Algairén. Guía natural de una sierra del Sistema Ibérico Zaragozano

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INSTITUCIÓN FERNANDO EL CATÓLICO

• COLECCIÓN ESTUDIOS

Guía natural de una sierra del Sistema Ibérico Zaragozano

Roberto Del Val Tabernas Eduardo Yiñuales Cobos

Roberto Del Val Tabernas (Alpartir, 1961) Agente de Protección de la Naturaleza del Gobierno de Aragón y divulgador medioambiental en la comarca de Valdejalón y en las sierras del Ibérico de la provincia de Zaragoza. Gran amante de las letras, es autor de ocho libros sobre el medio natural, caso de sus recientes trabajos Guía del Naturalista de Valdejalón o Los Ojos de Pontil, editado por la Institución Fernando el Católico en esta misma colección de Estudios. Colabora con organizaciones de defensa de la naturaleza aragonesa y participa activamente en tareas de educación ambiental con jóvenes y escolares. Ha participado en la realización de otras guías y recorridos interpretativos para la zona de La Almunia de Doña Godina, los Desfiladeros del Jalón en Riela, el bosque de Mosomero o el Campo de Cariñena. Eduardo Viñuales Cobos (Zaragoza, 1971) Escritor y naturalista de campo. Autor de más de una quincena de libros sobre naturaleza, medio ambiente, viajes y montaña, como los recientemente editados de la Guía del

Naturalista de Valdejalón o Trekking por la Sierra y Cañones de Guara. Miembro de la Asociación de Periodistas de Información Ambiental (Apia) y de la Asociación de Fotógrafos de la Naturaleza Aragonesa (Asafona). Colaborador de diversas organizaciones ecologistas y de numerosas publicaciones o medios de comunicación como Quercus, Heraldo de Aragón, Aragón Radio, El mundo de los Pirineos, Grandes Espacios, Anaya, Sua Ediciones, etc. Trabaja en el Gobierno de Aragón y ha sido coordinador de la colección de 33 guías comarcales de la Red Natural de Aragón. Su labor ha sido distinguida por premios como el Félix de Azara, el Ignacio Jordán de Asso o el Ramón de Pignatelli.

Bajo el espolón rocoso se humillan los barrancos de Cosuenda. M o tiv o de cubierta: (Foto: E. Viñuales).

ALGAIRÉN Guía natural de una sierra del Sistema Ibérico Zaragozano

Textos y coordinación de colaboraciones Roberto D el Val Tabernas Eduardo Viñuales Cobos

Institución Fernando el Católico Excma. Diputación de Zaragoza Zaragoza, 2017

Publicación número 3539 d e la Institución Fernando el Católico Organismo autónomo d e la Excma. Diputación d e Zaragoza Plaza de España, 2 • 50071 Zaragoza (España) Tels. [34] 976 28 88 78/79 ifc@ dpz.es www.ifc.dpz.es © De los textos e imágenes: sus autores. © De la presente edición: Institución Fernando el Católico. Textos y coordinación Eduardo Viñuales Cobos. Roberto D el Val Tabernas. Colaboradores y agradecimientos Unos han escrito, otros han fotografiado, los hay que han dibujado o han hecho mapas, otros nos han acompa­ ñado o nos han contado cosas siempre interesantes sobre la sierra... Por eso queremos agradecer a esta larga nómina d e colaboradores, grandes y pequeños, que conocen y aman la Sierra de Algairén. Gracias a: Adán Martínez, Alberto Portero, Alfredo Martínez, Á n gel Daniel García, Antón Castro, Antonio Pérez García, Antonio y Julián (Archivo Pilar Bayona), Beatriz Bernad, Begoña García, Carlos Gil, Carlos Grassa Toro, Carlos Muñoz, Carmen Santos, C olegio “Arzobispo Dom enech” de Alm onacid de la Sierra (Á n gel López, Delia Schiopu, Javier Gil, Iván López, Jesús Ferrer, Laura Pérez, María Hernández, Santos Javier Lorente, y Yassin Larhrib), C olegio d e Tobed C.R.A. “Vicort-Isuela” , Daniel Gómez, Daniel Hernández, Eva Berlanga, Fabián Mañas, fábrica de aceite Cerdán Portolés, familia d e Hipólito Val, Foresta Algairén, Francisco Bernal, Francisco Campos, Francisco Serrano, Ignacio Pérez-Soba, Iker Pardo, Isidoro López, Javier San Román, Jesús Galván, Jesús Moneva, Joaquín Lahoz, José Luis García Serrano, José Luis Gracia Mosteo, José Manuel Mosteo, José María Gimeno, Juan Antonio Rodríguez, Juan Salanova, Judit Villén, Julio M iguel Viñuales, La familia tira al monte, Luis A lb erto Longares, Manuel Bernal, Manuel Cartagena, Mario Gisbert, M iguel Án gel Mosteo, M iguel Mena, Museo d e Ciencias Na­ turales d e la Universidad de Zaragoza, Nicolás Aldea, Nicolás Marín, Óscar Lorente, Pedro Val, Raquel Egea, Rai Rizo, Rosa Andrés, Ruta d el Vino de Cariñena, Salvador Berné, Samuel Zamora, Santiago Cabello, Sara Ruiz, Silverio Esperanza, Sofía Torres, Teresa Hernando, Tomás Albero, Vicente Moneva y Victoria Trasobares. Fotografías Adán Martínez, Alberto Portero, Álvaro Díez, Archivo Pilar Bayona, Eduardo Viñuales, Eloy Esteban (Ayunta­ miento d e Tobed), Enrique Gómez, Fernando Tallada, Francisco Romeo, Guillermo García, Javier Gutiérrez, Ja­ vier Linés, José María Gimeno, José Verón, Juan Ballesteros, Lukas Viñuales, Manuel Bernal, Marcos Pastor, Ro­ berto D el Val Tabernas, Ruta del Vino d e Cariñena, Samuel Zamora, Santiago C abello (archivo Tintaura) y Tomás Albero. Dibujos o ilustraciones Dibujos o ilustraciones d el inicio de cada capítulo: Rafael Aznar. Dibujos infantiles Alba Gálvez López, Anaya Abkari, Anas Hadij, A n gel López Cabeza, Andrea Capdevila, Antonio López Morales, Candela Martínez Gimeno, Carlos Arnauda, Delia Schiopu, Erik Palomo, Gorka Gregorio, Ismael Abkari, Ismael Gimeno, Javier Gil Morales, Jorge Aliaga González, José Manuel Cartagena Moros, Laura Martínez Royo, Loubna Balhaj, Lucia Palomo, María García Sánchez, María Hernández Vázquez, Marta Gregorio, Mohamed Balhaj, Rababuv Abkari, Rubén López Morales y Vassine Balhaj. M apas Joaquín Lahoz, Luis Alberto Longares y Roberto Del Val Casas. ISBN: 978-84-9911-435-4 Depósito legal: Z 572-2017 Diseño y maquetación: Semprini Edición. Zaragoza. Impresión: Litocian S.L. Zaragoza IMPRESO EN E SPAÑ A-U N IÓ N EUROPEA.

ÍNDICE

11

Prólogo. Juan Antonio Sánchez Quero

13

A m odo de resum en

20

25 25 27 29 32

Retrato literario de esta sierra: "La sangre de Algairén" José Luis Gracia Mosteo Situación geog rá fica Cómo llegar Frontera de cuatro comarcas Las sierras del Ibérico Zaragozano “ Algairén” , la toponimia local

39

Pueblos, gentes y m odos de vid a

39

Las poblaciones de la sierra. Monumentos y patrimonio cultural

46

Cuna de personajes y naturalistas destacados

49

Iglesias, ermitas y conventos Fabián Mañas Ballestín

51

Romerías, festividades y tradiciones José Luis García Serrano

53

Las ollerías de la Sierra de Algairén José María Gimeno Hernández

58

Historia de la sierra

64

La pequeña historia de unos montes: Tiernas y Mosomero Ignacio Pérez-Soba Díez del Corral

70

Forestales, guardas jurados y vigilantes en la sierra Pedro Val Gil

73

Agricultura y ganadería en la zona

80

Bodegas, neveras y peirones

82

Gastronomía. Cocina tradicional serrana Miguel Ángel Mosteo Achutegui

84

Cultivos agrícolas en el piedemonte de Algairén Carlos Gil García

86

La PAC en la agricultura local Teresa Hernando Seral

88

Ganadería extensiva en la sierra Ángel Daniel García Gil

90

Los aprovechamientos forestales Rosa Andrés Santamaría

ÍNDICE

5

92

Viajeros y referencias históricas

96

Pequeño álbum de fotos antiguas

98

Imágenes de ayer y de hoy El paso del tiempo Daniel Hernández Gómez

99

Documentos históricos José Manuel Mosteo Laborda

103

C lim a tología

109

115

Grabando el otoño para la televisión Eva Berlanga Camacho G eo lo g ía e h id rología

115

Historia geológica. Rocas y orogenias

120

Minas de cobre y plata

122

Rocas volcánicas de Codos

124

Caracterización sedimentaria y evolución tectónica Antonio Pérez García

128

Los fósiles, vida de otras épocas geológicas Samuel Zamora Iranzo

130

La formación de Los Abuelos de Tobed Joaquín Lahoz Gimeno

132

Las cuevas, ese mundo natural oculto Mario Gisbert León

136

Ríos, arroyos y barrancos

140

El agua subterránea. Fuentes y pozos Javier San Román Saldaña

144

Arroyos, manantiales y usos del agua Jesús Galván Plaza

151

Ecosistem as vivos: fauna y flora

155

Los bosques: Pinares de repoblación / Encinares y robledales

166

Fichas de fauna y flora de los bosques

172

Aves y pájaros del bosque Alberto Portero Garcés

174

Incendios forestales Tomás Albero Giménez

179

El roquedo de la sierra

185

Fichas de fauna y flora del roquedo

189

Centaurea pinnata, un cardo convertido en la estrella botánica

190

La singularidad florística Daniel Gómez, Iker Pardo y Begoña García

192

Gran diversidad de helechos Alfredo Martínez Cabeza

6

ÍNDICE

197

Matorral mediterráneo, la orla espinosa

202

Fichas de fauna y flora del matorral mediterráneo

206

Las orquídeas silvestres de Algairén

208

La vegetación de la Sierra de Algairén Luis Alberto Longares Aladrén

215

Los cultivos

220

Fichas de fauna y flora de los cultivos

224

Usos y aplicaciones de plantas medicinales Francisco Bernal Alfonso

231 234

La protección de la Sierra de A lga irén Caminando hacia un Paisaje Protegido

236

La Fiesta del Árbol en Almonacid de la Sierra

240

El cuidado de la Naturaleza desde un colegio como el de Alpartir Juan Antonio Rodríguez Bueno

242

Educación ambiental que despierta la curiosidad Raquel Egea y Judit Villén

244

La sierra permanece. Sus usos van cambiando Juan Salanova

249

Testim onios

249

Esto nos han contado...

255

Los niños quieren a su sierra

258

Dibujos y miradas de infancia

264

Hemos leído e n .

270

Una artista en el viñedo Antón Castro

272

Milano negro Carlos Grassa Toro

277

Á lbu m de fotos. El testim onio gráfico Javier Gutiérrez Palacio / Eduardo Viñuales Cobos / Alvaro Diez Viñas / Lukas Viñuales Clariana / Fernando Tallada Muñoz / Guillermo García Delgado / Manuel Bernal Gálvez / Roberto Del Val Tabernas / Alberto Portero Garcés / Santiago Cabello Solanas / Juan Ballesteros López

301 301

C laves para visitar e l espacio. Rutas y puntos de interés Lugares de la Sierra de Algairén

301

Cimas de Valdemadera, La Nevera y El Espino

304

Valle del río Tiernas y robledal blanco de Mosomero

306

Fontellas, barrancos, fuente y yesos en la zona de La Almunia

307

Sima del Árbol y Dehesa de Mularroya

308

Cerro de San Cristóbal y cueva del Tío Chirras

ÍNDICE

7

309

Cerro Mosán y minas de Alpartir

310

La Casca Alta y la Casca Baja

311

Barrancos y montes de Almonacid de la Sierra

312

Plantaria, el Centro de Interpretación de las Plantas de Algairén

313

Área recreativa del Raso de la Cruz, Cosuenda

315

El Santo de Aguaron y el Cabezo Bellota

316

Monte de La Atalaya y nacimiento del río Grío

317

El Puerto de Codos

318

Tobed: erosiones, fuentes y pinares

319

Entorno y valle de Santa Cruz de Grío

320

Árboles singulares

326

Pueblos y monumentos

334

Museos en los pueblos del entorno

340

El sendero de Gran Recorrido GR-90

341

Senderos de Pequeño Recorrido señalizados

343

Rutas para la BTT

344

Recorridos botánicos

345

La ruta botánica de Fontellas

346

La ruta botánica del Convento de San Cristóbal

347

La ruta botánica de Almonacid de la Sierra

348

La Ruta del Vino de Cariñena

350

A dos ruedas y pedaleando por un secreto Adán Martínez Garbayo

355

C alendario de la Naturaleza

361

Otros espacios próxim os, de interés natural y cultural, a visitar

361

La Almunia de Doña Godina

363

Cariñena

364

Daroca

365

Desfiladeros del río Jalón

366

Santuario de la Virgen de Lagunas

367

Ricla

368

Épila

369

Santuario de Rodanas

370

Los Ojos de Pontil y Rueda de Jalón

371

Sierra de la Virgen

372

Sierras de Vicor, Espigar y Modorra

373

Virgen del Águila

374

Estrechos del Río Huerva

375

Santuario de la Virgen de Herrera

8

ÍNDICE

379

D ireccion es y teléfonos de interés

380

Otras instituciones y asociaciones locales

381

Restaurantes y alojamientos

383

Oficinas de información y turismo

383

Para viajar

384

Museos y servicios turísticos

385

Otros teléfonos de emergencias

386

Páginas webs, blogs y en laces de Internet

388

In form a ción práctica, consejos

390

B ibliografía

395

Listado de especies de fauna de la Sierra de Algairén

399

Listado de especies de flora de la Sierra de Algairén Alfredo Martínez Cabeza

413

Listado de algunos hongos y setas de la Sierra de Algairén Francisco Serrano

ÍNDICE

9

PRÓLOGO

La sierra de Algairén -com o reconoce esta obra y trata al mismo tiempo de compensar-, perm anece a día de hoy ensom brecida por la supremacía del Moncayo, aunque tiene encanto suficiente no solo para protagonizar este libro sino para sorprender a todo aquel que se acerque a conocerla y cautivar a quie­ nes vivimos en ella. La sierra de Algairén se alza sin complejos en el Sistema Ibérico entre Valdejalón, Campo de Cariñena, la Comunidad de Calatayud y el Campo de Daroca como parte de todos estos territorios y de ninguno; como una atalaya que los separa y que los une al mismo tiempo mediante un vínculo natural. Si el escritor José Luis Gracia Mosteo lleva años “ bebiendo la sangre de Algairén” -com o se­ ñala en este libro que he tenido la oportunidad de disfrutar en prim icia- yo tengo que decir que bebo sus vientos. En su sentido metafórico, el de desearla, y en el original, que, según el filólogo Julio Cejador, estaría en el modo en que los perros de caza venteadores olfatean el aire como si lo estuvieran bebiendo. Desde la localidad de Tobed, en su parte sur, son ya innumerables las ocasiones en las que he ascendido por la sierra hasta el pico de Valdemadera, que con 1.275 metros de altitud es su cumbre más alta. Pero cualquiera de sus puntos de los 300 kilómetros cuadrados que la ocupan son un placer para los sentidos del caminante ocasional, pero también para el experto, entendido en un amplio sentido que abarca casi cualquier disciplina relacionada con la naturaleza (g eo ­ logía, botánica, ornitología y un largo etcétera). Esta sierra es rica en flora y fauna; en rutas y en historias, en fósiles y en aromas; pero sobre todo esta sierra es rica en vida y en patrimonio, aunque más en ca­ lidad que en cantidad. En los enclaves que rodean la sierra permanecen, casi fosilizadas, costumbres y vestigios de nuestros antepasados. Buen ejem plo de estos son los restos del castillo musulmán de Almonacid de la Sierra o el mudéjar de Tobed, declarado Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, y al que no podía pasar sin referirme como alcalde y vecino. Este libro pone de relieve el inmenso valor medioambiental de la sierra de A l­ gairén y lo hace de una forma poética y rigurosa, dos adjetivos difíciles de con­ jugar en la misma frase. Una obra que ha sido posible gracias a la Institución Fernando el Católico, organismo autónomo de la Diputación de Zaragoza, pero sobre todo a la importante nómina de profesionales que se han reunido en torno a esta obra, es decir, en torno a la propia sierra de Algairén, que es quien la protagoniza.

Juan Antonio Sánchez Quero Presidente de la Diputación Provincial de Zaragoza

A MODO DE RESUMEN

Tal v e z la presen cia dominante d e l M oncayo ha restado protagonism o y cierta im portancia a otras sierras m enores d el largo Sistema Ibérico, mu­ chas de ellas tam bién situadas en la provincia d e Zaragoza, com o son Vicor, Paniza, Santa Cruz, Espigar, la Virgen, Pardos o Algairén. La v ie ja montaña del “ Mons Caunus” tiene perdón y buena disculpa, pero en esta ocasión, ahora, con este libro, los autores, editores y cuantos han co­ laborado en sus páginas im presas lo que querem os es p o n er la luz, el acento, el énfasis ambiental y g e o g rá fic o en la llamada Sierra de Algairén, ese otro relie ve ib é r ic o que alcanza su punto culminante en lo alto d el monte Valdem adera - a 1.273 m d e altitud-, conform ando un gran espacio que nunca deja d e ser todo un “ descubrim iento natural” para quien penetra p o r prim era vez en su interior.

Pueblos en el piedem onte oriental de la sierra.

Fo to :

e.

V iñ u a le s,

A MODO DE RESUMEN

13

14

A MODO DE RESUMEN

C om o vam os a v e r a conti­ nuación, en los cerca d e 300 kilóm etros cuadrados de la Sierra d e A lg a irén hay sitio para todos: para el geógrafo, para el botánico, para el g e ó ­ logo, para el ornitólogo, para el entom ólogo, para el e s p e­ leó lo g o , para el montañero, el ciclista o e l sim ple cam i­ nante, para e l fo tóg ra fo y el dibujante, para los niños que están descu b rien do e l mun­ do y, p o r supuesto, para toda esa g en te que v iv e en este entorno d e los frutos que la tierra o f r e c e . En suma, p o d em os afirmar que A lga irén es un paraíso para el naturalista curioso que encuentra en estos mon­ tes y valles d e carácter m edi­ terráneo algunos aspectos tan atractivos com o la floración prim averal de orquídeas, nar­ cisos y cardos endém icos, la vie ja historia d e los bosques autóctonos o unas rocas tan diversas com o antiguas pues­ to que su origen se sitúa en el Paleozoico, hace unos 500 mi­ llones de años. Esta sierra que sem eja ser una Extrema­ dura en territorio de A ragón todavía guarda muchos secre­ tos y curiosidades naturales que podrán ser hallados y d esvelados -siem p re con el d e b id o resp eto - gracias a la ayuda de esta guía.

A MODO DE RESUMEN

15

A lg a irén es, según parece decir el topónimo, “ un lím ite” , una referen cia visual que se levanta sobre los llanos de Ca­ riñena y d e Alfam én. Aquí nacen ríos com o el G río y el Tiernas o Alpartir, y p o r aquí discurren muy próxim os los cursos fluviales d e l Jalón, el Huerva y el Jiloca, cuyos valles profundos delimitan g e o g rá fi­ cam ente tan pronunciados re­ lieves serranos. Estamos en el corazón d el Sistema Ibérico, entre las comarcas de Valdejalón, Cariñena, Com unidad de Calatayud y el Cam po d e Daroca. A l noreste se abre la am­ plia dep resión d e l va lle del Ebro, y en vecin d ad encontra­

Sorprendidas y atentas cabras monteses.

Fo to :

r

. Del Val.

rem os otras sierras contiguas com o las d e Vicor, Paniza, el Peco o M odorra. Si subimos a lo más alto de estas cum bres salientes, p o r encim a de los mil m etros disfrutaremos de una extensísim a y herm osa panorám ica d el paisaje cir­ cundante, y de buena parte de Aragón. Sabido es que toda esta zona es tierra d e ex cep cion ales vinos. Por tanto, estamos en un paisaje humanizado de viñas, tam bién de

olivos, frutales

y alm endros... p e ro donde nuestra sierra protagonista se eleva com o un islote altivo en el que aún persisten densos carrascales o encinares com ­ binados con pinos de re p o ­ blación y con otras arboledas naturales, form ando así un “jardín silvestre” en el que no

16

A MODO DE RESUMEN

Otro tesoro vegetal de la sierra, la C e n taurea p in n a ta .

Fo to :

r

. Del Val.

Puzzle m udejar en la iglesia de Encinacorba.

Fo to :

e

. V iñ u a le s.

faltan sauces, fresnos, enebros, quejigos, arces, cantuesos, retamas, chopos, acebos, alcornoques o robles albares com o los de la umbría d e Mosomero. El interés m edioam biental d e la sierra es enorm e, y a v e ce s este alto valor intangible económ icam ente queda manifiestado en form a de espacio pro­ teg id o gracias a algo tan minúsculo com o p u ed e ser la presencia d e una planta, un cardo en p e lig ro de extinción llam ado p o r los b ió lo g o s con el nom bre d e Centaurea pinnata. Pero no hay que ser científico ni experto, ya que bastará con dar un paseo por los caminos de la sierra para tal vez descubrir el planear del águila real y de los buitres leonados, el vu elo d e muchas clases de mariposas, oír el ulular de las aves de la noche, observar el brinco d e las cabras monteses, encontrar setas y hongos, v e r los líquenes que decoran las rocas, caminar entre los mil tipos de flores silvestres que adornan los cam inos... o localizar a los tritones jaspeados y otros anfibios que en prim avera acuden a las bal­ sas para p on er sus huevos, em pezando así un nuevo ciclo anual. Las poblaciones y las faldas de este “ cuadro v iv o ” que es la sierra, también guardan vestigios d el pasado y d e los usos que el ser humano ha id o ha­ ciendo d el m edio natural: carboneras, neveras, bod ega s, alfares, hornos de yesos o minas que ya fueron explotadas en su riqueza m ineralógica desd e ép oca romana. Enclaves com o la torre Lisalta d e Cosuenda, los restos del castillo árabe d e Alm onacid, el convento franciscano d e San C ristóbal o la iglesia mudéjar de T o b ed también nos cuentan la historia a través de su mo-

A MODO DE RESUMEN

17

numentalidad y d e sus estilos artísticos, m erecedores en oca­ siones d e haber sido conside­ rados Patrimonio de la Huma­ nidad por parte d e la UNESCO. Sigan leyendo si quieren des­ cubrir cuevas, rocas volcán i­ cas, fuentes con áreas recrea­ tivas en las que pasar un día de cam po con la fam ilia, un centro de interpretación so­ bre los helechos y otras plan­ tas que p o r aquí crecen, rutas y senderos marcados, ermitas, peñascos, aromas d e monte, barrancos y erosiones con en­ canto, multitud d e fósiles, rela­ tos d e viajeros, y la biografía de nobles personajes d e este entorno que han corrid o mun­ do y que han hecho historia con su cien cia y su s a b e r . A m én d e muchas otras sor­ presas que quedan ocultas para la gran m ayoría de los conductores que a toda prisa pasan junto a la sierra, y que cruzan velozm ente en su trán­ sito p o r la autovía A-2 entre La Almunia de Doña G odina y Calatayud. ¡Pocos dirían a p riori que es­ tamos a unos 60 kilóm etros de la ciudad d e Zaragoza y que sin em bargo hay tantas cosas interesantes que ve r en la Sie­ rra de Algairén!

R o q u e d a le s d e l O r d o v íc ic o se e n s e ñ o re a n en el v a lle de A lp a r tir .

18

A MODO DE RESUMEN

Foto: e. V iñ u a le s.

A MODO DE RESUMEN

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Retrato literario de esta sierra: “La sangre de Algairén” José Luis Gracia Mosteo Escritor y crítico literario

Tengo que hacer una confesión. Llevo años b eb ien d o la sangre de Algairén. No se trata de vampirismo: A lgairén es una sierra d e bosques, valles y villas. Se trata d e otra cosa. Durante décadas, he c o g id o mi vie jo Polo Classic y he ido a sus pueblos para acechar sus arterias. Una vez saciada la sed, m e llevo todo el plasm a que pu ed o a casa, mientras mi có m p lice (un am igo, mi mujer) m e conmina a no conducir y a sentarme detrás, pues su sangre da positivo. Eso m e perm ite un segundo placer. Contem plarla en todo su es­ plen dor sin la obligación de estar pendiente d el camino. Pueblos d e tejas rojas, pinares parduzcos, picos p elad os o un c ielo azulísimo, la envuelven. A veces, m e deten go y m e cuelo p o r sus rincones com o el Raso de la Cruz, con su estrella d e senderos entre carrascas. Otras, m e pregunto dónde está su corazón, de dónde vien e su latido. Tal v e z en Valdecerezo, pienso, la Falaguera, Valdem adera, el Emparrado, la Peña de la Butrera, el Valle d el Río Grío, la Peña d el G allo o el A rco d e P ie­ dra, con sus rostros barbados p o r encinas, fresnos, jaras y robles, o salpica­ dos por millares d e cepas com o dedos d e trasgos que salieran d e la tierra. O tal vez en sus pueblos llenos d e encanto y pureza com o Aguarón, Alm onacid d e la Sierra, Cariñena, Encinacorba, Cosuenda, Paniza o Alpartir. E incluso tal ve z en sus ríos p erdidos com o el Grío o el Tiernas. N o lo sé, de m odo que vu elvo a M adrid, para sustituir su viento p o r el ruido m etálico del tráfico y recordar su sístole y su diástole con el bo m b eo d e su vino que m e lleva a Aragón; sin em bargo, la pregunta sigue intrigándom e: ¿qué tiene A lga irén que m e conm ueve? Es cuando recuerdo lo que m e ocurrió cuando tenía quince años. Yo estu­ diaba entonces Bachillerato en los Marianistas de La Almunia, junto a m edio centenar de chicos y chicas de los pu e­ blos de los alrededores; era un chaval que miraba a las m ujeres con em b ob a ­ miento, p e ro tam bién invalidez senti­ mental; era el hom bre más afortunado y, a la vez, desdichado d el mundo pues la chica más guapa del curso se sentaba a mi lado cada día, p o r su letra d e ap e­ llido, p e ro no sabía qué d e cirle pues era tímido y no m e salían las palabras; era, en fin, un vergonzoso sin ningún futu r° .

20

El c o ra z ó n de la m a d e ra .

A MODO DE RESUMEN

Fo to : e. V iñ u a le s .

Bajo los otoñales viñedos reflorecen las herbáceas.

Fo to :

e.

V iñ u a le s .

Tenían, entonces, los frailes la costumbre d e llevarnos de C onvivencias a Aguarón, algo que recibíam os com o unas pequeñas vacaciones, pues eran dos días d e charlas y excursiones. Una tarde, mientras realizábam os una ca­ minata, nos perdim os un pequ eñ o grupo, mi com pañera entre ellos, cayó la noche, se olvidaron de salir las estrellas y la oscuridad nos acabó de con­ fundir. Fue cuando algo m e hizo recordar que A lga irén está a la espalda del pueblo, cuando el amor dio alas a mis ojos y entreví, cual vampiro, la m ole oscura y cóm p lice d e la Sierra indicándom e el camino, algo que m e apre­ suré a comunicar a mis agobiados compañeros, diciendo que debíam os ir en d irección contraria. Hora y m ed ia después lleg á b a m os al pueblo, mi com pañera m e co g ía suavemente d el brazo y recibía su p rim er beso. Lo que siguió p erten ece a los buenos recuerdos, p ero igualm ente a la car­ diología, porqu e eso es el corazón d e la Sierra: la m em oria feliz que gen era en quienes la visitan, el beso de sus mil colores en la retina, la ca­ ricia d e sus pechos, que son montes, perd ién d ose en el hori­ zonte, el recuerdo de una donce­ lla enamorada. Eso es Algairén. Un sentimiento. Una presencia. Un sueño. Un trozo d e paraíso. La naturaleza enam orada d el cam i­ nante. Un paseo en el que a p e­ tece perderse. Moderna elaboración del vino.

Fo to : Ru ta del V in o de C a riñ e n a .

A MODO DE RESUMEN

21

'♦.-V

"Con qué delicia respiro, libre y solitario, por montes y bosques, fuentes y ríos, o entre mis libros, donde está depositado el ingenio de los más grandes hombres"

SITUACIÓN GEOGRÁFICA

CÓMO LLEGAR La Sierra d e A lga irén está muy cerca de la ciudad d e Zaragoza, al suroeste d e la capital aragonesa. Hasta ella se lleg a en menos d e una hora d e viaje en coche, p o r La Almunia de Doña G odina o p o r Cariñena, depen dien do siem pre del sector o vertiente al que nos queram os acercar.

SITUACIÓN GEOGRÁFICA

25

El perfil de la sierra desde La Nevera de La Alm unia de Doña Godina.

Foto:

e.

V iñ u a le s,

Para lleg a r a La Almunia de Doña Godina, distante a 54 kilóm etros -unos 40 minutos p o r carretera- hay que c o g e r la autovía A-2 que va a Calatayud y M adrid, y hay que tomar la salida 273. D esde allí arranca la com arcal CV-816 que, en seis kilómetros más, nos lleva a Alpartir, puerta d e entrada al va lle d el río Tiernas. Si seguim os la autovía A-2 d e M adrid hasta la salida 261 de Morata d e Jalón accederem os p o r la carretera A-2302 a los pueblos de la vertiente sur d e la Sierra d e Algairén: a Santa Cruz de Grío y a Tobed. Otra opción más oriental es llega r a Cariñena desd e Zaragoza por la autovía m udéjar d e Teruel, la A-23, tomando la salida 240. Son 47 kilóm etros de re­ corrid o y se tarda menos de 40 minutos en coche. D esde aquí parten las ca­ rreteras o ramales que van a Encinacorba -8 km más-, a Aguarón -8 km - y, traspasando el puerto d e C odos (1.048 m), a la localidad de C odos -18 km-. En esta última ruta hay opción de acceso a los parajes de El Santo y a las antenas del pico Valdem adera.

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Las localidades d e La Almunia d e Doña Godina y d e Cariñena están unidas p o r la llana carretera regional A-220, d e 20 kilómetros d e recorrido. D esde aquí se a cced e a los pueblos d e Alm onacid d e la Sierra y de Cosuenda. Una red d e pistas rurales o caminos agrícolas asfaltados conecta los pueblos d e Alpartir, A lm onacid d e la Sierra, Cosuenda y Aguarón.

FRONTERA DE CUATRO COMARCAS La Sierra d e A lga irén está dentro d el Estado Español, en la com unidad au­ tónoma de A ra gón y, a su vez, al cien por cien dentro de la provincia central d e Zaragoza. C om o es habitual en toda sierra o relieve montañoso, sus crestas y lomas cim eras suponen la frontera política entre varias comarcas y distintos tér­ minos municipales. A lga irén no es una ex cep ción en este sentido, puesto

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Cabra montes sobre las laderas septentrionales de la sierra.

Fo to :

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V iñ u a le s .

que su superficie natural se reparte entre cuatro comarcas aragonesas: Valdejalón (d e 933 km2 en total), Cam po d e Cariñena (772 km2) , la extensa C o­ munidad d e Calatayud (2.518 km2) y, en m enor m edida, el Cam po de Daroca (1.117 km2). A l noroeste, la sierra la ocupa parte de la com arca d e Valdejalón con los términos municipales d e Alpartir, Santa Cruz de Grío, A lm onacid de la Sie­ rra y, ya en las faldas o estribaciones de los montes - e n la m argen derecha del valle d el río Jalón-, tam bién parte d e terreno d e La Almunia de Doña Godina, Ricla y Morata de Jalón. La parte centro-oriental d e la sierra p erten ece a la com arca del Cam po de Cariñena de gran tradición v it iv in íc o la , en concreto a los términos muni­ cipales d e Cosuenda, Aguarón, Encinacorba y, ya en m enor m edida, tam­ b ién de Cariñena.

El p ico de la N e v e ra se m ira en el M o n c a y o .

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Foto: e. V iñ u a le s.

A l otro lado d e estas montañas, en la parte oeste y central, es donde nos encontramos con una esquina de la extensa com arca d e la C o ­ munidad de Calatayud, a través de tan sólo 2 de sus 67 términos mu­ nicipales: el d e T o b ed y el de Codos. Es curioso porque esta d e­ limitación salta los relieves lógicos o naturales y se adentra en mitad del valle d e río Tiernas, siendo gran parte d e esta zona un área protegid a com o LIC o Lugar de Importancia Comunitaria. Y, por último, se halla un pequ eñ o sector más sureño: la ladera m eridional d el monte Atalaya, que perten ece al municipio de Mainar, y que p o r lo tanto está dentro ya de una cuarta co­ marca, la d el Cam po de Daroca, no muy lejos de los límites con la provincia de Teruel.

LAS SIERRAS DEL IBERICO ZARAGOZANO Pero las sierras y montes, estos relieves d e l paisaje, no solam ente se d i­ bujan en la cartografía con caracteres d e criterio p o lítico o administrativo sino que más b ien para un naturalista todo ello ha de ser principalm ente entendido y plasm ado b ajo un punto d e vista verdaderam en te natural, es decir, d e auténtica g e o g ra fía física don de se d é im portancia a las curvas d e nivel y a los accidentes d e l terreno en esos espacios que, aquí y allá, term inan siendo los valles y montañas, con sus ríos, altiplanos y cumbres. Bajo esta visión apreciam os que A lga irén es una sierra, m odesta p ero no p o r ello menos importante, del llam ado Sistema Ibérico, esa cordillera que limita con la m eseta central en la Península Ib érica y que en su larga ali­ neación d e m ontes de más de 500 kilóm etros d e longitud d e dirección noroeste-sureste exhibe una diversidad de b ellos paisajes a través de sus serranías, valles, somontanos o piedem ontes, desd e el corred or de la Bureba - e n Burgos- hasta las proxim idades d el mar M editerráneo - e n tierras d e Teruel y d e Valencia-. Sus cum bres más destacadas son Moncayo, San Lorenzo, Urbión, Javalambre y Peñarroya, p o r encim a de los dos mil metros de altitud. En Aragón, el techo d el Sistema Ib érico se muestra orgulloso en las cimas más altas d e la Sierra del Moncayo (2.315 m), muchas v e ce s nevadas y que están em plazadas al norte de nuestro ámbito ya en vecin d ad con CastillaLeón, Navarra y La Rioja.

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Dientes de sierra despuntan entre las nieblas.

Fo to :

r

. D el Val.

Siguiendo hacia el sur el hilo conductor d e estas crestas y altas lomas, con la misma gén esis y naturaleza g eo ló g ic a , llegaríam os a alcanzar todas esas otras cum bres alomadas y pedregosas, d e formas suaves y a v e ce s d e la­ deras deforestadas, que son las que conform an las distintas sierras d el lla­ m ado “ Ib érico Zaragozano” : el Tablado, la Sierra d e la V irgen, Pardos, Santa Cruz, la vecina Sierra de Vicor, A lgairén, Espigar, Codos, Paniza, H errera o El Peco... Se trata d e un bloqu e montañoso que no es com pacto sino que más bien se muestra com o la suma fragm entada de múltiples alineaciones o unidades separadas p o r una intensa red hidrológica de cursos fluviales y barrancos. Estamos hablando, p o r lo tanto, de la parte central de la llamada “ Rama Exterior o A ragon esa” de la Cordillera Ibérica. Ahí está la Sierra d e A lgairén, de unas 30.000 hectáreas d e superficie, con unas dimensiones máximas de 30 kilómetros d e longitud por 15 de anchura, correspon dien do a una unidad g e o g rá fic a que, en d irección noroestesureste, se eleva d esd e la cota más baja a unos 450 m -situada en el paraje de Mularroya (La Almunia d e Doña G o d in a )- y que va a ir despuntando en distintas cumbres de cerros, cabezos o pequeñas montañas: San Cristóbal (734 m), Casca Alta (937 m), Peña del Gitano (988 m), Valdeciruejos (1.079 m), La N evera (1.215 m), El Cortado (1.161 m), C erro d el Espino (1.191 m), Valdem adera (1.273 m) -sien d o esta su punto culminante, tristemente hollada por antenas y por una pista mal asfaltada que perm ite que vehículos a motor lleg u en librem ente hasta este m agnífico p ed estal-, Peñas de la Guillena

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Rellanos de colores cultivados.

Fo to :

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V iñ u a le s.

(1.158 m ), El Peñiscoso (1.071 m) y, p o r último, el C ab ezo d e la Atalaya (1.237 m) ya en el extrem o sur, asom ándose a la Sierra de los B odegones y al valle d el Huerva. En todas estas cumbres de rocas duras y antiguas se abren algunos puertos -co m o el d e C od os-, pasos naturales y c o lla d o s . mientras que las formas pesadas d el relieve van a ir p erdien do altura en múltiples barrancos que con pendientes pronunciadas drenan hacia los valles fluviales mayores cir­ cundantes. En este caso, una singularidad g e o ló g ic a para muchos ob serva­ dores de la g eo g ra fía natural es la existencia de un valle interior que ocupa una profunda falla g e o ló g ic a y que parte en dos ramas en form a de Y a la Sierra de A lgairén: el d el río Tiernas, con unos 10 kilómetros de recorrido d esd e el bosque d e M osom ero hasta Alpartir, donde su escaso cauce se p ie rd e en dirección a La Almunia d e Doña Godina. Por todos sus costados al relieve físico de la Sierra de A lga irén lo delimitan profundos va lles y gargantas: e l d e l tramo m ed io-b a jo d e l río Jalón -a l norte-, el d el río Grío -a l o e ste- y el d el río Huerva -a l sur-, mientras que en la parte este se extiende la gran llanura ib érica d el valle m edio d el río Ebro -ocu p ad a en prim er término p o r los Llanos de Alfam én y el Cam po de Cariñena-, lo que hace que en ocasiones y en días claros desd e las al­ turas de la sierra la panorám ica resulte tan extensa que perm ita apreciar a muchos kilómetros de distancia la gran barrera natural de los Pirineos, c e ­ rrando en el horizonte norte tamaña depresión fluvial.

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Bajo la más alta cumbre, el barranco de Valvillano rasga y rompe el paisaje.

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“Algairén” , la toponimia local Que sepam os, nadie hasta ahora, ha escrito o ha investigado sobre el signi­ ficado del topónim o serrano d e Algairén. Está claro que es una rem iniscen­ cia d e ép oca musulmana, al estar p reced id a p o r el característico artículo árabe “ a l-“ . Pero buscando referencias etim ológicas referentes a otros lugares d e d e ­ nominación similar podem os encontrar algunas pistas -quizás acertadas-, en el libro Toponimia mayor de Aragón. Ciudades, villas, lugares, aldeas, ríos, montañas y territorios, d e Pascual M igu el Ballestín y editado p o r la Institu­ ción Fernando el Católico, donde al menos sí que se habla de la raíz árabe “ al-gar” que aparece en algunas zonas d e la provincia d e Teruel y del Piri­ neo para definir un terreno en el que casi siem pre hay agua o está muy hú­ m edo, deb id o a la presencia de fuentes y riachuelos, com o bien p o dría ser el caso de nuestra sierra.

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Sin em bargo, tam bién hay hipótesis que perm iten adivinar que “ A lga irén ” podría p ro c ed er de una derivación, igualm ente relacionada con el árabe, d e la palabra “ al-gayá” , que significa “ térm ino” , “ fin” o “ lím ite” en referen­ cia a ser el final visual y paisajístico d e la gran llanura d el Cam po d e C ari­ ñena y de Valdejalón, allá donde ya se elevan los relieves montanos de las sierras del Ib érico zaragozano. E incluso existe la posibilidad de que la pa­ labra protagonista d e este libro podría estar vinculada a la voz “ al-gayá” , que se usó para definir d e manera g en érica a lugares, tierras y términos. Incluso hem os leíd o un b lo g donde se afirma que vie n e d el árabe “ al-gayran” , es decir, de las cuevas, o sea, sierra de las cuevas. Por otro lado, la toponimia de las distintas poblaciones sí que ha sido inves­ tigada debidam ente en trabajos d el mismo autor con ámbito regional en los que se detalla que Aguarón vien e de agua, d e “ aquarum agnem ” o curso lento d e aguas, aunque tam bién p o dría querer d ecir “ cerca de las peñas” . Por otra parte, Cosuenda pudiera ser, etim ológicam ente hablando, el te­ rreno en pendiente, en cuesta... o tam bién un “ pu eblo cercano a una cum­ bre fría” .

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Lo que sí p a rece quedar más o menos claro es que el nom bre de Alm onacid d e la Sierra p rovien e del latín y que vie n e a hacer referen cia en árabe a la existencia d e un monaste­ rio (al-monastir) d e carác­ ter defensivo al estar em ­ plazado en un lugar de frontera. Tam bién los in­ vestigad ores han creído tener cierta unanimidad cuando han analizado el topónim o de La Almunia de Doña Godina, el lugar donde se hace referencia a la huerta, el huerto, la granja, el jardín o la finca que antiguamente fuera prop ied ad d e la dama Doña G od o d e Foces, quien donó su “ almunia” a la orden d e San Juan de Jerusalén para fundar un hospital. Si nos vam os a Alpartir y nos preguntam os p o r su interpretación nominal, obtendrem os p o r respuesta que el nom bre d e esta población se interpreta doblem ente com o “ el re g a lo ” y tam bién com o “ que está cerca del río ” , en este caso el Tiernas. Pero si la misma pregunta la hacemos al lleg a r a Tobed, allí los más enterados nos dirán que se hace referencia al Tovenissa que ya citó el poeta Marcial, quien lo consideró un topónimo prerrom ano que venía a d ecir “ m olino d el arroyo” . La g en te m ayor de la sierra sabe que Santa Cruz d e G río no siem pre se llamó así. Que antes era sim plem ente Santa Cruz, y que fue llamada hasta el año 1900 “ Santa Cruz d e T o b e d ” para diferenciarla de la existencia de otra Santa Cruz, la d e Moncayo. Tam bién se dice que antes de la Reconquista el lugar fue llam ado M odra y lu ego Modón. M archem os ahora a C ariñena con la investigación toponím ica, don de se acepta que éste es un topónim o que deriva del antropónimo latino Carinius sumado al sufijo d e posesión “ -e n a ” , es decir, el lugar perten ecien te a este personaje, aunque tam bién hay más teorías paralelas que aseguran que se trata d e “ nuestra a ldea” o d e una “ altura caliza” . D onde la naturaleza sí que es la verdadera protagonista es en la población d e Encinacorba, el lugar de esa encina - o carrasca- torcida y curvada que, según algunos autores, fue descrita com o tal en la carta puebla que en el año 1135 los tem plarios concedieron a sus lugares y vasallos, fundando este lugar en un terreno llam ado antes M edia Villa. Se hacía, pues, referencia a un ejem plar arbóreo que, obviam ente, ya no existe.

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Pero será ya penetrando en los parajes más campestres, en los barrancos y las laderas de la Sierra de A lga irén donde la toponimia se encuentra, casi siem pre, liderada y presidida en sus denom inaciones p o r la naturaleza y sus b ellos elementos. Así es com o nos encontramos con nombres dados por el acervo cultural que evidencian la riqueza y varied ad de la fauna o flora, topónim os que manifiestan la estrecha referencia y convivencia del ser hu­ mano con lo vivo y salvaje, con el relieve y las formas d e lo n a tu ra l. recor­ dando incluso la existencia de animales hoy extinguidos com o el collado “ d e los lo b o s ” , entre A lpartir y Alm onacid, y cuyo topónim o recuerda al gran cánido desaparecido. Bastará darse un paseo p o r los mapas de A lga irén para encontrarse con el C erro d e l Espino, el vé rtic e d e l Buitre o las fuentes d e las O rtigas y del A cebo. Pero la experiencia y el saber serán mucho más com pletos, m ejores, si este paseo se hace in situ en el propio terreno para descubrir si realmente en el monte d el Madroñal aún queda alguno de estos arbolillos m editerrá­ neos, o b ien para investigar qué es lo que pu ede haber de verdad en los nom bres del collado de la N evera o en el pico Valdem adera, el alto del valle de la madera.

Arruinadas m urallas del castillo de “al Monastir” . Fo to :

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V iñ u a le s.

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LAS POBLACIONES DE LA SIERRA. MONUMENTOS Y PATRIMONIO CULTURAL

Los pueblos que se asientan y descansan al p ie de la Sierra de A lga irén son ocho: Alpartir, A lm onacid d e la Sierra, Cosuenda, Aguarón, Encinacorba, Codos, T o b ed y Santa Cruz d e Grío. G eneralm ente estos núcleos urbanos se sitúan a una altitud de entre 500 y 750 metros, y en suma no tienen más d e 3.200 habitantes, una población cada v e z más reducida. Realizar un recorrid o p o r sus calles y plazas, admirar sus monumentos, co­ n ocer la historia, participar d e sus festividades o escuchar lo que nos cuen­ tan sus gentes es una manera más d e viajar y de aprender sobre los paisajes propios de la Sierra de Algairén.

V itic u lt o r de la S ie r r a de A lg a ir é n , v in o de C a riñ e n a .

Fo to : e. V iñ u a le s .

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En el sector septentrional de estos montes se halla Alpartir, dividida en dos partes p o r el trazado d e su calle Mayor. Esta población fue considerada “ el reg a lo ” p o r los árabes, y más tarde sería el lugar donde nació en 1380 Fray Martín, destacado historiador religioso. El pu eblo está situado a 493 metros sobre el nivel d e l mar, tiene 564 habitantes y celeb ra sus fiestas el 18 de junio en honor a San G ervasio y San Protasio. Por caminos ahora asfaltados se pu ed e llegar, bordeando la falda d e la montaña, a la vecina localidad de A lm onacid d e la Sierra, algo más elevada - a 598 m etros- y con 731 habi­ tantes, bien rodeada de viñas, almendros y olivos, y con un ed ificio central sobresaliente que es la parroquial d e la Asunción, sita junto a la plaza del m ercado m odernista y a los singulares árboles ya centenarios. Si continuamos esquivando el perfil de la sierra hacia el sureste alcanzare­ mos Cosuenda, lugar perten ecien te al C am po d e Cariñena y enmarcado en un paisaje de b o d eg a s con lumbreras, extensiones d e viñedos, con la iglesia parroquial de Nuestra Señora de los Á n g eles y, en lo alto d el caserío, con la vigilante torre de La Lisalta. La historia nos cuenta que aquí se formó la prim era cooperativa agraria de España, la Unión d e Agricultores, impul­ sada en el siglo XVII p o r el párroco d e la localidad -P ablo García R om eopara sacar a sus gentes d e la m iseria reinante en aquellos años difíciles. Aquí los amantes d e la naturaleza d eb en visitar el Centro de Interpretación de Plantaria para, seguidam ente, adentrarse en la sierra a través d el Raso de la Cruz y descubrir in situ toda esa frondosa vegetación que prolifera en el corazón d e estos montes. Cosuenda, el pu eblo natal de la es­ tupenda pianista Pilar Bayona, está a 630 m etros d e altitud y tiene 396 habitantes registrados, C ele b ra sus fiestas d e l 21 al 25 de agosto, en honor a San Ber­ nabé. V olvem os a las carreteras y, lle ­ gando a Cariñena, tomaremos el desvío a A gu arón que atraviesa más colinas d e viñ ed o s en los que se obtiene el llam ado “ vino de las pied ra s” , auténtico motor económ ico d e estos lugares. Po­ dem os dar una vuelta p o r su ani­ mado casino o p o r los museos de pintura contem poránea y de ins­ trumentos m usicales. El p u eb lo se em plaza a 649 metros sobre el nivel del mar y tiene 724 habitan­ tes, quienes peregrinan dos veces

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Aguarán con la Sierra de Algairen al fondo.

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V iñ u a le s.

al año hasta la ermita d e San Cristóbal, el lunes d e Pascua y el día del santo titular. Nuevam ente desd e Cariñena hemos de llega r a Encinacorba, el pu e­ blo d el ilustre botánico Mariano Lagasca, ya en el extrem o sureste d e estos montes ibéricos. Aquí nos encontramos con la b ella iglesia gótico-renacen­ tista d e Santa María, con abundante decoración mudéjar, cuyo interior ate­ sora una talla gótica en alabastro d e la V irg en d el Mar. ¿Por qué - s e p re­ guntan m uchos-, si e l mar qu eda tan lejos d e estas tierras? Cuenta la leyenda que esta figura salvó de la m uerte al com endador d e los sanjuanistas, Jorge d e Sena, cuando su barco se hundió en el M editerráneo al re­ greso d e la isla g r ie g a d e Rodas. Pero, hablando de leyendas, hay otra his­ toria asociada a este lugar de la sierra, narrada en la carta puebla d el año 1125, ép oca en la que Alfonso I conquistó a los musulmanes el terreno antes

A la r g a d o c a s e r ío de E n c in a c o rb a .

F oto: e. V iñ u a le s.

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llam ado M edia-villa, y donde se dice que hubo un árbol tor­ cid o -una encina cu rvada- que es

la

que

condicionaría

el

asiento d e la nueva villa cris­ tiana p erten ecien te a la Orden d el Tem ple. Todo este entorno sigu e aún siendo de tradición vitivinícola, con viñas que a lo lejos penetran hacia los carras­ Fuente renacentista en Encinacorba.

Fo to :

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cales de A lga irén , dejan do el

V iñ u a le s .

pueblo, a 762 m d e altitud sobre el nivel d el mar, con 222 habi­ tantes. Otra singularidad d e Encinacorba es que aquí, para las fiestas pa­ tronales -p rim er m iércoles d e a go sto- y cada siete años, se representa un dance local -c o n p a loteo y cintas-, que es una representación teatral de pastores, moros y cristianos, un baile que fue escrito en el año 1885 por D io­ nisio Fierro. Son días de alegría, de ju egos infantiles, d e guiñote, d e cha­ ranga y en los que toca la centenaria banda de música d el pueblo.

Santa Cruz de Grío, encumbrado, guardián de la sierra.

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Foto:

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Ahora, para llega r a los pueblos de la vertiente occidental de A lga irén hay que remontar el puerto de Codos y cruzar hasta el pueblo del mismo nombre donde los g e ó lo g o s nos hablan d e rocas volcánicas y viejos fósiles, y donde los historiadores nos recuerdan que estos parajes pertenecieron a la antigua Orden del Santo Sepulcro de Calatayud. En la actualidad C odos sólo tiene 185 habitantes -hubo 1.195 en el año 1900, y 983 en 1950-, estando a 751 m de altitud. A partir de aquí será el discreto cauce del río Grío el que nos con­ duzca valle abajo, continuando el perip lo hacia la población de Tobed, sita a 638 m d e altitud, a 6 kilómetros y con una población tam bién menguante d e 243 habitantes censados. Éste fue, siglos atrás, pueblo de talleres de c e ­ rámica, d e maestros m udéjares y la residencia del Com endador. La iglesiafortaleza d e Santa María es paradigm a del arte m udéjar y constituye una p ieza destacada de este conjunto declarado Patrimonio de la Humanidad. Dejando en la m argen izquierda d el valle la vecina Sierra d e Vicor, se al­ canza p o r último Santa Cruz de Grío, localidad que se apiña sobre un esp o­ lón del terreno a 712 m d e altitud y donde sobresale el tem plo barroco de San Blas, patrón p o r el que se celebran fiestas mayores del 1 al 4 de febrero, cuando tiene lugar el baile-procesión que com ienza en la m adrugada del

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El despoblado de La Aldehuela de Santa Cruz.

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día 3 con una aurora que irá recorrien do calles y casas, y en las que se re­ parten pastas o chocolates al paso d e los cofrad es y d e la pean a con el santo. C on 135 habitantes, en la casa d e José María Gim eno se guarda una importante co lección d e cerám ica popular com puesta p o r más d e nueve mil piezas. Muy cerca de ahí, a dos kilómetros, ya en las faldas d e V ico r se halla el despoblado d e La Aldeh uela d e Santa Cruz. El paseo silencioso y solitario p o r este lugar vacío, sin gente, nos llevará entre tapiales d e adob e a la iglesia d e San Bartolomé o hasta la antigua fuente que mana en la parte más baja. Este sitio deshabitado nos recuerda que en la Sierra d e A lga irén hubo tam­ b ién otro lugar, ya desaparecido, d e nom bre “ Sangil” , cuyo térm ino se a gre gó a Encinacorba, según cuentan los documentos antiguos.

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Torre de La Lisalta en Cosuenda.

Foto:

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A todos ellos se les suman, algo más distantes, pero tam bién im plicados en este paisaje con el horizonte d el relieve d e nuestra sierra com o eterna re­ ferencia visual, las localidades mayores d e La Almunia d e Doña Godina, Ca­ riñena e incluso Mainar, con sus monumentos y con festividades tan renom ­ bradas com o la Fiesta d e la Vendim ia d e la D enom inación d e O rigen Cariñena. En los apartados del libro “ C laves para visitar el e s p a cio ” y “ Otros espacios p róx im o s” hallare­ mos una guía de visita d e cada uno de estos lugares. Son estos pueblos de bellas iglesias y ermitas, d e calles estrechas y anchas plazas, de patios y zaguanes, de casas rurales y palacios... con arquitecturas urbanas que se rodean d e un entorno de bodegas, hornos, molinos, grane­ ros y corrales.

siempre enmarcados

dentro d e un paisaje natural humani­ zado en el que no faltan elem entos como bodegas, neveras, peirones, ca­ sillas d e campo, parideras, pozos, fuentes y balsas para el riego. Este es, al fin y al cabo, el hábitat del hombre en la Sierra de Algairén.

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Cuna de personajes y naturalistas destacados

En estos pu eblos situados en la misma falda serrana han nacido destacados person ajes d e la historia de A ra gón que han dado grandes aportaciones al mundo d el saber y de la ciencia. Algunos d e ellos fueron Fray Martín d e A lpartir -S ecretario d e l Papa Luna-, Jeró­ nimo Zurita -residen te en Alpartir y padre d e la histo­ riografía ara gon esa - o Juan d e l Baile -b o tic a rio y esp a g íric o d e la Casa Real durante el siglo XV II-, fundamental en el conocim iento de la botánica y las p ro p ied a d es curativas de las plantas, adem ás de los Jerónim o Zurita.

tratamientos químicos con la transformación de los mi­ nerales a través del fu ego para la preparación d e las medicinas. Otro destacado naturalista a nivel nacional fue el ento­ m ó lo g o Ricardo José G órriz, nacido en C ariñena en 1850. Pese a que se ded icó a todo lo relacionado con las ciencias naturales, la farm acia y la zoología, su v e r ­ dadera pasión d e estudio fueron los coleópteros. Fue m iem bro de la Sociedad Española d e Historia Natural y C atedrático d e Z o o lo g ía en la U niversidad d e Ma­

Ricardo Górriz.

drid. El p rim er libro d e en tom ología aragonesa es suyo, d el año 1882. A su fallecim iento en 1916 osten­ taba la presidencia d el C o le g io de Farmacéuticos. Tam poco hay que olvidar en esta zona la figura del b o ­ tánico Lucas de Tornos -n a cid o en 1803, tam bién en C ariñena-, discípulo y com pañero d e excursiones de Lagasca, quien en 1867 asumiría la dirección d e las co­ leccion es d e historia natural d el Museo Nacional d e Ciencias Naturales de Madrid. Catedrático de Z oología

Lucas Tornos.

en M adrid, tradujo Botánica d e A. Richard y ela b oró obras com o Compendio de Historia Natural, de 1839. Pero en esta guía naturalista querem os recordar e s p e­ cialm ente la figura d e Mariano Lagasca Segura, botá­ nico nacido en Encinacorba en el año 1776 y que pronto marchó a cursar su carrera llegando a ser direc­ tor del Real Jardín Botánico d e Madrid. Este naturalista universal com enzaría al p ie d e la Sierra d e A lga irén su gran pasión p o r la floración de las plantas y la polini­ zación d e los insectos. En el año 1803, a propuesta del

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Monumento a Lagasca en Enc inacorba. Foto: E Viñuales'

Libro de 1839, de Lucas de Tornos, sobre minerales, plantas y zoología.

naturalista Antonio José Cavanilles, fue com isionado del G obierno para via­ jar p o r la península trabajando en la flora d el país. Famosos fueron sus es­ fuerzos d e selección de especies elem entales, musgos y helechos, y sus tra­ bajos p o r indagar en las aplicaciones de la práctica agrícola. Lagasca realizaría numerosas publicaciones científicas -co m o Memoria de las plan­ tas barrilleras de España, traducida al alem án- así com o diversos herbarios con más d e 4.000 plantas. Trabajó incansablem ente en la obra Flora espa­ ñola que llevó a cabo con Rojas Clem ente. Tam bién fue Diputado en las C or­ tes en 1821, y m éd ico militar. Su vid a fue siem pre una lucha p o r la ciencia y la libertad, lo que le llevaría a estar exiliado 12 años en el Reino Unido, don de exam ina el herbario de Linneo y sigue publicando escritos sobre estudios españoles y londinenses. En 1834 regresa a España y se hace cargo nuevamente d el Jardín Botánico de M adrid. Sus restos mortales descansan, una vez recuperados, en el cem enterio d e Encinacorba, villa donde además d e un busto y varias placas conmemorativas aún se conserva su casa natal.

PUEBLOS, GENTES Y MODOS DE VIDA

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Iglesias, ermitas y conventos Fabián Mañas Ballestín Historiador del arte

Las órdenes religiosas y otros señoríos El territorio d e la Sierra d e A lga irén está ocupado p o r varias poblaciones que a partir de la Reconquista fueron donadas fundamentalmente a varias órdenes religiosas. Sólo algunas de ellas quedaron bajo la tutela de un señor o d el rey directamente. A la Orden de San Juan de Jerusalén pertenecían Cabañas, Ricla, Alpartir y posteriorm ente La Almunia de Doña Godina, poblaciones integradas en la Tenencia del Jalón, dependiente de la Capellanía de Amposta. Encinacorba fue donada a la O rden d el Tem ple para integrarse posteriorm ente en la de San Juan. Y bajo la O rden d el Santo Sepulcro d e Calatayud estuvieron Tobed, Codos, Santa Cruz d e Grío y A ldehuela d e Grío. Las m onjas bernardas d e l m onasterio fem enino d e Trasobares tuvieron plena soberanía sobre Aguarón. Mientras que al conde de Morata p erten e­ ció A lm onacid de la Sierra, adem ás d e Morata de Jalón y C hodes. Sólo Cosuenda y Mainar quedaron bajo el dom inio de la realeza.

Iglesia parroquial en Aguarón.

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Fo to :

e.

V iñ u a le s.

PUEBLOS, GENTES Y MODOS DE VIDA

Iglesias, ermitas y conventos N o pu ed e hablarse d e un estilo predom inante en las iglesias y ermitas de las poblaciones de la Sierra de A lgairén, pero sí quedan importantes restos d el m udéjar en La Almunia, Tobed, Encinacorba, Cosuenda y Mainar. Encinacorba ha conservado un conjunto d e gran interés en el solar d el cas­ tillo hospitalario: iglesia y torre de estilo m udéjar d el siglo XIV. La ig lesia d e la V irg en d e T o b ed es uno d e los edificios singulares d e A ra­ gó n con su bellísim a decoración exterior, la pintura original en el interior y sus ricas yeserías en los ventanales. Es obra d e la segunda mitad d el siglo XIV. En el antiguo claustro se ha instalado el interesante Museo Parroquial. Junto a la iglesia d e San Pedro, en el antiguo palacio d e la orden d el Santo Sepulcro, está el Centro d e Interpretación d el M udéjar “ Mahoma Calahor ri” En un altozano sobre el caserío d e Cosuenda se ha conservado el torreón d e la Lisalta, torre de la antigua iglesia, con restos d e decoración mudéjar. La ig lesia d e Nuestra Señora de los Á n g eles se sitúa en el centro de la p o ­ blación. Ya junto al río Huerva queda la iglesia d e Santa Ana d e Mainar, conjunto del siglo XVI cuya torre octogonal destaca en el cielo d el Cam po Romanos.

T e c h u m b re m u d é ja r en T o b e d .

Foto: e. V iñ u a le s .

PUEBLOS, GENTES Y MODOS DE VIDA

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Los edificios religiosos del resto d e las poblaciones muestran tam bién gran interés. Alpartir ha conservado la iglesia de Nuestra Señora de los Á ngeles, del siglo XVI, en el centro de la población, y la pequ eñ a ermita de la V irgen del Carm en en el camino hacia las antiguas minas. En Alm onacid destaca el monumental ed ificio de la iglesia d e la Anuncia­ ción con ricos retablos, junto al m ercado de 1904. M erecen especial m en­ ción las ermitas d el Pilar y del C alvario en el paraje de las bodegas. A gu a­ rón tiene la ig les ia parroquial barroca d ed icad a a San M igu el A rcán gel frente al interesante edificio d el Ayuntamiento. Conserva los retablos de los siglos XVI al XVIII y un valioso órgano. Tam bién en C odos hay una capilla dedicada a la V irgen de Mar, patrona del pueblo, en la iglesia parroquial dedicada a Santa María M agdalena, edificio renacentista con torre octogonal con algún detalle mudéjar. Santa Cruz d e Grío mantiene la devoción y el ba ile a San Blas, patrono y ti­ tular de la iglesia, edificada en 1912. La iglesia d el desp oblado d e La A ld ehuela estaba dedicada a San Bartolomé, d e la que se ha conservado el busto del titular en la iglesia d e Santa Cruz. Finalmente, los frailes de San Francisco de Calatayud instalaron su “ recreo espiritual” en el un cerro de Alpartir. El convento, dedicad o a San Cristóbal, fue fundado en 1444. D el mismo quedan algunos restos d e l ábside de la iglesia, reedificad a en 1750, y cerca de la misma, la ermita d e la V irgen del Pilar y otra dedicad a a San Clem ente, asom ándose al valle d el río Grío.

Convento de San Cristóbal de Alpartir.

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PUEBLOS, GENTES Y MODOS DE VIDA

Fo to :

e.

V iñ u a le s .

Romerías, festividades y tradiciones José Luis García Serrano Profesor de educación de adultos y miembro del Centro de Estudios Almunienses

La Sierra d e A lga irén es la columna vertebral física donde a lo largo del año natural se suceden los ciclos festivos que hacen referencia a costumbres, creencias o valores amparados bajo el manto d e la tradición, entregados p o r nuestros antepasados. Cuando el día resulta duro para sus habitantes, hay que encontrar m om en­ tos que garanticen el descanso y el reforzam iento d e la identidad d el pu e­ blo con actos que acojan a propios y foráneos, enlazando lo sacro y lo pro­ fano: para algunos, com o muestra d e agradecim iento; para muchos, com o devoción; p ero para todos, com o diversión.

Fuente de la Mora.

Foto: R u ta del V in o de C a riñ e n a .

Las fiestas patronales son el epicentro d el calendario festivo d e cada loca­ lidad: las más m adrugadoras son las de Santa Cruz d e G río en honor a San Blas; las más tardías, las d e Morata d e Jalón p o r Santa Bárbara desd e cuya ermita se p u ed e contem plar el Moncayo y la Sierra de A lgairén. Otras celeb racion es son comunes a muchos pueblos com o las hogueras de San Babil, en La Almunia d e Doña G odina o en A lm onacid de la Sierra; la fiesta d e San Isidro, en Tobed; los Quintos, el Jueves Lardero o la Culeca. PUEBLOS, GENTES Y MODOS DE VIDA

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Danzantes de Encinacorba.

C o r te s ía de

e.

G ó m e z.

El prim er vino del año, la fiesta.

Fo to : R u ta del V in o de

C a riñ e n a .

Particularmente, cada localid ad tiene sus ermitas, lugares d e referen cia donde se com paginan las actuaciones folclóricas, verbenas, dances y d e ­ gustaciones con la devoción: en La Almunia, a la V irg en de Cabañas; en A l­ partir, San G regorio; en Encinacorba, a la ermita d e Santa Quiteria con su dance a la V irgen d el Mar; y en Mainar, a la ermita de San Andrés. En muchos casos su vitalidad ha d ep e n d id o d e su capa cid ad para ren o­ varse, d e ahí que estos lugares sacros se hayan am pliado dando lugar a es­ pacios de recreo com o el parque d e “ La Fontanilla” -a l lado del río y rodea­ do d e n o g a les - o “ El Raso de la Cruz” -am bos en Cosuenda-, el paraje de “ El Santo” -e n A gu a rón - donde se encuentra la ermita d e San Cristóbal... o la ermita de Nuestra Señora de Lagunas -d o n d e confluyen los rom eros de A lm onacid y Cosuenda-. Muchas riquezas artísticas esconden estos pueblos: iglesias, palacios, casas o museos que guardan los enseres tradicionales de ollería y cerám ica; pero si hay un elem ento común a todos ellos, ese es la música de banda rep re­ sentada con más de un siglo d e existencia p o r Encinacorba. En definitiva, son tradiciones y costumbres que representan la form a de ex ­ presión de la identidad cultural d e estos pueblos, una externalización de algo que en algún mom ento fue realidad transcendente, en una sierra que se llama de Algairén.

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Las ollerías de la Sierra de Algairén José María Gimeno Hernández Profesor y propietario de la colección de cerámica popular de Santa Cruz de Grío

Mi prim er contacto con la alfarería fue hace más de 50 años. V ivía y vivo en Santa Cruz d e Grío y mi madre, Carmen, m e preparaba los rem ojones en una pequ eña cazolilla de Tobed. Era de barro, de color verde, y la leche de cabra con el pan tostado sabía a gloria. Por esos años todavía criaban el to­ cino. Su sacrificio era todo un acontecim iento familiar, y los críos servíam os para los m andados. El m acelo o m atadero estaba enfrente d e casa y mi padre m e enviaba al granero a buscar los viejos pucheros d e a dos para, con agua caliente, reb land ecer las pezuñas del animal antes de extirpárse­ las el matachín con su gancho. Han pasado los años y la vid a rural ha cam biado com o no lo había hecho en cientos de años. Muchos oficios y sus artesanos han desaparecido, entre ellos la alfarería. N uevos m ateriales y otros m étodos d e producción han hecho que los vie jo s hornos humeantes de Alm onacid de la Sierra, Alpartir, Encinacorba, Tobed, C odos y Santa Cruz d e G río se hayan cerrado, y que en la mayoría de los casos estén hundidos y olvidados. La Sierra de Algairén, a pesar de su pequ eñ a extensión, tuvo tal concentra­ ción de alfares que no hay ejem plo sem ejante en el resto d e Aragón. Para ello se dieron tres condiciones: abundancia d e arcillas plásticas, riqueza ar­ bustiva en sus montes -co m o las aliagas, las ” iniestas” o los rom eros- para co cer la “ obra” , y tam bién agua en sus cercanías. Sin olvidar la tradición fa­ miliar que según la doctora María Isabel Álvaro Zamora pu ed e remontarse al siglo XVI o a ép oca m edieval.

Aceitera de Alm onacid.

Foto: j .

m

. G im e n o .

Cazolilla de Tobed.

Fo to : j .

m

. G im e n o .

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Las ollerías, aquí llamadas “ ob radores” , se situaban p o r lo gen eral fuera de los núcleos urbanos o en las calles más alejadas d e b id o a las molestias que producían los hornos. Los obradores, con pequeñas variantes, tenían siem ­ pre las siguientes dependencias: La “ era” donde descargar la arcilla o la leña, las “ balsas d e decantación” para fabricar el barro, el “ barrero” para conservarlo, un habitáculo con una o varias “ ruedas” donde se levantaba la obra, otro habitáculo donde se “ orea b a ” , guardaba y tras el escaldado o bizcochado se daba el “ barniz de p lo m o ” y, p o r último, el “ horno” . Las bal­ sas, la rueda o torno con su girar continuo gracias a la volandera y la con­ servación d el horno moruno eran las mayores preocupaciones del alfarero. Una v e z cargado y cerrado el horno todo d epen día de la experien cia del alfarero para alimentarlo y de la en com en dación a lo divino. Cuando el humo tornaba a co lor ve rd e “ gardacho” se sacaba una muestra p o r la olla, agujero circular en lo alto d el horno, y se com probaba su color y sonido. La obra realizada en estos obradores fue esencialm ente d e pucheros y ca­ zuelas en sus distintos tamaños y denom inaciones: boliches, miajeros, p re­ seros, veintidosenos, de viudo, d e a dos, olla, novena, d e almú, etc. Sin olvi­ dar las cazuelas m ondongueras, los terrizos, saleros, botellas, caloríferos, mieleras, jarros de vino, torteros y torteras, chocolateras, pericos, escurri­ deras... Todo aquello que pudiera hacerse en barro y tuviera salida, se hacía y se vendía. Unas v e ce s en el prop io alfar, y otras a los “ arrieros” por el sis­ tema d e “ cuento” -un cuento se correspondía con un número determ inado

Cuerpo de Aguam anil de Tobed.

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Foto: j .

PUEBLOS, GENTES Y MODOS DE VIDA

m

. G im e n o .

Puchero de Alm onacid.

Fo to : j .

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. G im e n o .

Medida de vino, Alm onacid.

Foto: j .

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. G im e n o .

d e piezas, y d o ce cuentos eran una carga que por lo gen eral se pa gab a a la vuelta, cuando se vendían-. D esde estas tierras salieron arrieros que dis­ tribuyeron la obra por toda la provincia d e Zaragoza, dominando la capital y llegan do a parte de la provincia d e Teruel. Es el caso d el tío “ Palom ica” que con su padre realizaba la ruta de Alm onacid hasta Gandesa a través del Cam po de Belchite. C om o todos los grem ios, los alfareros tenían sus fiestas. En el caso de T obed festejaban a las sevillanas Santa Justa y Rufina, alfareras-mártires el 17 de julio d el 287. Mientras que en A lm onacid el patrón -c o n capilla y varias es­ culturas- es San Hipólito, celeb rán d ose la fiesta para el 13 d e agosto. Muchos son los alfareros d e los que tenem os constancia p o r los anuarios, documentos notariales o estudios sobre la materia. En mi m em oria queda una de las últimas hornadas realizadas p o r el último alfarero tradicional de la Sierra d e Algairén, José María Quero, el tío “ Pate” d e Tobed. Vayan estas palabras en su m em oria.

PUEBLOS, GENTES Y MODOS DE VIDA

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HISTORIA DE LA SIERRA Da gusto repasar y tratar de con ocer lo que fue o pudo ser, siglos atrás, Algairén con sus valles, laderas y pueblos. Nunca es suficiente lo mucho que hemos id o descubriendo sobre la historia de esta b e lla sierra con nom bre árabe y sobre aquellas gen tes que a lo largo de los tiem pos han id o encontrando aquí una casa, refugio y alimento. Sabemos, p o r ejem plo, que el territorio natural que nos ocupa ya estuvo prontamente p ob la d o p o r el ser humano d esd e la ép oca d e la Prehistoria, si bien los yacim ientos más cercanos y relevantes para el estudio de la vid a de aquellos hom ínidos cazadores-recolectores son, muy posiblem ente, los de las cuevas d el Gato de Épila -d o n d e se han excavado y extraído útiles del Paleolítico, es decir, 18.000 años a. de C .- o los de un poblado de la Edad del Bronce situado en Chodes. Aunque hay m ateriales líticos que fueron re­ cogid os en La Aldehuela, y que nos sugieren que nuestra sierra era también sitio d e caza del hom bre Epipaleolítico o Neolítico. Tanto la Sierra de A lga irén com o muchos cabezos vecinos fueron parte del corazón de lo que más tarde se llamó “ C eltib eria ” , un nom bre que hoy se reivindica para este territorio que estuvo ocupado muy tempranamente por titos, b elos y lusones. D ecía el historiador g r ie g o Estrabón que éste fue un país inculto, agreste, reducido a unos pocos lugares distantes, habitado por gente atrasada en cultura y humanidad civil, gran parte de los cuales vivían en bosques de los que no salían más que para incom odar en las ciudades y practicar el latrocinio. Unas vagas afirm aciones a las que tiem po después le responderían algunos d e los más notables ilustrados d e l siglo XVIII,

P ie d ra s e s c r ita s de la s p e ñ a s de la G u ille n a , h e c h a s p o r un p a s to r en el a ñ o 1 8 6 5 .

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PUEBLOS, GENTES Y MODOS DE VIDA

Foto: e. V iñ u a le s.

Ig le s ia fo r ta le z a m u d é ja r de T o b e d .

Fo to :

e.

V iñ u a le s.

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diciendo que nada d e eso fue p arecido a la realidad, ya que en los Partidos de Calatayud, Borja, Tarazona y Daroca -incluidos en la antigua C eltib eria hubo y se ob servab a cultivo, abundancia, número y proxim idad d e lugares. Por documentos históricos sabem os que muy cerca d e lo que es en la ac­ tualidad La Almunia de Doña Godina existió en el siglo VI a. de C. un p o ­ blado celtib érico llam ado N ertob rix o N ertóbriga, que posteriorm ente fue una importante ciudad en ép oca romana, puesto que estaba en la ruta d e la vía que unía las villas de Emerita Augusta (M érida) con Caesaraugusta (Za­ ragoza), pasando por Bílbilis (Calatayud), la cuna del poeta latino Marco Va­ lerio Marcial. Y otras investigaciones aseguran que ya en aquella ép oca en la misma sierra hubo romanos que apreciaban las aguas cristalinas del río “ Tobenissa” (d e Tobed, río G río) y “ m ineros” que por aquel entonces ya su­ pieron abrir galerías y explotar las riquezas d e plata y cob re d e los montes de Alpartir, donde se trabajó p o r más d e doscientos años. Lo que sí queda claro es que Alpartir y Alm onacid de la Sierra fueron p o ­ blaciones antiguas, de pasado morisco. En ambos casos el nom bre de ori­ g e n árabe les delata, p ero paseando p o r sus cascos urbanos tam bién se aprecia y se respira que estos lugares p o seen un claro urbanismo laberín­ tico d e barrios estrechos y b ellos callejones en recodo. Aunque en el caso de Alm onacid lo m orisco resulta ser todavía mucho más evidente si reco­ rrem os el llamado Barrio d e la M orería -d o n d e se hallaron numerosos ma­ nuscritos de esa é p o c a - o bien si subimos al cerro de “ A l Munastir” , donde se pu eden observar las ruinas de lo que fue un importante castillo musul­ mán que sería reconstruido en el siglo XIII con pesados sillares y que estaba rodeado por una muralla defensiva abierta en arcos.

Encinacorba, al fondo Cariñena.

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Foto:

e.

PUEBLOS, GENTES Y MODOS DE VIDA

V iñ u a le s.

Tobed desde la erm ita y el castillo.

F oto: E. E ste b a n , A y u n ta m ie n to de T o b ed .

Muchos d e aquellos m oriscos que hasta el año 1610 no fueron expulsados d e la Península Ib érica vivieron durante largos siglos en esta tierra, com er­ ciando, extrayendo el blanco y eso d e los suelos para co cerlo en hornos -lo s llamados “ aljezares” -, además de trabajando la fertilidad d e esta tierra gen erosa en huertas y vegas... dedicación para la que implantaron con la ayuda del correr del agua numerosas acequias, azudes, regadíos y nuevos cultivos como, p o r supuesto, los árboles frutales. Durante la Reconquista, tras las victorias del rey Alfonso I el Batallador hacia el año 1120, la m ayor parte de este territorio fue asignado com o prem io a las dos grandes órdenes militares dominantes que repoblarían con ímpetu cristiano gran cantidad d e lugares, aldeas y futuros feudos: la del Santo Se­ pulcro -instalada en el río Grío, Codos, Tobed, Santa Cruz y La Aldehuela-, y la O rden d e San Juan d el Hospital o de Jerusalén. En aquellos periodos, las tierras eran de prop ied ad de los cam pesinos y dichas órdenes sólo p o ­ seían las fincas que les habían sido donadas p o r sus dueños, com o era el M onte d e Tiernas. En el caso concreto d e las posesiones d e la O rden del Santo Sepulcro en la encom ienda de Tobed, los molinos de harina y el horno perm itieron cobrar rentas, diezm os o prim icias, los cuales siglos más tarde darían lugar a frecuentes fraudes y pleitos. Mientras tanto, la que en la Edad M edia sería la huerta d el p ob la d o d e C a­ bañas -d esa p a recid o en el siglo X V - irá crecien do cada v e z más y se con­ vertirá en La Alm unia d e Doña Godina.

adquirien do relevancia en una

ép oca marcada por señoríos, por nobles -caballeros, marqueses y condes-, y p o r un clero que tuvo gran p o d e r político y económ ico. D e esa ép oca nos quedan en p ie algunos notables ed ificios com o el palacio d e la O rden de San Juan del Hospital en La Almunia -h oy Casa de Cultura- o el palacio del C om endor del Santo Sepulcro d e T o b ed - d e l siglo XVII-, dos monumentos que materializan este notable capítulo d e nuestro pasado. C om o vem os, cerca d e las faldas boscosas de A lgairén hubo m ezcla d e g en ­ tes y d e culturas: cristianos, musulmanes, incluso tam bién judíos reunidos en barrios propios... Y d e toda esa amalgama d e estilos y creencias surgie­

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ron grandes obras com o el arte mudéjar, elaborado p o r los alarifes que em ­ plearon los humildes m ateriales de construcción que ofrecía el entorno na­ tural. Esta gran m anifestación artística que podem os contem plar en todo su esplendor en T o b ed o en la iglesia de Nuestra Señora d el Mar d e Encina­ corba, corresponde a los grandes maestros arquitectos d e población mora, a quienes les estuvo perm itido quedarse en territorio cristiano. Hoy en día el esplén did o m udéjar aragonés ha lleg a d o hasta nuestros días com o un arte único y peculiar donde el ladrillo y la cerám ica se funden con gracia junto al yeso, la pintura o los dibujos geom étricos, siendo un b ien que ha sido declarado “ Patrimonio de la Humanidad” p o r parte d e la UNESCO. Y, p o r supuesto, d e aquellos p eriod os pretéritos aún hay que citar el con­ vento d e San Cristóbal d e Alpartir, que fue fundado en el siglo XV sobre un cerro apartado com o “ retiro espiritual” para los m onjes franciscanos de Calatayud, y donde p e se al avanzado estado de abandono aún pu eden verse la igles ia con dos capillas, adem ás d e dos ermitas, hornos d e yeso, una ne­ ve ra ... El recinto dispuso igualm ente de una larga muralla, dentro de la cual quedaban una amplia huerta, dos balsas para riego, el cem enterio y un hu­ milladero. D esde

esos

días

lejanos,

el

tiempo, los años y los siglos han transcurrido lentos y tranquilos, pero im placables para el devenir d e cada uno d e estos rep liegu es serenos del Sistema Ib érico, rin­ cones que se han id o quedando algo apartados de las grandes rutas históricas con m ayor tra­ sieg o y actividad, y que han se­ gu id o -a l norte y al sur- las veg a s de los ríos Jalón, Huerva y Jiloca. Tam poco en este ráp ido repaso d e la historia podríam os olvidar a las monjas bernardas d e l m o­ nasterio de Trasobares con so b e­ ranía plena sobre Aguarón, al d e­ rruido castillo de Cosuenda -co n la torre de la iglesia d e dicha for­ taleza, La Lisalta-, al Castillo de T o b e d . o a las iglesias ya poste­ riores d e Alm onacid, Alpartir, C od os o la d e Santa Cruz de Grío, que se terminó d e edificar

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en el año 1912. Sin dejar d e lado al pórtico d el m ercado m odernista d e Alm onacid de la Sierra, fechado en 1904. A todo este largo pasado, con leg a d o monumental y artístico, se le sumará la historia m enor d e los montes, de las fincas y parcelas forestales que han vestido la faz d e la sierra y que a partir de los siglos XVIII y XIX -c o n la D e­ samortización de M endizábal (1836) y la ley M adoz (1855)- experim entarán un gran retroceso en sus arbolados, pues muchos bosques seculares iban a ser roturados con el fin de obtener tierras d e cultivo, para carbon eo o para el suministro d e leñas que arderán en los hornos y hogares de antaño.

Peirón de la Forma Perdida de Cosuenda.

Foto:

e.

V iñ u a le s.

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La pequeña historia de unos montes: “Tiernas y Mosomero” Ignacio Pérez-Soba Díez del Corral Ingeniero de Montes de Defensa de la Propiedad. Departam ento de Desarrollo Rural y Sostenibilidad del Gobierno de Aragón

Aunque está documentada desd e antiguo la existencia en el valle alto del río Tiernas o Alpartir d e masadas o caseríos habitados perm anentem ente -M o som ero figura aún con cinco habitantes en el censo d e 1940-, dicho valle ha constituido históricamente una zona agreste, despoblada y mal c o ­ municada, cuyos recursos han sido objeto de largas disputas, en una pugna que ha conform ado en gran m edida el territorio. Así, la p rop ied ad d el valle fue dividida entre dos pueblos: la parte alta - “ M osom ero” - y la baja - “ mon­ tes de Limaco, las Solanas y Sierra d e los C ollados” - ambas eran p rop ied ad del pu eblo de Alpartir; mientras que la parte m edia - “ Tiernas” - era p ro­ p ied a d d e Tobed, quedando de este m odo el término municipal d e Alpartir dividido en dos. Otros pueblos tam bién tenían derecho a aprovechar esos montes gracias a una concordia d e 1574 -d o n d e T o b ed reconoció a Santa Cruz d e G río d e ­ recho de pasto en Tiernas-, y a una sentencia arbitral de 1669 que reconoció que los vecinos de La Almunia de Doña Godina podían aprovechar los pas­ tos, la leña y el carbón vegetal d e Mosomero, además de regar con las aguas del río Alpartir.

Casa de Mosomero en el corazón del valle.

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Fo to :

e.

V iñ u a le s.

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Estos aprovecham ientos a menudo causaron conflictos: en 1737, el ayunta­ miento de T o b ed dem anda al d e Santa Cruz ante la Real Audiencia de Ara­ gón sobre el uso de Tiernas; y en 1847 la villa de La Almunia ha de obtener una sentencia de la Audiencia provincial para conservar sus derechos de riego. En el año 1855 com ienza en España la Desamortización C ivil prom ovida por el Ministro d e Hacienda Pascual Madoz, en la cual el Estado incautaba los montes a los pu eblos para ven derlos a propietarios privados, con conse­ cuencias catastróficas para el bien público. Y aunque el C uerpo de In g e­ nieros de Montes -q u e d efen día la p rop ied a d pública d e los m ontes- in­ tentó evitar la venta de Mosom ero, clasificando este monte en 1859 entre los que debían quedar exceptuados d e la Desamortización, finalmente el Ministerio de Hacienda ven dió a propietarios privados la solana d e Tiernas (1862), M osom ero (1877), Lim aco (en fecha no precisada) y el m onte del C ortado (1890), sito en Alm onacid d e la Sierra y lindante con Tiernas. De este modo, excep to la umbría de Tiernas -q u e quedó com o p rop ied ad del ayuntamiento d e T o b ed -, todo el va lle m edio y alto d el río Alpartir pasó a ser de prop ied ad privada. Ello aumentó la conflictividad, al quedar exclui­ dos los pu eblos d el aprovecham iento de esos montes: en 1865 tiene que hacerse el deslinde total d e Tiernas, p o r discrepancias de límites entre el ayuntamiento d e T o b ed y el nuevo propietario, y en 1892-1895 La Almunia reclam ó judicialm ente la mitad d e los ingresos p o r la venta d e Mosom ero, lo que fue rechazado p o r la Audiencia Territorial d e Zaragoza. C reado en 1941 el Patrimonio Forestal d e l Estado (PFE) com o organism o para aumentar la p ro p ied a d forestal estatal, fue su p rim er je fe en A ra gón - e l exim io In gen iero d e Montes M i­ gu e l Navarro G arn ica- quien se p ro ­ puso recuperar para la prop ied ad pú­ blica e l va lle d el río Tiernas y sus alrededores. Aunque el PFE no lo g ró un acuerdo en el p recio para com prar El Cortado d e Alm onacid y p e se a in­ tentarlo hasta tres v e c e s - e n 1944, 1959 y 1963-, sí consiguió adquirir M osom ero, que se había d iv id id o en ocho partes, lu ego agrupadas en dos: Lim aco y Tiernas. Para ello, Navarro G arnica hubo d e d e sp leg a r gran constancia y paciencia, puesto que la com pra resultaba difícil a causa d e la fragm entación d e la p rop ied ad : T ier­ Miguel Navarro Garnica.

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nas y uno d e los M osom eros fueron

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TERMICO

PLANO DE TRANZONES

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Plano del Monte de Tiernas 1956.

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adquiridos p o r el PFE entre 1944 y 1952 m ediante seis escrituras distintas; Lim aco lo fue en 1949; y el otro M osom ero no pudo ser com prado hasta 1967, cuando N avarro G arnica ya estaba destinado en M adrid. De este modo, todo el alto y m edio valle d e Tiernas fue declarado monte de utilidad pública -la más alta protección leg a l para un monte p ú b lico- m ediante Ó r­ denes d el Ministerio d e Agricultura de 1964 (Lim aco y Tiernas) y d e 1969 (M osom ero). En 1971 el PFE es disuelto y sustituido p o r el Instituto Nacional para la Con­ servación de la Naturaleza (IC O N A ), organismo que en el año 1976 incluyó en el Plan Nacional d e Espacios Naturales Protegidos la posible declaración del “ Parque Natural d e la Sierra de A lga irén ” , integrando El Cortado, T ier­ nas, M osom ero y Limaco. N o obstante, en 1973 la em presa de caza “ E xplotaciones Atalaya” había com prado El Cortado, y en 1974 com enzó a solicitar insistentem ente al IC O N A que le vendiera, ced iera o permutara Tiernas, M osom ero y Limaco para unirlos a su coto. Rechazada la p etición varias veces, finalm ente en 1979 la em presa ofreció com o com pensación varios montes en el término municipal d e Sos d el Rey C atólico y, aunque hubo inform es desfavorables, el C onsejo d e Ministros aprobó la permuta en enero d e 1982. A l saberlo, los ayuntamientos d e T o b ed y d e Alpartir protestaron, p ero la decisión es­ taba ya tomada, y los tres montes que con tanto esfuerzo y dedicación ha­ bían recuperado su condición pú blica vo lvieron a ser d e p ro p ied a d p ri­ vada. Con la nueva p rop ied ad renacieron los conflictos. Explotaciones Atalaya so­ licitó al G obierno de A ragón -qu ien había sucedido al IC O N A en 1984 como Adm inistración Forestal- un perm iso para vallar M osom ero, Tiernas y Li­ m aco para coto de caza, p ero cuando se le indicó que d eb ía respetar los caminos públicos, se intentó negar la existencia de tales caminos iniciando un p leito judicial en 1993 contra los ayuntamientos d e A lm onacid d e la Sie­ rra, T o b ed y Alpartir. El p leito lle g ó hasta el Tribunal Supremo, que en 1998 falló a favor d e los ayuntamientos, lo que im pidió el vallado pretendido. El hecho d e que el alto valle d el Tiernas fuera d e p rop ied ad privada influyó tam bién probablem ente, en que p e se a sus muy destacados valores natu­ rales quedara excluido d e la delim itación del Lugar de Im portancia Comu­ nitaria (LIC ) “ Sierra d e A lga irén ” , declarado así p o r la Com isión Europea en el año 2006, espacio protegid o que incluye en cam bio los lindantes mon­ tes de utilidad pública d e los ayuntamientos d e T o b ed y de Santa Cruz de Grío. C ab e señalar, p o r último, que en el año 2008 la prop ied ad prom ovió un proyecto de parque eólico en el valle, a lo cual se opusieron nuevamente ayuntamientos, asociaciones y particulares, lo que paralizó la iniciativa.

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E n c in a s y ro b le s se re p a rte n el s u e lo y lo s c o lo re s .

Fo to :

e.

V in u a le s.

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Forestales, guardas jurados y vigilantes en la sierra Pedro Val Gil Agente de Protección de la Naturaleza, hijo de guarda forestal y nieto de guarda privado de montes

La presen cia d e agentes forestales en la Sierra d e A lga irén vie n e d esd e tiem pos inm em oriales, siendo a partir del siglo XlX cuando adquieren una especial relevancia, conviviendo siem pre con otros guardas d e ayuntamien­ tos y guardas privados d e montes. Tras una ordenanza d e 1833 se crean los distritos forestales, uno p o r g o b ie rn o civil. Este hecho traerá la figura de los guardas forestales d el distrito d e la provincia d e Zaragoza. En el siglo XlX se produjeron dos hechos que van a suponer un auge d e las figuras de guardas forestales, dado lo negativo de estas circunstancias para la conservación d e los montes. Se trata d e la prom ulgación de dos leyes to­ talmente desafortunadas para el m edio natural com o fueron las desam orti­ zaciones. Prim ero la de los bien es de la ig lesia - o de M en dizábal- en 1836 y 1837; y segundo la d e M adoz en 1855, lo que supuso la venta de montes públicos de ayuntamientos y del Estado. Esto iba a suponer la presencia de guardas de montes privados que van a vigilar en particular la corta de leñas y la caza d e los predios desam ortizados. Sirva com o ejem plo la finca d e ­ nom inada “ M osom ero” , don de a su v e z cohabitaban con los guardas d e cam po d e los ayuntamientos, encargados d e la vigilan cia d e los p redios municipales, cam pos y cosechas de particulares y el tránsito pecu ario por el municipio.

Agentes para la Protección de la Naturaleza del Gobierno de Aragón realizan inspección antivenenos. Foto: E. V iñ u a le s .

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Los guardas forestales comenzarán a tener especial relevancia a partir d e 1855 con la lista d e montes que serán protegidos de la desamortiza­ ción y la aparición del prim er Catá­ lo g o d e Montes de 1862, junto a la publicación d e la Ley d e Montes de 1863. Y ya en el siglo XX se produ­ cen varias situaciones relevantes para la consolidación d e los guar­ das forestales en la Sierra d e Algairén: la aprobación d el C atálogo de M ontes d e Utilidad Pública d e la provincia d e Zaragoza, en octubre Hipólito Val, guarda forestal en Algairén.

d e 1905; y la creación d el Patrimo­

C o le c c. fa m ilia V al.

nio Forestal d el Estado, en 1935, con esp ecia l relevancia sobre todo a

partir d e 1941 gracias a las repoblacion es de montes en la Sierra de Algairén. Este hecho hará que hubiera guardas forestales d e dos organism os distintos, adem ás de los de ayuntamientos y privados. La aparición d el IC O N A en 1971 fusionará los Distritos Forestales con el Pa­ trim onio Forestal, creando la figura de Guarda Forestal d el Estado, poste­ riorm ente A gen te Forestal. Tras la llega d a d e la dem ocracia, la constitución d e 1978 y la creación d e las comunidades autónomas, en 1984 se transfieren las com petencias d e l IC O N A a éstas, creándose en A ra g ón la escala de Guardas para la C onservación de la Naturaleza, que a partir de 1991 han pasado a denom inarse “ A gen tes para la Protección d e la Naturaleza” , más conocidos con las siglas de APNS. En la actualidad, a com ienzos d el siglo XXl y tras la le y de comarcalización, la Sierra d e A lga irén se administra d esd e cuatro comarcas y tres áreas m e­ dioam bientales distintas del G ob iern o de Aragón. Los guardas de los ayun­ tamientos han ido desapareciendo en la segunda mitad del siglo XX, a! igual que los guardas privados, quedando tan sólo en unos pocos em pleados que se encargan d el mantenimiento d e los predios de p rop ied ad privada.

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AGRICULTURA Y GANADERÍA EN LA ZONA

Ignacio Jordán d e Asso decía en el siglo XVIII que en Cariñena, Longares, Paniza, Aguarón, Cosuenda, Encinacorba y Alm onacid d e la Sierra estaba el más dilatado viñ edo de Aragón, de uva garnacha y crucillón, el cual daba un vino muy cerrado de color. Curiosamente, el mismo Jordán d e Asso, en el año 1798 tam bién cita el cultivo de garbanzos que hubo en la localidad d e Alpartir, y decía textualmente: “ Este fruto se da bien en las laderas de los montes descom puestos d e tierra caliza roja, cosecha que regularm ente no baja de 150 cahíces al año. Hay adem ás en dicho pu eblo una plantación antigua d e olivares, que rinde un año con otro 2.000 arrobas de a ceite” . Pero veam os el panoram a agroganadero d e hoy en día. En la zona d e Valdejalón -c e rc a d e La Almunia y de las riberas d el río que da nom bre a la com arca- nos encontramos con el esm erado cultivo de m iles y m iles d e ár­ bo les frutales, más de 10.000 hectáreas, es decir, una quinta parte de lo que produce este sector d e la agroindustria d e Aragón. Se trata, sobre todo, de la com ercialización d e fruta dulce: m elocotoneros, manzanas, peras, ce re ­ zas, pavías, albaricoques... los cuales se exportan en gran porcentaje a otros países com o Francia, Gran Bretaña, R u s ia . Una actividad que perm ite que en la prim avera temprana, con la floración masiva de estos árboles, se ins­ tale al p ie d e A lga irén un paisaje de vivos colores rosas y blancos, una ima­ g e n efím era que nada tiene que envidiar al afamado valle extrem eño del Jerte que tanto turismo atrae.

La v e n d im ia es la fie s ta d e l v in o .

Foto:

e.

V iñ u a le s.

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Em presaria de Foresta Algairén recogiendo trufas.

Foto:

e.

V iñ u a le s.

Por otra parte, en la vertiente que mira a Cariñena lo que allí im pera es por tradición la vid, ese viñ edo que se cría en un territorio pedregoso, arcilloso y algo pendiente, pero capaz d e producir y elaborar algunos de los m ejores vinos de nuestro país. La Denom inación d e O rigen Protegida de Cariñena en glo b a a 14 municipios y más d e 50 bodegas, con una superficie cultivada de cerca de 15.000 hectáreas. Los prim eros vestigios del vino en Cariñena se remontan a la ép oca d e los romanos, y tienen más d e dos m ilenios de antigüedad. Si los íberos fueron los que conocieron una va ried ad silvestre de la v id y los fenicios exportaron sus técnicas d e cultivo, sería la cultura romana la encargada d e la extensión d e los viñ edos p o r el valle d el Ebro. En el siglo X V el vino d e Cariñena estaría presente en los alimentos p re fe ­ ridos del rey Fernando I d e Aragón. Pero la producción, sin em bargo, no se extendió realm ente hasta el siglo pasado. A finales d el siglo XIX la plaga de la filoxera que ataca a los viñ edos d e Francia obligaría a los industriales vinateros del país a buscar otros lugares donde desarrollar su actividad. Va­ rios d e ellos se instalarían en Cariñena, donde establecerían una gran ac­ tividad mercantil y científica. La com arca se convierte entonces en la zona que m ejor se prepara contra la plaga, y de aquí saldrán las estacas para re­ plantar otras zonas de España y Francia. El nom bre d e “ Cariñena” es también el d e una varied ad d e uva, igualmente llamada “ m azuela” o “ m azuelo” . Para los viticultores d e la zona esto es un honor que ocurre en muy p ocos lugares d el mundo, y ello indica hasta qué punto producto y com arca son la misma cosa. Esta uva convive en esta zona de transición d el valle del Ebro y las montañas del Sistema Ibérico con otras varied ad es cultivadas: garnacha, tempranillo, m acabeo, moscatel, chardon-

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V e rd e s h o ja s s o b re ro ja s tie r r a s , la s a n g re de A lg a ir é n , el v in o . A lm o n a c id de la S ie r r a .

Fo to :

e.

V iñ u a le s.

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Farcino del viñador.

Foto: R u ta del V in o de C ariñ e n a.

nay, cabernet-sauvignon, syrah y m erlot.... cuyos apelativos suenan a teso­ ros importados, a nuevos tiempos, hábitos y paladares, aunque la tradicional garnacha vu elve con ilusión renovada. En los últimos años los agricultores, cooperativas y b o d eg a s se han reform ado y han realizado un esfuerzo en inversiones e instalaciones m odernas para ganar en el proceso en ológico de un m ercado competitivo. Ello da lugar a que todos estos cam pos irregu ­ lares de viñas d el Cam po de Cariñena sigan siendo, p o r lo tanto, la otra es­ tampa d el paisaje humanizado d e A lga irén -m u y distinto al de los llanos de Valdejalón y sus riberas-, ya que al ser vistos desd e lo alto d e la sierra com ­ ponen un m osaico hermoso, de tonos rojos y verd es con diferentes texturas y geom etrías que bien p arece ser un manto gigante de “ patchwork” que ha sido trabajado p o r un gran artesano textil. Sierra adentro, hacia su base, los cultivos mantienen todavía la presencia de la v id y d e l cerezo - e n el va lle d el Grío, esp ecia lm en te- fundiéndose con la vegetación n a tu ra l. junto a no p ocos olivos y almendros, dos árboles que p a recen qu erer trepar p o r las ásperas laderas, pues son mucho más rústicos y están m ejor adaptados a los rigores frescos y con m enos agua del agreste piedem onte. Incluso en esta diversidad paisajística, no faltan a v e ce s cam pos d e cereal -trig o y ceb a d a -, mientras que en los barrancos se instalan los huertos u hortales para aprovechar cualquier recodo de agua y humedad, donde las hortalizas se acompañan d e otras esp ecies de árbo­ les traídas p o r el hom bre com o caquis -rico s en vitamina A y en antioxidan­ tes-, higueras, nísperos, avellanos e incluso castaños dulces. N o lejos halla­ remos, posiblem ente, alguna planta introducida históricamente que se ha extendido en muchos lugares, y que fue traída p o r los árabes para curtir pieles: el zumaque.

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La ganadería d e la sierra es d e tipo extensivo, con ovejas y cabras que pas­ tan p o r el monte m editerráneo y que producen el Ternasco de A r a g ó n . aunque, com o en la mayor parte d el mundo rural de la región, dicha activi­ dad está en declive, pues ya no quedan pastores jóven es que sepan desa­ rrollarla bien, y que quieran soportar las inclem encias d e un duro oficio al aire libre, en plen o campo, aunque llueva, haga frío, o mucho sol y calor. A la par, todavía hay apicultores con colm enas que obtienen d e la sierra y sus plantas, del trabajo de las abejas, el manjar más dulce, la m iel. Se man­ tienen abiertos algunos hornos d e pan y repostería. Se llenan bares, aloja­ m ientos y restaurantes. Hay albañiles, carpinteros, p equ eñ os com ercios, gen te que trabaja fuera en empresas, oficinas o industrias a kilómetros de distancia, yen d o y viniendo cada d í a . Pero ya no hay carboneros, ni leña­ dores, nadie re c o g e las aliagas o el hielo de las neveras de la montaña.

ni

apenas quedan en los pueblos artesanos com o antaño los hubo en las forjas y herrerías, en los hornos d e yeso y cal, o en los viejos alfares hundidos de T o b ed y Alpartir. Ahora los nuevos m odos de vid a se acercan a la sierra d e una manera más respetuosa con el m ed io ambiente. El monte da vid a y em p leo a través de los trabajos d e vigilancia y preven ción d e incendios, con una guardería fo ­ restal escasa p o r parte d e la administración, y con cada vez más gente de

La ta rja , c a ñ a s p a rtid a s p a ra lle v a r la s c u e n ta s de lo s a n tig u o s c o m e rc io s .

Fo to :

e

. V iñ u a le s .

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M o d e rn a s b o d e g a s S an N ic o lá s de T o le n tin o , A lm o n a c id de la S ie rra .

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Foto:

e.

V iñ u a le s.

Libro de cuentas de 1882 en la herrería de Tobed.

Fo to :

e.

V iñ u a le s .

la ciudad dispuesta a descubrir paso a paso los encantos naturales de los parajes que esconde el corazón salvaje d e la Sierra de Algairén. Caminando quieren visitar monumentos y museos. Se alojan y com en. B eben vin o y com pran productos locales: pan, dulces, aceite d e oliva, queso, etc. Y así lleg a el turismo rural o verde, que según sus preferencias p u ed e ser tildado d e ‘ ‘ en ológ ico” , “ m icológico ” , “ ornitológico ” , “ ciclista” . aunque el nombre da igual. Muchos están vien d o en ello una alternativa, pero tam poco es en sí sola la gran y única solución a la despoblación rural. El futuro, la econ o­ mía, d e b e ser diversificado y con b en eficios a m ed io plazo. Recientem ente estamos observando nuevas iniciativas en el camino de la sostenibilidad. En Alm onacid de la Sierra la cooperativa San N icolás d e Tolentino se prepara, junto a B odegas San Valero, para transformar sus 330 hectáreas d e viñ ed o en cultivo ecológico , buscando d e esta form a mayor rentabilidad, nuevos m ercados en el exterior y la no utilización de produc­ tos quím icos que contribuyan a la recuperación d e la calidad d e los acuíferos. Un m odo de trabajo que ya han experim en tado antes otras b od ega s com o Solar de U rbezo de Cariñena com ercializando un vino blanco de cer­ tificación m edioam biental. Y, p o r pon er otro ejem plo d e futuro, ilusión y emprendimiento, en este caso femenino, nos encontramos con la em presa local Foresta A lg a irén que apuesta p o r producir y ve n d e r trufa d e verano y negra, a la par que quiere potenciar un tipo d e turismo basado en los hon­ gos y la riqueza de plantas aromáticas o m edicinales que alberga esta sierra d e Aragón.

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Bodegas, neveras y peirones El patrim onio monumental y cultural de la sierra y sus pueblos va más allá de las iglesias y los nobles edificios civiles. Tam bién lo podem os descubrir en otras m anifestaciones populares com o son los peirones, los pozos o ne­ veras, y las b o d eg a s enterradas de los pueblos, muchas v e ce s coronadas exteriorm ente p o r las típicas “ lum breras” o “ lumbrarias” , que a m odo de chim enea sirven para la respiración vertical que evite hum edades - y no para la salida de humos-, las cuales sobresalen en las laderas con formas y m ateriales diversos. A lgu ien las ha com parado incluso con “ esculturas al aire lib re” que en las proxim idades de los pueblos aportan una indiscutible b elleza al paisaje.

Famosa cuba de “ La Teja” de las Bodegas Moneva.

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Foto:

e.

V iñ u a le s.

Las b o d eg a s de vino tradicionales, tipo cueva, las hay d e toda clase. Gran­ des y pequeñas, a decenas e incluso a cientos, antiguas, reform adas o m o­ dernas. N o pocas han quedado abandonadas. Sus puertas d e m adera en la b o ca d e entrada abren paso al interior de un montículo d e fácil excavación en cuya oscuridad se penetra a través de los caños en las estancias, donde se ubica el trujal junto a los nichos que almacenan los caldos en cubas de roble. En A lm onacid podem os ve r un barrio repleto de b o d eg a s rupestres, algunas tan antiguas com o la de Enrique López -q u e fue hecha p o r los m o­ riscos y que dicen que perten eció al conde de Aranda-, o la d e La Teja, p e r­ teneciente a la fam ilia M oneva y que es la que suministra el vino de misa a la Basílica del Pilar y la Seo de Zaragoza. Por otro lado, los peirones son una esp ecie de hitos que van a ir acom pa­ ñando al excursionista en muchos caminos d e tránsito, siem pre con im áge­ nes religiosas y muchos de ellos de varios siglos de antigüedad. Entre ellos pod em os destacar, p o r la historia fechada en 1634, el llam ado Peirón d e la Forma Perdida d e Cosuenda. Las neveras o pozos d e hielo constituyen otro vestigio d el pasado, en este caso ya en desuso, pues en ellas se acumulaba la nieve que era compactada para favorecer el com ercio del hielo, muy útil antiguamente para conservar alimentos. Hay neveras en el Convento de Alpartir, a la salida d e la ruta b o ­ tánica d e A lm onacid d e la Sierra o varias de ellas, p o r supuesto, en los altos d e la sierra azotados p o r el viento y las bajas temperaturas, com o es el co ­ llado d e la Falaguera. Por cierto, d e aquí vien e el nom bre del pico d e La N e ­ vera, hoy ocupado p o r una caseta de vigilancia de incendios fo r e s t a le s . y es que los m odos de vid a y los tiem pos cambian: ya no nieva tanto en in­ viern o y sin em bargo en verano el fu ego en los bosques m editerráneos se está convirtiendo en un p e lig ro creciente.

A n tig u a n e v e ra de la F a la g u e ra en C o s u e n d a .

Fo to :

e.

V iñ u a le s.

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Gastronomía. Cocina tradicional serrana Miguel Ángel Mosteo Achutegui Experto en gastronomía

Para el amante d e la buena mesa, pensar en la Sierra d e A lga irén es pensar en el principal recurso gastronóm ico d e estos montes: el rebollón. Varios serán los recursos alim enticios que ofrecen sus bosques: diferentes tipos de setas, espárragos trigueros, arañones y, p o r supuesto, la caza. La mayoría de los habitantes d e los pueblos que rodean la sierra esperan con ansiedad la lleg a d a d el otoño para p o d e r salir a re c o g e r los rebollones y otros tipos d e hongos, unos manjares silvestres que irán directos a las cocinas para d e ­ gustarlos con la sencillez que requiere esta seta o com o acompañamiento d e los platos de caza. D e las cocinas tradicionales d e estos pueblos salen platos con en­ jundia. Platos contundentes, con aporte en ergético suficiente para acom eter las labores agrícolas d e estas

latitudes.

El

rancho,

las

migas, el ternasco asado, el baca­ lao “ enm asetao” , las patatas con diferen tes apaños o sim plem ente asadas y aliñadas con el excelente aceite que p o r la sierra se cultiva, son algunos de los otros referentes d e la gastronomía de la zona.

Puchero sobre las brasas.

S. C a b e llo , a r c h iv o T in ta u ra .

¡f i r a

Níscalos o rebollones.

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S. C a b e llo , a r c h iv o T in ta u ra .

PUEBLOS, GENTES Y MODOS DE VIDA

Cultivos de los huertos.

S. C a b e llo , a r c h iv o T in ta u ra .

Pero si hablamos d e gastronomía no podem os dejar pasar el cultivo de la v id y p o r tanto los excelen tes vinos que dentro d e la D. O. P. Cariñena se producen en las laderas d e A lgairén. Son viñ edos d e altitudes considera­ bles que producen excelentes uvas para la vinificación, y que son referente en la zona. Existen varias b o d eg a s en la sierra, todas ellas reconocidas por sus excelentes vinos. Y hablando d e bodegas, no podem os olvidar tam poco las construcciones d e b o d eg a s d e caño -excavadas bajo tierra-, que son visita ob ligada en varios de los pueblos d e la zona y que a su v e z hacen de m agnifico com ed or para carnes a la brasa junto a la degustación de caldos. La fruta, en especial la cereza, tam bién es otro referente de estos pueblos que delim itan la sierra. G eneralm ente son cerezos d e secano, lo que su­ m ado a la altitud de los terrenos hace que los frutos sean de un sabor difícil de olvidar. Y, ya p o r último, m encionarem os los pequ eños “ hortales” -huertos fam ilia­ re s - que salpican los fondos de los valles que surcan la sierra. Se trata de pequeñas despensas de autoconsumo en las que las hortalizas, tanto d e v e ­ rano -tom ates, pim ientos, berenjenas o c e b o lla s - com o las d e invierno -cardos, alcachofas, ajos, apios, puerros y todo tipo d e c o le s - llevan a las cocinas d e los pobladores unos productos d e altísima calidad que siem pre serán la delicia d e los buenos comensales.

Diferentes vinos de la Cooperativa de Almonacid de la Sierra.

Fo to :

e.

V iñ u a le s .

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Cultivos agrícolas en el piedemonte de Algairén Carlos Gil García Ingeniero Técnico Agrícola

A grícolam ente hablando, el p iedem on te d e la Sierra d e A lga irén ha alber­ gad o a lo largo d e la historia una variada retahíla de cultivos cuya diversi­ dad guarda relación con la va ried ad d e suelos, pendientes, orientaciones y altitud que se da en los distintos puntos de la misma. La influencia humana ha sido clave tanto en la introducción como, últimamente, en la desaparición d e muchos de ellos. La escasez d e lluvia y la p o ca disponibilidad d e agua para riego, unidas a suelos en gen eral profundos o fisurados, han propiciado un claro dominio d e los cultivos leñosos. Aunque la viña, el olivo y el almendro son los más extendidos, destacan tam bién p o r su presen cia e l cerezo y el nogal, sin dejar de lado -aunque mucho m enos representados- los m em brillos, man­ zanos, m elocotoneros, perales, domasquinos o albergeros, ciruelos, higue-

Sim etría som breada del olivar serrano.

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Fo to :

e.

V iñ u a le s .

ras, granados, avellanos, caquis y frambuesas, especialm ente en los huertos d e los barrancos más frescos. M ención especial m erecen p o r la im portancia que tuvieron en el pasado tanto los jinjoles com o los azarollos, o incluso los castaños, cuyos restos pue­ den contem plarse aún en el va lle d e Tiernas. Entre los cultivos herbáceos destacan p o r superficie los cereales: trigos, cebadas, centenos y sorgo, adem ás d e las legum inosas forrajeras com o m ielgas y pipirigallos, o las de grano com o guisantes, bisaltos, habas, gar­ b a n z o s . y, p o r supuesto, judías, antaño importante cultivo rastrojero d e v e ­ rano. Tanto para consumo humano com o para el ganado podem os nom brar tam­ bién un sinfín más de cultivos, com o la rem olacha forrajera, las coles y b e r­ zas, patatas, tomates d e colgar, pimientos, acelgas, espinacas, borrajas, le ­ chugas, espárragos, achicorias, esquerolas, cardos, calabazas, cebollas, ajos, pipas y, sobre todo, nabos, fresas y m elones - d e pan y d e invierno-, todos casi desaparecidos. A l pasado corresponden ya otros muchos cultivos com o los textiles d e lino y cáñamo, así com o altramuces, almortas, algarro­ bas, azafrán o albolvas...

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La PAC en la agricultura local Teresa Hernando Seral Coordinadora de la Oficina Comarcal Agroambiental de Valdejalón, La Alm unia de Doña Godina

La Sierra d e A lga irén se sitúa en un entorno rural donde p reva lece com o fuente principal de ingresos y desarrollo la producción prim aria agrícola. En esta zona los cultivos predom inantes son: la viña, el olivar, el almendro, el cerezo y el cereal de secano. Y en los últimos años se está realizado un gran esfuerzo de transformación productiva a rega d ío m ediante la instala­ ción d e r ie g o p o r g o teo en aquellas parcelas en las que ha sido técnica­ m ente posible, buscando asegurar unas producciones más equilibradas y obtener una m ayor rentabilidad. A consecuencia de la inestabilidad de los precios de los productos obteni­ dos en las explotaciones, así com o p o r el aumento d e los gastos que tiene que soportar el agricultor, la relación d e la agricultura y las ayudas d e la PAC (Política A graria Común) está cada día más vinculada si se desea tener una explotación rentable con la que p o d e r subsistir en el m edio rural. La PAC hoy en día es clave para el mantenimiento y fijación de la población de los pueblos, pues supone un apoyo muy importante para frenar el éxodo de la población de un m edio rural que busca zonas más productivas o se va a las grandes ciudades.

Ajedrezado de cultivos en el somontano.

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PUEBLOS, GENTES Y MODOS DE VIDA

Foto: j . V e ró n .

Recogida de olivas con malla y horca.

Foto:

e.

V iñ u a le s .

La PAC en el horizonte de los años 2014-2020 avanza hacia la necesidad de una distribución más equitativa d e los pagos directos entre las diferentes region es de la Unión Europea con el Pago Básico, una mayor sensibilidad ambiental a través d e las “ ayudas ve rd es” y un mayor interés en apoyar el relevo generacional en un sistema productivo envejecido. A sí mismo, el apoyo p o r parte de la Adm inistración a los cultivos de alm en­ dro y olivo ha propiciado que se mantengan estos en la Sierra d e Algairén, produciéndose un increm ento de la calidad de los productos obtenidos, así com o el mantenimiento d e la actividad de las industrias transformadoras. Todas estas m edidas tienen una influencia directa en la toma d e decisiones d e nuestros agricultores sobre su explotación, por lo que las sucesivas re­ formas d e la PAC son las que han favorecido o perjudicado unos cultivos u otros a lo largo d e todo este periodo. En la Sierra de A lga irén las prim as p o r arranque y reconversión de viñ edo han favorecido la reestructuración d el sistema productivo y la incorporación d e técnicas innovadoras, lo que en la actualidad ha supuesto que sea un cul­ tivo com petitivo y que se obtengan productos d e una calidad reconocida a nivel mundial.

PUEBLOS, GENTES Y MODOS DE VIDA

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Ganadería extensiva en la sierra Ángel Daniel García Gil Veterinario. Oficina Comarcal Agroambiental de La Alm unia de Doña Godina del Gobierno de Aragón

La ganadería extensiva o pastoreo es una de las actividades agrarias ligadas tradicionalm ente a zonas de montaña. Contribuye a la diversificación ec o ­ nóm ica d el m edio rural, aprovechando para el mantenimiento y en gord e del ganado unos pastos que de otra manera se perderían. Tiene, por lo tanto, una gran importancia en la conservación m edioam biental, p o r cuanto la ac­ tividad ganadera favorece la lim pieza de los pastizales, evitando el embastecim iento d e la hierba con matorrales que pu eden incrementar el riesgo de incendio forestal. Otros aspectos positivos de la ganadería extensiva son el abonado natural p o r el estiércol producido -fa vo recien d o la disem ina­ ción d e sem illas con sus h eces-, sin olvidarn os que una v e z muertas las reses sirven d e alimento para las aves carroñeras, manteniendo así un equi­ librio ecológico. La Sierra d e A lga irén ha sufrido el descenso paulatino del censo ovino-caprino durante los últimos años, al igual que en otros muchos lugares. Vamos a intentar desglosar esta evolución d esd e el año 2005 hasta nuestros días en esta tabla

Entre floridas aliagas pastan las ovejas.

88

PUEBLOS, GENTES Y MODOS DE VIDA

F oto:

e.

V iñ u a le s.

Municipio

Extensión Km2 Rebaños 2005

Censos 2005

Rebaños 2015

Censos 2015

Aguarón

36,62

3

21

1

243

Almonacid

54,10

1

355

1

443

La Almunia

56,65

13

5.134

7

2.159

Alpartir

27,07

3

760

1

445

Codos

62,10

8

3.780

7

1.598

Cosuenda

31,05

2

0

0

0

Encinacorba

36,74

6

762

1

243

Mainar

33,00

5

2.577

2

810

Morata

45,87

8

2.121

6

1.457

Ricla

90,67

18

5.726

9

2.179

S. Cruz Grío

16,65

4

1.011

2

470

Tobed

37,93

3

128

1

22

TOTAL

528,45

74

22.375

38

10.069

Se aprecia y conviene reseñar cóm o en solam ente 10 años, se ha reducido e l número de rebaños ovinos-caprinos, así com o su censo, en más de un 50%. Y hay que destacar que en algún municipio -co m o Cosu enda- incluso ha desaparecido este tipo d e ganado, mientras que en otros ha pasado a ser prácticam ente testimonial. Algunos factores que han contribuido a la disminución d e esta ganadería, han sido: •

La despoblación d el mundo rural con la em igración d e la gente joven a ciudades con m ejores servicios y condiciones d e vida.



La esclavitud laboral que supone todos los días d el año el oficio con bajo rendim iento económ ico, siendo una actividad ligad a a la agricul­ tura fam iliar com partida (padre-hijo, herm anos). Y la poca disponibili­ dad d e mano d e obra asalariada.



La Política A graria Común (PAC ) que ha provocado desincentivar la ac­ tividad, con unas ayudas no ligadas a la producción, sino al manteni­ miento de la tierra de cultivo o pastos, m ediante un p a g o único y ahora básico.

Desgraciadam ente, d e no variar esta tendencia, tal v e z en p ocos años sola­ m ente nos qu ede el recuerdo bu cólico de tiem pos pasados, en el que las cabras y ovejas pastoreaban aún por la Sierra d e Algairén.

PUEBLOS, GENTES Y MODOS DE VIDA

89

Los aprovechamientos forestales Rosa Andrés Santamaría Ingeniero Técnico Forestal del Gobierno de Aragón

Una gran parte d e los montes situados en la Sierra de A lga irén están decla ­ rados de Utilidad Pública, y son gestionados p o r la Adm inistración Forestal. D esde el punto de vista de su aprovechamiento principal, las especies prin­ cipales son las masas d e quercíneas y de coníferas, con una gran parte de pinares procedentes de repoblacion es realizadas d esd e la década d e los años cuarenta hasta los ochenta d el siglo pasado. Los principales aprove­ chamientos que se han venido realizando son la madera, las leñas, la caza, los cultivos, las colmenas, las setas y los pastos. En los pinares de la sierra se realizan claras para reducir la densidad, la re­ distribución d el espacio a nivel suelo y vuelo, para elim inar carga y conti­ nuidad d el combustible, reducir el ries go d e incendio, y para m ejorar las condiciones hidrológicas y sanitarias d e los pies restantes. Estas actuacio­ nes silvícolas favorecen la evolución del suelo y el ir hacia una reconversión hacia masas mixtas de coníferas y frondosas que m ejorará entre otros as­ pectos lo paisajístico.

Aprovecham iento forestal en Codos.

90

Foto:

PUEBLOS, GENTES Y MODOS DE VIDA

r.

Del Val.

Bosques de pinos, recurso maderero.

Fo to :

e.

V iñ u a le s

Para la obtención de leñas, antiguamente en algunas zonas se realizaban cortas de encina “ a matarrasa” , en las que tam bién se rozaba el matorral raquítico y se extirpaban por arranque las matas de romero, tomillo, aliagas, etc. Tam bién se hacían - y así es com o se hacen en la actualidad mediante “ lim pias” - señalando el sitio en el que se ejecutan, cortando solo los brotes raquíticos y ramas chuponas, p ero nunca los brotes principales. Algunos “ rematantes” transformaban los productos en carbón dentro d el monte, y pru eba de ello son los restos d e las antiguas carboneras existentes en mu­ chos lugares de la sierra. Los aprovechamientos, o b ien se enajenan m ediante subasta p o r parte de las entidades propietarias, o se adjudican a los vecinos en los montes c o ­ munales. Estos últimos perten ecen al común d e los vecinos, p o r lo que los beneficiarios de los aprovechamientos son todos los vecinos de la localidad que sean mayores de edad, sin distinción de sexo, estado civil, naturaleza o nacionalidad. Si estos se adjudican m ediante lotes o suerte, se reparten en­ tonces en proporción directa al número d e familiares a su cargo e inversa­ m ente a su situación económ ica. En su ejecución, los aprovechamientos se com patibilizan con el uso público d el monte, la conservación y la m ejora d e las masas forestales, respetando - e n todo ca so - el principio de persistencia o sostenibilidad.

PUEBLOS, GENTES Y MODOS DE VIDA

91

VIAJEROS Y REFERENCIAS HISTÓRICAS

En el año 1611 el viajero Juan Bautista Labaña transita y describ e en su cua­ derno de campo, para la elaboración d e su cé leb re mapa cartográfico de Aragón, los que serían los distintos pueblos y montes de esta sierra ibérica. De Cosuenda dice haber un barranco lleno d e violetas, muchas encinas y un camino malísimo que conecta con T o b ed (Toved ), d e donde él vie n e ca­ minando, y al que cita com o un lugar d el Santo Sepulcro d e Jerusalén d e Calatayud situado en una estrecha v e g a y donde se produce aceite. M en­ ción esp ecia l aparte, en otro C artapacio d e este “ Itinerario d e A ra g ó n ” , realiza de Nuestra Señora d e Tobed, escultura tallada en mármol blanco con el Niño en brazos, y a la que se le atribuyen distintos m ilagros com o fuera el hecho de que la sagrada im agen estuvo sudando durante 30 horas segui­ das, maravilla que interesaría al mismo rey Don Martín I de Aragón.

Del mapa de Juan Bautista Labaña, año 1611. Sierra de Algairén.

Cuando Labaña lleg a a dorm ir a A lm onacid de la Sierra en la noche d el 22 de marzo, anota en su diario de viajes: “ Alm onazir es lugar grande situado al p ie de la sierra, y que p e rte n ec e al con de d e Aranda, quien tiene una muy buena casa situada en lo alto d e un otero, al p ie d el cual yace el lugar. Fue población d e m oriscos y fueron los últimos que salieron d e este reino de Aragón. Había 300 vecinos, y ahora no hay más que cincuenta” .

92

PUEBLOS, GENTES Y MODOS DE VIDA

Otra referencia importante y que m en­ ciona caracteres naturalistas, al citar montes y esp ecies de vegetación y de fauna, es la que encontramos en lo es­ crito p o r el ilustrado aragonés Ignacio Jordán d e Asso en el año 1798, donde aborda la geogra fía natural y la econ o­ mía d el Reino d e Aragón, y donde no faltan las referencias a las tierras áspe­ ras del Moncayo y sus sierras adyacen­ tes situadas entre las fértiles riberas d el Xalón, d el Xiloca y las d el Huerva. D ice que en el partido de Calatayud la naturaleza d el terreno es varia, que hay sierras, montes y colinas, que en la sierra de T o b ed -d e riva d a d el monte V ic o r- hay “ quarzo, calidad d e piedra que se v e alternando con la arenisca y la pizarra M icaela en los montes inm e­ diatos a dichos pu eb los” . D e la parte

Ignacio Jordán de Asso, ilustrado y natura­ lista aragones. Fo to : E. V iñ u a le s.

d el partido de Daroca y d el Cam po de Cariñena en concreto, dice que “ consiste en grandes llanuras d e m arga y caliza cascajosa, dominadas por la banda del norte de un cordillera d e ri­ vada d e la sierra de T o b ed -e s decir, A lgairén -, que sigue la dirección hacia levante hasta juntarse con el monte de Herrera. Los cerros que la com ponen son parte d e peña caliza y parte d e pizarra azulada, o d e cuarzo, que form a el núcleo o corazón de dicho monte, el cual en m edio de su aspereza está bien vestido de gayuba, Mespilus (n ísp ero),Amelanchier (gu illom o), d e al­ gunos Cistos (jaras), Acer campestre (arce m enor) y varios arbustos, entre los cuales nacen el Geum montanum, Bunium bulbocastanum, Arenaria mon­ tana, Draba alpina, Jasione montana, Centaurea pectinata, Erigeron de hojas radicales espatuladas, con otras muchas que pu eden verse en mi Flora” . Dos siglos después, en los volúm enes d el Diccionario Geográfico, Estadístico e Histórico de España y sus posesiones de Ultramar que d irig e el navarro Pas­ cual Madoz, editado a m ediados del siglo XIX, podem os le e r interesantes datos e inform aciones sobre la Sierra de A lga irén a través d e sus términos. De Alm onacid de la Sierra se dice que está “ bien batida por el viento y goza d e cie lo a le g r e ” , que cuenta con 300 casas y dos posadas públicas, que fuera del mismo p oblado hay diferentes manantiales de aguas delgadas de las que se sirven los vecinos para su surtido, y así mismo se destaca la exis­ tencia de un pequ eñ o carrascal y una dehesa de finas yerbas d e pasto. Por otro lado, a la vecina localidad d e Alpartir, M adoz la sitúa “ en la falda de una montaña que la rodea p o r casi todos los lados” , con un arroyo cuyas avenidas suelen causar estragos d e consideración, y con vientos que a

PUEBLOS, GENTES Y MODOS DE VIDA

93

v e c e s soplan con violencia. Tam bién hace referen cia a la presen cia d e un m olino hari­ nero y otro d e aceite, a un con­ vento d e frailes franciscanos m enores que está sito en “ un paraje d e licioso” , no muy lejos d e l m onte que llaman “ So­ m ero” , p oblado d e carrascas y d e un espeso chaparral que surte d e leñas y d e “ yerbas de las que un botánico sacaría grandes ventajas com o esa que un sabio francés llam ó Mijum solis” . Las descrip cion es d e M adoz tam bién Padre Longinos Navás.

Fo to : M u se o de C ie n c ia s N a tu ra le s de la

U n iv e rs id a d de Z a ra g o z a.

se

pasearían

por

Aguarón -co n montes que “ dan surtido d e abundante m ad e­ ra para rico carbón, adem ás d e mucha b e llo ta ” -, p o r C o ­ suenda - “ d e clim a frío y p ro ­ pen so a calenturas” -, p o r Encin acorba - “ que mantiene buenos viñ edos y es muy favo­ rable al cultivo d el o livo” -, por Santa Cruz d e T o b ed y por Tobed, localizando este último lugar “ entre las sierras d e Vicor y de Cariñena, en zona pob la ­ da de carrascas, nogueras, hi­

Alondra ricotí disecada, de la colección L. Navás. Foto: E. V iñ u a le s.

gueras y otros árboles frutales en sus barrancos” . Adem ás, en sus tom os b ib lio g rá fic o s se

añade una referencia a la hoy despoblada Aldeh uela de Santa Cruz, citán­ dola com o Aldehuela de Toved, “ con un carrascal de 40 yugadas” y p o r en­ tonces todavía habitada con 12 vecinos. Una m ención especial, claro está, m erecen en el referid o Diccionario, Ca­ riñena y La Almunia de Doña Godina cabeza d e partido judicial próxim a a los montes de A lga irén que p o see en su llano “ uno de los terrenos más fér­ tiles d e la provincia” aunque tam bién “ muy pocas montañas” que com o la d e V ico r “ van desprendiéndose d el Moncayo y van derram ándose en d ife ­ rentes direcciones hasta que se pierd en en las llanuras d e Zaragoza” .

94

PUEBLOS, GENTES Y MODOS DE VIDA

Pero no todo fueron nobles diplomáticos, ni viajeros sabios y e r u d ito s , sino que en el siglo XIX lle g ó un tiem po también de nacientes turistas burgueses que transitan p o r el cercano y antiguo Camino Real que unía M adrid y Za­ ragoza, si bien éstos prácticam ente no entran - o apenas hay recuerdos es­ critos al m en os- d e su aventura transitoria más allá d e los pueblos d e La A l­ munia, Calatayud, Daroca y Cariñena -q u e sirven d e parada y posada, de principio y fin de etapa-, o bien más allá d e los secanos de La Muela y de las verd es arboledas o huertas fértiles del río Jalón que habitualmente atra­ vesaban a lom os d e una mula, con diligencias o carruajes. Y es que el ca­ mino antaño ya usado por los reyes de España se separa en dos ramales a la altura de Maranchón, precisam ente para salvar las alturas de estas sierras y montañas d el Sistema Ibérico, al igual que hoy las sortean las m odernas y asfaltadas carreteras nacionales. En plen o siglo XIX hubo viajeros que en este trayecto entre Daroca y Zara­ goza, hablan de un paisaje desértico y pobre. En su Viaje por España, el ma­ gistrado francés Eugéne Poitou escrib e en 1866: “ La ruta de Zaragoza a Ma­ drid no tiene interés. Pero la región no carece d e carácter. Los paisajes de España, generalm ente austeros, a menudo tristes, tienen grandeza, pues se da que casi siem pre hay un horizonte de montañas. Aquí el relieve es mon­ tañoso p o r casi todas las partes, con una sucesión d e valles profundos y ca­ denas montañosas más o menos abruptas. El suelo de A ra gón es rico. En la ladera, la viña y el olivar prosperan. Las laderas están abarrancadas y sur­ cadas por la lluvia; ora sus crestas agu­ das se recortan en diente de sierra, ora sus rocas, doradas p o r el sol o tintadas d e ocre rojizo se redondean com o to­ rres, o sem ejan fortificaciones y muros en ruina” . Por estos m ontes y lugares tam bién pasarían p o co más tarde estudiosos y naturalistas com o el padre Longinos Navás -q u ie n re c o g e en su colección una rara alondra de Dupont o ricotí de la zona d e Cariñena-, los botánicos y herm anos V icio so d e Calatayud, o el g e ó lo g o Pedro Ferrando Mas, quien en sus excursiones anduvo estudiando los m inerales y rocas eruptivas d e la Sie­ rra d e Algairén, impartiendo conferen­ cias y pu blicando diversos trabajos científicos sobre el asunto en el Boletín d e la Real Sociedad Española de His­ toria Natural a principio del siglo XX.

PUEBLOS, GENTES Y MODOS DE VIDA

95

PEQUEÑO ÁLBUM DE FOTOS ANTIGUAS

Anciana en las eras de Cosuenda.

A rc h iv o

p.

Bayona.

La pianista Pilar Bayona, con José María Lorente y Carmen, Cosuenda, 1 942. A rc h iv o p . B a y o n a .

Familia Lorente en el patio de la casa de los López de Ansó de Cosuenda. A rc h iv o P. B a y o n a .

La pianista Pilar Bayona en una era de trilla de su lugar natal, Cosuenda, año 1921. A rc h iv o p . B a y o n a .

La plaza de Almonacid con los árboles plantados pocos años antes por los niños en el Día del Árbol.

La fiesta del árbol en Ricla.

96

PUEBLOS, GENTES Y MODOS DE VIDA

Foto: Fra n c is c o R om eo.

La pianista Pilar Bayona, con Casa de campo al pie de la sierra, en terreno Carmen y su prima Ja viera de la llano. A rc h iv o p . B a yo n a Torre, Cosuenda, 1921.

Carrasca del Santo de Aguarón.

A rc h iv o P. Ba yo n a

t frtn m m 4» h r r f n m - Dtttrwt é A lu r u r

Ortwpr ém Mitin tn io tt tM ipM auu

Mina Éxito de Alpartir. Postal antigua.

Galería de ventilación. Mina Éxito de Alpartir.

1991. En defensa de los cam inos públicos de Mosomero.

Concentración en el Alto de la Nevera, en oposición al Parque eólico en las cumbres de Mosomero. C o r te s ía de A d á n M artín e z .

PUEBLOS, GENTES Y MODOS DE VIDA

97

Imágenes de ayer y de hoy. El paso del tiempo Daniel Hernández Gómez Senderista de la Sierra de Algairén, Cosuenda

En la última centuria nuestra sociedad ha sufrido grandes cam bios y la vida en nuestra sierra no ha quedado exenta d e ello. Un ejem p lo lo p o d em os tener analizando estas dos im ágenes aéreas del Monte Blanco - o pinar d e C osu enda- correspondientes a los años 1946 y 2016. Com parándolas se p u ed en apreciar en el paisaje las secuelas d e ese cam bio social, ya que lo que antes fueron “ hortales” -c o n usos tradicionales y con una cultura de adaptación al terreno o de aprovechamiento sostenible del agua-, han ido quedado cada vez relegados entre la m aleza y los pinares d e repoblación, que ahora es lo que ocupa su mismo lugar. M icrotopónim os

com o

“ Peña Tajada” en Aguarón, “ l ’E splegar” en Almonacid, “ Val de l ’A g ü é ” en Alpartir, “ Val d e Zancáu” en Codos, “ el Plamajú” en Cosuenda, “ la Purpurilla” en Encina­ corba, “ el Pajaranco” en Santa Cruz o “ M arilad ar” en T ob ed , ya casi han p a ­ sado al recuerdo. Otrora esos lugares, hoy Monte Blanco, año 1946.

perdidos, fueron hasta no hace mucho sinónimo d e aquella dura vid a rural que, sin em bargo, tenía cla­ ves para el sustento d e mu­ chas casas. Claves, tam­ bién, que han p erm itido que los d escen d ien tes d e aquellas gentes del pasado estem os

actualmente v i­

vien d o aquí en el siglo XXI y podam os disfrutar, si querem os apreciarlo, d el leg a d o que ellos nos dejaMonte Blanco, año 2016.

98

PUEBLOS, GENTES Y MODOS DE VIDA

ron.

Documentos históricos José Manuel Mosteo Laborda Agricultor e investigador de la historia local

Mucho es lo que el estudio de los archivos históricos p u ed e aportar para un m ayor conocim iento d e la sierra y sus gentes a lo largo d el tiempo. Un ejem plo de ello b ien p u ed e ser el hallazgo d e un documento notarial -fe ch a d o a 15 d e septiem bre de 1574- en el que los árbitros nom brados p o r los concejos d e La A ldehuela y T o b ed acuerdan y reafirman los d ere­ chos ganaderos ya existentes anteriormente, para evitar futuros problem as entre ambas partes. En dicha sentencia arbitral, entre otras cosas, se delim itan las zonas en las que pu eden entrar y salir librem ente los ganados, fijando la form a y las ép o ­ cas del año más convenientes. Entre esas condiciones podem os resaltar al­ guna allí citada com o la d e no p o d e r en ningún caso “ echar hoja o sacudir b ellotas” para los puercos, cortar carrascas sin perm iso o la prohibición de p a cer en montes talados hasta pasados seis años d esd e el corte.

Documento histórico de 1 574.

Fo to : j .

m

. M o ste o .

PUEBLOS, GENTES Y MODOS DE VIDA

99

Nocturna torm enta incendia los cielos.

Fo to : j . G u tié rre z .

Dentro d el m osaico d e situaciones climáticas de A ragón podríam os encua­ drar a la Sierra d e A lgairén, y com o C ordillera Ib érica que es, dentro del llamado “ tipo clim ático Subm editerráneo Continental C álid o” , situándose en la transición con uno más frío - y más de montaña interior o d e páramo, hacia el sur, hacia T eru el- y otro más cálido y seco -hacia la depresión es­ teparia del Ebro y los llanos de Cariñena-. Podem os afirmar que el clim a d e nuestra zona es m anifiestam ente conti­ nental, con grandes contrastes térm icos entre el invierno y el verano, con frío incluso en las depresiones o valles interiores bajo situaciones d e esta­ bilid ad atm osférica -aunque sin valores extrem os-, noches frío-templadas, y con una escasez gen eral de precipitaciones que ronda los 500 mm anua­ les. Los vientos suelen ser d e orientación norte-sur y sur-norte, un Cierzo que aquí se canaliza entre las alienaciones serranas.

CLIM ATOLOGÍA

103

Las nieblas de enero subiendo hasta los pinares de Cosuenda.

Foto:

e.

V iñ u a le s.

Los datos y registros climáticos que nos aportan las estaciones de muestreo que aparecen en el Atlas Clim ático d e A ragón y en la w eb d el Instituto Ara­ gonés de Estadística se refieren a las localidades de La Almunia d e Doña Godina, Alm onacid d e la Sierra, Cariñena y Mainar, situadas en la parte baja d e la sierra, fuera d e su corazón y p o r lo tanto ya algo d is ta n te s , a unos 600-800 metros m enos d e diferencia altitudinal con respecto a las cumbres y alturas d e la Sierra d e A lgairén , don d e lógicam en te las temperaturas serán más bajas, las precipitaciones algo mayores, produciéndose en forma d e nieve durante algunos p ocos días del invierno, no muchos con respecto a otras zonas d e la Ibérica com o el Moncayo, Albarracín, Gúdar-Javalambre o incluso d el Jiloca.

Escarcha en la chopera. Fo to : J . G u tié rre z .

104

CLIMATOLOGÍA

Hielo en el fondo del valle, Frío invernal entre las zarzas. Inversión term ica. Foto: E. V iñ u a le s . Foto: E V iñ u a le s

Valores norm ales de precipitación mensual y anual: Por m eses y p e rio d o 1981-2010. Unidades, litros p o r metro cuadrado

Ene.

Feb.

Mar.

Abr.

May.

Jun.

Jul.

Ago.

Sep.

Oct.

Nov.

Dic.

Total

LAALMUNIA DE DOÑAGODINA

19,6

21,0

19,6

46,7

52,5

36,2

21,0

16,4

31,8

37,5

31,5

25,8

359,6

ALMONACID DELA SIERRA

26,7

28,7

26,1

57,6

57,5

43,9

20,2

16,7

33,3

44,8

36,7

30,2

422,4

CARIÑENA

24,8

26,6

24,6

55,1

57,6

39,5

17,9

18,6

30,6

44,6

3 , 3

27,6

402,8

MAINAR

27,6

28,6

26,3

52,2

66,2

47,8

24,7

23,8

39,1

46,1

38,5

33,8

454,7

El juego de nubes enm ascara los montes.

LO

Lugar

Foto: j . G u tié rre z .

CLIM ATOLOGÍA

105

Prim eras nevadas sobre las hojas yertas de las vides.

Fo to : Ru ta del V in o de C ariñ e n a.

Estos observatorios m eteorológicos se sitúan ya, más bien, en un clim a de tipo “ M editerrán eo Continental” y responden a zonas con precipitaciones exiguas de entre 400 y 450 mm anuales -c o n máximos en el inicio del otoño y especialm ente al final d e la prim avera deb id o a la influencia d e los frentes atlánticos que descargan más en la vertiente noreste-, y p o r lo tanto som e­ tidas a una elevada irregularidad interanual. Allí, en el piedem onte, los v e ­ ranos son cálidos y muy secos, con m edias en los m eses de julio y agosto superiores a los 23° C, con inviernos frescos, heladas frecuentes, precipita­ ciones a v e ce s en form a de granizo, y nieblas persistentes en el fondo de los valles y llanos que durante los días de anticiclón favorecen el efecto de la inversión térmica.

106

CLIMATOLOGÍA

D esde lu ego que la configuración topográfica d e la Sierra d e A lga irén in­ fluye en las lluvias, temperaturas, grado de humedad, días d e helada, ba­ lances h íd ricos... con respecto a las diferentes altitudes, la situación d e ba­ rrancos o fondos d e valle, la orientación o vertien te de las laderas, su exposición al viento y al s o l . creando pequ eñ os m icroclimas que lu ego se p u ed en “ interpretar” casi a la p e rfec ció n a través d e la observación de los distintos tipos de bosques y la vegetación natural que vam os a encontrar en paseos y recorridos.

CLIM ATOLOGÍA

107

Valores norm ales d e temperaturas, mensuales y anuales: Por m eses y p e rio d o 1961-1990. Unidades, grados centígrados (° C) Lugar

Ene.

Feb.

Mar.

Abr.

May.

Jun.

Jul.

Ago.

Sep.

Oct.

Nov.

Dic.

Total

CARIÑENA

6,11

7,67

9,43

12,23

16,31

20,46

24,19

23,57

20,59

15,30

9,81

6,73

14,37

Otros valores de temperaturas, mensuales y anual: Por meses, en años puntuales. Unidades, grados centígrados (° C)

Lugar

Año

Ene.

Feb.

Mar.

Abr.

May.

Jun.

Jul.

Ago.

Sep.

Oct.

Nov.

Dic.

Temperatura media

AGUARON

2012

5,2

2,9

9,3

9,9

16,7

21,1

21,6

24,6

18,8

13,9

8,5

6,6

13,3

TOBED

2004

5,0

5,1

7,7

8,9

13,6

21,8

22,9

23,4



5 , 2

10,0

8,0

3,5

12,7

CARIÑENA

2011

4,3

6,7

7,1

13,7

16,6

18,9

20,7

23,9

20,2

15,3

10,8

7,1

13,8

LAALMUNIA DE DOÑAGODINA

2012

6,3

4,9

11,0

12,2

19,4

23,6

23,6

26,3

20,2

15,7

10,2

9,3

15,2

ALMONACID DELA SIERRA

2007

7,3

8,9

9,2

12,7

15,8

19,8

22,8

21,6

18,6

14,9

9,8

7,9

14,1

Cúmulos sobre los viñedos.

108

CLIMATOLOGÍA

Foto:

r

. Del Val.

Grabando el otoño para la televisión Eva Berlanga Camacho Licenciada en Ciencias Físicas, presentadora del Tiempo en Aragón TV

Eva Berlanga presenta El tiempo desde la Sierra de Algairén (Aragon TV).

Fo to : A ra g ó n

tv

.

La Sierra de A lga irén siem pre m erece una visita p ero pasear entre sus bos­ ques o viñ edos en otoño es una delicia, y enseñar ese momento único a tra­ v é s de una cámara, m e animó a presentar el espacio d el tiem po d esd e allí un final d e octubre, cuando todavía quedaban p o r cosechar las viñas a m ayor altitud y podíam os informar tam bién sobre cóm o ib a el rem ate d e la vendim ia. El otoño es esa estación en la que em pezam os a p e rd er horas d e sol y las tem peraturas inician un descenso p rogresivo hacia e l frío invierno. Esto tiene su repercusión en la vegetación, ya que las hojas reducen su produc­ ción d e clorofila y saltan a la vista otros pigm entos que estaban enmasca­ rados p o r ella. D e este m odo aparecen tonalidades ocres y rojizas con todos sus matices. En Aragón, la riqueza d e climas que tenem os se corresponde con diferentes paisajes, de m odo que estos colores podem os observarlos en espectaculares hayedos en el Pirineo y el M oncayo o en espléndidas choperas junto a los ríos, p ero en la sierra d e A lga irén tenem os el típico bosqu e m editerráneo con una variada vegetación , y a las encinas, pinos, robles, arces y chopos, se unen los cam pos d e v id es cuyas pámpanas se tiñen de un rojo precioso.

CLIM ATOLOGÍA

109

Grabando El tiempo de las noticias de Aragón TV desde la Sierra de Algairén.

Fo to : A ra g ó n

tv

.

En esta zona encontramos viñ edos a muy distinta altitud, en Alfam én los hay a 400 m y en A gu arón las uvas crecen a unos 700, así que la vendim ia es progresiva, se em pieza con los cam pos más bajos, donde la maduración es más temprana, y se acaba en los más elevados. Tam bién las diferentes va­ ried ad es de uva requieren fechas distintas d e recolección, los técnicos de la Denominación d e O rigen de Cariñena con quien hablamos para preparar el program a, nos contaron que aquí se em pieza con el tem pranillo y acaba con la garnacha y m acabeo. En aquella ocasión la cosecha fue buena, y acompañaron altas temperaturas en la recta final (recuerdo que presenté en m anga corta y que las moscas nos dieron un p o co la lata cruzando plano en el momento m enos oportuno), 10 que facilitó la m aduración en las zonas más altas y las labores en el campo. Tam bién fue un m es seco, y eso, en este caso y en este momento, es b en eficioso porqu e evita enferm edades que p u ed en atacar a la cep a con el ex ceso de humedad, aunque ya sabem os que nunca llu eve a gusto d e todos, y esa falta de lluvia em pezaba a preocupar a agricultores que n ece­ sitaban tem pero para em pezar la siem bra del cereal d e invierno. E le g ir el lugar d e grab ación fue fácil a pesa r d e no dispon er de mucho tiem po para buscar el sitio ideal, ya que siem pre vam os un p o co apurados con la hora en estas ocasiones en las que salimos del estudio, pero los cam ­ p os de viñas son abundantes, y pudim os encontrar vid es a los p ies de la sierra que nos perm itieron cumplir nuestro objetivo y mostrar otra alterna­ tiva para disfrutar del vistoso otoño en Aragón.

11 0

CLIMATOLOGÍA

Sin em bargo esta sierra ib érica da mucho de sí y hay otro atractivo que la hace muy visitada. Son las setas, que pu ed en encontrarse en sus bosques cuando dos variab les m eteorológicas, lluvia y temperatura, se conjugan bien y hacen posib le una buena tem porada. Yo no soy una experta y sólo reconozco una especie, el rebollón, así que algún paseo m e he dado en el entorno d e Aguarón buscando algún ejem plar, p ero vaya, con p o co éxito, mi cesta norm almente vu elve casi vacía. Son muchos más los tipos d e hongos que pu ed en encontrarse p o r allí: setas d e cardo, boletus, negrillas, champiñones, senderuelas... y el que llaman “ el manjar d e los d io ses” , la Amanita caesarea, que precisam ente p rob é p o r prim era v e z en un bar d e Paniza que d e b e ría visitar en otoño todo amante de las setas bien preparadas. Así que d e aquel día en concreto por el cam po d e Cariñena recuerdo las setas que no c o g í y las delicias que d e ­ guste.

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Otoño en los viñedos de Algairén, imagen em itida Aragón TV.

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Fo to : A ra g ó n

tv

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.

CLIM ATOLOGÍA

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“ Cada paisaje me enseña algo nuevo y me induce en una nueva virtud. Y en verdad te digo que el paisaje educa mejor que el más hábil pedagogo. Los paisajes han creado la mitad de mi mejor alma”

~

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Ortega y Gasset

Escultor constante y preciso,^genial erosión divina. Los Abuelos de Tobed. F o to :

e.

V iñ u a le s .

GEOLOGÍA E HIDROLOGÍA

HISTORIA GEOLÓGICA. ROCAS Y OROGENIAS

La historia natural y g e o ló g ic a de estas sierras del Sistema Ib érico Zarago­ zano es realm ente muy antigua. Se remonta a 500 m illones d e años atrás. Y p o r eso muchos científicos, docentes de universidades y estudiosos natu­ ralistas tienen a esta zona de la cadena montañosa com o uno d e los m ejores lugares de A ragón para la investigación de las Ciencias de la Tierra y sus procesos asociados. Es preciso mirar y entender el conocim iento, algunas v e ce s com plejo, que es la ciencia g eo ló g ic a , pues en él reside el fundamento del paisaje natural que hoy en día todos disfrutamos y que es don de se asientan animales, plantas y, p o r supuesto, tam bién el ser humano con sus m odos de vida.

Pizarras en la Atalaya.

Fo to :

f.

T a lla d a .

GEOLOGÍA E HIDROLOGÍA

115

Luces y sombras bajo la arcada pétrea.

Fo to :

e.

V iñ u a le s.

Com o ya hem os visto, la sierra de A lga irén se ubica dentro de los macizos de basamento paleozoico d e la C ordillera Ibérica, estando form ada en su zona núcleo p o r una litología d e rocas metam órficas com o pizarras grises, esquistos y duras cuarcitas que p erten ecen geoló gicam en te a los period os Cám brico - e n la Sierra de Vicor, y d e hace 545 a 500 m illones d e años-, el O rdovícico - d e 500 a 438 m illones d e años- y el Silúrico - d e 438 a 395 mi­ llones d e años-, mostrando m ateriales oscuros que fueron depositados en am bientes marinos y que ahora se muestran fuertem ente rep legad os, frac­ turados y con numerosas fallas. Pero el roquedo de todo este territorio na­ tural que nos ocupa es en verdad muy diverso, pues tam bién se hallan ma­ teriales sedim entarios d el Triásico Inferior -areniscas y conglom erados de tonos rojizos-, d el Triásico M edio -calizas, dolom ías y brechas-, d el Triásico Superior -y esos rojos y grises con arcillas abrioladas- y, más recientes, del M esozoico -calizas d el Liásico, D o g g e r y Malm-. Los blancos suelos d e yesos los encontraremos, p o r ejem plo, en el entorno de la fuente d e Fontellas donde antaño hubo hornos d e “ a ljez” . Las calizas se aprecian bien en la Dehesa de Mularroya y en el Convento d e Alpartir. Las tierras rojas de arcillas, con cierta fertilidad, resultan abundantes en las llanuras d el Cam po de Cariñena, donde el co lor d el paisaje ju ega con las viñas y con el co lor ve rd e d e la vegetación. Por otro lado, los sedim entos rojos triásicos se p u ed en ob servar en la C hop era d e l Rey de Morata de Jalón. Pero son las cuarcitas y pizarras d e tonos m etálicos, com o ya se ha dicho, las que ocupan m ayoritariamente el corazón de la sierra, aflorando visiblem ente en las crestas cim eras y en los “ p ela d o s” altos, es decir, en los 116

GEOLOGÍA E HIDROLOGÍA

vigilantes picos d e La Nevera, Valdem adera o La Atalaya. Adem ás, junto a la población d e C odos podem os encontrar un curioso afloramiento de rocas m agmáticas d e co lor ve rd e grisáceo, que corresponde a una actividad de tipo volcánico. Casi todas estas piedras y rocas constituyen el extrem o norte de nuestra sierra, pues en el resto, al sur, encontraremos principalm ente los m ateriales paleozoicos o afloramientos d el O rdovícico -en tre 500 y 438 m illones de años-, con limolitas más o menos pizarrosas intercaladas d e cuarcitas, d o­ lomías y alguna caliza. El O rdovícico m edio y superior es, de hecho, un p e ­ riodo g e o ló g ic o importante para la Sierra d e A lgairén, pues casi siem pre se le nom bra y referencia en estos capítulos. Pero para entender el relieve d e la sierra y su form ación com o tal hay que escuchar las explicaciones de los expertos, según las cuales fue al final de la Era Primaria o Paleozoica, hace más d e 300 m illones de años, cuando los dos grandes continentes entonces existentes se acercan y cierran el océano M esoeuropeo, es decir, una cuenca marina llena d e grandes espesores de sedimentos. Fue entonces el m om ento en el que durante la llamada O ro g e­ nia Hercínica se yergu e una prim era cordillera ib érica que elevará y p le ­ gará todo el m aterial hasta entonces allí depositado, el cual a partir d el M e­ sozoico (250-300 m illones d e años) com ienza a ser expuesto a la erosión y a hundirse en una cuenca que va a ir recog ien d o otros m ateriales sedim en­ tarios.

R o ca s s ilíc e a s c o r b rillo s m e tá lic o s en A lm o n a c id de la S ie rra .

F oto:

e.

V iñ u a le s.

GEOLOGÍA E HIDROLOGÍA

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Helechos sobre rocas paleozoicas.

Foto:

e.

V iñ u a le s.

Los g e ó lo g o s tam bién aseguran que esta form ación ib érica prim igenia su­ friría un segundo em puje con una nueva orogenia llamada “ A lpin a” que de nuevo y con gran intensidad deform a y levanta durante 60 m illones d e años todos los m ateriales g e o ló g ic o s anteriores a la era Terciaria. Fue a partir del Cretácico Superior -h a ce unos 80 m illones de años-, cuando se produce el desplazam iento y el em puje horizontal entre Á frica y Europa, creando la estructura g e o ló g ic a actual que hoy apreciam os d el valle d el Ebro y d e la C ordillera Ibérica, montes estos últimos que d e b id o a su antigüedad y a una larga erosión muestran un relieve de m orfologías redondeadas. De todo este vientre g e o ló g ic o d e rocas antiguas, de grietas y de filones, se han extraído d esd e la ép oca romana diversos minerales, especialm ente cobre y plata en las minas de Alpartir y barita en Tobed, aunque también se localizan calcopiritas, esfaleritas, galenas, pititas, hematites, azuritas, cuarzos blancos o malaquitas, lo cual eviden cia la presencia d e m inerales h ipogénicos d e cobre. Estos cerros y montañas son, com o decía un antiguo p erió d ic o d el año 1909, “ montes preñados d e riquezas” . Pero las singularidades geo ló g ic a s de nuestra sierra protagonista también abarcan otros espacios naturales com o la falla de cabalgam iento por la cual la Sierra de V ico r -p erten ecien te a la unidad d e Badules- se superpone a la d e A lga irén - d e la unidad H e r r e r a - , adem ás d e las cárcavas arcillosas y las curiosas form aciones de chimeneas de hadas del paraje de Trascastillo en T o b ed -con ocid as popularm ente com o “ Los A b u elos” -, de las rocas de C odos con antiguos fósiles precám bricos d el gén ero Cloudina -inaprecia-

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GEOLOGÍA E HIDROLOGÍA

V e g e ta c ió n s o b re lo s s a lie n te s c a liz o s de San C r is tó b a l.

Foto:

e

. V iñ u a le s.

GEOLOGÍA E HIDROLOGÍA

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bles a sim ple vista-, o d el anticlinal situado en la Casca Baja entre el ba­ rranco d el Ontanal y el río Alpartir. Com o vem os, todo este bonito territorio nos ofrece una riqueza g e o ló g ic a excepcion al en la que pu eden observarse y estudiarse los mecanism os de la evolución g e o ló g ic a y de la vid a en A ragón a través d e sus piedras y sus fósiles. Aquí, en la Sierra de A lga irén y sus estribaciones, cada lugar y cada capa del terreno es una hoja d el extenso libro de registros d e las C iencias de la Tierra.

Minas de cobre y plata En las proxim idades d e la localidad de Alpartir, en torno al barranco de la Tejera y d el C erro Mosán, se halla hoy en estado d e abandono uno d e los patrim onios m ineros más importantes de Aragón, con restos de un baritel -e d ific io circular donde la tracción animal en torno a un e je central hacía elevar la carga d e un p o zo-, bocas de minas, diversos pozos y trincheras, túneles -para canalizar el agua y evitar inundaciones-, galerías excavadas en la roca a g o lp e d e pico y pala, calicatas, rafas y balsas para el tratamiento del mineral obtenido. Lo más abundante en este yacim iento hidrotermal en­ cajado entre “ cuarcitas arm oricanas” era el m ineral d e la “ tetraedrita” , un cobre gris de com p leja com posición que a lberga contenidos de plata que a v e ce s pu ed en superar el 1%. Por eso aquí hubo varias minas, con intensa actividad y con obras en el siglo XIX, las cuales recibían distintos nombres:

Minerales en el Cerro Mosán.

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GEOLOGÍA E HIDROLOGÍA

Fo to :

e.

V iñ u a le s.

M in e ra le s en A lp a r tir .

Fo to : E. V iñ u a le s .

Bilbilitana o Éxito, Colosal Platífera, San Julián, Carolina, Montañesa, Anda­ luza, Ménsula, Conveniente, El Primo, A le m a n ia , a las que se sumaron otras ya perdidas p o r entre los barrancos y laderas d e El Villar, Valhondo o Li­ maco. Por otro lado, es en el fondo d el barranco d e Valdesancho d e T o b ed donde tam bién quedan los restos d e una antigua explotación industrial d e cobre y d e barita, un m ineral d el gru po de los sulfatos, denso y pesado, d e color blanco amarillento con brillo vitreo que se localiza en filones, en volviendo a otros m inerales m etálicos. La llamada Mina Alfonso d e T o b ed estuvo en activo hasta finales del siglo XX a pesar de ser un yacim iento de escasa p o ­ tencia y continuidad. En ambos lugares uno p u ed e lleg a r a im aginarse otro tiem po pretérito de obreros y capataces, de edificios, d e almacenes, talleres y salas d e máqui­ nas, d e vagonetas conducidas p o r galerías, con oficinas e in g e n ie r o s .

T ú n e l en la s m in a s de A lp a r tir .

Fo to :

e.

V iñ u a le s,

GEOLOGÍA E HIDROLOGÍA

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Rocas volcánicas de Codos Nos cuenta el g e ó lo g o Joaquín Lahoz que justamente debajo d el pu eblo de C od os existe un lugar de interés p e tro ló g ic o y de aplicación científica, donde afloran rocas volcánicas y volcano-sedim entarias de ed ad pérm ica. Las rocas ígneas d e C odos han em ergid o a través de una zona d e debilidad, en la llam ada “ Falla de Datos” , la cual se extien de p o r casi toda la Rama Aragonesa d e la C ordillera Ibérica. C om o curiosidad g e o ló g ic a , al hilo d e este lugar y de su naturaleza, hay que citar que el pedestal d el monumento al Justicia de A ra gón -e n la Plaza d e A ragón d e Zaragoza- es d e p órfido diorítico ve rd e d e Codos, una roca de origen volcánico d e gran dureza que ha resultado una gran desconocida en el mundo artístico, puesto que sin em bargo ofrece excep cion ales con­ diciones. Es más dura que el buen granito, pues raya a los d el Pirineo y Gua­ darrama, ex ced ién d o les asimismo en com p acidad porqu e p esa el metro cúbico unos 2.900 kilogram os, cuando aquellos escasam ente llega n a los 2.700, y ni aun el celeb ra d o mármol d e Paros le iguala en esta cualidad p re­ ciosa, p o r cuanto no pasa d e 2.800 kg.

Rocas volcánicas en Codos.

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GEOLOGÍA E HIDROLOGÍA

Fo to :

r.

D el Val.

R o q u e d o s p a le o z o ic o s en C o d o s.

Fo to :

e.

V iñ u a le s.

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Caracterización sedimentaria y evolución tectónica Antonio Pérez García Departamento de Ciencias de la Tierra, Universidad de Zaragoza

Los rasgos ge o ló g ic o s de la Sierra de A lga irén vien en definidos p o r los re­ lieves form ados a partir de las cuarcitas, pizarras, areniscas y calizas de ed ad O rdovícico-Silúrico y Triásico inferior, existiendo adem ás rocas vo l­ cánicas y m inerales com o baritina, goethita y hematites en las minas d e Tobed, y tam bién plata en las d e Alpartir. La Sierra de A lg a iré n presenta una orientación noroeste-sureste, co in ci­ dente con las grandes alineaciones paleozoicas d el resto d e la Rama Ara­ gonesa d e la C ordillera Ibérica, en la cual se emplaza. Esta orientación es d eb id a a las fallas tectónicas que la delim itan p o r el sur: La falla d e Datos y la falla del Río Grío, accidentes tectónicos a favor d e los cuales se ha enca­ jado el río Grío y que a su vez la individualizan de las sierras d e V ico r y M o­ dorra. Su lím ite norte lo constituye el Glacis d el Cam po d e Cariñena. Se pod ría d ecir que su historia g e o ló g ic a com ienza en el O rdovícico, hace 500 m illones de años. Durante este tiem po se sedim entan arenas con es­ tructuras sedim entarias d e estratificación cruzada propia de canales y ripples u ondulaciones generadas en una plataforma marina arenosa con olas y canales mareales. Posteriorm ente durante el O rdovícico Superior y el Si­ lú rico- ed a d com prendida entre 450 y 430 m illones d e años- esta plata­ form a marina pasa a ser carbonatada y en ella viven organismos tales com o Graptolites o Braquiópodos. La sedim entación en estos mares era muy in­ tensa y ello dio lugar a la potente sucesión d e estratos, d e más de 3.000 m e­ tros d e espesor, que hoy com ponen las crestas montañosas d e la Sierra de A lgairén y que d eb id o a los grandes plegam ientos ocurridos durante el Pa­ leozoico -e n la O rogenia H ercínica- se transformaron en las rocas cuarcíticas y de pizarras que encontramos en la actualidad. Los g e ó lo g o s han agru­ pado estos conjuntos rocosos en unidades llamadas “ Form aciones” que en esta región llaman com o Formación Borrachón, D eré, Sánted, Cuarcita Armoricana, C astillejo -c o n el m iem bro A lp artir- y Formación Caliza d e Cistoideos, acabando con la Fm Bádenas de pizarras con Graptolites de ed ad Silúrico. El antiguo océano donde se formaron estas rocas recib e el nom bre d e M esoeuropeo, mientras que los continentes que chocaron para levantar la gran cadena montañosa son llamados Austral y Am erbáltico. En las proxim idades d e Alpartir se p u ed e ob servar una sucesión estratigráfica com pleta con todas estas form aciones, que adem ás ocupan la casi totalidad d e la sierra, identificándose d esd e el puerto de Paniza hasta el oeste de Alpartir. Se trata de series d e estratos que se disponen casi verti­

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GEOLOGÍA E HIDROLOGÍA

cales y muy plegad os, con espesores de unos 20 a 50 cm y en los que p o ­ dem os observar las estructuras sedimentarias antes citadas. En las pizarras y calizas podem os encontrar restos fósiles d e braquiópodos, briozoos, cistoideos, crinoideos o graptolites. Tam bién hay abundantes icnofósiles -crucianas y skolithus- que corresponden a marcas dejadas en el suelo p o r el paso de organism os com o los trilobites. A l final d e la era P a leozoica -h a ce 250 m illones de años- tuvieron lugar em anaciones volcánicas y pru eba d e ello ha quedado en las rocas ígneas que se reconocen en las proxim idades d e Codos, ép oca en la que se for­ maron las m ineralizaciones de barita.

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En el sector más occidental de la sierra se identifican areniscas, co n glom e­ rados, y arcillas rojas con yesos pertenecientes al p e rio d o Triásico. Se g e ­ neraron en sistemas de cursos fluviales y representan el inicio de la era Se­ cundaria o M esozoico, y que más hacia el oeste enlazan con las calizas jurásicas d e Los Costados de Ricla, ya fuera de nuestra sierra propiam ente dicha. Durante la O rogenia Alpina, hace unos 40 m illones d e años, nuevos plegamientos y levantamientos de montañas dieron lugar a la Sierra de A lga irén actual. Las antiguas fallas hercínicas d e Datos y del Río G río volvieron a p o ­ nerse en movimiento, y nuevos p liegu es anticlinales y sinclinales se form a­ ron tanto en la rocas d el Paleozoico com o en las nuevas d e Triásico y Jurá­ sico, que em ergieron ocupando su situación actual. A lo largo d el Cuaternario la implantación d e la red fluvial, con el río Grío al sur, y los barrancos d e Alpartir y Cosuenda, entre otros, dieron a toda la sierra un m odelado g eo m o rfo ló g ico a la ve z que esculpieron en las rocas paleozoicas form as tan interesantes com o las “ chim eneas de hadas” d e Tobed. D e esta ép oca son tam bién los depósitos de gravas que se gen era ­ ron en la vertiente sur d e la sierra, d eb id os a la acción erosiva del río Grío.

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GEOLOGÍA E HIDROLOGÍA

A rc o de p ie d ra e r o s io n a d o en la C a s c a A lta .

Foto:

e.

V iñ u a le s .

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Los fósiles, vida de otras épocas geológicas Samuel Zamora Iranzo Paleontólogo. Instituto Geológico y Minero de España

D esde el punto d e vista g e o ló g ic o los m ateriales d e la Sierra d e A lga irén se dividen en dos grandes bloques. Los más antiguos com prenden la mayor parte d el núcleo d e la Sierra, y se encuentran franqueados p o r las localida­ des de Alpartir, Alm onacid d e la Sierra, Cosuenda, Encinacorba, Santa Cruz de Grío, C odos y Tobed. Están compuestos p o r rocas pizarrosas y cuarcíticas de ed ad es Cám bricas, Ordovícicas y Silúricas que son el resultado del depósito de sedim entos detríticos en mares relativamente p o co profundos. Su contenido fósil es escaso aunque muy importante ya que perm ite cono­ cer cóm o eran los habitantes que poblaron esos mares y reconstruir el am­ bien te en el que vivieron . Uno d e los datos más significativos es que en C odos aparecen los fósiles de animales con esqueleto más antiguos de Ara­ gón y que tienen una ed ad d el C ám brico Inferior, aproxim adamente unos 535 m illones de años. Se trata d e pequeñas conchas cónicas (Cupitheca), posiblem ente de moluscos prim itivos y d e tan solo unos p ocos milímetros.

Erizo de mar (equínido) encontrado en el Jurásico de Ricla. Fo to : S. Za m o ra.

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GEOLOGÍA E HIDROLOGÍA

Trilobites del Ordovícico localizado en las pizarras de la Formación Castillejo. Foto: S. Za m o ra.

Las rocas del O rdovícico Inferior han proporcionado trilobites y equinoder­ mos entre otros. Estos últimos son comunes en las cuarcitas al sur de A lm o­ nacid donde han aparecido restos de anclas de fijación de equinoderm os (Oryctoconus) utilizadas para anclarse a sustratos p o co consolidados. El Or­ dovícico M ed io es más rico en fósiles y en él se han encontrado trilobites, braquiópodos, graptolitos y moluscos en las pizarras oscuras d e la Forma­ ción Castillejo, lo que nos perm ite a los paleon tólogos detectar similitudes en las faunas con el centro d e España y el Macizo Arm oricano francés. Gra­ cias a estos fósiles sabem os que la Sierra d e A lgairén, la zona central del M acizo Ib érico y la región de la Bretaña francesa estaban bañadas p o r el mismo mar en el que vivían animales similares. Por otra parte, al norte de la sierra aparecen pequ eñ os afloramientos de rocas más m odernas, Triásicas y Jurásicas, correspondientes a la zona es­ tructural d e Ricla. Aquí las calizas de ed ad jurásica son b ien conocidas por sus abundantes fósiles d e Ammonites, Belemnites, Equínidos y Braquiópodos. Se trata de rocas d e una ed ad similar a las que proporcionaron el famoso co cod rilo marino de Ricla, bautizado recientem ente con el nom bre d e Maledictosuchus riclaensis.

Am monite del Jurásico en las proxim idades de la sierra.

Pequeño bivalvo fósil del Jurásico.

Fo to :

e.

V iñ u a le s .

Fo to : E. V iñ u a le s.

GEOLOGÍA E HIDROLOGÍA

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La formación de Los Abuelos de Tobed Joaquín Lahoz Gimeno Geólogo. Ex presidente del Colegio Oficial de Geólogos de Aragón

En el término d e Tobed, donde tiene lugar el entroncamiento con la falla del Río Grío, se produce un entorno d e cataclasis de la que resulta una roca d e falla bastante heterogénea: elem entos de cuarcita d e tamaño muy varia­ ble, rodead os p o r zonas d e grano fino, no cohesivas. Estos m ateriales se com portan ante la erosión de m odo similar a los “ tills” , desarrollando aba­ rrancamientos con chimeneas de hadas.

Erosivas formas y colores de “Los Abuelos” .

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GEOLOGÍA E HIDROLOGÍA

Fo to :

r

. D el V al.

La pecu liaridad de este entorno d e T o b ed está en que existen varios ba­ rrancos d e la orilla derech a d e l río G río que inciden la vertien te atrave­ sando los depósitos aluviales rojos d el Plioceno, m odelando figuras de ero­ sión p o co usuales precisam ente en los m ateriales no cohesivos d e la zona d e la falla d el Río Grío. Si en vez de remontar el barranco d e Valvillano subimos p o r la pista zigza­ gueante que conduce a las ruinas d el castillo y a la ermita de San Valentín, llegarem os a un pequ eñ o rellano que coin cid e con el patio d e la fortaleza y con la superficie d e un retazo d e depósito plio-cuaternario. D esde allí, di­ rig ien d o la vista al sureste tendrem os a nuestros pies el barranco d e Los Abuelos. Salta a la vista que la erosión es muy activa, dando lugar a fuertes incisiones a m odo de “ badlands” sobre m ateriales blandos d e colores in­ tensos -rojo, banco, gris y n e g ro - que recuerdan el aspecto abigarrado de las facies Keuper. Este barranco - y en m enor m ed ida otros dos paralelos y próxim os a e s te sufre una intensa incisión p o r arroyada. El va lle se ensancha en la zona de la roca d e falla form ando crestas y abarrancamientos orientados en direc­ ción p erpen dicu lar al barranco principal, lo que da o rig en a numerosas aristas agudas y paralelas. A l mismo tiempo, los bloqu es de cuarcita d e ta­ maño m étrico preservados dentro d e la llamada “ harina d e falla” hacen el p a p el d e som brero protector de la lluvia, form ando las “ dem oiselles coiffé e s ” o chim eneas de hadas, muy esbeltas y con alturas de 5 a 8 metros que junto con las coloraciones llamativas del bandeado rocoso otorgan una ima­ g e n realm ente singular en su am biente natural. El paraje d e los A bu elos de T o b ed es realm ente singular porqu e en él con­ curren varios fenóm enos p o co corrientes: Por una parte está el afloramiento d e rocas de falla p o co corrientes y muy significativas para explicar la reac­ tivación d e accidentes tectónicos mayores de la C adena Ibérica. Y, p o r otra, el desarrollo de formas d el relieve tam bién inusuales precisam ente sobre estas rocas d e falla tales com o los abarrancam ientos paralelos - o “ b a d ­ lands” - junto con chimeneas d e hadas. A estos aspectos hay que añadir que los colores fuertes y abigarrados d el entorno le añaden un aire misterioso que no ha sufrido apenas la ingerencia antrópica p e se a estar cerca de nú­ cleos d e población y d e una carretera secundaria.

GEOLOGÍA E HIDROLOGÍA

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Las cuevas, ese mundo natural oculto Mario Gisbert León Espeleólogo y autor del libro-catálogo “Cuevas de la provincia de Zaragoza”

La form ación g e o ló g ic a de la Sierra, principalm ente con m ateriales piza­ rrosos y cuarcíticos del Cám brico, ha perm itido que en ella se encuentren numerosas cavidades subterráneas, tanto artificiales com o naturales, aun­ que estas últimas sólo con un desarrollo notable en los afloramientos calizos de su parte noroccidental. Entre estas cavidades naturales las dos princi­ pales serían la Cueva d el Alpartir y la Cueva d el Á rbol, ambas con nume­ rosos depósitos calcáreos en form a de estalactitas y estalagmitas. La Cueva del Tío Chirras (A lp a r­ tir) se abre en la ladera m eridional d el cerro d e San Cristóbal, y se ha desarrollado principalm ente si­ guiendo una diaclasa d e dirección sureste-noroeste que se adentra en el m onte hasta contactar con una serie d e inclinados estratos, p o r cuyos planos d e estratifica­ ción se han conform ado diversas galerías y salas en un entramado laberíntico de inclinados conduc­

Topografía de la Cueva Tío Chirras.

tos, p o r las que podrem os descu­ b rir bonitos y sugerentes lugares.

Interior de la Cueva Tío Chirras.

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GEOLOGÍA E HIDROLOGÍA

Fo to :

m

. Pa sto r.

La Cueva del Árbol (La Almunia de Doña Godina) es conocida d esd e anti­ guo, siendo descrita ya en el año 1765 com o “ Cueva de los Palacios” . Está form ada p o r una sucesión de concrecionadas salas y galerías que se han desarrollado a escasos metros de la superficie, siguiendo una antigua frac­ tura d e dirección norte-sur. El hundimiento de la b ó ved a d e una d e estas salas ha originado la vertical entrada a la cueva, que d e form a circular se encuentra parcialm ente cubierta p o r un árbol, un alm ez o “ liton ero” que nace en su base. Actualmente el acceso a esta cavidad está restringido d e ­ b id o a la importante colonia d e quirópteros que en ella se reproduce, una d e las m ejores d e la provincia zaragozana. En ella se aglutinan individuos d e m urciélago ratonero grande (Myotis myotis) y de m urciélago d e cueva (Miniopterus schreibersií).

Cueva del Árbol.

Fo to : M. Pa stor.

Cueva del ÁRBOL LAAl MUÑIAOS DOÑAGOOiNA (ZARAGOZA) Vpo c i a -omujoo»

Planta y alzado de la Cueva del Árbol.

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Boca de entrada a la Cueva Tío Chirras.

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F oto:

m

. Pa stor.

Otras cavidades naturales formadas en la Sierra d e A lga irén serían:

Cueva del Rincón Pequeña oqu edad rocosa situada en la ladera d e la m argen izquierda del barranco de los Hortales, a 4,5 km al suroeste d e Cosuenda.

Cueva de la Peña de la Tía Pequeño ab rigo rocoso localizado en el collado de la Falaguera, a 5 km al suroeste de Cosuenda.

Cueva de las Tocinicas A b rig o rocoso localizado en el barranco de Valdecerezo, al suroeste d e C o ­ suenda, con un pequ eñ o pretil d e p iedra a su entrada.

Cueva de San Garba Situada en la peña homónima, a 6 km al oeste de Cosuenda.

Cueva del Convento C avidad form ada p o r una única galería de unos 10 m d e longitud p o r 2 de altura al fondo d e la que surge un pequ eñ o manantial d e agua. Se abre en la ladera oriental d el cerro d e San Cristóbal de Alpartir.

Cueva del Tío Cajeta Pequeño abrigo rocoso situado al norte de Aguarón, en la parte alta de la Sierra.

Sim a de Peña Tajada G rieta natural d e 14 m d e profundidad, en la Peña Tajada, al suroeste de Aguarón. Probablem ente de ella se extrajo mineral d e cob re y óxidos de hierro.

Colonia de m urciélagos ratoneros y de cueva.

Fo to :

r

. Del V al.

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RÍOS, ARROYOS Y BARRANCOS D ecía un ingen iero de minas que todo manantial es “ sím bolo de m isterio” . Y la Sierra de A lga irén com o relieve o montaña importante que es, supone el o rigen d e numerosas fuentes, manantiales y arroyos recién nacidos que luego, ladera abajo, alimentarán a pueblos, a otros ríos, azudes y acuíferos de vital im portancia para la econom ía d e los hom bres y el funcionamiento de los ecosistem as naturales. El agua ha sido, p o r otra parte, un importante agente m odelad or de estas sierras. El líquido elem ento que brota en surgencias com o las fuentes de Brollador, Raso de la Cruz, d e Collarte o de los A ceb os, el agua que arrastra la tierra, que va a ir erosionando la faz de las pendientes laderas, y que poco a p o co va excavando el curso de numerosos barrancos o valles interiores com o el del río T ie r n a s . es tam bién capaz de disolver pacientem ente los yesos y las rocas calizas para gen erar cuevas y simas que se esconden en el subsuelo. H idrológicam ente en la Sierra de A lga irén hay que destacar dos cursos de agua, ambos afluentes del Jalón por su m argen derecha y con escaso caudal al estar dentro d el marco d e un clim a m editerráneo continental, es decir, con escasas precipitaciones concentradas en estaciones equinocciales. Se trata d el río Tiernas - o A lpartir- y d el río Grío. El prim ero d e ellos, el Tiernas, recorre un va lle corto, tallado en el corazón de la sierra, en su mitad septentrional, el cual se abre pasillo entre montes a ambos lados y entre bellas barras d e rocas cuarcíticas que en ciertos tra­ mos le delim itan creando bonitos y estrechos rincones. El río Tiernas o Alpartir que busca su salida hacia La Almunia de Doña G odina surge d e las inm ediaciones d el bosque d e robles d e M osom ero y, d eb id o a un marcado estiaje estival en verano se lle g a a secar p o r completo. Por otra parte, el río Grío, fluyendo entre los límites de la Sierra de A lgairén y la d e Vicor, ocupa una antigua fosa tectónica form ada hace aproxim ada­ m ente 1 ó 2 m illones d e años. Se trata d e un río algo m ayor que el anterior -37,5 km -, tanto en longitud com o en caudal, p ero tam bién m odesto y plu­ vial, pues su volum en de agua es m oderado e incluso se lleg a a filtrar bajo el subsuelo al salir del ámbito d e estas sierras ibéricas, es decir, cuando ya penetra en las tierras aluviales perm eab les d e Morata d e Jalón y d e La A l­ munia d e Doña Godina. En su ca b ecera natural presenta rupturas d e p en ­ diente, y en su tramo m edio adopta un carácter tranzado con desarrollo de suaves curvas y barras sedimentarias. La parte baja d el G río es tipo rambla, en buena parte tam bién deb id o a la derivación de su caudal hacia acequias d e rie g o que le menguan y detraen. Sus máximos hidrológicos se sitúan en abril y mayo, y sus mínimos en los m eses d e verano e invierno.

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N a c im ie n to d e l río G río .

Foto:

e.

V iñ u a le s.

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Pero com o en todo sistema serrano o montañoso, a ambos valles principales se les suma una importante red hidrográfica constituida p o r numerosos ba­ rrancos o arroyos laterales com o Valdeperales, Valdetiernas, Valvillano... intermitentes en su caudal y secos la mayor parte del año puesto que sólo llevan agua cuando l l u e v e . aunque con algunos trágicos ep isod ios tor­ mentosos en m om entos puntuales d e precipitaciones muy intensas com o ha sucedido con los barrancos de Fontellas que han lleg a d o a provocar ave­ nidas históricas con daños económ icos asociados. Y hablando d e agua, a todos estos cursos d e agua tendrem os que añadir la presencia d e numerosas fuentes en la sierra alimentadas p o r lluvias y nie­ ves, a balsas d e rieg o , a pozos y, d esd e luego, al importante conjunto acuífero d e los llanos de A lfam én que se nutre y se recarga en estos montes por escorrentía. La lástima es que d eb id o a la presión d e una agricultura cada vez más intensiva, este almacén de agua subterránea se está vien d o gra ve­ m ente afectado p o r la sobreexplotación humana y por la contaminación de nitratos.

Agua, oxígeno, fuente... vida...

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Fo to :

e

. V iñ u a le s.

F u e n te de las O r tig a s .

Foto:

e

. V iñ u a le s.

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El agua subterránea. Fuentes y pozos Javier San Román Saldaña Hidrogeólogo. Jefe del Área de Calidad de las Aguas de la Confederación Hidrográfica del Ebro

¿Es la Sierra de A lga irén p o b re o rica en agua subterránea? Pues dep en d e de cóm o se mire y con quién se compare. N o olvidem os que, p o r definición, el agua subterránea está bajo el suelo, y p o r lo tanto no se ve a sim ple vista. Lo prim ero que se suele hacer es ve r los puntos de agua que hay, es d ecir fuentes, manantiales, pozos y humedales. Tam bién estudiar si los ríos, arro­ yos o barrancos llevan agua d e form a perm anente o no, y en qué tramos. Para ello ayuda la toponimia, y p o r supuesto hablar con la gente d el lugar, que adem ás d e patearse el monte, ellos han conocido p eriod os húmedos y sequías. Luego hay que mirar la g e o lo g ía y v e r si los manantiales están condiciona­ dos p o r algún elem ento g e o ló g ic o : falla, p lie g u e o contacto entre capas. La C onfederación H idrográfica d el Ebro (CHE) y el Instituto G e o ló g ic o y Mi­ nero d e España (IGME) son la principal fuente de información para estudiar estos aspectos que denominamos hid rogeología. La Sierra d e A lg a ir é n está constituida p o r rocas d e e d a d p a leo zo ic a , principalm ente cuarcitas, que no es otra cosa que m ateriales detríticos -areniscas- que fueron sometidos, en profundidad, a aplastamiento y cierta temperatura. En esas condiciones casi todos los huecos d e la roca desapa­ recieron. Por lo tanto estamos ante una sierra conform ada p o r rocas con p o ca capa­ cidad para em paparse del agua d e la lluvia, lo que provoca importantes escorrentías superficiales en momentos de lluvia. D e hecho a algunos d e los cauces de la zona, cuando abandonan la sierra, se les conoce com o ramblas: Aguarón, Cosuenda, A lpartir y Cariñena. La CHE ha instalado estaciones de aforo en las dos prim eras y ha colocado regletas d e control en la d e A l­ partir -r ío Tiern as- y en el río Grío. Sin em bargo, todo aquel que haya recorrid o la sierra se habrá encontrado con pequeñas fuentes, las cuales rara vez generan un mínimo curso de agua, y que p o r lo g en eral la veg eta ció n acaba absorbiendo su escaso caudal. Las dos principales son la d el Raso d e la Cruz, en Cosuenda, y la que pro­ porciona un incipiente caudal al río Tiernas en el paraje d e El Espeso.

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GEOLOGÍA E HIDROLOGÍA

Fuente de Valdejordán en el monte Mosomero.

Fo to :

e.

V iñ u a le s.

El agua de estas fuentes es de baja mineralización, com o no pu ed e ser de otra forma dada la altura a la que se encuentran. Esta circunstancia ha hecho que algunas localidades hayan optado p o r construir pozos profundos al p ie d e la sierra que, aunque presentan escaso caudal, proporcionan un agua de excelente calidad. Tal es el caso de Alpartir, Alm onacid de la Sierra y recien­ tem ente Mainar. En Codos, un sondeo en el fondo del valle resultó surgente. Tam bién el río Grío recib e aportes de agua subterránea, pero en p eriod os d e estiaje nos lo encontraremos seco. Su am plio cauce d e gravas está sal­ picad o d e más de 50 pozos de poca profundidad, que captan este pequ eñ o caudal “ subálveo” .

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Río Grío en primavera.

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Foto:

e.

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V iñ u a le s.

Y no se pu ede terminar esta pequeña descripción h id rogeológica sin hacer m ención a los importantes acuíferos existentes al noreste d e la sierra, en su piedem onte, en lo que se con oce com o Cam po d e Cariñena o llanos de Alfamén. A llí existen tres importantes y extensos acuíferos que han perm itido el desarrollo socioeconóm ico d e la zona: el superior cuaternario -form ado p o r los aportes detríticos d e las ram blas-, el interm edio terciario -consti­ tuido p o r conglom erados y areniscas-, y el inferior jurásico - d e naturaleza calcárea-. Los tres acuíferos están intensamente explotados y se da la circunstancia d e que al p ie de la Sierra d e A lga irén se ubica su principal área d e recarga. A llí los cauces d e las ramblas d e Cosuenda y Aguarón discurren colgados hasta 70 metros p o r encim a d el nivel freático regional. Por este motivo la CHE construyó en 2010 diversos diques transversales, con el objetivo de intentar favorecer la infiltración del agua de los cauces, favoreciendo así la recarga d e estos acuíferos.

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Arroyos, manantiales y usos del agua Jesús Galván Plaza Licenciado en Ciencias Ambientales. Ingeniero Técnico de Obras Públicas. Confederación Hidrográfica del Ebro

Con orientación NO-SE, la Sierra de A lga irén organiza su drenaje en p e r­ pendicular a esa orientación, b ien con sentido SO hacia el río Grío, bien con sentido NE hacia el Cam po de Cariñena. Junto con el río Tiernas, se trata d e cursos de agua p o co regulares que pu e­ den bajar desenfrenados en episodios d e tormentas o lluvias prolongadas, causando algún que otro d esp erfecto en las infraestructuras aledañas. Los de la vertiente d el Grío son mucho más cortos y con más pendiente. M ien­ tras que los de la vertiente del Jalón, más largos, pierd en su agua y su cauce según se adentran en el Cam po d e Cariñena, alimentando así los acuíferos del Pliocuaternario y d el M ioceno de Alfam én. D e form a global, p o r tanto, se p u ed e considerar que la aportación de A lga irén es mínima en cuanto a aguas superficiales se refiere, circunscribiéndose a p eríod os húm edos o a episodios d e lluvias torrenciales.

Red hidrográfica. Captura de visor SITEbro.

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M ap a : j . G a lv á n .

Maqueta con algunos barrancos de la sierra.

Fo to :

e.

V iñ u a le s.

Una vista d e pájaro nos perm ite visualizar cóm o la vegetación d e más porte se sitúa en la cara de barlovento de la sierra, o sea, hacia el NE. Se trata de las laderas que interceptan los vientos dominantes cargados d e hum edad sustrayéndola, en form a de lluvia, p o r efecto d e la disminución d e la tem ­ peratura con la ganancia de altura. Esta cara es la que vierte sus aguas hacia el Cam po de Cariñena. Por el contrario, la cara que mira hacia el SO, hacia el río Grío, se aprecia mucho más seca, donde sólo hay manchas de v e g e ­ tación de porte en algunas d e las laderas que miran al N. Los manantiales y fuentes instaladas en el corazón p a leo zo ic o d el monte apenas dan para suministrar agua de abastecimiento. Descontando el ma­ nantial que abastece Alpartir, cuando se seca la toma d e l río d e l mismo nom bre el resto de poblaciones se abastecen fuera de ella, b ien d e cursos d e agua regulares o bien d e aguas subterráneas m ediante pozos o sondeos instalados en los llanos d e Alfam én o en el Cam po de Cariñena, o si no en manantiales tales com o los situados en las faldas d e la Sierra d e V ico r -q u e abastecen a núcleos com o T o b ed y C odos-. N o obstante lo anterior, no dejan d e ser aprovechadas estas pequeñas fuen­ tes o manantiales para aliviar la sed d e pequeñas huertas situadas en es­ trechos barrancos. Algunos, sin nombre, y otros con él: la fuente de la Mina, la d e Collarte y la de Valdegarcía - e n T o b ed -; o la fuente d e la Amistad -e n E n cinacorba-.. .Y todo esto vien e d e antiguo, porqu e ahora en ruinas toda­ vía se pu ede distinguir la cerca que limitaba el espacio dedicado a las huer­ tas y otros cultivos d el convento de San Cristóbal de Alpartir, fechado en el siglo XV. A llí aún hoy se aprecia, dentro del murete, en su parte alta, la fuente que constituía el suministro principal d e agua para el mismo.

GEOLOGÍA E HIDROLOGÍA

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Tam bién de antiguo, d e ép oca d e los romanos y con posterior explotación en el prim er cuarto d el siglo XX, aparece un uso industrial ligad o al agua. Se trata d e las minas d e plata sitas en la confluencia entre los barrancos T e­ jera y d el Orcajo. Pero hoy en día el abandono d el cam po es palpable en cuanto nos adentra­ mos por los barrancos que en su día albergaron pequeñas explotaciones en las que todavía se aprecian algunas ingeniosas soluciones dadas p o r las gentes de estos pueblos para aprovechar el agua, es decir, pequeñas re­ gueras o acequias en tierra que recogían las aguas de los barrancos y las fuentes almacenadas en albercas que aparecen p o r doquier, ahora buena parte d e ellas rotas o colmatadas. Es el caso d el barranco d e los Hortales de Cosuenda. Pero la dura vid a d el cam po es abandonada p o r las nuevas generaciones. En los recodos donde una fuente daba servicio a una caseta d e cam po y lle ­ naba una alberca rodeada d e huertas y árboles frutales, hoy tan sólo en­ contramos un tejado vencido, una charca llena de ranas y unos árboles fru­ tales descuidados entre una maleza im practicable.

Fuente del convento de San Cristóbal.

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GEOLOGÍA E HIDROLOGÍA

Fo to :

e.

V iñ u le s .

B a rra n c o de lo s H o rta le s en C o s u e n d a .

Foto:

e.

V iñ u a le s .

GEOLOGÍA E HIDROLOGÍA

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ECOSISTEMAS VIVOS: FAUNA Y FLORA

C om o ya hem os visto, la Sierra d e A lga irén se halla en una zona d e transi­ ción entre la Depresión d el Ebro y el Sistema Ibérico, una circunstancia que propicia que sus laderas albergu en una gran riqueza florística y faunística, tanto p o r la d iversid ad d e esp e cies -a lre d e d o r d e mil plantas distintas-, com o p o r la rareza de alguna d e las mismas. Es el caso, p o r ejem plo, de la Centaurea pinnata -un pequ eñ o cardo que se re c o g e en el C atálogo Aragonés d e E species Am enazadas dentro d e la ca­ tegoría d e “ En p e lig ro d e extinción” -, d el narciso blanco Narcissus albicans o d e un escaso helecho rupícola llam ado Cheilanthes hispanica. En cuanto a la fauna hay que citar la existencia de varias parejas nidificantes de águila real, de halcón, d e búho real y, muy especialm ente, d e buitre l e o n a d o . adem ás d e nutridas pobla cion es de m urciélagos cavernícolas -ca d a vez más am enazados-, sin olvidarnos d el interés que despiertan las aún p oco conocidas poblaciones d e insectos com o pu ed en ser m ariposas y escara­ bajos.

C entaurea p in n a ta , el ángel protector del territorio.

Fo to :

r

. D el Val.

ECOSISTEMAS VIVOS: FAUNA Y FLORA

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Pinar aclarado, trabajos silvícolas en el puerto de Codos.

Fo to :

e.

V iñ u a le s.

Toda esa rica biodiversidad, sumada a la existencia de pequeñas manchas forestales b ien conservadas d e encinas y quejigos, junto a la interesante presencia d e rodales relictos d e rob le albar o d e alternos ejem plares de arces y alcornoques -q u e curiosamente aparecen desperdigados por la sie­ rra- es lo que ha hecho que parte d el territorio de A lga irén haya sido p ro­ teg id o dentro de la Red Natura 2000 d e la Unión Europea com o LIC, Lugar de Importancia Comunitaria.

T u lip á n s ilv e s tr e .

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Foto: E. V iñ u a le s .

ECOSISTEMAS VIVOS: FAU NA Y FLORA

Linaria aeruginea.

Fo to : E. V iñ u a le s .

Líquenes en form a de trom peta en el suelo del bosque. Fo to : E. V iñ u a le s .

A grandes rasgos en la Sierra de A lga irén podem os hablar d e cuatro am­ bientes naturales o ecosistem as diferenciados: •

Los bosques, originariam ente d e encinas y robles, y hoy muy m engua­ dos al haber sido intervenidos secularm ente p o r la mano d el hom bre para leñas y carboneo. Se conservan aún bien en zonas más remotas y en el fondo d e los barrancos. Han venido siendo sustituidos en las últi­ mas décadas p o r pinares d e repoblación.



Los roquedales d e las crestas, canchales y afloramientos rocosos - d e cuarcitas y algo d e calizas-, donde aparece de form a dispersa una co­ munidad viva diferente, d e carácter em inentem ente rupícola. Aquí se incluyen tam bién p o r su gran interés las cuevas y simas, com o ecosis­ temas originales.



Los matorrales m editerráneos de la zona interm edia, con plantas leñ o­ sas, espinosas y, generalm ente, aromáticas.



Los cultivos y su entorno, ya cerca de los pueblos, com o típico paisaje humanizado donde proliferan plantas arvenses y ruderales, y los ani­ m ales propios d e paisajes abiertos y esteparios.

A continuación presentam os cada uno de estos cuatro hábitats principales, con un total d e 50 fichas de esp ecies características de animales y de plan­ tas silvestres d e cada uno d e estos ambientes.

Variedad de insectos pueblan la sierra. Foto: E. V iñ u a le s.

Cabra montés, hembra.

Fo to :

e.

V iñ u a le s .

Carbonero común.

Fo to :

e.

V iñ u a le s.

ECOSISTEMAS VIVOS: FAUNA Y FLORA

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LOS BOSQUES Pinares de repoblación

Los terrenos que en esta parte d e A ra gón han estado más deteriorados y deforestados se corresponden con las zonas d e p rop ied ad pública y con aquellos lugares localizados próxim os a las poblaciones, siendo éstos los que durante las pasadas décadas de los años 40, 50 y 60 d el siglo XX se reforestaron con pinos a cargo d el Patrimonio Forestal d el Estado, unas rep o­ blaciones que generalm ente se hacían en convenio o consorcio con los di­ ferentes ayuntamientos, tratando así d e luchar contra la erosión y la deforestación reinante. Los sustratos de cuarcitas y pizarras paleozoicas que aquí encontramos, tan ricos en potasio com o pobres en calcio y otros cationes básicos, son poco aptos para cereal, pero sin em bargo resultan ser muy favorables para el d e­ sarrollo de los árboles. Se trata, pues, de laderas con fuertes pendientes, ero­ sionadas y con po co suelo, donde algunas coníferas com o los pinos se d e­ sarrollan con suma facilidad deb id o a su gran capacidad d e adaptación, lo que les ha llevado a sobrevivir en casi todo tipo de climas, suelos, a ltitu d es . Nuestros pinares se hallan form ados principalm ente p o r pinos carrascos (Pinus halepensis) y pinos rodenos o resineros (Pinus pinaster), los cuales

P in a re s re p o b la d o s c u b re n la v ie ja p iel de la s ie rra .

Fo to :

e.

V iñ u a le s.

ECOSISTEMAS VIVOS: FAUNA Y FLORA

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Pinar de carrasco en Mularroya.

Fo to :

e.

V iñ u a le s.

ocupan la mayoría de las masas repobladas p o r el hom bre. Ocupando p e ­ queños rodales arbolados tam bién podrem os encontrar otras va ried ad es más escasas, con algunas manchas verd es de pinos piñoneros (Pinus pinea) -e n las zonas bajas de la sierra- y con pequ eñ os grupos de pinos silvestres (Pinus sylvestris) y pinos laricios (Pinus nigra) - e n las partes más altas y de orientación umbría-. El pino carrasco, árbol m editerráneo p o r excelencia, se adapta b ien a la se­ quía y a los fuertes calores veraniegos, ocupando las laderas más soleadas; por el contrario tem e a las fuertes heladas. Por otro lado, el pino rodeno o resinero es d e mayor talla y crecim iento más rápido. Es el pino más em plea­ do en la extracción de resina, y se halla distribuido p o r toda la sierra ocu­ pando las mayores extensiones. Estos pinares son agrupaciones boscosas generalm ente abiertas que dejan pasar la luz hacia los estratos inferiores, donde la descom posición d e las agujas es muy lenta, no siendo fácil d e asimilar p o r los m icrorganism os del suelo, d e ahí que resulte ser un suelo po b re en el que se desarrolla una v e ­ getación p o r lo gen eral rala y escasa. N o obstante, los pinos establecen una gran relación con una serie d e hongos que les reportan grandes beneficios: les facilitan una mayor absorción y disposición de agua o de nutrientes m e­ diante m icorrizas, que a su vez regulan el crecim iento y favorecen el desa­ rrollo d el árbol, dotándoles adem ás de una m ayor protección frente a las en ferm ed ad es. D e esta asociación fúngica, los pinares se con vierten en grandes productores d e hongos y setas, si la clim atología les acompaña. Se

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ECOSISTEMAS VIVOS: FAU NA Y FLORA

trata d e esp ecies de hongos, algunos con un gran valor económ ico y gas­ tronómico, que suelen atraer a nuestra sierra a numerosos recolectores y que va a suponer en algunos casos b en eficios económ icos para la zona. A l­ gunas de las especies m icológicas de nuestros pinares perten ecen a los g é ­ neros Suillus, Boletus, Russulas, Lactarius... Bajo el pinar, en los pequeños claros, el lastón (Brachypodium retusum) pu e­ bla grandes zonas soleadas. Por el contrario, en las umbrías y fondos de ba­ rrancos el suelo aparece tapizado p o r grandes manchas d e musgo, el gran almacén d e agua del bosque, hasta 50 metros cúbicos de agua por hectárea. Bajo el dosel arbóreo aparecen otras muchas plantas com o el escam brón (Rhamnus lycioides) y el aladierno (Rhamnus alaternus) y tam bién el coloni­ zador en ebro (Juniperus oxycedrus). N o faltan la oreja de lieb re (Bupleurum rigidum) , la aristoloquia (Aristolochi pistolochia) , la cuchara de pastor (Leuzea conífera), el talictro (Thalictrum tuberosum), el popular tom illo (Thymus vulgaris), la aliaga (Genista scorpius), la hierba p in cel (Sthaelina dubia)con sus pequ eños plumeros, el venenoso torvisco (Daphne gnidium), el hinojo d e p erro (Bupleurum fruticescens)... mientras en los claros d el pinar apa­ recen dispersos, aquí y allá, rosales silvestres o gabardas (Rosa canina), al­ gunos alm eces (Celtis australis), espinosos m ajuelos (Crataegus monogyna) y el arce d e M on tp ellier (Acer monspessulanum), amén de más esp ecies propias de este entorno. En el interior d e alguna zona d e las repoblacion es se está produciendo ya la d esead a regen eración natural a base d e encinas o carrascas, enebros, sabinas, algunos labiérn agos u olivetas (Phyllirea angustifolia), com o res­ puesta a la recuperación d e la vegetación original que antes ocupaba este territorio.

S uillu s g ra n u la tu s .

Foto:

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. D el V a l.

Líquenes y musgos, pequeños ecosistem as. F oto: E. V iñ u a le s.

Brecina, C a lluna vu lg a ris .

Foto:

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V iñ u a le s.

ECOSISTEMAS VIVOS: FAUNA Y FLORA

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D esde el punto de vista faunístico ob ser­ varem os que al amparo d e la espesa v e ­ getación pululan las piaras d e jab a líes (Sus scrofa) escon dién dose entre la e s p e­ sura, hozando las raíces d e pinos y otras plantas para com er la corteza rica en taninos; tam bién el cada vez más abundante corzo (Capreolus capreolus) que sale a las zonas despejadas y de cultivo para allí ali­ mentarse d e herbáceas y tallos tiernos.

Jabalí.

F oto: E. V iñ u a le s.

Pero al penetrar en el interior d el pinar son las aves forestales el grupo más abun­ dante y más fácil de detectar, entre ellas el alborotador arrendajo (Garrulus glandarius) que pondrá la voz de alarma para avisar d e cualquier intruso en el bosque. A l caer la tarde se ve n bandos cada vez más abundantes de palom as torcaces (Columba palumbus) que regresan al pinar para encontrar acom odo y pasar la noche, donde tam bién las menguadas tór­ tolas europeas (Streptopelia turtur) hallan

M ariposa macaon.

Fo to :

r

. Del V al.

refugio. Los pequ eños páridos son abun­ dantes: entre ellos los carbon ero común (Parus major) y garrapinos (Peripapus ater), el herrerillo común (Cyanistes caeruleus) y el herrerillo capuchino (Lophophanes cristatus) , o el singular y rechon­ cho mito (Aegithalos caudatus). Todas estas avecillas hallarán alimento entre los numerosos insectos que pululan entre los árboles... junto a reyezuelos sencillo (Regulus regulus) y listado (Regulus ignicapilla), a gateador común (Certhia brachy-

Gamos en el monte del Cortado.

dactyla) y trepador azul (Sitta europeaea), asiduos habitantes del p i n a r . que son la m ejor le g ió n insectívora para com batir plagas com o las d e la procesionaria (Thaumetopoea pytiocampa). No faltan aves especializadas en consumir los piñones d e las piñas com o el piqu i­ tuerto (Loxia curvirostra), que utiliza su ca­ racterístico pico en form a d e tenaza para abrir las piñas y consumir los piñones. O

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ECOSISTEMAS VIVOS: FAU NA Y FLORA

E s c a r a b a jo a v is p a .

Foto: E. V iñ u a le s.

Fo to :

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. V iñ u a le s .

el p ico picapinos (Dendrocopos major), pájaro carpintero que se alimenta d e insectos y sem illas, y que construye p e rfec to s nidos agu jereando los troncos de los árboles sobre los que encuentra el com plem ento de su dieta a base d e orugas que com en madera. Tam bién las grandes rapaces encuentran entre este tipo de bosque su aco­ modo. La estival águila culebrera europea (Circaetusgallicus) cría aquí, con sus nidos apenas percep tib les entre la espesura, o bien el p oderoso e in­ trépido azor (Accipiter gentilis).

Encinares y robledales El encinar o carrascal es el bosque autóctono más representativo de las sie­ rras y am bientes m editerráneos. Es una masa arbolada siem pre verde, de tipo esclerófila - d e hojas duras, ve rd e oscuras y coriáceas-, y por lo tanto adaptada a un clim a con un p e rio d o de sequía prolongado, y con un in­ viern o más o m enos frío. Hay dos va ried ad es o su bespecies d e encinas, una más continental, Quercus ilex subsp. rotundifolia, que es la que puebla nuestros montes, y otra más propia de zonas litorales, Quercus ilex subsp. Ilex aquí ausente. El encinar es el bosque original de la España seca o “ ma­ rrón ” .

A m e n to s flo r id o s de la e n c in a .

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Por su cercanía a las poblaciones y su gran utilidad, los carrascales y rob le­ dales han sufrido agresiones de todo tipo, desd e cortas continuas y arrasadoras hasta carbon eo constante, pasando p o r frecuentes incendios, labo­ reos, puesta en cultivo, pastos, etc. Importante es tam bién la huella que la encina ha dejado en la toponimia de nuestra sierra d e A lgairén, especialm ente es el caso d e la localidad d e Encinacorba y tam bién en el escudo d el ayuntamiento d e Alpartir. Algunas encinas destacadas son la Redonda del Santo de Aguarón -q u e se secó hace unos años al terminar su ciclo b io ló g ic o -, la d e “ los Santicos” en Santa Cruz de G río y la “ carrasca de Esponera” tam bién en el término d e Aguarón. Junto a las laderas serranas cubiertas d e encinas, p ero ocupando las zonas más húmedas y d e exp osición norte o umbría, encontram os en mucha m enor m edida otro árbol d el mismo gén ero y de carácter eurosiberiano: el roble blanco o albar (Quercus petrea). Siempre p o r encim a de los ocho­ cientos o novecientos metros de altitud, el roble albar form a tan sólo bos­ quetes o pequeñas manchas que salpican el entorno de las encinas. Esta esp ecie noble que es el roble sólo aparece en el Moncayo y en los Pirineos, quedando en sierras com o la d e A lga irén un reducido bosquete relicto que en otra ép oca más fresca deb ió de ser mayor y más abundante. Tam bién el qu ejigo (Quercus faginea), un roble más m editerráneo, se encuentra en un rango altitudinal p o r encim a d el encinar, requiriendo d e suelos profundos y más frescos. Aunque resulta curioso cóm o en algunos casos se localiza por debajo de las encinas, en zonas donde encuentra más humedad y cierta exposición umbría.

El robledal se mece y enseñorea entre las encinas. Mosomero.

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Es curioso que no haya presencia d e reb o­ llo o m elojo (Quercus pyreniaca), presente en otras sierras próximas. Sin em bargo, a v e ce s el naturalista atento p u ed e dar con un híbrido d e ambos robles presentes, el albar y el quejigo, conocido en latín p o r los botánicos con el nom bre científico Quercus x salcedoi. Hablamos d e bosques originales, autócto­ Bellotas de encina y hoja de arce.

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nos, donde encinas, q u ejigos y robles albares se alternan de form a natural creando masas compactas que allí donde aún p e r­ viven ocupan la m ayoría del territorio. Por debajo, en las zonas más secas y soleadas, se acompañan d e la coscoja (Quercus coccifera), que es una quercínea d e porte ar­ bustivo todavía aún más resistente a la se­ quía y a las altas tem peraturas que la encina, ocupando incluso las zonas más degradadas y deforestadas. Los encinares y robledales d e la Sierra de A lga irén están acom pañados p o r otros ár­ b o les com o el serbal común o acerollo (Sorbus domestica), el mostajo (Sorbus aria), el cerezo d e Santa Lucía (Prunus mahaleb), el escaso y raro arganón (Sorbus torminalis), el a ceb o (Ilex aquifolium)... o el aligustre silvestre (Ligustrum vulgare). A la sombra de estos árboles, ajardinando el suelo, aparecen los llamativos ruscos (Ruscus aculeatus), las prim averas (Primula

Jara laurel.

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veris), el sello d e Salom ón (Polygonatum odoratum), la apetitosa y dulce fresa (Fra­ garia vesca) y a ras d e suelo la gayuba (Arcthostaphylos uva-ursi). Tam bién son abundantes los h elech os Dryopteris filixmas, Polystichum aculeatum, Polypodium vulgare, Asplenium adiantum-nigrum y C etrach oficinarum. O cupando las zonas claras y desp ejadas d e estos bosques frondosos aparecen la jara laurel (Cistus laurifolius), la estepa o

Conos fem eninos del pino carrasco, naciendo.

jara blanca (Cistus albidus), la jara hoja de

Foto: E. V iñ u a le s.

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Barranco húmedo entre robles y carrascas de Cosuenda.

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salvia (Cistus salvifolius), los tom illos (Thymus vulgaris y T zygis)... y el om ­ nipresente cantueso o “ zam bria” (Lavandula pedunculata) que en prim avera tapiza grandes superficies d e co lor m orado o lila cuando está en floración. A todo ello se les añade el m edicinal tom illo m ejorana (Thymus mastichina) , diversas m adreselvas (Lonicera inplexa, L. etrusca, L. periclymemum subsp. hispanica) , la carolina o coronilla (Coronilla glauca) y el rosal silvestre (Rosa canina). Dentro d e estos ambientes, en los barrancos y zonas más húmedas hallan m ejor acom odo fresnos (Fraxinus angustifolia), arces (Acer monspessulanum), majuelos o espinos albares (Crataegus mongyna), sauces o mimbreras (Salix atrocinerea), arganones o perales d e monte (Sorbus torminalis), vid es silvestres (Vitis vinifera), cerezos asilvestrados (Prunus avium), azarollos y trepadoras com o la hiedra (Hedera helix), la clem átide (Clematis vitalba), o las zarzas (Rubus ulmifolius) . En los carrascales, com o bosques m editerráneos que son, tam bién crecen el enebro (Juniperus oxicedrus), el labiérnago (Phillyrea angustifolia), el ala­ dierno (Rhamnus alaternus), el jazmín silvestre (Jasminus fruticans), la cos­ coja ( Quercus coccifera) o plantas más raras com o Phillyrea media y Sapo­ naria glutinosa. Hay que d ecir que a lo largo d e la sierra quedan ejem plares aislados y dis­ persos de alcornoques (Quercus suber) -e n robledal d el valle de Mosom ero se localiza un am plio rodal de e llo s - y de algún solitario madroño (Arbutus unedo), indicadores de un clima anterior más húmedo y cálido. La toponimia incluso nos habla de un monte d e Cosuenda denom inado “ el M adroñal” , que cuenta d e la existencia de este arbolillo en épocas anteriores. Pero una curiosidad aún mayor es la presencia d e un solitario y “ p e rd id o ” ejem plar d e algarrobo (Ceratonia siliqua) en unas peñas d e Alpartir. C om o huellas ostensibles d el carbon eo al que fue som etida esta sierra du­ rante décadas, en robledales y encinares aparecen pequ eñ os rellanos en los que hay manchas circulares d e ceniza que delatan a las antiguas “ car-

A rc e de M o n tp e llie r .

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Serbal común o azarollo.

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Carboneo, un antiguo oficio que mermó los bosques autóctonos.

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boneras” . Hace más d e cincuenta años que ya se d ejó d e hacer carbón en estos montes y hoy p u ed e observarse cóm o se van recuperando estos ralos encinares. Sobre los troncos y ramas crecen ostensiblem ente los líquenes, indicadores d e la calidad ambiental d e estos parajes. La h om ogen eid ad que presentan nuestros encinares con esa pátina conti­ nua de co lor verd e-g risá ceo delata la explotación extrem a que fue llevada a cabo p o r el ser humano en ép ocas recientes. Sin em bargo, en un encinar p o co alterado se p u ed e ob serva r un m osaico de co lores que se co rres­ p o n d e con la diversid ad de es p e cies arbóreas. Mientras que la exp lota ­ ción rom pe la com p eten cia d e las distintas es p e cies a favor sólo d e las encinas. Echando un vistazo a la fauna propia de estos encinares y robledales o b ­ servarem os que es variable, así com o su distribución, según sea m ayor o m enor la espesura forestal, la altitud, la exposición d e las laderas o el m o­ saico d e ecosistemas. Entre los m am íferos típicos pod em os citar a la escu­ rridiza garduña o fuina (Martes foina) , al lirón careto (Eliomys quercinus) aprovisionando su despensa, al sigiloso gato montés (Felis silvestres) que aprovecha las manchas más cerradas de encinar o al nocturno erizo (Erinaceus europaeus). Entre los reptiles citaremos a la culebra de escalera que podrem os encontrar en los linderos d el bosque. Bajo las piedras se escon­ den escolopendras y escorpiones para sorprender a sus presas, entre ellas la tem ible mantis religiosa acechando a otros insectos. Entre las muchas aves que habitan en este ecosistem a de bosques autócto­ nos d ebem os m encionar pequ eñ os pájaros com o la curruca carrasqueña (Sylvia cantillans), el pinzón vulgar (Fringilla coelebs), el chochín (Troglodytes troglodytes) o el petirrojo (Erithacus rubecula). El ubicuo arrendajo que p odem os encontrar en todo tipo de bosques, aquí recolectará y almacenará

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todas las bellotas posibles, llegan do algunas d e ellas a germ inar durante la prim avera siguiente al olvidarse d e dónde las enterró. En las oquedades d e los viejos robles crían las abubillas (Upupa epops) y los autillos (Otus scops). En el cielo d el bosque vuelan y planean las rapa­ ces: el aguililla calzada (Hieraaetuspennatus) y tam bién el busardo ratonero (Buteo buteo), que vigilante oteará a sus presas d esd e algún poste cercano. C om o representante d e las rapaces nocturnas, el búho chico (Asio otus) es un fiel habitante d e los árboles donde instala su nido para alimentar a su p role a base de topillos y ratones de campo. El am biente húmedo d e la hojarasca cerca d e cursos d e agua y d e fuentes favorece que en ép oca d e calor, bajo las hojas secas y húmedas se entierren tritones jaspeados (Triturus marmoratus) y sapos (Bufo bufo). Los insectos forestales son muchos: escarabajos m etálicos com o el insecto joya (Anthaxia hungarica), m ariposas com o la banderita española (Antocharis belia) o el chinche d e bosque (Pentatoma rufipes). Algunos entom ó­ lo g o s incluso han destacado el interés en m ariposas d e la Sierra de Algairén, junto con el Moncayo, p o r la presencia d e licénidos com o la m oradilla d el fresno Laeosopis roboris -cerca d e estos árboles-, la azulita Polyommatus escheri o las muy escasas Solana iolas -citada en A gu a rón - y Scolitantides orion.

O r q u íd e a flo r a b e ja , Ophrys apifera.

Foto: j . Ba lle ste ro s.

Musgos y líquenes, la piel del bosque.

Foto: E. V iñ u a le s .

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Fichas de fauna y flora de los bosques

A g u ililla c a lz a d a (Hieraaetus pennatus) Es el águila europea d e menor tamaño: tiene una longitud de entre 46 y 53 cm y un peso d e 600 gr a 1,2 kg. Posee poderosas garras y un fuerte pico, alas anchas y aptas para el planeo, con las rém iges separadas entre sí. La cola es larga y de forma algo cuadrada. Hay dos tipos d e águilas calzadas, una con plum aje d e fase oscura y otra clara, en la que llama mucho la atención el contraste de blanco y negro. El rasgo más característico que le da nombre consiste en que sus tarsos están completamente emplumados, como si se trataran de dos “ calzas naturales” . Se trata de una es­ p e cie migratoria. Las águilas calzadas se alimentan d e p e ­ queños mamíferos, aves, lagartos, anfibios e incluso insectos. Ocupan diversidad d e hábitats: bosques prados y áreas arbus­ tivas, acantilados montañosos y marinos... fo to : E. V iñ u a les

C o rzo (Capreolus capreolus) El corzo es un pequeño cérvid o que se localiza principal mente en áreas d e bosque húmedo donde hay abundante sotobosque, vegetación herbácea y arbustiva. Es un ani­ mal d e hábitos solitarios. El macho establece y define un territorio mediante vocalizaciones similares a los ladri­ dos de un perro - “ la ladra” del corzo-, y a través de sus­ tancias químicas liberadas p or glándulas odoríferas. A diferencia d e otros ciervos, las astas o cuernos son p e ­ queños y cortos, con tres puntas y abundante “p erlado” en los machos. Se renuevan anualmente. El p elaje de invierno es gris, p ero en verano se torna a colores más anaranjados o castaños. Fo to : E. V iñ u a le s

C u le b re ra eu ro p e a (Circaetus gallicus) Más conocida popularm ente com o águila culebrera, esta rapaz es un visitante estival de nuestras tierras aragonesas. Es un ave grande, con una longitud de 62-67 cm y una en­ vergadura d e 170-180 cm d e punta a punta d e las alas. Muestra un plumaje pálido visto en vuelo desde el suelo, con cabeza oscura. Com o su nombre indica se alimenta principalm ente d e culebras y reptiles. Practica la caza con el m étodo d e estar cernida en el aire o efectuando vuelos bajos rasantes al terreno. Es propia d e ambientes abiertos y secos, más bien mediterráneos, com o matorrales, garrigas o bosques dispersos d e pino y encina. fo to : A . P o rte ro

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P ic o p ic a p in o s (Dendropocos major) El pico picapinos es uno d e los pájaros carpinteros negriblancos d e nuestros bosques. Muy abundante. Com o su nombre indica gusta d e las masas de coníferas y mixtas, aunque ocupa una gran variedad d e territorios arbolados, siempre y cuando haya ejem plares altos. Puede ser observado incluso en el interior d e pueblos o parques urbanos. Com o la mayor parte d e las aves carpinteras excava é l mismo su nido, un agujero de entrada de 6 cm d e diámetro y 30 de pro­ fundidad. Estos nidos son refugios frescos, oscuros, pro­ tegidos d e las condiciones clim atológicas y, ante todo, están seguros d e muchos peligros por su colgada situación en lo alto de un tronco vertical, casi siempre escondidos por una densa pantalla d e hojas y ramas. Son nidos adecuados para p on er a salvo la frágil puesta que d eb erá ser incubada en algo menos de dos semanas. Foto: A . P o rte ro

T ritó n ja s p e a d o (Triturus marmoratus) Este tritón d e color verde jaspeado ocupa e l centro, norte y oeste d e la Península Ibérica, además de otras zonas de Francia. Falta en el Pirineo central y gran parte d el valle d el Ebro, locali­ zándosele en puntos muy concretos de nuestra provincia. Coloniza todo tipo d e ambientes acuáticos, con poca co­ rriente, tanto perm anente com o temporal, incluyendo balsas, charcas, lagunas, pozos, abrevaderos, fuentes o arroyos. Coloca los huevos entre la abundante vegetación acuática, protegiéndolos dentro d e las hojas dobladas de las plantas. Las poblaciones del valle m edio del Ebro son las más amenazadas d e toda España d ebido a la drástica alteración de hábitats que sufren. Los expertos recomiendan un cambio y sensibilización en los usos agrícolas, evitando el lavado de cubas donde se han m ezclado o usado productos fitosanitarios, así com o evitando el arado d el borde de charcas. Foto: E. V iñ u a le s

B a n d erita esp a ñ o la (Antocharis belia subsp. euphenoides) Es una mariposa d e tamaño medio con una envergadura alar que oscila entre 3 y 4 cm. Machos y hembras son d e colo­ ridos diferentes. En e l macho e l anverso alar presenta fondo amarillento sobre el que destaca un punto o disco negro. Hacia el ápice d e las alas anteriores posee una ostentosa mancha o franja d e un vivo rojo-anaranjado, de ahí lo de tan curioso nombre popular. La hembra exhibe un anverso alar blanco, que se ve interrumpido p or un disco negro, y presenta una franja en el ápice d e un tono anaranjado mucho menos vivo que en el macho. Se alimenta sobre plantas cruciferas. Tiene una sola generación anual, vo­ lando entre los meses de mayo y junio. Foto: R. Del V al

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C h och ín (Troglodytes troglodytes) El chochín es uno d e los pájaros más pequeños d el bosque de 9 a 10,5 cm d e longitud, con cuerpo compacto, cabeza vo­ luminosa y una cola pequeña, a menudo erguida. De plu­ maje pardo rojizo, es ligeram ente más claro en las partes inferiores. El ojo presenta por encima una marcada ceja d e color crema. El pico es fino, algo curvado y d e d ife­ rente longitud. Se alimenta a base d e arañas, larvas, oru­ gas, etc., aunque en invierno suele alimentarse d e semi­ llas. Ocupa los bosques, orillas d e arroyos y ríos con abundante sotobosque, carrizo, cañaveral y coscojales en donde pueda ocultarse. Generalm ente es un ave solitaria que se desplaza velozm ente entre la vegetación com o también por el suelo. El lenguaje d el chochín esta basado en un canto muy sonoro. Fo to : R. Del

Val

P r o c e s io n a ria (Thaumetopoea pityocampa) Conocemos más las orugas y el nido - o bolsa blanca- d e este insecto que la propia mariposa adulta de la procesionaria, un lepidóptero discreto con alas d e color gris ceniciento. Realiza la puesta sobre las acículas del pino de una misma vaina, cubriendo los huevos con las escamas de la extremidad de su abdomen. La oruga, en su último y quinto estadio alcanza de 25 a 40 mm, con largos y finos pelos de coloración blanca y grisanaranjada. Entre ellos posee diminutos dardos urticantes naranjas capaces de producir serias afecciones alérgicas en nuestra piel. Es característico cuando estas orugas mar­ chan en procesión lineal d e enterramiento, antes de formar la crisálida d e donde saldrá el adulto, los cuales pueden lle­ gar a vivir de 3 a 4 días. Este animal puede también producir graves daños en el crecimiento y desarrollo de los pinos. Cumple su función ecológica. Es un animal típicamente mediterráneo que no soporta temperaturas por debajo d e 10-12 ° C bajo cero. Foto: E. V iñ u a le s

C a rb o n ero com ú n (Parus major) Es el párido d e mayor tamaño con una longitud de 14 cm y un p eso de 18 gr. En todos los plumajes tiene el dorso de color verde u oliváceo y las partes inferiores mayoritariamente amarillas, e l capirote y la garganta son negros, y posee una banda alar blancuzca con un diseño caudal contras­ tado, dado que la cantidad d e blanco en los laterales de la cola es mayor que en otros congéneres. El negro de la garganta se extiende formando una ancha línea ventral. Menos revoloteante que los páridos d e bosque más p e ­ queños, vive en una gran varied ad d e zonas arboladas: desde bosques hasta cultivos d e frutales, huertos y jardines. Su dieta es insectívora, com iendo principalmente coleópteros e himenópteros. Suele sacar dos polladas al año de entre 8 a 12 huevos cada una. Fo to : E. V iñ u a le s

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Pino carrasco (Pinus halepensis) Si el pino ya es d e por sí un árbol típicamente mediterráneo, e l pino carrasco o d e A lep o muy posiblem ente represente dentro de la familia d e las pináceas la especie más propia d e toda la cuenca y la costa del Mare Nostrum, donde los veranos son calurosos y secos, y los inviernos se presen­ tan con temperaturas moderadas y con ciertos periodos d e precipitaciones torrenciales. De hecho, esta formación boscosa a menudo aparece con grandes y densos bos­ ques verdes distribuidos p or todo el levante e interior oriental d e la Península Ibérica, norte d e África -A rgelia, especialm ente-, litoral provenzal de Francia, algunas reg io ­ nes d e Italia, Peloponeso g rie g o e islas com o Cerdeña o Sicilia además del conjunto d el archipiélago balear. Foto: E. V iñ u a le s

P in o roden o, p in o re s in e ro (Pinus pinaster) Á rb ol d e m edia talla, d e hasta 40 m d e altura máximo. El tronco es derecho o flexuoso, con corteza gruesa, oscura o negruzca, áspera, y que con la ed ad se agrieta formando teselas ne­ gruzcas y rugosas. Tienen una ramificación verticilada más o menos regular. Presenta hojas aciculares en fascículos d e dos, d e color verd e intenso, y rígidas. Las piñas ma­ duran al final d el segundo verano p ero se abren durante la prim avera d el tercer año. Forma bosques puros o mix­ tos, ocupando ambientes d e robledal y carrascal. V ive sobre suelos silíceos, siendo más frecuente en los rodenos d e arenisca. La trementina obtenida d e la resina es antisép­ tica, diurética y vermífuga. Se ha em pleado internamente en e l tratamiento d e afecciones renales y d e vejiga, y también para combatir el reuma. Es beneficiosa en el tratamiento d e los catarros, gripes e incluso tuberculosis. Foto: R. D el

V al

R o b le a lb a r o b la n co (Quercuspetraea) Es un árbol caducifolio d e gran talla, con la copa redondeada, e l tronco recto y la corteza cenicienta. Hojas d e 8 a 12 cm, obovadas, bastante regulares, de color verd e intenso en el haz y verd e pálido en el envés, con p eciolos cortos. Las bellotas van en grupos d e 2 a 6 sentadas sobre cortos rabitos. Esto lo diferencia d e l roble común o carvallo (Quercus robur) Prefiere suelos ligeros, pedregosos o ar­ cillosos en lugares montañosos de clima suave. En nues­ tra sierra aparece en las laderas de Mosomero -e n Alpar­ tir-, en el monte del Cortado -e n Alm onacid de la Sierray en los barrancos de la Mina y Valdecerezo -d e Cosuenda-, ocupando las zonas más húmedas y la exposición umbría, siempre por encima d e los ochocientos metros donde forma p e ­ queñas manchas forestales. Foto: E.Viñuales

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A c e b o (Ilex aquifolium) El acebo es uno d e los árboles o arbolillos más conocidos de nuestros bosques. Puede alcanzar hasta 8 ó 10 m d e altura. Sus hojas son rígidas, coriáceas, relucientes y su contorno varía con un borde que puede presentar dientes fuertemente es­ pinosos o no, según la altura d el suelo. Son característicos sus frutos rojos que maduran en octubre y noviembre, y que se mantienen después en el árbol durante muchos meses de invierno. Estas bayas son el alimento de muchos animales del bosque como el corzo o ciertas aves. Para el hombre es un fruto no comestible. No hace falta decir que es una especie protegida por la ley. Su madera es muy p e ­ sada, y al igual que la d el boj no flota en el agua. Hasta hace unos años su em pleo com o adorno navideño llevó a drásticos daños en las acebedas y sotobosques de nuestros montes. Foto: E. V iñ u a le s

E n cin a o ca rra s c a (Quercus ilex) En Aragón a las encinas se les llama “ carrascas” . Si hubiera que ele gir un árbol representativo d el conjunto d e nuestro terri­ torio posiblemente sería este pariente m editerráneo de los robles. Á rb ol o arbusto de copa amplia y redondeada que puede alcanzar hasta 25 m de altura aunque no siempre tiene p orte arbustivo. Tronco con corteza cenicienta o pardusca. Hojas simples y alternas que presentan una forma que varía d e redondeada a lanceolada, d e color verde intenso en el haz y blanquecino o grisáceo por el envés. Su fruto es una bellota ovoide que tiene en su base una cúpula con escamas imbricadas. Señala los ambientes soleados con clima m editerráneo y continental ya que aguanta el calor, el frío y la sequía. Vive tanto en calizas com o en sílice, ex­ tendiéndose por sustratos pedregosos d e escasa fertilidad. Foto: R. Del Val

R u sco (Ruscus aculeatus) C rece en zonas de encinares, algo frescas y umbrosas. Es una planta siempre verd e y propia d el contorno mediterráneo. Lo que parecen hojas no lo son en realidad, son ensancha­ mientos d el tallo terminados en una punta espinosa. Las hojas se reducen a diminutas brácteas membranosas de cuya axila brotan ramillas laterales aplastadas. Su fruto es una baya globosa d e color rojo vivo. Se trata d e una planta d e antiguo uso popular com o aperitivo y diurético. Forma parte del llamado “jarabe de las cinco raíces” , junto con el apio, el hinojo, la esparraguera y el perejil. D el rusco sale la ruscogenina em pleada para las hem orroides y las va­ rices, ya que posee una alta proporción d e vitamina P fortale­ ciendo los capilares sanguíneos. Fo to : R. D el

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Val

Peral de monte o arganón (Sorbus torminalis) Á rb ol caducifolio entre 5 y 10 m d e altura, d e la familia de los serbales y mostajos. Tiene una copa amplia con ramas largamente extendidas. Sus hojas son simples, truncadas, con 3 ó 5 lóbulos triangulares, con el haz tomentoso, son d e color verd e oscuro y de envés más pálido. En otoño adquiere un llamativo color rojo o amarillento. Las flores son blancas. El fruto es carnoso, bastante globular y de color pardusco. C rece en emplazamientos m oderada­ mente cálidos y secos, en bosquecillos d e robles, arces y encinas, sobre laderas rocosas. Se encuentra disperso en los profundos barrancos a lo largo d e la Sierra d e Algairén. Foto:

E. V iñ u a le s

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Aves y pájaros del bosque

Alberto Portero Garcés Agente de Protección de la Naturaleza en la vecina Sierra de Vicor

Los bosques, pinares, encinares, robledales, sotos de r i b e r a , siem pre cam­ biantes con el devenir d e las estaciones, son ecosistem as que ejercen un indudable atractivo para el hom bre y p o r supuesto para la fauna. Su fron­ dosidad y la visión lim itada en su interior p o r ese ejército de cientos de troncos es algo que les da un aire misterioso, acrecentado sin duda p o r las esp ecies animales adaptadas a vivir en ellos, difíciles de v e r p ero fáciles de descubrir a través de los sonidos o los rastros que han dejad o a su paso. De entre todos los grupos faunísticos que habitan estas forestas de Algairén, las aves son sin duda de los más fáciles de ver, y a p o co que guardem os si­ lencio y nos colgu em os unos prismáticos al cuello será fácil em pezar a des­ cubrirlas. Cada tronco en sí es un pequ eñ o ecosistem a donde entre las g r ie ­ tas de la corteza los invertebrados sirven de sustento a dos singulares aves, una d e ellas, el agateador común que se ded ica a recorrer boca arriba los troncos y con su peculiar p ico curvado extraer los pequ eños insectos. Otro pájaro especial es el trepador azul, que al contrario que el agateador reco­ rre cabeza abajo los troncos con el mismo objetivo. A estas dos esp ecies les acompañan carboneros, herrerillos, petirrojos, acentores....

Agateador común.

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Foto: A. Po rte ro .

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A r r e n d a jo .

Foto: A . Po rte ro .

Los conocidos vulgarm ente com o “ pájaros carpinteros” son otros habitantes típicos d e las arboledas, destacando el p ico picapinos, probablem en te el más común y uno d e los más vistosos. Incansable taladrador d e troncos, su tam borileo se pu ed e escuchar incluso a un kilóm etro d e distancia, favore­ cid o p o r su peculiar anatomía cefálica. Tam bién hay aves que ayudan al bosque a regenerarse, siendo el caso del arrendajo o “ gallo de m onte” que consume gran cantidad d e bellotas, teniendo la costumbre d e guardar en­ terradas pequ eñ as despensas d e ellas, y que p o r su m em oria olvidadiza muchas d e ellas acabaran germ inando y dando lugar a nuevos árboles. En el alto d e la pirám ide e c o ló g ica están las aves cazadoras, rapaces com o el águila calzada, la culebrera europea o el águila ratonera que se sirven de los árb oles com o soportes para sus nidos p e ro que cazan en cam po abierto. Sin em bargo, hay una rapaz totalmente adaptada a vivir dentro de los bosques, se trata d el azor - e l “ pirata d e la espesura” com o lo bautizó el gran Félix Rodríguez d e la Fuente-. Todo en él está diseñado para vivir den­ tro de estos ambientes, pues su anatomía de alas cortas y larga cola le p e r­ mite realizar persecuciones y giros inverosím iles dentro d e la maraña de troncos para capturar a sus presas sin chocar; el diseño de su plum aje le hace pasar totalmente desapercibid o cuando inm óvil espera en una rama pacientem ente a que alguna potencial presa pase cerca; y en lo más p ro­ fundo y tranquilo d el bosque construye su nido, donde saca cada año a su pollada. Podría decirse que quien paseando p o r un bosque no ha oíd o los gritos de los azores llam ándose en ép oca d e celo no ha escuchado el v e r­ dadero espíritu d el bosque. Tam bién la noche tiene vid a den­ tro de estos bosques, y al igual que la gran m ayoría de los mamí­ feros es entonces cuando desa­ rrollan su qu ehacer diario, pues existen aves que duerm en de día y salen al anochecer. Son las rapa­ ces nocturnas, y entre ellas están el búho chico y el cárabo, dos es­ p e c ie s que noche tras noche in­ cansablem ente parten en busca de los pequ eñ os roedores.

Búho chico.

Fo to : A. Po rte ro .

ECOSISTEMAS VIVOS: FAUNA Y FLORA

1 73

Incendios forestales Tomás Albero Giménez Agente de Protección de la Naturaleza y Coordinador Medioambiental del AM A 9 de Cariñena

Actualm ente los incendios forestales son una de las mayores amenazas a nivel m edioam biental. En pocas horas un incendio p u ed e transformar un lúdico ecosistem a en un aparente desierto. Y aunque esta transformación es sólo tem poral, porqu e en unos años el paisaje p u ed e recuperarse e in­ cluso enriquecerse, afecta a todo el conjunto de la fauna, flora y suelo. A fo r­ tunadamente la Sierra de A lga irén ha sufrido pocos incendios d e conside­ ración en los últimos años, si exceptuam os el de Santa Cruz d e G río -e n el año 2001- y los d e Encinacorba - e n 2003 y 2005-. El abandono d e las tierras agrícolas d e mayor pendiente y m enor profun­ didad d e suelo, junto a la elección d e esp ecies com o el pino en las rep o­ blaciones efectuadas a partir de los años cuarenta ha dado lugar a un ca­ racterístico paisaje donde cualquier descuido o accidente pu ed e p on er en p e lig ro las masas arboladas, tal y com o pasó en los incendios antes m en­ cionados. Adem ás, com o parte integrante d el Sistema Ibérico, A lga irén no escapa de los incendios producidos por los abundantes rayos que dejan las tormentas veraniegas. La m ayoría d e éstos, y siem pre gracias a la colab o­ ración vecinal, han sido prontamente detectados y extinguidos d e form a rá­ pida, quedando en sim ples conatos o afectando a pequeñas superficies fo ­ restales.

El bosque, la sierra, se quema.

174

Fo to :

t

. A lb e ro .

ECOSISTEMAS VIVOS: FAUNA Y FLORA

Vista aérea del incendio de Encinacorba del 3 de agosto de 2005.

Foto:

t

. A lb e ro .

A nadie se le escapan las actuales consecuencias d el C am bio Climático, con inviernos cada v e z más suaves y un tiem po gen eralm en te más seco. Tam bién d eb em o s tener en cuenta la práctica inexistencia d e ganadería extensiva, que junto a la falta d e aprovecham ientos forestales aumenta la cantidad de com bustible disponible, dando lugar a fuegos con un com por­ tamiento mucho más violento y una rápida propagación. En este escenario sólo ca b e tomar m edidas preventivas haciendo un uso d el fu ego más responsable, especialm ente en condiciones clim atológicas adversas, respetando las épocas de p e lig ro y con una m ejora en los m edios d e extinción com o pu eden ser la construcción d e depósitos para toma de agua destinados a helicópteros, la apertura de fajas auxiliares, más m edios para una pronta detección y la com partim entación d e las masas forestales. ¡Que un descuido no cam bie nuestro paisaje!

Incendio de Encinacorba, 3 de agosto de 2005.

Fo to :

t

. A lb e ro .

ECOSISTEMAS VIVOS: FAUNA Y FLORA

1 75

EL ROQUEDO DE LA SIERRA

Este hábitat está form ado p o r las paredes verticales, los cortados, peñas y roquedos dispersos, los canchales o gleras... o los barrancos pétreos que se hallan encajados a lo largo d e las laderas d e la sierra. Se trata de un m ed io hostil para la vegetación , donde hay que viv ir sobre una roca con apenas tierra y con una gran oscilación térmica, donde a v e ce s la humedad es escasa o prácticamente nula, y donde se requiere p o r parte d e las plantas que allí m edran una gran especialización y la adopción d e estrategias para p o d e r colonizar dichos medios.

Solitario algarrobo perdido en unas peñas de Alpartir.

Fo to :

r

. D el Val.

Sobre e l roqu edo suelen aparecer pequ eñ as grietas, fisuras o rellanos, donde los veg eta les más especializados, helechos, líquenes y musgos van a encontrar su hábitat idóneo. A estas plantas aclimatadas a vivir sobre las rocas se le denom ina “ rupícolas” y entre ellas destacarem os a las saxífra­ gas, d e las cuales en A lga irén encontramos varias de este gén ero: Saxifraga granulata, S. dichotoma y S. fragilis, todas ellas de hermosas flores blancas que se dejan v e r en prim avera.

ECOSISTEMAS VIVOS: FAUNA Y FLORA

1 79

Sobre resaltes rocosos, rellanos y gleras donde se acumula más tierra y sus­ trato se desarrollan plantas más exigentes, y podem os hallar allí la única población en A ragón d e un gran narciso grande y blanco (Narcissus albicans) o el amenazado y protegid o narciso amarillo pálido (Narcissus triandrus subsp. pallidulus), que podrem os v e r a lo largo d e gran parte d e la sie­ rra. Y muy raro d e localizar aparece el h íb rid o d e am bos (Narcisus x litigiosus). M enos abundante y más localizado se encuentra un gran y b e llí­ simo narciso amarillo, el Narcissus eugeniae. En prim avera destaca la flo­ ración m orada del erizón azul (Erinacea anthyllis). D e estos roquedos verti­ cales cuelgan a veces, desafiando el vacío, arbolillos com o la sabina negral o m ora (Juniperus phoenicea) y la cornicabra o terebinto (Pistacia terebinthus) . Pero sin duda una d e las esp ecies más em blem áticas es el cardillo protegido, en p e lig ro d e extinción, d e la Centaurea pinnata, que es el sus­ tento básico para la protección de la Sierra d e A lga irén dentro d e la Red Natura 2000.

Narciso blanco.

Fo to : E. V iñ u a le s.

Dos helechos entre las rocas, A splen iu m s e p te n trio n a le y detrás la dora­ dilla. Fo to : E. V iñ u a le s.

Sabina negral o mora.

Liquen en una roca.

F oto:

Foto:

e.

e.

V iñ u a le s.

V iñ u a le s .

Sedum.

Foto: E. V iñ u a le s.

Helecho o falaguera.

Muy numerosas son, p o r el contrario, las uvas d e gato o Sedum, plantas p e ­ rennes con hojas carnosas que acumulan agua, siendo rastreras o colgantes, compactas y muy resistentes a este medio. Tienen flores pequeñas y llama­ tivas d e colores blancos, amarillos o rosados y entre ellos están: Sedum acre, Sedum album, Sedum brevifolium, Sedum dasyphyllum, Sedum forsteranum y Sedum sediforme. Muy cerca, crecen algunas sencillas y humildes violetas com o Viola suavis, V kitaibeliana, V willkommii, junto a abundantes y llamati­ vos claveles silvestres, que de form a tardía aparecen florecien do casi co l­ gadas d e las rocas com o es el caso de Dianthus brachyanthus y Dianthus lusitanus.

1 80

ECOSISTEMAS VIVOS: FAUNA Y FLORA

Fo to :

e.

V iñ u a le s.

C om o ya hem os adelantado, estos roquedos son el am biente d e la m ayoría d e los helechos que aquí verem os, cuyas frondes surgen entre las pequeñas fisuras, aunque algunos crecen incluso en terrenos p ed regosos y muy tér­ m icos com o las cuatro esp ecies d el g én ero Cheilanthes: C. acróstica, C. tinaei, C. maderensis, y el escaso y amenazado C. hispánica. Muchos d e ellos aprovechan que entre las fisuras d e las grietas, en exposiciones más som­ breadas, sus rizomas se hallan más protegid os a la desecación, siendo el caso de los polip od ios o de los helechos del gén ero Asplenium. Muy fáciles d e observar son la doradilla (Asplenium ceterach), y el helecho común (Pteridium aquilinum) tam bién llam ado “ falagu era” , cuya denom inación da nom bre a un paraje alto d e Cosuenda. A las rocas se les suelen adherir tam bién numerosos líquenes, formas de vid a que en verdad son una asociación entre un alga y un hongo. Los líque-

Erizón, Erinacea a n th y llis . Fo to : E. V iñ u a le s.

Clavel, clavelina.

Foto: E. V iñ u a le s.

S axifra g a , la planta que rompe las rocas. Foto: E. V iñ u a le s.

Líquenes rupícolas.

Digital oscura.

Om bligo de Venus en el roquedo.

Fo to :

e.

V iñ u a le s .

Foto:

e.

V iñ u a le s.

Fo to : E. V iñ u a le s.

nes crustáceos son los más numerosos y muchos d e ellos aparecen apor­ tando coloridos muy diferentes y vistosos al roquedo, que con estos “ ador­ nos vivos” destacan todavía más sobre el paisaje. Encima d e las cuarcitas d e A lga irén podem os encontrar al liquen silicícola Acarospora hilaris - d e co lo r ve rd e-a m arillo-, Dimelaena oreina - d e tonos ve rd e s -, o Parmelia somloensis. Este duro ecosistem a presenta sin em bargo grandes ventajas para las aves que hacen que el m edio rupícola sea uno d e los más ricos en vid a alada. A l descansar y nidificar sobre los cortados inaccesibles, muchos pájaros en­ cuentran protección frente a ciertos dep red ad ores terrestres disfrutando

ECOSISTEMAS VIVOS: FAUNA Y FLORA

1 81

Buitre leonado en una peña del valle del río Grío.

182

ECOSISTEMAS VIVOS: FAUNA Y FLORA

Fo to :

e.

V iñ u a le s.

de

unos

oteadores

ex celen tes

d esd e donde controlar el territo­ rio, así com o una ex cele n te zona de d esp eg u e que facilita el tomar contacto con las corrientes de aire cálido

que les impulsan cie lo

arriba, sobre todo para los buitres y las gran d es águilas. Casi todas estas aves son esp e cies p ro te g i­ das, con mayor o m enor grad o de amenaza. El buitre leonado (Gyps fulvus) es el ave carroñera p o r ex celen cia que contribuye al mantenimiento sanitario d e nuestros montes y que form a pequ eñ as colonias a lo largo de la Sierra d e A lgairén . Tam bién en las pared es vuelan las ruidosas chovas piquirrojas (Pyrrhocorax pyrrhocorax) y

el

cada vez más escaso cuervo negro (Corvux corax). A l p ie d e los can­ tiles donde realiza su nido, apare­ cerá el gran duque o búho real El águila perdicera, una rapaz que criaba en los riscos de la sierra hasta hace poco. Foto: E. V iñ u a le s.

(Bubo bubo) , depred ad or infatiga­ b le d e roedores y auténtico señor de la noche. En las zonas más altas y protegid as mora una gran va rie­ dad d e aves rapaces rupícolas, d esd e el p equ eñ o cern íca lo vu l­ gar (Falco tinnunculus) , inconfundi­ b le cuando se ciern e d el aire bus­ cando a su presa, a la más veloz de todas las aves, el halcón peregrin o (Falco peregrinus). Tam bién las grandes águilas anidan en estos espacios, a saber, e l águila real (Aquila chrysaetus), con sus gran­ des y numerosos nidos repartidos p o r toda la s i e r r a . y la ya desa­ parecid a

-d e

form a

rec ien te-

águila-azor p erd icera (Hieraaetus fasciatus), en grave p e lig ro d e ex­ tinción en todo Aragón. A v ió n ro q u e ro .

F oto: E. V iñ u a le s.

ECOSISTEMAS VIVOS: FAUNA Y FLORA

1 83

En peñas, barrancos y p ared es naturales viven tam bién la palom a bravía (Columba livia) -q u e form a bandos num erosos-, el roquero rojo (Monticola saxatilis) -q u e se instala en las cres­ tas altas d e la sierra para criar-, y el roquero so­ litario (Monticola solitarius) habitante asiduo de estos predios. Los ornitólogos detectarán tam­ b ién el vu elo d el avión roquero (Ptyonoprogne rupestris) -q u e construye sus nidos de barro en los extraplom os rocosos-, e l colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros) o la collalba negra (O enanthe leucura) con su llamativo ob ispillo blanco.

Una cabra montés saltando entre las peñas. F oto: E. V iñ u a le s .

En cuanto a los mamíferos, habitantes especia­ lizados en roquedos, y que hasta hace unos años no poblaban estos montes, pues sus p o ­ blaciones están en expansión d esd e los peñas­ cales del Ib érico d e Teruel, hay que remarcar la presen cia cada v e z más numerosa de la cabra montés (Capra pyrenaica), gran atractivo para muchos ob servadores d e lo natural. Bajo las rocas, muy ocasional, aparecen la poco con ocid a cu leb rilla c ie g a (Blanus cinereus) -q u e al ser sorprendida buscará infiltrarse en el su elo-, y tam bién la culebra d e herradura (Hemorrhois hippocrepis) que se solea en el ro­ quedo para calentar su organismo. Pero bajo tierra hay oculto otro hábitat rupícola

Culebrilla ciega.

Foto:

r

. Del Val.

hermano, muy esp ecia l y singular, que es mundo d e las cuevas y simas. Pese a su apa­ rente hostilidad, el ecosistem a cavernícola al­ b e rg a esp ecies animales que han e le g id o este mundo oscuro, d e temperatura sin oscilación y con un grado d e humedad muy próxim o a la sa­ turación. Nos referim os a la fauna troglobia, con adaptaciones muy específicas: ciegos, sin ojos, despigm entados, casi tra s lú c id o s . animalillos muchos de ellos que si salieran al exterior, a la luz d e l día, morirían. Tam bién allí habitan im­ portantísimos m urciélagos entre los que cabe descascar e l rin ólofo o m urciélago d e herra­ dura grande (Rhinolophus ferruquinum), el ra­ tonero ib é rico (Myotis scalerai) y el m urciélago d e cueva (Miniopterus schreibersii). 1 84

ECOSISTEMAS VIVOS: FAUNA Y FLORA

Murciélago grande de herradura. Foto: E. V iñ u a le s.

Fichas de fauna y flora del roquedo

C a b ra m on tés (Capra pyrenaica) La cabra montés es un animal fácilmente distinguible por su cor namenta; los cuernos son gruesos, rugosos y nudosos, y nor­ malmente tiene forma d e semicírculo d irigid o hacia atrás, pudiendo m edir más d e un metro d e largo. En las hembras son más pequeños y más delgados y débiles. Se trata de animales fuertes que sobrepasan el metro d e lon­ gitud y los machos llegan hasta los 120 kg d e peso. La adaptación más importante que presenta es el diseño de sus pezuñas, con bordes elásticos y suela áspera, antides­ lizante. Viven esencialmente sobre el roquedo, sedentarios que viven en manadas separadas por sexos durante gran parte del año. La época de celo tiene lugar a finales del otoño. La gestación dura unos cinco meses y los cabritillos nacen entre abril y mayo. Son esencialmente fitófagos, com iendo todo tipo de vegetales. Ha colonizado el roquedo d e la sierra en los últimos 10 años. Foto: F. T a lla d a

Búho r e a l (Bubo bu bo) Es el mayor d e todos los búhos d e Europa. Dicen que tiene “ forma de barril con dos prominentes orejas” . El canto nup­ cial del búho real empieza en estos meses fríos de invierno y se prolonga con los primeros avances d e la primavera. Emplaza su nido en una recóndita y escondida cueva-re­ pisa de los cortados rocosos, donde pone de 3 a 6 huevos. Se alimenta de conejos, ratas, aves d e mediano tamaño, pequeños zorros, e incluso garduñas. En ocasiones puede dar muerte a otras aves rapaces como milanos o pequeñas águilas. Sus fuertes garras, dotadas de afiladas uñas curvas, son un arma d e matar perfecta. La caza y el uso d e venenos han llevado al “ gran duque” d e nuestros montes a un acelerado d eclive en sus poblaciones. Las líneas eléctricas también son causa d e la electrocución d e muchos ejemplares. Fo to : F. T a lla d a

Á g u ila r e a l (Aquila chrysaetos) Es el águila d e mayor tamaño d e nuestro territorio con una silueta equilibrada, cola y alas largas y elásticas. Tiene una altura d e 80-90 cm y una envergadura alar d e más de dos metros. Color marrón oscuro en todos los plumajes, con la nuca pardo-amarillenta; el píleo, el chal y las cobertoras d e la parte superior del ala dorados. Sus patas están emplumadas hasta el nacimiento d e los dedos. Entre sus presas destacan las palomas, los córvidos, los conejos y las liebres. A pesar d e ser una excelente cazadora, en mu­ chas ocasiones se alimenta de carroña. Habita laderas esté­ riles, también en bosques d e montaña, acantilados marinos y llanuras. Anida en salientes rocosos, aunque a veces también en grandes árboles. Foto: F. T a lla d a

ECOSISTEMAS VIVOS: FAUNA Y FLORA

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Murciélago ratonero ibérico (Myotis scalerai) Durante muchos años se pensó que este murciélago era el Myotis natterei, pero estudios del ADN d e los ratoneros gri­

ses lo han diferenciado en una especie nueva d el sur de Europa, principalm ente d e la Península Ibérica. Se ali­ menta generalm ente d e presas que no vuelan y que cap­ tura en el suelo o sobre la vegetación, com o moscas en reposo nocturno, arañas y opiliones. Es una especie ame­ nazada. Las hembras se agrupan en la época de cría en colonias d e decenas o centenares d e ejemplares. V ive en cuevas y fisuras d e l roquedo. En invierno “ desaparecen” , pues se ocultan en estas grietas difíciles de localizar. Fo to : R. D el

V al

M u r c ié la g o d e cu ev a (Miniopterus schreibersii) El murciélago de cueva se encuentra en todo Aragón, la Pe­ nínsula Ibérica e islas Baleares. Es la e sp ecie cavernícola por excelencia. Se trata d e un animal frecuente en reg io­ nes d e naturaleza y roca caliza, y sin em bargo también se le encuentra en regiones silíceas donde haya túneles, minas y bodegas. V ive desde el nivel d el mar hasta alti­ tudes montañosas d e no más d e 1.400 m. Se refugia en cavidades donde la temperatura oscila entre los 5 y 11 ° C. Su vuelo es rápido, de 50 a 60 km a la hora. Sus áreas de caza pueden encontrarse a gran distancia d e su lugar de descanso. Forma colonias d e cría muy numerosas. Y puede alcanzar una edad d e más de 15 años. Es una especie migratoria que realiza pequeños desplazamientos estacionales. F oto: E. V iñ u a le s

M u r c ié la g o g ra n d e de h erra d u ra (Rhinolophus ferruquinum) Es el representante Rhinolophus d e mayor tamaño en la Península Ibérica, pues en la comarca también se pueden hallar otras dos especies más d e este género. Especie ubiquista que se localiza en cualquier medio, con p refe­ rencia por zonas arboladas con espacios abiertos. Utiliza refugios d e diversa naturaleza, comúnmente subterrá­ neos durante el invierno com o cuevas, desvanes, túneles, b o d e g a s . Es un habitual invernante en estas comarcas. Utiliza “perchas” o posaderos nocturnos donde perm anece colgado hasta que localiza a una presa sobre la que se aba­ lanza. Especie sedentaria que manifiesta una gran fid elid ad por aquellos refugios que reúnen condiciones adecuadas para la cría e hibernación Fo to : F. T a lla d a

1 86

ECOSISTEMAS VIVOS: FAUNA Y FLORA

Colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros) Este pájaro negro com o el tizón, con la cola rojiza, vive cerca d el hombre nidificando en las casas abandonadas, en gra­ neros y cuevas, o en roquedos, riscos o montañas. N or­ malmente suele cantar d esd e un posadero prominente en lo alto, por ejem plo sobre un edificio. Si bien es cierto que pasa igualmente mucho tiem po en el suelo donde salta, se agacha, corre y busca comida. Se alimenta d e p e ­ queños escarabajos, moscas, hormigas, orugas, arañas y bayas. Su canto es una frase corta que se oye d esde lejos, seguida d e una explosión d e extraños sonidos raspantes y traqueteantes. Foto: E. V iñ u a le s

B u itre com ú n o leo n a d o (Gyps fulvus) M ide casi tres metros de punta a punta d e las alas. A diferencia d e otras muchas aves de presa los buitres son animales carroñeros pues se alimentan exclusivamente d e cadáveres de animales salvajes y domésticos muertos en e l campo. Por evolución, se podría decir que han olvidado la técnica de la caza. El buitre leonado nidifica en repisas o covachas d e grandes paredes y cantiles d e las montañas, sierras y barrancos agrestes. En el mes d e enero ponen un único huevo que incuban durante 52 días y de donde nacerá un pollo d e blanco plumón que no volará d el nido hasta fina­ les d el mes d e julio. Otra característica del buitre es su fa­ cilidad d e planeo, pues casi nunca m ueve las alas. Se deja llevar por las corrientes térmicas de aire ascendente y se con­ vierte en una especie d e planeador vivo que sube, baja, viene y va sin aparente esfuerzo. Fo to : E. V iñ u a le s

Centaurea pinnata La Centaurea pinnata es una pequeña planta que aparece a lo largo d e la Sierra de Algairén por encima d e los 800 m de altitud y que d ebid o a su escasez y ámbito restringido está catalogada com o “ En p eligro d e extinción” . Es una planta perenne de 20-30 cm d e altura que puede tener aspecto postrado o erecto en función d el ambiente. Forma una ro­ seta d e la que aparecen numerosos tallos recubiertos de indumento lanuginoso que le da un cierto aspecto ceni­ ciento. Las flores son rosadas o blancas. Florece en junio y fructifica a finales de julio, germinando en otoño. V ive en sustratos rocosos d e únicamente las sierras y montes ib éri­ cos d e suelo silíceo -pizarras-, apareciendo también en terre­ nos de calizas e incluso d e yesos. Por lo general vive entre los 520 y los 1.430 m d e altitud. Fo to : R. Del Val

ECOSISTEMAS VIVOS: FAUNA Y FLORA

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Narciso blanco (Narcissus albicans) El Narcissus albicans es una pequeña flor d e un blanco purísimo que tiene una corona interior muy grande y que está enmar­ cada por unos tépalos lanceolados d e color amarillo intenso que le proporcionan un aspecto inconfundible. Tiene una hoja muy fina, d e p oco más d e 1 mm de anchura, mientras que el tallo floral puede alcanzar los 25 cm d e altura. Este escaso narciso es una d e las primeras plantas en florecer en nuestra sierra, comenzando a primeros d el mes d e fe­ brero y llegando a tapizar los suelos d e un paraje singu­ lar y muy rocoso de la Sierra de Algairén, el monte d e la Casca Alta en Alpartir. A llí vive en pastos pedregosos y re­ llanos, entre escarpes rocosos, sobre cuarcitas y con escaso suelo. Se trata d e una planta muy rara en Aragón, con tan sólo esta población conocida. Es, por tanto, una joya digna de admirar y proteger. F oto: J. G u tié rre z

Saxífraga granulata La palabra Saxifraga viene del latín: “saxum ” -ro c a - y “frang e r e ”-rom per-, al habérsele atribuido a este gén ero de plantas p ropiedades para rom per las piedras con sus fuertes raíces para abrirse paso y colonizar suelos roco­ sos. Esta saxífraga blanca es una hierba perenne con una roseta basal de hojas suaves, y vellosas, con el lim bo re­ dondeado y el p ecíolo largo. Del centro d e la roseta sale un tallo v e rd e que culmina en un racimo d e florecillas blancas. Habita zonas d e pastos moderadamente húmedos, roquedos sombreados, claros d e bosque, e tc .. .El fruto es una cápsula globosa. Fo to : E. V iñ u a le s

1 88

ECOSISTEMAS VIVOS: FAUNA Y FLORA

Centaurea pinnata, un cardo convertido en la estrella botánica

Hay un dicho injusto que dice “ fe o com o un cardo” . Porque hay cardos en flor, p recio ­ sos, muy vistosos y lla m a tiv o s . realm ente bonitos, y m áxim e si hablamos d e un car­ dillo p equ eñ o y tan atractivo com o es la Centaurea pinnata, esp ecie botánica en p e ­ ligro d e extinción que viv e en cierta abun­ dancia en la Sierra de Algairén. Pues bien, este cardo silvestre es en reali­ dad, más guapo o más feo, el verd a d ero em blem a que p ro te g e y ampara a gran parte de la Sierra de A lgairén. Gracias a su sim ple existencia, esta esp ecie ve g eta l en­ dém ica incluida en los anexos d e la D irec­ tiva Hábitat 92/43/CEE, lo que da respaldo científico a la protección d e nuestra sierra C entaurea p in n a ta .

F oto:

e.

V iñ u a le s.

dentro d e la R ed Natura 2000 d e Europa com o dos LIC, Lugares de Im portancia C o ­

munitaria, pues cada estado m iem bro de la Unión Europea se com prom ete a conservar los ecosistem as naturales protegidos, y a mantener los valores d e b iodiversidad de aquellos taxones d e fauna y flora silvestre considera­ dos com o “ prioritarios” . Mundialmente, la Centaurea pinnata sólo se distribuye por un sector d e sie­ rras d e la provincia d e Zaragoza, presente en las de Armantes, La Virgen, A lgairén, Vicor, Pardos y Santa Cruz, adem ás d e en La Cocha -c e rc a d e Calatayud-. Existe así mismo una pequ eña población en Sierra M enera (Te­ ruel). Es por tanto casi im posible de localizar en otras zonas de la provincia d e Zaragoza, d e Aragón, d e España y, p o r supuesto, d e E u r o p a . y de ahí su rareza y gran interés biogeográfico. Hay que reseñar que la prim era persona que se fijó en esta planta fue Benito Vicioso Trigo, un químico bilbilitano nacido en 1850, que junto a su hijo Car­ los V icioso desarrolló una intensa labor d e recolección, reconocim iento e investigación botánica en las sierras ibéricas d el Moncayo y el entorno de Calatayud. A dem ás de describ ir otras esp ecies veg eta les silvestres exclu­ sivas de la zona -co m o Limonium viciosoi o Biscutella bilbilitana-, este m iem ­ bro d e la Sociedad Aragonesa de Ciencias Naturales publicaría en el año 1906 la descripción de dicha Centaurea. Por eso la Centaurea pinnata, aunque no sea considerada el prototipo de lo más bello, b ien m erecía un apartado especial com o este en nuestro libro.

ECOSISTEMAS VIVOS: FAUNA Y FLORA

1 89

La singularidad florística Daniel Gómez, Iker Pardo y Begoña García Instituto Pirenaico de Ecología, Consejo Superior de Investigaciones Científicas

La cubierta ve g eta l d e la Sierra de A lga irén es típicam ente orom editerránea, con comunidades derivadas de los encinares y quejigales de los que tan apenas quedan masas ma­ duras d eb id o a la prolongada e in­ tensa explotación humana. En su su­ p e rfic ie

hay

que

destacar

la

presencia d el rob le albar, Quercus petraea (Matt.) Liebl., que form a is­ leo s repartidos p o r toda la sierra junto a los alcornoques, Quercus suber L. que salpican los aflora­ m ientos silíceos de la cadena. A pesar d e su humilde topografía en el conjunto d el Sistema Ib érico ara­ gonés, esta sierra a lb erg a más d e N a rcissus p a llid u lu s .

Fo to : E. V iñ u a le s

quinientas esp ecies d e plantas vas­ culares.

Entre las plantas más raras a escala regional, sobresale el Narcissus albicans (Haworth) Sprengel, d el grupo de N. cantabricus DC., taxón al que le había­ mos asignado hasta fechas recientes las dos únicas poblaciones conocidas en A ragón y las más septentrionales d e Europa, situadas en las Cascas Alta y Baja d e Alpartir. Muy cerca d el narciso vive una crucífera diminuta, Arabis verna (L.) R. Br., tam bién escasísima. Y además, destacan las orquídeas Orchis papilionacea L., desconocida hasta fechas recientes en A ragón, e Himantoglossum hircinum (L.) Spreng., localizada cerca d e Alpartir y muy rara en el Sistema Ibérico. En las grietas d e bloques de cuarcitas próximas al barranco de Alpartir con­ viven en un enclave muy especial varios helechos muy raros en el resto de Aragón: Cheilanthes acrostica (Balb.) Todaro, Ch. hispanica Mett., Ch. maderensis Lowe, Ch. tinaei Tod. Y Notholaena maranthae Desv. Tam bién cabe destacar Peucedanum carvifolia Vill., una u m belífera que crece solita­ ria o en pequ eños grupos y que se con oce d el Barranco de Valdepuercos; una menta m editerránea, Mentha cervina L., con escasas pobla cion es en Aragón; y una “ hierba jabon era” , Saponaria glutinosa, que d esd e el sureste

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ECOSISTEMAS VIVOS: FAUNA Y FLORA

d e Europa, Rusia y Anatolia salta a M arruecos y asciende por la Península Ib érica hasta Aragón. Para com pletar el grupo d e plantas más notables d e A lgairén citaremos una gram ínea, Periballia involucrata (Cav.) Janka -co n inflorescencia muy llama­ tiva p ero de pequ eñ a talla que le hace pasar desapercibid a-, una cárice de gran tamaño, Carexpendula Huds. -q u e ocupa ambientes riparios cerca de T o b ed y Cosu enda- y, p o r último, el lirio Iris lutescens Lam. -cuyas flores le convierten en la esp ecie más llamativa d el territorio, y que p u ed e ser o b ­ servada en su nutrida p oblación junto al m irador d e San Cristóbal, cerca d e Alpartir-. Entre las especies catalogadas oficialm ente p o r organismos con com peten­ cias en la conservación encontramos una esp ecie “ En p e lig ro de extinción” según el C atálogo de E species Amenazadas d e A ra gón (C EE A): la Centau­ rea pinnata Pau, para la que la Directiva Hábitats (DH) ob liga a que exista una protección estricta. Tam bién está presente el Apium repens (Jacq.) Lag., considerado “ Vulnerable” según el CEEA, y listado en el Catálogo Nacional y la DH. Existen dos raros narcisos más, p rotegid os: Narcissus bulbocodium L. y N. pallidulus Graells, tam bién incluídos en la DH, y un tercero, N. eugeniae Fern. Casas, en la Lista Roja Nacional. Finalmente nom brarerm os a la orquídea Anacamptis pyramidalis (L.) L.C. Richard, que aparece en la DH, y al aceb o (Ilex aquifolium L.) en el CEAA.

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Gran diversidad de helechos Alfredo Martínez Cabeza Botánico

Los helechos son plantas vasculares pertenecientes al grupo d e los Pteridofitos: vegetales muy primitivos que no tienen flores ni frutos, reproducién­ dose m ediante esporas contenidas en los esporangios, pequ eñ os receptá­ culos que están insertados generalm ente en el envés d e las frondes, pues así se llaman las láminas verdes con función similar a las hojas de las plantas con flores. Los antecesores d e estos veg eta les surgieron en la transición d el Silúrico al D evónico, hace unos 400 m illones de años, llegan do a adquirir máxima relevancia durante el Carbonífero. A esa ép oca p erten ecen algunos fósiles de esp ecies que alcanzaban varios metros d e altura. Los ejem plares más actuales siguen d ep en d ien d o d el agua, y a v e c e s es suficiente una gota para que el encuentro d e sus gam etos g en ere un nuevo individuo.

Helecho en las rocas de Cosuenda.

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Foto:

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e.

V iñ u a le s

A l hablar d e helechos se suele pensar en bosques y landas húmedas; pero no siem pre los vam os a encontrar en esos espacios tan aparentem ente aco­ ged ores. Si bien hay esp ecies com o la “ falaguera” o helecho común (Pteridium aquilinum) que crecen en lo más húmedo, o el p o lip od io común (Polypodium vulgare), el culantrillo n egro (Asplenium adiantum-nigrum), el culantrillo blanco (Cystopteris fragilis), la fenta (Polystichum lonchitis) que viven a la sombra fresca del arbolado; podem os afirmar que hay otros que, más atrevidos, crecen en fisuras d e rocas expuestas a la insolación. Su es­ trategia consiste en dejar secar sus partes aéreas cuando la hum edad deja d e rezumar p o r las grietas, mientras el rizoma aguanta escondido en estado d e latencia. Es en estos roquedos, coloreados p o r la oxidación superficial y la cobertura de algunos líquenes, donde encontramos las esp ecies más va­ liosas de helechos d e la Sierra d e A lgairén, p o r su rareza y su capacidad d e adaptación. El gén ero Asplenium tiene una esp ecie común, p ero p o co llamativa, d e fron­ des filamentosas: A. septentrionale; m enos comunes resultan A. billotii y A. foreziense. Por otra parte, el gén ero Cheilanthes está representado p o r cua­ tro esp ecies de pequ eñ o tamaño, con ubicaciones bien definidas: Ch. maderensis que ocupa la base d e los roquedos silíceos; Ch. tinaei que crece en fisuras en m edio de los farallones, tam bién en silíceo; Ch. hispanica, ra­ rísimo en A ragón y que sobrevive en las cuarcitas más expuestas a la radia­ ción solar; y Ch. acrosticha que se refugia en las rocas calizas d e las zonas más bajas d e la sierra, en Alpartir y Morata d e Jalón. En estas lastras calizodolom íticas habitan igualm ente otras esp ecies com o el culantrillo de pozo (Adiantum capillus-veneris), la ruda de los muros (Asplenium ruta-muraria), el culantrillo glanduloso (Asplenium petrachae), junto a otros h elech os m enos exigen tes en sustratos y al­ turas. Estos “ todoterren os”

son:

Polypodium cambricum, P. interjectum, Asplenium trichomanes y A. ceterach -antes Ceterach officinarum-. N o hemos m encionado a Asplenium onopteris p o r no haber p o d id o con­ firmar algunas citas antiguas. A lgu nos autores tam bién incluyen en sus listas de helechos a las colas d e caballo (Equisetum arvense y E. ramosissimum), pteridofitos que en­ contrarem os en los rincones más húmedos d e esta sierra. Cheilanthes hispanica.

Foto:

m

. Be rn a l.

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MATORRAL MEDITERRÁNEO, LA ORLA ESPINOSA

La orla espinosa de la Sierra d e A lga irén está constituida p o r numerosas esp ecies de plantas, casi todas de carácter m editerráneo, arbustos pinchu­ dos que suelen form ar una auténtica maraña o barrera protectora. Su prin­ cipal particularidad es la presencia de espinas, una estrategia que p ro teg e las hojas y las flores de la acción d e los herbívoros. Estas comunidades apa­ recen en una etapa d e regresión d el bosque -antiguos robledales o enci­ nares- b ien p o r causas naturales o com o respuesta a las agresiones d e las actividades humanas. Y se ubican en las orillas y claros del bosque, ocupan m árgenes de cultivo o zonas frecuentem ente pastoreadas, orillas de barran­ cos y arroyos, c a m in o s . Suelen estar form adas principalm ente p o r espinos albares o majuelos (Crataegus monogyna), rosales silvestres (Rosa spp.), endrinos (Prunusspinosa), guillom os (Amelanchier ovalis), retamas de los escob eros (Cytissus scoparius) , retamas floridas (Genista florida)... y en las vaguadas o zonas umbrías a base de las zarzamoras (Rubus ulmifolius) con sus fragantes y sabrosas moras. En otoño y en invierno estos arbustos espinosos se convierten en la des­ pensa d e multitud d e aves que consum en los ju gosos frutos que resultan ser un aporte de en ergía fundamental para pasar las épocas más frías y des­ favorables d el año, siendo adem ás un refugio y dorm idero excelen te a lo

M a ju e lo o e s p ir o a lb a r.

Fo to :

e.

V iñ u a le s.

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Ladera de aliagas en flor.

F oto:

e.

V iñ u a le s.

largo d e todo el año donde muchos animales y plantas están a salvo de p o ­ sibles depredadores. Este ecosistem a norm almente pasa desapercibid o y se le presta p o ca atención, incluso es m enospreciado y denostado; p ero es importantísimo, ya que restaura y coloniza terrenos d e cultivo abandonados, poniendo freno a la erosión y al exceso de pastoreo, en una etapa d e tran­ sición hacia el futuro bosque. El matorral m editerráneo generalm ente aparece p o r d ebajo de la orla es­ pinosa y p o r encim a d e la zona de cultivos, que una ve z abandonados éstos serán colonizados p o r dichas plantas. Este matorral está constituido por una m ezcla irregular de diferentes esp ecies donde predom inan plantas de hoja dura, pequeña, rígid a y persistente; con presencia aislada d e árboles propios d el monte m editerráneo con talla reducida o arbustiva com o cos­ cojas (Quercus coccifera) , enebros (Juniperus oxycedrus) , sabinas (Juniperus phoenicea), alm eces (Celtis australis), arces (Acer monspessulanum)...

Espantalobos, C olutea arborescens. F oto: E. V iñ u a le s .

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Coscoja.

Fo to :

e.

V iñ u a le s .

Ja ra blanca, C istus alb id us. Fo to : E. V iñ u a le s.

Estos m atorrales ocupan terrenos deforestados p o r la acción continua de la corta, arranque y fuegos p eriód icos a los que fueron sometidos. La p re­ dominancia d e una esp e cie sobre las dem ás da o rigen a form aciones com o p u ed en ser: •

Los rom erales, sobre suelos calizos form ando grandes extensiones en las que predom ina el rom ero (Rosmarinus officinalis) al que le acom pa­ ñan plantas com o el lino blanco (Linum suffruticosum) , la salvia (Salvia lavandulifolia) , la rom erilla (Cistus clusii) , el terebinto (Pistacia terebhintus) , las jarillas (Helianthemum pilosum, H. hirtum) , la um belífera Bupleu­ rum frutiscens, el espino negro (Rhamnuslycioides)... y, com o máximo exponente d e la recuperación d e este ecosistem a, tam bién la sabina mora (Juniperus phoenicea).



El aliagar-tom illar aparece sobre suelos som etidos a fu egos continuos en los que rebrotan aliagas (Genista scorpius) y tom illos (Thymus vulgaris) que cubren muchas laderas descarnadas de nuestra sierra.



Los jarales, crecen sobre suelos silíceos y en bosques degradados de encinares y coscojares, apareciendo con un cortejo de la jara blanca o estepa (Cistus albidus), la jara hoja de salvia (Cistus salvifolius), la jara hoja d e laurel (Cistus laurifolius), el cantueso o “ zam bria” (Lavandula pedunculata) , el torvisco (Daphne gnidium) , el endrino (Prunus spinosa) el tom illo m ejorana (Thymus mastichina), e l tom illo salsero (Thymus zygis), etc.



El retamar prospera sobre suelos calizos, con dominantes retamas o “ g i­ nestas” (Retama sphaerocarpa), que presentan mayor o m enor c o b e r­ tura según sea el suelo y la presión ganadera a la que éstos son som e­ tidos.

Todos estos matorrales propician alimento para el ganado, nos p roveen de plantas aromáticas, m edicinales y com estibles, y a su ve z favorecen el desa­ rrollo d e la apicultura. Adem ás de contribuir a la protección d el suelo, re­ gulan el régim en d e lluvias y albergan numerosas esp ecies de fauna. Los insectos son realm ente abundantes, sobre todo durante el largo e in­ tenso p e rio d o de floración de las distintas esp ecies -orquídeas, tulipanes, brezos y plantas m elíferas-, atrayendo a todo tipo d e abejas y abejorros,

n

V

chinches, escarabajos, mariposas, mántidos.

M u s a ra ñ a .

Foto: E. V iñ u a le s.

S a p o p a rte ro .

Foto: E. V iñ u a le s.

Alcaudón común.

Fo to : E. V iñ u a le s.

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Algunos pequ eños carnívoros recorren estos ecosistemas, sobre todo du­ rante el otoño y el invierno, donde se van a aprovisionar de la variada co­ secha de frutos y van a contribuir a la dispersión d e las semillas, ayudando a la regen eración d e más plantas. A saber, el astuto zorro (Vulpes vulpes), el goloso tejón (Meles meles) -q u e com pleta su variada y extensa dieta-, el erizo (Erinaceus europeaeus), la com adreja (Mustela nivalis), la escurridiza garduña o “ fuina” (Martes foina)... o el nocturno lirón careto (Eliomys quercinus). Entre las aves hay que destacar la presencia de la p erd iz roja (Alectoris rufa), que se alimentará en los cultivos próxim os y buscará protección entre la maraña d el matorral cercano. Aquí es donde m ejor se desenvuelven tam­ bién pájaros com o las pequeñas currucas, la rabilarga (Sylvia undata), la ca­ rrasqueña (Sylvia cantillans) y la ca b ecin egra (Sylvia melanocephala). Si hay árb oles cercanos estará la curruca m irlona (Sylvia hortensis). Y posadas sobre los matorrales distinguiremos aves com o la tarabilla común (Saxicola rubicola), la collalba gris (Oenanthe oenanthe), el fugaz cuco (Cuculus canorus) y el escribano montesino (Emberiza cia). Sobre los arbustos y árboles pinchudos podrem os ob servar algunas d e las esp ecies d e alcaudones o “ repicapu ercos” , donde insertan a sus presas para así p o d e r rasgarlas con facilidad: el alcaudón común (Lanius senator) , y el alcaudón real (Lanius m eridionalis). En las proxim idades de arroyos, charcas y zonas húmedas hay p e c e s m ed i­ terráneos com o la berm eju ela (Achondrostoma arcasii) o anfibios com o la rana ve rd e (Rana perezi) y el sapo partero (Alytes obstetricans).

Suelo del ecosistem a, endrinos, liquen y rosal.

20 0

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Fo to :

e.

V iñ u a le s .

A b e ja lib a n d o en u n a flo r d e l m a to rra l.

F oto: j . B a lle ste ro s.

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Fichas de fauna y flora del matorral mediterráneo

L iró n ca reto (Eliomys quercinus) El lirón careto d e b e su nombre a la franja d e p elo negro que le cubre los ojos y parte d e la cara a modo d e careta o an­ tifaz. El dorso es pardo-rojizo y el vientre blanco. La cola, que está completamente recubierta d e pelo, presenta en su extrem o un llamativo pincel d e p elo largo blanco y negro. Las orejas son grandes y los ojos negros, redon­ dos, grandes y saltones. Su tamaño es variable, su peso oscila entre los 60 y los 120 g. Su actividad comienza al atardecer y finaliza al amanecer. Amparado por la oscuri­ dad d e la noche se mueve por su territorio en busca d el ali­ mento que le ofrece el matorral mediterráneo: semillas, insec­ tos, bellotas y bayas d e zarzamora, de pino o de sabina. Foto: E. V iñ u a le s

B e r m e ju e la (Achondrostoma arcasii) Especie d e talla pequeña, menor de 12 cm. Cuerpo esbelto y alargado, con el hocico corto. Aletas dorsal y pelviana en la misma vertical. Coloración plateada oscura en el dorso y roja en la base de las aletas, pares y anal. En los flancos aparece una patente raya longitudinal gris-azu­ lada más oscura, siendo la zona ventral más clara. Pez gregario que habita en los tramos medios d e los ríos m e­ diterráneos, también en pequeñas lagunas o balsas de riego d el valle d el Grío. Se alimenta de sustancias vegetales y pequeños invertebrados. Especie no pescable, amenazada al estar catalogada com o “Vulnerable” . Foto: R. Del Val

Sapo p a rte ro (Alytes obstetricans) Si en uno d e nuestros paseos por la sierra tuviésemos la suerte de encontrar un pequeño sapillo acarreando con la puesta de huevos a sus espaldas, no hay duda d e qué es­ p e cie d e anfibio se trata: es un sapo partero. Y para más decir, es un macho. Son los ejemplares masculinos quie­ nes tras fecundar el largo cordón de huevos que saca la hembra, se lo enrollan a las patas traseras. El acarreo puede llegar a durar entre uno y dos meses. El macho, du­ rante ese tiempo, se encarga d e mantenerlos con la hume­ dad adecuada para garantizar el buen desarrollo d e la puesta. Los sapos parteros viven en ambientes variables: desde el nivel del mar hasta 2.400 m d e altitud en los Pirineos. Fo to : R. Del

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V al

C u co (Cuculus canorus) El cuco es un animal tímido que apenas deja ver su vuelo fugaz con aspecto de gavilán gris. Sin embargo, lo más normal suele ser que se escuche su reclamo emitido d esde lo más espeso d e la vegetación, un continuado “ cu-cu” que nos resulta fa­ miliar. Músicos com o Beethoven.Vivaldi o Liszt se han ins­ pirado en su melodía. Pero ya entrados los días d e mayo, e l cuco -q u e también es un animal muy listo- tiene un com etido trascendental para su futuro. Los adultos pro­ cedentes d el África tropical son especialistas en el en­ gaño a otras aves de menor tamaño que ya han puesto su nido. Cuando la hembra d e un petirrojo, un ruiseñor o un chochín se ausenta d e la incubación por un instante, la hem­ bra d el cuco deposita en ese nido un huevo similar en aspecto y color a los allí existentes. Nada más nacer el bebé-cuco tiene e l sentido innato de tirar fuera del vaso a los otros huevos para evi­ tar com petidores y ser el único “ hijo” a alimentar. Fo to : E. V iñ u a le s

Jara s a lv ia (Cistus salvifolius) El nombre científico Cistus significa “ cesto” por su fruto en forma d e cápsula y salvifolius viene d e sus hojas parecidas a las d e la salvia. La jara d e hojas d e salvia, es una mata rastrera d e hasta un metro d e altura. Sus ramas son ergui­ das y extendidas, con corteza grisácea o negruzca. Las hojas son pecioladas, con el lim bo rugoso. Tiene flores abundantes, blancas con tonos amarillos y estambres amarillos, que atraen a multitud d e insectos. Se desarrolla en suelos pobres, arenosos, rocosos y silíceos, tanto en el entorno d e pinares com o d e encinares. Florece d e marzo a mayo. Tiene propiedades m edicinales com o astringente y ci­ catrizante. Es pegajosa por la presencia de ládano. F oto: E. V iñ u a le s

C an tu eso o z a m b r ia (Lavandula pedunculata) Matorral d e entre 30 y 60 cm d e altura. Las hojas son d e lineares a lanceoladas, las flores se agrupan en una inflorescencia. La corola es d e color violáceo oscuro. Forma parte d e matorra­ les y pastizales que se instalan en ambientes d el entorno d el encinar, sobre suelos secos y soleados, d e naturaleza silícea a lo largo d e la sierra d e Algairén, formando gran­ des manchas sobre las laderas. Es una labiada muy aro­ mática, utilizada frecuentemente com o base d e ambientadores y colonias por su alto contenido d e aceite esencial. Usando las inflorescencias en infusión posee pro­ piedades colerético-colagogas, antiespasmódicas y ligera­ mente sedantes. En aplicación externa en forma de aceite o d e alcohol se em plea com o antiinflamatoria, antiséptica, cicatri­ zante, y suele ser efectiva com o analgésica. Fo to : E. V iñ u a le s

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Jara laurel (Cistus laurifolius) Arbusto d e hasta 2 m d e altura, con una cepa leñosa d e la que surgen tallos erectos y grisáceos, cuya corteza, no pegajosa, se desprende en tiras d e color rojo pardusco. Las hojas tie­ nen forma lanceolada, siendo el haz d e color verde oscuro. Las flores se reúnen en una inflorescencia. La corola tiene 5 pétalos d e color blanco, con la base amarilla y sin man­ chas. Aparece en los claros forestales silíceos d el queji­ gal o d el pinar d e rodeno y sus matorrales derivados. Es­ porádicamente crece en sustratos calizos. Esta planta es rica en ládano, siendo utilizada en emplasto con fines m e­ dicinales para tratar hernia y problem as reumáticos. A c ­ tualmente el único uso etnobotánico que se con oce a esta jara es para eliminar el desagradable olor que despide el cuero en curación, por lo que se ha utilizado para dar aroma y en perfu­ mería. Foto: E. V iñ u a le s

L a o rq u íd e a m a rip o s a (Orchis papilionacea) "Papilionacea" es un nombre latino que se refiere al parecido de la flor con las mariposas. Esta rarísima orquídea muestra plan­ tas con tallo erecto d e color marrón, de hasta 40 cm de al­ tura. Posee d e tres a seis hojas en una roseta basal sin man­ chas. Inflorescencia muy densa con flores muy grandes y llamativas de color rosa intenso, casi rojizo. Las primeras citas d e esta es p e c ie en la Sierra d e A lgairén son de mayo d el año 2014. Se desarrolla en prados, matorrales y bosques no muy tupidos, en todo tipo d e terrenos aun­ que p refiere los d e tendencia calcárea, a la luz solar di­ recta o m edia sombra. Es muy rica en mucílago, y forma una demulcente y suave gelatina que en otros lugares donde es abundante se usa para el canal gastrointestinal irritado. Está también citada, p oco antes, en la vecina Sierra d e Vicor. Fo to : R. Del

L a o rq u íd e a d e l h o m b re a h orcado (Orchis antropophora) La flor d el hombre ahorcado es una orquídea de 20-35 cm d e altura, con tallos erectos, lisos y verdes. Posee hojas basales numerosas y envainadoras, flores agrupadas en una espiga densa, pequeñas y d e color amarillo verdoso. Vista d e cerca tienen el aspecto d e un hombre ahorcado, con brazos y piernas colgantes, cubierto p or un gran casco. Florece de abril a junio. C rece en pastizales frescos, herbazales d e la sierra, matorrales y bosques abiertos, tanto pinares com o carrascales, principalm ente en suelos bien desarrollados y de naturaleza caliza. Foto: E. V iñ u a le s

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ECOSISTEMAS VIVOS: FAUNA Y FLORA

V al

Orchis champagneuxii Otra orquídea. Planta herbácea perenne, de hasta 25 cm de altura, tallo cilíndrico y delgado, teñido d e púrpura. Hojas basales en roseta, grandes, brillantes sin manchas, lan­ ceoladas. Inflorescencia d e 2 a 9 flores de color violáceo purpúreo o rosas con el labelo manchado d e blanco o ro­ sado, que muestran un espolón d irigid o hacia arriba. Se reproduce eficazmente de manera vegetativa a partir de sus tubérculos, colonizando ampliamente los alrededores d e donde se encuentra. Florece en mayo y junio. Se desa­ rrolla sobre prados, matorrales o claros d e bosque, sobre suelos silíceos o descalcificados. Especie dedicada al botá nico francés Champagneux (1774-1845). Foto: E. V iñ u a le s

T o m illo (Thymus vulgaris) ¿Quién no gusta de caminar por los campos secos y mediterrá­ neos, aspirando el olor profundo y perfumado que despren­ den estas pequeñas matas leñosas al ser rozadas? Pero de nuevo hay que aclarar que en España y en Aragón hay va­ rias clases d e tomillos, cada una con un aroma muy dife­ rente. El más abundante d e todos es e l tomillo común, muy ramificado y tortuoso. Esta matita, d e no más d e 30 cm d e altura, muestra hojas pequeñas - d e 3 a 8 cm de la rg o - y flores en ramilletes d e 5 a 6, siendo blancas o rosa pálido. Son flores que se cultivan para condimento y que se em plean medicinalmente para facilitar la expulsión d el moco, calmar la tos y aliviar las vías respiratorias. Su in­ gesta abre el apetito y favorece la digestión. Y tanto las cabezue­ las floridas com o las hojas se emplean en infusiones con una cucharadita d e postre en una taza, dejándola reposar unos 10 minutos. Fo to :

E. V iñ u a le s

T u lip á n s ilv e s tre (Tulipa silvestris) + 7 ' Si tuviéramos que relacionar un lugar geográfico con la flor del tulipán, seguro que pensamos inmediatamente en Ho­ landa. Lo que no se nos ocurre, tal vez p or desconoci­ miento, es que en la Sierra d e Algairén también crecen tulipanes, aunque no nos referimos a los plantados en jar­ dinería sino a los verdaderos tulipanes silvestres. Los p o ­ demos encontrar tanto en las cimas altas com o en los pas­ tizales p edregosos bajos, secos y soleados, p ero bien conservados. Eso sí, son menos llamativos y más pequeños que los de los parques, y son de color amarillo anaranjado. Foto: R. Del V al

ECOSISTEMAS VIVOS: FAUNA Y FLORA

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Las orquídeas silvestres de Algairén

La Sierra de A lgairén exhibe, dentro de su rica diversidad florística, una alta varied ad de orquídeas silvestres, un regalo original y un tanto exótico que en prim avera nos da esta naturaleza m editerránea. Pertenecen a distintos géneros, son pequeñas, delicadas, p ero casi todas ellas resultan ser muy vistosas gracias a sus formas, diseños y b ellos co lo­ res: las hay blancas, amarillas, rosas, m o r a d a s , con aspecto d e flor abeja -para favorecer la polinización m ediante el engaño a los insectos-, pudién­ dolas encontrar en diferentes am bientes naturales, d esd e los m atorrales secos d e las zonas más bajas a las crestas o pastos frescos d e las cumbres cuarcíticas en la cúspide d e estos montes. Bajo los bosques d e pinos y encinas, en sus claros o cerca d e ellos, crecen varias d e ellas, entre las que ca b e citar a la pequ eñ a Neotinea maculata, Or­ chis langei, la Epipactis tremolsii, Ophrys apifera o la parásita Limodorum abortivum, Dactylorhiza insularis - d e co lor crem a o amarillo p á l i d o - . o la curiosa flor d el hom bre ahorcado (Orchis anthropophora), casi todas ellas visibles en el m es d e mayo en la ruta botánica de Alm onacid d e la Sierra y alrededores. Bajo los robles d e los barrancos de Cosuenda o en M osom ero encontrare­ mos en cierta abundancia los ram illetes blancos d e la Cephalantera longifolia, si b ien tam bién está presente Cephalantera rubra, d e co lor rosa vivo. En la zona desp ejada de Valdem adera aparece la Anacamptis champagneuxii d e co lor púrpura. Mientras que los suelos calizos d el Convento de A l­ partir está citada la Ophrys sphegodes, la Himantoglossum hircinium -co n sus labelos en largos tirabuzones- y la más escasa Ophrys lutea, d e color amarillo y negro. En zonas secas m editerráneas es muy típico el esp ejo de Venus ( Ophrys speculum) adem ás d e la tam bién tem pranera Ophrys fusca. Hay más orquídeas todavía. Pero sin duda la más rara d e la Sierra d e A lg a i­ rén es la orquídea Orchis papilionacea, descubierta en el 2007 en la vecina Sierra d e V ico r y, más recientem ente, en un cam po de cultivo abandonado d e Alm onacid d e Sierra, entre rosales silvestres, aliagas, retamas, tomillos y otras plantas espontáneas capaces d e recolonizar los viejos dominios de lo natural. Hoy se conocen d e ella dos poblaciones locales. A sí que ya saben, si se acercan a la sierra entre los m eses d e marzo y junio disfruten d el entretenido ju eg o naturalista que p u ed e llega r a ser la clasi­ ficación nunca fácil d e las distintas esp ecies d e orquídeas existentes.

20 6

ECOSISTEMAS VIVOS: FAUNA Y FLORA

Orchis champagneuxii.

Foto:

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V iñ u a le s.

Orchis insularis.

Foto: E. V iñ u a le s.

O rch is langei.

F oto: E. V iñ u a le s.

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La vegetación de la Sierra de Algairén Luis Alberto Longares Aladrén D epartam ento de Geografía y Ordenación del Territorio, UICA, Universidad de Zaragoza

Muchas d e las sierras que conform an el Sistema Ib érico aragonés han sido objeto de un importante aprovecham iento d esd e tiem pos históricos. A lg a i­ rén no es una excepción , donde la roturación, la deforestación, el sobrepastoreo y el aprovecham iento para leñas o carbon eo han estado presentes hasta bien entrado el siglo XX. De ello todavía quedan topónim os que ates­ tiguan esta intensa actividad antrópica, com o es el Monte Carbonil, el Monte Cortado o Las Artigas. Esta importante acción humana ha dejad o una fuerte huella en el paisaje de esta sierra, configurando un territorio donde los restos de la vegetación natural han qu edado recluidos a las partes más elevadas, próxim as a los picos Valdem adera y La Atalaya, allí donde la distancia y el relieve dificul­ taban algo más su explotación y manejo. Aun así, la cu bierta ve g e ta l d e la sierra, supone un importante contraste con las amplias extensiones d e

Pinos, majuelos y encinas bajo Pena Mala.

20 8

ECOSISTEMAS VIVOS: FAUNA Y FLORA

Foto:

e.

V iñ u a le s .

ALPARTII I

^

md

ALM ONACID DE LA SIERRA

COSUEND)

Especies singulares

9 A +

Cheilanthes hispanica Narcissus albicans Notholaena marantae Quercus petraea

Principales formaciones vegetales Form aciones arbóreas

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Carrasca y pino

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Carrasca y quejigo

Form aciones arbustivas Retamar Form aciones de matorral Romeral mixto Tomillar mixto

I

Roquedo

Mapa de vegetación de Algairén.

M apa:

l. a

. L o n g a re s.

ECOSISTEMAS VIVOS: FAUNA Y FLORA

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viñedos, almendros, cerezos y frutales d e su entorno próxim o com o el piedem onte d el Cam po d e Cariñena-La Almunia, o el valle d el río Jalón con su afluente el Grío. En la actualidad, la Sierra d e A lga irén se caracteriza por la dualidad de bos­ ques de pino y encina. Los pinares, todos ellos d e repoblación, están dom i­ nados p o r pin o rodeno, sustituido en el tramo m ed io d e l río Tiernas y a m enor altitud p o r el pino carrasco y con escasa presencia d e pino laricio -e n el término de C o d o s - y d e silvestre -e n Alm onacid d e la Sierra-. Por su parte, el encinar más extenso, denso y p o r lo gen eral achaparrado, d o­ mina la vertien te noreste de los térm inos d e Aguarón, A lm onacid y Cosuenda, conviviendo en algunas vertientes más umbrías con quejigos, com o verem os en ciertas laderas con orientación norte entre C odos y Tobed. Los barrancos, de difícil tránsito en la actualidad, han sido colonizados por esp ecies espinosas com o zarzas y rosales silvestres o “ gabardas” , siendo refugio de chopos y álamos blancos, sauces blancos, saúcos, hiedras y di­ versos helechos. En algunos d e estos enclaves sobresalen m agníficos no­ gales, castaños e incluso avellanos, favorecidos sin duda alguna en su dis­ persión p o r el hom bre que los cultivó. Adem ás de las masas arbóreas, la sierra y en especial la vertiente orientada hacia el río Grío, muestra amplias zonas dominadas p o r retamares o “ ginestrales” , y tam bién p o r matorrales d e m edio y bajo porte presididos p o r ro­ mero, tomillos, esp liego s y pastizales d e lastón. En general la Sierra de A lgairén es un territorio rico desd e el punto de vista botánico, tanto por su diversidad florística con más de setecientas esp ecies de flora citadas, com o p o r lo singular y raro d e algunos de sus taxones, que le ha llevado a ser catalogado com o Lugar de Importancia Comunitaria. Así desd e el punto d e vista florístico, siem pre hay que destacar la presencia de ejem plares dispersos y d e algunos rodales d e roble albar - e n la ca b ecera del río Tiernas o Monte M osom ero-, d el escaso peral d e monte, de ejem ­ plares aislados d e a ceb o y d e alcornoques o “ corcheras” en el fondo de M osom ero. A l mismo tiem po que en el am biente d e los aparentem ente m o­ nótonos encinares se p u ed en localizar hasta trece taxones en dém icos com o Achilea tomentosa, Centaurea boissieri, Inula montana o Veronica verna, junto a visibles -esp ecia lm en te en otoñ o- grupos o ejem plares de arces, acerollos y guillom os, con resistentes aligustres y ruscos. Sin em bargo, no ca b e duda que la riqueza florística de esta zona d eb ió ser mucho más importante tiem po atrás, dada la presencia de ejem plares ais­ lados o disem inados que hablan d e que antaño hubo una existencia mayor de masas boscosas, mucho más im portantes, a base d e robles, quejigos, acebos o alcornoques. Ahí de nuevo están los topónimos de la fuente de los A ceb illos, la C eb ed a , la Dehesa, el Rebollar, Valvillano o la Falaguera, y que así lo manifiestan.

21 0

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T r o n c o y c o r te z a de a lc o r n o q u e .

Foto:

e.

V iñ u a le s.

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LOS CULTIVOS

Los cultivos ocupan en buena m ed ida el piedem on te d e la sierra, ubicados sobre terrenos que con anterioridad el hom bre ganó al bosque original, si b ien ahora algunas de estas zonas han sido abandonadas paulatinamente dado el p o co suelo y la baja rentabilidad de las mismas, volvien d o a incor­ porarse a su o rigen com o pastos o com o bosque. Los terrenos de cultivo d e A lga irén se reparten en pequ eños enclaves alo­ jados en barrancos, pequ eñ os valles y suaves laderas, adaptándose al re­ lieve de la sierra. Dicha orografía es más suave y alom ada al noreste, donde se alternan cultivos d e secano con cam pos de blancos almendros (Prunus dulcis) y olivares (Olea europaea), cereales y sobre todo viñ edos en los que se entrem ezclan va ried ad es antiguas -garnachas, tempranillos, blanco mac a b e o ...- junto a nuevas varied ad es introducidas con afán renovador -m erlot, cabernet sauvignon, syrah, chardonnay- que perten ecen a la D enom i­ nación de O rigen Cariñena. Abrupto y escarpado es, sin em bargo, hacia el

A lin e a d o s v iñ e d o s .

Foto: E. V iñ u a le s.

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suroeste, la zona cultivada d el valle del río Grío, don de se dan p referen tem en te cultivos a rb ó­ reos -so b re todo cerezos y olivos, en las zonas más frescas y con m ejores suelos-, adem ás de almendros y menguados viñedos. El escaso re­ gad ío de la sierra y sus pueblos está ligad o al curso d e los ríos Alpartir -c o n pequ eñ os huer­ tos-, y sobre todo d el Grío -d o n d e junto a cho­ pos y fresnos se produce el cultivo d e frutales com o m elocotoneros y tam bién huertas para aprovisionam iento fam iliar-. Sobre todos estos terrenos roturados, alterados, orillas de cam inos y carreteras, cercanías d e poblaciones, vertederos, escom breras o cam ­ pos d e cultivo abandonados crecen de manera espontánea las llamadas plantas “ arvenses” y “ ru d erales” . Hablam os ahora de ve g eta le s oportunistas silvestres -n o cultivados- que apa­ recen sobre suelos rem ovidos don d e no en­ cuentran com petencia, generalm ente d e ciclos anuales o bianuales, con am plia distribución geográ fica , tasas d e crecim iento rápido y una alta produ cción d e semillas. Algunas de ellas han sido introducidas p o r el pastoreo y otras vien en acom pañando a las semillas de los cul­ tivos. Una de las más conocidas plantas arvenses es la ortiga ( Urtica dioica), cuyas hojas tiernas, cu­ riosam ente com estibles, contienen vitamina C, hierro, fósforo, ácido salicílico y muchas proteí­ nas. Otras abundantes son la rabaniza blanca (Diplotaxis erucoides) o el p epin illo d el diablo (Ecballium elaterium), que “ dispara” sus sem i­ llas con el sim ple roce cuando los frutos están maduros com o estrategia para asegurar su dis­ persión. En estos am bientes hallaremos al v e ­ nenoso b eleñ o blanco (Hyoscyamus albus), a la m alva (Malva sylvestris), a la am apola (Papaver roheas) que crea herm osos paisajes y alivia el dolor de cabeza, al sisallo (Salsola vermiculata) -planta que alimenta p o r sí sola a los ganados en el in v iern o - o a los cenizos (Chenopodium album). Hay más: la colleja (Silene vulgaris) es una verdura excelente; la verd ola ga (Portulaca

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E s c a b io s a m e n o r.

Fo to : j . Lines.

oleracea) es un alimento con gran va ried ad de nutrientes y m edicinal; e l zurrón d e pastor (Capsella bursa-pastoris) y el llantén (Plantago lanceolata) son dos plantas con muchas aplica­ cion es m edicinales; adem ás d e la capitana (Salsola kali), orquídeas varias, las verónicas (Verónica pérsica, V.polita), el m irabel (Bassia scoparia), la sabanera o mastuerzo (Cardaria draba), la neguilla (Agrostemma githago), el hi­ p é ric o (Hypericum perforatum), el jaram ago (Sysimbrium irio), la cerraja (Sonchus oleraceus) y un largo etcétera de plantas vecinas del hom­ Culebra de escalera.

Fo to :

r

. D el Val.

bre y de sus pueblos. Todas estas esp ecies botánicas están mal con­ sideradas, y se conocen com o “ malas hierbas” porqu e com piten con las plantas cultivadas, p e ro son im portantes porqu e reportan nume­ rosos beneficios com o restauradoras de ecosis­ temas, conservan y fomentan la biodiversidad, algunas llegan a ser también com estibles y mu­ chas son m edicinales, e incluso las hay que tie­ nen capacidad para almacenar tóxicos, frenar la contaminación y la e r o s ió n . Dentro d e la fauna que habita o discurre p o r las zonas de cultivo y aledañas, los invertebrados son el grupo más numeroso, pudiendo ob ser­ var d esd e las p eligro sa s tarántulas y es co lo ­ pendras, hasta las frá giles empusas, salta­ montes, grillos, m ariposas de cien colores, co ­ chinillas, tijeretas, mariquitas, caracoles, hormi­ gas león, escarabajos, lom brices y otras arañas. Entre los reptiles encontraremos al llamativo la­ garto ocelado o “ ardacho” (Lacerta lepida) -con sus inconfundibles ocelos azules-, y a la cule­ bra bastarda (Malpolon monspessulanum) que es la más gran d e y agresiva d e nuestras ser­ pientes hasta el punto de que sin ser realmente peligrosa depreda sobre todas las demás, entre ellas la culebra de escalera (Elaphe scalaris) . En alguna balsa o zona húmeda, bajo las piedras hallaremos al sapo común (Bufo bufo) o al tritón ja spead o (Triturus marmoratus). Entre los ma­ míferos, el más abundante d e los cultivos es el

M a r ip o s a de la s a r is to la q u ia s .

con ejo (Oryctolagus cunuculus), base alimenti-

Fo to : E. V iñ u a le s.

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Zorro.

Foto: E. V iñ u a le s.

cia d e la m ayoría d e los depred ad ores d e la sierra, situado casi siem pre cerca d e sus m adrigueras y en el bord e d e las zonas de cultivo d e los que se nutre... o alguna lieb re (Lepus capensis) encam ada sobre la tierra de labor. Y, ¿cóm o no?, el om nipresente zorro (Vulpes vulpes) que recorre in­ cansable casi todos los ecosistemas y las cercanías de las poblaciones, pues allí visita los basureros ilegales. Las aves d e los cam pos de cultivo y los pueblos están entre la fauna más co­ nocida y observada, y en este m edio abierto es fácil verlas y reconocerlas. O bservarem os sin gran dificultad bandos de estorninos (Sturnus unicolor) -a partir d el otoño, recorrien do los cam pos para alim entarse-, las urracas o “ picarazas” (Picapica), bandos de pardillos (Linaria cannabina), jilgueros o “ cardelinas” (Carduelis carduelis) y pinzones (Fringilla coelebs) que revo­ lotean y se alimentan en los campos. Algunos pájaros presentan una adap­ tación singular, m im etizándose en el entorno que ocupan, adquiriendo c o ­ lores terrosos para pasar desapercibidos, com o es el caso de las esteparias calandrias (Melanocorypha calandra), terreras (Calandrella brachydactyla), cogujadas (Galerida cristata) y d e los trigueros (Miliaria calandra), siem pre cerca d e los extensos cam pos de cereal. Unos habitantes ocasionales de viejos edificios, desvanes y alm acenes son el m ochuelo (Athene noctua) y la lechuza común (Tyto alba), estupendos raticidas e insecticidas ecológicos para nuestros campos.

Olivo.

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Fo to : E. V iñ u a le s.

ECOSISTEMAS VIVOS: FAUNA Y FLORA

A g a p a th ia ca rd u i. A veces el valor im portarte de la sierra recae en las cosas pequeñas.

Foto:

e.

V iñ u a le s.

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Fichas de fauna y flora de los cultivos

M o c h u e lo com ú n (Athene noctua) Cae la tarde con sus últimas luces y sobre el tejado d e la vieja paridera abandonada aparece recortada la silueta d el pequeño mochuelo, esa rapaz nocturna d e 22 cm, de aspecto rechoncho, sin “ orejas” y plumaje moteado. A lo lejos, situado estratégicamente sobre un montón de p ie ­ dras que utiliza com o posadero, en el linde de un campo d e cultivo, le contesta otro mochuelo con un grito lasti­ mero, algo nasal y d e tono ascendente. Empieza entonces la actividad d e un pequeño cazador d e l entorno d e los pueblos de la Sierra de Algairén que se alimenta de p equ e­ ños roedores e insectos. Foto: E. V iñ u a le s

L a g a rto o c e la d o (Lacerta lepida) Es el lagarto más grande de la herpetofauna peninsular. A l­ gunos ejemplares llegan a m edir más de 60 cm d e longitud total. Posee una cabeza ancha y prominente, cuerpo ro­ busto y cilíndrico. Sus patas son fuertes y posee una cola muy larga, hasta dos veces la longitud d el cuerpo. Tiene el dorso amarillo verdoso jaspeado d e negro. Los costa­ dos, el vientre y la cola son d e color verdoso. Los adultos suelen exhibir ocelos azules en los costados, más patentes en los machos durante el celo -qu e además tiene la cabeza notablemente más ancha que la hembra-. Su alimentación es omnívora. Captura gran variedad d e escarabajos e insectos y ocasionalmente lagartijas y pollos d e pequeñas aves. Ocupa gran variedad d e hábitats. Fo to : R. Del

Val

P a vo r e a l (Agíais io) La hermosa mariposa pavo real resulta inconfundible por las grandes manchas azules, rodeadas de amarillo y negro, en forma d e ojo, en cada una d e sus alas. El resto d e la cara superior es d e un rojo intenso, con manchas negras en el borde anterior d e las alas y una orla grisácea en las cua­ tro alas. La cara inferior es sin embargo casi negra. Puede alcanzar los 6 cm de envergadura. Los sexos son simila­ res en apariencia, aunque las hembras son un poco más grandes. Ponen los huevos en grupos debajo d e las hojas d e las ortigas, d e las que luego se alimentarán las orugas, de manera que incorporan el ácido fórmico de éstas a su sis­ tema circulatorio, lo que les proporciona un magnífico método de defensa ya que eso les confiere mal sabor. Foto: R. D el

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ECOSISTEMAS VIVOS: FAU NA Y FLORA

Val

Culebra de escalera (Elaphe scalaris) Los jóven es d e este reptil lucen en su dorso un dibujo en forma d e “ H” que da lugar a una escalinata, d e ahí su nom­ bre d e culebra d e escalera. Cuando son adultos esta es­ calera se reduce a dos líneas más o menos tenues d e color pardo oscuro, sin “peldaños” . Es una especie típi­ cam ente m editerránea que se distribuye p or toda Es­ paña. Los adultos pueden superar e l metro y m edio de longitud, aunque normalmente no llegan a los 120 cm. Es una culebra diurna que le gustan los terrenos soleados y p edregosos con vegetación arbustiva. Se alimenta d e roe­ dores, pequeños conejos, pájaros y polluelos, además d e sal­ tamontes y otros invertebrados. Foto : r . D e l V a l

H o r m ig a le ó n (Macronemurus appendiculatus) Ni es hormiga ni es un león, pero d e b e su nombre a un com por­ tamiento parecido al d e tan distintos animales. Los adultos de la hormiga león son completamente distintos d e las larvas. El adulto se caracteriza por un abdom en largo y estrecho, y por sus dos pares d e alas hialinas, grandes y aún más largas que el abdomen. Las antenas son notorias y termi­ nadas en maza. La posición d e las alas en reposo en­ vuelve al abdomen, lo que les diferencia d e las libélulas. El adulto vuela en verano p or terrenos secos a la bús­ queda y captura d e pulgones, aunque también se alimenta d e polen. Las larvas de hormiga león son animales d e as­ pecto extraño, armadas con dos grandes y afiladas mandíbu­ las amenazadoras, y viven enterradas en el fondo d e unos hoyos d e forma cónica que excavan en la arena, actuando com o trampas para atrapar a otros pequeños insectos que serán su alimento. F oto:

R. Del V al

A lm e n d ro (Prunus dulcis) Los hebreos conocían al almendro com o “ el árbol que florece p rim ero” .Tras su pronto adorno floral, allá por los meses de febrero y marzo, si todo va bien, habrá que esperar casi siete meses más para encontrar en octubre los verdes fru­ tos maduros. Es entonces cuando se varean y agitan los árboles para cosechar la almendra, cuya apreciada p e ­ pita o semilla se em plea en la realización d e salsa d e gui­ sos, la elaboración de guirlaches, garrapiñadas, turrones, mazapanes y repostería, o simplemente com o alimento crudo. En muchas localidades se tuestan, simplemente, con un poco de aceite y sal, convirtiéndose en un sabroso regalo para el paladar. Son numerosas las virtudes curativas que se le atribuyen a la almendra, indicada por sus propiedades laxantes, para el cuidado de la piel, curación d e la tos y la regula­ ción d el organismo. Foto: E. V iñ u a le s

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Fresno de hoja estrecha (Fraxinus angustifolia) Es un árbol de tamaño m edio que alcanza los 15 m d e altura. Las hojas se disponen una frente a la otra y están formadas por 5 a 13 hojuelas lanceoladas d e b orde aserrado. Las flores son muy precoces -antes d e echar las nuevas hojas en prim avera- y de ellas saldrán unos frutos aplastados con forma d e lengüeta y con un ala que facilita su dise­ minación. A diferencia d el fresno d e hoja ancha que se halla en los altos valles d el Pirineo o en el Moncayo, tiene yemas marrón claro -no oscuras- y hojas más pequeñas. Nuestro fresno es friolero, y se localiza en barrancos d e la sierra, en el borde de los cursos d e agua, además d e en luga­ res d e suelo fresco y nivel freático elevado. Foto: e. V iñ u a les

O liv o (Olea europaea) El olivo u “ olivera” es un árbol cultivado en buena parte d e Ara­ gón. Generalmente muestra una copa redondeada, con un tronco grueso que en los ejemplares añosos se retuerce y encorva. El olivo silvestre recibe en España el nombre de “ acebuche” . Este árbol es propio de la región m editerrá­ nea. Su madera es muy dura y compacta. Sus frutos, las olivas o aceitunas, maduran en otoño-invierno. Las hojas poseen propiedades m edicinales y com o bien se sabe su fruto produce una gran cantidad d e aceite em pleado en medicina y gastronomía. A los olivos los llaman “ los ár­ boles de la serenidad” . Se d ice que sentado bajo sus ramas estos seres emiten un aura que se encarga d e devolvernos la paz y la tranquilidad pérdidas por el estrés y las prisas que a veces nos im pone la vida moderna. Foto : e. V iñ u ales

E sp ejo de Venus (Ophrys speculum) Curiosa orquídea que recuerda perfectam ente a un abejorro. R ecibe el nombre latino d e “ speculum” en referencia a su característico espejo, es decir, la mácula central d el labelo que es d e color azul brillante, enmarcada en un ribete verde y con el margen cubierto d e densos cilios o pelitos d e color marrón. Los sépalos son verdes, con franjas lon­ gitudinales rojizas. La fecundación d e esta orquídea la realizan los machos de una especie de abejorro o avispilla, Campsoscolia ciliata, que al confundir el labelo d e la flor con una hembra intentan copular con ella y poliniza así la flor. Esta planta crece sobre pastizales, cultivos, matorrales secos y prados d e gramíneas, entre los m eses d e febrero y mayo. F oto: E. V iñ u a le s

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ECOSISTEMAS VIVOS: FAU NA Y FLORA

C astaño com ú n (Castanea sativa) Á rb ol caducifolio de hasta 30 m de altura, robusto, d e tronco grueso que se ahueca d e viejo. La corteza es lisa, grisácea o pardusca en ejem plares jóven es para hacerse luego parda oscura. La copa es recogida y las ramas gruesas y rectas. Las hojas son simples, alternas y caedizas. Las flo­ res masculinas aparecen en amentos colgantes. El fruto está en una cúpula o “ erizo” d e hasta 10 cm d e diámetro, verde, que luego se vuelve castaña y provista de largas espinas. Aparece plantado en algunos barrancos y peque­ ños huertos a lo largo d e la sierra, donde se asilvestra en sitios frescos. Sólo vive bien en estos sustratos silíceos o en calizos descarbonatados. La corteza y el leño de castaño son as­ tringentes y se utilizan para combatir las diarreas. Foto : E. V iñ u a le s

H ip é r ic o (Hypericum perforatum) En junio florece el hipérico, también llamado “ hierba d e San Juan” o “ sanjuanera” . Sus flores amarillas con cinco pétalos forman en la parte alta d el tallo un bonito ramillete, pre­ sentando pequeños puntitos negros. Es una planta muy abundante, fácil de encontrar en las cunetas de caminos, campos abandonados, praderas y claros d e bosque de Algairén. Generalmente se usa desde antiguo para com ­ batir la ansiedad, la depresión leve y la melancolía. Por eso el hipérico es una d e las plantas que podem os hallar en diversas especialidades farmacéuticas o en herboriste­ rías, estando com probado además d e su efecto calmante su acción antiespasmódica, sedante, colagoga, astringente, anti­ séptica y cicatrizante. Fo to : E. V iñ u a le s

«C

ECOSISTEMAS VIVOS: FAUNA Y FLORA

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Usos y aplicaciones de plantas medicinales Francisco Bernal Alfonso Profesor del Instituto Cabañas de La Almunia de Doña Godina

Nuestra sierra tiene una enorm e riqueza botánica, entre otras muchas. El listado de plantas publicado p o r A lfred o Martínez contiene a lrededor de mil esp ecies distintas, siendo 120 d e ellas m edicinales. Por lo general, se considera que entre e l 10-15% de las plantas conocidas son m edicinales porqu e se han estudiado o se conocen desd e antiguo, y muchas han sido em pleadas con fines curativos d esd e la Prehistoria. En A lga irén observam os que un 20% de ellas tienen, efectivam ente, estas propiedades. Su número, p o r tanto, es superior a las que se encuentran en otros lugares. Detallar de una manera exhaustiva este asunto nos ocuparía mucho más espacio d el que disponem os. C on los m edios tecn ológicos actuales podem os a cced er a las principales prop ied ad es d e cualquiera de ellas pero, quizás, no a los usos que de las mismas han realizado principalm ente nuestras abuelas. A sí pues, vam os a tratar d e contar alguno d e ellos, señalando que no están todas las que son, p ero sí son todas las que están. La mayor parte d e esta b reve inform ación

Tom illos y cantuesos floridos.

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Fo to :

e.

V iñ u a le s .

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p ro c ed e d e las que nos han pasado personas mayores en conversaciones mantenidas con las mismas, y tam bién p o r m edio d e lecturas en las escasas pu blicaciones que existen. D e algunas tam bién escribim os incluso unas pocas d e sus prop ied ad es culinarias, m ágicas y tintoreras: •

Crataegus monogyna. Majuelo o espino albar: Protector de rayos en las tormentas, y d e los b e b é s poniendo un ramo en las cunas.



Foeniculum vulgare. Hinojo: Los brotes tiernos de prim avera se usan en ensalada, tortilla, verdura o para aliñar olivas. El fruto es un condim ento en pescado y carnes grasas.



Hypericum perforatum. H ipérico: El aceite d e h ip érico es bueno para quemaduras, heridas y eccem as. Se recolectan las sumidades florales el día d e San Juan, se introduce en un bote d e vid rio y se rellena con aceite virg en de oliva. Todo se deja en m aceración durante 40 días, “ a sol y sereno” , rem oviendo d e ve z en cuando para lu ego colarlo.



Jasonia glutinosa.T é d e roca: Útil para cualquier mal de tripas. Se reco­ lecta para la V irg en de agosto.



Linum suffruticosum y L. narbonense. Linos: Em pleado para los catarros con tos. Se recolectan las sem illas, se m uelen, se añade mostaza en polvo, se calienta la m ezcla y se coloca con un paño sobre el pecho.

E n d rin o , P ru n u s s p in o s a .

Fo to :

e.

V iñ u a le s

Té de roca, Jaso nia glutinosa.

Foto:

e.

V iñ u a le s

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Malva sylvestris. Malva: para los catarros se usa en infusión junto con menta y saúco. Para los cólicos intestinales y con laxante suave en sim­ p le infusión. Sus frutos son tam bién com estibles. Pinus sylvestris. Pino albar o silvestre. Para los catarros y g rip e s se re­ colectan las yem as en prim avera, se hierven en agua y se inhalan los vapores. La savia d el pino se quem aba en candiles. Por otra parte, la p e z de la destilación de la m adera se utilizaba para marcar el ganado y curar las patas rotas. Prunus spinosa. Endrino: Con el fruto se hace el licor de pacharán. Se recolectan las bayas ya pasas p o r alguna helada; se ponen en un reci­ piente d e vid rio con boca ancha, hasta un tercio d e su capacidad; se re­ llena con anís seco y se tiene tres m eses en maceración, rem oviendo de ve z en cuando. Después se filtra. Quercus petraea. Roble: Se cu ece la corteza d e cualquier rob le para lavar enferm os d e larga duración y el culete de los niños. De estos ár­ bo les se obtenía antaño el carbón vegetal. Las bellotas se usaban para hacer pan y torrefacto. Las agallas sirven para teñir ropa d e colores cas­ taños, grises y amarillos. Rosmarinus officinalis. Romero: Muy útil en dolores articulares es el al­ cohol d e rom ero. Tam bién se em p lea el aceite d e rom ero. La planta sirve d e condim ento o especia en sopas, guisos d e carnes rojas y de caza, pescados asados, aves, quesos, escabeches, verduras al horno... Ruta angustifolia. Ruda: Planta abortiva en infusión. Se le atribuyen usos m ágicos com o protectora contra los “ malos espíritus” . Para ello se le coloca encim a de puertas y ventanas, o bien se lleva una ramita en el bolsillo para evitar “ em brujam ientos” . Salvia lavandulifolia. Salvia: Sirve para regular la menstruación d e las m ujeres si se toma en infusión. Seca en bolsitas se em p lea com o anti­ polilla. Para las infecciones d e b o ca se mastican las hojas frescas. Thymus vulgaris.Tomillo: En infusión se utiliza para catarros, diarreas y malas digestiones. Es un m agnífico condim ento en todo tipo de guisos.

ECOSISTEMAS VIVOS: FAUNA Y FLORA

in a g o ta b le flo r e c e r d e l ro m e ro .

Foto:

e.

V iñ u a le s .

ECOSISTEMAS VIVOS: FAUNA Y FLORA

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LA PROTECCION DE LA SIERRA DE ALGAIRÉN

D esde siem pre, la mayor y más grande amenaza para los ecosistem as na­ turales que alberga la Sierra d e A lga irén ha sido el hom bre y sus activida­ des extractivas, capaces en muchas ocasiones de m odificar parajes natura­ les y d e dañar frágiles equ ilibrios ecológicos. Si observam os el paisaje con un p o co de detalle advertirem os que la sierra ha ven ido sufriendo una gravísim a deforestación -in cen d ios provocados, roturaciones para cultivo, pastoreos intensivos, talas y carb on eo-, situación d e la que tan sólo se han salvado algunas zonas improductivas, alejadas o altas de rocas y de bosque p rim igen io de encina o roble, p o r lo gen eral lo ­ calizadas en las proxim idades d e los picos de Valdem adera y La Atalaya, o b ien en barrancos y crestas d e difícil acceso. El uso, o m ejor dicho, el abuso ejercido sobre esos recursos

naturales

son plantas y animales,

que

árboles,

m inerales

y

suelo... ha sido capaz de m odificar con el paso de los siglos lo que sería el escenario natural original p rop io d e estas sierras m editerráneas. Se trata d e una presión antrópica sobre el territorio natural que ha aumentado o dis­ minuido, según en qué m om entos, pues ésta ha id o cam biado en función d e los usos y necesidades d e cada ép oca vivida. Podríam os d ecir que a lo largo d e la “ historia re­ cie n te” nuestra sierra ha sido la gran despensa, la Talas forestales y un tendido de alta tensiOn atravesando el LIC de Puerto de Codos-Encinacorba. Fo to : e . V iñ u a le s .

botica y el almacén al que las gentes del entorno po-

LA PROTECCIÓN DE LA SIERRA DE ALGAIRÉN

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En la Sierra de Algairén se arrancaron encinas para plantar pinos.

Foto:

e.

V iñ u a le s,

dían acudir con el fin de paliar las necesidades propias que el ser humano ha ido teniendo -fu ego, madera, suelo agrario, caza-, actuaciones tradicio­ nales que en las últimas décadas han descendido, puesto que se han p ro­ ducido cam bios en los usos seculares p o r otros distintos con intereses menos vinculados a la supervivencia y más de tipo recreativo o económ ico. Si durante siglos existió una n ecesidad d e obtener m adera y leñas para en­ cen d er hogares o para hacer carbón, así com o suelo para pon er en cultivo nuevas tierras con las que alimentarse o para crear pastos para el g a n a d o . más recientem en te las nuevas amenazas am bientales han ven id o d e la mano d e trabajos forestales con repoblacion es masivas de pinos alóctonos, d e la apertura d e pistas forestales que han creado cicatrices en la faz de la montaña, de la proliferación de incendios forestales -c o n veranos cada vez más secos y calurosos-, de la práctica de una caza d e tipo furtiva, de la ins­ talación de vallados cin egéticos en fincas privadas -q u e im piden el libre tránsito d e la fauna silvestre-, d e la colocación d e antenas en las c im a s . amén de la explotación de canteras y graveras, la proliferación de basureros y escom breras, la construcción del pantano de Mularroya en la cuenca baja d el río G r í o . sin olvidar otros proyectos más industriales ideados para la implantación de parques eólicos o de tendidos eléctricos en las cum bres y collados d e esta sierra aún valiosa.

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LA PROTECCIÓN DE LA SIERRA DE ALGAIRÉN

A v e ce s el deterioro d el m edio ambiente, desgraciadam ente, tam bién está ya viniendo de la mano d e las actividades d e ocio, deporte y recreo mal re­ guladas o desarrolladas p o r quienes las practican, pues estas pu ed en ter­ minar incidiendo igualm ente de manera negativa en los espacios naturales. Ese podría ser el caso d e la caza, de los buscadores d e setas o incluso de aquellos que sim plem ente recorren d e form a inocente dichos bosques y laderas, dejando atrás sus basuras y desperdicios. A ello se añade la ingente cantidad de ciclistas fuera d e los caminos rodados contribuyendo a la ero­ sión, así com o el libre tránsito de ruidosos vehículos a m otor -m otos, coches todoterrenos y quads- p o r el entramado existente d e pistas forestales sin cerrar al público con una cadena o barrera, lo que es igualm ente motivo de preocupación para quienes realm ente aman y p rotegen la sierra.

Cazador con sus perros.

Fo to :

e.

V iñ u a le s.

Pistas forestales usadas por quads y 4x4 como estos franceses interceptados por la guardería. Fo to : E. V iñ u a le s.

¿Se pu ed e o d e b e visitar la Sierra de A lgairén? D esde lu ego que sí. Éste es el sentimiento y parte d el fin d e este libro. Pero no hay que olvidar, com o en todo sitio, lugar y casa ajena, el mantener una conducta correcta y ama­ b le con quienes allí viven. La contem plación y com prensión d e la b elleza del monte, la poesía de estos paisajes, será sin duda la m ejor conexión p e r­ sonal que p o d em os tener para lleg a r a apreciar, valorar y p ro teg e r estos lugares, la vid a y la historia natural que todavía atesoran. El ejem plo lo p o ­ dem os encontrar en los vecinos y caminantes que en los años 80-90 defen ­ dieron el uso pú blico d e los cam inos y sendas tradicionales d el va lle de Tiernas y d e M osom ero frente a la intención d e colocar un vallado privativo para fines de caza mayor p o r parte d e un em presario d el sector, José María Benedí Franco.

LA PROTECCIÓN DE LA SIERRA DE ALGAIRÉN

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De ahí que entendam os que el interés social, la vigilancia y el control por parte d e las Adm inistraciones junto a las labores de educación ambiental desde el ámbito escolar y familiar sean, sin duda, buena parte de la solución para estas problem áticas m enores y más recientes. Un avanzado antece­ dente en este sentido lo tendríamos en la m eritoria celeb ración de la Fiesta o Día d el Á rb o l en A lm onacid de la Sierra ya en el año 1914, hace ya más de un siglo.

La vigilancia y el control son parte de la solución Agente de Protección de la N aturaleza del Gopara una buen gestión y conservación de la sierra. bierno de Aragon vigilando. Foto: e . V iñ u a le s. Foto: E. V iñ u a le s.

CAMINANDO HACIA UN PAISAJE PROTEGIDO Actualmente la protección d e la Sierra d e A lga irén se articula en función d e la prop ied ad d el territorio. La m ayor parte es d e p rop ied ad municipal y muchos d e estos bosques están declarados com o Montes d e Utilidad Pú­ blica, una d e las m ejores protecciones posibles puesto que así tienen la con­ sideración de bienes d e dom inio público. Otros terrenos son, sin em bargo, d e p rop ied ad privada y están más sujetos al interés personal d e sus pro­ pietarios, aunque todos ellos d eb en som eterse a una normativa ambiental g en érica que im plica a cualquier ciudadano. Si analizamos convenientem ente la situación d e protección leg a l de estas sierras d el Ibérico, verem os que otra de las protecciones importantes que tiene una parte de la Sierra de A lgairén es la de dos Lugares de Importancia Comunitaria (LIC ), es decir, terrenos incluidos en la R ed Natura 2000 de la Unión Europea en base a la Directiva d e Hábitats, lo cual se justifica en gran parte gracias a la presencia de una plantita humilde y pequeñita, que es la razón que ampara la protección d e estos espacios: la Centaurea pinnata. Una parte de las escarpadas laderas o los bosques d e pinos y encinas d e Santa Cruz d e Grío, Tobed, Codos, Encinacorba, Cosuenda y Aguarón configuran

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LA PROTECCIÓN DE LA SIERRA DE ALGAIRÉN

Camino de propiedad privada en Mosomero, prohibido el paso.

Fo to :

e.

V iñ u a le s.

el llam ado “ LIC Sierra d e A lg a irén ” , con algo más d e 4.000 hectáreas de superficie protegida. El otro LIC es el d el “ Puerto d e Codos-Encinacorba” , con unas 1.200 hectáreas pertenecientes a los montes d e Aguarón, C odos y Encinacorba. Por tanto, tom em os nota y prestem os atención a las p e q u e ­ ñas cosas, puesto que en ellas casi siem pre reside lo más importante, in­ cluso en espacios tan extensos com o éste.

Crece la resistencia contra la valla 1

150 vecinos de cuatro localidades insisten en que nc ^ q u 3n Hermas

I Almonacid. Tobed, Alpartir y I Cosuenda volvieron a los caminos

I Reclaman el uso libre de las senda I contra el proyecto de Benedí Franc LO S A R G U M E N T O S

ROBERTO MIRANDA__________

Cosuenda

El hacha, las tijeras y el DNI

Alrededor de 150 personas de Alpartir. Tobed. Almonacid de la Sierra, Cariñena y Cosuenda marcaron y impiaron ayer el ca­ mino púbbco que une esta ultima localidad con Alpartir. a través det valle de Tiefmas Con esta actuación de carác­ ter reivindicativo y pacifico, los vecinos pretendieron, al igual que en la jornada del 7 de di­ ciembre. reafirmar la propiedad pública de unos caminos que cruzan el valle ocupado por un comptejo cinegético privado. Explotaciones Atalaya. SA, la empresa propietaria, de la que es presidente José María Benedi Franco, proyecta instalar una cer ca que dejaría cortados los cami­ nos que pretenden conservar los

Los responsables mun pales de Tobed, Alpai Cosuenda y Almonacid quejan de que el consej de Agricultura. José Urt ta, todavía no les haya « bido, mientras que s! lo hecho con el preside, de te entidad propíetí de la finca de Tiermas, sé Majía Benedí. Éste manifestó el pa do mes a este chano qui entrevista con ol consei había seguido a la res< ción de la DGA por la c se aulonzaba a vallar { jando libres tos camino

hahitántfis < i« Ins ni'iphlr>q

En los ano 80-90 los vecinos y pueblos de Algairén defienden los cam inos públicos.

El Pe rió d ico de A ra g o n .

LA PROTECCIÓN DE LA SIERRA DE ALGAIRÉN

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Pero, ¿es suficiente esta protección? Para muchos no. Hay una desidia y una falta de interés con ausencia de actuaciones, inversiones y puestos d e tra­ bajo vinculados a la verdadera sostenibilidad d el mundo rural, así com o a la buena gestión d e este espacio relega d o a una segunda categoría. Y es más, para algunos el futuro inm ediato y el desarrollo arm ónico d e esta sie­ rra valiosa -c o n sus pueblos y en torno- b ien pod ría venir de la mano de la creación d e un espacio natural p roteg id o p o r parte d el G ob iern o de Ara­ gón, d eclarad o b ajo la figura d e “ Parque Natural” o d e “ Paisaje Prote­ g id o ” ... una propuesta a estudiar y valorar sin egoísm os. Porque realm ente contribuir a respetar y a d efen d er la Naturaleza es, al fin y al cabo, un acto humanitario. Com o dice el naturalista Joaquín Araújo: “ Salvar la naturaleza supone salvar a lo que nos salva” .Y ese es el gran reto de hoy y de mañana en estos m o­ mentos d e crisis m edioam biental.

La Fiesta del Arbol en Almonacid de la Sierra La Fiesta del Á rb o l surge com o una n ecesidad en España, y enseguida en lugares com o A lm onacid d e la Sierra, para dar una respuesta a la pérdida de la superficie forestal ante la escasez de recursos y dada la urgencia por recuperar un territorio muy deteriorado p o r actividades humanas sin con­ trol com o fueron la ganadería, la corta d e leñas, las quemas y las roturacio­ nes. La Fiesta del Á rb o l más anti­ gua de la que se tiene noticia fue en M on doñ ed o (Lugo), hacia el año 1569. Pero fue en 1805, en Villanueva de la Sie­ rra (C áceres) donde se c e le ­ b ró d e m anera oficial por v e z prim era. Posteriorm ente será el ara­ g on és Joaquín Costa quien reivindique para España esta festividad, que instaura el in­ g en ie ro d e m ontes Rafael Pu ig

con la A sociación d e

A m ig os d e l Á rb ol, y

que

lu ego se extenderá p o r todo el país m ediante un Real D e­ creto d e l 11 d e marzo de 1904.

23 6

LA PROTECCIÓN DE LA SIERRA DE ALGAIRÉN

La fiesta del árbol en Ricla a principios del s. XX.

Fo to :

f.

R om eo.

La prim era noticia que refleja la celeb ración de la Fiesta del Á rb ol en A ra­ gó n aparece en una carta que Joaquín Costa ded ica a los niños de Ricla en su Fiesta d el Á rbol, el 13 d e marzo d e 1904, para que fuese leíd a en dicho acto. Una carta en la que enum eraba los ben eficios y productos que los ár­ bo les nos ofrecen, adem ás d e los innumerables servicios que nos prestan, para acabar exhortando a los niños para que, junto a los m ayores, sigan plantando y cuidando de los árboles. Pero al hilo d e todo esto nos encontramos con que el conjunto d e árboles monumentales m ejor representado d e la Sierra d e A lga irén se encuentra en la plaza de Alm onacid d e la Sierra. Consta d e ocho plataneros, dos m o­ reras y un arce, que se plantaron p o r los niños d el colegio, tras acuerdo plenario, el 24 d e enero de 1914 para celeb ra r la Fiesta d el Árbol. C ien años después, en el año 2014, escolares, maestros, vecinos, forestales y autoridades d e Alm onacid de la Sierra hom enajearon d e nuevo a aquellos árboles hoy ya centenarios, con dances, música y bailes en torno a ellos. Entrelazados niñas y niños, hom bres y mujeres, se unieron en un abrazo fra­ ternal a los plataneros con cien años d e edad.

LA PROTECCIÓN DE LA SIERRA DE ALGAIRÉN

237

En el resto d e municipios d e A lga irén creem os que tam bién se realizó la Fiesta d el Á rb o l con m ayor o m enor frecuencia, aunque apenas tenem os datos d e ello. A l p a recer la guerra civil cortó d e raíz todas estas activida­ des. Y hay que citar que en los últimos veinte años, com o parte d e la educación am biental transmitida a través d e los c o le g io s pú blicos locales y con el apoyo de las instituciones se está recuperando la antigua Fiesta del Á rb ol en otros municipios, añadiendo cada año nuevas actividades y recuperando tradiciones perdidas. Aquí el futuro, el mañana, lo escriben los niños d e hoy bajo los árboles.

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LA PROTECCIÓN DE LA SIERRA DE ALGAIRÉN

El s o l de o to ñ o d e c o lo ra las h o ja s de lo s c h o p o s .

F oto:

e

. V iñ u a le s,

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El cuidado de la Naturaleza, desde un colegio como el de Alpartir Juan Antonio Rodríguez Bueno Equipo Docente del CEIP 'Ramón y Cajal' de Alpartir (Zaragoza)

Existe en los co le g io s una necesidad, una obligación, d e tratar temáticas que tienen que v e r con acontecim ientos sociales próxim os com o es el cui­ dado del m ed io am biente o d e la Naturaleza. Esta tendencia, que al princi­ pio d e nuestra dem ocracia se impulsaba d esd e m ovimientos de renovación p e d a g ó g ic a o d e gru p os d e m arcado carácter social o ambientalista, ha quedado recog id a en las distintas leyes educativas, entendiendo la Educa­ ción ambiental com o un tema transversal. Los objetivos concretos son « c o ­ n ocer y respetar los seres vivos más próxim os al ser humano, y adoptar

Niños de la escuela de Alpartir en el olivo de la Acequia.

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Foto:

r

. Del V al.

Niños en la Sierra de Algairén aprendiendo del medio natural.

C o le g io de A lp a rtir.

m odos d e com portam iento que favorezcan su cu idado» o bien «analizar al­ gunas m anifestaciones de la intervención humana en el m edio, valorándola críticam ente y adoptando un com portam iento en la vid a cotidiana de d e ­ fensa, conservación y recuperación d el rico y variado patrim onio natural d e A r a g ó n » . com o pu ed e ser, p o r ejem plo, la Sierra d e Algairén. A sí pues, d esd e los centros educativos del mundo rural com o el nuestro de A lpartir pod em os hacer que la Sierra de A lga irén sea un centro d e interés d el que p o d e r interpretar y representar hechos, conceptos y procesos de este m edio natural m ediante gráficos o cartografía; o b ien identificar y re­ solver problem as relacionados con aquellos elem entos significativos que estén en peligro, b ien sea utilizando estrategias de búsqueda y tratamiento d e la información, o bien ofreciendo soluciones alternativas a las autorida­ des com petentes. De una u otra forma, el tratamiento de estas cuestiones d e incidencia social contribuye a m ejorar la práctica educativa. Por un lado, porqu e favorece el desarrollo de proyectos documentales integrados en los centros; y p o r otro, porque al abordar cuestiones no contenidas en los libros d e texto se ayuda al desarrollo autónomo d e los escolares. Para ello es necesario que existan publicaciones com o ésta, que den a co ­ n ocer y que se pon ga en valor el entorno natural, social y cultural d e la Sie­ rra d e A lgairén, pues a los c o leg io s nos perm ite disponer d e un material educativo y científico elaborado p o r profesionales para investigar nuestro m edio am biente y para así p o d er form ar personas críticas y responsables, ob jetivo último d e la escuela. Es la ob liga ció n que tenem os con nuestro alumnado, pues en los Derechos d e la Infancia se re c o g e el derech o a vivir en un lugar sin contaminación y agradable. C om o decía Félix Rodríguez De la Fuente: «E n las raras ocasiones en que los esfuerzos que ven go realizando en defensa d e los animales salvajes han lleg a d o a fatigarm e, sim plem ente m e ha bastado pensar que la Naturaleza p erten ece a los niños, para así reanudar mi batalla encaminada a la conser­ vación de la fauna».

LA PROTECCIÓN DE LA SIERRA DE ALGAIRÉN

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Educación ambiental que despierta la curiosidad Raquel Egea y Judit Villén Grupo Nómadas La educación ambiental es una preciosa herramienta para pon er en valor el entorno más cercano y para concienciar sobre la protección y conserva­ ción del valioso patrim onio natural que nos rodea, en este caso la Sierra de A lgalien . Siempre que es posib le organizam os salidas al m edio natural con chavales, pues consideram os que la propia naturaleza ofrece el marco ideal para cre­ cer y desarrollarse sin p e rd er la conexión con el entorno. Pero cuando esto

Educando en la naturaleza.

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Fo to :

r

. Del Val.

LA PROTECCIÓN DE LA SIERRA DE ALGAIRÉN

no es posible nos desplazam os hasta los centros educativos con talleres que perm iten despertar la curiosidad p o r lo natural a través d e actividades manipulativas, sensoriales, atractivas y educativas: d esd e pintar piedras, hasta construir una caja nido para aves o m urciélagos, potenciando adem ás el desarrollo d e habilidades motrices. En numerosas ocasiones llegam os a las aulas cargados d e rastros y huellas que hemos encontrado en nuestros paseos de campo. Es adm irable ve r la cara d e sorpresa de muchos niños/as y jóvenes a! ver una camisa d e culebra, tocar cráneos d e mamíferos, oír el sonido de una pluma, sentir la suavidad d e la lana, descubrir con lupas los pequeños líquenes de una p i e d r a . Son tantas las preguntas que surgen cuando la curiosidad se despierta. Es en ese mom ento donde hacem os hincapié en la im portancia que tienen nuestras acciones cotidianas en la protección d el m edio ambiente. Adem ás, si com pletam os la m o­ chila con arcilla p o d em o s dar form a a las huellas d e los m am ífe­ ros más representativos de la zona. El mero contacto con el barro hace de esta actividad todo un éxito. En otras ocasiones ponem os el fo co en las aves y a través d e la reutilización d e botellas d e plás­ tico cream os com ederos d e aves. Esta actividad es ideal com o intro­ ducción al mundo de la ornitolo­ gía, perm itiendo trabajar los tipos d e aves y su alim entación entre otros aspectos. Una actividad que no se qu eda en el aula, pues los alumnos/as se llevan su com edero y lo colocan en un lugar tranquilo que les perm itirá iniciarse en la observación de aves. Estos son solo algunos ejem p los de actividades d e educación am­ biental que nos han perm itido en esta sierra y en sus pueblos acer­ car un p ed a cito de cam po a las aulas y así con segu ir que entre todos y todas protejam os y con­ servem os nuestro entorno natural más cercano.

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La sierra permanece. Sus usos van cambiando Juan Salanova Maestro rural jubilado. Vive en Tobed

En nuestros prim eros y duros momentos d e senderistas reivindicativos en el valle d e Mosom ero, pudimos vivir los últimos retazos d e los antiguos usos que hacían nuestros antepasados d e los recursos de la sierra: corte y venta de leña, costándoles un día entero cortar, cargar y llevarla en mula a La A l­ munia a venderla; elaboración de carbón vegetal, d el que aún quedan res­ tos de los anillos donde se amontonaban las ramas de encina para cubrirlas de tierra e im p ed ir su com bustión rápida; pequ eñ os cam pos de secano; caza, etc. Pero a partir d e la industrialización de Aragón, estos valles, com o todas las zonas montañosas, han visto em igrar a sus habitantes, engrosando el nú­ m ero de trabajadores d e la gran ciudad, y abandonando sus viñas, piezas y huertos d e minifundio insostenible, ocupados cada v e z más p o r aliagas, g i­ nestas, pinos o carrascas autóctonas que en riqu ecen el bosque año a año, en una im parable invasión verde, una gran fábrica d e oxígeno en expansión que p arece arrinconar a los pequ eñ os pueblos a sus minicascos urbanos, sin más actividad forestal que la caza, la m icología o el senderismo. ¿Va a ser im parable la despoblación de nuestra tierra? Yo creo que donde hay recursos p u ed e haber actividad si se pu ed e finan­ ciar. A portaré unas ideas que en un futuro pu eden hacerse realidad. En p ri­ m er lugar e l turismo verd e, una actividad cada v e z más dem andada p o r visitantes hastiados de la superficialidad d e la diversión urbana. El sende­ rismo, la b icicleta de montaña, la botánica, la m icología o la apicultura son actividades que ofrecen nuestras sierras a una hora d e la gran ciudad, con su impacto positivo en los servicios del valle. Pero una actividad com pleta­ m ente p o r explotar es el uso d e la m adera de los bosques. Con la lim pia de los bosques podrían instalarse plantas locales de producción d e agua ca­ liente y ca lefacción en cada localidad, con la consiguiente creación d e puestos d e trabajo para la corta, transporte e incineración d e madera, te­ niendo así los vecinos un sencillo sistema de calentar sus casas que aho­ rraría com bustibles fósiles y perm itiría lim piar los montes, actualmente en com pleto abandono. Finalmente ¿por qué no?, otra idea: p o d e r usar las casas vacías con un sis­ tema d e alquiler municipal para ocuparlas p o r personas que arriesgan su vid a para salir d e la pobreza, la represión y la guerra en tantos países de nuestro entorno. A ragón es tierra despoblada, ¡repoblém osla!

24 4

LA PROTECCIÓN DE LA SIERRA DE ALGAIRÉN

T e la r a ñ a e n tre la v e g e ta c io n .

Foto:

e.

V iñ u a le s .

LA PROTECCIÓN DE LA SIERRA DE ALGAIRÉN

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“ Se nos enseñan muchas cosas, menos a pensar ni a viv ir”

Francisco Giner de los Ríos

TESTIMONIOS

ESTO NOS HAN CONTADO. Las gentes que viven en la Sierra de Algairén

Empezamos hace más de treinta años con cuatro colmenas y ahora tenemos unas doscientas. No teníamos raíces de api­ cultores, y poco a poco hemos ido creciendo. La Sierra de A l­ gairén es muy buena para la apicultura, sobre todo en la pri­ mavera. Las colmenas están casi todo el año en la sierra, salvo unos pocos meses, que las llevamos a los frutales. Nos las piden para ayudar a la polinización de los árboles, sobre todo para los cerezos. Hay varios tipos de miel: romero, mil flores y ca­ rrasca principalmente. Son todas excelentes. Las abejas son

Vicente Moneva Torres Apicultor de Alpartir, 50 años.

buenas para la biodiversidad porque ayudan a la polinización de muchas plantas. Sin la polinización hay plantas que no exis­ tirían.

Recuerdo que mi padre iba a trabajar a los pinos, a plantar árboles a la sierra. Madrugaba mucho y arrancaba unas pocas aliagas para hacer leña antes de empezar. Por la tarde, al aca­ bar el trabajo, terminaba de hacer la carga de leña. Y al día si­ guiente yo subía con él al monte, me cargaba el burro de leña y me iba a La Almunia de Doña Godina para vendérsela a una panadería. Como yo era pequeña y no podía descargarla, eso lo hacía un peón del horno. Después dejaba la carga de leña y me subía de vuelta al pueblo con dos sacos de pan que luego

Sofía Torres Torres Ama de casa de Alpartir, 70 años.

vendía y con los que sacaba algún dinero. De todo esto hace ya muchos años.

TESTIM ONIOS

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La cooperativa de vino se fundó en 1945 y tiene además una sección de almazara y de almendras. Este pueblo se ha dedi­ cado principalmente al cultivo del viñedo porque era lo más rentable, y en menor medida a la oliva y la almendra. En la eco­ nomía de Almonacid representa aproximadamente el 80%. Hubo un tiempo en el que llegaron variedades nuevas de uva desde Francia como cabernet, chardonnay,syrah,merlot... pero se implantaron poco. Aquí se ha seguido trabajando con gar­ nacha, tempranillo, cariñena y vidadillo que es una variedad local. Se trata de una uva de no muy alta producción, pero que

Nicolás Aldea Yus

tiene características de rusticidad y que además se adapta

Presidente de la cooperativa San Nicolás de Tolentino, agricultor de viñedo de Almonacid de la Sierra, 28 años.

botellamos dos grandes vinos, “ Marqués de Alm onacid”

bien al terreno y al clima del pie de la Sierra de Algairén. Em­ -joven, crianza y reserva- y “Taninus” que es el vino estrella y está hecho con uva de vidadillo. Son vinos que se venden en mercados como Alemania, Reino Unido, Canadá, C h in a . Ahora hay esperanzas de futuro con un nuevo proyecto que le va a dar un valor añadido al pueblo y a nuestras viñas. Se trata de la transformación de nuestros viñedos en ecológico. Hemos em pezado con la transformación de unas 330 hectáreas. De hecho, muchos de los actuales viticultores están ya realizando un cultivo casi ecológico.

Aquí, en estos montes, antiguamente, se hacían carbone­ ras desde siempre. Las últimas que recuerdo en esta zona de la Sierra de Algairén se hicieron sobre los años 1956-57 cuando yo tendría unos cinco años de edad. Hace veinte años hicimos una carbonera como demostración para que la vieran los niños. Yo, en realidad, más que vivirlo lo he oído contar, pues era muy pequeño para subir al monte. Los carboneros, primero realizaban la limpia del monte y luego las ramas re­ cogidas las iban colocando en las carboneras. Calculaban la leña necesaria para hacer una carbonera, la cubrían con ramas

Salvador Berné Océn

y volvían a cubrirla con tierra. Luego le daban fuego, princi­

Hijo de carbonero, Almonacid de la Sierra, 65 años.

palmente en invierno. Vivían en el monte varias familias del pueblo durante la tem­ porada, además de las personas que transportaban el carbón y las que lo repartían por casas. Las mismas que hacían el car­ bón también hacían leña el resto del año para complementar. Todo esto lo cuento porque mi abuelo y mi padre se dedicaron al carboneo durante años en el monte de El Cortado.

25 0

TESTIMONIOS

Somos la tercera generación de bodegueros: mi abuelo, mi padre y ahora mi hermano y yo. Hace más de 40 años que suministramos el vino de misa a la Basílica del Pilar y a la Seo de Zaragoza. Todo em pezó cuando un canónigo que fue a la ciudad, D. Alejandro Conde, habló con mi padre y acordó que le suministrara el vino porque quería cambiar. Mi padre, Ma­ nuel Moneva, bajó a Zaragoza y se subió todas las barricas del Pilar y de la Seo, las limpió, las llenó de vino y hasta ahora. Ese es un vino rancio dulce, una garnacha dulce pero añeja. Recuerdo con admiración y cariño que cuando mi padre ba­

Jesús Moneva Ramírez Bodegas Moneva, de Almonacid de la Sierra, 50 años.

jaba a Zaragoza para calcular cuánto había que reponer cada año, iba golpeando los toneles -d e unos 130 litros- y ya sólo por el sonido calculaba a ojo cuánto faltaba en cada uno de ellos. Anotaba en su cabeza el vino a reponer y cuando bajá­ bamos a rellenar los toneles nunca faltaba y apenas nos sobra­ ban unos 10 ó 15 litros. Lo calculaba con una precisión de la que nosotros no seríamos capaces. Nuestros vinos son todos de garnacha, vinos viejos, añejos, vinos de mi abuelo que estaban en la sierra, de cepas de los años 70 del pasado siglo. Esos vinos rancios los vamos relle­ nando con otros que envejecemos en la bodega. Hacemos una elaboración y los vinos que nos salen con más graduación los subimos a la otra bodega, la subterránea. Allí los tenemos en cubas de roble de 1.000 a 11.000 litros, y ahí se van enveje­ ciendo. Alguno en concreto que ha envejecido más, lo em ple­ amos para rellenar esos vinos rancios, la base de ese vino añejo, “ la madre” , que tiene muchos años. Famosa y singular es la “ cuba de la teja” que tenemos en la bo­ dega subterránea, cuyo vino sólo se puede beber en una teja de cerámica previo vertido con un cacillo.

TESTIM ONIOS

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Desde siempre he estado vinculado a la sierra, a la natura­ leza, salvo una década en la que estuve estudiando en Zara­ goza. Soy ganadero de ovino y caprino, tengo unas 500 ovejas y unas pocas cabras. Aunque el terreno de esta sierra es más apropiado para cabras que para ovejas. Las cabras hacen un papel importante en el rebaño, en la sierra, pues armoniza el rebaño y homogeneizan la pradera. Las cabras comen más va­ riedad de plantas que las ovejas y sobre todo plantas espinosas

Nicolás Marín Moneva Pastor, ganadero de Alpartir, 64 años.

que son más abundantes. Antes, en casi todos los pueblos de sierra había muchos cabre­ ros que llevaban sus propias cabras -unas treinta-, mientras que el resto eran de los vecinos del pueblo, a las que se les lla­ maba “viceras” .Yo conocí todavía dos de ellas. Siempre me ha gustado el pastoreo, no es una profesión, es un modo de vida. Además de ser un trabajo propio es una forma de ver la vida. En el monte puedes aprender m u c h o . La tierra de esta sierra es muy fina, muy criadora, pues veo que hay mucha variedad de plantas.

“ Yo vengo de un pueblo de secano, de Lécera, en el Campo de Belchite, donde hay poco verde y donde el bosque de pinos está lejos. Me casé con un chico de Almonacid de la Sierra y eso de tener el monte tan próximo es de las cosas que más me han chocado de esta zona de Aragón, aunque no haya río o agua cerca. Cuando tengo tiempo libre me encanta pasear con mi ma­ rido y con mis hijos por la Sierra de Algairén. No estoy

Beatriz Bernad Esteban Jotera, una de las mejores voces de Aragón, 37 años.

muy puesta en el monte, pero me gusta mucho eso de tener el bosque y el verdor a un paso de la puerta de casa. Almonacid tiene una gran riqueza con esta sierra tan cerca” .

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TESTIMONIOS

He sido guarda forestal en la Sierra de Algairén durante cuarenta años. De joven em pecé de “pinche” llevando agua a los peones durante las repoblaciones de pinos en la zona de Trasobares. Estando trabajando en el monte, un forestal -H ipó­ lito Val- nos dio propaganda sobre la escuela de forestales de Lourizán, en Pontevedra. Allí estuve dos cursos, luego me pre­ senté a oposiciones y aprobé. Había dos plazas, una en Tobed y otra en el Pirineo, pero como yo era de Trasobares e le g í Tobed, porque estaba más cerca. Me gustaba mucho el destino

Isidoro López Lamata

elegido, la Sierra de Algairén. Tras cuatro años allí me trasladé

Fue Agente Forestal en Cariñena, 75 años.

a Aguarón, a la casa forestal ubicada junto a El Santo. Cuando los chicos, mis hijos, tuvieron que ir al colegio me fui a vivir ya a Cariñena. En aquella época se trabajaba mucho en el monte, todo el año había trabajo e inversiones. Se repoblaba, se hacían caminos, se cortaban pinos y leña, había muchos retenes de in­ cendios trabajando en verano... Los ingenieros proponían trabajos de mejora en los montes y nosotros nos encargábamos de llevarlos a cabo, de supervisar­ los. Muchos montes estaban “pelados” , sin vegetación, y en ellos llevamos a cabo numerosas repoblaciones forestales. Pri­ mero plantábamos haciendo hoyos, luego se labraba con bue­ yes sobre curvas de nivel, y finalmente con máquinas bulldózer. Pienso que en la actualidad apenas se realizan inversiones y trabajos en la Sierra de Algairén, pues la veo un poco des­ cuidada.

Entrevistando a las gentes de la Sierra.

TESTIM ONIOS

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De jóvenes, en los años 40 y 50 del pasado siglo, íbamos a hacer leña al monte de Mosomero y de Tiernas. Sacábamos la “papeleta” por dos “ reales” y hacíamos alrededor de 100 kilos de leña. Partíamos a las 4 ó 5 horas de la mañana y llegábamos al monte sobre las 8 h, estábamos hasta las 12 del medio día haciendo leña y luego regresábamos al pueblo. Al otro día, car­ gábamos y bajábamos a La Almunia a venderla. La vendíamos por 12 ó 15 duros. Recuerdo que la vez que más me pagaron

Silverio Esperanza Torres Fue leñador en Mosomero y repoblador en Alpartir, 90 años.

fueron 20 duros. Hacíamos la leña con azada o “ gayón” . Los carboneros hacían la leña del monte cada 8 ó 10 años, y los rebrotes de encina del segundo año nosotros los aclarábamos y dejábamos unas pocas matas limpias que eran las que quedaban después para leña. Esta leña era fina. La vendíamos por las casas y cuando no podíamos venderla se la dejábamos a las “ revendedoras” , las cuales tenían puestos donde la almacenaban y vendían todo el año. Los mejores días de venta eran cuando la niebla cubría durante varias jornadas el valle y el frío arreciaba. Cuando no podíamos hacer leña de carrasca en Tiernas y Mosomero por­ que los dueños cerraban los montes, recorríamos el resto del territorio para hacer “ allagones” , es decir, leña de aliaga. En el pueblo se dedicarían a la leña unos 15 ó 20 vecinos.

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TESTIMONIOS

LOS NIÑOS QUIEREN A SU SIERRA Entrevistas a distintos chavales del colegio de “Arzobispo Domenech” de Almonacid de la Sierra

Me gusta mucho la Sierra de Algairén, pues es muy bonita. Hay pájaros, balsas, casetas y unos árboles preciosos. A veces voy a la sierra con el colegio, con mis padres, con mis abuelos. Subo a comer, voy con mi abuelo a regar las plantas y a ver las co lm e n a s. Ahí veo muchos pájaros, pinos, encinas y también un castaño grande. Me gustaría decirles a los mayores

Ángel López Cabeza 9 años, 4° de Primaria.

que no tiren basura, residuos, y que cuiden mucho esta sierra.

Hay muchos animales en la sierra: corzos, jabalíes, conejos, lie b r e s . Los he visto por el monte, van co­ rriendo muy deprisa. Cuando fuimos a hacer con el co legio la ruta botánica de Almonacid también vimos muchas plantas. El árbol que a mí más me gusta es la carrasca. Un día, cuando subimos con mis abuelos a regar unos melones me sorprendió mucho

Santos Javier Lorente Pablo

ver un corzo que nos salió corriendo, asustado.

8 años, 4° de Primaria.

En el colegio aprendemos muchas cosas de la natu­ raleza, de los animales y de las plantas de la sierra. Conozco algunas plantas como almendros, olivos, pinos, e n c in a s . y mis animales favoritos son el zorro y el jabalí. Me gustaría animar a las personas a visitar la Sierra de Algairén porque hay muchas cosas que ver, para conocer la ruta botánica que hemos hecho con el colegio y con mis padres. Un día

Iván López Jaime 11 años, 5° de Primaria.

me sorprendí mucho cuando al llegar al campo con el coche nos encontramos con un jabalí muy grande que me dio un buen susto.

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Me gusta mucho Almonacid de la Sierra porque es muy bonito, y creo que la ruta botánica de la sierra es lo que más. Es una excursión con muchas plantas y árboles. Hay castaños, pinos y encinas, también hay tomillo, romero y ruda. Me gusta el bosque, por­ que el color verde es mi favorito. Yo le diría a la gente que cuiden mucho la sierra, que no tiren ba­ sura, que no hagan fuego, y animaría a visitarla a

Delia Schiopu

otros niños que no la conozcan.

8 años, 4° de Primaria.

Todos los años, desde hace seis, celebramos el día del árbol, donde plantamos árboles y hacemos ami­ gos con los chicos de Alpartir y de Herrera de los Navarros. Hemos ido a estos pueblos a plantar árbo­ les, entre ellos los pinos que son mis árboles favori­ tos. Creo que los árboles son importantes porque nos dan oxígeno, leña, fr u to s . Quiero decir que nuestra sierra está muy bonita, y quiero pedir que la

Javier Gil Morales 9 años, 4° de Primaria.

cuiden y que no construyan más, que no corten ár­ boles. Los peligros de los árboles está en que los corten o que haya un incendio. El águila es mi animal preferido.

Lo que más me gusta de Almonacid de la Sierra es su plaza, porque tiene unos árboles muy bonitos, unos plataneros que tienen 102 años. Hace no mucho celebram os los cien años de estos árboles de la plaza. Los chicos mayores hicieron un baile con cin­ tas y los más pequeños un dance con palos acompa­ ñados por la música. También plantamos un nuevo platanero como homenaje. Mi deseo es que este

María Hernández Vázquez

árbol se haga muy grande y bonito. Pienso que los

11 años, 6° de Primaria.

árboles son importantes porque em bellecen, dan sombra, leña, frutos, o x íg e n o . y bajo ellos, en la plaza de mi pueblo, jugamos.

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La Sierra de Algairén tiene muchos animales y plan­ tas y me gusta mucho, más que el pueblo. Voy a me­ nudo con mis amigos, y hasta con el colegio fuimos en bicicleta. Recorrimos la ruta botánica y recogi­ mos plantas para hacer un herbario y una exposi­ ción. También recogim os hierbas y musgo para hacer el belén. Luego devolvimos el musgo al monte. Por aquí he visto muchos pájaros. Por ejem ­ plo, un día de camino hacia La Almunia de Doña Go-

Yassin Larhrib Labhach 12 años, 6° de Primaria.

dina en un campo vimos muchos buitres muy cerca, estaban comiendo, eran muy grandes. También he visto algunas águilas volando cuando estoy en las piscinas.

Trabajo de profesor en el colegio de Almonacid de la Sierra, soy tutor de 4°, 5° y 6° de Primaria, y espe­ cialista en inglés. Este colegio está muy implicado en las actividades ambientales. Realizamos la Se­ mana de la Naturaleza en marzo, y el día del árbol junto con los colegios de Alpartir y de Herrera de los Navarros. Es un día de convivencia en el que rea­ lizamos actividades ambientales, desde plantación de árboles a reciclaje, jabón artesano, etc. Durante la Semana de la Naturaleza recorremos la ruta botá­ nica, hacemos salidas al campo, charlas y exposicio­ nes varias. También hemos celebrado el centenario de los árboles de la plaza con bailes tradicionales,

Jesús Ferrer Carrera Profesor del Colegio “Arzobispo Doménech”.

dances, plantación simbólica de un platanero, dis­ cu rso s . Realizamos murales relacionados con la na­ turaleza, trabajos cooperativos, incluso internivelar, usamos el papel por las dos caras, trabajamos el ahorro de agua... Ahora tenemos idea de un pro­ yecto de huerto ecológico donde vamos a contar con la colaboración de padres y abuelos. Hay que recordar que este co leg io fue galardonado con el Premio Medio Ambiente del Gobierno de Aragón.

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DIBUJOS Y MIRADAS DE INFANCIA

Anas Hadij, 7 años, 2°. Colegio Arzobispo Domenech, Alm onacid de la Sierra.

Alba Gálvez Lopez, 2°. Colegio Arzobispo Domenech, Almonacid de la Sierra.

Angel López Cabeza, 4 °. Colegio Arzobispo Dom e­ nech, Almonacid de la Sierra.

Antonio López Morales, 7 años, 2°. Colegio A rzo ­ bispo Domenech, Almonacid de la Sierra.

Andrea Capdevila, 6 años, 1°. Colegio Arzobispo Do­ menech, Almonacid de la Sierra.

A n a y a A b k a ri, 8 a ñ o s , 3 °. C o le g io A r z o b is p o D o m e ­ n ech , A lm o n a c id de la S ie rra .

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C a n d e la M a r tín e z G im e n o , 10 a ñ o s , 5 °, C o le g io Vic o rt- Is u e la de T o b e d .

Carlos Arnauda, 8 años, 4 °, Colegio Vicort-Isuela de Tobed.

Erik Palomo, 5 años, 3 ° Infantil, Colegio Vicort-Isuela de Tobed.

Delia Schiopu, 4 °. Colegio Arzobispo Domenech, Alm onacid de la Sierra.

Gorka Gregorio, 7 años, 2°, Colegio Vicort-Isuela de Tobed.

Ismael Abkari, 6 años, 1°. Colegio Arzobispo Domeneche, Almonacid de la Sierra.

Ismael Gimeno, 7 años, 2°. Colegio Arzobispo Dome­ nech, Alm onacid de la Sierra.

Ja v ie r G il M o ra le s , 4 °. C o le g io A r z o b is p o D o m e n e c h , A lm o n a c id de la S ie rra .

Jo r g e A lia g a G o n z á le z , 8 a ñ o s , 2 °. C o le g io A rz o b is p o D o m e n e c h , A lm o n a c id de la S ie rra .

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María García Sánchez, 4°. Colegio Arzobispo Dom e­ nech, Almonacid de la Sierra.

José Manuel Cartagena Moros, 8 años, 3°, Colegio Vicort-Isuela de Tobed.

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Laura Martínez Royo, 7 años, 2°. Colegio Arzobispo Domenech, Alm onacid de la Sierra.

Loubna Balhaj, 7 años, 2°. Colegio Arzobispo Dome­ nech, Almonacid de la Sierra.

M arta Gregorio, 5 años, 3° Infantil, Colegio VicortIsuela de Tobed.

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Lucía Palomo, 4 años, 3° Infantil, Colegio VicortIsuela de Tobed.

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María Hernández Vázquez, 6°. Colegio Arzobispo Do­ menech, Almonacid de la Sierra.

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M o h a m e d B a lh a j, 9 a ñ o s , 3 °. C o le g io A r z o b is p o D o ­ m e n e c h , A lm o n a c id de la S ie rra .

Rababuv Abkari, 2 °. Colegio Arzobispo Domenech, Almonacid de la Sierra.

Rubén López Morales, 5°. Colegio Arzobispo Dom e­ nech, Almonacid de la Sierra.

Vassine Balhaj, 8 años, 2°. Colegio Arzobispo Dome­ nech, Almonacid de la Sierra.

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Surge la silueta de Encinacorba bajo un incendio de nieblas . Fo to :

e.

V in u a le s .

HEMOS LEÍDO EN. libros, revistas, prensa.

Las cepas, el sostén de las uvas.

F oto:

e.

V iñ u a le s.

“ El verano no es sólo playa o viajes exóticos, y Aragón ofrece infinidad de des­ tinos mágicos. Me gustaría proponer un lugar cuyo vino ya deleitaba a los ro­ manos: el Campo de Cariñena. Cuando nos acercamos por la autovía desde Za­ ragoza puede apreciarse cómo disciplinadas hileras de viñas van tiñendo el paisaje de verde. (...) A nuestra derecha los viñedos se funden en la lejanía con los contornos de la Sierra de Algairén, en cuyo territorio se hallan pueblos de tradición vinícola como Aguarón o Cosuenda ( . ) En Aguarón, al pie de la mon­ taña, los viñedos se alimentan por la pedregosa tierra roja que contrasta con el nítido azul del cielo ( . ) Desde San Cristóbal sobrecoge la vista de la llanura jaspeada de viñas esmeralda, que en otoño se visten de rojo o amarillo según la variedad de la uva” .

Carmen Santos En “Viaje al centro de las v iñ as”, Heraldo de Aragón, 26 de julio de 2016

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“ Eusebio nos llevó por todas las callejas de Cariñena: nos dijo que tenía algo más de tres mil habitantes, y que aunque había cereal y otras formas de agri­ cultura Cariñena era, ante todo, tierra de vino. De viñedos especiales que bro­ taban en la piedra y en la tierra, rojiza como el escorpión y la sangre (...) Dimos varias vueltas en todas las direcciones, en el entorno de carreteras secundarias que iban a Encinacorba, Calatorao, Alfamén, Aguarón... Eusebio nos recordaba los nombres de la comarca. Su favorito dijo, era Algairén, el nombre de la sie­ rra” .

Antón Castro En “Cariñena”

Valdem adera, dom inando los viñedos del Campo de Cariñena . Foto:

e.

V iñ u a le s.

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Cima de la N evera .

Foto:

e.

V iñ u a le s.

“ El dueño de gran parte de esta sierra era el señor Benedí, me cuenta Hipólito; pues bien, este hombre tenía un hijo que compró una finca a la entrada del valle con la intención de convertirla en una comuna; un campo de trabajo o algo así; vino gente de fuera, sobre todo chicas muy jóvenes. Cultivaban la tierra y eran vegetarianos. Ellos lo llamaron el Valle del Amor, pero aquello duró poco. No se acostumbraron a esa vida. Fueron desapareciendo todos, y poco después el hijo de Benedí murió y ya no supimos más. Parece una historia sacada de la Ibiza de los años 60, pero me está hablando de Aragón a principios de los 90. Después alguien me dirá también que el difunto Benedí hijo tenía ambiciones mayores, que a algunos les habló de crear todo un movimiento cultural ligado a la Era de Acuario, esa época de felicidad y armonía con la naturaleza...” .

Miguel Mena En un artículo de la revista de Turismo de la Diputación Provincial de Zaragoza

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“ La tierra y el clima han hecho de la provincia de Zaragoza un lugar excepcional para producción vitivinícola. Pero, a los verdes y rojos de las viñas hay que aña­ dir el ocre y verde del monte para obtener la Sierra de Algairén. Una zona ideal para escaparse a la naturaleza y descubrir una de las mejores vistas del Valle del Ebro” .

Carlos Muñoz En “La sierra de Algairén, aroma a bosque y vin o ” , revista La magia de viajar por Aragón

Diferentes tonalidades, diferentes caldos.

Fo to : R u ta del V in o de C ariñ e n a.

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Desde el aire, perfiles de la accidentada y tortuosa sierra.

Foto:

s

. C a b e llo , T in ta u ra .

“ El valle de Tiernas es uno de los pocos valles sin presencia humana que se pueden encontrar en las sierras ibéricas. Apenas una casa de caza, habitada esporádicamente, turba el silencio y la paz de los animales que habitan estos parajes. Adentrarse en él permite conocer la esencia misma de la Sierra de Algairén, haciéndonos ver que nos encontramos en otras latitudes cuando esta­ mos a poco más de media hora del bullicio de Zaragoza capital” .

Santiago Cabello En la guía Del Huerva al Jalón

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“ La sensación a la vuelta de la excursión era la de haber encontrado un territo­ rio sugerente, probablemente desconocido o ignorado por muchos senderistas y con una cantidad importante de caminos por recorrer y disfrutar. Esta antigua sierra de carboneros y nevateros es un auténtico pulmón en el deforestado y uniforme páramo de Cariñena, un reducto original de bosques ibéricos primi­ genios, mucho antes de que las repoblaciones pinícolas cubrieran casi por com­ pleto las superficies forestales de la península. El centro de interpretación de la naturaleza Plantaria, ubicado en Cosuenda, expone en sus instalaciones toda la diversidad vegetal de su cercana montaña. Solo por eso, por su gran singula­ ridad, la Sierra de Algairén merece ser tenida muy en cuenta por nosotros, los senderistas” .

Rai Rizo En el blog “Caminar por cam inar”

Umbríos senderos marcados entre la arboleda.

Foto:

e.

V iñ u a le s.

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Una artista en el viñedo Antón Castro Escritor y periodista cultural

Pudo ser en Cariñena o en Paniza. Allí vivió hace algún tiempo una artista es­ pecial: llegó a esos territorios de viñedos atraída por el paisaje que había visto en la película ‘Tierra’ de Julio Medem. C ogió su furgoneta, sus caballetes, sus pinceles, óleos, cartones y sus libros, y se dirigió hacia allí. Llegó al mediodía y recorrió la zona: los caminos asfaltados, las carreteras secundarias, las mon­ tañas con vistas hacia el valle y la sierra de Algairén. Cuando empezaba a caer la tarde, buscó un lugar tranquilo para pasar la noche en su vehículo. Antes de dormir, fue a uno de los bares de la plaza, sacó su cuaderno, tomó notas y realizó algunos dibujos. Luego preguntó por la historia del pueblo, por las bodegas, por las familias que las sustentaban, por la línea del tren. Tuvo la sensación de que la gente era un poco hostil. Se fue a dormir. Antes de hacerlo, escribió una última frase: “ Ellos no saben que he venido para quedarme” . Su presencia em ­ pezó a hacerse familiar en bares y tiendas, en la biblioteca municipal, en el

R e c tilín e o s v iñ e d o s e n tre el b o s q u e c e rc a n o .

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Foto:

e.

V iñ u a le s.

paseo de las afueras, donde solía levantar su caballete. Le apasionaban las viñas y la simetría de las matas en la tierra roja. En la panadería preguntó si habría una casa de campo en alquiler. Querría montar su estudio. A nadie le pareció extraño: llevaba dos o tres semanas pululando por allí, con sus libretas y con su cámara de fotos. Y no solo eso: alguien la había visto grabar el cántico de las fuentes y el silencio poblado de pájaros de la noche en el soto. Al fin consiguió una casa campestre, con jardines. Se sabe que hizo un contrato de cinco años y que adelantó el importe completo del primer año. Fue su manera de eliminar cualquier suspicacia. No se sabe muy bien a qué se dedicaba, salvo a pintar: paisajes al óleo, retratos al carbón, la exuberancia del jardín a la acuarela. Con­ trató a dos hermanos, Leandro e Inés: él era su hortelano y su jardinero; ella, se ocupaba de las tareas domésticas. Un día, los dos anunciaron que se había ido para siempre. Nadie quiso saber nada más. Sus cuadros siguen ahí, en una quinta que se parece a la que aparecía en ‘Tierra’ . ¿Sería, será la misma?

Uvas.

Fo to : E. V iñ u a le s .

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Milano negro Carlos Grassa Toro Escritor de ensayo, teatro, cuentos y poemas

Ha terminado la vendimia, el Padre Eterno nos ha concedido uva en abundan­ cia, no faltará el vino en nuestros conventos, el todopoderoso se ocupa del uni­ verso y del detalle. Engordan las olivas, refresca por las noches, la fuente no cesa de manar, frente a mí ha detenido su vuelo una mariposa blanca, pura; atra­ viesa el cielo de Alpartir, el cielo que vemos, el humano, un águila real. Todas las criaturas de Dios participan de este orden triunfante; todas, menos yo. Esta mañana he roto el obligado silencio mientras descansaba de las labores de la huerta apoyado en el tronco de un sauce; a mi lado, el hermano Modesto atendía mi plática curioso y asustado, luchando contra la conciencia que le re­ cordaba la prohibición impuesta por nuestros superiores acerca de cualquier conversación sobre el tema. ¿A callar nos enseñó Francisco, nuestro Fundador? ¿Acaso no somos una orden de predicadores? ¿Por qué no podem os hablar de la mayor novedad que han conocido los siglos? ¿A qué seguir en estos roque­ dales sin otro quehacer que labrar la tierra y retirarnos en oración? ¿Quién dijo que la vida era recreo, contemplación, dicha? No la de un franciscano. A cada pregunta mía lanzada contra la lejana silueta del Moncayo, el hermano Modesto se encogía un tanto y un tanto más, como si buscara desaparecer de mi presencia sin el riesgo de convocar mi enfado. Amo en el hermano Modesto esa comunión que mantiene con mi persona por encima de sus limitaciones y de sus miedos. He arrancado una matica de hinojo y masticando las flores he seguido adelante con mi argumentación. No podem os continuar ni un día más en esta sierra, debemos partir, atravesar la península, embarcar, el mundo no se acaba en Calatayud, ni siquiera en Tarazona, o Sigüenza. Hay un Nuevo Mundo, las Indias desconocidas, pobladas por aves de los más bellos colores; repletas sus entrañas de oro y piedras preciosas; cubiertos sus valles y sus montes por la vegetación más exuberante que un hombre pueda imaginar; un paraíso habitado por seres que solo podrán alcan­ zar la condición de humanos si llegan a abrazar la fe en Nuestro Señor. Esa es nuestra tarea, hermano Modesto, la de ser portadores de Cristo, como él. Re­ cuerde el hermano las imágenes que adornan nuestro altar mayor. Sí, a nosotros nos toca llevar al Redentor hasta la otra orilla, como lo hiciera San Cristóbal. ¿No cree, hermano Modesto, que es una premonición estar ahora mismo en este convento? No seremos los primeros, no es la vanidad la que nos mueve; dicen que ya van para cuarenta y tres los franciscanos que viven allí, entre millones de infieles.

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Debemos ser legión cuanto antes. ¿Vamos a dejar la evangelización en manos de los dominicos? ¿Quién se fía de esos perros que no han aprendido a ladrar? En las Indias habita el demonio y al demonio solo se le puede vencer por la fuerza. Hermano Modesto, ¿recuerda los suplicios que vivieron Aquilina y Nicea por defender a Cristóbal del malvado rey Daño? ¿Recuerda que colgaron a Aquilina de las ramas de un árbol y suspendieron de sus piernas un enorme peñasco hasta que su cuerpo se descoyuntó? ¿Recuerda que arrojaron a Nicea a una ho­ guera antes de decapitarla? Así actúa el demonio, esas vejaciones son las que les esperan a nuestros her­ manos, a los soldados que han ido en nombre de nuestro Rey; debemos partir ya, urge combatir el mal. Relatan que los indios comen carne humana, y se de­ sean entre hombres al tiempo que son polígamos; adoran dioses que no existen y les ofrecen en sacrificios el corazón de recién nacidos. Acabaremos con el pecado, seremos implacables; tenemos la fuerza de la pa­ labra, la decisión de la espada. En el mundo solo hay un Reino, y le pertenece a Dios. Hubiera continuado de no haber visto e l terror dibujado en el rostro del hermano Modesto; a mi espalda, en sigilosa escucha, se apostaba el resto de la con­ gregación; absorto por mi fer­ vor no he reparado en su p re­ sencia. He roto la prohibición, he deso­ bedecido, he pecado. Vendrán días de aislamiento y peniten­ cia, seré castigado. Vendrá el frío invierno y la oscuridad. Dios no me abandonará, él sabe que tengo razón, con la fe no basta, hay que tener razón. Ha pasado un milano negro, de­ masiado cerca.

D os m ila n o s n e g ro s .

Foto: E. V iñ u a le s.

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ÁLBUM DE FOTOS. EL TESTIMONIO GRÁFICO

El testimonio personal tam bién pu ed e ser de tipo gráfico, es decir, exp re­ sado con una im agen y unas pocas líneas explicativas. Es un hecho actual, personal e intransferible. Distintos fotógrafos nos manifiestan su visión y su cariño p o r la Sierra de A lga irén a través d e las instantáneas que congelan su mirada y que inm or­ talizan sus p e n s a m ie n to s , capturando un detalle, un paisaje, una esp ecie viva, un momento del año, del día - o de la noche-, un p e n s a m ie n to . un tes­ timonio visual que se revela com o algo muy especial.

ÁLBUM FOTOGRÁFICO

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J a v ie r G u tié rre z Palacio P o e t a , i n f o r m á t i c o y g u í a d e m o n t a ñ a . V i v e en A l m o n a c i d d e la S i e r r a .

“ Sentado en lo alto de la Sierra d e A lga irén contem plo el mar d e nubes. En estos días estables de invierno la inversión térm ica atrapa a las nubes en las zonas más bajas. A pen as pu ed o v e r algunos altos, com o si fueran islas levantadas sobre un océano blanquísimo. A mis pies e m e rg e una lom a d e la sierra. Y al fondo, dibujado sobre la línea del horizonte, el Moncayo, nuestra ancestral montaña, vestida con ha­ rapos de nieves invernales. Aquí y ahora el mundo es esto: dos sierras que la niebla une y separa. Contem plar este paisaje m e hace sentir un caminante, con alas en los pies. ¡Desearía cruzar sobre las nubes! Em ocionado escribo este poem a: Entre mon­ tañas / desearía cruzar / el mar de nubes” .

Ed u a rd o V iñ u a le s C obos E s c r i t o r , f o t ó g r a f o y n a t u r a l i s t a . Es u n o d e los a u t o r e s d e e s t e lib r o .

“ Las rectas carreteras asfaltadas m e llevan desd e hace años hacia el corazón verd e d e la Sierra d e A lga irén . En las faldas d e la montaña, don de la tierra es roja, las líneas de las viñas enfilan y miran hacia el bosque. Allí, más arriba, m e aguardan los árboles de aspecto desordenado, encinas, robles, azarollos, c h o p o s , que es lo que a mí m e gusta. A llí cada árbol, cada es p e cie animal y vegetal, está en su sitio correcto. N o hay desorden. Los senderos se retuercen, suben y bajan. Todo m e lleva hacia la sierra y su vida. Su im agen m e atrae y sé que m e espera lo herm oso” .

A lv a ro Diez Viñas D i s e ñ a d o r g r á f i c o y p u b l i c i s t a . P o s e e un e s t u d i o d e f o t o g r a f í a en L a A l m u n i a d e D o ñ a G o d i n a .

“ La fotografía nocturna es pura magia, sin trucos. La sierra d e A lga irén es un m agnífico lugar para su práctica. La escasa contami­ nación lumínica perm ite contem plar la b elleza infinita que esconde la noche. Ruinas d el pasado, estampas d el presente. Calm a y silencio, sin p e rd er el norte. Exposiciones largas en muy buena com pañía” .

r i

Luk a s V iñ u a le s C la ria n a A u t o r del b lo g “ M e l l a m o L u k a s c o n k, el n i ñ o n a t u r a l i s t a ” . 13 a ñ o s .

“ Hace un par de años fuimos a principios d el m es d e marzo a la Sierra de A lga irén para ve r la floración d e estos narcisos blancos. Roberto y mi padre m e explicaron que es una es p e cie muy rara en Aragón, pues sólo se encuentra en esta zona de montaña d e Valdejalón. Unos botá­ nicos le llaman Narcissus albicans y otros, ahora, le conocen com o Narcissus cantabricus, p ero da igual, para mí es el mismo. Se trata de una '

¡3



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de las joyas vivas d e esta zona. A estos narcisos les hice varias fotos con mi cámara, procurando no pisarlos ni dañarlos. Una d e esas imá­ gen es es ésta, la cual en su día com partí en mi b lo g d e internet, que es com o un diario donde p o n go mis excursiones y ob servaciones na­ turalistas. ¿Os gusta cóm o m e quedó la fotografía?” .

Fe rn a n d o T a lla d a M uñoz N a tu ra lis ta y fo tó g r a fo de fa u n a sa lva je

“ Podem os considerar al roquero rojo com o una de las más bellas aves nidificantes que tenemos en nuestras sierras de m edia montaña. Es un pájaro d e singular co lo­ rido, con una policrom ía de tonos vivos y metálicos, que en conjunto crean la im agen de un óleo viviente al que se añade su canto celestial e inconfundible que no deja nunca d e sorprender al caminante. Este es un pájaro esquivo en su observación pero en ocasiones su canto m elodioso lo delata, y es entonces cuando uno pu ede disfrutar de su presencia por lo general en lo alto de alguna d e sus atalayas rocosas en las crestas d e cuarcita de la Sierra d e A lga irén ” .

“ Eduardo y Roberto m e hablaron de un arco de piedra natural para mí desconocido. Está en la Casca Alta, en Alpartir. Siempre me han llamado la atención estas forma­ ciones, y dadas las grandes dimensiones de este gran arco pensé en ir a realizarle una fotografía nocturna. Una tarde de verano nos acercamos hasta el lugar para fotografiar la entrada de la noche. De camino pudimos contemplar una familia de corzos. Y al llegar al arco y exa­ minarlo bien me decidí por fotografiar su cara sur, que a mi gusto es la más especta­ cular. Pero para que la fotografía transmita fielm ente las dim ensiones d el mismo, Eduardo se colocó en el centro del arco con la linterna ya que la figura humana ayuda a interpretar su escala. La noche era sin luna y con nubes m edias muy finas. Y a! ver ahora el resultado pienso que tenemos mucha suerte de p o d er tener tan cerca lugares como la Sierra d e A lga irén ” .

M anuel Bernal Galvez B o t á n i c o y f o t ó g r a f o d e n a t u r a l e z a y f l o r a s il v e s t r e .

' i Alta (937m)

./ 23 36

le la Sierra

24

imbla de Cosuenda

Voldeperales

le Valdegarzói

^ s p i n o (1188m)

Cosuenda

llgairén Valdemadera (12'

Aguaron

•Río Frasno

’uerto de Codos

>n: © Instituto Geográfico Nacional

Encinacorba í Peñiscoso (I071m)

20

¿A aatalaya (1237m)

•Bco. del Puerto

Paniza

Cima del Espino (1.188 m).

Foto:

e

. V iñ u a le s.

Otra subida montañera muy bonita en esta zona es la del C erro d el Espino (1.188 m ), coronado p o r una cruz m etálica y al que tam bién se a cced e a pie p o r Cosuenda y el Raso de la Cruz, p ero remontando en este caso el ba­ rranco d e los Hortales hasta los collados d el Tío Francisco (o d e los Luque­ tes) y el d e los Palos -2 h 40 min, y 650 metros de desnivel-. D esde estas alturas se disfruta de todas las vertientes, y de una gran pano­ rám ica y paisaje que se extien de hacia el Moncayo, otras muchas sierras ibéricas vecinas, los llanos circundantes y, en días de atmósfera lim pia y ní­ tida incluso hasta los Pirineos.

Valle del río Tiernas y robledal blanco de Mosomero Una d e las joyas naturales de la Sierra d e A lga irén es el va lle interior del río Tiernas o Alpartir, auténtico paraíso para naturalistas y senderistas. Son muchas las viejas sendas que recorren estos parajes centrales d e la sierra d esd e el pu eblo de Alpartir, discurriendo p o r la Pasadilla, las Eras Hondas, la Cueva d el M oro o la Peña de los Siete Colchones. Una pista remonta su parte baja junto a pequ eños cam pos y huertas tradicionales -c o n cerezos, viñas, olivos, nísperos, zumaques e incluso castaños- y ya, a partir del paraje La Erilla o replaceta d el Puerto, ésta se torna en un bonito sendero que atra­ viesa el fondo d e un valle encajado, frondoso y salvaje, al estar cubierto por pinos, encinas, fresnos, chopos, arces y, com o rareza viva p rop ia d e otro

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CLAVES PARA VISITAR EL ESPACIO

tiempo, tam bién d e algunos alcornoques que aparecen dispersos p o r sus laderas. El camino señalizado d el valle d e Tiernas atraviesa el pinar de Tobed, pasa bajo Peña Mala y termina en la fuente d e Valdejordán. Pero más arriba de la Casa d e M osom ero -antiguo hogar de guardas, carboneros y gente de m onte-, otra senda penetra en el bosqu e relicto d e roble albar de M oso­ m ero y sube hacia el collad o d el Tío Francisco que da acceso a Cosuenda. La riqueza botánica d e esta masa forestal autóctona y recóndita es bastante alta, gracias a la suma d e quejigos, acebos, perales de monte, majuelos, ruscos, orquídeas... y flores tan hermosas com o los sellos de Salomón o las p ri­ maveras. D esde Alpartir hasta el collado alto son unos 13 kilóm etros d e re­ co rrid o y se tardan unas 3 horas d e ida a pie. Itinerario especialm ente recom endable en prim avera y en otoño con el cam bio de hoja d e los bos­ ques. Este lugar fue apodado “ el va lle d el A m o r” p o r una comuna naturista aquí instalada a finales de los años 80.

P a se o o to ñ a l p o r el in te r io r d e l r o b le d a l.

Fo to :

e.

V iñ u a ie s.

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Fontellas, barrancos, fuente y yesos en la zona de La Almunia El término municipal d e La Almunia de Doña Godina tam bién penetra en las estribaciones de la Sierra de Algairén a través de los barrancos de Valhiguendo, Fontellas y Valluengo, secos cauces que sin em b argo con­ tribuyeron a las dos grandes inunda­ ciones y riadas históricas que han acontecido en la localidad de Valdejalón: el llam ado Día de la Ruina - e l 2 d e junio d e 1731- que ocasionó la destrucción d el casco urbano d e La Almunia, y la “ reciente” tormenta del 26 d e julio d e 1999, recordada por muchos vecinos en la actualidad. La fuente de Fontellas se rodea d e un pinar d e rep ob la ción de pin o ca­ rrasco y d e una zona m editerránea don de proliferan arbustos aromáti­ cos com o el espliego, que era reco­ g id o p o r las gen tes d e l lugar para

Excavaciones de cal y yeso en La Almunia. Foto: E. V iñ u a le s.

ven d erlo a em presas destiladoras. Las aguas m inerom edicin ales de este manantial interm itente fueron descubiertas en el año 1820 p o r un m édico local, siendo aún hoy indica­ das para distintos m ales y en ferm e­ dades com o las d e tipo venéreo. La fuente original y verdadera está se­ parada a unos cientos d e metros de la actual donde ha sido encauzada el agua. Adem ás de la fuente, sendas y un mi­ rador, existe una zona próxim a en la que se extraía y cocía en hornos el yeso o “ a ljez” , utilizado d esd e anti­ guo para albañilería y construcción. La m ejor op ción para visitar esta zona norteña y reforestada es seguir el trazado d e la ruta botánica de la fuente d e Fontellas. Panorám ica del monte Lomas del Convento. Foto: E. V iñ u a le s .

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Sima del Árbol y Dehesa de Mularroya En la antigua carretera N-II la D ehesa d e Mularroya fue durante muchos años un bonito parque d e recreo y descanso junto a las choperas d e la parte baja d el río Grío, con sus mesas, barbacoas, fuente, restaurante, ermita, pis­ cinas, un extenso pinar de repoblación, centenarios olivos y b ellos árboles plantados com o un cip rés calvo o de los pantanos. La construcción d e la controvertida presa d el mismo nombre, paralizada p o r las autoridades m e­ dioam bientales d e Europa p o r vulnerar la Directiva d e A ves p o r parte del Estado Español, acabó con el encanto d e este paraje d e interés p o r su fauna y flora silvestre. Fuera d el vaso d el em balse de lo p o co que se ha salvado tras las obras d e este pantano inacabado ha sido la “ Sima d el Á rb o l” , una cueva catalogada com o LIC (Lugar de Im portancia Comunitaria) y ahora cerrada p o r una valla para p ro teg e r la gran colonia de m urciélagos que al­ b e rga en ép oca d e cría: 1.700 individuos d e ratonero grande y más de 1.000 d e m urciélago de cueva. En la boca de entrada a esta cavidad crece y asoma un monumental alm ez o “ litonero” que le da nombre. Por otro lado, no muy lejos de allí, junto a la autovía de M adrid a Zaragoza en el paraje del Alto de la Perdiz d e Ricla, se hallan otras dos cavidades p re­ servadas p o r sus quirópteros protegidos: la Cueva d el Muerto - d e com pli­ cado acceso p ero bellísim o interior p o r sus form aciones excén tricas- y la Cueva d el Márm ol - o de la Sim a- que ya fue estudiada en el año 1902 por el naturalista Longinos Navás.

Un a lm e z c re c e en el in te r io r de la S im a d e l Á rb o l.

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Cerro de San Cristóbal y cueva del Tío Chirras D esde el cem enterio de A lpartir se a cced e p o r caminos agrícolas al Cerro d e San Cristóbal, donde se halla una de las tres estupendas rutas botánicas señalizadas que existen en la Sierra d e A lgairén . Aquí, en estas laderas bajas, se yergu en las ruinas del convento d e San Cristóbal que lle g ó a ser priorato y que tras la desam ortización de M endizábal, en el siglo XIX, ha ido siendo abandonado a m erced de los elem entos, quedando hoy en avan­ zado estado d e ruinas.

Ruinas del convento San Cristóbal.

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El lugar fue ocupado a mitad del siglo X V p o r una comunidad Franciscana, siendo en aquel entonces una casa de recreo y retiro espiritual que pronto se convertiría en un convento fortificado por muralla defensiva. Aquí se dice que estudió Fray Martín d e Alpartir, A rzob ispo d e Zaragoza, Prior de la Seo d e la misma ciudad y cronista d el Papa Luna. En la visita al cen ob io podem os hallar el ábside d e la ig lesia barroca de San Cristóbal, las ermitas de la V irgen d el Pilar y San Clem ente, una nevera y una fuente que nunca se seca. M erece la pena asomarse a este m irador natural y hacer el recorrido botánico que sube hasta el vértice geo d és ico del p ico que hay en la plataforma cimera, a 734 metros. Muy cerca d e allí está la estrecha entrada a la cueva d el Tío Chirras, para cuya exploración interior hacen falta m ateriales y cierto conocim iento d e esp eleología , pues hay pasos muy angostos, un laberinto de galerías claustrofóbicas, destrepes y frecuentes derrum bes. En su interior se conservan bellas salas con esta­ lactitas y banderas. Y, p o r último, no deb em os olvidar, en la ladera d e La Loma, la existencia de un antiguo espacio “ a ljecero” em p leado p o r los frai­ les hace 500 años, con hornos morunos d e yeso enterrados en el suelo. 308

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Vértice geodésico de San Cristóbal (734 m).

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Cerro Mosan y minas de Alpartir En la parte oeste d el pu eblo d e Alpartir se levanta el C erro Mosán, donde junto al barranco d e la Tejera se em plazan las distintas bocas d e entrada d e unas antiguas minas de cob re gris, de antimonio, de plata y de otro mi­ neral llam ado “ tetraeditra” que contenía plata en un porcentaje d el 1%. Se dice que estos filones minerales ya fueron explotados en ép oca prerromana durante 300 años, p e ro de form a d o ­ cumentada tam bién se d ice que fue­ ron “ red escu b iertas” en el siglo XVI p o r un tal Juan d e Bardají, siendo su ép oca d e m ayor auge en el siglo XIX. En el año 1920 dejaron de usarse. Hoy allí tan sólo se pu eden observar restos de una actividad que d ejó galerías y túneles, trincheras, pozos y un curioso ed ificio circular que es un “ m alacate” tirado p o r caballerías. Las minas más importantes de Alpartir fueron las lla­ madas

“ Bilbilitana” , “ M ontañesa” ,

“ San Julián” y “ Colosal Platífera” , pero tam bién las hubo en el barranco d el V illar o en el m onte Limaco. La zona está rodeada d e cientos de almendros que en los m eses d e febrero y marzo explotan con m illones de flores rosas y blancas, otorgando al paisaje aún in­ T ú n e l d e l b a rra n c o de la T e je r a .

Foto:

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vernal una b elleza muy especial. CLAVES PARA VISITAR EL ESPACIO

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La Casca Alta y la Casca Baja Son dos montañas cuarcíticas que escoltan la parte occidental del valle del río Tiernas, de 937 y 807 metros de altura respectivam ente. En ellas encon­ traremos varias singularidades naturales. C ab e citar que estas laderas son el único lugar de A ragón donde podem os encontrar al inicio d e la prim a­ vera la flor d e un raro narciso blanco que es con ocid o p o r los botánicos com o Narcissus albicans o N. cantabricus, una esp ecie de pastos p ed regosos y rellanos rocosos cuya distribución habitual es el centro y sur de España, y norte d e África. N o menos bonito e interesante para los g e ó lo g o s es el espectacular anticli­ nal d e la Casca Baja, entre los barrancos del Ontanal y el río Alpartir, un es­ pectacular plegam ien to d e placas y rocas que responde a las fuerzas de la Tierra que actuaron en estas montañas durante la llamada O rogenia Alpina. Hay más: los amantes del paisaje no d eb en perd erse el arco natural d e roca, maravilla abierta en la ladera sur d e la Casca Alta, sobre el barranco d e Val. Sus dim ensiones son de 5 metros d e altura, 10 m d e anchura y 2 m de p ro­ fundidad. Otra singularidad, más reciente, es que en los últimos años estas p e d r e g o ­ sas laderas, llenas d e peñas, canchales o cascajares -tal v e z d e ahí su nom­ b r e - se han convertido en el refugio de un nutrido rebaño de cabras mon­ teses salvajes que se hallan en expansión p o r estas serranías del Ibérico, procedentes d e sus habituales áreas turolenses de origen.

Paisaje cam biante desde lo alto de las Cascas.

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F oto:

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Barrancos y montes de Almonacid de la Sierra La parte más alta d e A lm onacid de la Sierra, el monte d el Cortado (1.161 m), está vallado y p erten ece a una explotación privada d e caza donde no se p u ed e entrar: es la finca de La Atalaya. Sin em bargo, esta porción de te­ rreno acotado todavía conserva una extensa masa forestal autóctona del an­ tiguo encinar o carrascal, vién dose salpicada en las zonas más frescas y hú­ m edas de robles albares o de quejigos. La lástima es que bajo estos árboles apenas queda la vegeta ción arbustiva y herb ácea propia d el sotobosque d e b id o a la intensa presión h erb ívora que e je rc e una alta p o b la ción de gam os, ciervos y muflones aquí introducidos con fines cinegéticos.

Apretada masa de encinas del monte El Cortado.

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Pero si querem os con ocer la flora original al com pleto, lo m ejor es que ha­ gam os la ruta botánica de Alm onacid que recorre los barrancos d e la Hoya d e Sancho, explicando las plantas y animales que acompañan a pinos rod e­ nos, encinas, chopos y no pocos castaños. Otra opción para pasear librem ente desd e A lm onacid de la Sierra p o r las pistas, sendas, barrancos, laderas y montes de A lga irén es, p o r ejem plo, el salir d esd e la plaza y la calle d e M osén Manuel Sánchez p o r la zona d e las b o d e g a s para lle g a r a la fuente d e los Juncos, el co llad o d e la Hermana -cru ce d e cam inos- y finalmente al m irador panorám ico de los Tres Reyes.

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Todo este sector d e la sierra es ideal para la práctica d el senderism o y de la BTT, circulando p o r las pistas forestales que van a Cosuenda y el collado de San Garba, y recorrien do una bonita zona d e pinares hasta un área cor­ tafuegos.

Casco urbano de Almonacid de la Sierra desde las alturas.

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Plantaría, el Centro de Interpretación de las Plantas de Algairén En la plaza de España, muy cerca d el Ayuntamiento d e Cosuenda, se halla este centro d e interpretación de la naturaleza sobre la Sierra de A lga irén que nos invita a descubrir el gran patrim onio natural d e esta zona a través de sus plantas. Ocupa lo que fueron las antiguas escuelas.

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Plantaría nos introduce en el apasio­ nante mundo d e la botánica gracias a un bonito y am eno audiovisual que muestra el paso d e las estaciones del año, con explica cion es naturalistas, una estupenda maqueta a gran escala 1:7.500 d el relieve d e la sierra, y con una colección de más de 300 plantas silvestres locales que a m odo de re­ presentación han sido herborizadas, identificadas y expuestas p o r ex p e r­ tos b ió lo g o s y naturalistas. Aquí vam os a encontrar esp ecies v e ­ getales de todo tipo: desd e el acebo y el pino resinero hasta el roble albar, la v id o la planta protagonista de estas sierras d el Ib érico zaragozano, la

Centaurea pinnata, catalogada

Fo to : E. V iñ u a le s.

com o “ En p e lig ro de extinción” .

Área recreativa del Raso de la Cruz, Cosuenda Una d e las m ejores áreas d e recreo d e la Sierra de A lga irén es el Raso de la Cruz, distante p o r pista forestal a 3 kilóm etros d el pu eblo d e Cosuenda. Estas instalaciones para pasar un buen día en el cam po dispon en de mesas, bancos, zona d e juegos, árbo­ les y sombra, un cubierto, parrillas o fogon es cerrados -e n los que p o d er hacer fu ego todo el año- y una fuente que no se seca hasta el m es de junio. El Raso de la Cruz está ubicado en la confluencia d e los barrancos de Vald ecerezo y los Hortales que bajan de la sierra, y d esd e allí parten dos atractivas excursiones a p ie p o r sus bosques, en buena parte señalizadas com o PR o senderos de Pequeño Re­

Fo to : E. V iñ u a le s.

corrido. N o muy lejos está la Casa de los Frailes o A lb erg u e d e los Salesianos. CLAVES PARA VISITAR EL ESPACIO

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Área recreativa del Raso de la Cruz.

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Por la parte izquierda o sur, siguiendo inicialm ente la pista d e l Santo d e Aguarón, continuaremos p o r el sendero circular PR-Z-43 que penetra en Valdecerezo, transitando antes al p ie de la Peña de Hiedra, junto a la Cueva de las Tocinicas y el Sitio del Emparrado. Una vez rebasado un frondoso bosque mixto caducifolio dejarem os a la derecha el ramal que va a la N evera y al m irador d e la Falaguera, y continuaremos junto a la abandonada fuente para enlazar con el collado de Valdecerezo en el que se enlaza con el sendero GR-90.3 que va de Aguarón a Tobed, el colladico de Navarro y el collado de Valdem adera. Otra opción excursionista es tomar en la entrada d el área recreativa la pista de la derecha para al p o co rato desviarnos p o r el tam bién sendero PR-Z-43 que sigue p o r el interior d el barranco d e los Hortales - o d e la Peña-, pa­ sando p o r los parajes d e la peña d el Gallo, el Sitio d e los Conejos, el Sitio del Agua, la Cueva de la Tía y, p o r último, llegan do al collado y el m irador de la Falaguera, con amplias vistas.

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El Santo de Aguarón y el Cabezo Bellota El Santo es una erm ita d e d i­ cada a San C ristóbal que está situada a 3 kilómetros de Aguarón en d irección al puerto de Codos. El lugar a lb erg a hoy tam bién un área recreativa, un alb ergu e y una residen cia de ancianos. En la d éca d a d e los años 60, en tiem pos d e tantas rep oblacion es con pinos, aquí estuvieron ubicados la casa fo ­

El Santo de Aguarón.

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restal y el vivero d e árboles d esd e donde se acom etieron los grandes trabajos de reforestación d e una serranía secularm ente maltratada p o r un intenso carbon eo. N o olvidem os que estamos al p ie d el llamado Monte Carbonil. Muy próxim os al santuario, com o testimonio de otra época, quedan algunos árboles monumentales d e lo que fue y sería este lugar sin la mano devasta­ dora d el hombre. Uno de ellos es la llamada Carrasca Redonda del Santo, una hermosa encina ya muerta, p ero aún en pie, que tiene 5,5 metros de diámetro en la base d el tronco. Muy cerca de ella hay otras que no tienen mucho que envidiar. Pero para encina majestuosa y viva, no muy lejos d e estos parajes d e Aguarón, hay que citar sin duda la Carrasca Esponera, situada en el ba­ rranco d el Polgar, con una altura d e casi 12,5 metros. D esde El Santo y sus proxim idades se pu eden acom eter diversas excursiones y travesías a p ie entre pinos, encinas, jaras, cantuesos y coscojas: Por ejem plo el sendero que va al Raso de la Cruz y que sube al m irador d el C abezo Bellota -señalizado com o PR-Z-42-, o b ien el sendero de gran recorrid o d el Sistema Ib érico - e l GR.90.3- que remonta el barranco d e V aldem adera y que sube al techo d e nuestra sierra -q u e es tam bién el p ico más alto de la com arca del Cam po de Cariñena-. Toda esta zona, además, es rica en setas y hongos com o rebollones, boletus, amanitas y colmenillas.

E n c in a r e s d e l m o n te la C o v a c h a en C o d o s .

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V iñ u a le s.

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Monte de La Atalaya y nacimiento del río Grío En el sector m eridional de la Sierra de Algairén, más al sur d el puerto de Codos, la Sierra de A lga irén se levanta de nuevo en el cordal cim ero de los montes d e la Peña Tejada, las Peñas d e la Guillena, e l puerto de Encinacorba, el Peñascoso, la Hoya Vedada, el monte de Las Lastras y, finalmente, el C ab ezo d e la Atalaya, con 1.237 metros d e altitud, en una zona también denom inada en algunas cartografías com o “ Sierra de la D ehesilla” , a caba­ llo entre los términos m unicipales d e Codos, Mainar y Encinacorba. Hasta el vértice blanco de la cresta de la Atalaya se pu ede subir caminando desd e la villa de Encinacorba p o r un sendero m arcado que va p o r pistas forestales y que pasa junto a las fuentes de la Corza y de la Amistad, y tam­ b ién cerca de una antigua nevera para almacenar hielo. Así mismo, tam bién se pu ed e subir desd e la vertiente oeste, remontando el incipiente barranco d el río Grío que mana discretam ente en la fuente Brollador al p ie d el pico, en el paraje de Valdeláguila. Para ello antes hay que tomar un camino forestal en el punto kilom étrico 7 de la carretera de C odos al puerto de Mainar, optando lu ego por sendas que monte arriba lle ­ gan a este rom o m irador desd e donde se disfruta de la Sierra Modorra, la de Espigar y la d e V icor... y otras sierras próxim as com o el Peco, Paniza, Herrera y Cucalón.

Geografía accidentada en la parte sur la sierra.

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El Puerto de Codos Entre Aguarón y Codos, una pequ eñ a carretera remonta las pendientes la­ deras d e la sierra, se adentra en el mundo de los bosques m editerráneos autóctonos y alcanza el Puerto d e Codos, situado a 1.053 metros. Muy cerca d e este paso entre montes quedan las fuentes de los A ceb os, la d e la Cule­ brera y la de las Ortigas -so b re el barranco d e la Covacha-, mientras que al norte existe un acceso hacia las antenas d el pico Valdem adera, d esd e donde se disfruta d e una gran vista.

Perfil de la vecina Sierra de Vicor.

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Pero si desd e el mismo collado elegim o s tomar al sur la pista forestal de las Travesadas nos adentraremos en la parte protegid a p o r Unión Europea den­ tro de la R ed Natura 2000 com o LIC (Lugar d e Im portancia Comunitaria) “ Puerto d e Codos, Encinacorba” - d e 1.239 hectáreas-, que a su ve z se so­ lapa al este con otro LIC, el de “ Sierra d e A lga irén ” ya en la zona de Picos Agudos. En ambos espacios hay presencia de esp ecies y hábitats naturales bien conservados que escasean en el resto d el V iejo Continente, com o por ejem plo, los encinares con qu ejigo, d e m atorral term om editerráneo, de Centaurea pinnata o de chova piquirroja. Por esta pista se penetra en una zona alta de pinares - d e pino resinero y carrasco- y de carrascales, d e m i­ radores y crestas p aleozoicas... p o r los montes de Carbonil, collado Villido, las Travesadas, el cabezo d el Hornero, las Peñas d e la Guillena y la Hoya d el Sordo, sobre el valle d el río Grío. El pu eblecito d e C odos se rodea de rocas muy antiguas, algunas volcánicas y otras donde aparecen fósiles precám bricos d el gén ero Cloudina, no visi­ bles a sim ple vista. CLAVES PARA VISITAR EL ESPACIO

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Tobed: erosiones, fuentes y pinares La villa m udéjar d el valle d el Grío se rodea de preciosos montes, bosques y barran­ cos con fuentes com o la d e Collarte, la del Ribazo o la de Molina. A l oeste d e la lo ­ calidad y el río se alza la Sierra de Vicor, y al este la Sierra d e A lga irén que es la que nos ocupa. Un paseo muy sencillo es el que sube desd e el barrio de los Obradores a la sencilla ermita de San Valentín -patrón de la localidad-, y al contiguo torreón defensivo del Palomar, llamado así pues este fue su último uso. A l otro lado d e este cerro se halla el herm oso paraje natural de “ Los A b u elos” , caprichosas erosiones d el escarpado barranco de Trascastillo donde el agua d e lluvia ha esculpido un original paisaje en form a d e cárcavas, repleto d e sugerentes formas y colores. Si tenem os ganas d e andar podem os seguir d esd e aquí p o r el sendero de gran re­ corrid o GR-90.3 hasta la fuente C ollarte -d o n d e tam bién se lle g a p o r el sendero local SL-Z-53-, y lu ego ya p o r el pinar y p o r la pradera superior incluso hasta las crestas y el pico de Valdem adera que dan paso a Aguarón. O subir al Piquillo. Un paraje tam bién agreste y rem oto -apen as re c o rrid o - es el barranco d e Valvillano, donde aún se localiza un solitario madroño que eviden cia que en el Terciario hubo aquí otro tipo de bosques, más de carácter term ófilo y tropical. Hay que citar que el subsuelo d e estos montes tam bién esconde un tesoro: la bari­ tina, mineral que aparece entre filones d e pizarras y cuarcitas del Ordovícico, y que se extrajo en la “ Mina A lfon so” que perm aneció activa hasta finales d el siglo XX.

Estilizados bosques de pinos en la fuente Collarte.

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Entorno y valle de Santa Cruz de Grío El río Grío, que nace al p ie d el p ico La Atalaya en la Sierra d e A lgairén, rea­ liza un recorrid o de más de 30 kilóm etros transitando p o r los términos de Codos, Tobed, Santa Cruz, Morata de Jalón, La Almunia de Doña G odina y Ricla, paseándose así encajado en la fosa tectónica -h oy depresión fluvialque separa las sierras vecinas de A lga irén y Vicor. Se trata de un cauce m e­ diterráneo de m edia montaña con un fuerte estiaje e indudable interés na­ tural. En su tramo m edio, a su paso p o r Santa Cruz de Grío, se ve acom pa­ ñado de huertas, olivos, cerezos, balsas, salientes rocosos y verd es sotos o bosques de ribera a base de sauces, álamos, chopos, saúcos, fresnos, noga­ les, escaramujos, mentas y zarzas, atravesando una v e g a donde habitan ani­ m ales acuáticos de gran interés com o la nutria, el tritón jaspeado, la madrilla o la berm ejuela. El sendero GR-90 se abre paso p o r la m argen orográfica derecha del valle, procedente de Morata de Jalón y de la Peña C orva en di­ rección a Tobed. Antiguam ente hubo varios m olinos harineros.

P e ñ a C o rv a en la s c e r c a n ía s de S a n ta C ru z de G río .

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Monte arriba descubrirem os pistas y sendas perdidas que remontan los ba­ rrancos de Valdetiernas, Valdeperales -c o n tupido carrascal- o del Horcajo, para acercarnos a los altos de C ollado V iejo, la Peña d el Gitano, la Peña del Muerto, la M oresa y el paraje Pieza del Lobo. Aún dentro d el térm ino d e Santa Cruz, p ero ya en la vertiente enfrentada de la Sierra d e Vicor, se hallan el profundo barranco D el Val - p o r donde sube la pista a V ive r d e V ico r-, el pu eblo deshabitado d e la A ldeh u ela de Santa Cruz y las laderas boscosas d e l monte Calvario, punto d esd e donde se disfruta d e una extensa panorám ica de la cara este d e la Sierra de Algairén.

Árboles singulares C om o monumentos vivos, com o viejos ancianos a los que hay que escuchar y respetar, disem inados p o r el territorio d e la Sierra de A lga irén encontra­ rem os b e llo s árb oles singulares d e gran d es dim ensiones y de dilatada edad, la cual pesa en sus ramas y engrosa sus troncos. Algunos de ellos son:

Carrasca del peirón de los Santico s , en Santa Cruz d e Grío. A flora en unas rocas y tiene una am plia copa d e 15,50 metros d e diámetro.

Olivo de la Acequia del O livar , en Alpartir. Sus gran d es dim ensiones hacen d e su tronco retorcido y hueco todo un espectáculo digno d e ver. Destaca p o r su antigüedad. A bierto p o r un hueco central en el que ca b e una persona.

Olivo El Tabernero , en Alpartir. Es uno d e los ejem plares vivos más an­ tiguos de esta parte de Aragón, su­ perando con creces los 500 años. Hay que ir al paraje de Tarrancloso, en la parte baja d el olivar.

O liv o de la a c e q u ia d e l O liv a r , A lp a r t ir .

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. V iñ u a le s.

Plátanos de sombra de A lm onacid .

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V iñ u a le s.

Los plátanos de sombra de Almo­ nacid , en la plaza de San Nicolás de Alm onacid d e la Sierra. Conjunto ur­ bano excep cion al d e seis ejem p la ­ res que junto a la fuente fueron plan­ tados p o r los niños de la escuela en el año 1914 para celeb ra r el Día del Á rbol. Les acompañan un arce y una morera.

C arrasca San Ratón , en la pista de la cresta de T o b ed a Santa Cruz de Grío, en Valdetiernas. V ie jo e je m ­ plar. Á rb o l d eb ilitad o y finalm ente muerto, un incendio del año 2001 es­ tuvo a punto d e lleg a r a sus ramajes.

Castaño de la ruta botánica , en Alm onacid d e la Sierra. D e él han sa­ lido otros muchos castaños más. Tiene varios nidos de pájaro carpin­ tero. Se está secando.

C a s ta ñ o de la R u ta B o tá n ic a de A lm o n a c id .

Foto:

e.

V iñ u a le s.

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Encina de la Ruta Botánica de A lm onacid . Foto:

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V iñ u a le s.

Encina de la ruta botánica , en Almona-

Carrasca Esponera .

Fo to : E. V iñ u a le s .

C arrasca Esponera . N otable encina de

cid d e la Sierra. En la finca particular del

13,5 metros d e altura y d e 20 m d e diá­

Prau, rodeada d e un encinar relicto que

m etro d e copa arbórea. Bello y enorm e ejem plar. Situada en e l paraje d e l ba­

m antiene la flora origin al d e la Sierra. C erca de una balsa.

rranco d e l Polgar, cerca d e cam pos de viñas y d el bosque.

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Carrasca Redonda del Santo, Aguarón .

Fo to :

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V iñ u a le s.

C arrasca redonda de El Santo . Centenaria y hoy muerta, pero seca en pie. Tiene unas dim ensiones de 1,56 m d e diám etro en el tronco, 13,5 metros de altura y un diám etro de copa de 20 m. Emplazada oculta, muy cerca, al este, de la ermita de San Cristóbal.

Madroño de Valvillano . Tobed. C olgad o d e una roca fuera del alcance de las personas, pues las gentes d el lugar iban a c o g e r los frutos arrancando sus ramas. Justo encim a tiene una encina.

Castaños del barranco del Valtrobá . Tobed.

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Valle del río Tiernas y robledal blanco de M osom ero . Fo to :

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V in u a le s

Pueblos y monumentos Aunque ya se ha hablado de la monumentalidad, el arte y la historia de los tranquilos pueblos y municipios de Algairén, repasam os con algunas pin­ celadas informativas cuáles son los principales puntos de interés patrim o­ nial de los cascos urbanos que se recuestan en las faldas d e la sierra:

Casco urbano de Alpartir.

Foto:

r

. D el Val.

Alpartir . En árabe significa “ el reg a lo ” . De este lugar destaca la iglesia pa­ rroquial gótica d edicad a a Nuestra Señora d e los Á n geles, d e l siglo XVI, con torre cuadrada. Conserva en su interior un relicario de plata con forma de sol y una cruz procesional. Destacan así mismo el retablo mayor y la ca­ pilla de la V irgen d el Rosario. A este ed ificio religioso se le suma en la calle posterior, la d el Pilón, una fuente renacentista de piedra sillar con abreva­ dero, del siglo XVI. En la parte alta está la capilla d e la V irgen del Carmen. Fuera del casco urbano, ya en el monte, se localizan los restos del convento de San Cristóbal, con las ermitas de San Clem ente y de la V irgen d el Pilar.

326

CLAVES PARA VISITAR EL ESPACIO

Alm onacid de la Sierra . Esta localid ad tiene, com o su nom bre indica, rem inis­ cencias árabes, pues su p o ­ blación fue mayoritariamente m udéjar hasta e l siglo XVII. El lugar dispone d e ca­ lles estrechas dispuestas en torno al castillo m edieval de “ Al-munastir” , en la parte alta, de aspecto p a laciego, p e ro hoy en ruinas y c e ­ rrado. El centro urbano lo com ponen las plazas d el M esón -c o n sus árboles sin­ gulares, plantados hace un siglo por los niños-, la d e la

Mercado m odernista de Alm onacid de la Sierra.

Fo to :

e.

V iñ u a le s.

Constitución y la de España. Entre una y otra se pasa por bellas calles, pasos cu b ier­ tos o arcos com o el de San Antón y el d el Trinquete. Alm onacid conserva un arra­ bal con b o d eg a s de vino re­ matadas p o r lumbrarias y con un antiguo n evero ur­ bano. N o hay que olvidar el m ercado de pórtico m oder­ nista -diseñ ado en 1904 por Ricardo M agdalena-, la ig le ­ sia de la Asunción -s ig lo X V III- o e l A lm acén d el C onde Aranda. Almonacid de la Sierra.

Fo to :

r.

Del Val.

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327

Cosuenda . Cuenta con una monu­ mental ig les ia barroca, d el siglo XVI, que ha sido restaurada, y que está dedicad a a Nuestra Señora de los Ángeles. Tiene tres naves, planta de cruz latina y ocho capillas late­ rales. El Ayuntam iento fue antes una antigua ermita dedicad a a San Juan. Destacan algunas casas seño­ riales d e los siglos XVII y XVIII en la calle Pilar Bayona, adem ás d e la de la familia Cerdán Francés. Sobre este pu eblo se alzan las ruinas de su castillo m edieval, crucial en la guerra d e los Dos Pedros durante el siglo XIV, junto a la torre La Lisalta de planta cuadrada y de p o sib le origen musulmán. Tam bién hay que citar numerosas b o d eg a s subterrá­ neas, p eiron es -San Bernabé, San Cristóbal o el de la Forma Perdida-, adem ás d el Granero d e la Cam bra del Trigo. Cosuenda, iglesia de Na Sa de los Ángeles.

Cosuenda.

328

Foto: R u ta del v in o de C ariñ e n a.

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Fo to :

e.

V iñ u a le s .

Encinacorba . Su monumento más renom brado es la iglesia de Nues­ tra Señora d el Mar, levantada a principios d el siglo XVI, con d e co ­ ración de ladrillo al estilo mudéjar de transición gótico-renacentista. Perteneció a la O rden d el Tem ple y después a la de San Juan de Jerusalén. A l p ie d e la parroquial están los restos del Castillo de los Hospitala­ rios. En el interior d el recinto reli­ gioso se conserva un gran número de

obras artísticas. A dosad a al

mismo está la torre-cam panario, cuadrada y construida para prote­ g e r el castillo-iglesia. C ab e desta­ car tam bién la presencia d e los tres escudos m ed ievales de p iedra del Parque Municipal, la fuente sillar de Santa Cruz, varios ed ificios civiles renacentistas aragoneses, la casa natal de Mariano Lagasca, distintos peirones, y la puerta d e entrada a la muralla. Encinacorba.

Fo to : E. V iñ u a le s .

E n c in a c o rb a , ig le s ia de N u e s tra S a d e l M a r.

Foto:

e.

V iñ u a le s.

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329

Aguaron, el Casino.

Foto:

e.

V iñ u a le s.

Aguarón. La historia de esta locali­ dad ha estado asociada a la orden religiosa d e las monjas bernardas, en concreto a la abadesa de Trasobares. La ig lesia parroquial d e San M igu el A rcán gel es obra barroca d el siglo XVIII, destacando su p o r­ tada y dos grandes torres d e cuatro cuerpos. C on serva en su interior varios retablos de valor artístico, un órgano y algunas tallas d e l siglo XVI. La Casa Consistorial es un ed i­ ficio neoclásico con pórtico d e tres arcos en m edio punto y balconada con tres grandes vanos adintelados. Fuera del casco urbano se hallan las ermitas d e San C ristóbal - e n El Santo- y el Santuario d e las Viñas. Encontraremos casas solariegas de estilo renacentista aragonés.

A g u a ró n , ig le s ia de S an M ig u e l A r c á n g e l.

330

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Fo to :

e.

V iñ u a le s.

Codos . El ed ificio más notable de esta localidad d el valle d el Grío, situada a 750 metros sobre el nivel d el mar es la parroquial de Santa María M agdalena, iglesia gótica del siglo XVII. Su casco urbano ha sido definido com o “ apretado y desorga­ nizado” , d eb id o a su orig en m edieval. Perteneció a la Orden d el Santo Sepulcro de Calatayud.

Apretado caserío de Codos.

Foto: E. V iñ u a le s .

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Tobed, vista desde el Castillo.

Foto:

r

. Del Val.

Tobed . Su caserío está dom inado por una discreta elevación sobre la que se construyó la prim era iglesia ded icad a a la V irgen , que sería el g erm en d e la ig les ia fortaleza de Nuestra Señora de Tobed, m agnífica obra m udéjar d el siglo X IV con b ella decoración exterior de ladri­ llo y bandas de azulejos en punta de flecha. Su decoración interior es es­ pléndida. Destaca también la iglesia parroquial de San Pedro y el palacio de la Encomienda, d e la orden m ili­ tar d el Santo Sepulcro, actual sed e del ayuntamiento. Durante muchísi­ mos años, a este ed ific io d e l siglo XVII acudían los vasallos d el seño­ río para entregarle al C om endador los diezm os y primicias. A l otro lado del río Grío se hallan los restos del Castillo - e l Palom ar-: un pequ eñ o torreón y parte d e la línea de mura­ lla-fortaleza, junto a la ermita d e San Valentín. Éste fue pu eblo d e m aes­ tros alfareros.

Tobed, interior de la iglesia de Nuestra Señora. A y u n ta m ie n to de T o b ed .

332

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Foto:

e.

Esteban .

Santa Cruz de Grío . Lugar tam bién d e raíz morisca. La iglesia parroquial está d edicad a a San Blas y es un ed ificio d e estilo barroco construido en 1912, que en su interior conserva un busto d el siglo XV. A este recinto reli­ gioso se le suman las ermitas de San Roque y la d e Santa Bárbara. Muy cerca está la pedanía deshabitada de la A ldehuela d e Santa Cruz, con tem plo de o rig en rom ánico y fuente renacentista. Fue despoblada en los años 60 del pasado siglo.

Santa Cruz de Grío, iglesia de San Blas.

Fo to :

e.

V iñ u a le s.

S a n ta C ru z de G río , d e s p o b la d o de la A ld e h u e la de S a n ta C ru z .

Fo to :

e

. V iñ u a le s .

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Museos en los pueblos del entorno A diferencia de “ Plantaria” ya no hay otros museos o centros de interpreta­ ción en los pueblos de la falda de esta montaña que tengan por protagonista el m edio natural de la Sierra de Algairén. Sin em bargo, la visita a los otros espacios museísticos com plem entará sin duda el siem pre atractivo reco­ rrido naturalista y cultural que encierran todos estos lugares. Por ello no d ebem os olvidarnos de:

Espacio m udéjar de Tobed.

Foto: E. E ste b an , A y u n ta m ie n to de T o b ed .

Espacio M udéjar-M ahom a Calahorri de Tobed. Se ha con cebido com o un espacio expositivo en el que se ofrecen una serie de contenidos funda­ mentales para p o d e r entender el arte m udéjar com o una experien cia esté­ tica, funcional y técnica. Pretende “ enseñar a mirar” la obra d e arte mudéjar a partir d e una experien cia percep tiva d e la obra de arte in situ; y refleja en su discurso expositivo el cam bio constante en el que ha vivid o el terri­ torio, la perm anencia d e elem entos esenciales y e l reflejo d e l paso del tiem po. Muestra piezas m udéjares origin ales d el tem plo de la V irg en de Tobed.

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Espacio m udéjar de Tobed.

Fo to : E. E ste b a n , A y u n ta m ie n to de T o b ed .

Colección de cerám ica de Santa Cruz de G río . José María Gim eno ha conseguido reunir más d e 9.000 piezas d e cerám ica y barro rep re­ sentativas d e la zona y de otros puntos de Aragón. En el centro se ex p on e

ollería

p roced en te

de

T ob ed , A lm onacid d e la Sierra y Alpartir. Hay además cantarería de la com arca d e l Aranda: Sestrica, Illueca y Jarque. La cerám ica de Naval y Bandaliés, en la provincia de Huesca, tam bién está represen­ tada. Junto a los objetos, se exhi­ b e n los utensilios em p leados por los alfareros para fabricarlos. A d e ­ más de piezas de barro, en la casa se muestran m ateriales etnográfi­ cos relacionados con el campo. Museo de Cerám ica Popular de Santa Cruz de Grío. Fo to : J.M . G im e n o .

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La C asa del Gaitero de Aguarón . Tam bién en Aguarón está este vie jo ca­ serón d ed ica d o a los instrumentos tradicionales d e muchísimos países: d esd e N icaragua a China, y d e Cuba a Rumanía. C reado p o r Eugenio Arnao. Su visita es un via je p o r el mundo a través de la diversidad musical que muestran los más d e 500 instrumentos expuestos. Cuenta con b ib lio­ teca, fonoteca, vid eo tec a y taller.

Casa del Gaitero de Aguarón.

Foto:

e

. V iñ u a le s.

El Museo Luis Marín Bosqued de Aguarón . Tres de sus cuatro salas ex­ ponen la obra pictórica contem poránea de este importante artista aquí na­ cido en 1909, p ero que durante la Guerra C ivil tuvo que em igrar a Francia y a M éxico. Son dibujos a óleo y sobre papel, d e indígenas y d e desnudos fem eninos en los que destaca la fuerza d el color y d e la com posición. Ubi­ cado junto a la Biblioteca Municipal y la Casa de Cultura.

336

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Museo Marín Bosqued.

Fo to : Ru ta del V in o de C ariñ e n a.

M useos parroquiales de arte sacro . Los hay en Tobed, en La Almunia d e Doña Godina y en Cariñena. Este último está ubicado d esd e el año 1979 en la excolegiata, mostrando al público distintas piezas, adem ás d e manuscritos del siglo XVI o el p e r­ gam ino d el rey Pedro d e A ragón d e 1339. El museo d e la iglesia parroquial d e La Almunia atesora un excelen te catálogo d e lienzos barrocos y libros corales, desta­ cando la p ieza de orfebrería que es el busto relicario d e Santa Pantaria, obra rena­ centista d e Pedro Lamaison. Y, p o r último, el museo d e arte sacro de Tobed, ubicado en el antiguo claustro de Santa María alberga una importante colección d e piezas y lienzos que van desd e la ed ad m edia hasta nuestro días. Entre las más importantes están el Icono de la Virgen, los pergam inos que narran el m ilagro de la V irgen, la tabla de San C osm e y la pila bautismal d e cerám ica mudéjar.

M u s e o p a rro q u ia l de T o b e d , v itr in a .

Foto: E. E ste b an , A y u n ta m ie n to de T o b ed .

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Museo parroquial de Tobed, vitrina.

Foto: E. E ste b an , A y u n ta m ie n to de T o b ed .

Museo del Vino de Cariñena . Una exposición im prescindible en un lugar com o éste. C on acierto fue ubicado en una antigua b o d e g a d el año 1918 que adquirió la Denom inación d e O rigen Cariñena. A c o g e más d e 600 p ie ­ zas y documentos cedid os p o r agricultores y bodegueros: desde una prensa romana a un laboratorio m oderno. Cuenta con tienda, aula d e catas y sala d e degustación. Es este espacio un hom enaje m erecido al trabajo d e la tie­ rra y el cuidado de las vides.

Museo del Vino.

338

Fo to : R u ta del V in o de C ariñ e n a.

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Centro de Interpretación del Fe­ rrocarril de Cariñena . Este museo reciente com ienza explican d o la historia de la línea de tren Cariñena-Zaragoza, creada en

1887

para dar salida a la producción de vino

de

la comarca. Pero

hay

mucho más viaje todavía p o r su in­ terior.

Centro de Interpretacion del Ferrocarril.

Fo to : Ru ta d e l V in o

de C ari ne na.

Centro de Interpretacion del Ferrocarril.

Fo to : Ru ta d e l V in o

Museo del Ferrocarril.

Fo to : Ru ta del V in o de C a rin e n a .

de C ari ne na.

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EL SENDERO DE GRAN RECO RR ID O GR-90

La segunda fase del sendero d e Gran R ecorrido GR-90, d el Sistema Ib é ric o zaragozano, balizado con marcas de pintura rojas y blancas, transita p o r al­ gunos de los valles y montañas menos conocidas de A ragón: d esd e las ri­ beras d el Jalón y las fértiles veg a s d e Calatayud a las sobrias tierras del Cam po d e Romanos pasando p o r los valles de los ríos G río y Perejiles. Son caminos senderistas que se suman a una prim era fase d el GR-90 que dis­ curre p o r las tierras d el Moncayo, d esd e Tarazona a Morata de Jalón.

Los senderos del Sistema Ib érico Zaragozano son un conjunto de itinerarios pedestres que suman un total de 425 kilómetros de sendas, caminos y pistas señalizadas, ofrecien do una actividad turística, dep ortiva y cultural que p u ed e tener la duración que uno quiera, con la po sibilid ad d e unirlos ha­ ciendo una travesía que vaya más allá d e la excursión de un día. El “ GR-90 II fa se” tiene las siguientes etapas en el ámbito d e nuestro libro de la Sierra d e A lga irén y alrededores: De Morata de Jalón a Santa Cruz d e Grío: 3 h d e camino. De Santa Cruz d e Grío a Tobed: 1 h de recorrido. De T o b ed a Codos: 2 h d e recorrido.

Senderos de Gran Recorrido, GR-90.

340

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Foto:

e.

V iñ u a le s.

A sí mismo encontramos algunas variantes d e este sendero d e Gran R eco­ rrido com o son los tramos d el GR-90.3: D e T o b ed a Aguarón: 3 h 15 min de recorrido. D e Aguarón a Cariñeña: 40 min de recorrido. A ello hay que sumar algunas rutas balizadas en marcas de pintura d e color amarillo y blanco que son los senderos de pequ eñ o recorrid o o PRs.

SEN DERO S DE PEQUEÑO RECO RR ID O SEÑ A LIZA D O S Los senderos d e pequ eñ o recorrid o acompañan com o ramales de interés al sendero de gran recorrido GR-90. En la Sierra d e A lga irén encontramos estos senderos balizados com o PRs p o r antiguos caminos: PR-Z-10, de V iver d e V ico r a Santa Cruz d e Grío: 55 min. PR-Z-10, de Santa Cruz d e Grío a Inogés: 55 min. PR-Z-12, de C odos al p ico Valdem adera: 1 h 55 min. PR-Z-13, del GR-90 a Alpartir: 1 h 20 min. PR-Z-13, de Alpartir a Alm onacid de la Sierra: 1 h 25 min.

In d ic a c io n e s p a ra lo s p a s e a n te s y e x c u rs io n is ta s .

F oto:

e.

V iñ u a le s.

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341

PR-Z-13, de Alm onacid d e la Sierra a Cosuenda: 50 min. PR-Z-13, de Cosuenda a Aguarón: 45 min. PR-Z-14, de T o b ed a A lm onacid de la Sierra: 3 h 25 min. PR-Z-15, de Alpartir a Cosuenda: 3 h 50 min. PR-Z-42, d e l Santuario de las Viñas (A gu arón ) al Raso d e la Cruz (C o ­ suenda): 1 h. PR-Z-43, recorrid o circular del Raso d e la Cruz (C osuenda), pasando p o r la Falaguera y Valdem adera: 3 h 20 min. PR-Z-44, de Encinacorba al m irador de la Atalaya: 2 h 30 min. PR-Z-145, d e Encinacorba al Santo d e Aguarón: 3 h.

Señal indicativa de ruta PR.

342

Fo to :

e.

V iñ u a le s.

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RUTAS PARA LA BTT Las numerosas pistas forestales y caminos agrícolas hacen d e la Sierra de A lga irén un terreno id eal para la práctica de la b icicleta d e montaña, un m ed io d e transporte ecológico, que no em ite ruido ni humos, y que resulta adecuado para recorrer este espacio natural y con ocer algunos de los más b ellos rincones de esta geografía. La guía “ Rutas BTT p o r Valdejalón” , d e Adán Martínez, editada desd e la C o ­ marca de Valdejalón otorga algunas ideas y recorridos que discurren por los pinares de Alm onacid y Cosuenda -24 km de distancia-, la Vuelta a la Plaza del Pino -26 km -, el recorrid o d e A lpartir a la Falaguera y M osom ero -35 k m - o el d e Fontellas y San C ristóbal -27 km -. Pero d esd e lu ego hay muchas más op cion es en la zona d e Cosuenda, Tobed , C odos, Encinac o rb a ... de diversa dificultad y recorrido. Algunas de estas opciones han sido marcadas con balizas azules p o r Fedivalca, y se pu eden visualizar en su página web. C on ayuda d e un mapa podem os trazar nuestra propia excursión en bici de montaña p ero evitaremos, eso sí, ciertos comportamientos com o el de aden­ trarse con la b icicleta d e montaña en senderos estrechos y caminos muy pendientes donde la práctica inadecuada d e algunos ciclistas está provo­ cando visibles roderas y erosiones que terminan dañando el monte y es­ tropeando los caminos tradicionales.

La topografía de la sierra atrae al ciclism o de montaña.

Fo to :

a

. M artín e z.

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343

RECO RR ID O S BO TÁN ICO S La Com arca de Valdejalón, a través de su Consejería de Turismo y M ed io A m ­ biente, junto con los ayuntamientos de A lm onacid de la Sierra, de La Almunia de Doña Godina y d e Alpartir, han ido marcando y editando “ cuadernos botá­ nicos” de cuatro rutas señalizadas cuya prem isa es descu b rir la Naturaleza a través d el mundo de las plantas silves­ tres. R ecorrien d o el entorno natural y sus parajes más em blem áticos o atra­ yentes estas rutas veg eta les diseñadas p o r uno d e los autores d e este libro -R o b erto D el V al- perm iten descubrir otros tesoros com o el paisaje, yacim ien­ tos a rq u eológicos y p a leon tológicos, patrim onio etn oló gico y religioso... adem ás de, p o r supuesto, la fauna y flora autóctona.

Foto: E. V iñ u a le s .

344

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O r q u íd e a Limodorum abortivum.

Fo to :

e.

V iñ u a le s.

Tres de las cuatro rutas botánicas discu­ rren p o r el ámbito d e este libro, la Sierra de A lgairén, y son:

La ruta botánica de Fontellas , paisaje sorprendente en el que las fuerzas d e la naturaleza, la h id ro geología y tam bién la historia han conform ado un espacio sin­ gular, un barranco encajado donde proliferan plantas m edicinales y aromáticas junto a un bosque repoblado d e pino ca­ rrasco. La ruta pasa p o r una balsa que re­ c o g e el agua d e la fuente y sube hasta un espectacular mirador. Se va descu­ b rien d o el aprovecham iento d e l yeso a c ielo abierto mientras paneles y puntos num erados nos hablan d e es p e cies de flora com o el olmo, la hierba d e las siete sangrías, e l tomillo, la retama, el té de roca.

R u d a.

Foto: E. V iñ u a le s.

Ja r a .

o el espliego.

Foto: E. V iñ u a le s.

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La ruta botánica del Convento de San Cristóbal , se articula en torno al paisaje ve g eta l d e esta zona situada al noreste de Alpartir, donde no faltan plantas ca­ racterísticas com o el enebro, la encina, la sabina, la digital oscura, la jara, la sal­ via, el gam ón ... adem ás de algunas sor­ presas naturalistas com o el lirio francis­ cano, la ajedrezada, el tulipán silvestre o la orqu ídea Ophrys lutea. El itinerario arranca del cem enterio d e Alpartir, sube a la explanada d el arruinado convento y lleg a al vértice geod ésico cim ero de San Cristóbal, p o r donde regresa realizando una bajada junto a la entrada d e la cueva del tío Chirras. Todo el recorrido está in­ dicado con balizas que corresponden a paradas de interés botánico que se con­ jugan con la visita a ermitas, paños de muralla y otras edificaciones del recinto religioso.

Lirio franciscano.

Foto: E. V iñ u a le s .

346

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Fritillaria.

Fo to :

r.

F oto: E. V iñ u a le s.

D el Val.

La ruta botánica de Alm onacid de la Sierra , no dispone de cuaderno editado en papel, pero se p u ed e seguir p e r fe c ­ tamente en el cam po a través de las se­ ñales y carteles existentes. Son unos 8 ki­ lóm etros d e recorrid o, ida y vuelta, desd e la plaza d e San Nicolás y la calle de las B odegas. El punto á lgid o de la ruta está en el corazón d e l monte, en torno a la senda d e l Prau. El itinerario perm ite ob servar e s p e cies botánicas

Fo to : E. V iñ u a le s .

com o el castaño, el sauce, la encina, el zumaque, la hiedra, el chopo.

o distin­

tas orquídeas silvestres que en prim a­ vera harán las delicias d el amante de la naturaleza. Tam bién hay dos p an eles sobre los animales de la sierra: aves, in­ sectos, m am íferos y reptiles.

Fo to : E. V iñ u a le s .

Foto: E. V iñ u a le s.

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347

LA RUTA DEL VINO DE CARIÑ EN A En la zona d e l Cam po d e Cariñena nos encontramos con la llamada Ruta del Vino, marca turística que nos abre las puertas a un genuino perip lo entre viñ edos al p ie d el manto ve g eta l d e estas sierras, mostrando interesantes propuestas y experien cias a lred ed or d e l mundo enoturístico en pueblos com o Cosuenda, Aguarón, Encinacorba y, por supuesto, la propia Cariñena. La Ruta d el Vino hace hincapié en el valor d el paisaje y d e la cultura tradi­ cional, en joyas arquitectónicas com o el arte mudéjar, nos invita a visitar las bodegas, a com er y a b e b e r bien.

a la par que oferta sus establecim ientos

hosteleros y de restauración con el fin de saborear los productos de la tierra marinados con los afamados caldos d e la zona.

Ondulados viñedos cuajados de otoño en Paniza.

Fo to : R u ta del V in o de C ariñ e n a.

Museo del Campo

V in o

d e F ú tb o l ,JL a P l a t e r a ”

Señalizacion específica de la ruta .

348

Fo to : R u ta del V in o de C ariñ e n a.

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V iñ e d o s n e v a d o s .

F oto: R u ta d e l V in o de C a rille n a .

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A dos ruedas y pedaleando por un secreto Adán Martínez Garbayo Autor del libro Rutas BTT por Valdejalón

Si d e algo pu ed e presumir Algairén, a diferencia d e sus sierras hermanas de la Ibérica zaragozana com o V ico r o La Virgen, es el secreto que guarda en su interior. Cuando las sierras vecinas y d e igual orientación presentan dos únicas vertientes, en A lga irén se desarrolla todo un va lle form ado por su correspondiente río, conocido com o Tiernas o Alpartir. Este valle es Mosomero, lugar d e paso ob liga d o para los pueblos que a ambos lados se ex­ tienden en la sierra. Enclave singular y d e alto valor paisajístico, con fuertes desniveles salvados p o r senderos que comunicaban los pueblos d e A lm o­ nacid de La Sierra con T o b ed o Alpartir con Santa Cruz de Grío, entre otros. Caminos que antaño fueron usados com o vía d e comunicación para el apro­ vecham iento d e los recursos naturales que ofrecía M osom ero a los vecinos de estos pueblos. Éstos marcan la diferencia en esta sierra para que A lg a i­ rén sea un tesoro para la bicicleta d e montaña. Senderos d e gran calidad trazados p o r umbríos bosques d e carrascas, pinares y robledales, repletos de testimonios d e su uso tradicional, com o lo son los restos de las antiguas carboneras que se hallan a p ie de los mismos, conform an un valor añadido en A lga irén para los aficionados a este deporte.

Pedaleando con nieve por lo alto de los montes.

350

CLAVES PARA VISITAR EL ESPACIO

Foto:

a

. M artín e z

Si a este va lle le sumamos la irregularidad de su extensión tendrem os una sierra para todo el año. Su g e o lo g ía condiciona no tener barro durante el invierno, su orientación salvar el frío cierzo, y sus umbrías resguardarnos d e l asfixiante calor d el verano. Los numerosos senderos entrem ezclados con una extensa red d e pistas forestales, d e exigen tes desniveles, harán las delicias de cualquier aficionado a la bicicleta de montaña, pudiendo trazar rutas de infinitas com binaciones dentro d e este laberinto de caminos para que jamás nos aburramos de recorrer estos parajes. Casi tres décadas de ciclism o en la sierra nos obligan a echar la vista atrás y recapacitar sobre los aspectos positivos y negativos que nuestra actividad ha tenido en el m edio natural d e A lgairén. Hem os redescubierto y conser­ va d o senderos d e los que seguram ente aquellos que los trazaron, con su trabajo y esfuerzo se sentirían hoy orgullosos al verlos vivos de nuevo, a pesar de que las zarzas y la maleza hayan en gullido sus antiguos huertos y cabañas. C onvivim os y d ebem os convivir con senderistas, cazadores y re­ colectores de s e t a s . Nuestro colectivo d e b e difundir y p ro teg e r el patri­ monio de A lga irén y condenar aquellos com portam ientos que se separen d e esta filosofía. N o pod em os pensar en ningún m om ento que nuestra acti­ vid a d está p o r encim a d el m edio, A lga irén no es un espacio deportivo, es un tesoro d e la Ib érica zaragozana que d ebem os conservar y preservar.

CLAVES PARA VISITAR EL ESPACIO

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CALENDARIO DE LA NATURALEZA ENERO

FEBRER O

C ada v e z nieva m enos en la sierra; cuando lo hace, el manto n íveo d e luz p rop on e y augura bonanza. Alim enta y nutre a la tierra, que con la lleg a d a de la prim avera cumplirá su promesa.

A lo largo d el año animales y plantas si­ gu en am ándose y florecien do, dando paso a la vida. Si bien, algunos frioleros y dorm ilones, continuarán sesteando al­ gunos m eses más -co m o este tierno y al­ godon oso lirón - con su diseñada estra­ tegia para superar el crudo invierno.

Fo to : E. V iñ u a le s.

Fo to : R. D el Val.

M ARZO

A B R IL

En ese inveterado afán d e perpetuarse algunas plantas desafían al frío, y en un reto floral inm isericorde que confunde al mismo cielo con una nevada de pétalos y una brisa azucarada, los almendros proponen un cam bio estacional forzado.

C om o cada año vu elven las aves a sus nidos, y com o cada año les m ueve el ins­ tinto de procreación, d e enfrentarse a la vid a creando nuevas vidas. Para ello se afanan en el diseño y construcción, re­ parando su m orada estacional. Cada huevo será un nuevo proyecto d e vid a en el que las aves depositan la razón de su existencia.

Fo to : R. Del V al.

Foto: E. V iñ u a le s .

CALENDARIO DE LA NATURALEZA

355

MAYO

JU N IO

En todo tiem po las flores nos ofrecen la cara más herm osa y am able d e las plan­ tas. Pero será la prim avera quien a su lla­ mada concitará a un ejército floral a con­ quistar los va lles y montañas, los bosques y riberas. Toda la paleta de co­ lores d esp leg a d a sobre orquídeas, tuli­ panes, narcisos, lirios, rosas, am apolas...

Sobre las laderas descarnadas d e Algairén florecen oleadas lilas de cantuesos o “ zam brias” cuyos penachos florales agita el viento en un ju ego d e colores y perfum es que e l azar arrastra y e x ­ pande, para lisonja y ofrenda al cam i­ nante.

F oto: E. V iñ u a le s.

Fo to : E. V iñ u a le s .

JU L IO

AG O STO

La luz y el calor del verano rig en los días y tam bién las noches, el paisaje se vu elve sonoro y en algunos m om entos del día, casi atronador. Cigarras, grillos y pájaros d e todo tamaño y condición continúan su concierto estival, ponen la banda sonora al estío. Vuelan alados arco iris, siem pre atareados, siem pre engala­ nados, em plum ados de colores mil.

La frontera d e la noche va ganando a la luz d el día, al igual que pequeñas b riz­ nas de frescor se van amparando y sose­ gan do con la noche. Sobre la sierra agostada se ciernen, en el cercano ocaso, nubarrones prem onitorios. L le­ gará la tormenta, la tormenta que se anuncia en el estruendo y en los deste­ llos. La vid a o la muerte, que reparte por igual.

F oto: E. V iñ u a le s.

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CALENDARIO DE LA NATURALEZA

Fo to : R. Del Val.

SE PT IEM B R E

O C TU BRE

Todas las estaciones, todos los m eses del año han sido necesarios para cumplir, culminar con la cosecha d e frutos. P ri­ m ero fue el pan en form a d e trigo, ahora, las uvas serán vin o en los lagares del vientre de la tierra. El vino que rieg a las vidas y las almas de las gentes d e la sie­ rra d e Algairén.

La otoñada se abre paso bajo el aparente dorm ido suelo d e l bosque. En ese p e ­ queño espacio, bajo la materia orgánica, crecen pequeños filamentos ramificados que asociados a las raíces de los árbo­ les, si la clim atología acompaña, despun­ tarán en un sarpullido ben efactor d e hongos y setas mil.

Foto: E. V iñ u a le s .

Fo to : E. V iñ u a le s .

N O VIEM BRE

D IC IEM BR E

El otoño ruboriza y saca los colores a la sierra. La pintarrajea, sin orden ni con­ cierto, en pequeñas manchas que se en­ tremezclan y disuelven. En un rezo inver­ nal, los árboles rec o g en su ve rd e savia y sobre las hojas quedan sus colores de despedida. Marrones, ocres, rojos, amarillos...adiós.

Han vu elto d e nuevo a la sierra, al que siem pre había sido su territorio. Ahora son la m ayor atracción. H ábiles monta­ ñeras y efica ces jardineras, las cabras m onteses andan enceladas, al igual que búhos reales y buitres. El frío diciem bre no apaga sus amoríos. La vid a sale ade­ lante en todo tiem po y condición.

Fo to : E. V iñ u a le s .

Foto: R. Del V al.

CALENDARIO DE LA NATURALEZA

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OTROS ESPACIOS PRÓXIMOS, DE INTERÉS NATURAL Y CULTURAL, A VISITAR

Muy cerca d e la Sierra d e A lga irén hay otras localidades, sierras y espacios naturales o culturales que tam bién m erece la pena visitar. Puede ser el com plem ento perfecto a nuestra excursión, nuestro viaje, por estos montes d e esta parte d el Sistema Ib érico zaragozano. Aquí van algunas ideas.

LA ALM UNIA DE DOÑA GODINA La localidad d e La Almunia de Doña G odina es la capital d e la com arca de Valdejalón y se encuentra situada a 50 km d e Zaragoza, prácticam ente al p ie d e la Sierra de A lgairén. Su término municipal tiene una superficie de

L a A lm u n ia de D o ñ a G o d in a .

F oto:

e

. V iñ u a le s.

OTROS ESPACIOS PRÓXIMOS

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56,7 kilóm etros cuadrados, con una p o b la ción

aproxim ada

de

7.792 habitantes, a los que se les con oce con el gentilicio de almuniense. La ig les ia de Nuestra Se­ ñora d e la Asunción es un im p o­ nente ed ific io barroco d e l siglo XVIII en el que sobresale la her­ m osa torre mudéjar. De gran im ­ portancia es la erm ita de Nuestra Señora d e Cabañas, antigua parro­ quia d el desaparecido p oblado de Cabañas cuya im portancia radica en las pinturas murales d e l inte­ rior -d e l siglo X V - y en un alfarje mudéjar. En su casco urbano so­ bresalen im portantes casas sola­ riega s com o el palacio de los Estages y el d e los Colm enares. Destacar tam bién e l

Palacio de

Iglesia parroquial de la Asunción de Nuestra Señora. Foto: E. V iñ u a le s .

San Juan, edificio m edieval que fue Palacio d e la O rden d e San Juan del Hospital y la iglesia de San Lo­ renzo. El Ayuntamiento es un pala­ cio ed ificad o en e l año 1783, con fachada d e arcos en dos d e las plantas y b e llo alero en el remate.

Detalle de las pinturas del alfarje m udéjar de Cabañas. Foto: E. V iñ u a le s .

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OTROS ESPACIOS PRÓXIMOS

CARIÑ EN A La ciudad d e Cariñena se asienta sobre una gran llanura d e viñ edos, en una zona de transición entre la depresión d e l Ebro y la Sierra de A lga irén , a 47 km d e Zaragoza. Tiene una superficie de 82,5 kilómetros cua­ drados y cuenta con una población aproxi­ m ada de 3.572 habitantes. C ariñena es la ca b ecera de la com arca d el Cam po de Ca­ riñena. Por encim a d el caserío se levanta la ig les ia barroca d e Nuestra Señora de la Asunción, construida en el año 1694 y levan­ tada sobre las ruinas de la antigua colegiata, que fue destruida en 1363 p o r las tropas cas­ tellanas. A dosad a a ella está su torre-cam ­ panario, de estilo gótico levantino y de ca­ rácter militar. Quedan algunos restos d e las murallas de la ciudad y el llam ado “ Torreón d e las Monjas” . Tam bién destaca el edificio d el Ayuntamiento, de estilo renacentista, el cual preside la plaza principal junto con la Fuente de la Mora - d e finales d el siglo XIX-, bien conocida p o r la Fiesta de la Vendimia.

Vista aérea de la iglesia de Cariñena.

F oto: R u ta d e l V in o de C ariñ e n a.

OTROS ESPACIOS PRÓXIMOS

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DARO CA Daroca, capital d e una com arca que agrupa a 35 municipios, es uno d e los conjuntos histórico-artísticos más interesantes d e todo Aragón. Esta ciudad ha destacado a lo largo d e los tiem pos p o r su actividad com ercial, cultural y d e servicios. El tem plo más im portante es la C olegia ta de Santa María, guardiana d e la reliquia de los Sagrados C orporales y protagonista de un m ilagro que durante siglos provocó que este lugar se convirtiera en destino de p ereg rin a je. Otros ed ificio s destacables son el tem plo d e San Juan y Santo Dom ingo, y la ig lesia de San M igu el que guarda bellas pinturas gó ti­ cas. Tam bién hay que destacar la existencia d e varios palacios y casas como la d e los Luna, la Casa Diablo - d e l siglo X V -, el convento d e la Trinidad o, ya en las afueras, el túnel de la Mina. Destacar así mismo el conjunto amu­ rallado de cuatro kilómetros, con torreones defensivos, las puertas Alta y Baja - e n ambos extrem os de la calle M ayor-, la Fuente d e los Veinte Caños y sus distintos museos: el de los C orporales, el de la Pastelería y el Museo Com arcal -cu ya sed e es el Hospital de Santo Dom ingo-.

Puerta baja de las m urallas de Daroca.

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OTROS ESPACIOS PRÓXIMOS

Fo to :

e.

V iñ u a le s .

D ESFILA D ER O S DEL RÍO JALÓ N

Peña Agujereada o del Arco en Chodes.

Fo to :

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V iñ u a le s.

El río Jalón y los territorios aledaños, aguas abajo de Calatayud hasta la población de Ricla, conform an la Zona d e Especial Protección para las A ves de la Unión Europea, incluida dentro d e la Red Natura 2000. Se trata d e un am plio territorio donde abundan y anidan numerosas aves rupícolas: grandes rapaces com o buitre leonado, águilas real y perdicera, alimoche, búho real, halcón p e re g rin o ... y que encuentran en estas pare­ des y desfiladeros fluviales su hábitat ideal. El río Jalón entre Huérm eda y Em bid, al igual que entre la pobla ción d e Morata de Jalón y Ricla, se abre paso entre profundos cortados calizos que el agua ha socavado para sortear las últimas estribaciones d el Sistema Ib érico zaragozano: las sierras de la Virgen, V ico r y Algairén. En esta zona, cerca de C hodes y de Morata, se encuentran peñascos y paredes que son una de las m ejores zonas de escalada de todo Aragón. Inmediatamente, aguas abajo, el Jalón antes de lleg a r a Ricla recib e las aguas de los ríos Aranda e Isuela, configurando un extenso humedal. En todo este recorrido, en torno a sus riberas se desarrollan sotos bien conservados de álamos, chopos, sauces, fresnos y tamarices.

D e s fila d e ro s d e l Ja ló n en d ía de n ie b la d e s d e la s a ltu ra s .

Foto:

e.

V iñ u a le s.

OTROS ESPACIOS PRÓXIMOS

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SAN TU ARIO DE LA VIRGEN DE LAGUNAS

Santuario de la Virgen de Lagunas.

Foto:

e.

V iñ u a ie s.

El santuario d e la V irgen de Lagunas se sitúa entre las localidades d e Alfam én, Lon­ gares y Cariñena, a unos siete kilómetros d e este último lugar al que perten ece. A p a ­ rece en m edio d e una gran llanura de viñ edos y frutales con el telón de fondo de la Sierra de A lgairén. La actual ermita es del siglo XVII, de estilo barroco con elem entos mudéjares, y es una obra realizada en su última fase p o r el maestro de obras Juan de Loreyta, entre los años 1676 y 1677. Su origen estaría en una ermita del siglo XV, época en la que se levantaría en este lugar una granja o p ob la d o llam ado “ Pardina de Lagu­ nas” . La im agen d e Nuestra Señora d e Lagunas es una talla gótica, sedente, d el siglo XV. En su mano derecha muestra una bola roja mientras que con la izquierda sostiene al niño Jesús cuya mano derecha se encuentra levantada en posición de bendecir. Un denso pinar de repoblación rodea las instalaciones, contando adem ás con una zona recreativa para disfrute d el visitante.

Santuario de la Virgen de Lagunas.

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OTROS ESPACIOS PRÓXIMOS

Foto: R u ta del V in o de C a riñ e n a .

RICLA La localidad de Ricla se ubica en las orillas del Jalón, en su curso m ediobajo, a unos 6 km de distancia de La Almunia d e Doña G odina. Cuenta con una población de más de 3.000 habitantes y una superficie de 9.000 hectáreas. En la plaza d e l Ayunta­ miento se ubica la iglesia de Nues­ tra Señora d e la Asunción, que se construyó entre los siglos X V y XVI en estilo m udéjar renacentista. Su portada

neoclásica

p erm an ece

oculta tras la casa de la cofradía de la V irgen de M edia Villa. Destaca su torre m udéjar - d e l siglo X V I-, una de las más bellas y esbeltas de Ara­ gón. Hay que reseñar así mismo el antiguo castillo sobre un risco ce r­ cano, e l arco d e San Sebastián, el ed ificio d e l Ayuntamiento -u b i­ cado en una típica casa palacio del siglo X V III-, así com o la Casa d el Concejo. Im portantísim os son los yacim ientos paleontológicos p róx i­ mos, pertenecientes a la época g e o ­ Ricla.

Foto: E. V iñ u a le s.

lóg ica d el Jurásico donde apareció el llam ado “ co co d rilo m arino de Ricla” .

Cráneo fósil del cocodrilo Jurásico hallado en Ricla, depositado en el Museo de Ciencias Naturales de la Universidad de Zaragoza. Foto: E. V iñ u a le s.

OTROS ESPACIOS PRÓXIMOS

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ÉPILA Esta villa se sitúa en la m argen derecha d el río Jalón, a unos 42 km de Zaragoza, y al p ie d e una pequ eñ a colina. Pertenece a la comarca d e Valdejalón. Tiene una población de alrededor de 5.000 habitantes y cuenta con extenso término municipal d e 194 ki­ lóm etros cuadrados. D e su conjunto urbano destaca la ig les ia parroquial d e Santa María la Mayor, monumento situado en la cota más alta d e la población. D ebajo se ubica el m agnífico Palacio d el C on d e de Aranda, el cual se halla unido a la iglesia del convento d e las Concepcionistas p o r un paso elevado, constituyendo uno d e los m e­ jores conjuntos urbanos del siglo XVII de Aragón. Interesantes son tam bién el M irador de la Cruz del Castillo, antigua fortaleza musulmana, la Casona d e M areca -lu ga r de retiro d el X C onde Aranda-, el Puente V ie jo -rom an o- y la m edieval ermita de Santa María Magdalena.

Épila.

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Fo to : R. Del Val.

OTROS ESPACIOS PRÓXIMOS

SAN TU ARIO DE RO DANAS El santuario de la V irg en de Rodanas está a unos 14 km de Épila, rod ead o p o r la natura­ leza d e la sierras de M on egré y d e la Nava Alta, elevados montes cubiertos d e coscoja­ res, pinares y encinares. El re­ cinto religioso se levanta en el mismo lugar donde se apare­ ció la im agen d e la V irgen a un pastorcillo que cuidaba d e su gan ado en aquellos parajes. A l principio se construyó una p equ eñ a erm ita en su honor, p e ro d e b id o a la gran d e vo ­ ción y afluencia d e gente hubo de am pliarse po co a poco, construyendo hospederías y casas para los labradores que cuidaban aquellas tierras. La V irg en d e Rodanas es una escultura d e alabastro que sostiene a un niño en la mano izquierda. En torno al santuario hay una gran urbanización y una zona acondicionada para p o d er a co g er a los visitantes. En el ed ificio anexo se ha instalado un Aula de la Naturaleza. C erca se encuentra un m agnífico bosquete d e olivos centenarios. Se pu eden hacer excursiones a lo alto d e M o n eg ré o a las cuevas d el Gato.

S a n tu a r io de R o d a n a s , v é r tic e de M o n e g ré .

Foto:

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V iñ u a ie s.

OTROS ESPACIOS PRÓXIMOS

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LOS O JOS DE PO N TIL Y RUEDA DE JALÓ N

Los Ojos de Pontil.

Foto: E. V iñ u a le s.

La villa de Rueda d e Jalón se sitúa en la m argen derech a d el río Jalón, a unos 5 km aguas d ebajo de la localidad d e Épila. Sobre el caserío destacan las torres d e vig ía de Las Hermanicas y el torreón d el hom enaje de un castillo musulmán en ruinas, im­ portante hito de la historia d e la villa. Este pequ eñ o y a cog ed or pu eblo de 361 habi­ tantes dispone de un amplio término municipal de 107 kilóm etros cuadrados donde destaca un cercano espacio natural com o son los O jos de Pontil, un Humedal Singular protegid o de unas seis hectáreas de superficie. Se trata de un manantial natural donde afloran a la vid a unos 400 litros d e agua p o r segundo, manando a una temperatura constante de 22,4 °C. Este oasis natural, situado entre estepas y cam pos d e frutales de la v e g a d el Jalón, atesora una rica fauna y flora vinculada al agua. Peces, aves y plantas acuáticas -co m o el carrizo, el lirio amarillo, el junco o la anea- viven en este pequ eñ o lugar que ha sido recuperado y restaurado p o r la ilusión d e un grupo de vecinos del pueblo, bien organizados en torno a la asociación A m igos de los O jos de Pontil.

Rueda de Jalón.

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Fo to : E. V iñ u a le s .

OTROS ESPACIOS PRÓXIMOS

SIERR A DE LA VIRGEN Es otra sierra d el Ib érico zara­ gozano, situada al noroeste de A lgairén, cerca d el Moncayo y d el Tablado. La Sierra de la V ir­ g e n recib e su nom bre d e l p o ­ pular santuario d e la V irg en de la Sierra, al que suben en rom e­ ría muchos de los p u eb los de su entorno: Villarroya, Aniñón, Jarque, Aranda d e M o n c a y o . Culturalmente aquí destaca la citada ermita de la V irgen d e la Sierra - a 1.418 metros-, y natu­ ralmente el llam ado p ico de la C abrera -d o n d e se alcanza la altitud máxima d e 1.427 m -. Esta montaña separa las cuencas hidrográficas d e dos ríos principales, el Aranda -a l n orte- y la rambla d el Ribota -q u e sigue su curso al sur de la Sierra-. El sustrato g e o ló g ic o está com puesto principalm ente p o r m ateriales si­ líceos, donde predom inan pizarras y cuarcitas. La ve g eta c ió n dominante está com ­ puesta por pinares de repoblación -p in o resinero y silvestre- junto a extensos enci­ nares con algunas coscojas, bosques que en las zonas mas altas y umbrías se entrem ezclan de quejigos, rebollos, robles albares y un destacado rodal natural d e al­ cornocales, mayoritariamente en las laderas que miran a Sestrica, siendo menos c o ­ nocidos en la parte de Aniñón y de Villarroya.

P o r la p a rte a lta de la S ie r r a de la V irg e n .

Fo to :

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V iñ u a le s.

OTROS ESPACIOS PRÓXIMOS

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SIERR A S DE VICO R, ESPIGAR Y MODORRA

Sierras de Vicor, Espigar y Modorra.

Fo to :

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V iñ u a le s.

A lga irén tiene tres sierras vecinas en su flanco occidental, al otro lado del valle d el río Grío. Se trata d e la Sierra d e V ico r o Bicora (1.427 m ), la Sierra del Espigar (1.277 m) y la Sierra M odorra (1.279 m), trío montañoso que conform a una alineación g e o ló g ic a con dirección noroeste-sureste, que arranca en la localidad de El Frasno y que va hasta el p ie d e localidades com o Mainar y Torralbilla ya cerca en el río Huerva. Este espacio natural hermano se ubica igualm ente dentro d e los antiguos macizos p a leozoicos de la Ib é ric a zaragozana, configurando un Lugar de Im portancia Comunitaria (LIC ) de 10.409 hectáreas d e superficie que da amparo a un paisaje ve g eta l configurado por pinares de repoblación y p o r extensas masas hom ogéneas de encinares o carrascales. En el lado d e C odos existe una masa natural de pino pinaster. Tam bién encontraremos quejigos, m elojos o rebollos -m uy m erm ados p o r las repoblacion es-, acebos, arces, algún madroño, castaños y serbales junto a matorrales m editerráneos típicos de brezo, enebro, aliaga, tom illo y lastón. La parte más alta se ubica en el llam ado Pico d el Rayo, junto a la cum bre militar de La N evera (1.411 m ), form ando así la Bicora -la montaña “ d e dos cuernos” - mal llamada en casi todos los sitios con una “ t” final: Vicort.

Sierras de Vicor, Espigar y Modorra.

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OTROS ESPACIOS PRÓXIMOS

Fo to : E. V iñ u a le s .

VIRGEN DEL ÁG U ILA Este otro santuario se halla casi en lo más alto d e la Sie­ rra d e Paniza, a unos siete ki­ lóm etros de la localidad viti­ vin ícola d e l mismo nom bre. Fue construido en el siglo XVI, riorm ente sería destruido en 1809 durante la Guerra de la Independencia. En e l

año

1817 se comenzaron las obras para reed ificar dicha ermita, am pliándola con cinco capi­ llas y casas para el santero y para los peregrinos. El nuevo santuario fue inaugurado en 1824. La actual ermita es un ed ificio de una nave con p e ­ queños altares, con coro bajo en los pies, y en la que destaca el altar mayor donde se encuentra la im agen exenta de la V irg en d el Á gu ila con el Niño, situada sobre una en­ cina donde ha anidado un águila con sus polluelos que hace de trono. Las gentes de Paniza suben hasta aquí en rom ería dos veces al año, para San José y para San Jorge. D esde esta atalaya natural se nos ofrecen unas vistas maravillosas de las sierras cir­ cundantes y de buena parte d el Cam po d e Cariñena.

C a r r a s c a de la V irg e n en P a n iz a .

Fo to :

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V iñ u a ie s.

OTROS ESPACIOS PRÓXIMOS

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ESTRECH O S DEL RÍO HUERVA El río Huerva, afluente d el Ebro, nace en Fonfría (Teruel) en la Sierra de Cucalón, a 1.280 metros de altitud. Este importante curso fluvial de la Ib é ­ rica tiene una longitud d e 128 km. Tras rodear la localidad de C erveru ela y pasar Vistabella, muy cerca de Aladrén, el río vu elve a girar en direc­ ción norte, form ando las “ H oces d e l H u erva” , quizás el paraje de mayor b elleza salvaje de todo su largo recorrido. Más abajo, p o co antes d e lle ­ g ar al em b alse d e las Torcas - e n Tosos-, el Huerva pasa por la fuente d el Pez, un lugar p rivi­ le g ia d o junto a las ruinas d e l m onasterio d el Santo que los exp ertos han dado en calificar com o “ e l rom ánico d e l la d rillo ” . Siguiendo el via je d e l río, antes d e lle g a r a Villanueva de Huerva nos encontraremos con el paraje d e los C alderones donde el agua ha abierto un tajo entre rocas calizas, cerca d e unas “ icnitas” - o huellas fósiles d e dinosaurio- y donde se encuentra la fuente m edicinal del Baño. Ya en las inm ediaciones de la localidad de M ezalocha en el cauce del Huerva se levanta una segunda presa artificial, obra magna del siglo XVIII que da lugar a uno de los pantanos más antiguos d e A ra gón en un pa­ raje d e rocas y peñas realm ente espectacular.

Pantano de Mezalocha.

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Foto:

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V iñ u a le s.

OTROS ESPACIOS PRÓXIMOS

SAN TU ARIO DE LA VIRGEN DE H ERRERA

Pico de la Sierra de Herrera.

Foto:

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V iñ u a le s.

Este santuario se halla al sureste, en la zona más alta d e la Sierra del mismo nombre, a 1.349 metros de altitud ya en e l lím ite d e las p ro ­ vincias d e Zaragoza y Teruel. Ro­ dead o p o r un frondoso pinar y en­ cinar que cubre p o r com p leto la Sierra d e Herrera, el recinto hu­ mano cuenta con un buen acceso a través de un cam ino asfaltado que condu ce hasta la cumbre. La ermita se ed ificó en el año 1504 en e l mismo lugar don de según cuenta la tradición se apareció la V irg e n en una carrasca al ca rb o ­ nero Martín. Se cuenta que cuando la trasladaron al p u eb lo nueva­ m ente subió a las cumbres, hasta que decidieron dejar la im agen en el prim itivo lugar d e la aparición don de siguió obrando m ilagros. Los gozos de la V irg en d e Herrera son cantados el 8 d e septiem bre.

A n te n a s ju n to al s a n tu a r io de la V irg e n de H e rre ra .

Fo to : E. V iñ u a le s .

OTROS ESPACIOS PRÓXIMOS

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DIRECCIONES Y TELEFONOS DE INTERES. INFORMACIÓN PRÁCTICA

Ayuntamiento de Aguarón C/ Mayor, 1. Aguarón. Tel.: 976 62 03 83. Ayuntamiento de Almonacid de la Sierra C/ San José, 8. Almonacid de la Sierra. Tel.: 976 62 72 22. Ayuntamiento de Alpartir Casa del Lugar, 1. Alpartir. Tel.: 976 81 23 36. Ayuntamiento de Cariñena Plaza de España, 1. Cariñena. Tel.: 976 62 01 12. Ayuntamiento de Codos Barrio Alto, 2. Codos. Tel: 976 62 90 01. Ayuntamiento de Cosuenda Plaza de España, 1. Cosuenda. Tel: 976 62 70 81. Ayuntamiento de Encinacorba c / José Lacasa, 49. Encinacorba. Tel: 976 62 16 14. Ayuntamiento de La Almunia de Doña Godina Plaza de España, 1. La Almunia de Doña Godina. Tel.: 976 60 07 76. Ayuntamiento de Mainar Plaza Mártires, 1. Mainar. Tel.: 976 80 70 01. Ayuntamiento de Morata de Jalón c / Mayor Baja, 1. Morata de Jalón. Tel.: 976 60 50 18. Ayuntamiento de Ricla Plaza de España, 1. Ricla. Tel.: 976 60 61 41. Ayuntamiento de Santa Cruz de Grío Plaza Francisco Vicente, 1. Santa Cruz de Grío. Tel.: 976 60 98 45. Ayuntamiento de Tobed Plaza San Pedro, 11. Tobed. Tel.: 976 62 91 01. Comarca de la Comunidad de Calatayud Plaza de la Comunidad, 1. Calatayud. Tel.: 976 88 30 75. Comarca de Valdejalón Avda. María Auxiliadora, 2. La Almunia de Doña Godina. Tel.: 976 81 18 80. Comarca del Campo de Cariñena Avda. Goya, 23. Cariñena. Tel: 976 62 08 17. Comarca del Campo de Daroca C/ Mayor, 60-62. Daroca. Tel.: 976 54 50 30. Dirección General de Sostenibilidad Departamento de Agricultura, Ganadería y Medio Ambiente del Gobierno de Aragón. Plaza San Pedro Nolasco, 7. Zaragoza. Tel.: 976 71 40 00. Servicio Provincial de Desarrollo Rural y Sostenibilidad en Zaragoza Gobierno de Aragón. Edificio Pignatelli. Paseo María Agustín, s/n. Zaragoza. Tel.: 976 71 51 20.

DIRECCIONES Y TELÉFONOS DE INTERÉS

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Oficina Comarcal Agroambiental de Calatayud. Plaza de España, 1. Calatayud. Tel.: 976 35 69 80. Oficina Comarcal Agroambiental de Cariñena Avda. del Ejército, 34. Cariñena. Tel.: 976 79 30 03. Oficina Comarcal Agroambiental de La Almunia Avda. Corazón de Jesús, 11. La Almunia de Doña Godina. Tel.: 976 81 90 01.

OTRAS INSTITUCIONES Y ASOCIACIONES LOCALES Asociación Cultural Bajo Jalón. C/ La Cruz, 37. Ricla. Asociación Cultural y Medioambiental El Prau Plaza de España, 6. Almonacid de la Sierra. Asociación La Trascasa Santa Cruz de Grío. www.facebook.com/AsociacionLaTrascasa Asociación Medioambiental La Butrera C/ Casa del Lugar, 1. Alpartir. E-mail: [email protected] Centro de Estudios Bilbilitanos Puerta Terrer, s/n. Calatayud. Tel.: 976 88 55 28. Club BTT Algairén Plaza Jardín, 3. La Almunia de Doña Godina. www.clubbttalgairen.com Club Montaña Pirineos La Almunia C/ Luna, 12. La Almunia de Doña. Godina. Denominación de Origen Protegida Cariñena Camino de la Platera, 7. Cariñena. Tel.: 976 79 30 31. Ecologistas en Acción de Calatayud Antiguo Colegio Claretianos, local 114. C/ Fernández Ardavín, s/n. Calatayud. E-mail: [email protected] Federación Aragonesa de Espeleología Edificio Expo. Avda. de Ranillas, 101. Zaragoza. Tel.: 976 73 04 34. Federación Aragonesa de Montañismo C/ José Luis Albareda, 4, 4a. Zaragoza. Tel.: 976 22 79 71. Fedivalca Federación para el desarrollo integral de las comarcas de Valdejalón y del Campo de Cariñena. C/ Escuelas, 4. Épila. Tel.: 81 73 08. Grupo Muñecos Andarines de La Almunia Plaza de La Paz, 2, 1° C. La Almunia de Doña. Godina. Tel.: 636 57 92 21. Institución Fernando el Católico (IFC) Diputación Provincial de Zaragoza. Plaza de España, 2. Zaragoza. Tel.: 976 28 88 78. Plataforma Jalón Vivo C/ Calvario, 11. 50269 Chodes. Tel.: 639729676 https://jalonvivo.wordpress.com Ruta del Vino Campo de Cariñena Avda. Goya, 23. Cariñena. Tel.: 976 62 08 17. Senderistas Sierra Algairén Cosuenda. Tels.: 976 62 74 60 y 606 31 41 42. E-mail: [email protected]

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DIRECCIONES Y TELÉFONOS DE INTERÉS

RESTAURANTES Y ALOJAMIENTOS Alpartir Bar la Pista. C/ Obradores, 7. Tel.: 976 60 08 25. Bar Topaz. C/ Horno, 8. Tel.: 976 60 00 89. Bar Patricia Remiro. C/ Fuente, 7. Tel.: 976 81 32 82. Almonacid de la Sierra Albergue Municipal. Avda. de Cosuenda, s/n. Tel.: 625 11 13 72. Casa Rural Algairén. C/ Baja, 18. Tel.: 976 62 70 30. Casa Rural Lola. C/ Carmen, 11. Tels.: 976 62 74 75 y 649 90 58 00. http://www.casaruralzaragoza.com La Rinconada de la Sierra, Casa Rural. Plaza Aragón, 18 Tel.: 619 09 67 12. Mesón de los 20 platos. C/ San Isidro, 5, plaza de España. Tel.: 976 62 70 14. www.mesondelos20platos.com Santa Cruz de Grío Bar la Plaza. Pza. Francisco Vicente, s/n. Tel.: 658 78 79 68. Casa Rural Los Chinchanes. C/ Ramón y Cajal, 12. Tel.: 976 60 98 86 y 626 23 72 11. Tobed Bar. C/ San Pedro. Tel.: 976 62 91 89. Casa del Molino. Barranco de Valdeolivos, 10. Tel.: 976 82 88 68 www.casaelmolino.com Mesón Mudéjar. Restaurante. Calle Mayor, 17. Tel. 626 384 376 - 659 251 449. www.restaurantemudejar.es Codos Casa Conchita. C/ Costera, s/n. Tel.: 976 62 90 61y 699 81 05 04. Casa El Maestro. C/ Costera, 33. Tel.: 976 62 90 61y 699 81 05 04. Cosuenda Albergue Juvenil Salesiano Villa de Cosuenda. En la Sierra de Algairén. Tel.: 976 81 24 20. Cafetería La Unión. Paseo Los Platanos, s/n. Tel.: 976 62 74 27. Casa Rural La Fontanilla. C/ San Cristóbal, 3. Tel.: 620 50 80 83. Casa Rural Natura. C/ San Cristóbal, 14. Tel.: 976 62 74 48. www.casaruralnatura.es Casino de Cosuenda. C/ Eras Yermas, 2. Tel.: 976 62 73 83. Pensión Charo. C/ La Fuente, 5. Tel.: 976 62 72 57. Restaurante Los Bestias. Paseo Los Plátanos, 37. Tel.: 976 62 72 72. Aguarón Albergue Municipal El Santo. Paraje del Santo. Monte Carbonil. Tel.: 976 62 03 83. Bar Los Hermanos. C/ Cariñena, 7. Tel.: 976 62 06 02. Casa Rural El Hospital. C/ del Piquete, 40. Tel.: 976 62 03 83. www.casaruralelhospital.es Casa Rural El Zaguán. C/ Mayor, 5. Tel.: 976 62 08 27. www.casaelzaguan.es Casa Rural La Cabaneta. C/ El Cura, 1. Tel.: 976 81 31 58. Casino de Aguarón. C/ Olmos, s/n. Tel.: 976 62 04 19. Encinacorba Posada El Encinar. C/ Horno, 6. Tel.: 976 62 17 40 y 689 05 33 22. Casa Rural Camino del Grial. C/ José Lacasa, 57. Tel.: 615 47 16 82. La Almunia de Doña Godina Albergue Juvenil Ramón y Cajal. Avda. Laviaga Castillo, s/n. Tel.: 976 71 47 97. Hostal Habitaciones Alicia. Avda. Madrid, 5. Tel.: 976 60 06 02. Hotel Restaurante El Patio de Goya. Avda. Madrid, 6. Tel.: 976 60 10 37. www.hotelelpatio.es Hotel Restaurante La Bodega. Ctra. de Ricla, 43. Tel.: 976 81 26 96. www.hotelbodega.es

DIRECCIONES Y TELÉFONOS DE INTERÉS

381

Hotel Restaurante La Yesería. Ctra. N-II, km 269. Tel.: 976 60 62 62. Restaurante Aires de Aragón. Avda. Madrid, 12. Tel.: 976 81 33 32. www.airesdearagon.com Restaurante Asador La Viña. Avda. Madrid, 5. Tel.: 976 60 06 02. Restaurante Atalaya. Avda. Madrid, 12. Tel.: 976 81 20 40. Restaurante Casa Paco. Plaza de los Obispos, 3. Tel.: 976 81 34 80. Restaurante Las Ferias. Plaza Paz, 6. Tel.: 976 60 10 21. Restaurante Los Fogones. Plaza Paz, 13. Tel.: 976 81 17 63. Restaurante Mesón de la Ribera. Ctra. N-II, km 272. Tel.: 976 81 26 72. Restaurante Mesón Princesa. Autovía Zaragoza-Madrid, km 273. Polígono Cuesta. Tel.: 976 60 05 09. Restaurante Style 22. C/ Ortubia, 10. Tel.: 976 60 00 02. Cariñena Apartamentos Turísticos La Mazuela. Camino de la Platera, 11. Tel.: 619 75 03 79. www.la-mazuela.com Casa Rural Los Abetos. C/ de la Fuente, 3. Tel.: 648 10 51 02. Hotel del Vino. Ctra. N-330, km 449. Tel.: 976 79 31 64. http://hoteldelvinocarinena.com Hotel Restaurante Cariñena. Ctra. Valencia, 449. Tel.: 976 62 02 50. www.hotelcarinena.es Hotel Restaurante Casa Marzo. Avda. del Ejército, s/n. Tel.: 976 62 20 07. http://www.hostalcasamarzo.com Restaurante Asador Los Toneles. C/ San Valero, 1. Tel.: 976 62 11 45. Restaurante Care. Bodegas Care. Ctra. de Aguarón, 1. Tel.: 976 70 70 42. http://www.carewines.com Restaurante La Rebotica. C/ San José, 3. Tel.: 976 62 05 56. www.restaurantelarebotica.com Restaurante Royal. Plaza Alta, 1. Tel.: 693 70 13 55.

Dominio de Longaz.

382

Fo to : Ru ta d e l V in o de C ariñ e n a.

DIRECCIONES Y TELÉFONOS DE INTERÉS

OFICINAS DE INFORMACIÓN Y TURISMO Oficina de Turismo Comarcal del Campo de Daroca. C/ Mayor, n° 44, planta baja. Daroca. Tel.: 976 80 01 93. Oficina de Turismo de Calatayud Plaza del Fuerte, s/n. Calatayud. Tel.: 976 88 63 22 Oficina de Turismo de Cariñena Avda Ribo Lahoz, 2. Cariñena. Tel.: 976 62 08 97.

Vivienda de Turism o Rural en la Sierra de Algairén.

Fo to :

e.

V iñ u a ie s .

PARA VIAJAR Agreda Automóvil Autobuses a La Almunia de Doña Godina y a Cariñena. Estación Central de Delicias, de Zaragoza. Tel.: 902 49 06 90. Autocares Jiménez Autobuses a Cariñena. Estación Central de Delicias. Tel.: 902 49 06 90. Renfe Ferrocarril Zaragoza-Calatayud. Información y reservas. Tel: 902 24 02 02. Taxis en Cariñena Tels.: 976 62 02 88, 639 87 85 65 y 615 80 09 44. Taxis en La Almunia de Doña Godina Tels.: 629 29 57 64, 976 81 30 40, 609 49 36 96 y 659 91 77 76. Gasolinera de Alfamén.Tel.: 976 62 60 55.

DIRECCIONES Y TELÉFONOS DE INTERÉS

383

Gasolinera de Calatorao. Tel.: 976 60 77 26. Gasolinera de M ainar. Tel.: 976 80 70 19. Gasolineras de Cariñena. Tel.: 976 62 09 00 y 976 62 02 36. Gasolineras de La Almunia de Doña Godina.Tels.: 976 88 22 71, 976 81 26 90 y 976 81 18 71.

MUSEOS Y SERVICIOS TURÍSTICOS Casa del Gaitero Exposición de instrumentos de música popular. C/ del Cura, 8. Aguarón. Centro de Interpretación del Ferrocarril, el Tren del Vino C/ del Carmen, 59. Cariñena. Tel: 695 33 85 98. Centro de Interpretación del Río Jalón Antiguo convento de San Lorenzo. La Almunia de Doña Godina. Tel.: 976 60 00 76. Colección de cerámica José M aría Gimeno C/ Rafael Monares, s/n. Santa Cruz de Grío. Tel.: 976 60 98 86. Espacio Mudéjar, Mahoma Calahorri Palacio del Comendador, lonja, urbanismo e iglesia Mudéjar. Tobed. Tel.: 686 99 44 08. Museo de Arte Sacro Iglesia Parroquial Nuestra Señora de la Asunción. La Almunia de Doña Godina. Tel.: 976 60 09 81. Museo de la Naturaleza de Daroca Daroca. Tels.: 686 95 37 59 y 627 56 06 23.

Pared m udejar en Tobed.

384

Foto:

e.

V iñ u a le s.

DIRECCIONES Y TELÉFONOS DE INTERÉS

Museo de Pintura Contemporánea Marín Bosqued C/ Mayor, 1. Aguarón. Tel.: 976 62 03 83. Museo del Vino de la Denominación de Origen Cariñena Camino de la Platera, 7. Cariñena. Tel.: 976 79 30 31. Museo Etnográfico de Codos C/ San Blas, 64. Codos. Tel.: 976 62 91 83. Museo Parroquial de Tobed Iglesia de Santa María. Tobed. Tel.: 620 96 33 57. Museo Parroquial de Cariñena Plaza de la Iglesia, s/n. Cariñena. Tel.: 976 62 02 47. Plantaria Centro de Interpretación de las Plantas de la Sierra de Algairén. Plaza de España, 3. Cosuenda. Tel.: 976 62 70 81.

OTROS TELÉFONOS DE EMERGENCIAS Emergencias, SOS Aragón. Protección Civil. Tel.: 112. Guardia Civil, en Cariñena, Daroca, La Almunia de Doña Godina y Calatayud. Tel.: 062. Bomberos de Calatayud. Tel.: 976 88 33 59. Bomberos de Cariñena.Tel.: 976 62 03 17. Bomberos de La Almunia de Doña Godina. Tel.: 976 81 23 60. Centro de Salud de Calatayud. Paseo Cortes de Aragón, 29. Tel.: 976 88 55 43. Centro de Salud de Cariñena. Avda. Goya, s/n. Tel.: 976 62 10 26. Centro de Salud de Daroca. C/ Luciente, s/n. Tel.: 976 80 09 28. Centro de Salud de La Almunia de Doña Godina. Avda. Laviaga Castillo, 18. Tel.: 976 81 31 15. Centro de Salud de Morata de Jalón. Barranco de las Eras, s/n. Tel.: 976 81 81 24. Consultorio médico de Aguarón.Tel: 976 62 07 18. Consultorio médico de Almonacid de la Sierra. Tel: 976 62 70 68. Consultorio médico de Alpartir.Tel: 976 81 19 93. Consultorio médico de Codos. Tel: 976 62 91 40. Consultorio médico de Cosuenda.Tel: 976 62 70 65. Consultorio médico de Encinacorba. Tel: 976 62 16 90. Consultorio médico de M ainar. Tel: 976 80 71 94. Consultorio médico de Santa Cruz de Grío. Tel: 976 60 98 65. Consultorio médico de Tobed.Tel: 976 62 89 01. Hospital Ernest Lluch, de Calatayud.Tel.: 976 88 09 64.

DIRECCIONES Y TELÉFONOS DE INTERÉS

385

PÁGINAS WEB, BLOGS Y ENLACES DE INTERNET Agencia Estatal de Meteorología: www.aemet.es Aguarón: www.aguaron.es Almonacid de la Sierra: www.almonaciddelasierra.es Alpartir: www.alpartir.es Atlas de la Flora de Aragón: http://floragon.ipe.csic.es Blog de rutas y senderos: http://trekking3d.blogspot.com.es Cariñena: www.carinena.es Comarca de la Comunidad de Calatayud: www.comarcacalatayud.com Comarca de Valdejalón: www.valdejalon.es Comarca del Campo de Cariñena: www.campodecarinena.es Comarca del Campo de Daroca: www.comarcadedaroca.com Cosuenda: www.ayto-cosuenda.com Diputación Provincial de Zaragoza: www.dpz.es Espacios Naturales Protegidos de Aragón: www.rednaturaldearagon.com Foresta Algairén: http://forestaalgairen.blogspot.com.es Fotografías de flora de la Sierra de Algairén. Naturaleza y poesía: http://naturalezaypoesia.es/floradealgairen Gobierno de Aragón: www.aragon.es Instituto Geográfico Nacional. Mapas digitales y ortofotos. www.ign.es/iberpix2/visor La Almunia de Doña Godina: www.laalmunia.es Rutas por Sierra Algairén: https://senderistassierraalgairen.wordpress.com Rutas senderistas en internet: www.wikiloc.com Santa Cruz de Grío: www.santacruzdegrio.es Senderos de Aragón: senderos.turismodearagon.com Sociedad Española de Ornitología, SEO/BirdLife: www.seo.org Tobed: www.tobed.es Turismo de Aragón: www.turismodearagon.com Turismo de Zaragoza: www.turismodezaragoza.es Turismo Rural de Aragón: www.ecoturismoaragon.com

Gato urbano en un pueblo de la sierra. F oto: E. V iñ u a le s.

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DIRECCIONES Y TELÉFONOS DE INTERÉS

INFORMACIÓN PRÁCTICA, CONSEJOS La Sierra d e A lga irén es un tesoro vivo, un Patrimonio Natural que hemos heredado y que d ebem os mantener en buen estado de conservación para futuras generaciones. Esta guía te perm itirá conocerla m ejor y te ayudará a penetrar en todos sus rincones, p ero no olvid es com prom eterte con la defensa del m ed io natural y mantener siem pre una actitud de respeto hacia sus paisajes, su fauna y su flora.

Las protagonistas del cam ino.

F oto:

e.

V iñ u a le s,

Durante tu estancia en la Sierra d e A lga irén recuerda: •

N o abandones ni entierres la basura. Llévatela a donde haya servicio de recogida.



Cuidado con el fuego. N o enciendas nunca ni arrojes colillas. Recuerda el grave p e lig ro que supone un descuido en una sierra m editerránea com o es esta.



Camina p o r los senderos trazados. Los atajos rom pen la traza d el ca­ mino y contribuyen a la erosión d el suelo. Si vas en BTT no salgas de las pistas y caminos anchos.

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INFORMACIÓN PRÁCTICA



C ierra las puertas, verjas, barreras, puertas de cabaña, etc., que te en­ cuentres p o r el campo, para im pedir que entre o salga el ganado u otros animales.



Cruza siem pre las tierras d e labranza p o r los senderos. N o pises nunca los sem brados. N o cojas en los cam pos y los árboles frutales lo que no es tuyo.



Los perros, p o r norma, d eb en ir atados para que ni m olesten ni asusten al ganado o animales libres.



Respeta y cuida las fuentes, ríos y dem ás cursos d e agua. N o viertas en ellos jabones, detergentes, productos contaminantes ni residuos.



N o conviertas la Naturaleza en un taller, cam biando el aceite o lavando el coch e en cualquier acequia.



N o arranques nunca flores ni ramas, así todos disfrutaremos d e ellas. Respeta nidos y m adrigueras.



N o acam pes p o r libre. Y respeta los lugares d e acampada.



Los vehículos de m otor son para desplazarse en carretera. N o circules con ellos p o r pistas forestales. N o rompas con el ruido la paz d el cam po ni provoques a la Naturaleza.

INFORMACIÓN PRÁCTICA

389

BIBLIOGRAFÍA - Alfarería popular aragonesa. María Isabel Álvaro Zamora. Libros Pórtico. Zaragoza, 1980. - Atlas Digital de la Flora de Aragón. Varios autores. Gobierno de Aragón, Instituto Pirenaico de Ecología. En Internet. - Árboles singulares de Valdejalón. Roberto Del Val. Comarca de Valdejalón. Zara­ goza, 2007. - Campo de Cariñena. Col. Red Natural de Aragón, 25. Fernando Tallada (coord.). Prames y Gobierno de Aragón. Zaragoza, 2008. - Campo de Daroca. Col. Red Natural de Aragón, 24. Pablo V icente (coord.). Prames y Gobierno de Aragón. Zaragoza, 2008. - Cariñena. Antón Castro. Denominación de Origen Protegida Cariñena. Zaragoza, 2012. - Claves ilustradas de la flora del País Vasco. Varios autores. G obierno Vasco. Vitoria, 2000. - Comunidad de Calatayud. Col. Red Natural de Aragón, 17. Juan José Verón (coord.). Prames y Gobierno de Aragón. Zaragoza, 2007. - Convento de San Cristóbal. Cuadernos botánicos de Valdejalón, 1. Roberto Del Val. Comarca de Valdejalón. Zaragoza, 2007. - Cuadernos de paleontología aragonesa, n°3. Paleontología en Ricla. Varios autores. Asociación Cultural Bajo Jalón. Ricla, 2005. - Del Huerva al Jalón. Varios autores. Fedivalca. Zaragoza, 2014. - El Ordovícico de los alrededores de Alpartir, cadenas Ibéricas Orientales; NE de España. Enrique Villas. Boletín Sociedad G eológica Mineral. Bretaña, 1980. - Enciclopedia de las aves de España. SEO/BirdLife. Madrid, 2008. - Flora y vegetación de las Sierras de Herrera, Cucalón y Fonfría. Naturaleza en Ara­ gón, 4. Javier Ferrer Plou. Gobierno de Aragón. Zaragoza, 1993. - Flora. Enciclopedia Temática de Aragón. Pedro Montserrat. Ediciones Moncayo. Zaragoza, 1988. - Fontellas. Cuadernos botánicos de Valdejalón, 4. Roberto Del Val. Comarca de Valdejalón. Zaragoza, 2007. - G eología de Aragón: rocas y fósiles. Eladio Liñán y Leandro Sequeiros. Guara Edi­ torial. Zaragoza, 1978. - Guía del naturalista de Valdejalón. Eduardo Viñuales y Roberto Del Val. Comarca de Valdejalón. Zaragoza, 2014. - Guía de los insectos de Europa. Michael Chinery. Omega. Barcelona, 2001. - Itinerarios geológicos por Aragón. Javier San Román (coord.). Prames. Zaragoza, 2009. - La naturaleza en los paisajes de la Celtiberia. Fernando Herrero Loma. Adir, Iberkeltia. Zaragoza, 2013.

390

BIBLIOGRAFÍA

- La Sierra de Algairén, aroma a bosque y a vino. Carlos Muñoz. Revista La magia de Viajar por Aragón, 54. Zaragoza, 2009. - Los botánicos aragoneses. Cai 100, n° 4. Vicente Martínez tejero. Caja de Ahorros de la Inmaculada. Zaragoza, 1998. - Los nombres de Aragón. Pascual Miguel Ballestín y Agustín Ubieto. Edita Heraldo de Aragón. Zaragoza, 2011. - Mamíferos de España. Juan Carlos Blanco. Geo Planeta. Barcelona, 1998. - Mapa G eológico de España, La Almunia de Doña Godina. Escala 1:50.000. Minis­ terio de Industria y Energía. Madrid, 1980. - Minerales de Aragón. Miguel Calvo. Prames. Zaragoza, 2008. - Naturalistas aragoneses. Biblioteca Aragonesa de Cultura. Vicente Martínez Tejero. Zaragoza, 2005. - Otoño. Robledal de Mosomero. Revista Grandes Espacios, 225. Eduardo Viñuales. Madrid, 2016. - Quercus petraea en la Sierra de Algairén. Actas del IV Encuentro de Estudios Bilbilitanos. Alfredo Martínez Cabeza. Institución Fernando el Católico. Calatayud, 1997. - Recorrido desde La Almunia de Doña Godina a Almonacid de la Sierra y Alpartir, a través del patrimonio geológico y minero de la com arca de Valdejalón. Ro­ deno, 16, revista de Geología Aragonesa. Josep M. Mata-Perelló y otros auto­ res. Zaragoza, 2013. - Rutas BTT por Valdejalón. Adán Martínez Garbayo. Comarca de Valdejalón. Zara­ goza, 2010. - Sistema Ibérico zaragozano. Sendero de Gran Recorrido GR-90 2a fase. Federación Aragonesa de Montañismo y Prames. Zaragoza, 1994. - Toponimia mayor de Aragón. Ciudades, villas, lugares, aldeas, ríos, montañas y te­ rritorios. Pascual Miguel Ballestín. Edita Institución Fernando el Católico, Di­ putación de Zaragoza. Zaragoza, 2015. - Un jardín entre viñedos. Carmen Santos. Grijalbo. Barcelona, 2016. -V aldejalón, caminos y paisajes. Comarca de Valdejalón. Zaragoza, 2005. -Valdejalón. Col. Red Natural de Aragón, 31. Raquel Egea y Judit Villén (coord.). Pra­ mes y Gobierno de Aragón. Zaragoza, 2010.

BIBLIOGRAFÍA

391

La atardecida se perfila e incendia los campos y los cielos.

Foto:

e.

Viñ u ale s.

“Yo quiero ser un lobo y vivir en una tierra no contaminada, y cantaría a la luna por la felicidad infinita de vivir en un mundo así”

Félix Rodríguez de la Fuente

LISTADO DE ESPECIES DE FAUNA DE LA SIERRA DE ALGAIRÉN Nombre común

Nombre científico

Nombre común

Nombre científico

AVES

C rrrrc a rabilarga

Sylvia undata

A b ejarrco

M erops apiaster

Sylvia communis

A b rb illr

Upupa epops

C rrrrc a zarcera Chochín

Acentor común

Prunella modularis

Chotacabras grin

Caprimulgus

A g rte rd o r común Á g r ilc crleb rerc Á g r ilc perdicerc Á g r ilc recl

Certhia brachydactila

Chotacabras crellirojo

Caprimulgus ruficolis

Chova p iqrirroja

Pyrrhocorax

Escribano montesino

Emberiza cia

Escribano soteño

Emberiza cirpus

Esmerejón

Falco columbarius

Estornino negro

Stornus unicolor

Estornino pinto Garza real

Ardea cinerea

Gavilán

Accipiter nisus

Golondrina común

Hirundo rupestris

Gorrión común

Passer domesticus

Gorrión chillón

Petronia petronia

Gorrión molinero

Passer montanus

Grajilla Halcón abejero

Pernis apivorus

Hirundo rupestris

Halcón peregrin o

Falco peregrinus

Accipiter gentilis

H errerillo común

Parus caeruleus Parus cristatus

Circaetus gallicus Hieraetus fasciatus Aquila chrysaetos

A g r ilillr cclzcdc Alondra común Alcaraván

Alauda arvensis

A lc rrd ó n común

Lanius excubitor

Alcard ón real

Lanius senator

Alcotán

Falco subbuteo

Alim oche

Neophron

Ánade real

Anas platyrhynchos

Hieraetus pennatus Burbinus oedicnemus

percnopterus

Andarríos chico

Tryga hypoleuca

Arrendajo

Garrulus glandarius

Artillo Avión común Avión roqrero Azor

Otus scops Delichon urbica

Troglodites troglodites europaeus

pyrrhocorax

Stornus vulgaris

Corvus monedula

Búho real Búho chico Britre leonado

Buteo buteo

H errerillo caprchino

Asio otus Gyps fulvus

Jilgrero Lavandera blanca

Motacilla alba

Calandria

Melanocorypha

Lavandera c a s c a d e ^

Motacilla cinerea

Lechrza

Tyto alba

bimaculata

Carduelis carduelis

Cárabo Carbonero común Carbonero garrapinos

Strix aluco

Lrgano

Carduelis spinus

Parus major

Martín pescador

Alcedo athis

Parus ater

Mirlo común

Turdus merula

Cernícalo vrlg a r

Falco tinnunculus

Aegythalos caudatus

Cigüeña

Ciconia ciconia

Mito M ochrelo

Codorniz

Coturnix coturnix

M osqritero común

Phylloscopus collybita

N ú grjcd c C olirrojo tizón NúUclbc grin Collalba negra

Galerida cristata

Oropéndola

Oriolus oriolus

Phoenicurus ochruros

Columba livia

Oenanthe oenanthe

Paloma bravia Paloma torcaz

Oenanthe leucura

Paloma zrrita

Columba oenas

NúUclbc rrbia Corneja Críalo

Oenanthe hispanica

Papamoscas cerrojillo

Muscicapa hypoleuca

Corvus corone corone

Papamoscas gris

Muscicapa striata

Clamator glandarius

Pardillo común

Corduelis cannabina

Corneja

Corvus corone

Perdiz común

Perdix perdix

C rc o

Cuculus canorus Corvus corax

Petirrojo Picapinos

Erithacus rubecula

C re rvo C rrrrc a cabecinegra C rrrrc a capirotada C rrrrc a c a r r a s q ^ ^

Sylvia melanocephala

Picogordo

Coccothraustes

Pinzón v rlgar

Fringilla coelebs

Sylvia atricapilla Sylvia cantillans

Althene noctua

Columba palumbus

Deudrocopus m ejor coccothraustes

LISTADO DE ESPECIES DE FAUNA

395

Nombre común

Nombre científico

Nombre común

Nombre científico

Piquituerto

Loxia corvirostra

Rata común

Rattus norvegicus

Rata d e agua

Arvicola sapidus

Pito real

Picus viridis

Ratón casero

Mus musculus

Polla de agua

Gallínula chloropus

Ratón d e campo

Apodem us sylvaticus

Ratonero común Reyezuelo listado

Buteo buteo Montícola saxatilis

Tejón Topillo

M eles meles

Roquero rojo Roquero solitario

Montícola solitarius

Ruiseñor bastardo

Cettia cetti

Turón

Mustela putorius

Ruiseñor común

Luscinia

Zorro común

Vulpes vulpes

Regulus ignicapillus

Microtus duodecimcostatus

megarrhyncha

Tarabilla común

Saxicola torcuata

Torcecuello

Jinx torquilla

Tórtola común

Streptopelia turtur

Tórtola turca

Streptopelia decaocto

Totovía Triguero Treparriscos Urraca

Pica pica

Vencejo común Verdecillo Verderón común Zarcero común

Hippolais polyglotta

Eslizón ibérico

Chalcides bedriaga

Zorzal alirrojo

Turdus iliacus

Lagartija colilarga

Psammodromus

Zorzal común

Turdus philomelos

Zorzal charlo

Turdus viscivorus

Lagartija cenicienta

Psammodromus

Zorzal real

Turdus pilaris

Lagartija ibérica

Podarcis hispanica

Lagarto ocelado

Lacerta lepida

Salamanquesa común Víbora hocicuda

Tarentola mauritanica

Culebra bastarda

Malpolon

Lullula arborea

Culebra de collar

Natrix natrix

Emberiza citrinella

Culebra de escalera

Elaphe scalaris

Tichodroma muraria

Coronella austriaca

Apus apus

Culebra lisa europea Culebra lisa meridional Culebra viperina

Serinus serinus

Culebra de herradura

Coluber hippocrepis

Carduelis chloris

Culebrilla ciega

Blanus cinereus

MAMÍFEROS Cabra montés

Capra pyrenaica

Comadreja C onejo

Mustela nivalis

Corzo

Capreolus capreolus

Erizo

Erinaceus europaeus

Garduña Gato montés

Martes foina

Gineta

Genetta genetta

Jabalí

Sus scrofa

Liebre

Lepus europaeus

Lirón careto

Elyomis quercinus

M urciélago de

Rhinolopus

herradura M urciélago

Rhinolophus

Oryctolagus cuniculus

Felis silvestris

ferrumequinum

mediterráneo

euryale -

d e herradura M urciélago ratonero grande

Myotis myotis

M urciélago troglodita

Miniopterus schreibersi

Musaraña

Crocidura russula

Rata campestre

Rattus rattus

396

REPTILES

LISTADO DE ESPECIES DE FAUNA

monspessulanus

Coronella girondica Natrix maura

algirus hispanicus

Vipera latasi

ANFIBIOS Rana común Sapo común Sapo corredor

Rana perezi

Sapo partero Tritón jaspeado

Alytes obstetricans

Bufo bufo Bufo calamita Triturus marmoratus

PECES Alburno Barbo común Barbo colirrojo

Alburnus alburnus

Bermejuela Carpa

Chondrostoma arcasii

Madrilla

Chondrostoma miegii

Gambusia

Gambusia holbrooki

G obio Tenca Anguila

G obio lozanoi

Barbus graellsii Barbus haasi Cyprinus carpio

Tinca tinca Anguilla anguilla

Nombre común

Nombre científico

ALGUNOS INSECTOS Y OTROS INVERTEBRADOS CRUSTÁCEOS Cangrejo americano

Procambarus clarkii

Cangrejo común

Austropotamobius pallipes pallipes

Nombre común

Nombre científico

Ajedrezada menor Lobito listado

Pyrgus malvae Pyronia batsheba

Dorada línea larga Punta naranja Hollín

Thymelicus sylvestris Zegris eupheme

Insecto de Santa Teresa Podalirio

Mantis religiosa

Araña tigre

Argiope bruennichi

Esfinge colibrí

Macroglossum

Esfinge de la calavera Chinche rayado

Acherontia atropos

Gran pavón nocturno Avispón Mariquita

Saturnia pyri

ALGUNOS INSECTOS

stellatarum Anthocharis belia

Mariposa aurora o musgosa

Anthocharis cardamines

Blanca d el majuelo Mariposa pintas ocres Nacarada

Argynnis paphia

Blanquita de la col

Artogeia rapae

Ascaláfido

Ascalaphus

Aporia crataegi Arethusana arethusa

libelluloides

Rey moro

Brintesia circe

Medioluto ines Medioluto norteña

Melanargia ines

Medioluto ibérica Acceitera común

Melanargia lachesis

Doncella mayor Doncella común

Melitaea p h oebe

Macaón Azul de Escher

Papilio machaon

Melanargia galathea M eloe majalis Melitaea athalia Polyommatus escheri H b

Á g u ila re a l.

Iphiclides podalirius

Graphosoma lineatum Megascolia maculata Coccinella septempunctata

Avispa Escarabajo rinoceronte Grillo topo Tarántula Grillo campestre A b eja Saltamontes de alas azules Araña cangrejo Ícaro Procesionaria

Vespula vulgaris Oryctes nasicornis Gryllotalpa grillotalpa Lycosa tarantula Gryllus campestris Apis mellifera Oedipoda caerulescens Thomisus onustus Polymmatus icarus Taudomethopea pytiocampa

Vanesa Pavo real

Vanesa atalanta Inachis io

Foto: F. T a lla d a .

LISTADO DE ESPECIES DE FAUNA

397

LISTADO DE ESPECIES DE FLORA DE LA SIERRA DE ALGAIRÉN Por Alfredo Martínez Cabeza, botánico (* )

PTERIDÓFITOS EQUISETÁCEAS

Equisetum arvense L. Equisetum ram osissim um Desf. ADIANTACEAE

Adiantum capillus-veneris L. ASPLENIACEAE

Asplenium adianthum-nigrum L. Asplenium billotii F.W. Schultz Asplenium foreziense Le Grand Asplenium petrarchae (Guerreen) DC. Asplenium ruta-m uraria L.

CUPRESACEAE

Juniperus communis L. Juniperus oxicedrus L. Juniperus phoenicea L. EPHEDRACEAE

Ephedra fragilis Desf. PINACEAE

Pinus halepensis Miller Pinus nigra J.F. Arnold Pinus pinaster Aiton Pinus pinea L. Pinus sylvestris L.

Asplenium trichomanes L. Asplenium septentrionale (L.) Hoffm. Ceterach officinarum W illd.

ANGIOSPERMAS DICOTILEDÓNEAS

SINOPTERIDACEAE

Cheilanthes acrosticha (Balb.) Tod. Cheilanthes hispanicaMett.

ACERACEAE

A cer monspessulanus L.

Cheilanthes m aderensis Lowe Cheilanthes tinaei Tod. Notholaena marantae (L.) Desv. ATHYRACEAE

Cystopteris fragilis (L.) Bernh.

AMARANTHACEAE

Amaranthus blitoides S. Watson. Amaranthus deflexus L Amaranthus hybridus L. Amaranthus muricatus (M oq.) Hier. Amaranthus retroflexus L.

POLYPODIACEAS

Polypodium cam bricum L. Polypodium interjectum Shivas Polypodium vulgare L. ASPIDIACEAE

Polystichum lonchitis (L.) Roth.

ANACARDIACEAE

Pistacia lentiscus L. Pistacia x saportae Burnat Pistacia terebinthus L. APOCINACEAE Vinca difform is Pourr.

PTERIDACEAE

Pteridium aquilinum (L.) Kunhn

( * ) Plantas vistas y recolectadas en la Sierra de Algairén que han sido depositadas en el Herbario de Jaca y en el del Jardín Botánico de Valencia. Con las aportaciones de Daniel Gómez, Gonzalo Mateo, J.M. Carreras, Nuria Mercadal, José M iguel Tabuenca, V. Calvin A. Segura, Roberto D el Val, J. A. Alejandre, F. Bernal y Javier Gutiérrez.

LISTADO DE ESPECIES DE FLORA

399

ARALIACEAE

Legousia castellana (Lange) Samp.

Hederá helix L.

Legousia hybrida (L.) Delarbre

ARISTOLOCHIACEAE

CANNABACEAE

Aristolochia paucinervis Pomel

Humulus lupulus L.

Aristolochia pistolochia L. CAPRIFOLIACEAE ASCLEPIDACEAE

Lonicera etrusca Santi

Cynanchum acutum L.

Lonicera hispanica

Vincetoxicum hirundinaria Medicus

Lonicera im plexa Aiton

Vincetoxicum nigrum (L) Moench

Sambucus ebulus L.

BETULACEAE

Viburnum lantana L.

Sambucus nigra L. Corylus avellana L. CARIOPHYLLACEAE BORAGINACEAE

A grostem m a githago L.

Anchusa arvensis (L) Bieb.

A renaria leptoclados (Rchb.) Guss.

Anchusa azurea M iller

A renaria modesta Dufour

Anchusa undulata L.

A renaria serpyllifolia L.

A sperugo procum bens L.

Bufonia tenuifolia L.

Buglossoides arvensis (L) Johnston

Cerastium arvense L.

Buglossoides purpureocoerulea

Cerastium brachypetalum N.H.F.

Cynoglossum cheirifolium L.

Cerastium gracile Dufour

Cynoglosum creticum Miller

Cerastium perfoliatum L.

Echium asperrim um Lam.

Cerastium pum illum Curtis

Echium plantagineum L.

C orrigiola telephiifolia Pourret

Echium vulgare L.

C ucubalus baccifer L.

Heliotropium europaeum L.

Dianthus brachyanthus subsp. hispanicus

Lappula squarrosa (Retz.) Dumort.

(Asso)

Lithodora fruticosa (L) Griseb.

Dianthus brachyanthus

Lithosperm um officinale L.

Dianthus lusitanus Brot.

Myosotis discolor Pers.

*G ypsophila strutium subsp. hispanica (W iik.)

Myosotis ram osissim a Rochel

G. López

Myosotis stricta Link

H erniaria cinerea DC.

Neatostema apulum (L) Johnston

H erniaria fruticosa L.

Nonea micrantha Boiss & Reuter

H erniaria scabrida Boiss

Om phalodes linifolia (L) Moench

Holosteum umbellatumn L.

CACTACEAE

M inuartia hybrida (W ill) Schischk.

Opuntia m axim a Miller

Paronychia argentea Lam.

M inuartia campestris L.

Paronychia capitata (L) Lam. CALLITRICHACEAE Callitriche stagnalis Scop.

Petrorhagia nanteuilii (Burnat) P.W. Ball & Heywood Polycarpon tetraphyllum L.

CAMPANULACEAE

Saponaria glutinosa M. Bieb.

C am panula erinus L.

Saponaria ocymoides L.

C am panula glom erata L.

Saponaria officinalis L.

C am panula lusitanica L.

Scleranthus annus L.

C am panula rapunculus L.

Silene colorata Poiret

C am panula rotundifolia L.

Silene conica L.

Jasione crispa (Pourr.) Samp.

Silene conoidea L.

Jasione montana L.

Silene latifolia Poiret

400

LISTADO DE ESPECIES DE FLORA

Silene legionensis Lag.

COMPOSITAE

Silene m ellifera Boiss. & R erter

Achillea ageratum L.

Silene m uscipula L.

Achillea m illefolium L.

Silene nocturna L.

Achillea odorata L.

Silene nutans L.

Anacyclus clavatus (Desf.) Pers.

Silene otites (L) W ib el

A ndryala integrifolia L.

Silene ru bella L.

A ndryala ragusina L.

Silene vulgaris (Moench) Garke

Anthemis arvensis L.

Spergula pentandra L. Spergularia diandra (G rss.) Boiss. Spergularia rubra (L.) J.Presl & C. Presl Stellaria m edia (L.) Vill. Telephium im perati L. Vaccaria hispanica (M iller) Rarsch. Velezia rigid a L.

Anthemis cotula L. Arctium minus (Hill) Bernh. A rtem isia campestris L. A rtem isia herba-alba Asso Aster aragonensis Asso Aster squamatus (Sprengel) Hieron. Atractylis cancellata L. Atractylis humilis L. Bellis perennis L.

CHENOPODIACEAE

Bidens frondosa L.

Atriplex patula L.

Bidens subalternans D.C.

Atriplex rosea L.

Bom bycilaena erecta (L) Smolj.

B assia postrata (L) G. Beck

C alendula arvensis L.

B assia scoparia Voss

C alendula officinalis L.

Chenopodium album L.

Carduus pinnocephalus

Chenopodium am brosoides L.

Carduus tenuiflorus Crrtis

Chenopodium botrys L.

Carlina corym bosa L.

Chenopodium foliosum Asch.

Carlina vulgaris L.

Chenopodium multifidum L.

Cartham us lanatus L.

Chenopodium m urale L.

*Catananche caerulea L.

Chenopodium vulvaria L.

Centaurea alba (L) srbsp. Latronus Par

Salsola kali L.

Centaurea aspera L.

Salsola verm iculata L.

Centaurea calcitrapa L. Centaurea cephalariifolia Willk.

CISTACEAE

Cistus albidus L. Cistus ladanifer L. Cistus laurifolius L. Cistus salvifolius L. Fum ana ericifolia Wallr. Fum ana thymifolia (L) Spach Halim ium viscosum (W illk) P. Silva Helianthemum canum (L.) Hornem. Helianthemum cinereum srbsp. rotundifolium (Drnal) Grert. & Brrd .

Centaurea cyanus L. Centaurea lingulata Centaurea linifolia L. Centaurea melitensis L. Centaurea ornata W ild. Centaurea pinnata Par in Vicioso C ham am elum nobile (L.) All. Chondrilla juncea L. Cichorium intybus L. C irsium arvense (L) Scop. C irsium eriophorum (L.) Scop. Srbsp. eriophorum

Helianthemum hirtum (L) Miller

C irsium pyrenaicum (Jacq.) All.

Helianthemum salicifolium (L)

Conyza canadensis (L.) Cronq.

Miller

Cotula aurea Loefl.

Helianthemum syriacum (Jacq) Drm.

Crepis capillaris (L) Wallr.

Helianthemum violaceum (Cav.)

Crepis foetida L.

Pers.

Crepis pulchra L.

T uberaria guttata (L.) Forrr.

Crepis vesicaria srbsp. taraxacifolia (Thrill.) Thell.

LISTADO DE ESPECIES DE FLORA

401

Crupina vulgaris Pers.

Santolina cham aecyparissus L.

C ynara cardunculus L.

Scolymus hispanicus L.

C ynara scolymus L.

Scorzonera angustifolia L.

Echinops ritro L.

Scorzonera laciniata L.

Erigeron acer L.

Senecio aquaticus Hill erraticus (Bertol.)

Dittrichia viscosa (L.) Greuter

Tourlet

Filago m inim a (Sm.) Pers.

Senecio doria L.

Filago pyram idata L.

Senecio gallicus Chaix

G naphalium luteo-album L.

Senecio jacobaea L.

Hedypnois cretica (L) Dum.-Courset

Senecio minutus (Cav.) D.C.

Helichrysum italicum (Roth) G. Don fil subsp

Senecio viscosus L.

serotinum (Boiss.) P. Fourn

Senecio vulgaris L.

Helichrysum stoechas (L) Moench.

Silybum m arianum (L.) Gaertner

Hieracium am plexicaule L.

Solidago virga-aurea L.

Hieracium c f cym iferum

Sonchus oleraceus L.

Hieracium glaucinum Jordan

Sonchus tenerrimus L.

Hieracium schmidtii Tausch

Staehelina dubia L.

Hypochoeris radicata L.

Tanacetum corym bosum (L.) Schultz Bip.

Inula conyza D.C.

corym bosum

Inula helenioides D.C.

Taraxacum officinale L

Inula montana L.

Taraxacum obovatum (W illd.) D.C.

Jasonia glutinosa (L) DC.

Tolpis barbata (L.) Gaertner

Jasonia tuberosa (L.) D.C.

Tragopogon dubius Scop.

Lactuca saligna L.

Tragopogon porrifolius L.

Lactuca serriola L.

Urosperm um picroides (L) Scop.

Lactuca tenerrim a Pourret

Xanthium spinosum L.

Lactuca vim inea (L.) F.W. Schmidt

Xanthium strum arium L.

Lapsana com m unis L.

Xeranthemum inapertum (L) Miller

Launaea fragilis (Asso) Pau Launaea pum ila (C av) O.Kuntze

CONVOLVULACEAE

Leontodon longirrostris (Finch &

Calystegia sepium (L) R. Br.

P.D. Sell) Talavera

Convolvulus althaeoides L.

Leucam them opsis pallida (M ill.) Heywood

Convolvulus arvensis L.

Leucanthemum pallens (J.Gay) D.C.

Convolvulus cantabrica L.

Leuzea conifera (L) DC.

Convolvulus lanuginosus Desr.

M antisalca salm antica (L.) Briq. &

Convolvulus lineatus L.

Cavill.

*Cuscuta epithymum (L.) L., Am oen

Onopordon acanthium L.

Cuscuta approximata Bab.

Pallenis spinosa (L) Cass.

Ipom oea purpurea (L.) Roth

Phagnalon rupestre (L) DC. Phagnalon saxatile (L) Cass.

CRASSULACEAE

Phagnalon sordidum (L) Reich.

Pistorinia hispanica (L.) DC.

Picnomon acarna (L.) Cass.

Sedum acre L.

Picris echioides L.

Sedum album L.

Picris hispanica (W illd ) P.D. Sell

Sedun am plexicaule DC.

Pilosella anchusoides Arv.-Touv.

Sedum brevifolium DC.

Pilosella castellana (Boiss& Reuter) F.W.

Sedum caespitosum (Cav.) DC.

Pilosella officinarum F.W. Schultz

Sedum dasyphyllum L.

& Schultz Bip.

Sedum forsteranum Sm.

Pilosella tardans Peter

Sedum sediform e (Jacq.) Pau

Pulicaria dysenterica (L.) Bernh.

Um bilicus rupestris (Salisb.) Dandy

Rhagadiolus edulis Gaertner

402

LISTADO DE ESPECIES DE FLORA

CORNACEAE

Sisym brium laxiflorum Boiss.

Cornus sanguínea L.

Sisym brium officinale (L.) Scop.

CRUCIFERAE

Sisym brium runcinatum Lag.

A lliaria petiolata Cavara & Grande

Teesdalia coronopifolia (J.P. Bergeret) Thell.

Alyssum alyssoides (L) L.

Thlaspi perfoliatum L.

Sisym brium orientale L.

Alyssum granatense Boiss & Reuter Alyssum montanum L.

CUCURBITACEAE

Alyssum linifolium Willd.

Bryonia dioica Jacq.

Alyssum serpyllifolium Desf.

Ecballium elaterium (L) A. Richard

Alyssum sim plex Rudolphi Arabidopsis thaliana (D.C.) Heynh.

DIPSACACEAE

Arabis auriculata Lam.

Cephalaria leucantha (L) Roem er & Schultes

Arabis parvula Dofour

Dipsacus fullonum L.

Aravis verna (L.) R. Br.

Knautia arvensis (L.) Coult.

B arbarea vulgaris R. Br.

Knautia purpurea (Vill.) Borbás

Biscutella auriculata L.

Lom elosia stellata (L.) Raf.

Biscutella bilbilitana G.Mateo & M.

Scabiosa atropurpurea L.

B. Crespo

Scabiosa colum baria L.

Brassica napus L. Calepina irregularis (Asso) Thell.

ELEAGNACEAE

Cam elina m icrocarpa Andrz.

Eleagnus angustifolia L.

Capsella bursa-pastoris (L) Medicus Cardam ine hirsuta L.

ERICACEAE

Clypeola johnthlaspi L.

C alluna vulgaris (L.) Hull.

Coincya monensis (L.) Greut. & Bur.

Erica arborea L.

Descurainia sophia (L.) W ebb

Erica scoparia L.

Diplotaxis erucoides (L) DC. Diplotaxis virgata (Cav.) DC.

EUPHORBIACEAE

Erophila verna (L) Besser

Cham aesyce canescens (L) Prokh. subsp.

Eruca vesicaria (L.) Cav.

canescens

Erucastrum nasturtiifolium (Poiret)

Euphorbia characias L.

O. E. Schulz

Euphorbia exigua L

Erysim um m ediohispanicum Polatschek

Euphorbia falcata L.

Hormatophylla lapeyrousiana (Jordan)Küpfer

Euphorbia flavicom a DC.

Horm atopylla spinosa (L) Küfer

Euphorbia helioscopia L.

Hornungia petraea (L) Rchb.

Euphorbia hirsuta L.

Isatis tinctoria L.

Euphorbia minuta Loscos & Pardo

Lepidium campestre (L) R. Br.

Euphorbia nicaeensis All.

Lepidium draba L.

Euphorbia peplus L

Lepidium gram inifolium L.

Euphorbia segetalis L.

Lepidium latifolium L.

Euphorbia serrata L.

Lunaria telekiana

Euphorbia sulcata De Lens

M alcom ia africana (L) R. Br.

M ercurialis huetii Hanry

Matthiola fruticulosa (L.) Maire

M ercurialis tomentosa L.

M oricandia arvensis (L) DC. Rorippa nasturtium-aquaticum (L)

FAGACEAE

Hayek

Castanea sativa Mill.

Rorippa pyrenaica (All.) Rschb.

Quercus coccifera L.

Sinapis arvensis L.

Quercus faginea Lam.

Sisym brium contortum

Quercus ilex subsp. rotundifolia (Lam.)

Sisym brium irio L.

Schwartz

LISTADO DE ESPECIES DE FLORA

403

Quercus petraea (Matt.) Liebl.

Lavandula pedunculata Cav.

Quercus suber L.

Lycopus europaeus L.

Quercus x salcedoi C. Vicioso

M elissa officinalis L. M arru biu m alysson L.

FRANKENIACEAE

Frankenia pulverulenta L.

M arru biu m supinum L. M arru biu m vulgare L. Mentha cervina L.

GENTIANACEAE

Mentha longifolia (L.) Hrdson

Blackstonia perfoliata (L.) Hrdson

Mentha pulegium L.

Centauriun erythraea Rafin

Mentha x rotundifolia (L.) Hrdson

Centaurium quadrifolium G. López & Jarvis

Mentha suaveolens Ehrh.

srbsp. barrelieri (D rfo rr) G.

Nepeta nepetella L. Srbsp.

López

Cordifolia (W illk) Ubera & Valdés

Centaurium tenuiflorum (Hoffmans & Link)

Phlom is herba-venti L.

Fritsch

Phlom is lychnitis L. Prunella laciniata (L.) L., Sp.

GERANIACEAE

Prunella vulgaris L.

Erodium ciconium (L.) L Hér.

Rosmarinus officinalis L.

Erodium cicutarium (L) L H e r

Salvia aethiopis L.

Erodium m alacodes (L) L H e r

Salvia horminoides Porrr.

Geranium dissectum L.

Salvia lavandulifolia Vahl.

Geranium lucidum L.

Salvia pratensis L.

Geranium m olle L.

Salvia verbenaca L.

Geranium purpureum Vill.

Sideritis hirsuta L.

Geranium robertianum L.

Sideritis linearifolia

Geranium rotundifolium L.

Sideritis montana L. srbsp. ebracteata (Asso) Mrrb.

GLOBULARIACEAE

Sideritis spinulosa Barnades ex Asso

G lobularia alypum L.

Stachys officinalis (L.) Trevis

G lobularia vulgaris L.

Teucrium capitatum L.

GUTTIFERAE

Teucrium pseudochamaepitys L.

Teucrium cham aedrys L. Hypericum androsaem um L.

Thymus mastichina (L) L.

Hypericum humiffusum L.

Thymus vulgaris L.

Hypericum montanum L.

Thymus zygis Loefl.

Hypericum perfortum L Hypericum undulatum Schorsb.ex W illd.

LEGUMINOSAE

Anthyllis vulneraria L. JUGLANDACEAE

A rgyrolobium zanonii (Trrra) Ball.

Jutglans regia L.

Astragalus hamosus L.

LABIATAE

Astragalus m onspessulanus L.

A ju ga chamaepitys (L) Schreber

Astragalus sesam eus L.

Ballota nigra srbsp. foetida (Vis) Hayek

Astragalus stella Goran

Calam intha acinus (L) Clairv.

Astrágalus turolensis Par

Calam intha alpina (L.) Lam. srbsp.

Colutea brevialata Lange

m eridionalis

Coronilla glauca L.

Calam intha ascendens Jordan.

Coronilla m inim a srbsp. lotoides

Astragalus incanus L.

Galeopsis angustifolia Hoffm.

(Koch) Nyman

Lam ium am plexicaule L.

Coronilla scorpioides (L) Koch.

Lam ium purpureum L.

Cytisus scoparius (L.) Lynk

Lavandula latifolia M edicrs

Dorycnium pentaphyllum Scop.

404

LISTADO DE ESPECIES DE FLORA

Dorycnium rectum (L) DC

LINACEAE

Erinacea anthyllis Link

Linum bienne Miller

Genista florida L.

Linum catharticum L.

Genista scorpius (L) DC

Linum narbonense L.

Hippocrepis ciliata Willd.

Linum strictum L.

Hipocrepis commutata Pau

Linum suffruticosum L.

Lathyrus aphaca L.

Linum tryginum L.

Lathyrus cicera L. Lathyrus filiform is (Lam.) Gay

LYTHRACEAE

Lathyrus pratensis L.

Lythrum salicaria L.

Lotus corniculatus L. Lotus delortii

VISCACEAE

M edicago m inim a L.

V iscum album L.

M edicago orbicularis (L) Bartal M edicago polym orpha L.

MALVACEAE

M edicago sativa L.

A lcea rosea L.

M edicago truncatula Gaertner

Althaea cannabina L.

M elilotus albus Medicus

Althaea hirsuta L.

M elilotus indicus (L) All.

Althaea officinalis L.

M elilotus neapolitanus Ten.

Lavatera m aritim a Gouan

M elilotus officinalis (L.) Lam.

M alv a aegyptia L.

Onobrychis viciifolia Scop.

M alv a neglecta Wallr.

Ononis minutissima L

M alv a parviflora L.

Ononis natrix L.

M alv a sylvestris L.

Ononis spinosa L. Pisum sativum L.

M ORACEAE

Bitum inaria bitum inosa (L.) Stirton

Ficus carica L.

Retama sphaerocarpa (L.) Boiss.

M orus nigra L.

Serotamus scoparius Tetragonolobus m aritimus (L.)Roth.

MYRIOPHYLLACEAE

Trifolium angustifolium L.

M yriophyllum spicatum L.

Trifolium arvense L. Trifolium cam pestre Schreber

OLEACEAE

Trifolium fragiferum L

Fraxinus angustifolia Vahl

Trifolium gem ellum Porr.

Jasminum fruticans L.

Trifolium hirtum All.

Ligustrum vulgare L.

Trifolium pratense L.

O lea europaea L.

Trifolium repens L.

Phillyrea angustifolia L.

Trifolium scabrum L.

Phillirea latifolia L.

Trigonella m onspeliaca L.

Phillyrea m edia

Trigonella polyceratia L. Vicia arvensis

ONAGRACEAE

Vicia ervilia (L.) Willd.

Epilobium hirsutum L.

Vicia hirsuta (L) S.F. Gray

Epilobium parviflorum Schreber

Vicia lathyroides L. Vicia lutea L.

OROBANCHACEAE

Vicia peregrina L.

Orobanche alba Stephan ex Willd.

Vicia pyrenaica Pourr.

Orobanche cernua Loepl.

Vicia sativa L.

Orobanche gracilis Sm.

Vicia sepium L.

Orobanche hederae Vaucher ex Duby

Vicia tenuifolia Roth.

Orobanche latisquam a (F.W.

Schultz) Batt

Vicia tetrasperma (L.) Schreb.

LISTADO DE ESPECIES DE FLORA

405

Orobanche m ajor subsp. icterica

Polygonum aviculare L.

(Pau) A. Pujadas

Polygonum lapathifolium L.

Orobanche ram osa L.

Rumex angiocarpus Murb. Rumex conglomeratus Murray

OXALIDACEAE

Rumex crispus L.

Oxalis corniculata L.

Rumex induratus Boiss. & Reuter

Oxalis latifolia Kunth.

Rumex intermedius DC.

O xalis articulata Savygni

Rumex pulcher L. Rumex scutatus L.

PAPAVERACEAE

Chelidonium m ajus L.

PORTULACACEAE

Fum aria capreolata L.

Portulaca oleracea L.

Fum aria densiflora D.C. Fum aria officinalis L.

PRIMULACEAE

Fum aria parviflora Lam.

A nagallis arvensis L.

Fum aria reuteri Boiss.

A nagallis foemina Miller

G laucium corniculatum (L) Rudol.

Androsace elongata subsp. breistrofferi Char

Hypecoum grandiflorum Benhtam

pin&Greuter

Papaver argem one L.

Androsace m axim a L.

Papaver dubium L.

Asterolinum linum-stellatum (L) Duby

Papaver hybridum L.

Coris m onspeliensis L.

Papaver rhoeas L.

Lysim achia efem erum L.

Platycapnos spicata (L) Bernh.

Prim ula veris L.

Roem eria hybrida (L) DC

Samolus valerandi L.

Sarcocapnos enneaphylla (L) DC PUNICACEAE PLANTAGINACEAE

Punica granatum L.

Plantago afra L. Plantago albicans L.

RAFLESSIACEAE

Plantago coronopusL.

Cytinus hypocistis (L) L. subsp. hypocistis

Plantago lagopus L.

Cytinus ruber Fourr. ex Fritsch.

Plantago lanceolata L. Plantago loeflingii Loefl.

RANUNCULACEAE

Plantago m ajor L.

Adonis aestivalis L.

Plantago sem pervirens Crantz

Adonis m icrocarpa DC.

Plantago subulata L.

Adonis flam m ea Jacq. A quilegia vulgaris L.

PLUMBAGINACEAE

Cearatocephala falcata (L.) Pers.

A rm eria alliacea (Cav.) Hoffmans.

Clem atis vitalba L.

Lim onium echioides (L) Miller

Consolida orientalis (J. Gay) Schrodinger

Lim onium viciosoi (Pau) Erben

Consolida pubescens (DC) Soó

Plum bago europaea L.

Delphinium gracile DC H elleborus foetidus L.

POLYGALACEAE

Hepatica novilis Schreb.

Polygala m onspeliaca L.

N igella dam ascena L.

Polygala nicaeensis subsp. gerundensis (Ó.

N igu ella gallica Jordan

Bolos&Vigo) Á. M. Hern.

Ranunculus arvensis L.

Polygala rupestris Pourret

Ranunculus gram ineus L.

Polygala vulgaris L.

Ranunculus hederaceus L. Ranunculus paludosus Poir-

POLYG O NACEAE

Ranunculus peltatus subsp. baudotii

Fallopia convulvulus (L) A. Love

Ranunculus repens L.

406

LISTADO DE ESPECIES DE FLORA

Ranunculus sceleratus L.

C rucianella angustifolia L.

Thalicthrum tuberosum L.

C rucianella patula L. Cruciata laevipes Opiz

RESEDACEAE

G alium aparine L.

Reseda lutea L.

G alium lucidum All.

Reseda luteola L.

G alium parisiense L.

Reseda phyteuma L.

G alium verum L.

Reseda stricta Pers.

Rubia peregrina L. srbsp. peregrina

Reseda undata L.

Rubia tinctorum L.

Sesamoides purpurascens (L.) G. López.

Sherardia arvensis L.

RHAMNACEAE

RUTACEAE

Rhamnus alaternus L.

Haplophyllum linifolium (L.)

Rhamnus lycioides L.

G. Don. Fil.

Rhamnus saxatilis Jacq.

Ruta angustifolia Pers. Ruta montana (L) L.

ROSACEAE

Agrim onia eupatoria L.

SALICACEAE

Am elancher rotundifolia (Lam) Drm -Corrs.

Populus alba L.

Aphanes m icrocarpa (Boiss.&Rert.)Rothm

Populus x canadensis Moench

Crataegus m onogyna Jacq.

Populus x canescens (Aiton) Sm.

Fragaria vesca L.

Populus nigra L.

Geum hispidum Fr.

Salix alba L.

Geum sylvaticum Porrr.

Salix atrocinerea Brot.

Geum urbanum L.

Salix eleagnos Scop.

M alu s sylvestris (l.) Mill.

Salix fragilis L.

Potentilla cinerea Chaix

Salix purpurea L.

Potentilla erecta (l.) Raersch. Potentilla neum anniana Rchb.

SANTALACEAE

Potentilla repens L.

Osyris alba L.

Prunus avium L.

Thesium humifusum DC.

Prunus dulcis (M ill.) D.A. Prunus m ahaleb L.

SAXIFRAGACEAE

Prunus spinosa L.

Saxifraga fragilis Schrank.

Rosa canina L. srbsp. squarrosa (A. Rar)

Saxifraga dichotoma srbsp. Albarracinensis

Borear

Willd.

Rosa gallica L.

Saxifraga granulata L.

Rosa micrantha Borrer

Saxifraga tridactylites L.

Rosa pouzinii Tratt. Rosa sem pervirens L.

SCROPHULARIACEAE

Rubus caesius L.

Anarrhinum bellidifolium (L.) Willd.

Rubus ulm ifolius Schott

Antirrhinum barrelieri srbsp. litigiosum (p ar)

Sanguisorba verrucosa (Ehernb.) A. Brarm

O. Bolos&Vigo

Sanguisorba m inor Scop.

Bartsia trixago L.

Sorbus aria (L.) Cranz

Chaenorhinum minus (L) Lange

Sorbus domestica L.

Chaenorhinum origanifolium srbsp. Cadeva-

Sorbus torm inalis (l.) Cranz

llii (O. Bolós & V ig o ) Laínz Chaenorhinum serpyllifolium (Lange) Lange

RUBIACEAE

C ym balaria m uralis P. Gaertner,

Asperula aristata srbsp. scabra

B. Meyer & Schreb.

(J & K Presl) Nyman.

Digitalis obscura L.

Callipeltis cucullaria (L) Steven

Digitalis purpurea L.

LISTADO DE ESPECIES DE FLORA

407

Kickxia spuria (L) Dumort

ULMACEAE

Linaria aeruginea (Gouan) Cav.

Celtis australis L.

Linaria arvensis (L) Desf.

Ulmus minor Miller

Linaria bad alii Willk. Linaria hirta (L) Moench

UMBELLIFERAE

Linaria repens subsp. blanca (Pau) Fern. Casas

A m m i m ajus L.

& Muñoz Garm.

Anthriscus sylvestris (l.) Hoffm.

Linaria saxatilis (l.) Chaz.

A pium graveolens L.

Linaria sim plex (W illd.) DC

A pium nodiflorum (L.) Lag.

Linaria spartea (l.) Chaz.

Bupleurum baldense Turra

M isopates orontium (L) Rafin.

Bupleurum fruticescens L.

Odontites longiflorus (Vahl) Webb.

Bupleurum gerardi All.

Parentucelia latifolia (L) Caruel

Bupleurum rigidum L.

Rhinanthus pum ilus (Sterneck) Pau subsp.

Bupleurum rotundifolium L.

pum ilus

Bupleurum semicompositum L.

Scrophularia auriculata L.

Bupleurum tenuissimum L.

Scrophularia canina L.

C aru m verticillatum (L.) W.D.J.

Verbascum pulverulentum Vill.

Caucalis platycarpos L.

Verbascum rotundifolium Ten. subsp.

Conium maculatum L.

haenseleri (Boiss.) Murb.

Daucus carota L.

Verbascum sinuatum L.

Daucus durieua Lan ge in Willk.

Verbascum thapsus L.

Eryngium campestre L.

Veronica anagallis-aquatica L.

Ferula communis L.

Veronica arvensis L.

Foeniculum vulgare subsp. piperitum

Veronica beccabun ga L.

Pastinaca sativa L.

Veronica hederifolia L.

Peucedanum carvifolia Crantz

Veronica persica Poiret

Pinpinella spanensis M. Hiroe

Veronica polita Fries

Ptychotis saxifraga (L) Lor. & Barr.

SIMAROUBACEAE

Scandix pecten-veneris L

Ailanthus altissim a (M iller) Swingle

Seseli cantabricum Lange

Scandix australis L.

Seseli montanum L. SOLANACEAE

Thapsia villosa L.

Datura stramonium L.

Tordilium m axim um L.

Hyosciamus albus L.

Torilis arvensis subsp. elongata (Offmanns &

Hyoscyamus niger L.

Link) Cannon

Lycium europaeum L.

Trinia glauca (L.) Dumort.

Lycopersicom sculentum M iller Physalis alkekengi L.

URTICACEAE

Physalis peruviana L.

Parietaria judaica L.

Physalis philadelphica Lam.

Urtica dioica L.

Solanum bonariense L.

Urtica urens L.

Solanum dulcam ara L. Solanum nigrum L.

VALERIANACEAE

Centranthus calcitrapae (L) Du-fresne TAMARICACEAE

Tam arix gallica L.

V aleriana tuberosa L. Valerianella carinata Loisel Valerianella coronata (L.) DC.

THYMELAEACEAE

Valerianella discoidea (L) Loisel

Daphne gnidium L.

Valerianella locusta (L) Laterrade

Thym elaea pubescens (L.) Meissner.

Valerianella m uricata (Steven ex Bieb.)

Thym elaea thesioides

J.W. Loudon

408

LISTADO DE ESPECIES DE FLORA

Scirpus tabernaemontani C. Gmelin VERBENACEAE

Verbena officinalis L.

DIOSCORIACEAE

Tamus communis L. VIOLACEAE

V iola alba Besser

GRAMINEAE

V iola kitaibeliana Schultes

Aegilops geniculata Roth.

V iola wilkom ii

Aegilops triuncialis L.

V iola suavis Bieb

A gropyrum cristatum subsp. pectinatum

VITACEAE

A gropyrum interm edium (Host) Beauv.

Vitis vinifera L.

A gropyrum repens (L) Beauv.

(Bieb) Tzvelev

Agrostis castellana Boiss. & Reuter ZYGOPHYLLACEAE

Agrostis stolonifera L.

Peganum harm ala L.

Aira caryophyllea L. subsp. caryophyllea

Tribulus terrestris L.

Alopecurus myosuroides Hudson Anthoxanthum odoratum L. Arrhenatherum album (Vahl) Clayt.

MONOCOTILEDÓNEAS AGAVACEAS

Agave am ericana L. ALISMATACEAE

A lism a plantago-aquatica L ARACEAE

A ru m italicum Miller AMARYLLIDACEAE

Narcissus albicans (Harworth) Sprengel Narcissus assoanus Dufour ex Schult. Narcissus cantabricus D.C. Narcissus dubius Gouan Narcissus eugeniae Fern. Casas Narcissus pallidulus Graells Narcissus x pujolii Narcissus x susannae CYPERACEAE

C arex cuprina (Y. Sándor) Nendtv. C arex distans L. C arex hallerana Asso C arex hum ilis Leyss. C arex pendula Huds. C arex riparia Curtis C iperus longus subsp. badius (Desf) Bonnier & Layens Eleocharis palustris (L.) Roem. Schoenus nigricans L. Scirpus holoschoenus L. Scirpus m aritim us L. Scirpus setaceus L.

Arundo donax L. Avena barbata Pott. ex Link Avenula brom oides (Gouan) H. Scholz Brachypodium distachyon (L)Beauv Brachypodium phoenicoides (L) Roem er & Schultes Brachypodium retusum (Pers)Beauv Brachypodium sylvaticum (Huds.) Beauv. subsp. sylvaticum Briza m edia L. subsp. m edia Bromus catharticus Vahl Bromus hordeaceus L. Bromus madritensis L. Bromus rubens L. Bromus squarrosus L. Bromus sterilis L. Bromus tectorum L. Bromus unioloides Kunth Corynephorus canescens (L.) Beauv. Cynodon dactylon (L) Pers. Cynosorus echinatus L. Cynosorus elegans Desf. Dactylis glom erata subsp. hispanica (Roth) Nyman Escham psia flexuosa Desm azeria rigid a (L.) Tutin Dichantium ischaem um (L) Roberty D igitaria sanguinalis (L.) Scop. Echinaria capitata (L) Desf. Echinochloa crus-galli (L.) Beauv. Elymus caninus (L.) L. Elymus repens (L.) Gould Eragrostis barrelierii Daveau Eragrostis minor Host

LISTADO DE ESPECIES DE FLORA

4 09

Eragrostis virescens C. Presl.

Tragus racem osus (L) All.

Festuca arundinacea Schreber

Vulpia myuros (L.) C.C. Gmelin

Festuca hystrix Boiss.

W angenheim ia lim a (L) Trin.

Festuca g r ovina L. Festuca paniculata

IRIDACEAE

G lyceria plicata (Fries) Fries

G ladiolus comunis L.

Holcus lanatus L.

Iris germ anica L.

Hordeum m arinum Hrds. srbsp. m arinum

Iris lutescens Lam. srbsp. O lbiensis (Hénon)

Hordeum m urinum srbsp. leporinum (Link)

R ory

Arcangeli

Iris pseudacorus L.

Hyparrhenia hirta (L) Stapf Im perata cylindrica (L.) Raerschel

JUNCACEAE

K oeleria vallesana (Honck) Gardin

Juncus acutus L.

Lam arckia aurea (L) Moench

Juncus articulatus L.

Lolium repens

Juncus bufonius L.

Lolium rigidum G ardin srbsp. rigidum

Juncus fontanesii Gay

Lygeum spartium L.

Juncus inflexus L.

M elica ciliata L.

Juncus pymaeus Rich.

M elica minuta L.

Juncus subulatus Forsskal

M elica uniflora

Juncus teniageia Ehrh.

M icropyrum tenellum (L) Link

Luzula forsteri (Sm.) Lam.

Narduroides salzm annii (Boiss) R ory

Luzula multiflora (Ehrh.) Lej.

Parapholis incurva (L) C.E.Hrbbard Periballia involucrata (Cav.) Janka

LEMNACEAE

Phalaris aquatic

Lem na minor L.

Phalaris arundinacea L. Phalaris m inor Retz

LILIACEAE

Phleum phleoides (L) L.

Allium am peloprasum L.

Phleum pratense L.

Allium oleraceum L.

Phragm ites australis (Cav.) Trin. ex Sterdel

Allium pallens L

Piptatherum coerulescens (Desf) Bearv.

Allium roseum L.

Piptatherum m iliaceum (L.) Cosson

Allium sphaerocephalon L.

Piptatherum paradoxum (L.) Bearv.

Allium vineale L.

Poa angustifolia L.

Anthericum liliago srbsp. Liliago L.

Poa annua L.

Aphyllanthes m onspeliensis L.

Poa bulbosa L.

Asparagus acutifolius L.

Poa ligulata Boiss.

Asphodelus cerasiferus J.Gayin Ann.

Poa nem oralis L.

Asphodelus fistulosus L.

Poa pratensis L.

Dipcadi serotinum (L) M edicrs

Polypogon m onspeliensis (L) Desf.

Fritillaria hispanica Boiss.& R erter

Polypogon viridis (G oran) Breistr.

G agea durieui srbsp. iberica Terrac.

Rostraria cristata (L) Tzvelev

G agea pratensis (Pers.)Drmort.

Schismus barbatus (L) Thell.

M erendera montana (Loefl.ex L.) Lange in

Setaria pum ila (Poiret) Roem&Schrlt

Willk.

Setaria verticillata (L-) Bearv.

M uscari com osum (L) Miller

Setaria viridis (L) Bearv.

M uscari neglectum Grss.

Sorghum halepense (L) Pers.

Ornithogallum baeticum Boiss.

Stipa offneri Breistr.

Ornithogallum narbonense L.

Stipa parviflora Desf.

Polygonatum odoratum (M ill.) D rrce in Ann.

Stipa barbata Desf.

Ruscus aculeatus L.

Stipa iberica Martinovsky. srbsp. iberica

Scilla autumnalis L.

Taeniatherum caput-medusae (L.) Nevski

Tulipa australis Link

410

LISTADO DE ESPECIES DE FLORA

ORCHIDACEAE

Ophrys speculum Link

Aceras anthropophorum (L.) W.T. Aiton

Ophrys sphegodes Miller

Anacam ptis pyram idalis (L.) Rich.

Ophrys lutea Cav.

Cephalanthera dam asonium (M ill.) Druce in

Orchis cham pagneuxii

Ann.

Orchis langei K. Ritcher

Cephalanthera longifolia (L.) Fritsch.

Orchis morio L.

Cephalanthera rubra (L.) Rich.

Orchis papilonacea L.

Dactylorhiza elata (Poir) Soó, Nom.

Orchis ustulata L.

Dactylorhiza insularis (Sommier) Ó. Sánchez&

Platanthera chlorantha Rchb.

Herrero

Spiranthes spiralis (L.) Chevall.

Dactylorhiza sam bucina (L.) Soó, Nom. Him antoglossum hircinum (L.) Spreng.

POTAM OGETONACEAE

Epipactis kleinii M.B.Crespo

Potamogeton crispus L.

Epipactis m icrophilla (Ehrh.) Sw.

Potamogeton densus L.

Epipactis phyllanthes G.E.Sm.

Potamogeton pectinatus L.

Epipactis rhodanensis Gévaudan&Robatsh Epipactis tremolsii Pau in Bol.

THYPHACEAE

Lim odorum abortivum (L) Swarz

Thypha angustifolia L.

Lim odorum trabutianum Batt. In Bull.

Thypha dom inguensis (Pers) Steudel

Neotinea maculata (Desf.) Stearn

Thypha latifolia L.

O phrys apifera Hudson O phrys bilunulata Link

ZANNICHELLACEAE

O phrys scolopax Cav.

Zannichellia peltata Bertol.

Tragopogon.

Foto: J. G u tié rre z .

LISTADO DE ESPECIES DE FLORA

411

LISTADO DE ALGUNOS HONGOS Y SETAS DE LA SIERRA DE ALGAIRÉN Por Francisco Serrano, m icólogo

Nombre científico

Nombre común

Nombre científico

Agaricus sylvicola

Champiñón anisado

Hygrocybe persistans

Agaricus xanthodermus

Campiñón de la tinta

Hygrocybe virginea

Amanita citrina

C olor limón

Hygrophoropsis

Amanita phalloides

Cicuta verde

Nombre común

Falso rebozuelo

aurantiaca

Amanita sp

Hygrophorus agathosmus

Llanega gris

Amanita sp

Hygrophorus cossus

Olor a almendras

Amanita enfundada

Hygrophorus gliocyclus

Llanega blanca

Hygrophorus hypothejus

Mocosa

Astreaus hygrometricus

Estrella de tierra

Hygrophorus

Chroogomphus rutilus

Pie de perdiz

Clitocybe alexandri

Falsa platera

amargas

Amanita spissa Amanita vaginata v. plumbea

Clitocybe cerussata Clitocybe costata

Clitocybe ondulado

Clitocybe inornata

olivaceoalbus Hygrophorus russula

Carlet

Hypholoma fasciculare

Seta fasciculada

Inocybe geophilla

Bruja

Inocybe rimosa

Clitocybe inversa

Clitocybe embudado

Laccaraia laccata

Clitocybe odora

Aniseta

Lactarius atlanticus

Lacaria lacada

Clitocybe rivulosa

Lactarius chrysorrheus

Falso rebollón

Collybia butyracea

Lactarius deliciosus

Rebollón

Collybia dryophila

Lactarius semisanguifluus

Rebollón vinoso

Collybia fusipes

Leccinum lepidum

Boleto de carrasca

Cortinarius croceus

Lepista nuda

P ie azul

Cortinarius infractus

Lepista panaeolus

Seta de brezo

Cortinarius obtusus

Lepista sordida

Falso p ie azul

Cortinarius sp

Leucoagaricus leucothites

Falso champiñón

Cortinarius sp

Leucopaxillus amarus

Seta amarga

Cortinarius sp

Leucopaxillus candidus

Cándida

Cortinarius sp

Lycoperdom perlatum

P edo de lobo

Cortinarius torvus

Lyophillum decastes

Cortinarius trivialis

Cortinario viscoso

Macrolepiota excoriata

Parasol

Cystoderma amianthinum

Seta olor amianto

Macrolepiota sp

Parasol

Cystoderma carcharias

Marasmius oreades

Senderuela

Entoloma mamosum

Melanoleuca

Seta de caña

Entoloma sp

grammopodia

Galerina marginata

Mycena polygrama

Geastrum nanum

Mycena pura

Gyroporus castaneus

Mycena rosea

Hebelom a edurum Hebelom a sinapizans Hygrocybe conica Hygrocybe nigrescens

Otidea alutacea

Olor a rábano

Peckiella lateritia

Rebollón parasitado

(sobre L. deliciosus) Phellinus igniarius

LISTADO DE ESPECIES DE HONGOS Y SETAS

413

Nombre científico

Nombre común

Pleurotus eryngii

Seta de cardo

Pseudoclitocybe cyatthiformis

Nombre científico

Nombre común

Suillus collinitus

Baboso

Suillus granulatus

Baboso

Thelephora terrestris

Ramaria stricta

Tricholoma acerbum

Seta amarga

Russula cutefracta

Tricholoma equestre

Seta de los caballeros

Pebrazo

Russula delica

Tricholoma focale

Russula emetica

Tricholoma imbricatum

Tricholoma im bricado

Russula sp

Tricholoma portentosum

Caprchina

Russula sp

Tricholoma saponaceum

Olor a jabón

Russula sp

Tricholoma sejuntum

Tricholoma amargo

Rúsrla picante

Russula torulosa Scleroderma

Tricholoma squarrulosum

verrucosum

Tricholoma terreum

N egrilla

Stropharia aeruginosa

Seta verde

Volvariella gloiocephala

Seta de paja

Suillus bellini

Baboso

Volvariella murinella

Seta de paja

Setas en piña de rodero.

414

Fo to :E . V iñ u a le s .

LISTADO DE ESPECIES DE HONGOS Y SETAS

Este libro se terminó de imprimir el 22 de abril de 2017, Día de la Madre Tierra.

Este libro quiere ser un canto de amor y de admiración hacia las sierras del Ibérico de la provincia de Zaragoza, más allá del "padre Moncayo". En este caso es una entonación -armada de textos y de bonitas fotografíashada un relieve modesto pero extenso e importante que es la Sierra de Algairén. Esta guía geográfica constituye un compendio, a veces divulgativo y otras un poco más técnico, que pone en valor el interés natural que aún atesora este hermoso lugar tan próximo a la capital aragonesa y, sin embargo, tan desconocido para muchos. Grandes expertos en distintas materias y ciencias han colaborado con sus autores para resaltar aún mejor el valor de la geología de la Sierra de Algairén, de su fauna, de su flora silvestre, del paisaje, de la historia, de los modos de vida de esas gentes del mundo rural que viven en las faldas de una montaña rodeada de viñedos, olivos y cerezos... A ellos se les ha sumado la voz de los niños, el testimonio de las personas mayores que recuerdan otros tiempos... y también el argumento de quienes reclaman respeto y protección hacia este sitio querido y no siempre bien tratado. Los naturalistas pensamos que a veces hay historias y lugares que merece la pena contarlas. Para que no se olviden, para que al ser compartidas contagien a otros admiradores de los encantos de lo espontáneo, para facilitar paseos y excursiones, para que haya un desarrollo sostenible en los pueblos... Por eso estas páginas recopilan con sus imágenes y sus descripciones aquellos días, meses y años que llevamos observando en estas laderas del Sistema Ibérico la floración colorida de las orquídeas silvestres, fotografiando cabras monteses y águilas reales, aprendiendo de erosiones y de rocas paleozoicas e incluso volcánicas... y transmitiendo el mensaje en las escuelas o en la calle, a niños y mayores, de que los árboles y la sierra de Algairén son fuente de vida y de futuro.