Al hilo del español hablado. Reflexiones sobre pragmática y español coloquial. 9788447221509, 8447221504


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Al hilo del español hablado. Reflexiones sobre pragmática y español coloquial
Portada
Ficha Tecnica
Indice
Presentación
El español coloquial
Lo coloquial y lo formal, el eje de la variedad lingüística
Notas sobre los llamados usos temporales “dislocados” en la conversación coloquial
1. Introducción
2. El uso de los tiempos y la coordenada inmediata temporal de la conversación. Los desplazamientos del centro deíctico
3. Cuando el tiempo es lo de menos. “Dislocaciones” de los vectores temporales primarios. Una forma verbal por otra
4. Un ejemplo significativo: los valores modo-temporales del imperfecto
5. Imperfecto o condicional en el mismo entorno sintagmático
6. ¿Desplazamiento o dislocación al azar?
7. Otros contenidos modales del imperfecto
8. Conclusiones
Las categorías pragmáticas
Hacia un análisis argumentativo de un texto coloquial. La incidencia de los conectores pragmáticos
1. Introducción
2. Fragmento de conversación (L.15. A.2: líneas 343-404)
3. La argumentación en el texto
4. El conector pragmático como instrucción argumentativa y/o ilocutoria y como organizador metadiscursivo
5. Conclusión
La atenuación en la conversación coloquial. Una categoría pragmática
Los intensificadores en la conversación coloquial
1. Algunas consideraciones previas
2. ¿Cómo se intensifica? y ¿qué se intensifica?
3. La función dialógica del intensificador. La intensificación del acuerdo o del desacuerdo
4. Intensificadores y estructura global de la conversación
5. Conclusión
Para un análisis semántico, pragmático y sociopragmático de la cortesía atenuadora en España y América
1. Introducción. Objetivos y enfoque metodológico
2. La definición de atenuación
3. La codificación e interpretación de la cortesía atenuadora
4. Cortesía, atenuación y situación
5. Cortesía, atenuación y culturas de acercamiento/culturas de distanciamiento
6. Los correlatos o datos lingüísticos de las culturas de acercamiento y de distanciamiento
7. Análisis de la conversación coloquial española. Ausencia de atenuación y presencia de actos valorizantes
8. Análisis de las manifestaciones de cortesía en dos géneros discursivos: conversaciones y entrevistas
9. Conclusiones
Las unidades de la conversación
Turno y alternancia de turno en la conversación
1. Los turnos de habla. La alternancia como orden conversacional
2. ¿Qué es un turno de habla? ¿dónde empieza y acaba un turno de habla? ¿cuándo puede hablarse de alternancia de turno?
3. Habla simultánea y turno de habla
4. A modo de conclusión
Las unidades de la conversación: el acto
1. Introducción
2. La noción de acto
3. Las nociones de aislabilidad y de independencia. Otros criterios de reconocimiento
4. Una definición que resuelve problemas de segmentación propios de la conversación
5. La segmentación de una conversación en actos
La unidad superior del discurso (conversacional): el diálogo
1. Introducción
2. Los constituyentes del diálogo
3. El tipo de constituyentes. Inicio y reacción
4. Rasgos complementarios: el tema y la entrada y salida de interlocutores de la conversación
5. Propuesta de definición de la unidad diálogo
6. Análisis de diálogos
7. Una muestra de su aplicabilidad
8. Final
El Diccionario de partículas discursivas del español
Diccionario de partículas discursivas del español (DPDE). Resultados de un proyecto de investigación
1. Resultados obtenidos
2. El corpus de referencia del diccionario
3. La terminología
4. Algunas características estructurales del DPDE
Más allá del españolcoloquial
La peritación lingüística: la identificación del plagio
1. Introducción
2. Presentación de las obras: descripción y adscripción tipológica
3. Análisis de los textos. La literalidad
4. Conclusiones
Bibliografía
Signos de transcripción
Biografía del autor
Reseña
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Al hilo del español hablado. Reflexiones sobre pragmática y español coloquial.
 9788447221509, 8447221504

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Al hilo del español hablado. Reflexiones sobre pragmática y español coloquial Antonio Briz Gómez

BIOGRAFÍA

RESEÑA

Colección Lingüística Editorial Universidad de Sevilla

ÍNDICE

ÍNDICE

AL HILO DEL ESPAÑOL HABLADO. REFLEXIONES SOBRE PRAGMÁTICA Y ESPAÑOL COLOQUIAL ANTONIO BRIZ GÓMEZ

AL HILO DEL ESPAÑOL HABLADO. REFLEXIONES SOBRE PRAGMÁTICA Y ESPAÑOL COLOQUIAL

AL HILO DEL ESPAÑOL HABLADO. REFLEXIONES SOBRE PRAGMÁTICA Y ESPAÑOL COLOQUIAL

ÍNDICE

ANTONIO BRIZ GÓMEZ

ANTONIO BRIZ GÓMEZ

COLECCIÓN INSTITUTO GARCÍA OVIEDO C ingüística Dolección IRECTOR DELLA COLECCIÓN Director la Colección Lópezde Menudo, Francisco. Universidad de Sevilla. Cano Aguilar, Rafael. Universidad de Sevilla

AL HILO DEL ESPAÑOL HABLADO. REFLEXIONES SOBRE PRAGMÁTICA Y ESPAÑOL COLOQUIAL

COMITÉ CIENTÍFICO ASESOR

Comité Científico Barrero Rodríguez, Concepción. Universidad de Sevilla. Anscombre, Jean-Claude. CNRS y Université 13 Chinchilla Marín, Carmen. Universidad de AlcaláParis de Henares. Borreguero Zuloaga, Margarita. Universidad Complutense de Madrid Escribano Collado, Pedro. Universidad de Sevilla. Cabrillana Leal, Concepción. Universidad de Santiago de Compostela Fernández Valverde, Rafael. Magistrado del Tribunal Supremo. Crespo Güemes, Emilio. Universidad de Madrid Galán Vioque, Roberto. Universidad deAutónoma Sevilla. Donaire Fernández, MaríadeLuisa. Universidad Oviedo Politécnica de Madrid. Jiménez-Blanco y Carrillo Albornoz, Antonio.de Universidad Fierro Bello, Mª Isabel. CSIC Martínez-Vares García, Santiago. Magistrado del Tribunal Constitucional. Geeraerts, Dirk. Universidad de Lovaina Medina Guerrero, Manuel. Universidad de Sevilla. Girón Alconchel, Luis. Universidad Complutense de Madrid Menéndez Rexach,José Ángel. Universidad Autónoma de Madrid. Kabatek, Johannes. Universidad de Zúrich Montoro Chiner, Mª Jesús. Universidad central de Barcelona. Larreta Zulategui, Juan Pablo. Universidad de Olavide Parejo Alfonso, Luciano. Universidad Carlos IIIPablo de Madrid. Martínez Vázquez, Montserrat. Universidad Pérez Moreno, Alfonso. Universidad de Sevilla.Pablo de Olavide Moreno Cabrera, Juan Carlos. Universidad Autónoma de Madrid Pielow Johann-Christian. Ruhr Universität Bochum. Martín, Salvador. Universidad de Málaga Rivero Ysern, José Luis. Universidad de Sevilla. Pompei, Anna. Università di Roma III Suay Rincón, José. Magistrado del Tribunal Supremo. Schierholz, Stefan.Universitá Universidad de Erlangen-Nürnberg Vandelli, Luciano. di Bologna. Simone, Raffaele. Università di Roma Vieira Andrade, José Carlos. Director delIII Instituto Jurídico de la Universidad de Coimbra. Torrego Salcedo, Esperanza. Universidad Autónoma de Madrid

COMITÉ TÉCNICO

López Francisco. Universidad de Sevilla. Consejo deMenudo, Redacción BarreroCuevas, Rodríguez, Concepción. Universidad de Sevilla. Bruña Manuel. Universidad de Sevilla Castillo Blanco,Rafael. Federico. Universidad Granada. Cano Aguilar, Universidad dede Sevilla Fernández Ramos, Severiano. Universidad de Cádiz Carrera Díaz, Manuel. Universidad de Sevilla Galán Vioque, Roberto. Universidad de Sevilla. Comesaña Rincón, Joaquín. Universidad de Sevilla GameroRey, Casado, Eduardo. Universidad Pablo de Olavide. Falque Emma. Universidad de Sevilla GuichotSerena, Reina, Araceli. Emilio. Universidad dede Sevilla. López Universidad Sevilla Horgué Ramos, Baena, Concepción. Martos José Javier. Universidad Universidadde deSevilla. Sevilla Jordano Fraga,Emilia Jesús. Universidad de Sevilla. Ruiz Yamuza, Reyes. Universidad de Sevilla Montoya Martín, Encarnación. Universidad de Sevilla. Salguero Lamillar, Francisco José. Universidad de Sevilla Rebollo Puig, Manuel.Rafael. Universidad de Córdoba. Valencia Rodríguez, Universidad de Sevilla Vera Jurado, Diego. Universidad de Málaga.

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ANTONIO BRIZ GÓMEZ

AL HILO DEL ESPAÑOL HABLADO. REFLEXIONES SOBRE PRAGMÁTICA Y ESPAÑOL COLOQUIAL

Antonio Briz Gómez

AL HILO DEL ESPAÑOL HABLADO. REFLEXIONES SOBRE PRAGMÁTICA Y ESPAÑOL COLOQUIAL 5

Sevilla 2018

ANTONIO BRIZ GÓMEZ

Colección: Lingüística

Comité editorial:

AL HILO DEL ESPAÑOL HABLADO. REFLEXIONES SOBRE PRAGMÁTICA Y ESPAÑOL COLOQUIAL

José Beltrán Fortes (Director de la Editorial Universidad de Sevilla) Araceli López Serena (Subdirectora) Concepción Barrero Rodríguez Rafael Fernández Chacón María Gracia García Martín Ana Ilundáin Larrañeta María del Pópulo Pablo-Romero Gil-Delgado Manuel Padilla Cruz Marta Palenque Sánchez José-Leonardo Ruiz Sánchez Antonio Tejedor Cabrera

Reservados todos los derechos. Ni la totalidad ni parte de este libro puede reproducirse o transmitirse por ningún procedimiento electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación magnética o cualquier almacenamiento de información y sistema de recuperación, sin permiso escrito de la Editorial Universidad de Sevilla.

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Diseño de cubierta: notanumber.biz

Edición digital de la primera edición impresa de 2018

©

Editorial Universidad de Sevilla 2018 C/ Porvenir, 27 - 41013 Sevilla. Tlfs.: 954 487 447; 954 487 451; Fax: 954 487 443 Correo electrónico: [email protected] Web:

© Antonio Briz Gómez 2018 ISBNe 978-84-472-2150-9 DOI: http://dx.doi.org/10.12795/9788447221509 Maquetación y Edición Digital: D  osgraphic,  [email protected]

ÍNDICE

ANTONIO BRIZ GÓMEZ

Índice Presentación.................................................................................................

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AL HILO DEL ESPAÑOL HABLADO. REFLEXIONES SOBRE PRAGMÁTICA Y ESPAÑOL COLOQUIAL

El español coloquial Lo coloquial y lo formal, el eje de la variedad lingüística. ....................

15

Notas sobre los llamados usos temporales “dislocados” en la conversación coloquial. ....................................................................

23

1. Introducción.................................................................................... 23 2. El uso de los tiempos y la coordenada inmediata temporal de la conversación. Los desplazamientos del centro deíctico........ 25 3. Cuando el tiempo es lo de menos. “Dislocaciones” de los vectores temporales primarios. Una forma verbal por otra............ 27 4. Un ejemplo significativo: los valores modo-temporales del imperfecto................................................................................. 28 5. Imperfecto o condicional en el mismo entorno sintagmático......... 30 6. ¿Desplazamiento o dislocación al azar?......................................... 31 7. Otros contenidos modales del imperfecto...................................... 31 8. Conclusiones................................................................................... 33 Las categorías pragmáticas Hacia un análisis argumentativo de un texto coloquial. La incidencia de los conectores pragmáticos....................................................................

37

1. Introducción.................................................................................... 37 2. Fragmento de conversación (L.15. A. 2: líneas 343-442).............. 39 3. La argumentación en el texto......................................................... 41 4. El conector pragmático como instrucción argumentativa y/o ilocutoria y como organizador metadiscursivo........................ 47 5. Conclusión...................................................................................... 53 La atenuación en la conversación coloquial. Una categoría pragmática. .

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ANTONIO BRIZ GÓMEZ

Los intensificadores en la conversación coloquial...................................

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1. Algunas consideraciones previas.................................................... 79 2. ¿Cómo se intensifica? y ¿qué se intensifica?.................................. 82 3. La función dialógica del intensificador. La intensificación del acuerdo o del desacuerdo.......................................................... 99 4. Intensificadores y estructura global de la conversación................. 101 5. Conclusión...................................................................................... 105

AL HILO DEL ESPAÑOL HABLADO. REFLEXIONES SOBRE PRAGMÁTICA Y ESPAÑOL COLOQUIAL

Para un análisis semántico, pragmático y sociopragmático de la cortesía atenuadora en España y América. ....................................... 107 1. 2. 3. 4. 5.

Introducción. Objetivos y enfoque metodológico.......................... 107 La definición de atenuación............................................................ 112 La codificación e interpretación de la cortesía atenuadora............. 114 Cortesía, atenuación y situación..................................................... 117 Cortesía, atenuación y culturas de acercamiento/culturas de distanciamiento.......................................................................... 119 6. Los correlatos o datos lingüísticos de las culturas de acercamiento y de distanciamiento............................................ 121 7. Análisis de la conversación coloquial española. Ausencia de atenuación y presencia de actos valorizantes............................. 125 8. Análisis de las manifestaciones de cortesía en dos géneros discursivos: conversaciones y entrevistas...................................... 129 9. Conclusiones................................................................................... 135 Las unidades de la conversación Turno y alternancia de turno en la conversación. ................................... 143 1. Los turnos de habla. La alternancia como orden conversacional... 143 2. ¿Qué es un turno de habla? ¿dónde empieza y acaba un turno de habla? ¿cuándo puede hablarse de alternancia de turno?.......... 145 3. Habla simultánea y turno de habla................................................. 154 4. A modo de conclusión.................................................................... 159 Las unidades de la conversación: el acto. ................................................. 161 1. Introducción.................................................................................... 161 2. La noción de acto............................................................................ 162 ÍNDICE

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ANTONIO BRIZ GÓMEZ

3. Las nociones de aislabilidad y de independencia. Otros criterios de reconocimiento.......................................................................... 163 4. Una definición que resuelve problemas de segmentación propios de la conversación.......................................................................... 165 5. La segmentación de una conversación en actos............................. 168

AL HILO DEL ESPAÑOL HABLADO. REFLEXIONES SOBRE PRAGMÁTICA Y ESPAÑOL COLOQUIAL

La unidad superior del discurso (conversacional): el diálogo................. 175 1. Introducción.................................................................................... 175 2. Los constituyentes del diálogo....................................................... 176 3. El tipo de constituyentes. Inicio y reacción................................... 179 4. Rasgos complementarios: el tema y la entrada y salida de interlocutores de la conversación............................................... 184 5. Propuesta de definición de la unidad diálogo................................. 185 6. Análisis de diálogos........................................................................ 185 7. Una muestra de su aplicabilidad..................................................... 191 8. Final................................................................................................ 197 El Diccionario de partículas discursivas del español

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Diccionario de partículas discursivas del español (DPDE). Resultados de un proyecto de investigación.................................................................. 201 1. 2. 3. 4.

Resultados obtenidos...................................................................... 203 El corpus de referencia del diccionario.......................................... 204 La terminología.............................................................................. 204 Algunas características estructurales del DPDE............................ 205

Más allá del español coloquial La peritación lingüística: la identificación del plagio. ............................. 215 1. Introducción.................................................................................... 215 2. Presentación de las obras: descripción y adscripción tipológica.... 217 3. Análisis de los textos. La literalidad............................................... 218 4. Conclusiones................................................................................... 228 Bibliografía.................................................................................................. 231 Signos de transcripción. .............................................................................. 241 ÍNDICE

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AL HILO DEL ESPAÑOL HABLADO. REFLEXIONES SOBRE PRAGMÁTICA Y ESPAÑOL COLOQUIAL ANTONIO BRIZ GÓMEZ

ANTONIO BRIZ GÓMEZ

AL HILO DEL ESPAÑOL HABLADO. REFLEXIONES SOBRE PRAGMÁTICA Y ESPAÑOL COLOQUIAL

Presentación El presente volumen recoge una muestra de los artículos escritos por el profesor Antonio Briz a lo largo de estos últimos veinte años. Sin pretensiones de exhaustividad, esta obra pretende mostrar, a título ilustrativo, algunas muestras de su actividad investigadora en los campos objeto de su interés. El resultado implica tanto cuestiones relacionadas con la estructura de la conversación, en especial el español coloquial, como con las categorías pragmáticas de atenuación e intensificación, los estudios sobre cortesía, la atención a las unidades del discurso –dentro del modelo desarrollado por el grupo de investigación Val.Es.Co.–, la lexicografía pragmática e incluso un trabajo sobre peritaje lingüístico. Se trata de artículos y contribuciones publicadas en medios muy diversos y en ocasiones de difícil acceso, por lo que su publicación conjunta bajo un mismo título pretende acercar un trabajo que podría quedar disperso de no verse recogido y unificado en forma de libro, gracias a la generosa disposición de la Editorial Universidad de Sevilla, con la que Antonio Briz mantiene un estrecho vínculo, que se remonta a los inicios de su carrera profesional. La lectura conjunta de estos trabajos ofrece un doble tipo de información: desde un punto de vista historiográfico, refleja los avances en el estudio pragmático del español, desde sus inicios a mediados de los años noventa, estrechamente vinculado al concepto de español coloquial, pasando por el estudio de los marcadores del discurso (punto privilegiado para un estudio alejado de los marcos de descripción oracionales), las categorías pragmáticas (derivadas del acercamiento funcionalista adoptado por la Pragmática española), la eclosión de los estudios sobre cortesía, la fijación de la descripción de los marcadores del discurso en moldes lexicográficos (que ha producido no uno, sino tres diccionarios en nuestra tradición) y, finalmente, el interés por la segmentación del español conversacional en unidades, la respuesta al problema de la sintaxis del habla con el que autores como Antonio Narbona ejemplificaron en los años ochenta la necesidad de completar la sintaxis tradicional con una atención preferente al habla saussureana. Desde un punto de vista personal, presentan una acuarela de los múltiples y variados intereses del profesor Briz y dan muestra de la inquietud intelectual de quien se considera a sí mismo un explorador de caminos que abre para que otros transiten por la senda que ha iniciado. Esta imagen no puede ser más cierta, sobre ÍNDICE

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todo si se tiene en cuenta la labor de dirección y asesoramiento que ha realizado el profesor Briz en muy diferentes universidades del dominio hispánico. Aunque su labor académica ha estado firmemente radicada en la Universidad de Valencia, ha (co)dirigido más de veinticuatro tesis doctorales en las universidades de Valladolid, Granada, Estocolmo o Lund y ha impartido seminarios y cursos de doctorado en buena parte de los países de habla hispana. Esta actitud de generosa transmisión de conocimiento hace denotativamente exacto el término maestro, puesto que ha estado forjando, apoyando o estimulando la carrera investigadora de buena parte de los pragmatistas e hispanistas de las generaciones posteriores a la suya. Por último, los editores desean destacar el aspecto humano detrás de toda esta labor. Porque la transmisión de conocimientos no engendra escuela si no va acompañada de una actitud humana; y con esto no nos referimos solo a la generosidad universitaria de quien nunca ha pedido nada a cambio de su ayuda, sino también al optimismo vital de quien es capaz de sacar de los que trabajan a su lado su mejor y más brillante yo. Sirvan estas líneas también como cálido homenaje de los que han tenido la suerte de desarrollar sus carreras investiga­ doras bajo su dirección y compartir con él veinticinco años de esfuerzos, pro­ yectos y afectos. Con nuestra gratitud, El grupo Val.Es.Co. Valencia, junio de 2018

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El español coloquial

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AL HILO DEL ESPAÑOL HABLADO. REFLEXIONES SOBRE PRAGMÁTICA Y ESPAÑOL COLOQUIAL ANTONIO BRIZ GÓMEZ

ANTONIO BRIZ GÓMEZ

Lo coloquial y lo formal,

el eje de la variedad lingüística*

AL HILO DEL ESPAÑOL HABLADO. REFLEXIONES SOBRE PRAGMÁTICA Y ESPAÑOL COLOQUIAL

A mi buen amigo, José María Enguita, al que nada en los temas de la variación le es ajeno.

La variación lingüística tiene carácter gradual. Los registros, los sociolectos, los dialectos, los géneros, los medios de producción-recepción son modalidades, realizaciones, estilos comunicativos, formatos y modos de transmisión escalares. Y esta escala es única, si bien su distribución no es lineal. En otras palabras, esta variedad puede entenderse de modo aislado y, de este modo, afirmar que los registros resultan de la variedad situacional o diafásica; los sociolectos, de la variedad diastrática; los dialectos, de la diatópica; y los géneros, presentados a menudo aparte de la variación anterior, derivan de las posibles realizaciones discursivas. Incluso, pueden dividirse y distinguirse objetivos, disciplinas y métodos para enfrentarse al análisis de cada uno de estos tipos de variedad, sobre todo porque la división en partes justificadas metodológica y funcionalmente despeja el bosque discursivo, que buena falta hace. Pero esta visión, sin duda, estática, distorsiona en parte la realidad, puesto que la variación es un hecho global, gradual (escalar) y jerárquico que ha de entenderse de modo dinámico. Jerárquico, puesto que la situación y los registros que esta favorece determinan el grado de variedad sociolectal y dialectal, así como también los g­ éneros adecuados y las realizaciones en la transmisión. Así nos lo muestra el análisis empírico, al menos, sobre corpus orales: lo coloquial y lo formal se constituyen en centros o ejes de la variación. Global, porque los cambios situacionales afectarán al conjunto de variables y al conjunto de las variedades citadas. Gradual, pues en la periferia de esa única escala, necesariamente, una modalidad será más o menos coloquial/formal, presentará un mayor o menor reflejo de las

*  El presente trabajo se publicó originalmente en R. M.ª Castañer Martín y V. Lagüéns Gracia (coords.) (2010): De moneda nunca usada: Estudios dedicados a José M.ª Enguita Utrilla, ISBN 978-84-9910-591-8, pp. 125-133. Agradecemos a la Institución Fernando el Católico del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) su permiso para la reproducción de este trabajo.

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características de los usuarios, tendrá un carácter más o menos conversacional o un carácter más o menos oral/escrito. Dicho lo cual, se entenderá que nuestra aproximación es dinámica. Coincidimos en buena medida en el modo de entender la variación (diafásica) con Oesterreicher (1994 y 1996), Narbona (1996), López Serena (2007), etc. En efecto, es cierto que las características de los usuarios a priori perfilan en un sentido u otro los registros (el español coloquial de un andaluz se diferencia del de un valenciano y el de mi madre se diferencia del mío), pero lo es también que en el proceso comunicativo, es decir, cuando hablamos por ejemplo coloquialmente, afloran más las características dialectales (más: otra vez la gradación) y las sociolectales de edad, sexo y las del medio oral y las de género, que en ese caso sería más conversacional (sí, otra vez más). Y, al contrario, tienden a neutralizarse o nivelarse las sociolectales de nivel sociocultural. Esta es la visión dinámica y contextualizada a la que nos referíamos antes. De acuerdo con la caracterización que realiza el grupo de investigación Val.Es.Co. (Briz 1995, Briz y grupo Val.Es.Co. 2002) el registro coloquial o, más exactamente, el prototipo de lo coloquial (+coloquial), como variedad de uso en situación, responde a los siguientes rasgos: –– relación social o funcional de igualdad entre los interlocutores: acercamiento social o de los papeles comunicativos en un momento dado; –– relación vivencial de proximidad entre estos: saberes, experiencias y contextos compartidos; –– marco interaccional familiar: relación de cotidianidad de los participantes con el marco espacial en el que se sitúa la interacción; –– cotidianidad temática de la interacción: temas de la vida cotidiana, no especializados; –– planificación sobre la marcha; –– fin interpersonal1; –– tono informal. Los cuatro primeros definen la situación que favorece el uso coloquial, son los que en la propuesta Val.Es.Co se denominan rasgos coloquializadores; puesto que, además de favorecer la coloquialidad del discurso, cualquiera de estos tiene la capacidad de neutralizar la ausencia de los otros y, por tanto, de coloquializar 1.  Quizá, este mayor fin interpersonal o, si se prefiere, comunicativo socializador (de mayor “comunión fática”) podría dar razón de la mayor “implicación emotiva” y del mayor “carácter subjetivo” de la comunicación de más inmediatez comunicativa (según Koch y Oesterreicher 1990) o de mayor coloquialidad (en términos de Val.Es.Co.). Dichos autores no aluden a este rasgo, que es fundamental en la propuesta Val.Es.Co. En Briz (1998), se hablaba también de grado de confianza, y es evidente que la confianza entre los interlocutores favorece que afloren con naturalidad las emociones y eso que se ha llamado (mayor) expresividad. Pero, aun aceptando que así sea, son rasgos difíciles de aprehender y conviene dejarlos aparte o, como es el caso, en nota.

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una situación comunicativa, en principio, menos coloquial o no coloquial. Los tres restantes son rasgos estrictamente vinculados con la variedad coloquial resultante y están en correlación con los anteriores. Todos estos rasgos son los que acertadamente llama López Serena (2007: 185) al modo Val.Es.Co. “constelación comunicativa coloquial” (o, al modo de Koch y Oesterreicher [1990], “constelación comunicativa inmediata”). Coloquial es, según lo anterior, un concepto que dibuja una situación de comunicación precisa, resumida en la inmediatez, la aproximación o acercamiento social y discursivo, así como en los rasgos asociados a dicha situación. La menor presencia de todos estos rasgos determina grados de coloquialidad y, en consecuencia, que de lo coloquial prototípico se pase a hablar de la periferia de lo coloquial. En efecto, aun cuando el fin es transaccional y el grado de cotidianidad temática es menor, se puede hablar coloquialmente durante una transacción comercial, aunque hay desigualdad social y funcional; se puede hablar coloquialmente entre un profesor y un estudiante; se puede hablar coloquialmente en un congreso o durante una reunión de negocios, a pesar del fin transaccional y de la distancia interpersonal; en suma, se puede hablar coloquialmente el lenguaje de especialidad. Y a veces se escribe como si se hablara (en cuanto a la construcción y progresión del discurso), es decir, puede ser escrito, pero menos planificado2. Lo anterior apunta de nuevo a la doble visión, estática y dinámica, de los conceptos que la propuesta Val.Es.Co. (Briz en prensa) maneja y al potencial explicativo que tal distinción proporciona a dicha propuesta. Así, por ejemplo, al hablar de relación social y funcional entre los interlocutores se alude a la diferencia de estrato y clase social, un rasgo estático en cada uno de los hablantes, y del papel que estos pueden desempeñar en una situación dada (un profesor y un peón de albañil, ingresados en un hospital, son funcionalmente enfermos). La relación de proximidad no se mide solo por el grado de parentesco o de amistad o de conocimiento, la visión estática, sino por el grado de acercamiento interpersonal que puede ir aumentando conforme avanza la interacción (de ahí que una interacción formal pueda coloquializarse u otra coloquial formalizarse). En cuanto al marco interaccional cotidiano, afirmar que un juzgado es un espacio no familiar es adoptar una visión estática; la visión dinámica vincula el grado de cotidianidad espacial al grado de relación de los participantes con el marco espacial en el que se sitúa la interacción, de modo que un juzgado es una escena poco cotidiana para quien escribe, y no lo es para un juez en el desempeño de su actividad profesional. Y lo mismo sucede con la mayor o menor cotidianidad temática: desde una visión estática no podría hablarse coloquialmente los lenguajes de especialidad, lo que a partir de análisis empíricos estamos mostrando actualmente que no es así. 2.  Sobre la variación oral y escrita, véase Biber (1988); sobre el concepto de planificación, comp. Ochs (1979).

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Por otro lado, el prototipo de lo formal (+formal) está marcado por los rasgos: –– –– –– –– –– –– ––

relación social o funcional entre los interlocutores; relación vivencial de proximidad entre estos; marco interaccional familiar; cotidianidad temática de la interacción; planificación sobre la marcha; fin interpersonal; tono informal.

Del mismo modo, la reducción de formalidad a partir de la menor ­presencia de estos rasgos transforma el centro o prototipo en la periferia de lo formal. En correlación con estos rasgos, aparecen otros que no hacen sino concretar lingüísticamente lo coloquial o lo formal; por ejemplo, en el caso del registro coloquial, la planificación sobre la marcha supone un menor control de lo producido, que se manifiesta en frecuentes reducciones y pérdidas de elementos, vacilaciones, reinicios y vueltas atrás; la relación de proximidad entre los interlocutores favorece que lo coloquial esté fuertemente sometido al contexto y sea especialmente muy rentable el recurso de la deixis (extrema); el tratamiento familiar (por ejemplo, el tuteo, los apelativos cariñosos…) se vincularía a la relación social de igualdad; el fin interpersonal explicaría que el léxico en general sea a veces menos preciso, etc. Todas estas constantes y frecuencias lingüísticas caracterizan de modo más particular lo coloquial (Briz 1998) y, en su caso, lo formal, de modo que colaboran en la determinación y mayor concreción de esas escalas y grados de coloquialidad y de formalidad. Y no solo esto, tales rasgos afectan de modo dinámico a la determinación de los géneros. Cierto es que una conversación que se desarrolle en esos parámetros situacionales de producción y recepción discursivas será +coloquial o +formal: una conversación entre jóvenes amigos, en casa de uno de ellos hablando de sus salidas nocturnas responde al prototipo de lo coloquial; una conversación entre colegas, durante un congreso sobre pragmática, responde al prototipo de lo formal. E igual de cierto es que algunos géneros discursivos se vinculan a estas modalidades lingüísticas o registros3; en principio, por ejemplo, una conferencia o un debate aparecen en la escala de lo formal. No obstante, si los rasgos se mueven, los géneros se mueven y se imbrican con otros. Por eso, una conversación cara a cara, aun a pesar de ser un género (oral, dialogal) asociado a lo coloquial prototípico (el género en el que más auténticamente se manifiesta el registro informal) puede ser igualmente asociada a los rasgos de lo formal. 3.  Véase en Narbona (1996: 160) el esquema sobre la variación de géneros a partir de dos ejes, el de lo oral y lo escrito y el de la situación de monólogo o de diálogo, siguiendo a Charaudeau (1995).

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Los géneros son envoltorios de lo coloquial o de lo formal, es decir, ­modos o formatos en que se puede realizar lo coloquial o lo formal: +/–oral, +/–inmediato, +/–dialogal, +/–dinámico (retroalimentado y cooperativo) +/–alternancia de turno predeterminada (Briz, coord., 1995b: 27-30). En efecto, una conversación es un discurso oral, en tanto se produce a través de un canal fónico. Es inmediato en cuanto a su ejecución en una coordenada espacio-temporal aquí, ahora y ante ti. Su dinamismo viene dado por la sucesión de intercambios4; así pues, se obra conjuntamente con otro(s), gracias a lo cual se (retro)alimenta y progresa, es decir, existe alternancia de turnos, si bien dicha alternancia no está predeterminada de antemano. Es este, precisamente, el rasgo definidor y exclusivo de la conversación, frente a otros géneros orales, dialogales, retroalimentados, cooperativos y dinámicos como el debate o la entrevista, no tan libres en la conducta interaccional, ni en la progresión textual; pues en el caso de la entrevista esta responde al esquema general de pregunta-respuesta, y en el caso del debate es un moderador el que reparte la vez entre los varios asistentes, al menos dos5. Ciertamente, los rasgos anteriores son importantes para explicar la variación de géneros, apuntan a esta, pero no son suficientes porque lo que determina el movimiento real en la escala de los géneros es nuevamente la “constelación comunicativa coloquial o formal”. La menor presencia de los rasgos prototípicos de lo +coloquial o de lo +formal hará que los discursos en cuestión se alejen del prototipo, constituyendo la periferia en ambos registros y, consecuentemente, en los diferentes géneros. Una entrevista, por ejemplo, puede ser coloquial, pero no prototípicamente coloquial porque, en principio, no comparte todos los rasgos coloquiales. Si llegara a compartir todos esos rasgos, el formato dejaría de ser prototípicamente el de una entrevista. En suma, los géneros discursivos son, según nuestra concepción, piezas conectadas al eje coloquial-formal, partes, así pues, del mismo engranaje. Así, el mayor o menor grado de elaboración propio de lo coloquial puede marcar una diferencia entre una entrevista y una charla o, incluso, favorecer que lo que empezó siendo entrevista se convierta en charla6 o que algunos debates televisivos se conviertan por momentos en verdaderas conversaciones. Evidentemente, los 4.  En Briz (2007: 18) se explica que la mayor presencia de intervenciones reactivo-iniciativas en un discurso está en relación directa con el grado de dinamismo en este. Se indica, además, que esta presencia frecuente de este tipo de intervenciones es una característica distintiva, por ejemplo, de la conversación frente a otros géneros discursivos dialogales como puede ser la entrevista, en el cual predominan las intervenciones iniciativas y reactivas. 5.  Para la definición de género discursivo, véase Charaudeau (2004). Una caracterización del género “entrevista”, en Méndez García (2003), y del “debate”, en Cortés y Bañón (1997). 6.  Cf. con la propuesta sobre los géneros de Camacho Adarve (2007), en la que es el género el que parece estar en la base de la variación y lo coloquial se entiende como un rasgo del género (p. 263).

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géneros son necesariamente también graduales y, cuando el eje se mueve, todo el engranaje se mueve con él. Insistimos en que esta visión más dinámica de la variación no excluye esa otra posición más estática según la cual (ver nota 3) el género favorece, en principio, el uso de un registro u otro; en efecto, la conversación, el coloquial; la conferencia, el formal. Pero este principio estático, sin ser falso, puede alterarse, como se ha señalado, en el proceso de producción y recepción. Me gustaría acabar este trabajo reproduciendo el final de otro que todavía está en prensa, “Esbozo de la propuesta del grupo Val.Es.Co. sobre las variedades diafásicas”, y sobre el que he vuelto en estas breves líneas dedicadas a mi buen amigo José María Enguita: Cada vez que pienso y leo sobre el conjunto de la variación de registros, sociolectos, dialectos, géneros, medios orales y escritos, etc., me imagino un artilugio que rueda sobre un eje (lo coloquial/lo formal) y que en dicho movimiento arrastra a todo el engranaje, constituido por cada una de esas piezas citadas (los rasgos implicados en la determinación de las diferentes escalas de registros, sociolectos, dialectos, géneros, medios, etc.). Si la rueda de los rasgos de la coloquialidad y de la formalidad comienza a moverse, todo entra en movimiento y “colisiona”. La imagen del dial la tengo, pero no tanto el dibujo exacto que demuestre la certeza de esta propuesta de la variación; quizá, nos falta la imaginación de Ramón Llull en la creación de un ingenio mecánico que, con todos los datos dispuestos sobre figuras geométricas, se mueva y ruede mediante una manivela (ahora sería una tecla o un botón) y se pare cada vez que como usuarios de la lengua o como analistas queramos seleccionar la opción exacta y más adecuada o determinar lógicamente en qué punto de la escala de coloquialidad, de discurso, de oralidad, etc., nos encontramos. Ars Magna et ultima capaz de explicar el conjunto de “verdades” sobre la variedad como una sola “verdad”. A falta de esta máquina ideal, valga la argumentación hasta aquí.

Y el cuadro siguiente que dejo como final:

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+ COLOQUIAL PROTOTÍPICO

– COLOQUIAL PERIFÉRICO

– FORMAL PERIFÉRICO

RASGOS DE FORMALIDAD

RASGOS COLOQUIALIZADORES

+ rel. de igualdad



–

– rel. de igualdad

+ rel. vivencial



–

– rel. vivencial

+ marco interac. cotidiano



–

– marco interac. cotidiano

+ cotidianidad temática



–

– cotidianidad temática

DE RESULTAS: RASGOS PROPIOS DEL REGISTRO COLOQUIAL

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+ FORMAL PROTOTÍPICO

DE RESULTAS: RASGOS PROPIOS DEL REGISTRO FORMAL

+ planificación sobre la marcha



–

– planificación sobre la marcha

+ fin interpersonal



–

– fin interpersonal

+ tono informal



–

– tono informal

Control menor de lo producido (pérdida de sonidos, vacilaciones, reinicios y vueltas atrás…), deixis extrema, léxico poco preciso (proformas…), tratamiento cercano o familiar (tuteo, apelativos cariñosos, menos atenuación…), orden pragmático de las palabras, etc.

Control mayor de lo producido (pronunciación cuidada…), léxico preciso (a veces, técnico), tratamiento de distancia (con “usted” formas de cortesía, más atenuación…), orden sintáctico de palabras, etc.

+ diferencias dialectales

+ diferencias dialectales

– diferencias dialectales

– diferencias dialectales

+ diferencias sociolectales de sexo y edad

+ diferencias sociolectales de sexo y edad

– diferencias sociolectales de sexo y edad

– diferencias sociolectales de sexo y edad

– diferencias sociolectales de nivel sociocultural

– diferencias sociolectales de nivel sociocultural

+ diferencias sociolectales de nivel sociocultural

+ diferencias sociolectales de nivel sociocultural

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GÉNERO prototípicoperiférico

GÉNERO periféricoprototípico

Conversación

Texto legal

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RASGOS PROPIOS DEL GÉNERO

RASGOS PROPIOS DEL GÉNERO

+ oral



–

– oral

+ inmediato



–

– inmediato

+ dialogal



–

– dialogal

+ dinámico



–

– dinámico

+ altern. de turno no predet.



–

– altern. de turno no predet.

Conversación entre amigos en un bar hablando de un tema cotidiano

La Constitución Mexicana

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Notas sobre los llamados usos temporales “dislocados” en la conversación coloquial*

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1. Introducción Benveniste (1965) establecía una diferencia entre: ––

el tiempo físico, el paso del tiempo: (1)

A: no yo SÉ que debería darte más tiempo↓ del que te doy  : pero si yo no te pido más tiempo↓ yo lo que te pido es que estés SEGURO/ B porque si no estás seguro pues/ oye↓ si quieres lo dejamos ¿me entiendes? yo no lo quiero dejar/ yo por mí ya sabes que/ yo te quiero mucho y yo↑/ o seasi ya sabes que por mí NO/ pero si tú/ ves que necesitas un tiempo/ o- yo qué sé o que no estás seguro de que me quieras→ [ML.84.A.1]

––

el tiempo cronológico, el tiempo de los acontecimientos y sucesos: (2) A: eso fue en Cou↓ tú↓ hace un montón de años↓ ya [H.38.A.1]

––

y el tiempo lingüístico, basado en el tiempo cronológico, es el tiempo de los acontecimientos, si bien vistos y medidos desde un origen o centro de referencia temporal que puede o no coincidir con el momento de habla, de la enunciación, del acto de comunicación.

Al hablar de tiempo verbal, de las relaciones temporales no referimos a esta última noción del tiempo. De este modo, al describir la forma verbal fue del ejemplo anterior afirmamos, siguiendo las aproximaciones temporalistas tradicionales que se trata de un pretérito, por tanto pasado. Siguiendo aproximaciones más * El presente trabajo se publicó originalmente (2004): ELUA: Estudios de Lingüística de la Universidad de Alicante, n.º 2, ISBN 84-930403-3-9, pp. 43-54. Agradecemos a dicha revista su permiso para la reproducción de este trabajo.

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modernas, quizá menos temporalistas, decimos que se expresa una relación temporal de anterioridad o que contiene un vector de anterioridad en relación directa con respecto a un punto de origen O, el momento de habla (Rojo y Veiga 1999). Comp. sobre el esquema 1: Esquema 1 (Rojo y Veiga 1999: 2881-2882) canté O-V (anterioridad): ayer yo canté una canción canto OoV (simultaneidad): hoy canto una canción cantará O+V (posterioridad): mañana cantaré una canción

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cantaba (O-V) oV (simultaneidad en relación con el momento anterior al origen)

Completemos un poco los significados temporales con otro cuadro tomado de Rojo y Veiga (1999), que reproducimos en el esquema 2: Esquema 2 (Rojo y Veiga 1999: 2884) Punto Relación temporal primaria de referencia -V oV +V (anterioridad) (simultaneidad) (posterioridad) O canté

canto

cantaré

(O-V)

había cantado

cantaba

cantaría

(OoV)

he cantado

(O+V)

habré cantado

((O-V)+V)

habría cantado

A partir del cuadro anterior, estos autores hacen notar los vínculos entre las formas que poseen la misma relación primaría; por ejemplo, canto y cantaba tienen en común el ser formas que expresan primariamente simultaneidad, aunque canto sobre el origen y cantaba con relación a un punto anterior al origen, etc. Si se tienen en cuenta el punto de referencia, se observan conexiones entre formas corno canto y cantaré, o entre había cantado, cantaba y cantaría. Pues bien, quizá ello nos ayude a entender o a justificar más tarde algunos de los llamados usos “dislocados” o “desplazados” de las formas temporales en español actual, concretamente, en la conversación coloquial, que es el objeto de esta conferencia, incluso, por qué solo algunas de las formas temporales (y no todas) quedan expuestas a dichos usos. ÍNDICE

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2. El uso de los tiempos y la coordenada inmediata temporal de la conversación. Los desplazamientos del centro deíctico La conversación es un discurso inmediato y actual o, lo que es lo mismo, se desarrolla en la coordenada espacio-temporal aquí-ahora-ante ti. Emisión y recepción se producen in situ de manera sucesiva, por lo que el punto de origen o centro de referencia temporal es el momento de la enunciación, ya sea real o virtualmente (como si mañana o ayer fueran hoy). Por ello no extraña encontrar en la conversación coloquial ciertos desplazamientos temporales hacia el presente. Es evidente que el punto de origen y momento de habla en los ejemplos de (3) y (4) no coinciden realmente: (Alguien está contando una historia): (3) E: en esto un día estaba yo en casa/ y estaba por las tardes y por la mañana// un jueves y un viernes que no teníamos clase// suena el timbre↑// y voy a abrir ¿no? mm abro la puerta↑/ y me pregunta por una de las lías que vivía conmigo [L.15.A2] (4)

(Uno que esperaba una invitación del otro): V: ¡calla cabrito! que te vas y no me dices ni pío/ tú

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En la intervención anterior se observa cómo el punto de referencia no es el presente de los interlocutores, sino un punto en el pasado, a pesar de lo cual el hablante utiliza tiempos cuyo vector temporal es el de la simultaneidad con respecto al origen, esto es, formas de presente. Se trata del llamado Presente histórico, presente de pasado, un uso con un enfoque temporal diferente del que aparece localizado para esa forma en el sistema verbal del español (ver esquema 2 anterior). Es decir, formas OoV (de simultaneidad temporal con respecto al origen), como suena, voy, abro, pregunta, vas, dices, se emplean ahora en relación con un punto de referencia (anterioridad con respecto al origen: O-V, sonó), aunque, decididamente, con la intención de desplazar de manera más o menos virtual este centro deíctico hacia OoV (de hacer ver un pasado, por tanto un momento que no concuerda con de habla, como si fuera presente) para lograr un determinado efecto de sentido. Este tipo de desplazamiento no ocurre con formas temporales como he cantado (OoV)-V, ni con cantaba ni (O-V) oV, puesto que, de por sí, ya son formas que presentan simultaneidad temporal en el punto de referencia (OoV), como en el caso del pretérito perfecto, o en su relación temporal primaria (oV), como en el caso del imperfecto. Con el empleo de estas formas verbales del presente, dicho pasado cronológico se traslada virtualmente al momento actual, como si los acontecimientos estuvieran sucediendo o se vivieran en el ahora de la interacción. El efecto ÍNDICE

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contextual que se logra con este nuevo enfoque temporal es obvio: hacer actuales unos hechos pasados, que se saben como pasados, aproximar dichos acontecimientos al momento de habla, al Tú, un recurso este personalizador (Chafe 1982), además de vivificador y dramatizador del discurso (Briz 1998). Nótese sobre (3), una intervención propia de un discurso narrativo, que el presente histórico marca y da relieve a las acciones centrales. Y sobre (4), obsérvese que la fuerza de la recriminación aumenta con dicha actualización. Lo dicho anteriormente pone de relieve, por un lado, un hecho interesante ya destacado por Silva (1996: 262 y ss.), a saber, la relación entre tipo de discurso, estrategia pragmática y rasgo lingüístico (en nuestro caso, el uso de una forma verbal concreta); por otro lado, permite entender fácilmente la conclusión que sigue: el llamado presente histórico es un desplazamiento no tanto de las relaciones temporales como del centro deíctico o punto de origen de los acontecimientos. Si un suceso anterior al momento de habla lo entiendo o quiero que se entienda como simultáneo al origen, necesariamente he de utilizar la forma propia, esto es, el presente. Luego lo dislocado, si es que algo lo está, con respecto al sistema verbal normal no es el uso de la forma verbal, sino el punto de vista, el enfoque temporal. El cambio no es de una relación temporal a otra: canté (-V) → canto (oV)

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sino de un punto de referencia O-V que se desplaza a un punto de referencia OoV. En el ejemplo de (5) estamos ante el llamado presente de futuro. De nuevo, la forma de presente, me caso, es utilizada para actualizar un acontecimiento (el casamiento) que no concuerda cronológicamente con el momento de habla. La forma temporal para referirse al mismo sería casaré (aunque con más frecuencia se prefiere el uso perifrástico: voy a casarme el mes que viene1). Un O+V aparece ahora como OoV: (5)

No te lo vas a creer/ pero me caso al mes que viene

Entendida tal modificación como estrategia actualizadora, en concreto, como táctica que se emplea para dar mayor certeza o de hacer más real y seguro un hecho o actuación venideros, de nuevo estaremos ante una modificación del esquema temporal y no ante una simple dislocación o uso de una forma por otra; es decir, 1.  En el castellano de Valencia el uso perifrástico se ha impuesto al del futuro absoluto (C: y en un pajar que me he comprao// Vicente/ voy a hacer abajo una bodega; A: te va a costar un ojo de la cara/ to(d)o eso); esto mismo han señalado Ferrer (1996) para Rosario y Gómez Manzano para México y Madrid. Su valor no está tanto relacionado con la inmediatez o grado de proximidad con el momento de habla, hecho que corre a cargo de ciertos modificadores (sobre el ejemplo anterior: el mes que viene), como con la mayor certeza que su uso imprime a lo dicho.

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no es un desplazamiento temporal de +V a oO, sino un desplazamiento táctico de un esquema O+V a otro OoV, por lo que necesariamente se emplea el presente. El cambio no es: cantaré (+V) → canto (oV)

sino de un punto de referencia O+V que se desplaza a un punto de referencia OoV.

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3. Cuando el tiempo es lo de menos. “Dislocaciones” de los vectores temporales primarios. Una forma verbal por otra De todos es sabido que muchas formas verbales, junto a tiempo o, incluso, antes que tiempo expresan valores modales o modalizadores. Es decir, a veces lo de menos es la expresión de una relación temporal; así pues, esta deja de ser relevante y, por tanto, unas formas verbales aparecen en lugar de otras, incluso aparecen formas alternantes. Ahora bien, este aparente baile no afecta ni a todos los vectores, ni a todas las formas del sistema verbal español. Esta es una cuestión a la que deberemos dar respuesta, así como también matizar lo de la aparente alternancia de formas en un mismo entorno sintagmático. El futuro añade una marca de suposición en (6): (6) S: ya verás tú la baraja que nos sacará (ahora) este/ toda PRINGÁA asquerosa y aceitosa↓ ésa sí que valdrá J: y se notarán las cartas S: y se notarán las cartas

Y en (7) deja en parte de ser una marca temporal para expresar esencialmente ese valor de suposición (en el presente): (7)

Estarás pensando que soy tonto.

En (8), la probabilidad de que sea así en este momento, domina sobre el tiempo: (8)

Ahora estarán bailando.

Pues bien, todos esos otros valores modo-temporales o estrictamente modales están vinculados a ciertas estrategias, actitudes, presuposiciones… Van más allá de la localización de un suceso. Incluso, dado que dicha localización se extrae del contexto, la forma verbal deja en ocasiones de ser pertinente en la expresión de tiempo. ÍNDICE

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4.  Un ejemplo significativo: los valores modo-temporales del imperfecto En (9), (10) y (11) tienen una serie de ejemplos de usos especiales del imperfecto de indicativo en español peninsular, que muestra la ampliación de valores y usos de esta forma verbal, sin duda, relacionada con su débil posición temporal, lo que la hace apta para la subjetivización, la modalización, como ha señalado Gutiérrez (1996: 178). No en vano el imperfecto es muchas veces marca de presencia del hablante. Como veremos presentan valores de uso diferenciados. (9)

a. La reunión era (es) para las cuatro ¿no? b. ¡Qué chof! ¡pero si eras tú! c. ¿Qué te creías (crees) que yo me chupaba (chupo) el dedo?

(10)

a. De esta paella me comía yo la mitad. b. De buena gana me iba mañana. c. Si tuviera dinero, me compraba una moto. d. Me llamaba eso a mí y… e. Yo que tú me iba. f. Con tal que quisieras, lo hacías. g. En cuanto me lo pidieras, te lo daba. 28

(11) a. Veníamos a pedirle un favor. b. Vale que vosotros erais policías y nosotros ladrones. c. Imagínate que ahora se nos perdía la llave.

4.1. Imperfecto en un contexto de presente, referenciado a un discurso anterior presupuesto En el caso de los ejemplos de (9) se trata de imperfectos en un contexto de presente, aunque referidos a un discurso anterior presupuesto: (9)

a. La reunión era (es) para las cuatro ¿no? b. ¡Qué chof! ¡pero si eras tú! c. ¿Qué te creías (crees) que yo me chupaba (chupo) el dedo?

Esta combinación del contexto de presente y de un contexto presupuesto de pasado da cuenta del porqué el imperfecto es una forma verbal adecuada para la expresión de esta relación modo-temporal (recuérdese, sobre el esquema de 2), que el imperfecto se caracteriza por ser temporalmente simultáneo a un punto de referencia anterior al origen: (O-V) Oo, si bien aquí dicha referencia a algo anterior está presupuesta. ÍNDICE

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¿Cuál es el valor modal que tales usos añaden?: ––

De incertidumbre: (9a) La reunión era (es) para las cuatro, ¿no?

(presupuesto anterior: alguien me ha dicho que hay reunión, pero no estoy seguro). ––

De sorpresa (de aprobación o de desaprobación): (9b) ¡qué chof! ¡pero si eras tú! (9c) ¿Qué te creías (crees) que yo me chupaba (chupo) el dedo?

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(presupuesto anterior: esperaba alguien y resulta que en su lugar vienes tú; me considerabas ingenuo, y ahora te he demostrado que no lo soy tanto). 4.2.  Imperfecto en un contexto de futuro (cantaba en vez de cantaría) Los ejemplos de (10) son imperfectos en un contexto de futuro: (10)

––

a. De esta paella me comía yo la mitad. b. De buena gana me iba mañana. c. Si tuviera dinero, me compraba una moto. d. Me llamaba eso a mí y… e. Yo que tú me iba. f. Con tal que quisieras, lo hacías. g. En cuanto me lo pidieras, te lo daba.

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Para expresar un deseo: (10a) De esta paella me comía yo la mitad. (10b) De buena gana me iba mañana.

Mientras en los casos anteriores de (9) todavía puede observarse la relación de uso del imperfecto con su valor temporal primario, en estos nuevos casos de (10a) y (10b) dicha relación ya no se percibe, pues lo que expresa la forma verbal es estrictamente un valor modal. No obstante, el empleo del imperfecto parece un uso desplazado de lo que sería formal­mente más ajustado para expresar un valor modal de deseo, de algo que no ha sucedido, pero que querría que sucediera, es decir, el condicional: de +V (comería) → Vo (comía). Volveremos más tarde sobre este hecho.

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Nótese que tanto en (10a) como en (10b) hay una negación implícita “no me la comeré” y “no me iré”. ––

Con valor de futuro (en construcciones con sentido condicional: “suponiendo que tuviera dinero”, “que me llamara a mí eso”, “que yo fuera tú”, etc.):

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(10c) Si tuviera dinero, me compraba una moto. (10d) Me llamaba eso a mí y… (10e) Yo que tú me iba. (10f) Con tal que quisieras, lo hacías. (10g) En cuanto me lo pidieras, te lo daba.

A diferencia de (10a) y (10b), los imperfectos de (10c-10g) con valor de futuro están referenciados a un presupuesto anterior, de un no-suceso. De hecho, de todos se parte de una negación: “No he tenido dinero hasta ahora”, “No me lo ha llamado hasta ahora”, “No te/me he ido hasta ahora”, “no he querido hasta ahora”, “no me lo has pedido hasta ahora”. 5.  Imperfecto o condicional en el mismo entorno sintagmático Muchos de los ejemplos anteriores de (9) y (10) apuntan a un uso aparentemente indistinto de dos formas verbales (cantaba/cantaría), una de indicativo y otra de subjuntivo. Veamos el caso concreto de los ejemplos siguientes: Si tuviera dinero, me compraría/compraba una moto. Yo tendría/tenía que haber venido.

Y digo aparente uso indistinto porque, aunque se trata de hechos que probablemente no sucederán o realmente no han sucedido, hay una diferencia de grado ya sea en cuanto a esta probabilidad o al grado de obligación que otorga el hablante a lo dicho. La supuesta “neutralización” temporal y modal se produce, en todo caso, en el plano formal y semántico, pero no en el pragmático. Con el uso del imperfecto compraba el hecho se siente más real, realizable, probable. Del mismo modo, el grado de obligación o de imposición de una obligación aumenta con el imperfecto tenía (claro que el hablante, confesando la culpa de no haber venido, sin atenuantes, esto es, con tenía en lugar de tendría, intenta exculparse). Y que sea el imperfecto y no otro tiempo puede causar cierta sorpresa, aunque no tanta, pues ambos comparten el vector (O-V): “no he tenido dinero hasta ahora”; “no he venido”. Insistimos, pues, en que ambas formas no expresan el mismo contenido modal, además, por supuesto, de existir una variación de uso en cuanto al registro: más coloquial en el caso del imperfecto, más formal en el del condicional. ÍNDICE

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6.  ¿Desplazamiento o dislocación al azar? Hemos observado hasta aquí que entre los casos de “dislocaciones” presentados los hay que propiamente afectan al punto de referencia y otros a los vectores temporales, y que en tales casos se añade sistemáticamente el valor modal concreto (ver Rojo y Veiga 1999: 2896). Siguiendo a estos autores, por ejemplo, en los usos ya citados del futuro por el presente: ahora estarán bailando, estarás pensando que soy tonto (comp. también serán las doce), se observa que el vector de posterioridad es sustituido por otro de simultaneidad, añadiendo un valor modal de incertidumbre o suposición en el presente. Las conexiones entre canto y cantaré, o entre cantaba y cantaría (ver de nuevo el esquema 2) en cuanto al punto de referencia (el presente y el futuro coinciden en que su valor temporal se establece directamente sobre un punto de origen; e imperfecto y condicional coinciden en que su relación temporal se mide en relación con punto anterior al origen), nos permiten justificar tales usos “dislocados”. Lo que queremos decir con lo anterior es que estos cambios no son aleatorios, que, de acuerdo con Rojo y Veiga (1999: 2896), “no todas las formas verbales de español actual admiten la posibilidad de experimentar una dislocación”. Esto es, tienen una razón dentro del sistema. Que formas de futuro, con vector temporal de posterioridad, al dejar dicha marca temporal pasen a tener un valor de incertidumbre, está en consonancia con el valor de probabilidad que toda forma de futuro expresa. Y que sea precisamente el futuro y no otro tiempo el que exprese probabilidad en el presente tampoco extraña, dado que con el presente tiene en común el punto de origen. Notábamos en varios ejemplos la extensión de valores del imperfecto de indicativo, así como que a dicho usos temporales se añadía un valor modal: recordemos uno de los ejemplos en el que el imperfecto, con vector temporal de anterioridad, se utiliza en lugar del presente, expresando una relación temporal de simultaneidad: de buena gana me comía esta paella ahora. Que sea el imperfecto el que se utilice está justificado por el hecho de que, precisamente, comparte con la forma de presente una relación temporal primaria de simultaneidad. El valor modal que aporta en este caso es de irrealidad, con una diferencia de grado (menor) con respecto al empleo del condicional (comería). Con aquel se logra transmitir una mayor responsabilidad de lo dicho o hecho, una mayor certeza, una mayor implicación del yo. 7.  Otros contenidos modales del imperfecto Se recogen aquí otros contenidos modales del imperfecto, usado en un contexto de presente: el llamado imperfecto de cortesía y el de ficción o fantasía, recogidos en (11): ÍNDICE

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(11) a. Veníamos a pedirle un favor. b. Vale que vosotros erais policías y nosotros ladrones. c. Imagínate que ahora se nos perdía la llave.

7.1.  El imperfecto de cortesía

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Algunas formas verbales se especializan como recursos de expresión cortés. Así, en (12), el condicional, el futuro y el imperfecto de indicativo o subjuntivo aparecen entre los recursos de atenuación, en tanto minimizadores de lo dicho y el decir, formas de distanciarse o de alejarse estratégicamente de lo dicho o hecho (Briz 1998): (12) Me gustaría (gusta) que vinieras. Yo lo haría (hago) de otro modo. ¿Tú tendrás (tienes) tabaco rubio/ por ahí por casualidad? (petición indirecta) Quería/Quisiera/Querría (quiero) que vinieras a mi cumpleaños.

Es tal el grado de gramaticalización en la expresión de este valor modal, que la alternancia de formas, incluida la llamada “recta” (el presente) no es más que el resultado de aplicar distintos grados o escalas de atenuación según la mayor o menor intensidad obligativa hacia el interlocutor o las posibilidades de aceptación que a juicio del hablante pueda tener su enunciado ante el oyente (nótese en el último de los ejemplos la alternancia entre imperfecto de indicativo, subjuntivo y condicional en virtud del grado de minimización de la petición, frente a la escasa o menor atenuación de la petición con el uso del presente) El empleo del imperfecto o del condicional de cortesía resta fuerza ilocutiva al performativo volitivo querer, y, así pues, expresa mayor distancia interpersonal, como ya señalaba Alarcos (1978: 107): (a) (b) (e)

Quería que vinieras a mi fiesta (atenuado) Quisiera-querría que vinieras a mi fiesta (+atenuado) Quiero que vengas a mi fiesta. (–atenuado)

7.2.  El imperfecto de ficción o fantasía (prelúdico o lúdico) A diferencia del anterior, su uso no es compartido por el condicional, a pesar del componente de irrealidad (ficción o fantasía) que conlleva, quizá, porque el grado de especialización funcional y de gramaticalización es mayor: Vale que vosotros erais policías y nosotros ladrones. Imagínate que ahora se nos perdía la llave.

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8. Conclusiones Lo anterior no ha sido sino una reflexión sobre las aportaciones que ya realizaron autores como Rojo y Veiga (1999) y otros sobre algunos usos “dislocados” de los tiempos en el español actual. Las características propias de la conversación coloquial, en tanto hecho lingüístico-discursivo, su inmediatez, su dinamismo y carácter actual, y en tanto hecho social, las relaciones interpersonales, ayudan a entender el resultado de ciertas “dislocaciones” temporales de algunas formas verbales en tanto que expresan un valor temporal distinto del que se entiende como primario o recto. En este género discursivo son frecuentes los usos desplazados dirigidos hacia la simultaneidad con respecto al origen, ya sea desde la posterioridad, ya desde la anterioridad. Unos, como se ha notado, afectan al punto de referencia, otros al vector temporal primario. Y siempre están al servicio de una estrategia, ya sea vinculada a la actualización del discurso, ya a la expresión del punto de vista, añadiendo en este caso un contenido modal concreto y preciso. Todos estos “usos dislocados” son mecanismos que, como señalaban Rojo y Veiga, al interrelacionar tiempo y modo son muy económicos para el sistema. Si no fuera por estos tendrían que multiplicarse las formas de expresión temporal. Por ejemplo, el español tendría que haber incorporado nuevas formas para expresar todo este conjunto de matices (certeza, realidad, objetividad, evidencialidad, probabilidad, cortesía); por ejemplo, una forma para expresar la probabilidad en el presente, otra para la expresión de la probabilidad en el pasado, otra para indicar mayor intensidad obligativa al oyente, para indicar mayor cortesía, para expresar mayor certeza, etc. O tendría que haber recurrido a otros recursos marcadores de estos efectos de sentido, por ejemplo, a ciertos sufijos, como sucede en otras lenguas e, incluso, puede documentarse en el español del área andina2. Es decir, todos esos otros valores (anormales) están vinculados a ciertas estrategias, actitudes, presuposiciones, etc. Por tanto, la elección de una forma temporal y modal entre varias opciones supone siempre un efecto pragmático, así pues, podremos aceptar la existencia de la neutralización sintáctica y semántica, pero no pragmática. Además, si tales movimientos presentan un alto grado de sistematicidad tanto en las formas de expresión verbal que se mueven como en el plano estratégico, erróneo sería seguir hablando de “usos dislocados”, ni siquiera desde el punto de vista gramatical. Serían usos del sistema temporal-modal del español, sin más.

2.  Según De Granda (1996), en el español del área andina, por influencia del quechua, se recurre a sufijos oracionales, validadores, para marcar algunos hechos de origen y verdad (la tierra no es redonda: “yo no puedo asegurarlo, dicen que es redondo”), los cuales, en ocasiones, han desplazado incluso los valores temporales y aspectuales.

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Las categorías pragmáticas

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Hacia un análisis argumentativo de un texto coloquial. La incidencia de los conectores pragmáticos*

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1. Introducción Un análisis global de una conversación podría dar cuenta de varios hechos: a) los tipos de actos realizados, según su función informativa, y los medios lingüísticos de que disponen los interlocutores para comunicar dichos actos; b) los encadenamientos entre los enunciados1, su apropiación cotextual en relación con los actos que constituyen su entorno verbal y su adecuación contextual-situacional; c) la valoración o función argumentativa de dichos actos y las instrucciones que orientan además su interpretación –todo lo cual entendido como estrategia discursiva–; d) la consecuencia conversacional derivada (condiciones de continuación o cierre de tema o de conversación); e) y la organización de la conversación en sus diferentes unidades: actos, intervenciones, intercambios y secuencias, es decir, su estructura jerárquica. El análisis del fragmento de conversación espontánea que sigue se centra únicamente en el estudio de los aspectos argumentativos del texto, en las relaciones argumentativas de los enunciados dentro de la organización secuencial de la conversación y en algunas de las instrucciones o trazos lingüísticos de esta actividad argumentativa, los conectores pragmáticos2. *  El presente trabajo, enmarcado dentro de un proyecto de investigación sobre el español coloquial subvencionado por la Universidad de Valencia y, concretamente en infraestructura, por la Conselleria de Cultura, Educació i Ciència, se publicó originalmente (1994): Verba: Anuario galego de filoloxia, n.º 21, ISSN 0210-377X, pp. 369-395. Agradecemos a dicha revista su permiso para la reproducción de este trabajo. 1.  Enunciado como tipo de acción, frente a la oración como tipo de estructura gramatical. 2.  Junto a los llamados operadores argumentativos y las marcas axiológicas, los conectores argumentativos han sido centro de atención de la teoría de la argumentación. La teoría de la

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Una expresión como (1) es, desde el punto de vista enunciativo, un simple acto aseverativo o declarativo: (1)

Juan es guapo.

Pero dentro de un discurso práctico, todo acto responde estratégicamente a una intención; es decir, esa expresión, desde un punto de vista argumentativo, puede constituir un acto valorativo p orientado a una cierta conclusión, en este caso, positiva, dado el valor del operador semántico guapo; por ejemplo: “Juan es una persona deseable y no me importaría casarme con él”. La misma orientación argumentativa expresaría ahora a su lado otro argumento como q en (2):

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(2)

Juan es guapo / además su padre tiene un montón de pasta;

ambos argumentos, p y q, son coorientados y se dirigen con la misma fuerza argumentativa3 a la misma conclusión (r). Conclusión diferente puede extraerse de (4), donde los argumentos p y q, vinculados a enunciadores distintos, se dirigen a conclusiones contrarias. El conector pero es la señal de antiorientación, a la vez que la instrucción de que p no es argumento válido para r (p → r; q → no r): (4)

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Juan es guapo / pero es un plomo.

Desde el punto de vista conversacional, la actividad argumentativa manifiesta el acuerdo o el desacuerdo con lo dicho. Así, es evidente que en (5), un intercambio entre dos mujeres que buscan pareja a una tercera, la intervención de B no pone en duda la belleza de Juan, sino que sea argumento suficiente para concluir r (es un buen partido para ella), dado que hay otro argumento más fuerte para concluir no r (es un mal partido para ella; no me casaría con él por nada en el mundo): (5)

A: Juan es guapo, además su padre tiene un montón de pasta. B: Pero es un plomo, tía.

argumentación, uno de los fundamentos de la “nueva retórica” (Perelman 1988: 175), fue formulada inicialmente por Ducrot (1980a: 99), Anscombre (1983: 100) y desarrollada, entre otros, por Moeschler (1985: 94) en un intento de integrar ahora los puntos de vista argumentativos y conversacionales. En la actualidad constituye una de las más importantes propuestas al estudio pragmático-semántico del discurso. Siguen, por ejemplo, esta línea los trabajos de Anscombre (1977, 1983, 1983a), Auchlin (1981), Cadiot (1979, 1985), Danjou-Flaux (1980, 1983, 1986), Ducrot (1980, 1983a, 1983b, 1986), Gülich (1983), Lundquist (1987), Moeschler (1982, 1983, 1986), Schelling (1982, 1983), Zenone (1981, 1982, 1983). En español, véase el trabajo de Portolés (1989). 3. Aunque p y q presentan orientación argumentativa en (3), el argumento introducido por incluso parece tener una mayor fuerza argumentativa que el primero: (3) Juan es guapo, incluso tiene pasta.

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El conector argumentativo pero, al principio del acto de B, es además refuerzo de un acto ilocutorio reactivo, en concreto, una marca del desacuerdo entre ambas interlocutoras. Se trata de la función dialógica del conector pragmático en español; un valor este que el conector argumentativo adquiere de su actualización en la conversación. Según lo anterior, el análisis de una conversación ha de conjugar hechos enunciativos, hechos argumentativos y hechos conversacionales.

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2.  Fragmento de conversación (L.15. A.2: líneas 343-404)4 343 344 345 346 347 348 349 350 351 352 353 354 355 356 357 358 359

L: no sé que tienes actos muy- muy liberales [en relación a] E: [no soy nada-] no son liberales L: parece que sea lo que pienses en un momento pero→ E: sí eso es lo que ((parece)) pero parezco muy liberal pero/ la verdad es que soy muy conservadora L: mujer/ en todo no °(tía)° E: yo sí liberaal- soy conservadora enn/ pues en lo que interesa como to(do) (e)l mundo pero vamos no soy nada liberal al contrario// lo que pasa es que yo respeto mucho lo que dice la gente a mí- cada uno que haga lo que quiera§ L: § yo por ejemplo no lo haría↑ E: bien yo qué sé- yo por ejemplo↑/ no sée a mí me parece muy bien lo que hace cada uno que yo no estoy de acuerdo no quiere decir que yo le critique ni que no/ (°¿entiendes?°) G: pues ya está entonces eres liberal↑ porque el ser liberal empieza por uno mismo E: vamos a ver↓ ser liberal↑ por qué↑ yo- yo me rijo por unas normas↑ y yo conservoo↑ unn- yo qué sé§ G: § pues ya está↑§ E: § yo tengo unos principios y para mí hay valores fundamentales§ G: § eso y tú los sigues ¿no?§ E: § sí G: o intentas seguirlos↑§ E: § sí pero el que otra persona no los sigaa↑ G: a ti te da lo mismo ¿no?/ pues más o menos es eso lo- lo que quiere decir más o menos la palabra liberal↑ 4.  Datos de la conversación a que pertenece el fragmento que sigue: – Clave del investigador y de la grabación: L.15. A.2: Se obtuvo el diez de noviembre de mil novecientos ochenta y nueve; cincuenta minutos de duración; en Valencia; con temas referidos a la infidelidad, el carnet de conducir, problemas de la vida cotidiana; propósito no transaccional; tono informal, modo oral coloquial; grabación secreta con observación participante del investigador; tres participantes (G, E, L); G: varón, entre 21-35 años, estudios secundarios, albañil, monolingüe castellano; E: mujer, entre 21-35 años, estudios superiores, estudiante, monolingüe castellano; L: mujer, entre 21-35 años, estudios superiores, estudiante, monolingüe castellano. – El sistema de transcripción es similar al empleado en el Análisis Conversacional (Schen­ kein 1978, Levinson 1983), aunque ampliado o modificado en algunos signos por problemas de adecuación a nuestros programas informáticos. Para conocer los signos fundamentales véase el capítulo “Signos de transcripción” al final de la obra.

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360 362 (0.2) 361 E: hombre yo- o sea yo por liberal no entiendo esto§ 362 G: § hombre liberal/ lo que pasa es que no sé pues/ tú a lo mejor entiendes por liberal puess// (hay) gente que entiende pues un viva la virgen ¿no? o sea/ oye pasan de todo que- que- que/ eso tampoco es/ una persona liberal para mí es una persona que tienee↑/ unos principios ¿no? y que oye intenta cumplirlos a rajatabla ¿no?// simplemente/ [y bueno y y→] 363 E: [es que/ es que ee] yo para mí el hecho de ser conservadores y tal/ precisamente radica en sus principios/ y para mí hay unas- unos valores/ muy fundamentales que a lo mejor para otra persona no lo son ¿no?/// no [sé] 364 G: [bueno la cues-] la cuestión es que antes eras un poquito beata y a(ho)ra/ lo eres menos ¿no?§ 365 E: § no sé qué quieres que diga la cuestión es que en mi casa tengo una tía monja y está ahí (enton)ces yo paso totalmente de las monjas- de las monjas y digo más tacos que bueno/ que seguramente cua[lquier otro que no→] 366 G: [no/ yo- yo también conozco] mucha gente que ha ido↑ 367 L: no me- no me digas que tú conoces a gente 368 G: CHICA no que han ido al colegio de monjas yy/ al principio sí pero después en cuanto te han dao’ un poquito dee libertad↑ 369 E: se escaquean§ 370 G: § las monjas ni verlas§ 371 E: § ya/ no yo a(de)más yo estaba↑/ yo era↑ bueno la re- la rebelde del cole/ broncas cartas en casa expulsiones// yo qué sé estaba↑ y no estaba de acuerdo con esto no estaba de acuerdo↑/ pues con mogollón de cosas ¿no?§ 372 G: § igual [que J. ¿no?] = 373 E: [y y y] 374 G: =lo llamas J. ¿no? 375 E: J. 376 G: J. supongo que estará/ pues hasta las narices de los curas§ 377 E: § no J. no J. es un ((beato)) (RISAS) 378 G: síii 379 E: °(pues sí)° lo que pasa que él no va por ahí diciéndolo nii/ yo qué sé él es- éel eso de la religión es muy importante 380 G: no oye/ si/ puede [ser ¿no?] 381 L: [yo también pienso que la- la religión] es importante peroo tú te la- la puedes entender de una forma o de otra/ ¿sabes?§ 382 E: § él/ tranqui tranqui 383 L: mm 384 E: o sea 385 L: ((en determinados momentos))§ 386 G: § por narices§ 387 L: § como decía (RISAS) 388 E: no sé porque no tengo ni puta idea porque éel§ 389 L: § es raro 390 G: no oye que desde pequeño pues le han daoo↑/ más o menos desde pequeño le han obligao↑ y al final↑ pues se ha acostumbrao yy→ 391 E: si bueno/ sí [no tie-] 392 G: [y no- y] no puede pasar ya sin ello 393 E: sí oo puede pasar sin ello lo que pasa es que tampoco es que en su casa le digan↑ pero es que él- es que él es así no porque ((ha convivido)) desde siempre con los curas yy/ a mí no me va ese ritmo él está hecho↑ a estar con los monjes ((  ))/ no sé// yo qué sé/ yo respeto a todo el mundo qué quieres que

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te diga es que↑ para mí ser un persona liberal→// yo que sepa tampoco se puedee definir así a una persona a la cual- oye qué es lo que no te gusta habrá cosas que te gusten de ti y por eso ((se pueden remediar ser una persona honesta↑))/ yo qué sé no se trata de ser/ extremista o a rajatabla y de aquí ya mira yo el otro día estaba discutiendo con A. porque A.→/ yo qué sé a mí me parece muy bien que la gente sea muy liberal↑/ pero yo no tengo- yo necesito o sea por ejemplo ella decía/ no sé cómo decirte me estaba diciendo/ que no es normal que tú to(d)as las noches me vaya de fiesta/ y bueno pues conoces a un tío y te mola pues por qué no te vas a enrollar con él↑/ y por qué no rollo y marcha tal y cual y yo decía bueno pues/ pues no↓/ no porque yo no sea liberal ni acepte eso sino que acepto que te enrolles con un tío pero no así 394 L: pero tú no lo haces 395 E: yo no lo hago/ o s(e)a yo estoy pensando quién está delante porque para mí hay cosas más importantes que pasar una noche guay/ y enrollarme con un tipo/ o sea/ yoo- yo no verás- yo es que tengo muy claro con quién me voy a enrollar↓ para mí eso es muy- muy importante§ 396 G: § een ese sentido pues eres conservadora yy§ 397 E: § claro por eso te digo [que] 398 L: [conservadora] para ella pero admite la postura de los demás§ 399 E: § admito la postura de los demás§ 400 L: § entonces [noo eres]= 401 G: [por eso] 402 L: = conservadora↑ 403 G: hombre dentro de lo que cabe para ella- para sí misma es conservadora↑ y para los demás oye↓/ que cada cual haga lo que quiera [con su vida] 404 E: [sí pero↓]=

3.  La argumentación en el texto El fragmento forma parte de un “discurso polémico” que podría quedar resumido, desde el punto de vista conversacional, en el par adyacente5: A: Opinión B: Réplica y, desde el punto de vista estrictamente argumentativo, en un movimiento o intervención concesivo-opositivo o restrictivo como bueno… pero,

donde bueno introduce la concesión e, incluso en ocasiones, un argumento favorable a una conclusión r, y pero, la oposición o restricción en un segundo argumento antiorientado con aquel y, por tanto, favorable a una conclusión no-r; lo que se conoce en oratoria como la técnica del sí pero o concesión ciceroniana. 5. El par adyacente es el intercambio prototípico, que consta de dos intervenciones de hablantes distintos ligadas por una relación de pertinencia condicional, según la definición del Análisis Conversacional.

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Este movimiento se manifiesta en cada uno de los turnos de E. Sea, por ejemplo, su intervención en: 346 E: sí eso es lo que ((parece)) pero parezco muy liberal pero la verdad es que soy muy conservadora

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que podría describirse argumentativa y polifónicamente como sigue: –– descripción argumentativa: a) un acto concesivo: sí eso es lo que parece; b) un pero tematizado que se adelanta a la insistencia concesiva, parezco muy liberal, c) y, finalmente, un acto antiorientado introducido por pero: pero la verdad es que soy muy conservadora, al mismo tiempo que acto conclusivo director que manifiesta la posición del hablante, con un refuerzo modelizante, la verdad. –– descripción polifónica análoga6: Emisor-Hablante: p pero q Enunciador1: p -r (soy liberal) Enunciador2: q no-r (no soy liberal) El fragmento, desde el punto de vista secuencial, se inicia con un acto declarativo de L que manifiesta su opinión sobre la “liberalidad” de las acciones de E. La posición de L (y más tarde también la de G respecto a la consideración de E como persona “liberal” (entiéndase libertina) o de actos “liberales” provoca en este último una reacción de desacuerdo, la cual obliga a L en 345 a modificar, suavizar o atenuar su posición: 343 L: no sé que tienes actos muy- muy liberales [en relación a] 344 E: [no soy nada-] no son liberales 345 L: parece que sea lo que pienses en un momento pero

La atenuación es una estrategia conversacional vinculada sobre todo a la relación interlocutiva, un mecanismo de control del hablante sobre el decir o lo dicho al oyente, o sobre ambos al mismo tiempo. Aunque no es característica exclusiva de un tipo concreto de discurso o de acto de habla, el recurso de la atenuación está presente, por lo general, en los discursos polémicos y, en particular, en las emisiones de juicios que valoran la actuación del interlocutor o de personas próximas a él. En (6), A2 expresa un juicio colaborativo respecto al emitido por B17: 6.  Recuérdese la hipótesis de Baktine desarrollada por Ducrot, a partir de la cual se considera que en la conversación se produce un juego entre el hablante y/o emisor y los varios enunciadores que se manifiestan en la misma, un juego entre enunciado y enunciación. 7.  El ejemplo está tomado de Gallardo (1993).

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y no otro como A2’, que normalmente sería contestado por B1’:

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A1: ¿Qué te pasa?/ pareces enfadada. B1: Es que Mi novio es TONtoo. A2: Sí hija/ quien más y quien menos tenemos que aguantar a alguno.

A2’: Sí hija es un imbécil y un indeseable. B1’: Oye tampoco te pases.

Ante el desacuerdo expresado por E en nuestra conversación, L y G suavizan sus opiniones y conclusiones contrarias, más aún cuando la evaluada es la propia E. Es decir que en estos casos de disconformidad argumental es frecuente la presencia de atenuantes o el uso de elementos de conformidad parcial, que son, sin embargo, en numerosas ocasiones el anuncio de que el desa­ cuerdo continúa. A pesar de todo, la atenuación de L y G no es suficiente para E, que con un movimiento concesivo-opositivo insiste en su anterior conclusión: 346 E: sí eso es lo que ((parece)) pero parezco muy liberal pero/ la verdad es que soy muy conservadora

Y de nuevo se repite una reacción de desacuerdo parcial de L (347), precedida por un prefacio típico en estos casos, mujer, a la que E responde otra vez con un movimiento concesivo-opositivo (348): 347 L: mujer/ en todo no °(tía)° 348 E: yo sí liberaal- soy conservadora enn/ pues en lo que interesa como to(do) (e)l mundo pero vamos no soy nada liberal al contrario// lo que pasa es que yo respeto mucho lo que dice la gente a mí- cada uno que haga lo que quiera

La posición concesiva está soportada por un argumento de justificación y un refuerzo de “autoridad” (como dice o hace todo el mundo): yo sí liberaal- soy conservadora enn↑/pues en lo que interesa como to(do) (e)l mundo. La posición contraria aparece marcada primero por pero y más tarde por al contrario, conector este último que aleja los términos relacionados y los sitúa en posición antonímica (pero vamos no soy nada liberal al contrario), y viene reforzada con un soporte argumentativo-explicativo, además parafraseado (lo que pasa es que yo respeto mucho lo que dice la gente a mí- cada uno que haga lo que quiera). El valor de un enunciado, el hecho de ser interpretado como argumento para tal o cual conclusión, viene determinado por su orientación argumentativa. Así, el valor del conjunto de enunciados de E podría venir representado como (7): (7)

p pero q → no r

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una relación argumentativa p pero q dirigida a una conclusión no-r (no soy liberal), incluso a la conclusión contraria, soy conservadora, que desde el punto de vista conversacional manifiesta el desacuerdo. Contrasta, sin embargo, la interpretación de L y G, que con los mismos argumentos llegan paradójicamente a una conclusión contraria r: conclusión explícita: eres liberal, no eres conservadora o conclusión implícita, hacia un implícito r: pues más o menos eso es lo que significa la palabra liberal, es decir, eres liberal porque la la palabra liberal quiere decir eso mismo: 350-359 E: bien yo qué sé- yo por ejemplo↑/ no sée a mí me parece muy bien lo que hace cada uno que yo no estoy de acuerdo no quiere decir que yo le critique ni que no/ ¿°(entiendes)°? G: pues ya está entonces eres liberal↑ porque el ser liberal empieza por uno mismo E: vamos a ver↓ ser liberal↑ por qué yo- yo me rijo por unas normas↑ y yo conservoo↑ unn-yo qué sé§ G: §pues ya está↑§ E: § yo tengo unos principios y para mí hay valores fundamentales§ G: § eso y tú los sigues ¿no?§ E: § sí G: o ¿intentas seguirlos?§ E: § sí pero que otra persona no los sigaa↑ G: a ti te da lo mismo ¿no?/ pues más o menos es eso lo- lo que quiere decir más o menos la palabra liberal

Según lo anterior, el llamado principio de no-contradicción argumentativa (Moeschler 1985: 121) (no se pueden defender dos conclusiones opuestas con el mismo argumento; dos argumentos opuestos no pueden servir a una misma conclusión), válido en el interior de una misma intervención y, por tanto, de una argumentación monológica, no lo es o precisa de una matización en la conversación o argumentación dialógica. En el ejemplo (8), B argumenta en contra de la propuesta de A, mientras el mismo argumento es utilizado por A para concluir lo contrario: (8)

A: ¿Te vienes al cine esta noche? B: Pero si estoy amargao con el examen. A: Por eso.

Esta aparente paradoja de que argumentos iguales sirvan a conclusiones antitéticas se explica desde el punto de vista interpretativo. En efecto, el argumento p de B (pero si estoy amargao) sirve a dos conclusiones contrarias según la interpretación orientada o antiorientada que de este hacen los participantes de la conversación. En el texto que nos ocupa interviene además el modo ÍNDICE

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diferente de entender el término “liberal”, tal y como se manifiesta en el intercambio de G y E: 361-362 E: hombre yo- o sea yo por liberal no entiendo esto§ G: § hombre liberal/ lo que pasa es que no sé pues/ tú a lo mejor entiendes por liberal puess// (hay) gente que entiende pues un viva la virgen ¿no? o sea/ oye pasan de todo que- queque/ eso tampoco es/ una persona liberal para mí es una persona que tienee/ unos principios ¿no? y que oye intenta cumplirlos a rajatabla ¿no?// simplemente/ [y bueno y y→]

No es extraño, por tanto, que la argumentación dialógica, conversacional, transgreda ciertos principios lógicos de la argumentación monológica (la que tiene lugar dentro de la intervención de un solo hablante). La argumentación, aunque es movimiento de uno, es interaccional y, por tanto, las instrucciones argumentativas van unidas en la conversación a las restricciones interpretativas y a papeles dialógicos con unas consecuencias conversacionales determinadas (vid. págs. 46 y ss.). La argumentación en el diálogo inclina a los participantes a buscar el acuerdo, aunque este, como se muestra en nuestro fragmento, no siempre se produce. En tal sentido, la argumentación, como principio negociador de este acuerdo, presenta dos consecuencias conversacionales evidentes: la expansión de la conversación en caso normalmente de desacuerdo o el cierre (secuencial o conversacional) cuando el acuerdo o, al menos, el acercamiento, se ha producido. Por supuesto, si este no se alcanza, o bien se rompe la negociación y, por tanto la conversación, o bien, sobre todo si se trata de un tema trivial, puede llegar a producirse un cambio de tema por expansión cotextual o contextual o, simplemente, un cierre brusco de la polémica mediante la introducción de un nuevo tema. La falta de acuerdo respecto al hecho de ser liberal o ser conservador abre una serie de turnos en los que, por un lado, G y L, haciendo causa común, y, por otro E, explican su idea sobre lo liberal y lo conservador, introduciendo como soportes argumentales (a partir de la línea 362) una serie de experiencias, secuencias laterales según la denominación del Análisis Conversacional: 362-363 G: hombre liberal/ lo que pasa es que no sé pues/ tú a lo mejor entiendes por liberal puess// (hay) gente que entiende pues un viva la virgen no o sea/ oye pasan de todo que- que- que/ eso tampoco es/ una persona liberal para mí es una persona que tienee/ unos principios no y que oye intenta cumplirlos a rajatabla no// simplemente/ [y bueno y y→] E: [es que/ es que ee] yo para mí el hecho de ser conservadores y tal/ precisamente radica en sus principios/ y para mí hay unas- unos valores/ muy fundamentales que a lo mejor para otra persona no lo son ¿no?/// no [sé]

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En esta “negociación” por el acuerdo, G pretende justificar la ­autoevaluación conservadora de E con un nuevo argumento que vincula religión y conservadurismo: 364 G: [bueno la cues-] la cuestión es que antes eras un poquito BEATA y a(ho)ra/ lo eres menos ¿no?

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E manifiesta a continuación el desacuerdo con la valoración que de ella hace G (resumo el soporte argumental: “yo paso de las monjas”, “digo más tacos que…”, “era la rebelde del cole”, “no estaba de acuerdo con mogollón de cosas”), así como por la nueva interpretación del término liberal que este hace: 393 E: (…) pero es que él- (hablan de un tal J, amigo de todos los participantes en la conversación) es que él es así no porque ((ha convivido)) desde siempre con los curas yy/ a mí no me va ese ritmo él está hecho↑ a estar con los monjes ((  ))/ no sé// yo qué sé/ yo respeto a todo el mundo qué quieres que te diga es que↑ para mí ser un persona liberal// yo que sepa tampoco se puedee definir así a una persona a la cual- oye qué es lo que no te gusta habrá cosas que te gusten de ti y por eso ((se pueden remediar ser una persona honesta↑))

La experiencia de E contada a continuación en ese mismo turno de habla es el soporte argumental de la posición que ha mantenido a lo largo de la interacción. Se trata del argumento principal de carácter explicativo por el que E se considera conservadora: su oposición a las relaciones amorosas pasajeras: 393 E: / yo qué sé no se trata de ser/ extremista o a rajatabla y de aquí ya mira yo el otro día estaba discutiendo con A. porque A.→/ yo qué sé a mí me parece muy bien que la gente sea muy liberal↑/ pero yo no tengo- yo necesito o sea por ejemplo ella decía/ no sé cómo decirte me estaba diciendo/ que no es normal que tú to(d)as las noches me vaya de fiesta/ y bueno pues conoces a un tío y te mola pues por qué no te vas a enrollar con él↑/ y por qué no rollo y marcha tal y cual y yo decía bueno pues/ pues no↓/ no porque yo no sea liberal ni acepte eso sino que acepto que te enrolles con un tío pero no así

En este sentido, G manifiesta un principio de acuerdo tras la argumentación de E (cf. 393-399E), que hace posible el cierre del tema o de la conversación, aunque este no llega producirse porque L insiste en el movimiento concesivoopositivo dominante en el diálogo y en la conclusión inversa, es decir, “no eres conservadora”: 396-402 G: een ese sentido pues eres conservadora yy§ E: § claro por eso te digo [que] L: [conservadora] para ella pero admite la postura de los demás§

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E: los demás§ L: § entonces [noo eres]= G: [por eso] L: = conservadora↑

§admito la postura de

En la búsqueda de un acuerdo que permita cerrar la discusión (la conversación), G intenta conciliar en 403 estas dos conclusiones contrarias, constatando el diferente soporte explicativo que las fundamenta: eres conservadora por tus ideas, pero no lo eres por el respeto que tienes de las ideas de los demás. Sin pleno convencimiento de lograr con ello ese acuerdo definitivo, recurre a un socorrido punto final, que alude a la libre actuación de cada individuo: oye↓ que cada cual haga lo que quiera con su vida. Ese punto final no es compartido por E, que vuelve, superponiendo su turno al de G, al movimiento concesivo-opositivo con el que empezó el fragmento; así pues, el acuerdo queda aplazado y la polémica y la conversación continúan: 404 E: [sí pero↑]=

4. El conector pragmático como instrucción argumentativa y/o ilocutoria y como organizador metadiscursivo8 Los conectores pragmáticos constituyen en el texto verdaderos trazos de toda la actividad argumentativa mencionada y de la actividad comunicativa en general, a la vez que son instrucciones para el oyente de la orientación argu­ mentativa de los enunciados que articulan. Más concretamente, como notaremos a continuación, unos actúan como conectores argumentativos (en su papel monológico en la intervención) y/o ilocutorios (en su papel dialógico en el intercambio) o de refuerzo de la argumentación (comp. págs. 38-39), otros tienen que ver predominantemente con la actividad formulativa de los mensajes, es decir, forman parte de una estrategia para resolver problemas comunicativos, problemas de organización, de actuación y de comprensión; son controles de la situación de habla, bien del mensaje, bien del contacto. Se trata en este caso de la que hemos denominado función metadiscursiva del conector pragmático (vid. págs. 50-53)9. 8. Cf. Briz (1993a). 9.  Nótese, por ejemplo, la diferencia funcional y discursiva que existe entre un conector de las características de pero en (9) y las de otros como bueno, por cierto y en primer lugar en (10a, 10b y 10c): (9)

Me gustaría ir con vosotros/ pero tengo que ir al taller con mi padre.

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Puesto que el diálogo es polémico y ha quedado definido a partir de un movimiento concesivo-opositivo o restrictivo, es normal la presencia de conectores de antiorientación como pero (345, 346, 348, 358, 393, 398…), al contrario (348), dirigidos hacia una conclusión no r explícita o implícita: 393 E: (…) acepto que te enrolles con un tío pero no así 348 E: (…) pero no soy nada liberal al contrario

y de conectores explicativos o justificativos de esa antiorientación, tales como porque (351, 388, 393, 395), lo que pasa es que (348, 362, 379, 393), más aún cuando la posición y los soportes argumentales de un hablante no son compartidos por el resto de interlocutores:

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sí pero, lo que pasa ¿no? es que No porque -al contrario.

Los hay que tienen un simple valor aditivo como y, es decir, presentan un carácter, por lo general, más neutro en cuanto a su fuerza argumentativa y favorecen la adición de otros argumentos: 365 E: (…) yo paso totalmente de las monjas- de las monjas y digo más tacos que bueno/ que seguramente cua[lquier otro que no→]

Aunque en ocasiones algunos conectores que introducen argumentos pueden apuntar y dirigirse directamente hacia la conclusión (implícita), por ejemplo pero hacia una conclusión no r en nuestro ejemplo (4), son otros los que más específicamente tienen el papel de introducir y marcar esa relación argumentativa de conclusión. Esta es la función que desempeñan en nuestro texto algunos usos de pues (353, 359, 362), entonces (351, 400…) o combinados pues entonces: 353 G: pues ya está↑ 400 L: entonces [noo eres]= conservadora

Ahora bien, al valor argumentativo de pues, como conclusivo o como refuerzo de la conclusión que introduce, se une a veces el papel dialógico de marcador y enfatizador de respuesta, sea de acuerdo o de desacuerdo. Con este papel aparece en 379 (pues sí).

(10a) Tengo 40 años/ bueno ya puede decirse que 41 porque los cumplo la semana que viene. (10b) Estuvimos en el cine y luego nos fuimos a la playa/ por cierto ¿te acuerdas del camarero tan simpático ese?/ ya no está. (10c)  Primero tú no eres quién para decirme si he hecho bien o no y segundo tú le has hecho más cabronadas que yo o sea que te callas.

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Como introductor de conclusión funciona también el que de 362 y 403: 362 G  : (…) (hay) gente que entiende pues un viva la virgen ¿no? o sea↑/ oye pasan de todo que- que- que/ eso tampoco es/ una persona liberal 403 G: (…) que cada cual haga lo que quiera con su vida

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Como ocurría con pues, este que imprime mayor fuerza a la conclusión que introduce. Compárese también su valor enfático de insistencia sobre el acuerdo o el desacuerdo (que sí). En algunos empleos de y puede notarse así mismo la marca de consecuencia o conclusión argumentativa. Este conector argumentativo comodín es capaz de unir argumentos, unir conclusiones e, incluso, como se ejemplifica a continuación, enlazar estas con la argumentación anterior; cf. las varias apariciones de y en la intervención de G en 390 y 392: 390 G  : no oye que desde pequeño pues le han daoo↑/ más o menos desde pequeño le han obligao↑ y al final↑ pues se ha acostumbrao yy→ 392 G: y no- y] no puede pasar ya sin ello

además de actuar a veces, desde el punto de vista conversacional, como una mera transición de habla, que marca la conexión de lo dicho antes con lo que se dice a continuación, incluso entre actos de diferentes interlocutores, como muestra (11): (11) Y ¿qué me cuentas de tu prima?/ hace tiempo que no la veo.

Como ya se ha señalado más arriba (comp. págs. 38-39 y 48-49), además de unir argumentativamente dos enunciados, el conector pragmático presenta valores dialógicos como, por ejemplo, el de ser refuerzo o marcador de actos ilocutorios, de acuerdo o desacuerdo. En nuestro fragmento, el desacuerdo existente entre los varios interlocutores favorece el uso de ciertos marcadores de réplica, desacuerdo o duda, como anuncios o prefacios de tales actos reactivos, a la vez que trampolines para reformular los argumentos o las conclusiones anteriores. En posición inicial de intervención reactiva, a veces con alargamiento final, formas como es que, no sé, yo qué sé, hombre, mujer, adquieren el valor citado: 363 E: es que/ es que ee 350 E: bien yo qué sé- yo por ejemplo↑ / no sée a mí me parece muy bien lo que hace cada uno que yo no estoy de acuerdo no quiere decir que yo le critique ni que no/ °(¿entiendes?)° 361 E: hombre yo- o sea yo por liberal no entiendo esto

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Compárese el empleo del mismo signo en posición final, a veces con alargamiento de la primera sílaba, ahora con valor reafirmativo en (12): (12) No te dejes convencer hombre

El mismo valor dialógico presentan también en esta posición otras fórmulas como vamos a ver, qué quieres que te diga, aunque unido al papel reformulador típico de estas expresiones en posición interior de un acto o de intervención (vid. más abajo):

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352 E: vamos a ver↓ ser liberal↑ por qué↑ yo- yo me rijo por unas normas↑ y yo conservoo↑ unn- yo qué sé 365 E: no sé qué quieres que te diga la cuestión es que en mi casa tengo una tía monja y está ahí

Comp. el empleo de qué quieres que te diga y vamos como refuerzos argumentativos, especialmente, en posición final: 393 E: yo qué sé/ yo respeto a todo el mundo qué quieres que te diga (13) Yo comprendo que se queje pero no así vamos

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Hablar es argumentar, manifestar posiciones. Ahora bien, junto a esta actividad argumentativa existe una actividad formulativa; es decir, la coherencia argumentativa, que depende de la compatibilidad entre los enunciados según su orientación e instrucción argumentativas, ha de ir unida a la coherencia al formular o producir dichos enunciados. Así pues, en toda conversación aparecen una serie de conectores encargados especialmente de resolver problemas de organización, de actuación y de comprensión. Son piezas estratégicas de control de la situación de habla, ya del mensaje (ordenadores de la materia discursiva, demarcativos, a veces con papeles más concretos –iniciadores, indicadores de progresión o cierre–), ya del contacto (elementos fáticos o apelativos). Estos conectores, a los que hemos denominado conectores metadiscursivos, constituyen un apoyo para los interlocutores en la formulación y reformulación de su discurso, de sus argumentos y conclusiones. Esta es la función en el texto de signos y expresiones como vamos (que), vamos a ver, bueno, o sea, pues, no sé como decirte… Con un valor fundamentalmente demarcativo se emplea pues en 362, 371, 376, 389, 393: Pues parcela y realza ciertas partes del discurso: 362 G: hombre liberal/ lo que pasa es que no sé pues/ tú a lo mejor entiendes por liberal puess// (hay) gente que entiende pues un viva la virgen

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390 G: no oye que desde pequeño pues le han daoo↑/ más o menos desde pequeño le han obligao↑ y al final↑ pues se ha acostumbrao yy→ 393 E: y bueno pues conoces a un tío y te mola pues por qué no te vas a enrollar con él↑/ y por qué no rollo y marcha tal y cual y yo decía bueno pues/ pues no

de ahí que aparezca con frecuencia en el interior de los relatos10, solo o acompañado por un verbo de ‘decir’, para marcar las intervenciones de los distintos “personajes” de la historia, y en vez de una pausa; en este sentido muchos de estos marcadores metadiscursivos constituyen verdaderas “pausas léxicas”:

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393 E: y yo pues no

Al igual que pues, entonces e y, a veces combinados (y entonces, entonces pues) se emplean también como demarcativos. De esta función deriva el valor continuativo que algunos autores les asignan (véanse entonces en la intervención 365 e y, pues en la intervención 393): 393 E: me estaba diciendo/ que no es normal que tú to(d)as las noches me vaya de fiesta/ y bueno pues conoces a un tío y te mola pues por qué no te vas a enrollar con él↑/ y por qué no rollo y marcha tal y cual y yo decía bueno pues→/ pues no↓/ no

Sin duda, entre los más típicos reformuladores del habla coloquial española se encuentran o sea y bueno. En el fragmento o sea aparece con un papel regu­ lador y corrector en 361 y más frecuentemente, en 362, 395, etc., como marcador de una cierta relación de equivalencia entre dos enunciados (marcador parafrástico); solo o unido a otros reformuladores (como en 395 o sea/ yoo- yo no verás). 361 E: hombre yo- o sea yo por liberal no entiendo esto 362 G: (…) (hay) gente que entiende pues un viva la virgen ¿no? o sea/ oye pasan de todo que- que- que/ eso tampoco es/ una persona liberal (…) 395 E: yo no lo hago/ os(e)a yo estoy pensando quién está delante (…)

En su papel metadiscursivo, bueno actúa en el fragmento como reformulador que introduce una matización de lo dicho: 364 G: [bueno la cues-] la cuestión es que antes eras un poquito beata y a(ho)ra/ lo eres menos ¿no?§

10.  Se trata de las historias dramatizadas que se dan frecuentemente en las conversaciones.

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recupera el tema tras una precisión: 393 E: (…) me estaba diciendo/ que no es normal que tú to(d)as las noches me vaya de fiesta/ y bueno pues conoces a un tío y te mola pues por qué no te vas a enrollar con él (…)

o constituye un refuerzo ponderativo de lo expresado:

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371 E: (…) yo era bueno la re- la rebelde del cole (…)

El uso de todos estos conectores constituye un modo de ligazón de las partes y de estas con el todo, de tal modo que participan en la progresión y desarrollo del discurso. Junto a los indicadores de progresión, aparecen en el texto los que indican en una intervención el cierre de un complejo argumentativo anterior, imprimiendo además una mayor fuerza al aserto conclusivo; por ejemplo, el empleo de oye en 362 y 403 y de bueno en 362 y su continuación en 364: 362 G  : (hay) gente que entiende pues un viva la virgen ¿no? o sea↑/ oye pasan de todo 362 y 364 G: simplemente/ [y bueno y y→] (…) bueno la cuestión es que antes eras un poquito beata y a(ho)ra/ lo eres menos ¿no?

Compárese con el cierre que estas mismas fórmulas pueden expresar dentro de la secuencia de clausura de una conversación: (14) Bueno (oye), ya es hora de acostarse/ mañana seguiremos.

Ciertos marcadores de control del contacto aparecen con frecuencia corno refuerzos de los razonamientos en el interior de las intervenciones: ¿no? (359, 362, 363, 364), ¿entiendes? (350), oye (362). En posición final, a la función expresivo-fática se añade en ocasiones la apelativa, como en el caso de ¿no? en 355 y 374: 355 G: eso y tú los sigues ¿no? 374 G: lo llamas J ¿no?

Como refuerzo actúan también fórmulas corno: como decía (387), qué quieres que te diga (yo respeto a todo el mundo qué quieres que te diga) (393), que sepa (393), tal y cual (393). Algunos de los conectores metadiscursivos se presentan como atenuadores. Tal y corno ya expresábamos antes, los atenuadores son controles del hablante sobre los enunciados y/o sobre la enunciación. ÍNDICE

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La presencia, por ejemplo, de no sé al principio de una intervención reactiva en 343 y, con alargamiento vocálico, en 350, o al final del movimiento en 363 atenúa el juicio valorativo antiorientado de desacuerdo que se emite a continuación o ya emitido antes: 343 L: no sé que tienes actos muy- muy liberales 363 E: (…) para mí hay unas- unos valores/ muy fundamentales que a lo mejor para otra persona no lo son ¿no?/ no sé

En posición interior, el atenuador no sé puede servir así mismo para reformular, modificar o precisar un enunciado anterior, como en 393:

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393 (…) él está hecho a estar con los monjes ((  ))/ no sé// yo que sé/ yo respeto a todo el mundo

Lo mismo puede decirse de la función atenuadora en el fragmento de yo qué sé (350, 371, 379, 393). 5. Conclusión Nótese en el esquema que sirve de conclusión a este comentario cómo la organización secuencial ya esbozada antes corre paralela al empleo de ciertos conectores pragmáticos. Sirva de ejemplo el comienzo del fragmento: 343 y 345: Acto declarativo de L que manifiesta una opinión sobre las que él considera acciones “liberales” (libertinas) de E, atenuada, (yo creo, no sé). 344: Conclusión contraria de E. 345: Opinión atenuada de L. 346: Concesión y argumento antiorientado de E, pero, y conclusión con refuerzo modelizante, la verdad. 347: Desacuerdo de L con prefacio indicador del mismo, mujer, y refuerzo final, tía. 348: Concesión y antiorientación de E, pero vamos, hacia una conclusión antitética, al contrario, justificada, lo que pasa es que. 350: Y de nuevo justificación de E con un refuerzo final de dicha argumentación, ¿entiendes? 351: Conclusión contraria de G a partir de los mismos argumentos mencionados por E, pues ya está entonces, con un soporte explicativo, porque. 352: Réplica de E a la conclusión de G, vamos a ver, y simple adición de argumentos, y. 353: De nuevo, conclusión contraria de G, pues ya está. 354: Adición de nuevos argumentos de E, y 355 y 357: Adición de argumentos falsamente colaborativos de G, y, o. 358: Concesión y antiorientación de E, sí pero.

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359: Argumentación colaborativa de G con un soporte fático final, ¿no?, aunque dirigida hacia una conclusión distinta, pues. 361: Desacuerdo, hombre, y reformulación argumentativa, o sea.

En efecto, el conector marca el comienzo de los distintos movimientos argumentativos del discurso. Incluso por sí solo es capaz de indicar en abstracto el movimiento o movimientos argumentativos que definen el momento conversacional que estamos analizando, así como el tipo de intercambio; por ejemplo, en el caso que nos ocupa, un movimiento argumentativo opositivo y el par adyacente, Opinión/Réplica, que resume el fragmento desde el punto de vista conversacional:

343 346 347 348 350 351 352 353 355 357 358 359 361 362 363 364 365

L: no sé… E: sí… pero… la verdad L: mujer↑… tía E: pues… pero vamos… al contrario…/ lo que pasa es que E: bien yo que sé… ¿entiendes? G: pues (ya está) entonces… porque E: vamos a ver… G: pues (ya está) G: … y… ¿no? G: o… E: sí pero… G: … ¿no?/ pues… E: hombre↑… o sea… G: hombre↑… lo que pasa es que… pues…puess… pues… ¿no? o sea… ¿no? E: es que es quee …y tal… ¿no? no sé G: bueno… ¿no? E: no sé qué quieres que te diga… entonces… y…

[[366-393, los interlocutores desvían su conversación hacia una historia, que utilizan como soporte argumental y explicativo]].

393 E: no sé/ yo que sé… qué quieres que te diga es que…/ que sepa… oye…/ yo qué sé… y… mira… porque… yo que sé… (sí) pero… o sea (por ejemplo)… no sé cómo decirte… y bueno pues… y… pues… y… y… tal y cual y… bueno pues pues…/…porque… (sí)… pero 394 L: pero 395 E: …o sea… porque/ o sea… (no) verás…es que 396 G:…pues… 397 E: claro… 398 L:… pero… 399 E: (sí) 400 L: entonces… 403 G: hombre↑…/ oye que 404 E: sí pero

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En suma, el conector pragmático, como “conjunción de habla”, es un índice de la conexión entre los enunciados11 dentro del discurso, así como instrucción de la argumentación de estos y del texto en general. Pero a su vez puede actuar, desde el punto de vista conversacional, como marcador o refuerzo de un acto dialógico iniciativo o reactivo, conector ahora de dos actos o intervenciones en el intercambio. Por otro lado, y en su papel metadiscursivo, los conectores pragmáticos son trazos de la actividad discursiva, asideros de los hablantes para la formulación de unos mensajes que se producen cara a cara y en un espacio y tiempo determinados y marcas, por tanto, del progreso y desarrollo coherente de los mismos; en este sentido podría decirse que son organizadores del habla y de ahí su papel metadiscursivo.

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11.  Recuérdese la nota 1.

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La atenuación en la conversación coloquial. Una categoría pragmática* El estudio que sigue sobre la atenuación en la conversación coloquial intenta poner de relieve el papel que desempeñan en la interacción coloquial los atenuantes, no solo como modificadores semánticos, sino también pragmáticos; en concreto, estrategias conversacionales que regulan la relación interpersonal y social entre los participantes de la enunciación1. Conviene precisar el sentido de los términos, en apariencia transparente, del título de este trabajo: la atenuación en la conversación coloquial. Quizá, tomado aisladamente el menos problemático sea el de atenuación. De ahí que baste en principio observar la definición que ofrece el diccionario de la Real Academia Española (1992, 21.ª edición): Atenuar: poner sutil o delgada alguna cosa. // 2. fig. minorar o disminuir alguna cosa. Atenuación: Acción y efecto de atenuar. // 2. Ret. Figura que consiste en no expresar todo lo que se quiere dar a entender, sin que por esto deje de ser bien comprendida la intención del que habla. Cométese generalmente negando lo contrario de aquello que se quiere afirmar, v. gr.: No soy tan insensato; en esto no os alabo.

Más difícil se nos antoja la definición de conversación coloquial, dada la confusión que existe en torno a tales términos y conceptos. * El presente trabajo se publicó originalmente en L. M.ª Cortés Rodríguez (coord.) (1995): El español coloquial: Actas del I Simposio sobre análisis del discurso oral: Almería, 23-25 de noviembre de 1994, ISBN 84-8240-020-7, pp. 101-122. Agradecemos al Servicio de Publicaciones de la Universidad de Almería su permiso para la reproducción de este trabajo. 1.  Ponencia leída en el I Simposio sobre análisis del discurso oral (Aspectos del discurso oral), Universidad de Almería (noviembre de 1994). Para los que trabajamos en esta línea de investigación es gratificante observar que el estudio de la lengua española hablada y, en concreto, del español coloquial, se convierte en tema monográfico de cursos, jornadas y coloquios en muchas Universidades españolas y extranjeras. Y hay que felicitar a los que, como el Departamento de Filología Española de la Universidad de Almería, toman dicha iniciativa, ya que de algún modo esto manifiesta que se ha superado el puro estado anecdótico de su estudio.

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Sin entrar en la discusión sobre los mismos, es preciso insistir en que conversación coloquial no es sinónimo de español coloquial. El español coloquial es un registro de uso de la lengua en situaciones comunicativas en las que existe, de forma más precisa, una relación de igualdad entre los interlocutores, una relación vivencial de proximidad, un marco de interacción familiar y se habla de temas no especializados; un nivel de habla caracterizado a su vez por la ausencia de planificación, su finalidad comunicativa socializadora y su tono informal (dejamos a un lado su caracterización lingüística, porque no es objeto de este estudio). Y la conversación es solo un tipo de discurso oral –ciertamente, el más auténtico– caracterizado por su inmediatez o carácter actual, por la toma de turno no predeterminada, por su dinamismo, por su interlocución en presencia (rasgo este último que define un subtipo de conversaciones, frente a otro como es, por ejemplo, el de las conversaciones telefónicas). Así pues, cuando hablamos de conversación coloquial nos referimos a un tipo de discurso oral que combina los rasgos propios de la conversación y los rasgos que determinan la ubicación de esa conversación dentro del registro coloquial. La presencia de todos estos rasgos nos sitúa ante las que hemos denominado conversaciones coloquiales prototípicas. Por el contrario, la ausencia de alguno de estos nos hace hablar de conversaciones coloquiales periféricas2. Hecha esta aclaración sobre el ámbito en el que nos movemos para el estudio de la atenuación, es hora de retomar el hilo temático de nuestra exposición. El estudio de los atenuantes debe ubicarse en lo que Leech ha denominado la retórica interpersonal dentro de una conversación. Conversar es interactuar, es negociación por y para el acuerdo; y la atenuación que ciertas fórmulas expresan es, sin duda, un reflejo de esa relación intercomunicativa, de esa actividad retórica, argumentativa, del Yo en vistas a negociar el acuerdo con el Tú. A partir de dicha actividad negociadora tienen explicación no solo los llamados atenuantes, objeto de nuestro estudio, sino también los intensificadores (ya de la cualidad, ya de la cantidad), fórmulas y expresiones como las de (1) y (2). En (1) se intensifica: (1) a. Es un marranazo. Está superlimpio. b. Es más imbécil… Es tonto de remate. c. Es guapo, pero guapo de verdad. d. Está que te cagas. e. Estaba de gente que no cabía un alma. Corre que se las pela. Llevo un disgusto que para qué.

2.  A. Briz et al. (1995a y 1995b).

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f. Es más listo que un zorro. g. Está como una cuba. h. Esto es café café.

Y en ocasiones se intensifica la cualidad negativa o positiva, como en (1a), (1b) y (1e), y en otras la cantidad, como en (1e). Por el contrario en (2) se atenúa: (2) a. Es morenito de piel con la nariz larguita/ gafitas. Es feíllo. Es una caqueta. b. Lo encuentro algo raro. No está nada mal. c. Es un poco tacaño. d. Esta como muy gordo. e. Dame algo de dinero (solicita un pobre en la puerta de una Iglesia) f. Voy a echar una mirada al horno. g. No me cae muy bien. h. Es un…; Vete a la m. i. ¿Podría venir a jugar yo también? j. Perdón ¿puede, por favor, cerrar la ventana? (en un autobús)

Tales procedimientos discursivos son lingüísticamente fáciles de describir. En general, como puede observarse en los ejemplos, se trata de recursos morfológicos, léxicos, fonéticos y sintácticos. Así, –– en (1a) se intensifica por modificación interna (uso del sufijo aumentativo o del prefijo intensificador súper); –– en (1b), por modificación externa (uso del cuantificador o de sintagmas especificativos con valor intensificador: de remate, del culo, de mierda); –– en (1 c), por el uso enfático de la conjunción pero; –– en (1d) y (1e), mediante recursos sintácticos, empleando modos de expresión cuasi-consecutivos; –– en (1f), con una estructura comparativa; –– en (1g), a través de una estructura intermedia entre las comparativa y la modal; –– y en (1h), por repetición léxica. Similares recursos lingüísticos se repiten para los casos de atenuación3: –– en (2a) se atenúa por modificación interna (diminutivo); –– en (2b, c y d), por modificación externa (cuantificadores o partículas –por ejemplo, como– que son capaces, incluso, de neutralizar el valor de cuantificadores absolutos –muy–; 3.  Vid., entre otros, Beinhauer (1991 [1929]: cap. II, esp. 181-182; 183-184) y Haverkate (1994: esp. cap. 4).

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–– en (2e), mediante procesos internos de modificación performativa (algo no solo afecta como cuantificador a dinero, sino que atenúa la petición); –– en (2f) es la perífrasis la que actúa como atenuante; –– en (2g) es el material léxico (fenómeno de lítote): el uso del adjetivo positivo, negado, antes que el antónimo negativo (mal: me cae mal); –– en (2h) la reducción u omisión de fonemas de una palabra actúan eufemísticamente atenuando el término interdicto; –– en (2i) es la forma temporal condicional y la modalidad interrogativa; –– y en (2j), mediante la fórmula estereotipada (perdón), el valor modal de posibilidad del verbo, el tratamiento (usted), etc. Y todo ello sin olvidar los recursos fónicos de carácter suprasegmental como la entonación, la intensidad y el tono, que permiten explicar algunos usos irónicos, en apariencia atenuados, y que posibilitan, por ejemplo, que usos atenuados, corteses, se transformen en empleos intensificados y a la vez descorteses: (3a) ¿!Por favor/ qué estás haciendo!? (3b) ¿¡Queréis cerrar la puerta/ por favor/ que tengo frío!?

o que una petición neutra (4a) se convierta según el tono o intensidad de la voz en una petición marcada (4b): (4)

a. un café (petición) b. UN CAFÉ (petición con insistencia y enfado)

Ahora bien, su explicación –no debe pasarse por alto la dificultad de ubicación dentro de una gramática al uso– escapa a la gramática, pero no a la pragmática, entendida de forma amplia como lenguaje en uso. Su empleo se fundamenta en principios pragmáticos y, en consecuencia, solo desde estos puede contestarse de forma adecuada a la pregunta que surge tras la descripción: ¿qué atenúan? La atenuación, como también la intensificación, supone, desde el punto de vista formal, un incremento gramatical y léxico de una base neutra, y, en sentido retórico, una perífrasis o circunloquio, un rodeo expresivo, en el caso de los atenuantes, hábil y, en el caso de los intensificadores, enérgico de la expresión ante un interlocutor. En el intercambio de (5), el interlocutor B atenúa el reproche de A mediante un rodeo continuo (que, incluso, le permite dejar suspendida la conclusión final: “no fui”): (5) A: ¿Cómo es que no viniste el sábado al cine? B: No sé/ es que claro como tú dijiste que a lo mejor no salíais / entonces yo pensé que podía ser que fuera yo solo y no haber nadie / por eso… ¿entiendes? pues…

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La intensificación y la atenuación son dos hechos de discurso derivados de la actividad argumentativa y de la actividad conversacional de negociación por el acuerdo. En tal proceso negociador se trata de ser claro, de dar fuerza argumentativa a lo dicho o al acto de decir, de reforzar el estado de cosas que se presenta como real y verdadero y, si la argumentación lo requiere, vehemente. Pero en ocasiones, dada la intención del YO y por la presencia del TÚ, uno es amable, modesto, colaborativo; en suma, cortés4 o, más exactamente, estratégicamente cortés5. Según lo anterior, atenuantes e intensificadores no son simples valores semánticos asignados a una serie de formas gramaticales, sino que constituyen dos categorías pragmáticas con una función precisa en el proceso de intercomunicación. Ambas forman parte de la actividad del Yo-hablante en relación con el TÚ, y su empleo solo puede ser explicado, como señalábamos con anterioridad, a partir de principios pragmáticos, concretamente, desde la retórica conversacional. No obstante, mientras la atenuación es un fenómeno semántico-pragmático que muestra de un modo claro la relación dinámica y estratégica Hablante-Oyente; la intensificación es más bien un recurso estratégico del hablante, del que hace uso para fortalecer expresivamente su discurso, su argumentación, siempre, por supuesto, hacia el oyente ahora pasivo, exactamente, no siempre implicado de forma activa. Los principios pragmáticos que explican uno u otro proceso también son diferentes. Los intensificadores enfatizan las contribuciones del hablante; son refuerzos expresivos de la razón, de la verdad expresada. La atenuación, por el contrario, se fundamenta, por lo general, en el principio pragmático de la cortesía (sé cortés), un principio básico, junto al de cooperación6 postulado por Grice, que regula el componente social7, la relación entre los participantes, sujeto 4.  Concretamente, desde estos principios pragmáticos, podríamos explicar, por ejemplo, respectivamente, el uso del tabú o del eufemismo. El empleo del tabú, más en relación con el que habla, significa con frecuencia una reafirmación, incluso puede llegar a imprimir mayor fuerza a lo dicho, etc.; por el contrario, el empleo del eufemismo, ya en principio justificado socialmente, tiene desde el punto de vista pragmático en la conversación un valor atenuante. Tal y como ha señalado Payrató (1990: 144), el eufemismo se relaciona claramente con el fenómeno de la cortesía en la medida en que, por ejemplo, pretende no herir la susceptibilidad de los receptores. Ahora bien, el uso del eufemismo depende de la situación comunicativa: grado de conocimiento entre los interlocutores, del propio receptor, del propósito del que habla, del tipo de discurso, etc. Véase también Beinhauer (1991 [1929]: 172 y ss.). 5.  Beinhauer (1991 [1929]: 132) señalaba que la cortesía, más que deferencia auténtica hacia el interlocutor, persigue con mayor frecuencia el propio interés del hablante. 6.  La cortesía entra en el juego comunicativo cuando el hablante incumple las máximas conversacionales. En efecto, no siempre somos lo sinceros, breves, claros y precisos que establecen dichas máximas o reglas de cooperación; de ahí que algunos autores hayan postulado otro principio, el principio de la cortesía, que se manifiesta en una serie de normas complementarias de las anteriores. 7.  Vid. Grice 1975, Lakoff 1975, Leech 1983, Payrató 1990, Haverkate 1994. El principio de la cortesía se manifiesta, siguiendo a Leech en seis máximas: la del tacto, la de generosidad, la de aprobación, la de modestia, la de unanimidad y la de simpatía.

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y objeto de la enunciación: “no te impongas al receptor”, “dale opciones”, “refuerza los lazos con él”. De forma más precisa, los atenuantes son una especie de reguladores de las máximas, sobre todo, del tacto, de la modestia y de la de unanimidad, cuya función podría concretarse todavía más en la minoración del beneficio del que habla, minoración de su contribución y del posible desacuerdo; y, consiguientemente, en la maximización en relación con el receptor. La presencia del otro en la conversación en general me obliga a lo que Leech llamaba la retórica interpersonal, me obliga en principio a ser cortés, aunque en ocasiones este principio pueda romperse por las características del discurso. No obstante el fenómeno de la cortesía es un fenómeno más general que el de la atenuación verbal que aquí estamos tratando, pues, como ya se ha dicho, esta es solo una manifestación de dicho principio pragmático, dado que solo afecta a algunas de las máximas reconocidas. Es decir, la atenuación es una de las estrategias de la cortesía: la minoración o mitigación, si bien entendida en la conversación coloquial, como estrategia. ¿Que se atenúa más concretamente? Lo que viene a continuación es un intento de sistematizar los usos de esta categoría pragmática8. Como ya se ha señalado, la conversación es un tipo de negociación y la cortesía es uno de los principios pragmáticos que garantizan el mantenimiento de una interacción y de una relación social sin tensiones. De este modo, por el propio interés del hablante y del fin negociador ––

se minoran cualidades, actitudes y acciones del Yo: (6) (7)

Me eligieron a mí (fallera mayor)// era muy guapita Juan no vendrá/ bueno/yo no es que lo sepa seguro

(comp. 2e, 2i y 2j, en las que se atenúa la petición) ––

se minoran cualidades negativas del Tú o de algo o de alguien (comp. 2a, b, c y d), en ocasiones cercano al interlocutor, o actos que afectan a aquel, como en (8): (8) Estáis un poquito distraídos ¿eh?

En (9a), el interlocutor A, conforme o no, suaviza su posición; A otorga la razón a su amiga sobre lo que acaba de decir, aunque de forma atenuada (uso de una forma indefinida –quien más y quien menos–): 8.  La sistematización del español coloquial pasa por ampliar nuestra idea de sistema al ámbito comunicativo.

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(9a) A1: ¿Qué te pasa?/ pareces enfadada B Es que Mi novio es TONtoo A2: Sí hija / quien más y quien menos tenemos que aguantar a alguno

Obsérvese en (9b) la reacción de B2 ante un turno colaborativo no atenuado, sino intensivo de A2: (9b)

A1: ¿Qué te pasa/ pareces enfadada B1: Es que Mi novio es TONtoo A2: Sí hija es un imbécil y un indesable B2: Oye tampoco te pases

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Del mismo modo, el YO-emisor recurre al atenuante como elemento relativizador de juicios u opiniones en (10) y (11): (10)  Yo si te parece bien a mí me parece que es mejor venir el jueves y el fin de semana pues no venir (11) No es que yo quiera meter mal tampoco es que me importe/ pero dicen que María se la está pegando a Jose /// No sé ¿¡qué quieres que te diga!? pero yo me imaginaba algo así

Y más aún si lo dicho implica al oyente:

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(12) Alguna cosita haréis que no está bien.

Así también, si el acto ilocutivo es de petición, en lugar de (13a) actuamos de forma atenuada, como en (13b): (13a) Déjame los apuntes de semántica (13b) Podrías dejarme los apuntes/ es que la semana pasada estuve enfermo;

atenuación no solo por la presencia del contenido hipotético del verbo y del tiempo empleado (condicional), sino por la justificación posterior (es que la semana pasada estuve enfermo). En vez de (14a), minimizamos nuestra acción diciendo (14b): (14a) No me lo creo. (14b) No me lo puedo creer.

Por otro lado, si en la proposición o enunciado (en lo dicho) se alude a una cualidad negativa del tú, se suaviza en ciertas situaciones aquel contenido de lo expresado que amenaza la imagen del interlocutor. Es decir, por una cuestión de tacto, A asevera en (15a) de forma atenuada la cualidad negativa de su interlocutor, en lugar de (15b): ÍNDICE

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(15a) A: Es que eres un poquito bestia. (15b) A: Eres un bestia.

En suma, se atenúa:

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1) el decir, la fuerza ilocutiva de un acto o los participantes de la enunciación (Yo, Tú); en cuyo caso la atenuación se sitúa en el nivel extraproposicional, en el nivel de la enunciación; 2) o se atenúa lo dicho, el contenido proposicional y conceptual; y, en consecuencia, la atenuación afecta en principio al nivel del enunciado. A pesar de la influencia pragmática de ambas hemos denominado a la primera atenuación pragmática y a la segunda atenuación semántica para mantener diferenciados los niveles inmediatos de actuación (enunciación y enunciado, respectivamente). Y en relación con los actos de habla concretos en que se manifiestan, es posible afirmar que el fenómeno de la atenuación es productivo en la conversación, sobre todo, en actos aseverativos y en actos exhortativos. Veamos ahora de forma más concreta sobre algunos ejemplos estos dos tipos de atenuación y cómo se manifiestan lingüísticamente. 64

A. ATENUACIÓN PRAGMÁTICA A.1.  Se atenúa la fuerza ilocutiva de un acto, por ejemplo, asertivo o exhortativo (en beneficio del YO: ruego, súplica y mandato; en beneficio del Tú: consejo, recomendación e instrucción) o comisivo (promesa e invitación)9. Los procedimientos son los siguientes: 1) Atenuación pragmática performativa (volitiva, hipotética, etc.) que mitiga el acto de habla correspondiente, a) por modificación del verbo performativo. Así ocurre en los ejemplos de (16) a (22). El empleo del tiempo verbal, imperfecto de cortesía o del condicional en (16a), expresa distancia interpersonal10 y, así pues, modifica la fuerza ilocutiva del performativo volitivo querer: (16a) Quisiera-querría que vinierais a mis bodas de plata, 9.  Comp. Haverkate (1994: esp. cap. 4). 10.  Véase Alarcos (1970: 107).

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en lugar de (16b) (16b) Quiero que vengáis a mis bodas de plata.

Compárense (17, 18, 19, 20, 21a), atenuados, con (17, 18, 19, 20, 21b), menos o nada atenuados. (17a) Quiero invitarle a mi boda. (17b) Le invito a mi boda.

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(18a) Si quieres que te dé mi opinión/ no vayas. (18b) No vayas. (19a) Pásame la sal ¿quieres? (19b) La sal. (20a) ¿Te molesta que me siente?; No te importa que me siente ¿verdad? (20b) Me siento. (21a) ¿Me haces el favor de poner el libro allí? (21b) Pon el libro allí. 65

La fórmula acuñada por un expresidente del gobierno de (22) (22) Puedo prometer y prometo

combina la atenuación por modificación del verbo performativo prometer a través del hipotético poder, con la certeza que manifiesta la segunda acción del mismo en primera persona (prometo). b) por la acción de por sí atenuadora del verbo performativo (pensar, creer, imaginar, parecer) al modo de: (23) Yo pienso que tampoco me he portado tan mal. (24) Yo creo que no vamos bien porque tú no quieres. (25) El día ventiunoo me imagino que vendréis animar y hacer fotografías/ ¿no?

2) Atenuación pragmática por modificaciones “al margen”; modalizadores del acto de habla; fórmulas estereotipadas, locuciones, modismos y otro tipo de expresiones, como las que aparecen en los ejemplos de (26) a (35): (26) Sé que no tienes tiempo / pero me gustaría decirte una cosa. (27)  Siento darte la paliza a estas horas/ pero es que necesito que me traigas los apuntes de lengua del martes.

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(28) No quiero molestar/ pero lo que tengo que decir es importante. (29) A decir verdad/ no me había dado cuenta. (30) En mi opinión! deberías ir. (31) Yo creo que- no sé que tienes actos muy- muy liberales. (32) A lo mejor/ tienes razón. (33) ¡Déjame! por favor. (34) Oye ven. (35) Oye/ Juan/ ven.

Con otras fórmulas: si no me engaño, puede que me equivoque, pero; igual (no es así); por lo que dicen, según cuentan, todo el mundo. Estos atenuantes suavizan o mitigan aserciones, peticiones, órdenes, recomendaciones etc., que pueden dañar la imagen del yo (aseveraciones) o del tú (exhortaciones), o evitan posibles responsabilidades del hablante en relación con la verdad de lo dicho: “son otros otros, no soy yo o, al menos, no solo yo”. El yo encubre, por ejemplo, su afirmación, a la vez que añade objetividad a la misma en (36) y (37): (36) Su familia está arruinada/ bueno eso es lo que dicen por ahí. (37) yo sí/ liberaal- soy conservadora enn/ pues en lo que interesa como to(do) (e)l mundo 66

En (38) (38) B: ya// PERO BUENO- PERO/ PERO ES QUE ALGO TE DEBE PASAR ¿no? / algo te- tie- o sea A: mira/ no lo sé es que / es TODO y no es nada/ pero

la perífrasis (debe pasar) con un sujeto indeterminado (algo), así como el carácter de pregunta del conector de contacto ¿no? y el uso del reformulador o sea en posición final atenúan la aseveración-posición de B. Del mismo modo A evita su responsabilidad sobre la verdad de lo dicho, no lo sé, haciendo borroso además el contenido de su respuesta, hecho este que estudiaremos después: es todo y no es nada. Todas estas fórmulas atenuantes, ya sea por modificación de la fuerza del performativo del decir o por la presencia del mismo, ya sea por modificaciones modalizadoras al margen, se acumulan en (39). Un estudiante entra en el despacho del profesor en su horario de atención, asoma su cabeza y dice: (39) A: Solo quería hacerle una pregunta ¿puedo? B: Claro/ pase A: No sé/ es que cuando usted explicó esto (señala con el dedo hacia un texto escrito) yo no lo entendí/ si fuera tan amable de explicárme ¿qué es el suplemento inherente?

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La relación de [+poder] y [–solidaridad] entre los interlocutores en una interacción formal como la anterior (A es estudiante; B es profesor) favorece el uso de atenuantes: la presencia del imperfecto de cortesía que atenúa la petición, ya atenuada por el adverbio solo, la modalidad interrogativa de solicitud de permiso, la estructura condicional apelando a la amabilidad del Tú, que ahora es Usted11, para por fin ejecutar lo dicho (¿qué es el suplemento inherente?). Incluso la anteposición de las llamadas subordinadas adverbiales, tanto de la circunstancia temporal (cuando usted explicó esto), como de la condicional (si fuera tan amable de explicárme) es relevante en este proceso atenuador12. 3) Atenuación por elipsis de la conclusión El tercer subtipo de atenuación pragmática tiene lugar por elipsis de la conclusión (por ejemplo, elipsis de la exhortación o, exhortación indirecta). Compárese la intervención de C en (40) con las de (41) y (42), en las que queda elidida la conclusión (“no comas”): (40) A: ¿Quieres un bombón? B: sí/ gracias C: No comas dulces porque te sienta mal. (41) C: Te sientan mal.

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(42) C: Sabes que te sientan mal.

Del mismo modo, la petición de (43) aparece atenuada por elisión de la conclusión (“dame un cigarro”): (43) ¿Tú tendrás/ tabaco rubio/ por ahí por casualidad?

Algunas de las llamadas estructuras suspendidas, características del registro coloquial, tienen una explicación desde la categoría pragmática de la atenuación. No en vano estas constituyen un ejemplo magnífico de elisión estratégica de la conclusión y, por tanto, del último de los recursos de atenuación presentados. Por ejemplo, en (44a, b y c), con tales suspensiones el hablante elude su compromiso o responsabilidad ante algo o alguien: (44a) Si me lo vuelves a decir… (44b) De haberlo sabido… (44c) Yo estudiar estudio/ luego que apruebe o no… 11.  El uso del tú (¿menos cortés? quizá, más exactamente, manifestación de solidaridad) frente al usted (¿más cortés?, quizá, más exactamente, manifestación de distanciamiento). 12.  Vid. las aportaciones al respecto de Montolío (1993).

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A.2.  Se atenúa la fuerza o el papel de los participantes de la enunciación13. Junto a la atenuación performativa, a partir de la cual se minimiza la fuerza ilocutiva del acto de habla, encontramos un segundo tipo de atenuación pragmática que afecta directamente al papel de los participantes de la enunciación. 1) Atenuación por impersonalización del Yo: se minimiza el papel del yo mediante distintos recursos como, por ejemplo, ––

la forma se: (45) Se dice que fue el suegro el que no quiso que se casaran.

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––

el indefinido, uno, una: (46) A: ¿Te vienes a cazar el domingo? B: Uno ya no está para esos trotes.

Los recursos de atenuación se acumulan en (46B). Además del recurso impersonalizador, B atenúa también el rechazo a la invitación de A por elisión o no presentación explícita del mismo, así como por la presencia en su lugar de la justificación de tal rechazo (no voy porque ya soy viejo). –– el tú impersonalizado: (47) Hay cosas que tú vas aguantando y las vas aguantando un día y dos y tres y cuatro pero llega un día que ya no puedes más y dices

Como vemos, el yo, con una intención persuasiva, presenta de forma confusa la referencia deíctico-personal a la hora de adjudicar a alguien lo que se va a decir: “no soy yo, sino nosotros”, “somos todos y ninguno”, “es cualquiera”, “eres tú también”. Todos ellos, sin embargo, se personalizan en el Yo, latente. En tales casos, todo parece indicar que el yo intenta salvaguardar su imagen respecto al interlocutor14. 2) La despersonalización del tú El Yo mitiga su acción, su acto de habla, más aún cuando el tú queda afectado directamente. Durante una clase, el profesor se dirige a sus estudiantes con una fórmula que atenúa el reproche: (48a) Hay que leer más (atenuación máxima) 13.  Se corresponden de algún modo con algunas de las llamadas por Haverkate (1994: 129141 y 182-185) estrategias deícticas. 14.  Vid. Brown y Levinson (1987), para quienes la imagen constituye una noción central en sus tesis sobre la cortesía.

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La atenuación máxima que se manifiesta en el ejemplo (48a) con el impersonal haber contrasta, respectivamente, con la atenuación media y la ausencia de atenuación, al menos lingüística15, de (48b) y (48c): (48b) Deberías leer más (atenuación media: se atenúa la exhortación con el tiempo condicional, pero en menor grado, al estar presente en la exhortación el tú y el yo) (48c) Lee más (–atenuación)

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Esta es otra de las estrategias del hablante para mitigar o atenuar el decir: la despersonalización u ocultación del tú afectado por la acción o acto de habla del Yo. Algunos de los recursos empleados son similares a los ya examinados de impersonalización del yo. Véanse los ejemplos de (49) a (52): (49)  Nosotros no vayamos que si no parecerá que / bueno yo no voy a ir/ tú haz lo que quieras

Nosotros es, sobre todo, tú, puesto que el yo ya ha decidido con antelación que no va a ir y constituye el ejemplo que debe seguirse. En (50) no es realmente vosotras, sino tú: 69

(50) No te lo digo porque las mamás sois muy exageradas.

Y en (51) el yo es solo la atenuación de la exhortación: (51) Yo que tú no lo haría.

Los recursos gramaticales de impersonalidad ocultan la presencia del tú, a quien decididamente, sin embargo, se dirige la recomendación de (52) y (53): (52) Se debe prestar más atención. (53) Uno ha de prestar más atención.

o minoran la disconformidad como en (54) (vid. más abajo: la atenuación dialógica): (54) E: ¡hombre! yo- o sea yo por liberal no entiendo esto G: hombre liberal/ lo que pasa es que no sé pues/ tú a lo mejor entiendes por liberal puess/// (hay) gente que entiende pues un viva la virgen ¿no? o sea// que pasan de todo // que- que- que eso tampoco es/ una persona liberal 15.  Es evidente que mediante mecanismos paralingüísticos (p. ej., intensidad, tono, pronunciación expresiva) el último de los ejemplos podría entenderse como atenuado.

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Es especialmente interesante el reinicio de G tras aludir directamente al TÚ, como modo de atenuar el desacuerdo y conflicto conversacional: tú a lo mejor entiendes por liberal puess/// (hay) gente que entiende pues un viva la virgen ¿no? En resumen, la lectura es ahora: no eres tú, sino nosotros”; “no eres tú, sino yo”; “es cualquiera”; más exactamente, es el tú, velado, despersonalizado, pero, sin duda, el verdadero objeto de la enunciación. De este modo el yo salvaguarda la imagen del tú.

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B. ATENUACIÓN SEMÁNTICA: se atenúa parte o todo el contenido proposicional. Decíamos con anterioridad que el atenuante pragmático, en general, atenúa la fuerza ilocutiva del acto de habla o la presencia o afección de los participantes de la enunciación. No obstante, distinguíamos también junto a estos los que denominábamos atenuantes semánticos, es decir, aquellos que minimizan el contenido proposicional, lo que se dice, ya sea en parte o en su totalidad. –– La atenuación semántica de un elemento se lleva a cabo mediante varios recursos (algunos de los cuales ya han sido ejemplificados al principio en 2a, b, c, d, e, g, h): •  por modificación morfológica; sea el caso de la acción de los cuantificadores en (55): (55) Es un poco latoso.

de partículas; el como de (56): (56) Está como muy dulce. Es como muy sosa.

partícula, como indica Haverkate (1994: 210), a partir de la cual el hablante “no se responsabiliza de aplicar el predicado en toda su intención léxica al sujeto referido”. Nótese el valor atenuante de la locución más o menos en: (57) Era más o menos aquí.

•  por selección léxica; por ejemplo, la elección del eufemismo en: (58) No me toques la moral/ que vengo

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o los fenómenos de lítote de (59): (59a) Eso no es verdad. (59b) No está bien lo que hacéis ¿eh? (59c) Es poco listo.

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Concretamente, W. Beinhauer (1991 [1929]: 181-82), citando a Spitzer, alude al valor eufemístico (atenuante) de poco en ejemplos como el de (59c). –– La atenuación semántica de toda la proposición se manifiesta, por ejemplo, a través de modificaciones proposicionales, tales como las que añade cierto tipo de subordinadas en periodos concesivos, condicionales, causales, adversativos; se incluiría aquí el movimiento concesivo sí, pero, donde el primer miembro preludia de forma cortés la oposición o restricción expresada en el segundo miembro y marcada inicialmente por pero. Nótese la restricción semántica de la prótasis condicional en (60), o de la expresión temporal en (61): (60) Pues Mari/ en febrero hay convocatoria y seguro que apruebas/ y MARI / si acaso no apruebas es igual/ en septiembre (61) A: No me he acordado de buscarte en casa el libro que me pediste B: tú cuando puedas / tranquila

La diferencia esencial entre el atenuante semántico y el que antes llamábamos atenuante pragmático es que ahora dicho valor se presenta en el interior de la proposición. Recuérdese el ejemplo (2e): (2e) Dame algo de dinero (solicita un pobre en la puerta de una Iglesia) donde el cuantificador algo no solo modifica la cantidad de dinero solicitada, sino el acto de pedir; o el caso de (62) Ven un poquito a hacerme compañía.

donde el atenuante poquito además de modificar semánticamente al verbo, atenúa la fuerza de la petición. En ciertos usos, como los de (63) y (64) (63) Me hecho un pequeño corte en el dedo. (64) El pantalón está medio (un poco, casi) roto.

algunas de estas formas pueden presentarse exclusivamente con el valor de modificador semántico de un elemento de la proposición, sin que en apariencia podamos asignarle ninguno de los valores pragmáticos vistos hasta aquí; es decir, en ÍNDICE

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ocasiones no pueden ser explicados por principios como el de la cortesía. Pero en realidad no son excepciones a lo dicho, sino que en tales casos, estrictamente, no deberían ser considerados atenuantes, puesto que incluso el que hemos llamado atenuante semántico lo es porque desarrolla un valor pragmático. ¿Cuál es la función pragmática de estos que hemos llamado inicialmente atenuantes semánticos? Parece evidente que estos atenuantes semánticos esconden o hacen borrosos e imprecisos los límites de los conceptos de las palabras o expresiones a las que acompañan para favorecer el desarrollo sin tensiones de la interacción; esta es, así pues, su función pragmática mitigadora (comp. Haverkate 1994: 211). En par­ ticular, los atenuantes semánticos que afectan a toda la proposición pueden ser a su vez preludios mitigadores del desacuerdo. Este caso nos acerca al último de los hechos con que termina la sistematización pretendida en este estudio: la atenuación dialógica como minimización del desacuerdo. C. LA ATENUACIÓN DIALÓGICA: en relación con unidades dialógicas, es decir, más allá del simple acto de habla de un interlocutor, la atenuación se entiende como atenuación de desacuerdo. En general, podemos referirnos a la incidencia monológica y/o dialógica que posee el atenuante. Y en este último sentido, cuando se atenúa el desacuerdo o la disconformidad respecto a la intervención de otro interlocutor, en el intercambio, puede hablarse de atenuación dialógica. Los atenuantes, en esta función dialógica, minimizan el desacuerdo. Sin pretender ser exhaustivos, a) expresan incertidumbre o fingen ignorancia o incompetencia ante lo dicho por otro interlocutor como en los ejemplos de (65) a (69): (65) A: Estás equivocado. B: Es posible que esté equivocado/ pero yo creo que esto debe hacerse así. (66) A: Me lo dijo María, la novia de Pedro. B: Perdona/ María creo que ya no sale con Pedro. (67) Yo me parece que no tiene razón. (68) No sé/la verdad es que yo no diría eso. (69) G: (  ) pues más o menos/ es eso lo- lo que quiere decir más o menos la palabra liberal E: ¡hombre! yo- o sea yo por liberal no entiendo esto

b) manifiestan, en movimientos concesivo-opositivos o restrictivos, la conformidad parcial, aunque como preludios del desacuerdo que sigue: sí, bueno, pero, ÍNDICE

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(70) A: A mí no me va el rollo de una noche y ya está B: Pero si tú eras una persona muy liberal A: Tienes razón/ pero eso no me va (71) D: Las habas con huevo están buenísimas A: No/ yo no digo que no estén buenas (pero)

c) reducen al mínimo la disconformidad: (72) J: (la línea de metro número cinco) estar- estará sin arreglar/ ni nada G: bueno/ está bastante arreglao ¿eh?

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d) impersonalizan la disconformidad: (73) A: No me habías dicho que te has divorciado B: Tú crees que uno va a ir por ahí diciendo/ quiero divorciarme, etc.

Resumiendo lo dicho hasta aquí, la atenuación es una categoría pragmática basada en general en el principio de la cortesía, aunque de esta es solo una de sus estrategias. En concreto es una estrategia conversacional vinculada a la relación interlocutiva, que mitiga la fuerza ilocutiva de una acción o la fuerza significativa de una palabra, de una expresión. De ahí los dos tipos de atenuantes que se han reconocido: atenuantes pragmáticos y atenuantes semánticos. De su carácter interactivo se obtiene el otro de los valores señalados: su papel dialógico como minimizador del desacuerdo posible en una conversación. Es preciso finalmente contestar a las preguntas que se plantean bajo el título de este trabajo: ¿es cortés la conversación coloquial? ¿es característico el uso de los atenuantes en esta? Con frecuencia la conversación coloquial transgrede los principios y las reglas tanto de cooperación (di cosas que sean o consideres verdad, que sean pertinentes, sé claro y conciso), como de cortesía. A pesar de esto, que no es ni más ni menos que consecuencia de lo directa que es la conversación coloquial, no puede afirmarse que esta sea descortés. Por un lado, la cortesía o la descortesía de un acto de habla depende en muchas ocasiones de la interpretación que de este hacen los interlocutores. Por otro, se es más o menos cortés, y en consecuencia hay presencia mayor de esta subestrategia conversacional de atenuación, cuando la intención lo requiere. El atenuante, antes que norma de conducta social, es en la conversación (coloquial) española estrategia conversacional y, por tanto, aparece según el tipo de negociación (conversación) que se lleve a cabo y el fin o intención de la misma16.

16.  Vid. Bonilla (1992).

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En efecto, actos de habla codificados como descorteses, no se interpretan como tales en una situación comunicativa determinada. Un grupo de jóvenes entre los que existe un alto grado de familiaridad y de experiencia común (mayores de 25, con estudios superiores) conversan sobre temas variados mientras comen en el campo. Nótese la maximalización del yo en lugar de la minimización en (74): (74) A: pues si no llega a ser por mí no encontráis un [sitio como este]/ el mejor sitio de todaa la historia

o el “daño” teórico de la imagen del tú en los ejemplos de (75) a (78)

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(75) A: yo soy un caballero D: un caballo (76) B: ¿qué has estao en su casa/ cabrón y te la has tirao ya? (77) B: ¡joder el del helicóptero tío! A: están infectando la- el ozono coño/ y luego dicen que no nos echemos espráis D: porque tú te tiras cada ((cuesco))/ que eso sí B: eso sí que destruye la capa de ozono ((  )) (78) A: yo es que entonces era un iluso D: no y aún lo [sigues ((siendo-)) siendo] A: [no/ ahora no]// no tanto como antes

En (79) no se atenúa la petición, más bien lo contrario, como ya preludia el empleo enfático inicial del pronombre personal como voz de mando (79) D: TÚ/ pásame las papaas

o se intensifica el desacuerdo en lugar de minimizarlo, como en (80) (80) A: Caty/ te va a dar una bajada [de tensión] D: [me da igual]

Similares fenómenos aparecen ahora en una conversación coloquial entre individuos (entre 25 y 55 años) de nivel sociocultural alto, que conversan sobre temas de la vida cotidiana valenciana mientras juegan a las cartas. (81) A: pero pa donde vives tú- pa donde vives tú ¿tú para qué quieres una estación de metro? G: para presumir de metro como tú/ ¡no te fastidia!

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(82) S: me estoy haciendo una bodega en Cirat //macho// me estoy haciendo una bodegaa V: ¡calla cabrito! que te vas y no me dices ni pío/ tú S: pero si fue pensao y hecho (83) G: ¿a cuánto se puede abrir? S: a doscientas V: noo jodáis

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(84) J: ¿queda café por ahí o no? S: sí/ me parece que sí J: ponme V: ponme a mí un poquito más (en este último caso atenuada la petición).

En los intercambios de (81) a (84) todas las expresiones escritas en cursiva representarían fuera del contexto discursivo del que han sido extraídas una amenaza a la imagen del yo y/o del destinatario o receptor, a pesar de lo cual en estos casos concretos no aparecen signos de atenuación; más aún, es evidente que se busca el proceso inverso: la intensificación de lo teóricamente descortés. Y es que la descortesía codificada se neutraliza en estos casos gracias a la situación de comunicación, más concretamente, a la relación vivencial de proximidad entre los interlocutores (conocimiento mutuo, experiencias comunes compartidas), al marco de interacción familiar o no marcado, a la relación de igualdad (de [–poder] y [+solidaridad]) y al contenido enunciativo cotidiano. Podría decirse que se trata de una descortesía aceptada en este entorno o marco de interacción. Preguntas como estas: ¿para qué atenuar?, ¿qué sentido tendría la presencia frecuente de atenuantes en una conversación, como la coloquial, donde predomina la cotidianidad, el fin interpersonal, la comunicación por la comunicación, y el tono informal? quedarían, al menos parcialmente, contestadas. No cabe duda de que se estaría generalizando en exceso si afirmáramos que la conversación coloquial es descortés y no hace uso de los atenuantes. De hecho la mayoría de ejemplos de esta exposición han sido extraídos de conversaciones coloquiales17. Es posible que todas estas características del coloquio favorezcan la menor frecuencia de fórmulas atenuantes en relación, por ejemplo, a las utilizadas en una conversación formal. No obstante, ello dependerá también del tipo y fin conversacional. Los intercambios de (83) han sido extraídos de una conversación grabada de forma secreta entre una pareja de novios que mantienen una disputa (A es el varón y B la mujer; ambos son menores de 25 años):

17.  Concretamente del corpus de conversación coloquial publicado por el grupo Val.Es.Co., citado en nota 2.

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(83) B: tío// yo no te quiero agobiar perooo/ me gustaría que me dijeras lo que te pasa A: es que NO/ es/ soy YO y-y-y/ soy YO y-y / no quiero meterte B: pero yo quiero que me metas A: mira no lo sé/ ere- es que no no no- es que ya no estoy seguro de nada B: pero ¿de qué? ¿de lo de salir conmigo? A: no lo sé B: pero ¿lo quieres dejar? A: no quiero dejarlo// perol reconÓcelol NO VAMOS BIEN B: yo creo que no vamos bien porque tú no quieres A: PERO// PORQUE- PORQUE YO NO QUIERO/ bah// mira B: no sé/ ¿yo he hecho algo mal? estás- es por algo que yo A: NO/ si- yo sé que el problema soy yo (3”)

El carácter polémico de la interacción favorece la presencia de algunos mecanismos de atenuación ya estudiados (no lo sé, es que, yo creo, no sé, movimientos concesivo-opositivos, etc.). Destaquemos, por ejemplo, el movimiento concesivo al inicio de estos intercambios, mediante el cual B mitiga la invasión del terreno del tú (no quiero agobiarte) y solicita de forma atenuada (me gustaría) una explicación de su comportamiento (véase también el ejemplo 5). Estudios posteriores deberán determinar más exactamente la frecuencia. Si bien, a priori, podemos afirmar que el carácter prototípico o periférico de una conversación coloquial puede resultar significativo en el mayor o menor empleo del atenuante: cuanto más periférica sea una conversación coloquial, mayor es la probabilidad de aparición de atenuantes; por ejemplo, en una conversación coloquial en la que exista relación de desigualdad social o funcional consciente entre los interlocutores y no haya relación vivencial de proximidad entre estos puede haber mayor presencia de atenuantes. Incluso las características sociológicas de los conversadores podrían ser también determinantes en algún sentido (el discurso entre personas mayores suele ser más atenuado que el de los jóvenes). Por otro lado, el tipo de conversación en virtud del contenido enunciativo de la misma influye, tal y como hemos podido observar, en el uso del atenuante. El problema es que no existe hasta el momento una tipología conversacional (y menos aún coloquial). Cuando el discurso es polémico y existe descuerdo entre los interlocutores, como en los últimos ejemplos citados, la presencia del atenuante regula convenientemente la negociación y hace que progrese de forma adecuada en sus relaciones sociales. Según el corpus manejado, puede afirmarse que el atenuante en la conversación coloquial española peninsular18 se explica como estrategia conversacio18.  El valor de los atenuantes en la conversación coloquial de muchos países latinoamericanos (sea el caso de Chile, Perú, etc.) difiere del que posee en el español coloquial peninsular. Allá,

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nal antes que como modo de distanciamiento social. Algo obvio, puesto que de no ser así, se favorecería el empleo no tanto del registro coloquial como de registros intermedios. Quizá, esta es una diferencia con respecto al empleo del atenuante en la conversación formal, en la que ambos valores aparecen con frecuencia combinados. Todo ello explicaría también el índice de frecuencia menor de atenuantes en la conversación coloquial. En efecto, el uso excesivo de atenuantes en esta se percibiría como un distanciamiento, contrario al fin que se persigue en la misma.

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además de su mayor frecuencia de uso, en dichas fórmulas se combina un valor estratégico y de distancia social. Allá [+estrategia conversacional] y [+norma social (distancia social)]; aquí, sobre todo, [+estrategia conversacional].

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Los intensificadores

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en la conversación coloquial* El estudio que sigue pretende analizar el papel que tienen los intensificadores en la interacción coloquial no solo como modificadores semánticos, sino también pragmáticos, es decir, como estrategias conversacionales, modos retóricos de dar (a entender) más de lo que realmente se dice, de manipular realzando los enunciados con finalidades diferentes. Intensificación y énfasis son conceptos estrechamente relacionados1. En efecto, intensificar es hacer que una cosa adquiera mayor intensidad, en sentido figurado, vehemencia, a través del énfasis o fuerza de la expresión y/o de la entonación y/o de los gestos. En lo que sigue nos centraremos, sobre todo, en la expresión lingüística, puesto que cada uno de estos recursos precisa de un estudio específico2. 1.  Algunas consideraciones previas 1.1.  Sobre la definición Si hay un rasgo que se repite en las descripciones del español coloquial es precisamente el que hace referencia a nuestro objeto de estudio. Expresión

* El presente trabajo se publicó originalmente en (1995): Pragmática y gramática del español hablado: actas del II Simposio sobre Análisis del Discurso Oral: Valencia, 14-22 de noviembre de 1995, ISBN 84-7956-012-6, pp. 101-122. Agradecemos a Libros Pórtico su permiso para la reproducción de este trabajo. 1.  No entraré en la discusión que plantearía ya inicialmente el hecho de definir el término “énfasis”, aunque sí reconoceré el abuso que de él hacernos los lingüistas para explicar distintos fenómenos (comp. al respecto la reflexión que realiza sobre “el fantasma del énfasis” Hickey [1995]). 2.  Todos los ejemplos utilizados en este trabajo han sido extraídos del corpus de conversación coloquial recientemente publicado por el grupo Val.Es.Co. de la Universidad de Valencia (Briz 1995 [coord.]. Este estudio y el que aquí presentamos se incluyen dentro del Proyecto de investigación “El español coloquial hablado en la ciudad de Valencia”, subvencionado en 1994 por la Universidad de Valencia).

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afectiva, realce lingüístico, elativización, intensificación, son términos frecuentes para nombrar el citado rasgo. “La expresión afectiva (…)”, señala Beinhauer (1991 [1929]: 195-196), “refleja el afán del hablante por influir de un modo persuasivo sobre el interlocutor, procurando interesarle y caldearle el ánimo por el respectivo asunto; en una palabra imponerle todo su yo impregnado no solo de ideas, sino también de sentimientos e incluso de impulsos volitivo”. En palabras de Vigara (1992: 130), el realce es “un fenómeno complejo (…) por el que el hablante destaca cara a su interlocutor una parte del enunciado (que puede ser la acción, una cualidad, un objeto, un sujeto, etc.) o su propia actitud de comunicación”. “El hablante”, según Herrero (1991b: 40), “movido por el deseo de hacer más expresiva la comunicación, tiende con cierta frecuencia a realzar ciertos elementos de la misma y/o a identificarlos”, y añade: “la intensificación a su vez supone habitualmente un énfasis cuantitativo, es decir, un relieve de la cuantificación”. Y es que, en efecto, la conversación coloquial es particularmente afectiva y enfática, si bien dichas marcas no son suficientes para explicar y establecer una tipología de intensificadores en español, puesto que la afectividad, como tal, es un concepto abstracto difícilmente reducible a tipos. La socorrida explicación de la “organización subjetiva del mensaje”, aunque cierta, impide cualquier intento de regularización de un fenómeno. Tampoco parece adecuado no distinguir, como en el caso de Herrero, o situar al mismo nivel la expresión afectiva de la actitud del hablante (Le juro a usted que creí que estaba sola) y los simples intensificadores de la cualidad y de la cantidad (Está un rato cansado), tal y como se presenta en el trabajo de Beinhauer, dado que la función de aquellos excede los límites de la semántica y el ámbito de los simples enunciados, como tendremos ocasión de comprobar. Por otro lado, en relación con la descripción de Vigara y, a pesar de apuntar ya la distinción en el sentido antes mencionado, el concepto de actitud del hablante queda restringido a ciertas fórmulas estereotipadas de autorreafirmación (Eso no es bueno, te lo digo yo) y, sobre todo, al ámbito monológico, a la intervención de un hablante. 1.2.  Nuestro enfoque pragmático En sentido estricto, como ya indicábamos al principio de este trabajo, los intensificadores constituyen en la conversación una categoría pragmática relacionada con la actividad retórica del que habla. Su empleo es, junto al de los atenuantes (Briz 1995), una estrategia discursiva que, al contrario que estos, maximiza y realza las contribuciones del Yo; comp. la intensificación de (la) con la atenuación de (1b) ÍNDICE

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(1) a. Soy un tío estupendo de verdad. b. Yo creo que también caigo bien/ vamos creo yo.

Si, desde el punto de vista interactivo, de la afectación de los sujetos participantes, se estableciera una oposición entre atenuante e intensificadores, podríamos afirmar que el intensificador es el miembro no marcado de la oposición, dado que en el proceso interactivo el Tú no siempre queda implicado activamente. Según lo anterior, la intensificación se vincula a la actividad argumentativa, más concretamente, al concepto de fuerza argumentativa. En efecto, el Yo utiliza el intensificador para reforzar la verdad de lo expresado y, en ocasiones, para hacer valer su intención de habla. Es un modo de valorar, pero también de persuadir, de recriminar. Luego su empleo solo puede ser explicado a partir de principios pragmáticos, concretamente, desde la retórica conversacional. A este respecto puede afirmarse que los intensificadores son estrategias de realce, sobre todo, de la cualidad y pertinencia de las contribuciones del Yo, aunque como tal realce, suponen con frecuencia una aparente transgresión de estas y otras normas de cooperación. Sea el caso de la exageración de A en (2a y 2b): (2a) A  : He tenido un fin de semana superincreíble/ CINCO tías detrás de mí/ pero detrás ¿eh? B: Ya será menos. (2b) A: Tú tienes una mierda encima que→

Y, por otra parte, dialógicamente, es decir, teniendo en cuenta la presencia del interlocutor, el intensificador constituye un refuerzo del acuerdo (cumpliendo así algunas de las máximas de la llamada cortesía positiva), como en (3), o del desacuerdo (transgrediendo en apariencia dichas normas de regulación social)3, como en (4) y (5). En (3) el acuerdo se ve reforzado por la locución por supuesto, el que enfático enunciativo (cuya referencia contextual es un verbo de decir) y por la paráfrasis afirmativa (tienes muchísima razón): (3)

Por supuesto que sí, tienes muchísima razón.

En (4B) y (5C2) se trata de aseveraciones pragmáticamente negativas reforzadas además con exclamaciones de desacuerdo, que rompen la que en otro lugar (Briz 1995: 118-120) denominábamos cortesía codificada (nótese además la apelación “descortés” ¡qué cabrón!). 3.  Nótese que, mientras el atenuante, sometido a ciertas normas de regulación social, incum­ ple, no obstante, algunas de las llamadas de cooperación, el intensificador puede llegar a transgredir unas y otras. Otro argumento este en favor de su consideración como miembro no marcado de la oposición interactiva mencionada (Briz 1995: 106-107).

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(4) D: (esto) es NAturaleza (RISAS) estamos en la jungla B: sí↓ la jungla↑ de asfalto ¡no te jode! ¡me cagüen la puta! (5)

B: ¿y tú Raúl↑ opinas que los calvos son cabrones↑ o no? Cl: hombre↓ he conocido a pocos D: (RISAS) ¡qué cabrón! y te mira C2: yo no di- yo no he mirado a nadie ¡joder!/ ¡qué mal pensaos sois! [H.38.A.1.]

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Según lo anterior, un intensificador, en su función de realce, puede colaborar cooperativa y cortésmente, tanto como “incumpliendo” ambos tipos de máximas, en virtud de su valor estratégico concreto en cada acto de comunicación. Y entre las motivaciones de dicho realce se encuentran, junto a las motivaciones psicológicas, otras, más importantes en nuestra opinión, como son las pragmáticas. 2.  ¿Cómo se intensifica? y ¿qué se intensifica? ¿Cómo se intensifica? y ¿qué se intensifica? son las dos preguntas que pretendemos contestar en este trabajo, sobre todo la segunda, ya que, una vez establecido el valor pragmático de los intensificadores, será más fácil dar una explicación a todos los usos y casos que examinaremos más abajo, tanto en el plano local del discurso como en el plano global de la conversación. 2.1.  La descripción de los intensificadores A esta tarea de descripción, con mayor o menor exhaustividad, se han dedicado los varios estudios publicados sobre intensificadores4 y las monografías de español coloquial5. Puede señalarse al respecto que la intensificación, concretamente en la conversación coloquial, se logra mediante recursos morfológicos, sintácticos, léxicos y fonéticos, y con frecuencia combinando varios. Cualquier categoría léxica6 puede verse afectada por este realce pragmático u operador de intensificación: 4.  Cabe destacar entre estos los varios trabajos de González Calvo “Sobre la expresión de lo ‘superlativo’ en español”, ya que en estos se describen de forma exhaustiva todos los procedimientos de intensificación del español, así como las funciones sintácticas que tales fórmulas poseen en el contexto sintagmático en que aparecen; véase asimismo el cuadro de operadores de intensificación de Meyer Hermano (1988: 286-287) y Herrero (1991b). 5.  Además de la ya citadas, vid. Beinhauer (1973), Carballo Picazo (1964), Seco (1970), Steel (197 3), Náñez (1973 y 1982), Cortés (1986), Hernando Cuadrado (1988). 6.  En concreto, sobre la intensificación del adjetivo y del adverbio, Ramos (1993), si bien entendida como modificación de los rasgos semánticos de la palabra.

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Así, ––

en (6) se intensifica por modificación interna (uso del sufijo aumentativo7 de prefijos intensificadores como so, re(que(te))-, super, etc.): (6) Me gusta sobre todo su cuerpazo/ ¡vaya tetazas que tiene! So bestia/ me estás haciendo daño. ¡Qué requetegilipollas (que) es! Es un calentorro de mucho cuidado. Ha sido superdivertido. Mañana tengo un examen de física SUPERCHUNGO. Cuando estoy hablando con mi madre me doy cuenta de que estoy hablando un lenguaje o sea superasí.

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en (7), por modificación externa, bien a través de cuantificadores, de sintagmas especificativos con valor intensificador (7a): menudo, mogollón, un huevo; de muerte, de remate, del culo, de mierda, de cojones, de alucine8, de puta madre…, muchos de los cuales son, como puede notarse, sintagmas prepositivos fraseológicos con valor adverbial o adjetival según los contextos; bien por el uso enfático de la conjunción pero, o pero que9, o de la preposición hasta… (7b), (7a) Menuda suerte ha tenido. Había mogollón de gente. Eres un huevo de torpe. Me ha pegado un susto de muerte. (7b) Está pero que muy buena. Los ajos me gustan hasta crudos. Me dijo desde SINVERGÜENZA hasta todo lo que se le PUEDE DECIR A UNA PERSONA. C: el que era capaz de montar una frase/ y hasta cantar una canción en- con eructos era el Mosca A: ese era un cerdo

La intensificación se logra también mediante otros recursos sintácticos. Sirvan de ejemplo las siguientes construcciones:

7.  En ocasiones el diminutivo sirve de intensificador: Tiene un geniecillo (-ito), que ya ya. 8.  Comp. las tres posibilidades construccionales que derivan de la permutación de los elementos: una fiesta alucinante, una fiesta de alucine y un alucine de fiesta, con diferencias únicamente de matiz afectivo. 9.  En concreto, para el estudio del “pero enfático”, véase Acín (1995).

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Artículo, el, la, + Sust + que (Or. de relat.), como construcción independiente: (8)

Las juergas que se corría el tío

precedido de algunas preposiciones: (9)

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Con la gente que venía→

(Prep.) Artículo lo + Adj./Adv. + que: (10) Lo bueno que es Con lo bueno que es

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(Prep.) Artículo + que + V (11) Lo que estudiaba el tío Para lo que dice

––

Artículo+ de + Sust. (más frecuentemente en plural10): (12) La de veces que se lo he dicho

––

Artículo un + Sust. (valorativo11) en construcciones atributivas, a veces suspendidas (con cualquier tipo de nombre): (13) Es un burro, un pulpo, una gallina, un lince (14) Es UN médico→ (fenomenal) Ese restaurante no es nada caro y hace unas comidas→

––

Verb. + de + Sust.: (15) Va de gente a esa verbena; bebe de agua; vas de sucio

––

Verb. + que + (te) Verb (id.). (16) Mira que te mira

10.  En singular, con sustantivos no contables y genéricos: la de leche que bebe, la de gente que hay. 11.  Muy frecuentemente la construcción valorativa positiva o negativa es un sintagma nominal léxicamente relacionado con el mundo animal: cerdo, zorra, borrego, lagarta, ballena, lince, león, tigre, cordero.

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empleando modos de expresión cuasi-consecutivos12: (17) Está que se sube por las paredes, que muerde, que trina, que no veas Tiene unas tetorras y un culazo que quitan el hipo Es que tiene un morrazo que se lo pisa. Se armó una quepa qué te voy a contar Le dio una de bofetás que pa qué

––

con suspensión del segundo término: (18) Se armó una→; Tiene unas tetorras→

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con estructuras comparativas o intermedias comparativo-modales, ya sean completas o sincopadas: (19) Eres más celoso que mi padre y ya es decir. Está más verde que una lechuga. Esa canción es más vieja que la tos. Sabe más que Lepe. Es más tonto que Abundio. Veo menos (que)→ En ese grupo hay una tía que está como un tren. Eso es una gilipollez como un castillo. Son como dos gotas de agua. Se quedó→ (como un muerto) Está como una chota13.

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con enunciados exclamativos: (20)

¡Qué listo que eres! ¡Anda la mosquita muerta! ¡Menudo chollo! ¡Vaya tela! ¡Cómo (cuánto) nos reíamos! ¡Lo que nos reíamos! ¡Lo que había que oír en aquellas cenas!

12.  En general, para el estudio de la expresión oracional de la intensificación, vid. Plann (1984: 100-128) y González Calvo (1985: frases hechas con verbo integrante, pp. 129-137; estructuras oracionales comparativas, pp. 137-146), (1986: estructuras consecutivas, pp. 134-146; estructuras exclamativas, pp. 146-153), (1987: estructuras exclamativas, pp. 101-131). 13.  El esquema Está como, al igual que el mencionado anteriormente (Está que), son de gran productividad en el español coloquial.

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No + V+ ni (21)

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No ha dicho ni pun, ni pío. No entiendes ni jota. No ve ni torta. No cabe ni un alfiler.

No… sino… (con segundo término intensificado) (22) C  : y no era guapa/ para esa época// aunque ahora/ al paso de los años↑/ resulta que todo el mundo me encuentra/ pero no guapa/ sino superguapa/ [G.68.B.l. + G.69.A.1]

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La enumeración es también un procedimiento muy empleado en la conversación coloquial para dar relieve a lo dicho: (23) C: pues mira si tiene/ tiene cigalas/ dos o tres// lo menos/ o cuatro cigalas/ y tiene gambas/ y tiene clóchinas14/ y tiene→ /- y tiene cangrejos→/ y tiene TROCITOS de todo [G.68.B.1. + G.69.A.1]

La alta frecuencia de uso de muchas de estas construcciones intensificadoras favorece los procesos de lexicalización. De hecho, muchas de estas fórmulas elativas se han convertido en unidades fraseológicas15, locuciones adnominales (24), locuciones adverbiales (25): (24) hubo la mar de cosas interesantes; había gente a punta pala; (25) lo pasamos de muerte; se enfadó de lo lindo; ir a toda hostia, a toda pastilla; es tonto como él solo;

aunque con un grado de fijación y de idiomaticidad variables, como manifiestan los casos de (26). Así, en las locuciones verbales de (26a) distintos verbos valorativos se construyen con diferentes fórmulas intensificadoras de polaridad negativa, frente a (26b), donde la fijación e idiomaticidad es mayor, de ahí la inaceptabilidad de ciertas combinaciones: (26a) (no) me importa (y algunos otros verbos de valoración negativa, no vale) una mierda, un pimiento, un pepino (variantes valorativas negativas) 14.  Valenciano, “mejillones”. 15.  Para el estudio de las “frases elativas”, de sus funciones, de su combinatoria y de los grados de fijación, vid. González Calvo (1984: 193-205 y 1985: 113-123 y 129-137); García Page (1990: esp. 490-494); Ruiz (1995).

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(26b) me importa un bledo ? no me importa un bledo ? (no) vale un bledo me importa un pito ? no me importa un pito ? no vale un pito ? vale un pito no vale un pimiento ? vale un pimiento…

Un grado de cohesión importante manifiestan, por ejemplo, algunas construcciones formalmente consecutivas:

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(27) Me dieron una paliza que pa qué; pillamos una que no veas; pasamos una noche que ya ya.

Y lo mismo puede decirse de unidades sintagmáticas verbales como las de (28), algunas de las cuales pueden estar marcadas sociolingüísticamente (en concreto, por la edad) (28)

Estar para parar un tren Estar hasta el culo, hasta el pirri Estar que no veas Estar a parir Estar para chuparse los dedos Estar que te cagas Pasárselo (Estar) de muerte, de miedo Mondarse (morirse) de risa Quedarse de piedra No pegar ni chapa Corre que se las pela Tener más cara que espalda No comerse una rosca Echar chispas Ir cagando leches Ir pisando huevos.

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A los recursos fraseológicos se añaden recursos léxicos tales como la repetición16 o el empleo de ciertos lexemas marcados ya semánticamente con el rasgo [+intenso]. 16. Una descripción más pormenorizada de este recurso, puede encontrarse en Lamíquiz (1971: 15-22). Se refiere a este con el término de superlativo iterativo, y en cuanto a su valor señala que “la repetición formal del lexema no solo subraya, sino que superlativiza lo semántico del semantema”; véanse también, González Calvo (1985: esp. 124-128) y Lago (1965-1967: 49-61).

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La intensificación se logra mediante la repetición directa inmediata, o indirecta, a través de algunas partículas de refuerzo (pero que, más que, no, sino, etc.)17: (29) – Es tarde tarde; esto es divertido divertido; – Bobo más que bobo; tiene un hermano más borde que borde; – Buena pero que muy buena; nunca / pero es que nunca le he vuelto a pagar las copas; esto es muy muy pero que muy interesante; – no os asustéis/ va a llorar// porque va a llorar ((…)) así fue UNOS gritos/ UNOS gritos((…)) unos gritos quepa qué; – es único/ tío/ único;

o, como apuntábamos antes, se obtiene mediante frases o lexemas semánticamente “intensos”: el lexema (cf. adjetivo, sustantivo, verbo o adverbio) contiene entre sus rasgos el sema [+intenso]18: terrible, horrible (frente a malo), alucinante, genial, total, bestial, fatal, porrada (de), barbaridad (de), burrada19, colocón, tocho, me chiflan (frente a me gustan), la revista se fue a hacer gárgaras (frente dejó de publicarse), salir pitando20. (39) Me gusta barbaridades. Es genial/ tío.

Incrementados, por ejemplo, con el artículo un: un huevo, un riñón, un ojo de la cara (me ha costado un riñón); una burrada, una pasada (me he gastado una pasada). El uso de ciertos términos interdictos significa con frecuencia una reafirmación, incluso puede llegar a imprimir mayor fuerza a lo dicho (coño, hostia, me cagüen la puta…), etc. Otros recursos semánticos: ––

La ironía es también un recurso elativizador; sea el caso del acto afirmativo que niega, el de la negación que afirma; respectivamente: (31a) ¡Tienes tú poco dinero! (31b) ¡A ti nadie te toma el pelo / si eres muy listo! (32a) ¡No tienes ganas! (32b) ¡No eres tú guasón ni na!

17.  Vid. Hernández (1980: 97). 18.  Vid. Narbona (1990). 19.  Nótese el uso adjetivo y adverbial en estos tres últimos casos: adjetivo y, por tanto, adyacente (en ningún caso podemos admitir el análisis de Herrero [1991b: 41] y otros que considera el cuantificador como núcleo, aportando razones expresivas): Había (una) barbaridad de gente; me costó una porrada de duros; adverbio, aditamento: Me gusta barbaridad, una burrada. 20.  Vid. González Calvo (1984: VII, 185-195).

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La metáfora de la vida cotidiana hiperbólica. Ya han sido citadas algunas: (33) Vaya una empanada mental que tiene. Estoy hecha unos zorros. Me moría de la risa.

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La comparación hiperbólica:

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(34) Eso es una gilipollez como la copa de un pino.

Los recursos suprasegmentales ocupan un lugar fundamental en los procesos intensificadores de la conversación coloquial, no solo porque muchos de los procedimientos lingüísticos examinados necesitan de la curva melódica precisa para ser interpretados como tales, sino porque con la pronunciación en general podemos maximizar la expresión con intenciones diversas. Destaquemos algunos de estos recursos: ––

el tono o pronunciación marcados: (35) Es LENTO

––

la pronunciación silabeada, como la denomina Narbona (1990: 1041) (36) Es un PE-SA-DO

––

el alargamiento vocálico: (37) No estaba bueno/ estaba bueníiisimo (38) buenooo/ GENte/ ¿¡que si había gente!?/ no te lo puedes imaginar

(obsérvese en este último ejemplo la sucesión de intensificadores). 2.2.  Las funciones semántico-pragmáticas Determinada la nómina de recursos intensificadores21, la segunda pregunta que se plantea y quizá todavía no contestada por los estudiosos es ¿qué se in21.  Si bien no agotada con lo expuesto. Por ejemplo, las onomatopeyas actúan a veces con valor intensificador: zas (acción rápida), catapium (caída brusca), zum (golpe fuerte), bah (negación, desacuerdo intenso), buf (intensificador de cantidad o de cualidad). Piénsese también en todos los juegos intensificadores desviados de la norma, a los que particularmente presta atención Vigara (1994: 153-163).

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tensifica? cuestión que hace referencia, como ya se ha señalado, a los valores pragmáticos de los intensificadores, concretamente en nuestro caso, en la con­ versación coloquial. Es cierto, como afirmaban, primero, Beinhauer y, más tarde, otros ­autores, que muchos de estos intensificadores lo son de la cantidad y de la cualidad. Aquel, al referirse a las “expresiones enfáticas de cantidad”, señalaba que “El lenguaje afectivo, con su afán de realzar la expresión, ha creado numerosas designaciones para exagerar cantidades e hiperbolizar la idea de intensidad”. Y distingue dos grupos: “uno positivo, para expresar grandes cantidades o altos grados de intensidad; y otro negativo, para designar pequeñas y mínimas, que muchas veces no pasan de ser circunloquios de la idea de nada” (234-235). Y lo mismo podría afirmarse en relación con otros recursos que intensifican la cualidad. En efecto, en ocasiones se intensifica la cantidad como en (39) y otras veces la cualidad negativa o positiva como en (40): (39) a. Estaba de gente que no cabía un alma. Corre que se las pela. Llevo un disgusto que para qué. b. Está como una cuba. c. Lo hizo en un abrir y cerrar de ojos. d. Te va a costar un ojo de la cara. e. y daba unos gritos/ unos gritos→ unos gritos quepa qué y venga a llorar/ UNAS LÁGRIMAS. (40)

a. Es un marranazo. Está superlimpio. b. Es más imbécil. Es tonto de remate. Es cantidad de feo. Vaya gente. c. Es guapo/ pero guapo de verdad. d. Está que te cagas; de puta madre; de morirse. e. Es más listo que un zorro. f. Esto es café café. g. Hay que ver lo que dice. h. Y los ojos /una divinidad.

Y más aún, en relación con esto, cabe señalar que los signos de intensificación de la cantidad y de la cualidad constituyen un rasgo característico de la conversación coloquial, no solo por su frecuencia de uso, sino por los numerosos recursos que transmiten la citada intensidad. Así, junto a los señalados en las gramáticas (comparativos, superlativos, cuantificadores en general: más, muy, -ísimo, bastante… y otros como un sinnumero, infinidad de, multitud de…), los primeros comunes a varios registros de uso, los segundos más vinculados al registro formal (escrito), en la conversación coloquial se encuentran otras muchas formas de expresión verbal, enumeradas con anterioridad, y no verbal, que aumentan expresivamente la citada intensidad. Compárese el aumento intensivoexpresivo de las fórmulas más coloquiales en (41b) respecto a las de (41a): ÍNDICE

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(41) a. Ha venido mucha/multitud de gente. b. Ha venido mogollón (cantidad) de gente; ¡Jo/ la de gente que ha venido!

a. Es muy pequeño. b. Hay que ver lo pequeño que es.



a. Es muy torpe. b. Es torpe como él solo.



a. Estaba muy contento. b. Estaba la mar de contento; Estaba que→

No obstante, la modificación de la cualidad y de la cantidad, por un lado, tal y como se ha planteado, no deja de ser una simple modificación semántica, que no explica la función del intensificador en el proceso interactivo. Y, por otro, esta modificación semántica es solo uno de los valores del intensificador en el enunciado, es decir en el ámbito monológico, en cuanto que aparece en la intervención de un solo hablante. Nada nos informa de esos otros valores derivados de su funcionamiento en otras unidades conversacionales, como el intercambio, la unidad dialógica mínima. En los ejemplos de 42 a 45, la modificación que supone el intensificador en el enunciado o acto de habla de un individuo es, por un lado, semántico-cuantitativa, dado que puede afectar al marco conceptual de una expresión lingüística, pero a su vez implica una valoración, que en ocasiones tiene consecuencias en el proceso interactivo. Así, en (42), la intensificación negativa de la cualidad de una persona refuerza la justificación del posible rechazo; en (43), el oyente interpreta mucho más que la simple antigüedad del chiste; en (44) se maximiza el enfado con alguien, y en (45), la intensificación de la cantidad sirve de refuerzo a la justificación de B por su retraso: (42)

A1: ¿vienes al teatro mañana por la noche? B1: ¿quiénes vais? A2: los de siempre/ Juana/ Pedro/ Ernesto y yo B2: ¿Juana/ también? es que→/ esta es un rato gilipollas ¿eh?// no sé/ ya te lo diré esta noche

(43) ese chiste es más viejo/ lo has con tao ya (más de) ochenta veces [H.38.A.1.] (44) A: Estoy de ti hasta el culo. (45) A: ¿Cómo vienes tan tarde? B: He pillao cantidad de tráfico.

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Este papel pragmático es aún más evidente cuando a partir del intensificador se refuerza o manipula la actitud, es decir, cuando se modifica el acto enunciativo propiamente; ello sucede en (46a), y (46b): (46a) A: Recuerda que tienes que estudiar. B: Que sí mamá.

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(46b) A: limpiarlo un poco ¡coño! [H.38.A.1.]

Y, en fin, el intensificador puede también presentar valores dialógicos en unidades conversacionales superiores, como en el intercambio, realzando el acuerdo o desacuerdo con lo dicho por un interlocutor22. Recuérdense los ejemplos de (4) y (5). Contestando ya más concretamente a la segunda de las preguntas que nos formulábamos, ¿qué se intensifica?, puede afirmarse que se intensifica manipulando23, –– lo dicho, el contenido proposicional y conceptual, situándose, en principio, en el nivel del enunciado; son modificadores semántico-pragmáticos; nótese que decimos pragmáticos también, puesto que en ellos, como ya hemos visto, puede también reconocerse dicho valor; –– o el decir, la fuerza ilocutiva de un acto o la presencia de los participantes de la enunciación (Yo,Tú), situándose en el nivel extraproposicional, de la enunciación; son modificadores pragmáticos, en sentido estricto, que presentan no solo valores monológicos, en relación con el Yo-hablante, sino también dialógicos, en la relación Yo-Tú. Insistiremos a continuación en estos valores. 2.2.1. La modificación semántica de lo dicho. Intensificadores de la cantidad y de la cualidad. Su valor pragmático Como modificadores semánticos, según se ha señalado, intensifican la cualidad o la cantidad del enunciado o de parte del mismo, si bien, como valoraciones del Yo, intervienen en los procesos argumentativos del diálogo; es 22.  El papel interactivo del intensificador (también del atenuador) ha ido destacado por Hermann (1988: esp. 283), según el cual, la intensificación tiene que ver con el punto de vista que el hablante manifiesta ante lo dicho (la proposición) y más exactamente con el grado elevado de intensidad obligativa que este quiere asumir o establecer en comparación con el establecido en el contexto anterior y de acuerdo al contexto interaccional. Véase así la clara ejemplificación de esta función interactiva en pp. 288-289. 23.  Comp. con lo afirmado en relación con la atenuación, en Briz (1995: 108 y ss.).

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decir, a los fines semánticos, se añaden, si cabe con mayor fuerza, los valores pragmáticos. Añadamos algunos otros ejemplos a los expuestos con anterioridad. En el intercambio de (47), afirmar, como B, de un tal “Juan” que “es un mierda de tío” no supone únicamente atribuir una cualidad negativa maximizada a ese señor, sino que implica una valoración con consecuencias argumentativas determinadas: ya simplemente como refuerzo de argumentos para ciertas conclusiones implícitas: “No me gusta hablar con esa persona, No me relaciono con él; Huyo de él”, etc., incluso también corno refuerzo de un acto de recriminación al oyente por su propuesta: “¿cómo me propones que salga con él? ¿cómo me dices que te cae bien?”:

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(47) A: mujer↓ sal un día con Juan B: ¿¡con Juan!? Juan es un mierda de tío

En el fragmento de conversación de (48), la interlocutora E está en desacuerdo con la actitud y con determinadas formas de proceder de ciertas personas, con las cuales no se siente identificada y, por tanto, no se relaciona. Uno de los argumentos que utiliza para justificar ante sus interlocutores el desacuerdo con estas es, por ejemplo, el modo de vestir: (48) E  : ((…)) hace poco tuve una cena↑/ hizo una- una cena de- de universidad// y bueno- y bueno la gente una pinta toda/ conn el traje de chaqueta/ y yo iba con los vaqueros/ hecha polvo/ todo el mundo allí puesto ¿no? ¡madre mía! ¡qué asco!/ las niñas iban súper [L. 15.A.2]

El contraste de opiniones, porque de eso se trata en realidad, queda reforzado con la presencia de intensificadores junto a la expresión más neutra: comp. “la gente una pinta toda /conn el traje de chaqueta; yo iba hecha polvo/ con los vaqueros; todo el mundo allí puesto ¿no? ¡madre mía! ¡qué asco/”. Todo ello para llegar a la conclusión ante apuntada: “yo no me suelo relacionar con ese tipo de gente’. 2.2.2.  La modificación o realce pragmático del decir. Intensificadores de actitud Frente a la intensificación que afecta semántica y pragmáticamente a la proposición, se encuentra la estrictamente llamada modificación pragmática o de actitud. Se trata de procedimientos que imprimen mayor fuerza al acto ilocutivo, ya sea a veces por la presencia de determinados verbos performativos o de partículas que hacen las veces de estos, ya sea mediante la modificación externa de los mismos. Así ocurre, por ejemplo, en actos aseverativos, como los de (49), (50) y (51), o exhortativos, del tipo de (52), en los que se imprime mayor fuerza a la aseveración, al deseo, mandato, réplica, etc.; y dialógicamente se enfatiza el acuerdo o el “desacuerdo” (sorpresa, oposición, recriminación, etc.). ÍNDICE

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En los cuatro ejemplos de (49), el verbo performativo refuerza el acto ilocutorio: expresa certeza respecto a lo afirmado en (49a y b), refuerza la actitud de aviso en (49c) y de rechazo en (49d): (49) a. Te aseguro que es así. b. Iré/ te lo juro. c. Te lo digo es muy idiota. d. No me da la gana de hacer esto.

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La forma que, que parece ocupar el lugar del verbo dicendi, representa en la insistencia afirmativa o negativa; concretamente, en (50e), la interrogación, precedida de la preposición a, no solo refuerza la pregunta o petición a la vez sino que pretende evitar cualquier respuesta despreferida, es decir, no deja alternativa de respuesta al interlocutor. (40) a. que sí24 (=te aseguro, te repito que sí) b. que no (=te aseguro, te repito que no) c. ¡que sí es guapa! o ¿¡que sí es guapa!? (= afirmo con rotundidad que es guapa) d. ¿QUÉ no lo sabías? e. ¿a que sí? f. que tengo prisa g. que no lo hagas h. que te vas a caer

Obsérvese el valor modal que aporta el que argumentado de (50f: reiteración de argumento de justificación de un posible rechazo a un ofrecimiento), (50g: del mandato), (50h: del aviso), incluso en los dos últimos casos instando al oyente a que cambie de actitud. La ausencia de la partícula que alteraría dichos valores modales, solo posibles de interpretar entonces con una entonación determinada. Signos externos al performativo como pues, los vocativos señora, hombre, de (51) además de refuerzos de la afirmación (a, b, c), de la negación (d, e, f, g), incluso como de verdad, en (h), de la certeza de lo dicho, expresan conformidad o disconformidad: (51) a. pues sí b. sí hombre sí c. sí señora25

24.  En lugar del verbo dicendi con valor de insistencia (te digo que sí). 25.  La entonación es fundamental para poder reconocer el valor intensificador, en ocasiones descortés, frente al vocativo atenuador.

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d. pues no e. no hombre f. ¡pues sí señora! g. ¡sí hombre! h. es muy rico / de verdad

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E: pero ¿vaa? (la estufa) A: (hom)bre/ claro que vaa (sorpresa y amonestación por la pregunta)

Al comparar, por ejemplo, (51b) con (51g) se observa ese contraste antes aludido entre el refuerzo de actitud afirmativa y de conformidad del primero con el de actitud negativa y de disconformidad del segundo26. En (52), el carácter exclamativo o interrogativo-exclamativo (interrogación retórica)27 de los segmentos y su curva melódica manifiestan un significado modal concreto, además de constituir verdaderos refuerzos de la sorpresa o incredulidad que estos expresan en particular. (52) ¡No fastidies! ¿¡que no!? ¿DE VERDAD? (con tono alto, intensifica la sorpresa).

Ciertamente, la interrogación sin pregunta y la expresión exclamativa en general son claros recursos intensificadores de actitud. La exclamación es, desde el punto de vista pragmático, una acción intensificada: (53)

¡hosti qué golpe me he hecho aquí! ¡hostia qué guay! ¡jo cómo está el tráfico tía!// ¡qué ascoo! ¡qué asco! esto está elegante del todo/ ¡collins/hija mía!

En estos casos la exclamación es el refuerzo sintomático del acto declarativo; respectivamente: “Me he dado (hecho) un(a) golpe (herida)”; “Me parece bien”; “Hay mucho tráfico” o “Está muy elegante”. Nótese de nuevo, por ejemplo, el refuerzo sintomático-apelativo del acto de habla exhortativo de (54) o del ya citado en (46b): (54) A: ¡yeee! pasa las papas/ ¡hostia! [H.38.A.l.]

26.  Vid. Portela (1995). 27.  Para su descripción, vid. Gonzaléz Calvo (1987: 129-131).

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En el fragmento de (55), la afirmación y la negación intensificadas de E1 y G1 se dirigen a conclusiones distintas, “es / no es necesario apartarla”. (55) A  1: ¿molesta? (Se refiere a una bicicleta que hay en el local donde A, su dueño, y unos amigos, E, G, etc., se disponen a jugar a las cartas. P es el hijo de A) E1: ¿¡que si molesta!?// ((¡caray!)) G1: no molesta// no molesta ((…)) A2: Pablo/ Pablo G2: aquí cabemos ((…)) A3: PABLO/ ¡sácala! P1: tengo prisa [((que llego tarde))] G3: [es que tiene] prisa§ A4: § pues TE ESPERAS [J.82.A.1]

Al comparar los ejemplos de (56), observamos que de la solicitud atenuada en (56a), pasando por la petición sin más en (56b), llegamos a la orden y a la intensificación progresivamente en aumento de esta en los enunciados de (56c): 96

(56) a. Por favor, siéntate aquí. b. Siéntate aquí. c. Te he dicho que te sientes. Te he dicho mil veces que te sientes. Te he dicho mil veces que te sientes ¡coño!

Del mismo modo es evidente la mayor fuerza ilocutiva de la petición en (57b) respecto a la que manifiesta (57a): (57) a. Cerrad la puerta (con una entonación no marcada) b. ¿¡Queréis cerrar la puerta/ que tengo frío!? (como interrogación exclamativa).

Como puede notarse, muchos de estos intensificadores son marcadores de insistencia que tratan de obtener intervenciones prioritarias (por ejemplo, peticiones, conformidades, etc.)28. En ocasiones, la mayor fuerza ilocutiva se logra mediante la supresión o suspensión de frase (la intensificación por elisión). Tal y como señalábamos con anterioridad, las construcciones suspendidas, junto a la entonación que presentan,

28.  Agradezco el comentario de Gallardo en este sentido.

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constituyen un recurso sintáctico que da relieve y énfasis enunciativo (vid. Herrero 1991b): (58)

Hay cada tío por ahí→ Y él/ él está→/ no lo conocerías/ está→ Habla más que→ Está de bueno→ Tiene una mirada que→ Yo soy borde/ pero él→

Pragmáticamente, el papel de estas oraciones truncadas, si bien enunciados completos se vincula con frecuencia a la actividad argumentativa; actúan como refuerzos de argumentos o conclusiones. Así, mientras en (59) y en (60) se refuerza la conclusión, ya por la elisión de esta o de parte del argumento justificativo, en (61) y (62) e intensifica el argumento y, de algún modo, el valor modal que expresa (en este caso, de amenaza), eludiendo, no obstante, responsabilidades al estar implícita la conclusión: (59) Se bebe/ yo que sé/ un montón de cubalitros y claro agarra cada una que→ (60) Cámbiate de ropa porque vas→

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(61) SI TE VEO SUBIRTE A LA ESCALERA→ (62) Como me entere que nos has ido a clase→

(comp. también Súbete a la escalera yy; Lárgate oo (intensificador léxico + intensificador sintáctico). En suma, se trata de intensificadores de actitud que pretenden además incidir sobre el interlocutor. A veces la mayor fuerza ilocutiva va unida al realce del papel de los participantes de la enunciación (Yo-Tú) (la intensificación por realce del papel de los participantes de la enunciación). En tales casos todo parece indicar que la cortesía, al menos la que podría llamarse cortesía codificada, queda a un lado (recuérdese que ya aludíamos al principio a los delitos o transgresiones de las máximas conversacionales en el coloquio). Una de las características que con más insistencia aparece en las descripciones del español coloquial es su carácter egocéntrico. Y, en muchos casos, la presencia explícita del yo es un recurso a partir del cual se maximiza el papel del mismo en la conversación; es decir, el Yo realza su presencia y eleva su imagen, incluso a veces en perjuicio del Tú: lo que podríamos llamar la personalización del Yo como recurso de intensificación del sujeto de la enunciación: ÍNDICE

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(63) Yo ya te dije que te tomarían el pelo (con recriminación) (64) A: ¿Y cómo lo sabes? B: YO lo sé todo// si yo te contara (65) Si tú supieras como yo lo que paso→

Y junto a la personalización del Yo, aparece con frecuencia personalizado el Tú. A través de dicha personalización e maximiza el acto ilocutivo que afecta al Tú. Así, por ejemplo, en (63) y (65) y también en (66a):

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(66a) ¡El cumpleaños que me estás dando! ¿Comemos aquí? aquí hay un montón de bichos↓ tú

Puede observarse el aumento de la fuerza de la exhortación en las expresiones de (66b) al estar presente la referencia deíctica personal al tú: (66b) Calla (no intensificado, al menos, lingüísticamente) Cállate (intensificación media) Tú/ cállate; Tú te callas (intensificación máxima)

Antes que salvaguardar la imagen del Tú, principio este codificado corno cortés, el Yo busca la afección del Tú, se subraya su presencia, lo que no indica que en la conversación coloquial constituya un uso descortés. De hecho, cuando estos enunciados se dan en unas determinadas condiciones de situación, esa descortesía codificada se interpreta pragmática y socialmente como relación solidaria y familiar. Las fórmulas de (67), (68) y (69), así pues, dejan de ser descorteses: (67) ¡Coño/tú! / estudia más y aprobarás (68) No me eches las migas↓ tú (69) ¡Vaya la mosquita muerta!

Algunas fórmulas de contacto de carácter fático-apelativo refuerzan el acto aseverativo o exhortativo ¿sabes? ¿entiendes? ¿oyes? oye: (70) He visto una falda oye preciosa (la mujer se dirige al marido, en una tienda de ropas) (71) Me ha pedido los apuntes de inglés y no me da la gana oye / ya está bien de aprovecharse ¿entiendes? (72) No me gusta que vayas con esos amigos ¿sabes? (¿entiendes? ¿oyes?)

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(73) No me vuelvas a chillar ¿entiendes? (74) ¿No estabas de régimen?/ pues los dulces engordan ¿sabes?

En los dos últimos ejemplos, ¿sabes? y ¿entiendes? son fórmulas con valor exhortativo, que además manifiestan desacuerdo y exigen que su interlocutor cambie su actuación. Representan, pues, un contenido modal como refuerzos del acto ilocutorio implícito (protesta, orden, recriminación, advertencia, etc.; por ejemplo, en (74): No comas dulces porque engordan), derivado finalmente de la entonación o el énfasis en la pronunciación de tales segmentos.

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3.  La función dialógica del intensificador. La intensificación del acuerdo o del desacuerdo Tal y como se manifiesta en varios de los ejemplos anteriores, el refuerzo de actitud y la implicación del tú presentan un valor conversacional al que ya nos hemos referido en varias partes de este estudio: la intensificación dialógica del acuerdo o del desacuerdo. Al leer (75) se observa una acumulación de intensificadores de actitud como refuerzo argumentativo de lo dicho (“no está bien lo que hacéis”). Desde el punto de vista dialógico, el interlocutor A suaviza el desacuerdo respecto a la opinión intensificada de M1, y este, en su acto concesivo M2, preludia el desacuerdo enfatizado que sigue a continuación (pero es que es demasiao/ demasiao demasiao/ ¡caramba!…): (75) (Refiriéndose al ritmo de vida de los hijos) Ml: es que es demasiao A: pero es quee- ees otros tiempos M2: ya/ bueno bieen/ otros tiempos/ pero es que es demasiado/ demasiao demasiado/ ¡caramba! oye ((  )) ¡hombre! noo noo noo/ no está bien lo que hacéis/ ¿eh? [S.65.A.1]

En general, la maximización de un acto reactivo colaborativo u opositivo es, respectivamente, una manifestación intensiva del acuerdo (aceptación, actitud solidaria hacia el que habla) o del desacuerdo (rechazo, sorpresa, incredulidad respecto a lo manifestado por el interlocutor). La intensificación del acuerdo o del desacuerdo se logra mediante los recursos ya examinados. Así, en (76) a través de hipérboles comparativas: (76) A: ¿¡Tú has visto qué bueno que está el tío!? Está más bueno B: Que el pan y que el jamón y que la manzanilla C: Está de toma pan y moja

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La interrogación exclamativa (en ocasiones, -eco) como acto reactivo indirecto elativiza el desacuerdo, al modo en que lo hace, como ya notábamos, el enunciado exclamativo. Nótese en (77B1) la expresión ¡Vaya tela!, que redunda en la manifestación de sorpresa ya expresada por la forma interrogativa anterior): (77) Al: Estuvo viviendo UN AÑO conmigo B1: ¿¡UN AÑO!? ¡Vaya tela! (78) A: Tú lo que pasa es que tienes miedo B: ¿¡miedo yo!?

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(79) D: a lo mejor a ti te conoce A: ¿¡a mí!? Imposible (80) C: dijo que loj- co- que lo conocía a el y que te conocía a ti A: ¿¡a mí macho↑ de qué!? (81) A: Emiliano es alto B: ¿¡Emiliano↑ alto↑ de qué!? (82) A: Y ¿para qué vas a llamar al papá? B: ¿¡Que para qué!? ¿¡PARA QUÉ!? ¿¡para qué va ser!? Para contárselo

Al comparar los ejemplos de (83) puede notarse que la interrogación-pregunta de (83a) se transforma en una interrogación-exclamativa que manifiesta de forma progresivamente más intensa, según se añaden recursos intensificadores, la sorpresa y, sobre todo, el rechazo (83b, c, d): (83)

a. ¿Viene↑? b. ¿¡VIENE↑!? (con tono marcado) c. ¿¡VIEENE↑!? (con tono marcado y alargamiento vocálico) d. ¿¡QUE VIEENE↑!? (con tono marcado, alargamiento y presencia del que modalizador)

Las afirmaciones y negaciones enfáticas, dialógicamente, refuerzan las respuestas y, así pues, el acuerdo o el desacuerdo que estas manifiestan, tal y como sucede en (84) y (85)29: (84) Sí /sí/ mañana vengo/ te lo juro

29.  “En contados casos –afirma Beinhauer– se contenta el español con las partículas sí o no a secas, y aun cuando las emplea, suele acompañarlas de un vocativo como señor, hombre, mujer, etc.” (1991: 197).

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(85) A: queréis cerrar la puerta/ que tengo frío!? B: pero TÍA/ si está la puerta cerrada// A: ¡qué va estar cerrada!

En (86), la construcción-eco de B es el refuerzo expresivo del desacuerdo, maximizado a su vez por las expresiones exclamativas que le siguen: (86) A: Tráeme el desayuno anda B: TRÁEME EL DESAYUNO / QUE LE TRAIGA EL DESAYUNO ¡Vamos! ¡qué cara! (acto reactivo de rechazo de B a la petición de A)

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Algo similar ocurre en (87), aunque los procedimientos se invierten: (87) A: ((la mierda)) eso sí que es bueno ((para las plantas))/ porque es- es sustancia orgánica D: ¡hostia si es orgánica!

Y es que en la conversación coloquial parece que muchas veces no sea suficiente con ejecutar una acción, afirmar o negar, preguntar, exhortar, etc., manifestar el acuerdo o el desacuerdo, sino que es preciso estratégicamente que tales acciones aparezcan intensificadas. Así, por ejemplo, (88) y (89): (88) A: Allí no hay costumbre del bocadillo ni historias y de tapas ni coña B: ¡Qué va! nada/ de eso nada (89) Te he dicho que no No y no ¿¡QUE NO? No ni na QUE NO Nones/ tío Nada de nada

4.  Intensificadores y estructura global de la conversación Me gustaría terminar esta exposición mostrando cómo funcionan los intensificadores de forma global en la conversación coloquial30. 30.  Un primer acercamiento al papel textual de estos intensificadores se encuentra en González Calvo (1988: 163-179), al constatar que “la ponderación, énfasis o encarecimiento superlativos, la exageración, la hipérbole, pueden funcionar fácilmente como fuerzas motrices en la confección de un texto o de determinadas partes de un texto” (p. 168). En efecto, hay textos elaborados, como el autor afirma (pp. 168-179), desde la actitud superlativa (cf. el conocido soneto de Quevedo: “Érase un hombre a una nariz pegado…”). Véase también en este sentido la aportación de Meyer-Hermann, mencionada ya en nuestra nota 22.

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En (90) aparecen señaladas (ahora en negritas, dado que la cursiva se utiliza en nuestras transcripciones como marca de estilo directo) las construcciones que intervienen en el proceso de realce argumentativo, que se extiende a lo largo de los varios turnos de C, y al que colaboran también las intervenciones de P. Buena parte de estos intensificadores podrían incluirse entre los que hemos denominado modificadores semánticos cuantitativos, si bien todos ellos actúan globalmente en el proceso negociador con una misma finalidad. (90) [C y P son mujeres mayores de 55 años. Relación familiar]

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 1: esto↑/ vale/ la ración (de fideuá)31// la venden a trescientas setenta y cinco/ C y yo por llevármela a mi casa/ trescientas cincuenta/ pero es que/ no es↑/ / un menú/ y- sino que es por raciones§ P1: § sí sí sí§ C2: § pero está CONDIMENTADA ↑/ como no l- como en tu casa si la quieres hacer/ no sé si le pones tanto/ mira si le pone la chica esta§ P2: § sí sí sí sí§ C3: § ¿eh? mi tía Lolín↑ cuando la vio↑/ me dijo/ [NENA ((  ))] P3: [y además y/ el ma]rihco va carísmo C4: pues mira si tiene/ tiene cigalas/ dos o tres// lo menos/ o cuatro cigalas/ y tiene gambas/ y tiene clóchinas32/ y tiene→/ y tiene cangrejos→/ y tiene TROCITOS de todo↑§ P4: § sí sí§ CS: §bueno/ que te comes un plato condimentao/ claro/ ((  )) /// ¡AY QUÉ ILUSIÓN ME HACE COMER!/ [(RISAS)]/// ¡qué idiota soy! y quiero adelgazar [G.68.B.1. + G.69.A.1]

Resumiendo las intervenciones de C, se trata de un plato barato, pero de magnífica calidad y muy abundante. P colabora intensificando el acuerdo, ya sea con la repetición del adverbio afirmativo (P1, P2, P4), ya sea como en P3 aportando un argumento sólido (el alto precio del marisco). Ahora bien, como señalábamos anteriormente, en el plano secuencial de la conversación, todos los intensificadores que aparecen en el fragmento actúan en la misma dirección: son refuerzos de un acto subordinado, soporte de un acto director, conclusión o posición del interlocutor C: “por eso no hago la comida en casa”, los cuales buscan la aprobación de su interlocutor. La fuerza argumentativa de la enumeración, de las interjecciones, y la que deriva también del empleo de recursos paralingüísticos en (91) sirven a L y E para concluir: “los jóvenes (ellos los son) beben muchísimo”; o de otro modo, 31.  A modo de paella, aunque de fideos gruesos. 32.  Valenciano, “mejillones”.

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son soportes argumentales intensificados de la conclusión implícita y, más concretamente, actúan en esta como sustitutos efectivos a lo largo de varios turnos del cuantificador (“mucho”): (91) L: ((…)) ¿¡qué es lo que hacéis vosotros!? cenando↑ cerveza// luego que si [el quemadito33↓ el tequilaa=] E: [la copaa con el café] L: = o no sé cuántos después e- el cuba- el cubal- ¿no? después en Guasipongo34↑/ el machaquitoo35 no sé cuántos no sé menos↓ no sé↓ vale otro cubalitro ¡hale! ¡OO! ¡hale! ¡OOUA! a la vuestra y ahí/ YO PAGO AHORA/ ¡hale! ¡una ronda!/ AHORA PAGO YO↓ ¡otra ronda! y así o sea quee [L.15.A.2]

Los relatos son una de las constantes en la conversación coloquial. Estas historias, con frecuencia dramatizadas, sirven no solo para animar y provocar el interés en la negociación que se lleva a cabo, sino que en muchos casos actúan de verdaderos soportes argumentativos del que habla y de lo enunciado por este. En ambos sentidos, se entiende que la intensificación sea un recurso frecuente en tales relatos. En el fragmento de conversación que sigue existe acuerdo respecto a la afirmación de que son usuales las bromas por teléfono. Pero entre los interlocutores surge ahora una confrontación de fuerzas, un intento de imponer el yo, de constituirse en centro de la negociación, de provocar un interés mayor, de ahí que cada cual pretenda a través de un ejemplo argumentar de forma lo más vehemente posible la aseveración inicial. Es algo similar a lo que ocurre en la lucha por los turnos, solo que ahora en el nivel de las secuencias. En (92) es C el hablante que se adueña por unos momentos de la negociación a través del relato intensificado o, quizá más exactamente, de la ponderación. Dicho recurso aparece así como estrategia dentro del proceso negociador, no tanto vinculado a la semántica de los enunciados, como a la intención o conjunto de intenciones, proceso enunciativo, concretamente a los participantes de la enunciación en especial al sujeto de la misma: (92) [A es varón y B mujer, ambos dependientes en una tienda; C, mujer, y D, hombre, son clientes] C: oiga↓, que a mí me lo han tomao por teléfono el pelo D: es que pasa eso que muchas veces llaman [por teléfono↑] C: [a mí me] lo han tomao bien tomao ¿eh? 33.  Licor de café con tequila quemado. 34.  Huasipongo, nombre de un bar. 35.  Licor de frutas, servido en vaso pequeño.

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 A: hay quien tiene costumbre/ la broma/ de cuando llega ese momento →/ [llamar por teléfono] C: [sí sí] D: sí↓ también también§ ((…)) C: § y a una tía mía de mi marido también/ cante el himno de Valencia↓ que gana usté una televisión en color/ [también de la radio↑] A: [(RISAS)]§ D: § y lo que se reirían [looo- los bromistas] C: [la mujer→]/ pos fíjate§ D: § es que ((  ))§ C:  § era una mujer de ochenta [años ¿sabes?=] A: [una cabronada/ una cabronada ¿sabes?] B: [(RISAS)] C: = y viene el hijo y dicen ve- vetee aa la radio↑ por- por casi lo meten en la cárcel↓ que nos ha salido una televisión y el muchacho allí exigiendo la televisión↑ A: no↓eso lo hacen mucho ¿eh?// esa broma ((  ))§ B: § [((  ))] D: [(( ))]§  C:  § y yo digo ya no me fío yo ni de la capa que llevo puesta/ porque es que no te pués fiar ¿eh?§ A: § claro ((  )) C: ((pues)) el apaga y vamonós§ D: § [pues nada] A: [sí sí↓ eso mucho] eso pasa mucho§ C: § mi marido pegó un bote de la cama ¡no veas! se le cayó hasta el teléfono// ¿está Jesús? dice mi marido→ mire↓ se ha equivocao// se acuesta§ A: § ¿y volvieron a llamar otra [vez?] C: [¡oh que] si volvieron a llamar!/ a las tres horas que el hombre se había [quedao otra vez un poco embelesao→]  A: [que ((te- tenían)) el teléfono] mal o equivocao§ C: § ni- mira↓, ya cogió el teléfono y dice ni está Jesús ni su PUTA MADRE 36/ y yo→ Vicente por Dios dice NI VICENTE NI SANTO VICENTE PERO ¿¡ESTOS QUÉ S’HAN CREÍDO ESTA NOCHE!? [H.25.A.1]

36.  Entre risas.

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5. Conclusión La conversación coloquial usa y abusa de los recursos comunes de intensificación, además de los que pueden considerarse propios, dada su escasa recurrencia en otros registros. Es cierto, no obstante, que la mayor frecuencia y, sobre todo, algunos modos de expresión se vinculan a variables sociológicas como la edad y el estrato sociocultural −hecho que merece un estudio aparte− y, sobre todo, a los rasgos situacionales en que se usa tal registro, a saber, la relación de igualdad entre los participantes y la relación vivencial de proximidad. Estos permiten la intensificación, incluso cuando se invade el terreno del otro o se atenta contra él, sin que por ello haya que hablar de fórmulas descorteses. Creemos que sería lícito afirmar que, frente a la conversación formal, la coloquial manifiesta un grado mayor de intensificación, ya sea mediante unidades simples, palabras (primitivas o derivadas), o mediante unidades sintagmáticas más complejas (sintagmas, oraciones). Puede hablarse, por tanto, de un rasgo característico de dicho registro de uso. Unas veces, el hablante pretende mediante tales realces transmitir a su interlocutor de forma vehemente sus sentimientos, ese yo, en ocasiones sin otra intención que la de impresionar o provocar un mayor interés en la negociación que se lleva a cabo, o la de objetivar lo enunciado, a pesar de que el recurso nada tenga de objetivo. En otras ocasiones implica de algún modo a su interlocutor, intentando influir de un modo persuasivo en este, le impone su yo, su actitud, su impulso volitivo. En suma, los intensificadores son realces pragmáticos que refuerzan el decir o lo dicho, a la vez que dialógicamente en ocasiones manifiestan de forma intensa el acuerdo o el desacuerdo, ya sea en el plano local, es decir, en algunas de las intervenciones, intercambios, ya sea en el plano global de la conversación. En este sentido, la intensificación puede llegar a constituir un soporte del texto, no solo en la actuación, como refuerzo con frecuencia de una actitud que se manifiesta con un propósito concreto a lo largo de este, sino en el mismo proceso de producción de dicho texto. De su ubicación en una pragmagramática podemos adelantar ahora que estos elementos formarían parte junto a los atenuantes, de una categoría que afecta a la activación de la acción, los primeros constituyen el polo de los reactivos o reactivadores los segundos, el de los desactivadores.

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Para un análisis semántico, pragmático y sociopragmático de la cortesía atenuadora en

España y América*

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1.  Introducción. Objetivos y enfoque metodológico La cortesía es uno de los temas sobre los que gira actualmente una parte del análisis del discurso, sobre todo, oral. El impulso y desarrollo de la investigación hispánica sobre este tema en los últimos años ha sido muy notable y me gustaría destacar la labor del programa EDICE (www.edice.org), dirigido desde la Universidad de Estocolmo por la Dra. Bravo, que promueve la celebración de coloquios y favorece la publicación de estudios sobre cortesía en el mundo hispánico y en español. Sirvan de botón de muestra las ediciones de Bravo y Briz (eds.) (2004) y de Bravo (ed.) (2005). Todo este interés de los analistas del discurso por la cortesía verbal se explica de manera simple: se trata de uno de los principios que rige la dinámica interaccional. Sin duda, el éxito en la comunicación, la felicidad o infelicidad de los actos de habla a la que se refería Austin, es fruto de una actividad conjunta de los interlocutores participantes en una interacción. De ahí que la actividad lingüística sea también actividad social. Y la cortesía, una de estas principales actividades sociales que colabora al éxito conversacional. Como actividad social, se trata de un fenómeno de acercamiento o aproximación al otro: a) o bien me acerco al otro con fin cortés, porque hay una norma de conducta social o una lógica cultural (las imágenes básicas o lo que hemos denominado ideomas culturales (Briz 2004: 67-93 y 82-83), que así me lo dicta o aconseja. En parte, es la que algunos autores han llamado cortesía normativa, la cual presenta a menudo un alto grado de ritualización *  El presente trabajo se publicó originalmente como A. Briz (2007): “Para un análisis semántico, pragmático y sociopragmático de la cortesía atenuadora en España y América”, Lingüística Española Actual (LEA), 29, 1, pp. 5-40 (ISSN 0210-6345). Agradecemos a dicha revista su permiso para la reproducción de este trabajo.

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(sea el caso de un saludo que responde a otro saludo). Uno es así simplemente cortés; b) o bien me acerco al otro cortésmente como estrategia para lograr un fin distinto del ser cortés, es decir, uno es estratégicamente cortés.

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El prototipo lingüístico, semántico-pragmático, para expresar ese acercamiento social es el llamado acto verbal valorizante o agradador1 con frecuencia, intensificador o realzador (halagos, cumplidos, agradecimientos, etc.). Decimos prototípico porque el fin lingüístico (el mensaje) y el social coinciden: el YO me acerco con mi mensaje al OTRO. En la intervención de (1), el invitado cumple con una máxima de cortesía: “eleva la imagen del anfitrión o anfitriona”, a la vez que responde a un ideoma muy hispánico “hay que halagar” (hay que reafirmar al otro, por ejemplo, en situaciones de visita): (1)

I: Oye/ cocinas de maravilla

La otra manifestación lingüística, semántico-pragmática de la cortesía es la atenuadora o mitigadora2, si bien, se trata de un mecanismo más complejo, incluso aparentemente contradictorio, en tanto me alejo del mensaje, suavizándolo, evitando algo de lo que digo o hago, para acercarme o no alejarme demasiado del otro. Una estrategia, así pues, de distancia lingüística a la vez que una estrategia de acercamiento social. Por ejemplo, el interlocutor S, en (2), recurre al atenuante como relativizador de juicios y opiniones: (2) S: No es que yo lo sepa seguro/ pero parece que Tina se casa porque se ha quedado embarazada/ no sé/ bueno eso es lo que dicen por ahí

El circunloquio, la impersonalización del Yo, las dudas y el desconocimiento fingidos, que son los atenuantes, las tácticas verbales empleadas, estarían modificando, restando fuerza ilocutiva a la opinión (el cotilleo), evitando a la vez otro enunciado más simple y, quizá, más sincero: Tina se casa de penalti, pero estratégicamente menos adecuado y no tan feliz (más aún si el interlocutor es un familiar de Tina), ya que habría dañado mucho más la imagen ajena y la propia, y el menor coste cognitivo de este último enunciado no compensaría el beneficio o en este caso el perjuicio logrado. Además, la respuesta que podría obtener de su interlocutor (del pariente de Tina) podría ser tan directa o amenazadora como la suya. Si aceptamos que el fin último de toda conversación es lograr el acuerdo, la aceptación (aunque sea solo social), mucho terreno tiene ganado quien maneja 1.  En términos de Kerbrat-Orecchioni (2004) y de acuerdo con la traducción, respectivamente, de Albelda y de Kaul; en inglés Face Flattering Act. 2.  Hace referencia al Face Threatening Act, de Brown y Levinson ([1978] 1987).

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adecuadamente ambos tipos de cortesía y las estrategias de atenuación. Por eso, cada vez más, los programas de enseñanza de lenguas, sea de lengua materna o extranjera, de eso que se llama español con fines específicos, de mediación lingüística, de asesoría de imagen, etc., insertan materias relacionadas con este tema. Alguien contaba recientemente en un medio de comunicación los fracasos comerciales que tuvo una empresa española en su expansión por algunos países latinoamericanos, en particular, en Chile, debido al modo de negociación que llevaban a cabo los ejecutivos españoles, a los que tuvieron que impartir cursos acelerados de cortesía y dinámica interaccional chilena o, más exactamente, de las acciones que agradan y de las acciones que amenazan en Chile y de cómo evitarlas, de cómo la negociación o el estilo negociador difiere en las distintas sociedades. Lo anterior nos trae a la memoria ahora los estereotipos culturales: al otro lado del Atlántico puede oírse que el español es agresivo al hablar, que muestra prepotencia, que su discurso es anárquico, opiniones que bien podrían dar mexicanos, chilenos, etc. Y estos otros estereotipos, desde este lado: cuando hablan, el mexicano es lento o el chileno llora, etc.3 Y el argentino es soberbio: Léase el fragmento de conversación de (3), extraído del trabajo de Bravo (2002), entre cuatro académicos de la Universidad de la Plata (Argentina), Antonio (38 años), Beatriz (55 años), Carlos (38) y Dora (37): (3) CARLOS: bueno en México yo me quedaba tranquilo cuando después de un tiempo me decían/ ah pero TÚ no pareces argentino/ entonces ya/ estee DORA: es un piropo eso CARLOS: decía bueno era un piropo/ era un elogio DORA: sí sí CARLOS: o sea (…) no les sonaba soberbioo así estee// que sé yo estaba pensando en parte tiene que ver con que hay muchos argentinos que son muy muy soberbios y que andan- UNO los ve. Estáss- estas en México en cualquier lugar donde haay/ turistas argentinos↑/ y los ves los reconoces (…) CARLOS: pero TAMBIÉN tiene que ver con la- la- la pura forma de hablar↑/ que ess mucho más frontal más directa más así como más cortante↑/ que eso a los mexicanos les choca muchísimo↓ porque ellos hablan de otra manera… yo a veces por ahí decíaa una ironía a un chiste o una cargada respecto a alguien/ y se queda- o a algo y se quedaban así mirándome como que les parecíaa muy duro algo como muuy→ ANTONIO: no es falta de humor CARLOS: no no es falta de humor es claro ess ess otra cosa y además bueno claro ahí↓ eh la manera de hablar y de discutir- por eso yo decíaa cuatro personas discutiendo a cuatro argentino y a cuatro mexicanos debe dar un resultado muy contrasTANTE allá 3.  Para observar algunas de estas percepciones, ver los trabajos de Fant (1996) y Curcó y de Fina (2002) para el caso de México, y de Puga Larraín (1997) para el caso de Chile.

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DORA: vos cómo te imaginás que discutirían cuatro mexicanos? CARLOS: cuatro mexicanos discutirían/ con una/ mm todo cuiDANdo cada palabra/ y con una amabilidad extrema y SIN peLEARse (…) una chica mexicana el otro día este contaba que alguien había dicho algo así comoo estee bueno/ a diferencia de lo quee usted acertadamente acaba de decir o YO no coincido con lo que usted acertadamente acaba de decir o sea quee DORA: mm/ no concuerdo con la idiotez que acaba de decir CARLOS: exactamente/ en cambio allá es todo/ con vueltas yy todo muy matiZAdo→ y lleno de amabiliDAdes ANTONIO: ¿en lo académico será eso ooo es en la calle?

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El fragmento de (4) pertenece al habla culta de Santiago4, un fragmento analizado por Puga (1997: 83), en el que los interlocutores hablan de una película: (4) B – Oye, yo la encontré tan mala, tan mala, que me atacó… A – ¿La encontraste mala? B – …me atacó (…) A – Oye, yo no la encontré tan mala, fíjate. B – ¡Oh! No me digas, yo la encontré… A – Claro que la mujer… B – …una personalidad tan idiota, oye. Una mujer que no… ¡ay! A – La mujer era…era en realidad…cómo aceptaba todo eso y con una cal- ma (…) A – Yo no la encontré tan mal, lo único que un poco deprimente, o sea, bueno, bastante deprimente ¿ah?

Lo que decían del mexicano los argentinos parece que puede aplicarse, según Puga, también a los chilenos. Afirma la autora que “la actitud del hablante chileno en la conversación está determinada por una mayor deferencia hacia el interlocutor. El hablante español, por el contrario, se caracteriza por un mayor predominio de su yo” (Puga Larraín 1997: 111), lo que podría explicar, según la autora, la mayor atenuación en Chile. Aunque no estamos seguros de que la palabra sea deferencia o, más en general, cortesía, sí creemos que en la interacción chilena en general se es más atenuado que en la española peninsular. Claro que, si hay desacuerdo, como ocurre en el fragmento, las atenuaciones aparecen tanto aquí como allí (eso sí, puede que con distinta frecuencia o no en el mismo grado), pero aparecen, pues son los mecanismos estratégicos que hacen que la conversación progrese sin demasiadas tensiones. En cualquier caso, las visiones o percepciones de los profesores argentinos en los ejemplos anteriores podrían tener una explicación o motivación lingüística y sería de gran interés observar si realmente la hay. Por ejemplo, la agresividad

4.  Véase el corpus de Rabanales y Contreras (1979).

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o el tono cortante parece que podría tener que ver con la frecuencia de intensificadores5 y con ciertas cualidades de la voz, sea con el tono o la intensidad alta, con la frecuencia fundamental, sea con la mayor velocidad de habla y, muy especialmente, con los menores contrastes melódicos. Ciertamente, en muchas zonas de América puede notarse una gran variabilidad tonal o, como describen Álvarez y Blondet (2003) y Álvarez (2005) para el caso de los venezolanos, “esos contrastes de picos y valles propios del canto”, que son también característicos, por ejemplo, en Canarias y en Galicia, que hacen el discurso suprasegmentalmente más cortés. Incluso, interviene a veces la quinésica, el gesto; de hecho, existen elementos gestuales, elementos paralingüísticos corteses, que también son distintivos de las diferentes sociedades. Todas estas son cuestiones poco estudiadas hasta ahora. Por otro lado, que los mitigadores o atenuantes sean más frecuentes en la interacción de chilenos y mexicanos podría explicar que su discurso avance más lentamente, además, por supuesto, de esa amabilidad o, en principio (aceptemos) esa cortesía a la que hacen referencia los interlocutores del ejemplo anterior, así como Puga (1997). Y, sin duda, otra vez hay que recurrir al tan nombrado, pero poco concretado, tono atenuado y cortés de algunos españoles, por ejemplo, canarios y gallegos, y latinoamericanos6. Y, volviendo al fragmento (3) de conversación entre los argentinos, uno de los interlocutores, Antonio, apunta la posibilidad de que esa forma deferencial de interactuar será la académica, pero no la que se utiliza en la calle. Esto es, el modo más o menos cortés lo vincula a la situación de comunicación. Lo anterior apunta a los que serán los centros de interés de este estudio: 1) Presentaremos el concepto de atenuación, con un enfoque más lingüístico que culturalista, y lo que implica desde el punto de vista semántico y pragmático. Un enfoque basado, más concretamente, en la distinción que proponemos entre escala y estrategia, es decir, entre la atenuación como hecho semántico-escalar y como hecho pragmático-estratégico. 2) Destacaremos lo que tal distinción implica para el concepto de la cortesía, en su codificación y evaluación. Nos serviremos para ello de la diferenciación que proponíamos en otro lugar entre cortesía codificada e interpretada, evaluable esta última solo a partir de la reacción7. 5.  Cf. Briz (1998) y Albelda (2004). 6.  La mayor variabilidad melódica, la mayor duración silábica (menor velocidad de habla), los mayores contrastes en la duración, etc., son características destacadas en las investigaciones de Álvarez y Blondet (2003) y Álvarez (2005) sobre el español de Venezuela, junto a un rasgo que llama la atención, el de la mayor altura tonal del enunciado cortés, esto es, que la emisión presente un tono alto (agudo) (lo que supone una frecuencia fundamental por encima del tono normal). Y decimos que llama la atención porque en el español peninsular, creemos, no sucede lo mismo. En España, se han iniciado algunos proyectos sobre prosodia y cortesía en Valencia (Antonio Hidalgo) y Barcelona (Dolors Poch). 7.  Cf. Briz (2003). Igualmente, Briz (2004).

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3) Hablaremos del factor que explica mejor, en nuestra opinión, la variedad de su uso de esta cortesía en general y la atenuadora en particular, la situación de comunicación. 4) Plantearemos las diferencias interculturales en relación con las actividades de cortesía (en particular, con la expresión de las estrategias de atenuación), así como un principio de explicación basado en la distinción entre culturas de acercamiento y culturas de distanciamiento8, en un intento de acercar los enfoques pragmalingüísticos y los sociopragmáticos. 5) Y, en fin, concluiremos con un análisis empírico de ciertos datos que validan en principio algunas de nuestras propuestas.

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2.  La definición de atenuación ¿Qué entendemos por atenuación? La atenuación, de acuerdo con lo escrito en varios trabajos9, es una categoría pragmalingüística cuya función consiste en minimizar la fuerza ilocutiva de los actos de habla y el papel de los participantes de la enunciación con el fin de lograr la meta prevista, el acuerdo (o en minorar en su caso el desacuerdo), que es el fin último o primero, según se mire, de toda conversación. Quitar relieve, suavizar, mitigar, reparar, esconder la verdadera intención son valores que describen de forma más concreta esta operación lingüística estratégica vinculada a la actividad argumentativa y de negociación de dicho acuerdo, un acuerdo, que a veces es también social, de imagen, y en concreto a menudo de imagen cortés. Metodológicamente, es necesario hacer la precisión anterior, porque la atenuación es una función estratégica que no siempre tiene que ver con las actividades de imagen cortés y ni siquiera a veces con la imagen. Si se comparan los ejemplos de (5) (5) a. Por favor, ¿podrías entregar este paquete? b. Yo me considero guapita c. Mamá, me he hecho un rotito en el pantalón [El niño lleva el pantalón destrozado]

se observa que (5a) es una petición y, lingüísticamente, se atenúa dicha acción con la fórmula modalizadora por favor, el verbo modal de posibilidad y el uso del condicional. La petición supone una obligación para el otro y, aunque no una amenaza hacia este, como han afirmado algunos autores, sí afecta a la autonomía 8.  Cf. Haverkate (2004). 9.  Véanse Briz (1995 y 2003).

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del otro, a la imagen propia y ajena, y la mitigación puede considerarse por ello cortés. Así pues, hay atenuación, imagen y cortesía. En (5b), en cambio, hay actividad de imagen, pero solo de imagen hablante y la atenuación que supone el diminutivo o el uso de ese verbo subjetivo (considerar) nada tiene que ver con la cortesía, atenúan o minimizan la afirmación poco modesta sobre sí misma (“soy guapa”). Hay, por tanto, atenuación, imagen, sin cortesía. Y, en fin, ni la cortesía, ni la actividad de imagen, en general, explican el uso del atenuante (el diminutivo en rotito) en (5c). El fin del niño es evitar o disminuir la reprimenda o el castigo de la madre. Atenuación, sin cortesía y sin imagen. La atenuación, en todos los casos (con o sin cortesía), es un fenómeno semántico-pragmático. Como fenómeno semántico supone una menor precisión significativa (estás como gordo). Menor porque el atenuante parece hacer borroso el significado de la palabra o expresión a que acompaña o no expresa todo lo que se quiere decir. Esta minimización semántica es gradual, escalar y está codificada en las distintas lenguas y culturas. En cambio, como fenómeno pragmático constituye una estrategia y su valor es ostensivo-inferencial, esto es, quiere decir o dar a entender algo más allá de lo expresado y está sometido a interpretación, es evaluable contexto a contexto. Al leer los ejemplos de (6): (6)

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a. Estás un poquito gordo; b. Ven un poquito a hacerme compañía;

puede notarse que, semánticamente, en (6a), el cuantificador un poco, además con sufijo diminutivo, atenúa la cualidad negativa atribuida al interlocutor (la lectura es “eres menos gordo de lo que dices”, por tanto, dentro de una escala, “hay personas más gordas que tú y otras menos gordas”). En cualquier caso, como decíamos, hace borroso el significado de la palabra “gordo”. Pragmáticamente, el atenuante suaviza el acto de habla asertivo, con el fin de proteger la imagen amenazada del otro. Vela así por la imagen del interlocutor al tiempo que protege la suya, evitando tensiones. Y un poquito, en (6b), semánticamente alude al escaso tiempo que durará lo pedido (“será por poco tiempo”), que es más bien un ruego ahora. Así pues, desde el punto de vista pragmático, el atenuante es estratégicamente cortés, ya que se minimiza el acto directivo, ahora ‘ruego’, con el fin de obtener un beneficio. La cortesía es aquí solo un instrumento o medio para lograr un fin, no explícito. De lo anterior, se puede extraer, además, que el atenuante, como categoría pragmática, incide sobre lo dicho y el decir, pero, según su nivel inmediato de incidencia en el discurso, puede tener formalmente un carácter intraproposicional, como en el caso de los ejemplos de (6), o extraproposicional, como en los ejemplos de (7): ÍNDICE

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(7) Yo me parece que (=en mi opinión) estáis distraídos. ¿Por favor, me podría servir un marroncito?

En los ejemplos de (6), el diminutivo actúa directamente sobre un elemento de la proposición, de lo que se dice, aunque indirectamente minimiza la petición; en cambio, en los de (7), las tácticas verbales atenuantes, esto es, el verbo performativo parece, un yo que insiste en que es solo una opinión, la fórmula por favor, junto al valor de posibilidad del verbo poder y su empleo temporal condicional, minimizan directamente la afirmación. Claro que a menudo aparecen combinados:

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(8) Parece que estáis un poquito distraídos.

3.  La codificación e interpretación de la cortesía atenuadora Decíamos que la atenuación es semánticamente un proceso gradual de minimización y lo es dentro de una sola escala de modalización, representada en el esquema que sigue a continuación por una línea horizontal discontinúa y dos puntas de flecha que marcan la dirección en la escala. Se entiende, así pues, que atenuación y la intensificación son dos caras de una misma moneda, la de la modalización, que tiene que ver con la actividad argumentativa y de negociación de los acuerdos a los que hay que ir llegando en una conversación, si se quiere que esta llegue a buen puerto o, simplemente, llegue. Y de esta única escala los interlocutores eligen el grado y la táctica verbal en función de la estrategia para lograr la meta prevista. intensificación ← + 6 5

/ – – 4 4

3

atenuación → + 2 1

Si procedemos a ordenar sobre la escala los ejemplos de (9) de mayor a menor atenuación cortés en esa escala única, es bastante probable que los hispano­ hablantes coincidan en que 1, 2 y 3, por este orden, son las fórmulas más atenuadas, si se quiere más corteses, de pedir o solicitar algo, y que 5 y 6 están ya en la zona escalar de intensificación, por lo que podrían entenderse como expresiones menos corteses o descorteses (la petición se habría convertido en orden). Solo el caso de 4 podría plantear algún problema de ubicación escalar, porque parece que se sitúa en la periferia de ambas zonas y porque la forma en el español de España está convencionalizada más como ruego, petición, consejo, sugerencia que como orden, tal y como se entiende habitualmente en muchas zonas de Hispanoamérica: ÍNDICE

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(9) 4 Ven 3 Ven, por favor 2 ¿Vienes, por favor? 1 ¿Serías tan amable de venir, por favor? 5 He dicho que vengas 6 Te he dicho que vengas, c…

Esta coincidencia muestra que existe una cierta convencionalización o gramaticalización en la expresión de la atenuación cortés en español (Caffi 1999 diría, una conciencia metapragmática común), que existe una cortesía atenuadora codificada, lo que no niega, por supuesto, que otros recursos menos o nada convencionales puedan expresar cortesía (por ejemplo, un acto como tengo prisa puede ser una respuesta atenuada cortés a un ofrecimiento ¿vienes a mi casa? en tanto rechazo indirecto. Al margen de la situación, de un evento comunicativo concreto, esas escalas y grados de mayor o menor atenuación o de intensificación son fácilmente identificables, ya que son proporcionales a la mayor o menor presencia de recursos lingüísticos atenuantes o intensificadores y al poder que estos tengan dentro del paradigma. En otras palabras, esas escalas vienen dadas a menudo lingüísticamente, aunque cada lengua o variedad pueda llegar a establecer marcas propias de tales gradaciones, de modo que, como decíamos, sintagmáticamente, a más presencia de recursos atenuantes, se entiende en principio menor fuerza ilocutiva, menor intensidad obligativa, menor amenaza a la imagen del otro y, por ende, mayor cortesía. Y a más intensificadores, mayor fuerza ilocutiva, mayor intensidad obligativa, mayor amenaza y, por ende, menor cortesía o mayor descortesía. Paradigmáticamente, entre el uso del imperfecto y condicional de cortesía (quería que vinieseis/ querría que vinieseis) existe una diferencia de grado de atenuación, mayor en el segundo. Así también, el empleo del presente para pedir o ‘hacer un pedido’ es más atenuado que el uso del imperativo (¿Me pasas las papas?/ pásame las papas) o el modo interrogativo, más que el aseverativo. No obstante, este sería un modo estático y semántico de entender la cortesía y algunos de sus modos de expresión, los atenuantes. Las escalas aludidas pertenecen al código de una lengua y se sitúan en el nivel semántico, pero los efectos en la interacción pueden alterar esa asociación convencional, de modo que lo codificado como atenuado cortés deje de serlo o, incluso, se interprete como descortés. Y lo codificado como descortés no lo sea o, incluso, se entienda como cortés (sea el caso, por ejemplo, de algunos usos intensificados empleados como mecanismos de cortesía). Nuestra hipótesis de partida es que: –– por un lado, en la interacción, la no presencia de atenuación no implica necesariamente que existe menos cortesía, y ni siquiera los actos ÍNDICE

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codificados como amenazadores (por ejemplo, los que constituyen insulto: eres un imbécil) son necesariamente y siempre descorteses. –– por otro lado, un exceso de cortesía (atenuadora o valorizante), lo que se ha denominado (supercortesía10), puede causar, incluso, el efecto contrario que se desea lograr. La interacción es un hecho dinámico y el fenómeno de la cortesía atenuadora (y también valorizante) es un hecho compartido que se define y redefine en la propia interacción, por las reacciones del otro. La distinción ya propuesta en otro lugar11 entre cortesía codificada e interpretada (evaluable esta última solo a partir de la reacción del interlocutor) puede servir para entender mejor la actividad cortés en las distintas normas regionales del español, así como para ubicar las diferencias intra e interculturales en relación, concretamente, con el uso de la denominada cortesía mitigadora y de las estrategias de atenuación. Sin olvidar asimismo su utilidad para reconocer la existencia de (des)cortesía una situación determinada. Los actos o enunciados de (10a y b) están codificados como actos amenazantes de la imagen del otro (respectivamente, en tanto acto directivo, orden, y petición): (10a) Yee tú dame un cigarro (10b) Por favor ¿serías tan amable de servirme la tortilla?

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En (10a), a pesar de estar codificado como amenazador, el acto no aparece atenuado, más bien todo lo contrario, pero no necesariamente se interpreta como descortés. Pensemos en una reunión de amigos jóvenes hablando de los ligues del fin de semana. Además de la situación de cercanía interpersonal, esta acción sería lateral o secundaria a las acciones principales y al contenido que se están negociando, por lo que resultaría poco o nada comprometedora. Como la petición es una acción que está codificada como acto amenazante en algunas sociedades, el ejemplo de (10b) es un modo codificado como atenuado y cortés de pedir. Y dentro de una escala de mayor a menor atenuación, diríamos que está en un grado alto de la misma. Ahora bien, dicho durante una cena entre amigos que se reúnen habitualmente, no sería la opción lingüística más adecuada ni esperable y podría obtener un fracaso conversacional. El uso excesivo de atenuantes podría provocar justamente el efecto contrario. Así pues, la situación comunicativa determinaría no solo la producción cortés, sino la interpretación de la cortesía y de los mecanismos corteses por parte de los oyentes. 10.  El término es de Kerbrat-Orecchioni (2004: 49), que lo entiende como “presencia de un marcador excesivo en relación con las expectativas normativas vigentes”. 11.  Cf. Briz (2004).

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4.  Cortesía, atenuación y situación La hipótesis que venimos manteniendo es que no siempre hay correlación entre un hecho social, como es la cortesía, y un hecho lingüístico, la atenuación. Y, además, la presencia mayor o menor de atenuantes en una conversación no supone necesariamente mayor o menor cortesía. Y es que la cortesía, aunque como principio puede ser aceptado como universal, como estrategia que participa en la regulación de las relaciones interpersonales, que da y protege las imágenes de los participantes en la interacción, el contenido particular que rellena este principio es diferente en cada lengua y cultura, queda sometido a convención. En otras palabras, la cortesía (tanto la mitigadora como la valorizante) está regulada en cada cultura y grupo social por ciertas convenciones a partir de las cuales un comportamiento lingüístico puede entenderse como cortés o descortés. Más aún, incluso dentro de la misma lengua y cultura, el concepto de cortesía varía, según notaremos más tarde, de acuerdo con la situación, según las características de los participantes y del papel que desempeñen en la interacción y según el género discursivo. Por situación12 entendemos13 un haz de rasgos vinculado: a) a la mayor o menor (+/–) relación de igualdad social y funcional entre los interlocutores que participan en la interacción, b) a su (+/–) relación vivencial de proximidad (saberes compartidos), c) a la (+/–) cotidianidad temática del evento comunicativo, d) al fin (+/–) interpersonal predominante de la comunicación (esto es, de mantenimiento de las relaciones sociales, de comunión fática), e) y al espacio o marco (+/–) cotidiano en que se desarrolla. Así, una situación de mayor solidaridad o inmediatez comunicativa14 (que así convenimos en llamar de modo abreviado a la situación que presente +relación de igualdad social y funcional, +relación vivencial de proximidad, +cotidianidad temática, +fin interpersonal, +marco cotidiano), permite a veces en la conversación española peninsular ciertos modos de interacción lingüística y social, que en otra situación, en otras culturas y para otros hablantes ajenos al grupo serían asociales y descorteses. En el ejemplo (11)15, nada condescendientes son los invitados con el anfitrión, que ha ofrecido su casa para jugar al póquer: 12.  El concepto de situación aplicado al estudio de la cortesía, en Briz (2003 y 2004). Cf. también Albelda (2004). 13.  Cf. Briz y Grupo Val.Es.Co. (2002). 14.  El término inmediatez comunicativa, en un sentido próximo al que aquí utilizamos, procede de la propuesta de Oesterreicher (1996). 15.  Cf. Briz y Grupo Val.Es.Co. (2002: 182, líneas 587-591).

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(11) S: ya verás tú la que nos sacará este/ toda PRINGÁA asquerosa y aceitosa ésa sí que valdrá J: y se notarán las cartas S: y se notarán las cartas ¡la mare16 que vaa!

En todas las intervenciones del fragmento anterior prima el rasgo de solidaridad, que hace de la descortesía codificada parte del juego interaccional. Si bien nadie interpreta en esa situación de inmediatez o alta solidaridad el acto amenazante, esto es, la crítica intensificada, como descortés. Su codificado valor amenazante ha quedado neutralizado por el rasgo situacional. En (12)17, una mujer entra en una cafetería de Caracas y pide un café:

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(12) [A y C son clientes; B es el camarero] A: Señor, por favor ¿sería tan amble de servirme un marroncito? B: (Silencio) C: ¡Mira, chico, dame aquí un marrón! B: ¿marrón? ¿qué? ¿y no vas a comer arepa? C: ¿No, chico! Solo un marrón, pero bueno, ¿para hoy, vale! B: ¿Uhum! ¿Aquí’sta! A: Señor, señor… ¿sería tan amable de servirme un marroncito? B: (Silencio). (…) (Sigue sirviendo a otros clientes) A: (Bajando aún más el tono de la voz) Señor, señor, por favor, ¿me podría servir un marroncito? B: (No responde al pedido…) A: (Sale de la cafetería)

La explicación de la no respuesta del camarero, según García, es el diferente modo de entender la cortesía de ambos; el camarero no entiende la cortesía deferencial de A, dicho de otro modo, no entiende el uso de tanto atenuante, que choca con la relación de solidaridad del camarero con otros clientes. En fin, A y C no utilizaban el mismo sistema de cortesía o, quizá, más exactamente, los mismos rasgos de situación, que hubieran favorecido un sistema u otro. Uno hacía primar la solidaridad y la relación de igualdad, el otro, la asimetría la distancia interpersonal. En suma, parece que la situación de solidaridad o inmediatez comunicativa está en correlación con la menor presencia de atenuantes y, por tanto, de esos llamados atenuantes corteses. Lo contrario, la presencia de estos en situaciones como la anterior, puede desembocar en un fracaso conversacional. 16.  Mare, del valenciano, “madre”. 17.  Cf. García (2002).

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Al incorporar la situación, al trabajar no solo con acciones o actos de habla aislados, sino con inter-acciones, pasamos de una visión estática a una visión dinámica de la cortesía, de un análisis y explicación de la cortesía desde el punto de vista del hablante a una cortesía también de oyente. A una cortesía, en suma evaluada de situación en situación y de cotexto en cotexto.

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5.  Cortesía, atenuación y culturas de acercamiento/culturas de distanciamiento La cortesía es una actividad universal, se da en todas las lenguas, pero la modalización de la misma varía en las distintas sociedades y culturas. Ciertamente, las amenazas a la imagen, que de eso va la cortesía negativa de Brown y Levinson ([1978] 1987), no se entiende igual para un inglés que para un español. Y lo mismo puede decirse de las diferencias que el término amenaza tiene para un argentino, un chileno, un peruano, un mexicano, etc., sobre todo, si lo comparamos con un español, incluso, las diferencias que dicho término tiene, para dos argentinos de zonas diferentes, de estratos de edad, de sexo y nivel sociocultural distintos18. Nuestra hipótesis es que esta variación, sobre todo, en lo que hace referencia a la atenuación cortés en el mundo hispánico, puede tener a priori un principio de explicación si nos apoyamos en la distinción entre culturas de acercamiento y culturas de alejamiento19, conceptualizada a partir de los rasgos de situación 18.  Autores como Bravo y Kerbrat-Orecchioni, entre otros, lo entendieron a la perfección y de ahí que propusieran otros conceptos, si se quiere, relativizados, en tanto que se proponen inicialmente como casillas vacías que hay que rellenar de acuerdo con la imagen básica o entendida como básica en cada cultura, grupo o subgrupo sociocultural. Nos referimos a conceptos como los de autonomía y afiliación, una distinción más social, o la distinción entre actos mitigadores y actos valorizantes o agradadores de Kerbrat-Orecchioni, que apunta al aspecto más lingüístico del hecho cortés. 19.  Nos basamos en Haverkate (2004), si bien el antecedente es la distinción supuestamente universal entre culturas de cortesía positiva y culturas de cortesía negativa (Brown y Levinson [1978] 1987), así como su corroboración en trabajos como los de Sifianou (1992), que llegan a la conclusión de que la griega y, en general, las culturas mediterráneas, son culturas de cortesía positiva frente a la inglesa, que está orientada a una cultura negativa (ver Haverkate [2004: 55-56]). Kerbrat-Orecchioni (2004: 50) habla de ethos más bien igualitario/ethos jerárquico (entonces, la cortesía, afirma, es de tipo deferencial), así como también de ethos de proximidad/ethos de distancia. O, si aplicamos los conceptos de afiliación y autonomía de Bravo (1999 y 2001), podría establecerse la distinción entre culturas de +/–autonomía y culturas de +/–afiliación, esto es, culturas más o menos orientadas a la autonomía o culturas más o menos orientadas a la afiliación. Una precisión importante: la cultura de acercamiento no supone pérdida de autonomía en favor de la identidad colectiva. Si así se entendiera la distinción perdería gran parte de su grado de abstracción. De hecho, hay culturas de distanciamiento que tienden a la identidad colectiva, como en el caso de la sociedad japonesa. Vid. Matsumoto (1989).

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anteriores y entendida no como oposición sino como continuum gradual. Intentamos así conciliar los enfoques pragmalingüístico y sociopragmático. Para confirmar dicha hipótesis habrá que recurrir a hechos no solo socioculturales, sino lingüísticos. Y para observar su potencial explicativo, su mayor o menor grado de abstracción, habrá que contrastar el español en sus distintas normas regionales. A priori, puede decirse que el español de la península se situaría en una cultura de mayor acercamiento o de solidaridad en la interacción y, muy especialmente, en la conversación cotidiana20. Nuestra propuesta vincula el término acercamiento al concepto de solidaridad o inmediatez comunicativa, la cual, si no la hay, se busca, se construye. Queremos decir, que, por ejemplo, los españoles (para bien o para mal) estrechan generalmente los espacios interpersonales, tienden a construir puentes y espacios comunes con el otro, existan previamente o no (tiende a una +relación vivencial de proximidad), nivela las diferencias sociales y funcionales mostrando una relación +simétrica. Hay una tendencia a la solidaridad y a la coloquialidad. Permítansenos estos dos ejemplos: Dos personas, una licenciada en Económicas y la otra, peón en la construcción del AVE, ingresadas en la misma habitación de un hospital, muy pronto abandonarán sus roles y acabarán por ser simplemente enfermos. Dos españoles que no se conocen y que se encuentran en el área de servicio de una autopista en Alemania acabarán siendo “colegas” españoles y hablando de España y de lo bien que se come aquí y de lo mal que se come en Alemania. La interacción cotidiana, coloquial es, sin duda, el caso más prototípico de manifestación de ese acercamiento. Por eso, para entender mejor el concepto de cultura de acercamiento basta pensar en el tipo de interacciones marcadas por la solidaridad, la coloquialidad, que tal cultura de entrada ya favorece (incluso, en la propia conversación formal). Socioculturalmente, el acercamiento podría describirse a partir de esa imagen afiliativa básica o ideoma del español que, según Bravo (1999), es la de la “confianza” (“da y quiere que le den confianza en la interacción”)21. En ese acercamiento se supone, así pues, un (mayor) +compromiso afectivo. 20.  Ya argumentaba Haverkate (2004) que la española era una cultura de cortesía positiva, al compararla con la holandesa, lo que intenta demostrar a partir de tres parámetros pragmalingüísticos: en relación con los actos de discurso (ejemplificado con asertivos: la repetición y la ironía; directivos: el ruego; y con expresivos: el cumplido), con los actos paralingüísticos (el proxémico) y con los actos metapragmáticos (por ej., la regla no interrumpas al interlocutor). Utilizaremos en parte algunos de estos criterios para mostrar las diferencias al respecto entre el español peninsular y el español de América. 21.  Cada cultura tiene como prioritarias o marcadas ciertas imágenes, utilizando los conceptos culturalistas de Bravo, da contenido concreto a ese querer se autónomo y afiliativo; de manera que, por ejemplo, para el español, autonomía es sinónimo de ‘autoafirmación’, de ‘mostrarse

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6. Los correlatos o datos lingüísticos de las culturas de acercamiento y de distanciamiento ¿Hay datos que apoyen la validez y operatividad de la distinción y que comiencen a corroborar nuestra hipótesis de que la interacción española peninsular se sitúa en una cultura de acercamiento, frente a la interacción de distanciamiento en algunas zonas de América? Creemos que sí, con todas las restricciones variacionales mencionadas (rasgos de usuario, registro formal e informal, conversación o entrevista, etc.):

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6.1.  El uso de la atenuación Una de las categorías lingüísticas que nos permite fundamentar la distinción gradual anterior es la de la atenuación: +atenuación cortés  →  –cultura de acercamiento –atenuación cortés  →  +cultura de acercamiento En culturas de menos acercamiento o de distanciamiento, la frecuente atenuación cortés es una estrategia de aproximación social al otro. Si con la atenuación estratégicamente, según señalábamos, intento acercarme al otro, precisamente es porque existe o construimos algún tipo de distancia entre el YO y el TÚ o entre las intenciones y metas de uno y de otro. El español de muchas zonas de América, de acuerdo con los datos facilitados por algunos estudios empíricos sobre atenuación es en general más atenuado que el español peninsular. Así, por ejemplo y de modo más concreto, la preferencia del español peninsular por el uso del imperativo sin atenuantes puede ser, como afirma Haverkate22, “representativa de una cultura orientada hacia la solidaridad”. Que las peticiones, en particular, no aparezcan atenuadas, que a menudo en España no se pida por favor, o no se esté continuamente agradeciendo, a diferencia de lo que ocurre en otras partes de Europa y América, puede plantearse también en términos de acercamiento y, en absoluto, de amenaza, como se ha afirmado. En España, en la península, se agradecen demasiado poco determinadas acciooriginal y consciente de sus buenas cualidades’ (Bravo 1999). Verse y ser visto como inferior es una clara amenaza a la imagen de un español (de acuerdo con algunos test de hábitos culturales). Esto mismo constatamos nosotros a partir del corpus Val.Es.Co. (Briz 2003: 33 y ss.). Y la de afiliación sería la confianza. El acercamiento al que nos hemos venido refiriendo podría ser la correspondencia de este concepto cultural, si se quiere en nuestro caso más enfocado a la situación ¿Qué imágenes son prioritarias en las culturas hispanoamericanas? Este es otro objetivo de estudio, más sociopragmático, que excede los que nos hemos marcado en este trabajo. 22.  Cf. Haverkate (2004: 60).

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nes. Kerbrat-Orecchioni (2004: nota 16) cuenta la sorpresa que recibe un amigo mexicano que entra en un bar y pide por favor un café, lo que es usual en su país, al oír la respuesta que le da el camarero: con favor o sin favor. Y nos despedimos más rápidamente que en otras partes; Puga (1997) cuenta que se quedó estupefacta al escuchar la corta, tajante y descortés respuesta, según la interpretación que hizo en aquel momento, que le daba quien la había invitado a cenar:

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J: Me voy yendo23… B: Porque quieres.

todo por no haber seguido el largo ritual de despedida típico de Chile antes decir adiós (si no hay causa justificada). En fin, una cultura de acercamiento o que tiende a construir, por lo general, ese acercamiento, favorece la menor frecuencia de atenuantes, tanto autocéntricos como alocéntricos, pues nada ni nadie está o se siente en principio amenazado24. 6.2.  El uso cortesía valorizante Otro dato lingüístico que hace buena la distinción entre culturas de acercamiento y de distanciamiento y que muestra su capacidad explicativa se refiere a la cortesía valorizante. En la interacción española son muy frecuentes las alorrepeticiones, intervenciones reactivas, a menudo solapadas, que repiten las palabras del interlocutor como muestras de extrema colaboración de los interlocutores españoles, además de manifestaciones de acuerdo con el otro, de ratificación del otro en su papel de hablante25. Sirvan de ejemplos los fragmentos de conversación de (13) y (14)26. Los corchetes [  ] indican solapamiento. El signo de parágrafo § indica sucesión inmediata sin pausa perceptible entre las emisiones de dos interlocutores: (13) A: un telegrama↑ siempre es malo/ lo que dice siempre es malo§  D: § siempre es malo§ A: § puede ser más malo o menos malo/ pero siempre es malo§ D: § sí sí sí

23.  Sobre el uso atenuado-cortés de la perífrasis de gerundio en el castellano de Chile, ver el trabajo de Revert (2003). 24.  Comp. también Albelda (2004, 2005a y 2005b). Véanse también en este sentido Briz (2004: 82) y Bernal (2005a y 2005b). 25.  Así se documenta en Briz (2003: 31), Haverkate (2004: 57-58) y Bernal (2005). 26.  Cf. Briz y Grupo Val.Es.Co. (2002: H. 25 A.1: p. 240, líneas 317-321, y RB.37.B.1: p. 299, líneas 224-233, respectivamente).

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(14) A: me lo encontré en la esquina§ B: § se lo encontró A: ¿aquí- al volver la esquina↑ no hay un poyete↑ en una ventana/ de mármol? pues ahí estaba§ B: § [en la caja de ahorros] C: [en la caja de ahorros]§ A: § exactaMENTE↓ [en la caj- sí] C: [en la caja de ahorros]

Lo mismo puede decirse de otros actos de realce (cumplidos, halagos, piropos, etc.). En estos actos agradadores parece, según los datos manejados que España y América se dan más la mano, muestran un grado de acercamiento similar, son más cercanas que otras culturas como la inglesa, la norteamericana o la escandinava. En Rosario (Argentina), según estudian Ferrer y Sánchez Lanza (2000), los cumplidos son muy frecuentes y tienen un marcado carácter valorizante. Y los halagos, felicitaciones, manifestaciones explícitas de acuerdo, de colaboración con el otro son frecuentes también en Mérida (Venezuela), según Álvarez, de acuerdo con el análisis que realiza del corpus del habla de esta ciudad elaborado por Domínguez y Mora (1998). Es verdad que los hispanohablantes son muy colaborativos, somos muy cumplidos, halagamos con mucha frecuencia (basta con acudir a una comida en casa de alguien para observar el modo insistente de alabar la comida), Y los piropos, aunque parece que actualmente amenazadores para la imagen de muchas mujeres (como documenta, por ejemplo, Achugar (2002), en el caso de la mujer uruguaya…), son muy hispánicos. Luego, todos estos datos relacionados con determinados actos de habla, nos precisan un poco más la distinción y nos muestran su aplicación al mundo hispánico ahora en contraste con otras culturas, digamos, más alejadas. En concreto, tanto a partir de los actos atenuados como de los valorizantes, podemos concluir momentáneamente, pues habrá que confirmarlo con análisis contrastivos posteriores: –– que el español peninsular está en un grado alto de la escala de las culturas de acercamiento, como también el argentino, por ejemplo, de Buenos ­Aires y Rosario, según los datos que ofrecen, por ejemplo, Boretti (1996), y Ferrer y Sánchez Lanza (1998); –– que el de otras zonas de Hispanoamérica está en un grado menor de acercamiento que los anteriores; es el caso de Chile, México, Perú, Venezuela, etc., según los datos manejados27;

27. Cf. Álvarez y Blondet (2003), Bolívar (2001 y 2004), Curcó y de Fina (2002), Fant (1996), Félix-Brasdefer (2004) y García (1992, 1993 y 2002).

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–– aunque mayor el de estas si se compara con el inglés y la cultura anglosajona, que se situaría entre las de distanciamiento, una sociedad, la inglesa –quizá no hace falta irse tan lejos– que no toleraría, como bien dice Boretti (2001: 85), el estilo directo del argentino y, yo añadiría, ni tampoco el del español.

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6.3.  El habla simultánea Otro dato que marca diferencias entre las culturas de acercamiento y distanciamiento está relacionado con la conducta interaccional y la toma de turnos. La norma de no hablar hasta que el otro no termine lo será en otras culturas, pero no aquí, ni allá. Lo que se entiende como interrupción se traduce muchas veces en una cultura de acercamiento como colaboración28. Esta frecuente habla simultánea es otro rasgo de conducta interaccional que une a muchos hispanohablantes. 6.4.  Lo paralingüístico Y, en fin, unos últimos datos paralingüísticos. Por un lado, la extrema gesticulación, especialmente, eso que se ha venido en llamar el gesto rítmico, es muy característico de los hispanohablantes y, probablemente, de las culturas de acercamiento. Por otro lado, mientras británicos y norteamericanos, dice Haverkate (2004: 63), mantienen la distancia 90 cm., un cubano se contenta con la mitad. No nos hemos parado a medir la distancia que toma el español, pero estará por la del cubano. Nos tocamos y golpeamos cariñosamente al hablar, luego no estaremos muy lejos el uno del otro. 6.5.  Una valoración final de la distinción Venimos notando la gradualidad de la distinción, a la vez que su capacidad explicativa en relación con la variación intercultural, lo cual ya queda reflejado en el esquema siguiente:

–atenuantes+atenuantes +valorizantes–valorizantes +intervenciones colaborativas –intervenciones colaborativas +habla simultánea –habla simultánea +cercanía física al hablar –cercanía física 28.  Cf. Bañón (1997).

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Insistimos en que se trata de conceptos graduales (no discretos) y, además, relativos. Graduales y no discretos, porque entre ambos tipos de culturas existen grados intermedios (de mayor o menor acercamiento o distanciamiento). Y relativos, porque seguro varían según la situación, el uso y el usuario. Además, no sería totalmente acertado afirmar que el español de España pertenece a una cultura de acercamiento. Los lingüistas canarios o gallegos no estarían totalmente de acuerdo conmigo. Y si lo afirmo de Argentina, tampoco estarían conmigo todos mis colegas argentinos, pues argumentarían que no es lo mismo el estilo comunicativo del norte que el del centro y del sur, y que Buenos Aires es más de acercamiento que el Noroeste argentino29 (Tucumán, Salta, Jujuy, etc.). Quizás, un estudio de isoglosas a partir de rasgos como los mencionados (y de algún otro, quizá, de carácter prosódico) daría la verdadera medida de la distinción30. Ahora bien, aun reconociendo su carácter relativo y a falta de análisis empíricos contrastivos, cualitativos y cuantitativos que tengan en cuenta las variables mencionadas de situación, las de usuario y de género discursivo, dicha distinción permite entender diferencias lingüísticas muy pronunciadas en el uso de la cortesía y, sobre todo, de la cortesía mitigadora y de las estrategias de atenuación en España y en América. 7. Análisis de la conversación coloquial española. Ausencia de atenuación y presencia de actos valorizantes 7.1. El lenguaje directo de los españoles. Menos atenuado no significa descortés Recordemos la percepción de algunos hispanohablantes: “El español es directo cuando habla, tanto que a veces raya la descortesía, cuando no es realmente descortés”.

Esta percepción es la que llegan a tener algunos hablantes pertenecientes, sobre todo, a culturas de +distanciamiento o, si se prefiere, de –acercamiento (o la de aquellos que en España critican con fuerza esa pertenencia). Al menos en lo que se refiere a la conversación coloquial peninsular, los análisis empíricos realizados y que estamos realizando junto a la Dra. Marta Albelda

29.  Vid. Rojas (1998) y Boretti y Rigatuso (2004). 30.  La explicación puede tenga relación con el pasado; quizá, como indica Rojas (1998: 22), haya que recurrir al pasado para comprender mejor el presente, recurrir a la pragmática histórica, si bien ese es un espacio por nosotros no transitado y que, además, ya tiene especialistas reconocidos como la autora citada, Ridruejo, Cano, etc.

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corroboran la menor frecuencia de atenuantes, la frecuente presencia de intensificadores, un contraste o variabilidad melódica menor (si lo comparamos, por ejemplo, con Venezuela) y una alta velocidad de habla, entre otros rasgos. Si por lenguaje directo entendemos esto, el español es muy directo. Lo que algunos autores han constatado también en el caso de la conversación española formal con fin primordialmente transaccional, comparada, por ejemplo, con este mismo tipo de interacción entre hablantes mexicanos31. Pero menos atenuado no significa descortés. Recordemos que a veces lo codificado como cortés o descortés no coincide en la interacción y que, además, un uso excesivo de atenuantes en la conversación coloquial española se percibiría antes bien como una táctica de distanciamiento, contraria, por tanto, a la situación de inmediatez (y de coloquialidad) descrita antes y a la cultura de acercamiento a la que parece que se adscribe el español peninsular. La estrategia de atenuación aparece cuando existe un motivo concreto; así, los atenuantes no son tácticas corteses sino estratégicamente corteses. Por ejemplo, un alejamiento ocasional por una imagen comprometida (el honor propio o de la familia), la problematicidad o el tema polémico de la conversación, el desacuerdo explícito o implicado favorecen su presencia32. Además, las características de los conversadores, como decíamos, tienen a veces incidencia clara sobre su frecuencia y uso. Por ejemplo, es un dato relevante sociolingüísticamente en nuestra muestra que el discurso de mujeres españolas, de estrato sociocultural alto y mayores de 55 años suele ser más atenuado que el de otros hablantes, por ejemplo, hombres, más aún si son jóvenes. No son todavía muchos los estudios que determinen la variación de la atenuación en virtud de los rasgos sociales de los interlocutores. Sirvan solo de botón de muestra y de llamada para otros trabajos los que cito a continuación. Aunque en situaciones de role play, García (2002) estudia los actos de hombres y mujeres venezolanos y peruanos a la hora de reprender y responder a la reprimenda, y señala que los varones son más autoritarios y más cooperativas las mujeres; luego, no extraña que el discurso de estas sea, en general, más atenuado que el de aquéllos. Bolívar (2002) nota que el género parece tener incidencia cuando se hacen reclamos en Venezuela; las mujeres venezolanas, dice, parecen más afiliativas (perdonan más), minimizan las reclamaciones. Novedoso es el estudio de Madfes (2004), que plantea la posible covariación entre el uso y la función concreta de algunos marcadores discursivos atenuantes y el sexo (estudio realizado sobre hombres y mujeres uruguayos, egresados, entre 40-50 años). Señala que claro (como marcador de acuerdo cortés) y vos sabés qué (marcador para establecer o restablecer equilibrios de imagen comprometida) son marcadores de uso más frecuente entre las mujeres uruguayas. Y que yo qué sé es 31.  Vid. Fant (1996). 32.  Cf. Briz (2003).

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frecuente en hombres y en mujeres, pero los primeros usan más dicho marcador como atenuante de aserciones (de imagen de hablante), frente a la función mitigadora de la imagen amenazada que hacen las mujeres.

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7.2.  La frecuencia de actos valorizantes Y otro hecho también constatado en el análisis del corpus de conversaciones coloquiales españolas33: pese a ser un lenguaje directo no son extraños los actos valorizantes, agradadores de refuerzo de la imagen del otro, sino todo lo contrario, por ejemplo, los refuerzos o intensificaciones del acuerdo, las intervenciones colaborativas, los cumplidos y halagos, que son propios de las culturas de acercamiento. Este dato coincide con el obtenido en los análisis de Álvarez (2002) sobre el corpus de conversaciones semidirigidas de Mérida (Venezuela) ya citado de Domínguez y Mora (1998)34. Algo que también hemos comprobado nosotros en un análisis preliminar de ese mismo. Esta cortesía valorizante es algo menos frecuente en hombres y en jóvenes, aunque el dato no parece lo suficientemente significativo desde el punto de vista sociolingüístico. Por lo general, se tiende a la valoración del otro. Leamos la muestra (15) de una conversación coloquial española35: (15) [La dueña de la casa enseña a una amiga, que está de visita, las lámparas que se ha comprado] V: ¿solamente tienes esta? A: no§ V: § ¿no? cuenta// la verdad es que es muy bonita ¿se parece a la mía?/// (3”) ¿eh? ¿tú has visto la mía?// ¡OSTRAS!¡QUÉ MOONA!// ¡QUÉ GRACIOOSA!§ A: § mira cómo se ((queda)) V: ¿cómo la has encendidoë?§ A: § tocando (3”)36 V: ¡ay! pues sí/ sí que [ilumina=] A: [es un mue(ble)] V: = ¡qué cosa más bonita!¿eh?¡qué original! ((…)) 33.  Cf. Albelda (2004). 34.  Álvarez (2002: 137) escribe: “En el corpus de Mérida se da gran importancia a los acuerdos y crea lazos de interacción fuertes, enfatizando la comunión con su interlocutor, aunque de forma respetuosa. Los conflictos y polémicas (…) están (ausentes) (…) en el grupo alto de Mérida”. Ciertamente, es así, pero no hay que olvidar que se trata de entrevistas y que, quizá, dicha frecuencia viene favorecida por ese género discursivo. 35.  Cf. Briz y Grupo Val.Es.Co. (2002: IH. 340.A.1.: p. 378, líneas 4-14 y 42-44). 36.  V hace un gesto que demuestra cómo encender esa lámpara.

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V: es una monada ///(3”) es graciosísima/ ¿qué más? ///(3”) ¿qué más lámparas tienes? A: °(ya/ ninguna más)° ¡ah! sí/ las del cuarto V: ¡ah! ((7”))37 ¡ay qué mona!

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Los mecanismos de intensificación de las cualidades de las lámparas y del otro (por el gusto en la elección) dan imagen, la elevan y la realzan. Y esos mecanismos estratégicos de realce agradador y de atenuación aparecen perfectamente combinados más aún si alguna de las imágenes está en peligro, como en (16)38: (16) [C, Madre, J, hijo de C, y la tía, P. A J le costó mucho aprobar el examen del carné de conducir] C: y le dije Juan/ no te duela lo que estás pagando/ tú es que vas a las clases °(un)° poquito distraído/ porque °(como)° llevaba tantas cosas en la cabezaë§ P: § claro/ claro C: pues le decían a lo mejor/ la segunda a la derecha// BUENO// y ya no se acordaba/ u- cuando llegaba/ si era en la segunda o era en la tercera/ y eso es lo que fallaba/ mucho// entonces→/ como tampoco tenía nadie/ una vez sacao el carnet/ a quien recurrirë/ para sacar el coche y hacer unas poquitas más prácticasë (°)§ P: § claro§ C: §entonces/ no era cuestión d’eso/ ¿qué pasa?// que ha hecho→///(2’’) tu novia/39 por no dejarlo mal/ dice (RISAS) °(en)° LA FAMILIA DICE QUE HA HECHO VEINTICUATRO PRÁCTICAS/ Y HA HECHO CUARENTA Y TANTAS§ J: § cuarenta y cinco § C: § cuarenta y cinco/ pero→§ P: § ¿quié nì tú?§ C: § sí///40 pero bueno§ J: § pero→§ C: § bueno/ atiéndeme una [cosa]  J: [pero] ahora estoy or- or- o sea→§ P: § orgulloso§ J: § [satisfecho=] C: [satis-]

37.  A y V se dirigen hacia el cuarto de baño. 38.  Cf. Briz y Grupo Val.Es.Co. (2002: G.68.A.1+G.69.B.1: pp. 200-201, líneas 383-419). 39.  C se refiere a la novia de J. 40.  C responde por J.

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J : = de haberlas hecho/[porque luego no he tenido/ ninguna dificultad// y no he tenido=] C: [porque ha salido sabiendo del todo///(2’’) todas las pifias] J: = que recurrir a nadie/ [para- para/// ponerme a tono] C: [todas las pifias las ha hecho en las clases/ todas las pifias]§ P: § claro

La imagen de J está en entredicho, amenazada, por momentos por los suelos, y madre y tía intentan salvarla y elevarla a toda costa. Todos a una, al final, colaboran en ese lavado de imagen. Movimientos concesivo-opositivos, de justificación y de reformulación son los mecanismos minimizadores, los atenuantes de los errores cometidos, a la vez que surgen estrategias valorizantes, por ejemplo, la colaboración extrema, que refuerzan y realzan la imagen social de autonomía, que en el caso español, según D. Bravo, es el de “mostrarse original y consciente de la las buenas cualidades propias”, como en el caso del ecuatoriano es el respeto máximo a los ascendientes41 o el celo a la privacidad en el caso de la cultura anglosajona42. Así es, cuando la imagen se encuentra amenazada en la interacción surgen con fuerza estos mecanismos, por un lado, valorizantes, que realzan lo positivo y, por otro, esos mecanismos mitigadores que minimizan lo negativo. Y eso parece universal en todas las lenguas, como ya decíamos. Lo que es más relativo –y esto es lo importante– es el contenido de las imágenes y el contenido de las amenazas tanto en lo que se refiere a ideas (ideomas) de lo que hay que proteger como a los recursos lingüísticos. Ya decíamos que el español halaga y gusta de ser halagado; el holandés parece, según Haverkate (1994), que no es tan proclive a ello, pues lo entiende como una especie de amenaza a su imagen. También, como recurso verbal, el imperativo no atenuado puede expresar un acto de amenaza a la imagen del otro y, por tanto, estar codificado como +descortés, aunque su interpretación no sea idéntica en España y en Hispanoamérica. Así, por ejemplo, los mexicanos, afirman Curcó y de Fina (2002), evitan más que los españoles el uso del imperativo no atenuado para pedir puesto que lo perciben como descortés. 8.  Análisis de las manifestaciones de cortesía en dos géneros discursivos: conversaciones y entrevistas Queremos presentar para terminar una muestra de resultados de otro análisis empírico que estamos llevando a cabo, junto a la profesora Marta Albelda, de las 41.  Cf. Placencia (1996). 42.  Cf. Wirzbicka (1991).

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manifestaciones de los actos corteses en diferentes situaciones comunicativas y en géneros discursivos diversos, en concreto, en entrevistas formales y conversaciones coloquiales realizadas en Valencia (España), muestras todas ellas del corpus Val.Es.Co., un estudio que se integra, como todo este trabajo, dentro de otro más ambicioso, que trata de comparar la atenuación de algunas zonas de España y América, y que se incluye en el macro-proyecto de Gramática del español hablado en Hispanoamérica, dirigido por el profesor César Hernández. La entrevista, según los datos que se muestran en los cuadros del anexo, es un discurso, cuya situación (de menor inmediatez) y los rasgos de usuario (roles, entrevistado-entrevistador) favorece la casi ausencia de actos amenazadores y los que hay están siempre minimizados. En concreto, en las entrevistas no hay apenas manifestaciones de cortesía, (si las hay, son más de carácter ritual), aunque sí de esa atenuación de la que hablábamos al principio de imagen sin cortesía, (peticiones, opiniones, desacuerdos aparecen minimizados: creo que, para mí, es que, porque; quería…). Es cierto que, cuando la entrevista adquiere tonos informales, de mayor familiaridad surge entonces un mayor interés por reforzar los lazos sociales y surgen más manifestaciones de cortesía (valorizante)43. En cambio, como ya señalábamos antes, en las conversaciones informales aparecen con frecuencia muy alta actos valorizantes o agradadores a la vez que actos codificados a menudo como amenazadores, aunque casi nunca se interpretan como descorteses. Estos datos corroboran algunas de las hipótesis lanzadas anteriormente; por un lado, que un acto codificado como amenazante significa, pero no implica siempre descortesía, es decir, no siempre se interpreta como tal; y, por otro lado, que la menor atenuación de la conversación coloquial no implica tampoco descortesía, a pesar de que desde el código pueda entenderse como tal; de otro modo, la cotidianidad e inmediatez comunicativa de esta no va asociada a la descortesía necesariamente44. En ese análisis preliminar del corpus de Mérida (Venezuela) de Domínguez y Mora (1998) que hemos realizado se aprecian también actos de amenaza a la imagen (FTAs), pero en un alto porcentaje atenuados, reparados (lo constata también Álvarez 2002), sobre este mismo corpus). Solo en torno a un 10 % de estos se encuentra sin atenuar. En este nuevo fragmento del corpus de conversaciones Val.Es.Co. el interlocutor G está realizando un acto directivo, no atenuado, pero en absoluto significa amenaza, sino todo lo contrario:

43.  Parece que esto ocurre, por ejemplo, en las entrevistas televisivas a personajes de la prensa del corazón, las cuales presentan un tono muy coloquial. El dato proviene de la investigación que realiza actualmente Albelda sobre el tema. 44.  Vid. Culpeper (1996) y Albelda (2005).

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(17)45 E: luego te pregunta si tienes alguna preferencia// y dijee pues/ lo que to’l mundoì administrativo// y mi carreraì y administrativo que °(es lo que más me convence a mí)°/// (5’’) °(yo qué sé)° G: tú preséntate que no te cuesta na(da) E: siì manaña mañana mañana/ mañana está abierto

El participante E lo acepta e interpreta no como imposición, sino como consejo alentador. Por tanto, ese acto da imagen, no la quita. Y lo mismo puede decirse en las intervenciones de L y A en (18)46 y en (19)47:

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(18) E: síi/ yo conozco gentee// parezco muy liberal pero// la verdad es que soy muy conservadora L: mujer/ en todo no↓ °(tía)° (19) J: miraì Láser Medicina/ hablando de láser A: pos eso es lo que nesesito yoì porque yo tengo el cuerpo to(do) etropeaoì sí yo no voy mal encaminá (RISAS) S: ¿tú tienes el cuerpo estropeado? A: ¡OY QUE NO! S: tú flipas

Digamos que la descortesía codificada aparece neutralizada aquí gracias a un filtro de evaluación, como es en este caso, la relación de solidaridad entre los interlocutores48. El realce o intensificación de A en el último ejemplo se interpreta como un claro halago. Hay ocasiones en que la descortesía, ciertamente, no está reparada, como en (20), aunque la razón es, quizá, que las imágenes no están tan comprometidas en la conversación coloquial como en la formal y no existe, por tanto, tanto peligro de que se debilite la relación interpersonal o que la conversación fracase y termine. Nótese la cantidad de actos codificados como amenazadores que, además, están intensificados: (20)49 [matrimonio: A, hombre, y C, mujer, entre 26-55 años, nivel socio-cultural bajo] C: y- y los polvos te los tienes que tomar pa(ra) la inflamación de los huesos↑ A: si yo no tengo inflamación en los huesos §

45.  Cf. Briz y Grupo Val.Es.Co. (2002: L.15.A2: p. 77, líneas 1-5). 46.  Cf. Briz y Grupo Val.Es.Co. (2002: L.15.A2: líneas 365-367). 47.  Cf. Briz y Grupo Val.Es.Co. (2002: AP.80.A.1: p. 163, líneas 852-857). 48.  Para el estudio de los filtros de evaluación de la cortesía, ver Briz (2004). 49.  Cf. Briz y Grupo Val. Es. Co. (2002: RV.114.A.1: p. 296, líneas 177-187).

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C: § TÚ TIENES INFLAMACIÓN EN LOS HUESOS↑ QUE LO HA MIRAO ELLA Y TIENE ESO// TIENE ASTROSIS50 (…) A: = eso es el frío que tengo [aquí=]51 C: [¿eh?] A: = QUE SE DESGASTAAN↑ C: y se INFLAMAAN ↑/ con el FRÍOO// SABIONDO A: °(¡me cago en la puta [((madre!)) )°=] C: [síi] A: = pueh anda quee (( )) C: Y SE INFLAMAN LOS HUESOS CON EL FRÍO↓ SI NO TE SABE MAAL

Y muy especialmente en ciertas conversaciones cotidianas existe la denominada descortesía fingida, anticortesía o pseudocortesía52. Sirva el ejemplo de (21)53: (21) [amigos, varones, menores de 25 años, nivel sociocultural: A, alto; B, C y D, medio; interacción en el campo mientras comen]

 : ¡yee pasa las papas!/ ¡hostia↑! medio paquete os habéis hecho ya↓ cabroB nes/ déjame coger ((…)) A: yo soy un caballero D: un caballo ((…)) B: ¡ye! acabaros la Cocacolaì tíos C: ¿eh? B: acabaros esta Cocacola A: os la regalamos// mezcla a ver D: Yeti/// yo no soy un criado tuyo ¿eh? C: no/ eres una sirvienta

Como puede observarse, hay escasa atenuación, los actos aparecen intensificados, realzados, pero, aunque verbalmente amenazantes y codificados como descorteses, no se interpretan de ese modo, antes bien, son señas de solidaridad o, incluso, de identidad grupal (en el caso de los jóvenes), modos de estrechar si cabe más los lazos entre los miembros de dicho grupo. Estos actos anticorteses son, por tanto, mecanismos estratégicos de acercamiento social o afiliación. 50. Artrosis. 51.  Señala su espalda. 52.  Cf. Briz (2003), Zimmermann (2003) y Albelda (2005). 53.  Cf. Briz y Grupo Val.Es.Co. (2002: H.38.A.1: pp. 150 y ss., líneas 9-10, 65-66 y 502-515).

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Zimmermann (2003) lo constata al comparar conversaciones entre hablante jóvenes varones de España (utiliza una conversación del corpus Val.Es.Co.), México y Uruguay, y considera que esos comportamientos son antinormativos (van contra las normas del mundo adulto) y crean identidad masculina. Así lo documenta también Palazzo (2005) en la interacción de jóvenes argentinos a través del chat o diálogo electrónico. Pero es preciso ir más allá, pues esta anticortesía, al menos en España, aparece también en mujeres y no necesariamente se da en el estrato social más joven. En efecto, la anticortesía o descortesía fingida va en España más allá del sexo y de la edad, como hemos visto ya en varios ejemplos (baste recordar el ejemplo del matrimonio), y como documenta, asimismo, Bernal (2005) a partir de otros ejemplos extraídos del corpus Val.Es.Co. Puede que alguna de estas variables sociales tenga una incidencia mayor, si bien ello está por confirmar (quizá, el sexo varón) o que la significación sea similar y que, por ejemplo, dicho sexo, el nivel sociocultural bajo y la edad jóven (–25 años) marquen más bien diferencias de grado en la escala de esa anticortesía o intensificación anticortés. Según el análisis cualitativo, comprobado estadísticamente mediante el test de la c2, podemos concluir (con el 99 % de probabilidad) que la dependencia o asociación entre el parámetro situación comunicativa o, más exactamente, el género discursivo y la cortesía es positiva: los contextos situacionales determinan el número y el tipo de actos amenazadores de la imagen y los actos corteses, y así también la presencia mayor o menor de atenuantes. Resumiendo, la entrevista, un género discursivo de menor inmediatez comunicativa (los interlocutores no tienen saberes compartidos, hay desigualdad funcional, el marco de interacción no es familiar, el fin es menos interpersonal, etc.) presenta: + atenuantes (relacionados con la imagen del hablante, eso que denominábamos imagen sin cortesía) – atenuantes corteses (–cortesía atenuadora; es decir, menos actividad de imagen relacionada con el tú, de imagen con cortesía) – valorizantes (–cortesía agradadora) – intensificación anticortés – habla simultánea (pregunta/respuesta) – compromiso afectivo – cercanía física al hablar (en este caso, impuesta, hay una mesa entre entrevistador y entrevistado). Un resultado no del todo sorprendente: hay escasas manifestaciones de cortesía y, si las hay, son más de cortesía ritual, porque, el dato está en correlación, quizá, con el género discursivo y con los fines menos interpersonales de este género. Si este hecho se confirma para el caso de las entrevistas semidirigidas y, en concreto, para todas aquellas que se ajustan prototípicamente a los parámetros de ÍNDICE

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dicho género, no parece muy rentable seguir practicando análisis sobre este tipo de corpus, a no ser que nuestro objetivo sea, por ejemplo, el del estudio de las actividades de imagen sin cortesía, estas sí frecuentes. La conversación coloquial (peninsular), un género de más inmediatez comunicativa (de +relación vivencial de proximidad, +relación de igualdad social y funcional, +interpersonal, etc.), presenta:

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– atenuantes (–cortesía atenuadora) + valorizantes (+cortesía agradadora) + intensificación anticortés + habla simultánea + compromiso afectivo + cercanía física No sorprende por lo dicho hasta aquí la alta presencia de cortesía agradadora o valorizante, algo menos frecuente, como decíamos en hombres que en mujeres y también algo menos frecuente en jóvenes, ni tampoco la escasa presencia de cortesía ritual. Hay muchos actos codificados como amenazantes (FTA) sin atenuación (en esto es diferente, según el análisis preliminar antes apuntado, por ejemplo, la conversación coloquial venezolana y española, aunque hay coincidencia en el apunte sociolingüístico: aparece con menos frecuencia en mujeres de estrato alto). Y a menudo aparece asimismo la anticortesía. Un dato final. En el análisis de una conversación (SCAWM406) del corpus Cola, dirigido por Annette Jörgensen54, entre seis jóvenes chilenos (–25 años) de la escuela secundaria y de estrato sociocultural medio, grabada en su colegio, se observa que no existe apenas atenuación y que la cortesía deferencial es escasa, que además, es muy frecuente la anticortesía, aunque menos frecuente en las chicas. Así pues, los jóvenes chilenos en la conversación cotidiana, coloquial, parece que emplean un estilo comunicativo similar al de los jóvenes españoles. Repárese en la frecuencia de actos codificados como amenazantes (FTAs) sin atenuar: insultos, recriminaciones, descalificaciones sobre la personalidad de los compañeros, formas todas estas de anticortesía: (22)

4g22: qué pusiste carlos/ está grande 4j13: estás pololeando todavía 4g01: no ya terminé ya 4g22: qué terminaron con vos

54.  Agradecemos a Annette Myre Jörgensen, directora del proyecto Cola y a Eli Mari Drange Danbolt, miembro del equipo Cola, profesoras ambas de la Universidad de Bergen, que nos hayan facilitado el corpus.

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4g01: qué conmigo huevón 4j13: pues a mí me dijeron que terminaron con vos 4g22: qué sabe vos 4j13: vos/ que vienes 4g23: qué sabes vos huevón/ me contaron otra versión 4g01: y la conociste ya/ {ruido/} 4g22: cuerpo chico huevón (…) 4g01: para qué es esa hoja/ 4g24: puntaje nacional ah sí toda la huevada al pedo así 4g01: vos vas a ser puntaje nacional huevón cuándo/ dime cuántos meses llevas en el preuniversitario/ de las veces de las veces que te inscribiste 4g25: uno o dos 4g24: no he ido caleta de veces/ simulacro no más pues 4g01: caleta de veces 4g24: aunque no me crees una vez hubo un simulacro nada más las demás fui todas 4g01: huevón tienes que ir a este simulacro 4g24: pero si no me he inscrito pues 4g01: puta yyyy 4g24: no tengo tiempo en las mañanas 4g01: tú- qué piensas hacer con tu vida 4g25: no voy a hacer la psu voy a hacer la práctica al tiro 4g01: sí hacer la hueva- hacer la práctica al tiro loco 4g25: voy a empezar a 4g24: qué huevada sabes hacer dime qué sabes hacer pero bien así que se ve que no te equivocas

Como vemos, la anticortesía (sea con función “identitaria” –la palabra no es mía–, de manifestación de la identidad de un grupo social, o con función lúdica) aparece en la conversación coloquial de jóvenes de aquí y de allá. 9. Conclusiones La atenuación es una estrategia de distancia lingüística y de acercamiento social. Me alejo tácticamente de lo que digo o hago, presento borrosos los conceptos o mi punto de vista o mi intención para llegar con éxito a la meta, que no es otra que lograr la aceptación, el visto bueno, el acuerdo del otro o un menor desacuerdo. Pero al tiempo que me distancio del mensaje, me acerco a mi interlocutor, al otro, para aumentar la intersubjetividad, lograr estrechar los lazos interpersonales, una mayor comunión fática. La atenuación es una estrategia relacionada, así pues, con la imagen, aunque solo a veces se relaciona con la imagen cortés. Cuando así ocurre, constituye una ÍNDICE

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estrategia para la eficacia social o, a través de esta –lo que ocurre con más frecuencia en España– para la eficacia lingüística (el logro del fin previsto). Hemos propuesto tres enfoques, aspectos o aproximaciones al estudio de la cortesía o, más concretamente, de la atenuación cortés: 1) El semántico, a partir del cual el estudio de la atenuación se centrará en el significado codificado de dicho fenómeno, de acuerdo con las escalas establecidas en cada lengua y cultura. En resumen, la atenuación como escala (gradación semántica). 2) El pragmático, que explica la atenuación como estrategia para la lograr la aceptación del otro, y que asigna a dicho fenómeno atenuador un valor interpretado a partir de la situación y de los rasgos de usuario. De hecho, hemos notado que actos codificados como amenazantes (descorteses) no se interpretan como tales. La atenuación como estrategia. 3) Y el sociopragmático, que nos permite explicar la atenuación y la cortesía en general en virtud de diferencias culturales. En concreto, se plantea un estudio ahora de la atenuación como recurso en las culturas de menos acercamiento o de más distanciamiento, es decir (y tal como hemos entendido el término acercamiento) en situaciones de menos inmediatez comunicativa. La situación de inmediatez, que es la que intentan construir o construyen las culturas de acercamiento o solidaridad, favorece la menor presencia de atenuantes y la mayor presencia de valorizantes, sin que por ello se entienda como descortés, por amenazador o como excesivamente agradador. No extraña por ello que en la conversación coloquial, el prototipo de interacción de inmediatez, escaseen los recursos o tácticas de atenuación, frente a la entrevista (un género de +distancia interpersonal). Y que en dicha conversación puedan aparecer usos codificados como descorteses o anticorteses, pues se interpretan pocas veces como amenazadores de la imagen o autonomía del otro. Es cierto que no ocurre igual en España y en América. El español de algunas zonas de España pertenece a una cultura de más acercamiento que el de otras zonas de América, de acuerdo con una serie de rasgos examinados y, especialmente, el de la atenuación. Sí, en general, en América se es más atenuado que en España. Y sí, en general, en España existe menos cortesía ritual y es mucho menos frecuente el atenuante esencialmente cortés. Dichos mitigadores corteses aparecen en la conversación española (peninsular) cuando existe problematicidad en los temas tratados, o los ideomas o imágenes básicas españolas están en peligro, o existen o se perciben ciertos impedimentos para lograr la meta prevista. En otras palabras, en España, en general, la cortesía es un medio para lograr un fin (confesable o inconfesable). ÍNDICE

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En fin, las diferencias lingüísticas y culturales en las variedades del español en el uso de la atenuación y de la actividad cortés en general se explican mejor atendiendo a los rasgos de situación, a la formalidad y cotidianidad del discurso, a los géneros discursivos y a los rasgos y papeles de los interlocutores en cada interacción. Y no solo las diferencias, sino las coincidencias, frente a otras lenguas y culturas como, por ejemplo, la inglesa, la holandesa o la sueca. Todo lo anterior constituye un conjunto de hipótesis de trabajo, algunas de las cuales han sido confirmadas con datos y estadísticamente para el caso, sobre todo, del español de un área concreta, Valencia (España). A partir de otros análisis empíricos que estamos realizando y que están realizando numerosos investigadores de la cortesía en el mundo hispánico podremos confirmarlas en otras zonas.

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ANEXO: Cuadros Los cuadros están tomados de Albelda (2004: 119, 120 y 121). Ver Anexo en páginas siguientes.

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Cuadro 1

5556

Clave Conversaciones

H.38.A1 (30’)

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G.68.B1 (39’)

MT.97.A1 (21’)

IH.340.A1 (7’)

RV.114.A1 (11’)

Ftas

50

12

2

3

37

Ftas Intens.

33

0

0

0

8

Ftas Aten.

1

13

3

1

8

Ffas

Rasgos Situacionales

58

–  4 chicos: 3 estudiantes, 1 profesor –  AMIGOS ÍNTIMOS –  nivel sociocultural medio – tema: relaciones de pareja, alcohol, cine – espacio físico: la playa

12755

– 2 mujeres (> 55 años) e hijo de una – FAMILIA: madre, cuñada, sobrino – nivel sociocultural bajo-medio – tema: asuntos de familia cotidianos – espacio físico: casa de la cuñada

8056

– 3 mujeres, 1 hombre, 26-55 años – COMPAÑEROS TRABAJO, ± AMIGOS – nivel sociocultural alto – tema: astrología, la educación – espacio físico: sala de profesores

38

– 2 mujeres (27-33 años) – FAMILIA: hermanas – nivel sociocultural alto – tema: objetos casa, fotos de un viaje – espacio físico: casa de una de ellas

14

– matrimonio, hijo, sobrina pequeña – FAMILIA – nivel sociocultural bajo – tema: enfermedades (discusiones) – espacio físico: casa de la familia

55. En estos casos, muchos de los FFAs coinciden con las manifestaciones de acuerdo entre los interlocutores (claro, sí, etc.): al expresar acuerdo, un interlocutor puede estar pretendiendo a la vez mostrarse cortés. Resultaría interesante dedicar un estudio a la concurrencia de ambos aspectos. 56.  De aquí, solo cinco son halagos o elogios dirigidos directamente a ensalzar la imagen.

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Cuadro 2 Clave

Entrevistas

N.° 10 JRG.98-5 (39’)

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N.º 12 JRG.99-1 (44’)

N.º 13 JRG.99-2 (34’)

N.º 14 JRG.99-3 (33’) N.º 19 JRG.99-8 (36’)

Ftas

1 ¿?

0

1 ¿?

1 ¿?

1 ¿?

Ftas

Intens.

0

0

0

0

0

Ftas Aten.

8

5

5

11

6

Ffas

Rasgos Situacionales (todos son de nivel sociocultural alto; espacio físico: un despacho de la facultad)

22

– mujer, 58 años – estudios superiores: profesora – relación E↔I: iguales no solidarios – tratamiento: usted

9

– hombre, 59 años – estudios superiores: inspector – relación E↔I: iguales no solidarios pero actúan como iguales solidarios – tratamiento: tú

12

– mujer, 58 años – estudios superiores: profesora – relación E↔I: iguales no solidarios pero actúan como iguales solidarios – tratamiento: tú

4

– mujer, 31 años – estudios superiores: profesora – relación E↔I: de E a I, igual solidario, de I a E, superior solidario – tratamiento: E a I, tú; I a E, usted

11

– mujer, 48 años – estudios superiores: profesora univers. – relación E↔I: iguales solidarios – tratamiento: tú

Cuadro 3 Conversaciones Entrevistas Totales

Ftas

Ftas Intens.

Ftas Aten.

Ffas

Totales

96,29

37,96

24,07

293,51

451,83

2,15

0,00

0,18

0,31

2,64

98,44

37,96

24,25

293,82

454,47

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Las unidades

de la conversación

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Turno y alternancia de turno

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en la conversación*

La palabra turno es sinónima de orden. Un mecanismo de orden en la vida y en el lenguaje. Desde el punto de vista conceptual, el turno responde a una forma de sucesión establecida o prevista para hacer, decir o recibir algo. Es un mecanismo de regulación social en cualquier interacción. En esta se entiende que alguien tiene el turno cuando le corresponde el momento de la acción. Dar el turno es favorecer o hacer posible dicha acción. Tomar el turno es pedir o ejercer la acción, haciéndola o recibiéndola1. 1.  Los turnos de habla. La alternancia como orden conversacional La conversación, manifestación prototípica de la interacción lingüística, queda regulada a partir de este orden social, con la característica añadida de que la toma y cesión de turnos, es decir la alternancia de habla, no está prevista ni establecida previamente, sino que se produce sobre la marcha2. *  El presente trabajo se publicó originalmente en (2000): Revista Argentina de Lingüística, n.º 16, ISSN 0326-6400, pp. 9-32. Agradecemos a dicha revista su permiso para la reproducción de este trabajo. 1.  Las discusiones que se llevan a cabo actualmente en el seno del grupo Val.Es.Co. sobre las unidades de la conversación, además de rectificar en algún punto la definición inicial de la unidad turno (Briz 1998), me han llevado incluso a modificar la última versión aparecida este mismo año (Briz y Grupo Val.Es.Co. 2000: esp. cap. 2). Por tanto, este trabajo debe mucho a las reflexiones y comentarios de todos sus miembros y, en concreto, a las aportaciones de los profesores Ruiz Gurillo, Pons e Hidalgo. 2.  Es cierto, no obstante, que la citada alternancia, la cesión y toma de los turnos, se rige en principio por un conjunto de reglas y a menudo viene marcada por una serie de señales situadas en algún punto de la intervención del hablante (sobre todo, al final o hacia el final de esta), que el oyente reconoce como Lugar de Transición Pertinente (LTP), esto es, como momento adecuado para que se produzca la sucesión de habla (vid. Sacks et al. 1974; Levinson 1983: 283 y ss.; Gallardo 1996: 60 y ss.). Ahora bien, estas reglas y, sobre todo, las señales (silencios, gestos, miradas, inflexiones tonales finales, pausas, vacilaciones, suspensiones, recursos fático-apelativos…) presentan cierta singularidad en la conversación coloquial (Hidalgo 1998).

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Atendiendo a distintos criterios de definición de los discursos, el canal de comunicación (+/–oral), la estructura interna (+/–dialogal), el modo o situación de la acción (+/–inmediato) y la progresión y el reparto de papeles comunicativos (+/–cooperativo y dinámico), en varios lugares (Briz 1996, 1998; y Briz y Grupo Val.Es.Co. 2000.), hemos caracterizado la conversación como un discurso:

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–– Oral, una modalidad o realización producida y recibida por el canal fónico. –– Dialogal, por la sucesión de intercambios. –– Inmediato, que se desarrolla en la coordenada espacio-temporal aquíahora-ante ti. –– Cooperativo, pues se obra juntamente con otro y su intervención, y dinámico, por la continua permuta y cambio de papeles entre los interlocutores (de hablante a oyente, de oyente a hablante), por la alternancia de turnos. Pero, sobre todo, el rasgo pertinente y definidor de la conversación, que la distingue de otros discursos dialogales como la entrevista, el debate, etc., es, como se señalaba antes, la alternancia de turnos no predeterminada, no negociada de forma previa. Nuestro propósito aquí es definir o, más exactamente, establecer los criterios de reconocimiento de la unidad turno en la conversación, así como situarla en el nivel que le corresponde. De entrada puede afirmarse que una conversación, desde el punto de vista de su estructura interna, se organiza en unidades “monologales” o inferiores (Acto de habla e Intervención) y unidades “dialogales” o superiores (Intercambio y Diálogo)3. Externamente se estructura en turnos de habla. A partir de estos se va regulando la actuación lingüística, la participación de los interlocutores en la conversación y se logra que la conversación progrese dentro de un orden, un orden social, que puede variar de acuerdo a ciertas culturas. Según lo anterior, teórica y metodológicamente, conviene mantener separado el estudio de unas y otras unidades, puesto que hacen referencia a órdenes distintos, respectivamente, a un orden estructural interno y a un orden externo de carácter social4. Una conversación, como producto lingüístico, se articula internamente en constituyentes dialogales o superiores, los cuales resultan de la combinación de unidades menores o monologales. Como manifestación lingüística dinámica es un discurso que progresa de acuerdo con el reparto, permuta y cambio de papeles enunciativos. Quién y cómo se repartan los papeles, de qué modo progresen, se ordenen y distribuyan esos papeles son hechos externos y lineales, que no afectan 3.  Una propuesta de definición de todas estas unidades, en Briz (1998: 52-63) y Briz y Grupo Val.Es.Co. (2000: cap. 2). Ver otras definiciones en Roulet (1981), Roulet et al. (1985), Roulet (1991) y Kerbrat-Orecchioni (1990). 4.  López (1995) entiende el turno como unidad natural, frente a la oración, como unidad gramatical.

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al armazón estructural jerárquico5. Ello explica, por ejemplo, que la conversación, el debate, la entrevista, el juicio oral, etc., sean productos discursivos similares en cuanto a su estructura interna y, sin embargo, constituyan distintos tipos o géneros discursivos atendiendo a su diferente dinámica interactiva y, en concreto, al modo y manera de alternar y distribuir el habla, un hecho este, sin duda, más de carácter sociocultural. 2.  ¿Qué es un turno de habla? ¿dónde empieza y acaba un turno de habla? ¿cuándo puede hablarse de alternancia de turno?

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Sin duda, el turno es ocupado por la intervención de un hablante y la alternancia de turno supone, por tanto, un cambio de voz. Ahora bien, a) ¿Toda intervención de un participante en la conversación forma un turno? b) ¿Cuando hay intercambio, existe cambio de turno? c) ¿Siempre que cambia la voz, cambia el turno? Si la respuesta a las tres preguntas anteriores es afirmativa, en el intercambio de (1) se apuntará la existencia de dos turnos de habla, ya que son fácilmente reconocibles: (a) dos intervenciones sucesivas, (b) el intercambio de intervenciones, inicio-reacción, (c) el cambio de voz: (1)

A: ¿dónde está tu madre? B: creo que está en la peluquería

Así pues, ante intercambios de este tipo, pares adyacentes de pregunta-respuesta, invitación-aceptación, etc., no cabe duda: hay alternancia de turno. Del mismo modo, en el fragmento de (2), extraído de Briz (coord.) (1995) se reconocerían 13 turnos (por tanto, 12 alternancias), que aparecen marcados con el número a la izquierda de la letra identificadora del participante: (2)

l. J: ¿te vas ya/ Gerardo? 2. G: sí/ porque a las ocho he quedao con Pablo el de (()) para irnos a correr↑ y mientras llego a casa/ [me cambio=] 3. J: [¡ay qué bien!] 4. G: = y calientoo→ / / / [que ((  )) media horita] 5. J: [¿qué hora es?] 6. C: las o- las siete y pico °(¿no?)° 7. S: son laas/ siete/ y cuarto/ y diez/ / siete y diez

5.  En todo caso, la jeraquización en cuanto a la toma y cesión de turnos afecta a la relación interpersonal y social entre los participantes en una interacción.

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8. G: el día ventiunoo me imagino que vendréis aa(a)nimar y a hacer fotografías / [¿no?] 9. J: [yo a correr)/ ¿eh? 10. G: ¿tú a correr?§ 11. J: § y mi hermano también/ Lorenzo 12. S: [¿qué pasa el día ventiuno?] 13. G: [((dame tu nombre))) completoo↑ / el dénei↑6 fecha de nacimiento↑ / / yy / ya nada [AP.80.A1: 1-16]

Como explicaremos a continuación, el recuento es erróneo, pues algunas de las intervenciones de (2) no ocupan turno. Valga la siguiente comparación con la regulación e identificación de los turnos en una transacción cotidiana. Mientras un empleado de banca atiende a un diente (A), llega otro (B) y solicita un cambio de billetes en moneda más pequeña. Si la petición de (B) no es atendida por el empleado, podremos decir que ha intervenido e intentado ganar la vez, pero no habrá obtenido el turno. En cambio, si el empleado, saltándose la norma básica reguladora del turno, la cola, atiende la solicitud de B, diremos que este no solo interviene, sino que usurpa el turno de A. En la interacción lingüística ocurre algo similar. Aunque todo turno supone que alguien interviene o va a intervenir, no siempre la intervención de un interlocutor constituye un turno y, por tanto, la sucesión de intervenciones tampoco significa necesariamente alternancia de turno: las intervenciones señaladas como 3 y 12 en el fragmento de (2) no son atendidas por ninguno de los participantes (comp. con el primero de los supuestos del ejemplo de transacción cotidiana anterior) y, por tanto, no ocupan turno de habla. El cambio de voz que esas intervenciones suponen no es suficiente para suponer a su vez un cambio de turno por el mismo motivo apuntado. Ni tampoco, como observaremos más abajo, todo intercambio es la combinación de dos turnos de habla7. 2.1.  Nuestra propuesta Proponemos definir la unidad turno como hueco o lugar de habla rellenado con emisiones informativas (comp. Gallardo 1993, Gallardo 1996 y Gallardo 1998) que son reconocidas por los interlocutores mediante su atención manifiesta 6.  Documento Nacional de Identidad (D.N.I.). 7.  Esta definición contrasta con la de otros autores. Así, para Gallardo (1998: 18), en la oralidad el turno viene marcado “por el cambio de voz”. Hay turnos que “proporcionan información y son los que aseguran el avance temático del diálogo” y son las intervenciones. Y hay otros que “carecen de contenido proposicional y su valor es marcadamente metadiscursivo”, se trata de “señales de atención continuada”, “señales de retroalimentación”, etc.

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y simultánea (Sacks et al. 1974), la unidad que hace que la conversación progrese dentro de un orden (Fant 1996: 150). El límite de un turno es el final de una intervención iniciativa de un hablante A. Habrá un nuevo turno y, por tanto, alternancia de turno cuando la intervención reactiva de otro hablante B sea solicitada o, simplemente, reconocida y aceptada como tal por A. El final de dicha intervención será ahora el límite de un nuevo turno y así sucesivamente. Alguien que ha sido aceptado y elegido como miembro representante de una junta en una sociedad cualquiera tiene voz y voto; en cambio, el mero asistente a dicha junta solo tiene voz. Convengamos que el emisor emite sonidos, tiene voz. El hablante, además de voz, tiene la facultad concedida por el grupo de interlocutores para participar en un momento dado. Por consiguiente, entendemos que un hablante lo es cuando ha sido seleccionado, elegido como tal por algún interlocutor presente en la interacción; si no es así, las emisiones de este quedarán como tales, será únicamente emisor; de otro modo, tendrá voz, pero no voto, habrá intervenido, si bien no habrá obtenido el turno. Dada esta definición, en el fragmento anterior se reconocerán únicamente diez turnos (nueve alternancias): (2) l. J: ¿te vas ya/ Gerardo? 2. G: sí/ porque a las ocho he quedao con Pablo el de ((  )) para irnos a correr↑ y mientras llego a casa / [me cambio=] J: [¡ay qué bien!] G: = y calientoo→ /// [que ((  )) media horita] 3. J: [¿qué hora es?] 4. C: las o- las siete y pico °(¿no?)° 5. S: son laas/ siete/ y cuar to/ y diez/ / sie te y diez 6. G: el día ventiunoo me imagino que vendréis aa(a)nimar y a hacer fotografías/ [¿no?] 7. J: [yo a correr]/ ¿eh? 8. G: ¿tú a correr?§ 9. J: § y mi hermano también/ Lorenzo S: [¿qué pasa el día ventiuno?] 10. G: [((dame tu nombre))] completoo↑ / el dénei↑ fecha de nacímiento↑ / / yy/ ya nada

La interrogación-pregunta (personalizada) de J rellena el primer turno (lJ) y marca ya la cesión del mismo a G (2G), que es la respuesta. La siguiente de J (¡ay qué bien!) es solo una intervención reactiva de paso, intercalada y solapada con la intervención y turno de G (el solapamiento aparece marcado entre corchetes), que no es tenida en cuenta por ninguno de los interlocutores, luego no ocupa turno, ha cambiado la voz, pero no el hablante. En cambio, (3J: ¿qué hora es?) es una intervención de inicio-pregunta que, además de un cambio de voz, supone ÍNDICE

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cambio de hablante, por tanto, un turno, dado que es atendida por los interlocutores C (4C: las o- las siete y pico °(¿no?)°) y S (5S: Son laas/ siete/ y cuarto/ y diez// siete y diez). Las de estos ocupan también un turno de habla al ser respuestas requeridas por la pregunta anterior de J. A partir de este momento, existe alternancia de turno entre G y J, hablantes y emisores, hasta el final del fragmento. El interlocutor G (6G) provoca con su requerimiento (el día ventitunoo me imagino que vendréis aa(a)nimar y a hacer fotografías/ ¿no?) la reacción de J (7J: yo a correr/ ¿eh?), y esta a su vez favorece un turno-intervención reactivoiniciativo de petición de confirmación de G (10 G: ¿tú a correr?), que se ve contestado por J (9J: y mi hermano también/ Lorenzo), que de nuevo y finalmente cede el turno a G (10G: ((pues dame tu nombre)) completoo/ el dénei fecha de nacimiento// yy/ ya nada). No ocupa turno la intervención-pregunta de S (¿qué pasa el día veintiuno?), dado que no es atendida por el resto de los participantes. S es emisor, pero no hablante. Toda una serie de intervenciones de paso, reactivo valorativas, fáticas, reafirmadoras de opinión, que no ocupan turno (en el fragmento anterior se identifican sin marca de número a la izquierda) aparecen con frecuencia en el transcurso de una conversación. En el ejemplo de (3), las de B son intervenciones colaborativas, fáticas o reafirmadoras, que no son atendidas por A y, en consecuencia, no ocupan un turno de habla (en todo caso, la primera irrumpe en el de A de forma momentánea y solapada). De hecho, A continúa su intervención y con el turno: (3) 1A: el Valencia es un equipo que da una de cal y otra [de arena =] B: [sí es verdad] A: = porqu’es que no me digas tú a mí que perder con el Valladolid§ B: §con el Valladolid A: no es fuerte

Toda alternancia de turno, según señalábamos más arriba, es un intercambio, pero no todo intercambio supone dicha alternancia. En (3), las de B son intervenciones reactivas y como tales se relacionan con la intervención de inicio de A, forman, así pues, intercambio, pero no existe alternancia de turno. El intercambio conlleva un cambio de voz, un participante que reacciona, pero para hablar de dos turnos distintos en el mismo es necesario que exista además una atención manifiesta y simultánea o aceptación de los interlocutores, de otro modo, que la voz de un emisor sea ratificada o aceptada realmente como hablante. De acuerdo con nuestra definición de turno, emisión informativa que o bien es solicitada o bien es atendida por un interlocutor, en el fragmento de (4) hay siete turnos (y seis alternancias de turno): (4)

1B1: haberte comprao un pecé 2A1: no↓ porquee yo [es el único que puedo[utilizar]

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3C1: [¿te has comprao un ordenador?] 4A2: = síi 5B2: pero el pecé con- [yee el pecé con güindou↑8 =] C2: [¿y dónde te lo has comprao?] B: = es lo mismo que Maquintos 6A3: ya ya [con ventanillas y eso] C3: [¿de qué marca te lo has comprao↑?] 7B3: ade- además que[es mucho mejor que el Maquintos ¿eh?] [H.38.A.1: 740-753]

Los turnos aparecen marcados con un número a la izquierda de la letra identificadora (por ejemplo, 1B); la ausencia de numeración a la izquierda señala que lo dicho no ocupa turno. El número a la derecha marca cada una de las intervenciones (por ejemplo, B1); su ausencia indica que se trata de la misma intervención (nótese la continuación de la intervención de B2 tras la intervención de C2). Las únicas intervenciones que no son atendidas por los interlocutores son las de C (C2: ¿y dónde te lo has comprao? y C3: ¿de qué marca te lo has comprao?), de ahí que no lleguen a constituir turno. La recomendación de B1, así como la reacción de A1, constituyen turnos; del mismo modo, el par pregunta-respuesta, C1 y A2, supone alternancia de turno (como puede observarse, C1 se superpone, ocupa el turno de A1 y lo logra, según muestra la respuesta de A2). Se produce también dicha alternancia entre la valoración de B2 (una intervención discontinua, esto es, que sigue tras la intervención solapada de C2), la intervención reactiva de A3 y la nueva apreciación de B3. En (5), la intervención de C ocupa un turno, como se desprende de la segunda intervención de A, que aporta más datos ante la manifestación de sorpresa de aquel. De este modo, podemos afirmar que entre la primera intervención de A y la de C existe alternancia de turno. Por el contrario, no existe tal alternancia de turno entre A y B, pues además de que la noticia se dirige expresamente a C (B ya conoce la información, de ahí su añadido informativo), la segunda intervención de A solo atiende y reconoce la intervención de dicho interlocutor C. En todo caso, podría decirse que las intervenciones de B y C ocupan simultáneamente por un momento el mismo turno (es decir, ambos son emisores en un mismo espacio y tiempo, aunque para A solo C es hablante). (5)

1A: B: 2C: 3A:

EEs que a mi marido lo han hecho fijo [en la fábrica] [¿SÍII?] ¡qué BIIEEN!§ § antes de ayer-↓- se lo dijeron [RB.37.B.1: 26-29]

8.  Window, ventana, uso literal del término informático.

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2.2. El respeto o transgresión de las reglas de alternancia de turno. ‘Tener, dar, ceder, tomar y robar el turno’ En la alternancia de turno cabe distinguir varias situaciones que pasamos a comentar.

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2.2.1.  Tener el turno Un participante A que es aceptado o ratificado en el papel de hablante por el resto de los interlocutores está en posesión del turno. En principio, será el que a partir de ese momento regule la transición, conceda y dé el turno a otro interlocutor. Entretanto, los receptores pueden ser simples escuchas o pueden ratificar lingüística o extralingüísticamente el turno o papel de hablante de A mediante señales reactivas fáticas, emisiones reafirmadoras a su vez del papel funcional de oyentes que estos siguen teniendo, aun cuando sean emisores. Los lugares de transición pertinente (ver nuestra n. 2), que están por lo general marcados verbal o extraverbalmente y coinciden con frecuencia con el final de una unidad comunicativamente completa, son marcas de aviso del nuevo turno en puerta, indicadores de que va a llegar “tu” turno, de abandono y cesión del mismo. 2.2.2.  Dar o ceder el turno a un interlocutor Se trata de la alternancia ideal. Te toca el turno. El hablante A selecciona, da el turno, directa o indirectamente a un oyente B, a través de recursos verbales (una frase interrogativa absoluta, pronominal, la frase exhortativa, imperativa, tag questions (Jefferson 1973), etc.), o extraverbales –una mirada, un gesto con la mano, etc. En efecto, existen intervenciones de inicio (preguntas, invitaciones, peticiones, etc.) que de forma directa intentan provocar (exigen) una reacción o respuesta del interlocutor, luego es evidente que en tales casos el hablante da el turno a su oyente, que pasa a ocupar el papel de hablante, y se produce, por tanto, alternancia de turno: (6)

B: ¿qué haces aquí solo/ tío? A: nada / nada

Otras intervenciones (juicios, valoraciones, reproches, etc.) simplemente provocan habla posterior, en tales casos el hablante consume su turno y parece cederlo a su interlocutor, el cual, aunque sin tanto grado de exigencia como en los casos anteriores, entiende que ha de ocuparlo: ÍNDICE

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(7)

A: será que soy una cosa rara B: no creo que seas tan rara

(8)

A: mira no lo sé/ ere- es que no no no- es que ya no estoy seguro de nada B: pero ¿de qué? ¿de lo de salir conmigo?

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2.2.3.  Ceder el turno a cualesquiera Aunque con mayor frecuencia el hablante que abandona o cede su turno selecciona al interlocutor, ocurre en ocasiones que la cesión de turno no se realiza de manera selectiva y otro hablante cualquiera se hace con el turno. Dicho lo cual, parece evidente que todas las intervenciones o actos de respuesta9, reactivos, que sean resultado del cumplimiento de ciertas obligaciones derivadas de los actos iniciativos anteriores (contestar a una pregunta, a un deseo, petición o invitación, responder a una valoración, etc.), estén o no seleccionados los hablantes en cuestión, ocuparán turno. 2.2.4.  La autoselección. El robo de turno Es verdad que los hablantes en una conversación múltiple hablan por lo general “dos a dos” (Gallardo 1998: 41), siendo el resto de los interlocutores no seleccionados oyentes o escuchas. Pero ocurre con frecuencia que algunos de estos desean con prontitud dejar de serlo y, aunque no sean seleccionados, se autoseleccionan y luchan por obtener el turno. Piden el turno, me toca el turno, con intervenciones que se adelantan o se solapan a la respuesta del que en ese momento lo ostenta, se cuelan o intentan colarse. En (9), los hablantes G y J alternan el turno. El oyente S ha quedado al margen e intenta, sin conseguirlo, obtener el turno. Su intervención no es reconocida ni aceptada por los interlocutores, o solo consigue ocupar por momentos el turnointervención de otro (de G): (9) 1. G: el día ventiunoo me imagino que vendréis aa(a)nimar y a hacer fotografías/ [¿no?] 2. J: [yo a correr]/ ¿eh? 3. G: ¿tú a correr?§ 4. J: § y mi hermano también/ Lorenzo

9.  Moeschler (1982: 110-118) señala entre las reacciones las de aceptación, respuesta afirmativa, confirmación, evaluación positiva; rechazo, respuesta negativa, invalidación, evaluación negativa, réplica, etc. Krüger (1996: esp. 208) distingue los actos de aceptación, reacciones positivas o negativas de un hablante que siguen convencionalmente a actos de habla representativos y valorativos, de los actos reactivos a preguntas y exhortaciones, los cuales responden a obligaciones establecidas previamente.

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S: G:

[¿qué pasa el día ventiuno?] [((dame tu nombre))] completoo↑ / el dénei↑ fecha de nacimiento↑/ / yy/ ya nada [AP.80.Al: 9-16]

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Así pues, la cesión y toma de turnos más o menos sincronizada se altera cuando un interlocutor se autoselecciona y su intervención, sin que estuviera previsto, intenta o logra obtener el turno, con o sin conflicto. Notemos, ampliado ahora en (10) el fragmento de conversación anterior, cómo S vuelve a solicitar el turno con la misma pregunta (¿qué pasa el día veintiuno), solapada con la intervención de J (6.J). Finalmente, el hablante G (7.G), en la segunda parte de su intervención (… queee corremos laaa- la media maratón), parece reconocer ahora (el turno en espera de S) y concedérselo definitivamente al aceptar y contestar a su pregunta: (10) 1. G: el día ventiunoo me imagino que vendréis aa(a)nimar y a hacer fotografías/ [¿no?] 2. J: [yo a correr]/ ¿eh? 3. G: ¿tú a correr?§ 4. J: § y mi hermano también/ Lorenzo S: [¿qué pasa el día ventiuno?] 5. G: [((dame tu nombre))] completoo↑/ el dénei↑ fecha de nacimiento↑// yy/ ya nada 6. J: y si es la federación [((  ))] S: [¿qué pasa] el día ventiuno? 7. G: ¿en qué categor- n- qué categoría quie(re)s inscribirte? queeee corremos laaa- la media maratón

2.3.  Los desórdenes Con frecuencia, algunos desórdenes vienen provocados por errores de interpretación en la cesión de turnos. Un oyente interpreta erróneamente un lugar de transición pertinente e interviene, o el propio hablante provoca involuntariamente dicho error, por ejemplo, al hacer una pausa demasiado larga en su elocución, etc. Ahora bien, son algunas de las situaciones descritas en el apartado anterior las que más favorecen o provocan estos desórdenes en la alternancia de turnos. La falta de selección de hablante o de cesión selectiva puede provocar a menudo desajustes en la toma de turno, como es, por ejemplo, el caso de las intervenciones de arranque simultáneo: dos interlocutores toman u ocupan el turno a la vez, bien de forma momentánea, uno de ellos interrumpe su intervención y abandona el turno, o bien hasta el final del mismo (quizá, podría hablarse de turno colectivo10). 10.  Ver Gallardo (1998: 41).

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El mayor conflicto suele, sin embargo, producirse con la autoselección, ya que no siempre existe acuerdo o conformidad del resto de participantes y, sobre todo, del que estaba en posesión del turno. Ello provoca muchos de los fenómenos de habla simultánea, es decir, intervenciones superpuestas de dos o más interlocutores, los cuales no cejan en su propósito ya de mantener o recuperar el turno, ya de hacerse con él, de robarlo. El resultado o consecuencia de la autoselección puede ser, por tanto, –– que en esa lucha entre dos, uno conceda, admita y acepte la victoria del otro, en cuyo caso el vencedor habrá logrado mantener o robar el turno; –– que el supuesto ladrón se quede sin el botín, intervenga, pero no obtenga el turno; –– que otro de los participantes lo admita como hablante y acepte, así pues, su intervención como turno, provocando una escisión conversacional (Sacks et al. 1974, y Gallardo 1993: 188 y 1998: 41-42). La escisión conversacional prototípica se produce en conversaciones de más de cuatro participantes (en la transcripción aparece sangrada a la derecha), como mínimo dos a dos. El resultado son dos o más diálogos conversacionales diferentes, no tanto por la temática, que puede coincidir, sino por la distinta combinatoria de hablantes y oyentes, de intervenciones iniciativas y reactivas, de intercambios y, así mismo, de sistemas de toma de turnos (nótese el citado desdoblamiento en cuanto a la asignación de turnos se refiere en los ejemplos de (11) y (12). Un tipo singular de escisión es el que algunos llaman cruce conversacional. Son ahora tres, al menos, los hablantes implicados, uno de los cuales participa en dos intercambios y diálogos a la vez. (11)

B: ¿qué haces aquí solo↓ tío↓? A: nada/ nada D: hasta luego B: hasta luego/ hasta luego/ ¿qué te pasa? A: no lo sé/ no lo sé

(12) L: en mi botellero no habrá mirado ¿verdá? C: ¿águila?11 J: ¿águila?/ gel/ gel C: águila J: ¿águila?/ / íguel/ / íguel C: ¿y cómo se escribe eso?§ S: § íguel/ [eaGULS] J: [e/ a / ge/ ele/ e] C: eee- eagli 11.  Hablan del nombre de un grupo de música.

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S: ¿eh?/ noo C: ¿así? A: ¿no fumas todavía / [Sergio?]12 S: [no no no no] ee/ yo te lo digo/ e// a / / ge/// [ge// uu] [AP.80.A.1.: 200-212]

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El ejemplo de (11) es una muestra de cruce conversacional. B con su intervención participa en un intercambio con D, a la vez que continúa su interacción con A. El de (12) es una combinación de escisión (L, S y A, por un lado; C y J, por otro) y cruces conversacionales (S hace a dos manos en su última intervención, participa en dos diálogos a la vez, pues contesta en su primera parte a A y en la segunda a C). 3.  Habla simultánea y turno de habla La alternancia de habla en una conversación se rige en general por principios de cooperación13, de cortesía14, de pertinencia o relevancia15. Es predictible y cooperativo que a una intervención iniciativa de pregunta siga otra de respuesta. Es preferido o prioritario que a una invitación siga una aceptación. Es regla social de cortesía que alguien responda a los requerimientos del otro. En fin, cooperativo y cortés es también favorecer la sucesión o alternancia de hablante, permitir hablar al otro, dar y ceder el turno, o dejarle terminar lo que está diciendo, respetar el turno. Pero estas reglas y principios pueden verse incumplidos en el transcurso de una conversación, dado que los intentos por lograr los efectos comunicativos determinados, por exceso o por defecto, se enfrentan a veces con las reglas establecidas y así mismo puede quedar afectada la alternancia

12.  Se inicia un cruce conversacional al interpelar a S, que se encuentra ya involucrado en otro intercambio con C y J. Como S no responde, A se dirige ahora a L, produciéndose la escisión conversacional. Surgen así dos conversaciones paralelas, la de hombres y la de mujeres. 13.  Se trata de las llamadas por Grice (1975 y 1978) reglas de cooperación, plasmadas en una serie de máximas conversacionales: máxima de la cantidad (contribuya a la información sin pasarse por exceso o por defecto), máxima de la cualidad (no diga algo que crea falso, ni de lo que no tenga pruebas), de la relación (diga cosas pertinentes, que tengan relación con lo que se dice antes), de la modalidad o manera (sea claro). 14.  El principio de cortesía, formulado por Lakoff (1973), Brown y Levinson (1978), Leech (1983), Haverkate (1994), etc., se concreta, según el penúltimo de estos autores, en seis máximas: la del tacto, la de generosidad, la de aprobación, la de modestia, la de unanimidad y la de simpatía: “no te impongas al receptor, dale opciones, refuerza los lazos con él, minimiza tu contribución, realza la imagen del tú o la de sus allegados”, etc., en resumen sé cortés o estratégicamente cortés. 15.  El contexto y la situación regulan la relevancia o pertinencia de un enunciado (comp. Sperber y Wilson 1986).

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de turno (más arriba citábamos los robos de turno o los intentos de usurparlo, apropiaciones momentáneas del mismo que, sin llegar a obtenerlo, ocupan ocasionalmente el de otro). En teoría, la alternancia de turno es un proceso continuo, sucesivo, sincronizado, pero en la conversación, y más aún en la coloquial, falta a veces esta continuidad y sucesión (hay quien eterniza su turno, de modo que más que diálogo el discurso parece monológico); a menudo no existe sincronización y las intervenciones se solapan y superponen ocupando a veces el mismo turno (el principio y final del solapamiento, según se ha señalado, aparece marcado en la transcripción entre corchetes). En Briz (1998) y Briz y Grupo Val.Es.Co. (2000) se explican los motivos que favorecen estos fenómenos de habla simultánea, algunos de los cuales han sido mencionados más arriba. No necesariamente suponen interrupción y su objetivo no siempre, como pudiera parecer, es el de tomar, lograr, recuperar o robar el turno; de hecho, muchas de estas intervenciones solapadas no pretenden ni llegan a ocupar un turno. Sea el caso de las que hemos llamado intervenciones superpuestas de paso, con función retrocanalizadora o fática, de confirmación del contacto, señales de atención, del interés por la negociación; o sea el caso de otras intervenciones solapadas que añaden o completan la información del otro, corrigen, ayudan, respaldan, valoran, confirman lo dicho y la argumentación del que está hablando, manifiestan opiniones, en suma, intervenciones que colaboran con lo dicho por otro, sin que lleguen a ser atendidas, ni contestadas por el hablante, por tanto, no turnos. No son ni ocupan turno en (13) las dos intervenciones fáticas intercaladas de B, superpuestas a la intervención y turno de A: (13) 1. A1: yo no quería que él se diera cuenta de que estaba allí porque habíamos roto [pues hacía unos días =] B1: [claro claro] A: = pero al final me vio y se puso otra vez pesado/ tú ya sabes [cómo es que =] B2: [sí] A: =siempre pide explicaciones por todo

En (14), B completa la información que A está transmitiendo a C y su intervención, que no ocupa turno, se solapa con la reacción de este último: (14) 1. A1: ¿tienes entrada para ir a la final B1: [de París] 2. C1: [no lo sé]/ me tiene que contestar la agencia todavía

En (15), la intervención de B se introduce en el turno de A a modo de comentario o apreciación sobre lo dicho: ÍNDICE

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(15) 1. A1: mi cuñao ahí guardando cola para pillar una entrada y luego cuando ya le llegaba el turno le dicen que no quedaban/ que [a lo mejor les mandaban =] B1: [tu cuñao se cabrearía] A: = algunas más adelante de las que sobraran en París

En relación con estos fenómenos de habla simultánea, solo en ocasiones puede decirse en sentido estricto que dos intervenciones están ocupando el mismo turno –lo más frecuente en tales casos es que una logre desbancar a la otra–. En (16), un desorden en la toma de turno, al no seleccionar D1 al nuevo hablante, provoca que las reacciones de Al y C1 aparezcan solapadas y ocupen el mismo turno, que finalmente obtiene C al continuar su intervención. Más tarde, otra superposición le permite a B1, aprovechando la suspensión del enunciado de A2, obtener el turno: (16) (tema: el hallazgo de un reloj y el desacuerdo con la tasación realizada por un relojero) 1. 2.

D1: eso cuesta medio kilo Al: [¡MADRE MÍA!] C1: [sí sí sí↓] pero eso no se te ocurra vendérselo a ese tío por doscientas mil ¿eh? 3. D2: eso vale medio kilo§ A2: § yo digo que→ [eso debía de ser un robo oo] 4. B1: [cuando- cuando el tío ese te daba] doscientas mil ↑eso es porque vale más ¿eh? si- si alguna vez decides venderlo →no lo vendas allí§ 5. C2: § que te lo tasen bien§ 6. B2: § que te lo tasen en un sitio→ que sea de eso [RB.37.B.1: 152-162]

Estos desórdenes en la toma de turno pueden ocurrir en el interior de una intervención-turno. Según se observa en (17), la intención de cooperar en el intercambio vuelve a provocar habla simultánea entre A y B. La intervención de este último, que interpreta erróneamente la pausa breve de la intervención de A como señal terminativa, se solapa con esta ocupando el mismo turno: (17) 1. C1: ¿QUE cuál tenemos?/ / es que yo no los veo§ 2. A  1: § el- doscientos- yo↑ el doscientos setenta y cinco/ [setenta y seis y setenta y siete] B1: [¡ay sí! nosotros teníamos eel] [RB.37.B.1: 18-21]

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La duda de G en su segunda intervención (eeel- el…) es aprovechada por V2 (que ocupa momentáneamente el turno) en (18): (18) G1: no/ de lo que se habla de hace mucho tiempo una especie de sistema mayoritario V1: mm// [en los ayuntamientos] G2: [es decir]/ qu’ el alcalde será↑ eeel- [el más votado=] V2: [del partido más votado] G: = y por lo tanto↑/ / nadie↑/ / ni el- el- la corporación nunca le podrá quitar la alcaldía

Estas superposiciones en el interior de un turno, en medio de la intervención de otro, suceden con frecuencia en aquellos lugares en que se interpreta una señal terminativa, esos lugares de transición pertinente a los que ya nos hemos referido, por ejemplo, aprovechando un momento de menor fuerza articulatoria y entonativa, de tono bajo de la emisión, una pausa, etc. o, como en el caso anterior, un momento de duda. En (19), tras la sucesión de varias intervenciones colaborativas (eco), la intervención apreciativa de A1, solapada con la de B2, logra obtener el turno: (19) (de nuevo sobre el valor del reloj encontrado en la calle) 1. B1: pues seguro que es el doble de dinero↓ seguro ¿eh? 2. D1: ese vale medio kilo seguro§ 3. B2: § seguro/ si no ↑no te lo habría comprao↑ [si ((  )) cuatrocientas mil pesetas ¿eh? ((  ))] 4. A1: [desde luego ↑es una monería ¿sabes?] yo ahora lo miro ↑y lo[(RISAS)] 5. C: ¡si es una maravilla! [RB.37.B. 1: 258-267]

Después de los comentarios sucesivos de B (B1 y B2) y D1, la superposición le sirve a A2, en (20), para recuperar el turno perdido y el hilo de la historia que está contando: (20) 1. A1: dice este reloj↑ no lo llevará usted para fregar↓ ni na↓ digo ¡qué va!↓esto es pa cuando me visto bien↓ y el hombre se puso a reír / dice no↓ es que este reloj es pa vestir§ 2. B1: § pues Pepita↓ si él te daba doscientas es porque el reloj vale medio kilo ↑seguro ¿eh?/ seguro§ 3. D1: § casi valdrá medio kilo 4. B2: medio millón [de pesetas ↑seguro] 5. A2: [yo ya no quise→] la- la correa y to se ve ¿sabes? [RB.37.B1: 183-191]

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En (21), tras la primera intervención de C (de reproche o crítica hacia J), el interlocutor J intenta tomar el turno para justificarse, pero C no lo permite y mediante el solapamiento se hace con el turno. Finalmente, J lo obtiene, si bien C, de nuevo con la superposición, vuelve a robárselo: (21) C: hay que ver/ con las (prácticas de coche) qu’ha dao/ y yo digo ¿qué te parece?// porque el primer día que cogió el coche// y llegamos a l’esquina/ y se- se t’ahogo- ¿eso es ahogarse oo?§ J: § sí/ [porque→ no (tienen) estárter16 y eso y→] C: [bueno↓ pues claro/ el chiquito no tenía costumbre no te-] no tenía estárter y no sé qué le pasó y se l’ahogó/ / y yo salí disparada d’ahí/ la dee/ Vicenta/ y Amable son los de la Cooperativa§ P: § sí§ J: § no/ se m’ahogó porque es un coche nuevo→ [aún no ha tenido (rodaje)] C: [nuevo/ nuevo/ nuevo↓] aún no había rodao// lo trajo su madrina la noche antes [G.68.B.1 + G.69.A.1: 406-417]

La petición de información de C1, en (22), corta la intervención de A1 y logra hacerse momentáneamente con el turno, fuese o no esta su intención: (22) (se reproduce el diálogo entre la señora que ha hallado el reloj, A, y su cuñado)



1. A  1: ((…)) y luego↑ vimos a mi cuñao y a mi cuñá↑ y dicee/ digo mira / digo qué reloj m’he encontrao↓ y mi cuñá diu17 / ¡AH! pues este reló es BUENO/ y empezó mi cuñao de cachondeo→ / VAMOS a una relojería y verás qué pronto lo sabemos/ VAMOS → yo digo pero déjaloo↓ que ahora no quieroo arreglarlo/ VAMOS↓ que si es BUENO↑ ya te lo dirá↓ y si es malo↑// en total que allá nos [fuimos los cuatro→] 2. C1: [¿pero él- pero él entendía↑] dee- de reLOJES↑ ooo?§ 3. A2: § ¡QUÉ VA↓! si lo dijo por cachondeo [RB.37.B.1: 59-68]

Según lo anterior, no todos los fenómenos de habla simultánea alteran el sistema de turnos de una conversación. Más aún, algunos de estos se producen e interpretan como colaboraciones y manifestaciones de la negociación conversacional. En ningún caso suponen alteración las intervenciones de paso. Hay desórdenes fortuitos, es el caso de los turnos ocupados por varias intervenciones

16.  Del inglés, starter. 17.  Valenciano, “dice”.

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de interlocutores distintos. Ciertamente, hay desórdenes intencionados que buscan ganar o recuperar el turno, y que pueden acabar en conflicto si nadie ceja en su empeño por obtenerlo. No hay que olvidar que el habla simultánea, sobre todo, la que presenta un carácter interruptivo, ha de interpretarse como señal o marca de petición del mismo, lo que no siempre es tenido en cuenta ni aceptado por el hablante, a la vez que un mecanismo del oyente para llegar a obtenerlo. Muchos de estos intentos son fallidos, otros, no obstante, acaban triunfando. Así es el juego conversacional, unos ganan, otros pierden y los hay que solo observan las ganancias o pérdidas de los anteriores, todo dentro de un orden.

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4.  A modo de conclusión Los turnos de habla son espacios reservados para la acción o intervención de un hablante reconocido y aceptado en este papel funcional por el interlocutor o interlocutores que participan en la interacción. Hay intervenciones que quedan como simples emisiones de alguien que no ha sido aceptado como hablante, que continúa, por tanto, teniendo el papel de oyente, al menos para el resto de los interlocutores. Decimos, así pues, que su intervención no ocupa un turno de habla, no es un turno. Una intervención ocupará ese espacio reservado cuando le sea confirmada su petición de reserva, de otro modo, cuando sea aceptado en este papel de emisor-hablante. En suma, la alternancia de turno es un proceso regulado por los participantes en la conversación que resulta de la sucesión y sincronización en el reparto y combinación de los papeles interactivos: Hablante, Oyente, Emisor, Receptor.

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Las unidades de la conversación: el acto*

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1. Introducción El prototipo de la interacción lingüística y, más en concreto, del discurso dialogal, es la conversación. Externamente se define como conjunto sucesivo y alternante de turnos de habla ocupados por diferentes hablantes. La no predeterminación de dicha alternancia es la característica distintiva frente a otros discursos dialogales, lo cual no significa que la toma o cesión de turno no quede sometida en último extremo a ciertas reglas sociales (Briz 2000; Briz y Val.Es.Co. e.p.). Atendiendo a su estructura interna, la conversación se organiza en una serie de unidades monológicas (el acto y la intervención) y dialógicas (el intercambio y el diálogo)1. Y se obtienen por combinatoria dentro de un contexto real: un diálogo es la combinación de intercambios; un intercambio resulta de la unión de dos intervenciones, una iniciativa y otra reactiva; una intervención está formada por uno o varios actos. De la definición de estas unidades viene ocupándose el grupo Val.Es.Co. en los últimos años. Aunque el camino recorrido es ya bastante, queda todavía un largo trecho. En lo trabajos mencionados han quedado descritas y explicadas, por un lado, la unidad de orden externo, el turno, así como las de orden interno (intercambio e intervención). Lo que sigue no es más que un resumen del documento

*  El presente trabajo se publicó originalmente en Girón Alconchel, Iglesias Recuero, Herrero Ruiz de Loizaga y Narbona (coords.) (2003): Estudios ofrecidos a José Jesús de Bustos Tovar, ISBN 84-7491-703-4, pp. 953-968. Agradecemos al Servicio de Publicaciones de la Universidad Complutense de Madrid su permiso para la reproducción de este trabajo. El estudio de las unidades del discurso ha sido posible gracias al Proyecto Diccionario de partículas discursivas del español, subvencionado por el Ministerio de Educación (Ref. BFF20001438). Consideramos que la definición de tales unidades es fundamental para la delimitación de las piezas léxicas que constituirán entrada en el diccionario. 1.  Aunque influida por la Escuela de Ginebra y por el Análisis de la Conversación, existen notables diferencias en la definición de las unidades, así como en la propia concepción de estas. Es preciso además tener en cuenta que el corpus de referencia es siempre, en nuestro caso, la conversación coloquial.

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base que maneja el grupo en torno a la unidad menor del discurso (ya no solo dialógico), que convencionalmente llamaremos acto. Sin duda, los trabajos sobre lo oral y lo conversacional de nuestro admirado profesor J. J. Bustos Tovar han sido uno de los pilares de la investigación del grupo Val.Es.Co. A él va dedicado este estudio.

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2.  La noción de acto Un acto es el constituyente inmediato en que puede quedar segmentada una intervención. Y queda definido como la menor unidad de habla capaz de funcionar aislada, independiente, en el contexto discursivo real en que se produce; dicho de otro modo, una unidad capaz de sustituir al conjunto emitido, relevante, por tanto, en ese lugar, y de ser procesado como tal; en suma, unidad capaz de constituirse (en la conversación) por sí sola en intervención. Así, en el intercambio de (1), (1)

A: Quédate un poco más B: No ↓ porque tengo prisa

tanto la intervención iniciativa de A como la reactiva de B están formadas por un solo acto, desde el punto de vista conversacional, respectivamente, una petición y un rechazo justificado. En B pueden distinguirse dos segmentos informativos, pero solo el que constituye propiamente la negación puede funcionar aislado y de manera independiente en ese contexto, esto es, puede actuar como sustituto de la acción principal o directora que se pretende comunicar, el rechazo, y así sería entendido por el receptor:

A: Quédate un poco más B: No

Por tanto, si atendemos al criterio de aislabilidad, frente a los dos actos que reconocerían otras propuestas de análisis (por ejemplo, la de la escuela de Ginebra), un acto director (No) y un acto subordinado (Porque tengo prisa), la intervención de B estaría formada por un solo acto relevante con dos segmentos informativos, así pues complejo uno de los cuales dependería o quedaría subordinado al otro. A tales segmentos informativos les llamaremos subactos, unidades informativo-argumentativas mínimas. En (2), en cambio, la intervención de B estaría formada por dos actos, dado que cualquiera de los dos segmentos informativos en que puede dividirse podría utilizarse como reacción o respuesta al acto iniciativo de petición de A, sería relevante en ese contexto discursivo: ÍNDICE

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(2)

En B, por tanto, aparecen dos actos directores. Aunque argumentativamente uno parece el soporte del otro (la justificación de la negación), ambos estarían capacitados en este contexto real y concreto para ocupar el lugar del otro, y así sería aceptado por el interlocutor:

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A: Quédate B: No / es que tengo prisa

A: Quédate B: No (acto de negación) B’: Es que tengo prisa (acto de justificación de la negación implícita)

La curva de entonación puede ser un criterio de apoyo a tales segmentaciones en actos. En (1), tras la negación existe una inflexión final de semicadencia, frente a la cadencia mayor del segmento reconocido como acto en (2). En (3) (3)

A: Me voy B: ¿Te vas? porque quieres

la intervención de B está constituida por dos actos, una petición de confirmación, y una expresión fijada en el uso coloquial como respuesta aislada:

B: ¿Te vas? B’: porque quieres

3. Las nociones de aislabilidad y de independencia. Otros criterios de reconocimiento La aislabilidad es un criterio de partida para el reconocimiento de estas unidades comunicativas menores. Nótese que decimos menores y no mínimas, pues, como se desprende de lo dicho anteriormente, pueden reconocerse subunidades dentro del acto que, aunque no aislables en ese contexto, son aportes o soportes informativos relevantes. Aislado e independiente son conceptos complementarios. El primero apunta al contexto en el que se produce el acto, el segundo a la propia estructura del mismo. Es cierto, no obstante, que algo aislable como acto ha de entenderse también como independiente desde el punto de vista estructural, es decir, no es constitutivo de otro constituyente superior (por eso cuando distinguimos dos actos dentro de una intervención, como en el ejemplo 2, decimos que ambos son directores). Una expresión lingüística puede actuar de manera aislada en un contexto y en tal caso ser un acto, pero también esa misma expresión verbal puede no ser aislable en otro contexto y, por tanto, no serlo. Así, la aislabilidad en ÍNDICE

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un contexto nos permite decidir la categoría de unidad, acto o no acto, de un segmento discursivo. De forma subsidiaria pueden utilizarse otros criterios para el reconocimiento de dicha unidad menor. De hecho, hay ciertas formas lingüísticas que inequívocamente nos permiten identificar como acto una determinada expresión; por ejemplo, la interrogación o la exclamación son marcas de la presencia de actos. Y no solo por las marcas formales, los signos de interrogación o de exclamación que limitan y, en cierto modo, aíslan la construcción, sino por el valor modal que tales estructuras expresan: pregunta, rechazo, etc. Por eso no dudamos en reconocer como acto también una expresión como la de (4), dada la presencia de un verbo que de modo explícito identifica la fuerza ilocutiva inmediata o directora: “preguntar”:

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(4)

Te pregunto si va a venir.

De acuerdo con lo anterior, un acto, aun formado a veces por varias acciones, se caracteriza por tener un sola función ilocutiva (frente a la Escuela de Ginebra, que asigna esta característica a las intervenciones). Ante una recriminación, alguien responde: (5) Te prometo que el próximo trimestre no suspenderé ninguna asignatura porque voy a estudiar en serio.

Aunque se trata de una intervención reactiva argumentativamente compleja, dado que pueden distinguirse dos acciones, la afirmación y la justificación, la función ilocutiva compromisiva es única. Está, por tanto, formada por un solo acto. Si aceptamos lo anterior, un proverbo como decir (digo, dice, dijo) que se usa con múltiples valores ilocutivos, puede servimos de prueba de control para identificar una expresión como acto: “una expresión que permita ser introducida por dicho verbo será un acto”:

Me voy porque tengo prisa Digo, dice: me voy porque tengo prisa ACTO # digo, dice porque tengo prisa NO ACTO

Los elementos anafóricos, como recuperadores, son también formas lingüísticas que pueden marcar la existencia de un acto anterior y, por tanto, la presencia de otro posterior en el que se encuentra dicha forma: (6)

Por fin he leído el libro que me regalaste. No lo he leído antes por pereza.

Los conectores pragmáticos pueden ser marca lingüística de esta unidad acto. Es cierto que no todos, ni siempre. En cualquier caso, no dejan de ser introductores de segmentos informativos diferenciados, luego, al menos, es siempre ÍNDICE

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marcador de subactos, como también lo son algunas conjunciones. El tipo de unidad que introduce el conector puede a veces deducirse del constituyente discursivo en el que se inserte. Por ejemplo, cuando bueno funciona como conector reformulador, introduce un segmento de estatuto idéntico al reformulado: si reformula un acto, introduce un acto; si reformula un subacto, introduce un subacto. En (7) reconocemos un primer acto que acaba siendo reformulado posteriormente con otro acto. El hablante señala al receptor que en este caso ha de sustituir uno por otro, que ha de procesar sobre todo el segundo:

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(7) Juan tenía ya dieciséis años cuando murió su padre; bueno, tendría ya diecinueve.

En general, puede afirmarse que los reformuladores (excepto los que solo poseen valor correctivo: estoy desanimada o sea desilusionada; he bebido cerve- o sea cerveza, vino, cava…), pueden ser indicadores de actos. Como se ha apuntado algunos rasgos prosódicos pueden ayudar también a identificar tales actos y sobre todo los segmentos (informativo-argumentativos) más pequeños, mínimos, los subactos, en que este puede dividirse; nos referimos especialmente a la inflexión del llamado grupo fónico y a la variación de las frecuencias fundamentales dentro de la cadena. 165

4.  Una definición que resuelve problemas de segmentación propios de la conversación A partir de la definición anterior, cada uno de los miembros del grupo de investigación Val.Es.Co procede a segmentar un mismo fragmento de conversación. Puestos en común los resultados de esta práctica individual, obtenemos información sobre la operatividad real de la definición, así como de los problemas que resuelve y de los que todavía se plantean a la hora de reconocer como actos ciertos segmentos, sobre todo derivados de la complejidad del objeto de análisis, la conversación espontánea. La definición anterior da respuesta a una serie de fenómenos frecuentes en la conversación. 4.1.  Reinicios, truncamientos de actos y actos suspendidos Los reinicios (marcados en la transcripción con el signo -), las llamadas construcciones truncadas y las suspendidas (con inflexión final ascendente o suspensiva), fenómenos frecuentes en interacción cotidiana, pueden valorarse desde nuestra propuesta como sigue: ÍNDICE

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––

Un reinicio afecta a un fragmento de habla, de longitud variable que no es independiente; luego no es un acto: (8)

––

Los truncamientos construccionales que pueden ser procesados (por ejemplo, como reacciones) por el interlocutor gracias al contexto son actos que no han acabado de formularse. Ello permite diferenciar el simple reinicio del acto truncado: (9)

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––

A: estoy hablando de una- de una cafetera eléctrica ↑pequeña↑ para vosotros

A: Tengo un café excelente B: no puedo to- el médico me lo ha prohibido

Las llamadas construcciones suspendidas son, sin duda, acto, dado que el corte verbal, que no comunicativo, es estratégico. Este es el rasgo que diferencia el acto truncado del acto suspendido. (10) B: hombre ↓si te lo ha prohibido el médico↑

4.2. Operadores, modalizadores y actos

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El criterio de aislabilidad e independencia nos permite reconocer cuándo determinadas expresiones performativas son actos o simplemente modalizadores u operadores: (11) A. ¿Vas a venir? B: Te lo prometo

En (11), la intervención de B está formada por un acto. Quiere ello decir que, independientemente de su valor modal, no es categorialmente un modalizador, porque no es propiamente un refuerzo de un acto de habla, sino el acto en sí mismo o, al menos, ocupa su lugar (te prometo que iré). Si comparamos el valor de la misma expresión ahora en (12), se observará que te lo prometo no es aislable ni independiente del segmento informativo al que acompaña, ya que no puede constituirse en respuesta o reacción a la pregunta de A. Téngase en cuenta que el contexto anterior añade información no explícita verbalmente a la cuestión planteada por A, es decir, la pregunta realmente sería: ¿estás nerviosa pensando que tienes que conversar ante un micrófono? Evidentemente, es poco esperable una contestación como # te lo prometo. Así pues, en este caso estamos ante un simple operador o modalizador que refuerza la aseveración; no ante un acto, sino ante un subacto.

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(12) A: ¿Estás nerviosa? B: Estoy hablando con toda la naturalidad del mundo te lo prometo

La locución desde luego (por supuesto) puede ser acto o simple operador modal. Es operador en (13): (13) ¡Desde luego/mira que es tonto! Es tonto desde luego

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Tanto en (14B) como en (14B’) la locución funciona corno acto; en este último caso, la pausa y la inflexión final descendente así lo justifican. En cambio, en (14B”), no lo es: la locución está integrada en el cuerpo fónico de la proposición (no hay pausa ni tampoco presenta una inflexión tonal independiente): (14)

A: es muy tonto B: Desde luego (1 ACTO) B’: Desde luego↓/ es tonto (2 ACTOS) B”: Desde luego es tonto (equivalente a “Desde luego que…”) (l ACTO)

Por el criterio de aislabilidad, en (15A2) solo puede reconocerse un acto: (15) Al: nos deberíamos haber traído unos cafés B1: nos deberíamos haber trai- pues nos iban a poner ahora unas B2: ¿una máquina? B3 una maquinita decían↓ pero ya veremos A2: bueno↓ pero esoo no es realmente un café

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Bueno es un segmento informativo que manifiesta concesión ante la reacción de oposición de A2. Depende, con un valor atenuante, del acto de oposición introducido por el conector pero, es decir, es un subacto (comp. con te lo prometo de 12). Esta misma forma bueno puede ser en otros casos un acto, lo cual impide igualmente su categorización como conector o como modalizador (comp. con te lo prometo de 11): (16) A: ¿vienes mañana a casa? B: bueno

4.3. Los elementos “topicalizados” o “dislocados” a la derecha o a la izquierda Los elementos topicalizados o dislocados a la derecha o la izquierda no son actos. Y si así se reconocen no se tratará de una topicalización ni de una

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dislocación. Compárese (17B) con (17B’); en el primer caso, el segmento “mañana” es un acto, y no una dislocación, en el segundo no lo es (17) A: Me lo tienes que decir B: mañana/ te lo diré mañana (2 ACTOS) B’: mañana te lo diré (1 ACTO)

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5.  La segmentación de una conversación en actos El método de visualización de las unidades, aunque planteado, es un tema todavía no resuelto en nuestra propuesta, de modo que para marcar el principio y final de un acto en la intervención de un interlocutor utilizaremos el signo de sostenido (#). Los números que aparecen en el interior de la transcripción dan cuenta de la frecuencia fundamental. Los que aparecen entre paréntesis indican la pausa y duración de la misma. Los conectores, cuando marcan actos, quedan fuera de la marcación del mismo. En principio, es una mera convención. No obstante, ocurre en ocasiones que algunos conectores (también ciertos modalizadores) aparecen incluidos dentro del segmento reconocido como acto, y es que en tales casos quizá lo están. En las notas (que aparecen antes de la letra identificadora del participante) se explican ciertas segmentaciones y se intentan resolver algunas dudas o problemas de la segmentación, algunos de los cuales se plantearon en la puesta en común de la segmentación que cada uno de los miembros del grupo realizó del mismo fragmento. Es importante señalar que la mayoría de estas dudas surgieron de la diferente interpretación del sentido que se dio a los segmentos en cuestión. De hecho, oída la grabación, muchas de las dudas desaparecieron. Se trata de una conversación entre dos compañeros de estudios, uno profesor, B, varón, del segmento de edad entre 25-35, y el otro, A, mujer, licenciada, entre 25-35. La grabadora está delante. A:  # siempre tienes→ (0,5) 227 laa la desviación profesional↑244.8 225 la enfermedad profesional↑322.l (0,2) B: ¿134,7 # el qué?# 100.5 # ¿138,2 lo de ser filólogo^?# 113.6 (0,1) 2 A: 217,2 de observar↑ 225.5 210,7 a los demás↑# 201.4 (0,17) 194,7 y# ahora↑ 297.2 209,4 es- sentirse observado ess 256.1 (0,2) una sensación extraña↓# 216.7 (0,2) 3 B:  #ya↓# 102.7 126,2 #pero si me dices eso ya↑134.3 131,5 estamos tergiversando los resultados↓ #89 2.  Continúa la intervención de A; luego este segmento es parte del acto iniciado antes (siempre tienes… a los demás). En realidad, a pesar de la reacción de B (¿el qué? ¿lo de ser filólogo?), A no contesta ni hace caso de las peticiones de aclaración de este. 3.  Pero si me dices… se trata de un acto dialógico de desacuerdo. El conector pero forma parte del acto.

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A:  #no↓ 180 189,6 porque yo realmente↑268 191,8 no me doy cuenta de que has apretado el botón que has apretado^# 190 entonces↑ 260 234 #estoy hablando con toda la [naturalidad=] B: [#yaa#] 4 A: = del mundo↓ 230 207,7 te lo prometo↓# 194 (0,2) 5 B: #sí↓# 111 #seguro↓# 110 #seguro↓# 93 A: 203,9 #en SErio# 213 (0,1) B: 166,8 #bueno↓ 119 140 de todas maneras↑’158 (0,9) eee (0,1) a ver↓122 115,3 #por dónde empezamos↓# 98 (0,3) A: 217,6 #pregúntame cosas↓# 174.4 (0,3) B: 124,9 #cosas# 107.1 A:  (( ))[(( ))] 6 B: [#y tú] ya↑# 140 (0,3) A: 203,5 #te cuento yo historias# 165 § B: § 126,3 #te vas enrollando [tranquilamente#] A: [#claro#] (0,8) 7 B:  #bien↓# 120 141,1 #esto me parece un poco de teatro 106,9 ¿no?# 136 (0,4) 124,6 #estoy yo aquí yo en una posición 121 [y tú=] A: [#ssíii#] B: = en la otra# 131 A: 127 #síi#266 (1) 8 B: 124,8 #bueno↓145 115,3 pues nada↓# 120 130,3 #tú piensa que estamos enen- 124 [en tu casa=] 9 A: [#en el bar#] 10 B: = tranquilamente↑# 173 A: 231,2 #en el bar# 177 B: [(( ))] A: [#nos deberíamos] haber traído 314 unos cafés# 186 (0,2) B: 125,2 #nos deberíamos haber trai- #129.4 132 pues #nos iban a poner ahora unaas# 110.4 (0,2) A:  #¿218,1 una máquina?# 192.5 (0,1)

4.  Entendemos que te lo prometo es un modalizador. 5.  Distinguimos tres actos, puesto que la inflexión final marca cierta independencia prosódica de los segmentos. 6.  Se trata de una construcción truncada, que puede ser interpretada por el interlocutor gracias al contexto. 7.  Bien es un acto de confirmación (= “claro, vale, sí”). No se trata aquí del reformulador que inicia o cambia un tópico, en cuyo caso no constituiría un acto. ¿No? es solo un regulador fático. 8.  Bueno solo marca el inicio de habla y pues nada actúa como acto de cierre de tópico. 9.  Toda intervención está formada por al menos un acto. En este caso la intervención colaborativa es un acto que, aunque parcialmente, repite el acto anterior de B. 10.  Tranquilamente termina, tras el solapamiento de A, la intervención iniciada antes por B. Forma parte del mismo acto: tú piensas que estamos en- en - en tu casa tranquilamente.

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B: 128,6 #una maquinita decían↓# 113.4 (0,3) 119,7 #pero ya veremos #100 (0,35) A: 199.8 #bueno↓, 174.4 185,7 pero esoo no es realmente un café# 166 (0,9) B: 122,5 #hombre↓117.6 ya#↓114.6 119,8 #no es lo mismo que el café dee la máquina↑# 162.2 (0,4) A:  #¿236,1 por qué noo 249,1 (0,3) o- 247,2 os conseguís una cafetera?# 172.6 (1, l) B:  (( ))[(( ))] A: [#¿118,7 una cafetera] eléctrica↓?#210.3 B: 131,8 #en principio no es posible# 154.4 (0,85) 134,3 #sería poco serio# 112.3 (0,5) 12 A:  #¿198,6 sería poco serio↑ 206.8 por qué^?# 257.4 § B:  § 121,9 #que nos pusieran aquí una cafetera# 88.8 13 A: (RISAS) 246,6 #no estoy hablando de una- # 285.3§ 14 B:  § #hombre↓147 no lo DIGO↑# 141.5 § A:  § 153,5 #NO ESTOY HABLANDO de una cafetera esPRES↓ 292.8 de las del bar↓# 203.9 186 #estoy hablando de una - 267 237,2 de una cafetera eléctrica↑ 272.6 pequeña ↑ 282.1 [para vosotros]# 15 B: [#síii↓#] #si [yo 118.1=] A: [#¡ah!#] B: = 120,6 me refiero a eso también# 117 (0,7) A: ¡#ah#! B: 128,6 #pero claro↓102.1(1) 121,9 las mentes pensantes↓ 99.8 y eso noo 114.5 (0,7) 117,7 parecen estar muy por la labor# 103.8 (0,9) A:  #¿232,8 las mentes pensantes↑ 262.8 231,7 no están por la labor↑ 220 209,9 de poner aquí una cafetera eléctrica↓ 175.6?# (0,4) B:  #claro↓# 103.6 (0,6) 125,4 #responsables y todo eso↑ 136.5 114,2 quiero decir #107.2 § 16 A: § #ah 102 bueno# 189.6 (1,2) 11

11.  Puesto que lo entendemos como confirmación de la petición de información de A (¿una máquina?) lo consideramos un acto. Pero ya veremos es un acto que marca dialógicamente el desa­ cuerdo o duda de que tal máquina se instale en el lugar. 12.  Se trata como indica el tonema continuativo de grupo fónico, de una sola pregunta. 13.  En ciertos casos las risas pueden ser acciones colaborativas de acuerdo o manifestaciones del desacuerdo. Para juzgarlas como tales, sería importante contar con la grabación en vídeo. De ahí que en principio las dejemos fuera de la segmentación. El segmento que sigue es un acto truncado por la emisión inmediata de B. 14.  Un modalizador atenuante, hombre, abre el acto truncado de B. 15.  La intervención de B está formada por dos actos; el segundo (si yo…) continúa tras el solapamiento del otro inter locutor: si yo me refiero a eso también. 16.  Reconocemos un solo acto, pues los elementos que aparecen (ah bueno) no tienen aquí independencia entonativa. Además, de acuerdo con el contexto anterior, ah bueno solo puede entenderse como acto que informa de la comprensión e interpretación correcta de lo que otro interlocutor está diciendo; obsérvese que bueno no es aislable ni tiene independencia en este contexto.

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B:  #entonces 150.5 tú no- ((  ))#§ A: § #¿139,4 les parece poco serio?# 331.7 (0,3) B:  #¿126,8 el qué↑ 211.6?# (0,12) A: 252,8 #tener aquí una cafetera# 213 (0,35) 17 B: #no↓ 141.5 122 a mí me vendría muy bien↓ 111.9 125 4 la verdad↓# 112.2 A: ((  )) B: 117,7 #una cafetera 128.9 121,7 siempre viene bien# 125.2 (1,4) 18 B:  bueno↓ 108.2 #¿y 142,3 qué te parece la biblioteca y todo eso 112.4 118,3 que nos han colocao 109.6?#§ 19 A:  § #ay 109.8 ha quedado todo de maravilla↓# 181.7 bueno↓ 194.4 213,4 #todavía está un poco desnudo↓ 217.2 202,6 pero cuando lo acabéis↑ 259.4 145,2 quedará bien# 190,3 (1,35) 223 de todas formas↑ 267,7 264,2 #también tiene un aire un poco frío# 189.6 (0,7) B:  #sí↓136.1 122,5 porque no está decorao↓ 135.8 [todavía#] 20 A:  [#todavía] 117.2 230,1 no le ha- no lo habéis llenado esto 187.4 (0,8) 21 B: 120,4 #y ¿qué-? 130 § A: § de [vosotros mismos#] B:  [y 139,6 ¿qué-? ¿y tú] qué le pondrías a esto?# 102.1 (0,4) 22 A: 201,8 #no sé↓# 192.5 176,2 #algún cartel↑# 196.3 (0,5) #no sé# 183.3 (0,4) B: 125,2 #un cartel↓# 106.1 #si ya- 111.3 116,2 si por ahí hay cartelitos↓# 112.8 121,4# lo que pasa es que→ 121.4 (0,7) 152,3 está a medio colocar aún# 98.2 (0,45) A:  #no↓ 186 215,3 pero sobre todo lo que lee falta a este sitio todavía es alma# 157.4 (0,9) B:  #¿141,3 alma↓?# 91 (0,26) A:  #sí↓# 180.3 200 #y eso solamente se consigue cuando hayaa muchas personas quee lo hayan habitado# 149.1 (0,22)

Aunque no es el caso, el reconocimiento de dos actos no supondría problemas a nuestra propuesta, pues se entendería que ah es un acto que informa de la comprensión de algo y bueno, que acepta. 17.  La forma no no niega, es un modalizador atenuante de la afirmación (comp. no/tienes razón). 18.  Bueno es un reformulador digresivo, que introduce el cambio de tema y el acto-pregunta. El conector y marca la unión con lo anterior, con lo que no está relacionado lógicamente, haciendo menos brusca la transición. 19.  La interjección ay no puede transmitir por sí sola en este contexto la función ilocutiva del conjunto; de ahí que no pueda considerarse un acto. 20.  La inflexión suspendida de la construcción, incluso con pausa, marca solo la vacilación que se resuelve más adelante: todavía no le ha- no lo habéis llenado esto… de vosotros mismos. 21.  Nótese que el acto continúa más abajo. B interviene sin dejar acabar a A e incluso solapa su intervención a la de este. El acto completo de B, varias veces reiniciado, sería: y ¿qué? y ¿qué? ¿y tú qué le pondrías a esto? 22.  Los tonemas son las marcas que nos llevan a segmentar tres actos, todos ellos de carácter dubitativo.

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B: 112,5 #claro↓# 97.6 #no↓ 96.4 106,4 eso está claro# 99.2 (0,22) #¿116,5 y esa teoría↑ 137.6 131,1 cómo se explica↑111.3?# 24 A: 272,1 #eso↑ 290.3 238,4 en un libro↑ 285.3 215,7 ee sobre la historia de la filosofía griega↑# 215.3 (0,5) 203,5 #ell autor↑ 230.1 no recuerdo ahora mismo cómo se llama↓# 182 #sí↓# 187.1 194,7 #lo recuerdo↓# 184.3 184 3 #Luchiano 267 229,1 dii Creschento^ 249.7 185 o algo así↓# 173.2 186,7 #que me perdonen el italiano porque no sé# 162.5 (0,3) B:  #¿140,7 di qué↑198.6?# (0,3) 25 A: 203 #Creschento# 275.1 208,1 o #Crescento^ 264.2 199,8 o algo así↑222.5 227,5 no sé# 200.6 (1,4) A: 231,2 #hablaba 292 dee 201 (0,7) 228,1 contaba la historia de un hombre↑287.8 231,2 al que se le murió su PAdre# 201 (0,4) B:  #mm# (0,7) 26 A: 222,5 #yy los sentimientos↑ 304.4 (1,5) 224 que eso le producía↑ 250.3 225,5 no eran lo terribles que él esperaba→ 266.3 (0,7) que iban a ser↑#193.2 (0,6) [por ejemplo #cuandoo le dijeron que había muerto↑ 294.6 275,9 fue incapaz de llorar↓# 229.6 (0,1) 204,3 #cuando fue al entierro 205.5 (0,6) 226,5 no sintió verdadera pena↑# 261.4 (0,2) 27 B:  #¡140 qué tío más duro 110.9! ¿no 137.1?# A: 258,1 #PERO↑ 322.1 (0,5) 217,2 cuando volvió a la casa_ 287.8 (0,2) 216,7 a la casa de su padre al cabo del tiempo↓ 203 (0,3)[y vio=] 28 B: [#es cuandoo#] A: = su pipa→ 187.1 (0,25) 193,2 sus libros→ 175 202,6 sus zapatillas→ 171.7 entonces empezó a llorar desconsoladamente↓# 161.2 (0,2) 170,8 #entonces 232.3 228,6 fue cuando se dio cuenta de la pérdida tan terrible 177.1 [que había tenido#] B:  [#claro#] (0,3) A: 217,6 #PORQUE él decía que la cosas↑ 264.2 (0,5) 196,3 tenían alma↓# 173.2 (1,2) 204,7 #qu- ea- ee el alma↑ 304.4 209,9 se la daba↑ 275.9230,1 ee el USO 181 (0,4) B: 125,1 #claro# 117.6 23

23.  En el segundo acto aparece de nuevo otra forma no modalizadora atenuante de la afirmación. En el tercer acto aparece una topicalización a la izquierda, que es parte de la pregunta (cómo se explica). 24.  Eso recupera la información anterior. En el segundo acto aparece una dislocación a la izquierda que, aunque fuera de la estructura proposicional, es parte de la afirmación que sigue. El tercer y cuarto acto podrían haber sido identificados como uno solo (sí lo recuerdo), si bien el análisis prosódico nos indica que en este caso ambos segmentos tienen independencia entonativa. 25. Puesto que cualquiera de los segmentos (Creschento) (Crescento) podrían funcionar como respuesta aislada a la petición de confirmación de B (¿di qué?) han sido considerados actos. El valor de o algo así y de no sé es el de modalizadores atenuantes de la respuesta. 26.  El anafórico eso recupera 1o anterior (“la muerte de su padre”). Un reformulador ejemplificativo (por ejemplo) da paso a los dos actos que siguen. 27.  La forma ¿no? solo tiene un valor reafirmativo. 28.  Se trata de un acto truncado. El contexto suple la información verbal (“es cuando se dio cuenta de la pérdida y de la tristeza que sentía”).

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A: 215,3 de las personas↓# 192.9 (0,4) 29 A: 264,9 por ejemplo↑ 335 282,9 #es la misma sensación que cuando vas al mercado↑ 312 (0,9) 228,1 bueno↓183.3 203,5 al mercado no↓ 205.5 217,6 al RASTRO 177.5 (0,5) 233,4 y ves cosas≠ 296.3 (0,2) 210,7 viejas↓ 200.2(0, 2) 235 cosas de otro↓# 205.1 199 #a mí↑ 319 229,1 me aterrorizan# 194 (0,6) B:  #¿127,6 las cosas de otro^ 115.7?# A:  #sí↓ 283.4 (0,3) 274,3 porque me parece que- que 272.9 [tuvieran→ #] B:  [#se va a aparecer ahí→] 30 A: 417,5 #NO NO NO NO# 310.1 B: 138 un fantasma# 141.1 § A:  § #NO↓# 125.9 365,6 #no tiene nada que ver con eso↓ 230.1 227 sino que→# 233.9 (0,5) 215,3 por ejemplo #los retratos viejos^ 388.3 240,7 los retratos antiguos^ 306.3 289,4 mejor dicho# 351.5 B:  #mm#119.7 (0,7) A: [#sí#=] B: [#claro#] 31 A: = 291,1 #soy incapaz de llevarme un cuadro→ 268.5 [un retrato_] 32 B: [#de una persona→ #] A: a mi casa↓ 163.5 268,5 porque me parece↑317 233,9 que tuviera ell el alma de esa persona#141.3 B:  #¿135 y venden 152.3 [retratos y cosas=] A: [#EN EL BUEN SENTIDO#] B: = de esas también↑169.6?# 33 A:  #sí↓# 169.9 215,7 #como por ejemplo los libros↓ 222.5 202,2 los libros de otra persona^ 132.7 (0,7) [no sé#] B: [#claro#](1) A: 199,4 de una- 255.4 213 no los podría tener↓# 146.3(0,2) 217,2 #hombre↓ 201.4 206,8 a no ser que esa persona sea un amigo 184.7 ¿no 262.8?# 199,4 #es lo- 231.2 211,6 también ocurre lo contrario↓# 171.1 (0,4) 205,1 #cuando quieres mucho a alguien↑ 257.4 240,7 y tienes un objeto suyo↑ 225.5 (0,5) 131,1 es como si tuvieras [un poquito algo de él] B: [#hombre claro#↓ #claro#↓]#claro#

29.  Bueno tiene un mero valor correctivo de una parte de lo enunciado; de otro modo, reformula no un acto, sino parte del mismo. Consideramos a mí me aterrorizan como acto por el descenso pronunciado del acto anterior; la curva melódica manifiesta además que existen funciones ilocutiva distintas (afirmar una sensación no es lo mismo que reproducirla verbalmente [a mí me aterrorizan] y extraverbalmente [nótese la Fo: 319 229,1]). 30.  Al considerar la existencia de un solo acto entendemos que no son varias negaciones, sino una reforzada. Un estudio prosódico aparte así nos lo confirma. 31.  La suspensión tras el sintagma un cuadro es aprovechada por el otro interlocutor (B) para intervenir de forma solapada. El acto de A continua tras la superposición (… a mi casa porque…). 32.  Se trata de una intervención colaborativa que contiene un acto que completa y rectifica lo que A está afirmando. 33.  No sé, al final del segundo acto, actúa como modalizador atenuante de lo que se está diciendo.

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A: 2 00,6 de ellos↓# 194 288,6 #es un- algo un poco fetichista↓ 174.4 192,1 me parece↓# 110.9 194,7 pero bueno↓ 234.5 (0 4) 227,5# es una sensación# 229.1 (0,4) 35 B: 131,3 #no hombre↓ 123.5 132,9 a mí me daría miedo↓ 95.5 117,6 tener→ 109.1 124,8 una foto de otra persona que no conozco de nada↓ 105.1(0,6) 126,5 solo por ser #126.5 (0,5) 123,7 bueno↓ 100.5 111,4 #y entonces 138.8 ¿154,4 qué pasa con los retratos→ 107.8 (0,7) 128,8 los cuadros de pint130.1 los p- 127,8 los retratos de pintura^ 125.1 180 vamos^#102.6? (0,3) A: 237,2 #no sé# 205.1 B: 129,4 #eso ya como es arte↑# 148 (0,5) 36 A:  #sí↓# 159.6 332,8 #es lo que te iba a decir↓258.7 209,9 quee en el momento en que se convierten en arte→ 251.6 (0,5) 231,7 en cierta forma s- también se despersoNALIZAN EN CUANTO AL MODELO↓# 148.3 (0,2) 197,8 #yy adquieren la personalidad del pintor↓ 173.2 181,3 no sé# 195.9 (0,6) B: 131,7 #ah bueno ↓ # 103.3 119,1 #claro↓107.6 (0,4) A:  #¿no habías pensado en eso 329.5 [nunca^?#] B:  [#no había] pensao yo en eso nunca 130 ¿eh 119.8? (0,8) 121 las cosas [estas=] A: [#¿sí?#] 37 B: = tan raras→ #106.8 (0,5)# no↓# 150.9 126,2 #pero yo no habíaa# 115.3 127,3 #no se me había ocurrido↓# 115.5 (0,2) 128 #pero es verdad↓116.6 (0,9) 123,7 lo dee# 120.7 (1) 34

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34.  El sintagma de ellos termina el acto de B, tras el solapamiento de A. El siguiente contiene un modalizador atenuante al final (me parece). Pero bueno como reformulador de un acto anterior, introduce un nuevo acto. 35.  El primer acto viene marcado por modalizadores (no hombre) que velan por la imagen del otro que refuerzan los lazos con su interlocutor y con lo que dice. Bueno reformula lo dicho hasta ahí, marca la presencia de un nuevo acto, introduce otros datos para la discusión, si bien todo ello unido o pretendidamente relacionado con lo anterior mediante el empleo del conector y (entonces). El acto acaba con otro modalizador vamos. 36.  La catáfora es marca de la existencia de un solo acto (la de es lo que te iba a decir, se refiere a que en el momento en que…). El segmento yy adquieren la personalidad del pintor: se trata de otra afirmación, de otro acto, si bien en relación con el anterior, como marca el conector y: y (lo que te iba a decir es que) adquieren la personalidad…. No sé no actúa como acto independiente, sino como modalizador, atenuador de las afirmaciones anteriores. 37.  No es un acto de negación repetido. Lo mismo que pero yo no habíaa, en este caso truncado y reiniciado de nuevo (no se me había ocurrido). Sigue un acto de confirmación (pero es verdad lo dee), también truncado.

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La unidad superior del discurso (conversacional): el diálogo*

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1. Introducción Parece difícil concebir el análisis del discurso sin previamente establecer las unidades que van a analizarse. Los enfoques teóricos interaccionales, ya más lingüísticos o más sociales, reconocieron muy pronto esta necesidad y la mayoría de estos parece coincidir en el reconocimiento de unidades estructurales organizadas jerárquicamente: el acto, la intervención (el movimiento) y el intercambio. Por encima de estas, algunos autores y escuelas defienden también la existencia de la secuencia (episodio, lección) y de la interacción (transacción, conversación), sea el caso de la Escuela de Birmingham, de la Escuela de Ginebra, etc.1. Uno de los problemas surge precisamente a la hora de establecer los límites formales de esas otras unidades por encima del intercambio, las cuales han sido definidas como unidades tópicas o temáticas, y de mantener que se trata de unidades, estructurales. Recordemos, por ejemplo, que el análisis de la conversación defiende un análisis turno por turno, esto es, un sistema de administración local vinculado a 1a alternancia de turno, al denominado par adyacente2. Y la secuencia aun reconocida su existencia, no se considera unidad estructural, sino temática o funcional3.

*  El presente trabajo se publicó originalmente en Cortés Rodríguez (coord.) (2007): Discurso y oralidad: homenaje a José Jesús de Bustos Tovar, ISBN 978-84-7635-714-9, pp. 15-40. Agradecemos a Arco-Libros su permiso para la reproducción de este trabajo. 1.  Para el estudio de algunas propuestas sobre unidades véase Goffman (1973), Sinclair y Coulthard (1975), Stubb (1981), André-Larochebovy (1984), Auchlin y Zenone (1980), Moeschler (1985: esp. 81, nota 2), Roulet (1985), Roulet et al. (1991) y Kerbrat-Orecchionni (1990). 2. En concreto, dentro del Análisis de la Conversación, véase Schegloff y Sacks (1973), ­Sacks, Schegloff et al. (1974); comp. al respecto la propuesta de Gallardo (1996: 77-98 y 127-151). 3.  Desde otros enfoques se niega no solo el carácter estructural de las secuencias, sino también el de los intercambios, en tanto productos emergentes, ver p. ej. Portolés (2004: 203), siguiendo a Clark (1996: 23).

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Según la propuesta sobre unidades del discurso del grupo de investigación Val.Es.Co. (aparecida en Briz et al. 2003: 7-61) el diálogo o secuencia ­dialógica es la unidad superior de la conversación, y junto al acto, la intervención y el intercambio, constituyen las unidades estructurales del discurso. Las dos primeras pertenecen al nivel monológico: el acto es la unidad menor de la conversación, el constituyente básico de una intervención4; la intervención, así pues, está constituida por un acto o conjunto de actos. La combinación de intervenciones de distintos emisores (inicio y reacción) da lugar a un intercambio y uno o varios intercambios forman lo que hemos denominado diálogo. El intercambio y el diálogo son, por tanto, las unidades pertenecientes al nivel dialógico del discurso, sea este una conversación, un debate, una entrevista, etc. Nuestro objetivo aquí es el estudio de la unidad máxima del análisis del discurso interaccional, del diálogo. Diálogo es un término que puede llegar a definir en el ámbito de los textos hablados (incluso escritos: comp. una obra de teatro frente a un poema) un tipo discursivo común a varios géneros: la entrevista, el debate, la conversación, este último el prototipo de los diálogos. Y, precisamente, por caracterizar a todos los discursos no monológicos, el término diálogo nos parece adecuado también, desde el punto de vista estructural, para nombrar la unidad superior del discurso. Lo hemos preferido al de secuencia –o si lo utilizamos le añadimos un apellido, secuencia dialógica– puesto que dicho término ha ido unido a menudo al concepto de tema o tópico y, sobre todo, al de unidad no estructural. El trabajo contiene una propuesta de definición un reconocimiento práctico de los diálogos en una conversación a partir de un análisis lineal y jerárquico, así como una muestra de su rentabilidad explicativa a la hora de analizar algunos hechos de discurso, concretamente, el de la conexión pragmática y el de la cortesía verbal. 2.  Los constituyentes del diálogo Según lo expresado antes, ya hay una primera definición de la unidad superior del discurso, el diálogo, en concreto, basada en lo que son sus constituyentes inmediatos: El mínimo para hablar de diálogo es un intercambio (Ic), o lo que es lo mismo, una intervención iniciativa (Ii) y otra reactiva (Ir).

4.  En un acto pueden reconocerse segmentos informativos mínimos, a los que hemos denominado subaclos, cada uno de los cuales presenta valores informativos diferenciados. Una descripción y explicación detalladas de estos en Hidalgo y Padilla (2006).

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Dicho lo anterior, se entenderá que un diálogo puede coincidir en su expresión mínima y en cuanto a sus constituyentes básicos con el intercambio, quedando reducido a un esquema como 1: Ii Ic Ir Esquema 1

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Así, en el ejemplo de (1), el mero intercambio de saludos con un vecino con quien nos encontramos al salir de casa forma a su vez un diálogo mínimo: (1)

A: buenos días B: buenos días

No obstante lo anterior, en la conversación, los intercambios se encadenan, de modo que en el citado engranaje las intervenciones más frecuentes tienen un doble carácter, son reactivos-iniciativas (lr-i)5 es decir, emisiones que reaccionan y que provocan a la vez, ya indivisiblemente, ya en partes reconocibles o divisibles, habla posterior. Así pues, por lo general, la estructura del diálogo conversacional se corresponde con el esquema de 2, esto es, está formada por una intervención de inicio, una o varias intervenciones reactivo-iniciativas y otra de reacción: Ii Ic Ir-i Ic Ir-i Ic Ir-i Ic Ir Ic Esquema 2

5.  Sobre estos tres tipos de intervenciones, iniciativas (li), reactivas (Ir) o reactivo-iniciativas (Ir-i), véase Roulet (1991) y Roulet et al. (1985).

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El ejemplo de (2), extraído, como todos los demás, del corpus de conversaciones coloquiales del grupo Val.Es.Co. (Briz y Val.Es.Co. 2002), se ajusta a dicho esquema: (2)

Ii G: el día ventiunoo me imagino que vendréis aa (a)nimar y a hacer fotografías/ [¿no?] Ir-i J: [yo a correr]/ ¿eh? Ir-i G: ¿tú a correr?§ Ir-i J: § y mi hermano también/ Lorenzo Ir-i G: [((dame tu nombre))] completoo↑ / el Dénei↑6 fecha de nacimiento↑ // yy/ ya nada ((…)) Ir J:  pues mañana lo tienes [Briz y Val.Es.Co. 2002: AP.80.A.1: p. 143, líneas 9-27]

No extraña que tales intervenciones reactivo-iniciativas sean las más frecuentes en una conversación. Si no fuera así, sería difícil que la conversación progresara o que, incluso, tuviera lugar: en tales casos, antes que de conversación hablaríamos de sucesión de intercambios aislados o de diálogos aislados (como en el ejemplo de los saludos citado más arriba). Este hecho, además, hace que se concreten más las características y valores asignado habitualmente a este género textual: dinamismo, sucesión de intercambios, tensión dialógica, etc. De otro modo, la presencia de intervenciones reactivo-iniciativas se constituye en una vara de medir el grado de dinamismo conversacional, incluso en característica diferenciadora de la conversación frente a otro género discursivo dialogal como puede ser la entrevista, en el cual predominan las intervenciones iniciativas y reactivas. Pero, además, el predominio de tales intervenciones reactivo-iniciativas en un segmento identificado como diálogo nos indica su centralidad estructural (e informativa) dentro de la conversación, dicho de otro modo, que un diálogocuerpo o central, frente a otros diálogos como, por ejemplo, el de apertura y el de cierre, en que no se dan o se dan en un número escaso este tipo de intervenciones, a los que llamaremos por ello diálogos-marco, y también frente a los que denominamos diálogos laterales, que presentaremos después7. Si la presencia mayor o menor de Ir-i, por tanto, afecta a la diferente constitución de las secuencias dialógicas, estas no pueden ser con consideradas meras entidades temáticas:

6.  Documento Nacional de Identidad (D.N.I.). 7.  Gallardo (1996: 127-151) estudia a la organización secuencial de las conversaciones y distingue entre secuencias-marco (apertura y cierre) y secuencias temáticas (de concordancia, lateral, de historia y de inserción), si bien las considera unidades temáticas.

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(3)

A: hola Mercedes B: hola ¿qué tal?

Ii A: te tengo que contar que estuve con Rafa el fin de semana? Ir-i B:¿ah sí? pues cuéntame Ir-i Ir-i Ir-i Ir-i ((…)) Ir B: tienes razón

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Ii Ir

Ii Ir

A: oye que me tengo que ir/ ya nos veremos B: adiós

En (3) pueden identificarse tres diálogos; 1a ausencia o escasa presencia de Ir-i ya señala o identifica el diálogo 1 y el diálogo 3 como no centrales, más exactamente, como marcos conversacionales o diálogos-marco, respectivamente, de apertura (saludos) y de cierre de la conversación (despedidas); son con frecuencia rituales o están fuertemente ritualizados como fórmulas corteses. En cambio, la presencia de frecuentes intervenciones reactivo-iniciativas dentro del diálogo 2 indica la centralidad informativa del mismo, esto es, se trata de un diálogo central dentro del cuerpo conversacional o diálogo-cuerpo. 3.  El tipo de constituyentes. Inicio y reacción Si el límite para poder identificar un diálogo, desde el punto de vista estructural, es el intercambio, es obvio que el límite formal para reconocer tal unidad es una intervención de inicio por arriba y una intervención de reacción por abajo; de otro modo: Una intervención que sea solo de inicio marca el comienzo de una secuencia dialógica y una intervención que sea solo de reacción indica el final de la misma.

Cada uno de los tres diálogos del ejemplo (3) está limitado por una intervención de inicio y otra de reacción. Y lo mismo en (2), el diálogo está marcado por la intervención de inicio de G y la intervención reactiva final de J. Esta última marca el cierre de una secuencia dialógica, que en este caso forma parte del cuerpo de la conversación o del diálogo o diálogos centrales. Lo dicho anteriormente pone de manifiesto la existencia de distintos tipos de diálogos, según aparezcan en el cuerpo conversacional o en el marco, así como la posibilidad de que, en el interior de estos, puedan manifestarse otras secuencias dialógicas con las que contraen diferentes relaciones jerárquicas (según veremos más adelante). ÍNDICE

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3.1.  Inicios y reacciones aceptadas. “Intervenciones-turno” No obstante lo anterior, es necesario precisar un poco más tales límites, dado que, como puede notarse en los ejemplos (4) y (5), hay intervenciones solo iniciativas que no marcan inicio de diálogo, y las hay también solo reactivas que no señalan el final del mismo. Leamos el ejemplo de (4):

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(4) Ii A: es que el Valencia ha hecho [una temporada como nunca] Ii T: [¿oye/ ¿vamos al cine mañana? a la Troya] Ir-i R: ¡macho! doblete y todo Ir-i A: y el Madrid a verlas venir/ no se puede ser tan soberbio Ir R: ¡ajo y agua/ tío! ((…))

En (4), la intervención de T es iniciativa, pero no obtiene respuesta de ninguno de los interlocutores. Diremos en tales casos que T pretende comenzar un diálogo, pero su intento resulta fallido en tanto no es atendido, al menos, en ese momento de la interacción. Puesto que para hablar de diálogo hacen falta dos personas, la intervención iniciativa de T no puede entenderse realmente como comienzo de diálogo: En (5) las de M son intervenciones reactivas fáticas, con las que el emisor confirma su conexión al canal y a lo que el otro está diciendo, a la vez que reafirma en el turno a este. (5) (li) lr-i R: y no pasa nada / pero es que yo no estoy pendiente de que si la de abajoo o- además↑ cuando quiero limpiar la repisa/ bajo y le digo// cuando quieras↓ Ir M: síi [porque sí/ sí] R: [y la chica si tiene] algo lo quita y [yo lo limpio=] Ir M: [sí↓ no no] R:  = pero no voy a tener yo ahí la porquería/ no sé si tiene↑ ropa↓ que está ya de- del polvo↑ y dee - [porque allí sí quee- que está abierto=] Ir M: [sí sí/ / / claro] R: = y se lo dije/ porque dijo- dice ahí voy a- porque tenía un tendedero/ no sé si tú lo viste

En el caso de (6), la intervención reactiva de B completa la afirmación de A, es una intervención colaborativa8. La misma razón anterior impide hablar de cierre de diálogo en el caso de estas intervenciones reactivas. En tanto reacciones 8.  Para los tipos de intervenciones, en concreto, reactivas véase Briz (2000b), Briz (2002), y, especialmente, Briz y otros (2003: 17-20, esp. 18).

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forman intercambio con lo anterior, pero no son cierres de nada, son meras emisiones de paso que, aunque oídas, no son atendidas o aceptadas verbalmente (ni extraverbalmente) por el otro: (6)

Ii A: EEs que a mi marido lo han hecho fijo Ir B: [en la fábrica] Ir-i C: [¿SÍII?]↑ qué BIIEEN!/ Ir-i A: / antes de ayer! se lo dijeron

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De acuerdo con lo anterior, el concepto de aceptación (intervención aceptada) es el rasgo que, junto a las marcas ya citadas, precisa la definición de la unidad diálogo dada hasta aquí: Las intervenciones solo de inicio y solo de reacción, en tanto límites y marcas formales de reconocimiento de la unidad diálogo, son emisiones aceptadas por el otro (u otros).

Son intervenciones-turno, como parece escrito en el título de este apartado 3.1, esto es, intervenciones que son atendidas y aceptadas por el otro u otros. Aceptación es el concepto básico para el reconocimiento de un turno de habla, de estas intervenciones-turno9. Por eso, la intervención iniciativa de T en (4) o la intervención fática o colaborativa de M y B, respectivamente en (5) y (6) no ocupan turno, pues no son aceptadas por los respectivos interlocutores en posesión del mismo. Y, por tanto, aun siendo intervenciones solo iniciativas o solo reactivas no son marcas de diálogo. De lo anterior se colige, por un lado, que todo turno es una intervención, pero no toda intervención es, necesariamente, un turno; por otro, que toda alternancia de turno es un intercambio, pero no todo intercambio supone alternancia de turno. Además, esa distinción entre intervención (unidad estructural interna) y turno (unidad externa o social, requiere al otro) nos permite introducir una diferencia adicional en cuanto al estatuto o papel comunicativo de quien interviene. Quien solo interviene, pero no obtiene el turno, emite sonidos, es únicamente emisor, el que además obtiene el turno, esto es, obtiene el reconocimiento y aceptación del otro (u otros) es, además de emisor, hablante10. Atendiendo a la explicación anterior, el diálogo se produce entre hablantes, de modo que sus límites formales por arriba y por abajo son una intervención de inicio y una intervención de reacción que ocupan turno, es decir, son aceptadas por un interlocutor. 9.  Para otros criterios de reconocimiento de la unidad turno, véase Briz y otros (2003: 20-29). 10.  Para más información sobre esta nueva propuesta de definición de los papeles comunicativos, véase Briz et al. (2003: 20-22) y Padilla (2003 y 2004).

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Lo dicho hasta aquí se resume en el esquema 3: 1Ii Diálogo mínimo

Ic 2Ir 1Ii Ic 2Ir-i Ic

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Diálogo

3Ir-i Ic 4Ir-i Ic 5Ir

[Intercambio (Ic), Intervención iniciativa (Ii), Intervención reactivo-iniciativa (Ir-i), Intervención reactiva (Ir), Turno: indicado con el número a la izquierda] Esquema 3

3.2. Un caso particular; las “intervenciones compuestas”, una voz y dos hablantes Dentro de los tipos de intervenciones, hemos hablado de una que presenta un doble carácter reactivo-iniciativo (Ir-i). Valga el ejemplo dado en (2), que reproducimos ahora como (7): (7)

Ii 1G1: el día ventiunoo me imagino que vendréis aa (a)nimar y a hacer fotografías/ [¿no?] Ir-i 2J1: [yo a correr] / ¿eh? Ir-i 3G2: ¿tú a correr?§ Ir-i 4J2: § y mi hermano también/ Lorenzo Ir-i 5G3: ((dame tu nombre)) completoo↑ / el Dénei↓1111 fecha de nacimiento↑ / / yy/ ya nada ((…)) Ir 6J3: mañana lo tienes// mañana te lo traigo

11.  Documento Nacional de Identidad (D.N.I.).

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Este doble valor reactivo-iniciativo puede no identificarse segmentalmente, esto es, en la intervención no son reconocibles por separado, ni por tanto divisibles, la parte que constituye la reacción y la parte del inicio (como en 3G2, 4J2 5G3), o bien, por el contrario, puede venir marcado segmentalmente, de modo que en la intervención puede reconocerse un segmento verbal que actúa como reacción y otro como inicio; así, por ejemplo, en 2J1 la reacción es yo a correr y el inicio, ¿eh? Podría hablarse, así pues, de intervenciones reactivo-iniciativassimples en el caso de que no sean identificables o verbalmente reconocible los segmentos correspondientes a la reacción y al inicio, y de intervenciones reactivas-complejas cuando sí lo sean. Esta marcación verbal del doble carácter reactivo-iniciativo puede observarse asimismo en la intervención 2A1 del intercambio de (8), que en tal caso sería una Ir-i compleja: (8)

1B1: ¿QUE cuándo iréis al pueblo por fin? 2A1: ¿al puebloo? ((a ver)) mañana/ sábado/ / / pero ¿cómo quiés decir↓ de vaca [ciones↑?] C: [((¡ayy!))]§ 3B2: § sí↓ de vacaciones 4A2: en agosto

Caso totalmente distinto de los anteriores es el de 3B1 en el fragmento de (9), puesto que no se trata de una intervención reactivo-iniciativa, sino de una intervención reactiva y de otra intervención iniciativa dentro de la misma emisión o la misma voz desde el punto de vista físico: (9) (C, D, B y A, amigos, han estado hablando sobre el tema de las elecciones generales. En un momento dado, C y D se marchan de la conversación) 1C1: hasta luego 2D1: hasta luego 3B1: hasta luego/ hasta luego/ / / oye ¿cómo te fue la entrevista de trabajo↑ 4A1: no lo sé/ no lo sé

La emisión 3B1 está formada por un segmento (hasta luego/ hasta luego) que es claramente reactivo en relación con las intervenciones anteriores de C y D, y por otro segmento iniciativo (oye ¿cómo te fue la entrevista de trabajo?) vinculado ahora con la reacción de otro interlocutor, A. Según puede observarse, tales segmentos pertenecen a diálogos distintos. La reacción marca el fin de una secuencia dialógica y el inicio señala el comienzo de otra diferente; de hecho, C y D abandonan la escena conversacional y se produce además un cambio de tópico discursivo. Si las dos partes en que es segmentable la emisión de B pertenecen a diálogos distintos, no puede mantenerse, por tanto, que esta sea una intervención reactivo-iniciativa, sino más bien dos intervenciones una reactiva y la otra ÍNDICE

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iniciativa12. Así pues, aunque se trate de una sola voz, desde el punto de vista físico, en realidad son dos o, si se prefiere, hay un emisor y dos hablantes distintos, como distintos son los oyentes o interlocutores a quienes se dirigen tales intervenciones. La representación correcta de esta doble intervención, que bien podríamos llamar por ello intervención compuesta, sería entonces:

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1C1: hasta luego 2D1: hasta luego 3B1: hasta luego / hasta luego/ / / 4B2: oye ¿cómo te fue la entrevista de trabajo?

ya que, en realidad, se trata de dos intervenciones del mismo emisor (en la misma emisión). Así descritas, además, de quedar bien diferenciadas de las intervenciones complejas como las de 2J1 en (7) o 2A1 en (8), se resuelve también el problema que algunas de estas plantean a la identificación de los límites de ciertos diálogos. En resumen, las intervenciones pueden ser de tres tipos: intervención iniciativa en tanto que provoca habla posterior, reactiva, como reacción, o reactivo-iniciativa, que reacciona y provoca al mismo tiempo reacción. En el caso de estas últimas, pueden ser complejas o simples en virtud de que pueda o no ser reconocida verbalmente esta doble funcionalidad. La que llamamos intervención compuesta no es un tipo diferente de los anteriormente reconocidos, puesto que está formada por una intervención que es iniciativa y por otra intervención que es reactiva; la peculiaridad de la misma consiste en que se trata del mismo emisor, de la misma emisión, pero de una doble intervención. 4.  Rasgos complementarios: el tema y la entrada y salida de interlocutores de la conversación A la definición formal de la unidad superior del discurso puede añadirse un rasgo subsidiario, este de carácter temático, hecho ya puesto de manifiesto en algunas afirmaciones anteriores (por ejemplo, obre la intervención compuesta de 3B1 en el ejemplo de 9). De hecho, los diálogos coinciden a menudo con cambios 12.  Uno de los rasgos para definir las intervenciones, de acuerdo con la propuesta de Briz y otros (2003: esp. 17-20), es el cambio de voz. Parece una contradicción, por tanto, que en los casos mencionados se interprete la existencia de una sola voz con dos intervenciones, pero solo aparentemente, ya que también en nuestra definición de los papeles comunicativos (20-22), el receptor no es ese destinatario anestesiado o pasivo de otras formulaciones, sino que se reivindica un receptor y un oyente activos y decisivos en el reparto de esos papeles (véase también el trabajo ya citado de Padilla [2004]).

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de tópico, aunque con una restricción: para cambiar dicho tópico hacen faltados hablantes (comp. Linell 1996: 118), esto es, una intervención de inicio que pretenda cambiar el tema triunfará realmente si dicha modificación es aceptada por otro. En este sentido, la definición estructural y la temática coinciden: una contribución aislada no puede formar un tópico; la intervención iniciativa de T, en (4), según se afirmaba antes, no puede de entrada considerarse inicio de diálogo porque no hay reacción, no es aceptada, y del mismo modo, tampoco forma un tópico. El criterio temático se constituye según esto, en una marca complementaria de la definición formal anterior13. Otro hecho que a menudo es relevante para el análisis segmentación de los diálogos de una conversación es la entrada y salida de personajes de la escena. Tanto es así que dichos movimientos pueden favorecer el final o el comienzo de un diálogo y, en consecuencia, pueden ser marcas externas de dicha unidad. En principio, la entrada y salida de interlocutores durante una interacción entre al menos tres participantes favorece, por ejemplo, secuencias de apertura y de despedida, diálogos-marco, sin olvidar que a ello va un ido a veces el cambio de tema. 5.  Propuesta de definición de la unidad diálogo Atendiendo a toda la explicación anterior, esta es nuestra propuesta de definición de la unidad superior del discurso: El diálogo es, como mínimo, un intercambio entre dos hablantes, una alternancia de turno, esto es, una intervención de inicio, y solo de inicio, y otra de reacción, solo de reacción, ambas aceptadas, por tanto, intervenciones-turno. Así pues, en una conversación habrá de entrada tantos diálogos como intervenciones iniciativas-turno y reactivas-turno podamos reconocer, ya supongan (lo más frecuente) o no una modificación del tópico discursivo, ya vengan o no acompañadas de movimientos en la escena conversacional.

6.  Análisis de diálogos Las convenciones para la segmentación en diálogos es la siguiente: –– Las intervenciones se marcan con un número a la derecha de la letra identificadora del participante; la ausencia de número indica que la intervención anterior continúa. 13.  No es el factor determinante como en otras propuestas (comp. Gallardo [1996], que define la secuencia como entidad temática y funcional [p. 128] y que distingue entre secuencias-marco y secuencias tópicas o temáticas [pp. 135 y ss.; ver nuestra nota 7]).

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–– Las intervenciones-turno se identifican, además, con un número a la izquierda de la letra identificadora del participante; si no hay número, significa que la intervención no ocupa turno de habla. –– El tipo de intervención: iniciativa (Ii) reactiva (Ir) reactivo-iniciativa (Ir-i). Si la intervención es solo iniciativa y marca comienzo de un nuevo diálogo, la numeración empieza de nuevo, así pues, el número 1 a la derecha de una intervención iniciativa marca también el principio de un diálogo. Entre diálogos, cuando estos se suceden uno tras otro, aparece, además, un espacio en blanco; se sangra a la derecha si tiene carácter lateral.

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6.1.  El análisis lineal: el reconocimiento de los diálogos En (10) y (11) aparece un reconocimiento lineal de los diálogos, si bien, tras el mero reconocimiento de estas unidades superiores, será necesario establecer su tipología y las relaciones jerárquicas que contraen entre sí, lo que solo llegaremos aquí a esbozar. Veamos la visualización del fragmento de conversación de (10). (10) Ii

1A1: y y cuando llego a casa↑ todos los días pongo la televisión a ver lo que ha tocao Ir C1: sí§ A: § oyE/ ¿te pués creer↑ que ya van dos sábados→/ quede los números que salen→? ni uno no tengo NI UNO§ Ir C2: § ni [uno] Ir B1: [¡ah!] § A: § en mis cinco números [no tengo NI UN NÚMERO de los que salen/ yo me río d’eso digo-/ yo me espero a ver si me salen↓ claro↓ [como t’ol mundo=] Ir C3: [hombre/ normal/ claro] A: = digo los míos// [el seis] Ii 1B1:14 [¿te lo envuelvo un poquito?] Ir 1D1: [bien]15 A: [no tengo] ningún seis/ el cuatro/ ¡che!16 si no tengo ningún cuatro/ ¡che!/ pero ¿qué es? yy lr C4: sí señor/ sí señor§ Ir-i 2D1: § eso es que ya [está trucao] Ir-i 3A2: [no¡ eso→]§ 14.  Se inicia una escisión conversacional, debida a una transacción comercial. 15.  Se acaba la escisión. 16.  Interjección peculiar de la Comunidad Valenciana.

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lr-i 4C5: § eso es- eso es§ Ir 5A3: § no/ eso es que el- le sale↑ al que no lo espera [Briz y grupo Val.Es.Co. 2002: H.25A.1, p. 233, líneas 1-24]

En dicho fragmento se reconocen dos intervenciones iniciativa-turno y dos intervenciones reactivas-turno, luego, hay dos diálogos:

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Diálogo 1: Ii 1 A1: y y cuando llego a casa ↑ todos los días pongo la televisión a ver lo que ha tocao ((…)) Ir 5A3: no/ eso es que el- le sale↑ al que no lo espera

Obsérvese que una larga intervención-turno de A abre el diálogo y es el mismo A quien también lo cierra. Las de C1, C2, B1, C3 y C4 son intervenciones reactivas de paso que no ocupan turno, que ratifican a A en su papel de hablante (intervenciones fáticas); por tanto, no pueden entenderse, según notábamos, como marcas de cierre de diálogo. Como marca de final de diálogo solo puede ser considerada la intervención-turno reactiva 5A3, pues ocupa turno al ser aceptada por el resto de interlocutores como cierre de la interacción (supongamos que la interacción acaba aquí). Diálogo 2: Ii 1B1 ¿te lo envuelvo un poquito? Ir 1D1: bien

Se trata de un diálogo mínimo, formado por un solo intercambio, es decir, por una intervención iniciativa de B (vendedor) y otra reactiva de D (comprador). Dada su no relación aparente con el anterior, esto es, dada su lateralidad con respecto al diálogo hasta ahí (con fin interpersonal), se visualiza sangrado a la derecha. Si procedemos al análisis de las intervenciones e intercambios del fragmento de conversación de (12), el resultado puede observarse en la visualización siguiente: (11) (Conversación entre amigos. A, varón, y B, mujer, son pareja, aunque su relación amorosa no atraviesa un buen momento)

Ii Ir-i Ir Ir-i Ir-i Ir-i

1B1: ¡ye tías! os estaba buscando↓ tía/ / / ¿qué hacéis? 2A1: [nada↓ charrar] 3C1: [aquí] 4D1: nada§ 5A2: § charrábamos§ 6B2: § ¿de qué?

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Ir-i 7D2: nada Ir-i 8B3: ¡uy!/ ¿qué pasa↓ tía ↑? Ir-i 9D3: no Ir(-i) 10B4: ¡uy!/ ¿qué hacéis aquí?



Ii Ir-i Ir-i Ir-i Ir-i Ir



Ii 17B1: ¿qué haces aquí solo↓ tío↓? Ir-i 18A1: nada/ nada§ Ir-i 19 B2: § ¡uy! [((  )))]



Ii 20C1: [(has) ta luego) Ir-i 21D1: hasta luego Ir 22B1: hasta luego/ hasta luego/ / /



Ir-i 23B1: ¿qué te pasa? Ir-i 24A1: no lo sé/ no lo sé Ir-i 25B2: tío/ / yo no te quiero agobiar peroo/ me gustaría que me dijeras lo que te pasa Ir-i 26A2: es que NO/ es/ soy YO y-y- y/ soy YO y-y/ no quiero meterte Ir-i 27B3: pero yo quiero que me metas (3”) Ir-i 28A3: mira↓ no lo sé/ cre- es que no no no- es que ya no estoy seguro de nada Ir-i 29B4: pero ¿de qué? ¿de lo de salir conmigo? Ir-i 30A4: no lo sé Ir-i 31B5: pero ¿lo quieres dejar? Ir-i 32A5: NO QUIERO DEJARLO / / PERO/ RECONÓCELO/ NO VAMOS BIEN (Ir) ((…)) [Briz y grupo Val.Es.Co. 2002: ML.84.A.1, pp. 74-75, líneas 51-86]



11AJ: ¿está ya la comida? 12B1: no 13C1: ¿bajamos↑ a ver si está? 14D1: vale/ yo me tengo que hacer un bocadillo aún§ 15 C2: § pues vamos 16D2: espérate que coja mis zapatillas

Se reconocen cuatro intervenciones-turno iniciativas y otras tantas reactivas, luego, puede afirmarse la presencia de cuatro diálogos: Diálogo 1 Ii 1B1: ¡ye tías! os estaba buscando↓ tía/ / / ¿qué hacéis? ((…)) Ir(-i) 10B4: ¡uy!/ ¿qué hacéis aquí?

La intervención-turno iniciativa 1B1, a la que reacciona el resto de interlocutores presentes, marca el comienzo del diálogo. El cierre del mismo (10B4) tiene ÍNDICE

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la particularidad de que termina con una intervención reactivo-iniciativa compleja (uy, por un lado, puede entenderse como la reacción –B supone por las evasivas anteriores que algo pasa– y la pregunta ¿qué hacéis aquí? como inicio), aunque al menos momentáneamente queda solo como reacción, pues no provoca habla posterior, y queda como marca, en consecuencia, del final de este primer diálogo. Diálogo 2 Ii 11A1: ¿está ya la comida? ((…)) Ir 16D2: espérate que coja mis zapatillas

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11A1 cambia el tema y con su intervención inicia un nuevo diálogo. La intervención reactiva 16D2 marca el final del mismo. Diálogo 3 Ii 17B1: ¿qué haces aquí solo↓ tío↓? (Ir) ((…))

El relance de un tema anterior se manifiesta como un nuevo diálogo, diálogo 3, en tanto es reconocible una intervención de inicio (17B1), dada la modificación de la escena conversacional y el cambio de destinatario de la pregunta (comp. 10B4: ¿qué hacéis aquí? → 17B1: ¿qué haces aquí solo tío?). El diálogo 3 (véase más abajo) se interrumpe momentáneamente por el diálogo 4: Diálogo 4 Ii 20C1: (has)ta luego ((…)) Ir 22B1: hasta luego/ hasta luego/ / /

20C1 abre un nuevo diálogo17, si bien relacionado jerárquicamente con el diálogo 2, en concreto, un diálogo-marco de aquel. 6.2.  El análisis estructural jerárquico o de los diálogos La visualización de los diálogos ofrecida hasta aquí apunta solo al desarrollo lineal de la conversación; sin embargo, evidente que no todos contraen las mismas relaciones ni están al mismo nivel o rango de estructura jerárquica. 17.  Linealmente aparece después del diálogo 4, pero jerárquicamente se relaciona con el diálogo 2.

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Los fragmentos de conversación (10) y (11) sirven como fuente de referencia para mostrar alguna de estas relaciones jerárquicas. Cabe recordar que, prototípicamente, una conversación presenta una estructura dialogal triple, un diálogocuerpo o central, el más relevante desde el punto de vista informativo, y dos diálogos-marco, que encuadran o enmarcan como principio u origen (saludos) o como cierre o fin (despedidas) ese diálogo central. En (10), a falta de diálogos-marco de apertura y de cierre de la conversación, solo se reconoce un diálogo-cuerpo. El segundo diálogo reconocido es lateral, dada su independencia informativa con el resto de diálogos, y es debido a una escisión conversacional (favorecida en este caso por la situación de compra-venta en que se está produciendo la interacción). En (11) el cuerpo conversacional es complejo, está formado por tres diálogos, encadenados, con el mismo nivel de estructura jerárquica e informativamente centrales. El segundo de estos aparece con su propio diálogo-marco de despedida (el que hemos llamado diálogo 4). Para la visualización pueden emplearse las convenciones que aparecen en los esquemas 4 y 5: los pequeños sangrados a la derecha indican relación y rango de la dependencia. No hay sangrado entre diálogos que podrían considerarse de primer nivel o de rango primario y el sangrado aumenta para marcar el tipo de relación. El sangrado mayor indica lateralidad: 190

Esquema 4: los diálogos de (11) (Diálogo-marco de apertura) Dialogo cuerpo Diálogo 1 “el Cupón de la ONCE” (A, C, B y D) Diálogo lateral 2 “la comida” (B y D) (Diálogo-marco de cierre)

Esquema 5: los diálogos de (12) (Diálogo-marco de apertura) Dialogo cuerpo Diálogo 1 “preguntas y evasivas” (B, A, C y D) Diálogo 2 “la comida” (A, B, C y D) Diálogo-marco 4 “despedida” (A?, C, D y B) (salen C y D)

Diálogo 3 “la disputa amorosa” (B y A)

(Diálogo-marco de cierre)

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7.  Una muestra de su aplicabilidad18 Para concluir me gustaría mostrara la rentabilidad explicativa ele este sistema de unidades, especialmente la de la unidad diálogo, con dos ejemplos en torno a los marcadores-conectores discursivos y la cortesía verbal, dos temas-­ estrella del análisis del discurso.

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7.1.  Los marcadores discursivos Es cuanto menos extraño que una categoría pragmática como la de los marcadores-conectores se reconozca con frecuencia y sobre todo a partir de marcas esencialmente gramaticales y no discursivas19. Por un lado, el reconocimiento de las unidades monológicas, la unidad intervención y, sobre todo, de unidades menores dentro de esta como el acto y el subacto (no estudiadas específicamente aquí), permite añadir un rasgo fundamental de carácter discursivo en la definición de los conectores y, en general, de los llamados marcadores del discurso. Los marcadores son segmentos informativos que no pueden constituirse en actos ni en intervenciones. Así, un formante reconocido como tal no puede ser un marcador. Si comparamos las dos intervenciones de B en (12) observaremos la presencia en ambas de un segmento formalmente idéntico, bueno, pero no así en cuanto a la clase de unidad y, por tanto, a su función: (12)

A: B: B’: B”:

¿Vas a venir? Bueno (ACTO) ¡Buenoo! (ACTO) Bueno no estoy seguro (SUBACTO)

En B y B’ bueno no desarrolla la función de marcador, pues es una intervención y un acto, esto es, representa la acción principal (la aceptación), lo cual no niega que subsidiariamente añada un valor modal diferente al de sí. En cambio, en B” bueno es un segmento que no es aislable como respuesta equivalente al conjunto (en este caso un posible rechazo), tiene una función modalizadora de atenuación (falsa concesión) de la acción representada en el ejemplo por el segmento no estoy seguro. Luego, bueno es aquí y ahora un marcador20. 18.  Esta aplicación ha sido posible gracias a los resultados del proyecto de investigación Nuevas aportaciones al Diccionario de Partículas Discursivas del Español (HUM2004-01543), subvencionado por el Ministerio de Educación y Ciencia. 19.  Invariabilidad, gramaticalización, movilidad posicional, autonomía sintáctica, situados entre pausas, imposibilidad de recibir adyacentes o especificadores, etc. 20.  La conexión, la modalización y la regulación o control del contacto son las tres funciones básicas de los marcadores del discurso. Estos desarrollan primaria y prototípicamente una u otra, si

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Por otro lado, la función de atenuación del desacuerdo que preludia a veces el conector solo puede explicarse a partir de unidades dialógicas. La posición de un marcador, uno de los criterios fundamentales para definir y determinar las funciones de los marcadores y curiosamente peor manejados, se aclara a partir del reconocimiento lo exacto de la unidad en que opera. Al hablar de posición inicial o final hay que precisar si se trata de inicio o final de Acto o Intervención (PiA, PfA, PiI, Pfl), como se visualiza en el esquema 6, excepto cuando la intervención está constituida por un solo Acto, en cuyo caso las distinciones anteriores pueden ser irrelevantes (ver esquema 7): Esquema 6

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INTERVENCIÓN CON DOS ACTOS: ACTO

PiI PiA

PfA PeA PiA

ACTO

PfA PfI

[Posición inicial de Intervención (Pil), Posición inicial de Acto (PiA), Posición final de Acto (PfA), Posición final de Intervención (PfI), Posición entre actos (PeA)] 192

Esquema 7 INTERVENCIÓN CON UN ACTO

PiI-PiAPfA-PfI

PiI-PiA PfA-Pfl bien, en ciertos entornos y contextos de uso, un conector, por ejemplo, puede presentar subsidiaria­ mente valores modales o reguladores. Tales funciones, sin embargo, no son exclusivas de la categoría pragmática marcador del discurso, entendida como conjunto de piezas léxicas que, tras un proceso de gramaticalización, se especializan en un sentido u otro y quedan fuera o al margen de la proposición que modalizan o de las proposiciones que conectan. Por ejemplo, los verbos presentan valores discursivos modales, pero no puede decirse que se hayan especializado gramaticalmente en la expresión de tal función; además esta aparece ligada al empleo de morfemas en el interior de la palabra y, así pues, dentro de la proposición; en consecuencia, un verbo no es un marcador. Hay formas, incluso, como se ha notado en el caso de bueno, que a veces siguen manteniendo asociadas las funciones proposicionales (bueno como acto de respuesta afirmativa) y de marcación discursiva (imprime mayor fuerza a la afirmación); en cambio, otras veces tales funciones aparecen disociadas hasta el punto de originar dos piezas léxicas diferentes desde el punto de vista funcional, el bueno marcador y el bueno proposición. La diferencia es obvia: aquel no puede ejercer de proposición, y este, aun cuando se asocie a una función discursiva modalizadora, no tiene en esta su función principal.

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Los de (13) son ejemplos de esos lugares o posiciones ocupados por un marcador o conector. En concreto, (13 a) ejemplifica el caso del esquema 6 y (13b) el del esquema 7. (13) a. Bueno pero el colegio era privado o sea pero era un colegio de esos de monjas ¿eh? b. Bueno pasaré mañana ¿vale?

Nótese que, frente a (13a), en (13b) 1a posición PiI y la PiA, así como la PfA y la PfI coinciden. Puede ocurrir también que la posición inicial de intervención y de acto sea indistinta, y lo mismo puede suceder con la posición final en ambas unidades, pero es preciso mantener la distinción porque hay casos en los que es relevante (al menos, con algunos marcadores). Sobre el esquema 6 puede notarse que cuando se habla de posición inicial de intervención, de posición entre actos de posición final de intervención se alude indirectamente al carácter parentético de los marcadores por relación al acto que continúa, si es posición inicial; a los actos anterior y posterior, si ocupa posición entre actos; y al acto anterior, si se presenta en posición final. Centremos nuestra atención en el caso de la posición inicial o, como creo que debe entenderse también, hacia el inicio. Este añadido por un lado, evita tener que hablar de posición intermedia en el caso de movimientos del conector en un misma unidad, como por ejemplo el Acto (comp.: sin embargo era una mujer buena / era, sin embargo, una mujer buena) y los problemas que ello conlleva: ¿dónde está el “medio” o cuál es el “intermedio” de una misma unidad? El término intermedio queda para la posición “entre unidades”, por ejemplo, posición entre actos (peA); este sentido es más preciso y, sobre todo, presenta un poder discriminador mayor desde el punto de vista funcional y una mayor significación discursiva. El término posición inicial o hacia el inicio puede significar cosas distintas, decíamos, si se refiere a la unidad Acto (APi) o a la unidad Intervención (IPi) (puesto que en una intervención pueden reconocerse a veces varios actos, como quedaba representado en el e quema 6)21. Así, en (13a), bueno y pero ocupan posición inicial si bien, operan en distintas unidades: el primero en la intervención; el segundo, en el acto. El bueno concesivo atenúa la reacción, que es aquí un acto de oposición marcado por pero. Además, el valor del marcador discursivo se vincula más concretamente, al tipo de unidad. No es lo mismo referirse, por ejemplo, a la posición inicial de una intervención iniciativa que a esta misma posición en una intervención reactiva o reactivo-iniciativa. 21.  Cuando la intervención está constituida por un solo acto, la Pil y la PfI coincide con la PiA y PfA.

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En un intercambio como el de (12), al principio ele una intervención reactiva o reactivo iniciativa, la forma bueno puede funcionar como acto de acuerdo o como conector-reformulador con valor atenuante, subacto en la terminología de unidades de Val.Es.Co., un preludio concesivo del desacuerdo que sigue o puede intuirse, incluso, de un desacuerdo anterior (Pons 2004). En las intervenciones reactivo-iniciativas a veces eran reconocibles y segmentables el acto o parte del mismo que actuaba como reacción y el que actuaba corno inicio –las que hemos denominado antes intervenciones complejas. En esta posición intermedia entre estos dos actos bueno solo puede funcionar como conector-reformulador (atenuante o no). En cambio, al principio de una intervención solo iniciativa, la función de bueno se vincula a una marca estructural de inicio de la unidad diálogo:

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a) Si se trata de un diálogo-marco apunta a la apertura o al cierre. (14) Bueno, iniciaré mi exposición con (…) (…) Bueno/ he de acabar ya

b) Si se trata de un diálogo-cuerpo, bueno señala el inicio de un nuevo diálogo central o abre paso a un diálogo lateral, en ambos casos con cambio de tópico. Por tanto, ese valor digresivo al que apuntan los estudios sobre esta y otras partículas se explica de forma más adecuada vinculada a la unidad diálogo, sea este central o lateral. En suma, el mar adoro conector se define así con rasgos discursivos, su valor se vincula a la unidad en que opera, al tipo de unidad en que aparece y, de modo más concreto, a la posición que en esta ocupa. Sin duda, el reconocimiento de estas unidades establece límites más precisos para el análisis de todas las categorías y funciones pragmáticas. 7.2.  La cortesía verbal Nos serviremos también del tema de la cortesía para mostrar de nuevo que un sistema de unidades como el propuesto por Val.Es.Co. y, en concreto, el reconocimiento de la unidad diálogo puede proporcionar una sólida base de partida para la explicación de este hecho de discurso. En algunos análisis de la cortesía verbal realizados sobre corpus echo en falta los límites del hecho o contribución cortés. La cortesía parece ser en estos un ÍNDICE

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halo que lo envuelve todo. Y, aunque así sea a veces, sin acotación y límite todo el campo es orégano, todo el campo es cortesía. ¿Dónde empieza y dónde acaba la actividad cortés en un discurso?, ¿cómo limitar en este la denominada secuencia o contribución cortés? Decíamos en otro lugar (Briz 2003 y 2004) que la distinción entre cortesía en unidades monológicas y cortesía en unidades dialógicas nos facilita el análisis de esta estrategia comunicativa. Precisando el ámbito, precisamos los objetivos. En el ámbito monológico se puede investigar la cortesía EN y DE ciertos actos, puede darse cuenta, por ejemplo, de la correlación frecuente de la actividad atenuadora con alguno tipos actos de habla (sea el caso de consejos, sugerencias, peticiones, órdenes, deseos, ciertas aseveraciones comprometedoras, etc., de los modos de mitigación de estas acciones (en el caso de una petición: ¿por favor, podrías darme mi cigarro?) y de las escalas y grados de atenuación y de cortesía. Así las cosas, en dicho análisis no puede ir más allá de lo que se denomina cortesía codificada o normativa22. Pero este sería un modo parcial y estático de entender el fenómeno cortés, pues se estaría dando cuenta solo de la codificación de la cortesía por parte de un hablante dentro de una cultura determinada. La cortesía en unidades dialógicas es una cortesía interpretada, una cortesía de oyente. Conviene, así pues, mantener diferenciadas las acciones corteses de las interacciones corteses, porque en este ámbito dialógico, la cortesía se evalúa y la evalúa dinámicamente el hablante a partir de la reacción del oyente, incluso puede que dicha evaluación no coincida con la convención cortés. –– Cortesía en unidades monológicas → cortesía codificada, escalas y grados de cortesía, cortesía de hablante –– Cortesía en unidades dialógica → cortesía interpretada, cortesía de oyente Nos interesa destacar aquí que puede ya hablarse de modo justo y preciso de la secuencia dialógica o diálogo cortés, con unos límites formales, los que les ofrece la definición de la unidad superior del discurso, una intervención de inicio y otra de reacción, y así también, por ejemplo, del grado de ritualización de la cortesía vinculado a ciertos tipos de diálogo. 22.  Quizá, las escalas propuestas para explicar la cortesía (ver Leech 1983), de coste beneficio, la escala de lo indirecto y de la opcionalidad ([+indirecto + borrosa la fuerza ilocutiva-descortés +opciones para el oyente]; [–indirecto + descortés-opciones para el oyente]) puedan tener un cierto valor en el ámbito de los actos, en concreto, en el estudio de la cortesía codificada o normativa. Pero como estamos notando, no siempre tiene que ver con la interpretación o efecto cortesía, más aún teniendo en cuenta que la cortesía es cosa de dos, es decir, no está limitada a los actos de habla. Más acertada parece la propuesta de Fraser (1990) y Haverkate (1994) basada en contrato conversacional de derechos y obligaciones. Un repaso del estado de la cuestión sobre la cortesía en los actos de habla, en Iglesias (2001: 271-287) y Bravo (2001: 303-304); un análisis exhaustivo de la cortesía verbal, en Haverkate (1994).

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Por ejemplo, de acuerdo con la tipología dada de estos, los diálogos-marco (de saludo y despedida) y algunos diálogos laterales como el del ejemplo (15), vinculados a ciertas situaciones (por ejemplo, de visita) y a determinadas relaciones interpersonales (anfitrión / huésped), constituyen un lugar o espacio límite de la llamada cortesía ritual, esto es, limitan y caracterizan una serie de contribuciones corteses más convencionalizadas, con un alto grado de convención y, por ello, más ritualizadas. [Dos matrimonios cenan en casa de uno de ellos y, en un momento de la conversación se introduce el siguiente diálogo (lateral), tras el cual el diálogo central y el tema dejados atrás continúan]: (15) (…)   Ii Ic   Ir-i Ic   Ir-i Ic   Ir

1A1: Te voy a cambiar el plato 2B1: NO NO NO 3A2: si no es faena de verdad 4B2: no no/ de verdad que no

Nótese que se trata de un diálogo lateral vinculado a una situación de visita y bastante ritualizado. Y obsérvese, además, otro hecho de interés: uno ele los huéspedes parece negarse a que su anfitrión le cambie el plato cuando se dispone a servir el postre. Si aislamos el primero ele los intercambios, la intensificación por efecto-repetición de B1 refuerza el desacuerdo y se entiende como descortés, lo que en el conjunto de este diálogo lateral no es cierto; dicho de otro modo, ni siquiera desde la unidad intercambio, sino solo desde en la unidad superior que hemos analizado aquí el diálogo, podría explicarse que un intensificador (modalizador que imprime mayor fuerza argumentativa a lo dicho o hecho) pueda desarrollar valores atenuadores relacionados con la imagen. La contradicción aparente de que un intensificador tenga función atenuante cortés se resuelve atendiendo a las unidades discursivas superiores, a diálogos que se producen en situaciones, en concreto, de invitación y a la relación de roles, huésped-invitado. En suma, por lo que hace referencia a nuestro objeto de estudio aquí, se puede hablar de modo justo y preciso de diálogo o secuencia cortés, con unos límites formales. La denominada secuencia cortés, antes sin límites, es ahora un diálogo limitado. Como hemos notado, los diálogos-marco y también algunos laterales son muestras de diálogos corteses, muestras de la cortesía ritual, en consonancia con el alto grado de convención que presentan estos tipos de secuencias dialógicas. En el cuerpo conversacional, es seguro que podemos diferenciar también diálogos corteses, o solo llegarán a ser intercambios corteses dentro del mismo o solo intervenciones o solo actos corteses. ÍNDICE

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En fin, creemos que la propuesta sobre unidades de la conversación del grupo Val.Es.Co. y, en concreto el reconocimiento de la unidad superior, el diálogo, pone los límites necesarios para acometer con mayores garantías de éxito el análisis del discurso, a la vez que arroja cierta luz a la definición y análisis de las categorías y funciones discursivas. Y no queremos acabar sin citar un uso quizá más aplicado de la segmentación en unidades y la gran utilidad que puede tener en psicología, así como en informática.

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8. Final

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El Diccionario de partículas

discursivas del español

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Diccionario de partículas discursivas del español (DPDE). Resultados

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de un proyecto de investigación*

A la memoria del profesor Antonio Quilis, al que el grupo Val.Es.Co. debe muchos de sus avances en el estudio de la prosodia de la conversación y en el tema que ahora nos ocupa, el de las partículas.

El español carecía de un diccionario que describiera el uso de sus partículas discursivas. Dicho grupo de palabras desde el punto de vista lexicográfico, se ha caracterizado por poseer significado gramatical frente al significado léxico de las palabras plenas. Estas últimas constituyen el grueso de las unidades de una lengua, luego no es de extrañar que hayan sido el centro de la actividad lexicográfica; por el contrario, las partículas, sin embargo, además, o sea, al menos, claro, ¡hombre!, etc., han recibido en los diccionarios una definición residual, caracterizada principalmente por la enumeración de sinónimos, no siempre coincidentes con el significado de la unidad que se pretendía definir, y por la difícil aplicabilidad de las reglas válidas para otras categorías. A lo sumo, por tanto, tales definiciones pueden servir para orientar al lector en la comprensión de un texto, pero en ningún caso ayudan a predecir su uso, ni a distinguir las diferencias entre su significado y el de otras partículas cercanas o semejantes. En otras lenguas distintas al español existen reflexiones sobre este tema, ya sea como caracterización programática (Iordanskaja 1993), ya como descripción particular (Iordanskaja y Mel’cuk 1995). Destacables son los proyectos lexicográficos en marcha, como el diccionario español-francés-portugués de partículas, coordinado por Anne-Marie Spanoghe (1996) o el ya concluido Dictionnaire explicatif et combinatoire du français contemporain, de Mel’cuk et al. (1999), que, a pesar de su carácter general, ha prestado una atención especial al tratamiento de las conjunciones. Sin olvidar que los proyectos de este tipo siguen teniendo como modelo el Wörtebuch der deutscher Partikeln, de Helbig (1992). *  El presente trabajo se publicó originalmente en (2006): Filología y lingüística: estudios ofrecidos a Antonio Quilis, ISBN 84-00-08401-2, pp. 675-688. Agradecemos al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) su permiso para la reproducción de este trabajo.

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En las últimas décadas la investigación lingüística ha prestado especial atención al estudio de la relación entre la lengua y su uso. Y, por ello, las partículas discursivas se han convertido en un objeto de estudio preferente en las más diversas lenguas. En lo que se refiere al español, la descripción, sin embargo, no cubre el conjunto de las partículas discursivas y es accesible tan solo a lectores especializados1. Por otra parte, las informaciones que se encuentran en las gramáticas, como sucede en la Gramática descriptiva de la lengua española (1999), editada por I. Bosque y V. Demonte, están dirigidas a estudiosos del idioma más que a un público general interesado por el español, además de hallarse diseminadas en distintas partes de la obra, por lo que la consulta es, cuando menos costosa. Así las cosas, nuestro objetivo fue la redacción de un Diccionario de Partículas Discursivas del Español (DPDE) que resolviera estas carencias, un proyecto que ha subvencionado el Ministerio de Ciencia y Tecnología (BFF2000/1438). En su confección se han aplicado los avances obtenidos en la investigación pragmática y el análisis del discurso a la descripción lexicográfica, procurando evitar las deficiencias clásicas de este tipo de entradas (circularidad en la definición, falsos sinónimos etc.). En esta tarea hemos tenido dos circunstancias favorables; por un lado, los numerosos trabajos y monografías sobre partículas publicados en los últimos años, que ayudan a comprender los principios que rigen su funcionamiento; por otro lado, los nuevos medios que proporcionan las ediciones electrónicas nos dotan de útiles expositivos que facilitan enormemente la misión de comunicar a los lectores la información. Para beneficiamos de esta última circunstancia, el DPDE se presenta inicialmente en formato electrónico, aunque más tarde tendrá una edición impresa. La descripción y redactado de las entradas ha sido llevada a cabo por los siguientes colaboradores: de la Universidad de Valencia, grupo Val.Es.Co.: Marta Albelda, Antonio Briz, M.ª José Fernández, Antonio Hidalgo, Montserrat Pérez, Salvador Pons y Julia Sanmartín; de la Universidad de Alicante, grupo Val.Es.Co: Xose Padilla y Leonor Ruiz; de la Universidad Autónoma de Madrid: José Portolés; de la Universidad Carlos III de Madrid: M.ª Pilar Garcés; de la Universidad de Salamanca: Noemí Domínguez; de la Universidad de Barcelona: Estrella Montolío; de la Universidad Pompeu Fabra: Carme Bach; de la Universidad de La Coruña: Esperanza Acín, Cristina Femández y Nancy Veiga; de la Universidad de Zaragoza: Silvia Murillo; de la Universidad de Ohio: Scott Schwenter. Estos investigadores han redactado las entradas siguiendo las pautas teóricas y metodológicas establecidas y las características de macroestructura y 1.  En español, se pueden destacar publicaciones como las siguientes: Briz (1993a y 1993b); Casado (1996); Fuentes (1987); Fuentes y Alcaide (1996); Garcés (1997); Martín Zorraquino y Montolío (eds.) (1998); Martín Zorraquino y Portolés (1999); Martín Zorraquino (1992); Pons (1998); Portolés (1998); Cortés Rodríguez (1994, 1995 y 2002).

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microestructura fijadas. Estas redacciones han sido filtradas y corregidas más tarde por tres investigadores del grupo, en un intento de conseguir mayor homogeneidad y, finalmente, tras la grabación del sonido se han enviado al informático para su inclusión en la página. En relación con el público al que está dirigido, deseamos que el DPDE sea útil tanto a los hablantes nativos que quieren perfeccionar el dominio de su idioma como a los profesores y estudiantes de español como lengua extranjera que hallan en estas unidades una de las principales dificultades en el aprendizaje de nuestra lengua.

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1.  Resultados obtenidos 1) El proyecto arrojó como primer resultado la unificación de la terminología en torno a las partículas del discurso de modo que la heterogeneidad terminológica y las diferencias entre los investigadores en lo que se entiende por marcador, conector, partícula, locución se minimizaron. 2) Unificada la terminología el segundo paso fue la selección de las partículas que finalmente iban a aparecer en el DPDE (alrededor de 325). En la selección se han seguido en parte los criterios que se marcan en el trabajo de Martín Zorraquino y Portolés (1999) para 1a identificación de los marcadores. Dicho listado cubre, además, las tres grandes funciones de estas formas: la conectiva (p. ej.: sin embargo), la modalizadora (p. ej.: desde luego que) y la reguladora (p. ej.: oye). No se han incluido de momento las formas conjuntivas (pero, y, o, si, porque, aunque…), ni los adverbios en -mente. 3) Se ha elaborado la planta del diccionario. Dicha planta contiene los campos siguientes: “Definición ilustrada con un ejemplo”, “Más ejemplos en lo oral y en lo escrito”, “Prosodia y puntuación”, “Otros usos”, “Posición”, “Sintaxis”, “Registro”, “Variantes menos frecuentes”, “Fórmulas conversacionales”, “Partículas semejantes”, “No es partícula en”. 4) Con esta planta, definida la lista de partículas del DPDE y redactado un primer grupo de entradas (del listado se están analizando unas 180, si bien como entradas ya redactadas y definitivas disponemos de unas 60), el Diccionario ha comenzado a informatizarse y dispone de una versión electrónica previa, de momento solo accesible para los investigadores. 5) Cada entrada tiene dos posibles consultas: una elemental (que permite un dominio pasivo de las partículas discursivas del español) y otra avanzada (que intenta guiar al lector en un dominio activo de estas unidades). La razón se debe a que el público al que está dirigido este diccionario incluye, como decíamos, a hablantes nativos y a estudiantes de español como lengua extranjera. En la consulta avanzada aparecerá información bibliográfica para uso de los investigadores que consulten la obra. ÍNDICE

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En la fase siguiente del proyecto se han incorporado otros dos objetivos, además, por supuesto, de la redacción de nuevas entradas: la traducción de las partículas a otros idiomas, es decir, se intentará ofrecer un posible equivalente o equivalentes en otras lenguas, y la elaboración de ejercicios de aprendizaje y comprobación que permitan distinguir cada partícula de otras de significado próximo con las que se pudiera confundir (estos ejercicios serán de distinto tipo si van dirigidos a hispanohablantes o a estudiantes de español como lengua extranjera)2. Todos los datos estarán a disposición de cualquier usuario de la red en la página web que se está configurando. Finalmente, nuestra intención es, asimismo, preparar una edición impresa de parte de estos datos.

2.  El corpus de referencia del diccionario Los investigadores han manejado datos reales de los últimos 50 años. Solo excepcionalmente, para algunas acepciones o usos contextuales se ha permitido el ejemplo inventado. Para lo oral: CREA, Corpus de conversaciones coloquiales de Val.Es.Co, Corpus de La Coruña, Corpus de Barcelona (coord. Rosa Vila), Corpus de Alicante (coord. Dolores Azorín), otros corpus de lengua hablada publicados o personales; en principio, del español de España. Los ejemplos orales aparecen transcritos de acuerdo con el sistema de transcripción empleado en cada corpus. Del valor de cada signo especial utilizado se informa mediante hipertexto: con solo situar el cursor en el signo correspondiente aparece la explicación de la convención. Para lo escrito: cualquier tipo de texto preferentemente periodístico; en principio, del español de España.

3.  La terminología En consonancia con el tipo de público al que va dirigido, se ha intentado que los términos empleados constituyan parte de un lenguaje próximo al lector. Se trata de evitar términos excesivamente técnicos; por ejemplo, para referirse a cualquier tipo de segmento discursivo identificable se habla de miembro del discurso, en lugar de otros como enunciado, oración, proposición, etc. Con la expresión lo dicho anteriormente nos referimos a un primer miembro no identificable 2.  La continuación de este Proyecto ha sido subvencionada por el Ministerio de Educación y Ciencia (HUM2004-01453).

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(p. ej. el tema anterior de la conversación), en el cual no es posible establecer límites precisos. Los correctores se han ocupado de unificar otros términos que aparecen con frecuencia en el redactado de las entradas (argumento, conclusión, explicación, injerencia, aceptación, registro coloquial, etc.). En cualquier caso, el lector dispondrá de un glosario de todas estas palabras claves de la definición, con su valor metalingüístico, al que poder acceder siempre que lo estime necesario.

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4.  Algunas características estructurales del DPDE En la página principal de cada entrada aparece la definición, ilustrada con un ejemplo, y el conjunto de campos en hipertexto. Se ofrece, además, la posibilidad de escuchar el sonido. –– –– –– –– –– –– –– –– –– ––

Más ejemplos Prosodia y puntuación Otros usos Posición Sintaxis Registro Variantes menos frecuentes Fórmulas conversacionales Partículas semejantes No es partícula en

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Sin embargo. Presenta el miembro del discurso en el que aparece como una conclusión contraria a otra que se pudiera inferir a partir de un argumento anterior: La respuesta era sorprendente y, sin embargo, obvia (…). [F. Ayala, Recuerdos y olvidos, Madrid, Alianza, 1988, 493] ARGUMENTO

La respuesta era sorprendente

CONCLUSIÓN

Era una respuesta extraña

y, sin embargo, [era una respuesta] obvia

El miembro del discurso sin embargo, obvia es una conclusión contraria a otra que se pudiera esperar a partir de La respuesta era sorprendente.

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Definición En cuanto a la citada definición, una vez realizado el estudio y análisis de todos los valores de la partícula, se ha intentado buscar el significado básico y coincidente para todos los usos, el cual se explica a partir de un ejemplo (véase más arriba el caso de sin embargo). Del resto de valores derivados del mismo se da cuenta en el campo “Otros usos”. Ahora bien, cuando la partícula es polisémica (por lo general esta solución polisémica se da más frecuentemente en el lenguaje oral) es decir, tiene distintos valores fundamentales, se precisan las acepciones (por ejemplo, bajo la misma entrada o sea aparece un o sea1, con valor conclusivo, y un o sea2, con valor explicativo); el orden de las acepciones (o sea1, o sea2…) responde a la frecuencia de uso en los respectivos corpus. En los casos en que el significado básico cambia de forma notable y las diferencias formales son evidentes se adopta la solución homonímica; así, por ejemplo, partículas como al contrario, al contrario que o al contrario de (más frecuente en el lenguaje escrito) aparecen como entradas léxicas independientes. Más ejemplos Por si el lector necesita información adicional sobre el significado de la partícula se añade y explica un ejemplo del uso de esta en lo oral (se añade el sonido) y en lo escrito. Sea el caso de la partícula sin embargo: (1) Oral: Los perros aparecen con mucha frecuencia muertos en distintas carreteras, y los gatos, menos, pero, sin embargo, este verano yo este año he visto más gatos muertos en las autopistas que perros. [Oral, España, CREA, 1991]

En (1) el miembro del discurso sin embargo, este verano o este año he visto más gatos muertos en las autopistas que perros es una conclusión contraria a otra que se pudiera esperar a partir del hecho de que, en opinión de quien habla, mueran menos gatos atropellados que perros. (2) Escrito: Según la policía, la huelga fue seguida solo parcialmente. Sin embargo, testigos aseguran que los transportes públicos, los bancos, las tiendas y las industrias secundaron el paro. [ABC, 27/IX/1996, 38]

En (2) el miembro del discurso no obstante, este percance climático no llegó a desanimar al público es un hecho compatible, aunque pudiera no parecerlo, con la fuerte tormenta que había habido aquella misma mañana. ÍNDICE

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Prosodia y puntuación Se ofrecen datos sobre la pronunciación de la partícula, dónde recae el acento, si posee contorno melódico propio o no, las inflexiones tonales y, asimismo, su representación en lo escrito. El lector puede oír los ejemplos. Sea el caso de la partícula no obstante. Se pronuncia con acento de intensidad en la a de obstante. Presenta contorno melódico propio delimitado por una anticadencia que lo distingue del resto de elementos entre los que se encuentra. Este entorno prosódico se refleja en la mayor parte de los textos escritos por medio de una coma detrás de no obstante, y con otra coma, un punto o un punto y coma, delante: El calor de Madrid me incomoda mucho. No obstante, recuerdo veranos muy agradables, porque la población disminuye, está menos tensa y hay más espacios. [El País, Madrid, 7/II/1996, 24]

Aunque en raras ocasiones, también es posible que no obstante se encuentre en un mismo contorno melódico con un sintagma. Este entorno prosódico se refleja en la mayor parte de los textos escritos por medio de una coma detrás del sintagma, y otra coma, un punto o un punto y coma, delante de no obstante: No obstante lo avanzado de la hora, aprovechando la tolerancia de los días festivos, también habían acudido los niños de la colonia, acompañados del servicio domestico, para ver desfilar a sus padres. [E. Mendoza, Una comedia ligera, Barcelona, Seix Barral, 1996, 379]

Otros usos Esos “Otros usos” se refieren a otros valores contextuales. Seguimos con el ejemplo de sin embargo. En posición inicial de un turno de palabra, el miembro del discurso en el que aparece sin embargo se puede comprender como una refutación de algo dicho anteriormente por otro hablante: (…) El tiempo humilla, veja. Y el sufrimiento, igual. Del sufrimiento se saca vejez, y el que puede, aprende. Pero sobre todo se saca vejez. Sin embargo, usted sigue manteniendo una vitalidad increíble. [R. Montero, en El País Semanal, 8/IX/1995, 56]

El miembro del discurso sin embargo, usted sigue manteniendo una vitalidad increíble se comprende como una refutación de que del sufrimiento sobre todo se saca vejez. ÍNDICE

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Junto a la definición de base de o sea2 (‘Presenta el miembro del discurso en el que aparece como una explicación o aclaración de todo o de parte de lo dicho anteriormente’), en el campo “Otros usos” se lee: Marca una equivalencia real o pretendida: El protagonista, o sea, el personaje principal de la historia. Que gane el mejor, o sea, yo [Máximo, en El País, 29/III/1998, 15]

Ilustra a través de un ejemplo:

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A ella no le interesa la ropa nada, o sea, por ejemplo, dice que antes que comprarse un vestido prefiere irse de cena.

Matiza o rectifica lo anterior: Vi a Mario con ella en el bar, o sea, me pareció ella.

Con frecuencia, la rectificación añade un matiz de atenuación, especialmente en situaciones problemáticas en las que, por ejemplo, la imagen propia o ajena puede quedar afectada: La verdad es que estás gorda, o sea, te sobra algún kilo.

En el ámbito dialógico, pide más explicación: S: la verdad es que/ llevo poco tiempo sin fumar↓ pero lo agraDEZco J: o sea que empezaste↑// pues// casi casi cuando se abrió el- este local↑ S: sí/ a(d)emás empecé de tontería [A. Briz y grupo Val.Es.Co. 2002: p. 158, líneas 621-625]

O solicita confirmación: B1: pues yo/ es que/ no sé/ yo es que/ yo sí que estoy segura Al: pe- mm ¿ESTÁS SEGURA?/ ¿SEGURO?/ o sea ¿lo tiene claro? B2: sí A2: °(pues yo no)° [A. Briz y grupo Val.Es.Co. 2002: p. 75, líneas 130-134]

En el habla puede aparecer a veces con valor expletivo o de muletilla, a modo de pausa léxica para pensar lo que sigue a continuación: Pues ahora tengo or- or- o sea, estoy orgulloso.

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El empleo continuo y repetido de esta partícula es un tic lingüístico de algunos hablantes, sobre todo, jóvenes. Ahora bien, puede que la repetición de varios o sea seguidos mantenga su valor explicativo o de precisión informativa: Lo que más hay, según dicen, son barbos y Blases, o sea, basses, o sea, percas [A. Campos, en El País, Madrid, 28/XII/2001, 20]

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Ciertamente, a veces no es fácil determinar cuándo un uso es variante (OTRO USO) del significado básico o cuándo constituye una NUEVA ACEPCIÓN (o sea1, o sea2; bueno1, bueno2, bueno3). En principio, consideramos que hay una nueva acepción cuando esta no puede ser explicada a partir del significado básico dado inicialmente o se aleja en gran medida del mismo. Sea el caso del o sea2, ‘explicativo’ frente al ‘conclusivo’ o sea1. Posición Se da cuenta del lugar o lugares en que puede o no aparecer la partícula, inicial, interior o final del miembro del discurso. Por ejemplo, en el caso de no obstante. Se puede situar en posición inicial de su miembro del discurso: Mallorca no está en subasta. No obstante, el “New York Times” ha publicado hace unas semanas, una curiosa información en la que viene a decir que Alemania está comprando la isla. [T. Luca de Tena, en ABC, 11/IX/1996, 3]

y en el interior del miembro del discurso: [Esta película] Es rigurosamente desaconsejable para espíritus sensatos: el resto, no obstante, disfrutará con ella como un camello deshidratado a la vista de un oasis. [M. Toneiro, en El País, 19/l V/2002, 44]

No se ha documentado en posición final. Sintaxis Se incluye en este campo información estrictamente gramatical, esto es, si puede aparecer como unidad lingüística independiente, por ejemplo: –¿Puedes venir? –Bueno

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si el miembro del discurso en el que aparece es una oración (y si esta es independiente, coordinada, subordinada) o un sintagma no oracional; si el uso de la partícula selecciona el modo del verbo. Esta información aparece en todas las entradas, así como otros datos sintácticos que el investigador considere relevantes. Por ejemplo, en el caso de no obstante: El miembro del discurso en el que aparece es normalmente una oración, pero también puede ser otro tipo de sintagma no oracional; en el siguiente ejemplo se localiza en un sintagma verbal:

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Si un investigador inteligente analizara las huellas de Aznar descubriría enseguida que el autor de esos pasos tan separados tiene, no obstante, una altura escasa. [M. Vicent, en El País, 6/X/1996, 60]

cuando aparece en una oración, esta puede ser independiente: El Ayuntamiento de Sevilla y la Confederación Hidrográfica del Sur decidieron ayer levantar las restricciones en la capital hispalense y en el Campo de Gibraltar, gracias al agua caída en diciembre. No obstante, el Gobierno sevillano reducirá la presión del agua desde las 12 de la noche a las 6 de la mañana “para concienciar a los ciudadanos de la necesidad de seguir ahorrando”. [ABC, 5/I/1996, 49]

coordinada: Por edad podría ser su padre y, no obstante, cuando estoy con ella, tengo la sensación de ser yo el inocente y desvalido. [Eduardo Mendoza, Una comedia ligera, Barcelona, Seix Barral, 1996, 143]

subordinada: Don Tadeo dijo que no con la cabeza pero que, no obstante, un amigo de su amigo era también amigo suyo. [M. Delibes, Diario de un jubilado, Barcelona, Destino, 1995, 141]

No obstante se utiliza tanto en oraciones en modo indicativo como en oraciones en modo subjuntivo. Su uso no condiciona la selección modal. Registro Se informa del registro de uso, formal o coloquial o se indica en su caso que la partícula no está marcada en cuanto al empleo de uno u otro (estos son los términos que se utilizan en las descripciones, indicando en su caso su mayor ÍNDICE

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frecuencia en uno u otro). Se anota también, cuando es relevante, si se utiliza en lo oral o en lo escrito, etc. Por ejemplo, en el caso de no obstante se indica que está marcado por su mayor frecuencia en el estilo formal de la lengua. En el caso de o sea se puede leer: Está marcada por su mayor frecuencia de uso en la lengua oral y, en concreto, en el registro coloquial. No obstante, es notable el ascenso de o sea1, con valor conclusivo, en el texto escrito periodístico, en concreto en artículos de opinión, de tono irónico.

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Variantes menos frecuentes Se indica si se documentan o no variantes formales de esta partícula discursiva en el español actual. Por ejemplo, en el caso de la partícula con todo aparecen como variantes menos frecuentes: así y todo Tuvo la suerte de recibir una herida leve a las pocas semanas de haber sido destinado allí su regimiento y fue repatriado, pero así y todo, tuvo tiempo sobrado de ver cosas espeluznantes: (…) [E. Mendoza, Una comedia ligera, Barcelona, Seix Barral, 1996, 126] aun con todo El crítico [en su antología de poetas], partidario del realismo y sus variantes, ha sido generoso al sobrepasar con creces la superstición del número 9 –el número de la gloria desde la antología de Castellet– y, aun con todo, muchos lamentarán no estar entre los elegidos. [El País Babelia, I/VI/1996, 11] con eso y todo Los [jugadores] locales a lo largo del encuentro fueron de menos a más, pero con eso y todo nunca concretaron a pesar de contar con ocasiones verdaderamente claras. [La Nueva España, 17/IX/2001] con todo y con eso Rocky Balboa está más sonado que en las entregas anteriores. Con todo y con eso, el boxeador vuelve a las andadas en un combate con el mismísimo Mister T dando mamporros a diestro y siniestro. [El País, 8/VII/1995, 54]

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Fórmulas conversacionales Se refiere a combinaciones rutinarias de la partícula con otra partícula. Si se documentan varias, se ordenan alfabéticamente. En un caso como el de bueno se indica lo siguiente. Se documentan combinaciones rutinarias de bueno con otras partículas: ¡ah! bueno indica que se ha comprendido algún aspecto problemático del mensaje precedente:

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A: ahora voy a buscar un bañador// y no hay bañadores (RISAS) S: ¿cómo que no hay baña-? ¡ah! bueno que no es la época [A. Briz y grupo Val.Es.Co. 2002: ML. 84.A.1: p. 151, línea 327]

pero bueno marca un desacuerdo enfatizado con una intervención previa de otro hablante: C: ya// PERO BUENO- PERO/ PERO ES QUE ALGO TE DEBE PASAR ¿no? [A. Briz y grupo Val.Es.Co. 2002: p. 75, línea 117]

Partículas semejantes

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Se trata de lo que en lexicografía se establece como sinónimos. Al describir, por ejemplo, no obstante se señalan como partículas semejantes con todo; pero; sin embargo. No es partícula en Se trata de distinguir cuándo aparentemente una misma forma funciona como partícula o como construcción libre. Y se explica a través de uno o varios ejemplos. En la entrada de o sea se puede leer lo siguiente: No es partícula en: Sea niño o sea niña, estaré contento igualmente, donde sea es y actúa como forma de presente de subjuntivo del verbo ser: Iré, sea mañana o sea pasado, donde sea funciona como conjunción distributiva.

En suma, este es el proyecto que está en marcha y estos son los resultados obtenidos en esta primera fase. Desde aquí quiero agradecer la participación, el esfuerzo y entusiasmo de los que lo han hecho realidad.

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Más allá del español

coloquial

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La peritación lingüística:

la identificación del plagio*

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1. Introducción De profesión, lingüista. Así titulaba Lluís Payrató su estudio sobre el “lingüista profesional”, un panorama de la lingüística aplicada que, entre otros logros, abría los ojos a nuestros licenciados (filólogos y lingüistas) sobre otras posibilidades profesionales, más allá de la docencia. Es un hecho que la Universidad intenta abrirse y conectarse cada día más con la sociedad. Lo es también que el filólogo o el lingüista en España no ha sabido o no ha podido lograr dicha conexión, quizá porque no se ha tenido conciencia hasta hace poco del potencial de las industrias de la lengua, de este nuevo filólogo o lingüista profesional, ni tampoco las empresas y sociedades se han percatado de la importancia de contar con los servicios de estos. En España, al contrario de lo que sucede en otros países, no se conoce demasiado la labor que, además de la docencia, pueden desarrollar los filólogos y lingüistas. No existe conciencia de lo importante que puede llegar a ser un profesional de este tipo en los sectores culturales, económicos, políticos, jurídicos, etc. de un país, hasta que la necesidad surge y un informe de este puede llegar a resolver un pleito, una ambigüedad jurídica, o un consejo del mismo mejora la imagen de un político, de un gabinete o institución pública o privada… En fin, la lengua es un vehículo que a menudo nos transporta al fracaso o éxito profesional. Pocos como el profesor Fernando Lázaro Carreter, a quien va dedicado este estudio aplicado, lo han entendido tan bien. Su labor, siempre innovadora, ha establecido puentes y lazos entre la lengua y la sociedad. Existe una profesión o, al menos, una actividad del lingüista y del filólogo en el entorno jurídico y judicial: la de la peritación lingüística. Otra cosa es que se conozca en estos medios la existencia de estos expertos o se les dé la importancia

*  El presente trabajo se publicó originalmente en L. Santos Ríos (coord.) (2005): Palabras, norma, discurso: en memoria de Fernándo Lázaro Carreter, ISBN 84-7800-493-9, pp. 1­ 67-184. Agradecemos a Ediciones Universidad de Salamanca su permiso para la reproducción de este trabajo.

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que merecen. Tampoco hemos hecho mucho nosotros para que se nos conociera en esta faceta y, quizás, tampoco hemos formado a nuestros licenciados específicamente para desarrollarla. Entre las tareas de este perito experto lingüista o filólogo están, por ejemplo: –– La de determinar la copia y usurpación de ciertas marcas comerciales. –– La de observar las coincidencias intralingüísticas y las posibilidades de plagio entre textos, actividad delictiva que afecta a todas las disciplinas del saber. –– La de valorar la ambigüedad de un artículo de una determinada ley o de un punto de una declaración, de precisar el significado e interpretación de una palabra, por ejemplo, en un juicio por calumnias o injurias. –– Por cierto, ¿habrá algún filólogo en la redacción de las leyes? ¿Habrá correctores filólogos que posteriormente examinen de nuevo el texto? Me temo que no o, al menos, no en la medida justa y necesaria. –– Más, ¿habrá filólogos o lingüistas en los juzgados, consultores lingüísticos para examinar las sentencias? Las hay que no se entienden en absoluto y que serían recurribles y hasta merecedoras de condena de quien las ha redactado. –– Vale la pena asistir a un juicio oral y escuchar las intervenciones de algunos abogados defensores y acusadores, de algunos fiscales. Ciertamente, somos necesarios para enseñar a argumentar; para enseñar retórica, las estrategias verbales necesarias para lograr la meta prevista, pues en ello va el éxito del acusador o del defensor y, sobre todo, el de quien está siendo juzgado. De que los filólogos o los lingüistas son necesarios en estos menesteres jurídicos y judiciales no me cabe la menor duda; de que la sociedad y, en concreto, ese mundo del derecho, de la justicia, etc., sea consciente de ello ya me caben muchísimas más. Hablemos del peritaje lingüístico en el caso de plagio de dos textos, que es el objeto que nos ocupa. ¿Qué hace el filólogo-lingüista si es requerido como experto informador por alguna de las partes para determinar el posible plagio o la inexistencia de este? ¿Cómo ha de ser dicho informe, qué datos fundamentales ha de contener, etc.? El objetivo del trabajo que sigue, sin duda, de carácter aplicado, es el de apuntar un modelo o una serie de pautas en la elaboración de estos informes, sobre la base de nuestra propia experiencia y de un caso inventado. En general, puede decirse que los informes sobre plagios contienen un análisis filológico-lingüístico de las relaciones entre textos, de otro modo, examinan las relaciones de intertextualidad, la presencia de expresiones, temas y rasgos estructurales, estilísticos, de género, etc. y, sobre todo, cuándo estos dejan de ser fenómenos de dependencia intertextual, de influencia de un texto sobre otro, para ÍNDICE

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convertirse en un plagio. Aunque el límite entre la intertextualidad y el plagio es a veces difuso, puede decirse que del concepto de plagio se desprende con claridad una condición de literalidad, entendiendo que la cualidad de lo literal afecta tanto a la correspondencia de fondo como de formas entre dos textos u obras. Agravada por el ocultamiento de la fuente, que es entonces un delito flagrante, o a veces escondida bajo la cita al final de una amplia bibliografía. Es cierto que los textos se hacen sobre otros, que la literatura y las gramáticas han bebido y comido en otras literaturas y gramáticas. Sin La Ilíada no existiría La Eneida; sin Madame Bovary puede que no se hubiera escrito La Regenta; qué decir de los diccionarios, casi todos elaborados con claras influencias del DRAE, o de las gramáticas, cuyas bases conceptuales tienden a repetirse, o de las coincidencias de dos autores derivadas de la procedencia de una misma escuela teórica o de haber seguido unos principios básicos, generales y aceptados por todos dentro de una disciplina de terminada, o las coincidencias en el estilo por el tono divulgativo de las obras, etc. Pero la copia es otra cosa, como intentaremos notar en este estudio práctico y aplicado. Operativamente, la comparación detallada de la expresión y el estilo de dos textos es el modo más eficaz y, sobre todo, el más objetivo que tiene el lingüista para determinar la existencia de plagio de uno de estos. Ahora bien, debemos tener en cuenta de partida si el trabajo es una investigación, y por tanto original, o se trata de un estudio o manual de divulgación, ya que en el primer caso copiar el contenido ya constituye plagio. En cambio, la decisión última en el caso de los segundos ha de basarse esencialmente en la forma (en la literalidad de la expresión). Imaginemos una demanda de plagio de un autor de un libro (pongamos, un historiador al que llamaremos RAFALÓN, que ha escrito un estudio sobre la peseta) contra otro, al que llamaremos TELEO, que publicó posteriormente un trabajo más divulgativo sobre el mismo tema. Se nos requiere al respecto un informe pericial. 2.  Presentación de las obras: descripción y adscripción tipológica Nuestro informe debería empezar ofreciendo una presentación general de las dos obras que van a ser analizadas, su descripción y su adscripción tipológica, tipo de texto, contenidos generales, ordenación (capítulos) de los contenidos, formato de las obras (el texto se dispone, por ejemplo, en dos columnas, incluye gráficos, dibujos, etc.). Además, si se trata de investigaciones, de manuales didácticos, si son obras divulgativas, a qué público están dirigidos, etc. En nuestro supuesto, las dos obras son de formato, tema y estilos distintos; la de RAFALÓN, una obra más de investigación, y la de TELEO, más divulgativa, aunque una lectura un poco más atenta nos descubre, como veremos a continuación, llamativas coincidencias. ÍNDICE

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3.  Análisis de los textos. La literalidad El siguiente punto del informe ha de establecer el grado de relación textual entre la publicación de RAFALÓN y la de TELEO, si bien conviene precisar que no necesariamente el plagio o copia es siempre de toda una obra, sino que puede ser de algunas secciones. La lectura comparada de los textos ha de ser pausada y reflexiva, pues el delincuente va con pies de plomo para no ser descubierto y, así mismo, no siempre su copia es lineal, es decir, copia de aquí y de allí, para crear su propio texto, que más tiene de ajeno que de propio. Para el análisis, partimos del estudio de la literalidad entre ambos textos y seguimos con un análisis de su expresión y de su contenido. Este análisis, especialmente en lo referido a la forma, ha de tener en cuenta los distintos niveles lingüísticos. Es decir, ha de combinar el análisis del nivel léxico (referido, por ejemplo, al vocabulario), morfológico (categorías gramaticales), sintáctico (tipos de construcción y orden de las palabras en estas), ortográfico; incluso, en algunos casos, puede ser de gran ayuda el estudio pragmático (aspectos comunicativos, contextos de uso, coherencia y cohesión textuales, progresión temática de los textos, etc.). Finalmente, puede incluirse también un análisis del modo de presentar la documentación y la investigación en ambos textos. Del estudio lingüístico general conviene resaltar en el informe aquellos datos concretos que iluminan más el posible plagio, esto es, que quedan como luces encendidas en el texto que copia, sea el caso de las erratas que pasan de un texto a otro o el de las leves y estratégicas alteraciones formales. En nuestro supuesto, de la comparación semántica y formal de ambos textos resulta evidente, como intentaremos justificar más abajo, la coincidencia de contenido y de expresión de la investigación de la obra de RAFALÓN sobre la historia de la peseta con una sección que en su manual de monedas TELEO dedica a nuestra antigua moneda. Como mostrará nuestro análisis lingüístico, son muchos los ejemplos que ponen de relieve que o bien se copia la forma (la expresión verbal), llegando en bastantes casos a la copia literal, bien se reproduce lo sustancial (el contenido), o bien ambos textos coinciden en los dos planos lingüísticos. Imaginemos que en una primera cala por distintas partes de los textos encontramos coincidencias como las que muestran los ejemplos de (1) y (2). Lo marcado en cursiva es lo diferente en ambos textos: (Las citas deben ir acompañadas siempre de los datos necesarios para su identificación inmediata, por ejemplo, capítulo del libro, parágrafo, páginas, línea, etc. Nosotros nos hemos ahorrado tener que inventar también esos datos). (1) RAFALÓN: Y poco a poco las piezas de 1 peseta de 1944 y las de 5, 25 y 50 pesetas de 1957, se fueron ganando la confianza del mercado. TELEO: Las piezas de 1 peseta, de 1944, y las de 5, 25 y 50 pesetas, de 1957, se fueron ganando la confianza de los mercados y usuarios.

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Obsérvese cómo la frasese repite de uno al otro texto, con excepción de “y poco a poco” que encabeza la de RAFALÓN y “usuarios” que añade la de TELEO. En (2) la única variante de frase a frase se registra en la preposición “a” que aparece en el fragmento de RAFALÓN: (2) RAFALÓN: El duro (…) que desde 1869 representaba a la moneda de plata de cinco pesetas, dejó de acuñarse en 1899, a principios del reinado de Alfonso XIII. TELEO: El duro, que desde 1869 representaba la moneda de plata de cinco pesetas, dejó de acuñarse en 1899, a principios del reinado de Alfonso XIII.

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En el ejemplo de (3) la forma verbal se altera en el tiempo y con algunos sinónimos, si bien las bases o raíces léxicas son las mismas: (3)

 AFALÓN: A finales De 1957, se comenzaba a acuñar una nueva moneda de R 5 pesetas con un peso de 5,75 gramos y contenido de 25 % de níquel, en aleación con cobre. TELEO: A finales de 1957 comenzó a acuñarse un nuevo duro, con un peso de 5,75 gramos y un 25 % de níquel aleado con cobre.

Evidente y clara es también la coincidencia en los párrafos de (4), en ambos casos introducidos por una estructura concesiva (aunque…): (4) RAFALÓN: Aunque fueron aceptadas en el cambio, por tener idénticas características que las monedas de curso legal, las gentes guardaron estas piezas como recuerdo o curiosidad… TELEO: Aunque eran aceptadas en el cambio, por tener idénticas características que las monedas legales (a la hora de la verdad lo que importaba al ciudadano era el valor intrínseco de la pieza, en plata o cobre), muchos ciudadanos optaron por guardar las monedas carlistas como recuerdo o curiosidad.

La apreciación subjetiva que aparece en el texto de TELEO es la diferencia más notable con respecto al de RAFALÓN. Otras ligeras diferencias derivan del uso de tiempos distintos (fueron aceptados / eran aceptados), sinónimos o de contenido similar (monedas de curso legal/ monedas legales; las gentes/ muchos ciudadanos; guardaron / optaron por guardar; monedas / piezas). Existen claros indicios del plagio. La literalidad, prueba inequívoca de la existencia de un plagio, llama 1a atención al comparar los fragmentos anteriores. El de TELEO reproduce a veces palabra por palabra algunos fragmentos, y no solo hay literalidad léxica, sino también sintáctica, de construcción. Es interesante notar la identidad formal ya en el nivel de la oración, ya en el nivel del párrafo. Y, asimismo, habrá que estudiar si esa identidad en la expresión afecta, incluso, a varios párrafos. Lo que demostraría a las claras el plagio. ÍNDICE

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3.1.  Análisis detallado del plano de la expresión. Las evidencias del plagio Una lectura más reflexiva de los textos nos permitirá un análisis más detallado, que deberá intentar, por un lado, mostrar y demostrar que los indicios o primeras casi evidencias de plagio son realmente ciertas y se confirman y, por otro lado, describir y explicar las tácticas que se emplean para disimularla o encubrirla: los cambios y las modificaciones en la construcción de la frase, ciertamente leves, y su sistematicidad (por tanto, no casuales). Dicho de otro modo, este análisis más preciso pretende no solo seguir demostrando la literalidad construccional, léxica y sintáctica entre ambos textos, y, por tanto, la copia, sino describir el plagio y explicarlo, poner en claro las estrategias y tácticas empleadas por el delincuente. Nuestra tarea consiste en ir descubriéndolas.

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3.1.1.  Los cambios formales sistemáticos a) Cambios en la construcción sintáctica ––

Muchas veces el mecanismo utilizado es la paráfrasis o la simplificación de la construcción sintáctica. Así ocurre en (5): (5) Llevó a la Junta Municipal del Cantón a fundir todos los objetos de plata que pudo incautar para fabricar moneda → Llevó a la Junta de Salvación a requisar todos los objetos de plata, fundirlos y acuñar sus propias piezas.

––

La estructura “Verbo ser + Lugar en donde + Sujeto” se convierte en la estructura más simple y usual “Sujeto + Verbo”: (6)

––

 ue en la Casa de la Moneda de Sevilla donde se fabricaron → La Casa de la F Moneda (…) acuñó…

Se modifica el orden de los constituyentes, como en los ejemplos de (7): (7)

De plata y oro → de oro y plata La moneda desempeñó un importantísimo papel en la economía del país → Las monedas desempeñaron un papel importante en la economía española Durante el Sitio de Cartagena, la escasez de moneda circulante → La falta de moneda circulante, durante el sitio al que fue sometida la ciudad

Se altera, como puede notarse, el orden de los miembros coordinados, la posición del adjetivo: importantísimo papel / papel importante (además del grado del adjetivo, que pasa a grado positivo; nótese a su vez el cambio por empleo de un sinónimo o expresión equivalente: economía del país / española) o se cambia el orden de un complemento. ÍNDICE

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––

(8)

––

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En (8) y (9) aparecen otras tácticas verbales de ocultamiento. En (8) se nominaliza la forma verbal, con las consiguientes modificaciones de la construcción sintáctica:  a insurrección fue aplastada → el rápido aplastamiento de la insurrección. L Permanecieron en circulación casi cincuenta años → su permanencia en circu­ lación durante más de cincuenta años

Y en (9) se suprimen o añaden palabras (la letra cursiva marca el elemento eliminado): (9) RAFALÓN: Carlos María de los Dolores de Borbón y Austria. Este, biznieto del rey de España Carlos IV, asumió el liderazgo de la causa carlista en 1868. TELEO: Carlos María de los Dolores de Borbón y Austria asumió el liderazgo de los carlistas en 1868.

b) Empleo de sinónimos ––

En el ámbito de la palabra: (10)

––

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incautar / requisar falta / escasez tuvieron amplia difusión / alcanzaron amplia difusión economía del país / economía española desligado del resto / independiente del resto monedas de cinco pesetas / duros

En el nivel de frase: RAFALÓN: Los grabados que inicialmente se imprimieron en el canto representaban adornos florales. TELEO: Los primeros motivos elegidos para los cantos fueron adornos florales.

––

En (11), se sustituye una preposición por otra equivalente: (11) RAFALÓN: El llamado “cordoncillo” fue evolucionando a formas más complejas  TELEO: El llamado “cordoncillo” fue evolucionando hacia formas más complejas RAFALÓN: con el apoyo de las fuerzas militares TELEO: gracias al apoyo de fuerzas militares

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––

Una construcción léxica analítica se sustituye por una construcción léxica sintética o, al contrario, de la sintética se pasa a la analítica (comp. me ilusiona con me hace ilusión): (12) me hace ilusión → me ilusiona le permitió resistir → resistió guardaron → optaron por guardar

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La lectura de los dos párrafos de (13) sirve para darse cuenta e insistir en las enormes similitudes formales y semánticas de nuestros textos: (13) RAFALÓN: Autores como Tomás Dasí, Ramón Fontecha y otros apuntan la posibilidad de que muchas de estas medallas circularan entre las tropas del pretendiente al trono, Carlos María de Borbón (“Carlos VII”), pues los ejemplares en plata tenían idénticas características de peso y ley que las monedas de 5 pesetas en circulación. TELEO: Algunos autores apuntan la posibilidad de que muchas de esas medallas circularan como monedas entre las tropas del pretendiente carlista, especialmente las de plata, que tenían las mismas características de peso y ley que las piezas de cinco pesetas alfonsinas legalmente en curso.

Es muy conveniente que la presentación de esas similitudes en el informe sea lo más clara posible. Veamos sobre los fragmentos de (13) un sistema de segmentación y comparación detallado, que no hace sino mostrar y visualizar de otro modo, quizá más claramente, las equivalencias entre los textos: –– RAFALÓN: Autores como Tomás Dasí, Ramón Fontecha y otros, –– TELEO: Algunos autores El sujeto de la oración coincide con la única diferencia de la simplificación que sufre el de TELEO (tales simplificaciones, sobre todo de datos precisos, pueden estar en relación con el carácter divulgativo de un texto, en nuestro caso, de TELEO). –– RAFALÓN: apuntan la posibilidad de que muchas de estas medallas circularan –– TELEO: apuntan la posibilidad de que muchas de esas medallas circularan Solo varía el uso del demostrativo. –– RAFALÓN: entre las tropas del pretendiente al trono, Carlos María de Borbón (“Carlos VII”) –– TELEO: como monedas entre las tropas del pretendiente carlista ÍNDICE

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Solo varía en el mayor detalle del texto en RAFALÓN. El término carlista, que aparece en TELEO, es un modo simple, sintético y común de nombrar el mismo objeto de referencia, Carlos VII. –– RAFALÓN: pues los ejemplares en plata tenían idénticas características de peso y ley –– TELEO: especialmente las de plata, que tenían las mismas características de peso y ley

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Cambia únicamente, como vemos, el inicio de la construcción, si bien solo formalmente, pues ejemplares se refiere a las “monedas”, que aparece elidido en el segundo (las de plata); el resto de la secuencia coincide excepto en el empleo del sinónimo (idénticas o mismas). –– RAFALÓN: que las monedas de 5 pesetas en circulación –– TELEO: que las piezas de cinco pesetas alfonsinas legalmente en curso No hay más diferencias que las derivadas del uso de uno u otro sinónimo (piezas o monedas; legalmente en curso o en circulación). Todos estos mecanismos sustitutivos se utilizan para esconder la copia, pero para un perito lingüista no solo no la esconden, sino que la certifican. 3.1.2.  La copia de erratas Una de las pruebas más contundentes del plagio es el arrastre y reproducción de los errores, gazapos y erratas que se han cometido en el supuesto texto original. Son difíciles de detectar, pero son pruebas evidentes del delito. ¿Llama la atención alguna cosa en el texto de (14)? (14) RAFALÓN: En 1699, esto es, a principios del siglo XVII… TELEO: Sucedió a principios del siglo XVII (…) Fue en 1699.

Explícitamente aparece una referencia temporal, la de 1699, a pesar de lo cual los textos se refieren a tal fecha como principios de siglo XVII. La errata, como vemos, se arrastra del texto de RAFALÓN al de TELEO, lo que constituye una evidencia del plagio. Nótese el uso en ambos de la palabra libratorio en (15): (15) RAFALÓN: circulación de moneda, con poder libratorio eventual. TELEO: circulación, con carácter transitorio y con poder libratorio.

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RAFALÓN incurre en una errata. En lugar de liberatorio utiliza la palabra libratorio (según el DRAE ‘locutorio con reja de los conventos y cárceles’) y TELEO reproduce la errata. 3.1.3.  La reproducción exacta de las citas (16) RAFALÓN: “No puede, por tanto, admitirse el curso de bonos, billetes y monedas de cualquier especie, indebidamente puestas en circulación por particulares, empresas o corporaciones (…) serán recogidas en el plazo máximo de un mes (…) El incumplimiento de esta disposición dará lugar a la imposición de una multa de cinco a diez veces el importe de la infracción…”. TELEO: “No puede, por tanto, admitirse el curso de bonos, billetes y monedas de cualquier especie, indebidamente puestas en circulación por particulares, empresas o corporaciones (…). Serán recogidas en el plazo máximo de un mes (…). El incumplimiento de esta disposición dará lugar a la imposición de una multa de cinco a diez veces el importe de la infracción”.

TELEO reproduce las mismas citas que RAFALÓN, pero aún es más relevante que estas tengan la misma extensión y que presenten los mismos cortes. El hecho de que dos textos comiencen y terminen las citas de otro texto por los mismos lugares es otra luz clara y potente que ilumina el plagio. 224

3.1.4.  Las mismas expresiones valorativas, subjetivas, juicios de autor Otra luz del plagio, en este caso léxico-semántica, es el uso de las mismas expresiones valorativas, subjetivas, juicios de autor. ¡Qué casualidad, la misma calificación sobre la leyenda en (17)! (17) RAFALÓN: Una vieja leyenda atribuía la fabricación de grandes partidas de duros falsos a un personaje de la aristocracia sevillana, con cierto consentimiento del Gobierno. TELEO: Una vieja leyenda atribuye la fabricación de grandes partidas de estos duros falsos a un personaje de la aristocracia sevillana, con consentimiento de un miembro del Gobierno de turno.

Leamos (18). ¡Qué casualidad encontrarse en dos textos con los mismos modalizadores subjetivos, con las mismas expresiones subjetivas o juicios de autor!: (18) el exilio forzado de Isabel II inexplicablemente apenas se fabricaron llegaron a circular en el más lamentable estado de desgaste ingenioso invento muchos ciudadanos optaron por guardar/guardaron monedas/piezas como recuerdo o curiosidad

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Las muestras de (19) coinciden en el contenido y en la forma, con alguna sustitución sinonímica, pero lo más sorprendente de nuevo es la coincidencia de ciertas voces y expresiones valorativas, subjetivas, matizadoras de lo anterior, introductoras de juicios u opiniones:

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(19)  miles de municipios, cooperativas, sindicatos e, incluso, empresas privadas, se lanzaron a la fabricación incontrolada de “vales”, “bonos” y monedas de casi todos los valores (generalmente de fracción de peseta) en metal, papel, cartón y cualquier otro material.  miles de municipios, cooperativas, sindicatos y empresas se lanzaron a la fabricación incontrolada de vales, bonos y monedas, generalmente de fracción de peseta, en cualquier metal e, incluso, en cartón y papel. las personas acostumbradas a manejar dinero (empleados de banca, comercian­ tes o cajeros) eran capaces de distinguirlas sin titubeo y a toda velocidad. quienes estaban acostumbradas a manejarlos –empleados de banca, cajeros, comerciantes, etc.– los distinguían a simple vista, sin titubeo y a toda velocidad.

Es imposible mantener que tanta coincidencia formal sea fruto del azar, de la casualidad. Y no es solo la literalidad en la expresión, sino la poca probabilidad de que muchas de las palabras y combinaciones de palabras, como las marcadas en letra negrita, y en tanta cantidad, aparezcan a la vez en dos textos distintos, originales. Dicho de otro modo, es poco probable que el juicio, valoración y opinión en dos textos coincidan en tales extremos, hasta llegar incluso a utilizar las mismas palabras. 3.1.5. Las mismas expresiones coloquiales, familiares o con significado figurado. Las mismas creaciones individuales Que dos textos utilicen una misma expresión idiomática, hincar el diente, ¿puede ser un indicio de copia? La respuesta, en principio, es que no, pues las expresiones idiomáticas pertenecen al acervo común. Pero y si dos textos utilizan dicha expresión referida a la popular manera de distinguir si una moneda es falsa o no, es decir, al gesto de morderla ¿habría ahora algún indicio? Pues sí, sería un indicio, porque esta expresión figurada y coloquial es común, pero no referida a la comprobación de la autenticidad de una moneda, para lo cual serían más esperables, frecuentes, aceptables y correctas frases como: “morder la moneda”, “clavar los dientes”… El uso en ambos textos de una expresión con un valor y significado impropios nos enciende una nueva luz de la copia. Nada impide al usuario de la lengua la creación ocasional de ciertas palabras no sancionadas por el uso. Ocurre tanto al hablar como al escribir. Pero son empleos individuales que ocurren en un momento dado y que rara vez llegan a ser ÍNDICE

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asumidos y empleados por la colectividad. Sorprendería encontrar tales creaciones personales en dos textos de autores diferentes. Se notará que el análisis ha ido de lo general a lo particular y que, en ciertos momentos, desciende al detalle, no en vano quien realiza el informe es un especialista en materia lingüística. Véase la reflexión que sigue: ¿Sorprendería en algún sentido la afirmación coincidente en dos textos que aparece en (20)?

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(20) las piezas de cinco pesetas ofrecen / ofrecían en el anverso una matrona tumbada

Sí, sorprendería la coincidencia del uso en ambos del verbo ofrecer, y sorprendería a un experto lingüista porque ni es el más común o usual para expresar esa idea, ni es el más adecuado (por lo general, ofrecer rige un sujeto + humano: “alguien ofrece algo”); por ejemplo, no sería extraño que ambos hubieran coincidido en utilizar otra frase verbal como “aparecía grabada”, etc., pero no que ambos coincidan en el empleo de una construcción, en principio, inusual. En otras palabras, el empleo de ciertas voces y expresiones cuya probabilidad de aparición en dos textos diferentes es escasa es también una clara evidencia del plagio. Nótese en el ejemplo de (21) el uso de la perífrasis de obligación hubo que estudiar, cuando las posibilidades de repetir dicha expresión para un mismo contenido son mínimas (piénsese en la multitud de expresiones que pueden figurar en este contexto: “hubo que plantearse”, “fue menester”, “fue necesario”, “fue preciso”, etc.). Lo mismo puede decirse de la expresión el mercado reclamaba urgentemente, que aparece en los dos textos: (21) RAFALÓN: Al retirar las monedas de cinco pesetas de 1949, hubo que estudiar una nueva aleación con la que reponer este valor que el mercado reclamaba urgentemente. TELEO: Retirar los duros de níquel suponía un problema porque el mercado reclamaba urgentemente monedas por valor de cinco pesetas. Hubo que estudiar aleaciones distintas.

3.2.  El plano del contenido El informe ha de contener también un análisis del plano del contenido, para determinar el grado de coincidencia en el nivel, digamos, de la sustancia. Puede ocurrir que dos textos sean diferentes o coincidan mínimamente en la forma, pero sean idénticos en el contenido. Es cierto que la igualdad de dos textos en el contenido no es un pilar seguro donde agarrarse para determinar cuándo hay copia o intertextualidad. A veces hay textos (por ejemplo, los manuales) que simplifican, ÍNDICE

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sintetizan, resumen, glosan o parafrasean las ideas de otro, pero la síntesis o el resumen no es suficiente para hablar de plagio, siempre y cuando se citen las fuentes documentales de las que se han servido y, sobre todo, los recursos verbales de expresión sean diferentes.

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Sin embargo, sí queremos destacar lo que podrían ser indicios de copia en este plano del contenido. En concreto, la identidad de dos textos en la progresión temática, esto es, cuando dos textos no solo dicen lo mismo, sino que estructuralmente el contenido y las ideas se disponen del mismo modo. Al comparar los dos párrafos de (22), se observa la identidad de contenido, así como la similitud formal. Aunque lo que nos interesa ahora es mostrar la identidad en la progresión temática de todo el párrafo en ambos textos, lo cual, como señalábamos, es indicio de la existencia de plagio en el plano del contenido: (22) RAFALÓN: Pero este sistema añadía complicaciones técnicas a la elaboración de las virolas, y en general a todo el proceso de fabricación por lo que las leyendas fueron sustituidas nuevamente por elementos ornamentales clónicos y repetitivos. Las primeras emisiones de 5 pesetas de Alfonso XII (…) fueron las últimas monedas con leyenda en el canto. Ochenta años más tarde, durante el régimen de Franco, (…), recuperaron este antiguo uso, y la leyenda “una Grande y Libre” adornó nuevamente el canto de las monedas de mayor tamaño, las de 25 y 50 pesetas de níquel y las de 100 pesetas de plata. Este mismo sistema se mantuvo con la misma proclama en el canto en las primeras acuñaciones de 25 y 50 pesetas de Juan Carlos I, entre 1976 y 1982. TELEO: El nuevo sistema, sin embargo, aumentaba las complicaciones técnicas en el proceso de fabricación de monedas, por lo que se volvió a cordoncillos con elementos ornamentales repetitivos. Los duros de Alfonso XII (…) fueron las últimas monedas con leyenda hasta que el régimen del general Franco recobró la tradición para las monedas de níquel de 25 y 50 pesetas y las de plata de 100. La leyenda elegida por el dictador fue “Una Grande Libre”. El mismo sistema y la misma proclama se mantuvo en las primeras acuñaciones de 25 y 50 pesetas, entre 1976 y 1982, una vez restaurada la monarquía en la persona de Juan Carlos I.

Nótese la progresión temática: 1) Supuesto previamente: La moda de las leyendas en las monedas. 2) Las complicaciones técnicas del nuevo sistema y la vuelta o sustitución de las leyendas por elementos ornamentales repetitivos. 3) Los duros de Alfonso XII. 4) Franco recobra la tradición, con la leyenda “una Grande Libre”. 5) Las primeras acuñaciones de Juan Carlos I mantienen la misma proclama. ÍNDICE

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3.3.  Trabajo de investigación y documentación Podemos acabar el análisis examinando la documentación que utilizan ambos textos. Puede ocurrir que uno se lleve algunas sorpresas, como las que nos proporcionan de nuevo nuestros dos textos en (23) y que adelantábamos anteriormente: las mismas citas. 3.3.1.  Las mismas citas

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Resulta muy llamativo que dos textos utilicen las mismas citas. Y no solo que reproduzcan las mismas citas, sino que lo hagan, además, en la misma extensión y con los mismos cortes. El hecho de que dos textos empiecen y acaben las citas de un tercer texto-fuente de referencia común por los mismos lugares es otro indicio de la existencia de copia. (23) R  AFALÓN: … la contundente Orden de 29 de octubre de 1941, firmada por el ministro Benjumea Burín, dispuso: “(…) retirar la moneda fraccionaria de bronce acuñada con arreglo al Decreto de 19 de octubre de 1868 (…) quedarán sin valor libratorio, no admitiéndose en las cajas públicas ni entre particulares, quedando prohibida su circulación y tenencia”. TELEO: Hubo que esperar, sin embargo, hasta el 29 de octubre de 1941 para que una contundente orden firmada por el ministro Benjumea ordenara “retirar la moneda fraccionaria acuñada con arreglo al Decreto de 19 de octubre de 1868 (…), no admitiéndose en las cajas públicas ni entre particulares, quedando prohibida su circulación y tenencia”.

En fin, no sé si la apropiación de un modo de consulta y del correspondiente trabajo de investigación es un delito en sí mismo, pero sin duda es una evidencia del plagio. 3.3.2.  Las mismas referencias documentales Es bastante normal que dos textos puedan coincidir en el manejo de algunas fuentes para documentar ciertos hechos, pero no en casi todas. En este supuesto, tendríamos otra evidencia de copia. 4. Conclusiones Ante las evidencias (en el sentido que sea), el final del informe ha de ser contundente. En nuestro supuesto de evidencia de plagio, estas podrían ser las conclusiones del informe: ÍNDICE

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“Del cotejo intertextual de las obras puede establecerse concluyentemente que TELEO se funda en RAFALÓN y que incurre en plagio, en tanto se considera plagio la copia literal. Aun imaginando que la ‘Historia de la peseta’ fuese un tema conocido y sabido por todos, al modo de los cuentos populares, no existirían dos historias de la peseta iguales, como no existen dos cuentos, contados por personas diferentes, iguales, a no ser que uno se copie del otro. Dos personas que cuentan la misma historia por separado pueden coincidir en el contenido, pero nunca en la manera de recrear y contar, en la forma de la expresión. Ello es algo que individualiza cualquier texto, sea divulgativo o de investigación. En tal sentido, se detecta coincidencia total de fondo y forma en varias secciones (en el nivel del vocabulario, de la construcción sintáctica de las oraciones, del párrafo y/o de la sucesión de párrafos). La literalidad es tal que en ocasiones se arrastran, incluso, las mismas erratas formales o errores de contenido de un texto a otro, se utilizan las mismas expresiones subjetivas, valorativas, que manifiestan una opinión personal, idénticas frases idiomáticas, los mismos coloquialismos y, sorprendentemente también, dos autores distintos crean y se inventan las mismas palabras. No puede ser casual tanta coincidencia. Hay voluntariedad, pues los instrumentos de que dispone una lengua para expresar una misma idea son tan numerosos que es poco probable y, en consecuencia, creíble que todo sea fruto de la casualidad. Los cambios o leves modificaciones de la expresión en algunos casos, más que poner en duda la literalidad, teniendo en cuenta la argumentación de todo nuestro informe hasta aquí, nos hacen sospechar que constituyen un intento de encubrir la copia, que TELEO intenta con ello enmascarar o disimular el plagio, vamos, que el TELEO amanuense se tomó sus molestias”.

Como decía al principio, un lingüista, un filólogo, aunque de momento pocos lo piensen y hasta hace poco nadie lo hubiera pensado, puede colaborar en la protección de los bienes personales, así como en la protección de la imagen pública y privada.

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Signos de transcripción

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r A ? §

Cambio de participante. Intervención de un interlocutor identificado como A. Interlocutor no reconocido. Sucesión inmediata, sin pausa apreciable, entre dos emisiones de distintos participantes. = Mantenimiento del turno de un participante en un solapamiento. [ Lugar donde se inicia un solapamiento o superposición. ] Final del habla simultánea. - Reinicios y autointerrupciones sin pausa. / Pausa corta, inferior al medio segundo. / / Pausa entre medio segundo y un segundo. / / / Pausa de un segundo o más. (5”) Silencio (lapso o intervalo) de 5 segundos; se indica el n.º de segundos en las pausas de más de un segundo, cuando sea especialmente significativo. ↑ Entonación ascendente. ↓ Entonación descendente. → Entonación mantenida o suspendida. PESADO Pronunciación marcada o enfática. pe sa do Pronunciación silabeada. ((  )) Fragmento indescifrable. ((siempre)) Transcripción dudosa. ((…)) Interrupciones de la grabación o de la transcripción. (en)tonces Reconstrucción de una unidad léxica que se ha pronunciado incompleta, cuando pueda perturbar la comprensión. pa’l Fenómenos de fonética sintáctica entre palabras, especialmente marcados o que puedan dificultar la lectura. °(  )° Fragmento pronunciado con una intensidad baja o próxima al susurro. h Aspiración de “s” implosiva. (RISAS, TOSES GRITOS…)  Cuando aparecen al margen de los enunciados. En el caso de las risas, si acompañan a lo dicho, se transcribe el enunciado y en nota al pie se indica “entre risas”. aa Alargamientos vocálicos. nn Alargamientos consonánticos.

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¿¡  !? Interrogaciones exclamativas. ¿ ? Interrogaciones. También para los apéndices del tipo “¿no?, ¿eh?, ¿sabes?”. ¡ ! Exclamaciones. és que se pareix a mosatros: Fragmento de conversación en valenciano. Letra cursiva: Reproducción e imitación de emisiones. Estilo directo, característico de los denominados relatos conversacionales. Notas a pie de página: Anotaciones pragmáticas que ofrecen información sobre las circunstancias de la enunciación. Rasgos complementarios del canal verbal. Añaden informaciones necesarias para la correcta interpretación de determinadas palabras (la correspondencia extranjera de la palabra transcrita en el texto de acuerdo con la pronunciación real, siglas, palabras-marca, etc.), enunciados o secuencias del texto (por ejemplo, los irónicos), de algunas onomatopeyas, etc. Sangrados a la derecha: Escisiones conversacionales. * Las incorrecciones gramaticales (fónicas, morfosintácticas y léxicas) no aparecen marcadas por lo general. Así pues, según el usuario del corpus (por ejemplo, si este es utilizado por un estudiante de español como segunda lengua), puede ser recomendable el soporte explicativo del profesor. * Los antropónimos y topónimos no se corresponden por lo general con los reales. 242

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Antonio Briz Gómez Antonio Briz Gómez es catedrático de Filología Española por la Universidad de Valencia desde 1993 y fundador del grupo de investigación Val.Es.Co. (Valencia Español Coloquial), que se dedica al estudio del español hablado desde 1990. En este ámbito, ha sido director de más de veinticinco tesis doctorales y de más de cien artículos de investigación, además de haber impartido conferencias y seminarios en las principales universidades españolas, europeas y americanas. Director principal del Diccionario de partículas discursivas del español (DPDE) y cofundador de la empresa Tecnolingüística, su investigación abarca también estudios de Dialectología, Sintaxis, Cortesía y Lingüística Aplicada.

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El presente volumen recoge una muestra de los artículos escritos por el profesor Antonio Briz a lo largo de los últimos veinte años. Sin pretensiones de exhaustividad, esta obra ofrece algunas muestras de su actividad investigadora en los campos objeto de su interés. El resultado implica tanto cuestiones relacionadas con la estructura de la conversación, en especial el español coloquial, como con las categorías pragmáticas de atenuación e intensificación, los estudios sobre cortesía, la atención a las unidades del discurso –dentro del modelo desarrollado por el grupo de investigación Val.Es.Co.–, la lexicografía pragmática e incluso el peritaje lingüístico. Se trata de artículos y contribuciones publicadas en medios muy diversos y en ocasiones de difícil acceso, por lo que su edición conjunta bajo un mismo título pretende acercar al lector un trabajo que podría quedar disperso de no verse recogido y unificado en forma de libro. La lectura conjunta de la obra ofrece un doble tipo de información: desde un punto de vista historiográfico, refleja los avances en el estudio pragmático del español, desde sus inicios a mediados de los años noventa, estrechamente vinculados al concepto de español coloquial, pasando por el estudio de los marcadores del discurso (punto privilegiado para un estudio alejado de los marcos de descripción oracionales), las categorías pragmáticas (derivadas del acercamiento funcionalista adoptado por la Pragmática española), la eclosión de los estudios sobre cortesía, la fijación de la descripción de los marcadores del discurso en moldes lexicográficos (que ha producido tres diccionarios en nuestra tradición) y, finalmente, el interés por la segmentación del español conversacional en unidades.