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Spanish; Castilian Pages 104 [69] Year 2016
Lupita Venegas
Lupita Venegas Registro: Instituto Nacional del Derecho de Autor en tramite Derechos Reservados: Lupita Venegas Fabio González Palacios Diseño: Diego Guízar Queda prohibida la reproducción parcial o total de esta obra. Sea cual fuera el medio, electrónico o mecánico, sin el consentimiento por escrito del autor. PRIMERA EDICIÓN 2011 TERCERA EDICIÓN JUNIO 2015
Prólogo A lo largo de 10 años me ha tocado escuchar, conocer, ver y vivir historias de dolor que interpelan el corazón humano; dolor en algunos casos provocado por decisiones tomadas de forma equivocada o ignorante, o dolor que llega a la vida de forma intempestiva. En los dos casos el dolor sacude al hombre y lo hace confrontarse con sí mismo y con su vida y, en la mayoría, de los casos a buscar ayuda y orientación. Es urgente dar una respuesta cierta y práctica ante las distintas problemáticas que se nos presentan en la vida y ayudar desde la propia experiencia. Cuando el dolor nos alcanza, este segundo volumen de la colección “Desde el Corazón”, es una herramienta práctica y concreta que da respuestas ciertas a las inquietudes más frecuentes que se presentan en nuestros radioescuchas y televidentes, quienes llegan a VALORA a través de cartas y mails, buscando una orientación, una guía o un antídoto para el dolor. Dice el P. Ignacio Larrañaga “la fe es el lenitivo más eficaz para amortiguar o eliminar el dolor, siempre y cuando sea llama viva en el corazón.” Por medio de la visión cristiana de la vida, es más fácil llevar las cargas que se nos presentan de manera esperada o inesperada, la propuesta y las soluciones expuestas en este libro son siempre una invitación a vivir en clave de fe, quizá el problema no desaparezca, pero la actitud de quien se enfrenta a él, definitivamente se transformará y vivirá de forma feliz y plena. Te invito a que leas este libro de principio a fin, estoy segura que en el encontrarás respuestas que te llevaran a ti o a los tuyos a enfrentar las adversidades propias de la vida con una actitud positiva, logrando ser como esas personas que describía la Madre Teresa “conozco personas que sufren y aun así van sembrando alegría.” Meche Covarrubias Directora - Valora Conciencia en los Medios A.C.
Para ser un buen papá Licenciada Lupita: Provengo de un hogar desintegrado y no sé cómo ser el mejor padre, aunque sinceramente quisiera serlo. Mi papá golpeaba a mi mamá, y ella lo dejó cuando yo tenía 11 años. Viví con mi mamá cuatro años, y mis hermanos con mi papá. Después pasé la vida con mis abuelos, que tampoco tenían una buena relación: vivían entre pleitos por dinero, terrenos y herencias. Pero me encontré a una buena mujer en mi grupo juvenil de la parroquia y me casé con ella. Tenemos dos hijos y, la verdad, no sabemos cómo educarlos. Yo me desespero y a veces la maltrato. Ella dice que soy un macho. No quiero ser así, pero no encuentro la manera de corregirme. ¿Cómo puedo conseguirlo? Adrián
Muy estimado Adrián: Eres uno en un millón. No es normal que un hombre reconozca sus actitudes machistas, y es menos común todavía el deseo de corregirlas. ¿Recuerdas cuánto te ayudó el grupo juvenil al que pertenecías? Un grupo matrimonial de Iglesia puede hoy hacer lo mismo por ti y por tu familia. No tengas miedo. Actúa ya. Ahí encontrarás a otras parejas deseosas de ser mejores y aprenderás que para ser buen padre necesitas: Ante todo, respetar a tu esposa. Ella es la madre de tus hijos, y ellos fundamentan su seguridad personal al ver que tú la quieres. Al faltar el respeto entre los padres, los hijos desarrollan problemas emocionales y generan una personalidad insegura. Expresar tu cariño a tus pequeños. Disfruta su compañía y hazles elogios todos los días. Esto les permitirá tener confianza en ti, en sí mismos y en el mundo. Pasar tiempo con tu familia. Salgan juntos a pasear, jueguen de vez en cuando. Procuren una comida cada día en familia, platiquen sus actividades y planes. Esto le da estructura a su vida y es fuente de comunicación asertiva. Disciplinar con amor. Poner reglas claras en casa y hacer que nuestros hijos paguen las consecuencias de sus actos, les hará seres humanos responsables. Debemos señalar las conductas inaceptables con toda claridad: “esto se permite y esto no se permite en este hogar”. Comunicarte siempre de forma positiva. Si tus palabras muestran respeto y afecto, conseguirán en tus hijos una sana autoestima. De lo contrario, las ofensas y expresiones de coraje los van sumiendo en un complejo de inferioridad. Evitar los vicios. Si grupos en los cuales participas te llevan a consumir en exceso alcohol, drogas, pornografía o simplemente te absorben demasiado, e impiden que estés en casa, corta con ellos. Un padre inmaduro, necesitado de todas estas cosas, es, en realidad, un esclavo de sus pasiones y va por camino seguro al fracaso total, a la soledad y la angustia. Tener presente a Dios. Antes de tomar cualquier decisión, debemos procurar estar en buenos términos con quien más nos ama y ve por nuestro bien: nuestro Creador. Acudir a Misa los domingos y practicar las Obras de Misericordia corporales y espirituales, te harán un padre de familia sabio y exitoso. Los griegos contaban, hace 25 siglos, que la deidad le dijo a la creatura humana: “¿Quieres éxito?… ¡Paga el precio!”.
Cuando mi hijo miente Lupita: Le escribo porque estoy muy angustiada, no sé cómo platicar con mis hijos de 13 y 15 años. Quiero regresar un poco al pasado y contarle que, desde muy chicos, dejaba a mis hijos en guardería, porque trabajaba mucho. No les dediqué el tiempo que se merecían y cometí muchos errores en su educación. Dejé de trabajar, no muy convencida de hacerlo, y tuve oportunidad de estar con ellos más tiempo, pero seguí descuidando su crecimiento por lamentarme pues sentía que no había logrado mis proyectos. Hace unos años tuve un encuentro con Cristo y mi vida cambió totalmente, mas siento que el daño causado por mi descuido en los primeros años de su vida, está teniendo repercusión ahora en su adolescencia. Me preocupan los dos, me han mentido en muchas ocasiones; por más que hablo con ellos, siempre descubro nuevas mentiras. No sé cómo ayudarlos. Dicen que ya no quieren mentir, pero cuando menos lo piensan, ya lo hicieron. Esto ocasiona que no les tenga la suficiente confianza. ¿Necesitan ayuda profesional? Gabriela E.
Querida Gaby: Nuestros hijos aprenden a mentir por varias razones. Cuando son pequeños, sucede que no distinguen entre realidad y fantasía y suelen mezclar ambas sin mala intención. Pero al crecer, encuentran en la mentira un “escape” de alguna consecuencia por su mala conducta, o simplemente notan que llaman más la atención de sus padres y amigos cuando inventan algo creativo. También pueden mentir porque lo aprenden en casa, debido al mal ejemplo de sus padres. Antes de buscar ayuda profesional, hay que intentar lo siguiente: Tu actitud y planteamiento debe ser: “tenemos un problema, y juntos vamos a solucionarlo”. Encuentren en común, tú y ellos, momentos de convivencia familiar. Decídanse a hacer algo juntos, puede ser: comer siempre en familia, salir los domingos en bici, acudir al campo de excursión los fines de semana, tener “tertulias” familiares un día a la semana, que pueden ser por la tarde-noche. Cuando estén reunidos, hablen con naturalidad acerca de la honestidad. Comenten historias sobre las consecuencias negativas que tiene la mentira, desde el cuento de Pinocho o algunas fábulas de Esopo, hasta situaciones de la vida real. Indícales, con toda sinceridad, que quieres creer en ellos; ofréceles regalarles tu confianza. Admite que este vicio -mitomanía- creció durante su infancia, debido a que tú estabas emocionalmente lejos de ellos, pero que hoy estás dispuesta a superar, en familia, este reto que les ofrece la vida.
Enséñales que es normal cometer errores; que no necesitamos ser héroes o personas perfectas para ser valiosos y que hay que tomar con humor las equivocaciones cometidas. Procura premiar su honestidad. Cuando alguno reconozca que no cumplió con su palabra, promesa o responsabilidad, abrázalo y felicítale por decir la verdad. Dile que en esta ocasión no habrá una consecuencia grave porque para ti es más importante que te digan la verdad a que hayan cometido tal o cual error. Demuéstrales con tu cariño que quieres ayudarlos a superar su defecto de carácter y que no estarás ahí sólo para castigarlos. Una gran experta en estos temas, la Dra. Trinidad Aparicio, recomienda a los padres ser el mejor ejemplo de lo que quiere inculcarse en los hijos: “Es aconsejable que los padres no inventen excusas, no hablen mal de los demás, cumplan las promesas que hacen, no inventen historias, reconozcan que se han equivocado, etc.” No hay dificultad que no pueda superarse en familia si sabemos vernos todos como parte del mismo equipo. No fomentemos divisiones en casa; Cuando mi hijo miente no existe tal cosa como “los mentirosos contra los perfectos”. Todos somos personas aprendiendo a vivir. Cuando nos equivocamos, estudiamos el porqué, nos preparamos mejor, nos levantamos, y ¡CRECEMOS JUNTOS!
¿Quiénes son las católicas por el derecho a decidir? Querida Lupita: Acudí a una conferencia de las llamadas Católicas por el derecho a decidir. Ellas exigen al Estado apoyo en educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y legalización del aborto para no morir. Y la verdad, sus propuestas me parecen muy bien sustentadas, porque lo planteado es muy cierto. Hay embarazos por no conocer los anticonceptivos, y hay muertes de muchas mujeres por abortos clandestinos. ¿Cómo quiere la Iglesia acabar con esto si está en contra de los anticonceptivos y del aborto? Te agradezco la orientación que puedas darme. Blanca T.
Blanca: Tu carta contiene una serie de afirmaciones que corresponden a la ideología de género. Esta ideología es una forma de pensamiento que parte de un principio erróneo, y después, con una serie de afirmaciones lógicas interconectadas, nos presenta conclusiones falsas. Las llamadas Católicas por el derecho a decidir, no son en realidad católicas, sino abortistas. No dudo que tienen las mejores intenciones para resolver los problemas planteados, pero parten de un principio falso: “La persona es objeto de placer y no sujeto de amor”, y por tanto, en vez de ayudar, están destruyendo a la mujer, a la familia y a la vida. Se trata de una organización abortista estadounidense, cuyo objetivo es eliminar al mayor opositor del mundo contra el aborto: La Iglesia Católica. Pretenden convencernos de que el aborto es una alternativa éticamente válida para las mujeres, mientras desprecian y ridiculizan las enseñanzas fundamentales de la Iglesia, y promueven agresivamente la mentalidad anticonceptiva, la cual incluye al aborto. Fue fundada por Frances Kissling, quien vivió en el Convento de las Hermanas de San José, para luego dirigir una clínica abortista. Financia sus actividades con millones de dólares entregados por diferentes organizaciones antivida. Este grupo tiene una agenda clara para aplicar en América Latina: Apoyar el disenso católico en el tema del aborto y la anticoncepción. Proporcionar a los católicos una “alternativa racional” a la Doctrina de la Iglesia (la voluntad humana debe imponerse a la voluntad de Dios). “Educar” sobre los derechos de salud reproductiva. Los católicos que se sientan confundidos ante estas argumentaciones, deben acudir a la Encíclica Humanae Vitae y constatar la enseñanza milenaria de la Iglesia sobre el valor de la persona humana y de la vida. No es con la muerte de inocentes como solucionamos algo. Las enseñanzas de la Iglesia son claras y están al alcance de todos. Visita estas Páginas en la Red: www.vatican.va, www.vidahumana.org, www.es.catholic.net. Preguntas, cómo combatir los embarazos no deseados, los embarazos en adolescentes, los abusos y violaciones, las muertes en clínicas clandestinas, sin anticonceptivos y sin aborto legal. Aquí la respuesta de la Iglesia: educación
para el amor. Educación sexual integral impartida en la familia y no únicamente por parte del Estado. Transmisión de valores como: respeto, responsabilidad y, sobre todo, amor auténtico; el cual desea el bien del ser amado, fidelidad, entrega sincera, donación personal, pureza, autodominio y castidad. ¿Se puede vivir todo esto? Depende de ti. ¡Modela para tus hijos el amor sincero! Esposo: Respeta, ama, sé fiel y trata con cariño a tu esposa para enseñar a tus hijos a respetar a toda mujer. Esposa: Consiente a tu marido, estimúlalo, aliéntalo, admíralo y muestra a tus hijas la satisfacción de ser compañera completa para un hombre. ¡Sí es posible esta realidad! Para amar, aliméntate de la fuente del amor: CRISTO.
Cambia de actitud y cambia de vida Licenciada Lupita: La escuché en una conferencia donde habló de hacer un plan de vida. Estoy muy agradecida porque me sentí motivada para actuar. Sin embargo, algo me falta. Es como si careciera de un chip que me permita creer en mí y confiar en Dios. Siento que no puedo cambiar, me propongo metas, pero tengo miedo de no alcanzarlas. ¿Cuál es ese chip que me falta? ¿Puede ayudarme? Sofía N.
Hermana en Cristo: Te responderé de una manera práctica al principio, y más espiritual al final. Los grandes motivadores internacionales, basándose en estudios psicológicos y sociológicos, concluyen que cada acción es precedida por un sentimiento, y cada sentimiento es precedido por un pensamiento. Así pues, lo que permitirá impulsar tu anhelo de progreso deberá llevarse a cabo, primero, a nivel de tu pensamiento. Para modificar tus pensamientos, y con ellos tus actitudes, elige estas ocho opciones que proponen dichos motivadores: 1. En vez de resistir, yo acepto. Deja de renegar por las cosas que no te gustan; acepta con paz tu realidad. 2. En vez de resignarme, yo aprovecho. Hay cosas que no puedes cambiar, sobre todo si piensas que las circunstancias o las personas deben hacerlo. Muévete hacia lo que quieres. Sólo puedes cambiar tú misma si te lo propones. Aceptar la realidad no es resignarte amargamente, sino llevar a cabo acciones inmediatas y aprovechar los retos para transformar tu futuro. 3. En vez de evadir, yo asumo. No busques culpables, mejor identifica la forma en la que tú misma has contribuido a tu realidad actual. Asume tu responsabilidad con paz en tu corazón; todos somos imperfectos. 4. En vez de sólo desear, yo me comprometo. Haz lo que haga falta para cambiar tus circunstancias. Por ejemplo, cambia los programas de televisión que ves, por otros que te hagan crecer; escucha buenas noticias, en lugar de malas; lee la Palabra de Dios, en vez de revistas de entretenimiento, etc. 5. Antes que preocuparme, yo me ocupo. No te preocupes por lo que escapa de ti, y si puedes hacer algo, hazlo. 6. En vez de olvidarme de lo que tengo, yo agradezco. La gratitud es el mejor antídoto para la desesperanza. Haz una lista de todas las cosas que puedes agradecer hoy. 7. En lugar de desconfiar, yo confío. Las cosas negativas nunca son permanentes, y es ley de la vida que después del invierno renazca la primavera. 8. Mejor que visualizar en negativo, yo apuesto a ganar. Henry Ford decía: “Si crees que puedes, o si crees que no puedes, estás en lo cierto”. Ten fe en que todo lo que ocurre es lo mejor que puede sucedernos. El miedo se alimenta de una proyección mental catastrófica de lo que va a suceder. La fe se alimenta de la Palabra de Dios, que te promete Vida Eterna.
Vive tu vida con pasión. Este desánimo que sientes es un desafío de Dios para que crezcas alta y fuerte. Estos medios que te ayudan a cambiar de actitud podrían no funcionar si no recurres a la única fuente de Vida Plena: Cristo.
Comprométete Muy estimada Lic. Lupita: No sé cómo expresarme, pero necesito una orientación y por eso me atrevo a escribirle. Me siento presionado por mi novia porque ella quiere que nos casemos. Yo tengo un poco de miedo a perder mi libertad. Mis amigos dicen: “el precio de la libertad es la soledad”. No quiero, en realidad, quedarme solo; pero si me caso, ¿no me sentiría acorralado, como en una cárcel? Quiero a mi novia, mas estamos bien así. Llevamos cuatro años juntos, los dos trabajamos, y yo sé que deberíamos ya definir nuestro futuro; por eso le escribo, quiero estar convencido de casarme, pues una parte de mí sí quiere, pero la otra me llena de miedo. Tengo muchas dudas. Un hermano en Cristo, Rolando
Hermano mío: No te culpo por sentir miedo al compromiso. Eso es lo que hay en tu corazón. Casarse implica un compromiso, el más importante de tu vida, y eso hace que se trate de una decisión difícil. Es cierto que un amor que duda no es amor. Pero debemos comprender que el amor es DECISIÓN. Es un acto de la voluntad, y no de la afectividad. La Sociedad está invadida de hedonismo; es decir, hay una promoción constante y hasta sofocante de la búsqueda del placer por el placer mismo. Esto genera una Sociedad individualista. Las personas buscan su propia realización. Si antes los novios solían decir: “Quiero hacer mi proyecto de vida a tu lado”, hoy dicen: “Quiero hacer mi proyecto de vida y después veo si me caso”. ¡Queremos disfrutar la vida solos, a nuestro modo, sin necesidad de dar a otro o de renunciar a mis gustos por otro! Nada más opuesto, pues, al Plan de Dios, para la realización humana. La felicidad está en el proyecto personal de hacer felices a otros. Te invito a que sueñes en hacer feliz a una mujer y a los hijos que engendrarás con ella. No te preguntes si tú serías feliz a su lado; pregúntate si eres capaz de dar tu vida entera por ella y tus futuros hijos. Un hombre que entra así al matrimonio, tiene asegurado el éxito. Pero el pensamiento moderno impide amar de verdad; te hace cuestionamientos individualistas; aparece, entre otras, esta lista de preguntas: 1. 2. 3. 4.
¿Y tú, ya pensaste en ti? ¿Y si no funciona? ¿Por qué “dejar de disfrutar la vida tan pronto”? ¿Si te quedas sin trabajo?
Si no das respuesta reflexionada a estas cuestiones, te quedas en el sin sentido y eres incapaz de una decisión; sigues navegando. Pero si buscas honestamente respuestas, podrías responder: 1. Precisamente porque pienso en mí, buscaré mi realización como Dios manda, formando una familia, construida en los cimientos del amor verdadero. 2. Si hay conflictos y “no funciona”, contaré con la Gracia divina que me asiste para enfrentar cualquier desafío. Nunca veré el divorcio como solución. 3. Es todo lo contrario. Disfrutar los deleites de la vida en familia es lo mejor que puede sucedernos. 4. Si me quedo sin trabajo, sin salud, sin juventud, contaré con el apoyo de mi familia y, unidos, creceremos en medio de las posibles tormentas que nos toque enfrentar. Comprométete, Rolando. Ama sin miedo y Dios bendecirá abundantemente tus esfuerzos. Del mismo modo que han dejado de nacer niños por el aborto, han dejado de nacer matrimonios y familias por el individualismo. ¡Comprométete!
Debemos mejorar la comunicación con nuestros hijos Querida Lupita: ¿Qué hacer? Mi hija de 16 años se fue de mi casa. Ella decía que su papá no la entendía y que siempre le negaba los permisos para salir, lo cual la molestaba mucho. Yo no trataba el tema para no hacer más grande el problema. Pero hoy me siento sola, triste, destrozada. Ella nunca me dijo que no estaba contenta en casa. Cómo quisiera poder hablarle y decirle que la quiero mucho y cuánto la extraño; que quiero buscar la mejor manera de que ella este a gusto a mi lado; que la necesito y me hace mucha falta. María Eugenia
Maru: Cuando un hijo se va, hay dolor en el alma. Lo hay cuando se va con todos los honores al altar para consagrarse o para casarse, y lo hay, multiplicado, cuando se ha ido en medio de tormentas hacia un destino incierto. Pero un hijo adolescente nunca se marcha de casa porque todo va bien. Lo impulsa el deseo de salir de un lugar en el que se asfixia porque no se siente querido, comprendido. Noto en tu carta dos condiciones que pudieron llevar a tu hija a este sentimiento. Primero, la actitud exigente del papá. Recuerda que la falta de normas desorienta, pero el exceso de normas desalienta. En segundo lugar, está el manejo de tu comunicación con ella. No te percataste de su desesperación a tiempo; evadiste el tema cuando debías haber profundizado en él. Siempre es más fácil educar cuando conocemos a nuestros hijos. Saber qué hacen, qué piensan y qué sienten, es fundamental para los padres. Pero a veces cerramos ese proceso de conocernos, por nuestras actitudes equivocadas. Pilar Guembé y Carlos Goñi, filósofos y educadores contemporáneos radicados en Navarra, España, comparten con nosotros seis errores comunes en la comunicación, y seis requisitos deseables para mejorarla. ¿Qué hacemos mal? Miedo al enfrentamiento. El no aprovechar los momentos difíciles para dialogar. Hablar cuando estamos alterados. Es mejor esperar, que dejarnos llevar del coraje, los nervios o la sorpresa. No respetar la intimidad de nuestros hijos. Es necesario estar pendientes de ellos, pero sin sobreprotegerlos. Decir siempre lo mismo. Los padres debemos ampliar la gama de temas a conversar. No sólo hablarles de lo que deben corregir. Sermonear. Nuestros hijos cierran sus oídos automáticamente cuando “no soltamos el micrófono”. No escuchar. Hemos de evitar interrumpir y juzgar, antes de que nuestro hijo termine de hablar. Requisitos para mejorar la comunicación:
Buscar el momento adecuado. No el momento para mí, sino para ellos. Hay muchas cosas urgentes y pocas importantes. Un hijo siempre será más importante que tus “pendientes”. Hay que dejar todo a un lado cuando él quiera hablar. Serenidad. Escúchalos sin hacer escándalos, caras y gestos. Procura ponerte en su lugar, entenderlos. Aceptar sus formas. Un adolescente puede perder los estribos; un padre, en cambio, debe procurar mantenerse ecuánime. Corregir, pero sin gritos. Dar razones de peso. Hay que hablarles de su misión en la vida, del deseo de Dios de que crezcan como seres humanos integrales. Motivarlos. Sé positivo al hablar, reconociendo lo que se ha hecho bien y luego pidiéndoles el cambio que se está solicitando. Decirles que pueden mejorar y que cuenten con nuestra ayuda. Establecer pactos. Cuando se está dispuesto a ceder en algo, pedirles que cedan en otra cosa que sea importante como parte de su formación. Habrá un compromiso entre los dos, y el compromiso siempre une. En este caso, encomienda tu hija a María Santísima, y cuando llame, dile cuánto la amas y el deseo que tienes de empezar otra vez, para ser mejor madre. Aunque ella dijera: “quiero cambiar de padres”, tú responde con amor infinito: “nosotros, jamás querríamos cambiar de hija”.
Psicología, ¿ciencia o técnica? Lic. Lupita: Yo necesito algo diferente. Tengo 40 años y soy soltera. Ya tengo seis años en varias terapias y grupos de autoayuda, pero aún siento que no soy capaz de levantarme y seguir adelante. He leído tus Artículos y me siento motivada, pero en algo está que no puedo animarme y despegar por fin. Sigo siendo insegura y con muchos miedos. He estado en seminarios de sanación del niño interior, he hecho contacto con mis sentimientos y he comprendido los motivos de mis temores, pero nada de eso me impulsa para creer en mí. Me siento deprimida. Te agradezco tu tiempo y atención. Mariana
Mariana bonita: Son numerosos los casos que conozco en los que las personas reportan no sentir la mejoría esperada después de varios años en terapia. Paul Vitz, en su Libro: La Psicología como religión, cuestiona a la Psicología como ciencia y la propone como una técnica para comprender y encauzar noblemente la conducta humana. Señala que la formación del psicólogo tiene una base antropológica mutilada, ya que considera al hombre sólo como un ser bio-psico-social y, en los casos en que reconoce su dimensión trascendente, lo hace sin referencia al Absoluto, sino bajo un concepto postmoderno relativista en el que toda visión tiene validez y carece de valoración moral. Una vez que el relativismo es inyectado en la mente del especialista en conducta humana, ha entrado un engaño que evita la plena realización de la persona. Muchas terapias te llevan al análisis de tu pasado, te ayudan a clarificar tus sentimientos y procuran darte herramientas para conocerte más y encontrar en ti misma las soluciones. Los cursos a que haces referencia, ofrecen generalmente los mismos pasos hacia el éxito: piensa en tus sueños, define tú misma tus valores, trázate metas, conoce tus habilidades, disciplínate, cree en ti misma y nunca te des por vencida. Todo esto es sumamente útil, pero insuficiente. El realismo cristiano, contrariamente al relativismo actual, subraya que para que una persona se sienta plena debe advertir lo que Dios quiere de ella y no lo que ella quiere de sí misma. En Col. 1,16 leemos: “Dios creó todo lo que hay en el Cielo y en la Tierra, tanto lo visible como lo invisible. Todo fue creado por medio de Él y para Él”. ¿Cómo encontrar el camino cierto a la realización personal? Pregúntale a tu Creador. Él tiene el manual de instrucciones para el ser humano. Él te conoce perfectamente y te creó con un propósito. Decía Bertrand Russell: “A menos que se dé por hecho la existencia de Dios, la búsqueda del propósito de vivir no tiene sentido”. Puedes darle sentido a tu vida por uno de dos caminos: por el de la especulación o por el de la revelación. La mayoría elige la primera, hace conjeturas, hipótesis, teorías. Grandes filósofos, a lo largo de la historia,
“especulan” sobre el tema. Y en el de la revelación, es el propio Creador que nos dice quiénes somos, cuánto valemos y para qué fuimos hechos. Ya no te preguntes qué quieres y convéncete de que la vida consiste en vivirla para Dios y no para ti misma. Estás sumida en tus sentimientos, y hoy te invito a sumergirte en una actividad de amor por los demás. Reitero una invitación que he hecho frecuentemente: “Contra depresión, acción”.
¿Qué tipo de padre eres tú? Hola, Lupita: Soy una joven de 18 años y participo en mi Parroquia en grupos juveniles. Tengo novio, con el cual hace poco inicié la relación. Mas sucedió algo que no sé cómo manejar. Una noche yo estaba en mi casa y recibí a mi novio; nos quedamos platicando y, sin sentir, nos dieron las 10.30, casi las once. Entonces, mi padre salió muy enojado. Yo me sentí mal, y en cuanto pasé al otro lado de la puerta, él golpeó mi espalda. Tenía ganas de llorar, y la situación empeoró, pues mi padre cerró, jaló mi cabello y me arrojó al suelo. Me levanté, fui a mi cuarto, pero él entró y me dijo que lo había decepcionado y que era una cualquiera. Lo que sí tengo presente en mi mente es que Jesús no me dejó sola, ni entonces ni jamás; realmente no sentí fuertes los golpes; estaba tranquila. No odio a mi papá ni le guardo rencor; al contrario, lo quiero mucho, pero él ya casi no habla conmigo de padre a hija… y eso me entristece. No quisiera que a mis hermanos les pasara lo mismo, pues es una experiencia horrible. Reconozco que me pasé de la hora; ese fue mi error, y me arrepiento, pero dudo mucho de que mi padre quiera escucharme. Además, no sólo fue eso, sino que desde mi niñez vengo acumulando distintos traumas y recuerdos muy tristes. Andrea
Querida Andrea: Esta bellísima carta me permite enviar mensajes en tres direcciones: 1. A los sacerdotes que impulsan los grupos juveniles en sus Parroquias y áreas de acción: ¡Gracias!, pues presentando a los jóvenes a Cristo les dan fortaleza y capacidad sobrada para superar las dificultades de la vida y ser verdaderos agentes de cambio. 2. A los jóvenes que quieren hacer de su vida algo valioso. Tú, Andrea, eres una de ellas, y sé que hay muchos como tú que están en esta búsqueda sincera y son capaces de reconocer cuando han fallado, para poner remedio adecuado y crecer. ¡Felicidades a todos ustedes! Ustedes son el futuro y pueden cambiar al mundo para bien si se comprometen con la Verdad, que es Cristo. 3. A los padres de familia que desean hacer de sus hijos hombres y mujeres de bien, pero no saben cómo. ¡Prepárense! No es con golpes ni gritos como conseguimos lo mejor. Saber más y autodominarse será necesario para ser auténticos padres. ¿Qué clase de padre eres o quisieras ser? De acuerdo a varios autores, existen tres tipos de papás: A. Los padres autoritarios
Quieren tener a sus hijos controlados. Son sumamente estrictos e intransigentes. Tienen muy en alto las reglas, pero es muy bajo el amor manifestado con detalles a sus hijos, mismos que son infelices, reservados y con gran dificultad para confiar en los demás. B. Los padres permisivos Quieren ser “cuates” de sus hijos. Muy bajo su nivel de reglas, y alto su amor (malentendido). Buscan la aprobación de sus hijos y tienen “miedo” de pedirles algo que saben o suponen que no aceptarán. No saben poner límites claros. Los hijos se vuelven muy exigentes, caprichosos y autoritarios. C. Los padres autorizados Ejercen su autoridad en un clima de afecto. Son altos en reglas y también altos en amor. Establecen límites claros en casa. Permiten que sus hijos se expresen libremente y les enseñan a respetar, con su palabras y acciones, a todos los miembros de casa. Transmiten la importancia de vivir valores fundamentales: respeto, orden, responsabilidad y honestidad. Los hijos se desarrollan con sana autoestima, son independientes, creativos, adaptados socialmente y maduros. Papá: ¡no lastimes a tus hijos! ¿En verdad quieres que ellos sean mejores? ¡Comprométete contigo mismo a mejorar tú!
Una crisis matrimonial te pide cambiar para bien Lupita: Le explico mi situación. Soy un joven de 33 años, con 13 años de casado y con dos hijas. Siempre creí que el matrimonio era para siempre. Pero tenemos problemas: ella me falta al respeto frente a mis hijas y me tiene como un cero a la izquierda. Yo ya estoy desesperado y no sé qué hacer. Estoy pensando en separarme de ella y dejarla en paz para que haga su vida con otra persona. Me siento mal, porque yo soy un simple trabajador que gana apenas lo suficiente para la subsistencia. Por lo visto, ella quisiera a alguien con dinero. Santiago
Querido Santiago: El matrimonio pasa por diversas etapas, que requieren de nuestras habilidades y virtudes para enfrentarlas exitosamente. Tienes frente a ti un obstáculo y lo ves tan grande que sientes verdadera impotencia y deseos de no luchar más. La forma en que nos explicamos los problemas es determinante para definir nuestras acciones. Verse a sí mismo como una ratita atrapada en un laberinto sin salida, es destinarse al fracaso. Es necesario visualizarte, ser capaz de solucionar problemas sin importar el tamaño que éstos tengan. Vale recordar la frase: “No le digas a Dios cuán grandes son tus problemas; dile a tus problemas cuán grande es tu Dios”. En tu familia están pagando las consecuencias de vivir el desorden. Ella no está respetando tu lugar como jefe de familia, y tú no conoces la forma en que puedes ocupar ese lugar sin miedo. A continuación describo unos pasos a seguir para corregir el rumbo que llevan hasta ahora: Es necesario que tu esposa conozca su papel como compañera y ayuda ideal para ti. Un retiro espiritual puede abrirle los ojos al plan perfecto de Dios para la familia. “Mujer ejemplar no es fácil hallarla, ¡vale más que las piedras preciosas! Su esposo confía plenamente en ella y nunca le faltan ganancias. Brinda a su esposo grandes satisfacciones… Su esposo se encuentra entre los más respetados” (Prov. 31, 10-23). Pero como no podemos actuar sobre quien no quiere ayuda, aún te queda rezar. Ora por ella con toda tu fe. Haz oración confiando en las promesas de Cristo: “¡Pide y se te dará!” (Mt. 7,7). Pero pide en grande; eso es lo que Dios quiere. Pide para que tu esposa abra el corazón a Cristo, para que tus hijas encuentren encanto en ti, para que tu familia sea unida y viva en armonía, para que tú alcances auténtica madurez. En la base de tu percepción hay baja autoestima, poca confianza e inseguridad. Debes abordar esta situación cuanto antes. Fortalece tu valía. ¡Eres hijo de Dios, hijo de Rey! Tienes un empleo y eso te dignifica; traes comida a casa y cubres lo necesario; además, puedes superarte. ¡Eres ejemplar! Concéntrate en lo que sí puedes hacer. Acude a un grupo de oración para sanar los recuerdos del pasado que te tienen atado pensando que eres poco capaz para la vida; acepta la primera invitación que recibas para asistir a un encuentro con Cristo. Busca un Director Espiritual, acércate a una asesoría familiar o a un psicólogo católico que te
dé herramientas para ganar terreno en tu seguridad y confianza, de cara a la vida. Lee la Palabra de Dios, tan llena de esperanza. Documéntate con libros de inteligencia emocional y asertividad. ¡No claudiques; vive un día a la vez!
Desilusión de uno mismo Lupita: No sé qué me pasó. Caí como embrujada enamorada de un hombre y me fui con él para los Estados Unidos. Dejé a mi esposo y a mis hijos sin pensar nada. Y ahora este hombre me paga con una traición. Cinco años de relación y me entero que anda con otra. No te imaginas cómo me siento. Tonta, pecadora, estúpida. Quisiera desaparecer. Quiero que me metan a la cárcel, quiero ser castigada. ¿Cómo podría volver a mi casa si no tengo cara? Mi hija me llamó y dice que me quiere. ¡Cómo puede quererme después de lo que hice! ¿Cómo lograr sentirme digna? porque deseo con todo mi corazón regresar, pero no puedo. Armandina
Hermana mía: La vida te presenta una oportunidad inmejorable. No es momento de ver tu pasado sino tu futuro. A la puerta está un nuevo principio para ti. Estás siendo víctima de una desilusión de ti misma y vas a levantarte porque el Niño Dios quiere nacer en tu corazón. La desilusión conlleva cuatro desventajas de acuerdo a Carmen Christlieb: 1. 2. 3. 4.
Deformas la realidad. Juzgas, piensas y actúas con injusticia. Caes en la inactividad. Dañas la calidad moral de tus actos.
Deformas la realidad y sólo tienes ojos para ver lo negativo de la vida. Te juzgas a ti misma con dureza y resultas culpable de absolutamente de todo. Piensas que ya has intentado tantas cosas y que lo que trates de hacer será inútil. Finalmente van apareciendo y creciendo malos sentimientos como el rencor a ti misma, la violencia ante los demás, etc. Estás desilusionada porque no tienes lo que quisieras: felicidad. Y no la tienes porque, habiendo sido cegada por tus pasiones y desconociendo a Cristo (dador de vida), has tomado malas decisiones a lo largo de tu existencia. ¿Qué te queda? ¡Descubrir el verdadero amor! ¡Me has escrito una carta y esto te lo ha inspirado Dios mismo pues hay un deseo de vida y de salvación en un rinconcito de tu corazón! ¡Me has escrito una carta y quieres una luz de esperanza que renueve tu anhelo de reparar por los daños que tus decisiones han causado! ¡Me has escrito una carta porque sabes que transmitiré para ti palabras de Jesucristo y que Él te ama!
No. No te juzgo porque sólo Dios y tú saben lo que ha sufrido tu alma. Te recuerdo que Él mismo ha dicho que no vino por los sanos sino por los enfermos. El no quiere la condena del pecador sino que se convierta y se salve. Estamos en el tiempo litúrgico llamado “adviento”, estamos preparándonos para el nacimiento de Cristo en nuestros corazones. Regálale al Señor tu conversión, míralo y descubre su misericordia. Reconcíliate, pídele perdón y decídete a vivir el resto de tu vida para reparar por tus culpas y buscar la felicidad de la familia a la que abandonaste. Hoy sufres porque has vivido una vida para ti misma. El Señor te ha sacudido con este dolor para mostrarte que la felicidad sólo puede hallarse cuando se vive una vida para los demás. Tu hija te llama porque sabe amarte como Dios ama. Recuerda: “Amor con amor se paga”. Y dicho en palabras de San Juan de la Cruz. “Donde no hay amor, siembra amor y cosecharás amor”.
No hago lo bueno que quiero hacer, sino lo malo que no quiero hacer Hola, Lupita: Soy una mujer relativamente joven. Me consideraba una buena persona, pero desde hace cinco meses estoy actuando muy mal…estoy teniendo una relación extra-matrimonial. Los valores que me inculcaron mis padres, y de los que yo me llenaba la boca pregonándolos, se han ido todos a la basura. De verdad, estoy desesperada; no sé cómo ponerle un alto a esto. Cuando voy a Misa (porque aunque me da pena decirlo, todavía tengo el descaro de ir), me avergüenzo ante Dios y le pido perdón, asegurándole que no vuelvo a hacerlo. Pero en el momento que recibo una llamada o un mensaje de este hombre, todo se me olvida, mi mente se debilita y caigo en la tentación. Lupita, sé que no tengo perdón de Dios; ni siquiera tengo el valor de confesarme. Muchas gracias por tu tiempo y porque sé que no me juzgarás. Natalia
Mi querida Natalia: ¿Qué pienso de ti? Que eres una extraordinaria persona que lucha por hacer lo correcto. Desconoces mucho de Dios; me doy cuenta de ello cuando dices que “no tienes su perdón”; pero, afortunadamente, quieres estar cerca de Él. En tu situación estás planteando el gran misterio del hombre. Todos vivimos esta doble tensión interior: queremos cumplir la Ley de Dios, pero no podemos. La buena voluntad del hombre no es suficiente para realizar el bien. El pecado es más fuerte que sus buenos deseos. El pecado no es sólo un defecto de crecimiento, una debilidad psicológica o un error; es el rechazo y la oposición libre del hombre a Dios y a su Reino. Ciertamente estás en una situación de pecado, pero la buena noticia es que el mismo Dios quiere rescatarte. Cuando el hombre cede a “la tentación”, lo que sucede es que cae en el engaño. El amo de la mentira le presenta una realidad muy atractiva y le convence de que tiene todo bajo control, que disfrutará de lo que ofrece y que no habrá consecuencias. Muchos pueden describir sus sentimientos de esta forma: “no era yo”, “no sé cómo fui capaz de esa estupidez”, “¿qué me pasó?” San Pablo lo expresaba así: “ahora bien, si hago lo que no quiero hacer, ya no soy yo quien lo hace, sino el pecado que está en mí” (Rom. 7,20). Como ellos, tú fuiste engañada.
Lo importante ahora es saber que la buena voluntad y la confianza en las propias capacidades no bastan para ser fieles a Dios. La debilidad de la condición humana se impone, y cuando el pecado se arraiga en el hombre, influye en su forma de pensar, sentir y actuar, y va ganando terreno hasta el grado de que la persona ya no es dueña de sí misma. Recordemos que, si bien el pecado es mayor que el hombre… el hombre, en gracia de Dios, es mayor que el pecado. ¡Necesitamos la gracia de Dios para superar nuestra debilidad! No es suficiente hablar con Él; es menester acudir al Sacramento de la Reconciliación. Algunos dicen: “No iré, pues volveré a caer”, y hacen lo que menos conviene. El Sacramento tiene el poder de fortalecerte. Es un signo sagrado EFICAZ y tiene poder total para sanarte y liberarte. ¡Vamos!, Dios sale a tu encuentro para invitarte a una reconciliación verdadera. Él será tu fortaleza. Déjale tu miseria y él te limpiará. Entra con tus manchas al confesionario, y sal de ahí revestida de blanco, con la mirada en alto, completamente nueva. El día que lo hagas, ¡habrá fiesta en el Cielo!
El cristiano frente a los imposibles Muy querida Lupita: ¿Qué hacer cuando un esposo te deja después de 33 años? ¿Cómo entender eso de “Dios solo permite lo mejor para los que le aman”? He hablado con él de todas las formas, pero no quiere regresar. No hay manera de entrar a su mente ni a su corazón. Dice que no es él quien está mal, sino que yo debo buscar ayuda. Rezo para que vuelva; estoy dispuesta a cambiar en las cosas que él me pide. Quiero a mi familia unida, pero él ya no. Me encuentro tan desesperada, que a veces pienso en recurrir a la brujería, pero ya sé que no debo hacerlo, por ser católica. ¿Existirán palabras de consuelo para mí? Gloria M.
Querida Gloria: Puedo sentir en mi corazón la opresión que experimentas en el tuyo. El amor siempre es una respuesta libre al otro. No podemos imponer a nadie que nos ame. ¡Qué duro es amar intensamente a alguien y no recibir amor como respuesta! ¿Puedes imaginar el dolor de Dios cuando ha dado todo por ti y por mí, y tantas veces lo hemos ignorado o incluso rechazado? Es en estas difíciles experiencias cuando podemos explicarnos un poco cómo es que Dios nos ama. Humanamente es imposible cambiar la mentalidad de tu esposo. Aparentemente, es una víctima más de este mundo hedonista y consumista. La ideología individualista que permea el ambiente a través de novelas, noticieros, segundas vidas vía Internet, películas, series, está destrozando la esencia humana, que solo se realiza en el don de uno mismo a los demás. El hombre que está hecho para amar, no ama. El hombre que está diseñado para los demás, elige libremente verterse sobre sí mismo: “Importa lo que yo quiero, y nada más”. En el fondo de su razonamiento es como si existiera esta convicción: “Si mis decisiones afectan a mis hijos, a mis padres o a la mujer que me ha entregado la vida, que los psicólogos les ayuden; yo voy a hacer lo que quiero”. Para el alma cristiana, la de aquél que conoce a Dios a través de Cristo, sabe que nada es imposible para Él. Por eso se abandona con absoluta confianza. El Señor permite males porque conoce los frutos que obtendrá de ellos, una vez que las almas se le entregan. Ante los aparentes imposibles, no hay que huir de Dios, sino huir hacia Dios. La desesperación aparece en quien no conoce a Cristo realmente; es tiempo, pues, de buscarlo con sinceridad y con más vehemencia que nunca. En el punto 24 de la Exhortación Apostólica Verbum Domini, el Papa Benedicto XVI nos recuerda un bellísimo regalo de Dios, que hoy es para ti: Los Salmos. “Es Dios quien nos enseña cómo podemos hablar con Él… es en el
Libro de los Salmos donde se nos ofrecen las palabras con que podemos dirigirnos a Él, presentarle nuestra vida en coloquio y transformarla en un movimiento hacia Él”. No es el final de la historia; es el nudo, el desafío. Crece como ser humano, dejando en manos de Dios el crecimiento espiritual de tu esposo. Transfórmate en el mismo Cristo, que sabe comprender y amar sin límites. Tal vez estés pensando: “Pero es que no soy santa”. Pide a Dios este primer milagro, porque es cierto que este mundo no cambia sin santos.
Enfrentando la cultura de la Muerte Querida Lupita: Me siento bombardeada por el tema de las uniones homosexuales, jamás pensé que llegaría a ser legal en México, sin embargo, hace varios años que lo es, y también en casi todo el mundo. Además, cunden la promoción del aborto, el desenfreno sexual y los divorcios, que son cada vez más. Me pregunto: ¿Qué es lo que sigue y qué puedo hacer yo como maestra de secundaria ante estas situaciones? Quiero influir en mis alumnos, pero parece imposible. Ellos tienen en la mente la idea de que todo esto es normal. Ayúdame para orientarlos. Yo, además de maestra, soy esposa y mamá de tres niños de 8, 6 y 4 años. Quiero ser factor de cambio, y a veces me siento con las manos atadas. Te agradeceré tu opinión. Ma. Dolores
Lolita: Necesitamos muchas maestras y mamás comprometidas como tú. Estás enumerando los síntomas de la cultura de la muerte, y lo que sigue, de acuerdo a la experiencia en otros países, es que los grupos de la ideología de género luchen por los “derechos” de los pederastas, por la despenalización del incesto, etc. El final de esta cultura, que entroniza el placer inmediato y desprecia la vida eterna, es la muerte. En cuanto al primer tema que planteas, los países en los cuales el “matrimonio” homosexual es legal en todo su territorio son: Países Bajos (desde 2001) Bélgica (desde 2003) España y Canadá (desde 2005) Sudáfrica (desde 2006) Noruega y Suecia (desde 2009) Portugal (desde 2010) Además, el “matrimonio” entre homosexuales es legal en seis de los Estados de la Unión Americana: Massachusetts (desde 2004) Connecticut (desde 2008) Iowa y Vermont (desde 2009) New Hampshire y Washington D.C.(desde 2010) Y en una Entidad Federativa de México: México, D. F. (en vigor desde marzo de 2010) Como ves, no es en todo el mundo, aunque sí están llevándose a cabo numerosas estrategias para legalizarlo en cada
día más lugares. Para poder influir y ser “agentes de cambio”, debemos conocer qué es la Cultura de la Vida, comprometiéndonos a difundirla por todos los medios. Lo primero es documentarnos. Hay sitios en Internet que pueden informarnos y formarnos: www.noticiasglobales.org, www.tenemosquehablar.org, www. porelamordediosentodoelmundo.org, entre otras. A través de ellos nos daremos cuenta de que, en el fondo, existe una lucha por el alma del mundo. El Bien y el Mal se enfrentan. Dios nos quiere para la vida que no acaba y el enemigo nos quiere para su reino de tinieblas y dolor eterno. Por todo esto, vamos a interesarnos por los Cursos de Biblia y por el conocimiento del Catecismo de la Iglesia Católica. Conocer la Doctrina Social de la Iglesia y leer los documentos pontificios son un imperativo para quienes quieren cambiar esta Sociedad. Todo esto, además de buscar un encuentro personal con Cristo. Lo indispensable es enfrentar esta batalla espiritual con vida de oración. Dice Jesucristo en Mc. 9,29, “Esta clase de demonios no puede ser expulsada sino con la oración”. De modo particular, quiero invitarte a consagrar tu vida, la de tu familia y tus alumnos, a los Sagrados Corazones de Jesús y de María. Hazlo cada mañana, antes de salir de la cama. Por otra parte, es valiosísimo el rezo del Santo Rosario, meditando con interés los diferentes escenarios que propone cada Misterio. Puedes hacerlo sola todos los días o buscar apoyarte en un grupo y rezarlo al menos una vez por semana. El Mal avanza porque el Bien no hace nada. Pongámonos las pilas y enfrentemos esta contienda con oración y acción bien estudiada.
Alerta para novios Querida Lupita: Mi esposo y yo nos sentimos impotentes ante lo sucedido en la Navidad pasada, cuando a nuestra celebración familiar llegó el novio de nuestra hija (de 18 años) a eso de las dos de la mañana. Todo estaba bien, pues pensábamos que sólo venía a darnos un saludo; sin embargo, después de una hora, nuestra hija se acercó a nosotros para avisar que se iba con él a casa de su familia. Le dijimos que no podía ir a esas horas a una reunión ni a ninguna otra parte. Ante tal negativa, se armó un zafarrancho impresionante; ella se enojó y terminamos la reunión navideña de una manera muy triste. Debido a la situación, nos sentimos fracasados como educadores e impotentes frente a estos actos de rebeldía. Connie y Miguel
Mis amigos Connie y Miguel: Debo mencionar que me alegra mucho el recibir esta carta de parte de los dos, y además, usando todo el tiempo esta palabra que debe estar tan presente en todos los matrimonios: “nosotros”. Los padres cometemos errores, pero eso no nos hace seres fracasados, y mucho menos si buscamos juntos la solución. Los problemas que se nos presentan en la educación de los hijos son verdaderas oportunidades de aprender y crecer como seres humanos. Las situaciones inesperadas salen de nuestro control cuando no estamos preparados para manejarlas. Observemos qué fue lo que pasó, investiguemos las causas, y procuremos hacer los cambios necesarios. Cuando una jovencita hace una “escena” para conseguir lo que quiere, entre las causas posibles, descubriremos a unos padres consentidores y poco exigentes durante la infancia de ella. ¿Ustedes pueden identificarse con esto? Por otra parte, el tema del noviazgo debe ponerse sobre la mesa. Sergio Marquet, experimentado consultor familiar, publicó un libro lleno de sabios consejos para novios: Yo quiero un amor para toda la vida. En él, nos comparte algunas claves que ayudan a las parejas jóvenes a no equivocarse. Entre otras cosas, afirma: “Cuando nos casamos, el primer lugar lo tendrá nuestro matrimonio, pero hasta entonces, la prioridad son los padres. Un error habitual es poner el noviazgo por encima de esa relación; o, una vez casados, poner, por encima de la relación conyugal, la relación con los padres. Invertir prioridades ocasionará problemas porque se altera el orden establecido naturalmente”. Hablemos con nuestros hijos acerca de la importancia del noviazgo. Pongamos límites claros en cuanto a horarios y sanas costumbres. Hagámosles saber que confiamos en ellos y que les amamos; por eso deseamos que tengan éxito en su relación ahora, y posteriormente en su matrimonio, y para ello les proponemos vivir ciertos principios que les permitirán caminar con mayor certeza hacia una vida emocionalmente sana.
No se trata de prohibir o de imponer con gritos, sino de dialogar serenamente. Al mismo tiempo que les damos más libertades y permisos, debemos aumentar sus responsabilidades en casa, haciéndoles sentir que el mundo de los adultos tiene que ver con derechos y obligaciones en la misma proporción. Invitemos al novio o novia a algunas de nuestras actividades familiares, lo cual nos permitirá conocerlos más y ver las bondades que nuestro hijo(a) previamente descubrió en él (ella). Y no olvidemos orar juntos. Pidamos especialmente “por el futuro esposo de mi hija o futura esposa de mi hijo”. La oración de unos padres que aman, es garantía de éxito para los hijos.
La familia necesita moverse del yo al tú Lupita: Te escribo porque me encuentro triste, desilusionada y sin motivación alguna. Me siento perdida completamente y no encuentro la razón de mi existir. Soy una mujer casada y con tres hijas. Las razones que me hacen sentir así son: 1. No me siento aceptada por mi esposo. 2. No me siento valorada ni respetada. 3. No me siento realizada. Y la última, pero la más importante: Siento que yo no me amo a mí misma. No sé cómo hacer esto. Mi esposo me dice cosas como:”¿Qué te pasa? ¿No estás bien de la cabeza?” Se puede decir que un 80% de las veces, todo lo que hago lo ve mal. Mi esposo trabaja desde las 8 de la mañana hasta las 8.30 de la noche. Cuando llega, no quiere escuchar mis quejas porque está cansado. Pero él sí me habla por teléfono para quejarse de cosas que no le parecen, y cuando empiezo a quejarme, simplemente me dice que está ocupado, y me deja frustrada. Tu hermana en Cristo, Ana Paula
Hermana mía: Tu esposo quiere que cambies y te lo está proponiendo de la peor manera posible: humillándote. Y tú quieres que él cambie, pero tampoco estás usando el modo correcto: Quejas, sentimientos y resentimientos. A los hombres les repito que la única forma de conseguir que una mujer se supere es amándola. El amor se manifiesta en detalles y en frases respetuosas y, aún más, mediante frases cariñosas. Pero voy a dedicar este artículo a ti. Él no sabe cómo tratarte; tú aprende a hacerlo con él. Eres una mujer afortunada al tener una familia. Tienes tres hijas para hacer de ellas mujeres exitosas, y contarás con el impulso de tu esposo si decides superarte. Preguntas cómo amarte a ti misma, y la respuesta es: “Conócete y supérate”. No eres lo que diga tu esposo. No eres tus malos momentos ni tus errores; tú eres criatura de Dios y Él te diseñó para el Cielo. Nuestro valor viene de nuestra realidad: somos hijos amados de Dios. Como todo ser humano, tienes cualidades y defectos. Haz una lista de tus cualidades y procura mantenerlas y darles brillo. Reconoce dos de tus defectos y decídete a trabajar por superarte. La vida es camino de superación constante.
Si te hace falta prepararte más como esposa, mamá y mujer, busca oportunidades de crecer. Hay cursos, libros, audios, materiales de autoayuda que, si van de la mano de Dios, son muy útiles. Cuentan que cuando Pedro el Grande (el Zar ruso que llevó a esa nación a un progreso inigualable) entró a Moscú después de haber viajado por Europa, al encontrarse con los nobles “bujaris” que salían a saludarlo, sacó de pronto un par de tijeras y les cortó sus largas barbas, símbolo de su atraso. Hizo un primer cambio visible, y los demás vinieron después como en cascada. Haz un primer cambio en ti. Arréglate, proponte no quejarte nunca. Cada vez que tu esposo te “ningunee”, piensa: “Quiero y puedo ser una mujer plena, madura, centrada. Mi esposo no sabe cómo motivarme, pero su mal modo no va a destrozarme”. En tu carta señalas: Yo siento, no me siento, etc. El mundo moderno nos está llevando sigilosamente a un individualismo atroz. Más que rumiar nuestros propios sentimientos, dediquémonos a actuar por el bien de los que amamos. ¿Qué clase de mamá necesitan tus hijas?, ¿qué esposa necesita tu marido? Es paradójico y es verdad. No se trata de amarme primero a mí, sino de amar a los demás, porque es la única forma de amarme de verdad a mí misma. Pasa ya del sentimiento a la reflexión. Del “yo”, al “tú”.
No hemos defendido al matrimonio Licenciada Lupita: ¿Qué argumentos podemos presentar a todos aquellos que defienden la legalización del llamado matrimonio homosexual? No sabe usted la impotencia que sentí cuando me enteré de que se ha comenzado a aceptar por varios sectores de la Sociedad este tipo de uniones en nuestra tierra mexicana, la tierra de María de Guadalupe. Yo me pregunto: ¿Se está imponiendo el Mal sobre el Bien? ¿Hay alguna salida para quienes defendemos el Matrimonio como institución sacramental indisoluble entre un hombre y una mujer? Rogelio
Muy estimado en Cristo, Rogelio: El mejor argumento es la vida coherente. Las sociedades y los gobiernos no han defendido el Matrimonio al aceptar el divorcio y promover la mentalidad anticonceptiva. Si aceptamos el divorcio, entonces decimos que el Matrimonio no es sagrado, no es un compromiso para siempre y que cuenta con la asistencia divina ante las dificultades. Si decimos sí a la mentalidad anticonceptiva, estamos avalando que el Matrimonio no tiene como fin la procreación. Si el Matrimonio NO es sagrado y si NO es para abrirse a la vida, entonces los homosexuales pueden “casarse”. La Verdad no es cuestión de la opinión de las mayorías. La Verdad está inscrita en el corazón del hombre y se ha explicitado con claridad en los Diez Mandamientos. Además, de manera inenarrable, el mismo Dios se hizo hombre para hablarnos y decir lo que nadie en este mundo: “YO SOY EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA.” Con cuánta sabiduría el Papa Paulo VI nos advirtió en su Carta Encíclica Humanae Vitae que surgirían cuatro problemas principales si no aceptábamos la Doctrina de la Iglesia sobre la regulación de la natalidad. Con más de 40 años de anticipación, el Vicario de Cristo advirtió: 1. El uso generalizado de la anticoncepción llevará a la infidelidad conyugal y a la degradación general de la moralidad. 2. El hombre perderá el respeto a la mujer sin preocuparse de su equilibrio físico y psicológico, hasta considerarla como simple instrumento de goce egoísta y no como compañera respetada y amada. 3. La anticoncepción será un arma peligrosa en manos de autoridades públicas despreocupadas de las exigencias morales (control demográfico, aborto, esterilización). 4. Se llevará a los seres humanos a creer que tienen un “señorío” ilimitado sobre su cuerpo, transformando a la persona humana en objeto de experimentación, de uso y de placer. Punto por punto, estas palabras proféticas han venido cumpliéndose y estamos hoy pagando ya el precio: somos una Sociedad decadente. Existe un Documento, editado por la Congregación para la Doctrina de la Fe, que nos hace profundizar en el tema
que pones en la mesa. Te invito a estudiarlo; se llama: Consideraciones acerca del reconocimiento de las uniones entre personas homosexuales. En él se presenta la siguiente conclusión: “La Iglesia enseña que el respeto hacia las personas homosexuales no puede en modo alguno llevar a la aprobación del comportamiento homosexual ni a la legalización de las uniones homosexuales. El bien común exige que las leyes reconozcan, favorezcan y protejan la unión matrimonial como base de la familia, célula primaria de la Sociedad. Reconocer legalmente las uniones homosexuales o equipararlas al matrimonio, significaría no solamente aprobar un comportamiento desviado y convertirlo en un modelo para la Sociedad actual, sino también ofuscar valores fundamentales que pertenecen al patrimonio común de la humanidad. La Iglesia no puede dejar de defender tales valores, para el bien de los hombres y de toda la Sociedad”. Participa en las medidas políticas que se destinen a impedir que dichas uniones sean legales en nuestro país. Prepárate y habla de esto con quienes puedas influir y, lo más importante: Vive tu amor ejemplarmente. Ama a tu esposa con fidelidad y exclusividad, haz que los jóvenes les observen como modelo de relación y que aspiren a ese nivel de amor, renunciando al engaño del placer como fin último.
Los planes de Dios son mejores que los propios Amiga Lupita: Llevo mucho tiempo pidiéndole a Dios que le conceda a mi corazón algo que anhela muchísimo, y que es el encontrar una pareja y tener un hijo, mas hasta ahora no me lo ha concedido y eso me entristece mucho porque a veces pienso que Él no me escucha. Tengo ya 44 años, y aunque sé que para mi Señor no hay imposibles, siento una gran soledad y vacío en mi alma. ¿Qué puedo hacer? ¿Seguir pidiendo? Ayúdame, por favor, porque hay días en que me siento derrotada. Muchas gracias. Karla
Amiga y hermana mía: Tu corazón quiere amar. Tienes grandes deseos de entregar tu vida a alguien y sueñas con lo que sería ideal para ti: encontrar un compañero de vida y formar con él una familia. Pero revisa muy bien tus intenciones. Cuando pensamos en tener un hijo debemos abrigar un anhelo sincero de buscar el bien de otro ser. Sería egoísta quedarnos en la visión postmoderna que proclama que los hijos son un “derecho”, que puedes traerlos a ti cuando quieras, de la forma que quieras y sólo para complacerte, para darte un gusto. Los hijos son un Don de Dios. Nos los envía para que formemos su corazón recto y hagamos de ellos buenos seres humanos, útiles a la Sociedad, hombres y mujeres que quieran alcanzar la vida eterna. ¿Estás preparada para ello? Me da la impresión de que tienes un limpio corazón, pero te falta conocimiento sobre el sentido de la familia. Dices que buscas una “pareja”. Es mejor buscar un hombre dispuesto a casarse contigo por amor. La consecuencia natural será el advenimiento de los hijos. Leo J. Trese -ejemplar sacerdote americano- dice: “Aunque parezca un contrasentido, ser buenos padres no comienza con los hijos, sino con el amor mutuo y verdadero que se tienen entre sí dichos padres”. Sabemos que el Señor escucha siempre nuestras oraciones, pero no es un ser al que le pedimos lo que queremos y tiene que dárnoslo como si se tratara de una orden. Él es el Padre amante y sabio, Él es quien conoce lo que nos conviene y nos dará lo necesario en la medida en que sea bueno para nosotros. Cuentan que existieron tres hermosos robles que crecían majestuosos en el bosque. Ellos soñaban con ser grandiosos. El primero decía: Quiero convertirme en un hermoso barco, quiero ser admirado por todos y dar el servicio más exclusivo de la época. El segundo se ilusionaba afirmando: Yo seré el cofre del tesoro más valioso en la Tierra; me tallarán y me darán una forma exquisita, me seleccionarán para esa misión. Y el tercero, tras escuchar a sus compañeros, espetó: Construirán conmigo un alto edificio, vistoso y real, pertenecerá a generaciones de reyes. Al paso del tiempo, fueron cortados y arrinconados. Los tres se quejaban de su suerte y reclamaban al Cielo por su destino desafortunado. Un buen día, tomaron al que soñaba con ser cofre, lo cortaron y juntaron rudimentariamente sus partes, provocando en él una tristeza profunda. Pero a los pocos días descubrió que en su centro colocaron el más grande de los tesoros: ¡Jesús Niño recién nacido! Era un pesebre, el pesebre humilde en el que nació el mismísimo Dios.
Tomaron después al tronco que había soñado con ser barco. Lo cortaron y juntaron sus pedazos uno tras otro sin mayor elaboración. Lloraba su suerte. Pero el llanto duró poco porque con el tiempo lo lanzaron al mar de Galilea: era una humilde barca, pero tuvo el privilegio inefable de llevar a Cristo aquel glorioso día en que se dio la pesca milagrosa. ¡Era más que feliz! Pidió perdón por haber dudado de los designios de su Creador. Finalmente, cortaron al que quería ser edificio. Lo partieron y juntaron sus piezas en forma de cruz. Sí lo levantaron alto, pero no como edificio, sino como la Cruz en la que Cristo entregaría su vida entera. ¡Mayor gloria no podía tener! Karla, hermana mía, entrégate a amar de la forma en que Dios te lo pida; no insistas en decirle a Él lo que te conviene…Dios sabe más.
Pederastia y celibato sacerdotal Muy querida Lupita: Me doy cuenta de que eres una mujer que ama a la Iglesia, y yo quiero también amarla y defenderla. Pero en el tema del celibato sacerdotal no puedo. Cada vez que me entero de un nuevo caso de pederastia por parte de sacerdotes, no puedo evitar pensar que eso de que no se casen está mal. ¿No es ir contra la naturaleza? ¿No es lo más normal del mundo que un hombre se entregue a una mujer? ¿Qué hay de malo en ello? Por reprimirlos tanto es que se degeneran y buscan placeres equivocados, ¿no crees? Sonia
Estimada amiga: Concluimos erróneamente cuando partimos de argumentos equívocos. Tú haces una afirmación que muchos hacen: “Por reprimirlos se degeneran”. Lo que degenera a la persona es el actuar como animal, sólo gobernada por instintos. Cuando un individuo elige un estado de vida como producto del uso de sus facultades superiores: inteligencia, voluntad y amor, es cuando en verdad se dignifica. Desafortunadamente, a través de los Medios de Comunicación, se nos transmiten constantemente mensajes distorsionados con respecto a la naturaleza sexual humana. Nos han hecho creer que la actividad sexual no puede evitarse, pues la presentan como una “necesidad” humana. Nada más falso. No existen en los hospitales áreas de enfermos graves por renunciar a las relaciones sexuales; nadie se muere por eso. La sexualidad en la persona humana no es una necesidad, sino un “apetito”; un deseo sembrado en el corazón humano con el noble fin de perpetuar la especie y alimentar el amor de pareja. Mas este apetito humano es satisfecho integralmente: se desea poseer el cuerpo y el alma del otro. El fin último no es, pues, sólo el placer, sino la manifestación del amor. Y cuando se lleva a cabo considerando todo esto, el mismo Dios inscribe ese placer indescriptible que sólo dos enamorados y comprometidos para siempre pueden experimentar. Lo que sí es una necesidad humana es el amor. El hombre necesita recibir amor y darlo. Cuando esto no se da, sobreviene la muerte. A veces viene primero la muerte del alma -en vida-, cuyo desenlace es la muerte anticipada del cuerpo. La sexualidad humana es un medio para expresar el amor total, pero hay muchos otros, entre ellos el celibato, que es la donación de la vida propia a un fin mucho más alto. Es, tal vez, el más noble de todos. ¿Los célibes están reprimidos? No, ¡todo lo contrario!, se han abierto voluntariamente a la expresión más libre del amor. Los individuos, sacerdotes incluidos, que caen en actividades pederastas, son enfermos que padecen, sin duda, un grave desorden emocional, cuyas causas son múltiples, pero que incluyen, por lo general, un pasado doloroso, carente de amor, un excesivo consumo de material erótico, una vida espiritual pobre (falta de oración, comuniones sin estar en Gracia, nula reflexión evangélica, etc.), un medio social deteriorado, desintegrado y de tentaciones constantes. Ahora bien, debemos tomar en cuenta que la mayoría de quienes laboran en Medios de Información han sido ideológicamente formados en el anticlericalismo y en un ambiente laboral de competencia sensacionalista; por lo
tanto, ante tan lamentables situaciones, desatan los señalamientos y ataques virulentos contra la Iglesia Católica, generalizando a toda ella los errores que algunos de sus miembros cometen, cuando es de justicia señalar que estos graves e inexcusables actos cometidos por algunos sacerdotes (seres humanos enfermos), son la EXCEPCIÓN, y que hay cientos de miles de clérigos ejemplares que están entregados en alma y cuerpo al bienestar material y espiritual de sus feligreses y del mundo entero.
Dios quiere el progreso Lic. Lupita Venegas: ¿Qué debo hacer para que mi esposa se sienta orgullosa de mí? Ella se siente frustrada porque no he alcanzado un mejor puesto en mi trabajo y porque no he hecho fortuna para estar más desahogados. Piensa que no tengo ambiciones y que no procuro el bienestar de la familia, pero créame que lucho y trabajo por ellas. ¿Qué debo hacer para que mi esposa se sienta orgullosa de mí y sienta que está con el hombre adecuado? Para mí, ella es la mujer correcta, estoy muy enamorado de ella en 17 años que llevamos de casados. Agradezco su valiosa atención a la presente. Juan Manuel
Querido Juan: Para ganar seguridad en ti mismo será necesario hacer cambios de actitud que te den la certeza de tu valor único e insustituible. Una metáfora interesante narra que había un país de seres de madera. Ellos eran fabricados por el carpintero de lo alto de la montaña. En su país se acostumbraba pintar en cada cuerpo de madera un signo en forma de paloma a los que tenían cualidades o éxitos, y un signo de cruz (tache) a los que cometían errores o carecían de cualidades visibles. Caminaban todos por ahí, y la mayoría tenía taches y palomas como en equilibrio. Algunos tenían sólo taches; otros tantos, casi sólo palomas. Un humilde zapatero se escondía en su taller obscuro, pues se avergonzaba de tener pocas palomas en su cuerpo. Llegó el día en que una clienta especial lo cautivó. Era dulce y amable. Curiosamente no tenía taches ni palomas. El joven preguntó la razón, y ella respondió: “¡Oh!, a mí se me resbalan los calificativos que los demás me dan, no sé por qué; lo único que hago diferente es que cada mañana acudo a mi hacedor y le pregunto cuánto valgo. Él dice que soy una maravilla. Eso basta para mí. Lo que los demás digan, no me afecta”. Una clave fundamental para sentir seguridad, es saber que Dios nos ha creado por amor. Para Él, cada uno de nosotros somos su hijo predilecto. La comparación es un cáncer en el alma, que provoca envidia, frustración y amargura. Aprendamos a dar gracias por nuestras bendiciones y dejemos de renegar por lo que nos falta. Si tu esposa no te aprecia, no te hundas. Compréndela, ella sufre por algo superficial, ayúdala a crecer como ser humano ante los ojos de su Creador. Es verdad que somos seres para el progreso y que debemos procurar sacar lo mejor de nosotros mismos y de nuestros seres queridos. Lucha también por superarte. Una sana ambición es necesaria para vivir en ese Plan de Dios hacia la eternidad. Pero dicho progreso debe darse en todas las áreas de la vida, en lo material y en lo espiritual. Me parece que tú le das mayor importancia a lo esencial, y tu esposa a lo material. Ambos están en un extremo del que deben salir para mejorar en todos sentidos. Las esposas cometemos un grave error cuando exigimos sin amor. Recordemos la sabia frase que reza: “Tus exigencias sin amor me desesperan, pero tu amor sin exigencias me disminuye”. Para tener una actitud equilibrada frente a los bienes materiales y espirituales debemos “formarnos”. Acudir a centros de estudio donde profundicemos en el sentido de nuestra existencia. Cambiar de ambiente se hace necesario si se encuentran ustedes inmersos en un mundo de competencia consumista. Buscar personas que compartan el anhelo de servir y de trasformar al mundo creciendo juntos. Frecuentar conferencias y talleres que proporcionan
herramientas motivacionales siempre enfocadas al encuentro con Dios. Es invitándolo a Él a nuestras vidas como nos va a ir mejor, pues nos ha prometido que si nos encargamos de sus cosas, Él se hará cargo de las nuestras. “Echa sobre el Señor tu carga, y Él te sustentará; no dejará para siempre caído al justo”. Salmo 55:22
La alegría de abrirse a la vida Hola, Lupita: ¿Qué tal? Espero que puedas ayudarme con mi problema, aunque yo lo veo medio difícil, ya que hace 10 años me hice la salpingo, y ahora estoy muy arrepentida. Mi marido ya tiene tiempo pidiéndome otro hijo, y estoy desesperada; pienso que va a ir con otra mujer para que le dé el hijo que tanto quiere. No sé qué hacer. No sabes cómo le pido a Dios un milagro, aunque creo que ése es mi castigo por haber cometido error tan grande. Dios te bendiga y siga iluminándote para que nos sigas ayudando. Gracias de antemano. Susana E.
Querida Susana: Lo primero que quiere llegar a tu corazón es el perdón de Dios. Basta que estés arrepentida para que Él quiera levantarte, abrazarte y consolarte. Tu esposo y tú viven la post-modernidad que dicta hacer lo que a cada uno le “nace”, sin usar la capacidad de reflexión y desechando automáticamente la fe. No es grato a los ojos de Dios el cerrarse a la vida ni el mentir en temas tan delicados, como tampoco lo es el que un hombre “se busque a otra” para darse el gusto de tener un hijo. Hacemos las cosas contrarias a lo que nos conviene porque no sabemos quiénes somos. Encontramos un símbolo de nuestra condición humana, dice Alfonso Aguilar -filósofo contemporáneo- en una escena de la historia de Frankenstein, de Mary Shelly: En una pequeña cueva de hielo se miraban el uno al otro con odio, con aire desafiante, con cierta compasión. Uno de ellos se había doctorado en Medicina en la Universidad de Ingolstadt, Alemania. Había trabajado durante años para ‘crear’ un ser humano con vida. Se llamaba Víctor Frankenstein. Ahora estaba frente a su monstruo: alto, horrendo. Éste le preguntó con ansiedad: “¿Quién soy yo?” Víctor fue sincero: “No lo sé”, le respondió. Cuando el hombre no reflexiona sobre su propia condición, se animaliza. ¡Nacimos para amar!, nuestra misión es desarrollar todas nuestras facultades para el progreso material y espiritual. No nos casamos para ser usados por el otro, sino para realizarnos al lado del otro. Tu matrimonio necesita ser reconstruido a la luz de la verdad. Ésta es una gran oportunidad para acercarse más a Cristo. Pon en oración a tu esposo para que abra su corazón. Prepara una charla en la que le pedirás que crezcan juntos. María intercederá por tu buena intención, y las cosas podrán fluir como no te imaginas. Con creatividad busca la
forma de que ambos asistan a Encuentros Matrimoniales y que esto sea el inicio de un camino hacia Dios. Clases de Biblia, Cursos de Apologética, conocimiento del Método Billings. ¡Hay tantas oportunidades que la Iglesia nos ofrece! Comprométete a aprovecharlas. En el momento oportuno, podrás hablarle del tema y gozosamente acudir a un apostolado de Iglesia por el que están practicándose recanalizaciones con gran éxito. Llama en Guadalajara, al teléfono (33) 31 24 39 29 y (33) 33 43 49 92; ahí encontrarás información de esta bella labor, llevada a cabo por un grupo de laicos comprometidos con el nombre de “La alegría de abrirse a la vida”.
Trastorno Bipolar Querida Lupita: Me siento desesperada conmigo misma. Le estoy haciendo daño a mis hijos, a mis padres y a todas las personas que me rodean. Soy madre soltera y tengo dos hijos. Mi marido me dejó, a causa de mi carácter. No sé qué me pasa, pues yo quiero ser buena, vivir feliz, pero de la nada me irrito y rompo lo que haya qué romper. Yo misma no me entiendo. No puedo concentrarme en nada; a veces no duermo, gasto el dinero sin pensar, y luego me arrepiento. Y en ocasiones me sucede lo contrario: duermo demasiado, lloro de la nada y no quiero ni ir a trabajar. No quiero pensar en el suicidio, pero me han llegado momentos de tal desesperación, que creo que sería lo mejor para los demás, y que yo ya no causara más problemas. Gloria María.
Mi hermana querida: Es probable que padezcas un trastorno bipolar. Se trata de una enfermedad mental que provoca cambios de humor extremos, y la causa puede ser un desequilibrio químico en el cerebro. No es cuestión de “querer” o de “tener” voluntad; más bien, de algo mucho más complicado, para lo que se necesita apoyo de tus seres queridos, de un médico especializado y de un grupo o terapia individual o grupal. Comprender lo que te pasa es el primer paso. Decidirte con pasión a dar la batalla será fundamental. Comparto ahora contigo la historia de Rosario, una mujer semejante a ti, que ha estudiado y comprendido lo que le sucede y ha enseñado a su familia a colaborar con ella comprendiéndola, teniéndole paciencia y acompañándola en sus tratamientos. Ella se siente muy bien ahora y sabe que debe convivir con estos vaivenes en sus emociones, procurando lastimar lo menos posible a los que ama. El secreto de su bienestar está en el conocimiento; pero, sobre todo, en una vida de oración ejemplar. Es Dios quien tiene solución a lo que parece imposible para el hombre. Los especialistas se maravillan al ver el buen manejo que está haciendo Rosario de su problema. Las cosas no son nada fáciles, pero ella tiene determinación y fe. Y piensa cómo se ha elevado su reto al enfrentar ahora el diagnóstico de su hijo, quien puede estar padeciendo el mismo mal. Ella estaba, en cierta forma, preparada, ya que al estudiar el tema, descubrió que esto a veces se hereda entre los miembros de la familia. Pongo ante ti este testimonio para que creas que puedes levantarte y erigirte como una mujer digna de respeto y admiración. Todos hemos nacido para dar lo mejor de nosotros mismos, y Rosario es ejemplo de esta lucha por la santidad. Tú puedes verte a ti misma como víctima y no salir de tu llanto, o puedes reconocer que Dios te elige para que comprendas más el dolor humano y te hagas mucho más humana y comprensiva con los que te rodean. Juan Pablo II, en un discurso dictado en 1985, nos invitaba a todos: “Se necesitan heraldos del Evangelio expertos en humanidad, a que conozcan a fondo el corazón del hombre de hoy, participen de sus gozos y esperanzas, de sus angustias y tristezas, y al mismo tiempo sean contemplativos, enamorados de Dios. Para esto se necesitan nuevos santos.
Supliquemos al Señor que nos mande nuevos santos para evangelizar el mundo de hoy”. En las tormentas de la vida, el Señor forja almas grandiosas. Déjate moldear por su amor.
Drogadictos en casa: ¿legalizar las drogas? Querida Lupita: No saben lo que significa para una esposa estar casada con un drogadicto. He leído noticias que hablan de todos los beneficios de legalizar las drogas y me indigna que se piense siquiera en esa posibilidad. Dejé a mi esposo y huí con mis hijos hace dos meses, ya no podía más, se pone agresivo, incontrolable. Estuve a su lado por 12 años porque sé que sufre y lo quiero. Pero por el bien de mis hijos y de mí misma tuve que dejarlo. Anoche tocó la puerta a las 12 de la noche. Lo vi muerto en vida, flaco, con la piel de la cara pegada al hueso. ¡Dios mío!, esa cosa lo ha matado en vida. Él no puede salir porque es ADICTO, ¿lo pueden entender?, es esclavo de una sustancia y vive una vida infernal. Por favor hagan algo pero no permitan que el mundo se pudra con mentiras. Angélica N.
Querida hermana en Cristo, Angélica: Una de las afirmaciones más objetivas que he escuchado acerca del tema que pones en la mesa, es la expresada por Miguel Solans Soteras, ex delegado del Gobierno del Plan Nacional sobre Drogas (en Cataluña, España): “No es verdad que legalizar todas las drogas pueda combatir el narcotráfico y las enfermedades que llevan asociadas. Por el contrario, aumenta el consumo; entorpece la recuperación y la reinserción del drogadicto; se permitiría la autodestrucción del individuo; el abaratamiento no erradicaría la delincuencia; el costo económico de las drogas legales deberá sufragarlo el contribuyente”. Aquellos que están a favor de la legalización de estas substancias manejan entre sus argumentos los siguientes: Se terminaría el negocio de los actuales productores y narcotraficantes. Se terminaría con la actual criminalidad asociada al negocio clandestino e ilegal. Se terminaría con la corrupción de funcionarios y agentes del Estado que se involucran en el negocio. El estado recaudaría muchos recursos por concepto de impuestos ¡Hasta cuándo vamos a aceptar que el mal del mundo no se acaba con más mal! Si existe el narcotráfico es porque hay hombres es que no han recibido el verdadero alimento que les humaniza: amor, forja del carácter, ideales que les hagan luchar por SER más y dejar de obsesionarse de manera enfermiza con TENER y GOZAR más. Se legalizó en su momento el consumo de alcohol y de tabaco. Hoy enfrentamos una guerra acérrima contra el tabaco en todo el mundo, después de décadas de dolor. ¿Cuándo reconoceremos la cantidad de muertes y de tragedias que ha generado el consumo irresponsable de alcohol? Por qué queremos seguir viviendo de deseos e instintos si hemos comprobado una y otra vez que esto nos denigra. Volvamos a nuestra esencia humana. Recordemos que el hombre está hecho para el heroísmo y no para el hedonismo. Es formación humana y AMOR lo que transformará al mundo. ¡Educación!. Empecemos por tomar decisiones a favor del bien objetivo de la persona, en lugar de decir mediocremente: “pues consumen, denles”.
Querida Angélica: tú conoces el sufrimiento que conlleva la adicción, tanto para el que la padece como para quienes conviven con él. Anímate a buscar ayuda y a dar tu testimonio para presentar la verdad ante los ojos de los demás. Siempre hay luz y esperanza al final de un túnel obscuro. Busca las asociaciones que te orientarán para saber amar y ayudar a tu esposo sin dañarte ni dañar a tus hijos. Un grupo de Iglesia que hace mucho bien a adictos y familiares de adictos: “Barrios Unidos en Cristo”, búscalos.
Revivir amores del pasado Queridísima Lupita: Mi marido es completamente insensible, no le importa saber de mí, de cómo me siento, de lo que necesito. Su mundo es él mismo. Yo he tratado de darle el primer lugar y seguir los consejos evangélicos, pero pasa el tiempo y no funciona. Me he estado escribiendo con un ex -novio que me localizó por el twitter y creo que hubiera sido mucho más feliz a su lado. Es sensible y cortés, se interesa por mí. No lo he visto físicamente, nuestra amistad se desenvuelve por Internet. ¿Hago mal al compartir mi tiempo, pensamientos y sentimientos con quien sí me comprende? No estamos en una relación de amantes, sólo somos amigos por carta. Ma. Mercedes
Mercedes, hermosa: Busquemos juntas la visión de Dios en este tema. Las Sagradas Escrituras hablan con absoluta claridad sobre el plan de Dios para el matrimonio. Dios dijo a Adán y Eva: “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne”. Esto significa que el Señor quiere que construyamos nuestro hogar sin intromisiones. Y las intromisiones no sólo vienen de los padres de cada uno, sino también de familiares, amigos, ex novios, etc. Tu esposo y tú están unidos con un pegamento muy especial que no vemos pero del cual sabemos que el hombre no lo puede separar. Cuando llegan las dificultades a la vida matrimonial, hay múltiples factores que hacen parecer que la bomba explotará en cualquier momento aniquilando absolutamente todo. Tú estás reaccionando ante la indiferencia de tu esposo de un modo común: la revancha, el desquite. Y además justificas “racionalmente” tu conducta. Hay otras formas de enfrentar las dificultades conyugales: El contra-ataque. Tomar venganza, te hago lo que me hiciste. Un ejemplo clásico es el de la esposa que dice airadamente: “Estoy cansada de verte salir con tus amigos a cada rato y de que me dejes sola con los niños, así que ahora yo me voy con mis amigas y a ver cómo le haces”. La rebeldía. Ésta, la vemos reflejada en frases de este tipo: “De acuerdo, haz lo que quieras, pero no esperes que acueste a los niños o que limpie la casa. Tú puedes hacerlo”. La resignación. Este es el medio por el que muchas mujeres van acumulando resentimiento y llegan al punto en que estás ahora. Siguiendo el mismo ejemplo, esta mujer diría: “Bueno, pues supongo que todos los hombre son iguales. Ni modo, atenderé a los niños, haré la casa…” Pero cuando el servicio en el hogar no tiene sentido y es sólo respuesta ante lo que una persona se siente impotente, comenzará a manifestarse la amargura y la relación matrimonial se vuelve insípida y tensa. Y la respuesta cristiana: el perdón. Todos necesitamos cultivar un estilo de vida de perdón. Pedir un corazón capaz de perdonar lo más pronto posible e incondicionalmente. Sé que lo que acabas de leer es desgarrador. Sin embargo, esta es la clase de amor con que Dios quiere que nos entreguemos a nuestro cónyuge. Es espejismo creer que serías más feliz con tu ex-novio. Hay infidelidad mental y
cordial que es incluso más dañina que la infidelidad sexual. Usa tu tiempo, energía e inteligencia en reconquistar el amor de tu esposo. Has dejado crecer la cizaña de la indiferencia y es tiempo de actuar a favor de los dos.
Ser auténtico es… Licenciada Lupita: Soy un joven normal de 17 años, pero hay quienes no me consideran como tal, pues por ejemplo, como no me quise vestir de traje para una boda, me juzgaron como un adicto o algo peor, dada la forma en que me recriminaron mis padres. Y es que sólo quiero ser yo mismo y no un monigote de mi familia. No me he enganchado a la droga ni consumo alcohol, pero en mi casa no valoran eso. Dígame: ¿Qué puedo hacer para convencer a mis padres de que no me traten como delincuente sólo por vestirme a mi manera? ¿Debo ceder a sus órdenes aunque yo considere que con eso me anule a mí mismo? Joaquín
Hola, Joaquín: Recibo con alegría tu carta y tu inquietud. Me encanta escuchar en los jóvenes ese deseo de ser auténticos, pues ésta es la misión que todos tenemos. Hay razón al expresar que tus padres no valoran las cosas positivas que existen en ti, y que ponen demasiado acento en tu forma de vestir, consiguiendo con esto hacerte sentir incomprendido y no querido. Recuerdo una ocasión en que una madre proponía a su hija la ropa que podía usar para un evento familiar. Ella, con indignación, le respondió: “No quiero llevar ese vestido, ¡déjame ser!”. La madre preguntó enseguida: “Dejarte ser ¿qué?”. Y la joven gritó: “Déjame ser yo misma”. Los jóvenes, pues, buscan ser auténticos. Cuando decimos que un cuadro o una obra de arte es “auténtica”, queremos expresar que esa pieza pertenece, sin duda alguna, a su creador. “Es un Goya, un Tiziano”. Y esto significa que hay allí rasgos únicos, características inconfundibles, que sólo pueden pertenecer al estilo y genialidad de dichos autores. ¿Quién, entonces, es un joven auténtico? Es aquel cuyas características y hábitos reflejan seguramente que son creaturas de Dios y que tienen dignidad de hijos de rey. Sin embargo, no creas que por ir a una reunión vestido de forma inadecuada demuestras que “eres tú mismo”. En realidad, lo que demuestras es que sólo te importas a ti mismo. Santo Tomás de Aquino afirmaba que “aquél que no se preocupa por tener una presencia agradable ante los demás, en el fondo es un egoísta”. Esto no significa que debas ser igual que tus padres y hermanos; tú puedes tomar tus decisiones y definir tus gustos, pero tomando en cuenta por amor y respeto a quienes te dieron la vida, aquellos detalles que sabes que les honrarán. Recordemos que somos seres “para los demás”. Dios nos hizo para convivir, compartir y servir. Las normas sociales surgen para lograr una sana armonía y convivencia entre los distintos miembros de una Sociedad, de una comunidad. Tus padres no cometen error alguno al invitarte a respetar esas buenas y sanas costumbres que tanto hemos olvidado, como por ejemplo: evitar decir groserías frente a las damas, agradecer por las atenciones recibidas, ceder el asiento a una mujer o persona mayor, acudir limpios y con buen arreglo al trabajo, ser puntuales, vestir adecuadamente para cada ocasión, etc.
Tú eres un ser humano, y eso te da una gran dignidad. Llevas en ti un tesoro, y es necesario que tu imagen exterior hable claramente de lo que llevas dentro. Un regalo valioso nunca se presenta en papel de estraza. Mejora tu presencia por amor a tus padres y sé creativo al mantener tu propio estilo. A los que somos papás: Si los adultos no somos verdadero modelo de los valores que transmitimos, la conducta rebelde de nuestros hijos debe hacernos recapacitar. He escuchado de varios especialistas el consejo de “dejar ser” a nuestros hijos. El problema es que los hemos “dejado ser ¿qué?”. Y como decía el sabio consejero de la corona Inglesa: “conviene que la princesa no sólo sea virtuosa, sino también, que lo parezca”. Y modelemos nosotros la virtud que exigimos a nuestros hijos, para que les sea atractiva. Nuestro papel es conducirlos hacia la madurez. Busquemos la forma de transmitirles sanas costumbres sin perder la calma ni las buenas maneras.
Tenemos una religión, pero somos ignorantes de ella Licenciada Lupita Venegas: Le escribo a nombre de un grupo de catequistas. Ya no sabemos qué hacer con los papás de los niños a quienes les damos instrucción. Se rehúsan a tomar los cursos de preparación para ellos. Son padres que se interesan por la ceremonia y los regalos, pero que muchas veces saben de religión mucho menos que sus hijos. Pero, eso sí, van y le rezan a los santos de su devoción o le piden milagros a la Virgen, y encienden veladoras cuando tienen algún problema que les urge solucionar. Mas, si uno les pregunta el valor de un Sacramento o si saben qué es vivir en Gracia de Cristo, no tienen ni la menor idea. Lo peor es que algunos se enojan si uno les pide que se preparen. En mi Parroquia, las catequistas tomamos esa iniciativa, pero los resultados fueron decepcionantes porque a duras penas conseguimos que unos cuantos papás vinieran, mientras que la mayoría se mostró irritada porque le dijimos que sus niños no recibirían su constancia para hacer su Primera Comunión, si ellos no acudían a catequizarse. Afirmaron que nosotras estábamos poniendo trabas para que sus hijos recibieran la Primera Comunión. Rosa María, a nombre de un grupo catequistas.
Muy estimadas hermanas en Cristo y María: En nuestro país, y en general a lo largo de toda América Latina, hay muchos bautizados con tan sólo “un barniz de conocimientos de religión”. Las familias bautizan a sus hijos por tradición, pero sin convicción alguna, en la gran mayoría de los casos. Esto hace que muchos países que se dicen de mayoría católica, sufran al mismo tiempo un bajo nivel educativo y sean víctimas de violencia y de otros males sociales como las injusticias que generan desempleo, la migración y separación de las familias, etc. Todo esto no sucedería si existiesen y se viviesen sólidos principios cristianos. Lo que ustedes viven ahora es un reflejo de esta dualidad ante la fe, de aquel que afirma: “Soy católico, pero no practicante”. Frase que tanto se escucha entre nuestros correligionarios y que expresa una triste realidad. Por otra parte, hay que tener en cuenta que las manifestaciones externas de piedad deben mantenerse, pues de ninguna forma ayuda el dejarlas. Scott Hahn, un teólogo contemporáneo que llegó al catolicismo tras haber sido un Evangélico Calvinista, descubrió el valor de las tradicionales devociones católicas y su sustento en la Doctrina Bíblica. Él demostró cómo la piedad popular y sus manifestaciones están sólidamente fundadas en las Sagradas Escrituras y han sido practicadas durante siglos por los mejores hombres y mujeres de la tradición intelectual católica. Algunos creen que inteligencia y piedad son dos cosas mutuamente excluyentes, mas no es así. En palabras citadas por Scott Hahn en su Libro Signos de Vida, “lo mejor que podemos hacer es practicar nuestras devociones sabiendo lo que hacemos. Jesús nos mandó rezar no como teólogos hipócritas (Mt. 6,5), pero tampoco como paganos que ignoran lo que hacen”. Un santo del Siglo XX, San José María Escrivá, lo expresó muy bien: “Urge a los católicos tener piedad de niños y doctrina de teólogos”. Ustedes, amigas mías, son un grupo de catequistas con celo apostólico. Necesitamos mucha más gente así. Pero debemos recordar que se predica mejor con la caridad. La fe no se impone, se propone.
Las invito a seguir adelante en su labor, sin desfallecer y sin desesperar. Pero que su actitud nunca sea farisaica sino auténticamente cristiana.
Una dieta emocional saludable Licenciada Lupita: Acudí a un psiquiatra y me detectó una depresión, cuyos síntomas son sentirme desesperada, como encerrada en mí, sufrir celos y alimentar rencores contra las personas. Vivir así, es para mí muy pesado, pues me atormentan miedos, angustias, envidias, resentimientos, y aunque a veces alimento una mínima esperanza de que “AHORA SÍ VOY A SALIR DE ÉSTA”, a los pocos días vuelvo a lo mismo. Parece que cargo sobre mis hombros permanentemente un fardo de recuerdos revuelto con amarguras. María.
Querida Mary: De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, para el 2030 la depresión será la enfermedad más habitual entre la población. Sin embargo, hoy estamos aún a tiempo de prevenir esta situación. Independientemente de las múltiples causas que puede haber para generar una depresión (incluidas las de orden químico a nivel cerebral), en el fondo encontramos a jóvenes y adultos con ansias desmesuradas de obtener resultados perfectos que nadie pueda criticar, y sin tener que pagar por ello con la moneda del esfuerzo. Es como suponer que la felicidad es un derecho y no un deber. Monseñor Óscar Domingo Sarlinga, Obispo de Zárate- Campana, en Argentina, escribe en la carta que dirige a quienes sufren depresión, angustia y situaciones de grave necesidad, lo siguiente: “Nosotros, personas religiosas, tenemos mucho que orar y mucho que obrar por el bien, sin creernos más que nadie, sino partiendo de las energías de Amor del homo religiosus, energías que el Espíritu del Señor ha puesto para bien de los que lo aman. Frente al drama del vacío existencial, debemos, pues, poner amor allí donde haya odio; inundar de amor donde se presente la envidia, la paranoia consentida. He aquí un gran remedio para la tristeza y la depresión. Aparece aquí el tema de la «voluntad de sentido», que abre vías de salida al ser frustrado”. Además de seguir perfectamente las indicaciones de tu médico, permíteme presentarte un resumen de la “dieta emocional” que recomienda el Doctor José Castillo Ruiz, Director Médico del Centro Avanzado de Salud Anímica en Monterrey, N.L. Esta dieta implica esfuerzo, pero tiene resultados poderosos: Elige libros motivacionales y optimistas; el primero de ellos: la Biblia. Selecciona frases motivadoras y escríbelas en papelitos que colocarás en diferentes partes de tu casa o de los sitios en los que pasas el día. Identifica los pensamientos negativos que entran a tu mente y cámbialos de inmediato por pensamientos positivos. Haz 20 minutos de oración y meditación cada mañana. Haz 45 minutos de ejercicio aeróbico cada día (puede ser, incluso, sólo caminar). Descansa 15 minutos por cada hora y media de actividad mental. Escucha música clásica o de tu agrado personal. Toma una siesta de 10 a 20 minutos luego de los alimentos. Escoge un pasatiempo y practícalo por lo menos 30 minutos al día.
Da y recibe 4 abrazos de cada uno de tus seres queridos o aquellos con quienes convives. Desayuna, come y cena adecuadamente. Puedo imaginar que dirás: “pero es que no tengo ganas”. Y desde luego que así es. Tu sistema emocional está débil, y es ésta la razón por la que no debes depender de tus ganas, sino de tu “querer”. Por amor a los tuyos, decídete a levantarte cuantas veces sea necesario. Si caes, no importa; lo que sí importa es levantarte siempre.
Cuando un retiro espiritual no funciona Querida Lupita: Soy padre de familia y no me había comprometido con mis hijos hasta que descubrí que el mayor estaba consumiendo drogas. Me retó y me dijo que él iba a seguir en la misma. Lloré como nunca lo había hecho. Reconocí que mi esposa tenía razón cada vez que me reclamaba por no estar con los niños. Estaba yo desconsolado y acepté ir a un retiro espiritual. Eso cambió mi vida y luego invité a mi hijo. Los dos empezamos a estar mejor. El Señor sanó las adicciones de mi hijo y empecé a sentirme muy bien. Pero ahora que cumplimos un año de toda esa experiencia, las cosas vuelven a estar de cabeza. Yo sigo en la juerga y mi hijo ha vuelto con esas “amistades” que tanto mal le hicieron. Quisiera intentar de nuevo salir de eso, pero siento que un retiro no basta. ¿Qué puede hacerse ahora? Rafael
Apreciado Rafael: Tienes razón al decir que un retiro espiritual no basta. Esto es sólo el principio. Es necesario emprender un camino de conversión, que nunca acaba. Dice la Palabra de Dios: “Cuando un espíritu impuro sale de un hombre, anda por lugares secos buscando descanso; pero al no encontrarlo, piensa: ‘Volveré a mi casa de donde salí’. Cuando regresa, encuentra a ese hombre como una casa barrida y arreglada. Entonces va y reúne otros siete espíritus peores que él, y todos juntos se meten a vivir en aquel hombre, que al final queda peor que al principio” (Lc. 4, 24-26). Nunca olvides que para tener una buena salud mental y espiritual, tenemos que alimentarnos a este nivel diariamente. Cuando Dios sale a tu encuentro y tú le abres tu corazón, Él entra a morar en ti y es nuestro deber mantener digna la casa. ¿Cómo lograrlo? Aquí una dieta espiritual de 5 puntos para después de un retiro (sugerencias de Juan Alberto Echeverry, predicador católico colombiano): 1. Momentos de oración individuales diariamente y momentos de oración en grupo cada semana. Dejemos todas nuestras tribulaciones en manos del Señor: “No se aflijan por nada, sino preséntenlo todo a Dios en oración; pídanle y denle gracias. Así, Dios les dará su paz, y esta paz cuidará sus corazones y sus pensamientos por medio de Cristo, Jesús” (Fil.3, 4-6). 2. Acudir a retiros espirituales cada mes, como recomienda el Padre Larrañaga. Creerás que esto es una exageración, pero es todo lo contrario: una necesidad. Dedicamos tiempo a algo mucho más valioso que la TV, descontaminándonos visual, auditiva y verbalmente. Esto es “cambiar de ambiente”, replantearnos nuestra vida, las cosas que hacemos mal, las que hacemos bien. Nos hacemos reflexivos y maduramos. 3. Tener un apostolado. Realizar acciones en favor de los demás. Pero no acciones altruistas en las que el bueno soy yo. Vamos a ser las manos de Cristo y, con esa conciencia, practicar las obras de misericordia corporales y espirituales (consulta el Catecismo de la Iglesia Católica). 4. Leer la Palabra de Dios y escuchar cantos de alabanza. También es bueno leer libros espirituales acordes al Magisterio de la Iglesia (no confundir con la espiritualidad de la “nueva era”).
5. Tener un proyecto de estudio, laboral o comercial, que ocupe tu tiempo. “Cualquier cosa que esté a tu alcance, hazla según tus fuerzas” (Ecle. 9,10). Pon manos a la obra y haz como las aves al perder sus nidos tras una noche de tormenta ¡Vuelve a empezar!
Tener a Cristo para darlo Querida Lupita: Tenemos una gran confusión y muchas dudas acerca de cómo orientar a nuestro hijo. Es estudiante universitario y ha tenido una crisis como de “sentido”. Dice que no sabe quién es y ha acudido a terapia. Hace una semana nos dijo que quiere ser él mismo y que nosotros lo asfixiamos con nuestras cosas de la Iglesia. Mi esposa y yo somos servidores en un ministerio católico y siempre hemos estado muy cerca de Dios. El nos pidió que ya no le hablemos de Dios y nos advirtió que se va a ir de la casa en la primera oportunidad. Mi esposa no puede controlar su tristeza que ya parece depresión y yo, aunque trato de animarla, también me siento derrotado. Necesita a Cristo pero no quiere que le hablemos de Él. Gerardo
Queridos padres de familia: En 1932 fue publicada una Novela de Aldous Huxley, titulada: Un mundo feliz. En ella predijo que el distintivo característico de la post-modernidad sería la falsedad. No habría verdad alguna, por considerarla como algo completamente subjetivo; quedaría suprimida la distinción entre lo auténtico y lo inauténtico, y todo sería negociable. Hoy en día, sabemos que a veces, en nombre de la verdad, se ha llegado a la intolerancia y la crueldad. Ésta es una de las razones por las cuales se siente temor cuando alguien dice convencido de que algo es verdad. Sin embargo, la verdad es necesaria para que el hombre encuentre el sentido de su vida. La verdad es la realidad. No puede, una cosa, ser y no ser al mismo tiempo. A nuestros hijos les ha tocado vivir en este mundo que duda de todo. Se les dice, desde cúspides “intelectuales”, que todo es cuestionable y que la fe no puede ser razonada. Ante esta avalancha relativista, el Papa Emérito Benedicto XVI, a la muerte de su antecesor Juan Pablo II, y siendo todavía el Cardenal Joseph Ratzinger, durante su Discurso de Apertura del Cónclave, declaró algo revelador: “Se va constituyendo una dictadura del relativismo que no reconoce nada como definitivo y que deja como última medida sólo el propio yo y sus antojos. Por eso es preciso tener la osadía de decir: sí, el hombre debe buscar la verdad, es capaz de la verdad. Es evidente que la verdad necesita criterios para ser verificada y falsada. También ha de ir acompañada de tolerancia; pero la verdad nos muestra entonces aquellos valores constantes que han hecho grande a la Humanidad. Por eso hay que aprender y ejercitar de nuevo la humildad de reconocer la verdad y de permitirle constituirse en parámetro”. Los jóvenes se preguntan a sí mismos qué es lo que quieren, y poco reflexionan en su fin último. Quieren ser su propia medida y caen en confusión. Hagamos brillar la luz de la verdad con nuestro testimonio: ¡Nacimos para amar! El que ama, piensa en sus responsabilidades y las cumple cabalmente; el que ama, espera paciente el crecimiento de aquél a quien dirige su amor; el que ama, habla con sus acciones más que con sus palabras; el que ama, todo lo cree, todo lo espera. Nuestra actitud como padres de familia, ante estos reveses de los hijos, ha de ser de esperanza y comprensión.
Intervenir prudentemente mostrando a Cristo como Camino, Verdad y Vida. Recordemos, desde luego que, para dar a Cristo, primero debemos tenerlo.
Violencia en la oscuridad Querida Lupita: La violencia en las noticias se desborda. Me es imposible creer que un niño de 14 años puede degollar y matar personas, pero me duele más vivir la violencia en mi familia. Mi hermana acaba de confesarme que su esposo la golpea. Ella creía que sus hijos no lo sabían pero acaba de ir a hablar a la secundaria y le dijeron que su hijo es agresor constante de uno de sus compañeros. Ese sobrino no tiene control de sus impulsos, parece como que no siente culpa por nada y se lleva mal con todo el mundo, siempre está peleando. Ella tuvo que decir en la entrevista la verdad y por fin está hablando después de 15 años. ¿Cómo puedo ayudarla? Sandra
Amiga Sandra: Ciertamente nos causa asombro recibir noticias tan inesperadas como la captura de un sicario que apenas cuenta con 14 años de edad. ¿Imaginas la vida de este adolescente? Me eriza la piel el pensar en la clase de vida que llevaba. No había una familia atrás, un buen ejemplo, una mentalidad optimista, una visión integral del valor de la persona humana. Todo lo contrario. ¿Qué clase de personas convivían con él? ¿En qué momento un niño deja de recibir cuidados y amor para enfrentar golpes, abusos, insultos, amenazas? Para “fabricar” un sicario, se empieza en la obscuridad. Allá donde te escondes cuando haces lo que no está bien. En ese reino donde la luz de Cristo no ilumina el pensamiento y el corazón humano. Ahí hay ignorancia del propio valor y de la existencia de un Creador que nos ama. Enseguida se maltrata al otro, quizás en una búsqueda desesperada de atención y de sentido. Luego el agresor se robustece para soportar las agresiones que recibirá y va engendrando una coraza que le impide ver el mal y el dolor que causa. Así sin parar, llega a actuar de formas aberrantes. En la historia que me cuentas podemos ir armando una cadena de sufrimientos: 1. 2. 3. 4.
Una mujer desarrolló un pobre auto concepto. Elige como compañero de vida a un hombre que la maltrata. Permite que el ejemplo de violencia luzca a los ojos de sus hijos. Encerrada en su dolor no actúa al ver que uno de sus hijos ha desarrollado las características de su padre agresor. 5. La situación sale de su control y afortunadamente: habla. Qué bueno que al fin ha decidido pedir ayuda. Abrázala y dile que no está sola. Ella saldrá adelante. Habrá que acudir a la escuela (ambos padres) y determinar en conjunto lo que se hará para ayudar al hijo. Deben interesarse también por el compañero víctima de bullying, un chico que seguramente presentará estos rasgos: Miedo Baja autoestima. Posible fracaso escolar. Tendencia a la depresión.
Trastornos psicosomáticos. El padre violento deberá aceptar que su conducta es irracional y buscar ayuda profesional. Los grupos de Neuróticos Anónimos son de gran utilidad. La madre aprenderá a establecer límites claros y no permitir un golpe más. La separación se impone si el hombre no quiere cambiar. Dios quiere que “tengamos vida en abundancia”. ¡Busca a Dios! En la luz prevalece el bien y la paz; fuera de ella, la violencia gesta la destrucción del hombre. En el recién publicado libro-entrevista de Peter Seewald, el Papa Benedicto XVI nos propone abrirnos a Dios, que es la Verdadera Luz del Mundo. El mundo, la familia, el hombre sufre violencia en la obscuridad de una vida sin Cristo.
Un “CAN” para padres de hijos adolescentes Lic. Lupita: Mi esposo y yo hemos tratado de hacer una vida agradable a Dios. Hemos tomado cursos de escuela de padres y vamos a retiros y en verdad vamos dentro del buen camino. Tenemos tres hijos adolescentes y ya te imaginarás cómo nos sentimos. Nos frustra ver que no quieren rezar, van a misa a fuerzas, se quejan de todo y sí: son insufribles. Nuestra relación se ha vuelto sólo de peleas. No queremos que esto siga así pero no sabemos cómo poner un alto sin que se nos salgan de control. ¿Qué estamos haciendo mal? José Luis y Mary Carmen
A todos los padres de hijos adolescentes: Quiero felicitar sinceramente a aquellos padres que, como José Luis y Mary Carmen, están unidos y en comunicación frente a los retos que les presentan sus hijos adolescentes, juntando sus fuerzas para llevar adelante su misión educadora. Compartiré con ustedes una enseñanza de la sabiduría que ha acuñado la organización católica “Esposas Cristianas” a lo largo de los años. Ella dice que, ante los adolescentes: CAN. Si tomamos este término en ingles: la frase I can significa yo puedo. De manera que lo primero que debemos llevar en nuestra mente y corazón es la certeza de que sí podemos lidiar con los cambios que están presentando nuestros hijos adolescentes. Frecuentemente, los padres nos sentimos impotentes, y esta sensación nos deja atados de manos sin actuar en ningún sentido. Convenzámonos de que Dios nunca nos dará una prueba superior a nuestras fuerzas, pero si procurara sacar de nosotros lo mejor, y esto implica verdadero esfuerzo y mucha preparación. Y también esta palabra es un acróstico, un método que nos recuerda la primera letra de tres palabras clave: C de comprensión: Recordemos que nuestros hijos están aprendiendo a vivir. Del mismo modo que tienen cambios físicos, están experimentando cambios y crisis en el aspecto sexual, afectivo, familiar, social y religioso. Dice Carmen Christlieb que el mundo interior del adolescente es un mar agitado, en el que las olas se levantan y chocan; luego tienen un momento de calma, para volver a agitarse después. A de amor: Este periodo en el cual no nos “nace” ser afectuosos con ellos, sino todo lo contrario, es justamente cuando más necesitan sentirse amados. Más que recriminaciones, requieren palabras de afirmación. Los padres necesitamos ser creativos para encontrar siempre el lado bueno de las cosas. Esforcémonos por hacerles comentarios positivos sobre su persona, y evitemos a toda costa ofenderlos con palabras y malos tratos. Por amor, los padres procuremos modelar para nuestros hijos la superación, y esto implica el esfuerzo sobrenatural por dejar nuestros vicios y mostrarles que el cambio para bien es posible. N de normas: Nuestros adolescentes se sentirán perdidos si no tienen claros los valores que en casa se les quieren
inculcar. Los padres debemos ser específicos respecto a las reglas que respetaremos todos. Establecer normas de convivencia es irrenunciable para el éxito en el trato con adolescentes. No se trata de regañarlos por todo, sino de darles a conocer, sin rodeos, lo que se espera de ellos. Si algo no se cumple, se determinan las consecuencias de forma que queden entendidas y aceptadas por todos los miembros de la Familia. Dice la palabra de Dios que quien no corrige a su hijo, no lo ama; pero es necesario hacerlo en forma prudente. San Pablo escribía a los Colosenses: “Padres, no exasperen a sus hijos, no sea que se vuelvan apocados.” (Col. 3,21).
Si buscas placer, encontrarás fracaso; si buscas amar, encontrarás placer Lic. Lupita: La Directora de la Secundaria nos mandó llamar porque estaba sucediendo algo con mi hijo. Él y otros compañeros se masturbaron en el salón de clases delante de algunos alumnos. Varias de sus compañeras dieron la queja a la Dirección. Cuando estaba narrándonos mi hijo lo que había sucedido, estaba llorando, avergonzado. No podía verme a los ojos, ni a su papá. Al llegar a la casa, mi esposo y yo no sabíamos qué actitud tomar con él: si castigarlo, regañarlo, o qué. Hablamos con él respecto a que estuvo muy mal; que es una falta de respeto hacia él y a sus compañeras; que él tiene una hermana y no le gustaría que le hiciera un compañero de ella lo mismo que él le hizo a las demás; que es su privacidad; que nadie tiene qué enterarse de lo que hace con su cuerpo. Mi pregunta es: ¿hicimos bien en no sancionarlo y sólo hablar con él? Mamá desesperada
Queridos padres de familia: Hoy se dice que la sexualidad humana puede vivirse de tres formas: integrada, infantil y/o perversa. La primera forma hace referencia al ejercicio de una sexualidad armoniosa, que busca el bien del otro, que involucra la entrega por amor. La segunda, infantil, se refiere a la búsqueda del placer personal, caprichoso y egoísta -“quiero mí bien, sin importarme el del otro”-; y la tercera forma busca directamente hacer daño a la persona con la que se tiene la relación. Ciertamente esta clasificación muestra la manera en que está ejerciéndose actualmente la sexualidad. Karol Wojtyla sostiene que para que una sexualidad sea realmente humana, debe ser integral. Se involucra la persona con todo su ser: inteligencia, voluntad y afectos participan en este acto, maravilloso e importantísimo, a través del cual puede generarse la vida. La nueva cultura sexual ha separado placer y procreación. Existe una serie de conceptos modernos que son verdaderos eufemismos para banalizar la sexualidad y reducirla a un medio para obtener gozo. Con esta ideología, se ha sostenido la industria pornográfica millonariamente. Nuestros hijos jóvenes son los principales consumidores, y a ellos se dirige una cantidad impresionante de estímulos eróticos: películas, canciones, juegos, series televisivas, material gráfico y en video, a través de las nuevas tecnologías. Es imperante que los padres hablemos a nuestros hijos acerca del verdadero sentido de la relación sexual, que tiene inseparablemente una doble finalidad: unitiva y procreativa. Para padres católicos, interesados en transmitir la visión integral, les recomiendo el CD titulado: Cómo transmitir educación sexual hoy (Informes: 33434992). Ustedes han tenido un gran acierto al no regañar, sino orientar a su hijo. Pero debo mencionar que han resbalado en el tema de la masturbación. Esta actividad no es algo que puede hacerse en privado sin consecuencias dolorosas. Recibo en consulta una gran cantidad de matrimonios con problemas en su vida íntima, debido al mal hábito de la masturbación, practicado por él (en algunos casos por ella), desde la pubertad. Puede que sea común esta práctica, pero no es conveniente. Un joven puede elegir vivir una sexualidad sana, sin vicios que le quiten serenidad. Hay mil
actividades divertidas qué elegir, antes que auto-estimularse y alimentar así su egoísmo y aislamiento. El Catecismo de la Iglesia Católica expresa, en el Número 2352: “La masturbación es un acto intrínseca y gravemente desordenado. El uso deliberado de la facultad sexual, fuera de las relaciones conyugales normales, contradice a su finalidad”. Y, al mismo tiempo, el Catecismo ilumina nuestro entendimiento al aclarar que “la relación sexual requerida por el orden moral es aquella acción que realiza el sentido íntegro de la mutua entrega y de la procreación humana en el contexto de un amor verdadero”.
El manejo adecuado de la frustración Lic. Lupita: Me encuentro tan frustrada. Mi vida de casada no tiene nada que ver con lo que yo quisiera. No tenemos lo suficiente para sacar adelante los gastos, mi marido está de malas todo el tiempo. Mis hijos no obedecen, no van bien en la escuela. Me siento muy triste. Ayer tuve un problema con mi esposo y lo primero que se me viene a la mente es suicidarme, estoy embarazada y lo peor es que mi hijo mayor se dio cuenta que traté de tomar pastillas por favor ayúdeme. Silvia
Querida amiga: Es importante descartar que estás cursando una depresión química. Revisarte con un médico especialista es fundamental en estos momentos. Quisiera ahondar en la palabra con que describes tus sentimientos: frustración. Cuando hay una diferencia entre lo que yo quisiera y lo que es, se da este estado emocional. Si experimentamos que nos encontramos en una situación sin solución aparente, nos ataca un sentimiento de impotencia que en ocasiones nos lleva a actuar desesperada y desproporcionadamente. Todos experimentamos frustraciones, y es fundamental entender que no podemos eliminarlas, sino manejarlas idóneamente. Las respuestas adecuadas o inadecuadas frente a las dificultades de la vida se aprenden en la infancia. Cuando una persona ha tenido padres sobre-protectores o, en el extremo contrario, padres despreocupados, se genera en su psique una inmadurez para enfrentar la vida. Esto es, si un niño no tiene atención en absoluto, o bien, tiene una atención excesiva, le sobrevendrán serios problemas para manejar la frustración. Los frustrados son adultos resentidos que echan culpas a todos y no ven su responsabilidad en los hechos; son adolescentes y niños berrinchudos, quienes, al no tener lo que quieren, manipulan hasta el extremo de dañarse a sí mismos con tal de conseguir lo que desean. Pero puede aprenderse a enfrentar las frustraciones. Para ello, habrá qué conseguir una virtud fundamental: autodominio. Se dice que Sócrates exigía a sus alumnos la “enkrateia”, el ser dueños de sí mismos. Esto es lo que nos ayuda a superar los vaivenes de los estados de ánimo o las apetencias, y nos permite elegir de acuerdo a un fin. Es el luchar por llegar más alto, más rápido y más fuerte a nuestras metas. Para adquirir esta virtud clave te recomiendo tomar las siguientes medidas: 1. Haz un proyecto de vida. Escribe un ideal, reconoce tu defecto dominante y trabaja en tu propia superación. Si no sabes hacerlo, en Valora podemos ayudarte (tel. 3124 39 29). Deja de ver todo lo que falta, para que empieces a concentrarte en todo lo que tienes. 2. Ponte metas realizables a corto, mediano y largo plazo. 3. Haz un proyecto familiar e involúcrense todos en una actividad que les guste. Antes de pensar que no se va a
poder, prepárate para que sepas plantear esta actividad a los tuyos de forma atractiva. 4. Participa en las actividades de tu Parroquia. Tenemos que salir de nosotros mismos para encontrarnos. 5. Alimenta una relación personal con Dios. Investiga las fechas para el próximo Cursillo de Cristiandad; inscríbete (31 21 53 05 en Guadalajara). ¡Cree en ti! Ante los problemas, sientes que caes y que no tienes fuerza para levantarte; pero tú eliges si caes como un huevo que se rompe por completo, o como una pelota de frontón que llega al piso, vuelve a levantarse e incluso alcanza más altura que la que tenía antes de caer. Dice la Palabra de Dios: “Todo pasa para bien de los que aman al Señor” (Rom. 8,28). ¡Ámalo y déjate amar por Él!
Los artículos contenidos en esta compilación fueron publicados originalmente en El Semanario, emisión periódica de la Arquidiócesis de Guadalajara.