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Spanish Pages [356] Year 1935
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G972.86 F39200 COP . 2
LAC
THE LATIN AMERICAN COLLECTION OF THE LIBRARY
THE UNIVERSITY OF TEXAS AT AUSTIN
Quetzal
f
La Biblioteca de ARTURO TARACENA FLORES
Purchased
1963
raqo
Copin LATIN AMERY COLLECTION
RICARDO FERNANDEZ GUARDIA
Cosas y Gentes de Antaño
ap EDITORIAL TREJOS HNOS . AVENIDA CENTRAL
SAN JOSE DE COSTA RICA
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TEIE UBRARY UNIVERSITY OF TEXAS
COSAS Y GENTES
DE ANTAÑO
RICARDO FERNANDEZ GUARDIA
COSAS Y GENTES DE ΑΝ ANTAÑO ΤΑΝΟ
EDITORIAL TREJOS HERMANOS EN SAN JOSE DE COSTA RICA MCMXXXV
ES PROPIEDAD DEL AUTOR
PREFACIO
LO
os artículos aquí recopilados se publicaron
casi todos en La Tribuna, en 1931-1933, a medida que se fueron descubriendo en nues tros Archivos Nacionales los documentos que me indujeron a escribirlos, ya fuese con el ob jeto de aclarar algún hecho histórico o para darlo a conocer. Al reeditarlos he procurado corregir los errores en que entonces incurri, introduciendo a la vez en el texto primitivo las variaciones que me han parecido nece sarias .
La mayor parte de estos artículos se refie ren a una época mal conocida de nuestra his toria: la que se extiende de 1825 a 1850, abar cando los trece años durante los cuales Costa
Rica formó parte de la República Federal de Centro América . Sobre este cuarto de siglo existen en los Archivos Nacionales numerosos
documentos inéditos , cuya publicación seria de suma importancia para nuestra historia parti cular y la de Centro América en general ; por que esta última , sobre todo, requiere una escrupulosa y bien documentada revisión de todo lo que se ha escrito sobre la época fede ral , falseada o desfigurada por la pasión de bandería. RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA Julio de 1935.
EL CIUDADANO PABLO
N
o brillaron los costarricenses por su amor
a la independencia cuando este proble ma se planteó en los primeros años del siglo xix. Con excepción del presbítero don Miguel de Bonilla, don Alejandro y don Rafael Garcia Escalante, don Francisco María Oreamuno , don Gregorio José Ramírez y algunos otros jóvenes doctrinados por el bachiller nicaragüense don Rafael Francisco Osejo después de 1814, todos se mostraban fieles a España, empezando por
los hombres de prestigio que poseían alguna ilustración . El ambiente de la provincia era netamente desfavorable a todo intento de tras
torno del régimen establecido desde hacia dos siglos y medio , sobre todo en Cartago y en Heredia. Sin embargo, un costarricense fué el primero que en Centro América levantó la voz en favor de la libertad y el primero también
que perdió la suya por esta noble causa .
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RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
Don Pablo Alvarado y Bonilla, descendiente
delconquistador don Jorge, hermano del famoso don Pedro de Alvarado, había nacido en Car
tago el 16 de enero de 1785. De sus primeros pasos en la vida sólo sé que a los dieciocho años, en 1803, era maestro de una escuela de
primeras letras en Cartago . Más tarde, con el
objeto de hacer estudios de medicina en la Universidad de San Carlos, se trasladó a Gua temala donde vivía su hermano don José An
tonio, inteligente y distinguido sacerdote . Allí se encontraba cuando se recibió la noticia de que Carlos IV y Fernando VII habían cedido a Napoleón en Bayona sus derechos a la corona de España. Esta noticia causó la más profunda
sensación , y los que en la capital del Reino soñaban en secreto con la libertad de América,
comprendieron que se había dado el primer paso para llegar a ella; pero ninguno se atre vió a manifestar públicamente sus sentimientos
o sus esperanzas. El único que tuvo esta au dacia fué el estudiante costarricense Pablo Al
varado, por medio de una hoja volante que se consideró sediciosa. Así lo refiere el capitán general de Guatemala don Antonio González al gobernador de Costa Rica en carta de fecha 18 de septiembre de 1808 . «En esta capital--dice la carta-comenzaba a divulgarse un papel anónimo con el título de El Hispano-Americano , que empieza : «Infe
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lices e incautos americanos, ya llegó el momento
crítico» . Y concluye: «Después será nuestra paz, seguridad, gusto y libertad» . Aunque su princi pal objeto es contra los procedimientos de los franceses, contiene cláusulas que se han gra duado de sediciosas. Y su autor, que parece ser
estudiante de Costa Rica, se halla ya arrestado en la Real Cárcel de Corte » .
En un vibrante manifiesto dirigido desde Guatemala a los «Ciudadanos de Costa Rica» , trece años más tarde, el 22 de octubre de
1821 , don Pablo Alvarado se refiere a esta pri sión en los siguientes términos : « ¡Ciudadanos !
El que habla es hijo de Cartago: ama a esa provincia más que todos sus habitantes y desea el estado más feliz de toda la América y prin
cipalmente de todas las provincias de este Reino más que todos los Americanos juntos, pues yo fui el primero en toda la Monarquía
española que cai en estas cárceles, el quince de septiembre de mil ochocientos ocho, por la libertad de la América» .
Recordemos , en efecto, que el primer grito de independencia no se dió en América hasta el 10 de agosto de 1809 en la ciudad de Quito . En todo caso, don Pablo Alvarado fué uno de los más resueltos adalides de la libertad en
Centro América , y sus cartas dirigidas a los Ayuntamientos de Cartago y San José, a raíz
de la proclamación de la Independencia en
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RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
Guatemala , traducen el entusiasmo de que es
taba poseido, a la vez que su ardiente repu blicanismo . Véase la que se reproduce aqui : N. Guatemala , Dic . 22 de 21 . Nobilisimo y Fidelisimo Señor:
Recibi la apreciable de V. S. en que se sirve comunicarme el estado de independencia en
que han determinado mantenerse los censes, por no exponer sus derechos circunstancias tan complicadas como sentes. No pueden hacer cosa mejor
costarri en unas las pre que ésa.
Los intereses de los poderosos del Imperio mexicano, presentados al público con los colo res de la religión y del mejor bien de la patria, han trastornado algo la opinión pública, que ha estado y está ardiendo en los pechos de los
hombres ilustres que desean plantar en estas provincias el gobierno natural de todas las naciones civilizadas y medio civilizadas . Este es el republicano o democrático federativo, el cual es más conforme con el interés común de
todos los pueblos de América , con la liberali dad , humanidad y caridad de nuestra religión y con los verdaderos intereses de ésta , como
no ignoran V. S. y todos los que están instrui dos en las atrocidades que han hecho en el mundo y están haciendo aún todos los reyes y emperadores contra nuestra amabilisima reli
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gión y la educación pública de todos los Esta dos monárquicos del Universo.
Sin embargo, la voz dulce y encantadora del gobierno democrático federativo , predomi nando sobre el servilismo imperial, se esta blece de asiento en los corazones de los ciu
dadanos que procuran ilustrarse en esta parte de la política , para impedir y excusar a su patria todos los males que los monarcómanos
pretenden hacerla, con provecho de ellos solos y ruina general de todos los ciudadanos, de la virtud, del mérito, de las ciencias, de las artes, de la población , del comercio y de la educa ción pública y ayudar a fundar un gobierno estable .
Entre tanto , V. S. conserve a esa ciudad
independiente de todo el género humano. Dis tante de estos tiranos y de México , unida es trechamente con todos los demás ayuntamien
tos, con los partidos libres de la de Nicaragua, Veraguas, y confederada con todos los gobier nos de esos indios gentiles y con las repúbli cas de la otra América y gobierno mexicano,
no tiene qué temer ni qué desear para ser res. petable , envidiable, feliz, con todas sus tierras,
minas, costumbres y situación topográfica. V. S. desengañese. Esa provincia está destinada por el cielo para ser independiente de todo el mundo , y cuando más confederada con gobier
nos republicanos o naturales; y los que se
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RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
opongan a este destino son parricidas o igno ran mucho , hasta los más comunes principios de la política. Ya habrá llegado un oficio de esta Junta en que pide a los Ayuntamientos digan si se agregan o no a México (como si los Ayunta
mientos fuesen sabios capaces de decidir una cuestión como ésta sin el congreso de sabios diputados). Aquí todos los republicanos tene mos por fingido por estos audaces nobles el otro
oficio que acompañaba a aquél ; y la Diputación Provincial de San Salvador y el Ayuntamiento tan ilustre como patriótico de San Vicente le rompieron y contestaron a esta Junta Guber nativa razones tan claras como poco usadas entre autoridades de alta jerarquía y muy in decorosas a la misma Junta Gubernativa. Ya
V. S. sabe que el señor Iturbide , la primera vez que escribió a ella, la ofreció sus ascensos y el poder mexicano y la pide nuestra confe deración y nada más. ¿Es creible que este mis mo hombre hubiera hecho después , a pocas
horas, un oficio conminatorio tan depresivo de nuestros imprescriptibles derechos , como de su alto carácter? Este raciocinio lo eleva a demos
tración la copia de esa carta u oficio que es cribió al Ayuntamiento de Ciudad Real , por las razones que indica . Además de esto sabemos
que desde que se juró aquí la independencia, enviaron
estos nobles
a muchos agentes a
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trastornar la opinión pública en favor del Im perio mexicano ; que a este fin escribieron y han estado escribiendo a las provincias a los
serviles, ofreciéndoles y dándoles empleos, di neros, etc.; que todos obran de acuerdo con los poderosos de México y que tienen parien tes acomodados y en contestación continuar en todas las provincias de México y en todas las de aqui .
Dios guarde a V. S. muchos años.
S. A. S. S. y amiguísimo conciudadano, PABLO ALVARADO .
El Ayuntamiento de Cartago desatendió los consejos del patriota Alvarado , adhiriéndose a México ; porque, según decia don Joaquin Ber nardo Calvo en 1823, sus miembros « fijaron sus principales miradas en investirse de los empleos y en hacerse de nombradía en el plan del Imperio » . En cambio el de San José los acogió , enarbolando resueltamente la bandera republicana . En su manifiesto precitado de 22 de octu
bre de 1821 , don Pablo censura con dureza a las autoridades de León de Nicaragua por ha berse unido al Imperio mexicano y no a Gua
temala que quería «el bien general de las pro. vincias» y, para conseguirlo , que éstas formasen « una república o gobierno federativo como el
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RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
de los angloamericanos, fundado en los eter nos e inconcusos principios de la libertad o igualdad civil y seguridad pública y reciproca de todos» . Y , aludiendo a la actitud asumida
por el obispo don Nicolás García Jerez, decía:
«Si os reclaman la antigua obediencia ciega a los eclesiásticos, decid que los pueblos no son vasallos de los obispos; que los obispos son para los pueblos y no éstos para los obispos; que los obispos, según las leyes civiles, ecle siásticas y políticas, no deben entrometerse en
el orden político, porque los ministros de éste son y deben ser seculares ; que el riguroso de ber de aquéllos es cuidar de el orden moral,
esto es, predicar y enseñar a todos los pueblos y a todas las familias el dogma y moral cris tiana; que todo el tiempo y fatigas que pierden en el orden politico las aprovechen en el or den moral y los pueblos serán más felices y los obispos más amados; que se acuerden que una de las causas más poderosas de las per secuciones de la Iglesia es esta arbitrariedad en los obispos en meterse en materias y ne
gocios políticos, Desaparecido el Imperio de Iturbide, al que nunca perteneció efectivamente Costa Rica , esta !
provincia eligió a don Pablo para uno de sus diputados a la Asamblea constituyente que en 1823 se reunió en Guatemala, habiéndolo sido también su hermano don José Antonio Alva
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rado , cura de Mazatenango, que había formado parte de la Junta Consultiva de Gobierno crea
da en la capital del Reino cuando se proclamó la Independencia y en la que votó contra la unión a México . Por sus ideas liberales muy
avanzadas y su
entusiasmo republicano , solían llamar en Gua !
temala a nuestro inquieto diputado El Ciuda 1
dano Pablo , y con este nombre lo designan a veces sus colegas en la Cámara, hasta en car tas oficiales. El 7 de enero de 1825 la Junta
electoral del Estado de Costa Rica lo eligió di
putado al Congreso federal junto con el pres bítero don Juan Manuel Zamora, y suplente a don Policarpo Bonilla. El Ciudadano Pablo se distinguió en el ar diente debate que hubo en el Congreso , con motivo de unos esclavos prófugos que se re
fugiaron en territorio centroamericano y cuya devolución pedia el superintendente de la co lonia inglesa de Belice. À este respecto dice el historiador Marure : «La firmeza con que
sostuvieron el artículo constitucional sobre li
bertad de esclavos, honró mucho a los dipu tados liberales, y en especial al C. Pablo Al varado que abrió el debate y lo sostuvo con todo el entusiasmo , la ingenuidad y rectitud que le caracterizan » .
Por razones que ignoro , don Pablo Alva rado, terminados los dos años que duró su se
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RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
gunda diputación , no volvió a figurar en el es cenario político . Tampoco he podido averiguar la fecha de su regreso a Costa Rica. A fines de 1841 aparece en Cartago reedificando una casa destruida por el terremoto del 2 de sep
tiembre de ese año. Doce meses después dic tamina en la misma ciudad , como profesor de medicina y cirugia, sobre la causa de la muerte
del general don José Miguel Saravia, prestan do luego los mejores servicios en el hospital instalado en Cartago para atender a los heri dos de la tropa morazanista que acompañó al general Cabañas hasta Juan Viñas, habiendo tenido la suerte de salvarlos a todos . Algunas cartas existen en los Archivos Na
cionales escritas por don Pablo Alvarado en
años posteriores . La última que he podido ver está dirigida al Presidente Dr. don José Maria Castro y fechada en Alajuela el 18 de abril de 1849. Se refiere al « vacío que se encuentra . en el Código costarricense en lo relativo a los
servicios medicales judiciales» . Ignoro también dónde y cuándo falleció El
Ciudadano Pablo, precursor y prócer de la In dependencia, a quien se le debe una biografia.
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CUARENTA AÑOS PARA IR DE GUATEMALA A ESPAÑA
L.
A ignorancia fué la razón primordial de que en la provincia de Costa Rica no en contrasen eco apreciable las ideas de libertad
que empezaron a agitarse en América a prin cipios del siglo xix. Así lo demuestra el hecho
de que los muy pocos costarricenses que en aquel tiempo pudieron adquirir luces en Guatemala
fuesen de los primeros en abrazar la causa de la independencia , como lo hicieron los herma nos Alvarado , el presbítero don José Antonio
y don Pablo, que si no hubiesen salido de la ciudad de Cartago habrían seguido seguramente la misma conducta de sus convecinos , votando en el cabildo abierto del 13 de octubre de 1821
por que Costa Rica se adhiriese a lo acordado por la diputación provincial de León de Nica ragua, mientras se aclaraban los nublados del dia , o sea por divorciarse de Guatemala hasta
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RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
que allí se restableciera la autoridad de don Fernando VII el Deseado .
Sabemos ya que nuestro compatriota don Pablo Alvarado ingresó en la cárcel de corte de Guatemala el 15 de septiembre de 1808 , por haber tenido la audacia de hablar de libertad
en letras de molde trece años justos antes de la proclamación de la Independencia. Don Pablo fué un precursor, no sólo en Guatemala sino en toda la América española, y los historiadores
lo han ignorado injustamente. Tan sólo Marure lo cita a propósito del incidente ocurrido en 1825 entre el Gobierno de la República fede ral de Centro América y el superintendente de la colonia inglesa de Belice, con motivo de unos
cien esclavos que se habían refugiado en el dis trito del Petén , al amparo de la Constitución federal que declaraba que no podia ser esclavo el que pisara el territorio de la República. El Ejecutivo sometió el asunto al Congreso y la minoría liberal combatió la devolución solici tada por el general Codd .
En la misma época en que El Ciudadano Pablo fué reducido a prisión por el capitán ge neral don Antonio González Mollinedo y Sara
via, otro costarricense provocó la cólera de este alto funcionario . Me refiero a don José Maria
Zamora, jurisconsulto eminente que nació en
Cartago el 18 de julio de 1785 , de padres oriun dos de Villavieja de Heredia: el escribano don
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Romualdo Zamora y doña Juana Rita de Co ronado. Don José María, hermano de la madre del Presidente don Jesús Jiménez, se trasladó a León de Nicaragua después de la muerte de su padre y cuando sólo tenía trece años , con el objeto de seguir la carrera eclesiástica . Alli
vivió en casa del obispo don José Antonio de la Huerta en calidad de familiar durante cua
tro años, y al fallecer este prelado ingresó en el seminario conciliar de León ; transcurridos dos años se fué a Guatemala , en 1804, para re
cibirse de bachiller. Luego , renunciando a se guir la carrera eclesiástica , emprendió el estu dio de las leyes en la Universidad de San
Carlos, graduándose de abogado en 1809. A tal punto se distinguió entre sus condis
cipulos por su talento , aplicación y la seriedad de su conducta, que los catedráticos de la
Universidad, augurándole un brillante porvenir, le aconsejaron que se trasladase a España, a fin de ampliar alli sus conocimientos; y Zamora, acatando el consejo, solicitó del capitán gene
ral el necesario pasaporte, que le fué concedido; pero a la vez la primera autoridad del Reino envió sobre el asunto al secretario de Estado
y del despacho universal de Gracia y Justicia un informe que tuve la suerte de encontrar en el Archivo General de Indias en mi último viaje a España. Este informe dice :
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RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA Número 394
Exmo . Señor :
He dado pasaporte para ir a España a don José María Zamora, abogado de esta Audien cia, que lo solicitó sin decir más objeto que el de continuar sus estudios y emplearse en lo que fuese útil , según resulta del adjunto tes
timonio con que doy cuenta a V. E. , conforme >
a la Real Cédula de Septiembre de 1793. Este Zamora es un joven recibido poco hace
de abogado con dispensa de edad , mientras la Audiencia, con sólo dos Ministros, estuvo ma nejada por el Oidor D. Francisco Camacho,
quien le protegió, y siendo no más que pasante y estudiante, le habilitó y ejerció de Relator. De su letra están las providencias y otros pa peles en el asunto escandaloso entre dichos dos Ministros de la Audiencia, el Ayuntamiento de esta capital y la familia de Batres Nájeras, so
bre posturas a Regimientos, voto en la elección de Diputado a esa Suprema Junta y demás in- . cidentes de que tengo dada cuenta a S. M. Otros papeles, en nombre del Oidor Camacho, también escritos entre este joven y su maestro el Relator D. Miguel Larreinaga, no le hacen
honor, aunque haya sido puro escribiente. Ta les conexiones han excitado la creencia de que va a España a defender a su protector, el mismo Camacho, a los Batres Nájeras y a los
otros pocos discolos que se creen agraviados
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de mi Gobierno. No por eso le he diferido el pasaporte , pudiendo habérselo negado por va rios motivos. De buena voluntad lo concedería
a otros varios sujetos de semejante clase , por
que aqui dañan y en esa Peninsula no podrán , cuando no sean útiles para el servicio de las
armas como este Zamora , que es de buena talla y disposición . En lo demás no es mi áni mo hacerle agravio . Le creo de buen talento, aunque mal dirigido, y con más estudio de
enredos que de buena jurisprudencia; lo que podrá enmendar si su ánimo es el que dice de aplicarse y adelantar en su profesión. Sólo ruego a V. E. que se tenga presente
este informe si el referido joven introdujese al guna solicitud o se mezclase en asuntos de este Reino, y que se dé conocimiento de ello al Supremo Consejo de España e Indias si se ha llase ya erigido . Dios guarde a V. E. muchos años. Guate mala , 3 de Octubre de 1809 . Exmo . Señor Antonio González .
El informe anterior revela que don José Maria Zamora se había afiliado al grupo de
hombres ilustrados de la capital del Reino que fomentaron en secreto los movimientos de in
dependencia que estallaron en 1811 ; y no cabe
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RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
duda de que si el abogado costarricense don José Maria Zamora hubiese permanecido en
Guatemala, habría figurado a la par de los her manos Alvarado , o en escala superior, porque les aventajaba en talento e ilustración ; pero el destino le tenía reservada distinta suerte.
Ignorando que el capitán general del Reino le destinaba in petto a empuñar el fusil contra los veteranos de Napoleón , don José María
Zamora emprendió su viaje a España , adonde no debía arribar sino cuarenta años después. En la travesía de Honduras a Cuba, el barco en que viajaba fué apresado por un corsario y nuestro compatriota llegó a la Habana con sólo la ropa que llevaba puesta. Don Felipe Molina, en la biografia que pu blicó de don José María Zamora el año 1851 , relata lo que fué la vida de este ilustre cos tarricense en Cuba. «La historia del señor Za
mora-dice-es uno de aquellos ejemplos no
tables de lo mucho que el talento puede al canzar, cuando está unido con la integridad, con una conducta intachable y con el amor al trabajo . Partiendo de humildes principios y sin
el auxilio de un gran patrimonio, de relaciones de familia ni de protectores poderosos , él ha sabido labrarse una brillante carrera a fuerza de mérito y honradez, ha sabido triunfar de contratiempos que tal vez a otro habrían des
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alentado, hasta colocarse entre las primeras notabilidades de la toga española» . Molina conoció a don José María Zamora en Madrid el año 1850, cuando éste servia el
cargo de vocal de la Junta Suprema de Dis ciplina y Arreglo de Tribunales del Reino, para cuyo desempeño fué llamado de Cuba en 1849, como recompensa de una larga y brillante ca rrera en la administración pública, carrera que culminó en la isla con el puesto de Regente de la Audiencia Pretorial de la Habana .
La
provincia de Costa Rica eligió al señor Zamora
tres veces para su diputado a las Cortes espa ñolas en 1810, 1813 y 1820; pero debido a cir cunstancias independientes de la voluntad del
agraciado , no le fué posible desempeñar el car go. Con el título de Biblioteca de Legislación Ultramarina publicó en seis tomos y un su
plemento una obra muy notable, que fué edi tada en Madrid de 1844 a 1849 .
Don José María Zamora contrajo matrimo
nio en Puerto Principe con doña María de los Angeles Quesada, dama que pertenecía a una linajuda familia de aquella ciudad . En Madrid un hijo suyo casó con la marquesa de la Vega +
de Urria y una hija con el conde de Peñalver . Otra, llamada Leocadia , una de las mujeres más lindas de la corte de Isabel II , de quien
fué muy amiga, lo mismo que de doña Euge nia de Montijo que ciñó la corona imperial de
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Francia , renunció a las pompas y vanidades de este mundo, tomando el velo de las carme litas, después de haber tenido a sus pies a muchos de los españoles ilustres de aquella
e otro s al famoso general don Ra otros época, entre món Narváez , el Espadón . Leocadia Zamora no sólo brillaba por su belleza espléndida y su
gracia extraordinaria , sino también por la her mosura de su voz y la perfección de su canto . Murió en Oviedo , en el convento de carmeli tas que alli había fundado , sin que la vejez hubiese podido borrar las huellas de su belleza, inmortalizada por un soberbio retrato al óleo
de Federico de Madrazo que conservan los condes de Peñalver .
QUO
LA DIVISA DE NUESTRA
MONEDA ANTIGUA
E
N el mes de agosto de 1932, con motivo de una emisión de sellos de correo que
un grupo de filatelistas solicitaba que se hiciese con el árbol que servía de emblema a nuestras
monedas antiguas y la divisa que lo acompa ñaba , surgió la duda de si esta divisa era Libre Crezca Fecundo, como la tienen todas las piezas de oro y plata de la época federal , o Libre Crezca Fecunda, según se lee en mo
nedas acuñadas posteriormente a la ley de 29 de septiembre de 1848, la cual dispone que las de plata contendrán una encina , pero no habla de la divisa. De estas monedas de encina no
me ha sido posible encontrar ahora ninguna ,
pero recuerdo perfectamente haberlas visto hace ya muchos años, y lo mismo le sucede al Lic. don Cleto González Víquez , como me lo ha ma
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RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
nifestado . Algunas deben de existir todavía en colecciones o escondrijos .
Veamos ahora cuál fué el origen de la di visa Libre Crezca Fecundo, que es la verda dera, puesto que la de Libre Crezca Fecunda
no tiene en realidad fundamento legal y se debió probablemente al grabador, preocupado de su concordancia con la encina de la ley
de 1848. La primera disposición legislativa so bre acuñación de moneda en Costa Rica la dictó
nuestra Asamblea Provincial el 10 de mayo de 1823. Conforme a esta ley , las monedas de
oro y plata debían tener en el anverso una es trella con la leyenda: Costa Rica Libre, la era vulgar y la época de la libertad contada desde el año 1821 ; en el reverso y al centro una palma cruzada por una espada y un fusil con bayoneta ; debajo de éstos un cañón , e inscrito en torno su valor en pesos o reales . No tuvo
efecto esta primera ley , ya que por falta de medios para hacerlo, no fué posible proceder a la acuñación .
El 19 de marzo de 1824, la Asamblea Na
cional Constituyente de las Provincias Unidas del Centro de América reunida en Guatemala
y en la que en esa fecha estaba ya represen tada Costa Rica por cuatro diputados , fijó por decreto el peso , la ley y el tipo de la moneda que se acuñase en los Estados que componian la República .
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De acuerdo con este decreto, el peso y la
ley de las monedas de oro y plata debían ser los mismos que les designaba el Gobierno es
pañol. Las de plata llevarían , en el anverso y al natural, « una cordillera de cinco volcanes y al lado derecho un sol comenzando a descu brirse por detrás de la misma cordillera . La
leyenda circular será: República del Centro de América, y entre el principio y el fin de ella estará indicado en números arábigos el año de acuñación» . Al reverso debían tener las mone das «un árbol como emblema de la libertad . A los lados del tronco del árbol se colocarán
el número y cifra que denoten el valor de cada pieza. En la circunferencia la inscripción : Li bre Crezca Fecundo, y al pie las iniciales de los nombres del ensayador, del lugar donde se hubiere verificado la amonedación , y los nú
meros que indiquen la ley de la plata o del oro , según sea la moneda» . La de oro tan sólo se diferenciaba de la de plata en el cordoncillo y el sitio en que se colocaría el sol , o sea al medio , en el anverso .
En virtud de esta ley y siguiendo las ins trucciones que al efecto se les dieron , solicita ron nuestros diputados que se estableciese en Costa Rica una casa de moneda , y así lo dis
puso la Asamblea Nacional por decreto del 20 de mayo de 1824. A su vez nuestro Con greso Constituyente dictó dos leyes sobre mo
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neda el 27 de octubre del mismo año . La pri
mera disponía que el Poder Ejecutivo procediese a la amonedación de oro y plata en un cuño
provisional y con arreglo al decreto dictado por la Constituyente en Guatemala el 19 de marzo anterior. La segunda mandaba acuñar 200 mil pesos en monedas de cobre del valor de un real , medio real y un cuartillo de plata. «Esta moneda-dice la ley - llevará en el anverso las
armas del Estado , sin la inscripción del rede dor, con expresión en el centro de lo que vale y en el reverso la inscripción que se omitió en el anverso, con expresión del año en que ha sido fabricada » ,
Se notará que esta segunda ley era una in fracción del decreto de la Asamblea Constitu yente , porque no sólo alteraba el tipo de la mo
neda, sino que disponia la acuñación de piezas de cobre , cosa que no autorizaba la ley nacio nal . Además estaba en contradicción con otra
ley, dictada el mismo dia, por la que el Con greso mandaba, como debía ser, que la amo nedación se hiciese con arreglo al decreto na cional de 19 de marzo de 1824. Este hecho pone
de relieve la inexperiencia de nuestros hombres de gobierno en aquellos primeros años de la República.
Pero hay más . Continuando la investigación del asunto , don Oscar Baudrit, subdirector de los Archivos Nacionales y la persona que me
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jor los conoce, descubrió un decreto del Jefe
del Estado don Juan Mora, que como todos los ejecutivos no figura en la Colección de Leyes y viene a demostrar una vez más la necesidad
urgente de completarla, incluyendo en ella también toda nuestra legislación anterior 1824, a partir del Pacto Social Fundamental del 1.9 de diciembre de 1821 , trabajo que sólo
puede realizar como es debido una persona de reconocida competencia en la materia . El de creto de don Juan Mora , que también se refiere >
a la moneda , dice así :
EL JEFE SUPREMO DEL ESTADO LIBRE DE COSTA RICA
Por cuanto en cumplimiento del Decreto del Congreso Constituyente de 27 de octubre últi mo para el establecimiento de un cuño provi
sional para la acuñación de oro y plata, con arreglo al decreto de la Asamblea Nacional de 19 de marzo del año próximo pasado, y en
uso de la gracia concedida al Estado para el caso por decreto de la misma Asamblea de 20 de mayo del año referido, he resuelto lo si
guiente: 1.° Se establece un cuño provisional bajo la
dirección del C. Mateo Urandurraga , que hará por ahora inspección ocular de las operaciones de ensaye .
32
RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
2.° Se acuñará por ahora moneda de oro con forme a la muestra que ha presentado el mis mo director en escudos de a dos pesos . 3.0 Dicha moneda no será inferior en peso
y ley a la moneda española de la misma espe cie ; será redonda, de cordón y filete al borde; lle vará al centro de la superficie del anverso el emblema de tres volcanes grabados y en la par te superior, al medio , un sol . En la circunfe
rencia esta inscripción : República de Centro América en letra romanilla. Debajo los volca nes , en números arábigos, el año de su acuña ción , que por ahora es 1825. Por el reverso llevará el emblema
de
un árbol en forma
de palmera. Al pie del árbol anotado el valor
asi : 2 pesos. Debajo el árbol expresada su ley asi : 22 qs . En la circunferencia esta inscripción en letra romanilla: Libre Crezca Fecunda ( ), y
en el espacio intermedio se expresa con letras iniciales el nombre de
este Estado como el
lugar donde se acuña, y el del indicado director
como ensayador en esta forma: C. R. M. V. 4,0 La moneda así acuñada se declara por
legitima como conforme a las disposiciones le gales que rigen sobre la materia . 5. ° Para la estabilidad y gobierno del esta blecimiento se consultará al Congreso del Es ( 1 ) Fecunda dice el decreto , sin duda por razón de concor dancia con la palmera .
COSAS Y GENTES DE ANTAÑO
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tado la planta y ordenanzas que parezca con veniente darles ; y entre tanto se proveerá interinamente de un oficial que lleve la cuenta
y razón de lo que se acuñase, para la exacción de los derechos correspondientes . Por tanto y para que lo resuelto tenga cum
plimiento , se publicará por bando el presente decreto , circulándose a quienes corresponda . San José , Febrero 19 de 1825 . JUAN MORA . Al C. José Maria Peralta .
No obstante que este decreto ejecutivo era una nueva infracción de la ley federal sobre la moneda , y por consiguiente nulo, de acuerdo con sus disposiciones se procedió a la acuña ción de las piezas de oro de dos pesos en el Ingenio de San José de los Horcones, donde se beneficiaban metales , y estaba situado al
oeste y cerca de la ciudad de Alajuela. Este ingenio era el mismo en que el diputado don Ma nuel Alvarado propuso en septiembre de 1825 que se situase la capital de Costa Rica , como medida de transacción entre josefinos y carta gineses. Pronto cesó el trabajo de acuñar, por que en cuanto la Asamblea constituyente tuvo noticia de él ordenó suspenderlo por decreto
de 6 de marzo de 1825, fundándose en que la moneda que salia del Ingenio de los Horcones
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RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
no estaba de acuerdo con las prescripciones de
la ley nacional y era además muy defectuosa . Sería interesante saber con qué medios im
provisados se hizo esta primera acuñación de moneda en un país que, según testimonio del inglés Mr. John Hale que lo visitó en 1825, ca recia hasta de las herramientas más comunes .
En marzo de 1824 la Junta gubernativa había contratado con Mr. Richard Trevithick el sumi
nistro de una maquinaria de acuñar moneda, que este famoso ingeniero inglés hizo venir de Lima . A este respecto dice Hale que la Asamblea de Guatemala no permitió que se acuñase con
esta maquinaria, por cuanto los troqueles te nian la efigie de Fernando VII. Hale se refiere probablemente al decreto de 19 de marzo de
1824, cuyo articulo primero dice : « Se prohibe la acuñación de toda clase de monedas con el
busto , escudo de armas u otros cualesquiera emblemas que sean propios y distintivos de la Monarquía española » . Sin embargo, cambiados los troqueles de la maquinaria traída por Trevithick, se acuño moneda en Costa Rica , pero ya enteramente de acuerdo con la ley federal, como tenía que ser. Durante la segunda administración de don Juan Mora, en 1830, se compró otra maquina ria de acuñar moneda a un
norteamericano
llamado Mr. Lawrence . Esta maquinaria de se gunda mano , como la primera , duró pocos años
COSAS Y GENTES DE ANTAÑO
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y fué necesario traer otra de Europa , cuyo manejo resultó muy difícil. Habiendo reasumido Costa Rica la plenitud de su soberanía por decreto de la Asamblea
constituyente de 14 de noviembre de 1838, el Jefe del Estado don Braulio Carrillo, conver tido en dictador, emitió, con fecha 10 de no
viembre de 1839, un Reglamento de Hacienda que contiene en su artículo 16 lo siguiente: «El tipo de la moneda representará en el an verso las armas y leyenda del Estado , confor me el Decreto de 2 de noviembre de 1824;
presentándose al reverso un árbol que figure al de café en el oro , y al de tabaco en la plata ; e inscribiéndose en la parte superior los nú
meros que indiquen la ley de la plata o del oro, según sea la moneda , y al pie las letras
iniciales del ensayador, y el año de la amone
dación en números; unos y otros arábigos» . Sin duda por falta de troqueles apropiados no se acuñó moneda de este tipo y se siguió
empleando el de la Federación , hasta que fué definitivamente abolido por la ley de 29 de sep tiembre de 1848, la cual establecía que las
monedas de oro y plata llevasen en el anverso el escudo de armas de la nueva República y , al reverso , las de oro , una india en pie , arma da do arco , carcax y flechas, y descansando sobre el brazo izquierdo en un pedestal con la
inscripción: 15 de Septiembre de 1821. Las mo
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RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
nedas de plata debían tener en el reverso un árbol de encina sobre un campo figurado. Esta ley fué reformada por la de 7 de sep
tiembre de 1864, que suprimió la india en el reverso de las monedas de oro, substituyéndola por «el valor correspondiente de la pieza , co locado entre una guirnalda de laureles » . Don
Francisco Echeverría, Ministro de Hacienda , dice al respecto en su exposición que acom paña al proyecto de ley: «...se ha notado y se
nota que en las monedas pequeñas, el grabado de la india sale imperfecto , y no correspon
diendo por esto a la idea que representa , produ ce el efecto contrario , provocando al ridículo» . Muchas otras cosas se podrían decir sobre este asunto de la moneda antigua, que está pi
diendo una monografia .
EL CONTINGENTE DE COSTA RICA EN EL EJERCITO FEDERAL
E
N enero de 1826 el Gobierno federal de
Centro América pidió al del Estado de Costa Rica , cuyo jefe era don Juan Mora Fer nández , que enviase a Guatemala cien hom
bres, número a que ascendia el cupo que en
aquella fecha se le asignó para la formación del ejército de la República. Un oficial del mis mo debía venir a recibirlos y a tomar su mando .
Esta tropa se alistó sin demora. En marzo, el Presidente don Manuel José de Arce dispuso
que Costa Rica enviase, además de su cupo, 200 milicianos activos a León de Nicaragua, con sus oficiales y armamento , para relevar a
la tropa salvadoreña que allí estaba guardando el orden , alterado por las discordias políticas . En consecuencia el ministro licenciado don Ma
nuel Aguilar ordenó al comandante general del Estado que reuniese en San José estos 200
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RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
hombres, tomándolos por partes iguales de las compañías que formaban el batallón de mili
cias activas del Estado, debiendo dar preferen cia a los voluntarios y a los de mejor conducta e incluyendo en ellos a dos sargentos prime ros, ocho segundos, ocho cabos primeros, ocho segundos y dos tambores. Esta fuerza, dividida
en dos compañías a las órdenes de los capi tanes Rafael García Escalante y Mateo Mon tero, debía llevar la siguiente oficialidad : te
nientes Joaquín Hidalgo , Antonio Rodriguez, Hilario Alfaro y Anselmo González; subtenien tes Francisco Roldán y Alejo Pérez . Como jefe de la tropa se nombró más tarde al capitán Escalante ,
En aquel entonces el comandante general de las armas del Estado era don José Santos
Lombardo , a quien don Juan Mora había con fiado ese puesto al tomar posesión de la pri mera magistratura del Estado , no obstante la
conducta muy sospechosa que había observado en la revolución imperialista del 29 de marzo de 1823, encontrándose en el desempeño del
mismo cargo , circunstancia que motivó su arres to y enjuiciamiento por el jefe republicano don Gregorio José Ramirez . El nombramiento del ambiguo Lombardo obedeció a razones politi cas . Esta medida no podía menos de ser grata a los cartagineses, que seguían tascando el freno y no
se consolaban del traslado de la
COSAS Y GENTES DE ANTAÑO
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capital a San José; pero el ya valetudinario
comandante general pidió su retiro el 1.° de junio de 1826 y fué reemplazado por el te niente coronel don Antonio Pinto , que había
mandado la artillería republicana en la jornada de Ochomogo . Los 100 hombres del cupo federal y los
200 milicianos destinados a Nicaragua debian emprender su marcha por tierra; pero como el 22 de abril ordenó el Ministro de la Guerra
que estas dos fuerzas se dirigieran directa
mente a la capital de la República , el Gobierno de Costa Rica, considerando que emprender semejante marcha por tierra seria cosa muy dispendiosa y lenta , que causaría además , en la estación lluviosa en que se estaba, gran per
dida de soldados por las enfermedades, deser ciones , etc. , se resolvió que el viaje se hiciese por mar, para lo cual fué celebrada una con trata en mayo con don Manuel José Castro,
propietario y capitán del bergantin Dictador Peruano , fondeado en Puntarenas, para el trans porte al puerto de Acajutla, sin ninguna escala, de las dos fuerzas que sumaban 312 hombres . Con arreglo a esta contrata y mediante el pago de trece pesos por individuo, Castro se
obligaba a transportar a los oficiales y solda dos, dándoles « el rancho correspondiente a su clase, entendiéndose el del soldado diariamente , para cada uno , una libra de pan de maíz, otra
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RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
de carne, ocho onzas de miniestras, una botella de aguardiente para cada doce individuos, dos de agua a cada hombre , siendo de su cuenta el dar las raciones contadas, sin mengua de
las dos botellas de agua» . El embarque y des embarque de
las tropas debía hacerse por
cuenta de Castro .
El 15 de junio de 1826 salieron de la ciu dad de San José las dos fuerzas, reducidas a 213 hombres, 160 de la milicia activa y 53 del
cupo federal, por haber informado el capitán del puerto de Puntarenas don Ramón Castro
que el barco no tenia capacidad para más; pero al fin sólo pudieron embarcar 199, don José
Mora y el capellán de los federales, cuyo nom bre no aparece en los documentos que he visto , o sean 201 por todos , incluso el capellán de
los milicianos, que lo era el presbitero don José Maria Arias . Como se ha dicho ya ,
el ca
pitán García Escalante mandaba las compañías de la milicia. El cupo federal iba a las órde nes del ayudante mayor Rafael Hernández, el
oficial que había sido enviado con este objeto y a quien se le entregaron 1.000 pesos para el pago de su tropa, además de otros 1.200 que había cobrado ya . Los milicianos recibieron la paga de un mes .
Las dos fuerzas llegaron a Puntarenas el 22 de junio , a la una de la tarde , y a las seis y media ya se encontraban a bordo del Dicta
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dor Peruano anclado en el Estero , de donde
salió el 23; pero no se hizo mar afuera hasta el 24. Consta en el informe vertido por el ca
pitán del puerto que el barco estaba en bas tante buen estado y tenía los víveres necesarios
para el viaje que iba a emprender: toto poste, pan de trigo, carne salada de vaca y de puerco , chorizos , arroz, frijoles, arvejas, cien gallinas, cacao, azúcar, panela, especias, amén de 500 botellas de aguardiente, una botija de vino ,
dos frasqueras de ginebra y una botijuela de pisco. Figura también en el inventario un quin tal de café, producto bastanto escaso en Costa
Rica en el año de gracia de 1826. Merced al viento favorable, el Dictador Pe ruano hizo un rápido y feliz viaje, arribando al puerto salvadoreño de Acajutla el 29 de ju nio, sin más novedad que la muerte repentina
del soldado Domingo Ibarra al desembarcar. El 3 de julio salió la tropa costarricense de
Acajutla, llegando el mismo día a Sonsonate,
donde permaneció hasta el 8. Habiendo conti nuado su marcha por A paneca, Aguachapán , Tempisque, Talpatagua, El Oratorio , Juaqui niquila pa y Los Arcos , entró el 15 de julio en la ciudad de Guatemala, al cabo de un mes justo de baber salido de San José . En nuestros Archivos Nacionales se conservan los atesta
dos expedidos por las autoridades políticas del tránsito en que consta la buena conducta ob
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RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
servada por la tropa costarricense en su mar cha por territorio de los Estados del Salvador y Guatemala .
El contingente de Costa Rica causó la me jor impresión en la capital de la República
por su buen aspecto y disciplina. Su jefe don Rafael García Escalante era un cumplido caba llero de modales aristocráticos, que desde muy joven había abrazado la carrera militar bajo
la bandera española. Ardiente republicano , ha bía pedido el 29 de marzo de 1823 que se le permitiese recuperar el cuartel de Cartago con unas pocas armas de fuego que tenía en SU casa ; pero el comandante Lombardo se opuso a que lo hiciese . Todos los oficiales que le
acompañaban eran hombres escogidos y com petentes .
El uniforme blanco de crea que tuvo al principio nuestra división dió mal resultado y fué substituido por otro de paño , que consistia
en una casaquilla azul con cuello y paramen tos verdes y vivos amarillos, bocamangas ver des de paramentos amarillos , pantalones blan cos , corbatin negro , gorra verde con franja
roja, y botines negros. De este uniforme, que costaba completo once pesos , existe en los Ar chivos Nacionales un diseño remitido por Es calante en noviembre de 1826 .
Tres meses llevaba el contingente de Costa Rica de estar prestando servicio de guarnición
COSAS Y GENTES DE ANTAÑO
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en la plaza de Guatemala, cuando se le ordenó
salir a campaña por haber estallado la guerra civil entre el Gobierno federal y el del Estado de Guatemala . Recibió el bautismo de fuego el 28 de octubre de 1826 en la acción de Mala
catán, librada entre las fuerzas del Estado de Guatemala, a las órdenes del francés Pierzon , y
una división federal que mandaba el brigadier Francisco Cascara, italiano . La mitad del con
tingente de Costa Rica, con su jefe Escalante ,
iba en la vanguardia dirigida por el teniente coronel Tomás Sánchez. El enemigo estaba en trincheras, y cuando se dió la señal de asal tarlas, la tropa de Costa Rica se precipitó con
gran coraje, desalojando a los que las defendían . Los primeros que penetraron en las trincheras fueron el sargento primero José Montero , que andando el tiempo llegó a ser general de nues
tras milicias, el sargento segundo Pedro Castro, el cabo primero Victoriano Garro , el cabo se gundo José María Carranza, y los soldados Ig nacio Muñoz, Jesús Fernández y Mercedes Po rras . La acción de Malacatán duró dos horas, terminando con la victoria de los federales .
Tanto se distinguió en ella el capitán García
Escalante, que el Presidente de la República lo recompensó con el grado de teniente coro nel del ejército federal el 3 de noviembre de 1826. Al informar al Gobierno de Costa Rica
sobre esta acción , Escalante escribía al Minis
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RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
tro general: «Jamás acabaré de alabar el valor de la división de Costa Rica . Ha manifestado
el extremo de subordinación al jefe que la manda; soy testigo ocular, conozco el mérito de sus partes y las recomiendo al Gobierno en cumplimiento de mi deber, detallando en la
adjunta lista los que se distinguieron sobre toda la división ,
Debe decirse, sin embargo , que desde el prin
cipio hubo en nuestra tropa algunas desercio nes motivadas por la nostalgia , las penalidades
y grandes escaseces que padecían los soldados de un gobierno sin dinero. Llegaron a qui los desertores , y sus relatos sobre los trabajos que pasaba la división y el desorden que reina ba en los otros Estados , impresionaron honda
mente la opinión pública . El Gobierno del Es tado se hizo con ellos de la vista gorda y , es timando justas las quejas, escribió al de la Federación pidiendo el regreso del contingente .
A esta petición contestó el Ministro de la Gue rra don Manuel de Arzú , el 22 de enero de
1827 , transcribiendo una nota que en la misma fecha había dirigido al comandante general de la Federación , nota que entre otras cosas dice : « El Presidente de la República, que mira en el Estado de Costa Rica y en su digno Jefe un baluarte contra el despotismo y el sostén
de las libertades patrias y una decisión a la conservación del orden constitucional; y aten
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diendo por otra parte a la subordinación y moralidad que tiene la tropa de aquel Estado que se halla al servicio de la Federación , co
nociendo la justicia que la asiste para regre sar a sus hogares y la necesidad que tiene aún la patria de sus servicios , se ha servido
disponer: 1.° que al expresado Jefe se le ma nifieste la gratitud del Supremo Gobierno por los recursos oportunos que le ha franqueado con patriotismo y actividad ; y que luego que las circunstancias lo permitan contramarchará
la división de Costa Rica ; 2.º que a la tropa , por conducto de su benemérito comandante, se le
haga saber esta disposición , haciéndola enten der lo gratos que le han sido sus servicios y lo mucho que espera de ella para la total pacifi cación ...)
El Gobierno de Costa Rica insistió, el 3 de
febrero, en la devolución del contingente , por cuanto eran muy frecuentes los reclamos y las
quejas que la mayor parte de los soldados que lo componían enviaban desde Guatemala a sus fa
milias, sen razón de que después de la dilatada marcha y distinguidos servicios que han he cho, por la larga distancia a que se hallan y
duras escaseces que son consiguientes en tie rra extraña, no sólo no pueden proveer a las necesidades de aquéllas , sino que prevén el
riesgo de perecer en la orfandad ...) Añadía el Gobierno costarricense que eran diarios los
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RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
clamores y plegarias de las familias por sus pa
decimientos y privaciones de sus deudos; que el vulgo creia que la tropa ya no se ocupaba sino en asegurar los intereses de la capital de la República , y que siendo ésta el foco de los
partidos, podia la división costarricense ser en vuelta y sacrificada a las miras de los intere ses privados ; que por estos motivos el Gobierno veía amenazada la quietud pública y comprome tido su decoro . A vuelta de correo el ministro Arzú contestó
que el Presidente de la República le había or denado manifestar al Jefe de Costa Rica que la división del Estado saldría de regreso a sus ho gares tan pronto como volviese a la capital la parte de ella que se había enviado a los Lla nos de Gracias (1 ) . En efecto, el 6 de marzo ordenó el Presidente Arce que se pusiese en marcha el 20 del mismo mes . Así las cosas,
el ejército del Estado del Salvador invade de
pronto el territorio guatemalteco para derrocar al Gobierno de la República . Refiriéndose a este suceso , el Ministro de la Guerra, don Manuel
Zea, escribió a don Juan Mora , que encontrán dose diseminado el ejército federal, tan sólo exis
tia en la capital una pequeña fuerza para re sistir a la facción , y que en tales circunstan (1) Contra el Jefe del Estado de Honduras don Dionisio Herrera, que fué apresado .
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cias, harto peligrosas para la República , el Go
bierno contó con «la muy valiente y honrada parte de la división de Costa Rica» que se ha llaba en la corte , y que con ella había mar
chado el Presidente de la República sobre San Salvador, porque no era posible «la desmem bración de uno de los mejores cuerpos, por su oficialidad y tropa » .
Es fácil suponer el disgusto que a la tropa costarricense causaría la suspensión de su re
greso al suelo natal, para emprender una nueva lucha fratricida, cosa tan contraria a nuestro modo de ser. Con todo , obedeció disciplinada mente, dando nuevas pruebas de su valor en el combate de Guadalupe (22 de marzo de 1827)
y en la batalla de Arrazola , librada al día si guiente, en que las tropas federales, mandadas por Arce en persona, infligieron una completa derrota al ejército salvadoreño .
Continuando la rebeldía del Salvador, el Pre sidente Arce resolvió marchar con 2.000 hom bres sobre la capital del Estado, donde se ha bían atrincherado los facciosos. El 18 de mayo
de 1827 fué atacada la fortificación de Milingo , pero después de cinco horas de combate, se
le agotaron las municiones al ejército federal y éste fué rechazado , sufriendo fuertes bajas . La división de Costa Rica se distinguió mu cho peleando en la vanguardia que mandaba el teniente coronel Tomás Sánchez, el cual fue
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RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
muerto en la batalla por una bala de cañón . El 23 de mayo volvió a combatir en San An tonio , última acción de guerra en que tomó par te. Por su brillante conducta en esta campaña
y especialmente por la habilidad y el valor que desplegó protegiendo la retirada de Arce des pués de la jornada de Milingo, Escalante fué ascendido a coronel del ejército federal.
No habiendo regresado la columna enviada a Honduras y reducida la tropa que estaba en Guatemala a sólo 19 plazas , la división costa rricense fué licenciada el 7 de agosto de 1827 . Con este motivo el ministro Arzú escribió a don
Juan Mora, el 20, que el Presidente de la Re pública la conceptuaba necesaria «por su va lor, por su honradez y buena disciplina, que la hizo distinguirse entre todas las milicias» ; y refiriéndose a su jefe don Rafael García Escalante , añadía que « por su buen compor
tamiento y valor a toda prueba llevaba los grados de teniente coronel y coronel dentro del ejército de la Federación » . Terminaba re comendándole, lo mismo que a toda la ofi cialidad y tropa . A fines de agosto salió de la ciudad de Guatemala la división con rumbo
a Costa Rica , por vía de Honduras y Nica
ragua, llevando el dinero necesario para 19 hombres. Las lluvias y las enfermedades de
moraron tanto la marcha , que no pudo llegar a Tegucigalpa hasta el 27 de septiembre . Re
COSAS Y GENTES DE ANTAÑO
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sultó que la tropa que fué enviada a Honduras no había regresado desde alli a Costa Rica, como se creía, y Escalante vino a encontrarse al frente de 85 hombres, pero sin un real para atender a sus necesidades. En tan triste situa
ción , el teniente Antonio Rodriguez y el alfé rez Francisco Roldán cometieron la vileza de desertar. Este Roldán era el mismo a quien fusiló Carrillo en 1835 por traidor.
No he podido encontrar los detalles de la odisea de Escalante y su tropa desde Teguci galpa hasta San José . Tan sólo se sabe que sufrieron penalidades sin cuento y que se les
encargó llevar unas armas al Vicejefe de Ni caragua don Juan Argüello ; que efectivamente las llevaron y que Argüello se quedó también con las que pertenecían a nuestra división , ar mas que nunca fueron devueltas ni pagadas a
Costa Rica por Nicaragua. El contingente llegó por fin a San José el 18 de diciembre de 1827 ,
después de un terrible viaje de cuatro meses . Don Rafael García Escalante, que había
mandado seis meses en campaña el batallón de linea No. 2 del ejército federal, que había dado honra y buen nombre a su tierra natal ,
merecia una recompensa. No se le otorgó nin guna. Como un grado en el ejército nacional
equivalia a dos de la milicia, le correspondía 2
en Costa Rica el de general de brigada . No le
fué conferido. A duras penas se le dió el de
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RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
sargento mayor el 2 de marzo de 1828. La in
gratitud , la envidia y la mezquindad son ca racterísticas de las democracias .
LA ALTIVEZ DE NUESTROS ABUELOS
L
A infortunada República federal de Centro América tuvo que luchar desde el prin.
cipio con grandes dificultades internas y exter nas. Las primeras se tradujeron en guerras civi
les que la destrozaron . Las segundas, si bien no fueron motivo de derramamiento de sangre , le
causaron considerables pérdidas territoriales . México y Colombia le fueron arrebatando tie rras que legalmente pertenecían al antiguo Rei no de Guatemala . Por el norte perdió Centro
América las provincias de Chiapas y Soconusco , y por el sur toda la región comprendida entre nuestra frontera actual con Panamá y la linea
matemática de lo que fué el Ducado de Veragua . Las dos naciones fronterizas iniciaron la dis .
puta en 1825, cuando acababa de nacer la nue va República de Centro América . En marzo se
firmó en Bogotá el tratado Molina-Gual, que no
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RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
fué respetado por Colombia , y a fines del mis .
mo año se abrieron en México negociaciones diplomáticas para ver de solucionar la cuestión relativa a Chiapas y Soconusco . El Ministro de
la Guerra de la Federación , al comunicarlo asi a los jefes de los Estados que la formaban, les decía en nota del 22 de diciembre de 1825 que
«aunque no era de esperar que la fuerza qui siese usurpar el lugar que sólo tenia la razón» , no se debía descansar en una confianza impru . dente ni descuidar un solo momento el poner
a la República en estado de defensa, pues «la
mejor medida para conservar la paz es pre pararse para la guerra » . En enero de 1826 , por temor de que se hiciese inevitable un rompimiento con México ,
el Gobierno federal dispuso que los Estados aprontasen sus cupos de hombres y caudales,
y el 7 de abril siguiente les hizo saber que en obsequio de la armonía había consentido en que sus tropas no ocupasen a Soconusco mien .
tras la cuestión no fuese decidida ; pero que el Gobierno de México , a pesar de esto , parecia tener empeño en que la violencia y no la ra
zón pusiese término a las diferencias; que pri mero se había negado a someter el asunto al
Congreso general de América reunido en Pa namá y que, después de convenidos los preli
minares del tratado, había instado al Congreso mexicano para que le autorizase a ocupar mi
COSAS Y GENTES DE ANTAÑO
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litarmente a Soconusco, así como cualquiera otro territorio centroamericano que quisiera agregarse a México; que con vista de estas
disposiciones hostiles , el Congreso federal había acordado nombrar una comisión especial de su
seno, con el objeto de que le propusiese las medidas políticas que estimara más adecuadas para conservar la tranquilidad e integridad del territorio ; que esta comisión había resuelto que con la reserva necesaria se manifestase a los
Estados las justas causas que existían para te
mer una agresión de México , a fin de que se preparasen a la defensa , y que se excitara con especialidad su celo en lo de organizar sus mi licias, la activa y la civica . En virtud de este dictamen de la comisión , el Congreso federal dictó el 24 de abril de 1826
una ley sobre la defensa de la libertad y ab soluta independencia de Centro América . Esta
ley disponía que para el ejército permanente de la Federación contribuyese el Estado de Guatemala con 1.600 hombres , el del Salvador
con 800, el de Nicaragua con 800 y los de Hon duras y Costa Rica con 400 cada uno . En to tal 4.000 hombres . Además todos los Estados , menos el de Costa Rica , debían suministrar 200 >
caballos, o sean 800 por todos . Conforme a esta misma ley, debía ser enviado a cada uno de los Estados un comisionado con el encargo de exponer a sus respectivos gobiernos los moti
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RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
vos que había para temer una agresión de la República Mexicana, y por ende, la necesidad de que activasen el envío de sus cupos a la
capital y la organización de sus milicias . El 12 de mayo el Congreso federal procedió a elegir estos comisionados , designando para ve
nir a Costa Rica a don Joaquin Campero. Así lo participó el Ministro de la Guerra a don Juan Mora Fernández, Jefe del Estado de Costa Rica, en nota de 22 de mayo de 1826 . Desde la primera comunicación recibida al
respecto , el Gobierno de Costa Rica se ocupó con actividad en el envío de su cupo de hom bres a Guatemala, para lo cual tropezaba con grandes dificultades, entre otras la mucha es casez de dinero y armas . En proporción al nú
mero de habitantes, ese cupo de 400 hombres equivaldría hoy a unos 4.000. Imaginese lo que representaria actualmente para Costa Rica mo vilizar semejante fuerza para enviarla a una dis tancia de trescientas leguas . El Gobierno de don Juan Mora , consciente de que estaba haciendo lo posible y lo imposible para cumplir con su deber, se indignó de que se creyese necesario el envio de un comisionado con el encargo de
recordarle sus obligaciones; y sin morderse la lengua , como suele decirse , resolvió expresarlo así a las supremas autoridades federales, como lo hizo el Lic . don Manuel Aguilar, Ministro
general del Estado, en nota del 18 de junio de
COSAS Y GENTES DE ANTAÑO
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1826, dirigida al Ministro de la Guerra de la Federación , que dice así : El Jefe de este Estado se ha impuesto por
la copia de la orden del Congreso federal de
12 del próximo pasado, que V. se sirve acom pañarle en nota del 22 siguiente, de que el mis mo Congreso , en consecuencia de lo que dis pone en su decreto de 24 de abril, procedió a elegir los comisionados que en cada uno de los Estados han de venir a predicar a sus autori dades los motivos que existen para temer agre
siones de la República Mexicana, la necesidad de que los Estados contribuyan con sus cupos y la de organizar sus milicias . Mi Gobierno respeta las soberanas determi naciones del Congreso federal; pero no puede prescindir de manifestar al Supremo que Costa
Rica, para saber estimar su libertad y conser var su independencia de México, nunca ha nece sitado de profetas que se la inculquen, habiendo
de ello dado la prueba en 8, 21 , 22 y 23, en que a pesar de su aislamiento y falta de recursos ,
intrépida vió sucumbir a los demás Estados al Gobierno mexicano , y lejos de arredrarle la debilidad de unos y la opresión de otros , pro testó primero perder su existencia que dejar de ser libre : que menos le son necesarios se mejantes misioneros para la contribución de sus
contingentes, cuando al Supremo Gobierno es
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RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
notoria su esforzada conducta en este particu
lar: y que por lo que respecta al otro objeto de la misión de hacer ver la importancia de
organizar las milicias, mejor hubiera estado para ese fin una remesa de dos o tres mil fu
siles que el envio de un comisionado, que se reputará acaso como un agravio y un desdoro de los Estados .
Dignese V. , C. Ministro, elevar a la consi
deración del Supremo Gobierno esta nota que
del mio tengo el honor de dirigirle . El Gobierno de Costa Rica podía expresarse en este tono altivo, porque tres días antes , el
15 de junio, habían salido de San José, con direc ción a Puntarenas y destino a Guatemala, 213
hombres, 160 de las milicias del Estado y 53 del cupo federal. No partieron los 300 a que este cupo fué reducido, por falta de capacidad del barco que debía transportarlos .
EL MANOJITO DE FLORES
T.
Odos los que han estudiado la historia de nuestra segunda guerra civil saben que
la chispa que prendió fuego a la pólvora acu mulada durante doce años por don Joaquin de Iglesias y otros políticos cartagineses, inconso lables por el traslado de la capital a la ciudad de San José, fué una hoja volante que se pu blicó en Alajuela el 11 de agosto de 1835 con
el título de Manojito de Flores y firmada con el seudónimo de El Josefino ; pero nadie había logrado descubrir el texto de ese documento
famoso, a pesar de largas y empeñosas inves tigaciones hechas especialmente por el notable historiografo don Francisco Maria Iglesias, a quien debemos el hallazgo y la publicación de las actas de nuestras primeras juntas guberna
tivas y del congreso provincial de 1823, con lo que prestó a la historia de Costa Rica un
servicio de primer orden .
58
RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
Al reunir los materiales para escribir la relación de la guerra de la Liga, busqué tam
bién con afán el Manojito incendiario , pero en vano , llegando a la conclusión de que ese do cumento tan importante debía darse por irre misiblemente perdido , a menos que la diosa
Casualidad dispusiese otra cosa en uno de sus caprichos , como en efecto ha sucedido . Hace
pocos días, encontrándome ocupado en ordenar papeles del año 1835, se me ocurrió hojear rá: pidamente uno de los procesos políticos segui
dos contra los revolucionarios . Una frase sub rayada , al folio 9 del expediente, me llamó la atención . Decía : «Manojito de Flores » , y se adivina el interés con que me puse a leer, asi como la satisfacción que me produjo encon trar que se trataba de una copia manuscrita y certificada de la inhallable hoja volante que
tan graves consecuencias tuvo : Hela aqui : Joaquín Alvarado , ayudante de artilleria y juez fiscal de esta causa, Certifico : que he traído
y
tengo a la
vista un expediente en que se hallan los pa peles impresos que a la letra dicen así : MANOJITO DE FLORES
Pregunto: ¿Qué es Costa Rica? Respondo : Es un Estado llamado a ser feliz
COSAS Y GENTES DE ANTAÑO
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por su naturaleza y el más desgraciado por su administración .
P. ¿De dónde viene la desgracia de ser mal administrado ?
R. Primero , de la adopción de un sistema impracticable, que pide una multitud de fun cionarios para que ninguno lo sea ; esto es , que
muchos hombres tienen empleo y todos los empleos están sin hombres ; 2.0 que éstos obran de conformidad con sus particulares intereses y no con los del público ; 3.º que para soste
nerse han decretado impuestos sobre impuestos y trabas sobre trabas , que tienen ya a los pue blos abrumados y en estado de una total de
sesperación ; y 4.° que las leyes son todas de circunstancias, que recurriendo a miras locales y complicaciones abren campo vasto al ma gistrado para ejercer la tiranía más cruel que
jamás han visto los siglos, sin respetar el ho nor, la vida y la hacienda, únicas garantías que exige la sociedad .
P. ¿ Quién diablos inventó un sistema seme jante y cómo se llama?
R. Es invención de modernos, de fogosos y atrasados . Se llama Democracia , aunque tiene de Aristocracia una parte y lo demás de Ab solutismo, y con propiedad debía llamarse Co media de Locos , Sistema de Rapiña o Cadalso
de la Especie Humana; porque todas las socie dades son amantes y defensores de sus insti
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RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
tuciones y la nuestra se ocupa en maldecir la
cabeza que produjo semejante laberinto, que confunde el bien con el mal , la virtud con el
vicio y la justicia con la iniquidad , y en lugar de mejorar parece que sus progresos tienden cada dia a afinar la maldad , dar curso a las pasiones , fomentar la desavenencia de hombre
a bombre, de pueblo a pueblo , hasta poner la sociedad en una confusión tenebrosa y en el
duro caso de averiguar el origen de sus males, y al hacerlo verán que los caudillos que tanto han preconizado libertad han tenido engañados y esclavizados a los pueblos , sin más talento ni viveza que decir, v. gr.: La Asamblea , etc. ,
deseando proteger la agricultura , ha venido en decretar y decreta : Es contrabando el ta
baco que produce el país , lo es también el aguardiente que se hace en él ; pero no lo es el que introduce el extranjero . Y la Intenden
cia añade : Es preciso quitar a un pueblo la tierra que posee para hacer los feudos de una familia rica , como ha sucedido a los barrios
de la ciudad de Cartago . P. ¿Y cómo dicen que en Costa Rica es donde la libertad ha hecho progresos con ge
neral aplauso? R. Asi lo han dicho muchas veces los opre
sores por las utilidades que han sacado ; pero vengan imparciales de afuera a examinar nues
COSAS Y GENTES DE ANTAÑO
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tra situación y quedarán convencidos de todo lo contrario .
P. ¿Quiénes han sido los principales móvi les de tanto abatimiento ?
R. Una pandilla de nicaraguas, que después de haber llenado de desgracias su país , han venido a infectar el puestro , y algunos natura
les del mismo Costarrica que han aprendido su ejemplo.
P. ¿Cuál remedio podrá adoptarse en tan apuradas circunstancias? R. Dar el garrote a un hombre justo para
que haciendo uso de los brazos del pueblo acabe con los malos , destierre los abogados, establezca la única contribución y adopte có
digos tan claros como la luz del día, para que los que saben leer, al hacer justicia , no se en gañen ni pretendan engañarnos .
P. ¿Y estando el resto de la Nación gober nado por teorías democráticas, podemos nos otros establecer otro método ?
R. Somos libres en la administración interior,
y sin dejar de ser un compuesto de la Nación, podemos diferenciar en el modo, pues ninguna ley nos obliga a seguir la rutina de los demás Estados .
P. ¿Y la Asamblea qué dirá de este modo de pensar ?
R. Repondrá que es insurrección ; pero cuan do no tenga remedio se unirá al pueblo y en
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RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
tonces el director de ella y los demás colegia les se aplicarán a trabajar y se obedecerá al
que manda , sin necesidad de intrigar para volver a ocupar la tribuna , pues no son buenos
ni para mandar cuidar el caballo en que mon tan y así quieren hacer leyes. ¡ Vergüenza da que digan : éste es legislador ! Mas como éstos
ganan la plata enderezándose un poco y de jándose ir para atrás hasta quedar a plan bien recostados , y basta para esto que sepan mo
verse, persuadidos del director para que no se haga nada contrario a su gusto . P. ¿Y la Corte de Justicia qué hará?
R. Que se vayen mil leguas de largo , que no queremos verlos a ellos ni a sus libros . P. ¿Y el Consejo ? R. Que tomy el mismo consejo de que no supo darlo .
P. ¿Y el diputado de San Antonio?
R. Que vaye a los Desamparados y deje a los Padres de Heredia el beneficio por ahora , como acreedores de mejor derecho . P. ¿Sin abogados a quién consultamos ? R. Al Código , que es consecuente, que siem pre dice uno mismo y no cobra honorarios.
P. ¿Y no son abogados los que han de ha cer el Código?
R. Jamás lo habría si lo esperamos de ellos,
y ya tengo dicho que adoptemos los que han
COSAS Y GENTES DE ANTAÑO
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hecho las naciones cultas y no nos metamos en hacerlos y si sólo en practicarlos. P. ¿Luego va a sobrar plata para los gas tos , porque siendo uno solo el gobernante y sus subalternos pocos , se hará el erario un cerro como el volcán de Cartago?
R. No, porque el pueblo sólo concurrirá con lo preciso y de aquí resulta el alivio en las contribuciones.
P. ¿Y si el que toma el palo , en lugar de ser justo se convierte en un tirano, quién lo contiene?
R. Los pueblos, porque es más fácil conte ner un malvado que un centenar de ellos , y
como éste es sostenido por los mismos pueblos, éstos sólo lo auxiliarán para que obre el bien y no el mal; y como la duración , crédito y fe licidad de tal gobernante depende de su buen
manejo, seria por supuesto un loco si se de jara corromper . P. ¿Y qué harán los Padres que eran dipu tados y consejeros?
R. Trabajar para comer, guardar vigilia o hacerse cruces en la boca; porque los hombres no creen lo que les dicen , ni dicen lo que les creen .
P. ¿Y querrán los Curas que haya única contribución , la cual les quita el tributo nom brado derechos eclesiásticos y los pone a ga
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RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
par treinta pesos, y esto si trabajan en su mi nisterio?
R. No estamos para dar gustos ni menos
para sostener privilegios exclusivos , y si quie ren conservarlos que se junten y vayen a for mar independientes una sociedad que podrán nombrarla la República de los Privilegiados , de los Curas, Cristos o Dioses y así tendrá lu gar el sistema democrático, como dice Rousseau .
P. ¿ Luego esa manada de funcionarios no saben nada ?
R. De todo, uno que otro sabe algo; pero éstos son cobardes y es gran mancha por ha cerse fuertes los opresores . San José , Agosto 11 de 1835 . EL JOSEFINO
Los motivos de descontento que apunta el Manojito de Flores son los mismos que alega
ron los revolucionarios desde los primeros mo tines de Alajuela. Se observa también que el remedio que propone su autor, o sea la entro nización de un autócrata ornado de garrote,
se intentó ponerlo en obra nombrando dictador de la Liga a don Nicolás Ulloa ; y lo más cu
rioso del caso es que la aspiración de los fac ciosos fuera realizada tres años después por el licenciado
don Braulio Carrillo , a quien
ellos pretendieron derrocar en 1835, cuando
COSAS Y GENTES DE ANTAÑO
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gobernaba ajustando sus actos a las normas constitucionales. ¡ La eterna fábula de las ranas pidiendo rey ! Para concluir debo declarar que en mi rela
ción de la guerra de la Liga dije que el Padre don Vicente Castro había sido el autor de otra hoja volante sediciosa intitulada Los Pueblos
al Gobierno, y que al parecer lo fué también del Manojito de Flores; pero del proceso re
cién descubierto resulta que en esto cometi un error, engañado por una nota de don José Ma ría Alvarado , jefe político del departamento
Occidental, dirigida el 21 de septiembre de 1835 al ministro don José Anselmo Sancho , en la que menciona como editor y distribuidor del
Manojito a un Vicente Castro que no era el clérigo del mismo nombre y apellido, como lo he averiguado después. Según confesión con tenida en el proceso, el autor de ambas hojas, que los testigos atribuyen también al Padre don Andrés Rivera y a don José León Fernández,
lo fué Juan Pablo Castro , un agricultor y co merciante josefino avecindado en Alajuela, a
quien capturaron en el camino de Sarapiqui después de la derrota de los ligueros, por ha ber sido uno de los instigadores de los motines
de Alajuela, y a quien años más tarde castigó el Dr. Castro por la publicación de otra hoja insultante, calificándolo oficialmente de « per verso » .
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RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
Pido, pues, perdón a los manes del Padre
don Vicente Castro, el famoso Padre Arista de La Tertulia , por haber añadido esos dos pecados a los que cometió en este mundo. Después de publicado este artículo , el licen
ciado don Cleto González Viquez encontró en tre sus muy numerosos papeles un ejemplar impreso del Manojito de Flores.
**
LA DESAIRADA MISION DE DON
JOAQUIN RIVAS A NICARAGUA
Los
os proscriptos y emigrados a consecuen cia de la guerra civil de la Liga se refu
giaron en el Estado de Nicaragua, con cuyo Gobierno estaba el de Carrillo en malas rela
ciones a causa de la disputa sobre la posesión del departamento de Guanacaste . La mayor parte fijaron su residencia en Granada y Ma saya, algunos en León y otros en Rivas . Du rante el corto gobierno del Lic. don Manuel
Aguilar regresaron todos a sus hogares , menos don Manuel María de Peralta , que murió en el
destierro , y e) sargento mayor Manuel Quijano, à quien nunca le fué permitido volver a pisar tierra costarricense .
Pronto supo Carrillo que los ligueros ha
bían sido recibidos en Nicaragua con los bra zos abiertos y que el Gobierno del coronel don
José Zepeda se inclinaba mucho a favorecer los
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RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
planes de invasión que forjaban . De aqui que con pretexto de procurar el arreglo de varios asuntos que eran motivo de dificultades con el Gobierno de Zepeda y la sede episcopal de León , resolviese Carrillo el envío de un comisionado
a Nicaragua, a fin de contrarrestar los traba
jos de sus enemigos, o cuando menos de saber a punto fijo lo que estos estaban tramando , y
para el desempeño de esta espinosa misión fué nombrado el intendente general don Joaquin
Rivas, quien salió de San José el 13 de mayo de 1836 .
Por motivo de las grandes lluvias que ha cian intransitables los caminos , Rivas tuvo que
detenerse algunos días en la villa de Guana caste , y allí recibió las primeras noticias des
agradables. Un costarricense que regresaba de Nicaragua le informó que los proscriptos y emi grados ya sabían de su misión y abrigaban si niestras miras respecto a su persona . Prosiguió su viaje tan pronto como le fué posible y en
la villa de Nicaragua supo que los ligueros habían comunicado con expresos la noticia de su llegada a los que se hallaban en otras po blaciones. Varios vecinos de nota le visitaron
para ponerle en guardia contra los peligros que le amenazaban y ofrecerle sus servicios . Don Joaquin Rivas se persuadió de la rea lidad de las amenazas proferidas contra él , al ver la casa en que se hospedaba constante
COSAS Y GENTES DE ANTAÑO
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mente rodeada de espías de los enemigos, sin
que la autoridad nicaragüense tomase medida alguna para hacerlo respetar. Se preparó sin embargo para continuar el viaje y la víspera de su partida, a principios de la noche , le echa ron por debajo de la puerta de la calle el si guiente pasquin , que existe original en nuestros Archivos Nacionales:
AL SEÑOR JOAQUÍN RIVAS, COMISIONADO DEL BÁRBARO Y CRUEL
SULTÁN DE SAN JOSÉ DE COSTA RICA . Es vergonzoso el honor que proporcionarte quieres, haciendo el papel, cual eres , de enviado del opresor . Tu soberbia será dable
que en este país tenga fin , pues no quieren hablantin de un
ente tan despreciable .
Dile a tu amo y tu señor, si acaso te dan lugar ,
que aquí se hace despreciar quien del pueblo es opresor . Yo de lástima te aviso
que es bárbara tu misión , y que no llegas a León
opino según mi juicio . En fin , tu papel será trágico en su conclusión , porque si llegas a León el corrido lo dira ,
..
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RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
¡ Muera el tirano, mueran sus criados, vivan los Pueblos y sus aliados!
Este pasquín , con sus amenazas y sus tres versos largos , circuló impreso en la ciudad de León el 20 de junio de 1836, a la vez que una hoja volante que dice así : LA LIBERTAD DE LOS PUEBLOS. ES SUPREMA LEY
El señor doctor bachiller don ciudadano
Joaquin Rivas , pantomima de las fieras, mandi bula de la Tertulia , Solón de café, charlatán de esquina , pedante de cocina y muñeco de la
diversión josefina, vino de embajador de la Bár bara Majestad de Braulio Primero cerca del Vi. cario capitular y Gobierno supremo del Estado de Nicaragua, solicitando del uno le afiance en la Vicaría que se ha usurpado el Rey su amo , y del otro que le asegure en el sumo imperio
de Costa Rica que le legó su padre Benito el Mosco , en unión de los dos principes sus her. manos , Basilio el ladrón y Joaquin el Realista, temeroso o de que sus vasallos maten a palos a sus Majestades, o de que el digno presidente de la República le perturbe el goce de su reinado. El embajador mandibulas creyó que los ni caragüenses lo recibían con palio , ciriales e incensario : no se engaño, porque el C. Julio Cres
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pin le dijo verdades amargas, tratando al char latancillo con el desprecio que merece , y lo mismo lo recibirían en toda la República . Esto
hizo que se volviese a donde su amo , huyendo por caminos extraviados, que escapara el pri mer pájaro que se aparece! ¿Cómo iría el doc tor charlatán a contarle el cuento a su amo?
¡ Qué lástima que el señor Zepeda no conociese a ese pigmeo, que después de haber sido el zopenco, la burla, risa y escarnio de la Tertu lia y de todos los josefinos, ahora vilmente se ha humillado al tirano para afianzarle el trono
de la iniquidad ! Setecientos pesos cuesta la mi sión del pedante , porque el déspota ha expri mido bien el jugo de los costarricenses oprimi dos y desgraciados para prodigarlo . León, junio 20 de 36. EL NOTICIOSO
Como lo demuestran los dos pasquines trans critos , la injuria soez impresa no es una nove dad entre nosotros. El Julio Crespin mencio
nado en la hoja era un nicaragüense que habia vivido en Costa Rica y què a las once de la misma noche en que por debajo de la puerta le
echaron a don Joaquin Rivas los versos anó nimos, se introdujo en su residencia , colmán
dole de improperios y amenazas. El comisio nado de Costa Rica lo trató con el mayor desdén , como lo merecía, y siguiendo el reiterado con
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RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
sejo de personas honorables , que hasta se lo dieron por escrito, desistió de ir a León, con
siderando , según lo dice en su informe de 4 de julio de 1836 , «que la malignidad de los ex pulsos no perdonaría medio para vengarse del Gobierno de Costa Rica en la persona del le gado; que de consiguiente estaba expuesta la
dignidad del mismo Gobierno... que igualmente estaba expuesta mi persona, la correspondencia y atestados que conducia y aún mi equipaje» . Don Joaquín Rivas se abstuvo altivamente de solicitar el amparo de las autoridades nica
ragüenses y éstas no dieron ningún paso para protegerlo como era su deber. El comandante de Rivas se limitó a hacerle saber indirecta
mente que tan sólo disponia de diez fusiles, y que aun en el caso de dejar la plaza desar mada , no podia responder de los individuos de la escolta... De suerte que el comisionado de Costa Rica se vió en la necesidad de regresar
a Guanacaste, de donde se fué para Puntare. nas con el propósito de seguir desde allí por mar al Realejo; pero no habiendo encontrado ningún buque en el puerto , determinó volver a San José, a fin de dar cuenta de su viaje in
fortunado y pedir nuevas instrucciones . La in vasión descabellada de Quijano, a fines de junio
de 1836, y el nuevo triunfo de Carrillo , hicie ron ya inútil el viaje de don Joaquin Rivas al Estado de Nicaragua.
SC
MORAZAN NO PIDIO ASILO A CARRILLO EN 1840
E
l historiador Montúfar asevera que don
Braulio Carrillo denegó a Morazán el asilo que éste le vino a pedir en abril de 1840. Tal aseveración es inexacta; pero no cabe duda de que así habría sucedido si Morazán hubiese ex presado el deseo de quedarse en Costa Rica, como lo hicieron varios de sus compañeros de emigración , a quienes Carrillo lo permitió; pero
no era posible esperar que hiciese lo mismo con Morazán , sin exponer a Costa Rica a los riesgos que implicaba para el orden y la paz del Estado - su mayor preocupación - la presen cia del gran caudillo federalista , el cual era además su enemigo. Por otra parte , Morazán no podia solicitar el asilo sin mengua de su
decoro, como en efecto no lo solicitó, limitán dose a pedir que se permitiese desembarcar a treinta de las treinta y seis personas que le
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RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
acompañaban a bordo de la goleta Izalco , ac cediendo Carrillo a que lo hiciese la mayoria. Catorce de los compañeros de Morazán de seaban quedarse en el Estado : don Diego Vi gil , vicepresidente de la República de Centro
América; el Lic. don José Maria Silva, vicejefe del Estado del Salvador; don Miguel Alvarez,
secretario del Gobierno federal; los generales de división don Trinidad Cabañas y don Enri que Rivas; los coroneles don Manuel A. Laso ,
don Antonio Rivera Salazar, don Domingo As turias y don José M. Cacho ; el coronel graduado don Guillermo Quintanilla ; los tenientes coro neles don José Antonio Milla , don Gerardo
Barrios y don José Rosales; el capitán don José Maria Cañas . Nueve pedían que se les permi
tiese aguardar otro barco en Puntarenas o Es parza , irlo a tomar a Matina, o si no perma
necer en el Estado : don Manuel Irungaray,
secretario del Gobierno del Salvador ; el pres bítero doctor y licenciado don Isidro Menéndez,
convencional y diputado ; don Felipe Molina, jefe politico de San Vicente; el general de di visión don Carlos Salazar, convencional ; don Joaquín Rivera , don Felipe Bulnes, don Juan Orozco , don Mariano Quesada y don Agustin Guzmán. Siete solicitaban pasar a Matina para
reembarcarse alli: el general de brigada don Indalecio Cordero, el coronel don José Jesús Osejo , el coronel graduado don Rafael Padilla ,
COSAS Y GENTES DE ANTAÑO
75
los tenientes coroneles don Dámaso Sousa y don José Maria Prado , el doctor don Pedro Mo
lina, diputado a la Constituyente, y el Lic . don José Molina, auditor de guerra . Por último, seis no pedian nada : el Lic. don José Miguel
Saravia, general de brigada , los coroneles don Máximo Cordero y don Máximo Orellana, el co
ronel graduado don Manuel Merino, don José Antonio Ruiz, hijo natural de Morazán , y don Francisco Gravel, súbdito francés. La solicitud de Morazán dice asi : Ciudadano Secretario General del Gobierno del Estado de Costa Rica .
Fondeadero de Punta Arenas, a bordo de la
goleta nacional Izalco. Abril 22, 1840.
Separado del ejercicio del Gobierno del Sal vador en los términos y por las razones que se expresan en la nota de que acompaño a V.
ejemplares impresos, igualmente que del parte de la batalla dada en Guatemala el 17 y 19 del pasado , a que dicho documento se refiere, me embarqué en La Libertad con destino a una
de las repúblicas del Sur, en unión de las perso nas cuyos nombres se contienen en la adjunta lista. Entre ellas hay algunas que desean per manecer en ese Estado , y con el objeto de recabar de ese Supremo Gobierno el correspon
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RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
diente permiso es con el que ahora tengo la honra de dirigirme a V.
Los individuos que solicitan dicha licencia son en generalidad aquellos que menos parti cipio han tenido en la dirección de los nego
cios públicos del Estado del Salvador, y puedo asegurar a V. que emigran únicamente por sustraerse a los estragos de la anarquía y de los primeros peligros de un cambio violento . Las constituciones vigentes en los Estados de
Centro América declaran que sus respectivos territorios son un asilo sagrado para todo el que desee residir en ellos, y esta hospitalidad de nuestras leyes, aun para los hijos de otros
paises , debe ser más obligatoria y franca para los que como súbditos de una misma República quieran trasladarse a residir a otro de los pueblos miembros de la gran familia centroa mericana , cuyo pacto de unión no puede nunca considerarse disuelto , por más relajados que se hallen los lazos que lo forman . Muchos ejemplos han dado de esta verdad
los salvadoreños a los hijos de Costa Rica , que expulsos y emigrados a su vez por cada uno de los partidos que han triunfado en las diferentes contiendas que ese Estado ha sufrido, recibieron en el Salvador asilo generoso y
franca hospitalidad . Algunos de los emigrados circunscriben sus deseos a que se les permita esperar en el puerto
COSAS Y GENTES DE ANTAÑO
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o en Esparza la llegada de otro buque en qué continuar su viaje , sin los inconvenientes que presenta uno tan pequeño y tan recargado de
pasajeros como es el en que hasta aquí han venido, y otros, en fin , demandan que se les conceda el tránsito hasta el puerto de Matina para embarcarse en el Atlántico .
No es para mí , Ciudadano Ministro , para quien invoco la protección de las instituciones que rigen a ese Estado y que dicta la huma nidad ; es en beneficio de unos cuantos de nues
tros conciudadanos que sin delito , juicio ni sentencia , no deben sufrir una pena por la priva ción del goce de un derecho que les pertenece
de justicia. Soy de V. atento y obediente servidor, F. MORAZÁN .
En el libro copiador de correspondencia de
Gobernación figura, con fecha 27 de abril de 1840 y el No. 157 , la respuesta del Ministro general don Manuel Antonio Bonilla . Es como sigue : Al señor General Francisco Morazán :
Se recibieron en este Despacho la carta de V. fecha 22 del corriente y la lista de pasaje
ros que trae a sa bordo la goleta Izalco : por el contenido de la primera se ha impuesto el Jefe supremo del deseo que tienen algunos de
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RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
ellos de permanecer en el Estado y otros de transitar por su territorio hasta el puerto de Matina en el mar Atlántico .
Entre los primeros se encuentran los seño
res Diego Vigil y Miguel Alvarez, que aun des conocida la Administración federal por los Es tados de la disuelta República, han llevado la
nombradia de Vicepresidente el uno y Ministro de Relaciones el otro, cuya sola circunstancia
sería bastante para que hasta los hombres de buen sentido entendieran que Costa Rica estaba reservada por inteligencias secretas para punto de retirada de la Federación , y se atraería el Gobierno sobre sí la desconfianza de los cos tarricenses admitiendo a estos señores en el territorio del Estado, y acaso comprometería sus buenas relaciones con los demás por un
acto que a primera vista se presenta como hu mano y de hospitalidad .
En los segundos se encuentran el Vicejefe del Salvador y algunos militares que han ser vido en sus armas , y este Estado , que contra la opinión general ha consentido en su seno el aparato de la Federación , es hoy ocupado por fuerzas de los otros Estados que junto con Costa Rica tienen desconocida esa misma Ad
ministración , deduciéndose de ahí que aunque dejaran las armas no podrán desprenderse de sus opiniones, y éstas acaso influirán en divi
dir a los costarricenses que hasta ahora tran
COSAS Y GENTES DE ANTAÑO
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quilos disfrutan, por su independencia, de los
bienes que les fueron negados durante la do minación federal.
No conoce hoy Costa Rica esa Constitución
que indirectamente abre las puertas de los Es tados a toda clase de personas : reconoce la suya particular, fundada en la propia conservación , que es el primero de los deberes de la socie dad . Se pensará que el Gobierno se desvia de la naturaleza negándose a un acto de hospita lidad : es al contrario , respeta las obligaciones
naturales y por eso no prescinde de la con servación del Estado , que es la primera de ellas .
Siento los males que afligen al Estado del Salvador; pero lejos de aliviarlos con un acto de imprudente hospitalidad , haria tal vez des cender sobre los habitantes de Costa Rica la
guerra que es el origen de todos. No está fuera del cálculo este pensamiento , sea la eferves cencia de los partidos en que se halla dividido
aquel Estado, o la justa venganza de los otros quien los haya producido ; porque en el primer caso no se respetará el derecho de gentes, y en el segundo se verá en la obligación de en
tregar las personas que se reclamen o de apo yar en las armas una negativa. Desde luego admitiera en el territorio del Estado a aquellas personas que no tienen com
promisos de responsabilidad , pero le son des conocidas, y tal vez por el lugar que han ocu
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RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
pado en el Estado del Salvador habrán de rendir
cuentas, o responder de otros cargos. Son estos casos muy diferentes de los que V. cita en su
carta , porque hay una notable distancia entre expulsiones decretadas por la autoridad legiti ma y las fugas precipitadas o emigraciones violentas . Y si no, ¿ por qué antes no han venido a Costa Rica los que ahora piden asilo? Sin embargo, ha querido el Jefe del Es tado tomar conocimiento de algunas personas
relacionadas en el Salvador sobre las que com prende la lista que V. ha dirigido , para mani festarse con ellas humano , generoso y franco: pero solamente se le ha dado de los señores José Miguel Saravia, Gerardo Barrios , José Ro
sales, presbítero Licdo . José Isidro Menéndez, Mariano Quesada y Juan Orozco : éstos podrán desembarcar e internarse en el Estado, bajo la
garantía , siempre, que en el interior no se de
tengan más de ocho dias, presentándose inme diatamente al Gobierno para que se les señale el lugar de dicha estadía ; mas en ningún caso recibirá a los señores Diego Vigil , Miguel Al varez y José María Silva ; antes bien se da orden a la comandancia de Punta Arenas para
que en el acto de poner pie en tierra los apre henda y por cordillera segura mande entregar
a la autoridad que gobierna en el Salvador. Es, señor General , contestada de esta ma
nera su carta por orden suprema , y en igual
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sentido dada la correspondencia al comandante del puerto .
Acepte V. las consideraciones de aprecio con que me suscribo su atento servidor .
No obstante lo que expresa la nota anterior, se permitió desembarcar a veintitrés de las
treinta personas comprendidas en la lista remi tida por Morazán . Los siete exceptuados fueron don Diego Vigil , el Lic. don José María Silva,
don Miguel Alvarez , el general don Trinidad Cabañas , los coroneles don Manuel A. Laso y don José M. Cacho, don Agustin Guzmán . En
la lista remitida por Morazán figura, a la par del nombre de cada una de estas personas , una
cruz de San Andrés enérgicamente trazada por la mano de Carrillo .
De los veintitrés morazanistas que desem barcaron en Puntarenas en abril de 1840, sólo
tres se radicaron en Costa Rica : el general don Carlos Salazar, ex Jefe del Estado del Salvador, don Felipe Molina y el entonces capitán don José María Cañas . El general Salazar, después de haber servido al Gobierno de Morazán en
1842, se retiró a la vida privada, dedicándose a negocios de comercio . Cuando murió en julio de 1867 estaba ya tan oscurecido y olvi
dado, que nuestra prensa periódica no le con sagró una sola linea . Su tumba existe en el
cementerio general de San José . Don Felipe
1
82
RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
Molina prestó al país grandes servicios, espe cialmente en la carrera diplomática. El gene ral Cañas fué la figura más noble de la guerra
contra los filibusteros de Nicaragua y su me moria es para los costarricenses una de las
más queridas.
LA MISTERIOSA
MUERTE DEL
GENERAL JOSE MIGUEL SARAVIA
E
L 7 de abril de 1842 fondearon en la bahia
de Caldera los barcos Cruzador, Asun ción Granadina, Isabel II, Josefa y Cosmo polita . Procedian de la isla de Martin Pérez en el golfo de Fonseca y formaban la escua dra del general don Francisco Morazán , ex
Presidente de la República de Centro América , a quien algunos de los más enconados enemigos del Lic. don Braulio Carrillo , Jefe del Estado
de Costa Rica, habían llamado para derrocar a este famoso y temido gobernante . Acompaña ban a Morazán 400 soldados aguerridos del
Salvador y Honduras, los generales Isidoro Sa get, francés, Trinidad Cabañas , hondureño , José Miguel Saravia, guatemalteco , Máximo Cordero , Nicolás Espinosa y Francisco Ignacio Rascón , salvadoreños , así como más de ochenta jefes
y oficiales veteranos de las guerras civiles que
84
RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
despedazaron a la infortunada Federación cen troamericana . Venian también con Morazán el
coronel Blas Brusual , un sargento mayor y un capitán del ejército colombiano que habían mi
litado con Bolivar. En la expedición tan sólo figuraba un costarricense : el coronel don Ale jandro Escalante . En Costa Rica se encontraban
ya algunos morazanistas de nota , a quienes Carrillo había dado asilo en 1840, cuando Mo razán pasó por Puntarenas en la goleta Izalco,
a consecuencia de la derrota que le infligió en Guatemala Rafael Carrera, el mejor guerrillero de Centro América .
Entre los compañeros de Morazán a quienes Carrillo había permitido quedarse en el Estado
estaban el ilustre Dr. don Pedro Molina , sus hijos don Felipe y el Lic . don José, su yerno don Manuel Irungaray, el general don Carlos Salazar, el presbítero Dr. don Isidro Menéndez, los generales don Enrique Rivas y don Inda lecio Cordero , el coronel don Dámaso Sousa , los tenientes coroneles don Gerardo Barrios y don José Maria Prado , y otros jefes y oficiales entre los cuales figuraba el joven capitán don José Maria Cañas . Llegaron después don Do
roteo Vasconcelos, quien pronto se marchó, y el teniente coronel don Manuel Angel Molina, otro de los hijos del prócer don Pedro , Carrillo no sólo dió asilo a estos emigrados, sino también cargos públicos de confianza a
COSAS Y GENTES DE ANTAÑO
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varios de ellos. Comisionó al Dr. Menéndez
para que redactase un código de procedimientos y un formulario de actuaciones y cartulación ;
a don Felipe Molina y al mismo Dr. Menéndez para que en unión del Lic. don Filadelfo Be
navente y don Joaquin Rivas procurasen «sis temar en el Estado la policía rural y urbana, la enseñanza general y la administración de
justicia en todas instancias» . Nombró al gene ral don Indalecio Cordero instructor del ejér cito . Confió al general don Enrique Rivas la comandancia de Puntarenas; al teniente coro nel Molina la del departamento de Guanacaste; la jefatura politica del mismo al teniente co ronel Prado, y la comandancia de Moin al ca pitán Cañas . Prestó , además , con la garantía del coronel Vicente Villaseñor, dos mil pesos del tesoro público a don Gerardo Barrios para que hiciese en la hacienda de Las Animas,
cerca de Alajuela, una plantación de añil, a fin de introducir este cultivo en Costa Rica.
Todo esto prueba dos cosas : que no es cierto el odio atribuido a Carrillo contra los liberales
unionistas, y que no temía una agresión de Morazán , porque de otro modo no hubiera puesto en manos de partidarios de éste los dos puertos del Estado y su frontera del norte .
Error gravisimo . Por este hecho le acusaron más tarde sus
enemigos de connivencia con Morazán . Acusa
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RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
ción absurda que sólo pudieron formular la mala fe y la ceguedad que engendra la pasión
política. La verdad es que Carrillo , adorador del orden , era hostil a Morazán por conside rarlo como factor de desorden ; pero también lo era a Carrera, el polo opuesto, por igual motivo .
Morazan desembarcó el 9 de abril , empren
diendo la marcha hacia el interior del país.
Para evitar el paso por La Garita , posición for tificada y tenida por inexpugnable, vadeó el Rio Grande aguas arriba del puente y por veredas fué a salir a Poás . En el punto llamado El Jo cote se encontró el 11 de abril con los 700 hom
bres que mandaba don Vicente Villaseñor, a quien Carrillo acababa de ascender a general
de brigada . Villaseñor era salvadoreño y había venido aquí en 1832. Echando en olvido su honor militar y la gratitud que le debía a Ca rrillo , pactó con Morazán la caída del mandata
rio que había depositado en él toda su confianza . El general Rivas y el teniente coronel Molina,
comandantes respectivamente de Puntarenas y Guanacaste, se habían pronunciado ya en favor de Morazán . Estos tres jefes militares debían encontrar pronto una muerte trágica , como si
fuese el castigo de su deslealtad . Rivas pere ció en agosto de 1842 en
un
combate contra
Molina , motivado por los lindos ojos de una
guanacasteca ; Molina, a principios de septiem >
COSAS Y GENTES DE ANTAÑO
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bre, ajusticiado por Morazán para vengar la muerte de Rivas ; y Villaseñor el 15 del mis
mo mes , fusilado por el pueblo costarricense enfurecido .
El 12 de abril entró a caballo en la ciudad
de San José, por el camino real de Alajuela, un joven de militar a postura y hermosa pre
sencia. Vestia el uniforme de brigadier del ejército federal de Centro América y fué a echar
pie a tierra frente a la modesta casa del Lic. don Braulio Carrillo, situada a media cua dra del costado oriental de la que hoy es calle cuarta, entre las avenidas segunda y cuarta . Ante el dictador que había impuesto su infle xible voluntad a Costa Rica durante cuatro
años, declinó sus calidades : «José Miguel Sara via, general de brigada y comisionado por los generales Morazán y Villaseñor para notificar al Jefe del Estado de Costa Rica la capitula
ción de El Jocote que lo desposeía» . Carrillo disponía en San José de mil hombres resuel
tos a morir por él ; pero ante la perspectiva de otra guerra fratricida prefirió sacrificarse, limi tándose a pedir que se consignase en un con
venio adicional que los costarricenses gozarían bajo el nuevo gobierno de plenas garantías en sus personas y bienes , así como él mismo y su ministro general don Manuel Antonio Bonilla
y las familias de ambos ; que él saldría del país en seguida, pudiendo volver a él dentro de
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RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
dos años. A todo esto accedió cortésmente Sa ravia, y el convenio fué ratificado en Heredia el 12 de abril por Morazán y Villaseñor.
El general Saravia causó muy buena im presión en Costa Rica por su cultura, caballe
rosidad y la limpieza de su conducta . Había nacido en Guatemala el 28 de marzo de 1813,
y tenía por consiguiente veintinueve años . Hijo del ex intendente de León de Nicaragua , bri gadier don Miguel González Saravia, y de doña Concepción Nájera y Batres, dama de la más linajuda nobleza de Guatemala, su abuelo don Antonio González Saravia había sido capitán
general del Reino de Guatemala y , estando nombrado virrey de México, cayó en manos de los insurgentes que lo fusilaron en Oaxaca .
Muy inteligente y estudioso , José Miguel Sara via se recibió dè abogado en Guatemala a los veintiún años . Buen escritor y orador notable, sirvió con distinción varios cargos públicos,
entre otros el de auditor de guerra del ejército federal; y aunque por sus antecedentes de fa milia estaba llamado a figurar en el partido conservador, se había afiliado con entusiasmo
a la causa liberal. Morazán lo apreciaba mu cho y le nombró su ministro general cuando fué electo Jefe del Estado
de El Salvador,
después de terminado su segundo período de Presidente de la República de Centro América en 1839 , confiriéndole los entorchados de bri >
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gadier por su brillante conducta en la batalla
del Espíritu Santo. Saravia emigró con Mora zán en abril de 1840 y fué su fiel compañero en Chiriquí , el Perú y en su viaje de regreso a Centro América , Nombrado ministro general , supo granjearse la estimación y simpatia de los
costarricenses y procuró evitar los desaciertos, atropellos y exacciones que fueron la verdadera y única causa de la caída y muerte de Morazán .
Después de su fuga de San José, Morazán llegó a Cartago a las siete de la mañana del 14 de septiembre con el general Villaseñor y
José Antonio Vigil . Tras ellos llegaron también el general Saravia y el joven Francisco, hijo de Morazán , todos a caballo . Cubriendo la re tirada, montado en una mula torda, marchaba también hacia Cartago el intrépido general Ca bañas con los restos de la guarnición de la ca
pital, tan de prisa como lo permitia el estado de extenuación en que se encontraban aquellos
trescientos hombres, que durante tres días y tres noches consecutivos habían peleado sin
comer ni dormir. La ciudad de Cartago se había señalado por su entusiasmo morazanista , y, al enterarse de la revuelta , su comandante teniente coronel don Pedro Mayorga habia en viado en auxilio de Morazán una fuerza que
fué derrotada por tropas de Alajuela mandadas por don Pedro Saborio en un punto situado en tre Curridabat y San Pedro ; pero Morazán ig
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RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
noraba que en la noche del 13, Mayorga había vuelto la casaca, proclamando la adhesión de Cartago al movimiento insurreccional de San
José, Alajuela y Heredia . En nota dirigida al general don Antonio Pinto por la mañana del 14, Mayorga le dice que había apresado a Mo razán y sus compañeros; pero es lo cierto que éstos se alojaron en su casa, de la que pudie ron haber escapado si lo hubiesen querido ha cer y como se los aconsejó noblemente doña Anacleta Arnesto , mujer de Mayorga, el cual,
con pretexto de ir a encontrar a un hijo suyo , se largó para Matina , dejando la comandancia de la plaza en manos de su segundo don Juan
Freses Neco, para no asumir la responsabili dad de dejar que Morazán se fugara , o de re ducirlo a prisión efectiva . Al enterarse de la defección de Mayorga y de Cartago , los fugitivos comprendieron que
estaban perdidos. Morazán no se departió un solo instante de su entereza y serenidad ; pero
Villaseñor y Saravia se desesperaron . Villase ñor se asestó una puñalada en el pecho, y Sa ravia, según el historiador Montúfar, quiso echar mano de una pistola para quitarse la vida , impidiéndoselo Morazán . Para atender a Villaseñor y al mismo Morazán , que estaba he
rido en la mejilla izquierda , se llamó al médico y cirujano don Pablo Alvarado , y éste vino a curarlos poco antes de las doce del día . Don
COSAS Y GENTES DE ANTAÑO
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Pablo Alvarado era el mismo que tanta influen cia ejerció desde Guatemala en el Ayuntamiento
de San José , a raiz de la proclamación de la Independencia, y firmó la Constitución federal como diputado por Costa Rica . Al medio día del 14 llegó a Cartago una
tropa de San José, mandada por el capitán Cas tro, y fueron reducidos a verdadera prisión , en la casa de Mayorga, Morazán , Villaseñor y Saravia. A eso de las seis entró el capitán
Castro a notificarles que se les iban a poner grillos. Morazán sufrió estoicamente el cruel vejamen ; a Villaseñor le remacharon los bierros
en el lecho en que yacia gravemente herido ; «Saravia- dice Montúfar - se paseaba agitado
y fumando : se sentó en seguida y presentó los pies para que también le pusieran grillos, y al ponérselos le dió una horrible convulsión que terminó con la muertes . El comandante Freses
Neco escribe al general Pinto en nota del 14 de septiembre: «Saravia ha muerto
en este
instante sin advertirse la causa , pues cuando
se le ponían los grillos ha vertido estas expre siones: « Siento furores temibles» , y se ha des
mayado sin hablar palabra y en pocos minutos se encontró muerto » . Don Antonio Pinto dice en
un
documento del 21 de septiembre de
1842: «... el ministro general brigadier Saravia, quien al tiempo de prenderlo se envenenó ex halando allí el último suspiro con terribles de
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RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
mostraciones» . Don Felipe Molina refiere en su
Bosquejo de la República de Costa Rica: El
general don Miguel Saravia se envenenó por sus propias manos cuando los josefinos llegaron a prenderlo en Cartago » . Existen , pues, dos versiones de la muerte de Saravia : una la atribuye a causa desconocida
(Montúfar y Freses Ñeco), y la otra à un en venenamiento voluntario (Pinto y Molina). Tal era el problema de dificil solución ante el cual
me encontraba, cuando pensé que si realmente hubo sospechas de suicidio, la autoridad ecle siástica no podía haber dejado de intervenir en el asunto , a fin de permitir o no la inhu
mación del cadáver en sagrado. Acudi entonces a la exquisita amabilidad del presbítero don Victor Sanabria M., el talentoso e infatigable n
a ? investigador de nuestro Archivo Eclesiástico, y en efecto me suministró una copia de la in
formación levantada al respecto , por orden del vicario foráneo de Costa Rica residente en Car
tago , presbítero don José Gabriel del Campo . De esta información , muy interesante , voy a reproducir una parte del testimonio de don Pa
blo Alvarado , único testigo que declara en ella , sin duda por lo apremiante de las circunstan cias . Dice así :
En la misma fecha ( 15 de septiembre de
1842), siendo cerca de las tres de la tarde, te
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niendo presente al señor Pablo Alvarado, pro fesor de medicina y cirugía , a quien certifico conozco; y juramentado en la forma legal que previene el Código del Estado, por el que ofre ció decir verdad . en cuanto sepa y sea pre
guntado acerca de la muerte del finado ex mi nistro Saravia; habiéndole interrogado primero : si conoció vivo a dicho finado y con él le tocan
las generales de la ley , respondió: que no sólo lo conoce a él sino también a su familia; pero >
que no por esto le tocan las generales de la
ley. Segundo : si le vió el día de ayer antes de morir, si le notó algunas señales de demencia , contestó : que cerca del mediodía de ayer, que
entró a curar a los generales Morazán y Vi llaseñor, se encontró con el ex ministro Sara
via y le notó, en lo poco que hablaron, que no estaba bueno ; pero que no conoció que es tuviese atacado de esplin u odio al trato de los hombres y a la vida . Tercero: si cuando le ha visto después de muerto , según sus co nocimientos médicos , advirtió que la muerte ha sido natural o causada por algún veneno , respondió: que a la primera vista le pareció que era muerte violenta natural, proveniente de la mala conformación de alguno de los tres
órganos de que depende la vida, o de algún trastorno que ha padecido alguno de los órga nos del pecho y del abdomen , por el grande susto que recibió cuando le intimaron que le
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RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
iban a echar grillos , pues es una cosa muy co rriente en los autores de las disecciones ana tómicas el encontrar estos trastornos de las
vísceras; y poco después de haber visto que estaba consumada ya la muerte del finado Sa ravia, a quien le vió unas gotas de sangre en la nariz en los últimos momentos de la muerte
de la vida orgánica de todo su sistema, llegó el capitán de la división josefina señor Castro
a la mesa junto a la cual estaba parado , cerca de la candela, enseñándole un vasito de cris tal como de dos pulgadas cúbicas , que tenia por inscripción en francés: «Media dracma de
estricnina» , y le dijo : «Vea el vasito en que estaba el veneno con que se acaba de matar
Saravia» . Y le preguntó que dónde lo había hallado y le contestó que lo había encontrado
a los pies del muerto Saravia y le añadió que allí estaba un pedazo de testamento . Se puso a leerlo y le causó risa los disparates que con
tenía en sus tres primeras cláusulas, y la mis ma sensación causó al señor Espinosa que lo
estaba oyendo leer. De lo que infirió que el desgraciado Saravia se había vuelto demente
en los momentos precedentes a su muerte y que tal vez tendría la estricnina a mano y la tomaría. Aunque contra este juicio se le pre sentó una ocurrencia, que no es extraordinaria
en las circunstancias en que se hallaba el finado Saravia , y es que tal vez le habían dado
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el veneno al infeliz y haber puesto el vasito a los pies de su cadáver para que se dijese
que él solo se había matado y no se averiguase el autor de su muerte ... »
Esta última suposición de don Pablo Alvarado me parece del todo inverosimil y tan sólo for mulada con el propósito de crear la duda en cuanto al suicidio, a fin de que no se le negase
al cadáver del desventurado Saravia la sepul tura eclesiástica . La falta de espacio me obliga a prescindir del resto de la declaración de Al varado, así como del dictamen del promotor
fiscal de la Curia, presbítero don Joaquin Gar cia, en que ambos aducen razones en favor de la concesión de la sepultura en sagrado , con una liberalidad de criterio nada común entre
nosotros en aquella época . Conforme a la tradición generalmente admi
tida en Centro América, Saravia se mató con el veneno contenido en un anillo . Ahora bien , por la violencia con que este veneno le causó
la muerte y tomando en cuenta la pequeñez de la dosis que puede caber en el engaste de una sortija, este veneno sólo pudo ser cianuro; pero a este respecto el Dr. don Clodomiro Pi cado T., director del laboratorio del Hospital de San Juan de Dios en San José , y cuya com petencia es de sobra conocida , me escribe con fecha 10 de diciembre de 1931 : «En contesta
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RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
ción a su carta de fecha 9, debo decirle que
no conozco ningún veneno que por vía diges tiva pueda matar a una persona en esas con diciones ( mi consulta se refería a las versiones
del general Pinto, de Freses Neco y a la tra dición del anillo). Con respecto al cianuro, no creo que pueda conservarse en una sortija, primero porque ataca los metales (en las mi
nas se usa justamente para disolver el oro), y segundo porque siendo muy higroscópico se des hace con la humedad del aire » . Una vez más los documentos fidedignos y la ciencia vienen a demostrar cuán incierta es la tradición como
fuente histórica, y asi vemos que lo del anillo homicida no pasa de ser una fábula romántica . La versión de don Pablo Alvarado es sin duda la verdadera . La confirma la muy auto
rizada opinión del profesor don Elias Jiménez Rojas, a quien la he sometido. Según su ilus trado criterio , la muerte de Saravia presenta
en efecto los caracteres de un envenenamiento con estricnina ( gran excitación nerviosa, vio lentas convulsiones). La rapidez de la muerte se explica por la enorme dosis: media dracma, o sea más de un gramo y medio de estricnina en polvo, como lo supone el señor Jiménez Rojas. Saravia falleció repentinamente a las seis
de la tarde del 14 de septiembre de 1842, en casa de don Pedro Mayorga . Consta en la in
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formación citada que el jefe político de Cartago mandó el 15 al cura de la ciudad, presbítero don Rafael del Carmen Calvo, que le hiciese honras fúnebres. De este mandato se infiere que para ello hubo oposición del cura , el cual , al recibirlo, se dirigió al vicario en consulta, por
cuanto corría la especie de que Saravia se había envenenado con estricnina. El vicario ordenó levantar la información del caso ; pero mientras
esto se hacía, el jefe político hizo enterrar el cadáver, que empezaba a descomponerse, en el cementerio de la parroquia. El vicario , con
formándose con el dictamen del promotor fiscal de la Curia, favorable a la concesión de la sepultura eclesiástica, previno al cura que al
día siguiente hiciera las honras fúnebres que a bien tuviese. En la partida de defunción se hace constar que a Saravia «se le administro el Santo Oleo sub conditione por haber sido su muerte repentina» . La trágica muerte del general don José Mi guel Saravia fué lamentada en Costa Rica por
amigos y enemigos de la causa que servía, y puede asegurarse que su vida habría sido res petada por los insurrectos, como lo fué la de
muchos otros que estaban lejos de gozar del mismo aprecio y de las mismas simpatías que este joven adalid federalista, a quien adorna ban tan excelentes cualidades .
308
LA PROCLAMA DE MORAZAN
I tores que ahora tiene el siglo xix ha se GNORO si alguno de los numerosos detrac
ñalado, entre los pecados que se le atribuyen,
el de haber sido el siglo de las proclamas y de los manifiestos, género literario hoy justa
mente desacreditado , pero que en aquel tiempo cultivaron muchos grandes hombres, empezando por Napoleón . En la América española floreció de modo asombroso , a extremo de que con los
documentos de esta clase que en ella se publi caron durante la referida centuria, se podría formar una biblioteca de respetables dimensio. nes , que seria un monumento erigido al estilo declamatorio y a la farsa politica ; con todo , no cabe dudar de la gran influencia que en los pueblos americanos ejercieron en aquella época manifiestos' y proclamas .
La que fué lanzada por el general Morazán
100
RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
al desembarcar en el puerto de Caldera el 9
de abril de 1842, en nada contribuyó a la caída de Carrillo , por no haberla conocido el pueblo costarricense hasta después de consumado este hecho; pero si tuvo influencia en la subleva ción de este mismo pueblo contra su autor,
cinco meses más tarde, como se desprende del acta de pronunciamiento de la ciudad de Ala
juela, en que se le acusa de no haber cumplido lo que en la proclama de Caldera prometió. No ha sido hasta ahora posible encontrar en Costa Rica un ejemplar impreso de este documento . El texto que reproduzco lo tomo de una copia manuscrita que se conserva en
nuestros Archivos Nacionales (1). La proclama carece de fecha y de nombre
de lugar, lo que se explica por la razón de que cuando se imprimió, probablemente en El Salvador, Morazán no podia saber con certeza en qué sitio ni qué dia iba a desembarcar en Costa Rica. Dice así : FRANCISCO MORAZÁN
A LOS HABITANTES DEL ESTADO DE COSTA RICA
Costarricenses: han llegado a mi destierro vuestras súplicas y vengo a acreditaros que no soy indiferente a las desgracias que experi ( 1 ) S. A. Serie XII . No. 9261 .
COSAS Y GENTES DE ANTAÑO
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mentáis. Vuestros clamores han herido por largo tiempo mis oídos y he encontrado al fin los medios de salvaros, aunque sea a costa de mi propia vida. Compatriotas: el dia de la libertad ha lle
gado: venid a recibir de mis manos este gran . dioso presente, de estas manos que han sido mutiladas tantas veces por defenderlo: venid a saludar la bandera de los libres, que vuelve a Alamear de nuevo sobre el suelo costarricense ,
después de tantos años de esclavitud y de opre sión : venid a colocaros en rededor de este her
moso emblema de vuestra regeneración política, al lado de tantos compatriotas vuestros, dispues tos a sacrificarse en defensa de vuestros dere
chos: venid a tomar las armas y municiones que abundan en nuestro campo y marchemos en seguida contra el tirano , porque todo el tiempo que éste abuse de la libertad del pueblo será
de oprobio , de sangre y de luto para vosotros. Costarricenses : no más contribuciones arbi.
trarias: no más prisiones sin causa: no más destierros y confiscaciones sin motivo : no más
trabajos forzados sin objeto: no más víctimas inocentes sacrificadas a la venganza sin nin guna forma de juicio : no más arbitrariedad y tiranía .
Ya no se verán en lo sucesivo los maridos
y padres de familia arrancados del hogar do méstico con sus esposas e hijos para ir a pe
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RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
recer a los caminos de Punta Arenas y Matina ,
Al peso de un improbo trabajo y al influjo de una atmósfera mortífera
han sucumbido allí
centenares de costarricenses , y los restos de
cadáveres insepultos que no han sido el pasto de las fieras, yacen hoy colocados en las si
nuosidades de un terreno que la barbarie y la ignorancia de un déspota han querido hacer transitable .
No veréis ya vuestras tierras ocupadas y
vendidas, destruidas vuestras casas , segadas vuestras sementeras sin ninguna indemnización, sólo con el fin de hermosear los lugares donde el tirano medita nuevos medios de esclavizaros . Bajo la égida de la ley , de esta ley que vosotros mismos habéis dictado y que hoy es escarnecida y hollada por el tirano que os opri
me, estarán en adelante vuestras vidas, vues tras personas y las de vuestras caras esposas
y tiernos hijos, y el encargado de ejecutarla será hoy elegido por vosotros , porque vosotros sois el soberano .
Un déspota ilustrado que domina por largo tiempo una nación puede tener cómplices de sus delitos ; pero carece de ellos un tiranuelo
como Carrillo , ignorante y sanguinario, que ha esclavizado un pueblo moral, sensible y labo
rioso, después de haber despedazado sus ins tituciones republicanas. Yo sólo
veo en el Estado de Costa Rica
COSAS Y GENTES DE ANTAÑO
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un tirano sin cómplices y un pueblo esclavi zado a su pesar. Un déspota, que si tiene po cos servidores por el temor, carece de un solo
amigo que haya asociado su causa a la del que ha destruido la libertad de sus conciu dadanos .
Guerra contra Carrillo : libertad del pueblo costarricense: garantías positivas para todos, sin ninguna excepción , es nuestra divisa . Res peto a la ley, a la moral, a la santa religión y sus ministros es el sentimiento más intimo de vuestro compatriota, FRANCISCO MORAZÁN .
La proclama de Caldera sugiere las siguien tes consideraciones: Morazán no venía en rea
lidad a salvar a los costarricenses de la tiranía,
sino a sacar provecho de sus brazos, armas y caudales para tratar de restablecer en Centro América el dominio que le había arrebatado Carrera en 1839. Morazán , al calificar a Carrillo
de déspota y de tirano , se olvidaba de que el era no menos acreedor a estos epítetos, como no tardó en experimentarlo dolorosamente el
pueblo a quien prometía devolver la libertad . Morazán trataba a Carrillo de bárbaro e igno rante por su empeño en hacer transitables los caminos de Puntarenas y Matina . Morazán afir
maba que Carrillo no tenía en Costa Rica un
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RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
solo amigo, no obstante lo cual y casi a raíz
de su toma de posesión, estallaba el primer movimiento revolucionario carrillista.
Se
LA DESPEDIDA DE CARRILLO
A
las diez de la noche del 8 de abril de
1842 recibió don Braulio Carrillo, dicta dor del Estado de Costa Rica, la noticia de que
la vispera de ese día el general don Francisco Morazán, ex Presidente de la deshecha Repú blica federal de Centro América, había arribado a la bahía de Caldera con un ejército de 500
hombres para invadir el pais. Montúfar describe el temor, la agitación y el espanto de Carrillo al recibir esta noticia ; pero a juzgar por las acertadas medidas de defensa que inmediata mente tomó el dictador con su habitual energia
y serenidad , debemos creer que el historiador no está en lo cierto . Decretó la movilización
general del ejército ; llamó al vicejefe del Es tado a ejercer el Poder Ejecutivo, a fin de po nerse en persona al frente de las tropas ; ordenó que a marcha forzada saliesen de Alajuela 300
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RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
hombres a las órdenes de don Matías Grana
dos y don Florentino Alfaro , para guarnecer la aduana fortificada de La Garita , en el camino de Puntarenas , y otros 400 de San José, al
mando del brigadier don Vicente Villaseñor , con instrucciones de cubrir las veredas que desde ese mismo camino conducían a la región
de Poás , cerrando así todas las vías que en aquel tiempo daban acceso por el oeste al corazón del país .
Villaseñor no pudo o más bien no quiso llegar a tiempo de cumplir su cometido , per mitiendo con esto a Morazan desviarse del camino de Puntarenas en Atenas, seguir por Grecia hasta el Rio Grande, que vadeó en
Santa Eulalia, y llegar a las inmediaciones de Alajuela por el norte. En vez de seguir los
pasos de Morazán para atacarlo a retaguardia o cortarle la retirada, Villaseñor regresó a La Garita, de cuya guarnición tomó 250 hombres, y pasando por Alajuela fué a encontrarse con Morazán el 11 de abril en el punto llamado
El Jocote, cerca de Itiquis , donde consumó la traición que tenía premeditada . El 13 de abril entró Morazán en San José; ese mismo día salió Carrillo para el ostracismo, y el 15 se despidió del pueblo de Costa Rica , desde Puntarenas, por medio de un manifiesto que el Lic . don Cleto González Víquez ha te nido la amabilidad de comunicarme , habiéndolo
COSAS Y GENTES DE ANTAÑO
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encontrado en una obra manuscrita de don José Sancho sobre historia de Costa Rica . He aqui el texto de este documento :
EL LICENCIADO BRAULIO CARRILLO
AL PUEBLO DE COSTA RICA Han visto los Pueblos de Costa Rica los tra
tados que el Brigadier Vicente Villaseñor cele bró con el General Morazán en los campos del
Jocote y es preciso que vean también la comu nicación que el mismo Brigadier me hizo al remitirmelos .
Debo, sin embargo, hacer observaciones, aunque ligeras, sobre los poderosos motivos que tuve para legalizarlos con algunas adicio
nes, porque fueron hechos sin autorización pú blica ni privada . El Brigadier Villaseñor, Jefe de Estado Ma
yor, salió de la plaza de San José con cua trocientos hombres para la de Alajuela a cubrir los caminos que venían de Puas : en la Garita había trescientos hombres al mando de buenos
Jefes, y Villaseñor, dejando en ella sólo cin cuenta con el Ayudante Mayor Mercedes Jimé nez, hizo replegarse el resto a su fuerza . No había cumplido mis órdenes de cubrir los pasos de Puas hasta que el General Morazán los había pasado y se presentó a las inmediacio nes de Alajuela . Lo demás lo dice el convenio .
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RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
Reunidos ya setecientos soldados nuestros a la División del General Morazán , entró ésta en Alajuela: el pueblo se manifestó contento y
-se presentaron hombres a pedir armas del mis mo Alajuela y Heredia . Yo tenía mil soldados
decididos en la plaza (1) que habrían rendido la vida por sostenerme ; pero no era a mi per
sona a la que yo debía atender, sino al bien del Estado , y entre dos males que lo amena >
zaban , elegir el menor era mi deber. Colocado el General Morazán en el corazón
del Estado , tenía ya todos los recursos de cuatro
departamentos, cuando a mí sólo me quedaban los de la plaza de San José, e iba a empeñar
una lucha entre los mismos costarricenses que habría producido males mayores y de más tras
cendencia, que rompiendo los vínculos de la sangre y de la amistad dejaran por resultado , cualquiera que hubiese vencido, la discordia entre padres, hijos y hermanos , es decir, en
tronizada la anarquía . Entonces se diria que yo, por conservarme en el destino , sacrificaba a los costarricenses, y aunque injustamente, se hubiera dicho que sobre mi descendiera todo su
enojo y la execración pública. Yo soy costa rricense y quise sólo por amor al país ser el sacrificado: salgo pues de él , dejando a mi familia y toda mi fortuna; pero llevo el placer (9)
La plaza de San José .
COSAS Y GENTES DE ANTANO
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de haber procurado de todos modos, durante mi mando, las mejoras del Erario, del comer cio, de la agricultura, de las artes y ciencias,
y dejo monumentos que recuerdan mi memoria. Yo arrebaté a mis pocos enemigos la espada
de la venganza que ya desenvainaban sobre mi cabeza y me retiro sin remordimientos.
Salve al pueblo que tan amigo y fiel me fué (4) de ensangrentarse a si mismo; y salvé también a todo el Estado de la guerra interior, de la
división y la anarquia . Otros sacrificios ten drá que hacer; mas ellos son necesarios ; hablo de prestar todos sus recursos para reorganizar la República . Yo habría concurrido a esta grande empresa,
porque sólo Costa Rica se hallaba en aptitud de tomar el estandarte de la regeneración poli tica de Centro América, y al efecto invité al
General Morazán , cuando supe que se hallaba en la Boca del Monte del Aguacate , a que tu viese una entrevista conmigo , cuyo pliego con dujo el Sargento Mayor Quirós (3) : yo calculaba en que de esta manera los sacrificios del Es
tado serían menores: calculaba dar a mi patria tan grande y extraordinario honor: calculaba
legitimar la expedición del General Morazán y (4) (3)
Se refiere al pueblo josefino. Don José Manuel Quirós, quien siendo general murió
heroicamente en la batalla de Rivas del 11 de abril de 1856 .
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RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
calculaba necesariamente en el exterminio de
todos aquellos accidentes que han originado la ruina de Centro América ; y si no desaparecen , todo el país será al cabo desolado .
Nunca llegué a pensar que un solo costa rricense hubiera sido infiel y traidor: nunca pude
persuadirme de que Villaseñor fuera hombre dispuesto a traicionar el Estado, al Gobierno , a sus amigos y a sus bienhechores . Puedo decirlo que es traidor: lo manifesté así al Ejército
reunido en la plaza: lo dije al comisionado con quien celebré el tratado (1) : lo reproduje per sonalmente al General Morazán , y siempre le pondré en la cara esta misma máscara que le
desfigurará su semblante . Tengo por el mismo tratado dada garantia exigida por mí y exigida con este solo fin . Es traidor al Estado , porque
comia su pan ; al Gobierno, porque había hecho confianza de él , y a sus bienhechores y ami gos, porque no tuvo estas consideraciones para portarse con honor y consecuencia. Punta Arenas, Abril 15 de 1842. BRAULIO CARRILLO .
No se publicó el manifiesto que dejo trans crito , sin duda por no haberlo permitido el Go
bierno de Morazán ; pero es seguro que de él (1) El general don José Miguel Saravia.
1
COSAS Y GENTES DE ANTAÑO
111
circularon copias manuscritas clandestinas. La energia , la franqueza, la concisión de este do cumento son características del estilo de
Ca
rrillo. Expone y comenta los hechos con sobrie dad y sencillez ; se siente satisfecho de haber
impulsado de todas maneras el progreso del país , como lo atestiguan las obras que deja
realizadas, y por haber sacrificado su interés personal para salvarlo de la guerra intestina y de la anarquía ; declara que procuró llegar a un entendimiento con Morazán sobre la reor
ganización de la República, a fin de que así fuesen menos los males que por este motivo
se le esperaban a Costa Rica, y termina po niendo al general Villaseñor el estigma infa mante de traidor .
Este estigma, que ya le había puesto de
palabra ante el ejército reunido en la plaza de armas de San José, fué para Villaseñor una sentencia de muerte que ejecutaron cinco me ses después , en esa misma plaza , los soldados que la habian escuchado de labios de Carrillo.
LA REVOLUCION DEL
29
DE
MAYO
DE
1842
LA modo superficial por falta de un texto
A historia de Costa Rica sólo se conoce de
que enseñe algo más que sus líneas generales, con excepción de dos períodos: el que abarca
el descubrimiento y la conquista y el que se extiende desde mediados de octubre de 1821
hasta principios de abril de 1825, historiados por mí , bien o mal , pero con la necesaria am plitud . Las colecciones de documentos publi
cadas por el Lic. don León Fernández y don Manuel M. de Peralta, así como los muchos otros papeles de los siglos XVII, XVIII y primer
cuarto del xix, ya catalogados en nuestros ar chivos, y los que ahora se están ordenando , permitirán escribir como es debido la historia
colonial; pero en lo que se refiere 1
a la
com
prendida entre 1825 y 1850, no será posible hacerlo mientras no se publiquen o cataloguen , 8
114
RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
por lo menos, los papeles posteriores a la In dependencia , que solamente lo han sido en una
pequeña parte . De estos papeles no se han pu blicado más que cuatro tomos : los tres que sacó a luz don Francisco María Iglesias en
1899-1902 y el que fué impreso, con motivo del primer centenario de la proclamación de nuestra Independencia , por el Gobierno de don Julio Acosta .
Gracias a los trabajos que se están reali
zando en nuestros Archivos Nacionales, han sido encontrados ya muchos datos de esa época mal conocida, que en vano se buscarían en las
obras históricas de que disponemos , escritas a la ligera y sin más fuentes de información que
los escasos documentos publicados , las tradi ciones verbales, casi siempre infieles , y la Co
lección de Leyes, por desgracia incompleta . Así se explica que aun las personas más fa miliarizadas con las cosas del tiempo viejo, ignoren sucesos tan importantes como este de la revolución del domingo 29 de mayo de 1842, del que tan sólo nos separan hoy noventa y tres años >, prueba evidente de la necesidad im
periosa que tenemos de una historia patria más completa .
Una proclama de don Rafael Carrera, ge neral en jefe del ejército del Estado de Guate
mala, fechada el 8 de agosto de 1842 y diri gida a los costarricenses, me puso sobre la
COSAS Y GENTES DE ANTAÑO
115
pista del episodio olvidado que voy a relatar. En ella los incitaba a seguir el ejemplo de los revolucionarios de Heredia, a fin de sacudir el yugo de Morazán , y se refería a los dos de cretos «fulminados por éste con motivo de la revuelta.
Avido de satisfacer mi curiosidad ,
acudi en seguida a la Colección de Leyes y tuve
la decepción de comprobar que esos decretos no figuran en ella ; pero no tardé en descubrir
algunos papeles que confirman su emisión y por fin los decretos mismos , que en aquella
época fueron impresos y circularon profusa: mente en el país. Aun me faltaban los detalles del acontecimiento y la buena fortuna me los deparó con el hallazgo de varios procesos se guidos por las autoridades militares contra los facciosos de Heredia que, dicho sea de paso , ninguno era de allí . En su Reseña Histórica de Centro América el doctor don Lorenzo Montúfar se afana en
demostrar que don Braulio Carrillo no tenía ni amigos ni partidarios en Costa Rica cuando
acaeció su caida , y este empeño me trae a la memoria un adagio francés que dice que cuando se quiere probar demasiado no se prueba nada . Enemigos tenía Carrillo muchos , sobre todo en
Cartago, Heredia y Alajuela, ciudades que no le perdonaban su derrota en la guerra civil de 1835; pero no escaseaban los carrillistas, espe cialmente en San José y sus pueblos , dispues
116
RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
tos a jugarse la vida por la restauración de don Braulio .
No es extraño , pues , que pasada la gran sorpresa que a todos causó la caída del dicta
dor « vitalicio y desvanecidas las ilusiones y esperanzas engendradas por el advenimiento
del «libertador» , se produjese una reacción fa vorable al primero , al menos en las clases po pulares que habían vivido contentas bajo la férula de Carrillo . No así una buena parte de
la clase alta, que por odio a esa misma férula fué al principio la que con mayor entusiasmo apoyó a Morazán , y algunos de los políticos más conspicuos de aquel tiempo , como don
Juan Mora Fernández, le fueron fieles hasta el último instante; pero el pueblo, en particular el de San José y aldeas vecinas a esta ciudad , que muy pronto tuvo que sufrir la insolencia
y los atropellos de la soldadesca invasora , em pezó a echar de menos aquel orden mantenido por Carrillo , bajo cuyo imperio se oian volar las moscas y no había crimen , delito o injus
ticia que no recibiese el merecido castigo y a veces algo más .
Este descontento popular debía traducirse en hechos , como las constantes riñas con los
soldados de Morazán , y cuarenta y un dias después de la entrada triunfal del ex Presidente de la Federación en San José, o sea por la no che del 23 de mayo de 1842, hubo en esta 1
COSAS Y GENTES DE ANTAÑO
117
ciudad el primer sintoma de rebeldia. Unos cuantos jinetes , al frente de los cuales cabal. gaban el teniente miliciano Eusebio Gutiérrez, alias Zapallo, y Cayetano Rojas, penetraron en la población por el sitio entonces llamado
La Laguna y hoy el Parque de Morazán, al borotando y diciendo que esa misma noche se
rian asaltados los cuarteles, cosa que, según consta en el proceso seguido sobre el asunto, sabían hasta las mujeres. Nada sucedió aquella
noche, pero la revolución estaba ya fraguada y pronto debía estallar.
Fué una conspiración netamente popular, Ninguna persona de viso resultó comprometida en ella ; y aunque varios de los testigos que declaran en el proceso principal dijeron que
uno de los jefes era el mayor don José Manuel Quirós, éste no tomó parte en el movimiento ni fué inquietado después. Los cabecillas resul
taron ser el ayudante mayor Mercedes Jiménez, carrillista acérrimo; los sargentos primeros gra duados de subtenientes Santos Molina y Lo
renzo Salazar, que andando el tiempo llegó a general y personaje politico ; Matías, Juan y Miguel Granados , el mismo que con el grado de capitán murió en la batalla de Rivas del 11 de abril de 1856. Los cabos Juan Pascual
Mora y Juan Salazar fueron los más activos
agentes de la conspiración en los pueblos de Matarredonda, El Hatillo, La Uruca , San Juan
118
RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
del Murciélago y Alajuelita, de donde eran casi todos los doscientos milicianos que se reunie
ron con Mercedes Jiménez por la tarde del 29 de mayo en el sitio llamado de Don Esteban Morales, en jurisdicción de Alajuela. Al pare cer, mucha gente se encontraba también reu nida en Candelaria para tomar parte en la re volución .
Los conspiradores estaban en la creencia
de que el comandante de Alajuela, sargento ayor don Florentino Alfaro, había prometido entregarles la plaza; pero el mayor Jiménez
les dijo que Alfaro le había hecho saber que no siéndole posible cumplir su ofrecimiento en la fecha convenida, lo haría el domingo si >
guiente, 5 de junio,, y que entre tanto iba a procurar seducir a su hermano don José María, no resuelto aún , para que entrase en el com
plot. Según las declaraciones de los testigos , bastante confusas, el plan parece haber sido el siguiente: con los elementos de guerra y la gente que esperaban obtener en Alajuela, los
revolucionarios debian apoderarse de Heredia y en seguida marchar sobre San José; pero no pudiendo contar con el auxilio del comandante
de Alajuela, las probabilidades de triunfo eran ya muy pocas o ningunas . Sin embargo, el ma yor Jiménez, audaz y valiente , resolvió seguir
adelante con la esperanza de que una vez ro tas las hostilidades, el comandante Alfaro acu
COSAS Y GENTES DE ANTAÑO
119
diria en su ayuda. Por consiguiente resolvió atacar a Heredia .
A eso de las seis de la tarde envió a
esa
ciudad unos ochenta hombres para asaltar el cuartel y traer los fusiles que allí había . Sus
órdenes fueron cumplidas fácilmente, porque la pequeña guarnición de Heredia huyó después de hacer una descarga contra los asaltantes y éstos regresaron con las armas . De suerte que a las once de la noche todos los revoluciona rios se hallaban de nuevo reunidos en Rio
Segundo, a las puertas de Alajuela. Y ya fuese por aviso que desde allí le diera Jiménez, o por algún otro conducto, el comandante Alfaro
supo lo acontecido en Heredia y se puso en armas para defender la plaza .
Desde Rio Segundo el mayor Jiménez mar chó con toda su gente hasta el Paso Real del Virilla, también llamado Sangre de Cristo, donde hizo alto , sin duda para esperar noticias de la
actitud que hubiese asumido Alfaro a conse cuencia del asalto de Heredia . Allí le dió al cance
a caballo un mozo de San Juan del
Murciélago, Tomás Vargas , quien le informó de que había tratado de penetrar en Alajuela creyendo que esta plaza estaba ya en poder de la revolución , pero que en Las Ciruelas le habían salido al paso el comandante y dos ofi ciales, poniéndole la punta de sus espadas en el pecho; que en tal situación Alfaro le había
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RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
preguntado dónde estaban Jiménez y demás
facciosos, respondiéndole él que no los habia visto ; que el comandante le ordenó entonces
que fuera a buscarlos y los dijese que era te merario intentar meterse en Alajuela sin tener ninguna seguridad , porque estaban alli él y trescientos hombres dispuestos a morir en de fensa de la plaza . Vargas añadió que Alfaro y los dos oficiales le habían acompañado luego por el camino de San José hasta Las Cañas
con el objeto de hablar con Jiménez, pero que no habiéndolo encontrado regresaron a Alajuela . Al enterarse de estas noticias , el mayor Mercedes Jiménez perdió la esperanza de que Alfaro le secundase . La revolución había fra
casado, porque era una insensatez atacar con sólo 200 hombres los cuarteles de San José,
bien defendidos por 400 veteranos traidos por Morazán, más unos 40 jefes y oficiales en dis
ponibilidad . Los facciosos se dispersaron , re gresando la mayor parte a sus respectivos pueblos con los fusiles tomados en Heredia , y los cabecillas, para ponerse en salvo, se diri gieron al Monte del Aguacate con el propósito de seguir por tierra hasta Chiriqui . Cualquiera que sea la opinión que se tenga de Morazán , es preciso convenir en que como gobernante era muy despótico . El 30 de mayo fulminó, según decia Carrera en su proclama , dos decretos feroces. En el primero declaraba
COSAS Y GENTES DE ANTAÑO
121
a Costa Rica en estado de guerra y por con siguiente gobernada militarmente mientras se
restablecía y afianzaba la tranquilidad pública ; asimismo declaraba en todo su vigor y fuerza
las ordenanzas generales del ejército, con arre glo a las cuales serían juzgados y castigados los que de cualquier modo , «ya fuese de pa labra o de hecho» , conspirasen contra el orden y paz del Estado. Todos los habitantes del
mismo, con la única excepción de los eclesiás ticos y desde la edad de catorce años hasta la
de cincuenta, debían presentarse ante los co mandantes de sus respectivos departamentos dentro del perentorio término de tres días, para tomar las armas en defensa del Estado . Ade
más , los propietarios debían contribuir a los
gastos públicos en proporción a sus haberes , sa cuyo efecto el Gobierno les haría los pedi dos necesarios » . Todos los que se negasen a cumplir los anteriores mandatos serían consi
derados como enemigos del Estado y se les aplicarían rigurosamente las penas establecidas por las leyes para este crimen . Según el otro decreto , todo el que tuviese en su poder un fusil nacional y no lo entre gase dentro de ocho dias , sería considerado
como enemigo del Estado , aplicándosele todo el rigor de la ley , así como a los que no de nunciasen a los detentores de tales armas , de biendo recibir los denunciantes una gratificación
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RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
inmediata de diez pesos. Todos los que habían participado en el asalto del cuartel de Heredia serian indultados, siempre que se presentasen a la autoridad militar con sus fusiles dentro
de un plazo de ocho días, excepto los cabe cillas , que lo mismo que los que no se presen
taran, serían castigados como rebeldes , así co mo los que no delatasen a los culpables que estuvieran ocultos . Los que no se presentasen
dentro del término de ocho dias perderían «sus bienes raíces , semovientes , muebles , derechos y acciones , que serían aplicados al tesoro pú blico . Los tenedores de dichos bienes que no los denunciasen , perderían sus propios haberes en cantidad igual al valor de aquéllos y , caso de no tener con qué pagarla, sufrirían la pena de uno a dos años de trabajos forzados. Todos >
los juicios que motivara el decreto se seguirian con arreglo a la ordenanza general del ejército en tiempo de campaña . El decreto debía fijarse en la puerta principal de las casas de los pro pietarios en los pueblos y ser conservado allí, so pena de una
multa de
veinticinco a cien
pesos .
Como no podía menos de suceder, estos de
cretos causaron terror y la mayor parte de los rebeldes se presentaron con sus armas dentro del plazo señalado; sin embargo, muchos fusi les procedentes del cuartel de Heredia no pa recieron , porque casi todos los facciosos habían
COSAS Y GENTES DE ANTAÑO
123
sacado más de uno. Fueron aprehendidos y encarcelados bastantes de los que no se habían
presentado; otros consiguieron ocultarse o es capar, entre éstos el mayor Mercedes Jiménez,
Miguel Elizondo, Eusebio Zúñiga, Lorenzo Sa lazar, Miguel Granados y Santos Molina ; pero
el 22 de junio los capturó en el paraje del Car bonal una escolta mandada por y los condujo hasta El Bijagual alcalde de Pirris. Sabiendo que peligro , los presos se echaron
Julián Franco con ayuda del su vida corría resueltamente
sobre la escolta en la madrugada del 23, la desarmaron y se fueron para Chiriquí , lleván dose a Franco atado codo con codo . Morazán
envió en su persecución 25 soldados cartagi neses con dos oficiales escogidos, pero éstos no les pudieron dar alcance. El número de procesos instruidos y órdenes dictadas a consecuencia de la revuelta del 29
de mayo de 1842, revela la irritación que este suceso produjo a Morazán . A la caída de su Gobierno aun se encontraban en los cuarteles bastantes presos. El 6 de septiembre se regis
tra todavía una nota en que el ministro Sara via le pide al general en jefe don Vicente Vi llaseñor un informe sobre todos los reos que
estaban en la prisión con motivo del asalto del cuartel de Heredia. Entre otras sentencias ,
el consejo de guerra dictó la de muerte contra el subteniente José Maria Retana, pena que le
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RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
fué conmutada en la de cuatro años de confi
namiento en Puntarenas , porque pudo probar
que había hecho renuncia de su grado . ¿Qué hubo de verdad en lo tocante a la promesa que varios testigos declararon haberle hecho al mayor Jiménez el comandante de Ala
juela don Florentino Alfaro ? No sabría contes tar a esta pregunta. No sólo no fué interrogado
don Florentino en el proceso, sino que Morazán lo ascendió el 8 de junio a sargento mayor graduado de teniente coronel.
LA PROCLAMA DE CARRERA
D
E todos los enemigos de Morazán-y és tos fueron muchos -ninguno para él tan
temible como Rafael Carrera, el famoso guerri llero guatemalteco que le infligió en marzo de 1840 la derrota que lo puso en la necesidad de abandonar la Jefatura del Estado de El Salva
dor y de hacerse a la vela para la América del Sur. Morazán y Carrera se odiaban de
muerte. En las luchas encarnizadas que sostu
vieron el uno contra el otro se disputaron la palma de la ferocidad , hasta que la obtuvo Morazán haciéndole cortar la cabeza a Pascual
Alvarez, suegro de Carrera, y freírla en aceite para exponerla clavada en una pica; pero en
el campo de batalla la victoria decisiva fué del mestizo guatemalteco . Cuando Morazán invadió a Costa Rica en
abril de 1842, los cinco Estados desunidos que habían formado la desventurada República de
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RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
Centro América, que sólo existió realmente en el papel en que fué escrita su carta fundamen
tal en 1824, estaban regidos por enemigos de la Federación. En tales condiciones, reconsti tuirla era empresa poco menos que imposible aun para un hombre como Morazán . Sin em bargo , la entusiasta acogida que éste tuvo en Costa Rica, donde encontró un buen armamento
y abundantes pertrechos de guerra , acumulados por la previsión de Carrillo para hacer frente a las amenazas de Nicaragua , empeñada en arrebatarnos el Guanacaste por fuerza de armas ,
alarmó a los otros Estados. De aquí la satis facción con que en ellos fué recibida la noticia del movimiento revolucionario del 29 de mayo
de 1842, prueba irrecusable de que entre los costarricenses había también enemigos de Mo
razán . Convenía por lo tanto alentarlos para frustrar o cuando menos entorpecer los planes del caudillo federalista, y tal fué el origen de la proclama de Carrera, bien calculada por quien la redactó para enardecer los ánimos en Costa Rica; pero no fué necesaria, porque los acon tecimientos anduvieron más de prisa que los
muy lentos correos de aquel tiempo. La pro clama no llegó aqui hasta después de la caída y muerte de Morazán . Con todo , el Jefe pro visorio don José María Alfaro la hizo reprodu
cir en hoja volante, poniéndole un comentario al pie . Veamos, pues, lo que dicen la proclama y el comentario :
Cosas Y GENTES DE ANTAÑO
127
RAFAEL CARRERA TENIENTE GENERAL Y GENERAL EN JEFE DEL EJÉRCITO DEL ESTADO DE GUATEMALA
A LOS HABITANTES DEL DE COSTA RICA
Compatriotas : Vuestro Estado fué el único en Centro Amé
rica que a merced de la gran distancia que lo
separaba del asiento en que Morazán ejerció su tirania durante diez años, no experimento de cerca los males tan terribles que sufrieron los demás ; mas ahora que por desgracia este enemigo de la paz pública y de los derechos de los hombres se ha erigido en árbitro de
vuestros destinos , arrogándose un poder abso luto, ya habéis comenzado a conocer por una
triste experiencia lo que en realidad significan sus halagüeñas palabras y lisonjeras promesas . Para formar juicio de vuestra oprobiosa si. tuación no se necesita más que leer los dos decretos fulminados por Morazán en 30 de mayo a consecuencia de la sublevación de la ciudad
de Heredia, en los cuales os trata como a escla vos que le pertenecen en plena propiedad, dis poniendo a su antojo de vuestras personas y de vuestros bienes, derechos y acciones. Dis
frazando, como lo acostumbra , sus horribles designios con el lenguaje fementido en la más refinada hipocresía, para inspirar confianza y que os dejaseis arrancar las armas de las ma
nos, os ofreció libertad, os prometió seguridad
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RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
personal y os protestó respeto a las propieda des. ¿De qué manera ha cumplido sus promesas, sus ofrecimientos y sus protestas? En vez de daros libertad , os conmina con la muerte hasta
por el uso de la palabra ; en vez de daros se guridad personal, anula todas las garantías so ciales , suspende el vigor de las leyes y 08 somete a un poder discrecionario ; en vez de
acreditaros respeto a las propiedades, os las arrebata con violencia para contentar la ra pacidad de los forajidos que le rodean . ¡ Qué
situación tan oprobiosa es la vuestra , costa rricenses ! Mas la mereceriais sin duda , si no hicierais un esfuerzo para sacudir el yugo in
fame que os ha impuesto el tirano , así como la mereceríamos nosotros los guatemaltecos, si no hubiéramos levantado el grito contra su tira nía y luchado con constancia y valor hasta derrocarla y reconquistar nuestros derechos
sagrados . Costarrricenses : cuando un pueblo lucha por su libertad , lucha también por la justicia ; y si su resolución es firme, aunque al principio
peleo con muchas desventajas, al fin con la constancia triunfa de sus opresores. Guatemala os ofrece un noble ejemplo de esta verdad . El grito de insurrección contra la tiranía se oyó
por la primera vez en las montañas ; apenas lo dimos unos pocos mal armados y despro vistos de cuanto se creia necesario, y él resonó
COSAS Y GENTES DE ANTAÑO
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por todos los valles, rancherias y aldeas; des
pués penetró a las poblaciones y generalmente excitó el ánimo de cuantos estaban predispues
tos por aquella exasperación que pone término al sufrimiento. En vano el tirano Morazán agotó sus esfuerzos por acallar los justos clamores de los pueblos, divulgando proclamas llenas de fal sedades ; en vano entregó a las llamas las ran cherias y trojes de los pobres e inocentes cam
pesinos, que veían perecer en ellas el sustento de sus infelices familias; en vano mandó fusilar muchos valientes defensores de las libertades
públicas, que tuvieron la desgracia de ser presa de sus garras sangrientas; en vano extorsionó
a los propietarios , arrancándoles por la fuerza sus bienes para mantener a sus tropas merce narias; en vano se jactó de algunos triunfos
parciales, porque al fin el memorable 19 de marzo de 1840 , derrotado completamente en varios puntos de esta capital , abandonando co
bardemente una parte de sus fuerzas, huyendo cubierto de oprobio y llevando tras de si la execración y maldiciones de estos pueblos , pudo cerciorarse de que eran invencibles peleando por su religión y por su patria.
Recordad, costarricenses , que durante la lar ga guerra que los defensores de las libertades públicas de este Estado sostuvimos contra el
tirano que hoy profana vuestro suelo, pisándole con sus plantas sacrilegas , las montañas y
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RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
los bosques eran nuestras fortalezas, nuestros
cuarteles y nuestro asilo en los ipfortunios; que a fuerza de pelear nos hemos hecho de armas, arrancándolas de manos de nuestros
opresores, y hemos aprendido a manejarlas con destreza ; que hemos dado principio a la gran
empresa de derrocar la tiranía, no contando con otro recurso que nuestro ánimo resuelto de
vencer o morir; y que triunfando no aspira mos a hacernos dueños del poder, sino a for mar un gobierno de los pueblos y para los
pueblos. Recordad también los heroicos esfuer zos hechos por los hondureños para luchar con tra el tirano cuando éste internó sus tropas en
aquel Estado, y los no menos recomendables
de los nicaragüenses para sostener la causa común de todos los Estados enviando sus tro pas al del Salvador, para libertarlo de la opre sión. Recordad, por último , la resistencia que éste ha opuesto recientemente a Morazán en
su última tentativa para sojuzgarlo . Que el grito de insurrección contra el opre sor dado en Heredia resuene del uno al otro
extremo de vuestro suelo . No temáis a esa ga
villa de aventureros sin honor y sin patria , que no conocen otro derecho que la fuerza y que no abrigan en su pecho otros sentimientos que los que es capaz de inspirarles su depravación. Mirad hollada la dignidad de vuestro Estado ,
y la heredad que os pertenece en presa de unos
COSAS Y GENTES DE ANTAÑO
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malvados. ¿Qué podéis esperar de ellos para vuestras esposas , vuestros hijos y aún para vos otros mismos? ¿Soportaréis con cobarde humi llación el ver fijados en las puertas de vuestras casas los edictos de vasallaje promulgados por vuestro opresor? ¡Ah ! Jamás se había visto tanto
descaro para añadir el insulto a la opresión ; estaba reservado para vosotros tan grosero
ultraje. Que os esté también reservada la glo
ria de vengarlo como corresponde a hombres que conociendo su propia dignidad prefieren la muerte al envilecimiento ,
Guatemala, agosto 8 de 1842. RAFAEL CARRERA.
Una triste experiencia ha hecho conocer a los costarricenses la certeza de todo lo conte
nido en la anterior proclama , que (no) ha lle gado a esta ciudad hasta el día de ayer. Males sin cuento pesaron sobre el Estado desde el ingreso del General Morazán , que colocado en
la silla del poder dictó las más hostiles provi dencias que exasperando a los pueblos le hi cieron la guerra hasta conducirlo al patibulo .
¡ Triste lección para los tiranos , pero saludable para los pueblos que han sabido hacer uso de sus imprescriptibles derechos ! JOSÉ MARÍA ALFARO .
San José, Septiembre 30, 1842 .
132
RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
Cuando Carrera firmó la proclama anterior, no sospechaba sin duda que treinta y cuatro dias después se lanzaría en Costa Rica el grito
de libertad o muerte; porque es lo cierto que el rápido derrocamiento y la ejecución de Morazán causaron honda sorpresa en los otros Estados centroamericanos; y no sólo sorpresa sino tam bién júbilo. Cuando menos a una gran parte de
aquellos pueblos y sus gobiernos . Así lo de muestran las calurosas felicitaciones enviadas
por ellos al de Costa Rica y personalmente a don Antonio Pinto , a quien el Jefe del Estado de El Salvador confirió el grado de general de división .
LA CONSPIRACION DE LAGOS
E
NTRE los militares que vinieron a Costa
Rica con Morazán en 1842 habia bombres honorables. Tan sólo citaré a los generales don
Trinidad Cabañas y don José Miguel Saravia,
por haber sido aquí los más estimados ; pero la mayor parte eran gentes espernibles : mache tones zafios y viciosos, surgidos en las estultas guerras intestinas que destrozaron a Centro América después de la Independencia; aventu
reros y mercenarios como el crapuloso general Saget, a quien don Antonio Pinto califica de «maldito francés , en varios documentos ofi ciales .
Los soldados salvadoreños y hondureños del
titulado Ejército Nacional con que Morazán se proponía reconstruir la deshecha Federación, imitaban la deplorable conducta de sus supe riores, si bien eran menos disolutos que éstos,
134
RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
sobre todo cuando se les compara con el fa moso cuadro de oficiales sueltos , conocido en aquel tiempo con el nombre de Cuadro de los Vicios, y al que por sus desenfrenos tuvo Mo
razán que trasladar a Cartago , ciudad que le era muy adicta .
En un ejército compuesto de tales elemen tos, minado por la indisciplina, la ociosidad y los excesos de todo género , no es extraño que reinasen la envidia, la discordia y la rivalidad. El doctor don Pedro Molina se refiere en carta
dirigida a su hijo Ramón en 1843, a la que existía entre el coronel Máximo Orellana y el
general Saravia . ¿Rivalidad politica? ¿ Rivalidad amorosa? No lo especifica el prócer. Dice también que Ignacio Zepeda intentó asesinar a Saravia , tal vez por servir los intereses de Orellana . Este estado de cosas debía conducir fatalmente
a conspirar, y así sucedió a los dos meses de haber desembarcado Morazán en Caldera .
A propósito de la conspiración de Lagos, el doctor Molina dice en esa misma carta que
sus jefes ocultos fueron el coronel Orellana y los Zepedas , Ignacio y Manuel , sargento ma
yor el primero y capitán el segundo. A su vez don Manuel Irungaray asegura en una relación que publicó la Revista de Costa Rica en abril
de 1925 , que contra Morazán conspiraron sus mismos oficiales inspirados por Orellana y que éste y el sargento mayor Zepeda habian caído
COSAS Y GENTES DE ANTAÑO
135
en desgracia , muy probablemente por esta mis ma causa . Como quiera que fuese, la verdad es que varios jefes y oficiales del ejército in
vasor estaban muy descontentos. Guadalupe Lagos , natural de Tegucigalpa , era un joven teniente de veintitrés años y de
carácter turbulento que se jactaba de su apodo de Diablo Blanco y de estar hecho a tomar con 25 hombres los cuarteles de cualquier Es
tado de la República. Domingo Lagos , alias Diablo Prieto, se llamaba el asesino de don
Braulio Carrillo , y por esta coincidencia de apellido y apodo, aunque este de distinto color,
me inclino a creer que estos dos hombres eran hermanos; pero Domingo no vino a Costa Rica en el ejército de Morazán , como lo prueban las listas de servicio que se conservan en nues tros Archivos Nacionales. El mejor amigo de Guadalupe Lagos, el subteniente nicaragüense Leonardo Girón , muy joven también , pues no
había cumplido los veintiún años, fué su prin cipal colaborador en el complot . La corta edad de ambos permite creer que efectivamente fue ron instrumentos de gentes de más seso . En una de sus declaraciones, Lagos indica como promotores de la revolución a los coroneles
don Máximo Orellana y don Alejandro Esca lante, único costarricense que vino con Morazán ; pero esta acusación no fué tomada en cuenta en el proceso , del cual resulta que el 20 de
136
RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
junio de 1842, Lagos se presentó ante el te niente coronel Cruz Lozano, el hombre de ma yor confianza de Morazán , para comunicarle, a fin de que lo pusiese en conocimiento del Jefe Supremo , que varios vecinos de San José le habían ipstado para que entrase en una cons piración contra el Gobierno, asegurándole que tenian bastantes armas y municiones y que le
darían dos mil pesos para que con este dinero sedujese a los oficiales del ejército; pero que deseando él descubrir el sitio en que estaban
esos elementos de guerra, no quería revelar aún los nombres de las personas que trataban de sobornarlo .
Esto no era más que una treta de Lagos, o de quien se la aconsejara, para precaverse contra el peligro de una denuncia y poder ma. niobrar con libertad . Morazán cayó en la trampa
y lo hizo decir por Lozano que se mostrase anuente a entrar en la conspiración . El 22 de junio, Lagos , estimulado por el buen éxito que había tenido su ardid , visitó a Morazán para enterarle de que eran muchos los vecinos de la ciudad de San José y sus barrios comprome. tidos en el plan y de que se había enviado un correo a Puntarenas , donde a la sazón se en
contraban don Manuel Antonio y don Juan Bau tista Bonilla en espera de un barco para salir
del país, a fin de que demorasen su viaje y de que don Manuel Antonio , ex ministro gene
COSAS Y GENTES DE ANTAÑO
137
ral de Carrillo, ordenase la entrega a los cons
piradores de 400 fusiles que tenia escondidos . En una segunda visita que le hizo el 23, Lagos le manifestó a Morazán que el teniente miliciano Cleto Morales, josefino, y su hermano Félix, oficial también , eran los principales agentes de
la conspiración . Morazán le recomendó que tra tase de averiguar dónde estaban las armas y cuál era el plan . Por su parte le pidió Lagos que le permitiese hacerse acompañar del sub
teniente Girón y esto lo fué concedido . El 24, tercera visita de Lagos al Jefe Supremo para decirle que aun no se había podido efectuar ninguna reunión de los conspiradores, porque éstos desconfiaban de él .
A la vez que de este modo procuraba en gañar a Morazán , el teniente Lagos se había acercado a varios carrillistas de los que par
ticiparon en la aventura del 29 de mayo con Mercedes Jiménez . En la ciudad de San José
aparecen más o menos comprometidos en la conspiración el subteniente de milicias José Ma
nuel Salazar y Diego Flores , hermano de doña Beatriz, mujer del mayor don José Manuel
Quirós ; en San Juan del Murciélago el sargento segundo Juan Quirós y su hermano Pedro ; en Alajuelita Pedro y José Mora; también otros. Se convino en el siguiente plan : organizar en San José un baile para emborrachar a los ofi ciales morazanistas, cosa fácil, y luego asaltar
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RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
los cuarteles con gentes de San Juan , Alajue lita, San Vicente y El Mojón. Pero a Lagos se le enredó la madeja por haber denunciado el teniente Cleto Morales sus manejos al general
Villaseñor, quien hizo entrar a Morazán en sos pecha. Con todo , la conspiración siguió su curso y en la noche del 4 de julio debian reunirse
300 hombres en Alajuelita ; pero tan sólo acu dieron quince a la casa de Pedro Mora, porque en la mañana de ese día acertó a llegar al
pueblo Jorge Peynado , y al enterarse de lo que
se trataba dijo a los conspiradores que no se fiasen de Lagos , el cual no era más que un
perdulario que los estaba engañando de acuerdo con Morazán .
Por la tarde del mismo 4 de julio estavo
Lagos en San Juan del Murciélago hablando con varios vecinos del lugar, que ya le habian dado algunos fusiles, y a Girón lo envió a Ala
juelita con el subteniente guayaquileño José Maria Arévalo, haciéndole creer a éste que se trataba de concurrir a una fiesta . Siendo ya de noche se fué Lagos también para Alajuelita con Diego Flores y José Manuel Salazar, hermano de Lorenzo , que como se recordará fué uno de los cabecillas de la revuelta del 29 de mayo .
En el río Tiribí se encontró con Girón y Aré valo que ya venían de vuelta de Alajuelita y le manifestaron que por motivo de lo dicho por
Peynado a los conspiradores, éstos no habian
COSAS Y GENTES DE ANTAÑO
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concurrido a la cita, pero que la reunión se iba a efectuar en la noche siguiente . Poco después
de llegar a San José, Lagos y Girón fueron capturados y conducidos en calidad de presos al Cuartel Principal .
Al día siguiente, 5 de julio, el general en jefe don Vicente Villaseñor ordenó al fiscal de guerra don Anastasio Mora que procediera a
instruir el proceso . Como se ha dicho ya , Lagos declaró que los coroneles don Alejandro Esca lante y don Máximo Orellana eran los promo tores de la conspiración ; sin embargo , ninguno de los dos fué interrogado, como no lo había sido tampoco el comandante de Alajuela don Florentino Alfaro con motivo del complot de Mercedes Jiménez. El teniente Cleto Morales
acusó a doña Beatriz Flores de Quirós de estar
complicada en el plan revolucionario, y a esta señora se le tomó declaración a propósito de
una carta que desde el calabozo le escribió Leonardo Girón y en la que se lee esta frase
final: «Digale a Diego que trabaje bastante» . Formaron el consejo de guerra que juzgó a Lagos el general Francisco Rascón , presi dente; los coroneles Manuel Antonio Laso , Do
mingo Asturias y José María Cacho ; los te nientes coroneles José Antonio Milla , Eduardo
Avilés y Joaquín Alvarado , costarricense . Laso , Asturias y Milla lo condenaron a ser pasado
por las armas ; Rascón , Cacho, Avilés y Alva
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RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
rado a degradación y cinco años de presidio .
El general Villaseñor se pronunció por la pena de muerte; pero Morazán , en resolución dictada
el 17 de agosto, aprobó la sentencia de la ma yoría del consejo de guerra, señalando el puerto de Moin para que alli descontase el reo los cinco años de presidio . En cuanto a Girón , el consejo de guerra
que conoció de su caso , presidido por el co ronel Asturias y del cual formaba parte el ofi cial costarricense don Pio Joaquín Fernández, tan sólo le condenó el 3 de septiembre a sus
pensión de empleo hasta tanto diese pruebas de fidelidad al Gobierno. El auditor de guerra ,
doctor don José Maria Castro, fundándose en que el consejo había fallado así en la creencia
errónea de que Girón no estaba convicto del delito de que se le acusaba, pidió la suspensión de la sentencia y que se elevara la causa x conocimiento de la Suprema Corte de Justicia. La sublevación del 11 de septiembre de
1842 no sólo vino a poner fin a estos procedi mientos y a devolver la libertad a Lagos y a Girón , sino también a los muchos costarricenses presos en los cuarteles a consecuencia de cons
piraciones y rebeldias provocadas por el des potismo de Morazán .
UN SARAO QUE ACABA MAL Y UN SECRETARIO QUE NO SABIA ESCRIBIR
Los
os numerosos documentos del año 1842 de
que ahora disponemos permiten llegar a la conclusión de que a no haber sido por la felonía del general Vicente Villaseñor, Mo
azán no hubiese logrado derrocar a Carrillo; porque aun después de la capitulación de El
Jocote , el dictador pudo muy bien haberle re sistido ventajosamente en San José, como resis tió en 1835 a los 4.000 hombres de la Liga . Para hacerlo no le faltaban ni los soldados , ni
las armas, ni el valor ; pero convencido de que la lucha sería desastrosa para Costa Rica , quiso por patriotismo evitarla y así debemos dar en tero crédito a lo que en carta de fecha 29 de noviembre de 1842 escribe a su mujer doña Froilana Carranza :
Cuando salí del Estado di
la prueba más relevante de desinterés de em
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RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
pleos y honores, y la di también de lo mucho que apreciaba la sangre costarricense » .
Con excepción de una parte de la clase alta , la capital era carrillista, como lo eran también los pueblos vecinos: San Juan del Murciélago, El Mojón , Desamparados , Alajuelita , Matarre donda , Escazú, Santa Ana, etc. Estos pueblos
estuvieron siembre dispuestos a empuñar las arnias en favor de Carrillo , como lo demos traron cuando la revolución del 29 de mayo .
En San José los hombres del pueblo manifes taban su descontento en riñas con la soldadesca de Morazán, indisciplinada , ociosa y procaz.
Estas riñas eran frecuentes y a menudo corría en ellas la sangre ; pero las autoridades les da ban poca importancia , salvo cuando sonaba
algún ¡ Viva Carrillo ! Entonces era todo lo con trario y este grito podia acarrear hasta una
sentencia de muerte , como en el caso que voy a relatar,
Por la noche del 19 de junio de 1842 hubo un sarao en la Cuesta de las Moras, en casa de los padres de un joven zapatero llamado Ber nardino Coto. En aquel entonces la Cuesta de las Moras era camino real con algunas casuchas a las orillas, que alternaban con platanales y
potreros. Mientras se bailaba alegremente en la de los Cotos, un sargento , un cabo y un soldado del batallón Volteadores No. 1 del ejér cito traido por Morazán se metieron en el co
COSAS Y GENTES DE ANTAÑO
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rredor, y en tanto que dos de ellos se plantaron en la puerta de la sala como de centinelas , el
tercero y una mujerzuela que les acompañaba convirtieron el corredor en alcoba . De pronto salió la dueña de la casa y , al ver lo que alli sucedía, reconvino con palabras duras «al ac tor y sus compañeros que le servían de fuches , según declara un testigo en el proceso que
tengo a la vista. En ese momento , un sujeto de carácter pendenciero que pasaba por la calle, Cecilio Carmona, le hizo coro a la dueña
de la casa justamente indignada, por lo que
uno de los militares le preguntó de mal talante : -¿Y usted qué quiere? -Lo que ustedes gusten -respondió Carmona en el mismo tono . Al oir esto los militares se lanzaron a la
calle y salieron a relucir los puñales de una y otra parte . Agredido por tres adversarios , Car
mona pidió auxilio y los que estaban en el baile acudieron en su defensa, y se armó la gresca , llevando los morazanistas la peor parte . En
medio de la trifulca apareció de sopetón un cuarto soldado fusil en mano y en un santiamén fué derribado al suelo de un garrotazo y le
quitaron el arma . Al fin pudo levantarse y los cuatro hijos de Marte emprendieron la fuga por
la Cuesta de las Moras, perseguidos a palos y pedradas por Carmona y sus auxiliares, que gritaban a voz en cuello : « Mátenlos! ¡Viva Ca
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RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
rrillo!» . Pero a poco trecho les salió al encuentro una putrulla que venía a paso de carga y el oficial que la mandaba les mandó hacer alto; a pesar de esto siguieron en actitud agresiva
y vitoreando a Carrillo. La patrulla cargó en tonces sobre ellos a la bayoneta y les disparó dos tiros, con lo cual se dispersaron . Esta patrulla iba a las órdenes del subte niente Martin Abelard , abanderado del suso
dicho batallón Volteadores y natural de la isla de Haiti . Había salido del cuartel con el objeto de recoger a varios individuos del batallón que faltaron a la lista de las ocho de la noche , y
de ella formaba parte el soldado salvadoreño Marcelino Reyes, el mismo a quien le habian quitado el fusil , por haberse adelantado «con su acostumbrado entusiasmo» , como lo dice en
su declaración . Al día siguiente por la mañana se presentó ante el general en jefe Villaseñor
el juez pedáneo Cosme Alvarez, que lo era del barrio de La Laguna, al que pertenecía la Cuesta de las Moras , y le entregó el fusil de Reyes que había quedado en poder de Carmona . La autoridad militar consideró que el caso era muy grave por cuanto se había hecho re
sistencia a una patrulla y sobre todo por los vivas a Carrillo . De suerte que el coronel Ma nuel Merino, jefe del batallón Volteadores , le ordenó el 20 de junio al capitán Isidoro Melara que siguiese una información para averiguar los
COSAS Y GENTES DE ANTAÑO
145
hechos , y éste, en auto de la misma fecha dice:
«Atendiendo a las diligencias de que resulta, por el dicho conteste de cuatro personas , que ayer a las diez de la noche han dado vivas a
don Braulio Carrillo en la calle pública a pre
sencia de la fuerza armada , con escándalo de todo el vecindario donde tales vivas tuvieron
lugar; que semejante atentado debe considerarse como una formal conspiración contra el actual Gobierno y un ataque al orden y quietud del
Estado, consideradas nuestras actuales circuns tancias; que a este crimen concurrió, según to das las declaraciones recibidas hasta la fecha ,
Cecilio Carmona , lo mismo que José M.a Segura ,
Bernardino Coto y Joaquín Quesada ; siendo además todos cuatro responsables de haber hecho resistencia a la fuerza destinada por la
autoridad para celar el orden , redúzcase a prisión formal al referido Cecilio Carmona ... ... ) . Según la certificación expedida por el doc tor don José María Montealegre, cirujano mayor
del Ejército Nacional, las consecuencias de la reyerta fueron éstas : el soldado Marcelino Re
yes presentaba contusiones poco graves en la
cabeza , la pantorrilla derecha y el tobillo iz quierdo, que parecían «haber sido causadas por leñazos» . El paisano José María Segura tenia
en la parte derecha de la espalda una herida de seis pulgadas de largo y dos de profun
didad, hecha «con instrumento cortante» ; otra
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RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
en la parte inferior del abdomen , «que parece ser causada de balazo y la bala ba salido por la espalda , hacia la parte inferior del espinazo . Según los sintomas que se demuestran , parece que la bala no ha tocado los intestinos y tam poco ningún órgano» . Segura presentaba tam
bién heridas leves en la parte posterior de la cabeza. Por último , Cecilio Carmona tenia dos heridas leves, una en la parte posterior de la
cabeza y la otra al lado izquierdo de la frente . Tanto el subteniente Abelard como el sargento
primero Antonio Díaz, salvadoreño , afirmaron
en sus declaraciones que se había disparado al aire , lo cual era falso, como lo probaba el ba lazo que recibió Segura en el abdomen . La justicia militar de Morazán era muy ex pedita . En el caso de Cecilio Carmona el con
sejo de guerra dictó la sentencia cuarenta y ocho horas después de iniciado el proceso , o sea el 22 de junio . Compusieron este consejo el coronel Gregorio Pinto, presidente , y los
oficiales Francisco Guerrero , Bernardino Ri vera, Joaquin Gómez, Manuel José Vázquez
Pinzón , Gordiano Ulloa y Pio Joaquín Fernán dez. Salvo el último que era costarricense y lo absolvió, todos los demás condenaron a Carmona a ser pasado por las armas . Afortunadamente para el reo, el auditor de
guerra Licdo . don José Molina pidió que fuese suspendida la sentencia, alegando un vicio de
COSAS Y GENTES DE ANTAÑO
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forma que en su concepto la hacia nula . Villa señor ordenó que volviese la causa al fiscal y , por resolución del 23 de junio, Morazán aprobó la nulidad de la sentencia y dispuso que el ge neral en jefe procediese a reunir un nuevo
consejo de guerra, «procurando que los vocales que lo compongan pertenezcan todos a las mi licias de este Estado» . Esta resolución , escrita de puño y letra del ministro general don . José Miguel Saravia , fué sin duda obra de este buen caballero .
El segundo consejo se reunió el 25 de junio. Lo formaban el teniente coronel Pedro Mayorga, presidente, y los capitanes Pedro Rucavado , Pedro García , Juan Manuel Carazo , Vicente Aguilar, José Maria Zamora, Santiago y Gor
diano Fernández, todos ellos costarricenses. Por unanimidad de votos resultó condenado Carmona
a cuatro años de destierro, y el auditor de gue rra Molina recomendó la ratificación de la sen
tencia, no obstante haber sido pronunciada contra las disposiciones de cuatro articulos de las Or
denanzas del Ejército . Villaseñor y Morazán se adhirieron a la opinión del auditor y el 29 de
junio salió Cecilio Carmona para el destierro , que sólo debía durar algo más de tres meses , merced a la revolución del 11 de septiembre , habiéndole salvado la vida los guatemaltecos Molina y Saravia , que probablemente se pu
sieron de acuerdo para hacerlo .
148
RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
Algo menos feroces se habían mostrado los
machetones sanguinarios de Morazán un mes antes con Tomás Pacheco, sin duda por ser éste salvadoreño. Pacheco, soldado del mismo ba
tallón Volteadores y natural de Izalco Grande, se presentó por la noche del 21 de mayo de 1842 en la villa de Escazú diciéndose teniente
del ejército de Morazán y enemigo de este ge neral . Manifestó a varios vecinos del lugar que
había venido con otros partidarios de Carrera enviados por éste para espiar a Morazán y hos tilizarlo bajo las órdenes del propio jefe de es tado mayor de Carrera de quien él , Pacheco ,
era secretario. En seguida les propuso que echa sen vivas a Sapo de Loza , y como alguien le preguntase qué sapo era ése, respondió que el
señor Braulio Carrillo. La pregunta se explica, porque en Costa Rica era casi desconocido el
apodo de Sapo de Loza que en El Salvador le pusieron a Carrillo cuando allí estuvo como
diputado al Congreso federal. Y si bien los de Escazú se abstuvieron de vitorear al dic
tador desposeido , Pacheco no se privó de ha cerlo , añadiendo que a la noche siguiente vol vería al pueblo con una escolta para tomar a
los vecinos por fuerza , a fin de formar una par tida de doscientos hombres para hacer la guerra a Morazán , y aconsejó a los que le escuchaban
que no se presentasen al Gobierno, «porque
COSAS Y GENTES DE ANTAÑO
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era una tonteria ir a morir con los ojos ce rrados» .
Si se exceptúa este consejo, todo lo demás era muy disparatado y a las claras revelaba que el tal Pacheco era un insensato o un mi tómano, o que aquella noche tenia la cabeza
perdida por abuso de licor; pero los vivas a Carrillo eran un crimen a juicio de la auto ridad morazanista , por lo que sin pérdida de tiempo se le redujo a prisión y se lo entabló un proceso . Pacheco negó rotundamente los hechos,
jurando que había pasado toda la noche del 21 de mayo en casa del general don Francisco Rascón y éste trató de favorecerlo en su tes timonio, lo mismo que Maria Mercedes Luna, criada de la casa . La cruz mal trazada que figura al pie de la declaración de Tomás Pa
checo, prueba que este secretario del fantás tico jefe de estado mayor del general Carrera no sabía escribir .
Los miembros del consejo de guerra reu
nidos el 28 pareceres . segundo le terminado;
de mayo discreparon El primero absolvió impuso la pena de el tercero, el cuarto
mucho en sus a Pacheco ; el presidio inde y el quinto la
de diez años de servicio en la marina; el sexto
la de dos años de presidio en Matina, y el sé timo , el coronel Manuel Merino , que presidia el consejo , la de presidio perpetuo, «como ente
perjudicial a la gloriosa causa que defendemos,
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RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
conmutándole en esta pena la de muerte que señalan los artículos 26 y 42 de las leyes pe nales, en el tratado 8.9, título 10» . El consejo se plegó al fin a la opinión de Merino y por .
unanimidad de votos sentenció a Pacheco a la
pena de presidio perpetuo ; pero alli termina el
asunto, porque en el proceso no aparecen ni la resolución de Villaseñor ni la de Morazán . 1
Es de presumir que conviniesen en encarpe tarlo y creo que nadie habrá de censurarlos en caso de que así fuera .
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LA NOVELA TRAGICA DEL TENIENTE CORONEL MOLINA
A
L anochecer del 19 de febrero del año
1840 entró en la ciudad de Guanacaste,
hoy Liberia , un caballero joven y bien pare cido, montado en un brioso macho . Le seguia en una mula un criado con la maleta en el
borrén de la silla. No encontrando dónde hos
pedarse , este caballero , cuyo tipo y traje de
lataban que era de otra raza y de lejana tierra, acudió al comandante que casualmente estaba con el pie en el estribo para marchar al des empeño de otro destino ; pero al saber que la persona que le pedía posada era nada menos que Mr. John Lloyd Stephens, Encargado de Negocios de los Estados Unidos en la Repú
blica de Centro América, que se dirigía a Ni caragua, se apresuró a enviar recado a las
casas que le parecieron más dignas de alojar a tan distinguido huésped .
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RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
Hubo sin duda dificultades, porque el criado tardó casi una hora en regresar con la res
puesta , y esta larga espera produjo al impa ciente y cansado trajinante un mal humor que disiparon el cordial recibimiento que le hizo
una señora anciana de muy agradable trato , que estaba saboreando una taza de chocolate, y el aspecto de pulcritud de la hospitalaria
casa que le abría sus puertas. El joven diplo mático, arqueólogo y ameno escritor norteame ricano sintió luego vivisimo placer al iluminarse
la sala con la presencia de una señorita encan tadora, cuya gracia y extraordinaria vivacidad le, dejaron mudo de sorpresa . Stephens confiesa que estuvo en un tris de quedar cautivo en las redes de la Bella de Guanacaste, como la llama en su entusiasta y
pintoresco relato, y tan sólo pudo escapar po niendo tierra de por medio . Pero no todos los adoradores de esta mujer, verdaderamente sin gular, que fueron muchos , salieron tan bien li
brados como el prudente y reflexivo diplomá tico , y ninguno tuvo tan mala suerte como el
joven teniente coronel guatemalteco don Manuel Angel Molina , a quien el dictador Carrillo con fió a principios de 1842 la comandancia del departamento de Guanacaste, del cual era jefe
político don José María Prado, oriundo de Que zaltenango, que había contraido matrimonio
con doña Desideria Arburola , prima de la Bella
COSAS Y GENTES DE ANTAÑO
153
de Guanacaste, que se llamaba Josefa Elizondo, nombre que ha pasado a la historia , y aa la
que el coronel Molina conoció en casa de su amigo y paisano Prado, enamorándose perdida mente de ella .
Esta mujer, que brillaba como un astro en un pueblo remoto y primitivo, no sólo era linda
y de una seducción irresistible , sino también un buen partido. Sus padres don Antonio Eli zondo y doña Manuela Villar, muerta poco después de haberla conocido Stephens, perte necían a la más selecta sociedad de Guana
caste y eran dueños de una de las mejores
casas de la capital del departamento , así como de los hatos de Paloverde , El Naranjo y Orosí . Pero en aquella época romántica no predomi naban en los ánimos , como ahora, las materia lidades de la vida , y puede asegurarse que en las pretensiones de Molina no tuvo ningún in
flujo esta riqueza, no obstante las pocas mo nedas que debía de tener en el bolsillo . Afiliado
al partido liberal centroamericano, a la sazón en completa derrota , ardiente admirador de Morazán, emigró en pos de su padre y sus her manos que habían encontrado asilo en Costa Rica, donde eran muy estimados. El apuesto y culto militar tuvo la buena suerte de que su amor fuese correspondido, llegando su felicidad al colmo el 9 de abril de 1842, cuando recibió la inesperada noticia de
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RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
que el general Morazán había arribado dos días
antes a Caldera. Inmediatamente se pronuncia en favor de su antiguo jefe, arrastra en su de fección a casi todos sus subalternos, reune 500
hombres y con ellos marcha hasta Las Cañas,
donde se entera de que Morazán había entrado en San José el 13 de abril sin disparar un tiro y aclamado como libertador. Buenas razones tenía por lo tanto el teniente coronel Molina para creer que el advenimiento del paladin del federalismo centroamericano a la jefatura del Estado de Costa Rica sería fuente de dicha y
prosperidad para quien había probado ser tan buen servidor de su causa. Sin embargo, la de cepción no se hizo esperar. El general salva
doreño Enrique Rivas, comandante del puerto de Puntarenas, que no mostró en su pronun ciamiento tanta decisión como el de Guana
mata caballo para San José , logrando que le confiriesen la comandancia de caste , se fué a
partamental que ejercia Molina, a quien se re dujo a la de la plaza , por acuerdo del 15 de
abril . Muy resentido por lo que estimó como una ingratitud, Molina estuvo a punto de re
nunciar, pero al fin no lo hizo , sin duda por no alejarse de la mujer amada. vo comandante departamental llegó El a Guanacaste acompañado de su secretario, el teniente coronel hondureño José Antonio Milla ,
y de un ayudante llamado Eduvigis Guillén,
Cosas Y GENTES DE ANTAÑO
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paisano de Rivas. Ignorante y devoto de la bo tella y de la baraja , Rivas era un soldadote valiente, que de sastre había ascendido hasta general, en tanto que Molina , criado en buenos
pañales, poseía una esmerada educación , como todos sus hermanos . El antagonismo que ha habido siempre entre guatemaltecos y salva
doreños, en aquel tiempo muy agudo, no podia menos de atizar la discordia; y como si esto no fuera ya bastante , el oficial Guillén se ena mora de la Josefita, y Rivas y Milla favorecen
abiertamente sus pretensiones. Ansioso de poner fin a tan desagradable si tuación, Molina pidió la mano de la señorita Elizondo, que le fué concedida, y se puso en
camino para San José a fin de comprar las cosas necesarias para su boda ; pero tan pronto como hubo vuelto las espaldas , Rivas y Milla
pusieron en juego toda clase de intrigas para birlarle la novia en provecho de Guillén , a la
vez que éste redoblaba sus cortejos. La niña, que no tenía el alma de una Penélope, acabó por ceder a estas maquinaciones y repetidas
súplicas, rompiendo su compromiso al regreso de Molina, a quien tan amargo desengaño pro dujo una fiebre cerebral . Así las cosas , don Antonio Elizondo tuvo
que emprender un viaje de negocios a Cartago, y obrando con la prudencia que aconsejaban las circunstancias, dejó a sus hijas Mercedes y
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RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
Josefa con su hijo Procopio, mocito de unos diecisiete años , en la hacienda de Paloverde y al cuidado del mandador y capataz, hombre
muy valeroso y de toda su confianza . Molina, que a consecuencia de su enfermedad no an daba bien de la cabeza y había solicitado li cencia para trasladarse a San José en busca
de los cuidados de su padre, médico eminente , concibió entonces el descabellado proyecto de
raptar a la mujer que le tenía sorbido y tras tornado el seso . Para llevarlo a cabo se fué a
Bagaces y habiendo enganchado alli a seis hombres para que le ayudasen en la aventura,
se presentó con ellos en Paloverde por la no che del 20 de agosto de 1842, yendo todos en mascarados . Penetra en el aposento de las se
ñoritas , se apodera de la encantadora Chepita y echa a correr con ella en brazos; pero los gritos desaforados que dieron las muchachas
y su hermano despertaron al mandador, el cual se lanzó resueltamente en persecución de los raptores con los mozos de la hacienda; y como los compañeros de Molina no tenían las mis mas razones que éste para jugarse la vida en aquella romántica empresa , digna de un drama de capa y espada , se fugaron al darles alcance
los que les perseguian arma
en
mano .
De
suerte que el amartelado militar , no obstante sus arrestos, tuvo que abandonar la codiciada presa .
COSAS Y GENTES DE ANTAÑO
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Exasperado y rabioso por su ridiculo fra caso, regresó a Bagaces y al día siguiente se fueron
las señoritas Elizondo a la ciudad de
Guanacaste para quejarse del atentado de que habían sido víctimas. Rivas, feliz de la opor
tunidad que se le presentaba de hacer daño a Molina, le escribió al punto que guardase arresto en Bagaces; pero al recibir esta orden del hom
bre a quien culpaba de su desgracia , el joven militar, perdido ya todo dominio sobre sí mismo, no hizo caso de ella . Es más, desconociendo la autoridad de Rivas se proclamó comandante general del Guanacaste, y por la noche del 21 de agosto se puso en marcha con dieciséis
hombres sobre la capital del departamento . En
la madrugada del 22 atacó el cuartel , entablán dose un combate en que perecieron Rivas y Guillén y fué herido Molina , quien quedó dueño del campo .
Desvanecido , por las terribles consecuencias
relatadas , el extravio mental que le había lle cometer semejantes excesos , Molina pensó en huir a Nicaragua, Estado con el que Costa Rica iba a entrar en guerra , y por este motivo su amigo el jefe político Prado lo di
vado
а
suadió de hacerlo , para que no se creyese que
se había pasado al enemigo, aconsejándole que escribiese toda la verdad del asunto al general Morazán, y le ofreció que por su parte lo haría también . Ambos ignoraban que el Jefe del Es >
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RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
tado estaba muy mal dispuesto para con Mo lina y que en aquellos momentos venia Milla de regreso de San José, adonde le había en viado Rivas a llevar chismes contra el coman
dante de la plaza. Prado confió las cartas a su
secretario Domingo Fernández y éste encontró en el camino a Milla que , al saber lo ocurrido ,
se volvió a San José, temeroso de que Morazán se dejase ablandar por las explicaciones de Molina y de Prado . Morazán se enteró de los sangrientos suce
sos de Guanacaste el 28 de agosto a mediodía y su cólera fué terrible . Milla y Domingo Fer nández, a quien el teniente coronel hondureño habia seducido en el camino,> se los pintaron con los colores más negros y del modo más
desfavorable para Molina, asegurándole que éste , para librarse del castigo que temía , abri gaba el propósito de hacer entrega del depar tamento del Guanacaste a Nicaragua, lo cual era enteramente falso ; pero Morazán lo creyó, no obstante las explicaciones de Molina y de
Prado , y después de que se hizo patente el embuste , fingió seguirlo creyendo , porque esta versión del asunto no podia ser mejor para exal
tar el sentimiento patriótico de los costarricen ses que repudiaban la guerra que se iba a em prender contra el Estado vecino . El mismo 28 de
agosto , Morazán ordenó salir para Puntarenas, a las órdenes del general Saget, la mitad de la
COSAS Y GENTES DE ANTAÑO
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tropa que él había traido y estaba acuartelada
en San José, y puso sobre las armas 400 hom bres en Cartago y otros tantos en Heredia . Mientras se tomaban estas y otras medidas con gran ostentación y alharaca , a fin de enarde cer los ánimos contra Nicaragua , las cosas ha bian cambiado totalmente en
el Guanacaste .
A causa de su herida, el teniente coronel Molina había encargado interinamente de la comandancia a uno de los oficiales costarricen .
ses que le secundaron en su alzamiento, llama do José María Guerrero . Ya fuese por este u otro motivo , el teniente Manuel Gómez, hom bre de indole perversa , que poco después ase sinó a Prado y que tenía deberes de gratitud para con Molina, resolvió hacerse valer a ex pensas de éste . Para realizar su negro plan
organizó un baile de candil en obsequio de Gue rrero , apoderándose de él después de haberle embriagado . En seguida hizo preso también a Molina y, dueño ya de la situación , los remitió a los dos escoltados con destino a San José ,
hazaña que le fué premiada con el grado de teniente coronel . La carta en que Gómez comu nicaba sus tristes proezas la recibió Morazán el 30 de agosto y , según refiere don Manuel Irungaray , dispuso « que Milla, con doce oficia les escogidos entre los parientes de Rivas y los salvadoreños más enemigos de los guate maltecos , se pusieran en camino y fusilaran a
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RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
Manuel ( Molina) sin demora ninguna , en el punto donde lo encontraran » .
Esta orden no figura en el libro copiador correspondiente, pero debe haberse dictado, como lo demuestran los hechos posteriores .
¿Por qué procedió Morazán en esta forma? No es difícil adivinarlo . Porque en San José
hubiese sido necesario juzgar a Molina y , ha ciéndolo así, los cargos de asesino y de traidor formulados contra él no habrían podido man .
tenerse, quedando el asunto reducido a sus ver daderas proporciones de crimen pasional, con la atenuante de una exaltación morbosa . En estas condiciones , la pena de muerte que se
le quería imponer a todo trance, para satisfa cer el clamor de venganza del elemento salva doreño del ejército invasor, el más numeroso, habría resultado a todas luces excesiva, cuando menos ante los ojos del pueblo costarricense,
que ya empezaba a agitarse contra el despo tismo y dureza de Morazán .
Como quiera que fuese, el 4 de septiembre la escolta enviada por Gómez hizo entrega de
los prisioneros a Milla en La Barranca , donde se fusiló a José María Guerrero sin forma de juicio . alguna , lo que no se hubiera hecho sin una
orden superior terminante , circunstancia que confirma plenamente lo que asevera Irungaray, el cual no hace mención de este hecho; pero
dice que los encargados de ejecutar a su cu
COSAS Y GENTES DE ANTAÑO
ñado Molina no
161
se atrevieron a hacerlo y lo
llevaron el 5 a Puntarenas, donde en la misma
noche y en un simulacro de consejo de guerra se le condenó a morir fusilado por la espalda
como traidor. Este fallo se cumplió a las ocho de la mañana del 6 de septiembre, en pre sencia de los 600 hombres que formaron el
cuadro por orden de Saget, que había convo cado a las milicias de Esparza para que asis
tieran a la ejecución. El coronel don Manuel Angel Molina murió con el cigarro en la boca, haciendo alarde del más sereno valor. Hasta
el último instante protestó contra el cargo de
traidor, y en verdad no lo fué a Morazán , pero si a Carrillo .
El fusilamiento de Molina , como lo de. clara el historiador Montúfar, tuvo graves con secuencias para la unidad del partido liberal centroamericano . Las tuvo también en Costa
Rica para Morazán . Contribuyó , no menos que el de Guerrero, a exaltar los ánimos , ya muy irrita dos contra el militar cuyas tropas se conducian como en pais conquistado ; contra el mandatario que estaba oprimiendo al país con exacciones que
acabaron por asumir el carácter de verdaderas expoliaciones, y forzándolo a una guerra muy impopular; contra el hombre duro e implacable que había vuelto las espaldas , sin proferir una palabra , al venerable Dr. don Pedro Molina,
cuando este ilustre prócer de la Independencia
162
RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
se echó a sus pies anegado en lágrimas para
pedirle la vida de su hijo; pero Morazán, ce gado por la ambición de rehacer la República federal contra la voluntad de la mayoria, enso
berbecido por las adulaciones, mal aconsejado por el funesto Padre Isidro Menéndez, corria hacia un abismo sin percatarse de ello hasta que hubo caido en él . Pagó sus errores con
una muerte heroica , digna de quien había con sagrado su vida, su talento y sus energias a un gran ideal, por desgracia irrealizable. *
* *
¿Y la Bella de Guanacaste?-preguntarán los que, como los niños , quieren saber hasta el último detalle de los cuentos. A guisa de epi
logo voy a decir lo poco más que he podido averiguar acerca de esta mujer extraordinaria, que con razón pudiéramos llamar fatal. Pa rece ser que terminada la etapa novelesca de
su vida con las trágicas muertes de Rivas, Guillén , Guerrero y Molina, se refugió en la oscuridad en que suele transcurrir la existencia de las buenas esposas y madres de familia . Ha biéndose casado en primeras nupcias con don Bernardino Urtecho y en segundas con el co
ronel don Manuel Giberga del Bosque , falleció en 1859 dejando cuatro hijas, tres de su pri mer marido y una del segundo .
EL RAPTO
DE LA SEÑORITA ELIZONDO
M
IENTRAS no se ordenen, clasifiquen y ca taloguen debidamente los muchos papeles
que aun no lo están en nuestros Archivos Nacio
nales, es imposible escribir sobre asuntos histó ricos nuestros sin exponerse a cometer errores
& cada paso. Una vez más he comprobado la verdad de este aserto con motivo del hallazgo de una gran cantidad de papeles pertenecientes al año 1842, uno de los que figuran con mayor pobreza en los índices de la Sección Adminis trativa .
Entre estos papeles recién exhumados está el proceso seguido en la entonces ciudad de Guanacaste contra el teniente de dragones José María Guerrero , proceso que trata de la tenta tiva de rapto de la señorita Josefa Elizondo en
la noche del 20 de agosto y del ataque del cuar tel de la susodicha ciudad en la madrugada del
164
RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
22, hechos de que fué protagonista el teniente coronel guatemalteco don Manuel Angel Molina . Cuando referí estos sucesos con el título de
La novela trágica del teniente coronel Molina , tomé como base las relaciones que de ellos hacen el doctor Montúfar, don Felipe Molina y don Manuel Irungaray , hermano el segundo y cuñado el tercero del infortunado militar, asi como los muy pocos documentos catalogados que se refieren a dichos acontecimientos. La
lectura del proceso recién descubierto me obliga ahora a enmendar los errores que contiene mi relato . A propósito del rapto de la Bella de Guanacaste, Montúfar dice que «se cuenta este
episodio de mil maneras» , y no ha sido poca fortuna la de encontrar un documento feha
ciente que contiene la verdad histórica. Veamos, pues, como ocurrió realmente la tentativa de rapto de la señorita Josefa Eli zondo, conforme a los testimonios concordantes de cinco de los seis autores del hecho . El te
niente coronel Molina no declara en el proceso, ya fuese por estar gravemente herido, o alguna otra razón que no consta. Se recordará que fué enviado luego con una escolta a San José, adonde no llegó . Desde La Barranca lo condujeron a
Puntarenas y allí lo ejecutaron el 6 de sep tiembre en las condiciones ya relatadas . Resulta
del proceso que el sábado 20 de agosto de 1842, don Manuel Angel Molina , el teniente don José
COSAS Y GENTES DE ANTAÑO
165
María Guerrero, el subteniente don Manuel Bor
bón, el cabo de dragones Nicolás Centeno y los hermanos Martín y Encarnación Cheves, soldados del cuerpo de cazadores , salieron de
Bagaces por el camino que de allí conduce a Las Cañas. A poco andar tomaron el de Las Ciruelas y luego el de Paloverde, adonde lle
garon de noche. Molina se quedó a unas dos cientas varas de la casa de la hacienda; los otros cinco, enmascarados, se acercaron a la casa, situándose Guerrero y Borbón en la puerta del cuarto del mandador para no dejarle salir. Los
hermanos Cheves penetraron en la casa en pos del cabo Centeno, el cual se apoderó de la se
ñorita Josefa, emprendiendo la retirada con ésta en brazos. Guerrero y Borbón se fueron también , lo que permitió al mandador salir con un machete, acompañado de dos mozos armados de palos y piedras . Los tres dieron alcance a Centeno , y como los compañeros de éste no in tervinieron en su defensa tuvo que abandonar su presa . Hubo , como se ve, flojedad de parte de los raptores, no obstante ser todos ellos
hombres muy resueltos. ¿Por qué? Debemos su poner que por haberles ordenado Molina no maltratar a nadie .
Según se ha referido anteriormente , los rap tores regresaron chasqueados a Bagaces en la misma noche . El 21 de agosto por la mañana
partió Guerrero para la ciudad de Guanacaste
166
RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
con el objeto de averiguar si ya se sabía en ella lo acontecido en Paloverde y qué medidas tomaba la autoridad al respecto. Al echar pie
a tierra le intimó el general Enrique Rivas la orden de guardar arresto en el cuartel, y luego supo que la familia Elizondo estaba ya en la ciudad y que la noticia de su aventura en la noche anterior era motivo de mucha agitación 1
en el vecindario. El subayudante Eduvigis Gui llén increpó a Guerrero por su conducta, y éste, al ver el mal cariz del asunto, se apre suró a enviar una carta a Molina con Benito
Zepeda en que le refería lo que estaba pasando , rogándole a la vez que lo viniese a sacar del aprieto en que lo había puesto . Molina recibió la carta de Guerrero en Ba
gaces a las diez de la noche del 21 y con los 16 hombres que ya tenía reunidos se dispuso a marchar sobre la capital del Guanacaste,
acompañado del subteniente Borbón ; pero antes
hizo que partiese el cabo Nicolás Centeno para dar aviso a Guerrero de su próxima llegada. En vez de hacerlo así , Centeno, por consejo de
un hermano suyo, despertó al general Rivas para denunciarle el plan de tomarle preso y apoderarse del cuartel a fin de libertar a Gue rrero . Rivas era un militar demasiado experto
para quedarse aguardando el ataque en la ra tonera del cuartel. Dejando en este tan sólo dos centinelas encargados de vigilar al preso,
COSAS Y GENTES DE ANTAÑO
167
se apostó con su tropa en el cementerio de la iglesia . A eso de las cuatro y media de la mañana
llegó Molina al río que corre por los aledaños de la ciudad y haciendo alto allí ordenó a
- Borbón que , pasando por detrás de la iglesia, fuese con algunos hombres a la casa que habi
taba el general Rivas y le pusiese centinelas para no dejarle salir. Al llegar Borbón a unas
doscientas varas de la iglesia le dieron el ¿quién vive? Era Rivas en persona, que se había ade
lantado solo y que al contestar Borbón : ¡La Patria! ¡Militares!, reconoció la voz de este oficial.
-Borbón , le preguntó Rivas-, ¿no conoces a tu general? Nada respondió el interpelado , no obstante que la pregunta le fué hecha tres veces . Rivas exclamó entonces :
-¿Quieren ustedes algo contra el Gobierno, o es que vienen a asesinarme? ¡ Aquí estoy, vengan !
-No, señor, no venimos a asesinarle - res pondió al fin Borbón . -Entonces marcha a reunirte con mis dra
gones que están detrás de la iglesia. Borbón obedeció y se fué con su gente acom
pañando a Rivas, quien , al oír los vivas que lanzaban los que se habían apoderado del cuar tel salió corriendo hacia allá. De pronto se
168
RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
encontró en la calle con Molina que venía pis tola en mano y, al reconocerlo, se lanzó sobre
él y de un tremendo sablazo le hirió grave mente el brazo derecho , haciéndole soltar la pistola. Guerrero , que venia detrás de Molina, acudió en defensa de éste disparando un cara binazo en el pecho a Rivas, quien a pesar de su herida lo atacó a sablazos . Así las cosas
llegan los cazadores de Molina y caen a tiros y bayonetazos sobre Rivas, y éste, batiéndose
bravamente en retirada, tuvo que refugiarse en su casa, perseguido por los soldados. Sin embargo, pudo volver a salir, y ya en la calle cayó al suelo, después de entregar su sable a Guerrero , quien al verlo caer grito: «¡Viva el
general Molina!» . El subayudante Guillén , que venía con Rivas, fué también herido por Gue rrero y luego por los soldados.
Los asaltantes le infirieron al general Rivas diez heridas, casi todas mortales: dos balazos
en el tórax que le atravesaron el cuerpo de parte a parte , cinco estocadas y tres bayone tazos . Murió a las doce del dia 22 de agosto . Guillén recibió una gran estocada en el bajo
vientre , un balazo en los pulmones y una es tocada leve encima del ojo derecho . Falleció el 23 a las once de la noche . Así consta en el
dictamen del empírico don Manuel Morales , na tural de San José .
Como se ha podido ver, el teniente coronel
COSAS Y GENTES DE ANTAÑO
169
Molina no tuvo parte en estas muertes, puesto que Rivas lo dejó fuera de combate al encon.
trarse con él. Es también muy significativo que en el proceso no se diga una sola palabra del intento de traición en favor de Nicaragua que en San José se le atribuyó oficialmente a Molina . Esta fué una calumnia forjada por el teniente coronel José Antonio Milla , que sirvió
para quitarle la vida a Molina en la forma que lo mandó hacer el general Morazán . Debo hacer otra rectificación en lo que atañe
al teniente Guerrero . Dije que había sido en viado a San José con Molina y fusilado en La
Barranca, porque así lo deduje de una carta de Manuel Gómez en que este anuncia la
remisión de los dos reos sin nombrarlos. Igno
raba yo entonces la participación que había tenido en el asunto el subteniente don Manuel
Borbón , que fué en realidad la persona remi tida con Molina. Y como sólo a éste se fusiló en Puntarenas y don Felipe Molina dice que Gue rrero lo había sido antes , era muy lógico su poner que la ejecución hubiese ocurrido en La
Barranca, donde los reos pasaron a manos de los oficiales que traian las instrucciones de Morazán . ¡ Una prueba más de la fragilidad de lo que se construye sobre conjeturas, por muy lógicas que parezcan ! La verdad del caso es que Gómez , lleno de odio contra Guerrero , no quiso dejar a nadie
RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
170
el cuidado de castigarlo, «a fin de que fuese bien vengada la sangre del digno general Ri vas» , según él mismo lo dice en la causa ; y >
tan pronto como se hubo apoderado de él por medio de una felonia , lo sometió a un consejo
de guerra que lo condenó a ser pasado por las armas . El perverso Manuel Gómez mandó eje
cutar la sentencia , no obstante que con arre glo a la ley el proceso «debía pasarse al au ditor de guerra » , a la sazón el doctor don José
María Castro . Para no hacerlo así, Gómez se fundó en que la «distancia que media a la ca pital obliga a la Comandancia a omitir este paso» . De suerte que el teniente José María Guerrero fué pasado por las armas a las once de la mañana del 30 de agosto de 1842, en las inmediaciones del cementerio de la ciudad de
Guanacaste . Este oficial era josefino, armero, y sólo tenía veintitrés años de edad .
El subteniente don Manuel Borbón , josefino
también y que apenas frisaba en los veintidós años, turo mejor suerte . Después del fusilamien to de Molina , el general don Isidoro Saget lo envió a San José para su juzgamiento; y es lo más seguro que hubiese tenido el mismo fin
trágico de sus compañeros de aventuras , si la insurrección del 11 de septiembre no hubiera venido a terminar con el Gobierno de Morazán en Costa Rica .
go
EL
PRONUNCIAMIENTO DE ALAJUELA EN 1842
V
ARIOS sucesos referentes al Gobierno del
general Morazán permanecen oscuros , a
pesar de las investigaciones que para aclarar los se han hecho ; y es de temer que no sea
posible conseguirlo, salvo que la buena fortuna quisiera depararnos nuevos documentos, como
por ejemplo la narración de los acontecimien tos políticos del año 1842 que mi abuelo don José León Fernández escribió por encargo del Gobierno de Alfaro con el título de Compendio Histórico de la Revolución de Costa Rica . Este
trabajo debía ser publicado con el objeto de dar a conocer en el exterior, y especialmente en los Estados centroamericanos, las razones que tuvo el pueblo costarricense para suble varse contra Morazán ; pero la publicación no se hizo , presumo que por haberla considerado el Gobierno de Costa Rica innecesaria , después
172
RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
de los aplausos que por los hechos consumados recibió de los otros gobiernos de Centro América .
En el prólogo del tomo I de su Colección de Documentos para la Historia de Costa Rica, el Lic. don León Fernández , mi padre, refiere haber leído en su niñez el manuscrito dejado por el suyo, y añade que esta lectura de los
principales acontecimientos políticos de los años de 1835 a 1842, le inspiró más tarde el natural deseo de conocer nuestra historia anterior a
esa época. Don José León Fernández murió en 1845 y, pocos años después, uno de sus mejo res amigos le pidió a su viuda que le prestase el manuscrito para leerlo y nunca se lo de.
volvió. Así, es posible que aun exista en poder de alguna persona que tal vez ignore la im portancia de esta narración , cuyo autor, por haber tomado parte muy activa en los sucesos
de que trata , estaba bien enterado de ellos y había consultado además , para relatarlos, los documentos oficiales de la época, puestos a su
disposición por el Gobierno de don José María Alfaro , según consta en papeles de los Archi vos Nacionales.
La conspiración que causó la caída y muerte del general Morazán es uno de los puntos os . curos a que me he referido , el más oscuro de todos , porque ni siquiera sabemos hoy dónde y cuándo se fraguó, ni quiénes fueron sus au tores . Sin embargo , entrando por el camino de
COSAS Y GENTES DE ANTAÑO
173
las conjeturas, es lo más verosimil que esta
conspiración tuviese su origen en San José, siendo así que en esta ciudad, tan adicta siem pre a Carrillo, los partidarios de Morazán eran pocos y, sus enemigos muchos. Por otra parte, estaban aún tan vivos los rencores que dejó
en pos de si la guerra civil de 1835, que el solo hecho de que Cartago hubiese abrazado la causa de Morazán , bastaba para que San
José tomara el partido contrario ; y si a esto se agrega todo lo que la capital había tenido que sufrir de la soldadesca invasora , cabe muy bien teper por cierto que en San José se die ron los primeros pasos hacia la revuelta .
Tampoco sabemos si se conspiró desde antes de la salida de la mitad del ejército de Mo razán para Puntarenas el 30 de agosto. Me in clino a creer lo contrario. Esta circunstancia
tan favorable debe de haber sido el punto de partida de la conjuración , en la que entraron personas principales, al revés de lo que suce dió en las anteriores , como la que fué organi zada por el ayudante mayor Mercedes Jiménez.
Esas personas fueron probablemente las que lograron inducir al teniente coronel don Flo rentino Alfaro, comandante de la plaza de Ala juela, a secundar el movimiento revolucionario . Otro de los puntos oscuros de los sucesos del mes de septiembre de 1842 ha sido hasta
ahora el de saber quién inició la insurrección .
174
RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
El historiador Montúfar hace a este respecto
dos afirmaciones: primera, que esta iniciativa la tomó el teniente coronel don Florentino Al
faro; segunda, que el mismo Alfaro, habiendo marchado desde Alajuela sobre San José, su blevó los arrabales de la capital . A mi vez he calificado de errores estas dos afirmaciones, asegurando , con apoyo en los documentos co nocidos, que iniciada la rebelión en San José, Alfaro la secundó con las tropas de Alajuela. Pues bien , un documento felizmente hallado en nuestros Archivos ha venido a demostrar
que ni Montúfar ni yo estamos enteramente en lo cierto . Lo que en realidad sucedió fué que
en Alajuela hubo un pronunciamiento contra Morazán el 11 de septiembre a las dos de la mañana, no sólo de Alfaro sino de la ciudad .
Se levantó una acta que firmaron las primeras autoridades y los vecinos principales de mayor
audacia . Por otra parte, a las siete y media de la mañana del mismo día se sublevó el
pueblo josefino capitaneado por el general don Antonio Pinto. Resulta, por consiguiente , que si bien se dió en Alajuela el primer grito de in
surrección , el primer tiro fué disparado en San José .
El documento descubierto es nada menos
que el acta de pronunciamiento de Alajuela ,
redactada al parecer por don José León Fer nández , diputado a la Asamblea Constituyente. Dice asi :
4
Cosas y GENTES DE ANTAÑO
175
En la ciudad de Alajuela , septiembre 11 a las dos de la mañana de mil ochocientos cua
renta y dos . Los que suscribimos Jefe Político
departamental , oficialidad militar y propietarios que nos hallamos presentes, considerando: 1.0 que el Estado de Costa Rica por sacudir el ominoso yugo que le hacia sensible en la Ad ministración del licenciado don Braulio Ca.
rrillo, abrigó en su seno al señor General Fran cisco Morazán en unión de su tropa y oficiales, en cuyo acto se comprometió el Estado para con los demás de la Unión ; 2.º que aunque sus
miras laudables, pronunciadas por el órgano legal de su Asamblea Constituyente, han sido, son y serán las de concurrir a formar la uni dad nacional como parte integrante de la Re
pública, desgraciadamente dislocada ; empero que su logro fuese por los medios de la per suasión y convencimiento y en ningún concepto por los de coacción y violencia ; 3.° que los
aprestos de guerra y reclusión de tropas que hace el general Morazán prueban de la manera más positiva que la reorganización de la Re pública pretende hacerse contrariando los ver daderos sentimientos de los costarricenses y se
llando de un modo indisculpable la desavenencia en los otros Estados con quienes éste apetece
la inseparable fraternidad e indisoluble amistad , según así lo exige el derecho de gentes y el necesario deber de unirnos para hacernos fuer
176
RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
tes y respetables; 4.° que la extracción de ar mas y elementos bélicos que está haciendo, junto con las exacciones de dinero bajo el nom
bre de empréstitos y contribuciones, acaban de comprobar de una manera indudable las pre tensiones indicadas contra la voluntad general,
al paso que han exasperado a los pueblos , tanto más porque éstos se comprometen de un modo
involuntario, al paso que se les deja inermes para su justa defensa; y 5.º que no habiendo cumplido el señor General Morazán con lo que ofreció bajo su firma en su primer proclama
que emitió desde el puerto de Caldera, esto es, de que ya no habria en lo sucesivo contribu ciones, como asimismo el no haber respetado el decreto de la Asamblea Constituyente res
pecto a los fondos pios; y no pudiendo ser más indiferentes al clamoreo general de los habi tantes de este pueblo, de unánime conformidad acuerdan :
Artículo 1. ° La fuerza armada y pertrechos de guerra existentes en esta ciudad y los que se hallen en su respectivo departamento, se
conservarán en ella para su defensa interior y exterior. Artículo 2. ° Si el actual Jefe Provisorio re conociese este pronunciamiento , será respetada
y tratada su persona, junto con su familia, con las consideraciones debidas, mientras se efectúa
COSAS Y GENTES DE ANTAÑO
177
su marcha, a la que se le prestarán los auxi lios que pueda necesitar. Artículo 3.° Mientras se reune la Asamblea
para que disponga lo conveniente a la segu ridad del Estado, regirá el Poder Ejecutivo el Vice nombrado (4 ). Artículo 4.° y último. Sea comandante ge
neral de este departamento el teniente coronel señor Florentino Alfaro, a quien se le harán los honores debidos, comunicándose esta acta
a los demás departamentos del Estado para que de consuno cooperen al sostén de las liber
tades patrias del mismo . Con lo que concluyó este acto .
Manuel Castro,
Florentino Alfaro , Rafael
Orozco, Julián Jiménez, Pedro Saborio, Luis Soto , Domingo González, Ceferino Rodriguez, José Soto, Manuel Francisco Soto, Francisco
Aqueche, José León Fernández, Rafael Vázquez, José M. Bolaños, Juan Pablo Castro, Cristóbal Mondragón , Manuel Solano , Juan Alfaro Ruiz, José Jinesta, Ramón Fernández , Lorenzo So
lórzano, Manuel Alfaro, Manuel Jiménez, Joaquín Méndez, Isidro Cabezas, Nereo Alfaro , Ramón González, Luciano Alfaro, Antolino Quesada, Sixto Arias, Evaristo Fernández, Francisco To
ruño, José Justo Solera, Felipe Muñoz, Tiburcio Arana, Casimiro Ruiz, Dario Orozco . (1 )
Don Juan Mora Fernández .
178
RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
El acta anterior fué publicada a fines de septiembre de 1842 con la siguiente nota al pie:
Como el General Morazán rompió primero las hostilidades en uno de los cuarteles de la
ciudad de San José, antes que esta acta se le presentase , los fuegos no dieron lugar a veri
ficarlo después , y obtenido el triunfo (por] los pueblos aliados , la opinión general secundó la acta celebrada en San José el 23 de septiembre ; y la ciudad de Alajuela, por un rasgo de la mejor armonia, convino también en ella ... La noticia del movimiento de rebeldía de la
ciudad de San José en la noche del diez de sep
tiembre precipitó sin duda el pronunciamiento de Alajuela, a juzgar por la hora en que se
produjo, y éste tuvo el mismo efecto en la ini ciativa de las hostilidades por la mañana del 11 en la capital. Asi se frustró el deseo que expresa el artículo 2.º del acta de Alajuela de llegar a una solución pacífica del conflicto . ¿Habría aceptado Morazán esta solución ? Dificilmente
habrá quien se pronuncie por la afirmativa. La guerra era, pues , inevitable.
He afirmado, contra lo que generalmente se cree en las demás Repúblicas de Centro Amé rica , que el sentimiento separatista no tuvo ninguna influencia en la insurrección del pueblo costarricense en 1842. El acta de Alajuela con
COSAS Y GENTES DE ANTAÑO
179
firma mi afirmación, al exponer las razones en que se funda la rebeldía. Eran éstas : Costa Rica
deseaba que se reorganizase la República «por los medios de persuasión y convencimiento) , pero en ningún concepto por los de coacción
y violencia» , como lo pretendía Morazán; el pueblo estaba exasperado por la salida para el exterior de sus elementos de guerra y por las
exacciones; el general Morazán no había cum plido lo que prometió en su proclama de Cal. dera; no había respetado el decreto de la Asam
blea constituyente sobre los fondos pios. Ninguna de estas razones traduce el menor sentimiento
de separatismo, salvo que se quiera considerar como tal la oposición de Costa Rica a que se reconstituyera la unidad política de los Estados
por medio de la fuerza, pero en esto estaba de acuerdo con los otros pueblos centroame ricanos, hastiados ya de tantas luchas intestinas
y de la consiguiente anarquía . Lejos de querer separarse de los Estados hermanos , Costa Rica apetecia- el acta lo dice- «la inseparable fra. ternidad e indisoluble amistad , según así lo exige
el derecho de gentes y el necesario deber de unirnos para hacernos fuertes y respetables» , Sobre los verdaderos motivos de la subleva
ción de septiembre de 1842, puedo citar otro testimonio muy valioso , por ser el de un hom
bre que procuró salvar la vida a Morazán y fué siempre unionista muy sincero , el Dr. don
180
RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
José Maria Castro, quien escribía con fecha 1.0 de noviembre del mismo año lo siguiente : Justamente extrañado el General Morazán
por los Estados de Centro América regresó a ella después de dos años de expatriación , en febrero del presente año . Mientras que los de más se negaron decididamente a recibirle, pe
netrando las ruinosas miras de su ingreso, el de Costarrica, oprimido y envilecido por un monstruoso tirano que en 1838 usurpó el poder supremo y que llevó su desenfrenada ambición
al extremo de declararse perpetuo e irrespon sable, reasumiendo en sí todos los poderes y
declarando al Estado su vergonzoso patrimonio , admitió en su seno al General Morazán , pro
metiéndose que después de sacudir su detes table yugo (1), realizara los repetidos ofreci mientos de hacer el bien al generoso país que
le dió acogida. Un funesto desengaño lastimó el corazón de los costarricenses , tan confiados
como bondadosos : el General Morazán , para sa tisfacer su implacable venganza a los pronun ciamientos y repulsas que sufrió de los otros
Estados, declaró a éstos la guerra y para llevar a efecto tan injusta como atentatoria declara ción decretó la total ruina de Costarrica : agoto .
su tesoro , derramó contribuciones excesivas (1)
Se refiere al de Carrillo . 1
!
COSAS Y GENTES DE ANTAÑO
181
sobre sus habitantes, se apropió los fondos más privilegiados, atropelló inmunidades, decretó confiscaciones a las propiedades de los que se excusaban a marchar en sus filas invasoras y
la prisión de sus caras familias, y finalmente dispuso acarrear a esta preciosa sección de la
América Central los males consiguientes a la falta de sus mejores hijos , a la miseria , a la violación de los principios y derechos interna cionales y al descrédito que se padece cuando 80 protege y defiende la injusticia . Para evitar una terrible serie de desgracias a una patria tan querida, sobró en los costa
rricenses decisión y valor: se pronunciaron el 11 de septiembre todos los pueblos que componen el Estado, uniforme, libre y espontáneamente
contra el gobernante que traicionó los preciosos intereses de sus comitentes, y sostuvieron con su sangre derramada en torrentes su noble causa, hasta que denodados rindieron el 14 las
fuerzas enemigas y aprehendieron a su jefe y subalternos (4)
Resulta, pues, que todos los testimonios fe hacientes concuerdan en cuanto a las causas de
la sublevación del pueblo costarricense contra el Gobierno de Morazán . Ni el acta del pronun
ciamiento de Alajuela, ni el Dr. Castro , ni el ( 4 ) Archivo de Relaciones Exteriores . Libro copiador No. 40 .
182
RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
Dr. don Pedro Molina, cuyo testimonio se verá adelante , hacen ninguna alusión al sentimiento separatista.
Veamos ahora cuál era, en lo que atañe a la unidad centroamericana , el sentir del Go
bierno y del pueblo costarricenses a raiz de la caída y muerte de Morazán . Veinticuatro dias después de la tragedia , el 9 de octubre de 1842, don Francisco María Oreamuno, ministro ge
neral de don José María Alfaro, se dirige al Gobierno de Nicaragua para expresarle que el de Costa Rica «desea : vivamente estrechar los
lazos de amistad y verdadera unión con los otros Estados de la República » y que con este fin ha nombrado al Dr. don José María Castro
para que lo represente ante el Gobierno de Nicaragua (4). Más explícito aún es el señor Oreamuno en su nota de 20 del mismo mes de
octubre : «Guiado mi Gobierno por la opinión
pública–escribe al ministro del Estado vecino está dispuesto a colaborar con el suyo al res tablecimiento de la Unión Nacional , con tal que
sea por sólo los medios de convencimiento , y desde luego con vendrá con ése, bien sea por medio de la Convención Nacional o por un Con
greso Constituyente que se reuna en la ciudad
de Chinandega , como punto central de la Re pública, a que se logre tan importante objeto. (1) Archivo de Relaciones Exteriores . Libro copiador No. 40.
COSAS Y GENTES DE ANTAÑO
183
Este será el punto más importante que ha de tratar el Enviado que ha de ir cerca de ese Gobierno
(1)
Y estas no eran tan sólo buenas palabras,
jarabe de pico, como vulgarmente se dice . Tres meses después recibe el Gobierno de Costa Rica la noticia de que México había ocupado mili tarmente el territorio de Soconusco , pertene
ciente al Estado de Guatemala, y el doctor
Castro, a la sazón ministro general de Costa Rica , dirige al de Relaciones Exteriores de México , con fecha 18 de enero de 1843, una enérgica nota que empieza así : «El infrascrito Secretario General del Estado
de Costarrica, correspondiente a la Unión Cen tro Americana, de orden de su Jefe se dirige
a V. E. manifestándole, para que se sirva ele varlo al conocimiento del Excmo . Señor Pre
sidente de esa República: que si mediante la crisis peligrosa en que se ha hallado la de Centro América con el objeto laudable de me jorar sus instituciones, los Estados que com
ponían la Unión Federal han tenido que re asumir las atribuciones conferidas antes a las
autoridades que los representaban en común , esto no obsta para que se consideren virtual mente unidos mientras que por un nuevo pacto eligen un Gobierno nacional...» (1) Archivo de Relaciones Exteriores. Libro copiador No. 40.
184
RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
Explicado así el porqué de la nota y des pués de hacer atinadas consideraciones sobre
el asunto , manifiesta el Dr. Castro que Costa Rica se ve obligada a «reclamar del Gobierno mexicano cla evacuación del territorio de So
conusco por las tropas y autoridades de México , dejándolo en el estado de neutralidad en que es
taba, y a excitar a ese Supremo Gobierno a someter al arbitramento de otro imparcial la
cuestión de la legitimidad con que la Nación mexicana posee a Chiapas (1 ). La nota del Dr. don José Maria Castro no
deja lugar a duda: Costa Rica se consideraba en aquella fecha virtualmente unida a los Es
tados centroamericanos y solidaria con ellos ante las otras naciones. Deseaba sinceramente
el restablecimiento de un Gobierno nacional, siempre que para ello no se emplease la vio lencia de que acababa de experimentar los tristes resultados y la inutilidad .
1
(1 ) Archivo de Relaciones Exteriores . Libro copiador No. 41 .
LA ULTIMA CARTA
QUE ESCRIBIO MORAZAN
M.
ORAZÁN dió poca importancia a la agi
tación que hubo por la tarde del 10 de septiembre de 1842 en los barrios populares de la ciudad de San José, no obstante la pe
drada que recibió de manos de una mujer, al recorrerlos a caballo con un grupo de oficiales. Sin embargo , esta agitación fué creciendo du rante la noche hasta tomar los caracteres de
un motin. Don Luz Blanco, el presbitero don Manuel Gutiérrez y don Domingo Carranza
fueron los promotores principales de la revuelta ; pero hacía falta para dirigirla un jefe de pres tigio y ninguno de los hombres que lo tenian quiso comprometerse en tan azarosa aventura, hasta que los rebeldes acudieron al general don Antonio Pinto , retirado hacía más de cua tro años del servicio de las armas . Pinto , de
origen portugués y casado con una hija del país , se había radicado en Costa Rica desde
186
RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
antes de la Independencia. Era hombre de bien , sencillo, valeroso y enérgico . Con todo y estar menos obligado que los costarricenses de na cimiento, aceptó jugarse la cabeza por su pa tria adoptiva . Al recibir en la mañana del 11 de septiem bre la noticia de que la plaza de Alajuela se
había pronunciado contra Morazán, Pinto reunió en su casa a los oficiales josefinos , alajuelenses y heredianos que se encontraban en la capital , prescindiendo de los cartagineses por su ad hesión a Morazán , y les hizo jurar, con la mano puesta en la cruz de sus espadas, luchar por Costa Rica hasta vencer o morir, matar al que
traicionase la causa de la patria y establecer un gobierno constitucional, juramento que él
prestó también . En seguida , poniéndose al frente del pueblo insurrecto, se lanzó a la pelea entre las siete y media y las ocho de la mañana.
Morazán disponia de una guarnición de 700 soldados y una numerosa oficialidad: 200 sal vadoreños y hondureños, 300 cartagineses y
200 josefinos (1 ) ; pero estos últimos, acuartelados (1 )
Los novelistas de la Historia han fantaseado mucho so
bre la pequeñez de la guarnición morazanista , reduciéndola al guno a la cifra de 90 hombres; pero la verdadera es la que aquí se consigna . Morazán , además de un centenar de jefes y oficiales, trajo en abril 400 soldados , de los cuales 200 estaban con Saget en Puntarenas al estallar la revuelta, como lo dice Montúfar y lo confirma Saget en un documento fechado el 27 de noviembre de 1842 a bordo de la fragata Libertadora, antes Coquimbo. Es evidente, por lo tanto , que los otros 200 habían quedado en San José.
COSAS Y GENTES DE ANTAÑO
187
en el cabildo (1 ), se unieron al pueblo , seduci dos por don Domingo Carranza . Los rebeldes lograron apoderarse de los depósitos de pól vora. Al romperse los fuegos, los 500 hombres de Morazán ocupaban dos manzanas en el cen tro de la ciudad : la del Cuartel Principal, si
tuado donde hoy está el teatro de Raventós, y la de Los Almacenes , vasto edificio colonial
que cubría las tres cuartas partes de esta man zana, actualmente ocupada por el Palacio Na cional (en aquel tiempo Casa de Gobierno), la
Primera Sección de Policía y la plaza de la Artillería, en cuya esquina sudoeste estaba la antigua iglesia de la Merced .
Es probable que Morazán hubiese conseguido sofocar la revuelta del pueblo josefino, despro visto de armas de guerra, a no haber sido por la llegada del teniente coronel don Florentino
Alfaro, el 12 de septiembre, con 450 hombres, >
la mayor parte de Alajuela, bien armados y
pertrechados, circunstancia que obligó a los morazanistas a abandonar la manzana de Los Almacenes y concentrarse
en la del Cuartel
Principal, del que salían guerrillas, casi siem pre al mando del bizarro general don Trinidad Cabañas, para repeler a los insurrectos cuando éstos estrechaban demasiado el cerco . La lucha
duró sesenta y ocho horas y fué muy sangrienta . (1) El cabildo estaba entonces en la esquina sudeste de la
manzana formada por las avenidas 1.a y 3.a y las calles 1.a y 3.a.
188
RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
Al regreso de una de esas salidas, un comer ciante inglés que tenía su tienda en la plaza de Armas , hoy Parque Central (esquina de la calle Central y de la avenida 4.a), le brindó a Ca bañas un vaso de coñac. El general ordenó a
su guerrilla que siguiese hacia el cuartel y con toda calma se dispuso a saborear el licor ; pero al llevarlo a sus labios una bala hizo trizas el vaso. « Estos diablos- exclamó Cabañas riendo
-ni siquiera me dejan hoy tomar un trago !» . Y sin apresurar el paso , no obstante que los
rebeldes volvían de prisa, continuó por la plaza hacia el Principal. Al acercarse a la puerta ,
otra bala le arrebató la presilla del hombro derecho; y Morazán , que observó el suceso desde la galeria de la fachada sur del cuartel ,
le gritó en tono festivo: « ¡General, le han he cbo a usted subteniente de un pitazo !» . Esta y otras anécdotas me las refirió, siendo yo un muchacho , el coronel don Manuel Maria Gu
tiérrez, autor de nuestro himno nacional, quien en 1842 servía en el Cuartel Principal en ca lidad de pifano. Al anochecer del 13 de septiembre, Mora
zán le hizo proposiciones de paz a don Antonio Pinto . Este le respondió que a cambio de su
rendición le garantizaría su vida y sus bienes. Morazán pidió entonces la misma garantia para todo su ejército , manifestando Pinto su anuen cia a aceptar esta condición, no obstante la
COSAS Y GENTES DE ANTAÑO
189
exaltada protesta de sus subalternos , que exi
gian las cabezas de los generales Morazán y Villaseñor, el capitulante de El Jocote . Esta
divergencia motivó largas y violentas discusio nes, hasta que al fin logró Pinto imponer su opinión. Infortunadamente, acababa éste de fir mar su respuesta, en la madrugada del 14, cuan
do supo que Morazán había roto el cerco diri giéndose a Cartago . Traidos a San José el 15, Morazán y Villa señor fueron condenados a muerte sin forma de
juicio alguna y ejecutados a las seis de la tarde, en la esquina sudoeste del hoy Parque Central. A Villaseñor lo fusilaron por la espalda como traidor, por haber firmado, en su carácter de jefe de las tropas de Carrillo , la capitulación de El Jocote, el 11 de abril de 1842. Es justo decir que esta capitulación la firmaron también todos los oficiales costarricenses que acompañaban a Villaseñor, menos don Rafael Barroeta , quien rompiendo su espada exclamó : ; «Hemos venido aqui a pelear y no a tratar!» Morazán , con ga llarda y heroica a postura , mandó el fuego del piquete que le dió muerte. Durante las tres ho ras que estuvo en capilla escribió su testamento , que varias veces ha sido publicado , y una carta hasta hoy inédita y muy interesante, dirigida
al general Saget , de la que se conserva en nuestros Archivos Nacionales una copia debi damente autenticada . Dice asi :
190
RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
San José, Sepbre . 15 de 1842. Sr. General Isidoro Saget .
Del momento rendirá Ud . las armas, ponién
dolas a disposición del Comandante General de Costa Rica Sr. Antonio Pinto , sin omitir entre
gar todos los elementos de guerra que hayan salido a Punta Arenas, Guanacaste, etc. , con todo lo destinado para la guerra naval . Estoy preso con varios de mis Oficiales de los pocos que quedan vivos en la terrible de rrota que he sufrido, habiéndose principiado la guerra por un pronunciamiento el Domingo 11 y concluídose antes de anoche, fecha 14, a las cuatro y media de la mañana, con considerable
pérdida de hombres que me auxiliaban .
El Ejército de los cuatro pueblos pronun ciados a la vez consta de más de cinco mil
hombres que sólo presentan un semblante in vestido del furor propio del más valiente gue rrero . No hay fusil, rifle, lanza , etc. , que no
esté en mano para obrar contra Ud . en su caso. Yo muero dentro de tres horas de este día
y estoy cierto que mi familia también perecerá en manos de pueblos llenos de calor como es tán todos los aliados . Ud . y la tropa de su cargo serán víctimas sin alguna duda si opone la menor resistencia; así es que la existencia de mi desgraciada familia , como la de Ud. y
COSAS Y GENTES DE ANTAÑO
191
Oficiales, depende forzosamente del rendimiento
de Ud . , a quien encarecidamente suplico como amigo y ordeno como su Jefe ejecute esta orden .
No omito decirle que las garantias para mi familia, Jefes, Oficiales, etc. , que a Ud . acom pañan , son ciertas y seguras, al paso que que
darian fuera de la Ley si de algún modo hu biese oposición y entonces mi triste familia será la primera que me sigue al sepulcro . Soy de Ud . como siempre affmo. amigo y servidor, F. MORAZÁN . La última carta de Morazán es la de un
vencido resignado a morir con nobleza, a quien tan sólo preocupa ya la suerte de su familia, amigos y partidarios, amenazados por el furor
de un pueblo exasperado . La fiera humana des encadenada es la misma en todas partes y en todos los tiempos . El doctor don José María
Castro y don Francisco Giralt, comisionados por Pinto , fueron a Puntarenas a poner la carta de Morazán en manos del general Saget. Convino éste al principio en cumplir la orden de su infortunado jefe; pero luego faltó a su
palabra y por último se hizo a la vela con rumbo a El Salvador .
Calmada la ira popular , la viuda y los hijos de Morazán , así como todos sus compañeros , fueron tratados por los costarricenses con ver
192
RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
dadera humanidad . Es más, el Gobierno sur gido de la revolución intercedió con los de los otros Estados para que permitiesen el regreso de los morazanistas a sus hogares y a varios de éstos les facilitó los medios de hacerlo .
0
LA CARTA DE MORAZAN A SAGET
M:
I amigo muy estimado don Manuel E. Vázquez ha tenido la fineza de comuni
carme una carta del doctor don Rómulo E. Du
rón, el erudito historiógrafo hondureño, en que este caballero formula dudas sobre la autenti
cidad de la carta escrita por Morazán a Saget el dia de su muerte, carta que publiqué en La Tribuna del 29 de noviembre de 1931 .
Para suponer que esta carta «pudiera ser apócrifa » , el doctor Durón se funda :
Primero: en que ningún historiador que él conozca habla de tal carta. Ni don Felipe Mo lina, ni el doctor Montúfar, ni don Francisco
Montero Barrantes, ni don José Antonio Vigil , compañero de Morazán , que dejó unas Memorias. Segundo : en que es extraño que lo que se conoce de esa carta sea « una copia debida monte autenticada » (?). 13
194
RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
Acerca de este punto el señor Durón pre gunta: ¿Qué notario o que autoridad autentica
la carta? ¿Dónde y cuándo se hizo la autenti cación? ¿Antes o después de ser entregada a Sa get? ¿En poder de quién estaba el original al sacarse la copia y en poder de quién quedó? Creo poder demostrar la autenticidad de la carta , que para mi no ofrece la menor duda, así como contestar satisfactoriamente a las pre guntas del doctor Durón con documentos fide dignos.
El argumento de que ninguno de los histo riadores mencionados hable de esa carta de
Morazán , resulta de muy escaso valor cuando se considera que ni Molina , ni Montúfar, ni Montero Barrantes consultaron nuestros archi vos para escribir sus obras . Se sirvieron casi
exclusivamente de los documentos publicados y de testimonios verbales .
Y aun en lo refe
rente a impresos no los aprovecharon todos , como he podido comprobarlo en más de un caso . Asi , por ejemplo, ninguno de ellos cita el acta >
de pronunciamiento de la ciudad de Alajuela , firmada a las dos de la mañana del 11 de sep tiembre de 1842, no obstante que se publicó unos
quince días más tarde . Ninguno de los tres dice nada tampoco del asalto del cuartel de Heredia
efectuado en la noche del 29 de mayo del mismo año , que fué el primer acto de rebeldía contra Morazán en Costa Rica . Ahora bien , ¿seria ra
1
1
COSAS Y GENTES DE ANTAÑO
195
zonable poner en duda la autenticidad de estos hechos por cuanto los han ignorado los histo riadores? Y como los dos casos referidos podria citar otros .
La copia de la carta de Morazán que el doctor Durón supone que pudiera ser apócrifa
figura en el expediente No. 6246 de los pape les del Congreso que se custodian en nuestros Archivos Nacionales . Acompaña, con otros docu mentos, a la exposición enviada a la Asamblea
constituyente, el 15 de noviembre de 1843, por don Antonio Pinto, quien la autentica como co mandante general de las armas del Estado , en los siguientes términos: «Es copia fiel del origi nal que para en el archivo de mi mando San José, noviembre 14 de 1843-- . Antonio Pinto» .
Además, en la exposición se lee :
«Con la esperanza de obtener la tranquili dad y afianzarla mandé al general Saget, que como he dicho estaba en el puerto , dos perso
nas de representación y acreditado patriotismo, que fueron los señores doctor don José María
Castro y Francisco Giralt, para que éstos, a nombre del Estado , ofreciesen a aquel General toda clase de seguridades con tal que depu siera las armas , y asegurándole además que se impetraría de los otros Gobiernos el per maiso de volver a sus hogares ; pero él desgra
ciadamente despreció mis filantrópicos ofreci mientos y se obstinó en su actitud de rebeldia.
196
RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
Con estos comisionados remiti al mismo General Saget una carta que el General Morazán firmó poco antes de su muerte y cuya copia fiel acompaño bajo el número 3.' » .
En cuanto a la razón de haber quedado la carta en poder de Pinto y no de Saget, con fieso que no la he podido averiguar. De los documentos que tengo a la vista resulta que
Saget asumió una actitud muy violenta y agre siva , por lo que no me parece aventurado
conjeturar que se negase a recibir la carta de Morazán y que por este motivo volviese a poder de Pinto .
Sobre la autenticidad de la carta referida
puedo citar otro testimonio muy valioso: el del doctor don José María Castro, que fué dos veces a Puntarenas a tratar con Saget, la primera con don Francisco Giralt en septiembre y por
encargo de Pinto, y la segunda con don Rafael Ramírez, a principios de octubre, con poderes del Gobierno de don José Maria Alfaro . En esta
segunda comisión le acompañó el general don Trinidad Cabañas, hecho que tampoco refieren los historiadores y que no por esto es menos
cierto. El doctor Castro, en su calidad de mi. nistro general interino por ausencia de don Francisco María Oreamuno, dirigió una nota,
el 1. ° de noviembre de 1842, a Mr. Richard Byron , comandante de la corbeta de guerra
de S. M. B. Champion , surta en Puntarenas.
COSAS Y GENTES DE ANTAÑO
197
En esta nota le informa de que Morazán , antes
de ser pasado por las armas , le había orde nado al general Saget entregar al Gobierno de Costa Rica el barco y el armamento que le pertenecian, y luego añade : Los comisionados del Gobierno pusieron en
manos del General Saget la citada orden , ofre ciendo recompensar su cumplimiento con garan
tías de todo género y otras ventajas lucrativas, cuyos bienes se extendian desde el primer jefe hasta el último soldado; pero el expresado Saget, lejos de obedecer el decreto de su legitimo jefe y de corresponder a la buena disposición del
Gobierno, contestó a éste muy descortés ... Mi Gobierno le invitó a una conciliación que ter
minase las diferencias de una manera honrosa
y favorable a las partes beligerantes y, mani-. festando acceder, pidió comisionados con quie 9
nes entenderse. Yo mismo tuve la honra de desempeñar tan alta misión en unión del señor Rafael Ramirez y del General Trinidad Ca
bañas y, con los señores Lic. Nicolás Espinosa y Miguel Alvarez, autorizados por su parte , ajustamos el convenio que dirijo a Ud . en co pia ... El General Saget se negó a ratificarle en
los equitativos términos que está concluido y quedó sin efecto alguno » (1). Resulta además que no sólo Morazán escri ( 1) Archivo de Relaciones Exteriores . Libro copiador No. 40 .
198
RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
bió a Saget para que depusiese las armas, sino también otros de sus compañeros . Asi consta en la carta que don Antonio Pinto escribió al militar francés el 21 de septiembre en respuesta
a la que el primero le dirigió el 18, después de haber hablado con los señores Castro y Giralt. La carta de Pinto dice así en la parte condu cente :
«En ella (la carta de Saget) manifiesta que los ofrecimientos hechos a V. por esta Coman dancia son ridiculos ... y que las cartas que le
remití son suscritas por prisioneros compañeros de V. , únicamente para ver si transige o se acobardas (1 ) .
Infortunadamente en nuestros Archivos Na cionales se nota la falta de muchos papeles de
la antigua Comandancia general , entre otros el original de la carta escrita por Morazán a Saget el 15 de septiembre de 1842, cuya autenticidad creo haber demostrado .
Después de haber entregado a La Tribuna el artículo anterior, han sido felizmente descu biertos en los Archivos Nacionales otros papeles del año 1842, entre los cuales una carta dirigida
por el general Saget a don Modesto Guevara , jefe de sección encargado del Despacho del Gobierno provisorio de Costa Rica . Esta carta, (1)
Archivos Nacionales . S. A. Serie XII . No. 4569 .
COSAS Y GENTES DE ANTAÑO
199
fechada el 3 de octubre del mismo año en la
isla de San Lucas a bordo de la fragata Liber tadora, confirma de modo irrefragable la au tenticidad de la de Morazán . Empieza asi :
«He recibido hoy y leido , no sin asombro, la comunicación que Ud . me hace de orden del nuevo gobernante colocado sin forma legal al frente del Ejecutivo de Costarrica, en que
después de remitirme copias impresas de las actas que han celebrado los departamentos del Estado proclamando Jefe provisorio del mismo al señor José María Alfaro , me reclama en
tono solemne, a nombre de dicho Estado, el armamento y cuantos elementos de guerra exis ten en mi poder, no menos que la barca Co
quimbo y demás propiedades públicas o de particulares que haya traido al retirarme de
Punta Arenas, apoyando además tan semejantes demandas en la orden que tres horas antes de
ser asesinado el General Morazán por la fac ción que se ha arrogado el Poder público de Costarrica firmó este desgraciado General, ame nazado por otra parte de muerte en las per
sonas de su familia, jefes, oficiales y soldados que cayeron prisioneros a consecuencia de la
derrota que sufrieran el 14 del mes próximo pasado» (1). (1)
Archivos Nacionales . Comunicaciones de la Comandancia
general al ministro general . Año de 1842.
gen
EL DOCTOR MOLINA Y MORAZAN
D
ESDE que lei la carta escrita por Morazán
a Saget el día de su muerte , me llamó mucho la atención la siguiente frase : «Yo muero dentro de tres horas de este día y estoy cierto
que mi familia también perecerá ... ) . Esta otra igualmente: « ... asi es que la existencia de mi desgraciada familia , como la de usted y oficia
les, depende forzosamente del rendimiento de
usted ... » . Por una parte me parecía imposible que la familia del general Morazán , compuesta de su mujer doña María Josefa Lastiri y de sus hijos Francisco y Esteban , muy jóvenes ambos, pudiese haber corrido ningún peligro verda
dero por muy enfurecido que estuviera el pue blo; de otro lado me resultaba extraño que un hombre tan sereno y valeroso como el general Morazán manifestase semejante temor sin tener para ello motivo fundado .
202
RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
No encontrando en los documentos ninguna explicación de las frases citadas, me meti por el incierto sendero de las conjeturas y llegué a las siguientes conclusiones: o Morazán fué amenazado con el asesinato de su familia, 0 no le dijo la verdad a Saget para obligarlo a cumplir su orden de rendición . Pero como la primera de estas conclusiones me pareció in verosímil por la hombria de bien del general
Pinto, me resolvi por la segunda, estimando que Morazán había procedido en esa forma
movido por el piadoso deseo de que cesase el ya inútil derramamiento de sangre . Ahora bien , como sucede casi siempre , la verdad es otra.
Un documento que yo desconocía entonces ha venido a suministrarme la explicación de los temores manifestados por Morazán ; porque
efectivamente corrió serio peligro su familia en aquellos aciagos días de septiembre de 1842.
El documento a que me refiero es una carta del doctor don Pedro Molina para su hijo Ra
món , que había quedado en Guatemala . Está escrita seis meses después de la tragedia y dice asi :
San José , marzo 17 , 1843.
Mi muy amado hijo Moncho :
Cuanto me dices en tu apreciable cartita de 11 del pasado lo he pensado yo : pero no es
sólo mi amor al país y particularmente a mi
Cosas Y GENTES DE ANTAÑO
203
familia lo que me ha impedido irme a otra Re
pública, sino la falta de medios y no haber cosa más repugnante y aflictiva para mi que consi derarme pobre en país extranjero. Irungaray no pudo aguantar ni dos meses en Valparaíso y se vino . Lee lo que digo a Conchita acerca de mis determinaciones , que son proporciona
das a mis tendencias y a mis facultades. Veo lo que a ti te exaspera y tienes razón . Esa gente inútil que espera, sin hacer nada, sacar como el mono la brasa con la mano del
gato , se ha desatado contra mí porque a un
cualquiera se le antojó decir en Belice que yo habia fomentado la conspiración contra Mora
zán . Estoy informado que dos cartagos, un Ru. cabado y un Carazo , que pasaron de Matina a
Belice, lo fueron a suponer allá asi , y que don Ramón Vigil, hermano de mi pariente por quien sali yo de Guatemala, extendió el parte por la prensa como a él bien le pareció . Si yo hubiera
conspirado contra Morazán y sus compañeros de armas, empeñados como estuvieron en de
rramar mi sangre (4), nada hubiera hecho que no estuviera en regla , consultando a la natu
raleza; pero ni lo pensé: agobiado con mis penas, consintiendo en la triste suerte que iba a tener mi hijo , lejos, sin poderlo auxiliar ni aún con (1 ) Se refiere al fusilamiento de su hijo don Manuel Angel Molina .
204
RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
mi presencia (hasta eso me fué vedado), me encerré con Irungaray y Antonio Rivera, sin tener ni aún noticia de lo que se preparaba, hasta que oímos los primeros tiros con que se anunció la conspiración . El fuego mismo ya no nos permitió salir de casa los tres días que duró.
Después he reflexionado que las noticias falsas suelen no carecer de algún apoyo y que tal vez lo que hizo un médico francés llamado el Doctor Victor Castella, sobrino político de Ca
rrillo, me lo atribuyeron a mí . Este sujeto creyó que la conspiración podía encaminarla al res tablecimiento en el mando de su dicho tío y tomó una parte muy activa en la revolución ,
con tanto calor que sugeria a los soldados la , idea de matar a la señora e hijos de Morazán y hasta el último de su familia, habiendo sido
preciso para contenerlo que el cura y otro sa cerdote del país se le echaran encima , repren diéndolo agriamente , y que les dijeran a los soldados que estaba loco . Pero yo ni aun esto vi . Hasta ahora no he tomado otro género de venganza que ir a auxiliar a la señora de Mo
razán en el momento que le dieron la noticia de la muerte de su marido , más de ocho dias
después del suceso , y curarla de unas convul siones espantosas que lo atacaron . Todo esto te lo digo para que sepas la ver
dad y no para que satisfagas a nadie. Los que verdaderamente causaron la muerte
COSAS Y GENTES DE ANTAÑO
205
a Morazán fueron sus mismos oficiales y sus
consejeros: los primeros por su desmoralización , comenzando por el jefe del Estado Mayor Sa get, que siempre estaba borracho . Antes de la
frasca hubo conspiradores entre esos mismos oficiales. Un tal Lagos (alias Diablo Blanco), sostenido, según dicen , bajo de cuerda por el tuerto Orellana y los Zepedas, Manuel y Na
cho, fué condenado a Matina por conspirador. Este intentó asesinar a Saravia , tal vez por com
placer a su rival desesperado, al tuerto Ore llana . Sería largo de contar los atentados de
la dicha oficialidad en el pueblo y lo irri tado que lo tenían por consiguiente. Agréguese a esto el P. Menéndez agitando y dictando pro videncias funestas, sin que Saravia las pudiese impedir, por el influjo que el clérigo tenía en Morazán, y están encontradas las verdaderas causas de la rebelión . Castella mismo y sus más violentos carrillistas no la hubieran podido llevar a cabo sin dichas causas . La revolución
fué popularisima: en ella intervinieron los po bres y los ricos y gente acomodada; los unos por la recluta forzada , y los otros por el di nero ; los eclesiásticos por los fondos de obras
pias, etc., etc. Por último te digo que con la gente que tenía Morazán no se podia hacer nada bueno . Contados eran los hombres de bien
y éstos estaban hostilizados por los malos , espe cialmente si eran guatemaltecos .
206
RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
Yo estoy completamente separado de la
causa pública; pero especialmente si tuviese que asociarme con algunos de los llamados liberales .
Saluda a Leonita y besa a tus chiquitos con
mi corazón . Tú crees que no te conozco, mi amado hijo. Porque te conozco te amo y te
aprecio también sin limites , como tú a tu padre. P. MOLINA .
Morazán supo sin duda el peligro que ha bía corrido su familia, supuso que podría vol verlo a correr y asi se explican las frases de temor contenidas en su carta dirigida a Saget.
A medida que se hace la exhumación de los documentos de la época , va brillando la verdad histórica sobre las verdaderas causas
de la caída y muerte de Morazán .
La acusación que algunos formularon contra el doctor Molina de haber fomentado la revuelta
del 11 de septiembre de 1842, no pasa de ser una calumnia torpe. Este venerable anciano ig noró el cruel fusilamiento de su hijo Manuel Angel , hasta después de la ejecución de Mora zán . Así lo asegura el mismo historiador Mon túfar, el más morazanista de los morazanistas.
LA
CAPTURA
DEL GENERAL CABAÑAS
N
o he podido encontrar en nuestros Ar
chivos Nacionales ningún dato sobre las bajas que hubo en los combates del mes de
septiembre de 1842 en la ciudad de San José; pero se puede asegurar que fueron muchas de una y otra parte. En su carta del 15 dirigida al general Isidoro Saget, Morazán habla de los pocos oficiales que le quedaban vivos y de la
considerable pérdida de hombres que le auxi liaban . El doctor don José María Castro escribe, con fecha 1.º de noviembre, que la sangre cos tarricense se derramó a torrentes . En iguales términos se expresa por dos veces el historia dor Montúfar. El mismo Morazán fué herido
de bala en la cara por la tarde del 12 de sep tiembre en la puerta del Cuartel Principal , al llegar alli la tropa de Cartago que había sido desalojada de Los Almacenes por los insurrec
208
RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
tos. Hasta entre los no combatientes hubo vic
timas, como la distinguida señora doña Catalina
Nava de Bonilla , que recibió un balazo en el pecho dentro de su casa , situada en la vecindad del Principal . Heroica fué la defensa de Mo
razán y heroico el ataque de sus contrarios. Después de sesenta horas de incesante lucha, la situación de Morazán era desesperada, sobre todo por la falta de víveres y la escasez de pertrechos. Al anochecer del 13 de septiembre escribió a don Antonio Pinto para proponerle un convenio de paz. En las negociaciones en tabladas con este motivo mediaron el procer don Juan Mora Fernández, Vicejefe del Estado
y leal amigo de Morazán , y el presbítero don José Antonio Castro; pero a consecuencia del desacuerdo surgido surgido entre entre el general Pinto, anuente a conceder las garantias pedidas por Morazan para todos los suyos, y los cabecillas carrillistas de la revuelta , sedientos de castigar
la felonia del general Vicente Villaseñor, se demoró mucho la respuesta favorable que al fin fué firmada por Pinto y por desgracia no
llegó a manos de Morazán ; porque éste, per dida ya la esperanza de recibirla, resolvió in tentar la ruptura del cerco y retirarse a Car tago , única ciudad que permanecía fiel a su
causa . Aprovechando la coyuntura de un agua cero torrencial, salió de su cuartel a las cuatro >
y media de la mañana del 14 de septiembre
1
COSAS Y GENTES DE ANTAÑO
209
y marchó rápidamente hacia el camino de Car tago, venciendo la poca resistencia que lo opu sieron los sitiadores refugiados en las casas para guarecerse de la lluvia . La persecución no empezó hasta algún tiempo después, y Morazán , habiendo dejado su
tropa a las órdenes del general Cabañas, se adelantó a caballo con los generales Villaseñor y Saravia, su hijo Francisco y dos o tres más, llegando a Cartago a las siete de la mañana
para recibir allí un cruel desengaño. Esta ciu dad se había pronunciado también contra él en la noche anterior, temerosa de que se cum pliesen las amenazas de incendiarla , proferidas
por los caudillos josefinos de la insurrección . Además, la mayor parte de la tropa que el teniente coronel Mayorga había puesto sobre las armas deserto después de la sangrienta de rrota sufrida en el combate contra los alajue lenses de don Pedro Saborio y los josefinos
que mandaba don Luz Blanco , entre Curridabat y San Pedro de Montes de Oca . Un oficial cartaginés que tomó parte en este combate y fué levemente herido en él, el
capitán don Eusebio Prieto, dice en una rela ción de los sucesos de aquellos dias , cuyo ori ginal está en poder del Lic. don Cleto González
Viquez , que Mayorga se ocultó al llegar Mo razán a Cartago , pero que su mujer doña Ana cleta Arnesto salió a recibirlo para enterarlo
210
RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
del pronunciamiento de la noche anterior y
aconsejarle que se pusiese en salvo yéndose a Matina, y que para esto puso a su disposición siete mulas, cuatro mozos de confianza y una
talega de monedas de oro, habiéndole respon dido Morazán que él debía correr la misma suerte que sus compañeros . Caso de haber se
guido el consejo de la generosa dama, el ven cido general hubiera encontrado en Matina al teniente coronel don José Maria Cañas, coman dante del puerto , quien de seguro le habria facilitado la fuga .
Como lo he referido ya y consta en docu mentos oficiales, don Pedro Mayorga, después de traspasar la comandancia de la plaza a su segundo don Juan Freses Neco , se fué para Matina dejando a los generales Morazán , Villa señor y Saravia alojados en su casa de babi.
tación , con una guardia en la puerta que les impidió salir cuando lo quisieron hacer más tarde; pero este hecho no está comprobado (4). La casa de Mayorga tenía seguramente más
de una salida y, como todas las de aquel tiempo, fácil comunicación con las casas vecinas . No
le hubiera sido por consiguiente muy difícil a
doña Anacleta, mujer inteligente y resuelta, organizar la fuga de sus huéspedes, a quienes (1 ) Freses Neco no lo menciona en las notas que dirigió a Pinto el 14 de septiembre .
COSAS Y GENTES DE ANTAÑO
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no les habrían faltado amigos que les ayudasen
en la empresa, como no les faltaron después a los dispersos oficiales y soldados de Cabañas,
que fueron ocultados y favorecidos por los mo razanistas cartagineses. Debemos creer por lo
tanto que Morazán y sus compañeros no qui. sieron fugarse, no obstante haber tenido la po sibilidad de hacerlo.
El general Cabañas marchó sin tropiezo hasta cerca de Cartago con su tropa compuesta
de unos 300 hombres , en su mayoría cartagi noses, y muchos de ellos heridos . Los demás
eran salvadoreños y hondureños, los últimos casi todos indios de Texiguat, reputados por su valentía. Freses Neco había enviado al ca pitán Prieto al encuentro de Cabañas para no
tificarle que debía disolver su fuerza, porque si intentaba penetrar en Cartago con ésta seria recibido como enemigo. Prieto encontró a Ca bañas en el puente de Taras, cumpliendo alli su cometido .
-¿Dónde queda el general Morazán ? -le preguntó Cabañas. -En casa del comandante Mayorga . -¿Está preso o libre? -Cuando sali de Cartago habia una guar dia en la puerta de la casa . -
Don Francisco Giralt, don Ventura Espinach y don Félix Sancho, que procedentes de Car tago habían llegado en ese instante al puente
212
RICARDO FERNÁNDEZ GUARDIA
de Taras y oido el diálogo de Prieto y Caba ñas, le dijeron entonces a éste : «General, la «
guardia que dice este oficial es guardia de ho nor, no es de prisión » (1 ). El estruendo de una descarga de fusileria a retaguardia de Cabañas cortó en este punto la conversación . La vanguardia de las tropas
josefinas que venían persiguiendo a Morazán acababa de llegar al alto de la cuesta de Taras,
rompiendo el fuego desde allí . El capitán Prieto dice en su relación : «Ignoro cuántos saldrían heridos en esta descarga , pero fué tal la con fusión, que tanto los texiguats ( 2) como los car tagos que venían rendidos de cansancio y
muertos de hambre y sin parque, porque desde el domingo (3) no comian ni dormían, salieron en dispersión por los potreros , quedando sola mente 60 soldados con el General Cabañas» .
La relación de don Eusebio Prieto, escrita
muchos años después de estos sucesos, contiene errores evidentes, sobre todo en lo que se re (1 ) No especifica Prieto en su relato cuál de las tres per sonas mencionadas fué la que pronunció estas palabras . Emplea como aquí el plural, dando a entender así que tanto Giralt como Espinach y Sancho estuvieron de acuerdo en la aseveración de que la guardia colocada en la puerta de la casa en que estaba Morazán era de honor .
(2) Prieto llama siempre «texiguats» a los soldados traídos por Morazán a Costa Rica .
(3) El domingo 11 de septiembre, día en que se rompie ron las hostilidades en San José .
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fiere a los hechos no presenciados por él ; pero de modo general se ajusta a la verdad y en varios puntos la confirman plenamente docu
mentos oficiales de la época . Ninguno conozco sobre su entrevista con Cabañas en el puente de Taras; pero me parece mucho más vero simil lo que a este respecto dice Prieto que lo referido por el historiador Montúfar, el cual atribuye el hecho de que Cabañas no hubiese marchado hasta Cartago para libertar a Morazán a un engaño de que fué victima de parte de
don Ventura Espinach, por haberle dicho éste que ya Morazán había partido para Matina . Montúfar se manifiesta sorprendido de que un
hombre de la experiencia y condiciones de Ca bañas hubiese caído en semejante red , y esto >
es en verdad muy extraño . En cambio , el ataque repentino de los perseguidores a retaguardia que causó la desbandada de casi toda la fuerza de Cabañas , explica perfectamente el porqué de no haber podido este general acudir en auxilio de su jefe. Por otra parte resulta que en todo lo que se refiere a la retirada de Cabañas , Mon túfar estuvo mal informado. Dice que este ge
neral se entrevistó con Espinach en Ochomogo , que desde este punto se fué solo (4 ) para Matina (1) Si esto fuera cierto tendríamos que admitir que dejó abandonada su tropa, lo que no es creíble tratándose de un hombre como Cabañas .
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y que lo capturaron en la villa del Paraíso; pero como resulta que estas tres aseveraciones son otros tantos errores, es permitido pensar que lo del engaño de Espinach bien puede ser uno más. Don Ventura Espinach , caballero de origen español naturalizado en Costa Rica y muy hono
rable, era incapaz de cometer una vileza como la que se le atribuye , y no lo eran menos don
Francisco Giralt y don Félix Sancho . Este último, gran partidario de Morazán , fué uno de los dipu tados por Cartago a la Asamblea constituyente. Si engaño hubo de parte de alguno de ellos o de los tres, tan sólo pudo consistir en haberle dicho a Cabañas que la guardia que tenía Mo razán era de honor; pero es lo cierto que hasta
la llegada de las fuerzas insurrectas a Cartago , el carácter de esta guardia fué cuando menos
ambiguo. Esto lo confirman don Antonio Pinto y don Felipe Molina al decir que el general Saravia se envenenó cuando llegaron los jo
sefinos a prenderlo; luego, en concepto de ambos , hasta aquel momento no había estado preso y este era el mismo caso de Morazán y Villaseñor ( 1).
Como quiera que fuese, la conducta de Cabañas, posterior a su muy breve entrevista con Espinach , Giralt y Sancho, no fué deter ( 1 ) Véase La misteriosa muerte del general Jose Miguel Saravia ,
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minada por lo que éstos le dijeron en Taras, sino por el ataque de los josefinos y la dis persión de la tropa morazanista . Montúfar, al parecer, no conoció más do cumentos relativos al Gobierno de Morazán en
Costa Rica que los que reproduce en el to mo III de su obra. No pudiendo historiarlo con tan escasos elementos, tuvo que valerse para hacerlo de los datos verbales que al respecto le suministraron personas que le merecian fe; pero es bien sabido que los testimonios de es ta clase, sobre todo en materia de historia , suelen ser muy inciertos , porque además de
las infidelidades de la memoria , influyen en ellos las pasiones e intereses políticos y tam bién las simpatias o antipatias personales . Así se explican los errores y omisiones que se notan en la relación de Montúfar, a pesar de esto muy interesante .
El general Cabañas, con los soldados que le quedaron, pudo librarse de caer prisionero de sus perseguidores y , dando un rodeo por el norte de Cartago, fué à salir al camino de
Matina, el único por donde podia llegar a puerto de salvación . Tan pronto como la fuerza josefina ocupó la ciudad de Cartago, el jefe que la mandaba dispuso perseguirlo . Con este fin salieron cien hombres a las doce
del mis
mo 14 de septiembre, a las órdenes del ca pitán Prieto que llevaba una carta de Morazán
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para Cabañas . En La Cidra , lugar situado a proximidad de la villa del Paraíso , tuvo noticia Prieto de que el fugitivo general sólo llevaba
ya veinte hombres armados , y por este motivo, así como por el temor de no encontrar en el camino los viveres necesarios, ordenó que vol viesen a Cartago sesenta de los cien soldados que iban con él . En el lugar llamado Juan
Viñas supo por don Francisco Gutiérrez que Cabañas, después de tomar en su casa una taza
de café, había seguido para Turrialba , y más tarde le informó Felipe Romero que desvián dose del camino de Matina , se había dirigido al sur, hacia la hacienda de don Patrocinio
Alvarado . Cabañas iba ya solo , porque los muy pocos soldados que le acompañaban a
pie habían ido quedando extenuados en el ca mino . Prieto llegó a eso de las diez de la noche a la hacienda de Alvarado , una casa de dos pisos en medio de potrero . Después de rodearla con mandó a un cabo que tocase la
que tenia un extenso su tropa ,
puerta . Al
hacerlo el cabo , ya venía Cabañas bajando la escalera con una pistola en cada mano . -¡Alto, general ! -le gritó Prieto- , Traigo una orden para usted .
-¿De quién ? —preguntó Cabañas. -Del general Morazán . ' -Traigan luz, quiero ver esa orden .
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Se trajo la luz, Cabañas leyó el papel y luego preguntó a Prieto: -¿Cómo hubo usted esta orden ? --Me la entregaron al darme la comisión de llevarlo a usted .
Según Prieto, la orden de Morazán decía :
«General Cabañas: entregue usted al oficial portador las armas y elementos de guerra que conduzca su gente y véngase con él . Todo marcha bien» . Esta última frase me hace dudar
de que tal fuera el texto literal de la orden de Morazán ; porque cuando éste la escribió ya todo marchaba mal para él. Añade Prieto que después de leer la orden , Cabañas le dijo muy atentamente : «Aquí tiene usted mis pistolas y mi espada . Si me fusilan son suyas , y si me dan libertad mandaré por ellas » .
Documentos
oficiales
confirman
este
obsequio de sus armas hecho al capitán Prieto por Cabañas, a quien le fueron devueltas por orden del comandante general don Antonio Pinto .
Prieto y su prisionero durmieron en la casa de Alvarado , saliendo al amanecer para Car tago . En el caserío de Juan Viñas fueron re cogidos unos soldados de Cabañas que habían
quedado alli rezagados , en estado lamentable , y a las nueve de la noche del 15 de septiem bre llegaron todos al cuartel de Cartago . Un oficial le dijo allí a Prieto , al darle la bienve
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nida, que a las seis de la tarde de ese día los
generales Morazán y Villaseñor habían sido fusilados en San José . Prieto le hizo una señal
para que callase; pero Cabañas, que había oido la terrible noticia, dijo: