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Spanish; Castilian Pages [230] Year 2000
Aprovisionamiento e Intercambio Analisis petro16gico del utillaje pulimentado en la Prehistoria Reciente del Pais Valenciano (Espafia)
Teresa Orozco-Kohler
BAR International Series 867 2000
Published in 2019 by BAR Publishing, Oxford BAR International Series 867 Aprovisionamiento e Intercambio © Teresa Orozco-Köhler and the Publisher 2000 The author’s moral rights under the 1988 UK Copyright, Designs and Patents Act are hereby expressly asserted. All rights reserved. No part of this work may be copied, reproduced, stored, sold, distributed, scanned, saved in any form of digital format or transmitted in any form digitally, without the written permission of the Publisher. ISBN 9781841711423 paperback ISBN 9781407352060 e-book DOI https://doi.org/10.30861/9781841711423 A catalogue record for this book is available from the British Library This book is available at www.barpublishing.com BAR Publishing is the trading name of British Archaeological Reports (Oxford) Ltd. British Archaeological Reports was first incorporated in 1974 to publish the BAR Series, International and British. In 1992 Hadrian Books Ltd became part of the BAR group. This volume was originally published by John and Erica Hedges in conjunction with British Archaeological Reports (Oxford) Ltd / Hadrian Books Ltd, the Series principal publisher, in 2000. This present volume is published by BAR Publishing, 2019.
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INDICE 1.-INTRODUCCI6N II.- HISTORIA DE LA INVESTIGACI6N
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11.1.-Tipologfa, Petrologia y Funci6n. 11.1.1.- El desarrollo de una tipologfa de la industria de piedra pulimentada: principales trabajos. 11.1.2.-El desarrollo de los estudios petrol6gicos. 11.1.3.-Los estudios funcionales. 11.1.3.1.-Utiles para el trabajo de la madera. 11.1.3.2.-Utiles empleados en el trabajo de la tierra. 11.1.3.3.-El caracter votivo de las piezas de pequefio tamafio. 11.1.3.4.-El utillaje de piedra pulimentada como indicador de desigualdad social. 11.2.-Adquisici6n, Transformaci6n y Consumo. 11.2.1.-La obtenci6n de los recursos lfticos: Fuentes de Materia Prima y Sistemas de Aprovisionamiento. 11.2.1.1.-Fuente de Materia Prima: Concepto y Tipos principales. 11.2.1.2.-Principales sistemas de Aprovisionamiento de recursos lfticos. 11.2.2.-La transformaci6n de la materia prima: Tecnicas de fabricaci6n. El enmangue de los utiles pulimentados. Lugares de transformaci6n 11.2.2.1.- Principales tecnicas empleadas en la fabricaci6n del utillaje pulimentado. 11.2.2.2.- El enmangue de las piezas 11.2.2.3.- Huellas de enmangue en las piezas lfticas Il.2.2.4.- Lugares de transformaci6n: los talleres 11.2.3.-El Consumo: Sistemas y mecanismos de intercambio en Arqueologfa Prehist6rica. Algunos datos desde el estudio de la industria pulimentada. 11.2.3.1.-Sistemas y mecanismos de intercambio en Arqueologfa Prehist6rica. 11.2.3.2.-El intercambio a partir del estudio de la distribuci6n del utillaje pulimentado.
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III.- METODO DE TRABAJO
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IIl.1.- El objeto de estudio. Algunas limitaciones de la muestra. IIl.2.- El estudio tipol6gico. IIl.2.1.- El utillaje pulimentado. Definici6n de las partes de la pieza. Su iconografia. IIl.2.2.- Elementos de la descripci6n. IIl.2.2 .1.-Atributos cuantitativos. IIl.2.2.2.- Atributos cualitativos. IIl.2.2.3.- Otras variables descriptivas. 111.2.3.- La clasificaci6n tipol6gica. IIl.3 .- El estudio petrol6gico. 111.3.1.- Elecci6n del metodo de analisis. IIl.3.2.- La toma de muestras en los materiales arqueol6gicos. 111.3.3.-La investigaci6n sobre el origen de las materias primas.
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IV.- EL MARCO DE ANALISIS
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IV.1.- El medio ffsico. IV.1.1.- Elementos de geomorfologfa, clima y vegetaci6n. IV.1.2.- Recursos lfticos y Fuentes de Materia prima potenciales en el Pafs Valenciano. IV.1.2.1.- Las rocas fgneas mesozoicas. IV.1.2.2.- Las rocas i'gneas pliocuatemarias. IV.2.- El marco cronol6gico y cultural. IV.3.- Los yacimientos arqueol6gicos y sus materiales. IV.3.1.- Los yacimientos de habitat: cuevas y poblados al aire libre. IV.3.2.- Los contextos funerarios.
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V. ESTUDIO DE LOS MATERIALES
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V.l·.- Estudio Tipol6gico. V.1.1.- Grupo I: piezas con extremo cortante.
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V.1.1.1.- El tratamiento estadfstico. V.1.1.2.- Tipo 1: Utiles con extrema cortante y bisel simetrico. V.1.1.3.- Tipo 2: Utiles con extrema cortante y bisel asimetrico. V.1.1.4.- Tipo 3: Utiles con extremo cortante y bisel del filo c6ncavo. V.1.1.5.- Caracteres tecnol6gicos del Grupo I. Algunos elementos en proceso de fabricaci6n. V.1.1.6.- El enmangue de las piezas con extrema cortante. V.1.2.- Grupo II: piezas con extremo apuntado. V.1.3.- Grupo III: Piezas con extremo redondeado. V.1.4.- Grupo IV. V.1.4.1.- Instrumental de molienda: molinos, moletas y morteros. V.1.4.2.- Otros materiales Hticos. V.2.- La tipologfa en los contextos arqueol6gicos. V.3.- Estudio Petrol6gico: las materias primas del utillaje. V.3.1.- Las rocas de origen igneo: diabasas, basaltos y andesitas. V.3.2.- Las rocas metam6rficas: sillimanitas, anfibolitas, metabasitas y eclogitas. V.3.3.- Serpentinitas, comeanas y otros litotipos metam6rficos. V.3.4.- Las rocas sedimentarias : calizas, dolomfas y areniscas. V.3.5.- Otros elementos lfticos recuperados en los contextos arqueol6gicos. V.4.- Relaci6n de los tipos de utiles con las diferentes materias primas. V.4.1.- El grupo de piezas con extrema cortante (Grupo I). V.4.2.- Grupo II: piezas con extremo apuntado. V.4.3.- Grupo III: piezas con extremo aplanado. V.4.4.- Grupo IV V.5.-La procedencia de las materias primas. Aproximaci6n a los sistemas de aprovisionamiento. V.5.1.- La procedencia de los soportes lfticos. V.5.2.- Aproximaci6 n a los sistemas de aprovisionamiento de los recursos lfticos.
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VI.- ELEMENTOS DE ECONOMfA PREHIST6RICA
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VI. I .- El utillaje de las prim eras comunidades agrfcolas. VI. I . I .- Algunas apreciaciones sober la tipologfa de los utiles. Vl.1.2.- Las materias primas. Vl.1.3 .- La obtenci6n de los soportes lfticos: los sistemas de aprovisionamiento. Vl.1.3.1 .- La explotaci6n de algunas FMP aut6ctonas. Vl.1.3.2 .- Materiales procedentes de otros dominios geol6gicos: la circulaci6n de bienes. VI.2.- La consolidaci6n de la econornfa de producci6n: la industria pulimentada a lo largo del Neolftico II. VJ.2.1.- Variabilidad y evoluci6n en la tipologfa de las piezas. VI.2.1.1.- El uti.llaje en los poblados al aire libre. VI.2.1.2.- La representaci6n de la industria pulimentada en los ajuares funerarios. Vl.2.2.- Materias primas empleadas en la fabricaci6n del utillaje. Sistemas de aprovisionamiento. VI.2.2 .1.- La explotaci6n de recursos locales: el suministro directo o territorial. Vl.2 .2.2.- El desarrollo del suministro indirecto como mecanismo de aprovisionamiento. Vl.2.2.3 .- La sincronia en los sistemas de suministro: el caso de la Ereta del Pedregal. VI.3.- El desarrollo de la complejidad social: el Horizonte Campaniforme de Tran ici6n y la Edad del Bronce. Vl.3 .1.- La tipologfa del utillaje en los contextos campaniformes. Vl.3 .2.- Algunas consideraciones sobre el utillaje pulimentado en la Edad del Bronce. Vl.3.3 .- Materias primas y sistemas de aprovisionamiento de recursos lfticos. VI.4.- Elementos para la reflexi6n.
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VII.- BIBLIOGRAFf A
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SUMMARY
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INVENTARIO DE MATERIALES
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LAMINAS
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I. lntroducci6n sos se constata una aparici6n «discreta», con un numero de utiles escaso o poco numeroso, que se ira incrementando a lo largo del tiempo. En el marco del mediterraneo observamos la aparici6n de esta industria en los principales yacimientos neoliticos, siendo una constante el reducido numero de piezas en los horizontes iniciales. Asi pues, el utillaje pulimentado se generaliza desde el neolitico, con la finalidad, no de substituir a la industria sobre piedra tallada, sino de completar el repertorio de herramientas de estas poblaciones. La primera parte de este trabajo se dedica a la historia de la investigaci6n, donde presentamos los estudios mas destacados de estas piezas, estructurados en dos grandes bloques. El primero recoge las princi pales aportaciones sobre tipologia, estudios petrol6gicos y funcionales, mientras que el segundo presenta los trabajos sobre tecnologia, transformaci6n y consumo de las mismas. El metodo de trabajo que hemos aplicado se basa en los ensayos y resultados obtenidos por otros investigadores y combina el estudio tipol6gico con el analisis petrol6gico, cuya finalidad es lograr una aproximaci6n a las formaciones geol6gicas de origen o, dicho de otro modo, a su Fuente de Materia Prima (FMP). La tecnica de caracterizaci6n empleada en este trabajo, el examen de laminas delgadas en microscopio petrografico, min contando con mas de un siglo de existencia no ha perdido validez con el transcurso del tiempo, y ha sido complementada de manera puntual con la XRD. Sohre el conjunto de 878 piezas arqueo 16gicas se han elaborado y estudiado 277 laminas. La correlaci6n de los resultados del analisis petrol6gico con las potenciales FMP del entorno es uno de los puntos de mayor dificultad, por cuanto que necesita del estudio y comparaci6n de largas series de muestras procedentes de las formaciones geol6gicas. Para ello hemos realizado un intenso trabajo de campo en el marco de estudio, complementado con estudios puntuales de otros dominios geol6gicos del marco peninsular. Todas estas muestras forman una extensa litoteca -centrada en materiales de origen igneo y metam6rfico- que se encuentra en el Laboratorio del Departament de Prehistoria i Arqueologia de la Universitat de Valencia. Los yacimientos arqueol6gicos estudiados presentan una unidad geografica, lo que confiere validez a los resultados obtenidos. A nuestro en tender la muestra de sitios analizados es suficientemente representa-
Este trabajo corresponde, en gran parte, a la Tesis Doctoral que presentamos y defendimos en junio de 1997 en la Universitat de Valencia, y que aborda el estudio del utillaje pulimentado, cuya aparici6n en el registro arqueol6gico se produce al tiempo que se desarrolla una economfa de producci6n basada en la agricultura y ganaderfa. El marco geografico de este trabajo corresponde a las comarcas centro-meridionales valencianas, donde se ubican algunos de los yacimientos bien conocidos en los estudios sobre la neolitizaci6n de la Peninsula Iberica (Cova de l' Or, Cova de la Sarsa, entre otros) donde se estan llevando a cabo diversos proyectos de investigaci6n por parte del Departament de Prehistoria i Arqueologia de la Universitat de Valencia. Cronol6gicamente este estudio abarca la secuencia neolitica, desde las fases iniciales hasta la Edad del Bronce; esto es, desde el VII al III milenio BP. Todas las referencias cronol6gicas en este trabajo se expresan en afios sin calibrar. La industria pulimentada es uno de los elementos mas tipicos de las sociedades neoliticas y, sin embargo, uno de los apartados del registro arqueol6gico mas desatendido. La caracteristica que define a estas piezas es la presencia de un filo cortante conformado por el pulido de la roca. Si bien nuestra idea inicial era la de cefiir el estudio a esta categorfa de objetos, pronto nos dimos cuenta que resultaba de enorme interes obtener una vision mas amplia tanto del repertorio tipol6gico como de la variedad de recursos liticos explotados por las comunidades prehist6ricas. En efecto, el estudio petrol6gico de las litologfas utilizadas como soporte se revela de enorme interes para realizar una aproximaci6n a diversas pautas socio-econ6micas de los grupos humanos. Los interrogantes previos que surgen al abordar un estudio sobre un apartado concreto de la cultura material son numerosos. Cuestiones como el origen, la evoluci6n de estas piezas o incluso su significado en el seno de las sociedades prehist6ricas son un punto de partida para iniciar una revision de los trabajos existentes sobre esta industria. Rastrear su origen nos remite a una amplia zona, como Oriente Medio y Proximo, donde ya en cronologias del Holoceno Antiguo encontramos el desarrollo de esta tecnica de fabricaci6n. Yacimientos como Nemriq 9, Mureybet, Abu Hureyra, Byblos o, en la zona de Turqufa, Cafer Hoytik, son ilustrativos al respecto (CAUVIN 1977, 1989, 1994; KOZLOWSKI 1989; MOORE et al. 1975). En todos los ca-
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La necesidad de una preparaci6n en el campo de la Petrologfa nos ha llevado a contraer diversas deudas: la formaci6n que hemos recibido por el Dr. Alonso Matilla (Universidad Politecnica de Valencia) quien tambien nos permiti6 consultar y utilizar el material de sus investigaciones; del mismo modo, he de agradecer al Laboratoire de Characterisation des Materiaux, del Centre de Recherches Archeologiques del CNRS (Francia), en la persona de su directora, la Dra. M. Ricq-de Bouard, todas las facilidades prestadas en el desarrollo de este trabajo , las ensefianzas sobre litologfas metam6rficas, las atenciones que ha tenido con nosotros, y su amistad. Tambien debemos hacer constar la amabilidad del Dr. Alvarez (Dept. de Geologia, Universitat Autonoma de Barcelona) com probando las determinaciones realizadas por nosotros sobre las corneanas . Diversas instituciones han financiado en mayor o menor medida este trabajo: nos hemos benefi ciado de los proyectos DGICYT PS-91/0129, DGICYT PB-95/1087 y DGICYT PB-96/0781. Asimismo, la Conselleria de Cultura, Educaci6 i Ciencia concedi6 diversas ayudas para nuestra formaci6n en el extranjero. Tambien, entre las instituciones, hemos de agradecer al Servei d'lnvestigaci6 Prehistorica de la Diputaci6 de Valencia, al Museu Arqueologic Municipal d' Alcoi, Museu de Gandia, y Servei d' Arqueologia Municipal d'Ontinyent, en la persona de sus res pectivos directores, todas las facilidades prestadas para el estudio de los fondos allf depositados . Quisieramos tambien hacer constar la amabilidad de D. V. Garcfa Castillo y D. H. Ros, quienes nos permitieron el estudio de los materiales de sus colec ciones privadas. Entre los colegas y amistades son muchos los nombres a citar y muy diversas las cuestiones a agradecer. Todas las amigas y amigos que, en mayor o menor medida, han compartido di versos momentos de este trabajo me permitiran que me limite en este espacio a sefialar -con todo mi carifio- la deuda contrafda con Iosep LL Pascual-Benito y Angels Martf, quienes han realizado la parte grafica de este trabajo. Asimismo, quisiera hacer constar mi agradecimiento a los compafieros y compafieras del Departament de Prehistoria i Arqueologia de la Universitat de Valencia, no s6lo por su consejos, sugerencias y comentarios durante la realizaci6n de este trabajo, sino por su calidad humana. Por ultimo, solo me resta agradecer la confian za, el carifio y el esfuerzo de mi familia, especialmente de mis padres .
tiva de los diferentes contextos arqueol6gicos que se desarollaron en la zona entre el neolftico inicial y la Edad del Bronce. Los resultados obtenidos se detallan en el quinto capftulo, cuya primera parte se dedica al analisis tipol6gico, y un segundo bloque recoge los resultados del estudio petrol6gico. Destacaremos aquf la gran variedad de litotipos metam6rficos, y la alta represen taci6n que alcanzan en algunos momentos de la secuencia estudiada. Se trata mayoritariamente de materiales procedentes del area del SE, cuya obtenci6n interpretamos a traves de un sistema de intercambios con otras comunidades. Por ultimo, ofrecemos algunas breves reflexio nes sobre la evoluci6n de esta industria a lo largo del marco cronol6gico estudiado. A nuestro entender, el trabajo queda abierto a nuevas cuestiones e interrrogantes que deberan abordarse desde estudios mas extensos y completarse con otros apartados de la cultura material. Cierran estas paginas un inventario de las piezas estudiadas, detallando la determinaci6n petrol6gica y las areas de procedencia. Las lecturas y revisi6n de trabajos nos han permitido conocer algunas curiosidades sobre estas piezas. No nos equivocamos si decimos que desde el neolf tico, los utiles pulimentados han tenido un papel destacado a lo largo de la Historia. Estas piezas han gozado de enorme prestigio, pues a ellas se les atribuye un cierto valor profilactico y apotropaico. Una idea muy extendida es su valor como amuleto, protegiendo al poseedor, o al lugar donde se hallan depositadas, contra las tormentas; en ocasiones su empleo como talisman fue considerado un poderoso medio para triunfar en la guerra, creencia que se remonta a epoca romana (PLINIO Nat. Hist. XXXVII - 135; SUETONIO libro V. Galba); pero tambien han sido consideradas como protectoras contra todo tipo de desgracias o, incluso se les ha atribufdo cualidades medico-curativas, en especial para el ganado (MAZO y RODANES 1986), tambien para diversas dolencias de mujeres (VILANOVA 1872). Sus virtudes protectoras, asf como su denominaci6n popular como «piedras de rayo» o «pedres de Hamp», «centellas» , «piedras cafdas del cielo», (BOUTANQUOI 1910; QUIROGA 1880) esta bien extendida por muchas regiones. Finalmente, desearfamos que las cualidades y virtudes atribuf das a estos objetos acompafien a todas aquellas personas que , de un modo u otro, han colabo rado para que este trabajo pudiera llevarse a cabo. Deseamos expresar nuestra gratitud, en primer lugar, al director de este trabajo , el Dr. J. Bernabeu Auban, quien nos propuso el tema de investigaci6n y cuyo entusiasmo e interes han sido uno de los mayores estfmulos en su realizaci6n.
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II. Las investigaciones -sobre el utillaje pulimentado paralelos (ATGIER1907; DESFORGES 1906; IMBERT 1907; MARTIN 1904; MORTILLET 1907; entre otros); no obstante pronto surge la necesidad de establecer un sistema analftico de clasificaci6n, y aparece un primer modelo de ficha sistematizada, (BAUDOUIN 1908), siendo este uno de los primeros intentos de transformar en valores numericos las variaciones de forma observadas en los utiles. Una de las mayores dificultades de esta propuesta es establecer un metodo para calcular el volumen y densidad de los utiles (DESFORGES 1910). Tambien se destaca en estos afios la variedad y desgaste de los filos de estas piezas (GIVENCHY 1910), estudiando las causas mas probables. Los trabajos de catalogaci6n tanto de piezas como de colecciones han sido los mas abundantes en el panorama bibliognifico. En algunos pafses, como Francia, esta tarea se viene realizando de manera sistematica en muchas regiones (BASTIEN et al. 1973, 1976; BAUDOUIN1908;CORDIER1964,1981;CORDIER y BOCQUET 1973; GRUETy CORDIER1961; GACHINA 1979; JAUNEAU 1974; LEPAGE1969; L'HOSTIS 1953; MORTILLET1907; THEVENIN 1960; VAUVILLE 1910; entre otros). En el ambito peninsular, tambien encontramos trabajos dedicados a la catalogaci6n e inventario de piezas de piedra pulimentada a diferente escala, sea a ni vel regional (BOSCHGIMPERA1923) o provincial (ATRIAN 1960; RIPOLL1956) y tambien local (HERRERO 1982; JIMENEZ 1950; entre otros) o bien, en ocasiones, breves noticias referidas a hallazgos de piezas aisladas (GARCES1986; NOLTEy ARAMBURU 1974, 1975, 1977a, 1977b, 1979, 1980; entre otros). Algunos trabajos aparecidos en la decada de los 60 muestran la necesidad de definir los criterios de clasificaci6n tipol6gica. Berdichewsky ( 1964) en su sistematizaci6n del mundo funerario del Bronce I Hispanico, establece en la catalogaci6n de los ajuares un apartado que engloba «hachas, azuelas, gubias, cinceles y similares». Sefiala que el criterio mas consensuado para diferenciar entre_tipos es la forma del filo: bilateral para las hachas y umlateral para las azuelas, mientras que las gubias presentarfan tambien un filo unilateral, pero c6ncavo. Distingue dos tipos en las hachas: hachas gruesas de secci6n circular u oval, y hachas planas de secci6n aproximadamente rectangular. El primer grupo representa para este autor una tradici6n mas antigua de rafces neolf ticas, mientras que las hachas de secci6n rectangular corresponderfan a una tradici6n industrial
11.1.- TIPOLOGIA, PETROLOGIA Y FUNCI6N.
SUS
11.1.1.-EL DESARROLLODE UNA TIPOLOGIA DE LA INDUSTRIA DE PIEDRA PULIMENTADA: PRINCIPALESTRABAJOS. Los criterios de clasificaci6n del utillaje pulimentado aparecen al tiempo que las primeras sist~matizaciones de la Prehistoria, y han sufrido pocas variaciones sustanciales. Se estableci6 que la forma del filo, visto en secci6n, es el elemento diferenciador entre los tipos «hachas», «azuelas» y «gubias», tipos que responden a diferencias en el sistema de enmangue (Fig. II. l). Ya en fechas tempranas se sefiala tambien la monotonfa en las formas de estos utiles (sIRET1913) y, en este sentido resulta cierta la constataci6n de una morfologfa bastante repetitiva, a excepci6n de la fachada atlantica, donde aparecen tipos bien diferenciados: los utiles dobles con perforaci6n central (Fig. 11.2). Su representaci6n en la peninsula iberica queda limitada a los contextos megaliticos del extremo NW, donde se relacionan con tipos similares del ambito centroeuropeo y atlantico (FABREGAS 1988). Las primeras publicaciones corresponden a noticias de hallazgos, bien de piezas sueltas o de conjuntos, o de clasificaci6n de materiales destacados y
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Fig. 11.1: Hachas neolfticas (PETREQUINy JEUNESSE 1995).
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Fig . 11.2: Algunos ejemplos de piezas con perforaci6n central (ROE 1979).
posterior. Para los restantes tipos, como cinceles y escoplos, tan s6lo se indica que son alargados y angostos, con filo bilateral (BERDICHEWSKY 1964 p.185). A. Ma Munoz, en su ensayo sobre la cultura de los sepulcros de fosa (1965) establece una distinci6n entre los tipos que aparecen representados en la industria pulimentada, presentando, al mismo tiempo, una clasificaci6n de los litotipos empleados como soporte. Las categorfas tipol6gicas que establece para este utillaje son: hachas, azuelas, grandes hachas, hachas de tipo «rejones de arado» (Fig. 11.3)y cinceles, diferenciandolos a partir de variables morfol6gicas (forma o silueta de la pieza) y metricas (dimensiones). La escasez de hachas en las sepulturas le lleva a pensar que son instrumentos eminentemente funcionales; mientras que las azuelas son un elemento normal en los ajuares funerarios y pese a su pequefio tamafio se presentan en muchas ocasiones deterioradas por el uso, con desconchados en el filo y tal6n (MUNOZ 1965 p.270277). En otras areas geograficas, como Norte de Africa y Pr6ximo Oriente, tambien aparecen reflexiones y ensayos sobre la tipologfa de este utillaje, algunos de las cuales tuvieron repercusiones en estudios posteriores (CADENAT 1964; OLAMI 1960, 1966; SOUVILLE 1968, 1974). Al igual queen otras zonas de Europa , los cinceles y gubias aparecen en escaso mimero, siendo hachas y azuelas los tipos mas frecuentes en el norte de Africa (CADENAT 1964). La decada de los 70 supone la consolidaci6n de la tipologfa analitica de Laplace, propuesta que tambien alcanza a la industria de piedra pulimentada. En el ambito peninsular aparece el trabajo de Fandos (1973) quien considera la tecnica del pulimento en la misma categorfa taxon6mica que los modos de retoque. De este modo, se distingue un Orden de Pulimentados , dentro del cual se determinan por su morfologia cuatro Grupos Tipol6gicos:
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- Grupo de Hachas y Azuelas , o piezas con extremo cortante. - Grupo de Picos o piezas con extremo apuntado . - Grupo de Martillos y Mazas, o piezas con extrema aplanado o redondeado. - Grupo de Discos y Bolas, que incluye los llamados percutores. Este autor detalla los elementos para el estudio del primer grupo (piezas con extremo cortante ), presentando dos fichas para la clasificaci6n de las piezas: una descriptiva y otra tipometrica; en esta segunda destaca las multiples medidas para los objetos y sus
Fig. 11.3:Hachas de tipo rej6n de la B6vila Padr6 en Ripollet, Barcelona (MUNOZ 1965 fig.13) .
partes, asf como una extensa cantidad de indices, tanto absolutos como relativos (FANDOS 1973). Son los indices totales (fndice de alargamiento, anchura y espesor) los unicos que se han empleado posteriormente por otros autores, pues los restantes indices relativos resultan de poca operatividad (GONZALEZ 1979; MAZO y RODANES 1986; entre otros). En Francia surge la propuesta tipol6gica de J. Mourre ( 1979) para definir y clasificar este utillaje, estableciendo una serie extensa de variables morfol6gicas y metricas en las hachas pulidas, que se recogen en una ficha o matriz descriptiva; sin embargo, de esta serie extensa de valores y variables consideradas en cada pieza, los investigadores posteriores tan solo han empleado aquellos que resultaban tener alguna significaci6n a la hora de establecer una clasificaci6n. En este marco se situa el trabajo de C. Gonzalez (1979) sobre unos conjuntos lfticos de la zona de Navarra. En el, ademas de ensayar la aplicaci6n de las propuestas de Fandos (1973), destaca el analisis de piezas sin filo. Para el grupo tipol6gico de martillos, mazas y otras piezas sefiala que la caracterfstica de este grupo es la posesi6n de, al menos, un extremo de forma plana o redondeada. Distingue tres tipos: mazas, majas y martillos. En cuanto a los utiles con filo distingue, ademas de hachas y azuelas, el tipo cincel, caracterizado por una silueta rectangular o trapezoidal, muy alargada. Es un tipo de muy escasa representaci6n, al cual se atribuyen tan s6lo dos ejemplares (GONZALEZ 1979 p.156). Tambien en otras regiones, los caracteres de forma trapezoidal y longitud notable, son los criterios de clasificaci6n en este tipo (vrLASECA 1970). Los afios ochenta suponen la consolidaci6n de nuevos enfoques en el estudio de esta industria, tomando cuerpo la determinaci6n petrol6gica de los utiles como variable que puede influir en la tipologfa de las piezas. En el marco del mediterraneo frances, M.Ricq - de Bouard inicia una serie de estudios sobre las colecciones de utiles pulimentados en este area. En su propuesta tipol6gica establece un amplio numero de caracteres de naturaleza tanto cualitativa como cuantitativa que definen cada pieza, incorporando la determinaci6n petrografica como variable que, en relaci6n con las restantes, define el util. La atribuci6n de un valor a cada uno de estos caracteres permite elaborar un amplio fichero, formalizado con vistas a su tratamiento informatico, lo que amplia de manera notable la gesti6n de los datos (RICQ - DE BOUARD 1983); sin embargo, en los ultimos trabajos, simplifica al Ifmite la clasificaci6n tipol6gica agrupando hachas y azuelas, recogiendo una idea sugerida en di versos trabajos: que las variaciones tipol6gicas estan ligadas, ante todo, a las tecnicas de fabricaci6n, las cuales vie-
nen impuestas, en gran parte, por la naturaleza de las diversas materias primas y por el estado en que han sido obtenidas (RICQ - DE BOVARD 1996 p.64). Su propuesta para escapar a la terminologfa tradicional, con una evidente carga funcional (RICQ - DE BOUARD 1987a) ha tenido escasa aceptaci6n en el marco de la investigaci6n. Los trabajos queen las ultimas decadas se Hevan a cabo en territorio nacional incorporan esta sistematica de trabajo: adoptar el analisis petrol6gico como una variable que puede influir en la tipologfa de las piezas, al tiempo que permite obtener informaci6n sobre las zonas de procedencia de los objetos (BARRERA y MARTfNEZ-NAVARRETE1980; BARRERA et al. 1987; BOSCH 1984; CARRI6N 1985; CARRI6N y G6MEZ 1983; MAZO y RODANES 1986; entre otros). El termino «hacha» suele utilizarse para describir piezas total o parcialmente pulimentadas, de forma mas o menos triangular o trapezoidal, secciones diversas con independencia del perfil del filo, simetrico o asimetrico (BARRERAy MARTfNEZ-NAVARRETE 1980 p.57). Los estudios sobre esta industria realizados en el norte de Catalufia muestran que la tipologfa de las piezas es relativamente homogenea, con pocos elementos que permitan establecer variantes. Bachas y azuelas son las piezas mas frecuentes en las colecciones, si bien hay referencias a otros tipos coma azadas, rejas de arado, cinceles, gubias, formones (BOSCH 1984; VALDES 1981-82). En ocasiones, se diferencian tipos entre las hachas, segun la forma de la secci6n transversal y el tal6n (MALUQUER 1979). Pero en muchos casos la definici6n resulta imprecisa: la diferencia entre hachas y azadas viene dada por la forma del bisel del filo, pues las azadas, que al igual que las azuelas, poseen la secci6n longitudinal asimetrica, muestran el filo deteriorado y redondeado; aun asi, la morfologia de ambos tipos es muy similar (BOSCH 1984). En otras zonas de la peninsula, la misma terminologia designa objetos bien diferentes. En el area del NW se denomina «laminas de azada» a piezas con un extremo distal semejante al de las hachas (perfil del filo simetrico ), cuya caracterfstica es una gran anchura en relaci6n a su espesor (A > 2E), frecuentemente de gran longitud (FABREGAS 1988 p. 31). Otros sistemas de clasificaci6n, ademas de basarse en citerios tipometricos y morfol6gicos, incorporan el analisis de la materia prima de los objetos y el estudio de las huellas de uso en las piezas con extremo cortante (MAZO y RODANES 1986). Escoplos, gubias y cinceles son la categorfa tipol6gica de mas dificil definici6n, posiblemente debido a que su representaci6n en los conjuntos suele ser minoritaria y tambien a la gran variedad regional. Para las gubias se habfa indicado la presencia de un filo bilateral, pero c6ncavo (BERDICHEWSKY 1964); ca-
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racteristica ampliamente aceptada, si bien en algunas regiones, como es el caso de Galicia, presentan longitudes que superan los 10 cm (FABREGAS 1988 p. 27). En relaci6n a escoplos y cinceles, la mayor parte de los autores coinciden en sefialar que se trata de piezas de formas rectangulares, caracterizadas en muchos casos por presentar levantamientos en el tal6n, por golpeo de uso mediante un martillo o percutor; tal como se ha mencionado con anterioridad, en la mayor parte de los casos se consideran piezas de Iongitud notable, lo que da unos indices tipometricos elevados (GONzALEz 1979; CARRI6N 1985). En el NW peninsular se agrupan bajo esta definici6n piezas de gran longitud, escasa anchura en relaci6n al espesor (A< 2 E) y forma general subrectangular, con independencia de la forma de la zona activa (FABREGAS 1988), sin que se considere la existencia o no de huellas en el extrema proximal. Las posibilidades de la aplicaci6n de metodos estadfsticos para evidenciar relaciones entre las diversas variables que pueden influir en la tipologfa de las piezas ha quedado manifiesta en un trabajo sabre los utiles calcolfticos de la comarca NW de Murcia. Aquf la clasificaci6n de las piezas fue intuitiva, valorando la morfologfa y un criteria general de discriminaci6n entre instrumentos cortantes enmangables en posici6n perpendicular (azuelas, cincel) y paralela al mango (hachas), no cortantes (mazas, bolas, molinos y manos de mo lino) y perforados, verificando posteriormente las asociaciones estadfsticas existentes (BARRERA et al. 1987).
significativas, simplificando la descripci6n de los objetos.
11.1.2.- EL DESAROLLO DE LOS ESTUDIOS PETROL6GICOS. Desde los primeros momentos de la investigaci6n, al mismo tiempo que se establecen las categorfas o tipos de esta industria y su variedad, existe entre los estudiosos una inquietud por determinar el tipo de roca empleado como soporte de estas piezas (VILANOVA 1872). . No escapan a esta corriente general las investi gaciones que se llevan a cabo en el ambito peninsular, donde vemos -en fechas tempranasanalisis petrol6gicos sobre algunos de estos objetos empleando incluso la tecnica del estudio de laminas delgadas en microscopio polarizante (QUIROGA 1880; SAN MIGUEL DELA CAMARA 1918, 1919).Alcontrariodeloqueocurrira en otros pafses, estos trabajos no tienen un desarrollo y continuidad posterior. En Francia, destaca el trabajo de A. Damour (1881) sobre las llamadas «hachas de prestigio» que aparecen en las excavaciones de los monumentos de la regi6n de Carnac (Morbihan), centrandose en el interrogante que se plantea sobre la procedencia de las hachas en «jadefta», para las que demuestra el origen alpino de la roca. El gran impulso a la colaboraci6n entre prehistoriadores y ge6logos se da, en fechas tempranas, en Gran Bretana, donde en el siglo anterior hay cierta curiosidad sobre la procedencia de las «rocas azules» de Stonehenge, cuesti6n que origin6 abundante literatura (recogida en IBOMAS 1923). Resultado de ello, ya en los afios 20 se establece la correcta determinaci6n petrol6gica de las piedras de este monumento megalftico (Fig. II.4), destacando las doleritas o diabasas, las riolitas y la Hamada «piedra-altar» por su origen foraneo (THOMAS 1923). A mediados de la decada siguiente se funda el «Sub-Committee of the South-Western Group of Museums and Art Galleries on the Petrological Identification of Stone Axes» en el marco del «Council of British Archaeology», cuyo metodo de trabajo ( KEILLER 1937) regira la in vestigaci6n posterior y sigue vigente hoy dfa: se trata del analisis sistematico en lamina delgada de series numerosas de objetos y de la definici6n de grandes grupos petrograficos. A partir de estos momentos se aborda el analisis petrografico de utiles pulimentados a nivel nacional, cuyos resultados veran la luz, tras el parentesis de la Guerra, principalmente en la serie Proceedings of the Prehistoric Society (CAMPBELL 1965, 1972; EVENS et al. 1962, 1972; JONES et al. 1977; KEEN y RADLEY 1971; KEILLER et al. 1941; MOOREy CUMMINS 1974; STONE y WALLIS1947;
Esta breve revisi6n sabre los estudios que abordan la tipologfa de estos utiles pone de manifiesto diversas cuestiones. En primer lugar se observa que los tipos «hacha» y «azuela» son los mas abundantes en la mayor parte de regiones o pafses, y sobre ellos versan la mayor parte de los ensayos y criterios tipol6gicos. Las piezas que se denominan cinceles, escoplos, gubias, han quedado, en cierto modo, relegadas a un segundo piano y ha sido la escasez de efecti vos asf como su gran variabilidad regional, los facto res que han dificultado su determinaci6n. En la mayor parte de los casos, la forma del bisel del filo (simetrico para las hachas y asimetrico para las azuelas) es el principal criteria para diferenciar entre ambos tipos, y la significaci6n de otros parametros como dimensiones de la pieza y su morfologfa, son empleados por los investigadores a discreci6n. Los primeros ensayos analf ticos pueden catalogarse de «euf6ricos» en el sentido de haber desarrollado una larga Iista de valores y parametros en que pueden descomponerse los utiles, cuya utilidad es mayoritariamente descriptiva. En este sentido, los ultimos afios han dado paso a unas estrategias de clasificaci6n basadas en el empleo de aquellas variables mas
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Fig. 11.4:Planta de Stonehenge. En negro se seiialanlas doleritas, de procedenciaforanea.
1951; entre otros). Se consigue la definici6n de varios grupos petrograficos -sobre los materiales empleados en la fabricaci6n de las piezas - y la determinaci6n de sus areas geol6gicas de procedencia, lo que lleva en algunos casos a la localizaci6n de los afloramientos explotados en epoca prehist6rica (BUNCH y FELL 1949; CLARIS y QUATERMINE 1989; HOULDER 1961; MANBY 1979), dando pie a di versos estudios sobre la distribuci6n de estos objetos (BRADLEY 1990; COONEY 1989; CUMMINS 1980;DARVILL1989;GROGANy COONEY 1990; MOORE 1979; entre otros). Dos publicaciones son el referente y sintetizan, de algun modo, el trabajo llevado a cabo por este Comite: Stone Axe Studies volumen 1 y 2 (MCK CLOUGH y CUMMINS 1979, 1988). El primer volumen esta dedicado a estudios sobre el utillaje pulimentado, en un amplio marco, desde diferentes puntos de vista (estudios tipo16gicos, petrol6gicos, etnograficos y experimentales ); mientras que el segundo presenta un exhaustivo repertorio de caracterizaciones petrograficas de piezas prehist6ricas de las islas Britanicas, y la distribuci6n por regiones de los diferentes grupos petrograficos definidos a partir del material arqueol6gico. Esta larga tradici6n -el analisis petrol6gico- en las Islas Britanicas sabre el utillaje pulimentado no ha
perdido vigencia, y se retoma en fechas actuates en Irlanda, donde en la ultima decada se esta llevando a cabo un ambicioso proyecto sabre el utillaje pulimentado contemplando su caracterizaci6n petrol6gica detallada en el territorio irlandes: «Irish Stone Axe Project» representa una importante iniciativa dedicada al analisis de estos objetos utilizando un enfoque integrado y sistematico, que contempla los problemas de muestreo de las piezas. Ademas del examen de laminas delgadas, diversos analisis geoquimicos completan la caracterizaci6n de los litotipos en amplias colecciones de piezas. La compilaci6n de estos datos posibilita comparaciones validas acerca de cuestiones como niveles de producci6n, materiales empleados, forma, funci6n, distribuci6n y el papel de las hachas en las sociedades prehist6ricas (MANDAL et al. 1991-2; MANDAL y COONEY 1996; SHERIDAN et al. 1992). En Francia, en la decada de los 50, en la zona oeste del pais (Bretana) se emprende el analisis petrol6gico de diversos utiles pulimentados (coGNEy GIOT 1952; GIOT 1952; GIOTy COGNE 1955, 1957; LE ROUX 1975,1979; LE ROUX y CORDIER 1974; entre otros). Resultado de esos trabajos ha sido la localizaci6n y estudio de la cantera-taller de Plussulien, al tiempo que se establece la caracterizaci6n detallada de un grupo
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petrografico: la Hamada «dolerita de tipo A», que conforma el 50% de los soportes de piezas pulimentadas en la regi6n de Bretana, y que tiene una destacada presencia en las industrias de la zona NW de este pafs. Asimismo, merecen destacarse las investigacio nes llevadas a cabo por J. F. Piningre ( 1974) sobre el utillaje en «afanita», abordando, ademas de la carac terizaci6n petrografica, cuestiones sobre la tipologfa y tecnicas de fabricaci6n. Las investigaciones mas recientes ponen de manifiesto que el termino «afanita» , hoy dfa ha quedado obsoleto, pese a contar con una larga tradici6n en la literatura arqueol6gica francesa , pues bajo esta denominaci6n los prehistoriadores habfan agrupado diferentes rocas negras, de compleja y variada composici6n mineral6gica (JEUDY et al. 1995; PETREQUINy JEUNESSE 1995). En el sur de Francia, los trabajos de M.Ricq de Bouard contemplan el analisis petrol6gico de amplias colecciones de piezas. Los resultados obtenidos han permitido conocer, a lo largo de diversas publicaciones, no s6lo los tipos de rocas empleados en la fabricaci6n de los utiles y sus variaciones a lo largo del tiempo, sino tambien el analisis de sus areas de procedencia, a partir de los caracteres de petrogenesis de los diferentes minerales, permitiendo documentar tanto el empleo de algunos litotipos de origen local como una circulaci6n direccional de otros tipos de rocas (RICQ - DE BOUARD 1980; 1981a; 1981b; 1987b;1988; 198990; 1996). Sus trabajos mas recientes se centran en la caracterizaci6n de algunos tipos de rocas alpinas (rocas con glaucofana, eclogitas s.l. y jadeftas) emplea -
dos por las poblaciones prehist6ricas, y el analisis de su distribuci6n desde las areas fuente, lo que permite establecer diferentes corrientes de circulaci6n (Fig. IJ.5) (RICQ - DE BOUARD y COMPAGNONI 1991; RICQ - DE BOUARD y FEDELE 1993; RICQ - DE BOUARD et al. 1990). Otros paises, como Italia, muestran una dinamica en este apartado de la investigaci6n semejante a la que puede observarse en la Peninsula lberica. El desarrollo de la aplicaci6n de tecnicas de analisis petrol6gico al estudio del utillaje prehist6rico esta tomando cuerpo en los ultimas aiios. En algunos traba jos, desde una 6ptica general, se plantea la identificaci6n de los materiales lfticos a partir de caracteres como el color y la dureza (EVETT 1973) o del examen macrosc6pico (o'HARE 1990), pero, desde fechas recientes y en diferentes regiones de este pafs, los inves tigadores incorporan y ensayan diversas tecnicas de caracterizaci6n , destacando los diversos analisis geoqufmicos aplicados a materiales metam6rficos, y cuyos resultados permiten disponer de una amplia serie de datos comparativos (D' AMICO et al. 1995, 1997; LEIGTHON1989; LEIGHTONy DIXON 1992). Las investigaciones en la Peninsula lberica sobre la petrologfa del utillaje pulimentado, a pesar de que en los primeros momentos se enmarcaban en una dinamica europea, quedan relegadas a un segundo piano tras estos ensayos. De forma esporadica algunos estudiosos reclaman atenci6n hacia estos materiales, y las posibilidades de su estudio en colaboraci6n con ge6logos (DEL VAL 1946). En fechas mas recientes, en algunos trabajos encontramos referencias al tipo de
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Fig . 11.5: Adquisici6n de materiales a lo largo del Neolftico Antiguo en el Mediterraneo france s. Intercambios «mano a mano»: 1producciones minoritarias; 2-producciones mayoritarias . Zonas de acceso directo : a) rocas eclogfticas; b) glaucofanita; c) anfibolita Ca (RICQ - DE BOUARD 1996, fig.40) .
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material con el que estan fabricados los utiles, y la relaci6n entre tipologfa y el tipo de roca (por ejemplo, DELIBES 1975; MUNOZ 1965). A partir de los aiios ochenta se detecta un esfuerzo por restablecer vfas de analisis fundamentadas en metodos y tecnicas desarrolladas en otros campos de la ciencia, aplicadas al estudio de los materiales lfticos prehist6ricos. En este contexto, el estudio petrol6gico de una colecci6n del Museo de Cuenca (BARRERA y MARTINEZ-NAVARRETE 1980) y el trabajo de Carrion y Gomez (1983) sobre materiales de la provincia de Granada, seiialan un cambio de la tendencia investigadora tradicional, mostrando nuevas vfas de analisis y estableciendo la necesidad de funda mentar el estudio de las procedencias de los soportes lf ticos en una metodologfa adecuada que, en ambos casos, se trata del examen de laminas delgadas en microscopio petrografico. El interes que surge, desde estos momentos, no se limita a la identificaci6n de las piezas lfticas, sino tambien al estudio y conocimiento de los diferentes entornos geol6gicos (por ejemplo, JORDAN 1983), con el fin de determinar la potencialidad en recursos lfticos, susceptibles de haber sido utilizados por los grupos prehist6ricos; este panorama se vera enriquecido con diversas aportaciones te6ricas de caracter general (RAMOSMILLAN1984; 1986, entre otros). Asi pues, puede decirse que la investigaci6n en nuestro pais se ~a visto enriquecida en los ultimos veinte aiios con estas nuevas perspectivas y el desarrollo de trabajos, a escala reducida si comparamos con los proyectos que se realizan en otros paises europeos, pero no por ello menos interesantes. En el Pais Valenciano, la determinaci6n petrol6gica de algunos materiales recuperados en la Ereta del Pedregal (GALLART y LAGO1988) pone de manifiesto la importancia de la correcta identificaci6n de los materiales lfticos, en este caso a traves del examen de laminas delgadas. Otros trabajos se situan en esta 6ptica , ampliando el marco de estudio, pero con-
trastando la validez de la sistematica adoptada en el estudio petrol6gico (OROZCO y ALONSO 1993). En el marco portugues, debemos seiialar el interes por el desarrollo de caracterizaciones petrol6gicas del utillaje pulimentado basado en tecnicas tales como el analisis de laminas delgadas (CARDosoy BARROS 1995); tecnica empleada en otros trabajos en combinaci6n con analisis geoquimicos (READet al. 1997). Los afios mas recientes nos muestran de manera clara el desarrollo de un esfuerzo comun entre las areas de la prehistoria y la petrologfa dedicado al estudio de los diferentes recursos lfticos. Queda patente que los metodos y tecnicas analiticas a aplicar en la caracterizaci6n petrol6gica son variados, y su aplicaci6n a los materiales arqueol6gicos esta en funci6n de los valores composicionales del material en estudio. Es de destacar los resultados y las vfas de analisis que estos trabajos abren, sea cual sea su escala: tanto los estudios sobre el material de un yacimiento como aquellas investigaciones sobre areas geograficas de mayor o menor extension.
11.1.3.- LOS ESTUDIOS FUNCIONALES. Tradicionalmente, las hachas y azuelas se asocian con el trabajo de la madera considerandose que las hachas estan destinadas a tareas de tala de arboles, mientras que las azuelas se utilizarfan en trabajos de carpinterfa (Fig . II.6). La nomenclatura que han recibido estos utiles se ha desarrollado, esencialmente a partir de apreciaciones formales . Esta terminologia se presta a confusion, en el caso de las hachas debido, en gran parte, a la gran variabilidad morfol6gica existente pero, prin cipalmente, por la concepci6n tipol6gica influenciada por el aspecto de sus hom6logas modernas en metal
Fig. 11.6 : Utilizaci6n de las utiles de piedra pulimentada en el trabajo de la madera
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(MARTI y JUAN-CABANILLES 1987).
(ROODEMBERG 1983), puesto que se ha constatado que las azuelas pueden emplearse en las mismas labores y con una eficacia semejante, como comentaremos mas adelante. Un paso decisivo en el desarrollo de los estudios funcionales de los objetos prehist6ricos fue la traducci6n y publicaci6n en ingles de la obra de Semenov en el afio 1964, en la que realiza una demostraci6n cientffica de la utilizaci6n concreta de las piezas a partir del analisis de las huellas que la utilizaci6n deja en los instrumentos; sefiales que son microsc6picas, y especfficas, pues dependen tanto del trabajo realizado como del material trabajado, contrastando estos resultados con la experimentaci6n. Destaca el valor que el material etnografico posee como fuente comparativa para las investigaciones sobre la funcionalidad de los utiles prehist6ricos. Podemos decir que, pese a las reconstrucciones y experimentaciones realizadas anteriormente, es a partir de los trabajos de Semenov cuando se establece la metodologfa del analisis traceol6gico . Para este autor, el pulido sistematico de las herramientas de piedra tiene su comienzo en los inicios del neolftico, momento a partir del cual comienza a tener significaci6n, dentro de la economfa prehist6rica, el trabajo de la madera. La sedentarizaci6n comporta la necesidad de viviendas de construcci6n mas s61ida, de un inventario domestico mucho mas complej o, de medios de transporte nautico, lo que incrementa la importancia de la madera como material a utilizar, implicando, al mismo tiempo, un perfeccionamiento de las cualidades tecnicas de las herramientas empleadas en su trabajo. Semenov establece las huellas laborales tfpicas de instrumentos como las hachas, azuelas y azadas. Sohre estas ultimas, indica que tan solo se han documentado herramientas elaboradas especialmente como azadas en el neolftico chino, y queen diversos poblados de las mesetas boscosas de Europa y Asia las hachas y azuelas se emplearon como azadas agrfcolas, para el trabajo de la tierra, siendo el unico indicador de su funci6n las huellas de desgaste, bien diferentes de aquellas dejadas por el trabajo en madera. En sus apreciaciones sobre el utillaje pulimentado sefiala que la forma del bisel del filo no debe considerarse indicativo de la funci6n, sino que el indicio fundamental son las huellas de desgaste (SEMENOV 1981). Se trata pues, de un trabajo que ha tenido grandes repercusiones en la investigaci6n sobre el utillaje lftico, especialmente sobre la industria tallada sobre sflex y litologfas afines. Comentaremos, a continuaci6n, sus repercusiones en los estudios dedicados a la industria de piedra pulimentada. Son diversos los trabajos que se dedican a la reconstrucci6n de los procesos de fabricaci6n, siste-
mas de enmangue asf como a la utilizaci6n de los utiles pulimentados (COLES 1979a, 1979b; FABREGAS 1992a, 1992b;FENTON 1984; HARDING y YOUNG 1979; MADSEN 1984; entre otros). Se ha sefialado, sin embargo, la dificultad de este tipo de estudios sobre esta industria pues, en ocasiones, la gran alteraci6n superficial impide la observaci6n. Ademas, a menudo las huellas de uso son borradas por el reafilado de la pieza (VAUGHANy BOCQUET 1987). En el marco peninsular encontramos ensayos de aplicaci6n de la metodologia desarrollada por Semenov al estudio de la industria pulimentada, intentando definir la funcionalidad del util a partir de la observaci6n de las huellas existentes en el material arqueol6gico. Se han empleado diferentes sistemas en la preparaci6n de la superficie activa del util antes de su observaci6n al microscopio, utilizando la tinci6n con 6xido de magnesio en polvo blanco (DELIBES 1974; 1975) o con tinta china negra (ARRIBAS y BERGANZA 1984); en otros casos la tinci6n no ha sido necesaria (FABREGAS 1992b;MAZO y SOPENA 1988) Se han seiialado las dificultades, en ocasiones, de reconocimiento de la funci6n bien por una posible reutilizaci6n del objeto, bien ante la imposibilidad de inclinarse por una utilidad especifica. Otro aspecto interesante es, a nuestro entender, la presencia de materiales que no muestran huella alguna de utilizaci6n, considerados como votivos (ARRIBAS y BERGANZA1984; . DELIBES 1975), en proporciones que varfan segun el conjunto lftico estudiado. Los trabajos de investigaci6n sobre la funcionalidad de esta industria, a partir del analisis microsc6pico de las huellas de uso, permiten diferenciar dos tipos principales: las piezas dedicadas al trabajo de la madera, y una serie de utiles empleados en el trabajo de la tierra. A ellos se dedican los apartados siguientes, asf como a otros usos y significados que pueden haber tenido estos objetos, en el marco de las sociedades prehist6ricas . Il.1.3.1. - UT/LES PARA EL TRABAJO DE LA MADERA.
Los tipos principales que se diferencian son los siguientes: - Hachas: piezas con huellas de uso oblicuas respecto al corte, de igual longitud en ambas caras. Dentro de este tipo es posible diferenciar entre hachas de talador ( «chopping axe») cuyo bisel puede ser ligeramente asimetrico dado que la herramienta no se emplearfa en sentido absolutamente vertical, sino con cierta inclinaci6n lateral, y hachas de astillar o de banco («bench axe») cuyo bisel se presentarfa perfectamente simetrico, al ser descargada verticalmente (DELIBES
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Fig . 11.7 : Trayectoria del hacha (A) y de la azuela (B) vista desde los pianos frontal y sagital
1975). En este sentido resulta mas clara la descripci6n de tipos de hacha y trabajos reali zados realizada por Mazo y Sopena (1988) quienes indican queen el ha cha para talar las huellas se dirigen desde el filo hacia el exterior de la pieza mientras que en las hachas utilizadas en tareas de poda (descope y desrame de los arboles) las estrias del filo discurren en sentido contrario, es decir, desde los extremos del filo hacia el interior de la pieza (Fig. II. 7). - Azuelas: su filo presenta un bisel de tendencia asimetrica convexa-recta, con huellas de uso perpendiculares al filo (DELIBES1975 p.28). Empleadas en tareas de descortezamiento, escuadrado y labra, se ha sefialado que sus huellas son mas abundantes en la cara mas alejada del operario (MAZOy soPENA1988 p.84) . La distinci6n entre otros tipos tales como cinceles, escoplos, gubias, cufias, imprecisa a nivel morfol6gico, resulta diffcil de establecer a partir del estudio de las huellas de uso localizadas en los filos. Algunos autores consideran que cufias y cinceles son herramientas que presentan un filo simetrico, aunque en algunos casos pueden utilizarse cinceles asimetricos, sin embargo para su definici6n tienen en cuenta otras caracterfsticas tales como aspectos tipometricos (los cinceles tienen un fndice de alargamiento superior a 3) a las que puede afiadirse las posibles evidencias de percusi6n ode aplastamiento en el talon (MAZO y SOPENA 1988) . Otros autores coinciden en sefialar que escoplos y gubias presentan levantamientos en el tal6n (GONZALEZ 1979 p.156), diferenciandose ambos tipos por la forma del bisel, lo que se interpreta como resul tado de una funcionalidad distinta (CARRI6N 1985 p.725726). La etnograffa muestra ejemplos que ilustran en gran medida los usos y funciones de los utiles pulimentados. Algunos casos nos permiten apuntar , breveme n te, ciertas consideraciones sobre la funcionalidad del utillaje. La azuela es la herramienta mas importante entre el grupo Kukukuku de Nueva Guinea, mostran-
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(MAZO
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sOPENA
1988)
do variaciones considerables tanto en el tamafio como en la forma de la hoja de piedra, variaciones que dependen mas bien de preferencias individuales que de la funci6n del util. Excepto en raros casos de emergencia, las azuelas no suelen emplearse como armas, sino en tareas de tala de arboles y trabajos de la made ra (BLACKWOOD1950). Otros grupos de Nueva Guinea como los Heve (TOWNSEND 1969), los Baruya (GODELIER y GARANG ER 1973) o los Langda (TOTH et al. 1992) ilustran sobre el uso de azuelas y martillos en trabajos como tala de arboles y desbroce de amplias zonas para establecer poblados y campos de cultivo, o tambien en la tala de arboles de gran tamafio empleados en la manufactura de canoas. Ademas de su uso como herramienta, se han documentado otras funciones de cariz totalmente diferente, como su funci6n simb6lica, mostrando un significado cultural que trasciende el caracter practico de estos objetos . En Irian J aya se documentande dos tradiciones tecnicas que dividen la regi6n en dos areas: la zona del hacha y del cincel, con laminas de secci6n simetrica, y la zona de la azuela . Las funciones de estos dos tipos de utiles son estrictamente las mismas (trabajo de la madera, principalmente ), sea cual sea el medio natural transformado, los modos de aprovechamiento, las organizaciones socio -econ6micas y los grupos lingilfsticos. La morfologfa de las hojas esta determinada por diversos condicionantes como son el modo de enmangue y las tecnicas de fabricaci6n, y tambien por la naturaleza de la materia prima. Del mismo modo, el corte del filo ( visto de frente) y su perfil (en secci6n longitudinal) estan estrechamente equilibrados con la naturaleza y la resistencia de la roca (PETREQUINy PETREQUIN1993). Di versos grupos humanos de otras zonas, como America del Sur, tambien han aportado interesantes documentos etnograficos sobre los utiles de piedra pulimentada, su fabricaci6n y su utilizaci6n, realizando diversas experimentaciones del proceso de tala de arboles, y la comparaci6n del trabajo con el realizado
con 1.itilesmetalicos actuales (CARNEIRO 1974, 1979).
11.1.3.2.-UT/LESEMPLEADOSEN EL TRABAJODE LA TIERRA. La definici6n del utillaje empleado en el trabajo de la tierra resulta de gran imprecisi6n; se habla de hachas, podones, azadas, como instrumentos propios de las tareas de desbroce y preparaci6n del campo. Para las azadas se sefiala un enmangue similar al de las azuelas, definiendose a partir del enorme desgaste del filo de la herramienta dedicada a cavar la tierra (sEMENOV 1981 p.246), huellas que se han reconocido en algunos ejemplares en el marco peninsular (DELIBES 1974, 1975; LOPEZy SORIA 1978). Tras el desbroce propiamente dicho, la segun da operaci6n fundamental de la agricultura es la siem bra, con un utillaje especffico para cubrirla: la grada o rastrillo es el instrumento mas caracterfstico y origi nal, pero tambien algunos tipos de arados han sido empleados en este trabajo. Se ha sefialado que tanto las gradas como los arados presuponen la existencia de la siembra a voleo la cual no puede ser interpretada coma una tecnica primitiva o rudimentaria, siendo considerada tradicionalmente como el mas prestigioso y dificil de los trabajos agrfcolas, pues implica una gran complejidad en la organizaci6n del trabajo (SIGAITT 1976). El metodo de siembra mas simple es la realiza ci6n de hoyos para depositar las semillas, para lo cual se emplean las layas o palos cavadores. Se trata de palos de madera con un extremo apuntado que, en ocasiones, pueden llevar un contrapeso. Es el util agrfcola mas elemental pero sirve para multiples funciones: desmenuzar y aplastar terrones, realizar hoyos de siembra, etc. (TREINEN-CLAUSTRE 1980). Su existencia durante el neolftico se ha constatado a partir de los esferoides perforados de piedra, interpretados como contrapesos de palo cavador, como los ejemplos recuperados en la Grotte Gazel (Aude, Francia) y en la
Cova de la Sarsa (Bocairent, Valencia) (SANVALERO 1950). Diferentes estudios etnograficos muestran su utilizaci6n, y en este sentido se interpretan ciertas representaciones rupestres (Fig . II.8) que ilustran su uso en la Prehistoria (JORDA1971). Sobre la introducci6n del arado en nuestras tierras pesan, todavfa , numerosos interrogantes , lo que abunda en la indeterminaci6n de estos utiles en la Prehistoria. Se han descrito como rejas o rejones de arado herramientas de gran longitud, de secci6n longitudinal simetrica y filo oblicuo al eje de la pieza, por lo que se supone un trabajo lateral (BOSCH1984 ). Algunas piezas, presentan unas huellas de uso muy livianas , y se clasifican en este tipo por la presencia de dos acanaladuras, interpretadas para acoplarse en una hembra de madera (DELIBES 1974, 1975) . En el area mediterranea, los testimonios de la utilizaci6n del arado remontan a la Edad del Hierro ; sin embargo hay evidencias de su utilizaci6n por algunas culturas centroeuropeas del V milenio BP. Su existencia tambien se refleja en las huellas que se han documen tado en una amplia diversidad de suelos margosos o arenosos, que se han conservado bajo tumulos, desde el sur de Inglaterra hasta Polonia, y que datan de comienzos del sexto milenio. En Inglaterra, Dinamarca y Suiza se han conservado arados de madera (Fig. Il.9), de una cronologfa similar (CHAMPION et al. 1988 p.176; MOLLER-BECK 1965). Los grabados rupestres de Mont-Bego y Val Camonica evidencian su utilizaci6n ya en la Edad del Bronce. Existen interrogantes sabre el utillaje empleado por las comunidades neoliticas en la preparaci6n del suelo para las tareas agrfcolas. Hemos de pensar en la posibilidad de la existencia de algun tipo de arado, en favor de lo cual abundarfa la explotaci6n del buey como animal de carga desde el neolftico (MARTI 1983 p.80); en este sentido se interpreta que tanto la variaci6n en el patr6n de sacrificio como la presencia
Fig. 11.8: Representacionesdel Arte rupestre levantino. Se interpreta que las figuras llevan palos cavadores (JORDA 1971).
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Fig. 11.9:Arado prehist6rico de madera (MOLLER BECK 1965).
ci6n en la zona de centros productores importantes, en epoca neolftica, donde estos pequefios utiles serfan empleados en el trueque. En este sentido se indica que cumplen ciertos requisitos: no son demasiado fragiles, se conservan indefinidamente, y su peso no sobrepasa el de las monedas actuales; su fabricaci6n supone un trabajo importante y -por el mismo- un valor intrfnseco (GAUSSEN 1990 p.568).
de huesos de b6vidos con patologias debidas a sobreesfuerzos continuados, testimonian la utilizaci6n del buey como fuerza de trabajo al menos a partir del V milenio BP en el Pais Valenciano, momento en el que se constata una colonizaci6n de las areas de mas baja productividad agrfcola (BERNABEU 1995). 11.1.3.3.- EL CARA.CTER VOTIVO DE LAS PIEZAS DE PEQUENO TAMANO.
ll.1.3.4.- EL UTILLAJE DE PIEDRA PULIMENTADA COMO INDICADOR DE DESIGUALDAD SOCIAL.
La aparici6n de piezas de reducidas dimensiones llam6 la atenci6n desde los primeros momentos, piezas con rasgos morfol6gicos semejantes a las que podemos considerar de «talla normal», para las que tradicionalmente se ha descartado toda funci6n practica. Algunas visiones de caracter romantico sefialan la posibilidad para estas «hachas miniatura» que se trate de la obra de adolescentes deseosos de agradar a un hermano menor (L'Hos11s1953). Su frecuente presencia en sepulturas o contextos funerarios motiv6 la calificaci6n de «votivas», es decir, sfmbolo de las que el difunto usarfa en vida. En la peninsula iberica tambien se conocen ejemplares de dimensiones reducidas, y en ciertas zonas aparecen en contextos con cronologfas avanzadas, tal como se ha descrito en los megalitos del area occidental (FABREGAS 1989). Aun hoy, estas pequefias piezas plantean numerosos interrogantes, destacando algunas zonas donde representan una alta proporci6n en el conjunto de los materiales lfticos, como es el caso del Sahara meridional (GAUSSEN 1990), donde son escasos los ejemplares que presenten huellas de uso. Descartadas las explicaciones que hablan de juguetes, se ha sugerido una explicaci6n de caracter magico-religioso, considerandolas amuletos, especialmente aquellas piezas que presentan agujeros de suspensi6n . Otra hip6tesis planteada es la del util-moneda, que en el caso del Sahara meridional toma cuerpo a partir de la localiza-
Di versos trabajos etnograficos ilustran sobre el valor socio -cultural adquirido por estos objetos. En el area de Nueva Guinea, se constata cierto determinismo social en las comunidades que allf habitan, por el cual las hojas mas largas de piedra y, a menudo, las mas cuidadosamente pulidas, son un elemento de prestigio, y son utilizadas para mostrar diferencias de estatus, en intercambios publicos, pagos y competiciones; sin embargo este valor cultural que se afiade al objeto de piedra puede variar segun el grupo humano: entre el grupo Kukukuku la tipologfa de las piezas ceremoniales es similar al resto del utillaje, del que tan solo difieren, por su mayor tamafio y ausencia de enmangue (BLACKWOOD 1950); en la comunidad de Ormu, la posesi6n de varias hojas de piedra de gran tamafio permite alardear de un prestigio que va ligado al estatus social, si bien las piezas se encuentran guardadas celosamente en la casa y tan s6lo se muestran en publico en ocasiones excepcionales; en otras comunidades, ciertas piezas decoradas son utilizadas en las ceremonias de iniciaci6n; en la comunidad Dani, algunas de estas piezas son objetos sagrados, que acogen el espfritu de un guerrero. Los ejemplos son muy variados, reconociendo en estos objetos un valor social antes que magico; otras
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veces son empleadas como medio de pago, por ejemplo, pago de la dote en alianzas matrimoniales, o en intercambios de caracter mas o menos ceremonial. El hecho es que su acumulaci6n es un indicador de riqueza, tratandose en la mayor parte de casos, de piezas que no se emplean en su funci6n de herramienta (PETREQUIN y PETREQUIN 1993).
11.2.- ADQUISICION, TRANSFORMACION Y CONSUMO. 11.2.1.-LA OBTENCI6N DE LOS RECURSOS LITICOS: FUENTES DE MATERIA PRIMA Y SISTEMAS DE APROVISIONAMIENTO. La aparici6n de la economfa de producci6n supuso, ademas del desarrollo de nuevas herramientas, el empleo sistematico de nuevas materias primas para su elaboraci6n. En este sentido, podemos suponer que la explotaci6n del medio ffsico jug6 un papel destacado en la economfa de estas poblaciones prehist6ricas. La idea que esta en la base de numerosas investigaciones es que el estudio de las Fuentes de Materia Prima (FMP) explotadas por las poblaciones prehist6ricas puede aportar datos para el conocimiento de los sistemas de aprovisionamiento de recursos lfticos. l/.2.1.1.- FUENTE DE MATER/A PRIMA: CONCEPTO Y TIPOS PR/NC/PALES. El termino Fuente de Materia Prima (FMP) se define, desde una perspectiva analftica, como la unidad litol6gica de espacio limitado donde aflora actualmente el material definido como la materia prima (RAMOSMILLAN 1984 p.119). Anuestro entender, en el caso de los materiales lfticos, su caracter de materia prima viene dado, precisamente, por la utilizaci6n que el hombre ha hecho de ellos a traves del tiempo. No son unicamente sus caracterfsticas geol6gicas las que confieren esa cualidad a las diferentes litologfas, sino las diversas transformaciones y usos que se les ha dado. Aunque la extracci6n y empleo de determinados tipos de roca se relaciona, en gran medida con sus cualidades intrfnsecas, lo cierto es que otros criterios pueden haber guiado la elecci6n de la materia prima (OROZCO 1990). Pretendemos sefialar que las FMP potenciales son las formaciones geol6gicas del entorno susceptibles de haber sido empleadas por los grupos humanos en las diversas etapas de la Prehistoria. Las FMP tienen un periodo de existencia, que coincidira con el tiempo durante el cual estan en explotaci6n, y su fin puede derivar de factores diferentes, bien por una escasa rentabilidad, bien por cuestiones de moda, bien por el agotamiento del material. A partir de la ubicaci6n de la FMP en el entor-
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no es posible distinguir dos vfas para realizar la explotaci6n o adquisici6n del recurse (CARRION y GOMEZ 1983): - aquellos casos en los que la FMP es un afloramiento en posici6n o dep6sito primario, en el cual la obtenci6n de la roca se lleva a cabo por diversas tecnicas extractivas, pudiendo tratarse de explotaciones a cielo abierto (canteras) o bien explotaciones en las que se hace necesario excavar el subsuelo hasta llegar al nivel geol6gico deseado (minas). - aquellos casos en los que la materia prima se halla desplazada de su contexto geol6gico de origen, como puede ser el arrastre de las rocas en los acufferos. En este caso, se trata de una FMP en posici6n secundaria. La explotaci6n de las mismas, que se conoce como «laboreo» superficial se realiza, generalmente, mediante un proceso de recolecci6n del material lftico (CARRION et al. 1998). Los estudios centrados en las FMP,considerada como lugares en los que es posible obtener informaci6n sabre actividades humanas, como un yacimiento arqueol6gico, son escasos en el ambito peninsular, cuesti6n que ha sido sefialada en di versos trabajos (RAMOSMILLAN1986; entre otros). No obstante, en los ultimos afios estan apareciendo trabajos centrados tanto en su localizaci6n como en la caracterizaci6n de los recursos explotados y su distribuci6n. Vemos el surgimiento de foros de discusi6n centrados en esta tematica, lo que demuestra un creciente interes en este apartado de la investigaci6n (BERNABEU et al. 1998; BOSCH et al. 1998). Son diversos los factores que han influfdo en el desarrollo de la investigaci6n, entre los que deben destacarse: -las dificultades de localizaci6n de las FMP en el marco geol6gico, que en ocasiones se ven incrementadas por una serie de variables discriminantes entre las probables areas-fuente, y los problemas inherentes a la misma naturaleza end6gena y ex6gena de los afloramientos (CARRION et al.1998) -la explotaci6n continuada de las FMP a lo largo de diversas epocas, que puede conllevar importantes modificaciones del afloramiento y su entorno, llegando en algun caso al agotamiento total del asomo rocoso. -la especificidad de los ftems arqueol6gicos indicativos de las actividades llevadas a cabo en las FMP. La recuperaci6n de un instrumental especffico, como pueden ser percutores, picos, etc . puede ayudar a interpretar el sistema de explotaci6n. Otros materiales como pueden ser restos de talla y desbastado de bloques, por ejemplo, seran indicativos de actividades de transformaci6n, realizadas en el lugar de extracci6n (OROZCO 1998).
11.2.1.2.-PR/NC/PALES SISTEMAS DEAPROVIS/0NAMIENTO DE RECURSOS LIT/COS.
(LE ROUX 1971, 1975, 1979).
En el marco peninsular, destaca la localizaci6n en fechas recientes, del complejo del «Borronar», en la zona de Cabo de Gata (Almeria), conj unto prehist6rico formado por un poblado al que se asocian al menos tres areas destinadas a lugares de extracci6n y transformaci6n de rocas andesfticas. Los trabajos prelimi nares indican la posibilidad de remontar toda la cadena de producci6n en las canteras (CARRI6N et al. 1993). Asimismo, en la comarca del Andevalo (Huelva), los trabajos llevados a cabo han puesto de manifiesto la existencia de un amplio y variado regis tro arqueol6gico asociado a la explotaci6n de recursos lfticos, destacando algunas de las canteras utilizadas a lo largo del III milenio BC, que han permitido ejem plificar diversos modelos de aprovisionamiento, asi como distintas formas de explotaci6n de las materias primas (LINARES et al. 1998). En el caso de la cantera de Los Molares, dedicada preferentemente a la explo taci6n de los n6dulos de chert que aparecen en superficie, desprendidos del afloramiento, no se detecta ninguna intervenci6n extractiva compleja. Ello, unido a la extensa superficie de residuos y desechos de las actividades de talla, asf como a la nula articulaci6n espacial del trabajo, permite su interpretaci6n como un modelo de «aprovisionamiento compartido» en el que las comunidades tienen acceso directo a las FMP. Por el contrario, las canteras del Cerraj6n, del Pulpito y del Encercado, en las que el producto obtenido consiste -principalmente - en tufitas y dacitas, muestran sistemas de extracci6n complejos asf como evidencias no s6lo de una division espacial del trabajo, sino de una detallada gesti6n de los recursos obtenidos que se pone en relaci6n con un poblado cercano. La interpretaci6n de esta explotaci6n se considera como un modelo del llamado «aprovisionamiento restringido» (LINARES et al. 1998). Otro sistema de abastecimiento mencionado es el laboreo o recolecci6n superficial. En este caso, la dificultad de su localizaci6n como FMP puede ser mayor, dado que suele tratarse de materiales desplazados de su formaci6n geol6gica de origen, arrastrados por los acuiferos. Sin embargo, es posible detectar vestigios que informan sobre la actividad humana, como es el caso de diversas estaciones localizadas en Catalunya, bien a partir del hallazgo en superficie de utillaje como martillos y picos (VILASECA y VILASECA 1955), o por la localizaci6n de materiales en diversos estadios de fabricaci6n (VILASECA 1965). Tanto en la comarca de La Noguera (La Roureda), como L' Alt Urgell (Peramola), a orillas del rio Segre se han localizado talleres que evidencian las distintas etapas y tecnicas del proceso de fabricaci6n de diferentes tipos de utiles pulimentados (GARCES 1986; MALUQUER 1979; VALDES1981-82); destacando la transformaci6n de can-
Las comunidades prehist6ricas obtienen los materiales deseados a traves de dos mecanismos principales: el «suministro directo» o explotaci6n directa del medio por parte del grupo humano, y el «surninistro indirecto» tambien llamado «suministro extraterrito rial», mecanismo por el cual el abastecimiento de materias se realiza por medio de intercambio con otras poblaciones (RAMOS MILLAN 1984). Bajo la denominaci6n de suministro directo o explotaci6n directa quedan englobadas aquellas actividades extractivas o de recolecci6n llevadas a cabo por las comunidades para la obtenci6n del recurso deseado. Se trata pues, de un mecanismo de aprovisionamiento por el cual, bien el conjunto o una parte de los miembros de una comunidad, explotan directamente el medio fisico. Dicha explotaci6n puede realizarse por medio de diferentes actividades tecnicas: el laboreo o recolecci6n superficial, la minerfa de superficie o extracci6n en canteras, y la minerfa del subsuelo ( CARRI6N et al. 1998), de las cuales comentaremos brevemente algunos ejemplos. Los estudios llevados a cabo sobre las explotaciones a cielo abierto (canteras), tienen gran desarrollo en algunos paf ses europeos, como es el caso de las Islas Britanicas, donde los intensos trabajos de caracterizaci6n petrol6gica sobre amplias series de utiles, y un intenso trabajo de campo, han pennitido localizar las formaciones geol6gicas de origen y, en ellas, las zonas de cantera (BRADLEY y EDMONDS 1993; FLEMING 1995;HOULDER1961, 1979). Con el animo de ilustrar un ejemplo de cantera o area de extracci6n de litologfas dedicadas a la elaboraci6n de utiles pulimentados, nos centraremos en el taller de Plussulien (Francia), dedicado a la obtenci6n de un material: la Hamada «dolerita de tipo A». Los datos indican que se llev6 a cabo una explotaci6n, de manera mas o menos continuada, entre el 4.000 y el 2.500 a.C. (DELIBRIASy LE ROUX 1975). Resulta de enorme interes la constataci6n de diversos modos de explotaci6n de los asomos rocosos. En la fase mas antigua se extrajeron de fosas, grandes bloques de roca encajados en una arcilla de alteraci6n; la profundidad de dichas fosas alcanza de 1 a 2 metros. Con posterioridad y, tal vez debido al agotamiento de esta fuente, la roca masi va se ataca por medio de grandes mazas, obteniendo bloques de varias toneladas (Fig. 11.10).A este momento de la explotaci6n se atribuyen unos enormes percutores piramidales, encontrados in situ. Los investigadores piensan que esta tecnica debi6 estar limitada a las zonas fuertemente diaclasadas. En la ultima fase de explotaci6n se detecta el calentarniento y fractura de la roca por fuego, en el frente de cantera
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J-OOm. below soil (o .o.) ltvtf
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Fig. 11.10:Corte estratigrafico de la cantera de Plussulien (LE Roux 1975).
diversos materiales lfticos, los lugares conocidos en el marco europeo son numerosos, siendo, por ejemplo, Grimes Graves (lnglaterra) uno de los yacimientos mineros tradicionalmente conocido. En los ultimos afios, en el marco europeo aparecen numerosos trabajos sobre este tipo de yacimientos (BOSTIN y LANCHON 1992; PELEGRIN y RICHARD 1995; entre otros). En el marco peninsular, cabe destacar la mina de sflex de La Venta (Cullar, Granada), donde las investigaciones realizadas han puesto de manifiesto la estructura general de la mina y los dep6sitos explotados. El estudio petrografico de los materiales silfceos ha pennitido, ademas, trazar la circulaci6n de estos bienes, y su interpretaci6n desde una perspectiva econ6mica y social. La explotaci6n mas antigua se atribuye al Paleolftico Medio, siendo la Edad del Cobre una de las epocas de maximo apogeo de explotaci6n de estos materiales silfceos (RAMOS MILLAN 1997a, 1997b, 1998; RAMOS MILLAN y MARTfNEZ FERNANDEZ 1991; RAMOS MILLAN et al. 1997). Las investigaciones geoarqueol6gicas interdisciplinares han pennitido conocer la estructura general de esta mina, que tiene una constituci6n tripartita basica: un dep6sito de sflex en el subsuelo, unas areas de extracci6n del sflex y unas areas de taller para la transfonnaci6n de estos recursos. Se ha docu-
tos recogidos en dep6sitos secundarios, sobre los que se aplican una sucesi6n de tecnicas (talla, piqueteado y pulido parcial) con el fin de obtener unas prefonnas para las cuales se sugiere que la ultima fase de acabado se realizaria en otros lugares, quizas en los habitats. Desgraciadamente no se han documentado elementos que pennitan establecer una precisa adscripci6n cronol6gica de dichos talleres, como tampoco fases de utilizaci6n. Resulta destacable las aportaciones realizadas desde trabajos en los que el sistema de explotaci6n de recursos lfticos documentado corresponde mayoritariamente- a la recolecci6n de materias primas de dep6sitos secundarios, tal como se ha puesto de manifiesto en el SE peninsular (RISCH 1998; RISCH y RUIZ PARRA 1994). Ello conllev6 la adopci6n de tecnicas comunes en geomorfologfa, junto a las que se desarroll6 un intenso trabajo de campo y de experimentaci6n. Entre las conclusiones se destaca la infravaloraci6n de la explotaci6n de dep6sitos secundarios como sistema para la obtenci6n de recursos lfticos, indicandose ciertas ventajas econ6micas: concretamente el ahorro en energfa y trabajo que supone su explotaci6n, frente al esfuerzo necesario en minas y canteras (RISCH 1998). En cuanto a la documentaci6n arqueol6gica de la explotaci6n del subsuelo para la obtenci6n de
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mentado la existencia de una veintena de pozos, y se considera un pequefio campo minero (su extensi6n es algo menor de una hectarea) frente a otros grandes complejos mineros europeos. El asentamiento calcolf tico de El Malag6n se localiza a unos 10 kms de esta explotaci6n, y se ha constatado que la mitad de la muestra arqueol6gica recuperada en este yacimiento procede de los dep6sitos del subsuelo explotados en La Venta, aunque tambien se han recuperado sflex de otras procedencias cuya aparici6n en El Malag6n se interpreta como resultado del intercambio regional. La minerfa llevada a cabo en La Venta se interpreta como una producci6n intensiva y que no se relaciona exclusivamente con la limitada demanda lftica de El Malag6n, sino que se trata de una producci6n especializada para el intercambio, y su explotaci6n fue un trabajo especializado y una actividad temporal (RAMOSMILLAN1997a, 1997b, 1998, 1999). Gran complejidad y diversidad de estructuras se conocen en el complejo minero de Gava (Barcelona); minas dedicadas a la obtenci6n de variscita, mineral de tonos verdosos y azulados, conocido en la bibliografia arqueol6gica como «calaita». La complejidad tecnol6gica de esta explotaci6n minera ha sido presentada en numerosos trabajos, y se organiza en base a un sistema de sucesivas camaras de extracci6n a las que se accede a traves de pozos y galerfas de transito, elaborando una extensa red subterranea ( GIMENO et al. 1996; VILLALBA y EDO 1991; VILLALBA et al. 1986, 1998). El acceso al interior debfa realizarse por medio de escaleras de mano, o de cuerdas, del mismo modo que serfa necesario algun tipo de esructuras de madera, andamios o plataformas para facilitar el transito (VILLALBA et al. 1989). La variscita, mineral predominante en Can Tintorer, es un fosfato alumfnico, y se presenta en muy escasa cantidad en la corteza terrestre; para su caracterizaci6n y analisis de la distribuci6n se ha desarrollado una metodologfa especffica (BLASCO et al. 1992; EDO et al. 1992, 1998). La variscita de Can Tintorer presenta una importante distribuci6n en el nordeste de la peninsula iberica y en algunos yacimientos del sur de Francia, alcanzando zonas bastante alejadas del Mediterraneo a traves del valle del Ebro (VILLALBA et al. 1998) El suministro indirecto o extraterritorial es otro mecanismo principal de aprovisionamiento tanto de materias primas liticas sin transformar como de objetos acabados, y consiste, fundamentalmente, en la obtenci6n de los materiales a traves de intercambios con otras comunidades. No resulta extrafio el hecho de que un grupo humano que explote una determinada FMP y fabrique utiles de piedra no los dedique a su propio consumo, sino que esta producci6n, o una parte de ella, se dedique a intercambio con otras poblaciones; de ello
disponemos de numerosos ejemplos etnograficos y tambien prehist6ricos. Los trabajos que versan sobre este sistema de obtenci6n de recursos tienen mayor peso en la bibliografia arqueol6gica debido, en parte, al interes de la investigaci6n tradicional que intentaba buscar relaciones entre dos lugares a partir de la presencia de materiales «importados» o «ex6ticos». Ello fue un factor que impuls6 en gran medida el desarrollo y la aplicaci6n de diversas tecnicas de caracterizaci6n a los materiales arqueol6gicos. Nos centraremos en los trabajos sobre este sistema de aprovisionamiento al tratar el contexto de consumo de los recursos lfticos.
Il.2.2.- LA TRANSFORMACI6N DE LA MATERIA PRIMA: TECNICAS DE FABRICACI6N. EL ENMANGUE DE LOS UTILES PULIMENTADOS. LUGARES DE TRANSFORMACION.
//.2.2.1.-PRINCIPALESTECNICASEMPLEADASEN LA FABRICACIONDEL UTILLAJEPULIMENTADO. La tecnologia empleada en la fabricaci6n de esta industria tendra en cuenta ciertos carateres intrinsecos de estas rocas, asi como sus propiedades mecanicas. De modo general, los pasos o gestos seguidos en la fabricaci6n del util son, tras la obtenci6n del material (ya se trate de bloques ode cantos recogidos) el desbastado del bloque por medio de la talla, la obtenci6n de esbozos o pre-formas, aplicando el piqueteado y el acabado. La Fig. II.11 ilustra las cadenas operativas te6ricas en relaci6n al tipo de materia prima y al nivel de habilidades, para pasar de la roca al util pulimentado (JEUDY et al. 1995). Por grado creciente de dificultad se suceden: - el pulido directo de pequefios bloques, que son esbozos naturales (A). - la talla por levantamientos paralelos en bloques de pequefio tamafio, que son preformas naurales (B). En este caso la fase de pulido del objeto es corta. - talla por levantamientos longitudiales en bloques pequefios, con formas naturales favorables (C). - el adelgazamiento de pequefios bloques por levantamientos transversales y longitudinales (D). - la talla de hojas longitudinales a partir de la placa realizada por medio de la adecuaci6n de lajas o bloques (E). En aquellos casos en los que se trata de cantos rodados podemos pensar que su transformaci6n se realiza a traves de la cadena operativa mas simple de las que se enuncian en la Fig. IL 11, pues sobre este soporte se realiza tan s6lo el ultimo paso dedicado a la obtenci6n del filo. Los talleres localizados en Catalunya revelan que ello no siempre es asi, mostrando la aplicaci6n de
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aI
A
C
Materia prima abundante. Talia simple . Piqueteado y pulido intenso .
Fig . 11.11: Esquema de las cadenas operativas que pueden desarrollarse en la elaboraci6n de los utiles pulimentados , en relaci6n al tipo de materia prima y al nivel tecnol6gico del grupo humano (JEUDY et al. 1995).
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Fig. 11.12: Diversos ejemplos de la utilizaci6n de la tecnica de aserrado en la elaboraci6n del utillaje pulimentado (CORDIER 1987).
talla y piqueteado sobre los cantos con el fin de acondicionar la materia prima (MALUQUER 1979). La tecnica de talla resulta diffcil de distinguir en las piezas pulimentadas pues, en la mayor parte de ocasiones, el tratamiento posterior suele enmascarar sus huellas. Esta dificultad ha sido sefialada en numerosos trabajos, sin embargo, en algunos casos ha sido posible constatar su empleo. Se documenta, de manera clara, en el neolitico suizo, donde su frecuencia varfa a lo largo de la secuencia, debido a factores cronol6gicos y culturales masque a la naturaleza de la materia prima empleada (BURET 1983). Algunos autores indican que es posible utilizar la talla directa sobre un bloque , empleando para la fabricaci6n de utiles las lascas extrafdas (WEINER 1982). Las rocas hasta ahora · llamadas «afanitas» en el este de Francia, han sido sistematicamente talladas, probablemente en raz6n de su textura extremadamente fina y homogenea, empleando la talla sobre yunque (PININGRE 1974). En el ambito peninsular, el empleo de la talla se ha docu mentado en algunos materiales en proceso de fabrica ci6n (VILASECA 1953). Otra tecnica empleada en el desbastado de bloques que, en ocasiones, deja huellas visibles en los utiles, es el aserrado. Puede emplearse para realizar una sola ranura profunda o incluso dos ranuras opues tas, aunque este segundo caso es menos frecuente (Fig . Il.12) . Cabe destacar su utilizaci6n no s6lo en la fase de preparaci6n del bloque , sino tambien para dividir hachas ya acabadas, para obtener dos, mas pequefias (L E Roux 1975 p.54). En Francia existen numerosos ejemplos (CORDIER 1987; GIOT 1952; NOUGIER y ROBERT 1953) aunque se sefiala queen el mediterraneo frances no es demasiado frecuente (RICQ - DE BOUARD 1996); en el caso de Suiza fue especialmente empleada durante la civilizaci6n de Cortaillod (BURET 1983) . El empleo de esta tecnica esta en relaci6n con el tipo de materia prima, destacando su utilizaci6n en el trabajo de las fibrolitas (GioT 1952). Para su realizaci6n, algu-
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nos autores indican el empleo bien de un sflex cortante, bien de algun instrumento biselado de madera, a lo que se afiade arena, seca o humeda. Giot (1952) remarca la posibilidad de la utilizaci6n de cuerdas, afiadiendo los abrasivos citados, lo que permite obtener surcos profundos y estrechos. La obtenci6n de una preforma o esbozo puede realizarse por talla y/o por piqueteado. El piqueteado consiste en un martilleo de la roca , con ayuda de un percutor, de tal modo que provoca pequefios levanta mientos del material. Una de las ventajas que se le atribuyen es que permite un trabajo de precisi6n, permitiendo eliminar las crestas o aristas salientes, o cualquier otro accidente sobre porciones de superficie limitada (W EINER 1982). Las superficies piqueteadas presentan una sucesi6n de cupulas, mas o menos grose ras, que confieren al objeto un aspecto rugoso caracte rfstico. Al contrario que la talla, que puede dejar restos que testimonien la actividad, el piqueteado no deja vestigios en el suelo, los restos suelen consistir en un polvillo de piedra, en fracci6n fina. Su evidencia sobre las piezas es clara a menos que un pulido total encubra su presencia. Algunos autores (SOUVILLE 1974; RICQ - DE BOUARD y BURET 1987) distinguen dos tipos de piqueteado: uno dedicado a la preparaci6n y obten ci6n de preformas, otro efectuado tras el acabado o pulido de la superficie. Este segundo caso, que consiste en retocar una zona previamente pulida, corresponde a un gesto suplementario del artesano, que parece haber sido efectuado -a menudo - para mejorar un sistema de enmangue . El empleo del piqueteado es general en la fabricaci6n de esta industria , aunque puede darse algun caso excepcional, en el que los esbozos tallados son pulidos directamente (PININGRE 1974). El ultimo paso en la fabricaci6n consiste en la aplicaci6n de la tecnica del pulido, tecnica conocida en momentos anteriores, pero sera a partir del neolftico
cuando se utilice de manera sistematica para elaborar un filo de secci6n biselada. Esta parte de la pieza es la unica que necesita de esta tecnica de manera indispensable, pudiendo quedar el resto del objeto con diferentes acabados. El instrumental empleado para llevarla a cabo son los pulidores, que se reconocen, principalmente, por las huellas de uso que presentan: concavidades pulidas, y tambien surcos mas o menos estrechos. Su tamafio, asf como su tipologfa, puede presentar una gran variedad, encontrando pequefios bloques o plaquetas, o tambien grandes pulidores fijos. Pueden darse variaciones en el tipo de material, pero de modo general, se trata de materiales abrasives, mas o menos compactos , para los que se indica la utilizaci6n de agua como agente que facilitarfa el trabajo de abrasi6n. Algunos autores apuntan la idea de que di versos elemen tos, considerados como instrumental de molienda, puedan haber servido como pulidores para la fabricaci6n de utiles pulimentados (VALDES 1981-2 p.86). //.2 .2.2.- EL ENMANGUE DE LAS PIEZAS. Desde los primeros mementos de la investigaci6n encontramos datos e ilustraciones sobre sobre el enmangue de las piezas pulimentadas (Fig. 11.13),datos aportados tanto por ejemplos etnograficos conocidos, como por hallazgos arqueol6gicos de diversas piezas enmangadas, entre estos podemos destacar los primeros descubrimientos fortuitos en las zonas lacustres de Suiza de Clairvaux y Chalain ya en el afio 1858 (ROULIERE-JAMBERT1985). Se establece pues, en fechas tempranas, que los utiles pulimentados se empleaban con un mango de madera que, en muy contadas ocasiones ha llegado hasta nosostros, exceptuando los hallazgos de zonas lacustres donde las condiciones de conservaci6n de la madera son excepcionales. Asf pues, se citan tres tipos principales de sistemas de enmangue para estas piezas (PLESSIER 1910): - el enmangue directo, sistema en el que el hacha se inserta directamente en el mango, - el enmangue con una pieza intermedia agujereada ( «gaine» ): en este caso, la hoja de piedra se fija en el extremo de una pieza intermedia, generalmente de asta de ciervo, y agujereada en su zona medial, agujero destinado a recibir el mango. - el enmangue con pieza intermedia con tal6n: aquf la pieza lftica tambien esta fijada en el extremo de una pieza intermedia, a menudo mas corta que las empleadas en el sistema anterior, y cuya extremidad opuesta forma un tal6n , que se inserta directamente en el mango , como en el primer caso. Tradicionalmente se considera que la posici6n del filo en las hachas es paralela al eje del enmangue,
Fig. 11.13: Lamina con dibujos de diversos utiles pulimentados enmangados, y representaciones grabadas, realizada por G. y A. de Mortillet (1881).
mientras que por el contrario, en las azuelas el filo se encuentra perpendicular al mango. Sin embargo, algunos ejemplos etnograficos muestran que ello no siempre ocurre asf; los diferentes trabajos sobre Nueva Guinea, muestran piezas, que por sus caracteres morfol6gicos se clasificarfan como hachas, enmangadas como azuelas (PETREQUIN y PETREQUIN 1993). Esta dificultad en concretar, no s6lo la funci6n, sino el sistema de enmangue, hace que en muchos casos se agrupe bajo la denominaci6n «hachas» ambos tipos de piezas. Por nuestra parte, mantendremos la terminologfa tradicional, pues entendemos que permite designar tipos de objetos diferentes, con independencia de cual haya sido su uso o funci6n. l/.3.2.3.-HUELUS ZAS LiTICAS.
DE ENMANGUE EN LAS PIE-
Tambien desde fechas tempranas llama la atenci6n las diferentes marcas que pueden apreciarse en algunos elementos lfticos como consecuencia del enmangue directo de la hoja, tratandose de una patina o diferencia de coloraci6n en la superficie de la pieza (PLESSIER 1910). Entre estos elementos secundarios que aportan indicaciones sabre el enmangue destacan los siguientes (BURET 1983):
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-sefiales de fuego: estas marcas se materializan, a menudo, por el negativo de una huella provocada por el fuego. -lustre: se trata de un lustre o patina brillante en un extremo de la pieza, que a diferencia del pulido no presenta estrfas ni tendencia a cubrir los relieves ni asperezas. Este lustre resulta de diffcil explicaci6n: tan solo afecta al remate de la pieza, aunque en otras se extiende al extremo del util. En todo caso, la idea es que proviene de la fricci6n de la roca sabre materia organica. -perforaci6n: puede ser considerada un modo de enmangue. En este trabajo sobre la industria de yacimientos suizos, la autora sefiala la presencia, en escasos ejemplares, de algunos caracteres tales como adelgazamiento por piqueteado o por pulido, lo que supone la preparaci6n de un dispositivo de enmangue (BURET 1983). Un estudio posterior sabre una colecci6n mas amplia, se centra en las huellas y marcas que aparecen en la superficie del utillaje pulimentado que pueden relacionarse con el enmangue (RICQ-DE BOVARDy BURET 1987), distinguiendo cuatro tipos principales: piqueteado, zonas laterales deprimidas, sefiales de fuego ode material adhesivo y el lustre mencionado anteriormente. Las dos primeras son mas facilmente identificables, por el contrario, las sefiales de fuego y de material adhesivo unicamente aparecen en las colecciones de los yacimientos lacustres de Suiza, no habiendose encontrado ningun caso en las colecciones del mediterraneo frances estudiadas. Para el lustre se indica la dificultad de su observaci6n, puesto que su aspecto varfa en funci6n de la naturaleza de la roca. El piqueteado de la superficie que puede ponerse en relaci6n con el enmangue puede ocupar una gran parte de la superficie de la lamina de piedra o por el contrario, localizarse en zonas restringuidas, como el ta16n. En ocasiones, aunque muy puntualmente, es posible encontrar un piqueteado anular, sabre el perfmetro del objeto. Por ultimo, las zonas laterales deprimidas hacen referencia a unos adelgazamientos modelados por piqueteado, que confieren una concavidad a los hordes de las laminas (RICQ-DE BOUARD y BURET 1987). En el marco valenciano destacan unas piezas que presentan muescas con pequefias ranuras, tanto en los hordes laterales como en el extrema transversal opuesto al filo (Fig. 11.14), para las que suponemos una relaci6n con su enmangue (BERNABEU y OROZCO 1989-90; OROZCO 1999). Otros ejemplos en la peninsula muestran incisiones o ranuras transversales, mas o menos profundas, que afectan a las caras y/o a los hordes de las pie-
Fig . 1.14: Pieza con ranuras para enmangue (Niuet, l' Alqueria d' Asnar).
Fig . 1.15: Azuela de piedra pulida, con ranura lateral, procedente de Andalucfa (CARRILERO y MARTINEZ 1985).
zas
(ABASCAL
1982;
ALANON
1982;
CARRILLERO
y
MARTI.NEZ 1985;MOLINA1970;VALLESPfy CABRERO1980-
1), que se ponen en relaci6n con el enmangue del objeto. (Fig. 11.15). //.2.2.4 .- LUGARES DE TRANSFORMACION: LOS TALLERES. Los talleres se definen como lugares donde se efectua una operaci6n tecnica de transformaci6n de materia prima. De este modo, se habla a menudo de talleres para designar yacimientos caracterizados por la abundancia de restos de talla de la piedra. Este termino puede aplicarse tambien a conjuntos mas restringidos y designar uno o varios sectores del habitat donde se desarrollan estas operaciones tecnicas (LEROIGOURHAN1988). En la bibliografia peninsular encontramos, en los ultimas afios, reflexiones acerca de la indeterminaci6n del concepto «taller lftico» centrandose en la problematica planteada en el caso de los materiales siliceos (MARTINEZy AFONSO 1998; MARTI.NEZet al. 1998; MORGADO y RONCAL 1997). Cabe destacar los trabajos realizados en Navarra que han puesto de manifiesto el error en la adscripci6n, demostrando que contextos tradicionalmente considerados «talleres de sflex», a par-
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tir de las acumulaciones documentadas en superficie, corresponden en realidad a poblados prehist6ricos (GARCfA GAZOLAZy SESMA 1999). En relaci6n al utillaje pulimentado, la identificaci6n de las areas de transformaci6n no siempre resulta facil, por cuanto que algunas de las tecnicas de fabricaci6n empleadas no producen unos desechos semejantes a los que produce la talla de la piedra. Aun asi, es posible hablar de talleres ante el hallazgo, en algunas zonas, de conjuntos con alto numero de artefactos en proceso de elaboraci6n. Bernos hecho referencia a diversos talleres localizados en las margenes de rios en Catalunya, a los que nose asocian habitats (BOSCH 1984; GARCES 1986; MALUQUER 1979; VALDES 1981-82); otros yacimientos, como es el caso de Plansallosa (La Garrotxa), evidencian la existencia de una pequefia area entre las estructuras domesticas , dedicada a la fabricaci6n de hachas pulidas, en donde se han encontrado asociados cuatro esbozos al lado de diversos bloques de gres, un pulidor-percutor, y un pulidor (BOSCH et al. 1998). Para los excavadores, la elaboraci6n de estos utiles en esta zona del lugar de habitat, indica su caracter de actividad domestica, antag6nico al taller especializado. No se conocen, hasta la fecha, areas de taller similares en el ambito valenciano, la informaci6n sobre la transformaci6n de las materias primas la aportan fragmentos de rocas sin trabajar o algunos materiales parcialmente trabajados que se interpretan como piezas en proceso de fabricaci6n (OROZCO 1994).
tos objetos (Fig. II.16), en los cuales la distribuci6n resultante era -en cierto modo- la evidencia final, sin plantear interpretaciones sabre los modelos que presentaba la distribuci6n, como tampoco los mecanismos. Este enfoque tradicional en las investigaciones prehist6ricas, que ponia el enfasis en la catalogaci6n y la descripci6n, ha sido superado -mayoritariamente en los ultimos afios tras el impacto de la Arqueologfa Procesual, la cual puso de manifiesto el interes de los modelos cuantitativos en los estudios prehist6ricos. En efecto, los estudios sabre los sistemas de intercambio prehist6rico han resultado beneficiados por el desarrollo del enfoque procesual en Estados Unidos, dado que la proximidad entre Antropologfa y Arqueologfa en aquel pais ha hecho que sea este un tema comun de investigaci6n en el que convergen ambas disciplinas, lo que ha impulsado el desarrollo y adaptaci6n de diversos metodos y tecnicas analiticas. Recientemente, se ha sefialado que los meto dos formales para el analisis de los sistemas de intercambio han empezado a mostrar sus limitaciones, tras veinte afios de productivas investigaciones (BRADLEY y EDMONDS 1993). Los nuevos enfoques en la investigaci6n sobre esta tematica miran hacia la Antropologfa Social, y particularmente a la tradici6n asociada a Mauss, y a la escuela estructuralista de Levi-Strauss, ahondando en el caracter simb6lico de los items intercambiados.
l/.3.3.1.-SISTEMAS Y MECANISMOS DE INTERCAMBIO EN ARQUEOLOGfA PREHIST6RICA.
11.2.3.-EL CONSUMO: SISTEMAS Y MECANISMOS DE INTERCAMBIO EN ARQUEOLOGIA PREHISTORICA. ALGUNOS DATOS DESDE EL ESTUDIO DE LA INDUSTRIA PULIMENTADA.
Entre los investigadores que han impulsado los estudios sobre intercambio prehist6rico en Europa, destaca la figura de C. Renfrew, cuya obra, ademas de desarrollar di versos metodos y propuestas te6ricas, ha dado pie a numerosos trabajos posteriores en un intento de contrastar sus modelos. Uno de sus objetivos iniciales fue revisar las relaciones geograficas que estaban en la base del modelo difusionista, pero al avanzar en su trabajo se da cuenta de la importancia de identificar los tipos de procesos que han dado lugar al modelo espacial que aparece en el registro arqueol6gico. Sus estudios sobre intercambio se centran, principalmente, en el mediterraneo oriental, concretamente en el patr6n que muestra la distribuci6n de obsidiana (RENFREW 1966, 1969; RENFREW et al. 1965, 1968). La cuantificaci6n de los datos permitia resumir en una representaci6n grafica sobre ejes de coordenadas la correlaci6n entre las variables estudiadas. El trazado de una linea uniendo los puntos puso de manifiesto que su proporci6n , en el conjunto de la industria litica de los yacimientos estudiados , disminuia de forma exponencial a medida que aumentaba la distancia del yacimiento a la FMP. Este postulado sera la base del cuerpo te6rico que desarro-
La obtenci6n de recursos liticos puede realizarse bien a traves de un sistema de suministro o explotaci6n directa, bien por un sistema de suministro indirecto, de tal modo que las poblaciones obtienen el producto deseado por media de intercambios o transacciones con otras comunidades . Los estudios sobre los sistemas de intercambio gozan de cierta tradici6n en el marco de laAntropologiaEcon6mica, sobre todo a partir de ciertos trabajos etnol6gicos sobre comunidades primitivas que pusieron de relieve la complejidad de este fen6meno, especialmente el llamado intercambio «ceremonial». Un ejemplo de este tipo son las descripciones de B. Malinowsky (1973) sobre las transacciones del «kula», entre otros muchos. Los estudios tradicionales (difusionistas) sobre intercambio en la prehistoria europea, empleaban la caracterizaci6n de materiales con el fin de establecer relaciones entre dos lugares, a partir de la presencia de objetos, que se consideraban «importados». En algunos casos, se disefiaban mapas de distribuci6n de cier-
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bio de bienes mas alla de los lfmites del area cultural de las culturas prehist6ricas; cada uno de los cuales se adecua al comercio o transacciones de ciertos bienes en momentos concretos de la Prehistoria en la zona del Egeo. Cada uno de estos tipos de intercambio responde a unos mecanismos diferentes, que se deben relacionar con la organizaci6n y la complejidad de las sociedades en que se lleva a cabo; la distribuci6n resultante tambien muestra diferentes graficas de «curvas de frecuencia» (Fig. II.17): a) el intercambio «down-the-line»: este es el modelo que mas ha desarrollado el autor, trabajando sobre la distribuci6n de obsidiana en el Egeo. Los yacimientos situados a no mas de 200 o 300 km de la fuente mostraban una muy alta proporci6n de obsidiana (alrededor del 80 o 90%) en sus conjuntos. A partir de este punto, el trazado de los porcentajes en una escala logaritmica muestra una cafda exponencial. El techo de la pendiente fue denominado «zona de aprovisionamiento» y los yacimientos mas cercanos conformaban la «zona de contacto». La zona de aprovisionamiento representa el territorio en el cual las comunidades acceden directamente a las FMP para obtener el suministro de obsidiana. Las comunidades de la zona de contacto no visitarian ellos mismos las FMP, sino que obtendrian el producto por intercambio con las poblaciones del primer grupo . La gran regularidad de esta distribuci6n se interpreta como resultado de numerosos intercambios pequefios, durante un largo periodo de tiempo. La manera mas simple de imaginar este flujo de transferencias es pensar en una pequefia cadena de poblados, espaciados regularmente; cada uno recibe el producto a traves de intercambio con su vecino mas cercano a la FMP, ya su vez intercambia con su vecino mas pr6ximo (RENFREW 1975). b) el intercambio encadenado de prestigio: en este caso, la diferencia con el modelo anterior es que s6lo una pequefia proporci6n de los bienes son consumidos o utilizados pues se tratarfa de una transferencia de bienes de prestigio a menudo entre personas notables, objetos que nose emplean en las actividades cotidianas. La forma que muestra la grafica de la distribuci6n es similar a la anterior, pero la pendiente es mucho mas suave. Sefiala que el mecanismo de comercio debi6 actuar de forma diferente en este caso, y plantea la posibilidad que la distribuci6n de brazaletes y ornamentos de Spondylus gaederopus a lo largo del Danubio, responda a este modelo (RENFREW 1972, 1975). c) el modelo de comerciantes independientes: este modelo refleja un comercio incipiente; comprende contactos con extrafios, a menudo a considerable distancia y, frecuentemente, pueden aparecer intermediarios o especialistas, los cuales tienen un area de operaci6n, fuera de la cual no suelen encontrarse los bie-
Fig. 11.16: Mapa de Europa reflejando la distribuci6n de las hachas de «jadefta» (CAMPBELL- SMIIB 1965).
Hara en trabajos posteriores, cuya formulaci6n es la siguiente: «En circunstancias de deposici6n uniforme, y en ausencia de intercambio organizado direccionalmente, la curva de la frecuencia o abundancia de un bien intercambiado en relaci6n a la distancia efectiva a una fuente localizada tendra una disminuci6n monot6nica» (RENFREW 1977, 1984). Ademas de introducir el tratamiento cuantitativo de los datos, basandose en conceptos y metodos establecidos en los estudios geograficos, Renfrew establece una relaci6n entre modelos de intercambio definidos en el marco de la Antropologfa (SAHLINS 1972) y los datos del registro arqueol6gico, posibilitando su interpretaci6n . Renfrew trabaja sobre la Hamada «reciprocidad equilibrada», que se refiere al intercambio directo (SAHLINS 1972 p.211-4); este consiste en un intercambio de las mismas clases de bienes en las mismas cantidades o equivalentes. En un equilibrio preciso consistirfa en la entrega del equivalente al producto recibido sin demoras. En estudios posteriores aborda los diferentes tipos de transacciones comerciales establecidos por Polany y la forma en que pueden manifestarse en el registro arqueol6gico, desarrollando aquellas clases de intercambio que pueden acontecer en sociedades sin estado. Propone cuatro modelos para el intercambio exterior, definido este como intercam-
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Fig. 11.17: Representaci6n de los diferentes tipos de intercambio sobre ejes de coordenadas
nes
(RENFREW
1975).
numerosos trabajos, algunos de los cuales se comentaran en el siguiente apartado (AMMERMANet al. 1978; CHAPPEL 1986; HODDER 1974; entre otros), con la finalidad de conocer la posible influencia en la distribuci6n de un bien determinado de otras fuentes suministrado ras de recursos similares, en una misma region de estudio. Diversos autores han empleado la tecnica de simulaci6n por ordenador como instrumento para verificar hip6tesis procesuales y desarrollar teorfas arqueol6gicas (HAMOND 1978; ELLIOTet al. 1978; WRIGHT y ZEDER 1977). La base de la simulaci6n es un proceso de recorrido aleatorio, y el estudio del trazado de las distancias y direcciones seguidas al azar por objetos (representados por puntos) desde una fuente (HODDER y ORTON 1976). La estrategia seguida es el uso de programas de ordenador para simular recorridos aleatorios de los materiales estudiados (representados por puntos) desde una fuente central. La situaci6n arqueol6gica que se simula es el movimiento de objetos a traves de varias manos, no un movimiento directo desde la FMP al destinatario o consumidor. Los resultados fueron descorazonadores pues, al igual que los resultados del analisis de regresi6n, estos trabajos mostraron que muchas curvas descendentes con fonnas iguales, podian ser resultado de diferentes procesos espaciales, o incluso del azar. Pese a ello , la simulaci6n se considera una herramienta valida en el marco de la Arqueologfa, ofreciendo tecnicas que permiten establecer hip6tesis de
(RENFREW 1972,
1975). d) el intercambio direccional: en este modelo, la caracteristica fundamental es que los bienes son transportados desde la fuente a destinos especificos, preferenciales; las localidades intermedias tienen menor provisi6n del producto (RENFREW 1972, 1975). Una tecnica empleada habitualmente para comparar las distribuciones de artefactos es el analisis de regresi6n, metodo que permite localizar y comparar tendencias en la correlaci6n entre dos variables, una de las cuales es dependiente y esta en relaci6n con la variable independiente. Esta tecnica ha sido frecuen temente utilizada en Arqueologia, sobre todo en casos en que la variable independiente es una medida de distancia, como suele ocurrir en los estudios sobre intercambio y comercio (HODDER 1974; HODDER y ORTON 1976). El analisis de regresi6n es, en general, un metodo valido para describir tendencias en los datos arqueo16gicos. No obstante, el mayor problema para el arque61ogo consiste en su interpretaci6n, pues procesos espaciales distintos pueden producir una misma forma de relaci6n de regresi6n. A nivel empfrico, la capacidad predictiva del modelo desarrollado por Renfrew (1977) queda limitada por diversos factores que pueden haber influido en la distribuci6n regional: naturaleza del transporte, acceso a las fuentes, tipo y cronologia de los yacimien tos empleados en el analisis, presencia de recursos alternativos. Este ultimo factor sefialado ha suscitado
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trabajo, desarrollar modelos y comprobar su validez, en definitiva, un instrumento para desarrollar teorias arqueol6gicas (HAMOND 1978). Los enfoques mas recientes, en el marco de la Hamada Arqueologia Contextual, han sefialado que las interpretaciones arqueol6gicas no pueden basarse en el analisis de evidencias aisladas de su contexto cultural mas amplio. Se ha mostrado que la cultura material tiene unas propiedades simb6licas dinamicas, de tal modo que la investigaci6n debe tener en cuenta el caracter simb6lico de los objetos intercambiados: la elecci6n de los ftems que son objeto de intercambio esta lejos de ser arbitraria; el significado adjudicado a cada objeto puede ser diferente dependiendo del contexto (HODDER 1982). Algunos autores han sefialado la dificultad de llegar a conocer esos significados a traves del registro arqueol6gico, indicando que muchos de estos argumentos pueden asimismo aplicarse a las evidencias de produccion y circulacion de materiales (BRADLEY y EDMONDS 1993).
sino que franqueaba -de manera clara- el mar, al tiempo que se introducen modelos etnograficos para interpretar los mecanismos de intercambio (CLARK 1955). El establecimiento de los di versos grupos petrologicos, permiti6 trazar mapas de distribucion de las piezas en raz6n de su naturaleza petrografica. Una de las tecnicas empleadas en la elaboracion de estos mapas fue un metodo simple de analisis de las superficies de tendencia, el metodo de generalizacion de rejilla o cuadrfcula: se trazan sobre el area de estudio una serie de celdas cuadradas o cuadrfculas, y se calcula el valor dentro de cada una, sefialando la cantidad de objetos de piedra pulimentada recuperados (Fig. II.18); en algunos trabajos no se utilizo el total de piezas, sino la abundancia relativa de cada grupo petrografico (CUMMINS 1974). Tras establecer los valores medios se puede dibujar un mapa de curvas de nivel, a partir de las cuadrfculas adyacentes (Fig. Il.19). La idea es que la dispersion de las piezas, desde su FMP, mostrara un patron concentrico, con densidades mas altas en el area mas cercana a la FMP; sin embargo algunos grupos petrograficos mostraron diversas anomalfas, que se interpretaron como una dispersion de las piezas en dos momentos: un movimiento desde la FMP a uno o varios centros distantes y, en un segundo momento, una dispersi6n desde estos nuevos centros (CUMMINS 1974, 1979). Esta idea de un movimiento de «redistribuci6n» de las piezas fue la base de un estudio dedicado a la simulacion por ordenador y experimentaci6n de los procesos hipoteticos que pudieron haber producido la distribuci6n de hachas que refleja el registro arqueolo gico (ELLIOT et al. 1978). La base del modelo computerizado es el proceso de recorrido aleatorio, ya mencionado, asumiendo que las hachas que participan en el sistema de intercambio han sido transportadas a traves de largas distancias, dando un m1mero de pasos en su recorrido, y aunque cada intercambio individual no fue realizado al azar, el conjunto de los patrones de intercambio puede ser comparado con un proceso aleatorio. Las posiciones finales de la simulacion fueron comparadas y contrastadas con los datos arqueologicos mostrando, en algunos grupos de hachas, una gran similitud la grafica resultante de la simulaci6n por ordenador y aquella realizada con los datos del registro (Fig. II.20). Diversos autores se interrogan por la relacion o la competencia que pueda darse entre los productos de diferentes FMP. En los estudios que abordan la competencia entre FMP alternativas se aplica una tecnica de analisis geografico, el «modelo gravitacional», para predecir la abundancia relati va de material es de cada fuente en cada yacimiento, cuando hay varias FMP alternativas en un sistema regional. Su postulado, expresado en terminos matematicos mediante una f6r-
l/.2.3.2.-EL INTERCAMB/0 A PARTIRDEL ESTUD/0 DE LA DISTRIBUCIONDEL UTILLAJEPULIMENTADO. El punto de partida de las investigaciones arqueologicas sobre intercambio es: -una identificaci6n detallada de la composicion de la materia prima, -la distribuci6n espacial de los artefactos que, presumiblemente, derivan de una determinada fuente, en base a la similaridad de su composicion. Cabe destacar que una gran parte de los trabaj os sobre intercambio en la Prehistoria se han centrado en la distribuci6n de objetos de obsidiana, material cuyas FMP son relativamente escasas y que, ademas, presentan importantes variaciones entre ellas, de tal modo que las tecnicas de analisis empleadas en su caracterizacion (fundamentalmente el analisis por activaci6n de neutrones) permiten establecer de manera precisa una correlaci6n espacial. En el caso del utillaje pulimentado, son los pafses donde se han desarrollado de manera intensa los trabajos de determinacion petrologica de estos materiales, donde encontramos interpretaciones sobre su uso como elemento de intercambio en epoca prehist6rica. En Gran Bretana, ya hemos sefialado el inicio en fechas tempranas de una extensa serie de trabajos dedicados a la caracterizaci6n petrografica de los materiales, y a su distribuci6n desde el area fuente. Ya desde los primeros momentos se puso de manifiesto una gran dispersion de estos productos desde las areas fuente, de un lado a otro del pafs, apareciendo un «comercio» que no se limitaba a las zonas del interior,
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N
t
Stale 50 100
Scot• 50
100
150
150
Fig. 11.18:Mapa de Inglaterra, con rejilla donde se indica el numero de piezas en cada area muestreada.(cUMMINS 1979).
Fig. 11.19:Mapa de lnglaterra, con las frecuencias de distribuci6n de las piezas del grupo VII. El punteado representa la intensidad y muestra la posici6n de la zona de producci6n (CUMMINS 1979).
mula, establece que «la cantidad de un item comerciado, ode un material, en cualquier yacimiento, sera directamente proporcional a la funci6n de la distancia entre el yacimiento en cuesti6n y la fuente del item o material» (CHAPPEL 1986 p.133); relaci6n que puede reformularse y ser utilizada para predecir las proporciones (mas que la cantidad absoluta) de bienes procedentes de cada FMP que apareceran en los yacimientos. El problema de su aplicaci6n tiene que ver con la naturaleza de algunas de las variables empleadas, ya que se considera como tal el «atractivo» del producto, variable que puede depender de un numero ilimitado de factores, por lo que parece diffcil elegir una medida apropiada para su cuantificaci6n. Chappel realiz6 una contrastaci6n del modelo con datos etnograficos bien documentados de Nueva Guinea, y utiliza como medida de este factor el numero total de objetos de cada material, en cada area de estudio, asumiendo que cuanto mas atractivo sea un producto, se produciran y circularan mas items realizados con este material (CHAPPEL 1986). Hasta fechas recientes, los estudios en Gran Bretana se dedicaban a presentar las distribuciones de las hachas de piedra pulimentada a partir de su naturaleza petrografica, sin prestar excesiva atenci6n a la tipologfa y al contexto de dichos artefacto s. Las revisiones llevadas a cabo desde laArqueo logfa Contextual ofrecen nuevos enfoques al estudio
de las distribuciones de las hachas neolfticas en Gran Bretana. Una propuesta realizada por Hodder y Lane (1982) plantea que el estudio de la tipologfa, de la forma de los objetos, a diferentes distancias de la FMP, puede ofrecer informaci6n sobre su uso, valor y, en ultima instancia, sobre los procesos de intercambio. Este trabajo puso de manifiesto que existfan variaciones en las dimensiones de las piezas, viendo disminuir su longitud a medida que aumenta la distancia a la FMP; asimismo la aparici6n de hachas de piedra pulimentada en diferentes contextos rituales era un indicador del significado simb6lico especial de estas piezas, en este sentido el intercambio de hachas puede verse tanto como un elemento de la construcci6n y legitimaci6n de posici6n social, como provision de herramientas para talar y aclarar el bosque (HODDER y LANE 1982). Esta propuesta de analisis se integra en los trabajos mas recientes, que desarrollan un analisis global de la producci6n, circulaci6n y consumo de este apartado de la cultura material, reconociendo el papel complejo y sutil que estos elementos debieron jugar en la reproducci6n del sistema social, enfocado a partir del trabajo de campo, excavaciones y estudios tecnol6gicos detallados en las FMP, en combinaci6n con el estudio del contexto deposicional de los objetos (BRADLEY y EDMONDS 1993). En el mediterraneo frances, el analisis petrografico del utillaje muestra que los tipos de rocas
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Fig . 11.20: Graficas obtenidas en la sirnulaci6n por ordenador de la distribuci6n de hachas neoliticas
empleados son el resultado de una cuidadosa selecci6n por parte de las comunidades neoliticas (RICQ - DE BOUARD 1980, 1981, 1987a, 1988, 1989-90). La relaci6n de estos materiales con sus areas geol6gicas de procedencia puso de relieve la existencia de corrientes de circulaci6n, con diferentes patrones en la distribuci6n segun la regi6n estudiada y el litotipo analizado. Destacan en el conjunto, tanto cuantitativa como cualitativamente, los materiales de origen alpino y perialpino: los esquistos con glaucofana, las eclogitas s.l. (termino que engloba a las eclogitas, omfacititas y cloromelanitas) y las jadeftas. Su distribuci6n ha permitido evidenciar diversos modos de circulaci6n de materiales en esta area a lo largo de las diversas etapas del neolftico: una circulaci6n regional para las rocas con glaucofana, y una circulaci6n a grandes distancias en el caso de las eclogitas s.l. y probablemente las jadeftas (RICQ - DE BOUARD 1996; RICQ - DE BOUARD et al. 1990). El trazado de mapas de distribuci6n pone de manifiesto algunas pautas que pueden interpretarse en terminos econ6micos. En el caso de las rocas con glaucofana, el modelo que presenta la dispersion resulta bastante simple, se trata de una distribuci6n «centrada», la cual muestra un nudo o centro con valores maximos, y las frecuencias de los utiles decrecen de forma radial, no obstante aparecen dos o tres direccio-
(ELLIOT
12
et al. 1978).
nes privilegiadas, dos de las cuales es tan ligadas a factores geograficos. Ello se interpreta como la existencia de una zona de aprovisionamiento de materias primas y fabricaci6n de utiles a partir de la cual se han difundido los productos (RICQ - DE BOVARD et al. 1990; RICQ - DE BOUARD y FEDELE 1993). En el caso de las eclogitas s.l. el modelo espacial resultante es mucho mas complejo. La distribuci6n se interpreta como un modelo lineal o polifocal, con diversas anomalfas que, en algunos casos, se relaciona con la presencia de recursos alternativos: esquistos con glaucofana, en el delta del R6dano (RICQ - DE BOUARD y FEDELE 1993). La revisi6n de algunos trabajos realizados sobre esta industria muestra el potencial que su estudio tiene para el conocimiento de di versos fen6menos socio-econ6micos en estas etapas de la Prehistoria . Podemos observar que los ensayos sobre la tipologfa de esta industria ponen de manifiesto la dificultad de su sistematizaci6n. Junto a los dos tipos principales y definidos tradicionalmente (hachas y azuelas) aparecen una serie de elementos cuya definici6n tipol6gica resulta imprecisa (cinceles, azadas, rejas de arado, entre otros), y sin criterios claramente establecidos. Los resultados obtenidos tras el estudio petrol6gico de los soportes lfticos pueden considerar-
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estudios sobre intercambio. Sera el prop6sito de la investigaci6n y los interrogantes a resolver los que delimiten -en gran medida- el marco de analisis. En nuestro caso intentaremos obtener una visi6n diacr6nica de la industria lftica pulimentada y de los diversos fen6menos socioecon6micos relacionados con el aprovisionamiento en recursos Hticos a lo largo de las diferentes fases establecidas entre los inicios del Neolftico y la Edad del Bronce, centrandonos en las comarcas centro-meridionales del Pafs Valenciano .
se como los mas destacados e interesantes en los ultimos afios de la investigaci6n. Dichos resultados permiten: - plasmar la existencia de corrientes de circulaci6n entre diferentes zonas, de tal modo que es posible interpretar la existencia de fen6menos de intercambio entre comunidades a partir del estudio del modelo de distribuci6n resultante; - evaluar la explotaci6n y gesti6n de los recursos lfticos del entorno que realizaron estas comunidades. El desarrollo de las investigaciones sobre este apartado es mucho menor que el alcanzado por los
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Ill. Metodo de trabajo La metodologfa utilizada en este trabajo combina dos apartados bien diferenciados: el analisis tipol6gico de los utiles y su estudio petrol6gico. El estudio de la tipologfa de la industria resulta imprescindible por cuanto que se trata de una herramienta de clasificacion y ordenaci6n del conjunto que, en nuestro caso, se basa en caracteres morfometricos de las piezas, sin abordar su uso y funcion. El analisis petrologico no se limita a la clasificacion petrologica de los soportes, sino que desde estos resultados se plantea la correlacion con las formaciones geologicas de origen. La relaci6n entre los resultados obtenidos en ambos apartados permite una visi6n global e integrada tanto del conjunto industrial como de ciertas pautas econ6micas de las comunidades neolfticas a lo largo del tiempo.
fragmentaci6n del conjunto de piezas analizado, cuestion que limita su analisis y definicion tipologica; sin embargo, el nivel de informacion que aportan las piezas fragmentadas en el estudio petrol6gico es similar y, en algunos casos, esta fragmentacion ha facilitado el estudio petrologico . Existe una categorfa de piezas cuyo estudio no se ha abordado de manera sistematica en el presente trabajo: son los ornamentos realizados sobre materias minerales, que si bien a partir de sus caracterfsticas tecnologicas podrfan considerarse como parte de la industria de piedra pulimentada, por cuanto que esta tecnica fue empleada -en muchos casos- en su fabricaci6n, por su entidad tanto cuantitativa como cualitativa, son el objeto central de otros estudios. El hecho de que el protocolo de trabajo tanto de su muestreo como de gran parte de las tecnicas analfticas empleadas en su determinacion petrologica (entre otras citaremos: espectrometrfa de Fuorescencia de Rayos X; espectrometrfa de emisi6n (OES); espectrometrfa de emisi6n con fuente de plasma acoplada inductivamente (ICP-ES); microscopfa electr6nica de barrido, microsonda electr6nica) difiere en gran medida del desarrollado para este estudio, ha sido el factor principal que ha limitado su inclusion en el presente trabajo. Aun asf, los datos obtenidos sobre algunas piezas se incorporan al estudio, por cuanto que la informacion aun siendo parcial- puede ilustrar o matizar diversas cuestiones que, sin lugar a dudas, deberan complementarse con estudios posteriores.
111.1.-EL OBJETODE ESTUDIO.ALGUNAS LIMITACIONES DE LA MUESTRA. El objeto del presente estudio es la industria de piedra pulimentada. Tal vez esta denominaci6n no sea un indicador preciso de las categorfas de objetos que bajo el se agrupan, puesto que ha de entenderse en un sentido amplio, englobando una serie de materiales lfticos recuperados en los yacimientos arqueologicos, materiales queen algunos casos se encuentran escasamente transformados. Hemos optado por incorporar en los casos posibles- la informaci6n aportada por otros artefactos lfticos recuperados en los contextos estudiados, como percutores, instrumental de molienda, cantos y fragmentos de roca sin trabajar, entre otros. De este modo entra en juego una informacion que puede completar y matizar diferentes aspectos sobre el empleo de recursos lfticos por parte de las comunidades prehistoricas. El conjunto de materiales estudiados presenta algunas limitaciones: si bien puede considerarse diversificado en relacion a su procedencia, habiendo estudiado tanto lugares de habitat como necropolis, una gran parte de los materiales provienen de excavaciones antiguas, lo que ha limitado en algunos casos, una precisa adscripcion cronol6gica, si bien es posible remitirlo a uno u otro de los principales horizontes estudiados. Otro factor a tomar en consideraci6n es la alta
111.2.-EL ESTUDIOTIPOLOGICO. Ill.2.1.- EL UTILLAJE PULIMENTADO. DEFINICION DE LAS PARTES DE LA PIEZA. SU ICONOGRAFIA. En la descripcion de los utiles pulimentados se distinguen tres partes (Fig. III. I): la zona medial y los extremos, distal y proximal, que se definen por relaci6n al supuesto punto de prensi6n del util. El extremo distal es, en el caso de estos objetos, el que esta mas alejado y suele constituir, por lo general , la parte activa del util (RICQ-DE BOUARD 1983 p.10) . La revisi6n de los principales trabajos nos muestra que no existe un consenso a la hora de representar graficamente esta industria.Tradicionalmente el utillaje pulimentado se ha representado con la parte
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que permite su transferencia a diversos programas de tratamiento estadfstico, lo que posibilita realizar diversos analisis con el fin de verificar asociaciones entre diversos datos. Los atributos empleados en la descripci6n son de dos clases: cualitativos -relacionados con la morfologfa de los objetos- y cuantitativos -relacionados con sus dimensiones-. Algunos de ellos son meramente descriptivos , otros sin embargo, entraran en juego a la hora de realizar el estudio tipol6gico. Hemos seleccionado algunos de los atributos que permiten la caracterizaci6n morfometrica de las piezas, y que pueden incidir en una clasificaci6n tipol6gica formal, prescindiendo de aquellos caracteres relacionados con la funci6n y utilidad de las piezas. Esta selecci6n se ha realizado de forma intuitiva, partiendo de la revisi6n de las propuestas y resultados de diferentes trabajos. La ausencia de un sistema de clasificaci6n ampliamente aceptado para la industria pulimentada nos ha llevado a la confecci6n de una tabla tipol6gica. En el ambito de la investigaci6n tan s6lo tiene caracter universal el criterio de diferenciaci6n entre los principales tipos : hachas y azuelas, a partir de la diferencia del bisel que confonna el filo; sin embargo, no es posible encontrar criterios claramente definidos que permitan caracterizar otros tipos como cinceles, azadas, etc. Los criterios seguidos en la sistematizaci6n parten de las propuestas de Clarke (1984), para quien los artefactos se definen por los agregados de los atributos que lo componen. El tennino «tipo» expresa los atributos de una poblaci6n o conjunto de artefactos que varfan dentro de determinados lfmites, y que comparten una gama de atributos, sin que sea necesario poseerlos todos para pertenecer a dicho conjunto o tipo. El sistema de clasificaci6n propuesto por Clarke sigue una ordenaci6n jerarquica que situa los objetos en una y -simultaneamente- tres amplias categorfas que se intersectan (grupo, tipo y subtipo ). Todos los atributos o caracteres observables en . las piezas no tienen la misma importancia a la hora de realizar una clasificaci6n sistematica del utillaje pulimentado. Si a ello afiadimos que el numero de atributos en que pueden descomponerse los objetos es muy elevado , quedajustificada la necesidad de realizar una selecci6n, escogiendo aquellos que consideramos mas significativos y que permiten establecer un sistema de clasificaci6n basada en los rasgos generales de la pie za, sin entrar a valorar pequefios detalles particulares que, a buen seguro , nos posibilitarfan establecer un listado tipol6gico demasiado extenso lo que, segura mente , redundarfa en una meno r operatividad en el sentido de que escaparfan a la observaci 6n las tenden cias generales . Esta simplificaci6n en la elecci6n de atributos intentando obviar los valores redundante s y diffcilmen~
Extremo Proximal
Zona Medial
Extrerno Distal
Fig. III. I : Definici6nde las diferentespartes de la pieza en el utillaje con filo.
activa o filo hacia abajo ; en este sentido , algunos autores consideran que debe primarse la «16gica funcio nal» de estos utiles, indicando que el trabajo se ejerce en estas piezas desde arriba hacia abajo, por lo que proponen mantener esta costumbre , bien establecida (CORDIER1965).
Otros autores, sin embargo, ban optado por la representaci6n grafica de esta industria con la parte activa hacia arriba, trasladando los criterios que rigen el analisis de la industria tallada. Incluso se ha sefialado que las representaciones tradicionales son fuente de confusi6n masque de claridad (CAUVIN 1971 p.126). Siendo pues, una opci6n estrictamente personal, nos decantamos por el sistema de representaci6n tradicional, esto es, con el extremo distal hacia abajo. Para los materiales estudiados por nosotros, hemos optado por el dibujo de la silueta y las secciones, precisando el tratamiento de la superficie con los siguientes c6digos:
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Superficie pulida
Sup erficie piqueteada
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pulida, con restos de piqueteado
111.2.2.- ELEMENTOS DE LA DESCRIPCION.
El estudio se ha abordado con la caracterizac i 6 n de cada objeto, realizando una ficha indi vidualizada en la cual se recogen -de manera detallada - todos los datos de cada pieza . Con ello se ha confeccionado una base de datos informatizada, lo que permite gestionar un inventario de materiales y los datos que lo componen de manera eficaz , al tiempo
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te objetivables quizas pueda, a priori, parecer exagerada. Dado que la propuesta de clasificaci6n intenta establecer una ordenaci6n formal de las piezas en base a sus caracteres morfometricos, no hemos entrado a considerar para su clasificaci6n tipol6gica ciertos atributos que consideramos relevantes, pero con otro significado, como los caracteres tecnicos observables en la pieza, ni tampoco la materia prima. El analisis de los mismos se lleva a cabo en diferentes apartados, correlacionando posteriormente los resultados. Seguidamente se explicitan las variables consideradas y los valores que pueden adoptar, comentando algunos de los criterios y resultados obtenidos por oros autores, con el fin de mostrar el proceso de selecci6n de las diferentes variables. II/.2.2.1 .- ATRIBUTOS CUANTITATIVOS. Son de dos tipos: medidas absolutas e indices. Las primeras caracterizan el objeto, mientras que los fndices permiten definir valores que sirven de referenciales y, al mismo tiempo, comparar de manera relacionada, las diversas medidas de las piezas (RICQDEBOUARD 1983 p.11). De todo el conjunto de medidas e fndices posibles, tan s6lo bemos registrado aquellas esenciales para la clasificaci6n. Longitud Maxima, Ancbura Maxima y Espesor Maximo son las medidas absolutas de las piezas, expresadas en milimetros. No bemos empleado otras medidas de diversas partes de los objetos, tales como espesor de bisel (GONZALEZ 1979), angulo de divergencia de las caras que forman el filo, o el angulo que resulta de la intersecci6n del piano de orientaci6n del filo y el eje longitudinal de la pieza (BARRERA et al. 1987), por cuanto que la informaci6n que aportan -aunque pudiera emplearse para describir el objeto- esta en relaci6n con el uso de la pieza. A partir de las medidas absolutas se calculan diversos fndices. De todos los fndices propuestos para el utillaje pulimentado, algunos ban tenido mayor aceptaci6n (FANDos1973) mientras que otros no ban tenido mayores repercusiones en el panorama bibliografico (MOURRE 1979). En el ambito peninsular, los fndices totales (referidos a las medidas maximas) establecidos por Fandos (1973) ban sido empleados en estudios poste riores (GONZALEZ 1979; MAZO y RODANES 1986; OROZCO 1990). Aunque se ha sefialado que ofrecen una facil comprensi6n de las caracterfsticas morfol6gicas de las piezas, en realidad, tan s6lo informan de la relaci6n entre las diversas medidas absolutas. Su calculo se estableci6 a partir de una pieza ideal, considerada de proporciones medias (Fig. 111.2),en la cual , la anchura sera igual a 3/5 de su longitud, y al doble de su
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espesor (LM = x; AM = 3 x/5; EM = 3 x/10). Los fndices establecidos fueron: Indice de Alargamiento (IL= 2 LM/AM+EM), Indice deAnchura (IA= 2AM/ LM+EM) e Indice de Espesor (IE= 2 EM/LM+AM). A partir de la pieza establecida como «ideal» o de dimensiones medias, dando cualquier valor a «X» se obtiene un IL de 2' 22, cifra que se considera como referencial para establecer la diferencia entre piezas largas y cortas. El IA muestra un valor de 0'92 para el ejemplar de dimensiones medias, valor que se considera limite entre piezas ancbas y estrechas, mientras que el IE nos da un resultado de 0'375, a partir del cual se clasifican las piezas como espesas o planas (MAZO y RODANES 1986). Algunos autores ya han criticado la subjetividad de estos valores referenciales. Los indices que se calculan sobre las medidas aportan informaci6n sobre la relaci6n entre esas dimensiones; en este caso, la referencia establecida es la pieza considerada de dimensiones medias. Otros autores, sin embargo, optan o complementan los fndices calculados con una variable que -desde su punto de vista- expresa tamafio en tres dimensiones, considerando que el peso de la pieza (expresado en gramos) permite valorar o apreciar la magnitud del objeto (MACKIE 1995). En un trabajo realizado anteriormente, el empleo de variables metricas para establecer las categorfas tipol6gicas tras el analisis estadistico puso de manifiesto el mayor peso o importancia de las dimensiones totales frente a los indices mencionados y, del conjunto de medidas, la longitud fue la variable que mas discriminaba entre tipos (oRozco 1990). En aquellos momentos no fuimos capaces de valorar las diferencias en los lfmites de escala de las variables empleadas, pues la longitud presenta un rango de variaci6n mucho mayor que las otras variables numericas y por ello afecta o tiene mas peso en la clasificaci6n. Se
Fig. 111.2:Pieza considerada de dimensiones medias (ooNZALEz 1979).
(cvx o ex), c6ncavo (cv), sinuoso, rectilfneo, etc, que se multiplican al analizar ambos hordes de la pieza de manera conjunta: biconvexo (bcvx), birrectilfneo (brrect), etc. Se trata de una variable estrechamente relacionada con la mencionada anteriormente, la silueta o forma de la pieza. - forma de la secci6n: esta variable describe la zona medial, y es la representaci6n sobre un piano de la secci6n transversal de la pieza. Las formas posibles son muy variadas , y su definici6n se efectua «ideali zando», en cierto modo, esta proyecci6n. Entre las mas comunmente citadas destacaremos las siguientes : circular, oval , plano-convexa y las que derivan de formas cuadrangulares (cuadrangular , rectangular) que se definen a partir de la existencia de aristas en los hordes, y las irregulares (Fig. 111.4). - extremo proximal : suele describirse la morfologfa del tal6n , considerado como una variable morfol6gica , a partir de su proyecc i6n sobre un piano del objeto situado sobre una de sus caras. Las formas mas comunes son: apuntado, redondeado y truncado . - extremo distal: la descripci6n de la zona activa de los utiles con extremo cortante suele ser bastan te mas extensa y compleja que las variables anteriormente citadas. Suele realizarse una clasificaci6n a partir de la forma que adopta la lfnea de corte, analizandolo de perfil, esto es, por el modo en que las caras tienden a juntarse en la zona activa, y tambien, en ocasiones , la lfnea del filo visto de frente (GONZALEZ 1979; MAZO y RODANES 1986, entre otros) . En otros trabajos, la caracterizaci6n del filo cortante viene recogida por una extensa serie de variables tanto nominales -perfil del bisel del extrema distal-, como ordinales -anchura del filo, angulo obtenido de la proyecci6n de las caras superior e inferior de extremo distal (medido en grados); entre otras- (BARRERA et al. 1987). Asi pues, vemos que los atributos cualitativos resefiables en una pieza son numerosos, y que la escala o nivel de detalle de la descripci6n debe variar en funci6n del prop6sito de la investigaci6n.
hace necesario, en un caso semejante, estandarizar la variable (SHENNAN 1992). Normalmente se utilizan las denominadas «puntuaciones normales o estandar», aunque existen otras posibilidades, como es la elegida en el presente trabajo, que consiste en transformar los valores de longitud maxima en una nueva variable, que corresponde a su rafz cuadrada (Sqr LM). Bernos optado por el calculo de un fndice de alargamiento (que denominamos IL 2 para diferenciarlo del anteriormente explicitado) que permita obtener informaci6n de las variables metricas -medidas- de mayor significaci6n estadfstica , que son longitud y anchura. Los valores del espesor (que nose conside ran en el calculo de este fndice) van ligados, en la mayorfa de los casos , a estas dos medidas . IL2 = LM/AM l/l. 2.2.2.- ATRIBUTOS CUALITATIVOS . Son las variables que aportan informaci6n sobre la morfologfa o forma de las piezas . La mayor parte de los autores, han optado por emplear valores cualitativos que explicitan la morfologfa en dos dimen siones (forma de la pieza y secci6n) masque intentar emplear una variable de tres dimensiones que defina un volumen, puesto que resultan de mas facil comprensi6n y, probablemente, mas faciles de reproducir (RICQ-DE BOUARD 1983). Los atributos empleados de manera mas frecuente en las sistematizaciones sobre esta industria son los siguientes: - forma de la pieza o silueta: se define por la proyecci6n vertical del objeto, situado sabre una superficie plana. Esta proyecci6n sobre un piano puede dar como resultado diversas siluetas, entre las que destacan como mas comunes: triangular, trapezoidal , rectangular, y tambien formas ovales o elfpticas diversas (Fig. IIl .3). - hordes: son las zonas que delimitan la pieza lateralmente, es decir, el lugar donde las caras se unen lateralmente (GONZALEZ 1979). Su descripci6n ha dado lugar a una variedad de categorfas y/o siglas: convexo
a
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Fig . 111.3: Diversas siluetas del utillaje pulimentado : a) triangular b) rectangular c) trapezoidal d) oval
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(GONZALEZ
1979).
a
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Fig. 111.4:Diversas secciones de los utiles con filo: a) circular b) oval c) semi-circular d.)rectangular e) irregular (GONZALEZ 1979).
- las piezas con el extremo proximal de mucha menor anchura que el extremo distal; en este caso, los hordes son divergentes desde el tal6n hacia el filo, y la proyecci6n corresponde a formas triangulares. - las formas trapezoidales corresponden a piezas de bordes divergentes desde el talon pero no de forma tan acusada; en este caso, el extremo proximal es de menor anchura que el extremo distal o filo, pero en menor medida que el caso anterior. - las piezas con el tal6n o extremo proximal de mayor anchura que el extremo distal proyectan una silueta de trapecio invertido y, te6ricamente podrfan llegar a proyectar triangulos invertidos. En este caso, los hordes son convergentes desde el tal6n hacia el
Nuestra propuesta es realizar la clasificaci6n tipol6gica del conjunto basandonos en sus caracteristicas morfometricas. En este sentido, el atributo cualitativo de mayor relevancia a la hora de definir los caracteres morfol6gicos de los objetos es la forma de la pieza o silueta -proyecci6n vertical del objeto sobre una superficie plana-, pudiendo obtener diversas categorias o valores como resultado: triangular, trapezoidal, rectangular, entre otras. Dichas categorias resultantes pueden considerarse variables nominales y, en ese caso, puede codificarse o asignar un numero .o valor para cada categorfa, por ejemplo: 1= triangular, 2= trapezoidal, etc, sin que ese valor indique una ordenaci6n del conjunto. Sin embargo, existe un cierto grado de subjetividad en la apreciaci6n o descripci6n de las formas de las piezas y, lo que es mas importante, las posibilidades de combinar los resultados o valores de esta variable morfol6gica con los diferentes atributos metricos, son reducidas, pues existe una diferencia entre los niveles o escalas de medida de las variables (nominal vs. proporcional). Esta deficiencia puede subsanarse transformado el nivel de medida de un grupo de variables, pues la escala de medida de una propiedad particular de un conjunto de datos no es inmutable necesariamente (SHENNAN 1992). Las soluciones posibles pasan por transformar las variables metricas desde su nivel proporcional a una escala nominal, o bien transformar las variables cualitativas -medidas habitualmente a nivel nominalen variables que se expresan en la escala proporcional. Esta segunda soluci6n necesita de una manera adecuada de representar las categorfas morfol6gicas en terminos cuantitativos. Es posible cuantificar la morfologfa de la pieza, si consideramos la relaci6n entre los extremos (proximal y distal) y la zona medial. Se trata de establecer unas medidas e indices indicativos de las formas, siendo diversos valores de anchura y longitud los que definen la proyecci6n o silueta. Si orientamos la pieza desde el extremo proximal o tal6n (con independencia del sistema de representaci6n grafica elegido) hacia el extremo distal o filo, existen diversas posibilidades:
filo. - las formas rectangulares o cuadrangulares mostraran un equilibrio en la relaci6n entre ambos extremos de la pieza; sera la relaci6n con la longitud la que defina la morfologfa. - las siluetas ovaladas presentaran un equilibrio en la relaci6n entre ambos extremos proximal y distal, que en ambos casos, seran de menor anchura que la zona medial. Los hordes seran divergentes desde el extremo proximal hacia la zona medial, y convergentes desde esta zona medial hacia el extremo distal o
filo. Se trata pues, de establecer diversas variables cuantitativas que permitan conocer y describir estas relaciones entre los extremos proximal y distal, y la zona medial, definiendo unos criterios que permitan efectuar las medidas siempre en el mismo punto. La propuesta es la siguiente: - la anchura de la zona medial, descrita bajo el valor de AN 2. Se trata de medir el valor de anchura, calculando a partir de la longitud maxima, la mitad de la pieza. AN 2, nos indica el centro de la zona medial, y nos permite dividr el objeto en dos mitades, cada una de ellas con un extremo. Se calcula 1/3 de la longitud de cada mitad de la pieza desde AN2, y medimos la anchura en el tercio mas alejado de esta lfnea central (AN2). La medida denominadaANl, informa sobre el extremo proximal o tal6n, mientras que AN3 sobre el extremo distal (Fig. IIl.5). A continuaci6n, podemos calcular unos (ndi-
33
ces que nos indiquen la relaci6n de cada extremo con la zona medial, y tambien de los extremos entre ellos: IANl= AN1/AN2 Ian 1 nos indica el comportamiento del tal6n o extremo proximal con relaci6n a la zona definida como An2. IAF= AN3/AN2 Este fndice (Iaf) seiiala la relaci6n (convergen cia o divergencia) del extremo proximal con relaci6n a la zona medial (An2) . IAG = AN 3 / AN 1 Este fndice nos permite comparar ambos extremos de la pieza entre ellos .
i
IAN 1
... AN.1...... i:·················
AN2
··························1········ ············
Il/.2.2.3 .- OTRAS VARIABLES DESCRIPTIVAS .
IAF AN3
i
····· · ······ ················1. [················· ·······
Se trata en este caso de atributos inesenciales (CLARKE 1984), reflejados en el campo Accesorios , donde se hace referencia a ciertas caracterfsticas de algunos objetos, tales como restos de material color ante en la superficie, ranuras, muescas, adelgazamientos, etc., caracteres queen ocasiones se relacionan con el enmangue de los objetos. Son elementos o valores que no se han tornado en cuenta a la hora de la sistematizaci6n tipol6gica.
L_
____
_
Fig. 111.5:Puntos de medida de la anchura de las piezas con filo. AN 1 y AN 3 se calculan desde las mitades que resulyan al establecer AN2.
111.2.3.- LA CLASIFICACION TIPOLOGICA.
tos o piezas con extremo cortante. En algunos casos, la reutilizaci6n de un objeto con una funci6n diferente dificulta la atribuci6n a un grupo (por ejemplo, la reutilizaci6n de un hacha como percutor) . En los pocos casos en que esto ha ocurrido, la atribuci6n a un determinado grupo o categorfa tipol6gica parte del analisis y estimaci6n subjetiva, dependiendo del grado de transformaci6n de la pieza. Los grupos tipol6gicos que se han distinguido son los siguientes: I - Grupo de piezas con extremo cortante: se caracterizan por la posesi6n de un filo pulimentado cortante en un extremo de la pieza. Se trata del grupo tipol6gico de mayor complejidad. Los tipos principales que se distinguen en este grupo se diferencian por la forma del bisel que conforma el filo. Mantenemos, en este sentido, la distinci6n tradicional entre piezas cuyo filo presenta un bisel simetrico (hachas) y asimetrico (azuelas), distinci6n que puede relacionarse , en principio, con las diferencias en el enmangue de los objetos. Dentro de estos tipos principales tratamos de identificar agrupaciones de objetos similares , que se clasifican como subtipos. Para lograr estas identifica ciones hemos aplicado a estos conjuntos un analisis estadfstico que permita agrupar las piezas que mues-
El prop6sito de una tipologfa descriptiva es proporcionar un esquema de clasificaci6n poco ambiguo, y abierto, que refleje sustancialmente la variabilidad del total de la muestra (MACKIE 1995). No es posible incluir todas las variables posibles en todos los casos o estados posibles cuando se construye una tipologfa; la selecci6n de las variables es intuitiva (BARRERA et al. 1987), si bien dicha selecci6n se basa principalmente en la capacidad de discriminar, mas que en la relaci6n o significado funcional , cronol6gico, etc. La morfologfa de la zona activa, es el atributo esencial que define la adscripci6n al nivel mas generico de la clasificaci6n, el grupo tipol6gico. El trabajo de Fandos (1973) es un punto de referencia, pese a que este autor tan s6lo realiza una menci6n de las categorfas o grupos tipol6gicos, centrandose en los criterios para diferenciar tipos dentro de uno de los grupos tipol6gicos, sin entrar a analizar los restantes. Aunque el criterio que define la pertenencia a uno u otro grupo (caracterfsticas formales de la zona activa) esta estrechamente ligado a la funci6n y uso de las piezas, ello no significa que se trate de elaborar una lista tipol6gica funcional. Aun asf, en ciertas ocasiones es posible asimilar de modo generico una funci6n a un grupo determinado, como el caso de los elemen -
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tran mayor semejanza entre ellas, a partir de sus atributos morfol6gicos y metricos. Estas categorfas o agrupaciones resultantes se situan en el nivel de subtipo (CLARKE 1984). Los resultados obtenidos, tras la aplicaci6n del analisis estadfstico, se presentan en el capftulo 5. Asf pues, los tipos principales que aqui se distinguen son: I. 1.- piezas con bisel simetrico. I. 2.- piezas con bisel asimetrico. I. 3.- piezas con bisel asimetrico pero c6ncavo, tambien llamado en forma de media cafia (gubias). Tan s6lo un ejemplar del conjunto analizado se clasifica en este tipo. En otro apartado (Frag) se agrupan los fragmentos (proximal es, medial es y di stales) de estas piezas, asf como las piezas en proceso de fabricaci6n (Epf). II - Grupo de piezas con extremo apuntado. En esta categoria quedan englobados los siguientes tipos: II. 1.- punzones: se trata de unos elementos lf ticos con escasos paralelos en el ambito peninsular. Destaca su atribuci6n cronol6gica, que corresponde a las fases antiguas de la secuencia. II. 2.- picas: ninguno de los objetos estudiados en este trabajo puede clasificarse bajo este epigrafe. Se trata, sin embargo, de un tipo que tiene una cierta presencia en contextos del SE (CARRI6N et al. 1980), y una alta representaci6n en determinados yacimientos del NE dedicados a la explotaci6n de materias minerales (ALONSO etal. 1977-8; BOSCH etal. 1994; VILASECA 1955). III - Grupo de piezas con extremo de forma plana o redondeado, tambien llamado «grupo de mazas y martillos» (FANDOS1973; GONZALEZ 1979; MAZOy RODANES 1986). Hemos optado por incluir aqui los percutores, piezas que otros autores clasifican en diferente grupo tipol6gico. Dentro de este grupo, los criterios para diferenciar entre tipos varfan. En algunos casos, se ha establecido que los percutores estan cerca tipol6gicamente de las «bolas», y su morfologfa corresponde a formas discoides-circulares, si bien en ocasiones pueden tener un aspecto poligonal (MAZOy RODANES 1986); otros autores los definen como piezas percutoras de forma esferica y adaptables a la mano humana (BOSCHet al. 1994). Martillos y mazas son un tipo con diferentes propuestas de definici6n: piezas de morfologfa rectangular, tendente en ocasiones a trapezoidal (MAZOy RODANES 1986); piezas percutoras, mas robustas que los picas, que debieron utilizarse enmangadas (BOSCH et al. 1994); yen el NW penfnsular las mazas son utiles con una perforaci6n en el centro de la pieza (FABREGAS 1988 p. 46). Hemos establecido los siguientes tipos:
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III. 1.- percutores: se consideran en este tipo aquellos elementos con huellas claras de percusi6n, adaptables a la mano, que no presentan huellas de enmangue, con independencia del grado de transformaci6n del objeto. La mayor parte de las piezas de este grupo se agrupan en este tipo. III. 2.- mazas: utiles empleados en la percusi6n, susceptibles de haberse empleados enmangados. III. 3.- martillos o mazas de minero: en esta categorfa tipol6gica se recogen aquellas piezas consideradas mazas o martillos con ranuras o concavidades de enmangue marcadas. En el area nordafricana se han elaborado ensayos tipol6gicos de las llamadas «piezas con ranuras» (souvILLE1993), tambien denominadas «martillos de minero», utiles asociados desde los primeros momentos a actividades de extracci6n (DEYDIER 1904;MORffiLET 1906). Del conjunto de piezas estudiado ninguna se clasifica en esta categorfa tipol6gica. IV - Otras piezas. Se agrupa bajo este epfgrafe aquellas piezas que no se han incluido en los grupos anteriores. Algunos de ellos son materiales susceptibles de formar un grupo tipol6gico diferenciado, coma el instrumental de molienda, o los ornamentos. Hemos optado por su inclusion en este apartado dado que el analisis y estudio se ha limitado a una parte de la muestra, en este caso hemos trabajado con la mayor parte de las piezas recuperadas en algunos de los yacimientos estudiados, pero no se ha llevado a cabo un estudio sabre todos aquellos materiales de estos tipos recuperados en el area delimitada coma marco de estudio, cuesti6n que sobrepasa en amplia medida el prop6sito de este trabajo. Hemos diferenciado entre: IV. 1.- molinos. IV. 2.- manos de molino o moletas. IV. 3.- mortems. IV. 4.- esferoides. IV. 5.- cantos trabajados. IV. 6.- abrasivos. IV. 7.- alisadores. IV. 8.- plaquetas. IV. 9.- ornamentos. IV. 10.- material lftico sin transformar.
111.3.-EL ESTUDIOPETROLOGICO La determinaci6n del tipo de roca empleado coma soporte del utillaje, es un atributo cualitativo que, ademas de su caracter descriptivo, abre diversas vfas de investigaci6n. No se trata unicamente de catalogar o definir los litotipos presentes en las piezas prehist6ricas, sino de intentar conocer la formaci6n geol6gica de donde proceden. Una de las mayores dificultades que ofrece, en este sentido, el material arqueol6gico
realiza a partir de sus propiedades 6pticas. Esta analftica permite al mismo tiempo, conocer la composici6n mineral6gica (la naturaleza de los minerales que componen la roca) y su textura (el modo de organizaci6n de los minerales entre ellos), parametros empleados en la definici6n de estos litotipos. Ocasionalmente se ha recurrido al analisis por DRX, metodo que se ha utilizado para la determinaci6n mineral6gica de algunas litologfas de grano muy fino, complementando la observaci6n microsc6pica . Esta analftica se ha realizado en el Institut Mediterraneen des Geosciences, en la localidad de Draguignan (Var, Francia). Aunque son numerosos los metodos geoquimicos que pueden aplicarse a los materiales lfticos, hemos optado por fundamentar la determina ci6n petrol6gica a partir de los resultados del examen de laminas delgadas, principalmente. Es un intento no s6lo de catalogar la variedad de rocas empleadas como soportes del utillaje, sino tambien de desarrollar una serie de criterios que nos permitan ensayar una relaci6n con las formaciones geol6gicas de origen de los materiales. Evidentemente, esta es una parte importante del trabajo pues no s6lo tratamos de caracterizar el util prehist6rico, sino de establecer su relaci6n con determinadas formaciones geol6gicas lo que implica un gran esfuerzo de caracterizaci6n de las potenciales areas-fuente. Yes en este sentido que hay que valorar la escala de trabajo y los lfmites del metodo. No se trata pues, de aplicar la tecnica mas compleja o novedosa, sino de ensayar aquella que se ajuste a unos objetivos que, en este caso pretenden extraer una serie de rasgos composicionales y mineral6gicos comunes en las FMP que permitan establecer zonas de aprovisionamiento, antes que trabajar sobre las particularidades mineral6gicas detalladas de un asomo rocoso determinado. La sistematica seguida es la establecida en diversos trabajos (RICQ - DE BOVARD 1987a; entre otros). Para cada conj unto arqueol6gico, el estudio comienza con el examen de aquellas caracteristicas observables a simple vista (color, distribuci6n y orden de los eristales o clastos, grado de alteraci6n, presencia de discontinuidades, etc), pues esta informaci6n es una aproximaci6n a la textura de la roca. Posteriormente se examinan en lupa binocular, con un margen de hasta 40X, lo que nos permite en cada caso, establecer relaciones de tamafio y forma de los cristales o clastos que forman la roca , al tiempo que realizar agrupaciones de los litotipos a partir de los caracteres estructurales y mineral6gicos observables. Tras esta primera clasificaci6n y agrupaci6n de los litotipos, se selecciona una muestra de cada grupo que sera objeto de una caracterizaci6n petrol6gica detallada a partir del analisis de lamina delgada, en mi-
es el hecho de su transporte desde su afloramiento. En efecto, no se trata del estudio de las litologfas in situ, pues en el caso que nos ocupa, las rocas que componen el utillaje se encuentran desplazadas de su contexto geol6gico, habiendo sido transportadas por el hombre hasta su emplazamiento arqueol6gico. Y es en este sentido, con la finalidad de intentar una aproximaci6n a las areas fuente que la definici6n de las rocas no se aborda desde el punto de vista petrografico, esencialmente descriptivo, sino que se intenta su definici6n desde el marco de la petrologfa, rama de la ciencia que se ocupa de la petrogenesis y determina sus condiciones de afloramiento . 111.3.1.-ELECCI6N DEL METODO DE ANALISIS. La metodologfa empleada en este apartado de la investigaci6n es la clasica establecida en el ambito de la Geologfa (BAYLY 1972; HEINRICH 1970, 1972; CASTRO 1989; entre otros), adaptada a las necesidades y limitaciones de este trabajo en particular . Los metodos de identificaci6n de los soportes lfticos del material arqueol6gico son semejantes a los empleados en los trabajos de geologfa, y sus principios asf como su aplicaci6n a diversos elementos del registro arqueol6gico han sido descritos ampliamente en algunos trabajos (BROTHWELL y HIGGS 1980; SHOTTON y HENDRY 1979; TERRADAS et al. 1991; entre otros). Destacan como mas conocidos la observaci6n microsc6pica de laminas delgadas, y diversos metodos geoqufmicos: activaci6n neutr6nica (INAA), fluores cencia de rayos X (XRFA), difracci6n de rayos X (XRDA, o tambien DRX). En alguna ocasi6n se suele emplear -puntualmente- otra tecnica, como es la medida de densidad, de posibilidades limitadas pues solo permite establecer diferencias entre rocas de densidad muy diferente. Asimismo, la utilizaci6n de la microsonda electr6nica es ocasional y destinada a ciertos casos concretos en algunos ensayos sobre utiles pulimentados (RICQ - DE BOVARD 1996). La aplicaci6n de una u otra analftica depende, fundamentalmente, del tipo de material a estudiar. Se trata, pues, de elegir la tecnica mas eficaz tanto en relaci6n con las litologfas a estudiar como a los objetivos y escala del trabajo. En este sentido, es necesario un examen previo del material arquel6gico, con el fin de establecer, tras una primera aproximaci6n, la sistematica de analisis a desarrollar . En nuestro caso, el utillaje prehist6rico se compone -mayoritariamente - de rocas de origen fgneo y metam6rfico, materiales para cuya caracterizaci6n petrografica se emplea, esencialmente, el analisis en lamina delgada con microscopio polarizante, tecnica en la que la identificaci6n de los minerales se
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comentado de que las piezas arqueol6gicas no se haHan en su contexto litol6gico original, pues en la mayor parte de los casos han sido transportadas por el hombre hasta su lugar de deposici6n. Se trata pues, de intentar identificar su formaci6n geol6gica de origen sin poder utilizar la informaci6n de su relaci6n con el entorno inmediato. Los trabajos sobre la localizaci6n de FMP empleadas por los grupos prehist6ricos, en un entorno delimitado, conjugan dos criterios: geol6gicos y arqueol6gicos. - los criterios geol6gicos nos indican si es posible, probable o improbable la presencia de un afloramiento rocoso en una zona dada. Estos argumentos se han multiplicado con el desarrollo de la petrologfa que estudia la genesis de las rocas y determina sus condiciones de afloramiento (RICQ - DE BOUARD 1996 p.21). En efecto, cada tipo de roca se forma bajo unas condiciones de genesis determinadas, y ello va a ser una primera aproximaci6n a la localizaci6n de los afloramientos. Un estudio de las FMP potenciales, de sus caracterfsticas y variabilidad litol6gica debe tener presente su situaci6n en un contexto geol6gico global. Conocer, por ejemplo, si existe relaci6n entre su emplazamiento y las macroestructuras geol6gicas, las petrofabricas tect6nicas y estructuras menores derivadas de ellas, puede ayudar a su localizaci6n en el entorno, asf como a la definici6n de sus propiedades texturales. - los criterios arqueol6gicos pueden ayudar a la localizaci6n de las FMP explotadas por las comunidades prehist6ricas. Estos criterios vienen dados, fundamentalmente, por el trazado de los mapas de distribuci6n de los objetos en funci6n de su naturaleza petrografica que, al mostrar zonas de concentraci6n de ciertos tipos de rocas pueden permitir, en ocasiones, remontar a su afloramiento. Para ello se parte del supuesto de que la maxima densidad de piezas se observara en los lugares cercanos a la FMP, y su trazado debe dar como resultado una distribuci6n concentrica (siempre que la distribuci6n de los objetos en el espacio no este afectada por un fen6meno socio-econ6micos que la distorsionen, como puede ser el intercambio entre poblaciones). En un sistema de suministro o explotaci6n directa, la proximidad de las poblaciones prehist6ricas a determinados afloramientos rocosos puede haber guiado -en ocasiones- la elecci6n de la materia prima (RICQ - DE BOUARD 1987a). Ahora bien, reducir las posibilidades de explotaci6n a la distancia entre la FMP y el asentamiento resulta extremadamente simplista, pues son diversos los factores que juegan un papel en el sistema de suministro. Destacan, entre otros, la diferencia entre distancia efectiva y distancia real, el tipo de transporte empleado, las cualidades de la mercan-
croscopio polarizador de luz transmitida. Ello permite, con posterioridad, establecer o no la validez de las agrupaciones. La determinaci6n petrol6gica es el punto de partida para intentar conocer la procedencia de las piezas desde las FMP; evidentemente ello implica una parte de trabajo de campo, ya mencionado, dedicado a la localizaci6n y estudio de las formaciones geol6gicas consideradas FMP potenciales, en el entorno delimitado para la investigaci6n. 111.3.2.-LA TOMA DE MUESTRAS EN LOS MATERIALES ARQUEOL6GICOS.
La extracci6n de muestras en los objetos arqueol6gicos plantea problemas especfficos que dependen, no s6lo del tipo de material, sino tambien del objeto en sf mismo. Las identificaciones petrograficas por estudio de laminas delgadas necesitan la observaci6n de una muestra de tamafio suficiente para ser representati va del conjunto de la roca, tamafio que esta en funci6n de la dimensi6n de los minerales, de su diversidad, etc. En este sentido, aunque se trata de un metodo de analisis destructivo, diversos autores han buscado la forma de minimizar el deterioro de las piezas, lo que ha llevado a desarrollar unas tecnicas de muestreo especf ficas en el campo de la Arqueologfa. Una de las tecnicas tradicionales ha sido el empleo de una sierra o una microsierra, realizando dos cortes en la pieza, lo que permitfa extraer una pequefia pastilla, empleada para realizar la lamina delgada. El desarrollo de maquinaria de precision hizo queen diversos trabajos se emplearan microsierras con disco de diamante (BISHOP y WOOLLEY 1973). Con posterioridad, otros metodos empleados minimizan el deterioro de los materiales. Uno de los mas utilizados consiste en la extracci6n de un pequefio testigo con un microtaladro con corona de diamante (LE Roux 1979; MCK CLOUGH y WOOLLEY 1985; RICQ- DE BOUARD 1987a). Las extracciones se realizan generalmente sobre los laterales, o si es posible sabre las zonas fracturadas, obteniendo un testigo de aproximadamente 1 cm de diametro, y de longitud variable. Dicho testigo se sierra en sentido longitudinal, para obtener dos semi-cilindros, uno de los cuales servira para realizar la lamina delgada, mientras que el otro se reserva, bien para realizar otro tipo de analftica con posterioridad, bien para futuras investigaciones. El agujero resultante del muestreo puede ser facilmente enmascarado. 111.3.3.- LA INVESTIGACION SOBRE EL ORIGEN DE LAS MATERIAS PRIMAS.
Un factor que no debe obviarse -por cuanto que dificulta la determinaci6n petrol6gica- es el hecho ya
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cia, asf como diversos componentes del sistema socio-cultural (RAMOS MILLAN 1984 p.113). El primer paso es la determinaci6n de la zona de estudio, realizando una aproximaci6n al marco geol6gico , con el fin de determinar la existencia de aquellas formaciones o asomos rocosos susceptibles de haber sido explotadas por las comunidades prehist6ricas. Ello implica, ademas de un estudio de la bibliograffa especializada y las cartas geol6gicas a diferentes escalas, un trabajo de campo que consiste, esen-
cialmente, en su localizaci6n y estudio, el cual debe llevarse a cabo con la misma analf tica utilizada en la caracterizaci6n de las piezas arqueol6gicas, con el fin de poder efectuar las oportunas comparaciones. El punto de partida -tras el primer examen de los utiles prehistoricos - ha sido el estudio del marco geol6gico mas cercano a los yacimientos arqueol6gi cos, ampliando este marco de analisis -de manera puntual- a algunas formaciones de otros dominios geol6gicos .
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IV. El Marco de analisis La regi6n de estudio se ubica en la zona central del Pafs Valenciano, territorio situado en la fachada mediterranea de la penfnsula iberica, con una exten si6n aproximada de 23 .300 km 2, don de destaca su amplio litoral, 440 km de longitud de costa. Algunas de sus caracterfsticas geograficas mas destacadas se describen -seguidamente- de manera breve .
Javalambre, estructuras montafiosas que acaban siendo truncadas en su zona oriental por sistemas de fallas en graderf o hacia el mar. A lo largo de la costa se loca lizan una serie de llanuras o planas litorales en las que se encuentran instaladas las albuferas holocenas, entre los abanicos aluviales de los principales rfos.
IV.1.-EL MEDIO FISICO. Des de el pun to de vista ffsico, el Paf s Valenciano es una zona de contrastes, a causa de su caracter de encrucijada entre ambientes naturales distintos; la dicotomia llano - montafia que se imbrica con la de litoral - interior , conforma un relieve dual que combi na, tierra adentro, altiplanos y montafias que en sus extremos se acercan al mar, con piedemontes y llanos, que acaban en un litoral de extensas playas. El mode lado meditemineo , de connotaciones cada vez mas aridas hacia el S, confiere una cierta uniformidad (ROSELL6 1995a) . Pese a haber elementos comunes , encontramos diversos ambitos con caracterfsticas y peculiaridades propias , tanto a nivel geol6gico como ambiental o geografico.
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IV.1.1.-ELEMENTOSDE GEOMORFOLOGIA, CLIMAY VEGETACION.
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De manera global, las grandes unidades macroestructurales que configuran el relieve en este territorio son la Cordillera Iberica y las Cadenas Beticas, dando lugar a la presencia de formas tfpicas de estos dominios geol6gicos, asf como a otras formas de interferencia. La configuraci6n del Pafs Valenciano puede ser descrita y sintetizada en base a una serie de zonas estructurales (GARAY 1995), tal como se muestra en la Fig. IV. l: en la zana septentrional plegada se produce el virgamiento entre los pliegues de direcci6n iberica y los del dominio catalanide; al sur se extiende la zana tabular del Maestrat , cuyo relieve viene caracteriza do por la red fluvial, muy encajada, q·ue limita las «muelas » . Al E de la misma encontramos las alineaciones costeras, serie de alineaciones montafiosas paralelas a la linea de costa, separadas por valles intermedios, de tipo graben. La orientaci6n tfpica NW-SE caracteriza las Sierras lbericas , prolongaci6n de la Sierra de
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Fig . IV.1: Principales zonas estructurales del Pat's Valenciano (GARAY 1995).
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fachada oriental. Las precipitaciones tienen lugar preferentemente en las estaciones equinocciales, siendo el verano la estaci6n mas seca (PEREZ CUEVA 1987). La vegetaci6n refleja -de manera sintetica- en su composici6n, organizaci6n y estrategias las princi pales caracterfsticas del clima y medio ffsico. Quizas la caracterfstica principal es el caracter xer6fito como adaptaci6n a la sequfa estival. Los pisos bioclimaticos que cubren la mayor parte del territorio son el termomediterraneo y el mesomediterraneo; vinculado a la altitud aparece tambien el piso supramediterraneo . El hombre ha tenido una larga e importante acci6n modificadora sobre este medio a traves, primero, de la explotaci6n agrfcola y ganadera; mas tarde, un mayor nivel tecnol6gico y los cambios en el uso del territorio han incrementado esa acci6n (CRUZ 1990 p.34). En este marco geografico, de compleja morfo logfa, se definen una serie de comarcas, entre las cuales se establecen unos ejes o vfas naturales de comuni caci6n, derivados de los caracteres geomorfol6gicos de toda la zona. En el area septentrional destacan los corredores prelitorales, de trazado paralelo entre sf y a la lfnea de costa, mientras que la comunicaci6n con el interior es diffcil por la ausencia de elementos ffsicos de vertebraci6n. En el sector comprendido entre la Serra d'Espada y el Monduver las principales arterias hacia el interior son los cursos fluviales (Millars, Palancia, Turia, Magre y Xuquer), mientras que el llano litoral, con sus formaciones de restinga-albufera vertebra el paso entre los dominios Ny S. En el area meridional, es la direcci6n macroestructural SW-NE la que marca las vias de comunicaci6n naturales (AURA et al. 1993). Nos centraremos en el area que delimitan los
El extremo occidental valenciano corresponde a la llanura manchega, gran altiplanicie desarrollada en torno a los 700 m de altitud, al S de la cual se halla la plataforma del Caroig, macizo que marca la transici6n entre el dominio estructural iberico y el betico. Este ultimo define el sur del territorio valenciano, que corresponde a las zonas mas extemas de estas cordilleras, en las que el plegamiento es resultado de la orogenia alpina, y cuya direcci6n dominante es ENEWSW. De modo general, puede decirse que los complejos geol6gicos que afloran en este area, son: la zona prebetica, en la cual se distinguen dos dominios (externo e interno) atendiendo a criterios estratigraficos (ROBLES 1987); lazona subbetica, representada tan s6lo por una pequeiia curia en las sierras de Crevillent, Reclot y Algaiat; mientras que en el sur, las sierras de Orihuela y Callosa corresponden a materiales del betico s.s ., que pertenecen al complejo Ballabona -Cucharon, desplazados por mantos de corrimiento a gran distancia de su posici6n original. Por ultimo, se distingue la vega del Segura, prolongaci6n de la fosa del Guadalentfn por una zona baja litoral, formada por una extensa llanura pliocuatemaria (GARAY 1995). Las caracterfsticas climaticas corresponden al clima mediterraneo. En este territorio, se distinguen varias unidades climaticas, atendiendo tanto a la dualidad litoral - interior, como a otro importante factor : la intensidad de la aridez. Las temperaturas, asf como la distribuci6n de las precipitaciones estan influfdas por el relieve; la distribuci6n de estas ultimas es prueba del caracter marcadamente orografico que tienen en el Pafs Valenciano. Los polos de maxima pluviosidad son el interior septentrional de la provin cia de Caste116n y las sierras beticas, en especial su
Fig. IV.2: Situaci6n de la regi6n estudiada en relaci6n al marco valenciano y peninsular .
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Los enclaves de rocas efusivas suelen estar relacionados con estructuras tect6nicas profundas, y su presencia va casi siempre asociada en superficie a los afloramientos del keuper (trfas superior). Existe tambien un vulcanismo tardfo, cuyos exponentes mas representativos son las Islas Columbretes, Cofrentes y Picasent (GARAY 1995). Los afloramientos del z6calo paleozoico que se situan en el area centro-septentrional valenciana estan constitufdos por pizarras y cuarcitas, materiales que algunos autores consideran resultantes de un proceso de metarnorfismo de grado bajo (ROBLES 1987), mientras que otros autores han sefialado que conservan estructuras sedimentarias e incluso -en algunos casos- f6siles, por lo que indican que el calificativo resulta inapropiado (GARAY 1995). Otros materiales metam6rficos aparecen representados en el extremo meridional; son las filitas y cuarcitas del Trias de las sierras de Orihuela y Callosa de Segura. Las rocas sedimentarias estan representadas, sobre todo, por materiales mesozoicos. El Triasico responde a dos tipos o facies en el area valenciana: germanica y betica. El primero se encuentra bien desarrollado en las sierras de Espada y Calderona, entre otras zonas. El segundo (facies betica) se encuentra en las sierras mas meridionales. El Jurasico se caracteriza por un predominio de las rocas carbonatadas, pero son los materiales del Cretacico los que ocupan enormes superficies (calizas, dolomias y margas son los litotipos principales). El Terciario en diferentes facies tambien tiene una buena representaci6n en la superficie de este territorio. Sefialaremos tan s61o, por su desarrollo tanto en potencia como en extensi6n, las margas o «tap» que ocupan el fondo de numerosos valles y fosas tect6nicas. Por ultimo, la serie culmina con los dep6sitos Cuaternarios, representados principalmente por terrazas y mantos aluviales asociados a los principales rf os, terrazas marinas emergidas y las restingas y albuferas holocenas (GARAY 1995). La explotaci6n tradicional de algunos recursos lfticos en epoca hist6rica ha ido encaminada a diversos materiales: calizas y yesos son empleados en la construcci6n; otro ejemplo son caolines y arcillas, que han dado pie a la industria ceramica. Otros minerales como la sal han sido explotados tradicionalmente. Su obtenci6n se realiza por diferentes medios: evaporaci6n de aguas marinas; tambien a partir de fontanales salinos (relacionados con los sedimentos triasicos del keuper), o bien fruto de explotaciones de sal gema cristalina. Sohre el aprovechamiento de minerales metalicos en el area valenciana, tan s61oquedan noticias en
yacimientos arqueo16gicos estudiados (Fig. IV.2), que muestran un nucleo principal localizado en las comarcas interiores meridionales y su salida hacia el mar. Esta zona se enmarca en el dominio externo del prebetico que aflora en el area comprendida entre la Sierra de Cazorla y la costa mediterranea (HERMES 1985). La disposici6n geo16gica del area se caracteriza por una sucesi6n de pliegues de direcci6n ENEWSW y vergencia N ligados a la orogenia principal (algunos de gran envergadura como el anticlinal de Mariola) y -ocasionalmente- cabalgamientos y pliegues volcados, destacando tambien la existencia de un gran numero de fallas. Asimismo se ha sefialado el importante papel que ha desempeiiado el Trias en la estructuraci6n de la zona (RODRiGUEZ ESTRELLA 1977). La topograffa en esta zona viene definida por estos rasgos estructurales, mostrando un desarrollo direccional paralelo de sierras constitufdas por materiales cretacicos y terciarios, que encuadran fosas tect6nicas y valles rellenos por dep6sitos -en generalpliocuaternarios (ALONSO 1982). Su conexi6n con la costa mediterranea se realiza por areas de acantilados y playas. Diversos elementos geomorfo16gicos nos permiten acotar -en cierto modo- este espacio: la sierra de la Carrasqueta (l.381 m) representa el lfmite meridional, mientras que el extremo oriental viene marcado por el mar mediterraneo que bafia los acantilados de la Punta de Moraira, donde se situa la Cova de les Cendres. El macizo del Monduver y la Serra Grossa son los accidentes geograficos que marcan el lfmite septentrional del espacio delimitado, quedando tan solo fuera de este marco el yacimiento de la Ereta del Pedregal, en la Canal de Navarres. Esta distribuci6n de yacimientos prehist6ricos que muestra una intensidad destacada en las comarcas interiores (l' Alcoia-Comtat, la Vall d' Albaida) puede estar, en cierto modo, influfda por la tradici6n de la investigaci6n en la zona, asf como por el desarrollo de proyectos recientes. No obstante, este patr6n de concentraci6n en un espacio geografico determinado, mas que un inconveniente, incorpora un cierto grado de validez a la hora de elaborar diversas valoraciones tanto sobre la dinamica evolutiva del utillaje como del sistema de aprovisionamiento seguido por las comunidades neolfticas. IV.1.2.- RECURSOS LITICOS Y FUENTES DE MATERA PRIMA POTENCIALES EN EL PAiS VALEN CIANO. Las litologfas en el Pafs Valenciano son mayoritariamente- de origen sedimentario, con escasos afloramientos de materiales metam6rficos, volcanicos y subvolcanicos (Fig. IV.3).
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Asomosde rocas fgneas (mesozoicasy pliocuatemarias) Afloramientosdel z6calo paleozoico Rocas carbonatadas Rocas detrfticas
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20
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~ Zona con abundanciade evaporitas
Fig . IV.3: Principales areas litol6gicas del Pafs Valenciana (a partir de
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ROBLES 1987
y
ALONSO
1982) .
40 Km.
como potencial FMP el vulcanismo de Caudiel (Castell6n), donde afloran tuffs y cineritas de tonalidades verdosas y verde-amarillentas, sueltas, y con una alteraci6n y meteorizaci6n muy intensa, de tal modo que el material se desmenuza totalmente; la escasa compacidad de estas litologfas imposibilita su utilizaci6n como soporte de utiles. Asf pues, con excepci6n del afloramiento de Caudiel, son los asomos de rocas fgneas los que constituyen las FMP potenciales del entomo para las poblaciones prehist6ricas. Tai como se ha indicado anteriormente, en el Pafs Valenciana se localizan asomos de rocas fgneas mesozoicas y pliocuaternarias. El emplazamiento de los asomos de las rocas fgneas tradicionalmente denominadas «ofitas», se suele asignar a los niveles de dep6sitos de facies keuper (trfas superior) si bien su localizaci6n en el area de estudio puede corresponder, en ocasiones, a otros episodios triasicos. Por nuestra parte, para los materiales de campo nos limitaremos a citar la determinaci6n petrol6gica establecida en los estudios geol6gicos. En el caso de los materiales arqueol6gicos, el termino diabasa/ofita vendra determinado por la textura de la roca.
los relatos y descripciones de eruditos del XVIl y XVIIl (ROSELL6 1995b p. 198). Tambien hay noticias sobre la extracci6n de algunos recursos lfticos dedicados a la obtenci6n de energia, como son las referencias a pequefias explotaciones de lignito, asf como la producci6n de turba -cuyo uso energetico ha sido ampliamente superado- empleandose en la actualidad como fertilizante. La determinaci6n de los afloramientos y formaciones geol6gicas que pueden considerarse FMP potenciales para la elaboraci6n del utillaje prehist6rico, parte de un primer examen de las piezas lfticas arqueol6gicas. Se ha determinado que los soportes empleados corresponden -mayoritariamente- a litologias de origen fgneo y metam6rfico (OROZCO y ALONSO 1993). Los afloramientos de rocas fgneas en esta regi6n, son relativamente numerosos, sin que se documenten FMP de los litotipos metam6rficos que aparecen en las piezas prehist6ricas. Su documentaci6n y estudio se inicia con el analisis de la bibliografia y cartografia geol6gica existente, completandose con su localizaci6n y muestreo en el campo. Para ilustrar su situaci6n hemos optado por su representaci6n sobre mapas topograficos, prescindiendo de otras cartografias de mayor detalle geol6gico y estructural. Los estudios geol6gicos realizados sobre estos materiales ofrecen una detallada caracterizaci6n petrol6gica y geoqufmica, asf como su encuadre en relaci6n a las macroestructuras tect6nicas (ALONSO 1982). Describimos, de manera breve, la situaci6n y caracterizaci6n de las FMP potenciales en el marco valenciano, sintetizando los resultados y datos que establecen la determinaci6n petrol6gica de dichos materiales, sin entrar a valorar -por el momento- la posible utilizaci6n de estos recursos por las comunidades prehist6ricas, cuesti6n que se aborda tras la determinaci6n petrol6gica del utillaje. Se trata de algunos de los asomos de rocas fgneas subvolcanicas y volcanicas exclusivamente. La serie litol6gica que se documenta en los afloramientos del z6calo paleozoico situados en los alrededores de Villafames y la Pobla Tornesa, y en Borriol (Castellon), y en Chelva (Valencia) esta formada por una serie mon6tona de pizarras arcillosas a veces sericfticas y moscovfticas, gruvacas y areniscas, atravesadas por venas de cuarzo (ALONSO 1982), materiales que en ningun caso guardan relaci6n con las piezas prehist6ricas de estructura esquistosa, las cuales ban sido fabricadas sobre soportes lfticos mucho mas compactos y frescos, cuyas caracterfsticas composicionales y texturales indican su origen en series metam6rficas de mayor grado. En este sentido, tampoco hemos considerado
La descripci6n de estos afloramientos se realiza siguiendo un recorrido N - S del Pafs Valenciano, y agrupandolos en base a la proximidad espacial y similitud petrol6gica (ALONSO 1982). Para ilustrar su ubicaci6n hemos optado por situarlos en los mapas topograficos a escala 1:50.000, prescindiendo de la cartograffa geol6gica. IV.1.2.1.- LAS ROCAS fGNEAS MESOZOICAS.
1.- En la cuenca alta del rfo Millars se localiza una alineaci6n de pequefios asomos rocosos, en un area comprendida entre los terminos de Arafiuel, Montanejos y Cirat (Castell6n) (Fig. IV.4). Esta serie de pequefios afloramientos presenta un alto grado de alteraci6n y meteorizaci6n del material, llegando a desmenuzarse con facilidad (por ejemplo, los situados en el termino de El Tormo), lo que hace inviable su empleo como soporte de cualquier utillaje. Su tamafio de grano es variable, y muestran textura holocristalina, que varfa entre la subofftica y la diabasica. Corresponden a diabasas con andesina y piroxenos, en un elevado grado de alteraci6n. 2.- al sur de esta primera alineaci6n de afloramientos encontramos otra (Fig. IV.5), en los terminos de Fuente la Reina, Montan, Higueras, Pavfas, Torralba del Pinar y Fuentes de Ay6dar (Castellon), en cuyos asomos tambien destaca la alteraci6n del material y, al igual que las anteriores, se asimilan al grupo de diabasas con andesina y piroxenos.
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Fig . IV.4: Localizaci6n de los asomos de rocas igneas basicas en el entorno de Cirat (Castell6n) . Hoja 614 (Manzanera) , 1:50.000 .
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Fig. IV.5: Afloramientos de rocas fgneas basicas en el entomo de Montan (Castell6n) . Hoja 614 (Manzanera}, l :50.000.
3.- los afloramientos situados entre San Agustin (Teruel), Villanueva de Viver y las cercanfas de Pina de Montalgrao (Caste116n) muestran un material muy alterado y triturado (Fig. IV.6). La textura de estas rocas va desde hipocristalina, ortoffrica, a holocristalina entre subofftica y diabasica. Su clasificaci6n normativa corresponde a diabasas con plagioclasas basicas (ALONSO 1982 p.564-9). 4.- Tambien en Caste116n, entre los terminos de Alfondiguilla, Villavieja y Artana, encontramos unos pequeiios asomos de diabasas (Fig. IV.7). 5.- Los enclaves de Toras-Bejfs, Altura y Soneja (Castellon) (Fig . IV.8) corresponden a dibasas que presentan variaci6n en cuanto a la composicion de las plagioclasas, de media a basica . Destacan en este conjunto los enclaves al W de Altura, explotados antigua mente como canteras; aquf la roca presenta una intensa alteracion y diaclasado, asf como una gran variabilidad textural entre diferentes zonas del mismo aso-
mo; las rocas del termino de Soneja ofrecen un alto grado de alteracion. 6.- en las proximidades del Rincon deAdemuz, en las orillas del rfo Arcos se localizan algunos asomos de pequefio volumen (Fig. IV.9) que muestran una alteraci6n muy intensa; se clasifican como microgabros con plagioclasas basicas (ALONSO 1982 p. 576-7) . 7 .- al SE de la poblaci6n de Naquera (Valencia) se localiza un enclave de rocas fgneas basicas, de muy pequeiio volumen (Fig. IV.10), cuyos materiales (clasificados como di abas as con andesina y labrador) aparecen totalmente alterados . 8.- en el Cerro de Penas Negras, al SE de la poblacion de Alfarp (Valencia), entre sedimentos del keuper aparecen rocas fgneas basicas (Fig . IV.11), en un pequeiio asomo explotado casi totalmente . La clasificaci6n de esta roca oscila entre los microgabros labradorfticos y las diabasas (ALONSO 1982 p. 578-9). 9.- en la Canal de Navarres, al N de la pobla -
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Fig . IY.6: Situaci6n de algunos de los asomos de rocas igneas en los alrededores de Pina de Montalgrao (Castell6n) . Hoja 614 (Manzanera), l :50.000. En este entomo se emplazan una numerosa serie de afloramientos, de dimensiones muy reducidas, de los cuales mostramos la localizaci6n de aquellos mas significativos en cuanto a volumen de roca aflorante.
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Fig. IV.7: Emplazamientode los asomos de diabasas en las cercanfasde la poblaci6n de Artana (Caste116n).Hoja 640 (Segorbe), 1:50.000.
subofftica-diabasica (ALONSO 1982 p. 580-1). 11.- los dos afloramientos que se situan en el Barranco Salado (Fig. IV.14), entre las sierras de Bemia y de Oita (Alicante), presentan un material definido como microgabros . 12.- la depresi6n de Callosa d'En Sarria -Altea (Alicante) esta sembrada de afloramientos de rocas fgneas (Fig. IV.15). En muchos casos son pequefias canteras ya abandonadas, en las que la roca se encuen tra en alto grado de alteraci6n. En algunos casos , los asomos han desaparecido hoy ya totalmente, como es el caso de San Jorge (Altea la Vieja). El Cap Negret es
ci6n de Quesa (Valencia), en la fosa del rio Escalona, encontramos el Cerro Negro (Fig. IV.12), antigua cantera intensamente explotada y casi agotada. La roca, de tamafio de grano variado en muestra de mano, presenta una gran variabilidad en la estructura, y se clasifican como diabasas con labrador. 10.- entre las poblaciones de Barxeta y Lloc Nou de Fenollet (Fig. IV.13), se encuentra un afloramiento de rocas fgneas explotado como cantera de aridos. Este material es bastante similar al de Cerro Negro de Quesa, y presenta variaciones en la textura que es -en ocasiones- ligeramente traquftica, e incluso
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Fig. IV.8: Asomosde rocas igneasen las cercanfasde Alturay Segorbe(Castell6n). Mapa provincialde Castell6n 1:200.000.
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Fig . IV.9: Situaci6n del asomo de diabasas en las proximidades del Rinc6n de Ademuz . Hoja 638 (Alpuente), l :50.000.
Pin6s, Xinorlet-Font d' Almorquf y Sax (Alicante) siguen una alineaci6n tect6nico estructural determinada por la intersecci6n de diversas fallas. El afloramiento de rocas basicas de Pin6s se situa en la ladera oriental del domo salino del Cabezo de la Sal (Fig. IV.17); aquf los materiales presentan dos texturas: una de horde de afloramiento (ortoffrica a subtraquftica) y la de la masa de la roca (fenocristalina hipidiom6rfica diabasica). Al NW de Sax y en la depresi6n del Vinalop6 se encuentran varios asomos , algunos de ellos de dificil lo-
uno de los asomos rocosos mas espectaculares de esta zona, destacando en el trazado de la playa. La clasificaci6n de estos materiales -en conj unto- es de diabasas con andesina y labrador. 13.- el afloramiento de Finestrat - Orxeta (Alicante), explotado como cantera (Fig . IV.16), esta constitufdo por una roca fgnea relativamente fresca, que se definen como diabasas con labrador y piroxenos (ALONSO 1982 p. 584-5). 14.- en el area meridional, los afloramientos de
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Fig . IV.10: Situaci6n del asomo de rocas fgneas al SE de la poblaci6n de Naquera (Valencia) . Hoja 668 (Sagunto), l :50.000 .
calizaci6n , pues son de reducido tamaiio y se situan a ras de suelo (Fig. IV.18); la cantera de mayor tamaiio se encuentra agotada en la actualidad. Estos materiales se han clasificado como traquiandesitas (las afanfticas) y microgabros con andesina las de grano grueso (ALONSO 1982 p. 581-4). 15.- en la serie subbetica que se localiza en la sierra de Crevillent y la sierra de Abanilla se encuentran un gran numero de asomos de rocas fgneas (Fig. IV.19), con texturas variadas dependiendo de la loca-
lizaci6n de la muestra en el afloramiento; los material es de horde se agrupan entre las traquitas y traquiandesitas, mientras que las de grano mas grueso corresponden a diabasas con cuarzo. 16.- La Isla de Tabarca emerge a unos 5 km del faro del cabo de Santa Pola (Fig. IV.20). Aquf, las diabasas forman la base de toda la isla e islotes; la roca es de color verdoso oscuro , con gran variedad en el tamaiio de grano (de medio a grueso) yen diferentes grados de alteraci6n. Se pueden denominar tanto
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Fig . IV.11: Localizaci6n del afloramiento de rocas fgneas en las cercanfas de Alfarp (Valencia). Hoja 746 (Llombai), 1:50.000 .
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Fig. IV.12: Situaci6n de los afloramientos de diabasas al N de la poblaci6n de Quesa (Valencia). Hoja 769 (Navarres}, 1:50.000 .
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Fig . IV.13: Emplazamiento del asomo de diabasas en las inmediaciones de Lloc Nou de Fenollet (Valencia). Hoja 770 (Alcira), 1:50.000.
Fig . IV. 14: Localizaci6n de los afloramientos de rocas igneas basicas en Barranco Salado, tennino de Calpe (Alicante) . Hoja 848 (Altea), 1:50.000.
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Fig . IV.15: Emplazamientos de diabasas entre las poblaciones de Callosa d'En sarria y Altea (Alicante). Hoja 848 (Altea), 1:50.000 .
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Fig. IV.I6: Localizaci6n de! afloramiento de diabasas entre las poblaciones de Finestrat y Orxeta (Alicante). Hoja 847 (Villajoyosa), 1:50.000 .
IV.1.2.2.NARIAS.
diabasas cuarcfferas como dioritas (ALONSO 1982 p. 591-2). 17.- las sierras de Orihuela y Callosa muestran numerosos enclaves de volumen reducido (Fig. IV.21). El asomo denominado «el Tunel» es el de mayor superficie, y allf se situa una cantera donde se ha realizado una intensa explotaci6n . Los materiales del tunel se consideran representativos del conjunto de afloramientos de la zona, la roca que allf encontramos es relativamente fresca, muy compacta , de color verdoso oscuro y tamafio de grano fino y homogeneo; su clasificaci6n petrol6gica las engloba entre las diabasas cuarciferas (ALONSO 1982 p. 590-2).
LAS ROCAS fGNEAS
PLIOCUATER -
18.- el archipielago de las Columbretes esta constitufdo por un conjunto de islotes de origen volcanico que forman diferentes grupos: Columbrete Grande, La Ferrera, la Foradada y Bergan ti, situados a mas de 60 km. de la costa de Castellon , sobre el borde de la plataforma continental (A.A. v.v. 1992 p. 369). Los materiales volcanicos que aquf se localizan son de diferentes tipos, distinguiendose tuffs y bombas volcanicas, estas ultimas se clasifican como basaltos limburgfticos, basanitas, sienitas y fonolitas nefelinicas (ALONSO 1982 p. 592-602).
Algunos de los afloramientos de rocas fgneas mencionados en el estudio de Alonso ( 1982) no han podido ser localizados, debido a la modificaci6n antr6pica del entorno: es el caso del asomo de San Jorge en Altea la Vella (Alicante), asf como el citado por el autor en la desembocadura del rfo Seco, en la play a de Campello (Alicante ).
19. - el vulcanismo de Picassent (Valencia), es de muy dificil localizaci6n en el campo (Fig. IV.22), puesto que no destaca del relieve , y ha sido arrasado en gran medida por las transformaciones de los campos adyacentes. El material que aparece es de color grisaceo, oqueroso, y con un alto grado de alteraci6n , y se clasifica como basalto plagioclasico .
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