Cuaderno De La Resistencia Escrita

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Cuaderno de la CUADERNO DE LA RESISTENCIA ESCRITA Resistencia 2009 Escrita 2009

Resistir vale tanto como acometer -José Martí-

Y resistir quiere decir ¡victoria! Paco Azanza Telletxiki -Fidel-

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CUADERNO DE LA RESISTENCIA ESCRITA 2009

Resistir vale tanto como acometer -José Martí-

Y resistir quiere decir ¡victoria! -Fidel-

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CUADERNO DE LA RESISTENCIA ESCRITA 2009

Paco Azanza Telletxiki

Cuaderno de La Resistencia Escrita -2-

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A los lectores no cubanos advierto que Mangos de Baraguá es el sitio de la provincia de Oriente donde, el 15 de marzo de 1878, el general Antonio Maceo rechazó la propuesta de paz –sin independencia ni abolición de la esclavitud- de que era portavoz el general en jefe del Ejército colonial español, Arsenio Martínez Campos. Aquel gesto histórico, conocido como la Protesta de Baraguá, ha pasado a ser un símbolo de la rebeldía nacional cubana en todos los tiempos.

-Descripción de Cintio Vitier en su libro “Resistencia y Libertad”-

Tengo ante los ojos la Protesta de Baraguá, que es de lo más glorioso de nuestra historia.

-José Martí en carta escrita a Antonio Maceo-

© Paco Azanza Telletxiki, 2010 © Fotografía de portada: Paco Azanza Telletxiki, 2009 http://baragua.wordpress.com e-mail: [email protected]

Se permite la reproducción total o parcial de este cuaderno, siempre y cuando sea sin ánimo de lucro, se cite la autoría original y quién lo ha editado. Otros usos requiere la autorización del autor.

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CONTENIDO 7 Cuba: Camilo Cienfuegos, el Señor de la vanguardia 9 Estado español: La Democracia asesinada 12 Estado español: Elecciones, democracia y Ley de Partidos 14 Cuba: Estúpida soberbia primermundista 16 Internacional: Las ideas de Carlos Marx siguen vivas 126 años después de su muerte 18 El Salvador: El Salvador: un pequeño país, una gran victoria 20 Bolivia: Evo Morales sigue reivindicando el acceso al mar 22 Cuba: Rendición de cuentas, ejercicio habitual de democracia en la Isla 23 Estado español: Contra la monarquía, por la Tercera República 25 Cuba: Abril de 1961, días de especial relevancia para Cuba y Nuestra América 28 Internacional: Aniversario 139 del natalicio de Lenin 30 Cuba, EE.UU: Estados Unidos vuelve a incluir a Cuba en su lista de países terroristas 34 Cuba: 50 años de la Reforma Agraria 36 Estado español: La huelga general del 21 de mayo y la coacción de los otros piquetes 38 Estado español: Patxi López, ¿ignorante o caradura? 39 Perú: Alan García, el gobierno español y la masacre de indígenas peruanos 41 Nicaragua: Cuarto país latinoamericano libre de analfabetismo 42 Estado francés, Caribe: Contra el colonialismo en todas sus formas 43 Honduras: Golpe de Estado, o la enésima versión de una misma historia 45 Cuba: ¿Dictadura en Cuba? Sí, la del proletariado 54 Internacional: El G-8, la antítesis de la democracia 55 Cuba: 26 de Julio de 1953, mucho más que una fecha 58 Cuba: Raúl Castro y su legitimidad al frente del Gobierno Revolucionario 60 Cuba, UE: Cambio de bombillos: La Unión Europea imitará a Cuba con diez años de retraso 62 Ecuador: Nuevo territorio libre de analfabetismo 64 Cuba, EE.UU: Libertad para los Cinco, once años presos en cárceles del imperio 68 Cuba: Sentido fallecimiento de Juan Almeida Bosque, Comandante de la Revolución 69 Cuba: Mentiras de la reacción sobre el uso de Internet en Cuba 71 EE.UU: Injustificada condescendencia para con un presidente imperialista 74 Cuba: Último adiós para Cintio Vitier, ‘un poeta sencillamente enamorado de su patria’ 76 Estado español: Pese a la congelación de su presupuesto, los inquilinos de la Casa Real no pasarán frío el próximo año 78 Cuba, EE.UU: Más de 180 países expresarán su rechazo al bloqueo estadounidense contra Cuba 81 Cuba: Camilo Cienfuegos, eternamente vivo en la memoria de su pueblo 85 Cuba, EE.UU: El mundo contra el bloqueo 86 EE.UU: El permanente cinismo del gobierno estadounidense 88 Cuba: Ejercicio Estratégico Bastión 2009 y Día Nacional de la Defensa 91 Cuba, África: 20 aniversario de la Operación Tributo 101 Cuba: ‘Inolvidable Frank País’, 75 aniversario de su natalicio 104 EE.UU, Panamá: 20 aniversario de la invasión yanqui a Panamá

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NOTA PRELIMINAR Los treinta y nueve artículos aquí reunidos fueron escritos en el transcurso de 2009. Todos están publicados en Baraguá, y buena parte de ellos también en Alai-amlatina y Rebelión. Otros medios de casi toda América Latina y del Estado español han acogido, igualmente, a no pocos de los mencionados textos del segundo Cuaderno de la Resistencia Escrita.

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Cuba

Camilo Cienfuegos, el Señor de la Vanguardia Baraguá

Paco Azanza Telletxiki

2009/02/06

En su nuevo continuo e inmortal, Camilo es la imagen del pueblo. -Ernesto Che Guevara-

Tal día como hoy, pero de 1932, nació en la barriada habanera de Lawton –hoy Municipio 10 de Octubre- Camilo Cienfuegos Gorriarán. Comandante del Ejército Rebelde desde el 16 de abril de 1958, Camilo jugó un papel muy importante en el desarrollo de la Guerra de Liberación (1956-1958). Vinculado a la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista y fichado por los aparatos represivos de la misma, se exilió en los Estados Unidos, desde donde, vencido su permiso de residencia, llegó a México, contactando con Fidel. Siendo uno de los últimos elegidos para integrar la expedición del Granma, desembarcó en Cuba, junto a sus 81 compañeros, por playa Las Coloradas el 2 de diciembre de 1956. Ostentaba los grados de teniente y dirigía un pelotón cuando hubo participado, en 1957, en los combates de El Uvero -28 de mayo-, Bueycito -1 de agosto-, El Hombrito -30 de agosto- y Pino del Agua -17 de septiembre-. En octubre fue ascendido a capitán. Perteneció a las Columnas No. 1 y No. 4, y fue el jefe del primer pelotón que bajó de la Sierra Maestra a luchar a los llanos de Oriente. El valor y la inteligencia del ya comandante Camilo Cienfuegos quedó suficientemente demostrado con el ataque a una posición enemiga en la misma ciudad de Bayamo y el cerco por numerosas unidades militares del monte La Estrella. Respondiendo a la orden de Fidel, el 21 de agosto de 1958 partió hacia la provincia occidental de Pinar del Río al frente de la Columna No. 2 Antonio Maceo. Unos días más tarde, el 31 de agosto, el comandante Ernesto Che Guevara hacía lo propio al frente de la Columna No. 8 Ciro Redondo con destino al centro de la Isla. De esta manera se inició la invasión desde la Sierra Maestra hacia Occidente. Después de atravesar los complicados llanos Camagüey y Ciego de Ávila, perseguidos por miles de soldados y la aviación enemiga, al llegar a la loma del Obispo Montañas del Escambray-, el 15 de octubre de 1958, el Che encontró una situación bastante grave de falta de unidad entre los diferentes grupos revolucionarios, con una actitud muy negativa por parte de los llamados dirigentes del Segundo Frente Nacional del Escambray, quienes con su creciente hostilidad provocaron momentos de verdadera tensión. A la solución de aquellos problemas se dedicó el Che de inmediato. Conocedor de lo que allí sucedía, Fidel ordenó a Camilo mantenerse en aquel territorio hasta que el Che consolidara su mando. El rápido transcurrir de los acontecimientos –la guerra acabó a final de año- hizo que Camilo no tuviera la necesidad de reanudar su marcha hacia Pinar del Río, como estaba previsto.

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La campaña emprendida por los dos comandantes en diversos puntos de la provincia fue exitosa. El 23 de diciembre, Camilo completó el cerco a la ciudad de Yaguajay, y el día 28 el Che inició su audaz ataque a la ciudad de Santa Clara. Con el tirano cobardemente huido, Camilo recibió la orden de Fidel de avanzar con su columna para tomar el Campamento Militar de Columbia, sede del Estado Mayor del Ejército de la tiranía; cuartel que ocupó el 2 de enero de 1959. Tres días después, Fidel le asignó el cargo de Jefe del Estado Mayor del Ejército Rebelde. Fidel siempre tuvo mucha confianza en Camilo Cienfuegos. El 8 de enero, recién llegado a La Habana, Fidel interrumpió su discurso en el mismo Columbia para, señalando a Camilo, hacerle la histórica pregunta: ¿Voy bien Camilo? El 26 de octubre, Camilo Cienfuegos pronunció su último discurso; hizo un llamado a la unidad, y pidió confianza en Fidel y en la Revolución. Dos días después, el 28, tras abortar en Camagüey un complot contrarrevolucionario dirigido por Hubert Matos, salió en avión rumbo a La Habana. Nunca llegaría a su destino; había desaparecido físicamente a la corta edad de veintisiete años el Señor de la Vanguardia. Camilo se había ganado con creces el cariño y la admiración de su pueblo; por eso éste se volcó en una búsqueda ininterrumpida, hasta que, con mucho pesar, hubo de aceptar su desaparición definitiva. A partir de entonces, cada 28 de octubre la población revolucionaria, especialmente los jóvenes, siempre tienen presta una flor para Camilo.

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Estado español

La Democracia asesinada Baraguá

Paco Azanza Telletxiki

2009/02/16

Hace unos días me topé con la Democracia. Vestía harapos y la vi extremadamente delgada, pálida y ojerosa. Miraba con cierto desespero en el interior de un container de la basura, probablemente en busca de algo que llevarse a la boca. Pero la búsqueda resultó infructuosa: ni los desechos alimenticios de los “demócratas de toda la vida”, siempre tan abundantes, estaban al alcance de su mano. Se fue del apestoso lugar. La seguí preocupado y procurando no ser visto, y, tras caminar durante un kilómetro aproximadamente, se detuvo casi de repente ante un flamante edificio. Era el “Palacio de Justicia” lo que teníamos enfrente. Al menos así informaba el rótulo situado junto a la puerta principal, aunque una mano anónima y ocurrente se había encargado de contradecir a dicha información, añadiendo delante de la jota de Justicia una i y una n, de modo que a partir de entonces realmente se leía: “Palacio de inJusticia”. La Democracia sonrió ante el hallazgo. Aunque muy débilmente, fue la primera y única vez que le vi mover positivamente sus músculos faciales. Y siguió caminando..., y yo detrás, como si de su alargada y delgada sombra se tratara. Cruzamos la ciudad entera bajo un silencio casi absoluto. De pronto la Democracia volvió a interrumpir su marcha. En esta ocasión lo hizo frente al Hospital Provincial. Se quedó inmóvil durante un buen rato, cabizbaja, pensativa... Hasta que finalmente comenzó a andar, para rodear todo el edificio y entrar a sus entrañas por la puerta de urgencias. Un largo pasillo le llevó al pie de un mostrador, donde fue atendida por una trabajadora administrativa. De allí fue enviada a la sala de espera y, finalmente, llegado su turno, entró a la consulta del galeno. -Siéntate –le pidió amablemente el médico de guardia-. Vamos a rellenar primero esta planilla –añadió señalando a un papel que reposaba sobre la mesa. -Mi caso es grave, doctor, ¿no podemos prescindir o dejar para el final el protocolo? -No te preocupes, que lo resolvemos enseguida. Dime, ¿cómo te llamas? -Me llaman Democracia. -Democracia ¿qué? -Democracia Representativa. -Anjá. ¿Cuántos años tienes? -No sé, dicen que treinta. -¿Dicen? ¿Quiénes dicen? -Mis supuestos padres. -¿Supuestos? –el médico comenzó a extrañarse y frunció el ceño. -Es que me atribuyen tantos que una no sabe. -¡Qué cosa más rara! -Y tanto. -Vamos a ver, Democracia, ¿laboras en alguna empresa expuesta a productos tóxicos?

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-Expuesta a productos tóxicos me he pasado toda la vida: fascistas sin careta, con careta, defensores míos que son todo lo contrario..., en fin, la lista es larga, pero la cruda realidad es que no trabajo. ¡Y mira que tengo ganas, muchísimas ganas, compañero! -¿Estás desempleada? -No he trabajado nunca. -¿Y eso? -En los países capitalistas la democracia nunca tiene trabajo, no puede tener trabajo y, aunque siempre está en boca de todos, todos los que tienen posibilidad y obligación de procurarle empleo se olvidan de ella, nunca le facilitan el acceso a su legítima y necesaria actividad laboral. Más bien todo lo contrario. Como no les interesa mi real existencia, porque de mi misma estoy hablando, se empeñan en matarme de hambre, en reducirme a la más mínima expresión pues, ya se sabe, en tan deshumanizado sistema es el interés personal de una exigua minoría lo que impera. Mira qué flaca estoy. -A la verdad, casi ni se te ve –dijo impresionado el de la bata blanca-. No eres más que un amasijo de huesos y piel. -Lógico, si a duras penas existo. -En fin, vamos a dejar el formulario a un lado. Dime, Democracia, ¿qué es lo que te pasa, te duele algo? -Todo, doctor, ya se lo he dicho, el cuerpo entero. Y mi cura sólo pasa por recuperar el apellido que realmente me corresponde... -¿Cuál? –interrumpió intrigado el médico. -Participativa. Mi verdadera identidad es Democracia Participativa, y no Representativa, ya que el apellido impuesto suena muy bonito, pero no es más que un sucedáneo que, como ya he dicho, sólo representa y sirve a una opulenta minoría. Quiero que todo el mundo participe en la construcción del sistema que elija -obviamente el socialismo, porque otro sistema nunca le permitiría su estrecha participación-. Quiero que los que dirijan sean realmente los representantes que el pueblo haya propuesto, primero, y luego elegido; que, además, éste controle a aquellos en todos sus actos mediante periódicas rendiciones de cuentas; que, durante las legislaturas, los electores puedan revocar los mandatos de quienes consideren que no cumplen correctamente con el trabajo encomendado, y, por supuesto, puedan participar en la elaboración y aprobación de todas los movimientos o cambios más importantes que se acometan. Quiero y debo ser útil, en definitiva, a todos los habitantes del mundo, y no sólo a unos pocos cínicos y egoístas privilegiados. Ese debe ser mi trabajo, esa es la esencia de mi existencia y no otra. Han tratado de matarme de hambre, insisto, y de muchas cosas más, pero de momento no lo han logrado del todo. Y es que, aunque enclenque, todavía camino. El caso es que yo estorbo, y mucho, para que las parásitas ambiciones de los grandes capitalistas puedan llevarse a cabo. Y si la población en general, máxima perjudicada de mi posible desaparición, no lo remedia, van a conseguir que, más pronto que tarde, deje de respirar definitivamente. -¡Ufff...! El objetivo que te propones es interesante y justo, pero también harto complicado de alcanzar. No sé, hallo a la población que tú acabas de nombrar tan sumisa a los dictados del poderoso enemigo que... Es como si estuviese domesticada, anestesiada tal vez para poder soportar tan humillante castigo sin apenas protestar, sin apenas quejarse. Y sin su imprescindible concurso es casi imposible que recuperes tu verdadera identidad, tu, por otra parte, hermoso apellido. -Lo sé, por eso estoy tan deprimida y desesperada. -Lo que no sé es por qué has acudido al hospital, cómo puedo ayudarte. Yo no soy más que un humilde médico, y, además, el sistema de sanidad que existe en éste país no es precisamente para estar locos de alegría.

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-Yo tampoco sé por qué he venido aquí. Quizá porque he visto un rótulo en la puerta que dice: Urgencias; o, probablemente, por hacer un último intento en retardar mi más que segura muerte. La siento tan inminente... -Bueno, tampoco exageres. -No exagero, doctor. De un tiempo a esta parte no soy ni una cuarta parte de lo que debía haber sido y nunca he llegado a ser. -De todos modos, Democracia, déjame que insista en que creo que te has equivocado de sitio. No me lo tomes a mal, pero tengo la impresión de que adonde tenías que haber ido es al Palacio de Justicia. Allí es donde se deben resolver estos problemas. -Se deben, pero ¿se resuelven? Acabo de pasar por allí..., pero no he entrado. -Vete, al menos haz un intento. -Baldío, pero lo haré. Muchas gracias por dedicarme un poco de tu tiempo, doctor. -Por nada, muchacha. Yo soy el primero en querer y necesitar que resuelvas tus problemas; tu suerte es la mía, y la de la inmensa mayoría de la población que habita en este maltratado planeta. Retrocediendo sobre sus pasos, la Democracia volvió a sentir el aire fresco de la calle. Cabizbaja y meditabunda llegó a la puerta del Palacio de Justicia, y allí estuvo un buen rato deshojando la margarita, dudando si entrar o no entrar a la sede local de un ministerio de justicia en la que nunca había creído. Sabía que introducirse en su interior con intenciones curativas era batalla perdida, pero, aun así, por fin se decidió a hacer un último esfuerzo en un desesperado intento de preservar su precaria existencia. Yo no entré, expectante me quedé fuera. Pero no transcurrieron muchos minutos sin que la Democracia, con una expresión nada favorable en su rostro, fuese vomitada con ira por el siniestro edificio. Quise acercarme a ella para preguntar por lo sucedido, pero no tuve tiempo; según comenzaba a alejarse de la puerta, unos sicarios a sueldo del gran capital abrieron fuego contra la escuálida Democracia. Descargados todos los peines de sus armas, los agresores abandonaron el lugar con la insultante calma que otorga la impunidad manifiesta. Con la Democracia agonizando en el suelo, alguien llamó a una ambulancia, y, llegada ésta, fue trasladada al hospital. Pero su suerte ya estaba echada; el médico que recién le había atendido, nada pudo hacer por salvarla.

*El presente relato quiere denunciar la bajísima calidad democrática existente hoy en el Estado español, donde el poder judicial –estrechamente ligado al poder políticoilegaliza partidos y listas electorales según las necesidades de sus dueños y de cada momento, encarcelando a no pocos individuos de aquellas formaciones por supuestos delitos que nunca acaban siendo probados. Y lo hacen amparados por una Ley de Partidos –creada única y exclusivamente para esos fines- que hasta la propia ONU, por boca de su relator especial por la Promoción de los Derechos Humanos, Martin Scheinin, ha descalificado. Sirva como denuncia, también, de los graves y numerosos ataques recibidos por la democracia en cualquier parte del mundo.

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Estado español

Elecciones, democracia y Ley de Partidos Baraguá

Paco Azanza Telletxiki

2009/02/26

Se aproxima el día de las elecciones en la Comunidad Autónoma Vasca – CAV-, y la campaña electoral –a la oficial me refiero, que la otra la llevamos soportando desde hace cuatro años- sigue su curso. Una vez más, en el contexto del estado, un importante sector de la sociedad vasca ha quedado excluido del concurso electoral. Sabemos que, debido a la alevosa aplicación de la Ley de Partidos, las listas de la llamada Izquierda Abertzale han vuelto a ser ilegalizadas; un buen ejemplo de como la anormal situación política del Estado español se está volviendo peligrosamente normal, por aceptada y repetida. El argumento utilizado por el Tribunal Supremo y el Tribunal Constitucional para satisfacer el deseo de la Fiscalía del Estado ha sido, como viene siendo habitual, que los ilegalizados pertenecen al entramado de ETA, así como que no condenan la violencia. Si no fuera por la gravedad del caso, las pruebas aportadas por los ilegalizadores de turno serían motivo de estruendosa carcajada. Cuando la libertad de expresión no se respeta, fundamentalmente desde las altas esferas del Estado, mal podemos llamar democrático al sistema que nos rige. La libertad de expresión no consiste solamente en expresar lo que se desee sin necesidad de recibir premio o sanción alguna por lo expresado. La libertad de expresión también implica que si un individuo o una formación política deciden permanecer en silencio, puedan hacerlo igualmente sin ser represaliados por ello. La utilización de la no condenada, como arma esgrimida para vulnerar los derechos políticos y civiles a una cifra nada desdeñable de habitantes, es especialmente grave; máxime cuando los creadores y sostenedores de la Ley de Partidos tampoco han condenado afines ejercicios violentos. Me estoy refiriendo al PP, que nunca ha condenado la brutal violencia franquista, y al PSOE, que tampoco ha condenado los asesinatos del GAL, las torturas practicadas en cuarteles y comisarías en sus 18 años de gobierno... Conviene recordar que, a pesar de que el Gobierno español se empeña en hacernos creer que vivimos en un Estado de Derecho, el poder político y el poder judicial caminan juntos, cogidos de la mano. Existen infinidad de ejemplos que avalan esta creencia, pero, para no extenderme demasiado, expondré sólo uno de ellos: El actual Consejo General del Poder Judicial –CGPJ- se eligió de esta significativa y vergonzosa manera: de los veinte miembros que lo componen, el PSOE eligió a nueve; el PP a otros nueve; correspondiendo la elección de los otros dos miembros al PNV y a CIU. Saquen ustedes mismos sus propias conclusiones. Decía al principio de esta nota que la campaña electoral sigue su curso. No parece haber importado demasiado al resto de los participantes que una formación política –en las anteriores elecciones el sector ilegalizado obtuvo nueve escaños en el parlamento de Gasteiz- haya sido excluida, puesto que, como si nada hubiera pasado, aquellos siguen inmersos en la carrera electoral. Lo curioso del caso es que la mayoría de los partidos políticos que participan en las elecciones están en desacuerdo con la Ley de Partidos; o al menos eso es lo que dicen. Pero, ¿dicen lo que piensan?, ¿dicen la verdad? Es obvio que no. Si fueran sinceros su nefasta actitud sería otra muy distinta. - 12 -

Una buena manera de demostrar su desacuerdo con la citada ley sería retirar sus propias candidaturas, no participar en unos comicios que, al parecer, consideran antidemocráticos. Este hecho pondría en evidencia a los acérrimos defensores de la “democracia española”, formando, quizá, tremendo revolico a nivel nacional e incluso internacional –estaríamos hablando de la retirada de más del 50% de la última representación parlamentaria de la CAV; y ya la ONU, por boca de su relator especial por la promoción de los Derechos Humanos, Martin Scheinin, ha criticado la Ley de Partidos, además de otros oscuros aspectos-. Pero en esa dirección no mueven, no moverán ni un solo dedo. ¿Por qué tanta parálisis solidaria? ¿Por qué tanto “dejar hacer” a los censores por parte de los que se “oponen” a la Ley de Partidos? La respuesta a estas preguntas es muy sencilla. Los partidos políticos son empresas privadas altamente subvencionadas – según los resultados electorales- con el dinero del Estado. Así pues, reconvertidos en gerentes, sus dirigentes lo único que buscan es la rentabilidad económica de sus empresas. No importa si para ello tienen que recurrir a la prostitución ideológica –la cerebral es la más carente de ética y recurrida-. Ávidos y necesitados de dinero, no desean, no pueden desaparecer de la vida parlamentaria; son demasiados los “demócratas” que se alimentan, que viven del cuento. Hipócrita actitud, sin duda, la de estos profesionales de la libertad. Y la hipocresía no sirve para combatir a la injusta Ley de Partidos… ni al fascismo cada vez más presente y consentido. Nadie se lleve las manos a la cabeza. Cuando Franco hubo desaparecido físicamente, aquel histórico momento no fue abonado con la ruptura democrática que demandaba el pueblo; y hoy, tantos años después, las raíces más profundas de la “democracia española” siguen firmemente enraizadas en el sustrato franquista.

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Cuba

Estúpida soberbia primermundista Baraguá

Paco Azanza Telletxiki

20009/03/13

Que el Primer Mundo

está habitado por un elevado número de arrogantes individuos es algo que se cae de la mata; hasta aquí nada nuevo. La novedad, si se puede calificar como tal, reside en que no poca cantidad de esas personas pertenecen a la izquierda que yo nunca entrecomillo, porque izquierda la considero; y he aquí la gravedad del caso. Tenemos un ejemplo muy reciente y claro. Todos sabemos que en Cuba su gobierno ha realizado unos cuantos cambios, y que el compañero Fidel calificó a dos de los sustituidos, sin nombrarlos, de indignos. Las reacciones no se hicieron esperar –los calificados de indignos eran dos personas bastante relevantes y carismáticas dentro de la Revolución; si los “indignos” hubieran sido cualquiera de los otros sustituidos, probablemente, desde el exterior, no se hubiera montado tanto revolico-. Lo curioso del caso es que en esta ocasión al gobierno cubano –y especialmente al compañero Fidel- las mayores críticas les han llovido desde no pocos autodenominados amigos de Cuba. No pongo en duda de que éstos realmente lo sean –algunos, no todos-, pero lo que sí llama poderosamente la atención es el elevado tono de las críticas desatadas contra el gobierno que, al parecer, siempre han defendido. Un dato muy significativo es que casi todos inician las críticas ensalzando a la Revolución cubana o al propio Fidel para, luego, aclarada su postura respecto al proceso cubano y a su máximo líder –no vaya nadie a pensar que son contrarrevolucionarios-, arremeter contra la dirección de la misma, especialmente, insisto, contra el Comandante. Una estrategia poco original, sin duda, por demasiado manida o recurrida; y además si la crítica es sana y constructiva, y por sus comportamientos habituales todos sabemos que son amigos de Cuba, ¿para qué tanta palabra previa antes de apretar el gatillo? En sus críticas, algunos insisten en que es poco menos que imposible que los llamados indignos hayan cometido falta alguna, para, al parecer, recibir tan insultante trato y castigo. Como si aquellos dos no fuesen humanos y, por ende, estuviesen exentos de cometer errores de importancia que, obviamente, yo tampoco sé si han cometido. A otros lo que les ha molestado es que no ha habido explicaciones por parte del Gobierno cubano ni de Fidel -es probable que hasta estos dos individuos estén agradecidos de que el Comandante no se haya alargado un poco más en su reflexión-. Y se arrogan el derecho a pedir esas explicaciones en nombre de todos los amigos de Cuba –ejercicio de extrema soberbia, sin duda-, y, lo que es mucho más grave, de todos los habitantes de la Isla. Casi nada. Cuando en no pocas ocasiones los gobiernos y la prensa reaccionaria han tratado de desacreditar a la Revolución, más de uno de los que ahora han vertido sus críticas han salido al paso en defensa de Cuba revolucionaria; y casi siempre han concluido sus defensas con algo parecido a que son únicamente los cubanos los que deben decidir sobre sus políticas internas, sobre su futuro. Receta que, curiosamente, en esta ocasión no se han aplicado a ellos mismos. Como la mayor parte de las críticas que hago alusión parten del Estado español, haré un breve comentario sobre su izquierda. En este engendro que llamamos España la

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izquierda institucional está prácticamente desaparecida, más bien es un cadáver en avanzado estado de descomposición que, en vano, sus dirigentes tratan de resucitar. En cuanto a la otra izquierda, la que por uno u otro motivo no participa en las instituciones, no creo que esté muy extendida –ya quisiera estar equivocado-, y lo que es peor, por dispersa, está igualmente desarticulada. En resumen, ese es actual panorama de la izquierda sin entrecomillar en el Estado español; ¡y todo eso después de treinta años de “democracia”! ¿Por qué se habla, pues, con tanta facilidad en nombre de los cubanos y cubanas desde este lugar del mundo? ¿Acaso no son ellos lo suficientemente inteligentes para realizar sus críticas si realmente las consideran necesarias? ¿O es que acaso están reprimidos y necesitan voceros externos porque en su casa no se les permite abrir la boca? Puedo entender que la reacción quiera “aconsejar” al pueblo cubano, pero la izquierda no entrecomillada de cualquier parte del mundo... ¿tiene en verdad consejos que ofrecerles? Sinceramente, creo que muy pocos... o ninguno. Desde fuera de la Isla se tiende a subestimar el nivel de cultura política de los cubanos. Quienes así piensan se olvidan de que la cubana es una población altamente alfabetizada; con niveles de acceso a la instrucción escolar muy altos y por encima de los nueve años como promedio; que ha conocido la URSS, Europa Oriental y África mejor que ningún otro pueblo de este hemisferio; que, como conjunto, ha leído más libros y visto más películas “diversas” que el resto de la región; que está acostumbrada a atender intensamente a lo que está pasando en el mundo; y a discutir de todo, desde el béisbol hasta los proyectos de ley que aprobará la Asamblea Nacional. [...] Sin embargo, se le atribuye a este pueblo una extraña incapacidad para pensar con su cabeza, una absurda ineptitud para decidir por sí mismo lo que más le conviene y una desesperada necesidad de redención tutelar. [1] Cuba es un país bloqueado y pertenece a lo que llamamos Tercer Mundo, pero ampliamente capacitado para discernir entre lo que le que conviene y no le conviene. Cuba vive en Revolución desde hace más de 50 años, y lo hace sin el permiso del imperialismo yanqui y europeo; algo que para los rojos del Estado español hoy todavía es una quimera. No me voy a extender con el impresionante listado de los logros alcanzados por el pueblo cubano, porque la gente a la que fundamentalmente va dirigida esta nota lo conoce más que de sobra. Esta evidencia no impide, sin embargo, que el “alumnado” trate a menudo de impartir clases a los “maestros”. ¿Será que tanto amigos como enemigos se olvidan con demasiada facilidad que, desde el primero de enero de 1899, Cuba ya no es colonia española? La arrogancia es un mal curable, pero, al parecer, su corrección es una meta harto difícil de alcanzar. No pongo en duda la buena intención de las críticas vertidas durante todos estos días por los diferentes amigos de Cuba. Pero lo que no se puede negar es que hasta la gente más válida de este lado del Atlántico apesta, en no pocas ocasiones, a estúpida soberbia primermundista.

[1] Rafael Hernández. Mirar a Cuba. Ensayos sobre cultura y sociedad civil (Editorial Letras cubanas, La Habana, 1999).

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Internacional

Las ideas de Marx siguen vivas 126 años después de su muerte Baraguá

Paco Azanza Telletxiki

2009/03/14

Fundador del socialismo científico, Carlos Marx dejó de existir físicamente el 14 de marzo de 1883. En su actividad como líder y precursor del movimiento obrero internacional siempre fue un hombre teórico y práctico; de modo que, cuando las circunstancias así lo requerían, no tenía ningún inconveniente en abandonar su rincón de estudio para intervenir personalmente en las luchas políticas, fundiéndose con las masas y conduciendo a éstas en las grandes batallas por la liberación de la clase obrera. En la actual situación de crisis mundial Carlos Marx ha vuelto a cobrar especial relevancia. Pero Marx nunca se fue del todo, porque, a pesar de la distancia marcada por el hombre occidental respecto a las verdades científicas descubiertas por el autor de El capital, sus importantes descubrimientos siempre permanecieron en el subconsciente de las personas. Las ideas de Marx son imperecederas para todos los tiempos porque él no se limitó únicamente al estudio de la economía, sino que, además, sus descubrimientos tienen fundamento filosófico y la cultura ética que expresan está fundamentada en la redención del hombre. Las siguientes palabras que acompañan a este breve bosquejo son de Federico Engels, y fueron pronunciadas el 17 de marzo de 1883, ante la tumba de Carlos Marx. El 14 de marzo, a las tres menos cuarto de la tarde, dejó de pensar el más grande pensador de nuestros días. Apenas lo dejamos dos minutos solo, y cuando volvimos, lo encontramos dormido suavemente en su sillón, pero para siempre. Es de todo punto imposible calcular lo que el proletariado militante de Europa y América y la ciencia histórica han perdido con este hombre. Muy pronto se dejará sentir el vacío que ha abierto la muerte de esta figura gigantesca. Así como Darwin descubrió la ley del desarrollo de la naturaleza orgánica, Marx descubrió la ley del desarrollo de la historia humana: el hecho, tan sencillo, pero oculto hasta él bajo la maleza ideológica, de que el hombre necesita en primer lugar, comer, beber, tener un techo y vestirse antes de poder hacer política, ciencia, arte, religión, etc.; que, por tanto, la producción de los medios de vida inmediatos, materiales, y por consiguiente, la correspondiente fase económica de desarrollo de un pueblo o de una época es la base a partir de la cual se han desarrollado las instituciones políticas, las concepciones jurídicas, las ideas artísticas e incluso las ideas religiosas de los hombres y con arreglo a la cual deben, por tanto, explicarse, y no al revés, como hasta entonces se había venido haciendo. Pero no es esto sólo. Marx descubrió también la ley específica que mueve el actual modo de producción capitalista y la sociedad burguesa creada por él. El descubrimiento de la plusvalía iluminó de pronto estos problemas, mientras que todas investigaciones anteriores, tanto de los economistas burgueses como la de los críticos socialistas, habían vagado en las tinieblas.

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Dos descubrimientos como éstos debían bastar para una vida. Quien tenga la suerte de hacer tan sólo un descubrimiento así, ya puede considerarse feliz. Pero no hubo un solo campo que Marx no sometiera a la investigación –y estos campos fueron muchos, no se limitó a tocar de pasada ni uno solo-, incluyendo las matemáticas, en que no hiciese descubrimientos originales. Tal era el hombre de ciencia. Pero esto no era, ni con mucho, la mitad del hombre. Para Marx, la ciencia era una fuerza histórica motriz, una fuerza revolucionaria. Por puro que fuera el goce que pudiera depararle un nuevo descubrimiento hecho en cualquier ciencia teórica y cuya aplicación práctica tal vez no podía preverse aún en modo alguno, era muy otro el goce que experimentaba cuando se trataba de un descubrimiento que ejercía inmediatamente una influencia revolucionaria en la industria y en el desarrollo histórico en general. Por eso seguía al detalle la marcha de los descubrimientos realizados en el campo de la electricidad, hasta lo de Marcel Deprez en los últimos tiempos. Pues Marx era, ante todo, un revolucionario. Cooperar, de este o del otro modo, al derrocamiento de la sociedad capitalista y de las instituciones políticas creadas por ella, contribuir a la emancipación del proletariado moderno, a quien él había infundido por primera vez la conciencia de su propia situación y de sus necesidades, la conciencia de las condiciones de su emancipación: tal era la verdadera misión de su vida. La lucha era su elemento. Y luchó con una pasión, una tenacidad y un éxito como pocos. Primera Rheinische Zeitung, 1842; Vorwärts de París 1844; Deutsche-Brüsseler-Zeitung, 1847; Neve Rheinische Zeitung, 1848-1849; New York Daili Tribune, 1852-1861, a todo lo cual hay que añadir un montón de folletos de lucha, y el trabajo en las organizaciones de París, Bruselas y Londres, hasta que, por último, nació como remate de todo, la gran Asociación Internacional de los Trabajadores, que era, en verdad, una obra de la que su autor podía estar orgulloso, aunque no hubiese creado ninguna otra cosa. Por eso, Marx era el hombre más odiado y más calumniado de su tiempo. Los gobiernos, lo mismo los absolutistas que los republicanos, le expulsaban. Los burgueses, lo mismo los conservadores que los ultrademócratas, competían a lanzar difamaciones contra él. Marx apartaba todo eso a un lado como si fueran telas de araña, no hacía caso de ello; sólo contestaba cuando la necesidad imperiosa lo exigía. Y ha muerto venerado, querido, llorado por millones de obreros de la causa revolucionaria, como él, diseminados por toda Europa y América, desde las minas de Siberia hasta California. Y puedo atreverme a decir que si pudo tener muchos adversarios, apenas tuvo un solo enemigo personal. Su nombre vivirá a través de los siglos, y con él su obra.

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El Salvador

El Salvador: un pequeño país, una victoria grande Baraguá

Paco Azanza Telletxiki

2009/03/19

Decía Martí –no Farabundo, sino José, el cubano- que la revolución no es lo que se inicia en las maniguas, sino lo que se desarrolla después, luego de salir victoriosos de las mismas. Tras doce años de guerra civil y con un saldo de unas 75.000 personas muertas, 6.000 desaparecidas y aproximadamente 40.000 lisiadas, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional –FMLN- dejó la armas en 1992 sin conseguir la victoria, pero lo que desde entonces hasta ahora ha llevado a cabo no ha sido sino otra “guerra” librada en condiciones totalmente desiguales contra sus eternos enemigos: la oligarquía nacional, representada desde 1981 por la Alianza Republicana Nacionalista –ARENA- y el imperialismo yanqui. En esta ocasión, el FMLN se ha impuesto a unos adversarios que dominaban, sobre todo, tres poderes tan importantes como el político, el mediático y el económico. De modo que, tras sus tres derrotas electorales, entre 1994 y 2004, ahora sí que acaba de abandonar definitivamente las maniguas para volcarse en esa revolución que, durante tantos años, el pueblo salvadoreño ha anhelado y perseguido. Será complicada la tarea que comienza, sin duda. Los contrincantes de ARENA, e incluso el gobierno de los Estados Unidos por boca de su portavoz del Departamento de Estado, Robert Wood –éste llegó a decir que “el pueblo de El Salvador tomó una decisión, y la voluntad del pueblo necesita respetarse”-, han reconocido la victoria del Frente; lo que no significa que la gobernabilidad se la pondrán fácil. Y cuando digo que no se la pondrán fácil no me estoy refiriendo a una oposición dura dentro de las reglas de juego democráticas, sino a una oposición dura fuera de ellas. No sería la primera vez si sucediera algo parecido; existen infinidad de ejemplos en otros procesos emancipadores de América Latina. Aun con su derrota ya anunciada, los seguidores de ARENA llegaron a corear frases tan significativas como “patria sí, comunismo no” y “El Salvador será la tumba donde los rojos terminarán”. Sabemos que ARENA nació bajo el consentimiento de la administración Reagan, y que su principal fundador fue Roberto D´ Aubuisson, oficial del ejército salvadoreño por aquel entonces hoy ya fallecido, al que se le atribuye la inspiración del asesinato del arzobispo y Teólogo de la Liberación Oscar Arnulfo Romero. El vínculo de ARENA con los escuadrones de la muerte, su estrecha relación con el Partido Republicano de los Estados Unidos, así como sus igualmente estrechas colaboraciones con la mafia terrorista cubano-americana de Miami –incluido Posada Carriles-, auguran un proceso emancipador harto complicado. Pero complicado nunca será sinónimo de imposible. De momento el FMNL ya ha ganado las elecciones tras veinte años de la extrema derecha en el poder. Quizá de manera no muy holgada -70.000 votos sobre adversario, y tres puntos porcentuales-, pero con casi 500.000 votos más que los obtenidos por el anterior candidato efemelenista, el ya fallecido

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Shafick Handal, en 2004. El triunfo ha sido histórico, además, ya que es la primera vez que la izquierda llega al poder en el pequeño país centroamericano. Dato muy a tener en cuenta es que buena parte de la población salvadoreña ya ha perdido el miedo con el que, mediante el poder mediático arriba señalado, la reacción siempre ha manipulado a los oprimidos contra las ideas de izquierda. Será importante que, en la medida de sus posibilidades, el FMLN corresponda a esa confianza; es vital la necesidad no sólo de mantener el apoyo recientemente obtenido, sino de sentirlo aumentado al cabo de la nueva legislatura que se avecina. Y eso se consigue si la población que históricamente ha sido maltratada experimenta una notable mejora en su ahora nefasta calidad de vida, y, sobre todo, si se le hace verdaderamente partícipe de las decisiones y medidas más trascendentales o importantes que el nuevo gobierno vaya adoptando. Con una América Latina en imparable movimiento, el FMLN no estará solo en su nueva andadura –me estoy acordando de ahora mismo de la ALBA y PETROCARIBE, por ejemplo-. De esa manera, también ellos aportarán sus esfuerzos al proceso integrador de la Patria Grande. Detenido el 19 de enero de 1932, Farabundo Martí fue fusilado el primero de febrero del mismo año. El tribunal militar que lo condenó actuó con una necedad nada atípica en el hemisferio que nos ocupa. Mataron al dirigente comunista, pero no a las ideas que éste profesaba, porque las ideas nunca podrán ser asesinadas. Desde entonces, la izquierda salvadoreña siempre ha enarbolado su figura como símbolo de resistencia. En octubre de 1980, una alianza de organizaciones guerrilleras dio paso a la creación del FMNL. Finalizada la guerra, el grupo guerrillero se reconvirtió en partido político, participando con él las ideas de Farabundo Martí en todas las elecciones. No sin esfuerzo, el pasado 15 de marzo ganaron los comicios presidenciales, y consiguieron, en definitiva, para un pequeño país, una victoria grande.

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Bolivia

Evo Morales sigue reivindicando el acceso al mar Baraguá

Paco Azanza Telletxiki

2009/03/27

Ayer, día 26 de marzo, durante un acto de entrega de títulos de propiedad en el departamento de Cochabamba, Evo Morales anunció, por enésima vez, que su gobierno nunca renunciará a recuperar su acceso al mar. La aclaración del presidente boliviano fue realizada como respuesta a su par peruano, Alan García, quien, de manera harto sospechosa, llegó a declarar que Bolivia había renunciado a su histórico derecho de tener una salida al Océano Pacífico. Si recurrimos brevemente a la historia, llegaremos a la conclusión de que el Gobierno boliviano está perfectamente legitimado para exigir la devolución de aquellas tierras que le fueron usurpadas mediante las armas. En la llamada Guerra del Pacífico (1879-1883) Chile invadió primero a Bolivia y después a Perú. Con la agresión bélica buscaban -y encontraron- apoderarse de los ricos campos de nitratos del desierto de Atacama, que por aquel entonces era territorio de estos dos países. Éste fue el motivo por el cual Bolivia, despojada de sus tierras occidentales, también perdió su salida al mar, hasta hoy todavía no recuperada. Sólo el “Tratado de Amistad” con Perú de 1992 le permite acceder al Pacífico por dos zonas libres. También Chile, en cuanto tuvo conocimiento de su existencia se apoderó de los depósitos de cobre más ricos del mundo, situados éstos en los Andes bolivianos. El 12 de febrero de este mismo año, tras la visita de Michelle Bachelet a Cuba, el compañero Fidel expresó en una de sus habituales reflexiones su total apoyo a Bolivia en su justa reivindicación de acceso al mar. Sus declaraciones levantaron algún que otro malestar, tanto dentro como fuera de Chile. Y es que la verdad cuando no da la razón incomoda bastante. Lo cierto es que, además de una gran verdad, Fidel no dijo nada que ya no hubiera dicho. No retrocederé demasiado en el tiempo, pero sí lo suficiente como para que nadie “sospeche” de que Fidel apoyó a Bolivia porque éste, hoy, es un país que pertenece a la ALBA. Evo Morales ganó las elecciones presidenciales el 18 de diciembre de 2005, y fue investido el 22 de enero del año siguiente. El texto que transcribo a continuación es una declaración de la Asamblea Nacional del Poder Popular de la República de Cuba, y está fechado en la Ciudad de La Habana el 25 de diciembre de 2003, cuando Fidel era el presidente del Consejo de Estado y del Consejo de Ministros. La llamada “Declaración sobre Bolivia” dice lo siguiente: La centenaria lucha del pueblo boliviano por recuperar su salida al mar ha concitado respaldo en la opinión pública y la comunidad internacional, especialmente en América Latina. Durante la Cumbre Social Alternativa realizada en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, el pasado mes de noviembre, el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez, apoyó en varias oportunidades ese derecho y expresó su intención de difundirlo en todos los foros internacionales. El presidente Chávez, con la autoridad moral de encabezar la Revolución Bolivariana que encarna los ideales del Libertador Simón Bolívar, creador de la República de Bolivia, y que tanto luchó por una América Latina libre, independiente y - 20 -

unida, ha reclamado solidaridad con esta noble causa. En su reciente visita a Venezuela, nuestro presidente Fidel Castro les dio el firme respaldo del pueblo de Cuba. La Asamblea Nacional del Poder Popular de la República de Cuba declara su plena solidaridad con la firme y noble posición del presidente Chávez. En cualquier caso, Bolivia y Chile ya han dado un paso verdaderamente importante en sus relaciones diplomáticas. De momento tienen acordada una agenda con trece puntos, en el que se incluye el polémico reclamo. Bolivia, pues, sigue reivindicando su salida al mar, y no es cierto que cese en su empeño de recuperar lo que históricamente le pertenece.

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Cuba

Rendición de cuenta, ejercicio habitual de democracia en la Isla Baraguá

Paco Azanza Telletxiki

2009/04/02

A través de sus poderosos medios

de comunicación, la reacción mundial siempre ha tratado de hacer ver a sus cuantiosos y manipulados consumidores que la población de Cuba revolucionaria carece de democracia. Pero la realidad, que es otra bien distinta, desmiente dichas manipulaciones, ya que allí son las masas populares las que controlan toda actividad de los órganos estatales, de los diputados, de los delegados y de los funcionarios. La libertad de discusión, el ejercicio de la crítica y la autocrítica, y la subordinación de la minoría a la mayoría, rigen en todos órganos estatales colegiados. En Cuba son los propios electores los que postulan a los candidatos, primero, y luego los eligen. Y además, periódicamente, los elegidos deben rendir cuenta de su actuación ante sus electores, teniendo éstos el derecho de revocar sus mandatos si consideran que aquellos no los representan de manera satisfactoria. Precisamente, desde el primero de abril y hasta el mes de junio del presente año, más de 15.000 delegados llevarán a cabo el tercer proceso de rendición de cuenta a sus electores. Este proceso corresponde al XIII mandato de los órganos municipales del Poder Popular iniciado el 16 de noviembre de 2007, y se desarrollará mediante numerosas reuniones a celebrar entre los representantes y los representados en todas las provincias del territorio nacional, a excepción de Isla de la Juventud, Las Tunas y Camagüey, que ya cumplieron con sus deberes durante los primeros meses del año. En cada circunscripción, los delegados se reunirán varias veces con sus representados, e informarán a estos del estado de los principales programas económicos y sociales de la localidad. Estos encuentros servirán también para que los delegados conozcan nuevas opiniones e inquietudes de los vecinos a quienes representan. La rendición de cuenta es un ejercicio habitual de democracia en la Isla que se viene practicando desde que, en 1976, fueron constituidos los órganos del Poder Popular; un indicativo más, sin duda, de que el pueblo cubano no es mero espectador, sino actor principal del proceso revolucionario en el que desde 1959 se halla inmerso.

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Estado español

Contra la monarquía, por la Tercera República Baraguá

Paco Azanza Telletxiki

2009/04/14

Uno

Con la sucesión de varios presidentes

que nunca llegaron a controlar la situación, la Primera República fue efímera, ya que nació en febrero de 1873 y finalizó en enero del año siguiente con el golpe de Estado del general Pavía, que propició la restauración de la monarquía borbónica personificada en Alfonso XII, gracias al pronunciamiento previo –Sagunto, 1874- del general Martínez Campos. Pasó el tiempo. 1898 fue un período de abatimiento para España. Ese año llegó a perder sus dos últimas colonias en América: Cuba y Puerto Rico –también perdió las islas de Filipinas y de Guam-. Los gobernantes españoles prefirieron humillarse ante los Estados Unidos que hacerlo frente a los insurrectos e independentistas cubanos, perdiendo la oportunidad de acabar su injusto dominio con un mínimo de decoro. Con la llegada del siglo XX, las ideas republicanas volvieron a surgir con fuerza, al tiempo que la Monarquía de Alfonso XIII hacía la guerra en África y, posteriormente, en 1923, se apoyaba en la dictadura del general Miguel Primo de Rivera (1923-1930). Desprestigiado éste último, la única opción válida que quedaba para un cambio verdaderamente efectivo era la República. Las elecciones municipales se celebraron el 12 de abril de 1931. Como la política del Estado se definía en los municipios, el resultado de las elecciones quedó transformado en plebiscito a favor de la República. Eibar y Barcelona fueron las primeras ciudades en celebrar el triunfo; y en la tarde del 14, ante el Ministerio de la Gobernación, en Madrid, quedó proclamada la Segunda República Española. Alfonso XIII se vio obligado a salir de España, y se instauró el Gobierno Provisional destinado a dirigir los primeros y esperanzadores pasos republicanos. La proclamación de la Segunda República –conviene recalcar que tras amplia victoria en las urnas- cambió el ánimo de la población española, especialmente el de los sectores más populares. Aquella, que trató de estructurar al país en un sentido progresista, propugnando una renovación social, económica y cultural de la sociedad, fue hostigada desde sus inicios por las clases conservadoras, apoyadas por buena parte del clero y los oficiales monárquicos y conservadores del ejército que, bajo las órdenes del general Francisco Franco Bahamonde, se sublevaron el 17 y 18 de julio de 1936. Así se inició la Guerra Civil española (1936-1939), finalizando ésta el primero de abril de 1939, con el triunfo franquista que reinstauró a la monarquía, tan consentida y protegida en los tiempos actuales por los “paladines de la democracia” del mencionado país; individuos que, por cierto, obvian de interesada manera a Rousseau cuando dijo que “un rey no sólo no proporciona a sus súbditos la subsistencia, sino que [por el contrario] vive a costa de ellos”. Un buen retrato, sin duda, de Juan Carlos I, el rey de España. Si bien es cierto que finalmente la República fue suprimida por la fuerza, también los conductores de aquella cometieron sus errores. El primer gobierno republicano era muy heterogéneo, con demasiadas tendencias políticas que negaba la imprescindible unidad frente al creciente reagrupamiento de la derecha. Eso hizo que ésta gobernara entre diciembre de 1933 y el 16 de febrero de 1936, frenando las medidas reformistas de la

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etapa anterior. Posteriormente, las fuerzas políticas de izquierdas consiguieron crear el Frente Popular que les llevó a ganar nuevamente en las urnas. Los partidos con tendencia de izquierda consiguieron 278 escaños; los de derecha 124; y 51 los de centro. Tras el triunfo, entre el 16 de febrero y el 18 de julio de 1936, el Frente Popular se esforzó en restablecer las reformas suprimidas por la derecha, así como en impulsar un mayor avance en las mejoras de la sociedad. Aparte de la débil unidad en las filas del Gobierno de la República, otro factor de negativa importancia fue que éste no dio de baja de las Fuerzas Armadas españolas a todo el generalato conservador y reaccionario que sirvió a la dictadura de Miguel Primo de Rivera. Muchos de estos fueron los que luego se alzaron. En plena guerra, los sublevados contaron con el apoyo injerencista del fascismo internacional representado por Adolfo Hitler, en Alemania, y Benito Mussolini, en Italia. También con la nada desdeñable ventaja de la mal llamada “no intervención” de las potencias occidentales que, obviamente, favorecieron a la reacción interna. Cierto que el bando republicano también contó con la solidaridad de muchos pueblos progresistas, y con decenas de miles de personas que, enroladas en las Brigadas Internacionales, acudieron a combatir al fascismo en defensa de la democracia. Pero el enemigo siempre estuvo en condiciones muy superiores en cuanto a recursos militares y técnicos se refiere. Y en tan adversas circunstancias, la República tuvo que hacer frente a la arremetida de sangre y terror que, tras la victoria golpista del primero de abril de 1939, inició al franquismo. Dos

Formado e impuesto por Franco, Juan Carlos de Borbón fue pura creación fascista. Pero su mantenimiento actual, 33 años después de la muerte física del dictador, es obra fundamentalmente de la falta de unidad entre las fuerzas de izquierdas. Si así esto no fuera, tan parásito individuo sería historia desde hace ya mucho tiempo. Con el PSOE como partido no se puede contar para nada, porque hace rato que dejó de ser de izquierda y republicano. La política que practica es netamente neoliberal, y lejos de combatir a la monarquía de buen grado la defiende; aunque, eso sí, cuando las efemérides lo requieren y lo aconsejan acuden al cementerio y colocan flores en la tumba de Pablo Iglesias. El rey vive cómodo con el PSOE en el poder; más incluso que con el PP. Mantiene los mismos privilegios, si no los ve aumentados, y además goza de la “credibilidad democrática” que le otorga el reinar con un partido “progresista” en el gobierno. Sin embargo, existen otras fuerzas que por dispersas carecen de la efectividad necesaria, pero debidamente unificadas para la lucha en común pueden contribuir a crear al verdadero sepulturero que de manera definitiva acabe enterrando a la monarquía y al capitalismo que la sustenta. Hoy se cumplen 78 años de la proclamación de la Segunda República. Estarán bien todos los recuerdos y todas las celebraciones que se produzcan. Pero se debe procurar dar pasos más concretos y efectivos encaminados a que un día no muy lejano el Estado español vuelva a ser mayoritariamente rojo y republicano. El enemigo a batir es demasiado poderoso como para enfrentarlo sin preparación previa y adecuada. De modo que la unidad de todos los revolucionarios se hace hoy más imprescindible que nunca. Sólo desde la unidad se podrá afrontar el “asalto” con ciertas garantías de victoria. De lo contrario se corre el riesgo de que cada 14 de abril se convierta únicamente en pura y resignada fiesta folclórica. Porque se puede y se debe cambiar el curso de la historia, ¡salud y a por la Tercera República!

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Cuba

Abril de 1961, días de especial relevancia para Cuba y Nuestra América Baraguá

Paco Azanza Telletxiki

2009/04/15

...a partir de Girón todos los pueblos de América fueron un poco más libres. -Fidel-

En abril de 1961, Cuba vivió dos acontecimientos muy relevantes para su Historia, y también para todos los pueblos de América Latina. Uno de ellos fue la proclamación –el día 16- del carácter socialista de la Revolución, y el otro, tres días después, lo que se entiende como la primera derrota del imperialismo yanqui en América Latina. Eso es lo que normalmente se dice, pero en realidad los yanquis encajaron su primera derrota con el triunfo de la Revolución, el primero de enero de 1959. Hasta entonces y durante casi sesenta años, Cuba había sido una neocolonia norteamericana; Fulgencio Batista, apoyado por la CIA, un presidente títere al servicio del imperio; y el ejército del tirano no era otra cosa que una especie de “filial” del ejército imperialista destinado a proteger los grandes privilegios de los capitalistas yanquis en la Isla, nunca los del pueblo... Y, en la fecha indicada, todos esos elementos fueron implacablemente vencidos por un ejército popular que nació del pueblo y se desarrolló con el pueblo: el Ejército Rebelde. Al principio el gobierno estadounidense mostró menosprecio a la Revolución. Fue incapaz de entender que, frente a sus propias narices, una revolución social podía salir hacia adelante. Pensaron que, llegado el momento oportuno, ésta sería fácil de ser destruida. Tenían en mente, quizá, a la Guatemala de Jacobo Arbenz, que fue derrocado en 1954 tras anunciar una Reforma Agraria que favorecía al campesinado guatemalteco y perjudicaba seriamente a los perversos intereses de la United Fruit Company norteamericana. Pero se equivocaron, la Revolución Cubana continuó caminando sin desviar su rumbo. Y este insólito hecho cambió el sentimiento de los gobernantes norteamericanos para con la Revolución: del simple menosprecio pasaron a experimentar un sentimiento de odio. Entonces los imperialista yanquis comenzaron a utilizar todo tipo de “herramientas” para tratar de acabar con la humillación que la permanencia revolucionaria les infligía, así como con el ejemplo emancipador que, por añadidura, ésta “exportaba” a todos los pueblos de América. Recurrieron a la guerra económica, al sabotaje y a la subversión... e incluso a la invasión mercenaria, materializada en Playa Larga y Playa Girón.

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Así, el 17 de marzo de 1960, el por aquel entonces presidente de los Estados Unidos, Eisenhower, aprobó un plan militar elaborado por la CIA, cuyo presupuesto inicial era de 4.400.000 dólares. La finalidad del mismo no era otra que la de invadir Cuba, derrocar al gobierno revolucionario y retomar el control de la Isla. Los mercenarios reclutados para la invasión fueron adiestrados en la isla de Useppa, muy próxima a Naples, Florida. De ahí fueron trasladados a Fort Gulick, zona del Canal de Panamá, y después a la Base Trax de Guatemala. De esta Base se les trasladó por aire a Puerto Cabezas, Nicaragua –unas 250 millas más cerca de Cuba que la última instalación-, no sin antes destruir todos los archivos de la Brigada y demoler el campo de adiestramiento y las barracas utilizadas. El general y presidente de Nicaragua, Luis Somoza, se encargó de despedir a la expedición mercenaria. “Tráiganme un par de pelos de la barba de Castro”, dijo, cuando ésta subió a bordo de los barcos próximos a zarpar rumbo a Cuba. Reemplazado Eisenhower en la presidencia del gobierno por John F. Kennedy, fue éste quien asumió la responsabilidad de la invasión, escogiendo la fecha del inicio para el 17 de abril de 1961, tras haberla pospuesto en varias ocasiones. El 15 de abril, como preámbulo, ocho aviones repartidos en tres escuadrillas partieron de Puerto Cabezas, Nicaragua, para bombardear el aeropuerto de Ciudad Libertad, la base aérea de San Antonio de los Baños y el aeropuerto Antonio Maceo de Santiago de Cuba. Los ataques de los aviones estadounidenses, que estaban camuflados con el emblema de la Fuerza Aérea Cubana, fueron respondidos por jóvenes artilleros, muriendo doce de ellos como resultado de la heroica defensa. Fue durante el discursohomenaje a estos jóvenes –un día después de los citados bombardeos- cuando Fidel, ante decenas de miles de milicianos armados, proclamó el carácter socialista de la Revolución: Eso es lo que no pueden perdonarnos: que estemos ahí en sus narices. ¡Que hayamos hecho una Revolución Socialista en las propias narices de los Estados Unidos! La noche de ese mismo día –el 16 de abril- la armada de la invasión se concentró al sur de Cuba. Dos embarcaciones propiedad de la Marina de Guerra de Estados Unidos, el Bárbara J y Blagar, muy bien artillados, brindarían apoyo al desembarco. Cerca de los navíos permanecía fondeada una agrupación de choque de la flota del Atlántico: el potahelicópteros Boxer, los portaaviones Essex y en las cercanías el Sangri La; los destructores Murray, Conway, Coney, Eaton y el Wailer. Dos submarinos navegaban frente a las costas cubanas. La brigada comprendía 1.511 hombres, todos ubicados en los barcos, con la excepción de un batallón de infantería aerotransportadora de 177 personas –la cursiva es de Luis Báez. La invasión se produjo en la madrugada del lunes 17 de abril. El gobierno norteamericano tenía previsto anunciar un gobierno provisional, al cual pensaban presentar después de que los invasores hubiesen permanecido 72 horas en suelo cubano. La solicitud del reconocimiento de la Organización de Estados Americanos –OEA- y la ayuda militar del exterior también entraban dentro de sus planes. Pero los invasores no llegaron a las 72 horas previstas, como tampoco lograron el levantamiento interno pronosticado por los analistas de la CIA, ya que sucedió justo lo contrario: el incondicional apoyo del pueblo a su Revolución. Siendo la respuesta del Ejército Rebelde y las Milicias rápida y contundente, a las 5:30 p.m. del miércoles 19 las fuerzas invasoras ya habían sido derrotadas. Fidel dirigió las operaciones de defensa desde el mismo escenario de los combates -llegó a hundir un barco, el “Houston”, a cañonazos- y, como no se sabía los derroteros que iba a tomar la contienda, el Comandante en Jefe situó al frente de las provincias

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orientales, centrales y Pinar del Río a los comandantes Raúl Castro, Juan Almeida y Ernesto Che Guevara respectivamente. A resultas de la heroica defensa, 176 revolucionarios perdieron la vida y más de 300 resultaron heridos. 1.200 invasores fueron capturados. Tratados con total corrección, buena parte de ellos fueron liberados tiempo después a cambio de alimentos y medicinas. A este respecto, la revista mexicana “Siempre” publicó: El fusilamiento en masa, de todos los que fueron hallados con las armas en las manos, hubiera sido legal y nacionalmente irreprochable. Francia, Inglaterra, Estados Unidos... no hubiesen procedido de otra forma. El gobierno de Cuba, con el sentido de la humanidad que ningún régimen político debería tener miedo en prodigar, perdonó la vida a los traidores. Sólo habían pasado quince meses y medio desde el triunfo revolucionario, y ya el proceso cubano había experimentado un salto cualitativo de gran importancia. En la Sierra Maestra el Ejército Rebelde luchó por el Programa del Moncada, que no era un programa socialista, aunque recogía las ideas básicas para ulteriores avances en esa dirección; pero en Girón el pueblo ya luchó y derramó sangre por el socialismo. Hoy, 48 años después de los hechos aquí narrados, Cuba sigue siendo socialista. El único país de América que no tiene relaciones con Cuba es Estados Unidos, de modo que el cruel e histórico “aislador” se ha quedado aislado. En cuanto al actual panorama de América Latina, podemos decir que es ciertamente esperanzador: mucho más progresista, mucho más unificado, y, en no pocos de sus países, se avanza de manera inexpugnable hacia el socialismo.

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Internacional

Aniversario 139 del natalicio de Lenin Baraguá

Paco Azanza Telletxiki

2009/04/22

Hoy hace 139 años,

el 22 de abril de 1870, nació Vladimir Ilich Ulianov, más conocido por Lenin. Bastantes años después, éste tuvo dos grandes maestros en Carlos Marx y en Federico Engels, cuyos textos comenzó a estudiar durante el invierno de 1895. Nadie como él fue capaz de interpretar toda la esencia de la teoría marxista, llevándola a la práctica hasta sus últimas consecuencias, porque, según sus propias palabras, no hay más que una sola filosofía para el proletariado: el marxismo. Lenin, además, fue capaz de desarrollarla y de enriquecerla. Él comprendió que la creación del sistema colonial era parte del desarrollo del imperialismo moderno y que el problema nacional era una de sus consecuencias. Teórico de la política y hombre de acción, Lenin libró infinidad de batallas en el campo ideológico. Consciente de que los círculos marxistas debían unirse y actuar como partido, pronto se puso a la tarea unificadora, y no descansó un solo momento por la consecución de un partido fuerte, disciplinado y bien organizado, con el propósito, siempre, de que éste conquistara el poder para transformar la sociedad burguesa en sociedad socialista. La lucha fue dura. Por una parte estaba la obvia represión zarista aplicada a todos los revolucionarios, y por otra la disputa por la dirección del Partido Socialdemócrata Ruso entre mencheviques y bolcheviques. Pero finalmente, como decía el lema del Iskra, el primer periódico dirigido por Lenin, de la chispa surgió la llama, y, tras las heroicas jornadas de Octubre, el 7 de noviembre de 1917, los bolcheviques –el sector mayoritario, más radical y consecuente de la socialdemocracia rusa-, con Lenin a la cabeza, tomaron el cielo por asalto otorgando todo el poder a los soviets. Atrás había quedado el fallido intento de 1905. En 1917 se había conjugado lo más alto de la intelectualidad política de Europa con el espíritu revolucionario de las masas oprimidas, los obreros y los campesinos de Rusia. Si Lenin hubiera vivido físicamente unos años más –éste murió el 21 de enero de 1924, a la temprana edad de 53 años-, los errores cometidos más adelante por los conductores de la extinta URSS no se hubieran producido; o al menos, en buena parte, se hubieran corregido evitando, quizá, su conocida debacle. En cualquier caso, a pesar del desenlace dramático del sistema soviético, nunca se debe olvidar las hazañas de 1917 y los años en que Lenin tuvo en sus manos la dirección del proceso revolucionario ruso, ya que constituyeron hitos de valor ejemplar en la lucha de los pueblos por la conquista de la libertad. Durante muchos años los comunistas rusos libraron importantes batallas, alcanzando grandes avances en los campos económicos, social, político, cultural y militar; lo que supuso pasar de un país empobrecido y explotado a una potencia mundial de primer orden, todo ello en un tiempo histórico relativamente corto. Tampoco se puede olvidar que el primer Estado socialista jugó un papel fundamental en la derrota del fascismo; y que ese logro costó la vida de entre 28 y 30 millones de soviéticos.

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Los enemigos del socialismo tienden a atribuir a las ideas de la Revolución de Octubre todos los males surgidos tras la muerte de Lenin. Tamaña injusticia y tamaña mentira; porque, como dijera Armando Hart Dávalos, eso sería igual que atribuirles a las nobles ideas de Jesús de Nazareth, las desviaciones ocurridas más tarde y las cuales alcanzaron puntos extremos en la inquisición. Al igual que Marx y Engels, Lenin dedicó su existencia, con no poco éxito, al propósito de la liberación humana. Guste o no a sus eternos enemigos, su nombre permanecerá, sin duda, entre las personalidades que mayor trascendencia hayan tenido en la historia de la humanidad.

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Cuba, EE.UU.

Estados Unidos vuelve a incluir a Cuba en su lista de países terroristas Baraguá

Paco Azanza Telletxiki

2009/05/04

Hace unos pocos días, el pasado 30 de abril, el gobierno de los Estados Unidos volvió a publicar un nuevo informe sobre “el terrorismo en el mundo”. El documento, que suele ser “renovado” todos los años, es el primero que ve la luz tras la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca. En él se señala a Irán como “el Estado terrorista más activo del mundo”, y, entre otros, una vez más también aparece el nombre de Cuba. Un ejercicio de extrema desvergüenza y cinismo, precisamente por parte del que, sin duda, sí es el Estado que más terror y sufrimiento ha causado en el mundo en toda la historia de la humanidad. Cuba nunca ha utilizado el terrorismo contra el país imperialista, tampoco contra ninguna otra nación del planeta; siempre ha practicado justo lo contrario: la desmedida solidaridad para con todos los habitantes del mundo que hayan solicitado su concurso; su dilatada y altruista experiencia internacionalista en más de cien países del Tercer Mundo, fundamentalmente en materia de educación y salud, así lo confirma. Resulta curioso cómo el verdugo acusa a la víctima. Estados Unidos siempre ha utilizado el terrorismo como instrumento permanente de su política exterior contra Cuba. Y lo ha utilizado de diferentes maneras, tales como en forma de sabotajes o destrucción de objetivos civiles dentro del territorio nacional; ataques piratas contra instalaciones costeras y contra naves mercantes y embarcaciones pesqueras; atentados contra instalaciones y personal cubano en el exterior, incluidas sedes diplomáticas, oficinas de aviación y naves aéreas... En sólo catorce meses -entre el 30 de noviembre de 1961 y el 3 de enero de 1063-, durante la llamada “Operación Mangosta”, llegaron a perpetrar 5.780 acciones contra Cuba. Estados Unidos, con sus repetidos ataques terroristas ha causado al pueblo cubano 3.478 muertos y 2.099 lisiados a lo largo de todo el proceso revolucionario. En cuanto a las pérdidas materiales se refiere, estas ascienden a más de 54.000 millones de dólares. El territorio estadounidense siempre ha sido la base de operaciones más importantes de los grupos que han llevado a cabo casi todos los crímenes mencionados. Los cabecillas nunca han tenido problemas para moverse con total libertad por Miami. Incluso, en no pocas ocasiones estos daban ruedas de prensa, donde explicaban con todo tipo de detalles cómo perpetraban los ataques en Cuba o contra representaciones de ésta en el exterior. Por supuesto que, mientras tanto, las autoridades norteamericanas miraban para otro lado. La lista de las agresiones sufridas por Cuba es interminable. De modo que, para no extenderme demasiado, expondré sólo unos pocos ejemplos. Y empiezo recordando los más de 600 planes concebidos contra la integridad física de Fidel. Las palabras dirigidas el 11 de diciembre de 1959 por J. C. King, jefe de la división encargada de los asuntos del hemisferio occidental en la CIA, al director de la Agencia, Allen Dulles, son elocuentes: “Debe darse seria consideración a la eliminación de Fidel Castro. Ninguno de los más cercanos a él, como su hermano Raúl o su compañero

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Che Guevara, tiene la misma influencia carismática sobre las masas. Mucha gente informada considera que la desaparición de Fidel aceleraría grandemente la caída del actual gobierno”. Numerosos centrales azucareros fueron bombardeados desde aviones pilotados por ciudadanos norteamericanos, y millones de arrobas de caña resultaron incendiadas como consecuencia de los ataques aéreos. Durante la Campaña de Alfabetización llevada a cabo en 1961, mercenarios orientados y armados por la CIA asesinaron a no pocas personas; entre ellas a los maestros voluntarios Conrado Benítez García y Manuel Ascunce Domenech. El número de bandas que operaron entre 1959 y 1965 en todo el territorio nacional, al servicio del gobierno de los Estados Unidos, fue de 299, sumando entre todas la cantidad de 3.995 mercenarios. Fue en 1965 cuando finalmente quedó desarticulado el bandidismo en Cuba. Para ello se hubo de pagar el elevado precio de 549 muertos, entre las bajas de combatientes de tropas regulares y milicianos participantes en las operaciones contra las bandas, o personal directamente asesinado por éstas; así como un considerable número de heridos, muchos de los cuales –unos 200- quedaron incapacitados. La invasión mercenaria de Playa Girón supuso una gran derrota político y militar para el Gobierno de los Estados Unidos. Sin embargo, 176 personas de la parte agredida perecieron durante la heroica defensa y más de 300 resultaron heridas. La invasión fue realizada, fundamentalmente, por mercenarios cubanos entrenados y armados por el gobierno yanqui; también participaron de manera directa pilotos, asesores, hombres rana y otros especialistas de nacionalidad norteamericana. El barco francés La Coubre estalló en el puerto de La Habana el 4 de marzo de 1960, cuando se descargaban armas y municiones belgas requeridas para defenderse. Este atentado de la CIA ocasionó un número indeterminado de desaparecidos; en el lugar de la explosión se encontraron los restos mortales de 101 personas y hubo más de 200 heridos. Sin precedentes en el mundo, los secuestros de aviones fue un método ideado y utilizado por la CIA como herramienta en acciones terroristas contra Cuba desde 1959. Y no ha sido escasa precisamente la utilización de tan siniestro método. Citaré un caso: El 27 de marzo de 1966, Ángel María Betancourt Cueto, arma de fuego en mano, intentó desviar hacia los Estados Unidos un avión II-18 de Cubana de Aviación con 97 personas a bordo – el gobierno yanqui siempre recibía como héroes a los que llegaban de tan llamativa e impresentable manera-. La ruta del vuelo era de Santiago de Cuba a La Habana, y el capitán de la nave, Fernando Álvarez Pérez, se negó a cumplir la petición del secuestrador, aterrizando el avión en el aeropuerto internacional de la capital. Con el avión en tierra, el secuestrador asesinó al piloto, Edor Reyes García, e hirió de gravedad al copiloto Evans Rosales. El 6 de octubre de 1976, dos terroristas venezolanos contratados por otros dos de origen cubano y adiestrados por la CIA, como son Orlando Bosch y Luis Posada Carriles, hicieron estallar en pleno vuelo un avión de la línea aérea Cubana de Aviación despegado en Barbados. En esta ocasión murieron los 73 pasajeros que viajaban a bordo, todos ellos civiles. El 11 de septiembre de 1980, el diplomático cubano Félix García Rodríguez fue asesinado en Nueva York. Tiroteado por un comando de la organización terrorista Omega7, Félix García fue el primer diplomático acreditado en Naciones Unidas asesinado en suelo norteamericano. En 1981 se desató en Cuba una epidemia de dengue hemorrágico que en pocas semanas costó la vida a 158 ciudadanos -de ellos 101 eran niños- y afectó a 344.203 personas. No habiendo ninguna explicación epidemiológica para la interpretación de este hecho como una infección natural, tras los estudios realizados por científicos cubanos con

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la colaboración de especialistas extranjeros, se llegó a la conclusión de que la epidemia había sido provocada por agentes contrarrevolucionarios. Efectivamente, meses después, durante un juicio celebrado en Nueva York contra el terrorista cubano residente en esa ciudad, Eduardo Arozena, éste confesó haber introducido el virus del dengue hemorrágico en Cuba. El último atentado que causó una víctima mortal –Fabio di Celmo, un turista italiano en el hotel Copacabana de La Habana, el 12 de julio 1997- fue perpetrado por un mercenario salvadoreño, posteriormente detenido y juzgado, que había sido reclutado y pagado –como él mismo confesó públicamente- por Luis Posada Carriles, respondiendo de esta cruenta manera al encargo de la mafiosa y terrorista Fundación Nacional Cubano Americana –FNCA- radicada en Miami. Esta fundación, por cierto, llegó a financiar campañas políticas presidenciales y de un grupo de conocidos legisladores. También contribuyó a financiar la campaña electoral del PP, en el Estado español, que llevó a José María Aznar a la presidencia del gobierno en 1996. Cabe añadir que, un año después del criminal suceso, Posada Carriles confirmó ante el New York Times la confesión del mercenario respecto a su participación en los hechos. Todos esos años, sin embargo, Posada Carriles viajó libremente dentro y fuera del territorio norteamericano. Posada Carriles fue detenido en Panamá por su participación, en noviembre de 2000, en el intento de asesinar a Fidel en el mismo país centroamericano. Condenado a ocho años de prisión, fue indultado en agosto de 2004 por el gobierno panameño. Desde entonces reside en Estados Unidos, y su gobierno deniega la petición de extradición realizada por Venezuela. Y es que, en 1985, Posadas Carriles se fugó de una cárcel venezolana cuando esperaba sentencia por su participación en la voladura del ya mencionado avión cubano, en Barbados. Lo sangrante del caso es que si tan siniestro individuo llega a ser condenado en el país imperialista será por delitos menores; nunca por los numerosos y horrendos crímenes que ha cometido. De momento, Posada Carriles se pasea tranquilamente por Miami y, desprovisto de toda clase de vergüenza, el gobierno de los Estados Unidos sigue abanderando la “lucha contra el terrorismo”. Nada nuevo, sin embargo ¿Cuando los diferentes –e idénticos sin embargogobiernos de los Estados Unidos han movido un solo dedo para tratar de erradicar a esas bandas de criminales? ¡Nunca! Lejos de combatirlos, siempre les han alentado y apoyado económicamente, dejándoles operar desde su propio territorio con total impunidad. El 12 de septiembre de 1998 fueron detenidos en Estados Unidos cinco cubanos. Ante la descarada pasividad y complicidad para con la mafia terrorista anticubana por parte de las autoridades norteamericanas, Gerardo Hernández, Ramón Labañino, Fernando González, Antonio Guerrero y René González, se habían infiltrado entre la citada mafia de Miami para tratar de evitar los atentados que tanto han golpeado al pueblo de Cuba. Tras su detención, estos compañeros fueron acusados de espionaje –sin la aportación de ninguna prueba que certifique la acusación- y se les condenó a injustas y alucinantes penas de prisión –varias cadenas perpetuas incluidas. Lo cierto es que con su arriesgado trabajo, los Cinco habían logrado abortar cerca de 170 atentados, ya que las autoridades cubanas fueron alertadas a tiempo. El Gobierno cubano alertó, a su vez, a su homólogo estadounidense, de modo que, en junio de 1998, una delegación del FBI viajó a Cuba, donde recibió completa documentación sobre las actividades terroristas de los extremistas de Miami –éstos tenían, entre otros, planes para atentar contra aviones de pasajeros con turistas que viajan desde y hacia Cuba-. Sin embargo, el FBI, en lugar de castigar a los criminales, dedicó todos sus esfuerzos a localizar a los informantes y detenerlos. Más de diez años después, los Cinco siguen presos en cárceles del imperio.

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Estados Unidos no tiene autoridad moral alguna, pues, para acusar a nadie de practicar el terrorismo, menos todavía a quien nunca lo ha practicado y además ha sido su víctima directa durante tantos años. Pero el imperio, mientras siga siendo imperio, siempre recurrirá a las mentiras con el propósito perverso de desacreditar a los contrarios. Lo lamentable del caso es que, aunque cada vez menos, todavía queda mucha gente que se las cree.

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Cuba

50 años de Reforma Agraria Baraguá

Paco Azanza Telletxiki

2009/05/14

La Constitución de 1940 contemplaba una reforma agraria, pero hasta 1959 ningún gobierno cumplió con su obligación de llevarla a cabo. Comportamiento comprensible -aunque inaceptable-, ya que más del 80% de las mejores tierras cubanas estaban en manos de un grupo de compañías norteamericanas, y, desde 1902, todos los gobiernos de la Isla –excepto el llamado “de los Cien Días”, que por eso mismo fue derrocado- siempre fueron proyanquis. Hubo de triunfar la Revolución, pues, para que la Ley de Reforma Agraria se pusiera en marcha. Aprobada diez días antes, fue firmada el 17 de mayo de 1959, tres meses y medio después del triunfo, en La Plata, Sierra Maestra. Y supuso la eliminación de la cruel y enajenante explotación del campesinado cubano por parte de los terratenientes. Esta ley tuvo su antecedente, sin embargo, ya que Fidel firmó la Ley No. 3 sobre el derecho de los campesinos a la tierra. Todavía en guerra, ésta entró en vigor en todos los territorios liberados, como ejemplo vivo de lo acordado por las masas campesinas representadas en el Congreso en Armas. En aquella primera ocasión, los campesinos beneficiados fueron 340, que, junto a sus familias, se convirtieron en propietarios de la tierra que trabajaban. Obviamente, acabada la guerra, la Reforma Agraria del 17 de mayo supuso una mejora infinitamente superior en todos los sentidos; aquí estaríamos refiriéndonos a más de 200.000 campesinos los beneficiados con el reparto de las tierras -cuatro millones de hectáreas aproximadamente-. Además las mejoras no se limitaron a la entrega de éstas, sino que también supusieron el acceso por parte del campesinado a servicios tan elementales como la asistencia médica, las escuelas y los maestros, entre otros, que antes siempre se les había negado. La Ley de Reforma Agraria fue un compromiso recogido en el Programa del Moncada que, cumplido en la fecha indicada tras quedar nacionalizadas todas las propiedades de más de 420 hectáreas, supuso la desaparición definitiva del latifundio. Posteriormente, una segunda Ley de Reforma Agraria -1961- limitó el tamaño de las propiedades a un máximo de 66 hectáreas, con lo que la burguesía de este sector quedó prácticamente eliminada. Ese mismo año nació la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños –ANAP-, que tan importante papel jugó –y juega- en la organización de los campesinos. De más está decir que la puesta en vigor de la ley que nos ocupa chocó frontalmente con los intereses económicos de los norteamericanos. No en vano, como consecuencia de aquella medida revolucionaria, las compañías azucareras perdieron más de 674.000 hectáreas de tierras, así como varios millones de dólares por futuras exportaciones del cultivo comercial. De todos modos, las medidas adoptadas por el gobierno a través del Instituto Nacional de la Reforma Agraria –INRA-, creado en 1959 para ejecutar las políticas económicas y sociales relacionadas con la reforma agraria, no fueron discriminatorias, ya que fueron dirigidas contra todos los terratenientes, sin importar su nacionalidad; y además, como ya ha quedado dicho, estaban amparadas por la Constitución de 1940. Por - 34 -

otra parte, la forma de indemnización fue bastante más generosa que en la ley agraria impuesta por Estados Unidos a Japón en la postguerra: ésta sólo otorgaba el 2,5% de interés anual y los pagos en veinticinco años; y con la Ley de Reforma Agraria cubana la amortización pagadera se situó en veinte años y un 4,5 % de interés anual. Por si fuera poco, el gobierno revolucionario planteó repetidas veces su disposición a renegociar estos términos, pero Estados Unidos declinó la propuesta renegociadora –no así el resto de los países afectados- y prefirió mantener las indemnizaciones como una deuda aún no pagada. Conviene recordar que las tierras fueron compradas por los capitalistas yanquis a precios irrisorios. En 1901, por ejemplo, un tal Preston llegó a comprar 75.000 hectáreas en la zona de la Bahía de Nipe –hoy provincia de Holguín- por 400.000 dólares, es decir, a menos de seis dólares la hectárea. Amparado en la Ley de Reforma Agraria, las tierras del central Preston fueron expropiadas por el gobierno revolucionario el 14 de mayo de 1960. Entregadas a los campesinos, esta zona adoptó el nombre de Guatemala en homenaje al pueblo al que, en 1954, la propia United Fruit Company había frustrado la reforma agraria mediante el derrocamiento del gobierno legítimo y popular de Jacobo Arbenz. Quizá porque la familia de Fidel poseía miles de hectáreas de tierra en Birán, provincia de Holguín y pueblo natal del Comandante, muchos enemigos se hicieron falsas ilusiones pensando que triunfada la Revolución sus dirigentes no se atreverían a tanto. Pero se equivocaron. Fidel cumplió su promesa de llevar a cabo la Ley de Reforma Agraria, y las tierras de su familia fueron igualmente entregadas a los campesinos, tras ser nacionalizadas por el propio Fidel con su firma como Primer Ministro, primero, y como Presidente del INRA después. El 19 de mayo de 1960, el periódico Sierra Maestra publicó en una de sus páginas lo siguiente: “Los maledicentes que siempre pensaron que la Ley de Reforma Agraria no alcanzarían los predios de Sabanilla de Birán, por el hecho de ser de la familia del máximo líder, tendrán ahora que morderse la lengua al contemplar cómo la primera tierra que se reparte en el municipio de Mayarí, es la del propio Fidel Castro”. Expropiadas las citadas tierras, éstas fueron repartidas entre 204 familias. Ante la necesidad de elevar la producción y con el propósito de relanzar al sector agrícola, el pasado año se aprobó el Decreto-Ley 259 sobre la entrega de tierras ociosas en usufructo. La iniciativa está teniendo buena acogida; hasta el momento ya se han entregado más de un millón de hectáreas entre los miles de solicitantes; muchos de los cuales nunca antes habían tenido contacto laboral con el campo. A partir de 1959, pues, el 17 de mayo siempre está presente en la memoria del campesinado cubano, y también en la del resto del pueblo.

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Estado español

La huelga general del 21 de mayo y la coacción de ‘los otros piquetes’ Baraguá

Paco Azanza Telletxiki

2009/05/19

Cuando se convoca una huelga general, los que se oponen a las mismas siempre tienden a defender su postura recurriendo a una sucesión de argumentos tan ridículos como insultantes: “No es momento de convocar una huelga, sino de trabajar codo con codo sindicatos, gobierno y empresarios para solucionar los problemas generados por la crisis económica”; “Los empresarios están pasándolo mal, y hay que apoyarlos porque generan riqueza para el país”; “Esta huelga no tiene sentido porque perjudica a los trabajadores”… Poca originalidad, como se puede observar, y poca vergüenza la de estos sesudos individuos. Y todo ello como si, en verdad, la solución a la actual crisis pudiera llegar con una enésima sumisión por parte de los trabajadores; o como si aquella no exigiera un cambio radical en el sistema económico y social que los gobiernos –tanto el central como el autonómico-, sabemos, no están dispuestos a afrontar. Los parches ocultan los problemas, pero, cuando el material adhesivo caduca y se caen, lo que normalmente observamos no es un problema solucionado sino, por lo general, uno mucho más grave. Como siempre que se convoca una huelga, los contrarios a su realización tratan de deslegitimar la convocatoria, primero, para después pasar a minimizar el posible éxito de participación que ésta pudiera obtener. Para eso, una de las herramientas que más a menudo utilizan –ya la están utilizando- es el insistir y denunciar hasta la saciedad, desde sus poderosos medios de comunicación, la actividad de los llamados piquetes de información –de coacción, dicen ellos-. Aseguran que muchas personas quieren ir a trabajar, pero dejarán de hacerlo porque se sienten coaccionados por dichos piquetes. No voy a entrar ahora en si los piquetes favorables a la huelga coaccionan o no. Lo que sí haré, aunque muy brevemente, es desenmascarar a “los otros piquetes”, a los casi nunca se tiene en cuenta y, sin embargo, juegan un papel muy importante en el éxito o fracaso de una huelga. Me estoy refiriendo a los propios empresarios, que estos sí que coaccionan, y además de una manera más eficaz y contundente. Actualmente un porcentaje muy elevado del trabajo existente es precario y eventual. Eso significa que las personas que lo realizan pueden ser despedidas con una facilidad pasmosa –en realidad los fijos también-, máxime cuando hoy, en el Estado español, existe un ejército de más de cuatro millones de parados esperando acceder al mundo laboral. Esta evidencia me lleva a hacerme un par de preguntas: ¿cuántas personas que desean sumarse a la huelga dejarán de hacerlo por miedo a las represalias que pudieran aplicarles los dueños de su fuerza de trabajo?, ¿es o no coactiva la “actividad piquetera” que el empresario ejerce sobre sus trabajadores? Existe además otro sector de asalariados, y no precisamente pequeño, que también se lo pensarán dos veces a la hora de secundar o no la huelga. Sabemos que en el sistema capitalista la economía se basa en el consumo. Sabemos también que la incitación a él, por parte de quienes ostentan la maquinaria del poder, además de agresiva es el pan nuestro de cada día. ¿Cuántas personas no han caído en la tentación consumista y a día de hoy están

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tremenda e innecesariamente endeudadas? Por otra parte, el sistema capitalista que nos rige es una fuente que chorrea desigualdades a raudales. De modo que no hace falta endeudarse en exceso para llegar muy justo a final de cada mes, máxime cuando el consumo básico y diario está por la nubes. En el Estado español el salario mínimo interprofesional –SMI- es escandalosamente bajo, muy por debajo del de la mayoría de los países europeos. Muchos trabajadores subsisten también con sueldos de entre 700 y 1.000 euros; y eso, tratándose de habitantes primermundistas, no es ninguna tontería. Es obvio, pues, que para estas personas el cobrar un día menos de sueldo –el de la huelga- supone un gran esfuerzo y una tremenda duda a la hora de apoyar o no la convocatoria. ¿Cuántos de estos trabajadores dejarán de apoyar finalmente la huelga en contra de su voluntad? Es probable que muchos. ¡Y aún tienen la desfachatez de decirnos que la huelga es un derecho…! ¿Es la huelga, en verdad, un ejercicio factible para todos los trabajadores? Es evidente que no. Luego, ¡que no nos vengan con cuentos! La huelga general del día 21 está más que justificada, y, para apoyarla, a los trabajadores y trabajadoras nos sobran los motivos. Digan lo que digan e independientemente del resultado de la misma, el solo hecho de haber sido convocada en medio de tanta sumisión y generalizada apatía ya es una victoria.

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Estado español

Patxi López, ¿ignorante o caradura? Baraguá

Paco Azanza Telletxiki

2009/05/23

El pasado 21 de mayo, día de la huelga general, Patxi López compareció ante los medios de comunicación. Quien recientemente llegara a la presidencia del Gobierno Vasco utilizando métodos fascistas –y quede claro que no estoy defendiendo al PNVpronunció ante los micrófonos algunas palabras que, creo, merece la pena recordar, aunque sea muy brevemente. Como buen “demócrata” que pregona ser, dijo entre otras cosas que respetaba la convocatoria de huelga general, pero que no la apoyaba ni la entendía porque era una huelga política. Y lo dijo así, como si el sindicalismo no tuviese nada que ver con la política, como si los gobiernos no fuesen los que ponen e imponen políticas económicas y sociales que afectan directamente al conjunto de los trabajadores y las trabajadoras. Y, casi a renglón seguido, el presidente ilegítimo vomitó lo que, en medio de la coyuntura actual, no puede entenderse más que como un grave insulto a la inteligencia de las personas. Insistió en que la huelga era política y no sindical porque, según sus palabras, a los trabajadores no se les había conculcado ningún derecho. Difícilmente se puede ser más irrespetuoso con los ciudadanos que gobierna. Según la Declaración Universal de los Derechos Humanos, vigente desde 1948, el trabajo es un derecho. Pues bien, en la Comunidad Autónoma Vasca –CAV- que ahora preside el señor López existen 122.111 personas desempleadas, de las cuales 51.859 no cobran ningún tipo de prestación, y el ritmo de expedientes de regulación de empleo supera los seis al día, con más de 35.000 trabajadores afectados. Luego, ¿se han conculcado o no derechos elementales a no pocos de sus trabajadores? No voy a hacerle responsable al actual presidente de la CAV de tan lamentable situación, pues acaba de llegar al gobierno; aunque, si bien es cierto, tampoco se le puede eximir del todo, ya que desde la oposición él siempre ha defendido y apoyado las políticas neoliberales que las genera. Además, en el Estado español gobierna su partido –capitalista, por mucho que con sus siglas se empeñen en hacer creer lo contrario-, y allí las personas despojadas del derecho al trabajo ya superan los cuatro millones. No añadiré nada más. Acabo esta pequeña nota recurriendo al título de la misma: Patxi López, ¿ignorante o caradura? Por no utilizar un calificativo más contundente y acorde con la realidad, de los dos, me quedo con el segundo.

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Perú

Alan García, el gobierno español y la masacre de indígenas peruanos Baraguá

Paco Azanza Telletxiki

2009/06/09

Cuando en junio de 2006 se desarrollaba la campaña electoral en Perú, todo el mundo sabía que Alan García Pérez había sido presidente del país entre 1985 y 1990. Todo el mundo sabía que el aprista acabó su mandato en aquella última fecha con la economía colapsada, con el poder adquisitivo de los peruanos desaparecido por una inflación acumulada del 7.600%. Todo el mundo sabía, también, que en 1986 había sido el responsable de la matanza de más de 250 presos en tres cárceles limeñas, y que en 1992 pasó a la clandestinidad, exiliándose en medio de acusaciones –fundadas- de enriquecimiento ilícito. Todo el mundo sabía que había depositado fondos públicos peruanos en el Banco de Crédito y Comercio Internacional –BCCI-, dominado por el escándalo de la CIA y los grandes narcotraficantes. Pues bien, a pesar de tan siniestra y despreciable carrera, la por aquel entonces secretaria de Relaciones Internacionales del Partido Socialista Obrero Español –PSOE- y hoy flamante ministra de sanidad, Trinidad Jiménez, apoyó públicamente la candidatura de Alan García, quien finalmente ganó las elecciones, aunque con escaso margen sobre Ollanta Humala; un candidato, sin duda, menos favorable a los intereses de las transnacionales españolas. En aquellos momentos y según datos oficiales, Perú contaba con más de 14 millones de pobres -el 54% de la población-, como consecuencia de la despiadada política neoliberal, y la indigencia afectaba a más de 7 millones de personas -niños, mujeres y ancianos en su gran mayoría-. Dos años atrás, con Toledo como presidente, la deuda externa de Perú era de 28.000 millones de dólares, y más del 20% del presupuesto peruano del Estado se dedicaba al pago de la deuda –más del 50% a intereses-. José Luis Rodríguez Zapatero y su gobierno, por puro interés económico de la oligarquía española -a la que, a pesar de erigirse como socialistas, ellos también pertenecen-, apoyó el continuismo neoliberal que representaba Alan García Pérez, o lo que es lo mismo, el hambre y la creciente miseria que padece la mayoría de los peruanos. A día de hoy todo sigue parecido en Perú: ningún signo de mejoras entre su población históricamente castigada. En cuanto a Alan García, este sigue siendo el mismo y deshumanizado individuo presentado unas líneas más arriba de este texto. El pasado viernes, día 5 de junio, una treintena de indígenas amazónicos fueron asesinados, al parecer tiroteados por fuerzas armadas gubernamentales desde helicópteros. Los indígenas agrupados en la Asociación Interétnica para el Desarrollo de la Selva Peruana se manifestaban contra la destrucción y la contaminación de su espacio vital. Se da la circunstancia de que en los últimos años han sido descubiertas, en el norte de Perú, grandes reservas petrolíferas, las cuales Alan García se empeña en poner en manos de compañías extranjeras para su explotación. Al presidente peruano no le importa las consecuencias trágicas que para las comunidades de cazadores-recolecteros, que obtienen sus recursos del bosque y de los ríos, éste hecho pudiera tener. Tampoco le

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importa que, desde el gobierno de Juan Velasco Alvarado (1968-1975) y amparadas por las convenciones de Naciones Unidas, las comunidades indígenas tengan reconocido el derecho sobre aquel espacio. Con los mencionados cadáveres puestos sobre la mesa – también murieron algunos policías- el gobierno de Alan García ya ha dejado bien claro cual es su postura a este respecto. A día de hoy, que yo sepa, ni Trinidad Jiménez -aunque ahora desempeñe otro cargo- ni el gobierno español se han pronunciado sobre dicho suceso; y mucho menos todavía les ha dado por cuestionar a su aliado peruano. Resulta curioso –que no sorprendente- cómo el gobierno español, cuyo lema favorito viene a ser algo así como “con la violencia, tolerancia cero”, y que además hace tan sólo tres años apoyó de interesada manera al responsable de la masacre, guarde hoy tanto mutismo. ¿Complicidad o desdén? ¿Sería descabellado decir que, quizá, ambas cosas a la vez?

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Nicaragua

Cuarto país latinoamericano libre de analfabetismo Baraguá

Paco Azanza Telletxiki

2009/06/24

El pasado lunes, día 22 de junio, el Gobierno nicaragüense anunció que la tasa de personas con incapacidad para leer y escribir entre sus gobernados había descendido a un 4,7%, un poco por debajo del 5% que la UNESCO exige para declarar a un territorio libre de analfabetismo. Con la previa verificación por parte de una comisión del citado organismo, Nicaragua es, pues, el cuarto país latinoamericano en alcanzar tan importante meta; antes lo hizo Cuba -1961-, Venezuela -2005- y Bolivia -2008. Con la ayuda del método cubano “Yo, si puedo”, el Ministerio de Educación del país centroamericano redobló sus esfuerzos durante los últimos meses. Anhelaban celebrar el 30 aniversario de la Revolución Sandinista -el próximo 19 de julio- con la meta cumplida, y lo han conseguido; prueba evidente de que con buena voluntad se pueden hacer muchas cosas en beneficio no sólo de unos pocos, sino de todo un pueblo. En 1979, cuando la tiranía somocista fue derrocada por el Frente Sandinista de Liberación Nacional –FNLN-, el índice de analfabetismo que heredó el nuevo gobierno era del 60%. Los Sandinistas se empeñaron en erradicarlo, y en el intento no ahorraron esfuerzos –también aquí la ayuda cubana fue de vital importancia-. Llegaron a reducirlo de manera considerable, hasta un 11,5%, pero en aquella ocasión no pudieron alcanzar la meta propuesta; la administración yanqui liderada por el sanguinario Reagan les impuso una política de guerra que, como todos sabemos, devastó al país por completo. Al igual que en Cuba, los alfabetizadores de la campaña nicaragüense también pagaron caro por su “pecado”. Sólo entre 1979 y 1984, los contras llegaron a destruir 14 escuelas, asesinaron a 113 maestros y secuestraron a 187. Violeta Chamorro ganó las elecciones el 25 de febrero de 1990, y no tuvo reparos en agradecer públicamente la ayuda recibida por parte del gobierno imperialista. El apoyo oficial de Estados Unidos a Chamorro alcanzó los 10 dólares por elector nicaragüense, unas treinta veces más de lo que Bush gastó por cada elector en su propia campaña presidencial. No fue éste el único motivo por el que Chamorro ganó las elecciones, pero la compra del voto de los pobres favoreció de manera indiscutible a la candidata de la Unión de Oposición Nacional. Los Sandinistas dejaron el gobierno con un índice del 12,5% de analfabetismo, y las políticas neoliberales de Arnoldo Alemán y Enrique Bolaños se encargaron de destruir prácticamente todo lo que con tanto esfuerzo se había logrado. Luego de 16 años en la oposición, el Frente Sandinista retomó el poder; era 10 de enero de 2007, y el índice de analfabetismo que encontró en el país alcanzaba el 35%. Eso no fue motivo de desaliento, sin embargo; pronto se inició una nueva campaña alfabetizadora con el ya mencionado resultado El Próximo 30 de julio, pues, la mayoría de los nicaragüenses celebraran el 30 aniversario de la Revolución Sandinista, y lo harán, sin duda, con la alegría que supone el haber conseguido esta importante victoria.

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Estado francés, Caribe

Contra el colonialismo en todas sus formas Baraguá

Paco Azanza Telletxiki

El pasado viernes, día 26 de junio, Nicolas Sarkozy realizó una breve visita a Fortde-France, capital de Martinica, y en comparecencia pública expresó las siguientes palabras: “Los martiniqueses serán libres de elegir a conciencia el camino que quieran seguir”. Y a renglón seguido añadió: “No organizaré una huida de la República; Martinica es Francia y seguirá siéndolo”. Tamaña contradicción la del presidente francés, que no hace sino demostrar la personalidad cínica e imperialista que posee. Martinica es una colonia de marca francesa -y Guadalupe, San Martín, San Bartolomé, Guayana Francesa, Clipperton, Mayotte, Islas Dispersas, Polinesia Francesa, Nueva Caledonia, Isla Reunión, Islas Crozet, Kerguelen, Islas Sain-Paul y Amsterdam y Tierra Adelia-, pero como tal huele muy mal.

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Honduras

Golpe de Estado, o la enésima versión de una misma historia Baraguá

Paco Azanza Telletxiki

2009/06/29

Para desgracia de la inmensa mayoría de sus habitantes y al margen de los tiempos de la colonia española, Honduras siempre ha sido un territorio dominado por el imperialismo yanqui. A pesar de que apenas hubo fuerzas guerrilleras combatiendo a los gobiernos entreguistas -como sí las hubo en Guatemala, El Salvador y Nicaragua, por ejemplo-, Honduras fue el país latinoamericano que más soldados estadounidenses llegó a albergar en su territorio -11.000, en 1986- y mayor número de bases militares -13-. Estas bases además eran ilícitas, ya que, dado su carácter permanente, debieron de ser aprobadas por el Congreso antes de comenzar a instalarlas, y no lo fueron. Pero por si hay alguna duda acerca de la dominación yanqui del territorio hondureño, las palabras pronunciadas aquel mismo año por el vicepresidente Jaime Rosenthal son elocuentes: “Honduras es un peón de Estados Unidos”. Y las de quien fuera general de división y comandante de la marina, Smedley D. Butler, tampoco tienen desperdicio: “Yo contribuí a hacer que Honduras fuera adecuado para las compañías fruteras de Estados Unidos”. Todos esos años fueron beneficiosos para los intereses de la oligarquía nacional y del imperialismo yanqui, siempre en perjuicio del pueblo. Pero en 2006 Manuel Zelaya Rosales llegó a la presidencia del país y, marcando distancia respecto a los anteriores presidentes, comenzó a tomar medidas favorables para el grueso de la población que históricamente había sido maltratada. Zelaya llegó a cerrar negocios usufructuados a través del Estado, y persiguió la evasión fiscal tan practicada impunemente por los grandes empresarios hondureños; canceló cifras mareantes que la Casa Presidencial pagaba todos los meses a los grandes medios de comunicación -¿acaso pueden respetar la libertad de expresión medios tan mercenarios?-. Zelaya eliminó el monopolio de la importación de combustibles; aumentó de manera considerable el salario mínimo; rechazó reformar la Ley Electoral impidiendo que los partidos se financien de manera permanente de las arcas del Estado; las demandas populares, siempre rechazadas en la Casa Presidencial, comenzaron a ser atendidas por funcionarios de niveles bastante elevados; y, por si fuera poco, Honduras ingresó a la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América –ALBA-, ingreso indiscutiblemente beneficioso para el pueblo hondureño, pero sin duda desfavorable para los perversos intereses de los grandes oligarcas nacionales y para el jefe supremo de todos ellos: el imperialismo yanqui. Estos sólo son algunos ejemplos de la labor del presidente. Manuel Zelaya era –y es- plenamente consciente de que para erradicar la pobreza y extrema pobreza, que afecta a siete de cada diez personas, y dignificar la vida del pueblo que debería estar gobernando, la Constitución vigente desde 1982 es una herramienta realmente inservible, ya que ésta contiene siete artículos llamados pétreos que no pueden ser reformados, como los referidos a la forma de gobierno, el territorio y el período presidencial. Es imprescindible, pues, crear una nueva Carta Magna. Zelaya, sin embargo, nunca ha tratado de imponer nada a nadie, como asegura la oposición mintiendo descaradamente.

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El próximo mes de noviembre se deberían celebrar elecciones en el país centroamericano para elegir al presidente, a los diputados y alcaldes. Así que, aprovechando la mencionada cita electoral, el presidente legítimo propuso la posibilidad de colocar una cuarta urna en los colegios electorales para que la ciudadanía pudiera pronunciarse, a través de los votos, sobre si considera conveniente o no establecer una Asamblea Nacional Constituyente que se encargue de redactar una nueva Constitución. La honestidad de Zelaya está fuera de toda duda. No sólo no impone una nueva Constitución, sino que además tampoco impone la cuarta urna para que la población se pronuncie. Él convocó a una consulta nacional para que ayer, 28 de junio, los ciudadanos decidieran si en noviembre se debe añadir o no la cuarta urna, de modo que si el pueblo se hubiese pronunciado en contra de la cuarta urna no habría cuarta urna en noviembre y, por ende, tampoco nueva Constitución. ¿Dónde estaba, pues, la imposición que las élites del país atribuían al presidente? ¿Cuál era el miedo de que se le consultara al pueblo sobre un asunto de interés nacional? Las respuestas a estas preguntas las omito por obvias. Como no podía ser de otra manera, la reacción hondureña se opuso a la consulta activando toda su maquinaria para tratar de evitarla, pues sabían que el presidente constitucional contaba –y cuenta- con el importante apoyo de fuerzas populares, como los sindicalistas, indígenas, campesinos, estudiantes universitarios... Pero en esta ocasión la oligarquía ha llegado demasiado lejos, y ha asestado un golpe de Estado al más puro estilo fascista. Zelaya fue secuestrado y deportado a Costa Rica, y en su lugar han colocado al presidente del Congreso, Roberto Micheletti. En su primera comparecencia, este siniestro individuo aseguró que lo sucedido en el día de ayer no fue un golpe de Estado, y mintió descaradamente diciendo que Zelaya fue destituido por violar repetidas veces la Constitución. Mientras, el presidente constitucional se ha trasladado hasta la vecina Nicaragua, donde tiene previsto reunirse con varios presidentes hermanos, y asegura que él sigue siendo el presidente legítimo de Honduras, ya que en ningún momento ha firmado su renuncia; además, llamó a sus gobernados a una desobediencia civil y pacífica. La mayoría de la población hondureña no reconoce a Micheletti. A pesar de la amplia presencia militar en la capital, la gente ya ha comenzado a salir a la calle a protestar por el golpe –se han producido algunos disturbios y escuchado algunos disparos-. Así mismo, los movimientos sociales han convocado a una huelga general exigiendo el regreso de Zelaya a la Casa Presidencial… ¿Estará Estados Unidos detrás de los golpistas? El gobierno yanqui ha expresado un tibio desacuerdo con lo sucedido, pero ¿acaso el estadounidense es un gobierno creíble? Según el Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras – COPINH-, hace unos pocos días su embajador abandonó sospechosamente el país, y, antes de hacerlo, aconsejó a los directivos del FMI, el BM y otras instituciones cercanas al gobierno norteamericano que operan en el país a hacer exactamente lo mismo. En cualquier caso, lo cierto es que el pueblo hondureño estaba dando un paso muy importante en su intento emancipador, y la oligarquía nunca ha sido dada a renunciar voluntariamente a sus grandes e injustos privilegios. Nada que deba sorprendernos, si embargo; casos semejantes los hemos visto demasiadas veces en otros procesos emancipadores. Y es que, con diferentes tonos o matices, el caso de Honduras no es sino la enésima versión de una misma historia.

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Cuba

¿Dictadura en Cuba? Sí, la del proletariado Baraguá

Paco Azanza Telletxiki

2009/07/08

No son pocas las veces que me ha tocado escuchar –y las que me quedan- aquello de que la mayor parte de la población cubana está harta de la Revolución y del socialismo que la alimenta. Y quienes de esa manera piensan y opinan, insisten, sin aportar ni un solo argumento valido que lo sostenga, que esto es así porque el “régimen castrista” les ha llevado a una situación calamitosa propia de una dictadura. Está claro que, por desconocimiento o interés, esta gente pasa por alto que el sistema electoral cubano permite alcanzar el poder incluso a la propia contrarrevolución si es que, en verdad y como aseguran, esta fuera mayoritaria. Fidel lo dijo de esta ilustrativa manera: En el sistema electoral nuestro, si la contrarrevolución fuera mayoritaria podía ganar las elecciones y tomar el gobierno pacíficamente. ¡Ah!, ellos saben que no van a tener la mayoría, desde luego, porque nuestro partido es un partido, pero no postula ni elige; en nuestro país postula y elige el pueblo desde la base”. Luego, de la dictadura al uso que tanto denuncian y atribuyen al Gobierno cubano nada de nada; Cuba vive en Revolución Socialista desde hace más de 50 años porque la inmensa mayoría de su población así mismo lo quiere. El Estado de Cuba revolucionaria tuvo durante bastante tiempo una estructura provisional, y esto fue así porque los conductores de la Revolución no pretendían cumplir sólo un expediente, sino dotar al país de unas instituciones sólidas que respondieran con eficacia a la nueva realidad que ya se vivía en la Isla. El proceso revolucionario necesitaba adquirir cierta madurez antes de dar un paso tan importante, y para eso se debían cubrir primero otras etapas. Durante los primeros dieciséis años de Revolución estuvo en vigor la Constitución de 1940; una Carta Magna que, aunque burguesa, era bastante avanzada para la época, sólo que su contenido los gobiernos precedentes nunca antes lo habían respetado llevándolo a la práctica. No obstante, la Ley Fundamental de 1940 hubo de ser modificada en infinidad de ocasiones mediante expedientes de acuerdos del Consejo de Ministros, ya que chocaba muy a menudo con los avances del proceso revolucionario. Llegó pues la imperiosa necesidad de elaborar y aprobar un nuevo texto constitucional, lo que sucedió en 1976. En la discusión del proyecto participaron alrededor de 6.200.000 personas pertenecientes al Partido, los sindicatos, los CDR, la FMC, la ANAP, la FEU, la FEEM, las unidades militares y las misiones cubanas en el extranjero. Si exceptuamos a los niños y tenemos en cuenta que en 1976 la población de Cuba era bastante menor que la de ahora, llegaremos a la conclusión de que de forma directa y personal prácticamente todos los habitantes participaron en el examen del documento. 5.500.000 se pronunciaron a favor de mantener el texto sin modificaciones, y 16.000 propusieron algunos cambios, que fueron respaldados por algo más de 600.000 participantes. Enriquecido su contenido por la discusión popular a través de infinidad de asambleas en todo el territorio nacional, la Constitución Socialista fue probada por el Congreso, y, finalmente, mediante referéndum, también por el 97,7% de la población electoral. ¿En qué otro país del planeta ha ocurrido algo igual o parecido?

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En las últimas elecciones de Cuba –el 20 de enero de 2008- votó de manera libre y secreta el 96,89% de los electores –una quimera también en cualquier otro lugar del mundo-, correspondiendo el 91% al Voto Unido por todos los candidatos a diputados y a delegados provinciales. Por considerarlo de interés, ahondare un poco en estos datos. Electores: 8.495.917; Participación: 8.231.365 -96,89%-; Voto Unido: 7.125.752 -91%-; Voto Selectivo: 713.606 -9%-; Voto en Blanco: 306.791 -3,73%-; Voto Nulo: 85.216 -1,04%; Abstención: 264.552 -3,11%-. El Voto Unido es, como su nombre indica, un voto de unidad, de apoyo total a la Revolución. El Voto Selectivo también se entiende como de apoyo a la Revolución, aunque con ligeros matices. Entre ambos suman 7.857.358. Las boletas depositadas en blanco y las anuladas se entienden como contrarias al socialismo en Cuba, y la suma de ambas arroja la cifra de 392.007 votos. Falta por contabilizar la abstención – el 3,11%-. La abstención no es necesariamente un ejercicio en contra de la Revolución. Conozco a gente que ha dejado de votar en varias ocasiones y por diferentes motivos, pero nunca precisamente por estar en desacuerdo con el sistema socio-político de la Isla. De todos modos, para que no se me incomoden los contrarios, los sumaré a los votos nulos y blancos, y estaríamos refiriéndonos a 656.559 votos. El resultado final de las últimas elecciones sería, pues, de 7.857.358 personas a favor de la Revolución Socialista, y sólo 656.559 en contra. Un dato muy significativo, sin duda. Existe también la errónea creencia de que Fidel siempre presidió el Gobierno de Cuba sin que el pueblo lo hubiera elegido, lo que es completamente falso. Los más de 600 diputados –en el actual ejercicio 614- que componen la Asamblea Nacional del Poder Popular, órgano legislativo supremo del Estado cubano, son elegidos para un período de cinco años por la población electoral, y aquellos, a su vez, al comienzo de cada mandato eligen al Consejo de Estado y a su presidente; lo que contradice contundentemente, pues, a los que, empecinados, sostienen que Fidel lideró la Revolución sin que nadie lo hubiera elegido. Fidel, además, no fue Presidente de Cuba desde 1959 hasta que por problemas de salud renunciara a presentarse al cargo en 2008, sino desde 1976 –hasta entonces lo habían sido Manuel Urrutia Lleó y Osvaldo Dorticós Torrados-. Y para ello tuvo que ser propuesto como diputado por la Asamblea Municipal de Santiago de Cuba y ser elegido mediante voto libre y secreto, para después ser propuesto como Presidente y ser igualmente elegido en la Asamblea Nacional con el mismo procedimiento de votación. A partir de aquella fecha, debido a sus numerosos méritos personales y su indiscutible capacidad como dirigente, la Asamblea siempre lo eligió. Pero, al margen de la legitimidad que periódicamente otorga el pueblo cubano a su gobierno a través de las urnas, [1] conviene recordar éste importante hecho: El 11 de junio de 2002, tras la convocatoria realizada sólo veinticuatro horas antes por el Comandante en Jefe, más de 9 millones de cubanos y cubanas se manifestaron por las calles de toda la Isla recordando al mundo el irrenunciable carácter socialista de la Revolución Cubana. E incluso la citada cifra se queda corta, porque, como el mismo Fidel dijo al día siguiente: conste que hicimos un informe restrictivo sobre cuanta gente se movilizó, porque las cifras que tenemos superan los 10 millones. Por si esto fuera poco, desde el sábado día 15 a las 10 de la mañana hasta el mediodía del martes 18 del mismo mes, la propuesta conjunta de las organizaciones sociales y de masas, para que quienes estuvieran en edad de votar expresaran con sus firmas la voluntad de reformar la Constitución a fin de que constara en ella tanto el carácter irrevocable de nuestro socialismo como que las relaciones de la República con cualquier otro Estado no podrán jamás ser negociadas bajo agresión, amenaza o coerción de una potencia extranjera, fue refrendada por más de 8 millones de electores.

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Después, entre los días 24 y 26 igualmente de junio, durante la Sesión Extraordinaria realizada por la Asamblea Nacional del Poder Popular, se aprobó por unanimidad la Reforma Constitucional anteriormente citada. Está claro, pues, que la gente que opina de tan equivocada o tendenciosa manera – según los casos-, o es victima de la manipulada información dominada por el gran capital –casi toda, más del 80%- o, insisto, en mayor o menor medida es parte interesada de que la realidad cubana sea falseada para desacreditar a la Revolución y al gobierno que la dirige con fines desestabilizadores. Esto no es nada nuevo, siempre ha sido así desde el primero de enero de 1959. Existe, igualmente, otro tipo de individuo que, alejado quizá de toda malicia, se niega a reconocer que ve lo que ve porque esa realidad afecta seriamente a sus propias e “intocables” creencias. Y es que, como decía Rodolfo Livingston, la percepción humana no se produce de afuera hacia adentro, sino de adentro hacia afuera. Cada uno percibe según su experiencia y según sus creencias, que son más arraigadas que las ideas; en las creencias se “está”, las ideas se “tienen”. Con tal de no modificar las creencias es frecuente no ver –o al menos resistirse a ver-, cualquier cosa que las ponga en crisis. Thomas Kuhn –en su Estructura de las revoluciones científicas- llamó a ese fenómeno “ceguera paradigmática”. Esta “anomalía visual” está muy extendida entre la población de todo el mundo, sobre todo entre la del primero. Y como la ceguera de lamentablemente muchas personas corre grave peligro de convertirse en crónica enfermedad, expondré algunas cosas más –a modo de colirio- con la esperanza de que, quizá, el “medicamento” haga su efecto y corrija el problema de las enfermizas pupilas rebajando quién sabe si al menos algunas dioptrías. Si tan descontentos están en Cuba con la Revolución, si tan desesperada y crítica es la situación y, sobre todo, el responsable de la “intolerable e insostenible” desgracia no es otro que Fidel –también ahora el compañero Raúl-, como muchos medios de difusión extranjeros, vuelvo a insistir –órganos de información al servicio del gran capital y del imperialismo yanqui y europeo-, a menudo y de muchas maneras informan en sus hipócritas ondas, líneas y páginas, ¿por qué no provocan una rebelión contra el régimen socialista, si además cuentan con el respaldo de no pocos gobiernos del mundo –y no digo pueblos- que al parecer tantas ganas le tienen al Comandante y la Revolución que éste lidera? La respuesta que habitualmente se escucha, para contestar a esta y similares preguntas, es la de que la población está fuertemente reprimida y aterrorizada para emprender empresa semejante. Lo cual no deja de ser un endeble argumento, además de una miserable mentira y un grave insulto a los más de once millones de personas que habitan la Isla. Y apuntalo la teoría que esgrimo cruzando el océano Atlántico para llegar al Estado español y citar algunos ejemplos: Durante los casi cuarenta años de dictadura franquista, la represión que se ejerció en este lugar sí que fue brutal, y si no que se lo pregunten a la numerosísima cantidad de personas que la padecieron y tuvieron la suerte de no acabar asesinadas. Sin embargo, durante todo ese oscuro período de la historia de aquello que llamamos España, a pesar de la cárcel, del exilio, de los asesinatos cometidos por la tiranía de Franco ¿no se rebeló masivamente la población en todo el Estado? Además de infinidad de partidos políticos, ¿no se crearon y se desarrollaron en la clandestinidad numerosos grupos armados para combatir al régimen que los oprimía, aun siendo salvajemente torturados y asesinados, en no pocos casos, cuando eran detenidos? Si cito media docena de grupos armados que operaban en esa época y posteriormente en la de la mal llamada Transición, seguro, me quedo corto.

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Cierto que al final Franco murió de viejo, enfermo y en la cama –algo que habría que recordar a más de uno-, pero esa es otra cuestión que ahora no voy a tratar de analizar, porque no viene al caso. En otros países de Europa con regímenes, al menos sobre el papel, menos dictatoriales que el de Franco también existieron –y en algunos casos hoy todavía existengrupos armados para combatirlos. En Alemania estaba la Fracción del Ejército Rojo de los Baade-Meinhof que, por cierto, varios de sus miembros fueron asesinados en las celdas donde estaban recluidos. Francia tampoco se salva de la quema y, desaparecida Acción Directa, hasta hace poco al menos el FLNC seguía operativo en su Estado. En Italia operaban las Brigadas Rojas, además de otros grupos. En Irlanda e Inglaterra el IRA y el INLA –el gobierno londinense dejó morir cruelmente a varios militantes de estas dos organizaciones, Bobby Sands fue el primero de ellos, tras largas huelgas de hambre... De todos modos, como no hace falta que permanezca tan lejos de Cuba, recojo el equipaje y regreso a la Isla para exponer algunos ejemplos de la brutal represión sufrida por sus pobladores en todos los tiempos. Cuando los españoles iniciaron la colonización, en la zona más montañosa y poblada de aborígenes -la de Maisí, costa norte oriental-, el cacique Hatuey organizó a los indios para defenderse de los invasores. La superioridad técnica de estos últimos, sin embargo, logró imponerse. Con la resistencia indígena aplastada, el primer rebelde de Cuba –Hatuey- fue capturado y quemado vivo. Otro cacique que logró organizar una resistencia efectiva contra los españoles fue Guamá que, en la zona de Baracoa y en 1533, fue muerto por una cuadrilla al mando de Manuel de Rojas. Durante las primeras insurrecciones campesinas de la historia de Cuba, protagonizadas por los vegueros contra la Corona y contra la oligarquía, ¿no fueron ahorcados –el 23 de enero de 1723- doce prisioneros? José Antonio Aponte, negro libre habanero, ¿no fue ahorcado junto a sus más estrechos colaboradores el 7 de abril de 1812 por encabezar una insurrección? Siendo los objetivos insurreccionales la abolición de la esclavitud, la supresión de la trata, el derrocamiento de la tiranía colonial y la creación de una sociedad sin discriminaciones, para tratar de intimidar a los posibles seguidores de Aponte, a sus colonialistas asesinos no se les ocurrió otra cosa que recurrir al macabro espectáculo de exhibir su cabeza, dentro de una jaula de hierro, a la entrada de La Habana. No nos olvidemos, tampoco, de la tremenda cantidad de personas torturadas y asesinadas por los colonos durante las heroicas sublevaciones de La Habana y Matanzas, así como en la posterior y feroz represión del proceso de La Escalera, en 1844. Sabido es que en la Cuba colonial la represión, contra quienes abandonaban el camino marcado por los colonos, era más que notable. A pesar de ello, los cubanos de aquella época con sus mambises a la cabeza, ¿no se alzaron en armas repetidas veces contra los españoles? Los cubanos no fueron precisamente quienes menos pelearon por su independencia. Lo hicieron, en total, treinta años. No fueron parcos, tampoco, en sacrificios: al cabo de la guerra había perecido por lo menos un tercio de la población. Fue una lucha además extraordinariamente cruel. Los cubanos conocieron el genocidio antes que nadie: la reconcentración forzosa de toda la población campesina en las ciudades dominadas por los colonialistas costó la vida a 300.000 cubanos, entre 1896 y 1898, y es el único antecedente del holocausto judío realizado por los nazis cuatro décadas después –la cursiva es de Ricardo Alarcón de Quesada. Sabedor de que con los métodos tradicionales nunca ganarían la guerra a los mambises, el general en jefe del ejército colonial español, Arsenio Martínez Campos,

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pidió al gobierno de Madrid su sustitución, recomendando ser reemplazado por Valeriano Weyler y Nicolau. Éste individuo, que conocía la Isla desde la Guerra de los Diez Años (1868-1878), llegó a Cuba en febrero de 1896 y aplicó la citada política de reconcentración. Con este método genocida pretendían eliminar el apoyo que el campesinado ofrecía a los mambises. Estrenándose en la provincia de Pinar del Río, con la esperanza de rendir a Antonio Maceo y sus hombres, fueron extendiéndolo después a toda la Isla. Los campesinos eran obligados a abandonar sus bohíos y a trasladarse a las ciudades, mientras el ejército español quemaba y destruía los bienes de los guajiros. Fuera de su entorno habitual, éstos enfermaban con tremenda facilidad. Siendo víctimas indefensas del hambre y de las epidemias, fue en la provincia de Santa Clara –hoy Villa Clara- donde la reconcentración cobró mayor número de muertos: allí hubo días en que se enterraron en la fosa común a más de 6.000 personas. Después, expulsados los primeros colonizadores y durante los diferentes gobiernos al servicio de los nuevos colonos –al imperialismo yanqui me refiero-, ¿no hubo represión?, ¿no hubo también asesinados y torturados? El 20 de mayo de 1912, el Partido Independiente de Color se alzó en armas. El alzamiento fue realizado con el propósito de que se derogara la Enmienda Morúa, que previamente había ilegalizado al mencionado partido. En sólo dos meses el sanguinario general Monteagudo, con el beneplácito del presidente José Miguel Gómez y el vicepresidente Alfredo Zayas –llamados “el tiburón” y “el pesetero” respectivamente-, ¿no masacraron a más de 3.000 negros y mulatos, la mayor parte de ellos desarmados? Años más adelante ¿no envió Gerardo Machado –uno de los más sanguinarios presidentes de aquellos tiempos- a un grupo de matones para asesinar a Julio Antonio Mella en su exilio mexicano? No tengo ni un ápice de miedo a la muerte –expresó en varias ocasiones el joven revolucionario-, lo único que siento es que me van a asesinar por la espalda. Y así mismo fue. Fundador junto a otros compañeros, el 20 de diciembre de 1922, de la Federación de Estudiantes Universitarios –FEU-, la Universidad Popular José Martí -1923-, la Sección Cubana de la Liga Antiimperialista y el primer Partido Comunista de Cuba -1925-… Mella, no sólo como líder cubano sino también continental, era la figura más sobresaliente en esos momentos y comenzaba a enfrentarse a Estados Unidos, de modo que estorbaba. El imperialismo se dio cuenta de cómo avanzaban las ideas nuevas y quería desaparecerlas en su origen -¡qué necios, como si las ideas pudieran ser asesinadas!-. A eso precisamente se debe su muerte el 10 de enero de 1929. Muero por la revolución, asesinado por agentes de Machado -fueron sus últimas palabras-. Y ¿acaso se apendejaron el resto de sus compañeros en Cuba? ¿No continuaron con la lucha a pesar de la fuerte represión gubernamental que les combatía? Vencer o servir de trinchera a los demás: Hasta después de muertos somos útiles. Nada de nuestra obra se pierde. El revolucionario tiene orgullo de ser puente para que los demás avancen sobre él –la cursiva es de Julio Antonio Mella. Casi un año antes, el 20 de enero de 1928, los obreros Claudio Brouzón y Norke Yalob ¿no fueron torturados en la sección de expertos y posteriormente asesinados en la fortaleza de la Cabaña? Arrojados después sus cadáveres al mar, unos pescadores encontraron un brazo de Brouzón en el vientre de un tiburón capturado; en cuanto al cadáver de Yalob, éste fue hallado en la bahía de La Habana amarrado a un lingote de hierro. Durante el “Machadato” (1925-1933), sólo en la Prisión Modelo de la Isla de Pinos –hoy Isla de la Juventud-, ¿no fueron asesinados más de quinientos presos? El 8 de mayo de 1935, Antonio Guiteras, Secretario de Gobernación del “Gobierno de los Cien Días”, ¿no fue asesinado, junto al venezolano Carlos Aponte cuando salía clandestinamente de Cuba para regresar en una expedición armada?

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Jesús Menéndez –el “General de las Cañas”-, dirigente obrero y comunista del sector azucarero, ¿no fue cobardemente asesinado en Manzanillo, el 22 de enero de 1948, durante el régimen presidido por Ramón Grau San Martín? Y algo más cercano a nuestros tiempos. Cuando fracasó el asalto al Cuartel Moncada –militarmente, nunca políticamente- gran parte de los combatientes, ya detenidos, ¿no fueron salvajemente torturados y asesinados allá mismo a boca de jarro? El 13 de marzo de 1957, José Antonio Echeverría, presidente de la FEU por aquel entonces y uno de los máximos organizadores del asalto al Palacio Presidencial y a la emisora de Radio Reloj, ¿no fue asesinado frente a la Universidad de La Habana? Cuando el 30 de julio de 1957, sin cumplir todavía los 23 años y en Santiago de Cuba, los esbirros detuvieron a Frank País junto a Raúl Puyol y dos cuadras y media más abajo del lugar de la detención los bajaron del carro donde los llevaban, ¿no los asesinaron igualmente a boca de jarro en aquel Callejón del Muro? Un mes antes y también en Santiago de Cuba, Josué País –hermano menor de Frank- ¿no fue rematado por los esbirros estando ya detenido y mal herido junto a sus compañeros caídos Salvador Pascual y Floro Vistel? El 13 de agosto de 1957, los hermanos Saíz ¿no fueron igualmente asesinados siendo éstos unos adolescentes?... Y sin embargo ¿se quedó el pueblo sumiso y amilanado ante la tiranía de Batista? ¡No! Prueba de ello es que, a pesar de las grandes dificultades, de las grandes masacres cometidas por los tiranos durante todo ese tiempo para tratar de frenar el imparable avance de la guerrilla, cinco años, cinco meses y cinco días después del asalto al Moncada, tras poco más de dos años de guerra, los Barbudos entraron a Santiago de Cuba, y siete días después –el 8 de enero de 1959- a La Habana. Estos que acabo de citar, sólo son algunos de los muchísimos y sangrientos ejemplos que lamentablemente existen a lo largo de todo el proceso emancipador en la historia de Cuba. Si nos limitamos a la última dictadura militar de Fulgencio Batista (1952-1958), estaríamos hablando de unos 20.000 muertos como consecuencia de los heroicos combates librados contra los soldados de la tiranía. ¿Por qué, entonces, si los revolucionarios de todas esas épocas eran tan brutalmente reprimidos para que no alcanzaran sus libertarios propósitos, no cesaron en su empeño hasta conseguirlos? ¿No será que, en verdad, ellos sí tenían qué combatir y una causa justa que alcanzar? ¿Por qué en los tiempos actuales, si tan injusto es el régimen que les rige, como dicen, si tanta escasez de libertad y democracia tienen, si tanto se les reprime cada vez que abren la boca, por qué, insisto, por qué ellos no hacen exactamente lo mismo? ¿No será que tan tamaña injusticia por parte del gobierno cubano no existe, y que si la citada injusticia existe viene de otro lado? ¿No será que la escasez de libertad y democracia no es tal, al menos para la inmensa mayoría de los cubanos? ¿Y esa represión de la que tanto se habla? ¿Existe o no existe? Y si existe, ¿por qué existe, para quién existe y para qué existe? Me parece que las respuestas a estas preguntas son más que evidentes. El Estado es una herramienta represora, cierto, pero en manos del pueblo sólo se utiliza para reprimir a la minoría que se opone a su dicha. Obviamente, me estoy refiriendo a la dictadura del proletariado; instrumento que en manos del pueblo es legítimo y necesario como mecanismo organizativo y de autodefensa. En Cuba hace más de cincuenta años que el pueblo arrebató el Estado a la burguesía nacional, supeditada ésta al imperialismo yanqui. Y, transformándolo de manera radical, actualmente lo utiliza para proteger sus importantes conquistas. De todas maneras, en Cuba la dictadura del proletariado casi siempre ha sido ejercida de manera bastante comedida. Un ejemplo relativamente cercano es el de los 75 famosos “disidentes” que fueron detenidos, juzgados y encarcelados en abril de 2003.

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Contrariamente a lo que las lenguas más interesadas o ignorantes dicen –según los casos-, estas personas no son presos de conciencia perseguidos por sus ideas –no fueron sancionados por lo que escribían-, sino asalariados del imperio que fueron condenados por delitos debidamente probados. Todos los países del mundo disponen de un arsenal jurídico que les permite defender la independencia nacional contra casos semejantes de agresión extranjera; la mayoría, además, mucho más severo que el de Cuba. Pasado un tiempo y debido al padecimiento de enfermedades de cierta gravedad, varios de estos individuos fueron puestos en libertad; gesto humano que muchos gobiernos del mundo no aplican a presos con parecidos cuadros clínicos, aunque a estos la ley les ampare. Un gobierno quizá pueda mantener en el engaño a su población durante cuatro años, pero nunca, jamás durante más de cincuenta. Y si a lo largo de tanto tiempo ha contado con la complicidad de gran parte de la ciudadanía, será por algo ¿no les parece? ¿O es que acaso los cubanos son tontos? ¿No está Cuba mundialmente reconocido como el pueblo más culto de América Latina? A este pueblo no le decimos cree, le decimos lee –dijo Fidel hace ya mucho tiempo-. Ser culto es el único modo de ser libres –ésta última cursiva es de José Martí. Históricamente, una de las “armas” más utilizada por las tiranías mundiales ha sido –y es- la supresión de la cultura y el entorpecimiento de su desarrollo en todas sus posibles manifestaciones. Y esto se hace con el único y perverso propósito de crear los cerebros inertes que, a los tiranos, les permita controlar a la población sin demasiados problemas. En Cuba, donde, como se sabe, el índice cultural alcanzado es muy elevado, obviamente ocurre justo lo contrario. Un pueblo de analfabetos o semianalfabetos, o de gente idiotizada ante la televisión y mutilada en sus capacidades intelectuales, no podrá ser jamás un pueblo libre –la cursiva es de Abel Prieto-. Queremos seres pensantes, no seres conducidos, dijo Julio Antonio Mella. Cincuenta años de supuesta agonía es más que suficiente para que, al menos de vez en cuando, se hubiera hecho alguna manifestación de protesta contra los responsables de, según las serpentinas lenguas, tan caótica situación. ¿Cuando se han visto en Cuba revolucionaria actos semejantes? ¡Nunca! Y no me digan que no se celebran por miedo a la represión –eso sería tacharlos de cobardes, cuando la historia cubana demuestra con creces que nunca lo fueron-, porque en todos los países del mundo se reprimen con extrema dureza, muchas de ellas hasta con fuego real que provocan muertos, incluso, y no por ello, a pesar de las prohibiciones, se dejan de convocar y secundar. En cambio, sí se convocan y se secundan numerosas y multitudinarias manifestaciones en defensa de la Revolución y contra sus conocidos enemigos. Y tampoco sirve decir que la ciudadanía está obligada a participar en ellas, porque, por causas diversas, mucha gente ha dejado de acudir a más de una y jamás han sido represaliadas por ese motivo. En La Habana muchas veces se acerca o se supera el millón de manifestantes en las diferentes convocatorias –la última el pasado Primero de Mayo-. Con el resto de los habitantes que conforma el censo de la ciudad y no acude a las manifestaciones –otro millón, aproximadamente- ¿qué hacen las autoridades cubanas?, ¿acaso los encarcelan? Bien tontos son los que creen que este pueblo se puede gobernar por la fuerza o por otra forma que no sea el consenso que emana de la obra realizada, la elevada cultura política de nuestros ciudadanos y la envidiable relación de la Dirección con las masas. En las elecciones del Poder Popular participan de forma consciente y entusiasta más del 95 por ciento de los electores –la cursiva es de Fidel. El más fuerte no es nunca suficientemente fuerte para ser siempre el amo, si no transforma la fuerza en derecho y la obediencia en deber -la cursiva es de Jean Jacques Rousseau.

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Ningún pueblo se hace revolucionario por la fuerza. Quienes siembran ideas no necesitan jamás reprimir al pueblo. Las armas, en manos de ese pueblo, son para luchar contra los que desde el exterior intenten arrebatarle sus conquistas –la cursiva es de Fidel. Si, como ha quedado demostrado, la represión –por fuerte que sea- no es suficiente para evitar rebelarse contra la injusticia, ¿por qué en Cuba se rebelan contra el imperialismo yanqui y sus lacayos –que estos sí que los reprimen- y nunca lo hacen contra su propio gobierno? La respuesta a esta pregunta también creo que es más que evidente. ¿Cuando Fidel u otros dirigentes cubanos han sido increpados y desautorizados por la población en cualquiera de los numerosísimos y multitudinarios actos donde han participado? ¡Nunca! Siempre ha ocurrido justo lo contrario. Algo que muy pocos, o ningún mandatario mundial, incluso, pueden decir de sí mismo. Entonces, si a una supuesta represión gubernamental no se debe, ¿a qué podemos atribuir, pues, la tan elevada consanguinidad existente entre la dirección y las masas? Si recordamos que la fuerza no constituye derecho y en que únicamente estamos obligados a obedecer a los poderes legítimos –la cursiva es de Rousseau-, creo, sinceramente, que la respuesta a esta última pregunta también se cae de la mata: Es el apoyo popular al sistema lo que le otorga su estabilidad. Es la continuada identificación del sistema con el interés de la población lo que le acredita su apoyo. A pesar de la relativa erosión del consenso en los últimos años [primeros del período especial], lo más notable es el nivel de mantenimiento de esa correspondencia –la cursiva es de Rafael Hernández. ¿Cuándo en Cuba revolucionaria ha habido un solo torturado? ¿Cuándo un solo desaparecido? ¿Cuándo un solo asesinado en cárceles y comisarías? ¿Cuándo manifestaciones brutalmente reprimidas por la policía, si ni siquiera ha habido manifestaciones por parte de los supuestos detractores? El cubano es un pueblo guapo y fajao, pero cuando y contra quien debe serlo. Con la saludable e imprescindible diversidad de pensamiento existente –la pluralidad de pensamiento no tiene necesariamente por qué manifestarse a través de los tradicionales y podridos partidos políticos-, en Cuba la dirección y las masas comparten ideas, reivindicaciones y calles, y se manifiestan siempre juntos porque son una misma cosa. ¿O alguien cree todavía que una “víctima”, al parecer tan castigada, puede ir durante más de cinco décadas, hombro con hombro, con su supuesto “verdugo” así, como si nada? ¿No será más acertado decir que la inmensa mayoría de la población cubana, a pesar de la intoxicación informativa creada y pagada por la CIA y que del exterior les llega –la mal llamada Radio Martí etc.- son perfectamente conscientes de dónde vienen los males que les golpean? Los imperialistas intentan ridículamente presentar a nuestro país como un régimen de fuerza. Efectivamente hay fuerza, pero la fuerza no está en las armas, ni en las leyes, ni en las instituciones del Estado; está en el pueblo, en las masas, en las convicciones revolucionarias y en la cultura política de cada ciudadano. La fuerza no está en la mentira ni en la demagogia, sino en la sinceridad, la verdad y la conciencia. Las armas además las tiene el pueblo y con ellas defiende a la Revolución sin torturas, sin crímenes, sin batallones de la muerte, sin desaparecidos, sin ilegalidades ni arbitrariedades, como ocurre a diario en los países doblegados al imperialismo para mantener regímenes reaccionarios de injusticia y opresión. Esto lo empiezan a reconocer hoy hasta nuestros más enconados enemigos. Ello se debe a las semillas de principios y ética revolucionaria que sembramos desde el mismo Moncada y que fructificaron en la guerra de liberación y en el ulterior desarrollo de la Revolución. Por encima de las montañas de calumnias imperialistas se yergue firme e invencible la realidad histórica –la cursiva es de Fidel.

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Ningún país del llamado mundo occidental y democrático puede jactarse de lo que apunto en estas líneas. Muchos de sus gobernantes, sin embargo, seguirán pidiendo exigiendo más bien- a la dirigencia cubana que “democratice” el sistema de la Isla, que no es otra cosa que exigir la entrega incondicional de todos sus recursos –incluidos los humanos- a las transnacionales; demanda que, por supuesto, no va a ser satisfecha, porque, como ya ha quedado demostrado en este escrito, la inmensa mayoría de la población cubana hace más de cincuenta años que decidió enterrar al capitalismo. Y la decisión de vivir en Revolución Socialista se renueva periódicamente mediante elecciones democráticas, libres y secretas. Desde entonces, el gran “pecado” de Cuba no ha sido otro que demostrar, con su ejemplo, que un mundo nuevo, además de urgentemente necesario, es muy posible.

[1] Sobre las elecciones en Cuba puede leerse La democracia y Cuba, un artículo de mi autoría publicado en Baraguá el pasado año.

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Internacional

El G-8, la antítesis de la democracia Baraguá

Paco Azanza Telletxiki

2009/07/10

Se acaba de celebrar una nueva cumbre del G-8. En esta ocasión, el lugar de la reunión ha sido la ciudad italiana de L´Aquila, donde, por cierto, tres meses después de producirse el terremoto que asoló la zona, no pocas personas siguen viviendo en tiendas de campaña. A Silvio Berlusconi, por supuesto, no se le cae la cara de vergüenza. Pero no escribiré sobre lo acontecido en la cumbre, porque, al fin y al cabo, los responsables de los países más industrializados del mundo siempre acaban adoptando medidas que benefician a los grandes capitalistas, y cuando se comprometen a algo que de alguna manera influye positivamente en el grueso de la población mundial, nunca cumplen con los compromisos adquiridos; entre otras cosas porque el incumplimiento de los mismos nunca va asociado a sanciones, no al menos de importancia. Lo que de verdad quiero resaltar y denunciar en esta breve nota es el cinismo que los líderes mundiales rebosan a raudales. Democracia es una palabra con la que muy a menudo se llenan la boca. Y lo hacen de manera tan insultante que no dudan en erigirse como los grandes demócratas del mundo. Sin embargo, sabemos de sobra que Estados Unidos, Canadá, Francia, Gran Bretaña, Italia, Alemania, Japón y Rusia son países capitalistas e imperialistas. Y sabemos de sobra, también, que la sociedad capitalista nunca podrá ser democrática, porque, como dijo Fidel, “no puede existir la verdadera democracia en medio de la desigualdad social, en medio de la injusticia social, en medio de sociedades divididas entre ricos y pobres”, graves males, sin duda, que golpean a los pobladores de los citados países y del resto del mundo. Luego, ¿pueden ser demócratas sus actuales dirigentes? Es evidente que no. El orden económico mundial que el G-8 impone funciona bien para el 20% de la población mundial, pero excluye, rebaja y degrada al 80% restante. Y es que el 20% de la población mundial que habita en el Norte hace el 86% del gasto total en consumo privado, mientras que el 80% restante –más de 5.000 millones de personas- sólo el 14%. Luis Britto García lo expresó de esta ilustrativa manera: “Al oprimido sólo se le permite el contacto con la riqueza en el momento de crearla”. Si en democracia, como se dice, la minoría debe someterse a los dictados de la mayoría, ¿por qué la inmensa mayoría de la población mundial –el 80%- se debe y se somete, de manera humillante además, a los caprichos y a las necesidades de la exigua minoría? ¿Cómo se puede ser tan necio o caradura –según los casos- para calificar al capitalista como sistema justo y necesario? ¿Justo con tantas y tan abismales desigualdades? ¿Necesario para qué y para quién? ¿Para que el 20% siga imponiéndose sobre el 80% aplastándolo despiadadamente? Los jefes de Estado y de Gobierno que pertenecen al G-8 no han sido elegidos más que por el 13% de la población mundial y, sin embargo, deciden por todo el mundo convertidos en relaciones públicas de los dueños del gran capital. Prueba inequívoca de que el G-8 es la antítesis de la democracia.

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Cuba

26 de Julio de 1953, mucho más que una fecha Baraguá

Paco Azanza Telletxiki

2009/07/24

A principios de los cincuenta, el panorama político de la sociedad cubana vivía un vacío ético alarmante. El 10 de marzo de 1952 y mediante un golpe de Estado apoyado por la CIA, Fulgencio Batista se hizo con el poder derrocando a Carlos Prío Socarrás. Para justificar su golpista intervención, Batista alegó que Prío tenía sumido al país en la bancarrota, donde las drogas y el juego eran elementos habituales en el diario acontecer de la Isla –en realidad, Prío fue eliminado de la escena política cubana porque se estaba distanciando de los intereses del gobierno yanqui, no a favor del pueblo sino de su propio bolsillo-. Aunque aquella afirmación era cierta, el nuevo lacayo del imperio norteamericano –nuevo relativamente, porque entre 1940 y 1944 presidió por primera vez la República- no hizo otra cosa que agravar la ya caótica situación de la población cubana que, de manera ilegal, gobernó hasta el primero de enero de 1959, día en que, junto a sus más estrechos colaboradores, huyó del país cargado de dinero público. Cabe recordar que Batista derogó la Constitución de 1940 e intentó, en vano, legalizar la situación política creando unos “Estatutos Constitucionales”. Con estos antecedentes, el año del centenario del natalicio de José Martí -1953- se presentaba nada halagüeño. Parecía que el Apóstol iba a morir en el año de su centenario, que su memoria se extinguiría para siempre, ¡tanta era la afrenta! –expresó Fidel en su alegato “La historia me absolverá-. Pero ese mismo año sucedió algo de suma importancia en Cuba que frenó la caída en picado, produciéndose, a partir de entonces, un ascenso moral y cultural de amplio alcance social; me estoy refiriendo al asalto a los cuarteles Moncada de Santiago de Cuba y Carlos Manuel de Céspedes de Bayamo. El asalto al Moncada –segunda fortaleza militar del país por aquel entonces- supuso la respuesta necesaria al golpe de Estado, y, además, la heroicidad de los combatientes repercutió de manera decisiva en la situación política y social de toda la Isla. Los asaltantes no obtuvieron la victoria militar, pero sí, sin duda, una victoria política muy importante, ya que con la gesta había surgido un movimiento cuya trascendencia ética y política era incuestionable. Sin embargo, la victoria política no llegó exenta de grandes sacrificios. Era domingo de carnaval aquel 26 de Julio de 1953 en Santiago de Cuba cuando, de madrugada – a las 5 y 15 a.m.-, un grupo de ciento setenta y cinco jóvenes de la llamada Generación del Centenario, a las órdenes de Fidel Castro, inició el asalto. El objetivo del mismo era requisar el armamento para, posteriormente, convocar a la huelga general en todo el país y leer el último discurso de Eduardo Chibás. Raúl Castro y su grupo llegaron a tomar el Palacio de Justicia, como estaba previsto, y Abel Santamaría, con el suyo, hizo lo propio con el Hospital Civil, sitos los dos edificios junto al cuartel. Pero un accidente imprevisible hizo que el grupo de Fidel no pudiera tomar la fortaleza. Aquella calurosa mañana, la fatalidad quiso que la mejor arma que poseían los revolucionarios –el factor sorpresa- quedara neutralizada al toparse con una pareja de la llamada “guardia cosaca”. A pesar de ello, la supremacía correspondió a los asaltantes, quienes causaron al ejército treinta bajas, de ellas once muertos y diecisiete heridos. Pero el Moncada acogía en su interior a más de mil soldados de la tiranía, contra los que, eliminado el mencionado factor sorpresa, poco o nada se podía hacer. De modo que los

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revolucionarios optaron por retirarse, luego de combatir durante dos horas y cuarenta y cinco minutos, aproximadamente. En caso de no poder tomar el cuartel, la consigna era retirarse a Siboney para, desde allí, procurar llegar a las montañas de la Sierra Maestra y proseguir la lucha. Pero tampoco la retirada resultó de manera satisfactoria. Muchos fueron detenidos y posteriormente asesinados, unos pocos lograron escapar y salir al extranjero, otros, perseguidos por las fuerzas represivas, fueron detenidos días después, sometidos a juicio y condenados a prisión. Fidel fue capturado el primero de agosto en las estribaciones de la Gran Piedra por una patrulla militar al mando del teniente Sarría que, siendo una excepción en aquel ejército, se negó a entregarlo al comandante Pérez Chaumont, conduciéndolo al Vivac santiaguero para presentarlo ante los tribunales. El comportamiento del teniente Sarría salvó, sin duda, la vida del jefe del asalto. Anteriormente, en el momento de la detención, Sarría tuvo que poner freno a los guardias de su patrulla, ya que estos querían asesinar a todo el grupo de detenidos, a Fidel entre ellos. ¡Las ideas no se matan!, hubo de expresar repetidas veces el teniente para persuadir a sus agresivos subordinados. La represión desatada por los tiranos contra los asaltantes fue de lo más salvaje que uno puede imaginar; para probar esta afirmación sobran los ejemplos. Apresados tras el asalto, a Abel Santamaría le sacaron los ojos y a Boris Luis Santa Coloma –hermano y novio de Haydée Santamaría respectivamente- le arrancaron los testículos. Una veintena de combatientes –entre los que ellos se encontraban- fueron sacados con vida del Hospital Saturnino Lora y trasladados por los soldados de la tiranía al asaltado cuartel, donde por orden de Batista –éste ordenó matar a diez prisioneros por cada soldado muerto- fueron salvajemente torturados y asesinados. En ese mismo hospital cumplieron su misión Haydée Santamaría y Melba Hernández, quienes igualmente fueron detenidas y llevadas al Moncada. Estas dos mujeres fueron testigos de excepción de la masacre allí cometida. Si no las ultimaron a ellas también fue porque un fotógrafo, que acompañaba a la periodista Marta Rojas, simuló hacerles una fotografía -no tenía película en la cámara- y, regándose la noticia de que en el cuartel había dos mujeres detenidas, los soldados ya no podían presentarlas como muertas en combate. A otros compañeros los asesinaron en el Hospital inyectándole en las venas aire y alcanfor. Pedro Miret sobrevivió y, en el transcurso del juicio, denunció el hecho. Después, los cadáveres de algunos combatientes fueron dispersos por diferentes lugares del cuartel. A otros los arrojaron en las proximidades de El Caney y Siboney... también de Songo y La Maya, para simular su muerte en combate. Los participantes en el asalto al cuartel de Bayamo no tuvieron mejor suerte. Basta citar un solo ejemplo para mostrar la masacre allí cometida: Tras ser detenidos, Hugo Camejo y Pedro Véliz fueron ahorcados atados con una cuerda al cuello y arrastrados por un vehículo en el Callejón de Sofía, cerca del cementerio de Veguitas. Al igual que a sus compañeros, a Andrés García Díaz le aplicaron el mismo método asesino. Dado por muerto, éste sin embargo, sobrevivió y pudo denunciar el hecho. Nadie duda de los horrendos crímenes cometidos por los subordinados de Chaviano y Pérez Chaumont –siendo estos, a su vez, ordenados por Batista-. Existe, además, una prueba irrefutable que los certifica: De las 70 personas que murieron el 26 de julio y en días posteriores a manos de la tiranía, sólo ocho cayeron en combate; el resto de los cadáveres, sin excepción alguna, presentaban signos de evidentes mutilaciones y salvajes torturas. Dante dividió su infierno en 9 círculos: puso en el séptimo a los criminales, puso en el octavo a los ladrones y puso en el noveno a los traidores. ¡Duro dilema el que tendrían los demonios para buscar un sitio adecuado al alma de este hombre... si este

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hombre tuviera alma! Quien alentó los hechos atroces de Santiago de Cuba, no tiene entrañas siquiera -la cursiva es de Fidel refiriéndose a Fulgencio Batista y Zaldivar. Fidel fue separado del resto de sus compañeros y juzgado en una pequeña sala del Hospital Saturnino Lora, habilitada para la ocasión. Era 16 de octubre de 1953 y, en su autodefensa, pronunció su alegato final ya mencionado en estas líneas y conocido como “La historia me absolverá”. Igual que a todos sus compañeros, un día después fue trasladado al reclusorio nacional de Isla de Pinos –hoy Isla de la Juventud-. Los meses de prisión no mermaron un ápice las ansias libertadoras de los revolucionarios, todo lo contrario; entre sus rejas fueron definiendo su condición ideológica –Martí fue el autor intelectual del asalto al Moncada- y maduraron el reinicio de una guerra popular contra la tiranía, trazando estrategias de futuro. Los moncadistas nunca aceptaron la libertad a cambio de condiciones previas y deshonrosas propuestas en algún momento por sus adversarios. Fue la presión de la opinión pública la que, finalmente, consiguió la amnistía de 1955 para todos los presos políticos, incluidos los participantes del asalto al cuartel Moncada, materializándose ésta el 15 de mayo. Ya en la calle –mientras estuvo preso nunca perdió contacto con el exterior-, Fidel aceleró el proceso organizativo del Movimiento, y se creó una dirección nacional. Fue el 12 de junio cuando se confeccionó la estructura de su aparato dirigente y se adoptó el nombre de Movimiento Revolucionario 26 de Julio. La situación política estaba cada día más tensa. Fidel era vigilado de cerca por las fuerzas represivas, de modo que, aun habiendo anunciado al salir de prisión que seguiría en Cuba, decidió marcharse fuera de la Isla para preparar la insurrección armada. El 7 de julio de 1955, antes de partir hacia México redactó esta carta: Me marcho de Cuba, porque me han cerrado todas las puertas para la lucha cívica. Después de seis semanas en la calle estoy convencido más que nunca de que la dictadura tiene la intención de permanecer veinte años en el poder disfrazada de distintas formas, gobernando como hasta ahora sobre el terror y sobre el crimen, ignorando que la paciencia del pueblo cubano tiene límites. Como martiano pienso que ha llegado la hora de tomar los derechos y no pedirlos, de arrancarlos en vez de mendigarlos. Residiré en un lugar del Caribe. De viajes como este no se regresa o se regresa con la tiranía descabezada a los pies. Como todo el mundo sabe, de México regresó el 2 de diciembre de 1956 en el yate Granma, junto a otros ochenta y un expedicionarios. Cumplió con el contenido de su histórica frase: En el año 1956 seremos libres o seremos mártires. Tras un desembarco accidentado, parte de ellos lograron llegar a la Sierra Maestra. Con el paso del tiempo el Ejército Rebelde fue aumentando en efectivos y en aceptación por parte del pueblo. Sus acciones fueron cada vez más osadas y eficaces, a pesar de estar en clara desventaja con respecto al ejército del tirano, que era abastecido y entrenado por los yanquis. Finalmente, cinco años, cinco meses y cinco días después de los asaltos a los cuarteles Moncada de Santiago de Cuba y Carlos Manuel de Céspedes de Bayamo se proclamó el triunfo de la Revolución. No es extraño que en Cuba, pues, el 26 de Julio de 1953 sea mucho más que una fecha y que, coincidiendo con ésta, cada año se celebre el Día de la Rebeldía Nacional. En Cuba saben muy bien a que se tradujo aquel heroico suceso del Moncada. Por eso en la Isla irredenta, desde entonces, siempre es 26 de Julio.

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Cuba

Raúl Castro y su legitimidad al frente del Gobierno Revolucionario Baraguá

Paco Azanza Telletxiki

2009/08/20

Hace poco más de tres años, cuando el compañero Fidel se enfermó y cesó -en principio de manera temporal, después definitiva- en sus funciones como Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de la República de Cuba, vino a reemplazarlo en el cargo su hermano Raúl. Este hecho no hubiese suscitado la atención más allá de la mera noticia si hubiese sucedido en cualquier otro país del mundo. Pero sucedió en Cuba, y toda la reacción mundial, más no pocos mal informados individuos contagiados por el siniestro canto imperialista, corearon al unísono una sucesión de despropósitos que, a día de hoy, con mayor o menor intensidad todavía no han acallado. Dijeron que Fidel había traspasado el poder a su hermano, que la riqueza del país seguía en manos de “la familia Castro” para desgracia de la población cubana. Y esto no es más una síntesis de las infinitas barbaridades que se dijeron entonces y hoy se dicen todavía. Que Raúl es hermano de Fidel lo sabe todo el mundo. Pero si Raúl fuese portador de otro apellido, es decir, si no tuviese un hermano llamado Fidel, estaría al frente de los mismos cargos que ahora. Dicho de otra manera: Raúl está donde está única y exclusivamente por méritos propios y, dicho sea de paso, también porque la población que gobierna así mismo lo quiere. Su capacidad como dirigente ha quedado demostrada en infinidad de ocasiones a lo largo de todo el proceso revolucionario. Participante hace cincuenta y seis años en el asalto al cuartel Moncada, fue también uno de los ochenta y dos expedicionarios del Granma, y, comandando a un reducido grupo de compañeros, fue el primero en salir de la Sierra Maestra para crear, con éxito, un segundo frente guerrillero -el denominado Segundo Frente Oriental Frank País-. No me extenderé citando más ejemplos, no es necesario. Después, triunfada la Revolución, siguió dando muestras de su indiscutible capacidad como dirigente en todas las tareas y cargos que le fueron encomendados. Conviene recordar que en agosto de 2006, además de ostentar otros cargos de suma importancia, Raúl era Vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros. Y lo era no porque lo había “colocado” en el puesto su hermano Fidel, sino porque lo había elegido la Asamblea Nacional del Poder Popular, órgano legislativo supremo del Estado cubano, que, a su vez, sus más de 600 diputados habían sido postulados y elegidos con anterioridad por la población electoral. Por supuesto que para poder ser elegido Vicepresidente, Raúl hubo de ser propuesto como diputado –si mal no recuerdo por Santiago de Cuba- y ser elegido mediante voto libre y secreto, para después ser propuesto como Vicepresidente y ser igualmente elegido en la Asamblea Nacional con el mismo procedimiento de votación. Raúl, pues, era Vicepresidente por decisión de la inmensa mayoría de la población cubana, y no por imposición de su hermano. Aclarado esto, añadiré que, - 58 -

independientemente del motivo, la Constitución cubana contempla que en caso de incapacidad por parte del Presidente para ejercer su cargo, será el Vicepresidente quien lo reemplace en funciones –en 1976 la Constitución cubana fue aprobada en referéndum por el 97,7% de una población electoral que, mediante infinidad de asambleas, también participó en su elaboración-. Eso es justo lo que sucedió en Cuba, insisto, hace algo más de tres años. Después, en enero de 2008 y consciente de su incapacidad física para asumir otros cinco años de responsabilidad tal, Fidel renunció a presentarse para el cargo que todavía ostentaba: “traicionaría mi conciencia ocupar una responsabilidad que requiere movilidad y entrega total que no estoy en condiciones físicas de ofrecer”. Ejercicio de honestidad, sin duda, que la mayoría de los mandatarios mundiales serían incapaces de realizar. El día 20 del mismo mes se celebraron elecciones en la Isla; fueron elegidos los 614 diputados de la Asamblea Nacional, la misma que el 24 de febrero y con el procedimiento ya mencionado eligió a los máximos dirigentes estatales; entre ellos a Raúl Castro como Presidente. De modo que, resumiendo, es una grandísima mentira que Raúl reemplazó a Fidel por ser su hermano. Desprovistos de argumentos, algunos enemigos de la Revolución dicen que si en verdad la inmensa mayoría de la población ha elegido a “los Castros” durante todos estos años, entonces es que son tontos. En este caso, además de mintiendo, estarían igualmente insultando, porque todo el mundo sabe que en cultura política y general pocos pueblos de este maltratado planeta se acercan a la altura tan elevada que ha llegado el cubano.

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Cuba, UE

Cambio de bombillos: La Unión Europea imitará a Cuba con diez años de retraso Baraguá

Paco Azanza Telletxiki

2009/09/01

Se ha anunciado,

desde Europa, que a partir del 1 de septiembre irán desapareciendo de las estanterías de las tiendas y grandes almacenes las tradicionales bombillas incandescentes. Así, en su lugar, sólo se podrán encontrar las bombillas de bajo consumo. Matizan los responsables de la Unión Europea que en esta primera fase serán las bombillas claras de 100 W y todas las mates o revestidas las que dejarán de estar al alcance de los consumidores. Según sus palabras, un año después les tocará el turno para su eliminación del mercado a las bombillas claras de 75 W o más, en 2011 a las de 60 W y, de esta escalonada manera, culminar todo el proceso de cambio en 2016. Datos facilitados por la Comisión Europea aseguran que, con las nuevas bombillas, el consumo de energía por iluminación doméstica en el conjunto de la UE se reducirá en un 30%. La noticia es buena, no lo pongo en duda, pero sobran los autoaplausos, ya que estamos hablando nada más y nada menos que de la opulenta e imperialista Europa, y, al fin y al cabo, para nada son pioneros en este ejercicio que podían y debían haber practicado hace ya muchísimos años. Una vez más, un pequeño país del llamado Tercer Mundo, bloqueado de la manera más férrea e inhumana jamás conocida por el imperio norteamericano, y que además ha sido durante años injustamente sancionado por la propia Unión Europea –a Cuba me refiero, claro-, impartió, con su ejemplo, una implacable lección a todo el mundo, en aquella ocasión sobre el tema que ahora nos ocupa. En diciembre de 2005, durante el sexto período ordinario de sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular de la anterior legislatura, luego de dos días de debate en el Palacio de las Convenciones, los diputados acordaron designar el 2006 como “Año de la Revolución Energética en Cuba”. La designación no fue el ejercicio de un mero trámite ornamental, como podría pensar más de un escéptico del sistema cubano; de hecho, desde el mes de agosto ya se venían sustituyendo los bombillos tradicionales por los ahorradores en algunos municipios de la Isla. 2006 fue un año, sin duda, de suma importancia para Cuba en esa y otras materias. Los trabajadores sociales, con la ejemplar ayuda de los estudiantes, se encargaron de visitar casa por casa de todo el territorio nacional con el propósito de realizar el ya mencionado cambio con costo a cargo del Estado. No quedó una sola vivienda, una sola fábrica… sin que los nuevos bombillos iluminaran su espacio. Pero la “Revolución Energética” no se limitó solamente al cambio de éstos. El Gobierno Revolucionario también sustituyó los viejos ventiladores por otros más ahorradores y eficientes. Igualmente fueron entregadas ollas y cocinas eléctricas de bajo consumo, así como refrigeradores. Los motores que arrastraban el agua de los acueductos tampoco fueron olvidados, y las grandes y deterioradas termoeléctricas fueron suplidas por nuevos grupos electrógenos que, finalmente, además de ahorrar combustible de manera considerable, acabaron con los habituales apagones que estoicamente y durante años –los del período especial- soportaron todos los habitantes de la Isla.

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La actitud de Cuba fue reconocida por diferentes organismos internacionales. La prestigiosa Fundación para la Vida Silvestre –WWF, en inglés-, por ejemplo, señaló a Cuba como el único país de la tierra que cumplía con los requisitos mínimos de desarrollo sostenible. Por otra parte, Cuba no se limitó a operar únicamente en su propio territorio. Fiel a su política internacionalista y al igual que con otros importantes sectores –como la salud o la enseñanza-, Cuba echó –y está echando- una desinteresada mano a no pocos países de América Latina y el Caribe. En Europa, el cambio de bombillas no será costeado por los Estados, mucho menos se encargarán los trabajadores sociales de repartirlas por las casas; pensar que los estudiantes pudieran echar una mano en el reparto sería una quimera… Y es que la diferencia entre Cuba y Europa es abismal. Cuba es socialista, y los Estados europeos están infectados de capitalismo, cuya principal seña de identidad, como todos sabemos, es el imperante egoísmo. Europa se suma a una iluminación de menos consumo, pero, en el caso de que cumpla el plazo previsto para finalizar el cambio, lo hará con diez años de retraso.

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Ecuador

Nuevo territorio libre de analfabetismo Baraguá

Paco Azanza Telletxiki

2009/09/08

Que América Latina está viviendo tiempos de cambio es un hecho incuestionable, como lo demuestra el que desde 2005 hasta el presente 2009 cuatro de sus países hayan conseguido librarse del flagelo que supone el analfabetismo. Cuba ya lo logró en 1961; en 2005 Venezuela; Bolivia tres años después; en junio del año en curso Nicaragua, y el martes de esta misma semana ha sido Ecuador el país protagonista. Cuando en agosto de 2007 Rafael Correa se propuso la meta de erradicar el analfabetismo en el país que gobierna, el índice de iletrados era del 9,3% -unas 420.000 personas mayores de 15 años-, aunque algunas provincias, tales como Cotopaxi, Chimborazo, Bolívar y Manabi registraban el 19%. Con el propósito de conseguir una mayor eficacia, la campaña de alfabetización contó con cinco subprogramas: El “Manuela Saenz”, que fue dirigido a la población mestiza; el “Cordón fronterizo”, diseñado para los iletrados de las nueves provincias sitas en zonas limítrofes con Colombia y Perú; “Dolores Cacuango”, en idioma kichwa, para comunidades indígenas y campesinas; “Voluntad”, utilizado por reclusos de 34 centros de rehabilitación del país, y el “Capacidades diferentes”, que se dedicó al trabajo con los discapacitados, recurriéndose, en este caso, al material didáctico de lectro-escritura con el ábaco y en el sistema Braille. Fue arduo el esfuerzo, pero sin duda mereció la pena, ya que luego de dos años de entusiasta trabajo se consiguió rebajar el índice de analfabetos del mencionado 9,3 al 2,7%; un 1,2% por debajo del 3,9% del total de habitantes exigido por la UNESCO para declarar a un país libre de analfabetismo. No es casual que estos logros tan importantes sólo hayan sido posibles luego de sustituir en el poder a gobiernos neoliberales. Con éstos, más dedicados a favorecer al imperialismo y a las oligarquías nacionales que al conjunto de sus gobernados, nunca hubieran sido posibles. Un ejemplo muy claro es el caso de Nicaragua. Cuando los Sandinistas derrocaron a Somoza, en el país centroamericano existía el 60% de la población analfabeta. No sin esfuerzo, los seguidores de Sandino lograron rebajarlo hasta el 11,5% -más no pudieron, pues se pasaron varios años inmersos en guerra con la contra-. En 1990 perdieron el poder y lo recuperaron tras 17 años de gobiernos reaccionarios; entonces, debido al desinterés de aquellos, el índice de analfabetismo que encontraron fue del 35%, un 23,5% más elevado del que ellos habían dejado. Finalmente, tras el regreso a la dirección del país y en poco más de dos años, lograron alfabetizar a sus iletrados. Al igual que otros muchos países, también Ecuador ha contado con la ayuda de Cuba en su empeño por alcanzar tan importante objetivo. Ya en 2004, tras un intercambio entre Fidel y el Movimiento Indígena Ecuatoriano, el país revolucionario aportó el método de alfabetización “Yo, si puedo” –también el “Yo, si puedo seguir”, destinado a los alfabetizados con el anterior método y a las personas que todavía no habían alcanzado el sexto grado-, así como asesores que, en estrecha colaboración con los coordinadores y facilitadores ecuatorianos, han trabajado de manera resuelta en recónditos lugares del país suramericano.

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El panorama latinoamericano ya no es el mismo de hace tan sólo unos años. Por más que los oligarcas se resistan a perder sus injustos privilegios, los pueblos de América Latina ya no se resignan a vivir bajo sus garras. No sería extraño, pues, que en su intento emancipador, al logro de Cuba, Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Ecuador se sumen más pronto que tarde otros países hermanos.

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Cuba, EE.UU.

Libertad para los Cinco, once años presos en cárceles del imperio Baraguá

Paco Azanza Telletxiki

2009/09/11

Desde el mismo triunfo de la Revolución, la isla caribeña ha sido víctima del terrorismo practicado por los diferentes –e idénticos, sin embargo- gobiernos norteamericanos, bien sea de manera directa a través de la CIA, o por su “dejar hacer” a los grupos reaccionarios de origen cubano que han operado impunemente desde el territorio imperialista. Los daños causados por tan siniestras actividades no han sido precisamente pequeños: 3.478 muertos y 2.099 lisiados; en cuanto a las pérdidas económicas se refiere, también éstas han sido ciertamente importantes: más de 54.000 millones de dólares. Pero me voy a centrar ahora en un espacio de tiempo concreto, con el fin de denunciar una vez más la tremenda injusticia que se está cometiendo contra los compañeros Gerardo Hernández, Ramón Labañino, Fernando González, Antonio Guerrero y René González, en todo el mundo conocidos como los Cinco. Al desaparecer la URSS y todo el campo socialista, Cuba comenzó a vivir un período de serias dificultades –el Período Especial que todos conocemos-, y es que más del 80% del comercio lo tenía precisamente con los países del Consejo de Ayuda Mutua Económica –CAME-, cuyo desmantelamiento provocó una caída brusca de la economía cubana de entre el 35 y el 50%, con sus lógicas y adversas consecuencias para la población revolucionaria. En aquella situación de carencias materiales extremas, con el incremento poco común de la emigración en precarias balsas hacia las costas de Estados Unidos, con disturbios callejeros y saqueos de comercios en la capital del país –inexistentes hasta aquel 5 de agosto de 1994 en Cuba revolucionaria-... la contrarrevolución, esta vez con más convencimiento por su parte, volvió a asegurar que había llegado “la hora final de Castro” tan repetidamente anunciada. Pero cuán lejos de la realidad estaban los perversos deseos de aquellos mercenarios del imperio norteamericano. Una vez más, la gusanera de Miami a través de sus fascistas voceros se equivocó y, para su desgracia –no para la inmensa mayoría de la población cubana-, “la hora final de Castro” dura ya muchos años. Aquel 5 de agosto de 1994, la inesperada aparición del propio Fidel en el lugar de los hechos cambió radicalmente la postura de los saqueadores manifestantes. La sola presencia del carismático líder dispersó a las violentas personas que abandonaron el lugar de manera pacífica, profundamente asombradas ante la imagen captada por sus propios ojos –Fidel en persona en un lugar como aquel y en un momento como ése- y con la baba cayéndosele admirativamente a más de uno por la comisura de los labios. Arleen Rodríguez Derivet resumió el histórico hecho con estas ilustrativas palabras: “Fidel salió a las calles de una Habana apedreada y violenta sin más escudo que su dignidad y su fe en el pueblo. Y todos fuimos testigos de que a su paso la ciudad era otra de repente”. Pocos presidentes de otros países del mundo se hubieran atrevido a actuar de idéntica manera; sencillamente porque, a pesar de jactarse hasta la saciedad de haber sido

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“democráticamente elegidos por el pueblo”, les hubieran caído arriba sin ningún tipo de contemplaciones, y no precisamente para premiarles con caricias y besos. “Exactamente un año después, el 5 de agosto de 1995, la población de La Habana, y los turistas boquiabiertos, verían correr, con la fuerza de los primeros años de la Revolución, un río humano por la avenida del Malecón, que asumía conscientemente la convocatoria de demostrar al mundo la vitalidad del socialismo cubano” –el entrecomillado es de Rubén Zardoya Loureda. De modo que, a pesar de que el imperio norteamericano apretó deliberadamente con las leyes Torricelli -1992- y Helms-Burton -1996- seriamente convencidos de que los cubanos ya no resistirían durante mucho tiempo, aquel y la reacción de origen cubano que esperaban asistir al entierro del proceso revolucionario para retomar el control de la Isla, debieron de deshacer las maletas que ya tenían preparadas para regresar a Cuba; sencillamente porque, como dijera Cintio Vitier, “donde esperaban encontrar un vacío ideológico los estaba esperando el pueblo de Céspedes, de Maceo y de Martí, algo más que una ideología, una vocación concreta de justicia y libertad”. En 1994 la economía cubana llegó a emerger con un PIB del 0,7%, y, aunque lentamente, sin recortar los principales logros de la Revolución, continuó imparable hacia delante. Ajena al efecto dominó, la Revolución Cubana no se derrumbó y siguió firme sin desviar un ápice la dirección de su camino. Así que, desesperados, los gusanos decidieron desempolvar un método que, como ha quedado dicho unas líneas más arriba de este texto, ya habían utilizado en otras muchas ocasiones: el terrorismo que tanto daño ha causado al pueblo cubano a lo largo de más de cincuenta años. Se trataba de causar el mayor daño posible al sector turístico de la Isla, con el perverso propósito de ahuyentar al turismo y afectar a la economía. Así, el 12 de abril de 1997 comenzó una serie de atentados terroristas contra hoteles de Cuba, estallando la primera bomba en la discoteca “Aché”del Meliá Cohiba. La acción fue dirigida por Luis Posada Carriles y financiada por la Fundación Nacional Cubano Americana –FNCA-, radicada en Miami. Tras varios atentados de parecida incidencia, el 11 de agosto de 1997 la Junta de Directores de la FNCA, sacando pecho y de la manera más cínica posible, difundió un mensaje atribuyendo la colocación de las bombas a la “rebeldía interna que durante las últimas semanas se vienen sucediendo a través de la Isla”, y respaldó sin ambages los atentados. El 4 de septiembre hubo nuevas explosiones. Los hoteles afectados fueron el Copacabana, Chateau y Tritón, así como en La Bodeguita del Medio. Este fue, sin duda, el día más siniestro de aquella cadena de atentados, ya que en el primero de los hoteles falleció como consecuencia de la explosión el turista italiano Fabio di Celmo. Cuba, a través de la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana –SINA-, llegó a enviar numerosas notas al gobierno yanqui para ponerle al corriente de los hechos, ya que era un problema no sólo de Cuba sino también de los Estados Unidos. Éstos, por cierto, agradecieron la información recibida. La campaña terrorista llegó a cobrar tintes verdaderamente dramáticos, y es que los investigadores cubanos obtuvieron fidedigna información de que existían planes muy avanzados para atentar contra aviones de pasajeros con turistas que viajan desde y hacia Cuba. Los fantasmas del atentado del avión despegado en Barbados volvieron a hacer acto de presencia en la memoria de los cubanos. Obviamente había que tratar de impedir una reedición de aquel crimen cometido en 1976, con un saldo de 73 víctimas mortales, cuya autoría intelectual precisamente recayó en la siniestra persona de Luis Posada Carriles. En abril de 1998 y durante una de sus innumerables estancias cubanas, Gabriel García Márquez comentó a su amigo Fidel sobre la posibilidad que tenía de entrevistarse con el presidente William Clinton en el transcurso de un próximo viaje a los Estados

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Unidos –en septiembre del año anterior ya lo había hecho-. En aquella conversación surgió la idea de que el escritor colombiano le hiciera llegar un mensaje confidencial de Fidel, sobre el siniestro plan terrorista que Cuba acababa de descubrir y que he comentado unas líneas más arriba. García Márquez fue recibido en la Casa Blanca el 6 de mayo, pero no por el presidente sino por Thomas McLarty –un estrecho colaborador de Clinton- y tres altos funcionarios del Consejo Nacional de Seguridad –NSC-: Richard Clarke, James Dobbins y Jeff Delaurentis. Los cuatro leyeron el mensaje, y la parte que hacía referencia al plan terrorista los impresionó a todos. El escritor dejó caer una sugerencia de Fidel, no incluida en el texto, sobre si sería posible que el FBI hiciera contacto con sus homólogos cubanos para aunar esfuerzos en la lucha contra el terrorismo; los interlocutores del presidente imperialista la recogieron. Finalmente acordaron ponerse a trabajar en el asunto, y Gabriel García Márquez salió de la Casa Blanca con la impresión de que su esfuerzo había merecido la pena, convencido de que el mensaje llegaría a manos del presidente. Siguió el intercambio de notas entre el MINREX y la SINA. El 15 de junio de 1998 llegó a La Habana una delegación del FBI para reunirse con las autoridades cubanas. Las reuniones se efectuaron los días 16 y 17 y, en el transcurso de ellas, los cubanos entregaron abundante y precisa información a los norteamericanos. La delegación del FBI valoró muy positivamente la documentación recibida y, antes de abandonar Cuba, se comprometió a responder en la mayor brevedad posible sobre el análisis realizado a estos materiales. Pero pasaron los días, las semanas… e incluso los meses sin que sólo se recibieran escasas noticias, todas ellas sin la menor trascendencia. Y he aquí que, en espera de otras más favorables, el 12 de septiembre llegó la noticia que nunca debió llegar: en lugar de perseguir y detener a los criminales, el FBI aunó todas sus fuerzas y, tras identificarlos y perseguirlos, procedió al arresto de los Cinco, quienes, poniendo en riesgo sus vidas, se habían infiltrado en las entidades fascistas de Miami constituyendo la principal fuente de información sobre las actividades terroristas contra Cuba. Sabemos que la mafia de Miami siempre ha tenido mucha influencia en el gobierno norteamericano, de modo que, enterada de los contactos existentes entre las autoridades de Cuba y Estados Unidos, se puso a obstaculizar todo avance en la cooperación antiterrorista que se llevaba a cabo. Héctor Pesquera, jefe del FBI en Miami y conocido miembro de la mafia ultraderechista, tuvo mucho que ver en la nefasta resolución del caso. Los niveles más altos del FBI acabaron cediendo ante el empuje y las influencias de la mafia terrorista, lo mismo que el presidente de los Estados Unidos y el Congreso de Seguridad Nacional. Lo curioso del caso es que, mientras Pesquera se dedicaba a perseguir y arrestar a los Cinco, no pocos de los participantes de los atentados contra las Torres Gemelas de Nueva York residían y se entrenaban sin sobresaltos en la Florida, el área que estaba bajo la responsabilidad de Pesquera. Los cinco Héroes de la República de Cuba, título que les otorgó su pueblo siempre agradecido, lograron abortar unos 170 atentados contra el país revolucionario, alertando a tiempo a las autoridades de La Habana. Tras su detención, los Cinco fueron acusados de espionaje -sin la aportación de ninguna prueba que certificara la acusación, porque no existen ni pueden existir-, y, mediante un juicio farsa, fueron condenados a injustas y alucinantes penas: -Gerardo Hernández Nordelo: dos cadenas perpetuas más 15 años. -Ramón Labañino Salazar: una cadena perpetua más 18 años. -Antonio Guerrero Rodríguez: una cadena perpetua más 10 años. -Fernando Rodríguez Llort: 19 años. -René González Seheweret: 15 años.

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El ensañamiento contra los Cinco no se limita sólo a las penas aplicadas –nadie por el delito que se les atribuye a los cubanos y no han cometido, ha sido condenado a cadena perpetua en los Estados Unidos-, sino también al mal trato que reciben tanto ellos como sus familiares por parte de la administración imperialista. A Adriana Pérez y Olga Salanueva, esposas de Gerardo Hernández y René González respectivamente, el gobierno de los Estados Unidos nunca les ha concedido una visa para poder visitar a sus maridos. En otros casos, como el de Elizabeth Palmeiro, esposa de Ramón Labañino, han llegado a conceder la visa 18 meses después de solicitada. Cínica como ella sola, la Secretaria de Estado, Hillary Clinton, llegó a decir que la visita de Adriana –la esposa de Gerardo“constituiría una amenaza a la estabilidad y seguridad nacional de los Estados Unidos”. Especialmente sangrante es que mientras los Cinco permanecen presos, Luis Posada Carriles, Orlando Bosch y otros conocidos terroristas se pasean tranquilamente por las calles estadounidenses. El 15 de junio de 2009 y sin dar ninguna explicación, la Corte Suprema anunció que no revisaría el caso de los compañeros cubanos. Una vez más, la derecha más reaccionaria de Miami consiguió justo lo que quería; los jueces del más alto tribunal de los Estados Unidos se plegaron a sus perversas demandas, accediendo igualmente a la petición de su gobierno, el presidido por Obama. Estamos frente a un nuevo 12 de septiembre sin que se haya hecho justicia con los Cinco. Son once ya los años privados de libertad en cárceles del imperio. Que la digna entereza que ellos profesan nos sea contagiada a las muchísimas personas que creemos en su inocencia. Ante la falta de humanidad en la dirigencia imperialista, sólo empujando con fuerza y entre todos lograremos derribar los muros de la injusticia que los mantiene presos.

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Cuba

Sentido fallecimiento de Juan Almeida Bosque, Comandante de la Revolución Baraguá

Paco Azanza Telletxiki

2009/09/13

El pasado 12 de septiembre

tuvimos conocimiento de una triste noticia. El Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y la Dirección del Estado informó de la muerte, el día 11 a las 23,30, hora cubana, del Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque. Nacido en La Habana el 17 de febrero de 1927, se incorporó a la lucha contra la tiranía tras el golpe de Estado del 10 de marzo de 1952. En 1953 fue uno de los asaltantes al cuartel Moncada. Detenido durante la acción, junto a no pocos de sus compañeros, fue encarcelado en la prisión de Isla de Pinos, actual Isla de la Juventud. Amnistiados todos los moncadistas presos, debido a la presión ejercida por el pueblo contra el tirano, viajó a México, desde donde, el 2 de diciembre de 1956 regresó a Cuba a bordo del yate Granma con el objetivo cumplido de derrocar a Fulgencio Batista, presidente títere al servicio del imperialismo yanqui. El 28 de mayo de 1957 y con grado de capitán, fue herido en el conocido combate de El Uvero. El 27 de febrero de 1958 fue ascendido a Comandante del Ejército Rebelde y, después, nombrado jefe del III Frente Oriental Mario Muñoz Monroy, del que fue fundador y en cuyo Mausoleo, en fecha aún por determinar, serán inhumados sus restos mortales. Triunfada la Revolución, durante la invasión mercenaria de Playa Larga y Playa Girón, el Comandante en Jefe lo situó al frente de las provincias centrales. Debido a sus méritos y a su indiscutible capacidad como dirigente, el Comandante fallecido ocupó numerosos cargos a lo largo de más de cincuenta años: fue jefe de la fuerza aérea, viceministro de las FAR, diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular, vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, miembro del Comité Central y del Buró Político del Partido Comunista de Cuba –PCC- y presidió la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana –ACRC-. Igualmente, fue merecedor del Título Honorífico de Héroe de la República de Cuba, así como de la Orden Máximo Gómez de primer grado, entre otras condecoraciones. El del compañero Almeida ha sido un fallecimiento muy sentido, tanto dentro como fuera de la Isla. Ahora mismo, en el momento en que escribo estas líneas, el pueblo cubano está inmerso en un Duelo Oficial –de 8 de la mañana a 8 de la noche del domingo día 13- como reconocimiento y homenaje al Comandante que inevitablemente se nos fue, pero con el pleno convencimiento de que “¡Aquí no se rinde nadie!” y quedándose para siempre en el corazón de su gente, en la memoria viva de su pueblo.

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Cuba

Mentiras de la reacción sobre el uso de Internet en Cuba Baraguá

Paco Azanza Telletxiki

2009/09/19

No es nada difícil coger en las manos cualquier periódico de la reacción y, si estos dedican algún espacio de sus páginas a informar sobre Cuba, observar cómo las noticias son escandalosamente tergiversadas con el único y perverso objetivo de desacreditar a su Revolución. Estos días, algunos de ellos han difundido noticias acerca del fenómeno de Internet en el país revolucionario. Resulta que, a través de la Gaceta de Cuba, se ha anunciado la extensión del servicio de Internet a las oficinas de Correos, y no pocos de los citados medios de comunicación han aprovechado la ocasión para difundir la noticia desde el ángulo tergiversador que a sus dueños –los grandes capitalistas- les interesa. Así, han tenido la desvergüenza de anunciarlo no como un paso más en el empeño de Cuba por acceder a Internet de la manera más amplia posible, sino como “una suavización de las restricciones en Internet que el Gobierno de Cuba impone a sus gobernados”, lo que es totalmente falso. Producto de tan nefastas manipulaciones, existe fuera de la Isla la errónea y generalizada creencia de que la ciudadanía cubana no tiene acceso a Internet –o la tiene muy restringida- como medida represiva del Gobierno, que “no quiere que sus gobernados tengan comunicación directa con el resto del mundo”. Nada más ridículo e incierto, sin embargo. El gobierno cubano siempre ha procurado justo lo contrario. Ya en 2004, de las 300.000 computadoras que existían en el país, el 65% estaban conectadas en la red; se contaba con 750 sitios de Internet; 480.000 cuentas de correo electrónico –miles de ellas con acceso a los servicios de Internet-; toda la prensa nacional y local estaban en Internet, incluidas las estaciones de radio y segmentos de televisión. Sobra decir que, de ese tiempo a esta parte, los datos que acabo de aportar han crecido considerablemente –las computadoras existentes, por ejemplo, doblan con creces la cifra arriba anunciada-. Todas las escuelas y universidades cubanas están equipadas con computadoras. Como anécdota diré que, hace cinco años, existían 99 escuelas con un solo niño como alumno. Pues bien, en todas esas escuelas también se contaba con la correspondiente computadora y su respectivo maestro. Los Joven Club de Computación y Electrónica –JCCE- surgieron el 8 de septiembre de 1987. Los más de 600 que con tecnología punta hoy existen repartidos entre los 169 municipios del país, están al alcance de todos sus habitantes con acceso gratuito a Internet. Contrariamente a lo que se piensa, el Gobierno cubano siempre se ha esforzado en acceder a estas tecnologías para revertirlas en el desarrollo de la sociedad. Y los impedimentos con que siempre ha contado por parte de los imperialistas yanquis, que son los que deciden quienes acceden al sistema creado por ellos, no han sido pocos. De rápida expansión, el fenómeno de Internet es todavía reciente y tiene un impacto indiscutible en el desarrollo del mundo actual. Creado en Estados Unidos a la sombra de proyectos militares, fue desarrollado posteriormente con el objetivo de

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democratizar el conocimiento, la información y las tecnologías del mundo; objetivo que, por supuesto, no ha sido alcanzado, porque sólo algo más del 10% de la población mundial tiene acceso a Internet, siendo cerca del 90% de éstos habitantes del llamado Primer Mundo. Cuba contaba con recursos humanos para hacerlo, pero llegó tarde a Internet, y no precisamente por antojo de su gobierno. La primera conexión la logró en 1994, y la consiguió a través de un tercero país debido a las trabas impuestas por el bloqueo norteamericano. Y es que en mayo de aquel año, los yanquis, dominadores de la red de redes, liberaron los sitios que estuvieron bloqueados al acceso desde la Isla. Pero no fue hasta 1996 cuando el gobierno estadounidense permitió a Cuba el pleno acceso a la navegación de Internet. Lo cierto del caso es que, inspirado en el Carril II de la Ley Torricelli, Estados Unidos permitió finalmente la conexión porque consideró importante que Cuba la tuviese, para poder utilizarla como herramienta dedicada a subvertir a la Revolución. La inversión que el país requiere para optimizar el uso de Internet no es precisamente pequeña. Cuba ha tenido que hacer un esfuerzo económico, aún insuficiente, mucho más grande que nadie, porque ante la imposibilidad de adquirir los medios indispensables en los Estados Unidos, lo ha tenido que hacer en mercados de otros países más lejanos y caros. Cuba va avanzando en la medida de sus posibilidades, y la anunciada extensión a las oficinas de Correos es prueba inequívoca de ello. Se debe tener muy en cuenta que, debido al bloqueo que sufre el pueblo de Cuba desde hace ya cinco décadas, el uso de las instalaciones submarinas de cable de fibra óptica que Estados Unidos tiene alrededor de la Isla no están disponibles para el uso de los cubanos. A Cuba no le quedó otra alternativa que conectarse a través de satélites, y eso supuso un costo mayor y unas velocidades de conexión muchísimo más bajas, que se traducen a un uso más limitado y menos eficiente. Pero sucede que Cuba es un país socialista y, en vez de privilegiar sólo a un puñado de habitantes, se esmera en llevar a cabo un modelo alternativo de desarrollo de Internet completamente alejado del uso individualizado, apostando por el más amplio uso social, como lo demuestra su utilización en la ciencia y la técnica, la salud, la educación, los medios de comunicación, así como en el desarrollo de las más importantes ramas de la economía. Es el gobierno yanqui, pues, quien restringe deliberadamente el uso de Internet al pueblo cubano, y no la dirigencia que gobierna a éste, como informa de manera tendenciosa la reacción mundial en sus poderosos medios de comunicación. No obstante, Cuba tiene firmado un convenio con la hermana Venezuela para instalar cable de fibra óptica bajo el mar entre ambos países, operación que se espera finalizar en 2010. Este hecho no supondrá la solución definitiva a los problemas existentes, pero sin duda mejorará la calidad y cantidad de conexión a Internet desde la Isla.

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EE.UU, America Latina

Injustificada condescendencia para con un presidente imperialista Baraguá

Paco Azanza Telletxiki

2009/10/01

Dicen de Barack Obama que es un presidente más correcto, más inteligente…, menos prepotente que su predecesor, George W. Bush, lo que, dicho sea de paso, tampoco creo que sea algo digno de admiración. Y es que superar a Bush en corrección e inteligencia no implica el sometimiento a grandes esfuerzos por parte de quien quiera o aspire a superarle; además, con el actual panorama mundial y sobre todo latinoamericano, ¿es acaso procedente para el nuevo inquilino de la Casa Blanca exhibir la misma pose chulesca que el anterior? Es obvio que no; más habilidoso que Bush, prefiere utilizar otro tipo de herramientas para encandilar a sus adversarios, como son el estilo campechano y las buenas palabras, por ejemplo, aunque en el fondo cuando las utiliza esté pensando en la consecución de los mismos y perversos objetivos que el otro. Las palabras de Obama viven en constante contradicción con los hechos que provocan sus propias decisiones. Pero es que a veces hasta las palabras que salen de su boca se contradicen unas a otras en cuestión de pocos segundos. En la última cumbre de la OEA –Trinidad y Tobago, abril de 2009- expresó, en medio de un discurso repleto de demagogia, que a partir de ese momento Estados Unidos apostaba por una nueva relación sin imposiciones ni injerencias con los países de América Latina y el Caribe. Casi a renglón seguido, ante la demanda de todos los países miembros allí presentes para que levantara el ilegal Bloqueo que desde hace cincuenta años vulnera los derechos humanos de todo un pueblo, el presidente imperialista condicionó que para eso primero es Cuba quien tiene que hacer gestos, tales como liberar a los disidentes –mercenarios a sueldo del propio imperio- y permitir el reestablecimiento de la democracia, que en su “idioma” no es otra cosa que reinstaurar la economía de mercado que permita nuevamente el saqueo de la Isla por parte del imperialismo yanqui. ¡Y eso que acababa de anunciar y proponer nuevas relaciones desde el respeto mutuo, sin injerencias de ninguna clase! No es la única vez que se contradice de tan escandalosa manera. ¿Se puede acaso establecer una nueva relación con América Latina implantando siete bases militares en Colombia, y ahora otras dos en Panamá? ¿Se pueden creer las promesas de Obama jugando un papel tan nefasto, por tibio y ambiguo, en el caso de Honduras? ¿Debemos pensar que Obama tiene buenas intenciones cuando el pasado 15 de junio y plegada a su demanda la Corte Suprema anunció que no revisaría el caso de los Cinco? ¿Es creíble su buena disposición cuando escudado en el “interés nacional de Estados Unidos” acaba de anunciar la renovación de las sanciones, ya mencionadas en este escrito, contra Cuba? Si pretende relaciones amistosas, ¿para qué se empeña en exhibir amenazante a la IV Flota? ¿Por qué a pesar de prometer el cierre de los centros de tortura y detención ubicados de manera ilegal en territorio guantanamero aún no los ha cerrado? La base naval de Guantánamo todavía alberga a unos 240 detenidos, y, según recientes declaraciones del secretario de Defensa de Estados Unidos, Robert Gates, confirmadas por el propio Obama, será muy difícil que el centro se cierre antes de la fecha límite –el 22 de enero de 2010anteriormente anunciada. Sobra decir que de devolver a sus dueños naturales el territorio

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usurpado hace ya 106 años, nada de nada. En cuanto a las guerras de Iraq y Afganistán… casi mejor ni opino. Me dirán que Obama ya ha tenido buenos gestos, que en el caso concreto de Cuba ya eliminó las restricciones de viaje de los cubanos residentes en Estados Unidos, o del envío de remesas de dinero a sus familiares de la Isla. A este respecto se debe aclarar un detalle que, aunque anecdótico, considero importante. Como beneficiarios de estos envíos están excluidos los miembros del Gobierno de Cuba y los del Partido Comunista de Cuba. Si tenemos en cuenta que el Gobierno cubano es elegido por un Parlamento que, a su vez, es elegido por la inmensa mayoría de la población de manera consciente y democrática, y que el Partido por ser vanguardia de la Revolución está estrechamente ligado a las masas, la citada exclusión no es más que otro ejercicio de descarada injerencia por parte del gobierno yanqui para con el pueblo cubano, ya que se arroga el derecho de “premiar” a la “sufrida población” para “castigar” a los “causantes de tales sufrimientos” ;obviando, por supuesto, que en Cuba pueblo y Gobierno son una misma cosa. Nadie se olvide que la población cubana ya eligió hace rato al socialismo como sistema sociopolítico, y que cada cinco años –de manera consciente y democrática, insisto- también elige a sus máximos dirigentes. Últimamente, a Obama le ha dado por utilizar en no pocas ocasiones la palabra multilateralismo, abogando por él como herramienta imprescindible para enfrentar y resolver los problemas que acechan al mundo. Lo ha hecho recientemente durante la 64 Asamblea General de la ONU, cosechando injustificados aplausos, y de alguna manera también durante en la pasada Cumbre del G-20, en Pittsbugh. Pero, una vez más, tamaña contradicción la del señor Obama, tremendo ejercicio de cinismo. El imperialismo yanqui siempre ha sido el más furibundo enemigo del sistema multilateral, y, con él como presidente, también lo sigue siendo, como lo demuestra estos dos ejemplos que cito a continuación: El primero es que prácticamente todos los países de América Latina se han pronunciado en contra de la ya mencionada implantación de las bases militares yanquis en Colombia; a nivel colectivo lo han hecho también la ALBA, UNASUR y otros. Pues bien, Obama y su equipo han hecho caso omiso al sentir de aquellos y éstos, y siguen adelante con el proyecto. El otro ejemplo se refiere a que el Bloqueo norteamericano contra Cuba ha sido rechazado por nada más y nada menos que 185 países. Pero como acabo de decir unas líneas más arriba, también haciendo caso omiso al sentir de la inmensa mayoría de los países, en este caso concreto de todo el planeta, Obama renovó la sanción el pasado 11 de septiembre. Y es que, en realidad, cuando el presidente norteamericano utiliza la palabra multilateralismo, al igual que con el término “Comunidad Internacional”, se está refiriendo únicamente a un puñado de privilegiados países, descartando de humillante manera a todos los demás. Oigo y leo muy a menudo que Barack Obama quiere hacer bien las cosas, pero que encuentra fuerte oposición por parte de la extrema derecha norteamericana para poder gobernar como él cree que debe de hacerlo. Puede que sea cierto, y quizá eso explicaría el “divorcio” existente entre sus palabras y sus hechos, pero de ninguna manera justificaría la no materialización de sus “buenas intenciones” tan repetidamente anunciadas. Si mal no recuerdo, Obama es el presidente de los Estados Unidos que más dinero ha recaudado y utilizado en campaña electoral; y no cabe la menor duda de que la inmensa mayoría de ese dinero procedió de las “donaciones” realizadas por los grandes capitalistas. Sabiendo más que de sobra que en esos casos la palabra donación significa realmente inversión, ¿acaso Obama estaba en disposición de anunciar tantos cambios que irremediablemente perjudicarían a los grupos de inversionistas que tanto le han apoyado para llegar a la Casa Blanca? Sinceramente, creo que no. Pero, entonces, ¿por qué lo hizo? ¿Acaso no es mentir prometer un cambio a sabiendas de que éste no se va a poder llevar a

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cabo? Hace unos días estuvo peleando por reformar el sistema de salud de su país; el resultado, de momento al menos, ha sido nulo. Y es que a los mencionados “inversionistas” lo que les interesa es que les cuadre las cuentas, no que casi cincuenta millones de norteamericanos, que carecen de seguro médico, puedan acceder al sistema de salud en caso de necesitarlo. Este tipo de comportamientos invita a pensar que quizá Obama no sea tan inteligente como se dice, o simplemente que la bondad que tan a menudo se le atribuye no sea tal, lo que encajaría mucho mejor con su verdadera condición de presidente imperialista. Con Bush a la cabeza, la reputación de Estados Unidos en el mundo cayó en picado. No sería descabellado, pues, pensar que Obama –negro, apuesto… y excelente “encantador de serpientes”- sea realmente un as salido de la manga del imperio para lavar su maltrecha imagen, en un intento, quizá hasta desesperado, de no perder su ya no tan clara hegemonía. Se habla mucho del Obama bueno y del Obama malo, y creo que, en verdad, la dualidad del presidente es manifiesta. Obama se transforma en “doctor Jekyll” en todas sus comparecencias públicas –eso explica que numerosas personas nada sospechosas de simpatizar con el imperio, a día de hoy todavía le otorguen un margen de confianza bastante importante-. Pero su verdadera condición, la que realmente decide -siempre en beneficio de los ricos para desgracia de los pobres-, no es otra que la del malvado “mister Hyde”. En la novela de Robert Louis Stevenson, éste último acaba imponiéndose sobre el “doctor Jekyll”; es decir, tras un encarnizado tira y afloja, es el Bien quien se somete al Mal. Está por ver cómo acabará la historia en la novela que protagoniza el actual inquilino de la Casa Blanca; ¿se impondrá finalmente “Obama Jekyll” sobre “Obama Hyde” o viceversa? En cualquier caso, a día de hoy se me antoja injustificada la condescendencia para con un presidente imperialista, porque lo cierto es que, a pesar de sus “buenas intenciones”, Obama sigue apostando por la misma política hegemónica, imperial e injerencista que sus predecesores. Eso es algo tan evidente que, creo, no permite la más mínima duda. Y es que, más que les pese a los encantados por la música celestial de “Obama Jekyll”, mientras el imperio sea imperio, sus presidentes siempre serán imperialistas. La tan cacareada bondad de Obama tendrá que ser demostrada con hechos, y no únicamente con amables sonrisas y bellas palabras.

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Cuba

Último adiós para Cintio Vitier, “un poeta sencillamente enamorado de su patria” Baraguá

Paco Azanza Telletxiki

2009/10/04

El pasado jueves, día primero de octubre, recibimos una mala noticia procedente de Cuba. Acababa de morir, en horas de la tarde, el destacado poeta, crítico, novelista y ensayista Cintio Vitier; una pérdida sentida, sin duda, e irreparable. Nacido en Cayo Hueso –el 25 de septiembre de 1921- Vitier dedicó toda su vida a la cultura cubana, lo que se tradujo al ingente e ininterrumpido trabajo realizado en diferentes ámbitos del diario acontecer cultural de la Isla. Así, llegó a trabajar en la dirección de diferentes revistas, como la Nueva Revista Cubana, de la Dirección de Cultura del Ministerio de Educación; fue profesor de literatura Cubana e Hispanoamericana, y dirigió el Departamento de Estudios Hispánicos; también desempeñó la labor de investigador en el Departamento de Colección Cubana de la Biblioteca Nacional… Cabe destacar que, como buen martiano que era, estudió y promocionó de manera eficiente la obra del Apostol. Precisamente, desde el Centro de Estudios Martianos, comenzó a dirigir la edición crítica de las Obras Completas de Martí. Las creencias cristianas de Cintio Vitier no le impidieron participar activamente en el proceso revolucionario, todo lo contrario. Recién triunfada la Revolución, redactó el documento de adhesión a ésta de los intelectuales y artistas cubanos. Vitier siempre opinó que la Revolución es el único esfuerzo real que se ha realizado en Cuba por llevar a cabo el mandato de Cristo de hacer justicia con los pobres, rechazando la inhumana explotación a éstos por parte de los ricos. Cintio Vitier fue durante años diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular. Su obra literaria, amplia e importante, le hizo merecedor, en 1988, del Premio Nacional de Literatura. También ese mismo año y por su enorme contribución a la cultura nacional, fue condecorado con la Orden Félix Varela. Ocho años después, en aquella ocasión por sus méritos patrióticos, el compañero Fidel, en representación del Consejo de Estado, le impuso la Orden José Martí, máxima condecoración en Cuba. En el fondo de una maleta, en el interior de alguna mochila… o, simplemente, en el bolsillo de un pantalón o de una camisa, los libros de Cintio Vitier, así como los de otros muchos autores, han contribuido a hacerme la vida más hermosa y agradable, viajando conmigo en no pocas ocasiones. Afortunadamente, tuve constancia de la existencia de su quehacer creador hace ya bastantes años, lo que, sin duda, me permitió aprender disfrutando con la lectura de sus escritos. Por considerarlos títulos importantes dentro de su abundante producción literaria y, quizá también, por haberlos leído en momentos bastante significativos de mi propia existencia, siempre recuerdo con especial relevancia a un puñado de ellos. Citaré solamente a algunos: Su novela Rajando la leña está, un homenaje a la música cubana, la leí prácticamente de un tirón, bajo una noche holguinera y mientras cuidaba a un compañero enfermo que, como habían pronosticado los médicos que le atendieron, murió pocos días después; en años del Período Especial, Nupcias, hermoso libro de poemas dedicado a Fina García Marruz –excelente poeta y esposa de Cintio desde 1947-, me

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acompañó en varios de mis traslados dentro y fuera de la Isla, haciendo más llevaderas las siempre tediosas esperas en terminales de ómnibus y aeropuertos, o en cunetas de carretera en espera de algún carro, camión o guagua que acertaran a pasar; Resistencia y Libertad es un volumen que reúne a nueve textos previamente leídos por su autor en diferentes espacios y circunstancias; especialmente emotiva me resultó la lectura de Che Material, un poema publicado en el número 10 de “Contracorriente” y fechado por Cintio en octubre de 1997, refiriéndose al regreso de los restos mortales del Guerrillero Heroico a Cuba; y finalizo esta breve exposición de su obra citando a Ese Sol del Mundo Moral, un libro que se define como un “esbozo para una historia de la eticidad cubana”. Personalmente, pienso que ésta es una obra de Cintio que siempre se debe tener a mano. Leída por mí hace ya bastante tiempo, recurro a ella muy a menudo para recordar o satisfacer ciertas necesidades. Hace unos años, el compañero Roberto Fernández Retamar –cuyos poemas y ensayos también me han acompañado en infinidad de ocasiones- dijo que para él Cintio Vitier era el “Presidente de la República de las Letras en Cuba”. Pero, humilde como era, el aludido y recientemente fallecido intelectual prefería autodefinirse como “un poeta sencillamente enamorado de su patria”.

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Estado español

Pese a la congelación de su presupuesto, los inquilinos de la Casa Real no pasarán frío el próximo año Baraguá

Paco Azanza Telletxiki

2009/10/06

Hace unos pocos días, las autoridades españolas hicieron pública la decisión de congelar el presupuesto destinado anualmente a los gastos de la Casa Real. De modo que, al parecer, el próximo año la realeza contará con la misma cantidad de millones de euros que en el actual ejercicio: 8,9. Una cifra que, aun congelada, seguirá proporcionando calor, mucho calor y nunca frío a los inquilinos del palacio de La Zarzuela, con el heredero del Caudillo a la cabeza. La noticia tuvo especial relevancia en los medios de comunicación reaccionarios – casi todos-, que subrayaron hasta la saciedad la “buena predisposición” del propio monarca al no aumento de la citada partida económica destinada, como todos sabemos, al mantenimiento de su familia y palacio, tal y como establece el artículo 65 de la intocable Constitución española. La “generosidad” del Rey fue presentada como tremendo ejemplo de solidaridad en medio de la crisis que golpea a los habitantes del ibérico país –a unos más que a otros, por supuesto-, y también del resto del mundo. Pero, ¡vaya un detalle el de Juan Carlos de Borbón! ¡Como si hubiera renunciado a todos sus injustos privilegios y, humilde, se hubiese ido a vivir debajo de un puente! ¿Qué trabajador de este país no se conformaría con un “sueldillo”, congelado o hirviendo, de 1.500 millones de pesetas al año? Conviene añadir –y de esto nada dicen los medios de comunicación- que los 8,9 millones de euros consignados en los Presupuestos Generales del Estado, para su libre distribución por parte del Rey, es muy probable que no sean la única aportación económica que la familia real reciba del Gobierno, es decir, del desfalcado contribuyente. Como lo que suceda el próximo año obviamente todavía está por ver, expondré algunos ejemplos acaecidos durante el pasado ejercicio. Poco antes de acabar el 2008 y al margen de los ya mencionados 8,9 millones, el Ministerio de la Presidencia, vía Patrimonio Nacional y ya en plena crisis económica, otorgó 3,3 millones de euros -600 millones de las antiguas pesetas- con el fin de pagar a las seis empresas privadas que fueron elegidas para remodelar el palacio de La Zarzuela. Las obras consistieron en la rehabilitación del edificio catalogado como R-15, cuyo monto económico ascendió a 1,5 millones de euros; la reforma de la piscina exterior del palacio –con 163.000 euros de gasto-; la ampliación y reforma del control de acceso al palacio -935.000 euros-; la ampliación de los almacenes de la llamada Zona P del recinto -300.000 euros-; las mejoras ornamentales en los jardines privados del palacio -30.500 euros- y, finalmente, con 78.000 euros de gasto, la renovación de las instalaciones eléctricas del palacio de Marivent, residencia veraniega de los reyes en Palma de Mallorca. Y no fueron estos los únicos ingresos añadidos a la partida económica y general que cada año el Gobierno destina al mantenimiento de la Jefatura del Estado, de la monarquía impuesta por Franco y protegida con celo por gran parte de la clase política de este país tan “sensible” y “democrático”.

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Tampoco informan los medios de comunicación que los algo más de seis millones de euros que succionan la mayor parte de los sueldos de los empleados del monarca no se financian con los 8,9 millones de euros congelados, sino con el dinero del Ministerio de las Administraciones Públicas; los viajes oficiales del Rey, la Reina y el Príncipe de Asturias tampoco restan ni un solo centavo a la citada partida, ya que estos son costeados por el Ministerio de Asuntos Exteriores; el mantenimiento de los vehículos oficiales de la Casa Real lo paga el Ministerio de Economía y Hacienda; y, para no extenderme demasiado, concluiré diciendo que los sueldos del Jefe del Cuarto Militar y los ayudantes del Rey los sufragan el Ministerio de Defensa. No mienten cuando hablan de dinero congelado, pero tampoco dicen del todo la verdad. Tras la congelada entrada de los 8,9 millones de euros, la puerta del palacio de La Zarzuela ha sido cerrada para nuevas remesas de dinero público, pero las ventanas, que son grandes y cuantiosas, siguen abiertas todavía. Demasiados e injustos privilegios para un Jefe de Estado que nunca ha sido elegido por el pueblo. No es extraño, pues, que la monarquía se sienta tan cómoda con la dirigencia española de todos estos años –con el PSOE incluso más que con el PP-, y que, en un acceso de sincero agradecimiento, el Rey, amenazante, llegara a decir: “No consiento que se hable mal de Franco en mi presencia”. Disculpen, pero tremenda confusión la mía. ¿No nos habían enseñado desde niños que de hijo de buena madre es el ser agradecidos?

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Cuba, EE.UU.

Más de 180 países expresarán su rechazo al bloqueo estadounidense contra Cuba Baraguá

Paco Azanza Telletxiki

2009/10/21

El próximo miércoles, día 28 de octubre y casi con total seguridad, la inmensa mayoría de los países miembros de la ONU se pronunciarán por décimo octavo año consecutivo por la derogación del bloqueo que el gobierno estadounidense mantiene contra Cuba. El bloqueo es ilegal de acuerdo a los preceptos de la Convención de Viena, aun entre países en guerra, e, invicta durante tanto tiempo la decisión de resistir por parte de los bloqueados, su anacrónica aplicación únicamente obedece al sentimiento de odio y venganza que el gobierno imperialista profesa hacia el pueblo libre y soberano que, hace más de cincuenta años, decidió tomar las riendas de su propio destino. Concebido casi desde el mismo triunfo de la Revolución, su primario objetivo era el de causar hambre y sufrimiento a la población cubana, para que ésta reaccionara contra su propio gobierno y, desesperada, reclamara ayuda precisamente a sus verdugos; como si los revolucionarios de la Isla fuesen bobos y desconocieran la verdadera procedencia de los males que despiadadamente les han golpeado durante todos estos años. Desposeídos de sus perversos privilegios en tierra ajena, los imperialistas yanquis pensaron que, al igual que en ridículas películas Hollywoodenses, aún podían escribir un nuevo guión que les permitiera materializar sus parásitas ambiciones. Pero se equivocaron, porque Cuba ya había decidido revolucionar el podrido sistema sociopolítico existente hasta 1959, y la valiente decisión no fue el capricho temporal de un puñado de locos, sino la legítima y acertada determinación de todo un pueblo. Pasado un tiempo, los imperialistas se dieron perfecta cuenta de que con el bloqueo causaban daño infinito al rebelde pueblo cubano, pero también llegaron a la conclusión de que, por inhumana que fuera, su obcecada política jamás serviría para rendirlo. En cualquier caso, lejos de derogarlo, decidieron mantenerlo y endurecerlo hasta límites insospechados –William Clinton, por ejemplo, llegó a afirmar que el bloqueo es “un tonto y fallido acto de proxenetismo”, pero no lo eliminó, sino que en 1996 firmó la Ley HelmsBurton; Lawrence Wilkerson, quien fuera Jefe de Despacho (2002-2005) del ex Secretario de Estado, Colin Powell, expresó que “el embargo es un fracaso total a un gran costo para el pueblo de Cuba y el pueblo de Estados Unidos”; y el propio Obama, cuando era Senador Estatal por Illinois, en 2004, opinó que se debía “terminar el embargo contra Cuba” porque “había fracasado absolutamente”-. A día de hoy, pues, el duro castigo que desde hace cinco décadas todavía mantienen contra Cuba, no puede obedecer a la esperanza de que aún puedan “recuperarla”, sino al sentimiento de odio y venganza, ya mencionado unas líneas más arriba, de un imperio que, decadente, se siente humillado y herido por no haber podido doblegar al pequeño país que, durante casi sesenta años y siempre mediante la fuerza, mantuvo a sus pies. Este heroico pueblo con su admirable comportamiento ha sido –y es- ejemplo vivo para los pueblos oprimidos, no sólo de América sino de todo el mundo. Grandísimo

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“pecado” que un imperio tan dañino y orgulloso jamás podrá “perdonar”. Ante la inutilidad de esperar un “indulto” por parte de gente tan despreciable, el pueblo cubano sabe que sólo cabe continuar con la lucha, acrecentándola en la medida de lo posible. Y es que la población revolucionaria conoce muy bien las palabras que Antonio Maceo –hoy todavía vigentes- escribió el 14 de julio de 1896: “La libertad se conquista con el filo del machete, no se pide: mendigar derechos es propio de cobardes incapaces de ejercitarlos. Tampoco espero nada de los [norte]americanos: todo debemos fiarlo a nuestros esfuerzos; mejor es subir o caer sin ayuda que contraer deudas de gratitud con un vecino tan poderoso”. Cuba no está sola en su empeño, sin embargo –aunque no todos los apoyos que reciba podrán considerarse provenientes de gobiernos realmente amigos, se verá claramente el próximo día 28-. Cuba no estará nunca sola en su reclamo de justicia por infinidad de razones, pero fundamentalmente por dos de ellas: las humildes semillas de su política internacionalista hoy son plantas vigorosas solidamente enraizadas en numerosos países del mundo; y la segunda razón –asociada de alguna manera a la primera- es que la defensa de Cuba revolucionaria es imprescindible para cualquier pueblo deseoso y necesitado de emancipación, ¡y desgraciadamente son tantos los ultrajados y oprimidos! El genocida bloqueo ha privado a Cuba de más de 96.000 millones de dólares en todos estos años, cifra que llegaría a 236.221 millones si el cálculo fuera realizado a los precios actuales del dólar; y si le añadiéramos los gastos generados por los innumerables actos de terrorismo perpetrados por la contrarrevolución y la invasión mercenaria de Playa Girón estaríamos refiriéndonos a más de 300.000 millones dólares. Un monto económico muy importante que, bien gestionado, podía haber evitado el ingente sufrimiento causado por diez presidentes yanquis a los habitantes de la Isla irredenta. La cuestión ahora es si Obama se sumará a la siniestra lista al cabo de su mandato, o será, durante el mismo –o los mismos-, quien finalmente rompa con la estúpida costumbre. De momento, a pesar de su pretendida buena disposición y bajo el ridículo argumento de obrar “en el interés nacional de Estados Unidos”, el pasado 11 de septiembre renovó las sanciones. A los que de manera intencionada tergiversan la realidad, culpando al socialismo cubano y a su Dirección de unos males claramente provocados por el imperio, no les diré nada, ni siquiera me molestaré en mostrarles el más grande de los desprecios. Para los escépticos sin malicia, que lamentablemente todavía quedan en demasía, he aquí algunos ilustrativos ejemplos que, en forma de grandes carteles y para todo aquel que quiera leerlos, se muestran visibles en diferentes lugares de la Isla: Un día de bloqueo equivale a 139 ómnibus urbanos; una semana a 48 locomotoras; tres semanas a los materiales para terminar la autopista nacional de Cuba; cinco minutos a los materiales para construir una vivienda de dos cuartos; tres días de bloqueo equivalen a la impresión de todos los libros de texto de un curso escolar; tres días a los lápices, libretas y demás materiales docentes de un curso escolar en Cuba; dos horas a todas las máquinas braille que se necesitan en toda la Isla; cinco horas de bloqueo equivalen a los dializadores anuales para todos los pacientes; doce horas a toda la insulina anual necesaria para los 60.000 pacientes de Cuba… Y podríamos seguir, ya que la lista es interminable, pero no creo que sea necesario. El próximo día 28, más de 180 países exigirán al imperio norteamericano el cese del bloqueo contra Cuba. Consolidada tan importante demanda y para que ésta sea realmente efectiva, quizá haya que exigirles nuevos pasos a sus respectivos gobiernos, si quieren que la postura que el miércoles adopten sea del todo creíble. La Carta Magna de Naciones Unidas no contempla ningún derecho a veto, ya que no menciona para nada la regulación del Consejo de Seguridad. En todo caso, lo que

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determina es la igualdad –siempre inexistente- de todas las naciones, y, además, prohíbe el uso de la fuerza militar a no ser que vaya en interés de todos los países miembros. Urge una transformación radical de la ONU; su democratización es imprescindible si no se quiere que el sentir mayoritario de la organización caiga siempre en el cubo de la basura. No se debe aceptar de ninguna manera que un solo país pueda quebrantar la voluntad de todos los demás –el pasado año 185 votaron contra el bloqueo y 3, uno de ellos con derecho a veto, a favor de mantenerlo-. Con todo, la del miércoles será una victoria importante para Cuba.

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Cuba

Camilo Cienfuegos, eternamente vivo en la memoria de su pueblo Baraguá

Paco Azanza Telletxiki

2009/10/28

Durante el primer año de la Revolución,

el pueblo cubano sufrió la dolorosa pérdida de quien, junto al Che, Raúl, Fidel y el recientemente fallecido Almeida, fuera, por méritos propios, una de las personas más queridas e importantes dentro de la misma. Obviamente me estoy refiriendo al comandante guerrillero Camilo Cienfuegos Gorriarán. Conocido también como el “Señor de la Vanguardia”, “Comandante del Pueblo” o el “Héroe de Yaguajay”. Camilo desapareció físicamente el 28 de octubre de 1959, luego de contribuir a abortar una temprana y traidora maniobra contrarrevolucionaria; pero hoy, cincuenta años después, sigue vivo en la memoria de su pueblo. El 19 de octubre de 1959, justo el mismo día en que Raúl Castro tomaba posesión como ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias -FAR-, Fidel recibió una carta del comandante Hubert Matos, en la que anunciaba su renuncia a la Jefatura Militar de Camagüey y pedía su licenciamiento. La carta, que se suponía secreta y privada, no era portadora precisamente de esos dos adjetivos cuando hubo llegado a su destino, ya que su autor, sin esperar disciplinadamente la respuesta del Comandante en Jefe, había impreso numerosas copias de ella y las había ampliamente distribuido. Con la ayuda de sus incondicionales, el contenido anticomunista de la misiva llegó a manos de gente cuya ideología era confusa, si no reaccionaria; llegó también a los oficiales del Regimiento; a las asociaciones de estudiantes y campesinos; a las direcciones provinciales de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC-Revolucionaria) y del Movimiento Revolucionario 26 de Julio…; las manos de los fiscales y otros funcionarios tampoco quedaron vacías. El propósito de Hubert Matos era el de, mediante el engaño, acumular fuerzas para transformar la situación del movimiento político, por supuesto que con él a la cabeza. Y en parte lo consiguió, ya que, inicialmente y producto del mencionado engaño, Matos llegó a conseguir una movilización política y social de solidaridad bastante importante; aunque, afortunadamente, ésta no tardo mucho tiempo en desvanecerse por completo. El hecho fue sumamente grave. Sólo la rápida e inteligente intervención de Fidel al frente de la vanguardia revolucionaria, entre la que obviamente se encontraba Camilo, así como la valiente actitud del pueblo camagüeyano en apoyo a la Revolución, pudo evitar que la tentativa conspirativa pasara a mayores. No renunciaba Matos, pues, con la pretensión de retirarse a la vida profesional, como aseguraba en su carta, sino que, disfrazado de víctima y con una imagen de “méritos mayúsculos” por él mismo previamente maquillada y difundida, procuraba asestar un golpe artero contra el naciente proceso revolucionario. La traición de Hubert Matos, que contó con el apoyo de la burguesía nacional y del gobierno de los Estados Unidos, comenzó a ser abortada la noche del 20 al 21 de octubre de 1959. El mismo día 20 Fidel redactó una carta de respuesta al traidor, y ordenó a

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Camilo que, al frente de la compañía de seguridad del Estado Mayor del Ejército Rebelde, viajara a Camagüey, adonde llegó en horas de la madrugada del día 21. Localizado Matos, el Señor de la Vanguardia le entregó la respuesta de Fidel a su carta y, comunicándole que a partir de aquel momento asumía el mando militar de la provincia, el traidor quedó arrestado. Pocas horas después y sin que nadie lo esperara, Fidel llegó a la ciudad agramontina para dirigirse a pie hacia el local de Radio Legendario y convocar al pueblo. No lo hizo solo, pues una multitud, que a cada paso aumentaba como la espuma, lo siguió durante todo el trayecto. En este lugar Camilo se reunió con Fidel, a quien informó de la gravedad de la situación política en el regimiento que, aunque bajo control, todavía existía debido a la gran confusión reinante. Nuevamente a pie y desarmados, Fidel y Camilo acompañados por la multitud que les seguían llegaron al edificio de la jefatura del distrito militar Ignacio Agramonte. Asomados al balcón, los dirigentes revolucionarios informaron al pueblo de Camagüey y a los soldados del Ejército Rebelde sobre la traición que en esos momentos se estaba neutralizando. Denunciando la conspiración reaccionaria, Fidel respondió públicamente a la carta que Matos le había enviado con el perverso propósito de justificar su actitud y desviar la atención de sus verdaderas intenciones. Siempre confiado en su pueblo, el líder de la Revolución llegó a decir en su discurso: “Había una conjura en un gran cuartel, y ¿qué pasó? Nosotros teníamos soldados numerosos. ¿Qué hicimos? Nos trasladamos a Camagüey y me apeo en mi cuartel, que es la plaza pública; me apeo en mi cuartel, que es la ciudad. Me bajo en el pueblo, porque yo sí creo en el pueblo… Se equivocaron los traidores porque no contaron con el pueblo. Lo creyeron tan ingrato como ellos, y perdieron. Se confunden, creen que el pueblo son ellos, y por eso fracasan y triunfamos nosotros […] Hombres puede haber traidores, pero no pueblos”. Después, por la tarde, el Comandante en Jefe partió hacia La Habana, y Camilo prolongó su estancia en Camagüey para ocuparse de reestructurar los mandos militares, depurar responsabilidades y seguir esclareciendo los nefastos acontecimientos. Ese mismo día y a bordo de un avión B-25, Pedro Luis Díaz Lanz –otro traidor, que había sido jefe de la Fuerza Aérea- lanzó octavillas sobre La Habana con mensajes contrarrevolucionarios, ametralló calles muy concurridas de la ciudad y dejó caer sobre las mismas un número elevado de granadas. El resultado de la agresión fue de dos personas muertas y 47 heridas. Además de criminal, Díaz Lanz demostró ser un tipo poco inteligente, porque si buscaba proporcionar apoyo a la acción sediciosa de Hubert Matos, el efecto causado fue justo el contrario, ya que lo que consiguió fue crear una enorme indignación popular nada favorable para los planes del traidor. El 22 de octubre, Camilo compareció en el canal 11 de la televisión camagüeyana e informó sobre los hechos conspirativos, explicando que existía un contubernio entre Hubert Matos, Díaz Lanz y el ex presidente provisional Manuel Urrutia Lleo con intenciones de traicionar el desarrollo de la Revolución. También respondió sin tapujos a la pregunta realizada por Matos a Fidel acerca de hasta dónde llegaría la Revolución: “Hasta dónde vamos se nos pregunta, y nosotros decimos que nosotros vamos con esta Revolución hasta el final. Vamos a realizar una verdadera justicia social, vamos a sacar a los campesinos y a los obreros de la miseria en que los tienen sumidos los intereses que hoy mueven las fuerzas de la contrarrevolución…” La actividad de Camilo y sus compañeros fue frenética durante varios días, realizando cambios en los mandos militares de la provincia, así como en la dirección del Gobierno territorial y en la del Movimiento Revolucionario 26 de Julio. El día 23, Camilo entregó los edificios del distrito militar Ignacio Agramante al Ministerio de Educación; un paso previo para, al igual que al Columbia, al Moncada y a otros cuarteles, convertirlo en ciudad escolar.

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De regreso a La Habana, el 25 de octubre participó en una reunión en la que, presidida por Fidel, se acordó convocar una concentración frente al Palacio Presidencial. Se trataba de dar respuesta a las agresiones aéreas desde el exterior –a la anteriormente narrada y a otras- y mostrar al imperio amenazante y a todo el mundo el enorme respaldo popular con que contaba la Revolución. La concentración se celebró el día 26. En el transcurso la misma y ante más de un millón de personas, discursaron varios dirigentes revolucionarios; entre ellos, por supuesto, Camilo Cienfuegos. Sería su último discurso, las últimas palabras que pronunció ante el pueblo, que lo ovacionó repetidas veces: […] “hoy se demuestra que lo mismo que supieron morir veinte mil cubanos por lograr esta libertad y esta soberanía, hay un pueblo entero dispuesto a morir si es necesario por no vivir de rodillas. Porque para detener esta Revolución cubanísima, tiene que morir un pueblo entero, y si eso llegara a pasar, serían una realidad los versos de Bonifacio Byrne: Si deshecha en menudos pedazos llega a ser mi bandera algún día, nuestros muertos alzando los brazos, ¡la sabrán defender todavía! Dicen los que tuvieron el honor de escucharle, que nunca antes los sentidos versos de Byrne sonaron tan emotivos como con la voz del comandante Camilo Cienfuegos. El 27 de octubre, el Señor de la Vanguardia lo pasó en La Habana. Camilo estaba absolutamente convencido de que Hubert Matos sentía una feroz y enfermiza envidia por Fidel, y que su traición estaba motivada por una ambición desmedida. “Debemos estar alertas –dijo a su compañero William Gálvez ese mismo día-, porque hay un grupúsculo de gente que luchó contra Batista por puestos y prebendas, pero no por hacer una verdadera revolución”. El día 28, en horas tempranas de la mañana y a bordo de un avión bimotor Cessna 310, el jefe del Estado Mayor del Ejército Rebelde volvió a Camagüey. El piloto era el primer teniente Luciano Fariñas, y completaban la tripulación el escolta de Camilo, Félix Rodríguez, y el capitán Senén Casas Regueiro. El objetivo del viaje –pensaba regresar a La Habana el mismo día- era el de concluir las actuaciones emprendidas durante su anterior viaje a la ciudad agramontina y acabar de depurar las responsabilidades. Eso es lo que hizo antes de iniciar el regreso hacia la capital del país. Camilo emprendió el vuelo a las seis y cinco de la tarde con los mismos compañeros, excepto Senén Casas Regueiro, que por la mañana había proseguido el viaje hasta Santiago de Cuba, pero ni el avión ni sus ocupantes llegaron a su destino. Al partir a Camagúey, Camilo dijo al jefe de su escolta, el capitán guerrillero Manuel Espinosa, Cabeza, que lo esperara en el mismo aeropuerto de Ciudad Libertad, que llegaría entre las siete y las siete y media de la tarde. Pasadas las ocho y preocupado por la tardanza, Cabeza puso el hecho en conocimiento de Osmany Cienfuegos, hermano de Camilo. A partir de ese momento, el revolico que se montó en todo el país fue mayúsculo. Dirigida personalmente por Fidel, pronto se organizó la búsqueda por tierra y mar con la participación de prácticamente todo el pueblo. A pesar de la intensidad de la misma –el propio Fidel llegó a decir que se había hecho lo humano y lo no humano por hallar a Camilo-, doce días después aún no se tenía noticias ni del avión ni de sus tripulantes. El 11 de noviembre el Comandante en Jefe, en comparecencia radial y televisiva, informó lo que ya era más que evidente: que el Señor de la Vanguardia había desaparecido definitivamente.

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Siete días de luto oficial se guardó por la muerte física de Camilo. La jefatura del Estado Mayor del Ejército Rebelde fue ocupada por el comandante Juan Almeida Bosque, y la jefatura de la Fuerza Aérea que ostentaba Almeida fue asumida por el comandante Sergio del Valle Jiménez. Así se resolvió el vacío de mando que provoco la desaparición de Camilo. Como cabía esperar, no faltaron las especulaciones sobre la desaparición de Camilo por parte de la contrarrevolución. Con el perverso objetivo de dividir a los revolucionarios, aquellos inventaron tremenda cantidad de mentiras; entre ellas la de que Raúl y Fidel habían ordenado asesinar al Héroe de Yaguajay, porque, siempre según los calumniadores, éste estaba en desacuerdo con el rumbo de la Revolución. Para desmontar tan infames acusación, existen infinidad de argumentos. Pero expondré las palabras pronunciadas por un individuo nada sospechoso de ser amigo del proceso revolucionario. Me refiero a Andrés Nazario Sargén, secretario general de Alpha 66, una organización terrorista que asumió la autoría de los atentados más dañinos contra Cuba: “Les voy a ser sincero. Castro es mi enemigo, pero estoy seguro que nada tiene que ver con la muerte del comandante Camilo Cienfuegos. Camilo, a quien yo admiraba enormemente, desapareció en el mar. Yo ayudé a buscar la avioneta por varios días. Y nada. ¿Qué pasó? Ese día el tiempo no era bueno. Y casi todos los pilotos con que contaba la Revolución eran aprendices. Para mi el mal tiempo y la inexperiencia del piloto fueron los responsables”. Hubert Matos fue juzgado y condenado a veinte años de prisión, condena que cumplió íntegramente. Tras su puesta en libertad abandonó Cuba, para, desde los Estados Unidos y otros países latinoamericanos, organizar campañas diversas contra la Revolución. Durante su estancia en la cárcel, Matos no perdió su vena egocéntrica y ambiciosa, todo lo contrario; hasta el punto de que no pocos de sus seguidores más leales en sus proyectos contrarrevolucionarios lo abandonaran en su miserable camino. Tremendamente carismático como era, la población revolucionaria de Cuba y de todo el mundo sintió enormemente la desaparición física de Camilo. Fidel dijo que “el consuelo que debe tener nuestro pueblo es que en el pueblo hay muchos Camilos, y Camilo seguirá viviendo en hombres que se inspiren en él, porque lo único que nosotros podemos pedirle a nuestro pueblo es que cada vez que la patria se encuentre en una situación difícil, que cada vez que la patria se encuentre en un momento de peligro, se acuerde de Camilo…” Y el Che dijo de su compañero y amigo que “la vida de hombres como él tiene su más allá en el pueblo; no acaba mientras éste no lo ordene”. Todos los 28 de octubre, los niños y las niñas de Cuba dejan momentáneamente sus escuelas y acuden a las orillas de los mares y ríos para arrojar flores a sus aguas en recuerdo del comandante guerrillero. En esta ocasión harán exactamente lo mismo, pero las actividades en todo el territorio nacional serán más emotivas, si cabe. Camilo cumple hoy cincuenta años de desaparecido; sólo físicamente, por supuesto, porque, como no puede ser de otra manera, el Señor de la Vanguardia vive eternamente en la memoria de su pueblo.

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Cuba, EE.UU.

Por décimo octavo año consecutivo… EL MUNDO CONTRA EL BLOQUEO

Fecha de votación: 28 de octubre de 2009 Composición de la ONU: 192 países Contra el bloqueo: 187 países A favor del bloqueo: tres países: EE.UU, Israel y Palau Abstenciones: dos países: Islas Marshall y Micronesia Resultado de todos los años: AÑOS 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009

CONTRA EL BLOQUEO 59 88 101 117 137 143 157 155 167 167 173 179 179 182 183 184 185 187

A FAVOR DEL BLOQUEO 3 4 2 3 3 3 2 2 3 3 3 3 4 4 4 4 3 3

AUSENCIAS 46 35 33 27 20 22 14 23 15 16 11 7 7 4 4 3 2 0

http://baragua.wordpress.com

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ABSTENCIÓN 71 57 48 38 25 17 12 8 4 3 4 2 7 1 1 1 2 2

EE.UU.

El permanente cinismo del Gobierno estadounidense Baraguá

Paco Azanza Telletxiki

2009/11/05

A los gobernantes

estadounidenses no se les puede caer la cara de vergüenza, sencillamente porque no la tienen –a la vergüenza me refiero, no a la cara-. Y en el caso de que la tuviesen, se pasarían la vida agachados tratando de recogerla del suelo –más bien del subsuelo-. Pero nada de eso, insisto, sucede con los dirigentes imperialistas. Por el contrario, ahí andan arrogantes, cuerpo erguido por bandera, aunque, tan decadentes como están, escaseen sus motivos. Cuántas veces no les habremos visto señalar con el dedo a ciertos países, acusando a sus gobiernos de antidemocráticos y castigando a toda su población por cometer tan intolerable “pecado”. A Cuba, por ejemplo, un país donde los electores no sólo eligen de manera libre y secreta sino que, además, postulan a los candidatos desde la base sin que el Partido intervenga para nada en el citado proceso; donde los dirigentes elegidos rinden cuenta periódicamente a sus electores, y éstos, mediante asamblea popular, pueden revocar sus mandatos si consideran que no les representan como creen que deben hacerlo; donde, caso insólito en todo el mundo, más del 95% de la población electoral acude a votar en todas las convocatorias electorales; donde, mediante infinidad de asambleas y referendos, la inmensa mayoría de sus habitantes tiene la posibilidad real de incidir, con su aportación, primero, y aprobación o rechazo, después, en las propuestas y decisiones más trascendentales que vayan surgiendo. No importa nada lo dicho, Cuba sigue siendo para el Gobierno estadounidense un país sin democracia, y, por lo tanto, merecedor de castigo. Ahí está el viejo y conocido bloqueo, rechazado el pasado 28 de octubre por 187 países y apoyado tan sólo por tres. ¡Qué extraña paradoja! Si en democracia es la minoría quien debe someterse al sentir de la mayoría, ¿por qué el Gobierno de los Estados Unidos sigue aplicando una sanción que además de injusta es ilegal? La respuesta no la incluyo, por obvia. Recientemente se ha dado un caso donde, por enésima vez, el cinismo de los gobernantes yanquis ha quedado de manifiesto. Me estoy refiriendo a las elecciones afganas. El pasado 2 de noviembre, la Comisión Electoral Independiente –CEI- proclamó a Hamid Karzai como presidente del país asiático. Lo llamativo del caso es que durante el proceso de la primera vuelta –en agosto de este mismo año- hubo fraude en las urnas, además de otras graves y numerosas anomalías que favorecieron a Karzai, el hombre de Bush tras la invasión norteamericana a Afganistán y ahora también de Obama. Ante tamaño e inocultable descaro, la comunidad internacional se vio obligada a forzar a Karzai a aceptar su fraude, y respaldó una segunda vuelta con Abdalá Abdalá, segundo candidato más votado, como única salida para la legitimidad del proceso electoral. Pero se precipitaron los acontecimientos. El mismo día 2, por la mañana, Ban Ki-Moon, secretario general de Naciones Unidas, llegó a Kabul para reunirse con los dos candidatos. No muchas horas después se anunció la sorpresiva y sospechosa renuncia de Abdalá Abdalá y la victoria definitiva de Karzai, cuya familia y ministerios rebosan casos de corrupción por doquier.

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Ya no importaba el “derecho de los afganos a votar” que tanto defendía Occidente un día antes. La CEI adujo que ir a una segunda vuelta con un solo candidato supondría importantes problemas de organización y seguridad, y ahí se acabó el “democrático” proceso electoral afgano. Faltaban, por supuesto, las debidas felicitaciones. El propio Ban Ki-Moon fue el primero en expresarlas; los países miembros de la OTAN hicieron lo propio con el “triunfo” de Karzai; y, cómo no, a través de su embajada en Afganistán, el Gobierno imperialista también felicitó al presidente “por su victoria en unas elecciones históricas”. No cabe la menor duda, para el Gobierno de los Estados Unidos sólo serán democráticos los gobiernos que le permitan saquear los recursos naturales y humanos que posean los pueblos. Afortunadamente y con éxito, cada vez son más los que se niegan a ser expoliados; ahí están Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua… y por supuesto Cuba que, vanguardia de todos, lleva casi 51 años de lucha.

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Cuba

Ejercicio Estratégico Bastión 2009 y Día Nacional de la Defensa Baraguá

Paco Azanza Telletxiki

2009/11/22

Somos un pueblo seriamente decidido a defenderse. “Socialismo o muerte” -Fidel-

La pasada semana,

el Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias MINFAR- anunció para los días 26, 27 y 28 de noviembre la convocatoria del Ejercicio Estratégico Bastión 2009, como parte de la preparación de la defensa que el pueblo de Cuba viene desarrollando de manera ininterrumpida a lo largo de casi 51 años. El citado ejercicio estratégico –forma superior de la preparación del país para la defensa-, que está destinado a entrenar a los dirigentes, jefes y órganos de dirección y de mando en la organización del trabajo, dará paso al Día Nacional de la Defensa, el domingo 29, en el que, como cada año y con la participación de todo el pueblo, se realizarán maniobras y ejercicios tácticos en aras de incrementar los niveles de preparación que permita enfrentar con éxito cualquier agresión armada. La mejor manera de ganar una guerra es evitándola, y eso se consigue siendo sumiso al enemigo o demostrando a éste, como medida disuasoria, que se está bien preparado para responder con eficacia a su posible agresión. Obviamente, bajo el principio expresado por Fidel de “no concebir la rendición ni la derrota en ninguna circunstancia”, Cuba eligió la segunda alternativa. Por eso, desde el mismo triunfo de la Revolución, la población cubana nunca ha escatimado esfuerzos para conseguir y consolidar la invulnerabilidad militar, perfeccionando y adaptando la defensa a las circunstancias y necesidades de cada momento. Aludiendo al ingente trabajo que este hecho supone, el compañero Raúl Castro dijo acertadamente que “más vale que derramemos ríos de sudor que ríos de sangre”. Y el Comandante en Jefe aseguró que “mientras exista el imperialismo, el Partido, el Estado y el pueblo le prestarán a los servicios de la defensa la máxima atención. La guardia revolucionaria no se descuidará jamás. La historia enseña con demasiada elocuencia que quienes olvidan este principio no sobreviven al error”. El imperialismo yanqui siempre ha sido cruel con la población cubana, pero con la llegada a la Casa Blanca de Ronald Reagan, en enero de 1980, las agresiones de todo tipo contra la Revolución se incrementaron considerablemente. Fue entonces cuando Cuba introdujo, en los planes defensivos, la concepción estratégica de la Guerra de Todo el Pueblo, resumiendo en ésta la experiencia histórica del pueblo de Cuba a través de más de 100 años de lucha, como son las luchas mambisas, la lucha clandestina, la de la Sierra Maestra en la Guerra de Liberación, Playa Girón, las luchas contra los bandidos y, por supuesto, la de las misiones internacionalistas; otras experiencias, como la vietnamita, por ejemplo, también fueron estudiadas.

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Como elementos de la nueva concepción, en 1980 se crearon las Milicias de Tropas Territoriales –MTT- integradas por hombres y mujeres debidamente entrenadas para combatir en todo el territorio nacional. Inicialmente fueron 521.305 los milicianos y milicianas preparadas, pero sólo cuatro años después, cuando el armamento requerido para la ocasión ya era realidad, la milicia aumentó a 1.069.083 efectivos –la creación y el desarrollo de las MTT permitieron reducir los efectivos regulares de las FAR, así como importantes gastos destinados a la defensa-. Para cohesionar a todos los factores y movilizar a las masas con el propósito de hacer inexpugnable cualquier territorio de la Isla, se crearon las Zonas de Defensa –más de 1.400 en todo el país. También, para la población no integrada en las FAR ni en el Ministerio del Interior –MININT-, se organizaron las Brigadas de Producción y Defensa –BPD-. La misión de estas brigadas tan importantes –constituyen la fuerza más numerosa del país-, es la de, subdivididas en grupos, participar en la defensa armada, la producción y la prestación de servicios; tienen también encomendadas la misión de cumplir tareas de defensa civil y orden interior. Ya en sus inicios se crearon más de 50.000 BPD, nutridas todas ellas por más de tres millones de habitantes. Igualmente notable fue la preparación de los Organismos de la Administración Central del Estado –OACE-, de los órganos del Poder Popular y de los estados mayores provinciales y municipales; tarea de vital importancia, ya que sobre estos últimos recae la responsabilidad de organizar y dirigir la defensa de cada territorio. Se cuenta, además, con la participación de las Tropas Especiales que, con un nivel de preparación exhaustivo, fueron creadas con capacidad para actuar de manera independiente en la retaguardia del enemigo. El Teatro de Operaciones militares tampoco ha sido descuidado durante todos estos años. Miles de obras ingenieras han sido construidas para la realización del combate, la protección de las tropas, el armamento, la población civil, la economía y las reservas de medios naturales. Estructurado en 14 Consejos de Defensa provinciales, 169 Consejos de Defensa Municipales y más de 1400 Consejos de Defensa de Zona, Cuba ha logrado alcanzar un Sistema Defensivo Territorial verdaderamente poderoso. Y es que diseñada la defensa para una guerra popular organizada en todo el país, sin frentes ni retaguardias, la alta tecnología militar del imperio valdría bien poco; los reiterados ejemplos que nos ofrece la historia contemporánea se encarga de demostrar la imbatibilidad del sistema elegido y desarrollado por los cubanos. El Día Nacional de la Defensa se celebra todos los años, y en él, desde horas bien tempranas de la mañana, participa la práctica totalidad de la población revolucionaria, hecho que supone su implicación consciente y real en la defensa del modelo sociopolítico que construye, en la defensa de su patria. En caso de agresión armada por parte del ejército imperialista, cada cubano y cubana sabe como debe actuar; sabe, en definitiva, que tiene un lugar asignado, un medio y una forma de participar en la defensa. En cuanto a los ejercicios estratégicos Bastión –como ya ha quedado dicho, forma superior de la preparación del país para la defensa-, decir que se han celebrado cuatro. El primero se realizó en 1980, el segundo en 1983, en 1986 el tercero, y el último en 2004. En ellos participan las estructuras de dirección y de mando de todo el país, desde el nivel estratégico hasta el táctico, con el objetivo de fortalecer la preparación para enfrentar con éxito una posible agresión del enemigo. Estos ejercicios estratégicos se realizan con tal minuciosidad que más complejo que ellos ya sólo es la propia guerra. Finalizado el Bastión de 2004 y tras los buenos resultados alcanzados, Fidel llegó a lamentar que, por razones obvias de seguridad, muchos de los avances conseguidos no podían darse a

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conocer a todo el pueblo. ”Hay muchas cosas hechas que no se conocen ¡y las que pueden hacerse!”, expresó. La población revolucionaria, siempre pacífica, tiene muy presente las palabras del Titán de Bronce: “Quien intente apropiarse de Cuba recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre, si no perece en la lucha”. Y es que en la Isla nadie tiembla de miedo ante las constantes amenazas imperialistas, porque, como el compañero Raúl hubo recordado, “este pueblo cuando sólo tenía un millón y medio de habitantes, incluidos mujeres, ancianos y niños, se enfrentó al ejército más poderoso que el colonialismo español tuvo jamás en este continente con cerca de 300.000 soldados”. Si cientos de miles de combatientes internacionalistas cubanos realizaron la proeza, no sólo de combatir de manera totalmente altruista en una guerra a miles de kilómetros de su pueblo y que en principio no era la suya, sino además de derrotar de impecable manera al adversario –al poderoso ejército del Apartheid, apoyado por Estados Unidos-, ¡qué no harían, junto a Todo el Pueblo, si llegara el momento de defender su propia Revolución, su propia patria! Decía Ricardo Alarcón que “el potencial agresor debe saber que jamás podrá ocupar nuestro territorio, aquí encontraría un Vietnam elevado a la enésima potencia. Lo que más deseamos es que lo comprendan a tiempo”. Y de momento lo comprenden; por eso, después de su derrota en Girón, no se han atrevido a invadir la Isla; y no precisamente por falta de ganas, sino porque saben que, debido al ingente esfuerzo realizado por su población, a día de hoy Cuba es un país militarmente invulnerable. No obstante nunca se descuidará la defensa. El Gobierno Revolucionario es muy consciente de que la necedad de algunos gobernantes yanquis y su insaciable codicia podrían afectar seria y negativamente a sus cerebros; y, cuando esto sucede –la historia esta plagada de ejemplos-, ya sabemos de qué manera tan destructiva reaccionan los dirigentes imperialistas. Los próximos días 26, 27, 28 y 29 de noviembre, el pueblo de Cuba volverá a demostrar al mundo –especialmente al imperio amenazante- que una agresión a la Isla nunca podrá ser un paseo triunfal para los agresores, sino un gravísimo error reflejado en retirada y derrota.

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Cuba, África

Cuba, África: 20 aniversario de la Operación Tributo Baraguá

Paco Azanza Telletxiki

2009/12/07

El 7 de diciembre es una fecha que nunca pasará desapercibida para el pueblo de Cuba. Ese mismo día, pero de 1896, cayó combatiendo en San Pedro, Punta Brava, el Lugarteniente General del Ejército Libertador Antonio Maceo Grajales y su ayudante, el capitán Panchito Gómez Toro, hijo del General mambí Máximo Gómez. Treinta y ocho años después y en la misma ciudad que el Titán de Bronce -Santiago de Cuba- nacía Frank Isaac País García, destacado luchador clandestino contra la tiranía batistiana. Y el 7 de diciembre de 1989, hace ya veinte años y 93 después del primer hecho aludido en este escrito, se llevó a cabo en toda Cuba la Operación Tributo. Ésta operación consistió en el traslado a la Isla de los restos mortales de más de 2.000 internacionalistas cubanos caídos en misiones en África. En medio de una gran conmoción, los combatientes repatriados fueron inhumados en los Panteones de los Caídos, acondicionados para la ocasión en cada uno de los 169 municipios del país –a cada uno en su lugar de origen, aunque el acto central fue celebrado en el Cacahual, lugar donde descansan los restos de Maceo y Gómez Toro-. Previamente, en el cementerio de la Misión Cubana en Angola, los especialistas del Instituto de Medicina Legal habían hecho un extraordinario y exhaustivo trabajo de identificación y preparación de los cadáveres. Pero, como no podía ser de otra manera, tan magna y emotiva jornada tuvo sus antecedentes que, por su enorme y positiva trascendencia, así como por el descarado empeño por parte del imperio de ocultarlos y tergiversarlos, bien vale la pena recordar. La Revolución Cubana no sólo se consagró a su propia defensa -ahí tenemos el caso de Playa Larga y Playa Girón, donde en abril de 1961 y en sólo 66 horas, el Ejército Rebelde y las Milicias liquidaron la invasión mercenaria apoyada y financiada por el gobierno de los Estados Unidos-, también se dedicó a prestar ayuda –siempre altruista- a infinidad de causas justas en numerosos países de África y de América Latina. Por la República Popular de Angola, en el transcurso de los casi dieciséis años que duró la “Operación Carlota”, [1] llegaron a pasar 377.033 combatientes cubanos. Esta nación, presidida entonces por el dirigente del Movimiento Popular para la Liberación de Angola –MPLA-, Agostinho Neto, solicitó la ayuda cubana para defender su soberanía frente a la agresión sudafricana. Agresión invasora que estaba apoyada por la contrarrevolución interna y la ayuda espiritual y material de Estados Unidos. Los yanquis –siempre tan deshumanizados- suministraron, a través de Sudáfrica, infinidad de armamento a la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola –UNITA-, organización liderada por Jonas Savimbi que arrasaba aldeas enteras y asesinó a cientos de miles de civiles, incluyendo mujeres y niños. El Frente Nacional para la Liberación de Angola –FNLA-, cuyo mercenario dirigente era Holden Roberto, también recibió ayuda norteamericana y actuaba de idéntica manera. Estados Unidos sabía perfectamente, además, puesto que ellos las suministraron a través de Israel, que el régimen fascista y racista de Sudáfrica contaba con la posesión de siete armas nucleares similares a las que ellos lanzaron sobre Hiroshima y Nagasaki. Con

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la esperanza, quizá, de que hicieran uso de ellas contra las tropas cubano-angolanas, el imperialista gobierno no dijo nada. No está de más recordar que, con esta misión internacionalista, Cuba contribuyó de manera decisiva a rechazar las embestidas bélicas del enemigo externo, a que la ONU aprobara –mediante la aplicación de la resolución 435- la independencia de Namibia última colonia del África negra- por la que tanto luchó la Organización del Pueblo de África Sudoccidental –SWAPO-, a la liberación de Zimbabwe... y a que se derrumbase el Apartheid en Sudáfrica y se “rompieran” los cerrojos que mantuvieron encarcelados por más de un cuarto de siglo a Nelson Mandela y a otros compañeros del Congreso Nacional Africano -ANC. El compañero Fidel definió muy bien el carácter desinteresado de la intervención cubana, diciendo que, una vez cumplida la misión que les llevó a tierras tan lejanas, las fuerzas internacionalistas se retiraron sin llevarse otra cosa del África que los restos de sus compañeros caídos –2.077-; mientras que los principales países capitalistas tenían importantes inversiones e intercambiaban miles de millones de dólares cada año comerciando con el régimen racista. El 10 de enero de 1989, cuando en gesto de buena voluntad Cuba adelantaba el regreso de 3.000 combatientes -antes de la fecha acordada con las Naciones Unidas, el primero de abril de 1989-, un hervidero de niños, mujeres y hombres salieron a las calles con emocionado semblante –y abundantes lágrimas- para despedirles y agradecerles la ayuda prestada. Y no sólo en cuestiones militares Cuba echó una mano muy importante al pueblo angolano. Paralelamente, entre 1976 y 1991, 42.510 colaboradores civiles cumplieron misiones en este país africano. Entre ellos se encontraban trabajadores de la salud pública –médicos, estomatólogos, enfermeros, farmacéuticos, técnicos de laboratorio, especialistas en reparaciones de equipos e instrumental médico...-, que prestaron sus valiosos servicios en los más remotos rincones del país; realizando campañas de vacunación, de higienización, de educación para la salud... y erradicaron brotes de epidemias como el cólera, por ejemplo. Por su parte, los trabajadores de la enseñanza impartieron clases de primaria en cientos de escuelas, además de que numerosos profesores también se dedicaron a la enseñanza de otros niveles, incluido el universitario. Mientras esto sucedía en Angola, en Cuba se graduaron cerca de 8.000 angolanos en los niveles medio y superiores. En cuanto al sector de la construcción se refiere, uno de los más numerosos de la colaboración cubana, sus trabajadores construyeron buena cantidad de puentes para el restablecimiento de las vías de comunicación terrestre, así como viviendas, escuelas, fábricas de cemento, etc. Además de estos, la colaboración civil también abarcó otros sectores como el forestal, la agricultura, la pesca, la marina mercante, el transporte, la energía, el deporte... No olvidemos tampoco que estas misiones fueron realizadas bajo las difíciles condiciones de un país en guerra. En la ciudad de Huambo, la UNITA llegó a colocar un coche-bomba frente al céntrico edificio donde se albergaban cientos de cooperantes. Quince obreros de la construcción perdieron la vida a resultas de la explosión. En respuesta, 200.000 trabajadores del mismo gremio, en Cuba, llenaron planillas inscribiéndose para sustituir a sus hermanos caídos. El 11 de enero de 1989, cuando el general de ejército Raúl Castro recibió al primer grupo de combatientes que regresaba a Cuba, dijo que “hijos de esas tradiciones son también los trabajadores civiles, entre ellos médicos, constructores y maestros, que por decenas de miles han trabajado abnegadamente en aras del bienestar y la felicidad del

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pueblo angolano y no pocas veces se tornaron soldados y empuñaron resuelta y heroicamente las armas”. Y era verdad. Como los miembros de las fuerzas armadas no podían estar en todas partes, bajo la dirección del Comando Unificado de Defensa Popular que se creó, los cooperantes civiles estaban entrenados y equipados con armamento de infantería. En la ciudad de Sumbe, por ejemplo, cuando sus pacíficos habitantes disfrutaban de las tradicionales fiestas carnavalescas, 230 cooperantes cubanos, de los cuales 43 eran mujeres, se vieron en la necesidad de empuñar las armas. Junto a sus compañeros angolanos –entre ambas nacionalidades sumaban 460 efectivos-, hicieron frente y repelieron la agresión de la UNITA que trataba de secuestrar a los propios cooperantes, finalmente retirándose sin conseguirlo. Siete cubanos cayeron como consecuencia de la heroica defensa. Volviendo a la participación estrictamente bélica, decir que importantes fueron las batallas de Quifangondo y Cabinda. El líder y mercenario del FNLA, Holden Roberto, había anunciado que tomaría Luanda –en poder del MPLA- el 10 de noviembre de 1975, víspera de la fecha acordada para proclamar la independencia de Angola. Para esa anunciada toma Roberto contaba con 2.000 angolanos de su sanguinario ejército, así como con 1.200 soldados zairenses -por aquel entonces, la actual República Democrática del Congo se llamaba Zaire- suministrados por Mobutu –principal aliado del FNLA y también de Estados Unidos-, unos 120 mercenarios portugueses y unos cuantos asesores sudafricanos y estadounidenses. Pero en la citada fecha, a trece millas al norte de la capital, en Quifangondo, una fuerza numéricamente inferior de guerrilleros del MPLA respaldados por artilleros cubanos, puso en fuga a los atacantes. En Cabinda sucedió algo parecido. El 8 de noviembre, los mercenarios, las tropas de Mobutu –quien buscaba anexionar Cabinda a Zaire- y el Frente para la Liberación del Enclave de Cabinda –FLEC- lanzaron un ataque. Defendido el enclave por alrededor de 1000 miembros de las Fuerzas Armadas Populares para la Liberación de Angola –FAPLA, transformación de las fuerzas guerrilleras del MPLA en ejército regular- y 232 cubanos, en las primeras horas del 12 de noviembre, ya con Quifangondo asegurado y declarada la independencia, los defensores pasaron a la ofensiva y en pocas horas, zairenses, mercenarios y soldados del FLEC se retiraron totalmente desorganizados por la frontera de Zaire. Conseguida por fin su independencia, Angola fue admitida en la Organización de la Unidad Africana –OUA- como su Estado miembro número veintisiete, abandonando los sudafricanos sus últimas posiciones en el sur de Angola el 27 de marzo del año siguiente. Tres días después, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas condenó la agresión de Sudáfrica a la República Popular de Angola. Con esta situación tan favorable, el gobierno de Agostinho Neto y Cuba acordaron disminuir el personal militar cubano durante los años 1976, 1977 y 1978 hasta retirar todas las tropas y dejar sólo a los instructores. Sin embargo, diversos acontecimientos acaecidos cuando ya se estaba cumpliendo el plan de retirada –un tercio de los 36.000 efectivos que operaban en aquel momento ya habían regresado a Cuba- obligó a detenerlo. A principios de marzo de 1977, sin el consentimiento del presidente Neto y atravesando la frontera Este con Zaire, fuerzas del Frente de Liberación Nacional Congolés –FNLC- se introdujeron en Zaire en guerra abierta contra el tiránico régimen de Mobutu. Esta incursión, conocida como “la primera guerra de Shaba”, se detuvo a finales de mayo con la derrota de los katangueses, que por ese nombre se les conocía a los guerrilleros de FNLC, retornando estos a territorio angolano de manera precipitada. A esta

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derrota katanguesa contribuyeron de manera importante los 1.500 soldados marroquíes transportados por Francia que acudieron en ayuda de Mobutu. Fueron tres meses de gran tensión para los cubanos y angolanos, temiendo que la incursión de los katangueses fuera respondida con un ataque de Zaire a la República Popular de Angola. Por otra parte -y esto ya fue un problema interno- el 27 de marzo, una plataforma ultraizquierdista que perseguía el objetivo de conquistar el poder, atacó el Palacio Presidencial, tomó la sede de Radio Nacional de Angola, ocupó la cárcel de San Paulo y provocó el levantamiento de la Novena Brigada de Infantería de las FAPLA en la capital. Por orden de Neto, el Batallón Presidencial, al cual asesoraban varias decenas de cubanos, rechazó el asalto al Palacio y recuperó la emisora de radio. Entendiendo los jefes de la rebelión que la respuesta dada a sus ataques era eficaz y contundente, abandonaron sus posiciones llevándose de rehenes a dirigentes del MPLA y de las FAPLA, a quienes cruelmente asesinaron. En cuanto a los racistas sudafricanos, no resignados con su expulsión de territorio angolano, se dedicaron durante los dos primeros años a violar el espacio aéreo de la RPA y a realizar incursiones terrestres con el pretexto de perseguir a los combatientes de la SWAPO. Así, por ejemplo, el 4 de mayo de 1978, como a las siete de la mañana, más o menos, aviones de la Fuerza Aérea Sudafricana iniciaron un criminal bombardeo contra el campamento de refugiados namibios de Cassinga, ubicado a unos 250 kilómetros de la frontera. El resultado del sangriento ataque fue de 600 refugiados muertos y 350 heridos graves; la mayoría de ellos ancianos, mujeres y niños. Bajo el intenso ataque aéreo y con infinidad de minas colocadas por el enemigo en todo el trayecto, las fuerzas cubanas acantonadas en Chamutete, a quince kilómetros al sur de Cassinga, lograron aproximarse al campamento. Este avance, realizado en combate desigual por los internacionalistas, puso en fuga a las tropas sudafricanas. La intervención de los cubanos, sin embargo, no resultó gratuita: dieciséis de ellos perdieron la vida y 76 resultaron heridos. Poco después, niños sobrevivientes de este masivo asesinato y otros muchachos que habitaban en el sur de Angola, fueron llevados a Cuba, fundándose con ellos la primera escuela de la SWAPO en la Isla de la Juventud –curiosamente, la actual embajadora de Namibia en Cuba fue uno de aquellos niños. Este nefasto acontecimiento puso de manifiesto que Sudáfrica, junto a la UNITA del sanguinario Savimbi y por supuesto que con la condicional y miserable ayuda de Estados Unidos, volvía a la ofensiva para tratar de conseguir sus perversos propósitos. Sobra decir que el cambio tan adverso y repentino provocó la anulación del plan de retirada que ya se estaba produciendo, llegándose a aumentar incluso el número de internacionalistas en territorio angolano a partir de los citados acontecimientos. Y creo que no debería finalizar esta breve reseña bélica sin nombrar a Cuito Cuanavale, antigua base aérea de la OTAN, donde entre enero y marzo de 1988 se desarrollaron los combates decisivos para lograr la victoria sobre la coalición África del Sur-UNITA. Esta victoria militar repercutió favorablemente en el proceso de negociaciones comenzado a mediados de 1987. En el plano militar las fuerzas cubanoangolanas fueron muy superiores, sobre todo tras los citados combates de Cuito Cuanavale, donde se contó con la ayuda de destacamentos namíbios. Por eso mismo -y no por buena gente- los enemigos de la República Popular de Angola acabaron firmando lo que no deseaban. Viéndose militarmente perdidos, y tragándose la habitual prepotencia que les caracteriza, no les quedó otra alternativa que hacerlo.

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Los acuerdos de Paz para el Suroeste de África fueron firmados por Sudáfrica, Angola y Cuba en la sede de la ONU, en diciembre de 1988. Estados Unidos participó como mediador, aunque, en realidad, por ser un aliado del régimen del apartheid, les correspondía sentarse junto a los sudafricanos. “El jefe de los negociadores norteamericanos, subsecretario de Estado Chester Crocker, durante años se opuso a que Cuba participara [...] En un libro de su autoría sobre el tema fue realista cuando, refiriéndose a la entrada en la sala de reunión de los representantes de Cuba, escribió: ‘la negociación estaba a punto de cambiar para siempre’. El personero de la administración Reagan sabía bien que con Cuba en la mesa de negociaciones no prosperarían la burda maniobra, el chantaje, la intimidación ni la mentira” –el entrecomillado es de Fidel. Y ya que hablamos de África, voy a extenderme un poco más. La primera intervención de Cuba en este castigado y explotado continente [2] comenzó con el viaje de Jorge Ricardo Masetti a Túnez. Enviado por Cuba en octubre de 1961, con un mensaje que ofrecía ayuda al Frente de Liberación Nacional de Argelia, este mensajero se reunió con los líderes rebeldes que luchaban por la independencia de Argelia desde 1954. Como resultado de la reunión se convino que Cuba enviara armas. Efectivamente, en diciembre del mismo año el barco cubano Bahía de Nipe zarpó de La Habana con abundantes armas para desembarcarlas en Casablanca. Desde esta ciudad marroquí, en enero de 1962 fueron transportadas al campamento del FLN próximo a Oujda, cerca de la frontera argelina. De regreso a La Habana, el Bahía de Nipe levó anclas con 78 guerrilleros heridos y veinte niños de campamentos de refugiados, huérfanos en su mayoría. Pocos meses más tarde, el 3 de julio de 1962, Argelia consiguió su independencia de Francia. Después, ya como primer ministro de Argelia y aprovechando su estancia en Nueva York para asistir a la ceremonia de admisión de su país en las Naciones Unidas, Ahmed Ben Bella viajó a Cuba. Esta visita se realizó el 16 de octubre de 1962 y llegó desde Estados Unidos a bordo de un avión cubano, tras entrevistarse con Kennedy que lo recibió en Washington. Agradeció a Cuba la ayuda prestada y apoyó a la, por aquel entonces, todavía joven Revolución. Valientes comentarios y valiente viaje que, como cabía esperar, no agradó ni un ápice al inquilino de la Casa Blanca. Recordemos que aquellos fueron momentos muy tensos entre Cuba y Estados Unidos, y que un día después de la mencionada visita se desató la Crisis de Octubre, la de los famosos misiles. Y así fue pasando el tiempo. No mucho después, el 24 de mayo de 1963, llegó a Argelia una misión de médicos cubanos. A este país magrebí le pasó un poco como a Cuba. De los escasos médicos que había en su territorio la mayoría eran franceses, y muchos de estos se fueron a sus lugares de origen recién estrenada la independencia. No fue muy amplio el personal médico enviado por el gobierno cubano –45 hombres y diez mujeres- puesto que, como ya he señalado, tampoco en Cuba por aquellas fechas se contaba con muchos médicos. Sin embargo, sí creo que deberíamos subrayar cómo un país subdesarrollado –Cuba- ofreció ayuda totalmente gratuita a otro país – Argelia- con una situación todavía más complicada en ese sentido que la cubana. En realidad, si después de hablar de Angola me he extendido un poco con Argelia lo he hecho porque, precisamente en este país y en la fecha ya señalada, Cuba inició las misiones internacionalistas de civiles que ya he comentado hace unas líneas y que nunca interrumpió, ni siquiera en los peores momentos del período especial. A partir de la experiencia argelina, estas misiones fueron en rápido aumento beneficiando de forma totalmente altruista a buena cantidad de países hermanos. Y si esta fue la primera colaboración civil de Cuba revolucionaria en el mundo, el primer envío de personal militar al continente africano fue también con destino a Argelia.

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Antes dije que se enviaron armas para apoyar a los rebeldes en su lucha por la independencia. En esta segunda ocasión a territorio argelino llegaron armas y combatientes –en total sumaron 686 efectivos. Durante el verano de 1963, Marruecos quiso trastocar la frontera con Argelia para apoderarse de las minas de hierro de Gara Yebilet, algo que las autoridades argelinas lógicamente no permitieron. No llegando a ningún acuerdo, las armas se erigieron como protagonistas del conflicto, comenzando, así, la denominada Guerra del Desierto. Militarmente, Marruecos era superior a Argelia -contaba con menor número de soldados, pero su ejército estaba mejor equipado y entrenado-. De modo que Ben Bella solicitó ayuda a Cuba, ayuda que no se dejó esperar, materializándose en octubre de 1963. Afortunadamente, los internacionalistas cubanos no llegaron a combatir. Las autoridades marroquíes, enteradas del desembarco en Orán de tropas y armamento cubano, sobrestimaron al enemigo. Sobrestimación que, sumada a la falta de ayuda esperada por parte de sus amigos occidentales, acabó apendejándoles un poco, si no bastante. Bajo esas condiciones, el 29 de octubre, Ben Bella y Hassan II se reunieron en Mali y al día siguiente firmaron el alto el fuego que propició el regreso, en febrero de 1964, a la situación anterior a las hostilidades. Y ya, para alejarnos definitivamente de Argelia, recordar que Ahmed Ben Bella fue derrocado el 19 de junio de 1965 mediante un golpe de Estado. De todos modos, como ya sabemos, aquí empezó, pero no acabó la epopeya de Cuba en África. En la madrugada del 24 de abril de 1965, tras cruzar el lago Tanganica desde Tanzania, el Che llegó al Congo –ex colonia belga que en octubre de 1971 pasó a llamarse Zaire y desde mayo de 1997 República Democrática del Congo- al frente de una columna de guerrilleros cubanos. En diciembre de 1964, Ernesto Guevara inició un viaje que durante tres meses le llevó a ocho países africanos y a China. Durante ese período se reunió con varios dirigentes de movimientos de liberación para ver cómo Cuba podía ayudarlos. En nombre del gobierno cubano, el Che ofreció a Laurent Kabila y a Gastón Soumialot –líderes de los Simbas- instructores cubanos y armas. Ayuda que de buen grado aceptaron los rebeldes. Lo que estos dirigentes nunca imaginaron fue que, poco tiempo después, el propio Che llegaría al frente de los instructores; acontecimiento que no les agradó demasiado por miedo, según ellos, a que el conocimiento de su presencia provocara un “escándalo internacional”. Las intenciones de los internacionalistas cubanos eran buenas, pero este país no estaba preparado para una revolución. Aliados con los cómplices del asesinato de Patricio Lumumba –Mobutu y Tshombe-, Estados Unidos, máximo responsable del citado asesinato, estaba metido hasta las cejas en toda esta contienda; sólo que, como casi siempre, lo hacía de manera encubierta. En un momento en que los Simbas avanzaron poniendo en peligro sus imperiales intereses, los norteamericanos no dudaron en contratar a exiliados cubanos que residían en Miami para pilotar aviones belgas y bombardear a los rebeldes. También contrataron a más de 1.000 mercenarios –estos en su mayoría sudafricanos blancos que arrasaban y saqueaban aldeas enteras asesinando a sus indefensos pobladores- para apoyar al ineficaz ejército congolés contra la guerrilla. Cuando los cubanos llegaron, la situación que encontraron era poco esperanzadora. Los mercenarios pagados por Estados Unidos ya habían aplastado la rebelión, pero esto era lo de menos. El mayor problema residía en que la mayoría de los Simbas no querían combatir ni recibir entrenamiento –ellos eran pésimos guerrilleros- de los instructores recién llegados; sus jefes pretendían dirigir sin poner un solo pie en el país de la contienda

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–el Che sólo pudo ver al escurridizo Kabila en una ocasión, y a los internacionalistas cubanos este comportamiento les llamó negativamente la atención, puesto que sus jefes en la Guerra de Liberación contra Batista nunca abandonaron el campo de batalla-. Además, a los combatientes internacionalistas –incluido al Che- nunca les dejaron llevar a la práctica los planes que ellos tenían para reconducir la lucha, lucha que finalmente los rebeldes decidieron dar por finalizada, invitando a los cubanos a que se marcharan. Ante estas caóticas condiciones poco o nada podía hacerse, así que, tras siete meses de intentos baldíos, los internacionalistas abandonaron el Congo cruzando de nuevo el lago Tanganica, esta vez en sentido contrario. La incomprensión de los que allí dirigían la lucha fue probablemente la causa fundamental de que los objetivos de la misión no prosperaran. De todos modos, el ejemplo del Che y sus compañeros no fue vano, pues sirvió para que cientos de miles de cubanos lo imitaran y ayudaran a independizar a otros países del sufrido y explotado continente africano. Y si la columna del Che llegó al Congo ex belga en abril, en agosto del mismo año otra columna lo hizo al Congo ex francés. Dirigida por Jorge Risquet Valdés, esta columna tenía la misión de entrenar y asistir a los rebeldes del Movimiento Popular para la Liberación de Angola –MPLA-, que tenían su cuartel general allá, en Brazzaville, crear una milicia para defender al Congo ex francés de la agresión del Congo ex belga, preservar al gobierno de un posible golpe de Estado... y unirse, tan pronto como se presentara la ocasión, a la columna del Che para reforzarla. Pero el gobierno de Massamba-Débat decepcionó bastante a los internacionalistas cubanos. No era un gobierno de revolucionarios firmes. Entendiendo que su presencia no iba a contribuir a extender la revolución por el África austral, menos de dos años después, tras armar y entrenar a cientos de rebeldes angolanos, decidieron marcharse. Cuba también cuenta con la experiencia de Guinea-Bissau, donde en 1966 instructores militares y médicos cubanos se unieron a los rebeldes del Partido para la Independencia de Guinea y Cabo Verde –PAIGC- que, liderados por Amílcar Cabral, combatían contra el colonialismo portugués; y allá permanecieron hasta el final de la guerra en 1974. Exceptuando la de Angola, esta fue la intervención cubana más larga en África. Derrotados los portugueses, Cuba entrenó al nuevo ejército, aportó casi la mitad de los médicos en ese trocito de África y fundó la Escuela de Medicina. Otro país africano que igualmente recibió ayuda cubana fue Etiopía. Recurro a las palabras de Miguel A. D’Estéfano Pisani: “El 11 de septiembre de 1974 fue destronado el imperio de Haile Selassie I, cuyo título completo era ‘Conquistador de la Tribu de Judá, Elegido de Dios y Rey de los Reyes de Etiopía’. Bajo el imperio, el 20 por ciento de la tierra laborable pertenecía a la Iglesia Copta, el 40 por ciento pertenecía a la familia imperial, y el 40 por ciento restante a feudales y autócratas. En julio de 1977, Etiopía informó a la Asamblea General de la ONU que mientras estaba desarrollando un esfuerzo máximo para emanciparse de la esclavitud, la opresión y la explotación del régimen feudal, el 23 de ese mes Somalia había emprendido una guerra de agresión. En octubre se estaba desarrollando una lucha muy violenta en territorio etíope, y en enero de 1978 los somalos atacaron la zona etíope de Harar, pero las tropas etíopes, apoyadas por los primeros combatientes internacionalistas cubanos, defienden la zona y rechazan a la fuerza atacante en los accesos a la ciudad. El 8 de marzo, una columna blindada cubana, que avanzó unos doscientos kilómetros en menos de tres días, tomó Dagahabur; así, las posiciones decisivas del territorio etíope de Ogaden habían sido liberadas y las tropas somalas se retiraron hacia sus fronteras. El 12 de marzo, se liberó la totalidad del territorio etíope ocupado por Somalia.

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De haber tenido éxito el plan somalo de ocupar una gran parte del territorio etíope, tal precedente hubiera sido funesto para toda África, cuyos Estados han aceptado el principio de la intangibilidad de sus fronteras”. En la Operación Baraguá, que así se llamó la misión cubana en Etiopía, participaron 16.000 internacionalistas cubanos, y registró el mayor envío de tropas si exceptuamos a las que combatieron en Angola. Otros países africanos, como Zambia, Zimbabwe, Mozambique... también contaron con la ayuda de Cuba. “En estos más de veintiséis años no hubo un solo día en que los combatientes cubanos dejaran de empuñar el fusil en África. A veces fueron sólo unas decenas, en algún destacamento guerrillero en la selva. A mediados de 1988, fueron más de 50.000. Es así, de conjunto, a lo largo de todo un período, como hay que analizar la epopeya cubana en África” –el entrecomillado es de Jorge Risquet Valdés. Y por supuesto que, en todos esos años, la ayuda a los focos guerrilleros de Latinoamérica tampoco quedó descuidada. Incluso, Cuba ofreció voluntarios para combatir en Vietnam contra el imperialismo yanqui, pero, salvo a unos pocos militares que ayudaron en la formación de cuadros, los vietnamitas sólo aceptaron a civiles, entre ellos a numerosos médicos. Con la participación directa de constructores y técnicos cubanos se transformó el legendario Camino Ho Chi Minh, formado por miles de trillos que atravesaban selvas de Vietnam, Laos y Cambodia, para transportar los tanques y cañones que se utilizaron en la ofensiva general que culminó en la liberación de Saigón y la completa derrota de la agresión yanqui. A esta derrota también contribuyeron, de manera decisiva, las movilizaciones del pueblo norteamericano en contra de la agresión, así como las de otros muchos pueblos del mundo. El 19 de julio de 1966, como consecuencia de un bombardeo estadounidense, cerca de Hanoi murieron al menos cuatro cubanos. Otra región del mundo, donde los internacionalistas cubanos también prestaron su ayuda, fue Oriente Medio. A petición de Hafez al-Assad, presidente sirio por aquel entonces, casi 1.000 compatriotas acudieron a la llamada. Israel había agredido nuevamente a Siria, y, desde noviembre de 1973 hasta mayo de 1974, ambos países se enzarzaron en una guerra de desgaste en los Altos del Golán -montañas del suroeste de Siria- que, desde la Guerra de los Seis Días -1967-, permanecen ocupados por Israel. Se trata de 1.200 km2 de gran importancia estratégica, siendo además una importante fuente de agua, tan escasa en buena parte del desértico territorio. Los combatientes cubanos entablaron duelos de artillería contra los israelíes, hasta que el 31 de marzo de 1974, estos últimos y los sirios, convinieron dar por finalizadas las actividades bélicas; regresando los internacionalistas a la Isla en febrero de 1975. Pudiera parecer, por todo lo dicho, que la Revolución Cubana es acérrima defensora del militarismo; nada más incierto, sin embargo. El pueblo cubano, siempre pacífico, sólo se involucró en guerras que lamentablemente, al decir de Martí, fueron necesarias. Ojalá su ejército y todos los del mundo pueda ser disuelto un día no lejano. Sería muy buen síntoma y para la humanidad un logro maravilloso, pero, hoy por hoy, la estupidez, la soberbia y la codicia humana lo convierte en enorme deseo y en meta más que imposible. “Algún día [sin embargo] llegará en que estas armas, llevadas a una fundición, las veremos convertidas en machetes, arados, tractores y piezas pacíficas de la construcción del pueblo” –el entrecomillado es de Raúl Castro. Personalmente soy pacifista –la Revolución Cubana también-, pero no a ultranza, porque, aunque la violencia comoquiera que sea siempre es indeseable, hoy todavía

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distingo entre los disparos de un ejército imperialista y los disparos de un ejército que defiende la soberanía de su pueblo. Las Fuerzas Armadas Revolucionarias, como dijo Camilo Cienfuegos, no son otra cosa que “el pueblo uniformado”. Conviene recordar que las mencionadas misiones internacionalistas –tanto las civiles como las militares- fueron llevadas a cabo por voluntarios. Jamás se le obligó a nadie a cumplirlas. Es más, hubo muchísima gente que, queriendo participar en ellas, tuvo que quedarse a regañadientes en Cuba; tanto era el ofrecimiento por parte de la población que, lógicamente, a todos no se les podía llevar. Además, como ya he comentado, la presencia militar cubana en África siempre estuvo acompañada por un masivo programa de asistencia técnica. Fundamentalmente compuesta por médicos, educadores y constructores, decenas de miles de cubanos y cubanas trabajaron de manera totalmente desinteresada no sólo en Angola sino también en otros países como Cabo Verde, Guinea, Guinea-Bissau, Mozambique, Benin, Sao Tomé y Príncipe, Etiopía, Tanzania, Congo... En Tindouf, al suroeste de Argelia, médicos de la Isla cuidaron a miles de refugiados que habían huido del Sahara Occidental, ocupado por tropas marroquíes. En todo ese tiempo y con becas totalmente pagadas por el gobierno cubano, miles de africanos estudiaron en Cuba –en 1988 la cifra había ascendido a algo más de 18.000 estudiantes, sin contar los pertenecientes a países de otros continentes. Este altruista comportamiento contrasta bastante con el de los ejércitos capitalistas e imperialistas. A los norteamericanos, por ejemplo, ahora que están ocupando y masacrando al pueblo iraquí y al afgano, no les ha quedado otro remedio que contratar a numerosa cantidad de mercenarios -cuya sangrienta participación en otros conflictos de sobra se conoce-, teniendo que pagar elevadísimas cifras a sus soldados, también, para mantenerlos incentivados en su destructivo trabajo; lo cual, más que en combatientes al servicio de su patria y del resto del mundo, les convierte igualmente en mercenarios. Muchos de estos soldados, además, ni siquiera son norteamericanos. De origen sobre todo latino y africano, solamente poseen el permiso de residencia y aceptan ser carne de cañón ante la promesa hecha por parte de las autoridades norteamericanas de concederles la nacionalidad al final de sus “servicios” –si es que llegan vivos, claro, a la conclusión de los mismos. Para ilustrar y certificar la ayuda prestada por Cuba a África, podríamos recurrir a las palabras que Nelson Mandela pronunció durante su visita a Cuba en julio de 1991. Estas declaraciones, que por supuesto provocaron férrea censura en Estados Unidos, decían lo siguiente: “Venimos aquí con el sentimiento de la gran deuda que hemos contraído con el pueblo de Cuba. ¿Qué otro país tiene una historia de mayor altruismo que la que Cuba puso de manifiesto en sus relaciones con África? […] Nosotros en África estamos acostumbrados a ser víctimas de otros países que quieren desgajar nuestro territorio o subvertir nuestra soberanía. En la historia africana no existe otro caso de un pueblo que se haya alzado en defensa de los nuestros”. Incluso antes del triunfo revolucionario, en Cuba también hubo grandes inquietudes solidarias con las causas justas. Muchos cubanos participaron en las luchas independentistas de tierras americanas. Un compañero querido y caído en misión internacionalista fue Pablo de la Torriente Brau, que murió el 19 de diciembre de 1936, en el cerro de Majadahonda, combatiendo contra el fascismo en la Guerra Civil española. Para participar en aquella guerra, más de 1.000 cubanos cruzaron el Atlántico y se sumaron a las filas de la República. El propio Fidel fue uno de los cientos de voluntarios cubanos que, en 1947, se ofrecieron para luchar por la liberación de la República Dominicana de la dictadura de Trujillo.

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Pero, ¡ojo!, no se debe confundir internacionalismo con intervencionismo, que son dos cosas muy diferentes. Por otra parte, en las guerras de liberación acontecidas en la Isla, también los cubanos recibieron la ayuda de muchos compañeros de otras nacionalidades. Caso destacado fue el del dominicano Máximo Gómez, cuya participación en la Guerra de los Diez Años (1868-1878) y en la de Independencia (1895-1898) fue muy importante; o la del norteamericano Henry Reeve, conocido como “El Inglesito”; el puertorriqueño Juan Rius Rivera; el polaco Carlos Roloff... Y si nos acercamos a la última Guerra de Liberación, la comandada por Fidel entre 1956 y 1959, el compañero que más trascendencia tuvo, sin duda, fue el Guerrillero Heroico: el argentino Ernesto Che Guevara. Y concluyo este artículo siendo consciente de que me he dejado muchas cosas sin contar, porque ¿cómo van a caber tantos años de admirables experiencias en unas pocas líneas? Pasado el tiempo, los internacionalistas cubanos cambiaron el uniforme verde olivo y el fusil por la bata blanca –aunque, a decir verdad, en todos esos años nunca dejaron de ejercer la medicina fuera de la Isla-. Cuando se cumplen veinte años de la Operación Tributo, miles de galenos y personal perteneciente a otros sectores de la patria de Martí, siguen trabajando en los más recónditos lugares de decenas de países del Tercer Mundo. Y es que el internacionalismo cubano siempre ha sido una práctica continua y generosa, nunca un ejercicio interesado con fecha de caducidad. El compañero Fidel expresó que “ser internacionalista es saldar nuestra propia deuda con la humanidad”. A lo largo de más de tres siglos, alrededor de un millón de africanos fueron arrancados de sus pueblos para, convertidos en esclavos, ser explotados en las plantaciones de caña y café de la isla de Cuba. Llegado el momento, estos africanos y sus descendientes nunca dudaron en nutrir las filas del Ejército mambí en todas sus guerras por la independencia. De modo que, agradecido y solidario como es el pueblo de Cuba, a saldar esa deuda seguirá dedicando no pocos de sus entusiastas esfuerzos.

NOTAS: [1] El nombre de la operación fue un homenaje a la enorme cantidad de esclavos que murieron durante las primeras insurrecciones en Cuba, y se debe a una mujer lucumí de la dotación del ingenio Triunvirato de Matanzas, que en 1843 encabezó uno de los muchos alzamientos contra la esclavitud. Carlota ofrendó la vida en el empeño. [2] A finales de 1898 ya había concluido la “rebatiña” imperialista por África, y fueron las potencias colonialistas europeas de la época –Inglaterra, Francia, Alemania, Portugal, Italia, Bélgica y España- quienes se repartieron su territorio. El único país que quedó sin colonizar fue Etiopia –Abisinia-. Italia, con apoyo británico, intentó ocuparlo entre 1895 y 1896, pero no pudo.

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Cuba

‘Inolvidable Frank País’, 75 aniversario de su natalicio Baraguá

Paco Azanza Telletxiki

2009/12/07

A pesar de su temprana desaparición física –murió sin cumplir los 23 años-, Frank País García acumuló sobrados méritos como para ser hoy y por todos los tiempos recordado y admirado por su siempre agradecido pueblo. Participante en luchas estudiantiles de la mano del Bloque Revolucionario Estudiantil Normalista –BREN-, de la Federación Local de Centros de Segunda Enseñanza y del Directorio Estudiantil Revolucionario, contribuyó también a la creación de organizaciones de resistencia, tales como Acción Revolucionaria Oriental –ARO- y Acción Nacional Revolucionaria –ANR-, cuya finalidad era la de luchar con las armas para derrocar a la tiranía. La primera devino en la segunda y, posteriormente, la militancia de la ANR con Frank a la cabeza, se integró en el Movimiento Revolucionario 26 de Julio; pero esto último fue un poco más adelante. El 10 de marzo de 1952, con tan solo dieciocho años -nació en Santiago de Cuba el 7 de noviembre de 1934-, y luego de conocerse el golpe militar asestado por Fulgencio Batista, Frank se personó junto a otros jóvenes compañeros en el cuartel Moncada, ya que el jefe de la fortaleza aún no se había plegado a los golpistas. El propósito de la visita no fue otro que el de recabar información sobre el nefasto acontecimiento y pedir armas –que no les fueron entregadas- con las que oponerse al golpe. Poco más de un año después, tras el asalto al Moncada y una vez concluidos los combates, Frank, acompañado de Pepito Tey –martir del Alzamiento del 30 de Noviembre junto a Tony Alomá y Otto Parellada-, recorrió la zona con la esperanza de encontrar supervivientes para tratar de ayudarlos. Como todo el mundo sabe, Fidel y todos los moncadistas que fueron detenidos y no asesinados pasaron por la cárcel de Boniato –Frank llegó a elaborar un plan con el objetivo de liberarlos, pero no pudo llevarlo a la práctica por falta de medios- para después del juicio –en octubre de 1953- ser trasladados al presidio Modelo de la antigua Isla de Pinos. La gran movilización del pueblo hizo que en mayo de 1955 fueran amnistiados. No había pasado el tiempo en vano. Al salir de prisión, Fidel sumó al Movimiento a muchos revolucionarios de origen diverso; entre ellos, como ya he comentado unas líneas más arriba, a Frank País. Una de las fundadoras del 26 de julio en Santiago de Cuba –Maria Antonia Figueroa- le había hablado a Fidel acerca de Frank, y el máximo líder del Movimiento le encomendó que le invitara a formar parte de la dirección en Oriente. Durante 1956, Frank País viajó un par de veces a México, la primera en el mes de agosto. Allí se entrevistó con Fidel, que ya preparaba la expedición del “Granma”. En el país azteca fue que se conocieron. A Fidel, Frank le causó una muy buena impresión. En carta dirigida a Maria Antonia Figueroa le reveló su admiración por el joven santiaguero: “He podido comprobar todo cuanto me habían dicho sobre las magníficas cualidades de organizador, el valor y la capacidad de Frank. Nos hemos entendido muy bien”. David, que ese era el nombre clandestino de Frank, regresó de México como delegado nacional del Movimiento Revolucionario 26 de Julio y jefe de Acción, jefatura

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que ostentó hasta que un desgraciado día de verano las balas asesinas acabaron con su vida. Por supuesto que de México también regresó con planes bastante desarrollados sobre y para el nuevo periodo de lucha que se avecinaba en la Isla. Se le encomendó la selección y entrenamiento de un grupo de compañeros para incorporarlos a la expedición proyectada, cuya preparación ya estaba bastante avanzada, así como la organización de todas las provincias del país con el propósito de realizar acciones que distrajeran a las fuerzas de la tiranía y ayudaran al desembarco. Confirmada la partida de Tuxpan del yate “Granma”, se ultimaron los preparativos para el Alzamiento en Santiago de Cuba. Como consecuencia de diversos contratiempos, el alzamiento y el desembarco no pudieron coincidir en el tiempo, que era lo que se esperaba, y tampoco los resultados fueron del todo los deseados. Pero lo que sí quedó claro era que la Revolución, imparable, ya estaba en marcha. Durante aquellos angustiosos días y bajo la dirección de Frank País, en Santiago de Cuba y sus alrededores se intensificaron las acciones y sabotajes. Como tarea urgente, tras el Alzamiento del 30 de Noviembre, Frank se dedicó incansablemente a la reorganización del M-26-7, estructurando las milicias clandestinas en todo el país, y a ayudar al débil todavía pero ya naciente Ejército Rebelde. David envió personal -50 efectivos en el primer refuerzo, en marzo de 1957- y suministró armas y medicinas a los combatientes de la Sierra Maestra. El día 9 de ese mismo mes fue detenido, pero las ganas que tenían los captores de liquidarlo no fueron satisfechas de inmediato, y luego, conocida su detención, la movilización popular evitó que fuera asesinado. A Frank lo juzgaron junto a los expedicionarios del “Granma” detenidos tras el desembarco, y los compañeros también detenidos por el alzamiento del 30 de Noviembre. Frank fue absuelto en mayo de 1957, reanudando de inmediato sus actividades revolucionarias al frente del Movimiento en el llano. Lamentablemente, no pasó mucho tiempo sin que la muerte, esta vez con éxito, saliera a su encuentro. El 30 de junio, su hermano menor cayó combatiendo en Santiago de Cuba junto a sus compañeros Salvador Pascual y Floro Vistel; Josué fue rematado por los esbirros estando ya detenido y herido. Justo un mes después, el 30 de julio, Frank fue nuevamente detenido junto a su compañero Raúl Pujols. En esta ocasión los esbirros si consiguieron saciar su sed asesina. Los golpearon a los dos, y dos cuadras y media más abajo del lugar de la detención los bajaron del carro donde los llevaban para, a boca de jarro, asesinarlos en aquel Callejón del Muro. Como no podía ser de otra manera, los compañeros de Frank siempre valoraron muy positivamente su trabajo. Basta citar algunos ejemplos: El Che lo conoció en una de las visitas que David hizo a la Sierra Maestra; su testimonio es sin duda elocuente: “[Frank era] “uno de de esos hombres que se imponen en la primera entrevista […] sus ojos mostraban enseguida al hombre poseído por una causa, con fe en la misma; y además, que ese hombre era un ser superior. Hoy se le llama ‘el inolvidable Frank País’; para mi, que lo vi una sola vez, es así”. Armando Hart Dávalos se pronunció de esta manera: “¡Es necesario que Cuba entera sepa lo que ha perdido! El 30 de julio de 1957 fue asesinado un cubano de la estirpe de Mella, Martínez Villena o Antonio Guiteras. No era más pequeño, pero como ellos, no pudo ser mayor”. Y estas opiniones no eran únicamente fruto de la reacción que, independientemente de la real valía del fallecido, habitualmente esgrimimos cuando se trata de una persona cercana y querida, porque, días antes de que Frank cayera asesinado, el fragmento de una carta suscrita por Fidel y todos los oficiales del Ejército Rebelde decía

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lo siguiente: “En cuanto a la Sierra, cuando se escriba la historia de esta etapa revolucionaria, en la portada tendrán que aparecer dos nombres: David –Frank País- y Norma –nombre clandestino de la heroína ya fallecida Celia Sánchez Manduley. Un día después del asesinato, Fidel, embargado por la indignación y el dolor infinito, en carta dirigida a la ya mencionada Celia, calificaba a Frank como “el más valioso, el más útil, el más extraordinario de nuestros combatientes”. Y añadía más adelante: “¡Qué monstruos! No saben la inteligencia, el carácter, la integridad que han asesinado”. Frank País se había ganado, sin duda, el cariño y la admiración de sus compañeros de lucha y de todo el pueblo. A pesar de su juventud y de haber vivido los últimos años de escondite en escondite, siempre clandestino y desde donde dirigía las acciones de toda Cuba, en la Ciudad Héroe todos le conocían. Tras conocerse la noticia de su asesinato, el pueblo se lanzó a la calle, declarándose de manera espontánea en huelga general. El cuerpo sin vida de Frank País fue vestido con el uniforme verde olivo y el brazalete negro y rojo del Movimiento Revolucionario 26 de Julio. Con flores, banderas cubanas y del M-26-7 fue acompañado por una emocionada e indignada multitud hasta el cementerio de Santa Ifigenia. Mientras tanto los esbirros dejaron hacer, no se atrevieron ni a asomar la cabeza desde sus siniestras estaciones y cuarteles, sorprendidos por la rebelde y contundente respuesta de todo el pueblo. Los asesinos estaban atemorizados, sin duda, por la enorme dimensión que alcanzaron las protestas provocadas por su propio crimen. El primero de enero de 1959, el Ejército Rebelde, que Frank tanto ayudó a crear, entró a Santiago de Cuba y proclamó la victoria.

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EE.UU., Panamá

20 aniversario de la invasión yanqui a Panamá Baraguá

Paco Azanza Telletxiki

2009/12/20

La aguja del sismógrafo

del instituto de Geociencias de la Universidad de Panamá, registró la explosión de la primera bomba a las 12 horas, 46 minutos y 40,3 segundos; era el 20 de diciembre de 1989 y con ella se iniciaba la invasión estadounidense. Cuatro minutos después, las explosiones registradas ascendían a 68. Trece horas estuvo funcionando el sismógrafo desde el inicio de la agresión hasta que, debido a la violencia de ésta, se averió. En todo ese tiempo, sólo en la capital panameña, llegaron a caer 422 bombas, lo que equivale a una por cada dos minutos. El estúpido pretexto utilizado por el gobierno yanqui, para justificar la invasión a Panamá con más de 20.000 de sus soldados y derrocar a Manuel Antonio Noriega – apoyado años atrás por los propios Estados Unidos-, fue que éste estaba vinculado al narcotráfico internacional. En realidad Noriega, quien también estuvo en la nómina de la CIA –su ex director Furner dijo que lo había excluido en 1976, pero el vicepresidente Bush volvió a integrarlo y utilizarlo en 1981 para infiltrar redes de inteligencia en Cuba y Nicaragua-, se estaba volviendo demasiado independiente como para ligar sin problemas con los intereses del imperio. La de Panamá fue una de las más de cien intervenciones armadas que el imperialismo yanqui ha llevado a cabo en América Latina y el Caribe, siempre con el perverso propósito de instalar gobiernos que les faciliten el saqueo de los recursos nacionales. Se estima que, a resultas de la sangrienta intervención, entre 3.000 y 5.000 panameños fueron exterminados.

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