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Crónicas de tu piel eléctrica
Dos cuerpos abiertos al deseo, que juegan con la complicidad de sus sentimientos para llegar a los límites del placer. Lucía y Antón, antes de conocerse, buscaron vivir el sexo desinhibidamente, pero no siempre quienes les rodeaban supieron comprenderlo, ahora que se han encontrado pretenden compartir sus historias
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Crónicas de tu piel eléctrica
Lucía Allande Antón Lobo Vilanova
Crónicas de tu piel eléctrica by Anton lobo vilanova/lucia vuelapluma is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License. Creado a partir de la obra en http://tupielelectrica.blogspot.com.es/. Permissions beyond the scope of this license may be available at [email protected].
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Índice 1 Bilbao, estación Abando 2 Ella 3 La llamada 4 Espacios 5 Buscándote 6 Tarde de hotel 7 Tránsito 8 Lunes 9 Fluir 10 Explorando el filo 11 El cuarto de juegos 12 A contratiempo 13 Crónicas eléctricas 14 La sorpresa 15 Disonancias 16 La fiesta 17 Viaje a tierras galaicas 18 Hotel con encanto 19 Dudas razonables 20 La invitación 21 Incertidumbre 22 Equívocos 23 La caricia de la serpiente 24 Días extraños 25 Removiendo sombras 26 Treinta monedas 27 Alba 28 Él 29 Volando hacia ti 30 Con rumbo desconocido 31 Rio de Janeiro 32 Visita imprevista 33 Secuestrada 34 Tirando del hilo 35 Tenso regreso a Compostela 37 Reunión tumultuosa 38 Abrazos de lluvia (Epílogo)
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Crónicas de tu piel eléctrica
1 Bilbao, estación Abando
Lucía
Mañana lluviosa, Bilbao, Estación Abando aún con los oídos doloridos del mal aterrizaje en Sondica, desesperada por haber perdido el tren y buscando la manera de volver a mi casa, a la calidez de mi “hogar” con ganas de olvidar el estrepitoso fracaso de mi última estancia en Londres, sopesando mi vida mientras espero mi turno en ventanilla. He decidido romper esta relación que tiraba de mí, este
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último intento por salvar lo insalvable, pero estoy tranquila con mi decisión, empezar de nuevo me ilusiona. Casi no traigo maletas, los recuerdos están en mi cabeza y quiero que se queden ahí, adaptándolos a mi manera, cogiendo lo bueno, desechando lo inservible sin nada material, sin olores, sin sabores. Pero diossss ¡qué hombre tan pesado!, llevo media hora aquí parada y esta cola no se mueve, el próximo tren para Gijón sale en veinte minutos y yo sin billete, no quiero ni pensar si lo pierdo, el próximo saldrá en cinco horas y no quiero estar metida en esta estación más tiempo, afuera llueve, no es buena idea “turismo lluvioso con maleta”, debería haber esperado, tomado el avión directo a Oviedo, pero necesitaba irme, una vez tomada la decisión urgía mi marcha. Han pasado diez minutos, voy a perderlo y de mi boca sale un suspiro exasperado, el tipo que tengo delante se gira y me mira diciendo…tranquila..., vaya, ahora sólo me falta aguantar a un reposado aquí delante, me ofrece un cigarrillo que supuestamente calmará mis nervios, perfecto…lo que necesitaba….un ligón de estación: -¿Hacía donde te diriges? -A Gijón, pero a este paso me temo que tendré que quedarme cinco horas mas por aquí, le respondí Acabé la frase y de golpe la fila empezó a moverse, por fin algo salía bien en este viaje caótico, le miré con simpatía, quizá este tipo me iba a traer suerte, en fin, llegó mi turno, billete y corriendo al andén. El tren arranca despacio, estoy sentada mirando por la ventana, la lluvia moja los cristales que no me dejan casi ver, han encendido las luces en el interior del tren y en lugar de ver el paisaje veo reflejadas a las personas que se mueven por el vagón y a una simpática hormiga que corretea por el borde de la ventana.
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-Hola de nuevo, al final lo conseguiste! Vaya, de nuevo el tipo de la estación que me sonríe apacible, ahora lo miro de otra manera, parece agradable, espero que no me hable demasiado porque ando un poco malhumorada, pero sí lo suficiente para que el viaje no se me haga eterno. Me cuenta que viaja bastante a Bilbao, pero que entre viaje y viaje su casa está en Gijón, yo le digo que vengo de Londres pero que a partir de ahora me quedaré aquí, que vuelvo a casa después de dos años y le explico que de ahí mi impaciencia, las ganas de abrir la puerta, de desempolvar las cortinas, de sentarme en mi sofá. Es curioso que estemos hablando como si nos conociéramos de tiempo, él me cuenta….yo le cuento…y el tiempo se desliza como el tren por las vías, suave, cadencioso. No parece que la conversación dé para más, lo cierto es que aprovecho un momento de silencio para sacar mi ebook y seguir leyendo la tercera entrega del famoso betseller "50 sombras de Grey", si ya el primero me había desilusionado el tercero me está pareciendo tedioso. Noto su respiración cerca de mí y un ligero toque de su muslo contra el mío...hummmm...no sé si es por lo que estoy leyendo pero ese leve roce me estremece. Comenta divertido -¡Qué curioso, acabo de terminar el primero! -¿Ah si? ¡y qué te pareció? -¿Y a ti? -Sonrío, este asturiano me está resultando un tanto gallego. -¿Sexualmente?....nada innovador, como relación de pareja...tremendamente agobiante y de golpe, nos vemos envueltos en una conversación donde más que hablar es torrente de palabras sobre nuestras relaciones que casualmente acabamos de finalizar, dos historias
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completamente diferentes pero un denominador común; la posesión, el agobio, la presión, el estirar hasta romper. Antón me habla de su relación con Úrsula, la pareja con la que ha roto hace poco y el motivo de que se viniese a vivir a Gijón, no entra en demasiados detalles pero sé que fue algo muy tormentoso y que le cuesta bastante hablar con calma. Inmediatamente surge un lazo indefinible que nos lleva a hablar de nuestra forma de ver las relaciones, de las mentes abiertas, de los cuerpos abiertos...las palabras afloran solas, los cuerpos se juntan mas, aprovechamos cualquier ademán para rozarnos con nuestras manos, rodillas, muslos, agarrarnos de nuestros brazos, cada movimiento casual no lo es tanto, no sé que está surgiendo, pero cada toque suyo me provoca un "calentamiento global" por todo mi cuerpo. Llegamos, y por supuesto nos despedimos con dos prolongados besos en las mejillas y un abrazo inesperado, seguido de risas nerviosas y obviamente el correspondiente intercambio de móviles. Ya estoy en casa, subo las persianas, descorro las cortinas, abro la ventana y respiro profundamente, el Cantábrico me saluda, miro la maleta y me desplomo sobre el sofá… curioso este Jorge....e interesante también, mis ojos se cierran lentamente cayendo en esa especie de letargo duermevela, cuando despierto siento la necesidad de acariciarme pensando en él, recordando su olor, el eco de su voz...
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2 Ella
Antón Casi me alegro de que el coche se averiase precisamente hoy que regresaba a Gijón. No me gustaba para nada la perspectiva de tener que conducir en medio de la fuerte galerna que azotaba el Cantábrico así que, recojo mi maleta y me dirijo a la estación. Me gusta el tren, el ajetreo de la estación, la premura de los viajeros y por qué no, muchas veces me ha sucedido que he conocido personas muy interesantes en esas largas horas de tren. Paso por el kiosko, reviso los estantes en busca de alguna novedad literaria que me enganche pero, finalmente me decido a comprar un par de revistas para entretener las horas del viaje. La cola ante la ventanilla es larga y parece no moverse, llevo cinco minutos y detrás de mí, ya hay, al menos, otras veinte personas más. En esa espera acuden a mí los recuerdos de los últimos tiempos vividos, la abrupta ruptura con Úrsula, el cambio que supuso en mi vida y como buscando un cambio me instalé en una ciudad que siempre me agradó, cerca del mar y cerca de mi hija que vivía en Candás a pocos kilómetros.
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Preferí también escoger un lugar para mí solo, sin necesidad de preocuparme de organización de la casa y asi, tan solo, una dirección de hotel en Gijón marcaba la hoja de ruta. La escucho refunfuñar en voz alta detrás de mí, me vuelvo y su rostro hermoso marcado por la incomodidad es como un rayo de sol en el espacio gris. Me divierte su impaciencia y me atrae esa mirada azul limpia como el mar en agosto. Me sorprendo a mi mismo dirigiéndole unas palabras de calma, ofreciéndole un cigarrillo pero es tal el impacto que ha suscitado en mi, el ramalazo de calor que me recorre al escuchar su voz que intento prolongar la conversación aun a costa de parecer pesado. Hay personas que brillan en medio del espacio gris y ella brilla con intensidad cegadora en medio del tumulto. La cola se pone al fin en marcha y la conversación termina, tan solo sé que, me gustaría volver a verla, que este cruce de palabras no se quede en uno de esos impactos que recibes y que desaparecen fugaces en medio de la nada. Al menos, se que viaja a Gijón, seguramente coincidiremos en el tren y es posible que tengamos espacio para poder hablar porque este hormigueo que sacude mi estómago no cesa ni se calma. La suerte parece aliada conmigo esta vez y al buscar mi sitio descubro con indisimulada alegría que me ha tocado el asiento contiguo. Una hormiga recorre el marco de la ventana superviviente a las brigadas de limpieza y esa imagen me parece un feliz augurio. Me atrevo a saludarla otra vez y sé que ella nota la alegría que aflora en mi cara al verla de nuevo. Aun parece malhumorada pero noto que la tensión que tenía en la cola de la estación se ha relajado un poco. Me siento y comenzamos la típica conversación de recorrer los lugares comunes, le hablo de mis frecuentes viajes a Bilbao, de mi base en Gijón pero, sin decirle completamente el tipo de base que tengo allí establecida, seria largo, complejo de contar y para nada me apetece romper la magia de esta
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conversación en que me siento tan cómodo que parece como si nos conociésemos de hace tiempo. Me habla de las ganas que tiene de llegar, abrir la casa, desempolvar recuerdos y no puedo evitar pensar en la mía con cierta nostalgia, tan lejos, tan llena de recuerdos también. La dejo hablar escuchándola, meciéndome en sus palabras, encantadora y vital con ese brillo que noto se enciende en sus ojos al hablar y sé que la tensión, el malhumor, va desapareciendo en su rostro cada vez mas iluminado. Estoy embobado no soy capaz de dejar de mirarla de ver sus manos finas moviéndose con gestos de bailarina al hablar, su rostro sereno, ahora alegre y un asomo de rubor aflora en mis mejillas pensando que quizás esté notando este azoramiento. Siento que la conversación se agota y busco como mantener ese punto de comunicación sin forzar, intentando encontrar el vínculo que me permita seguir disfrutando de sus palabras, de ese calor que despliega y me envuelve en oleadas que no sentía desde hacía mucho tiempo ya. Me preparo al resignación de caer en el silencio, de refugiarme en mis revistas cuando observo saca su e-book del bolso y me atrevo a preguntarle que está leyendo. Curiosa coincidencia está leyendo el último libro de las sombras de Grey. Bueno eso me alegra, he leído el primero distraídamente y así sabré si debo continuar o es más de lo mismo. Me gusta su análisis que concuerda bastante con el mío y así nos vamos envolviendo en una conversación mucho más intensa en que las historias se engranan unas sobre otras. Hablamos sobre el sexo, los sentimientos, la posesión, lo divino, lo humano. La escucho, nos interrumpimos, hablamos a la vez cada vez más animados, nos reímos sueltos, sin prejuicios Diossss!!!! a cada minuto que pasa me gusta más…. Estoy comodísimo, suelto, encantado y además, esos roces furtivos, ese aproximarse inconsciente de cuerpos, ese contacto magnético, sus manos que se han posado en las mías por un instante, su pelo que me ha rozado la mejilla, su risa cristalina que me provoca una sacudida profunda que recorre mi cuerpo incendiándome de un calor que no cesa de crecer.
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Las horas transcurren volando intento detener y ralentizar ese tren creo que nunca había deseado tanto que hubiese retrasos inesperados porque estoy mm feliz como no había estado en mucho tiempo. Llegamos a la estación y nos despedimos entre besos que se demoran sobre la piel y me atrevo a abrazarla, apretarla con fuerza envuelto en su perfume. La noto azorada por el inesperado abrazo y la suelto para escribirle a toda velocidad mi teléfono, el suyo y deseando que esa llamada suene pronto. La veo alejarse hasta perderse en el taxi que la lleva a casa, prefiero caminar o levitar o saltar hasta el hotel, recreándome en toda la magia de este encuentro, así llego feliz al hotel, subo, dejo la maleta a un lado y abro las cortinas que descubren el mar impetuoso, azotando la playa de San Lorenzo. Me siento en mi sillón, dejo el teléfono sobre la mesa y me asaltan unas irrefrenables ganas de llamarla, de escuchar otra vez su voz… tan solo me frena saber que llegó agotada del viaje, que necesita descansar un rato y te pienso Lucía y enciendo el equipo de música y pongo a los Jayhawks, waiting for the sun suena poderoso y te pienso otra vez y me rio y estoy feliz esperando hasta que no puedo más, necesito escucharte aunque me riñas, aunque sigas dormida pero solo suena dos veces el teléfono y te escucho otra vez…
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3 La Llamada
Antón
Me gusta escucharte otra vez Lucía, no sabes hasta que punto me ha alegrado toda la conversación que hemos tenido en el tren y me gustaría poder continuarla si ya has descansado del viaje. Me contestas que cansada aun estás pero que te apetece salir de casa, reencontrarte con la ciudad y tomarnos algo por ahí. Me cuentas que te habías sentido muy cómoda esta tarde en el tren y que esa continuación también te apetecía. Quedamos en el centro, en una sidrería Jovellanos a las ocho. Es un lugar conocido buen sitio para comenzar en un ambiente unas buenas sidrinas seguro ayudan a templar
al lado del y bullicioso, distendido y el ambiente.
Me doy una ducha rápida, un afeitado y me dirijo al armario en busca de algo de ropa que ponerme. Es la ventaja de los hoteles, en el estante estaban mis camisas impecablemente planchadas y dobladas, escojo la azul oscuro de rayas verticales, mi favorita, esa que guardo y reservo para un momento especial. Afortunadamente, en este hotel se han
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dado cuenta que los chinos se planchan sin raya y me decido por el gris oscuro, la cazadora de cuero negra completa la vestimenta, me arreglo otra vez en el espejo del pasillo y me lanzo a la calle a saltos por las escaleras. Se me nota en la cara esa alegría profunda que me viste desde que comenzó este viaje y así me lo hacen ver en recepción cuando entrego las llaves. Como nos alegra verte así contento Antón, seguro ha de ser por buen motivo. Una charla así rápida pero siempre atenta porque, en este lugar siempre me he encontrado como en mi segunda casa. Me doy cuenta que te he dicho mi segundo nombre entre otras cosas porque eso me evitaría cambiarte la idea de que soy de Gijón pero creo, que ya has notado que soy gallego. Aunque el acento de Vigo sea neutro, para alguien de fuera es fácil adivinar tu procedencia aun llevando años de vagabundeo por medio país. Apresuro el paso y llego a la sidrería unos minutos antes de la cita, la temperatura es agradable y me quedo en el exterior viendo el ajetreo de la calle. Me pido una Estrella Galicia bien fresca, lío un camel y te espero disfrutando de ese primer sabor de la tarde. Llegas puntual, caminando ligera y me gusta verte en medio de la gente, tu pelo ondeando en la brisa de la tarde, pisando firme, con tu mirada buscándome. Tu sonrisa me hace volar, te doy un solo beso en la mejilla e impulsivamente, te abrazo fuerte temblando apretado a ti. No rechazas ese abrazo inesperado y lo prolongas con una caricia, nos sentamos, llamamos al camarero y pides otra cerveza. Me siento tan bien contigo, tan cómodo que los roces de manos, miradas, piernas, cuerpos que se buscan inconscientemente se vuelven frecuentes y cada vez mas eléctricamente intensos. Pedimos más cerveza y así animados, me cuentas por qué has elegido regresar a tu casa en Gijón, los recuerdos que te trae y también la curiosidad de ver que desconozco muchos de los lugares comunes de la juventud en la ciudad. Tengo que contarte entonces el por qué estoy allí, como soy ave de paso que mi ciudad es otra, en Galicia. Lo habías intuido ya aunque
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no me habías comentado nada. Por los alrededores del hotel hay una de las sidrerías más conocidas de la ciudad y allí nos vamos a tomarnos unos oricios y unos pinchos de pixín. Caminamos despacio bajo mi paraguas, despreocupadamente, charlando. La lluvia cae mansa y te cuelgas de mi brazo. Siento tu proximidad, el perfume delicado de tu piel, mirándote, escuchándote. Cenamos y nos vamos a tomar una copa al Varsovia. No ceso de mirarte, de sentirte cerca, nuestras manos se buscan, las caricias avanzan en la noche y el contacto es cada vez más intenso en esa comunicación eléctrica que nos une irrefrenablemente. Te miro con mi mano sobre tu hombro y me abalanzo sobre tus labios, nos besamos despacio, largamente. Terminamos las copas y paseamos por la playa de San Lorenzo, sin rumbo bajo la lluvia que sigue empapando la ciudad, arremolinándose en la brisa del Cantábrico. Te beso bajo el paraguas abrazándote con fuerza y pronto decidimos buscar refugio. Prefieres el hotel que está libre de recuerdos y allí nos dirigimos entre besos y caricias. Te gusta la habitación, el amplio ventanal a la playa y así, viendo caer la lluvia te desnudo con urgencia, descubriendo tu piel, besándote, mordiéndote, acariciándote con las manos ávidas de piel, de descubrir, explorar cuerpos eléctricos, deseándote, apretado a ti mordiendo tus pechos, tu vientre, tu sexo…
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4 Espacios
Lucía
Sonrío relajando mi cuerpo, llevando mis dedos a mi boca, me gusta chupármelos cuando acabo, sentir mi sabor...miro el teléfono y refreno las ganas de llamarle, medita Lucía….piensa que andas muy desesperada y que esto es un sofocón, pero no…sigo mirando de reojo esos números que si marco me llevarán a él, quizá mañana le llame, o pasado, o mejor en fin de semana, aunque quizá sea ya tarde y …mejor le llamo ahora que me tiene en el recuerdo reciente, no sé que le voy a decir….se me ocurre ¡Hola! Soy Lucía hummm que originalidad, en fin en el tren no nos ha costado hablar, así que ahora debería ser lo mismo. Me incorporo para coger el móvil justo en el momento que comienza a sonar, lo cojo sin mirar y escucho su voz, no hace falta que me diga quien es, le reconozco de inmediato y me sonrojo pensando en lo que acabo de hacer hace cinco minutos pensando en él.
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La verdad que ni se lo que me está diciendo porque me he puesto nerviosa, pero si se que habla de quedar esta misma noche a cenar, me pueden las ganas al cansancio y no sólo ganas, sino urgencia, quedamos en la zona de tapeo, y ahora viene lo mejor…. qué me pongo…bueno esto no es mas que tomarnos unas cañitas, así que vaqueros, camiseta, las botas camperas que me compré el otro día y mi cazadora marrón de la suerte…bah! demasiado sport no???, bueno él iba normalito, con una camisa muy bonita, eso sí, vuelvo a mirar la maleta y no veo nada interesante, rebusco en el armario, no recuerdo que dejé, en el fondo el vestido negro, creo recordar que era muy corto, bueno…me pondré unas botas así no da la sensación de ir muy vestida, y la ropa interior es bien fácil, unas braguitas y sujetador negro, me ducho y empiezo a vestirme, me miro en el espejo mientras abrocho mi sujetador ufff vaya tripita….la meto, no se para que miro tanto, para qué me estoy preparando, serán unas cervezas o unas copas y cada uno a su casa….o no. Está ahí, en la terraza, apoyado en una mesa alta fumando un cigarrillo y nuestras miradas coinciden cuando estoy a punto de llegar, me besa y me vuelve a dar otro abrazo que se prolonga, es como si no quisiera despegarme de su cuerpo así que mi mano baja despacio por encima de su chaqueta, por su espalda, sabiendo que ese es el final del abrazo pero apurándolo al máximo, además en ese beso me he llenado de su olor mmmmm huele a limpio, huele rico. La noche transcurre entre montones de palabras, sonrisas, carcajadas, distendidos, creo que los dos necesitábamos una terapia así, llueve fuera y le miro sin que se dé cuenta, qué ganas tengo de besar sus labios, cada instante tengo mas ganas de él y no se si lo notará pero me hago la encontradiza entre sus manos, entre su cuerpo, quiero rozarme en él, y le acaricio cada vez con menos disimulo, acercándome en la barra del bar cada vez mas, mirándole y ya ni sé de que estamos hablando en ese momento pero siento su mano en mi hombro y sus labios se acercan, me
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besa y un escalofrío recorre mi columna, un escalofrío y su mano cálida. Salimos y aun llueve, hace frío pero yo no lo siento, me tapa con su paraguas, me cuelgo de su brazo, me atrapa con sus manos y ya no hay freno entre nosotros, nos besamos, abrazamos, nos recorremos y urge encontrar refugio, no quiero ir a mi casa, aun no, así que vamos a su Hotel. Su habitación tiene un ventanal inmenso, es lo primero que veo al entrar y de inmediato siento sus manos que me desnudan y me acarician a la vez, mordiéndonos y besándonos mientras nos miramos, sacándole la camisa desabrochando su pantalón, completamente desinhibida, notando sus manos bajo mi vestido, bajo mis bragas, manos rápidas que me excitan que me hacen gemir, manos fuertes que me hacen vislumbrar lo que me va a dar. Caemos sobre la cama desnudos, rodando, ansiosos, tocándonos, acariciándonos, cae sobre mi cuerpo y mis piernas enlazan su cintura, ahora no podemos contenernos y lo quiero dentro, su polla se frota en mi sexo y entra de golpe haciéndome gemir, se mueve fuerte dentro de mi, estoy completamente agarrada a su cuerpo y me giro de golpe sobre el, sin despegarnos, sin salir, tengo la necesidad de cabalgarle, de ser su jinete, sus manos se clavan en mis nalgas, no sabía que nadie pudiera empujar tanto, pero le siento muy dentro de mi y mi pecho busca sus labios, golpeando su cara, sintiendo sus dientes que me buscan, en una galopada salvaje, una carrera hacia el deseo, mi cuerpo se vence a sus embestidas y le entrego todo mi licor entre gemidos, convulsionada, sudando. Me voltea sobre la cama y sube mis piernas apoyándolas en sus hombros, acerca su polla y empuja agarrando mis muslos, mordiendo mi pierna, entrando en mi con una fuerza primitiva que me hace agarrar las sábanas, y contener mis gritos, aunque me cuesta pero no quiero que me vea así, tan entregada, no quiero que sienta tanto ese vicio que me vence, al que me quiero dar, sus movimientos se vuelven mas convulsos, sus gemidos también, le noto
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volcarse dentro de mi y una humedad y calor que me llenan, su cuerpo sobre el mío, abrazándonos, buscando nuestras bocas, besándonos. Lía un cigarrillo y deja que lo encienda, me acoplo entre su cuerpo, entre el humo del cigarro, entre besos, caricias que no cesan, dedos que me recorren marcando mi silueta, labios que los siguen, creo le gusta jugar….como a mi, pero yo no quiero demostrárselo, le dejo llevar la iniciativa, saber hasta dónde, y su cuerpo se vuelca de nuevo sobre mi y esa noche me hace suya dos veces mas hasta caer rendidos, dormidos… Despierto entre sus brazos, aun es de noche, las cinco ahhhh tengo el cuerpo dolorido, pero es un dolor que me gusta, le miro como duerme plácidamente, y me doy cuenta de que hace veinticuatro horas no le conocía, y pienso que no se dónde me estoy metiendo, ni lo que pretende ni lo que pretendo, se me encoge el estomago, siento ese nudo que me hace huir, repto por su cama, me visto despacio y desaparezco. Ha dejado de llover, la noche está tranquila, no hay nadie y vuelvo mis pasos por la playa, como hace unas horas hice con él, regreso a casa y apago el móvil, me desplomo sobre la cama, tengo una sensación agridulce….y me duermo
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5 Buscándote
Antón
Despierto a las siete de la mañana, busco el calor del cuerpo de Lucía pero no está. Ha desaparecido sin dejar una nota, sin una despedida, nada. Me invade un desasosiego profundo. Hace un día no la conocía pero en esa larga noche es como si siempre hubiésemos estado juntos. Esa empatía, esa proximidad, el calor que nos transmitimos no puede acabar como tantas noches de aventuras de sexo desbocado sin mas trascendencia que la urgencia del deseo. Siento la tentación de llamarla pero es muy posible que esté descansando en casa. Las horas pasan despacio, entretengo el tiempo en la cafetería intentando concentrarme inútilmente en las noticias del periódico. Salgo a la lluvia, a pasear por la playa solitaria, esperando una señal, algo que me permita agarrarme al mundo. Es curioso como alguien puede aparecer en tu vida así de sorpresa y arrasar todas las barreras emocionales, todas las inútiles protecciones que alzas en el fatuo deseo de que nada te vuelva a afectar, a evitar que los sentimientos arraiguen.
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Lucia lo ha hecho en unas horas, necesito encontrarla, no perderla entre la niebla. Suena el teléfono sobresaltándome pero, tan solo es mi jefe que necesita comentarme algo urgente aunque sea sábado…uf para urgencias estoy ahora con mi cabeza y mi corazón ocupadas en un único pensamiento, encontrarla otra vez. A las doce no aguanto más y la llamo, su teléfono aparece apagado o fuera de cobertura, no es buena señal, me pierdo por las calles caminando sin rumbo y el cielo está cada vez más gris. Intento buscar explicaciones igual he forzado la máquina pero, estábamos tan bien, fue tan natural que solo puedo atribuirlo a eso, al mismo miedo que tuve yo, al vértigo de verte inmerso en una nueva relación tan inesperada como repentina. Marco su número otra vez a la una de la tarde, el teléfono suena pero Lucía no atiende la llamada, le dejo un mensaje dando vueltas a las palabras que puedo emplear, no quiero parecer desesperado pero, al mismo tiempo necesito hacerle saber cómo me siento, como necesito otra vez su voz, como necesito escucharla, escuchar su risa. Las palabras no salen, o, simplemente no me convencen. En esas estoy cuando siento la vibración de una llamada entrante, sale el sol, es Lucía. Me cuenta sus vacilaciones, el vértigo, el temor y también que esperaba mi llamada, quedamos otra vez, comeremos juntos, espero, llega, la abrazo y esta vez el abrazo es tan intenso que nos deja fundidos durante largos minutos, envueltos en silencio, sintiendo el temblor de la piel eléctrica, el dulce abandono en el calor de dos cuerpos náufragos que se buscan. Los labios, sus labios, los míos, nos fundimos en un beso apretado y siento que quiero bailar, saltar, que una felicidad gozosa invade mi cuerpo, mi alma y Lucía, sonríe al leer mis ojos…
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6 Tarde de hotel
Lucía Me despierto pensando en él, con la sensación de que todo ha sido un sueño, ya son las doce, me estiro perezosa en la cama mmmm mi cuerpo aun huele a él, no sé que me está pasando, no era esto lo que buscaba, me había prometido no comenzar nada, dejar pasar un tiempo pero lo que esta noche he sentido con él es difícil de explicar, el sexo ha sido genial y estoy segura de que si volvemos a vernos será mucho mejor, es esa ternura del después la que me mata....es posible que no vuelva a llamarme, miro de reojo el móvil y me digo…ves…no llamó, hasta que recuerdo que lo apagué al llegar a casa, lo enciendo…me ha llamado hace un momento, en fin…supongo que se habrá despertado ahora y se habrá dado cuenta de que no estoy, no sé porqué imaginé que tendría más llamadas de él, Lucía céntrate no fue más que un polvo, relájate y llámale. Marco su número y me contesta de inmediato, su voz es tensa pero me desarma y le digo la verdad, que me asusta comenzar y él trata de calmarme, me dice que quiere que comamos juntos y yo acepto casi sin dejarle terminar la frase. Y ahí está esperándome de nuevo, qué ganas de besarle y nos fundimos de nuevo en un abrazo que sólo él sabe dar.
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Mientras comemos nos contamos mil cosas, no de nuestras vidas, sino de lo que queremos, de nuestros gustos, de nuestro tipo de relación ideal, de sexo y ahí…ahí nuestros ojos brillan mucho mas, nuestras risas y sonrisas se afianzan y en los postres mi humedad es incontrolable, y le digo al oído que creo que me dejé algo en su hotel anoche… Antón La vista desde los amplios ventanales ofrece una panorámica completa de la playa de San Lorenzo la fachada costera de la ciudad distante y, a la vez, tan familiar. Me sonríes desde la ventana y tu vestido transparenta al trasluz con los rayos de sol que se abren paso entre el cielo plomizo y brillan a tu espalda. Estoy sentado en un cómodo sillón ingles de brazos, no me has dejado ni tocarte, tan solo que te vea como evolucionas por la habitación. Avanzas desde la ventana y te subes la falda enseñándome tus braguitas negras de tiras y muy despacio te vas desabrochando el vestido que cae a tus pies. Me gusta verte así, bailando con tu ropa interior negra que acentúa tu piel nacarada. Desabrochas el sujetador y tus pechos liberados me miran orgullosos, te acercas y me los frotas en la cara. No muevo ni un dedo, tan solo, te dejo hacer frotando tus pechos sobre mi nariz, mi barbilla, mi boca. Bajas lentamente tus braguitas y comienzas a acariciarte despacio, exhibiéndome tu sexo abierto, jugoso, acercándote, dejándome que pueda percibir completamente el perfume que desprende tu humedad. Sabes que te deseo, que mi polla aprieta los pantalones, que si pudiera moverme te follaría sin contemplaciones pero, se que quieres que mi deseo sea aun mucho mas fuerte, que no me mueva hasta tener al animal que llevo dentro absolutamente descontrolado. Sigues acariciándote y recoges del bolso tu juguete que lames despacio y te clavas en el coño. Esa visión me hace saltar del asiento como impulsado por un resorte pero, me empujas de nuevo diciéndome -espera, aun no- te agachas con tu juguete clavado en el coño,
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vibrando y así a cuatro patas caminas cara a mi sillón, desabrochas mis pantalones y tiras de ellos. Me resulta casi imposible mantener las manos sobre el respaldo, lo notas y presionas sobre ellas mientras tu boca busca mi glande. Lo recorres despacio mordiéndolo, lamiendo mi raja, dejándolo brillante de saliva y engulléndolo de golpe hasta clavarte contra mi vientre. Notas que mi polla late con fuerza en tu garganta, que desea explotar, llenarte la boca de leche y me calmas un poco subiendo por mi pecho, mordiéndome, apagando mis gemidos con un beso profundo. Estoy loco de deseo, loco por clavarte mi polla y explotar dentro de ti. Sacas tu juguete del coño y me lo das a lamer, tu sabor me enloquece y notas como me convulsiono poseído por ese vicio animal que tengo de ti. Sueltas mis manos que te buscan, que te recorren con ansia en caricias intensas y fuertes. Esas manos que te aferran, que te dan la vuelta sentándote sobre mi regazo con mi cipote latiendo en tus nalgas. Abres tus piernas y, te clavas mi polla de golpe. Empujo levantándote del sillón, mordiéndote la nuca, clavándote con furia, aferrando tus caderas con mi mano que viaja a tu clítoris para frotarlo con fuerza mientras te follo. Subo por tu vientre apretando tus pechos entre mis manos que los amasan, pellizcan, tiran de ellos mientras te clavo vigorosamente haciéndote sentir poderoso el latido de mi deseo animal...
Lucía Mmmmmmmm me gusta cuando te aguantas, cuando esperas...me excita ver tu cara, mirar tu polla hinchada, tensa y saber que tu primer movimiento no será suave, por eso quiero moverme sobre ti, excitarte, removerte por dentro, cosquillearte, frotarme contra tu cuerpo y que aguantes y aguantes.....porque sé que en el momento menos pensado sentiré tu clavada fuerte y eso es lo que mas deseo que me tomes así, que entres en mi de golpe sentir que no hay nada y que de pronto estoy llena de ti.
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Siento tus manos apretándome, frotándome, tus dedos entran en mi coño y mis manos se clavan en tus muslos apoyándome en ellos, cabalgando sobre ti, sintiendo en mi nuca tu aliento y tus mordiscos. Cada vez me frotas más fuerte y quiero explotar esta primera vez rápido, desde que hemos entrado en la habitación no ha cesado ese hormigueo y tengo urgencia de sentirlo, de mojar tus dedos, de correrme sintiendo tu respiración en mi oído. Mi cuerpo se retuerce, se balancea hacia delante para acabar con mi espalda pegada a tu pecho intentando recobrar la respiración, algo que resulta muy difícil porque lejos de pararte sigues clavándote con ansia dentro de mi coño, sólo que has aprovechado ese momento en el que me he balanceado hacia delante para clavar tus dedos en mi culo y ahora te afanas en retorcerlos, girarlos y presionarlos abriendo mi culo y yo quiero ofrecértelo mas abierto, así que entre empujones y movimientos acabamos tirados en la alfombra, dada la vuelta sobre ti con mi culo cerca de tu cara. Con tus dedos aun dentro, paso mi coño aun mojado sobre tu cara frotándola mientras mi mano acaricia tu polla, bajando hacia tus huevos lamiéndolos, abriendo mi boca, aspirándolos fuerte y dejándolos salir con ese sonido de ventosa… Me gusta aspirarlos enrojecerlos y soltarlos fuerte mientras juego con mi mano en tu polla, sacando ese glande brillante y sabroso que me muero por chupar, subo mi lengua y mi boca lo atrapa chupándolo con ansia, pasando mi lengua por tu raja, rascando con mis dientes y con el mismo movimiento con que tu polla entra y sale de mi boca, mi coño y mi culo se frotan en tu cara. Me gusta tanto resbalar por tu cara sentir tu nariz, tu barba, y me froto mucho mas fuerte notando tu vientre que sube haciendo que tu polla entre hasta la garganta llenándote de mi saliva que extiendo con mis dos manos entre tus huevos y tu culo metiendo también mi dedo en el tuyo para que sientas exactamente lo mismo que estoy sintiendo yo, sólo que tus dedos dilatan mi culo y lo abren aun mas. Sigo chupando tu polla, llevándola a mis mejillas,
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mordiéndola, aspirándola. Quiero que sientas todo el calor de mi boca, todos los juegos de presiones, aspiraciones, succiones, mordiscos, lametazos, quiero que tu polla esté a punto de estallar y cuando siento entre mis manos tus huevos duros y llenos de tu leche me levanto de tu cara para cabalgar sobre ti con tu polla en mi mano que llevo a mi culo dilatado, abierto y sabes que sólo tienes que empujar un poco, que mi culo está preparado y ansioso de tu polla y me siento sobre ti, apoyando mis manos en tu cuerpo, inclinándome y moviéndome cada vez mas fuerte y rápido sintiendo tus gemidos y gritos tus dedos que agarran mi cadera como garfios, la fuerza con la que me empujas, con la que te clavas hasta que siento un chorro fuerte, cálido dentro de mi culo y tu grito y las yemas de tus dedos retorciéndose en mi piel y me muevo ahora despacio, apretando mi culo, sacándola poco a poco, y acercándola a mi coño, metiéndola de nuevo dentro de él y echándome hacia atrás, tumbándome con mi espalda apoyada en tu pecho, agarrando tus brazos para que me abraces fuerte, girando mi cabeza para buscar tu boca, cayéndonos de medio lado, para que te acoples a mi espalda, a mi cuerpo, para que me recorras entera, para que no te separes ni un milímetro de mi.
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7 Tránsito
Antón Sé que lo que sentí desde el primer momento en que la vi, va mucho más allá de la atracción sexual, que entraba arrasadoramente en lo más profundo de mi ser, esa conmoción íntima, arrolladora que rompió todas las barreras sentimentales con las que me había armado. Francamente tenía miedo a entrar en una nueva relación, miedo a sentir, miedo a amar pero ahora, todo ese muro ha caído derrumbado ante ella. Han sido días intensos, el perderla en la mañana del sábado, el reencuentro, el hotel, la salida, finalmente el ir a su casa esa misma noche, como nos amamos tiernamente, las caricias, las palabras, el compartir mucho más allá del sexo. Me dejo invadir, si, no sé cómo acabaremos, donde llegará pero, lo que siento, lo que brota en mi pecho no quiero perderlo porque Ella es luz, luz cegadora de mil soles y llevaba demasiado tiempo en el espacio gris.
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Domingo con ella, un día en casa, de conversaciones, de profundizar, de conocernos, de cocinar juntos, de fumar, reír, bailar en esa alegría profunda que nace en el alma y asoma a los ojos con tanta intensidad que me sorprendo de mi mismo. Duermo con ella, en su casa, abrazado a su cuerpo, en ese calor que no cesa, feliz de encontrarla, de amarla, de yacer a su lado sintiendo que las noches han dejado de ser frías. Despierto temprano, la observo dormir plácidamente, su pelo indómito desplegado sobre la almohada, su rostro sereno, hermoso y tengo la tentación de despertarla a besos, de estrujarla con fuerza…Lucía, como si sintiese mi deseo, abre los ojos despacio, me busca con sus manos y nos fundimos en un beso largo, perezoso, tierno que me hace temblar de pies a cabeza peleando con el tiempo que fluye deprisa por la mañana…
Lucía Estoy en la cama sintiendo sus brazos que me rodean, intentando dormir hoy domingo, después de este fin de semana tan intenso, dos días para dar la vuelta a mi mundo, para bajar barreras....y es que no puedo evitarlo, hay algo en él que me tiene fascinada, que me llena de ilusión, que me hace reír, que dibuja una sonrisa permanente en mis labios, y ahora que lo pienso, llevo dos días con esa sonrisa....es posible que sea demasiado pronto para amarle, pero ahora mismo lo que quiero es que no deje de abrazarme, quiero cerrar los ojos y despertar a su lado, escuchar sus buenos días susurrados en mi oído y estremecerme con el roce de sus labios y el contacto de su piel.
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8 Lunes
Antón Comienza la mañana del Lunes con el retorno a las rutinas diarias, el ajetreo de la oficina, las caras de sueño, el recuerdo del fin de semana desvaneciéndose ante la pantalla, el otoño camina entre días más cortos y colores intensos y yo, camino en medio del bullicio pensando en tu abrazo. Recojo el coche de sustitución un monovolumen grande que es un trasto tremendo e inútil para el tráfico lento de la ciudad. Son las cosas de las grandes empresas, ese clasismo estúpido que impide que pueda llevarme un utilitario mucho más práctico para el trabajo de esta semana. Salgo aun malhumorado, he quedado con el comercial de la zona para repasar el planning de la semana, aparco el coche en el garaje y me dirijo a pie hasta la cafetería en que nos citamos. Un café, la prensa para tomarle el pulso al día y tras repaso de titulares comprendo que no soy capaz de dejar de pensar en ti, con el recuerdo
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de ese beso prendido en los labios, saco el móvil y las palabras fluyen sobre la pantalla táctil…
Cruzaremos el mar para encontrarnos, para amarnos sobre la arena. Navegar tu risa, surcar tu cuerpo entre caricias y besos robados. Recorrer a bocados tu cuerpo de mar vestido de sol, perfumado de algas. en en en en
los las los las
mares, horas, sueños, palabras
siempre estás siempre tú mi amada Me respondes en unos minutos con un -a las doce tengo dos horas libres ¿Puedes venir?- Un golpe de calor me recorre de pies a cabeza, a esa hora estaré libre del plomazo de Gómez y no tengo que visitar a ningún cliente hasta la tarde. Es la ventaja de no tener horarios, te obliga a estar muchas horas pero, al mismo tiempo deja estos pequeños momentos.
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Gómez nota la alegría en mi cara y bromea sobre el glorioso fin de semana que he debido pasar, uf su charla me agota siempre pero hoy mi pensamiento está ocupado en esa hora mágica que has marcado en el día. Repasamos el plan de trabajo de la semana, visitas, incidencias, evolución de las ventas que tiene sin cerrar aun… Gómez es simplón pero disciplinado, muy trabajador y cabal así que la reunión la concluimos pronto porque cada uno sabemos muy bien como delimitar el espacio de trabajo. Me despido hasta el próximo lunes y salgo a buscarte. Son las once y media, recojo el trasto y salgo para tu trabajo. La empresa en que trabaja Lucía ocupa una oficina grande con aire anticuado, puedo moverme con soltura en ella porque son buenos clientes nuestros y mi presencia no despierta la curiosidad de los que allí se afanan ante pantallas de ordenador, papeles y demás. El despacho de Lucía está al fondo de ese espacio bullicioso de la sala. Regresaba hoy a su antiguo puesto después de llevar varios años en la filial de Londres, aun esta instalándose y la veo nerviosa poniéndose al día con sus dos compañeros del departamento de marketing.
Tu sexto sentido te avisa de mi presencia pero disimulas sorpresa dejando que mi mano se pose sobre tu hombro con un ligero sobresalto. Llevas tu mano sobre la mía, el calor que me incendia cuando me acerco, ese calor que traslado a tu cuello bajo el pelo en una caricia suave, próxima. Me agacho y te susurro al oído las ganas que tengo de ti este lunes, enfatizando las vocales, mordiendo las consonantes, trasladando el deseo en corrientes eléctricas. Sabes de mis ganas, de la inquietud que corre por mis venas acelerando mis pulsaciones, ese deseo que late en cada palabra deslizada. Tu mano acaricia mi cabeza en una pasada ligera pero intensa, electrizando mi nuca. Ese beso ligero, fugaz, apenas roce pero, intensamente cargado de calor me lleva escaleras abajo en dirección al
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coche. Te espero en esos interminables minutos mientras terminas de ordenar el día. Suena Purple rain en la radio, electrizando la piel, acrecentando la dulce inquietud que sacude mi cuerpo al verte aparecer brillando al sol de la mañana. Llevas las gafas ocultando el intenso azul de tus ojos, ese azul que me hace soñar, ese azul en el que deseo reflejarme en las frescas noches de otoño. Subes al coche y el beso esta vez es profundo, lento, de labios que se desean y buscan, de bocas cargadas de electricidad, de corazones que laten inquietos. Arranco y la ciudad se pierde en barriadas dibujando un horizonte de campos bañados por un sol otoñal aun poderoso. El recodo del rio nos espera, la mañana empieza a ser cálida a estas horas. Aparco el coche y te acaricio bajo el abrigo sujetándote con fuerza, mis manos te recorren, buscando el calor de tu cuerpo, abrazados, fundidos en ese beso incendio que nos hace temblar. Quiero beberte, sentir otra vez esa explosión cálida sobre mí… Me agacho entre tus piernas, subiendo, metiéndome bajo tu falda, subiéndola con mi cabeza, mordiendo tus muslos, tu sexo sobre las bragas, apretando con mis dientes. Tus manos apresan mi cabeza frotándome con fuerza sobre tu sexo abierto... Lucia Nos movemos hacia el asiento posterior, medio tumbada en la parte trasera abres mis muslos y sigues tirando de mis bragas, que muerdes y arrancas, mis piernas enlazan tu cabeza y a la vez te empujan con mis manos, tengo ganas de tu lengua, de tus dedos, quiero empaparte, resbalarme por tu cara, frotarme con tu barba y derramarme entre tus dedos parar poder calmar un poco mis ansias de ti, noto tu lengua que me succiona bebiendo de mi coño sensible y te retiro poco a poco acercando tu cara agarrada con mis manos hacia mi boca besándote profundamente, hundiendo mi lengua y sacándola después para lamer tu cara, limpiarte de mi sabor, de mi olor. Ahora cambiamos, eres
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tu quien se recuesta en el asiento y yo quien abre tus muslos, subiendo tus rodillas flexionadas, soy yo la que meto mi cara entre esos muslos lamiéndolos y subiendo hacia tus ingles, abriendo tus nalgas, pasando mi lengua por tu culo hasta tus huevos, acariciando tu polla pasándola por mi cara, dejando caer un chorro de saliva por ella, jugando con mi lengua en tu glande, pintándome los labios con él, mirándote, deseándote y haciéndola desaparecer dentro de mi boca, esa polla que ahora está tensa y dura, que mi boca quiere atrapar, chupar, succionar con fuerza mientras mis manos se pierden entre tu culo y tus huevos....cómo me gusta sentirte respirar, jadear, gemir y notar tus manos aferradas a mi cabeza empujando, haciendo que tu polla entre profunda en mi boca, marcándome el ritmo de cada chupada mientras mi lengua juega con ella. La aprieto con mis labios y cuando subo presiono con mis dientes tu glande y de nuevo la siento clavada y aprietas mas ahogándome llenándote de saliva con mis arcadas pero deseaba este momento tenerte ahí clavado, respirando a través de ti, mirándote...
Antón Leo el deseo en tus ojos, ese vicio que nos enciende y te acaricio despacio sin dejar de sujetarte firmemente sobre mi polla, de marcarte el ritmo con mi mano, sujetando tu pelo, empujando, follándote la boca con ansia, gimiendo, gritando mi placer, palmeando, pellizcando tu cara, desbocado y salvaje. Deseo clavar tu coño, besarte, sentirte sobre mi y tiro de tus brazos buscándote. Reptas sobre mi cuerpo y te muerdo los labios, besándote, chupando tu boca, tu lengua, acariciándote la cara, el cuello en recorridos lentos y firmes.
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Mi polla late dura en tu vientre, la sujetas en tus manos y la llevas a tu coño frotándola entre tus húmedos labios hasta mostrarle la puerta que se abre de golpe con mi embestida. Empiezas a cabalgarme, mirándome, bamboleando los pechos sobre mi cara, aplastándolos sobre mi boca. Aprieto tus pezones con mis labios, los muerdo, amasando tus pechos entre mis dedos mientras te embisto con fuerza, en folladas secas y profundas. Subes y bajas galopando sobre mí, guiada por mis manos que aferran tus caderas con dedos de hierro, que se arrastran por tu cuerpo acariciando con fuerza hasta tener tu cara entre ellas y tiro de ti buscando otra vez tus labios, tu saliva dulce embriagándome de deseo. Deseo lamerte, morderte, besarte, sentir tu lengua, tus gemidos en mi oído, tu pelo haciendo cosquillas en mi cara, mirar el fuego de tus ojos y follarte… follarte con todas mis fuerzas. Empujo y me cabalgas acompasada, fuerte, cada vez más rápido, profundamente en tu coño palpitante. Mis manos clavan tus nalgas marcándolas, soltando palmadas secas que restallan en la piel, enrojeciendo, acelerando, invadiéndote el culo con la punta de mis dedos, tirando de ti y apretándote contra mi cuerpo. Follamos acelerados, desbocados, cada vez más deprisa, sintiendo el intenso latido que preludia la explosión. Salvajes, desenfrenados, mirándonos con el vicio de tenernos ardiendo en las miradas…quiero ver como llegas, que sientas como llego gritando, sudando, gimiendo hasta notar la explosión ardiente, con mi polla empapándose de ti y explotando en tu coño, mezclándonos en esos latigazos que nos hacen embestirnos deseperadamente, apretándonos, vaciándonos en sacudidas convulsas en las que naufragas sobre mi pecho, buscando el calor de los brazos que envuelven, el contacto de la piel estremecida, las manos que aferran firmes, los labios sensibles que se pierden en besos, caricias, lamiéndonos como perros, latiendo dentro de ti, deslizando las palabras al oído… te quiero. El sol está alto en la mañana y el frio se desvanece, un baño en el rio vivificando los cuerpos, jugando como niños,
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salir, buscar la hierba, tendidos al sol, secándonos al viento delSur que acaricia la piel. Abrazados, nos miramos con esa chispa de deseo que está ahí siempre agazapada, presta a saltar en cada roce, beso, mirada...
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9 Fluir
Antón Avanza la semana entre rutinas, visitas y mmm esperarte cada día. Ha sido una verdadera suerte que esta semana haya coincidido así, sin viajes ni alejamientos porque cada día me siento más pegado a Lucía. Para el fin de semana le he preparado una sorpresa, el martes cuando hablé otra vez con Gómez, le pregunté por el caserón de Oscos por si estaba disponible para el fin de semana. La casa, es un lugar muy especial, situada en las montañas occidentales de Asturias muy cerca de Santa Eulalia de Oscos. Siempre me gustó la zona y desde la primera vez que estuve allí, aprovecho cada ocasión para regresar. Me gusta sobre todo en otoño con las fragas explotando en mil colores y también los recuerdos que me trae. Las anteriores veces he ido con mi amiga Trini y también con algunos invitados mas. Trini es muy especial, le gusta el BDSM y me ha proporcionado unas experiencias altamente estimulantes. Fruto de esa experimentación, me he aficionado a una cosa que siempre había visto antes con cierto respeto fruto de los prejuicios que existen hacia esta tendencia. La verdad, hay muchas cosas que no comparto pero siempre me ha gustado el role play, experimentar y sobre todo jugar explorando nuevas cosas.
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Trini me llevó a límites por mí antes desconocidos en las ambiguas fronteras del placer y el dolor. Con ella experimenté sometiéndome a sus dictados, dirigiendo la acción y es que, en eso si no puedo ser ambiguo, me gusta controlar la situación, mantener bajo las riendas todos los elementos y hacer que todo fluya según mis deseos. Me habría gustado hablar de todo esto con Lucía pero temí ser demasiado brusco en una relación que comienza a caminar pero, aprovechando este viaje y viendo que es una persona muy abierta de mente, creo que empezaré a mostrarle algo más. Según como discurra el fin de semana, una vista al cuarto de “juegos” puede que resulte muy estimulante. La casa está libre este fin de semana y a Lucía le parece buena idea pasar esos días allí siempre que regresemos pronto el domingo porque odia llegar el primer día de la semana derrotada. Lucía Pasamos la semana afianzando más, explorándonos por dentro y por fuera, todo fluye y esa fluidez cada vez se torna más intensa. Hoy me ha hablado de pasar el fin de semana en una casa cerca de Santa Eulalia, la verdad tengo ganas porque estos días no nos estamos viendo demasiado, además quiero despistarme un poco, ayer me envío un mensaje mi ex escribiéndome sobre un viaje que teníamos pendiente para presentar un proyecto de un edificio, es una gran oportunidad y le dije, cuando me fui de Londres que intentaría acompañarle, aun no sé qué hacer porque sé que ese viaje puede ser el fin de esta historia que quiero vivir ahora, y necesito engancharme y estoy segura que dentro de él hay mucho mas
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10 Explorando el filo
Antón El camino a la casa es tortuoso y la noche no ayuda a percibir los lindes de la olvidada carretera. Por fin, los muros de la casa se hacen vislumbran sobre la pequeña colina al lado de la carretera. En galería iluminada, las ventanas aportan ese toque de color, de calor, en medio de un paisaje invisible e inhóspito. Al apagar las luces del coche, las estrellas se perfilan en un cielo despejado, limpio y hermoso. Recojo las maletas y caminamos hacia la casa. Las llaves gimen en la vieja cerradura de la pesada puerta de castaño. Desde la sala, un tenue resplandor nos recibe, Gómez ha tenido el detalle de dejarnos un alegre fuego en la chimenea. La casa desprende ese agradable olor a pueblo con aroma de manzanas maduradas en la galería. La impresión de calidez se acentúa en la sala caldeada y seca por el fuego. Añado unos leños, avivándolo y llevamos las cosas a la habitación. Nos acercamos a la cocina a preparar algo de cena. La nevera está bien provista tal como encargué. Calentamos la cena que nos ha dejado Gómez, un guiso montañés con una pinta espléndida. El vino servido a temperatura ambiente, un mencía de la Ribeira Sacra, sube un poco más la temperatura. Brindamos y bebemos a sorbos, mirándote a los ojos así alegre y despreocupada. Me sonríes y me acerco a abrazarte meciéndonos en un baile lento. Mirarte, besar tus labios y apretarte muy fuerte entre mis brazos.
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El guiso está caliente y burbujea en la tartera, lo llevamos a la sala y nos sentamos a la mesa, cerca del fuego que hace resplandecer tu pelo. Estás majestuosamente hermosa, cristalina, sonriente, paladeando la exquisita cena, bebiendo, rozándonos sobre la mesa, buscándonos con las manos. Terminamos de cenar, recojo los platos y traigo la botella de licor café. Nos sentamos junto al fuego en unos cojines sobre la alfombra pegados, contemplando las hipnóticas llamas, bebiendo despacio, besándonos con el sabor untuoso del licor en los labios, respirando el aroma de tu piel, sintiendo tu calor, acariciándote despacio en esa sensación de fluir lento del tiempo. El fuego avivado, hace innecesaria la ropa, desabotono tu vestido sin quitártelo totalmente. Busco tu piel con el ansia acumulada del viaje. Tus pechos, tu vientre, tu sexo que muerdo sobre las bragas mezclando mi saliva con tu humedad. Te deseo tanto amor que mis manos no pueden parar de explorarte en caricias cada vez más intensas que arden sobre tu piel arrancándote gemidos ahogados. Muerdo tu coño con fuerza sujetándote por las caderas y tu, abres tus piernas ofreciéndomelo como fruto maduro que atrapo y paladeo frotándome con fuerza en ti. Sujetas mi cabeza hundiéndome en tu coño, frotándome con furia, deseándome, buscando que mis dedos te abran invadiéndote hasta los nudillos. Notas mi deseo salvaje en los mordiscos cada vez más fuertes, en mis dedos que te abren el culo y el coño, en mi lengua que azota tu clítoris buscando esa explosión volcánica, ese llenarme de ti, de embriagarme con tu licor que me convierte en el cabrón que te inquieta y en el que deseas descubrir donde llegan sus límites.
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Lucía Ese cabrón que saca mi parte más salvaje que hace que retuerza mi cuerpo, que golpee mi sexo contra su cara, estirando de su pelo alejándolo y volviéndolo a empujar. Me gusta sentir el choque de su cara contra mi una y otra vez hasta dejarme llevar, hasta derramarme sobre él. Y así temblorosa te doy la vuelta y me subo sobre ti, sobre tu pecho abierta mojándote, secándome con tu cuerpo, bajando por tu vientre frotándome en tu sexo. Flexiono tus rodillas y te veo así muy abierto para mi, acerco mi boca y lamo la cara interna de tus muslos, tus ingles, pasando mi lengua con movimientos largos por tus huevos subiendo por tu polla, lamiéndola, frotando mi cara entre tus piernas, llenándome de tu aroma, abriendo tus nalgas con mis manos, dejando caer saliva y pasando mi lengua una y otra vez por tu culo, presionando, intentando entrar. Continúo el recorrido de mi lengua y mis labios que recogen tus huevos, los aspiran, los sueltan como ventosa, y sigo mi camino, voy deteniéndome y chupando más porque tus gemidos me dicen cuánto y dónde tengo que parar, pero mi mano que acaricia tu polla se da cuenta de su urgencia y subo a lamer tu glande, a rascarlo con mis dientes, a pasarlo por mis labios, a recorrer mi cara con él mientras la tengo apretada desde la raíz, y la meto de golpe hasta el fondo de mi garganta, la chupo fuerte, con ansia, chupadas profundas y lentas, mi lengua envolviendo tu polla, mis labios presionando, mis dientes rascando, estoy saboreándote cuando siento de golpe tu mano fuerte agarrando mi cabeza, tirando de mi pelo, levantándome, empujándome contra el sofá, mis piernas en el respaldo, mi cabeza colgando y la agarras con tus manos, todo sucede tan rápido, todo es de golpe, violento, sabía que ese cabrón estaba dentro de ti y me produce un tremendo placer mirarte ahora a los ojos, a tus ojos que brillan… y metes tu polla profunda en mi boca, follándome sin freno, clavándote, apoyándote sobre mi cara, agarrándola entre tus muslos, moviéndote con fuerza sobre mi boca, taladrando mi garganta, salvaje y desenfrenado, con tus
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gemidos que se vuelven gritos, mis manos pellizcando y clavando mis uñas en tus piernas, intentando sujetarme mas, no depender tanto de tu mano que sigue agarrando mi cabeza mientras la otra baja hacia mi sexo, frotando con fuerza, sabes mover bien tus dedos y harás que me corra entre ellos, gimiendo con tu polla dentro de mi boca, chapoteando en tus dedos que entran y salen a un ritmo cada vez mas rápido, te agarro mas fuerte de tus nalgas y tus muslos y siento la explosión de tu polla en el fondo de mi garganta mientras mi vientre sube buscando tu mano, explotando de nuevo, gimiendo, gritando los dos, locos de deseo. Nos calmamos entre besos, entre caricias, acompasando respiraciones. Cierro mis ojos y recuerdo los tuyos cuando me has traído al sofá, esos ojos de vicio que me han hecho estremecer, que me hacen ver que detrás de esto hay más, mucho más y yo quiero perderme en la profundidad de tus ojos y dejarme llevar.
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11 El cuarto de juegos
Lucía Esta mañana cuándo desayunábamos Antón me ha dicho que me quería enseñar la casa, ayer era tarde cuando llegamos y realmente solo vi una pequeña parte, pero esta casa es enorme, por la mañana sí me he dado una vuelta cuando él seguía dormido y he visto una sala enorme con una pared de cristal, tengo que preguntarle porque parecía un salón de baile, pero no he mirado mas porque le oí desde la cama que me llamaba La casa huele a café, sus brazos rodean mi cintura y sus labios recorren mis mejillas, es un momento en el que quisiera parar el tiempo si no fuera porque hay algo en su mirada que me indica que quiere hablarme, no se si es porque se siente violento con el final de la noche, o porque quiere decirme algo mas, espero que no sea lo primero porque me gustó, me abandoné y quise sentirle así. Me ofrece otra taza de café y vamos a recorrer la casa, me pregunta si disfruté ayer y le digo que sí, que me gusta llegar a límites, él se ríe –límites???, los límites son otros.
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Me sienta mal su risa, sé que hay LÍMITES, pero yo hablaba de “límites” de los de andar por casa. Es como si hubiera abierto la espita y me empieza a contar sus escarceos con el BDSM, me habla de su amiga Trini que debe ser Ama, gracioso nombre para alguien así, siempre que he visto o leído en internet historias de Amas y Amos tienen unos nombres más rebuscados e interesantes, nunca he visto ninguna historia sobre el Amo Pepe por ejemplo. Esta conversación me tensa porque no tengo ni idea de que me está hablando, me dice que a esta casa, él ha venido con Trini y más gente, que existe una parte de la casa en la que se reúnen y practican y me hablan de juguetes que me pueden ayudar a entender lo que es todo esto, me cuenta cómo empezó todo, como le fue cogiendo gusto y como algunos detalles ya forman parte de su vida sexual. Estoy sorprendida…aunque no extrañada, es mas lo que estoy es contenta, contenta de lo lista que soy… porque yo sabía que había algo mas, estaba segura y aquí estoy en una casa en la montaña, con un tío al que conozco de hace diez días que me habla de BDSM y además me está intentando convencer para que traspase física y anímicamente una puerta que tengo a un metro de mi. Quiere que la abra yo, que me acerque al pomo y lo gire…. Domingo por la mañana, tengo el cuerpo dolorido y sus manos cálidas acarician mi cuerpo despertándome, pero no quiero moverme, ahora no cuando por mi cabeza están pasando estas últimas horas.
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Antón Desayunamos tras la larga noche, me gusta sentirla así cerca, acariciándonos, mimándonos tras la larga noche en ese retorno al día lleno del calor necesario. Sé por su cara que tiene preguntas e imagino habrá explorado la casa mientras estaba dormido pues al despertar, pude ver como llegaba ya con esa mirada interrogante. Después nos enroscamos una vez mas y quedo aparcado para el desayuno. La miro a los ojos, sé que desea saber y sabe que deseo contarle algo más. Hablamos de los límites y creo que la he dejado un poco perpleja con mi risa cuando me lo ha dicho así. No sé si he estado algo brusco al plantearle que cuando hablamos de eso hay otros LÍMITES mucho más allá. Es complicado sacar el tema, el BDSM ha estado muy asociado al SM de tan mala fama y eso hace que muchas personas en cuanto se mencione el acrónimo salgan disparadas por todos los prejuicios creados sobre ello. No sé bien como empezar con Lucía, debo contarle que a mí, me gustan algunos aspectos como el fetichismo, la dominación y el bondage. Atar me gusta, eso de que todo tu deseo deba fluir sin poder usar tus manos, tus pies, esa exposición al ansia de los demás, me produce un morbo muy especial. Ese tipo de cosas es lo que quiero transmitir a Lucía decirle como me gusta ese mundo y como, en él, descubrirá placeres que le llevarán mucho más allá de lo que imaginaba. En realidad, ni aparatos ni juguetes despiertan en mi un morbo especial es mas, me gusta usar solamente las manos en todo contexto. Vamos que me gusta el sexo duro pero sin entrar en las disquisiciones filosóficas que rodean también esa tendencia donde es tan diverso el grupo de practicantes que a veces resulta complejo delimitar las cosas.
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Trini es una dominante, es pareja de Gómez en la vida real pero también, su sumiso. Ella es quien me ha orientado un poco en todo ese mundillo en unas interesantes charlas que finalmente, confluyeron en invitarme a presenciar alguna de sus sesiones. La verdad me gustó la experiencia y lo que comencé como mero espectador, acabo derivando a una mayor participación activa, vamos, lo normal porque me cuesta estar en una situación así de manera únicamente contemplativa. Ahora tras el desayuno es el momento de mostrarle el salón de juegos bajo el pretexto de enseñarle toda la casa. Por el camino, voy hablándole de estas cosas en una charla en la que intento ser lo más tranquilizador que puedo sobre el tema. Bajamos al sótano donde está el cuarto de juegos y le muestro todo lo que guardan Trini y Gómez así como sus nombres de guerra en una panoplia del cuarto. Si, Trini, esa chica de apariencia convencional, cuando llega a esta casa se transforma en Eishet y Gómez, es aquí el ángel caído Amudiel. Lucía está sorprendida ante todo este mundo que se despliega a su mirada observadora pero, en esa sorpresa, más que temor hay curiosidad e incluso, en sus ojos brilla esa chispa de deseo que tanto me enciende.
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12 A contratiempo
Lucía Estoy en Bangkok, casi no me ha dado tiempo a despedirme de Antón, mi ex me llamó, quedamos en que le acompañaría a una presentación de un proyecto de edificio comercial y aunque no creo que deba estar aquí…aquí estoy. El tiene puesta mucha ilusión en este proyecto y en su momento le animé a presentarlo, ahora que es casi seguro que sea él quien lo lleve quiere que lo compartamos juntos y yo tampoco he sabido o querido decir que no. El encuentro en el aeropuerto ha sido un poco frío, pero en cuanto hemos llegado al hotel las cosas han ido cambiado. Estoy tumbada en la cama esperando a que salga de la ducha, me encuentro algo cansada del viaje y me voy a quedar dormida como no aparezca pronto y cuando aparezca ¿qué?. Le veo salir con la toalla anudada a la cintura mmmmmmmm la verdad es que tiene un cuerpo bonito, pero no sé si aun le deseo…es…demasiado familiar. Él se acerca con su súper sonrisa y se tumba a mi lado, me acaricia la cara y sus labios se acercan a los míos, me da un beso suave y su lengua entra en mi boca buscando la mía, sus manos comienzan a desabrochar mi blusa a abrirla
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despacio mientras baja por mi cuello y por mi pecho, besándome por encima del sujetador, con sus manos en mi vientre que presiona, noto cada yema de sus dedos que siguen bajando por mis muslos, levantando despacio mi falda….me humedezco, su cuerpo sobre el mío, mis piernas que se abren poco a poco, su mano que se aventura bajo mis bragas, acariciando mis labios, mojándome aun mas, abriéndolos y recorriéndome con sus dedos, me estremezco y baja con su boca, con su lengua hasta llegar a mis ingles, abre mi coño con sus dedos y me llena con su lengua que presiona en mi clítoris, le aprieto contra mí, subo mis caderas ofreciéndome, quiero que me haga vibrar, explotar en su cara. Pero necesito que me chupe más fuerte, sentir que me desea de verdad, quiero que me haga gritar y cierro mis ojos, concentrándome en su lengua, en su boca, y al cerrarlos aparece siempre Antón, no puedo evitar pensar en él. Y recuerdo la última noche, el cuarto de juegos, el brillo de sus ojos cuando me ataba, cuando me ponía su pañuelo en mis ojos, sus mordiscos, sus azotes, sus gemidos, sus gritos, los míos, el vicio, el placer en estado puro, animal, ese estado salvaje en el que nada mas importa, el entregarse completamente, sin frenos, sin barreras e instintivamente agarro la cabeza de Juan y me froto contra su cara con fuerza corriéndome, gritando, retorciendo todo mi cuerpo. Me mira algo extrañado y sube hacia mi boca mientras acerca su polla a mi coño y la mete despacio y profundamente dentro de mí, con movimientos rítmicos, acompasados, que suben de velocidad, cada vez mas fuertes hasta que le siento desplomarse sobre mí y me susurra al oído que vuelva, que me quiere. Tengo ganas de coger mi ropa y desaparecer, tenía miedo de este momento, de sentir algo, mucho o demasiado, pero no lo siento, quiero más, ahora necesito mucho mas, le sonrío y le acaricio el pelo, me conoce demasiado y sabe
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que no cambiaré de idea, pero seguiré con él estos días y volveremos a hacerlo, me gusta hacer el amor con él, pero me gusta mucho mas follar con Antón, esa es la diferencia y eso es lo que necesito ahora. Me voy a dar una ducha y aprovecho para enviar un sms a Antón “te echo en falta”, aun es pronto para decirle que le quiero, además no sé si es sólo deseo, no quiero colgarme con él, quiero tomarlo tranquilamente aunque sé que va a ser muy difícil, tira demasiado de mi y aunque eso me gusta a veces resulta complicado controlarlo, no se si en algún momento sabré decir, bien, ya conozco tus juegos, ya he probado todo lo que me puedes dar ¿y ahora? Me quiero seguir quedando contigo porque me ata algo mucho más fuerte o puedo continuar mi camino, o mejor…quiero continuar mi camino sola o con él…¿y él?, Tercer día ...y sin mensaje de Antón, hemos hecho un montón de visitas a los lugares más turísticos, pero hoy toca quedarme sola, así que miro mi guía de viajes y me lanzo directamente a Patpong, el barrio rojo de Bangkok…..llueve y un ambiente demasiado caluroso sale del asfalto, las imágenes me recuerdan a aquellas calles en Blade Runner, no debería estar aquí sola así que mi intención es echar un vistazo rápido e irme. Un hombre muy mayor está sentado en la puerta de una sex shop, me hace un gesto con la mano para que entre, bueno….no tengo nada mejor que hacer, entro y curioseo, no veo nada nuevo, pero este hombre me sigue haciendo movimientos y sonidos que no entiendo para que le siga, casi en la trastienda se para y entre mil consoladores me saca un collar, aun no sé para que sirve, pero me dice que lo coja, que lo compre, es bonito pero no acabo de entender el sentido, no es un collar de sumisa ni nada parecido, es más bien un colgante, no tengo ni idea para que es, pero en este momento lo que quiero es irme de la tienda, del barrio, así que lo compro y regreso al hotel. Miro el móvil con desgana y me extraña ver devueltos los mensajes que he estado enviando estos días, ahhhhh pero
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que estúpida, se me olvidó activar el roaming, lo hago y entre pitidos veo un montón sms y lamadas perdidas de amigos, del trabajo y ufff de Antón, veo el último y todo mi cuerpo se estremece…quiero volver a verle ya, ahora mismo.
Antón Domingo noche, dejo a Lucía en su casa, nos despedimos con un beso largo. Me ha dicho que me avisaría en el caso de que decidiese viajar en el coche conmigo a Bilbao por la mañana pero, ahora, prefería descansar a solas de este intenso y agotador fin de semana. Además, me contó que tenía que poner en orden muchas cosas antes de emprender el viaje. No era buen presagio y, al llegar al hotel, un mensaje de correo avisándome de que cogería el tren por la mañana confirmó mis impresiones. Un mensaje con una despedida cordial, como de amigos y nada más, silencio, frio, nada. Ir juntos a Bilbao, quizás, era demasiado tiempo de despedida para un viaje que aun no sé muy bien en donde desembocará.
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En el hotel, las paredes se me caen encima, me doy una ducha, preparo la maleta, el guarda trajes y decido salir de noche para Bilbao. Prefiero conducir, en cierta manera, huir hacia adelante sin saber cómo plantearme las cosas. No sé aun muy bien como ha sido pero, Lucia ha irrumpido en mi vida mucho más allá de lo que hubiera podido imaginarme. No es un encaprichamiento, lo que late en mi corazón es demasiado poderoso hasta para confesármelo a mí mismo. Arranco con fuerza y piso acelerador por la carretera lanzado entre la lluvia que no deja de caer. Viajo a demasiada velocidad pero anida en mí el deseo imperioso de alejarme, perderme, devorar los kilómetros con ansia en el afán fatuo de no pensar en Lucía. Me instalo en el hotel en Bilbao, no he cenado ni tengo ganas de nada, un café con leche templado y un par de pastillas de sueño químico, esta noche no quiero soñar. El lunes es un día crucial profesionalmente para mí, un contrato vital pendiente de firma, consigo desviar y concentrar mi pensamiento en ello, necesito conseguirlo y debo estar plenamente en forma intelectualmente para superar el reto. La reunión es tensa, se desgranan las últimas objeciones, lo que me plantean es solo la confirmación final de que todo marcha, que , tan solo faltan esos flecos que hacen que un cliente llegue a confiar en ti. Estoy muy seguro de que nuestra firma será la mejor solución a sus necesidades y eso, es algo que unos clientes avezados como los de Acerías Izarrauri, duros de pelar donde los haya, detectan con facilidad. Me invitan a comer en un caserío a las afueras de Bilbao, en eso me recuerdan Galicia donde los buenos contratos se sellan siempre alrededor de unas botellas de buen vino, condición indispensable de llegar a buen puerto en cualquier negociación. La comida transcurre afable una vez superada la tensión negociadora. Me prodigo poco con la bebida porque, hoy mismo, salgo para Coruña. El viaje, ya con mi coche habitual recogido en el taller esta misma tarde, transcurre sin agobios pero, entre la lluvia
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que empaña el parabrisas vuelvo a ver a Lucía. En todo el día no he recibido ni un correo, ni una señal. Le he enviado cinco pero, ninguno ha tenido respuesta. Quizás se ha olvidado de activar roaming o lleva el teléfono apagado. Llego de noche a Coruña, mañana no tengo urgencia de trabajo sobre todo después de lo que acabo de conseguir con la firma del contrato en Bilbao. Hablo con mi jefe otra vez y no pone objeción alguna a que mañana me tome el día libre so pretexto del agotamiento del viaje. Ceno frugalmente en el hotel y tras una ducha y vestirme con ropa más informal decido perderme en la rica noche coruñesa deseando olvidar, sumergirme en el alcohol, despejarme, quitarme esta tontería que tengo encima que me mantiene en un estado de melancolía insoportable. Aparco en el centro y me dejo caer por la zona del Orzán. Aun es pronto, los locales están vacíos aunque sea lunes noche. Camino hacia el Dublín en busca de un buen café para comenzar la noche, hay poca gente pero mas que en los otros locales que acabo de ver y allí, justo en el fondo de la sala está Isa. Nada más verme, se levanta para saludarme y nos damos un abrazo y un beso, quizás ella tenga respuestas, sepa por donde pueden discurrir las cosas. Charlamos, dando vueltas a los lugares comunes pero, ella sabe leer muy bien en mis ojos, somos amigos desde hace muchos años y al pronto me dice -Algo ensombrece tu mirada Antón, se que tienes ahí una pena, un dolor que no alcanzo a ver bien, háblame, dime cual es el motivo de tu aflicción- me desarma con su ataque frontal y me vuelco en contarle toda la semana anterior sin omitir un detalle. Me escucha paciente, mirándome enarcando sus cejas, siguiendo con atención las palabras, los gestos, a veces mostrándome ese esbozo de sonrisa irónica que tanto me incomoda.
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Salimos y seguimos la noche pasando a cosas más fuertes pero siendo tan monotemático como lo he sido en el café. Isa es comprensiva, hemos sido refugio muchas veces uno del otro, escuchándonos, mimándonos, lamiéndonos las heridas y sé que hoy quiere hacerme olvidar por un momento todas mis tribulaciones. Me habla de las últimas novedades de la ciudad, de cómo van sus amores, su trabajo y así, discurre la noche, cargándose de palabras humo y alcohol. Acabamos en el Mardi Grass, casi lleno para un lunes y ahí me dice que no pase la noche en el hotel, que no es buena idea conducir ahora, que me vaya con ella a su casa para descansar un rato. Su invitación es a algo más que a descansar, igual no es una buena idea pero, en estas condiciones, me dejo llevar como tantas veces que hemos acabado enroscados hasta que el sol nos sorprendió despiertos aun. Isa abre la puerta y se pierde en dirección a la cocina dejándome en la sala un instante. Su casa gusta al momento, tiene ese olor indefinible que trae tantos recuerdos, que te hace sentir en un espacio cómodo agradable y, también, ese aspecto acogedor y cuidado con que la dueña mima cada espacio en el que se mueve. Me siento en el amplio sofá y ella reaparece con un malta reserva especial y dos vasos en la mano. Sirve dos tragos que bebemos mientras seguimos charlando. En un momento me dice ¿te apetece algo más fuerte? y sin decir más saca una diminuta bolsita de plástico del interior de su bolso. Hace mucho que no meto nada pero, esta noche, no estoy en condiciones de resistirme. Corta dos rayas generosas y con esa carga de euforia, nos enroscamos en un abrazo largo, urgente, de desabrocharse con rabia, de poseerse con ansia de náufragos en pos de una isla en donde arribar, con ganas de follarnos toda la noche. Nos poseemos con furia avasalladora pero, algo salta en mi mente, busco a Lucía en sus labios, en su abrazo, en su coño ofrecido y me pierdo pensándola follando un cuerpo
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que no es suyo como si fuese ella, desatado y animal como la noche del cuarto de juegos. Isa lo nota perfectamente pero se acopla a ese desenfreno entregándose por completo. Por la mañana me dice -Antón estás enamorado como un gilipollas, follabas conmigo pero sé que era a ella a quien buscabas- musito disculpas que acalla diciéndome con una sonrisa pícara que bueno, que ella había sabido sacar partido de la situación. Prepara un café fuerte, desayunamos y me dice muy seria – Antón, escúchame mi intuición me dice que Lucía vendrá a buscarte, no te agobies ni la agobies déjale aire y regresará- Nos despedimos con un beso sin saber muy bien que pensar, las palabras de Isa me confortan y alientan la esperanza pero, la verdad es que sigo sin noticias de Ella. El viento es muy frio esa mañana, el invierno entra con fuerza en la ciudad sin ti Lucía. Sigo pensando obsesivamente en las palabras de Isa, quizás, tan solo, buscaba calmar mi ansiedad, darme fuerzas en un momento de pocas esperanzas, justo en ese momento, una tenue vibración en el bolsillo, en el teléfono hay señal de correo. Es un mensaje tuyo Lucía, te leo y el sol se abre paso entre las nubes, enciendo un cigarrillo, me paro en la acera y pienso despacio en como condensar el torrente de palabras que se agolpan en mi mente pero sé que escribirte, que palabras son ahora las necesarias y tecleo despacio... te quiero.
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13 Crónicas eléctricas
Antón Me habías contado cuanto te gusta viajar, curiosear por mercadillos y bazares haciéndote con objetos exóticos, peculiares, sorprendentes que descubres en cada lugar. Aunque este viaje tenía una finalidad distinta, a buen seguro no has desaprovechado para recorrer, conocer, descubrir todas esas pequeñas cosas que hacen de Bangkok una ciudad fascinante. Me llamas, acabas de llegar a Gijón y me cuentas que ya estás instalada en casa. Escucharte me emociona, me hace saltar en el asiento del coche parado en el arcén para no perderme una palabra. Regreso hoy mismo a Gijón, casi por la noche pero no quiero esperar ni un segundo más para verte. Quedamos en vernos después de cenar para poder tener tiempo para pasarme por el hotel, ducharme y cambiarme. Antes de cortar me dices enigmáticamente que tienes una sorpresa muy especial para mi…
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No hace falta dar muchas explicaciones, las ganas de verte, de sentirte otra vez cerca me dan alas. Escojo el Varsovia que tan buen recuerdo me trae. Me gustan las sorpresas, de camino a la cita, cavilo en qué consistirá esa sorpresa tan especial pero, por mucho que doy vueltas, pienso que eres tan deliciosamente imprevisible como para acertar. Llego al local cuando aun está casi vacío, la mesa de la última noche está libre y me acerco a tomar posesión sonriendo íntimamente, es la suerte de quedar temprano para la hora punta del local. Pido un gin tonic de Kendricks con fever tree, con sus granos de sal, su chorro de limón y bayas de enebro, no es que sea un sibarita pero en el Varsovia saben preparar adecuadamente un gin tonic y la ocasión es especial. A los pocos minutos entras en el local y veo tu pelo destacando, enmarcando tu cara que brilla con esa sonrisa que me enamora cada vez que apareces. Me levanto y te abrazo besándote con las ganas acumuladas desde la despedida cuando partías a Bangkok en un viaje que despertó tantas incertidumbres en mí. Nos sentamos y empezamos esas charlas donde los lugares comunes ocupan poco lugar, el local se va llenando poco a poco conforme avanza la noche hasta que me deslizas al oído un… ven, te espero en el baño de chicas. La sorpresa no ha salido en la conversación así que, deduzco quieres enseñármela en un lugar más íntimo eso me llena de un alegre cosquilleo que me recorre de la cabeza a los pies. Te sigo despacio y me cuelo en el baño, cerramos la puerta y ahora los besos se vuelven intensos, las manos ágiles en esa urgencia vertiginosa de tenerse, de cuerpos que se buscan, de manos que exploran y desordenan la ropa. Sentada en el lavabo con tus piernas abiertas sobre mis hombros, buceo en tu coño frotándome, mordiéndote, lamiéndote. Me aprietas con tus talones, con tus manos, con tus uñas que se clavan en mi nuca, empapándome de ti, succionando tu coño con ansia devoradora, haciéndote gemir, revolverte haciendo que desees tener mi polla clavada en ti .
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Lucía Estoy deseando darte mi sorpresa pero aun quiero más, tenía tantas ganas de sentirte atrapado entre mis muslos, mis piernas abiertas y levantadas, mis tacones tocando en la pared. La estrechez de este baño aun me excita mas y aprieto tu cabeza empujándote de nuevo contra mí, explotando, empapándome en tu cara con mis piernas temblando y mis dedos clavados en tus hombros y te hago subir tirando de ti hacia mi boca metiendo mi lengua en la tuya, recorriéndola, buscando tu lengua, tus dientes y agarro tus manos para que abras mi blusa, para que amases mi pecho. Quiero que veas el colgante que llevo, una cara como de diablo oriental con cuernos en forma de rayo sobresaliendo en su parte superior. Los ojos son unas piedras de color verde, te quedas mirándolo un instante, pero tu polla es más fuerte que tu curiosidad y la acercas a mi coño entrando con fuerza, chapoteando dentro de mi, agarrando mis pezones, retorciéndolos, con esa brutalidad que me hace gritar, y para acallarme metes mi colgante en mi boca entre tus dedos, haciendo que reprima mis gritos mientras embistes sin piedad dentro de mi moviendo todo mi cuerpo. Agarro tu cuello con mis manos y te empujo, te saco de mi y bajo a chupar tu polla que rezuma de mi sabor, succionándola con fuerza sintiéndola tensa y palpitante en mi boca y entre mi lengua que la enrosca, agarrando mi collar y clavando los cuernos del demonio por tus huevos y tus muslos mientras no dejo de chuparte profundamente, de tragar tu polla que me rompe la garganta, se que estás a punto de correrte y sales de mi boca volteándome y levantándome de nuevo, subo mi pierna sobre la encimera del mueble del lavabo ofreciéndome completamente con mis nalgas abiertas para ti porque sé que eso te excita, te vuelve brutal y sé que me clavarás con más fuerza que nunca y que explotarás dentro de mí.
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Noto tus manos como garras que aprietan mis caderas mientras te hundes en mi sintiendo tu vientre golpeando contra mis nalgas con ese ruido que hacen nuestros cuerpos al chocar, cada vez más rápido, con mi cara pegada al espejo empujándome salvaje me gritas, azotas mi culo y sé que ya no hay tiempo… Arranco mi collar y lo llevo al enchufe metiendo los cuernos dentro haciendo que esos ojos verdes se vuelvan de golpe rojos, y noto como te estremeces y tus piernas tiemblan, tu polla se queda clavada de golpe sin moverse inundando mi coño, pegas un grito en mi oído y noto que te ha llegado esa descarga eléctrica justo cuando te corrías, te quedas sin habla, dentro de mí, y sonrío al espejo mientras miras mi reflejo y te digo mmmmm te gustó? no lo había probado ni sabía la fuerza de la corriente y quiero que este sea el primer juguete de nuestro cuarto de juegos…quieres?
Antón Cuando clavabas el colgante en el enchufe, vi los ojos del diablo iluminados en verde y poco a poco como cambiaban a rojo. Ciego de vicio seguí bombeando sabiendo que algo iba a suceder y vaya si lo noté… Ese ramalazo eléctrico que me sacudió de la cabeza a los pies haciéndome explotar violentamente en tu coño, estremeciéndome, convulso y loco, empotrándote contra el mueble... Los ojos del colgante regresaron maliciosos a la calma y parecía como si se le hubiese dibujado una sonrisa maléfica en aquella boca. Me miraste desde el espejo sonriendo y me preguntaste maliciosa ¿te gusta mi sorpresa? Ahora, aun conmocionado entre tus brazos, me besas y me calmas con caricias, mi cuerpo aun esta trémulo del cañonazo de energía que ha recibido. Te beso, te muerdo y te digo al oído -como me gustan tus sorpresas cabrona, llevaremos ese juguete al cuarto-
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14 La sorpresa
Lucía El tiempo pasa muy rápido y cuando se vive intensamente creo que aún más rápido, y Antón hace que lo viva así. Durante todo este tiempo hemos tenido momentos realmente excitantes, ahora, tumbada en el sofá revivo cada detalle, como cuando tuve que descambiar el vestido que al final no estrené en Bangkok, una especie de orgía que se montó por si misma en la trastienda, la dueña que consiguió calentarme con sólo dos miradas, Antón que se apuntó a la fiesta, el ex marido apareciendo en el momento adecuado y la tímida dependienta que al final no resultó tanto, es curioso la situaciones cómo se producen. A veces me pregunto si todo esto es real, si es posible que exista una persona como él, esa mezcla explosiva que me mantiene por un lado siempre excitada y por otro completamente enamorada. De vez en cuando me recorren dudas, dudas sin razonamiento, quizá por esa complicidad tan rápida y a la vez por tanta experiencia nueva.
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Antón Las luces del coche alumbran el camino del viejo caserón, tan solo una macilenta luz ilumina una de las ventanas. Bajas del coche, la noche está algo fría ya en estos días de octubre, te abrazo y te beso muy despacio envolviéndote en mis brazos para quitarte ese frio. Entramos en la casa, voy encendiendo las luces y me sigues observando cada detalle. El aspecto familiar de las estancias, el calor de fuego que caldea toda la casa relaja la tensión del viaje. Sabías que quería prepararte una sorpresa, que este fin de semana en el caserón sería un tanto diferente a lo que habíamos experimentado en nuestra anterior visita. Dejamos las cosas en nuestro cuarto, te beso acariciándote despacio y nos dirigimos al salón. Una botella de vino para caldear el cuerpo y dos copas son la bienvenida que Trini nos ha preparado. La oímos llegar subiendo los escalones que provienen del cuarto de juegos y la bodega. Viene cubierta por una bata de seda, nos saluda dándonos la bienvenida y diciéndonos que todo está preparado según lo dispuesto y que espera que todo sea de nuestro gusto. Bajamos al cuarto de los juegos, una mesa redonda de mediano tamaño preside el espacio. Mas allá una cama de aspecto confortable y muy amplia aporta un toque de color al conjunto. Las paredes desnudas con tan solo unas fotos de gran tamaño en las paredes acentúan la sensación de frío que notamos al bajar las escaleras. Noto tu estremecimiento y te beso apretándote fuerte, desabotonando tu vestido, desnudándote despacio en medio de la sala. Acaricio tus labios con mis dedos deslizándolos después por toda tu piel. Sigues silenciosa, expectante sabes que te hemos preparado algo muy especial para esta noche. Te hago subir sobre la mesa redonda, te arrodillas sentándote sobre tus talones, coloco tus muñecas sobre la espalda y te beso los ojos sin dejar de mimarte con el
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envés de mi mano que pasa por tu cara relajándote, aportando el calor, la cercanía de sentirme muy pegado a ti. Mis manos recorren tu piel preparándote, erizando tus pezones, incrementando la tensión de la espera por lo que va suceder mezclada con las caricias que recorren tu cuerpo desnudo. Ella espera a que todo esté preparado, el café humea en la taza y lo bebe a pequeños sorbos. Aviso a Trini con una señal que suena en la cocina, llega trasmutada en Istheret con un traje de cuero negro y largas botas. Me pone al tanto de las novedades hablándome muy bajo, aumentando la tensión de saber que va a ocurrir, ve que estás preparada en la sala y me conduce hacia ti. Sigues arrodillada, desnuda, expuesta, con tan solo los collares que decoran tu pecho. Me acerco, te acaricio y te beso despacio muy largamente. Me gusta ese aspecto indefenso que adoptas al sentirte desnuda, ese desvalimiento mezcla de ansiedad, deseo y frio. Te voy recorriendo despacio todo tu cuerpo ayudado por ella que también, busca tu boca, tus pechos, tu piel. La pared del fondo de la sala es un inmenso espejo que refleja todos nuestros movimientos y como en una coreografía sin pautas, el deseo va marcando la acción. Ella se vuelca sobre tu sexo abriendo tus labios húmedos con su lengua en una invasión que te estremece arrancándote un gemido ahogado. Te beso los labios mordiéndote despacio y siento ese vicio que escala por tu vientre que se proyecta en mi boca...
Lucía Me incorporáis y me bajáis de la mesa, tu cuerpo pegado a mi espalda, mi vientre se estremece cada vez más, ella mueve su lengua hábil y acerca sus dedos a mi sexo metiéndolos entre mis labios y hundiéndolos dentro de mí con un ritmo lento, haciéndome gemir y moverme rotando
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mis caderas, frotando mis nalgas contra tu polla, con mi cara girada hacia tu boca, sintiendo tu lengua entrando profunda en ella, haciendo callar mis gemidos, con tus manos subiendo por mis costados apretándome con tus uñas y terminando la caricia agarrando mis pechos. Al principio parece que tus manos no quieren apretar, pero de golpe la intensidad de los dedos de ella en mi coño se vuelve brutal y tus manos estrujan mi pecho. Hemos pasado de la suavidad a la brutalidad en menos de un segundo. Agarras mis manos hacia la espalda y las atas con un pañuelo mientras ella tira de mis collares. En el cristal de la pared hay una puerta que da paso a una sala oscura y allí me lleváis, casi no veo, de dónde venimos hay mucha luz, tú me conduces hacia el centro de la sala y mis ojos intentan acostumbrarse a la oscuridad. Un foco se proyecta sobre mí cegándome aun más y percibo que hay más personas, oigo su respiración, cómo se mueve su ropa y comienzan a encenderse pequeños focos Los veo, son tres hombres sentados en sillones que me miran.
Antón Observo el estremecimiento de Lucía cuando se le acercan, mezcla de deseo y temor, acaricio su espalda despacio notando su piel erizada. Ese gesto le da esa confianza que conduce al placer en las manos de los que la rodean, recorriéndola, invadiéndola por todas partes. Escucho sus gemidos, su placer desatado en esas manos que la guían dominando el desenfreno que se adueña de su cuerpo. En un momento, Lucía, estira su mano buscándome y me acerco para sentir el fluir impetuoso de su deseo. La poseo poderoso mientras cubren de esperma toda su piel y llegamos a un orgasmo profundo,
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prolongado. Me abrazo a ella con fuerza, besándola en los labios aun convulsos, calmándonos entre caricias. La llevo hacia el baño donde el agua tibia y las caricias recuperan su semblante…
Lucía
Tenía ganas de vivir esta experiencia, y ahora entre los brazos de Antón sintiendo sus mimos y caricias, la dulzura con la que lava mi cuerpo y aún habiendo llegado a los límites que yo buscaba, me siento confundida.
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15 Disonancias
Lucía Llevo ya cuatro llamadas perdidas y dos mensajes de Antón, pero no me apetece coger el teléfono porque sé que me va a preguntar cómo me siento y ni yo misma lo sé. Imaginé que la sorpresa sería así y realmente las ganas de probarlo pudo más que los posibles efectos secundarios y…. ¿cuáles son? como experiencia estuvo fabulosa, me resultó excitante darme a personas que no conocía y a las que casi no podía ver, por un lado la pérdida de control y la sensación de convertirme en un ser manejado al antojo de alguien que no conozco me revolucionó internamente, y me abandoné, por otro había algo dentro de mí que se rebelaba en esa situación y no tanto por sentirme utilizada por todos ellos como por dejarme llevar por esa corriente demasiado programada de Antón. El sabe que me gusta experimentar y yo acepté porque en él he encontrado a una persona libre de prejuicios, que ve el sexo muy parecido a como lo veo yo, pero
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inexplicablemente me siento dolida y por eso no atiendo sus llamadas, no hay una razón, o no quiero pensarla. Esa misma noche y el día después en la casona me mimó al máximo, me preguntó mil veces cómo me sentía, se que estaba preocupado, pero ¿preocupado por no volver a repetir? ¿Preocupado porque no quiere que me vaya de su lado para poder seguir experimentando? ¿Preocupado por si un día se acaban los juegos? ¿Juega siempre? ¿Juega conmigo? El teléfono sigue sonando…
Antón Cógelo por favor, me repito a mi mismo marcando por enésima vez el teléfono de Lucía. La he llamado, enviado correos y solo este ominoso silencio. Rememoro el fin de semana, la intensidad de la sesión pero, sobre todo, llevo grabada su mirada cuando me buscó en medio de la vorágine. Sé que le gustó descubrir, avanzar, explorar pero, al mismo tiempo esa búsqueda final, esa mirada anhelante llamándome en silencio me hace pensar que algo no ha ido del todo bien. Quizás la experiencia ha sido demasiado violenta para el poco tiempo que llevamos o más bien, temo que algo en mi le hace dudar. Recuerdo como se aovilló toda la noche pegada a mi cuerpo, como nos amamos despacio en la mañana. Hablamos, quería saber cómo se sentía porque la noté lejos, perdida y lo que sucedió después en el desayuno acabó de complicar una situación que se me escapaba de las manos. Trini preparaba el café, nos saludó alegre y despreocupada, hablando del tiempo en la montaña, depositando dos besos en tus mejillas y diciéndote como estabas de resplandeciente. Después, se acercó a mí y sé bien que el beso que depositó en mi boca y la caricia furtiva y cómplice que deslizó por mi pecho dibujó una sombra en tu mirada.
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El regreso en el coche fue bastante silencioso, aparentaste dormir cansada, esa noche no me invitaste a subir a casa diciéndome que necesitabas estar sola. Te envié un te quiero al teléfono nada más subir a mi habitación y tu silencio se desplomó por la habitación como una losa. Algo iba mal y me costaba encontrar las palabras para encarrilar la situación. Te envié aun otros tres mensajes esa misma noche pero, con el mismo resultado. Apenas he podido dormir y, para colmo, debo salir de viaje unos días lo que aun complica más la situación. Paro cada vez que tengo oportunidad para llamarte, para buscar esa comunicación contigo. Necesito hablarte, decirte que por encima de toda esa parafernalia estás tú Lucía, que te quiero, que todo lo que hagamos tan solo es juego compartido, lúdico, experimentación sin más y solo y tan solo cuando nos apetezca a ambos. Quiero decirte que lo que siento por ti es muy grande, que me hace vibrar hasta las entrañas, que quiero estar a tu lado, que necesito tus abrazos, tus caricias, sentirte cerca porque sé que te amo sin reservas ni sombras. Marco otra vez tu número, se demora, los tonos caen uno tras otro lúgubres como campanadas de difuntos …tres, cuatro, cinco, seis tonos y un hola cálido pero algo tenso enciende el día…te quiero Lucía acierto a decir con temblor en los labios y hablamos y hablamos y siento otra vez tu cercanía, la búsqueda de ese abrazo cemento, el calor de ese sentimiento que crece cada día más... mientras, el trafico ajeno al mundo que se despliega luminoso sobre esa delgada línea de teléfono, ignora a ese náufrago varado en el arcén…
Lucía Fue un momento en que sentí una pérdida de complicidad, un tú estás de vuelta y yo empezando y ahora me explicas y me calmas, sentada en el sillón, apretando y oliendo el
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jersey que te dejaste la última noche y dejándome mecer por tus palabras. Colgamos y sólo espero que vuelvas pronto y que me abraces y que esto que me estás diciendo puedas repetirlo mirándome, me levanto del sillón mirando el Cantábrico, hoy raramente en calma y pensando en lo mucho que te quiero, pero en mi cabeza se enciende una chispita que me hace sonreír, consulto el calendario mmmmm cuatro días para que vuelvas...
El tiempo pasa rápido y aquí estás de nuevo, tengo una sorpresa preparada para Antón, quedaremos donde siempre y le diré que venga a casa. He invitado a mi amigo Pedro, suelo quedar con él de vez en cuando y sé que no busca más que un buen rato sin plantear ni preguntar nada, así que le he dicho que viniera y le he explicado mi plan. Le he contado mi relación con Antón y lo de la sorpresa en la casona y aunque no será la misma situación (a él, el mundo del BDSM no le motiva
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especialmente) le ha parecido divertido pasar un rato diferente. Mientras le explicaba no ha dejado de acariciarme y al final no me he podido resistir mmmm nunca puedo resistirme con él. Tiene una manos hábiles, unos dedos de pianista que sabe mover muy bien dentro de mí, y me gusta como pellizca mis pezones, al final hemos follado como locos pero le he dicho que no se corriera que quiero cuando volvamos esté más que preparado. Me ha ayudado a elegir el vestido y me ha puesto las medias y mmmmmmmm otra vez ha aprovechado para acariciar mi coño y lamerlo y me ha dicho, -ve a buscarle sin bragas... así que he salido de casa muy mojada y.... esperando que no se levante mucho viento porque este vestido es realmente corto. A lo lejos veo a Antón y siento un hormigueo en mi vientre
Antón Quedamos en la cafetería de siempre, te veo llegar por encima del periódico luminosa, con esa mirada pícara que me enciende. Aparento tranquilidad pero no puedo evitar que la sonrisa baile en mi boca, te sientas mi lado y conversamos animadamente. Mi mano busca tus rodillas descubiertas por ese vestido negro, corto que tanto me excita. El tacto sedoso de tus medias negras, el calor de tus muslos despiertan en mi esa excitación animal que siempre haces brillar en mis ojos. Acaricio tus muslos y descubro con sorpresa que no llevas braguitas y un ramalazo de deseo me atraviesa de pies a cabeza. Te miro mientras descubro tu humedad, m e lees la mirada y me apuras para dirigirnos a casa. Abres la puerta y entramos abrazándonos, uniendo los labios en besos profundos. La televisión está encendida en la sala, intento preguntar pero me tapas la boca con un beso y me empujas hacia la
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habitación. No me dejas tocarte, quitarte la ropa y simplemente me dices - quieto, déjate llevar y no protestes- Me dejo hacer, desabotonas mi camisa, me tumbas sobre la cama y me besas en el pecho. Deseo acariciarte pero mis muñecas están apretadas entre tus manos. Muerdes mis pezones con fuerza haciéndome gemir profundamente, notas mi polla abultada en el pantalón y la muerdes a través del tejido, notando su dureza, la excitación que late ardiendo en mi vientre. Te incorporas un poco y atas mis manos al cabecero de la cama. La soga es fuerte y sé por ello que me preparas algo muy intenso al asegurarte de que no podré liberar mis manos. Te levantas y te desnudas acariciándote, incrementando esa corriente de deseo que me retuerce hasta la exasperación. Me besas calmándome con tu saliva, me dices al oído que regresarás en un momento y que me vas a dejar algo para que te piense mientras espero. Sacas tus braguitas de debajo de la almohada, las frotas por mis mejillas, por mi nariz, por mis labios y las dejas al lado de mi cara donde puedo sentir su tacto y ese leve perfume íntimo que me embriaga… Te alejas del cuarto dejando la puerta abierta y siento tu caminar lento, de gata por la casa. Mi excitación crece exponencialmente aguardando tu regreso, ese deseo profundo que llena de sudor la palma de mis manos, que me hormiguea poderoso en el vientre. Escucho de lejos el rumor de unas palabras y después a ti, tus gemidos que reconozco y la espera se me hace eterna… Regresas con él, los pechos asomando por la copa del sujetador, su polla dura y ese brillo malicioso que tanto me gusta ardiendo en tu mirada. Sé que lo has preparado antes de venir y ahora, comienzas a moverte delante de nosotros enardeciendo nuestro vicio. Te contoneas mostrándonos los pechos y el culo que ofreces separando tus nalgas. Pedro, se acerca a ti envolviéndote con su brazo y sujeta tu coño acariciándolo con fuerza. Mi polla no deja de intentar reventar el pantalón que la oprime. Te arrodillas, lames su glande y engulles su polla de golpe mirándome viciosa. Acaricias tu coño con los dedos,
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preparándolo, preparándote. Lo traes a la cama agarrándolo por la polla y subes a horcajadas sobre mí. Muerdes mi vientre, mi pecho, mi barbilla y me besas profundamente mientras le ofreces el coño. Él, sube a la cama, se sitúa detrás de ti y te clava su polla dura de una embestida profunda. Siento el impacto sobre mi pecho con tus pezones duros rozándome, sobre mi cara con tu aliento ardiente en mi oreja mordiendo el gemido ahogado que te produce la clavada. Me besas despacio, mordiéndome los labios y él, empieza a follarte muy fuerte con esa polla descomunal que te rompe el coño. Buscas refugio en mi cara, apretándome fuerte con tus manos, mordiéndome, gimiendo en mi oído intentando paliar la crudeza del ataque abrazándote muy fuerte a mi. Me susurras y gimes al oído y siento todo ese vicio que te invade, que se derrama por tus ojos mientras me dices mordiendo las palabras muy despacio, atragantándote entre gemidos -te quiero muy viciosamente y deseo tu polla en mi coño ahoraTe incorporas y desabotonas mi pantalón liberando mi polla dura. Acaricias a Pedro con tus dedos y te vuelcas sobre mí mordiendo y lamiendo esa erección poderosa que late en tu boca. Reptas sobre mi cuerpo mordiéndome el pecho, la barbilla la boca hasta que tu coño queda a la altura de mi deseo. Me clavo en tu coño profundamente y Pedro, presiona sobre mi polla con la suya entrando poco a poco en tu coño hasta llenarte. Empezamos a movernos despacio, chocando dentro de ti follándote, abriéndote, con nuestro vicio latiendo retorciéndote de deseo. Me muerdes con fuerza las mejillas, la barbilla liberando el dolor del ataque. Embestimos tu coño, empujando tu cuerpo. Sus manos abren tu culo, salivándolo para empalarte su polla dura. Sale y te lame el culo en pasadas profundas, hurgándote con sus dedos que te dilatan mientras sigo embistiéndote.
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Quiero soltar mis manos, apretarte, buscar tus pechos pero tú me sujetas fuerte y me dices -aun no, esperaEl clava su polla en tu culo y ambos bombeamos con ansia, abriéndote por todas partes. Sudo y resoplo como un animal debajo de tu cuerpo, aplastada contra mí por su empuje, ahogándome en tus labios y forcejeando hasta el dolor con las cuerdas que atan mis muñecas. Es ahora cuando gritas, gimes y deseas también mis manos sobre ti. Me liberas de mis ataduras y te recorro con ansia arando tu piel eléctrica. Mis manos buscan tu boca, tu cara, tus pechos, aferrándote para mirarte a los ojos, para sentir tu vicio, para gozar de tu deseo desbocado, de tu dolor dulce. Manos que te apresan, azotan, castigan, envuelven, tu cabrón que despierta y te folla con rudeza, poseído por ese deseo animal, salvaje, apretando tus nalgas entre mis manos mientras él te empala el culo. Notas como arrecia el ataque y sabes que estamos a punto de explotar. No quieres perderte tu premio y nos frenas porque quieres todo ese deseo en tu boca. Nos besas acariciando nuestras pollas con tus manos. El se sienta sobre mis piernas, las dos pollas muy juntas esperando a que las tragues golosa. Subes a horcajadas sobre mi cara frotándome tu coño empapado. Te mueves sobre mí apretando mi cara entre tus muslos, asfixiándome, llenándome completamente de ti. Tomas en tus manos esas pollas que laten juntas y las metes en la boca, acariciándolas, clavándolas profundas en tu garganta, chupando, lamiendo, llenándote de vicio hasta que explotan volcánicas, en tu boca, salpicándote la cara, ensuciándote... Nos lames limpiándonos, relajándonos mientras buceo en tu coño hasta que explotas violentamente en mi cara, llenándome de ti, de tu licor que baña mi faz ardiendo sobre mi piel. Mi lengua te recorre despacio, lamiéndote, bebiendo hasta la última gota de tu licor, besando profundamente tu coño embriagado de tu perfume, de tu sabor más delicado.
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Llega la calma entre caricias, besas nuestras pollas, las lames despacio ahora, relamiéndote, llena, desmadejada. Te acariciamos y besamos la cara, la piel el cuerpo. Pedro se levanta y se queda observando divertido nuestras caricias, nuestros besos, esa calma que dan los abrazos tras la tormenta, se despide y se va dejándonos abandonados, rotos en la cama, susurrándonos apretados envueltos en el calor y el olor animal que flota en el cuarto. Te quiero tanto amor que no paro de besarte, de apretarte entre mis brazos, de recorrer tu piel, de acariciarte, revolver tu pelo, mirarte, sonreír y sientes que mi deseo sigue ahí despierto, que mi ansia, mi vicio de ti late con fuerza en tu vientre en ese eterno retorno del deseo...
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16 La fiesta
Lucía El tiempo transcurre tranquilo, últimamente parece que hemos encontrado ese punto de entendimiento o de conocimiento de los gustos de cada uno, de las apetencias, de las ganas. Es una relación llena de risas, caricias y colores fundidas con besos, abrazos y ternura y aderezados siempre con grandísimas dosis de deseo, excitación y mmmmmmmmm mucho vicio… Antón está muy pesado con una fiesta, es la inauguración de una Sala de Arte de una amiga suya, Ángela que no me gusta, normalmente sus amigas me caen genial, he conocido a muchas de sus ex novias o “rolletes” y realmente siempre me he sentido cómoda con ellas, compartimos lugares de copas y no he tenido problema en integrarme al igual que Antón lo hace con mis amigos o relaciones anteriores. Pero Ángela, me carga, se que su relación fue más fuerte que las anteriores, cuando están juntos noto una complicidad entre ellos que me incomoda, se que ella lo sabe y que le gusta retarme.
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Me viene a buscar a casa y cogemos un taxi porque la Sala está en un pueblo a las afueras de Gijón, es una casa que Antón ayudó a restaurar cuando aun estaban juntos. Cuando llegamos ella aparece luminosa entre la gente, apabulla…. (o me apabulla), se cuelga del brazo de Antón y nos conduce a la sala principal. La verdad que la casa es preciosa con una vigas en el techo impresionantes. Estoy despistada mirando cada detalle cuando vuelvo la vista sobre ellos y ¡qué curioso! ya están en la habitación de al lado. Ángela le presenta a un grupo de personas con pinta realmente interesante, creo que Antón no se ha dado cuenta ni siquiera que no estoy a su lado, joder…voy a calmarme, pero esto está resultando como imaginaba. Veo a Jaime y María que me saludan y hablamos un ratito, me distraigo entre corrillos agarrando las copas de cocktail (malísimo) que reparten unos guapísimos camareros. Sigo con la mirada a Antón, está en su salsa, con ella pegada (muy pegada) y todos alabando lo magnífico de la exposición y la gran obra de restauración. La noche transcurre igual, realmente me pregunto qué hago aquí, hace media hora que no le veo, la gente está empezando a dispersarse, me duele la cabeza y me quiero ir. Me acerco a la sala de al lado, imagino que estará allí, pero tampoco, recorro con la mirada y no encuentro a ninguno de los dos, una punzada en el estomago me avisa, respiro, intento controlarme, agarro el abrigo, quiero irme y cuando alcanzo la puerta, echo la vista atrás y les veo bajar por las escaleras sonrientes. Salgo, solo quiero andar, respirar el aire frío, desaparecer…
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Antón Ahora sé que no debí insistir en ir a esa fiesta conociendo como conozco a Ángela y sabiendo que entre Lucía y ella hay una animadversión bastante ostensible. Sabía que muchos de nuestros clientes más importantes de la zona estarían en esa inauguración y además, la posibilidad de contactar con algunos que aun no conocía pesaron sobre mi decisión más que ninguna otra consideración algo que, a la postre, se reveló como una pésima idea. Quería que Lucía me acompañase porque me gusta esté presente en todos los aspectos de mi vida porque así la siento, cada vez más dentro de mí, más próxima y me gusta que esa alegría profunda que llevo marcada en todo mi ser se sepa que es por ella. Llegamos y Ángela se mostró como buena anfitriona aunque la mirada gélida que se cruzaron no presagiaba nada bueno. Me dejé llevar entre los corros de gente que ella me presentaba despreocupado, Lucía estaba a mi lado pero, en un momento la vi apartarse para saludar y hablar con Jaime y María, dos amigos comunes a ambos. La dejé y seguí recorrido de presentaciones. En un momento, Ángela me dijo que quería mostrarme algo en el piso de arriba y la acompañé sin más. No paraba de charlar animadamente, me llevó a su estudio y me mostro aquel viejo dibujo del puerto de Malpica que había hecho para ella en una excursión cuando estudiábamos en Santiago. Me hizo ilusión verlo enmarcado y colgado en una pared bien visible. Ángela me acarició la cara diciéndome lo felices que éramos en aquel momento y una sombra nubló mi rostro. Era verdad, lo habíamos sido y mucho pero esa relación había acabado y no precisamente de la mejor manera. Al mismo tiempo, e inevitablemente, sentía la atracción aun latiendo cuando rememoraba los momentos que habíamos vivido juntos. Ella me conoce, lo notó en mi mirada y tiró de mí poniendo en tensión presente y pasado, preguntándome como estaba, si me sentía cómodo
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actualmente y diciéndome que si quisiera podríamos volver a intentarlo en una relación mucho más madura. La miré de frente sin saber muy bien cómo responderle sin herirla porque la conozco y sé que sus reacciones pueden ser imprevisibles cuando algo la contraria. No puedo evitar los recuerdos y sentir ese resto de cariño que le tengo a pesar de todo lo sucedido, de sus mentiras y manipulaciones. Es extraño este comportamiento y como somos capaces de perdonar a algunas personas lo imperdonable pero ya lo avisaba Stevenson y todos tenemos nuestro Long John Silver particular… Las palabras salen torpes de mis labios y no quiero hablarle de Lucía porque conozco su manera de actuar y esa antipatía mutua podría convertirse en algo posiblemente peor. Ella estira la conversación aun a costa de arrancarme solamente monosílabos hasta que el transcurrir del tiempo se hace demasiado evidente en un diálogo que se agota y entra en vía muerta. Observo el reloj de reojo y veo que ha transcurrido más de media hora desde que hemos subido al estudio. En ese momento pienso en Lucía abajo sola y me siento mal, muy mal, me he desentendido de ella sin más pensando que tan solo íbamos a estar un par de minutos arriba e imagino cómo puede sentirse ahora mismo. Ángela tuerce el gesto cuando le digo que es mejor regresar abajo. Camina visiblemente molesta hasta asomar a las escaleras. Es entonces cuando su rostro de buena anfitriona resplandece de nuevo en sonrisas, me hace un par de comentarios jocosos sobre uno de los invitados y también sonrío. De repente, me sujeta la barbilla y me besa de manera ostentosa para que todo el mundo pudiese vernos. Me libero de sus brazos y bajo molesto la escalera buscando con la mirada a Lucía pero no consigo encontrarla. Pregunto a Jaime y María y no saben darme referencia. La busco sin éxito por toda la casa. Estoy preocupado, me despido como puedo y salgo al frio de la noche a intentar encontrarla. En la parada de taxis no saben darme razón de
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ella y sigo calle abajo en dirección a la parada del autobús. Allí está encogida por el intenso frio de la noche con su abrigo demasiado ligero para la nortada que ahora campa sobre el pueblo. Me despojo de mi abrigo y la cubro con él sobre los hombros. Aun no sé cómo pude ser tan idiota en la fiesta para no ver su contrariedad, de no estar más pendiente de ella. La envuelvo entre mis brazos y hablamos despacio. No tengo disculpa alguna, sé y sabe que no me he comportado correctamente pero, también sabe como la quiero, como me pego a ella feliz de haberla encontrado. Lucía lee la preocupación y la alegría de estar con ella otra vez en mis ojos. Hablamos despejando las sombras, apretados en un abrazo y la noche pierde lentamente su gélido manto. El sonido de frenos nos avisa de la llegada del autobús, subimos y como colegiales nos dirigimos a la última fila de asientos…
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Antón El autobús avanza moroso en la oscuridad de la noche. Hace ya tiempo que el único pasajero del bus parece dormitar en la penumbra de la cabina iluminada tan solo con las luces que marcan el pasillo. Estamos en la última fila, arrebujados bajo mi abrigo, atrás queda el enfado, las sombras de una fiesta que se desvanecen apretado a ti, abrazados, acariciándonos despacio. El viaje es largo y la noche de otoño se torna perezosa entre tus brazos. Me buscas con las manos moviéndonos lentamente, descubriendo la ruta del deseo sobre la piel expuesta, explorándonos, besándonos ocultos a la escudriñadora mirada de la rubia que conduce el autocar. Subo tu falda acariciando tus piernas, descubriendo tus nalgas, apartando tus braguitas y avanzando en la cálida humedad de tu sexo. Tu cuerpo se estremece con la caricia y respondes con un beso muy intenso, con tus manos aferrando mi cabeza, con tu vientre apretando mi deseo que late poderosamente. Tus manos avanzan por mis costados, llegas al pantalón y desabrochas, liberas mi polla dura, acariciándola, tensándola en tus dedos. La llevas a tu sexo y frotas mi glande por todo tu coño, empapándolo de ti…
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Lucía Me gusta encontrarme esa dureza cálida en mi mano, te acaricio recorriendo mi pulgar por tu glande, esperando esa gotita que hace que mi dedo resbale mientras mis labios te muerden y mi lengua entra ávida en tu boca. Tapada con tu abrigo bajo mi cuerpo reptando hacia tu polla la beso suave lamiendo esa gota y recorriéndola con mi lengua hasta tus huevos, dejando caer mi saliva por ella y pasándola por mi cara, llenándome de tu calor. La acerco de nuevo a mis labios y la hundo despacio, profunda, tragándola en el calor de mi garganta, apretándola con mis labios, enroscándola con mi lengua y succionando mientras muevo mi cabeza arriba y abajo con tu polla dentro, la saco y repito ese movimiento con mi mano, apretándola fuerte, quiero sentirla enrojecida y dura, tensa, preparada para follarme. La conductora parece atenta a la carretera, pero un hombre dos filas más adelante nota el ruido de nuestras ropas y se gira poniéndose de medio lado, mirándonos sin disimulo. Me incorporo y me siento a horcajadas sobre ti, agarrando tu polla y llevándola a mi coño húmedo, me froto con ella gimiendo entre tus labios y siento el ruido de una cremallera cerca de mí, es el hombre que estaba delante que se ha acercado y ha retirado el abrigo que nos tapa. Te miro y en ese momento empujas fuerte elevando tu vientre, entrando en mi, clavándote muy fuerte, abres mis nalgas y entras despacio con tus dedos en mi culo dilatándome despacio y le dices pausado a ese extraño....fóllala. Tu mantienes mis nalgas abiertas y noto su glande acercándose a mi culo que mete sin miramientos y empuja
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empalándome haciéndome gritar, pero te abalanzas hacia mi boca callando los gritos con tu lengua, con tus dientes. El empieza a empujar con fuerza el culo y tu a follar mi coño mientras tu mano no deja de acariciar mi clítoris, me dices al oído que quieres que me corra y mientras siento sus manos clavadas en mis caderas y estrujando mi pecho y a la vez tu polla follándome salvaje y tus manos frotando mi coño, exploto sobre ti gimiendo, retorciéndome y cayendo contra tu cuerpo de golpe después del frenazo que acaba de dar el autobús
Antón Siento que te corres sobre mi polla con el desconocido embistiendo en tu culo, gimiendo estremecida y eso, me excita hasta el delirio. Te follo salvaje, chapoteando en tu
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coño ahora sensible, buscando tus pechos con la boca, mordiendo tus pezones duros, gimiendo más allá de lo razonable y quedo aplastado por tu cuerpo en ese tremendo frenazo que pega el autobús. La conductora avanza por el pasillo desafiante diciéndonos que no hay derecho, que no podemos desconcentrarla de esa manera pasándolo tan bien mientras ella no puede dejar de estar atenta a la carretera. Se desabrocha la camisa mostrando sus pechos altivos y se acerca a nosotros provocadora e indómita diciéndonos que a Mónica no se la puede provocar sin entregarle su premio. Se arrodilla y busca tu boca besándote profundamente mientras su mano sujeta la polla del pasajero. Suelta sus labios de los tuyos y se lleva a su boca golosa esa polla dura que late en su mano, manteniéndola dura chupándola con fuerza mientras se acaricia el coño voluptuosamente. Te incorporas sobre mí y acercas tus labios a sus nalgas acariciándole el coño, te sujeto por las caderas y te embisto mirándote, catapultando ese vicio a tus labios, a tus manos que la recorren. El pasajero bombea en su boca sujetándola por el pelo y tú, guías su cabeza con las manos apretándola contra su vientre. Reptas sobre mi cuerpo sentándote sobre mi cara y sé que quieres explotar sobre mi boca, ella sube sobre mi polla cabalgándome. La besas y todo el vicio que te doy en el coño, lo proyectas en sus labios, mordiéndoselos golosa, acariciando su cara su pelo, abrazadas y trémulas. Me gusta como tomas la iniciativa y con mirada cómplice acercáis vuestras bocas al pecho del pasajero, lamiéndole mientras bajáis por su vientre. El se deja ir acariciado por vuestras bocas ávidas ofreciendo su polla a vuestro deseo. Laméis y os besáis en cada pasada en cada tragada. Él retuerce su cuerpo a punto de explotar. Empujo clavándome en Mónica mientras me froto debajo de ti, medio ahogado, respirando en tu coño, acariciando tu
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vientre haciendo que todo tu cuerpo se estremezca anunciando la explosión inminente. Lamo todo tu licor que explota con fuerza sobre mi cara empapándome de ti. Ella se levanta llevándose al pasajero, se apoya en el respaldo de los asientos y le ofrece su culo, su coño que él, lame goloso. El desconocido, comienza bombear follándole el culo, el coño alternativamente clavándola hasta explotar y vaciarse por completo sobre su espalda. Tú, chupas mi polla que explota mientras recorro tu coño y tus muslos lamiendo hasta la última gota de licor. Te levantas, y te tumbas sobre mí, sonriente, recostándote sobre mi pecho. Mis manos te acarician despacio, mi boca te busca mordiendo tu cara, mimándote calmando tu cuerpo aun trémulo, besándote profunda y largamente en la boca, los cuerpos apretados otra vez bajo el abrigo como si no hubiese sucedido nada, en esa quietud perezosa de la noche a la que le quedan muchos kilómetros. Te envuelvo amor en mi abrazo, enroscándome en tu cuerpo, amándote en ese fluir lento de las miradas, reflejándome en tus ojos, en medio del cielo, en medio de ti. Te quiero
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17 Viaje a tierras galaicas
Antón Cuando planteé a Lucia el hacer un viaje a mi tierra, pensé en una ruta alejada de los lugares más tópicos y que ella, como casi todo el mundo que ha viajado a Galicia, conoce. Santiago, Rías Baixas… en fin, los lugares comunes más manidos sobre la geografía gallega. Salimos el miércoles para disfrutar al máximo de esos días que nos deja el puente de Diciembre. Lucía se sorprende con el coche porque, el bueno de Gómez me ha dejado su patrol Gr para el viaje pues sabe que vamos a mi tierra, zona de montaña y con largas pistas que llevan a pueblos perdidos por la sierra de Geres. El aun recuerda una vez que lo llevé a un pueblo fronterizo en la parte portuguesa y donde casi nos dejamos el coche por los caminos sin asfaltar. El viaje se hace corto cerca de Lucía, nada que ver con las largas jornadas laborales en que acabas harto de tantos km por devorar. La primera parte del viaje, la hacemos prácticamente de un tirón hasta la ciudad de As Burgas. Llegamos a Ourense de noche y hacemos una parada para estirar las piernas y recoger las llaves de la casa donde nos vamos a alojar estos días. Es la casa familiar de mi cuñado y está conservada tal como era originalmente con las
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únicas obras imprescindibles de conservación y mantenimiento. Después de un paseo por las animadas calles del casco viejo ourensano y una visita al supermercado para aprovisionarnos, proseguimos viaje enfilando la carretera que conduce a Portugal por Lobios que será nuestra base para recorrer la zona. La casa está fría pero, hay leña para encender la cocina de hierro que pronto caldea la estancia. Voy a la habitación y enciendo a pequeña estufa para que a diferencia de temperatura no nos deje helados antes de dormir. Dejo una buena carga en ambos hogares y nos vamos a cenar fuera esperando que la casa tenga el calor necesario en cuento estemos de regreso.
Cenamos en una casa rural cerca de donde nos alojamos, un paseo corto aunque en medio del frio de la noche, llegamos animados, entre abrazos y caricias bajo le limpio cielo estrellado. Dentro hace calor, nos despojamos de abrigo y nos sentamos cerca de la chimenea en un acogedor rincón. El vino y la comida encienden la
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conversación y las caricias furtivas bajo la mesa pregonan la urgencia del deseo. Cenamos animadamente y me gusta ver tu cara resplandeciendo entre los destellos cambiantes de las llamas que arden en la chimenea, tu risa, tus ojos, tus manos dibujando ronseles sobre mi piel, encendiéndome, iluminándome con ese calor profundo que me llena desde que estoy a tu lado. Unos tragos de licor café fuerte nos preparan para el regreso, esta vez, apresurado en el frio. La casa nos espera caldeada, recargo la chimenea de la sala habitación y me siento a tu lado, besándote largamente, recorriéndonos, desnudándonos despacio, acariciándonos envueltos en el calor de los cuerpos que se buscan. Tumbado en el sofá detrás de ti, mirando el fuego, acariciando tu vientre mordiéndote despacio en la nuca, en la oreja, con mi deseo latiendo en tu espalda, acariciando tu sexo húmedo y cálido que palpita entre mis dedos con la lama poderosa del deseo. Tan solo un movimiento de tu pierna que permite el acceso libre de mi polla que se clava dulce y profunda en ti, sintiendo tu gemido ahogado cuando te penetro con fuerza….
Lucía Deseaba este fin de semana, todas estas horas sin mirar el reloj, sin complicaciones y además viendo como disfrutas enseñándome, contándome...Y yo a veces no te hago caso, miro tus ojos brillantes que hablan solos y me pierdo, me dejo arrastrar por ellos mientras me hablas de paisajes, de recuerdos, de mil anécdotas. Me explicas sabores y olores, me siento tan bien, tan feliz a tu lado que aprovecho cualquier leve movimiento para rozarte, para olerte, acariciarte. Hoy te he dicho mil veces que te quiero, y no temo hacerlo ni temo abrirte mi corazón, y ahora estamos aquí en este sofá con tu pecho rozando mi espalda y tus brazos que me aprietan, te siento tenso detrás de mi, bajo mi mano
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buscándote y te acaricio notando tu dureza y a la vez la suavidad de tu piel, separo un poco mis piernas y aprovechas ese momento para frotarte contra mi sexo y darte cuenta lo mojada que estoy, hundes tu polla despacio dentro de mí, la noto clavarse, deslizarse apretando mi mano contra tu nalga presionándote para que empujes…
Antón Despierto pegado a ti, viendo como duermes plácidamente con mi mano en el calor de tus muslos y no puedo evitar la pulsión de recorrer tu cuerpo dormido, estremeciendo tu piel con la yema de mis dedos, giras en el duermevela que precede al despertar y abres tus ojos mirándome y dibujando una sonrisa. Te beso las mejillas, los labios y nos enroscamos en un abrazo y deseo estar dentro de ti otra vez, sentir la pulsión de tu deseo, latir poderoso en tu sexo, explotar rompiendo la mañana a gritos y nos follamos desatados, sin frenos ni barreras hasta explotar en tus brazos, besándonos , calmándonos despacio…
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La ducha, el café que llena de olor toda la casa y partimos en dirección a Portela do Home por esa ruta que conducía al antiguo Couto Mixto un pequeño estado ya desaparecido entre Galicia y Portugal. La visión de esa cresta montañosa siempre me eriza la piel, es una de esas imágenes de la infancia que quedan grabadas muy profundamente y que siempre producen ese efecto en cuanto retornamos a ellas. La nieve adorna con su manto las cumbres y aumenta el poder evocativo de aquellos inviernos duros de largas noches de lobos, de la escuela unitaria con su estufa que a duras penas conseguía caldear la clase. Lucía nota esa emoción, con un ligero ademán de su mano, me dice que pare y me abraza con fuerza acariciando mi pelo. La siento tan cerca en ese momento que todas mis emociones se mezclan poderosas. Salimos del coche y paseamos en la mañana invernal por los caminos milenarios, recorriendo la via XVIII de Bracara a Asturica.
Después del paseo continuamos el recorrido por las angostas carreteras que llevan a la parte portuguesa del parque de la Serra do Xurés en dirección a Tourem, un
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pueblo perdido en la montaña de esos que parece permanecer al borde del tiempo. Prolongamos la jornada recorriendo los pueblos fronterizos hasta acabar en el balneario de Riocaldo donde nos damos un relajante baño caliente antes de visita la excavación arqueológica de una de las mansiones romanas que tachonaban la vía y que ya de aquella, aprovechaba las aguas termales de la zona. Con la noche entrada, regresamos a la casa base. Esta noche, decidimos quedarnos en nuestro refugio y voy a buscar leña para caldear la casa. La sorpresa es que apenas hay leña cortada, bueno, será una manera de ir entrando en calor. Tomo la enorme hacha y comienzo a picar los maderos del tamaño adecuado para la cocina de hierro. Es una labor que he hecho cientos de veces no podía imaginar un accidente de novato, la sangre impregna mi pantalón y baja por mis tobillos. Subo a casa cojeando y Lucía nada mas verme me lleva al coche para bajar al hospital más próximo…
Antón La herida aunque aparatosa no es grave, ella me venda con sus manos el tobillo y la observas viéndola hacer, Se por tu mirada que te ha gustado. Sus manos delicadas, el pelo moreno la mirada azul y chispeante de sus ojos, las formas rotundas que apenas disimula la bata... sales con ella en dirección al pasillo. Sé que quieres preguntarle lejos de mí,
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asegurarte de que el diagnóstico es positivo. Tardas y espero con un poco de frio cubierto con esos horribles pijamas hospitalarios atados por detrás. Pasan los minutos lentos, no te escucho hablar con ella pero pronto siento tus pasos, esos pasos inconfundibles, ligeros, imagino el movimiento de tus caderas, de tu culo y algo bajo el pijama despierta. Llegas a mi lado y me sonríes, observas la prominencia sobre el pijama, te acercas me besas acariciándome despacio, me dices -ves, no es nada- me besas en los labios y tu mano roza indisimuladamente mi erección introduciendo tus dedos bajo el pijama. Me haces gemir entrecortadamente acariciando mi polla dura. Te inclinas y atrapas mi glande entre tus labios, mordiéndolo, lamiéndolo despacio, me sujeto a la silla con el cuerpo tenso en la falsa intimidad del box. Cualquiera podría levantar la cortina pero eso, aumenta si cabe la intensa excitación que me produce tu caricia. En un instante, la cortina del box se abre y es ella, la enfermera morena, que regresa. Se queda parada en la puerta mirándonos y dice -bien, creo que efectivamente el paciente ya está mucho mejor- aunque me gustaría hacer una pequeña comprobación... se acerca y acaricia mi polla comprobando la dureza de la erección, te acaricia la cara y acerca sus labios a tus mejillas besándote delicadamente. Lame tu cara y busca tu boca besándote profundamente y baja sobre mi polla que lameis entre las dos acariciándome, envolviéndome con vuestras lenguas ávidas en una nube de deseo espeso que me hace gemir entrecortadamente...
Lucía Ella te desabrocha la bata mientras yo desabrocho un par de botones de la suya, uno en el pecho...dos a la altura de su sexo Te miramos desnudo tumbado sobre la camilla y nos sonreímos, me gusta su cuerpo y quiero tocar su piel. Ella vuelve a inclinarse sobre tu polla, la veo lamerte, ya no
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chupa solo tu glande, ahora la mete entera en su boca mientras acaricia tus huevos. Te oigo gemir bajito porque hay enfermos al otro lado de la cortina, acerco mis dedos a tu boca para recordarte ese shhhh silencio que tienes que mantener y lames mis dedos.
Ya estamos en casa, la experiencia con la enfermera ha sido excitante, esa sensación de estar escondidos entre cortinas, sin poder hacer ruido, ahogando entre besos el momento en que hemos llegado a la vez, ella con su polla dentro y yo con su boca en mi coño, ahora mientras me ducho al recordarlo vuelvo a sentir ese hormigueo y sin secarme, desnuda me acerco a la cama porque hoy Antón va a dormir muy poco.
Este fin de semana ha sido muy especial, con nuestros momentos divertidos, con accidente incluido, viendo como me enseñabas tu parte mas íntima, contándome mil retazos de tus historias, y a la vez disfrutando de esa mezcla entre sexo y complicidad que sólo he conseguido alcanzar a tu lado, donde hacemos un guiño a las costumbres y eso me gusta tanto de tí.... tener tan claro el amor que siento y saber tu forma de quererme, única.....como tú. Espero no estar confundiéndome
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18 Hotel con encanto
Antón Me gusta verte llegar, con la sonrisa bajo el paraguas, acercarme y refugiarme en el angosto abrigo para aprovechar el escaso refugio que nos ofrece. Te beso larga e intensamente con mis manos envolviéndote bajo el abrigo, desordenando tu ropa, buscando la caricia de tu piel. Nos olvidamos de la lluvia, del paraguas que se inclina en tu mano exponiéndonos al agua que corre por nuestras mejillas empapando el beso. Así, urgentes, corremos buscando el refugio de los soportales, quizás la puerta de algún portal esté abierta y nos ofrezca, al menos, un poco de refugio para calmar nuestro ardor... Bajo los soportales hay una entrada en la que nunca nos habíamos fijado, conduce a un patio interior cuadrado, con arquerías de piedra de aspecto monacal. El ambiente mágico del lugar impone respeto pero, es sumamente acogedor. Recorremos los pórticos entre caricias, remirándonos, persiguiéndonos ajenos al mundo. La puerta acristalada anuncia un hotel de apariencia agradable. Entramos sin pensarlo buscando una habitación donde secar nuestras ropas y amarnos sin prisa. La recepcionista, una chica atenta y elegante, nos dice para nuestra decepción que el hotel está completo que,
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únicamente puede llamarnos un taxi que nos conduzca a otro hotel. Nos gustaba este sitio, nos despedimos agradeciendo su amabilidad y nos disponemos a salir a la tarde mojada. Ella nos dice que esperemos un momento, damos la vuelta y la vemos abriendo el libro de registro. Bueno, si no necesitáis la habitación para esta noche, os podría ofrecer una hasta las ocho de la tarde. Su dueño la tiene alquilada permanentemente pero, los jueves no llega hasta las diez de la noche. Eso sí, procurad no tocar sus cosas que es muy suyo y dejadme algo de tiempo para que pueda arreglar la habitación antes de que él llegue. Nos ofrece unos albornoces, indicándonos que podemos secar nuestra ropa en el secador vertical del baño y por si alguna prenda está demasiado mojada, ella pasará en unos minutos a recogerla para llevarla a la lavandería. Subimos a la habitación apresurados, con ganas de estar libres de la ropa que se ha enfriado sobre nuestro cuerpo y nos hace soltar chorros de vapor. Te ayudo a desvestirte, estás empapada, hermosa y no puedo resistirme al influjo e tu piel desnuda que acaricio lentamente. Te cubro con el albornoz secándote, frotándote, erizando la piel con el tacto de la toalla fresca, perfumada. Dejamos las ropas en la bolsa porque están demasiado mojadas para el secador vertical y aguardamos que vengan a recogerlas. Nos sentamos en la cama y beso tus labios, bebiéndote, probando tu saliva dulce ahora sí en este refugio inesperado, acogedor. La habitación es de color rojo burdeos, estimulante pero no estridente. La puerta a la izquierda, conduce al amplio baño que deseamos probar en cuanto vengan a buscar la ropa. Otra puerta desconocemos a dónde conduce y mi curiosidad empuja explorarla. Al otro lado hay un cuarto pequeño, casi sin decoración apenas un camastro como si fuese una cama supletoria del cuarto pero, el cobertor de piel que lo viste, sugiere un espacio de juegos muy especial. El armario del cuarto lleno de un
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amplio repertorio de juguetes muestra claramente la naturaleza del refugio que acabamos de ocupar. Llaman a la puerta y salimos del cuarto cerrando la puerta tras nosotros. Es la encargada que viene a recoger nuestras ropas. Se las entregamos y me atrevo a preguntarle si podríamos usar el cuarto recién descubierto. Me sonríe con una sonrisa muy especial y me dice mmmm mejor eso hoy no. Nuestro cliente es una persona de carácter muy abierto pero también, muy celoso de su intimidad y bastante serio. No creo que a él le gustase saber que su espacio ha sido invadido sin su permiso. Se marcha dejándonos una maravillosa sonrisa de complicidad y el deseo de que disfrutemos la tarde. En cuanto desaparece retorna la urgencia apenas disimulada de envolvernos en besos caricias, gemidos, gritos ahogados risas, el baño quedará para después porque nuestros cuerpos no pueden esperar más sin recorrerse, sentirse, estremecerse. La humedad de tu coño me espolea a adueñarme de él, a abalanzarme con mis labios ávidos de ti. Deseo tanto beberte amor que me froto con toda mi cara, picándote en los muslos, recorriéndote con mi lengua, excitándote, haciendo que tu cuerpo me busque, que me aprisiones entre tus muslos y tus manos ahogándome en ti hasta darme explosivamente tu licor. Quiero follarte, clavar mi polla dura en esa humedad conquistada. Recuerdo el cuarto secreto, me lees el pensamiento y con una sonrisa cómplice nos lanzamos tras la puerta negra. La cama tiene unas esposas en ambos cabeceros y aprisiono tus manos. Me gusta verte expuesta a mí deseo, recorriéndote con mis manos, haciendo que tu cuerpo se contorsione de placer en cada pellizco, mordisco, invasión. Tu coño esta mojado, abierto bajo la presión de mis dedos, de mi mano que entra en tromba, dilatándote, empujando hasta los nudillos, traspasando la barrera del dolor entre gritos ahogados.
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Retuerzo mi mano dentro de tu coño, girándola, sintiendo la textura suave de su interior. Mi boca aprisiona tu clítoris haciéndolo latir hasta hacer que te corras otra vez inundando mis manos, mi boca y así, lleno de ti, levanto tus piernas y me hinco profundamente en tu coño sensible, chapoteando, arrancándote un largo gemido mientras ves el vicio que asoma brutal en mis ojos. Te follo con fuerza, clavándote, empujando tu cuerpo, gritando, gimiendo llenos de placer, sin darnos cuenta que la cerradura de la puerta gira…
Lucia Lo primero que veo son unos ojos de furia, no de asombro, que nos miran desde la puerta. El no nos habla, nos observa apretando sus puños, te mira, me mira y sus ojos se clavan en las esposas, sus puños se relajan, su cara también y con una seña te indica que te retires y te sientes en la silla al lado de la cama. Se acerca y coge una vara apoyada en la pared, mi cuerpo se estremece de miedo, te miro e intentas calmarme con tu mirada. Pasa su vara por mi pecho apretándola por mis pezones, mi respiración se agita y su vara sigue bajando, la levanta y golpea mi monte de Venus, se dibuja una media sonrisa en su boca y golpea de nuevo, una y otra vez sobre mis labios ahora, de vez en cuando para y azota mis costados, me hace retorcerme de dolor, tu me miras con miedo y excitación. Miedo por no saber hasta dónde llegará, excitación porque la atmósfera está pidiendo cada vez más. Tira la vara y se acerca a desatarme, coge mi cuerpo volteándolo y me hace ponerme a cuatro patas, con mis
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piernas abiertas, ofreciéndome completamente, me coloca las esposas de nuevo en las manos y en los pies y te dice ábrela, prepárala- ofreciéndote un juguete lubricado que comienzas a meter, pero eso no te gusta, prefieres tus dedos que untas con aceite. Acercas tus dedos a mi culo, retorciéndolos poco a poco, girándolos, abriéndolo con tus pulgares, estirándolos, dejando caer un chorro de saliva dentro de mi, haciéndome gemir, pero él se acerca a mi oído y me dice que me calle, dios…qué bien huele… Siento su aliento, su respiración cerca de mi boca, su voz seca, enérgica pero susurrante. Baja la cremallera y se pone a la altura de mi cara introduciendo sus dedos en mi boca que me obliga a abrir y mete su polla de golpe agarrándome por la nuca y dándome golpes secos para ahogarme con ella. Me tiene así con una sola clavada esperando que le digas que mi culo está preparado, le miras indicándoselo y el saca su polla tirando de mi pelo extendiendo mi saliva por mi cara con su mano. Se acerca por detrás con su vara de nuevo mientras tú te acercas a mi cara, me limpias con tu mano mi saliva, me acaricias, bajas a besarme y en ese momento un golpe duro y seco de su vara azota mi culo PLASSSS, me estremezco, me duele y grito, va seguido otro....y otro PLASSSS PLASSSS mis gritos van aumentando, y te dice que no quiere ruidos.. Acercas tu polla a mi boca y la metes de golpe, mis gritos se ahogan y su vara machaca y enrojece mis nalgas, mis costados. Mis ojos se llenan de lágrimas, cada golpe de vara va seguido de su mano apretando mi coño. Empujas mas en mi boca que te espera abierta desencajada, sintiéndola en el fondo de mi garganta, con tus manos que aprietan mi nuca y mi cuello, que agarran mi cara y empujan dentro de mí.
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Te siento muy excitado, tus ojos brillan y cuando se ponen así se que no pararás, que no te importará que me ahogue, que quieres follarme desbocado y animal. Sus manos como garras amasan mi culo y una polla enorme que se mete dentro de mí y me folla sin control. Mi cuerpo se estremece y tiembla, me está rompiendo el culo a pollazos y esa fuerza hace que mi cuerpo salga despedido hacia ti, clavándome tu polla en mi boca, llenándome de arcadas, salivando por todas partes, desmadejada, entregada a vosotros completamente, gimiendo, llorando del dolor y placer que inunda todo mi cuerpo, notando su polla que tan pronto está en mi culo como en mi coño, corriéndome sin poder gritar y ....la cerradura de la puerta gira de nuevo… Antón Ella llega y sabe que va a encontrase, esa complicidad con él, el ofrecernos su habitación… tenía todo planeado desde el primer momento en que leyó nuestra urgencia y sabía bien que éramos perfectos para esta tarde que presumía aburrida. Él para de bombear en tu culo, camina hacia el cabecero y libera tus manos. Saco mi polla de tu boca, me tiendo en la cama y te montas a horcajadas sobre mí. El azota tu cuerpo con la vara y ordena a su puta que se acerque. Trae un strap atado a la cintura se acerca por detrás y comienza a chupar mi polla, tu coño, tu culo. Me besas en ese instantáneo refugio, buscando mis brazos, mis labios en ese beso que nos aísla un instante de la escena que nos rodea. Ella succiona mi polla chupándola con fuerza desatando mi deseo que vuela a tu boca intensificando el beso. Él te arranca de mis labios con rudeza tirando de tu pelo y llevando su polla a tu boca, te la clava hasta la garganta sin dejarte respirar. Su puta enfila tu coño con su strap sin dejarme espacio solo presionándote para que sientas mi polla latir en tu vientre. Mis manos te recorren el cuerpo,
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los pechos, manos amigas en medio del castigo, manos que te acarician mimando tu cuerpo. Ella te clava sobre la polla de su amo, empujándote haciendo que yo pueda percibir completamente el deseo que sacude tu cuerpo. Te folla con fuerza mientras su amo te sujeta el pelo, empalándote sin compasión, azotando tus costados con la vara, marcando tu piel, ahogando tus gritos. Ella saca su strap de tu culo, te empuja un poco hacia delante y se clava en mi polla, quiere que lo notes, que sientas como la follo. Azota tu culo, empujando contra su amo que sigue castigándote la boca. Tus pezones rozan mi cara, mi barba los pica, los beso y los atrapo entre mis labios, mordisqueándolos. Hundo mi cara en tu pecho besándote, mordiéndote. Ella clava su juguete en tu culo y lo retuerce con su mano, bombeando, empujándote, azotando tus nalgas sin compasión hasta que su amo le indica que se acerque. Obediente va hacia tu cara y otra vez te empuja hacia atrás por los hombros hasta dejarte sobre mi polla. Busco tu coño y te clavo despacio. Acariciándote por dentro, bombeando en tu humedad, apretándote y clavándome profundo en ti. Ella chupa la polla de su amo preparándola para tu culo que pronto la recibe en un empellón bestial que te aplasta contra mi cuerpo. Bombeamos desbocados en tu cuerpo, follándote sin freno, abriéndote, clavándote mientras ella se pone a cuatro patas sobre mi cabeza ofreciéndonos su coño y su culo a nuestras bocas. La lamemos de arriba abajo chocando nuestras bocas mezclando su sabor con nuestra saliva. Chupas su culo mientras muerdo su clítoris y ella se friega en nuestras caras apretando con fuerza. Tu deseo está a punto de fluir volcánico y lo siento en mi polla bañándome de licor, desmadejada sobre mi cuerpo con el clavándote contra mí, chapoteando en tu coño, acariciándote, con la polla a punto de explotar…
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Lucía Sentiros empujando a los dos clavándome con esa furia y metiendo mientras mi cara en su culo lamiéndola es demasiado para mí y mi cuerpo convulsionado, retorcido, se corre a chorros sobre tu polla entre gritos y gemidos. Él espera a que haya terminado, te hace salir de mi que estás a punto de explotar, voltea mi cuerpo y abre mis piernas, agarra a su puta y cogiéndola de la cabeza le obliga a chupar mi coño, a limpiármelo notando su lengua que me estremece, después la hace subir por todo mi cuerpo y noto sus mordiscos, sus gruñidos. Nos empujáis sacándonos de la cama, con nuestras cabezas colgando mientras nos folláis rápido y fuerte nuestras bocas ahogándonos. Mi mano frota con fuerza su coño y ella mete sus dedos en el mío frotando mi clítoris, explotando de placer entre gritos y gemidos que retumban en la habitación, sudor, saliva, atmósfera cargada de olores que hace que explotemos los cuatro, que nos llenéis nuestras bocas y caras de leche, golpeando vuestras pollas en las mejillas, resbalando vuestro licor, doloridos, enviciados. Él y su puta se levantan y se van, nos dejan solos en ese instante en el que los besos y los abrazos se hacen urgentes, y me curas y me mimas con tus manos, con tus labios, apretándome, sintiendo ese amor tan fuerte que nos une y nos susurramos mil te quieros. Salimos de la habitación, nuestra ropa seca perfectamente planchada encima de la cama, él sentado en el sillón de la habitación, mirándonos silencioso mientras nos vestimos callados, me hace un gesto para que me acerque y me da un sobre indicándonos la puerta que cerramos al salir.
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19 Dudas razonables
Lucía Esta mañana me he despertado inquieta, he estado un buen rato en la cama pensando en Antón, en esta relación que ha hecho que en pocos meses mi vida gira en torno a él, su forma de amar tan intensa, su manera de tratarme, mi manera de dejarme llevar tantas experiencias nuevas no se si son demasiadas, a veces me siento perdida y otras creo que controlo la situación. Lo que está claro es que debo pararme un poco a pensar.
Ayer vino a verme a casa mi amiga Marta y le conté todo lo que he vivido estos meses, ella es una persona con la mente muy abierta, muy centrada, me gustaría tener algo de su frialdad, de su razonamiento, por eso cuando me siento perdida suelo acudir a ella y aun sin decirme nada, sus pinceladas hacen que me detenga a pensar en pequeños detalles que normalmente me suelen pasar desapercibidos. Cuando le acabé de contar cada uno de los encuentros que habíamos tenido donde habían intervenido otras personas primero soltó una carcajada, dijo –Imposible que todo eso suceda así como así-, yo me quedé extrañada, e
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insistió…¿no es broma?, no Marta, no lo es, las cosas a veces surgen así, hizo una mueca y no me dijo nada más.
Al poco tiempo de marcharse vino Antón, salía de viaje esta mañana temprano y quería volver en el día. Vino como siempre, contento, feliz, dándome miles de abrazos y besos, lanzándome a la cama, llenándome de cosquillas, de risas, sumergidos entre las sábanas, jugando, vibrando, amándome con esa fuerza que sólo él ha sabido darme. Pero hoy tocaba irse pronto si quería madrugar así que me quedé en la cama esperándole mientras se duchaba, mirando embelesada el espejo de la habitación, pensando en lo que tendría que hacer para deshacerme de la cantidad de bolsos que cuelgan de él (qué difícil es desechar un bolso)…cuando ví que de uno sobresalía el sobre que nos dio el hombre del Hotel. Me levanté para ir a por él y tropecé con la silla, el pantalón de Antón se deslizó y cayó su cartera, me di cuenta al escuchar un ruido metálico, me agaché a recogerlo, era una chapa metálica plateada, con una palabra grabada –LOBOy un signo, como una huella o una pezuña, no era un llavero, no supe identificar realmente lo que era o para qué servía y no se el motivo pero lo guardé a toda prisa en su cartera, con un nudo en el estomago y cuando salió de la ducha no le dije nada. Venía directo hacia mí me miró y me agarró fuerte de la cintura empujándome hacia él, su cuerpo aún mojado pegado al mío ¡qué bien olía!, me besó profundamente y miró de reojo el sobre susurrándome…recuerda que tenemos una cita.
Llevo todo el día intentando concentrarme en el trabajo, ya he recibido dos mensajes de Antón diciéndome que ha llegado y que entraba en una reunión pero aún no le he contestado.
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He bajado a tomar un café, sigo sintiéndome inquieta, la frase de Marta sobre las casualidades, su risa, su mueca dan vueltas en mi cabeza, la imagen de esa chapa en el suelo, el tacto frío al recogerla, el no haberle preguntado qué era… estoy preocupada. Además no se si quiero aceptar la invitación del hombre del hotel. Voy a mandarle un sms, un te quiero grandísimo para no andar pensando en tonterías. Justo cuando voy a responderle veo entrar un mensaje hummm ya se adelantó…pero no, ¡qué curioso!, la pesada de Ángela, la ex de Antón,…querrá organizar otra fiesta y volver a demostrarme esa complicidad que tiene con él, pues yo no quiero fiestas ahora, no tengo ganas de volver a enfrentarme a su mirada, no me gusta. La llamo, ¿qué ocurre Angela?, Hola Lucía, ¿cómo estas?, creo que te debo una disculpa por lo que ocurrió en aquella fiesta, en la Galería de Arte, y me gustaría que quedásemos porque además debo contarte algo, es sobre Antón y creo que debes saberlo. Esta llamada me ha terminado de agobiar completamente, cómo es posible que esa confianza con él se tambalee de repente.
Antón Con las pilas cargadas después de ver a Lucía, su risa, esa complicidad que hemos llegado a desarrollar en estos meses, ese bienestar que me invade nada más recibir la mas nimia noticia de ella hacen que me sienta pleno como hacía mucho tiempo no lo estaba. Su evolución a lo largo del tiempo que hemos estado juntos, su capacidad de abrirse a nuevas experiencias, su apertura a experimentar a ir más allá ha sido mucho mejor de lo que esperaba. En el hotel se desenvolvió con tanta soltura que me hizo pensar que algunas de estas
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experiencias no eran nuevas para ella que, de alguna manera, había tenido algún tipo de contacto previo en ese contexto. Esta mañana antes de salir, ha estado maravillosa, nos hemos envuelto en caricias y el sentimiento que me une a ella crece dentro de mi cada día haciendo que, por primera vez, me guste madrugar, empezar el día. Siento también que se acerca el momento en que debo decirle más cosas, franquearme con ella completamente para evitar equívocos porque, en este momento, la situación está casi madura. Esperaré a después de la fiesta en el hotel así, podrá reconocer, ver las cosas de manera más natural y sin forzar. Ese será el momento ideal y según como actúe en ella, encontraré la manera de planteárselo abiertamente. Tan solo me sorprendió no verla demasiado animada por esa invitación, como si hubiese alguna reticencia aunque, no sé si serán tan solo figuraciones mías. Por otra parte, algo me inquieta, mi insignia estaba en la cartera pero no en el lugar habitual en donde la guardo sino, suelta entre otros papeles. ¿Se habrá caído y la habrá visto?... eso podría cambiarlo todo y tener que adelantarle cosas para las que no se si está aun preparada De todas maneras, debo preguntárselo suavemente porque para nada me gustaría se irguiese un espacio de sombra entre nosotros pero, todo a su debido tiempo…
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20 La invitación
Lucía Me ha convencido, o me he dejado convencer, y ahora estoy sentada con Antón, en el taxi que nos llevará al lugar donde está programado este encuentro. Tardamos muy poco en llegar o a mí el camino se me está haciendo demasiado corto, Antón aprieta mi mano intentando transmitirme tranquilidad, pero no lo consigue y sé que él lo nota al apretar mis manos sudorosas.
Cuando bajamos del coche nos sale a recibir la chica del Hotel. Muy sonriente y agradable nos conduce a una estancia más amplia donde según nos vamos acercando escuchamos el murmullo de varias personas charlando animadamente, entramos y el silencio se hace evidente, lo primero que pienso es en salir de allí huyendo, pero Antón
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me coge fuerte de la cintura mientras manda un saludo general a todos los asistentes. Tomamos una copa de vino y nos movemos por la sala, mi sorpresa es enorme cuando empiezo a ver caras muy conocidas, allí está la amiga video aficionada, la dueña de la tienda de ropa, su ex marido Alfredo agarrado a Clara la dependienta, el hombre del café que leía el periódico… y de nuevo viene a mi mente la carcajada de mi amiga Marta… esto no es posible, necesito una explicación y la busco en la cara de Antón, pero él ya está enzarzado en una discusión sobre vinos con el ex marido. Intento sacarle de ese círculo para preguntarle, para que me diga qué piensa cuando una mano enlaza mi cintura y me planta dos besos, es Mónika, la conductora del autobús que me sonríe y me dice que tengo mucha mejor cara que aquella noche tan sombría.
En ese momento Antón me hace un gesto, le llaman al móvil, uff se está convirtiendo en costumbre que me deje sola en los momentos más inoportunos. Mónika me comenta que estamos esperando al anfitrión, me nota nerviosa y me dice que me calme, que todo irá bien. La dueña de la tienda también se acerca y me dice al oído lo bien que me sienta el vestido que llevo, que es el que al fin compré.
Mi posición me permite ver quien entra en la sala, y noto cierto movimiento, miro completamente ajena a la conversación, hacia la puerta y veo a Antón hablando con el anfitrión, se dan una palmada en el hombro, charlan animadamente, y veo como se gira para entrar, cruzamos las miradas por un instante, su rostro se vuelve tenso pero luego me lanza una de esas sonrisas que me desarman mientras se acerca, a la vez ÉL entra en la sala y de nuevo se hace el silencio
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Antón Se acerca a nosotros. Nos mira y nos dice -se que tenéis preguntas, que al ver a todas estas personas aquí os habréis formulado muchos interrogantes y es verdad, llevamos acercándonos a vosotros desde hace tiempo. No puedo ocultaros que desde siempre nos gustasteis y que deseábamos conocieseis nuestro grupoTodo perfecto, se lo había aprendido bien, este es el discurso que habíamos preparado, tan solo le traicionó la mirada y creo que, Lucia se ha dado cuenta de cómo buscaba mi aprobación con sus ojos inquisitivos. Ya antes, cuando llegó, se puso a hablar conmigo mostrando una familiaridad demasiado evidente que tuve que refrenar como pude para evitar suspicacias.
Ante la mirada helada que le dediqué por su vacilación, prosiguió con su discurso mucho más centrado, recuperando su actitud altiva aunque cordial. Cenareis con nosotros, si os apetece quedaros y formar parte de nuestra colectividad sin compromiso alguno, estáis invitados a hacerlo. Si no os parece buena idea unirse a nosotros, nos despediremos en ese punto y todos tan amigos.
ÉL sabe que en esas circunstancias, puede la curiosidad y que una vez aquí no vamos a despedirnos después de cenar. Pasamos al comedor y la cena transcurre entre risas, brindis y unos platos cuidados para agradar a los comensales. La sobremesa se prolonga y El se levanta para dirigirse al grupo. Las conversaciones se apagan y todos prestan atención a sus palabras. Habla de nosotros, de cómo hemos llegado hasta allí y lo que esperan de ti y de mí. Decidimos aceptar el reto y sonrío pues, esta vez ha estado perfecto en su papel. Aprieto la mano de Lucía para darle confianza aunque por su expresión, se que parte de esa inquietud y nerviosismo siguen ahí agazapados.
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Nos pasan a la sala contigua, el cuarto es una especie de vestidor amplio y bien caldeado. El enorme armario aguarda por nuestras ropas. Ella nos ayuda a desvestirnos recogiendo nuestras prendas, guardándolas cuidadosamente en el ropero, dirigiéndote indisimuladas miradas de deseo. Nos dice -esperadme falta una cosa, ahora regreso- Cuando reaparece, trae consigo una cadena de plata de unos dos metros y medio con esposas en sus extremos. Nos pide que adelantemos las manos y une mi muñeca derecha con tu izquierda. Las cierra con llave y nos dice -ahora, por favor quedaos aquí, en un minuto os llamaremos-
La tensión de la espera nos precipita en brazos uno de otro sin saber muy bien si recoger la ropa, si marcharnos o quedarnos y ver qué sucede. Los besos y los abrazos calman momentáneamente la tensión y así apretados, recorriéndonos la piel, sintiéndonos muy unidos, aguardamos la sorpresa que nos preparan.
Ella regresa otra vez, pero su ropa ha cambiado por completo. Tan solo trae unas cintas de cuero que resaltan su sexo y sus pezones, dentro de unas argollas. Nos indica que la sigamos y nos conduce a un amplio salón presidido por unos enormes tapices de tema clásico. La iluminación matizada, dos camas de cuero muy próximas en el centro de la sala, amplios sofás pegados a las paredes y un armario antiguo son el único mobiliario. Ella nos indica que nos quedemos ahí de pie, nos paramos y ÉL se adelanta caminando hacia nosotros.
Es la única persona que permanece aun vestida por completo con su traje gris oscuro impecablemente planchado. Llega acompañado de Clara que porta una bandeja con dos paños aterciopelados para vendarnos los ojos y ahí, vuelve a fallar con su señal de respeto cuando
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venda mis ojos, espero que la tensión del momento haga pasar desapercibida este mínimo gesto. Sé que te venda a ti y noto tu nerviosismo en la vibración de la cadena. Al momento, sentimos que estamos rodeados de todos ellos. Tiramos de ese cordón que nos une buscando el contacto de nuestras manos, ese vínculo táctil que nos mantiene cerca el uno del otro. Así, tensos y expectantes aguardamos…
Lucía El resto de nuestros sentidos se agudiza, intentamos entender pero sólo oímos susurros y roces de ropa, el movimiento de las personas que se acercan a nosotros, mi cuerpo comienza a sentir manos que me acarician, y cuerpos desnudos que se pegan contra mi piel.
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Me hacen recorrer unos pasos, los justos para estirar esa cadena que nos une y empujan mis hombros unas manos suaves pero firmes haciendo que me arrodille. Los cuerpos se separan de mí y alguien me quita la venda, ante mis ojos está ÉL, que sujeta mi barbilla con su mano elevándola suavemente mientras con su otra mano baja la cremallera de su pantalón, saca su polla y la pasa por mis labios acercando a la vez sus dedos, abriendo mi boca, empujando contra mi garganta, clavándose de una sola vez. Escucho su respiración profunda y la saca de nuevo, pasa una mano por mi cara acariciándola y la tuerce para que mire a mi izquierda, te veo, también estás de rodillas, tu cara entre los muslos de Mónica, la miro y sé lo que le estás haciendo, entiendo su goce, y me recorre un hormigueo al recordar tu lengua cuando me acaricia. ÉL se retira y se sienta en su sillón mirándonos, con Clara sentada en el reposabrazos y acariciando su coño. Detrás de mí se acerca el hombre del periódico, me levanta y me tumba sobre la cama de cuero, el mismo movimiento hacen contigo, porque esa cadena nos obliga a estar unidos en cada movimiento, abre mis piernas y desliza su lengua en mi coño abriendo mis labios, siento como comienza a chuparlo con fuerza a llenarlo de saliva, a intentar entrar con su lengua, a bajar hacia mi culo, a lamerme completamente, rítmicamente, haciendo que mis caderas roten a la vez que su lengua. ÉL le da un azote a Clara y le hace levantarse acercándose a mí. Pasa sus dedos por mi pecho y se sienta sobre mi cara agarrando mis pezones como si fuesen bridas, moviéndolos, apretándolos a la vez que empieza a moverse sobre mi cara, su coño abierto y húmedo moja mi boca y mis mejillas y hace que saque mas mi lengua que me llene de sus jugos y presiono su clítoris apretándolo con mis labios, notando como se mueve cada vez más rápido encima de mí.
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El hombre del periódico sigue chupándome, mordiendo y añade sus dedos a ese juego, mi cuerpo se retuerce, sabe que estoy a punto de explotar y levanta mis piernas por encima de sus hombros acercando su polla y clavándomela con intensidad, en una entrada profunda y lenta bajando sus manos abriéndome las nalgas e introduciendo sus dedos mojados en mi culo, girándolos despacio, dilatándome… de fondo oigo los gemidos de Antón, los quejidos de Mónica que presiento está a punto de correrse. Clara no para de moverse sobre mi cara, abro mi boca completamente y la muerdo con fuerza porque no puedo parar al sentir las embestidas del hombre del periódico y la fuerza de sus dedos que me abren el culo, se que ella está mordiendo su boca y saber lo que hacen encima de mí me obliga a chuparla con mayor rapidez notando como aprieta mis pezones con fuerza y cabalga loca sobre mi cara explotando, mojándome completamente, temblando sobre mí. Alguien la toma por los hombros y la quita de encima, empujándola hacia Antón que ahora miro y observo como embiste el coño de Mónica. Clara besa los labios de Antón y después los de Mónica separándolos y tumbando a Antón sobre la cama, se mete entre sus piernas recorriéndole con la lengua los huevos y la polla, comiéndosela con fuerza. Mónica se retira y se sienta al lado de ÉL, mirando, observando y ahora es el turno de Silvia, la propietaria de la tienda, que se sienta sobre la cara de Antón. Verlos así comiéndose entre ellos hace que me excite aun más. En ese momento se acerca Alfredo, el ex marido, el hombre del periódico saca su polla y se tumba, haciendo que me ponga encima de él, clavándome mi coño mientras Alfredo azota mis nalgas y acerca su polla llena de aceite a mi culo, entrando profundamente, arrancándome un quejido seco, y a partir de ahí siento las dos pollas follándome, rompiendo mi coño y mi culo, entre azotes que enrojecen mis nalgas, dejándome la vista libre para ver a Antón embistiendo, resoplando, escuchando sus gritos que me encienden y me
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envician, esos sonidos que conozco tan bien, que los sentía míos pero ahora son compartidos y frente a mi le veo a ÉL, mirándome fijamente mientras Mónica arrodillada chupa su polla, la visión de todos ellos, y sentirme follada por todas partes hace que explote entre gritos
Antón Silencioso, observándote así llena de vicio, magnífica como una diosa, viendo cómo te corres volcánicamente, deseándote, queriendo hacer fluir toda esa marea de deseo sobre mi polla… Te he buscado en todas las bocas, en todos los brazos, en todos los coños que me rodeaban sin encontrar tu sabor, el tacto de tus manos, la avidez de tu lengua sobre mi piel. Tiré de la cadena buscando tu mano al otro extremo, intentando sentirte, comunicarme con tu deseo que escuchaba en medio del maremágnum. Nos habían separado, al otro lado de la cadena estaba su puta, descubrí el tacto de sus manos, sus uñas esculpidas sus dientes mordiéndome, su burla obscena al tenerme aislado de ti. Te escucho, amor, entre los gritos, entre los gemidos ahogados en mi boca apretada férreamente entre unos muslos desconocidos, entre los dientes que laceran mi piel, entre las uñas que intentan borrar tus marcas arándome de arriba abajo. En un momento, cesó el ataque, me soltaron, una boca buscó mis labios y reconocí aquel beso, las manos sobre mi
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cara. Con el tono más maligno que puede poner en su voz me contó como acababa de correrse sobre tu cara y como sintió el vicio de tu boca en su coño. Me enfurezco levantándome y me llevan caminando a ciegas unos pasos. Me quitan la venda y veo a Ángela sonriendo detrás de su máscara, pegada a ÉL que me hace un gesto de impotencia ante la situación y es entonces lleno de esa furia ciega que aprieto los puños deseando que vea como te tomo desplegando la pasión mas desbocada que ella tan siquiera pudiese imaginar. Me abalanzo sobre tu coño abierto haciéndote explotar con un gemido prolongado y buceo en ti, bebiéndote, lamiéndote, mordiéndote, marcándome con tu licor, embriagándome de tu olor animal que me enloquece.
Te siento gemir ahogada, entregada a esas pollas que te rodean, con este ardor que crece otra vez en tu vientre y entonces, quiero follarte mientras recibes el premio que baña tu rostro. Me clavo en tu culo dilatado sin resistencia, embistiéndote en folladas que te empujan sobre la cama. Me observas y leo esa mirada salvaje en tus ojos, ese vicio que llama a tu cabrón, ese deseo que me hace saber que me necesitas más animal que nunca, que mis gritos se eleven sobre la marea de voces de la sala, de las que jalean esperando explosiones, que buscan, como yo busco, tu placer total, llenarte, hacerte diosa cubierta del esperma que manará urgente de nuestras vergas. Te clavo invadiéndote el coño con mis dedos, follándote y frotándote porque deseo que explotes entre mis dedos mientras la marea de semen se precipita sobre ti. Los veo correrse sobre tu cara resollando de vicio, como recibes cada explosión, como lames cada polla, como chupas llena de deseo estremeciéndote al recibir cada una de mis embestidas. Me aferro a tus muslos, con tus pies sobre mis
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hombros, mordiéndote y haciéndote gemir en medio de esa lluvia de esperma.
Te clavo en folladas profundas, secas, frenéticas. Te corres con un gemido largo y profundo sobre mis dedos y sé que ahora quieres mi polla llena de ti en lo más profundo de tu garganta. Libero tus muñecas, tus tobillos, porque quiero tu caricia, tus uñas marcando mi piel, haciéndome tuyo otra vez y empujo entrando en tu boca, sin freno, enviciado de ti, de tenerte otra vez, de palpitar apretado en tu garganta, ahogándote con mi polla que late por ti, por mi diosa. Tiro de tu pelo hasta tener tus labios sobre mi vientre y sabes que soy tu cabrón, castigo y refugio, que te mima entre los chorros de esperma que disparo en tu boca, volcánica y abruptamente, apretando y acariciándote entre gritos, convulsos y temblorosos los cuerpos en este orgasmo bestial. Te levanto, te miro a los ojos anhelantes, cubierta de los restos de la batalla, desmadejada y rota. Busco tu cara acariciándote con el envés de mis manos ahora acogedoras y cálidas. Te mimo despacio y mi boca te busca lamiendo tu cara, besándote larga y dulcemente. Acaricio tu rostro, abrazándote, cobijándote en mis brazos que te envuelven con fuerza, recorriendo tu cuerpo tembloroso con la yema de mis dedos, transmitiéndote todo mi calor. Despertamos la admiración de todos que observan esta calma y saben que difícilmente encontrarían seres más puros y se sienten afortunados de tenernos así esta noche tan intensa. Ángela ha desaparecido de la escena, pude ver de reojo su mirada helada, su expresión de furia antes de alejarse con paso de gata hacia la puerta aunque, me preocupa porque
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conozco su manera de actuar y que esto difícilmente va a olvidarlo. Bebemos de las copas que nos acercan y nos miman abrazándonos contentos de tenernos entre ellos. Nos dirigimos al lujoso baño de las instalaciones y el agua tibia vigoriza nuestros cuerpos. Nos secamos despacio mirándonos a los ojos, acariciándonos despacio. Sujetando tu barbilla deposito un largo beso en tus labios y nos vamos al vestidor. La despedida amable y efusiva de todos, el deseo de contar con nosotros en sus reuniones, los apretones de manos y los besos nos acompañan hasta la salida. La calle nos espera húmeda de las últimas lluvias y nos perdemos en la noche en un taxi que circula perezoso.
Lucía apenas habla en el camino a casa arrebujada en mi cuerpo. En casa, nos desvestimos entre caricias susurrándonos al oído muchos te quiero en la penumbra de la habitación. Duermo pegado a ella envolviéndola en mis brazos hasta que el sol, ya alto en su caminar, me despierta. La acaricio evitando despertarla y busco el calor de su sexo. Me gusta dormir con las manos entre sus muslos como en un apegarse a la vida, a ella. La noto húmeda y como se
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estremece ligeramente con mi caricia y quiero que hoy se despierte con mi boca acariciándola. Sus movimientos me anuncian que ha despertado. Aprieta mi cabeza revolviéndome el pelo y hago que se corra dulcemente entre mis labios repto por su cuerpo recorriéndola con mi lengua hasta alcanzar sus labios.
Lucía me atrapa entre sus piernas buscándome y me clavo en su sexo empapado abrazándonos, moviéndonos sincopados en una caricia dulce que dura hasta que explotamos mordiéndonos los labios. Nos envolvemos perezosos en abrazos, besos, caricias, palabras susurradas y nos levantamos entre risas. La observo de reojo y sé que la quiero con toda mi alma. Preparo café mientras la escucho en la ducha, pienso en la llamada de ayer por la mañana que me hizo dudar de si cancelar el acudir a la fiesta pero, entonces, habría sido inevitable el explicar algunas cosas que podrían haber resultado demasiado chocantes y, francamente, no me sentía con fuerzas de hacerlo. Lucía se regresa del baño y la beso despacio entre risas y mimos tratando de apartar la preocupación de mi rostro. Hablamos de muchas cosas y la abrazo con fuerza, ella nota que hay algo pero, no pregunta solo me busca como yo la busco a ella. La conversación que había planeado para después de la fiesta queda aplazada por no sé cuánto tiempo, voy hacia el baño y mis ojos se vuelven agua con el dolor de saber que debo partir en unas horas dejando todo sin cerrar y además, con la presencia inoportuna de una conspiradora de la talla de Ángela cerca, demasiado cerca y muy enfurecida…
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21 Incertidumbre
Lucía Una semana sin saber de ti es demasiado tiempo, inexplicable tiempo, no lo entiendo Antón, no se que pasó el último día, y no quiero darme cuenta de que mis dudas eran fundadas, pero te llamo y no contestas, te dejo mensajes y no respondes, y ya se me acaban las ganas de seguir insistiendo. En el trabajo creen que estoy recuperándome de un catarro porque no tengo fuerzas para enfrentarme a la vida cotidiana, necesito un poco más de tiempo, no para entender, pero sí para procesar que te has ido, este silencio oprime mi pecho. Me abrazaste tanto la última noche, ahora pienso que te estabas despidiendo, que aquella fiesta cerraba un ciclo, lo que no comprendo es por qué me dijiste tantas veces que me querías, eso es lo que me revuelve por dentro, le doy mil vueltas a cada minuto del último día buscando respuestas. Se me agotan las lágrimas, y tengo que intentar transportarme al día antes de conocerte, pero es tan difícil, tan imposible plantearme si quiera olvidarte, tu amor me llegó tan limpio y directo, que dejé que me inundase, no tomé medidas. El teléfono lleva, incansable, persistente, sonando toda la tarde, pero no eres tú. Marta y Ángela no paran de
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llamarme y tengo varios mensajes sin leer, ya llegará el momento de contestar. Ahora estoy tumbada en el sofá, acabo de despertar en esta especie de duerme vela en el que llevo estos días, envuelta en el aroma de tu ropa, con la televisión encendida. Abro los ojos y veo tu imagen en la pantalla, me entra un dolor agudo en el pecho, como si se me retorciese el alma, pero la noticia ya ha terminado. ¿Eras tú o estaba aun medio dormida y te soñaba?. Paso por todas las cadenas de TV pero no encuentro la noticia, estoy en pleno cambio de compañía telefónica y hoy me quedé sin conexión, me siento enjaulada, pero son las doce de la noche y ahora mismo no se dónde ir, a quién llamar a estas horas. Es en ese preciso instante cuando el timbre suena insistente, me lanzo hacia la puerta, sin mirar, sin pensar, y me encuentro con Marta que me interroga con sus ojos y sus palabras; ¿lo viste? –Si, creo que si…y me explica que lo acaba de ver en la televisión de un bar, pero sabe lo mismo que yo, sólo ha visto su imagen y escuchado su nombre. Le cuento todo, la última noche, el último día y me abraza, es lo único que necesito ahora, un abrazo, un hombro. Va a quedarse a dormir conmigo y acordamos que a la mañana siguiente bajaremos a comprar el periódico, quizá en las páginas de Local podamos encontrar algo. Esa noche dormimos juntas, me ha desnudado despacio y se ha tumbado a mi lado con su cuerpo descubierto también, me abraza dulcemente, me consuela con sus palabras en mi oído, con sus caricias por todo mi cuerpo, sabe que eso es lo que quiero por ahora y me calma. Duermo entre sus brazos en una noche larga, llena de pesadillas, a veces despierto entre temblores y ella me aprieta contra su cuerpo. El sol entra a través de las persianas, lo noto deslizarse sobre mi cuerpo calentándolo, abro perezosa los ojos y Marta roza con sus labios los míos, me sonríe, huele a café y veo el periódico en sus manos mientras su mirada se tensa.
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Redacción
La policía cree que el industrial gallego desaparecido en Gijón ha sido secuestrado Antón Lobo, industrial ourensano residente en nuestra ciudad desde hace varios años y muy apreciado en los círculos empresariales del Principado, se halla desaparecido de su domicilio desde el pasado jueves. Relata la crónica policial que fue visto ese mismo día en compañía de dos personas, en las proximidades de una casa que posee en Candás y en la que reside su hija Alba. La policía trabaja sobre la hipótesis de que el industrial ha sido secuestrado por delincuentes comunes. Las agencias de noticias esta semana difundían en los teletipos que un desconocido retiró 18000 Euros de sendas cuentas que el industrial posee en La Caja Rural de Asturias y en el Banco Pastor de Gijón. Sin embargo, fuentes próximas a la investigación creen que la cantidad retirada podría superar con mucho esa suma. Aunque, no se ha querido informar de la cantidad exacta a que ascienden los dos talones pagados. La policía busca en estos momentos a la persona que cobró ambos cheques después de que el industrial solicitara telefónicamente su pago a las entidades bancarias mencionadas. Alba Lobo, hija del industrial desaparecido, afirma desconocer este punto y niega con rotundidad que se hayan puesto en contacto con la familia para requerir pago alguno. Manifestó, además, sus dudas sobre la versión oficial ofrecida el lunes en rueda de prensa por el comisario Ayer Figueroa. Apunta que Antón Lobo pasaba por un momento delicado emocionalmente y teme que haya podido ocurrirle algo que las crónicas policiales no contemplan. También, ha solicitado colaboración ciudadana para encontrar algún rastro de su padre y la familia ha comunicado a esta redacción que ofrecen una recompensa a aquella persona que pueda comunicar alguna pista fiable sobre su paradero. "No descansaremos hasta que, de una manera u otra, conozcamos dónde está mi padre; queremos tener noticias de él porque nunca hizo mal a nadie y no se merecía esto", agregó Alba Lobo a la agencia Efe.
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22 Equívocos
Lucía Desayunamos juntas comentando la noticia, Marta me hace mil preguntas sobre Antón, me ayuda a recordar, pero no saco ninguna conclusión, no hay ninguna pista y me siento confundida. Haberle dado toda mi confianza, haberme entregado a una persona que ahora me resulta desconocida me produce una angustia enorme. Nunca desconfié de él, jamás pensé que tuviera una hija, me creí su historia, su trabajo, su vida y en este momento dudo de si en algún momento sintió algo por mí. Mientras Marta me habla me agarro a esos recuerdos, a esas confidencias, y mi cabeza da mil vueltas. Marta quiere que vaya a hablar con su hija, pero no es fácil, y además para qué, se que lo que debería hacer es contestar las llamadas de Ángela, pero eso sí que me cuesta más, aguantar su desdén, recordar cada encuentro en el que ella ha estado presente y esa complicidad que siempre sentí entre ellos, cobra más fuerza y más sentido. Y ahora debo preguntarme si quiero saber más, si merece la pena mover un solo dedo por él, cuando lo único que deseo es apartarle de mi vida. Suena el teléfono y no hago intento de cogerlo, pero es Marta la que lo hace, veo su
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cara sorprendida, preocupada y me lo pasa diciéndome que es la policía.
Inspector Camilo Ballesteros Sobre la mesa del soleado despacho campa el desorden. Un dosier desparramado, documentos auxiliares, fotos, papeles con anotaciones manuscritas componen un puzle en el que se concentra absorto el inspector Ballesteros. El caso del industrial desaparecido no se ajustaba al modelo de secuestro económico que el comisario se había apresurado a contar en la rueda de prensa. Demasiados cabos sueltos y muy pocas pistas y claro, si no era un secuestro económico los derroteros de la investigación se volvían un terreno cenagoso. Varios documentos sobre las personas más cercanas a Antón Lobo bailan bajo su mirada. La hija, una mujer enigmática y desconocida que se apresura a desmentir la versión policial es una de las personas que tendrá que entrevistar discretamente sin embargo, asegura que no había estado en contacto con su padre en la última semana aunque si había hablado con él todos los días como hacían siempre. Poco se sabe del momento en que fue visto en su casa de Candás pero, una cosa si es llamativa, ninguna señal de violencia sobre el terreno. El relato del testigo va también en esa dirección, Antón parecía acompañar a los dos hombres por propia voluntad incluso, un gesto de respeto de ellos hacia su persona como llevarle una maleta mediana y abrirle la puerta del coche sugiere que pudiesen formar parte del personal de confianza del empresario. Por la descripción de los dos hombres hay una cara en el entorno del industrial que podría concordar. Repasa el expediente de Severino Cifuentes, un hombre de unos cuarenta años de aspecto atractivo. Su historial revela algunos datos curiosos como que pasó un tiempo en prisión y parece que desde su encuentro con Antón su
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vida dio un giro completo convirtiéndose en personal de confianza del industrial posiblemente, responsable de esa seguridad en la sombra que mantenía. Todos los intentos por localizarlo han resultado infructuosos hasta el momento pero a buen seguro podría aportar mucha luz para esclarecer este suceso. En segundo lugar, está el socio Juan Sobral. La entrevista telefónica que ha mantenido con él le ha revelado como una de esas personas irritantes que parecen estar por encima de todo. Se ha mostrado muy interesado en que reaparezca Antón pues tienen asuntos en los que necesitan participar ambos. Sus palabras parecían ocultar algo y a buen seguro, será necesario retomar esa conversación por enojosa que pueda ser la tarea. Otra de las personas que desea entrevistar es Ángela Doval una mujer muy atractiva antigua relación sentimental del empresario. Aunque no están juntos, se mantiene cerca de su entorno y ¡oh sorpresa! actualmente parece estar muy ligada al socio de Antón. Seguramente, podrá aportar algunos aspectos interesantes a la investigación pero, de la misma manera que Cifuentes, permanece ilocalizable. El otro dossier que ocupa su mente es la actual relación sentimental de Antón, Lucia Allande. Ha revisado largamente el expediente repasando todo su historial. Nada oscuro, una carrera brillante hasta su actual destino en Gijón. Se les ha visto juntos muchas veces y en actitudes que no dejan lugar a dudas. Es la última persona que ha estado con él antes de su desaparición esa mañana y es posible pueda aportar muchos flecos a una historia demasiado espesa. El inspector sujeta la foto de Lucia entre sus dedos contemplando la belleza indómita de su mirada y piensa para sí que Antón es afortunado. Da un largo sorbo de café, descuelga el teléfono y pregunta a su ayudante -¿tenemos ya la información sobre el horario de salida de Lucía? Al otro lado del teléfono una voz tranquila le comunica que la información es correcta.
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-perfecto, entonces salimos para allá, prepara el coche y bajo en unos minutosEl inspector recoge el cuaderno con algunas de las preguntas que desea hacer a Lucia, se viste su cazadora de cuero negro y baja buscando a su ayudante el subinspector Ojeda que le espera en la puerta de la comisaría listo para salir… La espera en el coche se hace lenta aguardando la hora de salida de Lucía. El inspector Ballesteros echa otro vistazo a la foto y mira por la ventanilla, empiezan a salir los empleados y en medio de ese grupo abigarrado, la ve. Imposible equivocarse, Lucía es como un rayo de luz entre la gente. Se acerca caminando hacia ella de frente y le saluda con la máxima cortesía aun sabiendo que estas situaciones resultan siempre incómodas. -Buenos días, soy el inspector Ballesteros de la brigada de investigación. ¿es usted Lucia Allande? desearía poder hacerle unas preguntas sobre Antón Lobo si dispone de unos minutos. -Si claro, ya me comunicaron que vendría a verme, responde Lucia tensando su cuerpo. Está nerviosa, cansada pero sabe que no le queda más remedio que hablar con él. Se dirigen a un café y se sientan en una mesa alejada del resto de la gente y del murmullo. Inspector: Bueno, como ya sabrá, circulan distintas versiones e hipótesis sobre la desaparición del señor Lobo. Me gustaría contrastar con usted pareceres ya que, es la última persona que tenemos confirmado estuvo con él antes de desaparecer sin dejar rastro. ¿Cree usted que conoce bien al señor Lobo? Lucia: Pensé que sí lo conocía, pero ahora mismo no sabría que decirle porque creo que desconozco una gran parte de su vida. Inspector: Sin querer obligarle a contestar ya que esto es bastante personal, podría definir qué tipo de relación mantiene con el señor Lobo Lucia: Es, o era una relación de pareja, de confianza, una relación muy intensa en todos los sentidos.
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Inspector: En los últimos días, notó cambios en su carácter que le permitiesen inferir que estaba sucediendo algo extraño Lucia: No lo sé, inspector llevo intentando recordar cualquier detalle de esos últimos días desde que me enteré de su desaparición y no encuentro nada concreto. Inspector: Le contó algo que sugiriese estaba preocupado por algún motivo? Lucia: La verdad es que nunca hablábamos de trabajo, y ahora entiendo por qué no me contaba nada. Tengo que decirle, me crea o no, que Antón me tuvo engañada todo este tiempo, siempre me contó que trabajaba en una editorial, y por eso sus continuos viajes, nunca desconfié de él, créame inspector, puede sonarle extremadamente raro, pero el Antón que yo conocí no tiene nada que ver con el Antón del que hablan los periódicos. Inspector: Bueno, en eso no le ha engañado. Según figura en nuestro dossier, una de sus empresas y en la que parecía encontrarse más a gusto trabajando es una editorial creada por su padre en México en los años cincuenta y que, él potenció y expandió por aquí. Recuerda si le habló de hacer algún viaje, de necesitar ausentarse de manera repentina? Lucia: Bueno entonces me contó lo que él quiso, verdades a medias….y no, no habló de ningún viaje. Inspector Le notaba extraño, taciturno el último día que estuvo con él? Lucía: No, aquél día le sentí muy cariñoso, especialmente cálido conmigo. Inspector Ha intentado ponerse en contacto con usted o le ha hecho llegar noticia de su paradero en estos días que han transcurrido desde su desaparición Lucia: No sé nada de él Inspector (mostrándole la foto de Severino Cifuentes) ¿Conoce usted a esta persona? Podría decirnos qué relación le une con Antón y alguna pista de donde se halla ahora mismo? Es una de las últimas personas con quien fue visto y arrancar en un coche con destino desconocido Lucia: Creo haberle visto alguna vez, pero ahora no recuerdo donde.
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Inspector: ¿Cree usted que Antón es una persona en quien confiar o ha sospechado o incluso simplemente dudado acerca de su persona y que, tal vez, hay cosas de su vida que no ha querido contarle? Lucia: Hasta este momento no habría dudado de él, ahora, como ya le he comentado antes, me siento muy confundida. Bueno, por el momento esto es todo pero, por favor, póngase en contacto conmigo para comunicarme cualquier noticia o indicio sobre el paradero de Antón que llegue a sus manos y que nos pueda ayudar a resolver este tema. Cualquier llamada que reciba, información aunque parezca trivial puede resultar de vital importancia así que, le dejo mi tarjeta para que pueda contactar conmigo. Si recuerda algo que ahora no pensó tuviese relevancia, hágamelo saber. También, le pediría que no se ausentase de la ciudad sin notificárnoslo. Esto no quiere decir que consideremos que es usted sospechosa de nada pero, por su relación con el desaparecido podría ser incluso peligroso.
Lucía Veo alejarse al inspector, todo esto me supera, me resulta difícil reaccionar, me duele la mano de apretar la taza de café, tengo ganas de salir corriendo, acabo de mentir o de no decir todo lo que sé, pero por qué tengo que explicar mi relación con Antón, cómo voy a contarle a ese inspector
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que la última noche tuvimos una orgía bestial, que ese tal Severino estaba allí, no sólo estuvo allí sino dentro de mí. No puedo contar nada de Antón, porque ya no se con quien compartí todos estos meses, ni sé qué le movió a mentirme tanto, nunca le pregunté, para qué inventarse una vida. Trato de buscarle una lógica a todo, pero no puedo, odio a Antón, le odio profundamente. Me cuesta, pero debo hablar con Ángela, quiero saber si ella también fue engañada o si sabía de su doble vida, tengo muchas preguntas, necesito saber con qué tipo de persona he estado tratando, quiero olvidarme de él, quiero dejar de quererle, y sé que hablar con Ángela me ayudará a eso, siempre me quiso alejar de él y hoy voy a ponérselo en bandeja. Me levanto apresurada, ya he tomado la decisión y sólo deseo llegar a casa y llamarla, al acercarme a la puerta de salida noto un ligero empujón en mi hombro, miro y me encuentro frente a frente con Severino, me asusto, me sorprendo, pero él me mira haciendo un gesto y extendiendo su mano me da una nota, todo transcurre en segundos, el sigue hacia el baño y yo salgo de la cafetería, la nota es escueta, en un par de horas debo acercarme a la iglesia de San Pedro al final de la playa de San Lorenzo. Llevo dos horas andando sin rumbo, pensando en sí debería haber ido acompañada, le veo a lo lejos y aprieto el paso, quiero acabar con esto cuanto antes, me acerco saludándole, pero no se gira, -Severino…-toco su hombro y se ladea ligeramente, su mirada está vacía, vidriosa y un hilo de sangre baja por su mano bordeando sus dedos que aprietan un sobre con mi nombre -Cógelo, me susurra-… vete. Lo guardo deprisa en mi bolso, pero no puedo dejarle así, está herido no sé dónde ni la gravedad, veo en su otra mano su móvil, marco torpemente el 112 diciendo la dirección, y me escabullo entre las calles, mezclándome entre la gente, con mi cuerpo temblando como la hojarasca.
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23 La caricia de la serpiente
Lucía Llego a casa y abro el bolso con urgencia, el sobre está vacío, nada dentro, tan sólo mi nombre, lo guardo de nuevo, me siento en el sofá temblorosa, estoy completamente perdida y no entiendo lo que está ocurriendo a mi alrededor, debo llamar a Ángela ahora mismo -Hola Ángela, creo que deberíamos vernos para hablar sobre Antón -Sabes que llevo tiempo queriendo contarte muchas cosas Lucía, intenté explicarte, pero siempre tuvimos una relación muy tensa, creo que es el momento de dejarla a un lado y hablar tranquilamente -Tienes razón Ángela y me gustaría que vinieras a mi casa, en cuanto puedas Estoy preparando un café en la cocina, Ángela está sentada observando mis movimientos, lo sé, es curioso que hasta en este momento tenso aun dejemos paso al deseo. Me explica que la empresa matriz Galiexport, de la que es parte la editorial Abrente, es de Ángela y su marido y no de
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Antón. El es accionista en ambas empresas del grupo pero, tan solo la editorial es mayoritariamente suya Antón nunca dio cuenta de sus gastos a sus socios y, últimamente estaban preocupados pensando que él estaba metido en algún asunto turbio y que malversaba fondos, por eso, me explicó, que ella se había acercado un poco más a Antón para descubrirlo, pero que no había conseguido nada y ahora al desaparecer estaban seguros que no había sido ningún secuestro y lo imaginaban en cualquier paraíso fiscal pasándolo en grande. -Por eso Lucía, me gustaría que si se pone en contacto contigo me llames, se que le quieres, es fácil de querer, pero desconfía de él porque esa es su arma, engatusar, embelesar, y después...el olvido, es caprichoso, toma a las mujeres como meta, se marca un plan, y cuando lo consigue, es fácil…se traza el siguiente. Intenté avisarte porque te veía demasiado feliz con él. En aquella fiesta quise decírtelo, pero él me lo impidió, y la última noche, la de la desaparición, cuando te vi allí pensé…hoy llegó a la meta. Y lo siento Lucía porque eres una persona diferente a otras mujeres que estuvieron con él, a las demás no quise decirles nada, a ti sí quería avisarte porque siempre he sentido una atracción especial y ha sido duro comprobar que no me soportabas. Ángela acerca su mano a mi cara, recoge mis lágrimas con sus dedos y besa mis mejillas, acercándose despacio a mi boca, sus labios se posan en los míos arrancándome un gemido, no sé si es deseo o si es “me rindo”, pero, abro mi boca y recibo su lengua cálida atrapándola con la mía, sus brazos rodean mi cuerpo y baja la cremallera de mi vestido que con un solo movimiento de su mano cae a mis pies. Estoy aun parada, dejándome hacer, con la cabeza dando mil vueltas, ella se da cuenta y no deja que este momento se desvanezca, la miro a los ojos y los suyos están clavados en mi pecho, sus manos hábiles han desatado mi sujetador y su boca se lanza a mis pezones que chupa y lame, mi cuerpo empieza a revolucionarse por dentro, y meto mis dedos entre su pelo.
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Ángela es muy hermosa y me dejo llevar, sintiendo sus manos que bajan por mis costados, sus dedos que bordean la cinturilla de mis bragas y se arrodilla mientras besa mi vientre y baja por mi pubis sobre la tela, noto sus dientes, esa presión que hace sobre mi piel, que me hace humedecerme más y ahora me viene el recuerdo de Antón, él fue el último que estuvo ahí, y desde ahí pasó a mi boca y de ahí a mi oído y justo en él me susurró que me quería. Siento una oleada de rabia en mi interior y agarro con fuerza la cabeza de Ángela, toda mi furia está saliendo ahora mientras me froto en su cara. Abro mi coño con mis dedos ofreciéndoselo y le digo que lo lama, que me abra con su lengua, que me meta sus dedos. Siento su lengua dura, sus dedos hábiles que presionan y acarician mi clítoris, sus manos firmes que agarran mis nalgas, que frotan mi culo. Me tumba sobre la cama y se pone sobre mí, quiere besarme despacio, recorrer todo mi cuerpo pero yo no quiero eso ahora, quiero que note como exploto en su cara y tiro de su pelo, obligándola a bajar de nuevo a mi coño y la empujo contra él, frotándome sin parar y me corro gritando, retorciéndome, aferrando con mis piernas su cuello. Ella me calma, se ha dado cuenta que necesitaba liberarme así de toda la rabia que llevo dentro y repta por mi cuerpo, su lengua y sus dientes van dejando un reguero de saliva por mi ombligo, mis costados, mi pecho, pero no me calmo, la rabia no me abandona, escucho su respiración agitada, su coño frotándose en el mío, y siento unas ganas inmensas de saborearla, así que la subo, la hago mirarme, acerco mi boca a su oído, se lo muerdo y le susurro que se siente encima de mi boca, que me llene de su licor, que la quiero ahora mismo frotándose sobre mí. Ángela abre su coño delante de mi cara, saco mi lengua intentando llegar a él, le agarro con fuerza de sus caderas y la bajo hacia mi boca, mis dedos abren sus labios y la veo abierta a mi deseo, abro mi boca y agarro todo su coño mordiéndolo, aspirándolo, frotando con la punta de mi lengua su clítoris, lamiendo y llegando a su culo, lamidas largas, profundas, y noto su sabor, escucho sus gemidos, la siento revolverse sobre mí.
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Acerco mis dedos a su coño, entrando despacio, primero dos dedos que saco chorreantes, pero está muy mojada y sé que quiere más, introduzco otro, girándolos moviéndolos, ahora son cuatro que le follan sin descanso mientras mi lengua golpea su clítoris y sus manos agarran mi cabeza. La siento muy excitada, frotándose y sé que ya no hay marcha atrás, que se correrá, que explotara en mi cara y chupo y aspiro con mi boca y meto mis dedos con fuerza, y la rabia de nuevo vuelve e imagino la cara de Antón dentro de su coño, me tenso y Ángela parece notarlo abalanzándose con su mano sobre mi coño, masturbándome con su mano plana, frotándome, haciendo que suba mi vientre, que gire mi cuerpo buscándola desesperada, y de repente todo explota, explota ella sobre mi cara, yo entre sus manos y mis ojos se llenan de lágrimas que mezclo con su licor, mientras termino de beberla. Ángela se da cuenta de que estoy llorando y busca con su boca la mía, me mima, acaricia mi cara, y me habla al oído, que no tema, que ella me cuidará, que lo importante es que estemos juntas y nos contemos las noticias que nos lleguen de Antón. Me mira muy seria y me dice que ha jugado con las dos, con ella en el negocio y también con mi corazón. Me aprieto a su cuerpo y le abrazo dejándome acariciar.
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24 Días extraños
Inspector Camilo Ballesteros “Milo” Hay días en que parece que levantarse es la peor opción y esa es la sensación que me rondaba por la cabeza con cada novedad que me presentaba la mañana. El asunto de la desaparición de Antón Lobo estaba comenzando a obsesionarme. Por un lado, había cabos en la historia muy difíciles de encajar y cuando parecía que, por fin, había indicios apuntando en la buena dirección, algo ocurría que me dejaba una vez más con las manos vacías. La primera noticia de la mañana, había sido buena, el control de aeropuertos de ayer, había dado su fruto. Uno de los pasajeros resulto ser el que presumíamos jefe de seguridad de Antón. El nombre en la tarjeta de embarque, la grabación de la cámara de seguridad no dejaban lugar a dudas sobre la identidad de nuestro hombre y, efectivamente se trataba de Severino Cifuentes. Pusimos en marcha la maquinaría revisando las entradas de viajeros en hoteles e inquiriendo a las patrullas que mantenían la vigilancia sobre los inmuebles del empresario en la ciudad.
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El resultado de las pesquisas fue negativo y además, cuando las cosas se tuercen, siempre pueden ir aun a peor. A media mañana, recibo un parte de ingreso en el hospital de Cabueñes que me remiten al despacho porque creen que puede estar relacionado con la investigación de este caso. El documento relata el ingreso de Severino Cifuentes en el Hospital de Cabueñes con gran pérdida de sangre, sin conocimiento y con herida inciso-contusa de arma blanca en el tórax. La herida había afectado al pulmón derecho y el estado de la víctima es crítico. El parte indica que permanece ingresado en la UCI en estado de coma inducido para preservar las constantes vitales. La noticia cae como una bomba en el despacho, llamo a Ojeda y salimos en dirección al hospital. Allí, poco más que añadir a lo que se cuenta en el parte de hospitalización. Una llamada anónima con voz de mujer al 112 informando del avistamiento de una persona herida en las proximidades de la iglesia de San Pedro. La entrevista con el personal de la ambulancia medicalizada que lo recoge no aporta muchos más datos, el hombre estaba solo en el momento en que lo recogen y su estado es muy grave con gran pérdida de sangre por la herida. Solicito la grabación de la llamada al 112 y quedan en remitírmela esta misma tarde. La visita al enfermo, queda absolutamente descartada al permanecer en un estado de inconsciencia que no le permite hablar. Solicito al doctor Noriega que me mantenga informado sobre la evolución del paciente para poder hablar con él en cuanto sea posible. A buen seguro, Cifuentes debe tener bastantes cosas que contarnos que puedan ayudar a arrojar algo de luz sobre este embrollo. Regresamos a comisaría y prosigo con el protocolo que tenía marcado. La siguiente persona que deseo entrevistar es la escurridiza Ángela Doval que otra vez me da largas al asegurarme estar fuera de la ciudad pero que su voluntad es la de cooperar en todo lo que pueda ayudar a resolver la desaparición de Antón. La antipatía que sentimos creo es mutua y ese deseo de cooperación que manifiesta… mi
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olfato de policía me dice que no es tal ni por asomo y que esta pájara tiene mucho que ocultar. En fin, regresará en dos días y ya cuento las horas para apretarle un poco las tuercas a esta engreída. La tarde trae novedades, a las cinco me suben la grabación del 112 y la cara de sorpresa que pongo es mayúscula, esa voz dulce, llena de matices la he escuchado hace horas. En la grabación se nota una fuerte agitación en las inflexiones de la voz… vamos, lo normal si te encuentras con un panorama como el que me describió el personal de la ambulancia. No creo en las casualidades y que Lucía estuviese en ese lugar dudo mucho que fuese por dar un paseo. La hora en que se produce la llamada es un dato bastante claro en ello pues, no habrían transcurrido más de dos horas y media desde que hablamos en la cafetería. Trato de recomponer visualmente ese escenario en busca de algo que me pasase desapercibido y un detalle me viene a la cabeza de golpe. La cafetería estaba casi vacía en ese momento y aquel individuo que entró y se fue directamente hacia el fondo de la barra ya me había resultado familiar pero, con la barba de varios días y las gafas no pude reconocerlo bien. Dios que estúpido, como no me di cuenta de que aquel extraño que no dejaba de observarnos disimuladamente no era otro que Cifuentes. Tengo que llamar a Lucía urgentemente, necesito saber si aquellas vacilaciones y silencios eran incomodidad o porque ella sabía que Cifuentes estaba pendiente de nosotros. Las llamadas resultan infructuosas, teléfono apagado o fuera de cobertura espero que mi mensaje surta efecto y me llame. Mi olfato me dice que Lucía es legal pero posiblemente no me haya contado toda la verdad por algún motivo que desconozco.
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Salgo de la comisaría con una desagradable sensación de vacío y al mismo tiempo pensando que el día siguiente puede traer muchas novedades. No tengo prisa en llegar a mi casa vacía y decido hacer una parada en el bar de Dany en busca de conversación que me distraiga de la jornada. El bar está casi vacío. Una pareja se come a besos en un rincón apartado y les observo por el rabillo del ojo con envidia insana sonrío pensando en lo poco que les importa se les hiele el café en las tazas y una sombra nubla mi cara recordando momentos parecidos, tan lejos ya en el tiempo. Cris, la camarera, se me acerca como siempre sonriendo, preguntándome qué tal la jornada. Es curiosa esta chica, normalmente se comporta con casi todos con una bordería desafiante que me encanta pero, debe ser que a mí, me tiene ubicado en algún tipo de categoría de personajes inofensivos y siempre se para un rato a charlar. La conversación intrascendente me distrae de todas las cavilaciones de la jornada. Cris se aleja para atender a un grupo que acaba de instalarse en una mesa del fondo y vuelve a ser ella, cortante e incisiva ante las miradas que le propinan el grupo dicharachero y alegre. Me encanta ver como los desarma y como el ruidoso grupo se convierte en un rebaño de corderitos que apenas sacan voz para pedir las consumiciones.
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Al rato, me dice que sale a fumar y me invita a un cigarrillo. Sabe que he querido dejarlo pero que sigo con ese vicio y es que hay cosas que debería dejar de posponer de una vez. Salimos al fresco de la noche y la observo aspirar el humo elegante con su boquilla que parece sacada de película en blanco y negro. La conversación da un giro más íntimo como refugio en el frio y la oscuridad y de sorpresa, pasa su mano por mi cara áspera ya a estas horas de la noche. La caricia me hace sentir náufrago en medio de la nada, la miro y leo también esa soledad en sus ojos y como por un resorte interior apoyo mi mano en la suya y la aprieto contra mi rostro. Las palabras fluyen despacio y aguardo a que acabe su jornada esperando perdernos juntos en la noche… Subo a su coche y percibo entonces su perfume como una bocanada de aire fresco sobre una vida solitaria concentrada en el trabajo para evitar los recuerdos que aun hieren. Me mira y sonríe diciéndome que ni que estuviese viendo un fantasma. Me turba su mirada y me desarma en una sonrisa pero, tiene razón llevo demasiado tiempo frio a casi todo contacto humano con la excepción de mi hija que veo en fines de semana alternos. Conduce despacio y comienza a hablar, como siempre, directa y precisa como bisturí cirujano. La verdad, algo de psicóloga tiene porque hay veces que la he sentido leerme los pensamientos casi como un libro abierto. Así, de sopetón me suelta mirándome fijamente en el semáforo en rojo -Milo, creo que necesitas que te revuelvan un poco o vas a acabar apolillado y alcanforado en esa comisaría, déjate llevar y te prometo que esta noche te voy a revolver hasta que no te reconozcas- sonríe y arranca el coche, yo, me dejo arrastrar dócilmente. Conduce por la ciudad hasta un antro donde se baila, me suena el nombre “Vudú” pero nunca había sentido curiosidad de entrar en ese local. Al inmovilizar el coche en el aparcamiento, acerca su cara a la mía y me besa largamente hundiendo su lengua en mi
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boca, respondo al beso con energía dejándome invadir e invadiendo, azorándonos un poco. Se separa de mí y me sonríe traviesa mientras abre la puerta. Salimos y nos dirigimos hacia la puerta del local… No hay mucha gente a esas horas pero da igual, apuramos las copas en una mesa y pronto me guía hacia la pista de baile. Nos mecemos al compás de una música lánguida y meliflua y noto sus manos apretándome, buscándome. Me besa despacio el cuello y noto el contacto cálido y húmedo de su lengua, sube a mi oído y me dice despacio, sonriendo perversa ves, es fácil, solo dejarse y sube la alegría… Vamos a su casa y me sorprende el aspecto cuidado y colorido que tiene. La idea ha sido buena, nada que ver con la mía, desolada y gris. Se aleja sonriendo a la nevera y trae dos cervezas frescas que apuramos entre besos cada vez más fogosos. Me desnuda sobre el sofá acariciándome, besándome, mordiéndome, ardiente y voluptuosa. Me dejo llevar por el deseo y desabotono su ropa buscando la turgencia de sus pechos apretados en el sujetador. Nos devoramos con ansia incontenida, buscándonos en la penumbra y me clavo en su coño bombeando con la furia desesperada de las soledades que se encuentran. La miro leyendo su deseo en los ojos llameantes, en las manos que arañan mi pecho marcándome y la aprieto contra mi cuerpo convulso, embistiéndola, sintiendo cada estremecimiento en el furor de su boca desatada. Nos follamos furiosos, con ansia de poseernos, sintiendo la humedad creciente de su coño, apretando sus nalgas sin apenas dejarla mover, noto como explota en un largo gemido y me vacío de golpe en su sexo encharcado gritando en la oscuridad. Nos abrazamos sudorosos y exhaustos notando el deseo encendido, esa fuerza que nos impulsa a follarnos otra vez buscando mas explosiones cósmicas. Me quedo en su casa toda la noche. Por la mañana el café reanima los cuerpos cansados y por primera vez desde hace tiempo encamino mis pasos a la comisaría con un destello en los ojos…
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25 Removiendo sombras
Lucía Bajo la ducha pienso en las palabras de Ángela, creo que debo confiar en ella, estoy confundida, hace unas horas quedé con un hombre al que he encontrado muerto y le he robado un sobre vacío, me he acostado con la ex novia de mi presunta pareja que ha desaparecido sin dejar rastro, tengo un montón de llamadas perdidas del inspector. Creo que debería hablar con él, decirle lo que ha pasado, si es posible, escaparme unos días a algún lugar, olvidarme de Antón que en definitiva es lo que quiero. El agua cae por mi pelo, por mi cara, abro los ojos, me escuece pero es como si quisiera llenarme de agua por dentro también, borrarlo todo, necesito dormir, meterme en la cama, cerrar los ojos y no pensar en nada, pero sé que no será así, que no podré conciliar el sueño, que intentaré leer y no me enteraré de la trama, que pondré la radio y no entenderé de lo que hablan, que las imágenes discurrirán en la tv sin saber lo que veo. Lo peor de todo es que ahora, mientras seco mi cuerpo, sigo pensando en él, aquí mismo, pegado a mí, me secaba y acariciaba, otras veces cuando salía de la ducha no estaba, pero me había dejado dibujada una sonrisa en el vaho del espejo que ahora veo empañado.
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Dejo caer la toalla y veo el reflejo de mis manos recorriendo mi pecho, bajando por mi vientre y me siento mojada, inspiro y contengo el aire, sólo pensar este instante en Antón me humedece y mis dedos exploran mi sexo, acariciando mi clítoris, levantando mi pierna, apoyándola en el lavabo, mientras con la otra me agarro al toallero de la ducha, retorciendo mi cuerpo, gimiendo desesperada, mordiendo la toalla, explotando entre mis dedos…y con una sensación de vacío voy a mi cama a tumbarme, a cerrar los ojos y a pensar en el viaje que debo preparar, llamaré a Marta, es posible que pueda cogerse unos días y acompañarme, necesito salir de aquí, distraerme y olvidarme de Antón y todo lo que se mueve alrededor de él. Tumbada, arrastro el bolso de la silla a la cama para tomar un analgésico, me duele horrores la cabeza, tengo los ojos cerrados y mi mano da vueltas dentro de él buscando la maldita pastilla, saco la cartera, las llaves, el sobre…lo sostengo con mis dos manos, hay algo que no comprendo, el nombre de Lucía parece la letra de Antón, pero tampoco podría estar segura, al moverlo reconozco su aroma y mi estómago se encoge, huele a él, a su colonia, lo miro al trasluz y vislumbro unas letras, como si lo hubiesen utilizado para apoyarse y escribir algo, salto de la cama como un resorte, me pongo bajo la bombilla, utilizo el truco del lápiz y lo paso suave por encima y esto es lo que me encuentro “…y te pido que esperes, que confíes en mí. Te quiero”
Antón El teléfono devuelve tonos monótonamente hasta que, una voz adormilada responde al otro lado de la línea… -Anton!!! Disculpa estaba descansando un momento, los acontecimientos de estos días me tienen sobrepasado - No te preocupes Luis, te comprendo perfectamente, lo de Seve ha sido un golpe inesperado pero, debemos sobreponernos a ello. Quería preguntarte por Lucía, me preocupa mucho que pueda correr ningún riesgo
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-Tranquilo Antón, la protegemos en la distancia como nos has dicho y no creo que ella sospeche nada, sabes que lo hacemos muy discretamente. Otra cosa, creo que Seve no ha podido entregarle tu carta a Lucía es decir, muy posiblemente la tendrá la gente de Ángela. Antón se queda callado con esa respuesta, piensa a toda velocidad y responde – Luis vais a tener que vigilar ese entorno, porque de seguro que Ángela está planeando utilizar a Lucía para hacerme aparecer. Os haré llegar otro mensaje para ella o incluso, mejor, intentaré verla Antón piensa para si… necesito tenerla a mi lado y darle las explicaciones que no pude decirle en su momento por cómo se precipitaron los acontecimientos. Luis al otro lado le escucha y le manifiesta su preocupación por lo arriesgado de aparecer por Gijón tal como están las cosas pero Antón lo calma –Tranquilo Luis no tiene que ser necesariamente en Gijón en su momento os avisaré para que la llevéis a ese encuentro. Sabes que necesito verla y que se me hace infinita la espera –
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26 Treinta monedas
Juan Sobral El despacho de Juan Sobral, socio de Antón, desborda lujo y comodidades. Los grandes ventanales permiten una vista de la zona nueva de Santiago de Compostela con el telón de fondo del casco histórico y las sempiternas torres de la catedral. Las oficinas de Galiexport están enclavadas en un edificio moderno y funcional obra de Beloqui, prestigioso arquitecto internacional que ha firmado otros edificios emblemáticos de la Compostela contemporánea. La cara de Sobral denota cierta preocupación cuando levanta el auricular del teléfono. Su secretaria, con cierta angustia en la voz porque sabe que Sobral le ha advertido que no desea llamadas esta mañana, le informa que al otro lado de la línea está Sevronov y que parece por su tono imperativo que no admitirá un no por respuesta. Sobral con cierta sequedad pero, también, adoptando un tono de comprensión le dice con toda la calma que puede pásamelo, has hecho bien muy bien, no te preocupes-
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-Amigo, suena bronca la voz de Sevronov al otro lado de la línea, qué difícil se está volviendo localizarte últimamente. Sabes que tenemos algo muy importante tu y yo a falta de redondear esos, ejem, problemillas técnicos. -Si Sevronov, responde Sobral, esos problemillas técnicos me traen aun de cabeza ahora mismo pero no te preocupes que esto va a ser cosa de unos días y ese asunto que tenemos, está bien encarrilado. -Comprendo pero eso me decías la semana pasada, amigo, y no veo demasiados avances por el momento-la voz de Sevronov suena dura aun sin variar ese tono neutro y melifluo que siempre usa. Sobral traga saliva porque sabe la dimensión de las palabras que usa su interlocutor, aparentando calma prosigue –voy a hacer unas llamadas a la gente que tengo desplazada en Gijón y a buen seguro a lo largo de la mañana podré avanzarte algo más. De todas maneras, con Antón o sin él, llevaremos esto a buen puerto. Recuerda que si él no está, tenemos a su hija que tiene firma delegada y podríamos cerrar un preacuerdo con ella. Sevronov escucha en silencio, pensando en las vacilaciones de Sobral al plantearle la cuestión y responde despacio bien, espero tus noticias pero, como el teléfono está complicado preferiría que te pasases por el club a mediodía y hablamos las cosas con calmaLas siguientes palabras del ruso no harán sino incrementar la angustia del socio de Antón pues prosigue con una calma e intensidad muy calculada –sabes que represento los intereses de personas cuya virtud no es precisamente la paciencia y que cada problema que aparece les causa una gran inquietud pues, es mucho lo que está en juego en este momento. Mueve lo que tengas que mover y haz las llamadas que sean necesarias pero a mis inversores, necesito darles algo que les haga sentirse en terreno firme otra vez ¿capito?-
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El tono que emplea para sus palabras no da lugar a vacilaciones y Sobral sabe que le va a tocar hacer esa incómoda visita. La despedida es cordialmente tensa tras quedar a las dos y media en el Glamour. Se levanta del cómodo sillón, respira varias veces profundamente tratando de calmar la ansiedad que le producen todas las llamadas del ruso, pasea nervioso por el despacho entre pensamientos agitados y descuelga el teléfono otra vez para pedirle a Sonia que le localice urgentemente a Ángela a ver si tiene alguna novedad de alcance que presentarle al ruso. Tras varios tensos minutos, la secretaria, le comunica que Ángela está al otro lado de la línea. -Gracias Sonia, pásame la llamada. –Hola Ángela, acabo de hablar con Sevronov ahora mismo y su tono era muy poco amistoso. He quedado con él en el Glamour y necesito decirle algo consistente para ganar tiempo ¿Alguna novedad sobre Antón o sobre su hija?Al otro lado de la línea, ella responde clara y contundente -Juan sabes que no es fácil avanzar en este terreno. Antón se dio cuenta de todo, cometimos el error de minusvalorarlo pensando erróneamente que solo estaba pendiente de su amor últimamente pero, ya has visto que no era así, que sus alarmas las tenía completamente intactas. Intenté sonsacar a Seve cuando vino a Gijón pero los torpes que tienes como colaboradores hicieron el estropicio que ya conoces y no conseguimos sacar nada de élJuan asiente y pregunta por Lucía y ella con un deje ligeramente sarcástico le responde - He hablado con Lucía pero no me ha contado todo, creo que no sabe nada de donde puede estar y además es una chica muy inteligente a la que va a resultar difícil sonsacar en el caso de que Antón se pusiese en contacto con ella por algún medio- Silencio tenso de Juan seguido de un ya poco convencido que da pie a Ángela a proseguir su relato -Te aseguro que me he empleado a fondo con ella pero presiento que poco podremos conseguir por ahí- Sobral sonríe para sí cuando
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Ángela le dice eso pues sabe perfectamente en qué consisten sus técnicas de persuasión, la interrumpe en su perorata y le dice -pero, Ángela, comprende que eso no es lo que quiere escuchar Sevronov dime algo que me permita al menos ganar tiempo o que me tranquilice para poder enfrentarme a la visita que me toca hacer esta mañanaEl tono de Ángela varía entonces y algo enfadada le contesta -Juan no me pidas lo que no está en mi mano poder darte pero, sabes que aun en el peor de los casos tenemos un comodín para usar. Lucía es posible que no nos diga nada pero, llegado el caso si nos podría servir para hacerle aparecer porque ese loco de Antón si la supiese en peligro hará lo que sea para ayudarla. Si llegásemos a ese extremo, necesitaríamos tirar de alguien mejor que estos idiotas que me has enviado porque no es trabajo para ellos. De todas maneras, creo poder tener de mi lado a la persona adecuada y tan solo debo insistirle un poco para que colaboreJuan sonríe ante la capacidad de Ángela para cambiar las situaciones complicadas aun así, le pregunta por el otro eslabón de la cadena –Entiendo lo que me dices amor pero no estamos seguros que Antón vaya a sentir tanto por Lucía como para arriesgarse personalmente y piensa que tenemos también a su hija por la que seguro se desviviríaEsta vez, Ángela burlonamente le responde -que poco conoces a los hombres Juan… He visto a Antón, sabes que le conozco muy bien y sé que haría lo imposible si supiese que Lucía está en peligro. De hecho, que enviase a su perro más fiel a Gijón no tenía otro objetivo que el de darle más protección que los discretos guardaespaldas que la acompañan a todas partes sin que ella se percate de su presencia, saben hacer su trabajo y Antón no deja ningún cabo suelto en este aspecto. Es posible, que incluso fuese a buscarla para llevarla con él. Si no fuese por los inútiles que me enviaste posiblemente a estas horas le tendríamos localizadoVisiblemente molesta, continúa exponiendo -La hija vamos a dejarlo correr, está ilocalizable y sabes la protege un
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ejército, la policía está muy cerca también de ella y sería un objetivo que llamaría demasiado la atención porque, a ver como se come que desaparezca el padre y a las dos semanas la hija además, tiene firma delegada, si a su padre le pasase algo estaría muy vulnerable, en ese caso, es mejor seguir dejando que piense estamos de su lado-Te veo muy segura Ángela- masculla el incómodo -espero que las cosas se solucionen con cierta urgencia. Esa persona de que me hablabas que nos puede conducir a Lucía ¿podremos contar con ella ya? Ángela le contesta -Ese hombre está completamente en mis manos. He hablado mucho con él y está plenamente convencido de la veracidad de la historia que le he contado y sabes bien que se manejarme y que puedo ser muy persuasiva en estas cosas-Para él, Lucía solo es una buscavidas que se ha pegado a Antón y que colabora con el contra nosotros. He quedado en llamarle esta tarde y a buen seguro que se presta a ayudarnos solo que, además de él, necesito a Tomás y a Delfín y claro, reenviarte a estos tarugos en el tren de la noche porque su torpeza está llamando demasiado la atención en la ciudad-No olvides que aunque a la policía le gustan las historias simples, siempre hay alguien por medio que no convencen las primeras apariencias y tenemos por aquí un inspector que se está moviendo mucho, preguntando demasiado y al que no consigo quitarme de encima-Perfecto cariño- asiente Sobral a sabiendas que tampoco puede exigir mucho más -sabes que confío plenamente en ti y, creo que con esto, al menos, tengo la suficiente calma para enfrentarme a Sevronov este medio día. Después de hablar con esa persona llámame a ver cómo van las cosasSe despiden con un beso volado y Juan Sobral respira aliviado porque aunque es poco lo que podrá contar al ruso, al menos parece que todo podría resolverse en muy pocos días y eso, es algo que en estas situaciones ya es mucho conseguir.
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Sobral deja el coche en el parking privado del Glamour, desciende del coche y va haciendo un repaso mental de lo que debe plantear a Sevronov después de la conversación telefónica con Ángela. Sabe que Sevronov es duro de pelar, curtido en la guerra de Afganistán en los ochenta. De hecho, fue el jefe del comando especial de la KGB que vestidos con uniformes afganos tomaría los principales centros de poder en Kabul y asesinaría al presidente. La guerra siempre fue campo abierto para personajes como Sevronov que pronto se vería involucrado en el tráfico de armas y suministros. Después de la retirada de las tropas soviéticas en 1989, Sevronov pasó a un oscuro despacho en Vologrado desde donde, moviendo los hilos iría instaurando una estructura paralela al estado soviético en caída libre. Posteriormente extendería sus redes y actividades por toda Europa llevando negocios aparentemente legales que encubrían sus actividades mas turbias. Su aterrizaje en Santiago no fue casual, demasiado notorio decidió buscar un centro de operaciones alejado de las otras familias y con fácil escape en caso de ser necesario. Un jet privado siempre preparado para salir en cualquier momento lo espera en Labacolla y sus fincas en la costa gallega con puertos privados y barcos preparados para zarpar en cualquier momento le dan unas vías de escape impensables en otros lugares. El Glamour es uno de esos locales que se sitúan en la parte legal de sus negocios aunque la corriente que va por detrás dista mucho de ser tan transparente como las paredes acristaladas del local.
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Un restaurante, con zona de copas y discoteca con ambientes diferenciados, aparentemente todo correcto pero si reparamos en las chicas que deambulan por los salones ya empezamos a percibir que tras esa fachada hay algo mas… Sevronov me espera en la zona de restaurante, le franquean dos rubias esculturales de mirada lánguida y sonrisa forzada. Los guardaespaldas se mantienen a una prudente distancia pero pendientes de cada gesto de Yuri el jefe de seguridad. Sobral se acerca mirando los comensales presentes en el salón, saluda a conocidos y camina con decisión hacia la mesa donde un cordial y sonriente Sevronov le aguarda. Hola amigo. ¿Cómo han ido esas llamadas? ¿Alguna novedad sobre lo nuestro? Sobral se sienta intimidado por la inmediatez de la pregunta lanzada sin mas protocolos, piensa y responde con aparente calma. Sevronov, me dará tiempo a beber algo mientras te lo cuento todo? Claro amigo no faltaría más. Da unas palmadas y una camarera diligente aparece con una bandeja surtida de bebidas donde escoger. Las rusas entienden que ahora no es momento de estar en la mesa y con una sonrisa se despiden y alejan hacia la otra sala. Sobral se sirve una botella de Perrier que bebe despacio antes de comenzara a relatar una versión adornada de su conversación con Ángela. Sevronov le escucha atentamente sin cortarle y cuando acaba su relato mesa su ceja derecha señal inequívoca de que no está del todo convencido de lo que acaba de escuchar. Amigo si necesitas ayuda de nuestra organización, sabes que podemos ofrecértela sin problema alguno no dudes en pedirnos ayuda porque creo es deseo de ambos llevar esto a buen puerto. Ahora, comamos algo y gocemos de la vida ya que hemos de esperar. ¿quieres que llame a Tania y Sophia o alguna otra de tu agrado? Sabes que todas ellas son muy complacientes y seguro te gustarán. Sobral se deja llevar porque igual la siguiente visita no resultará tan agradable y la voluptuosidad de Sophia que se
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acerca sonriendo hace el resto. Se levanta agarrándola el culo y se alejan rumbo a una de las habitaciones que hay al final del restaurante, sabe que ahora no hace falta hablar, así que la aprieta contra su cuerpo para que Sophia pueda darse cuenta de lo dura que se le ha puesto. A la vez que se frota contra ella mete una mano por debajo de su falda descubriendo unas nalgas duras y suaves y con la otra aprieta su pecho.
Las manos ágiles y acostumbradas de Sophia desabrochan el cinturón de Sobral, sabe que esto va a ser rápido al acariciar su polla y darse cuenta de lo tensa que está, así que decide tumbarle sobre la cama, se baja las bragas y sin quitarse la falda se sienta sobre su boca notando la lengua ávida de Sobral que la chupa y la muerde, ella se inclina hacia delante agarrando su polla, lamiéndola por fuera, manoseando sus huevos y metiéndosela rápido en la boca y comienza a aspirarla con fuerza, a moverse sobre su cara, a ponerle bruto, salvaje, no es la primera vez que está con él y sabe que no tiene mucho aguante, pero quiere tenerle a punto, volverle loco para levantarse de golpe, apretar su polla con la mano muy fuerte y sentarse para cabalgarle, a él le gusta ver sus tetas moviéndose y le ve enrojecido, enviciado, agarrando sus caderas empujando, levantándola hasta sentir su grito, su chorro caliente. Sophia cierra los ojos, le besa la mejilla, el cuello y se despide de él, levantándose y entrando en la ducha. Sobral se queda pensando en el próximo movimiento…
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27 Alba
Lucía El descubrimiento del mensaje de Antón me ha hecho volver a creer en él, si esas palabras fueron escritas para mi, he de sacar fuerzas y salir de este tedio en el que me encuentro ahora, esta mezcla entre desilusión y tristeza, y si es cierto que Antón sigue conservando esos sentimientos hacia mí voy a luchar por descubrir la verdad. Es hora de acercarme a su hija Alba, es algo que debería haber hecho antes pero no me atrevía, de hecho no me atrevo aún. El teléfono lo tengo desde su desaparición, pero nunca he llegado a marcarlo y es ahora cuando debo hacerlo. Me visto nerviosa, aunque su voz me ha tranquilizado, tiene una suavidad y a la vez firmeza en sus palabras que he escuchado atentamente mientras me explicaba el lugar donde se encuentra la finca en la que vive cercana a Candás. La casona aparece ante mis ojos detrás de una curva, aunque llegar hasta la puerta es complicado porque hay que pasar por un camino angosto, mas propio para un todoterreno que para mi coche, pero cuando llego a la
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puerta principal y veo como se abren las verjas, la casa aparece luminosa recibiéndome. En la puerta me recibe Alba, su cuerpo delgado, moreno, su sonrisa…hacen que mis nervios desaparezcan, lo primero que me sorprende es su toque racial, es curioso que aun no pareciéndose a su padre sus gestos y su mirada me recuerden a él, creo que es consciente de lo que me está ocurriendo y me agarra del brazo para que entre en su casa, mientras su mirada me dice que debo confiar en ella. Yo no sé por dónde empezar y es consciente de mi confusión, así que con voz tranquila me dice que va a explicarme todo lo necesario para entender a su padre. Mi primera sorpresa es saber que Antón es mexicano, de abuelos y padres gallegos, exiliados que lograron tener un entramado de empresas en las que destacaron fábricas de muebles, construcción y una importante editorial. Antón estudió Economía e Historia, y cursando esta última carrera es cuando conoce a su madre María con la que se casa y tienen a Alba, ahí su rostro se entristece recordando como su madre fue secuestrada y el desenlace fatal cuando Antón al ir a pagar su rescate, se encuentra con que su padre ha avisado también a la policía convirtiendo ese momento en un tiroteo y contribuyendo con él a que su madre resulte asesinada. Esto hace que Antón se distancie de su padre por culparle de esa pérdida y ponga tierra por medio, retornando a sus orígenes con su hija, en este caso a Santiago de Compostela, para continuar sus estudios por un lado e implantar su editorial por tierras gallegas. Alba calla ahora, se toma su tiempo, respira, y su semblante cambia, sus ojos se ensombrecen y continúa: Mi padre comienza una nueva vida y también una nueva relación con Ángela, no tengo buenos recuerdos de esa etapa, por un lado entró en mi vida en una edad difícil, pero el tiempo no hizo más que agravar la mala relación entre nosotras. Ellos acabaron su historia en 2008 y curiosamente Ángela al poco tiempo se casó con el que era socio de mi padre, no se si lo conocerás, Sobral. Cuando terminé mis estudios en 2010 entro en la empresa y mi padre me confiesa las dudas que tiene, comienza a
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notar pequeños detalles en las cuentas de la constructora así como extraños movimientos que le hacen ver que la intención de su socio es deshacerse de todo el holding de empresas vendiéndoselo a un oscuro grupo de inversores. Desde entonces, la relación con sus socios es muy tensa … En ese momento el teléfono de Alba comienza a sonar, ella mira la pantalla y esboza una sonrisa, me mira y me dice que debe contestar esa llamada y que por favor espere un momento. Descuelga el teléfono, saluda y a Lucia le tiembla la voz cuando escucha que dice hola papá, si, está aquí, delante de mi. Alba se vuelve hacia Lucía mostrando una sonrisa franca que ilumina su cara y muy despacio dice… creo que te va a gustar esta llamada, es mi padre y me acaba de decir que tiene la urgente necesidad de hablar contigo Lucía toma el inalámbrico de manos de Alba y se aleja buscando intimidad para la llamada, una lágrima se escapa furtiva entre sus dedos mientras sale hacia el sol de la terraza…
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28 Él
Él Marco maquinalmente el número de Lucia, los tonos se suceden sin respuesta…Debí imaginarlo, tal como está la situación, Lucía debe ser muy cautelosa con las llamadas de contactos desconocidos. Hago lo que debí de hacer en primer lugar, enviarle un mensaje diciéndole que soy Sergio, que nos hemos conocido aquella tarde de hotel en medio de la lluvia y después en la noche anterior a la desaparición de Antón. Le digo que deseo concertar un momento para poder hablar con ella. La respuesta llega a los pocos minutos escueta, pero cordial, podré llamarla a las diez que estará más libre para hablar. A la hora señalada marco su número y esta vez, a los tres tonos estoy escuchando su voz dulce. Tras los saludos de rigor, porque tampoco tengo demasiada confianza con ella, la abordo a saco planteándole que deseo tener una entrevista con ella para contarle algunas cosas de esta historia que seguramente le gustará conocer. Quedamos a la salida del trabajo en una cafetería céntrica donde podremos hablar con tranquilidad. Me gusta el desenfado de Lucia, esa aureola de seguridad en si misma que despliega, la veo llegar llenando el espacio, su sonrisa franca hace que un ramalazo de calor me sacuda de pies a cabeza. Se sienta a mi lado y se pide
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un café con hielo. Me sonríe y comienza a hablar directa y segura, preguntando por el motivo de esta llamada inesperada. La verdad aunque he dado muchas vueltas en cómo plantear la cuestión, me siento un poco desarmado al ver la contundencia, un poco seca además, con que me plantea la cuestión. Decido entonces comenzar la historia desde el momento en que conocí a Ángela. La vi por primera vez en la cafetería de la facultad de Historia donde pasaba parte de la mañana entre clases que impartía como becario en la facultad de Filología. Ángela era una chica muy guapa, siempre alegre y ruidosa, haciéndose notar y pendiente de todo lo que pasaba y se contaba en la cafetería. No se, debió de llamarle la atención verme todas las mañanas en aquel rincón de la galería siempre enfrascado en apuntes y con un café americano enfriándose en un rincón de la mesa. Sé con seguridad que el día que habló conmigo por primera vez, sabía perfectamente quién era yo. Se dirigió directamente a mí con su desparpajo de quien tiene una absoluta seguridad en sí mismo y sabe lo que quiere en cada momento. Desde ese mismo día comenzamos una relación turbulenta y tormentosa donde me sacó el potencial más salvaje que llevaba dentro de mí. Ni soy capaz de recordar cuántas veces rompimos, ni las acaloradas y frecuentes discusiones que manteníamos por casi todo. Ella me introdujo en el mundo del BDSM y nuestras sesiones tenían una intensidad que me estremece de tan solo recordarlo. Un día, apareció Antón y fue como un tornado en su cabeza no tardó ni dos días en decirme que estaba con él y aunque mantuvimos algunos encuentros esporádicos sabía que lo tenía todo perdido con ella. Fue entonces cuando debió de introducir a Antón en ese lado oscuro porque siempre que me encontraba no dejaba de contarme el potencial que le veía y que, tan solo había que arañar un poco en la superficie y reconducir todo ese dolor existencial que arrastraba para convertirlo en ese animal perfecto que ella había diseñado. Me pidió ayuda y yo, por mantenerme cerca de ella accedí a colaborar para montar el grupo que ya conoces. Ella, que es una persona capaz de influenciar al
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más recalcitrante dejó que Antón tuviese alguna iniciativa y así, le hizo creer que era todo idea suya, así es Ángela. El grupo estaba compuesto por amigos y amigas que había ido conociendo con ella y algunos amigos de Antón. Con el tiempo vi que lo que sucedía a Ángela con Antón era una situación similar a la que viví a su lado, porque si bien es una mujer con una capacidad de seducción inimaginable, también es una persona con la que es muy difícil convivir. Antón es una persona muy tranquila y esa seguridad a ella la exasperaba. Me utilizó varias veces en su contra y como siempre me dejé llevar. Al final, lo que sucedió es que fui afianzando mi amistad con Antón hasta llegar a ser una de las personas en que más confianza mantiene. Por eso me sorprendió como sucedieron las cosas y que si había algo que temía en el ambiente o algún peligro no me hubiese dicho nada. Trabajo con él desde hace años y llevo la dirección de la editorial además de asesorarle personalmente en algunas cosas más. Le había prejuzgado cuando le conocí con ese aire de suficiencia pero, claro me di cuenta era la situación que nos tocó vivir, ver a Ángela irse con él fue un plato duro de tragar. Cuando un día me dijo que había roto con ella porque no aguantaba más esa situación de tensión permanente, me alegré pensando que así podría recuperarla porque por mucho que me lo negase a mí mismo seguía muy enganchado a ella, no era amor pero si una dependencia psíquica muy fuerte o no sé cómo explicarlo de manera coherente. Al poco tiempo, ella desapareció una temporada hasta que reapareció como novia de su socio y es que Ángela sabe muy bien cómo conseguir siempre lo que quiere y básicamente es poder y dinero. Sé que nunca fui una opción porque nada tenía que ofrecerle en ese aspecto pero ahora, con el tiempo creo que eso ha sido lo mejor para mí. Ahora ya sabes de donde han salido algunas cosas, el grupo que sigue activo y al que Ángela, tras largo tiempo de no aparecer, regresó de manera esporádica y el resto creo que ya lo sabes…
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Lucía Después de la llamada de Antón no sé cómo me siento, por un lado tranquila, me ha intentado explicar el motivo de su desaparición que ya había comenzado a contarme Alba, pero hemos hablado muy poco, quedamos en que volvería a saber de él muy pronto, ha sido muy escueto dándome datos, aunque me ha vuelto a repetir que me quería mucho y que confiase en él. Realmente creo que merezco muchas más explicaciones, deseaba hablar con Antón, pero la sensación que me ha dejado no ha sido como yo pensaba, le quiero mucho pero ahora mismo tengo que ser más cautelosa con todo, incluso con él. Hoy ha sido un día lleno de sorpresas, me llamó Él y quedamos en vernos porque debía contarme algo. Tuve dos encuentros con él, en un Hotel donde sin darnos cuenta nos vimos metidos en su habitación y la última noche que pasé con Antón, aquella sesión en la que estuvieron todas las personas que aparecieron durante nuestra relación, aquella noche él dirigía la acción y nunca supe su nombre hasta hoy cuando me llamó. Él es un tipo muy interesante, atractivo, siempre vestido con desaliño estudiado, realmente siempre me ha gustado, y ahora que veo cómo
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se levanta al recibirme y como me planta un beso mientras agarra con decisión mi brazo… ufff me gusta mucho más. Le dejo hablar, Sergio, que así es como se llama, me cuenta la historia de Ángela, no sé por qué pero no me sorprende del todo, la considero capaz de eso y mucho más. La tarde transcurre entre cafés y cervezas y poco a poco va anocheciendo, cuando me explica sus comienzos en el BDSM dejo de escucharle, y recuerdo esa sesión, cuando estuve con él, sus caricias mientras follaba mi boca, y un calor invade todo mi cuerpo, me remuevo incomoda, porque no puedo parar de recordarle dentro de mí, y empiezo a notar como mis bragas se humedecen, pero no se qué hacer, por un lado es amigo de Antón, por otro parece que sigue colgado de Ángela, pero realmente que importa…le miro y no puedo evitar sentir unas irrefrenables ganas de follar, pienso si será producto de las cervezas pero creo que no, y cuando salimos del último bar me mira, hasta ese momento no me había dado cuenta del brillo de sus ojos, y me dice si quiero tomarme la última en su casa, claro que quiero…. En los siete pisos que ha durado el recorrido del ascensor, ya he sentido sus manos recorriendo todo mi cuerpo apretándolo contra el suyo. Tiene una lengua poderosa, que abre mis labios, que muerde, que explora. Parecemos dos desesperados arrancándonos la ropa, al quitarle la camisa, en su hombro veo un tatuaje con el mismo dibujo que vi en la insignia que encontré en la cartera de Antón, ahora entiendo que era por su pertenencia al grupo. Me empuja contra la pared y mete sus manos bajo mis bragas, un brillo aparece en sus ojos cuando las nota tan mojadas, levanta mi vestido, baja hacia mi coño mordiéndome sobre ellas, metiendo sus dedos, retirándolas ahora, metiendo su lengua, abriendo mis labios, explorándome, succionándome con fuerza, agarrando mis nalgas, lo siento desbocado y salvaje en mi coño, y empujo su cabeza frotándome en su cara, como dos perros llenos de vicio, gritando, retorciéndonos, ya no es el hombre calmado de la sesión, ahora es un cabrón que necesita
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desahogarse y yo también lo necesito, por eso cuando siento su furia me vuelvo más perra y más salvaje y me giro contra la pared, abriendo mis nalgas con las manos, ofreciéndole mi culo, esperando que entienda que quiero que me lo prepare, y no sé de dónde ni cómo, pero noto su mano llena de aceite frotando mi coño y mi culo y sus dedos que empiezan a abrirme, me hace gritar y desear que meta más, que me dilate, que me abra hasta romper mi culo. Sergio me siente así encendida y enviciada y saca sus dedos de mi culo metiendo su polla de golpe, chocando fuerte contra mis nalgas, agarrando mis caderas empujándome contra la pared, aplastándome con su cuerpo, en una maraña de mordiscos, pellizcos, gemidos, gritos, con su mano frotando mi coño esperando que explote sobre ella, me gira la cara tirando de mi pelo y hace que me corra mirándole , saca su polla y la mete en mi coño empujando hasta sentirlo tembloroso, entonces la saca y me empuja por mis hombros poniéndome de rodillas, metiendo su polla en mi boca, y vuelve ese recuerdo, esa sesión en la que me sentí follada por tantos, y eso me hace chuparle con todas mis fuerzas, aspirándole, envolviendo mi lengua, rascándole con mis dientes, mordiendo su raíz, haciéndole gritar, gemir, quiero que enfurezca porque sé que entonces follará mi boca con más violencia, y ahora eso es lo que necesito, sentir sus manos fuertes agarrando mi nuca, notar como me lleva hasta las arcadas, como empuja en mis mejillas, como hace que mis labios queden pegados a su vientre, sentir su vicio, sus ganas de correrse dentro de mí, y me aferro a sus nalgas a sus muslos arañándolo, marcando su piel, mientras le escucho gritar y mi boca se llena de su leche bombeando sin parar, haciéndome tragar, chupar, vaciándose dentro de mí. Me levanta con suavidad, besa mis labios, mima mi cara, acaricia mi cuello, me abraza con fuerza y me dice que me quede esa noche con él, pero no puedo, algo me dice que no debo quedarme, sus besos me cosquillean demasiado…
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29 Volando hacia ti
Antón Se me hace interminable el vuelo a Lisboa perdido en mil pensamientos. La llamada a Lucía me ha puesto en orden las ideas y ahora, sé que debí proceder de otra manera. La noche de la fiesta, tenía que haber cancelado el compromiso y explicar claramente las cosas a Lucía, los peligros a los que estábamos expuestos y pedirle que se viniera conmigo aun a sabiendas que eso haría que mi desaparición tuviese otro matiz bien distinto pero ahora ya está todo hecho. Obré con el convencimiento de evitarle correr riesgos innecesarios porque, no podría ver como la persona que más quiero en este mundo asumiese una situación comprometida y completamente ajena a ella, aun tengo en el recuerdo lo que había pasado con María y por nada del mundo permitiría que Lucía sufriese por mi culpa. Ahora es momento de corregir el rumbo. Viendo como están transcurriendo las cosas, el peligro que se cierne sobre todas las personas que me rodean, no solo ha desaparecido sino que se ha hecho más evidente. Los
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últimos movimientos de Ángela y sobre todo la posible reacción de Sevronov al saber que las cosas no transcurren como desea pueden tener fatales consecuencias por eso, es necesario alejar a Lucía de ese escenario pues ellos saben como la quiero y aunque la rodease de un ejército, estoy seguro que no vacilarían en llegar hasta donde fuese con tal de conseguir sus objetivos. Ella no es consciente del peligro que corre su vida y debo ir a buscarla para alejarla y contarle abiertamente toda esta rocambolesca historia. Necesito verla, abrazarla con urgencia y hacerle sentir lo mucho que la quiero y como todo este tiempo, este alejamiento solo tenía el objetivo de protegerla, de dejarla al margen de todo esto. En Oporto me esperan con un coche preparado para mí, no deseo despertar sospechas así que conduciré solo hasta Gijón. He dejado recado a Lucía para que acuda a una cita aunque ella no sabe que soy yo quien va a buscarla. Devoro los kilómetros con ansia de verla, de abrazarla, de encontrarme con su calor. Llego a Gijón de madrugada y voy a la casa donde está alojado mi equipo de seguridad. Descanso dos horas, una ducha y corro a buscarla. Lucía está sentada en una mesa alejada de la barra, lee el periódico nerviosa la veo levantar la vista escudriñando la puerta y noto su sobresalto al reconocerme en este vagabundo desaliñado que soy yo esta mañana. No puedo evitar la humedad de mis ojos al encontrarla y a duras penas puedo refrenar el impulso de correr hacia ella. Se levanta y nos abrazamos despacio, contenidos, la tomo de la mano y salimos apresurados de la cafetería, subimos al coche y nos alejamos a toda marcha de la ciudad. Tan solo lleva una pequeña maleta y sé que ha pedido unos días en la empresa como le he sugerido en el correo que le entregaron mis hombres. La miro de reojo mientras conduzco y leo su nerviosismo. Paro en el primer descanso de la autovía y la abrazo con fuerza buscando sus labios temblando como un adolescente con todos los pensamientos, las palabras agolpándose en mi cabeza y tan solo acierto a decirle un te quiero entre besos. Proseguimos viaje hasta la casa familiar en Ourense para tomar al día siguiente el avión desde Oporto. Por el camino
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le cuento absolutamente todo y noto su intranquilidad, me sonríe, me acaricia y noto como me observa y aun en esta tensión no puedo dejar de sonreir por dentro al tenerla tan cerca. La casa está vacía pero con todo preparado, nos abrazamos con fuerza y a duras penas caemos sobre el sofá, la ropa desaparece arrancada, rasgada por el apremio de tenernos. La beso redescubriendo su cuerpo cálido, sintiendo cada centímetro de su piel, abriéndome paso con mis manos, con mis labios, apretándonos con fuerza, acariciándonos urgentes de tenernos…
Lucía En la conversación telefónica que tuve con Antón dijo que nos encontraríamos muy pronto y hoy Sergio con voz apresurada me llamó para decirme que fuese a la cafetería de debajo de mi casa, llevando algo de ropa para fin de semana y que pidiese unos días en la empresa. Así que aquí estoy tomándome un café y mirando a la puerta esperando que entre Sergio y me diga cuándo podré verle. Llueve y la gente entra con el paraguas casi hasta dentro de la cafetería, los voy observando mientras echo vistazos al periódico, pero no puedo concentrarme, tengo unas ganas terribles de ver a Antón y sé que si me dijeron que trajese una pequeña maleta, es muy posible que hoy o mañana alcance a verle y realmente lo necesito, porque ha pasado mucho tiempo y sucedido muchas cosas y no sé de qué manera voy a reaccionar cuando le vea, aun no sé si creer todo lo que me ha contado, si creer a su hija, a Ángela, a Sergio…son tantas las diferentes versiones que me asusta pensar cual es la real. En esos pensamientos estoy cuando levanto la cabeza de nuevo hacia la puerta y ahí está, no imaginé que Antón apareciese en persona, mi cuerpo tiembla de la cabeza a los pies mientras lo veo acercarse a mi mesa, mi corazón va a mil por hora y no alcanzo a decir ni una palabra cuando le veo frente a mi, nos abrazamos y nos miramos, y
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si alguien nos ha estado observando tiene que haber sentido la intensidad de ese abrazo, el leve roce de nuestros dedos, su mano en mi espalda cuando he recogido mis cosas al salir de la cafetería, un ¿qué tal? susurrante, unos pasos rápidos hacia su coche, ¡tantas ganas de verle y a la vez tanto misterio, tanto miedo! ¿qué le impide besarme? Sentada junto a él en el coche, aferro mi maleta conteniendo las ganas de llorar, de decirle, para y dime qué pasa, y que estoy cansada de tanto misterio, que quiero escapar de todo esto. No quiero que me vea llorar y miro por mi ventana, casi empañada con la lluvia de fuera, siento su mano que agarra la mía acariciándola con su pulgar, sale de la carretera y para. Y ese beso deseado, ese abrazo que prolongamos hasta el infinito rompe todos mis malos pensamientos, aunque ahora tenga unas irrefrenables ganas de llorar, pero esta vez es de felicidad, de saber que por muchas cosas que hayan ocurrido, aun con el tiempo transcurrido lo quiero tanto o más de lo que creía. En el trayecto hasta su casa me explica parte de lo que he ido averiguando y también soy consciente del peligro en el que estoy metida, eso me da miedo pero ahora que tengo a Antón a mi lado creo que podré superar todos esos miedos, sé que él me va a proteger y también que a partir de ahora debo tener mucho más cuidado en todos mis movimientos. Entramos en la casa y nos abalanzamos besándonos, abrazándonos con las ganas contenidas que nos hacen desnudarnos el uno al otro temblorosos, deseosos, nuestras lenguas enroscadas, manos, dedos uñas…, nos recorremos ávidos, reconociéndonos de nuevo, llenos de deseo, entre gemidos, con la urgente necesidad de sentirle dentro de mí, en este primer contacto tan deseado y soñado después de tanto tiempo, desabrochando sus pantalones, notando como sus manos me acarician por debajo de mis bragas, como le recibo con mi humedad y sus dedos me buscan, me acarician, entran, se mueven y acerco su polla levantando mi pierna, rodeando su cadera y la siento entrar hasta el fondo, directa, dura, clavada, y en ese momento en el que le miro a los ojos sé que ya nada
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nos va a separar, que este es el verdadero comienzo y que le quiero sin dudas, sin desconfianzas, completamente…
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30 Con rumbo desconocido
Antón 7:30 de la mañana, observo el sueño plácido de Lucía, me levanto sigiloso evitando despertarla, enciendo la cocina de leña para caldear la casa que está fría a pesar de lo avanzado de la primavera. El café recién hecho llena de aromas familiares la cocina, telefoneo y me dicen que sobre las once tendremos un coche “limpio” para desplazarnos hasta Oporto desde donde embarcaremos en dirección a Brasil y posteriormente a Méjico. Bebo el café a sorbos contemplando la silueta de Lucía respirando suavemente y me invade esa sensación de felicidad placentera al verla así relajada, próxima, dejo la taza en el fregadero y regreso a la cama acurrucándome pegado a ella. Noto el estremecimiento de su piel cuando mis dedos ligeramente fríos recorren su costado acariciándola y siento el brillo de sus ojos que se abren dibujando una sonrisa, como busca mi cuerpo enroscándonos, mirándonos y despertando el día entre caricias. La calma morosa hace que pase lento el tiempo en este rincón alejado de preocupaciones, la ducha, el café, la conversación, los planes, nos hacen sonreir como colegiales preparando una excursión. Es consciente de los riesgos
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pero ahora juntos todo parece menos complicado, más amable. A las once, llaman a la puerta, el coche nos espera, la verdad no pensé en qué tipo de vehículo nos iban a traer y para mi sorpresa es un minúsculo Triumph tr5 de la novia de Seve pero, parece ser era el único disponible no vinculado a mi o a la empresa. Normalmente con la capota cerrada siempre me había producido cierta sensación de claustrofobia el diminuto habitáculo de ese coche tan elegante y glamuroso como incómodo. Hoy, al lado de Lucía apretados en el estrecho espacio que ofrece el Triumph, la sensación es muy distinta. Noto como me mira, como nos rozamos, como se apoya en mi hombro y parece que toda la oscuridad de mi vida en los últimos días se desvanece en su sonrisa. La ruta parece diseñada para nosotros, correteamos por la estrecha carretera de montaña que discurre por el Parque nacional de Gerês en dirección a Braga y desde ahí, tomamos la autopista en dirección a Maia el moderno aeropuerto de Porto. Lorenzo nos espera con los billetes y mi impecable documentación portuguesa a nombre de Luiz Nunes dos Santos. Atravieso el control con cierto nerviosismo solo calmado por esa presencia maravillosa de Lucía que nos hace parecer una pareja en viaje romántico con destino a perderse en algún paraíso recóndito. Los asientos en bussines class son cómodos y amplios, observamos como se pierde la ciudad en la lejanía para sobrevolar el atlántico y nosotros ajenos a todo, entre besos y caricias, muy pegados, vemos como cae la tarde lentamente camino de Brasil.
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Nos sirven la cena en horario europeo, supongo en esa idea de mantener a los viajeros entretenidos en un viaje tan largo. Después de recoger nos entregan las mantas de noche y bajamos los asientos. Beso a Lucía en la penumbra de la cabina, con las luces atenuadas de noche. Mis manos recorren su cuerpo despacio y me gusta que hoy escogiera este vestido tan accesible. Descubro su piel bajo la manta revolviéndole la ropa, hurgando entre su braguitas buscando la humedad cálida de su sexo. Siento como se estremece y busca mis labios invadiéndome la boca con su lengua. Los únicos pasajeros en bussines además de nosotros son una pareja de mediana edad, ella más joven que él, de facciones estilizadas y una melena rubia que se derrama desordenada en rizos sobre sus hombros. El hombre aparenta unos 50, elegante aunque con un deje en la mirada algo canalla de hecho, ahora noto como nos lleva un rato observando. Sé que le hemos estimulado y veo como acaricia a su pareja que parece estar sumida en un sueño profundo y no le hace caso, lo veo sonreír como diciéndome… que se le va a hacer. Conozco bien a Lucía y como le gustan las sorpresas así que, levanto un poco la manta y dejo que él pueda tener una interesante perspectiva de su culo y al momento tengo la certeza de
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que tiene su polla dura bajo la manta pensando en el culo de Lucía… La acaricio con fuerza separando sus nalgas, clavándome en su coño, quiero que él lo vea, que sienta que estoy abriéndole, preparándole el culo con mis dedos. Lucía gime mojada, mordiéndome la cara, apretándome el cuello con sus manos. Subo por su espalda con mis manos tirando de ella, apretándola contra mi cuerpo porque quiero decirle una cosa al oído… cuando la tengo pegada a mí le digo muy despacio como me gusta su vicio y si quiere una polla clavada en su culo abierto ahora. Lucía sonríe diciéndome regresó mi cabrón, como me gustas… ve mi cara de vicio y como le hago gestos a nuestro vecino para que se acerque. Llega con el pantalón de su traje gris desabrochado, y sin más preámbulos se clava en el culo que se le ofrece empujando a Lucía sobre mi…
Lucía Cuánto echaba de menos estas situaciones….siento su polla hundiéndose en mi culo y la sonrisa viciosa de Antón mientras se clava en mi coño, mordiéndome las mejillas, el vecino empuja cada vez con más fuerza agarrándome de las caderas, mientras Antón recorre con sus manos mi
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espalda apretándome contra él, le miro y sabe que voy a explotar, que sentirme follada por dos pollas es una de las fantasías que más me excitan y esas cuatro manos me recorren ahora con avidez y sus pollas entran y salen de mi cada vez más veloces, me despego de Antón, levantando mi torso, arqueándome, explotando entre gemidos mientras mis ojos se paran en los de la mujer rubia que me miran brillantes…
Antón Ella nos ve y se acerca despacio, ha sentido como explotaba Lucia y le acaricia en la espalda mientras chupa nuestras pollas, empujándola haciendo que trague la de su pareja hasta el fondo. Ella me mira con sus ojos brillantes y baja sobre mi polla empezando a chupármela con fuerza mirándolo a él porque quiere que sienta su vicio. Me araña el vientre, los muslos chupándome con fuerza y cojo la mano de Lucía que ahora se encarama sobre él cabalgándolo. Me gusta verla así gozando, llena de deseo y aferro su mano con fuerza mordiéndole los dedos. Ella lo nota y sube a besar a Lucía llevando mi sabor en sus labios, frotando su culo contra mi polla que late con fuerza. Se apoya en mi cuerpo dándome la espalda, sentándose sobre mi y lleva su mano a mi polla. La sujeta firme acercándola a su coño empapado, empujo sin pensarlo clavándome con fuerza haciendo que sienta la embestida, gime ahogadamente y Lucía siente ese vicio en sus labios, sabe que la estoy follando furioso y que todo ese deseo corre ahora eléctrico por sus labios
Lucía Me gusta como besa, como entra con su lengua en mi boca, como me busca y a la vez acaricia mis pezones, la agarro por la nuca, y bajo a besar su cuello, me excita sentir como Antón hace que se mueva todo su cuerpo, imagino su polla
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entrando dentro de ella, y ese deseo que tengo de él unido a la boca de su pareja que en este momento aprieta mi coño, lamiéndolo y succionándolo con todas sus fuerzas, hace que las dos nos movamos al mismo ritmo, disfrutando por igual, sabiendo que vamos a corrernos mientras nos besamos y acariciamos. Nos miramos, agarramos nuestras caras y nuestras bocas vuelven a chocar de golpe en el preciso momento en que llegamos al orgasmo juntas, revolviendo lenguas, mezclando saliva, gimiendo, mirándonos ahora, sonriéndonos, buscando esa complicidad que da el placer. Las dos nos incorporamos en una especie de movimiento sincronizado, ella se acerca a la polla de su pareja y yo a la de Antón y mientras nos miramos sin disimulo, hacemos que ellos exploten en nuestras bocas, bebiéndoles, vaciando todo ese vicio, lamiéndoles y subo a buscar la boca de Antón, fundiéndonos en ese beso prolongado, profundo, respirándonos y vuelvo a sentir esa mirada llena de deseo, esas ganas de apretarme a él y no querer separarme. Me quedo acurrucada en su cuerpo, bajo la manta, viendo como amanece a través de la ventanilla, la otra pareja vuelve a sus asientos, y es ahora cuando empiezo a pensar qué ocurrirá cuando lleguemos a nuestro destino.
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31 Rio de Janeiro
Antón Llegamos al aeropuerto internacional de Galeâo a las 9:45, el viaje se ha hecho largo y el cansancio se marca en los rostros, sonrío a Lucía tratando de alejar las preocupaciones que a buen seguro se agolpan en sus pensamientos. Espero que la parada en Rio ayude a recuperar todo el tiempo perdido y a alejar las sombras de estos días oscuros. Como estaba previsto, nos esperan en el aeropuerto para trasladarnos a la que será nuestra residencia en el barrio de Gavêa estos días antes de partir para México. El conductor, Ugio Santos un dicharachero minhoto que ya lleva unos años viviendo en Brasil conduce endiabladamente en medio del denso tráfico de la capital sin parar de contarnos cómo va el país, la relajada moral de los habitantes de la ciudad propensos a apropiarse de lo ajeno sin ninguna barrera ni freno, sonrío mirando a Lucía que escucha atenta y ensombrece el rostro ante un retrato tan dantesco de la capital y eso que aun no sabe que en México DF las cosas no van a pintar nada mejor. Llegamos a nuestra casa casi una hora después de salir del aeropuerto y agradezco esa llegada pues leo la preocupación en el rostro de Lucia. El cuidado jardín de la
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casa contribuye a relajar un poco la tensión del oscuro panorama que nos acaban de dibujar. Es una vieja casona situada en la zona alta del barrio, pertenece a mi buen amigo el doctor Giao Cardozo que ha hecho su fortuna arreglando y remodelando la imagen de cientos de cariocas y de todas partes de Brasil que vienen a operarse en su clínica. En la puerta nos espera una de sus colaboradoras, Pamela, una escultural morena que a buen seguro ha estado en varias ocasiones sobre la mesa de operaciones del doctor. El recibimiento es un despliegue de afabilidad y cortesía. Ella, muestra en todo momento una amplia sonrisa nada forzada. Lucía le dirige indisimuladas miradas evaluadoras como intentando discernir lo natural de las aportaciones del doctor. Tras la presentación formal, Pamela nos conduce a una amplia y luminosa habitación en la planta superior, decorada en tonos crema con un estilo muy europeo, a través del ventanal se entrevé una pequeña terraza recogida con vistas al mar. Mientras nos acompaña nos comenta las cosas que necesitamos saber para hacer más agradable nuestra estancia y nos pregunta si esa noche deseamos cenar fuera porque, puede llevarnos a uno de los locales de moda en la ciudad que está relativamente cerca y desde donde se tiene una buena panorámica de Rio. Le digo que lo vamos a pensar porque estamos cansados aun del viaje pero, seguramente acabaremos aceptando porque tenemos todo el día para relajarnos. Ella sonríe mostrando una dentadura perfecta y nos dice que no nos preocupemos tenemos tiempo para responderle. En cuanto cierra la puerta beso a Lucía largamente apretándola entre mis brazos, la miro contemplando su belleza deslumbrante y no puedo evitar besarla una y otra vez hasta que caemos enroscados sobre la cómoda cama… Tras la ducha, Lucía me comenta algo sobre Pamela y lo espectacular de su cuerpo esculpido a cincel. Le respondo que mi amigo el Doctor Cardozo se ha labrado su fama con ese buen hacer y con Fabio ha hecho un trabajo francamente espectacular. Lucía sonríe sonrojada por no
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haberse dado cuenta y veo esa chispa de deseo en su mirada que tanto me gusta… Ahora, creo que esta noche si vamos a salir…
Lucía Cuando hemos llegada a la casa me he sentido realmente cansada, son demasiados sobresaltos los que he ido recibiendo en estos últimos días, pero, también, pienso en lo complicado que va a ser todo y en que tengo a Antón ahora a mi lado. Todo lo que ha ocurrido en estos últimos meses me hace apurar los momentos con él intensamente, siempre fue así, pero ahora aún más. Cuando hemos llegado a la casa nos ha abierto Pamela, una morena estupenda que en su momento se llamó Fabio. Cuando me lo ha comentado Antón me ha sorprendido muchísimo pero he sentido un cosquilleo por todo mi cuerpo. Ella se ha ofrecido a llevarnos a un local que parece interesante y mi curiosidad me mata…¿hasta qué punto está operada?, el cansancio ha desaparecido de golpe y ahora quiero descubrir, mi cuerpo ya está inquieto, además la ducha con Antón me ha vuelto muchísimo más ansiosa, y no me calma, al revés, su mirada, sus susurros, su respiración cerca de mí me vuelven muy perra y él lo sabe muy bien. Hoy quiero explorar…
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Antón A la hora señalada nos recoge nuestro chofer, Pamela luce un vestido de blanco impoluto, la temperatura es calurosa pero no desagradable, salimos conversando hacia el coche y nos acomodamos en la parte trasera. Ugio nos conduce al Aprazivel, un restaurante muy coqueto desde donde se puede disfrutar de una panorámica nocturna de la ciudad. Nos sentamos en una mesa redonda que nos permite estar más cercanos sin la incómoda necesidad de tener que sentarse uno enfrente de los otros dos. La comida es sabrosa y variada con elementos de la gastronomía local combinados con recetas más europeas. El vino blanco espolea el espíritu, la conversación se vuelve más interesante y desenfadada conforme avanza la noche. Pamela resulta una gran conversadora y nos pone al tanto de los locales de moda, de cómo disfrutar de la visita a la ciudad y mil cosas más, en un momento Lucía le pregunta por su transformación a lo que ella accede de buen grado haciendo exhibición de los trabajos del Dr. Cardozo sobre su cuerpo. En principio, nos cuenta que quería hacer una transformación completa pero, de momento, aun no se ha decidido a dar ese paso. Eso hace que una sonrisa pícara anime la mirada de Lucía que le pregunta al oído algo que no soy capaz de escuchar pero si noto como se le enciende la cara. Pamela le habla a su vez a ella al oído cogiéndola de su mano derecha y llevándola hacia la abertura de su falda. Veo el azoramiento complacido de Lucía que deposita un beso ligero en sus labios. La velada prosigue animada y tras unos caipirinhas regresamos a casa. En el viaje Pamela acaricia a Lucia en esa complicidad que ha surgido desde que le habló al oído y Lucía me dice muy despacio, muy cerca, acariciándome la oreja con los labios como desea ver al completo la transformación de Pam. En casa subimos al cuarto y me siento al lado de Lucia sobre la cama acariciándola, desnudándola despacio mientras Pam comienza a moverse sinuosa al compás de la música liberándose lenta y deliberadamente del vestido dejando para el final la sorpresa.
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Noto la humedad creciente de Lucia en mis dedos que frotan e invaden su coño con energía. Pam se contonea ante nosotros mostrándonos unas esplendidas nalgas y muy despacio, se da la vuelta y nos muestra un miembro de generosas proporciones, erecto y bien dispuesto para la batalla. Lucía lo coge entre sus manos acariciándolo despacio, la sujeto con mi mano derecha y la beso con fuerza para separarme y mirarla a los ojos con esa complicidad que se ha tejido entre nosotros casi desde el primer instante, la beso de nuevo sujetando su cabeza entre mis manos y al separarnos, la empujo sobre ese miembro que engulle hasta el fondo de su boca. Me gusta hablarle al oído mientras acaricio su coño, estimulando su deseo, enviciándola completamente y la siento gemir ahogada en ese miembro mientras mis manos abren su coño con firmeza. Pam saca la polla de la boca de Lucía para besarla con intensidad en los labios, la mira y se tumba sobre la cama invitándola a colocarse sobre ella. Lucía se sube a horcajadas sobre ella, sujeta su polla entre sus manos, se la clava con un gemido ahogado hasta el fondo y comienza a cabalgarla. Acaricio la cara de Lucía con mi mano y la beso profundamente, sintiendo ese torrente poderoso de vicio en sus labios. La recorro en caricias intensas por todo su cuerpo apretando su piel con mis dedos, palmeo su culo con palmadas secas que la hacen respingar, separo sus nalgas e introduzco mis dedos llenos de aceite en su ano que se abre con un gemido ahogado de Lucía. La beso mordiendo sus labios con todos mis dedos abriéndole el culo, empujándola sobre la polla de Pam que bombea rítmicamente y me gusta sentir toda esa oleada de vicio que le produce nuestro ataque…
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Lucía Me gusta acariciar el pecho de Pam y mirarla tan deslumbrante, con esos labios carnosos que me invitan a besarla y a la vez sentir como clava su polla dentro de mí, esos movimientos sinuosos de hace un momento se han convertido en movimientos más bruscos, noto como eleva su vientre clavándose con más fuerza mientras sus manos femeninas acarician mi cuello y mi pecho. Antón sigue con sus dedos clavados en mi culo, sé que me está preparando, que dentro de poco voy a sentir sus dos pollas dentro de mí y él sabe que me gusta sentirme follada por todas partes. Se incorpora y se coloca detrás de mí acercando su polla a mi culo, presiona con su glande cubierto de aceite y noto como se desliza dentro, Pam lo sabe y sus dedos retuercen en ese momento mis pezones, los agarra y me empuja hacia su cara mordiendo mis labios, metiendo su lengua en mi boca a la vez que Antón levanta mi pelo por detrás e hinca sus dientes en mi nuca. Los dos empujan con fuerza dentro de mí, susurrándome palabras groseras que me vuelven más perra, que me hace desearles aún mas y callan mis gritos entre besos con esas
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cuatro manos que recorren cada espacio de mi cuerpo, que arañan, agarran, pellizcan, que me envician hasta el máximo haciendo que explote entre ellos, gimiendo entre sus bocas, y sintiéndoles a punto de explotar. Antón saca su polla de mi culo y Pam hace que me incorpore, repto por su cuerpo suave, lleno de curvas, hasta abalanzarme sobre su polla, limpiándola de mi licor mientras Antón se mete entre mis nalgas abriéndome y pasando su lengua, limpiándome también. Sé que están a punto y me pongo de rodillas agarrando con cada mano una polla, frotando mi cara entre ellas, chupándolas, masturbándoles, mientras sus manos en mi nuca y mi cabeza me llevan a una y otra, me aplastan contra su vientre, follan mi boca, las intento meter a la vez y las aspiro con todas mis fuerzas, succionándolas mientras los miro, ellos me retiran y se masturban cerca de mi cara mientras espero su leche que me salpica, y me relamo, llevando con mis dedos su semen a mi boca, con esa media sonrisa entre vicio y placer. Los dos me miran y me hacen levantarme, Antón me abraza y me besa profundamente la boca mientras Pamela se acerca a mi espalda, recorriéndola con su lengua y sus dedos. La dulzura de Pam contrasta con la Pamela que hace un momento me hacia cabalgarla y eso me gusta, como me gusta la dulzura de los besos de Antón. Ella se retira mientras me susurra al oído que volveremos a tener más encuentros, yo no le contesto, pero ha entendido mi sonrisa. Mientras ella desaparece Antón me lleva a la cama, abrazándome como sólo él sabe, me acomodo en su pecho y el cansancio del viaje llega de golpe, cierro los ojos y su olor inunda todos mis sentidos, así me quedo dormida sintiendo el movimiento de su pecho al respirar.
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32 Visita imprevista
Milo Esta mañana me dan la noticia de que Lucía ha pedido días en la oficina y está ilocalizable, el giro que toma la situación no me gusta nada y me hace pensar que algo muy extraño rodea todo este caso. La desaparición de Antón Lobo empieza a ser un auténtico galimatías en el que es muy difícil desenvolverse. Reviso los papeles, las entrevistas y en cada paso que doy, noto que cada vez se me escapa más el asunto. La única noticia buena, me llega del hospital. Seve, el jefe de seguridad de Antón, parece que ha despertado del estado de inconsciencia en el que estaba sumido y es posible pueda hablar en unas horas. Ordeno redoblar la vigilancia del enfermo pues es muy probable que su despertar no sea novedad solo para nosotros y lamentaría profundamente que alguien se nos pueda adelantar para sacarle la valiosa información que posee. Mi primera intención de volver a hablar con Lucía sobre todo, después de haberla seguido y observado sus últimos movimientos queda en suspenso a la espera de noticias de su paradero. Una verdadera contrariedad pues, a buen seguro es una persona abierta que si bien, fue reticente a colaborar completamente en un primer momento, hoy debe saber algo más y, por su propio interés, estoy convencido que esta vez sería más comunicativa.
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Me queda esa espina que es Ángela, me ha dado largas para entrevistarse conmigo, estoy convencido de que sabe cosas que pueden centrar la investigación y además, los papeles que me ha traído Ojeda, la implican directamente en la situación. En la fiscalía de Santiago de Compostela hay una denuncia de Antón contra su socio Sobral por una presunta manipulación de las cuentas del holding empresarial. Mi intuición me dice que en este hilo está la respuesta al secuestro, el móvil económico es demasiado evidente por otra parte, también dificulta mi acercamiento a Ángela que a buen seguro estará muy en guardia ante cualquier pregunta. Decido que esta visita la haré solo y esta vez, aunque tenga que hacer un viaje en balde, no renunciaré a intentarlo. Aviso en la oficina que hago una salida y conduzco hacia las afueras despacio buscando la casa de Ángela. No me resulta difícil encontrarla, destaca entre las casas del pueblo con su porte señorial, completamente restaurada, curiosamente no hay nadie de seguridad en la puerta pero, esto puede ser solo una apariencia veremos que sucede al llamar…
Ángela La llamada de Sergio ha acabado de descentrarme, ese estúpido es un sentimental jajaja menudo seductor de tres al cuarto que no es capaz de hacer que esa zorrita se quede con él toda la noche. Cuando llegué a la casa por la mañana casi lo mato. Esperaba encontrarme a una Lucía subyugada por sus encantos y me lo encuentro solo como un perro balbuceando excusas. Él sabe que, a mí, las
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excusas me ponen muy nerviosa y que sus habilidades poco le valen para calmarme en esos momentos. Sé que estuve dura con el que ha sido mi perro fiel todos estos años, que sigue queriéndome como el primer día pero odio a los que fracasan y mas a los que hacen mal lo que se les pide. Él siempre tan a la altura, estaba esa mañana como un perro mojado, indefenso como un niño. Ya le he dicho que se ponga las pilas y que necesito resultados o que se despida de verme en mucho tiempo y sé que esto último le duele más que ninguna otra cosa. Cuando me ha llamado esta mañana para decirme que Lucía está desaparecida, que su teléfono está apagado, que no contesta a mensajes ni ha dado señales de vida en el trabajo me he preocupado mucho, porque intuyo que Antón está detrás de ello y esto complica mucho la situación. Le he dicho que venga a casa a las doce, necesito hablar con él en profundidad, ver qué podemos hacer en esta cuestión y también darle algo para que recupere un poco los ánimos y esto último me excita porque Sergio sabe cómo hacerme temblar de pies a cabeza... El baño está listo y me sumerjo despacio dejando que el agua inunde todos los rincones de mi cuerpo, hoy tengo que esmerarme con él, hacer que vuelva a confiar ciegamente en mí, quizá hoy juegue aún más con sus sentimientos, el sexo es posible que esta vez no sea suficiente, le haré ver que le necesito, le enseñaré a la Ángela tierna, perdida…ya me ha funcionado más veces. Me conviene tenerle cerca, que siga siendo mi perro fiel y obediente, quiero que se sienta imprescindible, ¡qué tontería! Voy a tener que trabajar mucho, menos mal que folla como los demonios, sólo pensar en su cuerpo desnudo, acordarme la forma de arrancar mi ropa, hace que abra mis piernas. Sumergida y con la ducha en la mano a presión la paso por mi coño abierto, me gusta este placer solitario, acompasar mi mano a los movimientos de mi vientre, saber la intensidad precisa, pellizcar mis pezones retorciéndolos hasta el punto exacto, gemir cuando introduzco mis dedos, siempre dos al principio, apretando el pulgar en mi clitoris. Ahora la presión de la ducha la llevo a mi culo y
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empiezo a moverme levantando mis caderas, rotándolas, sacando los dedos de mi coño y agarrándolo ahora con mis dos manos, frotándome y palmeándolo, moviéndome rítmicamente, salpicando el suelo del baño, porque ya no puedo parar, me corro respirando profundo, exhalando un gemido y me viene un pensamiento que me hace sonreir, a veces no sé qué me pone más de Sergio , si hacerle beber de mi mano o que me folle como una perra. Joder!!! Llaman a la puerta y Luisa la asistenta ha salido al mercado, me visto malhumorada porque me han interrumpido en un momento muy rico y para colmo, al abrir la puerta, veo la cara del señor tristón, justo la persona que menos me esperaba encontrar en este momento… Milo Llamo a la puerta y tardan en abrirme, no sé si es buena señal. -Buenos días, le digo, sacando esa sonrisa de cortesía que trata de quitar hierro a la visita de la policía. -Supongo es usted Ángela, no sé si he llegado en un momento inoportuno pero necesitaba hacerle algunas preguntas y, ante lo complicado de la agenda, he decidido acercarme a su casa por si podía concederme unos minutos. Como era de esperar, ya me limita el tiempo que me va a conceder porque me dice espera visita y claro no era a mi precisamente a quien esperaba ver en la puerta. Le digo que no pretendo robarle mucho tiempo y que con unos minutos bastará para resolver algunas cuestiones que me traen de cabeza en este asunto. Noto su mohín de contrariedad y esa antipatía mutua que se ha instalado incómodamente entre nosotros se afianza en la tensión de la cara. Es una mujer hermosa de facciones perfectas y no puedo evitar un cosquilleo al pensar que bajo ese albornoz se esconde un cuerpo helénico labrado en muchas horas de gimnasio. Me lleva hasta una sala y se sienta enfrente de mi mostrándome una vista generosa de sus bien torneadas y morenas piernas lo
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que hace que mi desasosiego me haga vacilar un poco en el tono severo que pretendía adoptar y es que, es difícil imponerse a esta chica que destila carácter por todos y cada uno de los poros de su piel. Recompongo el semblante y decido lanzarme con una estrategia kamikaze planteando la cuestión que creo más le va a doler. Así, sin más rodeos abordo el tema principal tratando de dar un tono firme a mis palabras y le espeto a bocajarro la pregunta sobre si conoce el contenido de la denuncia de Antón contra ella y su marido… Ángela Tengo que quitarme de encima al inspector, no quiero que le vea aquí Sergio y está a punto de llegar. Y ahora con la maldita denuncia…me haré de nuevas y a ver si puedo despistarle de otra manera. -Inspector, realmente no sé de qué me está hablando, no creo que Antón nos haya denunciado, al menos mi marido no me ha comentado nada. -Pero eso no es posible, tengo el escrito de denuncia aquí y su marido firmó que la había recibido, si quiere puedo enseñársela. Es mi momento, piensa Ángela, y se acerca felina hacia el sillón donde se sienta el Inspector, inclina su cuerpo sobre los papeles que le ofrece y finge interés en su lectura, pero ni Ángela ni el Inspector están pensando en denuncias, el perfume de su cuerpo invade el deseo de Milo, ella lo sabe y se mueve sinuosa ahuecando su albornoz, siente sus ojos clavados en su pecho, gira su cara y se encuentra con su boca, mantienen la distancia, no se besan, casi se rozan, se forma un tenso silencio roto sólo por la agitada respiración de Milo cuando ve como Ángela se muerde el labio. Con sus dedos tira del cinturón del albornoz y justo cuando se abre, a punto de rozar la mano en su cadera, Ángela sonríe y se separa despacio, diciéndole que espera esa visita, y que después de lo leído necesita hablar con su marido. Milo se da cuenta del momento intenso que acaba de producirse, de la sensación de aún saber menos, pero
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también de haber descubierto a una Ángela a la que desea poseer.
Milo -Bueno Ángela, le ruego que si tiene alguna novedad no dude en comunicármela. Le entrego mi tarjeta sabiendo que va a terminar en la papelera en un instante… -Ah, y una última cosa, procure no alejarse de la ciudad sin avisarnos… Salgo convencido de haber perdido una batalla importante. Muy enfadado conmigo mismo por haberme dejado envolver de esa manera, subo al coche y arranco dispuesto a poner millas por medio de esa imagen que tan perturbadoramente me ha desarmado. Al salir, un coche se acerca a la casa, se abre el portal automático y entra. Me fijo cuando pasa a través del portón metálico y anoto la matrícula. Una llamada a central para que me localicen al dueño de ese auto y ya veremos si aún no está todo perdido esta tarde. Ahora, pasar por el bar, necesito un trago y algo más que me haga olvidar…
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Ángela Por un momento he pensado que iban a coincidir el Inspector y Sergio, pero hoy parece que el día me sonríe y todo va saliendo según lo planeado. La cara de Sergio al entrar en casa es todo un poema, no creo que el sexo vaya a ser hoy lo necesario para calmarle, creo que Lucía ya lo hizo así que paso a otra táctica, necesito saber dónde está Antón y estoy segura que él lo sabe. -Sergio, tenemos que hablar, estoy muy confusa, ahora mismo me siento muy sola, por favor…abrázame aunque ya no sientas nada por mí, sólo por el tiempo en el que estuvimos juntos –qué fácil está resultando todo, sus brazos temblorosos, su actitud titubeante, sus preguntas, su preocupación por mí, todo va rodado-. Le explico lo que me acaba de ocurrir con el Inspector Milo, la denuncia interpuesta por Antón y le miento al decirle que yo no sabía nada de esa denuncia, me invento que mi marido me ha estado ocultando eso y muchas cosas más, que no me deja acceder a los papeles de la empresa cuando antes era yo la que los llevaba, y que a veces he llegado a temer por mi vida, por eso ahora entiendo a Antón. Sergio me escucha, acariciando mi cara, veo sus ojos limpios y sé que sólo tengo que apretar un poquito más, acaricio sus mejilla y me abrazo a él, sollozando le digo que me perdone por todo lo que le he hecho sufrir, que jamás amé a nadie como a él, que mi ansia y mi soberbia no me dejó confesarlo, que sé que es tarde para volver a intentarlo y debe olvidarse de mi e intentar ser feliz con otra persona porque ya me he cansado de intrigas y ahora que he visto el amor tan fuerte de Lucía y Antón sé que debo retirarme. Sus brazos me aprietan aún más fuerte, y veo una lágrima que corre por su mejilla –hace conjunto con las mías que bajan por mis mejillas bien obedientes cumpliendo su función- y…bajando los ojos, sin atreverse a mirarme me confiesa que con la rabia contenida que tenía hacia mí por
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darle desplante tras desplante, decidió ayudar a Antón y sabe que los dos se encuentran en Brasil y en pocos días partirán para México, que jamás pensó en traicionarme pero que se sentía tan desesperado que no sabía cómo actuar y por supuesto, que me ama con locura…Aprieto los puños, ¡cómo es posible que haya ayudado a Lucía, esto no se lo voy a perdonar jamás!, se me revuelven las tripas al besarle mientras le digo que no me deje, que volvamos a intentarlo…estúpido Sergio…has firmado tu sentencia.
-Cariño…creo que hoy le vamos a alegrar el día a Sevronov…y a dar una sorpresita a Lucía y Antón, verás cuando te cuente como lo he averiguado.
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33 Secuestrada
Antón Camino del aeropuerto, con Lucía aovillada en mis brazos, repaso estos días, la maravillosa sensación de estar pegados, la absoluta complicidad que hemos forjado en este camino que hemos recorrido juntos y ese sentimiento arrebatador de desear enroscarse en sus brazos a cada instante. Han sido muchos los besos, los abrazos, las tormentas. Mi cara refleja esa felicidad plena y sé que Lucía me lee y despeja las sombras por estos días de ausencia. Ahora toca regreso a la realidad y planificar como vamos a salir de esta. Desde México podre organizar un poco todo este caos y ganar tiempo hasta que la denuncia destape toda la trama implicada en estos sucesos. Trato de centrarme en planificar pero el esfuerzo es vano y lo que martillea cosquilleando en mi cabeza es el despertar de esta mañana ese deseo que acude al abrir los ojos y sentir su cuerpo cálido a mi lado, ese perderme en caricias profundas buscando la humedad de su sexo… y pienso en mi abogado trabajando en Santiago, se que debo llamarlo pero, acude otra vez su sonrisa, su gemido largo y coloniza mi cabeza mi deseo al sentir su perfume sobre la piel fresca y ya solo quiero poseerla otra vez. Paso mis dedos sobre sus labios y ella lee mi deseo, despacio, cierro la cortinilla
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sobre el cristal que nos separa del chofer porque sé que nos queda tiempo antes de llegar al aeropuerto.
Lucía Miro a Antón y le sonrío, aunque mi cabeza está pensando en todo lo que va a depararme esta nueva vida, no sé el tiempo que estaré en México, tampoco me ha contado si sus planes, en cuanto todo se solucione, son volver a España o quedarse aquí, y si optase por quedarse tendría que plantearme muchas cosas. Cuando lleguemos a México tendré que hablar y tomar decisiones, mientras tanto lo único que deseo es estar a su lado. Le acaricio el pelo y sus yemas recorren mis labios, el brillo de sus ojos me enciende, me hace perder el control, muerdo sus dedos y cierra la cortinilla que nos separa del conductor, no hay mucho tiempo hasta llegar al aeropuerto, pero sus manos ávidas ya están en mis muslos, metiéndose entre mi minifalda, y su lengua busca la mía. Me sonríe besándome cuando pasa su mano por encima de mi braga, ha notado mi humedad y sabe que unos movimientos de sus dedos harán que explote en su mano. Mete dos dedos en mi coño, hundiéndolos despacio, acariciándome por dentro y me arranca gemidos que ahogo en su boca. Mis manos bajan hacia su pantalón y le desabrocho ansiosa, quiero acariciar su polla, apretarla con fuerza en mi mano, hacer que se ponga dura, prepararla para mi coño, que ahora ya está completamente encharcado. Me pongo a horcajadas, quiero que me folle, sentirle muy dentro, que me suba la falda y agarre mis nalgas. Me siento sobre él muy fuerte mientras levanta su vientre clavando su polla de un golpe, cabalgo viciosa, mordiéndole la barbilla, con sus dedos que aprietan mis pezones, que los retuercen, con mis uñas que arañan la piel bajo su camisa, y el tiempo apremia, aprieto el interfono con mis tacones, tengo necesidad de que el chofer nos escuche, los gemidos ya no pueden disimularse y eso me excita más, saber que él está escuchándonos y que seguramente tenga su polla hinchada y notar a la vez como Antón me clava
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furioso, hace que me corra entre gritos y noto como explota dentro de mí, calmándonos entre besos. Le abrocho la camisa, intenta peinar mi pelo indómito, muerdo su oreja diciéndole que le quiero, le deseo. Ya hemos llegado, el conductor abre la puerta y me ayuda a salir del coche, paso a su lado y noto como se acerca demasiado, como si quisiera olerme, me llega una ráfaga de su colonia, es penetrante, le sonrío y Antón le despide con un apretón de manos mientras enlaza mi cintura al entrar al vestíbulo del aeropuerto y me dice al oído….gamberra… Hay muchísima gente y un montón de vuelos retrasados, le digo a Antón que me espere, que debo ir al baño antes de embarcar.
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Antón Lucía tarda en regresar del baño, miro el reloj impaciente pues ya es el segundo aviso para embarcar me acerco al baño y veo en el suelo algo que identifico al instante, una de las bolas verdes de la pulsera que se ha puesto esta mañana. Unos metros más adelante, encuentro otra bola y sé que Lucía no ha tomado esa dirección por voluntad propia. No acierto a comprender que ha podido pasar porque nadie sabía de nuestro paradero excepto Sergio y confío en el plenamente. De todas maneras, voy a llamarle… Al contarle lo que acaba de suceder siento como le tiembla la voz, entre silencios musita es culpa mía yo hablé con Ángela pero era imposible ella pudiera saber de vuestro paradero. Trato de tranquilizarlo porque sería imposible que Ángela supiese que estábamos en Brasil camino de México de no ser porque ella estuvo aquí conmigo una vez para visitar al Dr. Cardozo y después de esa visita, la había llevado a mi casa paterna en México. Esto complica las cosas pero, al mismo tiempo, hará que Ángela y su entorno muestren al fin su juego. Sé que Lucía no correrá peligro mientras crean que accedo a sus pretensiones así que espero una llamada de su entorno que, estoy convencido, no ha de tardar demasiado en producirse. Es el momento de poner a mi gente a trabajar y preparar los escenarios posibles pues, no podría perdonarme que a Lucía le sucediese algo por mi culpa.
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Suena el móvil y una llamada desde un número privado me convoca a una reunión en Santiago, me irán informando de los pormenores según se vayan concretando las cosas. Llamo inmediatamente a Ángela y no le permito ni el más mínimo triunfo, lee mi furia y sabe que si Lucía sufre el más mínimo rasguño no habrá lugar en la tierra donde ocultarse de mi ira… Me golpeo la cara por no haber sido capaz de prevenir un ataque así y lo peor, que la víctima sea ella y no yo…
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34 Tirando del hilo
Sergio Se acabó, esto que está ocurriendo es por mi culpa y debo ser yo quien solucione, no podría perdonarme que a Lucía le ocurriera algo por un momento de debilidad en que me dejé llevar por mis sentimientos. Me siento enjaulado en casa y salgo con el coche, acelero a fondo y la cara de Ángela se me aparece sonriendo con su mueca triunfal, sería capaz de estrangularla con mis propias manos. Un hilillo de sudor frio baja por mis sienes, aparto esa idea de mi cabeza, esa violencia que me produce pensar en ella, ahora se trata de salvar a Lucía, y la única idea que se me ocurre es ir a visitar al Inspector que lleva el caso. Tengo que avisarle de todo lo que está a punto de ocurrir. Mientras conduzco hacia la Comisaria organizo en mi cabeza cuales deben ser los próximos movimientos, llamo a Alba y a todos los nuestros para ponerles sobre aviso y tenerles disponibles. Preparo mis cosas y organizo la maleta para salir hacia Santiago con la máxima urgencia después de arreglar las cosas pendientes en Gijón. Alba me dice que espere que no haga ningún movimiento antes de hablar con ella, que me conoce bien y que mi impulsividad ya me ha llevado a decir demasiado así que, antes de ir a comisaría paso por la casa de Antón en Candás. Ella me recibe con una media sonrisa mezcla de reprensión y comprensión a hacia mi comportamiento, me hace pasar a la sala y me ofrece asiento frente a ella. Me
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pregunta si deseo tomar algo pero francamente, ahora mismo estoy demasiado confuso como para pensar en nada que no sea el intentar arreglar la situación. Quiere saber que qué voy a hacer y le explico mis intenciones de acudir a la policía ante el cariz que han tomado las cosas. Entre los dos, arreglamos en cómo presentaremos todo al inspector y quedo en recogerla para llevarla a su casa en Santiago. No puedo frenarla, se que quiere estar cerca de su padre cuando llegue y además, Alba es una de esas personas capaces de mantener la cabeza fría aun en las situaciones más complicadas, Su caricia y su beso tímido en mi mejilla me hacen sentir su aprobación. Respiro más tranquilo sabiéndola cerca, me despido y quedo en recogerla después de hablar con el inspector.
Milo Aun no se me ha pasado el malhumor que me produjo la visita a Ángela, la manera de desembarazarse de mí como si fuese un novato, cierro los ojos y respiro profundo,
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recuerdo su pecho firme, moreno, sus pezones erizados, sus labios carnosos acercándose levemente a mi oído, cómo me dejó que abriese su albornoz, cómo las yemas de mis dedos estuvieron a punto de rozar sus caderas, suspiro comprobando la presión en mis pantalones a la vez que Ojeda da unos golpecitos en la puerta y entra sonriente. Me revuelvo incómodo en mis pensamientos y le miro distraído, pero inmediatamente me doy cuenta de que viene con dos noticias. Por un lado ha estado revisando el perfil de una de las personas que aparecen en la denuncia, en el texto, aparecían nombres muy interesantes y entre ellos ¡¡bingo!!, en varias anotaciones, figura un holding internacional que no es otra cosa que una tapadera de la mafia rusa y ese hilo, nos ha puesto sobre la pista de un conocido mafioso ruso que hacía años estaba oculto. A veces, las cosas llegan así en medio de la casualidad, como casual es que la persona que entró después que yo en casa de Ángela, y a la que ordené revisaran la matrícula, es de alguien que se encuentra en este momento en la sala de espera de la Comisaría. Ojeda lo hace pasar y juntos escuchamos todo lo que tiene que decirnos, el cómo y por qué de la desaparición de Antón con todo detalle, el motivo por el que se ocultaba ya que su vida corría peligro, que no se había atrevido a acudir a nosotros porque sabía, por Antón, que las actividades de los amigos de sus socios digamos no eran ninguna broma y que el peligro de que la más mínima información pudiese caer en sus manos o que pudiesen presionarle actuando sobre el entorno más próximo no eran descabelladas. Ahora ante el cariz que han tomado las cosas es necesario actuar pues, aunque Antón es persona de recursos, la gravedad de la situación unida a los métodos de los enemigos a los que se enfrenta hacen necesario buscar ayuda urgente. No me sorprende escuchar las palabras de Sergio, esa desconfianza hacia acudir a la policía en primer lugar no me resulta inhabitual. Le reprendo por no haber acudido a mí antes porque nos habría evitado muchas vueltas inútiles en este caso.
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Quedamos en seguir en contacto estrecho y que me informará de los movimientos que detecte o cualquier detalle considere de importancia, aún así decido ponerle vigilancia, se que está nervioso y que puede cometer alguna imprudencia.
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35 Tenso regreso a Compostela
Antón Subo al avión conmocionado aun, por lo sucedido en estas últimas horas y un manantial de pensamientos confusos atosiga mi cabeza. No puedo permitir que hagan daño a Lucía, cómo he podido estar tan ciego de no imaginar que podrían usarla a ella para forzarme a tomar una decisión. En más de una ocasión han sufrido por mi culpa las personas que quiero y eso no puede ser, reviso cada momento pensando en cómo ha transcurrido mi vida en la pérdida de María la madre de Alba. Aun lo recuerdo como si fuese ayer, el maldito capricho de parar a comprarle algo bonito, la demora y al salir ver que el coche no estaba, el secuestro y posterior asesinato que no pude evitar pues ya la habían matado poco después de llevársela, convivir con esa culpa mirándola en Alba que es su viva imagen y ahora, a ella la he tenido sumida en una burbuja de sobreprotección por ese motivo. Si, vive como la princesa de la torre con todo lo necesario pero, al mismo tiempo, faltándole todo, viviendo una vida artificial de cuento que te atrapa. Con el secuestro de Lucía reviso como todo lo vivido me ha hecho equivocarme mil veces. Qué podrá pensar de mi en estos momentos, cómo poder compatibilizar que alguien que te quiere te ha hecho vivir los momentos más azarosos de tu vida. Faltó comunicación, que le contase todo sobre mí sin ocultar nada. Inocente de mi creí que eso la protegía, que si ella no sabía nada nadie
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le haría daño y que equivocado estaba, sin saberlo la estaba convirtiendo en objetivo propiciatorio. Eso, unido a haber bajado la guardia en este viaje que trate pareciesen unas pequeñas vacaciones juntos porque me parecía imposible que nadie pudiese seguirnos la pista hasta aquí. Ahora ya no hay vuelta atrás, solo queda ver como poder resolver esta situación sin daños porque no podría llevar que ella sufriese algún daño. Me voy a poner en sus manos, no necesito ni quiero el dinero, podría vivir cien vidas con lo que me queda, que se lleven lo que quieran porque lo único que necesito es ver a Lucía sana y salva y que algún día pueda mirarla a la cara sin culpa. Las horas transcurren lentas hasta que perezosamente nos posamos en el aeropuerto de Santiago de Compostela. El coche me espera en el aparcamiento, hoy no quería tener a nadie esperándome y simplemente me entregan las llaves en la consigna. Conduzco hasta mi despacho vacío y frío a estas horas, descuelgo el teléfono y llamo a Ángela. Tarda en responder y no parece sorprendida de que sea yo quien la llama a estas horas. Le digo lo que llevo pensando todo el viaje, firmaré lo que quieran, tendrán todo lo que deseen pero sobre todo, quiero que Lucía no sufra ni el más mínimo rasguño. Ángela me sonríe desde el otro lado de la línea y me dice implacable -porque no lo pensaste antes Antón, nos habríamos evitado muchos problemas ahora, ya no está todo en mis manos, eso ha ido mas allá de lo que nosotros podemos controlar- me dice fríamente los pasos a seguir, retirar la demanda civil contra ellos, depositar la provisión de fondos en la cuenta que me indica y esperar que me convoquen a la reunión para firmar todos los papeles de cesión de propiedad a mis socios. Se que ha aumentado el precio que saben que tienen todo en sus manos pero ahora nada de eso me preocupa ni me interesa porque en lo único que puedo pensar es en sus palabras sobre el estado de las cosas, que Lucía pueda estar en manos de alguien no controlable por Ángela y en ese momento la rabia aprieta mis puños, la rabia y la impotencia de no poder limitar el daño, de no poder hacer nada por la persona que más quiero…
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36 Escenarios posibles
Antón Recibo la llamada de Sergio indicándome que tiene que hablar conmigo y que debe presentarme a alguien vital para ayudarnos a resolver la situación. Acudo y no oculto mi sorpresa al ver a mi hija con Sergio y un desconocido que por su aspecto parece policía. Alba me lo presenta como el inspector Milo, el investigador que lleva el caso de mi desaparición. Entre los tres se esfuerzan en convencerme de que colaborar entre todos será la mejor solución para resolver el problema en que está ahora metida Lucía. La verdad es que era casi lo último que se me habría ocurrido, avisar a la policía precisamente porque pensaba que eso podría significar todo lo contrario, que ante la presencia de ellos el peligro que corre Lucía sería mayor aun. Les explico mi punto de vista y de cómo he concertado una entrevista para aceptar todas las condiciones que mis socios me planteen, total, después de resolver el secuestro ya habrá tiempo de pleitear. Milo trata de sacarme de mi error, la firma actualmente, no me garantizaría nada, las personas que tienen en su poder a Lucía no son mis socios sino, una estructura mafiosa bastante más peligrosa y que no suele conformarse
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fácilmente. Eso hace que mi misma vida pueda peligrar después de la firma pues es muy posible que además de esas condiciones que me harán firmar ahora mismo, pretendan bastante más. Le digo que no me importa el dinero que, tan solo que ella sea liberada sin daño, el resto ahora mismo es completamente secundario para mí pero él no me deja seguir e insiste en decirme que el escenario que yo pretendo puede estar muy lejos de lo que va a suceder. Me pide confianza para montar una reunión en donde ellos estarán pendientes para intervenir en el momento que sea necesario, me recuerda el séptimo de caballería en las películas y se demasiado bien que en esas intervenciones muchas veces acaban muriendo parte de los protagonistas por eso no se bien si temer más a lo que me dice el inspector que a lo que representan mis socios. Veo en las miradas de Sergio y Alba una súplica para que acceda a plantear la reunión tal como me pide Milo pues ven que nosotros seríamos incapaces de ofrecer garantías en caso de que las cosas se torcieran y que la vida de Lucía y la mía estarían en un serio peligro de no contar con ayuda. Accedo aunque poniendo reparos y avisando que quiero participar en las decisiones, atar los cabos necesarios para minimizar en todo lo posible los riesgos. Sergio prepara café y sobre la mesa, empieza a dibujarse un escenario previsible para la reunión. El lugar elegido serían las oficinas de la empresa por ser un lugar accesible, desde donde se puede vigilar con cierta facilidad y que permite aproximarse sin despertar demasiadas sospechas. De esta manera, aunque tengan montado un dispositivo de de seguridad la intervención podría ser lo suficientemente rápida para evitar riesgos. Todo esto es aún prematuro porque, ese fue el lugar elegido por Ángela pero, cabe la posibilidad de que, Sevronov prefiera un lugar de su organización. Este punto tendríamos que modificarlo si cambiase la ubicación así que, deberé presionar sin dar demasiada importancia para que se mantenga el lugar convenido. El plan, consiste en que iré acompañado por Sergio. Él llevará un dispositivo para que desde fuera puedan seguir
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los acontecimientos e intervenir en el momento que sea necesario. Como posiblemente nos registren al acceder al lugar de la reunión, objeto que será fácil descubrirlo, pero Milo muestra una sonrisa amplia y me dice descuida este no es como los que ves en las películas verás y me muestra una cazadora vaquera con botones grandes diciéndome intenta adivinar dónde está porque está delante de ti. Reviso la cazadora sin poder ver ninguna evidencia de dispositivo alguno y Milo sonriente me señala el segundo botón desde la cintura diciéndome ahí está. La antena está disimulada entre las costuras y la fuente de alimentación bajo ese patch que lleva en la manga. La verdad, me sorprende que sea tan fácil de camuflar y pregunto qué pasaría si lo pasasen bajo una máquina de Rayos X como la de los aeropuertos, pero Milo me convence diciéndome que no habrá tal máquina en esa reunión y que aun así, sería igualmente indetectable. Noto las miradas de Sergio y Alba pendientes de mi y su alivio por acceder a presentarme en la reunión como ellos han planeado ya con Milo y también leen en mi mirada que vamos a tener una reunión particular los tres por tejer todo esto sin avisarme aunque, la verdad, respiro aliviado, necesitaba esa ayuda porque veía que las cosas podían írsenos de las manos fácilmente.
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Lucía Me despierto con un dolor fuerte en la cabeza, intentando recordar qué ha ocurrido, aún no he abierto mis ojos y la imagen sonriente de Antón al despedirnos, cuando fui al baño, permanece intacta pero es en ese preciso momento cuando se me nubla el recuerdo, no sé si fue un golpe, un movimiento brusco, pero a partir de ahí no hay nada más. Abro mis ojos y siento un profundo terror, entre la penumbra veo una ventana cerrada por la que entran leves rayos de sol, la vista se va acostumbrando a esa luz, miro alrededor y no hay nada, el suelo frío, una silla y una colchoneta que es donde estoy tumbada, estoy secuestrada, con mis manos y pies atados…pero por quién, por qué, Antón me avisó del peligro que corría pero yo me sentía protegida con él, y ahora tengo miedo. Se escuchan unas voces en la lejanía que no acierto a entender, pero la persona que más habla tiene un fuerte acento del Este. Se están acercando y abren la pesada puerta que me mantiene en penumbra, me ciega la luz que entra y cierro mis ojos para volver a abrirlos despacio, frente a mi hay un hombre mayor, con la cara curtida, labios finos y mirada dura. -Buenos días Lucía, te veo con mala cara…es mejor que nos conozcamos porque vamos a estar un tiempo juntos, la cantidad depende de Antón, ahora comprobaremos si es verdad que te quiere tanto o simplemente le gusta follarte, porque parece ser que a ti si… Pedro ya me ha contado.
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Miro hacia mi izquierda y veo la cara sonriente del chofer que nos llevó al aeropuerto, se pasa la mano sobre su pantalón, ¡maldito cabrón! La cara de Sevronov permanece ahora pegada a la mía, escucho mi respiración y la suya desacompasadas, acerca su nariz a mi pelo, me huele y tiemblo de miedo, sus dedos se acercan a mi cuello y lo recorre bajando hasta el pronunciado escote de mi vestido que dibuja con sus yemas, abre su mano y aprieta mi pecho, su boca se acerca a la mía, tengo ganas de gritar, pero a la vez me siento ahogada, su lengua recorre mis labios cerrados, me mira, acaricia mi cara con sus manos ásperas, sonríe y dice -¡qué jodido Antón, me va a costar mucho dejarte marchar! La puerta se cierra y vuelve la oscuridad, me siento encogida, y todas las lágrimas contenidas en este momento de tensión brotan de golpe.
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37 Reunión tumultuosa
Antón Observo los preparativos con calma tensa. Veo seguro pero nervioso a Sergio mientras le ayudan con los dispositivos, sonríe forzado al escucharse en los aparatos y Milo nos encara a ambos dándonos las últimas instrucciones, diciéndonos muy firmemente que no debemos perder la calma, que para intervenir en el momento necesario ya están ellos. Nos recuerda nos enfrentamos a personas peligrosas, con entrenamiento militar con las que un mal gesto podría resultarnos fatal y sobre todo porque no dudarían en utilizar a Lucía que está de rehén en sus manos. En esto, mira a Sergio diciéndole sobre todo tú, trata de mantenerte muy tranquilo porque de Antón necesitan la firma pero a ti no te necesitarían para nada llegado el caso además, eres nuestro hombre y todo lo que sucede allí vamos a escucharlo a través de esos trastos que llevas encima, si te sacan de la habitación , no sabremos nada de lo que ocurre y eso sería muy malo… sonrío viendo el gesto de preocupación que asoma a su cara, le doy una palmada cariñosa en la espalda y sabe perfectamente que no dejo a nadie en la estacada. Pregunto a Milo si podemos tomarnos algo de poción mágica y este no aprueba pero consiente. Sirvo dos vasos de licor café y los chocamos conscientes de la situación. El
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licor arde en la garganta templando los cuerpos y salimos en dirección al coche. Sergio conduce sin prisa como si me llevase a una reunión de trabajo, repasamos en voz alta lo que nos ha dicho el inspector, nos miramos, ambos somos conscientes de que no será fácil de resolver este asunto pero también tenemos la confianza entre nosotros de que haremos lo imposible por salir con bien. Sergio aparca el coche en el amplio parking de la empresa y resulta curioso ver como, en estos momentos de tensión, seguimos manteniendo esas rutinas diarias pues ha dejado el coche bajo la sombra fresca de un arce, parece una bobada pero eso me anima y me da confianza porque me sugiere que esperamos encontrarlo fresco al salir de la reunión. Nos miramos y nos damos un abrazo al bajar del coche deseándonos suerte porque vamos a necesitarla y en grandes dosis. Los pasillos resultan desangelados a esta hora de la mañana, la puerta de la sala de reuniones está entreabierta dejando pasar la luz del amplio ventanal. Entramos y vemos a Sobral con su maletín abierto sobre la mesa y una persona sentada a su lado que supongo es Sevronov por la descripción que me ha dado Milo. Ángela sonriente está detrás de Sobral y me extraña no ver a nadie más, sobre todo comprobar que no está Lucía en la habitación. El saludo es frio pues todos sabemos por qué estamos ahí, ven mi tensión y preguntan si ocurre algo a lo que respondo que si no está Lucía presente no habrá ningún tipo de acuerdo. Sevronov sonríe sardónico y dice – bien, esperaba esa respuesta y hablando hacia alguien que aguarda detrás de la otra puerta acentúa la voz para gritar traed a su puta que parece que no ser capaz de decidirse si ella no está presente - Siento la mano de Sergio apretarme el brazo en señal de calma al notar mi tensión. Él sabe que mi furia podría perdernos a todos y para nada desea que eso suceda. Lucía aparece flanqueada por dos individuos que la sujetan por los brazos, noto la tensión de su rostro y una lágrima resbala por su mejilla bajo la venda que cubre sus ojos. Verla así tensa todos y cada uno de mis músculos y Ángela
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al verme sabe que nada bueno se podría esperar de mí si algo le sucediese a Lucía. Sevronov pragmático dice -ves ahí la tienes, ahora podremos pasar al asunto que nos trae aquíObservo de reojo a Lucía sentada en un sillón al fondo de la sala y me gustaría correr a abrazarla, a darle todo mi calor… Ángela me muestra los papeles que debo firmar, los releo por encima y veo que han cargado las tintas en todo, que han sabido tirar de la situación para ir mucho más lejos de lo que tan siquiera había podido imaginar. Cuando leo que la editorial, que creía intocable y prácticamente lo único que me motiva de toda esta vida que llevo, está incluída en el capítulo de exigencias de mis socios, no puedo evitar revolverme y veo la mirada de furia de Sergio que lee también los papeles. Ahora es él quien salta dirigiéndose a Ángela diciéndole -no podéis hacerle esto a Antón, va mucho más allá de lo razonable… Sobral se revuelve inquieto en su silla, en su mirada huidiza descubro que es solo un figurante en esta trama miserable. Ángela con voz fría dice a Sergio, -las condiciones han cambiado, hemos tenido que invertir mucho tiempo y esfuerzo para convencerle y eso, tiene un precio que debe de pagar si quiere que Lucía salga con bien de esto. Sevronov muestra su sonrisa helada y dice, -te conviene firmar Antón porque podemos hacer que este momento se grabe para siempre dolorosamente en tu corazón. Me revuelvo en el asiento impotente y furioso porque sé que este juego perverso sólo acaba de empezar… Sergio No es posible que exijan a Antón todo lo que le están pidiendo, siento su furia latir en ese brillo de sus ojos. Si Ángela le leyese sabría que están cogiendo un mal camino porque hay cosas que eran intocables y lo que sugiere Sevronov de presionar con Lucía hace que la situación pueda volverse completamente ingobernable. Trato de calmar a Antón apretándole el brazo para que recuerde que
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tenemos la situación en nuestras manos, que con ese gesto piense bien lo que nos dijo Milo, que nos iban a presionar muy fuerte pero que mantuviésemos la calma porque cuando ellos entrasen nada de lo firmado tendría valor. Svronov observa atento nuestros gestos y sabe que algo debe suceder para que estemos así, es perro viejo y cuando se levanta se que nada bueno va a acontecer… Sevronov No sé qué clase de juego os traéis entre los dos pero os advierto que no soy persona con la que se pueda jugar e igual es el momento de mostraros con nitidez que esto no es ninguna broma. Yuri, trae la inyección vamos a ablandar un poco a estos chicos que parece tan seguros así con su furia y su genio. -Antón vas a ver uno de esos milagros de la química y creo que no te va a gustar nada lo que vas a presenciar. Mira a tu chica, llorosa y sensible, no la hemos tocado pero el confinamiento en la oscuridad la ha ablandado mucho, la he escuchado llorar y sabes perro que de esas lágrimas tu eres el responsable pero ahora, todo va a cambiar y vas a ver una Lucía mucho mas complaciente. El mundo de las drogas químicas es muy complejo y a veces da estos frutos tan apetecibles. Yuri pincha a esa puta quiero que su amor vea en que puede convertirse simplemente con este pequeño gesto. Antón Veo de reojo como el sicario de Sevronov ciñe el brazo de Lucía con una goma y le busca la vena, inyecta el líquido y afloja la goma que le sujeta el brazo, la cara de Lucía comienza a cambiar, su boca se curva con una mueca parecida a una sonrisa. Él le retira la venda que cubre sus ojos sonriendo torvamente hacia su jefe. Los ojos de Lucía brillan como ascuas en la penumbra y leo en ellos esa expresión desmadejada de deseo, de vicio oscuro. La desatan y sus manos buscan su cuerpo como si fuese víctima de una pulsión incontrolable, Sevronov sonríe al ver los efectos de la droga, me mira y me dice ves Antón ahora es alguien nuevo, tan solo desea que la follen y con unas
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cuantas inyecciones mas como éstas sería una buena puta en cualquier burdel perdido de los que tengo por ahí pero aun se me ocurre algo mejor, sabes que con este pelo y esa cara bonita podría venderla en Turquía o Azerbaian y acabaría en un harén remoto donde nunca, por mucho mundo que recorrieses, podrías volver a encontrarla. Sergio me sujeta con más fuerza ahora porque nota mi expresión de angustia y furia y sé que si me suelta me abalanzaré sobre ese hijo de puta aunque sea lo último que haga. El sicario saca su polla sonriendo vicioso y la acerca a la boca de Lucía ….
ç Lucía Sentada en la celda donde me han confinado oigo acercarse pasos, dos hombres abren la puerta y de malos modos vendan mis ojos mientras me hacen caminar varios metros. Escucho de nuevo la voz de Sevronov y mi cuerpo tiembla cuando oigo también la de Ángela, cómo no he caído que ella también estaría aquí, qué pretenden de mí, qué quieren ahora…mi corazón está a punto de explotar cuando escucho la voz de Antón, un nudo intenso me agarrota la garganta, quiero gritar, quiero correr hacia ese sonido, hace un
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momento me sentía sin fuerzas, temerosa, pero ahora saber que Antón está aquí me hace mas fuerte. Les escucho en silencio su conversación, sé que le están pidiendo demasiado, algo que él puede no aceptar, las lágrimas empapan mi pañuelo, es esa sensación de estar en manos de todos, de no saber… Distingo la voz de Sergio, en su tono creo adivinar el intento de apaciguar a Antón y él le conoce, así que es muy posible que esté a punto de perder los nervios. Mi cabeza hierve de pensar en lo que me va a deparar y a la vez creo que si Antón firma lo que él no quiere en el futuro esa decisión se volverá en contra, por un lado no puedo permitir que pierda todo por mí, por otro escucho los planes que Sevronov ha pensado, cualquier decisión será mala, una significará el fin de nuestra relación, la otra…no quiero pensarla. Escucho mi nombre de nuevo en boca de Sevronov, hablan de inyectarme algo, me tenso, me asusto, y todo sucede rápido, un pinchazo profundo en mi brazo y mi cuerpo siente un hormigueo, ahhhh me conozco y conozco esa sensación pero ahora es irracional, lucho por contenerme, me quitan la venda de los ojos y desatan mis manos, incontenidamente tengo ganas de tocarme y me aprieto mi pecho y mi coño, no puede ser que lo tenga tan mojado. Veo a lo lejos a Antón y deseo que me folle pero aquí al lado de mi boca hay una polla que quiero chupar, no se quien es ese tipo pero le miro viciosa y encuentro su mirada que me invita a comérmela, me la clava directa en la garganta y yo la succiono con furia mientras me agarra la cabeza y me embiste con ella una y otra vez, llevándola a mis mejillas, metiendo sus dedos en mi boca también, haciendo que casi vomite, ahogándome. Al lado hay otra persona, creo que es el chófer que nos llevó al aeropuerto, que tira de mi vestido rompiéndolo, rasgándolo por la mitad y su mano va directa a mi coño, diosss sólo quiero que me follen, sentir su polla dentro de mí, y le digo entre gemidos, -así cabrón acércate y clávame tu polla gorda y dura, sé que lo estás deseando, folla a esta puta. Me levanta me da la vuelta y me embiste por detrás empujándome contra la polla del otro tipo. Mientras lo
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hacen noto mi confusión, deseo que me tomen con todas sus fuerzas, que me rompan por todas partes, pero a la vez hay un atisbo de coherencia, algo que no va bien, pero puede más mi vicio, mis ganas de correrme y exploto entre gritos, retorciéndome, y sintiendo a la vez la leche de Yuri en mi boca. Mi coño está tembloroso pero aún deseo más, pensé que él también se iba a correr, pero un grito le hace parar, es Sevronov que le dice que me lleve hacia donde están ellos, él me lleva de mala gana tirando de mi pelo me acerca a la mesa donde están sentados ahora Ángela y Sevronov en un lado y en el otro Antón y Sergio. Cruzo una mirada con Antón que me deja fría, distante, porque no la entiendo, me mira con horror pero a la vez con ese brillo que conozco. –¿Antón, ves como se corrió tu puta? ¿Su cara de vicio? No le importa quien le folle, sólo quiere que lo hagan una y otra vez, le da igual que sea su propio secuestrador quien le de placer y sino mira, después de escucharme decir lo que haría con ella de lo que es capaz. Me tumban en la mesa, miro a Ángela que esquiva mi mirada y Sevronov me dice, ábrete puta, dame tu coño.. y abro mis piernas, mirándole perra, mis manos se mueven solas hacia su cabeza y le empujo contra mi coño frotándome como jamás lo he hecho, noto como se acercan todos, como jalean al jefe, como manosean mi cuerpo, agarro sus pollas, los masturbo, me retuerzo en su boca, cierro mis piernas, le aprisiono porque voy a correrme de nuevo mientras pellizcan mis pezones…y ahora justo mientras mi cuerpo tiembla de nuevo, oigo un estruendo, un golpe fuerte, manos que me empujan, unos brazos fuertes que me agarran y su voz calmándome… Sergio Todo sucede en un instante, la cara crispada de Antón, su movimiento felino al coger el jarrón de cristal que hay sobre la mesa y el golpe sobre la cabeza de Sevronov que deja aturdidos a sus secuaces. Me lanzo sobre Yuri antes de que se reponga del pasmo y le inmovilizo con una llave sobre la mesa, Antón despacha al chófer con un golpe
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similar al que propinó a su jefe y toma en sus brazos a Lucía calmándola en un abrazo fuerte con las lágrimas corriendo por sus mejillas, Sobral gimotea bajo la mesa y Ángela, no consigo verla. De repente los gritos, Milo que aparece con el séptimo de caballería, traen esposados a los sicarios que han ido deteniendo en el camino hasta la sala y todo queda en esa calma tensa que se produce tras la tormenta. En ese momento, al girarme distingo la figura de Ángela en la terraza y voy tras ella sin pensarlo, la alcanzo en la esquina buscando un lugar por donde descender al jardín, la sujeto por los brazos y ella me suplica que la deje ir por todo lo que hemos vivido juntos pero, esta vez no consigue convencerme, ha ido todo demasiado lejos. La veo furiosa y su actitud cambia súbitamente, noto el golpe de sus rodillas entre mis piernas que me deja sin aliento y la veo correr por la terraza hacia el lado en que menos altura hay sobre el jardín, corro detrás gritándole y la alcanzo en el borde aferrándola pero no puedo evitar la inercia de los cuerpos que nos precipita al jardín en medio de una nebulosa , la veo inerme a mi lado, la cara suavizada por la inconsciencia y antes de sumirme en el gris de la inconsciencia, acaricio su rostro despacio… Milo Las cosas no han salido perfectas pero debo reconocer que la iniciativa de Antón demuestra unos nervios templados. Deberían haber esperado pero, imaginaba que si algo se torcía intervendrían, por eso adelanté acontecimientos. Al final todo ha sido un éxito, toda la banda de Sevronov detenida en un solo golpe de mano y con daños mínimos aunque presiento que le va a doler la cabeza una temporada larga. La caída de Ángela y Sergio aunque aparatosa resultó ser menos dolosa de lo que parecía cuando los vi inconscientes desde la terraza, un par de costillas rotas de Ángela y tan solo contusiones por el fuerte golpe en la cabeza de Sergio.
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La jeringuilla con los restos de la droga administrada a Lucía nos permitió saber que era un derivado del pentotal sódico el famoso suero de la verdad combinada con otras sustancias psicoactivas para acentuar la desinhibición sexual, eso permitió abordar el tratamiento a Lucía con acierto y este dato presiento nos va a ser útil para investigar cosas extrañas que estaban sucediendo en ciertos locales de alterne relacionados con esta mafia. Despido a Antón en el hospital y quedo con ellos en dos días para tomarles declaración completa. El comisario me felicita por el éxito de la operación y parece todo rueda adecuadamente este día. Conduzco por Santiago despacio hasta la plaza de Galicia dispuesto a recorrer esas calles que tan buenos recuerdos me traen…
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38 Abrazos de lluvia (Epílogo)
Lucía Antón no se movió de mi lado los días que estuve ingresada en el Hospital, fue a la primera persona que vi al abrir los ojos y salir de aquélla pesadilla, me explicó todo lo ocurrido he intenté asimilar cada detalle. Mi familia y amigos no se enteraron de lo que me había ocurrido, así que entre las continuas visitas de Antón, Sergio y el Inspector Milo, la estancia se hizo más fácil y corta. Los largos días ingresada los pasé entre sus brazos que era donde me sentía feliz, hablamos mucho durante todo ese tiempo pero dentro de mí se había instalado la inquietud, el descontrol de amar a una persona que me había llevado al peligro y sé que él hubiese renunciado a muchas cosas por mantenerme a su lado, pero su forma de vida, sus guardaespaldas, sus casas, sus viajes…yo sé que no podría vivir así, al final me imaginaba dentro de una burbuja como veía a su hija Alba. Hablamos mucho, pero detrás de cada caricia y cada beso me venían las imágenes de todo lo vivido, del miedo que se mezclaba con sus abrazos, las risas, la complicidad y me llenaba de tristeza saber que parte de aquello se había quedado por el camino. La última noche que pasé en el Hospital recibí la visita del Inspector Milo que venía a despedirse de mí, Antón había salido a cenar aprovechando ese momento, curiosamente
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en esos días habíamos establecido una fuerte relación de amistad entre los dos y Milo se dio cuenta de que algo me ocurría, me preguntó y tuve necesidad de contarle la lucha que tenía dentro de mi, me escuchó con atención, me daba la sensación de estar hablando con alguien que me comprendía o que había pasado por una situación parecida, desahogarme con él sirvió para tomar la decisión más difícil, regresar sola a Gijón, retomar mi vida, mis amistades, mis paseos por la playa, mis lecturas…sé que un día paseando me encontraré con Antón, pero aún pasará tiempo porque me dijo que debía volver a México para arreglar unos asuntos, el día que eso ocurra no sé qué pasará, qué sentiré al verle, qué sentirá él, pero estoy segura que pase lo que pase, nos abrazaremos y después quien sabe…porque somos ya maestros en encuentros y despedidas.
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Antón Duelen las despedidas y sobre todo cuando te sientes culpable de la situación que ha conducido a ello. Los silencios, el no haber sido capaz de franquearme con Lucía desde el primer momento y que ha provocado esa pérdida progresiva de confianza, de empatía en esa comunicación que tuvimos desde el primer momento. Estos días a su lado velándola en el hospital han sido tiernos e intensos, cada hora intentando despejar la sombra que se cernía sobre nosotros, acariciándola mientras dormía, hablándole y que renunciaría a todo por estar a su lado. Por eso mismo, sabía que a cada hora que pasaba el intentar reconstruir lo que habíamos vivido antes de que todo ocurriese, se volvía tarea imposible. Notaba que pesaban demasiado los silencios y que ella deseaba partir, buscar aire tras todo lo vivido. El último día nos abrazamos, no quiso que la llevase a Gijón y ni tan siquiera hasta la estación de autobuses. Espere el taxi con ella, abrazándola con todas mis fuerzas, acariciándola, sabiendo que tal vez fuese la última. La vi partir bajo el cielo encapotado de Compostela y toda la emoción que pude contener a su lado se derramó de pronto como un torrente por mis mejillas. La lluvia comenzó a caer como recuerdo del invierno que retornaba para instalarse en la ciudad, calé las solapas del gabán, caminé sin rumbo por las calles mojadas recordando aquellos versos que un día te escribí y al hacerlo soñaba que, tal vez un día, podríamos encontrarnos de nuevo...
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Abrázame con fuerza que entre tus brazos se difumine el mundo. Abrázame amor con brazos de fuego alejando el frío de la noche. Abrázame amor estremeciendo mi alma, buscando tu puerto refugio. Abrázame amor Fundiendo los cuerpos con los sentidos a flor de piel. Abrázame amor sella mi boca con tus labios con tus manos con tu luz.
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