando contrajo matrimonio con Alfonso IX.201 Pero, aunque el enlace se produjo en 1191, no se documentan datos acerca de este magnate lusitano hasta febrero 1193 en que ocupa la tenencia de Extremadura.202 Probablemente, Fernando Fernandes llevaba algún tiempo en León cuando el monarca le entregó esta tenencia de gran importancia para

Ibíd., p. 165. Acerca de Fernando Fernández de Cabrera, véase FERNÁNDEZ-XESTA, E. Un magnate catalán, pp. 72-73. 200 Quizá el ejemplo más gráfico de este problema sea un documento fechado el 23 de febrero de 1198 en Bragança por el que Fernando Fernandi dona determinados bienes al monasterio de Nogales. En este caso y viendo que el documento se firmó en Bragança se podría pensar que el donante era el señor de Bragança; no obstante, se identifica como filius Fernandi Ponti maiorinis et nepos comitis Pontii de Cabrera, lo que deja clara su filiación; sin embargo, en los documentos en los que solo confirma con nombre y patronímico es complicado discernir cuál de los dos Fernando Fernandes signó el documento. 201 QUINTANA PRIETO, A. «Un brigantino en Astorga, Fernando Fernandes de Bragança», Brigantia, n.º 1/2, 1984, pp. 121-157. 202 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. II, doc. 62. 198 199

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el reino. Es significativo que Alfonso IX decidiera un cambio de política en la delegación de esta tenencia en manos de un noble portugués, en un momento en que el Papado acababa de declarar incestuoso su matrimonio con la hija de Sancho I, lo que generaba un importante giro en las relaciones entre ambos reinos; además de estar próxima la expiración de la tregua firmada con los almohades, que ponía en serio peligro la frontera sur. En este contexto en el que se estaba reajustando la política exterior, Alfonso IX entregó a Fernando Fernandes de Bragança la tenencia de Transierra, justo cuando se acababa de firmar la paz de Tordehumos y el tratado de las arras de la reina Teresa, en el que nuestro magnate no participó como afirmaba Soares Machado;203 aunque permaneció en la corte leonesa a lo largo de este proceso en el que definían las nuevas relaciones entre Portugal, León y Castilla. Durante los años 1193-1194 en que Fernando estuvo al servicio del rey de León, fue tenente de Extremadura y Transierra, Zamora y Limia; todas ellas fronterizas. Quizá en estos momentos en los que se acaba de materializar la separación del matrimonio regio leonés, Alfonso IX decidiera tener protegido el flanco que limitaba con el reino de su suegro por un magnate que conociera la política y el ejército de Sancho I, para hacer frente a sus posibles ataques. A pesar de este servicio al rey de León, Fernando Fernandes continuó al frente de la tenencia de Bragança y confirmó como tal varios documentos regios portugueses, uno de ellos fechado el 2 de diciembre de 1194.204 Solo unos días antes, el 29 de noviembre, había confirmado un diploma regio leonés como tenente de Extremadura y Zamora, y, a finales de diciembre de 1194, reaparece en León como tenente de Limia. Este simple ejemplo permite comprobar la movilidad del magnate a ambos lados de la frontera y el servicio, casi simultáneo, a ambas monarquías; lo que parece indicar que el hecho de que permaneciera en la corte leonesa durante este período no implicaba una enemistad con el rey portugués. Fernando de Bragança, al mismo tiempo que servía a Alfonso IX de León, ocupando cargos de gran relevancia política, continuaba al frente de sus tierras familiares. No obstante, todo indica que el señor de Bragança abandonó la corte leonesa a comienzos de 1195, puesto que desaparece de la documentación. Pronto se integrará en la curia de Sancho I. Al parecer había regresado a Portugal acompañando a doña Teresa, lo que refuerza la hipótesis de que fuera uno de los miembros de su séquito.

203 204

SOARES MACHADO, J. C. Os Bragançãos, p. 164. Tenente Braganciam Fernandus Fernandi, DSI, doc. 76.

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A pesar de que en el tratado de la gestión de las arras de la reina se había intentado definir y regular la frontera, el enfrentamiento bélico entre León y Portugal fue inevitable. Gran parte del conflicto se desarrolló en las tierras fronterizas entre ambos reinos, donde los Bragança poseían la mayoría de sus propiedades. A pesar del servicio que Fernando Fernandes de Bragança había prestado al rey leonés, se alió con Sancho I porque sus intereses patrimoniales estaban en peligro;205 pues se estaban definiendo los límites de los reinos y porque, además, se estaba dirimiendo la sucesión leonesa a la que optaba el infante don Fernando, nacido del matrimonio de la reina Teresa y Alfonso IX, del que Fernando Fernandes era partidario. En este contexto en el que parece que el rey leonés optaba por entregar su reino al hijo habido con Berenguela de Castilla, el señor de Bragança salió de León. Sancho I premiaría a su fideli vassallo Fernando Fernandes con la donación de las villas de Vimioso y Sesulfe por los buenos servicios prestados. Este elocuente diploma indica que probablemente Sancho I había entregado a Alfonso IX algunas propiedades del magnate y, por ello, debía compensarle concediéndole dichas villas.206 Tras el conflicto, Fernando Fernandes permaneció al frente de la tenencia de Bragança hasta 1204,207 además lograría hacerse con la jefatura de su parentela y alcanzaría las cotas más altas de poder en la curia lusitana.208 Tras la salida de la reina Berenguela de tierras leonesas en 1204, don Fernando Fernandes, que era partidario de doña Teresa y su hijo, el infante Fernando, regresó a León y comenzó una nueva etapa al servicio de su rey, quizá sea la más brillante, puesto que alcanzará los cargos palatinos más destacados y se convertirá en una de las personas de mayor confianza de Alfonso IX. Además, el monarca leonés supo atraerle con nuevas concesiones de bienes y privilegios, en un momento en que la situación económica portuguesa era precaria. Probablemente el señor de Bragança cruzó la frontera para servir al rey leonés en las campañas bélicas que emprendería contra Castilla y para defender los derechos al trono del infante don Fernando, hijo de la reina Teresa, ya que acababa de anularse el matrimonio entre Alfonso IX y doña Berenguela y de declarar ilegítimos a sus Tanto las fuentes leonesas como las portuguesas aportan pocos datos sobre estos acontecimientos que se desarrollaron hasta 1196, lo que impide conocer el grado de participación de los Bragança en la contienda. 206 Has predictas uillas damus uobis pro bono seruicio quod nobis fecistis et pro hereditate uestra quam rex Legionensis nobis accepit pro alia, DSI, doc. 97. 207 Véase VENTURA, L. A nobreza de corte de Afonso III, p. 1010, DSI, docs. 90, 97, 101, 103, 115, 121, 122, 123. 208 Sobre las funciones que desempeñó durante este período en tierras lusas, véase SOARES MACHADO, J. C. Os Bragançãos, pp. 168-170. 205

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hijos, entre los que se encontraba el infante don Fernando, al que se había declarado heredero de León.209 Fernando Fernandes se establecerá en un ámbito geográfico conocido, próximo a la frontera, con el que había mantenido relación anteriormente. Así, en octubre de 1204, el rey le otorgará las tenencias de Villafáfila y Castronuevo, a las que se sumaría en el mismo año la importante tenencia de Zamora, que ostentará hasta 1205.210 Será un personaje habitual en la corte, ya que confirma gran parte de los diplomas emitidos durante este tiempo por la cancillería regia.211 Tanto es así que, en 1206, el monarca volvió a confiar en él como tenente de Extremadura y la Transierra, hasta el mes de septiembre de 1211, en que fue sustituido por Gonçalvo Mendes de Sousa. Esta decisión de Alfonso IX está en consonancia con la situación política que vivía el reino vecino, pues acababa de estallar el conflicto entre Alfonso II y sus hermanas, en el que el rey de León había apoyado a su primera esposa. Es en este preciso momento cuando empiezan a llegar a León los integrantes del bando nobiliario partidario de Teresa de Portugal. A partir de entonces, los magnates lusitanos recién llegados se integran en la corte leonesa, que se reordena para hacer frente a la situación bélica planteada con Portugal. Gonçalvo Mendes de Sousa sustituyó en la tenencia de Extremadura al señor de Bragança, que fue nombrado signifer regis y tenente de Limia.212 Este momento marca el punto de inflexión en las relaciones que hasta entonces había mantenido el rey de León con la nobleza lusitana, pues se crea un bando nobiliario luso en León que atacará Portugal en defensa de los intereses de la infanta doña Teresa. Detendremos momentáneamente la exposición de la trayectoria política del señor de Bragança en tierras leonesas para conocer el conflicto portugués que provocó la llegada de varios nobles lusos a la corte de Alfonso IX. La raíz de este gran conflicto arranca del testamento de Sancho I,213 en que lega su reino a su primer hijo varón, don Alfonso, y al resto de sus hi209 Quintana Prieto establece un paralelismo entre 1194 y 1204, ya que en ambos años se anulan los sucesivos matrimonios de Alfonso IX. Este investigador apunta la posibilidad de que la reina Berenguela a su llegada al reino de León, pidiera la expulsión del magnate, partidario de doña Teresa, que regresaría en 1204 cuando Berenguela abandonó León, véase QUINTANA PRIETO, A. «Un brigantino en Astorga», p. 13. 210 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, docs. 190, 193, 194, 196, 198, 199. 211 Probablemente sea Ferran Fernandiz, uno de los catorce caballeros garantes de la paz de Cabreros, pero no podemos afirmarlo porque no incorpora ningún distintivo que permita identificarlo como el señor de Bragança. 212 Ibíd., docs. 277, 282, 292, 293, 300. 213 DSI, doc. 194.

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jos varones, los infantes Pero y Fernando, les otorgaría grandes sumas de dinero, a su hija doña Teresa le legaría el señorío de Montemor-o-Velho y Esgueira, a la infanta Sancha, Alenquer y a doña Mafalda el señorío de Bouças, Arouca, Tuias y otras propiedades.214 El último testamento de Sancho I fue redactado en una grave crisis en que la inestabilidad política y la violencia se habían apoderado del reino. La historiografía portuguesa ha destacado que el rey se vio obligado a nombrar heredero a su hijo Alfonso, que acababa de casarse con la hija de Alfonso VIII de Castilla, ante la presión de la facción nobiliaria que lo apoyaba. Sancho I envió su testamento al Papa como garantía para que se cumplieran sus disposiciones y probablemente, temiendo que su hijo lo impugnara. Asimismo, las infantas pidieron al Papado protección para que fueran respetados los derechos y propiedades que les había otorgado su padre.215 A pesar de todo, tras la muerte de Sancho I, Alfonso II impugnó las donaciones que había hecho a sus hermanas, argumentando que la bula Manifestis probatum de 1179 impedía a los reyes de Portugal alienar parte de su reino, que era lo que, en su opinión, había hecho Sancho I al donar estas plazas a las infantas.216 El monarca no podía alegar que su padre había dictado su último testamento con las facultades mentales mermadas, pues tal alegación pondría en peligro su condición de heredero y rey de Portugal. Se planteaba una compleja situación en que cada uno de los bandos enfrentados comenzó una intensa actividad diplomática con el fin de ver reconocidos sus derechos por la Sede Pontificia.217 La guerra comenzó probablemente en el otoño de 1211 cuando Alfonso II asedió la plaza de Montemor-o-Vehlo, donde se habían refugiado las infantas acompañadas por algunos de sus partidarios. No se conservan demasiadas informaciones sobre cómo se desarrollaron los acontecimientos, Et dedi filie mee regine domne Tarasie pro hereditate Montem Maiorem et Isgueiram et XLmille morabitinos et CCL marchas argenti de Leirena. Regie domne Sancie dedi Alenquer pro hereditate et XLmille morabitinos et CCL marchas argenti de Leirena et omnes alcalas meas, acitaras et colchias (…) Regie domne Mahalde dedi pro hereditate duo monasteria Baucias et Aroucam et hereditate de Sena que fuit de matris sue. 215 MANSILLA, D. La documentación pontificia hasta Inocencio III (965-1226), Roma, 1955, doc. 457. 216 Estallarán dos litigios paralelos entre Alfono II y sus hermanas; sin embargo, el conflicto con doña Mafalda tomará otro cariz ya que la infanta donó las propiedades heredadas de su padre a la Orden del Hospital. Este conflicto necesitará igualmente la intervención pontificia, aunque no alcanzó los tintes bélicos del enfrentamiento entre el nuevo monarca lusitano y sus hermanas Teresa y Sancha. 217 Alfonso II estuvo representado en su pugna con sus hermanas por el maestre Silvestre Godinho, véase DOMINGOS DE SOUSA COSTA, A. Mestre Silvestre e Mestre Vicente, juristas da contenda entre Afonso II e suas irmas, Braga, 1963. 214

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pero una bula de Honorio III fechada el 31 de agosto de 1212 señala que las hijas de Sancho I eran ayudadas por un grupo de nobles, adversarios del nuevo monarca, que habían sido expulsados de Portugal y se refugiaron en León.218 Alfonso IX acogió a estos magnates y reestructuró su corte ante la guerra civil que sufría el reino vecino. Así Fernando Fernandes de Bragança fue nombrado tenente de Limia, además de ocupar la alferecía mayor. Gonçalvo Mendes de Sousa, que había sido la mano derecha de Sancho I durante largo tiempo y partidario de las infantas desde la muerte del rey, llegó a la corte leonesa y sustituyó al señor de Bragança al frente de la tenencia de la Extremadura. De este modo la hueste leonesa y las principales tenencias fronterizas estaban dirigidas por dignatarios portugueses. Esta grave situación bélica provocó un cambio sustancial en la relación que la nobleza lusitana había mantenido con la monarquía leonesa a quien entonces se aliaba para atacar a Alfonso II. Nunca antes un magnate portugués había salido de su reino para volver atacando violentamente a su monarca, sin duda estas eran unas circunstancias excepcionales.219 En León se formó un bando nobiliario lusitano integrado por miembros de las principales parentelas lusas y varios hijos de Sancho I que, con el apoyo de Alfonso IX, se enfrentó a Alfonso II de Portugal para auxiliar a las infantas, asediadas en Montemor. El rey de León invadió Portugal en marzo de 1212 acompañado por el infante portugués Pedro Sanches, el noble Pedro Fernández de Castro y su hijo el infante don Fernando, que defendía los intereses de su madre y los suyos propios, pues su abuelo le había otorgado una importante cantidad económica en su último testamento.220 La hueste leonesa irrumpió por el norte y conquistó gran parte de las regiones de Trás-os Montes, Beira, el Alto Miño221 y la ciudad de Coimbra. Este cruento enfrentamiento culminó con las paces firmadas en Coimbra en noviembre de 1212.222 No obstante, el conflicto tuvo un segundo período de enfrentamientos bélicos duBulario portugués, doc. 183. Acerca de los pormenores de este complejo conflicto, véase VELOSO, M.ª T. «A questão entre Afonso II e suas irmas sobre a detentação dos dereitos senhoriais», Revista Portuguesa de História, 18, pp. 197-229. 220 Algunos historiadores portugueses ven en este ataque de Alfonso IX, en apoyo a su primera mujer, un intento por conseguir el trono luso a favor primero de Teresa y después de su hijo, don Fernando. 221 Durante esta primera campaña, Alfonso IX conquistó las plazas de Valença, Melgaço, Freixos, Urrós, Lanhoso, Mós, Alvito, Sicoto, Castro de Lamiselo, Barroso, Vinhais, Laedra, Lampazes, Miranda, Chaves, Aguiar e Panóias. 222 CDACL, doc. 1825. 218 219

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rante el invierno de 1212 y la primavera de 1213; posteriormente estas disputas se limitaron a la vía diplomática. Durante este tiempo de gran actividad bélica, destacados magnates lusitanos permanecieron en León. Tras el fin de la contienda, Fernando Fernandes de Bragança continuó al frente de la tenencia de Limia. Después de la paz de Coimbra, los reyes de León y Castilla se aliaron para llevar a cabo una campaña hacia el sur musulmán. El ejército leonés contaba con insignes caballeros entre los que se encontraba el señor de Bragança, a quien el monarca donó Villanueva de Frarias pro bono et grato seruicio quod mihi fecisti in terra sarracenorum et aliis multis locis.223 Pero además el rey continuó confiando en él para que dirigiera las tenencias de Alba de Aliste, Castrotoraf y Benavente, relativamente cercanas a la frontera portuguesa, hasta 1215. La crónica de Ávila apunta que el magnate dirigió un ejército leonés que conquistó varias plazas situadas en el alfoz de la ciudad y que fue capturado y hecho prisionero por los castellanos, aunque pronto fue liberado.224 Tras este suceso es probable que Fernando Fernandes regresara durante algún tiempo a su reino de origen, pues en enero de 1217 confirma al lado de Alfonso II un diploma del monasterio de San Martín de Castañeda con los cargos de tenente de Bragança, Miranda y Montenegro;225 aunque, una vez más, y como venía siendo habitual entre los señores de Bragança, Fernando Fernandes sirvió a los monarcas de Portugal y León prácticamente de forma simultánea, pues aparece de nuevo al lado de Alfonso IX en el tratado de paz firmado con Fernando III de Castilla en enero de 1218. En dicho tratado el magnate era, junto a otros portugueses vasallos del rey de León,226 garante del acuerdo. Probablemente esta fue su última intervención en León antes de regresar a Portugal, pues a partir de entonces permaneció durante algún tiempo en la corte de Alfonso II. Parece que las asperezas suscitadas durante el enfrentamiento de 1212 habían desaparecido y el señor de Bragança se incorporó sin problemas a la corte lusa. A lo largo de 1218 y 1219 confirma varios diplomas regios portugueses.227

223 ALFONSO ANTÓN, I. La colonización cisterciense, doc. 67. El diploma está fechado el 9 de enero de 1214 en Ledesma. 224 HERNÁNDEZ SEGURA, A. Crónica de la población de Ávila, Valencia, 1966, pp. 36-37. 225 RODRÍGUEZ GONZÁLEZ, A. El tumbo del monasterio de San Martín de Castañeda, León, 1973, doc. 121. 226 Martín Sanches estaba entre los vasallos del rey de León garantes de este pacto. 227 SOARES MACHADO, J. C. Os Bragançãos, p. 175.

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Pero durante 1219 la relación entre León y Portugal comenzó a enturbiarse y, de nuevo, varios nobles portugueses arribaron a León. Además de Fernando Fernandes, el hijo natural de Sancho I, don Martín Sanches, cruzó la frontera para incorporarse a la curia de Alfonso IX. A partir del mes de febrero, Fernando Fernandes de Bragança confirma como vassallo regis, lo que indica que quizá acababa de llegar a León y el rey aún no le había otorgado ningún cargo político;228 pero en abril estaba al frente de la tenencia de Benavente.229 La tensión que caracterizaba la relación entre ambos reinos, fue el motivo por el que los monarcas se reunieron en Boronal, tierra de Limia, para signar un acuerdo de paz, en el que Fernando Fernandes de Bragança ejercía como garante del acuerdo por parte de Alfonso IX. El noble estuvo en León al menos hasta el año 1220, en que Fernandus Fernandi de Bregancia firma, en calidad de testigo, un diploma emitido en Villafáfila por el que el maestre del Temple retiraba la demanda interpuesta a la Orden del Pereiro. En aquel momento parece que el señor de Bragança no ostentaba ningún cargo en la corte leonesa y probablemente regresó a Portugal tras rubricar el acuerdo, pues desaparece de la documentación leonesa. Ese mismo diploma es confirmado también por Fernando Fernandez, maiordomo regis, tenente Beneventum, Senabriam et Cabreram.230 Por tanto, se trata de dos Fernando Fernández que conviven durante un tiempo en la corte. Aunque el señor de Bragança en ocasiones había estado al frente de algunas de esas tenencias, es evidente que no es él quien ocupa la mayordomía, como han aseverado algunos estudiosos;231 sino que el mayordomo de Alfonso IX fue Fernando Fernández de Cabrera, nieto de Ponce de Cabrera. Afortunadamente en este documento queda clara la procedencia de cada uno de ellos. Probablemente, este sea el último acontecimiento en el que participa Fernando Fernandes de Bragança en León, todo indica que regresó a Portugal aunque hasta la llegada al trono del nuevo monarca lusitano no conseguirá un cargo curial. Sancho II le nombró su alférez en 1225, además continuó estando al frente de las tenencias vinculadas a su familia.232 La trayectoria política de este magnate se desarrolló a ambos lados de la fron-

GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, doc. 369. Ibíd., doc. 371. 230 Ibíd., Alfonso IX, doc. 403. 231 QUINTANA PRIETO, A. «Un brigantino en Astorga», p. 150. 232 Sobre la trayectoria política del magnate en la corte portuguesa tras su regreso de León, véase SOARES MACHADO, J. C. Os Bragançãos, pp. 176-178. 228 229

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tera. Fue el noble portugués que mayor tiempo sirvió al rey de León quien le convirtió en uno de los personajes más relevantes y poderosos de su corte. Tras reconstruir su trayectoria política en tierra leonesa, es necesario situarse de nuevo en 1211 para estudiar al resto de los integrantes del partido portugués que se dirigieron a León tras el estallido del conflicto entre Alfonso II y sus hermanas. A pesar de que se puede hablar de un bando portugués en el reino de León durante el conflicto abierto con Alfonso II, el comportamiento de cada uno de sus integrantes, el período temporal que permanecieron en tierras leonesas y los logros políticos que alcanzaron en la corte de Alfonso IX fueron diferentes. Asimismo, son desiguales las noticias conservadas de los pasos dados por cada uno de los dignatarios en tierras leonesas, lo que provoca una desigualdad en el conocimiento de sus carreras políticas en León y la existencia de numerosas sombras en cuanto a las relaciones personales y de parentesco establecidas en el reino que les acogió. La escasez de datos plantea el problema de establecer el período durante el que ciertos magnates sirvieron a Alfonso IX, incluso dificulta verificar si permanecieron en León de manera estable o, por el contrario, si su servicio al monarca leonés fue esporádico. Fernando Fernandes de Bragança es el ejemplo de un largo servicio a la monarquía, puesto que permaneció en León en torno a treinta años, mientras que otros nobles, llegados durante la guerra con Alfonso II, sirvieron a Alfonso IX durante un período de tiempo muy corto.

b) Gonçalvo Mendes de Sousa Todo indica que Gonçalvo Mendes de Sousa era uno de los dignatarios portugueses que sirvió de manera puntual al rey de León. Resulta complicado seguir sus pasos en territorio leonés, pues dejó pocas huellas en la documentación. Tanto es así que incluso es difícil poder verificar su permanencia en tierras leonesas durante los años 1211 a 1217. No hay duda de la presencia del magnate en algunos acontecimientos vividos en ese tiempo; sin embargo, no existen indicios suficientes para asegurar que permaneció de manera continuada en la corte leonesa durante todo el período, puesto que solo se conservan dos diplomas regios confirmados por el señor de Sousa. Tampoco aparece en la documentación real portuguesa, por lo que se baraja la posibilidad de que permaneciera al lado de la infanta Teresa de Portugal durante ese tiempo y se trasladara a León para la discusión de asuntos puntuales; o tal vez se encontraría en Toroño junto a su hermano el trovador Garcia Mendes.

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Gonçalvo Mendes era el primogénito del conde Menendo Gonçalves de Sousa. A la muerte de su padre se convirtió en el nuevo cabeza de familia de los Sousa y lo sustituyó en la mayordomía desde 1192.233 A partir de entonces, se convertiría en uno de los magnates más relevantes de la corte de Sancho I, al que sirvió fielmente hasta su último suspiro. El magnate contaba con la plena confianza del monarca lusitano, que lo nombró encargado de cumplir el tratado de las arras de doña Teresa en 1194,234 y posteriormente sería su testamentario. Debía velar por el cumplimiento de las mandas del difunto Sancho I y, por ello, se puso del lado de las infantas. Tras la muerte de Sancho I y durante los primeros meses de reinado de Alfonso II, Gonçalvo Mendes de Sousa permaneció en Portugal ocupando la mayordomía, pero fue sustituido en el cargo por Martín Fernandes de Riba de Vizela en el mes de junio 1211. Probablemente, tras su alejamiento de la corte salió de Portugal y se dirigió a León entre los meses de julio y agosto.235 Se desconoce si abandonó el reino por propia voluntad o si, por el contrario, fue expulsado por Alfonso II.236 Inmediatamente aparece en la corte leonesa y sustituye a Fernando Fernandes de Bragança al frente de las tenencias de Extremadura y Transierra a partir de septiembre 1211,237 aunque la escasez de noticias impide conocer con claridad el papel que desempeñó en la invasión de Portugal por parte de las tropas leonesas. El libro de linajes del conde Don Pedro transmite algunos datos de la participación de Gonçalvo Mendes de Sousa, entom vasalo d’el rei dom Afonso de Leom, que fora marido desta rainha dona Tereja, en la guerra contra Alfonso II.238 Alfonso IX le otorgó las tenencias de Extremadura y Transierra, de gran valor estratégico, lo que indica la relevancia política del señor de Sousa y

SOTTOMAYOR PIZARRO, J. A. As linhagens medievais portuguesas, vol. I, pp. 210-211. Acerca de este tratado, véase CALDERÓN MEDINA, I. «Las arras de doña Teresa». 235 VASCONCELOS VILAR, H. D. Afonso II. Um rei sem tempo, Colecção Reis de Portugal, Lisboa, 2006, p. 70. 236 La bula de Inocencio III fechada el 31 de agosto de 1211 acusa al rey lusitano de haber expulsado de su reino a varios nobles. ¿Se encontraba entre ellos Gonçalvo Mendes? Probablemente sí. 237 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, doc. 277, Domno Gunsaluo Melendi tenente Extrematuram et Transerram. 238 LL, 26A3. En esta hazaña se presenta a Gonzalo Mendes como el gran vencedor de la contienda frente a un ejército real mucho más numeroso, dirigido por Martin Anes de Riba de Vizela. Es preciso tener en cuenta la naturaleza de esta fuente que probablemente manipula la realidad para elaborar la memoria idealizada de los Sousa. A propósito de este asunto, véase ALVES GAMEIRO, O. F. A construção das memórias nobiliárquicas medievais. O passado da linhagem dos senhores de Sousa, Lisboa, 2000, pp. 173-175. 233 234

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la confianza depositada por el monarca leonés en el noble recién llegado y principal defensor de los intereses de doña Teresa. A pesar de ello, resulta sospechoso que no se hayan conservado otros indicios de su presencia en la corte leonesa.239 Sospechamos que probablemente regresó al lado de Teresa de Portugal tras la contienda. Esta posibilidad es factible puesto que Gonçalvo Mendes de Sousa no será un personaje habitual en el entorno regio leonés, y tampoco hay indicios de que se estableciera en el Bierzo, tierra con la que su tío, Vasco Fernandes de Soverosa,240 había tenido estrechas vinculaciones, y sus primos aún conservaban numerosos intereses. Asimismo, además del diploma fechado en septiembre de 1211 en que confirma como tenente de Extremadura y Transierra, solo se conserva en la documentación leonesa otro documento signado por él, en que se denomina vassallus regis. Se trata del diploma fechado en Castell Rodrigo el 6 de enero de 1217 por el que Alfonso IX otorga una cuantiosa donación a sus hijas las infantas Sancha y Dulce. No es casual que Gonçalvo Mendes, que se había alineado desde el primer momento en el bando de la reina Teresa, esté presente en el acto en que Alfonso IX concede una importante dote a sus hijas, ya que probablemente era uno de los personajes de mayor confianza de doña Teresa de Portugal. En el documento se añaden además algunas cláusulas que vienen a completar ciertas disposiciones del tratado de las arras de la reina Teresa de 1194, en el que Gonçalvo Mendes ejercía como rehén. Ciertamente en 1217 el señor de Sousa era vasallo del rey de León, aunque probablemente permanecía en Portugal al lado de la reina Teresa, o estaba en Toroño junto a su hermano García Mendes, y en el momento de la firma de este documento se trasladó a Castell Rodrigo para estar presente en un asunto que atañía a los intereses de las hijas de la infanta. Cargos de Gonçalvo Mendes de Sousa en la corte leonesa Fecha de Gonçalvo MendesCargo Documento Cargos de Sousa en la corte leonesa

1211, septiembre, 1

Tenente Extrematuram et Transerram

JGAIX, 277

1217, enero, 6

Vassallus regis

JGAIX, 342

1219, junio, 13

Vassallus regis Portugalie

CDACL, 1882

239 A pesar de que esta es la hipótesis más extendida entre los historiadores portugueses, Soares Machado afirma que regresó a la corte de Alfonso II en 1216, SOARES MACHADO, J. C. Os Bragançãos, p. 176. 240 Vasco Fernandes de Soverosa estaba casado con María Gonçálves de Sousa, hermana de Menendo Gonçalves de Sousa, el padre de Gonçalvo Mendes de Sousa.

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Algunos investigadores lusos afirman que regresó a Portugal tras la muerte de Alfonso II en 1224;241 sin embargo, es un personaje habitual en la corte lusa desde febrero de 1219. Así, confirma como vasallo del monarca lusitano el tratado de Boronal en junio, lo que indica que había regresado a Portugal. A partir de entonces estaría presente en la corte hasta su muerte en 1243.242 Este dignatario portugués a pesar de no haber dejado demasiadas huellas de su paso por León, jugó un destacado papel en las relaciones entre ambos reinos y sobre todo en los asuntos relativos a la exreina de León, doña Teresa, ya que estuvo presente, formando parte de una u otra corte en el tratado de las arras de 1194, la dote de las infantas Sancha y Dulce en 1217 y en la paz de Boronal de 1219. A pesar de su regreso a la corte lusa, probablemente continuó manteniendo relaciones con la aristocracia leonesa ya que logró emparentar con la familia regia a través del matrimonio de una de sus nietas, María Mendes, con Martín Alfonso, hijo ilegítimo de Alfonso IX y la portuguesa Teresa Gil, nieta de Vasco Fernandes de Soverosa.243

c) Los hijos de Sancho I de Portugal: Pedro y Martín Sanches El bando nobiliario lusitano establecido en León estaba formado además de por altos dignatarios de la antigua curia de Sancho I, por individuos de estirpe regia con aspiraciones al trono portugués. Así durante los años veinte del siglo XIII Pedro Sanches, hijo de Sancho I y Dulce de Aragón, y Martín Sanches, hijo del monarca portugués y su amante, Maria Aires de Fornelos, estarán al frente de los principales cargos palatinos y las tenencias más importantes de León.244 Aunque llegaron al reino de Alfonso IX en momentos diferentes, ocuparon simultáneamente la mayordomía y la alferecía leonesa formando así un sólido y poderoso grupo magnaticio luso integrado también por sus clientes, que les acompañaron a León. Además, como no podía ser de otra

241 MATTOSO, J. A nobreza medieval portuguesa, p. 50; VENTURA, L. A nobreza de corte de Afonso III, vol. II, p. 988; SOTTOMAYOR PIZARRO, J. A. DE. As linhagens medievais portuguesas, vol. I, p. 210. 242 A su muerte fue enterrado en el monasterio de Alcobaça, donde estableció el panteón familiar de los Sousa. Este monasterio albergaría también las sepulturas de la familia regia. 243 SOTTOMAYOR PIZARRO, J. A. DE. As linhagens medievais portuguesas, vol. I, p. 212. 244 Ibíd., p. 166.

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manera, en una sociedad en la que primaban las relaciones parentelares como medio de ascensión social, emparentaron con las familias más destacadas del reino a través de ventajosos matrimonios. El infante don Pedro Sanches,245 a quien su padre había legado en el testamento una gran cantidad de maravedíes del tesoro real,246 abandonó su tierra en los primeros días del conflicto entre Alfonso II y las infantas Teresa y Sancha, y se dirigió a León en busca del apoyo de su excuñado, con quien invadió Portugal en marzo de 1212. Gonzaga de Azevedo afirma que fue uno de los principales instigadores de la invasión; sin embargo, no se han conservado suficientes noticias que permitan conocer el grado de participación del infante en el conflicto, aunque de la bula Licet cum Apostolo se desprende que, tras la victoria, estuvo al frente de varios castillos conquistados en la campaña. Probablemente aún conservaba esperanzas de arrebatar el trono a su hermano, pero se difuminaron tras la firma de la paz de Coimbra en el mes de noviembre. Después del acuerdo, el infante Pedro se dirigió a Marruecos, donde permaneció hasta 1223, cuando regresó a León. Durante el período en que Pedro Sanches estuvo en Marruecos su medio hermano, Martín Sanches, llegó a tierras leonesas. Todo apunta a que no participó directamente en la contienda que en 1211 enfrentó a Alfonso II y sus hermanas, puesto que entonces era solo un niño; sin embargo, unos años después lucharía contra él en territorios próximos al Miño. Tras el conflicto de 1212 las relaciones entre León y Portugal se habían normalizado, pues el rey leonés estaba enfrascado en una lucha abierta con Alfonso VIII de Castilla. Pero cuando el enfrentamiento con el castellano se había apaciguado y habían firmado una alianza contra los musulmanes,247 se despertaron las ansias expansionistas de Alfonso IX, que probablemente pretendía invadir y recuperar el norte de Portugal. La relación entre ambos reinos era tensa; además la política centralizadora de Alfonso II había provocado un gran descontento entre la aristocracia que, según la historiografía tradicional, se había aliado contra su rey porque veía peligrar sus intereses y pretendía lograr el apoyo de Alfonso IX para atacar a su monarca. A esta coalición se había unido el obispo

245 El infante Pedro Sanches era al igual que Alfonso II hijo de la princesa Dulce de Aragón. Había nacido entre los meses de marzo y abril de 1187, véase JOÃO BRANCO, M.ª Don Sancho I. O filho do fundador, p. 108. 246 DSI, doc. 194. 247 Con anterioridad se ha hecho referencia a este acuerdo en que ejercían como garantes los vasallos del rey de León Fernando Fernandes de Bragança y Martín Sanches, que confirma por primera vez un documento leonés. CDACL, doc. 1868.

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de Braga, enfrentado a Alfonso II; Portugal estaba inmerso de nuevo en un grave conflicto interno. La raíz de este enfrentamiento se hunde en la guerra civil de 1211-1212, nuevamente se unen la nobleza opuesta a Alfonso II y el rey de León. El pretexto argumentado por el leonés para invadir Portugal fue el incumplimiento, por parte del lusitano, de las disposiciones pontificias referentes a los bienes de la infanta doña Teresa. No se han conservado demasiados datos acerca de la fecha en la que comenzó la contienda, pero parece que el conflicto se inició con la incursión de los partidarios de Alfonso II en las tierras del obispo de Braga, donde se enfrentaron con las huestes capitaneadas por Martín Sanches, que, tras la batalla, se trasladó a León a principios de 1218. Algunos autores lusos establecen un paralelismo entre don Martín y su medio hermano Pedro Sanches en 1212, pues ambos dirigieron los ejércitos que se enfrentaron al rey de Portugal y porque, quizá, los dos albergaban las esperanzas de arrebatarle el trono. Martín Sanches rubrica en enero de 1218 varios diplomas como vasallo del rey leonés, hasta que en marzo obtuvo la tenencia de Limia.248 El primer documento que confirma con este cargo está fechado en Tuy y signado también por la infanta doña Dulce, hija de Alfonso IX y Teresa de Portugal,249 que estaba enfrentada a su tío. A partir de entonces, Martín Sanches estará al frente de varias tenencias gallegas como Limia, a la que se une el Bierzo con Bueza en abril de 1218 y Sarria en el mismo mes de 1219, aunque en varios diplomas continuará señalando su condición de uassallus regis.250 El desarrollo de los acontecimientos vividos en estos años es poco conocido; probablemente en la primavera de 1219 Alfonso IX, aprovechando la crispación que se vivía en el norte luso, invadió la región de Chaves.251 Para solventar las cuestiones pendientes tras la conquista y, quizá, para establecer una alianza, temiendo las ansias expansionistas de Fernando III que acababa de heredar el trono castellano, los reyes de León y Portugal se reunieron en junio en Boronal, tierra de Limia, para firmar la paz GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. II, doc. 357. La infanta Dulce se había criado en la corte de su abuelo, Sancho I, que lo destaca en su testamento Infanti domne Dulcie nepti mee quam nutriui in domo mea (…), DSI, doc. 194. Parece que permaneció al lado de su madre en Portugal durante largo tiempo. Es probable que tras la firma de la dote concedida por Alfonso IX a sus hijas en 1217, doña Dulce regresara a Portugal junto a su progenitora y que en 1219 volviera a León porque nuevamente la inestabilidad se había apoderado de Portugal. 250 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. II, doc. 364, y CDACL, doc. 1875. 251 Lucas de Tuy destaca que atacó el castillo de San Esteban de Chávez y, hecha la paz, les envió al caudillo Martín Sanches. 248 249

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en la que, además, Alfonso II reconocía los derechos sucesorios de las infantas Sancha y Dulce al trono leonés. Diez vasallos de cada uno de los monarcas eran los garantes de la paz; entre los vasallos de Alfonso IX estaban varios baronibus meis, que formaban parte del bando portugués asentado en León, como Martín Sanches y Fernando Fernandes de Bragança. Pero en esos días de junio en Boronal don Martín tuvo un papel destacado, pues probablemente intercedió para que el rey de León confirmara la donación del coto de Erveredo,252 situado en tierra de Limia, de la que era tenente, al obispo de Braga.253 No obstante, a pesar de que las intenciones de ambos monarcas parecían conciliadoras, la tensa calma caracterizaba las relaciones entre los reinos. Quizá por ello Alfonso IX continuó confiando a don Martín varias tenencias fronterizas— las gallegas de Limia, Sarria, Montenegro, Toroño y, Ledesma, próxima a Salamanca—254 temiendo futuros enfrentamientos con Alfonso II. Pero de la calma se pasó a la agitación de la guerra. El casus belli fue el ataque por parte de hombres de Guimarães al coto de Erveredo, propiedad del obispo de Braga. Entonces Martín Sanches, con hombres de Toroño, Limia y Baroncelli,255 invadió Portugal en dirección al Puente GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. II, doc. 374. Tanto la historiografía lusitana como la leonesa están de acuerdo en afirmar la influencia del bastardo de Sancho I en esta concesión a la sede bracarense, véase HERCULANO, A. História de Portugal: desde o començo da monarquia até o fim do reinado de Afonso III, MATTOSO, J. (ed.), p. 233; GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. I, p. 191. 254 Desde su llegada a León en 1218 Alfonso IX le confió la tenencia de Limia, a la que se unieron después Sarria, Montenegro, Ledesma en tierra salmantina, pero también de carácter fronterizo, y finalmente en 1222 le otorgó la tenencia de Toroño; de modo que Martín Sanches controlaba toda la Galicia fronteriza y también algunas plazas situadas al sur como Ledesma. GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. II, docs. 374, 375, 376, 377, 381, 382, 384, 390, 403, 409, 410, 411, 412, 413, 414, 417, 421. 255 No se conoce en profundidad el desarrollo de esta campaña puesto que las fuentes no aportan demasiada información, solo el libro de linajes del conde Pedro narra la contienda; sin embargo, no es una fuente coetánea aunque aporta datos que coinciden con la documentación diplomática conservada, por lo que se pueden considerar fiables. Así en el libro de linajes se puede leer: E entom juntou dom Martin Sanchez quantos achou e pode haver en terra de Toronho e de Limha e do Val de Baroncelhi, e entrou en Portugal e chegou a Ponte de Limha. E el rei dom Afonso de Portugal era i entom con todo o poder d’Antre Doiro e Minho e outros d’Aaquem Douro, porque lhi dixeron que dom Martin Sanchez juntava mui grandes companhas, e queria entrar en Portugal, fazer penhora. LL, 25G3. La historiografía portuguesa está enfrentada en cuanto a la fecha de estos acontecimientos: una corriente defiende que tuvieron lugar en 1220 y otra, 1222 —véase VASCONCELOS VILAR, H. D. Afonso II. Um rei sem tempo, pp. 232-239—. Pero de esta cita del libro de linajes del conde Pedro se desprende que la entrada de Martín Sanches en Portugal tuvo lugar en mayo de 1223 cuando además de signifer era tenente de Toroño, Limia, Sarria y Baronceli. GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. II, doc. 429. 252 253

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de Limia y entró en Bacillos. Posteriormente derrotó a sus enemigos, entre los que se encontraban Gonçalvo Mendes de Sousa, que había regresado a Portugal, Juan Peres de Maia, hijo de Pero Pais de Maia, y Gil Vasques de Soverosa,256 hijo de Vasco Fernandes de Soverosa, en el monasterio de Varzea. Unos días después, las huestes leonesas vencieron a las lusitanas en Braga y Guimarães.257 Tras la contienda, Martín Sanches regresó triunfante a Galicia al frente de su ejército. Se desconoce la data exacta en la que ocurrieron estos enfrentamientos. No obstante don Martín tuvo un papel destacado, pues probablemente ya ocupaba la alferecía y conservaba las tenencias fronterizas gallegas. Después, dirigió los ejércitos reales leoneses en una nueva incursión en tierras musulmanas, destinada a conquistar Sevilla. El choque entre los ejércitos tuvo lugar en Tejada y se saldó con una gran victoria cristiana.258 Durante el regreso a León su hueste devastó la tierra en torno a Badajoz. Ciertamente en la década de los años veinte, la curia leonesa estaba en gran medida dirigida por hombres portugueses. En marzo de 1223 moría Alfonso II de Portugal y se abría una delicada situación en el reino debido a la minoría del nuevo monarca, Sancho II. Entonces, Pedro Sanches regresó apresuradamente de Marruecos y se estableció en León en busca del apoyo de su cuñado, tal vez para intentar hacerse con el trono lusitano,259 además de contar con el apoyo de sus hermanas las infantas Teresa y Sancha, que acababan de resolver mediante un pacto con Sancho II, firmado el 24 de junio de 1223, el enfrentamiento que mantenían con Alfonso II desde 1211.260 Probablemente Pedro Sanches pretendía arrebatar el trono al adolescente Sancho II. Talvez preparó la estrategia para llevarlo a cabo desde el rei256 Gil Vasques de Soverosa estaba casado con Maria Aires de Fornelos, madre de Martín Sanches. 257 LL, 25G3. 258 Julio González data esta incursión en 1219; sin embargo, consideramos que los hechos ocurrieron en 1223 puesto que es entonces cuando Martín Sanches recibió la alferecía, además el relato de Lucas de Tuy se hace mención al rey Sancho de Portugal (Sancho II), que comenzó a reinar en 1223. Chronicon Mundi, cap. CXI, pp. 20-30. 259 Las fuentes lusitanas y las leonesas silencian la trayectoria del infante entre 1220 y 1223, probablemente permaneció en Marruecos, desde donde trasladó a Portugal las reliquias de los mártires marroquíes, pero no se puede verificar que permaneciera durante todo ese período en el norte de África. El profesor Hermenegildo Fernandes apunta la posibilidad de que pudiera haberse movido por territorio leonés, aunque no ha quedado constancia documental de ello. Sospecha que pudo ser así antes de ser nombrado mayordomo de León. Véase FERNANDES, H. Sancho II, Lisboa, 2005, p. 51. 260 Sobre las circunstancias que rodearon la firma de este acuerdo y el papel que la nobleza portuguesa afincada en León desempeñó, véase ibíd., pp. 85-106.

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no de León, ya que su cuñado, Alfonso IX, le había nombrado en septiembre de 1223261 y, solo dos meses después, le pondría al frente de las principales tenencias del reino, como la ciudad de León, las Asturias, Extremadura y Transierra;262 convirtiéndole así en el magnate más poderoso de la corte leonesa. Las dos primeras tenencias poseían, además de un gran valor político, un importante valor simbólico, pues constituían los dos centros de poder de la monarquía leonesa; las últimas, Extremadura y Transierra, tenían un gran valor estratégico, puesto que eran los territorios de expansión hacia el sur, que tradicionalmente habían estado al cargo de miembros de la familia real, o en manos de ciertos magnates lusitanos en momentos en los que se temía un enfrentamiento abierto con los monarcas portugueses. La dirección de estas tenencias conllevaba además un enorme poder territorial para Pedro Sanches, porque representaban un gran porcentaje de la superficie total del reino de León. A ellas se sumaron pronto otras, como Toro y Zamora,263 próximas a la frontera portuguesa. Mientras tanto, el alférez Martín Sanches continuaba al frente de los territorios gallegos fronterizos de Limia, Toroño, Sarria, y Montenegro. Una vez más se observa la tendencia de los reyes leoneses a delegar su poder en las tierras de frontera a nobles lusos, probablemente con el convencimiento de que eran los individuos más adecuados para controlar estas regiones e idóneos para defenderse o atacar al ejército lusitano que conocían bien. Ambos estarán presentes en las campañas bélicas que Alfonso IX emprendió en los últimos años de su reinado. Así, en 1224, cuando el monarca comienza una gran embestida contra el poder musulmán, los hijos de Sancho I delegan el ejercicio de su cargo en algunos integrantes de su clientela porque probablemente se encontraban inmersos en la batalla.264 Durante el año 1225 las relaciones con Portugal se habían normalizado y podría decirse que había una cierta sintonía entre ambos monarcas, favorecida por la mediación de los nobles lusos que habían servido al rey de León y que, en ese momento, formaban parte de la corte de Sancho II; como Fernando Fernandes de Bragança, al que Hermenegildo Fernandes considera ar-

GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. II, doc. 435. Infante domno Petro, mayordomo regis. Ibíd., doc. 436. 263 La primera ocasión en la que se registra al infante al frente de estas tenencias es en agosto de 1224. Ibíd., doc. 438. 264 Durante el mes de diciembre la corte alfonsina se encontraba en Gema y Salamanca, en esos momentos tanto Pedro como Martín delegan sus cargos a Fernando Muniz y Pedro Fernández de Tiedra, respectivamente, quizá porque estaban preparando el ataque. GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. II, docs. 446-447. 261 262

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tífice del acercamiento de los reyes,265 que emprendieron al tiempo una gran campaña conquistadora hacia el sur almohade. Entre febrero y abril de 1225 probablemente se estuviera fraguando un ataque sobre Cáceres, pues nuevamente el mayordomo leonés delega su cargo.266 En esta ocasión la acción de los reyes cristianos contra el Islam era simultánea, mientras Sancho II conquista Elvas, Alfonso IX hace lo propio con Badajoz. Durante esta campaña Pedro Sanches continuaba al frente de la mayordomía y las tenencias que le habían sido otorgadas desde su regreso a León; y Martín Sanches dirigía el ejército y mantenía sus tenencias gallegas. Poco después, Alfonso IX emprendió una campaña contra Cáceres, que probablemente se desarrolló durante el otoño de 1227. Las fuentes no aportan demasiada luz acerca del desarrollo de esta campaña, sin embargo sospechamos que el hasta entonces alférez, Martín Sanches, pudo perecer en la contienda, puesto que desaparece de la documentación leonesa en septiembre de 1227,267 aunque no podemos corroborar esta hipótesis. Tras la desaparición de su medio hermano, el mayordomo don Pedro de Portugal tomó su testigo al frente de Limia, que se unía a las tenencias de León, Zamora, Toro, Extremadura y Transierra, que dirigía desde 1223. De nuevo, Alfonso IX quiso que la fronteriza y problemática tierra de Limia estuviera controlada por un magnate de su confianza y de origen portugués. El infante don Pedro continuó en la corte de Alfonso IX hasta la muerte del monarca en 1230, después se dirigió a Aragón, el reino de su madre doña Dulce y, tras pasar por Urgel, acabó sus días en Mallorca. Como se ha destacado en líneas anteriores, durante las campañas reconquistadoras de la década de los años veinte, tanto Martín como Pedro Sanches, delegaron sus cargos en algunos nobles portugueses, que probablemente les habían acompañado desde su llegada a León formando parte de su círculo más próximo. En abril de 1225 Pedro Sanches confió la mayordomía a Suero Pais de Valadares268 aunque fue de forma esporádica, pues este no vuelve a aparecer en la curia leonesa. Su familia estaba asentada desde los tiempos de FERNANDES, H. Sancho II, pp. 130-134. El autor habla del «grupo leonés» haciendo referencia a los portugueses que sirvieron a Alfonso IX entre los que se encontraba Fernando Fernandes de Bragança, que en 1224 ocupó la alferecía e importantes tenencias, al que presenta como mediador entre los reyes. 266 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. II, docs. 448-450. 267 Ibíd., doc. 514. 268 Pertenece a la familia Valadares, asentada en la tierra de Valadares. Era hijo de Paio Soares de Valadares y Elvira Vasques de Soverosa, hija de Vasco Fernandes de Soverosa. Casó con Estefanía Ponce de Baião. LL, 13C3, 25J2, 38O9, 40B7. 265

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Alfonso VI en la tierra de Valadares, próxima a la frontera gallega. La delegación de la mayordomía en Suero Pais no resulta extraña, pues probablemente otros miembros de su parentela habían ocupado importantes cargos curiales en León con anterioridad. Es posible que el Lorenzo Soares que aparece en la documentación leonesa como alférez y después como mayordomo entre 1195 de 1219,269 fuera su tío, como destaca el profesor Pizarro;270 sin embargo, aunque la identificación parece clara ya que en ese período el magnate había salido de la corte de Sancho I, no podemos asegurarlo pues no se han conservado otras referencias que permitan identificar con seguridad a este individuo, Laurentio Suariz, con Lorenzo Soares de Valadares. A pesar de ello, es probable que fuera él, ya que entre la nobleza leonesa no se registra ningún magnate con ese nombre durante ese período. Además, esta familia había establecido importantes lazos de parentesco con Alfonso IX, ya que Suero Arias de Valadares, padre de Lorenzo Soares, había casado en segundas nupcias con María Alfonso, hija natural del rey de León, nacida de su relación con la también portuguesa Teresa Gil, medio hermana de Martín Sanches,271 y el propio Lorenzo Soares estaba casado con su hermana, la infanta doña Urraca Sanches, otra de las hijas de Sancho I y María Aires de Fornelos. Además de delegar su cargo en el señor de Valadares, mientras continuaba la lucha en el sur musulmán; durante el mes de febrero de 1226 el infante Pedro Sanches eligió a Rodrigo Gomes de Briteiros272 para que ocupara la mayordomía durante su ausencia.273 Don Rodrigo pertenecía a una familia de infanzones establecidos en torno a Guimarães, pero gracias a su

No podemos ratificar esta hipótesis porque no se han conservado otros documentos que permitan conformar los datos, pero hemos seguido la carrera política de este Lorenzo Suarez en León. Ocupó la alferecía en durante dos etapas, la primera entre los años 1195 y 1196 —GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. II, docs. 94, 95, 97, 98, 99—; la segunda, durante el año 1204 —ibíd., docs. 182-189, 190, 193—. En enero de 1205 fue nombrado mayordomo y lo sería hasta el mes de diciembre —ibíd., docs. 195, 196, 198, 199— y posteriormente recuperaría la mayordomía entre los meses de febrero y abril de 1219 —ibíd., docs. 371-372. 270 SOTTOMAYOR PIZARRO, J. A. DE. As linhagens medievais portuguesas, p. 786. 271 LL, 25A3, E4. Véase GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. I, p. 318. 272 Acerca de la parentela de los Briteiros, véase VENTURA L. y RESENDE DE OLIVEIRA, A. «Os Briteiros (séculos XII-XIV). Trajectoria social e política». Revista Portuguesa de História, t. XXX (1995), pp. 71-102. Los Briteiros surgen en la primera mitad del siglo XIII como un linaje de infanzones de la región próxima a Guimarães, pero gracias a su vasallaje a los Sousa y a su unión al bando de las infantas Teresa y Sancha consiguieron ascender socialmente. El artífice del ascenso social de la parentela fue Rodrigo Gomes. 273 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, doc. 473. Roderico Gomez de Briteiros tenente maiordomatum de manu infantis. 269

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habilidad política logró un vertiginoso ascenso social. A través de su vasallaje a Gonçalvo Mendes de Sousa entró en contacto con las infantas Teresa y Sancha y se integró en el grupo más próximo a Pedro Sanches,274 al que probablemente acompañó en su regreso a León. Su fiel servicio le hizo merecedor de la confianza del infante, que lo eligió para que le sustituyera en tal alto cargo. En 1230, cuando el infante Pedro de Portugal abandonó el reino leonés para dirigirse a Aragón, el señor de Briteiros regresó a Portugal.275 Resulta llamativo que los hijos de Sancho I delegaran su cargo en momentos puntuales a nobles lusitanos y no leoneses, lo que hace pensar que quizá preferían que sus cargos estuviesen ocupados durante su ausencia, por aquellos que les habían sido fieles desde su salida de Portugal, y que estaban alineados, sin duda alguna, en el bando luso que defendía sus intereses; antes que delegar su poder en nobles leoneses. A lo largo de estas páginas se ha analizado cómo los hijos de Sancho I de Portugal se convirtieron en los hombres más poderosos de la corte de Alfonso IX durante la década de los años veinte y fueron la cabeza del partido portugués, que permaneció en León durante el primer cuarto del siglo XIII. Pero, además de su valía política, supieron jugar bien sus cartas en el campo de las relaciones parentelates, pues emparentaron con las principales familias nobiliarias del reino que les había acogido. Así, según el libro de linajes del conde Pedro, Martín Sanches casó con Olalha Pérez, hija de Pedro Fernández de Castro276 y su esposa María Sánchez, hija del infante Sancho Fernández, hermanastro de Alfonso IX;277 además, Pedro Fernández de Castro, suegro de Martín Sanches, era primo del rey de León,278 por lo que se estaban estrechando los lazos que unían a los hijos de SanVéase VENTURA, L. A nobreza da corte de Afonso III, vol. II, pp. 619-622. SOTTOMAYOR PIZARRO, J. A. DE. As linhagens medievais portuguesas, p. 758. 276 11C8 y 25G3. La información que recogen los libros de linajes se constatan con un diploma fechado en 1213 por el que Pedro Fernández de Castro dona junto a sus hijos y esposa varios de sus bienes al monasterio de Sobrado Ego domnus Petro Fenandi, una cum filio meo Aluaro Petri et filia mea Elo et omnis uox mea. Do et hereditario iure concedo uobis abat domno Henrico Sancte Marie Superaddi et omni conuentui eiusdem loci (…) quas habeo ex parte patris mei domni Fernandi Roderici, LOSCERTALES DE GARCÍA DE VALDEAVELLANO, P. Tumbo del monasterio de Sobrado de los monjes II, Madrid, 1976, doc. 210. 277 El libro de linajes del conde Pedro señala que este Pedro Fernandez foi casado com dona Maria Sánchez, filia do infante dom Sancho, o que matou o usso em Canameiro, e fez em ela Alvar Piriz de Castro, e dona Maria Pirez, que fez Sam Felices d’ Amaia e a condessa dona Olalla Pirez, que casou com dom Martim Sánchez, filho d’el rei dom Sancho de Portugal, de gaança, e non houverom semen. 11C8. 278 Pedro Fernández era hijo de Fernando Rodríguez el castellano y su segunda esposa, Estefanía Alfonso, hija bastarda de Alfonso VII; por lo tanto era primo del monarca leonés. 274 275

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cho I con el monarca leonés. Se desconoce el momento en que se celebró el matrimonio, pero se han conservado suficientes datos que permiten verificar las palabras del autor de los libros de linajes. Pero las relaciones de parentesco trabadas entre el Alfonso IX y Martín Sanches se estrecharon aún más porque Teresa Gil, último amor del monarca leonés, era medio hermana de don Martín, pues ambos eran hijos de María Aires de Fornelos. Probablemente la presencia de Martín Sanches en la curia leonesa facilitó la relación entre su hermana y el monarca. Asimismo, y como se ha adelantado en las líneas anteriores, Maria Alfonso —sobrina de Martín Sanches, hija de Teresa Gil y Alfonso IX— casó con el tío de Paio Soares de Valadares, que formaba parte del círculo más próximo a los infantes de Portugal. Martín Sanches probablemente falleció en 1227. Poco tiempo después, en julio de 1228, su medio hermana, Teresa Gil, donó a la Orden del Temple la heredad de Grecos para el remedio de su alma y de su hermano Martín Sanches y fundó una capellanía en Ceinos. De la misma manera, el nobiliario del conde Pedro indica que el hijo de Sancho I de Portugal jaz soterrado mui bem e mui honradamente em Çofinos, em uã vila da Orden do Hospital, em terra de Campos.279 Hemos identificado la villa de Çofinos con la actual Ceinos de Campos,280 donde había sido sepultado su suegro, Pedro Fernández de Castro, lo que indica que el bastardo del rey portugués se había integrado en la parentela de su esposa y había elegido como lugar para el descanso eterno, una institución religiosa vinculada a la memoria de la familia de su mujer, Olalha Pérez. Según el libro de linajes del conde Pedro, la pareja no tuvo descendencia que pudiera recoger el testigo de las brillantes carreras políticas de su padre y su insigne abuelo y perpetuar en tierras leonesas un linaje con ascendencia regia lusitana. El comportamiento de Pedro Sanches en materia de parentesco fue diferente al de su medio hermano y otros aristócratas lusos, pues no emparentó con ninguna dama leonesa o, al menos, no se han conservado noticias de ello, sino que contrajo nupcias con Aurembiaix de Urgel, aunque esta unión no tuvo descendencia.281 El matrimonio tuvo lugar en el mes de

25G13. Véase MARTÍNEZ SOPENA, P. La Tierra de Campos Occidental, p. 64. Como el mismo autor señala, esta villa pertenecía a la Orden del Temple (pp. 451 y 454); sin embargo, en el momento de la redacción del libro de linajes del conde Pedro ya había pasado a manos de la Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén, por lo que lo refleja de esa manera. 281 Esta dama era hija de Armengol VIII y Elvira Núñez de Lara, era la legítima heredera del condado de Urgel. Durante su estancia en Castilla (1213-1228) casó con Alvar Pérez de Castro, hijo de Pedro Fernández de Castro, y posteriormente, en 1229, contrajo ma279 280

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junio de 1229. Resulta llamativo que en la firma de las capitulaciones matrimoniales estuvieran presentes Fernando Alfonso, filius regis Legionis282 y otros nobles y clérigos leoneses como Velasco, un canónigo de la catedral de Orense, lo que demuestra que, a pesar de su salida de León, seguía manteniendo fuertes vínculos con la aristocracia leonesa, que probablemente formó parte de su séquito en su aventura en Urgel y Mallorca. De su esposa heredó el condado de Urgel, además de ciertas posesiones que tenía la condesa en Valladolid y en Galicia, que le habían llegado por vía materna, ya que era hija de Elvira Núñez de Lara.283 El infante de Portugal llegaría a ser señor de Mallorca en 1231, cuando lo cambió de forma vitalicia por el condado de Urgel a Jaime I de Aragón. Entre los nobles que acompañaron al infante de Portugal en la conquista de Mallorca figuran 21 caballeros que recibieron numerosas propiedades en el repartimiento.284

IV. Conclusiones A través del análisis de los magnates lusitanos que durante algún tiempo sirvieron a los reyes de León hemos querido representar un comportamiento habitual en la nobleza de los siglos centrales de la Edad Media: el trimonio con Pero Sanches. Véase DOMINGO, D. A la recerca d’Aurembiaix d’Urgell, Lleida, 2007 (Colección: El Comtat d’Urgell, n.º 6), pp. 100-107. 282 Ibíd, docs. 23, 24. Dolors Domingo identifica a este Fernando Alfonso como Fernando III de Castilla; sin embargo, creemos poco probable que se trate de él ya que entonces reinaba en Castilla y hubiera confirmado como tal. Consideramos que puede tratarse de uno de los hijos ilegítimos de Alfonso IX que, como hemos visto anteriormente, solían confirmar con la fórmula filius regis Legionis. 283 Ibíd., doc. 27. Ego Aurembiaix Dei gratia comitissa Urgelli (…) dimitto et constituo heredem meum infantem dompnum Petrum Portugalensem virum meum et comitem totius terre mee et comitatu Urgelli, cum omni iure quod in eo habeo aut habere debeo quocumque modo vel causa videlicet cum militibis et omnibus aliis hominibus tam vitis quam mulieribus ubicumque locorum per totum comitatum Urgelli existentibus sicut melius et plenius ad profectum prefacti infantis dici et intelligi potest, quem comitatu relinquo eidem ut predictum est, iure hereditario perpetuo possidendum (…). Et modo dimitto sepe nominato infanti Petro, omne ius quod habeo et habere debeo in Valle Oleti, et totam hereditatem meam quam habeo vel habere debeo in Gallecia ut faciat ex eis et disponat et ordinet pro voluntate sua, quidquid voluerit omne tempore seculi. 284 Sobre la trayectoria del infante don Pedro de Portugal en Mallorca, véase MATEU Y LLOPIS, F. «El infante don Pedro de Portugal, dominus regni maioricarum», Boletín de la Real Academia de la Historia, 173 (1976), p. 240. SANTAMARIA, A. «Don Pedro, infante de Portugal, señor de Mallorca (1231-1256)», Baleares: Analogía de temas, CITE de Baleares, 1975, tomo I, pp. 9-22. ORTEGA VILLOSLADA, A. El reino de Mallorca y el mundo atlántico (1230-1349), Coruña, 2009.

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cambio de fidelidad. La movilidad de la alta nobleza entre los dos reinos fue grande, la frontera no constituyó ningún impedimento para la expansión de los intereses nobiliarios en ambos reinos; sin embargo, se aprecian sustanciales diferencias entre el reinado de Fernando II y el de su hijo. En el tiempo en el que Fernando II ocupó el trono, varios magnates lusitanos se refugiaron en su corte porque probablemente tenían diferencias irreconciliables con Alfonso Enríquez. Tanto Vasco Fernandes de Soverosa como Pero Pais de Maia se integraron a la perfección en la corte leonesa y estuvieron próximos al monarca, del que obtuvieron importantes cargos y numerosos bienes. No obstante, se han analizado otros ejemplos en los que la presencia de algunos nobles en la curia leonesa responde quizá a una estrategia llevada a cabo por los miembros de la parentela, destinada a aumentar su importancia política y patrimonial. Así actuaron Menendo de Bragança y su sobrino, Fernando Fernandes de Bragança. En ambos casos puede hablarse quizá de un doble vasallaje, facilitado por la permeabilidad de la difusa frontera entre los reinos, que permitía que los miembros de esta parentela sirvieran prácticamente de forma simultánea a las dos monarquías sin que, al parecer, existieran grandes conflictos. Pero en este vaivén de nobleza a un lado y otro de la frontera es necesario averiguar qué papel cumple la ira regia en la salida de cada uno de los magnates de su reino natural, y cuáles son los motivos por los que deciden regresar a Portugal tras un tiempo al servicio del rey de León. Ciertamente, no se han conservado numerosos datos que permitan descubrir las circunstancias exactas en las que cada uno de los nobles abandonó su reino para servir al rey de León, aunque en algunos casos se puede intuir que el magnate sufrió la confiscación de parte de sus bienes, que era una de las consecuencias que acarreaba la caída en la ira regia. Así, se conoce que Alfonso Enríquez confiscó parte de sus propiedades a Vasco Fernandes de Soverosa, y que Fernando II le recompensó con la concesión de numerosos bienes en agradecimiento por su fidelidad. Sin embargo, el servicio casi simultáneo a ambas monarquías no parecía conllevar grandes problemas para los Bragança, pero ciertamente no sabemos si fue así. Todo parece indicar que no existieron graves consecuencias para Fernando Fernandes de Bragança por servir a Alfonso IX, puesto que continuó conservando sus bienes en sus tierras de origen y ostentando las tenencias vinculadas con su familia. Las fuentes tampoco permiten conocer cuáles fueron los motivos por los que un noble, que había servido fielmente a su monarca, decidía abandonar su reino y cambiar de fidelidad. Probablemente la razón en la mayor parte de las ocasiones era la incompatibilidad del servicio a la monar-

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quía lusa con la defensa de los propios intereses patrimoniales y familiares, pues así parece suceder con algunos miembros de ascendencia gallega establecidos en Portugal, que, ante la posible pérdida de sus bienes gallegos, cruzaron la frontera para servir al rey de León. Consideramos que antes que fieles servidores al monarca, los nobles eran, ante todo, señores feudales propietarios de tierras, pues siempre prevalecen sus intereses económicos ante el servicio a su señor natural. Es en los momentos en los que peligran sus propiedades cuando cambian de fidelidad. Pero la situación cambia sustancialmente durante el reinado de Alfonso IX en León, pues la nobleza portuguesa que se integra en su corte lo hace por una grave crisis política en la que está en juego la sucesión al trono lusitano. El conflicto que enfrentó a Alfonso II en Portugal y sus hermanas, Teresa y Sancha, provocó que una parte de la nobleza lusitana, afín a las infantas, se estableciera en León para defender los intereses de la antigua reina y, quizá, lograr el trono para su hijo, el infante leonés don Fernando. Durante este tiempo no se puede hablar de deslealtades al monarca portugués, ni de iras regias; sino que se trata de dos facciones nobiliarias enfrentadas. El partido luso afincado en León buscó el apoyo de Alfonso IX para atacar ferozmente a su monarca. El conflicto, que había estallado en 1211, se enquistó y tras la muerte de Alfonso II, en 1223, se complicó con una nueva crisis sucesoria. Durante los años veinte, el partido portugués establecido en León fue, quizá, más numeroso que nunca y la categoría social de quienes lo integraban trasluce la magnitud de la crisis. Pedro Sanches y Martín Sanches, hijos de Sancho I, se convirtieron en las figuras políticas más relevantes de la corte leonesa. Con el apoyo de su cuñado atacaron a su sobrino, Sancho II de Portugal, con la intención de arrebatarle el trono. Pero el partido luso capitaneado por ambos infantes estaba integrado por aquellos que constituían su grupo más afín y otros poderosos magnates lusitanos, como Fernando Fernandes de Bragança. Finalmente el despiadado enfrentamiento por el trono portugués se apaciguó gracias, en gran medida, a aquellos nobles lusos que durante algún tiempo habían servido a Alfonso IX y que ejercieron de mediadores entre ambos monarcas cristianos, que finalmente unieron sus fuerzas frente a la amenaza musulmana. Es necesario reflexionar sobre la reacción de la nobleza leonesa ante la preponderancia del partido portugués en la corte de Alfonso IX. Es innegable que durante la segunda década del siglo XIII la aristocracia lusitana copó los altos cargos en León y que, probablemente, algunos miembros de las familias más arraigadas en el reino se vieron relegados a un segundo plano; ni siquiera fueron los elegidos por los infantes de Portugal para delegarles sus cargos cuando la situación bélica les impedía desempeñar

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sus funciones. A pesar de ello, las fuentes no transmiten el malestar de los leoneses, ni tampoco se aprecia una salida de miembros de la nobleza leonesa hacia otros reinos vecinos como Castilla o Portugal. Todo indica que la convivencia entre los recién llegados y la aristocracia laica leonesa fue pacífica, ya que no se registran incidentes ni con los nobles lusitanos ni con el monarca. A pesar del distinto contexto político que provoca diferencias en el servicio a los reyes de León, se pueden encontrar algunos elementos comunes entre los magnates que sirvieron a Fernando II y a su hijo. La mayor parte de los magnates lusos que arribaron a León fueron encargados de ejercer el poder por delegación regia en los principales territorios fronterizos. Así, Fernando II y Alfonso IX entregaron las tenencias fronterizas gallegas como Limia y Toroño, y otras de especial relevancia estratégica como Extremadura, Transierra, Zamora, Toro, Salamanca a nobles lusitanos; además de concederles los principales cargos palatinos. ¿Cuál fue el motivo?, ¿por qué los reyes de León confiaron estos cargos a magnates portugueses y no a los dignatarios leoneses, pertenecientes a las grandes familias fieles a la monarquía? Es difícil responder a estas incógnitas, quizá haya que pensar que los nobles que llegaron a León eran conocedores de la política y del ejército portugués y que, por ello, fueron los elegidos para proteger el flanco fronterizo del reino y dirigir las huestes leonesas en sus enfrentamientos con las tropas lusas. Pero además del gran poderío político adquirido, los magnates lusitanos establecidos en León pretendieron aumentar su influencia a través de la extensión de su red de parentesco. Así, diseñaron una política matrimonial dirigida a emparentar con las grandes familias nobiliarias del reino y con la propia monarquía leonesa. Nuevamente las mujeres jugaron un papel destacado en la materialización de las alianzas; Teresa Gil, nieta de Vasco Fernandes de Soverosa, fue el último amor de Alfonso IX, y María Mendes, nieta de Gonçalvo Mendes de Sousa, casó con el bastardo real don Martín Alfonso. Por otro lado, el hijo de Sancho I, don Martín Sanches, casó con Olalha Pérez, hija del primo del rey, Pedro Fernández de Castro. Asimismo, algunos de los integrantes de las clientelas de los infantes portugueses casaron con bastardas reales como Suero Arias de Valadares, tío de Paio Soares de Valadares, que se desposó con Maria Alfonso, hija del monarca y de la portuguesa Teresa Gil. A pesar del gran poderío político y patrimonial que habían logrado gracias a su servicio a la monarquía leonesa, la mayor parte de los nobles lusitanos regresaron a su reino cuando las desavenencias con su señor natural habían desaparecido. Su estancia en León representó quizá un paréntesis en su relación con el monarca portugués, que aprovecharon para integrar-

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se en la curia y obtener cargos y beneficios del rey de León. En definitiva, estaban extendiendo sus tentáculos para fortalecer su poder y aumentar su patrimonio más allá de las fronteras de su reino. No sucedió lo mismo con los hijos de Sancho I, probablemente porque su posición social y su ascendencia regia les convertían en personas non gratae para los monarcas portugueses ya que podían competir por el trono.

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Tras haber analizado la estructura de la aristocracia laica, los modos de organización, la importancia del parentesco en las relaciones de poder, y haber presentado a los protagonistas de la escena política leonesa, es necesario estudiar el papel que desempeñó la nobleza en los órganos de poder y cómo colaboró con la monarquía en la gestión del reino. Lo haremos analizando los diversos campos en los que los nobles cooperaron con los reyes. Norbert Elías ha definido el «proceso de civilización» que se desarrolló en Europa durante los siglos centrales de la Edad Media. Los reyes lograron canalizar la fuerza militar de la nobleza laica hacia el sometimiento y la colaboración política con la monarquía. Este proceso desembocó en un importante cambio en la estructura social, en el que los nobles luchaban por lograr el favor regio, por diferenciarse de los demás a través de medios pacíficos, como la creación de alianzas y redes de parentesco, que favorecieran su proximidad a la monarquía. En un momento en que la monarquía se estaba afianzando en toda Europa, había que canalizar el poder militar de la aristocracia introduciéndola en las instituciones políticas. Los reyes necesitaban crear una nobleza fiel y sometida a su autoridad y, para ello, articularon un sistema de recompensa vasallática, encarnada principalmente en la donación de importantes bienes y de cargos, que permitieran a la aristocracia la participación activa en la política del reino. El monarca se convertía así en el principal redistribuidor de riqueza, promocionando a los magnates elegidos como sus asesores. Esta reestructuración social vivida en el siglo XII desembocó en el fortalecimiento de la monarquía. La nobleza tuvo que someterse a ella para asegurar su dominio sobre el campesinado, de cuyos servicios y tributos dependía su estatus. Este proceso de curialización se desarrolló en León principalemente en el siglo XII, aunque se había iniciado con anterioridad. Fernando I, tras llegar a León, desarrolló una importante campaña de legitimación y fortalecimiento de su poder. Su hijo, Alfonso VI, tomó el relevo y, además de controlar el reino, sometió a vasallaje a los reinos vecinos. Pero el esplendor

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de su reinado se opacó con su sucesora, doña Urraca, que se enfrentó a la nobleza, a su segundo esposo y a su propio hijo. Estos conflictos desestabilizaron el poder monárquico. Sin embargo, su sucesor, Alfonso VII, logró fortalecer el poder real, aglutinando en torno a sí a una nobleza fiel e identificada con su proyecto político, e imponiendo vasallaje a los monarcas vecinos, además de intitularse emperador. Pero, a su muerte, su imperio fue dividido entre sus hijos. Fernando II heredó León y necesitó redefinir las relaciones entre la monarquía y la aristocracia, para lograr que el poder real mantuviera su primacía sobre el poder nobiliario. Norbert Elias habla de un proceso de curialización de los guerreros que viene acompañado de la creación de un nuevo sistema de valores entre la elite aristocrática. Se trata de la evolución de una nobleza guerrera a una nobleza de corte. Una nobleza cortesana, capaz de articular nuevos mecanismos de relación, que se desenvuelven en un nuevo espacio, en el que se decide la política del reino. Este nuevo espacio de actuación es la corte, donde un restringido y poderoso grupo aristocrático, que definiremos como nobleza de corte, convive con el monarca y su familia. Para conocer cómo fue la evolución paulatina de este proceso en León, es preciso analizar quiénes eran los individuos que colaboraban diariamente con el monarca en la gestión del reino. La historiografía comenzó a preocuparse en el siglo XVII por el estudio de las instituciones medievales y de las personas que las habían integrado. Para ello empleó el método genealógico.1 Habría que esperar a la obra de Claudio Sánchez Albornoz para retomar el interés por el estudio de las instituciones.2 Su discípula, Nilda Guglielmi, enriqueció la labor del maestro aportando un nuevo enfoque prosopográfico a su estudio.3 Desafortunadamente no contamos con una obra de corte prosopográfico centrada en la corte leonesa de Fernando II y Alfonso IX, aunque numerosos estudiosos incluyen cuadros y listas de aquellos individuos que ocuparon los principales cargos en la curia leonesa. Julio González elaboró una detallada lista de mayordomos, alféreces y tenentes que se ha ido enriqueciendo con la publicación de nueva documentación. Cristina Jular ha aportado minuciosas listas de tenentes de todo el reino,4 e historiadores que han estudiado a diversos grupos de parentesco

1 Entre estas obras se puede citar a SALAZAR DE MENDOZA. Origen de las Dignidades seglares de Castila y León, Madrid, 1618. 2 SÁNCHEZ ALBORNOZ, C. Investigaciones y documentos sobre instituciones hispanas, Santiago de Chile, 1970. 3 GUGLIELMI, N. «La Curia Regia en León y Castilla», Cuadernos de Historia de España, n.º 22-23, 1955, pp. 116-267, y n.º 28, 1958, pp. 43-101. 4 JULAR LÓPEZ-ALFARO, C. Adelantados y Merinos mayores de León, León, 1991.

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leoneses han hecho referencia a su labor en la corte. No obstante, a pesar de los numerosos esfuerzos, la historiografía leonesa aún carece de un análisis de conjunto de la aristocracia de corte, similar al elaborado magníficamente por la historiadora Leontina Ventura sobre la corte de Alfonso III de Portugal.5 Recientemente Jaime Salazar Acha ha publicado un denso estudio sobre la Casa del Rey de Castilla y León en el que se centra en el ámbito privado y personal de sus miembros, además de profundizar en el análisis de los distintos cargos palatinos.6 Pretende estudiar el ambiente más íntimo del rey y analiza minuciosamente una gran cantidad de oficios; no obstante, solo dedica algunas páginas a la corte leonesa y centra su trabajo en Castilla a partir del siglo XIII. A pesar de ello, la metodología empleada es sumamente interesante para nuestro objetivo. En esta parte de nuestro trabajo no pretendemos elaborar un estudio de las instituciones del reino de León, sino que intentaremos aportar una visión social de las instituciones como muy bien ha definido I. Rousseau.7 Para ello, la prosopografía resulta imprescindible, puesto que permite reconstruir la trayectoria política de aquellos que formaron parte de las instituciones del reino y que ocuparon un papel principal en la sociedad leonesa. Además se pretende analizar el modo en el que los nobles colaboraron con los reyes en la dirección del reino y la evolución del proceso de fortalecimiento del poder real, que se estaba viviendo en León, y cómo afectó a las relaciones que mantuvieron los reyes con la nobleza. A pesar del ambicioso enfoque de nuestro estudio, somos conscientes de las dificultades que entraña y de los obstáculos que vamos a encontrar en el camino. El primero de ellos es la escasez y parcialidad de las fuentes, puesto que solo contamos con la documentación regia, en la que debemos espigar las referencias sobre quiénes eran los integrantes de la corte y analizar concienzudamente las listas de confirmantes. En este punto tropezamos con el problema que plantea si el hecho de aparecer confir-

VENTURA, L. A nobreza de corte de Afonso III, 2 vols., Coimbra, 1992. Además, recientemente ha publicado una monografía que, en clave de alta divulgación, analiza las cortes de los primeros monarcas lusitanos; no obstante, es una obra útil para la consulta. MARQUES, M.ª A. y SOALHEIRO, J. A corte dos primeiros reis de Portugal. Afonso Henriques, Sancho I, Alfonso II (Colección: Reis de Portugal), Gijón, 2009. 6 SALAZAR ACHA, J. La Casa del Rey de Castilla y León en la Edad Media, Madrid, 2000. 7 I. Rousseau afirma que «la prosopografía es la historia social de las instituciones». Sobre la situación actual de la utilización del método prosopográfico, véase MARTÍNEZ SOPENA, P. «La Prosopografía de la nobleza castellano-leonesa (siglos XI-XIII). Balance y perspectivas», en La prosopografía como método de investigación sobre la Edad Media, Zaragoza, 2006, pp. 119-143. 5

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mando un diploma regio implicaba su participación en la toma de la decisión, o si simplemente se ceñía a certificar el acto jurídico como detentador de un cargo administrativo. Por otro lado, parece que tampoco implicaba la presencia física del confirmante en el momento de la toma de la decisión, ni de su plasmación en el pergamino; por lo que debemos ser cautelosos en las afirmaciones sobre quiénes acompañaban al monarca y cuál era la configuración de la corte en cada momento del reinado. No obstante, aunque quizá la presencia física de determinados individuos no pueda constatarse porque confirmen un diploma regio, que su rúbrica se incluya en el pergamino implica que ocupaban el cargo que se les otorga; por lo que se puede afirmar que eran integrantes de la corte regia, aunque quizá no acompañaran constantemente al monarca.8 Además de la documentación regia, utilizaremos algunas fuentes cronísticas casi coetáneas que permiten conocer algunos acontecimientos acaecidos en tierras de León.9 No aportan demasiada información sobre la curia leonesa y las alianzas o desavenencias de los monarcas leoneses con su nobleza; sin embargo, es preciso analizarlas minuciosamente porque recogen algunos datos de gran interés, aunque tamizados por la óptica castellana. Somos conscientes de que, a pesar de analizar las fuentes con profundidad, los resultados pueden no ser los deseados y que solo se obtendrá una visión parcial del funcionamiento de la corte y de las relaciones de poder en la cúspide de la sociedad medieval leonesa. Pero además queremos analizar también la colaboración de la nobleza y los monarcas en la política del reino mediante su participación en el establecimiento y mantenimiento de los tratados entre soberanos y en un asunto crucial como la sucesión al trono.

8 Este problema ha sido abordado por varios autores como Evelyn Procter, Carlos Estepa, que han llegado a la misma conclusión que hemos destacado en estas líneas. 9 Utilizaremos principalmente la Chronica latina regis Castellae, Chronicon Mundi y De rebus Hispaniae; aunque buscaremos algunos antecedentes en la Chronica Adephonsi Imperatoris.

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CAPÍTULO 4 TERMINOLOGÍA RELATIVA A LA NOBLEZA

Antes de abordar la participación de la aristocracia en los órganos de poder del reino, es necesario analizar la terminología empleada para definir a la nobleza. Tanto historiadores como lingüistas han reparado en la importancia del estudio del vocabulario feudal para el conocimiento de las relaciones sociales durante la Edad Media.1 Leontina Ventura ha destacado la trascendencia del estudio de las palabras y expresiones que califican a los nobles en la documentación, porque configuran un elemento indispensable para analizar los principios fundamentales de la nobleza y su jerarquización.2 Siguiendo la metodología empleada por la historiadora en su obra sobre la nobleza de corte de Alfonso III de Portugal, estudiaremos la terminología de la documentación emitida por la cancillería leonesa durante los reinados de Fernando II y Alfonso IX, para aproximarnos a la concepción que se tenía de la nobleza desde los órganos de poder, y a la percepción que la aristocracia tenía de sí misma, y la imagen que quería proyectar. Al mismo tiempo, y para enriquecer esta visión, utilizaremos documentaSon numerosos los estudios publicados sobre la terminología feudal MATTOSO, J. «O lexico feudal», en FUNDACIÓN SÁNCHEZ-ALBORNOZ, En torno al feudalismo hispánico: I Congreso de Estudios Medievales, Ávila, 1989, pp. 293-312. GRASSOTTI, H. «Dominus y Dominium en la terminología jurídica de Asturias, León y Castilla en los siglos IX-XIII)», Anuario de Historia del Derecho Español, 50 (1980), pp. 653-681. «Señor y Seniorium en la terminología jurídica de Castilla y León (siglos X-XIII)», CHE, 65-66 (1981), pp. 31-58. Véase TORRES SEVILLA, M. Linajes nobiliarios en León y Castilla: siglos IX-XIII, León, 1999, pp. 35-41. 2 VENTURA, L. A nobreza de corte de Afonso III, vol. I, p. 15. 1

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ción privada, puesto que atañe a los propios intereses de los nobles que encargaron su redacción. En ella, la nobleza se autodefine y, en ocasiones, incluso puede intuirse la percepción que los hombres dependientes tenían de sus señores. Sin embargo, esta documentación también está redactada por una elite cultural, que dominaba el arte de la escritura y que tamizaba la percepción que podían tener de la nobleza otros grupos sociales. Es necesario extraer minuciosamente del corpus documental seleccionado los términos que hacen referencia a la aristocracia porque, en ocasiones, aparentes sutiles cambios terminológicos pueden enmascarar importantes evoluciones o mutaciones sociales. En verdad, el vocabulario que hace referencia a la aristocracia no es demasiado extenso, sino que se registra solo un pequeño número de palabras. Leontina Ventura subrayaba que el vocabulario feudal puede dividirse en dos grupos: las palabras que se refieren a quienes tienen potestas (potens), y aquellas que aluden a quienes carecen de ella (impotens); se plantea una dicotomía entre nobilium siue ignobilium.3 En esta ocasión estudiaremos solo aquellos términos que se refieren a la elite social, a los poderosos. En primer lugar, analizaremos los vocablos que aluden a cada individuo y que definen su poder y, posteriormente, abordaremos las denominaciones de conjunto. I. Consul, princeps, imperator, dux, comes, miles La mayor parte de los términos que hacen alusión a los poderosos son de origen romano, como consul, princeps, imperator, dux, que continuaron utilizándose durante los siglos centrales de la Edad Media. En la documentación leonesa se empleó en escasas ocasiones el término consul, que en época clásica tenía atribuciones políticas, jurídicas, administrativas y militares. Parece que en los siglos plenomedievales pervivió esa acepción. Fueron pocos los individuos que recibieron esta calificación, que siempre es atribuida a los grandes magnates de la corte, aunque se utilizó con poca frecuencia. Durante los reinados de Fernando II y Alfonso IX solo los condes Pedro Alfonso, Ponce de Cabrera y Froila Ramírez fueron denominados cónsules.4 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 95. 4 consule Petro Adefonsi MSVO, doc. 241; Ego Poncius, consul, FERNÁNDEZ FLÓREZ, J. A., Colección de Sahagún, doc. 1329. Froila comite tenente consulatum in Tineo, FERNÁNDEZ CONDE, F. J. et ál. El monasterio de San Pelayo de Oviedo: historia y fuentes, 1. Colección diplomática (996-1325), Oviedo, 1978, doc. 42. 3

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La voz princeps se registra en la documentación formando parte de la expresión princeps terrae,5 con la que se denominaban, de manera genérica, a quienes ejercían el poder en un determinado territorio. El princeps terrae tenía atribuciones jurídico-administrativas, y solía poseer un importante patrimonio en la tierra que gobernaba; además de tener un gran poder, delegado del rey, sobre su circunscripción. El término además tenía una fuerte connotación militar. Se empleó en escasas ocasiones, aunque siempre para denominar a algunos de los poderosos dignatarios que constituían el círculo más próximo al monarca, como el conde Ponce de Cabrera, príncipe de Zamora;6 el conde de Urgel, príncipe de Toroño,7 y Gómez González, príncipe de Galicia y Trastámara.8 Asimismo, el propio Fernando II se intituló princeps Galletiae en numerosas ocasiones durante los primeros años de su reinado.9 Leontina Ventura afirma que el uso de esta denominación se debe a una delimitación del ejercicio del poder en una determinada zona geográfica del reino. Los distintos modos de empleo del vocablo dejan clara la jerarquía política desde el señor de un territorio, al dignatario de la corte, y a quien está al frente del reino. Sin embargo, a pesar de que es utilizado para definir realidades diferentes, en todas ellas el príncipe es el señor superior, el que ostenta mayor poder en el territorio asignado. Pero el vocablo con una connotación militar más clara fue dux, que se empleó con cierta asiduidad en la documentación leonesa. En la sociedad medieval la guerra era un elemento constante y representaba la principal función de la nobleza. A pesar de que hasta los tiempos de Alfonso VII el vocablo se utilizó para denominar a aquellos magnates que estaban al frente de los condados fronterizos, parece que durante los reinados de Fernando II y su hijo prevaleció la connotación militar, pues siempre aparece en contextos con tintes bélicos. El propio Fernando II se intitularía dux para 5 Se registra esta expresión en varias ocasiones, empleada de manera genérica sin hacer referencia a un individuo concreto. 6 FERNÁNDEZ-XESTA, E. Un magnate catalán, p. 82. 7 Comite Urgelensi, principe in Toronio, RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 103. El diploma que el conde de Urgel signa como príncipe de Toroño está fechado en 1170, tras la devolución de los castillos de Toroño que Alfonso Enríquez había usurpado a Fernando II. En ese momento era necesario reforzar la defensa de esta tierra para hacer frente a posibles ataques portugueses. 8 Otros miembros de su familia como Pedro Froilaz de Traba y Fernando Pérez de Traba habían sido denominados con anterioridad príncipes de Galicia. Gómez González fue denominado así en 1165, ibíd., doc. 65; y, posteriormente, en 1167 y 1176, confirmó varios diplomas como princeps in Trastamara. Ibíd., docs. 87, 148. 9 El monarca utilizó esta intitulación en varias ocasiones durante los primeros años de su reinado, ibíd., doc. 6.

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destacar su poderío militar frente a los reinos vecinos.10 Asimismo, algunos magnates lo usaron vinculándolo siempre a su función en la hueste, como Bernardo Roco duci et signifero.11 Origen latino tenía también el término comes, muy habitual en la documentación altomedieval y durante la segunda mitad del siglo XII. La dignidad condal no estaba en relación con un determinado territorio, sino que era el monarca quien otorgaba este reconocimiento a ciertos magnates, convirtiéndolos así en los principales del reino, más cercanos al poder regio. En el período que estamos analizando se aprecia una drástica disminución en la concesión de la dignidad condal y, por lo tanto, del empleo del término. Si bien Fernando II comenzó su reinado rodeado de condes: Ramiro Froilaz, Pedro Alfonso, Ponce de Cabrera, Fernando Pérez de Traba, etcétera, su hijo, Alfonso IX, solo concedió el título condal a Fernando Ponce, Froila Ramírez y el conde Gómez González; podría decirse que estos fueron los últimos condes de León. Mattoso ha afirmado que el término miles hace referencia, en la mayor parte de las ocasiones, a individuos nobles, aunque, en realidad, podría establecerse una larga escala jerárquica entre los individuos a los que se otorga esta denominación.12 En las fuentes leonesas se registran diferentes expresiones que dejan ver la jerarquización dentro de este grupo. Así, en el entorno regio se documentan algunos individuos denominados milite curialisimi,13 como el ayo de Alfonso IX, Juan Arias, que es llamado así por su esposa doña Urraca. Don Juan no alcanzó la dignidad condal, pero fue uno de los personajes de mayor confianza de Fernando II, que lo denomina vassallo meo, familiare et amico.14 Asimismo, se registra la presencia de otros milites que, probablemente, no desempeñaron una función política, sino una actividad militar, como Gonzalo Menéndez y Gonzalo Rodríguez, a quienes Fernando II recompensó los servicios prestados con importantes donaciones de bienes.15

Solo se ha localizado un diploma en que el monarca se intitule dux: se trata de un documento, fechado en febrero de 1159, por el que Fernando II y su hermana, la reina Urraca, donan al monasterio de San Vicente de Oviedo el monasterio de San Stefano en el valle del Laviana, MSVO, doc. 248. Creemos que en este momento, en que acababa de fallecer Sancho III de Castilla, el rey Fernando quería destacar su poderío militar frente a su sobrino infantulo domno Adefonso. Consideramos que esta denominación formaba parte de la propaganda regia desplegada desde la cancillería real. 11 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. II, doc. 347. 12 MATTOSO, J. «O lexico feudal», pp. 293-312. 13 SPO, doc. 42. 14 GONZÁLEZ, J. Regesta Fernando II, p. 480. 15 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernan10

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II. Senior y Dominus Los vocablos Senior y Dominus fueron estudiados por Hilda Grassotti, que enumeró los distintos usos de ambos términos.16 Afirma que dominus fue empleado en primer lugar por los monarcas para presentarse como señores feudales de su reino, y que, tal vez por derivación, fue empleado posteriormente por la nobleza, para destacar el ejercicio de la autoridad delegada por el rey en los territorios que les había otorgado. Asimismo, Fernando II y su sucesor se intitularon dominus et rex, y don Fernando llegó a denominarse dominador Galletie tras su llegada al trono.17 Posteriormente, y durante los reinados de Fernando II y Alfonso IX, ciertos nobles aparecen en las listas de confirmantes como dominans o dominante in, es decir, destacando que ejercían la autoridad en un determinado territorio por delegación regia.

III. Barones, próceres, magnates En la documentación leonesa se emplearon otros términos para refererirse a los miembros de la más alta nobleza del reino, aquellos que estaban más próximos al poder real. Estos términos se emplearon solo en plural, lo que implica que estas denominaciones no llevaban implícito el dominio de un territorio, sino que se trataba casi de una denominación honorífica. Según Margarita Torres, el término Baron comenzó a utilizarse en la documentación leonesa durante el reinado de Fernando I, por lo que se le atribuye un origen navarro.18 El vocablo aparece siempre en expresiones como baronibus regni mei, o comitum et baronum meorum.19 Estos diplomas están confirmados por los nobles que formaban parte de la curia regia.

do II, docs. 227 y 230. El monarca se refiere al primero como milite meo et vassallo y al segundo como milite meo. 16 GRASSOTTI, H. «Dominus y Dominium en la terminología jurídica de Asturias, León y Castilla en los siglos IX-XIII», Anuario de Historia del Derecho Español, 50 (1980), pp. 653-681. Señor y Seniorium en la terminología jurídica de Castilla y León (siglos X-XIII): CHE, 65-66 (1981), pp. 31-58. No vamos a extendernos demasiado en estos vocablos, ya que ambos trabajos son óptimos, pero sí haremos un breve apunte sobre ellos. 17 Fernando II empleó esta intitulación en varias tras heredar el trono leonés, en varias ocasiones durante 1157 y 1158. 18 TORRES SEVILLA, M. Linajes nobiliarios en León y Castilla, p. 37. 19 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, docs. 20, 83.

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Otras denominaciones como próceres,20 magnates21 o príncipes,22 hacen referencia también a quienes formaban parte de la cúpula del poder del reino. Asimismo, se registran otros términos que, probablemente, hacían referencia a la misma realidad y que además destacan la condición privilegiada por nacimiento de los individuos que estaban en torno al monarca, como: meorum nobilium.23 Pero los reyes también se dirigieron a sus nobles destacando algunas de sus virtudes, y subrayando el lazo vasallático que los unía. Así aparecen frecuentemente en las fuentes cancillerescas expresiones como fidele meo o fidelissimo,24 que, además de un estrecho vínculo feudovasallático, muestran una estrecha vinculación personal.

IV. Vasallo Marie Claude Gerbert ha subrayado que no todos los magnates eran vasallos de los reyes.25 En la documentación estudiada son muy pocos los ejemplos en los que el monarca se dirige a sus nobles principales como vasallos, salvo en algunas donaciones de bienes en las que destaca esa condición, o en los tratados de paz. Asimismo, es poco frecuente que los propios magnates confirmen los diplomas regios como vasallus regis. Julio González destacó que la mayor parte de los nobles que confirman como vasallos del rey de León eran desnaturados de Castilla y Portugal, que en un determinado momento rindieron vasallaje al monarca leonés, que les acogió e integró en su corte.26 Este comportamiento no sería extraño en el caso de los magnates extranjeros, que debían destacar la relación que les unía con el nuevo monarca al que servían. Lo que resulta extraño es que, a partir de 1195, determinados magnates pertenecientes a las familias aristocráticas más arraigadas en León confirmen como vasallos del rey. Entre estos dignatarios están Froila Ramírez, Fernando Ponce, Fernando Núñez y Ponce Vela.27 Resulta llamativo que ninguno de estos magnates destaque Procerum curie mee. Ibíd., doc. 185. Omnes magnates mee, GONZÁLEZ, J. Regesta de Fernando II, doc. 12. 22 Omnium principum nostrorum. Ibíd., doc. 85. 23 CDACL, doc. 1641. 24 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 104. 25 GERBERT, M. C. Las noblezas españolas en la Edad Media ss. XI-XV, Madrid, 1997, p. 49. 26 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. I, p. 328. 27 El primer magnate leonés que confirma como vassallus regis es el conde Froila Ra20 21

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su condición de vasallo del rey, en sus diplomas privados, en los que sí subrayan su poder o dignidad.28 Asimismo, tampoco se ha conservado ninguna carta en la que el monarca denomine vasallo a ninguno de ellos. El caso más prolongado en el tiempo es el del conde Froila Ramírez, que confirmará la mayor parte de los diplomas regios en los que aparece hasta 1202 como vassallus regis; si bien es cierto que se aprecia que entre 11951200 determinados magnates rubrican los diplomas regios de este modo. En verdad resulta complicado descubrir cuál es el motivo. En esos años hubo enfrentamientos casi de manera constante con Portugal y Castilla, y, probablemente, estos y otros magnates rindieran vasallaje a Alfonso IX, para poder hacer frente a la compleja situación que vivía el reino.29

mírez, que hasta entonces había ocupado la tenencia del Bierzo, ibíd., doc. 96. A partir de abril de 1198 el conde Fernando Ponce comienza a confirmar destacando la misma condición. A este grupo de vasallos de Alfonso IX se uniría, en 1199, Fernando Núñez, ibíd., doc. 128, y en 1200, Ponce Vela, ibíd., doc. 140. 28 El conde Froila Ramírez en 1199 emitió varios diplomas intitulándose Ego domnus Froila comes. CDACL, doc. 1751. 29 Bien es cierto que cuando los dignatarios confirman como vassallus regis no indican si ocupaban algún cargo en el reino, ni tenencia, ni cargo palatino. Pero, sin duda, eran individuos de gran relevancia política que acompañaban al monarca en su periplo por el reino.

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CAPÍTULO 5 LA CORTE LEONESA

Alfonso X en la Segunda Partida definió la corte como el lugar do es el rey, e sus vasallos, e sus oficiales con el que le han cotidianamente que de aconsejar, e de servir.1 Es cierto que, entre los reinados de Fernando II y su hijo y el de Alfonso X, el proceso de curialización de los guerreros y de institucionalización de la monarquía experimentó un gran avance, y que las diferencias entre ambos períodos son sustanciales; sin embargo, esta definición de la corte regia se adecua al ambiente de convivencia diaria, de familiaridad y, al mismo tiempo, de subordinación al monarca, que caracterizaba la corte de los reyes privativos de León. La corte era un ámbito de negociación en el que la principal arma de la nobleza para medrar era la habilidad para establecer alianzas parentelares y lograr la cercanía al monarca a través del servicio fiel. Pero, al mismo tiempo, la corte también era el escenario de intrigas y luchas, más o menos soterradas, entre los nobles por conseguir el favor real. A pesar de que el término corte se ha identificado como sinónimo de curia —núcleo central de la política regia—, tiene otro significado extenso, que define al numeroso conjunto de personas que forman parte del séquito del rey. Desafortunadamente no existen demasiadas noticias sobre la configuración de la corte, solo se conoce a aquellos que ocuparon los grandes cargos curiales; pero poco se sabe de otros personajes que se desplazaban de un lado a otro del reino junto al rey, como sus servidores, criados, burocrátas, etcétera. Tampoco se han conservado testimonios que permitan 1

Siete Partidas, Segunda Partida, título IX, ley XXVII.

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conocer la vida de la corte itinerante;2 ni siquiera las crónicas aportan descripciones de la curia regia ni del ambiente cortesano leonés. Podría definirse la corte, en sentido restringido, como un conjunto de círculos concéntricos, alrededor del monarca, de quien emanaba el poder. En el círculo inmediato, se movían los nobles y eclesiásticos más poderosos del reino, que ostentaban los oficios palatinos, las principales tenencias y el canciller. Estos despachaban diariamente con el rey y le asesoraban en la administración y gestión política del reino. En el siguiente círculo se encontrarían los milites, y en el más alejado, los servidores y criados del monarca, que mantenían un contacto cotidiano con el rey, pero no tenían poder político.3 Estructura de la corte leonesa

CORTE

CASA DEL REY

CURIA REGIA

REY

2 Sobre la itinerancia de la corte de Alfonso IX, véase CAVERO DOMÍNGUEZ, G. «Alfonso IX de León y el iter de su corte (1188-1230)», e-Spania, 8. 3 En los siglos bajomedievales se denominó Casa del rey a este conjunto de personajes que servían al monarca; sin embargo, no hallamos esta denominación en la documentación de Fernando II y Alfonso IX, quizá porque los individuos que la configuran aparecen en muy pocas ocasiones en ella. No obstante, emplearemos esta denominación para referirnos a este grupo de personas que sirve al rey en un ámbito privado y que no alcanzan ningún poder público.

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Es necesario concebir la corte también en sentido extenso, como un conjunto en el que conviven diversos espacios de poder; es decir, que a pesar de que el monarca era el centro sobre el que se sostenía la sociedad medieval, en la familia regia había otros personajes, como las reinas, los hermanos, o los hijos del rey, capaces de crear sus propios espacios o núcleos de poder. Todos ellos poseían gran autoridad e influencia política, y generaban subgrupos de fieles y servidores en torno a sí. En ocasiones, y sobre todo en los períodos de sucesión al trono, los intereses de estos subgrupos podían estar enfrentados, lo que desataba una lucha interna cortesana por el poder. La corte como conjunto de espacios de poder

INFANTE

CASA DE LA REINA

INFANTE

CASA DEL REY

INFANTE

En este entorno cortesano se entremezclaba un numeroso grupo de personas en el que, además de los séquitos de los miembros de la familia real, se encontraban los familiares, amigos, fieles y servidores de los nobles que formaban parte de la curia regia. Este ambiente en que la familia real convivía con la aristocracia del reino favorecía el establecimiento de alianzas parentelares y de otros vínculos afectivos y personales entre los miembros

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de la nobleza y la familia real. En este ámbito cortesano se tejía la red que unía, de uno u otro modo,4 a los privilegiados de la sociedad medieval. Leontina Ventura ha definido la corte como el centro político, que, al mismo tiempo, es un universo estructurado y eminentemente social. Como formación social e institución político-administrativa, deja ver una determinada visión sobre la sociedad y sobre la dinámica política. Apunta la historiadora lusa que la corte es el órgano central en el que participan los grupos sociales más representativos (nobleza y clero), cuya acción irradiaba a todo el reino.5

I. Los integrantes de la Curia regia Los miembros de la curia regia eran los individuos que estaban más próximos al rey y le asesoraban en las funciones de gobierno. El vocablo curia tiene un origen navarro y se empleó por primera vez en tierras leonesas durante el reinado de Fernando I.6 Este es el término más utilizado en la documentación leonesa, pero también se detecta un porcentaje ínfimo del uso de la expresión Aula regia,7 heredera de la designación asturleonesa. Desde época astur, los reyes habían contado con un grupo restringido de laicos y eclesiásticos que les asesoraban en las funciones de gobierno. Este pequeño círculo de personas constituía la curia regia, integrada por los magnates más próximos al monarca, aquellos a los que había distinguido con el título condal por su fidelidad y buen servicio. Eran ellos los elegidos como sus consejeros. No hay que olvidar que, además de los grandes representantes del poder laico, en la curia regia se integraban los magnates de la Iglesia: obispos, y, en ocasiones, los abades de los principales monasterios. Unos y otros formaban un importante y poderoso brazo político del reino. Todos estos hombres, pertenecientes a las parentelas aristocráticas más relevantes, disfrutaban de la privanza regia. Pero los perso4 En el capítulo 1 se ha hecho referencia al establecimiento de alianzas matrimoniales entre los miembros de las parentelas nobiliarias presentes en la corte, así como otro tipo de relaciones afectivas y personales como las trabadas con aquellos jóvenes nobles que eran educados junto al monarca, etcétera. 5 VENTURA, L. A nobreza de corte de Afonso III, vol. I, p. 55. 6 GUGLIELMI, N. «La Curia regia», p. 117. 7 DOMÍNGUEZ SÁNCHEZ, S. Colección documental medieval de los monasterios de San Claudio de León, monasterio de la Vega y San Pedro de las Dueñas, León, 2001. Monasterio de la Vega, doc. 64; SIL, doc. 89. Registramos esta designación en doce diplomas fechados entre 1168 y 1170.

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najes más destacados, que aparecen en primer lugar en las confirmaciones, son los miembros de la familia real; es decir, el rey, la reina y sus hijos; especialmente el heredero. Una de las principales funciones de la nobleza, y su razón de ser, era el auxilium y consilium del monarca. Formar parte del consejo del rey constituía un gran privilegio y garantizaba un importante ascenso social para el propio individuo, que participaba de manera directa en las instituciones de gobierno del reino, y para su familia. A pesar de que los miembros de la curia asesoraban al rey y de que las decisiones eran tomadas in consensu,8 el monarca era el responsable último que poseía una autoridad conferida por gracia divina. Era él mismo quien elegía a sus asesores —rex domnus Fernandus elegit honestos et sapientes uiros qui hoc laudarent—,9 que debían tener importantes cualidades, como honestidad, prudencia y sabiduría, para aconsejarle en las funciones de gobierno. En numerosos diplomas regios leoneses se señala que las decisiones eran tomadas bajo la autoridad de este grupo magnaticio, con expresiones como: per auctoritatem regalem et principum terre huius qui ante nos fuerunt,10 o mea auctoritate et uirorum nobilium qui mecum erat.11 Incluso se observa que ciertos asuntos eran deliberados previamente por el consejo de nobles y, después, eran presentados al monarca para que ratificara las decisiones de sus consejeros —fauentibus comitibus, baronibus regiae curie obtimatibus et uniuerso concilio legionensi assensum prebente (…) In presentis scripti pagina regia auctoritate nostra confirmamus.12 En otras ocasiones, eran los propios dignatarios quienes solicitaban la intervención regia en un determinado asunto político, o concerniente a sus cuestiones personales o familiares. Son numerosos los ejemplos en los que un magnate, a título personal, ruega al rey para que done determinados bienes a sus parientes y allegados —como Ponce de Cabrera, que en 1149 lo-

08 Cum consensu domni lohannis Lucensis episcopi, et cum communi consensu omnium canonicorum. RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 157. Absque omni impedimento et cum consensu de Gutierre Roderici concedo. CAVERO DOMÍNGUEZ, G. Colección catedral de Astorga, doc. 835. Consilium a meis requisissem, pari consensu et communi omnium deliberatione constitui. GONZÁLEZ, J. Regesta de Fernando II, doc. 12. Verum, sicut ea prius cum prelatorum et judicum consilio et deliberatione atque omnium principum nostrorum consensu statuta iuramento communi firmauimus. Ibíd., doc. 85. 09 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 36. 10 Ibíd., doc. 92. 11 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, doc. 285. 12 SIL, doc. 89.

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gró que el emperador donara a su hija, Sancha, y su yerno, Vela Gutiérrez, la heredad de Nogales—13 o a instituciones religiosas con las que mantenían estrechas relaciones14 —como la donación efectuada al monasterio de Moraime a rogatu dilecti mei comiti Gomiz—.15 En otros casos, todos los miembros de la curia piden la intervención del monarca en los asuntos del reino —numerosas disposiciones regias son tomadas de rogatu et consilio procerum curie mee— o interceden para que efectúe una copiosa donación a un fiel servidor —pro multo bono servitio quod mihi fecisti et rogatu curie mee que me instater pro te rogauit.16 A pesar del consenso y la deliberación de todos los miembros de la curia en la toma de decisiones, era el rey quien tenía la última palabra, puesto que era él quien había recibido la gracia divina para dirigir los designios de su reino. Sin embargo, jamás los monarcas eran los responsables de las decisiones erróneas y perjudiciales, que siempre fueron atribuidas a los malos consejeros. La cronística, que en numerosas ocasiones alaba la labor de los asesores regios, los responsabiliza continuamente de los errores políticos.17 A pesar de los esfuerzos de numerosos investigadores por conocer el funcionamiento interno de la curia, poco se sabe de las funciones que desempeñaban cada uno de los nobles que acompañaban al rey en sus constantes traslados. Se desconoce si cada uno de ellos tenía el mismo acceso al monarca y la misma participación en la deliberación y toma de decisiones. No obstante, el orden de las firmas en las confirmaciones de los diplomas reales parece transmitir una clara jerarquía interna en la curia: encabezada por los miembros de la familia regia, seguida por el mayordomo, el 13 CAVERO DOMÍNGUEZ, G. Colección de Nogales, doc. 2. In presentia comitis Pontii patris iam dicta Sancia pro cuius consilio et auxilio habuimus ab imperatore ipsam heraditatem. Dicho magnate, que entonces ocupaba la mayordomía, en 1145 había intercedido para que Alfonso VII donara ciertos bienes a uno de sus milites, a rogatu comitis Poncii cuius miles est. RODRÍGUEZ GONZÁLEZ, A. El tumbo del monasterio de San Martín de Castañeda, León, 1973. 14 Hemos tratado este tipo de intervención nobiliaria en la voluntad regia en CALDERÓN MEDINA, I. «Las donaciones de Fernando II a sus fieles», en ÁVILA SEOANE, N. (ed.), Cultura y mentalidades: de la Antigüedad al siglo XVII (nuevas investigaciones), Madrid, 2007, pp. 43-80. 15 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 147. 16 FERNÁNDEZ CONDE, F. J. et ál. El monasterio de San Pelayo de Oviedo: historia y fuentes, 1. Colección diplomática (996-1325), Oviedo, 1978, doc. 68. 17 Son múltiples los ejemplos que se pueden encontrar en las obras de Lucas de Tuy, Jiménez de Rada y Juan de Osma para los reinados de Fernando II y Alfonso IX de León y sus coetáneos castellanos.

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alférez, los condes y tenentes del reino, además de otros nobles que, aunque no ocupaban cargos políticos destacados, estaban presentes en la curia.

A) La familia real Los miembros de la familia real acompañaban de manera casi constante al monarca en sus desplazamientos por el reino y participaban en la toma de decisiones. Sin duda el rey era el centro neurálgico de la sociedad medieval, pues la política del reino dependía de su voluntad. A pesar de ello, sus parientes, principalmente la reina, los infantes y, en ocasiones, sus hermanos, ocupaban un papel destacado en la corte regia y constituían distintos núcleos de poder en los que se alineaban sus principales partidarios. No nos ocuparemos en este trabajo en definir la figura y las atribuciones del monarca, puesto que han sido suficientemente investigadas por los estudiosos que nos han precedido; pero sí queremos fijar nuestra atención en los otros personajes que, en ocasiones, han pasado desapercibidos, pero que, a nuestro juicio, son importantes porque desempeñaron una destacada función política, que aparece ensombrecida en la documentación. Nos referimos a los hijos de los reyes y a las reinas que tuvieron gran autoridad e influencia política.

a) Las mujeres del rey en la corte Durante los siglos plenomedievales se estaban desarrollando simultáneamente dos complejos procesos de transformación de las estructuras políticas y familiares, en las que las mujeres eran la piedra angular de las estrategias parentelares. Esta circunstancia les confirió un gran poder en el ámbito privado que, en el caso de las mujeres de la alta nobleza y la realeza, tenía gran repercusión en la esfera pública.18 Al mismo tiempo se estaban gestando nuevos modos de relación a través de mecanismos de pacificación, y la mujer encontró el sustrato perfecto para desarrollar su capacidad de mediación e influencia en la voluntad de los hombres, que le rodeaban y que detentaban el poder político. En un tiempo en el que la frontera entre lo público y lo privado no estaba nítidamente establecida, la mujer al18 PASCUA ECHEGARAY, E. y RODRÍGUEZ LÓPEZ, A. «Nuevos contextos políticos en la sociedad plenomedieval: esposas y señoras en un mundo de jerarquía y fidelidad», en AGUADO, A. (ed.), Mujeres, regulación de conflictos sociales y cultura de la paz, Valencia, 1999, pp. 29-59.

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canzó un gran poder ejercido desde el ámbito privado, pero con una gran repercusión en el público. El mayor exponente de este comportamiento se detecta en el caso de las mujeres que estuvieron al lado de los reyes. 1.

El poder de la reina La mujer que era elegida para ser la reina de León se convertía en la fémina más poderosa del reino. Quizá las reinas son las mujeres mejor conocidas puesto que han dejado importantes huellas en la documentación, aunque existen muchas lagunas sobre su actividad en tierras leonesas; pues, habitualmente, son mencionadas solo como esposas del rey. Sobre las reinas pertenecientes a grandes parentelas nobiliarias (Teresa Fernández de Traba y Urraca López de Haro), se han conservado algunos diplomas privados que atañen a sus patrimonios familiares; mientras que, de las infantas extranjeras (Urraca Alfonso, Teresa de Portugal y Berenguela de Castilla), apenas se ha conservado documentación particular. De ellas se conocen sobre todo sus trayectorias tras la anulación de su matrimonio con el rey de León, y su regreso a sus reinos de origen, pero poco se sabe del tiempo que permanecieron en tierras leonesas. Tal vez, las reinas de León mejor conocidas sean Teresa de Portugal y Berenguela de Castilla, pero sobre todo, se conocen sus trayectorias una vez que sus matrimonios con Alfonso IX fueron anulados y regresaron a sus reinos originarios, donde pudieron gobernar:19 Teresa, administrando y defendiendo sus tierras frente a su hermano, Alfonso II; y Berenguela, recibiendo el reino y entregándoselo a su hijo. De hecho, muchos investigadores han destacado que las mujeres solo ejercieron el poder en ausencia de los hombres.20 Lucas de Tuy y Jiménez de Rada señalaron las principales virtudes que debía tener una reina, en este caso, encarnada en la figura de doña Berenguela de Castilla: sapientia, sollertia y sedulitas. Pero, al mismo tiempo, destacaron que la principal valía de la reina era ser una buena consejera.21 19 Sobre doña Berenguela, véase MARTIN, G. «Regner sans regner. Bérengère de Castille (1214-1246) au miroir de la historiographie de son temps», e-Spania: revue électronique d’études hispaniques médiévales, n.º 1, 2006, e ÍD., «Berenguela de Castilla (12141246) en el espejo de la historiografía de su época», en MORANT, I. (dir.), Historia de las mujeres en España y América latina. 1, De la prehistoria a la Edad Media, Madrid, 2006, pp. 569-594. 20 Véase KLINKA, E. «Le pouvoir au fémenine dans le Castille médiévale, une deuxième voie?», e-Spania: revue électronique d’études hispaniques médiévales, n.º 1, 2006. 21 ROCHWERT-ZUILI, P. «De Sancie à Bérengère. Les femmes et le pouvoir dans l’historiographie alphonsine et néo-alphonsine (XIIIe-XIVe siècles)», e-Spania: revue électronique d’études hispaniques médiévales, n.º 1, 2006.

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No obstante, estas breves notas de los cronistas, se refieren a los momentos en los que doña Berenguela permanecía en Castilla, mientras su hermano, Enrique I, vivía, y, tras su muerte, cuando transmitió sus derechos a su hijo, Fernando III. Ninguno de los cronistas, ni Lucas de Tuy, ni Jiménez de Rada, ni Juan de Osma, hacen alusión al tiempo que doña Berenguela permaneció en León junto a su esposo, Alfonso IX; ni tampoco, al papel que Teresa de Portugal desempeñó en su corte. Precisamente son estos períodos los que más nos interesan. María Jesús Fuente afirma que el simple hecho de pertenecer al círculo más próximo al rey y acompañarle casi constantemente daba a las reinas un importante poder de persuasión sobre la voluntad de su esposo.22 Sin duda, su principal poder era influir en el monarca, como sucedió en 1211 cuando la antigua reina de León, doña Teresa, pidió ayuda al que había sido su esposo para atacar a su hermano, Alfonso II de Portugal. Además de su poder de persuasión, las reinas tenían un importante poder territorial, pues en el momento del matrimonio, el rey les entregaba numerosas tierras y otros bienes en arras.23 Habitualmente la entrega de las arras a las reinas estaba destinada a resolver problemas territoriales entre reinos, por lo que dichos bienes se ubican generalmente en territorios estratégicos, lo que les confería un valor añadido que determinaba, en gran medida, las relaciones entre reinos. Además, la propiedad de sus bienes de arras les garantizaba una importante implantación territorial y la posibilidad de trazar nuevas redes de relación con la nobleza local, lo que hacía aumentar el número de sus partidarios. Jiménez de Rada afirma que la tenencia de los castillos de las arras de doña Berenguela y el apoyo de la nobleza local permitió a su hijo, Fernando III, convertirse en el rey de León.24 Además de su gran poderío patrimonial, de su capacidad para persuadir al rey y de su posición central en las alianzas entre el monarca y su pro22 FUENTE, M.ª J. «¿Reina la reina? Mujeres en la cúspide del poder en los reinos hispánicos de la edad media (siglos VI-XIII)», Espacio, Tiempo y Forma, Serie III, H.ª Medieval, 16, 2003, pp. 53-71. 23 RODRÍGUEZ LÓPEZ, A. «Dotes y arras en la política territorial de la Monarquía feudal castellana: siglos XII-XII», Arenal, revista de historia de mujeres, vol. 2, n.º 2, julio-diciembre 1995, pp. 271-293. Entre estos bienes de arras figuran habitualmente castillos fronterizos cuya tenencia era concedida en ocasiones a nobles afines a la reina. En otras, era la propia reina quien tenía la tenencia como Urraca López de Haro, tenente turris in Coianca Urraca Lupi, CDACL, doc. 1650 —o de extensos territorios como Teresa de Portugal, que fue tenente de Villafranca del Bierzo desde 1194 hasta 1250—. Regina domna Terasia tenente Villamfrancam, en LUCAS ÁLVAREZ, M. Tumbo de San Julián de Samos (s. VIII-XII), Santiago de Compostela, 1986, doc. 196. Sobre las arras de doña Teresa, véase CALDERÓN MEDINA, I. «Las arras de doña Teresa». 24 JIMÉNEZ DE RADA, óp. cit., Libro VIII, cap. XIIII.

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pia familia, las reinas de León tuvieron un importante poder en la corte, puesto que poseyeron su propio séquito de nobleza fiel.25 El cortejo de la reina estaba integrado generalmente por sus parientes —como sucedió con Urraca López de Haro—, o, en el caso de las reinas extranjeras, por un elevado número de nobles foráneos,26 que comenzaron a tejer sus propias redes de parentesco con la nobleza leonesa. Tal vez, los ejemplos más elocuentes de este tiempo sean los séquitos de las esposas de Alfonso IX: doña Teresa de Portugal y Berenguela de Castilla. En ambos casos se observa una abundante llegada a tierras leonesas de nobles foráneos cuando estas mujeres casaron con don Alfonso. En el séquito de doña Teresa de Portugal se encontraban, entre otros, Fernando Fernandes de Bragança y Lorenço Soares, que permanecieron en León cuando ella era la reina y salieron de la corte después de 1194. Pero regresaron a León para defender los intereses de las infantas, Sancha y Dulce, junto a otros portugueses, como Martín Sánches y el infante Pedro de Portugal. Asimismo, cuando se celebró el matrimonio entre Alfonso IX y Berenguela de Castilla, numerosos nobles castellanos se integraron en la corte leonesa, como los hermanos Fernando y Gonzalo Núñez de Lara, que fueron nombrados tenentes de las arras de doña Berenguela en 1199.27 Al parecer, doña Berenguela llegó a León con un cortejo estructurado que podríamos denominar «Casa de la reina», de la que fue mayordomo Pedro Fernández de Benavides,28 y en el que, probablemente, había otros servidores. Gran parte del poder de las reinas se cimentaba en sus partidarios. Así, resulta llamativo que en 1217, cuando Alfonso IX dotó a sus hijas Sancha y Dulce, la madre de ambas, doña Teresa, que en aquellos momentos estaba en Portugal, envió a varios de sus fieles para que estuvieran presentes en el acto: Gonçalvo Mendes de Sousa, el maestro Martín, tesorero de la sede de Lisboa, y don Pedro, maestre-escuela de la catedral de Coimbra, que confirmaron el diploma.29 Asimismo, la presencia de magnates lusi25 Ana Rodríguez destaca que la «familia» de la infanta doña Leonor de Castilla, hija de Fernando III, que casó con Eduardo, hijo de Enrique III de Inglaterra, alcanzaba un número superior a doscientas personas, entre clérigos, nobles castellanos y servidores de la princesa, RODRÍGUEZ LÓPEZ, A. «La estirpe de Leonor de Aquitania. Estrategias familiares y políticas en los siglos XII y XIII», en MORANT, I. (dir.), Historia de las mujeres en España y América latina, vol. 1, De la prehistoria a la Edad Media, Madrid, 2006, pp. 549-569. 26 El caso de los condes Ponce de Cabrera y Ponce de Minerva es un destacado antecedente ya que llegaron a León en 1129, formando parte del séquito de doña Berenguela, esposa de Alfonso VII, y lograron medrar en la corte imperial. 27 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. II, docs. 132-134. 28 Aparece en la corte leonesa en 1197, acompañando a la reina Berenguela, ibíd., docs. 112, 113, 115, 117, 118, 120, 122, 123, 124, 129. 29 Ibíd., doc. 342.

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tanos partidarios de doña Teresa y sus hijas durante los últimos quince años del reinado de Alfonso IX fue importante para la defensa de sus intereses. La capacidad de las que fueron reinas de León para tejer su propia red de apoyo entre los grandes magnates de la corte influyó, en gran medida, en el devenir histórico del reino de León. Los tenentes de las fortalezas de las arras de doña Berenguela apoyaron a Fernando III; mientras que doña Teresa y sus hijas fueron ayudadas por la aristocracia portuguesa establecida en León, y por algunos nobles leoneses, como Rodrigo Fernández de Valduerna y Gil Manrique. No se puede infravalorar la importancia del poder femenino en la corte leonesa; de hecho, la solución a la herencia del trono tras la muerte de Alfonso IX, el tratado de Benavente de 1230, fue un pacto entre dos mujeres, Teresa de Portugal y Berenguela de Castilla, de gran sabiduría política y con una enorme capacidad mediadora. Pero no todas las féminas que casaron con Fernando II y su hijo tuvieron similar destino, ni la misma influencia en la política. La infanta portuguesa Urraca Alfonso, hija de Alfonso Enríquez, tras ver anulado su matrimonio con el rey de León, entró en religión integrándose en la Orden de San Juan; de hecho, confirma algunos diplomas de la Orden como reina Urraca, la freira.30 Urraca López de Haro regresó a Castilla, donde fundó el monasterio de Vileña. Del mismo modo, y mientras ejercía un gran poder en sus propiedades de Montemor y el Bierzo, doña Teresa de Portugal promocionó la introducción del Císter en el monasterio de Lorvão y fundó el monasterio berciano de Villabuena.31 2.

El poder de las concubinas regias Las concubinas regias no tuvieron el mismo estatus jurídico que las reinas de León; sin embargo, algunas de ellas permanecieron durante largo tiempo a su lado y, probablemente, tuvieron gran influencia en su voluntad.32 No se ha conservado ningún diploma otorgado por ninguno de los monarcas junto a una de sus concubinas, quizá porque nunca existió, ya que la relación entre ambos era ilegítima y, por ello, estas mujeres no debían

30 AYALA MARTÍNEZ, C. DE Libro de privilegios de la Orden de San Juan de Jerusalén en Castilla y León (siglos XII-XV), Madrid, 1995, doc. 159. 31 CAVERO DOMÍNGUEZ, G. «Teresa de Portugal y el monasterio de Villabuena (s. XIII)», Cistercium: revista cisterciense, n.º 208, 1197, pp. 379-388. 32 Pauline Stafford definía el concubinato como una relación sexual, normalmente de larga duración e incluso de toda la vida. STAFFORD, P. Reinas, concubinas y herederas. Las esposas de los reyes en la Edad Media, México DF, 2007, p. 102.

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tener un papel público; aunque su relación fuera socialmente reconocida y aceptada en la corte.33 No se conocen las concubinas de Fernando II; sin embargo, la lista de amantes de Alfonso IX es extensa.34 Algunas de estas mujeres pudieron ser un gran poder en la sombra. De hecho, si se analizan las relaciones de Alfonso IX con las mujeres, se observa que los períodos en que hubo una reina en León fueron muy cortos. Sus matrimonios fueron efímeros, mientras que, cuantitativamente, permaneció más tiempo al lado de mujeres con las que nunca casó, pero que, sin embargo, estuvieron durante largos períodos de su reinado en la corte. La mujer que mayor tiempo permaneció junto al rey fue una concubina, la joven portuguesa Teresa Gil, que inició su relación en torno a 1218 y finalizó en 1230 con la muerte del monarca. Era medio hermana de Martín Sanches, uno de los personajes más poderosos de la corte regia leonesa, en un tiempo en el que la aristocracia lusitana de la corte de Alfonso IX intentaba que la herencia del trono recayera en las hijas de la exreina de León, doña Teresa de Portugal. Probablemente su capacidad mediadora tuvo gran importancia en esta etapa del reinado, a pesar de que no aparece en la documentación junto al rey. Tras la muerte del monarca, Teresa Gil vivió en tierras gallegas, donde poseía muchas propiedades, que le había donado don Alfonso.35 Fue una mujer poderosa e influyente en aquellas tierras, recordada como la amante del rey y madre de, al menos, cinco de sus hijos.

b) Los hijos del rey Los hijos del rey fueron el principal mecanismo para establecer alianzas familiares y políticas con la nobleza y con los reinos vecinos. Generaban en torno a sí nuevos espacios de poder dentro de la corte paterna, que tenían gran importancia en el juego político. Para estudiar a la descendencia regia, es preciso establecer una diferenciación entre los hijos legítimos y los naturales, porque su papel político, social e institucional fue diferente.

33 En el capítulo 1 se ha analizado la importancia de las relaciones concubinarias como instrumento utilizado por la monarquía para trazar alianzas con la nobleza. 34 Se han conservado noticias de cinco concubinas de Alfonso IX: Inés Iñiguez de Mendoza, Estefanía Pérez, doña Maura, Aldonza Martines da Silva y Teresa Gil de Soverosa; de las que tuvo una amplia descendencia. 35 Dichas propiedades acabaron formando parte del monasterio de Santa María de Melón, donde se han conservado los diplomas que recogen las donaciones.

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Los infantes de León Infante era el título utilizado por los hijos legítimos de un monarca. En realidad, poco se sabe del papel político que desempeñaban en la corte y de su grado de intervención en la política regia.36 En los diplomas reales se establece una clara jerarquía entre los hijos del rey: en primer lugar signaba el heredero, que era seguido por sus hermanos varones y, posteriormente, por sus hermanas. El heredero era asociado al poder y encabezaba junto a sus progenitores la mayor parte de los diplomas emitidos por la cancillería real. Este hecho se puede observar desde los primeros días de vida del heredero, lo que transluce que, al menos hasta su edad adulta, se trataba de una asociación al trono simbólica, que representaba la continuidad de la dinastía; pues el niño carecía aún de capacidad de discernimiento para participar en las decisiones políticas. El matrimonio regio solía estar acompañado en el encabezamiento de los diplomas por todos sus hijos. El heredero ocupaba el primer lugar a pesar de que tuviera hermanas mayores —como sucedió con el infante don Fernando, con respecto a su hermana la infanta doña Sancha, hijos de Alfonso IX y Teresa de Portugal—. Además, los hijos legítimos del monarca son citados en la subscripción regia. Evelyn Procter afirma que los infantes no aparecen entre los confirmantes;37 sin embargo, esto no sucede en todos los casos, ya que el infante don Fernando, futuro Fernando II de León y su hermano, el infante Sancho, futuro Sancho III de Castilla, confirmaron numerosos diplomas en vida de su padre con el título de filius imperatoris, filius regis, o regis. El primogénito era educado en la casa de uno de los grandes dignatarios, donde además de instruirle en las artes de la guerra, se le inculcaban principios políticos básicos para la gestión del reino. Se desconoce el momento en el que comenzaba a colaborar en la toma de decisiones con su padre y empezaba a formar parte del consejo real. El hecho de que el infante apareciera al lado de su progenitor en los diplomas no suponía que ejerciera activamente el poder; de hecho, durante la vida del padre su autoridad estaba supeditada a la de este, como sucedió con el futuro Fernando II en vida del emperador.38 Son pocos los testimonios que se conservan

Acerca de las infantas véase revista e-Spania, revue électronique d’études hispaniques medievales, n.º 5, 2008, recoge los trabajos presentados en el coloquio Infantes-Peninsule Ibérique, ss. XI-XV. 37 PROCTER, E. Curia y cortes, p. 63. 38 Véase el epígrafe dedicado a la acumulación de poder de los infantes Sancho y Fernando a partir de 1140 en el último capítulo de esta obra, pp. 427-436. 36

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de la actuación de los infantes sin la presencia paterna; de hecho, en los casos en los que un infante emite un diploma en solitario, lo hace bajo la autoridad de su progenitor. Así, Fernando II lo hizo en 1155 cuando reinaba su padre, imperante Adephonsus. Poco sabemos de la primera intervención política del infante don Alfonso, futuro Alfonso IX. Sin embargo, se conservan algunas referencias de las iniciales acciones de su hijo, el infante don Fernando,39 hijo de Teresa de Portugal, al frente de las huestes reales en tierras portuguesas en 1212, cuando tenía alrededor de veinte años. No obstante, contó con la anuencia de su padre y de los magnates de la curia que le acompañaron en la campaña, como su tío el infante Pedro de Portugal. Tampoco se tienen demasiadas noticias sobre los séquitos de los infantes, aunque se conservan algunos datos que permiten afirmar que, desde la temprana juventud de los infantes, se va creando a su alrededor un grupo de nobles partidarios, que puede constituir una pequeña curia. A partir de 1156, se crea una pequeña corte institucionalizada en torno al infante don Fernando, futuro Fernando II, en la que se existen cargos como mayordomo y alférez. Así, en 1156 Vela Gutiérrez fue nombrado mayordomo del infante Fernando, y, Menendo de Bragança, su alférez.40 Asimismo, determinados magnates gallegos como Fernando Pérez de Traba y otros como el conde de Urgel, se convirtieron en los principales partidarios del infante y favorecieron su llegada al trono leonés. No obstante, la situación que se vivía en León a mediados del siglo XII era excepcional y tenía gran complejidad ante el proceso de separación de los reinos. Tal vez por ello se institucionalizó una corte en torno a ambos hijos de Alfonso VII; de hecho, no se vuelve a documentar cargos de una curia personal de los infantes, aunque a lo largo de la historia leonesa hubo situaciones análogas. En estos casos, especialmente cuando dos infantes de nombre Fernando, hijos de Alfonso IX, tenían aspiraciones a ocupar el trono de León, se crearon dos poderosos bandos nobiliarios, partidarios de cada uno de ellos; pero no se nombraron oficiales de cada infante. La situación se repitió en 1214, al morir el infante Fernando, hijo de Teresa de Portugal, y abrirse la disputa por el trono leonés entre las infantas Sancha y Dulce y el futuro Fernando III. Entonces, gran parte de la nobleza leonesa y portuguesa apoyaron a las infantas frente a las pretensiones de su medio hermano. A pesar 39

Nos referimos al infante Fernando nacido de la unión del rey con Teresa de Por-

tugal. RECUERO ASTRAY, M. Documentos Medievales del Reino de Galicia de Alfonso VII, doc. 175. Vela Gutiérrez confirma como maiordomus regis Fernandi, y Menendo de Bragança como alferiz regis. 40

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de que se ha podido identificar a los integrantes del partido nobiliario que las apoyaba, no se registra la existencia de mayordomos o alféreces de las infantas. 2.

Las infantas de León La creación del Infantazgo por parte de Fernando I facilitó que las infantas leonesas fueran poderosas mujeres en la corte, no solo porque eran piezas clave en el establecimiento de alianzas parentelares con la aristocracia leonesa y con los monarcas de otros reinos; sino también por su extenso patrimonio, que les permitió acumular un gran poder territorial y un importante apoyo en su nobleza fiel. Tal vez, el ejemplo más significativo de este gran poder de las infantas leonesas haya que buscarlo en doña Sancha, hermana de Alfonso VII y última señora del Infantado, fallecida en 1159.41 Durante toda su vida apareció en los diplomas del emperador con el título de regina, lo que demuestra que tenía una gran autoridad en el reino y, probablemente, gran influencia sobre el monarca. Además de poseer un importantísimo patrimonio, logró crear su propia corte en la que se alineaban destacados oligarcas de la ciudad de León, como don Abril, Pedro Carnota, o su mayordomo, Nicolás Peláez.42 En su corte se integraron también algunos jóvenes nobles a los que ella educó como Ponce de Minerva, Fernando Ponce de Cabrera y su sobrina doña Urraca que, con el tiempo, se convirtió en una poderosa mujer. Doña Urraca había nacido de la relación entre Alfonso VII y la asturiana Gontrodo Pérez. Pronto fue trasladada a la corte de León para ser educada por su tía. Cuando aún era casi una niña casó con el monarca, García Ramírez, convirtiéndose en reina de Navarra, lo que le daría un gran prestigio social. Tras enviudar, regresó a Asturias, donde su padre le entregó numerosos bienes y le permitió ejercer el poder, bajo la tutela de la infanta doña Sancha.43 Al morir el emperador y repartir los reinos de Castilla y León entre sus hijos, Sancho y Fernando, parece que doña Urraca mantuvo el gobierno de Asturias, pues confirma como reinante in Asturias, aunque, para determinados asuntos, contó con su medio hermano, el rey

41 Sobre la infanta, véase GARCÍA CALLES, L. «Doña Sancha, hermana del emperador», Anejos del Anuario de Estudios Medievales, 2, León-Barcelona, 1972, MARTÍN LÓPEZ, E. Colección documental de la infanta doña Sancha (1118-1159). Estudio crítico, León y su Historia VIII, León, 2003, pp. 141-345. 42 Ibíd., docs. 30-46 y 59-73. 43 FERNÁNDEZ CONDE, F. J. «La reina Urraca La asturiana», Asturiensia Medievalia, n.º 2, 1975, pp. 65-92, espec. p. 76.

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de León, a quien reconocía una autoridad superior. Doña Urraca estableció su propia corte en Oviedo, en la que contaba con sus propios oficiales palatinos como sus mayordomos, Gonzalo Vermúdez y Sancho García.44 Su gran implantación territorial, el apoyo de parte de la nobleza asturiana y su larga experiencia en el ejercicio del poder en Asturias posibilitaron que doña Urraca, junto a su segundo esposo, Álvaro Rodríguez45 —dominante in Asturias cum viro suo—, intentara, probablemente, arrebatar a Fernando II el dominio de las Asturias. Poco se sabe sobre este intento de secesión que, al parecer, fue sofocado gracias a la intervención del obispo ovetense.46 Esta rebelión es un ejemplo de cómo una mujer perteneciente a la familia real pudo aglutinar tanto poder como para enfrentarse al propio monarca leonés. Tal vez doña Urraca sea la última de las infantas de la que se ha conservado la documentación suficiente como para poder trazar su trayectoria vital y definir la magnitud de su poder, pues de las infantas Sancha y Dulce apenas se tienen noticias. Sabemos que su padre les entregó numerosas propiedades en 1217 e intuimos que podían poseer muchas más. Lograron aglutinar un poderoso grupo de partidarios, integrado principalmente por magnates lusitanos afincados en León y por grandes nobles leoneses, enemigos de la unión con Castilla bajo el gobierno de Fernando III. Desafortunadamente no podemos conocer la magnitud del poder de las infantas, pues parece que fueron víctimas de una damnatio memoriae, ideada por su medio hermano. A pesar de ello, continuaron al frente de los territorios que habían heredado de su madre en el Bierzo, pues la infanta Dulce fue tenente de Valdedorras y Lamas.47 3.

Los bastardos del rey de León Es complicado seguir la huella de la descendencia ilegítima de los monarcas leoneses. No se conocen hijos naturales de Fernando II; sin embargo, la lista de hijos espurios de Alfonso IX es extensa. Nada se sabe de la infancia de los bastardos, solo se conocen algunas referencias a sus matrimonios y al modo en el que gestionaron sus propiedades. Los bastardos reales fueron un importante mecanismo utilizado por Alfonso IX para establecer lazos de alianza con la nobleza del reino y crear así un grupo afín a sus intereses. Sin embargo, no se registra su participaIbíd., p. 79. Javier Fernández Conde le identifica con Álvaro Rodríguez de Castro. 46 CASADO LOBATO, M.ª C. «¿Un intento de secesión asturiana en el siglo riensia Medievalia, n.º 3, 1979, pp. 163-171. 47 GONZÁLEZ, J. Reinado y diplomas de Fernando III, vol. 1, p. 91. 44 45

XII?»,

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ción política en la curia paterna. Al parecer, el rey no les concedió ningún cargo, tal vez por temor a que intentaran hacerse con el trono en un tiempo en que la sucesión leonesa era un asunto irresuelto y de gran trascendencia. Es factible que los hijos ilegítimos del monarca no participaran en la toma de decisiones, aunque probablemente convivían en la corte y acompañaban a su padre en sus desplazamientos. Incluso, algunos de ellos se integraron en el séquito de determinados dignatarios de la curia leonesa, como don Fernando Alfonso, que en 1229 aparece en el condado de Urgel junto al infante lusitano don Pedro Sanches, que ocupaba la mayordomía y las principales tenencias leonesas desde 1223. Parece que en ningún caso un hijo espurio de Alfonso IX logró el suficiente poder como para generar un grupo nobiliario en torno a sí; o, al menos, no ha trascendido en la documentación. Con el tiempo, algunos de los bastardos que habían estado alejados del ejercicio del poder en la corte de su padre obtuvieron cargos territoriales en la corte de su medio hermano, Fernando III; Fernando Alfonso fue tenente de Salamanca,48 don Rodrigo Alfonso obtuvo la tenencia de Zamora en 1249; y Martín Alfonso, que fue tenente de Burgo de Avia y recibió además importantes donadíos en el repartimiento de Sevilla.49

c) Los hermanos del monarca Además de las esposas, concubinas y la descendencia regia, en la corte leonesa se encontraban otros miembros de la familia regia, como los hermanos del rey, que, en ocasiones, tuvieron una importante participación política. Durante el período que abarca desde 1157 hasta 1230, el único de los hermanos del monarca que llegó a la edad adulta y participó en la escena política leonesa, fue Sancho Fernández, hijo de Fernando II y Urraca López de Haro. Algunas noticias tardías indicaban la posibilidad de que, tras la muerte de su padre, los Haro, tíos maternos del infante don Sancho, se enfrentaron con Alfonso IX para convertirlo en el nuevo rey de León. No obstante, tras la entronización de don Alfonso, se dirigió a Castilla junto a su madre.

48 Estuvo al frente de la tenencia de Salamanca. MARTÍN, J. L. Documentos de Salamanca, docs. 237, 239, 241, 242, 244, 249, 250, 252, 254, 263, 265, 268, 269, 270, 271, 272, 273, 274, 278, 280, 282, 284, 285, 286, 289, 290, 291, 296, 300, 306, 308, 316, 317. 49 GONZÁLEZ, L. Reinado y diplomas de Fernando III, vol. 1, p. 95.

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Una vez que el peligro de usurpación del trono desapareció, Alfonso IX permitió que su medio hermano regresara a León y le confió importantes cargos, como la alferecía en 1214, cuando el heredero legítimo, el infante don Fernando, ya había muerto. Don Sancho dirigió el ejército real leonés en las campañas contra Castilla y Portugal y, además, logró un gran poder territorial al ser nombrado tenente de plazas y regiones tan destacadas como la Extremadura, León, Zamora, Asturias, Sarria, Montenegro, Benavente y Astorga.50 De este modo, Sancho Fernández se convirtió en uno de los principales magnates de la corte leonesa, que acompañaba constantemente al rey y participaba activamente en la toma de decisiones. Como era de esperar, comenzó a tejer una importante red de alianzas al casar a sus hijos con los descendientes de las principales parentelas nobiliarias leonesas. Pero poco se sabe de sus partidarios; sin duda, entre ellos se encontraba su hijo, Fernando Sánchez, que permaneció junto a él hasta que falleció en 1220. Probablemente tuvo un nutrido y poderoso séquito, aunque no se han conservado noticias que permitan identificar a sus integrantes. Es factible que cuando se desató en León el problema sucesorio tras la muerte del infante don Fernando y la entronización en Castilla de Fernando III, Alfonso IX pensara en legar el trono a su medio hermano, don Sancho, que era el único vástago vivo de Fernando II.51

B) Los oficiales palatinos Tras los miembros de la familia real confirmaban los diplomas reales los oficiales palatinos y los tenentes. Eran ellos los dignatarios que formaban parte de la curia de manera casi constante y asesoraban al rey en la gestión del reino. Nilda Guglielmi ha afirmado que los oficios palatinos tenían una duración indeterminada y arbitraria, y que la permanencia en el cargo no solía ser prolongada.52 Poco se sabe del sistema de elección, probablemente el monarca se dejaba asesorar por los magnates sobre las cualidades de los candidatos pero, sin duda alguna, era él quien elegía y nombraba a los oficiales palatinos. Walter Ullman señala que el poder teocrático del monarca llevaba implícito el principio de concesión, por el que otorgaba a sus súb50 Véase la ficha prosopográfica de don Sancho en el apéndice dedicado a los alféreces de León en el apéndice prosopográfico final. 51 CDACL, doc. 1867. Trataremos este asunto en el capítulo 9. 52 GUGLIELMI, N. «La Curia regia en León y Castilla», p. 134.

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ditos derechos, cargos, y privilegios que no podían adquirir de otro modo. Así se establecía un paralelismo entre el rey, a quien Dios concedía su poder, y los súbditos, que lo recibían de manos regias. Todos los oficios del reino eran conferidos por la gracia del rey, su poder emanaba del monarca.53 Los nombramientos dependían de la voluntad del monarca y la duración en el oficio, de las circunstancias políticas del reino. Fue precisamente esta dependencia del rey para conseguir el ascenso social y político, que conlleva un aumento patrimonial, lo que favoreció el fortalecimiento del poder real y la cooperación entre la nobleza y la monarquía. La amiticia, la fidelitas, los buenos servicios prestados, el parentesco, o la especialización en determinadas labores políticas o estratégicas hacían a ciertos nobles merecedores de la confianza regia y los convertía en hombres idóneos para ocupar los puestos más altos de la administración del reino. Poco se conoce de los motivos y el procedimiento a seguir en las sustituciones de los oficiales palatinos en tierras leonesas. Consideramos que estaban motivadas por un cambio en la política regia, por lo que era necesario buscar el candidato idóneo para desarrollar el nuevo proyecto político, sin olvidar que, el parentesco y los intereses particulares ejercían gran influencia sobre estas decisiones.

a) La mayordomía y el mayordomo regio A pesar de que el mayordomo del rey aparece en más del 90% de la documentación regia conservada, existen muchas lagunas acerca de este oficio: el sistema de elección, el ceremonial de su nombramiento, algunas de sus funciones y las retribuciones que conllevaba el ejercicio del cargo. Pero las fuentes conservadas, tanto regias como particulares, permiten reconstruir la trayectoria política y personal de aquellos aristócratas que ocuparon la mayordomía leonesa durante los reinados de Fernando II y Alfonso IX. Gracias a ello, se puede conocer la magnitud política de los hombres que estuvieron al frente de este oficio.54 Varios autores han trazado las trayectorias de los mayordomos regios en los reinos vecinos de Castilla, Aragón y Portugal;55 sin embargo, no se

ULLMAN, W. Principios de gobierno y política en la Edad Media, Madrid, 1971, pp. 124-125. 54 Hemos incluido un apéndice prosopográfico de los mayordomos y alféreces de León entre 1157 y 1230 en los apéndices finales de este trabajo, pp. 495-506. 55 VEAS ARTESEROS, F. y VEAS ARTESEROS, M.ª C. «Alférez y mayordomo real en el siglo XIII», Miscelánea murciana, vol. 13, 1986, pp. 29-48. SÁNCHEZ CASABÓN, A. I. «Los 53

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ha efectuado un análisis profundo sobre los leoneses. Salazar Acha, en su trabajo sobre la Casa del rey en Castilla y León, hace breves referencias a la situación leonesa durante el período que permaneció separado de Castilla, pero es necesario hacer un análisis más detallado, porque solo así se puede conocer la función e importancia de este oficio palatino en la curia leonesa. El origen de este oficio se encuentra en los comiti palatii, que tenían los reyes visigodos; aunque fue en la corte franca donde aparece por primera vez la denominación maiordomus, que era el principal oficial encargado de la administración de la Casa del rey. Parece que esta fue la vía por la que el oficio se introdujo en la corte asturleonesa, como señala Sánchez Albornoz. El mayordomo estaba encargado de dirigir a los oficiales de la Casa del rey, la hacienda real y los territorios de propiedad regia;56 atribuciones que parece mantener tras la implantación de la dinastía navarra en León. Todo indica que con Alfonso VII la curia regia comenzó a tener una mayor complejidad y jerarquización, que continuó aumentando durante los reinados de Fernando II y Alfonso IX de León. Salazar Acha apunta a que el mayordomo aumentó su dignidad y poder en la curia imperial, pues aprecia el aumento de la permanencia en el cargo y el engrandecimiento del prestigio social y poder político del mayordomo.57 Señala a Ponce de Cabrera como la encarnación de este nuevo mayordomo todopoderoso. Asimismo, subraya varias características que, a su entender, reunían quienes ocuparon la mayordomía leonesa entre 1157 y 1230. Dichas características, a pesar de que son ciertas, dibujan una imagen parcial de la mayordomía y del mayordomo durante los reinados de Fernando II y Alfonso IX de León. En primer lugar, destaca que la mayor parte de estos oficiales eran extranjeros. En efecto, de los treinta y cuatro mayordomos designados durante el período, dieciocho habían nacido en otro reino; pero hay que analizar cada uno de los nombramientos, para entender qué circunstancias políticas los motivaron y desenmarañar las complicadas redes parentelares que estos dignatarios tenían con la nobleza leonesa, para comprender qué relación mantenían con la monarquía.

cargos de mayordomo, senescal y dapnifer de Alfonso II de Aragón», Aragón en la Edad Media, n.º 8, 1989, pp. 599-610. 56 GARCÍA DE VALDEAVELLANO, L. Curso de historia de las instituciones españolas: de los orígenes al final de la Edad Media, Madrid, 1998, p. 490. GUGLIELMI, N. «La Curia Regia en León y Castilla», p. 130. 57 SALAZAR ACHA, J. La Casa del Rey de Castilla y León, p. 170.

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1.

Los mayordomos de Fernando II de León En verdad, Ponce de Cabrera, primer mayordomo de Fernando II era de origen catalán, pero no es precisamente su origen lo que condiciona su elección para el cargo, sino su experiencia en él desde 1145, y el hecho de que apoyara a don Fernando para conseguir el trono.58 Era un perfecto conocedor de la situación política del reino y, por ello, permaneció en el cargo tras la entronización del hijo del emperador, que necesitaba de una nobleza experimentada, fiel y poderosa para fortalecer su poder en el reino que acababa de heredar. No obstante, en los primeros momentos de reinado, en los que se vivió una etapa de reajustes de poder entre la monarquía y la nobleza, surgieron divergencias entre el monarca y su mayordomo, que abandonó el reino y se refugió en la corte castellana. Tras regresar de su servicio a Sancho III junto a su yerno, Vela Gutiérrez, que había sido mayordomo del infante don Fernando, no obtuvieron durante algún tiempo cargos significativos, a pesar de que permanecían en la corte al lado de Fernando II. El primer mayordomo del rey de León era un gran magnate versado en las funciones del oficio. Pero tras su salida del reino, el monarca eligió sucesivamente a dos miembros del patriciado de la ciudad de León, que lo habían apoyado desde 1155. El primero de ellos, don Abril, estaba presente en la corte leonesa desde 1142; pertenecía a la curia de la infanta doña Sancha, la hermana del emperador, y era uno de los principales civibus legionis. Fernando II lo puso al frente de la mayordomía desde julio de 1158 hasta marzo de 1159. Su mandato se desarrolló cuando moría el rey de Castilla. Sin duda, era un momento crucial en el que se abría una difícil etapa en el reino vecino y en la que Fernando II debía jugar bien sus cartas para hacerse con la tutela de su pequeño sobrino, Alfonso VIII de Castilla. Su principal asesor en esta etapa fue don Abril de León. Tras sustituirlo, el monarca volvió a confiar la mayordomía efímeramente a un aristócrata urbano, Pedro Arlote, que estuvo en el cargo alrededor de un mes;59 hasta que en julio de 1159 el rey volvió a apostar por Ponce de Cabrera, que ocupará el oficio hasta 1162. Tal vez, durante este breve paréntesis, y tras el grave desencuentro con el conde Ponce, representante de una nobleza tradicional y terrateniente, el joven monarca buscó el apoyo en una poderosa aristocracia urbana emergente. Sin embargo, tras ese intervalo, probablemente por la situación que FERNÁNDEZ-XESTA, E. Un magnate catalán, pp. 119-124. Se registra solo una referencia documental en la que Pedro Arlote ocupa la mayordomía el 16 de mayo de 1159, RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, docs. 16 y 17. 58 59

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se estaba viviendo en el reino vecino, Fernando II decidió apostar por un mayordomo experimentado y optó, de nuevo, por el señor de Cabrera. Tras la muerte del príncipe de Zamora y como una solución momentánea, el monarca volvió a elegir a un patricio leonés, Pedro Balzán,60 que había sido durante largo tiempo el vílico de la ciudad de León. A pesar de las diferencias que mantienen entre sí los cuatro primeros mayordomos del rey Fernando, se les puede considerar, a nuestro juicio, como elementos de un mismo conjunto: el de los miembros de la corte heredada de su padre, si bien es cierto que unos pertenecían a la oligarquía urbana y el señor de Cabrera representaba a la nobleza tradicional terrateniente. Todos habían estado al lado del emperador desde la década de los cuarenta y representaban la antigua y experimentada nobleza que el joven monarca tenía más cerca de sí. Tal vez, se puede considerar como un primer síntoma de innovación el nombramiento como mayordomo de Fernando Rodríguez de Castro. Este magnate, de origen castellano, se había instalado en León tras la disputa con los Lara por la tutoría de Alfonso VIII de Castilla. El monarca leonés lo integró en su corte a través del matrimonio con su hermana, doña Estefanía,61 estrechando así los lazos de parentesco con su nuevo mayordomo. En estos momentos el rey se apoyaba en un dignatario experimentado y conocedor de la política castellana para diseñar la estrategia que debía llevar a cabo, e intentar hacerse con la tutela de su sobrino, el pequeño rey castellano. El de Castro acompañó a la hueste leonesa en la invasión de tierras castellanas. La participación de los Castro en estas campañas fue determinante para el éxito leonés, ya que contaba con gran apoyo en Castilla y conocía a la perfección su situación política. La recompensa a esta apuesta fue ser mayordomo de un rey reinante in Toleto et Strematura, Castella, Legione, Gallecia et Asturiis.62

Fue merino de varios lugares, como León, Coyanza, Luna, La Cepeda, etcétera, desde 1135 hasta 1162. Véase ESTEPA DÍEZ, C. Estructura social de la ciudad de León, siglos XI-XIII, León, 1977, p. 298. Debió de fallecer entre octubre de 1165, en que se le documentó por última vez —CDACL, doc. 1535A— y 1168, cuando sus hijos y su esposa hacen una donación al monasterio de Melón —CDACL, doc. 1547—. Ocupaba la mayordomía el 13 de junio de 1162, In exercitu super Salamanticam apud Loruadas —CDACL, doc. 1518. 61 Don Fernando de Castro acababa de repudiar a Constanza Osorio, la hija del conde Osorio Martínez, para casar con la hermana del rey. 62 GONZÁLEZ, J. Regesta de Fernando II, docs. 8-13. 60

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Mayordomos de Fernando II (1157-1188) Nombres

Fechas

Documentos

Ponce de Cabrera

10-09-1157

JGFII, 2

Abril

16-07-1158/19-03-1159

CDACL, 1507/MSVO, 248

Pedro Arlote

16-05-1159

DMRGFII, 16, 17

Ponce de Cabrera

10-05-1159/30-12-1161

GDF, 89/DMRGFII, 25

Pedro Balzán

sd-06-1162

CDACL, 45

Fernando Rodríguez de Castro

30-10-1162/06-09-1164

JGFII, 8/DMRGFII, 50

Gómez González Manzanedo

21-10-1164/13-07-1165

DMRGFII, 60, 44

Fdo. Rodríguez de Castro

19-10-1165/15-05-1166

JGFII, 8-13

Pedro Arias de Limia

23-08-1166/5-02 1165

JGFII, 14/DMRGFII, 80

Ponce de Minerva

15-07-1167/sd-10-1167

DMRGFII, 83-85/GDF, 100-102

Armengol Urgel

Mayordomos de Fernando II (1157-1188) 21-11-1167/sd-03-1173 DMRGFII, 86/132

Álvaro Rodríguez de Castro

sd-05-1173/sd-07-1174

JGFII, p, 428/CDCO, 186

Armengol Urgel

sd-05-1174

ACAST63, 835

Álvaro Rodríguez de Castro

6-07-74

CDACL, 1581

Gonzalo Osorio

sd-07-1174

DMRGFII, 139

Armengol Urgel

sd-06-1175/sd-12-1175

DMRGFII, 143-147

Gonzalo Osorio de Villalobos

1-01-1176/sd-09-1178

CDCO, 188-194

Ponce de Minerva

sd-06-1176

DMRGFII, 148

Gonzalo Osorio

sd-07-1176

DMRGFII, 149

Armengol de Urgel

1-05-1179/19-01-1184

JGFII, p. 394

Pedro Rodríguez de Castro

8-06-1184/9-06-1184

DMRGFII, 214

Rodrigo López de Haro

27-09-1184/27-01-1185

CDACL, 1654

Pedro Manrique de Lara

11-02-1185

DMRGFII, 223

Rodrigo López de Haro

16-02-1185/17-09-1185

DMRGFII, 224

Vermudo Álvarez

2-01-1186/13-09-1187

CDACL, 1660

El conde castellano permaneció en el cargo hasta mayo de 1166, cuando fue sucedido por el gallego, Pedro Arias de Limia, que había estado al lado de Fernando II desde su infancia. Ocupó la mayordomía solo durante seis meses, aunque después de ello, permanecería en la corte hasta su muerte. En julio de 1167 el rey nombró mayordomo al conde Ponce de Minerva. Al igual que su predecesor, era un noble firmemente arraigado en 63 CAVERO DOMÍNGUEZ, G. y MARTÍN LÓPEZ, E. Colección documental de la catedral de Astorga, 2, Colección Fuentes y Estudios de Historia Leonesa, 78, León, 2000.

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la corte leonesa. Solo ocuparía el cargo durante unos meses, pues pronto le sucedió el conde Armengol de Urgel, quien comenzó a participar activamente en la política del reino. Hasta 1167 el señor de Urgel no había ocupado destacados cargos en León, pues llegó para ayudar al rey en la conquista de Alcántara. Sin embargo, durante la década de los setenta, ocuparía importantes tenencias fronterizas, además del principal cargo palatino. Durante el tiempo que ocupó la mayordomía, confirmaba los diplomas regios como aule regie maiordomus. Esta fórmula es inusual en la documentación leonesa ya que solo otro magnate, don Abril, la empleó entre 1157 y 1230.64 Probablemente no se trate de un uso cancilleresco sino, quizá, del gusto arcaizante del propio conde. Don Armengol VII fue mayordomo en tres etapas: la primera de ellas, desde noviembre de 1167 hasta marzo de 1173. En este período el reino estaba viviendo una fase de expansión hacia el sur y el monarca necesitaba a su lado a un político y caudillo experimentado. A partir de la primavera de 1173 don Armengol abandonó la corte de León y regresó a Urgel.65 Durante su ausencia fue sustituido un breve período de tiempo, apenas un año —desde mayo de 1173—, por don Álvaro Rodríguez de Castro, y en el mes de mayo de 1174 el conde de Urgel regresó al cargo, aunque parece que momentáneamente, pues en el mes de julio de nuevo fue sustituido por Álvaro Rodríguez y Gonzalo Osorio. Esta rápida y breve sucesión de dos mayordomos en un año nos hace pensar que tal vez estaban sustituyendo la vacante solo momentáneamente, mientras don Armengol gestionaba los asuntos de su condado, ya que en el verano de 1175, el conde de Urgel regresó a la mayordomía. Esta vez estaría en el cargo solo un mes, cuando le relevó Gonzalo Osorio. El nuevo mayordomo, hijo del conde Osorio Martínez, ocupó la mayordomía durante dos años, hasta 1178. No era un advenedizo, sino que durante la década de los setenta había estado casi de manera constante en la corte, confirmando gran parte de los diplomas regios. Se convirtió en uno de los principales apoyos del monarca, a quien acompañaba en la expedición contra Jeréz,66 y participó en el gran concilio de Salamanca de 1178. En mayo de 1179 llegó a la mayordomía el conde de Urgel, que permanecería al frente de la política real hasta la irrupción de los Haro en 1184.

64 RUIZ ASENCIO J. M. e RUIZ ALBI, I. Colección documental del monasterio de San Pedro de Eslonza, I (912-1300), León, 2007, doc. 131, Maiordomus aule regie, April. 65 MARTÍN, J. L. «El conde Armengol de Urgel VII en el reino de León», pp. 15-31. 66 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 155.

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Cuando el monarca comenzó su relación con Urraca López de Haro, los hermanos de esta se integraron en las altas esferas de poder del reino, llegando a ocupar los cargos palatinos y las principales tenencias del reino. Así, Rodrigo López ocupó la mayordomía durante tres años, hasta poco antes de la muerte del rey de León, cuando fue sustituido por el gallego, Vermudo Álvarez. Durante la mayordomía del señor de Haro, la política leonesa se encaminó a defender los intereses de esta parentela castellana. 2.

Los mayordomos de Alfonso IX Tras la muerte de Fernando II de Léon, se aprecia un giro en la corte de su hijo, quien tuvo que buscar apoyos lentamente para mantenerse en el poder y configurar una corte de nobleza fiel. Hasta el mes de abril de 1188 no aparecen cargos palatinos entre los confirmantes de sus diplomas, lo que indica que desde el mes de enero, en que había fallecido su antecesor, don Alfonso estaba intentando lograr los apoyos suficientes para reinar. Su primer mayordomo fue Munio Fernández, quien solo unos meses después, fue sustituido por Pedro Vela, que ocupó el cargo durante el mes de junio de 1188, y rápidamente fue relevado por el castellano Pedro García de Lerma, que estaría al frente de la mayordomía hasta finales de ese año. Lo que caracteriza a estos tres mayordomatos es su brevedad, motivada quizá por la inestabilidad del primer año de reinado del joven monarca, que aún estaba reajustando las fuerzas con su nobleza. En marzo de 1189 Fernando Ponce ocupa el cargo palatino durante un año, hasta que llega a tierras leonesas el castellano, Pedro Fernández de Castro. Podemos considerar a Fernando Ponce, hijo de Ponce de Cabrera, como el primer mayordomo estable de Alfonso IX, quien quizá lo eligió porque era el digno sucesor de Ponce de Cabrera, que había estado al frente de la mayordomía durante más de dieciséis años. No obstante, si pensamos en los mayordomos más significativos del reinado de Alfonso IX, Pedro Fernández de Castro se encuentra en una posición destacada, ya que ocupó la mayordomía en momentos políticos cruciales para el devenir del reino. Probablemente fue uno de los asesores con los que contó el monarca en las negociaciones de los primeros años de reinado en los que, tras la curia de Carrión de 1188, se pretendió dar un giro radical a la política leonesa y romper la alianza con Castilla, aliándose con los reyes de Aragón y Portugal para hacer frente al poderío castellano. Posiblemente don Pedro también participó en las negociaciones con Sancho I de Portugal para que el monarca leonés contrajera matrimonio con su hija la infanta doña Teresa, y se materializara así la alianza luso-leonesa. Fue sustituido en octubre de 1192 por Juan Fernández de Limia, que había sido el primer alférez del rey y uno de sus principales apoyos en los

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primeros momentos del reinado. A este le sucedió momentáneamente el conde gallego Gómez González de Traba. No obstante, en abril de 1194, Pedro Fernández de Castro, que hasta ese momento ocupaba la alferecía, fue nombrado mayordomo. En esta ocasión su labor diplomática fue determinante para la política leonesa, ya que participó en el tratado de disolución de las arras de la reina doña Teresa. Fue el árbitro elegido para hacer cumplir las disposiciones del acuerdo. Durante el tiempo que permaneció en territorio luso haciendo cumplir el tratado de las arras, fue sustituido por Juan Fernández de Limia. A partir de diciembre de 1194 se aprecia en la corte leonesa la llegada de un número importante de magnates castellanos, que participaron en la política porque se había firmado la alianza con Castilla para hacer frente común a los musulmanes. Entre estos castellanos figuraba Fernando García de Villamayor,67 que fue nombrado mayordomo del rey de León. Pedro Fernández de Castro regresó a la corte de León tras la batalla de Alarcos. De nuevo, le fue otorgada la mayordomía, hasta que en 1197 se materializó el matrimonio del rey con la infanta Berenguela de Castilla y el de Castro abandonó las tierras leonesas, posiblemente por las desavenencias con la nueva reina y con la nobleza castellana que trajo consigo. Tras la salida de Pedro Fernández, la mayordomía leonesa fue ocupada por el gallego Pelayo Muñoz Varela durante un corto período de tiempo, pues en octubre de 1197, el monarca nombró mayordomo al castellano Fernando García de Villamayor, que ocuparía el cargo hasta diciembre de 1203. A partir de entonces y, coincidiendo con la anulación del matrimonio entre el rey de León y doña Berenguela, los castellanos salieron de la corte leonesa. Desde ese momento el oficio fue ocupado por la nobleza leonesa y gallega, que además era partidaria de que heredara el trono el infante don Fernando, hijo de Teresa de Portugal. Se sucedieron en dos años Gonzalo Rodríguez de Traba, Juan Fernández de Limia y Lorenzo Soares, hasta que en 1206, al parecer, se produjo una larga vacante en el cargo que duró hasta 1209, justo cuando se firmó el tratado de Valladolid, en el que se ratificaban las disposiciones firmadas en Cabreros.

67 Sobre él, véase SERRANO, L., «El mayordomo mayor de doña Berenguela», Boletín de la Real Academia de la Historia, vol. CIV, 1934, pp. 101-198.

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Mayordomos de Alfonso IX (1188-1230) Nombres

Fechas

Documentos

Munio Fernández Rodeiro

12-04-1188/19-05-1188

JGALIX1, 4

Pedro Vela

17-06-1188/27-06-1188

JGALIX, 8-10

Pedro García de Lerma

08-07-1188/18-12-1188

JGALIX, 14-18

Fernando Ponce

06-03-1189/30-08-1189

JGALIX, 20-29

García Rodríguez Sanabria

Submayordomo, 21-03-1190/15-02-1191

JGALIX, 32-40

Pedro Fdez. de Castro

30-04-1191/26-12-1191

JGALIX, 42/GDF, 214

Juan Fdez. de Limia

28-03-1192/23-10-1193

JGALIX, 50-73

Gómez González de Traba

31-12-1193

LPOSJ, 179

Pedro Fdez. de Castro

21-02-1194/14-03-1194

JGALIX, 76-77

Juan Fdez. de Limia

27-04-1194/4-10-1194

JGALIX, 86-87

Fernando García de Villamayor

28-12-1194/27-08-1195

JGALIX, 90-92

Pedro Fdez. de Castro

12-12-1195/13-07-1197

GDF, 232

Pelayo Muñoz Varela

04-09-1197

JGALIX, 106

de Alfonso IX (1188-1230) Fernando García deMayordomos Villamayor 17-10-1197/sd-03-1203 JGALIX, 93-95 Gonzalo Rodríguez

12-03-1203/19-12-1203

JGALIX, 173/CARR,1 71

Juan Fernández Limia

sd-02-1204/2-08-1204

JGALIX, 182-185

Pedro Fernández de Castro

sd-09-1204/sd-12-1204

JGALIX, 186-193

Lorenzo Soares

13-01-1205/17-12-1205

JGALIX, 195-199

VACANTE

1206-1209

Rodrigo Ordóñez

sd-03-1210/sd-05-1211

JGALIX, 258-275

Álvaro Gutiérrez Castro

11-11-1211/8-01-1213

JGALIX, 280-286

Pedro Gutiérrez Castro

04-04-1213/15-09-1213

JGALIX, 289-298

Pedro, Maestre Temple

01-08-1214

LPOSJ, 212

VACANTE

1214/1216

Álvaro Núñez de Lara

28-05-1217/16-07-1218

JGALIX, 347-365

Lorenzo Soares

25-02-1219/28-04-1219

JGALIX, 403

Fernando Fernández

16-07-1219/8-08-1222

JGALIX, 406-412

Álvar Pérez Castro

03-05-1223

JGALIX, 429

Infante Pero Portugal

23-09-1223/18-08-1230

JGALIX, 430-632

En 1210 se vuelve a registrar la presencia de un nuevo mayordomo real: don Rodrigo Ordóñez, que en mayo de 1211 fue sustituido por Álvaro Gutiérrez de Castro, que será reemplazado por su hermano Pedro Gutiérrez de Castro. Ambos habían sido con anterioridad mayordomos del rey

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de Aragón y, en estos momentos, arribaron a tierras leonesas por los desencuentros habidos en la corte castellana tras la muerte de Alfonso VIII. En agosto de 1214, por primera y única vez en la historia del reino de León separado de Castilla, un maestre de una orden militar ocupó la mayordomía; se trata de Pedro, maestre de la orden del Temple. A pesar de que su permanencia en el oficio fue efímera, consideramos que fue muy significativa, ya que durante el reinado de Alfonso IX, los maestres de las órdenes militares obtuvieron gran participación en la política del reino, siendo nombrados garantes de ciertos tratados de paz e interviniendo en la política regia directamente. Una vez más, las fuentes silencian la existencia de un mayordomo en la corte del rey de León. Algunos investigadores como Salazar Acha detectan una vacante en el cargo durante un período de dos años, 1214-1216. Curiosamente existen numerosos paralelismos con la supuesta vacante de 1206-1209. No se vuelve a tener noticias del mayordomo leonés hasta mayo de 1217. Entonces, ocupará el cargo el castellano Álvaro Núñez de Lara, tutor de Enrique I de Castilla, que estaba intentando un acercamiento con León. Tras la muerte del rey-niño castellano, don Álvaro se integró en la corte leonesa para, desde allí, hacer frente a las pretensiones de doña Berenguela de Castilla y su hijo. Al magnate castellano le sucedieron hasta 1223 Lorenzo Soares, Fernando Fernández y Álvar Pérez de Castro, todos ellos partidarios de las infantas Sancha y Dulce como herederas del trono leonés. En septiembre de 1223 irrumpiría en tierras leonesas el infante don Pedro de Portugal, firme partidario de sus sobrinas las infantas, que se convertiría en el último mayordomo de Alfonso IX de León, además de compatibilizar el cargo con las principales tenencias fronterizas del reino, convirtiéndose así en el hombre más poderoso de la corte. Esta larga lista de nombres recoge a todos aquellos hombres que ocuparon la mayordomía durante los reinados de Fernando II y Alfonso IX de León. Como anunciábamos al comienzo de esta exposición, no se pueden sacar conclusiones generalizadas sobre los mayordomos regios leoneses, sino que es necesario analizar cada uno de los nombramientos para entender su significado en el contexto político que se estaba viviendo. En verdad, fueron numerosos los extranjeros que ocuparon la mayordomía leonesa, pero cada uno de sus nombramientos correspondió a un momento crucial en la política del reino y a unos determinados intereses. Para defenderlos, se eligió al candidato idóneo que ocupó el principal cargo palatino por su conocimiento de la política y por su poder y habilidad para llevarla a cabo. Tras dibujar los perfiles de los mayordomos leoneses, aún restan muchas cosas por decir respectivas al cargo y a los magnates que lo ocuparon. Algunos estudiosos han visto en la permanencia en el cargo un ele-

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mento para analizar la evolución del poder del mayordomo. No obstante, consideramos que no es indicativo de un proceso de acumulación del poder en manos del mayordomo real, sino que responde a la adecuación a las circunstancias políticas de cada momento y a la idoneidad de los hombres que ocuparon el oficio. Si se analizan los períodos de permanencia en el cargo de cada uno de los mayordomos, no se puede extraer una conclusión general; porque hay una gran heterogeneidad, que oscila desde apenas un mes a largos períodos de cinco años. Por lo tanto, creemos que la permanencia en el cargo no está relacionada con un aumento de poder del mayordomo, sino con las circunstancias políticas del reino. Por otra parte, consideramos que las alternancias en el oficio palatino responden al mismo motivo. 3.

¿Vacantes en la mayordomía? Durante el reinado de Alfonso IX de León hay dos períodos en los que el mayordomo regio no confirma los diplomas reales, ni se hace referencia a él en las datas de los diplomas privados. Se trata de dos períodos que van de 1206 a 1209, y de 1214 a 1216. Durante este tiempo no hay mención al mayordomo del rey. El contexto político en ambos períodos es similar, pues en ambos estaba en juego la sucesión del reino y las negociaciones diplomáticas con los reinos vecinos eran cruciales. El primer período de supuesta vacante, 1206-1209, coincide con las fechas de la paz de Cabreros y el tratado de Valladolid. En los dos acuerdos se nombraba sucesor al infante don Fernando, hijo del rey de León y Berenguela de Castilla. La segunda supuesta vacante coincide con la muerte del infante Fernando, hijo de Teresa de Portugal, que reabría la lucha por el trono.68 Cabe pensar que el hecho de que no hay noticias del mayordomo no implica que no existiera, sino que podría estar fuera del reino, desempeñando funciones diplomáticas y, en realidad, no hubiera una vacante en la mayordomía, sino una larga ausencia del mayordomo en la corte. No obstante, parece más indicado pensar que el rey prescindió de este cargo palatino, lo que conlleva un importante cargo del oficio y un alarde de autoridad regia sobre la nobleza curial. El mismo comportamiento tuvo casi de manera simultánea Alfonso III en Portugal.69 Tras estas vacantes, el mayordomo reaparece en la corte leonesa en 1217 con gran fuerza. El rey potenció su poder, entregándoles el gobierno de las tenencias fronterizas. Así aparecerían en la corte poderosos mayordomos como el infante Pedro de Portugal. 68 69

Profundizaremos en estos asuntos en el capítulo 9. VENTURA, L. A nobreza de corte de Afonso III, vol. I, p. 82.

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4.

Perfil social del mayordomo regio Solo durante los comienzos del reinado de Fernando II ocuparon la mayordomía determinados patricios urbanos. Probablemente la concentración de este perfil de mayordomos en un corto espacio de tiempo, inmediatamente posterior a la llegada al trono del joven don Fernando, y la reciente división del imperio de Alfonso VII motivaron que el nuevo rey de León confiara y buscara el apoyo de esta oligarquía urbana, que había tenido un destacado papel en la corte imperial. A partir de entonces, los sucesivos mayordomos fueron grandes magnates pertenecientes a las parentelas más poderosas. A pesar de la importancia de las relaciones parentelares en la cúpula de la sociedad medieval, llama la atención que en la larga nómina de mayordomos reales leoneses, al contrario de lo que sucede entre los alféreces, no se registre a ningún hijo o hermano de rey reinante. Probablemente el heredero ocupaba un lugar superior jerárquicamente, situado al lado de su padre. Quizá el nombramiento de un segundogénito como mayordomo mayor podría originar una acumulación de poder que facilitaría las intrigas palaciegas. Tampoco los hermanos de los monarcas ocuparon el principal cargo palatino, ni siquiera en los momentos de mayor riesgo para el reino. La mayordomía leonesa fue ocupada durante más de siete años por el infante don Pedro, hijo de Sancho I de Portugal y excuñado de Alfonso IX, pero no se trata de un infante consanguíneo del rey. La división del imperio de Alfonso VII había originado la creación de dos cortes y, en cierto modo, la división de la familia. Fernando II no tenía hermanos varones a los que situar en la mayordomía, aunque sí nombró mayordomo a su cuñado. De los hijos del monarca, los nacidos de su matrimonio con Teresa Fernández de Traba fallecieron antes de llegar a la edad adulta, y el infante Sancho Fernández, hijo de Urraca López de Haro, era aún un niño a la muerte de su padre. En la corte de su hermano, Alfonso IX, tampoco ocuparía la mayordomía aunque sí sería el alférez real. El perfil social generalizado de los mayordomos responde a un miembro de una gran parentela nobiliaria, de hecho, la mayor parte de los mayordomos leoneses encajan en este esquema y varios de ellos eran miembros de un puñado de parentelas; entre ellas, Castro, Cabrera, Haro y Traba. Seis son los Castro, que a lo largo de cuatro generaciones fueron agraciados con la mayordomía;70 cuatro, los Cabrera.

70 Rodrigo Fernández de Castro, sus hijos: Fernando, Pedro y Álvaro Rodríguez de Castro; su nieto, Pedro Fernández de Castro, y su bisnieto, Álvar Pérez de Castro.

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LOS CASTRO

EN LA MAYORDOMÍA LEONESA

Rodrigo Fernández de Castro Fernando Rodríguez (1162-1164)

Pedro R.

LOS CASTRO

Álvaro R.

Gutierre R.

(1184) (1173-1174) EN LA MAYORDOMÍA LEONESA

Pedro Fernández

Pedro G.

Álvaro G.

(1190, 1191, 1194, 1195-1197, 1204)

(1213)

(1211-1213)

Álvar Pérez (1223)

No se puede afirmar que existiera una patrimonialización de los cargos palatinos en el seno de determinadas familias, pero sí quizá una cierta especialización de los propios individuos, pues algunos de ellos estuvieron al frente de la mayordomía en varios reinos. Así, Ponce de Minerva, Gómez González de Manzanedo y Pedro García de Lerma fueron mayordomos de León y de Castilla, y los hermanos Álvaro y Pedro Gutiérrez de Castro se sucedieron en la mayordomía leonesa tras haber ocupado el mismo oficio palatino en Aragón.

LOS CABRERA

EN LA MAYORDOMÍA LEONESA

Ponce de Cabrera (1159-1162)

LOS CABRERA Fernando Ponce

EN LA MAYORDOMÍA LEONESA

Sancha Ponce ↔ Vela Gutiérrez

(1189)

Fernando Fernández

Pedro Vela

(1219, 1222)

(1188)

La mayordomía era el cargo más importante de la curia, fue el último peldaño del cursus honorum para muchos miembros de la nobleza. El escalón anterior lo representaba la alferecía regia. De los treinta y cuatro mayordomos leoneses que se sucedieron entre 1157 y 1230, seis habían estado al frente de la alferecía en el mismo período: Ponce de Minerva, Fernando Ponce de Cabrera, Álvar Pérez de Castro, Juan Fernández de Limia, Lorenzo Soares y Álvaro Rodríguez de Castro.

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Asimismo, habitualmente el mayordomo real estaba al frente de numerosas e importantes tenencias, lo que le aportaba un gran poder territorial. Esta característica se documenta en todo el período analizado, aunque, tal vez, se agudice en los momentos de máxima tensión bélica en el reino, cuando es necesario proteger las fronteras. En verdad, gran parte de los mayordomos de León acumularon un gran poder territorial, estando al frente de las tenencias estratégicas del reino, además de las vinculadas tradicionalmente a sus familias. Esta concentración de cargos en sus manos les convertía en los magnates más poderosos del reino.71 Podrían extraerse numerosos ejemplos, pero quizá los más significativos sean Ponce de Cabrera, Armengol de Urgel, Pedro Fernández de Castro y el infante Pedro de Portugal, que ocupó las tenencias fronterizas —Extremadura, Transierra, Zamora, Toro, etcétera— durante los últimos años del reinado de Alfonso IX, cuando debía proteger las fronteras portuguesa, castellana y musulmana. Estos cuatro magnates fueron los que mayor tiempo permanecieron en el cargo y, quizá, son quienes mejor representan la figura del gran dignatario.

b) La alferecía y el alférez real El oficio de alférez del rey tiene algunos puntos oscuros que los investigadores no han logrado esclarecer, a pesar de que el signifer sea uno de los personajes más habituales en la corte y de que confirme un alto porcentaje de diplomas regios. Se han publicado numerosos estudios sobre los alféreces y la alferecía de los reinos vecinos,72 pero no un estudio específico sobre los leoneses, que ahora pretendemos elaborar desde una perspectiva social. El origen de este oficio es el vexilifer romano, portador del estandarte del ejército. Los godos adaptaron esta figura en el comes spathariorum, jefe de la guardia real. A partir del siglo XI se registra en la documentación asturleonesa el término armiger regis, que denominaría al encargado de portar las armas del rey. En el del siglo XII comienza a emplearse un nuevo vocablo, signifer. En la documentación de los reinados de Fernando II y Alfonso IX se alternan constantemente ambas denominaciones, aun-

Véanse las fichas prosopográficas que adjuntamos de los mayordomos regios en el apéndice final, pp. 495-506. 72 Véase la nota 55 de este capítulo. 71

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que predomina el uso del vocablo signifer. Ambas conviven con el neologismo de raíz árabe, alférez.73 Las funciones del alférez real no se conocen con exactitud. Las Partidas indican que dirigía las tropas reales cuando el monarca estaba ausente. Menéndez Pidal afirmaba que la alferecía era un oficio destinado a los miembros más jóvenes de las parentelas aristocráticas; sin embargo, en el caso leonés se detecta una gran heterogeneidad de perfiles, que oscila desde los jóvenes nobles, hasta los veteranos políticos experimentados. La disparidad de perfiles hace pensar que probablemente no desempeñaban de la misma forma el oficio; tal vez sus funciones y el perfil de cada uno de los alféreces se adecuaban a las circunstancias políticas que vivía el reino. Es decir, que quizá el rey elegía a los jóvenes aristócratas del reino en los momentos de relativa calma y a los veteranos magnates cuando la situación bélica hacía necesario un jefe de los ejércitos experimentado. En un tiempo en el que la guerra era un acontecimiento casi permanente, resulta extraño que el monarca delegara el control de sus huestes a un joven, no demasiado versado en esas lides. En verdad, fueron muchos los jóvenes que ocuparon el oficio: Fernando Ponce de Cabrera, Ramiro Ponce de Minerva, García Ramírez; pero más del 80% de los alféreces de Fernando II y Alfonso IX fueron magnates experimentados. Si se comparan los dos reinados, se observa que el número de jóvenes alféreces es mayor en el de Fernando II que en el de su hijo, que sufrió gran presión en las fronteras y graves problemas internos. En la lista de los alféreces se encuentran jóvenes que habían sido educados en la corte o, incluso, por la familia regia. Varios habían sido alumni de la infanta doña Sancha, como Ponce de Minerva, signifer del emperador, y Fernando Ponce de Cabrera, signifer entre 1161 y 1163. Otros como Gonzalo Iohanes, hijo de Juan Arias, el ayo de Alfonso IX, se habían criado junto al monarca. Algunos investigadores han destacado la corta permanencia de los alféreces en el cargo en los reinos vecinos, pero no sucedió exactamente así en la alferecía leonesa. Si bien es cierto que hubo mandatos efímeros, que apenas sobrepasaron los dos meses, la media de permanencia ronda los dos años; aunque existen algunos ejemplos de grandes magnates que fueron alféreces durante largo tiempo, como el hijo de Sancho I de Portugal, don Martín Sanches, que dirigió la alferecía de León desde 1218 hasta 1227, o Munio Rodríguez entre 1197 y 1203. No obstante, en León tampoco se documentan continuidades especialmente prolongadas en el oficio, como sí Sobre los aspectos etimológicos véase MATEU IBARS, J. «La confirmatio del ‘‘signifer, armiger, alférez’’ según la documentación astur-leonesa y castellana», En la España Medieval, n.º 1, 1980, pp. 263-316. 73

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se observan en el vecino Portugal, donde Pero Pais de Maia ocupó la alferecía durante más de veinte años casi ininterrumpidamente. Tras salir del reino de Alfonso Enríquez llegó a León y debido quizá a su experiencia en el cargo Fernando II le nombró su alférez en 1171. Este es un claro ejemplo de especialización en el oficio, ya que el señor de Maia lo desempeñó a ambos lados de la frontera. No se registran vacantes en la alferecía leonesa, lo que parece indicar que, debido a su carácter militar, era un oficial indispensable en la política regia, en un tiempo en el que el reino de León debía hacer frente a numerosos y constantes conflictos abiertos con los reinos vecinos. A pesar de ello, se documenta la delegación del cargo en un suboficial —subalférez o vicealférez— cuando el titular estaba al frente de las tropas en algunas campañas bélicas, como las emprendidas en la década de los años veinte contra Alfonso II de Portugal. Entonces el signifer, Martín Sanches, delegó el ejercicio de su cargo en la curia a determinados miembros de su séquito. La lista de hombres que ocuparon la alferecía leonesa entre 1157 y 1230 contiene nombres que responden a muy distintos perfiles, por ello es necesario examinar cada uno de los nombramientos, para determinar quiénes y por qué fueron elegidos para este importante oficio palatino. 1.

Los alféreces de Fernando II El futuro Fernando II de León había contado con una corte propia desde 1156 en la que el portugués Menendo de Bragança fue su alférez. Entonces, el infante don Fernando aún no contaba con un gran ejército propio, sino que, tal vez, tuviera una pequeña guardia personal, dirigida por el noble lusitano. Tras la muerte del emperador y al convertirse en el nuevo monarca leonés, don Fernando continuó confiando la alferecía al señor de Bragança, que formaba parte de la corte heredada. El luso se mantuvo en el oficio hasta marzo de 1159. Durante su mandato hizo frente al conflicto fronterizo con Sancho III de Castilla. En la primavera de 1159, un período de calma aparente, fue sustituido por el joven Fernando González de Traba, nieto de Fernando Pérez de Traba, aunque en octubre de 1159 el señor de Bragança recuperó la alferecía momentáneamente. A partir de entonces, se abriría un período en el que el rey dio paso a los jóvenes que se habían educado a su lado, como Fernando González, que permanecería en el cargo hasta julio de 1160, y Fernando Ponce de Cabrera, el Mayor, que estaría al frente de la alferecía hasta julio de 1163; Ramiro Ponce (de Minerva) sería el signifer hasta 1165 y García Ramírez, hijo del conde Ramiro Froilaz, ocuparía el cargo durante 1168 y, posteriormente, en 1170. Estos jóvenes comenzaban a dar sus primeros pasos en la vida pública al lado

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de sus padres, los veteranos consejeros;74 representaban el relevo generacional de la poderosa nobleza leonesa, que el monarca pretendía mantener a su lado. Esta tónica de nombramientos de las nuevas generaciones nobiliarias se vivió en la corte leonesa hasta 1171, en que Fernando II confió la alferecía al veterano Pero Pais de Maia, que había estado al frente de alferecía portuguesa desde 1147. Su nombramiento quizá estuvo relacioAlféreces de Fernando II Nombres

Menendo de Bragança

Fechas

09-11-1156/19-03-1159

Fuentes

DMRGAVII, 176/CDACL, 1507

Fernando González de Traba

10-04-1159/27-09-1159

JGFII, 5/DMRGFII, 21

Menendo de Bragança

23-10-1159

ACAst, 778

Fernando González de Traba

22-12-1159/28-07-1160

DMRGFII, 23/28

Fernando Ponce, el Mayor

13-02-1161/25-04-1161

DMRGFII, 30-31

Fernando González de Traba

05-05-1161

DMRGFII, 32

Fernando Ponce

13-06-1161/08-1163

DMRGFII, 35/CDACL, 1526

Ramiro Ponce de Minerva

12-09-1163/13-07-1165

DMRGFII, 49-74

Suero Menéndez

19-10-1165/03-1166

CDACL, 1535/DMRGFII, 77

Ramiro Ponce de Minerva

23-08-1166/4-03-1168

CDACL, 1538-1555

10-07-1168/8-11-1168

DMRGFII, 89/CDACL, 1546

Álvaro Rodríguez de Castro

23-03-1169

DMRGFII, 96

García Ramírez

28-03-1169/21-10-1170

DMRGFII, 97-119

García Ramírez

Alféreces de Fernando II

Ramiro Ponce de Minerva

22-02-1170

CDACL, 1555

Pero Pais de Maia

01-02-1171/11-03-1171

CCZ75, 91/CCO, 185

Gutiérre Gutiérrez

29-09-1171/sd-10-1171

CDACL, 1568/DMRGFII, 125

Pero Pais de Maia

sd-12-1171/1-05-1172

JGFII, p. 423

Gutierre Gutierrez

28-05-1172/sd-08-1173

DMRGFII, 127/133

Juan Arias, el Gallego

sd-08-1173

M.º Vega, 69

Gutierre Gutiérrez

sd-10-1173/sd-07-1174

DMRGFII, 135/140

Fernando Gutiérrez

sd-07-1174

DMRGFII, 139

Juan Arias, el Gallego

sd-07-1174

M.º Vega, 71

Fernando Gutiérrez

sd-06-1175/sd-10-1176

DMRGFII, 142/153

Fernando Vasco

26-10-1176

DMRGFII, 152

74 Hemos analizado este relevo generacional en las parentelas aristocráticas, que coincide con el relevo en la monarquía en CALDERÓN MEDINA, I. «Cuatro magnates en la corte de Alfonso VII», pp. 372-374. 75 LERA MAÍLLO, J. C. DE. Catálogo de documentos medievales de la catedral de Zamora, Zamora, Instituto de Estudios Zamoranos Florián Ocampo, 1999.

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Alféreces de Fernando II (CONTINUACIÓN) Nombres

Fechas

Fuentes

Fernando Gutiérrez

27-10-1176/1-04-1177

DMRGFII, 153/CDACL, 1603

Gonzalo Rodríguez

31-08-1177

DMRGFII, 154

Fernando Gutiérrez

22-11-1177/23-05-1180

DMRGFII, 156/M.º Vega, 78

Diego Gutiérrez

16-07-1180

DMRGFII, 180

Fernando Gutiérrez

26-07-1180/18-08-1180

DMRGFII, 181/184

Gonzalo Rodríguez de Azagra

31-08-1180/23-03-1181

DMRGFII, 185

Froila Ramírez

Alféreces de Fernando Salazar II 28-04-1181 y Castro O-22 fol. 187

Gonzalo Rodríguez

04-05-1181-30-11-1181

DMRGFII, 1187-193

Froila Ramírez

02-06-1182/22-11-1184

DMRGFII, 196-211

Pero Pais de Maia

05-07-1182

DMRGFII, 201

Rodrigo Fernández Braolo de Toroño

08-03-1184/11-02-1185

LPOSJ,76 151

Ponce Vela

sd-05-1185/10-10-1185

CDACL, 1653-1655

García López Haro

02-01-1186/3-01-1186

CDACL, 1660

Ponce Vela

06-03-1186/27-10-1186

CDACL, 1664/SAL,77 92

García López de Haro

10-11-1186/13-09-1187

CDACL, 1668/1675

nado con la devolución de Toroño por parte de Alfonso Enríquez al rey de León, tras la conquista de Badajoz en 1169. En octubre de 1175 el monarca nombró alférez a Fernando Gutiérrez Gascón, que ocupó el oficio hasta 1180 casi de manera ininterrumpida. Durante su mandato se alternan efímeros períodos en los que fue sustituido por otros personajes, como su pariente, Fernando Vela, en octubre de 1176,78 por Gonzalo Rodríguez en 1177 y, en 1180, por Diego Gutiérrez. El tiempo que permanecieron estos tres personajes en el cargo fue muy limitado, apenas un mes. Tras la larga permanencia de Fernando Gutiérrez se sucedieron, en cortos mandatos, el castellano Gonzalo Rodríguez de Azagra, y Froila Ramírez, que se había convertido en la cabeza de los Flaínez de León; hasta que en 1182 irrumpió por primera vez en la corte de Fernando II un Haro: don 76 AYALA MARTÍNEZ, C. DE. Libro de privilegios de la Orden de San Juan de Jerusalén en Castilla y León (siglos XII-XV), Madrid, 1995. 77 MARTÍN, J. L. (dir.). Documentos de los archivos catedralicio y diocesano de Salamanca (siglos XII-XIII), Salamanca, Universidad de Salamanca, 1977. 78 Fernando Gutiérrez era sobrino del conde Ponce de Cabrera, pues en el tratado de Sahagún así lo afirma; por tanto, era primo segundo de Fernando Vela, el nieto de Ponce de Cabrera nacido de su hija Sancha Ponce y Vela Gutiérrez.

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Diego López, a quien nombró signifer. Probablemente el monarca ya mantenía una relación con su hermana, que pronto se convertiría en la reina de León, doña Urraca López. El nombramiento de don Diego vino a reforzar los lazos con los Haro y a aumentar su presencia y poder en la corte. No obstante, y a pesar de que la noble castellana Urraca López reinaba en León, entre 1182 y 1185 el monarca confió la alferecía a la nobleza tradicional leonesa. Froila Ramírez portaría de nuevo las armas del rey y, tras él, lo harían el ricohombre de León, Rodrigo Fernández Braolo, y Ponce Vela, primo del conde Froila; hasta que en 1186 García López de Haro se hizo con el cargo, que ostentaría hasta la muerte de Fernando II de León. 2.

Los alféreces de Alfonso IX Tras superar los problemas de los primeros momentos de su reinado y las dificultades para fortalecer su poder, Alfonso IX confió la alferecía a Juan Fernández de Limia, hijo de Fernando Arias y sobrino de Juan Arias, su ayo, en mayo de 1188. Don Juan permaneció en el cargo hasta 1191. Tanto su tío como su padre habían permanecido fieles a Fernando II durante todo su reinado y él tomaba su testigo. Pronto, en 1193, se convertiría en el mayordomo del rey. García López de Haro sería el siguiente signifer regis. El monarca lo eligió cuando ya se habían desvanecido los posibles conflictos habidos, al fallecer Fernando II, con este magnate y sus hermanos. No obstante, estuvo al frente del oficio solo durante tres meses. En octubre de 1192 el monarca confió la alferecía a otro castellano, Fernando Gutiérrez de Castro. Durante su mandato pervivió la alianza con Portugal, que se había firmado en Huesca en 1191, y se mantuvo el enfrentamiento con Castilla. En 1194, cuando la política leonesa dio un brusco giro y se produjo la ruptura con Sancho I y el acercamiento a Alfonso VIII, el rey de León sustituyó al Castro y nombró signifer a su fiel Gonzalo Iohannes, con quien se había criado pues era hijo de su ayo, Juan Arias. Le sucedió Lorenzo Soares, que hacía su primera incursión en la corte leonesa, en la que alcanzaría la mayordomía solo unos años después. Tras él los Varela, padre e hijo, coparon la alferecía durante 1197. Alfonso IX eligió a Munio Rodríguez como su nuevo signifer en diciembre de 1197. Este magnate permanecería en el cargo durante un lustro, hasta 1203. No hemos logrado identificarlo, aunque sospechamos que pudiera tratarse de un castellano, ya que fue alférez durante el período que el rey estuvo casado con Berenguela de Castilla y abandonó el cargo y, al parecer, el reino, cuando el matrimonio regio fue anulado. En 1204 el monarca leonés prescindió de los servicios de don Munio y entregó la alferecía al portugués Lorenzo Soares, que había abandonado León con la llega-

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da de doña Berenguela y regresó cuando la reina desapareció de la corte. Permaneció al frente de la alferecía durante un año, y en 1205 el rey lo convertiría en su mayordomo. Para cubrir el hueco que don Lorenzo había dejado en la alferecía, Alfonso IX nombró a Gonzalo Gómez de Traba, que estaría en el cargo durante apenas un año. En 1206 fue relevado por Arias Pérez Gallego, que dirigió la milicia regia en los enfrentamientos con Castilla que culminaron con la paz de Cabreros. Durante la calma tensa que vivían las relaciones entre los reinos entre 1206 y 1209, Alfonso IX de León cambió de signifer, nombrando al dignatario gallego, Rodrigo González de Traba, que era un milite experimentado. A mediados de 1210 el monarca se decantó por un hombre poderoso y versado en el campo de batalla y entregó la alferecía a Rodrigo Pérez de Villalobos, que estaba presente en la corte desde 1188. Cuando en 1211 fallecía Sancho I de Portugal y comenzaba un duro enfrentamiento entre la exreina de León, la infanta Teresa y su hermano, Alfonso II de Portugal, don Alfonso IX nombró alférez al magnate lusitano Fernando Fernandes de Bragança, que hasta entonces había ocupado las importantes y estratégicas tenencias fronterizas de Transierra y Extremadura. Además, lo nombró tenente de Limia, una tierra fronteriza indispensable para la defensa y el ataque a las tropas lusitanas. Parece que el señor de Bragança dirigió a las huestes leonesas en los ataques a Alfonso II acaecidos durante la primavera de 1212. Tras esta campaña bélica abandonó la alferecía, pero se mantuvo como tenente de Limia y otras tenencias fronterizas. A lo largo de 1213, cuando los monarcas de León y Castilla mantenían conversaciones para establecer una alianza contra los musulmanes, el rey de León nombró alférez al castellano Fernando Álvarez de Guzmán, aunque permaneció poco tiempo en el oficio. Fue sustituido por García Gutiérrez, que apenas estuvo unos días en el cargo. Pronto el monarca confió la alferecía a su medio hermano, el infante Sancho Fernández, que se mantuvo en ella hasta 1218. Llegó al oficio justo cuando el infante don Fernando, el primogénito del rey, reclamaba sus derechos al trono y se convertía probablemente en el heredero. Pero tras su muerte, en 1214, la sucesión quedó abierta y parece que se barajó incluso la posibilidad de nombrar sucesor a don Sancho Fernández. Quizá Alfonso IX le concedió la dirección de su ejército porque necesitaba que se mantuviera alejado de sus familiares, los Haro, partidarios de Berenguela y Fernando III de Castilla. Al infante Sancho Fernández le sucedió Juan Fernández de Limia que, tras haber sido mayordomo del rey, regresó a la alferecía para hacer frente a las campañas sobre la tierra portuguesa de Chaves, acaecidas en 1219. Para estas campañas el leonés necesitaba un jefe de los ejércitos experi-

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mentado y conocedor de la tierra y la hueste portuguesa y, por ello, eligió al señor de Limia. Tras él, se sucedieron tres alféreces que tuvieron mandatos poco prolongados: Gonzalo Núñez de Lara, Álvar Pérez de Castro y Fernando Gutiérrez, todos ellos grandes señores de armas. Pero las relaciones con Portugal no mejoraban y el monarca leonés estaba ideando un gran ataque contra Alfonso II. Para dirigirlo eligió a su cuñado, el hijo de Sancho I de Portugal, don Martín Sanches, que, al frente de la hueste del rey de León, derrotó a su hermano en Braga. Durante 1223 dirigió la campaña de Tejada y regresó a León. En 1224, cuando probablemente dirigía otras campañas militares frente a los musulmanes, don Martín delegó el ejercicio de su cargo a determinados nobles lusitanos, miembros probablemente de su séquito. El hijo de Sancho I de Portugal fue alférez del rey de León probablemente hasta el final de sus días, en 1227. Ese mismo invierno y quizá tras dar sepultura a don Martín, Alfonso IX depositó su confianza en Rodrigo Fernández de Valduerna para que dirigiera sus tropas. Él era uno de los grandes magnates que permanecía fiel al rey de León y era partidario de las infantas Sancha y Dulce. Probablemente fue el encargado de dirigir la hueste real en la campaña de Mérida, pues el rey le donó la villa de Friera por sus servicios en esta y otras batallas —ei illas quia tenuit meam sinam multum bene in mea batalia et fecit mihi multa alia servitia—.79 Don Rodrigo permaneció en el oficio y al lado de las infantas hasta que el poderío de Fernando III acabó con la andadura en solitario del reino de León. Probablemente, fue él quien dirigía la milicia que acompañaba a las infantas y a su madre, doña Teresa, cuando firmaron el tratado de Benavente y renunciaron a sus derechos al trono leonés. Al igual que sucedía con la mayordomía regia, quizá no se pueda hablar de una patrimonialización del oficio en el seno de una parentela aristocrática, pero se intuye una cierta predilección por los miembros de la familia Flaínez y los Cabrera. Al menos cuatro Flaínez80 y cinco Cabrera81 desempacharon el oficio durante los reinados de Fernando II y su hijo.

GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. 2, doc. 614. Ramiro Ponce, García Ramírez, Froila Ramírez y Rodrigo Pérez de Villalobos. 81 Fernando Ponce, Fernando Gutiérrez, Fernando Vela, Ponce Vela y Rodrigo Fernández de Valduerna. 79 80

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Alféreces de Alfonso IX Nombres

Fechas

Fuentes

Juan Fernández de Limia

04-05-1188/sd-06-1191

JGALIX, 6-47

García López Haro

17-04-1192/23-07-1192

JGALIX, 52-57

Fernando Gutiérrez de Castro

12-10-1192/29-03-1193

JGALIX, 59/65

Gonzalo Iohanes

20-06-1194/28-12-1194

JGALIX, 74/90

Lorenzo Soares

20-05-1195/12-02-1196

JGALIX, 94/99

Pelayo Muñoz Varela

23-01-1197

JGALIX, 102

Fernando Peláez Varela

24-01-1197/13-07-1197

JGALIX, 103/105

Munio Rodríguez

02-12-1197/19-12-1203

GDF, 297/Carrizo, 71

Lorenzo Soares

sd-02-1204/13-01-1205

JGALIX, 182/193

Gonzalo Gómez de Traba

23-01-1205/26-03-1206

JGALIX, 197/205

Arias Pérez Gallego

07-05-1206/17-07-1206

JGALIX, 208/211

Rodrigo Pérez de Villalobos

01-10-1210/sd-05-1211

CDACL, 268-282

Fernando Fernández de Bragança

11-11-1211/sd-04-1212

JGALIX, 280/282

Rodrigo González

Alféreces de Alfonso IX 03-01-1208/20-04-1209

JGALIX, 220/247

Fernando Álvarez de Guzmán

07-11-1212/8-01-1213

JGALIX, 283/286

García Gutiérrez

04-04-1213/17-04-1213

JGALIX, 289/290

Infante Sancho Fernández

10-06-1213

JGALIX, 292

García Gutiérrez

15-09-1213

JGALIX, 297

Infante Sancho Fernández

08-12-1213/16-07-1218

JGALIX, 300/365

Juan Fernández de Limia

13-02-1219/20-03-1220

JGALIX, 369/397

Gonzalo Núñez de Lara

27-09-1220

JGALIX, 403

Álvar Pérez de Castro

10-03-1221/03-07-1221

JGALIX, 406/408

Fernando Gutiérrez de Castro

20-08-1221/31-10-1221

JGALIX, 409/414

Álvar Pérez de Castro

14-11-1221/08-08-1222

JGALIX, 415/423

Martín Sanches

03-05-1223/03-09-1227

JGALIX, 429/514

Rodrigo Fernández de Valduerna

14-12-1227/1-08-1230

JGALIX, 516/620

C) Suboficiales regios: submayordomo y subsignifer La complejidad y el aumento de la jerarquización en la corte durante los reinados de Fernando II y Alfonso IX provocaron que fueran apareciendo otros oficios que acompañaban al mayordomo y al alférez del rey. Se trata del submayordomo/vicemayordomo y subsignifer/vicesignifer. Estas figuras son controvertidas porque no se conoce con exactitud cuál era su cometido en la corte, ni siquiera se sabe si se trataba de cargos estables

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o eventuales.82 Asimismo, se desconoce si estos oficiales eran sustitutos o subalternos del mayordomo y el alférez del rey; ya que, en algunas ocasiones, confirman diplomas en su presencia y, en otras, parecen sustituirlos durante su ausencia. No se han conservado demasiadas noticias sobre estos oficiales, aunque se documenta su presencia en la corte leonesa en momentos muy determinados. Durante el reinado de Fernando II solo se han localizado tres submayordomos que desempeñaron su labor en 1181. Dos de ellos, Bernardo de Mediona y un hermano del Hospital,83 confirman como regis submaiordomus al lado del mayordomo real, el conde Armengol de Urgel. El tercero de ellos, Petro Martinez,84 confirma en ausencia del mayordomo. Resulta llamativo que en el reinado de Fernando II, solo se registren submayordomos en 1181, mientras ocupaba la mayordomía el conde Armengol de Urgel. Sin embargo, la participación de submayordomos y subalféreces en la corte de Alfonso IX fue más habitual, quizá el motivo fuera que la estructura de la corte se estaba desarrollando y adquiriendo una mayor complejidad progresivamente. Fue a partir de la llegada a León de los hijos de Sancho I de Portugal, en 1218,85 cuando proliferó la presencia de submayordomos y subsigniferes en la corte. Martín y Pedro Sanches confirman varios diplomas mientras ocupaban la alferecía y la mayordomía leonesas, acompañados del submayordomo y subsignifer, que, además, eran miembros de sus séquitos. No obstante, existe otro grupo de diplomas regios en los que claramente los hijos del rey Sancho I habían delegado el ejercicio de sus cargos en personajes de su confianza. Entre 1224 y 1226 la delegación del cargo fue habitual, ya que don Pedro y don Martín estaban haciendo frente a las campañas contra Portugal. En estos casos, los sustitutos no iban acompañados de los titulos de subsignifer o submayordomo, sino que se indica que ejercen el poder por delegación del titular con fórmulas como: infante domno Petro, mayordomo regis, tenente de totam Transerram et Extremaduram, Taurum et Çemoram y Domno Martino Sancii, signifero regis, tenente Limiam Toronium, Montemrosum, Sarria. De manu infantis La Segunda Partida de Alfonso X en su ley 17 se ocupa de la figura del mayordomo, pero en ningún momento hace referencia al submayordomo o vicemayordomo. 83 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, docs. 189, 191. 84 Este diploma se ha conservado en la Colección Salazar y Castro y, por lo tanto, hay que tratarlo con cautela porque se trata de una copia en la que podrían haberse obviado algunos personajes de las listas de confirmantes. 85 En 1218 confirman un diploma regio emitido en Ciudad Rodrigo un Juan Marino, vicesignifero y Juan Arias de Reboredo, vicemaiordomo. GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, doc. 365. 82

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domno Fernando Muniz tenente maiordomatum. De manu domni Martin Sancii Pero Fernando de Tedra tenente alfereçiam,86 lo que lleva a pensar que los submayordomos y subsigniferes eran personajes subalternos de los oficiales palatinos y no sus sustitutos en el oficio. Por otro lado, si se analiza a los personajes en los que delegaron el ejercicio de su cargo, se observa que eran miembros de sus séquitos, lo que indica que, tal vez, el nombramiento no lo hacía el monarca, sino que eran los propios oficiales quienes elegían a sus fieles para desempañar sus funciones en su ausencia. Así, en 1225 don Pedro Sanches delegó la mayordomía en Suero Pais de Valadares y Fernando Sánchez se hizo cargo de la alferecía por delegación de Martín Sanches.87 Un año después, el mayordomo, Pedro de Portugal, confió su cargo a don Juan Arias, tenente maiordomatum de manu Infantis,88 y a Rodrigo Gomes de Briteiros.89 Vistos los ejemplos anteriores, consideramos que existe una clara diferenciación entre aquellos hombres que confirman como subsignifer o submayordomo, a los que consideramos subalternos del oficial —probablemente eran nombrados por el propio oficial y elegidos entre sus partidarios, como Juan Marino, que aparece ligado a don Álvaro Núñez de Lara, y confirma como vicesignifero en 1218, mientras don Álvaro ocupaba la mayordomía—, y los delegados, que reciben el ejercicio del cargo de los mayordomos y alféreces. Unos y otros tienen en común pertenecer al partido afín a quienes en aquellos momentos ocupaban los principales cargos curiales. Además de los oficiales palatinos, en el círculo más próximo al monarca se encontraban los tenentes, que eran los delegados del monarca en las distintas demarcaciones territoriales del reino; eran los agentes de la administración local. Los desplazamientos de la curia regia por todo el reino permiten conocer una extensa lista de tenentes. Algunos de ellos, pertenecientes a la nobleza local, se integraban en la corte cuando visitaba sus tierras; mientras que otros, dependiendo de su persona o de la importancia del territorio que gobernaban, permanecían de manera constante junto al 86 Ibíd., docs. 443, 446, 447, 448. En doc. 449 Fernando Muñiz aparece como vasallo del rey. 87 Infante domino Petro, existente domini regis mayordomo, et de manu eius domno Suerio Pelagii de Valadares, et eodem infante tenente Legionem, Cemoram, Salamanticam et Strematura. Tenente Limiam, Sarriam, Montemrosum, domno Martino Sancii, et eodem existente domini regis signifero, et de manu eius domno Fernando Sancii. GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, doc. 450. 88 Ibíd., doc. 435. 89 Ibíd., doc. 473. Roderico Gomez de Briteiros tenente maiordomatum de manu infantis.

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monarca. Aunque eran personajes habituales de la corte, hemos decidido analizar su labor y función política en el capítulo siguiente, en el que estudiaremos la participación nobiliaria en la gestión interna del reino. Por ello, no nos extenderemos más en este momento.

II. Otros personajes cortesanos En una esfera más alejada del monarca se situaban otros personajes que no tenían atribuciones políticas pero gozaban de la proximidad al rey,90 lo que les confería un estatus de cierto privilegio.

A) Los servidores del rey Lucas de Tuy se refirió a estos personajes que servían a Alfonso IX con estas palabras: Habebatque etiam cubicularios suos laicos quosdam, quipus omne consilium suum comittebat.91 En verdad, poco se sabe de los miembros del servicio de Fernando II y Alfonso IX, porque las fuentes son escasas; sin embargo, consideramos que el grado de evolución, complejidad y jerarquización de la Casa del rey en este tiempo era elevado; aunque posiblemente aún no hubiera alcanzado el grado de evolución de la Casa del rey y de los oficios que Alfonso X define en la Segunda Partida.92 El grado de institucionalización de la corte de Alfonso X era mayor que en el período que nos atañe, pero, probablemente, muchos de los oficios que describe este texto legislativo ya estaban presentes en las cortes de los reyes privativos de León. Poco se sabe de aquellos hombres y mujeres que sirvieron a ambos monarcas. Se deconocen su número, sus funciones, sus nombramientos, su relación con el rey y su origen familiar; pero, sin embargo, el lenguaje afectuoso con el que los reyes se refieren a ellos deja ver una relación de proximidad. En verdad, solo manejamos noticias tardías de la existencia de algunos oficiales de la Casa de Fernando II y Alfonso IX, relacionados con 90 Tampoco hay que olvidar la presencia de trovadores en la corte leonesa; especialmente durante el reinado de Alfonso IX que promocionó a la primera generación de trovadores galaico-portugueses. Sobre este asunto, véase MIRANDA, J. C. Aurs mesclatz ab argen. Sobre a primeira geração de trovadores galego-portugueses, Porto, 2004, pp. 15-77. 91 Chronicon Mundi, ed. cit., libro IV, cap. LXXXIII, p. 323. 92 SALAZAR ACHA, J. La Casa del Rey de Castilla y León en la Edad Media. En esta obra el autor ha estudiado minuciosamente cada uno de estos servidores, tomando como base la Segunda Partida.

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la caza, como el montero Martín Núñez y el halconero, Juan Ihoannis; y con la guerra, como el escudero Nuño Peláez y el ballestero Sancho Moro. No obstante, el hecho de que no se conserven referencias en León de los oficiales domésticos no implica que no existieran o que su desarrollo fuera menor, pues coetáneamente en Castilla se registran los oficiales de la mesa de Alfonso VII como sus escanciadores, Marco y Fernando de Robredillo,93 su despensero, Rodrigo Rodríguez de Palenzuela,94 o el repostero Fernando Sánchez.95 Al igual que sucedía con los grandes magnates de la corte, los servidores del rey, también recibían importantes donaciones en compensación por los servicios prestados. El halconero Juan Iohannis recibió de manos de Alfonso IX, en 1220, la villa de Espina en tierra de Cepeda, propter seruitium gratum quod michi fecisti,96 y Nuño Peláez, scutario meo, un casal del realengo de Miranda en 1229.97

B) La Capilla real. El Capellán y los clérigos del entorno regio Además de la alta jerarquía eclesiástica, otros clérigos formaban parte del ámbito más privado del monarca; eran los miembros de la capilla regia, que proporcionaban al rey y a su familia su alimento espiritual. Lucas de Tuy se refirió a ellos de esta manera: Adephonsus rex Legionis cum esset catholicus, habebat secum clericos, qui modulatis uocibus cotidie coram ipso diuinum officium peragebant, quos ipse nimio uenerabatur affectu.98 En 1140 Alfonso VII concedió un privilegio al arzobispo de Santiago por el que le reservaba la capellanía real. Su hijo, Fernando II, confirmó el documento al llegar al trono.99 No obstante, el oficio de capellán mayor fue convirtiéndose en honorífico y fueron apareciendo otros capellanes, quizá debido a la itinerancia de la corte, que, probablemente, dependían del arzobispo.

GONZÁLEZ, J. Alfonso VIII, vol. I, p. 250. Ibíd., p. 251. 095 Sobre este oficio en Castilla véase GRASSOTTI, H. «El repostero en León y Castilla (siglos XII-XIV)», Cuadernos de Historia de España, n.º 69, 1987, pp. 41-76. 096 CAVERO DOMÍNGUEZ, G. Colección catedral de Astorga, doc. 1077. En 1229 le confirmó la donación, docs. 1138, 1145. 097 MARTÍNEZ, M. Cartulario de Carradedo, doc. 340. 098 Chronicon Mundi, ed. cit., libro IV, cap. LXXXIII, p. 323. 099 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, docs. 10, 182. 093 094

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Además del capellán, varios clérigos formaban parte de la capilla real. Es probable que muchos de ellos hubieran crecido en la corte junto a los retes, como Pedro Franco, a quien Alfonso IX denomina alumpnum patris mei et clericum meum et vasallum.100 Probablemente eran miembros de importantes parentelas aristocráticas o de la nobleza local, que destinaban al servicio espiritual de la familia regia a algunos de sus hijos, para estar próximos a la monarquía. Así se deduce de la donación del monasterio de san Lorenzo de Caldelas al clérigo Rodrigo Menéndez, que había sido donado con anterioridad por el emperador a su padre, Menendo Menéndez.101 Tal vez Rodrigo Menéndez formaba parte de la capilla que acompañaba al infante don Fernando, futuro Fernando II, en la proto-corte creada antes de heredar el trono. Tras convertirse en el rey de León, parece que don Fernando heredó también a algunos de los clérigos que habían servido a su padre, como Nuño Díaz, imperatoris patris meis clerico et meo.102 Sin duda, tenían un contacto estrecho y un trato afectuoso con el monarca que, en ocasiones, los denomina fidelissimo clerico meo.103 Clérigos de la capilla real leonesa (1157-1230) Fechas

1153, agosto, 24

Nombres

Denominación

Arcipreste Pedro y hermanos

Fuentes

CDACL, 1483

1155, julio, 31

Rodrigo Menéndez

Clerico meo

DMGFII, 1

1162, octubre, 30

Nuño Díaz

imperatoris patris meis clerico et meo

JGFII, 8

1162, noviembre Fernando clerico meo et SancteMarie Clérigos de laMartín capilla real leonesa (1157-1230) Legionensis canonico CDACL, 1520 1163, agosto

Martín Muñoz

uobis capellano

DMGFII, 47

1164, marzo, 15

Martín Xira

clerico meo

CDACL, 1528

1183, agosto, 30

Martín Rebolo

fidelissimo clerico meo

DMGFII, 209

1195, mayo

Pedro Franco

Astoricensem canonicum, alumpnum patris mei et clericum meum et vasallum

JGALIX, 93

clerico meo

CDACL, 1965

1229, diciembre, 9 Nicolás

GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, doc. 93. RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 1. 102 GONZÁLEZ, J. Regesta de Fernando II, doc. 8. 103 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 209. 100 101

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Muchos de los clérigos de la capilla eran, al mismo tiempo, canónicos de las catedrales del reino, como Fernando Martín y Pedro Franco, que tenían beneficios en las sedes de León y Astorga respectivamente. A diferencia de lo que sucedía con la alta jerarquía eclesiástica, que influía de manera directa y determinante en la voluntad regia, es difícil conocer el nivel de influencia que los clérigos ejercieron sobre el monarca y si su actuación tuvo alguna trascendencia política.

III. Conclusiones La corte fue un centro político y, al mismo tiempo, un ámbito eminentemente social, en el que solo participaban los sectores privilegiados de la sociedad, cuya acción irradiaba a todo el reino, como ha destacado Leontina Ventura.104 Sin embargo, además de aquellos que ejercían el poder, en la corte se encontraban también otros individuos que se relacionaban de manera, más o menos, directa con el monarca. La corte leonesa fue un espacio de convivencia y sociabilidad en el que los reyes y la nobleza se relacionaban de una manera simbiótica para mantener su estatus, a través de modos de relación pacífica, como el parentesco, que fue uno de los mecanismos fundamentales para la creación de vínculos de alianza y fidelidad. Fernando II y Alfonso IX consiguieron canalizar el poder de la aristocracia hacia el servicio a la monarquía, integrándola en las instituciones del reino y premiando el servicio fiel mediante la recompensa vasallática y los honores. Precisamente fue la proximidad y el servicio al rey lo que aumentaba el poder y el prestigio de la nobleza. A lo largo de estos reinados se aprecia la lenta evolución del proceso de curialización de los guerreros y el incremento de la dependencia de los nobles a la monarquía; especialmente durante el reinado de Alfonso IX, cuando se asiste a la aceleración de dicho proceso y se detecta el aumento de la institucionalización de la monarquía y la jerarquización de la corte.

104

VENTURA, L. A nobreza de corte de Afonso III, vol. I, texto policopiado, p. 55.

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CAPÍTULO 6 LA PARTICIPACIÓN DE LA NOBLEZA EN EL GOBIERNO DEL REINO. RELACIONES POLÍTICAS CON LA MONARQUÍA

Tras estudiar la corte como espacio de poder donde convivían los poderosos que diseñaban la política regia, analizaremos la participación de la nobleza en el gobierno del reino, centrándonos en dos aspectos esenciales: la administración territorial y su participación en las reuniones de la curia más importantes de los reinados de Fernando II y Alfonso IX. Tendremos ocasión de observar cómo en ambos campos las relaciones personales que los monarcas mantenían con los nobles determinaban, en gran medida, su participación en la administración del reino. Asimismo, se percibirá el lento avance del proceso «curialización de los guerreros», pues se aprecia cómo los reyes intentaron romper el monopolio nobiliario en la escena política leonesa, dando participación a los representantes de las ciudades en las reuniones de la curia regia, e intentando debilitar el poder territorial de la nobleza en la administración territorial para fortalecer así el poder real. I. La administración territorial. El papel de los tenentes Cristina Jular afirmaba que «el estudio de la administración territorial durante el período 1157-1230, debe enmarcarse en las relaciones entre el monarca, que asigna los territorios, y los titulares de los mismos; es decir, las relaciones político-sociales y los intereses económicos subyacentes de

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esa delegación territorial regia».1 En efecto, esta es una premisa clave para comprender el sistema de administración territorial del reino de León durante los reinados de Fernando II y Alfonso IX. Precisamente será desde esta óptica social desde la que abordaremos el estudio de las tenencias. No pretendemos analizar minuciosamente el sistema administrativo territorial del reino, sino estudiar cómo las relaciones que el rey mantenía con sus nobles repercutían en la administración del territorio. El sistema de administración y gestión del territorio vigente durante los reinados de Fernando II y Alfonso IX era el fruto de una larga y lenta evolución sufrida desde los siglos altomedievales, en los que estaba mediatizada, en gran medida, por el poder local de los grandes condes, que controlaban los territorios en los que tradicionalmente sus familias habían ejercido el poder y donde poseían grandes patrimonios. Las circunscripciones territoriales, de diversa extensión, recibían el nombre de comisa o mandaciones, y los magnates que estaban a su frente, generalmente con dignidad condal, poseían un gran poder y ejercían un fuerte control sobre los territorios que dominaban, llegando incluso a rivalizar con el poder del rey. Cuando Fernando I ocupó el trono leonés, puso en marcha un proceso de fortalecimiento del poder regio sobre el control del territorio, con el fin de limitar el poderío nobiliario. Para ello importó el sistema de tenencias navarro, aunque con los ajustes necesarios a las peculiaridades leonesas. Sánchez Badiola afirma que se llevó a cabo una adaptación del sistema administrativo anterior y que el sistema tenencial representaría un paso intermedio en el largo camino de vinculación de los cargos administrativos a la monarquía.2 A lo largo de todo el siglo XII los distintos monarcas promocionaron a nuevos grupos sociales en el ejercicio de funciones administrativas, lo que favorecía la diversificación de la base social que sustentaba el poder real y la disminución del poder de las antiguas familias condales. Estas reformas graduales fortalecieron el control del rey sobre el territorio y disminuyeron la independencia de los gobernadores territoriales con respecto al monarca. Paralelamente al sistema tenencial, los reyes leoneses, especialmente Alfonso VII, comenzaron a implantar su propio sistema de control del territorio, mediante la creación de un funcionariado que defendía los intereses regios. Los sucesores del emperador además articularon una nueva estructura de gestión del territorio, mediante la creación de villas 1 JULAR PÉREZ-ALFARO, C. Los adelantados y merinos mayores de León (siglos XIII-XV), León, 1991, p. 90. 2 SÁNCHEZ BADIOLA, J. J. El territorio de León en la Edad Media. Poblamiento, organización del espacio y estructura social (siglos IX-XIII), vol. 2, León, 2001, p. 648.

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reales,3 que venía a fortalecer la intervención regia en el territorio, en detrimento de la aristocracia laica. Es este contexto de gran interés de la monarquía por hacer efectivo su dominio sobre el territorio y por crear una nobleza dependiente el que estaba viviendo el reino de León entre 1157 y 1230. Cristina Jular afirmaba que el sistema de administración territorial era aún arcaico durante los reinados de Fernando II y de Alfonso IX y que, por ello, la existencia de las tenencias dependía de la existencia del tenente.4 No obstante, otros investigadores como Sánchez Badiola afirman que no puede decirse que el sistema fuera arcaico, sino que el reino estaba organizado en circunscripciones territoriales de diversa entidad, pero fuertemente arraigadas; aunque las fuentes conservadas no permitan verlo con claridad. Por ello, defiende que el sistema de tenencias fue una adecuación al sistema anterior.5 Consideramos que, tal vez, el reino estuviera organizado de una manera más sólida y estable de lo que transmiten las fuentes. Asimismo, creemos que la premisa de Cristina Jular, que estimaba que la existencia de la tenencia dependía de la existencia del tenente y que el sistema era en gran medida arbitrario, no es del todo ajustada. Lo que sucede es que, en numerosas ocasiones, solo tenemos noticias de una tenencia cuando su tenente confirmaba algún diploma destacando su cargo. No pensamos que la creación y desaparición de tenencias fuese tan inestable, puesto que eran las células de recaudación de impuestos y a los reyes les interesaba su existencia y buena gestión. No se ha conservado ninguna definición coetánea de tenencia,6 pero se trata de demarcaciones territoriales de diversa naturaleza. En ocasiones pueden ser territorios perfectamente definidos, como comarcas; en otras, la tenencia se ejercía sobre una población o sobre una fortaleza. Para estar al frente de una tenencia, el monarca nombraba a un delegado que representaba el poder real en la circunscripción.

3 Sobre el proceso de creación de villas reales durante los reinados de Fernando II y Alfonso IX de León, véase GONZÁLEZ RAMOS, J. I. Villas reales en el reino e León: los procesos repobladores de Fernando II y Alfonso IX en la tierra de León y sus consecuencias, León, 2008. 4 JULAR PÉREZ-ALFARO, C. Los adelantados, p. 59. 5 SÁNCHEZ BADIOLA, J. J. El territorio de León en la Edad Media, p. 650. 6 De hecho, la propia palabra es una creación historiográfica.

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A) Los tenentes. Sus funciones y condiciones del cargo Entre las competencias del tenente se encontraban la recaudación fiscal, el ejercicio de la justicia y la defensa del territorio. Mattoso señalaba que no hay que confundir la fuerza militar y judicial que los nobles ejercían dentro de sus dominios, con la que obtenían por el desempeño de la tenencia;7 es decir, que el ejercicio de la tenencia no creaba un dominio señorial, sino que se trataba de un beneficio temporal que el monarca entrega a sus nobles, que estaban obligados a desempeñar determinadas funciones administrativas y militares en la tenencia. Pero ejercían este poder como delegados del rey y no como señores de la tierra. El nombramiento del tenente dependía de la voluntad del monarca, que le otorgaba el cargo en prestimonio, creando de este modo una nobleza dependiente del poder real. Pero no solo los hombres fueron nombrados tenentes, sino que se pueden encontrar algunos ejemplos en los que una destacada mujer está al frente de la tenencia. Se trata en la mayor parte de las ocasiones de las reinas de León, que consiguieron un gran poder territorial gracias a las tenencias recibidas en arras; asimismo, las infantas leonesas estuvieron al frente de varias tenencias, como Urraca, la Asturiana, o las infantas Sancha y Dulce. Asimismo, se ha documentado un ejemplo en el que una mujer noble, doña Sancha, que se intitulaba infanta porque era hija de Teresa de Portugal y Fernando Pérez de Traba, estuvo al frente de la tenencia de Sarria junto a su esposo, Alvaro Rodríguez y, cuando este falleció en 1167, recibió las tenencias de Allariz y Montenegro.8 En numerosas ocasiones los tenentes delegaban el ejercicio de su cargo a sus familiares o a los miembros de su clientela. Parece que el monarca no participaba en la elección del delegado del tenente, aunque se desconoce si debía aprobar esta delegación. También se desconoce si era el tenente, nombrado por el rey, quien recibía los beneficios que conllevaba el ejercicio del cargo, o si lo hacía su delegado. No podemos aclarar esta cuestión, aunque parece que la delegación por parte de un noble de una tenencia en manos de un hijo o un pariente joven podría estar destinada a aumentar el patrimonio y la influencia política del joven, que estaba comenzando su carrera en la corte. Esto parece suceder en el caso de Vela Gutiérrez, a quien su suegro, el conde Ponce de Cabrera, le delegó el ejercicio de la tenencia de Cabrera en 1149, en el momento en que casó con su 7 MATTOSO, J. Ricos-homens infançoes e cavaleiros. A nobreza medieval portuguesa nos séculos XI e XII, Lisboa, 1985. 8 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, docs. 80, 81.

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hija, Sancha Ponce.9 Asimismo, se desconoce si a cambio de la delegación de la tenencia, el delegado del tenente tenía que entregar una determinada suma; es decir, si el tenente subarrendaba el ejercicio del cargo. No se han conservado datos suficientes para conocer cuál era el mecanismo seguido para nombrar a los tenentes de tenencias dependientes de una macrotenencia, que era dirigida por un tenente general. Se desconoce si el encargado de nombrar a los subtenentes era el propio tenente general, o si lo hacía el rey. Estudiando a los tenentes del reino de León Cristina Jular detectó la asociación de tenencias en manos de un magnate. La profesora defendía que esa asociación dependía de la relación que dicho dignatario mantuviera con el monarca. En efecto, consideramos que fue así y que el rey entregaba en prestimonio a un determinado magnate el gobierno de varias tenencias simultáneamente, pero consideramos que no se puede hablar de asociación de tenencias, sino de una concentración de tenencias en manos de la misma persona. Creemos que no variaba el modo de gobernarlas, sino que, simplemente, estaban dirigidas por el mismo individuo. En realidad, en muchas ocasiones se trataba de tenencias próximas, como sucedía habitualmente en Galicia. En cambio, en otras ocasiones, grandes dignatarios de la corte recibieron de manos del monarca la tenencia de lugares tan distantes como Limia y Extremadura; o la ciudad de Oviedo, León, Toroño y Extremadura. En estos casos, como sucedió con el infante don Pedro de Portugal, creemos que se debe a la intención del rey de blindar el reino en tiempos de guerra, en el caso de las tenencias fronterizas y de entregarle la tenencia de las ciudades simbólicas del reino, con el fin de aumentar su prestigio, poder e ingresos en distintas zonas cruciales para el gobierno del reino. Aún existen grandes puntos oscuros acerca de las condiciones de la entrega de una tenencia a un noble. Si bien las tenencias tenían un carácter beneficial y se entregaban en prestimonio, algunos indicios llevan a pensar que el rey las entregaba por un plazo determinado y, probablemente, pactado con el tenente. En las páginas siguientes trataremos este asunto al analizar la tenencia de Toroño. En 1194 ocupaba esta tenencia el magnate castellano Fernando Núñez de Lara, cuando Alfonso IX firmó el tratado de disolución de las arras de la reina doña Teresa. En él se acordaba que don Alfonso debía entregar la tenencia de los cuatro castillos de Toroño a la antigua reina de León, en cuanto estos quedasen libres de la potestad de

9 Vela aparece como tenente de Cabrera entre 1149 y 1154, QUINTANA PRIETO, A. Tumbo viejo de San Pedro de los Montes, León, 1971, docs. 169, 171, 173 y 178.

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don Fernando Núñez. Esta cláusula invita a pensar que, aunque la concesión de la tenencia dependiera de la voluntad del rey —y, por ello, pudiera nombrar y deponer en cualquier momento al tenente—, existió un pacto en el que se establecía un determinado plazo para el ejercicio del cargo, que no podía ser quebrantado por ninguna de las dos partes. Si alguna de las partes rompía el acuerdo, probablemente tuviera que compensarlo de alguna manera.10 Así, tras perder la tenencia de Toroño, Fernando Núñez recibió otras tenencias gallegas. Sea como fuere, el carácter beneficial de las tenencias tuvo mucho que ver en el aumento de la dependencia de los tenentes respecto a la monarquía y el consiguiente fortalecimiento del poder regio, puesto que eran honores concedidos por el monarca a modo de beneficio o prestimonio temporal o vitalicio que, por un lado, favorecían el aumento patrimonial de los tenentes; pero, por otro, debilitaba el poder de las familias nobiliarias asentadas en el territorio. A pesar de que fue un proceso muy lento, los reyes concedían en ocasiones el gobierno de las tenencias a personajes que no habían tenido vinculación con la zona donde estaba la tenencia, apartando del gobierno de la misma a la familia que la había ostentado durante generaciones. Este fenómeno comenzó a dar sus primeros pasos en los reinados de Fernando II y Alfonso IX, pero todavía predominaba el modelo anterior; es decir que, en líneas generales, los miembros de una familia ocupaban una determinada tenencia durante sucesivas generaciones. No obstante, como advirtieron Portela y Pallares, en la segunda mitad del siglo XII y comienzos del siglo XIII, se aprecia una importante diferencia y es que el ejercicio de las tenencia, por sucesivas generaciones de una familia, no se debía a la patrimonialización del cargo, sino que era el propio rey quien, según su voluntad, otorgaba en beneficio el ejercicio del poder regio en una determinada circunscripción territorial al individuo que consideraran más apto para ello; aunque en ocasiones los sucesivos tenentes estuvieran emparentados. De este modo, los nobles dependían directamente del monarca, lo que le fortalecía, al tiempo que creaba una nobleza de servicio dependiente. Aun así, es posible trazar un mapa del reino en el que se aprecia la predominancia de una determinada familia en cada uno de los territorios del reino, como los Flaínez en el Bierzo, los Cabrera en la tierra zamorana, los Traba en Galicia, o los Vermúdez y los Noreña en Asturias.

10 Nos ocuparemos de este asunto con mayor profundidad al tratar de la tenencia de Toroño, p. 317.

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B) El sistema tenencial leonés El extenso reino de León que heredó Fernando II tras la muerte de su padre estaba conformado por varios territorios con entidad propia, Galicia, Asturias, las ciudades y las tierras de León, Astorga, Toro, Zamora y Salamanca. Pero además de estos territorios heredados, los reyes privativos de León, en su expansión hacia el sur, conquistaron las nuevas tierras de la Extremadura y la Transierra. El distinto origen de estos territorios y el diferente modo de incorporación a la monarquía leonesa provocaron que cada una de estas entidades territoriales poseyera características administrativas particulares. Pero no solo se pueden apreciar notables diferencias en cuanto a la administración territorial, sino también en la categoría de los titulares de las tenencias. Mientras que en los antiguos dominios del reino existe un fuerte arraigo de ciertas parentelas en el ejercicio del poder en una determinada tenencia, en los territorios de nueva incorporación, en los que se estaba desarrollando un sistema de administración del territorio basado en una red de tenencias con una gran importancia defensiva, los monarcas situarían a sus parientes o a los grandes magnates del reino. Claro está que ninguno de estos tenentes tenía ninguna vinculación familiar con estas nuevas tierras, que acababan de ser arrebatadas del dominio del infiel. Sin embargo, tuvieron un importante papel en la repoblación y puesta en explotación de los territorios anexionados. Además, pronto fueron surgiendo poderosos concejos con los que, en ocasiones, los tenentes mantendrían complicadas relaciones. Estas son las principales características diferenciadoras entre los territorios heredados y los conquistados que necesitaron una ambiciosa y necesaria campaña de puesta en funcionamiento que partió de la monarquía y encontró el apoyo necesario para su culminación en la elite aristocrática. Asimismo, los antiguos territorios fueron el escenario de un ambicioso proyecto de creación de una tupida red de villas reales, con las que fortalecer la presencia regia en el territorio. Los monarcas, a pesar de que los concejos regían las villas y de que dependían directamente del poder regio, nombraban un tenente que tenía ciertas peculiaridades debido a las características de la tenencia. Martínez Sopena ha destacado que los tenentes de las nuevas villas no pueden equipararse con los de los antiguos castillos territoriales porque su poder estaba limitado por la autoridad de los concejos. Además afirma que, en ocasiones, los tenentes intentaron adquirir los bienes que el monarca había donado a la villa.11 Precisamente sería la tenen11

MARTÍNEZ SOPENA, P. «Espacios y Poderes: las ‘‘villas nuevas’’ reales al norte del

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cia de la villa el mecanismo que la nobleza utilizó para entrar a formar parte de su gobierno, lo que culminaría con la señorialización, en los siglos bajomedievales.12 Para un mayor conocimiento del sistema de tenencias leonés, sería necesario analizar cada una de ellas a fin de observar su funcionamiento interno y el papel de los tenentes a su frente. Sin embargo, en este trabajo hemos seleccionado determinadas tenencias significativas de cada uno de los territorios que configuran el reino y que, además, mantienen importantes diferencias entre sí, para mostrar la heterogeneidad que imperaba en el ejercicio del control del territorio. Tendremos ocasión de ver tenencias en las que pervivió el fuerte arraigo de la familia condal, mientras que en otras hubo un continuo trasiego de tenentes que no tenían una vinculación previa con la tierra.

a) Principales tenencias y tenentes gallegos En Galicia se registra una multitud de pequeñas tenencias, aunque en ocasiones haya un gran dignatario que está al frente de toda Galicia, como Fernando Pérez de Traba (a quien se denomina Comes Fernandus Galletiae) o su hermano Rodrigo, que confirma como Rodericus in Galletia. Jular afirmaba que no se podía hablar de un gobernador general para todo el territorio gallego; sin embargo, consideramos que los individuos que así fueron denominados acumularon en sus manos el control de las principales tenencias gallegas y, por tanto, controlaban gran parte de Galicia. Así sucedió con el conde Gómez González, que gobernó Trastámara desde el año 1165 y paulatinamente le fueron concedidas otras tenencias como Monterroso, Montenegro y Toroño en 1178, 1180 y 1183 respectivamente. A la muerte de Fernando II el conde Gómez continuaba siendo el personaje más poderoso de Galicia, pues detentaba las tenencias de Trastámara, Limia, Monterroso, Montenegro y Lemos. Alfonso IX mantuvo al conde Gómez al frente de las tenencias de Trastámara, Monterroso, Sarria y Montenegro, casi ininterrumpidamente hasta su muerte en 1200. Durante el tiempo en que el rey estuvo casado con doña Berenguela de Castilla, Gonzalo Núñez de Lara ostentó las tenencias de Trastámara, Monterroso y Lemos (1204-1206). Al frente de la tenencia de Monterroso sería Duero», en El Reino de León en la época de las cortes de Benavente de 1202, Benavente, 2002, pp. 101-113, espec. p. 109. 12 Sobre el papel de la tenencia en las villas reales véase GONZÁLEZ RAMOS, J. I. Villas reales en el reino e León, pp. 87, 209, 322, 472 y 620.

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sustituido por su hermano don Fernando en 1208 y 1209, aunque en 1211 el rey le entregó las tenencias de Trastámara, Limia y Monterroso. Durante el primer lustro del siglo XIII don Rodrigo González, hijo de Gonzalo de Traba, fue el dignatario que mayor poder territorial adquirió gracias a su servicio a la monarquía, pues el monarca le entregó las tenencias de Sarria y Montenegro, que ostentó entre 1211 y 1214. Su primo don Rodrigo Gómez, hijo del conde Gómez, tomaría el relevo de las tenencias que con anterioridad había ostentado su padre. Desde 1213 estuvo al frente de la tenencia de Trastámara, a la que se fueron uniendo paulatinamente las de Monterroso, Sarria y Montenegro hasta 1218, en que llegó al reino de León don Martín Sánches. Para proteger las tierras gallegas de posibles ataques del monarca lusitano, Alfonso IX, entregó las tenencias de Limia, Sarria y Montenegro y, en 1222, le nombró tenente de Toroño, que ostentó hasta su muerte en 1227. Con la llegada de don Martín, don Rodrigo Gómez se vio desplazado de algunas de las tenencias que había ostentado hasta ese momento, pero no perdió el poder territorial que poseía en Galicia, puesto que el rey le concedió el gobierno de la tenencia de Trastámara y sustituyó en algunas ocasiones a don Martín en las de Montenegro y Monterroso, y se mantuvo al frente de ellas, tras la muerte de Martín Sánches. Mientras el infante Pedro de Portugal recibió las tenencias de Limia y Sarria, que tenían gran importancia para la defensa del reino. Si se analiza de manera global el panorama de los tenentes gallegos, se aprecia que durante el reinado de Fernando II los personajes que recibieron el gobierno de las tenencias más importantes de Galicia pertenecían a la familia Traba y había un cierto inmovilismo, pues los tenentes estaban al frente de la misma tenencia durante largos períodos de tiempo, incluso casi vitaliciamente, como el conde Gómez. Durante el reinado de Alfonso IX aparecieron nuevos personajes en escena que no tenían ninguna vinculación patrimonial con Galicia, como Martín Sánches y el infante don Pedro de Portugal, aunque parece que el hecho de entregar las tenencias a estos individuos tenía una clara motivación defensiva. Este comportamiento puede observarse con mayor claridad si enfocamos nuestra mirada en una sola tenencia. Hemos decido analizar el caso de la tenencia de Toroño.

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Principales tenencias gallegas (1157-1230)

PRINCIPALES TENENCIAS GALLEGAS Ciudades

C. Gómez González

C. Gómez González

C. Gómez González

C. Gómez González

C. Gómez González

C. Gómez González

C. Gómez González

C. Gómez González

C. Gómez González

C. Gómez González

C. Gómez González

C. Gómez González

C. Gómez González

1167

C. Ponce

1168

1169

1170

1171

1172

1173

1174

1175

1176

1177

1178

C. Velasco

C. Velasco

C. Velasco

Fernando Ponce

C. Urgel

C. Urgel

Velasco Menéndez/ Fernando Ponce

C. Urgel

C. Urgel

C. Urgel

C. Urgel

Principales tenencias

P. Curvo C. Sancha

C. Álvaro

C. Álvaro

C. Rodrigo

Sarria

Montenegro

C. Gómez González

C. Gómez de Castilla

(1)

C. Gómez González

Rodrigo Álvarez

Rodrigo Álvarez

Rodrigo Álvarez

Rodrigo Álvarez

Rodrigo Álvarez

C. Gonzalo Gómez/ Vermudo Álvarez

C. Rodrigo

Arias Pérez/ Rodrigo Álvarez C. Sancha Rodríguez yFernando tenentes gallegos (1157-1230)

C. Fernando

C. Fernando

Monterroso

Fernando Ponce

Fernando Ponce

C. Gómez de Castilla

C. Gómez de Castilla

C. Gómez de Castilla

C. Gómez de Castilla

Rodrigo Álvarez

Rodrigo Álvarez

Rodrigo Álvarez

Rodrigo Álvarez

Rodrigo Álvarez

Rodrigo Álvarez

Rodrigo Álvarez

C. Álvaro

C. Álvaro

C. Álvaro

Lemos

13:31

1166

P. Curvo

C. Gómez González

P. Curvo

P. Curvo/ Alfonso I Portugal

Toroño

1165

C. Gómez González

Limia

29/11/11

1164

C. Gómez González

1162

Trastámara

1161

1160

Años

Principales tenencias y tenentes gallegos (1157-1230)

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LA PARTICIPACIÓN DE LA NOBLEZA EN EL GOBIERNO…

315

Trastámara

C. Gómez González

C. Gómez González

C. Gómez González

C. Gómez González

C. Gómez González

C. Gómez González

C. Gómez González

C. Gómez González

C. Gómez González

C. Gómez González

C. Gómez González

C. Gómez González

C. Gómez González

C. Gómez González

C. Gómez González

C. Gómez González

Años

1179

1180

1181

1182

1183

1184

1185

1186

1187

1188

1189

1190

1191

1192

1193

1194

Juan Fernández

Juan Fernández

Juan Fernández

Rodrigo Fernández

Juan Fernández

Juan Fernández

C. Gómez González

Vasco Fdez./ Vermudo Álvarez

Vermudo Álvarez

Fernando Núñez/ Gonzalo Pais

Fernando Núñez

Fernando Núñez

Fernando Núñez

Fernando Núñez

C. Gómez González

C. Gómez González

C. Gómez González

C. Gómez González

C. Gómez González

C. Gómez González

C. Gómez González

(2)

C. Gómez González

C. Gómez González

C. Gómez González

C. Gómez González

C. Gómez González

C. Gómez González

Gonzalo Núñez

C. Gómez González

C. Gómez González

Froila R.

Vermudo Álvarez

Gutier Rodríguez

Gutier Rodríguez

Gutier Rodríguez

Principales tenecias y tenentes gallegos (1157-1230)

Vermudo Álvarez

C. Gómez González

C. Gómez González

Vermudo Álvarez

Vermudo Álvarez

C. Gómez González

Sarria

Vermudo Álvarez

Vermudo Álvarez

Vermudo Álvarez

Vermudo Álvarez

Vermudo Álvarez

Vermudo Álvarez

Vermudo Álvarez

Gutier Rodríguez

Fernando Ponce/ Gutier Rodríguez

Lemos

Gonzalo Iohannis/ Arias Pérez/ Fernando Vela

Froila R.

C. Gómez González

C. Gómez González

C. Gómez González

C. Gómez González

Fernando Arias

C. Gómez González

C. Gómez González/ C. Gómez González Gonzalo Núñez

C. Gómez González

C. Gómez González

C. Gómez González/ C. Gómez González Froila R.

C. Gómez González

C. Gómez González

C. Gómez González

Gutier Rodríguez

Gutier Rodríguez

Montenegro

316

C. Fernando

C. Gómez González

Vermudo Álvarez

C. Gómez González

Monterroso

13:31

C. Fernando

C. Fernando/ C. Gómez

Pero Pais

Toroño

29/11/11

C. Velasco

C. Velasco

C. Velasco

Limia

Principales tenencias y tenentes gallegos (1157-1230) (CONTINUACIÓN)

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CUM MAGNATIBUS REGNI MEI

Juan Fernández/ Gonzalo Núñez

Gonzalo Núñez

Gonzalo Núñez

1204

1205

1206

Rodrigo González

Pedro Fernández Castro

Rodrigo Díaz

C. Gómez González

C. Gómez González

C. Gómez González

C. Gómez González

C. Gómez González

C. Gómez González

Rodrigo González

Pedro Fernández

Rodrigo Díaz

C. Gómez González

C. Gómez González

C. Gómez González

C. Gómez González

C. Gómez González

C. Gómez González

Gonzalo Iohannis

Rodrigo González

Gonzalo Núñez

Juan Fernández

Juan Fernández

Juan Fernández

1208

1209

1210

1211

1212

1213

Fernando Fernandes de Bragança

Fernando Fernandes de Bragança

Gonzalo Núñez/ Fernando Fernandes de Bragança

Gonzalo Iohannis

Gonzalo Iohannis

Rodrigo González

1207

Fernando Gutiérrez

Fernando Gutiérrez

Fernando Gutiérrez

Juan Fernández

Juan González

Juan González

Juan González

Nuño Núñez

Nuño Núñez

Gonzalo Núñez

Juan Fernández

Gonzalo Núñez

Gonzalo Núñez

Fernando Núñez

Fernando Núñez

Gonzalo Núñez

Rodrigo González

Rodrigo González

Sancho Fernández

Sancho Fernández

Rodrigo González

Rodrigo González

Rodrigo González

Rodrigo González

Rodrigo González

Sancho Fernández

Sancho Fernández

Rodrigo González

Rodrigo González

Gonzalo Núñez

Gonzalo Núñez

Gonzalo Núñez

Gonzalo Núñez

Gonzalo Núñez

Gonzalo Núñez

Rodrigo González

Gonzalo Núñez Rodrigo González

Gonzalo (3)Núñez

Nuño Núñez

Nuño Núñez

Nuño Núñez

Nuño Núñez

C. Gómez González

Gonzalo Núñez

Gonzalo Núñez

Gonzalo Núñez

C. Gómez González

C. Gómez González

Gonzalo Núñez

Juan Fernández Nuño Núñez Fernández/gallegos Rodrigo González/ Rodrigo González/ Principales tenecias yJuan tenentes (1157-1230) Gonzalo Núñez Diego López Diego López

Gonzalo Iohannis

Gonzalo Iohannis

Gonzalo Iohannis

C. Gómez González

C. Gómez González

C. Gómez González

C. Gómez González

C. Gómez González

C. Gómez González

13:31

Gonzalo Iohannis

Gonzalo Iohannis

Gonzalo Iohannis

1203

C. Gómez González

1200

Gonzalo Iohannis

Gonzalo Iohannis

Gonzalo Iohannis

C. Gómez González

1199

Gonzalo Iohannis

C. Gómez González

1198

Pedro Fernández

Fernando Núñez

Rodrigo González

C. Gómez González

1197

1202

C. Gómez González

1196

Fernando Núñez

29/11/11

1201

C. Gómez González

1195

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LA PARTICIPACIÓN DE LA NOBLEZA EN EL GOBIERNO…

317

Rodrigo Gómez

Rodrigo Gómez

Rodrigo Gómez

Rodrigo Gómez

Rodrigo Gómez

Rodrigo Gómez

Rodrigo Gómez

1224

1225

1226

1227

1228

1229

1230

Infante Pedro

Infante Pedro

Infante Pedro

Martín Sanches

Martín Sanches

Martín Sanches

Martín Sanches

Martín Sanches

Rodrigo Gómez

1223

Martín Sanches

Martín Sanches

Gonzalo Núñez

1221

Juan Fernández

Rodrigo Gómez

Rodrigo Gómez

Rodrigo Gómez

Juan Fernández

Rodrigo Gómez

Martín Sanches

Rodrigo Gómez

Rodrigo Gómez

Rodrigo Gómez

Rodrigo Gómez

Rodrigo González

Sarria

Martín Sanches

Rodrigo Gómez

Rodrigo Gómez

Rodrigo Gómez

Rodrigo Gómez

Rodrigo González

Montenegro

Martín Sanches

Martín Sanches

Martín Sanches

Martín Sanches

Martín Sanches

Martín Sanches

Martín Sanches

Rodrigo Gómez

Rodrigo Gómez

Rodrigo Gómez

Rodrigo Gómez

Rodrigo Gómez

Martín Sanches

Martín Sanches

Fernando Gutiérrez/ Martín Sanches

(4) Gutiérrez Fernando

Gonzalo Núñez

Gonzalo Núñez

Diego y Ramiro Froilaz

Infante Pedro

Martín Sanches

Martín Sanches

Martín Sanches

Martín Sanches

Martín Sanches

Martín Sanches

Martín Sanches

Fernando Iohannis

Martín Sanches

Martín Sanches

Martín Sanches

Martín Sanches

Martín Sanches

Martín Sanches

Martín Sanches

tenecias yJuan tenentes (1157-1230) Fernández/gallegos Martín Sanches Martín Sanches

Juan Fernández

Nuño Núñez

Nuño Núñez

Fernando Gutiérrez

Nuño Núñez

Principales Martín Sanches

Martín Sanches

Martín Sanches

Fernando Gutiérrez

Fernando Gutiérrez

1222

Juan Fernández

1220

Rodrigo Gómez

1217

Rodrigo Gómez

Rodrigo Gómez

1216

Fernando Fernandes de Bragança

Nuño Núñez

Monterroso

Fernando Gutiérrez

Fernando Gutiérrez

Fernando Gutiérrez

Fernando Gutiérrez

Fernando Gutiérrez

Fernando Gutiérrez

Fernando Gutiérrez

Fernando Gutiérrez

Fernando Gutiérrez

Fernando Gutiérrez

Fernando Gutiérrez

Fernando Gutiérrez

Fernando Gutiérrez

Fernando Gutiérrez

Fernando Gutiérrez

Lemos

318

Juan Fernández

Rodrigo Gómez

1215

Fernando Fernandes de Bragança

Toroño

13:31

1219

Juan Fernández

1214

Limia

29/11/11

1218

Trastámara

Años

Principales tenencias y tenentes gallegos (1157-1230) (CONTINUACIÓN)

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CUM MAGNATIBUS REGNI MEI

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13:31

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319

1.

Los tenentes de Toroño La tenencia de Toroño era una de las principales tenencias gallegas por su carácter fronterizo y a su valor estratégico, que la convertía en una tierra codiciada por los reyes de León y por los portugueses. En esta tierra de frontera se ubicaban varios castillos como Soveroso, Tebra, Santa Helena y Entenza que, en determinadas ocasiones, constituyeron una tenencia en sí misma, individualizada de la tenencia de la tierra de Toroño. Si bien es cierto que, en algunas ocasiones, no se puede discernir qué territorios y fortalezas estaban bajo el gobierno del tenente de Toroño.13 Se conservan noticias de hombres mandantes en Toroño desde el siglo XI. Así, sabemos que Alfonso VI le entregó el gobierno de esta tierra a su yerno, don Raimundo de Borgoña, quizá para protegerla de las ansias expansionistas de su hija doña Teresa y de Enrique de Lorena. Tras la muerte de don Raimundo, uno de sus partidarios, el conde Gómez Núñez —que estaba casado con doña Elvira, hija del conde Pedro Froilaz de Traba—, fue nombrado tenente de Toroño. A partir de entonces, los miembros de las sucesivas generaciones de su familia estuvieron al frente de dicha tenencia. Don Gómez Núñez fue denominado conde de Toroño. Gobernó esta tierra durante el reinado de doña Urraca y se mantuvo fiel a Alfonso VII, hasta que lo traicionó pasándose al bando portugués; por lo que la tierra de Toroño comenzó a girar en la órbita portuguesa, hasta que en 1137 se firmó la paz entre Alfonso VII y su primo Alfonso Enríquez. En 1145 don Gómez compartió la tenencia con su yerno Fernando Yáñez,14 que le sucedería tras su muerte. Don Fernando era un poderoso caballero gallego que estaba al frente de la tenencia de Limia desde 1125. Su hijo, Pelayo Curvo, tomó el relevo al frente de las tenencias de Toroño y Limia. Fue en 1149 cuando el emperador le entregó la tenencia de Toroño, además de numerosos bienes situados en aquella tierra. Desde entonces y hasta 1157 aparece en la documentación regia denominado Principe Toronii, o tenens Toronio.15 Tras la muerte de Alfonso VII, don Pelayo permaneció al lado del joven Fernando II, que en septiembre de 1158 le donó varias propiedades en Toroño en compensación por las tierras que había perdido en Portugal, Pro bono servitio quod mihi a puerita fecisti,16 además de mantenerle al 13 Sobre la tierra de Toroño, véase FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, M. Toronium. Aproximación a la historia de una tierra medieva, Santiago de Compostela, 2004, pp. 25-53. 14 Ibíd., p. 93. 15 Ibíd., p. 104. 16 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 9. Pro bono et fide seruicio quod michi de puerita fecisti (…) pro hereditatibus uestris quas in seruicio meo perdidistis quas seculares hereditates uobis (…) rex Portugale inimicus nostrum dextruit.

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frente de la tenencia.17 Desde entonces el dignatario recibió el gobierno de otras tenencias como el opidum de Luto en 1160, cuando Alfonso Enríquez figuraba como tenente de Toroño.18 Parece que el rey portugués se había apoderado de esta tierra fronteriza, pero pronto le fue arrebatada por Fernando II, pues en 1162 estaba de nuevo en sus manos, como destaca la cancillería real: in temporibus illis reinante rex Fernandus apud Toronio et sub manu eius Pelagius Curvus.19 Don Pelayo se convirtió en un hombre habitual en la corte y fiel servidor del monarca que le nombró tenente de Santa María de Lanzada en 1165, al tiempo que se firmaba la paz de Lérez con Alfonso Enríquez.20 A partir de entonces se abre un pequeño paréntesis en que se desconoce quién estaba al frente de Toroño, tal vez porque la zona había sido ocupada por el monarca portugués, que incumplió los acuerdos firmados en Lérez. Hasta 1165 fueron tenentes de Toroño tres generaciones de una misma familia: el conde don Gómez Núñez de manera vitalicia, y, tras él, su yerno y su nieto. Sin embargo, en 1170 se asiste a un cambio cualitativo y es la llegada del conde de Urgel al gobierno de varias tenencias gallegas. Por primera vez en Toroño hubo un tenente que no mantenía ninguna vinculación con la tierra. Tal vez este nombramiento estuvo motivado porque Fernando II necesitaba a un poderoso magnate al frente de este territorio para protegerlo, pues acababa de ser devuelto al rey de León por su suegro, tras el desastre de Badajoz de 1169. El conde de Urgel permaneció al frente de Toroño al menos hasta 1173,21 al mismo tiempo que dirigía la fronteriza tenencia de Limia.22 En 1178 Velasco Menéndez será tenente de Toroño,23 aunque parece que su mandato fue corto, pues es probable que este noble, de origen portugués, regresara a su reino.24 No obstante, a lo largo de 1178 se alternó al frente de la tenencia de Toroño con Fernando Ponce, hijo de María Fernández de Traba.25 En 1180 Fernando II entregó a Pero Pais de Maia la tenencia del castillo de Tenzam, situado en tierra de Toroño, y en 1182 lo nombraría tenente CAMBÓN, S. El monasterio de Santa María de Melón, docs. 17, 18. Ibíd., doc. 19. 19 Ibíd., doc. 24. 20 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 69. 21 Ibíd., doc. 103. 22 Ibíd., doc. 110. 23 Ibíd., doc. 164. 24 FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, M. Toronium, p. 124. 25 GONZÁLEZ, J. Regesta de Fernando II, p. 427. 17 18

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de Toroño.26 Don Pero era nieto de Elvira Pérez de Traba y del conde de Toroño, Gómez Núñez. Probablemente este magnate, que había sido alférez de Alfonso Enríquez, regresó a la tierra de su familia en 1169, cuando el monarca luso reintegró la tierra de Toroño a Fernando II. Es probable que ocupara la tenencia de Toroño con anterioridad a 1180, pero no hemos hallado testimonios documentales que permitan certificarlo. Mientras en 1180 Pero Pais estaba al frente del castillo de Tenzam, otros magnates gobernaban la tierra de Toroño, aunque no podemos discernir qué funciones ni qué jurisdicción tenía cada uno de los tres confirmantes de un diploma por el que don Fernando II dona al obispo de Tuy la mitad de las iglesias de San Andrés de Comesaña y Santa Eulalia de Civizaos, situadas en Toroño. En dicho documento confirman: Rodericus Fernandi in Toronio, confirmat. Petrus Pelagii dictus signifer de Portugal tenens in Tenzam, confirmat. Pelagius Arie de Toronio, confirmat.27 No obstante, algunas noticias dispersas pueden informarnos de qué territorios dominaba cada uno de estos personajes. Está claro que Pero Pais estaba al frente del castillo de Tenzam, mientras que un diploma de 1176 nos informa de que entonces don Juan Arias, hermano de Pelayo Arias, dominaba en San Pelayo de Toroño,28 que tal vez estaba en manos de su hermano en 1180. En cuanto a Rodrigo Fernández, Manuel Fernández afirma que es un Castro, aunque pensamos que se trata del ricohombre leonés Rodrigo Fernández Braolo, que ocupó también la tenencia de Coyanza.29 De ser precisa esta identificación, estaríamos ante el primer ricohombre a quien el monarca entregó la tenencia de Toroño, lo que sería un indicativo del proceso de diversificación de la base social en la que estaba empezando a apoyarse la monarquía leonesa. Don Rodrigo permanecería al frente de Toroño durante todo 1180, pues confirma otro diploma en el que aparece como único tenente de la tierra de Toroño como Rodericus Fernandi de Thoronio, eso sí, acompañado de Pero Pais de Maia, que ocupaba la alferecía leonesa, y Pelayo Arias, que estaba al frente de la tenencia de Tuda, situada también en tierra de Toroño.30 A partir de 1182 parece que el gobierno de Toroño fue entregado a una sola persona, el conde Gómez González de Traba, que estaba al frente de las principales tenencias gallegas.31 26 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, docs. 180-183, 210. 27 Ibíd., doc. 180. 28 Ibíd., doc. 152. 29 SALAZAR ACHA, J. «Los descendientes del conde Ero Fernández», p. 81, y La Casa del Rey de Castilla y León, p. 422. 30 Ibíd., doc. 186. 31 JULAR LÓPEZ-ALFARO, C. Adelantados y Merinos mayores de León, pp. 82-84.

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Tras la muerte de Fernando II, el conde Gómez continuó siendo uno de los principales apoyos de Alfonso IX en tierras gallegas, hasta que, en 1190,32 el monarca nombró tenente de Toroño a Fernando Núñez de Lara, que permanecería al frente de la tenencia hasta julio de 1194.33 Don Fernando tenía bajo su potestad los castillos de Toroño, pues en el tratado de disolución de las arras de doña Teresa se dice que el rey de León debía entregar los cuatro castillos de Toroño —Soveroso, Entenza, Tebra y Santa Helena (castella pro pacto regina)— a Gonzalo Pais, cuando quedasen libres de la potestad de Fernando Núñez.34 Esta frase nos lleva a pensar en qué condiciones tenía don Fernando la tenencia de estos castillos y de la tierra de Toroño. Parece que el rey de León no pudiera cesarle de inmediato de la tenencia de las fortalezas, por lo que nos preguntamos si la concesión de una tenencia se hacía por un período de tiempo determinado y que era inquebrantable por ambas partes. No obstante, cuando don Fernando fue apartado del gobierno de Toroño recibió las tenencias de Lemos y Limia, que, probablemente, le fueron concedidas en compensación por la pérdida de la tenencia de Toroño.35 De ese modo, el portugués Gonzalo Pais se convertía en el tenente de los cuatro castillos. Si el rey de León no pagaba a doña Teresa las compensaciones que se pactaron en el tratado, don Gonzalo debía entregar los castillos a distintos destinatarios, siguiendo un estricto orden; así recayeron en manos de la exreina de León, doña Teresa. No obstante, el tratado de Cabreros establecía que cuando quedasen libres de la potestad de la reina, debían pasar a doña Berenguela, que recibiría también las rentas que hasta entonces cobraba en los castillos doña Teresa.36

GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, docs. 39, 40, 50. Estaría al frente de la tenencia hasta julio de 1194 —GDF, doc. 232—, poco después, en agosto, regresó a Castilla, véase SÁNCHEZ DE MORA, A. Los Lara, pp. 85-96. 33 Fernando Núñez aparece al frente de la tenencia de Toroño hasta el 17 de julio de 1194 (GDF, doc. 232). 34 Et debent dari quattor castella in Toronio in manu G. Pelagii quando fuerint deliberata de potestate comitis F. Nuni, scilicet, Soueroso, Entenza, Tebram et Sancta Helenam et debet illa recepire per portarium regine domne T[arasie] / et debet facere ominium regine. CALDERÓN MEDINA, I. «Las arras de la reina Teresa», doc. 1. 35 SÁNCHEZ DE MORA, A. Los Lara, p. 246. 36 Pero aquellos quatro mil morauedis que la reina dona Berenguela ha auer en Benauenth, et en Villa Franca, et en Ualcarcel, degelos hi el reí de León, mas non de las rendas de la reina dona Taresa, fasta que los quatro castellos de Toronno sean delibrados, et quando librados fueren, aia los e la reina dona Berenguela en aquellas rendas sobredichas en que los ha la reina dona Taresa. CDACL, doc. 1786. 32

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En 1211 Juan Fernández de Limia aparece como tenente castella de Toronio, scilicet Soveroso, Thebram et Sancta Helenam.37 Este magnate gallego, que había permanecido fiel a don Alfonso IX desde comienzos de su reinado, recibió el gobierno de los castillos de Toroño, que pertenecían a la reina doña Teresa, cuando estaba a punto de explotar el conflicto entre la exreina de León y su hermano, Alfonso II de Portugal. En 1217 se vuelven a tener noticias de las fortalezas de Toroño. Entonces, Alfonso IX donó numerosas propiedades en dicha tierra a sus hijas, Sancha y Dulce, y estableció que recibieran los castillos Entenza, Soveroso, Sanctaenia et Tevura si su madre muriera antes que ellas, y que los tuvieran durante toda su vida, del mismo modo que los tenía doña Teresa.38 Al margen de los tenentes de los castillos de Toroño, se desconoce quiénes fueron los tenentes de la tierra, hasta que 1204 se documenta a Nuño Núñez como tenente Toronio, que permanecerá en el cargo hasta 1206.39 Tras él, el rey nombraría a Juan González, que regiría la tenencia entre 1208 y 1210. Pero a partir de entonces se abre una etapa en la que los tenentes tendrían mandatos muy cortos. Así, Juan Fernández de Limia estaría al frente de la tenencia en 1211, mientras que Fernando Gutiérrez ocuparía el cargo en 1213. Entre 1214 y 1215 Nuño Núñez fue de nuevo tenente de Toroño, aunque sería relevado en 1216 por Fernando Gutiérrez; sin embargo, retomaría la tenencia en 1218, y fue sustituido en 1219 por Juan Fernández de Limia. Este constante trasiego terminará en 1221, cuando Alfonso IX entregue la tenencia de Toroño al portugués Martín Sánches,40 que la ostentaría hasta su muerte en 1227.41 Sin embargo, cuando don Martín tuvo que dirigir una expedición militar contra Alfonso II de Portugal, delegó la tenencia de Toroño a su vasallo don Rodrigo Gómez. Tras la desaparición de don Martín, el rey nombró tenente de Toroño a Fernando Iohannis, hijo de Juan Fernández de Limia. A lo largo de estas líneas hemos querido destacar la evolución de la tenencia de la tierra de Toroño desde el siglo XI, en que todavía prevalecía el fuerte poder condal vitalicio ostentado por Gómez Núñez, la paulatina transformación de la tenencia en el reinado de Alfonso VII, años en los GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, doc. 275. Preterea concedo et confirmo quod si mater earum regina donna Theresa premortua eis fuerit, castra que ipsa tenet, scilicet, Entenza, Soveroso, Sanctaenia et Tevura ad eas devolvantur in tota vita sua sine contradictione qualibet possidenda, eo modo quo de aliis castris supradictum est. Ibíd., doc. 342. 39 Ibíd., docs. 137-194. 40 AYALA MARTÍNEZ, C. DE. Libro de privilegios de la Orden de San Juan, doc. 233. 41 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, docs. 417-514. 37 38

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que se asienta en la tenencia la familia del conde, si bien se ejercía por nombramiento del monarca. Así continuó durante el reinado de Fernando II en que, a pesar de que fueron varios miembros de la misma familia quienes ocuparon la tenencia, no lo hacían por una patrimonialización del cargo, sino dependiendo de las relaciones que mantuvieran con el monarca. El carácter fronterizo de esta tierra y los continuos conflictos con Portugal motivaron que, durante los últimos años del reinado de Alfonso IX, cambiara de manos constantemente y fuera entregada a tenentes que no habían tenido ninguna relación previa con esa tierra.

b) Los tenentes de Asturias Aunque las Asturias tenían una gran fragmentación interna se registra un tenente general para todo el territorio.42 Durante el reinado de Alfonso VII el conde Suero Vermúdez estuvo al frente de Asturias hasta su muerte en 1138. Tras su desaparición, su sobrino Pedro Alfonso tomó el relevo al frente de las numerosas tenencias asturianas: Luna,43 Teverga,44 Tineo,45 Gozón,46 Salcedo47 y las Asturias de Oviedo,48 entre otras.49 Esta acumulación de tenencias motivó que confirmara en numerosas ocasiones como comes Petrus in Asturias o imperante in Asturias. Sin embargo, entre 1154 y 1164, sería doña Urraca, hija de Alfonso VII, quien estaba al frente la tenencia de Asturias. Tras la muerte de Urraca, la Asturiana, el conde don Pedro fue tenente de Asturias y conservó la tenencia hasta 1169.50 En 1170 confirma como tenente de Asturias el conde Alfonso. Probablemente se trate del conde Alfonso Ramírez, sobrino de María Froilaz, la viuda de Pedro Alfonso. Mientras, el conde Armengol de Urgel estaba al

42 Cristina Jular ha destacado la complejidad administrativa de Asturias, JULAR LÓPEZALFARO, C. Adelantados y Merinos mayores de León, p. 68. 43 FERNÁNDEZ FLÓREZ, J. A. Otero de las Dueñas, doc. 236. In Luna et in Vadabia et in Asturias. 44 FLORIANO, A. Colección de Belmonte, docs. 170, 171 (junio 1162). 45 Detentó esta tenencia en 1146, pero volverá a hacerse cargo de su dirección en 1167. Ibíd., doc. 196. 46 LLORENTE, F. Colección de San Vicente de Oviedo, doc. 459 (diciembre 1168). 47 FLORIANO, A. Colección de Belmonte, doc. 201 (1 octubre 1170). 48 En 1139 había dirigido esta tenencia, pero de nuevo el rey se la otorgaría en 1170. Ibíd., doc. 199. 49 BARTON, S. The aristocracy, p. 273. 50 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 99.

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frente de las tenencias de Asturias de Oviedo51 y Noreña.52 El conde Alfonso fue tenente de Asturias hasta 1172, en que fue sustituido por Rodrigo Fernández que la ostentó hasta 1173, cuando fue relevado por Gutierre Suárez.53 Poco tiempo después, en 1176, don Álvaro Díaz de Noreña recibió la tenencia de Asturias, que regentaría hasta 1178;54 aunque fue sustituido momentáneamente por Fernando Vela,55 hijo de Vela Gutiérrez, el primo de Pedro Alfonso.56 Tras don Álvaro el rey nombró tenente de Asturias al conde Gonzalo, que lo sería hasta 1180. En 1183 Fernando II concedió la tenencia de Asturias al castellano Fernando Rodríguez de Castro, que la ostentó hasta 1185.57 A su cese, se abre un período de gran movilidad al frente de la tenencia, pues en el año 1186 se registran tres tenentes: Gutiérrez Rodríguez,58 el conde Pedro59 y Froila Ramírez,60 que permanecería en el cargo hasta 1187.61

Ibíd., doc. 184. Ibíd., doc. 184. 53 GONZÁLEZ, J. Regesta de Fernando II, p. 187. 54 Era hijo de Diego Abregón. Durante la década de los años setenta se asiste al encumbramiento de este magnate, que recibirá de manos del rey numerosas tenencias: a las de Siero y Laviana, que había ocupado su padre, se unirán las de Cabrales, Caso, Aguilar, Ponga, Amieva, Maliayo y Oviedo, que gobernará hasta 1203, convirtiéndose así en uno de los magnates asturianos más poderosos de las cortes de Fernando II y de Alfonso IX. Véase FERNÁNDEZ SUÁREZ, A. Orígenes y ascensión de un linaje nobiliario asturiano, p. 260. 55 CDACL, doc. 1603. 56 Pedro Alfonso era hijo de Alfonso Vermúdez y Vela Gutiérrez lo era de su hermano Gutiérrez Vermúdez. 57 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, docs. 198, 213. 58 GONZÁLEZ, J. Regesta de Fernando II, p. 187. 59 Ibíd., docs. 55, 56, 57. RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 230. 60 Ibíd., docs. 58, 59, 60, 61. CDACL, doc. 1660. 61 MARTÍNEZ, M. Cartulario de Carracedo, doc. 98. 51 52

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Principales tenencias asturianas

Principales tenencias asturianas

Tenencias vinculadas a los Vermúdez

Tenencias vinculadas a los Noreña

Durante los primeros compases del reinado de Alfonso IX hubo una gran alternancia al frente de la tenencia de Asturias. Así, Pedro García de Lerma la ostentó desde febrero hasta mayo de 1188,62 cuando fue sustituido por Ponce Vela, que hasta entonces había permanecido al frente de Asturias de Tineo,63 a las que se unirían Gozón y Cabezón.64 Todas ellas habían sido gobernadas con anterioridad por algunos miembros de su familia paterna: los Vermúdez. En mayo de 1189 el rey entregó la tenencia de Asturias a Froila Ramírez,65 que la ostentaría durante todo ese año, hasta que en 1190 regresó a la corte leonesa García López de Haro, y el monarca le concedió la tenencia de Asturias, que ostentaría junto a Gonzalo Núñez de Lara.66 Tras esta experiencia en la que dos magnates castellanos compartieron la tenen-

62 63 64 65 66

GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. II, doc. 6. Ibíd., docs. 5, 9. Ibíd., docs. 10, 14. Ibíd., doc. 22. Ibíd., docs. 34, 36.

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cia de Asturias, el monarca volvería a concedérsela a Ponce Vela,67 que fue relevado al frente de la misma por el conde Fernando Núñez de Lara, hermano de don Gonzalo. No obstante, en junio de 1191 le sustituyó Pedro Fernández de Castro, que además era el mayordomo del rey de León.68 Tenentes de Asturias Tenentes

C. Suero Vermúdez

-1138

Infanta Urraca

1154-1164

C. Pedro Alfonso

1164-1169

C. Alfonso

1170-1172

Rodrigo Fernández

1172-1173

Gutierre Suárez

1173

Álvaro Díaz de Noreña

1176-1178

C. Gonzalo

1178-1180

Fernando Rodríguez de Castro

1183-1185

Gutierre Rodríguez

1186

C. Pedro Alfonso

1186

Froila Ramírez

67 68

Años

Tenentes de Asturias

1186-1187

Pedro García de Lerma

1188

Ponce Vela

1188

Froila Ramírez

1189-1190

García López de Haro/Gonzalo Núñez de Lara

1190

Ponce Vela

1190

Fernando Núñez de Lara

1190-1191

Pedro Fernández de Castro

1191

Fernando Núñez de Lara

1192

Froila Ramírez

1193

Pedro Fernández de Castro

1194

Gonzalo Núñez de Lara

1195

Sancho Álvarez

1196

Gonzalo Núñez de Lara

1198

Fernando Núñez de Lara

1199-1200

Rodrigo Pérez de Villalobos

1203

CDACL, doc. 1690. Ibíd., doc. 45.

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Tenentes de Asturias (CONTINUACIÓN) Tenentes

Diego López de Haro Tenentes

Años

de Asturias

Rodrigo Pérez de Villalobos Pedro Fernández de Castro Infante Sancho Fernández

1204-1206 1206-1211

(2)

1211-1213 1213-1219

Gonzalo Núñez de Lara

1219-1221

Álvar Pérez de Castro

1221-1223

Infante Pedro Sanches

1223-1224

Rodrigo Gutiérrez de Orbaneja

1226

Ordoño Álvarez de Noreña

1226-1228

Pero en 1192 la tenencia de Asturias fue ocupada de nuevo por un castellano, el conde Fernando Núñez que Lara,69 aunque al año siguiente el conde Froila Ramírez confirmaría como tenente de Asturias. El conde ostentó la tenencia de Asturias junto a la del Bierzo a lo largo de todo ese año, hasta que en febrero de 1194 fue sucedido por Pedro Fernández de Castro, que sería relevado en 1195 por Gonzalo Núñez de Lara.70 A lo largo de 1196 Sancho Álvarez fue tenente de Asturias.71 Por entonces, el rey de León mantenía un enfrentamiento bélico con Alfonso VIII, que culminaría con una paz en la que se establecía que el rey de León debía entregar en arras a doña Berenguela los castillos de Asturias, entre otros. En este contexto parece que ambos monarcas estuvieron de acuerdo en el nombramiento de los hermanos Núñez de Lara como tenentes de los territorios asturianos. Así, en 1198 don Gonzalo aparece como tenente de Asturias,72 y en 1199 como tenente arras regine de Asturias.73 Asimismo, el conde Fernando Núñez recibió la tenencia de los castillos de Aguilar, Gozón, Ventosa, Buanga, Oviedo, Santa Cruz de Tineo y Tudela.74 La elección de ambos magnates no fue casual, ya que el pacto firmado por los monarcas establecía que los tenentes de los castillos debían ser vasallos del rey de Castilla. Estos nobles además habían mantenido con anterioridad estrechas vinculaciones con esta tierra y habían tenido buenas relaciones con

69 70 71 72 73 74

GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. II, doc. 51. DOMÍNGUEZ SÁNCHEZ, S. Colección de Carvajal, doc. 77. Ibíd., doc. 101. GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. II, docs. 112, 114, 115, 116, 117, 118, 120, 121. Ibíd., doc. 137. Ibíd., doc. 135.

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el monarca leonés. Así, en 1199 y hasta 1200 Alfonso IX le concedió a Fernando Núñez la tenencia de Asturias,75 mientras permanecía al frente de los castillos de las arras que conservaría hasta 1207.76 Sin embargo, entre 1200 y 1207, el rey de León entregó la tenencia de Asturias a sucesivos dignatarios que la ostentarían durante breves períodos: en 1203 Rodrigo Pérez de Villalobos confirmaba como tenente de Asturias,77 mientras que entre junio de 1204 y enero de 1206 era Diego López de Haro quien ocupaba el cargo.78 Tras la salida del reino del señor de Haro, el rey de León volvió a confiarle la tenencia de Asturias a Rodrigo Pérez de Villalobos, que la ostentaría hasta 1211.79 Tras su cese hubo una gran alternancia al frente de esta tenencia. Así, en 1211 el monarca se la otorgó por tercera vez a Pedro Fernández de Castro, que la ostentó hasta que salió del reino en 1213. El infante Sancho Fernández le tomaría el relevo y la detentaría hasta 1219, cuando el rey se la concedió a Gonzalo Núñez de nuevo. En 1221 Alfonso IX nombró tenente de Asturias a Álvaro Pérez de Castro, que la tuvo junto a León y Extremadura hasta 1223,80 en que el monarca se la concedió, al infante Pedro de Portugal,81 que la tuvo durante poco tiempo, pues entre noviembre de 1224 y marzo de 1226 Rodrigo Gutiérrez de Orbaneja signa como tenente de Asturias.82 En 1228 el rey le entregó la tenencia a Ordoño Álvarez, hijo de Álvaro Díaz de Noreña, que además ostentaba las tenencias que habían estado vinculadas a su familia.83 Si se analiza la larga lista de tenentes de Asturias, es posible apreciar que al frente de la macrotenencia de Asturias hay una gran movilidad durante los reinados de Fernando II y Alfonso IX, y que fue ocupada en varias ocasiones por magnates que no habían mantenido ninguna relación con aquellas tierras. Sin embargo, si se observan los tenentes de las diferentes tenencias del territorio asturiano, se aprecia que hubo una gran continuidad de sucesivas generaciones al frente de cada una de ellas. Así, los Noreña estuvieron al frente de las tenencias orientales asturianas durante los reinados de ambos monarcas, mientras los Vermúdez dominaban la parte occidental. 75 76 77 78 79 80 81 82 83

Ibíd., doc. 136. Se trata de las tenencias de Siero de Asturias y Siero de Riaño. GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. II, doc. 178. Ibíd., docs. 184-202. Ibíd., docs. 204-275. Ibíd., docs. 405-435. GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. I, p. 349. Ibíd., docs. 445-450. Ibíd., doc. 521.

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c) Los tenentes de la Extremadura La Extremadura era la banda defensiva más importante del reino y por ello los tenentes a los que los monarcas entregaron el gobierno de esta tenencia eran grandes magnates experimentados en la guerra, los más poderosos del reino; puesto que además de la Extremadura poseían los importantes cargos palatinos, como la alferecía o la mayordomía, y otras tenencias destacadas. Fernando II se intituló por primera vez reinante en la Extremadura en octubre de 1162, pero habrá que esperar hasta 1167 para documentar a un tenente de Extremadura: el conde Armengol de Urgel. No obstante, y a pesar de que hasta ese momento no se documenta un tenente para toda la Extremadura, sí se registran tenentes de los principales asentamientos de esta tierra, como Salamanca. Así, desde 1156 Ponce de Cabrera estaba al frente de la tenencia de la ciudad, que ostentó hasta el conflicto surgido en 1161 con el concejo de la ciudad por la repoblación de Ciudad Rodrigo. Tras la pacificación del conflicto, Fernando II entregó la tenencia de Salamanca a Fernando Rodríguez, el Castellano, que la ostentaría desde 1163 hasta 1173.84 Probablemente el rey le entregó la tenencia de la Extremadura al conde de Urgel por su poderío militar, que ya había mostrado en la conquista de Alcántara. Ese mismo año fue sustituido por don Gómez González de Traba, que fue nombrado tenente de la Extremadura.85 En agosto de 1174, el rey le entregó la tenencia al conde Velasco.86 Solo un mes antes de la firma de este diploma, el conde Velasco signaba como tenente de Limia y el conde Alfonso lo hacía como tenente de Ciudad Rodrigo y Salamanca;87 parece que el monarca no había designado a un tenente para la macrotenencia extremadurana, pues a lo largo de 1176 continúan apareciendo tenentes de algunos de los principales núcleos urbanos, como Salamanca, cuyo tenente era el conde Gómez,88 y en 1177 el conde don Alfonso reaparece como Adephonsus comes in Ciuitate et Salamantica.89

GONZÁLEZ, J. Regesta de Fernando II, p. 189. DOMÍNGUEZ SÁNCHEZ, S. Monasterio de la Vega, doc. 70. 86 Ibíd., doc. 71. 87 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 139. 88 MARTÍN, J. L. Documentos de los archivos catedralicio y diocesano de Salamanca, doc. 66. 89 GONZÁLEZ, J. Regesta de Fernando II, doc. 35. 84 85

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Es en 1178 cuando se documenta de nuevo un tenente de la Extremadura, que sería el conde Velasco,90 que, en agosto de 1179, sería sustituido por don Sancho, el hermano del rey de Aragón —Sancius in Extremadura regis Aragoniensis germanus—, que estaría al frente de la tenencia hasta enero de 1180.91 Hay que esperar a 1184 para documentar de nuevo a un tenente de Extremadura, aunque durante este período entre 1181 y 1183 se registra al conde de Urgel como tenente de Salamanca.92 En 1184 sería el conde Velasco el encargado la Extremadura.93 En 1186 Fernando II le entregó el gobierno de esta tenencia al castellano Pedro García de Lerma.94 Tras el verano de 1187 fue sustituido por el cuñado del rey, don Diego López de Haro,95 que estaría al frente de esta tenencia hasta el fallecimiento del monarca. Tras superar los primeros momentos del reinado, Alfonso IX otorgó la tenencia de la Extremadura en el mes de mayo de 1188, al conde Fernando Ponce, que ostentaba otras como Zamora y Benavente. Estas últimas habían sido dirigidas por varios miembros de su familia desde los tiempos del emperador, al igual que la Extremadura, que había ostentado su padre, el conde Ponce de Cabrera. Mientras, Vasco Fernandes de Soverosa ocupaba la tenencia de Salamanca.96 En el mes de junio el rey entregaría al conde Fernando Ponce la tenencia de Transierra,97 que ostentó hasta 1189,98 cuando Alfonso IX nombró tenente de la Extremadura a su primo, Pedro Fernández de Castro, que acababa de llegar al reino de León.99 El castellano estuvo al frente hasta que, en noviembre de 1190, fue sucedido por otro castellano, García López de Haro, que acababa de regresar a León.100 Pero lo haría por poco tiempo ya que pronto fue sustituido por Fernando Ponce, que volvía a la tenencia que había ocupado con anterioridad. Permanecería en el cargo durante todo el año 1191, en que don Alfonso dio

090 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 166. 091 Ibíd., docs. 170, 171, 174. 092 MARTÍN, J. L. Documentos de los archivos catedralicio y diocesano de Salamanca, docs. 80-85. 093 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 210. 094 CDACL, docs. 660, 1168, 1169. 095 CDACL, doc. 1675. 096 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. II, docs. 5, 6, 7. 097 Ibíd., docs. 10, 14, 16, 20. 098 Ibíd., doc. 23. 099 Ibíd., docs. 32, 33, 34, 36, 37. 100 Ibíd., doc. 38.

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un importante cambio a su política, firmando la paz de Huesca a través de la que se alió con el monarca portugués y el aragonés para combatir juntos a Alfonso VIII de Castilla.101 En este contexto bélico era necesario cubrir la tenencia de la Extremadura con un magnate experimentado y conocedor del territorio; tal vez, por ello, el rey entregó de nuevo la tenencia a don Fernando Ponce. No obstante, a comienzos de 1192, Alfonso IX nombró como tenentes de la Extremadura a Gutierre Rodríguez y su hijo. Es la primera ocasión en la que hay dos hombres al frente de la tenencia;102 pero sería momentáneamente ya que en octubre de 1192 regresó el poderoso Pedro Fernández de Castro.103 El rey aún necesitaba a un gran magnate al frente de la tenencia estratégica. Don Pedro fue tenente de la Extremadura hasta que salió del reino de León y fue sustituido por Fernando Fernández.104 En 1195, mientras los castellanos preparaban una gran campaña contra los musulmanes, tres hombres se sucedieron al frente de la tenencia de la Extremadura: Martín López,105 Fernando Fernández106 y Rodrigo Pérez. Tras la batalla de Alarcos el rey de León nombró a Juan Núñez tenente de la Extremadura, aunque de nuevo se aprecia un rápido relevo entre los magnates que la dirigieron, pues en septiembre de 1197 el rey se la entregó a Gonzalo Núñez de Lara,107 y solo un año después, en el verano de 1198, se la concedió a Ponce Vela,108 que la ostentaría hasta el mes de diciembre de ese mismo año. Entonces don Alfonso se la otorgó de nuevo a Rodrigo Pérez de Villalobos,109 al que además concedió las tenencias de Zamora y Toro, en lo que parece un intento del monarca por blindar las fronteras del reino, encargando el gobierno de varias tenencias fronterizas al mismo magnate.

101 102 103 104 105 106 107 108 109

Ibíd., Ibíd., Ibíd., Ibíd., Ibíd., Ibíd., Ibíd., Ibíd., Ibíd.,

docs. 39, 45, 46, 48, 50, 51, 52, 53. doc. 57. docs. 58, 59, 60, 71, 74. doc. 81. doc. 87. docs. 88, 95. doc. 106. docs. 114, 115, 116. docs. 120, 121.

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Tenentes de la Extremadura Tenentes

Años

C. Armengol de Urgel 1167 C. Gómez González de Traba 1173 C. Velasco 1174 C. Velasco 1178 Sancho, hermano del rey de Aragón 1179-1180 C. Velasco 1184 Pedro García de Lerma 1186 Diego López de Haro 1187 Fernando Ponce, el menor 1188 Pedro Fernández de Castro 1189-1190 García López de Haro 1190Fernando Ponce, el menor 1190-1191 Gutierre Rodríguez y su hijo 1192 Pedro Fernández de Castro 1192-1194 Fernando Fernández 1194 Martín López 1195 Fernando Fernández 1195 de la Extremadura Rodrigo Tenentes Pérez de Villalobos 1195 Juan Núñez 1196 Gonzalo Núñez de Lara 1197 Ponce Vela 1198 Rodrigo Pérez de Villalobos 1198 Gonzalo Núñez de Lara 1199 Rodrigo Pérez de Villalobos 1199-1203 Pedro Fernández de Castro 1204 Lope Díaz de Haro 1206 Fernando Fernandes de Bragança 1206-1208 Nuño Froilaz 1208 Fernando Fernandes de Bragança 1208-1210 Rodrigo Vermúdez 1210 Fernando Fernandes de Bragança 1210-1211 Gonçalvo Mendes de Sousa 1211 Pedro Fernández de Castro 1211 Álvar Díaz 1213 Infante Sancho Fernández 1214-1218 Álvar Pérez de Castro 1221 Fernando Gutiérrez 1221 Álvar Pérez de Castro 1222 Infante Pedro Sanches 1223-1230

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Pero solo unos meses después, en marzo de 1199, el monarca volvió a situar al frente de la Extremadura a don Gonzalo Núñez de Lara,110 aunque sería solo momentáneamente, pues en el mes de abril le concedió la tenencia de Asturias111 y entregó la Extremadura a Rodrigo Pérez de Villalobos.112 En 1201 don Rodrigo todavía confirmaba como tenente Extrematuram propter Salamancam.113 Continuó al frente de la tenencia extremadurana durante largo tiempo114 y en 1203 el rey le concedió la tenencia de la Transierra.115 Pero, cuando en 1204 don Pedro Fernández de Castro regresó a León el rey apartó al señor de Villalobos del gobierno de la Extremadura para situar en él a don Pedro, que, además, había mantenido estrechas relaciones con los musulmanes y podría ser un gran defensor y gobernante de esta tierra.116 Sin embargo, en 1206 tras la firma del tratado de Cabreros, don Pedro salió del reino de León, mientras que arribaban a aquellas tierras Diego López de Haro y su hijo, Lope Díaz, que se habían enfrentado con el monarca castellano. Entonces Alfonso IX entregó la tenencia de la Extremadura a don Lope Díaz, que la ostentó hasta julio de 1206.117 En este momento regresó a la corte leonesa don Fernando Fernándes de Bragança, que ya había estado al frente de dicha tenencia con anterioridad. La dirigió de nuevo hasta febrero 1208, en que el monarca se la entregó a don Nuño Froilaz que permaneció al frente de la tenencia durante unos meses, hasta junio de 1208;118 cuando el rey de nuevo le entregaría el gobierno de la tenencia al portugués Fernando Fernandes de Bragança, que la ocuparía hasta junio de 1210.119 Entonces y momentáneamente, el monarca otorgó la tenencia a Rodrigo Vermúdez,120 ya que en agosto de ese mismo año, restituyó al señor de Bragança al frente de la Extremadura.121 En esta ocasión el magnate portugués ocuparía la tenencia hasta septiembre de 1211, cuando al estallar el conflicto entre doña Teresa y su hermano Alfonso II de Portugal, varios magnates lusos se dirigieron a León en busca del apoyo de su

110 111 112 113 114 115 116 117 118 119 120 121

Ibíd., Ibíd., Ibíd., Ibíd., Ibíd., Ibíd., Ibíd., Ibíd., Ibíd., Ibíd., Ibíd., Ibíd.,

doc. 123. doc. 128. docs. 129, doc. 151. docs. 152, docs. 174, docs. 184, docs. 204, docs. 220, docs. 231, doc. 263. docs. 266,

130, 134, 140, 143, 145, 146, 147, 150. 154, 176, 185, 206, 224, 234,

155, 179, 187, 208, 225, 247,

156, 182. 189, 210. 226, 248,

270, 271, 275.

159, 160, 162, 165, 168, 169, 170, 171, 172, 173. 190, 193, 194. 229. 250, 253.

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monarca. Alfonso IX le concedió la tenencia de la Extremadura a Gonçalvo Méndes de Sousa, principal apoyo de doña Teresa de Portugal.122 Pero don Gonçalvo permanecería en el cargo poco tiempo, pues en noviembre de 1211 don Pedro Fernández de Castro regresó al frente de la tenencia de la Extremadura,123 mientras que Fernando Fernandes de Bragança fue nombrado alférez y tenente de Limia. En 1213 Álvaro Díaz aparece como tenente de Alba de Tormes y la Extremadura,124 mientras Pedro de Castro estaba al frente de León y Asturias. Se desconoce el tiempo que don Álvaro dirigió la Extremadura, ya que no hay noticias de ningún tenente hasta 1214, en que fue nombrado el infante Sancho Fernández, hermano de Alfonso IX, que además recibió la alferecía y otras destacadas tenencias como León y Zamora.125 Con el nombramiento de don Sancho Fernández se vivió una etapa de estabilidad en tenencia de la Extremadura. En 1217 don Sancho delegó el ejercicio de sus cargos a su hijo Fernando Sánchez,126 pero en 1218 don Sancho lo retomó.127 Existe una laguna documental que impide conocer la identidad del tenente de la Extremadura entre 1218 y febrero de 1221, en que don Álvar Pérez de Castro aparece al frente de la tenencia.128 En septiembre de ese mismo año sería relevado por el alférez Fernando Gutiérrez,129 aunque en 1222 Álvaro Pérez vuelve a confirmar como tenente de la Extremadura.130 Tras él, en 1223, se abriría una larga etapa en la que la Extremadura estuvo en manos del infante portugués don Pedro Sanches, quien recibió de manos del rey de León la mayordomía y las principales tenencias del reino como la Extremadura, Transierra, León, Asturias, Salamanca, Toro, Zamora, Limia, etcétera. En los momentos de mayor tensión bélica para el reino, el infante recibió las principales tenencias fronterizas en un claro intento por proteger el reino, poniendo las tierras estratégicas en manos de un poderoso individuo. Tras repasar la larga lista de los tenentes de la Extremadura se advierte que todos ellos pertenecían a las parentelas aristocráticas más prestigiosas del reino o a la familia real. No hay un tiempo establecido de permanencia al frente de este cargo, ya que dependía de la voluntad del rey; no obs122 123 124 125 126 127 128 129 130

Ibíd., Ibíd., Ibíd., Ibíd., Ibíd., Ibíd., Ibíd., Ibíd., Ibíd.,

doc. 277. doc. 282. doc. 296. docs. 313, 317, 318, 319, 321, 325, 326, 329, 334, 336, 339, 342. docs. 346, 347, 348, 349. docs. 360, 362, 363. doc. 406. doc. 410. doc. 417.

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tante, es posible apreciar que en los tiempos en los que había tensión con los reinos vecinos, el magnate nombrado tenente de la Extremadura permanecía en el cargo durante largos períodos; mientras que se documentan otras etapas, de relativa calma, en las que hubo una constante alternancia en la tenencia. Todos y cada uno de los tenentes eran veteranos y, por lo tanto, expertos en el combate, ya que el gobierno de este complejo territorio requería dirigentes con ese perfil. Asimismo, hemos destacado que en la mayor parte de las ocasiones y sobre todo durante el reinado de Alfonso IX, el tenente que dirigía la Extremadura estaba también al frente de otras tenencias fronterizas del reino y los cargos palatinos, generalmente la mayordomía. Seguramente el monarca utilizó esta estrategia para blindar el reino poniendo la defensa de las fronteras en manos de un destacado magnate.

d) Las tenencias del territorio legionense Se trata de un extenso y heterogéneo territorio en el que se localizan numerosas tenencias de muy diversa índole. Cristina Jular ha documentado ciento siete tenencias de distinta naturaleza, entre las que se encuentran las de las villas reales de Benavente, Mansilla; las de las ciudades de León y Zamora; otras tenencias de extensas comarcas como Sanabria, Cabrera, el Bierzo y fortalezas como las Torres de Coyanza y León. Para tener una visión más precisa de la administración territorial, sería necesario analizar individualizadamente cada una de las comarcas del territorio leonés. Durante los últimos años se han realizado numerosos estudios locales sobre la Tierra de Campos,131 León,132 los montes Torozos,133 el territorio de Astorga,134 la tierra de Alba, el valle de Fenar135 y el Bierzo.136 Recientemente MARTÍNEZ SOPENA, P. La Tierra de Campos Occidental. MONTENEGRO VALENTÍN, J. «Merinos y tenentes en el ‘‘territorium legionense’’: una aportación al estudio de la organización territorial de los reinos occidentales», en Anales de la Universidad de Alicante. Historia Medieval, n.º 12, 1999, pp. 153-169. 133 REGLERO DE LA FUENTE, C. M. Los señoríos de los montes Torozos. De la repoblación al Becerro de las Behetrías (siglos X-XIV), Valladolid, 1993. 134 SÁNCHEZ BADIOLA, J. J. «Organización y jerarquización del territorio astorgano (siglos IX-XIII)», Astorica, n.º 16, 2000, pp. 11-62. CABERO DOMÍNGUEZ, C. Astorga y su territorio en la Edad Media (siglos IX-XIV). Evolución demográfica, económica, social, políticoadministrativa y cultural de la sociedad astorgana medieval, León, 1995. 135 SÁNCHEZ BADIOLA, J. J. «Organización territorial y señorialización en el valle del Fenar (siglos XI-XVI)», Estudios Humanísticos. Historia, n.º 1, 2002, pp. 119-147. 136 Ibíd., «El territorio berciano durante la Alta y la Plena Edad Media», Tierras de León, vol. 40, n.º 114, 2002, pp. 73-94. DURANY, M. La región del Bierzo en los siglos centrales de la Plena Edad Media, 1070-1250, Santiago de Compostela, 1989. 131 132

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García Ramos ha analizado la red de nuevas villas establecida por Fernando II y Alfonso IX, incluyendo un estudio de las tenencias de cada una de ellas,137 además se han publicado estudios extensivos de gran parte del reino.138 Todos ellos han analizado el sistema de tenencias en cada uno de estos territorios. Desde otra perspectiva, distintos autores han estudiado las principales parentelas nobiliarias del reino, incluyendo el papel como tenentes que cada uno de sus miembros desempeñó en las tenencias vinculadas a sus familias.139 Hemos seleccionado la tenencia del Bierzo para analizar cómo la nobleza participó en la gestión del territorio por delegación real porque es un territorio bien definido y del que se han conservado numerosos datos, que permiten conocer a sus tenentes. Al frente del Bierzo había un tenente general del que dependían los tenentes de otras tenencias. Es un territorio de gran complejidad por la presencia de importantes villas jacobeas y poderosos centros monásticos; además de los bienes del Infantazgo y un cuantioso patrimonio regio, que será entregado en ocasiones a las reinas de León. 1.

Los tenentes del Bierzo Mercedes Durany ha analizado el proceso de ocupación y ordenación del espacio berciano durante los siglos plenomedievales, en los que tuvo una gran repercusión el desarrollo del Camino de Santiago, que se tradujo en un importante aumento demográfico y económico.140 Sánchez Badiola ha destacado, que desde la llegada de la dinastía navarra a León, el Bierzo experimentó un importante proceso de fragmentación interna,141 aunque se mantuvo la unidad gracias a un modo de administración jerarquizada, GONZÁLEZ RAMOS, J. I. Villas reales en el reino e León. SÁNCHEZ BADIOLA, J. J. El territorio de León en la Edad Media. Poblamiento, organización del espacio y estructura social (siglos IX-XIII), 2 vols., León, 2001. 139 MARTÍNEZ SOPENA, P. «El conde Rodrigo y los suyos», «La casata de Alfonso Díaz». PORTELA, E. y PALLARES, C. «El grupo de los Traba». LÓPEZ SAN GIL, J. L. La nobleza altomedieval gallega. La familia Froilaz-Traba. GARCÍA ÁLVAREZ, R. «Los Arias de Galicia». SALAZAR ACHA, J. «Los Velas», «Los descendientes del conde Ero Fernández», «El linaje castellano de los Castro». CANAL SÁNCHEZ PAGÍN, J. M. «La Casa de Haro en León y Castilla», «La casa de Cameros en Castilla y León durante el siglo XII». CALLEJA PUERTA, M. El conde Suero Vermúdez. FERNÁNDEZ-XESTA, E. Un magnate catalán. SÁNCHEZ MORA, A. Los Lara. TORRES SEVILLA, M. Linajes nobiliarios en León y Castilla. BARTON, S. The aristocracy. 140 DURANY, M. La región del Bierzo, pp. 21-42. 141 Así, se distinguen en el Bierzo varias unidades territoriales: Villanueva, Ponferrada, Villafranca, Molinaseca, Bembibre, Bierzo, Ulver, Ancares, Boeza, Aguilar, Valcárcel, Ribera y Losada. 137 138

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mediante la implantación del sistema de merindades y tenencias.142 Además, afirma que durante el reinado de Alfonso VII, se fijó el sistema de tenencias y se vinculó el ejercicio de las mismas a los Flaínez. En las siguientes páginas queremos observar en qué medida fue de esta manera. Encontramos a Ramiro Froilaz por primera vez al frente de una tenencia berciana en 1130, cuando aparece como Imperante castello de Ulver Ramiro Froilaz.143 A partir de entonces don Ramiro irá recibiendo otras tenencias, como Valdeorras,144 en 1136, el castillo de Aguiar y Astorga en 1137.145 En 1139 confirmará como imperante Ulver et Berizo,146 y en 1145 será tenente del Bierzo y Valdeorras.147 El conde Ramiro conservó el gobierno de estas tenencias hasta la muerte del emperador.148 Con la llegada de Fernando II al trono leonés, el conde permanecería al frente de estos territorios.149 Así, en septiembre de 1159 confirma como tenente Bergidum et de manu eius, Petrus Pelagi, tenente de Ulver.150 Esta delegación de la tenencia se documenta hasta 1164, cuando aparecen bajo la potestad del conde Ramiro, Pedro Peláez y su hermano Rodrigo, como tenentes de Ulver.151 Poco tiempo después, en 1166, mientras el conde estaba al frente de la tenencia del Bierzo, delegó la de Ulver a Pedro Pérez y Rodrigo Peláez.152 En 1162 era tenente de Villafranca junto a Fernando Rodríguez et sub illis Pelagio Barragán et Pelagio de Bayona;153 asimismo, Ramiro Froilaz sería tenente de Villabuena et medietatem de Villafranca.154 El conde Ramiro fue el gran señor del Bierzo hasta su muerte. Tras su desaparición y por primera vez después de cincuenta años, hubo un relevo al frente de la tenencia del Bierzo. En 1172 el monarca se la otorgó a Fernando Rodríguez, villico eius Fernando Paterno Tollente eiusdem iura.155 Pero ese mismo año aparecen dos tenentes al frente de la tenencia del BierSÁNCHEZ BADIOLA, J. J. «El territorio berciano», p. 145. QUINTANA PRIETO, A. Tumbo viejo de San Pedro de los Montes, doc. 135. 144 Ibíd., doc. 149. 145 Ibíd., doc. 153. 146 Ibíd., doc. 155. 147 Ibíd., doc. 162. 148 En 1155 es denominado: Consule domino Ramiro in Berizo. Ibíd., doc. 183. 149 Ibíd., doc. 191. 150 Ibíd., docs. 191, 193, 196. 151 Ibíd., doc. 197. Comite Ramiro tenente Bergidum et de manu eius Petro Pelagii et fratre suo Rodericus tenentibus Ulver. 152 Ibíd., docs. 202, 204. 153 Ibíd., doc. 194. 154 Ibíd., doc. 201. 155 Ibíd., doc. 205. 142 143

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zo, se trata de Gutierre y Fernando Rodríguez.156 Durante ese año don Fernando sería también tenente de Villabuena. No obstante, en 1175 fue sustituido por el conde Gómez, et de manu eius Ordoño Alvitiz tenente Ulver,157 aunque su mandato fue efímero, pues en 1176 el monarca otorgaría la tenencia del Bierzo a Pedro Vela.158 Don Pedro recibiría otras tenencias bercianas como Aguilar, sub manu eius Ordonius Alviti et Fernando Gargallo.159 Tras Pedro Vela se ocuparía de la tenencia del Bierzo su hermano, Fernando Vela, et de manu eius Rodericus Petri tenente de Ulver.160 Con él se abre una etapa de efímeros mandatos y constantes relevos al frente de la tenencia del Bierzo, que será ocupada durante unos meses por el conde Velasco,161 en 1178, y, posteriormente, por el conde Alfonso Ramírez, hijo de Ramiro Froilaz;162 hasta que en 1180 de nuevo el Bierzo fue entregada al conde Velasco.163 Pero, en 1182, el conde Alfonso regresó a la tenencia, comite Alfonso tenente Bergidum et Iorres, et de manu eius Roderico Petri tenente Ulver et Petro Froyle tenente Aguiar.164 Tras un período de cierta estabilidad en la tenencia del Bierzo, en enero de 1186 el rey situó al frente del Bierzo al magnate portugués Vasco Fernandes de Soverosa,165 que también recibió la tenencia de Astorga, que conservaría hasta febrero de 1187.166 Tras la muerte del monarca leonés, el señor de Soverosa continuó al frente de la tenencia del Bierzo, además recibió la tenencia de Ulver, que delegó en Viviano Menendi.167 En 1188 Alfonso IX le otorgó la tenencia de Salamanca,168 y en 1189 confirma como Tenens Bergidum cum Roureda.169 Tras él, y por un corto período, el rey entregó la tenencia del Bierzo170 y Villafranca171 a Pedro García de Lerma, que estaba casado con una nieta FERNÁNDEZ FLÓREZ, J. A. Otero de las Dueñas, doc. 237. QUINTANA PRIETO, A. Tumbo viejo de San Pedro de los Montes, doc. 212. 158 Ibíd., doc. 213. 159 Ibíd., doc. 214. 160 Ibíd., docs. 216, 217. 161 Puede tratarse de Vasco Fernandes de Soverosa, pero no podemos asegurarlo. 162 Ibíd., doc. 219. 163 Ibíd., doc. 223. 164 Ibíd., docs. 227, 231. 165 CDACL, doc. 1660. 166 CDACL, doc. 1668. 167 QUINTANA PRIETO, A. Tumbo viejo de San Pedro de los Montes, docs. 233, 235. 168 CAVERO DOMÍNGUEZ, G. Colección catedral de Astorga, doc. 889. GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. 2, docs. 5, 6, 9, 13, 24, 21. 169 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. 2, doc. 23. 170 Ibíd., doc. 31. 171 Ibíd., doc. 25. 156 157

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del conde Ramiro Froilaz.172 Pero poco tiempo después sería sustituido por su tío Froila Ramírez, et de manu eius Petro Rodreriquiz. Villicus eius Iohannes Abellori.173 En los años sucesivos el monarca le concedió la tenencia de Villafranca y Valcárcel,174 que ostentó hasta la primavera de 1194. Entonces, tras la firma del tratado de disolución de la reina Teresa en el que se establecía que Alfonso IX debía entregarle a su exesposa una tierra por valor de cuatro mil maravedíes, situada entre Ciudad Rodrigo y León o entre León y Lugo, el monarca le donó a doña Teresa tierras del Bierzo y le concedió la tenencia de Villafranca,175 que ostentó desde 1195 hasta 1250.176 Además de esta tenencia, la reina recibió las rentas de otras localidades como Valcárcel y Vadeorras que, posteriormente, recibirían sus hijas. En 1197 el rey le entregó la importante tenencia del Bierzo a su primo, Pedro Fernández de Castro,177 que además fue tenente honores Valcarceris et sub eo Lupus Menendi.178 No obstante, en 1198, tras la salida del reino del magnate, el rey volvió a confiar la tenencia del Bierzo al conde Froila Ramírez;179 aunque sería por poco tiempo, ya que ese mismo año Ponce Vela sería nombrado tenente del Bierzo y Villamor.180 No obstante, en diciembre de 1199 fue sustituido por Rodrigo Pérez de Villalobos,181 yerno de Froila Ramírez,182 que se mantuvo al frente de la tenencia hasta 1206.183 Durante un largo período no se registra a ningún magnate que ostente la tenencia del Bierzo, hasta que en 1211 Alfonso IX se la entregó de nuevo a Pedro Fernández de Castro.184 El castellano permaneció al frente de la te-

172 Estaba casado con Sancha Ponce hija de Sancha Ponce, hija de Ponce de Minerva y Estefanía Ramírez, la hija de Ramiro Froilaz. 173 QUINTANA PRIETO, A. Tumbo viejo de San Pedro de los Montes, docs. 238, 241. GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. 2, docs. 45, 47, 50. MARTÍNEZ, M. Cartulario de Carracedo, doc. 127. 174 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. 2, docs. 34, 36, 38, 49, 50, 53, 54. MARTÍNEZ, M. Cartulario de Carracedo, docs. 123, 124. 175 MARTÍNEZ, M. Cartulario de Carracedo, doc. 130. 176 Ibíd., doc. 451. 177 QUINTANA PRIETO, A. Tumbo viejo de San Pedro de los Montes, doc. 251. MARTÍNEZ, M. Cartulario de Carracedo, vol. I, docs. 135, 136, 137, 138. 178 Ibíd., docs. 139, 140. 179 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. 2, doc. 112. 180 Ibíd., docs. 121, 130. 181 MARTÍNEZ, M. Cartulario de Carracedo, doc. 151. 182 Don Rodrigo estaba casado con Teresa Froila, hija de Froila Ramírez. 183 MARTÍNEZ, M. Cartulario de Carracedo, docs. 159, 160, 161, 163, 165, 166, 169, 172, 173, 174, 178, 182, 194, 195, 196, 198. 184 MARTÍNEZ, M. Cartulario de Carracedo, docs. 226, 230, 231.

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Tenentes del Bierzo Tenentes

Años

Ramiro Froilaz

1139-1172

Fernando Rodríguez

1172

Gutierre/Fernando Rodríguez

1172

Pedro Vela

1176

Fernando Vela

1177

C. Velasco

1178

C. Alfonso Ramírez

1179

C. Velasco C. AlfonsoTenentes Ramírez

1180

del Bierzo1182

Vasco Fernandes de Soverosa

1186-1189

Pedro García de Lerma

1189

C. Froila Ramírez

1190

Pedro Fernández de Castro

1197

C. Froila Ramírez

1198

Ponce Vela

1198-1199

Rodrigo Pérez de Villalobos

1199-1206

Pedro Fernández de Castro

1211-1213

Marín Pérez

1214

Álvaro Díaz

1214

Martín Sanches

1218

nencia hasta 1213, cuando el monarca le concedió la tenencia del Bierzo y Ulver al concilio de Ponferrada;185 aunque en 1214 se registra a Martín Pérez como tenente.186 Tras él, ese mismo año, se documenta como tenente del Bierzo a don Álvaro Díaz.187 Habrá que esperar a 1218 para conocer a un nuevo tenente del Bierzo:188 Martín Sanches, que recibió esta tenencia junto a la de Limia. Mientras don Martín estuvo al frente del territorio, su medio hermana doña Teresa continuaba siendo tenente de Villafranca. Después del portugués no se registra al tenente del Bierzo, en cambio aparecen asiduamente en la documentación los tenentes de Astorga, Villafranca, Valcárcel, etcétera. Estos indicios nos llevan a pensar que, tal vez, 185 186 187 188

Ibíd., doc. 237. Ibíd., doc. 248. GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. 2, doc. 300. Ibíd., doc. 360.

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la fragmentación interna se desarrolló en gran medida en el período que estudiamos; además el monarca potenció el crecimiento de las villas reales y de su poder en la gestión del territorio, lo que parece desembocar en la desaparición de un gran tenente para todo el territorio y la potenciación de las villas en las que, además del Concejo, el rey nombraba a un noble como tenente. Si revisamos la lista de tenentes del Bierzo y de otras tenencias menores situadas en la misma región, se observa que mayoritariamente son miembros de la familia Flaínez. No obstante, se puede observar el proceso de transformación de la administración territorial emprendido desde la monarquía. Se aprecia la evolución desde el gobierno del todopoderoso conde del Bierzo, hasta la alternancia de tenentes no vinculados con el territorio. Sin embargo, este proceso fue lento y progresivo, ya que la presencia de los Flaínez en el territorio era enorme. Durante toda su vida pública el conde Ramiro fue el señor del Bierzo; tras él, varios de sus descendientes recibieron este honor, como sus hijos Alfonso y Froila Ramírez, o los esposos de sus nietas Pedro García de Lerma y Rodrigo Pérez de Villalobos. Pero resulta llamativo que ninguno de los hijos varones de Froila Ramírez, como Nuño o Ramiro Froilaz, recibieran el gobierno de estas tenencias. Entre los tenentes del Bierzo también se hallan los hermanos Pedro y Fernando Vela, nietos del conde Ponce de Cabrera, que había mantenido también estrechas relaciones con el territorio berciano puesto que había sido tenente de Ulver,189 cuando al parecer estaba casado con una Flaínez. Durante el reinado de Alfonso IX, además del fortalecimiento de las villas reales, se observa una mayor alternancia al frente de la tenencia del Bierzo, que, en numerosas ocasiones, fue concedida a individuos que no tenían ninguna vinculación previa con estas tierras, como Martín Sanches o Pedro Fernández de Castro. Tal vez estos nombramientos estaban relacionados con el beneficio económico que conllevaba la tenencia, ya que el rey debía compensar los importantes apoyos que recibió de estos magnates en momentos clave de su reinado. A pesar de ello, aún se detecta en tierras bercianas el predominio de los Flaínez. Afortunadamente las fuentes conservadas han permitido conocer numerosos datos sobre la administración territorial del Bierzo, los tenentes y sus delegados; así como la red de funcionarios regios. En las páginas anteriores hemos querido recoger, además de los nombres de los tenentes, los de aquellos en los que delegaban su cargo, y otros subordinados, que cumplían importantes funciones, como el vilico.

189

QUINTANA PRIETO, A. San Pedro de los Montes, doc. 190.

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En realidad podemos observar la administración jerárquica que se aplicó en el Bierzo como subrayaba Sánchez Badiola. Del tenente de la macrotenencia dependían otros subtenentes como los de Ulver, o Aguiar; así en 1182 aparece: comes Alfonso tenente Bergidum et Iorres, et de manu eius Roderico Petri tenente Ulver et Petro Froyle tenente Aguiar.190 Además, la gestión administrativa del Bierzo fue sumamente compleja, ya que paralelamente se fueron cruzando los distintos planos de la administración territorial: el merino real, los merinos del tenente general o sus tenentes, los merinos de la reina, los de los grandes monasterios bercianos etcétera. Así, por ejemplo en 1202 se documenta la presencia del merino de rey, Martín Perez y sub manu eius Martino Domiquiz;191 o actuando juntos el merino del rey y el de la reina;192 además de los vilicos de los tenentes generales y subtenientes.193 Durante el reinado de Alfonso IX se asiste al fortalecimiento de los poderes concejiles, a los que se otorga incluso la tenencia de importantes lugares como el Bierzo. En 1200 los concejos de Bembibre y Ponferrada aparecen como tenentes del Bierzo. Tras analizar los tenentes que estuvieron al frente de las tenencias de Toroño, Asturias, Extremadura y el Bierzo, se observa en cada una de ellas la paulatina evolución del proceso de fortalecimiento del poder real en la administración territorial del reino. Hemos observado cómo se parte de un estadio en el que aún pervivía el poder de las familias condales en determinadas zonas del reino y la progresiva implantación de tenentes que no pertenecían a dichas familias; con lo que se lograba un incipiente debilitamiento del poder de las antigua nobleza condal y se promociona el nombramiento de tenentes que no tuvieran una relación patrimonial ni familiar con el territorio, lo que indica que se estaba avanzando hacia la creación de una nobleza de servicio, dependiente de la monarquía.

II. Curia, Cortes y la nobleza leonesa Durante los reinados de Fernando II y Alfonso IX se experimentó una evolución en los órganos de gestión del reino, en el sistema de toma de decisiones y en la participación del estamento nobiliar en la política real. Ibíd., docs. 227, 231. MARTÍNEZ, M Cartulario de Carracedo, doc. 171. 192 Ibíd., doc. 177. 193 Sobre esta compleja red administrativa véase SÁNCHEZ BADIOLA, J. J. «El territorio berciano», pp. 152-157. 190 191

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Se asiste a una ampliación y diversificación de la base social que participa en la curia, y que conducirá al nacimiento de las Cortes con representación ciudadana, que se fortalecerán durante los siglos bajo medievales. En verdad, la aristocracia magnaticia comenzó el período teniendo, junto a la jerarquía eclesiástica, la exclusividad en la curia regia pero, con el discurrir del tiempo, otros grupos sociales, pertenecientes a una escala nobiliar inferior y a la burguesía, comenzaron a formar parte tímidamente de las instituciones de poder y a participar en el consilium regis. Carlos Estepa ha definido el período que va de 1157 a 1230 como una etapa de transición.194 Ciertamente, durante los reinados de Fernando II y Alfonso IX se experimenta una aceleración en la evolución política del reino y en la participación de la aristocracia en la toma de decisiones. La evolución política de las instituciones vivida en este período ha sido estudiada exhaustivamente. El debate se abrió en el siglo XIX, cuando a la sombra de las Cortes de Cádiz de 1812, numerosos autores vieron en la Curia de 1188 el nacimiento de la representación democrática. Pero estas afirmaciones decimonónicas han sido matizadas en numerosas ocasiones. A partir de la década de los sesenta del siglo XX se intensificó el estudio de la Curia y las Cortes de León y se publicaron numerosas obras, en primer término las de Sánchez-Albornoz, García de Valdeavellano y Nilda Guglielmi.195 Pero el interés por el estudio de este proceso se agudizó en torno a 1988, cuando se conmemoraba el octavo centenario de las llamadas primeras Cortes de León de 1188.196 Entonces aparecieron algunas monografías como la de Evelyn Procter y se celebró un congreso en Burgos en el que uno de los principales asuntos que centró el debate fue la presencia o no de elementos urbanos en la Curia de 1188.197 Tras estas publicaciones y para esclarecer algunos puntos oscuros que aún persistían, Fernández Catón llevó a cabo una exhaustiva crítica diplomática de las diversas fuentes y versio194 ESTEPA DIEZ, C. «Curia y Cortes en el reino de León», en VV. AA. Las cortes de Castilla y León en la Edad Media: Actas de la primera etapa del congreso científico sobre la historia de las cortes de Castilla y León, Burgos de 30 de septiembre a 6 de octubre de 1986, León, 1988, pp. 25-103, espec. p. 26. 195 GUGLIELMI, N. «La Curia Regia en León y Castilla», Cuadernos de Historia de España, n.º 22-23, 1955, pp. 116-267, y n.º 28, 1958, pp. 43-101. 196 Entonces se publicaron numerosas obras sobre esta temática como Las Cortes en Castilla y León en la Edad Media, vols. I y II, Valladolid, 1988, que recogen numerosas contribuciones de los investigadores más destacados. PROCTER, E. Curia y cortes en Castilla y León (1072-1295), Madrid, 1988. Un año antes se había publicado SUÁREZ FERNÁNDEZ L. et ál. León en torno a las cortes de 1188, León, 1987. 197 FERNÁNDEZ CATÓN, J. M. Cortes, Concilios y fueros leoneses. El Reino de León en la Alta Edad Media 1, León, 1988.

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nes de los Decreta de 1188, llegando a importantes y novedosas conclusiones. Ese mismo año se celebró otro congreso en Benavente en el que se estudiaron diversos aspectos de las cortes de 1188. Pero aparte de las denominadas primeras Cortes de 1188, los historiadores han analizado otras que se celebraron en 1202 en Benavente y 1208 en León. O’Callagan ha apostado por la celebración de cortes en 1228 y 1230 en Benavente.198 Todas estas reuniones se enmarcan en el período que los especialistas han establecido como el nacimiento de las Cortes y que abarca desde 1188 hasta 1230. El proceso de introducción de representación urbana en las reuniones de la Curia hay que enmarcarlo en la evolución de la Curia regia y en el fortalecimiento de los Concejos que, debido a su creciente pujanza económica, se convirtieron en el principal recurso del monarca para solventar sus dificultades económicas. Como prestación a este importante apoyo, el rey dio participación a los concejos en las instituciones del reino. A pesar de la trascendencia que tuvo la inclusión de la representación ciudadana en las instituciones del reino, durante el reinado de Alfonso IX aún se celebraron mayoritariamente curias en las que solo participaron magnates laicos y eclesiásticos. Precisamente es la actuación de la nobleza en estas asambleas lo que nos interesa en este trabajo. Por ello, en las siguientes páginas analizaremos las principales curias que tuvieron lugar en León durante los reinados de Fernando II y Alfonso IX. Intentaremos descubrir qué individuos estuvieron presentes, en la medida en que las fuentes nos lo permitan, y qué asuntos trataron. No pretendemos entrar en el debate historiográfico sobre el nacimiento de las cortes leonesas, sino analizar el papel de la aristocracia en la gestión del reino. Carlos Estepa destacaba que el estudio de la curia regia había estado condicionado porque se había elaborado desde una perspectiva que presentaba a la Curia como el preámbulo de las Cortes. Él aportó un nuevo enfoque, pues estudió la evolución de la Curia regis centrándose en sus integrantes. Aunque ciertas conclusiones de su trabajo han sido duramente criticadas, queremos subrayar su gran interés, pues aportó una metodología novedosa, basada en el análisis terminológico de la documentación, y una perspectiva social, que enriqueció el estudio de esta institución medieval.199 En este sentido destacaba la necesidad de estudiar la categoría so198 O’CALLAGAN, J. F. «Una nota sobre las llamadas cortes de Benavente», Archivos Leoneses, 73, 1983, pp. 97-100. 199 Las críticas de Fernández Catón se centraron en reprochar a Estepa la falta de análisis de la transmisión documental de los Decreta de 1188. FERNÁNDEZ CATÓN, J. M.ª La curia regia de León de 1188 y sus Decreta y Constitución, León, 1993, pp. 39-47.

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cial de los participantes en las Curias; por ello, intentaremos descubrir no solo la categoría social, sino qué individuos participaron en cada una de las curias. Son pocas las fuentes apropiadas para reconstruir la lista de los participantes en estas asambleas, porque, en la mayor parte de los casos, no se ha conservado el texto en el que se recogían las disposiciones de las reuniones, ni los cronistas aportan suficiente información sobre los asistentes. Para elaborar reconstrucciones verosímiles recurriremos a las listas de confirmantes emitidas en los momentos previos y posteriores a la celebración de las curias, que pueden aportar una visión aproximada de los participantes en ellas; pues permiten conocer qué nobles estaban en torno al monarca en esos momentos. Somos conscientes de que al utilizar la documentación regia para elaborar la posible lista de asistentes a cada una de las curias, ofrecemos una visión sesgada ya que, como es sabido, habitualmente solo los obispos y los magnates laicos confirman los diplomas de cancillería; los concejos no suelen aparecer, pero sí lo hacen en ocasiones algunos funcionarios regios, como los merinos. En resumen, los confirmantes no nos sirven para certificar la asistencia de elementos no magnaticios, pero sí para identificar a los nobles que participaron en ellas.

A) De la Curia a las Cortes Carlos Estepa ha afirmado que hay que ver las Cortes como el resultado de la evolución de la monarquía feudal y como fruto de una sociedad más avanzada en cuanto a la administración territorial del reino, la fiscalidad regia y la creación de órganos más centralizados.200 Para explicar la evolución de la Curia regia que desemboca en las Cortes, es necesario tener en cuenta dos factores que se estaban experimentando en la segunda mitad del siglo XII. El primero de ellos es el crecimiento de nuevos grupos sociales, que tendrán representación política en las Cortes. Se trata de la incipiente burguesía de las ciudades y de los caballeros villanos, que tuvieron una gran importancia social, sobre todo en la Extremadura. El segundo, es la creación y el fortalecimiento de los concejos, convertidos en importantes entidades políticas. En estos concejos fueron surgiendo hombres buenos que, a pesar de no ser nobles, alcanzaron un importante reconocimiento social y desempeñaron una importante labor política. Estos sectores de la sociedad poco a poco se fueron acercando a 200 ESTEPA DÍEZ, C. «Los orígenes de las Cortes», en El reino de León en la época de las Cortes de Benavente, Zamora, 2002, pp. 181-190.

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la monarquía, hasta integrarse en su consejo y participar en el diseño de la política regia. En busca de los antecedentes del nacimiento de las Cortes, Carlos Estepa ha analizado las reuniones de las curias y los concilios en los que participaban magnates laicos y eclesiásticos, además de otros sectores de la sociedad. Así, destaca el pasaje de la Chronica Adephonsi Imperatoris en que se describe la asamblea reunida con motivo de la celebración de la coronación imperial de Alfonso VII, acaecida en 1135, en la que participaron nobles, obispos y no-nobles. Estepa ha señalado que estos no-nobles podrían ser merinos y jueces de las comarcas y villas más importantes del reino, cuya participación representaría el primer paso de la diversificación de la base social en la que se apoyaba la monarquía leonesa. Afirma también que es probable que en León se hicieran importantes celebraciones con motivo de la proclamación de cada nuevo monarca con una «presencia popular masiva», durante las cuales, probablemente, se celebraba una asamblea en la que el nuevo rey confirmaba los privilegios concedidos por su antecesor.201 Subraya el claro paralelismo entre la celebración de 1135 y los hechos que pudieron desarrollarse en 1188. Aunque sea durante el reinado de Alfonso IX cuando se experimenta la transformación de la Curia a las Cortes, a lo largo del reinado de su padre se aprecian algunos indicios de este proceso de diversificación de la base social de la Curia. Como ha señalado Estepa en varios de sus trabajos sobre el nacimiento de las Cortes, nos interesa estudiar qué tipo de personas participaban en estas reuniones, pero además pretendemos dar un paso más allá, intentando descubrir qué individuos participaron en ellas.202 Hemos elaborado un cuadro en el que se recogen las referencias a las reuniones de la Curia durante los reinados de Fernando II y Alfonso IX y de quienes participaron en ellas.203 En la mayor parte de los diplomas emitidos por el rey Fernando se destaca que las disposiciones fueron tomadas por el monarca, habito consilio cum episcopis et baronibus regni mei,204 cum consilio maiorum curie nostre,205 de consilio curie et nobilium meorum.206 Los confirmantes son nobles y obispos, lo que trasluce que los moESTEPA DÍEZ, C. «Curia y Cortes en el reino de León», p. 30. ESTEPA DÍEZ, C. «Las cortes del Reino de León», en El Reino de León en la Edad Media, I. Cortes, Concilios y Fueros, León, 1988, p. 202. 203 Hemos incluido este cuadro en el apéndice final para no entorpecer la lectura, véase p. 532. 204 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 20. 205 Ibíd., doc. 152. 206 Ibíd., doc. 178. 201 202

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narcas contaron mayoritariamente con el consejo de los magnates laicos y eclesiásticos.

a) El Concilio de Salamanca de 1178 Durante el reinado de Fernando II se registran algunas asambleas en las que además de los elementos magnaticios, participaron otros personajes que, de la misma manera, asesoraban al rey. Estos concilia, como se conocen en la documentación, se celebraron en Salamanca en 1178 y en Benavente en 1181. En realidad, existen pocas noticias de ambas reuniones, aunque se han conservado algunas referencias que permiten reconstruir, en cierta medida, los asistentes y las disposiciones que tomaron. En septiembre de 1178 Fernando II convocó un concilio general en la ciudad de Salamanca: Apud Salamancam conuenientes ego cum aliquantis episcopus et abbatibus conuocatis hinc inde comitibus regni et baronibus et ceteris rectoribus prouinciarum ad tollendum prauas consuetudines et informandam morum rectitudinem.207 Estos «rectores de las provincias» han sido identificados por Estepa como merinos y jueces de los territorios, que no pertenecían a la nobleza magnaticia; por el contrario, Julio González afirma que se trata de los principales tenentes del reino.208 Desafortunadamente no se han conservado las actas de esta reunión, por lo que se desconocen las disposiciones tomadas y los asistentes; en cambio, se han conservado varios diplomas, que hacen referencia a los asuntos tratados en el concilio y que incluyen la lista de confirmantes, lo que permite conocer qué personajes estaban en Salamanca y que, probablemente, participaron en la reunión. Es posible que en esta reunión el rey jurara poner bajo su protección a los monasterios e iglesias del reino. Tal vez, muchas de las instituciones eclesiásticas que se hubieran sentido previamente agraviadas presentaran sus quejas a don Fernando, que emitió diversos diplomas en los que restituía los bienes que les habían sido arrebatados. Esto sucedió con la iglesia de Mondoñedo. El documento que recoge esta restitución fue expedido durante la celebración de la curia o pocos días después, y en él confirman los obispos de Lugo, León, Oviedo, Orense, Astorga; además de Pedro Arias, prior del Hospital, Guido de la Garda, de la orden del Temple, y Pedro Fernández, maestre de la orden de Santiago. En la segunda columna de confirmantes aparecen: el conde Gómez, in Trastámara, el conde Velasco, in 207 208

Ibíd., doc. 166. GONZÁLEZ, J. Regesta de Fernando II, p. 123.

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Extremadura; el conde Fernando Ponce in Limia, el conde Gonzalo, in Asturias; el conde Alfonso [Ramírez], el mayordomo, Gonzalo Osorio; el alférez, Fernando Gutiérrez; y otros personajes sin dignidad condal como Raimundo Álvarez, in Montenigro, Fernando Rodríguez de Benavente, Juan Arias, Nuño Peláez, Pelayo Tabladelo y Petrus Pelagi.209 El orden de los confirmantes es revelador en este diploma ya que quienes encabezan la lista de los laicos son hombres con dignidad condal, a los que siguen el mayordomo y el alférez. Hay que tener en cuenta que en la mayoría de los diplomas de Fernando II, el mayordomo y el alférez del rey encabezan la lista de confirmantes, seguidos de la nobleza condal. Esta circunstancia permite ver el especial interés que tuvo la cancillería por colocar a los confirmantes según su categoría social. En primer lugar los condes, dominantes en vastos territorios, seguidos de los oficiales palatinos y, tras ellos, otros individuos como Pelayo Tabladelo, que no pertenecían a la nobleza magnaticia, aunque permanecieron durante largo tiempo en el entorno regio. Tal vez, el resto de los individuos que signan este diploma y que no hemos logrado identificar pertenecían a una pequeña nobleza local210 (véase cuadro en página siguiente). En esa misma reunión don Fernando donó la heredad de Ferreras a Vermudo Menéndez por los buenos servicios prestados, et rogatu curiae meae, quae me instater pro te rogavit.211 Entre los confirmantes de esta carta facta apud Salamanca mense septembris in celebratione generalis concilii domini regis Fernandi, aparecen los obispos de Oviedo, León, Lugo, Tuy, Mondoñedo, Orense, Astorga, Ciudad Rodrigo, Salamanca, Zamora. En la segunda columna de confirmantes, aparece el conde Gómez en Trastámara y Monterroso, Fernando Ponce en Limia y Cabrera, el conde Gonzalo en Asturias, el conde Alfonso, sine terra, Gonzalo Osorio, Fernando Rodríguez (de Benavente), Álvaro Díaz, Pelayo Tabladelo, Gutierre Sebastián, Suero Menéndez, Fernando González. En la tercera columna signan el conde Velasco en Salamanca y Ciudad Rodrigo, el mayordomo don Pedro, el signifer Gonzalo Osorio, Fernando Gutiérrez, et coram testibus. Además, tras el obispo de Oviedo, signa Gutierre Suárez, maiorino regis in Asturias. Este diploma incluye una larga lista de confirmantes, mayor que en otros emitidos durante la curia de 1178. El número de los obispos es mayor, aunque en esta ocasión no aparecen los maestres de las órdenes mili209 Sospechamos que pudiera tratarse de Pero Pais de Maia, ya que poco tiempo después ocuparía la tenencia de Salamanca, aunque no podemos afirmarlo porque el nombre y patronímico no permiten asegurarlo. 210 GONZÁLEZ, J. Regesta de Fernando II, p. 122. 211 FLORIANO LLORENTE, P. San Vicente de Oviedo, doc. 35.

Lugo, León, Oviedo, Orense, Astorga; además de Pedro el prior del Hospital en Jerusalén, Guido de la Garda, de la orden del Temple, y Pedro Fernández maestre de la orden de Santiago.

Oviedo, León, Lugo, Tuy, Mondoñedo, Orense, Astorga, Ciudad Rodrigo, Salamanca, Zamora.

Oviedo, León, Lugo, Tuy, Mondoñedo, Orense, Astorga, Ciudad Rodrigo, Salamanca, Zamora.

Oviedo, León, Lugo, Tuy, Mondoñedo, Orense, Astorga, Ciudad Rodrigo, Salamanca, Zamora.

Compostela, Oviedo, Astorga, Zamora, Salamanca, Orense, Tuy, Mondoñedo, Ciudad Rodrigo.

1178, sep., Salamanca

1178, sep., Salamanca

1178, sep., Salamanca

1178, oct., 7, Toro

Eclesiásticos

1178, sept., 10, Salamanca

Fechas

Catedral Oviedo, 193

Catedral Oviedo, 194

C. Velasco, C. Gómez, Fernando Ponce, C. Gonzalo, C. Alfonso, Gonzalo Osorio, mayordomo; Fernando Gutiérrez, signifer, Fernando Rodríguez de Benavente, Pelayo Tabladelo, Nuño Peláez, Pedro Captivo, Petrus Pelagi. C. Velasco, C. Gómez, Fernando Ponce, C. Gonzalo, C. Alfonso, Gonzalo Osorio, mayordomo; Fernando Gutiérrez, signifer, Fernando Rodríguez de Benavente, Pelayo Tabladelo, Nuño Peláez, Pedro Captivo, Petrus Pelagi.

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DMGFII, 167

S. Vic., Oviedo, 35

C. Gómez, Fernando Ponce, C. Gonzalo, C. Alfonso, Fernando Rodríguez de Benavente, Álvaro Díaz, Pelayo Tabladelo, Gutierre Sebastián, Suero Menéndez, Fernando González. C.Velasco, Pedro, mayordomo. Gonzalo Osorio, signifer. Fernando Gutiérrez, et coram testibus. Gutierre Suárez, maiorino regis in Asturias.

Documentos

JGFII, 166

Posibles asistentes Concilio de Salamanca de 1178

C. Gómez, C. Velasco; C. Fernando Ponce, C. Gonzalo; C. Alfonso, el mayordomo, Gonzalo Osorio; alférez, Fernando Gutiérrez, Raimundo Álvarez, Fernando Rodríguez de Benavente, Juan Arias, Nuño Peláez, Petrus Pelagi.

Laicos

Posibles asistentes Concilio de Salamanca de 1178

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tares. Entre los confirmantes laicos figuran todos los condes que habían signado el documento referente a Mondoñedo, además de otros como nobles asturianos caso de Álvaro Díaz de Noreña y Gutierre Sebastián, y de otros personajes sin identificar, como Suero Menéndez y Fernando González, que sospechamos pudieran pertenecer a una pequeña nobleza local. Por otro lado, la confirmación del merino del rey en Asturias parece confirmar la teoría de Estepa, que afirmaba que estos funcionarios regios habían comenzado a formar parte de la Curia regia. Además de estos diplomas se han conservado otros emitidos apud Salamanticam, in celebratione generalis concilii,212 que incluyen una lista de confirmantes similar. Solo unos días después de la celebración del concilio, el 7 de octubre de 1178, el rey confirmó todos los privilegios a la catedral de Lugo. En dicho diploma hace referencia al concilio de Salamanca, de esta manera: Ego itaque rex Fernandus inter cetera, que cum episcopis et abbatibus regni nostri, et quampluribus aliis relligiosis, cum comitibus terrarum, et principibus, et rectoribus prouinciarum, toto posse tenenda, statuimus apud Salamanticam.213 Por ello deducimos que en el mismo foro, el obispo de Lugo expuso sus quejas al monarca que decidió confirmarle los privilegios.214 La referencia a los presentes en el concilio de Salamanca es similar a la que aparecía en el documento destinado a la catedral de Mondoñedo y emitido en Salamanca, aunque entre los confirmantes del diploma destinado a Lugo solo aparecen los obispos del reino. Parece que solo ellos acompañaron al rey tras salir de Salamanca y, por tanto, desconocemos qué individuos permanecieron en el entorno regio tras la celebración del concilio y el destino de los magnates que participaron en él. No obstante, todos estos diplomas permiten crear una imagen de los asistentes a este concilio general. Probablemente asistieron a él los obispos, los maestres de las órdenes militares y los principales magnates de la corte, aunque el hecho de que confirmara el merino del rey en Asturias y se incluya la fórmula coram testibus induce a pensar que a este concilio asistieron también elementos no magnaticios.

GARCÍA LARRAGUETA, A. Colección de documentos de la catedral de Oviedo, docs. 193, 194. 213 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 167. 214 En la data de este diploma aparece Data karta apud Taurum, paulo posi celebrationem concilii Salamamice. 212

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b) La Curia de Benavente de 1181 En 1181 se produjo una nueva Curia Plena, celebrada en Benavente. Esta nueva asamblea se celebró en un momento crucial, en que debían tratar importantes asuntos para el reino, tanto para la política exterior, como para la organización interna del territorio. Todos los investigadores están de acuerdo en que la elección del lugar de celebración de esta curia no fue casual, sino que el monarca pretendió impulsar esta nueva villa fundada por él, a la que amplió el fuero en este momento y que, a partir de entonces, adquirió una gran importancia en el reino. Esta Curia se celebró, según Fuentes Ganzo, el 10 de marzo de 1181.215 En dicha reunión se amplió el fuero de Benavente de consilio y provisione procerum curie mee.216 El fuero de Benavente está fechado el día 30 de marzo, varios días después de la celebración de la curia. Los confirmantes del fuero probablemente asistieron a dicha reunión. La curia estuvo presidida por el monarca y su hijo, además de Armengol de Urgel, que en aquellos momentos era el mayordomo. Entre los confirmantes están los obispos de León, Santiago, Lugo, Oviedo, Tuy, Zamora, y Astorga, Salamanca, Orense, Mondoñedo y Ciudad Rodrigo; además de una larga lista de laicos: Fernando Rodríguez de Castro, Armengol de Urgel, el conde Velasco en Limia, el conde Gómez en Trastámara, el conde Gómez de Castilla, Fernando Ponce, el alférez Gonzalo Rodríguez, Gutiérrez Rodríguez, dominante en Benavente, Rodrigo López de Haro, dominante en León, Alfonso López, dominante en Grajal, Rodrigo Fernández, dominante en Coyanza, Pelayo Nicolás, dominante en Villalpando, Pelayo Tabladelo, Fernando Rodríguez de Benavente, Pedro Captivo, dominante in Tedra, y Rodrigo Pérez. Tras los nobles signó Pedro de Areis, prior del Hospital en España. Entre los confirmantes aparecen los principales magnates de la Curia regia además de los tenentes de Benavente, León, y los territorios circundantes a la villa en la que se celebraba la reunión; además de otros nobles como Pelayo Tabladelo, que también había participado en el concilio de Salamanca de 1178. Pocos días después de la celebración de la curia en Benavente, Fernando II restituyó numerosos bienes a la Orden de San Juan de Jerusalén. En dicho diploma, tras los obispos de Compostela, León, Oviedo, Salamanca, Orense, Tuy, Mondoñedo, Zamora, Ciudad Rodrigo, Astorga y Coria, sigFUENTES GANZO, E. Las Cortes de Benavente, p. 98. MARTÍNEZ SOPENA, P. AGUADO SEISDEDOS, V. et ál. Privilegios de la villa de Benavente (siglos XII-XIV), Benavente, 1996, doc. 2. 215 216

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nan Fernando Rodríguez de Castro, el mayordomo, Armengol de Urgel; el conde Velasco, Gómez de Trastámara, el conde Fernando Ponce, Guido, maestre del Temple, Gonzalo Rodríguez el sifnifer, Gutierre Rodríguez, Pedro de Aries, prior del Hospital, Rodrigo López de Haro en León, Rodrigo Fernández en Coyanza, Fernando Rodríguez de Benavente, Pelayo Tabladelo, además de Miguel Sesmiro, Nuño Peláez, Pedro Captivo.217 En esta lista de confirmantes se repiten numerosos personajes, como los principales condes del reino, los oficiales palatinos, y algunos miembros de la pequeña nobleza local; aunque también hay algunas diferencias, sobre todo en los miembros de la nobleza local en la que aparecen algunos individuos que no habían confirmado el fuero de Benavente, como Miguel Sesmiro, pero sí otros que habían estado presentes en el concilio de Salamanca de 1178. Algunos autores han afirmado que en esta reunión participaron ciertos personajes no nobles; sin embargo, las fuentes no permiten avalar esta teoría. En el privilegio a la orden de Santiago el monarca indica que estas disposiciones fueron tomadas quando concilium meum cum meis hominibus feci apud Beneuentum, ubi statum mei regni melioraui et omnes incartaciones mihi accepi et istas ibi confirmaui cum omni suo iure, quod unaqueque illarum obtinere debet.218 Estas frases han permitido hacerse una leve idea de los asuntos que se trataron en dicha reunión, destinados a mejorar el reino. Además se debieron de revocar numerosas incartaciones, para recuperar parte del realengo que el monarca había enajenado, mediante las excesivas donaciones a instituciones religiosas y a laicos. Pero además de esta cuestión, posiblemente en la curia se trataran asuntos destinados a impulsar la fundación de nuevas villas, y fortalecer y ampliar el dominio de las ya existentes, como ha destacado Martínez Sopena. Antes de la ampliación del fuero de Benavente se había fundado Mansilla y, tras la reunión, se puso en marcha la fundación de Mayorga219 y, poco tiempo después, probablemente también la de Coyanza.220 Si observamos 217 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 188. 218 Ibíd. 219 Existen varias hipótesis sobre la data del fuero de Mayorga. Martínez Sopena la ha establecido entre 1181 y 1182. MARTÍNEZ SOPENA, P. La Tierra de Campos, pp. 142, 173. Justiniano Rodríguez afirma que se hizo en noviembre de 1181, unos meses después de las cortes de Benavente. RODRÍGUEZ HERNÁNDEZ, J. «El fuero de Mayorga de Campos», Archivos Leoneses, n.º 85-86, pp. 99-128, espec. p. 104. 220 No se ha conservado el fuero de Coyanza, algunas hipótesis defienden que pudo ser expedido en 1181, mientras que otras apuntan hacia 1184-1185. No obstante, hemos querido destacarlo porque tiene grandes paralelismos, ya que el tenene de Coyanza estuvo pre-

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la lista de confirmantes del fuero de Mansilla, es prácticamente la misma.221 Además, en 1181, el monarca entregó el realengo de Cabreros del Monte al concejo de Villalpando, así como otras tierras que habían pertenecido a la Colegiata.222 Estas donaciones explicarían la presencia del tenente de Villalpando en la curia de 1181. Todas estas actuaciones muy próximas a la celebración de la Curia hacen sospechar que la creación de nuevas villas y el fortalecimiento de las ya existentes fue uno de los temas que centraron el debate de esta reunión. Además, y como ha destacado Martínez Sopena, con estas actuaciones se confirma la voluntad del monarca por recuperar el realengo enajenado, inaugurando así una nueva política que continuará su hijo Alfonso IX. Pero aparte de este importante asunto para el reino, probablemente también se trataron otros relativos a las relaciones con Alfonso VIII de Castilla; pues el 21 de marzo de ese mismo año, unos días después de la Curia, se firmó la paz de Medina de Rioseco, en la que se establecía la frontera entre los reinos. De hecho, muchos de los confirmantes del fuero de Benavente y del privilegio a la Orden de Santiago tuvieron un papel destacado en la firma y mantenimiento de esta paz. Así, los reyes de León y Castilla entregaron los castillos de garantía del tratado al maestre de la Orden de Santiago y al prior del Hospital Pedro de Areis. Entre los confirmantes de este pacto ex parte regis Legionis figuran los obispos de Compostela, Lugo y Oviedo, y entre los laicos: Fernando Rodríguez de Castro, Armengol de Urgel, el conde Velasco, el conde Fernando Ponce, el signifer Gonzalo Rodríguez, Gutierre Rodríguez, Alfonso López, Fernando Rodríguez de Benavente, Rodrigo Fernández, Pelayo Tabladelo; más el canciller real Pelayo de Lauro y Guido, maestre del Temple.223 Tras esta larga nómina, y si comparamos las listas de confirmantes de los tres diplomas, vemos cómo son prácticamente idénticas, por lo que deducimos que todos estos magnates, que probablemente participaron en la curia de Benavente de 1181, fueron los protagonistas políticos de este momento crucial para sente en la Curia de Benavente, al igual que el tenente de Villalpando y ambas villas recibieron un fuerte impulso de la monarquía tras la celebración de esta Curia. 221 El conde de Urgel, el conde Velasco en Limia, el conde Gómez de Trastamara, el conde Fernando Ponce, el conde Gómez de Castilla, Gonzalo Rodríguez, abanderado del rey; dominante en Mansilla, Gutiérrez Rodríguez, dominante en Benavente, Rodrigo López; tenente de León, Rodrigo Fernández de Coyanza, y Alfonso López en Grajal. RODRÍGUEZ FERNÁNDEZ, J. Los fueros del Reino de León, vol. 2, León, 1981, doc. 41. 222 MARTÍNEZ SOPENA, P. «‘‘Sicut fuerat iudicatum inter antecesores meos et tuos’’. Reyes, señores y dominios (1089-1228)», en FUENTES GANZO, E. y MARTÍN, J. L (dirs.), De las cortes históricas a los parlamentos democráticos. Castilla y León, ss. XII-XXI, pp. 79-111. 223 GONZÁLEZ, J. Regesta de Fernando II, doc. 40.

JGFII, 40

DMGFII, 187

DMGFII, 188

Fernando Rodríguez de Castro, C. Armengol, C. Velasco, C. Fernando Ponce, el signifer Gonzalo Rodríguez, Gutierre Rodríguez, Alfonso López, Fernando Rodríguez de Benavente, Rodrigo Fernández, Pelayo Tabladelo. Fernando Rodríguez de Castro, C. Armengol, C. Velasco. C. Gómez, C. Gómez de Castilla, Fernando Ponce, signifer. Gonzalo Rodríguez, Gutiérrez Rodríguez, dominante en Benavente, Rodrigo López de Haro, dominante en León, Alfonso López, dominante en Grajal, Rodrigo Fernández, dominante en Coyanza, Pelayo Nicolás, dominante en Villalpando, Pelayo Tabladelo, Fernando Rodríguez de Benavente, Pedro Captivo, dominante in Tedra, y Rodrigo Pérez. Tras los nobles signó. Fernando Rodríguez de Castro, C. Armengol, mayordomo. C. Velasco, C. Gómez, C. Fernando Ponce, Gonzalo Rodríguez el signifer, Gutierre Rodríguez, Rodrigo López de Haro, Rodrigo Fernández en Coyanza, Fernando Rodríguez de Benavente, Pelayo Tabladelo, Miguel Sesmiro, Nuño Peláez, Pedro Captivo.

Maestre de Santiago, Maestre del Temple, Prior del Hospital, Compostela, Lugo, Oviedo.

León, Santiago, Lugo, Oviedo, Tuy, Zamora, y Astorga, Salamanca, Orense, Mondoñedo y Ciudad Rodrigo. Pedro de Areis, prior del Hospital en España.

Compostela, León, Oviedo, Salamanca, Orense, Tuy, Mondoñedo, Zamora, Ciudad Rodrigo, Astorga y Coria. Guido, maestre del Temple. Pedro de Aries, prior del Hospital.

1181, marzo, 30, Benavente

1181, abril, 30, Benavente

Documentos

1181, marzo, 21, Medina de Rioseco

Laicos

Eclesiásticos

Fechas

Posibles asistentes a la Curia de Benavente de 1181

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el reino, en el que se estaban definiendo las fronteras y fortaleciendo el control regio sobre el territorio de León. Esta parece ser la última gran curia del reinado de Fernando II. Habrá que esperar a 1188 para la celebración de una magna curia que numerosos investigadores han considerado las primeras cortes leonesas.

B) Curias y Cortes en el reinado de Alfonso IX a) 1188. La Curia de León Muchas páginas se han escrito sobre de la celebración de esta Curia en León en 1188. Es sin duda uno de los temas que mayor debate han levantado, no solo por los participantes sino también por las disposiciones que se tomaron en ella. El primero de los asuntos controvertidos fue la fecha de la celebración. Julio González afirmaba que tuvo lugar en el mes de abril,224 pero su opinión fue rebatida. Carlos Estepa ha propuesto la celebración de la curia entre junio y julio de 1188225 y Fernández Catón secunda esta hipótesis.226 Cuando Alfonso IX llegó al trono tuvo que lograr el apoyo de la nobleza para mantenerse en él.227 Por ello, consideramos que solo cuando este proceso de captación de fidelidades culminó, se pudo celebrar la Curia en San Isidoro de León, por lo que estamos de acuerdo con la teoría de Estepa. Otra de las controversias suscitadas fue el número de sesiones que se celebraron para promulgar los decretos y la constitución de 1188. También si el momento de redacción y promulgación de los decreta y la constitución fue simultáneo. Solo la constitución está fechada en el mes de julio de 1188, aunque la mayor parte de los investigadores apuestan por que la curia se celebró en, al menos, dos sesiones. La primera de ellas tendría lugar en el mes de junio y la segunda, probablemente, en los primeros días de julio; en ella, según Fernández Catón, se promulgaron los textos de los decreta y la constitución. Hemos destacado los problemas a los que tuvo que hacer frente Alfonso IX al heredar el trono y la escasa actividad de la cancillería regia

GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. I, p. 46. ESTEPA DÍEZ, C. «Las cortes del Reino de León», p. 210. 226 FERNÁNDEZ CATÓN, J. M.ª La curia regia de 1188 y sus «decreta» y constitución, León, 1993, p. 162. 227 En el apéndice de cuadros de la tercera parte incluimos un cuadro con los confirmantes de los primeros momentos del reinado de Alfonso IX. 224 225

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durante el primer año de reinado. No obstante, intentaremos reconstruir quiénes participaron en esta curia mediante el estudio de las listas de confirmantes de los diplomas emitidos inmediatamente antes y después de su celebración, puesto que ni los decreta ni la constitución incluyen la lista de confirmantes. El rey hizo alusión a la celebración de la curia de esta manera: Aldefonsus, Rex Legionis et Gallecie, cum celebrarem curiam apud Legionem cum archiepiscopo et episcopis et magnatibus regni mei et cum electis civibus ex singulis ciuitatibus.228 Nos interesa conocer qué nobles participaron en estas reuniones. Posibles asistentes a la Curia de León de 1188 Data

Eclesiásticos

Laicos

1188, junio, 17, León

Compostela, León, Oviedo, Astorga, Zamora, Salamanca, Lugo, Mondoñedo, Tuy.

C. Gómez. Fernando, tenente de Benavente y Zamora, Froila Ramírez. Vasco Fernandes. Ponce Vela. Gutier Fernández en Mansilla y Castrotierra. Fernando Arias. Juan Fernández, signifer regis.

Documentos

JGALIX, 9

C o m p o s t e l a , C. Gómez, C. Fernando, Froila JGALIX, 10 L e ó n , O v i e d o , Ramírez, Ponce Vela. Salamanca, Lugo. a la Curia de León de 1188 Posibles asistentes

1188, junio, 27, Carrión 1188, julio, 8, León

Compostela, Oviedo, León, Astorga, Zamora, Salamanca.

C. Gómez, C. Fernando, Pedro García de Lerma, mayordomo; Vasco Fernandez, Froila Ramírez, Ponce Vela. Álvaro Díaz. Gutierre Sebastián. Diego Mazaneda, regis merinus.

JGALIX, 13

1188, julio, 16, Astorga

Compostela, Oviedo, León, Astorga, Zamora, Salamanca, Ciudad Rodrigo, Coria, Lugo, Mondoñedo, Orense, Tuy.

C. Gómez, C. Fernando, Pedro García de Lerma, mayordomo; Vasco Fernandez, Froila Ramírez, Ponce Vela, Gutierre Fernández, tenente Mansilla, Álvaro Díaz. Gutierre Sebastián, Roderico Pérez de Villalobos, Fernando Arias, Juan Fernández, signifer.

JGALIX, 14

Solo se ha conservado un diploma fechado en el mes de junio de 1188 en León. Está confirmado los obispos de Compostela, León, Oviedo, As228 De las distintas versiones de los decreta conservadas, hemos utilizado la edición de Fernández Catón. FERNÁNDEZ CATÓN, J. M.ª La curia regia de 1188, pp. 98-117.

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torga, Zamora, Salamanca, Lugo, Mondoñedo, Tuy, y por los nobles: conde Gómez como tenente de Trastámara, Monterroso, Lemos y Limia; tras él, Fernando, tenente de Benavente y Zamora, Froila Ramírez en Astorga, Sarria y Montenegro. Vasco Fernandes, tenente de Salamanca y Bierzo. Ponce Vela, tenente en Asturias de Tineo y Babia. Gutier Fernández en Mansilla y Castrotierra. Fernando Arias en Castrillo de Vega, y Juan Fernández, signifer regis.229 Probablemente estos magnates, que habían sido fieles a don Alfonso desde la muerte de su padre, participaron en la curia de 1188. Tras salir de León, acompañaron al rey a Carrión, donde se celebró la famosa curia en la que Alfonso IX besó el anillo de su primo Alfonso VIII,230 y, posteriormente, en el mes de julio, regresaron a León para celebrar la segunda sesión de la curia, reunida en el claustro de San Isidoro. Quizá participaron los obispos de Compostela, Oviedo, León, Astorga, Zamora y Salamanca; y los nobles fueron el conde Gómez en Trastámara, el conde Fernando, tenente en Benavente, el mayordomo Pedro García de Lerma, Froila Ramírez, tenente en Astorga, Vasco Fernandes, tenente del Bierzo; Ponce Vela, tenente en Asturias de Tineo, Álvaro Díaz, tenente de Siero y Caso, Gutierre Sebastián, tenente de Cabrales, Diego Mazaneda, regis merinus.231 Todos ellos signan el diploma fechado en León en el mes de julio de 1188. Pertenecían a la alta nobleza asentada en el reino, excepto Diego Manzaneda, merino del rey: lo que de nuevo viene a reforzar la hipótesis que Carlos Estepa defiende sobre la introducción de los funcionarios regios en la curia. Solo unos días después en Astorga, mientras el rey se dirigía a Galicia, confirmó varios privilegios de la catedral de Santiago. En este caso el diploma está suscrito por una larga lista de personajes. Además de los que signaron el diploma anterior, rubrican los obispos de Ciudad Rodrigo, Coria, Lugo, Mondoñedo, Orense, Tuy, y entre la lista de confirmantes laicos figuran también Velasco Fernandez, Gutiérre Fernández, tenente de Mansilla y Castrotierra; Rodrigo Pérez, tenente de Villalpando, la mitad de Toro y Mayorga; Fernando Arias, tenente de los castillos de Toroño de Tuda et Ententiam, y el signifer Juan Fernández. La gran coincidencia de personajes que confirman los diplomas emitidos por la cancillería regia entre junio y julio de 1188 lleva a pensar que probablemente estos dignatarios eran, al GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, doc. 9. Ibíd., doc. 10. Este diploma está confirmado por los obispos de Compostela, León, Oviedo, Astorga, Zamora, Salamanca, Lugo, Mondoñedo y Tuy. Entre los laicos signaron el conde Gómez, el conde Fernando, Froila Ramírez, Ponce Vela. 231 Ibíd., doc. 13. 229 230

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menos, una parte importante de los que participaron de la curia de 1188. En verdad, entre ellos no aparece ningún individuo que pertenezca a los representantes de los concejos; pero, a pesar de ello, no ponemos en duda su presencia en esta reunión, como admite la comunidad científica, porque somos conscientes de que estas listas de confirmantes solo permiten hacerse una idea aproximada de quiénes pudieron participar y porque lo habitual era que solo los grandes magnates signaran los diplomas de cancillería. Carmen Carlé y Carlos Estepa han planteado la posibilidad de que esta curia tuviera muchas similitudes con la asamblea celebrada en 1135, con motivo de la coronación imperial de Alfonso VII, en la que participaron los obispos y los magnates del reino y en la que hubo una gran presencia popular. Suponemos que en el caso de Alfonso IX pudo suceder algo similar. Es probable que, tras lograr el apoyo masivo de la nobleza y la jerarquía eclesiástica, el rey celebrara un evento de estas características en el que todas las fuerzas del reino, entre las que estarían los concejos, le reconocieran como nuevo monarca de León. En esta curia Alfonso IX sentó las bases de su gobierno. La polémica ha rodeado a los textos que emanaron de la reunión, ya que no se ha conservado el original, sino diversas versiones tardías.232 Carlos Estepa planteaba la posibilidad de que los decreta de 1188 fueran una refundición elaborada con posterioridad, probablemente durante el reinado de Fernando III, utilizando varios documentos; aunque advertía que era necesario hacer un estudio de crítica y transmisión textual.233 Fernández Catón asumió este cometido y, tras analizar todas las versiones conocidas, llegó a conclusiones distintas. Fernández Catón afirma que los decreta tienen una clara unidad de redacción y que salieron, íntegramente, de la curia de 1188, al igual que la constitución.234 Pero es prudente en sus afirmaciones, pues considera que pueden ser rebatidas si aparece alguna copia desconocida de los decreta. A pesar de ello, tomaremos su tesis como referencia. Los textos emanados en la Curia de 1188 tienen distinta finalidad, ya que en los decreta el rey confirma los fueros y promulga el ordenamiento jurídico del reino, con clara intención de perdurabilidad y aplicación a todo el territorio; mientras que las constituciones fueron emitidas para resolver el grave problema de agitación social que vivía el reino, aunque sin una in232 Sobre la tradición textual véase FERNÁNDEZ CATÓN, J. M.ª La curia regia de 1188, pp. 55-78. PRIETO PRIETO, A. «Una nueva tradición manuscrita de la curia leonesa del año 1188», Tierras de León, 77-78, diciembre 1989-marzo 1990, pp. 215-233. 233 ESTEPA DÍEZ, C. Curia y Cortes en el reino de León, p. 31. 234 FERNÁNDEZ CATÓN, J. M.ª La curia regia de 1188, pp. 186-187.

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tención de perdurabilidad, ni de que formaran parte del ordenamiento jurídico del reino.235 No vamos a analizar jurídicamente ninguno de los decretos, sino que queremos hacer un análisis histórico de la trascendencia que tuvieron. Las disposiciones están encaminadas en dos direcciones. Una de ellas es redactar el orden jurídico destinado a garantizar la paz y la justicia y, otra, a recuperar el realengo enajenado y sanear las arcas reales, en un momento en que estaban profundamente deterioradas. El rey intentó hacer partícipes de su nuevo proyecto político a las fuerzas vivas del reino, como indica en el encabezamiento de los decreta: Ego, domnus Adefonsus, rex Legionis et Gallecie, cum celebrarem curiam apud Legionem cum archiepiscopo et episcopis et magnatibus regni mei, et cum electis ciuibus ex singulis ciuitatibus. La participación de todos los sectores sociales fortalecía el poder del rey porque rompía la dependencia que el monarca había tenido del elemento magnaticio. No obstante, Alfonso IX no transformó la naturaleza de su poder ya que las nuevas cortes continuaban siendo un órgano consultivo, como él mismo indica en otra de las disposiciones: Promissi etiam quod non facial guerram uel pacem uel placitum nisi cum consilio episcoporum, nobilium et bonorum hominium, per quorum consilio debeo regi.236 En el primero de los decreta el monarca confirmaba los fueros que habían sido concedidos por sus antepasados: Constitui et iuramentum firmauit quod omnibus de regno meo, tam clericis quam laicis, seruarem mores bonos quos a predecessoribus nostris habent constitutos.237 Tras ello sentó las bases para garantizar el buen funcionamiento de justicia y el seguimiento riguroso del procedimiento judicial en el reino y extirpar las irregularidades que podían hacer los oficiales de justicia. Pero también tomó medidas para garantizar la propiedad del realengo, determinando que nadie que poseyera heredades sujetas al foro regio podía entregárselas a ninguna orden religiosa, que estaba exenta de pagarlo, debido al consiguiente desvío del patrimonio regio que conllevaba tal acción.238 La constitución emitida en la misma Curia estaba destinada a poner fin a los disturbios que vivía el reino. Como destacaba Fernández Catón, este texto no se emitió con idea de perpetuarse, sino para solventar un problema. No obstante, parece que la

Ibíd., p. 187. Ibíd., p. 100. 237 Ibíd., p. 100. 238 Defendo etiam quod nullus homo qui hereditatem habet de qua mihi forum faciat, non de team alicui ordini. Ibíd., p. 114. 235 236

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crispación no se remedió, pues en la curia celebrada en 1194 se emitió una nueva constitución.239

b) La Curia de 1194 En 1194 se celebró de nuevo una importante curia en varias sesiones, primero en septiembre en León, y posteriormente, en octubre en Compostela. De estas reuniones resultaría la constitución promulgada en Santiago.240 Pocos datos conocemos de la celebración de estas asambleas y de los asistentes a las mismas, aunque analizaremos el entorno regio del momento, intentando dar una visión aproximada sobre quiénes pudieron participar en esta reunión, que tuvo una gran actividad legislativa. De nuevo la curia fue celebrada en un momento político importante para el reino: después del verano de 1194, cuando se disolvió la alianza con Portugal y se selló la paz de Tordehumos con el monarca castellano. Probablemente, en esta reunión se trató sobre la situación del reino tras la firma de estos dos tratados y sobre la posible participación de las tropas leonesas en la campaña prevista para el año siguiente contra los almohades. Son pocos los diplomas fechados en torno a la celebración de esta curia, pero es posible destacar quiénes eran los personajes más cercanos al monarca y que suponemos participaron en ella. En el mes de julio de ese mismo año, el rey emitió un diploma en Ciudad Rodrigo en el que, además de los obispos de León, Oviedo, Astorga, y Zamora, confirman el conde Gómez en Trastámara, el conde Froila Ramírez, Fernando Núñez de Lara, tenente en Toroño, Juan Fernández de Limia, Pedro Iohannis en Mansilla y el signifer Gonzalo Iohannis.241 Solo unos días después de la celebración de la primera reunión de la curia en León, la corte se dirigió hacia tierras gallegas. Durante el traslado el monarca emitió varios diplomas. El primero de ellos en Astorga, el día 4 de octubre de 1194, por el que concedía a la catedral de Santiago los diezmos del cillero de Limia y Lemos. Dicha carta está confirmada por los Fernández Catón analiza este texto que se conserva en los fondos de la catedral de Orense. El texto se encuentra en un pergamino en el que además se encuentran copiada la constitución de 1188 y el mandato del rey al obispo de Orense para que lo hiciera cumplir. FERNÁNDEZ CATÓN, J. M.ª La curia regia de 1188, pp. 128-130. 240 El texto de la constitución comienza con una rúbrica, en la que se relata el proceso de aprobación y promulgación de la misma e incluye su datación. Item, constituciones iusdem regis incliti edite apud Legionem in mense septembri, sub Era Mª CCª XXXª IIª, et promulgate consequenter apud Compostellam in concilio X.º kalendas nouembris. 241 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. 2, doc. 83. 239

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prelados de Compostela, León, Oviedo, Astorga, Lugo y Orense; además de los condes Gómez en Trastámara y Froila Ramírez en el Bierzo, el mayordomo Juan Fernández, el signifer Gonzalo Iohannis y Fernando abbate, merino regis in Gallecia.242 El segundo está datado el día 18 del mismo mes, y es confirmado por los mismos obispos que el anterior, más el obispo de Tuy, y por los mismos magnates, además de Ponce Vela en Asturias, Gutierre Rodríguez en Lemos, Martín López, tenente de Extremadura, el signifer Gonzalo Iohannis y el mayordomo Fernando Pérez de Castro.243 Sospechamos que todos estos individuos, que acompañaron al rey a Compostela, donde se promulgó la constitución, participaron en alguna de las sesiones de esta asamblea. No obstante, es solo una aproximación sobre quiénes pudieron estar presentes en la curia de 1194, ya que todos ellos eran los personajes más habituales en el entorno real en esas fechas. Solo podemos dar una visión aproximada porque no contamos con otras fuentes que puedan aportar más luz a este asunto. Posibles asistentes a la Curia de 1194 Data

Eclesiásticos

Laicos

1194, julio, 17, Ciudad Rodrigo

León, Oviedo, Astorga, y Zamora.

C. Gómez, C. Froila Ramírez, Fernando Núñez de Lara, Juan Fernández de Limia, Pedro Iohannis, Gonzalo Iohannis, signifer.

JGALIX, 83

Posibles asistentes a la Curia de 1194 Juan C. Gómez, Froila Ramírez. Compostela,

JGALIX, 86

1194, octubre, 4, Astorga

1194, octubre, 18, Molías

León, Oviedo, Astorga, Lugo y Orense.

Fernández, mayordomo. Gonzalo Iohannis, signifer. Fernando abbate, merino regis in Gallecia.

Compostela, León, Oviedo, Astorga, Lugo y Orense, Tuy.

C. Gómez, Froila Ramírez. Fernando Pérez, mayordomo. Ponce Vela, Gutiérre Rodríguez, Martín López Gonzalo Iohannis, signifer. Fernando abbate, merino regis in Gallecia.

Documentos

JGALIX, 87

Se han conservado las disposiciones que se tomaron en la curia de 1194. En el texto el rey expresa que fue necesario redactar una nueva constitución, solo seis años después de 1188, debido a la relajada aplicación de los decreta y a la pervivencia de desórdenes en el reino. En la primera parte de la constitución de 1194, que Fernández Catón ha delimitado del párra242 243

Ibíd., doc. 86. Ibíd., doc. 87.

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fo II al XIII, el monarca establece el ordenamiento jurídico del reino y, en la segunda, que abarca desde el párrafo XIV al final, vuelve a legislar contra los ladrones y malhechores, y sobre la legitimación de los hijos de las concubinas.244 En esta reunión el monarca no dio participación a los sectores urbanos, sino que sus principales asesores fueron los jerarcas de la Iglesia y los magnates laicos. Tal vez en 1194 el rey no convocó a los concejos porque no necesitaba el apoyo económico que éstos le garantizaban. En esta curia, constituida al parecer solo por elementos magnaticios, se adecuó el ordenamiento jurídico del reino a las nuevas circunstancias que se estaban viviendo. Esta hipótesis es avalada por el mandato que Alfonso IX envió al obispo de Orense, en el que le ordenaba hacer cumplir las constituciones regias de 1188 y 1194,245 donde el rey subraya: Verum sicut ea prius cum prelatorum et iudicum consilio et deliberatione atque omnium principum nostrorum consenso statua iuramento conmuni firmauimus.246

c) La Curia de Benavente de 1202 En marzo de 1202 Benavente volvió a ser el escenario para la celebración de una curia plena.247 La historiografía ha denominado esta reunión como Cortes, porque estuvieron presentes episcopis et uasallis meis et multis de qualibet uilla regni mei in plena curia.248 El rey convocó para una curia plena a los obispos, nobles y representantes de las ciudades en Benavente. Afortunadamente, se conserva la legislación que se redactó tras esta asamblea, aunque no incluye los individuos que participaron en ella.249 No obstante, para la mayor parte de los investigadores, no hay duda de que en esta ocasión participaron los representantes de las ciudades.250

FERNÁNDEZ CATÓN, J. M.ª La curia regia de 1188, pp. 152-153. Fernández Catón ha fechado este mandato entre los días posteriores a la promulgación de las constituciones de 1194 y todo el año 1195. Ibíd., p. 132. 246 Ibíd. 247 Sobre la curia de Benavente, véase FUENTES GANZO, E. Las Cortes de Benavente (el Siglo de Oro de la ciudad leonesa), Benavente: 1164-1230, Benavente, 1996, pp. 107-131. 248 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. 2, doc. 167. 249 Se han conservado varias copias de esta regulación en el archivo de la catedral de Zamora. Véanse los análisis realizados por GONZÁLEZ RODRÍGUEZ, R. Las cortes de Benavente de 1202 y 1228, pp. 194-197. FUENTES GANZO, E. Las Cortes de Benavente, pp. 109-116. 250 PROCTER, E. Curia y cortes en Castilla y León, p. 123. ESTEPA DÍEZ, C. «Las cortes del Reino de León», pp. 31-32. 244 245

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De nuevo hemos rastreado la documentación regia emitida en los días anteriores y posteriores a la reunión de esta curia, para poder establecer qué individuos participaron en ella. Pero en verdad no se han conservado diplomas emitidos en fechas muy próximas a la celebración, por lo que en esta ocasión trataremos de reconstruir el elenco de nobles, homes meus, que por aquellos tiempos estaban más próximo al monarca. En enero de 1202 la corte se encontraba en Zamora, cuando el rey le entregó al obispo el diezmo del portazgo de Castrotoraf. Este diploma está confirmado por los obispos de Compostela, León, Oviedo, Astorga, Zamora, Salamanca y Ciudad Rodrigo. Entre los nobles signaban el conde Froila, el mayordomo Fernando García, Gonzalo Iohannis tenente de Limia y Monterroso, Rodrigo Pérez de Villalobos, tenente de Extremadura, Zamora y Toro; el signifer Munio Rodríguez, Pedro Rodríguez, tenente de Mayorga y Mansilla, y Pedro Fernández de Benavides, mayordomo de la reina Berenguela.251 Asimismo, se ha conservado otro diploma emitido en Toro el día 25 de abril de 1202, que está confirmado por los obispos de Compostela, León, Oviedo, Astorga, Zamora, Salamanca, Lugo, Orense y Tuy; además, entre los nobles signaron de nuevo el conde Froila, Rodrigo Pérez de Villalobos, Gonzalo Iohannis, Rodrigo González, Nuño Núñez, el mayordomo Fernando García, el signifer Munio Rodríguez y el mayordomo de la reina Pedro Fernández de Benavides.252 Vemos cómo la lista de confirmantes de estos dos diplomas sellados en lugares próximos a Benavente es casi idéntica, por lo que sospechamos que pudieron estar presentes en la curia plena celebrada en dicha localidad en marzo de 1202 (véase cuadro siguiente). En esta asamblea se legisló sobre cuestiones que habían ocupado al monarca desde su llegada al trono en 1188, relativas a la política fundiaria y fiscal. Entre ellas, tal vez la más destacada fue el establecimiento del tributo de la moneda forera durante siete años, pues era un asunto crucial para el poder regio y para el mantenimiento de las arcas.253

GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, doc. 165. Ibíd., doc. 168. 253 Consideramos que, a pesar de la trascendencia de este acontecimiento en el reino, no es un tema que debamos tratar en este trabajo, por lo que no vamos a detenernos en ello, remitimos a MACKAY, A. «Cortes de Castilla y León y la Historia Monetaria», en FUNDACIÓN SÁNCHEZ-ALBORNOZ. Las cortes de Castilla y León en la Edad Media: Actas de la primera etapa del congreso científico sobre la historia de las cortes de Castilla y León, Burgos, de 30 de septiembre a 6 de octubre de 1986, 1988, pp. 375-426. FUENTES GANZO, E. Las Cortes de Benavente, pp. 124-126. 251 252

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Posibles asistentes a la curia de Benavente de 1202 Data

Eclesiásticos

Compostela, León, Oviedo, Astorga, Zamora, Salamanca y CiuPosibles dad asistentes Rodrigo.

1202, enero, 13, Zamora

1202, abril, 25, Toro

Compostela, León, Oviedo, Astorga, Zamora, Salamanca, Lugo, Orense y Tuy.

Laicos

Documentos

C. Froila, Fernando García, ma- JGALIX, 165 yordomo; Gonzalo Iohannis, Rodrigo Pérez de Villalobos; Munio Rodríguez, signifer; Pedro Rodríguez, Pedro Fernández de Benaviades, la curia de Benavente mayordomo de la reinade Be-1202 renguela. C. Froila, Rodrigo Pérez de Villalobos, Gonzalo Iohannis, Rodrigo González, Nuño Núñez, Fernando García, mayordomo; Munio Rodríguez, signifer; Pedro Fernández de Benavides, mayordomo de la reina.

JGALIX, 168

d) La Curia de León de 1208 En el mes de febrero de 1208 el rey reunió apud Legionem, regiam civitatem, una nobiscum uenerabilium episcoporum cetu reuerendo et totius regni primatum et baronum glorioso colegio, ciuium multitudine destinatorum a singulis ciuitatibus considente.254 Afortunadamente se conserva la ley dada en esta reunión aunque, como sucede en otras ocasiones, el texto legal no incluye la lista de confirmantes ni de participantes en la asamblea de la que emanó la ley. Los historiadores no discuten la presencia de hombres de las ciudades en ella, aunque solo se hace referencia a ellos en el texto legislativo y no así en otros diplomas emitidos por la cancillería real en la misma reunión. Analizaremos los diplomas regios emitidos en las fechas próximas a la curia para reconstruir el entorno magnaticio que rodeaba al monarca y que, muy probablemente, participó en ella. Se han conservado varios diplomas fechados en el mes de febrero en la ciudad de León y que están confirmados por los magnates más próximos al rey. Las disposiciones fueron tomadas cum assensu domni Petri, Compostellani archiepiscopi, ceterumque episcoporum et principum optimatum et militum regni mei, in curia apud Legionem.255 Este documento, que recoge la exención de portazgo de los productos destinados a los canónigos de León, fue signado por los obispos

254 255

GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, doc. 221. Ibíd., doc. 223.

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de Compostela, Orense, Tuy, Lugo, Mondoñedo, Oviedo, Astorga, Zamora, Salamanca, Ciudad Rodrigo y Coria, y entre los nobles signaron el conde don Fernando, el conde Gómez, Rodrigo Pérez de Villalobos, Fernando Fernández, tenente de la Extremadura, Fernando González, tenente de Toro, Mayorga y Villalpando, el signifer Rodrigo González, y Pelayo Martín, regis merino.256 Tras este diploma, Julio González edita otro fechado en el mismo mes en León y provisto de una lista de confirmantes más reducida. En ella aparecen el arzobispo de Compostela, los obispos de Astorga, Zamora, Salamanca, Ciudad Rodrigo y Coria; y, entre los laicos, Nuño Froila, tenente de Extremadura, Rodrigo Pérez de Villalobos, Fernando González, el signifer Rodrigo González, y el merino del rey, Pelayo Martín.257 Probablemente todos estos individuos participaron en las llamadas cortes de 1208 de León, en las que se regularon importantes aspectos relativos al patrimonio de los obispos y se concedió la exención a quienes llevaran viandas a los canónigos.258

e) La Curia de Benavente de 1228 El primer investigador en hablar de la celebración de una importante curia celebrada en Benavente en 1228 fue O’Callaghan, que utilizó algunas referencias de Alfonso X a disposiciones tomadas en la curia de Benavente para certificar su existencia. Otros investigadores han seguido su estela y han apoyado su teoría. Rafael González ha analizado las disposiciones de esta supuesta curia de 1228 de la que, sin embargo, no hay rastro en la documentación diplomática coetánea, pero sí noticias de tiempos de Alfonso X y Fernando IV. Algunas de ellas, como las de las cortes de Zamora de 1301, indican la participación en la supuesta curia de Benavente de 1228 del cardenal de Santa Sabina, legado de Roma, cuya presencia en tierras leonesas está documentada entre 1228 y 1229.259 Este dato ha servido a O’Callaghan y a Rafael González para datar dicha curia.260 Pero Fuentes Ganzo ha criticado la teoría de O’Callaghan, por considerar que las referencias a las cortes de Benavente en los reinados de Alfonso X y las cortes de Zamora de 1301 aluden a disposiciones tomadas en las cortes

Ibíd., doc. 223. Ibíd., doc. 224. 258 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. 2, doc. 221. 259 El obispo de Sabina estuvo presente en el concilio de Valladolid de 1228. CDACL, doc. 1955. 260 GONZÁLEZ RODRÍGUEZ, R. «Las cortes de Benavente de 1202 y 1228», p. 209. 256 257

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de Benavente de 1202: aquellas en las que se reguló sobre al abadengo, como se señala en las disposiciones de las cortes de Zamora de 1301.261 Por todo ello, es necesario tener suma cautela sobre la celebración de una curia plena en Benavente en 1228. Hemos rastreado la documentación regia emitida durante el año 1228 en busca de referencias a esta curia plena. Sabemos que en el mes de octubre la corte permaneció en Benavente porque el día 2 el rey confirmó en la villa la donación del realengo de Guilladey a Suero Díaz,262 aunque no hemos logrado localizar ninguna referencia explícita a la reunión. Para algunos investigadores no hay duda de su celebración. Martínez Sopena afirma que varios diplomas emitidos en el mes de agosto podrían estar repitiendo de manera casi literal las disposiciones que se tomaron en esta reunión.263 Asimismo, desde el mes de mayo de 1228 hubo una intensa actividad en la cancillería regia. La mayor parte de los diplomas emitidos son confirmaciones de donaciones de bienes, tanto a instituciones eclesiásticas como a los laicos, que puede traslucir un cambio en la política de austeridad, que hasta este momento había mantenido el monarca. Quizá es posible atribuirlo a una de las disposiciones tratadas en esta curia, que probablemente se celebró en la primavera, pese a la ausencia de noticias sobre la estancia del monarca en Benavente hasta el mes de octubre de 1228. Subrayábamos que las cartas emitidas en este año son mayoritariamente confirmaciones de bienes a monasterios y catedrales, y varias donaciones de bienes destinadas a los nobles más próximos al monarca y gentes de su servicio personal;264 por lo que pensamos que todas ellas tienen como finalidad lograr el apoyo de la jerarquía eclesiástica y de la nobleza para hacer frente a la difícil situación de los últimos años del reinado de Alfonso IX, en el que se estaba disputando la sucesión al trono y se pretendía frenar la preponderancia castellana. Asimismo, y como ha destacado Rafael González, parece que todas estas confirmaciones responden a un blindaje sistemático y minucioso de las propiedades procedentes del realengo, que habían pasado a formar parte de patrimonios eclesiásticos y laicos; ya que desde el comienzo de su reinado don Alfonso había prohibido que se donaran los bienes de realengo a instituciones eclesiásticas.265 Por ello, las FUENTES GANZO, E. Las Cortes de Benavente, pp. 133-139. GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. 2, doc. 586. 263 MARTÍNEZ SOPENA, P. «Las villas nuevas leonesas, el poder del rey y los otros señoríos», en El condado de Benavente: relaciones hispano-portuguesas en la Baja Edad Media: Actas del congreso hispano-luso del VI centenario del Condado de Benavente, Benavente, 2000, p. 23. 264 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. 2, docs. 518-590. 265 GONZÁLEZ RODRÍGUEZ, R. «Las cortes de Benavente de 1202 y 1228», pp. 217-219. 261 262

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instituciones eclesiásticas y los laicos se apresuraron a presentar sus privilegios al rey para que los confirmara y así asegurar su propiedad. Resulta sumamente complicado definir quiénes participaron en esta posible reunión de la curia plena, debido a la escasez de datos sobre ella y a la imposibilidad de datarla, por lo que solo es posible describir qué magnates permanecían en la corte regia durante la primavera de 1228, cuando, probablemente, tuvo lugar dicha reunión. El dignatario más poderoso de este momento en el reino de León era el infante de Portugal Pedro Sanches, que estaba al frente de la mayordomía y las principales tenencias del reino; le acompañaba el alférez, Rodrigo Fernández de Valduerna, Rodrigo Gómez, tenente de Trastámara, Montenegro y Monterroso, y Álvaro Rodríguez como tenente del infantazgo.266 Probablemente en esta reunión se habló sobre la posibilidad de comenzar una campaña militar sobre Mérida, que se llevaría a cabo solo unos meses después.

f) La Curia de Benavente de 1230 Tras la muerte de Alfonso IX el enfrentamiento por el trono se recrudeció y finalmente las antiguas esposas del monarca fallecido se reunieron en Valencia (de Don Juan) para negociar la renuncia de las infantas Sancha y Dulce a sus derechos sobre el trono. Los términos del acuerdo se pactaron en dicha reunión, aunque se hicieron efectivos en la curia celebrada en Benavente en 1230.267 Algunos historiadores han afirmado que en esta curia hubo representación ciudadana, estableciendo un paralelismo con la asamblea celebrada en 1135 con motivo de la coronación de Alfonso VII y las cortes celebradas en León en 1188, en las que se reconoció a Alfonso IX como nuevo monarca leonés. No obstante, si analizamos los diplomas emitidos durante aquella reunión no parece que participaran los representantes de las ciudades. Esta asamblea fue la primera celebrada tras la unión de los reinos de León y Castilla. Por ello fue de suma importancia, ya que el nuevo monarca, Fernando III, tenía que marcar la línea política que iba a seguir ante la nueva situación, tanto en Castilla como en el heredado reino de León. Se han conservado varios diplomas emitidos en Benavente durante el mes de diciembre de 1230. El primero de ellos, fechado el día 11, recoge el acuerdo establecido entre Fernando III y sus hermanas, las infantas SanGONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. 2, docs. 518-590. Sobre este asunto véase el último capítulo dedicado al comportamiento de la nobleza ante las sucesiones dinásticas. 266 267

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cha y Dulce, en el que ellas renunciaban a sus derechos al trono leonés. El diploma no incluye la lista de confirmantes, aunque como garantía del pacto se pusieron quince castillos cuyos tenentes debían ser vasallos de las infantas y del nuevo rey de León. Entre estos tenentes se encuentran los principales partidarios de las infantas, que probablemente las acompañaron en Benavente: se trata de los leoneses Rodrigo Fernández de Valduerna y Pedro Fernández de Tiedra, los hermanos Ramiro y Diego Froilaz, Pedro Ponce, Rodrigo Pérez de Villalobos, Morán Pérez y García Rodríguez de Carnota. Entre los gallegos estaban Rodrigo Gómez de Traba, Fernando Ibánez, Pelayo Arias, Juan Pérez, Arias Fernández de Meira, Pedro Marino, Rodrigo Peláez de Candrei; y los asturianos Martín Gil de Asturias, Ordoño Álvarez de Noreña, y su hermano Fernando Álvarez.268 Tras firmar este pacto con las infantas, Fernando III permaneció en Benavente durante algún tiempo. Emitió importantes documentos, esta vez confirmados ya por los nobles castellanos y los leoneses, que habían comenzado a servir al nuevo rey de León y Castilla. Si analizamos la lista de los confirmantes leoneses advertimos que fueron los mismos personajes que habían acompañado a las infantas; es decir, Rodrigo Fernández de Valduerna, los hermanos Ramiro y Diego Froilaz, Fernando Gutiérrez, Pedro Ponce, Gonzalo Gómez, Fernando Iohannis, Pelayo Arias y Pedro Fernández de Tiedra:269 por lo que, al parecer, tras la salida de la villa de las infantas, los nobles permanecieron en ella, gestionando asuntos con el nuevo soberano.

III. Conclusiones En este extenso capítulo hemos querido analizar la participación de la nobleza en el gobierno del reino, tanto en la administración territorial como formando parte de las reuniones de la curia en las que se diseñaba la política regia. Para abordar el estudio de la delegación del poder regio en la administración territorial decidimos seleccionar varias tenencias de distinta entidad y naturaleza, como las tenencias de Toroño, Asturias, Salamanca y el Bierzo, que encarnan modelos diferentes, pues la nobleza tuvo distintas vinculaciones. Tras estudiar a cada uno de los tenentes de estas unidades territoriales, hemos observado una lenta evolución en cuanto a la personalidad de los tenentes. Durante el reinado de Fernando II se asiste aún a una 268 269

GONZÁLEZ, J. Reinado y diplomas de Fernando III, vol. II, doc. 270. Ibíd., docs. 272, 275.

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fuerte implantación de las antiguas familias condales, pero durante el reinado de Alfonso IX el monarca entregó el gobierno de las tenencias en ocasiones a individuos que no habían mantenido ninguna vinculación previa con el territorio; en un intento de disminuir el poder de la nobleza local. No obstante, a pesar de esta lenta evolución, pervivió mayoritariamente el modelo en el que las sucesivas generaciones de la misma familia, se sucedían al frente de las tenencias que habían estado vinculadas a ella; aunque, como señala Portela para el caso de los Traba, no se puede hablar de una patrimonialización del cargo en el ámbito de la parentela, sino que dependía de la relación que cada uno de los magnates mantuviera con el monarca. Sin embargo, entre los ejemplos seleccionados hemos encontrado modelos de comportamiento diferentes, pues si los Flaínez se suceden casi ininterrumpidamente en el gobierno del Bierzo, o los Vermúdez y los Noreña en Asturias; en la Extremadura hay un constante relevo de magnates sin vinculación con la tierra, debido a su modo de incorporación a la Corona y a su estratégica. Lo mismo sucedió con los tenentes de Toroño, que hasta 1160 pertenecían a la familia condal de Toroño y, cuando comenzaron los enfrentamientos con Portugal por el dominio de esta tierra, los reyes de León entregaron dicha tenencia a individuos con una gran habilidad militar. Pero tras observar el papel de los tenentes, hemos advertido que aún existen numerosos puntos oscuros acerca de su nombramiento, de sus funciones y de las condiciones del gobierno de la tenencia; pues las fuentes utilizadas apenas permiten conocer a los titulares de las mismas. Para analizar el papel de la nobleza en la toma de decisiones políticas, hemos hecho un breve recorrido por las principales reuniones de la curia durante los reinados de Fernando II y Alfonso IX de León. En verdad son pocas las noticias sobre la participación de la nobleza en estas reuniones. Se desconocen aspectos como el ritual de celebración de estas asambleas, ni siquiera es posible establecer con exactitud a los participantes en ellas, ni saber qué papel desempeñaron. Por ello, hemos intentado ofrecer una relación de los nobles que debieron de participar en las reuniones. Para ello hemos estudiado el entorno regio en las fechas aproximadas a la celebración de cada una de las curias, a través del análisis de las listas de confirmantes de los diplomas regios emitidos en las fechas próximas a la celebración de cada una de las asambleas; pues consideramos que aportan una visión aproximada sobre los individuos que pudieron asesorar al monarca en cada una de ellas. Todas las reuniones que hemos analizado tuvieron gran importancia, ya que en ellas se discutieron los temas más destacados de la política regia, en cuya puesta en marcha formó parte la nobleza además de la jerarquía

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eclesiástica. Asimismo, en este recorrido por las asambleas más trascendentes del reino de León entre 1157 y 1230, se aprecian los primeros pasos de la importante transformación que sufrirá la curia, y es que Alfonso IX dio participación a los representantes de los concejos. Esto trasluce el gran interés del monarca por diversificar la base social de su poder y por contar con el apoyo económico que le garantizaban ciudades y villas, en un tiempo en el que el realengo había sufrido una importante disminución. A pesar de esta evolución de la Curia, ni el papel ni la naturaleza del poder del rey variaron, puesto que continuaba apareciendo como la autoridad superior a la que, tanto laicos como eclesiásticos, debían auxilium et consilium. Asimismo, hemos analizado la temática que centró estas curias; se aprecia que los principales asuntos sobre los que se centró el debate fue precisamente la recuperación del realengo enajenado, desde la curia de Benavente de 1181, hasta la celebrada en 1228 en la misma villa. Este era uno de los principales pilares para fortalecer el poder del rey. Pero además Alfonso IX, con el asesoramiento de laicos y eclesiásticos, puso en marcha el ordenamiento jurídico por el que se debía regir el reino e intentó garantizar la paz y la justicia en León.

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CAPÍTULO 7 LA RECOMPENSA PRO BONO ET FIDELE SERVITIO

Regie conuenit serenitati eos qui sibi fideliter seruiunt donis remunerare, atque in prediis et possessionibus ampliare, ut per hoc alii bonam de illo spem concipiant et in eius seruitio ardentiores existant.1

Las palabras con las que comenzamos este capítulo recogen la esencia de las relaciones interfeudales. Pertenecen al preámbulo de un diploma por el que Fernando II dona determinados bienes al noble asturiano Diego Abregón en 1164. Reflejan a la perfección la relación simbiótica que mantenían los reyes y los nobles. A los reyes les convenía hacer donaciones a los fieles que les habían servido, para que continuaran haciéndolo ardientemente. Estas eran las reglas del juego. En este capítulo estudiaremos las donaciones pro bono servitio que Fernando II y Alfonso IX hicieron a sus fieles. Dichas donaciones de bienes se encuadran en el amplio marco del beneficio vasallático, de la recompensa por los servicios prestados. En este mismo contexto se enmarcan otros modos de recompensa vasallática, como los honores o el prestimonio, que han sido un importante tema de estudio en la historiografía. Gar1 FLORIANO LLORENTE, P. Colección diplomática del monasterio de San Vicente de Oviedo, doc. 285. Este bonito preámbulo, que es toda una declaración de intenciones, tuvo algunos antecedentes en ciertos diplomas emitidos durante el reinado de Alfonso VII, por la misma cancillería ovetense. Ibíd., p. 171.

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cía de Valdeavellano y Hilda Grassotti analizaron el prestimonio y otro tipo de donaciones regias, que se han convertido en obras clásicas.2 Pero algunas de sus afirmaciones fueron apostilladas por otros autores veinte años después.3 Sin embargo, y a pesar de la importancia de aquellos trabajos, se aprecia en ellos la intención de reforzar la tesis del maestro Sánchez-Albornoz. Esta circunstancia ha incitado a otros investigadores a analizar los mecanismos de recompensa desde otras perspectivas. En los últimos años se han publicado trabajos que han analizado los modos de compensación por los servicios prestados utilizados por los reyes de León. Recuero Astray elaboró un breve análisis sobre las donaciones de Alfonso VII a sus fieles4 y Milagros Villa estudió las donaciones de Fernando II de León como medio para crear una estructura política en el reino.5 Desde un enfoque más amplio, que abarcaba todas las formas de beneficio, Martínez Sopena analizó el panorama leonés durante los siglos XI y XII.6 Tal vez, y a pesar de los numerosos esfuerzos realizados, aún sea necesario elaborar un trabajo más profundo sobre estos aspectos durante los reinados de los últimos reyes privativos de León. No obstante, en las siguientes páginas analizaremos las donaciones de bienes hechas por Fernando II y Alfonso IX a sus fieles y servidores lai2 GRASSOTTI, H. «Apostillas al ‘‘prestimonio’’ de Valdeavellano. Notas para el estudio de las concesiones beneficiarias castellano-leonesas», CHE, XXIX-XXX (1959), pp. 167-217. Ibíd., «Pro bono et fideli servitio», CHE, XXXIII-XXXIV (1961), pp. 5-55. Ibíd., «La ira regia en León y Castilla», CHE, XLI-XLII (1965), pp. 5-135. ÍD., Las instituciones feudovasalláticas en León y Castilla, 2 vols., Spoleto, 1969. GARCÍA DE VALDEAVELLANO, L. «El prestimonio. Contribución al estudio de las manifestaciones del feudalismo en los reinos de León y Castilla durante la Edad Media», AHDE, XXV (1955), pp. 5-122. Ibíd., Curso de historia de las instituciones españolas. De los orígenes al final de la Edad Media, Madrid, 1967. 3 Véase FUNDACIÓN SÁNCHEZ-ALBORNOZ. En torno al feudalismo hispánico. I Congreso de Estudios Medievales, Ávila, 1989. 4 RECUERO ASTRAY, M. «Donaciones de Alfonso VII a sus fieles y servidores», En la España Medieval, n.º 9, 1986, tomo II, pp. 897-914. 5 VILLA OLIVEROS, M. «Las donaciones de Fernando II de León. Un proyecto para crear una estructura política en el reino de León», Archivos Leoneses, n.º 83-84, 1988, pp. 51-82. Se han publicado algunos trabajos que estudian ciertos aspectos muy concretos de las donaciones hechas por Fernando II, como CALLEJA PUERTA, M. «Donaciones de castillos a la iglesia de Oviedo por Fernando II», en BARRIO, J. A. y CABEZUELO, J. V. (eds.). La Fortaleza medieval. Realidad y Símbolo. Actas XV Asamblea General de la Sociedad Española de Estudios medievales, Alicante, 1998, pp. 257-265. 6 MARTÍNEZ SOPENA, P. «El Beneficio en León entre los siglos XI y XII», en BONNASSIE, P. Fiefs et Féodalité dans l’Europe méridionale (Italie, France du Midi, Péninsule Ibérique) du X au XIII siècle, Toulouse, 2002, pp. 281-312. RECUERO ASTRAY, M. «Donaciones de Alfonso VII a sus fieles y servidores». CALDERÓN MEDINA, I. «Las donaciones de Fernando II a sus fieles», Cultura y mentalidades: de la Antigüedad al siglo XVII (nuevas investigaciones), Madrid, 2007, pp. 43-80.

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cos. El motivo de acotar el objeto de nuestro trabajo es porque, a pesar de la variedad de formas de recompensa articulada desde la monarquía para premiar los servicios prestados, las donaciones pro bono servitio fueron concedidas en su mayoría con título hereditario y con plenas potestades y, en ocasiones, estuvieron acompañadas de derechos de inmunidad. Dadas sus características, fueron un importante mecanismo mediante el que una ingente cantidad de bienes salieron del realengo para pasar a manos particulares. Así se integraron en los patrimonios de los miembros de la nobleza cercana al monarca y, posteriormente, fueron transmitiéndose generación tras generación, lo que venía a reforzar el asentamiento territorial de las distintas parentelas aristocráticas en determinados sectores del reino. No todas las donaciones de bienes efectuadas por los reyes de León estuvieron destinadas a miembros de la nobleza, sino que se puede observar un grupo heterogéneo de gentes de diversa condición y estatus social, que sirvieron a Fernando II y Alfonso IX, y fueron recompensados por ello. A lo largo de este trabajo hemos hecho mención a las donaciones de bienes que ambos monarcas hicieron a sus servidores más próximos como sus nodrizas, halconeros, escuderos, hombres de criazón, con los que les unía un fuerte vínculo de afecto personal y de vasallaje. Pero también los monarcas se desprendieron de bienes de realengo para pagar las soldadas de los caballeros que participaron en sus campañas militares, y a otros personajes de menor rango que les sirvieron ocasionalmente. No obstante, todas las donaciones fueron destinadas a aquellos que habían prestado un servicio a la monarquía que, por su importancia, mereció una recompensa perdurable, como señalaba Grassotti. En las páginas anteriores hemos destacado el papel que la nobleza desempeñó en la corte leonesa y los servicios que los nobles prestaron a la monarquía como consejeros de corte, como delegados en las distintas circunscripciones territoriales, etcétera. El servicio de la nobleza fue imprescindible para el sostenimiento de la monarquía. A cambio de estos servicios, y como recompensa por la fidelidad demostrada, el rey se desprendía de parte de sus bienes para donárselos a sus fieles. Pero de este modo no solo agradecía y pagaba los servicios prestados, sino que, al mismo tiempo, se aseguraba la lealtad de la nobleza. Asimismo, se ha hecho referencia a la política regia relativa al realengo que cambió a partir de 1181, tras los dispendios de Fernando II durante gran parte de su reinado, cuando el rey y posteriormente su hijo intentaron recuperar los bienes enajenados ilegalmente para sanear así sus arcas y fortalecer su poder. A través del análisis de las donaciones regias a los laicos, tendremos ocasión de observar la aplicación de esta nueva política regia.

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Las donaciones regias pro bono servitio representan un alto porcentaje de la documentación conservada, si bien es cierto que la mayor parte están dirigidas a instituciones eclesiásticas. No obstante, este hecho no puede disfrazar la realidad, pues son precisamente los archivos monásticos y catedralicios los que se han conservado; de hecho, las donaciones regias destinadas a magnates que han sobrevivido al paso del tiempo lo han hecho en los archivos de las instituciones religiosas, que fueron sus receptores finales. Intuimos que el número de donaciones pro bono servitio dirigidas a la nobleza laica debió de ser elevadísimo, pues constituía uno de los principales mecanismos de ampliación de los patrimonios nobiliarios, pero los archivos de los laicos han desaparecido. Por ello, es preciso tener en cuenta el tipo de fuentes que vamos a utilizar, siendo conscientes de que transmiten una visión parcial de la realidad. El corpus documental que manejaremos está formado por 133 diplomas que recogen donaciones hechas por Fernando II y Alfonso IX, dirigidas a una amplia y heterogénea categoría de fieles. De ellos, 91 fueron emitidos por Fernando II, mientras que del reinado de su hijo, solo se han localizado 42.7 La cantidad de documentación regia conservada de Alfonso IX es más del doble de la que ha llegado a nuestras manos del reinado de su padre; de modo que el porcentaje de donaciones a laicos de Alfonso IX es casi testimonial, mientras que representan el 20% de los diplomas de Fernando II. La considerable diferencia entre un reinado y otro puede indicar que, en efecto, como cuentan las crónicas, Alfonso IX fue menos pródigo que su padre o, tal vez, deba achacarse a los caprichos de la conservación. En realidad a lo largo del reinado de don Alfonso se detecta un menor porcentaje de conservación de documentos privados y reales, relativos a la nobleza, lo que podría indicar que, entonces, quizá, un alto porcentaje de documentación nobiliaria se desvió por otros cauces y no hacia las instituciones religiosas. Pero no podemos fundamentar esta sospecha ni elucubrar sobre el destino de la documentación, solo advertirla. En este análisis intentaremos apreciar la evolución de las condiciones en las que los monarcas donaban los bienes de realengo a la nobleza, pues determinaban el modo de relación entre los nobles y la realeza. Asimismo, marcaban las directrices del control que los reyes pretendían ejercer sobre los bienes que entregaban a sus fieles que, en última instancia, llevaban anejo un gran poder territorial. El período que vamos a estudiar (1157-1230)

7 Para no dificultar la lectura, hemos incluido dos cuadros que recogen las donaciones de Fernando II y Alfonso IX a sus fieles en el apéndice, véanse pp. 536-547.

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es quizá demasiado corto para poder apreciar grandes diferencias en las condiciones en las que los monarcas se desprendieron de una importante porción del realengo. En la primera parte de este capítulo haremos un estudio comparativo entre las donaciones de bienes efectuadas por Fernando II y por su hijo. En la segunda, nos ocuparemos de analizar las condiciones en las que se otorgaban las cartas; especialmente interesa averiguar si los reyes donaron los bienes de realengo a sus fieles a perpetuidad o si esta tendencia, que habían heredado de los tiempos anteriores, fue disminuyendo con el fin de limitar la reducción del realengo y aumentar el control monárquico sobre los bienes que se cedían a la nobleza, procurando así limitar su poder. Para finalizar y a modo de ejemplo, analizaremos el patrimonio de los dos magnates de los que se conserva un mayor número de donaciones regias: el conde Ponce de Minerva y don Nuño Froilaz. El tiempo en el que vivieron ambos magnates y sirvieron a los reyes de León es diferente. Ponce vivió durante los primeros años del período que vamos a estudiar y don Nuño, durante los últimos años del reinado de Alfonso IX; de manera que compararemos el modo en que ambos magnates recibieron bienes de manos de los monarcas, en pos de detectar los cambios que sufrió este instrumento de recompensa.

I. Las donaciones de bienes a fieles y servidores de los reyes de León (1157-1230) Desde tiempos de la monarquía visigoda están documentadas las donaciones de bienes en plena propiedad a aquellos fieles que habían servido a los monarcas. Este comportamiento pervivió durante los reinados de los reyes asturleoneses y se mantuvo durante los reinados de Fernando I y sus sucesores. Así, cuando en 1157 moría Alfonso VII y su hijo Fernando heredaba el trono leonés, se continuó empleando el mismo mecanismo que habían utilizado sus antecesores para premiar a quienes les habían servido. Las crónicas de la época han transmitido la imagen de un Fernando II generoso con sus fieles. Pero al tiempo que alaban esta virtud del rey, lo condenaban por su exceso, pues perjudicó seriamente los intereses del realengo. Es conocida la prodigalidad de Fernando II durante todo su reinado, tanto para con las instituciones religiosas como con los laicos. Se han conservado 91 donaciones de bienes efectuadas por el monarca y dirigidas a aquellos que le habían servido. Afortunadamente este número de cartas permite conocer el modo en el que don Fernando recompensó a sus fieles.

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Desde los años 1140, el infante don Fernando aparece junto a padre, Alfonso VII, y su hermano, el infante don Sancho, en numerosas donaciones. Pero no vamos a analizar estas cartas, puesto que en esos momentos solo estaba asociado simbólicamente al poder: siendo un niño, no era un rey soberano. No obstante, antes del fallecimiento de su padre y tras ser reconocido como heredero del trono leonés en 1155, don Fernando comenzó a hacer donaciones en solitario. Así, en el mes de julio de 1155 confirmaba a su capellán, don Rodrigo Menéndez, la posesión a perpetuidad del monasterio de San Lorenzo, que el emperador había donado al padre de don Rodrigo. Sin embargo, don Fernando, rex legionensis, a pesar de ser el otorgante de la carta, signaba aún bajo la autoridad de su padre, que aparece como imperante. Tras la muerte de Alfonso VII y la consiguiente división de su reino, Fernando II comenzó a donar bienes a aquellos que le habían servido en los difíciles comienzos de su reinado, en los que necesitó del apoyo de la nobleza para poder asegurarse el control del reino y para luchar contra su hermano en la frontera castellana. Con la donación de numerosos bienes premió a determinados personajes con los que había estado en contacto durante su infancia en tierras gallegas, como Velasco Menéndez o Pelayo Curvo. En 1158 le donaba a este último el realengo de Mougás y cuatro casales pro bono et fide seruicio quod michi de puerita fecisti, además de recompensarle por el apoyo que le había prestado contra el rey de Portugal, que le había confiscado parte de sus bienes.8 Tuvo que recompensar los servicios militares que los nobles le prestaron en la guerra con Sancho III. En agosto de 1159 don Fernando donó una heredad en Alafonte, que había sido del infantazgo, junto con otras sitas en Villamera y Vanadices, cerca de Valdefuentes pro bono servitio quod mihi fecisti contra fratrem deum regem Sancium,9 a don Fernando Gutiérrez, que ocupaba la tenencia de Palacios de Valduerna y era el hermano del obispo don Pedro de Astorga. Por los mismos servicios recompensó a otro noble astorgano, llamado Sancho Ordóñez, a quien donó la heredad de Genestacio de Jamuz, próxima a Valdefuentes.10

08 Pro hereditatibus uestris quas in seruicio meo perdidistis quas hereditates uobis (…) rex Portugale inimicus nostrum destruit. RECUERO ASTRAY, M. Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 3. 09 RHA, Salazar y Castro, B-3, f. 306. 10 Hay noticia de esta donación en un privilegio fechado en 1160 por el que Fernando II otorga a la catedral de Astorga la heredad de Genestacio que prius dederam Sancio Ordonii pro bono servitio quod mihi fecit in guerra frater meus rex Sancius. RAH, Salazar y Castro, S O-22.

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En verdad, durante los primeros años de su reinado se aprecia la mayor concentración de donaciones; pues solo de 1159 se conservan nueve donaciones a fieles; lo que indica que fue un período de gran actividad negociadora y que don Fernando tuvo que hacerse con el apoyo de la nobleza para mantenerse en el trono y, posteriormente, debió pagar los servicios que le habían prestado durante esa época turbulenta. Durante el resto de su reinado continuó haciendo numerosas donaciones iure hereditario y con plena propiedad a sus fieles, aunque no hubo una constante, sino que se aprecian hitos en los que se han conservado un mayor número de donaciones regias, como el año 1164 con diez donaciones y 1165, con siete. En cambio en otros años como 1172, 1175, 1176, 1179, 1180, no se ha conservado ninguna carta de donación en la que el destinatario sea un laico. Se aprecia una importante disminución de las donaciones durante los últimos siete años de reinado.11 Probablemente esta circunstancia se deba al cambio de política decidido en la curia de Benavente de 1181, que pretendía recuperar para el realengo numerosos bienes que se habían enajenado y puesto en manos de monasterios, catedrales y próceres laicos. En dicha curia se acordó la revocación de todas las incartaciones que había hecho el rey.12 A partir de entonces Fernando II comenzó una campaña de expropiación de determinados bienes, que había donado a instituciones eclesiásticas, para donárselos a las villas reales, que estaban ampliando su territorio, y devolver de esta manera un extenso patrimonio al realengo.13 Pero tras la curia de 1181, no solo se aprecia una importante disminución en las donaciones destinadas a las grandes instituciones eclesiásticas y monásticas, sino también a la nobleza. A pesar de ello, se han conservado varias donaciones cuyos beneficiarios eran miembros de la más alta nobleza: especialmente los Haro, como Rodrigo López y su hermana doña Urraca López de Haro, que acababan de entrar en el reino de León, y también otros magnates lusitanos como Pero Pais de Maia y Vasco Fernandes de Soverosa, lo que indica que el monarca se desprendió de una parte importante de sus bienes para garantizar la fidelidad de la nobleza que protagonizó los últimos años de su reinado. Tras la muerte de Fernando II, su hijo, Alfonso IX, heredó un depauperado realengo, por lo que tuvo que poner en marcha una política de recu-

11

Véase cuadro «Las donaciones de Fernando II a sus fieles» del apéndice de cuadros,

p. 534. 12 MARTÍNEZ RODRÍGUEZ, J. L. Orígenes de la Orden Militar de Santiago, Barcelona, 1972, doc. 122. 13 En el capítulo anterior hemos aludido a estas resoluciones de la curia de Benavente de 1181.

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peración económica de la Corona. En la curia celebrada en León en 1188 derogó las incartaciones que había hecho su padre, con el fin de subsanar las arcas reales. Se abría una difícil etapa para el nuevo monarca que debía redefinir su relación con los nobles y lograr su apoyo para mantenerse en el trono. Sin embargo, esta ardua labor de negociación y compra de fidelidades no queda plasmada en la documentación diplomática a través de las donaciones de bienes, pues solo se ha conservado una carta, emitida en 1188, por la que el rey donaba a Pedro García los bienes de realengo situados en Vega, en el alfoz de Caso.14 Consideramos que pudo conceder muchas más, ya que era el modo de asegurarse el apoyo de los nobles. De los años posteriores, se han conservado donaciones desperdigadas: una cada año, lo que indica que la política de recuperación del patrimonio regio continuó a lo largo de su reinado. Martínez Sopena ha destacado que se aprecia un gran interés del monarca desde que llegó al trono por inquirir el patrimonio de los laicos y del abadengo, para descubrir las apropiaciones ilegales del realengo.15 Probablemente antes de 1197 Alfonso IX encargó una pesquisa general de la que, sin embargo, no hay grandes noticias.16 Asimismo, esta política de recuperación de realengo fue uno de los asuntos debatidos en las cortes de Benavente de 1202, en los que se trató del régimen de propiedad de la tierra. Los inquéritos se repitieron, al menos en 1207, cuando el rey ordenó pesquisar sobre las heredades del monasterio de Carrizo en Quintanilla de Quiro. En esta pesquisa se narra cómo determinados bienes que Alfonso VII había donado a Ponce de Minerva y que parte de las arras de su esposa, doña Estefanía, acabaron formando parte del patrimonio del monasterio de Carrizo.17 Parece que, de nuevo, en 1214 el rey ordenó pesquisar en Asturias.18 Los últimos años del reinado de don Alfonso fueron irregulares en cuanto a las donaciones de bienes a laicos. Hay períodos, como los años que abarcan entre 1222 y 1225, en que solo se conserva una donación real y otros, como 1225 y 1229, en los que no hay constancia de ninguna carta. En cambio, se aprecia un importante incremento de donaciones entre 1229 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. 2, doc. 18. MARTÍNEZ SOPENA, P. «Sicut fuerat iudicatum inter antecesores meos et tuos», pp. 102-106. 16 SIL, doc. 161. Quod rex Adefonsus precepit inquirere per totum suum regnum et constituit inquisitors viros prudentes qui fideliter inquirerent ac separarent hereditates et possessions monasteriorum et ecclesiarum et etiam laicorum a suo proprio rengalengo et omnes in suo iure ac possessionibus sicut in tempore aui sui domni. 17 CASADO LOBATO, C. Colección de Carrizo, doc. 79. 18 MARTÍNEZ SOPENA, P. «Sicut fuerat iudicatum inter antecesores meos et tuos», p. 103. 14 15

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y 1230, en que cinco cartas muestran que el rey dona bienes a su escudero, su halconero, uno de sus clérigos, su concubina, doña Teresa Gil, y su alférez, Rodrigo Fernández de Valduerna. Todos ellos formaban parte del núcleo más cercano al monarca y afín a las infantas, Sancha y Dulce, que optaban al trono. Con estas donaciones se puede apreciar probablemente cómo don Alfonso intentó cohesionar a sus partidarios, al tiempo que compensaba su fidelidad. Probablemente este incremento de las donaciones tiene que ver con las disposiciones tomadas en la curia de 1228 y con el interés tanto de laicos como eclesiásticos, para que el monarca les confirmara los privilegios que les habían concedido con anterioridad y certificar así que las habían adquirido legalmente de manos del rey.

II. Los motivos de las donaciones Durante ambos reinados las donaciones pro bono servitio fueron sumamente habituales y se utilizaron como mecanismo para garantizar la prestación de servicios por parte de una gran variedad de individuos e instituciones. Hilda Grassotti expresaba que este tipo de donaciones, que habían nacido como una recompensa vasallática, podrían haberse convertido en simples cláusulas formularias, puesto que compensaban servicios de naturaleza vasallática y otros que no lo eran.19 Asimismo, la historiadora argentina concluía que no podían considerarse como concesiones de feudos hereditarios a las donaciones pro bono servitio, porque no se transmitía una tenencia hereditaria, sino la plena propiedad de los bienes donados. No obstante, consideramos que estas donaciones, efectuadas como pago a los servicios prestados, con carácter hereditario a perpetuidad y con amplias potestades, fueron uno de los principales mecanismos utilizados por los reyes para potenciar el poder territorial de la nobleza.

A) Sin indicación de causa La mayor parte de las donaciones de bienes se hicieron pro bono servitio quod mihi fecisti, aunque una pequeña parte no hace referencia al servicio que las motivó. Entre las 91 donaciones que se conservan del reinado de Fernando II, solo seis fueron emitidas sin especificación de causa: tres de ellas durante 1158,20 una en 1161. Solo cuatro años después, don 19 20

GRASSOTTI, H. «Pro bono et fidele servitio», pp. 539-540. La primera de estas tres donaciones de 1158 está fechada en octubre y dirigida a

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Fernando donaba la heredad de Retorta a Pedro González sin indicar la causa por la que lo hacía21 y en 1187 concedía a Vasco Fernandes de Soverosa una casa antigua en Astorga, sin destacar el motivo.22 Durante el reinado de Alfonso IX se aprecia un aumento del porcentaje de las donaciones emitidas sin especificación de causa, pues 7 de las 42 cartas emitidas por el rey tienen esta tipología. Pensamos que para desentrañar lo que encierran estas donaciones hay que identificar a sus beneficiarios. Así, los destinatarios de las tres emitidas en 1158 son denominados por el monarca como vasallos, de lo que se puede deducir que la donación se hizo para recompensar servicios vasalláticos habituales y quizá, por ello, no fuera necesario destacar la causa que las motivaba. Asimismo, en 1187 Fernando II, donó a su dilecto et fidele vasallo, la citada casa en Astorga. En este caso tampoco destaca el servicio que don Vasco le hizo aunque, solo unos meses después, en otra donación regia dirigida al noble portugués y su esposa, le conceda abundantes bienes en compensación por las propiedades que le fueron arrebatadas en Portugal por Alfonso Enríquez «por amor a él».23 Entre los beneficiarios de las donaciones sin especificación de causa de Alfonso IX de León, se encuentra un amplio abanico de gentes, en el que figuran dos de sus concubinas: Estefanía Pérez y Teresa Gil y su descendencia ilegítima. En el capítulo dedicado a las amantes del rey hemos destacado que las donaciones de bienes a estas mujeres podrían llegar a considerarse incluso como seudodotes, destinadas a garantizar el mantenimiento de la dama y sus hijos, cuando la relación con el monarca terminara o cuando este muriera.24 No obstante, en ninguna de las cartas destinadas a las concubinas del rey se hace referencia a ningún servicio. Entre los destina-

Pedro Barragán, a quien le acota el monte de Lauzarelo-RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 11. La segunda se emitió en noviembre y en ella el monarca dona a Fernando Sánchez el realengo en el mes de diciembre. En ella Fernando II donaba a Ordoño Ordóñez varias heredades en Aller —SIL, doc. 64—. Véase cuadro del apéndice documental. 21 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 72. 22 MARTINEZ, M. Cartulario de Carracedo, doc. 98. 23 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 236. 24 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. 2, docs. 269, 607. Además de estas donaciones a las que fueron sus concubinas, sabemos que el monarca donó a Aldonza Martines, otra de sus concubinas, determinados bienes, probablemente a perpetuidad a ella y a su esposo. Tras un conflicto con Fernando III el nuevo monarca tuvo que confirmar la donación que había hecho su padre. FERNÁNDEZ FLÓREZ, J. A. Colección de Sahagún, doc. 1672.

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tarios también se encuentran los «hombres del rey» como Salvador Yáñez, que tendría una estrecha relación con el monarca.25 En estas donaciones de Alfonso IX se detecta un comportamiento peculiar, que no se daba con Fernando II, y es que algunas de ellas están redactadas en presencia del monarca y un círculo muy reducido de nobles, que ocupaban los cargos palatinos. Podríamos decir que fueron concedidas en la intimidad del rey. Así, en 1199 el monarca donaba a Pedro Peláez Queixal el realengo de Meraña de Selorio.26 En esta ocasión el diploma es muy simple y solo está confirmado por el propio rey, su mayordomo, el canciller y el notario que redactó la carta; de modo que parece que no se efectuó en un acto público en el que estuvieran presentes los obispos y magnates integrantes de la curia. De la misma manera, en 1205, donó el realengo de Guilladay a Suero Díaz, de nuevo ante un círculo de magnates muy reducido entre los que figuraban el mayordomo, el alférez real, y don Diego López de Haro en calidad de vasallo del rey. Pero deberíamos reflexionar sobre los motivos del aumento del índice de donaciones sin especificación de causa durante el reinado de Alfonso IX. Tal vez su ascenso porcentual demuestre que la fórmula pro bono servitio no se convirtió en algo formulístico y reiterativo, como defendía Hilda Grassotti, sino que el rey quiso premiar a aquellos que le servían o, simplemente, aumentar el poder y patrimonio de sus fieles sin que ello implicara la recompensa a un servicio. No obstante, pensamos que hay alguna razón que se nos escapa, debido a la parquedad o escasez de las fuentes.

B) Pro bono servitio La mayor parte de las donaciones conservadas están hechas pro bono servitio. Mediante la donación de bienes los monarcas recompensaban servicios prestados en el pasado, con fórmulas como pro bono servitio quod mihi fecisti,27 y presentes, bajo expresiones del tipo pro bono servitio

GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. 2, doc. 423. Ibíd., doc. 125. 27 GONZÁLEZ, J. Regesta de Fernando II, p. 347, docs. 4, 9. RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, docs. 52, 87, 99, 112, 132, 140, 225; CDACL, docs. 1511, 1519, 1582. MARTÍN, J. L. Documentos de los archivos catedralicio y diocesano de Salamanca (siglos XII-XIII), Salamanca, 1977, doc. 31; SIL, doc. 106. GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, docs. 18, 144, 362, 364. 25 26

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quod mihi fecisti et facis,28 pro bono et fidele servitio quod mihi fecisti,29 pro bono et grato servitio,30 pro bono et honesto servitio.31 En otras ocasiones, además del servicio prestado por el beneficiario de la donación, se premiaban los servicios prestados por sus parientes, bono seruicio quod tu michi fecisti et parentes tui.32 Asimismo, es habitual encontrar donaciones de bienes efectuadas por los reyes en las que se recompensan los servicios prestados personalmente, pero también aquellos que prestaron los antecesores, como es el caso de la donación que Fernando II otorga a Urraca González, Propter amorem vestrum et propter amores auii uestri comitis domni Fernandi, qui me creauit, et propter seruitium fidelem quem accepi a patre uestro comite domno Gundisalvo.33 De este modo don Fernando recompensaba los servicios que le habían prestado tres generaciones de la familia Traba a lo largo de su vida. También se premiaron los servicios prestados por el propio cónyuge. Así, en 1178 don Fernando donaba a Teresa Fernández de Traba cuatro iglesias en Pallares pro bono seruicio quod uos comitissa dona T. similiter et uester maritus comes N. multotiens presentastis.34 Para garantizarse la lealtad de la nobleza, los monarcas se desprendían de bienes por los servicios que se les debían prestar en el futuro. De este modo Fernando II donó en 1177 a su inseparable Armengol VII de Urgel las villas de Almenarilla y Santa Cruz, Pro multo bono servitio quod mihi fecistis et in futuro me spero de uobis habiturum.35 El monarca empleó la misma fórmula para recompensar los servicios prestados por Rodrigo López en 1182 y asegurarse que continuaría sirviéndole en el futuro. Parece que esta fórmula cancilleresca no se empleó durante el reinado de Alfonso IX, aunque no dudamos que la práctica de recompensar los servicios futuros continuara viva.

28 GONZÁLEZ, J. Regesta de Fernando II, docs. 4, 5, 7, 8, 11. RECUERO ASTRAY, M. Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, docs. 31, 69; CDACL, docs. 1513, 1526; SIL, doc. 74. GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, docs. 64, 171, 286. 29 SANZ FUENTES, M.ª J. y RUIZ DE LA PEÑA, J. I. Colección diplomática del monasterio de San Vicente de Oviedo (siglos XIII-XIV), doc. 287. 30 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. 2, doc. 287. 31 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 47. 32 Ibíd., doc. 78. 33 LUCAS ÁLVAREZ, M. San Paio de Antealtares, doc. 14. 34 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 165. 35 MARTÍN, J. L. El conde Armengol de Urgel VII, doc. 2.

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En ciertas ocasiones, los notarios del rey fueron más explícitos en la redacción de los diplomas que recogían las donaciones de bienes, e incluyeron el servicio exacto por el que se otorgaba. Entre estas cartas, destacan aquellas que fueron concedidas como pago a los servicios militares. Así, durante los primeros años de su reinado, Fernando II se desprendió de numerosos bienes para recompensar el apoyo militar que le habían prestado Fernando Gutiérrez y Sancho Ordóñez en la guerra contra su hermano Sancho III de Castilla. También donó varias heredades a Pelayo Curvo en compensación por las tierras perdidas en Portugal.36 Pero durante todo su belicoso reinado, en el que tuvo que hacer frente a los ataques castellanos y portugueses, además de las expediciones a tierras de moros, don Fernando continuó pagando las soldadas a parte de sus milites mediante la donación de bienes territoriales. En 1165 donó a Ponce Rodriguez unas casas en Zamora como pago al estipendio que le debía Pro centum morabitinos quod debebam tibi dare pro tuo stipendio quod tibi non dederam.37 Un año antes el monarca había compensado a Pelayo Díaz por el servicio que le había hecho en Cabrera.38 Sospechamos que, aunque los diplomas no lo indiquen, varias de las 17 donaciones emitidas entre 1164 y 1165 pudieron estar relacionadas con la compensación de los servicios prestados en Cabrera y en la campaña de Cáceres. Las guerras del Infantazgo contra Castilla también motivaron algunas donaciones, como la otorgada en 1178 por Fernando II a Munio Arias, a quien le concedió el realengo de Santa María de Almán, Pro obtimo caballo tuo quem mihi in Castán dedisti et pro alio servitio quod mihi fecisti in eodem.39 De la misma manera, varias donaciones fueron concedidas pro bono servitio quod mihi fecisti in partibus sarracenorum. Don Fernando donó a Armengol de Urgel la villa de Alcántara tras la conquista en 1167, Pro bono servitio quod mihi fecistis cum militibus vestris.40 Varios de los milites que acompañaron al conde en la conquista de Alcántara, y algunos de sus servidores o miembros de su clientela, recibieron bienes en la localidad, pues en 1217 Alfonso IX concedía a Bernardo Roco, duci et signifero, derecho a construir molinos y pesqueras en la villa.41 En realidad, FerHemos aludido a estas donaciones con anterioridad. RAH, col. Salazar y Castro, O-3, fol. 174v-174r. 38 Pro seruitio quod mihi in Capraria fecisti, RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 52. 39 Ibíd., doc. 461. 40 MARTÍN, J. L. El conde Armengol de Urgel VII, doc. 1. 41 Do pro bonis et gratis serviccis que fecit mihi et etiam pro illis que fecit Armengol comes Urgel, abunculus eius illustrisimo patri meo, et quod sit nobilis ex genere comitum et principum natus. GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. 2, doc. 347. 36 37

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nando II tras la conquista de Alcántara tuvo que desprenderse de gran parte de sus propiedades en la villa para recompensar los servicios militares de la nobleza que le habían permitido hacerse con la plaza. Así, donó a doña Mayor Pérez, hija de Pedro Peláez, una casa en Alcántara y los castillos de Areas Alburquerque, por el servicio que su padre le había hecho en Alcántara.42 En 1183 don Fernando II también compensó a la que entonces era su amante, doña Urraca López de Haro, el servicio que le había hecho con su castillo y sus milites.43 Las donaciones de bienes inmuebles por prestaciones militares parecen haber disminuido durante el reinado de Alfonso IX de León, tal vez porque las arcas del rey estaban saneadas y el monarca pagaba en metálico este tipo de servicios militares. No obstante, varios de sus magnates recibieron tierras como recompensa por su apoyo militar en distintas campañas. Así, en 1212 el monarca donó a Pedro Gutiérrez la villa de Maladas, situada en la frontera portuguesa, pro bono servitio quod mihi fecisti in Ulgoso et in aliis locis ubicumque necesse habui vestrum.44 Poco tiempo después, en 1214, recompensaba los muchos servicios prestados por el magnate portugués, Fernando Fernandes de Bragança, que le había servido durante largos años.45 Le entregó todo cuanto tenía en la villa de Villanueva, pro bono servitio quod mihi fecisti in terra sarracenorum et multi alii loci.46 De la misma manera y durante los últimos días de su reinado, don Alfonso recompensó a su alférez, Rodrigo Fernández, que fue uno de sus más fieles partidarios, con todo cuanto le pertenecía en Friera, por el servicio que le había hecho en la campaña de Mérida.47 Pero además de las prestaciones de servicios militares, los monarcas recompensaron una multiplicidad de servicios, como el hospedaje real. En 1173 Fernando II concedió la exención de tributos que debían pagar por su casa, situada en la calle del Burgo Nuevo de León, a Pedro Domínguez y su esposa Sancha, porque habían hospedado en ella a su hijo, el infante don Alfonso.48 RAH, Col, Salazar y Castro, O-3, f.º 140. RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 207. Pro bono servitio quod mihi fecistis cum corpore castello et omnibus uestris. 44 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. 2, doc. 282. 45 Sobre la trayectoria política de don Fernando Fernandes de Bragança, véase el capítulo 3. 46 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. 2, doc. 300. 47 Do ei illas quia tenuit meam sinam multum bene in mea batalia et fecit mihi multa servitia. Ibíd., doc. 614. 48 GONZÁLEZ, J. Regesta de Fernando II, doc. 31. Ego Fernandus Dei gratia Hyspaniarum rex, et mulier mea regina dompna Urraca, cum consensu filii nostri regis dompni 42 43

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Por otro lado, no debemos olvidar la intensa actividad repobladora y el importante impulso en el proceso de urbanización y creación de toda una red de nuevas villas, llevado a cabo por Fernando II y su hijo.49 En esta empresa la monarquía contó en ocasiones con el apoyo nobiliario. Así, el hijo del emperador premió la intervención de los nobles en la dinamización y puesta en explotación del territorio. En 1157 donó a Velasco Menéndez y a su esposa la Villa Gavin qui illam de nouo populasti.50 Pero aunque en verdad las donaciones pro bono servitio fueron utilizadas principalmente por los monarcas para recompensar los servicios prestados por sus fieles, en algunas ocasiones utilizaron este mecanismo para resarcir los daños que se habían ocasionado tras una usurpación de bienes por su parte o por la de otros miembros de la familia real. Con este motivo Fernando II restituyó a Diego Fernández la heredad de Castro Rueda, para reparar la injusticia que había cometido su tía, la infanta Sancha, que se la había arrebatado al padre de este. Esta devolución de bienes se efectuó en las mismas condiciones que el padre de Diego Fernández la había tenido; es decir, cum omnibus prestationibus presentibus et futuris et cum omni iuris eius plenitudine.51 También hubo donaciones graciosas para solucionar algunos conflictos surgidos entre los nobles, como aquella efectuada por Fernando II a Fernando Odoáriz y su esposa en 1164, por la que resarcía los 150 marcos de plata que don Pedro Arias no les había devuelto de la dote de su hija Ilduara, tras disolverse el matrimonio.52

III. Condiciones de las donaciones Los reyes se desprendían de sus propiedades para entregárselas a sus servidores, bajo determinadas condiciones, tanto temporales, como herediAdefonsi, facimus kartam et scriptum firmissimum uobis Petro Dominici et mulieri uestre dompne Sancie, et omnibus successoribus vestris, de vestra domo quam habetis in calle uocitato burgo nouo. Concedimus itaque facimus uobis iam dictis talem et tantam absolutionem de illa uestra domo… amore Dei et remedio animarum nostrarum atque prece eiusdem filii nostri regis dompni Adefonsi, quem uso hospitem habuistis primitus in Legione in prefata domo, quod nunquam uso nec etiam alii qui in predicta domo habitauerint non dent facendera, nec forum aliquod. 49 Sobre la actividad repobladora véase GONZÁLEZ RAMOS, J. I. Villas reales en el reino de León. 50 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 3. 51 GDF, doc. 89. 52 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 55.

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tarias. Las condiciones en las que Fernando II y Alfonso IX donaron parte del realengo a sus fieles no variaron sustancialmente, aunque sí es posible apreciar algunas diferencias entre las donaciones hechas por don Fernando y las efectuadas por su hijo.

A) Con carácter hereditario implícito La mayor parte de las donaciones se hicieron iure hereditario. No obstante, entre las cartas seleccionadas existen ejemplos en que no aparece explícitamente esta fórmula, aunque sí otras que encierran la misma idea de transmisión a las generaciones venideras de los bienes donados por los monarcas. Expresan esa idea de perpetuidad porque se hacen extensivas a la progenie, generatio o posteritas de los beneficiarios.53 De hecho, entre las donaciones de Fernando II se localizan cuatro diplomas con estas características y seis durante el reinado de su hijo. Para intentar conocer el motivo por el que se concedieron donaciones sin la fórmula iure hereditario, sino con otras que, al parecer, enmascaran las mismas condiciones, decidimos analizar el tipo de bienes donados. Sin embargo, parece que no responde a estas razones, pues no se puede establecer una distinción clara, ya que hay una gran heterogeneidad en cuanto a la naturaleza y el valor de los bienes donados, que oscilan desde un solar en la ciudad de León, bienes de realengo en Bárcena, o un lugar para construir molinos, cercano de Avilés.54 Barajamos la posibilidad de que pudiera responder a una cuestión de usos de la cancillería, pero, probablemente, tampoco sea así, puesto que este tipo de donaciones se dieron a lo largo de todo el período que va de 1157 a 1230, y bajo el mandato de todos los cancilleres de Fernando II y Alfonso IX. Tampoco parece estar en conexión con la categoría de los beneficiarios de estos bienes, que tenían distintos perfiles y diversa categoría social. Entre ellos se encuentra desde personal de servicio de la corte, como el montero Martín Núñez, hasta el alférez Pero Pais de Maia. Desconocemos por tanto cuál es la razón por la que no se incluye la fórmula iure hereditario en estos diplomas; sin embargo, consideramos que estas donaciones tienen un carácter similar. Un reducido número de ejemplos, pero muy significativos, deja patente esta idea de transmisión a las generaciones futuras a que nos referimos. Tal vez el caso más elocuente sea la donación a cierta Palla de una corte con sus casas en la calle Mayor de Zamora, otorgada por Fernando II. El 53 54

En el capítulo 2 analizamos el significado de estos términos. GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. 2, doc. 461.

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texto dice: Ego dedi tibi ut facias inde quecumque uolueris tu et omnis posteritas tua, filiis et neptis uel que de tibi excrebrauerit uendendi, donandi, atque possidendi ita ut de hodie die uel tempore de iuri meo isto dato sit abraso et in tuo dominio sit tradito atque confirmato habeas tu et cui tua fuerit uoluntas heuo perenni et secula cuncta.55 La mención a los hijos y nietos de Palla subraya una clara condición hereditaria de los bienes donados. Por otro lado, el hecho de que aparezcan expresiones de carácter temporal, como perenni et secula cuncta, redunda en la idea de perpetuidad de la donación. Con este mismo sentido se utilizaron otros términos similares como semini uestro post uos;56 y sucessores57 en que se hace alusión explícita a la descendencia. Asimismo, en numerosas cartas se destaca la idea de transmisión de las propiedades mediante términos que manifiestan la prolongación temporal de la donación. Se trata de expresiones como in sempiternum, u otras como per scriptum donationis semper ualiturum;58 perpetualiter59 o in perpetuum.60 Es frecuente encontrar diplomas en los que aparecen los dos tipos de expresiones simultáneamente; es decir, formas como omni generatione tue iure hereditario,61 o tu et omnis posteritas tua iure hereditario tibi concedo.62 Quizá se trate de un modo de incluir en el negocio a determinados CDACL, doc. 1511. RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 207. 57 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. 2, doc. 347. 58 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 227. 59 Se trata de la donación a su capellán Rodrigo Menéndez que ya hemos comentado. Fernando II se la entrega iure hereditario; sin embargo, en el texto señala que el emperador se la había entregado perpetualiter al padre del dicho capellán y, por ello, confirma la propiedad de los bienes a condición hereditaria. 60 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. 2, doc. 188. En este caso se trata de la donación efectuada en 1204 por Alfonso IX a Alfonso Pérez y su descendencia de varios bienes, cerca de Orense: Do et concedo vobis Alfonso Petri et semini vestro illum montem qui dicitur Deuesa de Moogos et Modorra (…), in perpetuum habendum, ut faciatis de illo quicquid vobis placuerit, vendatis, donetis, subpignoretis. En este caso la idea de bienes que deben ser heredados, expresada a través de la mención a semine vestro, se refuerza con la partícula in perpetuum, que subraya la duración de la concesión del rey. 61 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 3 Ea propter Gallecie dominator tibi Uelasco Menendi facio kartam donationis et scriptum firmitudino imperpetuum ualiturum de uilla quam uocitant Gauim et est tibi uxore tue filiis et filiabus tuis omnique generatione tue iure hereditario in perpetuum. FLORIANO LLORENTE, P. Colección diplomática del monasterio de San Vicente de Oviedo, doc. 287. de illis faciatis uos et omnes filii uestri et tota generatio uestra iure hereditario in perpetuum uobis concedo. 62 GONZÁLEZ, J. Regesta de Fernando II, doc. 9. 55 56

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familiares futuros del beneficiario y hacer hincapié en esta percepción de propiedades trasmisibles a la descendencia. En este sentido es significativa la donación que en 1164 otorgó Fernando II a Diego Abregón. En la carta se hace referencia a que los bienes entregados fuerunt de auis uestris et de uestro patre (…) de illis faciatis uos et omnes filii uestri et tota generatio uestra iure hereditario in perpetuum uobis concedo.63 En estas palabras se percibe un claro interés por perpetuar en manos de este individuo determinados bienes que habían pertenecido a su familia desde, al menos, dos generaciones pasadas y que el monarca pretendía hacer transmisibles a las generaciones futuras.

B) Iure hereditario Martínez Sopena ha destacado que desde el reinado de Alfonso VI se pueden documentar donaciones iure hereditario. Señala que su número aumentó progresivamente durante los reinados de doña Urraca y Alfonso VII. Destaca que son un fenómeno en expansión, y lo serán sobre todo durante el reinado de Fernando II, cuando se observa un importante incremento de este tipo de documentación, que representa el 90% del corpus documental que hemos seleccionado para este capítulo. No obstante, este fenómeno pudo sufrir una leve regresión en el tiempo de Alfonso IX. Las características de este tipo de donaciones no varían sustancialmente a lo largo de todo el período. El elemento común que presentan es el carácter hereditario y la posibilidad de disponer de los bienes donados con plena voluntad. Estas potestades se expresan a través de fórmulas como: ut deinceps eam habeas et possideas et quicquid volueris de illa. Sitque tibi potestas uendendi, donandi uel faciendi de ea quicquid uolueri, o Et ut ab hoc die et deinceps illud habeatis et possideatis et de illo quicquid quod uolueritis faciatis. Possideas, uendas, dones, concambies et totam uoluntatem tuam illa facias. No obstante, a partir de 1217, la cancillería de Alfonso IX añadió a las fórmulas, que hasta ese momento habían sido utilizadas, como et cum quanto ibidem ad prestitum hominis esse uidetur,64 que indica literalmente que se donaba «todo lo que pudiera servir a los hombres». Los bienes de los que los monarcas se desprendían eran de diversa naturaleza, aunque en numerosas ocasiones no se explicita el tipo de bien doFLORIANO LLORENTE, P. Colección diplomática del monasterio de San Vicente de Oviedo, doc. 287. 64 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, docs. 282, 286, 287, 300, 347. 63

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nado, sino que aparecen expresiones del tipo: dono itaque tibi predictum realengum totum et integrum, dono itaque tibi quod et quantum regalengum habeo. Sin embargo, el «realengo» engloba una extensa variedad de bienes como aldeas, solares, casas, cortes, villares y la genérica denominación de heredades. Asimismo, en varias donaciones se entregan bienes pertenecientes al Infantazgo. Tras la descomposición del Infantazgo en 1159, a raíz de la muerte de la infanta doña Sancha, los bienes que habían pertenecido a este conjunto se convirtieron en objeto de las donaciones que los monarcas hacían a los miembros de la nobleza más próxima. Fernando II donó a Fernando Gutiérrez, en 1159, la villa de Alafonte, que había pertenecido al infantazgo,65 y don Abril recibió en 1163 el realengo e infantazgo de Villafañe.66 Además en 1165 don Fernando donó el infantazgo de León a su hermana doña Sancha, reina de Navarra, tal y como lo había tenido su tía la infanta Sancha.67 Del mismo modo, numerosas instituciones eclesiásticas recibieron bienes del Infantazgo.68 No obstante, las donaciones de bienes del Infantazgo se registraron solo durante el reinado de Fernando II, porque este importante conjunto patrimonial acababa de desintegrarse, quizá para incorporarse al realengo; mientras que en el tiempo de Alfonso IX no se hizo referencia a estos bienes en ninguna de las donaciones otorgadas por el rey.

C) Con carácter vitalicio A pesar de que la mayor parte de las donaciones conservadas de Fernando II y Alfonso IX de León se hicieron con carácter hereditario, se registra un pequeño número de ellas en las que los reyes cedieron algunos bienes o rentas a sus fieles de manera vitalicia. Así, en 1168 Fernando II concedió una pensión vitalicia al maestro Mateo, que estaba realizando las obras de la catedral de Santiago de Compostela.69 En 1179 el mismo monarca otorgó al maestro Pelayo Enriquez, canónigo de Mondoñedo, toda la RAH, Col. Salazar y Castro, B-3, f.º 306. SIL, doc. 74. Dono uobis domno Aprili de toto meo regalengo et infantadigo quod et quantum est in Uillafa quem quid Uillafanne est iuxta fluuium Porme. Dono itaque uobis domno Aprili predictum regalengum et infantadigum totum integrum quod habeo et habere debeo. 67 RAH: Col. Salazar y Castro, O-10, ff. 64, 65, n.º 66281. 68 SIL, docs. 86, 93. DOMÍNGUEZ SÁNCHEZ, S. Monasterio de la Vega, doc. 69; CDACL, doc. 1535. 69 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 89. 65 66

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voz regia y la iglesia de San Jorge de Lorenzana, con la condición de que, a su muerte, pasase a la sede de Mondoñedo.70 En 1181 Fernando II donó a su notario el maestro Bernardo, dilectus et familiaris notarius meus magister Bernardus mecum multo tempore laborando, todo lo que el rey poseía en Santa Comba.71 Durante el reinado de Alfonso IX las donaciones con carácter vitalicio destinadas a este tipo de individuos se redujeron. En verdad el monarca concedió bienes a algunos canónigos de distintas instituciones religiosas como el maestro Juan Alfonso, canónigo de Orense, o a su clérigo Nicolás; no obstante, y aunque no se explicita que pudieran ser heredados por sus parientes, se señala que eran concedidos a perpetuidad, aunque no se determina el destino de los bienes recibidos a la muerte de los beneficiarios de la donación, como sucedió con las donaciones vitalicias otorgadas por Fernando II.

IV. Las donaciones iure hereditario como instrumento de creación de grandes dominios nobiliarios. Ponce de Minerva y Nuño Froilaz Las donaciones iure hereditario se convirtieron en el principal mecanismo para construir o aumentar los dominios nobiliarios. El hecho de que se concediera plena propiedad sobre los bienes adquiridos y el carácter hereditario de los mismos favorecía la creación de extensas áreas de dominio bajo la autoridad de un noble. Además, en numerosos diplomas se incluía la inmunidad jurisdiccional de las propiedades, lo que impedía la intromisión de cualquier oficial del rey. A pesar de que era uno de los principales mecanismos de ampliación de los patrimonios nobiliarios, apenas se han conservado unas pocas donaciones de bienes a los grandes magnates de la curia, custodiadas en los archivos de los monasterios que fundaron. Este tipo de donaciones fue utilizado por los reyes para completar el poder y asentar a determinadas parentelas en los territorios a los que estaban vinculadas desde generaciones anteriores. Estas concesiones de bienes inmuebles en las zonas de influencia de cada individuo habitualmente venían acompañadas de la delegación del ejercicio del poder regio en las principales tenencias del lugar. De este modo, el noble, además de convertirse Ibíd., doc. 171. Do et concedo per hanc ualituram kartam donationis in perpetuum magistro Bernardus in uita sua quantumcumque habeo et regie uoci pertinet in sancta Columba de Doancos et post obitum suum quia mihi bene seruiuit. Ibíd., doc. 189. 70 71

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en importante propietario, ejercía el poder sobre hombres y territorio; configurándose así extensas zonas de control e influencia de determinados individuos. Para observar cómo las donaciones regias sirvieron para construir y aumentar el patrimonio nobiliario, hemos decidido analizar los casos de los dos magnates de los que más donaciones pro bono servitio se han conservado. En primer lugar, presentaremos el conocido caso de Ponce de Minerva porque muestra cómo a través de la recompensa por los servicios prestados a la monarquía un noble foráneo podía conseguir un amplio patrimonio, que después heredarían sus descendientes. Después estudiaremos el caso de Nuño Froilaz. Ambos magnates pertenecen a la misma familia, pero son miembros de distintas generaciones,72 por lo que consideramos que, al contrastar el modo en el que recibieron numerosas propiedades de manos de los reyes, es posible encontrar alguna diferencia o evolución en el modo en el que los monarcas se relacionaron con los miembros de esta familia y en la manera de favorecerles. En realidad, gran parte de la trayectoria de Ponce de Minerva en tierras leonesas corresponde al reinado de Alfonso VII. Tras su llegada la infanta Sancha se erigió en su protectora. Fue ella quien le donó algunas propiedades pertenecientes al Infantazgo, que configuraron el germen del extenso patrimonio que logró Ponce durante su vida. En 1140, cuando acababa de casar con Estefanía Ramírez, doña Sancha le donó la villa de Argavallones.73 Solo un año después, Alfonso VII le concedía una heredad en San Pedro de Páramo con condición hereditaria por los buenos servicios que le había prestado,74 y cinco años más tarde el emperador donó al matrimonio, en las mismas condiciones, la villa de Grulleros. Don Ponce de Minerva continuó sirviendo a los reyes de León y se convirtió en uno de los principales magnates de la corte de Fernando II. Así, en 1161 el conde estaba en el punto álgido de su carrera cuando, además de numerosas dignidades, el rey le donó los lugares de Salio y Ferrera, situados en la montaña de León, pro bono servitio quod mihi fecisti et facis, a condición iure hereditario. En 1164 y con las mismas condiciones, don Fernando le da la heredad de Villamandos a orillas del Esla.75

Don Nuño Froilaz, hijo de Froila Ramírez, era sobrino de Ponce de Minerva, ya que este estaba casado con Estefanía Ramírez, la hermana de Froila Ramírez. 73 CANAL SÁNCHEZ-PAGÍN, J. Documentos del Monasterio de Carrizo de la Ribera en la colección Salazar de la Real Academia de la Historia, doc. 1. 74 Ibíd., doc. 2. 75 Ibíd., doc. 5. 72

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Tras un enfrentamiento con Fernando II, el conde Ponce de Minerva salió de León para servir a Alfonso VIII de Castilla, que le concedió numerosas propiedades en las localidades de Benavides y Azaña.76 Durante algún tiempo el conde sirvió a los reyes de León y Castilla casi de manera simultánea. Así, en 1171 don Fernando II otorgaba carta de exención al conde Ponce y su esposa a favor de sus vasallos. En realidad esta última concesión regia no es una donación de bienes estrictamente dicha, pero viene a aumentar de un modo indirecto el patrimonio del conde, puesto que, beneficiados por la exención tributaria, nuevos hombres rendirían vasallaje a Ponce de Minerva.77 Todos estos bienes que el conde había obtenido de manos regias pasaron a formar parte del patrimonio del monasterio de Carrizo que fundó junto a su esposa en 1176. A pesar de que Ponce de Minerva abandonó la corte leonesa durante algún tiempo, no hay noticias de que cayera en la ira regia, que conllevaba la expropiación de sus bienes. Las concesiones iure hereditario, a pesar de su condición hereditaria, estaban supeditadas a la voluntad del monarca, que podía expropiarlas en caso de traición o rebeldía. Este no parece ser el caso de Ponce de Minerva, puesto que sus vástagos conservaron sus propiedades en León. Don Nuño Froilaz era hijo de Froila Ramírez y tras la muerte de su padre se convirtió en la cabeza de la familia. Don Nuño recogió el legado tanto político como patrimonial de sus antepasados. Durante generaciones los Flaínez habían recibido numerosas donaciones regias, en compensación por su constante servicio a la monarquía, que habían configurado un amplio patrimonio, que se había transmitido entre los miembros de la parentela. Alfonso IX contó con el servicio de Froila Ramírez y su hijo, Nuño Froilaz. Al primero de ellos le donó en 1192 el realengo de Salientes con condición hereditaria,78 que acabó formando parte del patrimonio del monasterio de Carrizo fundado por su hermana, doña Estefanía Ramírez. Su hijo don Nuño recibió de manos del monarca en 1202 cuanto le pertenecía en Fresnizino, Navas y Tejeros a condición hereditaria y a perpetuidad, por el buen servicio que siempre le había hecho. El servicio del magnate a la monarquía leonesa continuó y en 1215 el rey le concedió la villa de Soto de Valderueda, en las mismas condiciones que había hecho anteriormente: propter amorem bonum quem vobis habeo et pro bono servitio quod

76 Las propiedades que el conde recibió en Castilla fueron con derecho hereditario, puesto que a la muerte del conde las recibieron sus descendientes. 77 Ibíd., doc. 7. 78 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, doc. 51.

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mihi fecisti et facis.79 Estas palabras muestran la estrecha relación que mantenía el rey con don Nuño. Solo dos años después, en 1217, don Alfonso le donó el realengo de Cofiñal. Si se comparan las condiciones por las que tanto Ponce de Minerva como su sobrino, Nuño Froilaz, recibieron bienes de manos de los monarcas, no se aprecia ninguna diferencia; por lo que podemos afirmar que, a lo largo de los reinados de Fernando II y Alfonso IX de León, el modo de premiar a la nobleza por los servicios prestados no varió sustancialmente. Los monarcas, mediante este sistema de recompensa por los servicios prestados, concentraron, aumentaron y potenciaron la presencia y poder de un individuo o su parentela en una determinada zona. Este mismo esquema se puede encontrar si se sigue la pista de cada uno de los destinatarios de las numerosas cartas conservadas.

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CDACL, doc. 1843.

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CAPÍTULO 8 EL PODER NOBILIARIO EN LAS RELACIONES ENTRE REINOS. LA INTERVENCIÓN DE LA NOBLEZA EN LOS TRATADOS ENTRE SOBERANOS

La participación de la aristocracia laica en la política regia no se restringió a las cuestiones internas del reino, sino que también se extendió a la política exterior. Desde comienzos del siglo XII la nobleza había comenzado a desplegar sus redes de parentesco y a diversificar su acción más allá de las fronteras de su reino de origen; al mismo tiempo que los monarcas estaban inmersos en un complejo proceso de fortalecimiento del poder real. Para poder hacer frente al crecimiento exponencial del poder de la aristocracia laica, bien estructurada y con intereses e influencia en varios reinos, y evitar las peligrosas rebeliones nobiliarias de las centurias anteriores, los monarcas tuvieron que aliarse. Asimismo, y con igual fin, necesitaron integrar a la nobleza en las instituciones y hacerla partícipe de la materialización de las alianzas exteriores, otorgándole importantes papeles en el cumplimiento de los pactos entre monarquías. No obstante, algunos investigadores, como Esther Pascua, han advertido que la participación aristocrática en los tratados de paz leoneses fue menor que en otros reinos, ya que los reyes de León se apoyaron en gran medida en la jerarquía eclesiástica y en las órdenes militares para llevar a cabo las negociaciones y el mantenimiento de la paz y contrarrestar, así, a la poderosa aristocracia laica. Este comportamiento, presente durante el reinado de Fernando II, se agudizó con Alfonso IX, que había comenzado a diversificar la base social en la que cimentar su poder, y que otorgó un papel

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destacado a los maestres de las órdenes militares, como garantes de los tratados de paz, a los obispos, como negociadores, y a las nuevas villas como garantes y negociadoras de la paz en el juego de la política intermonárquica, disminuyendo así la intervención nobiliaria. En efecto, la consolidación de la exclusividad del derecho regio de hacer la paz y la guerra fue un proceso muy lento y de difícil implantación que comienza en el siglo XII y se institucionalizará a finales del siglo XIII y comienzos del siglo XIV. A lo largo del período que estamos analizando aún no se había consolidado este derecho regio en tierras leonesas. Así, en los primeros momentos del reinado de Alfonso IX y posiblemente debido a la debilidad y la gran dependencia del poder nobiliario y otros agentes sociales para mantenerse en el trono, el nuevo monarca prometió, en los llamados decreta de 1188, no firmar ninguna paz sin contar con el consejo de sus nobles, el clero y los hombres buenos —Promissi etiam quod non faciam guerram vel pacem vel placitum nisi cum consilio episcoporum, nobilium et bonorum hominum per quorum consilium debeo regi—.1 A pesar de esta cooperación con las fuerzas vivas del reino, Alfonso IX intentó debilitar el poder nobiliario en las relaciones intermonárquicas, favoreciendo a las órdenes militares, los obispos y las villas reales. Pero el poder supranacional que destacó por encima de todos durante la plena Edad Media fue el Papado, que se erigió en el principal árbitro de las relaciones intermonárquicas, en lo relativo a la lucha de la Cristiandad contra el infiel. Este empeño de la curia romana determinó en gran medida la paz entre los reinos hispanos, sobre todo en los últimos años del siglo XII y comienzos del siglo XIII, cuando provocó el acercamiento de los reyes hispanos para las campañas bélicas, que tuvieron como hitos fundamentales la batalla de Alarcos y las Navas de Tolosa. Es quizá en estos momentos cuando la intervención pontificia fue más evidente en las relaciones entre León, Castilla y Portugal. La intervención papal en lo referente a los matrimonios regios leoneses determinó la política exterior de sus monarcas, pues los sucesivos Papas anularon varios de los matrimonios de Fernando II y Alfonso IX, que habían servido para materializar la paz con los reinos originarios de sus esposas; con lo que, tras la invalidación del enlace, se resquebrajó la alianza y se modificó el planteamiento de la política exterior leonesa. A pesar de la importancia que la intervención papal tuvo en las relaciones leonesas con otros reinos y de que haremos referencia a ella en algunas ocasiones, centraremos nuestro trabajo en analizar la participación de la nobleza en las conversaciones de paz y en el mantenimiento de la misma. 1

GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. 2, doc. 11.

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I. Fuentes y metodología Para lograr nuestro objetivo utilizaremos dos tipos de fuentes: por un lado, las fuentes diplomáticas, los tratados firmados entre soberanos y, por otro, las referencias cronísticas al establecimiento y mantenimiento de distintas treguas o paces. No obstante, antes de continuar es necesario hacer una breve reflexión. En primer lugar, llama la atención la desigualdad en el grado de conservación de los tratados de paz firmados por los reyes de León. Mientras que han llegado a nuestros días la práctica totalidad de los acuerdos firmados con Castilla entre 1157 y 1230, no sucede lo mismo con los establecidos con el reino luso. Desafortunadamente solo existen algunas pequeñas referencias a distintas paces firmadas con Portugal en las datas históricas de ciertos diplomas, como la paz de Lérez de 1165, de la que se desconoce su contenido. Tampoco se conoce lo pactado entre Fernando II y Alfonso Enríquez tras el llamado desastre de Badajoz de 1169. Asimismo, solo existen alusiones vagas sobre la participación portuguesa en algunos pactos intermonárquicos, como las treguas de Coimbra de 1212, o, en el peor de los casos; solo se ha conservado una imprecisa alusión a la firma de un tratado entre León y Portugal del que se desconoce el contenido, la fecha y el motivo de la firma, en el tratado de Valladolid, firmado en 1209 entre Alfonso IX y Alfonso VIII de Castilla. En él se señala que Sancho I de Portugal podía adherirse a la paz o, si prefería, continuar rigiendo su relación con el monarca leonés de acuerdo al tratado firmado entre ellos.2 Nada se sabe del acuerdo firmado entre los reyes de León y Portugal antes de 1209. A pesar de este panorama desolador, que impide conocer los términos exactos de la relación entre León y Portugal durante la segunda mitad del siglo XII y comienzos del siglo XIII, queremos destacar la importancia de la conservación del llamado tratado de disolución de las arras de doña Teresa (1194), localizado en el fondo del monasterio de Lorvão, que se conserva en el Archivo Nacional Torre do Tombo de Lisboa, el cual permite conocer un conflicto que atañía a León, Castilla y Portugal. A pesar de que el texto del tratado fue publicado en 19793 y de que fue

2 Et ego rex Castelle mitto in pacem istam uobiscum rege Legionis regem Portugalie. Et si forte rex Portugalie uoluerit esse uobiscum in pacto illo, quod uos dicitis, inter uos et ipsum esse tractatum magis quam in meo, fiat ita. Si autem magis uoluerit esse in isto, diruatur castellum de Pinel et firmetur pax omnibus eisdem modis, quibus inter me et uos regem Legionis firmatur. CDACL, doc. 1808. 3 AZEVEDO, R. DE, COSTA, A. DA y PEREIRA, M. Documentos de D. Sancho I (11741211), vol. I, Coimbra, 1979, doc. 74.

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estudiado por Marcelino Pereira,4 ha tenido poca repercusión en la historiografía leonesa. Para realzar este importante tratado de paz, hemos elaborado una nueva edición del diploma,5 acompañada de un breve estudio histórico, porque es un tratado clave para comprender numerosos aspectos de las relaciones entre ambos reinos.6 Algunos de los diplomas manejados han planteado ciertos problemas metodológicos relativos, en su mayoría, a su naturaleza y la entrada en vigor del pacto que recogen. Entre ellos se encuentran el llamado tratado de Fresno-Lavandera firmado en 1183 y el tratado de disolución de las arras de Teresa de Portugal. El primero de estos documentos recoge las negociaciones de la paz, si bien no se trata del diploma solemne que debieron de firmar los monarcas implicados que, tal vez, podría tener algunas modificaciones. Por su parte, el tratado sobre la disolución de las arras de doña Teresa de Portugal tampoco es un diploma solemne, ni contiene las señales de validación propias de este tipo de documentos de gran relevancia para los reinos; no obstante, se trata de una copia partida por A, B, C, que sería suficiente para la validación del diploma. A pesar de ello, las circunstancias que describe y los personajes que participan en él no nos hacen dudar de la veracidad de los hechos recogidos. Hemos considerado este documento como una copia múltiple del tenor del tratado firmado por los monarcas, elaborada para uso particular, quizá destinado a la propia doña Teresa o a sus hijas, las infantas, Sancha y Dulce, dada su procedencia. A pesar de la problemática planteada por determinados tratados, este tipo de fuente es un instrumento muy valioso para conocer los mecanismos empleados para negociar y mantener la paz entre los reinos implicados, y para estudiar la implicación que la aristocracia laica tuvo en ellos; por lo que constituyen la base sobre la que cimentamos nuestra investigación.7

4 PEREIRA, M. «Um desconhecido tratado entre Sancho I de Portugal e Afonso IX de Leão (solução das arras da raihna D. Teresa)», Revista Portuguesa de História, 17 (1978), pp. 105-131. 5 En el apéndice documental incluimos la transcripción del diploma, doc. 1. 6 CALDERÓN MEDINA, I. «Las arras de la reina Teresa, el tratado entre Sancho I de Portugal y Alfonso IX de León de 1194», en MARTÍNEZ SOPENA, P., e VAL VALDIVIELSO, I. DEL Castilla y la sociedad feudal. Estudios homenaje al profesor D. Julio Valdeón Baruque, vol. II, pp. 443-455. Asimismo, hemos analizado la intervención nobiliaria en los tratados de paz firmados entre León y Portugal entre 1191 y 1219, en ÍD., «Los tratados de paz entre León y Portugal (1191-1219). La intervención nobiliaria en el mantenimiento de la paz», en CRUZ COELHO, H. DA, ANTÓNIO GOMES, S., MANUEL, A. Actas VI jornadas luso-espanholas de estudos medievais. A guerra e a sociedade na Idade Média, vol. II, pp. 93-107. 7 CALDERÓN MEDINA, I. «Las arras de la reina Teresa».

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II. Política exterior leonesa (1157-1230) Durante los reinados de Fernando II y Alfonso IX de León en el ámbito de la política exterior se asiste a un proceso de enquistamiento de determinados conflictos, de difícil solución, que enfrentaron a los reinos durante décadas. Asimismo, la política exterior de ambos monarcas fue extremadamente variable, puesto que los cambios de alianzas fueron la tónica general. Al mismo tiempo, se trata de un período de gran dinamismo diplomático, pues se suceden numerosas firmas de tratados de paz, que fueron quebrantados casi de inmediato. En esta vorágine, la aristocracia laica tuvo un destacado papel. La decisión de Alfonso VII de dividir su imperio entre sus hijos abrió una profunda brecha en los territorios, que hasta entonces había dominado, y fue el origen de un conflicto que no se pacificaría hasta la reunificación de los reinos en 1230. Fueron los asuntos relativos a la difusa frontera los que motivaron el primer conflicto entre los dos monarcas hermanos, que se intentó zanjar en Sahagún, en mayo de 1158. Poco tiempo después moría Sancho III de Castilla y Fernando II pretendió extender su poder e influencia en los reinos vecinos consiguiendo la tutela de su sobrino, Alfonso VIII, y poniendo bajo su protección a Alfonso II de Aragón, que aún era un niño.8 De este modo, se convirtió en uno de los monarcas más poderosos de los reinos ibéricos. Tras perder la custodia de Alfonso VIII, los conflictos fronterizos con Castilla se desataron y se prolongaron durante casi dos décadas. Los intentos de pacificación se sucedieron. Se firmó una concatenación de tratados de paz, que se inició con la firma de un acuerdo en Medina de Rioseco en 1181 y culminó en 1183, con el tratado establecido en Fresno-Lavandera, que solucionó, momentáneamente, la enemistad entre los dos reinos. Pero, además, don Fernando II tenía otros flancos abiertos. Mientras luchaba contra su sobrino castellano, se enfrentaba también al rey luso, que había invadido las tierras gallegas de Limia y Toroño en 1163. Al parecer, tras largas conversaciones se firmó un tratado de paz en Lérez en abril de 1165, que se materializó en el matrimonio de Fernando II con la infanta portuguesa, doña Urraca Alfonso. Pero la amistad luso-leonesa se rompería en 1169, cuando el rey portugués atacó Badajoz, una plaza que estaba situada en la zona de expansión que se había reservado para sí Fernando II en el tratado de Sahagún. Alfonso Enríquez cayó en manos de su yerno, que lo hizo cautivo. Tras varios meses en poder de Fernando II y duras ne8 En 1162 firmó el llamado Tratado de Ágreda, en el que ponía bajo su protección al rey niño. SÁNCHEZ CASABÓN, A. I. Alfonso II Rey de Aragón, doc. 4.

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gociaciones, el monarca leonés liberó a su suegro. No obstante, se desconocen los términos exactos del acuerdo al que llegaron los reyes, aunque inmediatamente tras su liberación, el lusitano devolvió a su yerno los castillos que le había arrebatado en Toroño, de lo que se deduce que era una de las cláusulas del pacto. Tras la muerte del monarca leonés, su hijo y heredero, Alfonso IX, se puso al frente de un reino con numerosas dificultades económicas, ya que la largueza de su padre había mermado las arcas regias. También tenía graves problemas militares, pues la amenaza almohade estaba acechando en el sur. Tal vez, en un intento por fortalecer su poder dentro y fuera de su reino, don Alfonso IX decidió aliarse con su primo, Alfonso VIII de Castilla, al que rindió homenaje en la curia de Carrión de 1188. Esta alianza sería efímera, pues el rey de León decidió dar un brusco giro a su política, por la deshonra que había supuesto besar la mano de su primo. Así, en 1191 se alió con los reyes de Aragón y Portugal para neutralizar el poderío del rey de Castilla. Esta concordia, firmada en Huesca, se vio reforzada con el establecimiento del matrimonio entre don Alfonso IX de León y su prima, la infanta doña Teresa, hija de Sancho I de Portugal. Pero la situación internacional cambiaría en 1194, cuando se temía un inminente ataque de las tropas almohades y el Pontificado intentaba promover la paz entre los reinos hispanos, para que, conjuntamente, hicieran frente a los ejércitos musulmanes. Con este fin, los reyes de León y Castilla firmaron el tratado de Tordehumos, pero para que este pudiera materializarse, Alfonso IX debía solventar las cuestiones relativas a las arras de su esposa doña Teresa, que aún quedaban pendientes, tras la anulación del matrimonio regio por consanguinidad. Para ello, el rey de León se reunió con Sancho I de Portugal y acordaron la manera de hacerlo. Tras la firma de este acuerdo pudo hacerse efectiva la alianza con Castilla. Sin embargo, pronto se rompió, pues tras la batalla de Alarcos contra los almohades, don Alfonso de León pidió a su primo que le devolviera algunas plazas que le había usurpado en tierra leonesa y, de nuevo, estalló la guerra entre los dos reinos.9 Esta vez, Alfonso IX se había aliado con los musulmanes que atacaban a Alfonso VIII desde el sur, mientras que él entraba en Castilla por la Tierra de Campos. Pero no hubo que esperar demasiado tiempo para que León sufriera la revancha de estos ataques. La pacificación del conflicto llegó en 1197, cuando los monarcas acordaron el matrimonio entre don AlLas huestes de Alfonso IX no participaron en la batalla de Alarcos, a pesar de que el rey lo había acordado con Alfonso VIII. El rey de León no acudió al lugar pactado y los castellanos tuvieron que enfrentarse a las tropas musulmanas sin el apoyo leonés. 9

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fonso IX y la infanta Berenguela de Castilla. Se determinó que los castillos y las tierras disputadas entre los reinos se convirtieran en los bienes de arras de la nueva reina de León. Con la firma de estas capitulaciones matrimoniales se puso fin, momentáneamente, al enfrentamiento que durante tantos años habían mantenido los dos monarcas; a pesar de que la sombra de la anulación eclesiástica del matrimonio estaba presente. La alianza se rompió cuando en 1204 el Papa dictó la sentencia de anulación del matrimonio regio leonés, y doña Berenguela abandonó León. A partir de entonces, se sucedieron escarceos belicosos en la frontera, hasta que en 1206 se firmó el tratado de Cabreros, que resolvía los problemas fronterizos y los relativos a los castillos de las arras de la reina doña Berenguela. Años después, algunas de las cláusulas del pacto no habían sido cumplidas y fue necesario llegar a un nuevo entendimiento. Así, en 1209 en la ciudad de Valladolid se reformaron algunas de las disposiciones del tratado de Cabreros, con el fin de pacificar la relación entre los reinos. Hasta 1211 León vivió una época de relativa calma, pero tras la muerte de Sancho I de Portugal, la llegada al trono de su hijo, Alfonso II, suscitó un enfrentamiento entre el nuevo monarca de los lusos y su hermana doña Teresa, la antigua reina de León. Esta pidió ayuda a su exesposo, que invadió el norte de Portugal en defensa de los intereses de doña Teresa y de los hijos habidos con ella. Al año siguiente del comienzo del conflicto y mientras se preparaba una gran campaña contra los almohades, el Pontificado intervino para que los reinos cristianos se pacificaran y se unieran en la lucha contra el infiel. Con este motivo se firmó la paz de Coimbra en 1212, que permitió una paz relativa entre León, Castilla y Portugal. Pero el comportamiento evasivo de Alfonso IX ante la campaña de las Navas de Tolosa hizo que el buen entendimiento con el castellano se rompiera y estuviera a punto de provocar una nueva guerra entre ambos reinos. Por fortuna, la actuación de Diego López de Haro llevó a la firma de un acuerdo pacificador, del que se desconocen los términos. Mientras, el conflicto interno portugués seguía repercutiendo en las relaciones luso-leonesas, pues se sucedieron numerosos enfrentamientos entre los reinos, hasta que en 1219 se firmó la paz de Boronal, que calmó los ánimos. No obstante, este acuerdo pronto se rompió y las hostilidades continuaron hasta la muerte de Alfonso IX. Una situación paralela se estaba viviendo en el territorio castellano desde la muerte de Alfonso VIII en 1214, cuando se abrió un conflicto sucesorio que tenía su reflejo en la herencia del trono leonés. Los enfrentamientos internos en Castilla se sucedieron y repercutieron de manera directa en su relación con León, pues don Álvaro Núñez de Lara, tras la muerte de su protegido, Enrique I de Castilla, se alió con Alfonso IX para lograr

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la unión de los dos reinos. Ambos se enfrentaron con las tropas de doña Berenguela, hasta que en 1217 firmaron una tregua, que debía durar hasta la Pascua de 1219. No obstante, antes de que expirase, los reyes firmaron la paz definitiva, de manera casi simultánea a la paz de Boronal acordada con Portugal. A partir de entonces, la relación con Castilla no condujo a una guerra abierta, pero se mantuvo una guerra fría entre Fernando III y sus medio hermanas, las infantas Sancha y Dulce, por lograr el trono de León. Estas pocas páginas han servido para describir brevemente el complicado panorama político, trufado de acuerdos de paz que se rompían casi de inmediato. Los reyes de León estuvieron aconsejados, sin duda, por la poderosa aristocracia laica de su reino y por la potente jerarquía eclesiástica. Este es el encuadre sobre el que vamos a estudiar la participación de la aristocracia en las relaciones entre reinos.

III. Reyes y nobles en los tratados leoneses Uno de los comportamientos característicos de la nobleza plenomedieval leonesa fue su capacidad de extender sus redes de parentesco por los reinos vecinos. A través de ambiciosas políticas matrimoniales los nobles lograron emparentar con las principales familias aristocráticas foráneas, lo que les confería un gran poder e influencia a ambos lados de la frontera. Asimismo, los nobles de la segunda mitad del siglo XII y principios del XIII utilizaron el cambio de fidelidad como una de sus principales armas políticas. Precisamente fue esta actitud de la nobleza, que abandonaba a su monarca natural para servir a un rey vecino y se integraba sin gran dificultad en su corte, lo que provocaba un rápido y, en ocasiones, brusco desplazamiento de otras parentelas asentadas en la corte a la que llegaban. Como destaca Esther Pascua, estos nobles conseguían un potente aliado contra su señor natural, lo que modificaba la relación entre la nobleza y la monarquía. Aquellos nobles que habían abandonado su reino para servir a otro monarca, se convertían en un poderoso enemigo de su señor natural, pues continuaban teniendo gran poder territorial y político, y un gran apoyo familiar en su reino de origen. Esta autora destaca que los monarcas se aliaron para poder hacer frente a esta poderosa nobleza; no obstante, no se trata estrictamente de una colaboración regia para hacer frente a sus magnates, sino que fue una salida al complejo proceso en el que los monarcas y aristócratas medían, casi en igualdad, sus fuerzas, y, por ello, era necesario articular mecanismos de cooperación entre los dos estratos. Al mismo tiem-

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po que se desplegaba una importante campaña de creación ideológica, encabezada por la Iglesia, que debía presentar a los monarcas como los únicos con capacidad de declarar la guerra y firmar la paz.10 Así, y para fijar una frontera nítida entre el poder aristocrático y el regio, los monarcas coetáneos tuvieron que relacionarse para poder frenar y situarse por encima de la poderosa aristocracia laica. En algunos de los tratados de paz firmados por los monarcas leoneses, se hacen vagas referencias a la amenaza de ciertos poderes, que Esther Pascua ha identificado como señoriales, contra los que los reyes se aliaron. En el Tratado de Sahagún de 1158 se puede leer la fórmula: tali pacto et conuenientia ut fideliter iuuemus nos contra omnes qui inuriam nobis facere uoluerit, excepto contra comitem Barchinonie, qui auunculus nostre est et uinculum amiticie nostre.11 En este caso es probable identificar a estos omnes con los señores de frontera con los que pronto se entrará en conflicto. Asimismo, este comportamiento se presenta de manera más clara en el tratado de Ágreda de 1162, por el que Fernando II pone bajo su protección a Alfonso II de Aragón. En dicho acuerdo los monarcas establecen una alianza contra el rey de Navarra, pero también contra omnes homines et feminas qui sunt in regno uestro, que podrían identificarse con aquellos magnates que pretendían hacerse con la custodia del rey niño o arrebatarle el trono aragonés.12 Además, se comprometen a no aceptar en su reino a ningún vasallo del monarca navarro.13 Otro claro ejemplo, que no deja lugar a la duda, es el controvertido acuerdo, fechado en 1218, en el que Alfonso IX y su hijo, Fernando III de Castilla, establecían el pago de una cantidad acordada para el mantenimiento de la paz, y las condiciones de la misma.14 En él destacan que si los hombres del rey de Castilla quisieran ayudar al monarca leonés contra los moros, debían contar para ello con el consentimiento de su se-

10 PASCUA ECHEGARAY, E. «De reyes, señores y tratados de paz en la península ibérica en el siglo XII», Studia Historica, n.º 20-21, 2002-2003, pp. 165-187. 11 FERNÁNDEZ FLÓREZ, J. A. Colección de Sahagún, doc. 1332. 12 SÁNCHEZ CASABÓN, A. I. Alfonso II Rey de Aragón, doc. 4. 13 Et precipue contra regem Navarre eiusem terram et homines, et quod nullum inimicum uestrum foueam in regno meo nec in uestro, nec uassallum meum nec uestrum, et sim amicorum uestrorum amicus ey inimicorum inimicus, nec faciam cum rege Nauarre nec cum aliquo inimico uesto treguas, nec pactum sine consilio et mandato uestro. Ibíd., doc. 4. 14 Solo se ha conservado un diploma que no tiene fecha, ni los signa de los dos reyes que aparecen en otros tratados de paz de esta época. No obstante, el pergamino conserva los orificios de los que penderían los sellos reales de cera. Cabe la duda de si se trata de un documento preparado para su aceptación por ambas partes y que, por razones desconocidas, no se aceptó o si fue aprobado por ambos reyes y fue un tratado de paz efectivo.

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ñor natural.15 Esta cláusula puede interpretarse como un modo de evitar los cambios de fidelidad. Asimismo, en el acuerdo se establece que ninguno de los dos monarcas debía aceptar como vasallo a cierto Álvaro Rodríguez Diablo, ni beneficiarlo, so pena de ser considerado alevoso y traidor.16 Al contrario de lo que ocurre en estos ejemplos, en otras ocasiones los reyes pactaron la protección de sus hombres en los reinos vecinos; como sucedió en las llamadas paces de Coimbra de 1212, en las que Alfonso IX de León, Alfonso VIII de Castilla, Alfonso II de Portugal y su hermana doña Teresa establecían que, todos ellos et sui uassalli debet ambulare et stare per ubi uoluerint.17 Además, establecían que ningún hombre de otro rey pudiera inferir un daño sobre ninguno de los vasallos de los firmantes. De ser así, serían castigados con grandes penas. Es necesario destacar que, en el estudio del papel de la aristocracia laica en las relaciones entre los reinos, las fuentes aportan una visión sesgada de la realidad. Las crónicas solo transmiten leves pinceladas sobre las funciones diplomáticas que desempeñaban los nobles y sobre las reuniones previas al establecimiento de la paz. Asimismo, la documentación diplomática permite conocer los términos de las paces establecidas, pero no la evolución de las negociaciones para llegar a ellas. Esto sucede en el mejor de los casos, pero, en otros, nada se conoce de las condiciones de los pactos, como el establecido entre Alfonso Enríquez y Fernando II en 1169 o la llamada Paz de Lérez de 1165, de la que solo se hace mención en la data histórica de un diploma. A pesar de ello, si se analizan minuciosamente las fuentes que han llegado hasta nuestros días sobre los pactos firmados por los reyes de León entre 1157 y 1230, se advierten varios niveles y funciones de la aristocracia laica. Las crónicas subrayan las labores diplomáticas y mediadoras de los magnates, mientras los diplomas solemnes que recogen los acuerdos muestran la multiplicidad de cometidos que desempeñaron: arbitraje, rehenes o garantes del cumplimiento del acuerdo.

Interim uero si homines regis Castelle uoluerit adiuuare regem Legionis contra mauros debet placere regi Castelle et regine bona fide et sine malo ingenio. CDACL, doc. 1868. 16 No hemos logrado descubrir la filiación de don Álvaro, aunque probablemente pueda tratarse de un señor de frontera que representara una importante amenaza para ambos monarcas. Estaba casado con Elvira Meléndez, con la que en 1224 donó al monasterio de Sandoval por el remedio de las almas de sus antecesores el lugar de la Vega, en término de Rueda, HERRERO JIMÉNEZ, M. Colección de Sandoval, doc. 61. Álvaro Diablo fue tenente de León en 1220 y 1221. CDACL, docs. 1892, 1893, 1896. 17 CDACL, doc. 1825. 15

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A) Las negociaciones de la paz: vistas reales y visitas diplomáticas Durante los siglos centrales de la Edad Media la diplomacia directa fue el principal recurso empleado por los reyes para solucionar un conflicto abierto. Así, los soberanos optaron por celebrar vistas reales; es decir, concertar una entrevista entre los reyes enfrentados para tratar las cláusulas de la paz. Cada uno de los monarcas seleccionaba a un grupo de magnates laicos y eclesiásticos, que le acompañaban a su cita con el adversario y le asesoraban en las negociaciones de paz. En la documentación diplomática se han conservado algunas referencias a vistas reales en las que dos o más monarcas determinaban cuáles serían los términos en los que iban a relacionarse. Afortunadamente ha llegado a nuestros días un diploma, redactado cuando Fernando II y Alfonso Enríquez estaban debatiendo alguno de los asuntos que tenían pendientes, que permite reconstruir el séquito de diplomáticos que les acompañaban. Se trata de las llamadas vistas de Cabrera, celebradas en noviembre de 1158, como señala la data del diploma: Facta carta apud Caprariam in colloquio regis domni Fernandi et regis Portugalorum.18 Junto al rey de León estaban todos los obispos de su reino y los magnates que le habían apoyado desde su llegada al trono: los condes Ponce de Cabrera, Pedro Alfonso, Gonzalo, Ramiro Froilaz, Álvaro Rodríguez, y otros magnates como Pelayo Curvo, Ponce de Minerva, Pedro Peláez, Pedro Balzán, Pedro Bazaco, el gallego Juan Arias, el signifer, Menendo de Bragança y el mayordomo real, don Abril; además de los tenentes, Fernando Odoáriz y Pedro Arterio. Posteriormente, en 1165, los dos reyes volvieron a reunirse y firmaron la llamada paz de Lérez, como conmemora otro diploma: in tempore coadunationis regum scilicet Fernandus rex atque rex Adefonsus Portugalensis.19 Sin embargo, en este caso es imposible reconstruir el grupo de magnates que los asesoró. Don Fernando también concertó vistas con otros monarcas vecinos, como Alfonso II de Aragón y Alfonso VIII de Castilla, con los que se reunió en Tarazona. Esto se recuerda del siguiente modo: Facta carta (…) post habitum colloquium inter ilustrem iam dictum Ildefonsum regem Aragonensem et Fernando Hispaniarum regem, et Adefonso regem Castellanum.20 Nada sabemos de los consejeros que acompañaron al monarca leonés, pues

18 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 12. 19 Ibíd., doc. 69. 20 SÁNCHEZ CASABÓN, A. I. Alfonso II Rey de Aragón, doc. 236.

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esas escuetas palabras son la única referencia al coloquio entre los tres monarcas. Tras heredar el trono, Alfonso IX utilizó idéntico recurso para discutir asuntos destacados con los monarcas vecinos. Así, en los primeros momentos de su reinado y para apaciguar las relaciones con su primo, el rey de Castilla, don Alfonso, decidió entrevistarse con él en Soto Hermoso. Julio González señala que probablemente en este encuentro se pactó una entrevista posterior, en la que tal vez se acordó lo que poco tiempo después se materializaría en la Curia de Carrión.21 Avanzado su reinado, Alfonso IX volvió a reunirse al menos en dos ocasiones con Alfonso VIII de Castilla para intentar solucionar los problemas que les enfrentaban. La primera de estas vistas reales se celebraría en 1201 en Medina del Campo y la segunda en 1203 en Burgos.22 Las noticias que han llegado a nuestros días sobre vistas reales solo se refieren a aquellas celebradas con los reyes cristianos. No obstante, sospechamos que pudieran haberse celebrado de la misma manera con los soberanos musulmanes. De hecho, se han conservado numerosas referencias a las treguas firmadas por Alfonso IX con los almohades y suponemos que se pactarían de la misma forma, mediante entrevistas con los reyes moros. En otras ocasiones los reyes enviaron embajadas como sus representantes para que discutieran los términos de la paz, que posteriormente ellos mismos rubricarían. Se ha conservado poca información sobre este procedimiento, pero ha llegado a nuestros días un diploma que recoge el desarrollo de las conversaciones entre las embajadas de Fernando II y Alfonso VIII de Castilla. El documento se redactó en Fresno-Lavandera y, por su minuciosidad, es un excepcional ejemplo del modo en el que se desarrollaron las conversaciones previas a la firma de la paz; de hecho, los dos originales múltiples conservados tal vez fueran los borradores del tratado solemne que debía ser signado posteriormente por los monarcas. El diploma relata los hechos: tras la ruptura de la paz firmada en Castronuño, los reyes de León y Castilla decidieron reformarla y, para ello, nombraron a Pedro Fernández, maestre de Santiago, Pedro de Areis, prior del Hospital, y a los obispos de Compostela, Toledo, Ciudad Rodrigo y Ávila, para que celebrara un colloquium en Paradinas. A él se sumaron los nobles Fernando Rodríguez, el castellano, y Pelayo Tabladelo, de parte del rey de León; y Rodrigo Gutiérrez y Tello Pérez de Meneses, representando al castellano. Tras el coloquio, llegaron a un acuerdo y lo plasmaron en un pergamino. No obstante, poco tiempo después, volvieron a reunirse en 21 22

GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. I, pp. 53-54. Ibíd., pp. 105, 123.

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Fresno para reformar la paz definitivamente y que fuera rubricada por ambos monarcas. Cada año los reyes debían encontrarse para renovar la paz, en un lugar que fuera determinado por el prior del Hospital.23 Los participantes en este coloquio no debían hacer públicas las disposiciones del acuerdo hasta que no fuera signado por los reyes. El llamado tratado de Fresno-Lavandera es un claro ejemplo de delegación directa de los monarcas en determinados eclesiásticos y nobles para que lleven a cabo una importante función diplomática. En este caso los laicos elegidos por don Fernando de León fueron Fernando Rodríguez de Castro y Pelayo Tabladelo. El primero de ellos era el cuñado del rey y el segundo había comenzado su carrera política en la corte imperial y se mantuvo al servicio de Fernando II. En 1187 Pelayo aparece como tenente de Villafrechós, una de las villas que se menciona en acuerdo.24 Asimismo, ambos fueron testigos del tratado de paz de Medina de Rioseco, signado en 1181, al que el diploma de Fresno-Lavandera modifica; por lo tanto, eran perfectos conocedores del asunto que atañía la firma de ambos acuerdos. Este diploma muestra que la nobleza tuvo escasa representación en las negociaciones de esta paz, cuyos principales gestores fueron los obispos y maestres de las órdenes militares; sin embargo, los nobles elegidos por el rey de León pertenecían a su círculo más estrecho de colaboradores y conocían la problemática del territorio que se estaban disputando los reyes de León y Castilla. 23 Et prius fecimus inter uso archiepiscopos et episcopos predictos et magistrum et priores hebere colloquium apud Paradinas, additis ex una parte Fernando Roderici, Castellano, et Pelagio Tabladelo, et ex altera Roderico Goterri et Tello Petri, militibus. Et ibi de beneplacito et mandato nostro firmastis inter uso per communem consemsum et deliberatione et per comunes scripturam modum reformando pacis et conseruande, concedentibus nobis et apponentibus ad scripturam sigilla nostra. Deinde, fecistis nos conuenire ut alter nostrum esset apud Fraxinum, et alter apud Lauandeyram inter Salamancam et Medinam. Et ibi, per potestatem quam uobis in nos concesseramus prius et uos inuincem uobis in uos, et nos ac regna nostra fecistis, reformastis pacem et, que apud fuit confirmandam magis addere, addidistis et tam nomine nostro quam uestro singula in scripturam redegistis ita quod in presenti pagina contineatur tam prior obligatio que precesserat in Paradinas quam posterior modus pacis quem fecistis concedentibus nobis cum fuimus apud Fraixum et Lauanderam (…). Item promisimus inuicem quod haec omnia inter nos secreta habeantur donec inducamus reges ad colloquium. Et promisimus quod itemfaciemus cum eis et omnes episcopi de utroque regno conueniant et eisdem conuenientis omnes nobiscum astringantur ita quod singulis annis uno certo die et loco pro conseruatione pacis huius conueniamus. Et quandocumque turbatio emerserit dabimus de nobis qui potestatem habeant conuocandi omnes ut conueniamus ad componendam pacem. Colloquium autem regum debet fieri ad quasimodo in loco quem designauerit magister et priori. GONZÁLEZ, J. Regesta Fernando II, doc. 46. 24 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 236.

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a) Los diplomáticos. Pedro Fernández de Castro Los propios monarcas elegían a los dignatarios que formarían parte de las embajadas diplomáticas, habitualmente entre sus oficiales palatinos u otros nobles de la corte. En ocasiones se puede detectar una cierta especialización de los magnates que llevaron a cabo las negociaciones entre los reyes. Determinados individuos desempeñaron funciones similares en varios acuerdos, que intentaban resolver problemas de naturaleza parecida. Así, el asturiano Álvaro Díaz de Noreña actuó como garante del tratado de solución de las arras de la reina doña Teresa y solo unos años después, en 1199, ejerció el mismo papel en el pacto de las arras de la reina Berenguela. Sin duda, el paralelismo entre las dos actuaciones es evidente y muy significativo, pues las cuestiones a tratar en los dos casos llevaban implícita la cesión de un determinado patrimonio regio, que era entregado en arras a la mujer que se convertía en la reina de León. Podría señalarse una larga lista de nombres de grandes magnates especializados en funciones diplomáticas, como Juan Fernández de Limia, Rodrigo Pérez de Villalobos, o Rodrigo Fernández de Valduerna, pero, quizá, el ejemplo más destacable sea Pedro Fernández de Castro. Fue uno de los dignatarios que mejor conocía los entresijos de las relaciones entre las cortes y, por ello, Alfonso IX de León lo eligió para que dirigiera sus relaciones con varios reinos, como Portugal, Castilla y Aragón, además del condado de Urgel y los reinos musulmanes. Pedro Fernández era un perfecto conocedor de la política y sabía moverse más allá de las fronteras de su reino. A pesar de su origen castellano, salió de su reino tras enfrentarse a Alfonso VIII. Al llegar a León, su primo, Alfonso IX, lo nombró mayordomo real. Los períodos en los que el conde don Pedro estuvo al frente de la mayordomía leonesa coinciden con los de mayor actividad diplomática del reinado, por lo que deducimos que, en gran medida, la política exterior de don Alfonso estuvo dirigida por Pedro Fernández de Castro. Tras abandonar Castilla, don Pedro pudo participar en las negociaciones de la Paz de Huesca de 1191, en la que los reyes de León, Portugal y Aragón se unieron para hacer frente a Alfonso VIII. Esta alianza se selló con el matrimonio del monarca leonés con la infanta Teresa de Portugal. En el acuerdo de entrega de arras, probablemente se entregaron a Pedro Fernández dos castillos como garantía. Pocos años después, en 1194, su segunda etapa como mayordomo real coincidió con la firma del tratado de Tordehumos y el de la disolución de las arras de la reina Teresa, en el que actuó como árbitro para resolver el conflicto.

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Posteriormente, Pedro Fernández salió de los reinos cristianos y se enfrentó a Castilla en la batalla de Alarcos, formando parte de las huestes musulmanas. Después de esta aventura en tierras de infieles regresó a la mayordomía leonesa hasta 1197, cuando la llegada al trono leonés de doña Berenguela de Castilla le obligó a abandonar León. Quizá Alfonso VIII pusiera como condición para la materialización de la alianza con Alfonso IX la salida de este molesto magnate. Pero la actividad diplomática de Pedro Fernández no se restringió al territorio leonés sino que durante los primeros años del siglo XIII tuvo un destacado papel en el condado de Urgel. En 1199 don Pedro había establecido un pacto de amistad con el conde Armengol de Urgel, salvando su fidelidad a Almiramomenim.25 En 1203 el conde Armengol lo nombró protector de su mujer, doña Elvira Núñez de Lara.26 Tras firmar este acuerdo, los esposos se centraron en la defensa de los derechos de su hija, Aurembiaix de Urgel —que había casado con don Álvar Pérez de Castro, hijo de Pedro Fernández de Castro— para que lograra suceder a su padre. Don Pedro debía de poseer una cartas de Armengol de Urgel en las que daba algunas instrucciones sobre su sucesión o, al menos, eso se deduce del testamento del conde de Urgel; aunque no se puede determinar con exactitud el papel que debía cumplir Pedro Fernández en tal situación.27 En 1204, tras la anulación del matrimonio de Alfonso IX con doña Berenguela y la salida de esta del reino, Pedro Fernández regresó a León y ocupó de nuevo la mayordomía. Pero en estos momentos su mayor interés estaba en tierras urgelesas y, por ello, partió hacia allí en el mes de diciembre de ese mismo año. En los turbios momentos que precedieron a la muerte del conde de Urgel, dando muestras de su habilidad política, Pedro Fernández apostó en dos direcciones: casando a su hijo don Álvar con Aurembiaix y a su hija con el hijo del vizconde de Cabrera, que tenía pretensiones sobre el condado. Haciendo gala de su astucia política, prometió

ACA. Pergamins de Pere I, 71. Es el documento 2 de nuestro apéndice documental. DOMINGO, D. A la recerca d’Aurembiaix d’Urgell, doc. 1. Et ad maiorem uestram securitatem dono uovis fideueias Petrum Fernandiz, Guillelmum de Cardona, quipus teneant. 27 Et constituum heredem deum filiam meam Aurenbiaix et comitissa totius terre mee et comitatus Urgelli; et si ipsa decesserit absque liberis sustituo et in omnibus bonis Marquesiam sororem meam, et si ipsa decesserit sine liberis substituo ei sororem meam Miracle, et si ipsa Miracle decesserit absque liberis substituo ei Guillelmum de Cardona, conanguineum meum; tamen si contigerit me habere filium masculum abtequam aliud testamentum faciam uolo quod si ita de meo sicut continetur in cartis inter me et Petrus Ferrandus confectis salvo tamen in omnibus et per omnia iure Elvira Urgellensis comitisse sicut inferius in hoc testamento continebitur. Ibíd., doc. 5. 25 26

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ayudar al vizconde de Cabrera para conseguir el condado tras la muerte de Armengol VIII. De este modo, se aseguraba que uno de sus hijos sería el consorte del próximo señor de Urgel. Asimismo, en 1206 pactó con el rey Pedro II de Aragón que le ayudaría a lograr el trono de Urgel.28 La actuación de Pedro Fernández en las distintas alianzas firmadas entre los candidatos a suceder a Armengol VIII de Urgel fue muy destacada y muestra la habilidad política y diplomática de este gran magnate. Mientras permaneció en Urgel estuvo informado de la situación política leonesa; pues en 1209 aparece como vasallo del rey de León y en 1211 y 1213 como tenente de León y Asturias.29 Ese mismo año la cancillería regia leonesa lo denominó: diues homo in tota Yspania, destacando así su magnanimidad y su poderío económico y político in tota Yspania, que, hasta ese momento, era una fórmula de intitulación solo utilizada por los monarcas que tenían poder en varios reinos, como Alfonso VII o Fernando II cuando fue tutor de su sobrino, Alfonso VIII de Castilla.30 Tal vez, Pedro Fernández de Castro sea el mejor ejemplo de hábil político y diplomático, capaz de intervenir en la política interna de diversos reinos y de gestionar y arbitrar la paz y la guerra entre distintas monarquías.

B) Mantener la paz: La mediación de grandes magnates y el arbitraje laico a) Los mediadores A lo largo de los reinados de Fernando II y Alfonso IX de León se recurrió en numerosas ocasiones a la mediación de un gran noble, emparentado o relacionado estrechamente con los dos reyes litigantes, para que resolviera ciertas cuestiones relacionadas con el establecimiento de la paz entre ambos. Así el conde de Barcelona, tío de Fernando II de León y Sancho III de Castilla, fue el vinculum amiticie nostre, de la paz de Sahagún de 1158. Sospechamos que dicho conde fue el supervisor del cumplimiento de las cláusulas del acuerdo que firmaron los dos hermanos, pero las fuentes no permiten conocer su cometido con exactitud.

28 29 30

Ibíd., p. 196. GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, doc. 286. MARTÍNEZ MARTÍNEZ, M. Cartulario de Carracedo, doc. 238.

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b) El arbitraje laico El arbitraje fue uno de los principales mecanismos empleados durante la Plena Edad Media para solucionar conflictos entre reinos. Esther Pascua lo define como una forma contractual de resolución de conflictos, relativamente sofisticada, por la que las dos partes delegan en un tercero un poder limitado en el tiempo sobre materias definidas.31 Para desarrollar esta función arbitral los monarcas eligieron con mayor asiduidad a los altos jerarcas de la Iglesia: el Papado se convirtió así en el árbitro por excelencia de las relaciones intermonárquicas. Como es sabido, la Sede Pontificia jugó un papel determinante en las relaciones exteriores leonesas pues, en gran medida, fue el promotor de la paz con otros reinos cristianos para favorecer la lucha conjunta contra el Islam. Para ello envió a sus legados, como el cardenal Gregorio, con el propósito de promover la paz entre León y Castilla, para aunar fuerzas en la guerra contra el infiel. Por iniciativa del legado pontificio, Alfonso IX de León y Alfonso VIII de Castilla signaron la paz de Tordehumos en 1194, antes de la gran batalla de Alarcos. Posteriormente, parece que el Papa fue el ideólogo de las llamadas treguas de Coimbra de 1212, mediante las que se pretendía sembrar la paz entre León y Castilla y, al mismo tiempo, solucionar la guerra intestina que se vivía en el reino de los lusos. Pero el Pontificado también intervino en la ruptura de las alianzas establecidas por los reyes de León con otros monarcas; sobre todo, a través de la anulación de los matrimonios de Fernando II y Alfonso IX con infantas portuguesas y castellanas. Estas anulaciones provocaron el fracaso de varias alianzas leonesas con Portugal y Castilla y motivaron el cambio de política en numerosas ocasiones. Además del Papado, también fue frecuente encontrar a reyes actuando como árbitros entre dos reinos o dos facciones enfrentadas. Así parece suceder en las treguas de Coimbra de 1212, que son rubricadas por Alfonso IX y Alfonso VIII de Castilla. En el diploma que recoge las cláusulas del acuerdo, parece entenderse que cada uno de los monarcas actuaba como representante de una de las facciones que protagonizaba la guerra civil portuguesa. Don Alfonso de León parece defender los intereses de su exesposa, doña Teresa de Portugal y del hermano de esta, el infante don Pedro; mientras que el rey de Castilla actuaba en representación de su yerno, Alfonso II de Portugal.32 PASCUA ECHEGARAY, E. Guerra y pacto en el siglo XII, p. 52. Sobre este posible papel interpretado por los reyes de León y Castilla en las treguas de Coimbra, véase CALDERÓN MEDINA, I. «Los tratados de paz entre León y Portugal (1191-1219)». 31 32

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Pero en la política exterior leonesa también un noble laico fue elegido como árbitro de las relaciones entre los reinos. Aunque Esther Pascua afirmaba que no existía ningún ejemplo de esta participación nobiliaria como árbitro en los reinos peninsulares durante los siglos plenomedievales, sospechábamos que pudiera haber existido, puesto que algunas vagas referencias cronísticas parecían disfrazar este cometido nobiliario en la materialización de la paz. Nuestra sospecha quedó confirmada al encontrar el llamado tratado de la disolución de las arras de doña Teresa de Portugal, en el que se nombraba a Pedro Fernández como árbitro del acuerdo. El gran magnate y diplomático fue el encargado de hacerlo cumplir. Sancho I de Portugal y Alfonso IX de León confiaron a don Pedro el futuro de sus reinos. Desconocemos el motivo que llevó a los reyes a nombrar a un árbitro laico, si bien es cierto que no podía desempeñar esta destacada función cualquier dignatario de la corte. El árbitro laico debía ser un individuo de plena confianza para los dos monarcas enfrentados, pues debía rendir vasallaje a ambos. Los reyes estuvieron de acuerdo en elegir a don Pedro: Alfonso IX le otorgó este importante cometido a su primo, al que había convertido en un de los hombres más poderosos de su corte, y Sancho I de Portugal depositó su confianza en él, tal vez porque había estado muy próximo a doña Teresa mientras fue reina de León, pues desde 1191 era el mayordomo real. Además, probablemente había asistido a la firma de la paz de Huesca, en la que se acordó el matrimonio entre el rey de León y la infanta lusa, y tal vez recibió algunos de los castillos que garantizaban esta alianza;33 por lo tanto, era conocedor de las cuestiones relativas a las arras, que se entregaron en el matrimonio. Ambos monarcas decidieron cumplir lo pactado, secundum arbitrium comitis domni Petri; para ello, otorgaron al árbitro un poder determinado y limitado en el tiempo: ut bona fide et sine malo ingenio compleam et atendam omnes istas conuenencias que in ista carta scripte sunt.34 Afortunadamente el diploma conservado define detalladamente cuál debía ser la actuación de Pedro Fernández. Cada uno de los monarcas debía entregarle cinco caballeros como rehenes del pacto, que debían permanecer en el castillo de Moreira hasta que se cumplieran todas las disposiciones del acuerdo. Don Pedro podría salir

En el tratado de Tordehumos se hace referencia a que don Pedro había recibido dos castillos. Asimismo, en el tratado de las arras de doña Teresa, se añaden varias cláusulas en las que se dispone el modo en que debe devolver los castillos de Alba de Aliste y Lobarzana a Alfonso IX en cumplimiento de un pacto firmado con anterioridad entre Sancho I y Alfonso IX, tal vez relativo a la entrega de las arras de doña Teresa en 1191. 34 CALDERÓN MEDINA, I. «Las arras de doña Teresa». 33

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de la fortaleza para hacer cumplir el acuerdo: Et comes Petrus debet exire de isto castello, beneplacito regis Portugali, pro complemento istarum conuenienciarum. Dada la importancia de los rehenes y del árbitro se incluyeron ciertas cláusulas para su protección: ninguno de ellos podía ser atacado ni por el rey de Portugal, ni por ningún otro señor. Cuando las numerosas disposiciones del acuerdo fueran cumplidas, Pedro Fernández debía entregar el castillo de Moreira y sus rehenes a Sancho I de Portugal, y los suyos, al rey de León; además tenía que llevar a la reina doña Teresa al castillo de Moreira. Asimismo, se emplazaba al conde don Pedro a que, cuando se hubieran satisfecho todas las disposiciones del pacto, asistiera a una curia ante el rey de Portugal y sus vasallos y en presencia del rey de León y sus vasallos, probablemente para informar del cumplimiento del tratado. A pesar de que este es el mejor ejemplo que hemos encontrado, rastreando la documentación leonesa, portuguesa y castellana, sospechamos que el procedimiento del arbitraje nobiliario se utilizó también en otros pactos; aunque no podemos afirmarlo categóricamente. Juan de Osma, aludiendo a la paz que debería rubricarse en mayo de 1213, tras las paces de Coimbra, afirma que Firmata igitur tunc pace inter reges mediante Didaco.35 Esta expresión parece encubrir que don Diego López de Haro fue el árbitro de la paz entre los reinos. El perfil del conde don Diego es muy similar al de Pedro Fernández de Castro. Ambos son dos grandes magnates de la corte con un gran poder político y patrimonial, y la suficiente experiencia diplomática como para poder llevar a cabo una empresa de tal magnitud. Desafortunadamente no existen más indicios de este procedimiento, pero creemos que son suficientes para poder afirmar que el arbitraje nobiliario fue un mecanismo utilizado con cierta frecuencia para lograr y mantener la paz en León, al menos en los últimos años del siglo XII y comienzos del siglo XIII.

C) Garantizar la paz: rehenes, garantes y tenentes de los castillos de garantía Para garantizar el cumplimiento de las paces firmadas, Fernando II y Alfonso IX articularon complejos sistemas de rehenes y garantes del pacto. Entre los sistemas de garantía predominó la entrega de territorios o casCHARLO BREA, L. Chronica hispana: saeculi XIII, p. 65. Firmata igitur tunc pace inter reges mediante Didaco, expulso et Petro de utroque regno, rex Legionis debuit intrare in terra Maurorum ex parte sua: quod factum est. 35

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tillos como prenda de la paz, lo que implicaba la pérdida de importantes puntos estratégicos, habitualmente fronterizos, en el caso de que uno de los dos monarcas enfrentados quebrantara el acuerdo. Asimismo, el sistema de rehenes fue otro de los más empleados como modo de garantía de la paz, pues suponía que los dignatarios entregados como rehenes de la paz pasaran a servir al monarca enemigo en el caso de que su señor natural rompiera el acuerdo. Para estos menesteres se eligió en numerosas ocasiones a miembros de la aristocracia laica de los reinos enfrentados. Los rehenes fueron escogidos entre los nobles, pero no fue siempre así respecto a los garantes de los pactos. Aunque es cierto que en los primeros tratados que vamos a estudiar sí desempeñaron esta función, con el tiempo los monarcas pretendieron limitar la intervención de la aristocracia laica en los tratados de paz, eligiendo a obispos, a maestres de las órdenes militares o vecinos de las villas para desempeñar este papel. Si se analiza la evolución de la estructura y fórmula de los tratados de paz firmados por Fernando II y Alfonso IX de León, se puede observar el tímido avance de este significativo proceso de afirmación del poder regio, que intenta debilitar y someter a la poderosa aristocracia laica.

a) Los nobles, rehenes de los pactos El sistema de rehenes de los tratados de paz fue un mecanismo articulado por la monarquía para imbricar a la aristocracia en el mantenimiento de la misma y evitar que los nobles de los reinos enfrentados pudieran interrumpir el proceso de pacificación. Por ello, los grandes aristócratas laicos fueron los elegidos para desempeñar este papel en los acuerdos firmados por los reyes de León con otros monarcas peninsulares. En un tiempo en el que se estaba viviendo un proceso de fortalecimiento del poder real y en el que el nivel de institucionalización de la monarquía aún era bajo, el sistema de rehenes era una garantía para el cumplimiento de la paz, porque suponía que en el caso de rompimiento del acuerdo por parte de uno de los dos monarcas firmantes, los rehenes pasarían al servicio del rey que la hubiera obedecido. Este trasvase de nobles fieles suponía que su poderío militar y político era arrebatado al fractor pacis, mientras que los rehenes continuarían conservando su patrimonio y fuertes relaciones parentelares en su reino de origen. Si esto sucediera, el rey que hubiera desobedecido el acuerdo perdería una gran parte del apoyo de los aristócratas de su reino, que podrían aliarse con todo derecho al

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monarca enemigo. Esto conllevaría el debilitamiento del poder del rey, tanto si se producía o no, la pérdida de apoyo nobiliario. Esther Pascua Echegaray ha definido varios modelos de sistemas de rehenes aplicados en la Europa occidental durante el siglo XII; no obstante, en los pactos leoneses, firmados entre 1157 y 1230, predominó la aplicación del sistema de rehenes-prisioneros (arrafenes),36 que eran puestos bajo la custodia de un gran magnate laico durante el tiempo que tardara en llegar la pacificación. En el tratado de las arras de la reina Teresa de 1194, los rehenes debían ser encerrados en el castillo de Moreira, bajo custodia de Pedro Fernández. El propio Sancho I de Portugal debía abastecer el castillo de pan, vino, agua y cebada, durante el tiempo que durara el encierro de los rehenes. Ninguno de ellos debía abandonar la fortaleza hasta que se hubieran cumplido todas las cláusulas del acuerdo. Cada monarca ponía a disposición de don Pedro a cinco rehenes (mitto in manu comitis domni Petri V caballarios). Los entregados por Alfonso IX pertenecían a las parentelas leonesas más poderosas y cercanas al poder real: Rodrigo Pérez de Villalobos,37 Alvar Díaz de Noreña38 y Álvaro Peláez,39 además de dos nobles castellanos:40 Ordoño García de Aza41 y Alfonso Téllez de MeneProviene de la fórmula latina arrahenes, arrehenati: rehén. Hijo de Constanza Osorio y Pedro Arias, ocupó las tenencias de Mayorga, Toro, Villalpando y Zamora, además de ser nombrado alférez de Alfonso IX en 1210. 38 Este noble asturiano sirvió durante su larga vida política a Fernando II y Alfonso IX. Fue tenente de importantes territorios asturianos. Véase FERNÁNDEZ SUÁREZ, A. «Orígenes y ascensión de un linaje nobiliario asturiano», pp. 239-261. 39 Tenente de Castrotierra en mayo de 1193 —GDF, doc. 217—, aunque aparece principalmente ocupando la tenencia de Astorga desde 1189 hasta 1198, además ostentará las tenencias de Villafáfila y Negrillos, véase CABERO DOMÍNGUEZ, C. Astorga y su territorio en la Edad Media, León, 1995, p. 266. 40 No resulta extraño que dos nobles castellanos fueran elegidos como rehenes del rey de León puesto que, probablemente, habían sido enviados por Alfonso VIII de Castilla, ya que de la resolución del tratado de las arras de doña Teresa dependía la alianza firmada entre el rey leonés y el castellano en Tordehumos. 41 Hijo de García García de Aza —véase GONZÁLEZ, J. Alfonso VIII, p. 298—. Mayordomo de Alfonso VIII en 1167, confirmó numerosos documentos regios castellanos desde el año 1173. No obstante, este noble castellano permaneció durante algún tiempo en la corte leonesa puesto que en 1180 aparece como tenente in Campis confirmando varios documentos de Fernando II emitidos en tierras gallegas, véase RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, docs. 168, 170, 175, 177, 180, 181, 182, 183, 184. A lo largo de 1181 y 1182 vuelve a confirmar diplomas castellanos —GONZÁLEZ, J. Alfonso VIII, docs. 353-395— y desde 1186 hasta 1194 confirma la mayor parte de los documentos regios hasta el 28 de noviembre de 1194. La Crónica Latina de los Reyes de Castilla cuenta que murió junto a sus hermanos en la batalla de Alarcos. CHARLO BREA, L. Chronica hispana: saeculi XIII, p. 46. 36 37

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ses.42 En el caso de que uno de los monarcas no cumpliera las disposiciones del tratado, el conde don Pedro debía entregar todos los rehenes a quien lo hubiera respetado. Tanta era la importancia de los rehenes para el cumplimiento del pacto, que si alguno de los entregados por el monarca portugués huyera de Moreira, el propio Sancho I debía capturarlo y ponerlo bajo la custodia de Pedro Fernádez. Pero, en el caso de que el rey luso quisiera recuperar el castillo de Moreira antes de cumplir el pacto, debería llevar a los rehenes a Ciudad Rodrigo (la ciudad leonesa más próxima a la frontera) y atenerse a las consecuencias de la ruptura del acuerdo. Cuando todas las cláusulas del pacto se hubieran obedecido, Pedro Fernández debía entregar a Sancho I de Portugal su castillo de Moreira y sus rehenes, y al monarca leonés los suyos. La importancia de los rehenes de Alfonso IX era tal que, si rompía el acuerdo, perdería el servicio de tres grandes magnates y el control sobre los feudos que les había entregado: las grandes propiedades asturianas de Álvar Díaz de Noreña, el apoyo incondicional de su fiel Rodrigo Pérez de Villalobos, gran propietario en Tierra de Campos. Pero también estaban en juego los grandes feudos situados en la Tierra de Campos fronteriza, propiedad de Ordoño García y Alfonso Téllez de Meneses, que se extendían por el reino de León y el de Castilla. Si el tratado se incumplía por parte del monarca leonés, ambos magnates pasarían a servir a Sancho I de Portugal y los monarcas de León y Castilla perderían el control de los feudos que les habían entregado en la frontera, lo que dificultaría, aún más, la relación entre sus reinos. El mismo modelo de rehenes convertidos en prisioneros se empleó en el acuerdo establecido en 1218 entre Alfonso IX y su hijo, Fernando III de Castilla, por el que se pretendía resarcir la deuda que había dejado impagada Enrique I. Entonces, la reina Berenguela y su hijo, mittunt regi Legionis in arrafenes Gonzaluum Gonzalui, filium domni Gonzalui Roderici, [Girón] et Fernandum Roderici, filium domni Roderici Roderici, [Girón] et debet eos tenere domnus Iohannes Fernandi. Una vez que se hubiera abonado la deuda que enfrentaba a padre e hijo, don Juan Fernández de Limia debía dare ipsas arrafenes regi Castelle et regine. Pero si la deuda no fuera saldada, Juan Fernández debía entregar los rehenes al monarca

Hijo de Tello Pérez de Meneses, pertenecía por tanto a una de las familias castellanas con mayor raigambre en el reino y con gran presencia en la tierra de campos, véase MARTÍNEZ SOPENA, P. Tierra de Campos Occidental, pp. 391-398, y BARÓN FARALDO, A. Grupos y dominios aristocráticos en la Tierra de Campos oriental: siglos X-XIII, Palencia, 2006, pp. 201-214. En 1193 aparece como tenente de Cea, CDACL, doc. 1703. Por su carácter de hombre de frontera, prestó sus servicios tanto al rey de León como al castellano. 42

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leonés. Desafortunadamente este acuerdo firmado en Toro no describe con tanta minuciosidad como el tratado de 1194 el cometido de los rehenes, por lo que no sabemos en qué lugar y bajo qué condiciones los tuvo Juan Fernández. En esta ocasión los rehenes eran dos nobles pertenecientes a la familia de los Girón, que tenía importantes propiedades en los territorios próximos a la frontera castellano leonesa que estaban en juego.43 Los monarcas expresaron mediante este sistema de rehenes su supremacía sobre la aristocracia laica, puesto que eran ellos quienes elegían a los rehenes, quienes determinaban las condiciones del encierro y quienes serían favorecidos con el servicio de los nobles en el caso de que el rey con el que se enfrentaban rompiera el acuerdo.

b) Los garantes de los tratados de paz Como mecanismo para garantizar el cumplimiento de la paz y mostrar la buena disposición al entendimiento con el monarca enemigo, los reyes entregaban importantes tierras a determinados magnates para que, en el caso de que el acuerdo fuera quebrantado, sirvieran con ellas al rey que hubiera sido fiel al pacto. Así, en el tratado de Sahagún, Sancho III entregaba la tierra fronteriza que había arrebatado injustamente a su hermano, Fernando II, a los condes Ponce de Cabrera, Osorio Martínez y a Ponce de Minerva, para que la tuvieran en fidelidad. Pero si uno de los dos monarcas quebrantara la paz, deberían servir con ella al rey que la hubiera obedecido, sicut fideles vasalli domino suo. Además, se añadía una extensa lista de nombres que debían sustituirlos, si alguno de los magnates moría: et tenenant eam eo pacto quo comes Poncius et comes Osorius et Poncius de Minerba tenent. Entre los posibles sustitutos de estos tres magnates figuran: el conde Ramiro Froilaz y sus hijos, el conde asturiano Pedro Alfonso y sus hijos, los propios conde Osorio y Ponce de Minerva con sus hijos, don Abril de León y sus hijos, Fernando Gutiérrez, sobrino de Ponce de Cabrera; además del sobrino de Ramiro Froilaz, Nuño Meléndez, Fernando Rodríguez y su hermano Álvaro Rodríguez, hijos de Rodrigo Díaz, los hijos de Pedro de Astorga, Pedro Muñoz, Pedro Balzán y Pelayo Captivo. Con la elección de estos sustitutos se implicaba a las generaciones sucesivas de estas familias, en un claro ejemplo de garantizar la paz a perpetuidad. No obstante, el tratado de Sahagún fue una frágil y efímera so-

43 REGLERO DE LA FUENTE, C. M. Los señoríos de los montes Torozos. De la repoblación al Becerro de las Behetrías (siglos X-XIV), Valladolid, 1993, pp. 107-112.

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lución al problema que enfrentaba a los dos monarcas hermanos en la borrosa frontera dibujada tras la muerte del emperador. Más de medio siglo después, en el Tratado de Valladolid firmado en 1209 entre Alfonso IX y su mujer Berenguela y el hijo de ambos, el infante Fernando, se articuló un sistema similar para propiciar la paz entre los reinos. En este caso cada uno de los monarcas debía poner como garantes de la paz a doce nobles: los leoneses fueron Rodrigo Pérez de Villalobos, Rodrigo Fernández de Valduerna, Fernando Fernández, Rodrigo González, Fernando González, Rodrigo Fernández de Caldeas, Ordoño Álvarez, Pedro Peláez, Fernando Peláez de Tiedra, García Rodríguez de Sanabria, Rodrigo Abril y Álvaro Díaz. Todos ellos, iurant idem quod nos et dant treguas eodem modo, sicut et nos, ita quod si rex dominus suus fregerit pacem uel treguas, ipsi dimittant regem dominum suum et transferant se ad alterum regem iuvandum qui treguas et pacem servaverit.44 Si alguno de los garantes moría alius nobilis miles de melioribus uassallis regis, debían sustituirle y serían obligados a jurar las treguas y obedecerlas de igual modo. Pero en este acuerdo los monarcas reforzaron la garantía de la paz nombrando a dos obispos de cada reino para que supervisaran su cumplimiento y excomulgaran a quien la infringiera. Para que ejecutaran el mandato de los cuatro obispos en cada uno de los reinos, cada monarca nombró a dos de sus grandes magnates: Alfonso IX encargó esta misión a Rodrigo Pérez de Villalobos y a Rodrigo Fernández de Valduerna. Además, se fijó una reunión anual de los obispos en la localidad fronteriza de Castronuño para determinar el grado de cumplimiento del acuerdo. Estos sistemas de garantía representaban una fuerte apuesta por lograr la paz entre los reinos, pues comprometían a varias generaciones de la alta aristocracia de cada uno de ellos. Se desconocen las consecuencias que tenía para las familias implicadas el hecho de que el primogénito o el sobrino del magnate fuera puesto en garantía; pues de este modo se hipotecaba la perpetuación de la parentela y su influencia patrimonial y política en las generaciones sucesivas.

c) Tenentes de los castillos de la paz Fernando II y Alfonso IX de León pusieron en prenda importantes y estratégicos castillos fronterizos que pertenecían al patrimonio regio, como garantía del cumplimiento de los tratados de paz, firmados con los reyes vecinos. Para estar al frente de cada una de las fortalezas puestas in fide44

CDACL, doc. 1808.

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litate el rey de León elegía a un tenente y disponía los recursos necesarios para su abastecimiento.45 Este sistema suponía que los reyes no perdían el control de los castillos puestos en garantía de la paz, ya que eran ellos mismos quienes nombraban y deponían a los tenentes. De este modo, impedían que los nobles se hicieran fuertes en el castillo y pudieran arrebatárselo y, con ello, poner en peligro la estabilidad del pacto y desequilibrar la balanza de fuerzas a favor del rey vecino.46 No obstante, los monarcas depositaban su confianza en aquellos magnates que les habían servido fielmente para estar al frente de estas fortalezas estratégicas. Asimismo, los castillos puestos en prenda de la paz y sus tenentes, en el caso de incumplimiento del tratado por parte de su señor natural, dejarían de servir a su rey y pasarían al servicio del monarca enemigo que hubiera respetado el acuerdo. Ello supondría una gran pérdida, tanto de patrimonio real, como del apoyo de una nobleza fiel; además de poner en manos del rey enemigo los principales castillos fronterizos y estratégicos para la defensa del reino. Este sistema fue utilizado habitualmente por Fernando II y su hijo en los tratados de paz firmados con Castilla y Portugal, pero no siempre eligieron a nobles laicos como tenentes. Si se analiza el conjunto de los tratados de paz firmados entre 1157 y 1230 por los reyes de León, se aprecia una importante evolución en la delegación de las tenencias de los castillos de garantía de la paz. Intentaremos trazar las líneas generales de esta evolución, aunque tal vez aportemos una visión sesgada, pues existen importantes lagunas documentales. En el tratado de Sahagún de 1158 se articularon otros sistemas de garantía, pero no la puesta en prenda de castillos. Desconocemos los sistemas de garantía de la paz de Lérez de 1165 y del acuerdo establecido por Alfonso Enríquez y Fernando II de León tras la campaña de Badajoz de 1169, pero tal vez en esta ocasión sí se pusieran fortalezas en garantía, pues estaban en juego los castillos de Toroño. Hay que esperar a los últimos años del reinado de Fernando II para poder ver la implantación del sistema de entrega de castillos en fidelidad, así como para analizar a quiénes eran entregados. En los tratados de Medina de Rioseco de 1181 y Fresno-Lavandera de 1183, los monarcas confiaron 45 Sobre la retenencia de los castillos puestos en garantía de la paz, véase GRASSOTH. «Sobre la retenencia de los castillos en la Castilla medieval», Bulletin de l’Institut Historique Belgue de Rome, n.º 44, 1974, pp. 283-300. 46 Sobre el sistema de tenencia de los castillos en los reinos de León y Castilla, véanse las páginas dedicadas a este período en la siguiente obra: SÁNCHEZ GIJÓN, A. El régimen jurídico de la tenencia de castillos y fortalezas, tesis doctoral dirigida por ASENSI SABATER, J. Universidad de Alicante, 2003, pp. 68-73.

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los castillos puestos in fidelitate al maestre de la Orden de Santiago y al prior de los Hospitalarios, y no eligieron a los nobles como tenentes de las fortalezas. Probablemente se decantaron por los dirigentes de las órdenes militares para proteger con mayor efectividad la frontera y para evitar que el conflicto entre los dos reinos pudiera continuar por la intromisión de la aristocracia laica, que había visto cómo sus señoríos habían sido divididos por la línea fronteriza trazada por el emperador. Años después, en 1194, en el acuerdo de Tordehumos Alfonso IX de León y Alfonso VIII de Castilla de nuevo eligieron a los maestres de las órdenes militares como tenentes de los castillos que ponían como garantía del acuerdo; no obstante, el rey de Castilla se los entregó en esta ocasión al maestre de Calatrava y el de León eligió al prior del Hospital. Entonces el monarca leonés advertía que si alguien entrara en su reino con otro rey o con los sarracenos y ocupara violentamente cualquier castillo del reino o los castillos de fidelidad, el monarca agresor debía perder los citados castillos —Et si istud non complevit duo castella de fidelitate dent alteri regi pro uno amisso uel nouiter facto predicto modo donec totum completa et postquam complerevit redeant de illa duo castella ad fidelitatem.47 Solo unos días después de la firma de pacto en Tordehumos, se elaboraba un complejo sistema basado en la puesta en prenda de fortalezas para garantizar el cumplimiento del tratado de disolución de las arras de doña Teresa. Se articuló un doble sistema de garantía a través de la creación de dos conjuntos de castillos fronterizos: uno de ellos, los llamados castillos pro pacto regine, debían garantizar la entrega de las compensaciones acordadas a la reina Teresa, mientras las fortalezas pro pace garantizarían la paz entre los reinos. Cada uno de los monarcas debía poner cuatro castillos, situados en la frontera entre ambos reinos, como garantía del cumplimiento de lo pactado. Entregaron las fortalezas pro pace al maestre del Temple y al maestre Pedro Alfonso —probablemente de la Orden del Hospital—. Asimismo, los reyes debían entregar cuatro castillos de Toroño, pro pacto regine al magnate lusitano Gonzalo Pelagi, cuando quedasen libres de la mano de Fernando Núñez de Lara, que en ese momento era su tenente.48 De este modo, don Gonzalo, que era un magnate muy cercano a doña Teresa, se convirtió en el tenente de dichos castillos, y adquirió además importantes responsabilidades en su custodia. Si Alfonso IX no cumplía las disposiciones del tratado y no entregaba a la reina doña Teresa las compensaciones que se establecían en el acuerdo, don Gonzalo debía enGONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. 2, doc. 79. Fernando Núñez aparece al frente de la tenencia de Toroño hasta el 17 de julio de 1194 (GDF, doc. 232). 47 48

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tregar los castillos pro pacto regine a determinados destinatarios, siguiendo un estricto orden establecido y dependiendo de las circunstancias en las que se desarrollara el cumplimiento del acuerdo.49 Este era el principal cometido que debía tener el tenente de los castillos pro pacto regine como garantía de la obediencia del acuerdo. Los maestres de las órdenes militares, por su parte, debían regir los castillos que se les había concedido en la frontera. Este doble procedimiento de castillos en prenda fue quizá un caso excepcional en los tratados leoneses. Los tenentes de los castillos puestos en garantía de la paz en el tratado de Cabreros de 1206 tuvieron un cometido diferente. El rey de León debía entregar ocho castillos, en los que doña Berenguela cobraría determinadas rentas, a vasallos del futuro Fernando III. A fin de asegurar el cobro, se estableció que si el rey de León no ordenaba el pago, el tenedor o los tenedores de los castellos ge lo demandaren, guereen le de todos los castellos fasta que la sentenza de descomulgamento, et del deuedamento sea tollida.50 De modo que los tenentes de los quince castillos que cada monarca debía poner en garantía y entregárselos a nobles naturales del reino vecino podían convertirse en una importante fuerza militar en contra del rey que incumpliera la paz; en este caso, de Alfonso IX de León. El rey de Castilla nombró a catorce de sus naturales para que se pusieran al frente de importantes castillos leoneses.51 Asimismo, el leonés eligió a otros tantos de los suyos para controlar los castillos que había entregado Alfonso VIII como garantía de la paz: entre los leoneses figuraban Gonzalo Iohannis, Arias Pérez, Nuño Nuñez, Rodrigo González, Pelayo Surredina, Ordoño Álvarez, Pedro Peláez, Sebastián Gutiérrez, Rodrigo Pérez, Fernando González, Fernando Fernández, Pedro Osorio, Rodrigo Fernández y Fernando Pérez. Poco sabemos de la personalidad de estos tenentes Quod si ego, rex Legionis, eam forciauero aut inganauero de ista terra per quod perdat eam aut de istis castellis G. Pelagii det ista castella regi S[ancio] de Portugal. Et si rex S[ancius] de Portugal fuerit mortuus det illa regine domne T[arasie] si fuerit in Portugal, sin autem filio regis S[ancii] qui regnauerit in Portugal. Et G. Pelagii antequam recipiat ista castella debet facere ominium regi Legionis quod det ei seruitium de istis castellis sicut uassallus domino bona fide et sine malo ingenio secundum ualo rem terre. Et si regina casauerit aut mortua fuerit G. Pelagii det ista castella filiis suis uel filio suo et regis Legionis in potestate patris sui. Et si filii mortui fuerint det ea regi Legionis. Et rex Legionis non debet perdere ista castella nisi forciauerit aut inganauerit reginam domnam T[arasiam] de ista terra aut de istis castellis per quod perdat suam terram aut aliquod istorum castellorum. 50 CDACL, doc. 1786. 51 Alfonso VIII de Castilla eligió a Alvar Núñez, Rodrigo Díaz, Gonzalo Ruiz, Pedro Ruiz, Munio Ruiz, Rodrigo Rodríguez, Bertran Johannis, Ferran lohannis, Nuño Pedrez, Gómez Pérez, Alfonso Tellez, Suero Tellez, Guillen González y Martin Muñoz. 49

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y de su categoría social, pues no se especifica en el acuerdo. Parece que no eran los grandes magnates de su corte que habían sido elegidos para desempeñar esta misma función en otros pactos intermonárquicos. No obstante, la importancia de su función sigue siendo la misma que en anteriores pactos, por ello se dispone el método para la sustitución, si alguno de ellos muriera: Et si conteciere que todos estos mueran, ho uno solo remanecere ha e escogere tantos otros quantos antes eran de los meiores de suo regno, que entren en logar destos.52 Estas palabras son prácticamente las mismas que se incluyeron en el tratado de Valladolid de 1209 que reformaba la paz de Cabreros, por lo que el planteamiento inicial continuó. No obstante, entonces se incorporó una importante novedad, y es el nombramiento como tenentes de varias villas y alcázares de doña Berenguela de miles filius de algo, en detrimento de los grandes magnates del reino, lo que, sin duda, era un apoyo de la monarquía para fortalecer y dinamizar a esta nobleza emergente en detrimento de la aristocracia magnaticia. Sin embargo, este fue un paso en el lento proceso de fortalecimiento del poder monárquico a través de la diversificación de sus apoyos. En el tratado de Valladolid de 1209 aún se apuesta de una manera contundente por los grandes nobles, pues se nombró a doce de cada reino como garantes de unas treguas que debían durar cincuenta años. Resumiendo el papel de los tenentes de los castillos de la paz, hay que señalar que su función era determinante para la relación entre los reinos, puesto que dominaban la frontera y ciertas zonas estratégicas dentro del reino. Eran, en definitiva, fuerzas que servían al rey enemigo desde dentro del propio territorio leonés. De hecho, Fernando y Álvaro Núñez, tenentes castellanos elegidos en el tratado de Cabreros para estar al frente de los castillos de la paz, causaron importantes disturbios en el reino leonés, vencieron a seis concejos del rey de León e murieron grandes gentes del rey de León.53 Tiempo después, Jiménez de Rada destacaría que los tenentes de los castillos de las arras de doña Berenguela fueron determinantes en la obtención del trono leonés por Fernando III, ya que le brindaron un importante apoyo en tierra leonesa y lograron que el territorio y sus gentes apoyaran la causa fernandina.

CDACL, doc. 1786. GONZÁLEZ, J. Alfonso VIII, pp. 741-742. Don Julio González recoge una nota de los Anales Toledanos. 52 53

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IV. Conclusiones Durante el período que oscila entre 1157 y 1230 se aprecia una pequeña evolución en la intervención de la aristocracia laica en las relaciones de paz. Sin duda su papel fue destacado a lo largo de los reinados de Fernando II y Alfonso IX de León, ya que desempeñaron funciones determinantes para establecer la paz: formando parte de las embajadas, aconsejando a los monarcas en las negociaciones con el rey enemigo y garantizando el mantenimiento de la paz, pues fueron elegidos como rehenes de los pactos, garantes y tenentes de los castillos puestos en fidelidad. La labor y el poder de la aristocracia laica fueron decisivos en las relaciones entre los reyes, aunque en este período se asiste a un proceso de fortalecimiento del poder regio que se asienta en la diversificación de sus bases de apoyo. En el ámbito de los citados pactos, tanto Fernando II como Alfonso IX dieron cabida a la participación de otros grupos de poder incipientes: así utilizaron a los maestres de las órdenes militares como garantes de los pactos o como negociadores, con el propósito de impulsar a las órdenes militares y debilitar el, hasta entonces, casi exclusivo poder bélico de la aristocracia magnaticia. De la misma manera y con idéntico objetivo, Alfonso IX favoreció la participación de las villas de realengo en las relaciones con los reinos vecinos, pues constituían un importante poder emergente que dependía directamente de él y que no podía desaprovechar. Asimismo, se asiste a una importante evolución en las relaciones entre monarquías: desde los pactos de familia, como el de Sahagún o el de Ágreda de 1162, en los que se destacaba especialmente el vínculo parentelar que unía a los monarcas firmantes y en los que apenas había una participación externa, hasta los tratados en los que el grado de institucionalización era mucho mayor; es decir, en los que entraba en juego el arbitraje del Pontificado y participaban, además de la aristocracia magnaticia y la jerarquía eclesiástica, otros poderes emergentes de la sociedad medieval, como las órdenes militares y las villas del rey o la pequeña nobleza y la incipiente burguesía, desempeñando diferentes papeles. Como ha definido Martínez Sopena en su estudio sobre los tratados firmados por Fernando II de León y su hijo con los monarcas castellanos para solucionar el problema fronterizo:54 se pasa del tono nobiliario y tradicional del tratado de Sahagún a un tono más institucional y con la participación directa de los maestres de las órdenes militares en los tratados de Medina de Rioseco y MARTÍNEZ SOPENA, P. «Las villas del rey y las fronteras del reino (ca. 1158-1230)», en Actas del congreso Construir la identidad en la Edad Media. Poder y memoria en la Castilla de los siglos VII a XV (en prensa). 54

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Fresco Lavandera, y la intervención papal en el tratado de Tordehumos. Asimismo, la actuación de los hombres de las villas fue in crescendo, hasta que, por primera vez, en la paz de Toro, fueron elegidos como encargados de reparar los daños que se causaran en uno de los dos reinos y de vigilar el cumplimiento de lo pactado. Una vez más, los grandes nobles fueron los garantes de este pacto pero, sin duda, el hecho de dar una destacada función a los hombres de las villas constituyó un paso importante para el afianzamiento del poder de las villas, y también para el fortalecimiento del poder real que, a través de estrategias de este tipo, estaba diversificando las bases de su poder y quebrando el monopolio de la jerarquía eclesiástica y de la aristocracia laica.

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CAPÍTULO 9 LA ARISTOCRACIA LEONESA ANTE LA SUCESIÓN DINÁSTICA

Sicut de turbatione, quam regnantium solent habere primordia, regno quoque nostro multa mala succreuerunt, sic, in tranquillitate quam fecit Dominus nobis.1

Alfonso IX comenzaba con estas palabras las constituciones de 1194. En efecto, en los comienzos de su reinado hubo una gran turbación, pero estas circunstancias no fueron excepcionales, sino que eran una constante en los momentos de sucesión dinástica en León. Jiménez de Rada destaca que jamás los comienzos de los reinados, incluso entre los adultos, se ven libres de problemas.2 En efecto, los problemas a los que se refieren el toledano y el rey suelen estar protagonizados por la aristocracia que, ante un inminente cambio en el trono, ve el campo de cultivo perfecto para intentar aumentar su poder, su influencia sobre el nuevo monarca y su patrimonio. Con cada sucesión en el trono se abre una etapa en la que es necesario redefinir las relaciones entre las fuerzas vivas del reino: Iglesia, nobleza y monarquía. Pero este proceso de reajustes de poder se complicaba aún más cuando la sucesión se disputaba entre varios candidatos, apoyados por sus nobles partidarios.

1 2

GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, doc. 84. JIMÉNEZ DE RADA, DRH, libro III, cap. XV.

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La llegada al trono de Fernando II y posteriormente de su hijo don Alfonso acarreó una compleja situación política y social; sin embargo, tuvieron características muy diferentes. La primera de ellas quizá fue inspirada por las elites nobiliarias gallegas y leonesas, que ejercieron grandes presiones sobre Alfonso VII. Probablemente en las mentes del infante don Fernando y sus partidarios nunca estuvo la idea de disputar el trono de Castilla, sino lograr desvincularse de la preponderancia castellana y gobernar León, una entidad política con una personalidad bien definida y con intereses particulares. A pesar de ello, la división del imperio supuso una profunda brecha en aquella nobleza que poseía intereses en los dos reinos y debía decantarse por servir a uno de los dos nuevos monarcas. Tras la muerte de Fernando II de León las circunstancias sucesorias eran otras. Entonces, dos herederos se disputaban un trono, que resultaba sumamente apetecible para los partidarios de cada uno de los hijos del rey muerto. De nuevo fue parte de la nobleza gallega y leonesa la que, ante el temor del aumento del poder del bando castellano en León, apoyó la entronización del infante don Alfonso, frente a don Sancho, hijo de Urraca López de Haro. Pero, quizá, tras superar los problemas iniciales del reinado, una de las mayores preocupaciones de Alfonso IX fue su propia sucesión, ya que durante algún tiempo apostó por una posible unión de los reinos de Portugal y León, bajo la dirección de uno de sus hijos habidos con su primera esposa, doña Teresa; aunque las circunstancias políticas y la astucia de su segunda esposa, Berenguela de Castilla, hicieron que la balanza se inclinara a favor de su hijo, el futuro Fernando III de León y Castilla. En este proceso que podría extenderse desde 1194 hasta 1230, la nobleza leonesa, acompañada de la nobleza foránea, tanto portuguesa como castellana, jugó un papel determinante. En las siguientes páginas analizaremos estos tres procesos sucesorios y la implicación nobiliaria en ellos.

I. La división del imperio de Alfonso VII. La intervención nobiliara En 1157, tras la muerte de Alfonso VII, se vivió en León una situación excepcional que podría calificarse quizá como anacrónica, puesto que ya no se esperaba una división de los reinos que llevaban unidos desde hacía más de un siglo. No obstante, esta decisión trasluce la concepción patrimonial del reino que aún conservaban los monarcas en el siglo XII hispánico, aunque quizá estuviera influida de forma directa por la nobleza. Los cronistas de la época, Jiménez de Rada, Lucas de Tuy y Juan de Osma, afirman que la división del imperio fue ideada por varios miembros

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de la nobleza leonesa y castellana, empeñados en sembrar la discordia. Entre estos magnates inductores de la desmembración del imperio, destacan al conde Fernando Pérez de Traba, como uno de los principales protagonistas.3 A esta lista de autores de la división, Jiménez de Rada añade al conde castellano Manrique de Lara.4 Es necesario tomar con precaución estas afirmaciones de los cronistas, porque podrían estar motivadas por el afán de presentar a Alfonso VII como un hombre sabio que, sin embargo, se dejó influir por malos consejeros a la hora de dividir su reino. No obstante, parece que en este caso no se trata de una elaboración posterior o manipulación de los cronistas, sino que, probablemente, la presión de la nobleza, sobre todo gallega, influyó de manera determinante en la escisión del imperio de Alfonso VII. Si se vuelve la mirada a la documentación regia conservada y se observa con atención el panorama nobiliario de los últimos años del reinado de Alfonso VII y los momentos sucesivos a su muerte, se puede observar una gran tensión nobiliaria y las estrategias seguidas por cada partido para favorecer y promocionar al infante que encarnaba o defendía mejor sus intereses. ¿En qué medida influyó la nobleza leonesa en la escisión del imperio y la proclamación de Fernando como rey de León? Para responder a esta pregunta es necesario estudiar el proceso de acumulación de poder de los dos hijos de Alfonso VII a través, principalmente, de las intitulaciones que reciben en los diplomas emitidos por la cancillería imperial.5

A) La acumulación de poder de los infantes Sancho y Fernando La presencia de los vástagos del emperador en los documentos es temprana. Desde 1140 el monarca hace partícipes de sus negocios a sus dos hijos varones que, siendo aún niños, empiezan a aparecer a su lado en varias donaciones portando el título real. Julio González afirma que el futuro La Crónica Latina dice a este respecto: Binarius filiorum eius [laesit] regnum eiusdem imperatoris et causa fuit multarum cedium et multorum malorum, que in Yspaniis acciderunt. Diuisit siquidem regnum suum, permittente Deo propter percata hominum, duobis filiis suis ad instanciam Fernandi, comitis Gallecia. CHARLO BREA, L. Chronica hispana: saeculi XIII, p. 33. 4 JIMÉNEZ DE RADA, DRH, libro III, cap. III. A instigación de los condes Manrique de Lara y Fernando de Trastamara, que pretendían sembrar la semilla de la discordia, dividió el reino entre sus dos hijos Sancho y Fernando. 5 La documentación conservada no es muy numerosa, apenas unas decenas de documentos en los que Alfonso VII actúa junto a sus hijos. Quizá no sea una muestra suficiente para asentar firmes conclusiones, pero permite ver las líneas de actuación del emperador con respecto a la sucesión y a la asociación al trono de sus hijos. 3

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Sancho III recibió potestades regias en 1140 y no más tarde.6 Lo cierto es que ese mismo año Sancho y Fernando donan, junto a sus padres, varias heredades en Zamora y Salamanca a la catedral de Santiago.7 Los infantes confirman la carta como Sancius et Fernandus, filii imperatoris, reges. Solo unos meses después, en 1141, el emperador entrega una heredad en Tierra de Campos a la Juliana Martínez, tibi nutrici filii nostri regis Fernandi.8 El pequeño rex Fernando no confirma esta donación a la que había sido su nodriza, aunque esté dirigida a un personaje estrechamente ligado a su infancia. En los años posteriores, los hijos de Alfonso VII continúan confirmando como rex,9 siempre en compañía de su padre, Adefonso imperante. En ningún momento, como sí ocurrirá un tiempo después, los futuros herederos aparecerán como reyes de un determinado territorio. En estas intitulaciones se ve cómo contrasta la concepción del imperium, con la visión tradicional de una monarquía familiar y patrimonial; puesto que el monarca ha asociado al trono a los herederos de sus reinos, desde estos tiempos tempranos. Se desconoce el motivo por el que en algunas cartas de la primera mitad de los años cuarenta aparecen los futuros herederos sin el título real; tal vez pueda tratarse de un uso de la cancillería. Podríamos pensar que la clave pudiera estar en la personalidad de cada uno de los cancilleres o scriptores de esta etapa del reinado.10 Sin embargo, hay que desechar, al menos por el momento, esta posibilidad ya que la mayor parte de los documentos de esta década fueron elaborados por el scriptor Giraldo bajo la dirección del maestro Hugo, salvo alguna excepción que no permite extraer ninguna conclusión. Por este motivo consideramos que quizá el uso indiscriminado de diversas fórmulas de intitulación y confirmación de Sancho y Fernando tenga mayor conexión con los cambios de la voluntad imperial acerca de la sucesión. Un claro ejemplo son dos documentos producidos en un intervalo temporal muy corto y que muestran este uso indiscriminado de denominaciones: en 1144 Sancho y Fernando donan determinados bienes a la catedral de Orense a cambio de una heredad que había sido entregada por el rey y GONZÁLEZ, J. Alfonso VIII, p. 340. RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Alfonso VII, doc. 88 (1140 julio 1). Ego Adefonsus imperator Hispaniae, una cum uxore mea imperatrice Berengaria filiisque meis Sanctio et Fernando regibus… 08 Ibíd., doc. 92. 09 Ibíd., doc. 95. 10 LUCAS ÁLVAREZ, M. «Las Cancillerías reales (1109-1230)», El reino de León en la Alta Edad Media, I. 06 07

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el obispo al conde Fernando Pérez de Traba,11 sin título regio, ni rúbrica. Solo un mes después, en agosto de 1144, Alfonso VII, junto a su esposa, hace una donación al monasterio de San Vitorio de Ribas de Miño cum filiis meis Sancio et Fernando regibus, ambos confirman con la fórmula Rex Fernandus filius imperatoris.12 En verdad, es complicado discernir el motivo de estos cambios en el tratamiento de los hijos del emperador que reflejan los documentos, aunque resulta muy sospechoso que se trate de un uso aleatorio de los términos. Probablemente encierre una determinada forma de concepción del poder regio que no logramos percibir. El año 1147 marca una nueva etapa en el pensamiento de Alfonso VII sobre la división de su imperio. Varios autores afirman que el emperador comenzó a idear el reparto de sus reinos a partir de entonces;13 sin embargo, la documentación no lo refleja de forma clara, ya que se registra el uso aleatorio de las mismas fórmulas. Los infantes aparecen en la mayor parte de los diplomas de 1147 como filius imperatoris, acompañando a su padre, Imperator Hispaniae; aunque en muy pocas ocasiones se les intitula filiis meis Sancio et Fernando, regibus. La documentación no varía hasta 1150, cuando se empieza a observar un claro aumento en el porcentaje de los documentos, en los que los hijos del emperador portan el título de rex.14 Si bien es cierto que en la mayor parte de los diplomas firmados entre 1150 y 1155 ambos hermanos aparecen con dignidad real, Fernando lo hace solo de modo nominal; es decir, que probablemente no tenía ningún poder, sino que recibía este título como denominación honorífica. El proceso de acumulación de poder por parte de ambos hermanos es desigual, puesto que Alfonso VII concentró mayor autoridad en su primogénito. Esta situación queda patente en varios documentos de marzo de 1152. En la primera carta, fechada el día 5, Alfonso VII otorga al monasterio de Sahagún el privilegio por el que todos los judíos de la villa pasan a ser vasallos del cenobio.15 En dicho documento aparece Alfonso VII, Hispaniae Imperator, una cum filio meo rege Sancio et cum filiis et filiabus

11 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos Medievales del Reino de Galicia de Alfonso VII, doc. 105 (1144 julio 8). Ego Adefonsus imperator Hyspanie… cum uxoris mee Berengarie filiorumque meorum Sancii et Fernandi. 12 Ibíd., doc. 107. 13 SUÁREZ FERNÁNDEZ y FERNÁNDEZ BILBAO, Historia política del reino de León (1157-1230). El Reino de León en la Alta Edad Media. IV. La Monarquía (1109-1230), pp. 217-350. 14 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Alfonso VII, docs. 123, 126, 132, 134, 135, 136, 137, 143, 144. 15 FERNÁNDEZ FLÓREZ, J. A. Colección de Sahagún, doc. 1312.

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meis et omni generatione mea. Sancho porta el título regio y confirma como Rex Sancius filius imperatoris; además la data recoge un importante acontecimiento: quando rex Sancius filius imperatoris fuit armatus. Se observa el especial interés que tenía la cancillería por destacar la figura de Sancho, mientras que ni siquiera se menciona al infante don Fernando,16 que no aparece en la lista de confirmantes; sino que se alude de forma genérica al resto de los hijos del emperador. En este diploma Sancho recibe un tratamiento especial que lo diferencia del resto de sus hermanos. En el segundo documento, fechado el día 7, se observa la misma diferencia de tratamiento entre los dos infantes. En esta ocasión Alfonso VII cum filiis et filiabus meis et omni generatione mea, dona a Santa María de Montederramo el monasterio de San Miguel de Riba de Sil. En las listas de confirmantes Sancho aparece como rex Sancius filius imperatoris, mientras que su hermano lo hace sin título de rey, signando Fernandus, filius imperatoris.17 En estos momentos Sancho era ya rey de Nájera y todo parecía indicar que heredaría los territorios que gobernaba su padre. Probablemente Alfonso VII aún dudaba si haría efectiva la idea que llevaba algún tiempo meditando acerca de la división de sus reinos, y había comenzado a destacar a su primogénito, además de asociarle al trono y atribuirle importantes potestades. A pesar de esta desigualdad de tratamiento, el infante don Fernando contaba con el importante apoyo de distintos sectores de la nobleza. Sus principales partidarios eran la poderosa familia de su ayo, Fernando Pérez de Traba, y su tío Ramón Berenguer IV, además de otras figuras destacadas del reino, que permanecerán a su lado tras la división del imperio. En una carta dirigida a su cuñado, el emperador, el conde de Barcelona además de proponerle un pacto para evitar una confrontación en Navarra, le pide que nombre a su sobrino, el rey Fernando, rey efectivo y no solo nominal.18 Lo 16 El emperador hace esta donación incluyendo a todos sus hijos con especial mención a Sancho, puesto que quizá fuese el único que estaba presente en el momento de la redacción de la carta. Si se comparan las listas de confirmantes de estos diplomas del mes de marzo, elaborados solo con dos días de diferencia, se puede deducir que Fernando había estado en tierras leonesas o gallegas antes de su llegada a Valladolid, puesto que en el documento del día 7 aparecen nuevos personajes como los obispos de Orense y Astorga, además de Ramiro Froilaz, tenente de Astorga, que probablemente habían acompañado a Fernando en los días previos. Este ejemplo deja ver la especial vinculación que Fernando mantenía con el territorio leonés y con determinados círculos de la nobleza que permanecerían a su lado tras la división de los reinos. 17 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 145. 18 Ilustrisimo Dei gratia A. Ispaniarum imperatori R. comes Barchinone regnique dominador aragonensis ac Provincia marchio de bono in melius provehi. Cum rerum utilita-

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que probablemente Ramón Berenguer estaba pidiendo era que le atribuyera a Fernando el gobierno de una región y amplias potestades, como ya se había hecho con el infante don Sancho, rey de Nájera. Quizá las presiones de estos sectores nobiliarios, inclinaron la balanza del lado del reparto de los reinos. El emperador no tardaría mucho en dar cuerpo a la idea de división de sus territorios. En el concilio celebrado en Valladolid en 1155 se materializó el proyecto y Fernando fue nombrado heredero de los reinos de León, Galicia, Asturias y los territorios de Toro, Zamora y Salamanca. Sin duda, este acontecimiento abre una nueva etapa en el ejercicio del poder real por parte de Fernando, que ya era rey de facto y no solo de manera nominal. Del período que transcurre entre el concilio de Valladolid y la muerte de Alfonso VII se conserva un número reducido de diplomas, que, sin embargo, reflejan el aumento paulatino del poder de Fernando, que otorga varias donaciones ostentando el título regio junto a Alfonsus totius Hyspaniae imperator.19 Del mismo modo, tras el concilio de Valladolid, aparece en solitario intitulándose Fernandus dei gratia Legionis et Gallecie rex, bajo la autoridad de Imperante domno Adefonso in Tolete, Baetia, Almaria, Cesaraugusta, Naiara, Castella.20 Son muy pocos los ejemplos conservados; sin embargo, muestran que Fernando ya ejercía poderes regios en León y Galicia, sin necesidad de la compañía de su padre. No obstante, se desconoce el alcance del poder político que ejercía el joven Fernando, ya que solo se han conservado algunas concesiones de bienes a personajes te et verbum veritate crescat amiticia constantie ac tolerantie virtute roboratur: inde est inde color vestris semper iussionibus obtemperare et rogaui uestro quem michi fecistis ut non intrarem regnum Navarre nisi rex ille intranet terram meam ostiliter adquiesco nec homines mei facerent ei guerram nisi sui facerent mihi; et hoc in veritate vobis promitto tempore determinato usque ad festum Sancti Martin nisi ambo insimul cometimos consilium. Sed quia non solum estis amicus verum etiam dominus ut amici et vasalli mea semper negocia ante uestros occulos vos deprecor ponte uolo enim anteponere uestra meis expectando bonam promissionem uestram nolo contrarie mandatos uestris. Sed quoniam amodo negocia uestra mea recolo uisum est mihi uobis utile fore si consilio uestro esset ut miteritis filium uestrum regem Sancium in exercitum et ego uenirem ad uso ad suscipiendum consilium de uestris et meis factis quipus possemus tendere ad aiorem ruinam inimicorum crucis Christi. Regem Fernandum filium vestrum et nepotem meum quem diligo ut filium vobis specialiter comendo ut de ipso congruam curam geratis sic ut dicatur rex a re non a solo nomine. Nec minus comendarem uobis regem Sancium nisi ipse comendaret. Colección de documentos inéditos de la Corona de Aragón, tomo IV, doc. 155. 19 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, docs. 171, 172, 173, 175, 176, 177, 178,179. BURÓN CASTRO, T. GDF, docs. 80, 83. 20 GAMBÓN, S. El monasterio de Santa María de Melón, doc. 16, tesis inédita dirigida por Manuel Lucas FERNÁNDEZ; RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 9. GONZÁLEZ, J. Regesta de Fernando II, p. 350.

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que habían estado muy próximos a él durante su crianza en tierras gallegas. Con dicha fórmula la cancillería intentaba transmitir la nueva situación del imperio, en que ambos hijos del emperador tenían amplias potestades sobre unos determinados territorios, a pesar de que continuaban sometidos al poder de su progenitor. En estas donaciones de Fernando no se añade la fórmula regnante in, que aparecerá tras la muerte de su padre, pero sí destaca especialmente la expresión de Adephonso imperante. Pensamos que esta fórmula cancilleresca encierra una concepción del poder absoluto del soberano; por este motivo no se asocia aún con la persona de Fernando II que, aunque era ya el rey de León y Galicia, estaba supeditado a la autoridad de su progenitor, imperante in tocius Hispanae. Tras la muerte de Alfonso VII y durante los primeros años del reinado de Fernando II, los regnantes aparecerán en la totalidad de los documentos reales, como un instrumento propagandístico para la consolidación del poder.21 Decíamos que las primeras donaciones efectuadas por don Fernando fueron destinadas a individuos con los que se relacionó durante su infancia en Galicia. Así, donó a su capellán Rodrigo Menéndez el monasterio de San Lorenzo en Caldeas que había sido donado por el emperador a su padre. Este documento refleja la situación que en 1156 vivía el futuro Fernando II. En las líneas anteriores hemos resaltado que aparece intitulado Fernandus Dei gratia Legionensis et Galletia rex, bajo la autoridad de su padre, que no está presente durante la realización de este negocio. Sin embargo, aunque el rey de León actúa en solitario y con plenas potestades, la carta está repleta de alusiones a su progenitor, que con anterioridad había donado estas heredades al padre del clérigo Rodrigo Menéndez, que ahora veía confirmada la donación imperial y aumentada con otros bienes de manos del futuro Fernando II.22 Se ve cómo aún no se había desvinculado de la autoridad del emperador.

Sobre la importancia de los recursos ideológicos fortalecedores del poder regio, entre los que se encuentran los regnantes, véase PASCUA ECHEGARAY, E. Guerra y Pacto en el siglo XII, pp. 145-150. 22 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales de Galicia: Fernando II, doc. 1, Iccirco ego Fernandus Dei gratia Legionis et Gallecie rex, omnisque uos mea tibi Roderico Menendi, clerico meo, et omni uoci tue facio scriptura firmitaris de quodam monasterio, que uocatur sanctus Laurentius et iacet in terra de Caldelas, loco certo, iuxta numen quod dicitur Sil inter duo monasteria, scilicet sancti Cypriani et sancti Adriani. Quod monasterium imperator domnus Adefonsus pater meus dedit patri tuo Menendo Menendi per scriptum firmissimum. Ipse uero pater tuus in uita sua illud in pace obtinendo tibi deliberauit et quemadmodum pater meus Imperator illud patri tuo tradidit perpetualiter habendum et possidendum, ita et ego tibi illud, dare et confirmare uolo. 21

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Como se ha señalado, la intervención del conde de Barcelona en defensa de los intereses de su sobrino Fernando fue clara; pero poco se sabe de la participación del conde Fernando Pérez de Traba, al que los cronistas atribuyen un papel determinante. El magnate había estado al lado de Alfonso VII desde la infancia; les unía una fuerte vinculación personal. Además, en 1140 don Fernando se había convertido en uno de los hombres más poderosos del reino, pues era denominado conde de Galicia.23 El señor de Traba tenía gran interés en que el infante don Fernando, a quien había criado, ocupara el trono leonés; puesto que poseía una gran influencia sobre él. Probablemente desde que le fue encargada la educación del infante, comenzó a gestar la idea de que debía convertirse en el rey de León; no obstante, no se han conservado documentos suficientemente elocuentes como para afirmarlo categóricamente, aunque se aprecia un claro apoyo de los Traba a don Fernando. Tras la conquista de Almería, el conde Fernando Pérez hizo dos viajes a Tierra Santa; probablemente fue tras el regreso de su segundo viaje en 1154, cuando aumentó la presión para que el infante don Fernando fuera nombrado heredero del reino de León, lo que ocurrió en el concilio de Valladolid de 1155.24 Si se analizan las listas de confirmantes de los últimos años del reinado de Alfonso VII, se puede observar el posicionamiento de la nobleza a favor de uno de los dos infantes. Desde 1155 se alinean en torno a don Fernando los miembros de la nobleza, que van configurando una pequeña corte. Mientras, la cancillería imperial comienza a diferenciar de manera muy gráfica a ambos herederos, ya que incorporan el signum regis de cada uno de ellos junto al de su padre, y confirman en dos columnas diferentes, seguidos de sus partidarios.25 Si se analizan estas minuciosamente, se puede ver que quienes se alinearon en torno al futuro rey de León eran principalmente magnates de la familia Traba: Rodrigo Pérez de Traba, su hermano Vermudo Pérez de Traba, los sobrinos de ambos, Gonzalo Fernández de Traba y Vela Gutiérrez, además de Álvaro Rodríguez de Sarria, el yerno de Fernando Pérez de Traba, casado con su hija, doña Sancha Fernández. En enero de 1156 el emperador armaría caballero al infante Fernando.26 A partir de entonces comenzaron a aparecer cargos palatinos propios del

LÓPEZ SAN GIL, J. L. La nobleza altomedieval gallega. La familia Froilaz-Traba. Toxosoutos, 2002, p. 91. 24 FERNÁNDEZ FLÓREZ, J. A. Colección de Sahagún, doc. 1320. 25 Véase cuadro de los confirmantes de los diplomas imperiales entre 1155 y 1157, que incluimos en el apéndice de cuadros, p. 546. 26 GONZÁLEZ, J. Alfonso VIII, p. 144. 23

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infante, aunque se desconoce si fue Alfonso VII quien los nombró o el propio don Fernando. Así, Vela Gutiérrez será su mayordomo,27 y Menendo de Bragança su alférez.28 Además de los Traba, en este entourage regio se movían otros nobles gallegos, como Pelayo Curvo, y los grandes señores leoneses y asturianos, Ramiro Froilaz y Pedro Alfonso, así como los magnates de la ciudad de León. Pedro Balzán, Ponce de Minerva, don Abril, etcétera. Estos eran los principales partidarios del infante Fernando que confirmaban junto a él, aunque otros altos cargos de la corte de su padre, como el conde de Urgel, solían confirmar junto al emperador, sin disponer su firma en ninguna de las columnas que seguía a la rúbrica de sus hijos. Otros, como el mayordomo imperial, Ponce de Cabrera, titubearon o no se habían decantado aún por ninguno de los dos infantes, pues confirman indistintamente en las dos columnas; aunque parece que, a partir de la segunda mitad de 1156, don Ponce signa asiduamente del lado de don Fernando. No obstante, desde principios de 1157 permaneció en Castilla al lado del rey Sancho.29 Antes de la muerte de Alfonso VII, la aristocracia se había alineado en dos bandos claramente diferenciados y con intereses contrapuestos. La nobleza gallega, asturiana y leonesa, era partidaria de la separación del reino de León dirigido por el infante don Fernando, que se había criado en Galicia y había extendido sus redes de fidelidad principalmente en el ámbito leonés. Ciertamente, la aristocracia leonesa con su apoyo al infante Fernando pretendía resguardarse del predominio castellano, temiendo quizá la intromisión de poderosas familias como los Lara, los Castro o los Haro en tierras leonesas. La situación era casi paralela en Castilla. Parece que los Lara, encabezados por don Manrique Pérez, y otras familias castellanas preferirían un reino separado de León, ya que Castilla era el más poderoso de todos los reinos cristianos hispánicos y tenía una gran área de expansión hacia el sur que, sin duda, granjearía importantes ingresos a aquella nobleza que ayudase a recuperarla del infiel. BURÓN CASTRO, T. GDF, doc. 83. RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos Medievales del Reino de Galicia de Alfonso VII, doc. 175. Vela Gutiérrez confirma como maiordomus regis Fernandi, y Menendo de Bragança como alferiz regis. Esta confirmación podría resultar ambigua porque quizá parece que pueda referirse al alférez del rey Alfonso VII; sin embargo, las dudas se aclaran porque la confirmación de don Menendo aparece en la columna que sigue a la firma del rey Fernando y porque en la columna en la que signa el rey Sancho también lo hace Gundisaluus de Maranon, alferiz A. imperatoris y Gomez Fernandiz, alferiz regis Sancii; por lo tanto, queda claro que el señor de Bragança era alférez del futuro Fernando II. 29 GONZÁLEZ, J. Alfonso VIII, vol. II, docs. 26-29. 27 28

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A pesar de que los intereses de las noblezas eran diferentes, porque sus patrimonios se situaban mayoritariamente en el lugar de origen de la parentela y sus intereses políticos estaban dirigidos a proteger sus bienes, algunos magnates habían comenzado a emparentar con familias del otro reino y a adquirir patrimonio en él, lo que complicaría aún más la situación tras la división.30 Si bien la nobleza magnaticia ya había comenzado a mover sus fichas en el nuevo tablero de juego, los acontecimientos se precipitaron el 21 de agosto de 1157, cuando murió Alfonso VII y tuvo que hacerse efectiva la separación de su imperio. En efecto, se estaba viviendo una situación excepcional que resquebrajaba la unidad de los reinos de Alfonso VII y abría una etapa de incertidumbre e inestabilidad política, en la que la aristocracia debía proteger sus intereses, aumentar su influencia sobre el poder regio y engrandecer su patrimonio. En realidad, poco se sabe sobre las circunstancias que rodearon el reparto de los reinos, pues se desconoce si el emperador había elaborado un testamento o si había determinado con exactitud el modo en que debía llevarse a cabo la división y cómo debía dibujarse la frontera.31 Las fuentes no han conservado esta información. Probablemente la inesperada muerte de Alfonso VII dejó en el aire muchos aspectos que tuvieron que resolverse precipitadamente. Tampoco han llegado noticias sobre las conversaciones que pudieron haber mantenido ambos reyes o sus representantes en los momentos inmediatamente posteriores al fallecimiento de su padre. Tan solo el tratado de Sahagún deja ver parcialmente la situación que se vivió tras la desmembración del imperio. Además, se desconocen las circunstan30 Existen numerosos ejemplos, aunque quizá el más significativo era el de Nuño Pérez de Lara, que casó con doña Teresa, la hija de Fernando de Traba, puesto que este matrimonio une a miembros de las poderosas familias de Castilla y León, principales partidarios de la separación de los reinos. 31 Algunas crónicas castellanas definen la frontera entre los reinos, pero nada dicen sobre cómo se trazó ni en qué momento. Jiménez de Rada, DRH, libro III, cap. III, Dividió el reino entre sus dos hijos Sancho y Fernando; a Sancho, el primogenito, le entregó Castilla hasta Sahagún y Moral de la Reina, Tordehumos, Urueña, Cubillas, Medina y toda la parte de Ávila, y desde allí los límites quedaron en la calzada que se llama Guinea y en la orilla del Deva por la parte de Asturias. El resto, hasta el mar, incluido Portugal, lo dio a Fernando que era el menor. Juan de Osma, en la Crónica Latina de los Reyes de Castilla, dice: Sancio scilicet, primogenito, dedit Castellam et Abulam et Sogouiam et alias uillas circumadiacentes in Extremadura et Tolletum et omnia que sunt ultra serram versus partes illas, Terram et de Campis usque ad Sanctus Facundum et Asturias Sante Iuliane. Residuum uero regni sui versus Legiones, et Galleciam, Taurum et Zamoram et Salamanticam cum aliis circumadiacentibus uillis dedit Fernando, minori filio suo. CHARLO BREA, L. (ed.), Chronica hispana: saeculi XIII, p. 41.

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cias en las que Fernando tomó las riendas de León. Jiménez de Rada narra cómo, tras ver morir a su padre, se dirigió rápidamente a León porque temía que su reino fuera invadido por su hermano. No hay indicios que permitan verificar esta hipótesis, ni se conservan testimonios diplomáticos hasta octubre de 1157,32 lo que oculta los acontecimientos. No obstante, esta ausencia documental indica que la labor en la cancillería regia y en los escritorios de las principales instituciones del reino estaba paralizada, quizá por la inestabilidad política del momento. Probablemente el rey Sancho invadió de inmediato la Tierra de Campos que había quedado del lado leonés. Fernando II, el nuevo rey de León, debía lograr los suficientes apoyos para poder hacer frente a una compleja situación fronteriza y, además, debía consolidar su poder en el reino. Para ello necesitó desplegar una importante política de alianzas con todas las fuerzas sociales —Iglesia, nobleza y ciudades— indispensables para enfrentarse a la difícil situación. Debía garantizarse la fidelidad de aquellos nobles que le habían ayudado a conseguir el trono. No era una labor fácil, ya que algunos de esos magnates tenían intereses a los dos lados de la frontera y probablemente se vieron tentados por ambos monarcas para que se unieran a sus filas. Los reyes debían hacerse con el favor de una nobleza que se ofrecía al mejor postor y que, con frecuencia, cambiaba su fidelidad de acuerdo a sus intereses particulares. A partir de entonces, determinados magnates de la antigua corte imperial vivieron a caballo entre los dos reinos, sirviendo intermitentemente a sus monarcas.

B) La nobleza tras la muerte de Alfonso VII. La corte de León Fernando II de León pronto organizó su propia corte, encabezada por el que había sido mayordomo de su padre durante más de dieciséis años, el conde Ponce de Cabrera, mientras el portugués, Menendo de Bragança, continuó al frente de la alferecía del reino, como venía haciendo desde Tras revisar las colecciones diplomáticas de las principales instituciones religiosas leonesas se observa una ausencia de producción documental, justo en los momentos sucesivos a la muerte del emperador. Así, en la colección diplomática de la catedral de León, la laguna documental abarca desde el 13 de agosto de 1157 hasta febrero de 1158, CDACL, docs. 1503-1504. El archivo de San Isidoro de León guarda documentos de mayo de 1156 a junio de 1158 —SIL, docs. 62-63—. En San Claudio el primer diploma tras la muerte del emperador está datado en julio de 1158, doc. 17. En Sahagún el salto se hace desde febrero de 1157 hasta noviembre del mismo año. Estas lagunas documentales se registran también en la documentación castellana. 32

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1156. Al lado del rey Fernando permanecían aquellos que hasta entonces le habían apoyado: Rodrigo Pérez y Gonzalo Fernández de Traba, su cuñado, Álvaro Rodríguez de Sarria, Vela Gutiérrez, Pelayo Curvo33 y otros nobles gallegos vinculados a los Traba como Fernando Odoáriz, además de los principales magnates leoneses como los condes Ramiro Froilaz, Osorio Martínez, el joven Ponce de Minerva, y el conde asturiano Pedro Alfonso.34 Todos estos magnates formaban parte de dos parentelas que, además, estaban estrechamente vinculadas: los Traba y los Flaínez leoneses. El parentesco entre todos estos personajes era muy próximo: el conde Rodrigo Pérez de Traba era tío del conde Gonzalo Fernández, de Sancha Fernández, la esposa de Álvaro Rodríguez, de Vela Gutiérrez, hijo de Lupa Pérez de Traba, y de Fernando Odoáriz, el hijo de Aldara Pérez. Los vínculos con los Flaínez eran muchos: Ponce de Cabrera casó en 1140 con María Fernández de Traba, emparentando así con la familia. Probablemente don Ponce había estado casado con anterioridad con una mujer de nombre Sancha que podría ser hermana del conde Ramiro Froilaz y de María Froilaz, la esposa del conde Pedro Alfonso. Además la hija de Ponce de Cabrera, Sancha Ponce, casó con Vela Gutiérrez, que era sobrino de Pedro Alfonso y del conde de Traba. Asimismo, Ramiro Froilaz, había casado a su hija, Estefanía Ramírez, con Ponce de Minerva, protegido de la infanta doña Sancha, hermana del emperador.35 Todos ellos configuran un sólido grupo de parentesco con intereses en León, aunque no se le puede tratar como un conjunto inseparable, porque en ese contexto de gran incertidumbre política, primaban los intereses particulares sobre los del grupo, por lo que algunos magnates actuaron individualmente al ver amenazados sus intereses. La invasión de la Tierra de Campos por parte de las huestes castellanas había provocado una difícil situación en la que algunos magnates leoneses abandonaron a su señor natural y se refugiaron en el reino de Sancho III. Al parecer, ninguno cayó en la ira regia, pero los enfrentamientos Recuero Astray consideraba a este individuo como un miles leonés, RECUERO ASM. Alfonso VII, emperador, p. 196. Sin embargo, se trata del noble gallego hijo de Fernando Yáñez. En la historia compostelana se le denomina gran caballero y conde, FALQUE REY, E. Historia Compostelana, Madrid, 1994, pp. 150-152. Estaba casado con una sobrina del obispo Gelmírez, por lo que se le denomina merino de la Curia de Gelmírez. Ibíd, p. 521. Aparece en la corte imperial en 1135 y sirvió hasta su muerte al rey —RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Alfonso VII, docs. 57179—, siendo tenente de Tuy entre 1149 y 1152, docs. 123, 126, 147. Sirvió fielmente al infante Fernando durante su infancia en Galicia. 34 Estos magnates confirman los primeros diplomas de Fernando II tras llegar al trono. 35 Sobre el grupo de parentesco formado por el conde Ramiro Froilaz, Pedro Alfonso, Ponce de Cabrera, Vela Gutiérrez y Ponce de Minerva, véase CALDERÓN MEDINA, I. «Cuatro magnates en la corte de Alfonso VI», pp. 352-358. 33

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debieron de ser lo suficientemente graves como para que importantes dignatarios, como los condes Osorio Martínez y Ponce de Cabrera, abandonaran a Fernando II de León. Probablemente el cambio de fidelidad de ambos magnates estuvo motivado porque poseían importantes bienes en las tierras por las que se enfrentaban los reyes hermanos. Quizá el episodio más controvertido y conocido sea la huida de Ponce de Cabrera a tierras castellanas tras el legendario motín de la trucha,36 que probablemente sí tiene un sustrato de realidad aunque no sea la causa de la salida de León de Ponce de Cabrera y su yerno, Vela Gutiérrez.37 Se desconoce el motivo que originó la marcha del príncipe de Zamora a tierras castellanas, aunque se puede verificar su presencia y la de su yerno en la corte castellana desde octubre de 1157 hasta mayo de 1158. La historiografía tradicional quiso ver el tratado de Sahagún como una entrevista concertada entre los dos monarcas con el fin de que Fernando II perdonase y admitiese de nuevo en su corte al gran conde Ponce de Cabrera, que roboró el tratado entre los firmantes provenientes de Castilla. El conde Ponce, a pesar de que durante este tiempo estuvo en la corte de Sancho III, no perdió las propiedades que poseía en el reino de León, y tras el tratado de Sahagún volvió a servir a Fernando II. El tratado es roborado también del lado castellano por el conde leonés Osorio Martínez. Tampoco se conocen con exactitud los motivos por los que el conde abandonó León para servir al monarca castellano. En verdad, el conde Osorio estaba viviendo el ocaso de su carrera desde que en 1140 dejara de tener el favor regio ante el ascenso de la otra rama de su parentela, encabezada por Ramiro Froilaz. Quizá el conde Osorio pensó que la situación cambiaría con la llegada al trono de Fernando II. No fue así, ya 36 Sobre este asunto se han realizado numerosos estudios e interpretaciones. Seguimos a Fernández-Xesta porque hace un minucioso y exhaustivo análisis de los acontecimientos vividos en Zamora en los tiempos del supuesto motín, y sigue a Ponce de Cabrera en su deambular por el reino castellano. El autor no encuentra una relación causa-efecto entre el motín y la huida de Ponce de Cabrera que, al parecer, estuvo motivada por otras razones. FERNÁNDEZ-XESTA, E. «El motín de la trucha y sus consecuencias sobre don Ponce Giraldo de Cabrera, príncipe de Zamora», en Actas del primer congreso de Historia de Zamora, Zamora, 1991, tomo III, pp. 261-284. 37 Es un caso particularmente llamativo ya que Ponce de Cabrera fue uno de los depositarios de la confianza del nuevo rey de León tras la muerte de su padre. Ponce sería el primer mayordomo nombrado por Fernando II y, sin embargo, pronto, por algún motivo que aún hoy desconocemos, salió del reino para prestar sus servicios a Sancho III. Asimismo, Vela Gutiérrez siempre había girado en la órbita leonesa, ya lo hemos visto como mayordomo del infante en 1156, y entonces salió del reino acompañando a su suegro. Este es un magnífico ejemplo que demuestra que los intereses particulares y familiares estaban por encima de todo.

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que el conde Ramiro continuó siendo uno de los pilares básicos en los que se sustentaba la corte del nuevo monarca, y Osorio Martínez continuó en un segundo plano, a pesar de que era uno de los principales propietarios de la Tierra de Campos. La pugna de los dos monarcas por el control de estas tierras provocó además un grave enfrentamiento entre Osorio Martínez y el monarca leonés. El conde pasó al servicio de Sancho III probablemente porque Fernando II le había arrebatado parte de sus bienes. En la paz de Sahagún de mayo de 1158, el conde Osorio confirmó del lado castellano. En el texto se reconocen como legítimas las reclamaciones que había planteado el conde y se estimaba que fuese él, junto al conde Ponce de Cabrera y Ponce de Minerva, quienes debían tener en fidelidad aquellas tierras leonesas, que Sancho III había invadido y que devolvía entonces a su hermano mediante el tratado. Asimismo, en el caso de que Fernando II incumpliera lo pactado, los tres magnates se servirían de aquellas tierras. A pesar de que se firmó una frágil paz entre León y Castilla y que el conde Osorio veía reconocidos sus derechos, sus relaciones con Fernando II no lograron restablecerse. La situación se complicó aún más al fallecer Sancho III y dejar en el trono al infante Alfonso, que apenas tenía tres años. Entonces se abrió un grave enfrentamiento entre los Lara y los Castro por hacerse con la tutoría del rey niño. En esos momentos el conde Osorio permaneció al servicio de Alfonso VIII, quizá porque no logró recuperar el poder que había tenido en León antes de 1140 y las luchas entre los reinos continuaban. En esta lucha intestina castellana, el conde se alineó en el partido de los Lara porque su yerno, Fernando Rodríguez de Castro, había repudiado a su hija, Constanza Osorio, para casar con doña Elvira, la hermana de Fernando II. El monarca leonés, aprovechando la inestabilidad castellana, entró en Tierra de Campos y en 1159 asedió Villalobos, que era feudo del conde Osorio. Allí, el conde se enfrentó a las tropas leonesas y, finalmente, el que había sido su yerno le arrebató la vida en la batalla de Lobregal en 1160.38 Estos ejemplos bastan para observar las difíciles relaciones que mantuvieron ciertos nobles, que tenían intereses a ambos lados de la frontera establecida en 1157, con el nuevo monarca en las circunstancias excepcionales que acarreó la división del imperio de Alfonso VII.

38 Sobre el conde Osorio Martínez, véase MARTÍNEZ SOPENA, P. La Tierra de Campos Occidental, pp. 380-381, y «El conde Rodrigo y los suyos. Herencia y expectativa de poder entre los siglos X y XII», en PASTOR, R. (coord.), Relaciones de poder, de producción y parentesco en la Edad Media y Moderna, Madrid, 1990, pp. 51-84.

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II. La nobleza tras la muerte de Fernando II de León. Conflictos con los Haro El contexto en el que llegó al trono Alfonso IX dista mucho del que vivió su progenitor. El joven monarca heredaba un reino bien definido, que había logrado preservar su identidad e independencia frente a la preponderancia castellana; a pesar de ello, don Alfonso tuvo que enfrentarse a grandes dificultades al llegar al trono. Las arcas reales habían quedado depauperadas por la largueza de su padre, se temían los ataques de portugueses y castellanos, y el nuevo rey debía hacerse con el control de la prepotente nobleza leonesa. Numerosos historiadores han dibujado esta etapa de reajustes de poder, características de los relevos en el trono, como una etapa turbulenta en la que el joven heredero se enfrentó a su madrastra, Urraca López de Haro, ayudada por sus poderosos hermanos. Estos pretendían coronar al infante don Sancho, argumentando que había nacido de matrimonio canónico, a pesar de que probablemente había llegado al mundo antes de la unión sacramental de sus padres; aducían paralelamente que don Alfonso era fruto de una unión incestuosa. Desafortunadamente, la escasez de fuentes impide conocer con exactitud el desarrollo de los acontecimientos. Ni Lucas de Tuy, ni Jiménez de Rada, ni Juan de Osma, mencionan ningún enfrentamiento con los Haro. Todos ellos destacan que Alfonso IX heredó el trono leonés pacíficamente. Serán las crónicas posteriores las que elaboren y transmitan los presuntos enfrentamientos entre el joven Alfonso y la parentela de su madrastra. En verdad, los Haro habían alcanzado altas cotas de poder en León durante la década de los ochenta. El matrimonio de Fernando II con Urraca López sirvió para la entrada en la corte leonesa de sus hermanos Rodrigo, Diego y García López, que llegaron a ocupar los altos cargos palatinos y las principales tenencias del reino, en detrimento de otras familias. No obstante, a pesar de que los Haro formaban parte de una parentela con intereses principalmente en Castilla, tenían una importante ascendencia gallega, pues eran hijos de la condesa doña Aldonza, nieta de Fernando Pérez de Traba;39 lo que les hacía miembros de una de las principales familias del reino con grandes intereses en Galicia. 39 La filiación de esta mujer no está bien definida, aunque se trataría de una nieta de Fernando Pérez de Traba. Sánchez Pagín en 1989 la identificó como hija de Álvaro Rodríguez de Sarria y Sancha Fernández de Traba, véase CANAL SÁNCHEZ PAGÍN, J. M.ª «La Casa de Haro en León y Castilla de 1150 a 1250. Cuestiones histórico-genealógicas en torno a cuatro nobles damas», Archivos Leoneses, 1989, n.º 85-86, pp. 55-99. López San Gil

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Probablemente la aristocracia leonesa recelaba del poder de los Haro y temía girar en la órbita castellana cuando falleciera Fernando II. Julio González afirma que la reina Urraca comenzó a intrigar contra el heredero, don Alfonso, con el fin de situar a su hijo en el trono. Se desconoce si estas intrigas palaciegas tuvieron lugar, pero en el caso de que así hubiera sido, parece que no surtieron efecto, porque el rey don Fernando probablemente nunca pensó en legarle el trono a su hijo menor. Don Sancho Fernández no aparece asociado al trono en ninguno de los diplomas conservados, al contrario que su medio hermano, el infante Alfonso, al que Fernando II asoció al trono poco después de su nacimiento. Así, aparecerá durante todo el reinado, primero junto a su madre, después junto a la segunda esposa de su padre y, finalmente, junto a su última madrastra, doña Urraca López. El infante don Alfonso dejó la corte de su padre un tiempo antes de que este falleciera. Algunos eruditos han apuntado que el joven abandonó precipitadamente Benavente, donde se encontraba la corte, por las grandes desavenencias que mantenía con su progenitor y con los Haro, y que se dirigió, buscando refugio, a Galicia o Portugal, el reino de su madre.40 No obstante, y aunque estas hipótesis pueden ser razonables, se desconoce su itinerario y los motivos por los que don Alfonso no estaba al lado de su padre en los últimos momentos de su vida. Pudo tratarse de un enfrentamiento con Fernando II, pero nada permite afirmarlo, ni se puede trazar el periplo del heredero durante esos días, ni siquiera saber quiénes le acompañaban.41 Don Fernando y su hijo Alfonso estuvieron separados al menos desde el 13 de septiembre de 1187, cuando emitieron su último diploma conjuntamente,42 confirmado por el conde Fernando de Limia, Diego López de Haro como tenente de Extremadura, el mayordomo Vermudo Álvarez, el alférez real García López de Haro, Gonzalo Gómez, tenente de Asturias, y Fernando Vela, tenente de Benavente. No obstante, el hecho de que no emitan documentos juntos no significa que hubiera conflictos entre ellos, ni que acepta esta filiación, LÓPEZ SAN GIL, J. L. La nobleza altomedieval gallega, p. 137. No obstante, en 1995 Sánchez Pagín afirmó que se trataba de la hija de Gonzalo Fernández de Traba, CANAL SÁNCHEZ PAGÍN, J. M.ª «La casa de Haro en León y Castilla durante el siglo XII», Anuario de Estudios Medievales, 25/1, 1995, pp. 3-38. Cualquiera que sea su filiación, se trata de una nieta de Fernando Pérez de Traba, lo que le hace miembro de la familia más poderosa de Galicia. 40 La Crónica de Veinte Reyes apunta a que Alfonso Enríquez, abuelo del futuro Alfonso IX, pensó legarle el trono lusitano, aunque consideramos que en realidad nunca fue así ya que el monarca portugués asoció al trono a su hijo don Sancho en 1170, HERNÁNDEZ ALONSO, C. (coord.), Crónica de Veinte reyes, Burgos, 1991, libro III, cap. XVIII. 41 GONZÁLEZ, J. Regesta de Fernando II, p. 157. 42 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 237.

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el rey hubiera cuestionado su sucesión; pues en la data de un diploma fechado el 30 de noviembre de 1187 se puede leer: Regnante rege dompno Fernando cum filio suo rege dompno Adefonso, et uxore sua regina dompna Urraca, in Legione, Gallecia, Asturiis, et Extremadura.43 Por lo tanto, don Alfonso seguía asociado al trono un mes antes de la muerte de su padre. El último diploma de Fernando II está fechado el 16 de enero de 1188,44 solo cuatro días antes de su fallecimiento. Entonces estaba acompañado por la reina, el conde Gómez, tenente de Trastamara, Diego López de Haro, tenente de la Extremadura y el Bierzo, y García López de Haro, tenente de Luna y Arbolio. Posiblemente el infante don Sancho Fernández estaba en aquellos momentos en la corte, aunque no se le menciona en el documento. El rey de León murió en Benavente el 20 de enero de 1188 y de nuevo, los acontecimientos se precipitaron. Tradicionalmente se ha admitido que don Alfonso estaba de camino a Portugal cuando un emisario le dio la noticia del fallecimiento de su padre y se dirigió velozmente a León, temiendo que le fuera arrebatado el trono. El monarca había muerto rodeado de su esposa y sus cuñados. La Crónica de Veinte Reyes relata cómo doña Urraca pidió ayuda a su hermano don Diego López de Haro, que en aquel momento era alférez, para atacar a su hijastro y que este le respondió que solo lo haría en el caso de que don Alfonso atacase sus castillos.45 CDACL, doc. 1677. GARCÍA LARRAGUETA, A. Catálogo de los pergaminos de la catedral de Oviedo, doc. 209. 45 HERNÁNDEZ ALONSO, C. (coord.), Crónica de Veinte Reyes, libro XIII, cap. XVIII, Después que murió el rey don Ferrando de León, rreynó su hijo, el rey don Alfonso, que era nieto del rrey de Portugal. Este rrey don Alfonso, en vida de su padre, buscáuanle quanto mal podíen con la reina dona Urraca Lopes, su madrastra, en quisa que non podíe beuir con su padre, e yuase para el rrey de Portugal quel queríe dexar el reino porque era malo su fijo. E yéndose para él e pasando el rrio Tajo en un batel, llegole mandado cómmo el rrey don Ferrando, su padre, era finado, entornose luego quanto más pudo. Don Diego Lopes de Vizcaya, su alferez que fuera del rrey don Ferrando e muy su amado, quando el rrey fue enterrado, díxole la reina dona Urraca, su hermana: «Hermano, vos podedes fazer cómmo reune mi fijo. Sy vos quisiéredes tanto que vos tomedes la seña del rrey que vos tenedes». E díxole: «Hermana, non lo faré, que non seríe cosa guisada, que don Alfonso es mayor e ha de aver el rreyno, e a él daré yo la seña e la tierra que tengo, e a vos ayudaré quanto pudiere commo hermana a todo vuestro derecho sy vos quisiere tomar alguna cosa de vuestras arras, mas guardatme de tan grand yerro en que podrán tomar los hombres con grand derecho». E asy cómmo supo que vino el infante don Alfonso, fuele a rreçebir e diole la seña e la tierra, asy commo la teníe de su padre, e fízalo alçar rrey, e él quisole dar la seña e la tierra como la teníe. E don Diego gradesçiólo mucho e non lo quiso e fuese para la rreyna su hermana e basteçióle bien sus castillos, Aguilar e Monta agudo, por miedo quel faría mal el rrey don Alfonso por quanto mal e desterramiento ella le buscara con su padre. 43 44

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Después, narra los ataques a las fortalezas, acaecidos en 1202 y no en los primeros momentos del reinado;46 de lo que se deduce que no hubo un enfrentamiento abierto en 1188. Sin embargo, tampoco se puede afirmar que la llegada al trono de Alfonso IX fuera pacífica, porque un diploma del tumbo A de la catedral de Santiago cuenta un macabro episodio protagonizado por los detractores de don Alfonso, entre los que es factible que se encontraran los Haro. El diploma relata cómo los enemigos del nuevo rey habían secuestrado el cadáver de Fernando II y lo habían escondido,47 y cómo don Alfonso logró rescatarlo y enterrarlo con honores regios en la catedral de Compostela. Resulta sumamente llamativo que la cancillería de Alfonso IX recoja este hecho en el primer diploma que otorga a la sede jacobea. Esta carta es el único vestigio que narra los avatares de don Alfonso para conseguir el trono y sepultar a su padre.48 Quizá lo más interesante del documento sea que destaca especialmente la intercesión de don Alfonso en las exequias de su predecesor, lo que deja ver la gran trascendencia simbólica e ideológica de la participación del heredero en el sepelio de su progenitor y antecesor en el trono.49 La crónica cuenta cómo Alfonso IX logró asediar el castillo de Aguilar, que la reina tenía en León de sus arras, y encerrar en él a Marcos Gutiérrez y Gutier Rodríguez. Ibíd., libro III, cap. XXI. Este episodio que narra la crónica queda confirmado con la data de un diploma de la colección de Gradefes —GDF, doc. 281—, fechado en abril de 1202 en que se puede leer: Et quando uenditio huius hereritatis facta fuit rex Adephonsus Legionenesis tenebat tunc inclusos milites istos, scilicet Marchum Guterri et Guterrium Roderici in Castello de Aguilar. Rodericum Ordonii et Gundisaluum Fernandi Pollo in Monte Acuto. 47 Julio González apunta a que el cuerpo del rey muerto podría haber sido ocultado en San Isidoro de León, aunque no hay constancia documental y además el rey había fallecido en Benavente, lo que puede indicar que quizá su cadáver estuvo secuestrado en cualquier templo de esta localidad o de otra entre ambos lugares. 48 LUCAS ÁLVAREZ, M. La documentación del tumbo A de la catedral de Santiago de Compostela. Estudio y Edición, León, 1997, doc. 141. El diploma dice: Inter quos ipse progenitor noster in necesitatibus suis et triumphis expertus sepitus eiusdem Apostoli presidia miraculosa, et eius aecclesiae plurium adiutus obsequiis liberalitate regia larguis eam datiuit et extulit oblationibus; et ad ultimum in eodem loco corpori suo eligens sepulturam, ei commendauit animam in aeterna retributione Domino presentandam, quem dum uixerat sibi et regno patrono elegerat. Quidam, tamen, presumptione temeraria magis quam ratione inducti, per uiolentiam corpus eius rapientes alibi condiderant, sed nos, attendesntes quod nec ultima eiusque tam rationabilis fuerat uoluntas mutanda aessaet, nec orationum sibi tollenda beneficia, que celebrioria apud predicti Apostoli aecclesiam quotidie exhibentur, optatam sibi restitui fecimus sepulturam et impetrauimus, auxiliante Domino et gloriossisimo eius Apostolo, quid in eius ecclesia, qui iuxta ipsius Apostoli tumbam, sub honore regio et debita reuerentia sepeliretur, exoptantes super omnia promereri ut idipsum nobis diuina clementia dignetur concedere quod ad extremi iudidii Apostoli presentemur intercessione. 49 Algunos estudiosos, como Ariel Guiance, han destacado la importancia del sucesor 46

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En su trabajo sobre la Castilla bajomedieval, Denis Menjot afirma que el hecho de que el heredero no participe directamente en el cortejo fúnebre implica que la monarquía es fuerte y «no necesita rituales de confirmación o consolidación del poder»,50 pero la presencia del nuevo monarca en el sepelio de su antecesor adquiría el carácter simbólico del relevo del poder. Por ello, es significativa la participación de Alfonso IX en los ritos funerarios por su padre, ya que denota que la situación política era inestable y que, por ello, el nuevo monarca debía escenificar el relevo de poder para legitimar su derecho al trono y evitar las manipulaciones de los sectores nobiliarios reacios a su entronización.51 Además, se encargó de perpetuarlo en la memoria, recogiéndolo en el primer privilegio que concedía a la catedral que albergaba los restos del Apóstol, patrono y protector de su reino. Este documento trasluce la difícil situación a la que tuvo que hacer frente Alfonso IX al llegar al trono, pero nada parece indicar que hubiera un conflicto bélico abierto en esos momentos sino que, tenía una fuerte oposición y debía desplegar una larga actividad diplomática para lograr el apoyo de la nobleza y consolidar su poder en el reino. Lógicamente, como ocurre en todas las épocas de sucesión, esta etapa de reajustes y redefinición de relaciones con la aristocracia no fue fácil. Si se analizan detenidamente los diplomas emitidos por don Alfonso tras la muerte de su padre, se observa el resultado de la lenta operación de busca de lealtades entre la nobleza. Su primer documento como Legionis rex está fechado solo un mes después del fallecimiento de Fernando II. Está confirmado por el conde Froila Ramírez, el conde Gómez González, y el castellano Pedro García de Lerma, y por los obispos de Compostela, Mondoñedo, Lugo y Oviedo. Parece que este pequeño grupo de magnates eran entonces sus principales partidarios. Aún no se hace referencia a los oficiales palatinos, probablemente porque todavía don Alfonso estaba intentando organizar su propia corte y buscando los apoyos necesarios para reinar. Un mes más tarde, Munio Fernández confirma como mayordomo y aumenta sustancialmente la lista de confirmantes: a los obispos anteriores en la celebración de la exequias por el monarca difunto, GUIANCE, A. Los discursos sobre la muerte en la Castilla medieval (siglos VII-XV), Valladolid, 1998, pp. 318-324. Véase también NÚÑEZ RODRÍGUEZ, M. La muerte coronada. El mito de los reyes en la Catedral compostelana, Santiago de Compostela, 1999, pp. 17-30. 50 MENJOT, D. «Un chrétien qui meurt toujours. Les funérailles royales en Castille à la fin du Moyen Age», en NÚÑEZ, M. y PORTELA, E. (coords.), La idea y el sentimiento de la muerte en la Historia y en el Arte, pp. 21-29. 51 Hemos tratado este asunto con mayor profundidad en CALDERÓN MEDINA, I. «La memoria de los reyes de León (1157-1230)» (en prensa).

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se une el zamorano y entre los nobles se incorporan Ponce Vela y el portugués Vasco Fernandes de Soverosa, que había servido a Fernando II. Solo unos días después, el 4 de mayo, en Zamora, el rey emitía el diploma por el que confirmaba todos los privilegios y exenciones a la catedral de Santiago en el que narraba el episodio del rapto del cadáver de su padre. Probablemente había transcurrido poco tiempo del sepelio y ya se habían superado los conflictos planteados con los secuestradores del cuerpo de Fernando II. En esos días en Zamora,52 la nobleza leonesa parecía haber cerrado filas en torno a don Alfonso, ya que entre los confirmantes se enumeran los principales magnates del reino y la estructura de poder parecía haber tomado forma. Estaban presentes el mayordomo, Munio Fernández, el alférez, Juan Fernández, el conde Gómez González de Traba, familiar de la reina Urraca López,53 el poderoso conde leonés Froila Ramírez, Fernando Ponce y su sobrino Ponce Vela, además de los magnates gallegos Fernando Arias, Pelayo Tabladelo y Pedro Captivo, y ciertos principales de la ciudad de León como Rodrigo Abril. Asimismo, confirman todos los obispos del reino, por lo que se puede afirmar que la jerarquía eclesiástica estaba de parte del primogénito de Fernando II. El nuevo monarca había logrado extender lentamente su red de fidelidades.54 Ciertamente, entre los cortesanos del rey no se encuentran ninguno de los hermanos de la reina, que fueron despojados de los cargos que habían ocupado hasta el fallecimiento de Fernando II. Urraca López abandonó el reino y fue perdiendo paulatinamente sus propiedades.55 Su madre, doña Aldonza, aunque se trasladó a Castilla, continuó manteniendo su patrimoSe conservan dos diplomas regios emitidos ese mismo día en Zamora. La lista de confirmantes no es igual en ambos casos, pero suponemos que todos los confirmantes de los dos diplomas estaban aquel día reunidos con el rey, aunque probablemente el signifer y los iudex regis llegaron con la madre del monarca, Urraca Alfonso, junto a quien emite uno de los diplomas. 53 Puede tratarse de su tío, en el caso de que su abuelo, el padre de la condesa Aldonza, fuera Gonzalo Fernández de Traba o su primo en segundo grado si doña Aldonza fuera hija de Sancha Fernández de Traba. 54 Véase el cuadro en el que recogemos a los confirmantes de los diplomas emitidos por Alfonso IX en los primeros momentos de su reinado, que incluimos en el apéndice, p. 548. 55 En el Tratado de Tordehumos se fija una tregua, que debía durar diez años, entre doña Urraca y su hijo don Sancho con Alfonso IX: Mandamus etiam quod castra regina Urrace Lupiz et filii sui eum tenenciis suis quas modo tenent sint in treuguis cum rege Legionis usque ad decem annos. Hec igitur sunt propter que pax intelligetur infracta ut castella perdantur. Si alter regum in propria persona cum exercitu suo intraverit regnum alterius contra eum per se ipsum vel cum alio rege aut cum sarracenis aut si castellum aliquod vel aliqua castella fidelitatis violenter occupaverit vel si aliquod aliud castellum de regno 52

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nio gallego y estrechó sus relaciones con instituciones gallegas y leonesas, como el monasterio de Meira y San Marcos de León.56 Los hermanos de la antigua reina, perdieron sus cargos aunque el período en que estuvieron apartados de la curia leonesa fue corto y parece que pronto recuperaron la confianza del monarca leonés; al menos García López de Haro —que posiblemente estaba casado con una dama perteneciente a los Osorio—, que en 1189 estaba al frente de las tenencias de Castroverde, Monreal y Salamanca, y en 1192 ocupó la alferecía de León. El infante don Sancho Fernández abandonó el reino de León y se dirigió a Castilla tras la llegada al trono de su medio hermano. En realidad, poco se sabe de él en este período, aunque emite algunos diplomas junto a su madre como una donación de bienes al monasterio castellano de Santa María de Trianos, próximo a la frontera en 1195.57 Años más tarde se pondrá al servicio del rey de León. A pesar de que en estos momentos fue apartado de la línea de sucesión, parece que tiempo después, cuando se abrió una profunda crisis sucesoria en León, Alfonso IX pudo pensar en él como el candidato para sucederle, pues era el único hijo vivo de Fernando II.58 Teniendo en cuenta que los cronistas coetáneos no transmiten grandes conflictos entre la nobleza y el heredero leonés, don Alfonso, que no existe ninguna fuente diplomática que permita afirmar que los Haro pretendieron situar en el trono al infante don Sancho, y que el apartamiento de los Haro de la corte leonesa fue corto; creemos que no hubo un enfrentamiento abierto entre dos facciones nobiliarias, por entronizar a uno de los dos hijos de Fernando II, ni que don Alfonso hubiera visto peligrar realmente su llegada al trono; aunque no se puede negar que se vivieron momentos de tensión, como los narrados por el diploma del tumbo A de Compostela o la referencia a la turbación del reino que encabeza las constituciones de 1194 con las que hemos comenzado este capítulo. Parece que los disturbios que pudo haber sufrido el reino responden al esquema que habitualmente se repite en los momentos de cambio en el trono, cuando el nuevo monarca se ve obligado a definir las relaciones que va a mantener con una nobleza ansiosa de poder y patrimonio. alterius per violentiam occupaverit aut in regno eius de novo fecerit debet perdere castella fidelitatis. GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. II, doc. 79. En 1202 probablemente ante el incumplimiento del acuerdo, el rey le arrebató sus castillos. 56 CANAL SÁNCHEZ PAGÍN, J. M.ª «La Casa de Haro en León y Castilla de 1150 a 1250», p. 74. 57 FUENTE CRESPO, J. DE LA. Colección documental del monasterio de Trianos (11111520), León, 2000, doc. 52. 58 En páginas posteriores se hará referencia a este asunto.

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Consideramos que no puede hablarse de una crisis sucesoria porque nada indica que Fernando II pensara en nombrar heredero a su hijo don Sancho, ni parece que los intentos de Urraca López por situarlo en el trono tuvieran ningún éxito, ni se detecta que un partido sólido y belicoso en torno al infante don Sancho Fernández emprendiera una verdadera lucha por el trono leonés. Sus tíos y valedores sirvieron fielmente durante la década de los noventa al rey de León, y el propio infante Sancho se convirtió en uno de los grandes consejeros de su hermano. Llegó a ocupar las principales tenencias del reino y casó con una hija de Pedro Fernández de Castro.59 No se puede olvidar que los comienzos del reinado de Alfonso IX fueron duros y que hizo grandes esfuerzos por redefinir las relaciones que había mantenido con la nobleza y por buscar los apoyos suficientes para consolidar su poder en el reino. En esta campaña de búsqueda de fidelidades el rey convocó a una curia, por primera vez, a los representantes de las ciudades; probablemente porque necesitaba su ayuda económica y porque pretendía diversificar las bases sobre las que asentar su poder, para romper el monopolio que hasta entonces había tenido la jerarquía eclesiástica y la nobleza en el asesoramiento del monarca. De este modo, el rey daba los primeros pasos para quebrar la dependencia que hasta ese momento había tenido de la elite privilegiada de la sociedad leonesa medieval y fortalecía el poder real. Así, en el verano de 1188 se celebró, probablemente en el claustro de San Isidoro de León, un lugar emblemático para la monarquía, una gran curia en la que el nuevo monarca estableció el ordenamiento jurídico y la política con la que iba a reinar en León.60

III. La sucesión de Alfonso IX. El reino y la nobleza entre el heredero luso y el castellano61 En las páginas anteriores hemos descrito dos momentos sucesorios en el reino de León. Sin embargo, en las siguientes no estudiaremos otra etapa puntual de reajustes de poder, esos instantes de convulsión política propios del relevo en la monarquía, sino el largo período en el que se estuvo Sobre la carrera política del infante don Sancho remitimos al capítulo 3. En el capítulo 6 hemos analizado a los asistentes y las disposiciones de esta curia. 61 Hemos decidido denominar así a los dos hijos de nombre Fernando que tuvo Alfonso IX con sus dos esposas, el nacido de Teresa de Portugal y el hijo de Berenguela de Castilla que se convertiría con el tiempo en el rey de León y Castilla. Ambos infantes nacieron en León, pero hemos decidido denominarlos de acuerdo al origen de sus madres para evitar errores de identificación a lo largo del texto. 59 60

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debatiendo la sucesión leonesa. Para ello cambiaremos la perspectiva que veníamos adoptando, ya que necesitamos ampliar la escala para observar cómo se gesta y evoluciona un proyecto que irá mutando de acuerdo a las circunstancias políticas, y que culminará con la unión de los reinos separados tras la muerte de Alfonso VII. Fueron años trepidantes, en los que estaba en juego el porvenir del reino. Este período, que abarca treinta años del reinado de Alfonso IX, es sumamente complejo porque se entreveran varios conflictos en la escena política y se dibuja un enmarañado panorama nobiliario, en ocasiones, difícil de descifrar. Como sustrato de estos enfrentamientos estará la cuestión sucesoria, que era un asunto de importancia capital para el futuro del reino de León. Además de los conflictos internos, la herencia del reino se complicó de manera extraordinaria por otros conflictos sucesorios, que se estaban viviendo en los reinos vecinos y que afectaron de manera directa a León. Por ello, para estudiar la sucesión de Alfonso IX, no hay que perder de vista la situación de Castilla y de Portugal. Tampoco hay que dejar a un lado la participación de la nobleza leonesa, como de la castellana y la portuguesa que se desplazó a León para defender los intereses de los candidatos al trono, que representaban dos vías políticas diametralmente opuestas: la unión de León y Portugal bajo el mismo monarca, o la reunificación de León y Castilla que encarnaba, como ha definido Fernández Catón, la idea del imperialismo leonés que se había desdibujado desde la desaparición del emperador.62

A) Desde el nacimiento del infante Fernando, el portugués, a la paz de Cabreros Cuando nació el infante don Fernando, primer varón habido del matrimonio con Teresa de Portugal, probablemente Alfonso IX de León pensó que la sucesión estaba garantizada y no plantearía graves problemas. Se equivocaba. Fruto de su segundo matrimonio con Berenguela de Castilla, vendría al mundo el infante don Fernando, que se convirtió en otro candidato al trono de su padre. En los últimos veinte años del reinado de don Alfonso, la sucesión se convirtió en uno de sus principales problemas, ya que la situación política, las difíciles relaciones con los reinos vecinos, las

62 FERNÁNDEZ CATÓN, J. M.ª El reino de León y el ideal imperial. Evolución histórica (718-1230), León, 2003.

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presiones de la aristocracia y la anulación de sus dos matrimonios le hicieron cambiar la designación de su heredero en repetidas ocasiones. En efecto, la política leonesa de comienzos del siglo XIII fue sumamente complicada, pues oscilaba desde la amistad con Portugal y el enfrentamiento con Castilla, a la alianza con el castellano y la guerra con el monarca luso. Alfonso IX comenzó su gobierno rindiendo homenaje al rey de Castilla en la curia de Carrión. Pero pronto, en 1191, viró bruscamente su política pactando con Aragón y Portugal para combatir el poderío castellano,63 y contrajo nupcias con doña Teresa, la hija del Sancho I de Portugal. Pero el matrimonio fue anulado canónicamente, mientras la amenaza musulmana favorecía un pacto entre León y Castilla firmado en Tordehumos en 1194. Esta frágil paz se rompió en 1196, cuando el leonés atacó Castilla y Alfonso VIII se alió con lusos y aragoneses para arrasar León. Al mismo tiempo, ciertos magnates castellanos habían ocupado algunas fortalezas leonesas. Las consecuencias de estos ataques y del peligro musulmán motivaron la firma de una alianza sellada con el matrimonio entre la hija del monarca castellano, la infanta Berenguela, y el rey de León en 1197.64 Pero la consanguinidad que mantenían los cónyuges provocó la anulación del segundo enlace del monarca en 1204, y se abrió un nuevo período de hostilidades, finalizado con la paz de Cabreros en 1206. Durante este período la herencia leonesa osciló entre los dos hijos varones del monarca. Del primer matrimonio con doña Teresa de Portugal habían nacido la primogénita doña Sancha, don Fernando y doña Dulce. Los tres habían sido criados en la corte portuguesa, aunque permanecían largas temporadas en León, junto a su padre. Como primer hijo varón el infante Fernando era el heredero natural del trono leonés; no obstante, resulta llamativo que no se haya conservado ningún diploma emitido por Alfonso IX junto a su hijo, quizá porque cuando se invalidó el matrimonio de sus progenitores aún era un niño y todavía no participaba de la política del reino; o tal vez porque fueron destruidos. Resulta difícil conocer la situación jurídica de estos infantes, ya que en el tratado de Tordehumos de 1194 se establece que si Alfonso IX muriera sin tener heredero, el reino pasaría al rey de Castilla,65 como se había estipulado en 1158 en el tratado de Sahagún; a pesar de que en el momento de la firma del acuerdo ya habían nacido los tres hijos habidos con la infanta portuguesa. Asimismo, 63 Nos referimos a la paz de Huesca de 1191, GONZÁLEZ, J. Regesta de Fernando II, doc. 43. 64 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. II, doc. 135. 65 Ibíd., doc. 79. Mandamus item quod si regem Legionis contigerit sine herede decedere, regnum eius ad regem Castelle devolvatur.

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en el tratado de las arras de la reina Teresa, firmado solo unos días después, don Fernando, que en aquel momento estaba bajo la potestad de su padre, es denominado hijo del rey don Alfonso de León, pero en ningún momento se destaca su condición de heredero. En el pacto se establecía que si la reina Teresa volviera a casar o falleciera, su hijo Fernando debía recibir los cuatro castillos de Toroño, y que, si este moría, debían ser restituidos al rey de León. En realidad esta cláusula guarda cierta ambigüedad ya que no estipula que don Fernando podría heredar el trono leonés y legarlo a sus descendientes, pero tampoco que otro hijo de Alfonso IX, que entonces no tenía más descendientes varones, pudiera heredar el reino.66 Es necesario tener en cuenta esta disposición del tratado de las arras, porque en 1217, cuando la cuestión sucesoria se convierta en un asunto crucial, Alfonso IX introducirá algunas modificaciones que la afectarán directamente. Ambos tratados dejan ver la consideración jurídica del infante don Fernando que, al parecer, no era considerado heredero porque probablemente la anulación eclesiástica del matrimonio de sus padres le había declarado, junto a sus hermanas, hijo espurio. La sucesión leonesa estaba en el aire. Al contrario de lo que había sucedido con el hijo de la infanta portuguesa, cuando nació el infante don Fernando, hijo de Berenguela de Castilla, su padre lo hizo partícipe de inmediato de la política regia, destacando sus derechos al trono, a pesar de que temía la invalidación de su unión matrimonial por consanguinidad. A los pocos días de su llegada al mundo, lo incluyó entre los emisores de los diplomas regios. El día 5 de agosto de 1201,67 el infante aparece por primera vez junto a sus padres en un diploma real: Ego Adephonsus, Dei gratia Rex Legionis et Gallecie et Asturias, una cum uxore mea domna Berengaria et cum filio meo Ferdinando.68 Por el contrario, se silenciaba la existencia del primer hijo varón del monarca, que probablemente había regresado a la corte lusitana junto a su madre. A partir de entonces el infante Fernando, el castellano, figuraría en numerosos documentos,69 hasta que en 1204 se anuló el matrimonio de sus padres por la bula papal, que declaraba hijos ilegítimos a los nacidos de la unión

66 CALDERÓN MEDINA, I. «Las arras de la reina Teresa», doc. 1. Et si regina casauerit aut mortua fuerit G. Pelagii det ista castella filiis suis uel filio suo et regis Legionis in potestate patris sui. Et si filii mortui fuerint det ea regi Legionis. 67 El futuro Fernando III había nacido a finales del mes de junio de 1201. 68 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. II, doc. 156. 69 Ibíd., docs. 158, 159, 161, 162, 164, 166, 167, 170, 171, 172, 173, 174, 177, 183, 184, 185.

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incestuosa.70 Con la anulación se debilitaba además la paz que se había sellado con ese matrimonio. La consecuencia de la decisión de la curia romana fue la crispación en las relaciones castellano-leonesas y la inmediata desaparición del infante don Fernando de la documentación del rey de León. La tensión entre los reinos estuvo a punto de provocar un grave enfrentamiento bélico, aunque se entablaron conversaciones que desembocaron en la firma de una paz en Cabreros en 1206. En este tratado se establecía de manera clara la sucesión: se nombraba heredero del trono leonés a don Fernando, hijo de Berenguela; en el caso de que él muriera, sería su hermano, don Alfonso, quien lo heredara. Esta inclinación por la rama castellana de los hijos del rey tal vez estuvo motivada por el peligro que suponía una invasión castellana de las tierras de León y, probablemente, también por las ansias de reconstruir el imperio de Alfonso VII.71 No obstante, el infante al que se declaraba heredero era un hijo deslegitimado, y por ello no tenía derecho al trono. En este complejo contexto, no hay que olvidar que aún estaba vigente el tratado de Sahagún de 1158, donde Fernando II de León y Sancho III de Castilla habían establecido que si alguno de los dos fallecía sin descendencia legítima, sería el descendiente legítimo del otro monarca quien heredara el trono vacante.72 Estas eran las circunstancias que se vivían en León y, por lo tanto, si Alfonso IX moría sin ver legitimados a sus hijos, el nuevo rey de León sería el primogénito de Alfonso VIII de Castilla, el infante don Enrique. Ante la designación del hijo de doña Berenguela como heredero, los partidarios del infante don Fernando, hijo de Teresa de Portugal, argumentaban que, si bien ambos infantes estaban en las mismas condiciones jurídicas porque habían sido deslegitimados, la supremacía correpondía al infante Fernando, el portugués, por el derecho de primogenitura.73 70 MANSILLA, D. La documentación pontificia hasta Inocencio III (965-1226), Roma, 1955, doc. 305. Spuria et illegitima penitus haberetur, que in bonis paternis nulla occasione succedit secundum legitimas sanctiones. 71 GONZÁLEZ, J. Alfonso VIII, vol. III, doc. 786. Et ordenamos et mandamos que cuando don Fernando, filio del rei de León et de la reina Berenguela, fuere rei de León, ho, si él moriere, que sea rei de León el otro suo hermano, filio del rei de León et de la reina Berenguela. 72 GONZÁLEZ, J. Regesta Fernando II, doc. 1. Et, si aliquis nostrum absque filio legitimo obierit, alter habeat totum regum eius cum hominibus, et, si filios vel nepotes legitimos dimiserit, hanc eandem amiciciam et convenientiam, teneat eis.Similiter, filii nostri legitimi et nepotes hanc eadem amiciciam, quam modo facimus, inter se habeant, teneant et conservent. 73 Desafortunadamente no se ha conservado la bula que anulaba el matrimonio de Alfonso IX y Teresa de Portugal, por lo que se desconocen las circunstancias en las que se

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a) Creación y desaparición del bando nobiliario portugués Durante todo este complejo período en que estaba en juego la sucesión al trono y se habían anulado los dos matrimonios de Alfonso IX, la nobleza de los tres reinos involucrados se movió en defensa de los intereses de cada uno de los candidatos. Para observar las alianzas y el vaivén nobiliario que se vivió en estos años en tierras leonesas, es necesario analizar minuciosamente las listas de confirmantes de los diplomas regios y no perder de vista los numerosos conflictos en los que la aristocracia participó activamente. Desde la década de los noventa se registra una presencia casi constante de nobles castellanos y portugueses en tierras leonesas que hace sospechar que entre otros conflictos, como el suscitado por la ocupación de fortalezas leonesas por parte de nobles castellanos, subyacía la cuestión sucesoria. Este enfrentamiento por los castillos leoneses vino a complicar aún más las relaciones entre los reinos y motivó que llegaran a León un destacado número de nobles castellanos, que posteriormente tuvieron un importante papel. Entre ellos se encontraban el conde don Fernando Núñez de Lara y el primo del rey leonés, don Pedro Fernández de Castro. Podría decirse que ambos magnates, a pesar de su origen castellano, hasta ese momento, eran partidarios del infante don Fernando el portugués, ya que estaban enfrentados a Alfonso VIII de Castilla y habían servido durante largo tiempo al rey de León. A partir de 1197, cuando Alfonso IX casó con doña Berenguela, aumentó la llegada de castellanos a la corte leonesa. Algunos de ellos formaban parte del séquito de la reina como Pedro Fernández de Benavides, su mayordomo,74 que siempre estuvo vinculado a ella y no obtuvo cargos en la curia leonesa. Sin embargo, otros magnates se convirtieron en piezas clave de la paz entre los reinos, como Fernando Núñez, que fue elegido en 1199 como garante de las arras de la reina Berenguela. Su hermano Gonzalo Núñez de Lara fue tenente arras regine en Asturias75 y llegó a ocupar la importante tenencia de la Extremadura. Cuando en 1201 nacía el infante Fernando, que encarnaba la paz entre León y Castilla, la cuestión sucesoria tomó un cariz que ponía en peligro el ascenso del hijo de Teresa de Portugal al trono de León. Ese mismo año

materializó y el estatus en el que quedaron sus hijos. Resulta llamativo que ninguno de los cronistas coetáneos, especialmente Jiménez de Rada, haga referencia a una posible deslegitimación de su descendencia, que favorecía a los intereses castellanos. 74 Aparece en la corte leonesa en 1197 acompañando a la reina Berenguela, GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. II, docs. 112, 113, 115, 117, 118, 120, 122, 123, 124, 129. 75 Ibíd., docs. 132-134.

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dos nobles lusos, Pero Aires de Fornelos76 y Fernando Peres Churruchano, confirman varios diplomas de Alfonso IX como tenentes de tenencias portuguesas.77 Parece que ninguno de ellos ocupó cargos en la corte leonesa, pero su presencia en el reino cuando estaba a punto de nacer un posible sucesor de Alfonso IX, y el hecho de que su coincidencia con el monarca sea en diplomas emitidos en la frontera septentrional portuguesa, hace sospechar que quizá habían sido enviados por doña Teresa o por el monarca luso, Sancho I, con alguna función diplomática relativa a la cuestión sucesoria. Se desconoce el paradero del infante don Fernando en este preciso momento, aunque solo unos meses después, en septiembre de 1202, confirma algunos diplomas de su abuelo Sancho I de Portugal, intitulándose Infans Fernandus filius Adefonsis regis Legionis et regine domne Tharasie.78 A pesar de que no era el heredero y de que probablemente había sido declarado hijo espurio, se intitula como infante en un momento en el que su medio hermano, hijo de doña Berenguela, aparece con la misma intitulación en la documentación leonesa junto a sus progenitores. En estos años en los que predominaba la opción castellana a la sucesión, la presencia de nobleza portuguesa en el reino de León era prácticamente nula. Los magnates que se habían integrado en la corte leonesa cuando llegaron, probablemente en el séquito de doña Teresa de Portugal, como Lorenço Soares de Valadares y Fernando Fernandes de Bragança, salieron del reino junto a ella, desapareciendo así el bando lusitano que podía defender los intereses del infante don Fernando, el portugués, al trono. Probablemente Alfonso IX expulsó al señor de Bragança y le confiscó los bienes que le había donado por los buenos servicios prestados. Quintana Prieto afirma que este partidario de la reina Teresa suscitó el recelo de la reina Berenguela,79 quien quizá intrigó para que saliera del reino porque era un claro partidario del hijo de la infanta portuguesa.

76 Probablemente se trata del hermano de Maria Aires de Fornelos, amante de Sancho I de Portugal, y tío por tanto de don Martín Sanches, que solo unos años después saldría de Portugal para instalarse en León. 77 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, docs. 147, 148. Los diplomas están fechados en abril de 1201 en Tuy y Rivadavia. 78 DSI, doc. 144. En este diploma fechado el 22 de septiembre de 1202 en Coimbra, en que Sancho I hace una copiosa donación al monasterio de Santa Cruz de Coimbra, don Fernando confirma como Infans Fernandus filius Adefonsis regis Legionis et regine domne Tharasie. 79 QUINTANA PRIETO, A. «Un brigantino en Astorga, Fernando Fernandes de Bragança», Brigantia, n.º 1/2, 1984, pp. 121-157.

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Por otro lado, parece que entonces la aristocracia leonesa abogaba por la rama castellana de los hijos del rey, para lograr una paz estable y duradera en las antiguas tierras del Infantado, motivo de enfrentamiento desde 1157.

b) El apoyo de la aristocracia leonesa fronteriza al castellano: la paz de Cabreros y el tratado de Valladolid Tras un período de paz, las disputas comenzarían de nuevo con la anulación del matrimonio de Alfonso IX y Berenguela de Castilla y la deslegitimación de los hijos en 1204. Fue tras la sentencia papal cuando quizá el infante Fernando, el portugués, vio la posibilidad de poder heredar el trono de su padre. En estos momentos, regresaron a León algunos de sus partidarios, como Fernando Fernandes de Bragança y Lorenzo Soares de Valadares, que recuperó en 120480 la alferecía leonesa que había ocupado entre 1195 y 1196.81 Pero no solo se incorporaron a la corte leonesa dignatarios lusitanos, sino también castellanos enemistados a Alfonso VIII, como Diego López de Haro, que se había enfrentado al monarca castellano desde su refugio en Navarra, al tiempo que había hecho frente a los ataques de Alfonso IX contra sus castillos de Aguiar y Monteagudo en 1202. Al parecer, en 1204 había concluido el conflicto con el rey de León y el señor de Haro se había unido a él para hacer frente a un enemigo común, Alfonso VIII.82 Ese año Alfonso IX le nombró tenente de la ciudad de León y durante 1205 y 1206 ocupó tenencias próximas a la frontera portuguesa como Sarria y Toro, y otras como Asturias, Montenegro, Astorga, además de la tenencia de Extremadura, que el monarca delegaba siempre en personajes de su confianza, debido a su gran valor estratégico.83 En 1206 le sustituyó al frente de la Extremadura Fernando Fernandes de Bragança, que también obtuvo la tenencia de la Transierra.

GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, docs. 182-189, 190, 193. Ibíd., docs. 94, 95, 97, 98, 99. 82 Resulta llamativo este juego de alianzas porque todo indica que desde 1202 los reyes de León y Castilla habían atacado desde distintos flancos a Diego López de Haro. Pero en 1203 tuvo lugar una reunión en Alfaro, que era tenencia de don Diego, entre los reyes de León, Castilla y Navarra, en la que se determinó la condición de Urraca López y su hijo Sancho Fernández; y don Diego López se integró en León como vasallo del rey, véase FORTÚN PÉREZ DE CIRIZA, L. J. Sancho VII el Fuerte (1194-1234), Iruña, 1987 (Colección: Reyes de Navarra, vol. IX), p. 198. 83 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. II, docs. 183-206. 80 81

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La relación entre León y Castilla empeoraba por instantes, mientras que el bando portugués pretendía reconquistar el terreno que le había ganado el hijo de doña Berenguela al infante don Fernando. En 1206 tras los enfrentamientos entre ambos reinos, se firmó el tratado de Cabreros, en el que se declaraba heredero del trono leonés al infante don Fernando, hijo de Berenguela de Castilla, y en el caso de que muriera, se estipulaba que sería su hermano, el infante don Alfonso, quien gobernara León tras Alfonso IX.84 Ciertamente además de intentar resolver otras cuestiones relativas a los castillos de las arras de la reina Berenguela, el tratado de Cabreros fue crucial para la sucesión en el trono leonés, en un contexto político en el que se temía una nueva incursión almohade y en el que los reyes de León y Castilla optaban por una reunificación de sus reinos. El hijo de Alfonso IX y Berenguela se convertía en una pieza clave en esta paz ya que él recibiría los castillos que Alfonso VIII había arrebatado al rey de León, además de las fortalezas de las arras de su madre y otras que le entregó su padre. Los castillos los recibirían caballeros del infante don Fernando, que serían sus vasallos pero también del monarca leonés.85 En el tratado el rey de León había logrado que en veinte de los castillos de las arras de Berenguela, situados en Galicia, Asturias y el norte de León, el tenente fuera un leonés, mientras que los castillos de Tierra de Campos estarían en manos de importantes magnates castellanos. Resulta necesario analizar quiénes eran los naturales del rey de León que habían sido elegidos para desempeñar un importante papel en esta paz, porque además debían ser vasallos del llamado rey-niño, o sea, el infante don Fernando y, por tanto, se encontrarían entre sus partidarios. Asimismo, hay que analizar la lista de confirmantes en la que aparecen ciertos magnates a los que no se asigna una función determinada en el acuerdo, pero que, sin embarEl omenage del regno de León quomodo dicho es de suso deue [seer fecho al] infant don Ferrando, filio del rei de León et de la reina donna Berenguela. Et si el moriere, a don Alfonso suo ermano, filio del rei de León et de la reina dona Berenguela, et otorgamos et mandamos que quando don Ferrando, filio del rei de León et de la reina dona Berenguela fuere rei de León, ho si el moriere que sea rei de León el otro suo ermano, filio del rei de León el de la reina dona Berenguela, CDACL, doc. 1786. 85 CDACL, doc. 1786. Todos los castellos sobrenombrados son del regno de León, paro assi que el sobredicho filio del rei de León los aia por juro de eredad, asi quomodo dicho es de suso. Et los caualleros que los deueren tener reciban los per portero del sobrenombrado filio del rei de Leon, et sean uassallos del, dellos et retengan los por conplir todos los pleitos que por ellos deuen ser cumplidos. Et aquellos que tovieren los castellos, que dichos son de suso, quando los reciberen, fagan omenage al rei de León, et sean uassallos del, por conplirle el seruicío de terras et de terminos et de pertinencias daquelIos castellos, sacadas las retenenzas dessos castellos mesuradas, et esto deuen fer por bona fe senes enganno, et si end al fizeren, sean end traidores. 84

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go, participaron activamente en las negociaciones, como el castellano don Diego López de Haro, que encabeza la lista de confirmantes de la parte leonesa, seguido de su hijo Lope Díaz. Los naturales del rey de León entre los que serían elegidos los tenentes de los castillos eran los principales magnates del reino del momento,86 como Gonzalo Iohannis, tenente de Limia y Monterroso desde que sustituyó a su padre Juan Fernández en 1194, cuando fue designado alférez.87 Además había sido tenente de Lemos junto a Arias Pérez en 1190,88 otro de los naturales de Alfonso IX destacados en el tratado. Nuño Nuñez, probablemente el hijo de Nuño González de Lara, vinculado a tierras gallegas. También se encuentran en esta lista Rodrigo Fernández de Valduerna, Fernando Fernández de Cabrera, Rodrigo Pérez de Villalobos, todos ellos con importantes patrimonios en tierras leonesas, zamoranas y en la Tierra de Campos fronteriza. Todos los naturales y confirmantes del tratado representan el núcleo principal de la aristocracia laica leonesa. Tanto los magnates castellanos como leoneses asintieron al nombramiento del infante don Fernando como heredero al trono leonés, pues quizá lo consideraban la mejor opción para garantizar una paz duradera entre los reinos. No obstante, antes de la firma de esta paz que perjudicaba al primogénito del rey de León, Lorenço Soares de Valadares, que había ocupado la mayordomía hasta el mes de diciembre de 1205 salió de León y se integró en la corte de Sancho I, donde aparece a partir de enero de 1206.89 Este hecho muestra la disconformidad manifiesta de este magnate. El partido portugués que había venido apoyando al hijo de doña Teresa, quedó muy mermado con esta nueva alianza con Castilla. Solo permanecía en tierras leonesas Fernando Fernandes de Bragança al frente de la tenencia de la Extremadura; sin embargo, parece que no confirmó el tratado de Cabreros, pues probablemente no compartía la designación del heredero.90 Podría decirse que el bando portugués asentado en la corte de Alfonso IX que apoyaba al primogénito regio se había desintegrado.91 Gonzaluo lohannis, Arias Pedrez, Nunno Nunez, Roi Gonzaluez, Pelai Surredina, Ordon Aluariz, Pedro [Pelaiz, Sebastian Gu]terriz, Roi Pedrez, Ferran Gonzaluez, Ferran Ferrandez, Pedro Oarez, Roi Ferrandez, Ferran Pedrez neto. 87 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. II, docs. 82-206. Era hijo de Juan Fernández y nieto de Fernando Arias, véase GARCÍA ÁLVAREZ, R. «Los Arias de Galicia». 88 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. II, doc. 34. 89 DSI, doc. 163. 90 Entre los naturales y confirmantes de la parte leonesa se registra un Fernando Fernández, que hemos identificado como Fernando Fernández de Cabrera. 91 Probablemente en 1206 el infante hijo de Teresa de Portugal se hallaba en el reino de su madre, ya que en 1207 su abuelo hizo una donación al matrimonio que lo había educado durante su infancia en tierras lusas. DSI, doc. 171. 86

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El tratado de Cabreros presentaba importantes problemas jurídicos, por lo que tendría serias complicaciones para ser reconocido por el Pontificado. Establecía que el primogénito del matrimonio con doña Berenguela, declarado incestuoso, heredara el trono, algo que había prohibido expresamente el papa Inocencio III.92 No obstante, en junio de 1209 los reyes de León y Castilla firmaron otro acuerdo en Valladolid en el que se ratificaban las cláusulas relativas a la sucesión que se habían establecido en Cabreros.93 En este acuerdo se otorgaba un papel destacado a Rodrigo Pérez de Villalobos y Rodrigo Fernández de Valduerna. Además de ello, entre los confirmantes aparecen algunos de los que solo tres años antes habían confirmado el tratado de Cabreros —Fernando Fernández de Cabrera, Pedro Peláez, el asturiano—, por lo que suponemos que su apoyo al candidato castellano al trono de León permanecía. En este caso don Diego López de Haro y su hijo confirmaban del lado castellano, puesto que ya se habían reconciliado con Alfonso VIII.94 A pesar de los intentos diplomáticos del clero leonés y castellano por anular la sentencia del Papado y lograr el reconocimiento del infante don Fernando, el castellano, como hijo legítimo de Alfonso IX y heredero al trono leonés, la cuestión sucesoria se mantuvo en la incertidumbre.

B) Un giro inesperado, ¿un futuro rey de León y Portugal? La superioridad del hijo de doña Teresa de Portugal En 1211, un fuerte terremoto azotó la escena política luso-leonesa. El epicentro fue el fallecimiento de Sancho I de Portugal, cuyo polémico testamento ponía en peligro la cohesión portuguesa y hacía tambalearse la solución a la herencia leonesa acordada en Cabreros.95 El monarca lusitano legaba el trono a su hijo, el futuro Alfonso II de Portugal, que acababa de 92 Sobre el tratado de Cabreros, véase MARTÍNEZ ORTEGA, R. «El tratado de Cabreros del Monte (Valladolid) del año 1206 (primer documento cancilleresco en romance hispánico): Identificación y localización de su toponimia». Fortunatae: Revista de filología, cultura y humanidades clásicas, n.º 13, 2002, pp. 203-232. 93 Predicta Berengaria regina debet predictas uillas et predictos alcazares post mortem suma dimitiere filio suo infanti domno Fernando. Et si ipse mortuus fuerit alteri filio suo infanti domno Adefonso. (…) Si autem regina decesserit, filius meus et regine domne Berengarie qui sucesserit illi in villis illis sue alcazaris habentis similiter. (…) convenentiis que scripte sunt in cartis illis que facte fuerunt inter nos apud Cabrelos. GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, doc. 251. 94 CDACL, doc. 1808. 95 Don Sancho había redactado un primer testamento en 1188, pero en 1210 fijó sus últimas voluntades en el testamento que abriría un gran conflicto en su reino, DSI, doc. 194.

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casar con Urraca, hija de Alfonso VIII de Castilla, en una maniobra para aislar al rey de León. A sus otros hijos, los infantes Pedro y Fernando, les legaba una gran cantidad de dinero, pero no territorios, quizá por el temor de una desmembración de su reino; mientras a sus hijas les donó grandes propiedades: a la antigua reina de León, doña Teresa, el señorío de Montemor-o-Velho y Esgueira, a la infanta Sancha, Alenquer, y a doña Mafalda, el señorío de Bouças, Arouca y Tuias.96 Asimismo, a sus nietos, los hijos de doña Teresa, les otorgaba importantes sumas de dinero.97 Sancho I envió su testamento al Papa como garantía para que se cumplieran sus disposiciones y, probablemente, temiendo que su hijo, el nuevo monarca, lo impugnara. A su vez, las infantas pidieron al Papado protección para que fueran respetados los derechos y las propiedades que les había otorgado su padre.98 No obstante, tras la muerte de Sancho I, su sucesor impugnó las donaciones que habían recibido sus hermanas, argumentando que la bula Manifestis probatum de 1179 impedía a los reyes de Portugal alienar parte de su reino, que era lo que, en su opinión, había hecho Sancho I al donar tales plazas a las infantas.99 Lo que Alfonso II no podía alegar era que su padre había dictado su último testamento con las facultades mentales mermadas, pues tal alegación habría puesto en peligro su condición de heredero y rey de Portugal. Se planteaba una compleja situación en que cada uno de los bandos enfrentados desplegó una compleja lucha diplomática con el fin de ver reconocidos sus derechos por la sede pontificia.100

DSI, doc. 194. Et meus nepos meus infans domnus Fernandus XLmille morabitinos (…) Infanti domne Dulcie nepti mee quam nutriui in domo mea XLmille morabitinos et CL marchas argenti quod est in Alcubatia. Infanti domne Sancie nepti mee que est in Castella XXmille morabitinos. (…) Et magister Templi tenent in Tomar illos morabitinos quos mando dari filiis meis infanti domno Petro et infanti domno Fernando et nepoti meo infanti domno Fernando. (…) Et Abbas Alcupacie et conuentus tenent in suo castello illos quos mando dari pro anima mea et CL marchas argenti quod mando dari nepti mee infanti domne Dulcie. DSI, doc. 194. 098 De inmediato, las infantas, temiendo que su hermano Alfonso atacara sus derechos sobre estas propiedades heredadas, pidieron el auxilio del Papado, que puso bajo su protección a las princesas y a sus propiedades, véase MANSILLA, D. La documentación pontificia hasta Inocencio III, doc. 457. 099 Estallaron dos litigios paralelos entre Alfonso II y sus hermanas; sin embargo, el conflicto con doña Mafalda tomará otro cariz ya que la infanta donó las propiedades heredadas de su padre a la Orden del Hospital. Este conflicto necesitará igualmente la intervención pontificia, si bien no alcanzó los tintes bélicos del enfrentamiento entre el nuevo monarca lusitano y sus hermanas Teresa y Sancha. 100 Alfonso II estuvo representado en su pugna con sus hermanas por el maestre Silvestre Godinho, véase DOMINGOS DE SOUSA COSTA, A. Mestre Silvestre e Mestre Vicente, juristas da contenda entre Afonso II e suas irmas, Braga, 1963. 096 097

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A pesar de la intensa labor diplomática, la guerra estalló de inmediato en Portugal, donde la nobleza estaba dividida y enfrentada en dos bandos: los partidarios de Alfonso II, y los que apoyaban a la infanta doña Teresa, exreina de León. La hueste real lusitana sitió la plaza de Montemor-o-Velho y entonces, doña Teresa, pidió ayuda a su exesposo, el rey de León. Resulta llamativo que justo cuando Sancho I moría en Portugal, su nieto vuelve a figurar en la documentación regia leonesa al lado de su padre. A partir de abril 1211 aparece en varios diplomas emitidos por Alfonso IX, intitulándose infante don Fernando. El primero de ellos está fechado el día de la consagración de la catedral de Santiago. Es significativo que en este documento el rey señale que lo hace cum filio meo infante domno Fernando. Además don Alfonso recuerda en el preámbulo a sus antepasados regios, lo que hace pensar que quiso presentar, en una fecha tan destacada, al infante como heredero de la insigne prosapia regia leonesa. Don Fernando confirma el diploma como filio domini regis.101 Durante este año en el que las hostilidades entre Alfonso II de Portugal y su hermana estaban activas, el infante don Fernando permaneció al lado de su padre, pues así aparece en los diplomas hasta noviembre de 1211.102 En la primavera de 1212, doña Teresa pidió ayuda al rey de León para hacer frente a los ataques de su hermano.103 La hueste de Alfonso IX invadió gran parte del norte portugués en defensa de los intereses de la que había sido su esposa.104 Al parecer, las tropas estaban capitaneadas por el propio infante don Fernando, al que acompañaban destacados magnates como Pedro Fernández de Castro y su tío materno, el infante Pedro Sanches. La historiografía tradicional lusitana ha apuntado que el hermano de doña Teresa, el infante don Pedro, fue uno de los promotores de esta invasión porque probablemente ansiaba arrebatarle el trono a Alfonso II. Esta hipótesis no es desdeñable, aunque la participación directa del rey de León en el conflicto interno lusitano hace sospechar que quizá don Alfonso IX apoyó a la infanta doña Teresa con la intención de ver sentado algún día en el trono lusitano a su primogénito,105 que permaneció en tierras portuGONZÁLEZ, J. Alfonso IX, doc. 271. Ibíd., docs. 269, 274, 275, 277, 281. Otorga todos estos diplomas junto a su padre: Ego, rex domnus Adefonso hanc cartam quam fieri iussi, una cum filio meo infante domno Fernando. 103 Sobre este conflicto véase VELOSO, M.ª T. «A questão entre Afonso II e suas irmas sobre a detentação dos dereitos senhoriais», Revista Portuguesa de História, 18, pp. 197-229. 104 En ese tiempo tomó las plazas de Fresno, Balmesão y Ulgoso. 105 En su primer testamento, redactado en 1188, Sancho I determinaba que si sus hijos varones no tuvieran descendencia, fuera Teresa quien se sentara en el trono. Mando preterea ut si, Deus auertat, omnes filii mei fuerint defuncti sine semine, filia mea mayor regi101 102

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guesas hasta el fin de la primera etapa del enfrentamiento.106 Si la guerra en Portugal lograba destronar a Alfonso II y situar en el trono a doña Teresa, su sucesor sería su hijo Fernando. En estos momentos, probablemente, una parte de la nobleza lusa y leonesa vio la posibilidad de la unión de las coronas de León y Portugal en la persona del infante. Durante el conflicto luso llegaron a la corte leonesa numerosos magnates partidarios de la infanta doña Teresa. Algunos de ellos permanecieron poco tiempo en León y regresaron pronto al lado de la infanta, como Gonçalo Mendes de Sousa; sin embargo, otros formaron un sólido partido luso en la curia leonesa. Entre los magnates que lo integraban estaban Fernando Fernandes de Bragança y el infante Pedro Sanches, que fue nombrado tenente de varios de los castillos portugueses que había conquistado Alfonso IX en su primera incursión en el norte lusitano, y obtuvo importantes cargos en la curia leonesa.107 La primera fase de este conflicto finalizó con las llamadas treguas de Coimbra, en las que los reyes de Castilla y León parece que se erigían en los representantes de los bandos lusitanos enfrentados.108 El rey de Portugal y su hermana, doña Teresa, debían entrar en la paz definitiva el 1 de mayo de 1213. El acuerdo, a pesar de estar confirmado por los reyes de Castilla, León y Portugal, se centraba especialmente en solventar el conflicto interno luso. A pesar de los esfuerzos, las treguas se rompieron y la guerra entre ambos bandos continuó. Los reyes de León y Castilla firmaron una nueva paz en la primavera de 1213 de la que solo se conservan

na domna Tarasia regnum obtineat, DSI, doc. 30. En 1210, cuando se redactó el último testamento, no se incorporó esta cláusula a pesar de que ninguno de los hijos varones de Sancho I había tenido aún descendencia. Es probable que esta disposición estuviera aún en el pensamiento de doña Teresa y también de Alfonso IX de León, que podrían utilizarla para sentar a su exesposa y después a su hijo en el trono lusitano. 106 DSI, doc. 174, Et dedi filie mee regine domne Tarasie pro hereditate Montem Maiorem et Isgueiram et XLmille morabitinos et CCCL marchas argenti de Leirena. Regie domne Sancie dedi Alenquer pro hereditate et XLmille morabitinos et CCCL marchas argenti de Leirena et omnes alcalas meas, acitaras et colchias (…) Regie domne Mahalde dedi pro hereditate duo monasteria Baucias et Aroucam et hereditate de Sena que fuit de matris sue. 107 En el capítulo 3 reconstruimos la trayectoria política en la corte de Alfonso IX de estos y otros magnates. 108 Hec est forma treuge quam fecit rex Legionis cum rege Castelle usque ad primam diem uenturi maii, in qua debet intrare rex Portugalie et regina domna Tarasia et sorores eius et sui uassalli et haberes et hereditates illorum, et sunt bone treuge et salue de dicto et de facto, bona fide et sine malo ingenio, de suis corporibus et de suis terris et de suis haberes, CDACL. Sobre este acuerdo y el contexto en el que se firma, véase CALDERÓN MEDINA, I. «Los tratados de paz entre León y Portugal, 1194-1219».

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algunas referencias en la Crónica Latina de los Reyes de Castilla.109 Se desconocen los acuerdos que se tomaron y no se sabe si se trató la cuestión sucesoria leonesa. Lo cierto es que, a partir de abril de 1213, el infante don Fernando, hijo de Teresa de Portugal, y su padre destacan en la documentación regia leonesa su derecho de primogenitura,110 lo que parece un claro indicio de que el monarca, la aristocracia y el clero lo postulaban como el futuro rey de León. No obstante, solo se han conservado dos diplomas en los que se añade esta fórmula: Ego Fernandus, primogenitus regis Legionis, roboro et confirmo. Ambos fueron emitidos en tierras gallegas y están confirmados por todos los prelados del reino (Compostela, Tuy, Lugo, Mondoñedo, Oviedo, León, Astorga, Zamora, Salamanca y Coria), y por la mayor parte de los magnates gallegos y asturianos.111 Llama la atención que en esta lista de confirmantes no aparezcan ninguno de los magnates cuyos patrimonios familiares se encontraban en tierras fronterizas con Castilla, como Rodrigo Pérez de Villalobos, lo que hace sospechar que quizá esta nobleza era aún partidaria del infante don Fernando, el castellano, como heredero del trono leonés.112 Todo cambió cuando en 1214 murió el hijo de doña Teresa y Alfonso IX. El reino se vistió de luto porque había muerto el heredero.113

Sobre este asunto se ha hecho referencia en el capítulo 8. Ego Adefonsus, Dei gratia rex Legionis meo conmunio, Infante domno Fernando, filio nostro primogenito, presente. GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, doc. 290. Ego Fernandus primogenitus regis Legiones roboro et confirmo. Ibíd., doc. 291. 111 Petro Fernandi, tenente Legionem et Asturias; Petro Guterri, signifer regis; Iohanne Fernandi, tenente Trastamar et Montem Rosum; Fernandus Guterri, Limiam et Toronium; Nunio Nunniz, Perticam Sancti Iacobi; Roderico Fernandi, Astoricam et Maioricam; Alvarus Guterri, Villamfafilam et Castrotorafe. La única diferencia entre los confirmantes de los dos diplomas es que en el primero Pedro Gutiérrez es mayordomo y su hermano García Gutiérrez era el alférez, y en el segundo, Pedro Gutiérrez ocupaba la alferecía y el mayordomo no confirma la carta. 112 Este comportamiento no resulta extraño ya que don Rodrigo participó en las Navas de Tolosa. 113 LUCAS DE TUY, Chronicon Mundi, ed. cit., p. 331. Eo tempore mortuus est Fernandus filius eius pulcherrimus adolescens, quem genuerat ex regina Tharasia, et sepultus est in ecclesia sancti Iacobi apostoli. De cuius morte ualde doluit Legionensis rex et regnum eius. 109 110

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a) La muerte del infante don Fernando, el portugués. La alianza con Álvaro Núñez de Lara para unir León y Castilla Con la pérdida del infante que entonces se presentaba como principal candidato al trono, la cuestión sucesoria leonesa quedaba en el aire. Se abría una etapa en la que, de nuevo, existían dos vías: la portuguesa, encarnada en estos momentos por las infantas doña Sancha y doña Dulce, y la castellana, representada por el infante don Fernando. En este momento aún estaba abierto el conflicto interno portugués, y el partido de magnates lusitanos permanecía en la corte leonesa. Estos fueron los principales valedores de la nueva opción de las infantas como herederas del reino de León. El año 1214 fue de profundos cambios, pues también falleció Alfonso VIII de Castilla, que dejaba a un rey niño en el trono: Enrique I. El hecho despertó nuevos enfrentamientos dentro de la aristocracia castellana por controlar al pequeño monarca; a lo que se añadió la codicia de doña Berenguela, que pretendía arrebatar el trono a su hermano y sentar en él a su hijo don Fernando. A partir de este momento, se vio la posibilidad de una unión de las coronas en la persona del infante don Fernando. Tras la muerte de la reina de Castilla, doña Leonor, Berenguela se hizo con la tutela de su hermano, don Enrique, aunque algunas fuentes indican que la reina Leonor ya tuvo la intención de entregar la custodia del rey niño a Berenguela y al rey de León.114 Finalmente, el alférez real castellano, don Álvaro Núñez de Lara,115 se erigió en el tutor del rey niño, aunque con el compromiso de consultar los asuntos relevantes del reino con la hermana mayor de este. Parece que pronto surgieron desavenencias entre Berenguela y el custodio de su hermano. Antonio Sánchez de Mora afirma que probablemente don Álvaro Núñez de Lara, enemigo irreconciliable de doña Berenguela y su hijo, en un intento de acercamiento con el rey de León, le propuso entregarle los castillos que él detentaba de las arras de su ex esposa, la infanta castellana; para perjudicarla y contar con un poderoso aliado para enfrentarse a ella. Sin embargo, esta alianza parece que no llegó a materializarse. En estos momentos la armonía parecía caracterizar las relaciones entre los antiguos esposos, y el hijo de ambos se incorporó a la corte leonesa.116 Pero don Álvaro no cejaba en su empeño de anular el poder de la hermana de Enrique I y buscó una alianza con Portugal, ante los temores de 114 115 116

Crónica de Veinte Reyes, lib. XIII, cap. XLI, p. 288. Sobre este individuo véase SÁNCHEZ MORA, A. Los Lara, pp. 96-110. Aparece en la documentación regia leonesa en el año 1216.

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ver desplazado del trono a su protegido. El rey leonés temía la unión de Castilla con Alfonso II de Portugal en un momento en que aún no había concluido el conflicto que enfrentaba al monarca lusitano con sus hermanas; sin embargo, el conde don Álvaro acordó el matrimonio del monarca castellano con la infanta portuguesa doña Mafalda,117 pero el grado de consanguinidad de los cónyuges provocó la anulación eclesiástica del enlace y puso fin a la alianza luso-castellana.118 Ante este acercamiento entre Castilla y Portugal, don Alfonso de León se aproximó a Enrique I firmando la paz de Toro,119 seguida de un posible enlace matrimonial entre el joven monarca y una de las hijas del leonés. Sin embargo, a pesar de este pacto, el infante don Fernando permaneció en la corte regia hasta septiembre de 1216.120 Por algún motivo que desconocemos, en este tiempo la estrategia sucesoria en León cambió. Parece que Alfonso IX, con la colaboración de Álvaro Núñez de Lara, barajó la posibilidad de resolver esta cuestión mediante el matrimonio de su hija doña Sancha con Enrique I de Castilla. Era quizá el medio más eficaz para encarnar la idea imperial leonesa que había desaparecido con Alfonso VII. La descendencia del rey de León aún no había sido legitimada y, a pesar de la firma del tratado de Cabreros, la cuestión sucesoria debía regirse por el tratado de Sahagún, que establecía que si uno de los dos monarcas no tenía descendencia legítima, sería el rey del otro reino quien ocupara el trono. Con el enlace matrimonial previsto, se cumpliría lo dispuesto en la paz de Sahagún, al tiempo que se unía la sangre con la rama portuguesa de la descendencia de Alfonso IX, de modo que, una de sus hijas sería coronada reina de León, por derecho propio, y por el enlace con el rey de Castilla. Así un nieto de Alfonso IX sería coronado rey de León y Castilla, poniendo fin a la separación de los reinos. No obstante, esta unión podía plantear ciertos problemas, debido a la diferencia de edad de los contrayentes y a su parentesco. Esta alianza hubiera venido a solucionar razonablemente la cuestión sucesoria, pero no llegó a materializarse por la trágica muerte del joven rey de Castilla, que fue sucedido tras la renuncia de Berenguela por su sobrino, Fernando III, hijo de Alfonso IX.

Doña Mafalda era hija de Sancho I de Portugal y, por tanto, hermana de Alfonso II que estaba casado con Urraca Alfonso, hija de Alfonso VIII de Castilla. 118 GONZÁLEZ, J. Alfonso VIII, vol. I, p. 753. 119 ÍD., Alfonso IX, vol. II, doc. 337. 120 Ibíd., doc. 340. Ego infans domnus Fernandus, de mandato regis patris mei, roboro et confirmo. 117

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A pesar del fallecimiento de Enrique I de Castilla y del fracaso del proyecto matrimonial con la infanta doña Sancha, la posibilidad de ver coronada a una de las hijas de Alfonso IX y Teresa de Portugal no era descabellada o, al menos, parece que fue una opción promovida desde la corte de León y apoyada por gran parte de la nobleza leonesa y los magnates lusos que arribaron a León.

C) Una alternativa femenina. Las infantas Sancha y Dulce ¿herederas de León? Jiménez de Rada ha sido el trasmisor de la noticia de que don Alfonso IX nombró herederas del trono de León a sus hijas. Posteriormente, los sucesivos cronistas reales han repetido esta información que no podemos ratificar con la escasa documentación diplomática que ha sobrevivido al paso del tiempo. Ciertamente, desde que Fernando III heredó el trono castellano, sus medio hermanas comenzaron a tener mayor presencia en la corte leonesa, en lo que parece un intento de su padre por situarlas en la sucesión directa al trono. La historiografía tradicional ha visto en la dote que Alfonso IX entrega a sus hijas en Castel Rodrigo en enero de 1217 uno de los principales hitos en el reconocimiento del derecho sucesorio de las infantas. No obstante, en nuestra opinión, este documento ata los últimos cabos sueltos de la devolución de las arras de Teresa de Portugal. En él don Alfonso les concede importantes bienes situados en tierras gallegas, además determina la entrega de los castillos y las rentas que aún poseía doña Teresa en tierras leonesas, y establece que, en última instancia, todos los bienes deberían revertir al rey de León cuando las infantas fallecieran.121 La carta está confirmada además de por los más destacados magnates leoneses, por el conde portugués Gonçalvo Mendes de Sousa, principal partidario de Teresa de Portugal y por dos representantes del clero lusitano: el maestro Martín de Lisboa y el maestro Pedro de Coimbra. A pesar de la minuciosidad con Ibíd., doc. 342. Las numerosas propiedades que Alfonso IX otorga a sus hijas estaban situadas en las tierras de Limia, Toroño; sospechamos que la mayoría de ellas pudiera formar parte de las arras que en el momento del casamiento entregó a Teresa de Portugal y que en este momento concede a sus hijas porque, deshecho el matrimonio, los bienes arrales debían recaer en los hijos de la pareja. Por otro lado, se detalla que doña Teresa aún mantenía cuatro castillos en Toroño bajo su mano y determina que posteriormente los posean sus hijas. Esta disposición está motivada para evitar que cayeran en manos del rey de Portugal, como se había establecido en el tratado de devolución de las arras de 1194. CALDERÓN MEDINA, I. «Las arras de la reina Teresa». 121

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que está redactada, nada se establece sobre la sucesión del reino; solo existen vagas alusiones al futuro rey de León: qui de mea progenie iure successorio regnaverit. Esta indeterminación sucesoria parece confirmarse con el hecho de que, solo un mes después, don Alfonso emitiera un diploma junto a su hijo, infante domno Fernando.122 No obstante, el infante Fernando estaba con su padre en León cuando acaeció la muerte de Enrique I y, gracias a una artimaña de su madre, logró salir del reino e instalarse en Castilla.123 Tras el fallecimiento del rey de Castilla y la posibilidad de que don Fernando ocupara el trono castellano, la curia leonesa se inclinó hacia las infantas que, a lo largo de 1217, emiten varios diplomas junto a su padre, intitulándose cada una de ellas como regis Legionis filia.124 Pero, al mismo tiempo, Alfonso IX emprendió una campaña militar para defender sus derechos al trono castellano argumentando que debía cumplirse lo dispuesto en el tratado de Sahagún, ya que Enrique I había fallecido sin descendencia. La Crónica Latina de los Reyes de Castilla narra cómo don Álvaro Núñez de Lara instó a Alfonso IX a entrar en el reino, puesto que estaba vacante.125 El rey de León actuaba legítimamente, aunque Juan de Osma definió su comportamiento como la vanagloria que había concebido, según se decía, de poseer el imperio.126 El apoyo a esta campaña de don Álvaro de Lara radica en que en este tiempo, expulsado de Castilla por doña Berenguela y su hijo,127 se integró en la corte leonesa, acompañado por sus partidarios como Pedro Marino.128 Desde mayo de 1217 se articula un poderoso grupo magnaticio en torno a las infantas, Sancha y Dulce, del que formarán parte los principales dignatarios, como su tío el infante de León, Sancho Fernández y su hijo Fernando Sánchez;129 además de los leoneses Rodrigo Fernández de Val-

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GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, doc. 343. Este episodio es narrado en la Crónica Latina de los Reyes de Castilla, ed. cit.,

p. 76. GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, doc. 347. Crónica Latina de los Reyes de Castilla, ed. cit., p. 78. Ipsum regem ut congregado exercitu suo Intranet in regnum Castelle, et, quoniam uacabat regnum, uel totum uel saltem magnam partem regni posset acquirire. 126 Ibíd., p. 79. 127 SÁNCHEZ MORA, A. Los Lara, p. 105. 128 Don Álvaro Núñez de Lara aparecerá por primera vez en la documentación regia leonesa el 28 de mayo de 1217, al frente de la mayordomía, et pro ego Petrus Marinus. 129 En estos momentos parece que padre e hijo, que pertenecían a los Haro, estaban enfrentados con sus familiares, que permanecían en Castilla apoyando a doña Berenguela y su hijo. 124 125

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duerna,130 los Flaínez: Diego y Nuño Froilaz131 et multi alii.132 En septiembre de ese mismo año, llegarán a la corte de Alfonso IX los hermanos del conde don Álvaro, don Fernando y don Gonzalo Núñez de Lara, vasallus regis.133 Tras la incursión de don Alfonso de León en tierras castellanas, se firmaron unas treguas en las que se establecía que Álvaro Núñez de Lara debía reconocer como señores a Fernando III y a su madre; su hermano, Gonzalo Núñez, quedaba exento de ese vasallaje, sometiéndose al del leonés. Como garantes de la tregua por parte castellana se nombró a Lope Díaz de Haro y, por la leonesa, al infante Sancho Fernández. Ciertamente nada se decía de la sucesión en estas treguas pero, entre líneas, quizá se puede vislumbrar la línea sucesoria que en aquel instante pretendía seguirse en León. En el texto se señala que si el rey de León muriera antes de que las treguas hubieran terminado, el monarca castellano debía reclamar a don Sancho Fernández y, si este hubiera muerto, a las infantas Sancha y Dulce. Asimismo, si el rey de Castilla moría antes que Alfonso IX de León, este debía reclamar a su hijo el infante don Alfonso, que estaba asociado al trono de su hermano.134 Quizá en este documento se puede intuir que Alfonso IX pensó en legar el trono a su hermano, el infante don Sancho Fernández, que era el único hijo vivo de Fernando II de León, y renunciar a la línea de transmisión femenina. No obstante, se reserva a las infantas Sancha y Dulce como última opción de heredar el trono.135

130 La Crónica Latina de los Reyes de Castilla dice que entre los adictos de las nobles señoras estaban Rodrigo Fernández de Valduerna, el feo; los hijos de don Froila Ramírez y muchos otros leoneses. 131 Don Diego confirma varios diplomas regios, aunque parece que no tenía tenencias ni ocupaba un cargo palatino. Su hermano, don Nuño Froilaz, recibe el realengo de Cofiñal de manos de Alfonso IX en septiembre de 1217, como recompensa a los servicios prestados, lo que indica que se encontraba entre sus partidarios. 132 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. II, docs. 346-349. 133 Ibíd., doc. 349. 134 El infante don Alfonso estuvo asociado al trono de su hermano hasta que en 1221 nació su sobrino primogénito, futuro Alfonso X, lo que parece indicar que en él recaería la sucesión castellana en el caso de que Fernando III falleciera sin descendencia. 135 CDACL, doc. 1867. Et si antequam terminentur iste treuge rex Legionis decesserit, antequam rex Castelle illud demandauerit domno Sancio usque ad quinquaginta dies non faciat malum in regno Legionis. Et si domnus Sancius mortuus fuerit, demandet illud filiabus regis Legionis. Similiter, si, antequam treuge iste terminentur, rex Castelle mortuus fuerit, rex Legionis antequam malum faciat in regno Castelle quinquaginta dies ante debet demandare illud filio suo domno Adefonso et, si rex Legionis mortuus fuerit, domnus Sancius uel infantes debent illud demandare ei.

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Solo unos meses después, se firmaba la paz definitiva con Castilla, en un momento en el que se iniciaba un nuevo conflicto con Alfonso II de Portugal, causado por la invasión de tierras del obispo de Braga. En este caso otro portugués, don Martín Sanches, capitanearía las tropas de Alfonso IX. Quizá por ello se registra una nueva oleada de magnates lusos que arriba a León, como Lorenzo Soares de Valadares y Fernando Fernandes de Bargança que confirmaron la paz con Castilla del lado leonés. Entre los confirmantes del rey de Castilla se encuentra el infante Sancho Fernández, lo que indica que la nobleza leonesa, reforzada por los magnates portugueses, convenció a Alfonso IX de que no legara el trono a su medio hermano, que era un Haro y, probablemente, cuando heredara el trono estaría a la sombra del rey de Castilla; y que se decantara por las hijas de doña Teresa de Portugal, ya que a esta aristocracia luso-leonesa le interesaba salvaguardar los intereses del reino de León y pretendería conservar su independencia. La presencia e influencia de las infantas en la corte de León aumentaba al mismo ritmo que crecía el número de sus partidarios, entre los que se encontraban, además de Rodrigo Fernández de Valduerna y los hermanos Froilaz, los Laras castellanos don Álvaro, y Gonzalo Núñez;136 además de su tío, el hijo ilegítimo de Sancho I, Martín Sanches, que será uno de sus principales apoyos. Todo indica que en 1218, cuando Fernando III fue reconocido por Honorio III como hijo legítimo del matrimonio anulado de Alfonso IX y Berenguela de Castilla,137 el monarca leonés se decantó por situar a sus hijas como herederas directas y apartó de la línea sucesoria a su hermano Sancho Fernández, si es que alguna vez estuvo en ella.138 En el tratado de paz de enero de 1218 no se hace ninguna referencia a la sucesión, lo que hace pensar que era una cuestión aún pendiente. Sin embargo, es significativo que Sancho Fernández saliera del reino de León, en lo que parece un claro enfrentamiento con su hermano, Alfonso IX.

136 Tras la paz de 1218 don Álvaro Núñez permaneció al frente de la alferecía al menos hasta el mes de junio de 1218 —GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, docs. 355-364—. Sus hermanos Fernando y Gonzalo Núñez de Lara confirman numerosos diplomas como vasallus regis. 137 MANSILLA, D. La documentación pontificia hasta Inocencio III. 138 Su última aparición en la corte leonesa está datada el 16 de julio de 1218 en Ciudad Rodrigo, GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, doc. 365. Posteriormente le sustituyó en la alferecía el gallego Juan Fernández. Ibíd., doc. 369.

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a) La creación, a través del parentesco, de un sólido partido nobiliario en apoyo a las hijas de Alfonso IX A partir de entonces, la nobleza cerró filas en torno a las infantas. Se empieza a construir una tupida red de parentesco en la que tendrán un papel destacado los bastardos nacidos de la relación entre Alfonso IX y la dama lusitana Aldonça Martines de Silva, que se unirán a los principales magnates leoneses y su descendencia, para defender los intereses leoneses. Se puede hablar quizá de una estrecha alianza nobiliaria luso-leonesa, destinada a proteger sus intereses encarnados en el mantenimiento de la separación de los reinos. La hija de Rodrigo Fernández de Valduerna, doña Inés, casó con Rodrigo Alfonso. Mientras que su hermana, Aldonza Alfonso, contrajo nupcias con Pedro Ponce de Cabrera. Del mismo modo, la otra hija nacida de esta unión concubinaria, Teresa Alfonso, se convirtió en la esposa de Nuño González de Lara, hijo de Gonzalo Núñez de Lara y, por lo tanto, sobrino de don Álvaro Núñez de Lara. Parece que Alfonso IX, tras poner fin a su relación con Aldonça Martines, pudo intervenir en el establecimiento del matrimonio de su examante con don Diego Froilaz,139 precisamente en el momento en que comenzaba una nueva relación de concubinato con Teresa Gil, la medio hermana de Martín Sanches. Esta densa red de parentesco explica la consistencia y firmeza de este grupo aristocrático establecido en la corte leonesa. Serán estos magnates los que copen los cargos palatinos y ostenten el poder territorial. El lusitano Lorenzo Soares de Valadares, que había regresado a León, sustituyó a Álvaro Núñez de Lara en la mayordomía y Martín Sanches logró las tenencias más importantes del reino. En 1219 se reavivó el conflicto con Portugal, quizá debido al afán expansionista de Alfonso IX, que conquistó la plaza de Chaves. Este enfrentamiento llegará a su fin con la firma del tratado de Boronal, en el mes de junio del mismo año. En el acuerdo se establecía que si el monarca leonés moría, Alfonso II debía mantener el pacto con sus hijas, las infantas Sancha y Dulce.140 Esta disposición ha sido interpretada como el reconocimiento del derecho sucesorio de las infantas al trono leonés. En verdad, son

139 Sobre las alianzas de la descendencia ilegítima de Alfonso IX con la aristocracia leonesa véanse las páginas dedicadas al concubinato regio en el capítulo 2. En él destacábamos la sospecha de la intervención de Alfonso IX en el establecimiento del matrimonio entre su exconcubina y don Diego Froilaz, ya que parece que otorgó a la pareja importantes bienes. 140 CDACL, doc. 1882. Posuerunt etiam inter se predicti reges, quod si rex Legionis premortuus fuerit regi Portugalie, rex Portugalie debet esse in eodem pacto cum filiabus

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las únicas descendientes de don Alfonso citadas en el diploma, aunque no determina con claridad que ellas fueran a reinar, ni contiene ninguna fórmula como la que se añade en el caso de que falleciera el monarca lusitano —qui uel que loco eius regnauerit in quo est modo cum rege Portugalie—. No queda claro, por tanto, que se reconozca el derecho sucesorio de las infantas ya que, además, hay que recordar que ambas debían poseer los cuatro castillos de Toroño,141 de su madre cuando esta falleciera; por lo que hay que barajar la posibilidad de que la cláusula en la que se establece que cuando Alfonso IX fallezca, el lusitano debe continuar el pacto con sus hijas, pudiera estar dirigida en ese sentido. Curiosamente se han conservado varios diplomas que permiten ver que las infantas acompañaban de forma casi constante a su padre. Así, en octubre de 1219, confirmaron una renta anual a la catedral de Santiago que había concedido el rey. Mientras, continuaban ampliando su círculo de partidarios, como demuestra el pacto por el que don Gil Manrique,142 señor de Villalobos, rindió homenaje al rey don Alfonso y a sus hijas. El magnate ponía a disposición del monarca y las infantas la villa y su castillo.143 El diploma está confirmado en una curia plena celebrada en Zamora en noviembre de 1221, en la que además de los obispos de Zamora y Composregis Legionis, infantibus domna Sancia et domna Dulcia, in quo est modo cum rege Legionis, patre earum. 141 Hay que recordar que Boronal se encuentra en la tierra de Toroño. Véase CALDERÓN MEDINA, I. «Las arras de la reina Teresa». 142 Gil Manrique de Manzanedo estaba casado con Teresa Fernández, hija de Fernando González de Villalobos, el primogénito de Gonzalo Osorio. A través del matrimonio con doña Teresa, cuando Gil Manrique obtiene Villalobos. Véase MARTÍNEZ SOPENA, P. La Tierra de Campos Occidental, p. 386. 143 CDACL, doc. 1903, 1221 noviembre 14. In Dei nomine, amen. Notum sit omnibus tam presentibus quam futuris presentem paginam inspecturis, quod ego Adefonsus, Dei gratia rex Legionis et Gallecie, vna cum filiabus meis infante domna Sancia et infante domna Dulcia, facimus pleitum cum domno Egidio Manrici quod, uidelicet, ipse debet facere semper pro nobis guerram et pacem de castello de Villalobos, ubi nos fecerimus ad bonam fidem sine malo ingenio, et nos debemus gardare ei et amparare ipsum castellum de Villalobos et suam hereditatem, sicuti unum de castellis aut uillis regni nostri ad bonam fidem et sine malo ingenio, et recipimus ei totum in nostra garda et comenda. Et ego domnus Egidius Manrici facio pleitum et homenage vobis domno Adefonso, regi Legionis, et filiabus uestris, infanti domne Sancie et infanti domne Dulcie, quod totum istud, quomodo in carta ista continetur, fideliter conpleam uobis et attendam ad bonam fidem sine malo ingenio, quomodo facit uassallus ad dominum, et uos similiter debetis michi gardare et amparare meum castellum et meam hereditatem, quomodo domini ad uassalum, ut supradictum est. Et si forte uos, domne rex, premortuus michi fueritis, ego debeo attendere istud pleitum filiabus uestris, infantibus domne Sancie et domne Dulcie, et, similiter, si ego premortuus uobis domno regi fuero, vos et filie uestre, infantes, domna Sancia et domna Dulcia, debetis istud pleitum attendere filiis meis.

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tela, estuvieron presentes los principales magnates de la nobleza leonesa partidaria de las infantas, cada uno de los cuales signa el diploma como vasallus regis; lo que hace suponer que todos ellos habían firmado un pacto similar al que contenía esta carta.144 En 1223 moría en Portugal Alfonso II y se abría de nuevo una grave crisis en su reino, ya que su hijo, Sancho II, era menor. En este momento regresó a León el infante luso Pedro Sanches que se integró en la curia leonesa, convirtiéndose en el individuo más poderoso del reino. Los hijos de Sancho I de Portugal, Pedro y Martín Sanches, fueron los encargados de dirigir las campañas emprendidas contra su sobrino, Sancho II, y contra los musulmanes hasta 1227. Durante esta década la nobleza leonesa se vio desplazada de los cargos palatinos y ocupó las tenencias vinculadas a sus familias, probablemente porque el rey necesitaba fortalecer el poder territorial para contar con poderosos señores partidarios de la causa de las infantas. Cuando falleció Alfonso IX, aún no se habían atado los últimos flecos de la sucesión leonesa. Era el momento crítico en el que estaba en juego el devenir del reino de León. Jiménez de Rada afirma que no a todos convenía la unión de los reinos;145 probablemente leoneses y gallegos preferían mantenerse separados de Castilla. Lucas de Tuy cuenta que se produjo una gran turbación en el reino y que algunos caballeros gallegos y asturianos quemaron las nuevas pueblas que había efectuado don Alfonso durante su reinado,146 mientras que sus partidarios se opusieron a entregar sus posesiones y rendir homenaje a Fernando III. Las crónicas han transmitido el desarrollo de los acontecimientos tras la muerte de Alfonso IX, cuando parecía que se estaba gestando una guerra civil entre las infantas y Fernando III. La Crónica Latina de los Reyes de Castilla relata que las infantas estaban acompañadas por un importante grupo de caballeros armados que no fueron bien recibidos en Astorga. Esta información podría resultar contradictoria puesto que uno de los principales partidarios de las infantas, don Rodrigo Fernández de Valduerna,147 era te144 Entre los confirmantes están: el mayordomo real, Fernando Fernández; el signifer Álvar Pérez de Castro; Fernando Gutiérrez, el portugués, Martín Sanches, Rodrigo Fernández de Valduerna, Pedro Fernández de Tiedra, Morán Pérez, Rodrigo de Caldeas, Pedro Ponce de Cabrera, Ramiro Froilaz, Ordoño Álvarez de Noreña y Pedro Peláez, el asturiano. 145 JIMÉNEZ DE RADA, De rebus Hispaniae, ed. cit., libro IX, cap. XV. 146 LUCAS DE TUY, Chronicon mundi, C. IV, 99, p. 338. Eo tempore facta est perturbatio magna in regno Legionensi. Multi namque milites Gallecie et Astures multas populationes quas rex Adefonsu fecerat absque murorum ambitu. Incendio trediderunt. 147 Véase CAVERO DOMÍNGUEZ, G. «Rodrigo Fernández, tenente de Astorga», pp. 105-124.

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nente de la ciudad desde 1213. No obstante, sabemos que se había enfrentado al obispo astorgano y probablemente fueron los partidarios de este quienes no recibieron de buen grado a las hijas de Alfonso IX.148 Asimismo, Juan de Osma cuenta que las infantas tampoco fueron bien recibidas en León. Parece que la ciudad regia estaba dividida: por un lado los habitantes adeptos a Fernando III, y, por otro, las autoridades nombradas por don Alfonso. Lucas de Tuy afirma que don Diego Froilaz se negaba a entregar las torres de León y se había atrincherado en el palacio de San Isidoro,149 símbolo de la monarquía leonesa y su panteón familiar. Probablemente junto a él estaba García Rodríguez Carnota, que era el merino de León.150 Ambos resistieron al nuevo rey de León y Castilla. La comitiva de doña Sancha y doña Dulce tampoco fue bien recibida en Benavente, otra de las tenencias de Rodrigo Fernández de Valduerna. Finalmente fueron acogidas en Zamora que estaba en manos de los Cabrera desde los tiempos de Alfonso VII. Posteriormente, se dirigieron a Villalobos que pertenecía a don Gil Manrique, que solo unos años antes había rendido vasallaje a las hijas de Alfonso IX. Como se puede observar, Ibíd., p. 113. LUCAS DE TUY, Chronicon mundi, C. IV, 99, p. 338. Nitebantur etiam resistere regi Fernando, si possent, sed omnipotens Deus illum mirabiliter adiuuabat. Etenim miles nobilissimus Didacus cum esset Legione, fecit suos per palacium regis furtiue ascendere, et turrem et ecclesiam beati Ysidori occupauit. Reuerendus autem per Rodericus, episcopus legionensis, uir nobilis, prouidus et honestus, ut hec uidit, ecclesiam Legionensis sedis armis, hominibus et bellicis apparatibus muniuit, ut ciuitas regi Fernando seruaretur. Ciues et turres murorum et ecclesiarum, ut potuerunt, similiter munierunt. Erat tunc in ipsa ciuitate die et nocte continua uox belli et tribulatio et angustia magna. Sed misericordia Dei non defuit et predictus Didacus egreditudine ualida est percussus, ita ut ipse uel in eo nescio quis clamaret, quod beatus Ysidorus ob auxilium regis Fernandi uolebat ipsum militem interficere, eo quod occupauerat turrem et ecclesiam eius. Preterea a capite dicti militis occuli uidebantur auelli et a concauitate sua egrediebantur non sine magno dolore, unde compulsum est, cum uideret tam grauissime uexari, consilio Sancie comitisse uenerabilis matre sue, abbati et conuentui ipsius monasterii turrem et ecclesiam restitui et dampana que illis intulerat, integrauit, dato super sancta Dei euangelia iuramento, quod de cetero esset miles et uassallus beati Ysidori confessoris. 150 Lucas de Tuy no le menciona; sin embargo, Juan de Osma lo señala como uno de los principales opositores a la entrada de Fernando III en León. Pertenecía a la familia de los Carnota que Carlos Estepa clasificó entre los mílites de la ciudad de León. Durante el reinado de Alfonso VII Pedro Carnota fue uno de los integrantes de la curia de la infanta doña Sancha. Su hijo, Rodrigo Carnota, fue tenente de las torres de León en 1191, CDACL, doc. 1693. Probablemente Rodrigo Carnota sea el padre de García Rodríguez Carnota; a partir de 1223 será merino mayor de León, CDACL, docs. 1915, 1916, 1926, 1929, 1933, 1943, 1944, 1948, 1949, 1951, 1952, 1971, 1972, 1973, 1987. Tras este enfrentamiento con Fernando III continuará siendo merino de León, CDACL, docs. 1288, 1999, 2002, 2009, 2027, 2028, 2046, 2073. 148 149

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en su deambular por el reino las infantas fueron refugiándose, con mayor o menor suerte, en aquellas plazas que controlaba la nobleza afín a su causa. No obstante, parece que muchas ciudades y parte del clero leonés estaban en su contra.

b) 1230. El tratado de Benavente. El fin del apoyo político a las infantas La tensión iba en aumento y las infantas, acompañadas por su madre, ante el temor de una guerra civil, decidieron pactar con su hermano. Pensamos que doña Teresa de Portugal fue la mejor asesora de sus hijas, pues conocía bien las consecuencias de una lucha fraticida.151 La situación que en 1230 se estaba viviendo en León tenía numerosas analogías con la que había sufrido Portugal en 1211. Entonces, doña Teresa se había enfrentado a su hermano, Alfonso II de Portugal, en un intento de arrebatarle el reino. Para la guerra contó con el apoyo de su ex esposo, el rey de León. A pesar de ello, el conflicto se había dilatado hasta 1223 y doña Teresa no había conseguido su objetivo. Quizá por ello sabía que emprender una guerra con Fernando III de Castilla era una apuesta demasiado arriesgada, porque no podía contar con la ayuda exterior; pues Sancho II de Portugal era aún un niño, la nobleza portuguesa no tenía capacidad para ayudarla, las luchas intestinas dividían al reino de León, y puesto que las fuerzas de los partidarios de las infantas no serían suficientes para enfrentarse al todopoderoso monarca castellano. Por todo ello, doña Teresa decidió pactar. En el acuerdo de Benavente de 1230 las infantas renuncian a sus derechos a cambio de una renta anual de treinta mil maravedíes. Como garantía del acuerdo se ponían quince castillos, que debían estar en manos de nobles naturales del reino de León, vasallos de las infantas y de Fernando III. Entre los tenentes están los principales partidarios de las princesas como Rodrigo Fernández de Valduerna y Pedro Fernández de Tiedra,152 los hermanos Ramiro y Diego Froilaz, Pedro Ponce, Rodrigo Fernández de Valduerna, Morán Pérez y García Rodríguez de Carnota. Entre los gallegos estaban Rodrigo Gómez de Traba, Fernando Ibánez, Pela-

En algunas ocasiones se ha considerado que doña Teresa actuó como tutora o representante de sus hijas, aunque habían nacido entre 1191 y 1194, por lo que estaban en torno a los cuarenta años. Consideramos que doña Teresa no ejerció como tutora sino como asesora en este asunto de capital importancia dada su gran autoridad y su sabiduría política. 152 Gregoria Cavero Domínguez ha identificado a Pedro Fernández de Tiedra como hermano de Rodrigo Fernández. CAVERO DOMÍNGUEZ, G. «Rodrigo Fernández», p. 120. 151

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yo Arias, Juan Pérez, Arias Fernández de Meira, Pedro Marino, Rodrigo Peláez de Candrei, Martín Gil de Asturias, Ordoño Álvarez de Noreña, y su hermano Fernando Álvarez.153 Tras el tratado de Benavente el reino fue pacificado casi en su totalidad. El autor de la Crónica Latina de los Reyes de Castilla señala que el nuevo rey fue aclamado en todo el reino, excepto en Galicia donde reinaba la turbación desde la muerte de su padre.154 El libro de linajes del conde Pedro nos pone sobre la pista de esta resistencia nobiliaria, en este caso, representada por los Traba que, desde tiempos del emperador, habían sido partidarios de la división de los reinos y se habían mantenido del lado de las hijas de Alfonso IX. El autor de los libros de linajes cuenta que don Rodrigo Gómez, uno de los hijos de Gómez Fernández de Traba, que había tenido el condado de Trastamara durante toda su vida, se resistió hasta después de la conquista de Sevilla a entregarle esa tierra al nuevo rey de León.155 Solo un tiempo antes había sido elegido como uno de los tenentes de los castillos garantes de la paz. El conde Gómez durante un tiempo se negó a servir al nuevo rey de León y Castilla.

c) El destino de los partidarios de doña Sancha y doña Dulce Todos los datos que hemos recogido hasta este momento permiten afirmar que hubo un numeroso y poderoso partido que defendía los intereses de las infantas doña Sancha y doña Dulce, y que prefería mantener la independencia del reino de León, porque ello les permitiría permanecer en la corte regia y defender sus propios intereses. No obstante, ante el fracaso del proyecto de mantener el reino de León independiente de Castilla, la suerte de los diversos magnates que apoyaron a las infantas fue diferente. Rodrigo Fernández de Valduerna permaneció en León, aunque se vio privado del poderío que había mantenido en la corte de Alfonso IX. Había GONZÁLEZ, J. Reinado y diplomas de Fernando III, vol. II, doc. 270. Cronica Latina de los Reyes de Castilla, ed. cit., p. 92. 155 E teve del dom Rodrigo Gómez de Trastamar, que el tinha d’el rei em teença em toda a sa vida. E des que este dom Martin Sanchez morreo, nunca dom Rodrigo Gomez quis dar o condado a el rei dom Fernandi, pero lho muitas vezes enviou pedir,atá que o el rei houve a mandar emprazar, e chegou el a Sevilha. E quando a el rei chegou, disse-lhi el rei porque lhi non dava o condado de Trastamara, que del tinha. E del disse que lho non dera el, mais que lho dera dom Martím Sanchez, que o del tinha, e que por esto non dava. E el rei disse que tan boo fora dom Martin Sanchez que tanto serviçio lhi havía feito, que cousa que ele desse do que del tinha, que lho non devia el a tolher. E entom lhi otorgou o condado, por honra de dom Martin Sanchez, em toda sa vida, como quer que dom Rodrigo Gomez depois nom vivesse muito. LL, 25G13. 153 154

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ocupado la alferecía regia en 1230, pero, tras la aclamación de Fernando III, fue relegado de la corte y restringió su poder al ámbito local o regional, permaneciendo al frente de la tenencia de Astorga hasta 1245. Don Diego Froilaz, que había resistido en León, sufrió las represalias del nuevo monarca, quien probablemente le confiscó algunas propiedades que, sin embargo, fueron devueltas una vez que se habían apaciguado los ánimos en 1232.156 Don García Rodríguez de Carnota, que había sido el compañero de don Diego en la resistencia de León, vio despegar su carrera política con el nuevo monarca.157 Su familia tradicionalmente había ejercido el poder en la ciudad de León, pero su radio de acción no parecía ir más allá de las murallas de la ciudad. No obstante, después de 1230, don García se convirtió en el merino mayor de León; quizá este ascenso político fue la recompensa por doblegarse al nuevo rey y entregarle la ciudad regia. Otro destino tuvieron los que fueron expulsados del reino, como señala Lucas de Tuy. El más insigne de todos ellos fue el infante portugués, don Pedro Sanches, que abandonó León para contraer matrimonio con Aurembiaix de Urgel en 1229. El enlace con esta dama probablemente se había pactado en la corte leonesa, ya que la heredera de Urgel era hija de Elvira Núñez de Lara y, por lo tanto, sobrina de don Gonzalo y don Fernando Núñez de Lara, que formaron parte del séquito de las infantas. Este matrimonio venía a fortalecer los lazos de parentesco que unía a los integrantes de la corte de Alfonso IX que estaban del lado de sus hijas. Tras la muerte de su esposa, don Pedro heredó los bienes que ella poseía en Valladolid y Galicia que, al parecer, no le fueron confiscados.158 Es muy probable que en su huida le acompañaran numerosos nobles leoneses y portugueses partidarios de las infantas, que se habían enfrentado con el nuevo rey de León. Esta sospecha queda confirmada en el contrato prematrimonial que firmó el infante con la señora de Urgel, pues está signado por varios magnates lusitanos y leoneses entre los que figura don Fernando Alfonso,

Ego Ferrandus, Dei gratia rex Castelle et Toleti, Legionis et Gallecie, una cum uxore mea Beatrice regina et cum filiis meis, Alfonso, Frederico, Ferrando, Henrrico et Philippo, ex assensu et beneplacito regine domine Berengarie, genitricis mee, facio cartam donationis, concessionis et stabilitatis vobis Didaco Frolez et uxori uestre Aldoncie Martini, filiis et filiabus uestris totique successioni uestre, perpetuo ualituram. Dono, itaque, uobis hereditatem meam quam habeo in Pesquera et in Vallemartin, quam inueni per inquisitionem uobis datam et concessam a patre meo rege domno Alfonso, bone memorie, in presencia multorum nobilium de curia sua. FERNÁNDEZ FLÓREZ, J. A. Colección de Sahagún, doc. 1672. 157 Sobre su actividad polítca durante el reinado de Fernando III, véase JULAR LÓPEZALFARO, C. Adelantados y Merinos mayores de León, pp. 164-169. 158 DOMINGO, D. A la recerca d’Aurembiaix d’Urgell, pp. 100-107, y docs. 23, 24, 27. 156

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hijo natural de Alfonso IX.159 Sospechamos que este grupo de magnates y otros muchos acompañaron al infante don Pedro Sánches en la conquista de Mallorca que probablemente se convirtió en una vía de escape para quienes tuvieron que abandonar León tras la unión de los reinos, pero aún no hemos podido identificarlos.

IV. Conclusiones En este capítulo hemos tenido ocasión de analizar el papel que la nobleza leonesa desempeñó en tres procesos de sucesión. Hemos observado que la intervención de un importante número de nobles gallegos y leoneses presionó a Alfonso VII para que nombrara heredero de León al infante don Fernando, que, con este apoyo nobiliario, lograría llegar al trono y mantenerse en él. Su hijo, Alfonso IX, tuvo importantes problemas para convertirse en el rey de León, pues su madrastra intentó situar en el trono a su hijo, el infante don Sancho Fernández; aunque parece que no tuvo el apoyo suficiente y decidió cejar en su empeño y regresar a Castilla. No obstante, el nuevo rey de León fue ganándose lentamente el apoyo de la aristocracia, principalmente gallega y leonesa, que temían que el reino girara en la órbita castellana si caía en manos de los Haro. Aunque las fuentes no hablan de una guerra abierta con los Haro, es indudable que el reino vivió una gran turbación que aún pervivía en 1194. Pero, tal vez, el proceso sucesorio del que se han conservado más noticias sea el de Alfonso IX y por ello, es necesario hacer algunas reflexiones sobre el proyecto político que se había ideado en León para suceder al monarca y en el que la nobleza tuvo una gran participación. A pesar de que la historiografía leonesa ha repetido hasta la saciedad que las infantas Sancha y Dulce fueron nombradas herederas por Alfonso IX, nada se sabe de los términos en los que se formuló ni el proyecto político que se había diseñado. Probablemente ni siquiera los coetáneos tenían claro cuál era el papel de las princesas, ni siquiera si, en realidad, ha159 Entre los magnates que le acompañaron destacan Rodrigo Gomes de Briteiros, a quien había delegado la alferecía en 1226 —GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, doc. 473. Roderico Gomez de Briteiros tenente maiordomatum de manu infantis— Fernando Alfonso, filius regis Legioni; lo identificamos como un hijo bastardo de Alfonso IX, pero no podemos discernir cuál de todos los que portaban ese nombre aunque sospechamos que pudiera tratarse del que tuvo con doña Estefanía Pérez. Figuran otros magnates portugueses como Pedro Ibáñez de Portocarrero, Melendo Suarez, Gonzalo García. DOMINGO, D. A la recerca de Aurembiaix d’Urgell, doc. 24.

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bían sido nombradas herederas, pues en el tratado de Benavente no se dice expresamente que el padre les hubiera donado el reino, sino que se deja ver vagamente esa posibilidad.160 En el caso de que las infantas hubieran sido nombradas herederas de León, ¿Alfonso IX habría nombrado herederas a dos mujeres solteras que rondaban la cuarentena y tendrían problemas para garantizar su descendencia?, ¿en qué condiciones reinarían? Pensar en una diarquía femenina como sistema para gobernar el reino es probablemente un disparate, aunque tal vez se pueda establecer un cierto paralelismo en el acuerdo que en 1110 firmaron la reina doña Urraca y su hermana, Teresa de Portugal. En él la reina de León le cedía a su hermana el dominio de numerosas villas a cambio de que la defendiera contra sus enemigos y no recibiera vasallos de la reina con su honor ni a alevosos.161 Era un pacto privado por el que cada hermana controlaba una parte del reino y se juraban amistad y ayuda mutua. Es posible que las infantas Sancha y Dulce pensaran establecer un acuerdo de estas características cuando una de las dos fuera formalmente proclamada reina de León. Pero las cicunstancias no eran las mismas, pues en 1110 Urraca y Teresa estaban casadas con dos hombres poderosos, mientras que las hijas de Alfonso IX permanecían solteras y no podían esperar descendencia. A pesar de que esta solución sucesoria pudo ser factible, creemos que lo más probable es que se intentara casar a una de las infantas, probablemente la primogénita doña Sancha, con un príncipe cristiano o un poderoso magnate leonés. Han sobrevivido algunas noticias sobre las negociaciones de un posible matrimonio de doña Sancha con Enrique I de Castilla; además sospechamos que pudo pensarse en un enlace con Álvaro Núñez de Lara. Pero probablemente a partir de 1217 el interés por casar a una de las infantas leonesas aumentó. Juan de Osma afirma que se había prometido el reino de León a Juan de Brienne. El rey de Jerusalén se dirigió a tierras leonesas en peregrinación a Santiago y para contraer matrimonio con una de las hijas de Alfonso IX. Pero antes de pisar suelo leonés se entrevistó en Toledo con doña Berenguela y su hijo, que lo convencieron para que casara con una princesa castellana. Así, desbarataron un nuevo intento de Alfonso IX para situar en el trono a una de sus hijas y alejaron el 160 Et hec infantes debent facere reddi domin regi omnia castra et omnes munitiones que per portarium uel homagium illarum tenent milites seu alii, et resignant iuri regni Legionensis, si quod habebant uel habere se contenebant, et abrenuntiant omnibus privilegiis seu cartis ab illustri A. rege patre suo bone memorie sibi factis super donatione seu concessione regni, et absolvunt omnes tam miles quam alios ab homagio quod sibi fecerint. GONZÁLEZ, J. Reinado y diplomas de Fernando III, vol. II, doc. 270. 161 RUIZ ALBI, I. La reina doña Urraca, doc. 12.

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peligro que supondría para los derechos sucesorios de Fernando III del reino de su padre.162 Aparte de estos intentos de emparentar con reyes o infantes, consideramos que la opción más viable era casar a las infantas con los grandes dignatarios del reino, ya que estaban viviendo un tiempo en el que era necesario estrechar los lazos con la alta nobleza para fortalecer el poder regio en el reino. Quizá, las circunstancias en ese campo fueran parecidas a las vividas durante el reinado de Fernando II, que decidió casar con dos damas de las familias más destacadas del reino para consolidar su poder. Probablemente a partir de 1217 tuvo que haber intentos para casar a las infantas que no conocemos, sobre todo teniendo en cuenta que a partir de entonces Alfonso IX comenzó a tejer una tupida red de relaciones parentelares con la nobleza afín, a través de los enlaces con sus hijos bastardos. Si existieron, no alcanzaron resultados porque las infantas permanecían núbiles cuando falleció su padre. Parece que todos eran conscientes de que la situación variaría si alguna de las infantas contraía matrimonio y firmaba al mismo tiempo una alianza con una poderosa familia. Fernando III vio esta amenaza y en el tratado de Benavente estableció que si alguna de las infantas casara, debía elegir seis castillos de fidelidad y disminuiría la renta anual que debía recibir. Cuando enviudara o si se divorciaba, recuperaría la totalidad de sus rentas;163 lo que era un modo de limitar que sus hermanas contrajeran nupcias. Nada se dice de una posible o futura descendencia de las infantas. Tras la muerte del infante don Fernando en 1214 se articularon otras opciones sucesorias, como el posible nombramiento del infante Sancho Fernández como sucesor de su hermano. Esta solución era viable puesto que don Sancho era el único hijo legítimo varón vivo de Fernando II, y era un modo de reconducir la herencia hacia esa rama, ya que su hijo, Fernando Cronica Latina de los Reyes de Castilla, ed. cit., p. 73. GONZÁLEZ, J. Reinado y diplomas de Fernando III, vol. II, doc. 270. Si autem alteram infantum nubere contigerit, predicte sume medietas remaneat domino regi libere, et illa que in terra remanserit eligat sex castra que maluerit de illis duodecim inferius annotatis, aliis sex nichilominus in fidelitate remanentibus, ita tamen quod dominus rex quando voluerit muttet in hiis castris aliquem uel alios de fidelibus in alium uel alios in carta nominatos, sine necessitate illus requirendi assensum que nupsit. Recipiantur tamen ista castra per portarium illus que in terra fuerit nomine absentis, quia si maritus eius obierit vel ipsam dimiserit seu ipsa illum uel divortium inter eos celebratum fuerit et ad terram redierit et ibi morari uoluerit, debet recuperare redditus suos, videlicet quindecim milla mororitinum sicut ante tenebat, quorum omnia debent redire ad pristinum statum. In hoc autem casu, quando altera nupserit vel mortua fuerit, dominus rex eligat cum illa que in regno remanet fidelem uel fideles qui ponantur in illis sex castris que ipsa elegerit as fidelitatem istam. 162 163

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Sánchez, podría perpetuar la descendencia. Pero pronto se desestimó esta opción. Asimismo, algunos historiadores han apuntado a que se consideró que el infante don Alfonso —de Molina— heredara el reino de León a la muerte de su padre: no obstante, consideramos que esa opción no se tuvo en cuenta, ya que el infante don Alfonso tenía muy poca vinculación con tierras leonesas y no contaba con partidarios en el reino; de hecho, no figura en ningún diploma emitido por su progenitor. Estas son las principales hipótesis que ha analizado la historiografía; sin embargo, no se ha tenido en cuenta a la numerosa prole ilegítima del monarca: ¿qué papel tuvieron los bastardos regios?, ¿se pensó en legitimar a alguno de los hijos naturales de Alfonso IX, como había hecho Alfonso VI con su hijo don Sancho? Son preguntas que no podemos responder con la documentación conservada, aunque hay que pensar que, sobre todo los bastardos nacidos de las relaciones con las damas portuguesas, tendrían un importante apoyo en los magnates portugueses establecidos en León; de hecho, es significativo que uno de los hijos de Alfonso IX saliera del reino junto al infante Pedro Sanches. De lo que no cabe duda es que la cuestión sucesoria le planteó un grave problema a Alfonso IX, y que la mayor parte de la nobleza leonesa se resistía a la unión de los reinos. Finalmente, y ante la gravedad de los acontecimientos, se optó por entregar el reino a Fernando III y evitar una larga y cruenta guerra civil, que posiblemente se decantaría hacia el lado castellano. Pensamos que quizá el rey de Castilla tentó a la nobleza leonesa con los beneficios que granjearía una gran empresa reconquistadora hacia el sur. Tal vez la aristocracia leonesa vio en esta aventura el mejor modo de aumentar sus patrimonios, que hasta entonces se circunscribían al reino de León; por ello, posiblemente, aclamaron a Fernando III como rey de León y se unieron a él para llevar a cabo la empresa conquistadora, que culminó con las grandes victorias en Andalucía. Hemos de recordar que los nobles que finalmente optaron por apoyar la unión de los reinos eran aquellos que entre 1206 y 1209 habían sido partidarios de Fernando III como heredero de León, porque la mayor parte de sus propiedades se encontraban en la Tierra de Campos y otras zonas fronterizas. Otros, quienes por su origen no tenían intereses personales en aquellas tierras, no se doblegaron al monarca castellano, y dirigieron su actividad hacia la conquista de otros territorios, donde vieron la misma oportunidad de extender su patrimonio y aumentar su poder, como el infante don Pedro de Portugal, que se embarcó en la conquista de Mallorca, acompañado de caballeros leoneses y lusitanos. Para concluir, no podemos dejar de señalar la problemática metodológica que se nos ha planteado al estudiar la cuestión sucesoria en este período. Tras analizar minuciosamente la documentación de los últimos años

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del reinado de Alfonso IX, hemos observado la escasez de diplomas conservados emitidos por las infantas, y anteriormente por su hermano, el infante don Fernando. Sospechamos que cuando Fernando III consiguió el trono de León, hubo una campaña de damnatio memoriae contra los tres hijos nacidos de doña Teresa de Portugal, para borrar toda duda sobre su legitimidad. Como hemos indicado en las páginas anteriores, no se ha conservado ni un solo diploma en el que Alfonso IX asocie al trono a su hijo primogénito varón, lo que resulta sumamente sospechoso, sobre todo en los diplomas anteriores al nacimiento de Fernando, el hijo de Berenguela. Asimismo, son muy pocas las noticias que se han conservado de las infantas Sancha y Dulce. En realidad, no contamos con un solo diploma en que ninguna de ellas se intitule regina, como se habían intitulado su padre y su abuelo ya antes de heredar el trono de León, en vida de su antecesor. Curiosamente los únicos diplomas que se han conservado son la dote que en 1217 les otorgó su padre y el tratado de Benavente de 1230. Pero el hecho de que se hayan conservado estos dos documentos no es casual, ya que son los únicos que Fernando III necesitaba para demostrar que era el propietario de los bienes que en 1217 les había entregado su padre a Sancha y Dulce, y para legitimar su propia llegada al trono leonés, pues era preciso conservar el documento por el que sus medio hermanas renunciaban a los derechos sucesorios que pudieran tener en León. Se desconoce el destino de doña Sancha y de su hermana tras el pacto de Benavente; solo sabemos que doña Dulce se refugió en el monasterio de San Miguel de las Dueñas.164 Resulta llamativo que la documentación que más información aporte sea la portuguesa, ya que se han conservado varias noticias referentes a la infancia de las infantas, pues los castellanos no pudieron destruirla. El autor de la Crónica Latina de los reyes de Castilla afirma que tras renunciar a sus derechos sobre el reino, si es que en algún caso los tuvieron, las infantas destruyeron las cartas paternas sobre la sucesión o sobre la donación del reino a ellas.165 No obstante, es sospechoso que sea esta la única referencia al hecho de la desaparición de los documentos. Resulta extraño que en el tratado de Benavente no se haga referencia a la destrucción de estas cartas como se había hecho en el tratado de la devolución de las arras de doña Teresa, ya que es esta mujer una

La documentación de este monasterio berciano fundado por doña Teresa es muy escasa para los momentos de su creación y la gestión de la exreina de León y su hija doña Dulce; quizá su archivo también sufrió la eliminación de los diplomas que no convenían a Fernando III, véase CAVERO DOMÍNGUEZ, G. Catálogo del fondo monástico de San Miguel de las Dueñas, León, 1994. 165 Crónica Latina de los Reyes de Castilla, ed. cit., p. 92. 164

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de las principales inspiradora del acuerdo. En el diploma solo se dice que renuncien a los privilegios de las cartas otorgadas por su padre, no se estipula que debían ser destruidas. Ni siquiera Lucas de Tuy, que era quien mejor conocía la situación leonesa, hace alusión a ello. Parece que no solo se destruyeron los diplomas regios en los que su padre concedía privilegios y propiedades a Sancha y Dulce, sino también la documentación privada de las infantas. Tampoco se ha conservado ninguna referencia a cómo gestionaron el patrimonio que poseían. Los cronistas coetáneos no proporcionan datos nuevos: Jiménez de Rada,166 Lucas de Tuy y Juan de Osma relatan minuciosamente la avenencia de don Fernando III con sus hermanas porque era un hecho de vital importancia para la legitimación del nuevo rey de León y Castilla, pero nada dicen del futuro de las infantas tras el pacto de Benavente. Las crónicas posteriores, como la Crónica de Veinte Reyes, no aportan datos nuevos, continúan redundando en los mismos acontecimientos. Quizá el ejemplo más elocuente del triunfo de la damnatio memoria sea que la Crónica General de España, de 1344, llega a decir que don Alfonso de León no tuvo descendencia de su matrimonio con la portuguesa.167 Nada o casi nada sabemos de estas dos mujeres, que según el autor de De rebus Hispaniae fueron llamadas a gobernar el reino de León. Somos conscientes de que esta escasez documental, probablemente provocada, transmite una visión muy sesgada de la realidad, aunque consideramos que las hipótesis planteadas y las conclusiones a las que hemos llegado no están desencaminadas. Analizando las listas de confirmantes de los diplomas regios y de documentación privada, hemos procurado reconstruir la facción nobiliaria que apoyaba claramente los intereses de un reino de León independiente de Castilla, porque quizá era el mejor modo de defender sus intereses particulares. De lo que no cabe duda, es de que, como hemos visto en otros momentos, la participación de la nobleza fue determinante para el relevo en el trono y para el devenir histórico del reino de León.

166 En De rebus Hispaniae afirma que Sancha y Fernando murieron sin descendencia y que doña Dulce aún vivía cuando él redactó su obra; sin embargo, nada dice de la muerte del infante don Fernando. JIMÉNEZ DE RADA, DRH, libro III, cap. XXIV. 167 Es necesario tener en cuenta que esta crónica es muy tardía y que probablemente distorsiona la realidad de los acontecimientos, aunque hemos querido traer a colación este ejemplo porque nos parece la culminación de un proceso iniciado con la llegada al trono de Fernando III, en el que se condenaba al olvido a los hijos del primer matrimonio del monarca que tuvieron grandes posibilidades de heredar el trono leonés.

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CONCLUSIONES GENERALES

Hemos analizado la evolución interna de la nobleza y de las relaciones que mantuvo con Fernando II y Alfonso IX de León. Se trata de un corto período de setenta y tres años, pero muy interesante puesto que el reino de León vivió circunstancias excepcionales. La primera de ellas, la división del imperio de Alfonso VII, ante la que la nobleza tuvo que reaccionar. Tras ella, se fue construyendo la estructura política con la que gobernar el reino, en la que la aristocracia magnaticia tendría un importante papel. Durante el reinado de Alfonso IX se asiste a una aceleración del proceso de «curialización de los guerreros» y del fortalecimiento del poder regio, a través de la diversificación de la base social en la que el monarca se apoyaba; el rey rompió el monopolio que hasta entonces habían tenido los magnates laicos y eclesiásticos, introduciendo en las instituciones del reino a los concejos, además de dinamizar el proceso de implantación de villas reales para fortalecer su control sobre el territorio. Paralelamente a esta transformación de sus relaciones con la monarquía, la nobleza estaba viviendo un proceso de transformación interna, pues se estaban dando los primeros pasos del tránsito desde un modelo cognaticio al agnaticio. Ante la complejidad de la época y la complementariedad de ambos procesos, decidimos estudiarlos paralelamente porque, solo así, es posible comprender la evolución de la aristocracia laica leonesa y del modo en que se relacionó con el poder monárquico. Para ello decidimos estudiar a la nobleza magnaticia que estaba asentada en León, puesto que las fuentes permiten conocerla bien. Es cierto que en el período seleccionado se asiste al auge de una nobleza menor que comienza a participar en la esfera pública y por ello hemos hecho referencia a ella en numerosas ocasiones, aunque de manera transversal, puesto que

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nos interesaba analizar el comportamiento de la elite nobiliaria ante las pequeñas innovaciones que se estaban experimentando en la escena política leonesa. Decíamos que los protagonistas de este trabajo son los nobles de León; es decir, aquellos que permenecieron en el reino de León y sirvieron a sus monarcas durante un período, más o menos extenso. Por ello además de los magnates de las familias de origen leonés, hemos estudiado la participación en la política leonesa de numerosos nobles foráneos que también formaban parte de los magnates del reino que asesoraron a Fernando II y Alfonso IX de León. Quisimos comenzar este trabajo estudiando el proceso de transformación interna de la nobleza, en un tiempo en el que el parentesco era una de las principales estructuras de poder, y observar los rasgos visibles de la lenta evolución desde la parentela cognaticia hacia el linaje agnaticio que se estaba experimentando en León. Durante el período analizado se aprecian los primeros pasos hacia un sistema agnático, caracterizado por la primacía de la primogenitura; pero la estructura social es principalmente cognaticia bilateral, en la que predomina la igualdad entre los descendientes y la participación igualitaria de todos ellos en el reparto de la herencia; lo que contribuye a seguir creando amplias parentelas y a primar las relaciones horizontales entre los parientes coetáneos. Sin duda el matrimonio fue el principal vehículo utilizado para establecer alianzas entre los miembros de la nobleza y con la familia real, y lograr así el ascenso social. Hemos querido dar una visión antropológica del matrimonio destacando que, al contrario de lo que preconizaba el nuevo modelo de matrimonio eclesiástico, en el que uno de los requisitos principales era la voluntad de los contrayentes, durante los siglos centrales de la Edad Media en León fue un asunto de familia, precisamente por la importancia que tenía para aliarse con otras parentelas. Así, hemos analizado la participación de los parientes en todo el proceso, desde la elección de los candidatos, a las negociaciones del intercambio patrimonial, que conllevaba una nueva alianza. Con ello descubrimos que las mujeres de la familia también participaban de manera destacada en este proceso. El trasvase económico que conllevaba el matrimonio era uno de los principales asuntos a tratar por los miembros de las parentelas que iban a casar a dos de sus miembros y, por ello, le hemos dedicado especial atención. Se puede afirmar que durante los últimos años del siglo XII y comienzos del XIII, el intercambio de los bienes maritales obedecía al Fuero de León. Pero, al igual que el establecimiento del matrimonio era una cuestión familiar, también lo fue el repudio. Se ha descubierto que la corte era un entorno propicio en el que diseñar las estrategias matrimoniales de la nobleza y que en numerosas ocasiones el rey participaba en su diseño e, incluso, recurrió al matri-

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monio de sus parientes con poderosos nobles, para construir grupos de partidarios y estrechar los lazos de fidelidad mediante el parentesco. Los monarcas utilizaron el matrimonio para relacionarse con la nobleza y garantizarse su apoyo, como sucedió con los matrimonios de Fernando II con Teresa Fernández de Traba y Urraca López de Haro; o para establecer alianzas con los reyes vecinos. Pero los matrimonios regios con infantas de otros reinos peninsulares chocaron con el afán de la Iglesia por implantar su nuevo modelo de matrimonio, que extendía la prohibición de contraer nupcias hasta el séptimo grado de consanguinidad. Esta circunstancia motivó que todos los matrimonios de Fernando II y Alfonso IX con infantas extranjeras fueran anulados, lo que sería la raíz de los problemas sucesorios leoneses. Pero el concubinato, casi paralelamente al matrimonio, también fue utilizado por los reyes para relacionarse con los nobles. Hasta este momento no se habían estudiado con detenimiento las relaciones concubinarias de los reyes, al menos de Alfonso IX. Tras analizarlas sospechamos que, probablemente, el rey también entregaba a estas mujeres una seudodote para garantizar su supervivencia tras el fin de la relación. Hemos descubierto que el concubinato fue una pieza clave para explicar las alianzas con la nobleza, especialmente las que estableció Alfonso IX durante los últimos veinte años de su reinado con la nobleza portuguesa afincada en León. Asimismo, el monarca utilizó a su prole bastarda para emparentar con los nobles y crear una importante red de fidelidad en torno a sí. También nos interesaba analizar otros lazos próximos al parentesco que nobles y reyes utilizaron para relacionarse, como la profiliación, y las relaciones que los reyes y otros miembros de la familia real mantuvieron durante su infancia y primera juventud con sus ayos, sus nodrizas y con los nobles que habían criado junto a ellos. Descubrimos que los monarcas mantenían con ellos fuertes lazos de amistad y fidelidad que perduraron durante toda su vida. La extensión de las redes de parentesco hacia los reinos vecinos que había comenzado a desarrollar la nobleza en el siglo XII facilitó el aumento de la movilidad nobiliaria entre los reinos y de la capacidad de integrarse en una corte ajena. Estas circunstancias provocaron que el cambio de fidelidad se convirtiera en un comportamiento nobiliario habitual y en una poderosa arma, que los nobles esgrimían cuando sus intereses familiares y personales estaban en juego. Es cierto que una de las principales características de la corte de Alfonso IX era la presencia casi constante de nobleza foránea a su servicio; por ello decidimos analizar cuáles fueron los motivos por los que los nobles originarios de otros reinos se trasladaron a León. Los ejemplos de magnates catalanes, languedocquianos y castellanos

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se conocían con detalle; sin embargo, no sucedía así con los dignatarios portugueses que se integraron en la corte leonesa. Por ello, decicimos estudiarlos con mayor detenimiento, pues considerábamos que había poderosas razones por las que la presencia portuguesa en la corte de Alfonso IX fue tan numerosa y destacada. Tras estudiar sus trayectorias políticas en tierras de León, nos dimos cuenta de que el principal motivo que provocó la llegada de estos magnates fue la herencia al trono de León y, tal vez, un intento por parte del monarca de conquistar Portugal y anexionarlo a territorio leonés. Probablemente el propio rey, la nobleza portuguesa afincada en León y la aristocracia leonesa vieron en este proyecto político una vía para la supervivencia de un reino de León independiente de Castilla, en un tiempo en el que la preponderancia castellana amenazaba al reino, que veía peligrar sus intereses. Consideramos que sin analizar la actividad de los magnates lusos en León no se puede comprender el reinado de Alfonso IX y su proyecto político. Por otro lado, el estudio de los nobles foráneos deja ver la capacidad de la nobleza por medrar en una corte ajena a través del servicio a la monarquía y mediante el diseño de una ambiciosa política matrimonial; pues una parte importante de los nobles foráneos emparentaron con la nobleza autóctona e incluso con la familia real, como un mecanismo para asentarse en el reino que les recibía y fortalecer su poder. Al mismo tiempo, los nobles foráneos que se trasladaron a León fueron dinamizadores de la nobleza leonesa, puesto que su llegada provocaba necesarios ajustes en la cúspide del poder y en la relación que los magnates leoneses mantenían con su monarca. En verdad esto sucedió así, pero no hemos logrado descubrir cuál fue la reacción de la nobleza autóctona que pudo verse desplazada por los recién llegados. Las fuentes no transmiten noticias de enfrentamientos nobiliarios, ni se detecta la salida del reino de los principales servidores del rey de León. Tal vez, los nobles leoneses y los foráneos articularon modos de relación pacíficos para salvaguardar sus intereses. Pero como hemos advertido en numerosas ocasiones durante la segunda mitad del siglo XII y comienzos del siglo XIII, los reyes de León estaban intentando fortalecer su poder, canalizando el poder de la nobleza hacia la cooperación con la monarquía. En la última parte de este trabajo hemos querido analizar cómo este proceso afectó a las relaciones de los reyes y sus nobles, y al modo en el que se ejercía el poder. En «El poder político nobiliario» hemos puesto la lupa en diversos aspectos de la participación nobiliaria en el gobierno del reino, para observar el avance del proceso de fortalecimiento del poder real y la curialización de los guerreros, durante los reinados de Fernando II y Alfonso IX. Para ello era necesario estudiar, en primer lugar, la corte como un espacio de sociabilidad, en el que

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el rey convivía con los nobles que él mismo elegía como sus consejeros, y de negociación, donde se tomaba las decisiones que irradiaban a todo el reino. Nos interesaba analizar la corte como un ámbito en el que además del espacio de poder que se construía en torno al rey, había otros espacios de poder que se articulaban alrededor de otros poderosos miembros de la familia regia, como las reinas y los infantes e, incluso, las concubinas, donde se alineaban sus partidarios. En el círculo más próximo al rey se encontraban los oficiales palatinos que le asesoraban en la toma de decisiones. A pesar de los esfuerzos por descubrir los entresijos de estos cargos, aún existen numerosos interrogantes sobre los oficios de mayordomo y el alférez real, como el modo y las condiciones de su nombramiento y destitución, las funciones exactas que desempeñaban, si ambos eran necesarios en la curia o hubo algunos períodos vacantes, etcétera; por ello creemos que aún es un campo abierto para la investigación. En el reinado de Alfonso IX que aceleró el proceso de fortalecimiento del poder real, se aprecian algunos hitos que dejan ver el pulso que el monarca estaba echando a la nobleza, que veía cómo otros agentes sociales ocupaban los cargos palatinos, como el maestro Pedro de la Orden del Temple, que fue nombrado mayordomo, o las vacantes que tuvo dicho oficio. Probablemente dichas vacantes estén relacionadas con una demostración de autoridad del monarca, prescindiendo de su principal oficial. Asimismo, en este reinado se aprecia un aumento en la complejidad y jerarquización de la corte, pues comienzan a aparecer otros cargos subalternos como el submayordomo y subsignifer, que se van haciendo habituales en la documentación. Una de las principales vías que utilizaron los reyes de León para fortalecer su poder fue intentar aumentar su control sobre el territorio. Para ello Fernando II comenzó a desarrollar un proyecto de creación de villas reales por todo el reino que potenciaría su hijo; además, se pretendió aumentar la dependencia que los tenentes tenían de la monarquía. Para observar la evolución de este proceso se han estudiado los tenentes de Toroño, Asturias, Extremadura y el Bierzo. Así deducimos que durante el reinado de Fernando II se asiste aún al predominio de las antiguas familias condales en sus territorios patrimoniales; sin embargo, Alfonso IX comenzó tímidamente a entregar el gobierno de las tenencias a individuos que no habían tenido una vinculación previa con la tierra y así limitar el poder de la nobleza local, al tiempo que creaba una nobleza de servicios dependiente del poder monárquico. No obstante, a pesar de este comportamiento del rey, aún predominaba el modelo en el que los miembros de las antiguas familias condales se relevaban al frente de la tenencia aunque, como apuntaban Portela y Pallares para el caso gallego, la sucesión al frente de la te-

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nencia de los miembros de la misma familia no respondía a una patrimonialización del cargo, sino que dependía de la relación que cada uno de ellos mantuviera con el monarca, que era quien le nombraba tenente. La aristocracia tendió a perder el monopolio en la curia real, pues Alfonso IX en 1188 dio participación a los representantes ciudadanos en las Cortes. No obstante, y aunque durante su reinado se celebraron varias asambleas con asistencia ciudadana, hubo otras muchas en las que los magnates laicos y eclesiásticos continuaron ejerciendo su monopolio. Nos interesaba conocer si a pesar de la participación de representantes de los concejos, los términos en los que participaba la aristocracia laica en las tomas de decisión habían variado en este período de transición de la Curia a las Cortes. Para ello era necesario identificar a los individuos que participaron en las principales reuniones de la curia regia y qué asuntos se trataron en ellas, porque muestran el hilo conductor de la política regia. Estos fueron principalmente la implantación de las villas nuevas, la recuperación del realengo y el mantenimiento de la paz y la justicia en el reino. Todos ellos estaban encaminados a fortalecer el poder real. En el diseño de las directrices de esta política real participó activamente la aristocracia magnaticia, aunque los concejos habían comenzado a participar también en las instituciones del reino, rompiendo la exclusividad en el asesoramiento regio que habían mantenido los privilegiados de la sociedad leonesa. Esta ruptura del monopolio aristocrático a favor de otros sectores sociales y del fortalecimiento del poder real se observa también en otros ámbitos, como las relaciones con los reinos vecinos. Al analizar la intervención de la nobleza leonesa en la política exterior, se observa que, aunque los nobles tuvieron un papel crucial en el establecimiento y el mantenimiento de los tratados entre soberanos, no tenían la exclusiva en este ámbito, puesto que los monarcas otorgaron importantes responsabilidades en política exterior a obispos, maestres de las órdenes militares y a los concejos. Sería Alfonso IX el primero en dar participación en la política exterior a los representantes de las villas reales. Pero en este campo de las relaciones con los reinos vecinos, queremos destacar la importancia del tratado de la disolución de las arras de la reina Teresa de 1194, porque a pesar de que era conocido, aún estaba poco estudiado por los historiadores leoneses. Es una fuente rica porque permite conocer algunos puntos oscuros de las relaciones que el reino de León mantuvo con Portugal, y sobre el procedimiento seguido para establecer el pacto. La minuciosidad de su redacción posibilita documentar la aplicación del arbitraje laico entre reinos peninsulares, además de otras cuestiones como el funcionamiento del sistema de rehenes. Al mismo tiempo permite esclarecer algunos aspectos sobre la entrega y disolución de las arras de

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las reinas y su imbricación en problemas territoriales. Por ello consideramos que el análisis de este documento es un importante avance en el conocimiento de las relaciones de los nobles con la política regia. Como pago a los servicios prestados los reyes se desprendieron de parte del realengo para entregárselo a sus nobles. Las donaciones pro bono servitio eran uno de los principales medios para aumentar los dominios nobiliarios; por ello quisimos analizar este modo de recompensa vasallática y observar si la política de recuperación del realengo enajenado, iniciada por Fernando II, tuvo reflejo en las donaciones de bienes a la nobleza leonesa. En efecto, hemos podido constatar que aunque la largueza de Fernando II en los primeros años de reinado fue abrumadora, probablemente porque necesitaba comprar fidelidades, a partir de 1181 hubo una drástica reducción de las donaciones efectuadas. Su hijo continuó con esta política de autoridad aunque en 1229 se aprecia un repunte de las donaciones, pues en la Curia de Benavente de 1228 se determinó que se debían confirmar por el rey los bienes que pertenecían al abadengo y a los señoríos laicos (naturalmente que antes habían pertenecido al realengo). Es probable que entonces quienes habían obtenido bienes de manos del rey pidieron que les confirmara las mercedes y, por ello, el número de donaciones efectuadas en 1229 es mayor que en tiempos previos. A pesar de la reducción del número de donaciones de bienes por parte del rey a la nobleza, el poder patrimonial y territorial de los nobles no se vio mermado. En el último capítulo de este trabajo hemos analizado la intervención nobiliaria en la sucesión dinástica porque consideramos que fue decisiva para el devenir histórico del reino de León. Probablemente sean los momentos en los que el poder regio es más débil y solo el apoyo de la nobleza determina qué infante logra el trono y consigue mantenerse en él. Tal vez, es el momento en el que se puede detectar con mayor claridad la relación simbiótica que une a la nobleza y a la monarquía. La presión ejercida por algunos nobles pudo motivar el nombramiento del infante Fernando como rey de León. Cuando falleció el emperador, la nobleza tuvo que decantarse por servir a uno de los dos nuevos monarcas. Mayoritariamente, los nobles leoneses y gallegos apoyaron a don Fernando en un claro intento por desvincularse de la preponderancia castellana. Tras la muerte de Fernando II, de nuevo la aristocracia leonesa apoyó al infante Alfonso, futuro Alfonso IX, quizá temiendo que el reino cayera en manos de los Haro, que lo harían girar en la órbita castellana. Aunque probablemente no hubo una guerra abierta entre Alfonso IX y los Haro en tierras leonesas, es innegable que el nuevo monarca tuvo ciertos problemas para lograr el trono y tuvo que ganar la fidelidad de la nobleza gallega y leonesa para sentarse en él y desechar la posibilidad de que el infante San-

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cho Fernández, hijo de Fernando II y Urraca López de Haro, fuera coronado rey de León. Pero además de suceder a su padre en momentos complicados, Alfonso IX tuvo que enfrentarse al problema de su propia sucesión. El germen fue la anulación de sus matrimonios con Teresa de Portugal y Berenguela de Castilla, con las que había tenido descendencia. Tal vez sea en este proceso en el que mejor se vea la importancia de la intervención aristocrática en la sucesión; pues hemos observado que el apoyo mayoritario de la nobleza a uno de los candidatos determinó su llegada al trono. En un primer momento se nombró heredero al infante don Fernando, hijo de Teresa de Portugal. Pero tras la anulación del primer matrimonio regio y la nueva alianza con Castilla, la nobleza fronteriza apoyó al infante Fernando, nacido de doña Berenguela, que fue nombrado heredero en el tratado de Cabreros de 1206. No obstante, la muerte de Sancho I de Portugal en 1211 y el conflicto abierto por su sucesión probablemente alimentó las esperanzas de que el hijo de doña Teresa y Alfonso IX pudiera reinar en ambos reinos, con lo que la nobleza leonesa, además de los magnates portugueses que habían llegado a León, le apoyaron y parecía que se convertiría en el próximo monarca leonés. Pero su muerte en 1214 puso fin a las expectativas. Entonces, el monarca junto a la nobleza leonesa, aprovechando la crisis sucesoria castellana, estableció una alianza con Álvaro Núñez de Lara para que Enrique I de Castilla casara con una de las hijas de Alfonso IX y Teresa de Portugal, que reinarían así en León y Castilla. Pero el fallecimiento de don Enrique dio al traste con esta opción, y el rey de León, apoyado por la nobleza leonesa y portuguesa, comenzó a buscar una alternativa para mantener la independencia leonesa, que pasaba por coronar a una de las infantas. La historiografía tradicionalmente ha defendido que don Alfonso nombró herederas a sus hijas; sin embargo, a nuestro juicio, no pudo suceder así, puesto que una diarquía femenina era una opción inviable. Sospechamos que hubo intentos por casarlas con algún príncipe extranjero, como Juan de Brienne, o algún gran magnate leonés. No obstante, hemos tropezado con lo que consideramos una intensa damnatio memoriae de las infantas, orquestada por Fernando III, que impide conocer los hechos. En torno a las infantas se articuló un poderoso partido nobiliario fortalecido por una tupida red de parentesco entre sus hermanos bastardos y los principales magnates leoneses; pero las circunstancias, la preponderancia castellana y el apoyo de algunas ciudades leonesas al rey de Castilla hicieron desistir a los nobles leoneses y, finalmente, las infantas renunciaron a sus derechos al trono leonés y Fernando III fue nombrado rey de León. A pesar de ello, algunos nobles gallegos se negaron a reconocer a Fernando III y se enfrentaron a él durante algún tiempo. Estos tres ejem-

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plos sucesorios sirven para probar que, en gran medida, era la nobleza quien ponía y destronaba a un rey. Para concluir se podría decir que durante los reinados de Fernando II y Alfonso IX de León, el fortalecimiento del poder real tuvo un importante avance. Fernando II había comenzado a recuperar el realengo dispendiado, a crear una red de villas reales mediante las que controlar el territorio y a aumentar la dependencia de los tenentes de la monarquía. No obstante, sería su hijo quien mayor impulso diera a este proceso, intensificando la creación de villas nuevas, desarrollando una política severa de austeridad y recuperación del realengo, e introduciendo en las instituciones del reino a los concejos. La nobleza se vio afectada por esta transformación en todos los ámbitos de su función pública, desde la configuración de la curia, donde el rey prescindió durante algún tiempo del principal oficio palatino, tradicionalmente ocupado por un gran magnate; hasta la ruptura de su monopolio en las curias plenas, donde comenzaron a participar los concejos que también participaban en la política exterior; pasando por la entrega del gobierno de las tenencias vinculadas a una determinada familia, a otros individuos sin ligación con las mismas, lo que limitaba el poder de las antiguas familias condales sobre el territorio en el que estaban asentados, etcétera. A pesar de todo, la colaboración entre la nobleza y la monarquía fue indispensable para mantener su poder.

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A) Los mayordomos del Reino de León, 1157-1230 Conde Ponce de Cabrera. Hijo primogénito del vizconde de Gerona y Urgel y Señor de Cabrera, don Guerau II Ponç, llegó a la corte leonesa en 1129, acompañando a Berenguela. Pronto comenzó a recibir de manos del Alfonso VII importantes tenencias como el castillo de Ulver en el Bierzo,1 Zamora;2 como princeps Çemore aparecerá desde 1129 hasta 1159. Mandante de Toro en 1153 y de Malgrad, en 1159. En 1142 probablemente recibió la dignidad condal y fue nombrado mayordomo por primera vez; sin embargo, ocuparía el cargo durante más de dieciséis años, aunque en varias etapas: la primera entre 1142 y 1145, en que alterna el cargo con su antecesor, Diego Muñoz; y la segunda, ininterrupidamente, desde 1146 hasta 1157. Pero desde 1153 ya se había convertido en el mayordomo del heredero de León, don Fernando. La tercera tras la separación de los reinos

QUINTANA PRIETO, A. San Pedro de los Montes, doc. 190. Entre otras tenencias zamoranas destacan, Cabrera que recibió en el año 1138 y estuvo al frente de ella durante gran parte de su vida a pesar de que entre los años 11481156, vemos a su yerno Vela Gutiérrez dirigiéndola sub manus eius. QUINTANA PRIETO, A. El obispado de Astorga en el siglo XII, Astorga, 1985, docs. 154, 163, 165. En la ribera del río Eria poseía las tenencias de Morales del Rey, Castro Toraf, al frente de la que estaría desde 1140, y Villalpando que ocupó desde 1146 a 1159, véase FERNÁNDEZ FLÓREZ, J. A. Colección de Sahagún, docs. 1324-1332. Como mandante de Toro lo encontramos en 1153 y al frente de Malgrad, Benavente, lo vemos en 1159, véase FERNÁNDEZ-XESTA, E. Un magnate catalán, p. 93. Tuvo importantes tenencias también en la región salmantina: al frente de la ciudad del Tormes lo encontramos entre los años 1156 y 1161. Asimismo dirigiría Ledesma y Ciudad Rodrigo. 1 2

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en 1157, y la última desde 1159 hasta 1162.3 Casó en primeras nupcias con una mujer llamada Sancha, de quien nació su hija Sancha Ponce y en segundas nupcias con María Fernández de Traba. Don Abril. Se desconoce su ascendencia, aunque estaba hondamente arraigado en León; era considerado como uno de los principales de la ciudad.4 Formaba parte de la llamada curia de la infanta doña Sancha.5 Desde 1142 estaba integrado en la corte imperial. A partir de 1146 confirma como Aprilis de Legione. En 1152 es denominado militibus terre Legionis.6 Es confirmante habitual en los diplomas del monasterio de San Pedro de Eslonza.7 Fernando II le nombró su mayordomo entre julio de 1158 y febrero de 1159,8 y merino del palacio del rey en 1158.9 Casó con doña Teresa Fernández, con la que tuvo, al menos, dos hijos: Fernando Abril y Rodrigo Abril. Al final de su vida se hizo canónigo de San Isidoro de León y recibió sepultura en la Colegiata a la que había donado una parte importante de sus bienes,10 entre 1167 y 1169. Pedro Arlote. Mayordomo regio el 16 de mayo de 1159.11 Fue merino en Asturias en 1164.12 Al año siguiente, en 1165, confirma como villicus regis.13 Pedro Balzán. Fue merino de León,14 Luna y Coyanza en 1164.15 Tenente de Cepeda en 1156.16 Ocupó la mayordomía leonesa en junio de 1162.17 Se desconoce el nombre de su esposa, aunque tuvo dos hijos, Martín Balzán y García Pérez. Véase FERNÁNDEZ-XESTA, E. Un magnate catalán, 120-123. ESTEPA DÍEZ, C. Estructura social de la ciudad de León, pp. 289, 290, 305. 05 Véase MARTÍN LÓPEZ, M.ª E. Colección documental de la infanta doña Sancha (11181159). Estudio crítico, León y su Historia VIII, León, 2003 (Colección Fuentes y Estudios de historia leonesa, n.º 99), pp. 141-345, docs. 39, 41, 60, 73, 79, 81, 91. 06 Ibíd., doc. 60. 07 RUIZ ASENCIO, J. M. e RUIZ ALBI, I. Colección de Eslonza, docs. 102, 114, 117, 126, 133, 134, 135. 08 CDACL, doc. 1507; MSVO, doc. 248. 09 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, docs. 10. 10 SIL, docs. 49, 61, 74, 77, 86. 11 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, docs. 16, 17. 12 GARCÍA LARRAGUETA, A. Colección de documentos de la catedral de Oviedo, Oviedo, 1962, doc. 179. 13 RUIZ ASENCIO, J. M. y RUIZ ALBI, I. Colección de Eslonza, doc. 135. 14 Al menos en1135, 1151-1161, véase ESTEPA DÍEZ, C. Estructura social de la ciudad de León, p. 298. 15 SIL, doc. 304. 16 Archivo Diocesano Astorga, camara episcopal, 1-10. 17 CDACL, doc. 1518. 03 04

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Fernando Rodríguez de Castro.18 Hijo de Rodrigo Fernández de Castro y Eilo Álvarez.19 Casó en primeras nupcias con Constanza Osorio, hija del conde Osorio Martínez, a quien repudió, para casar con la infanta doña Estefanía, hermana de Fernando II. De su segundo matrimonio nacería don Pedro Fernández de Castro. Su casamiento con la infanta le catapultó en la corte leonesa, donde ocupó la mayordomía desde octubre de 1162 hasta septiembre de 1164.20 En 1171 y 1174 fue tenente de las torres de León,21 de Benavente (1174-1176).22 Tras su estancia en el norte de África, el libro de linajes del conde don Pedro cuenta cómo asesinó a su esposa la infanta.23 Regresó a León, donde ocupó otras tenencias como Mayorga, Villalpando, Castroverde.24 Probablemente murió después de 1184, cuando había alcanzado la tenencia de Asturias.25 Gómez González de Manzanedo. Ocupó la mayordomía castellana en 1158. Posteriormente se trasladó a León, donde Fernando II le concedió la mayordomía en octubre de 1164 hasta julio de 1165.26 Pedro Arias de Limia. Hijo de Arias el Calvo.27 Ocupó la mayordomía leonesa entre agosto de 1166 y febrero de 1167. Casó en primeras nupcias con Ilduara Fernández, hija de Fernando Odoáriz.28 Tras repudiarla casó con Constanza Osorio, de quien nacería Rodrigo Pérez de Villalobos. Conde Ponce de Minerva. Procedente del Languedoc, llegó a León acompañando a doña Berenguela. La infanta Sancha, hermana de Alfonso VII, se ocupó de su educación.29 Desde su llegada a León, no aparece en la documentación hasta 1140, en que es nombrado alférez.30 Además ocupará SALAZAR ACHA, J. «El linaje castellano de los Castro en el siglo XII: Consideraciones e hipótesis sobre su origen», Anales de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía II (1992), pp. 298-336. 19 TORRES SEVILLA, M. Linajes nobiliarios en León y Castilla, pp. 90-91. 20 GONZÁLEZ, J. Regesta de Fernando II, doc. 8; RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 50. 21 CDACL, docs. 1562, 1581. 22 CDACL, docs. 1583, 1591, 1593, 1594. 23 LL10C8, 10E11, 11A6, C6-7, 13ª1, B2, 17ª1, 21G9, 25G3, 37E5, 42X6. 24 MARTÍNEZ SOPENA, P. La Tierra de Campos Occidental, p. 403. 25 GARCÍA LARRAGUETA, A. Catálogo de los pergaminos de la catedral de Oviedo, doc. 201. 26 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, docs. 60, 74. 27 GARCÍA ÁLVAREZ, R. «Los Arias de Galicia y sus relaciones familiares con Fernando II de León y Alfonso I de Portugal», Bracara Augusta, tomo XX, 1966, pp. 25-41. 28 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 55. 29 GARCÍA CALLES, L. Doña Sancha, pp. 30-31. 30 CDACL, docs. 1021 y 1024. En 1144 ocupará de nuevo el cargo de armíger. Pon18

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las tenencias de Cea31 en 1152, Mayorga y Gatón en 1155,32 las torres de la ciudad de León (115733 y 1161) y León.34 Ocupó la alferecía en 116135 Fernando II, que en 1164 le otorgó la dignidad condal.36 Estuvo al frente de la mayordomía entre julio y octubre de 116737 y continuaría al frente de otras importantes tenencias.38 Cambió de fidelidad en 1169 y sirvió a Alfonso VIII.39 Casó en 1140 con Estefanía Ramírez, hija del conde Ramiro Froilaz, con quien tuvo a Ramiro, María y Sanca Ponce. Promocionó junto a su esposa el establecimiento del Císter en el monasterio de Sandoval, Santa María de Carrizo y Benavides.40 Probablemente murió en 1176 y recibió sepultura en Sandoval. Conde Armengol VII de Urgel. Hijo de Armengol VI de Urgel y Arsenda de Cabrera. Casó con Dulce de Foix. Estaba emparentado con la familia del conde Pedro Ansúrez.41 Ocupó la mayordomía en diversas etapas: la primera entre noviembre de 1167 y marzo de 1173.42 La segunda en el cius de minerua armiger tenens Maioric; Poncius de Minerva, armiger imperatoris. FERNÁNDEZ FLÓREZ, J. A. Colección de Sahagún, docs. 1281 y 1282. 31 BURÓN CASTRO, T. GDF, doc. 67, 1152 junio 23. Posteriormente estará al frente de la tenencia de Cea en diciembre de 1171, FERNÁNDEZ FLÓREZ, J. A. Colección de Sahagún, doc. 1371. 32 Ibíd., doc. 1322. 33 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del Reino de Galicia: Alfonso VII, docs. 4, 5. 34 JULAR PÉREZ-ALFARO, C. Los Adelantados y Merinos Mayores de León, pp. 139-140. Ponce de Minerva ocupó el cargo de tenente de la ciudad de León hasta 1168 aunque en 1164 ocupaba el cargo junto a Fernando Rodríguez. 35 Véase GONZÁLEZ, J. Regesta de Fernando II, 387-368. 36 GIL, J. (ed.), Prefatio de Almaria: Chronica hispana saeculi XII, Turholti, 1990 (Colección Corpus christianorum. Continuatio mediaevalis, n.º 71). 37 Ocupó este cargo entre los meses de julio y octubre de 1167. RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del Reino de Galicia: Fernando II, doc. 83; BURÓN CASTRO, T. GDF, docs. 100-102. 38 En 1164 tenente de Ceón y Riaño, BURÓN CASTRO, T. GDF, doc. 93, 1164 abril 13. En 1165, Castrotierra. FERNÁNDEZ FLÓREZ, J. A. Colección de Sahagún, doc. 1308. Además de Coyanza y Melgar. VIGNAU, V. Cartulario de Eslonza, XCLL. FERNÁNDEZ FLÓREZ, J. A. Colección de Sahagún, doc. 1356. En 1167 tenente de Castroverde, RODRÍGUEZ, M. La Orden Militar de San Marcos de León, doc. 60, y de la ciudad de Zamora, BARTON, S. The aristocracy, p. 287. Tumbo Negro de Zamora, 15 agosto 1167 y 1168. 39 Véase GONZÁLEZ, J. El reino de Castilla en la época de Alfonso VIII, vol. II, docs. 123 y ss. 40 CALDERÓN MEDINA, I. Las fundaciones cistercienses de Estefanía Ramírez: Actas del er III. Simposio Internacional de Jóvenes Medievalistas, Lorca, 2006, pp. 27-41. 41 MARTÍN, J. L. El conde Armengol de Urgel VII en el reino de León. SIMON BARTON, The aristocracy in Twelfth-Century Leon and Castille, p. 233. 42 RAH, col. Salazar y Castro B-10, f. 10v, n.º 18477. RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del Reino de Galicia: Fernando II, doc. 132.

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verano de 117543 y la última entre mayo de 1179 y enero de 1184,44 cuando, al parecer, regresó definitivamente a Urgel. Además estuvo al frente de importantes tenencias asturianas como Asturias de Oviedo (1171)45 y Noreña (1171);46 gallegas: Limia (1170-1173),47 Monterroso y Toroño (1170).48 Asimismo, tuvo importantes tierras leonesas como las torres de León (1170),49 Villafranca del Bierzo (1170);50 Mayorga; zamoranas: Zamora (1170),51 Toro (1168),52 Villalpando, Benavente (1184),53 y salmantinas como Salamanca y Ledesma.54 Estuvo al frente de la importante tenencia estratégica de la Extremadura desde 1167.55 Murió en el ataque a Valencia en 1184. Álvaro Rodríguez de Castro. Hijo de Rodrigo Fernández de Castro, hermano de Fernando Rodríguez de Castro.56 Casado con doña Urraca, bastarda de Alfonso VII. Fue alférez de León en 116957 y mayordomo entre 1173 y 1174.58 Gonzalo Osorio. Hijo del conde Osorio Martínez. Se desconoce el nombre de su esposa, aunque probablemente sean sus hijos Pedro y Fernando González. Señor de Villalobos, localidad a la que concedió el fuero de Zamora en 1173. A partir de la década de los setenta confirma gran parte de los diplomas regios. Ocupó la mayordomía entre 1176 y 1178.59 Tenente de Mayorga y Valderas entre 1175 y 117860 y de Zamora en 1177.61

Ibíd., docs. 143, 144. Ibíd., doc. 168; GONZÁLEZ, J. Regesta de Fernando II, doc. 51. 45 GARCÍA LARRAGUETA, A. CDCO, doc. 184. 46 Ibíd., doc. 184. 47 BURÓN CASTRO, T. GDF, doc. 110. 48 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II (1157-1187), doc. 103. 49 SIL, doc. 122. 50 CDACL, doc. 1560. 51 LERA MAÍLLO, J. C. DE. Catálogo de los documentos medievales de la catedral de Zamora, doc. 89. 52 Ibíd., doc. 86. 53 CDACL, doc. 1645. 54 MARTÍN, J. L. El conde Armengol de Urgel VII en el reino de León, p. 26. 55 GONZÁLEZ, J. Regesta de Fernando II, doc. 15. 56 Véase SALAZAR ACHA, J. El linaje castellano de los Castro en el siglo XII. 57 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 96. 58 GONZÁLEZ, J. Regesta de Fernando II, p. 428; GARCÍA LARRAGUETA, A. CDCO, doc. 186. 59 CDCO, docs. 188-194. 60 MARTÍNEZ SOPENA, P. La Tierra de Campos Occidental, p. 384. 61 LERA MAÍLLO, J. C. DE. Catálogo de los documentos medievales de la catedral de Zamora, doc. 110. 43 44

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Pedro Rodríguez de Castro. Hijo de Rodrigo Fernández de Castro y hermano de don Álvaro y don Fernando Rodríguez de Castro. A pesar de su origen castellano, estuvo al frente de la mayordomía de León en 118462 y las tenencias de Tineo, Pravia y Limia.63 Rodrigo López de Haro. Hijo de don Lope Díaz de Haro, señor de Vizcaya y su esposa la condesa Aldonza Rodríguez.64 Llegó a León cuando su hermana doña Urraca comenzó una relación amorosa con Fernando II. Su cuñado le otorgó la mayordomía entre septiembre de 1184 y agosto de 1185.65 En 1181 había sido tenente de León.66 Posiblemente falleció en 1186. Pedro Manrique de Lara.67 Hijo de Manrique Pérez de Lara y de Ermesenda de Carbona. Casó en primeras nupcias con la infanta Sancha de Navarra, posteriormente con doña Margarita y, en tercer lugar, con doña Mafalda. Fue tutor de Alfonso VIII tras la muerte de Sancho III. Tras ciertas desavenencias con el rey de Castilla se trasladó por un breve espacio de tiempo a León, donde Alfonso IX le entregó las tenencias de León, Asturias de Oviedo, Salamanca, Ciudad Rodrigo, Toro, Babia, Luna,68 y las torres de León,69 y la mayordomía en febrero de 1185.70 Falleció el 1 de enero de 1202 y fue sepultado en el monasterio de la Huerta.71 Vermudo Álvarez. Hijo de don Álvaro Rodríguez de Sarria y la infanta doña Sancha Fernández de Traba, hija de Fernando Pérez de Traba y Teresa de Portugal.72 Fue mayordomo de León en 1186 y 1187,73 y tenente de Sarria y Montenegro en 1181 y de Limia y Lemos desde 1185 hasta 1187.74 En 1178 confirmaba como Vermudus Alvari, sine terra.75

62 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 214. 63 Véase SALAZAR ACHA, J. El linaje castellano de los Castro en el siglo XII; La Casa del Rey de Castilla y León en la Edad Media, p. 363. 64 Véase CANAL SÁNCHEZ PAGÍN, J. M.ª «La casa de Haro en León y Castilla durante el siglo XII», p. 21, y «La Casa de Haro en León y Castilla de 1150 a 1250». 65 CDACL, doc. 1654. 66 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 188. 67 SÁNCHEZ MORA, A. Los Lara, pp. 123-130. 68 BARTON, S. The aristocracy, pp. 273-274 y 282-283. 69 CDACL, doc. 1646. 70 GONZÁLEZ, J. Regesta de Fernando II, p. 499. 71 SÁNCHEZ MORA, A. Los Lara, p. 129. 72 LÓPEZ SAN GIL, J. L. La nobleza altomedieval gallega. La familia Froilaz-Traba, pp. 137 y 141. 73 CDACL, docs. 1660-1675. 74 CDACL, doc. 1660. 75 MARTINEZ, M. Cartulario de Carracedo, doc. 70.

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Munio Fernández. Salazar Acha lo identifica como hijo de Fernando Odoáriz y Teresa Muñoz.76 Estuvo al frente de la mayordomía leonesa entre abril y mayo de 1188.77 Pedro Vela.78 Hijo de Vela Gutiérrez y Sancha Ponde de Cabrera. Sería arcediano de Compostela a partir de 1184 además de canciller de Fernando II y Alfonso IX.79 Ocupó la mayordomía en 1188.80 Pedro García de Lerma. Hijo de García García de Aza y Sancha Pérez de Traba. Casó con Sancha Ponce (de Minerva), de la que tuvo al Gonzalo Pérez, abad del monasterio de Husillos.81 Fue tenente de Extremadura en 1186.82 Parece que llegó a León para acompañar a la reina Berenguela,83 pues confirma como regis maiordomus et custos regis sponsae.84 En julio de 1188 confirmaba como Tenens maiordomatum regis.85 Fernando Ponce de Cabrera, el menor. Hijo de Ponce de Cabrera y de María Pérez de Traba.86 Casó con Estefanía López de Haro. Su primer paso en la política será la obtención de la alferecía en 1185 y 1186.87 Fue tenente de Asturias del Tineo en 1194,88 del Bierzo y Villamor en 1197,89 de Mayorga (1197),90 de Extremadura en 118891 y (1198),92 Mansilla y Zamora (1197).93 Probablemente murió en 1202 y fue enterrado en el monasterio de Nogales.

SALAZAR ACHA, J. «Los descendientes del conde Ero Fernández», p. 82. AYALA DE MARTÍNEZ, C. Libro de privilegios de la Orden de San Juan de Jerusalén en Castilla y León (siglos XII-XV), Madrid, 1995, doc. 161. 78 FERNÁNDEZ-XESTA, E. Un magnate catalán, p. 69. 79 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, docs. 213-214. 80 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. 2, docs. 8 y 10. 81 PÉREZ RODRÍGUEZ, F. J. Os documentos do Tombo de Toxos outos, Santiago de Compostela, 2004, doc. 26. 82 CDACL, doc. 1668. 83 Probablemente se trate de la infanta doña Urraca, hija de Alfonso VIII de Castilla con la que se había prometido en la curia de Carrión, aunque, al parecer, ese matrimonio no llegó a materializarse. 84 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, doc. 14. 85 Ibíd., doc. 13. 86 FERNÁNDEZ-XESTA, E. Un magnate catalán, p. 69. 87 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 225, y CDACL, docs. 1653, 1654, 1655. 88 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, doc. 89. 89 MARTÍNEZ, M. Cartulario de Carracedo, doc. 143. 90 CDACL, doc. 1731. 91 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, doc. 5. 92 CDACL, doc. 1740. 93 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, pp. 153-155. 76 77

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Pedro Fernández de Castro. Hijo de Fernando Rodríguez de Castro y la infanta doña Elvira, hija natural de Alfonso VII. Al parecer casó en primeras nupcias con Jimena Gómez, hija de Gómez González de Manzanedo. Ocupó la mayordomía leonesa en varias etapas: la primera de ellas en septiembre de 1190,94 después desde 30 de abril hasta el 31 de agosto de 1191,95 coincidiendo con el tratado de Huesca. La tercera, desde 25 de febrero hasta el 15 de marzo de 1194,96 justo antes los tratados de Tordehumos y de las arras, y, posteriormente, regresa al cargo en agosto de 1195,97 hasta el 13 de julio de 1197, en que detentaba al mismo tiempo las tenencias de Asturias, Lemos, Limia, el Bierzo, Gordón y Alba de Aliste.98 Entre septiembre y diciembre de 1204 regresó a la mayordomía y ocupó las tenencias estratégicas de Extremadura y Transierra.99 Además durante su carrera política leonesa estuvo al frente de numerosas tenencias, como Coria y Gozón (1194),100 Asturias (1191),101 León (1191-1194 y 1213),102 las torres de León (1194),103 Extremadura y Transierra (1191, 1192-1194, 1204).104 A partir de 1203 se trasladó al condado de Urgel, donde trazó importantes alianzas para poder controlar el condado tras la muerte del conde Armengol VIII de Urgel. Al parecer también pasó importantes temporadas sirviendo a algunos reyes almohades, como Almoradín, a quien acompañaba en batalla de Alarcos. Juan Fernández de Limia. Hijo de Fernando Arias105 y de Teresa Vermúdez de Traba.106 Probablemente había estado en contacto con Alfonso IX cuando se educó en la casa de su tío Juan Arias. Según el libro de linajes del conde Pedro casó en primeras nupcias con Berenguela Alfonso, hija de Alfonso Enríquez, y posteriormente con Maria Pais de Ribeira.107 Fue el primer alférez de Alfonso IX. Ocupó el oficio en varias etapas: la prime-

094 095 096 097 098 099 100 101 102 103 104 105 106

Ibíd., doc. 42. Ibíd., doc. 43; GDF, doc. 214. Ibíd., docs. 76-77. GDF, doc. 232. CDACL, doc. 1731. GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, docs. 185, 186-193. MARTÍNEZ, M. Cartulario de Carracedo, doc. 126. GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, doc. 45. Ibíd., doc. 286. CDACL, docs. 1706-1707. JULAR LÓPEZ-ALFARO, C. Adelantados y Merinos mayores de León, p. 130. GARCÍA ÁLVAREZ, R. «Los Arias de Galicia». LÓPEZ SAN GIL, J. L. La nobleza altomedieval gallega. La familia Froilaz-Traba,

p. 71. 107

LL13A3-4, 16I5, 21A10, 22E12, 36BN10. 40A5.

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ra entre la primavera de 1188 y junio de 1191.108 Posteriormente en febrero de 1219 hasta marzo de 1220.109 Tras su primera incursión en la alferecía, fue nombrado mayordomo en marzo de 1192 y permaneció en el cargo hasta octubre de 1193.110 Regresó al oficio entre abril y octubre de 1194,111 y en una tercera etapa entre febrero y agosto de 1204.112 Además de los cargos palatinos, estuvo al frente de importantes tenencias como las gallegas Limia,113 Monterroso y Trastámara,114 Toroño, Mimalda, Rueda y Allariz;115 Montenegro116 además de Salamanca.117 Conde Gómez González de Traba. Hijo de Gonzalo Fernández de Traba y Berenguela Rodríguez. Casó con Elvira Pérez y en segundas nupcias con Miracle de Urgel, hija de Armengol de Urgel.118 Fue nombrado mayordomo por Alfonso IX en diciembre de 1193,119 aunque había sido un hombre importante en la corte de Fernando II. En 1168 confirmaba como princeps Gumet Gundisalvi in Trastamara.120 Además fue tenente del Bierzo, Extremadura, Salamanca, Ulver, y las tenencias gallegas de Limia, Lemos, Montenegro, Monterroso, Sarria, San Pelayo de Lodo, Toroño, Trastámara, Traba y Tuy.121 Fernando García de Villamayor. Hijo de García Fernández de Villamayor, mayordomo de la reina Berenguela.122 Estuvo al frente de la mayordomía leonesa en varias ocasiones: la primera de ellas entre diciembre de 1194 y agosto de 1195;123 después entre octubre de 1197 y 1203,124 cuando la castellana doña Berenguela era la reina de León y al parecer don Fernando estaba integrado en su séquito. Probablemente falleció en 1213. GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, docs. 6-47. Ibíd., docs. 369-397. 110 Ibíd., docs. 50-73. 111 Ibíd., docs. 86-87. 112 Ibíd., docs. 182-185. 113 Ibíd., doc. 23 (1193); CDACL, doc. 1848 (1215). 114 Ibíd., doc. 297. 115 Ibíd., doc. 318. 116 Ibíd., doc. 182. 117 Ibíd., docs. 382-383 (1219). 118 LÓPEZ SAN GIL, J. L. La nobleza altomedieval gallega. La familia Froilaz-Traba, pp. 159-169. 119 AYALA DE MARTÍNEZ, C. Libro de privilegios de la Orden de San Juan, doc. 179. 120 LOSCERTALES DE GARCÍA DE VALDEAVELLANO, P. Tumbo del monasterio de Sobrado de los monjes II, 415. 121 BARTON, S. The aristocracy in Twelfth-Century, p. 254. 122 SERRANO, L. «El mayordomo mayor de doña Berenguela», en Boletín de la Real Academia de la Historia, vol. CIV, doc. 1934, pp. 101-198. 123 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, docs. 90-95. 124 Ibíd., doc. 105, y CASADO LOBATO, C. Colección de Carrizo, doc. 79. 108 109

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Pelayo Muñoz Varela. Fue alférez en 1197,125 y solo unos meses después, en abril del mismo año recibió la mayordomía.126 Fue tenente de Aguilar Petriayo en 1197.127 Gonzalo Rodríguez. Mayordomo entre marzo y diciembre de 1203.128 Lorenzo Soares. Salazar Acha lo identifica como Lorenzo Soares de Ribadouro; sin embargo, pensamos que pudiera tratarse de Lorenzo Soares de Valadares, que estaba casado con doña Urraca Sanches, hija de Sancho I y María Aires de Fornelos. Ocupó la alferecía durante dos etapas, la primera entre los años 1195 y 1196.129 La segunda, durante el año 1204.130 En enero de 1205 fue nombrado mayordomo y lo ocuparía hasta el mes de diciembre,131 y posteriormente recuperaría la mayordomía entre los meses de febrero y abril de 1219.132 Rodrigo Ordóñez. Fue merino de León entre 1195 y 1204133 y alcanzó la mayordomía en 1211, entre los meses de marzo y mayo.134 Álvaro Gutiérrez de Castro. Hijo de Gutierre Rodríguez de Castro. Fue mayordomo del rey de Aragón en 1208135 y ocupó la mayordomía leonesa desde noviembre de 1211 hasta enero de 1213.136 Pedro Gutiérrez de Castro. Hermano del anterior mayordomo de León, era hijo de Gutierre Rodríguez de Castro. Ocupó la mayordomía aragonesa en 1207 y cuando se traslada a León, Alfonso IX le nombrará su mayordomo en 1213.137 Pedro, maestre de la Orden del Templo. Se desconoce su filiación. Fue mayordomo de León en agosto de 1214.138 Conde Álvaro Núñez de Lara. Hijo del conde Nuño Pérez de Lara y Teresa Fernández de Traba, casada en segundas nupcias con Fernando II

GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, doc. 102. Ibíd., doc. 106. 127 Ibíd., doc. 104. 128 Ibíd., doc. 173, y CASADO LOBATO, C. Colección de Carrizo, doc. 71. 129 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. II, docs. 94, 95, 97, 98, 99. 130 Ibíd., docs. 182-189, 190, 193. 131 Ibíd., docs. 195, 196, 198, 199. 132 Ibíd., docs. 371-372. 133 DOMÍNGUEZ SÁNCHEZ, S. Colección documental del Monasterio de Santa María de Carvajal (1093-1461), León, 2000 (Colección Fuentes y Estudios de historia leonesa, n.º 87), doc. 75. 134 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. II, docs. 258, 275. 135 SALAZAR ACHA, J. «El linaje castellano de los Castro en el siglo XII». 136 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. II, docs. 280-286. 137 Ibíd., docs. 289-298. 138 AYALA DE MARTÍNEZ, C. Libro de privilegios de la Orden de San Juan, doc. 212. 125 126

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de León. Casó con Urraca López de Haro.139 A pesar de que su origen era castellano y de la carrera política que había desarrollado en el reino vecino, las fuertes vinculaciones familiares a Galicia y el parentesco con el monarca leonés le acercaron a la curia leonesa. Logró la tutoría de Enrique I de Castilla; su rivalidad con doña Berenguela le llevó a León tras la muerte de don Enrique. Allí se alió con don Alfonso IX, que le nombró su mayordomo entre mayo de 1217 y julio de 1218.140 Conde Fernando Fernández de Cabrera.141 Hijo de Fernando Ponce de Cabrera, el mayor.142 Fue mayordomo de León en febrero de 1219 y agosto de 1222; además ocupó las tenencias de Benavente, Sanabria y Cabrera.143 Alvar Pérez de Castro. Hijo del conde Pedro Fernández de Castro y Jimena Gómez. Casó con Aurembiaix de Urgel,144 de la que no tuvo descendencia y, en, segundas nupcias, con Mencía López de Haro. Su primera incursión en la corte fue como alférez en 1221 y 1222.145 Pronto Alfonso IX le otorgó la mayordomía en 1223, además de las tenencias de León, Asturias, Extremadura y Transierra.146 Probablemente falleció en torno a 1240. Pedro Sanches, Infante de Portugal. Hijo de Sancho I de Portugal y Dulce de Aragón, nacido en la primavera de 1187.147 Casó con Aurembiaix de Urgel en 1229, de la que heredó el condado de Urgel, que en 1231 cambió a Jaime I de Aragón por los derechos de conquista de Mallorca.148 Tras la muerte de su padre y la llegada al trono portugués de su hermano, Alfonso II, salió de su reino y buscó el apoyo de su cuñado Alfonso IX de León. Pero pronto se instaló en Marruecos y tras la muerte de su hermano, el rey de Portugal, regresó a León en 1223. Se convirtió en uno de los hombres más poderosos de la corte de Alfonso IX. Fue nombrado mayordomo en septiembre de 1223149 y, solo dos meses después, tenente de León,

Sobre don Álvaro, véase SÁNCHEZ MORA, A. Los Lara, pp. 96-110. GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. II, docs. 347-365. 141 Resulta complicado distinguir a Fernando Fernández de Cabrera de Fernando Fernandes de Bragança, con quien convivió en la corte leonesa durante largo tiempo. En el capítulo 3 hemos analizado la trayectoria del señor de Bragança. 142 Véase FERNÁNDEZ-XESTA, E. Un magnate catalán, p. 72. 143 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, doc. 403. 144 Véase DOMINGO, D. A la recerca d’Aurembiaix d’Urgell, p. 72. 145 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, docs. 406-415. 146 Ibíd., doc. 429. 147 Véase BRANCO, M.ª J. Don Sancho I. O filho do fundador, p. 108. 148 Véase DOMINGO, D. A la recerca d’Aurembiaix d’Urgell. 149 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. II, doc. 435. 139 140

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las Asturias, Extremadura y Transierra.150 En 1224 Toro y Zamora.151 Concentró todo este poder en sus manos hasta 1230.152

B) Los alféreces del Reino de León, 1157-1230 Menendo de Bragança.153 No se ha podido determinar con exactitud su filiación aunque probablemente se trate del hijo segundogénito de Fernando Menendes de Bragança. Comenzó su carrera política en Portugal donde ocupó la alferecía en 1146-1147154 y 1148.155 A partir de 1156 es nombrado alférez del infante don Fernando156 y continuará en el cargo ininterrumpidamente hasta marzo de 1159.157 Solo unos meses después volvería a ocupar la alferecía, aunque muy brevemente.158 Permaneció en el entorno regio leonés hasta 1161.159 Fernando González de Traba. Hijo de Gonzalo Fernández de Traba y la condesa Berenguela Rodríguez.160 Ocupó la alferecía en dos periodos: entre abril y septiembre de 1159.161 Posteriormente entre diciembre de ese mismo año y julio de 1160162 y en mayo de 1161.163 Además fue tenente de Aranga, Monterroso en 1160 y Traba en 1161.164 Obtuvo la dignidad condal en 1161.165 En 1165 se intitula comes Fernandus Gunzalui de GalleIbíd., doc. 436. Ibíd., doc. 443. 152 Ibíd., doc. 632. 153 Sobre Menendo de Bragança véase el capítulo 3. 154 Documentos medievais portugueses. Documentos régios. I Documentos dos condes portucalenses e de D. Alfonso Henriques. A:D 1095-1185, Lisboa, 1962; DR, docs. 214-220. 155 DR, doc. 255. 156 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos Medievales del Reino de Galicia de Alfonso VII, docs. 176-177. 157 SIL, doc. 65. 158 CAVERO DOMÍNGUEZ, G. Colección catedral de Astorga, doc. 778. 159 ROMANÍ MARTÍNEZ, M. et ál., Colección diplomática del monasterio cisterciense de Santa María de Oseira, Ourense, 2 (1025-1310), Santiago de Compostela, 1989, doc. 38. 160 LÓPEZ SAN GIL, J. L. La nobleza altomedieval gallega. La familia Froilaz-Traba, pp. 157-158. 161 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos Medievales del Reino de Galicia de Fernando II, doc. 16. 162 Ibíd., doc. 35. 163 Ibíd., doc. 32. 164 LOSCERTALES DE GARCÍA DE VALDEAVELLANO, P. Tumbo del monasterio de Sobrado de los monjes II, docs. 55, 77. 165 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos Medievales del Reino de Galicia de Fernando II, doc. 35. 150 151

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cia.166 Probablemente falleció en 1165, pues entonces desaparece de la documentación. Fernando Ponce de Cabrera, el Mayor. Hijo de Ponce de Cabrera y de su primera esposa, doña Sancha. Fue alumpno de la infanta doña Sancha, lo que le aseguró su inserción en la corte. Casó con Guiomar Rodríguez, de quien nació Fernando Fernández de Cabrera, que será una figura destacada en el reinado de Alfonso IX. Su primera incursión en la curia fue el nombramiento como signifer entre febrero y abril de 1161167 y posteriormente entre mayo de 1161 y agosto de 1163.168 Tras la muerte de su padre se convirtió en el cabeza de la familia y ocupó las tenencias vinculadas a ella como Sanabria, Zamora, Benavente.169 Sus diplomas privados se encuentran en las colecciones diplomáticas de los monasterios de Moreruela y San Esteban de Nogales, en los que los miembros de su familia promovieron la introducción del Císter. Probablemente falleció en 1180. Ramiro Ponce. Hijo de Ponce de Minerva y su esposa Estefanía Ramírez, hija del conde Ramiro Froilaz. Ocupó la alferecía en varias etapas: la primera de ellas desde septiembre de 1163 hasta julio de 1165,170 la segunda etapa entre agosto de 1166171 —en diciembre de ese mismo año confirma como domno Ramiro regis gestante uexillum172— y marzo de 1168.173 La última ocasión en la que es nombrado signifer fue en febrero de 1170.174 En 1180, se intitula comes en la donación que hace al monasterio de Sandoval del lugar de Villamoros, que Alfonso VII había entregado a su padre.175 Tal vez falleció poco después, pues no se le registra en la documentación conservada. Suero Menéndez. Salazar Acha lo ha identificado como Suero Menéndez, hijo de Menendo Rodríguez de Touges y Flámula Gómez; no obstante, consideramos que se trata de Suero Menéndez Varela, pues así confirma un diploma de Fernando II en abril de 1165, cuando aún no ocupaba

Ibíd., doc. 75. RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos Medievales del Reino de Galicia de Fernando II, docs. 30, 31. 168 Ibíd., doc. 35, y CDACL, doc. 1526. 169 FERNÁNDEZ-XESTA, E. Un magnate catalán, pp. 71-73. 170 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos Medievales del Reino de Galicia de Fernando II, docs. 49-74. 171 AYALA MARTÍNEZ, C. DE. Libro de privilegios de la Orden de San Juan, doc. 79. 172 CDACL, doc. 1538 (31 diciembre 1166). 173 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos Medievales del Reino de Galicia de Fernando II, doc. 89; CDACL, docs. 1528, 1529, 1530, 1539, 1540, 1555. 174 CDACL, doc. 1555 (22 febrero 1170). 175 HERRERO JIMÉNEZ, M. Colección de Sandoval, doc. 12. 166 167

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ningún cargo palatino.176 Ocupó la alferecía entre octubre de 1165 y marzo de 1166.177 García Ramírez. Hijo del conde Ramiro Froilaz y su segunda esposa, doña Sancha. Heredó parte de las propiedades que su madre tenía en la ciudad de León. Murió en torno a 1178178 y fue sepultado junto a varios de sus parientes en San Isidoro de León. Asimismo, donó parte de sus propiedades a los monasterios cistercienses vinculados con su familia: Santa María de Carrizo y Villaverde de Sandoval.179 Estuvo al frente de la alferecía en dos ocasiones: la primera desde julio de 1168 hasta diciembre de ese mismo año,180 y la segunda, y lo mantuvo en el oficio, hasta 1170.181 Álvaro Rodríguez de Castro.182 Hijo del conde Pedro Fernández de Castro, fue alférez en marzo de 1169183 y ocupó la alferecía en 1173 y 1174. Pero Pais de Maia.184 Hijo de Paio Soares de Maia y Chamôa Gómez, hija de Elvira Pérez de Traba y el conde Gómez Núñez. Estaba casado con Elvira Viegas de Riba Douro. En 1147 sustituyó a su padre en la alferecía portuguesa, cargo que ocuparía hasta 1169. Llegó a León tras el desastre de Badajoz y ocupó la alferecía en febrero y marzo de 1171, posteriormente en 1172,185 y por última vez en julio de 1182.186 Además, fue tenente de Toroño (1182),187 y tenens in Tenzam (1180).188 Al parecer regresó a Portugal en 1185 y al año siguiente ocupó la alferecía lusitana Petrus Pelagii primus signifer regis.189 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos Medievales del Reino de Galicia de Fernando II, doc. 64. 177 CDACL, doc. 1535; RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos Medievales del Reino de Galicia de Fernando II, doc. 77. 178 Su testamento se ha conservado en los fondos documentales de San Isidoro de León, SIL, docs. 91, 96. 179 CASADO LOBATO, C. Colección de Carrizo, docs. 33, 37. 180 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos Medievales del Reino de Galicia de Fernando II, doc. 89, y CDACL, doc. 1546. 181 Ibíd., 97-119. 182 Véase su trayectoria en el apéndice de los mayordomos del reino de León. 183 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 96. 184 Véase CALDERÓN MEDINA, I. La nobleza portuguesa al servicio de los reyes de León, 1157-1187. 185 LERA MAÍLLO, J. C. DE. Catálogo de los documentos medievales de la catedral de Zamora, doc. 91, y CCO, doc. 185. 186 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 201. 187 Ibíd., doc. 201. 188 Ibíd., docs. 180, 183. 189 AZEVEDO, R. DE, COSTA, A. DA y PEREIRA, M. Documentos de D. Sancho I (11741211), Coimbra, 1979. docs. 5 y 10. 176

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Gutierre Rodríguez. Desconocemos su ascendencia. Salazar Acha apunta a que pudiera tratarse del hijo de Gutierre Eriz y la hermana de Ponce de Cabrera.190 Ocupó la alferecía leonesa en cuatro ocasiones: la primera entre septiembre y octubre de 1171191 y la segunda entre mayo de 1172 y agosto de 1173192 y la tercera desde octubre de 1173 a julio de 1174.193 Fernando Gutiérrez. Confirma el tratado de Sahagún como sobrino del conde Ponce de Cabrera. Salazar Acha señala que podría tratarse del hijo de Gutiérre Eriz.194 Casó con Marina Gutiérrez. Confirma numerosos diplomas regios desde 1158. Ocupó la alferecía en julio de 1174195 y posteriormente entre junio de 1175 y octubre 1176196 y tras un breve lapso fuera del oficio, regresó en octubre de 1176 hasta abril de 1177.197 El tercer periodo como signifer oscilaría entre septiembre de 1177 y mayo de 1180.198 Su última etapa en la alferecía sería entre julio y agosto de 1180,199 cuando confirmará como regis seruus signifer.200 Tal vez en 1186 fue tenente de Mayorga.201 Juan Arias.202 Hijo de Arias el Calvo. Casado con Urraca Fernández de Traba, hermana de la reina Teresa Fernández de Traba. Su hijo Gonzalo Iohannes será signifer en 1194. En 1178 se convirtió en cuñado de Fernando II. Fue ayo de Alfonso IX. Fue uno de los hombres fieles a Fernando II desde el comienzo de su reinado, confirma al menos sesenta y tres diplomas regios emitidos desde 1157 hasta 1187. Ocupó las tenencias de Castuelo de Veiga (1167)203 junto a su hermano Fernando y otras como Ri-

SALAZAR ACHA, J. La Casa del Rey de Castilla y León, p. 420. CDACL, doc. 1568, y RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reide Galicia: Fernando II, doc. 125. 192 Ibíd., docs. 127-133. 193 Ibíd., docs. 125,140. 194 SALAZAR ACHA, J. La Casa del Rey de Castilla y León, p. 420. 195 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: FernanII, doc. 139. 196 Ibíd., docs. 142, 153. 197 Ibíd., doc. 153, y CDACL, doc. 1603. 198 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: FernanII, doc. 156; DOMÍNGUEZ SÁNCHEZ, S. Monasterio de la Vega, doc. 78. 199 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: FernanII, docs. 180/184. 200 Ibíd., doc. 183. 201 CDACL, doc. 1664. 202 Véase GARCÍA ÁLVAREZ, R. «Los Arias de Galicia». 203 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: FernanII, doc. 84. 190 191

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badavia y Toroño (1176)204 y de las torres de León (1176-1177).205 Murió con anterioridad a 1191.206 Estuvo al frente de la alferecía en agosto de 1173207 y en agosto de 1174.208 Fernando Vasco. Desconocemos su ascendencia. Ocupó la alferecía en octubre de 1176.209 Gonzalo Rodríguez de Azagra. Hijo del navarro Rodrigo Pérez de Azagra y doña Toda. Froila Ramírez. Hijo del conde Ramiro Froilaz y de su primera esposa, doña Inés. Casó en primeras nupcias con Urraca González, hija de Gonzalo Fernández de Traba, de quien nacería Teresa Froilaz, y posteriormente con Sancha Fernández. Sustituyó a su padre en la dirección de la parentela.210 Fue alférez en varias ocasiones: la primera en abril de 1181211 y la segunda entre julio de 1182 y febrero de 1184.212 Estuvo al frente de las tenencias vinculadas tradicionalmente a su familia, como Bierzo,213 durante gran parte de su vida, Astorga y Laguna de Negrillo,214 Valcárcel,215 Villafranca del Bierzo,216 Ulver (1190),217 Castrotierra (1168).218 Además, fue nombrado tenente de importantes territorios gallegos como Sarria, Montenegro y Lemos (1188)219 y asturianas como Asturias220 y Tineo, Babia (1189).221 Recibió la dignidad condal en 1189.222 Fue gran propietario, tenía propie-

Ibíd., doc. 152. CDACL, docs. 1591, 1605. 206 FLORIANO LLORENTE, P. Colección diplomática del monasterio de San Vicente de Oviedo, doc. 42. 207 DOMÍNGUEZ SÁNCHEZ, S. Monasterio de la Vega, doc. 79. 208 Ibíd., doc. 71. 209 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 152. 210 Véase MARTÍNEZ SOPENA, P. La Tierra de Campos Occidental, pp. 387-388; BARTON, S. The aristocracy, pp. 247-248. 211 RAH, Salazar y Castro, O-22 fol. 187. 212 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, docs. 196-211. 213 Ibíd., doc. 230. 214 CAVERO DOMÍNGUEZ, G. Colección catedral de Astorga, doc. 816. 215 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, docs. 34-37, 50. 216 MARTÍNEZ, M. Cartulario de Carracedo, doc. 117. 217 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, doc. 64. 218 SIL, doc. 65. 219 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, doc. 18. 220 MARTÍNEZ, M. Cartulario de Carracedo, doc. 98. 221 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, doc. 23. 222 CDACL, doc. 1681. 204 205

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dades en la ciudad de León, tierra de Campos y el Bierzo.223 Tuvo especial vinculación con los monasterios patrocinados por los miembros de su familia como Sandoval, Carrizo y con Carracedo, donde decidió ser sepultado.224 Rodrigo Fernández. Jaime Salazar Acha lo identifica como Rodrigo Fernández Braolo. Ricohombre de León y tenente de Asturias, Coyanza y Toroño.225 Ponce Vela. Hijo de Vela Gutiérrez y Sancha Ponce de Cabrera. Ocupó la alferecía entre mayo y octubre de 1185226 y, posteriormente, entre marzo y octubre de 1186.227 Estuvo al frente de numerosas e importantes tenencias como Asturias de Tineo (1194),228 Gozón y Cabezón,229 Mansilla.230 Ponce Vela continuará siendo un personaje importante en la corte de Alfonso IX, que le entregará las tenencias de Zamora (1197),231 Extremadura (1198),232 el Bierzo y Villafáfila.233 En 1197 fue tenente del Bierzo y Villamor,234 Mayorga.235 García López de Haro. Hijo de Lope Díaz de Haro, señor de Vizcaya y su esposa doña Aldonza González de Traba. Llegó a León cuando su hermana, Urraca López, comenzó una relación amorosa con Fernando II. A partir de entonces, lograría alcanzar importantes tenencias como Mayorga (1187)236 y la alferecía. Fue nombrado signifer en tres ocasiones: la primera en enero de 1186,237 la segunda entre diciembre de 1186 y septiembre de 1187.238 Tras solventar el conflicto con Alfonso IX, el nuevo monarca le concedió la alferecía, entre octubre de 1192 y marzo de 1193,239 e im-

CDACL, docs. 1581, 1681, 1751. MARTÍNEZ, M. Cartulario de Carracedo, docs. 169, 209. 225 SALAZAR ACHA, J. «Los descendientes del conde Ero Fernández», p. 81, y La Casa del Rey de Castilla y León, p. 422. 226 CDACL, docs. 1653-1655, y MARTÍN, J. L. Documentos de Salamanca, doc. 92. 227 CDACL, doc. 1664. 228 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, doc. 89. 229 CCO, docs. 210, 212, 214, 216, 219. 230 VIGNAU, V. Cartulario del monasterio de Eslonza, doc. 108. 231 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, doc. 102. 232 CDACL, doc. 1740. 233 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, doc. 120. 234 MARTÍNEZ, M. Cartulario de Carracedo, doc. 143. 235 CDACL, doc. 1731. 236 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 236. 237 CDACL, doc. 1660. 238 CDACL, docs. 1668/1675. 239 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, docs. 52-57. 223 224

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portantes tenencias como Extremadura240 y Asturias241 en 1190 y Castrotoraf en 1192.242 Juan Fernández de Limia.243 Ocupó la alferecía en varias etapas: la primera entre la primavera de 1188 y junio de 1191,244 y la segunda entre febrero de 1219 hasta marzo de 1220.245 Fernando Gutiérrez de Castro.246 Hijo de Gutierre Rodríguez de Castro y de Elvira Osorio, era hermano de don Álvaro y don Pedro Gutiérrez de Castro, que ocuparon la mayordomía leonesa en 1211 y 1213. Casó con Emilia Iñiguez de Mendoza. Estuvo al frente de la alferecía entre octubre de 1192 y marzo de 1193247 y posteriormente entre agosto y octubre de 1221.248 Gonzalo Iohannes. Hijo de Juan Arias y Urraca Fernández de Traba, ayos de Alfonso IX. Don Gonzalo aparece por primera vez en la documentación como tenente de las torres de León en 1189.249 Será nombrado signifer en junio 1194, al tiempo que ocupaba la tenencia de Castrum250 y Valentia de don Juan,251 y permanecería en el oficio hasta diciembre de ese mismo año.252 Asimismo, fue tenente de Limia y Lemos en 1190253 y 1197,254 Monterroso (1202).255 Lorenzo Soares.256 Ocupó la alferecía durante dos etapas, la primera entre los años 1195 y 1196.257 La segunda, durante el año 1204.258 Pelayo Muñoz Varela.259 Fue alférez en 1197.260

240 241 242 243 244 245 246 247 248 249 250 251 252 253 254 255 256 257 258 259 260

CDACL, doc. 1690. GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, doc. 36. Ibíd., doc. 51. Véase su trayectoria en el apéndice de los mayordomos del reino de León. GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, docs. 6-47. Ibíd., docs. 369-397. Véase SALAZAR ACHA, J. «El linaje castellano de los Castro en el siglo XII». GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, docs. 58/65. Ibíd., docs. 409/414. GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, doc. 21. Ibíd., doc. 74. Ibíd., doc. 82. Ibíd., doc. 90. Ibíd., doc. 34 Cartulario de Carracedo, doc. 143. Ibíd., doc. 168. Véase su trayectoria en el apéndice de los mayordomos del reino de León. GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. II, docs. 94, 95, 97, 98, 99. Ibíd., docs. 182-189, 190, 193. Véase su trayectoria en el apéndice de los mayordomos del reino de León. GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, doc. 102.

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Fernando Peláez Varela. Hijo de Pelayo Muñoz Varela, sucedió a su padre en la alferecía leonesa en enero de 1197 y se mantuvo en el cargo hasta el mes de julio del mismo año.261 Munio Rodríguez. Desconocemos la ascendencia de este individuo que ocupó la alferecía leonesa entre diciembre de 1197 y diciembre de 1203.262 En 1214 fue tenente de Arbolio.263 Gonzalo Gómez. Puede tratarse del hijo de Gómez González de Traba, pero no estamos en condiciones de afirmarlo.264 Ocupó la alferecía entre enero de 1205 y marzo de 1206.265 Arias Pérez. Hijo de Pedro Arias de Limia e Ilduara Fernández, hija de Fernando Odoáriz. Fue signifer de León entre mayo y julio de 1206.266 Rodrigo González. Probablemente se trata de Rodrigo González de Traba, hijo del conde Gonzalo Fernández de Traba.267 Alcanzó la dignidad condal en la década de los noventa. Estuvo al frente de la alferecía leonesa entre enero de 1208 y abril de 1209,268 al tiempo que ocupaba las tenencias de Trastámara, Sarria y Montenegro.269 Era el señor de Trastámara desde 1192; Sarria y Montenegro las tendrá en 1206 y 1212.270 Rodrigo Pérez de Villalobos. Hijo de Pedro Arias y Constanza Osorio, casó con Teresa Froilaz, hija del conde Froila Ramírez. Al final de sus días fue canónigo en San Isidoro de León, donde probablemente fue enterrado junto a su esposa. Falleció con posterioridad a 1214. Fue un gran propietario en la Tierra de Campos271 y uno de los grandes magnates del reinado de Alfonso IX de León, quien le entregó la alferecía por primera vez en diciembre de 1208,272 y, con posterioridad, entre octubre de 1210 y

Ibíd., docs. 103/105. GDF, doc. 297; CASADO LOBATO, Colección de Carrizo, doc. 7. 263 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, doc. 300. 264 López San Gil no incluye a Gonzalo Gómez en la nómina de los hijos de don Gómez González. 265 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, docs. 197/205. 266 Ibíd., docs. 208-211. 267 Véase LÓPEZ SAN GIL, J. L. La nobleza altomedieval gallega. La familia FroilazTraba, pp. 169-170. 268 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, docs. 220/247. 269 Ibíd., doc. 247. 270 Ibíd., docs. 182, 282. 271 MARTÍNEZ SOPENA, P. La Tierra de Campos Occidental. Donó numerosos bienes, heredados de su familia materna, al monasterio de Carvajal, DOMÍNGUEZ SÁNCHEZ, S. Colección documental del Monasterio de Santa María de Carvajal, docs. 87, 93, y a la catedral de León, CDACL, doc. 1838. 272 DOMÍNGUEZ SÁNCHEZ, S. Colección documental del Monasterio de Santa María de Carvajal, doc. 93. 261 262

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CUM MAGNATIBUS REGNI MEI

mayo de 1211.273 Además de la alferecía logró acumular un gran poder territorial, ya que el monarca le otorgó las principales tenencias estratégicas del reino como Extremadura (1196, 1197, 1199,274 1201)275 y la Transierra (12031204);276 además del Bierzo entre 1199 y 1206,277 Zamora (1198-1202),278 Asturias (1206),279 Mayorga,280 Toro (1189-1193),281 Asturias (1206),282 Rueda, Villafáfila y León en 1209.283 Fernando Fernandes de Bragança.284 Hijo de Fernando Peres de Bragança y una desconocida mujer asturiana. Tal vez por problemas internos con los miembros de su parentela, se refugió en León, donde se le documenta sin género de dudas a partir de 1193, cuando ocupa la tenencia de la Extremadura,285 además de la Transierra, Zamora y Limia, que ostentará hasta 1194.286 Al parecer regresó a Portugal, pero en 1204 reaparece en la corte leonesa al frente de numerosas tenencias como Villafáfila, Castronuevo y Zamora.287 Entre 1206 y 1211 de nuevo estará al frente de la Extremadura y Transierra.288 En septiembre de 1211 será tenente de Limia289 y en noviembre será nombrado signifer hasta abril de 1212.290 Permanecerá al frente de Limia y Alba de Aliste hasta 1215.291 En la década de los años veinte parece que su labor diplomática favoreció la tregua entre Alfonso IX de León y Sancho II de Portugal.

GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, docs. 268-282. MARTÍNEZ, M. Cartulario de Carracedo, doc. 143; GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, doc. 130. 275 DOMÍNGUEZ SÁNCHEZ, S. Colección documental del Monasterio de Santa María de Carvajal, docs. 75, 81. 276 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, docs. 176, 182. 277 MARTÍNEZ, M. Cartulario de Carracedo, docs. 159, 160, 161, 163, 165, 166, 169, 172, 173, 174, 178, 182, 194, 195, 196, 198. 278 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, doc. 168. 279 CDACL, doc. 1790. 280 Ocupó esta tenencia al menos entre 1188 y 1195, GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, doc. 18. 281 Ibíd., docs. 51-73. 282 Ibíd., doc. 211. 283 Ibíd., doc. 247. 284 Sobre este magnate véase el epígrafe que le hemos dedicado en el capítulo 3, y QUINTANA PRIETO, A. «Un brigantino en Astorga, Fernando Fernandes de Bragança», en Brigantia, n.º 1/2, 1984, pp. 121-157. 285 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, vol. II, doc. 62. 286 Ibíd., docs. 62-90. 287 Ibíd., docs. 190-199. 288 Ibíd., docs. 211-281. 289 Ibíd., doc. 277. 290 Ibíd., docs. 280/282. 291 Ibíd., docs. 292/329. 273 274

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I. APÉNDICE PROSOPOGRÁFICO

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Fernando Álvarez de Noreña. Hijo de Álvaro Díaz de Noreña. Ocupó la alferecía entre noviembre de 1212 y enero de 1213.292 García Gutiérrez. Desconocemos la ascendencia de don García, que fue signifer de León durante unos días de abril de 1213293 y en septiembre del mismo año.294 Infante Sancho Fernández de León. Hijo de Fernando II y Urraca López de Haro, nació en 1186. Casó con Teresa Díaz de Haro y tuvo, al menos, dos hijos: Fernando Sánchez, que lo acompaña en la corte, y Olalla Sánchez, casada con Pedro Fernández de Castro. Tras la entronización de Alfonso IX salió de León junto a su madre y permaneció en Castilla. Regresó a León poco antes de la muerte del infante don Fernando y, tras el óbito del heredero, se convirtió en uno de los principales de la corte. Tal vez don Alfonso pensó en legarle el trono. Le nombró su alférez en varias ocasiones: la primera de ellas en junio de 1213295 y posteriormente entre diciembre de 1213 y julio de 1218.296 Además estuvo al frente de importantes tenencias como Extremadura (1213-1218), León, Zamora (12131218),297 Asturias (1214),298 Sarria y Montenegro (1210),299 Benavente y Astorga (1218).300 Murió en 1220 entre las zarpas de un oso. Gonzalo Núñez de Lara. Hijo del conde Nuño Pérez de Lara y la futura reina de León, Teresa Fernández de Traba.301 Casó con Jimena Meléndez. A pesar de su ascendencia castellana, permaneció durante largo tiempo en León. Fue tenente de Alba de Tormes,302 de Asturias (1196).303 Debido a su ascendencia materna, tenía importantes propiedades en tierras gallegas, donde además obtuvo importantes tenencias vinculadas a los Traba como Monterroso (1204, 1210)304 y Lemos (1210).305

Ibíd., docs. 283/286. Ibíd., docs. 289/290. 294 Ibíd., doc. 297. 295 Ibíd., doc. 292. 296 Ibíd., docs. 300/365. 297 Ibíd., doc. 342. 298 Ibíd., doc. 312. 299 Ibíd., doc. 256 300 Ibíd., docs. 360, 362. 301 SÁNCHEZ MORA, A. Los Lara, pp. 110-117. 302 RECUERO ASTRAY, M. (dir.). Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II, doc. 176. 303 DOMÍNGUEZ SÁNCHEZ, S. Colección de Carvajal, doc. 77. 304 GONZÁLEZ, J. Alfonso IX, docs. 188, 256-277. 305 Ibíd., docs. 256-277. 292 293

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II. APÉNDICE DOCUMENTAL

Doc. 1 Sin data. 1194? Pacto entre Sancho I de Portugal y Alfonso IX de León en que acuerdan el modo de disolver las arras que el rey de León había entregado a la infanta Teresa de Portugal. A. IANTT.—Ordem Cister Mosteiro de Lorvão, mç10, n.º 30. Perg de 491×302 mm, escr carolina. Buena conservación. Carta partida por IN NOMINE DOMINI NOSTRI IHESU XRISTI y letras A-Z, finalmente añade un pequeño trazo vertical. PUB. Rui de Azevedo et álii, Documentos de D. Sancho I (1174-1211), vol. I, Coimbra, 1979, doc. 74. CALDERÓN MEDINA, I. «Las arras de doña Teresa. El tratado entre Alfonso IX de León y Sancho I de Portugal de 1194».

In Dei nomine, amen. Hec est pax et conuenientia quam facimus inter nos, ego S[ancius], rex Portugalis, et A[lfonsus] rex Legionis. Inprimis ego, rex domnus S[ancius] mitto in manu comitis domni P[etri] istos Ve caballarios: P[etrus] Alfo[n]si, Gu[nsaluus] Gunsalui, Gu[nsaluus] Menendi, Iohannes Fernandi,/ M[artinus] Fernandi ut bona fide et sine malo ingenio compleam et atendam omnes istas conueniencias que in ista karta scripte sunt. Et ego, rex Legionis, mitto in manu comitis domni P[etri] alios Ve caballarios: Or[donius] Garciaz, Al[fonsus] Teliz, Ro[dericus] Petri, A[luarus] Didaci/3,1 A[luarus]2 Pel[agii] ut bona fide et sine malo ingenio compleam 1 El desarrollo de la abreviatura es Alvarus y no Alfonsus como proponía Rui de Azevedo en la edición del diploma, puesto que hemos identificado a este individuo como Álvaro Díaz de Noreña. 2 El desarrollo de la abreviatura debe ser Alvarus, porque el individuo referido es Álvaro Peláez, tenente de Astorga.

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CUM MAGNATIBUS REGNI MEI

et atendam omnes istas conueniencias que in ista carta scripte sunt. Et ego, rex S[ancius], do meum castellum de Moreira comiti domno P[etro], qui est meus uasallus, de illo in quo teneat istos decem cabal/larios quousque compleantur iste conueniencie omnes que in ista carta scripte sunt. Et si ego peciero meum castellum antequam iste conueniencie sint complete ego faciam illum guidari usque ad Ciuitatem Roderici cum suis arrafenis et cum suis / uassallis et cum omnibus causis suis bona fide et sine malo ingenio et tunc det mihi meum castellum. Et iste arrafene non debent exire de isto castello nisi ego peciero illud aut mentitus fuero de istis conuenienciis regi Legionis/6 aut ipse mihi. Et nos, ambo reges, concedimus comiti domno P[etro], quod si alter nostrum alteri mentitus fuerit de conuenienciis que in ista carta continentur det totas istas arrafenas ei qui mentitus non fuerit. Et ego, rex domnus S[ancius], debeo dare istud castellum/ bastidum de pane et de uino et de aqua et de ceuada bona fide et sine malo ingenio. Et comes P[etrus] debet exire de isto castello beneplacito regis Portugali pro complemento istarum conuenienciarum bona fide et sine malo ingenio. Et ego, rex Legionis, debeo dare regine domne T[arasie], filie regis S[ancii], terram planam ualentem -ι-ι-ι-ι morabitinorum singulis annis a Ciuitate Roderici usque ad Legionem aut a Legione usque ad Tudam ubi mihi placuerit. Et si terra quam ei dedero aliquo anno magis ualuerit/9 habeat ipsa, si minus similiter minus habeat. Et debent dari quattor castella in Toronio in manu G. Pelagii quando fuerint deliberata de potestate comitis F. Nuni, scilicet, Soueroso, Entenza, Tebram et Sancta Helenam et debet illa recepire per portarium regine domne T[arasie]/ et debet facere ominium regine. Quod si ego, rex Legionis, eam forciauero aut inganauero de ista terra per quod perdat eam aut de istis castellis G. Pelagii det ista castella regi S[ancio] de Portugal. Et si rex S[ancius] de Portugal fuerit mortuus det illa regine domne T[arasie]/ si fuerit in Portugal, sin autem filio regis S[ancii] qui regnauerit in Portugal. Et G. Pelagii antequam recipiat ista castella debet facere ominium regi Legionis quod det ei seruitium de istis castellis sicut uassallus domino bona fide et sine malo ingenio secundum ualo/12rem terre. Et si regina casauerit aut mortua fuerit G. Pelagii det ista castella filiis suis uel filio suo et regis Legionis in potestate patris sui. Et si filii mortui fuerint det ea regi Legionis. Et rex Legionis non debet perdere ista castella nisi forciauerit aut/ inganauerit reginam domnam T[arasiam] de ista terra aut de istis castellis per quod perdat suam terram aut aliquod istorum castellorum. Et quando G. Pelagii receperit ista quatuor castella nos, ambo reges, debemus mittere quatuor castella pro quatuor pro pace in manus/ magistri Templi S. Fernandi et magistri P. Alfonsi in nostris frontariis ubi ea potuerimus habere que sint equalia parum magis aut parum minus ualencia. Et ista castella debent teneri tali condicione: quod nos semper ad

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II. APÉNDICE DOCUMENTAL

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inuicem amemus et quod num/15quam nobis guerram faciamus et quod ille qui pacem noluerit seruare uel tenere alteri nostrum predicti magistri dent ista octo castella illi qui pacem tenuerit et perdat ea ille qui pacem fregerit. Et postquam G. Pelagii receperit ista quatuor castella pro pacto regine/ et magistri receperint castella pro pace rex domnus S[ancius] debet dare regi Legionis Cabritam et Asperellum et quitare ei Toronium et alia castella arrarum de Limia et non faciat Cabreiram. Et nos, reges, debemus constringere predictos magistros ad tenenda castella/ pro pace. Et nos, ambo reges, et regina debemus mittere pro comite F. et pro Iohanne Fernandi ut ueniant cum illa ad domum patris sui in Moreira in poder comitis domni P[etri], uassalli regis S[ancii]. Et regina debet metere castella comiti F. et Iohanni Fernandi et dare/18 cartas eis arrarum si ipsi dederint castella. Et si ipsi noluerint dare castella comes P[etrus] debet reducere reginam in potestatem regis Legionis. Et rex S[ancius] debet retinere suas cartas et non relaxare pactum predictis militibus. Et regina debet uenire/ et redire secura. Et rex Legionis debet habere castella arrarum exceptis illis quatuor castellis que tenet G. Pelagii pro pacto regine. Nos, ambo reges, debemus laborare bona fide et sine malo ingenio ut ducamus istos caballarios ad danda castella/ de arris regi Legionis preter illa quatuor castella que debet tenere G. Pelagii. Et ego, rex domnus S[ancius], debeo iuuare regem Legionis bona fide et sine malo ingenio ad recuperanda ista castella si rex Legionis me uocauerit. Et ego, rex domnus S[ancius], non debeo habere aliquod castellorum de/21 arris quosque rex Legionis habeat ea semel in potestate sua, exceptis illis quatuor castellis que tenere debet G. Pelagii pro pacto regine, que debent teneri ut supra scriptum est. Et quando omnia supra dicta fuerint completa comes P[etrus] debet dare regi Portugalie suum castel/lum et suas arrafenas et regi Legionis suas et dimitere reginam domnam T[arasiam] in castello de Moreira in domo patris sui et ex tunc in quo regno uoluerit magis morari moretur secura et non sit inganata uel forciata neque retenta ab aliquo nostrum/. Et comes P[etrus] debet tenere omnes istas arrafenas sub pari custodia quandiu eas tenuerit. Et nullus nostrum debet forciare neque inganare comitem P[etrum] de suo castello neque de suis arrafenis. Et si aliquis de arrafenis regis Portugalie fugerit ego S[ancius], / rex debeo illum tornare ad manum comitis P[etri] pro posse meo bona fide et sine malo ingenio. Et ego, S[ancius] rex, debeo ducere P[etrum] Fernandi in curia mea ante me et ante meos uassallos et ante uassallos regis Legionis die statuta qua possit rex Legionis mittere/ suos uassallos ad meam curiam per fidem bonam et sine malo ingenio. Et debeo ego et filius meus rex domnum P[etrus] dicere P[etro] Fernandi quod det regi Legionis Albam de Alist et Lobarzanam et debemus ei quitare totum illud pactum quod habemus in illis castellis/ et dare ei suas cartas. Et si P[etrus] Fernandi no-

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CUM MAGNATIBUS REGNI MEI

luerit dare predicta castella regi Legionis ego debeo iuuare regem Legionis ad recuperanda ista duo castella bona fide et sine malo ingenio. Et ego, S[ancius] rex non debeo habere aliquod istorum castellorum/ donec semel habeas ea rex Legionis in sua potestate. Et ego, rex domnus S[ancius] quito illud pactum quod mandauit mihi facere rex Legionis super totis suis castellis preter illa quatuor castella que tenentur pro pace et alia quatuor que tenentur pro pacto regine domne T[arasie]./ Et ego, rex Legionis, quito totum illud pactum quod mandauit mihi facere rex Portugalie super totis suis castellis preter illa quatuor castella que tenentur pro pace. Et ego, rex Legionis, et rex Portugalie otorgamus nobis amiciciam per bonam fidem sine malo in/genio et concedimus quod omnes istas conueniencias supra scriptas compleamus et atendamus bona fide et sine malo ingenio secundum arbitrium comitis domni P[etri].

Doc. 2 1199, octubre, 11. Pacto de amistad entre el conde Armengol de Urgel y Pedro Fernández de Castro, salvando su fidelidad a Almiramonim. A. ACA. Pergaminos de Pedro I, n.º 71. Orig. Perg. Chirographum: BENEDICTVS Escritura carolina, conserva los orificios donde se colocaron los sellos de los firmantes.Buen estado de conservación.

DOMINUS DEUS.

In Dei nomine. Noscant omnes homines, tam presentes quam futuri quod ego Armengaudus, gratia Die Urgelensis comes, conuenio uobis domno Petro Fernandi, / salua3 fide4 domini nostri Almiramonim et saluo eius precepto, bonam et saluam fidem et ueram amiciciam omnibus diebus uite me ˛ ˛e sine omni malo ingenio ut sim uobis /3 fidelis et uerus amicus et omnibus uestris parentibus et amicis et uasallis et quod uobis ualeam et illis omnibus omni loco cum corpore et honore, terris et castellis, paren/tibus et amicis et uasallis et ut defe[n]dam uos et uestros in terra mea et honore meo et oppidis5 meis et in terra christianorum et sarracenorum contra omnes homines / et uniuersa uestra et uestrorum, et adiuuem uos contra omnes homines de quibus infidelitatem uel tradicionem non faciam salua fide et mandato domni mei Almiramome/6nim.

3 4 5

salua] sigue cancelada m. fide] sigue cancelada m. oppidis] d corregida sobre s.

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II. APÉNDICE DOCUMENTAL

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Et ego similiter domnus Petrus Fernandi conuenio uobis domno Emengaudo, Urgelensi comiti, salua fide et mandato domini nostri Almiramomenim et saluo eius / mandato, bonam et saluam fidem et ueram amiciciam omnibus diebus uite me ˛ ˛e sine omni malo ingenio ut sim uobis fidelis et uerus amicus et omnibus uestris parentibus et / amicis et uasallis et quod uobis ualeam et illis omnibus omni loco cum corpore et honore, terris et castellis, parentibus et amicis et uasallis et defendam uos et uestros in terra mea /9 et honore meo et oppidis meis et in terra christianorum et sarracenorum contra omnes homines et uniuersa uestra et uestrorum et ut adiuuem uos contra omnes homines de quibus / infidelitatem uel tradicionem non faciam salua fide et mandato domini nostri Almiramomenim, et conuenio eciam uobis hominium de castello seu castellis que uos / mihi liberabitis et tradetis et comittetis ut ego illud uel illa uobis reddam quo tempore uel qua hora uolueritis et mandaueritis. Si quis autem nostram presentem /12 conuenie[n]ciam sicut in presenti pagina notatur exequi uel adimplere noluerit, sit traditor et aleuoso ita quod se armis et ratione uel bello excusare non pos/sit et a quam dominum propium interfecisset uel oppidum domini sui traderet dolo. Nos Armengaudus, Urgelensis et comes, et domnus Petrus Fernandi, qui hanc conuenio / fecimus, oris osculo confirmamus et manibus corroboramus et sigillis apensis signamus et hos testes firmare rogamus. Sig(signum)num /15 E[mengaudus], Dei gratia comitis Urgelli. Sig(signum)num domni Petri Fernandi. Sig(signum)num Gilelmi de Ceruaria. Sig(signum)num Raimundi de Secanel. / Sig(signum)num B. de Cas. Sig(signum)num Patris Iuzefi. Signum Fernandi Aluari. Signum Monio Didaci. Facta carta anno domini/15ce incarnacionis Mº Cº LXXXXº VIIIIº, mense octobris, die XI.º kalendas nouembris, in Ualencia. / Vincencius, notarius domni Petrus Fernandi, hanc cartam scriptit et hoc / signum fecit (signum). (Chirographum: benedictvs dominus deus).

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María Nazarenez

Marina Micaele

Sancha Díaz

1174 Ruy Pérez

1174 Gil Roderici

1181 Martín Martínez

Elvira Osorio

1168 Ramiro Froilaz

Mayor Meléndez

Sancha Peláez

1166 Pedro Didaci

María Dominici

Urraca Martínez

1164 Rodrigo Fernández

Villa y bienes muebles

* Heredades

* Villas

Casa

Heredades

Villa, M. maravedíes y 20 moros

Casas

* Villas

* Heredades

Heredades

1/2

1/2

1/2

Abolengo

1/3

Ganancias

Medietatem

Tocius mee hereditatis

Medietatem

Medietatem

Quantum habeo

Totam hereditatem: totam medietamen concedo pro arris et alteram medietatem pro uestibus et directuris vestris

Bienes sin determinar

Per foro de Legione

Secundum Legionensem consuetudinem

Leyes

Documentos

Testigos concejos

Iure hereditario

Testis

uobis et filiisqui de nobis natifuerint

Vestidos

Carracedo, 76

GDF, 125

GDF, 122

CDACL, 1566

SMCarb, 28

CCAst, 809

CDACL, 1536

GDF, 96

GDF, 93

CDACL, 1980

Ad uestram matre set GDF, 91

Particularidades

14:06

1171 Pedro Dominici

Jimena García

1161 Alfonso López

Bienes

* Heredades

P

Cartas de arras de la aristocracia leonesa (1157-1230)

APÉNDICE CUADROS

29/11/11

1169 Gonzalo Pérez

Gontrodo

1161 Pelayo Martín

Esposas

Gontrodo García

Esposos

1161 Tello Pérez de Meneses

Años

A)

III.

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Dominga Peláez

1208 Juan Martínez

Teresa Martínez

1229 Suero Rodríguez

Dominica Pérez

1225 Juan López

María Peláez

Elvira Arias

1218 Morán Pérez

Isabel Martínez

Estefanía González

1217 Pedro Alfonso

1225 Viviano Tomás

Estefanía González *

1217 Pedro Alfonso

1225 Lope Pérez

Floria Martínez

Heredades

100 mrvs.

Villa

Hereditatem

* Hereditates

* Casa y hereditates

* Hereditates

* Villas

1215 Fernando Pérez

1214 Rodrigo Sebastiánez Sancha González

María Rodríguez

María Pérez

1191 Isidoro Nicholiz

Heredades

1/2

1/2

1/2

1/2

1/2

1/2

1/2

1/2

XXmorabetinos

1/2

Lmorabetinos

Ganancias

Medietatem quantum habeo

Tertia parte de totum

Totum quantum habeo

Omniumrerummeorummedietatem

Medietatis mee hereditatis

Quantum habeo

Medietatem domorum

Quod ego debeodareinmeahereditate

Totum cuantum habeo

Bienes sin determinar

T. Habendum filuum aut filiam aut non habendo

T. boni homines

T concejo espinosa

Testigos nobles y concejo

2.ª carta

Testigos concejo

Quales habuit aua tua uel qualibet de tuis amitis

Particularidades

T. Iure hereditario

T.

Estas arras son dadas T. Concejo Medina en fuero de León Rioseco

Estas arras son dadas T. Concejo Medina en fuero de León Rioseco

Hec dona do tibi sicut lex iubet

Hec dona do tibi sicut lex iubet

Secundum mores Legionis

Per foro Legionis

Leyes

AMCa, 173

CCAst, 1109

COD, 445

AMCa, 144

AMCa, 104

GDF, 367

GDF, 366

MSVO, 38

COD, 412

MSVO, 13

CCL, 1776

COD, 390

GDF, 214

CMCa, 43

GDF, 211

GDF, 197

AMS, 1411

Documentos

524

Marta

María Isidori

1191 Pelayo Juliani

Abolengo

14:06

1204 Félix

Jimena Gutiérrez

1190 Martín Rodríguez

Bienes

* Villas

*

P

29/11/11

1202 Aparicio

Sancha Rodríguez

1187 García Álvarez

Esposas

Sancha Fernández

Esposos

Cartas de arras de la aristocracia leonesa (1157-1230) (CONTINUACIÓN)

1184 García Ordóñez

Años

A)

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CUM MAGNATIBUS REGNI MEI

habito consilio cum episcopis et baronibus regni mei. rex domnus Fernandus elegit honestos et sapientes uiros qui hoc laudarent et inter eos secundum quod melius uidissent componerent.

que rogatu ac famulatu; fidelissimo dilecti nostri domni lohannis Lucensis episcopo cum consilio et deliberatione, episcoporum, comitum et baronum meorum. fauentibus comitibus, baronibus regiae curie obtimatibus et uniuerso concilio legionensi assensum prebente.

conmunicato consilio curie nostre cum consenso. Lucensis episcopo cum consilio et deliberatione, episcoporum, comitum et baronum meorum.

cum consilio maiorum curie nostre.

1159

1167

1170

1176

1176

DMGFII, 148

DMGFII, 152

C. Poncius de Minerba, C. Petrus, C. Ramirus, C. Rodericus Aluariz, Ramirus Poncii, Gómez Gonzalui, Petrus Monionis, Fernandus Aduarii, Arias Petrus, Iohannes Arie de Castella. C. Uelascus, C. Gomicius, Gundisaluus Osorio, Fernandus Uasco, Iohannes Arie, Fernandus Arie, Fernandus Poncii, Fernandus Uele, Fernandus Roderici de Beneuento, Pelagius Tabladelo.

Compostela, Lugo, Orense, Tuy, Mondoñedo, León, Oviedo, Astorga, Zamora, Salamanca, Ciudad Rodrigo.

DMGFII, 109

Compostela, León, Zamora, Mondoñedo, Coria, Orense, Astorga, Oviedo, Salamanca.

X.

III.

SIL, 89

DMGFII, 83

Ponce Minerva, may.; C. Petrus, C. Ramirus, C. Rodericus Aluariz, Ramirus Poncii sig., Gómez Gonzaluiz. Petrus Monionis, Fernandus Aduarii, Arias Petrus, Iohannes Arie de Castella, Petrus Arie de Castella. C. Armengol, C. Ramiro, C. Petrus, C. Rodericus, Fernandus Ruderici, Garsia Raimiriz, Froila Raimiriz, Nunnus Menendi, Didacus Fernandi, Fernandus Ruderici, Pelagius Tauulatello, Fernandus Ueremudus. X.

Compostela, León, Zamora, Mondoñedo, Coria, Orense, Astorga, Oviedo, Salamanca.

14:06

Compostela, Orense, Oviedo, Lugo, Astorga, Zamora, Salamanca.

DMGFII, 36

DMGFII, 20

Documentos

Pedro Alfonso, Alvaro Rod., Fdo. González, Vermudo Pérez, Fdo. Vermúdez, Abril Nuño Fdez., Fdo. Arias, Pedro Artarius, Juan Arias. Pedro Arias, Pedro Pelaez Pauper, Pedro Zedo.

Laicos

Orense, Mondoñedo, Lugo.

Sin confirmantes.

Religiosos

29/11/11

1168

1161

Expresiones

Referencias a las reuniones de la Curia (1157-1230)

Años

B)

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APÉNDICE CUADROS

525

et de rogatu curie mee.

et de rogatu curie mee.

1180

1180

1179

Compostela, León, Lugo, Mondoñedo, Orense, Oviedo, Salamanca, Astorga, Zamora, Orense, Tuy, Mondoñedo, Ciudad Rodrigo. Compostela, León, Lugo, Oviedo, Salamanca, Astorga, Zamora, Orense, Tuy, Mondoñedo, Ciudad Rodrigo.

DMGFII, 175

DMGFII, 176

C. Uelascus, C. Gómez, C. Fernandus, C. Gundisaluus, Didacus Exemeniz, Ordonius Garsie, Guterrus Ruderici, Ueremudus Aluariz.

C. Armengol, maiordomus regis; C. Uelascus, C. Gumez, C. Fernandus, C. Gunzaluus, Didacus Exemeniz, Ordonius Roderici, Guterius Roderici, Fernandus Guteriz, signifer regis; Fernandus Uele, Gunzaluus Nunonis, Uermudus Aluariz, Iohannes Arie.

526

DMGFII, 168

Carracedo, 70

C. Fernandus, C. Adefonsus, C. Gunsalvus, .C. Gumez, Gunzalvus Osorii, regis maiordomo; Fernandus Gutierriz, regis signifer; Fernandus Velez, Vermudus Alvari, Poncius Velez, Fernandus Roderici de Benevento. C. Armengol, maiordomus; C. Uelascus, C. Fernandus, .C. Gómez, C. Gundissaluus, Sancius regis Aragonensis Germanus, Gutier Roderici, Ordonius Garsias, Iohannis Arie, Fernandus Arie.

Compostela, León, Lugo, Oviedo, Salamanca, Astorga, Zamora, Tuy.

et de consilio et rogatu totius curiae meas, sed semper maneret firmium et inconcusum, presens scriptum fecimus, quod robore nostro et nobilium nostrorum subscriptionibus communimus. et de rogatum curie mee pro initio seruitio.

1178

14:06

Compostela, León, Lugo, Mondoñedo, Orense, Oviedo, Salamanca, Zamora, Astorga, Ciudad Rodrigo.

CDACL, 1603

C. Velascus, C. Gumet, Gunzaluus Osorio, Fernandus Guterriz, Fernandus Poncii, Fernandus Ruderici de Beneuento, Fernandus Uela, Poncius Uela, Pelagius Tabladellus.

Compostela, León, Lugo, Salamanca, Oviedo, Zamora, Ciudad Rodrigo, Orense, Tuy, Mondoñedo.

29/11/11

1177

DMGFII, 155

C. Uelascus, C. Gumez, C. Gondisaluus, Fernandus Guterriz, Fernandus Roderici de Beneuento, Pelagius Tabladello.

Compostela, Lugo, Astorga, Tuy, Zamora, Mondoñedo, Ciudad Rodrigo.

facio cum consilio maiorum curie nostre pro remedio anime mee et parentum meorum et pro bono seruicio quod mihi in mea expedicione liberaliter exibuistis. et de consilio curie mee.

1176

Documentos

Laicos

Religiosos

Expresiones

Referencias a las reuniones de la Curia (1157-1230) (CONTINUACIÓN)

Años

B)

523-550 CumMagna-3C Página 526

CUM MAGNATIBUS REGNI MEI

C. Armengol, Maiordomus; C. Uelascus, C. Gumes, C. Fernandus, C. Gunzaluus, Didacus Exemeniz, Guterius Roderici, Ordonius Garsie, Fernandus Guterriz, regis signifer; Gunzaluus Osorio, Fernandus Gunzaluiz, Guncaluus Gumez, Iohannes Arie, Fernandus Arie, Rodericus Fernandiz, Guncaluus Petriz. C. Armengol, Maiordomus; C. Uelascus, C. Gumez, C. Fernandus Pontii, C. Guncaluus, Didacus Exemenez, Ordonius Garsie, Fernandus Guterriz, signifer regis; Froilia Ramiriz, Ueremudus Aluariz, Fernandus Arie, Fernandus Roderici de Beneuento, Pelagiiis Tabladellus. C. Armengol, maiordomus; C. Uelascus, C. Gumez, C. Fernandus, C. Guncaluus, Fernandus Guterriz, regis signifer; Ordonius Garsie, Froila Ramiriz, Ueremudus Aluariz, Fernandus Arie, Fernandus Roderici de Beneuento, Pelagius Tabladelus.

Compostela, Lugo, Tuy, Mondoñedo, Salamanca, Zamora, Orense, Ciudad Rodrigo, Oviedo, Astorga, Coria; Petrus de Aréis, prior Hospitales; Gido, magister Templarium. Compostela, León, Lugo, Tuy, Mondoñedo, Orense, Salamanca, Ciudad Rodrigo, Zamora, Oviedo, Astorga.

Compostela, León, Lugo, Tuy, Mondoñedo, Orense, Ciudad Rodrigo, Salamanca, Zamora, Oviedo, Astorga.

de consilio curie et nobilium meorum.

scripsi et de mandato procerum curie et regni nobilium pro omnibus subscripsi. Omnes nobiles curie regis domini Ferandi, confirmat.

Si quis igitur, tam de meo quam de aliorum genere contra hanc meam spontaneam donationem et cautationem, de consilio magnatum et nobilium curie mee. Regio meo robore quam meorum procerum suscriptionibus decoran eam et communiri precipio. Ego Bernardus, domni regis notarius, per manum Pelagii, archidiaconi Compostellani, regis cancellarii, scribere et de rogatu nobilium tocius curie pro omnibus subscribere mandaui et confirmo.

1180

1180

1180

14:06

III.

DMGFII, 1184

29/11/11

DMGFII, 182

DMGFII, 178

523-550 CumMagna-3C Página 527

APÉNDICE CUADROS

527

Compostela, Oviedo, Astorga, Tuy, Orense, Salamanca, Ciudad Rodrigo, Coria, Lugo; Petrus de Areis, Hospitalis prior; Guido, milicie Templi magíster. Compostela, León, Oviedo, Orense.

Compostela, León, Oviedo, Salamanca, Astorga, Zamora, Tuy, Orense, Mondoñedo, Coria.

et de consilio et precibus procerum curie pro bono seruicio que mihi fecit magister B. mecum multo tempore laborando.

et de consilio et rogatu procerum curie mee.

et intuitu obsequiorum plurium que michi omnimoda fidelitate et diligencia multotiens exibuistis. presens scriptum facio, et tam regio robore quam procerum meorum subscripcionibus conmunio.

1181

1181

1181

C. Armengol, maiordomus; C. Fernandus Poncii, C. Gumiz Gunzaluiz, C. Alfonsus Ramiri, Gunzaluus Roderici de Zagra, signifer; Guterrius Roderici, Fernandus Uele, Poncius Uele, Fernandus Roderici de Beneuento, Pelagius Tabladellus. C. Armengol, maiordomus; C. Velascus; C. Gumes, C. Fernandus Poncii, Comes Alfonsus, Guterrius Roderici, Froila Ramiriz, Fernandus Uele, Poncius Uele, Fernandus Roderici, Pelagius Tabladelus, Petrus Captivus.

CDACL, 1626

DMGFII, 192

528

14:06

DMGFII, 189

DMGFII, 186

Fernandus Roderici Castellanus, C. Armengol, maiordomus; C. Gumet, C. Uelascus, C. Gumet, C. Fernandus Poncii, Gunzaluus Roderici de Zagra, signifer; Guterrius Roderici, Rodericus Fernandi, Petrus Pelagii, Pelagius Arie. C. Gumet, C. Fernandus Poncii, C. Adefonsus, Froila Ramiriz, Ueremudus Aluariz, Guterrius Roderici, C. Armengol, maiordomus; Fernandus Arie, Arias Nuniz, Martinus Lopiz, Petrus Pelaiz de Arnales, Petrus captiuus, Iohannes Gallecus, Bernardus de Medina, submaiordomus; Michael Sesmiri.

Compostela, Lugo, Mondoñedo, Orense, Tuy, Salamanca, Zamora, Ciudad Rodrigo, Oviedo.

29/11/11

1180

DMGFII, 185

C. Armengol, maiordomus; C. Uelascus, C. Gumet, C. Fernandus, C. Gumez de Castella, Gunzaluus Roderici, regis signifer; Guterrus Roderici, Fernandus Roderici de Beneuento, Pelagius Tabladellus, Petrus captiuus, Petrus Pelaiz d’Arnays Rudericus Petriz.

Compostela, León, Lugo, Oviedo, Salamanca, Orense, Tuy, Mondoñedo, Zamora, Ciudad Rodrigo, Astorga.

de consilio procerum curie mee pro precum instantia archidiaconi nostri Pelagii de Lauro, cancellarii qui mihi hoc donum in aliquam sui obsequii recognitionem habendum sibi pie peciit, quod tam de regio robore nostro, quam nostrorum procerum subscriptionibus communimus. cum deliberatione et assensu maiorum curie mee, tam regio robore quam procerum meorum suscriptionibus communio.

1180

Documentos

Laicos

Religiosos

Expresiones

Referencias a las reuniones de la Curia (1157-1230) (CONTINUACIÓN)

Años

B)

523-550 CumMagna-3C Página 528

CUM MAGNATIBUS REGNI MEI

consilio procerum curie mee.

et de rogatu et consilio procerum curia nostra pro seruitio.

1182

1182

1182

presens scriptum facio, et tam regio robore quam procerum meorum subscripcionibus comunio. proximiores milites et concilium quod propinquius fuerit. de beneplacito domni regis, in eius curia apud Astoricam, pluribus honestis personis astantibus, ad talem deuenerunt concordiam. Facta est autem conueniencia siue concordia, de beneplacito domni episcopi, necnon et tocius concilii et, ut dictum est, concedentibus et applaudentibus clericis.

1181

CDACL, 1638

DMGFII, 193

DMGFII, 194

X.

Fernandus Roderici Castellanus, C. Armengol, maiordomus; C. Gómez, C. Fernandus, C. Adefonsus, Guterius Roderici. C. Armengol, C. Fernandus Poncii, C. Gumiz Gunsaluus, C. Adfonsus Ramiri, Guterrius Roderící, Fernandi Guterriz, Fernandus Arie, Uermudus Aluariz, Fernandus Roderici de Beneuenti, Pelagius Tabladellus, Nuno Petriz.

X.

14:06

III.

Compostela, León, Oviedo, Astorga, Zamora, Salamanca, Ciudad Rodrigo, Mondoñedo, Tuy, Orense; Petrus de Arie, prior Hospitalis; Petrus Fernandi, milicie sancti lacobi magister; Guido, milicie Templarie, magíster.

29/11/11

Compostela, Oviedo, Lugo, Mondoñedo, Zamora, Salamanca, León, Astorga, Orense, Tuy, Ciudad Rodrigo.

CDACL, 1627*

X.

X.

523-550 CumMagna-3C Página 529

APÉNDICE CUADROS

529

Expresiones

et de consilio procerum curie meae pro bono seruitio quod uos et ecclesie usque modo michi fecistis.

et de rogatu et consilio procerum curie mee, pro bono seruicio quod a uobis Deo iugiter exibetur.

Eapropter antecessorum meorum pia secutus uestigia, habita diligenti cum maioribus curie mee deliberatione, dono et concedo Deo et beato lacobo atque eius ecclesie et uobis, domne Petre eiusdem archiepiscope.

Ideoque bonorum regum est, et domnorum sibi fideliter seruientibus merita recognoscere beneficio, et alios simili exemplo ad sui obsequis fidelitatem, et curam solicitam conuocare, et de consilio procerum meorum, qui me pro te rogauerint pro multo, tam regio robore meo propio, quam nobilium meorum subscriptionibus communio.

nobilicum curie mee pro bono seruicio quod mihi fecistis (...).

1182

1182

1183

1183

1184

X.

X.

DMGFII, 217

530

Fernandus Roderici castellanus, Petrus, Pelagius Roderici, Rodericus, Petrus Pelagii, Manricus Luppiz, Michaele Sesmiri, Petrus Saluatori, Iohannes.

DMGFI, 203

C. Armengol, maiordomus; Fernandus Roderici Castellanus, C. Gómez, C. Fernandus, C. Adefonsus, Guterrius Ruderici Froila Ramiriz, signifer; Pelagius Tabladellus.

Compostela, León, Oviedo, Astorga, Zamora, Salamanca, Ciudad Rodrigo, Coria.

14:06

Compostela, Tuy.

DMGFII, 197

C. Armengol, maiordomus, Fernandus Roderici Castelle, Guterrius Roderici, C. Gómez, C. Fernandus, C. Adefonsus, Froila Ramiriz, signifer; Pelagius Tabladellus.

Compostela, León, Oviedo, Astorga, Orense, Tuy, Mondoñedo.

29/11/11

DMGFII, 209

DMGFII, 195

C. Armengol, Fernandus Roderici Castellanus, C. Gómez, C. Fernandus, C. Adefonsus, Guterrius Roderici, Froila Ramiriz, Fernandus Roderici de Benavente, Pelagius Tabladelus, Nunnus Pelaz.

Compostela, León, Oviedo, Astorga, Lugo, Mondoñedo, Tuy, Orense, Zamora, Salamanca, Ciudad Rodrigo, Orense, Abad de Carracedo, Abad Ribas de Sil.

Documentos

Laicos

Religiosos

Referencias a las reuniones de la Curia (1157-1230) (CONTINUACIÓN)

Años

B)

523-550 CumMagna-3C Página 530

CUM MAGNATIBUS REGNI MEI

DECRETA. cum archiepiscopo et episcopis et magnatibus regni mei et cum electis civibus (…). Promissi etiam quod non faciam guerram vel pacem vel placitum nisi cum consilio episcoporum, nobilium et bonorum hominum per quorum consilium debeo regi. de consilio totius curie mee.

Sentencia judicial dictada por los jueces nombrados por Alfonso IX, reconocida y adeptada por este, en la que se reconoce al obispo e iglesia de León el derecho sobre las propiedades que pertenecieron, en los lugares que se citan, a la condesa Elvira Pérez, esposa de don Armengol, fallecida sin descendencia, y cuya propiedad les había sido ya reconocida previamente «in curia regis domni Adefonsi».

1188

1199

CDACL, 1690

Ruderico Petri, Fernando Fernandi, Ruderico Gonzaluiz, Fernando Gonzaluiz, Nuno Frolaz, Aluaro Ruderici, Gonzaluo Rodericus, Ruderici Roderici. C. Froila Martus Guterrii, miles; Gundisaluus Fernandi, miles; Guterrius Almadran, miles; Pelagius Carisac, miles; Garsias Martini, miles; Guterrius Roderici, miles; Fernandus Petri, nieto.

Compostela, León, Oviedo, Astorga, Zamora, Salamanca, Ciudad Rodrigo. *.

14:06

III.

CDACL, 1749

JGAIX, 11

X.

X.

SHG, 1423

C. Petrus, C. Gómez, Vermudus Aluari, maiordomus; Pontius Uele, signifer; Dominicus, camerarius mayor; Dominicus prior Sancti Felices, Fernandus Guterii, Pelagius Tauladiello, Fernandus Didaci, Petrus Pelagii, Martinus Garsie, Guterius Nazareni, Rodericus Petri, Fernandus Guterii, Michael Gregorii Fernandus Petri, Petrus Petri, Guterius Petri, Petrus Santii, Petrus Piquo, Guillelmus de Aquisuiuis, Totum concilium de Maiorica, Petrus de Coanka.

Compostela, León, Oviedo, Astorga.

29/11/11

1190

in presentia nostra sepius uentilatam talem decreui dare senientiam. Statimque, coram rege et eius curia, cunctis hereditatibus Sancti Facundi abrenunciarunt, congnoscentes.

1186

523-550 CumMagna-3C Página 531

APÉNDICE CUADROS

531

me existente apud Benauentum et presentibus episcopis et uasallis meis et multis de qualibet uilla regni mei in plena curia. In eadem etiam curia statutum est et pro iudicio. Hec acta sunt et firmiter statuta apud Benauentum in plena curia domini regis.

DECRETA conuenientibus apud Legionem, regiam civitatem,una nobiscum uenerabilium episcoporum cetu reuerendo et totius regni primatum et baronum glorioso colegio. una cum consensu curie mee, dote a sancha y dulce.

1202

1208

JGAIX, 342

Sancio Fernandi, Roderico Gomez, Fernando Guterri Nuno Nuniz, Gonsalvo Melendi, Roderico Fernandi de Caldelas, Roderico Fernandi Fedo, Fernando Gunsalvi, Iohanne Gunsalvi, Gonsalvo Melendi, Fernando Petri Churritano, Iohanne Nuni de Cervaria Maurano Petri, Roderico Menendi, Gonzalvo Fernandi, Petro Menendi, Albertino, Sanctio Fernandi, Fernando Sancti, alferiz; Iohanne Arie de Revoredo, Fernando Arie, Raimundo Arie.

532

14:06

Compostela, León, Oviedo, Orense, Lugo, Tuy, Zamora, Salamanca, Ciudad Rodrigo, Coria; Mg. Martino, Thesaurario ulixbonensi; Petro Mg., Scolarum Solimbriensi; Petro Petri, canonico auriensi; Mg. Guillermo, canonico compostellano; Mg. Venegas, canonico zamorensi; Petro Petri, archidiacono salamantino, tenente cancellariam.

JGAIX, 221

X.

X.

JGAIX, 167

Documentos

X.

Laicos

X.

Religiosos

29/11/11

1217

Expresiones

Referencias a las reuniones de la Curia (1157-1230) (CONTINUACIÓN)

Años

B)

523-550 CumMagna-3C Página 532

CUM MAGNATIBUS REGNI MEI

Et ego domnus Egidius Manrici facio pleitum et homenage vobis domno Adefonso, regi Legionis, et filiabus uestris, infanti domne Sancie et infanti domne Dulcie, quod totum istud, quomodo in carta ista continetur, fideliter conpleam uobis et attendam ad bonam fidem sine malo ingenio, quomodo facit uassallus ad dominum.

1221

Zamora, Compostela, Salamanca.

Fernando Fernandi, mayordomo; Fernando Guterri, signífero; Martino Sancii. Fernando Fernandi, maiordomo; Fernando Guterri, Martino Sancii, Ruderico Fernandi, Petro Fernandi de Tedra, Morano Petri, Aluaro Petri, signífero; Ruderico de Caldelis, Petro Poncii, Ramiro Froile, Ordonio Aluari, Petro Pelagii.

X.

CDACL, 1903

CDACL, 1902

CDACL, 1886

III.

Compostela, Oviedo, Astorga.

X.

14:06

1221

et iurisperitos et curiam et iudices curie et iudices Legionis habito peritorum consilio, necnon magnatum et iudicum curie et Legionis. in plena curia mea.

29/11/11

1219

523-550 CumMagna-3C Página 533

APÉNDICE CUADROS

533

Destinatarios

Rodrigo Menéndez, clerico meo.

Velasco Menéndez, et omni generatione

Pelayo Curvo

Pedro Barragán, et omni progenie

Fernando Sánchez

Ordoño Ordóñez

Ponce Minerva

Diego Fernández

Diego Pérez de Villarente

Fernando Gutiérrez

Gonzalo Muñoz

Fechas

1155, julio

1157, oct. 13

1158, sept. 26

1158, oct. 18

1158, nov. 26

1158, dic. 26

1159, junio

1159, julio

1159, julio 12

1159, agosto

1159, agosto 19

Heredades

Infantazgo y realengo

Exención tributos regios

Heredad

Villa

Heredades

Realengo

Aconta monte

S. Román Sejamonde

Alafonte

Villarente, Villaburgala

Castro rueda

S. M.ª Páramo

Aller

Lauzarelo

I.H.

I.H.

I.P.

I.P.

I.H.; I.P.

I.H.; I.P.

PBS quod mihi fecisti et facis

Salazar y Castro, B, carp. 3, n.º 25

Salazar y Castro, B-3, f.º 306

PBS quod mihi fecisti contra fratrem deum regem Sancium

GDF, 89

JGFII, p. 357

SIL, 64

DMGFII, 13

DMGFII, 11

DMGFII, 9

DMGFII, 3

DMGFII, 1

Documentos

CDACL, 1509

Remedio anima

PBS quod mihi fecisti et facis

PBS

PBS

pro bono et fide seruicio quod michi de puerita fecisti (…) pro hereditatibus uestris quas in seruicio meo perdidistis quas hereditates uobis (…) rex Portugale inimicus nostrum destruit

Pro bono servitio

534

Mougas, Formelos, Nogueira

I.H.; I.P.

I.H.; I.P.

Cond.

14:06

Realengo y 2 casales

Villagavín

S. Lorenzo

Lugares

Donaciones de Fernando II a sus fieles

29/11/11

Villa

monasterio

Bienes

C)

523-550 CumMagna-3C Página 534

CUM MAGNATIBUS REGNI MEI

Suero Rodríguez y Teresa Pérez

1161

Martín Muñoz, capellán

Munio Rodríguez

1161, julio 6

1163, agosto

Pedro Gutiérrez

1161, junio 2

Abril

Pedro Eriz

1161, abril

1163, abril

Ponce de Minerva

1161, marzo 15

Fernando Martín, clerico meo

Juan Anio

1160, julio 31

1162, nov.

Varela

1160, abril 10

Pelayo Tabladelo

Gonzalo Vermúdez

1159

1/2 Iglesia

Realengo infantazgo

Exención tributos casa

Realengo

Villa

Villa

Realengo

1/4 heredad

Realengo

Lugares

Heredad

Heredad

Heredad

Casa

S. Julián Almenara

Villafañe

León

S. Marina y Varedo

Villalboñe

Negrillos

Villanueva

Nanín

S. Adrián Monte auto

Salio de Suso, Salio de Yuso, Ferreira

Cubillas

Cangas

Moñón

Zamora

Bustillo Iavu

I.H

I.H.; I.P.

I.H.

I.H.; I.P.

I.P.

I.H.; I.P.

I.H.; I.P.

I.H.; I.P.

I.H.

I.H.; I.P.

et omnis posteritas tua, filiis et neptis

I.H.; I.P.

SIL, 74. DMGFII, 47

pro bono et honesto seruicio quod mihi fecistis et facitis

CDACL, 1520

JGFII, 8

CDACL, 1519

AC. Ast, 260

JGFII, 7

DMGFII, 34

DMGFII, 31

Salazar y Castro, B-3, f,º 307, n.º 18309

CDACL, 1513

JGFII, p. 361

CDACL, 1511

JGFII, 4

PBS quod mihi fecistis et facitis

PBS quod mihi fecisti et facis

PBS

PBS quod mihi fecisti

PBS quod mihi fecisti et facis

PBS quod mihi fecisti et facitis

PBS quod mihi fecisti et facis

PBS quod mihi fecisti et facis

pro bono servitio quod patri meo imperatori et mihi fecisti et facis

PBS

PBS

Salazar y Castro, O-22, fol. 190

III.

Nuño Díaz, clérigo del emperador

Palla

1159, nov. 6

Heredad

PBS quod mihi in guerram frater meus rex Sancius

14:06

1162, oct. 30

Rodrigo Pérez

1159, sept. 10

Genestacio de Jamuz

29/11/11

1162, oct. 26

Sancho Ordóñez

1159

523-550 CumMagna-3C Página 535

APÉNDICE CUADROS

535

Ponce de Minerva

Ponce de Minerva

1164, oct.

Fernando Odoáriz, Teresa Muñíz, posteritas tua

1164, marzo 14

1164, sept.

Pedro Carisac

1164, marzo 12

Martín Xira, clerico meo

Pelayo Díaz

1164, marzo 6

Exención de pechos a sus vasallos

Heredades

Heredad

Alpende

Monasterio 150 marcos Ag. Servicial, iglesia

Heredad

Realengo

Villar

Villamandos

S. Cristóbal Araduey

León

S. Paio Deomundi

Velilla de Porma

S. Pedro Laraya, S. Vicente Rovoreda

Coreses

S. Tomás Fraxiano, Pumar Donego

I.H.; I.P.

I.P.

I.P.

I.H.

I.H.; I.P.

I.H.; I.P.

Cond.

PBS quod mihi fecistis

PBS quod mihi fecisti et facis

dono per centum quinquaginta marcas argenti quas uos dedistis Petro Arie in casamento cum filia uestra Eldara Fernandici et que ipse Petro Arie dimisit filia uestra debebat uobis dare illas centum quinquagínta marcas quas uos ei dedistis in casamento et pro ipsis marcis dedi uobis

Propter servitium bonum quod mihi fecisti et facis

pro seruitio quod mihi in Capraria fecisti

PBS

PBS

pro seruicio multo quod michi fecisti et modo facis

Pro bono servitio

X

X

Remedio anima

Salazar y Castro, B-3, f.º 308, n.º 18311

Salazar y Castro, B-3, f.º 308, n.º 18310

JGFII, 11

CDACL, 1528

DMGFII, 55

Eslonza, 134

DMGFII, 53

DMGFII, 52.

JGFII, 9

CDACL, 1526

Documentos

536

Guillermo de Castrotierra, posteritas tua

Conde Álvaro e infanta Sancha

1164, marzo

Realengo

León

Lugares

14:06

1164, marzo 15

Fernando Viñales

1163, oct. 4

Solar con corte

Bienes

Donaciones de Fernando II a sus fieles (CONTINUACIÓN)

29/11/11

1164, abril 16

Miguel Ibáñez, et posteritas tua

Destinatarios

1163, agosto

Fechas

C)

523-550 CumMagna-3C Página 536

CUM MAGNATIBUS REGNI MEI

?

Conde Álvaro infanta Sancha

Odoario Suárez

Gundatino y Mayor Suárez

Pedro González Arnego, posteritas tua

Ponce Rodríguez

Mayor Pérez

1165, abril 24

1165, abril 30

1165, junio 17

1165, oct. 20

1166, agosto 21

Sancha reina Navarra

1165, enero

1165, abril 14

Pedro Peláez

1164

Casas

Casas

Heredad

Villa

Alcántara, castilloa Alburquerque

Zamora

Retorta

Fornelos

Aguasanta

I.H.; I.P.

I.P.

I.P.

I.H.; I.P.

I.H.; I.P.

I.H.; I.P.

Por el servicio que le hizo su padre, Pedro Peláez, en la toma de Alcántara

Pro centum morabitinos quod debebam tibi dare pro tuo stipendio quod tibi non dederam

PBS

eneas ergo illud de me in pignore pro L morabetinos quos tibi debeo pro uno equo quem quem (sic) mihi uendistis et ergo dedi Garsie Zapata et quando dedero tibi illos L morabetinos deliberetis mihi meum casale

PBS

pro bono et fideli seruitio quod mihi fecistis X

Salazar y Castro, O-3, f.º 140

Salazar y Castro, O-3, f.º 174-174r

DMGFII, 72

DMGFII, 69

DMGFII, 68

DMGFII, 66

DMGFII, 62

Sy C O-10, ff.º 64 y 65, n.º 66281

Coleción Salazar y Castro, leg. B, carp 9, n.º 15

S. Vic. Ovi, 287

III.

Empeña 1/2 casal realengo

Coreses

Niancos

León

S. Eulalia, Candarey

Villaviridi

14:06

Caracterio feligresia S. Pedro Mor; Coto

Heredad

Infantazgo de León

Heredad

2/3

29/11/11

1165, abril

Diego Obregón, tota generatio

1164, dic.

523-550 CumMagna-3C Página 537

APÉNDICE CUADROS

537

Pedro Martín, omni generatio

Miguel Sesmiro, generatio tua

Armengol Urgel

Diego Guntariz

Maestro Mateo

Martín Vetulo

Gonzalo González

Pedro Suárez e hijos

Arias Fumaz

Urraca González

1167, enero

1167, nov. 23

1168, enero 10

1168, feb. 23

1168

1169, junio

1170

1170, abril

1170, junio 29

Destinatarios

1167, enero 29

Fechas

Bienes

Monasterio

Realengo

Realengo

Villa

Heredad

Morás

Lentamo

S. Miguel Neiro

S. M.ª Tabeada

Pontedemuro

Moneda Santiago

I.H.; I.P.

I.H.; I.P.

I.H.; I.P.

I:H.; I:P.

Propter amores vestrum et propter amores auii uestri comitis domni Fernandi, qui me creauit, et propter seruitium fidelem quem accepi a patre uestro comite domno Gundisalvo

pro bono seruicio quod mihi fecisti et pro uno quo ducentorum morabitinorum et pro uno palafrido quinquaginta morabitinorum et pro XII morabitinis quos mihi in antiquo dedisti

PBS

ex amore omnipotentis Dei per quem regnant reges, et ob reuerentiam sanctissimi apostoli lacobi patroni nostri piisimi

Antealtares, 14

DMGFII, 112

DMGFII, 102

DMGFII, 99

Salazar y Castro, O-16, f.º 598v, n.º 67210

DMGFII, 89

DMGFII, 87

ArmVIII, 1

Pro bono servitio quod mihi fecistis cum militibus vestris PBS

C. Salamanca, 31

DMGFII, 78

Documentos

PBS

Remedio anima

14:06

Pensión vitalicia 100 mrv

Lobería, S. M.ª Lanzada

I.H.; I.P.

I.H.; I.P.

pro bono seruicio quod tu michi fecisti et parentes tui

Pro bono servitio

538

Realengo

Alcántara

Buena Madre

I.P.

Cond.

29/11/11

Villa

Villa

S. Juan Villasarmo

Lugares

Donaciones de Fernando II a sus fieles (CONTINUACIÓN)

Realengo

C)

523-550 CumMagna-3C Página 538

CUM MAGNATIBUS REGNI MEI

Oveco García, Maria Vela

Munio Muñiz

Pedro Domínguez y Sancha

Arias Luz

Velasco Pérez de Quiroga

Teresa Fdez. Traba y sus hijos

Domingo Pérez y Lupa

Pelayo Tabladelo

Ponce de Minerva y Estefanía R.

Armengol de Urgel

Conde Gómez y sus hijos

1173, nov.

1173, dic.

1174, abril

1174, junio

1174, julio

1174, agosto

1174, sept.

1174, oct.

1177, abril 28

1178

Guitiriz

Almenarilla, Sta. Cruz

Benazolve, Villaseca de Sobarriba

Heredad Oteruelo

Pallares

Villasanta

S. Julián Couro

I.H.; I.P.

I.H.

I.H.; I.P.

I.H.; I.P.

I.H.; I.P.

I.H.

I.P.

I.H.; I.P.

I.P.

Pro multo bono servitio quod mihi fecistis et in futuro me spero de uobis habiturum

PBS quod mihi facistis

PBS

PBS

pro bono seruicio quod uos comitissa dona T. similiter et uester maritus comes N. multotiens presentastis

PBS

PBS

PBS quod mihi fecistis

X

X

DMGFII, 161

ArmVII, 2

SIL, 106

CDACL, 1582

DMGFII, 139

DMGFII, 141

DMGFII, 140

DMGFII, 138

DMGFII, 137

Carracedo, 58

Salazar y Castro, B-3, f.º 312, n.º 18316

DMGFII, 132.

CDACL, 1568

C. Ovie, 184

APÉNDICE CUADROS

Realengo

Villas

Exención de tributos regios a sus vasallos

Viñas

Exención tributo

4 iglesias

Realengo

Realengo

León

I.H.; I.P. I.H.; I.P.

faciatis ibi monasterium et sint ibi monachi ut seruiant Deo PBS

faciatis ibi hospitale pro anima mea et uestra

III.

Exención tributos casa

Ardeam

Cereixedo

Ordalez, Congosta, Quintana de Jamúz

Pereira de Nemancos

Valdirigo

Senunciam

14:06

Casal

Iglesia

Realengo

Realengo

Monte

Heredad

29/11/11

1173, agosto

Juan Froilaz, Marino

Fernando Gutiérrez

1173, junio

Pelayo Domínguez e hijo

1171, sept.

1173, marzo

Ordoño Peláez

1171, feb.

523-550 CumMagna-3C Página 539

539

Munio Arias

Vermudo Menéndez

Nuño Gotínez y Jimena Ovéquiz, qui de mea criatione es

Gutierre Bacon

Armengol de Urgel

Maestro Bernardo

P. Fernández y Teresa Martínez, nodriza

Rodrigo López de Haro, vasallo meo et amico

1178, sept.

1180

1181, enero

1181

1181, julio

1181-1188

1182

Destinatarios

1178

Fechas

Bienes

Heredad. Exención de impuestos

Heredad

TQH

Realengo

Quantum est

Ferreras, alfoz Aguilar

Almunia

Sta. Comba

Almenareda y Sta. Cruz

Sta. Colomba

I.P.

I.H.

In vita sua

I.P.

I.H.; I.P.

Pro bono servitio quod mihi fecistis et me de uobis spero habiturum

PBS X

Otero, 377

C. Ovi, 203

DMGFII, 189

X

Attendens devociones et servicium que mihi fecit dilectus et familiares notarius meus magíster Bernardus mecum multo tempore laborando

JGFII, 39

Salazar y Castro, Legajo C, carp. 10, n.º 27

X

JGFII, p. 465

S. Vicent. Oviedo, 35

JGFII, p, 461

Documentos

PBS

De rogatu et consilio curie mee nobilium, pro bono servitio quod de uobis spero et sicut istud paruum vobis dono per Dei graciam in multo plus uestris meritis uso adhuc beneficiabo

Propter fidelem servitium quod mihi fecisti

Remedio anima

540

Cerca Arneo y Castro

I.H.; I.P.

Pro obtimo caballo tuo quem mihi in Castán dedisti et pro alio servitio quod mihi fecisti in eodem Pro multo bono servitio, quod mihi fecisti et rogatu curiae me instater pro te rogavit

Pro bono servitio

14:06

1 villa

Ferreras

I.H.

Cond.

29/11/11

Heredad

S. Marina de Almán

Lugares

Donaciones de Fernando II a sus fieles (CONTINUACIÓN)

Realengo

C)

523-550 CumMagna-3C Página 540

CUM MAGNATIBUS REGNI MEI

Urraca López de Haro, semine vestro

Pedro Pais Maia, generatione tua

Fernando Arias

Martín Núñez, montero, posteritas tua

Gonzalo Rodríguez

Gonzalo Menéndez,

Gonzalo Ruiz

Gómez Pérez

Vasco Fernandes Soverosa

María France y hermanos

Vasco Fernandes Soverosa

1183, agosto

1184

1184, julio 31

1185, mayo

1185, agosto

1186, abril 18

1186, abril

1186, julio 29

1187, feb. 25

1187, marzo

1187, junio 2

Villa

Exención impuestos casas y heredades

Casa

Villa

S. Esteban de Valdeorras

Asturias

Astorga

Sta. Eulalia Agoada

Rioseco

Lagares, Casgemondo

I.P.

I.P.

I.H.

PBS

DMGFII, 217

DMGFII, 236

et pro bono seruicio quod mihi facietis, et in recompensationem hereditatis uestre de Portugalia, quam pro amore perdidistis

Carracedo. 98

OseraI, 72

Salazar y Castro, B-10, f.º 27v, n.º 18511

DMGFII, 230

DMGFII, 227

DMGFII, 225

Per, Ovi, 211

X

X

DMGFII, 213

PBS

Ob remedium quod mihi fecit

pro bono seruitio quod deo iugiter exhibetis cuius partem dono isto promereri desidero et quare mihi usque modo diligentur seruire studuistis

PBS

X

DMGFII, 207

III.

Casal

S. Vicente Paralela, Villaragont

I.H.; I.P.

I.H.; I.P.

pro bono seruitio quod mihi fecistis cum corpore castello et omnibus uestri mihi super mauros et christianos inimicos meos exibuit

14:06

1/2 iglesia. Realengo

Bárcena

Faboceda

Guillarey

I.H.

29/11/11

Realengo

Heredad

Villa

Villamor, Burón

523-550 CumMagna-3C Página 541

APÉNDICE CUADROS

541

Realengo

Conde Froila Ramírez

Maestro Pedro Peláez

1192, abril 9

1193, feb. 15

Pedro Peláez Queixal

Odoario Ordóñez (canónigo orense)

Menendo Rodríguez (caballero de Santiago)

1200, nov.

1200, dic. Totam suma hereditatem sub illo foro habeas et consuetudine sicut et quilibet alius generosus de regno meo

Realengo

Realengo

Toto quantum habeo

María Iohannis, nodriza Alfonso IX

a. 1196

1199, abril

Toto quantum habeo iglesia de Rasinde

1194, marzo 14 Pedro Peláez Ruitelán

Tructín

Meraña de Selorio

Salamanca

Villafranca, Valcárcel

JGAIX, 144

JGALIX, 125

A. Carvajal, 76

Carracedo, 126

JGAIX, 142

X

JGAIX, 64

JGAIX, 51

JGAIX, 45

JGAIX, 36

JGAIX, 18

Documentos

I.H.

PBS

PBS

X X

PBS quod mihi fecisti

X

X

X

Remedio anima

PBS quod mihi fecisti et facietis

PBS quod mihi fecit

PBS quod mihi fecisti

PBS

Pro bono servitio

Sicut illum dedi Garcie Roderici de Senabria qui eidem Odoario Ordonii ipsum uendidit regelengum et concambiabit

I.H.

I.H.

I.H.

I.H.

Cond.

542

Villacova

Salientes

Toral

S. M.ª Mazanas

Vega

Lugares

14:06

1/2 iglesia S. Juan

Realengo

Simón Sánchez

1191, junio

Realengo

Bienes

Realengo

Pedro García

Destinatarios

Donaciones de Alfonso IX a sus fieles

29/11/11

1190, agosto 23 Menendo Rodríguez

1188, dic. 18

Fechas

D)

523-550 CumMagna-3C Página 542

CUM MAGNATIBUS REGNI MEI

Condesa María Ponce

Velasco Fernández

Nuño Froilaz

Alfonso Pérez et semini vestro

Suero Díaz

Martín Rollán

Rodrigo Abril

Alfonso Peláez

García Martínez

Gonzalo, Fernando, Álvaro y Elvira Núñez de Lara, y Huño Sánchez

1201, junio 24

1202, sept. 8

1202, sept. 9

1204, sept. 22

1205, feb. 5

1206, agosto 9

1208, marzo

1209, feb. 1

1209-1215

1210, feb.

Realengo

Heredades y derechos

San Mamed

Castillo

Solar

Parga

Almunia de Suso

Villasouto

San Martín

Villaquirgo

In concambium de toto illo quod habebant in Burgo Viteri (…) et no debet facere fortaleziam in locis supradictis

JGAIX, 238

Sicut illam unqua melius tenuit Martinus Rebolo

CDACL, 1811

A. C. Oviedo, 229

CDACL, 1801

CDACL, 1790

JGAIX, 197

I.H. et omni posteritate vestre

I.H.

JGAIX, 188

PBS quod ad uobis ad preseas recepit et in posterum spero recepturum

III.

Guillady

JGAIX, 171

PBS quod mihi facitis et semper facetis

JGAIX, 170

JGAIX, 153

14:06

Realengo

I.P. faciatis euo perenni in secula seculorum

Ut totum habeatis uso et vox vestra et totam vestram voluntatem inde faciatis sicut de ilo quod melius habetis et liberius possidetis Mongoos y Modorra I.P.

Fresnizino, Nava, Tejeros

Anayen, Monterroso

Carrizo

29/11/11

Monte de Dehesa

Toto quantum habeo

Realengo de Casa

Coto del monasterio Carrizo, exención tributos reales en sus propiedades

523-550 CumMagna-3C Página 543

APÉNDICE CUADROS

543

Estefanía Pérez

Pedro Gutiérrez et sucesores vestri

Pedro Muñoz

Maestro Juan Alfonso (canónigo orense)

Fernando Fernández de Bragança

Nuño Froilaz et filii vestri

Bernardo Roco et sucessoribus suis

Gonzalo Fernández

Nuño Froilaz y Mayor Pérez

1212, abril

1213, enero

1213, enero

1214, enero

1215, mayo 7

1217, mayo 29

1217, julio

1217, sept. 9

Destinatarios

1211

Fechas

Bienes

Realengo

Heredad

Derecho a hacer molinos y pesqueras

TQH

TQH

Cofiñal

Controces

Alcántara

Villa Soto Valderrueda

Villanueva

I.H.; I.P.

I.H.; I.P.

I.H.; I.P.

CDACL, 1843

Facio vobis propter amores bonum quem vobis habeo, et PBS quod mihi fecisti et facietis

PBS quod mihi fecistis et facietis, et pro bona uoluntate quam habeo erga vos

JGAIX, 349

JGAIX, 348

JGAIX, 347

JGAIX, 300

PBS quod mihi fecisti in terra sarracenorum et multi alii loci

Do pro bonis et gratis serviccis que fecit mihi et etiam pro illis que fecit Armengol comes Urgel, abunculus eius illustrisimo patri meo, et quod sit nobilis ex genere comitum et principum natus

JGAIX, 2887

JGAIX, 286

JGAIX, 282

JGAIX, 269

Documentos

Pro nono et grato servitio

Remedio anima

544

Monte Pías

PBS quod mihi fecisti in Ulgoso et in aliis locis ubicumque seruicium necesse habui vestrum PBS quod mihi semper fecisti et faciatis

Pro bono servitio

14:06

Realengo

I.H.; I.P.

S. Martín de Olleros I.H.; I.P.

Maladas

Geinzo y Villamayor I.H.; I.P.

Cond.

29/11/11

Iglesia

Villa

Lugares

Donaciones de Alfonso IX a sus fieles (CONTINUACIÓN)

Realengo

D)

523-550 CumMagna-3C Página 544

CUM MAGNATIBUS REGNI MEI

Morán Pérez et ovni posteritate vestre

Salvador Yánez, homini meo

Pelayo Rodríguez et posteritas tua

Nuño Peláez, escudero; et posteritate tue

Juan Ibáñez

Teresa Gil et filiis vestris

Nicolás, clerico meo

Rodrigo Fernández, alférez

1222

1222, julio 18

1225, julio 31

1229, junio 7

1229

1229, oct. 15

1229, dic. 9

1230, abril 19

TQH

Confirma exención de tributos

Realengos

Confirma donación

Un casal y un casal

Lugar para construir molinos y pesqueras

Mortorio

Friera y la tierra de Aguilar

Villamoros, Solanilla y Villacil

Longares

Espina

Miranda, Villale

Avilés

S. Julián de Fresno

I.H.; I.P.

I.P.

I.H.; I.P.

I.H.; I.P.

I.H.; I.P.

Do ei illas quia tenuit meam sinam multum bene in mea batalia et fecit mihi multa alia servitia

Ob servicium quod mihi fecisti Ob multum bonum servitium quod mihi fecisti

PBS

JGAIX, 614

CDACL, 1965

JGAIX, 607

JGAIX, 602

JGAIX, 601

JGAIX, 461

JGAIX, 423

Carrizo, 120

ASPA, Condado de Altamira, 3.ª 1/67

III.

I.H.; I.P.

I.H.

A. C. Astorga, 1077

Propter servitium gratum quod mihi multociens fecisti X

JGAIX, 364

JGAIX, 362

PBS quod mihi fecisti

Pro multo bono et grato servitio quod mihi fecisti

14:06

S. Martín del Camino

Vimianzo

I.H.

I.H.; I.P.

JGAIX, 251

29/11/11

Realengo

TQH

Pedro Iohannis Marino

Espina

Mieres

Vocem et calumniam quantam habeo

1220, junio 20

García Martínez

1218, junio 8

Villa Formigueiros

Peñaranda de Sordos

TQH

Heredad

Teresa Yánez

1218, mayo 12

2 yugadas

1220, marzo 18 Halconero Juan Ibáñez et omni posterita tua

Martín Fernández, archidiácono Salamanca

1217, dic. 18

523-550 CumMagna-3C Página 545

APÉNDICE CUADROS

545

Alf, Ric, San, Fdo.

Alf, Ric, San, Fdo.

1155, dic. 31

1156, junio 25

Alf, Ric, San, Fdo.

1155, dic. 28

Fdo.

1155, julio 31

Alf, Ric, San, Fdo.

Alf, Ric, San, Fdo.

1155, feb. 7

1155, dic. 28

Alf, Ric, San, Fdo.

1155, feb. 4

Alf, Ric, San, Fdo.

Alf, Ric, San, Fdo.

1155, feb. 4

P. de Cabrera, Manrique, Gutier F., Gonzalo de Marañón, Nuño P., F. Captivo, maiordomus regis Sancii

Manrique, P. Cabrera, Nuño P., G. de Marañón Manrique, P. Cabrera, Nuño P., G. de Marañón

Infanta Sancha, Manrique, P. Cabrera, Nuño P.

Manrique, P. de Cabrera, Nuño P. P. de Minerva, G. de Aza, Ordoño Pérez, Pedro Balzán Manrique, P. Cabrera, G. Marañón, D. Núñez

Infanta Sancha Infanta Sancha, Manrique, P. Cabrera, R. Froilaz, P. Alfonso, G. Fernández, G. de Aza, Gonzalo Rodríguez

Manrique, P. Cabrera, N. Pérez

R. Pérez, Gonzalo F., R. Froilaz, Vela G. maiordomus regis Fernandi

R. Pérez, Gonzalo F., Vela G, Álvaro Rodríguez R. Pérez, Gonzalo F., Vela G, Álvaro Rodríguez

R. Pérez, Vermudo P., Álvaro Pérez

R. Pérez, Gonzalo F., J. Pérez, P. Balzán

R. Pérez, Gonzalo F, Gutier F., Álvaro Rodríguez, Diego Muñoz

R.Pérez R. Pérez, Gonzalo F., Vermudo P., Al. Rodríguez, Vela G., Menendo Faiam, P. Curvo, D. Iohanis, R. Iohanis

R. Pérez, P. Curvo, Al. Rodríguez,

GDF, 83

DMGALVII, 174

DMGALVII, 173

DMGALVII, 172

DMGALVII, 171

DMGALVII, 170

DMGALVII, 169

DMGALVII, 168

SHG, 1322

DMGALVII, 167

DMGALVII, 166

DMGALVII, 165

Documentos

546

Alf, Ric, San, Fdo.

Alf, Ric, San, Fdo.

1155, feb. 4

Conf. D. Fernando

14:06

1155, sept. 11

Alf, Ric, San, Fdo.

1155, enero 20

Conf. D. Sancho

29/11/11

1155, dic. 24

Emisores

Fechas

E) Confirmantes de los diplomas de Alfonso VII entre 1155-1157

523-550 CumMagna-3C Página 546

CUM MAGNATIBUS REGNI MEI

Alf, Ric, San, Fdo.

Alf, Ric, San, Fdo.

Alf, Ric, San, Fdo.

Alf, Ric, San, Fdo.

Alf, Ric, San, Fdo.

Alf, Ric, San, Fdo., Cons, Sancha

Alf, Ric, San, Fdo.

Alf, Ric, San, Fdo.

1156, oct. 14

1156, nov. 2

1156, nov. 9

1156, dic. 1

1156, dic. 1

1156, dic. 29

1157

1157, julio 30

P. de Cabrera, R. Froilaz, R. Pérez, Gonzalo F., P. Alfonso P de Cabrera, R. Froilaz, P., Alfonso, R. Pérez, Gonzalo F., vela G., Menendo Braganza P. de Cabrera, R. Pérez, Gonzalo F., Álvaro Rodríguez, Vela G., P. Curvo, P. Alfonso, R. Froilaz, P. de Minerva R. Pérez, Gonzalo F., Vela G., Álvaro Rodríguez

Manrique, Lope de Haro, Vela, Gonzalo de Marañón, Gómez G., alferis regis Manrique, Lope de Haro, Vela, G. de Marañón, Gutier F., Gómez González Manrique, Osorio M., Vela, Lope de Haro, S. Díaz, Gonzalo R., Gómez González, Gotier F., Fernando Rodríguez P. de Cabrera, F. Captivo maiordomus Sanctus rex, Gonzalo D., Gutier F.

DMGALVII, 181

DMGALVII, 179

DMGALVII, 178

CDACL, 1492

III.

DMGALVII, 177

DMGALVII, 176

14:06

Manrique, Lope de Haro, Vela, Gonzalo de Marañón, Gómez G., alferis regis, F. Captivus maiordomus

P. de Cabrera, R. Froilaz, R. Pérez, Gonzalo F., P. Alfonso, Vela G., maiordomus F. regis, Álvaro Rodríguez, P. Curvo, P. de Minerva, Menendo Braganza, alferiz regis, F. Iohanes P. de Cabrera, R. Pérez, Gómez G., R. Froilaz, P. Alfonso, Álvaro Pérez, P. Curvo, Vermudo P., Vela G., maiordomus regis, Menendo Braganza alferiz ipsius regis

DMGALVII, 175

P. de Cabrera, R. Froilaz, P. Alfonso, R. Pérez, Gonzalo F., Vela G., Álvaro Rodríguez, Menendo Braganza, P. Curvo

Manrique, Lope de Haro, Vela, G. de Marañón, G. Pérez, G. Fernández, P. de Minerva, F. Captivo, G. Rodríguez, Gómez González

29/11/11

Manrique, Lope de Hato, Vela, G. Fernández, G. Prego, Gonzalo R., G. de Marañón, Gómez Fernández alferiz regis Sancii

CAst., 758

R. Pérez, Gonzalo F.

Lope de Haro, Manrique, Vela, Gutier F.

523-550 CumMagna-3C Página 547

APÉNDICE CUADROS

547

Emisores

Fdo. II, Alf., Urraca

Fdo. II y Urraca

Alfonso IX

Alfonso IX

Alfonso IX

Alfonso IX

Alfonso IX y Urraca Alfonso

1187, sept. 13

1188, enero 14

1188, feb. 14. Burgo Francelos de Rivadavia

1188, marzo 23. Villafranca

1188, abril 29. Toro

1188, mayo 4. Zamora

1188, mayo 4. Zamora Compostela, León, Oviedo, Astorga, Zamora, Salamanca, Ciudad Rodrigo, Lugo, Orense, Mondoñedo, Tuy

Oviedo, León, Astorga, Zamora, Salamanca, Ciudad Rodrigo, Lugo, Mondoñedo, Orense, Tuy

Compostela, León, Oviedo, Astorga, Zamora

Gómez t. Trastamara, Monteroso, Limia y Lemos. Fernando Benavente, Zamora, Extremadura. Froila t. Astorga, Sarria, Montenegro. Vasco Fernández t. Bierzo y Salamanca. Ponce Vela t. Asturias de Tineo y Vabia. Munio F mayordomo. Gutier Fernández y Rodrigo Abril t. Mansilla Gómez t. Trastamara y limia. Fenando t. Benavente y Trasnsierra, Vasco Fernández t. Salamanca y Bierzo, Ponce Vela t. Asturias, Froila R. t. Astorga, Montenegro y Sarria. Fernando Arias. Juan Fernández, signifer. Pelayo Tabladelo, iudex regis; Pedro Captivo, iudex regis. Gutierre Fernández, Rodrigo Pérez

Gómez t. Trastamara y Monteroso, Fernando t. Benavente y Extremadura, Froila R. t. Astorga y Sarria, Vasco F. t. Salamanca y Bierzo, Ponce Vela, t. Asturias de Tineo, Munio F., mayordomo

JGAIX, 6

JGAIX, 5

JGAIX, 3

JGAIX, 2

JGAIX, 1

548

Gómez de Monterroso

Gómez, t. Monteroso y Trastamara, Froila R., t. Bierzo, P. García de Lerma t. Asturias, Gonzalo F. canciller

14:06

Lugo

Compostela, Mondoñedo, Lugo, Oviedo

CDACL, 1675

Diego López t. Extremadura, Conde Fernando t. Limia, Vermudo Álvarez, mayordomo, García López, signifer, Gunzalo Gómez t. Asturias. Fernando Vela t. Benavente, Pedro Vela Gómez, t. Trastamara y Monteroso, Diego López t. Extremadura y Bierzo, García López t. Luna y Arbolio

Compostela, Oviedo, Astorga, Zamora, Salamanca, Ciudad Rodrigo

29/11/11

PCO, 209

Documentos

Nobles

Obispos

Confirmantes diplomas regios en torno a la muerte de Fernando II (1187-1188)

Fechas. Lugares

F)

523-550 CumMagna-3C Página 548

CUM MAGNATIBUS REGNI MEI

Alfonso IX

Alfonso IX

Alfonso IX

Alfonso IX

1188, junio 17. León

1188, junio 27. Carrión

1188, julio 8. León

1188, julio 16. Astorga León, Oviedo, Astorga, Zamora, Salamanca, Ciudad Rodrigo, Coria, Lugo, Mondoñedo, Orense, Tuy

JGAIX, 14

III.

JGAIX, 13

14:06

Conde Gómez, t. Trastamara, Monterroso, Lemos y Limia. Conde Fernando, t. Benavente, Zamora, Extremadura y Transierra. Pedro García de Lerma, regis maiordomus et custos regis sponse. Froila Ramírez, Astorga, Sarria y Montenegro. Velasco Fernández, t. Bierzo con Roboreda y San Esteban de Ribas de Sil. Ponce Vela, t. Vabia, Asturias de Tineo, Gozón y Cabezón. Gutierre Fernández, t. Mansilla y Castrotierra. Álvaro Díaz, t. Siero y Caso. Gutierre Sebastián, t. Cabrales, Rodrigo Pérez t. Villalpando, mitad de Toro y Mayorga. Fernando Arias, t. Tuda y Ententiam. Juan Fernández, signifer

Conde Gómez en Trastamara, conde Fernando, t. Benavente, Pedro García, mayordomo, Froila Ramírez t. en el Bierzo, Ponce Vela, t. Asturias de Tineo, Álvaro Díaz, t. Siero y Caso, Gutierre Sebastián, t. Cabrales, Diego Mazaneda, regis merinus

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Gómez t. Trastamara, Monterroso, Lemos y Limia. Fernando t. Benavente y Zamora, Froila R., Astorga, Sarria y Montenegro. Vasco Fernández, Salamanca y Bierzo. Ponce Vela, t. Asturias de Tineo y Vabia. Gutier Fernández, Mansilla y Castrotierra. Fernando Arias, Castrillo de Vega, Juan Fernández, signifer Gómez t. Trastamara, Monterrosos, Lemos y Limia. Fernando t. Benavente y Zamora, Extremadura y Transierra. Froila R., Astorga, mitad de Mayorga Sarria y Montenegro. Ponce Vela, t. Asturias de Tineo con Gozón y Cabezón

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SIGLAS UTILIZADAS

ACA AEM AHDE AHN AL BNE CDACL CHE DMRGAVII DMRGFII DSI IANTT GDF JGFII JGAIX LL LD LV RAH SIL TVM

Archivo de la Corona de Aragón Anuario de Estudios Medievales Anuario de Historia del Derecho Español Archivo Histórico Nacional Archivos leoneses Biblioteca Nacional de España Colección diplomática del archivo de la catedral de León Cuadernos de Historia de España Documentos medievales del reino de Galicia: Alfonso VII (1116-1157) Documentos medievales del reino de Galicia: Fernando II (1155-1188) Documentos de D. Sancho I (1174-1211) Instituto dos Arquivos Nacionais Torre do Tombo Colección documental del monasterio de Gradefes Regesta de Fernando II Alfonso IX Livros de linhagens do conde Pedro Livro do Deão Livro Velho Real Academia de la Historia Colección de documentos de San Isidoro de León Tumbo viejo de San Pedro de los Montes

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Abril, 132, 273, 279, 281, 282, 391, 407, 419, 436, 496, 525, 535 Adán Martínez, 129 Aldara, 110 Aldara Pérez de Traba, 140, 143, 144, 439 Aldara Vasques, 213 Aldonza Alfonso, 96, 100, 121, 144, 167, 169, 470 Aldonza Álvarez, 143, 442, 447 Aldonza González, 81, 194, 447, 511 Aldonza Martins da Silva, 118, 119, 121, 270, 382 Aldonza Osorio, 161, 162, 163 Aldonza Rodríguez, 119, 121, 500 Alfonso Enríquez, rey de Portugal, 29, 77, 79, 176, 181, 201, 203, 204, 206, 207, 209, 210, 211, 212, 213, 215, 241, 253, 269, 292, 294, 319, 320, 321, 382, 399, 401, 406, 407, 421, 443, 502 Alfonso II, rey de Portugal, 54, 117, 122, 146, 201, 217, 218, 222, 223, 224, 227, 228, 229, 230, 231, 232, 233, 234, 242, 266, 267, 296, 297, 323, 333, 403, 406, 413, 459, 460, 461, 462, 465, 469, 470, 472, 474, 505 Alfonso IX, rey de León, 19, 21, 23, 24, 25, 27, 28, 33, 42, 43, 45, 48, 61, 77, 78, 81, 100, 102, 108, 114-126, 129132, 140-146, 152, 153, 161, 167, 168, 172, 176, 179, 182-189, 190-199, 213,

126, 217, 219, 220, 221, 224-233, 235239, 242, 243, 248, 251, 252, 254, 255, 257, 266-269, 270-277, 283, 285, 287, 290, 291, 295, 298, 299, 301-313, 322, 324, 326, 329, 331-336, 339, 340-347, 354, 356, 358, 359, 360, 363, 367, 368, 370, 371, 375, 377, 379, 382-388, 390, 391, 392, 394, 395, 399, 401-420, 422425, 427, 428, 442, 445-459, 461-483, 485-502, 505, 507, 511-515, 517, 531, 542, 544, 548, 549 Alfonso López, 352, 354, 355, 523 Alfonso Pérez, 51, 389, 543 Alfonso Ramírez, 101, 150, 155, 324, 339, 341 Alfonso Téllez de Meneses, 417, 418, 423 Alfonso Vermúdez, 149, 325 Alfonso VI, 115, 148, 174, 187, 198, 202, 237, 247, 319, 390 Alfonso VII, 19, 25, 48, 54, 55, 58, 61, 76, 77, 79, 84, 110, 111, 115, 116, 126, 127, 128, 131, 140, 141, 148, 152, 153, 155, 157, 158, 161, 163, 164, 165, 167, 174, 178, 180, 181, 182, 185, 194, 198, 203, 204, 238, 248, 253, 264, 271, 272, 273, 278, 288, 302, 306, 319, 323, 324, 338, 347, 359, 368, 373, 374, 377, 378, 380, 390, 393, 401, 412, 422, 428-439, 441, 450, 453, 465, 473, 477, 483, 489, 495, 497, 499, 502, 507, 535, 546

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Alfonso VIII, rey de Castilla, 29, 48, 54, 61, 76, 79, 84, 110, 111, 115, 116, 127, 128, 131, 140, 141, 148, 152, 153, 155, 157, 158, 161, 163, 164, 165, 174, 178, 180, 181, 182, 185, 194, 198, 203, 204, 238, 248, 253, 264, 272, 273, 278, 288, 302, 306, 319, 323, 324, 347, 359, 373, 374, 377, 378, 380, 390, 393, 401, 412, 428, 429, 430-438, 441, 450, 453, 465, 473, 477, 483, 495, 497, 499, 502, 507, 546 Alfonso X de Castilla, 29, 45, 50, 61, 78, 126, 158, 159, 166, 179-185, 187, 189, 190-199, 223, 231, 279, 280, 286, 295, 328, 332, 354, 358, 394, 399, 401, 402, 406-413, 417, 422, 441, 451, 453, 454, 456, 457, 459, 460, 464, 498, 500 Almiramomenim, 183, 411, 520, 521 Álvar Fernández de Lara, 122 Álvar Pérez de Castro, 178, 185, 239, 286, 288, 289, 297, 298, 328, 333, 335, 411, 472, 505 Álvaro Díaz, 335, 341 Álvaro Díaz de Cameros, 199, 200 Álvaro Díaz de Noreña, 152, 153, 325, 327, 329, 333, 349, 350, 353, 357, 358, 410, 417, 418, 420, 515, 549 Álvaro Gutiérrez de Castro, 285, 289, 504, 512 Álvaro Núñez de Lara, 178, 179, 188, 189, 191, 192, 193, 199, 285, 300, 403, 417, 424, 464, 465, 467, 468, 470, 478, 490, 504, 543 Álvaro Rodríguez, 419 Álvaro Rodríguez de Sarria, 140, 143, 308, 315, 435, 439, 442, 500, 536, 537 Álvaro Rodríguez de Castro, 181, 185, 274, 281, 282, 288, 289, 293, 308, 368, 407, 499, 500, 508 Álvaro Rodríguez, Diablo, 406 Álvaro Peláez, 417, 517 Arias Fernández de Meira, 369, 475 Arias Pérez, Gallego, 144, 296, 298, 315, 316, 423, 458, 513 Arias, el Calvo, 145, 146, 147, 161, 497, 509 Armengol VI, conde de Urgel, 174, 498

Armengol VII, conde de Urgel, 173, 174, 175, 176, 177, 183, 281, 282, 290, 299, 324, 330, 333, 352, 353, 354, 355, 384, 385, 411, 498, 520, 526-531, 538-540, 544 Armengol VIII, conde de Urgel, 53, 177, 184, 185, 239, 412, 502, 520 Aurembiaix de Urgel, 178, 181, 185, 239, 240, 411, 476, 505 Berenguela Afonso de Baião, 146, 147 Berenguela de Castilla, 47, 78, 79, 81, 116, 126, 157, 163, 173, 179, 184, 185, 190, 192, 196, 197, 199, 221, 222, 266, 267, 268, 269, 284, 286, 287, 295, 296, 312, 322, 328, 364, 403, 404, 410, 411, 418, 420, 423, 424, 428, 450, 451, 452-457, 459, 464, 465, 467, 469, 478, 481, 490, 495, 497, 501, 503, 505 Berenguela Rodríguez, 141, 503, 506 Bernardo, 143, 392, 540 Bernardo de Mediona, 299 Bernardo Roco, 177, 254, 385, 544 Cipriano, 56 Constanza, 79 Constanza Osorio, 89, 90, 147, 161, 163, 180, 280, 417, 441, 497, 513 Cristina González, 151 Chamôa Gomes, 206, 207, 211, 508 Diego Abregón, 152, 153, 325, 373, 390, 537 Diego Almadrán, 105 Diego Fernández, 387, 534 Diego Froilaz, 85, 118, 119, 144, 153, 156, 162, 163, 318, 369, 468, 470, 473, 474, 476 Diego Gutiérrez, 294 Diego Jiménez, 198, 199 Diego López de Haro, 80, 191, 194-197, 295, 317, 328, 329, 331, 333, 334, 383, 415, 442, 443, 444, 456, 458, 459, 548 Diego Manzaneda, 357, 358, 549 Diego Pétriz, 162 Diego Ximénez, 143 Dominga Peláez, 524

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ÍNDICE ONOMÁSTICO

Dominica Pérez, 104, 105, 524 Dulce de Aragón, 61, 230, 231, 236, 505 Dulce, infanta, 46, 120, 130, 168, 189, 198, 229, 232, 233, 268, 272, 274, 286, 287, 308, 323, 368, 369, 381, 400, 404, 451, 464, 466, 467, 468, 470, 473, 475, 477, 478, 481, 482, 532 Eilo Álvarez, 497 Elo Pérez de Castro, 185 Elvira Alfonso, infanta, 161, 441, 502 Elvira Arias, 524 Elvira Díaz, 101 Elvira López, 108 Elvira Menéndez, 406 Elvira Núñez, 178, 329, 240, 411, 476, 543 Elvira Osorio, 83, 93, 107, 108, 111, 112, 113, 155, 161, 162, 163, 512, 523 Elvira Pérez de Traba, 206, 207, 321, 508 Elvira Pérez, 53, 94, 115, 124, 141, 144, 149, 150, 151, 154, 177, 503, 531 Elvira Rodríguez, 141, 143 Elvira Vasques de Soverosa, 236 Elvira Veiga de Riba Douro, 206, 209, 508 Elvira, vizcondesa, 48 Elvira, infanta, 50 Emilia Íñiguez de Mendoza, 512 Enderquina Fernández, 148, 151 Enrique I, rey de Castilla, 179, 193, 197, 198, 200, 267, 286, 403, 418, 464, 465, 466, 467, 478, 490, 505 Estefanía Alfonso, infanta, hija Alfonso VII, 84, 90, 161, 180, 181, 182, 238, 280, 497 Estefanía Díaz, 85, 153 Estefanía González, 99, 100, 504 Estefanía López de Haro, 168, 501 Estefanía Pérez, 116, 118, 270, 382, 477, 544 Estefanía Pérez de Traba, 140, 144 Estefanía Ramírez, 45, 49, 59, 84, 85, 96, 111, 112, 131, 155, 157, 160, 164, 340, 393, 394, 439, 498, 507 Estefanía Sánchez, 153, 162 Eva Pérez de Traba, 140, 144

581

Fernando, 366 Fernando Abril, 496 Fernando Alfonso, bastardo de Alfonso Enríquez, 211, 212 Fernando Alfonso, 116, 117, 118, 240, 275, 476, 477 Fernando Álvarez de Castro, 152, 181, 184, 185 Fernando Álvarez de Guzmán, 296, 298 Fernando Álvarez de Noreña 369, 475, 515 Fernando Arias, 142, 144, 145, 146, 295, 316, 357, 358, 447, 458, 502, 541, 548, 549 Fernando Fernandes de Bragança, 201, 218-222, 224-228, 231, 233, 235, 236, 241, 242, 268, 296, 298, 317, 318, 332, 333, 334, 335, 386, 455, 456, 458, 462, 469, 505, 514, 544 Fernando Fernández de Cabrera, 62, 167, 219, 226, 285, 286, 289, 420, 458, 459, 472, 505, 507 Fernando Flaínez, 162 Fernando García, 364, 365 Fernando García de Villamayor, 284, 285, 503 Fernando Gargallo, 339 Fernando González, 141, 204, 292, 293, 349, 350, 351, 366, 420, 423, 471, 499, 506 Fernando Gutiérrez Gascón, 294 Fernando Gutiérrez, 48, 51, 62, 293, 294, 295, 297, 298, 317, 318, 323, 333, 335, 349, 350, 369, 378, 385, 391, 419, 472, 509, 514, 534, 539 Fernando II, rey de León, 19, 21, 22, 23, 25, 27, 29, 33, 42, 45-50, 51, 53, 54, 56, 58, 60, 62, 64, 70, 76-81, 84, 87, 88, 97, 110, 115, 116, 126-129, 132, 137, 140-143, 145, 148, 149, 152, 155, 158, 159, 161, 165, 166, 167, 172, 174-176, 179, 180, 187, 188, 189, 194, 195, 197, 198, 200-210, 212, 213, 215, 216, 241, 243, 248, 251-255, 259, 260, 269-272, 274-281, 283, 286, 288, 290299, 301-313, 319-322, 324, 329-331, 337, 338, 343, 344, 347-349, 351, 352,

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CUM MAGNATIBUS REGNI MEI

356, 369, 370, 373-379, 381-388, 390394, 396-399, 401, 405, 407-409, 412, 413, 415-421, 425, 428, 434, 436, 438449, 453, 468, 479, 483-487, 489-491, 496-499, 500, 501, 503, 504, 507, 509, 511, 515, 534, 548 Fernando III, rey de Castilla, 29, 64, 118, 119, 122, 141, 147, 179, 186, 197, 198, 200, 225, 232, 240, 267-269, 272, 274276, 296, 297, 359, 368, 369, 382, 405, 418, 420, 423, 428, 424, 452, 465-469, 472-474, 476, 479, 480-482, 489, 490 Fernando, infante, hijo Teresa de Portugal, 126, 221, 272, 287, 450-454, 456, 479, 481, 482, 490 Fernando Iohannes, 147 Fernando Iohannis, 118, 119, 318, 323, 369 Fernando Martín, 47, 303, 304, 535 Fernando Núñez de Lara, 178, 189, 190, 191, 256257, 309, 310, 316, 317, 322, 327-329, 361, 362, 422, 424, 454, 468, 476 Fernando Odoáriz, 47, 87-89, 96, 143, 147, 387, 407, 439, 497, 501, 513, 536 Fernando Osorio, 161 Fernando Peláez de Tiedra, 420, 513 Fernando Peres Captivo, 213 Fernando Peres de Bragança, 218, 514 Fernando Pérez de Traba, conde, 46, 52, 79, 81, 127, 128, 129, 140, 141, 143, 151, 164, 188, 195, 207, 209, 213, 253, 254, 272, 292, 308, 312, 429, 431, 432, 435, 442, 443, 500 Fernando Ponce, el mayor, 62, 119, 131, 166, 167, 219, 291, 293, 315, 505, 507 Fernando Ponce, el menor, 108, 119, 131, 166, 168, 254, 246, 257, 320, 331, 333, 349, 350, 352, 353, 354, 355, 501 Fernando Ponce, 273, 283, 285, 289, 447 Fernando Rodríguez, 62, 338, 339, 341 Fernando Rodríguez de Benavente, 349, 350, 352, 353, 354, 355 Fernando Rodríguez de Castro, 84, 88, 89, 147, 158, 161, 163, 180, 181, 182, 238, 280, 281, 289, 315, 325, 327, 330,

352, 353, 354, 355, 408, 409, 441, 497, 498, 499, 500, 502 Fernando Sánchez, 197, 276, 300, 302, 335, 362, 487, 515 Fernando Vasco, 293, 510 Fernando Vela, 95, 110, 294, 297, 316, 325, 339, 341, 342, 343, 548 Fernando Vermúdez, 142 Fernando Yáñez, 319, 439, 474 Flaín Muñoz, 153, 162 Floria Martínez, 524 Fortún Díaz, 143 Froila Díaz, 153, 154, 162 Froila Ramírez, 53, 59, 101, 111, 112, 118, 144, 155, 156, 161, 163, 252, 254, 256, 257, 294, 295, 297, 316, 325-328, 340-342, 357, 358, 361, 362, 364, 365, 393, 394, 446, 447, 468, 510, 513, 525, 527, 528, 530, 531, 542, 548, 549 Fruela Muñoz, 162 García Álvarez, 524 García García de Aza, 417, 501 García Gutiérrez, 296, 298, 463, 515 García López de Haro, 80, 195, 196, 294, 295, 298, 326, 327, 331, 331, 442-444, 448, 511, 548 García Mendes de Sousa, 227, 229 García Ordóñez, 524 García Peres de Bragança, 218 García Pérez, 110, 496 García Pérez de Traba, 140, 144 García Ramírez, 46, 59, 155, 157, 273, 291-293, 297, 508 García Rodríguez de Carnota, 369, 473, 474, 476 García Rodríguez de Sanabria, 285, 420 García Romero de Aragón, 121, 122 García Vela, 110, 144, 151, 167, 169 García, infante, 81, 195, 213 Gil Manrique, 46, 269, 471, 473 Gil Roderici, 523 Gil Vasques de Soverosa, 120, 213, 217, 234 Gilelmi de Cervaria, 521 Giraldo, 166, 169 Gomes Pais da Silva, 118

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ÍNDICE ONOMÁSTICO

Gómez González de Manzanedo, 289, 497, 502 Gómez González de Traba, conde, 124, 141, 149, 154, 253, 254, 284, 285, 312, 313, 315, 316, 317, 321, 322, 330, 333, 339, 348, 349, 352, 354, 358, 361, 366, 444, 446, 447, 475, 503, 513, 547, 549 Gómez Núñez de Pombeiro, 207, 209, 319, 320, 321, 323, 508 Gonçalvo Mendes de Sousa, 122, 217, 222, 224, 227, 228, 229, 234, 238, 243, 268, 333, 335, 466 Gontrodo, 53, 523 Gontrodo Álvarez, 152 Gontrodo García, 101, 523 Gontrodo Pérez, 115, 131, 181, 185, 273 Gonzalo Ansúrez, 151 Gonzalo Fernández de Traba, 58, 141, 156, 194, 435, 439, 443, 447, 503, 506, 510, 513 Gonzalo Rodríguez Girón, 418 Gonzalo Iohannes/Iohannis, 145, 146, 147, 291, 295, 298, 316, 361, 362, 364, 354, 423, 458, 509, 512 Gonzalo Menéndez, 143, 254, 541 Gonzalo Núñez de Lara, 100, 120, 178, 188-193, 268, 297, 298, 312, 316-318, 325-329, 332-334, 454, 468, 469, 470, 476, 515 Gonzalo Osorio, 161, 163, 281, 282, 349, 350, 471, 499 Gonzalo Pais, 316, 322 Gonzalo Pelagi, 422 Gonzalo Pérez, abad de Husillos, 49, 159, 501 Gonzalo Pérez, 148 Gonzalo Rodríguez de Azagra, 294, 510 Gonzalo Rodríguez, 256, 284, 285, 294, 352, 353, 354, 355, 504, 541, 546 Gonzalo Vermúdez, 274, 535 Gregorio, cardenal, 78, 413 Guido, maestre del Temple, 77, 348, 350, 353, 354, 355, 528, 529 Guillermo de Cardona, 411 Guiomar Rodríguez, 199, 507 Guiomar, 143, 144, 198, 199

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Gutier Fernández de Mansilla y Castrotierra, 357, 358, 548, 549 Gutierre Eriz, 509 Gutierre Rodríguez, 111, 150, 161, 163, 327, 263, 289, 325, 327, 332, 333, 339, 341, 352, 353, 354, 355, 362, 504, 509, 504, 512 Gutierre Sebastián, 349, 350, 351, 357, 358, 549 Gutierre Suárez, 325, 327, 349, 350 Gutierre Vermúdez, 142, 144, 148, 150, 151 Ilduara Fernández, 84, 87, 88, 89, 96, 97, 143, 147, 387, 497, 513 Inés Alfonso, 155, 163 Inés Íñiguez de Mendoza, 116, 118, 270 Inés Rodríguez, 119, 121, 168, 470 Inés,esposa Ramiro Froilaz, 85, 101, 155, 162, 163, 510 Iohannes Abellori, 340 Isabel Martínez, 108, 524 Isidori Nicholiz, 524 Jimena García, 523 Jimena Gómez de Manzanedo, 182, 502, 505 Jimena Gutiérrez, 524 Jimena Meléndez, 188, 515 Jimena Muñíz, 115 Jimena Osorio, 51, 161, 162, 163 Jimena Pérez de Traba, 140, 143 Jimeno Íñiguez, 198 Juan Arias, 88, 89, 127, 129, 140, 143, 145, 147, 254, 291, 293, 295, 300, 321, 349, 350, 407, 502, 509, 512, 525 Juan Arias de Reboredo, 299 Juan de Brienne, 478, 490 Juan Fernández de Cabrera, 95, 96, 144, 169 Juan Fernández de Limia, 142, 144, 146, 147, 283, 284, 285, 289, 295, 296, 298, 316, 317, 318, 323, 357, 358, 361, 362, 410, 418, 419, 447, 458, 469, 502, 512, 548, 549 Juan Fernández, 117 Juan González, 317, 323

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CUM MAGNATIBUS REGNI MEI

Juan Iohannis, 302 Juan López, 105, 105, 524 Juan Marino, 299, 300 Juan Martín 121, 122 Juan Martínez, 107, 524 Juan Núñez, 120, 121, 332, 333 Juan Peres de Maia, 234 Juan Rodríguez, 119, 121 Juan Vela, 110, 151, 167, 169 Juliana Martínez, 126, 430 Lope de Nájera, 108 Lope Díaz de Haro, 118, 187, 194, 196, 197, 333, 334, 358, 468, 500, 511 Lope Pérez, 524 Lorenzo, 303 Lorenzo Soares, 144, 237, 284, 285, 286, 289, 295, 296, 298, 456, 469, 470, 504, 512 Lupa Pérez de Traba, 140, 143, 439 Mafalda, hija Alfonso Enríquez, 50 Mafalda, hija Sancho I de Portugal, 217, 223, 460, 465 Manrique Pérez de Lara, 144, 187, 429, 436, 500, 546, 547 María Aires de Fornelos, 120, 230, 234, 237, 239, 455, 504 María Alfonso, 121, 122, 137, 217, 239, 243 María Álvarez, 152 María Díaz, 54, 188 María Fernández de Traba, 80, 108, 141, 143, 164, 166, 168, 169, 320, 439, 496, 501 María Froilaz, 148, 149, 151, 154-156, 162, 164, 178, 195, 324, 439 María Gómez, 141 María Iohannis, 126, 542 María Isidori, 103, 107, 524 María Mendes de Sousa, 121, 217, 230, 243 María Nazarenez, 105, 523 María Núñez, 154, 197 Maria Pais de Ribeira, 146, 147, 502 María Peláez, 144, 524 María Pérez, 174

Maria Ponce, 59, 112, 144, 160, 163, 498, 543 María Rodrigues, 118, 524 María Vela, 63, 110, 144, 151, 167, 169, 539 Marina Micaele, 523 Martín Alfonso, 121, 217, 230, 243, 275, 297 Martín Balzán, 496 Martín Fernandes de Riba de Vizela, 228 Martín Flaínez, 160, 162 Martín Gil de Asturias, 369, 475 Martin Gomes da Silva, 118, 121 Martín López, 332, 333, 362 Martín Martínez, 523 Martín Núñez, 302, 388, 451 Martín Rodríguez, 524 Martín Sánches, hijo de Sancho I de Portugal, 117, 120, 121, 181, 186, 218, 225, 226, 230-239, 242, 243, 268, 270, 291, 292, 297, 298, 299, 300, 313, 323, 341, 342, 455, 569, 470, 472 Martín Xira, 303, 536 Martín, maestro, tesorero de sede de Lisboa, 268, 466 Mateo, maestro, 391, 538 Maura, 117, 118, 270 Mayor Alfonso, 217 Mayor Alfonso de Meneses, 141 Mayor Díaz, 121 Mayor Meléndez, 86, 523 Mayor Pérez, 156, 386, 537, 544 Melendo Núñez, 81, 154, 162 Mendo Gonçalves de Sousa, 215, 228, 229 Menendo de Bragança, 203, 204, 205, 241, 272, 292, 293, 407, 436, 438, 506 Menendo Fernández de Bragança, 203 Menendo Menéndez, 303 Miguel Sesmiro, 353, 355, 538 Miracle de Urgel, 411, 503 Morán Pérez, 369, 472, 474, 524, 545 Munio Arias, 385, 540 Munio Díaz, 184, 185 Munio Fernández, 88, 89, 143, 161, 163, 283, 285, 446, 447, 501, 548 Munio Peláez, 143

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ÍNDICE ONOMÁSTICO

Munio Rodríguez, 291, 295, 298, 364, 365, 513, 535 Nicolás, clérigo, 21, 303, 392, 545 Nuño Álvarez, 188 Nuño Díaz, 303, 535 Nuño Fernández, 525 Nuño Froilaz, 156, 333, 334, 342, 366, 377, 392-395, 468, 543, 544 Nuño González de Lara, 100, 120, 121, 188, 458, 470 Nuño Meléndez, 81, 86, 154, 194, 419 Nuño Núñez, 317, 323, 364, 365, 423, 458, 532 Nuño Peláez, 302, 349, 350, 353, 355, 545, 546 Nuño Pérez de Lara, 80, 140, 143, 144, 178, 187, 188, 191, 199, 423, 437, 504, 515 Nuño Sánchez, 178, 192 Odoario Odoáriz, 143 Olalla Pérez de Castro, 181, 186, 238, 239, 243 Olalla Sánchez, 515 Ordoño Álvarez de Noreña, 152, 153, 328, 329, 369, 420, 423, 472, 475 Ordoño Alvítiz, 339 Ordoño García de Aza, 417 Ordoño García, 418 Ordoño Ordóñez, 382, 534 Osorio Martínez, conde, 83, 89, 147, 153, 155, 156, 160, 161, 163, 180, 280, 282, 419, 439, 440, 441, 497, 499 Paio Soares de Maia, 206, 508 Paio Soares de Valadares, 236, 239, 243 Palla, 388, 389, 535 Patris Iuzefi, 521 Pedro Alfonso, conde, 81, 84, 85, 88, 89, 99, 104, 124, 148, 149, 150, 151, 154, 155, 162, 164, 178, 252, 254, 324, 325, 327, 407, 419, 436, 439 Pedro Alfonso, maestre del Temple, 285, 286, 422, 487, 504 Pedro Ansúrez, 498

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Pedro Arias, 88, 89, 147, 156, 161, 163, 281, 387, 417, 497, 513, 525 Pedro Arlote, 279, 281, 496 Pedro Balzán, 280, 281, 407, 419, 436, 496, 546 Pedro Bazaco, 407, 525 Pedro Barragán, 382, 532 Pedro Captivo, 350, 352, 353, 355, 447, 548 Pedro de Areis, 348, 408, 352, 353, 354 Pedro Arterio, 407 Pedro de Astorga, 378, 419 Pedro de Guzmán, 121, 122 Pedro Domínguez, 386, 539 Pedro Dominici, 107, 130, 523 Pedro Fernández de Benavides, 179, 268, 364, 365, 454 Pedro Fernández de Castro, 181, 182, 183, 184, 185, 186, 189, 190, 224, 238, 239, 243, 283, 284, 285, 289, 290, 317, 327, 328, 329, 331-335, 340-342, 410412, 414-418, 449, 454, 461, 497, 502, 520, 505, 508 Pedro Fernández de Tiedra, 232, 369, 472, 474 Pedro Flaínez, 153, 162 Pedro Franco, 132, 303, 304 Pedro Froilaz de Traba, 127, 140, 142, 143, 144, 150, 207, 213, 253, 319 Pedro García, 380, 542 Pedro García de Lerma, 159, 160, 163, 179, 283, 285, 289, 326, 327, 331, 333, 339, 341, 342, 357, 358, 406, 501, 549 Pedro González, 382, 537 Pedro González de Lara, 115, 144, 187, 188, 463 Pedro Gutiérrez, 386, 535, 544 Pedro Gutiérrez de Castro, 285, 289, 504, 512 Pedro II, rey de Aragón, 185, 412 Pedro Manrique de Lara, 281, 500 Pedro Martínez, 162 Pedro Muñoz, 419, 544 Pedro Osorio, 163, 423 Pedro Peláez Queixal, 152, 153, 383, 542 Pedro Peláez, 338, 386, 407, 420, 423, 459, 472, 537, 542

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CUM MAGNATIBUS REGNI MEI

Pedro Ponce de Cabrera, 100, 119, 121, 144, 167, 169, 369, 470, 472, 474 Pedro Rodríguez de Castro, 181, 281, 288, 289 Pedro Sánches, infante de Portugal, 117, 212, 217, 218, 224, 230, 231, 232, 234-239, 240, 242, 268, 272, 275, 286289, 290, 299, 300, 309, 313, 318, 328, 329, 333, 335, 368, 413, 461, 462, 472, 476, 477, 480, 505 Pedro Vela, 110, 119, 144, 151, 167, 203, 205, 289, 339, 341, 501, 548 Pedro, maestre-escuela de la catedral de Coimbra, 268, 466 Pelayo Barragán, 338 Pelayo Captivo, 419 Pelayo Curvo, 319, 378, 385, 407, 436, 439, 534 Pelayo de Lauro, 354, 528 Pelayo Enríquez, 391 Pelayo Juliani, 101, 524 Pelayo Martín, 106, 366, 523 Pelayo Muñoz Varela, 284, 285, 295, 298, 504, 512, 513 Pelayo Nicolás, 352, 355 Pelayo Queixal, 152 Pelayo Surredina, 423, 458 Pelayo Tabladelo, 349, 350, 352, 353, 354, 355, 408, 409, 447 Pero Pais de Maia, 203, 206-211, 234, 241, 292, 293, 294, 320, 321, 349, 379, 388, 508, 524 Ponce de Cabrera, 48, 54, 62, 63, 80, 83, 84, 95, 108, 119, 128, 131, 141, 142, 143, 150, 151, 155, 163, 164, 165-169, 173, 174, 219, 226, 252-254, 263, 268, 278, 279, 281, 283, 289-292, 294, 308, 315, 330, 331, 342, 407, 419, 436-441, 470, 472, 495, 501, 507, 509, 511 Ponce de Erill, 184 Ponce de Minerva, 49, 84, 85, 89, 111, 131, 155-160, 163, 164, 173, 180, 268, 273, 281, 289, 291, 340, 377, 380, 392, 401-405, 407, 419, 436, 439, 441, 497, 498, 507, 525, 534, 535, 536, 539 Ponce Rodríguez, 385, 537

Ponce Vela 110, 119, 144, 151, 167, 256, 257, 294, 295, 297, 326, 327, 332, 333, 340, 341, 357, 358, 362, 447, 511, 548, 549 Raimundi de Secanel, 521 Raimundo Álvarez, 349, 350 Raimundo de Borgoña, 152, 319 Ramiro Díaz, 118 Ramiro Froilaz II, 163, 342 Ramiro Froilaz, 46, 53, 59, 81, 83-85, 88, 89, 93, 96, 101, 107, 108, 111-113, 118, 131, 150, 153-157, 161, 163, 164, 254, 292, 338-340, 341, 407, 419, 432, 436, 439, 440, 472, 498, 507, 508, 510, 523 Ramiro Ponce, 88, 89, 160, 163, 291, 292, 293, 297, 507 Ramón Berenguer III, 116 Ramón Berenguer IV, 54, 61, 432, 433 Rica, emperatriz, 54, 79, 110 Rodrigo Abril, 132, 420, 447, 496, 543, 548 Rodrigo Alfonso, hijo Alfonso IX, 118, 119, 121, 168, 275, 470 Rodrigo Álvarez, 315 Rodrigo Díaz de Cameros, 199 Rodrigo Díaz, 54, 317, 423 Rodrigo Fernández, 104 Rodrigo Fernández Braolo, 294, 295, 321, 511 Rodrigo Fernández de Caldeas, 118, 420 Rodrigo Fernández de Castro, 144, 180, 181, 288, 289, 321, 497, 499, 500 Rodrigo Fernández de Coyanza, 352, 353, 354, 355 Rodrigo Fernández de Valduerna, 119, 121, 168, 269, 297, 298, 368, 369, 381, 386, 410, 420, 423, 458, 459, 468, 469, 470, 472-475, 545 Rodrigo Froilaz, 156, 161, 163 Rodrigo Gomes de Briteiros, 237, 300, 323 Rodrigo Gómez de Traba, 141, 313, 318, 368, 369, 377, 474, 475

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Rodrigo González de Traba, 141, 296, 298, 313, 317, 318, 364, 366, 420, 423, 513 Rodrigo Gutiérrez de Orbaneja, 328, 329 Rodrigo Gutiérrez Girón, 162 Rodrigo López de Haro, 80, 195, 281, 283, 352-355, 379, 384, 442, 500, 540 Rodrigo Martínez, 160, 162, 163 Rodrigo Menéndez, 58, 303, 378, 389, 434, 534 Rodrigo Ordóñez, 285, 504 Rodrigo Osorio, 161, 163 Rodrigo Peláez, 338 Rodrigo Peláez Candrei, 369, 475 Rodrigo Pérez de Traba, 140, 144, 198, 312, 435, 439 Rodrigo Pérez de Villalobos, 51, 147, 156, 161, 163, 296, 297, 298, 327, 328, 329, 332, 333, 334, 340-342, 352, 364366, 369, 410, 417, 418, 420, 423, 458, 459, 463, 497, 513, 548 Rodrigo Pérez, 358, 548 Rodrigo Sebastiánez, 524 Rodrigo Suárez, 116 Rodrigo Vela, 144, 151, 167, 169 Ruy Díaz, 143 Ruy Pérez, 105, 119, 121, 169, 523 Salvador Yáñez, 383, 545 Sancha Alfonso, 121, 122, 200, 217 Sancha Díaz, 523 Sancha Fernández, 53, 140, 150, 151, 155, 156, 163, 435, 439, 442, 447, 500, 510, 524 Sancha Gómez Sancha González, 143, 151, 524 Sancha Osorio, 161 Sancha Peláez, 93, 523 Sancha Péres, 126 Sancha Pérez de Traba, 144, 501 Sancha Ponce (de Cabrera) 62, 63, 83, 84, 95, 110, 119, 142, 144, 150, 151, 155, 163, 164, 166, 167, 264, 289, 294, 309, 439, 496, 511 Sancha Ponce (de Minerva), 159, 160, 169, 340, 501 Sancha Rodríguez, 524

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Sancha, infanta de Portugal, 217, 218, 223, 231 234, 237, 238, 242, 460 Sancha, infanta, hermana de Alfonso VII, 48, 49, 84, 111, 131, 132, 157, 167, 273, 279, 291, 387, 391, 393, 473, 496, 497, 507 Sancha, infanta hija Alfonso IX, 168, 186, 193, 198, 229, 230, 233, 268, 271, 272, 274, 286, 297, 308, 323, 368, 381, 400, 404, 451, 464, 465, 466-468, 470, 473, 475-478, 481, 482, 532 Sancho Fernández, infante, 189, 194, 195, 197, 198, 238, 275, 276, 288, 296, 298, 317, 328, 329, 333, 335, 443, 444, 448, 449, 456, 467-469, 477, 479, 515 Sancho Garcés de Navarra, 153, 162 Sancho García, 274 Sancho I, rey de Portugal, 28, 29, 61, 77, 78, 102, 103, 108, 117, 120, 126, 130, 146, 181, 186, 201, 204, 212, 213, 215, 217-230, 232, 233, 235-239, 242, 244, 283, 288, 291, 295-299, 399, 400, 402, 403, 414-418, 451, 455, 458-462, 465, 469, 472, 490, 504, 505, 517 Sancho II, rey de Portugal, 146, 234, 235, 236, 243, 472, 474, 514 Sancho III, rey de Castilla, 50, 150, 165, 166, 180, 193, 194, 203, 254, 271, 279, 292, 378, 385, 401, 412, 419, 430, 438-441, 453, 500 Sancho Ordóñez, 378, 385, 535 Sebtenber, 94 Simón Ruiz de Cameros, 121, 122, 200 Suero Arias de Valadares, 237, 243 Suero Díaz, 367, 383, 543 Suero Menéndez, 167, 293, 349, 350, 351, 507 Suero Pais de Valadares, 236, 237, 300 Suero Rodríguez, 104, 524, 535 Suero Téllez, 423 Suero Vermúdez, 41, 42, 147-151, 154, 324, 327 Tello Pérez de Meneses, 53, 101, 408, 418, 523

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CUM MAGNATIBUS REGNI MEI

Teresa Alfonso, hija Alfonso IX, 100, 120, 470 Teresa Álvarez, 153 Teresa de Portugal, esposa de Alfonso IX, 28, 61, 77, 78, 102, 108, 115, 116, 117, 122, 1 26, 130, 183, 189, 217, 219230, 232, 237, 238, 242, 266-269, 270272, 283, 284, 287, 296, 297, 309, 322, 323, 334, 335, 340, 341, 399, 400, 402, 403, 406, 410, 413, 414, 415, 417, 422, 428, 449, 450-457, 458, 459, 460-463, 466, 469, 474, 481, 488, 490 Teresa Fernández de Traba, reina de León 70, 78, 79, 80, 81, 115, 128, 129, 140, 144, 178, 187, 188, 189, 191, 194, 195, 199, 209, 266, 288, 384, 437, 471, 485, 496, 504, 509, 515, 539 Teresa Fernández, 161, 163, 471 Teresa Froilaz, 156, 161, 163, 340, 510, 513 Teresa Gil de Soverosa, 114, 120, 121, 122, 217, 230, 237, 239, 239, 243, 270, 381, 382, 470, 545 Teresa Gonçalves de Sousa, 213, 215 Teresa Iohannes, 146, 147 Teresa Martínez, 104, 126, 524, 540 Teresa Ruiz, 144, 167, 169 Teresa Veiga, 46 Teresa Vermúdez de Traba 143, 146, 502 Toda Pérez de Traba, 128, 142, 150, 151, 167 Urraca Alfonso, reina de León 77, 79, 129, 209, 266, 269, 401, 447, 458, 548 Urraca Alfonso, hija Alfonso IX, 116, 118, 121, 122 Urraca Fernández, 115 Urraca Fernández de Traba, 127, 129, 141, 143, 145, 147, 509, 512

Urraca Gómez, 141 Urraca González de Traba, 141, 143, 156, 159, 163, 384, 510 Urraca Iohannis, 143 Urraca López de Haro, reina de León, 46, 53, 70, 80, 81, 115, 116, 154, 179, 189, 194, 195, 197, 213, 266-269, 275, 283, 288, 295, 379, 386, 428, 442, 443, 444, 447, 449, 456, 485, 490, 505, 511, 516, 541 Urraca Martínez 104, 523 Urraca Pérez de Traba, 140, 144 Urraca Vermúdez de Traba, 52, 58, 142, 144 Urraca, la asturiana, 48, 131, 181, 185, 273, 274, 275, 308, 324, 327, 499, 500 Vasco Fernandes de Soverosa, 46, 120, 212-217, 229, 230, 234, 236, 241, 243, 316, 331, 339, 341, 355, 357, 358, 379, 382, 447, 541 Vela Gutiérrez, 54, 55, 63, 83, 84, 95, 110, 128, 142, 150, 151, 155, 164, 165, 167, 169, 264, 272, 279, 289, 294, 308, 325, 435, 436, 439, 440, 495, 501, 511 Velasco, conde, 315, 318, 330, 331, 333, 339, 341, 349, 350, 352, 353, 354, 355 Velasco Gómez, 141, 353 Velasco Pérez de Traba, 140, 144 Velasco Menéndez, 315, 320 Vermudo Álvarez, 140, 143, 281, 283, 315, 316, 443, 500, 548 Vermudo Froilaz, 156, 163 Vermudo Menéndez, 349, 540 Vermudo Pérez de Traba, 52, 58, 140, 142, 143, 144, 146, 435, 525, 546, 547 Viviano Menendi, 314, 339 Viviano Tomás, 107, 524

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61. Rumbo al Sur. Francia y la España del desarrollo, 1958-1969. Esther María Sánchez Sánchez. 62. Rafael María de Labra. Cuba, Puerto Rico, Las Filipinas, Europa y Marruecos, en la España del Sexenio Democrático y la Restauración (18711918). María Dolores Domingo Acebrón. 63. Literatura de viajes y Canarias. Tenerife en los relatos de viajeros franceses del siglo XVIII. Cristina González de Uriarte Marrón. 64. Poder y movilidad social. Cortesanos, religiosos y oligarquías en la Península Ibérica (siglos XV-XIX). Francisco Chacón Jiménez y Nuno G. Monteiro (eds.). 65. Failure of catalanist opposition to Franco (19391950). Casilda Güell Ampuero. 66. Cambios y alianzas. La política regia en la frontera del Ebro en el reinado de Alfonso VIII de Castilla (1158-1214). Ignacio Álvarez Borge. 67. Los moriscos en La Mancha. Sociedad, economía y modos de vida de una minoría en la Castilla moderna. Francisco Javier Moreno Díaz-Campo. 68. ¿Verdades cansadas? Imágenes y estereotipos acerca del mundo hispánico en Europa. Víctor Bergasa, Miguel Cabañas, Manuel Lucena Giraldo e Idoia Murga (eds.). 69. Gobiernos y ministros españoles en la Edad Contemporánea. José Ramón Urquijo y Goitia. 70. El Instituto Cardenal Cisneros de Madrid (18451877). Carmen Rodríguez Guerrero. 71. Poderosos y Privilegiados. Los caballeros de Santiago de Jaén (siglos XVI-XVIII). José Miguel Delgado Barrado y María Amparo López Arandia. 72. Sospechosos habituales. El cine norteamericano, Estados Unidos y la España franquista, 1939-1960. Pablo León Aguinaga. 73. La Primera Guerra Mundial en el Estrecho de Gibraltar. Economía, política y relaciones internacionales. Carolina García Sanz.

Con la muerte de Alfonso VII en 1157, seguida de la entronización de su hijo Fernando II, se inició una nueva etapa en la historia del reino de León que terminaría en 1230, cuando, al fallecer Alfonso IX, su hijo Fernando III de Castilla consiguió el trono leonés. Estas circunstancias hacen de León un excepcional campo de trabajo para el estudio de las relaciones que mantuvo la nobleza con el poder regio. En este libro se analizan las principales parentelas leonesas y los nobles foráneos instalados en el reino, así como las relaciones políticas que entablaron con los últimos soberanos leoneses desde distintas perspectivas: la corte como espacio de poder y sociabilidad, la génesis de las Cortes, el gobierno territorial y las recompensas vasalláticas, así como la participación nobiliaria en las

INÉS CALDERÓN MEDINA

Inés Calderón Medina

CUM MAGNATIBUS REGNI MEI

Inés Calderón Medina realizó sus estudios de licenciatura en Historia en la Universidad de Valladolid, donde se doctoró en 2009. A lo largo de su trayectoria como investigadora, ha trabajado en diversos centros de España y Portugal. Sus principales líneas de trabajo son la construcción y representación de la monarquía medieval, la nobleza del reino de León y las relaciones luso-leonesas durante los siglos XII y XIII.

LA NOBLEZA Y LA MONARQUÍA LEONESAS DURANTE LOS REINADOS DE FERNANDO II Y ALFONSO IX (1157-1230)

relaciones entre reinos y en los problemas de sucesión dinástica. Todos estos puntos de vista muestran la relación simbiótica que mantuvieron en esa época reyes y nobles.

CUM MAGNATIBUS REGNI MEI

52. Las relaciones entre España y Filipinas. Siglos XVI-XX. María Dolores Elizalde Pérez-Grueso (ed.). 53. El motín de Esquilache, América y Europa. José Andrés-Gallego. 54. Los orígenes de las órdenes militares y la repoblación de los territorios de la Mancha (11501250). Francisco Ruiz Gómez. 55. 1635. Historia de una polémica y semblanza de una generación. José María Jover. 56. Moneda y Arbitrios. Consideraciones del siglo XVII. Elena María García Guerra. 57. España y Estados Unidos en el siglo XX. Lorenzo Delgado y María Dolores Elizalde (eds.). 58. Gremios y artesanos en Madrid, 1550-1650. Juan Carlos Zofío Llorente. 59. La política exterior de España: Tomo 1. Una política mediterránea, occidental y de paz (1899-1905). Tomo 2. Junto a las naciones occidentales (19051914). Cristóbal Robles Muñoz. 60. Comerciando con el enemigo: El tráfico mercantil entre Inglaterra y España (1700-1765). Nélida García Fernández.

LA NOBLEZA Y LA MONARQUÍA LEONESAS DURANTE LOS REINADOS DE FERNANDO II Y ALFONSO IX (1157-1230)

CumMagna CUBI-2C

BIBLIOTECA DE HISTORIA

ISBN 978-84-00-09400-3

CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS 9 788400 094003

CSIC

Ilustración de cubierta: Detalle de la lista de confirmantes y Signum regis laminado en oro del documento ACL 5036 (col. 1965). Catedral de León.