Vascos en la diáspora : la emigración de la Guaira a Puerto Rico 1799-1830 8400087119, 9788400087111

Este estudio plantea cuestiones como la adaptación de los individuos que emigraron o que fueron expulsados y que, atraíd

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Table of contents :
Índice general
El País Vasco-Navarro
La coyuntura política y económica 1790-1810
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Vascos en la diáspora : la emigración de la Guaira a Puerto Rico 1799-1830
 8400087119, 9788400087111

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Vascos en la diáspora La emigración de La Guaira a Puerto Rico, 1799-1830

Birgit Sonesson

Este estudio plantea cuestiones como la adaptación de los individuos que emigraron o que fueron expulsados, la formación de un grupo de vizcaínos y vasconavarros que, atraídos por las posibilidades de empleo en la Compañía Guipuzcoana, llegaron voluntariamente de la Península a Venezuela en la segunda mitad del siglo XVIII. Una vez asentados en el puerto de La Guaira establecieron relaciones de endogamia que fueron perpetuadas por lo menos durante tres generaciones, incluso después de ser expulsados por su participación en la conspiración de Gual y España en 1797 y, definitivamente, en 1821. Reunidas las familias dispersas en la diáspora se establecieron en Puerto Rico donde la cohesión entre ellos los ayudó a crear allí empresas comerciales que, con el tiempo, favorecieron las inversiones agrícolas. Pero esa misma cohesión que inicialmente las había sostenido, encubría la debilidad de la estructura creada y hacia 1870 se produjo su colapso.

Vascos en la diáspora

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Birgit Sonesson

COLECCIÓN DIFUSIÓN Y ESTUDIO CSIC

Composición

CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS

BIRGIT SONESSON. Natural de Suecia, es doctora por New York University en 1985. Se ha interesado particularmente por la Historia de Puerto Rico y el Caribe, inicialmente por la evolución del comercio y de la Hacienda Pública, más tarde por diversos aspectos de la inmigración. Es autora de varios libros, entre otros La Real Hacienda en Puerto Rico, 18151868. Administración, Política, y grupos de presión (Madrid, 1990); Catalanes en las Antillas. Un estudio de casos (Colombres, 1995); Puerto Rico's Commerce, 1765-1865: From Regional to Worldwide Market Relations (Los Angeles, 2000); y La emigración de Carranza a Puerto Rico en el siglo XIX (mercadeo y capital indiano) (Sevilla, 2003).

VASCOS EN LA DIÁSPORA. LA EMIGRACIÓN DE LA GUAIRA A PUERTO RICO 1799-1830

COLECCIÓN DIFUSIÓN Y ESTUDIO Director Jesús Raúl NAVARRO GARCÍA (CSIC) Secretaria Rosario SEVILLA SOLER (CSIC) Comité Editorial Elda E. GONZÁLEZ MARTÍNEZ (CSIC) Marta IRUROZQUI VICTORIANO (CSIC) Joseph María DELGADO RIBAS (Univ. Pompeu Fabra) Manuel GONZÁLEZ DE MOLINA (Univ. Pablo de Olavide) José DÉNIZ ESPINÓS (Univ. Complutense) Leandro DEL MORAL (Univ. de Sevilla) Manuel CHUST (Univ. Jaume I) Consejo Asesor Jorge REGALADO (Univ. de Guadalajara) Ferrán GALLEGO MARGALEFF (Univ. Autónoma de Barcelona) Fernando CASTAÑOS (Instituto de Investigaciones Sociales, UNAM) Laura SUÁREZ (Instituto Mora) Marcelo GANTOS (Univ. Estadual do Norte Fluminense) Fernando DÍAZ DEL OLMO (Univ. de Sevilla) Mónica QUIJADA (CSIC) Óscar CASTILLO (Programa de Agua y Saneamiento-Banco Mundial, Perú) Alfredo DURÁN NÚÑEZ DEL PRADO (Centro del Agua, Cochabamba) María Luisa TORREGROSA (FLACSO, México) José Augusto VALLADARES PADUA (Univ. Federal do Rio de Janeiro) Pedro GUIBOVICH PÉREZ (Univ. Católica del Perú) Esther DEL CAMPO (Univ. Complutense) Ana María ARANDA BERNAL (Univ. Pablo de Olavide) Pedro PÉREZ HERRERO (Univ. de Alcalá de Henares) María Ligia COELHO PRADO (Univ. de Sâo Paulo) Belín VÁZQUEZ (Univ. del Zulia) Luis ALONSO ÁLVAREZ (Univ. de A Coruña) Juan MARTÍN SÁNCHEZ (Univ. de Salamanca) Alejandro TORTOLERO (Univ. Autónoma Metropolitana de México)

VASCOS EN LA DIÁSPORA. LA EMIGRACIÓN DE LA GUAIRA A PUERTO RICO 1799-1830

Birgit Sonesson

CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS SEVILLA, 2008

Reservados todos los derechos por la legislación en materia de Propiedad Intelectual. Ni la totalidad ni parte de este libro, incluido el diseño de la cubierta, puede reproducirse, almacenarse o transmitirse en manera alguna por medio ya sea electrónico, químico, óptico, informático, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo por escrito de la editorial. Las noticias, asertos y opiniones contenidos en esta obra son de la exclusiva responsabilidad del autor o autores. La editorial, por su parte, sólo se hace responsable del interés científico de sus publicaciones.

Catálogo general de publicaciones oficiales http://www.060.es

© CSIC © Birgit Sonesson

Responsable de la edición: J. Raúl Navarro García Diseño y maquetación: Juan Gallardo NIPO: 472-08-033-9 ISBN: 978-84-00-08711-1 Depósito legal: M. 51.970-2008 Impreso en Fareso, S. A. Paseo de la Dirección, 5. 28039 Madrid Impreso en España - Printed in Spain

Índice general Abreviaturas … … … … … … … … … … … … … … … … …

9

Introducción … … … … … … … … … … … … … … … … …

11

CAPÍTULO I EL MARCO HISTÓRICO El País Vasco-Navarro … … … … … … … … … … … … … … La Provincia de Venezuela y la Compañía Guipuzcoana … … … Caracas, capital y centro económico de la región … … … … … … El pueblo de La Guaira … … … … … … … … … … … … … …

21 24 28 29

CAPÍTULO II LA CONSPIRACIÓN DE GUAL Y ESPAÑA EN 1797 La coyuntura política y económica 1790-1810 … … … … … … Los sucesos en La Guaira y Caracas … … … … … … … … … … Presos enviados a Cádiz en el bergantín "Arrogante" en 1797 … … Presos enviados a Cádiz en el bergantín "Volador" en 1797 … … Presos indultados y enviados a Puerto Rico en 1797 … … … … … Presos enviados a Puerto Rico y otros destinos en 1799 … … …

33 35 38 38 39 41

CAPÍTULO III FAMILIAS VASCAS EN LA GUAIRA: FORMACIÓN Y DESARROLLO DE LA ENDOGAMIA Familia Erazo-Gual-Iriarte … … … … … … … … … … … … … Matriarcas guareñas … … … … … … … … … … … … … … … Familia Larruleta-Gracián … … … … … … … … … … … … … Familia Elzaburu-Gracián … … … … … … … … … … … … … Familia Goenaga-Gracián … … … … … … … … … … … … … Familia Maitín-Laredo-Méndez … … … … … … … … … … … Familia Tinoco-Uraín-Méndez … … … … … … … … … … … Familia Aranzamendi-Elzaburu … … … … … … … … … … …

48 49 50 51 53 55 57 58

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Índice general

CAPÍTULO IV NAVEGACIÓN Y COMERCIO EN TIEMPOS DE GUERRA Comerciantes y navegantes en Cádiz y Puerto Real, 1780-1809: viajes a La Guaira … … … … … … … … … … … … … … … Dificultades causadas por las guerras y estrategias para hacerles frente … … … … … … … … … … … … … … … … … … José Xavier Aranzamendi y el intercambio regional durante las guerras … … … … … … … … … … … … … … … … … … …

63 67 70

CAPÍTULO V LA DIÁSPORA DE LA GUAIRA REUNIDA EN PUERTO RICO El éxodo de La Guaira y Puerto Cabello en 1821 … … … … … … Formación de familias: los Aranzamendi … … … … … … … … Formación de familias: los Goenaga … … … … … … … … … … Formación de familias: los Elzaburu … … … … … … … … … Familia Larruleta … … … … … … … … … … … … … … … …

83 84 86 92 94

CAPÍTULO VI AUGE Y DECADENCIA DE LA EMPRESA FAMILIAR La formación y desarrollo de Aranzamendi Hermanos, 1821-1841 99 Años de transición, 1841-1845 … … … … … … … … … … … 105 Propiedades agrícolas del grupo de La Guaira … … … … … … 107 CONCLUSIONES … … … … … … … … … … … … … … … 115 APÉNDICE: GENEALOGÍAS … … … … … … … … … … … 121 BIBLIOGRAFÍA CUADROS

… … … … … … … … … … … … … … … 129

… … … … … … … … … … … … … … … … … 139

ÍNDICE ONOMÁSTICO … … … … … … … … … … … … … 145 MAPAS E ILUSTRACIONES

… … … … … … … … … … … 155

Abreviaturas AAC AGI

Archivo Archidiocesano, Caracas. Caracas. Archivo General de Indias, Sevilla, Est. Indif. S. Dom. Ultr.

AGNV

Audiencia de Caracas. Estado. Indiferente. Audiencia de Santo Domingo. Ultramar.

Archivo General de la Nación, Caracas.

AGPR

Archivo General de Puerto Rico. GE OP

AHASJ

Gobernadores españoles. Obras Públicas. Archivo Histórico Archidiocesano, San Juan, Puerto Rico.

AHN

Archivo Histórico Nacional, Madrid. Cons. Ultr.

Consejos. Ultramar, Puerto Rico.

AHPC

Archivo Histórico Provincial, Cádiz.

AHPGO

Archivo Histórico de Guipúzcoa, Oñate.

AMAE

Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores, Madrid.

AMC

Archivo Municipal, Cádiz.

AMP

Archivo Municipal, Ponce, Puerto Rico.

Bol.Acad.Nac.Hist. Boletín de la Academia Nacional de Historia, Caracas. Bol.R.S.Basc.

Boletín de la Real Sociedad Bascongada.

NA

National Archives, Washington, DC.

PRO. WO

Public Record Office, War Office, London.

RA VL

Rigsarkivet, Copenhagen. Vestindiske Lokalarkiver.

Introducción

La dispersión de familias y pueblos como consecuencia de guerras, desastres naturales o cambios políticos no constituye ninguna novedad. Sin embargo, este fenómeno no ha sido estudiado diacrónicamente ni en detalle hasta hace sólo unas décadas. Tradicionalmente el término diáspora solamente hacía referencia a grupos de judíos, armenios o africanos, pero las comunicaciones modernas y el acceso a fondos documentales anteriormente inaccesibles, en combinación con la preocupación acerca de las migraciones en masa, han producido nuevos estudios en los que se aplica el concepto de diáspora de una manera más amplia y que en consecuencia han provocado un debate sobre la definición del término. Por citar algún ejemplo, podemos indicar que Gérard Chaliand y JeanPièrre Rageau definen diáspora como una forzada y colectiva dispersión de un grupo religioso y/o étnico, provocada por algún desastre, frecuentemente de naturaleza política. Esto supone que el grupo debe retener una memoria colectiva del origen de su dispersión y su herencia cultural, y la voluntad de transmitirla para conservar su identidad. Aplican el concepto a once grupos diferentes y ponen de relieve la dificultad de distinguir1. El problema conceptual de diferenciar migración y diáspora fue objeto de un amplio estudio realizado por Kim D. Butler, publicado en 2001: “Defining Diaspora, Refining a Discourse”. Propone cuatro requisitos para definir una diáspora. Según Butler, en primer lugar, tras la salida inicial debe haber más de un destino. En segundo lugar, tiene que existir algún vínculo que conserve la relación con la patria para poder desarrollar un sentido de identidad, y además, es necesario que haya comprensión de ella. Finalmente, la diáspora tiene que perdurar durante más de dos generaciones. De este modo: “Las diásporas son multi-generacionales: combinan la experiencia de migración individual con la historia colectiva de dispersión del grupo y la regeneración de comunidades en el extranjero. Los esquemas de estudios de diáspora tienen que incorporar ambas”2 Al tratar de la migración como uno de los posibles motivos de la dispersión, Butler comprueba que los individuos pueden circular libremente 1. Chaliand y Rageau, 1995, XIV-XXI. 2. Butler, 2001, X/2, 192-194.

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pero que las instituciones y las redes de vínculos son creadas en el país receptor, una definición que –en nuestra opinión– puede aplicarse a las migraciones entre la metrópoli y la colonia, es decir de la península a Venezuela en el siglo XVIII. Asimismo, se afirma que el hecho de que la existencia de endogamia allí pueda ser resultado de decisiones motivadas por la necesidad de preservar los bienes del grupo es algo que requiere el análisis de las condiciones de la dispersión original3. La formación de una endogamia está relacionada con la existencia de cónyuges disponibles, y la oportunidad de encontrarlos en una situación social, por ejemplo en la escuela, en el trabajo o en actividades de recreo. La proximidad o distancia entre las dos partes importa también; los matrimonios entre vecinos son más frecuentes que los que se producen entre extraños. Un estudio reciente sobre la relación entre endogamia y clase social sugiere que precisamente la oportunidad de conocerse y la facilidad de comunicarse a distancia, es decir, de viajar, son los dos factores principales que determinan el pacto matrimonial4. La emigración del País Vasco a América ha sido estudiada por varios historiadores desde el punto de vista de la expulsión y la atracción y todos ellos coinciden en que son tres los factores que motivaron el fenómeno: la presión demográfica sobre recursos escasos, una tradición marinera y un sistema hereditario que prohibía la división del patrimonio. Desde el punto de vista de los destinos, México y Perú han recibido la mayor atención debido a la atracción de sus riquezas mineras. Los vascos participaron en las expediciones de Colón, y en Venezuela hay evidencia de su presencia a partir de 1510. Pero fue el nuevo interés en el siglo XVIII por las colonias no mineras que podían desarrollar una agricultura exportadora respondiendo a la demanda en Europa lo que estimuló la emigración vasca a Venezuela. En el caso de Puerto Rico la inmigración en el siglo XVIII se componía en su mayor parte de catalanes y algunos extranjeros. En la formación de grupos étnicos se ha resaltado la cohesión entre vascos y navarros basada en su idioma y tradiciones culturales, su preferencia por las empresas comerciales, la vida urbana y su buena preparación en comparación con emigrantes de otras provincias5. Lo mismo se puede decir de los catalanes en Puerto Rico que guardaron su idioma, buscaron cónyuges en sus pueblos de origen y regresaron al final de su carrera con su capital. 3. Ib., 202-203. 4. Leuwen and Maas, 2005, 2-10, 20-21. 5. Vázquez de Prada Vallejo, 1991, 133-142. Bosco Amorós et al., 1992, 21-24. Azcona Pastor, 2004, 1-13, 42-43.

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El estudio que presentamos es de tipo longitudinal; en él se plantean cuestiones como la adaptación a la nueva situación de los individuos que emigraron o que fueron expulsados. Examinamos la formación de un grupo de vizcaínos y vasco-navarros que, atraídos por las posibilidades de empleo en la Compañía Guipuzcoana, llegaron voluntariamente de la península a Venezuela en la segunda mitad del siglo XVIII. Una vez establecidos en el puerto de La Guaira, donde la capa social a la que pertenecieron fue muy limitada, formaron relaciones de endogamia al casarse entre sí. Estas relaciones fueron perpetuadas por lo menos durante tres generaciones después de ser expulsados por su participación en la conspiración de Gual y España en 1797, y definitivamente en 1821. Reunidas las familias dispersas en la diáspora se establecieron en Puerto Rico donde la cohesión entre ellos les ayudó a crear allí empresas comerciales que, con el tiempo, dieron lugar a inversiones agrícolas. Pero la misma cohesión, que inicialmente les había sostenido, eventualmente encubría la debilidad de la estructura creada y hacia 1870 se produjo su colapso. El texto se divide en seis capítulos y un apartado dedicado a las conclusiones; se incluyen además esquemas genealógicos de las principales familias que aparecen a lo largo del volumen. Comienza con una vista panorámica de las provincias de origen en España, centrándose en el desarrollo económico y poblacional que provocaba la emigración, según ya se ha indicado. Continúa con el examen del papel de la Compañía Guipuzcoana en la provincia de Caracas y el efecto de su ocaso en el intercambio comercial de los años ochenta. Termina con una breve descripción de la capital y el juego de intereses entre hacendados y comerciantes al final del dominio de la Compañía. El siguiente capítulo traza el fondo político y social de la última década del siglo, o sea la situación del destino del grupo. Ofrece un relato detallado de los sucesos de la conspiración de Gual y España y de la suerte de los condenados enviados a servir sus sentencias en presidios lejanos, así como de sus familias. La composición del grupo de vascos que constituye el principal objeto del estudio, y su incorporación en la sociedad de destino, se analiza en el tercer capítulo; se constatan sus orígenes en España y sus matrimonios en La Guaira. Así queda ilustrada la complejidad de los elementos de la endogamia en La Guaira. Se presta atención al papel de las mujeres y a la existencia de dos niveles en la capa social, lo que demuestra los límites con respecto a la elección del cónyuge por parte de los inmigrantes varones. Una vez identificados los participantes, se procede al examen de su actividad preferida, el comercio, durante los primeros quince años del siglo

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XIX, caracterizados por problemas bélicos. El papel de los comerciantes de Cádiz en el tráfico con Venezuela se destaca en la documentación detallada de viajes, buques, cargamentos y socios en ambos lados. Entre las estrategias para enfrentarse a los bloqueos y ataques resulta de especial interés la decisión de trasladar las oficinas de un grupo de La Guaira a Puerto Rico hasta la paz en 1815. El papel de José Xavier Aranzamendi, expulsado en 1799, pero realista convencido, cobra importancia creciente durante ese período que le coloca en posición de ayudar al gobierno nacional y posteriormente a sus familiares y socios que llegaron a partir de 1821. El quinto capítulo alude a la corriente de emigrados que llegaron a la isla y a los esfuerzos por aliviar sus sufrimientos, pero en este capítulo se estudia principalmente la formación de familias en la segunda y tercera generación del grupo de La Guaira, lo que demuestra la continuidad de la endogamia, al mismo tiempo que revela cierta ambigüedad y las primeras grietas en la cohesión política de los miembros. Finalmente se procede a un análisis detallado de las empresas comerciales del grupo, sus respuestas a una crisis tras otra en el mercado internacional y el efecto de la muerte de individuos claves en momentos críticos. La formación de nuevas asociaciones, siempre bajo el control de los miembros originales pero admitiendo a parientes políticos y descendientes que se habían criado en la península, caracteriza una segunda fase del desarrollo de los negocios. Se aprecia el efecto de la cohesión familiar que no les obligaba a efectuar la partición de bienes y les permitía ocultar la debilidad de sus empresas. Tampoco fueron obligados a liquidar una empresa al final de la carrera de un socio que retornaba a su provincia de origen; excepto los catalanes, todos se quedaron. Así el comercio solamente representaba una primera fase de las carreras de la segunda generación. Una vez que se introdujeron en la agricultura, por medio de matrimonios o contratos de refacción, se vieron involucrados en los problemas de la época que afectaron a todo el sector azucarero6. El presente estudio tuvo su origen en una beca otorgada por el J. William Fulbright Scholarship Board en 1994 que me permitió desarrollar una investigación durante cuatro meses en los archivos de Venezuela. El gran volumen de información obtenida hizo necesario, sin embargo, concentrar el enfoque en un aspecto particular, en este caso La Guaira. En cierto sentido el libro puede también considerarse como una extensión de 6. Refacción se refiere a la práctica de financiar los gastos de una hacienda azucarera bajo la provisión de tener monopolio en la venta de los productos.

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mis estudios sobre el comercio de Puerto Rico, el papel del mercado regional y la contribución de los individuos que participaron en él. Los datos y perspectivas que aparecen –en este texto y en otros proyectos– en relación con el contexto en que desarrollaron los emigrantes sus negocios y sus familias son fruto de largos años de trabajo en los archivos de Puerto Rico y España. Como siempre, y sin mencionar nombres, tengo una deuda con el personal de los archivos y bibliotecas que me han dado su apoyo durante estos años.

Capítulo I

EL MARCO HISTÓRICO

El País Vasco-Navarro Lo que hoy se denomina País Vasco-Navarro comprende la Comunidad autónoma del norte de España que forman las tres provincias vascongadas de Vizcaya, Guipúzcoa y Álava, junto a la Navarra española y tres territorios del Sur de Francia en el Departamento de los Pirineos Atlánticos. Dejando aparte la Navarra francesa, que queda fuera del tema de nuestro estudio, el territorio de las tres provincias vascongadas está dominado por una cadena montañosa paralela a la costa que lo divide en una franja atlántica hacia el norte y en la vertiente meridional frente a la meseta central. Navarra está delimitada por los Pirineos en el norte y por otra cadena que la separa de Guipúzcoa. Hacia el sur baja el terreno a la cuenca del Ebro. La franja litoral y la montaña reciben abundantes lluvias, mientras que el sur de Álava y la cuenca del Ebro sufren períodos de sequía. Desde la formación de la monarquía española hasta el siglo XIX, las provincias vascongadas y Navarra permanecieron como entidades administrativas separadas de la Corona de Castilla. En dicha fase se crearon instituciones que tomaron forma distinta en cada provincia, lo que se reflejó en sus relaciones con Castilla. La monarquía hereditaria de Navarra originalmente se extendía a ambos lados de los Pirineos; incluía a Vizcaya, Guipúzcoa y Álava, que, a partir del siglo XI, se separaron de ella. El núcleo de Vizcaya cayó bajo dominio de Castilla ya en 1180; hasta finales del siglo XIV los otros señores de Vizcaya se sometieron gradualmente. En 1200 tanto Guipúzcoa como Álava se unieron a Castilla. Navarra, por su parte, no fue conquistada por Fernando el Católico hasta 1515. Si bien los reyes de Castilla enviaron corregidores a las provincias y dictaron varias leyes nuevas, tuvieron que respetar los antiguos fueros. Aunque lograron cobrar ciertas contribuciones como diezmos y alcabalas, y levantar “donaciones” forzosas en tiempos de guerra, Vizcaya, Guipúzcoa y Álava permanecieron exentas de pagar almojarifazgo sobre transacciones de importación y exportación con Castilla. Gozaron de libre comercio con el extranjero y solamente en su intercambio con Castilla y Navarra los productos debían pasar por aduanas terrestres. Por otro lado, Navarra mantenía libre intercambio con Francia y una barrera aduanera

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con Aragón y Castilla. Un intento de los Borbones de trasladar las aduanas a la costa en 1717 falló ante las protestas populares. De este modo, no se lograron cambios significativos en el sistema arancelario hasta 1789 y se debieron confirmar varios arreglos realizados en 1680 que aseguraron el derecho de las provincias exentas de importar sus abastos, incluso de las comarcas fronterizas de Navarra7. El libre intercambio con el extranjero era necesario para saldar el déficit en cuanto a la producción de alimentos. La costa atlántica, que tiene poco terreno llano, no se prestaba a la producción agrícola, sin embargo, tenía buenos puertos en Pasajes, San Sebastián, Orio, Deva, Bermeo, Lequeitio y Bilbao, ubicados en la desembocadura de sus ríos. Desde la Edad Media las actividades de pesca y tráfico marítimo formaron la base de su economía. Los vascos crearon una clase de navegantes, una industria de astilleros y un sector comercial que se dedicaba a suministrar granos para el consumo interno, mercancía extranjera y productos coloniales para la meseta central a cambio de hierro y lana para el mercado exterior. Los armadores proporcionaron barcos para la carrera de Indias hasta mediados del siglo XVI cuando sus pequeñas embarcaciones fueron sustituidas por otras mayores construidas en otros puertos8. En el siglo XVII surgieron problemas tanto internos como externos. En primer lugar, la población crecía. La introducción y la expansión del maíz conllevó una serie de cambios en la propiedad agrícola y en la estructura social. El maíz tiene mayor valor alimenticio que los cultivos tradicionales, se adapta bien al clima húmedo de la región y puede alternarse con el trigo; el nuevo sistema eliminaba la necesidad de mantener terrenos en barbecho. Además, proveía forraje para el ganado y asimismo carne para alimentar a la población9. Pero la economía carecía de flexibilidad para crecer a medida que la población aumentaba. Las aduanas terrestres y la falta de buenos caminos constituyeron serios obstáculos en el tráfico con el interior de la península. Aun cuando Navarra comenzó a tener excedentes de producción agrícola, es decir granos y vino, los mismos obstáculos impidieron la formación del mercado regional en comestibles. El tráfico comercial de Navarra se daba con Francia a través del Valle de Baztán y el puerto de Bayona. Al mismo tiempo, la economía vasca se vio afectada por los cambios que se produjeron en el mercado internacional. Las lanas de Castilla fue7. Fernández Albadalejo, 1975, 42-52. 8. García Cortázar y Manuel Montero, 1981, 1, 45-51, 97-99. 9. Fernández Pinedo, 1974, 24-28.

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ron sustituidas por las de Irlanda. San Sebastián perdió ese tráfico antes que Bilbao, que mantenía relaciones con Inglaterra por medio de la importación de telas que se traían a Castilla de contrabando. Las ferrerías de España no pudieron competir con productos de calidad superior exportados de Suecia a Inglaterra y Francia. Finalmente, la competencia de ingleses y franceses en las aguas de Terranova arruinaba la pesca de altura, al tiempo que la cantidad de ballenas y bacalao comenzaba a disminuir. Como consecuencia, los capitales que ya no encontraban beneficios en las ferrerías o en la pesca se desplazaron hacia la agricultura; el valor de la tierra aumentaba10. Pero las leyes forales en el País Vasco impidieron la explotación eficiente de los terrenos que hubieran acomodado a la población adicional. Estas leyes prohibían la división de la propiedad heredada; uno de los hijos, no necesariamente el primogénito, era el único sucesor. Los segundones tuvieron que encontrar otras ocupaciones, crear un hogar nuevo o emigrar. Pero para roturar nuevas tierras –comunales o baldíos– y construir un caserío hacía falta un capital que ellos o un arrendatario normalmente no tenían. Conforme las familias campesinas crecían, los terrenos que cultivaban se subdividían en parcelas que no eran suficientes para mantener a una nueva generación a menos que tuviesen acceso a ingresos adicionales. El resultado fue un patrón de emigraciones estacionales del interior hacia otras regiones donde encontraban empleo en las cosechas, o bien trabajando como carboneros o arrieros11. Los pueblos costeros, donde la economía no se centraba en la agricultura sino en la pesca, el comercio y la navegación de cabotaje, pudieron sustentar a mayores densidades de población. Bilbao conservó su comercio pasivo con Inglaterra durante la mayor parte del siglo XVIII, parcialmente controlado por los extranjeros residentes. La construcción de caminos hacia el interior en el siglo XVIII favoreció la emigración a Madrid de negociantes que viajaban entre la costa de Vizcaya y la capital con mercancía importada. En adelante, el hierro de la provincia encontró salida en las colonias, en un primer momento a través de Cádiz, luego directamente cuando se habilitaron otros puertos para el comercio colonial12. En la zona marítima los vínculos tradicionales con el exterior constituyeron una salida para la emigración de larga distancia, sobre todo hacia Cádiz y América. Entre 1743 y 1800 se matricularon en el Consulado de 10. García Cortázar y Manuel Montero, 1, 150-153. Basurto Larrañaga, 1983, 118-124. 11. Fernández Pinedo, 1974, 91-97. 12. Basurto Larrañaga, 1983, 154-161.

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Cádiz 178 comerciantes naturales de Vizcaya, 176 de Guipúzcoa, 81 de Álava y 203 de Navarra. Ruiz Rivera señala que el caso de Navarra se distingue del de las otras provincias, puesto que carecía de costa y puertos, pero “sus hombres siempre habían sido activos tanto en la administración como en las empresas americanas”; en Cádiz predominaron los del norte y noreste, donde los terrenos montañosos no eran propicios para mantener a la creciente población13. Un comentarista de la época lo expresa así: “Como las mugeres son fecundas y el terreno de poca extensión, salen muchos fuera del País dentro de la península, y no pocos pasan a América. ... aunque es una de las provincias más pequeñas el reyno de Navarra, iguala y excede á las mayores en el número de empleados honrosamente en la toga, exército é iglesia”14.

Si los emprendedores vasco-navarros encontraron salida hacia el interior y Madrid, Cádiz o Barcelona, y los vizcaínos en las actividades marineras, en el caso de Guipúzcoa, con menos tierra cultivable que Vizcaya, mayor densidad poblacional y peores comunicaciones con el interior, urgía buscar una solución al problema; de este modo, solicitaron una licencia para crear una compañía privilegiada para el comercio con Venezuela. La provincia de Venezuela y la Compañía Guipuzcoana En la época colonial la región que hoy ocupa la República de Venezuela solía llamarse Costa Firme en contraste con las islas descubiertas por Colón. Sin riquezas de oro y plata, la colonia crecía lentamente en los primeros siglos. La población indígena tampoco alcanzaba el nivel de organización social que los conquistadores encontraron en México y Perú. La corriente de inmigrantes españoles fue reducida y las comunicaciones con España limitadas a un navío de registro anual hasta el siglo XVIII, cuando la Corona debió liberalizar el régimen legal y mejorar la defensa de la costa ante las amenazas de otras potencias. Respondiendo al nuevo interés en las regiones no mineras, el virrey de Nueva Granada encargó en 1720 un estudio de la provincia de Venezuela. El informe del guipuzcoano Pedro José de Olavarriaga señaló la prosperidad de los hacendados que exportaban su cacao ilegalmente y los potenciales beneficios para la Real Hacienda que conllevaba la supresión del contrabando. Critica asimismo los abusos de los gobernadores y la negli-

13. Ruiz Rivera, 1988, 38-39, 47-48. 14. Díaz de Valdés, 1802, 2, 62.

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gencia por parte de muchos hacendados que dejaban la supervisión en manos de mayordomos de poca confianza. Dice: “Se puede asegurar que la provincia de Venezuela sería una de las mejores y de las más fértiles de todas las Indias Occidentales, si fuera ella cultivada, pero la flojedad de sus vecinos es tan grande que, en medio de esta abundancia, apenas se halla lo necesario para la vida.”

Añade que uno de los obstáculos que limitan la iniciativa empresarial es que a los inmigrantes procedentes de las Islas Canarias no se les ofrecen tierras para su cultivo debido a la oposición de la elite mantuana; en consecuencia, se establecen en las ciudades y se dedican al comercio15. En la administración central de la península el informe de Olavarriaga no produjo ninguna reacción, pero en el consulado de San Sebastián fue acogido con gran interés y dio como resultado la propuesta de formar la Compañía Guipuzcoana de Caracas en 1728. El grupo de accionistas estaba compuesto por individuos e instituciones de Guipúzcoa a los cuales se unió el monarca al año siguiente. Hasta 1750 tuvo su sede en San Sebastián pero en un principio los barcos salían del puerto de Pasajes. La Compañía tuvo el doble objetivo de fomentar el cultivo del cacao y prevenir el contrabando al obtener el monopolio de extraer el cacao y otros productos a precios que controlaría, y el encargo de patrullar la costa con buques armados. Además, siguiendo la sugerencia de Olavarriaga, la Compañía emprendió la fortificación de Puerto Cabello y el Tocuyo y la reparación de las obras de este tipo que ya existían en La Guaira, en donde se construyeron además otras oficinas. Olavarriaga llegó a Puerto Cabello en 1730 con los primeros buques. Allí dirigió la principal factoría hasta su muerte en 1735. La llegada de la Guipuzcoana a Venezuela produjo serios cambios en la estructura de la población y en el poder económico. Los descendientes de los primeros pobladores, dueños de la tierra, vieron mermado su poder; sin embargo el esfuerzo de la Compañía por detentar el control sobre la exportación de cacao a México, tradicionalmente en manos de los hacendados, falló. De la misma manera, los isleños sufrieron las consecuencias de la llegada de la Compañía a Venezuela. La presencia de este grupo y la aparición de buques holandeses procedentes de Curazao –algunos de cuyos tripulantes eran canarios– y de la colonia danesa de San Thomas se remonta al siglo XVII. Además, en el siglo XVII la Corona fomentaba la emigración de las familias isleñas a Cuba, Santo Domingo, Puerto Rico y Venezuela. 15. Briceño Perozo, 1981, 443-444.

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En Venezuela, antes de 1730, los isleños se dedicaron al comercio a todos los niveles, desde la alta jerarquía mercantil hasta los más humildes canastilleros. Que se asimilaron a la población criolla es evidente debido al gran aumento de inmigrantes isleños que contrajeron matrimonio en Caracas a partir de 1670. Hacia mediados del XVIII el grupo ya no era homogéneo; había surgido un grupo de hacendados y funcionarios isleños de alta categoría, y una capa media de profesionales, militares y religiosos16. Vicente Amezaga señala que había vascos en Venezuela antes de 1730, pero esa inmigración fue individual y esporádica, siendo muchos de ellos aventureros o empleados del gobierno. Para llevar a cabo su obra la Compañía entonces debía emplear, a todos los niveles, “un vasto personal” enteramente traído de Guipúzcoa. Así, no sólo vinieron individuos de alta categoría e instrucción, sino que a los humildes marinos y carpinteros de ribera también se les ofreció trabajo y oportunidades de mejorar su situación. La influencia vasca sobrepasó la esfera económica. En las primeras décadas del siglo XVIII los gobernadores, tan criticados por Olavarriaga, habían sido de origen canario. Pero posteriormente, con la creación de la Capitanía General de Caracas en 1731 y la de toda Venezuela en 1739, la influencia pasa a los vascos. En adelante, los altos funcionarios favorecieron a sus compatriotas con nombramientos a tenientes de Justicia y otros puestos de influencia en la administración local17. Esa costumbre produjo recelos entre los hacendados y agricultores isleños. Los pequeños mercaderes y contrabandistas también sufrieron perjuicios en sus negocios y todos los canarios sufrieron descrédito social por parte de los mantuanos que les despreciaban por su tendencia a mezclarse con los indígenas y por sus ocupaciones humildes18. La tensión se manifiesta en varios brotes de rebeldía de tipo local causados por motivos económicos y sociales. No se dirigieron contra autoridades legales. El caso más serio, la insurrección de Juan Francisco de León de 1747 a 1752, tenía su foco entre pequeños productores isleños en la región de Barlovento y estaba dirigida contra el monopolio y los abusos de la Compañía Guipuzcoana, no contra la Corona española. León y sus cómplices cumplieron sus penas en España; algunos otros fueron ejecutados y los extranjeros expulsados19. 16. 17. 18. 19.

Macías Hernández, 1992, 73-75. Tandrón, 1976, 62-63. Morales Padrón, 1955, 218-219. Ib., 26. Amézaga Aresti, 1966, 11-19. Hernández González, 1996, capítulo 10. Morález Padrón, 1955, 137-141.

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El efecto inmediato fue que la Compañía debió suspender sus operaciones hasta 1752. Mientras tanto, el tráfico con Venezuela se llevaba a cabo en buques extranjeros por cuenta de la Corona. Tuvo que modificar su política en Venezuela y trasladar las oficinas centrales a Madrid. A partir de entonces los precios de compra del cacao los determinaba una comisión compuesta por el gobernador, el factor principal de la Compañía y un representante del cabildo de Caracas, quien en realidad representaba a los hacendados. Además, el gobernador debió vigilar si se producían abusos en la venta de efectos importados por la Compañía. Como recompensa se extendió el privilegio de su comercio al puerto de Maracaibo20. Durante la guerra entre España e Inglaterra, de 1739 a 1750, la Compañía prestaba importantes servicios a la Corona, transportaba tropas y víveres y mantenía guarda-costas para la defensa contra los ataques a los puertos venezolanos. En el período siguiente, de 1752 a 1762, en teoría de paz, el papel de los guarda-costas consistía en vigilar a los contrabandistas. El gobierno incitó a la Compañía para que continuara el servicio con las embarcaciones que tenía y añadiera tres lanchones bien armados, destinados a Puerto Cabello, La Guaira y el Orinoco. Sus tripulaciones estarían compuestas por voluntarios pagados con lo que producían las presas. Los inmigrantes vascos predominaban en esas ocupaciones. Las operaciones tuvieron un éxito notable creando así capitales y ascenso social entre los participantes. En tiempo de guerra o de paz hasta 1785 se han documentado numerosas sentencias en procesos legales sobre buques acusados de contrabando que fueron apresados. Uno de los oficiales franceses que visitaron Venezuela en 1783 ofrece una descripción de estas embarcaciones dedicadas a impedir el contrabando: “Son simplemente unas grandes chalupas de un solo puente. Cuentan con veinte hombres de equipaje y pueden conducirse a remo, en caso de que los vientos no sean propicios. Pertenecen al Rey y están destinadas a impedir el contrabando de la costa. Llevan dos piezas de cañón de tres, y unas canteras. Muy frecuentemente toman por asalto unas goletas tres veces más grandes que ellas”21.

La Compañía logró conservar sus privilegios cuando en 1765 el monopolio de Cádiz cesó, bajo presión por intereses catalanes, y se amplió el número de puertos en ambos lados del Atlántico abiertos al tráfico. Solamente las Provincias Vascongadas en España, y Venezuela y México, quedaron excluidas del comercio libre. Pero a partir de 1778, en la práctica, 20. Tandrón, 1976, 64. Gárate Ojanguren, 1989, 297-298, 300-302. 21. Ib., 296-299. Vivas, 1989, 313-317. Duarte, 1998, 188.

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la Guipuzcoana perdió su monopolio, formalmente abolido en 1781; la Compañía dejó de existir en 1784. A nivel colonial fue la creación de la intendencia de Caracas en 1776 y la actuación del intendente Abalós los hechos que lograron poner fin al dominio de la Compañía. La institución que le sucedió, la Compañía de Filipinas, formada en 1785, nunca tuvo la misma importancia. La centralización administrativa se llevó a cabo con la instalación de una Audiencia provincial en 1786 y la creación del Real Consulado en 179322. Caracas, capital y centro económico de la región La ciudad de Caracas, fundada en 1577, está situada en un valle fértil entre montañas de la cordillera litoral; tiene un clima saludable, a diferencia de la zona costera. Su puerto, La Guaira, dista 13 km. de la ciudad, en consecuencia nunca sostuvo una población europea importante, formando parte del municipio de Caracas durante la época colonial. El desarrollo de la ciudad fue lento hasta el siglo XVIII, pero de 6.000 habitantes en 1696 creció hasta 40.000 en 180023. J. J. Dauxion Lavaysse, en su descripción de Caracas en 1807, pinta una ciudad muy agradable: “Como en todas las ciudades del Nuevo Mundo, sus calles están cortadas en ángulos rectos; son bastante anchas. Construida en un terreno desigual, lo que le falta a Caracas en regularidad lo gana en aspecto pintoresco (...) las casas de una arquitectura bastante sólida, elegante y conveniente para el clima (...) Hay en general, lujo y mucho dorado en el mobiliario de las casas de los ricos, y en todas las casas, más limpieza y comodidad que en España”.

Pero le llama la atención que el capitán general y todas las oficinas del gobierno estén instaladas en casas alquiladas; solamente la Contaduría y los cuarteles son propiedad del gobierno24. En el siglo XVIII el producto de mayor importancia de Venezuela fue el cacao. Pero una vez que el monopolio de la Compañía desapareció y la competencia de otros productores de cacao en el mercado de México hicieron presión sobre Caracas, varios hacendados diversificaron sus cosechas hacia la producción de añil y luego de café. Algunos exportaron sus cosechas ellos mismos, eliminando así la separación formal entre produc22. Tandrón, 1976, 66-69. 23. Diccionario de Historia de Venezuela, 1997, 1, 668-670. 24. Ib., 2, 21. Dauxion Lavaysse, 1813, 2, 222-224.

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tor y comerciante. El efecto de la libre competencia se pudo observar asimismo en la llegada de un nuevo tipo de comerciante vinculado al comercio de Cádiz. El juego de intereses entre hacendados y comerciantes se manifestaba en las relaciones entre el intendente Esteban Fernández de León y el Consulado de Caracas, creado en 179325. Los hacendados abogaban por un mayor acceso a las colonias extranjeras y naciones neutrales con el objetivo de poder vender sus productos en tiempos de guerra cuando las comunicaciones con España se suspendían. Los comerciantes españoles en general insistieron en la protección del comercio nacional. Pero, gracias a la intervención de los intendentes, a partir de 1777 se aplicaron excepciones de varias clases con bastante libertad. Así, Caracas pudo desarrollar una salida para nuevos productos como el café, el azúcar y el añil a cambio de esclavos. El tráfico con Veracruz recibió ayuda en 1792 y 1793 a fin de promover la salida del cacao, que encontraba competencia en Guayaquil, y facilitar la introducción de numerario de México. Aun así, hasta 1796 fue el mercado nacional el que predominó26. Por este motivo todo lo referente al comercio se hizo tan controvertido a partir de 1797. No obstante, no hay que adscribir el origen de la conspiración de Gual y España a un desafecto causado por la depresión económica durante la guerra; el motivo fue más bien la diseminación de ideas liberales a través de las comunicaciones con las colonias extranjeras por parte de viajeros y prisioneros franceses traídos a La Guaira. El pueblo de La Guaira Cuando el obispo Martí hizo su visita a La Guaira y al litoral en 1772, La Guaira contaba –guarnición incluida– con una población de 3.463 habitantes distribuida en 543 familias residentes en 597 casas. Eran mercaderes, gente de mar, artesanos, arrieros y muchos individuos marginados, algo que se puede esperar en un puerto marítimo. Debido al clima malsano en la costa, los grandes comerciantes y productores de cacao residían en Caracas, y solamente mantenían representantes o corredores en el puerto. Cuando el proyecto de un Real Consulado fue discutido en 1786, solamente seis hacendados, Andrés y Joaquín Azcárate, Felipe Echarri, Ignacio Eyzquiaga, José España y Fernando Cardona se inscribieron en La Guaira con el capital requerido de 30.000 pesos. Cuatro comerciantes, Martín de Iriarte, Juan de Mayora, Miguel Antonio de Larruleta y Fran25. McKinley, 1985, 63-70, 78-88. 26. Ib. 39-45.García Chuecos, 1957, 284-287.

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cisco Escurra contaron con iguales recursos. Dos mercaderes, Marcos Santana y Miguel Zamorano completaron la planilla con 15.000 pesos27. Dauxion Lavaysse, quien había elogiado Caracas, tenía una impresión muy diferente de La Guaira: “Es una bahía abierta a todos los vientos y de anclaje poco seguro en épocas de tempestad (...) La humedad del clima unida al calor, produce anualmente fiebres inflamatorias (...) Esta ciudad está mal construida pero bastante fortificada (…) La mayoría de los comerciantes de La Guaira son solo agentes de Caracas y aquélla es solamente el embarcadero, ya que apenas llegan las mercaderías y se las desembarca, son transportadas a Caracas a lomo de mula”28.

27. González Fernández, 1982, 176-177. Troconis de Veracoechea, 1979, 84. López Cantos, 1973, 124-131. 28. Dauxion Lavaysse, 1813, 225-226.

Capítulo II

LA CONSPIRACIÓN DE GUAL Y ESPAÑA EN 1797

La coyuntura política y económica 1790-1810 Las últimas décadas del siglo XVIII y la primera del XIX fueron escenario de importantes cambios en política e ideología, en el comercio internacional y en la distribución de la población de la región. La revolución francesa en 1789 y las guerras en Europa y en el Caribe, que la precedieron, mostraron el peligro de las ideas revolucionarias transmitidas por las nuevas vías de comunicación que la guerra exigía. Las Antillas y Costa Firme ya no podrían ser aisladas de las influencias del exterior. Las ideas republicanas iban penetrando en toda la región. Libros y periódicos, distribuidos a través de las colonias extranjeras, llegaron sobre todo al puerto de La Guaira donde los contrabandistas mantenían un tráfico clandestino en tiempo de paz, tolerado en tiempo de guerra. Es preciso señalar que las ideas fueron transmitidas no solamente a través de la palabra escrita, sino también por influencia de los individuos. España había perdido Santo Domingo en la guerra contra la República Francesa (1793-1795). Muchos prisioneros franceses fueron conducidos a La Guaira donde pudieron ejercer su influencia entre la guarnición y una población ya receptiva29. En la estructura social de la provincia de Caracas, los pardos eran los más numerosos, distribuidos entre todos los barrios de la capital, en La Guaira y en Puerto Cabello. No obstante, el poder económico y social quedaba en manos de los hacendados, los “grandes cacaos”, que formaron la elite de “mantuanos” con raíces en la época de la conquista. Dicho poder quedaba perpetuado por medio de la endogamia. El otro grupo de blancos, en cuyas ambiciones los mantuanos vieron una amenaza a su hegemonía, eran los inmigrantes peninsulares, funcionarios con amplios poderes, militares de carrera, clérigos, comerciantes que representaban las casas de Cádiz, y labradores que reclamaron acceso a la tierra. Entre los grandes comerciantes predominaron los vascos. Los inmigrantes de las Islas Canarias y sus descendientes constituyeron otro grupo de desafectos. Aunque algunos de ellos habían pasado a la clase de hacendados, los isleños formaron 29. López, Casto Fulgencio, 1955, 72-73. Sanz Tapia, 1977, 262-263. La opinión acerca del grado de influencia de los prisioneros republicanos está dividida.

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la mayoría del pequeño comercio, otros pasaron de formar parte del campesinado a convertirse en pequeños labradores30. Los mantuanos dominaron los altos puestos en el establecimiento militar. En las milicias los pardos formaron sus propias compañías separadas de las de los blancos, donde entraron jornaleros españoles y criollos. Estos pardos, campesinos, artesanos y empleados asalariados, normalmente vieron la participación en las milicias como la culminación de sus aspiraciones de avance social. Sin embargo, se les negaba desempeñar otras ocupaciones y cargos. La Cédula de “Gracias al Sacar”, proclamada en 1795, solamente aumentaba las tensiones entre pardos y criollos blancos. La promesa de igualdad contenida en la ideología francesa debía ser atractiva a los milicianos pardos que se encontraron con los prisioneros franceses traídos de Santo Domingo31. En resumen, a finales de siglo el descontento con la dominación de los mantuanos –por definición criollos– se había cristalizado entre comerciantes y mercaderes inmigrantes, y en las unidades de milicianos pardos. La llamada conspiración de Gual y España, tramada en La Guaira y descubierta en Caracas en 1797, suele citarse como la primera ocasión en la que los sentimientos republicanos se plasmaron. Las rebeliones anteriores no tuvieron objetivos políticos, sino que reflexionaron sobre problemas de tipo socioeconómico. La reacción de la Corona seguía las líneas establecidas desde siglos atrás. En la península los cabecillas de una insurrección eran condenados a muerte y a los participantes de menor categoría se les enviaba a cumplir sus sentencias en presidios distantes en las colonias, incluido Puerto Rico. El mismo principio gobernaba la actuación de la Audiencia de Caracas aprobada por el Consejo de Indias en 1802. José María España y Rodríguez, guaireño educado en Francia, hijo de un hacendado español, y su amigo Manuel Gual Curbelo, capitán de ejército retirado y dueño de una hacienda en el Valle de Tuy, con algunos de sus colaboradores, han llegado a ser héroes de la actual república. Sus ideas, sus vidas y sus familias, han sido ampliamente estudiados por los historiadores nacionales. Sin embargo, la suerte de los otros implicados y condenados por su participación más o menos activa ha recibido poca o ninguna atención. Expulsados del país y dispersos en plazas lejanas, curiosamente, la mayoría permanecieron fieles a la monarquía española. Pasados los primeros años, varios de ellos se establecieron en Puerto Rico y trajeron a sus 30. Lucena, 1986, 29-41. 31. Ib., 41-48.

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familias de la diáspora. El brote de la guerra de independencia en el continente en 1810 y la decisión de la isla de permanecer fiel a la causa realista, sin duda, contribuyeron a su elección de residencia. Otro factor sería la presencia desde 1799 de ciertos parientes y asociados que pudieron facilitar su adaptación y supervivencia económica. En consecuencia, el objeto del estudio se centrará a continuación en estas familias vascas que dejaron Venezuela y se establecieron en Puerto Rico, donde formaron familias y una importante red de vínculos comerciales en la región. Los sucesos en La Guaira y Caracas En 1795 había sido descubierta una conspiración en la península contra la monarquía, dirigida por el mallorquín Juan Bautista Picornell, quien fue condenado a la horca. Conmutada la sentencia, a Picornell le tocó cumplir la condena de cadena perpetua en Panamá. Llegó a La Guaira en diciembre de 1796 y, mientras esperaba el traslado a su destino final, no tardó en entrar en contacto con varios individuos dentro y fuera del presidio. Recibió la ayuda de sus carceleros, cuya labor de supervisión era sumamente relajada. Varios cómplices de Picornell llegaron en abril del año siguiente y en una serie de reuniones se formalizaron los planes de la conspiración. El primer paso sería la fuga de Picornell y sus amigos, quienes lograron escaparse a principios de junio, primero a la montaña, y más tarde, el 27 de junio, a Curazao en un pequeño bote. Mientras tanto, España, Gual y sus partidarios debatieron la ejecución del plan revolucionario, diseñado por Picornell. Hay que añadir que, aparte de los dos dirigentes, la mayoría de los comprometidos eran españoles de primera o segunda generación. Gual sería el presidente de la república y comandante militar, España el jefe del partido. Para la vice-presidencia escogieron a Martín Antonio Goenaga Izaguirre, oficial mayor de la Real Contaduría de La Guaira, residente en el puerto desde la década de los 1770. Al oficial de Hacienda Domingo Sánchez, cuñado de España, le confirieron la Tesorería; el pardo José Isidro Cordero sería el secretario. En Caracas el agente principal, Agustín Serrano, cabo primero del cuerpo de Artilleros, había obtenido el apoyo del subteniente de la Compañía de Granaderos, Nicolás de León (alias Croquer), y del sargento de Caballería Lorenzo José Archilla, así como de dos prominentes civiles, el comerciante Manuel Montesinos Rico y el abogado Luis Peraza Ayala. En La Guaira los planes se discutían entre un crecido círculo de habitantes, lo que motivó la decisión de adelantar el proceso. La ocasión ele-

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gida para coordinar la acción entre La Guaira y Caracas fue la fiesta de San Juan, el 24 de junio, que se celebraba en el puerto. En estos días solían llegar muchas familias de Caracas a divertirse y bañarse; así se explicaría fácilmente la presencia de los conjurados en la ciudad. El día comenzó con una misa, seguida de un gran almuerzo en casa del comandante del puerto, Juan José Mendiri, quien también celebraba su santo. Asistieron, entre otros, el cura, Pbro. González, el Dr. Pedro Canibens Lavarthé, natural de Francia y otro cuñado de España, los tres comerciantes, Miguel Antonio Larruleta, cuñado de Goenaga, José Xavier Aranzamendi Eguiguren, yerno de la mujer de Goenaga, y José Montesinos Rico, así como el empleado de Hacienda Joaquín Sorondo, y Patricio Ronan, teniente de Ingenieros encargado de las obras de fortificación. Por la tarde todos se dirigieron a Macuto, en donde José Xavier Aranzamendi ofrecía un refresco. Por la noche se celebró un baile y una cena en las casas de playa de las Elzaburu, señoras y señoritas muy populares en la sociedad guaireña. Picornell y sus amigos, entonces escondidos en la casa de España, saludaron y animaron a los entusiastas –entre ellos, Aranzamendi– que fueron a visitarles, seguramente algo ebrios. Una vez realizados los planes para la fuga de los reos, y ante el creciente riesgo de ser descubiertos por los agentes del gobierno, Picornell y sus amigos salieron en un bote hacia Curazao el día 27. En los primeros días de julio José Montesinos Rico y Manuel Gual se dirigieron a Caracas para ampliar el grupo de partidarios en la capital, sobre todo entre los militares que debían efectuar el golpe. Tuvieron la mala suerte de ser denunciados por uno de los individuos al que Manuel Montesinos trató de persuadir. Éste fue aconsejado por varios clérigos de su confianza, y así el complot fue descubierto el 13 de julio. Manuel Montesinos fue arrestado en su casa, donde encontraron documentos y planes subversivos. Un agente fue enviado a La Guaira para reunir a los que Montesinos había denunciado como cómplices. En una reunión de emergencia en La Guaira al día siguiente, Ronan, Larruleta y otros se opusieron a España cuando éste quiso comenzar las operaciones revolucionarias. Pero, una vez que Gual llegó, él y España decidieron salir del país el día siguiente desde Macuto. La revolución había fracasado32. El descubrimiento de la conspiración movilizó inmediatamente a las autoridades, que temían la expansión de una revuelta a otras provincias y, sobre todo, entre la población de pardos y negros. Un total de 50 personas 32. Casto Fulgencio López, 1955, ofrece una relación de los sucesos. Ver también Documentos relativos a la revolución de Gual y España (1930).

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fueron arrestadas y encarceladas, 14 en La Guaira y 36 en Caracas. Más de cien individuos fueron acusados de complicidad, lo que supuso que unos ciento cincuenta fueran expedientados. La decisión de la Audiencia de arrestar a tantas personas llenó las cárceles en Caracas y La Guaira. Para facilitar las investigaciones –a sugerencia del obispo– proclamaron el 8 de agosto un indulto a los individuos dispuestos a delatarse a sí mismos o a otros implicados; 35 personas, 19 blancos y 16 pardos, se acogieron a la Gracia. Sin embargo, las declaraciones de varios de ellos parecían poco sinceras o incompletas y, para evitar más complicaciones, los de mayor categoría fueron enviados a Cádiz el 29 de agosto (Cuadro 1). No es nuestro objetivo discutir o comprobar la mayor o menor culpabilidad de todos los implicados, pero sí conviene examinar la experiencia de José Xavier de Aranzamendi, quien fue delatado por Manuel Montesinos y arrestado en la madrugada del 16 de julio porque había concurrido a la fiesta de Mendiri. Durante el día registraron su casa y embargaron sus bienes. La noche siguiente lo llevaron a Caracas, en donde fue encarcelado en un calabozo del Cuartel Veterano de San Carlos hasta que obtuvo permiso, bajo fianza, para vivir en una casa de la ciudad y de esta manera restablecerse de las enfermedades sufridas en la cárcel. Su mujer se unió con él y tuvieron un segundo hijo. Pero, una vez que José María España declaró que Aranzamendi se encontraba entre los que visitaron su casa, donde estaban Picornell y sus amigos, Aranzamendi fue sacado de la vivienda y llevado a la cárcel de la Corte el primero de mayo de 1799; permaneció allí hasta que se dictó sentencia el 10 de junio, siendo embarcado para Puerto Rico el día 12. La documentación acerca de su caso revela que sin duda se cometieron varios errores por descuido y por maniobras de los funcionarios interesados en apropiarse de sus bienes. El problema fue que Aranzamendi, a diferencia de la mayoría de los otros reos, disponía de fondos líquidos en efectivo o mercancía, en parte pertenecientes a otras personas. Estos fondos se consumieron en pagar a los funcionarios aun antes de concluirse el caso. El Consejo de Indias, al confirmar en 1802 la sentencia de confiscación de sus bienes, confinamiento en Puerto Rico durante seis años y prohibición de jamás regresar, debió admitir que “después se dijo haber sido equivocación, y que se le condenaba en 400 pesos multa y mancomunidad de costas”33. No solamente Aranzamendi, sino también sus asociados perdieron el dinero, que nunca fue recuperado. 33. Archivo General de Indias, Sevilla (en adelante AGI), Estado 62, n. 18. Archivo Histórico Nacional, Madrid (en adelante AHN), Consejos, 21.672. AGI, Caracas, leg. 436, exp. s.n. (1805), ff. 984-1.007, exp. s.n. (1802), ff. 223-749, Aprobación de las sentencias, n. 7, f. 311.

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Presos enviados a Cádiz en el bergantín “Arrogante” en 1797 El primer objetivo de la Audiencia fue alejar a los reos de mayor categoría para evitar cualquier reacción a su favor entre el pueblo, especialmente porque tanto España como Gual y Picornell habían logrado escaparse y seguir la conspiración en el exterior. El 29 de agosto de 1797 partieron en el bergantín “Arrogante”, en cadenas, los dos cuñados de España, Sánchez y Canibens, el comerciante y hacendado español Francisco Sinza, el oficial de Hacienda Joaquín Sorondo, y el cadete veterano Miguel Ufano. El francés Juan Lartigué de Conde, teniente del Cuerpo de Ingenieros, no sufrió cadenas. Pero el bergantín fue apresado por los ingleses frente a la Isla de Mona y llevado a la Bermuda; de allí algunos pasaron a los Estados Unidos y otros a Trinidad. Acerca de la suerte que les acaeció, sabemos que Domingo Sánchez y su cuñado Canibens se encontraron en Curazao en 1799. Por otro lado, Sánchez vivió algún tiempo en Filadelfia antes de solicitar un permiso en 1803 para poder pasar a Puerto Rico, alegando que no resistía el clima frío; al no concedérsele dicho permiso, se marchó a Trinidad y en 1806 se unió a la segunda expedición de Miranda. Canibens llegó a Cádiz procedente de Filadelfia en octubre de 1804 cuando supo que sus bienes habían sido desembargados en 1802. Solicitó una plaza de cirujano de la escuadra en Cádiz y eventualmente regresó a La Guaira, quizás tras 1810; murió en el terremoto de 1812. Zinza también vivió en Filadelfia hasta que llegó a San Sebastián en 1805, pero su mujer, Ana María Montel y Amestoy, se quedó en Venezuela hasta 1806. Lartigué de Conde regresó a Francia. Sorondo murió pobre, no se sabe dónde. De todo esto deducimos que, hasta la resolución del 11 de junio de 1802, que aprobó el indulto a la mayoría de los que componían el grupo, éstos vivían dispersos y separados de sus familias y con sus bienes confiscados por el Tribunal de Infidencia en Caracas. Hacia 1805 todos estaban libres y podían decidir dónde establecerse, excepto en Venezuela; además sus bienes, en teoría, fueron desembargados34. Presos enviados a Cádiz en el bergantín “Volador” en 1797 Los presos enviados el mismo día en el bergantín “Volador” tuvieron que cumplir sus sentencias. El barco fue apresado por el almirante Hood 34. AGI, Caracas, leg. 436. AGI, Estado, 71, n. 2 Philadelphia Directory 1800. Tavera-Acosta, 1930, 1, 93.

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de la marina británica y conducido a Cádiz. Estos reos, todos menos uno, oficiales de la administración de La Guaira y participantes activos en la conspiración, fueron destinados al Castillo de Santa Catalina en Cádiz. Dos de ellos murieron allí, Miguel Antonio Larruleta en 1799 y Patricio Ronan en 1800. De Ufano no sabemos nada. Lo que sí conocemos es lo que les aconteció a Larruleta, Goenaga y Mendiri, quienes en enero de 1799 solicitaron un permiso, que no les fue concedido, para residir en la ciudad de Cádiz y sus arrabales. De hecho vivían en los confines del castillo en el mismo tipo de casas que los oficiales de la guarnición y no en los calabozos. Los dos últimos, como oficiales, gozaban de la tercera parte de sus sueldos, pero seguramente necesitaron buscar recursos adicionales. Cumplido el tiempo de condena, Goenaga permaneció en Andalucía, y habiendo enviudado en 1812 se casó en segundas nupcias en Granada en 1813, muriendo en Guadix en 1816. Sobre Goenaga y su familia trataremos en detalle más adelante35. Juan José Mendiri, guardamayor y contador interino del puerto de La Guaira, era viudo de D.ª Manuela Ágreda, y tenía tres hijos pequeños, Antonio, Juan Crisóstomo y Vicente. Su hacienda “Guataparo”, en Nueva Valencia, y varios créditos fueron embargados, pero al año siguiente el curador de sus hijos recibió los bienes que correspondían a la herencia de la madre. De la vida posterior de Mendiri se sabe solamente que solicitó una licencia en 1802 para que su hijo Joaquín, de 19 años, pudiera pasar a Puerto Cabello para recoger intereses. En 1816 Joaquín estaba preso en las bóvedas de La Guaira, acusado de infidencia; había sido condenado a diez años de presidio en Puerto Rico pero finalmente había sido devuelto a La Guaira. Su hermano Antonio fue secretario de Bolívar y murió en la batalla de La Puerta en 1814. Esta familia se mantuvo leal a la causa republicana36. Individuos indultados y enviados a Puerto Rico en 1797 Otros 17 individuos, de menor categoría social, que habían optado por el indulto, fueron enviados a Puerto Rico en los barcos “Nra. Sra. del Carmen”, “La Concha” y “Príncipe de Paz” el 29 de agosto de 1797. (Cuadro 2). De ellos, once eran milicianos criollos y tres militares españoles; de 35. AHN, Consejos, 21.672. Granada, Parroquia Sta. Escolástica, Lib. Matrimonio, 10, f. 1r. Guadix, Parroquia Sagrario, Lib. Defunción, 10, f. 162r. 36. Archivo General de la Nación (en adelante AGNV), Caracas, Boletín, 14, 1932, 171-172. AGI, Caracas, 940. Amézaga, 268. AGNV, Infidencia, vol. 30, exp. 1

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los tres civiles uno era practicante del Real Hospital, otro boticario y otro zapatero. El “Príncipe de Paz” también fue apresado por los ingleses, que les desembarcaron en la costa de Puerto Rico. El Consejo de Indias, al aprobar en 1802 las medidas tomadas en Caracas, señaló que el capitán general debía ponerlos en libertad y devolverles sus bienes. “Tenían en su favor el no haber intervenido tanto en las tramas previas de la revolución como los otros”. Por eso el Consejo dio instrucciones específicas al capitán general de Puerto Rico de velar sobre su conducta e impedir su regreso a Caracas “dándoles ocupación correspondiente y repartiéndoles tierras en pueblos separados unos de otros”. Diez de los milicianos carecían totalmente de bienes, mientras que los de los otros tres carecían de gran valor. En consecuencia, se mezclaron entre la población rural de Puerto Rico, lo que dificulta comprobar su suerte posterior. Solamente uno de los milicianos se ha identificado en Puerto Rico: el soldado Atanasio Otamendi, pardo, natural de Caracas, viudo en 1795 de Josefa Paulina Rodríguez, murió en Caguas en 1811 a los 35 años37. De los civiles, el boticario pardo Tomás Cardozo vivía en 1794 en La Guaira con su mujer, Rita Luyando, y con sus dos hijos, José Vicente y José Luis, y un agregado, D. Manuel Espejo. En 1797 sabemos que era socio del boticario José de Zúñiga de Caracas. Sus bienes fueron confiscados, pero su esposa se quedó en Venezuela y para controlar el negocio emplearon a Francisco Cartagena Espiga en 1798. Más tarde ella inició un pleito con la viuda de Zúñiga sobre las cuentas de la extinguida sociedad y los bienes le fueron restituidos en 1802. En 1808, mientras estaba sirviendo de cirujano en el Hospital de Caridad en San Germán, Puerto Rico, Cardozo socilitó, en vano, permiso para regresar a su país38. Juan de la Tasa, español, era practicante en el Real Hospital de La Guaira en 1797, pero durante muchos años había sido cirujano en los buques de la armada. Tenía en su casa una bodega donde solían reunirse varios de los conspiradores, entre ellos el sargento José Rusiñol. Esa asociación fue lo que provocó su arresto y condena a presidio en Puerto Rico sin que pudiera regresar. Tuvo que dejar a su mujer, Francisca Armario, y a por lo menos dos hijos, Rafael, nacido en Puerto Cabello en 1785 aproximadamente, y Juan Antonio, nacido en La Guaira en mayo de 37. AGNV, Boletín, 14, 1932, 171-176, 273-278. AGPR, GE, caja 120. AGI, Estado, 71, n. 2. Documentos relativos a la revolución de Gual y España, 1930, 159-160. 38. Archivo Arquidiocesano, Caracas (en adelante AAC), Matrícula de parroquias, leg. 28, f. 502. AGI, Estado, 71, n. 2. AGI, Caracas, leg. 436, leg. 939. AGI, Ultramar, leg. 428, ff. 674, 675, 681. Cifre de Loubriel (1962), 159. Cartagena emigró en 1821 con su familia.

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1797. Su bodega fue embargada y fue suspendido de salario. Juan de la Tasa se quedó en Puerto Rico, donde murió en Humacao en 1828 a los 80 años de edad aproximadamente39. Solamente uno de los militares de carrera, el sargento veterano de Caballería, D. José Archilla, dejó huellas en Puerto Rico. Archilla era natural de Aragón, desde 1790 estaba en servicio en Caracas. Al ser expulsado en 1797 estaba soltero, sin bienes confiscables. A finales de 1802, cuando se expidió su hoja de servicio, tenía 35 años, era casado, su conducta calificada de “mala, en punto a la fidelidad al Rey”. Sin embargo, por reales órdenes del 19 de julio de 1802, 25 de abril de 1804 y 11 de septiembre de 1806, a Archilla, Vicente Díaz de la Fuente y a otros expulsados les prometieron terrenos en Puerto Rico, aunque esto no se llevó a cabo hasta 1808. Mientras tanto, desde 1805 Archilla recibió sueldo de peón escribiente en la Comandancia de Ingenieros, aunque desde septiembre de 1806 tendría que haber recibido un sueldo de sargento que no recibió, a pesar de repetidas quejas. Es probable que el terreno que se le asignó estuviera ubicado en Morovis, fundado como pueblo en 1818. En 1824, y en los años sucesivos, Archilla servía de alcalde ordinario en este pueblo del interior. No consta cuándo llegó su mujer, María Rivera (Rivero?) a Puerto Rico, ni cuándo o dónde se casaron. Pero en 1821 Rosalía García Rivero, que había emigrado de Caracas, llegó a Puerto Rico. Residente en Río Piedras, solicitó información acerca de su hermana, Merced García Rivero, y dos hijos de ésta, José María y Juana Archilla40. Mientras los buques con prisioneros salían hacia Puerto Rico y Cádiz en agosto de 1797, muchos otros quedaban en las cárceles. Las investigaciones continuaban lentamente. Entre tanto, los prisioneros comenzaron a reanudar la conspiración, inspirados por España y Gual desde el exterior. En octubre de 1798 los nuevos planes fueron descubiertos. España, quien decidió regresar a La Guaira en enero de 1799, fue arrestado y condenado a la horca el 9 de marzo de 1799 con otros cinco individuos; Gual murió en Trinidad al año siguiente. Presos enviados a Puerto Rico y otros destinos en 1799 Las sentencias de los 33 reos todavía encarcelados se dictaron el primero de junio de 1799. Los reos fueron remitidos primero a Puerto Rico 39. AGNV, Boletín, 14, 1932, 173. AHN, Consejos, 21.672. Iturriza, 1974, 888. 40. AGNV, Boletín, 7, 1928, 159-160. AGI, Santo Domingo, 2.381. AGPR, GE, caja 190. Córdova, 1968, vol. 5, págs. 8, 157, 279. AGI, Estado, 71, n. 2. Cifre, 1962, 163, 179

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en “La Concha” y “Volador” el 10 de junio (Cuadro 3). De allí dos clérigos fueron enviados a España. De los restantes, doce individuos se quedaron en Puerto Rico; nueve fueron a La Habana, entre ellos José Montesinos Rico; seis a la Florida; y cuatro a San Juan de Ulúa en México, incluido Manuel Montesinos Rico. Varios familiares de los enviados a las otras plazas se establecieron más tarde en Puerto Rico41. En Puerto Rico quedaron en total siete militares, dos comerciantes, un labrador y un bodeguero. Al igual que en el contingente anterior, los militares se dispersan entre la población de Puerto Rico. De los civiles, no se sabe nada del labrador Esteban Valenciano, soltero, 37 años en 1797. Había sido condenado a seis años de trabajo en obras con grillete y pudo haber muerto en el presidio. Generalmente, los que se dedicaron al comercio, se acomodaron mejor que el resto. El bodeguero Vicente Estrada, anfitrión de los conspiradores en Caracas, murió en San Juan en 1816 a los 45 años42. El comerciante Francisco Grana trajo a su mujer, Francisca Xaviera Laredo Méndez, y a dos hijos, María del Carmen (1795-1824) y José Francisco, nacido en 1796; otra hija había muerto en 1800 en La Guaira. Grana tenía libertad para viajar, excepto a Venezuela. Finalmente, el comerciante José Xavier de Aranzamendi fue quien, al crear un negocio regional que mantenía las comunicaciones entre La Guaira y el mercado internacional durante los años de guerra, pudo ayudar a muchos emigrantes a partir de 1810, obra que estudiaremos en los capítulos siguientes. Aunque fue destinado a La Habana, no se puede pasar por alto a José Montesinos Rico, cuya familia se estableció en Puerto Rico en 1813. Los hermanos Manuel y José Montesinos Rico eran naturales de Mora, Aragón. Manuel llegó a Caracas en 1788 en donde se casó con Manuela Otamendi. En 1794 los hermanos José y Pascual Herrera y Portillo, comerciantes de Cádiz, formaron una sociedad con José Montesinos Rico en La Guaira, donde éste se casó el mismo año con María Dolores Maytín Laredo; Manuel Montesinos sería su consignatario en Caracas. José Montesinos no aceptó ser prisionero en La Habana, por eso en junio de 1801 se arrojó por una ventana del hospital donde estaba recluido y logró matricularse en un buque norteamericano en el puerto. Vía Estados Unidos pasó a Vizcaya en septiembre de 1801 con el objetivo de ir a la Corte a pedir un indulto durante octubre y noviembre. Los procedimientos se demoraron y Montesinos, sufriendo el frío, fue a visitar a su familia en Teruel. Éstos le enviaron a tomar baños en San Sebastián al verano siguiente, mientras que otro her41. AGI, Estado, 62, n. 18, 71, n. 1. 42. Cifre de Loubriel, 1995, 302.

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mano, Joaquín, velaba por sus intereses en Madrid. Sin resultados de las gestiones y preocupado por su seguridad, José decidió salir de España. Embarcó en Bayona hacia Martinica el primero de julio de 1802 y de allí hasta Trinidad. Efectivamente, el 19 de enero de 1802 el Consejo había aprobado la decisión de arrestar a Montesinos y colocarlo en un presidio de África. Las aventuras de Montesinos y las maniobras del gobierno probablemente contribuyeron a fortalecer el movimiento republicano que tenía su foco en Trinidad y era respaldado por Inglaterra. En 1806 Montesinos, Domingo Sánchez y Andrés España formaron parte de la segunda expedición de Miranda. Ignoramos dónde y cuándo murió Montesinos encarcelado en Venezuela. Las mujeres de estos presos también sufrieron el destierro. En diciembre, cuando se supo que Montesinos estaba en Trinidad, la Audiencia de Caracas despachó órdenes a los puertos de Venezuela para detenerlo a él y a otros cuatro sublevados residentes en Trinidad. Para atraerlo, las autoridades de Caracas trataron, sin éxito, de engañarle con promesas de una reunión con su mujer. En Madrid, sabiendo que Montesinos quería verla, el gobierno dio órdenes para traerla a ella y a su cuñada Manuela Otamendi con los hijos de ésta a Cádiz. Llegaron en marzo de 1804 y fueron acomodados en la Casa de Misericordia. Recibieron órdenes de trasladarse a Teruel, donde Montesinos tenía familia, pero Manuela logró quedarse en Cádiz bajo el pretexto de que en Teruel no había facilidades para educar a sus hijos; solicitó dinero para enviarles al Colegio de Escolapios a expensas del Fondo Pío Beneficial de Sevilla. En vano ambas mujeres sometieron varias peticiones para poder regresar a Caracas. En 1813 Dolores finalmente pudo trasladarse a Puerto Rico con tres hijos y su prima Micaela Tinoco. Por otra parte, la mujer de Larruleta pudo quedarse en Venezuela43. Hemos visto que hacia 1799 y, en consideración al regreso de José María España y las nuevas intrigas, la Audiencia decidió que sería preciso “disminuir cuanto antes el número de presos de todas clases, y purificar aquellas Provincias de los que habían tenido parte en la Conspiración...” Justificaba su proceder diciendo que la posible expansión de la conspiración a otras provincias era preocupante. Habiendo impuesto la pena mayor a pocos reos, deseaba “que los demás no vuelvan a aquellas provincias aun después de cumplidas sus condenas, porque ninguno tenía verdadero 43. AGI, Caracas, 436. AGI, Indiferente, 2.248. AGI, Estado, 71, n. 2. AHN, Consejos, 21.672, 21.673. Tavera-Acosta, 1930, 1, 93.

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arrepentimiento del grave delito en que había incurrido...” Pero el Consejo de Indias posteriormente envió instrucciones secretas a los capitanes generales de Puerto Rico y Cádiz en las que se pedía que tratasen bien a ciertos reos44. En todos los casos investigados, a los expulsados se les prohibía regresar a Venezuela, por lo que éstos tuvieron que abandonar a sus familias. Los hombres pudieron acomodarse en sus nuevos destinos, algunos mejor que otros, pero las mujeres y los hijos fueron las verdaderas víctimas. Aun cuando se había proclamado el indulto en 1802 para los que habían tenido buen comportamiento, pocas mujeres podían o querían dejar sus casas y a sus parientes para establecerse en un país extranjero. Fue la Guerra de Independencia la que trajo a las familias de la diáspora al territorio español. Con el tiempo le tocó a la segunda generación decidir dónde fijar su lealtad. El intercambio entre familiares en ambos países resultó beneficioso, sobre todo para los que se dedicaron al comercio.

44. Documentos relativos a la revolución de Gual y España, 1930, 250, 263. AGI, Santo Domingo, 2.327.

Capítulo III

FAMILIAS VASCAS EN LA GUAIRA: FORMACIÓN Y DESARROLLO DE LA ENDOGAMIA

En la década de los setenta del siglo XVIII la influencia de la Compañía Guipuzcoana en la vida de La Guaira había sido circunscrita por el gobierno y por la influencia de comerciantes y productores independientes. Desde varias décadas atrás las exportaciones de cacao hacia México sobrepasaban los envíos que se hacían a España45. El incremento del tráfico atraía a nuevos inmigrantes, casi todos solteros, que formaron vínculos con familias establecidas desde varias generaciones. Llama la atención la importancia que tuvieron las mujeres matriarcas en este proceso. Mientras que la movilidad del sector masculino en la vida del puerto era considerable, los libros parroquiales demuestran que las mujeres permanecían en su hogar a cargo de la familia. A las hijas de estos españoles inmigrantes se les ofrecía mayores oportunidades de partidas deseables que a sus hermanos, cuyas opciones se limitaron a las hijas de su misma generación. El reducido número de familias de la misma categoría social y una política matrimonial dirigida a preservar su identidad cultural, posición social y propiedad acumulada, llevó a la endogamia, sobre todo entre los vascos. El fenómeno puede observarse entre otros grupos de emigrantes en el mundo; es general en la primera y segunda generación46. El historiador Casto Fulgencio López, quien estudió la conspiración de Gual y España, hace una descripción de la vida social en La Guaira de la época, donde hace hincapié en el papel de los vascos: “A la disolución de la Compañía Guipuzcoana muchos de sus oficiales se quedaron en el puerto, dedicados a actividades comerciales, y otros se desparramaron por el campo en explotaciones agrícolas. Hombres de buenas costumbres, se unieron a las criollas, formando troncos de la familia porteña del siglo pasado... Un grupo de bellas mujeres, hijas de estos enlaces acicalaba el ambiente: las Elzaburu, las Otamendi, las Arrillaga, las Mendiri, las Mújica, las Aranaga, prendían su embrujo caribe-cantábrico en las tertulias y en las fiestas piadosas.”47

45. Diccionario de Historia de Venezuela, 1997, 1, 932-934. 46. Leuwen y Maas, 2005, 1-23. 47. López, Casto Fulgencio, 1955, 68.

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Familia Erazo-Gual-Iriarte Un vistazo a los libros –bastante deteriorados– de la parroquia de San Pedro de La Guaira de la época sugiere que en la población blanca predominaban los isleños, aunque algunos vascos vinculados a la Compañía también figuran. Entre los de mayor categoría, que son los que nos interesan para nuestro estudio, se halla el factor José Agustín de Erazo Amésqueta y Errasquín, nacido en Madrid en una familia navarra. Destinado a La Guaira, se casó en 1766 con María Josefa Gual y Curbelo, hermana del dirigente revolucionario, de origen isleño. Tuvieron como mínimo seis hijos, Juan Bautista, Luis Antonio (1771), María Trinidad, José María del Carmen Antonio Carmelo (1774), Manuela Ana (1775) y José María Hipólito del Carmen (1777), los tres primeros con numerosa descendencia, entre los que figuran algunos que emigraron a Puerto Rico. Por sus matrimonios los dos hijos mayores entraron en la elite local; Juan Bautista se casó con la hija de un alto militar, el brigadier de los Reales Ejércitos y del Cuerpo de Ingenieros, comandante de la Plaza de La Guaira, Esteban Aymerich y Villafañe, y Luis Antonio con María Josefa Azcárate Naclarez miembro de una familia de hacendados en Macuto. El origen social de José Vicente del Castillo Izquierdo, el marido de María Trinidad, se desconoce; nacido en el Puerto de Santa María, llegó en 1795 de Cádiz, donde residían sus padres. Es posible que su padre fuera Rafael Joaquín del Castillo, natural de Saro/n/, Cantabria, matriculado en Cádiz en 1793 junto con un hermano, Joaquín Rafael48. En tal caso, el marido representa el nuevo tipo de comerciante, de origen modesto, que empieza a aparecer en el ocaso de la Guipuzcoana. Erazo murió en 1778 y el 7 de abril del año siguiente María Josefa Gual contrajo de nuevo matrimonio con Martín Iriarte Echeverría, natural de Garzaín, en el Valle de Baztán, Navarra. Sus tres hermanos Pedro, Juan y Pedro Martín se habían casado con tres hermanas Aristeguieta Blanco en 1775. Esa triple unión afirmó el vínculo entre los productores Aristeguieta y los comerciantes y navieros Iriarte dedicados al trato con México49. El establecimiento de los Iriarte en La Guaira durante los años de 1760 da fe del desarrollo del sector comercial independiente de la Guipuzcoana. Su 48. Iturriza Guillén, 1967, 257-258. AGNV, Matrimonios y Disensos, LXXVIII (1799-1801), exp. 9. (1800). Ruiz Rivera, 1988, 149. 49. Ladera de Díez, 1990, 238, 242. La autora se equivoca al afirmar que Martín Iriarte Echevarría se casó con Francisca Fulgencia Xerez de Aristeguieta, ya que ésta en realidad casó con su hermano Pedro Martín.

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éxito queda demostrado por la formación de una de las mayores haciendas en el litoral, la “Camuri Grande”, propiedad de Martín Iriarte. El nuevo matrimonio tuvo dos hijos, Juana Mathea en 1781 y Pedro Sabas Iriarte Gual en 1782. Josefa Gual murió en 1804 y su marido en el terremoto de 1812. Juan Bautista Erazo Gual y Josefa Aymerich Baras (Varas), casados en 1795, tuvieron diez hijos entre 1795 y 1807 en La Guaira y una en Macuto en 1812, pero solamente dos de las hijas tienen interés para nuestro trabajo, María del Rosario, nacida en 1797, y María del Carmen en 1801. María del Rosario se casó primero con Pedro Sabas Iriarte, quien murió en el exilio en San Thomas en 1815; entonces ella heredó “Camuri Grande”. Su segundo matrimonio en 1818 con el oficial español José Joaquín Olza y Díaz Covián, miembro de una familia de comerciantes de Cádiz de origen navarro, le colocó en el campo realista, y la familia emigró a Puerto Rico donde vivió hasta 183950. Su hija Amalia se casó con José Rufino Goenaga Alustiza. Esta unión reforzó el vínculo comercial entre La Guaira y el mercado regional que perduró hasta mediados del siglo. El papel de los Goenaga será estudiado más adelante. El complemento de familia en La Guaira resultó del matrimonio el 23 de diciembre de 1821 en La Guaira de María del Carmen Erazo Aymerich con Manuel Vicente Huizi Navarte, hijo de un inmigrante de Goyzueta, Navarra, quien por su matrimomio con la hacendada María Josefa Pimentel pertenecía a la clase de terratenientes. Una hermana de éste, María Rafaela Huizi Navarte se casó con el comerciante José Martín Landa. Los socios Huizi, Landa y Goenaga se dedicaron al comercio regional hasta 1847. Otro hermano, Juan Pablo Huizi Navarte, era banquero y político, partidario de José María Vargas Machuca y Ponce, presidente de la república en 183551. Matriarcas guareñas Otro escalafón –de menor categoría– en la sociedad guaireña comprendía inmigrantes vascos asociados con la navegación, quienes en la segunda mitad del siglo XVIII tomaron parte del corso organizado por la Compañía en defensa de sus privilegios. Se incorporaron a la sociedad por 50. Troconis de Veracoechea, 1979, 120, 129, 143-146. Garmendia Arruebarrena, 1992, 203. Archivo Histórico Provincial, Cádiz, (en adelante AHPC), Escribanía 19, José García Meneses, Prot. Cádiz 4.576 (1806), ff. 757r-765v. Fernández Pérez, 1997, 159, 184. AHN, Ultramar, leg. 6.345, exp. 14. 51. Iturriza Guillén, 1967, 258, 368-370, 589-590. Banko, 1990, 620-621. Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores, Madrid, (en adelante AMAE) leg. 2.966, exp. 117.

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medio de matrimonios con hijas de familias de recursos más modestos establecidas desde más de una generación atrás. Algunos de ellos se enriquecieron y se dedicaron al comercio y más adelante a la producción. Nos interesan tres de ellos. En 1762 José Francisco Martínez Gracián, 50 años, y Pedro Laredo, 40 años, fueron testigos expertos en La Guaira en el caso de un contrabandista apresado. En 1764, 1765 y 1766 Gracián sirvió de perito evaluador en otros casos de presas. Pedro Laredo, de 33 años, era teniente de una de las piraguas corsarias de la Compañía en 1756. El tercero, Miguel Antonio Larruleta, entonces de 22 años, sirvió de escribano el jabeque corsario “San Pablo” en 1763; en 1766 fue testigo en un caso de contrabando, y en 1769 había avanzado a dependiente del factor de la Compañía en Puerto Cabello52. La familia Gracián –ignoramos su origen– absorbió inmigrantes a través de los matrimonios de sus hijas, que se convirtieron en dos matriarcas del mismo tipo que Josefa Gual. Hacia 1750 José Francisco Gracián se casó con Juana María Ortegón Moreno, nacida en 1714; su hijo José Joachim, nació en 1753; desconocemos las fechas de nacimiento de las hijas Juana Josefa y Josefa Regina. Sí disponemos de datos acerca de la vida de las otras dos hijas, que son las que nos interesan: Josefa Ramona y Josefa Ignacia. Josefa Ignacia se casó en 1780 con Miguel Antonio Larruleta Salaverría, nacido en San Sebastián, Guipúzcoa, alrededor de 1741. Josefa Ramona se casó primero en 1772 con Juan José Elzaburu Arano, nacido en Beruete, Navarra, en 1744, y en 1785 contrajo segundas nupcias con Martín Antonio Goenaga Izaguirre, natural de San Sebastián, Guipúzcoa. De estas dos hermanas descienden tres de las familias que a continuación examinaremos. El tercero de los corsarios de la Compañía, Pedro Laredo, contrajo matrimonio en 1758 con Gerónima Méndez Boza, otra matriarca guareña de familia antigua y extendida. Sus hijas también formaron familias vinculadas a la conspiración de 1797. Familia Larruleta-Gracián Próspero comerciante y dueño de una hacienda, Miguel Antonio Larruleta Salaverría mantenía relaciones estrechas con su cuñado Goenaga. Según hemos dicho, los dos fueron condenados a prisión en Cádiz acusa52. AGNV, Boletín, 28, 1942, 242, 330; 31, 1944, 37; 33, 1945-1946, 32, 96, 98, 217; 34, 1946-1947, 291ss. En los libros parroquiales el apellido Gracián a veces se escribe Martínez de Gracián.

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dos de participar en la conspiración de 1797; Larruleta murió allí el 21 de febrero de 1799. Entonces su hijo mayor Manuel Ignacio, de 19 años, presentó un memorial el 12 de abril solicitando que se desembargaran los bienes de su madre, informando que desde sus ocho años vivía con su tía María Antonia Salaverría en San Sebastián y cuando los franceses entraron se habían trasladado a Cádiz. El Consejo Real falló el 17 de octubre de 1800 que su madre y hermanos tenían que trasladarse a Ciudad Real a vivir, pero ella tenía menos bienes de lo que se había esperado. Finalmente se le entregaron 25.000 pesos y pudo quedarse en La Guaira donde su familia le podía ayudar. Se dedicaba a la administración de la hacienda “Uría”, propiedad de su cuñada María Antonia Larruleta Salaverría, viuda de José García de Viso, quien residía en Cádiz en 1799 y más adelante en Santander. Josefa Ignacia despachaba cacao de la hacienda a María Antonia desde 1803 a 1805. Ésta no tenía herederos forzosos y en su testamento declaró que los hijos de su hermano serían sus herederos53. Miguel Antonio Larruleta y Josefa Ignacia tuvieron ocho hijos entre 1781 y 1790. De éstos el mayor, Manuel Ignacio, como ya hemos dicho, vivía con su tía María Antonia Salaverría; en 1805 recibió en Cádiz un envío que le había mandado su madre. Pedro Pablo, nacido en 1785, también vivía en Cádiz en 1803; desconocemos a qué se dedicó, pero sí sabemos que se casó en 1817 con su prima hermana María Jesús Elzaburu Gracián, viuda del oficial español Francisco de Borja de Astarloa y Artegui. Es probable que Pedro Pablo muriera antes de que su mujer emigrara a Puerto Rico en 1821. Ángel, nacido en 1787, casó también en 1817 con Vicenta Escobar Vildosola; sus hijos nacieron en La Guaira en 1818 y 1819 y otro en Puerto Cabello en 1821 donde vivían antes de emigrar a Puerto Rico. Su mujer murió en San Juan el 16 de enero de 1822 a los 20 años y al año siguiente él decidió regresar a Venezuela otorgando poder general a José Jesús Goenaga54. Familia Elzaburu-Gracián De la familia Elzaburu conocemos más datos. Beruete, donde nació Elzaburu, forma parte del Valle de Basaburúa en las sierras de Navarra a unos 53. AGI, Indiferente 2.245, 2.247, 2.248, 2.249, 2.250. AGI, Caracas 436. AHN, Consejos 21.672. AHPC, Testamentos, Prot. 5.793, ff. 65-70, Miguel Antonio Larruleta Salaverría, María Antonia Larruleta Salaverría, ff. 71-74. 54. Troconis de Veracoechea, 1979, 129. AGPR, GE, caja 115A. AGPR, Prot. Juan B. Núñez 1823 (Francisco Acosta), caja 473, f. 450, índice.

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30 kilómetros de la frontera con Guipúzcoa. Es un pequeño lugar que todavía en 1800 tenía 37 casas con 430 habitantes dedicados a la ganadería y la agricultura. Fuera de la población había en el siglo XVIII algunos caseríos propiedad de familias prominentes del lugar. Debido al sistema de mayorazgo que regía en el País Vasco desde la Edad Media, la propiedad no podía dividirse, ni se permitía expandir el número de vecinos en el caserío. Además de la limitación institucional, la economía estancada no podía sostener un aumento de población; los hijos que no sucedieran al título tenían que buscar otras ocupaciones fuera del Valle. Así se explica la costumbre de emigrar55. Dos hermanos de la familia Elzaburu, hijos de Miguel Elzaburu y de María Martirena, poseían caseríos en Beruete. José, casado con María Miguel Ichazo, era el dueño de “Michetorena”, donde nacieron por lo menos ocho hijos entre 1742 y 1764. Su hermano Martín, menor, casado con María Martina Aspiroz, era el dueño de “Gaztondoa”; allí nacieron ocho hijos entre 1751 y 1770. Un tercer hermano, Martín, mayor, casado con María Juana Arano, hija de Francisco Arano y de María Josefa Oronoz, también vivió en el pueblo de Beruete durante algunos años. Tuvieron por lo menos tres hijos, Juan José en 1744, y Juan Antonio en 1749, bautizados en Beruete, y María Josefa, bautizada en Herriza en 174856. Fue Juan José quien emigró a Venezuela. Su vínculo con San Sebastián no está muy claro, al parecer su padre había vivido allí, donde casó en 1738 con Ana Iriarte; del matrimonio nació una hija en 1742. Para complicar las cosas, un hijo natural de Martín Elzaburu y María Sagasti nació en Beruete en 1741; éste se casó en San Sebastián en 1775. Lo que es evidente es que el padre de Juan José no heredó un mayorazgo y que había tenido que emigrar; pero finalmente murió en Beruete en 1761. Juan José Elzaburu Arano y Josefa Ramona Gracián Ortegón se casaron en La Guaira el 29 de diciembre de 1772. El hecho de que Miguel Antonio Larruleta y Josefa Regina Gracián fueran los padrinos de la boda sugiere que Elzaburu formaba parte del grupo del corso de la Compañía, posiblemente en Puerto Cabello. Tuvieron siete hijos: Manuel María nació en 1774, María de Jesús en 1775, Luisa María en 1776, los gemelos Bartholomé y Juan Bautista en 1779, José Nicolás en 1781 y José Melchor en 1784. Se ignora la suerte de los dos hijos menores de Elzaburu; los gemelos murieron solteros a los 29 y 25 años, pero los tres mayores tienen gran 55. “Beruete”, “Elzaburu”, en Enciclopedia general ilustrada del País Vasco. García-Sanz Marcótegui, 1984, 97-118. 56. Información extraída de los libros parroquiales de Elzaburu y Beruete.

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interés, ya que sus descendientes se establecieron en Puerto Rico. Además, Josefa Ramona, habiendo enviudado, contrajo segundas nupcias en 1785 con Martín Antonio Goenaga Gracián, reforzando así el carácter endogámico del grupo que emigró a Puerto Rico. Manuel María Elzaburu Gracián se casó en La Guaira el 20 de octubre de 1807 con María Merced Núñez Matos, natural de Caracas, hija de un oficial madrileño, Ricardo Núñez, y de María de la Luz Matos Monserrate. Dos meses más tarde una hermana de la novia, Tomasa, contrajo matrimonio con Fermín Clemente Palacios, miembro de la elite caraqueña próxima a los Bolívar. En 1810 Manuel María fue dueño de la hacienda “El Rosario” en Caruao, 17 leguas al este de La Guaira, con 39 esclavos. Tomó parte en la guerra durante la primera república por el lado realista, y en 1816 fue nombrado justicia mayor de los Valles de Caruao, Chupa y Aricagua. No emigró a Puerto Rico y no sabemos dónde ni cuándo murió, aunque fue antes de 184657. El matrimonio tuvo por lo menos seis hijos: Juan José nació en 1809, Luisa María en 1810, Francisca en 1814, Juan José Cecilio en 1815, todos en La Guaira. En Macuto nacieron Luisa María Petra en 1812 y Bartolomé en 1818. María Luisa, nacida hacia 1817, debe de ser la que emigró a España y luego a Puerto Rico, igual que sus hermanos Francisca y Bartolomé. María de Jesús Elzaburu Gracián se casó en La Guaira en 1807 con Francisco de Borja Astarloa y Artegui, natural de Marquina, Vizcaya, con quien tuvo tres hijos, María Escolástica en 1809, Gabriel José en 1810 y Juana, quien murió en 1810. Escolástica emigró a Puerto Rico donde contrajo matrimonio en 1829 con su primo hermano José Lucas Aranzamendi Elzaburu. Su madre contrajo segundas nupcias en 1817 con Pedro Pablo Larruleta Gracián, según hemos señalado. Finalmente, Luisa María Elzaburu Gracián se casó en 1796 con José Xavier Aranzamendi Eguiguren, nacido en Ondarroa, Vizcaya, en 1767. Familia Goenaga-Gracián El segundo marido de Josefa Ramona Gracián, Martín Antonio Goenaga Izaguirre, había nacido en San Sebastián, Guipúzcoa, en 1758. Como Larruleta, comenzó su carrera en Venezuela en Puerto Cabello, donde fue testigo en 1779. Es probable que viniera como empleado de la Compañía; posteriormente llegó a ser oficial de las Reales Cajas de La Guaira y uno 57. Iturriza Guillén, 1974, 883. Troconis de Veracoechea, 1979, 121, 123, 125. AGNV, Empleados de la colonia, índice, XLIV (1816), exp. 8, f. 83.

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de los principales artífices de la conspiración de 1797. Con Goenaga Josefa Ramona tuvo otros dos hijos, Martín Antonio nacido en 1786 y José Jesús en 1789. Goenaga no fue hacendado; la única propiedad que se le embargó en el juicio de infidencia fue su casa en La Guaira, posteriormente reclamada por Josefa Ramona. Que sepamos, ella no emigró, ni fue enviada a Cádiz; figura en 1807 en una lista de donatarios a favor de la guerra contra Napoleón. Murió entre 1811 y 1813, probablemente en el terremoto de 181258. Martín Antonio Goenaga Izaguirre (1758-1815) se casó de nuevo en 1813 en Granada con María Tecla Lucía Arévalo y Domínguez del Prado con quien tuvo dos hijos, José María en 1814 y Francisco Xavier en 1816, bautizados en Guadix. Ambos hijos del primer matrimonio de Martín Antonio Goenaga Izaguirre, y el mayor del segundo, eventualmente emigraron a Puerto Rico. Josefa Ramona Gracián envió a su hijo mayor, Martín Antonio, a San Sebastián, probablemente cuando se dictó la sentencia de su marido. Allí vivía una tía paterna del joven, María Dominica Goenaga Izaguirre, quien pudo encargarse de él. Cuando se casó en 1815 con Mariana Saleses Murna se dice que residía allí “desde su tierna edad”. Algunos años más tarde el matrimonio se estableció en Puerto Rico. El segundo hijo, José Jesús Goenaga Gracián, solamente tenía ocho años en 1797 y se quedó en La Guaira con su madre. En noviembre de 1808 contrajo matrimonio con Ángela Alustiza Naranjo, hija de un empleado de Hacienda, José Esteban Alustiza Goiburu, natural de Mutiloa, Guipúzcoa, y de Ana Josefa Naranjo, natural de Caracas. La novia había contraído esponsales anteriormente con Bartholomé Elzaburu Gracián, uno de los gemelos de Josefa Ramona, quien murió en marzo de aquel año. Recién casado, José Jesús fue colocado por sus hermanos Elzaburu como dependiente en la casa de comercio de José Cruz Ugarte en La Guaira. Estudiaremos su carrera mercantil más adelante. El matrimonio tuvo como mínimo diez hijos: José Ramón nació en 1809, José Lucas en 1811, José Rufino en 1813? en Curazao, José Luis en 1814 o 1815, Josefa Ramona hacia 1817, José Esteban hacia 1819, Ana Josefa en 1822, María Jesús hacia 1824, María Ángela en 1828 y Francisca Bonifacia en 1829, las cuatro últimas en Puerto Rico. Trataremos de los hermanos Goenaga Alustiza en otro capítulo.

58. AGNV, Boletín, 14, 1932, 172. Amézaga, 176. Troconis y Veracoechea, 123.

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Familia Maitín-Laredo-Méndez Entre las otras familias guaireñas del sector marinero que enviaron varios miembros a Puerto Rico como resultado de la conspiración de 1797, hay que añadir otra que se sitúa entre dos puertos en la costa del País Vasco, Bilbao y Orio. La villa de Orio es un puerto pesquero ubicado en la desembocadura del río Orio, unos 15 kilómetros al oeste de San Sebastián. A fines del siglo XVIII el casco urbano tenía 142 casas y en las afueras contaba con 21 caseríos; la población se dedicaba a la pesca y la construcción de barcos59. Pedro Laredo era natural de Bilbao, nacido en 1723, hijo de otro Pedro Laredo y de Josefa O (…). Hemos señalado que se dedicaba al corso que la Compañía sostenía en la época. Se casó en La Guaira en 1758 con Gerónima Méndez, miembro de una antigua familia guaireña, hija de Francisco Méndez y de Francisca Bora. Testigos de la boda fueron Francisco Xavier Uraín y María Faustina Méndez. Conocemos a cuatro de sus hijos; de ellos María Josefa, nacida en 1759, se casó en 1778 con José Ignacio Maitín Olano, natural de la villa de Orio? (Orasón?), Guipúzcoa, hijo de José Maitín y de Catharina Olano. Francisca Xaviera contrajo matrimonio en 1794 con Francisco Grana Damey. Las familias de estas hijas figuran en la conspiración de 1797 y la posterior emigración a Puerto Rico. La identificación de José Ignacio Maitín Olano es aproximativa. Un examen de los libros parroquiales de Orio revela que el apellido Maitín fue corriente en el pueblo y que varios miembros se dedicaban a la navegación de América. Un José Maitín murió en Cádiz en 1730, Ignacio Maitín “a bordo de los navíos del Rey en América en 1742”, y José Beraza y Maitín en Honduras en 1780; Don José Maitín, capitán de la Real Compañía de Caracas murió en un accidente en Orio en noviembre de 1773. Ignacio Maitín se casó con Cathalina Beraza; tuvieron como mínimo cinco hijos, dos de los cuales nos interesan, José Nicolás, nacido en 1734, y José Miguel Maitín Baraza, nacido en 1738. Uno de éstos debe ser el capitán José Maitín que murió en 1773, marido de Catharina Olano y suegro de María Josefa Laredo Méndez60. En 1775 José Ignacio Maitín Olano era primer teniente de la lancha corsaria “San Nicolás”. Con María Josefa Laredo tuvo por lo menos siete hijos: José Ignacio Ramón nació en 1779, María Dolores en 1781, María Encarnación en 1783, María Bárbara, Joa59. Gorozábel, 1862, 2, 210-211. 60. Gárate Ojanguren, 1986, XLII/1-2, apéndice.

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quín José Ana en 1788, María Polonia en 1800, y Merced. El hijo mayor, José Ignacio, se casó con Ana María San Juan, con quien tuvo cuatro hijos, José Antonio (1804-1874), célebre poeta y literato, Federico, también poeta, y dos hijas, María Trinidad y Ana María. José Ignacio Ramón llegó a ser administrador de la Real Hacienda, interino, en Barquisimeto con residencia en Coro. Esa familia emigró a Cuba, en donde vivieron hasta 1824 antes de regresar a Venezuela. Se ignora la suerte de Polonia y Joaquín, pero sí sabemos que las otras hijas emigraron a Puerto Rico61. María Dolores se casó en Caracas en 1796 con José Montesinos Rico, natural de Aragón, hijo de Pedro Montesinos y Luisa Rico, y hermano de Manuel Montesinos Rico, ambos comerciantes vinculados a Cádiz y participantes en la conspiración de 1797. Nos consta, como ya hemos dicho, que José escapó de su prisión en Cuba en 1801. En 1804 el gobierno español envió a Dolores y a su cuñada con cuatro hijos a Cádiz con la esperanza de atraer al reo fugitivo. Cuando sus gestiones en Madrid fallaron, Montesinos huyó a Trinidad. Trató en vano de persuadir a su mujer para que se reuniera con él allí. Participó en la fallida expedición de Miranda en 1806. Fue capturado –en circunstancias que ignoramos– y puesto en prisión, donde murió. María Dolores solicitó permiso para regresar a América en 1804 y 1806, pero no fue hasta 1813 cuando finalmente se trasladó a Puerto Rico con tres hijos y su prima, Micaela Tinoco Uraín62. María Encarnación Maitín Laredo parece ser que se casó con un tal Reyes, con quien tuvo una hija, también llamada Encarnación, nacida hacia 1815. Continuó residiendo en La Guaira hasta 1823 cuando llegó a Puerto Rico con su hija. En San Juan vivía entonces, desde hacía algunos años, el célebre médico guaireño Dr. José María Vargas Machuca y Ponce, futuro presidente de Venezuela. Su madre y hermanos habían emigrado a Ponce ya en 1816 donde eran propietarios de una hacienda. Vargas decidió regresar a Venezuela en 1825 y el 11 de julio de 1826 se casó en la catedral de Caracas con Encarnación. La hija se quedó en San Juan hasta por lo menos 1833, residiendo con su tía soltera, Bárbara. Ella también había 61. Amézaga Aresti, 1966, 259. Diccionario de Historia de Venezuela, 1997, 3, 12. AGNV, Registro Principal, Escribano Agustín Hernández, 1809, ff. 230v-231v. 62. AHN, Consejos, 21.672, 21.673. AGI, Ultramar, 494. AGI, Caracas 436, exp. 401. AGI, Indiferente 2.248. Tavera-Acosta, 1930, 1, 93. En 1813, antes de salir, Dolores Maitín y Micaela Tinoco residían sin hijos en la Calle Fideo 6 ½, Cádiz, desde hacía 5 años (Archivo Municipal de Cádiz, en adelante AMC, Padrones de vecinos 1805-1820). Los hijos tienen que ser de otro padre distinto de su marido. José Montesinos Maitín nació alrededor de 1809 en Cádiz y murió en San Juan el 24 de enero de 1865. Joaquín nació hacia 1813 (Cifre de Loubriel, 1962, 168. AGPR, Municipio de San Juan, Padrón de Barrio Santa Bárbara, 1823 y Santo Domingo, 1833).

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emigrado después de 1821 en compañía de su hermana Merced. Ésta contrajo matrimonio en San Juan en 1829 con Domingo García Garay, natural de Puerto Rico, quien había sido empleado en Venezuela. Era hijo de Manuel García, abogado de la Real Audiencia, e Isabel Garay Heredia, emigrantes de Santo Domingo, residentes en Cabo Rojo. El matrimonio García Maitín tuvo una larga descendencia, sobre la que trataremos más adelante63. Entre las otras hijas de Pedro Laredo y Gerónima Méndez la que nos interesa es Francisca Xaviera, quien se casó en 1794 con Francisco Grana Damey, natural de San Roque, obispado de Cádiz, dependiente de José Montesinos en La Guaira y otro de los conspiradores expulsados de Puerto Rico en 1799. Del matrimonio nacieron dos hijos en La Guaira, María del Carmen en 1795, quien murió soltera en San Juan en 1824, y José Francisco en 1796; otra hija, María Polonia, murió en La Guaira en 1800. Hacia 1813 esa familia residía en Puerto Rico. Fueron ellos los que se encargaron de Dolores Maitín y su familia cuando llegaron a Puerto Rico en 1813. Familia Tinoco-Uraín-Méndez El parentesco entre la familia Maitín Laredo y los Tinoco Uraín se debe a que Gerónima Méndez, la mujer de Pedro Laredo, y María Josefa Faustina Méndez eran hermanas. En 1753 Francisco Xavier Uraín solicitó la legitimación de su hija María Francisca Antonia que había tenido con María Josefa Méndez. Habían contraído esponsales pero antes de la boda el novio tuvo que ausentarse. Él había sido un empleado de la Guipuzcoana, en 1756 nombrado tasador en La Guaira. Verificada la boda, nació un hijo, José Francisco Ramón, en 1754; no tenemos más información sobre él. Luego tuvieron por lo menos dos hijos más, Francisca Xaviera y Bárbara. La hija mayor, María Francisca, se casó en 1771 con Vicente Bergara Saguez, natural de Pamplona, Navarra, tasador en La Guaira en 1770. Una hija de ellos, Josefa María Ramona, nació en 1778. Bárbara Uraín Méndez se casó primero con Mariano Aguado, con quien tuvo tres hijos en 1776, 1778 y 1780, luego con José Laureano García Siverio, escribano real, de quien nacieron otros tres en 1780, 1783 y 1788; ella murió en 1799. Los Tinoco descendían de Pedro Tinoco de Castilla y Borges, natural de Higuera, Extremadura, y de Juana Álvarez Pagola y Martínez Valderrama, casados en Caracas en 1746. Esa familia no tenía vínculos con el 63. Larrazábal, “Familias dominicanas”, Academia Dominicana de la Historia, 37, 1975, 269-270. Villanueva, 1954, 1-19, 360-363. Iturriza Guillén, 1974, 982.

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sector marinero; eran terratenientes que optaron por la causa republicana. Pedro Tinoco había sido justicia mayor en el distrito de San Carlos y tratante de tabaco. Su hija Josefa contrajo matrimonio en 1766 con Manuel España Rodríguez, hermano del jefe revolucionario. Otra hija, Catalina, casó con Félix Lovera Otañez y Cabiedes en 1777, miembro de una antigua familia caraqueña. Sus dos hijos varones, José María y Carlos Lovera, emigraron a Puerto Rico. Josefa María fue madre de tres hijos naturales y reconocidos con Juan Vicente Bolívar Palacios, hermano del Libertador. El coronel Pedro Tinoco, quien huyó a Curazao ante la llegada de Monteverde en 1812, debe de ser hijo suyo también64. El hijo que nos importa aquí, Francisco Xavier Tinoco Pagola, se casó en 1773 con Francisca Xaviera Uraín Méndez; murió entre 1791 y 1794. El matrimonio Tinoco Uraín tuvo por lo menos ocho hijos: María del Carmen nació el mismo año de 1773, María Michaela en 1776, María Candelaria en 1778, Josefa María en 1780, María Natalia en 1782, Juan Bautista en 1788 y María Ramona en 1791; la fecha de nacimiento de María Encarnación se desconoce. Es Michaela Tinoco Uraín quien nos interesa. Ella se reunió con su prima Dolores Maitín en Cádiz y fue con ella a Puerto Rico en 1813. En Puerto Rico se casó con Santiago Rixos, uno de los comerciantes más ricos en la época; murió allí en 1834. Familia Aranzamendi-Elzaburu La familia de José Francisco Xavier Aranzamendi Eguiguren, su origen y vínculos con Cádiz, La Guaira y Puerto Rico, constituye un tema central de este estudio. Sus negocios y los de sus descendientes tuvieron un impacto tanto económico como político en la región y lo examinaremos en los capítulos siguientes. Ondarroa es un pequeño pueblo situado en la desembocadura del río Artibay, inmediato a la frontera con Guipúzcoa. En el siglo XVIII la población se dedicaba a la pesca y la navegación; poseían unos 15 lanchones de altura. A finales de siglo tenía 973 habitantes distribuidos en 82 casas. Familias con el apellido Aranzamendi vivían dispersas entre Ondarroa y las vecinas poblaciones de Berriatua y Motrico. La tradición marinera de la población es evidente. En 1689 un Domingo Aranzamendi residía en Cádiz, miembro de la cofradía de Santa Cruz. Hacia 1770 algunos miem64. AGNV, Boletín, 26, 1942, 416; 32, 1945, 177. Iturriza, 1967, 491. Iturriza Guillén, 1974, 627, 709, 742. Muñoz, 1987, vol. 1, 307. Diccionario de Historia de Venezuela, 1986, vol. 1, 413-414.

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bros de esa familia ya habían navegado a América; noticias de sus muertes en alta mar figuran en los libros parroquiales de Ondarroa65. Andrés Aranzamendi Iturriaga (1712-1776), el abuelo paterno de José Xavier, había emigrado del puerto vecino de Motrico, Guipúzcoa, a Ondarroa y se había casado en 1729 con Clara Garaizabal Sasturri (1709-1771). En 1771, cuando ella murió, uno de sus hijos estaba “ausente en Indias”. El hijo menor, Agustín Aranzamendi Garaizabal (1736-1782) se casó en 1757 con Ana María Eguiguren Arrue (1732-1782). Tuvieron cuatro hijos, de los cuales los tres mayores murieron antes de 1782, dejando al menor, José Francisco Xavier (1767-1836), huérfano a la edad de 15 años. El joven tenía un primo hermano, José Eguiguren Aranzamendi (17681812). Creemos que los dos empezaron sus carreras en los años ochenta siendo marineros empleados en la carrera de Indias; Casto Fulgencio López refiere a Aranzamendi como capitán. Se estableció en La Guaira en 1793. Desde noviembre de aquel año hay evidencia de que Aranzamendi se dedicaba al comercio con su primo de dependiente. Una vez expulsado Aranzamendi, se pierde la pista del primo, pero es evidente que pasó a Puerto Rico donde murió el 4 de abril de 181266. Un pariente de ambos jóvenes, José Xavier Eguiguren Armaloea (1754-1814), el padrino de bautismo de José Xavier Aranzamendi, se estableció en Puerto Real desde aproximadamente 1781. En Puerto Real, como en Ondarroa, había astilleros y una economía basada en el mantenimiento y aprovisionamiento de las flotas. Es probable que tanto Eguiguren como sus jóvenes parientes comenzaran sus carreras allí. En 1780 o 1781 Eguiguren se casó en Puerto Real con María Francisca Blanco y Macazaga, que pertenecía a una familia dedicada al encarenaje y fabricación de jarcia. En 1788 Eguiguren tomó parte en la administración local y también viajó a La Guaira como capitán de la fragata “El Gibraltar”, y en 1794 como capitán y maestre de “Francisco Xavier (a) la Caraqueña”. Figura en la Guía de Cádiz de 1797 como corredor y en 1812 como comerciante. Su mujer murió en Cádiz a finales de 1811 y en agosto o septiembre de 1813 contrajo de nuevo matrimonio con Isabel Antonia Ubarcalde Blanco, hija de un contramaestre y sobrina de su primera mujer. Se retiró de la navegación en 1812 para dedicarse al comercio hasta que murió el 22 de octu-

65. Díaz de Valdés, vol. 2, 183-184. Garmendía Arruebarrena, 1992, 171. 66. Casto Fulgencio López, 1976, 32. AHN, Consejos, leg. 21.672, adj. 2. Cifre de Loubriel, 1986, 163.

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bre de 1814. La importancia de Eguiguren como mentor de sus dos jóvenes parientes está clara; fue quien les introdujo a los comerciantes de Puerto Real y Cádiz. Sus negocios se estudiarán más adelante67. Del matrimonio de Aranzamendi y Luisa María Elzaburu el 9 de febrero de 1796 nacieron dos hijos, José Nicolás en La Guaira en diciembre de aquel año y José Lucas en 1798?, en Caracas. Condenado a presidio en Puerto Rico por su participación en la conspiración de 1797, Aranzamendi permaneció en la isla una vez cumplida la sentencia, pero su esposa llegó en 1811 con sus hijos. Aparentemente ella regresó a Venezuela. Su marido, al contrario, desempeñó un papel importante en el fomento de las relaciones comerciales con Venezuela y la recepción de emigrantes y refugiados. En el grupo de inmigrantes establecidos en La Guaira a finales del siglo XVIII se puede percibir dos tipos de familias, cuyos miembros intervenían con sus estrategias matrimoniales para promover su posición social. La familia Erazo Gual, que tenía su origen en el factor de la Compañía y uno de los mayores hacendados, formaba parte de la elite. Sus hijos se casaron con un alto militar, un hacendado y uno de los nuevos comerciantes. La generación siguiente guardó sus vínculos con la clase de hacendados y militares. El segundo grupo surgió entre los empleados navegantes del corso mantenido por la compañía, todos oriundos de la costa norte de la Península. Se casaron con hijas de familias modestas establecidas desde generaciones anteriores donde figuraron las mujeres con el apellido Gracián. En la segunda generación formaron uniones con hacendados, comerciantes y militares, logrando así cierto ascenso social. Son frecuentes los matrimonios entre los Elzaburu y los Goenaga, una costumbre que perduró en generaciones siguientes después de haber llegado a Puerto Rico. José Xavier Aranzamendi se unió a este grupo endogámico. Otra familia del corso, los Maitín Laredo, tuvieron hijos que formaron matrimonios con un comerciante importante, Manuel Montesinos Rico, y la familia San Juan de posterior renombre cultural. Fue en este grupo en el que se nutrieron los conspiradores de 1797.

67. AGI, Indiferente, legs. 2.244, 2.245, 2.247, 2.249. AHPC, Testamentos, Protocolos 4.541, ff. 1.369-1.373; 4.585, ff. 1.000-1.003; 4.591, ff. 1.147-1.150. Gaceta del Gobierno de Puerto Rico, 24 de julio, 1811.

Capítulo IV

NAVEGACIÓN Y COMERCIO EN TIEMPOS DE GUERRA

La mayoría de las familias vascas que aquí estudiamos habían sido formadas por individuos que estuvieron de una u otra manera vinculados al comercio y a la navegación. El comercio de Venezuela floreció mientras duró la paz con Inglaterra en la década de 1780, y el problema principal con el que se encontró fue el contrabando que la flota de corsarios, mantenida por la Compañía Guipuzcoana y la Real Hacienda, debía combatir. Una vez que concluyó el monopolio, el tráfico de comerciantes independientes en Cádiz creció mucho a partir de 178568. Hay tres categorías de individuos que tomaron parte: los comerciantes en Cádiz que compraron los frutos coloniales, los navegantes que mantenían las comunicaciones y los exportadores en Caracas que vendieron a través de sus agentes en La Guaira. Conviene examinar el efecto de dos factores que afectaron al comercio en adelante. Nos referimos a la organización e iniciativas del grupo de comerciantes en Cádiz que se dedicaron al tráfico con Venezuela, y al efecto de las guerras que produjo una serie de esquemas para contrarrestar los problemas. Comerciantes y navegantes en Cádiz y Puerto Real, 1780-1809: viajes a La Guaira Existía una relación simbiótica entre los dos grupos dedicados al tráfico con América. Los comerciantes, casi todos ubicados en Cádiz y de origen vasconavarro, fueron los que financiaron y organizaron las expediciones a Venezuela, y asumieron los riesgos. La actividad marinera, aprestamiento y mantenimiento de los buques, contratación con las tripulaciones, etc. estaba en manos de vascos de Guipúzcoa establecidos en Puerto Real. Los buques normalmente pertenecían a los vizcaínos, aunque fuera a base de préstamos o convenios con el comerciante interesado en la expedición, lo que nos resulta imposible constatar. Cuando José Xavier Eguiguren llegó a Puerto Real, probablemente en 1779, el reglamento del libre comercio ya había sido proclamado; en 1781 cesó el monopolio de la Compañía Guipuzcoana, posteriormente disuelta 68. Tandrón, 1976, 66-67.

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en 1785. Su matrimonio en 1780 con María Francisca Blanco y Macazaga le vinculó a una extendida familia de la elite local en Puerto Real con apellidos Ubarcalde, Blanco e Irigoyen. Un miembro, Bartolomé Ubarcalde Rian, natural de San Sebastián, fue uno de los mayores contribuyentes, regidor vitalicio y dueño de una empresa de encarenaje. Tuvo solamente dos hijos, Ramón, que administraba el negocio local, y una hija, Isabel, quien se casó en 1788 con el comerciante Martín Irigoyen Irigoyen69. A través de Irigoyen, Eguiguren entró en el servicio de un grupo de comerciantes dedicados al tráfico con La Guaira y Veracruz a partir de 1785. El principal de éstos fue Ángel Martín Iribarren e Iriarte, quien en 1772 llegó a Cádiz, donde se vinculó a una de las familias más influyentes del puerto. José Retortillo y García era un rico propietario con familia numerosa; en 1798 fue nombrado primer conde de Torres. Desde aproximadamente 1787 se dedicó al tráfico con La Guaira y México. Hay evidencia de que Iribarren empezó su servicio hacia 1788; en 1791 contrajo matrimonio con su hija María Encarnación Retortillo y Yungh (1760-1845) y se convirtió en el representante de los negocios de la familia Retortillo70. La intervención de Iribarren y Retortillo en el comercio de La Guaira se vio influenciada por la coyuntura internacional determinada por las guerras en la región. Hemos documentado algunos de sus viajes: en febrero de 1788 se expidieron tres licencias de embarque para el viaje de la fragata “La Purísima Concepción” (a) “Gibraltar”, propiedad de Ángel Martín de Iribarren, a La Guaira; en mayo la fragata “Jesús, María y José”, de José Retortillo, salió con el mismo destino; en marzo de 1793 Retortillo envió a dos de sus hijos, José Tomás, 30 años, y Antonio, 20 años, a Veracruz y a La Guaira en la fragata “Jesús Nazareno”, propiedad de Mariano de la Sota. Precisamente en 1793 encontramos por primera vez a Aranzamendi y Eguiguren en La Guaira despachando cacao a Iribarren y otros, según los registros recibidos a partir de julio. Los registros de éstos y otros buques en el tráfico mantenido por Eguiguren destacan por las numerosas peque69. Anarte Ávila, 2003, 362, 381, 409. AHPC, Protocolos Puerto Real, Lorenzo Pedro de la Serna, Prot. 00169 (1794), ff. 1.105-1.108. Prot. 00185 (1801), f. 784ss. Martín Irigoyen Irigoyen (1750-1816) era natural de Garzaín, Valle de Baztán, Navarra, y matriculado en el Consulado de Cádiz desde 1771 (Ruiz Rivera, 1988, 171). 70. Ángel Martín Iribarren e Iriarte (1755-1816) era natural de Arizcún, también en el Valle de Baztán. José Retortillo y García era natural de Berlanga, obispado de Sigüenza. Se casó con María Gertrudis Yungh y Potein, de Cádiz. AHPC, Escribanía 11, Protocolos Cádiz, 2.253 (1804), ff. 944r-955v.; 2.261, ff. 106r-133r, 20 de febrero de 1809; 2.268, ff. 299r-330r, el 19 de marzo de 1813. AMC, Padrones de vecinos 1805-1820, Padrón 1813, Barrio Pilar, Calle Puerto 73.

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ñas partidas enviadas por miembros del grupo de vascos que ya hemos estudiado en capítulos anteriores71. De 1794 a 1796 el tráfico entre Cádiz y La Guaira fue intenso. A principios de 1794 Eguiguren compró en pública subasta en Cádiz, como buena presa de guerra, la fragata “San Francisco Javier (a) La Caraqueña”, de construcción francesa, y cuyo peso era de 264 toneladas. El 26 de febrero pagó una fianza para la matrícula y, según la costumbre, el 24 de julio pudo testar, en primer lugar a su esposa María Francisca Blanco, en segundo lugar a Ángel Martín Iribarren y en tercer lugar a Juan Carlos Iriarte, socio de Iribarren. En el cómputo de habitantes de La Guaira de 1794 Eguiguren figura como residente en casa de José Xavier de Aranzamendi. Regresó y el 6 de marzo de 1795 firmó un contrato de seguro para el mismo buque por un valor de 27.716 pesos; siete individuos participaron con 2.000 pesos y once con 1.000 pesos. Para otro viaje al año siguiente firmó un contrato de seguro por valor de 26.251 pesos el 31 de mayo, con ocho aseguradores por 3.000 y 2.000 pesos. Parece que la guerra le retuvo más tiempo del previsto en La Guaira en 1796 porque el 25 de septiembre de 1801, cuando su suegro hizo testamento, éste no había sido pagado por una pequeña partida enviada, según consta en un recibo del 5 de junio de 1796; estaba esperando la paz con Inglaterra. Desconocemos la suerte que corrió el buque, aunque parece ser que fue uno de los cinco buques que capturaron los ingleses entre finales de 1796 y marzo de 1797, si bien no se realiza ninguna mención al mismo en la documentación posterior72. La coyuntura de las guerras de 1797 a 1801 impidió la navegación directa entre la península y La Guaira; por entonces Eguiguren se dedicaba al corretaje de seguros en Cádiz. No es hasta 1801 cuando retoma las expediciones con una nueva fragata de 400 toneladas, la “Santísima Trinidad (a) la Palma”, construida en Palma, Islas Canarias; la estaba habilitando a finales de 1801 cuando reclutó a un amigo carpintero/calafate y navegante para que se uniera a sus operaciones en La Guaira. De este modo, Eguiguren había anticipado el fin de la guerra aprovechando la mejor situación en las Canarias y tan pronto como se levantó el bloqueo zarpó hacia La Guaira. Entonces ya no estaban Aranzamendi y los otros expulsados con 71. García Baquero, 1984, 237-271, ofrece un detallado análisis de las distintas fases coyunturales y la reglamentación. López, José Eliseo, 1999, 2, 399-400, 419. AGI, Indiferente 2.242. 72. López, José Eliseo, 1999, 425-435. AHPC, Escribanía de Marina, Protocolos Cádiz, 5.938, ff. 100-106. AHPC, Testamentos, Prot. 4.541, ff. 1.369-1.373. AGI, Consulado, leg. 886. AAC, Matrícula de parroquias, leg. 28. Tandrón, 1976, 104.

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quienes había tratado. Llegó en junio, comenzó a cargar el 10 de julio y salió el 10 de agosto de 1802. Al regresar traía nueve pasajeros, entre ellos Diego de Mérida, que “estuvo entendiendo en la sublevación” y Francisco García Quintana, agente fiscal de la Real Audiencia de Caracas. Llegaron a Cádiz el 14 de octubre73. Un análisis del registro ofrece datos interesantes acerca de los productos y de los comerciantes y agentes en La Guaira y Cádiz. El valor total fue de 225.626 pesos fuertes y 6 reales, 164.021 pesos, 7 reales solamente en añil, y 48.128 pesos en cacao. Juan Esteban Echezuria y Echevarría despachó el 54% del cacao, 28% del añil y 19% del café. Pero el antiguo socio de Aranzamendi, Juan Bautista Oruezagasti, exportó 30% del añil, el 21% de esta cantidad fue enviada a Pedro de Zulueta a Cádiz. La estructura de los negociantes en el puerto no había cambiado mucho desde 1796, pero el añil había suplantado al cacao en valor de la cosecha. Entre los receptores en Cádiz destacaron Miguel Mendiburu, asociado con Echezuria, y Martín Irigoyen ahora con Eguiguren, lo que le aseguró partidas de una variedad de agentes. Ángel Martín Iribarren recibió seis partidas de café, cacao y añil de su compatriota Pedro Ignacio Aguerrevere Sanzberro, comerciante en Caracas. Asimismo, tanto Josefa Ignacia Gracián como Juan Bautista Elzaburu enviaron pequeñas partidas de cacao. Lo que no sabemos es hasta qué punto la carga que traía de las Canarias tenía mercancía extranjera, un asunto que podemos tachar de controvertido con los consulados de Caracas y Veracruz en estos años74. En 1803 Eguiguren hizo otro viaje; salió de La Guaira el 10 de junio con un cargamento muy similar en composición y un valor total de 215. 980 pesos fuertes y 1 real. De vuelta trajo ocho pasajeros, entre ellos Oruezagasti, quien regresaba después de estar durante trece años en Caracas, Pedro Martín Iriarte, ya viudo, quien iba a instalarse en Cádiz otra vez, y Juan Cruz Ugarte, quien también abandonaba su carrera en Caracas después de veinte años. Los encontramos en Cádiz en adelante75. El siguiente viaje fue menos exitoso; de hecho, el valor total del cargamento solamente fue de 159.985 pesos. El comercio a finales de 1804 había decaído en La Guaira; cuando Eguiguren salió de allí el 1.º de sep73. AGI, Caracas 939, AGI, Indiferente 2.244, 2.245, 2.249. Boletín de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País, 36 (1980), 186, 429. Tandrón, 1976, 172-178. 74. AGI, Indiferente 2.245. Aguerrevere, natural de Arizcún como Iribarren, emigró a Puerto Rico en 1821 donde murió en 1827, pero la familia regresó a Venezuela más tarde. Ortiz de la Tabla Ducasse, 1985, LXIII-LXVI. 75. AGI, Indiferente, 2.247.

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tiembre, notaba que “el comercio en La Guaira está en mal estado por la poca estimación de los géneros de Europa y escasez de la cosecha”. Los comerciantes españoles de Caracas se habían quejado ya en 1803 de que desde 1802 Venezuela se veía abastecida con un exceso de mercancías europeas introducidas de contrabando o bajo contratos especiales; en Veracruz José María Quirós se quejaba de que “se están conduciendo a este puerto de Veracruz considerable porción de efectos y frutos, como procedentes de registros de España que en realidad son, o de países extranjeros en la mayor parte, o introducidos de contrabando”76. Más tarde no hacen expediciones de esta clase debido a la nueva guerra con Inglaterra que brotó a finales de 1804 y duró hasta la invasión francesa en 1808. En Cádiz Iribarren se retiró del comercio activo una vez que su suegro murió en 1803; su socio Juan Carlos Iriarte quedó encargado; recibieron carga de Cumaná en junio de 1805. En Veracruz los Retortillo mantuvieron su negocio aun después de la muerte de su hijo José Tomás en febrero de 1805; un hermano de Iribarren estaba establecido en Guanajuato. En 1808 redujeron sus actividades, aunque hay razones para creer que se dirigieron a Veracruz vía otros puertos, y no a La Guaira. Eguiguren, por su parte, vivía en Cádiz en 1809 con su esposa, hasta su amigo Iribarren lo requirió en marzo de aquel año para organizar una expedición a Veracruz. La razón del viaje fue que, fallecido José Tomás Retortillo, había que reorganizar el negocio y encargarlo a un sobrino, Juan Luis Lavaqui; además se trataba de resolver y distribuir la herencia de Retortillo padre77. De ahí en adelante las comunicaciones entre Cádiz, La Guaira y Veracruz fueron determinadas por la situación política en ambos lados. Eguiguren se retiró de la empresa. Dificultades causadas por las guerras y estrategias para hacerles frente El comercio legal entre España y sus colonias se expuso casi continuamente a la competencia, ya fuera de enemigos o de extranjeros neutrales. Su éxito dependía de la flexibilidad de las autoridades y de las 76. AGI, Indiferente, 2.249. Tandrón, 1976, 172. Ortiz de la Tabla Ducasse, 1985, 200. 77. Ruiz Rivera, 1988, 99. AMC, Regencia Provincial, Padrón de contribuyentes, 1805-1823, Calle Soledad 143. AGI, Indiferente, 2.249. AGI, Consulado, 887. AHPC, Cádiz, Escribanía 11, Alejandro de la Parra (1809), Prot. 2.261. La “Santísima Trinidad (a) La Palma” salió el 28 de julio de Veracruz, llegó el 24 de agosto a La Habana y salió de allí el 1 de octubre para llegar a Cádiz el 20 de diciembre (AGI, Indiferente, 2.250).

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iniciativas de los navegantes. De 1793 a 1795 y de 1808 a 1814 Francia fue el enemigo de España; de 1796 a 1802 y nuevamente de 1804 a 1807 lo fue Inglaterra. La marina británica y los corsarios de ambas naciones perseguían a las embarcaciones españolas. Además, en las Antillas menores operaron piratas que no respetaron a ninguna nación. La competencia del comercio de neutrales y varios permisos y licencias añadieron otro tipo de problemas al comercio nacional. Hay que señalar que, por lo menos los corsarios, no emplearon la violencia en el trato con los enemigos apresados, sino que se trataba de un juego de control sobre buques y cargamentos, no de individuos. La tripulación y los pasajeros eran trasladados a algún buque neutral o puestos en tierra. Éste fue el caso de dos de los contingentes de reos expulsados de La Guaira en 1797. Otro ejemplo de esas prácticas lo ofrece J. P. Nissen, un pequeño comerciante establecido desde 1793 en el puerto franco de San Thomas en las Antillas danesas. En un viaje a Surinam en 1798 fue capturado por corsarios ingleses y llevado a Martinica; una vez puesto en libertad, regresó a San Thomas con un valioso cargamento obtenido allí. Hacia 1799 Nissen había sido capturado y saqueado diecisiete veces por los corsarios ingleses de Tortola. El problema de comunicaciones en la región había alcanzado tal nivel que, cuando llegó el grupo de condenados enviados de La Guaira a Puerto Rico en agosto de 1799, el capitán general se quejaba de que desde junio no había recibido correo de Costa Firme78. Otra dificultad con la que se encontró el comercio se explica porque el tráfico de buques bajo bandera neutral, permitido desde 1797, fue derogado por una real orden de 20 de abril de 1799. La medida expuso la división entre los intereses de hacendados y comerciantes en el consulado de Caracas. Los primeros prevalecieron, pero las autoridades decidieron revocarlo el 7 de diciembre del mismo año. El alivio, sin embargo, no duró mucho: los ingleses ocuparon Curazao de septiembre de 1800 hasta enero de 1803 y San Thomas desde marzo de 1801 a febrero de 1802, ambos puertos declarados puertos francos. La consecuencia fue que el comercio entre Cádiz y América sufrió una contracción en 1800 y 1801. En la costa de Venezuela el comercio neutral –o contrabando– entre Curazao y Puerto Cabello y entre Trinidad y Cumaná subió79. 78. Nissen, 1838, 29, 38. AGPR, GE, caja 121. 79. García Baquero, 1984, 173, 248, 261-264. García Baquero, 1972, 149-157. Hartog, 1968, 192, 195. Vibæk, 1966, 224-226. Tandrón, 1976, 155 ss.

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El cese de las hostilidades en diciembre de 1801 abrió una nueva fase de actividad comercial en Cádiz y La Guaira. De nuevo se prohibió el acceso a buques neutrales. Hemos visto que hasta octubre de 1804 se mantuvieron las comunicaciones directas con España, pero al retomarse la guerra con Inglaterra fueron cortadas otra vez. El gobierno español expidió permisos de comercio con determinadas firmas norteamericanas que, sin embargo, no lograron cumplir con sus contratos. En consecuencia, el contrabando debió satisfacer la demanda y ofrecer salida a los productos coloniales. Esta vez el papel de Curazao fue limitado. Varios de los comerciantes judíos abandonaron la isla y fueron a San Thomas; más tarde algunos comerciantes ingleses se establecieron allí durante el segundo período de ocupación británica de 1807 a 1816. La ausencia de buques norteamericanos durante la vigencia del embargo de Jefferson –desde diciembre de 1807 hasta abril 1809– se hace evidente en las estadísticas comerciales de La Guaira y Puerto Cabello. De 91 consignaciones en el intercambio con Filadelfia, Baltimore y Nueva York en 1807 descendieron a 28 en 1808. Incluso San Thomas sufrió ya que los buques norteamericanos prefirieron el puerto franco en la isla sueca de St. Barthelemy80. La distribución de consignaciones enviadas y recibidas de 1807 a 1812 se refleja en el Cuadro 4. Como siempre, el patrón del tráfico se adaptaba según las condiciones de paz o de guerra. El papel de Puerto Rico en ese juego internacional durante el período es complejo. La isla había mantenido relaciones comerciales con Costa Firme durante la mayor parte del siglo pasado y su importancia militar durante el ciclo de guerras había crecido. Administradores, clero y militares fueron trasladados hacia Puerto Rico, Santo Domingo y Costa Firme con sus familias, pero el tráfico mercantil directo con Venezuela permanecía reducido aun en épocas de paz. Al mismo tiempo, San Thomas, protegida por la neutralidad de Dinamarca, desarrolló un comercio con Puerto Rico que les suponía un beneficio mutuo, con o sin la aprobación del gobierno español. Ofrecía salida al café y al tabaco de Puerto Rico y acceso a manu80. García-Baquero, 1972, 159-172. Tandrón, 1976, 178-182, 195. Hartog, 1968, 218, 222-223. Lucena, 1986, 378-379. Nissen, 1838, 82. Ejemplos de contrabando y comisos se documentan en el Boletín de AGNV, 2, ns. 7-8. Un ejemplo de cómo evitaron el control: en 8 de julio de 1805 el galeote sueco “Minerva”, capitán Estevan Ponset, salió para “colonias amigas”, en este caso St. Barthelemy, y de allí a Cádiz con carga de cacao y café, dirigido, entre otros, de Felipe Ramos de Mena a Pedro Martín Iriarte, de Juan Esteban Echezuria para Martín Irigoyen en Cádiz. Había otros envíos de Manuel María Elzaburu a Manuel Martín Pando, y de Josefa Ignacia Gracián a Manuel Ignacio Larruleta. De regreso, “Minerva” entró en Filadelfia procedente de Cádiz el 10 de mayo de 1806 (AGI, Indiferente, 2.250. Tepper, 1986, 875).

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facturas europeas a precios más bajos que las importaciones de España. El sistema comercial de España era incapaz de satisfacer la demanda de una economía insular en rápida expansión y la administración local debió aceptar la realidad. En San Juan el comercio legal coexistía con el contrabando y en los puertos menores el trato con los extranjeros estaba prohibido. El hecho de que San Thomas dependiera de las provisiones alimenticias de Puerto Rico hizo posible un convenio que permitía continuar legalmente el comercio entre ambas islas incluso durante la ocupación británica. Al mismo tiempo, la paz con Inglaterra atraía el tráfico indirecto de puertos americanos en bandera neutral, posteriormente redirigido a España, según demuestra Carmen Carretero en un estudio que cubre el período que va de 1809 a 1814. El grupo de vascos en La Guaira figuran de manera sobresaliente en este negocio81. José Xavier Aranzamendi y el intercambio regional durante las guerras La experiencia de Aranzamendi en el comercio de La Guaira y su vínculo con el navegante Eguiguren le ofrecieron ventajas en su carrera posterior. Un examen detallado de sus operaciones en La Guaira arrojará luz sobre la cadena de relaciones de negocio con Cádiz y la flexibilidad que ofrecía la combinación de distribución y transporte. Aunque mantenía una tienda en La Guaira, su principal actividad la desempeñó como agente de comerciantes y exportadores en Caracas y en el interior de Venezuela. Hay dos tipos de documentación que lo confirman, en primer lugar la serie de registros de partidas exportadas ya examinados. El otro tipo de documentación proviene de los acreedores que trataron de obtener la restitución de los capitales confiscados a Aranzamendi en 1797, entre ellos se encuentra Juan Bautista Oruezagasti Iturbe. Éste había ido a La Guaira en 1790 y hasta agosto de 1803 mantuvo su negocio en Caracas. Como otros muchos, no operaba con capital propio. Afirmó que los intereses de la casa que administraba en Caracas procedían de Cádiz; suponemos que se refiere a Pedro Martín Iriarte Echevarría. A su vez, Oruezagasti empleó a Aranzamendi para despachar frutos y mercancía y pagar los derechos de aduana en el puerto. En el momento de ser aprehendido, Aranzamendi tenía en su poder no solamente una partida de cacao y añil, sino también 4.428 pesos de plata para pagar dere81. AGI, Indiferente, 2.247. AHN, Consejos, 21.672. Sonesson, 2000, cap. 1. Carretero García, 1985, 265-291.

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chos. Oruezagasti recobró los frutos pero no el dinero, que las autoridades supusieron que debía formar parte de las demandas de unos treinta acreedores; finalmente Oruezagasti debió conformarse con el fallo del Consejo de Indias del 15 de marzo de 1800 en el que se pone de manifiesto que el caso pertenecía a la Real Audiencia de Caracas. Oruezagasti decidió regresar a Cádiz82. En el concurso de acreedores Domingo Francisco Zulueta fue nombrado síndico y Pedro Martín Iriarte, el mayor acreedor, depositario. El total haber de Aranzamendi, 34.602 pesos, incluía 10.507 pesos cobrados por Iriarte, 699 pesos en varias existencias, el valor de la tienda, 11.803 pesos, y 11.591 pesos cobrados por el Real Acuerdo. Según la contabilidad del concurso, tenían que quedar 12.071 pesos para distribuir entre los acreedores, pero el tribunal declaró el 12 de marzo de 1804 que existía un déficit porque había que cobrar los gastos administrativos de todos los acusados y la mayoría de ellos eran pobres. En vano Zulueta reclamó los 12.071 pesos, pero el caso permaneció inactivo hasta 1817 cuando Zulueta lo reabrió sin alcanzar mejor resultado. Con todo, Aranzamendi y su familia no recobraron nada y debió comenzar de nuevo su carrera comercial en Puerto Rico83. José Xavier Aranzamendi llegó a Puerto Rico en septiembre de 1799 condenado a cumplir su sentencia de presidio durante seis años. Pero en carta reservada se le instruyó al capitán general que tratara “bien a estos reos”. Aranzamendi residía en San Juan viviendo tranquilamente, como afirmaron ocho testigos en 1805 y el gobernador Meléndez Bruna en 1811. Se sabe que pudo mantener comunicaciones con su familia y antiguos corresponsales de negocio. Su cuñado Manuel María Elzaburu, quien en estos años viajaba de sobrecargo entre Venezuela, México y Santander, se encontraba en San Sebastián en 1802 cuando solicitó dispensa del tiempo que le quedaba del confinamiento84. El movimiento mercantil entre Puerto Rico y España estaba sumamente reducido en los primeros años de la década. San Juan fue el único puerto abierto para la exportación y se encontraba lejos de las regiones de 82. AGI, Caracas, 386. AGI, Indiferente, 2.247. AGI, Estado, 62, n. 18. AHN, Consejos, 21.672. Zulueta estaba matriculado en el Consulado de Cádiz desde 1781 y establecido en Caracas desde finales de la década (Ruiz Rivera, 1988, 216). Pedro Martín Iriarte y Echevarría, por su matrimonio, pertenecía a una poderosa familia criolla de terratenientes (Ladera de Díez, 1990, 238, 242). Desde 1790 residía en Cádiz y mantenía su negocio allí, en Callejón del Tinte, 188 (Guía de Cádiz, 1808). En 1813, viudo, vivía en Calle Gamonales, 33 (AMC, Padrones de vecinos 1805-1820). 83. AGI, Caracas, 386, exp. 47. 84. AGI, Caracas, 436. AGI, Santo Domingo, 2.327. AGI, Estado, 71, n.2.

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producción de café y tabaco. Hemos identificado a 20 barcos que salieron de San Juan hacia la península en los años que van de 1802 hasta enero de 1805. De éstos, cuatro eran buques de guerra, dos de correo, que traían pasajeros pero probablemente no traían cargamento. Los catalanes dominaron el tráfico pero como mínimo un envío fue dirigido a Santander. En octubre de 1804 Bartolomé Elzaburu Gracián viajó de La Guaira a Filadelfia, probablemente como sobrecargo. En general se observa que los hermanos Elzaburu Gracián, Manuel María, Bartolomé y Juan Bautista se dedicaron al tráfico de La Guaira al norte de la península, donde tenían familia y no a Puerto Rico85. Las actividades mercantiles de Aranzamendi en Puerto Rico se pueden documentar a partir de abril de 1804. Despachó dos pequeñas partidas en abril y agosto de 1804 y una en enero de 1805, la primera dirigida a Eguiguren y Ángel Martín Iribarren en Cádiz. Esa partida corrió a cuenta de Luis Raiffer, socio y administrador de la hacienda “Río Hondo” en Bayamón, años más tarde propiedad de Aranzamendi. En octubre de 1804 compró el bergantín “San Juan” a Juan Sayus, quien lo había adquirido en Santo Domingo86. Los efectos de la nueva guerra se sintieron en 1805 y 1806. El comercio entre España y América se desvió a los puertos cantábricos e intermediarios neutrales en Estados Unidos, San Thomas y la isla sueca de St. Barthelemy. De Venezuela y Curazao llegaron solamente dos barcos con pasajeros a Filadelfia en 1805 pero en 1806 fueron trece los barcos que arribaron. En parte el intercambio consistía en ventas de harina a Venezuela bajo licencias especiales y pagado con cacao y café, más tarde remitidos a Santander. No hay evidencia de que Aranzamendi hubiera tomado parte en ese tráfico desde Puerto Rico. A Filadelfia llegaron solamente siete buques de Puerto Rico en 1805 y tres en 1806. Pero el 27 de mayo de 1806 Aranzamendi solicitó permiso para establecerse en Santander, aprobado el 21 del mes siguiente. No tenemos constancia de que efectivamente viajara a Santander87. Al contrario, para los años 1805, y de 1807 a 1810 se conservan una serie de protestas protocolizadas en San Juan que documentan quiénes fueron sus corresponsales en San Thomas, Curazao y La Guaira en el comercio regional. De ellos se destacan en San Thomas “Murphy & Punnet”,

85. AGI, Indiferente, 2.244, 2.247, 2.248, 2.249. Tepper, 1986, 814. 86. AGI, Indiferente, 2.248, 2.249. León Borja de Zsászdi, 595-615. 87. González Enciso, 1979, 51-79. AGI, Estado 71, n. 2. Extraído de Tepper, 1986. AGI, Indiferente, 2.250.

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la casa de la familia King con sucursal en Curazao, Owen Eivers, Sargenton y Cía, y Gómez Báez cadet. Los King y Sargenton entonces se dedicaron a la exportación de café de Puerto Rico a Inglaterra88. A partir de 1807 Aranzamendi también mantuvo un vínculo con Filadelfia. Es probable que el bergantín “Experimento” –capitán Carman–, que llegó de San Juan a Filadelfia aquel año, fuese el mismo que condujo su socio José Lezcamendi en 1811. En 1810 despachó dos cargamentos para Filadelfia, en agosto en la “Eugenia”, capitán J. R. Calderón, y en octubre en el “Palafox” –capitán Martín de Goenaga–. Pero el bloqueo de los puertos norteamericanos durante la guerra con Inglaterra suspendió las comunicaciones por esta vía durante todo el año de 1813. Hasta diciembre de 1815 no realizó más envíos y de ahí en adelante se trata de productos de la isla en vez de re-exportación89. El Tratado de Fontainebleau, la nueva alianza con Inglaterra y la ocupación de San Thomas por los ingleses en diciembre de 1807 reconfiguró el patrón del intercambio entre las colonias y España, aunque tuvo poco efecto en el tráfico entre las dos islas. No obstante, permitió la formación de nuevas relaciones de negocios de Aranzamendi a partir de 1808. Aquel año se había formado una sociedad en La Guaira por iniciativa del abogado y comerciante Pedro Urquinaona y Pardo. Miembro de una familia de navieros establecidos en Cádiz desde mediados del siglo XVIII y posteriormente en Cartagena de Indias, Urquinaona había nacido en Bogotá. En julio de 1807 vivía en La Guaira cuando llegó la noticia de la nueva alianza con Inglaterra. Fue consciente de las nuevas oportunidades de defender la causa realista y salió en su goleta “Úrsula” hacia Jamaica donde compró un bergantín, recaudó donativos y trajo a un grupo de prisioneros españoles de Kingston a Maracaibo. En su grupo de amigos comerciantes y partidarios encontramos a José Jesús Goenaga, José Lezcamendi y Gregorio Irigoyen en La Guaira, y José Manuel Roche, natural del Puerto de Santa María, establecido en Bogotá90.

88. AGPR, Protocolos San Juan, Juan B. Núñez 1807-1810, caja 462. Public Record Office, London, War Office (en adelante PRO, WO), 1/121. Szászdi, 1966, 79. AGI, Estado, 71, n. 2. Para una visión más amplia del tráfico a través de San Juan en estos años, ver Szászdi, 1992. 89. Tepper, 1986, 836. National Archives, Washington DC (en adelante NA), Record Group 36, Philadelphia 1800-1948, rollos 16 y 17(1810), ns. 168, 198. En 1812 el “Palafox” viajó de Cádiz a Puerto Rico (AHPC, Escribanía de Marina, Cádiz, Prot. 5.942, ff. 1.434-1.438). Fue un buque muy activo en el tráfico regional. 90. AGI, Caracas, 437B. Diccionario de Historia de Venezuela, 1997, 4, 167-168. Ruiz Rivera, 1988, 210. Garmendia Arruebarrena, 1987, 339. Gregorio Irigoyen no fue pariente cercano de Martín Irigoyen Irigoyen en Cádiz.

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El negocio principal consistía en la exportación de cacao y café de Venezuela a España a través de Puerto Rico. En la sociedad formada en 1808 Urquinaona era el capitalista, dueño de varios barcos que utilizaba en su tráfico con España, entre ellos la goleta “Fernando VII” y el nuevo bergantín que renombró “El Presidente Saavedra (a) el Telégrafo”. Juan José Lezcamendi era un comerciante establecido en Caracas y La Guaira desde muchos años con un socio catalán, José Ivern Güell. José Xavier Aranzamendi, residente en Puerto Rico, representaba la sociedad en la isla. Lezcamendi, Jose María Roche y Lorenzo Pardo se dedicaron a la navegación en los buques del grupo y Eguiguren en su propio bergantín “Santísima Trinidad (a) la Palma”; tenemos constancia de un viaje que realizó a Veracruz en 1809. En 1808 y 1809 el “Saavedra” hizo dos viajes a Cádiz. En el primer viaje, a cargo de Lezcamendi, salió de La Guaira el 26 de noviembre de 1808 llevando consigo donativos de los agricultores de Caracas en forma de cacao; hizo escala en Puerto Rico y llegó a Cádiz el 3 de febrero de 1809. El 15 de marzo Lezcamendi, declarado su dueño, presentó el buque, de 120 toneladas, fabricación norteamericana, comprado en Jamaica, matriculado en Maracaibo el 21 de octubre de 1808, y valorado en 5.000 pesos. El fiador para el siguiente viaje a La Guaira fue Bartolomé Iturralde. En el segundo viaje, salió en marzo hacia Veracruz; de allí fue a La Guaira, a donde llegó el 9 de julio; sobre el 12 de julio salió para llegar a Cádiz el 12 de agosto de 1809; el maestre fue José María Roche. Trajo como pasajeros al mismo Urquinaona y a Joaquín Mosquera y Figueroa, el regente visitador de la Real Audiencia de Caracas. Posiblemente los sucesos acontecidos en Caracas lo motivaron a viajar a Puerto Rico; el 7 de julio de 1810 solicitó y recibió la licencia. A raíz de la declaración de independencia del 19 de abril su grupo trasladó la sede de La Guaira a San Juan, dejando a Irigoyen y Goenaga en Caracas hasta que tuvieron que huir en 1813 ante la llegada de las tropas de Bolívar. Lezcamendi, en Curazao, entonces envió a José Jesús Goenaga “como hijo del país” a La Guaira para recoger algunos intereses pero la goleta, de propiedad española, fue confiscada y Goenaga hecho preso durante aproximadamente dos meses; después permaneció en Caracas91. 91. AGI, Indiferente, 2.250. AGI, Santo Domingo, 2.514. AGI, Consulado, 918. Gaceta del Gobierno de Puerto Rico, 24 de julio de 1811. El “Fernando VII”, capitán Lorenzo Pardo, salió de Caracas en 25 de octubre de 1808, con correo para Cádiz (Gaceta de Caracas, 24 de octubre de 1808). AGPR, GE, caja 37. AMAE, leg. 2.966, exp. 117.

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A partir de 1811 el cacao llegaba a San Juan a través de otras colonias, sobre todo San Thomas, donde el otro socio, José Ivern Güell, se había refugiado. La excepción fue el “Saavedra (a) Telégrafo” que llegó a La Guaira a mediados de abril de 1811 con una carga de mercancía de Cádiz –el único buque español en todo el año–. Cargado con cacao salió en mayo con destino a Gibraltar, pero finalmente se dirigió a Puerto Rico. El 21 de mayo de 1811 la casa de Urquinaona y Lezcamendi recibió un permiso para traer su cacao a Puerto Rico a través de Curazao. Su bergantín “Experimento”, con Lezcamendi de capitán, salió de San Juan hacia Cádiz con café y azúcar el 11 de julio de 1811. Dos días después salieron José Xavier Eguiguren en la fragata “Santísima Trinidad (a) la Palmera”, y el “Saavedra”, cuyo capitán era Lorenzo Pardo, con el mismo destino y tipo de cargamento, su tercer y último viaje. Naufragó en Sanlúcar de Barrameda y Urquinaona sufrió una pérdida total de 1.720 fanegas de cacao y el buque, un total de 3.488.500 reales. Después perdió en Algeciras otro barco, el bergantín “William Pool”, que conducía tropas y tenía un valor de 250.000 reales. A partir de 1812 parece que Urquinaona dejó el comercio y la navegación para dedicarse al servicio del gobierno92. Otra prueba de que los comerciantes españoles de La Guaira mantuvieron comunicaciones con Cádiz durante la primera república a través de San Juan la encontramos en el caso de José Ivern Güell, quien en 1813 declaró que formaba parte de la casa comercial de Juan Lezcamendi en La Guaira desde hacía más de veinte años. Salió de La Guaira en noviembre de 1812 hacia Cádiz en el bergantín “Feliz” con una carga de cacao; fue apresado por una fragata francesa y conducido a Cádiz en una americana. Solicitó una licencia para poder regresar el 6 de febrero de 1813. Entonces un testigo declaró que Ivern y sus socios “ínterin la revolución de Caracas han tenido su residencia en Puerto Rico”. Otro testigo afirmó que “siguen el negocio en Puerto Rico desde la revolución.” Pero Puerto Rico no fue el único punto intermediario. Otros comerciantes en La Guaira, entre ellos unos ingleses, desviaron sus transacciones de Cádiz hacia Gibraltar durante la primera república, sobre todo para la distribución del café venezolano en los mercados mediterráneos (Cuadro 4)93.

92. Lucena Salmoral, 1990, 225-238, 442, 444. Gaceta del Gobierno de Puerto Rico, 24 de julio de 1811. Gaceta de Caracas, 11 de junio de 1811. AGI, Caracas, 437B. Urquinaona, 1917, 16-25. 93. AGI, Caracas 940. En mayo de 1814 Ivern, capitán y maestre del bergantín “San Pedro”, salió de San Juan hacia Mayagüez (Gaceta del Gobierno de Puerto Rico, 4 de junio de 1814).

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La posición clave de Aranzamendi en la re-exportación del cacao venezolano se pone de manifiesto asimismo en los cargamentos recibidos en San Juan entre el 24 de marzo y 27 de abril de 1814 cuando el gobierno cobraba un arbitrio para auxilio de los emigrados. De un total de 3.405 fanegas recibidas en San Juan, Aranzamendi importó 1.706, o sea la mitad. El resto correspondía a otros seis importadores. Estamos ante una organización con socios repartidos en diversos puntos –La Guaira, San Juan, Cádiz y San Thomas–, que seguía funcionando en 181494. Sus actividades para ayudar a la monarquía les proporcionaron el decidido apoyo y aprecio del gobernador Meléndez Bruna. En noviembre de 1811 éste remitió una petición de Aranzamendi para que “no se le ponga embarazo para establecerse en el país que más le acomode de los dominios de España en América o en la península”. En su recomendación reservada dice el gobernador que Aranzamendi “se ha portado con moderación, buena conducta y sin dar lugar a la menor sospecha. Su familia que no había querido unírsele, ha emigrado de La Guaira en las actuales disensiones y viven juntos en esta capital. Considero que no han de ser estos expatriados aquí más desgraciados que los demás que quedaron y que sin manifestar mejor inclinación han hecho por el contrario un escándalo con su separación, a que no considero propenso a Aranzamendi por ser de carácter pacífico y amante del sosiego95.

Su rehabilitación, finalmente, se completó el 21 de enero de 1812. La confianza por parte del nuevo intendente, Alejandro Ramírez, resultó evidente al nombrar a Aranzamendi como uno de los tres directores de la Junta de Amortización del papel moneda, formada en octubre de 1814. En esta época fue, junto con Santiago Rixos, uno de los mayores acreedores de la Real Hacienda96. Un examen de las operaciones de Aranzamendi y sus socios prueba que la confianza fue merecida. Durante la guerra la organización de Urquinaona, Lezcamendi y Aranzamendi importaba harina y provisiones para las guarniciones sitiadas en Puerto Cabello y Coro, sin duda con altos beneficios y pagadas con fondos de la Real Hacienda. Ha sido posible documentar algunas de estas transacciones: en 1811 se trataba de un envío de arroz para Coro; en febrero de 1814 Lezcamendi llegó de Curazao con una 94. Diario Económico de Puerto Rico,1972, 1, 188-189. En octubre de 1814 Aranzamendi solicitaba carga para Cádiz, Coruña y Santander en la goleta “Palafox (a) Unión”, cuyo capitán era Manuel Menchaca (Gaceta del Gobierno de Puerto Rico, 22 de octubre de 1814). 95. AGI, Ultramar, 429, exp. 34. . 96. González Vales, 1978, 71. Diario Económico de Puerto Rico, 1972, 2, 221-223.

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libranza por 3.000 pesos, suma que el intendente Alejandro Ramírez tomó prestada del capitalista Santiago Rixos e invirtió en harina y provisiones que Lezcamendi en seguida llevó a Puerto Cabello y Coro. Sin embargo, Lezcamendi y sus socios se encontraron con dificultades para cobrar a la Real Hacienda. En 1816, por medio de su apoderado José Díez Imbrecht, Lezcamendi presentó cuentas por valor de 26.230 pesos que había facilitado en dinero y víveres para la expedición de Pablo Morillo. Otra contrata celebrada con el tesorero de Puerto Cabello, Francisco de Saavedra, y con el visto bueno de Salvador Moxo, entonces capitán general, arroja luz sobre las posibilidades de ganancias. Aunque nunca se llevó a cabo, sobre el valor de 100.000 pesos pagaría un premio del 45%, que en 1818 Lezcamendi pretendía cobrar en tabacos de Barinas97. Aranzamendi también importaba esclavos a Puerto Rico, por cuenta propia y por cuenta del gobierno, es decir, el fondo para la amortización del papel moneda. En julio de 1810 tres jóvenes esclavos importados de Guinea y consignados a él murieron en San Juan. A principios de 1811 la goleta española “Fernando VII” –propiedad de Urquinaona, según hemos señalado–, cuyo capitán era José María Mariche, desembarcó unos ochenta y siete esclavos consignados a Aranzamendi. El mismo año el bergantín español “Felicidad”, cuyo capitán era Manuel González, le trajo 52 esclavos bozales, del mismo modo, la fragata portuguesa “La Favorita”, cuyo capitán era Juan Oliveira Dias, y la goleta española “La Prueba”, cuyo capitán era Rapabo, le trajo otros bozales. Durante 1819 quince de sus esclavos importados de Guinea murieron. En octubre de 1814 los directores del fondo de la amortización habían importado 228 negros que se pusieron a la venta pública. Ese sistema de intercambio basado en cacao, esclavos y harina debió ser beneficioso para los participantes98. No solamente llevaba a cabo sus negocios en San Juan, sino que estableció por lo menos dos tiendas en el interior, en Barranquitas y Coamo, que se pueden documentar en el año 1815; es probable que hubiera otras, sea a su nombre o no. La posibilidad de exportar e importar directamente a través de los puertos menores bajo condiciones que favorecieron el tráfico regional con San Thomas, auspiciado por el intendente Ramírez a par97. AGPR, GE, caja 37. AGI, Ultramar, 430, exp. 31. AGI, Caracas, 467. Documentos del Real Consulado de Caracas, 1964, 129-131. 98. Archivo Histórico Arquidiocesano, San Juan, Puerto Rico (en adelante AHASJ), Libro de Defunción 17, ff. 87r-v, 89r, Szászdi, 1966, 1.433-1.477. La muerte de los 15 esclavos está documentada en AHASJ, Libro de Defunción 23. Gaceta del Gobierno de Puerto Rico, 29 de octubre de 1814. El término bozal se refiere a un esclavo negro, nacido en África.

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tir de 1813 y sancionado por la administración de la isla en 1816, se percibe en el aumento de exportación de café a San Thomas. Asimismo, Aranzamendi se aprovechó de la llamada “Cédula de Gracias” que estimuló la llegada de emigrados y nuevos colonos con capital y esclavos. Como ejemplo puede citarse la ayuda que facilitó al nuevo colono Pablo Bettini, quien llegó en 1816 con mercancía y esclavos por valor de 6.000 pesos que Aranzamendi vendió99. No cabe duda de que hizo transacciones con los emigrados que lograron sacar a sus esclavos de Venezuela. Cuando los realistas recobraron el control sobre Venezuela los vínculos de negocio de Aranzamendi también cambiaron. Los dos Eguiguren habían muerto, el primo en 1812 en San Juan, y el padrino en Cádiz en 1814. No se sabe hasta qué punto perduró la sociedad con Lezcamendi y Urquinaona. Urquinaona, quien se había mudado a España y era funcionario, había sufrido serias pérdidas en la guerra, y Lezcamendi murió en La Guaira en 1818 o 1819100. Mientras tanto, Aranzamendi desarrollaba otros vínculos comerciales en la región y también con los Estados Unidos. En sus actividades de tipo local –seguramente el negocio de negros– contaba hasta 1816 con la asistencia de Mauricio José de Echeveste y Chavarri. Aquel año el hijo mayor de Aranzamendi, José Nicolás, empezó a tomar parte activa en los negocios101. En la siguiente década Echeveste y un socio, Manuel Domingo Martínez, desarrollaron su propio negocio en la trata de negros y el tráfico regional. José Xavier Aranzamendi, sin dejar la actividad comercial, había adquirido la hacienda “Río Hondo” en Bayamón. El sistema comercial durante la época colonial que hemos estudiado operaba en la diáspora vasco-navarra con familias productoras y exportadoras en Caracas, los Aristiguieta, los hermanos Iriarte Echeverría y los hermanos Echezuria Perurena, todos oriundos del Valle de Baztán en Navarra. La fase de despacho y transporte fue encargada a sus agentes intermediarios, Oruezagasti en Caracas, con Aranzamendi y Eguiguren en La 99. AGPR, GE, caja 91. Nissen, 1838, 96, 110-111. Córdova, 1968, 3, 244-258. Scarano, 1984, 86. 100. AGI, Caracas, 437B. Lezcamendi vivía el 14 de septiembre de 1818 (Documentos del Real Consulado de Caracas, 1964, 131). Murió antes de agosto de 1819 (Idoate Ezquieta, 1984, 89, 95). 101. Echeveste (1787-1858) era natural de Gueñes, Vizcaya. Había llegado a Puerto Rico en 1800 después de haber sido capturado por los ingleses y puesto a tierra en la isla. Fue colocado en la casa de Aranzamendi, quien era amigo del capitán del buque capturado. Permaneció a su abrigo hasta 1816 cuando pudo formalizar su licencia de domicilio (AGI, Santo Domingo, 2.685). En 1816 José Nicolás Aranzamendi viajó a Filadelfia con una partida de 165 sacos de café y al año siguiente despachó otra partida desde San Juan (NA, Record Group 36, Philadelphia, Passenger Arrivals, (1816-1817) rollos 23, 24).

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Guaira, todos de Guipúzcoa. Los compradores en Cádiz, Iribarren e Irigoyen, también pertenecían a la diáspora del Valle de Baztán, aunque su principal capitalista, José Retortillo, primer conde de Torres, había llegado de Castilla. El desarrollo a través de los años demuestra los cambios que se produjeron en la estructura del comercio. El papel de los comerciantes vascos de Cádiz crecía a partir de 1785 y la desaparición de la Compañía Guipuzcoana. Enviaron sus buques y agentes a La Guaira para supervisar las transacciones, ya libres del monopolio. Lograron mantener su predominio hasta que las guerras a partir de 1796 forzaron al gobierno a admitir transacciones con países neutrales en 1797. Entonces los extranjeros adoptaron el modelo de los vascos y comenzaron a ejercer una nueva influencia a través de las colonias neutrales. El sistema de distribución se hizo cada vez más complejo en la región. Algunos españoles se adaptaron y desarrollaron estrategias para proteger sus intereses y, de hecho, explotaron la facilidad de obtener mercancías extranjeras para cambiar cacao y café venezolano de sus parientes y socios. Llama la atención la iniciativa de trasladar la sede de sus operaciones de La Guaira a San Juan ante el peligro de la flota británica. En las carreras de Aranzamendi, Eguiguren y sus principales en Cádiz hemos documentado ejemplos específicos de cómo mantenían el contacto con España durante la guerra. El vínculo con Venezuela no se cortó ni en 1821. Otro grupo de vascos emigrantes del interior de Venezuela lograron mantener el acceso, primero a través de las colonias extranjeras con doble patente, posteriormente a través del depósito mercantil en San Juan. Establecido en 1834, el depósito gozaba de ventajas tarifarias hasta que éstas fueron eliminadas en 1846. La transformación también perjudicaba al comercio tradicional de Cádiz que a su vez se distribuyó entre otros puertos peninsulares. Un intercambio legal y directo entre Europa y América del Norte con Venezuela suplantó el antiguo sistema colonial. Para entonces fueron las fuerzas del mercado más que la política y las guerras las que determinaron el cambio102.

102. Sonesson, 2000, 54-70.

Capítulo V

LA DIÁSPORA DE LA GUAIRA REUNIDA EN PUERTO RICO

El éxodo de La Guaira y Puerto Cabello en 1821 Durante la Primera República la emigración había procedido principalmente del Oriente y de Coro. La evacuación de Guayana en 1817 provocó la dispersión por las Antillas, incluso a Puerto Rico, de otro grupo. Es cierto que muchas familias realistas huyeron de La Guaira a raíz del terremoto de 1812 y la breve ocupación de las fuerzas republicanas en 1813, sin embargo la mayoría regresaron del interior o de Curazao y continuaron sus vidas y negocios en Caracas y en pueblos cercanos hasta la evacuación final del puerto en junio de 1821. Antes ya habían comenzado a buscar refugio en la plaza militar de Puerto Cabello. Preocupado por la falta de provisiones y víveres para las multitudes que llegaron del interior, el general Miguel de la Torre ordenó la salida a otros territorios de más de dos mil personas. Escoltados por el bergantín “Mercurio” un convoy de 18 buques llegaron a Curazao el 28 de junio con alrededor de mil quinientas personas, la mayoría de ellas mujeres. Algunos días después salió la fragata “Ligera” con un grupo de buques mercantiles destinados a Puerto Rico y España. Sin embargo, cuatro de los destinados a Puerto Rico y algunos de los otros fueron capturados por los republicanos. Entre el 13 de julio y el 3 de agosto llegaron 24 buques directamente de Puerto Cabello a San Juan de Puerto Rico con unos setenta individuos que se pueden identificar; cada uno traía familiares, sirvientes y agregados que viajaban bajo su pasaporte. La guarnición de Cumaná con sus familiares llegó a Ponce en octubre con 599 individuos. La corriente continuó durante el resto del año, pero en 1822 los pasaportes reflejan más bien un proceso de redistribución dentro de la isla y viajes a San Thomas, en algunos casos para retornar a Venezuela103. Mientras tanto, el gobierno republicano, preocupado por la necesidad de levantar fondos, dictó une serie de medidas con el fin de secuestrar y confiscar las propiedades de los emigrados. Más tarde, por ley del 1.º de julio de 1823, comenzó a reunir a todos los españoles que no salieran voluntariamente, y a expulsar a los que no juraron lealtad al nuevo régimen. Las autoridades locales les enviaron del interior del cantón al puerto de 103. Fernández, Delfina, 1992, 84-85. Curaçoische Courant, del 19 de mayo al 11 de agosto de 1821. AGPR, GE, caja 115A. Córdova, 1968, 3, 437.

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La Guaira, bajo fianza de algún venezolano, para ser puestos a bordo de una flota de buques. Entre el 26 de septiembre y 7 de noviembre de 1823 se pueden documentar doce buques de La Guaira en trece expediciones a Curazao, San Thomas y Nueva York que llevaron a 270 personas con familias. También hay listas nominales de emigrados que llegaron a Mayagüez. Tres buques llegaron de Puerto Cabello el 7, el 19 y el 20 de septiembre, con 59 individuos, algunos de ellos con familia. La rendición de Puerto Cabello el 10 de noviembre liquidó las salidas del último punto bajo control español. La guarnición fue enviada a Santiago de Cuba pero algunos de ellos se trasladaron después a Puerto Rico. De Curazao llegaron ocho buques entre el 17 de octubre y el 24 de enero de 1824 con unos cien individuos. La corriente continuó en San Thomas, Curazao y Cuba durante 1824 y 1825104. Frente a esa invasión de leales españoles, el gobernador Aróstegui llamó a la Diputación Provincial para que se nombrara una junta que pudiera organizar la ayuda de emergencia y tomar razón de los nombres y la localización de los recién llegados. La Diputación Provincial decidió el 12 de diciembre exigir un préstamo forzoso de 100.000 pesos entre los vecinos “pudientes”. Luego, para facilitar ayuda a la plaza de Puerto Cabello se hizo otra llamada el 4 de julio de 1822 dirigida sólo a los emigrantes que había en Puerto Rico. Respondieron, entre otros, 18 emigrantes residentes en Aguadilla, 15 en Ponce y 40 en Mayagüez. Las familias vascas de La Guaira pudieron contar con el apoyo de su pariente y asociado José Xavier Aranzamendi, miembro ya de la elite capitalina. Los lazos familiares, las relaciones de negocio y las actitudes políticas, contribuyeron al éxito y la supervivencia en la isla105. Formación de familias: los Aranzamendi. La extendida familia de Aranzamendi sacó beneficio de la experiencia y posición alcanzada por su pariente expulsado. Pero la esposa, Luisa María Elzaburu Gracián, quien había residido en Puerto Rico durante la Primera República, evidentemente regresó al restablecerse la paz, dejando a sus dos hijos con el padre. Ya en 1817 ella figura en La Guaira como testigo en la boda de su hermana María Jesús. Luego no hay noticias de ella hasta 1838 cuando vino a Puerto Rico con motivo de una transacción re104. Archivo Municipal de Caracas, Archivos Cantonales, La Guaira 1823. Armas Chitty, 1974, 107-108. AGPR, GE, caja 501. 105. AGPR, GE, cajas 48, 54. AGI, Ultramar, 425, exps. 7, 16.

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lacionada con las tierras del Duque de Mahón Crillón; murió antes de 1841. Sus hijos se quedaron para formar parte de la empresa del padre. En 1823, todavía solteros, Nicolás y José Lucas vivían con su padre en la casa familiar en la esquina de calles Luna y San Justo106. José Nicolás contrajo matrimonio en Mayagüez el 7 de enero de 1824 con Úrsula Mangual Suárez (1801-1874), miembro de una familia de hacendados ricos de origen aragonés. El matrimonio mantenía residencias en Mayagüez y San Juan. Tuvieron por lo menos dos hijos bautizados en San Juan, José de la Soledad el 9 de octubre de 1827 y Luis María el 7 de noviembre de 1832. El primero probablemente murió antes de 1838 pero tenemos constancia de que en aquel año el segundo vivía con sus padres allí, luego carecemos de más información. Nicolás afirmó el vínculo con su familia política cuando su cuñada Josefa Mangual Suárez se casó en 1833 con Juan José Cartagena Zúñiga, quien había emigrado de Caracas y era socio de los Aranzamendi. Murió en enero o febrero de 1845, se ignora el lugar. José Lucas Aranzamendi Elzaburu (1798?-1868) no se vinculó directamente con el sector agrícola. Tampoco tomó parte activa en los negocios mientras su padre vivió. Se casó el 13 de mayo de 1825 en San Juan con Escolástica Astarloa Elzaburu, hija de Francisco de Borja Astarloa Artegui (1781-1812) y de María Jesús Elzaburu Gracián (1775-1836). Tuvieron como mínimo diez hijos de los que cuatro murieron siendo niños, en 1826, 1829, 1839 y 1841; de los otros, Carlos (1827-1852), nacido en San Juan, murió soltero; Genaro (1829-1886), quien también nació en San Juan, fue artista y literato. Se casó en 1857 con Rita Villalón y Andino Casado. La familia se estableció en Bayamón y tuvieron por lo menos tres hijos; dos de ellos, Genaro y María, murieron jóvenes a los 14 y 18 años, pero Carmen, nacida en Bayamón en 1862, todavía soltera en 1890, se casó con Alfredo Ibáñez (?) con quien tuvo cuatro hijos, Isabel, Estela, Alberto y Alfredo antes de morirse durante el parto en agosto de 1901107. José Lucas Aranzamendi Astarloa (1830?-1866) formó una familia y dejó descendencia. Fue el único que se dedicó a la agricultura. Se casó en 1863 en Ponce con Julia Mandry Abrans, una de los ocho hijos del hacendado catalán Juan Mandry Alsina. Francisco B. (1841?-1866) fue tenedor de libros en 106. AGPR, Protocolos San Juan, Juan B. Núñez 1838, ff. 234r-245v, caja 490, 1841, ff. 308r309v, caja 498. 107. El coronel Bartholomé Villalón Tamaris había servido en Venezuela; su madre, Teresa Martínez de Andino y Casado, pertenecía a la vieja elite criolla. AHN, Ultramar, leg. 6.352, exp. 8; leg. 6.356, exp. 1. Rivera de Álvarez, 1974, 106-108. AGPR, Fondo Judicial, Audiencia, Serie Civil, Juzgado de la capital, caja 11.

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el negocio de sus parientes, Elzaburu y Compañía; murió soltero en Bayamón. La hija menor, María del Carmen, nacida en San Juan en 1843, contrajo matrimonio con José Asencio Schmidt, joven industrial y hotelero. En 1910, de 59 años y viuda, ella vivía con una hija en su casa de la calle McKinley, Barrio Santurce. Finalmente, Alberto Aranzamendi Astarloa (1850?-1888) nació en San Juan pero fue bautizado en un pueblo de Vizcaya; se casó con Matilde Larrinaga y Torres-Vallejo, miembro de una familia distinguida de San Juan. No tuvieron hijos108. En este grupo de hijos y nietos de José Xavier Aranzamendi no se percibe ambivalencia o simpatías hacia el régimen republicano en Venezuela. De los nietos solamente uno formaba parte del sector agrícola. Pero sus fortunas y vínculos familiares tuvieron su origen en las propiedades desarrolladas por José Xavier Aranzamendi y sus dos hijos en Bayamón, Ponce y Manatí, no directamente con las operaciones comerciales. Los descendientes pasaron a la clase de funcionarios y profesionales. Formación de familias: los Goenaga El caso de los hijos y nietos de Martín Antonio Goenaga Izaguirre, otro de los conspiradores de 1797, es distinto. La orientación política de sus tres hijos varió según el lugar donde se criaron. El hijo mayor, Martín Antonio Goenaga Gracián, había sido enviado a San Sebastián por su madre a raíz de la condena y envío a Cádiz del padre. Allí vivía una tía paterna, que probablemente se encargó del joven, quien quizás encontró empleo como marinero. En 1810 un Martín Goenaga fue capitán de la goleta “Palafox”, de 203 toneladas, que llegó a Filadelfia de Puerto Rico, cargada de café, índigo, azúcar y cueros, enviados por José Xavier Aranzamendi a Agustín Bousquet. El mismo buque también iba en tráfico con La Coruña y Santander en 1814109. En 1815 Martín Goenaga se casó en San Sebastián con María Ana Saleses y Murna, hija de Martín y de Tomasa. Los Saleses habían venido de Francia. Goenaga formó parte del ayuntamento como regidor en 1815 y 1816; a finales de 1818 decidió marcharse a América, y el 14 de diciembre otorgó un poder general a su esposa y a Joaquín Luis Bermingham, un importante comerciante. La guerra en Venezuela iba de mal a peor y sus 108. Ibid. AGPR, Protocolos de San Juan, José Ramón Torres 1892, t. 2, caja 143, n. 233, f. 1.258ss. 109. NA, Record Group 36, Philadelphia Passenger Arrivals, rollo 17. Gaceta del Gobierno de Puerto Rico, vol. 9, núm. 49, 22 de octubre de1814, núm. 51, 29 de octubre de 1814.

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familiares huyeron de La Guaira; es más que probable que estuviera preocupado por su seguridad. Desconocemos sus movimientos en los turbulentos años que siguieron hasta que llegó como emigrante a Puerto Rico; residió en Manatí en 1824110. En su matrimonio Martín y María Ana tuvieron tres hijos, de los cuales dos murieron siendo niños. Acerca de la hija, María Juana, no sabemos si vino a Puerto Rico con su padre en 1821, o procedente de España con su tía, María Marcela Saleses Murna, poco después. Ella se casó con un militar, Policarpio Álvarez, quien había servido en Venezuela; a partir de 1847 vivieron en la Península. Siendo viudo, Martín formó hogar con su cuñada y tuvieron dos hijos, pero, a pesar de varios esfuerzos por legalizar la unión no lo logró antes de morir en 1828. El 5 de octubre de 1823 fue bautizado su hijo Leoncio Goenaga Saleses en Manatí; también tuvo una hija, Carmen, que nació en noviembre de 1827. Goenaga se estableció en Bayamón donde adquirió tres estancias y otros terrenos con una casa tienda, según declaró en su testamento. De los hijos sabemos que Leoncio encontró trabajo en Ponce en 1838 en la tienda montada por su tío Alberto Saleses Murna, casado con María Luisa Elzaburu Núñez; el negocio era una sucursal de la organización Aranzamendi. Más adelante, en una reorganización en 1841, Leoncio fue trasladado a San Juan. Siguió una carrera modesta como agente de negocios de compra y venta de frutos hasta su muerte poco después de 1874; Carmen murió soltera en 1857. En resumen, a pesar de su buena posición en San Sebastián, Martín Goenaga y sus descendientes vivieron en Puerto Rico sujetos a limitaciones ocasionadas por la guerra y su situación de ilegitimidad111. José Jesús Goenaga Gracián, el segundo hijo de Martín Antonio Goenaga Izaguirre, llegó en la emigración de 1821. Hay que recordar que también era sobrino de la esposa de José Xavier Aranzamendi. Siendo todavía niño, en 1797, logró mantener una trayectoria neutral entre republicanos y realistas, aunque ciertamente con simpatías liberales. Su matrimonio en 1808 con la única hija de José Esteban Alustiza Goiburu, un oficial de Hacienda que debió salir de Venezuela, motivó su emigra110. Fue miembro del ayuntamiento foral de San Sebastián en 1815 y 1816 (Aparicio Pérez, 1991, 367, 368). En 1817 formó parte de una comisión que investigaba la destrucción causada por un incendio y la rehabilitación de las casas (Archivo Histórico de Guipúzcoa, Oñate /en adelante AHPGO/, sign. CO, LCI, Protocolo Lecuona 1817, exp. 4.741). AHPGO, sign. 3/69, Escribano Sebastián Ignacio Alzate 1818, ff. 767r-768r. . 111. AHN, Ultramar, leg. 6.355, exp. 14; leg. 2.043, exp. 8. AGPR, GE, caja 156. AMP, leg. 54, exp. 14. Leoncio había nacido en Mayagüez, lo que quiere decir que probablemente llegaron en 1821 o 1822. En 1846 él y su hermana vivían en la casa de su tío José Jesús Goenaga Gracián.

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ción a Puerto Rico y la confiscación de su casa en Maiquetía. En Puerto Rico evidentemente no ocultaba sus opiniones liberales; en 1830 fue acusado de participar en discusiones sobre la independencia de Puerto Rico y en una conspiración sofocada en La Habana. Goenaga mantenía buenas relaciones con los liberales que se movían alrededor de José María Vargas en Venezuela y apoyó abiertamente la canditatura de éste en la campaña electoral de 1834. En estos años, tanto en España como en Venezuela, las ideas liberales en favor de un régimen constitucional impulsaron cambios políticos. Las maniobras para reconquistar Venezuela habían fallado. España debió permitir relaciones comerciales con Venezuela a través de un depósito mercantil para poder competir con el intercambio tradicional a través de San Thomas, sede de los varguistas que tuvieron intereses en los mercados internacionales, no en España. No sorprende entonces que, cuando las relaciones con Venezuela se formalizaron a partir de 1837 y Páez ganó las elecciones del año siguiente, la influencia del grupo alrededor de Vargas desapareció. Goenaga entonces comenzó a promover la intervención directa en el negocio de sus parientes en La Guaira. Varios de sus hijos que habían adoptado la ideología liberal fueron enviados allí. Sus frecuentes viajes a La Guaira les merecieron la reputación de subversivos a los ojos del gobierno español112. José Jesús Goenaga llegó a San Juan con su esposa y seis hijos; cuatro hijas nacieron después en Puerto Rico, Ana Josefa en 1823, María Jesús en 1825, María Ángela en 1828 y Francisca Bonifacia en 1829. De los hijos Goenaga Alustiza conocemos la descendencia de solamente cuatro. El mayor, José Ramón, se casó en San Juan en 1838 con otra emigrante de La Guaira, Francisca Elzaburu Núñez, hija de Manuel María Elzaburu Gracián y Mercedes Núñez Matos. Ella parece ser que había vivido con sus padres en España y llegó a Puerto Rico en 1837 con dos hermanos, María Luisa y Bartolomé. José Ramón fue empleado de Hacienda pero murió en 1841 en un accidente. Su esposa se quedó en la isla con sus dos hijas, María de los Ángeles, nacida en 1839 y María Mercedes en 1841. La primera se casó en 1863 con Dionisio López Sánchez, un militar de la península. La hermana contrajo matrimonio en 1875 con Antonio Padial Vizcarrondo, empleado de Hacienda y hacendado en Carolina, con quien tuvo dos hijos. Su suegro, Luis María Padial era militar y político autonomista y estaba casado con Margarita Vizcarrondo y Ortiz de Zárate, perteneciente a la antigua 112. Rodríguez León, 1985, 54-57. Diccionario de Historia de Venezuela, 1997, 4, 196-200.

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elite criolla. En 1910 Mercedes Goenaga de Padial, de 69 años, viuda, vivía en Barrio Cangrejos al norte de Carolina con su hijo, Manuel, de 33 años, soltero y comerciante, y su hija Margarita, de 28 años, viuda, con un nieto113. José Rufino Goenaga, nacido en 1813 o 1814, probablemente en Curazao, fue educado en el colegio de la Sociedad Económica en San Juan. Fue cadete en las milicias disciplinadas y trabajó como escribiente en 1833 cuando fue enviado a la península para pasar un año de viaje y formación. En mayo y junio visitó Sevilla, Écija, Andújar, Valdepeñas y Madrid. A principios de junio se dirigió a Granada, donde permaneció hasta abril de 1834. Fue un momento de grandes incertidumbres políticas tras la muerte de Fernando VII y el joven pudo observar el debate entre carlistas y liberales. La temporada en Granada es también significativa porque es probable que allí se pusiera en contacto con familiares de su abuelo Martín Antonio Goenaga Izaguirre. De hecho, cuando llegó a Málaga en mayo encontró a su tío José María Goenaga Arévalo, nacido en Guadix, que era empleado de comercio. Hay razones que nos hacen creer que le persuadió para que fuera a Puerto Rico; José María salió con pasaporte del 5 de junio y José Rufino con el suyo expedido el día 7114. José Rufino fue el que mantuvo más relaciones de familia con La Guaira. Debió trasladarse de San Juan a La Guaira en 1837 para formar parte de la casa exportadora Goenaga Landa y Compañía en sociedad con Martín Landa, esposo de María Rafaela Huizi Navarte. Las familias Erazo y Huizi eran propietarias de haciendas contiguas y vinculadas al comerciante británico William Ackers, socio de los hermanos Juan Pablo y Manuel Huizi y amigo de José María Vargas115. José Rufino se casó allí el 10 de febrero de 1839 con Amalia Olza Erazo. El capitán, José Joaquín Olza Cobián, natural de Cádiz, llegó de Venezuela en la emigración de 1821 con su esposa, María del Rosario Erazo Aymerich, y sus tres hijos, Carlos Zoilo, Amalia y Obdulia. Siendo militar español, Olza encontró empleo en Puerto Rico y se estableció en San Juan, donde en 1833 la familia vivía en el barrio San Francisco. Amalia tenía entonces 11 años, su hermano 14 y la hermana menor 10 años. Quiere decir que José Rufino, entonces de 20 años, conoció a su futura esposa Amalia en San Juan. En 1839 Olza se dirigió con licencia a Curazao 113. AHN, Ultramar, leg. 6.352, exp. 3; leg. 6.354, exp. 10; leg. 6.365, exp. 21; leg. 1.122, exp. 29; leg. 6.275, exp. 12. 114. AGPR, GE, caja 154. 115. Banko, 1990, 479, 603, 604. Iturriza Guillén, 1967, 257-258, 369-370. Troconis de Veracoechea, 1979, 129, 143-147.

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pero no regresó y evidentemente se unió con los familiares de su mujer en la administración de la hacienda Camuri Grande116. El vínculo fuerte entre San Juan y La Guaira se hace patente en los nacimientos de los hijos. La hija mayor de José Rufino, Rosario, nació en La Guaira en febrero de 1841. En San Juan nació Obdulia en 1843. José Rufino Valentín nació en Macuto en 1845, Dolores y Amalia en 1847 y 1851 respectivamente en San Juan; Ana Florentina en Venezuela y Francisco Ramón, en Venezuela en 1855. La familia regresó definitivamente a Puerto Rico en 1858, quizás por la mala salud de su padre, quien murió hacia 1859. Como su padre, José Rufino fue acusado de subversivo. En 1867 fue expulsado por sospechas de haber colaborado en un intento de sublevación militar; fue indultado el 4 de enero del año siguiente. Arrestado e indultado de nuevo por complicidad en la insurrección de Lares en septiembre de 1868, permaneció en la isla hasta abril de 1869 cuando el general Sanz tomó el mando a principios del año. Esta vez cuando el indulto a los participantes fue aprobado por el gobierno central, el general Sanz se negó a readmitir a Goenaga en caso de que lo intentara. Pero ya en mayo Sanz fue sustituido por un gobernador nombrado por el gobierno constitucional liberal. El regreso de Sanz en 1875 parece haber eliminado para siempre la presencia de José Rufino Goenaga, quien murió antes de 1882, se ignora dónde117. La orientación liberal continuó en la siguiente generación, unida al cambio hacia empleos fuera del comercio o la agricultura. Rosario Goenaga y Olza (1841-1871) llegó de Venezuela con su familia; se casó con Félix Padial Vizcarrondo, empleado del gobierno, periodista y político liberal en Puerto Rico. Obdulia Goenaga y Olza (1843-1874) se casó en 1861 con Augusto Cottes Chabert, nombrado catedrático de francés del Instituto de Segunda Enseñanza en 1896. Era hijo de Augusto Cottes Ledeux, un emigrante de Santo Domingo, hacendado en Río Piedras, y de Arabela L. Chabert, natural de Santa Cruz. Tuvieron tres hijos, Augusto en 1862, María Obdulia en 1865 y Victoria en 1869. Obdulia se casó con un 116. AHN, Estado, leg. 8.722, exp. 131. Córdova, 1968, 5, 278. AHN, Ultramar, leg. 6.345, exp. 14. Olza era hijo de un influyente comerciante vasco-navarro establecido en Cádiz desde 1759. Domingo Esteban Olza y Díaz Cobián fue director de una compañía de Seguros de 1789 a 1793, y era accionista de la Compañía de Filipinas; murió en 1816 (AHPC, escribanía 19, José García Meneses, Protocolo CO 4.597 (1817), pt. 2, ff. 660r-685v). 117. AGPR, GE, caja 154. Banko, 1990, 460, 620. AHN, Ultramar, leg. 5.098, exp. 26; leg. 5.110, exp. 35. Cruz Monclova, 2.ª ed., 1962-1970, 2 (1970), 5, 27, 48. Troconis de Veracoechea, 1979, 144.

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tal Lázaro y Linares, descendiente de un empleado emigrante de Venezuela. Victoria Cottes Goenaga contrajo matrimonio en 1888 con Aureliano Ferrer Viadó, empleado, hijo de padre español118. El hijo menor, Francisco Ramón Goenaga y Olza (1855-1937), fue un importante médico. Estudió medicina en Santiago de Compostela de 1874 a 1878. A su regreso se casó en 1881 con Mercedes Fuertes Charbonnier, cuyo padre había sido contralor del hospital militar. En 1910 su hijo Esteban, de 28 años, soltero, era dentista; Francisco (Paco) de 26 años, soltero y cobrador de gabinete dental. Rufino de 25 años, estaba casado con María Lázaro Costa y tenía una hija. Belén, también de 25 años, se había casado con un químico, Rafael del Valle Sárraga, y tenía dos hijas. Merced, 20 años, soltera, vivía en casa de su padre; otro hijo, Carlos, se dirigió a Alemania en 1897 para estudiar y no figura en 1910. Pero el doctor Goenaga contrajo segundas nupcias con Josefa Sanjurjo Franquí. En 1910 habían tenido ya cuatro hijos, Josefa María, 16, Carmen 14, Francisco 12 y Concepción 11 años. En resumen, José Rufino Goenaga dejó numerosa descendencia en Puerto Rico, pero ninguna vinculada con los negocios de su padre119. Apenas hay información acerca de los otros hijos varones de José Jesús Goenaga y María Ángela Alustiza. José Lucas, nacido en La Guaira en 1811 vivía en 1833, soltero, escribiente, con sus padres en San Juan pero luego parece que dejó la isla. Su hermano José Luis, nacido en La Guaira o Curazao en 1814 o 1815, también soltero, figura en 1833, pero en 1836 fue a Curazao, alegando motivos de salud. Al regresar en 1837 dejó su plaza de escribiente tercero en la Aduana. Es probable que los dos hermanos fueran a vivir a Venezuela. Pero José Esteban, nacido en La Guaira hacia 1820 o 1821, se quedó en Puerto Rico. En 1846, soltero, residió en San Juan con su padre, su hermana María Jesús y otros familiares. El 14 de julio José Lucas Aranzamendi le dio un poder para administrar la hacienda “Quinto y Río Hondo” en Bayamón. Con otros liberales firmó una protesta en 1872. Por otro lado, María Jesús se casó en 1847 118. AHN, Ultramar, leg. 6.292, exp. 22. AGPR, MSJ, leg. 49, exp. 2. Viudo en 1871, Félix Padial Vizcarrondo se casó en 1872 con Isabel Quiñones y Caro. En 1910 Obdulia Cottes Goenaga, viuda sin hijos, vivía en Barrio Santurce con su primo hermano Rufino Goenaga Fuertes y la familia de éste. Victoria Cottes Goenaga vivía en la Calle San Justo con su marido y tres hijos, Obdulia 19 años, Augusto 16 años y José 12 años. 119. AHASJ, Libro de Probanzas de Soltería, 1881, ff. 0097329-0097330. AHN, Ultramar, leg. 1.127, exps. 36, 37. Rigsarkivet, Copenhagen (en adelante RAC) RAC, Udenrigsdepartementet, Royal Danish Consulate, St. Johns, Puerto Rico, Journal 1869-1878. Gotay, 1966, 53-54. Canino Salgado, 1993, 247-248.

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con Ramón Vicente Pesquera y Espinosa de los Monteros, natural de Palencia y miembro de una familia de empleados de hacienda. Las dos hermanas menores, María Ángela y Francisca de Paula Bonifacia, murieron siendo niñas120. Josefa Ramona Goenaga Alustiza, nacida en Caracas hacia 1817, se casó el 7 de enero de 1838 en San Juan con su primo hermano José María Goenaga y Arévalo, hijo de Martín Antonio Goenaga Izaguirre, casado en Granada en 1813 con María Tecla Lucía Arévalo y Domínguez del Prado. El novio había nacido en 1814 en Guadix, provincia de Granada, donde su padre se estableció cuando terminó su confinación en Cádiz. Según hemos señalado, José María vino a Puerto Rico en 1834 con José Rufino Goenaga. El matrimonio tuvo un hijo que murió en 1843 a los tres años. Habiendo enviudado, José María se casó en segundas nupcias en 1847 con Carmen Acosta y Calvo, hermana del intelectual liberal José Julián Acosta, y se mudaron a Ponce, donde él abrió una tienda en 1852. En 1860 vivieron allí, siendo José María director de una escuela. Por último, un hijo póstumo de Martín Antonio Goenaga, Francisco Xavier, fue bautizado en Guadix el 3 de febrero de 1816. Carecemos de información posterior acerca de él y la viuda121. Formación de familias: los Elzaburu Sabemos poco de la suerte que corrieron los Elzaburu en Venezuela a partir de 1821, excepto que la familia se dividió. Tres de los hermanos Elzaburu Gracián y varios sobrinos emigraron. Luisa María, la esposa de Aranzamendi, quien vivía en Puerto Rico durante la primera república, seguramente regresó; murió entre 1838 y 1841. El hermano mayor, Manuel María Elzaburu Gracián no estuvo implicado en la conspiración de 1797, pero la familia tiene interés por sus vínculos con los conspiradores y sus lazos con los Goenaga en futuras generaciones. Manuel tenía apenas diez años cuando su padre murió y Josefa Ramona Gracián se casó con Martín Antonio Goenaga Izaguirre. A Manuel le tocó asistir a su madre cuando Goenaga fue enviado a Cádiz. Quizás para alejarle de La Guaira había sido nombrado oficial de la contaduría en Medellín pero el 27 de octubre de 1802 pidió dispensa porque debía ayu120. AHN, Ultramar, leg. 1.066, exp. 27. 121. Archivo Histórico del Municipio de Ponce (en adelante AMP), leg. 9. Neumann Gandía, 1913, 140-141.

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dar a su madre y a cuatro hermanos. Viajó como sobrecargo o maestre en 1802 a Santander y en 1803 a Vera Cruz y Santander. Despachó cacao para Santander, Vigo y Cádiz en los años anteriores a 1810. Había heredado la hacienda “Rosario” en Caruao con 39 esclavos. Durante el período de guerra se mantuvo realista aunque fue acusado por infidencia en la época de Monteverde. Sin embargo, en 1816 fue nombrado Justicia Mayor de los valles de Caruao, Chupa y Arispa. Hay que concluir añadiendo que emigró en 1821 con su familia pero se ignora a dónde, probablemente a San Sebastián, donde vivían varios Goenaga y Elzaburu122. Manuel María se casó con Merced Núñez Matos, hija de un oficial madrileño en Caracas. Ella y tres de sus siete hijos se trasladaron de España a Puerto Rico. La guerra civil en el País Vasco afectaba la vida en San Sebastián y Bilbao y el riesgo para los jóvenes de ser llamados al servicio militar no se puede obviar. En la isla la muerte de José Xavier Aranzamendi en febrero de 1836, y la esperada apertura de la navegación a Venezuela exigían una reorganización de Aranzamendi Hermanos, lo que creó oportunidades en el negocio de la familia. Los tres hijos, María Francisca, María Luisa y Bartolomé –y probablemente la madre– llegaron a Puerto Rico en 1837. Según lo dicho, María Francisca (1814-1878) se casó el 19 de marzo de 1838 con otro miembro del grupo de La Guaira, José Ramón Goenaga Alustiza (1809-1841). María Luisa contrajo matrimonio en San Juan el 27 de marzo de 1837 con Alberto Saleses Murna (1798-1856), natural de San Sebastián e hijo del francés Martín Saleses Tremullera y Tomasa Murna Eyzaguirre, de San Sebastián. Debieron de haberse conocido en San Sebastián; recordemos que una hermana suya se había casado con Martín Antonio Goenaga Gracián y la otra tuvo dos hijos naturales con él. Saleses se dedicaba al negocio del transporte marítimo. Los recién casados vivieron primero en Playa de Ponce hasta 1841, cuando se trasladaron a San Juan. Tuvieron una hija, Escolástica, nacida en 1839. En 1847 la familia regresó a San Sebastián donde Saleses murió en 1855. Bartolomé, el hijo menor de Manuel María Elzaburu, trabajó al principio como dependiente de Saleses en Ponce y más tarde entró en el negocio de los Aranzamendi en San Juan –sobre esto trataremos en el siguiente capítulo–. Bartolomé se casó en San Juan el 10 de octubre de 1849 con Bárbara Cecilia Vizcarrondo y Coronado, heredera de una ha122. Troconis de Veracoechea, 1979, 121. AGNV, Empleados de la Colonia, t. XLV (1816), exp. 8, f. 83. AGI, Estado, leg. 71, n. 2. AGI, Caracas, 2.248, 2.249, 2.250.

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cienda en Carolina y miembro de una distinguida familia criolla de orientación autonomista. Durante toda su vida se dedicó al comercio, pero sus hijos pasaron al sector de profesionales y empleados del gobierno. El matrimonio tuvo ocho hijos. El mayor, Manuel María Elzaburu Vizcarrondo (1851-1892), llegó a ser un célebre intelectual, periodista y abogado. Se casó con María Manuela Fernández Muñoz (1865-1903), natural de Arecibo, marquesa de las Claras, e hija del hacendado Manuel Fernández Umpierre. Otro hijo, Pedro, fue propietario y oficial de Hacienda, quien se casó con Mercedes Ceballos González; en 1910 tenían una hija de siete años. Con ellos vivía Luisa Elzaburu Vizcarrondo, la hermana soltera de Pedro. Otro hermano, José, fue político autonomista y estaba casado con Amelia Gaztambide Busigó. Juan Bautista se casó con Ángela Ramos Cobián. Una hija de Bartolomé y Bárbara, Josefa Daría (1855-1865) murió de niña. Finalmente, Francisco Elzaburu Vizcarrondo se casó con la viuda de su hermano Manuel. Carecemos de información sobre los otros hermanos, Carlos y Bartolomé123. Familia Larruleta Otros descendientes vascos de los conspiradores de 1797 también llegaron en 1821, algunos claramente preocupados por su seguridad. Aunque Josefa Ignacia Gracián y Ortegón, la viuda de Miguel Antonio Larruleta y Salaverría, logró quedarse en La Guaira para administrar las propiedades de la familia, dos de sus hijos nos interesan. Según lo dicho anteriormente, Pedro Pablo se casó en La Guaira en diciembre de 1817 con María Jesús Elzaburu Gracián, viuda de Francisco de Borja Astarloa Arteguí. No hay constancia de que María Jesús tuviera hijos con él y es probable que ella enviudara otra vez antes de 1821. En abril del mismo año su cuñado Ángel Larruleta Gracián, se había casado con la guaireña Vicenta Escobar y Vildosola. Ángel y Vicenta fueron padres de tres hijos; una niña fue bautizada en La Guaira el 17 de febrero de 1818, y un varón, José Luis, el 26 de agosto del año siguiente. Las dos familias huyeron a Puerto Cabello al acercarse el ejército republicano y en Puerto Cabello fue bautizado Juan Nepomuceno Antonio Larruleta Escovar el 22 de mayo de 1821; María Jesús fue la madrina. 123. AHN, Ultramar, leg. 6.292, exp. 32. En 1910 José, 44 años, y Amelia, 25 años, vivían en la calle Rafael Cordero; su único hijo había muerto. Rivera de Álvarez, 1970-1974, 559-562.

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En la evacuación de familias y funcionarios del gobierno español ordenada después de Carabobo, Ángel Larruleta salió el 7 de julio en el “Vengador” con “familia”, dos criados y dos esclavos. Permanecieron en San Juan desde el 23 de julio bajo garantías de José Echeveste y Nicolás Aranzamendi, “esperando la tranquilidad” de Venezuela. Es muy probable que el grupo comprendiera a María Jesús con sus hijos, María Escolástica y Gabriel José Astarloa Elzaburu. Aunque no se sabe a ciencia cierta, María Jesús Elzaburu Gracián se quedó en Puerto Rico; murió en San Juan el 21 de junio de 1836. Por otro lado, Vicenta Escobar falleció en San Juan el 16 de enero de1822 a los 20 años. Pero una hermana suya, Eusevia, vivía allí en 1828, casada con un puertorriqueño, oficial de artillería124. Mientras tanto, el nuevo gobierno de Venezuela había ordenado el secuestro y, después de un proceso de investigación y evaluación, la confiscación de las propiedades de los que habían emigrado. Ángel Larruleta, quien evidentemente tenía intenciones de regresar, tomó medidas aun antes de la muerte de su esposa. Solicitó apoyo de su amigo Manuel Vicente Huizi, quien envió una representación al intendente afirmando que la conducta de Larruleta nunca había sido contraria a la república; en apoyo añadió además una certificación del municipio de La Guaira, fechada el 7 de enero de 1822. La hacienda “Uria” en Macuto, que Ángel había heredado, había sido incautada, pero se ignora si la confiscaron; no figura en la documentación de esta categoría. Suponemos que, con el apoyo de las influyentes familias Huizi y Navarte, logró salvar su propiedad. Con todo, la familia Larruleta no aparece más entre los emigrantes en Puerto Rico125. El vínculo entre los descendientes de los participantes en la conspiración de Gual y España se mantuvo fuerte, a pesar de su dispersión geográfica y diferencias políticas, y la endogamia continuó hasta la segunda o tercera generación. Un vistazo general de las suertes de estas familias revela que los descendientes e hijos políticos de los Aranzamendi se acomodaron bien al régimen absolutista y conservador de la época. Su padre gozaba de un largo y sólido renombre en la isla, a pesar de haber llegado como prisionero expulsado. Su madre optó por vivir en Venezuela y evidentemente tuvo poca influencia en la vida de los hijos que llegaron a Puerto Rico a los 13 o 14 años para vivir con su padre. Ni Nicolás ni José Lucas se interesaron seriamente por la política. El primero se casó con la heredera de un hacendado aragonés, el segundo con una Elzaburu del 124. AGPR, GE, caja 115A. 125. AGNV, Boletín, 37, 1950, 147, 211; 38, 1951, 356. Banko, 1990, 479, 603-604. Troconis de Veracoechea, 1979, 129, 143-147.

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grupo vizcaíno en La Guaira e hija de militar. Pero en la siguiente generación no hay ningún vínculo con Venezuela ni buscaron matrimonio dentro del grupo de La Guaira. Los Goenaga, al contrario, influenciados por José Jesús, quien se crió en Venezuela durante los años de debate ideológico, conservaron su orientación liberal. Sus hijos, yernos y nietos tuvieron que sufrir sospechas de separatismo y en una ocasión incluso la expulsión de la isla. Siempre mantuvieron el vínculo con La Guaira; algunos regresaron. Continuaron la práctica de buscar matrimonios dentro del grupo original y con el tiempo sus descendientes pasaron del sector comercial al profesional. Solamente el hijo mayor, Martín Antonio Goenaga Gracián, criado, educado y casado en la península, se mantuvo realista y trajo a sus parientes y asociados de allí a Puerto Rico. El caso de los Elzaburu está menos claro. Dos hermanas de Manuel María Elzaburu Gracián se casaron dentro del grupo de conspiradores, Luisa María con Francisco Xavier Aranzamendi, María Jesús con Pedro Pablo Larruleta, y cuando Bartolomé murió, su novia contrajo matrimonio con José Jesús Goenaga. Uno de los yernos de Manuel María, José Ramón Goenaga Alustiza, fue empleado de gobierno, otro, Alberto Saleses, quien regresó a España, fue socio de los Aranzamendi. Pero el hijo menor, Bartolomé, y una nieta se aliaron con la familia Vizcarrondo de fama liberal. No hay certeza acerca de que los Elzaburu manifestaran ideas separatistas.

Capítulo VI

AUGE Y DECADENCIA DE LA EMPRESA FAMILIAR

La formación y desarrollo de Aranzamendi Hermanos, 1821-1841 Cuando el éxodo definitivo de Venezuela comenzó en 1821, las familias de La Guaira ya habían tenido que huir a Puerto Cabello o Curazao. En Puerto Rico pudieron contar con la ayuda del gobierno y de parientes establecidos en los años anteriores a la guerra. José Xavier Aranzamendi gozaba de la confianza del gobierno y había adquirido su propia hacienda de caña en Río Hondo, Bayamón. En la capital su almacén fue uno de los mayores fuera del grupo dominante de catalanes. Durante años mantuvo un próspero negocio de importación de negros y provisiones norteamericanas. No nos consta que fuera dueño de buques en esa época. Con la ayuda de sus hijos continuó con sus negocios en la década de los veinte con Estados Unidos y Londres, a veces a través de San Thomas, en buques extranjeros. Fue José Nicolás Aranzamendi quien se ocupó en San Juan del despacho y consignación de los cargamentos de la empresa familiar. Se había casado en 1824 y había establecido su propio hogar en San Juan. Al año siguiente vendió mercancía de Londres del bergantín “Sir William Congreve” y despachó un cargamento de café, cueros y tabaco para Londres con escala en San Thomas; desafortunadamente el buque naufragó en un temporal antes de salir. En 1826 despachó el bergantín “Malvina” para Londres y remató en pública subasta 200 barriles de harina de maíz, probablemente de los Estados Unidos126. La primera referencia a Aranzamendi Hermanos como entidad colectiva aparece en un anuncio en enero de 1828. Es significativo que su futuro socio José Jesús Goenaga hubiera formado una sociedad con uno de los Cartagena, probablemente Juan José, el cuñado de José Nicolás; en 1825 tuvieron su almacén en la calle San Justo. Ese mismo año introdujeron 20 negros de Guadalupe que después vendieron a un hacendado en Loisa, aunque la transacción no se protocolizó hasta 1829. En diciembre de 1826 Goenaga pagó un subsidio por una tienda, pero no aparece en los años siguientes, lo que indica que se había unido a la nueva organización a finales de 1827. Los 126. Gaceta del Gobierno de Puerto Rico, 11 de junio y 2 de agosto de 1825, 25 de abril y 22 de mayo de 1826.

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dos fueron asimismo electos conciliarios del Consulado en 1827. Pero de las actividades de José Lucas Aranzamendi en estos años hay escasa información; sabemos que residía en la calle San Francisco, 64 en 1838, pero no había tomado parte activa en los negocios de su padre, quien vivió semiretirado en San Juan hasta su muerte el 9 de febrero de 1836127. La formación de Aranzamendi Hermanos respondió a cambios en el patrón de navegación regional, no solamente a un cambio de generaciones. A partir de 1825 los buques extranjeros ganaron acceso a los puertos de Puerto Rico y la erosión del predominio de San Thomas en la exportación comenzó. En adelante pasaron primero a San Thomas para descargar provisiones y maderas, que luego se distribuían paulatinamente según la demanda en la región. De San Thomas continuaron a los puertos en Puerto Rico para cargar azúcar y melado, que transportaron directamente a los puertos norteamericanos, y café y tabaco exportados a Europa128. El acceso a los puertos menores supuso nuevos problemas para los exportadores debido al requisito de pagar derechos para exportaciones en bandera extranjera, mitad en oro o plata fuerte y la otra mitad en macuquina. La escasez de moneda fuerte fue un problema grave en la isla y sobre todo en los puertos menores donde el volumen del tráfico era limitado. Aun la moneda macuquina escaseaba y algunos empresarios poco escrupulosos en los Estados Unidos y San Thomas aprovecharon la coyuntura y no perdieron la oportunidad de llenar el vacío importando moneda falsa a los puertos menores. En 1827 el gobierno debió tomar medidas para prevenir la importación de 100.000 pesos llegados a San Thomas para este propósito. En la competencia por la moneda fuerte en los puertos menores las casas de San Juan, dedicadas al comercio con el extranjero, establecieron sucursales en aquellos puertos y a través de éstos financiaron las operaciones de los hacendados129. En Mayagüez el matrimonio de Nicolás en 1824 con Úrsula Mangual consolidó su influencia y participación en el comercio del occidente de la isla. Se valió del antiguo comerciante Nicolás Alayón y de sus hijos, quienes también mantenían sucursales en Aguadilla y Ponce. Nicolás Aranzamendi era gerente de la primera en 1834, cuando fue acusado de admitir moneda falsa desde San Thomas. Resuelto el caso, los Aranzamendi rea127. Gaceta del Gobierno de Puerto Rico, 12 de septiembre, 20 de diciembre de 1826, 5 de octubre de 1827, 19 de enero de 1828. El proceso abolicionista en Puerto Rico: Documentos para su estudio, 1974, 1, 328-329. 128. Sonesson, 2000, 47-48. Nissen, 1838, 166-167, 181. 129. AHN, Ultramar, leg. 1.132, exps. 16, 17.

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lizaron algunos cambios en la estructura de su negocio. La dirección del comercio en Mayagüez pasó al cuñado de Nicolás, Juan José Cartagena, quien se había casado en 1833 con María Josefa Mangual Suárez. El novio era hijo del comerciante caraqueño Francisco Cartagena Espiga, quien vino en la emigración de 1821; la familia Cartagena se trasladó a Mayagüez130. En Ponce el escándalo sobre la moneda falsa impulsó a Nicolás Alayón a retirar su agencia a partir de 1837. Al año siguiente los Aranzamendi pusieron a Alberto Saleses para dirigir la sucursal con su cuñado Bartolomé Elzaburu, Carlos Alayón y Jorge Abraham (Abrans) de dependientes. La identidad de los dependientes es significativa. Carlos Alayón, natural de Mayagüez, tiene que ser el hijo de Nicolás. Jorge Abrans era natural de Filadelfia y probablemente hijo de un comerciante que compraba azúcar. En 1838 Alayón ya no figura y habían añadido a Leoncio Goenaga Saleses, el hijo natural de Martín, y Elías Pina (Pinna); a partir de 1840 este último figura como mercader en San Thomas. De San Sebastián llegaron Pedro Juan Goñi con su hija Eustacia, y José Echevarría. El origen de estos jóvenes demuestra la extrema movilidad de los dependientes que fueron enviados para familiarizarse con las casas que hacían negocio en Ponce. De ellos sólo los parientes Goenaga y Elzaburu y la familia Goñi mantendrían vínculos con la organización Aranzamendi en el futuro131. En Arecibo Aranzamendi Hermanos entraron como comanditarios en la sociedad Ulanga y Ortiz, formada hacia 1836. No había vínculos familiares en este puerto pero sí varios hacendados vascos que emigraron de Venezuela. Ulanga y Ortiz financiaron las haciendas y al parecer hicieron sus transacciones con Europa y los Estados Unidos a través de los Aranzamendi. En Guayama la situación durante los años treinta fue más compleja. La producción del distrito iba creciendo pero la influencia francesa a través de San Thomas fue importante, y es difícil explicar el motivo que les llevó a invertir en el negocio de Samuel N. Gott, sobre todo porque no fue el único comerciante norteamericano de allí132. 130. AGPR, GE, caja 218. 131. AMP, leg. 54, exps. 5, 14. RAC, VL, Regjeringen, St. Thomas, Borgereder, 1755-1909. Elías Pinna, mercader, natural de Saint Thomas, hizo su juramento el 6 de agosto de 1840. El padrón de Playa de Ponce dice que era natural de Londres. Eustaquia Goñi contrajo matrimonio con Guillermo Fermín Tirado con quien tuvo un hijo, Guillermo (1850-1869), quien murió en San Sebastián, donde ella residía en 1874 (San Sebastián, Parroquia de Sta. María, Libro de Defunción, el 10 de marzo de 1869). AHPGO, Protocolos Joaquín de Elósegui 1874, n. 301, ff. 1.208r-1.211v, n. 302, 1.212r-1.215v. 132. Cubano, 1990, 35-39.

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El puerto principal, sin embargo, fue San Juan donde José Jesús Goenaga fue el socio más activo en el despacho de los buques. Desde octubre de 1834 hasta octubre de 1837 Aranzamendi Hermanos también mantuvo el servicio de correo particular entre Puerto Rico y Cuba en su propio bergantín goleta “María Cristina” que tenía contratado con los gobiernos de las dos islas. Una vez finalizado el contrato, el buque hacía viajes entre España, Cuba y otros puntos en la región. Pero cuando se trataba de importación y exportación a Europa o Estados Unidos fletaron buques133. Los efectos de un temporal que destruyó muchos buques en el mismo puerto en la noche del 2 de agosto de 1837 revela la importancia de Aranzamendi Hermanos en el tráfico a través de San Juan. Un total de 33 buques fueron destruidos, 14 de ellos españoles, 10 de “la costa”, o sea de cabotaje, y 9 de matrícula extranjera; 11 personas murieron134. Cinco de los buques extranjeros y uno de los españoles estaban consignados a Aranzamendi Hermanos, la mayor cantidad si se compara con las demás casas. El bergantín goleta “Miles King”, matriculado en Richmond, había llegado el 7 de julio de San Thomas con provisiones y estaba cargado con azúcar y melado en el momento del desastre. El bergantín goleta “Albert Henry”, matriculado en Portland, Maine, llegó de allí el 10 de julio con madera y provisiones; ya había cargado melado. El bergantín “Grachus” entró el 20 de julio de Baltimore con provisiones y todavía estaba en lastre. El bergantín americano “Hebe”, de Boston pero de propiedad local, entró el 30 de julio de San Thomas en lastre. El bergantín danés “San Juan”, en lastre, había llegado de San Thomas el 17 de junio con madera y víveres, y la goleta española “Merced/es/” entró dos días después en el mismo puerto con mercancía todavía a bordo, ambos buques también consignados a Aranzamendi. Con todo, sufrieron pérdidas graves en 1837 y el 23 de octubre José Nicolás Aranzamendi se erigió como uno de los fundadores de la sociedad anónima de seguros marítimos llamada “Compañía de Seguros de Amigos de Puerto Rico”; la mayoría de los que subscribieron fianzas se dedicaban al comercio con la península. El mismo día se fundó la “Compañía de Seguros de Puerto Rico” con accionistas dedicados al comercio con los Estados Unidos y puertos regionales135. 133. Córdova, 1968, 5, 391-395. Las entradas y salidas de los buques se mencionaron en la Gaceta. El servicio de correos, establecido en 1830, fue iniciado por el capitán Antonio Guerrero. 134. Gaceta del Gobierno de Puerto Rico, 15 y 27 de julio, 5, 8, 12, 19 y 24 de agosto, y 26 de septiembre de 1837. 135. AGPR, Protocolos de Marina, Esteban Escalona 1837, caja 581, ff. 224-234.

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Los daños ocasionados por el temporal se sumaron a los efectos de una crisis internacional que terminó con la expansión económica de los Estados Unidos fomentada con capital británico. La suspensión de créditos en los Estados Unidos impuesta en 1836 por Londres llevó a la ruina a muchas casas comerciales. De este modo, los precios de los productos agrícolas cayeron, comenzando en Nueva York por el azúcar moscabado en diciembre de 1836. La crisis se extendió a Puerto Rico a través de San Thomas. Asimismo, el desequilibrio de las relaciones de crédito tuvo repercusiones en la política interna de la isla y además dificultó la implantación de la reforma liberal de los progresistas. La controversia sobre el acceso a los puertos, un nuevo arancel y el nombramiento de un cónsul español en San Thomas, produjo un empate que casi supuso el cierre del intercambio entre las dos islas. En Puerto Rico dos grupos de interés cristalizaron, por un lado los comerciantes dedicados al tráfico con San Thomas, y por el otro los que promovieron comercio directo con Europa y los Estados Unidos; Aranzamendi Hermanos formaron parte de este segundo grupo136. No fue hasta que los progresistas entraron otra vez en el poder en 1840 cuando las relaciones comenzaron a normalizarse. La resolución de la crisis, un nuevo proyecto de arancel y la limitación de acceso a solamente tres puertos, seguramente fueron factores que motivaron la reorganización de la empresa Aranzamendi a partir de enero de 1841. Disolvieron las casas de comercio que tenían establecidas en San Juan, Mayagüez, Arecibo, Ponce y Guayama, donde los hermanos Aranzamendi, José Jesús Goenaga y Juan José Cartagena eran comanditarios, y crearon dos nuevas en San Juan y Mayagüez137. En San Juan formaron Saleses, Goenaga y Compañía con Alberto Saleses y José Ramón Goenaga como gestores y los cuatro socios de la extinguida Aranzamendi Hermanos como comanditarios. La nueva sociedad duró cinco años y se le asignó un capital de 70.000 pesos. Los beneficios fueron divididos en tres partes, una para cada gestor, la otra para los comanditarios. El negocio consistió exclusivamente en comisión, descuento de obligaciones y compraventa en la isla. En relación con esto tuvieron que liquidar las cuentas de refacción de tres haciendas que había tenido Aranzamendi Hermanos, una de ellas pertenecía a la familia Vizcarrondo en Carolina. 136. Sonesson, 1990, 145-165. 137. Las operaciones están protocolizados en AGPR, Protocolos de San Juan, Juan B. Núñez 1841, caja 498, ff. 6v-16r, 166v-167v.

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En Mayagüez disolvieron la casa de Juan José Cartagena y formaron una nueva bajo la razón de Ball Boothby y Compañía. Como en San Juan los cuatro socios originales quedaron como comanditarios y se incluyeron dos gestores, Juan J. Ball y Ricardo Boothby. Los comanditarios contribuyeron con 50.000 pesos y los gestores con su industria durante cinco años. Los gestores recibirían cada uno la quinta parte y los capitalistas el resto de las ganancias. El negocio fue únicamente de comisión. La identidad de los nuevos socios –que no fueron parientes– nos habla de los mercados donde la familia tenía intereses y corresponsales. Juan J. Ball y Ramos pertenecía a una familia isleña de origen irlandés con varios miembros activos en la región. Se encontraba en Mayagüez desde aproximadamente 1836. Su hermano Ramón Ricardo se estableció en Maracaibo donde se casó en 1843 con Zoila Solís y Troconis. Pero otro hermano, Carlos, fue empleado de la compañía en Mayagüez y contrajo matrimonio con Bárbara Cesteros Mangual, hija de un empleado de Hacienda. En 1857 un tercer hermano, Juan Julián Ball y Ramos, prestó el juramento de ciudadanía en San Thomas. Éste se estableció más tarde en Arecibo junto a Juan José Ball Bouvier, hijo de su hermano mayor. Ricardo Boothby llegó de los Estados Unidos en 1841, al parecer era miembro de una familia de navegantes de Gott Island, Maine138. Los dos nuevos socios fortalecieron los vínculos con el mercado regional, transformado desde que los puertos venezolanos fueron abiertos a la bandera española, y con los surtidores de bacalao y maderas en Nueva Inglaterra que la industria azucarera exigía. A esa altura, además, Nicolás Aranzamendi y su cuñado Cartagena dedicaban su tiempo a las haciendas de la familia, no al comercio. Como parte de la reestructuración liquidaron los intereses en la casa de Samuel N. Gott en Guayama, y en Arecibo liquidaron la contrata que tenían con Ulanga y Ortiz. En Ponce disolvieron la sociedad Saleses y Compañía que Saleses había formado en 1838 con Pedro Juan Goñi. Miguel Pando y Goñi se encargó de la operación detallista hasta otra reorganización en 1845. Una vez realizados los nuevos contratos, José Nicolás y José Lucas dieron poder el 6 de abril de 1841 a José Ramón Goenaga y Alberto Saleses para llevar a cabo la liquidación de Aranzamendi Hermanos. Luego José Nicolás, Cartagena y José Jesús Goenaga fueron a San Thomas, suponemos que con el propósito de hacer nuevos arreglos para sus negocios en vista 138. Nagel von Jess, 1969, 65-66. Mayagüez, Catedral, Libro de Bautismo 17 (1833-1837), f. 80r. AHASJ, San Juan, Catedral, Libro de Bautismo 21 (1863-1866), ff. 73v-74r. Arecibo, Registro Civil, Nacimientos 1908-1910, 4 de enero de 1909. RAC, VL, Regjeringen, St. Thomas, Borgereder, 1755-1909.

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de la resolución del conflicto entre las dos islas en marzo de aquel año139. Regresaron el primero de mayo. Años de transición, 1841-1845 La nueva sociedad Saleses, Goenaga y Compañía comenzó sus negocios en seguida, tanto en letras de cambio como en despacho de buques para Europa y Norteamérica, pero la muerte intestada de José Ramón de Goenaga en un accidente el 26 de septiembre causó confusión y paró las operaciones de liquidación de las anteriores sociedades. A la larga esto contribuyó a la disensión en las testamentarías de otros miembros de la familia y sus socios. Todavía no habían hecho inventario ni partición de los bienes de José Xavier Aranzamendi, ni de la mujer de José Jesús de Goenaga, quien murió en 1838. Había deudas que cobrar en todas partes y no fue hasta el 1.º de abril de 1842 cuando pudieron abrir la nueva casa en San Juan bajo la razón de Saleses y Compañía. Saleses fue nombrado gestor, los hermanos Aranzamendi y José Jesús Goenaga comanditarios y Bartolomé Elzaburu dependiente asalariado. El capital tenía que venir de las liquidaciones pendientes a cargo de Goenaga. Los negocios estuvieron limitados a comisión y giro de letras a un máximo de 10.000 pesos por operación; se prohibió la refacción y otorgar fianzas. Por otro lado, se le encomendó a Saleses tomar otro socio que supiera inglés y francés, aunque no hay constancia de que lo hiciera140. Está claro que el fundamento de la casa era bastante débil, sobre todo porque la coyuntura había empeorado otra vez después de la breve alza en 1840-1841. Los precios del azúcar mascabado de Puerto Rico en Nueva York cayeron otra vez a un promedio de 5,78 centavos/libra en 1842 cuando una nueva tarifa admitió azúcar refinado holandés en competencia con el mascabado. Los precios subieron ligeramente al año siguiente pero una fuerte sequía redujo las cosechas, sobre todo en la costa sur. En total, la economía y el comercio sufrieron, lo que seguramente afectó a las cobranzas pendientes en muchos pueblos de la isla, en Cuba y en Venezuela; todo esto se entrevé en los muchos poderes otorgados a este propósito en 1841 y 1842141. 139. AGPR, Protocolos San Juan, Juan B. Núñez 1841, caja 498, ff. 166v-167v. AGPR, GE, caja 156. 140. AGPR, Potocolos San Juan, Juan B. Núñez 1842, caja 499, ff. 176r-178r, 307r-v. 141. Shipping and Commercial List, New York Price Current, 1842-1843. Sonesson, 2000, 191, n. 8, 232. En Puerto Rico no existían refinerías en esa época, solamente se producía azúcar mascabado.

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En esta situación se produjo la muerte del socio principal, José Nicolás Aranzamendi, a principios de 1845, lo que conllevó toda una nueva serie de complicaciones y otra reforma de la sociedad. En medio de las gestiones para identificar las propiedades y los herederos y seguir con las liquidaciones ya pendientes, la formación de la nueva sociedad comercial Elzaburu y Compañía no se efectuó hasta el 26 de mayo de 1846. Bartolomé Elzaburu fue el gestor y José Jesús Goenaga, José Lucas Aranzamendi y Alberto Saleses los comanditarios. La duración de esta sociedad fue de cinco años. Decidieron reorientar sus operaciones hacia la península y la importación de harina bajo una tarifa proteccionista para satisfacer la demanda de una creciente población urbana. La producción de harina castellana y la facilidad para su exportación mejoró con la apertura del ferrocarril hacia Santander a partir de 1845. La nueva sociedad, del mismo modo que los sucesores de José Ignacio Ezquiaga, estableció vínculos con los exportadores y navieros en Santander y San Sebastián. Para llevarlo a efecto, José Lucas y Saleses salieron hacia España el 26 de junio de 1847 en medio de una crisis internacional. Saleses se quedó allí y trabajó como naviero en San Sebastián. Como preámbulo al cambio de generaciones, José Rufino Goenaga se separó de sus negocios en La Guaira, Goenaga Landa & Co., y regresó a Puerto Rico en 1847. El 26 de marzo de 1850 su padre le otorgó un poder general y se retiró de la participación activa en los negocios de la familia142. Bajo estas condiciones la sociedad fue prorrogada repetidamente hasta el 19 de diciembre de 1861 cuando, por la insistencia de José Rufino, decidieron disolverla para poder abonar los capitales a los comanditarios, José Jesús Goenaga, José Lucas Aranzamendi y la viuda de Alberto Saleses, representados por José Rufino, y a Elzaburu como gestor. Posteriormente formaron una nueva sociedad. Elzaburu, encargado de la liquidación, debía pasar cuentas cada cuatro meses en adelante pero no lo hizo debido a la complejidad que conllevaba la contabilidad atrasada. Esto produjo pleitos entre los socios que en 1865 fueron llevados a la Real Audiencia lo que dio lugar a la quiebra de Elzaburu y de la nueva compañía 142. Sonesson, 2000, 259-261. AHN, Ultramar, leg. 2.043, exp. 8. AGPR, Fondo Judicial, Audiencia, Serie Civil, Tribunal de Comercio, caja 51. AHPGO, Protocolos de Marina, Francisco J. Soraiz 1848, leg. 2.527, 1849, leg. 2.528. Banko, 1990, 479. AGPR, Protocolos San Juan, Gervasio Puente 1859, caja 537, ff. 453v-454v. El comerciante José Ignacio de Ezquiaga, natural de Alzo, Guipúzcoa, había emigrado de Caracas en 1821 y se dedicaba al tráfico con Venezuela a través de puertos neutrales y, a partir de 1834, a través del Depósito Mercantil.

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el 3 de junio de aquel año. El problema de Elzaburu no tuvo su origen en sus transacciones mercantiles, sino que fueron, por un lado, los antiguos compromisos y, por otro, el hecho de que se involucrara en la agricultura de la familia, y las dificultades de la industria azucarera a partir de la caída de precios en 1842, en combinación con la muerte de personas claves que derribaron la estructura143. Propiedades agrícolas del grupo de La Guaira El éxito de las operaciones mercantiles de José Xavier Aranzamendi llevó a invertir los beneficios en propiedades agrícolas. A diferencia de otros comerciantes inmigrantes, en el grupo de La Guaira no percibimos el fenómeno de retornos al final de una carrera, que les obligaban a distribuir sus ganancias y admitir sucesores nuevos. No pudieron regresar a Venezuela; los problemas de Rufino Goenaga dan fe de ello. En España solamente quedaban los hijos de Manuel María Elzaburu, miembros ya de la diáspora. Sus descendientes se quedaron en Puerto Rico. Aranzamendi compró terrenos en varios lugares de Bayamón desde 1816 o 1817. Poco a poco acumulaba parcelas alrededor del Río Hondo –en la época de desarrollo de los cafetales– que todavía no proporcionaban beneficios para cubrir las inversiones de establecimiento. Hacia 1820 era el dueño de la hacienda “Nuestra Sra. del Carmen”, renombrada “Río Hondo”, en Barrio Pájaros y de ahí en adelante, hasta su muerte, añadió terrenos en sitios cercanos nombrados “Quinto”, “Santa Cruz” y “Cerro Gordo”. Al mismo tiempo mantuvo negocios con las familias Geigel, Buist y Andino Dávila, propietarios de Bayamón, que continuaron después de su muerte144. El examen de las propiedades alrededor de Bayamón –a base de documentación parcial– demuestra una gran actividad de compra y venta y los problemas con los que se encontraron a la hora de reunir terrenos y crear haciendas de capacidad suficiente para financiar la transformación de los antiguos hatos. A la muerte de José Xavier Aranzamendi en 1836 no hicieron liquidación ni partición de bienes; evidentemente no consideraron que fuese urgente hacerlo. No fue hasta la muerte de José Ramón Goenaga cuando prestaron atención al asunto. José Lucas estaba a cargo de la Sucesión 143. AGPR, Fondo Judicial, Audiencia, Serie Civil, Tribunal de Comercio, caja 10, exp. 106. 144. AGPR, Municipio de Bayamón, cajas 412, 413. León Borja de Szászdi, 595-604. AGPR, Protocolos Bayamón, Otros funcionarios, cajas 703, 704.

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Aranzamendi, con un poder de su hermano, hasta la muerte de éste a principios de 1845. Entonces José Lucas otorgó un poder el 14 de julio a su hijo José Esteban para administrar “Quinto y Río Hondo”. José Rufino heredó “Río Hondo” a la muerte de su padre en 1860 o 1861, y el 27 de enero de 1865 firmó una escritura de obligación a Martín Dansó, en la que hipotecaba las 444 cuerdas; se declaró en quiebra el 13 de febrero de 1867, y el 15 de junio de 1874 Dansó la compró en venta judicial145. No consta ni cómo ni cuándo José Jesús Goenaga la adquirió pero en el reparto de subsidio hacia 1846 figura como el dueño de una hacienda, de una caballería y de 116 cuerdas.Creemos que se trata de la hacienda “Santa Cruz”. Ésta había pertenecido a Cayetano Nater. La hacienda “Santa Cruz” había pertenecido a Cayetano Náter a principios de siglo. No se sabe si fue Aranzamendi quien la adquirió; es posible que fuera José Jesús Goenaga quien la comprara después de 1836 a un precio de 65.522 pesos; de esto Aranzamendi Hermanos era acreedor por 14.000 pesos y Fernando Fernández por 21.625 pesos, con otros individuos hasta un total de 53.122 pesos. En todo caso, el 24 de diciembre de 1840 Goenaga –posiblemente a nombre de la Sucesión Aranzamendi– firmó un contrato con un tal Federico Rodríguez para cortar la caña de la hacienda “Santa Cruz” en la zafra de 1841. La muerte intestada el 21 de septiembre de 1841 de su hijo José Ramón Goenaga les obligó a ponerla en subasta en 1842 para poder distribuir la herencia entre los herederos de José Ramón; entonces, en 1843, su producto anual se estimaba en 3.000 pesos146. José Nicolás se dedicó a la agricultura, primero en Mayagüez por su matrimonio con Úrsula Mangual, y luego por iniciativa propia en Ponce y Manatí. En 1833 compró –no sabemos a quién– la hacienda “Esperanza” en Barrio Vayas, Ponce; hay que suponer que el vendedor, como muchos otros, estaba endeudado con su padre. Hacia 1836 era la tercera en importancia en el barrio. A finales de 1844, antes de la muerte de José Nicolás, “Esperanza” tenía 150 cuerdas con 78 esclavos y un capital de 34.000 pesos que rendía 5.800 pesos en productos. 145. Infiesta, 1897, 113-117. “Quinto” había sido propiedad del francés Antonio Daubon y Dupuy a principios de siglo; permaneció en la familia Aranzamendi hasta la quiebra de José Lucas y la liquidación de la sucesión en 1874 (AGPR, Protocolos San Juan, Juan Ramón Torres 1874, 1, ff. 385r-406v.). AGPR, Municipio de Bayamón, caja 413. AGPR, Protocolos San Juan, José Hinojosa 1845, caja 437, f. 347. No hemos localizado una escritura de venta de “Quinto y Río Hondo”. 146. León Borja de Szászdi, 1992, 630. AGPR, Protocolos Bayamón, Otros funcionarios 18401844, caja 706. AGPR, Protocolos San Juan, Juan B. Núñez 1842, caja 449, f. 307r-v. Gaceta del Gobierno de Puerto Rico, 10 de diciembre de 1842 y 4 de febrero de 1843.

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En 1845, cuando José Nicolás hubo fallecido, hicieron un arreglo de partición y canje con la viuda. El resultado fue que ella obtuvo “Dos Hermanos” en Barrio Pastillo, Juana Díaz, que había sido desarrollada con capital de Mangual, y valorada en 114.000 pesos. En esta última hacienda estaban comprendidas tres estancias de pastos que fueron trasladadas a “Esperanza”. Al final la herencia de José Lucas, es decir, la “Esperanza” y las tres estancias, valía 104.000 pesos macuquinos; la diferencia se ajustó en efectivo. En los años sucesivos la “Esperanza” se mantuvo bien; en 1850 su capital fue de 48.100 pesos aunque solamente 2.249 pesos correspondían a productos. Pero en 1865-1866, antes de la quiebra de José Lucas el 25 de agosto de 1866, se recuperó, y el capital fue estimado en 80.000 pesos con 11.444 pesos en productos147. El problema de José Lucas no fue la productividad de esa hacienda. En 1869 declaró que solamente gozaba del usufructo de “Esperanza” porque la testamentaría de su hermano todavía no había sido concluida y había cuentas con Úrsula Mangual sin liquidar, otro ejemplo de la tendencia a descuidar la contabilidad y tolerar deudas dentro de la familia. El resultado fue que “Esperanza” fue vendida en pública subasta el 20 de febrero de 1869 a Carlos Morales por 110.000 escudos. La suma fue distribuida entre los acreedores: a Morales 53.673,84 escudos, a C. Cabrera y Compañía 33.145 escs., a Ángel Aguerrevere 4.090 escs., y a Ricardo Burton 2.246 escs. Además, había un crédito refaccionario de C. Cabrera y Compañía por 17.292 escs. Por su parte, Morales tomó posesión el 5 de abril de 1869, pero en 1871 es Carlos Cabrera quien figura como el dueño de “Esperanza” con un capital de 225.000 pesetas (55.000 pesos)148. Posiblemente como parte del arreglo que dio fin a sus negocios con Ulanga y Ortiz en 1841 en Arecibo José Nicolás compró a Cristóbal Maldonado una estancia de 160 cuerdas en el sitio Los Indios, Barrio Bajura, de Manatí, donde la conversión hacia la producción de azúcar estaba comenzando. José Lucas la heredó y la mantuvo hasta que en 1863 compró la hacienda “Monserrate” a Salvador Calaf y Serra. Calaf, natural de Villanueva y Geltrú, llegó a Puerto Rico en 1833 junto con un hermano y montó una pulpería en San Juan. Hacia 1842 expandió sus actividades con inversiones en terrenos en Manatí y a partir de 1845 en la industria azucarera. Hacia 1857 el conjunto de sus propiedades recibieron el nombre de ha147. Scarano, 1984, 153. Pérez Vega, 1985, 92-103. AMP, leg. 29, exps. 3, 309, 477; leg. 30, exp. 936. AGPR, Protocolos Ponce, Luis Capó 1845, caja 1946, ff. 491v-495v. No hay mención de los hijos de Nicolás en la documentación; probablemente murieron siendo niños. 148. AGPR, Protocolos San Juan, Juan Ramón Torres 1869, caja 49, ff. 57r-58v, ff. 35v-106r, ff. 225r-259v. AMP, leg. 31, exp. 18. Sonesson, 2000, 184-185. Ramos Mattei, 1988, 64-66. Un peso corresponde a dos escudos o cinco pesetas.

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cienda “Victoria”; continuó con otras adquisiciones hasta 1863 cuando lo cambió por “Monserrate”. Entonces José Lucas Aranzamendi tomó la arriesgada –si no irracional– decisión de comprar la “Monserrate” a Calaf; consolidó de este modo los terrenos con los suyos para formar un total de 378,67 cuerdas, 194,74 de éstas sembradas de caña de azúcar149. Si consideramos el estado precario de las finanzas de José Lucas en estos años, es posible comprender el descuido de la propiedad, ya que no pudo cumplir con las condiciones de pago. El 20 de noviembre de 1865 hizo cesión de sus bienes a favor de los acreedores y el 25 de agosto de 1866 el Juzgado de Primera Instancia de San Juan le declaró en concurso necesario. Debía a Juan Landrón 60.000 pesos y varias cantidades a otros individuos. El 11 de enero de 1867 firmó una obligación a sus refaccionistas Storer y Compañía desde el 16 de octubre de 1865. Al final fue Salvador Calaf quien compró “Monserrate” en la subasta pública el 16 de enero de 1869 a un precio muy ventajoso: 85.000 pesos. Para entonces José Lucas ya había muerto el 16 de enero, 1868, en Bayamón; sin embargo, los pleitos continuaron150. José Xavier Aranzamendi no poseía propiedades al este de San Juan, pero desde los años treinta Aranzamendi Hermanos refaccionaba haciendas en Cangrejos y Trujillo Bajo (ahora Carolina) que pertenecían a la sucesión del irlandés Miguel Kearny, al escocés Enrique Buist y Smith, y al grupo de descendientes de Gaspar Martínez de Andino y de Fernando Casado, así como a la familia Vizcarrondo. A partir de 1841 continuaron la refacción, a excepción de las propiedades de Buist y Vizcarrondo. Pero José Nicolás vio posibilidades en el área donde había terrenos para nuevo cultivo y así el 13 de abril de 1835 solicitó cuatro caballerías de terrenos baldíos sobre el canal entre la laguna de San José y Cangrejos. Recibió dos caballerías en ese punto estratégico que daba acceso a las haciendas en Trujillo Bajo para la extracción de sus productos. La hacienda “Río Viejo” de Buist tenía interés porque estaba ubicada precisamente allí en el Barrio Cangrejos. Además, es preciso mencionar que el 16 de marzo José Ramón Goenaga también recibió dos caballerías en Trujillo Bajo, sitio Zaguaso151.

149. AGPR, Protocolos San Juan, Juan B. Núñez 1841, caja 491, ff. 6v-9r. Vázquez Medina, 1986, 29-30, 40-53, 209. 150. Ibid., 53-63, 101-103. AGPR, Protocolos Bayamón, Ramón Rodríguez 1867, ff. 3r-4v. Protocolos San Juan, Juan Ramón Torres 1869, caja 49, ff. 35v-106r. AGPR, Fondo Judicial, Audiencia, Serie Civil, Juzgado de la Catedral 1870, caja 19. 151. Picó, 2003, 37-38. AGPR, O.P., Propiedad Pública, caja 374. León Borja de Szászdi, 1992, 648-650. AGPR, Protocolos San Juan, Juan B. Núñez 1842, caja 499, ff. 97v-98v. Protocolos de San Juan, José Hinojosa 1847, caja 431, ff. 242v-244r, caja 439, ff. 543v-544r. Sobre el desarrollo agrícola al este de San Juan, ver Giusti-Cordero, 1994.

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El vínculo con la familia Vizcarrondo, una de las más antiguas e importantes de la isla, había estado limitado a la refacción de sus haciendas hasta la muerte de Andrés Cayetano Vizcarrondo y Martínez de Andino el 12 de diciembre de 1840. La testamentaría y distribución entre sus hijos vivos, José, María Asunción, Andrés Salvador, María Francisca, Lorenzo, Margarita y Juan Eugenio, con descendientes de su hijo mayor Antonio, resultó compleja. La oportunidad de invertir en terrenos fraccionados –algunos con deudas– que los herederos pusieron en venta, atraía a los acreedores del sector mercantil, con el arreglo de cuentas, y la creación de nuevas entidades. La hacienda “Santa Bárbara” en el Barrio Hoyo de Mulas tenía deudas de refacción con Aranzamendi Hermanos y despertó el interés de los socios y la familia. Lorenzo Vizcarrondo vendió el 3 de septiembre de 1845 su parte de la hacienda y la de su hermano Andrés Salvador, residente en Venezuela, a un total de 7.474 pesos. El comprador fue José María Goenaga Arévalo, el hermano de José Jesús. Lorenzo, por su parte, estaba acumulando otros terrenos para formar su propia hacienda “Carmen”152. Pero las deudas y las controversias entre los herederos les obligó a solicitar el 24 de noviembre de 1846 la venta de “Santa Bárbara” en subasta pública a un valor estimado de 86.952 pesos. A pesar de repetidos remates en 1847 y 1848, años de crisis mundial, aparentemente la venta no se verificó hasta finales de 1849 cuando José Rufino Goenaga la compró en su nombre y en el de José Lucas Aranzamendi; Felipe Coronado Andino y José Esteban Goenaga fueron los otros consorcios. El 16 de enero de 1850 José Jesús y José Rufino Goenaga vendieron sus partes a Coronado por 27.000 pesos. Posteriormente Lorenzo y Andrés Salvador Vizcarrondo otorgaron una fianza el 31 abril para Coronado, quien firmó una hipoteca por 27.000 pesos. El 24 de diciembre de 1859 se firmó la carta de pago153. Coronado resultó el dueño de la hacienda en sociedad con José Vizcarrondo, su cuñado, que fue uno de los herederos; Elzaburu y Compañía continuaron como refaccionistas. Además, Bartolomé Elzaburu, el gestor de la compañía, se había casado en 10 de octubre de 1849 con una hija de José Vizcarrondo; en adelante fue el administrador del feudo de “Santa Bárbara”. La estrategia de la familia resulta evidente desde 1846. Sin embargo, la hacienda estaba cargada con deudas antiguas, algunas de un tanto por ciento al mes, y Coronado carecía de capital nuevo para desarrollarla. 152. AGPR, Protocolos San Juan, José Hinojosa 1845, caja 437, ff. 414v-415r. AGPR, Protocolos Trujillo Bajo, Otros funcionarios 1846-1849, caja 1.213, ff. 26r-27v. 153. AGPR, Protocolos Trujillo Bajo, Otros funcionarios 1850-1851, caja 1.214, f. 97r-v. AGPR, Protocolos San Juan, Gervasio Puente 1859, caja 537, ff. 453v-454v.

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La hacienda producía un déficit que crecía con los años y cuando la sociedad con Vizcarrondo se disolvió en 1855 debió asumir deudas adicionales; hacia 1865 –cuando Bartolomé Elzaburu y la nueva Elzaburu y Compañía quebraron– habían llegado a 127.635 pesos. En 1869, después de la muerte de Vizcarrondo y Felipe Coronado, las deudas alcanzaron los 191.767 pesos contra un valor de la propiedad de 113.845 pesos. La sucesión estaba en quiebra. La hija natural de Coronado, Cecilia, fue la única heredera y, para salvar la situación, Elzaburu rebajó los créditos contra la sucesión con 70.407 pesos. El 25 de mayo de 1870 compró la hacienda a Cecilia y a su marido Juan Vicente Vizcarrondo y tomó posesión el 30 de diciembre; en julio de 1874 recibió la carta de pago154. Uno de los problemas más serios, aparte de la crisis general en la industria azucarera en los años sesenta, fue el atraso en la contabilidad y la costumbre de no liquidar y hacer partición de las herencias. Mientras los herederos y socios se mantuvieron de acuerdo todo fue bien, pero cuando José Rufino Goenaga trató de averiguar el valor de los bienes de su padre, quien murió a principios de 1861, se descubrió la desunión de la familia, sin duda agravada por la orientación política de Rufino y varios miembros de la familia Vizcarrondo. La demanda impuesta por Rufino contra Bartolomé Elzaburu el 7 de noviembre de 1865 a ver los libros de contabilidad de Elzaburu y Compañía puso en movimiento el desenlace de las fortunas del grupo que había llegado de La Guaira. Desde sus negocios en La Guaira la endogamia del grupo había apoyado la creación y expansión de sus fortunas a base de la solidaridad familiar, que toleraba el endeudamiento entre los miembros. Pero esa misma solidaridad, bajo presión de múltiples herederos, ya no pudo encubrir la fragilidad de la estructura ante los cambios económicos en la isla a mediados de siglo, y produjo un efecto dominó en las quiebras entre 1865 y 1870. A esa altura los herederos de los Aranzamendi, los Goenaga y los Elzaburu habían dejado el comercio y la agricultura y habían pasado a formar parte de la clase de profesionales, funcionarios del gobierno, políticos e intelectuales; fueron nuevos inmigrantes del País Vasco, parientes de José Ignacio de Ezquiaga, los que continuaron los negocios155. 154. Su padre, Joaquín Coronado y Molina Miñano, fue un abogado pardo que había llegado de Cumaná y se había casado con Bárbara Andino Dávila; murió en 1805, habiendo perdido su oficio de alguacil mayor. La hermana de Felipe, Josefa Coronado, se casó con José Vizcarrondo (AHN, Ultramar, leg. 428, exp. 24). AGPR, Fondo Judicial, Audiencia, Serie civil, Tribunal de Comercio, caja 51; Juzgado de la Capital, caja 20. AGPR, Protocolos San Juan, Juan Ramón Torres 1874, 1, n. 207, ff. 658r-659v.; 1888, 1, caja 119, ff. 379r-383v. 155. Sobre el origen del grupo de vascos que continuaron los negocios, ver Sonesson, 2000, 84-87.

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La “Santa Bárbara” permaneció en manos de la familia por lo menos hasta 1891. El 1.º de febrero de 1886 la viuda de Bartolomé Elzaburu firmó un contrato de arrendamiento con “Sobrinos de Ezquiaga” de 451 cuerdas, que duraría hasta el 30 de junio de 1891. De esta manera, la hacienda se convirtió en una colonia de la Central Buena Vista, propiedad de “Sobrinos de Ezquiaga” desde 1869. Pero los Elzaburu, siempre residentes en San Juan, pasaron los veranos en la casa de “Santa Bárbara”. En 1924 Pedro Elzaburu y Vizcarrondo soñaba con los veranos de su niñez: ¡Cómo vienen a mi memoria aquellos tiempos de mi niñez en la apacible casa de mis padres en nuestra hacienda “Santa Bárbara” de la jurisdicción del pueblo de Carolina! Rodeada de grosellos, con su alegre flamboyant, cubierta de flores a la derecha y un quenepo, que del balcón nos permitía coger su fruto; los bosques de sus cerros en los que resonaba dulcemente el canto del ruiseñor, del zorzal y la tórtola, y la sala modesta pero arreglada con buen tono, ostentando en su centro un cuadro de la Virgen de la Providencia, protectora de la patria, y el retrato de nuestro hermano mayor ausente en España en estudios universitarios, y por último aquel jardín cuidado por las manos de nuestra madre adorada156.

156. Elzaburu, 1924.

CONCLUSIONES

La presencia de inmigrantes vizcaínos y vasco-navarros en Venezuela en el siglo XIX tuvo su origen en factores internos de las provincias, en cambios en el mercado internacional y en un nuevo interés por parte de la Corona de promover sus colonias carentes de riqueza minera. Las provincias vascongadas no habían sido incorporadas al sistema administrativo de la monarquía. Sus leyes forales, en vigor desde la Edad Media, impidieron la explotación eficiente de las tierras; prohibían la división de los terrenos entre los herederos, de modo que solamente un individuo tuvo acceso a los bienes de la familia. Cuando la población comenzaba a crecer en el siglo XVIII, los demás hijos tenían que buscar otras ocupaciones o emigrar, temporal o definitivamente, al interior de la península o a América. Al mismo tiempo, la exportación de los productos tradicionales, lana y hierro, encontró competencia en el mercado europeo. Los pueblos de la costa de Vizcaya pudieron responder a través de sus actividades marineras y la emigración estacional hacia Madrid. Navarra tenía salida hacia Francia, Madrid y Cádiz. Pero Guipúzcoa tenía menos tierra cultivable y peores comunicaciones hacia el interior; por lo tanto, urgía encontrar otra solución al problema de la superpoblación. La solicitud de crear una compañía privilegiada para el comercio con Venezuela coincidía con el interés del gobierno de hacerse con el control sobre la creciente exportación de cacao y tabaco y redirigir su destino de México hacia Europa. La Compañía Guipuzcoana fue creada en 1728 y de ahí en adelante envió empleados a La Guaira y Puerto Cabello. Mantenía las comunicaciones con España protegida por una flota de corso que impedía el contrabando de Curazao. En ese tráfico predominaban los marineros vizcaínos, mientras que los funcionarios generalmente fueron reclutados en Guipúzcoa o Navarra. Pero una vez que los privilegios de la Compañía fenecieron en 1781, otros contingentes de vascos empezaron a llegar, muchos de ellos de Cádiz. La economía de la colonia respondió a la política comercial, una vez que se introdujo el sistema de libre comercio a partir de 1778. Como respuesta a la competencia de otros productores de cacao en el mercado de México, algunos hacendados diversificaron su producción al incluir café, añil y azúcar. Hasta 1796 el mercado nacional predominó, pero el asunto

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del comercio creó tensión con los hacendados en el Consulado a partir de su creación en 1793. La diseminación de las ideas liberales a través de las comunicaciones con las colonias extranjeras por viajeros y prisioneros franceses sólo hizo aumentar la inquietud en la sociedad del puerto. Los vascos que vivían en La Guaira en las últimas décadas del siglo XVIII habían emigrado voluntariamente, algunos como empleados del gobierno. Otros estaban vinculados a la Compañía Guipúzcoana, sea de oficiales, sea de marineros en los buques del corso. Otros eran comerciantes por su cuenta o agentes de comerciantes y hacendados establecidos en Caracas, casi todos enviados por casas en Cádiz, donde el elemento vasco-navarro dominaba el tráfico. Debido al tamaño limitado de la capa social en el puerto los miembros tendían a casarse entre sí y a formar una endogamia de vascos que les ayudaba a mantener su identidad y sus tradiciones. Otra solución se basaba en la búsqueda de cónyuges entre las hijas de familias de menor categoría, no necesariamente vascos, pero establecidas desde varias generaciones. En el limitado círculo social se destacaron las mujeres que organizaban fiestas y mantenían relaciones de amistad entre los españoles. La conspiración de Gual y España que se produjo en 1797 rompió la tranquilidad entre los españoles de primera o segunda generación en La Guaira, incluyendo a los vascos. La reacción, sumamente fuerte por parte del gobierno en Caracas y Madrid, revela el temor a que pudiera extenderse a otras provincias, sobre todo entre pardos y negros. No solamente fueron arrestados, condenados o expulsados los cabecillas, sino también oficiales y soldados pardos, comerciantes y toda clase de individuos sospechosos –con o sin razón– de sentimientos revolucionarios. Fueron enviados a Cádiz, Puerto Rico, La Habana, la Florida y San Juan de Ulúa en México. Es decir, que el propósito fue la mayor dispersión posible; de ese modo la acción del gobierno creó una verdadera diáspora de la comunidad de inmigrantes. Los vascos expulsados que habían sido empleados de la Guipuzcoana y comerciantes lograron mantener el contacto con sus familiares que permanecieron en Venezuela, otro requisito de la diáspora. Esto se evidencia en las actividades comerciales que hemos documentado durante la década siguiente. En los años de guerra continuaron ofreciendo comunicaciones con la península a través de Puerto Rico y de puertos neutrales. En 1810 incluso trasladaron su sede de La Guaira a San Juan, donde se sirvieron de buques bajo bandera neutral para escapar de los ataques de corsarios repu-

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blicanos y de la flota británica. El vínculo entre Venezuela y España no se cortó, solamente se desvió. El estudio de la segunda fase del movimiento, es decir de La Guaira a Puerto Rico, se canaliza en el papel clave de un miembro del grupo de La Guaira, José Xavier de Aranzamendi, quien siempre había sido fiel a la causa realista y en Puerto Rico ganó renombre por su colaboración con el gobierno; en el proceso logró acumular una fortuna y fundar una empresa comercial que le permitió incorporar a sus familiares que llegaron en el éxodo de 1821. Entre los peninsulares expulsados por el gobierno republicano y los criollos realistas que prefirieron el exilio se encontraron parientes y socios que habían podido quedarse allí. Reunidos en Puerto Rico perpetuaron la costumbre de buscar cónyuges dentro del grupo que les sirvió para crear una nueva vida en el exilio. La cohesión social entre hijos, cuñados y yernos les ayudó a fundar negocios que perduraron a través de tres generaciones sin forzar la liquidación de cuentas y distribución de los capitales. En cuanto a los herederos sabemos que permanecían unidos y no exigieron el acceso a sus bienes para poder retirarse a otro lugar, sino que estaban satisfechos con los ingresos producidos, las deudas internas solamente crecían. En parte esto se explica porque, a diferencia de otros comerciantes inmigrantes de la península o el extranjero que al final de su carrera retornaban a su origen, los vascos expulsados de La Guaira que se mantenían realistas no pudieron regresar, ni tuvieron parientes en España aparte de algunos que habían vivido allí en la diáspora desde el principio. En consecuencia, formaron nuevas relaciones de negocios –y eventualmente familiares– con las antiguas familias terratenientes en la isla. Si la solidaridad en familia y negocios fue marcada, no ocurrió lo mismo con respecto a la orientación política. El lugar y el ambiente donde cada miembro se había criado se refleja en sus actitudes políticas. Los que permanecían vinculados a Venezuela tuvieron que sufrir la persecución por parte del gobierno conservador157. El comercio y la navegación constituían únicamente la primera fase en las carreras de los miembros del grupo. En vez de retirarse a su provincia original, invirtieron sus beneficios en bienes raíces. Bien por matrimonio, o bien por vía de refacción adquirieron propiedades agrícolas que manejaron con mayor o menor éxito. La formación de familias en la segunda generación con miembros de la vieja elite de Puerto Rico les aseguró una 157. La experiencia de otros grupos puede compararse en Sonesson, 1995 y 2003.

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prominente posición social que no hizo mejorar la económica. Cuando sus hijos quisieron expandir las operaciones hacia el este de San Juan tuvieron problemas, teniendo que recurrir a créditos comerciales protegidos por un sistema de deudas entre los miembros de sus familias, a veces a tipos muy altos. La solidaridad entre ellos había ocultado la debilidad de su organización y en 1858 la situación se hizo precaria cuando el primer esfuerzo de distribuir los capitales descubrió tal estado; se rompió entonces la cohesión. De ahí en adelante se sucedieron los problemas. El resultado fue un efecto dominó que en 1869 hundió la estructura de la familia. Las generaciones siguientes pasaron a formar parte de la clase de profesionales, intelectuales, políticos y empleados del gobierno de orientación liberal o autonomista, algunos de gran renombre en la historia de la isla. En la historia de la diáspora de La Guaira destaca el juego de varios factores que contribuyeron a su creación y desarrollo, y que satisfacen razonablemente los criterios señalados por Kim D. Butler158. En el País Vasco la superpoblación y la falta de salida hacia el interior inspiró la decisión política de crear la Compañía Guipuzcoana. En La Guaira el limitado círculo de familias en el que los vascos se movían contribuía a la formación de una endogamia cuya cohesión perduró durante un siglo entre sus descendientes. La expulsión a causa de la conspiración de Gual y España no fue óbice para cortar la comunicación entre los miembros dispersos y sus parientes en Venezuela; continuaron a través de relaciones comerciales y de navegación manteniendo sus contactos hasta que a partir de 1821 se reunieron en Puerto Rico. En la segunda fase el hecho de que encontraran en la sociedad receptora una organización comercial que les aceptaba consolidó la cohesión del grupo. La serie de fallecimientos en momentos críticos no la destruyó pero con el tiempo perjudicó la situación económica de los herederos. La falta de movilidad que limitaba sus opciones acerca de donde invertir sus ganancias se refleja en las quiebras y en los problemas políticos de los que quisieron regresar a Venezuela. Al final encontraron la solución en otros tipos de empleo independientes del comercio y la agricultura y lograron ejercer su influencia en la vida intelectual y en la política autonomista.

158. Butler, 2001.

Apéndice: Genealogías

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Cuadros

Vascos en la diáspora. La emigración de La Guaira a Puerto Rico 141

Cuadro 1 INDIVIDUOS IMPLICADOS EN LA CONSPIRACIÓN DE GUAL Y ESPAÑA ENVIADOS A CÁDIZ 29 DE AGOSTO 1797 Fuente: AGI, Estado, 71-2 c. Nombre Canibens, D. Pedro Lartigué de Conde, D. Juan Sánchez, D. Domingo Sinza, D. Francisco Sorondo, D. Joaquín Goenaga, D. Martín (a) Larruleta, D. Miguel Mendiri, D. Juan José Ronan, D. Patricio Ufano, D. Miguel

Empleos Cirujano Rl. Hospital Guaira Teniente Cuerpo Ingenieros Ofic. interino Contaduría Guaira Hacendado Comerciante Ofic. interino Contaduría Guaira Ofic. mayor Contaduría Guaira Hacendado Comerciante Guardamayor, Contador interino Guaira Teniente Cpo. Ingenieros Cadete B.Vet. Caracas, Ing.Vol.

Notas: Todos acogidos al indulto 21/7 1797. (a): El documento dice Joaquín por error. (b): El documento dice francés europeo por error.

Patria

Estado Buque

Francia Francia Criollo España (b) España España España (b)

Cas. Cas. Solt. Cas. Solt. Cas. Cas.

Arrogante Arrogante Arrogante Arrogante Arrogante Volador Volador

España España Criollo

Vdo. Volador Solt. Volador Solt. Volador

142 Birgit Sonesson

Cuadro 2 INDIVIDUOS IMPLICADOS EN LA CONSPIRACIÓN DE GUAL Y ESPAÑA ENVIADOS A PUERTO RICO 29 DE AGOSTO 1797 Fuente: AGI, Estado, 71-2 Nombre Archila, D. José Díez de la Fuente, Vicente García, José Tasa, D. Juan de la Lindo, Domingo Granadillo, Miguel Torre, Fermín de la Pérez, José Segundo Ledesma, José María Machado, Juan José Otamendi, Atanasio Martínez, Felipe Príncipe, José Ramón Granadino, Miguel Abreu, J. José de la Trinidad Cardozo, Tomás Azcárate, José Antonio

Empleos

Patria

Estado

Sarg. vet. Mil. Cab., Caracas Sold. Bat. Vet. Inf. Cabo 1 Vet. Inf. Pract. Rl. Hospital Sarg. Mil. Pard. Caracas Sarg. Mil. Pard. Art. Guaira Cabo 1 Mil. Pard. Art. Guaira Cabo 2 Mil. Pard. Art. Guaira Cabo 2 Mil. Pard. Art. Guaira Sold. Mil. Pard. Art. Guaira Sold. Mil. Pard. Art. Guaira Sold. Mil. Pard. Art. Guaira Sold. Mil. Pard. Art. Guaira Sold. Mil. Pard. Art. Guaira Sold. Mil. Moren. Art. Guaira Boticario Guaira Zapatero (militar?)

España España España España Criollo Criollo Criollo Criollo Criollo Criollo Criollo Criollo Criollo Criollo Criollo Criollo Criollo

soltero blanco soltero blanco casado blanco casado blanco soltero pardo casado pardo soltero pardo soltero pardo soltero pardo soltero pardo soltero pardo soltero pardo soltero pardo casado pardo casado pardo casado pardo casado -

Nota: Todos, excepto Azcárate, acogidos al indulto 21 de julio de 1797.

Vascos en la diáspora. La emigración de La Guaira a Puerto Rico 143

Cuadro 3 REOS ENVIADOS 10 DE JUNIO 1799 A CUMPLIR CONDENAS FUERA DE VENEZUELA POR SU PARTICIPACIÓN EN LA CONSPIRACIÓN DE GUAL Y ESPAÑA EN 1797 Fuente: AGI, Estado, 71-2 Nombre Barquilla, Pedro Ignacio León, Nicolás (a) Croquer Aranzamendi, D. José Xavier Estrada, D. Vicente Acosta, D. Lorenzo García, Juan de Dios Pino, Juan José Grana, D. Francisco González, Fernando Cuevas, Juan de Dios Valenciano, D. Esteban Granadino, Pedro Manuel Sandoval, D. Tomás González, D. Juan Agustín Peraza, D. Luis Azcanio, D. Nicolás Angulo, Florencio Oramas, D. Francisco García, D. Jacinto Cordero, José Isidro Amezcaray, D. Bonifacio García, D. Juan Lorenzo Montesinos Rico, D. José Noguera, José Antonio Arrambide, D. Juan Xavier Agustín, Nicolás González, Francisco Torres, Francisco Amador, D. Martín Montesinos Rico, D. Manuel Camacho, José del Rosario Camacho, José Domingo Camacho, José Antonio

Empleos Sargento Pardos Subteniente Comerciante Bodeguero Sargento de Carayaca Artillero Comerciante Cabo Veterano Cabo Veterano Labrador Presbítero Presbítero, cura Guaira Abogado Cadete de Caballería Cabo Milicias, Caracas Carcelero Guaira Pardo Cap.Puerto, Trinidad Comerciante Artillero Soldado Veterano

Comerciante Carpintero Labrador Sargento Veterano

Destino Puerto Rico Puerto Rico Puerto Rico Puerto Rico Puerto Rico Puerto Rico Puerto Rico Puerto Rico Puerto Rico Puerto Rico Puerto Rico Puerto Rico España España La Habana La Habana La Habana La Habana La Habana La Habana La Habana La Habana La Habana La Florida La Florida La Florida La Florida La Florida La Florida S. Juan de Ulúa S. Juan de Ulúa S. Juan de Ulúa S. Juan de Ulúa

Comentario Preso Caracas Preso Caracas Preso Caracas Preso Caracas Preso Guaira Preso Guaira Preso Guaira Indultado Preso Caracas

Preso Caracas Preso Caracas Preso Guaira

Preso Caracas Preso Caracas Preso Caracas Preso Guaira Preso Guaira

Preso Caracas Preso Caracas Preso Caracas Preso Caracas

144 Birgit Sonesson

Cuadro 4 CONSIGNACIONES DE MERCANCIAS DESTINADAS O PROCEDENTES DE LA GUAIRA 1807-1812 Destino Cádiz Puerto Rico Gibraltar Filadelfia Baltimore Nueva York San Thomas Curazao San Bartholomé Cumaná N.Barcelona Margarita

1807

1808

1809

1810

1811

1812

Total

31 9 0 48 38 5 77 1 0 42 32 2

19 7 0 15 13 0 11 37 3 93 34 12

95 13 0 23 20 11 13 103 5 88 50 15

42 11 1 30 25 19 30 119 7 69 33 21

1 0 15 20 20 27 39 49 4 36 15 16

5 6 15 13 30 6 63 25 4 17 32 2

193 46 31 149 146 68 233 334 23 345 196 68

Fuente: Lucena Salmoral, Manuel: Características del comercio exterior de Caracas durante el sexenio revolucionario 1807-1812, Madrid, 1990, págs. 183-218.

Índice onomástico

Abraham (Abrans), Jorge, 101. Ackers, William, 89. Acosta Calvo, Carmen, 92. Acosta Calvo, José Julián, 92. Ágreda, Manuela, 39. Aguado, Mariano, 57. Aguerrevere, Ángel, 109. Aguerrevere Sanzberro, Pedro Ignacio, 66. Alayón, Carlos, 101. Alayón, Nicolás, 100, 101. Alustiza Goiburu, José Esteban, 54, 87. Alustiza Naranjo, María Ángela, 54, 91. Álvarez, Policarpio, 87. Álvarez Pagola Martínez Valderrama, Juana, 57. Amezaga Aresti, Vicente, 26. Arano, Francisco, 52. Arano Oronoz, María Juana, 52. Aranzamendi, Domingo, 58. Aranzamendi Astarloa, Alberto, 86. Aranzamendi Astarloa, Carlos, 85. Aranzamendi Astarloa, Francisco B., 85. Aranzamendi Astarloa, Genaro, 85. Aranzamendi Astarloa, José Lucas, 85. Aranzamendi Astarloa, María del Carmen, 86. Aranzamendi Eguiguren, José Xavier, 16, 36, 37, 42, 53, 58, 59, 60, 64, 65, 66, 70, 71, 72, 73, 74, 75, 76, 77, 78, 79, 84, 86, 87, 92, 93, 96, 99, 105, 107, 108, 110, 118. Aranzamendi Elzaburu, José Lucas, 53, 60, 85, 91, 95, 100, 104, 106, 107, 108, 109, 110.

Aranzamendi Elzaburu, José Nicolás, 60, 78, 85, 95, 99, 100, 101, 102, 104, 106, 108, 109, 110, 111. Aranzamendi Garaizabal, Agustín, 59. Aranzamendi Iturriaga, Andrés, 59. Aranzamendi Mangual, José de la Soledad, 85. Aranzamendi Mangual, Luis María, 85. Aranzamendi Villalón, Carmen, 85. Aranzamendi Villalón, Genaro, 85. Aranzamendi Villalón, María, 85. Archilla, José María, 41. Archilla, José, 41. Archilla, Juana, 41. Arévalo Domínguez del Prado, Tecla Lucía, 54, 92. Armario, Francisca, 40. Aróstegui Herrera, Gonzalo, 84. Asencio Schmidt, José, 86. Aspiroz, María Martina, 52. Astarloa Arteguí, Francisco de Borja, 51, 53, 85, 94. Astarloa Elzaburu, Escolástica, 53, 85, 95. Astarloa Elzaburu, Gabriel José, 53. Astarloa Elzaburu, Gabriel José, 95. Astarloa Elzaburu, Juana, 53. Aymerich Baras (Varas), Josefa, 49. Aymerich Villafañe, Esteban, 48. Azcárate Naclarez, María Josefa, 48. Azcárate, Andrés, 29. Azcárate, Joaquín, 29. Ball Bouvier, José, 104. Ball Ramos, Carlos, 104. Ball Ramos, Juan J., 104. Ball Ramos, Juan Julián, 104. Ball Ramos, Ramón Ricardo, 104. Beraza Maitín, José, 55.

148 Birgit Sonesson

Beraza, Cathalina, 55. Bergara Saguez, Vicente, 57. Bergara Uraín, Josefa María Ramona, 57. Bermingham, Joaquín Luis, 86. Bettini, Pablo, 78. Blanco Macazaga, María Francisca, 59, 64, 65. Bolívar Palacios, Juan Vicente, 58. Bolívar, Simón, 39, 74. Boothby, Ricardo, 104. Bora, Francisca, 55. Bousquet, Agustín, 86. Buist Smith, Enrique, 110. Burton, Ricardo, 109. Butler, Kim D., 13, 120. Cabrera, Carlos, 109. Calaf Serra, Salvador, 109, 110. Canibens Lavarthé, Pedro, 36, 38. Cardona, Fernando, 29. Cardozo, Tomás, 40. Cardozo Luyando, José Luis, 40. Cardozo Luyando, José Vicente, 40. Carretero, Carmen, 70. Cartagena Espiga, Francisco, 40, 101. Cartagena Zúñiga, Juan José, 85, 99, 101, 103,104. Casado, Fernando, 110. Castillo Izquierdo, José Vicente del, 48. Castillo, Joaquín Rafael del, 48. Castillo, Rafael Joaquín del, 48. Ceballos González, Mercedes, 94. Cesteros Mangual, Bárbara, 104. Chabert, Arabela L., 90. Chaliand, Gérard, 13. Clemente Palacios, Fermín, 53. Colón, Cristóbal, 14. Cordero, José Isidro, 35. Coronado Andino, Felipe, 111, 112. Coronado Dávila, Cecilia, 112. Cottes Chabert, Augusto, 90. Cottes Goenaga, Augusto, 90. Cottes Goenaga, María Obdulia, 90. Cottes Goenaga, Victoria, 90, 91. Cottes Ledeux, Augusto, 90.

Dansó, Martín, 108. Dauxion Lavaysse, J.J., 28, 30. Díez de la Fuente, Vicente, 41. Díez Imbrecht, José, 77. Echarri, Felipe, 29. Echevarría, José, 101. Echeveste Chavarri, Mauricio José, 78, 95. Echezuria Echeverría, Juan Esteban, 66. Echezuria Perurena, hermanos, 78. Eguiguren Aranzamendi, José, 59, 60, 78. Eguiguren Armaloea, José Xavier, 59, 60, 63, 64, 65, 66, 67, 70, 72, 74, 75, 78, 79. Eguiguren Arrue, Ana María, 59. Elzaburu, Miguel, 52. Elzaburu Arano, Juan Antonio, 52. Elzaburu Arano, Juan José, 50, 52. Elzaburu Arano, Juan José, 52. Elzaburu Arano, María Josefa, 52. Elzaburu Gracián, Bartholomé, 52, 54, 72, 96. Elzaburu Gracián, José Melchor, 52. Elzaburu Gracián, José Nicolás, 52. Elzaburu Gracián, Juan Bautista, 52, 66, 72. Elzaburu Gracián, Luisa María, 52, 53, 60, 84, 92, 96. Elzaburu Gracián, Manuel María, 52, 53, 71, 72, 88, 92, 93, 96, 107. Elzaburu Gracián, María Jesús, 51, 52, 53, 84, 85, 94, 95, 96. Elzaburu Martirena, José, 52. Elzaburu Martirena, Martín mayor, 52. Elzaburu Martirena, Martín menor, 52. Elzaburu Núñez, Bartolomé, 53,88, 93, 94, 96, 101, 105, 106, 107, 111, 112, 113. Elzaburu Núñez, José Cecilio, 53. Elzaburu Núñez, Juan José, 53. Elzaburu Núñez, Luisa María Petra, 53. Elzaburu Núñez, Luisa María, 53.

Vascos en la diáspora. La emigración de La Guaira a Puerto Rico 149

Elzaburu Núñez, María Francisca, 53, 88, 93. Elzaburu Núñez, María Luisa, 53, 87, 88, 93. Elzaburu Vizcarrondo, Bartolomé, 94. Elzaburu Vizcarrondo, Carlos, 94. Elzaburu Vizcarrondo, Daría, 94. Elzaburu Vizcarrondo, Francisco, 94. Elzaburu Vizcarrondo, José, 94. Elzaburu Vizcarrondo, Juan Bautista, 94. Elzaburu Vizcarrondo, Luisa, 94. Elzaburu Vizcarrondo, Manuel María, 94. Elzaburu Vizcarrondo, Pedro, 94, 113. Erazo Amésqueta y Errasquín, José, 48. Erazo Aymerich, María del Carmen, 49, 89. Erazo Aymerich, María del Rosario, 49, 89. Erazo Gual, José M.ª Antonio Carmen, 48. Erazo Gual, José María Hipólito, 48. Erazo Gual, Juan Bautista, 48, 49. Erazo Gual, Luis Antonio, 48. Erazo Gual, Manuela Ana, 48. Erazo Gual, María Trinidad, 48. Escobar Vildosola, Eusebia, 95. Escobar Vildosola, Vicenta, 51, 94, 95. Escurra, Francisco, 30. España, Andrés, 43. España Rodríguez, José María, 15, 29, 34, 35, 36, 37, 38, 41, 43, 47, 95, 118. España Rodríguez, Manuel, 58. Espejo, Manuel, 40. Estrada, Vicente, 42. Eyzquiaga, Ignacio, 29. Ezquiaga, José Ignacio, 106, 112. Fernández, Fernando, 108. Fernández de León, Esteban, 29. Fernández Muñoz, María Manuela, 94. Fernández Umpierre, Manuel, 94. Fernando el Católico, 21.

Ferrer Viadó, Aureliano, 91. Fuertes Charbonnier, Mercedes, 91. Garaizabal Sasturri, Clara, 59. Garay Heredia, Isabel, 57. García, Manuel, 57. García de Viso, José, 51. García Garay, Domingo, 57. García Quintana, Francisco, 66. García Rivero, Merced, 41. García Rivero, Rosalía, 41. García Siverio, José Laureano, 57. Gaztambide Busigó, Amelia, 94. Goenaga Alustiza, Ana Josefa, 54, 88. Goenaga Alustiza, Francisca Bonifacia, 54, 88, 92. Goenaga Alustiza, José Esteban, 54, 91, 111. Goenaga Alustiza, José Lucas, 54, 91. Goenaga Alustiza, José Luis, 54, 91. Goenaga Alustiza, José Ramón, 54, 88, 93, 96, 103, 104, 105, 107, 108, 110. Goenaga Alustiza, José Rufino, 49, 54, 89, 90, 91, 92, 106, 107, 108, 111, 112. Goenaga Alustiza, Josefa Ramona, 54, 92. Goenaga Alustiza, María Ángela, 54, 88, 92. Goenaga Alustiza, María Jesús, 54, 88, 91. Goenaga Arévalo, Francisco Xavier, 54, 92. Goenaga Arévalo, José María, 54, 89, 92, 111. Goenaga Elzaburu, María Ángeles, 88. Goenaga Elzaburu, María Mercedes, 88, 89. Goenaga Fuertes, Belén, 91. Goenaga Fuertes, Carlos, 91. Goenaga Fuertes, Esteban, 91. Goenaga Fuertes, Francisco, 91. Goenaga Fuertes, Merced, 91. Goenaga Fuertes, Rufino, 91.

150 Birgit Sonesson

Goenaga Gracián, José Jesús, 51, 54, 73, 74, 87,88, 91, 96, 99, 102, 103, 104, 105, 106, 108, 111. Goenaga Gracián, Martín Antonio, 53, 54, 73, 86, 87, 93, 96, 101. Goenaga Izaguirre, María Dominica, 54. Goenaga Izaguirre, Martín Antonio, 35, 36, 39, 50, 53, 54, 86, 87, 89, 92. Goenaga Olza, Amalia, 90. Goenaga Olza, Ana Florentina, 90. Goenaga Olza, Dolores, 90. Goenaga Olza, Francisco Ramón, 90, 91. Goenaga Olza, José Rufino Valentín, 90. Goenaga Olza, Obdulia, 90. Goenaga Olza, Rosario, 90. Goenaga Saleses, Carmen, 87. Goenaga Saleses, Leoncio, 87, 101. Goenaga Saleses, María Juana, 87. Goenaga Sanjurjo, Carmen, 91. Goenaga Sanjurjo, Concepción, 91. Goenaga Sanjurjo, Francisco, 91. Goenaga Sanjurjo, Josefa María, 91. Goñi, Eustacia, 101. Goñi, Pedro Juan, 101, 104. González, Manuel, 77. González, Pbro., 36. Gott, Samuel N., 101, 104. Gracián Ortegón, José Joaquín, 50. Gracián Ortegón, Josefa Ignacia, 50, 51, 66, 94. Gracián Ortegón, Josefa Ramona, 50, 52, 53, 54, 92. Gracián Ortegón, Josefa Regina, 50, 52. Gracián Ortegón, Juana Josefa, 50. Grana Damey, Francisco, 42, 55, 57. Grana Laredo, José Francisco, 42, 57. Grana Laredo, María del Carmen, 42, 57. Grana Laredo, María Polonia, 57. Gual Curbelo, María Josefa, 48, 49, 50.

Gual Curbelo, Manuel,15, 34, 35, 36, 38, 41, 47, 95, 118. Herrera Portillo, José, 42. Herrera Portillo, Pascual, 42. Hood, almirante, 38. Huizi Navarte, Juan Pablo, 49, 89. Huizi Navarte, Manuel Vicente, 49, 89, 95. Huizi Navarte, María Rafaela, 49, 89. Ibáñez, Alfredo, 85. Ibáñez Aranzamendi, Alberto, 85. Ibáñez Aranzamendi, Alfredo, 85. Ibáñez Aranzamendi, Estela, 85. Ibáñez Aranzamendi, Isabel, 85. Ichazo, María Miguel, 52. Iriarte, Ana, 52. Iriarte, Juan Carlos, 65, 67. Iriarte Echeverría, Juan, 48, 78. Iriarte Echeverría, Martín, 29, 48, 49, 78. Iriarte Echeverría, Pedro, 48, 78. Iriarte Echeverría, Pedro Martín, 48, 66, 70, 71, 78. Iriarte Gual, Juana Mathea, 49. Iriarte Gual, Pedro Sabas, 49. Iribarren Iriarte, Ángel Martín, 64, 65, 66, 67, 72, 78. Irigoyen, Gregorio, 73, 74. Irigoyen Irigoyen, Martín, 64, 66, 78. Iturralde, Bartolomé, 74. Ivern Güell, José, 74, 75. Kearny, Miguel, 110. Landa, José Martín, 49, 89. Landrón, Juan, 110. Laredo, Pedro, 50, 55, 57. Laredo Méndez, Francisca Xaviera, 42, 55, 57. Laredo Méndez, María Josefa, 55. Larrinaga Torres-Vallejo, Matilde, 86. Larruleta Escobar, José Luis, 94. Larruleta Escobar, Juan Nepomuceno, 94. Larruleta Gracián, Ángel, 51, 94, 95. Larruleta Gracián, Manuel Ignacio, 51.

Vascos en la diáspora. La emigración de La Guaira a Puerto Rico 151

Larruleta Gracián, Pedro Pablo, 51, 53, 94, 96. Larruleta Salaverría, María Antonia, 51. Larruleta Salaverría, Miguel Antonio, 29, 36, 39, 43, 50, 51, 52, 53, 94. Lartigué de Conde, Juan, 38. Lavaqui, Juan José, 67. Lázaro Costa, María, 91. Lázaro Linares, sin nombre, 91. León, Juan Francisco, 26. León, Nicolás (alias Croquer), 35. Lezcamendi, Juan José, 73, 74, 75, 76, 77, 78. López, Casto Fulgencio, 47, 59. López Sánchez, Dionisio, 88. Lovera Otáñez Cabiedes, Félix, 58. Lovera Tinoco, Carlos, 58. Lovera Tinoco, José María, 58. Luyando, Rita, 40. Mahón Crillón, duque de, 85. Maitín, Ignacio, 55. Maitín, José, 55. Maitín Beraza, José Miguel, 55. Maitín Beraza, José Nicolás, 55. Maitín Laredo, Joaquín José Ana, 56. Maitín Laredo, José Ignacio Ramón, 55, 56. Maitín Laredo, María Bárbara, 55, 56. Maitín Laredo, María Dolores, 42, 43, 55, 56, 57, 58. Maitín Laredo, María Encarnación, 55, 56. Maitín Laredo, María Polonia, 56. Maitín Laredo, Merced, 56, 57. Maitín Olano, Joseph Ignacio, 55. Maitín San Juan, Ana María, 56. Maitín San Juan, Federico, 56. Maitín San Juan, José Antonio, 56. Maitín San Juan, María Trinidad, 56. Maldonado, Cristóbal, 109. Mandry Abrans, Julia, 85. Mandry Alsina, Juan, 85. Mangual Suárez, María Josefa, 85, 101.

Mangual Suárez, Úrsula, 85, 100, 108, 109. Mariche, José María, 77. Martí, obispo, 29. Martínez Andino y Figueredo, Gaspar, 110. Martínez Gracián, José Francisco, 50. Martínez, Manuel Domingo, 78. Martirena, María, 52. Matos Monserrate, María de la Luz, 53. Mayora, Juan de, 30. Meléndez Bruna, Salvador, 71, 76. Méndez, Francisco, 55. Méndez, María Josefa Faustina, 55. Méndez Boza, Gerónima, 50, 55, 57. Mendiburu, Miguel, 66. Mendiri, Juan José, 36, 37,39. Mendiri Ágreda, Antonio, 39. Mendiri Ágreda, Joaquín, 39. Mendiri Ágreda, Juan Crisóstomo, 39. Mendiri Ágreda, Vicente, 39. Mérida, Diego de, 66. Miranda, Francisco, 38, 43, 56. Montel Amestoy, Ana María, 38. Montesinos Rico, Joaquín, 43. Montesinos Rico, José, 36, 42, 43, 56, 57. Montesinos Rico, Manuel, 35, 36, 37, 42, 56, 60. Montesinos, Pedro, 56. Monteverde, Domingo, 58, 93. Morales, Carlos, 109. Morillo, Pablo, 77. Mosquera Figueroa, Joaquín, 74. Moxo, Salvador. Murna Eyzaguirre, Tomasa, 86, 93. Naranjo, Ana Josefa, 54. Nater, Cayetano, 108. Nissen, J.P., 68. Núñez Matos, María Merced, 53, 88, 93. Núñez Matos, Tomasa, 53. Núñez, Ricardo, 53. Olano, Catharina, 55.

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Olavarriaga, Pedro José, 24, 25, 26. Oliveira Días, Juan, 77. Olza Erazo, Amalia, 49, 89. Olza Erazo, Carlos Zoilo, 89. Olza Erazo, Obdulia, 89. Olza y Díaz Covián, José Joaquín, 49, 89. Oronoz, María Josefa, 52. Ortegón Moreno, Juana María, 50. Oruezagasti Iturbe, Juan Bautista, 66, 70, 71, 78. Otamendi, Atanasio, 40. Otamendi, Manuela, 42, 43. Padial, Luis María, 88. Padial Goenaga, Manuel, 89. Padial Goenaga, Margarita 89. Padial Vizcarrondo, Antonio, 88. Padial Vizcarrondo, Félix, 90. Páez, José Antonio, 88. Pando Goñi, Miguel, 104. Pardo, Lorenzo, 74, 75. Peraza Ayala, Luis, 35. Pesquera Espinosa, Ramón Vicente, 92. Picornell, Juan Bautista, 35, 36, 37, 38. Pimentel, María Josefa, 49. Pina (Pinna), Elías, 101. Quirós, José María, 67. Rageau, Jean-Pièrre, 13. Ramírez, Alejandro, 76, 77. Ramos Cobián, Ángela, 94. Rapabo, capitán, 77. Retortillo García, José, 64, 78. Retortillo Yungh, Antonio, 64. Retortillo Yungh, José Tomás, 64, 67. Retortillo Yungh, María Encarnación, 64. Reyes Maitín, Encarnación, 56. Rico, Luisa, 56. Rivera (Rivero?), María, 41. Rixos, Santiago, 58, 76. Roche, José Manuel, 73, 74. Rodríguez, Federico, 108. Rodríguez, Josefa Paulina, 40. Ronan, Patricio, 36, 39.

Ruiz Rivera, Julián B., 24. Rusiñol, José, 40. Saavedra, Francisco, 77. Sagasti, María, 52. Salaverría, María Antonia, 51. Saleses Elzaburu, Escolástica, 93. Saleses Murna, Alberto, 87, 93, 96, 101, 103, 104, 105, 106. Saleses Murna, María Ana, 86, 87. Saleses Murna, María Marcela, 87. Saleses Murna, Mariana, 54. Saleses Tremullera, Martín, 86, 93. San Juan, Ana María, 56. Sánchez, Domingo, 35, 38, 43. Sanjurjo Franquí, Josefa, 91. Santana, Marcos, 30. Sanz Posse, José Laureano, 90. Sayus, Juan, 72. Serrano, Agustín, 35. Sinza, Francisco, 38. Solís Troconis, Zoila, 104. Sorondo, Joaquín, 36, 38. Sota, Mariano de la, 64. Tasa, Juan de la, 40. Tasa Armario, Juan Antonio, 40. Tasa Armario, Rafael, 40. Tinoco Álvarez Pagola, Catalina, 58. Tinoco Álvarez Pagola, Francisco Xavier, 58. Tinoco Álvarez Pagola, Josefa, 58. Tinoco Álvarez Pagola, Pedro, 58. Tinoco de Castillo y Borges, Pedro, 57, 58. Tinoco Uraín, Josefa María, 58. Tinoco Uraín, Juan Bautista, 58. Tinoco Uraín, María Candelaria, 58. Tinoco Uraín, María del Carmen, 58. Tinoco Uraín, María Encarnación, 58. Tinoco Uraín, María Natalia, 58. Tinoco Uraín, María Ramona, 58. Tinoco Uraín, Micaela, 43, 56, 58. Torre, Miguel de la, 83. Ubarcalde Blanco, Isabel Antonia, 59. Ubarcalde Blanco, Ramón, 64. Ubarcalde Rian, Bartolomé, 64.

Vascos en la diáspora. La emigración de La Guaira a Puerto Rico 153

Ufano, Miguel, 38, 39. Ugarte, José Cruz, 54, 66. Uraín, Francisco Xavier, 55, 57. Uraín Méndez, Bárbara, 57. Uraín Méndez, Francisca Xaviera, 57, 58. Uraín Méndez, José Francisco Ramón, 57. Uraín Méndez, María Francisca Antonia, 57. Uraín Méndez, María Josefa, 55. Urquinaona Pardo, Pedro, 73, 74, 75, 76, 77, 78. Valenciano, Esteban, 42. Valle Sárraga, Rafael del, 91. Vargas Machuca y Ponce, José María, 49, 56, 88, 89. Villalón y Andino Casado, Rita, 85. Vizcarrondo Andino, Andrés Cayetano, 111. Vizcarrondo Coronado, Bárbara Cecilia, 93.

Vizcarrondo Ortiz Zárate, Andrés Salvador, 111. Vizcarrondo Ortiz Zárate, Antonio, 111. Vizcarrondo Ortiz Zárate, José, 111, 112. Vizcarrondo Ortiz Zárate, Juan Eugenio, 111. Vizcarrondo Ortiz Zárate, Lorenzo, 111. Vizcarrondo Ortiz Zárate, Margarita, 88, 111. Vizcarrondo Ortiz Zárate, María Asunción, 111. Vizcarrondo Ortiz Zárate, María Francisca, 111. Vizcarrondo Valdivieso, Juan Vicente, 112. Zamorano, Miguel, 30. Zulueta, Domingo Francisco, 71. Zulueta, Pedro, 66. Zúñiga, José, 40.

Mapas

Mapa 1. La región del Caribe.

Vascos en la diáspora. La emigración de La Guaira a Puerto Rico 157

158 Birgit Sonesson

Mapa 2. La bahía de Cádiz.

Mapa 3. Puerto Rico.

Vascos en la diáspora. La emigración de La Guaira a Puerto Rico 159

Mapa 4. Fondeadero de La Guaira. Fuente, Biblioteca Nacional, Madrid, GMG, 1154/2/11.

160 Birgit Sonesson

Vascos en la diáspora. La emigración de La Guaira a Puerto Rico 161

Mapa 5. Plano y perfil de la Casa-Factoría de la Compañía Guipuzcoana en La Guaira, año 1791. Fuente: AGI, MP-Venezuela, 226.

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Vascos en la diáspora La emigración de La Guaira a Puerto Rico, 1799-1830

Birgit Sonesson

Este estudio plantea cuestiones como la adaptación de los individuos que emigraron o que fueron expulsados, la formación de un grupo de vizcaínos y vasconavarros que, atraídos por las posibilidades de empleo en la Compañía Guipuzcoana, llegaron voluntariamente de la Península a Venezuela en la segunda mitad del siglo XVIII. Una vez asentados en el puerto de La Guaira establecieron relaciones de endogamia que fueron perpetuadas por lo menos durante tres generaciones, incluso después de ser expulsados por su participación en la conspiración de Gual y España en 1797 y, definitivamente, en 1821. Reunidas las familias dispersas en la diáspora se establecieron en Puerto Rico donde la cohesión entre ellos los ayudó a crear allí empresas comerciales que, con el tiempo, favorecieron las inversiones agrícolas. Pero esa misma cohesión que inicialmente las había sostenido, encubría la debilidad de la estructura creada y hacia 1870 se produjo su colapso.

Vascos en la diáspora

12

Birgit Sonesson

COLECCIÓN DIFUSIÓN Y ESTUDIO CSIC

Composición

CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS

BIRGIT SONESSON. Natural de Suecia, es doctora por New York University en 1985. Se ha interesado particularmente por la Historia de Puerto Rico y el Caribe, inicialmente por la evolución del comercio y de la Hacienda Pública, más tarde por diversos aspectos de la inmigración. Es autora de varios libros, entre otros La Real Hacienda en Puerto Rico, 18151868. Administración, Política, y grupos de presión (Madrid, 1990); Catalanes en las Antillas. Un estudio de casos (Colombres, 1995); Puerto Rico's Commerce, 1765-1865: From Regional to Worldwide Market Relations (Los Angeles, 2000); y La emigración de Carranza a Puerto Rico en el siglo XIX (mercadeo y capital indiano) (Sevilla, 2003).