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Spanish Pages [327] Year 2011
tiempo, espacio y relaciones espacio-temporales desde la perspectiva de la lingüística histórica
instituto historia de la lengua director José A. Pascual monografías X
coordinadores de la colección José Ramón Carriazo Ruiz y Marta Gómez Martínez consejo científico del cilengua El Director de la Real Academia Española, Prof. José Manuel Blecua Perdices, presidente Prof. Michel Banniard, Université de Toulouse-Le Mirail Prof. Roger Chartier, ehess & Collège de France † Prof. Alan Deyermond, University of London Prof. José Ángel García de Cortázar, Universidad de Cantabria Prof. Francisco Gimeno, Universidad de Valencia Dra. María Luisa López-Vidriero, Directora de la Real Biblioteca Prof. Carlo Ossola, Collège de France El Director del Dpto. de Filología Española de la Universidad de La Rioja, Prof. Jorge Fernández El Director del Instituto de Historia de la Lengua del Cilengua, Prof. José Antonio Pascual El Director del Instituto Literatura y Traducción, Prof. Carlos Alvar El Director del Instituto Orígenes del Español del Cilengua, Prof. Claudio García Turza El Secretario del Consejo Científico, Prof. Gonzalo Capellán
Carsten Sinner, José Luis Ramírez Luengo, M.ª Jesús Torrens Álvarez Coordinadores ---------
tiempo, espacio y relaciones espacio-temporales desde la perspectiva de la lingüística histórica
San millán de la cogolla
2011
© Cilengua. Fundación San Millán de la Cogolla © Autores I.S.B.N.: 978-84-938395-9-8 D.L.: LR. 196-2011 Impreso en España. Printed in Spain
ÍNDICE 1. Tiempo, espacio y relaciones espacio-temporales desde la perspectiva de la lingüística histórica .. Carsten Sinner
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2. Descripción sintáctico-semántica de la construcción preposición + cima en el español medieval............... Araceli Enríquez Ovando y Ricardo Maldonado Soto
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3. Tiempo y espacio en las expresiones distributivas del español. Análisis diacrónico.............................. Rosa María Espinosa Elorza
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4. Del espacio al tiempo en el sistema verbal del español. Las perífrasis verbales ir + a + infinitivo, venir + a + infinitivo y volver + a + infinitivo. ...... Mar Garachana Camarero 5. En torno a la historia de desde hace. ................... Luis García Fernández y Bruno Camus Bergareche 6. Tiempo y modalidad en los adverbios ya y aún ( todavía ) desde una perspectiva diacrónica. Del Cantar de mio Cid al Libro de buen amor....... José Luis Girón Alconchel
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7. Espacio y tiempo en el discurso epistolar del siglo xix: las cartas familiares. El caso García
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Índice
Beéche (1848-1867). Un enfoque estratégicodiscursivo ..................................................................... Salvio Martín Menéndez 8. Sobre el esquema condicional más plurifuncional en la historia del castellano: en torno a la interpretación del cambio de si tuviera, diera en los siglos xvi-xvii .................................................. Wiaczesław Nowikow 9. Andanzas del verbo andar......................................... Santiago U. Sánchez Jiménez 10. La configuración del sistema de sufijos locativos en español (siglos xii-xvii)......................................... M.ª Jesús Torrens Álvarez y Mariano Quirós García 11. Algo más sobre la doble reorganización temporal en la diacronía del sistema verbal español .......................................................................... Alexandre Veiga
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1 Tiempo, espacio y relaciones espacio-temporales desde la perspectiva de la lingüística histórica
Carsten Sinner Universität Leipzig, Alemania
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consideran dominios conceptuales fundamentales de la reflexión, del pensamiento humano. Sin embargo, ninguna de las dos categorías es parte de un espacio conceptual que a su vez los fundamente, y ninguna de ellas puede reducirse a la otra. Tiempo y espacio, como dos formas fundamentales de estructuración de la realidad, no simplemente se realizan de forma lineal en la lengua. Los tiempos verbales, por ejemplo, no «denominan» solo el tiempo, sino que el tiempo se halla, por así decirlo, «elaborado» o «reflejado» en ellos1. spacio y tiempo se
1. Esta es también una de las ideas básicas de Reichenbach, que hace unos 25 años fue redescubierto por la lingüística hispánica, principalmente por Ignacio Bosque y Ángeles Carrasco (cf. C arrasco 1994a, 2000b). La
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Debido a los procesos complejísimos en el tratamiento (o procesamiento) de tiempo y espacio como hechos ontológicos, no puede hablarse sin reparos de medios léxicos para la expresión de relaciones en el tiempo y en el espacio y de relaciones espacio-temporales. Más bien cabe preguntarse cómo una lengua expresa estas relaciones espacio-temporales, cómo las lenguas se diferencian en la expresión de estas relaciones, dónde coinciden y cuáles son los aspectos que pueden entenderse como universales. Las lenguas humanas expresan las perspectivas temporales y espaciales una y otra vez de manera parecida, y, por ello, se dedujo que tiempo y espacio también tienen que estar relacionados en el pensamiento humano. Llevó, por ejemplo, a la convicción de que las expresiones temporales se basan en expresiones espaciales y que el traslado de una categoría a la otra representa un tipo de metáfora conceptual (cf. autores como Lakoff/Johnson 1980, Claudi/Heine 1986). El hecho de que las lenguas humanas expresen las perspectivas temporales y espaciales de forma parecida, pero no siempre igual, evidencia la necesidad de estudiar el desarrollo de los medios lingüísticos empleados para la expresión de determinadas relaciones espacio-temporales en cada una de las lenguas, y de fijarse en cómo las lenguas llegaron, en uno u otro momento de su desarrollo, a expresar determinadas perspectivas de los hablantes sobre espacio y tiempo de una manera concreta
consideración del sistema de Reichenbach con las categorías Sprechzeit (S) (tiempo del habla), Ereigniszeit (E) (punto o intervalo en el que tiene lugar el evento) y Referenzzeit (R) (tiempo o intervalo de referencia) para la representación o descripción de la localización temporal por la gramática generativa en trabajos recientes demuestra, por cierto, que en este aspecto la lingüística hispánica fue vanguardista en el desarrollo de la disciplina.
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y cómo evolucionaron, por otro lado, los medios expresivos para la representación del tiempo, el espacio y las relaciones temporales. Estudios tipológicos demostraron de forma muy clara que el paso de espacio a tiempo, el traslado de lo espacial a lo temporal, constituye un fenómeno universal. Sin embargo, este paso de los elementos lingüísticos –verbos, adverbios, adjetivos, etc.– de expresar un concepto a expresar el otro es distinto en cada lengua, en cada variedad. Cabe analizar minuciosamente el valor de las diferentes expresiones empleadas para la realización de «ubicaciones», «posicionamientos» o «determinaciones» temporo-espaciales a través de la historia de la lengua, para poder entender el desarrollo de los medios expresivos de las relaciones espacio-temporales; comprender la interdependencia del desarrollo de formas y significados y determinar los elementos innovadores, los motivos de cambios y los factores que impulsan de modificaciones; verificar el centro de irradiación de las innovaciones en la lengua y, frente a ello, la periferia, lingüísticamente hablando, tanto en lo que se refiere al material lingüístico como en cuanto a las áreas más conservadoras, menos inclinadas o menos susceptibles o propensas a cambios, etc. Ahora bien, sin una aproximación desde la historia de la lengua, no podrán comprenderse ni los hechos lingüísticos tal y como se nos presentan en la actualidad ni los procesos de cambio lingüístico, de gramaticalización, etc. que pueden constatarse. Así, las perspectivas tipológicas y de la tipología areal, por dar solo un ejemplo, ya se revelaron como enfoques muy fructíferos para el análisis de los cambios lingüísticos y el cambio inducido por contacto lingüístico en el estudio de las relaciones espacio-temporales (cf., por ejemplo, Haspelmath 1997 acerca de los adverbios temporales). 11
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Por su parte, los estudios sobre la adquisición del lenguaje que se enmarcan en la lingüística cognitiva y la gramática constructiva y los estudios de corte cognitivo-psicológico ayudaron a demostrar que las relaciones temporales están ligadas a experiencias espaciales (cf. Barsalou 2008). Por dar un último ejemplo, solo gracias al estudio de la evolución del material lingüístico, de los significados ligados a los signos lingüísticos, de las posibilidades expresivas y de los medios de realizar lingüísticamente las perspectivas espacio-temporales de los hablantes a través del tiempo se podrán comprender los mecanismos del paso de una categoría a otra y las condiciones que llevaron a los cambios. Las diferencias y convergencias en el uso de determinados elementos lingüísticos y en la atribución de los valores temporales, espaciales o espacio-temporales, tanto entre distintas lenguas como entre distintas variedades de una lengua, también se han explicado como resultados de desarrollos culturales e interculturales (cf. Schmitt 1998), lo que hace imprescindible tener en cuenta la perspectiva de la lingüística histórica para su comprensión y su evaluación correcta. El creciente interés por la gramaticalización –así, ha aumentado considerablemente el interés por la gramaticalización, por ejemplo, de los demostrativos, puesto que se intentan explicar los sistemas deícticos hoy constatables a partir de la procedencia o evolución de los deícticos (Diessel 2005)– es otra razón por la que se presta cada vez más atención a la historia de la lengua, para entender los cambios que hubo, relacionar cambios en una parte del sistema y en un determinado momento o a través de un determinado lapso de tiempo con alteraciones en otra parte, en otros momentos, etc. 12
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Según el enfoque, se defendieron y defienden posiciones muy distintas (por no decir, dispares) acerca de la manera en que las lenguas expresan relaciones temporales y acerca de las diferencias entre las distintas lenguas2. Ahora bien, no cabe duda de que estas posiciones acerca de las relaciones mucho tienen que ver, por ejemplo, con el conocimiento (o desconocimiento) que se tiene de los significados de determinadas estructuras, con el saber sobre la variación –diatópica, diacrónica, diastrática, etc.– de determinadas estructuras y formas y los significados relacionados con ellos. En el ámbito de la lingüística hispánica, las posiciones en los debates sobre temporalidad y aspectualidad (como ampliaciones funcional-semánticas de tiempo y aspecto) divergen mucho en su complejidad en función de la fundamentación teórica. Así, hay discrepancias considerables en la clasificación de las perífrasis verbales del español, como lo demuestran las diferencias en las categorizaciones3, y también se diferencian, a veces de forma diametral, las posiciones sobre la relación entre semántica y sintaxis en la expresión lingüística de espacio y tiempo en los trabajos generativistas y aquellos que pueden contarse en la Gramática constructiva (con su manera de ampliar el concepto del signo a la sintaxis). Ahora bien, la distancia entre diferentes posiciones no sólo tiene que ver con el fundamento teórico, sino que muchas veces también 2. Así, hay opiniones muy distintas sobre la representación del tiempo y la cronogénesis; algunos enfoques, como el de Guillaume (1946) de la representación morfológica del tiempo y de la cronogénesis, si bien se han aplicado con éxito, al menos en parte, son también bastante cuestionados. 3. Cf. las diferencias entre las clasificaciones sobre la base de la gramática generativa en García Fernández et al. (2006, cf. García Fernández 2008) frente a clasificaciones anteriores, como, por ejemplo, las que se hicieron desde la perspectiva funcionalista (Olbertz 1998, 2007).
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puede relacionarse directamente con la perspectiva que tienen en cuanto al material lingüístico empleado en los análisis y categorizaciones, la admisión o no admisión (o consideración) de variación diasistemática, etc. Buen ejemplo es la clasificación de las perífrasis verbales según se tienen en cuenta o se excluyen determinados usos restringidos diatópica, diastrática o diacrónicamente. El tiempo y, ligado a ello, la comprensión del tiempo, la distribución del tiempo, la articulación de la temporalidad, la manera de comprender, medir y delimitar tiempo y espacio, la posibilidad de expresar movimientos en el tiempo y en el espacio, principio y fin, dirección, posición o posicionamiento: las relaciones de tiempo y espacio se «procesan» en todas las lenguas naturales. Esta forma de «procesamiento» puede divergir tanto entre lenguas como entre variedades de una lengua. Y esto puede ocurrir, por ejemplo, en cuanto a un determinado momento en el tiempo, en cuanto a la perspectiva del que habla, en cuanto al centro o la periferia, a la coincidencia en el tiempo y en el espacio, a la delimitación o separación, la expresión de inclusión o exclusión, referente a perspectivas internas o externas, etc. La aproximación desde el ángulo de la lingüística histórica, igual que perspectivas tipológicas y de tipología areal, de lingüística de contacto o de variación, para nombrar sólo algunas, puede aportar informaciones importantes para explicar la composición y realización de concepciones de tiempo y espacio y las posibilidades de su tratamiento (o «elaboración») en la lengua y, de esta manera, contribuir a los enfoques explicativos de los diferentes modelos gramaticales. Así, las informaciones acerca de la manera de abarcar o de entender espacio y tiempo en diferentes momentos de la 14
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evolución y el desarrollo de la lengua española y la consideración de los contactos del español con otras lenguas a lo largo del tiempo, el aprendizaje del español por hablantes de otras lenguas en un determinado momento, etc., pueden constituir importantes puntos de partida para el análisis de la realización de tiempo y espacio en las variedades contemporáneas del español de diferentes regiones; este tipo de estudios a la vez hace ver la importancia de relacionar los estudios sobre la historia de la lengua con los resultados de la investigación orientada hacia tipologías universales, que confirma la dinámica de las categorías tiempo, modo y aspecto también resultante del cambio lingüístico (a su vez posible u obviamente inducido por contacto lingüístico) (Bybee et al. 1994)4. Creemos que la consideración de los resultados de estudios de enfoque diacrónico/histórico en estudios sincrónicos permitirá tener en cuenta el cambio lingüístico y la gramaticalización, lo que posibilitará o facilitará, a su vez, la explicación de la citada transferencia de denominaciones espaciales a relaciones o condiciones temporales, o el análisis de la mencionada dinámica de las categorías de tiempo, modo y aspecto. El eje central de los trabajos aquí reunidos, tiempo y espacio y relaciones espacio-temporales, a pesar de todo lo que se ha publicado, sigue siendo un tema de enorme actualidad5. 4. Buen ejemplo de ello es la gramaticalización aún débilmente pronunciada de la perífrasis venir + gerundio para convertirse en un tiempo de perfecto en el español de las tierras altas de Ecuador, un fenómeno estrechamente relacionado con las variedades del quechua usadas en estas regiones (cf. Olbertz 1993, Steger 1991), o el uso de la perífrasis de inminencia hube de + inf. del español de Galicia y otras regiones (cf. Sinner 2002). 5. Es prueba de ello que tiempo y espacio en las lenguas románicas haya sido también tema de una serie de congresos celebrados en diferentes países europeos desde 2008.
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Algunas áreas de la expresión de las relaciones de tiempo y espacio del español, sobre todo en los dominios verbales y adverbiales, como los verbos de movimiento, se han trabajado desde los enfoques más variados (García Padrón 1988, Penadés 1997, Shimoda 1998, Cifuentes Honrubia 1998, 2000, Crego 2000, Torroja 2000, Batllori et al. 2004, Ibáñez 2005, Melis 2006), pero muchas cuestiones se han considerado mucho menos o de manera aún insatisfactoria, y muchas veces sin atender la perspectiva diacrónica y los resultados de la lingüística histórica y sin ver la necesidad de tener en cuenta las lecciones que no da la historia de la lengua. Además, las nuevas posibilidades de análisis que brindan las herramientas de búsqueda, considerablemente mejoradas en los últimos años, y los corpus cada vez mayores, al igual que la evolución de los enfoques teóricos, hacen necesario y deseable que se vuelvan a revisar los resultados de estudios anteriores y las posiciones actuales, contrastándolos con los estudios desde la perspectiva de la historia de la lengua. El hecho de que aquí nos ocupemos de la expresión de tiempo, espacio y las relaciones espacio-temporales desde la perspectiva de la lingüística histórica es consecuencia de lo que se ha referido ya, de la relevancia de estudios diacrónicos que puedan facilitar la comprensión de los cambios lingüísticos, de la gramaticalización, pragmatización y la extensión del uso de estructuras que sirven para la expresión o representación de tiempo, espacio y relaciones espacio-temporales. Así, se quiere contribuir a ampliar los avances logrados por estudios recientes en el ámbito de la historia de la lengua española como, por ejemplo, de la evolución histórica de los pronombres, determinantes, adverbios y preposiciones, que aportaron datos muy interesantes, así como acerca de la evolución morfosintáctica y semántica de
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los verbos del español (Company 2006, Melis 2006, Romani 2006), sobre la extensión de la marcación diferencial del objeto directo (Laca 2006) y la posible relación con otros fenómenos lingüísticos (Flores/Melis 2007), o acerca del uso de los adverbios (Elvira 2005), sobre los procesos de gramaticalización y lexicalización (Company 2004, Pons Bordería 2008, Romero 2006, Sánchez Jiménez 2006) o acerca del enriquecimiento de la prosa del siglo xiii en lo referente a la cohesión discursiva y las isotopías correferenciales en los textos (Barra Jover 2007, 2008, Elvira 2002)6. Este tipo de estudios creemos que pueden contribuir a resolver muchos de los problemas en la descripción sincrónica de los aspectos mencionados, ayudar a confirmar o refutar suposiciones y pronósticos o predicciones hechas desde la perspectiva de distintas teorías. Los trabajos comprendidos en esta publicación son buena muestra de lo que acabamos de decir. Como es de esperar, son varios los que se ocupan de distintos procesos de lexicalización y gramaticalización, así como de los cambios semánticos producidos por la extensión de la expresión espacial a la temporal o de esta a la modal. Siguiendo la ordenación alfabética de los autores, el primer capítulo, firmado por Araceli Enríquez Ovando y Ricardo Maldonado Soto, está dedicado a la evolución semántica del sustantivo cima entre los siglos xiii al xv, desde su significado inicial de ‘finalidad’ y ‘límite’, en una orientación horizontal, a los de ‘parte más alta’ y, finalmente, ‘superposición’, en una trayectoria vertical. Estos valores proyectados en el eje vertical se desarrollaron cuando cima entró a formar parte 6. Son, lógicamente, muchísimos más los nombres que podrían citarse en cada uno de estos apartados, pero, por razones obvias, nos limitamos a unas pocas menciones en esta introducción.
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de una frase adverbial, esto es, cuando el sustantivo aparecía precedido de preposición, especialmente en el caso de en cima, marcador que pronto se lexicalizó. En contra de lo que habitualmente se ha dicho, los autores demuestran que el uso de encima no es exclusivo de situaciones estáticas, sino que se emplea desde un principio en construcciones dinámicas, hasta alcanzar su dominio en el s. xv. Rosa María Espinosa Elorza lleva a cabo un estudio diacrónico de las correlaciones distributivas en español, que, a pesar de su avanzada desemantización en muchos casos, no han completado su proceso de gramaticalización. Aplicando los parámetros de Van Valin (1984), Espinosa Elorza define la distribución como [+dependiente] [–integrado], frente a la coordinación, que es [–dependiente] [–integrado], y destaca su significado de ‘alternancia’ frente al de ‘alternativa’, propia de la disyunción. Además del significado de alternancia, subraya la importancia en la expresión distributiva de un orden fijo de los elementos de la correlación, la pausa y el ritmo prosódico. Por su parte, Mar Garachana Camarero se ocupa, desde la perspectiva de la gramaticalización, de la evolución de las perífrasis verbales ir a + infinitivo, venir a + infinitivo y volver a + infinitivo desde su significación espacial etimológica hasta sus valores temporales y aspectuales, conceptos abstractos que se interpretan en términos espaciales. El análisis de la formación de estas tres perífrasis demuestra que la gramaticalización no es un proceso homogéneo, y que el léxico juega a veces un papel fundamental en el cambio sintáctico. Así, la gramaticalización de volver a + infinitivo tuvo su origen en la sustitución léxica del antiguo tornar por volver en todos sus usos. La historia de los complementos temporales introducidos por desde hace es el tema del trabajo de Luis García Fernández y Bruno Camus Bergareche. Tras una descripción 18
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del funcionamiento de los complementos encabezados por desde y desde hace en el español contemporáneo, los autores estudian las construcciones equivalentes en el español medieval y clásico, datos que les permiten determinar la aparición y progresiva generalización desde mediados del s. xix de las estructuras con desde hace. Su análisis pone de manifiesto que desde hace surge en el español clásico del cruce de las construcciones temporales con haber y hacer (producida la sustitución del haber medieval por hacer), con las formadas con desde a y desde ha (tras la reinterpretación de desde a como desde ha). También desde la teoría de la gramaticalización, José Luis Girón Alconchel estudia los adverbios ya y aún, adverbios de modalidad epistémica, y no propiamente temporales, que significan la expectativa del locutor ante un cambio que se produce o no en un proceso orientado. Para ello, analiza su empleo en latín y en dos grandes obras de la literatura española separadas por 150 años, el Cantar de mio Cid y el Libro de buen amor, y concluye que a pesar de que el cambio sustancial desde el significado temporal originario de iam y adhuc al significado modal debió de darse en latín, se ha extendido su uso con tiempos de aspecto perfectivo en construcciones que marcan la intertextualidad y la tipología textual y en otras con el verbo ver (ya ves, ya vemos) que terminarán experimentando una gramaticalización. Salvio Martín Menéndez aborda las dimensiones espaciotemporales en el discurso epistolar del norte argentino en la segunda mitad del s. xix, tomando como muestra dieciséis cartas familiares de la familia García Beéche. Este trabajo demuestra la operatividad del enfoque estratégico para el análisis discursivo, así como la elección de los recursos gramaticales en función del género. Aplicado este enfoque a la estrategia responder, se aprecia con claridad el predominio de las formas 19
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verbales compuestas sobre las simples, especialmente cuando la evaluación es positiva. El cambio modotemporal en el esquema condicional más frecuente y polifuncional del español clásico, si tuviera, diera, es el objeto de análisis de Wiaczesław Nowikow. En concreto, estudia la subjetivización de la forma en -ra como efecto de su penetración en la prótasis, y en su progresiva reorientación temporal ‘anterioridad > posterioridad’. El autor demuestra que la subjetivización comienza a mediados del s. xvi y precede a la posteriorización, que se acentúa a principios del s. xvii y se ve, asimismo, favorecida por la difusión de las formas compuestas para la expresión de la anterioridad. Se destaca, además, la relación del desplazamiento temporal y la modalización con el factor intrasistemático del grado de exactitud de localización temporal (gelt), pues las formas que poseen un gelt menor (p. ej., cantara) son más propensas a la dislocación temporal y a la transmisión de contenidos modales de no-realidad. En su contribución, Santiago U. Sánchez Jiménez describe con detalle el comportamiento semántico del verbo andar en el s. xvi para expresar movimiento y ubicación. Como verbo de movimiento, andar pudo expresar en la etapa preliteraria tanto movimiento ajustado a una trayectoria delimitada y orientada, en competencia con ir, como movimiento en una trayectoria no delimitada y no orientada, significado que se convertiría pronto en el prototípico. Dentro de este uso, el autor llama la atención sobre la especialización de la manera como se desarrolla ese movimiento, ‘dando pasos’, fenómeno poco frecuente en las lenguas románicas, que tienden a añadir al lexema notas semánticas sobre la trayectoria. Se analiza, asimismo, el paso de andar a la significación estativa de ubicación, con sus diferentes matices, y se cierra el estudio 20
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con una descripción de algunos usos no predicativos del verbo. El trabajo de M.ª Jesús Torrens Álvarez y Mariano Quirós García está dedicado a un tema apenas explorado por los historiadores de la lengua: la configuración del sistema de sufijos locativos en español. Tomando como base documental el corde, analizan los sufijos -ario, -dero, -dor, -ero, y -torio a lo largo de los siglos xii al xvii. Los datos presentados demuestran, entre otras cosas, que en la competencia entre la forma latina (-ario, -torio) y la vernácula (-ero, -dero), la primera es minoritaria; y en la competencia entre -ero y -dero, que -ero supera a -dero en los siglos xiii y xiv, lo que contradice la supuesta hegemonía de -dero en la Edad Media. Los autores llaman asimismo la atención sobre el problema conceptual que supone la concurrencia de varios sufijos en la formación de distintos tipos de lugares (lugares propiamente dichos, terrenos en los que abundan determinados tipos de plantas, muebles y recipientes, etc.) y sobre los errores a los que conduce no tener en cuenta la perspectiva diacrónica a la hora de explicar la configuración morfológica del español actual. Por último, Alexandre Veiga ofrece una excelente síntesis de los procesos de reorganización temporal operados en el sistema verbal español a lo largo de su diacronía, haciendo hincapié en la necesidad de diferenciar dos períodos sucesivos, que dieron como resultado la estructuración del sistema actual: un primer período en el que, además de la «renovación de los futuros», se produjo la desaparición de las formas clásicas subjuntivas de «pretérito perfecto» y «pretérito imperfecto»; y un segundo período en que el sistema temporal experimentó las reestructuraciones debidas a la temporalización plena de las «formas compuestas». Asimismo, el autor describe los 21
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cambios en marcha que está experimentando el sistema verbal hoy en día y que permiten diferenciar la estructuración modo-temporal del español peninsular de la de algunas zonas de Hispanoamérica. Referencias bibliográficas Barra Jover, Mario (2007): «Cambios en la arquitectura de la prosa española y romance: sintaxis y cohesión discursiva por conferencia nominal», Revista de Filología Española 87/1, 7-43. Barra Jover, Mario (2008): «Tradición discursiva, creación y difusión de innovaciones sintácticas: la cohesión de los argumentos nominales a partir del siglo xv», en Johannes Kabatek (ed.), Sintaxis histórica del español y cambio lingüístico: Nuevas perspectivas desde las Tradiciones Discursivas, Iberoamericana, Madrid, 53-87. Barsalou, Lawrence W. (2008): «Grounded cognition», Annual Review of Psychology 59, 617-645. Batllori Dillet, Montserrat et al. (2004): «Verbos de movimiento en los diccionarios monolingües del español», en M. Paz Battaner / Janet Ann DeCesaris (eds.), De lexicografia: Actes del i Symposium Internacional de Lexicografia (Barcelona, 16-18 de maig de 2002), Universitat Pompeu Fabra, Institut Universitari de Lingüística Aplicada (iula), Barcelona, 229-240. Bybee, Joan L. / Revere Perkings / William Pagliuca (1994): The evolution of grammar. Tense, aspect, and modality in the languages of the world, University of Chicago Press, Chicago. Carrasco Gutiérrez, Ángeles (1994a): «Reichenbach y los tiempos verbales del español», Dicenda: Cuadernos de filología hispánica 12, 69-86. Carrasco Gutiérrez, Ángeles (2000b): «Los sistemas temporales de Andrés Bello y Hans Reichenbach», en Christian Schmitt / Nelson Cartagena (eds.), La gramática de Andrés Bello (18471997). Actas del congreso-homenaje celebrado con motivo del ciento cincuenta aniversario de la Gramática de la lengua
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Carsten Sinner
Schmitt, Peter A. (1998): «Wo ist eigentlich ‚links‘? Beobachtungen zum Übersetzen lokaldeiktischer Referenzmittel im Deutschen und Englischen», Lebende Sprachen 1/1998, 2-9. Shimoda, Yukio (1998): «Sobre los verbos deicticos de movimiento (ir, venir, llevar, traer)», Lingüística hispánica 21, pp. 21-40. Sinner, Carsten (2002): «Valores y usos de haber (de) + inf. y tener que + inf. en diferentes variedades del castellano», en Claus D. Pusch / Andreas Wesch (eds.), Verbalperiphrasen in den (ibero-) romanischen Sprachen / Perífrasis verbals en les llengües (ibero-) romàniques / Perífrasis verbales en las lenguas (ibero-)románicas, Buske, Hamburg, pp. 193-206. Steger, Hanns-Albert (ed.) (1991): La concepción de tiempo y espacio en el mundo andino, Vervuert, Frankfurt am Main. Torroja de Bone, Nuria (2000): «Las preposiciones a y para con los verbos de movimiento: un estudio sociolingüístico del habla de Caracas», Boletín de lingüística 15, 5-18.
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2 Descripción sintáctico-semántica de la construcción PREPOSICIÓN + CIMA en el español medieval
Araceli Enríquez Ovando Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, México
Ricardo Maldonado Soto Universidad Nacional Autónoma de México, Universidad Autónoma de Querétaro, México
Resumen En este artículo se muestran las causas que motivaron la evolución semántica del sustantivo cima cuyo significado inicial de finalidad tomó uno de verticalidad para especializarse finalmente en la noción de superposición. El estudio revisa un corpus obtenido de crónicas españolas de los siglos xiii al xv, bajo principios de corte tanto cognoscitivo como funcional. En los inicios del español, cima tiene el rasgo de ‘límite’, mismo que
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mantiene en sus usos como sustantivo y como parte de una construcción (a la cima, dar cima). En cambio, como frase adverbial (preposición + cima) se especializa en el eje vertical con el significado básico de ‘parte más alta’. Este valor es especialmente productivo en la frase en + cima, la cual pronto se lexicalizó. Fue precisamente la esquematización del rasgo ‘parte más alta’ la que licenció la aparición del significado de ‘superposición’, para el que pasó a segundo plano la pertenencia al eje vertical. En contraste con trabajos anteriores que caracterizan a cima como un marcador de situaciones estáticas, este estudio permite ver que el uso de encima en construcciones dinámicas existió desde los inicios del español y que fue en aumento hasta ser dominante alrededor del siglo xv, fenómeno que se asocia con el aumento de situaciones que perfilaban el recorrido de una trayectoria inicialmente horizontal y finalmente vertical. Abstract This article offers an alternative account for the semanticsyntactic evolution of the noun cima ‘top, summit’ from the notion of ‘end of a trajectory’, to ‘the end of a vertical path’ to eventually specialize in the notion of ‘superposition’. The study analyses a vast corpus of Spanish chronicles from the thirteenth to the fifteenth centuries, from a cognitive-functional perspective. In early Spanish, cima as a noun had the meaning of ‘boundary’. This meaning was preserved in constructions adverbial and verbal a la cima ‘in the end’, dar cima ‘to finish up, complete’. As an adverbial phrase (preposition + cima) it subsumed a vertical interpretation to the meaning of ‘top’. This value was especially productive in the phrase en + cima ‘on end’, which would soon lexicalize as encima ‘on top’. 28
Descripción sintáctico-semántica
The study shows that it was precisely the feature ‘top’ that licensed the emergence of the meaning of ‘superposition’ to leave the notion of verticality in the base. Against previous analyses holding the idea that cima was a marker of static situations this study shows that it was already used in dynamic constructions from the early stages of Spanish and its occurrence in dynamic situations increased as determined by the fact that path scenes undertook the notion of verticality.
U
de mayor interés en la evolución del español es la organización de los marcadores locativos. Especialmente notorio es el conjunto de ajustes que se presentaron en torno a la organización de la verticalidad1. A lo largo de la historia de la lengua se presentaron cambios y reemplazos cuya mejor explicación quizá se encuentre en el reacomodo y distribución de cada uno de los espacios semánticos que cubrieron los marcadores adverbiales, los sustantivos y las preposiciones indicadores de verticalidad, que de manera fluctuante marcaron distintas zonas locativas. En la formación de las expresiones locativas, la verticalidad presentó cambios que solo una revisión puntual permitirá ver como no sorprendentes. El caso particular que concierne a este trabajo es la evolución de cima, forma sustantiva cuya evolución semántica presentó cambios verdaderamente polares. De ‘brote de planta’ vino a significar ‘parte superior’ para luego especializarse en la focalización de relaciones de ‘superposición’. Los pasos de esta evolución merecen ser vistos en forma detallada, pues son de interés tanto para el conocimiento de la evolución na de las zonas
1. Para una caracterización de las relaciones espaciales en el dominio vertical, vid. Levinson (1996).
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del español como para la teoría que se encarga de explicar los parámetros con que se codifica la verticalidad en las lenguas del mundo. El presente estudio está organizado de la siguiente manera: la primera sección se encarga de dar los antecedentes bibliográficos que conforman el conocimiento compartido del problema, la segunda, de identificar cuatro problemas íntimamente relacionados en torno al desarrollo semántico-sintáctico de cima. Finalmente, la tercera sección se aboca al análisis de cima. Cada una de las subsecciones que se presentan corresponde al análisis del comportamiento de cima en cada siglo. 1. Antecedentes Significados Etimológicamente, cima proviene del latín cyma, cuyo significado era ‘renuevo o tallo joven de la col y de otras plantas’. Cyma, a su vez fue tomado del griego χυμα, -ατσς, que significaba ‘brote, vástago tierno’, ‘ola, onda’ (dcech: s.v.).2 Martín González (1999: 86) afirma que el significado latino es «un significado perdido en su paso al romance». Según los diccionarios medievales, entre los siglos xiii y xv, el significado de cima fue transformándose, yendo de un significado muy cercano al etimológico, hasta el significado de ‘lo más alto’ con
2. Covarrubias (1674 [1611]) es el único autor que sugiere que el término cima puede provenir del hebreo: «puede ser nombre hebreo, de la palabra zima, que significa pensamiento, del verbo cogitare, por cuanto se forma en la parte más alta y principal de hombre, que es el cerebro, trayendo origen del corazón, que por esta razón se llama alto» (Tesoro de la lengua castellana).
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Descripción sintáctico-semántica
que actualmente lo identificamos3. En el siglo xiii se registran los significados de ‘cimiento’ (nunqua taie la cima do los pierdes toviere, en Berceo, Duelo, 204)4 y ‘rama de árbol’ (Et tomo priuado una segur & taio una grant cima de un aruol, ge2)5. En el siglo xiv, los diccionarios medievales incluyen el significado de ‘fin o complemento de alguna obra o cosa’ (pero de buena fabla vino la buena çima, J. Ruiz), así como el de ‘lo más alto de una cosa’ (entró a ffurtar de noche por çima del fumero J. Ruiz). Finalmente, en el siglo xv los significados registrados son ‘lo más alto de los montes, cerros y collados’ y ‘la parte más alta de los árboles’ (Culmen es la çima; capillamenta son las cimas de los arbores, Palencia, Vocabulario). Por otra parte, se han propuesto dos interesantes explicaciones sobre el cambio del significado etimológico de cima a un significado más abstracto.6 Por una parte, se encuentra la explicación del dcech según la cual, del significado de ‘renuevo de una planta’ se pasó al de ‘culminación o remate’ y de ahí al de ‘fin’; de este último proviene, según esta obra, dar cima a una empresa. Por otra, explica Cuervo en el dcr que encima, resultado de la aglutinación de la preposición en y el sustantivo cima, tiene como significado inicial ‘brote de una planta’, de donde se pasó al de ‘parte más elevada de una 3. Ya el Diccionario de Autoridades (da: s. v.) registra como primera entrada del sustantivo cima la siguiente acepción: «la altura más encumbrada de los montes, cerros y collados». 4. Todos los ejemplos, con excepción del que ilustra el significado de ‘rama de árbol’, están tomados del Diccionario medieval español, que abreviamos como dme. 5. La explicación de esta y las demás abreviaturas de las obras del corpus citadas, se encuentra en la nota 9. 6. Aunque como se verá, Cuervo (dcr: s.v. encima) explica el significado de encima, en realidad está hablando de la evolución semántica del sustantivo cima.
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planta’ y, finalmente, por extensión, a la ‘parte más elevada de cualquier objeto’. Como se ve, Corominas llega al significado de ‘fin’, mientras que el último eslabón de la cadena de significados de Cuervo es ‘parte más elevada de cualquier objeto’. Ambas explicaciones, aunque correctas, son parciales y deben ser sujetas a evaluación para conformar un patrón evolutivo coherente. Finalmente, aunque la forma lexicalizada de la construcción preposición + cima que actualmente conocemos, proviene de la combinación de en + cima, anotan Corominas y Pascual (dcech: s.v.) que el uso de por cima de en El Conde Lucanor (primera mitad del siglo xiv) ya supone la acepción general moderna por encima de, que se explica por el significado de ‘sumidad’7 de las plantas. Evidentemente, los autores sugieren aquí la noción de verticalidad que cima adquirió en cierto periodo del español. 2. Problema Cuatro cuestiones fundamentales A partir de lo que hemos mostrado en los antecedentes, nos ocuparemos de la revisión de cuatro aspectos problemáticos en relación con el sustantivo cima. El primer problema está relacionado con el comportamiento de cima como sustantivo. Como vimos arriba, el significado etimológico de cima como el de (1) está documentado en el siglo xiii.
7. Vid. drae (2001: s.v. sumidad): ‘Ápice: extremo superior o punta de algo’.
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(1) Et tomo priuado una segur & taio una grant cima de un aruol. Et tomo la en so cuello & dixo (ge2, c 1275)8. Sin embargo, en ese mismo siglo se documentan otros dos significados: ‘fin o término’, como en (2) y ‘parte más alta’, como en el ejemplo (3). (2) Non fiz lo que debía; esta es la çima del que non faz lo que debe (cal) (3) que pusiessen la su senna en cima de la mas alta torre de la çipdat (ultr)
Lo interesante es que, a diferencia de lo sugerido por los diccionarios, el significado etimológico (‘renuevo de una planta’) y el de ‘fin’, así como aquel en el que cima hace referencia a la parte más alta de algo coexisten ya en el siglo xiii. Nótese, sin embargo, que a diferencia de (1) y (2), en el caso de (3), el término cima no está antecedido por un artículo, lo que hace pensar que ya en esa época había perdido algunas de sus características como sustantivo pleno. Es sabido que en esta época la ausencia del artículo era común especialmente después de preposición; la tendencia a perderlo sin duda facilitó la formación de la forma adverbial. Es posible que el ejemplo (3) sea un ejemplo temprano del futuro adverbio encima. En nuestro análisis, mostramos la productividad de usos de cima como sustantivo pleno –por oposición a sus usos como sustantivo en frase adverbial–, así como su frecuencia de uso en el periodo de estudio.
8. Para la correspondencia de esta sigla y las del resto de los ejemplos, vid. nota 9.
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El segundo problema que nos ocupa está asociado con el carácter temporal de cima. Mucho se ha dicho sobre el valor espacial de cima (Sánchez Lancis 1992, Coello 1996, GarcíaMiguel 2006, Eberenz 2008), como el ilustrado arriba en (3). Sin embargo, poco se ha mencionado acerca de casos en los que cima parece tener un valor temporal, como son los casos de (4) y (5): (4) & ouieron buen tiempo & en çima de Setienbre arribaron al puerto de Sur (ultr). (5) E los delas naues vnos con otros conbatieronsse & lidiaron vna gran pieça del dia pero ala çima vençieron los xpistianos & fueron los moros fuyendo vençidos (reyes).
En el ejemplo (4) septiembre es un punto de referencia (pr) temporal que marca el final del lapso en que ocurre un evento (el arribo de los hombres al puerto). El caso de (5) es todavía más interesante. Construida a partir de la frase nominal la cima introducida por la preposición a, constituye una frase de corte adverbial que podemos glosar como ‘al final’. En el análisis hablaremos con más detalle de estas construcciones temporales y veremos en qué momento dejan de ocurrir en nuestro corpus. El tercer problema que es necesario considerar es el de la identificación de las preposiciones con las que cima se combinaba en las primeras etapas del español. Como sustantivo, cima podía ir precedida, además de la preposición en, por cualquiera que indicara origen (de, desde), meta (a, fasta), trayecto (por) como se ve en los ejemplos de (6): (6) a. Et estas letras estauan en çima del candado (cr 1344).
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Descripción sintáctico-semántica
b. E de çima del çielo llovya sobre nos las rreynas graniso de sangre e piedras con fuego (alf xi). c. leuaron le a cima de un otero muy alto (ultr). d. si fuesse assentado a la mesa que non atendrie fasta çima de la yantar (ultr). e. ella vin(n)o lluego por çima de la cerca (trist).
A pesar de esta diversidad de usos, la única forma que se lexicalizó y llegó a nuestros días es encima. A partir de nuestro análisis, mostraremos los factores fundamentales que incidieron tanto en la fijación de en como en la eliminación de las demás formas prepositivas. El último problema que es necesario abordar es el carácter estático o dinámico de la construcción adverbial en + cima. Las referencias bibliográficas sobre el tema han señalado que encima posee un carácter estático (Coello 1996, Sánchez Lancis 1992, Cifuentes 1996), y que este adverbio tiene una preferencia por aparecer con verbos estáticos (Coello 1996), como se ve en los ejemplos de (7): (7) a. los unos estauan en çima de la montanna que guardauan los que cauauan (ultr). b. e el estaua encima de vna torre cantnado e dezia que se alegrava (abrev). c. que los moros que estauan ençima de lapeña por guardas nunca losvieron […] (alf xi).
Recordemos que en ha sido reconocida como la preposición locativa estática por excelencia, por lo tanto, su compatibilidad con verbos estáticos es predecible; sin embargo, es posible también hallar construcciones en las que el verbo es dinámico, como se ve en los ejemplos de (8): 35
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(8) a. subio vn cauallero encima del adarue (abrev) b. [a la doncella] pusola ençima de un cavallo (eiv) c. mas gonçalo gonçales el menor delos siete ynfantes parara en aquello mjentes & furtose delos hermanos & fue saltar en çima de su Cauallo & tomo vn(n) bohordo / en(n)la mano (cr 1344).
Nuestro análisis muestra la manera en que, a pesar del carácter estático de encima, este adverbio es perfectamente compatible con verbos dinámicos; más aún, el análisis ofrece una motivación para que, con el paso del tiempo, su uso con verbos dinámicos vaya incrementando. Debemos señalar que se intentará dar una explicación de los fenómenos que hemos presentado a partir de textos de carácter narrativo (particularmente crónicas) de los siglos xiii al xv, tomados del Corpus Diacrónico del Español (corde). En cada siglo, hemos seleccionado tantas obras como fueron necesarias para reunir una muestra representativa: aproximadamente un millón de palabras para cada siglo9. 9. Tales obras son las siguientes: Siglo xiii: Anónimo, Calila e Dimna (cal), 1251; Alfonso x, Estoria de Espanna que fizo el muy noble rey don Alfonsso, fijo del rey don Fernando et de la reyna donna Beatriz (Primera Crónica General) c.1270; Anónimo, Historia troyana en prosa y verso 1270; Alfonso x, General Estoria. Segunda parte (ge2) c. 1275; Alfonso x, General Estoria. Quinta parte a.1284; Anónimo, Gran Conquista de Ultramar (ultr) 1293. Siglo xiv: Anónimo, Crónica del moro Rasis (c. 1300-1344); Anónimo, Cuento de don Tristán de Leonís (trist) c. 1340-1350; Manuel, Juan, Crónica abreviada (abrev) 1320-1322; Anónimo, Crónica de veinte Reyes (reyes) a.1325; Sánchez Valladolid, Fernán, Crónica de Alfonso x c. 1340-1350; Anónimo, Crónica de 1344 (cr 1344) 1344; Anónimo, Gran crónica de Alfonso xi (alfxi) c. 1348-1379; Anónimo, Sumas de la historia troyana de Leomarte c. 1350, López de Ayala, Pedro, Crónica del rey don Pedro 1400. Siglo xv: Corral, Pedro de, Crónica del rey don Rodrigo, postrimero rey de los godos (rod) c1430; Anónimo, Crónica
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3. El análisis 3.1. El sustantivo cima, ¿‘parte superior’ o ‘ fin’? El primer problema que debe ser resuelto es si la conformación nuclear de cima está determinada por un parámetro de verticalidad. De esa resolución se desprenderá la necesidad de revisar el tipo de construcciones sintácticas en las que emerge en forma dominante. Las secciones siguientes se dedican a cada uno de estos temas. Como vimos en los ejemplos de (1) y (2), que ahora reproducimos nuevamente como (9) y (10), hemos documentado en nuestro corpus usos del sustantivo cima como ‘rama de árbol’ y ‘fin’. En el ejemplo (11) presentamos el único caso encontrado en el que, al parecer, el sustantivo cima posee el significado de ‘parte más alta’. Cabe señalar que en este caso el sustantivo en cuestión aparece en plural10. (9) Et tomo priuado una segur & taio una grant cima de un aruol. Et tomo la en so cuello & dixo (ge2).
de Don Álvaro de Luna (alun) c. 1453; Carrillo de Huete, Pedro, Crónica del Halconero de Juan ii 1454; Escavias, Pedro de, Repertorio de príncipes de España 1467-1475; Anónimo, Crónica de Enrique iv de Castilla 1454-1474 (eiv) c. 1481-1482; Anónimo, La crónica del noble cavallero el conde Fernán Gonçales c. 1500. 10. Debemos señalar que el sustantivo cima aparece en plural en tres de los casos con el significado de ‘fin’ y en otros tres casos con el significado de ‘rama de árbol’. Por otra parte, es pertinente notar que en el siglo xv existe un caso cuya lectura resulta ambigua entre el significado de ‘el fin’ y el ‘de la parte más alta’, en un sentido metafórico. Se trata del siguiente fragmento: «Muça, no te argulles ca las buenaventuras que en España has avido contra el noble linaje de los godos, que fue la cima de la mejor caballería del mundo» (rod).
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(10) Non fiz lo que debía; esta es la çima del que non faz lo que debe (cal). (11) yo non sufriré desta uez que tamanna nemiga commo esta entre en Creta. que son las çimas o Juppiter se crio que es tan santa cosa (ge2).
En la tabla 1 mostramos el total de casos documentados para cada significado: Tabla 1. Significados del sustantivo cima. Siglos xiii-xv Español medieval Cima como sustantivo
s. xiii
s. xiv
s. xv
15
5
–
‘rama de árbol’
5
–
–
‘parte más alta’
1
–
–
21
5
–
‘fin’
Total
Según la información de la tabla 1, el significado más frecuente en el siglo xiii es el de ‘fin’ y es, además, el único que aparece en el xiv. Obsérvese, además, que del siglo xiii al xv hay una disminución de casos de cima como sustantivo pleno. La pregunta ahora es cómo explicar que coexistan los significados de ‘fin’ y ‘parte más alta’. Recordemos que algunos autores proponen una cadena de cambio semántico que se inicia en el significado etimológico, pero que en un caso llega al significado de ‘culminación o fin’ (dcech: s.v.), y en el otro, al de ‘parte más alta’ (dcr: s.v.). Lo que nosotros proponemos aquí es que en los inicios del español, el sustantivo cima poseía 38
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el rasgo semántico de ‘límite’ y era neutral tanto respecto del eje –horizontal o vertical–, como de la direccionalidad –hacia arriba o hacia abajo–. Dada esta neutralidad es predecible que las especificaciones de trayectoria y direccionalidad hayan sido marcadas por formas prepositivas con las que cima se combinaba y que llegaron a formar construcciones de corte adverbial en la evolución del español. 3.2. Construcciones con cima En este apartado analizaremos los dos tipos de construcciones ejemplificadas en (12) y (13). La primera de ellas corresponde al esquema preposición a + fn la cima;11 la segunda, al esquema verbo dar, haber o hacer + sustantivo cima. (12) E los delas naues vnos con otros conbatieronsse & lidiaron vna gran pieça del dia pero ala çima vençieron los xpistianos & fueron los moros fuyendo vençidos (reyes). (13) a. E estas rrazones e otras muchas dixo el rrey a los suyos, * por lo qual ellos tomaron gran esfuerço por dar çima a lo que auien començado (alf xi). b. Los ricos omnes. commo buenos & leales con grant dolor. & con grant pesar. fizieron el mandado del Rey. pero entendian que aquel fecho non podrie auer buena çima (ultr).
11. Tenemos documentado un caso de a la por cima: «Mas como quier que estas razones mucho fuessen entrellos departidas. a la por cima todos en uno catando la naturaleza y ell amor que auien con roma. e cobdiciando onra de su cibdat […] tornaronse todos al mas sano e derecho conseio. e acordaron que fues destroyda en todas guisas» (ee, c. 1270). El drae (2001) registra el uso de a la por cima como locución adverbial antigua, con el significado de ‘al fin’, ‘por último’.
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c. Pues otorga tu pecado et confiesa el mal que feziste, ca farás mejor çima por ende (cal).
En los ejemplos (12) y (13), todas las frases con cima están formadas a partir del significado de ‘fin’, no de ‘parte superior’; esto apoya la idea de que el significado inicial de cima era ‘límite’. Su neutralidad respecto de los ejes horizontal y vertical es evidente. Como se verá más abajo, este tipo de construcciones aparece sobre todo en el siglo xiii. Con respecto a la primera construcción, debemos señalar que en más del 80% de los casos en los que cima aparece precedido por el artículo la, esta forma parte de la construcción adverbial a la cima; es decir, la cima no es una construcción productiva como frase nominal independiente, ocurre en la mayoría de los casos como parte de la frase preposicional encabezada por a. Por otra parte, a la cima generalmente es parte de una estructura oracional compleja introducida por una conjunción: causal (15) o copulativa (16), pero dominantemente adversativa, como en (14): (14) a. ca los moros que las guardauan fueron desbaratados e vençidos por bondad de aquellos caualleros que los fueron ferir; como quier que primero pelearon vn rrato, pero a la çima non pudieron sufrir la bondad de los christianos, e començaron a fuyr dellos contra algezira (alf xi). b. alli se començo la batalla muy fuerte. & muy aspera de la una parte & de la otra. Los xristianos maguer que eran pocos fueron muy buenos. & touieron se quanto mas pudieron. Mas a la çima non pudieron en durar nin soffrir el grant poder de los Turcos & començaron de foyr todos los mas de los xpistianos (ultr).
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(15) Et cuenta la estoria del que siempre vençia /. Despues lidio este Rey don ordoño con Cayd Rey de cordoua & mato muchos moros & ala çima tomo la villa & tomo los moros & las moras consus fijas & fizolos todos vender (cr 1344). (16) & desta gujsa apoderaron los moros al jnfante don alfonso en boz del Rey don ferrando su padre en todo el Regno de murçia saluo lorca & cartajena & mula que se non qujsieron dar njn entrar enla pleytesia delos otros & ganaron y poco. ca ala çima oujeronlo A fazer mal de Su grado (reyes).
En combinación con otras formas, a la cima opera fundamentalmente como conector de discurso encargado de introducir la oración con que termina una secuencia de eventos. En los ejemplos de (14), lo que se expresa a partir de la introducción de pero es que ocurre un desenlace de los hechos diferente al esperado por el emisor del mensaje. En (16a), los moros pelean contra los cristianos arduamente; de ese hecho se esperaría como consecuencia el triunfo de los moros. Sin embargo, ocurre que los moros son derrotados, lo que implica un estado de hechos contrario a lo esperado. Por su parte, (15) señala el desenlace lógico de una serie de hechos, es decir, se cumplen las expectativas creadas a partir de los sucesos precedentes. El caso de (16) expresa, mediante el conector ca, una explicación de la consecuencia que ya expresa la frase «& ganaron y poco». En resumen, los conectores que anteceden a cima dan distintos matices a la demarcación final de una secuencia de eventos delimitada por a la cima. Que opere como marcador de discurso implica ya un alto nivel de sedimentación en el sistema del español de esa época, hecho que sugiere que el significado dominante de cima durante la Edad Media es el de punto final de una trayectoria física, significado que se 41
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extendió a planos abstractos hasta convertirse en marcador de discurso sin perder su significado de base. Con respecto a la segunda construcción estudiada en este apartado (verbo dar, haber o hacer + sustantivo cima), es claro que, sintácticamente, tiene una estructura distinta a la primera. Sin embargo, comparte con aquella el valor semántico de cima como ‘fin o término’. Ello sugiere que todavía hasta bien entrado el siglo xiii el significado de ‘fin’ seguía siendo prominente. En la tabla 2 se muestra el número de casos de estas construcciones registrado en nuestro corpus. Tabla 2. Construcciones a la cima y haber (dar, tener) cima
Siglo xiii
Siglo xiv
A la cima
33
42
Dar cima
8
21
Haber (buena, mala) cima
7
Hacer (‘tener’) cima
5
TOTAL
53
63
Siglo xv 3
3
La primera observación que se desprende de la tabla 2 es que todas las construcciones incluidas en ella están formadas a partir del significado de ‘fin’ y no del de ‘parte superior’. Este hecho apoya nuestra observación de que el significado fundamental de este sustantivo es el de ‘límite’; según nuestro análisis solo después se especializó en el uso de ‘parte más alta’. Nótese que las dos construcciones con mayor número de casos documentados en nuestro corpus son a la cima y
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Descripción sintáctico-semántica LaLaprimera primeraobservación observación que quesesedesprende desprende dedelalatabla tabla2 2esesque quetodas todaslas lasconstrucciones construcciones La primera observación que se desprende de la tabla 2 es que todas las construcciones incluidas incluidasenenella ellaestán estánformadas formadasa apartir partirdel delsignificado significadodede‘fin’ ‘fin’y ynonodel deldede‘parte ‘partesuperior’. superior’. incluidas en ella están formadas a partir del significado de ‘fin’ y no del de ‘parte superior’. Este Estehecho hechoapoya apoyanuestra nuestraobservación observacióndedeque queelelsignificado significadofundamental fundamentaldedeeste estesustantivo sustantivo Este hecho apoya nuestra observación de que el significado fundamental de este sustantivo eseseleldede‘límite’; ‘límite’;según segúnnuestro nuestroanálisis análisissolo solodespués despuésseseespecializó especializóeneneleluso usodede‘parte ‘partemás más es elcima. de ‘límite’; según nuestro análisismayor solo después se especializó en el uso de ‘parte más dar que registra número de apariciones es alta’. alta’.Nótese NóteseLa que quelas lasdos dos construcciones construcciones con conmayor mayor número númerode decasos casos documentados documentados enena alta’. Nótese que las dos construcciones con mayor número de casos documentados en nuestrocorpus corpus son sonatodo alalacima cima y ydar dar cima. cima. LaLaque que registra registra mayor mayor número númeroprácticamente dedeapariciones aparicionesesesa a lanuestro cima, sobre en los siglos xiii y xiv , pues nuestro corpus son a la cima y dar cima. La que registra mayor número de apariciones es a lalacima, cima,sobre sobretodo todoenenlos lossiglos siglosXIII XIIIy yXIV, XIV,pues puesprácticamente prácticamentehahadesaparecido desaparecidoenenelelsiglo siglo ladesaparecido cima, sobre todo en los siglos XIII y XIV, prácticamente ha desaparecido enestá el siglo haXV. en elestásiglo xv .pues Por su parte, dar cima XV.Por Porsusuparte, parte,dar darcima cimaestá enenestos estos dos dos mismos mismos siglos, siglos, pero peroyaya nonosese encuentra encuentra enenelen el XV. Por su 1212parte, dar cima está en estos dos mismos siglos, pero ya no se encuentra en el Finalmente,las las construcciones construcciones haber haber (buena, (buena, mala) mala) cima cimay yhacer hacer(‘tener’) (‘tener’) cima cima siglo sigloXV. XV. 12 Finalmente, estos dos mismos siglos, pero ya no se encuentra en el siglo siglo XV. Finalmente, las construcciones haber (buena, mala) cima y hacer (‘tener’) cima solo soloseseregistran registranenenelelsiglo sigloXIII XIIIcon conuna unafrecuencia frecuenciatan tanbaja bajaque quepermite permiteprever preversusu 12 solo se registran en el las sigloconstrucciones XIII tan baja que permite prever su 1313 con una frecuencia xv . Finalmente, haber (buena, mala) cima desaparición desaparición yayaenenelelsiglo sigloXIV. XIV. desaparición ya en el siglo XIV.13
y hacer (‘tener’) cima solo se registran en el siglo xiii con una De Deacuerdo acuerdocon conloloque quehemos hemosrevisado revisadohasta hastaahora, ahora,podemos podemosafirmar afirmarque queenenlos losinicios iniciosdel del De acuerdo con lo que hemos revisado hasta ahora, podemos que en los inicios frecuencia tan que permite prever suafirmar desaparición yadel español españolcima cimaindica indicabaja ‘límite’, ‘límite’, y yque que puesto puestoenenel eleje ejevertical, vertical, es esneutral neutralcon conrespecto respecto laen la español cima 13 indica ‘límite’, y que puesto en el eje vertical, es neutral con respecto la direccionalidad. Según Segúnesta estapropuesta, propuesta,cualquiera cualquieradedelas lasrepresentaciones representacionesesquemáticas esquemáticasdede eldireccionalidad. siglo xiv . direccionalidad. Según esta propuesta, cualquiera de las representaciones esquemáticas de cima cimadedelalafigura figura1 1puede puedecorresponder correspondera asususignificado significadoinicial. inicial.Sin Sinembargo, embargo,dado dadoque queelel cima de la figura 1 puede corresponder a su significado inicial. Sin embargo, dado que el significado significadomás másproductivo productivoeseseleldede‘fin’ ‘fin’aplicado aplicadoenenununplano planotemporal, temporal,hemos hemoselegido elegidolala significado más productivo es el de ‘fin’ aplicado en un plano temporal, hemos elegido la primera primerarepresentación representación como comolalabásica básica(sombreada (sombreada enengris), gris),mientras mientras que quelas lasotras otras—— Figura 1. Representación esquemática de cima primera representación como la básica (sombreada en gris), mientras que las otras — puestas puestasenenununplano planovertical— vertical—existen, existen,pero perocon condocumentación documentaciónescasa. escasa. puestas en un plano vertical— existen, pero con documentación escasa.
Cima Cima= =‘fin’ ‘fin’ Cima Cima = ‘fin’ = 3.3 3.3 3.3
‘fin’
Cima Cima= =‘cimiento’ ‘cimiento’ Cima = ‘cimiento’ Cima = ‘cimiento’
Cima Cima= =‘lo ‘lomás másalto’ alto’ Cima = ‘lo=más Cima ‘loalto’ más
alto’
Cima Cimacomo comofrase fraseadverbial adverbial(preposición (preposición++cima) cima) Cima como frase adverbial (preposición + cima)
Devezacuerdo con lo que hemos revisado hasta ahora, podeUna Unavez localizado localizadoelelsignificado significadonuclear nucleardedecima cimaesespertinente pertinenteidentificar identificarlas laspreposiciones preposiciones Una afirmar vez localizado el significado nuclear de cima es pertinente cima identificar las preposiciones mos que en los inicios del español indica ‘límite’, con conque queconcurre concurreenenforma formadominante. dominante.SeSetrata tratadedecasos casosenenlos losque queelelsustantivo sustantivocima cimaalalirir con que concurre en forma dominante. Se trata de casos en los que el sustantivo cima al ir precedidodedeuna unapreposición preposiciónconforma conformauna unafrase fraseadverbial. adverbial.Reconocemos, Reconocemos,enennuestro nuestro y precedido que puesto el eje vertical, es neutral con respecto la direcprecedido de unaen preposición conforma una frase adverbial. Reconocemos, en nuestro corpus, corpus,las lasposibilidades posibilidadesdedecombinación combinaciónmostradas mostradasenenlos losejemplos ejemplosdede(17). (17). corpus, las posibilidades de combinación mostradas en los ejemplos de (17). cionalidad. Según esta propuesta, cualquiera de las representa(17) (17) a. a.EtEtestas estasletras letrasestauan estauanenençima çimadel delcandado candado(CR (CR1344) 1344) (17) a. Et estas letras estauan en çima del candado ciones esquemáticas de cima de(CR la1344) figura 1 puede corresponder a suSinSinsignificado inicial. Sin embargo, dado que elfelizmente. significado embargo, embargo,elelDRAE DRAE(2001) (2001)registra registralalaexpresión expresióndar darcima cimaa aalgo algocomo como‘concluirlo ‘concluirlofelizmente. Llevarlo Llevarlo Sin embargo, el DRAE (2001) registra la expresión dar cima a algo como ‘concluirlo felizmente. Llevarlo hasta hastasu sufinfiny yperfección’. perfección’. es el de ‘fin’ aplicado en un plano temporal, más productivo hasta su fin y perfección’. Como Como evidencia evidencia dedelalabaja bajaproductividad productividaddedelaslasconstrucciones construccionesverbales verbalescon concima, cima,vale valelalapena penaseñalar señalarque que 12 12 12 13 13 13
Como evidencia de solamente lasolamente baja productividad las construcciones verbales con cima, vale la pena señalar que hacer hacer cima cima seseregistra registra enenCalila Calilae de Dimna e Dimna (CAL). (CAL). hacer cima se registra solamente en Calila e Dimna (CAL).
12. Sin embargo, el drae (2001) registra la expresión dar cima a algo como ‘concluirlo felizmente. Llevarlo hasta su fin y perfección’. 13. Como evidencia de la baja productividad de las construcciones verbales con cima, vale la pena señalar que hacer cima se registra solamente en Calila e Dimna (cal).
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hemos elegido la primera representación como la básica (sombreada en gris), mientras que las otras –puestas en un plano vertical– existen, pero con documentación escasa. 3.3. Cima como frase adverbial (preposición + cima) Una vez localizado el significado nuclear de cima es pertinente identificar las preposiciones con que concurre en forma dominante. Se trata de casos en los que el sustantivo cima al ir precedido de una preposición conforma una frase adverbial. Reconocemos, en nuestro corpus, las posibilidades de combinación mostradas en los ejemplos de (17). (17) a. Et estas letras estauan en çima del candado (cr 1344). b. ella vin(n)o lluego por çima de la cerca (trist). c. E de çima del çielo llovya sobre nos las rreynas graniso de sangre e piedras con fuego (alf xi). d. leuaron le a cima de un otero muy alto (ultr). e. si fuesse assentado a la mesa que non atendrie fasta çima de la yantar (ultr).
Como se ve en (17), cima es perfectamente compatible tanto con la preposición locativa en, que posee el sema ‘no movimiento’ (Trujillo 1971: 266), como con preposiciones que involucran fenómenos de trayectoria, tales como a, fasta, de y por. Sin embargo, no todas estas preposiciones se presentan en igual medida en combinación con cima. La tabla 3 muestra el número de ocurrencias de cada caso.
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Descripción sintáctico-semántica
Tabla 3. Preposiciones que anteceden a cima Preposición + cima
Siglo xiii
Siglo xiv
81% 30
75.9% 126
82.5% 94
De cima de
–
1.2% 2
6.1% 7
De encima de
–
1.2% 2
–
Por cima de
5.4% 2
9.0% 15
–
Por encima de
5.4% 2
5.4% 9
10.5% 12
0.6% 1
–
–
0.6% 1
–
5.4% 2
–
–
–
0.6% 1
–
2.7% 1
0.6% 1
0.9% 1
–
4.8% 8
–
En cima (de)
Desde cima de Desde encima de A cima de Contra cima de Fasta cima de Fasta encima de
Siglo xv
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De acuerdo con los datos de la tabla 3, desde el siglo xiii, la frase adverbial más frecuente es en cima. Las otras preposiciones son posibles, pero son de baja frecuencia. Obsérvese, además, que la única frase en la que la preposición se convirtió en un afijo del sustantivo14 fue en + cima, prueba de ello es que desde el siglo xiii hay casos documentados de la preposición por precediendo a encima, lo cual sugiere que encima ya operaba como una unidad. Antes de pasar a nuestro siguiente apartado, mostramos, a manera de resumen, las posibilidades de uso del sustantivo cima (tabla 4): Tabla 4. Usos de cima Cima
Siglo xiii
Siglo xiv
Siglo xv
Sustantivo
18.9% (21)
2.1% (5)
0.8% (1)
Construcción (a la cima, dar cima)
47.8% (53)
26.9% (63)
2.5% (3)
Frase adverbial (prep+cima)
33.3% (37)
70.9% (166)
96.6% (114)
111
234
118
TOTAL
En la tabla 4 se puede observar que tanto los usos de cima como sustantivo, como sus usos en construcción (a la cima, dar cima) van decreciendo notoriamente de un siglo a otro; 14. Hopper (1991: 22) y Hopper y Traugott (1993: 105) utilizan el término descategorización (decategorialization) para referirse a la pérdida de las características de una unidad plena, que da como resultado una forma afijal.
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Descripción sintáctico-semántica
en cambio su documentación como frase adverbial va en claro aumento del siglo xiii al xv. El uso de cima en frase adverbial (preposición + cima) se duplica del siglo xiii al xiv y para el xv es prácticamente la única función con la que se registra. El cambio de sustantivo a frase adverbial es, según lo visto, incuestionable. 3.4. El caso de encima Como pudimos ver en la tabla 3, la preposición que en mayor medida precede a cima es en (más del 75% en todos los casos). Es por ello que mostraremos con detalle los significados que se generan cuando se presenta la frase en cima. a) Límite final en el tiempo En este caso se conserva el significado de ‘fin’ que hemos señalado como primitivo para el sustantivo cima. La nueva situación es que el sustantivo cima carece de artículo al ir precedido por la preposición locativa en y posee un punto de referencia temporal15. En estos casos la frase adverbial indica el término de un periodo, como ilustran los ejemplos de (18). (18) a. ouieron buen tiempo & en çima de Setienbre arribaron al puerto de Sur (ultr).
15. Documentamos cuatro casos en los que encima, sin punto de referencia (pr) significa ‘al final’. Se trata de casos como el siguiente: «E los de la uilla quando los uieron cerca de ssi fueron lidiar con ellos e fue la lit muy ferida dell un cabo e dell otro. Pero encima fueron tan maltrechos los romanos. que començaron a foyr» (ee). Decidimos dejarlos fuera del conteo por no tener pr explícito en ningún caso.
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b. Ruego vos que me non desonrredes en çima de mj vida (reyes).
b) Locación geográfica Se trata de un grupo de casos que puede tener dos lecturas. En ejemplos como los de (19), el punto de referencia es un lugar geográfico, que puede ser entendido como ‘fin o extremo de un lugar’ (19a), o como ‘norte’ si consideramos la posibilidad de que la descripción se haga a partir de un mapa (19b). (19) a. E el Maestre ordenó de ir derecho con toda la otra gente a la puerta que está ençima de Sant Françisco; e todos llebaban sus escalas, e peones con picos e açadones (alun). b. e a la entrada del verano partiredes de Algezira con vuestro poder, * e non çercaredes villa ninguna, mas faredes entrada por la frontera e correredes fasta ençima de Cordoua, vos por vna parte e el rey de Granada por otra (alf xi).
En el (19a) la lectura según la cual cima ocupa el final de una trayectoria es la más evidente, pero es posible también que ese recorrido se hiciera sobre un mapa y que en ese caso se encontrara en la parte superior del papel. En (20b) la lectura de mapa es aun más prominente, con ello se incrementa la probabilidad de que la lectura de corte vertical ya esté siendo empleada. Estos casos geográficos, con una lectura ambigua, pueden ser el paso intermedio entre el significado de ‘límite’ y el significado de ‘lo más alto’, que, como veremos, cima obtuvo al combinarse con algunas preposiciones.
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Descripción sintáctico-semántica
c) Locación a partir de un pr con dimensión vertical En casos como los de (20) es claro que el objeto o lugar que cumple la función de punto de referencia tiene dimensiones verticales. (20) a. enuio luego con aquellos mandaderos sus caualleros que pusiessen la su senna en cima de la mas alta torre de la çipdat (ultr). b. e subieron los christianos por las cuerdas e por aquellas estacas fasta ençima de la peña (alf xi).
Tanto la torre en (20a), como la peña en (20b) son lugares de los que se puede identificar una estructura vertical: ambos tienen una parte superior y una inferior claramente identificables. Como se ve en la tabla 5, la construcción preposición + cima es altamente productiva en estos casos. d) Superficie Finalmente, hemos puesto en este grupo aquellos casos en los que, igual que en el apartado anterior, hay dos objetos en relación. Sin embargo, ya no es necesario que el punto de referencia tenga dimensiones verticales, ahora lo importante es que entre la figura y el punto de referencia haya una relación de superposición, con o sin contacto. Esto lo ilustra (21): (21) E fueron sse para casa de vna duenna que estava en pasamiento e posieron le las dos [cruces] encima e non guareció (abrev).
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Lo interesante es que un objeto ocupa la parte superior de otro. Como se explicará más adelante en forma detallada, esto sugiere que la trayectoria vertical que encontrábamos en los ejemplos anteriores ya se ha generalizado lo suficiente para que se cuente con un esquema vertical en que la relación local entre los dos objetos basta para que encima demarque la parte superior respecto de una base inferior. La tabla 5 muestra el número de casos que aparecen en cada una de las obras de acuerdo con los tipos de PR que acabamos de describir. Como puede observarse en la tabla 5, los puntos de referencia temporales que son, digamos, los más cercanos al significado ‘fin’ del sustantivo pleno16 son poco frecuentes: en nuestro corpus se documentan apenas en los dos primeros siglos de estudio (tres casos en el siglo xiii y dos en el xiv). Por su parte, el pr geográfico tampoco tiene porcentajes importantes a lo largo del periodo medieval del español, aunque todavía lo hallamos en la Crónica de don Álvaro de Luna, del siglo xv. Cabe señalar que en este caso puede haber dos lecturas: a) la de la parte más alta en el sentido de la más alejada en relación con el punto deíctico del conceptualizador, b) la del norte de un lugar, si suponemos que se trata de la localización en un mapa de un punto geográfico. A diferencia de los dos pr anteriores, el pr que se manifiesta claramente como un objeto o lugar con dimensiones verticales (montaña, castillo, torre, etcétera) cubre más del 85% en cada siglo de estudio de la 16. Una de las características del sustantivo pleno es que puede llevar determinante (la, una, su). Sin embargo en el siglo xiii hay notable fluctuación entre la presencia y la ausencia del artículo. A pesar de ello, el hecho de que cerca del 90% de los casos encontrados opere como punto de referencia vertical confirma nuestra interpretación como forma alejada de su fuente nominal.
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Descripción sintáctico-semántica
etapa medieval. Este dato nos hace pensar que el significado de cima como ‘parte más alta’ fue motivado por la combinación en + cima; es esta frase la que adopta el significado particular de ‘parte más alta’17. Aunque la preposición en tenía distintos valores (interioridad, superposición, proximidad, contacto; cf. Cuervo, dcr), al combinarse con cima, que poseía el rasgo de ‘límite’, mantuvo el rasgo de superposición, mismo que pudo haber sido matizado con nociones de proximidad y contacto. La preposición en no podía haber mantenido, en este caso, el valor de interioridad propuesto por algunos autores como básico (Pottier 1962, Caballero / Corral 1998, García-Miguel 2006) por ser incompatible con el rasgo de ‘límite’ que se desprende de usos en que el sustantivo cima se refiere a bordes, extremos o partes exteriores, y no a noción alguna de interioridad. Tabla 5. Tipos de pr con encima Siglo xiii
Siglo xiv
Siglo xv
PR Temporal
8.6% 3
1.2% 2
PR Geográfico
2.9% 1
5.3% 9
2.7% 3
88.6% 31
89.4% 150
89.3% 101
0
4.1% 7
8% 9
PR vertical PR Superficie
17. Aunque como vimos antes, de manera general la combinación preposición + cima (y no solo en + cima) puede producir lecturas de verticalidad.
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verticales (montaña, castillo, torre, etcétera) cubre más del 85% la etapa medieval. Este dato nos hace pensar que el significad alta’ fue motivado por la combinación en + cima; es esta frase particular de ‘parte más alta’.17 Aunque la preposición (interioridad, superposición, proximidad, contacto; cf. Cuervo que poseía el rasgo de ‘límite’, mantuvo el rasgo de superposic sido matizado con nociones de proximidad y contacto. La pre A. Enríquez Ovando y R. Maldonado Soto mantenido, en este caso, el valor de interioridad propuesto por a (Pottier 1962, Caballero / Corral 1998, García-Miguel 2006) p rasgo de ‘límite’ que podemos se desprende de usos A partir de los datos anteriores, sugerir que en la que el sustantiv o partes exteriores, y no a noción construcción en extremos + cima se especializa, desde el siglo xiiialguna , en de interiorida la introducción de un pr con dimensiones verticales, como se A partir de los datos anteriores, podemos sugerir que la c muestra en la figura 2. especializa, desde el siglo XIII, en la introducción de un PR como2.seConstrucción muestra en la en figura 2. Figura + cima
EnEncima partesuperior superior cima== en en la la parte
El esquema muestra que cuando cima se combina con la preposición en adquiere la direccionalidad vertical, de manera tal que ahora en + cima significa ‘en la parte superior’. Encima 16 Una de las pleno es se especializa pues, desde el características siglo xiii, endel la sustantivo introducción deque unpuede llevar determ en el siglo XIII hay notable fluctuación entre la presencia y la ausencia del a pr con dimensiones verticales. de que cerca del 90% de los casos encontrados opere como punto de ref Finalmente, lo que hemos llamado «pr superficie» puede interpretación como forma alejada de su fuente nominal. 17 verse como una especialización del pr vertical, como se muesAunque como vimos antes, de manera general la combinación preposici tra en la figura 3.puede producir lecturas de verticalidad. Lo que importa ahora ya no es la relación de un pr de tipo vertical con una figura, sino solo aquella parte específica en la que ambas figuras entran en relación; lo que sí se mantiene es la noción de superposición. Esta esquematización puede producirse tanto en casos de contacto (como arriba en 21), como en aquellos que solo implican una proximidad tal que
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Descripción sintáctico-semántica
se permita suponer que hay una proyección de la parte del pr El esquema muestra que en cuando cimadese combinacomo con sucede la preposición en adquiere la involucrada la escena locación, El que esquema muestra que cuando cimalacon sepreposición combina con la(22). ma muestra cuando cima se combina con en en adquiere la superior’. esquema muestra que cuando cima se que combina lacima preposición enpreposición adquiere laen adquiere la direccionalidad vertical, de manera tal ahora en + significa ‘en la parte (22) E antes que el rrey entrase en la çibdad, los mejores direccionalidad vertical, de manera tal que ahora en + cima significa ‘en la parte superior’. alidad vertical, de manera tal quetaldesde ahora en cima significa la ‘en parte eccionalidad de manera que ahora en +XIII, cima significa la superior’. parte de superior’. Encima severtical, especializa pues, el +siglo en ‘en la introducción un PR con omes de la çibdad, rricos omes e caualleros e çibdadaEncima sepues, especializa pues, desde el en siglo XIII, en introducción de un PR con se dimensiones especializa pues, desde el siglo XIII, en la introducción de launde PRuncon cima se especializa desde el siglo XIII, la introducción PR con verticales. nos, desçendieron de las bestias, e tomaron vn paño de dimensiones verticales. nes verticales. mensiones verticales. oro muy noble e truxeron lo en varas ençima del rrey Finalmente, lo que hemos llamado “PR superficie” puede verse como una especialización Finalmente, lo(alf que xi). hemos llamado “PR superficie” puede verse como una especialización te, del lo que hemos llamado superficie” puede verse como como una especialización almente, que hemos “PRensuperficie” verse una especialización PRlo vertical, comollamado se“PR muestra la figura 3.puede del PR vertical, como se muestra en la figura 3. rtical, como como se muestra en la figura 3. PR vertical, se muestra en la figura 3. Figura 3. Representación esquemática de superficie
a
a
b
a b b
b
b c
c c
c
c
d
d d d
d
A partir del análisis de conceptos espaciales de diversas Lo que importa ahora ya no es la relación de un PR de tipo vertical con una figura, sino Lo que importa ya no es laun relación de un PR de tipo vertical una figura, sino lenguas, (1994) encuentra evidencias sugieren la con mporta ahora ya no esespecífica la Svorou relación PR de tipode vertical conque una sino que importa ahora ya no esahora la relación de PR tipo vertical con una figura, solo aquella parte endelaunque ambas figuras entran en figura, relación; lo sino que sí se solo aquella parte específica en la que ambas figuras entran en relación; que sí se de términos de partes delentran cuerpo van de ella parte parte específica en ladeen que figuras entran en relación; lo que síque se sí tanto o aquella específica laambas que ambas figuras enque relación; louna se lo en mantiene es laevolución noción superposición. Esta esquematización puede producirse espequeña la nocióndel de superposición. Esta esquematización puede producirse tanto en aesquematización una grande: «In respect, escasos la noción departe superposición. esquematización puede producirse tanto en ntiene esde lamantiene noción de superposición. Esta puede producirse tanto en contacto (como arribaEsta encuerpo 21), como enmás aquellos que solothat implican una proximidad casos de contacto (como arriba en 21), como en aquellos que solo implican una proximidad and considering their spatial contiguity, the derivation contacto arriba en 21),encomo en aquellos que solo implican una os tal de contacto (como arriba 21), como enproyección aquellos quede solo implican una proximidad en la que(como se permita suponer que hay una la parte delproximidad PRinvolinvolucrada tal que se permita suponer que hay una proyección de la parte PReninvolucrada en la ves an expansión of the region that the term referred to del orieque permita suponer que hay una proyección de la parte del PR involucrada en la se permita suponer que sucede hay una de la parte del PR involucrada la escena de locación, como en proyección (22). escena de locación, como sucede en (22). to(22). include the next largest bounded area» (1994: 78). locación, como ginally, sucedesucede en ena de locación, como en (22). Aunque en el caso cimalos nomejores tenemos parte delrricos cuerpo, (22) E antes que el rrey entrase en lade çibdad, omesuna de la çibdad, omes e caualleros e (22) E antes que el rrey entrase en la çibdad, los mejores omes de la rricos omes e caualleros e ntesEque el rrey entrase en la çibdad, los mejores omes de la çibdad, rricos omes e caualleros e lo sí podemos la de región proyectada açibdad, partir desçendieron de las bestias, e tomaron vndepaño de oro rricos muy noble eetruxeron en antesçibdadanos, que el rrey entrase en laaplicar çibdad, losnoción mejores omes la çibdad, omes caualleros e varas çibdadanos, desçendieron de las bestias, e tomaron vn paño de oro muy noble e truxeron lo en varas adanos, desçendieron de las bestias, e tomaron vn paño de oro muy noble e truxeron lo en varas ençima del rreyobjeto (ALFXI) çibdadanos, desçendieron de las bestias, vn paño de de oro muy noble Utilizando e truxeron lo en varas del que sirvee tomaron como punto referencia. ençima del rrey (ALFXI) ma ençima del rreydel (ALFXI) rrey (ALFXI) un marco intrínseco de localización, el punto de referencia A partir del análisis de conceptos espaciales de adiversas lenguas, Svorou (1994) encuentra proyecta una de zona más amplia partir de la cual la figura A partir del análisis conceptos espaciales de diversas lenguas, Svorou (1994) encuentra del análisis de conceptos espaciales de diversas lenguas, Svorou (1994) encuentra partir del análisis conceptos espaciales diversasdelenguas, Svorou (1994) encuentra evidencias que de sugieren la evolución dede términos partes del cuerpo que van de una parte sugieren la términos evolución términos de partes del cuerpo van de una parte s que sugieren evolución de términos de partes del que van de una dencias queevidencias sugieren laque evolución de dedepartes del cuerpo que van departe unaque parte pequeña dellacuerpo a una más grande: “In thatcuerpo respect, and considering their spatial pequeña del cuerpo a una más grande: “In that respect, and considering their spatial del cuerpo a una más grande: “In that respect, and considering their spatial ueña del cuerpo a una más grande: “In that respect, and considering their spatial contiguity, the derivation involves an expansión of the region that the term referred 53 to the derivation involves expansión of thetheregion that the term referred to y,tiguity, the derivation involves expansión of thean region that the referred thecontiguity, derivation involves an expansión ofarea.” the region that termen referred to cima originally, to include the an next largest bounded (1994: 78).term Aunque eltocaso de originally, to include the next largest bounded area.” (1994: 78). Aunque en el caso , to include the next largest bounded area.” (1994: 78). Aunque en el caso de cima ginally, to include next bounded area.”aplicar (1994:la78). Aunque en el caso de cimaa partir de cima no tenemos unathe parte dellargest cuerpo, sí podemos noción de región proyectada no tenemos una parte del cuerpo, sí podemos aplicar la noción de región proyectada a partir os del una parte cuerpo, sí como podemos aplicar lareferencia. noción de región proyectada a partir tenemos una del parte del cuerpo, sí podemos la noción de región proyectada a partir objeto que sirve punto deaplicar Utilizando un marco intrínseco de del sirve objetocomo que punto sirve como punto deUtilizando referencia. Utilizando un de marcode intrínseco de oobjeto que sirve como punto de referencia. Utilizando un marco intrínseco que de referencia. un marco intrínseco localización, el punto de referencia proyecta una zona más amplia a partir de la cual la localización, el punto de referencia proyecta amplia acual partir ón,figura el punto deser referencia proyecta unaEste zona más a zona partir de cual la alización, el punto de referencia proyecta una zonaamplia másuna amplia a más partir la de la cual la puede localizada (figura 4). planteamiento coincide conlaelde de la Heine (1997).
A. Enríquez Ovando y R. Maldonado Soto
puede ser localizada (figura 4). Este planteamiento coincide con el de Heine (1997). Figura 4. Espacio proyectado
zona proyectadaa a partir zona proyectada cabeza partir dedelalacabeza
«e tomaron vn paño de oro muy noble e truxeron
“e tomaron paño de oro noble e truxeron lo lo en vn varas ençima delmuy rrey». alf xi en varas ençima del rrey.” ALF XI
Si el desarrollo de los significados asociados a la verticaliSi el desarrollo los significados asociados a la verticalidad a partir de los de dad a partir de los dedeporción final han sido adecuadamente han sido adecuadamente descritos, ahora sería necesario revisar nuestro último descritos, ahora sería necesario revisar nuestro último proasociación entre la verticalidad y la dinamicidad de los verbos que entraron en blema: la asociación entre la verticalidad y la dinamicidad de con cima, objeto de nuestra siguiente sección. los verbos que entraron en construcción con cima, objeto de nuestra3.5 siguiente sección. dinámicas vs. estáticas Construcciones
último punto quedinámicas revisaremos el que concierne a la dinamicidad vs. estat 3.5. ElConstrucciones vs.esestáticas
construcciones en las que participa encima. Varios autores coinciden en que e
El último punto que revisaremos es el que a laLancis 1992: 114 a una situación —de lugar— (Coello 1996:concierne 50, Sánchez dinamicidad vs. Esto estaticidad de las construcciones en las de quela preposición en. S dirección. parece probable dado el carácter estático en encima. un estudioVarios de usosautores actualescoinciden del adverbio Cifuentes (1999: 96) a participa enencima, que encima
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posible que este adverbio se construya con verbos de movimiento “siempre magnitud y constitución de la figura y la base lo posibiliten. Esto significa q como los siguientes son perfectamente aceptables: Lo tiró / arrojó / lanzó coche; Cayó encima de mi padre; Subió encima de la mesa”.
Con base en nuestro corpus, podemos confirmar que encima, efectivamente, e tanto con verbos estáticos (23) como con dinámicos (24).
Descripción sintáctico-semántica
remite a una situación –de lugar– (Coello 1996: 50, Sánchez Lancis 1992: 114), no a una dirección. Esto parece probable dado el carácter estático de la preposición en. Sin embargo, en un estudio de usos actuales del adverbio encima, Cifuentes (1999: 96) afirma que es posible que este adverbio se construya con verbos de movimiento «siempre y cuando la magnitud y constitución de la figura y la base lo posibiliten. Esto significa que ejemplos como los siguientes son perfectamente aceptables: Lo tiró / arrojó / lanzó encima del coche; Cayó encima de mi padre; Subió encima de la mesa». Con base en nuestro corpus, podemos confirmar que encima, efectivamente, es compatible tanto con verbos estáticos (23) como con dinámicos (24). Estáticos (23) a. los unos estauan en çima de la montanna (ultr). b. e velo ay esa noche toda, teniendo sus armas ençima del altar (alf xi). c. e nçima de las figuras havían letras que dezian […] (rodr).
Dinámicos (24) a. subio vn cauallero encima del adarue (abrev). b. [a la doncella] pusola ençima de un cavallo (eiv). c. E quitados los polvos Astasius vio a Branearte andar encima de un gran cavallo morzillo, e bien parescía que deviera ser bueno en armas (rod).
Sin embargo, como se ve en la tabla 6, hay un incremento paulatino de apariciones de encima en oraciones con verbos
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dinámicos. En las tres primeras columnas de la tabla 6 tenemos verbos de locación, existencia y posesión, tanto estáticos como dinámicos. Bajo la categoría dinámico están considerados tanto verbos que tienen relación con fenómenos de movimiento (del tipo subir, andar, salir) como aquellos carentes de trayectoria (tales como aparecer, hallar, pararse)18. Finalmente, en la columna otro hemos agrupado todos los verbos que no están relacionados con locación, existencia o posesión. Nos ocuparemos solo de comentar lo que ocurre con los verbos estáticos y los dinámicos. Véase en la tabla 6 cómo en el siglo xiii hay una preferencia por usar encima en oraciones con verbo estático (15 frente a 10). En el siglo xiv, se nota una competencia entre lo estático y lo dinámico (48 frente a 51), mientras que en el xv es ya evidente un predominio de lo dinámico (17 frente a 43). Lo interesante de este incremento es que coincide con la pérdida del significado de punto terminal, con el dominio del significado de verticalidad superior y con la emergencia del significado de superposición. El cambio de conceptualización se había dado en forma coherente. La temporalidad y la demarcación de la porción final de una secuencia asociada al sustantivo cima habían cedido su espacio ante la emergencia de la construcción adverbial y con ello había surgido una mirada dinámica ligada con alcanzar metas físicas de rango superior.
18. La categoría es necesariamente amplia para reconocer actos no estáticos que involucran algún tipo de movimiento. De ahí que incluyamos verbos como poner dado que involucra desplazamiento del objeto y presupone movimiento (traslativo) del sujeto. Sin embargo en casos como hallar donde el movimiento hacia el objeto encontrado únicamente es inferencial solo lo consideramos como dinámico sin movimiento.
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Descripción sintáctico-semántica
Tabla 6. Construcciones estáticas vs. construcciones dinámicas con encima19 Estático
Dinámico
Dinámico sin trayectoria
Siglo xiii
estar 8 fincar 3 (a)sentar 1 ser 1 ser maltrecho 1 tener 1 (=15)
poner 6 subir 2 andar arribar (=10)
hacer 1 labrar 2 (=3)
Siglo xiv
estar 26 quedar 4 ser 4 haber 3 ser 7 tener 2 posar yacer (=48)
poner 30 subir 13 venir 3 ir 2 pasar salir saltar (=51)
hacer 5 (a)aparecer 3 dejar hallar llevar1 ofrecer pararse traer (=14)
Otro
Sin verbo 2
ferir 8 atar besar cerrarse dar defender deshonrar morir plegar (=16)
2
19. Llevar y traer aparecen con el sentido de ‘usar una prenda de vestir’. Llevar/ traer sombrero.
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Estático Siglo xv
estar 12 haber 2 asentar 1 fincar ser (=17)
Dinámico poner 15 echar 5 salir 5 venir 4 andar 3 caer 2 degollar 2 subir 2 cabalgar correr ir llegar pasear (=43)
Dinámico sin trayectoria hacer 4 llevar 2 traer (usar) 2 detenerse sobrevenir (=10)
Otro ver 5 dar 4 decir armar guisar (=12)
Sin verbo 12
4. Conclusiones En este artículo hemos intentado cumplir dos objetivos. Por una parte, ofrecer una explicación que incorpora la coexistencia de significados de término con los de verticalidad en los usos del sustantivo cima desde los inicios del español; por la otra, dar las causas que motivaron la evolución diacrónica de cima de una noción de finalidad a una de verticalidad para especializarse finalmente en una de superposición. Hemos intentado mostrar que cima, en los inicios del español (s. xiii), tiene el rasgo de ‘límite’. Ese rasgo lo mantiene en sus usos como sustantivo y en sus usos como parte de una construcción (a la cima, dar cima). En cambio, como frase adverbial (preposición + cima) se especializa en el eje vertical con el significado básico de ‘parte más alta’. Este valor será especialmente
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Descripción sintáctico-semántica
productivo en la frase en cima, que pronto se lexicalizó. Fue precisamente la esquematización del rasgo ‘parte más alta’ la que licenció la aparición del significado de superposición, para el que deja de ser relevante la pertenencia al eje vertical. Finalmente, hemos mostrado que el uso de encima en construcciones dinámicas va en aumento del xiii al xv. Esto no corrobora el carácter estático que ha sido señalado por análisis anteriores. El dato es de vital importancia porque lo que hemos intentado mostrar es que hay una relación fundamental entre la representación estática y el significado de término y la representación dinámica y los usos de corte adverbial en que encima demarcaba relaciones de verticalidad. La disminución y práctica desaparición del significado de ‘término’ se asoció con la casi total pérdida de los usos estáticos. La representación estática tradicionalmente reconocida asignada a cima parece responder al valor de la forma nominal, la de la dinámica a la adverbial y es justamente esta última la que prevaleció hasta nuestros días, pero ahora con un significado focal de superposición asociable tanto a verbos estáticos como dinámicos. Ese significado emergente en el siglo xv no se consolidó hasta el siglo xvii, pero los detalles de ese desarrollo tendrán que ser objeto de un estudio independiente. Referencias bibliográficas Caballero Rubio, María del Carmen / Julia Beatriz Corral Hernández (1998): «Las preposiciones locativas en español e italiano», en Francisco Moreno Fernández / María Gil Bürmann / Alonso Kira (eds.), El español como lengua extranjera: Del pasado al futuro. Actas del viii Congreso Internacional de asele. Alcalá de Henares, 17-20 de septiembre de 1997, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Alcalá, Alcalá, 195-206.
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Descripción sintáctico-semántica
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3 Tiempo y espacio en las expresiones distributivas del español. Análisis diacrónico1
Rosa María Espinosa Elorza Universidad de Valladolid, España
Resumen Según la clasificación de Van Valin (1984), en la que se emplean los rasgos de ‘dependencia’ e ‘integración’, si la coordinación es [–dependiente] [–integrado], la distribución sería [+dependiente] [–integrado]. En su expresión son importantes la presencia de elementos en correlación con un orden fijo, la pausa, el ritmo prosódico y el significado de ‘alternancia’, no el de ‘alternativa’, como en la disyunción, si bien los límites entre disyunción y distribución no son nítidos (ora… ora
1. Este trabajo se ha financiado a través de la ayuda concedida por la Junta de Castilla y León al proyecto de investigación «Análisis interlingüístico de los mecanismos de evolución de palabras gramaticales» (va008A08).
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Rosa María Espinosa Elorza
nació disyuntiva y pasó a distributiva; la distributiva ya… ya acaba comportándose como disyuntiva). Como afirmó Bello, en la distribución «se contraponen acciones distribuidas entre varios agentes, lugares y tiempos». Son mayoritarias las expresiones temporales (oras… oras, unas veces… otras (veces), tal vez… tal vez, ya… ya); en menor número se encuentran las locativas (aquí… allí/allá, por una parte… por otra [parte]) y las formadas con pronombres indefinidos (unos… otros). El proceso de gramaticalización de los dos primeros grupos es obvio: los elementos correlativos se han ido colocando al principio de sus respectivas cláusulas y se han desemantizado total o parcialmente, pero siguen ejerciendo función adverbial (pueden emplearse con una conjunción delante). Abstract According to the classification of Van Valin (1984), who uses the features of ‘dependency’ and ‘integration’, if coordination is [–dependent] [–integrated], distribution would be [+dependent] [–integrated]. In its expression there are important features: the presence of some correlative elements with a fixed order, the pause, the prosodic rhythm and the meaning of ‘alternation’, different from ‘alternative’, as in the disjunction, although the boundaries between disjunction and distribution are not well defined (the disjunctive ora… ora acquired a distributive meaning; the distributive ya… ya acquired disjunctive nuances). As Bello said, in distribution «we contrast actions which are distributed among different agents, places and times». Most of the distributive structures present temporal expressions (oras… oras, unas veces… otras [veces], tal vez… 64
Tiempo y espacio en las expresiones distributivas
tal vez, ya… ya); those that use locative elements (aquí… allí/ allá, por una parte… por otra [parte]) and indefinite pronouns (unos… otros) are less common. The process of grammaticalization of the first two groups is obvious: the correlative elements have been placed at the beginning of their respective clauses and have totally or partially lost their meaning, but they still show an adverbial function (a conjunction may appear before them).
E
n español no se ha
estudiado en profundidad la existencia de un continuum entre la coordinación y otros tipos de conexiones sintácticas. Recuérdese la conocida como sbh (the syntactic bondedness hyerarchy o jerarquía de vinculación sintáctica) que propugnó Van Valin (1984: 556): «The sbh is purely syntactic in nature; it says nothing about the semantic relatedness between clauses (e.g. causation) which the syntactic categories may instantiate. Hierarchies of interclausal semantic relations have been proposed in Silverstein (1976, 1980) and Foley & Van Valin (1984), and they complement rather than conflict with the sbh. It is beyond the scope of this discussion to go into these semantic hierarchies in detail. However, the basic insight motivating them […] is that there is a direct relationship between the closeness of the semantic relation between two clauses (or sub-clausal units) and the strength of the syntactic link between them; the closer the semantics, the tighter the syntax».
Empleando los rasgos de ‘dependencia’ e ‘integración’, Van Valin (1984: 546) distingue coordinación, subordinación 65
Rosa María Espinosa Elorza
y cosubordinación2. A nuestro juicio, la distribución podría integrarse en el grupo y sería a la coordinación como la cosubordinación a la subordinación. Coordinación = [–dependiente] [–integrado] Distribución = [+dependiente] [–integrado] Subordinación = [+dependiente] [+integrado] Cosubordinación = [+dependiente] [–integrado] En Espinosa (2007) defendemos que la yuxtaposición no constituye un rasgo de primitivismo de la lengua, como prueba su empleo «como recurso estilístico de sabios efectos expresivos» en las lenguas antiguas (Rubio 1976: 176) y como posibilidad en cualquier época y registro. En estos casos, la relación entre los elementos se realiza por medio de inferencias y la entonación desempeña una función similar a la de los elementos gramaticales, como se indica en Hopper/Traugott (1993: 172). No obstante, en algunos contextos poco explícitos, la relación entre los elementos coordinados puede expresarse más claramente con la ayuda 2. Como explica este investigador (p. 550), la coordinación es el tipo de conexión más libre, ya que las cláusulas son independientes (ninguna funciona como argumento de otra); la cosubordinación implica un vínculo mayor entre cláusulas, dado que una de ellas depende de la principal; y la subordinación representa la relación sintáctica más trabada, ya que la cláusula vinculada forma parte de la principal. Otros autores distinguen parataxis (estructuras con elementos relativamente independientes, tanto yuxtapuestas como coordinadas), hipotaxis (estructuras más trabadas, como las relativas explicativas, temporales, causales, condicionales y concesivas) y subordinación (incrustación máxima, representada por las relativas especificativas y las completivas). Remitimos a Hopper / Traugott (1993: 169-183) y a los trabajos anteriores de Matthiessen / Thompson (1988), Lehmann (1988 y 1989) y Langacker (1991).
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de ciertos elementos, normalmente adverbios, sin dejar de ser una estructura yuxtapuesta. Con el tiempo, estos adverbios pueden gramaticalizarse y llegar a funcionar como conjunciones. Sostiene Mithun (2005: 571) que «prior to the grammaticization of clause conjunction, relationships between juxtaposed clauses are usually interpreted from context, or, when necessary, specified by discourse adverbials. The grammaticization of coordination offers systematic specification of the relationship». Si se coordinan dos elementos oracionales, tendríamos una primera fase en latín sin conjunción pero con adverbios (seleccionamos uno para cada tipo de coordinación –copulativa, disyuntiva y adversativa–): Tabla 1. Evolución de ciertos adverbios a conjunciones coordinantes Primer elemento oracional Pausa …
/
Segundo elemento oracional Conjunción Adverbio Ø ET ‘también’ … AUT ‘por otra parte’ SED ‘aparte’
En ese proceso se sigue una pauta determinada: se va ocupando el «hueco» anterior, con un movimiento de derecha a izquierda, hacia la primera posición del segundo elemento oracional. Debemos incidir en la importancia de la pausa. Como afirma Jiménez Juliá (1995: 55), «pausa y conjunción, como recursos nexuales en la coordinación, pueden alternarse o ir
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Rosa María Espinosa Elorza
juntos»; en la expresión distributiva la pausa es absolutamente fundamental. Para Camacho (1999: 2670, 2680-1681), las expresiones correlativas (tanto… como, no solo… sino, así como, ni) «se interpretan distributivamente». Habría que profundizar en esta afirmación, ya que la escasa bibliografía sobre el tema demuestra la existencia de serios problemas de definición del concepto de ‘distribución’, relacionado con el de ‘alternancia’, y de habituales confusiones con otros como el de ‘disyunción’, relacionado con el de ‘alternativa’3. Lamentablemente, la confusión entre ‘alternancia’ y ‘alternativa’ se refleja en el libro que Fornés (1988) dedica exclusivamente a la coordinación distributiva. Entre otras definiciones, recuerda la de Gili Gaya (1973: 275), donde se emplea el término equívoco de copulación alternativa: «Los juicios o elementos oracionales pueden sucederse unos a otros por simple adición (coordinación copulativa). Cuando empieza a estimarse entre ellos diferencias de cualquier clase, van pasando por una serie de gradaciones que conducen a una copulación alternativa, bien por falta de simultaneidad, bien por diferencias lógicas (coordinación distributiva). Estas diferencias pueden llevar hasta formular un juicio contradictorio (coordinación disyuntiva)».
3. Según el drae (2001), alternancia, «acción y efecto de alternar»; alternar (lat. alternare, de alternus ‘alterno’), «variar las acciones diciendo o haciendo ya unas cosas, ya otras, y repitiéndolas sucesivamente». Alternativa (del fr. alternative), 1. «opción entre dos o más cosas», 3. «efecto de alternar (hacer o decir algo por turno)», 4. «efecto de alternar (sucederse unas cosas a otras repetidamente)».
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Tiempo y espacio en las expresiones distributivas
Asimismo, recoge la –para ella– aclaración de Fukasawa (1985/1986) en sus artículos sobre la coordinación disyuntiva, en los que «presenta la distribución como un tipo semántico que se caracteriza por los rasgos de ‘compatibilidad’, que lo opone a la coordinación disyuntiva exclusiva, ‘acción separada’, que lo opone a la copulativa, y ‘segmentación’, que es el único rasgo que este tipo de coordinación posee en exclusiva, y por el que se diferencia de la disyunción no-exclusiva» (entiende por segmentación «la fragmentación de una acción, circunstancia o cualidad en el tiempo, espacio o respecto a una pluralidad»). También empleaba este término Bello: «Llamo cláusulas distributivas, alternativas o enumerativas, aquellas en que se contraponen acciones distribuidas entre varios agentes, lugares y tiempos» (apud Myre 1992: 1264). Fornés (1988) pone de manifiesto qué entiende por expresión distributiva en los títulos de los diferentes capítulos: 1. «fórmulas que segmentan cualidades, acciones o circunstancias de una acción en el tiempo», 2. «fórmulas que segmentan agentes, modificadores de una acción o cualidades respecto a una pluralidad y 3. «fórmulas que segmentan acciones, circunstancias o sujetos de una acción y cualidades en el espacio». En sus conclusiones sostiene que «la distribución debe ser considerada como una categoría semántica, sin forma sintáctica exclusiva, que se expresa a través de los moldes formales de la copulación, disyunción o yuxtaposición y se caracteriza por los rasgos ‘compatibilidad’, ‘acción separada’ y ‘segmentación’, siendo este último el que sirve para oponerla a todos los demás tipos de coordinación» (p. 121). A nuestro juicio, la expresión es únicamente yuxtapuesta y no queda claro el rasgo de ‘compatibilidad’ que proponía Fukasawa (1985/1986). 69
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Dejamos la alternancia, expresada por las correlaciones distributivas, y pasamos a la alternativa, propia de los coordinantes disyuntivos. Respecto a la disyuntiva, Camacho (1999: 2682) advierte que «el significado central de esta conjunción es el de especificar las distintas opciones disponibles, de las cuales se va a elegir una o varias. La disyunción puede forzar a elegir solo una opción, en cuyo caso equivale a la disyunción ‘exclusiva’ de la Lógica; si la disyunción no obliga a elegir una sola opción, el significado equivale a la disyunción ‘inclusiva’». Según Jiménez Juliá (1995: 85), la disyunción presenta «los diversos miembros coordinados como alternativas posibles. Frente a la coordinación copulativa, que incide en la unión de los elementos, la coordinación disyuntiva los individualiza, los inventaría y deja abierta la elección del miembro adecuado». En el caso de la coordinación sindética (con conector), existen diferencias entre los conectores simples y los expresados mediante correlación. Dik (1968: 45) distingue, entre los segundos, los coordinadores repetitivos y los coordinadores correlativos, en los que las formas no son idénticas, dándose el caso de que el primero de los elementos no se usa como conjunción coordinante y el segundo sí (lo veremos en bien… o, ora… o, sea… o). Observemos brevemente las distintas posibilidades (Espinosa 1996): La correlación o… o, presente en todas las épocas, se emplea con matiz excluyente. Bien… o, exclusiva de los textos literarios, en el siglo xiii únicamente se utiliza con numerales, reforzando bien la idea de aproximación (oveme a detener en Sevilla, bien tres dias o
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quatro, 1249, doc. de Alfonso x), y en el xiv ya no siempre con numerales. La correlación repetitiva bien… bien se forma analógicamente con otras disyuntivas repetitivas. Ora… o, ora… ora, salvo un ejemplo dudoso en el Libro de los Estados (ora mal cabdellados o esparcidos, 1327-1332), no lo vemos con una cierta frecuencia hasta el siglo xv: qu’el morir le sera vida, ora se sepa, ora non se sepa (1438, Alfonso Martínez de Toledo, Corbacho). En 1535-1536, Juan de Valdés emplea agora… agora (agora sean falsas, agora verdaderas, Diálogo de la lengua). El Diccionario Histórico de la Lengua Española fecha ahora… ahora y ahora… o en los siglos xvi y xvii.
No hay que confundir este coordinador discontinuo con la formación oras… oras (Oras dauan los rostros, oras en los costados, 1246-1252, Berceo, Milagros), de significado distributivo, aunque desde el xv, a juzgar por Mena en su Laberinto de Fortuna, de 1444 (ora silvando como dragón, / e como tigre faziendo stridores, / ora ladridos formando mayores), podemos postular que ora… ora podía emplearse también con sentido distributivo. La evolución contraria también es posible: la correlación distributiva ya… ya ha extendido sus usos a la disyunción, como veremos después. Así pues, hemos de estudiar los cambios desde la disyunción a la distribución y aquellos que, a la inversa, marcan un camino desde la distribución a la disyunción, hecho que demuestra que sus límites no son nítidos. Para el latín, Bassols (1976: 103-104) defiende que «puede considerarse también como una modalidad de la parataxis copulativa (a veces disyuntiva) la coordinación de palabras u oraciones por medio de expresiones que envuelven una idea de distribución. Estas expresiones que inician la frase 71
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(o enumeración) y se hallan contrapuestas entre sí, pueden corresponder a las siguientes categorías»: 1. Adverbios de tiempo. En el período arcaico, modo… modo (‘al instante / ahora’… al instante / ahora’), alias… alias (‘unas veces… otras veces’); en el período clásico, tum… tum (‘entonces… entonces’), interdum… interdum (‘mientras tanto… mientras tanto’), simul… simul (‘de una parte… de otra, al mismo tiempo’); en el período postclásico, iam… iam (‘al instante… al instante’), saepe… saepe (‘a menudo… a menudo’, ‘muchas veces… muchas veces’), aliquando… aliquando (‘algunas veces… algunas veces’), nunc… nunc (‘ahora… ahora’); y en el latín decadente, mox… mox (‘inmediatamente/ al poco tiempo… inmediatamente/al poco tiempo’), plerumque… plerumque (‘a veces… a veces’, ‘con frecuencia… con frecuencia’). Nótese que abundan las expresiones de simultaneidad, algunas de simultaneidad inmediata, lo que implica diferente localización espacial, y algunas se relacionan con la frecuencia, dos puntos que merecen mayor consideración. 2. Adverbios de significado local, como alibi… alibi (‘en un sitio… en otro’, ‘en una parte… en otra’), qua… qua (‘por una parte… por otra’), hic… hic (‘aquí…aquí’). 3. Pronombres indefinidos: alius… alius (‘uno… otro’), hic…hic (‘este… este’). 4. Adverbios de modo: pariter… pariter (‘del mismo modo… del mismo modo’), aeque… aeque (‘igualmente… igualmente’), partim… partim (‘en parte… en parte’).
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Tiempo y espacio en las expresiones distributivas
«En vez de repetir la misma partícula en las contraposiciones –continúa Bassols (1976: 103-104)– pueden combinarse entre sí, por ejemplo: modo… nunc, numquam… interdum, modo… saepe. Estas variaciones son especialmente frecuentes en los escritores que gustan de la inconcinnitas o variatio».
Tabla 2. Expresiones distributivas en latín Conj.
Adv.
Sujeto
modo alias tum interdum simul iam saepe aliquando nunc mox plerumque
…
Conj.
Adv.
Sujeto
…
modo alias tum interdum simul iam saepe aliquando nunc mox plerumque alius hic
alius hic
alibi qua hic
alibi qua hic
pariter aeque partim
pariter aeque partim
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Como se puede comprobar, en la tabla anterior, las expresiones temporales son mayoría (once). En menor número se encuentran las locativas (tres), las modales (tres) y las formadas con pronombres indefinidos (dos). En castellano, siguiendo la clasificación de Fornés (1988), tendríamos: 1. «Fórmulas que segmentan cualidades, acciones o cir-
cunstancias de una acción en el tiempo»: ya… ya (jam era un adverbio temporal < diam ← diem), ora… ora (el significado del sustantivo en ablativo horā es obvio, pero, como ya señalamos, la expresión medieval distributiva es oras… oras, en plural), unas veces… otras (veces), tal vez… tal vez… El drae (2001) todavía no reconoce ya, ni Myre (1992) en su estudio sobre la «conjunción» [sic] ya… ya en los siglos xviii, xix y xx. No nos sirven los ejemplos medievales en los que todavía se emplea con significado temporal pleno («ca ya era meydía o ya querié passar», pp. 1236-1246, Berceo, El duelo de la Virgen). Hemos de avanzar en el tiempo: «cantando y alabando á Dios, ya unos ya otros» (1604, Pedro Chirino, Relación de las Islas Filipinas…); «Iban cantando a veces, ya unos, ya otros, por no cansarse si cantasen todos juntos» (1609, Inca Garcilaso, Comentarios Reales de los Incas). También alterna con otras expresiones: «Assí, ya ardiendo, ya elado, / ya blanco, ya colorado, / ora alegre y ora triste, / te salué de donde viste, / de que no poco he holgado» (1554, Esteban de Nágera, Cancionero General de las obras nuevas nunca hasta ahora impresas). Observa Fornés (1988: 19, 25, 27) que «dentro del elemento segmentado, el adverbio ocupa siempre la primera posición», pero puede estar presente la conjunción copulativa: «ya en sorbos, ya en bocados y ya en 74
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unturas» (1743, Diego Torres Villarroel, Vida), y que «el valor semántico que ya tiene en las secuencias distributivas estudiadas no responde perfectamente a ninguna de las acepciones dadas por la Real Academia. En algunas ha llegado a perderse incluso el rasgo de temporalidad». Mientras ora nace disyuntivo –y luego se emplea como distributivo–, la expresión distributiva se muestra en plural: (1) a. oras davan de rostros, oras de los costados (1246-1252, Berceo, Milagros). […] est siglo e este temporal / siempre assí andido, oras bien oras mal (1240-1250, Libro de Alexandre). b. Estava don Febrero sus manos calentando; / oras fazía sol, oras sarraçeando (1240-1250, Libro de Alexandre). Es posterior el empleo del adverbio agora en correlación: (2) a. & agora vnos & agora otros fazian robos de ganados & de fierros (1440-1460, Vasco Ramírez de Guzmán, Guerra de Jugurtha de Caio Salustio Crispo). salvo que no deven morir, agora sean hermanos de la forçada, agora otros (1540-1553, Hugo de Celso, Repertorio Universal de todas las leyes de estos reinos de Castilla) b. Agora proejando costa arriba, / Agora arrebatado costa abajo; Tal vez con desgarrón, / Tal vez sin viento, / El frágil botiquín de mi talento (1596, Pedro de Oña, Arauco domado).
Respecto al ora distributivo, afirma Fornés (1988: 28): «Aunque la tendencia a aparecer en primera posición en la frase se da en algunos adverbios de carácter temporal, nunca se
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produce de manera tan marcada como con esta forma. Si a esto añadimos, en el ámbito de lo semántico, que se produce una pérdida del carácter temporal que ora tiene en origen, con lo que ora pasa a indicar únicamente segmentación, sin expresar de qué tipo pueda ser esta, deberemos pensar que, de todos los correlatos que se analizan en este trabajo, es el que más se aproxima a las conjunciones coordinantes tanto en lo formal como en lo semántico».
Sin embargo, no ha llegado al final del camino de gramaticalización hacia la función conjuntiva: *blanco ora negro, *aquí ora allí, *unos ora otros… Buena prueba es la presencia de la conjunción copulativa: (3) Pero con más frecuencia se entretenían comiendo ora piñones, ora almendras y garbanzos tostados, ora flores de maíz… y ora altramuces y a veces hasta palmitos (1895, Juan Valera, Juanita la Larga) (Fornés 1988: 34).
La presencia de conjunciones coordinantes ante los elementos distributivos incide en la idea que defendemos: siguen siendo adverbios. Si no se analizan como conjunciones otros adverbios en otras correlaciones (así… como, tanto… como, etc.), no vemos razón para que reciban distinto tratamiento los adverbios en las disyuntivas (quier… quier, siquiera… siquiera, bien… bien, ora… ora, sea… sea) y en las distributivas (ya… ya, oras… oras, etc.). Otras correlaciones emplean los sustantivos vez y vegada: vezes… vezes, a vezes… a vezes, a (las) vezes / vegadas… a las vezes/vegadas, algunas/unas vezes/vegadas… otras (vezes/ vegadas). Fornés (1988: 43, 100) sostiene que «el correlato de esta fórmula no tiene el carácter polisémico de ora y ya, 76
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puesto que en todas las secuencias el tipo de segmentación que se produce es temporal». Cuanto menos ambiguas, más utilizadas: «Así, si un hablante quiere expresar un contenido distributivo temporal, tenderá a usar formas como unas veces… otras, en las que no hay confusión posible respecto al tipo de segmentación, en vez de fórmulas como ya que pueden expresar contenidos semánticos diversos. Ello justifica el escaso uso de fórmulas que pueden ser interpretadas como distributivas o como disyuntivas». Pueden también combinarse entre ellas y con cuando… cuando (4f): (4) a. ygualador de las discordias, vezes con saña, vezes con buena palabra (c 1237, Libro de los doce sabios). b. que han sus mouimientos a vezes delante, a vezes atrás (c 1252-1270, Setenario). c. a las vezes alçava, a las vezes premía (1240-1250, Alexandre) d. a las vegadas las rreçiben por castiello & a las vegadas non (a 1260, Espéculo). e. Et esta demanda sserie a las vegadas ssobre vna cosa & a las vezes ssobre mas (a 1260, Espéculo). f. siempre trovarié omne en su casa conviento, /cuando veint, cuando treinta, a las vegadas ciento (1246-1252, Berceo, Milagros). g. assi que algunas vegadas tomauan por senyor qualque fillo de rey qui la ora fues, et a las vegadas al senyor de Vizcaya, et otras vezes al senyor de Lara (1376-a 1391, Juan Fernández de Heredia, Gran Crónica de España). h. las quales cosas algunas vezes son en demasia subtiles & livianas, algunas vezes muy terrestes & pesadas, otras vezes estan en medio, otras en la parte inferior (c. 1400-1500, anónimo, Traducción del Compendio de la humana salud…).
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i. algunas vezes por excessiuo frio: otras vezes por demasiado comer: otras vezes por calor superfluo (c. 1400-1500, anónimo, Traducción del Compendio…).
Otro sintagma de este tipo es tal vez ‘alguna vez’, conocido desde el siglo xv («donde ya tal vez fuese fecha», a 1400, Traducción del Soberano bien de San Isidoro). Se combina con las otras expresiones, lo que muestra que aún no ha adquirido el significado de posibilidad o duda (‘quizá’): (5) a. Agora proejando costa arriba, / Agora arrebatado costa abajo; Tal vez con desgarrón, / Tal vez sin viento, / El frágil botiquín de mi talento (1596, Pedro de Oña, Arauco domado). b. Unas veces hacía un rostro tan excesivamente alegre que parecía que toda la sala se alegraba; otras veces tan turbado que toda se entristecía; tal vez alabando alguno le subía hasta el cielo, tal vez vituperándole le humillaba hasta el profundo; ya vituperaba lo que encarecía, ya encarecía lo que vituperaba (1598, Lope de Vega, La Arcadia).
Es especialmente frecuente en los siglos xvi y xvii tal vez… (y) tal (vez), tanto con el antiguo significado como con el nuevo: (6) a. Y con los encendidos rayos rojos / que por los ojos en el alma encierra, / tal vez mis males con su luz destierra / y tal vez acrecienta mis enojos (1570, Francisco de la Torre, Poesías). b. Mas, si tal vez la fama y tal la pluma / los casos memorables amplifican (1584, Juan Rufo, La Austriada). c. Tu numeroso estilo / que descubre dulcísimos cuidados, / tal vez favorecido y tal quejoso, con sosiego tranquilo /
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sin aspereza de contrarios hados / a salvamento aportará gozoso (1586, Pedro Liñán de Riaza, En loa de López de Maldonado). d. Y válense tal vez de fuerza pura, / Tal vez de su destreza, maña y arte (1596, Pedro de Oña, Arauco domado). e. Aquí la fuente corre bien hallada, / tal vez canta en las guijas, tal suspira, y en traje de corriente suena lira (15971645, Francisco de Quevedo, Poesías). f. Si imaginación turbada / te la pinta en blanco aliño, / tal vez pabellón de armiño, / y tal Venus mal formada, / sin duda que está engañada (1599-1622, Conde de Villamediana, Poesías).
En este punto cambiamos el orden de los apartados 2 y 3 de Fornés (1988): primero estudiamos las expresiones relacionadas con el lugar y luego las que segmentan agentes por las razones que luego expondremos. 2. «Fórmulas que segmentan acciones, circunstancias o sujetos de una acción y cualidades en el espacio»: aquí… allí, por una parte… por otra. Habrá que confirmar si este tipo de correlaciones siguen comportándose como circunstanciales de lugar o han dado un paso más y pueden considerarse expresiones distributivas. Basta con observar si se ha producido el cambio de orden típico en la gramaticalización: de utilizarse tras el verbo («que otra cosa no podríades ver sino caer aquí unos, e allí otros», c. 1430, Pedro de Corral, Crónica del rey don Rodrigo) pasan a ocupar la posición inicial de cada uno de los elementos que entran en distribución. Según Fornés (1988: 79, 81-82), «el orden en que aparecen los adverbios no parece ser casual: en el primer miembro encontramos siempre aquí». «El rasgo más característico del 79
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contenido semántico de esta fórmula es la desemantización del correlato», que toma el matiz de ‘sitio o paraje indeterminado’; «la desemantización explica que sea más frecuente la aparición del adverbio allá que la de allí, puesto que esta forma expresa normalmente una mayor indeterminación espacial», como en (7) Erame divertido entrar en los corros que se formaban sobre cubierta a la sombra de grandes toldos de lona, y aquí chapurrear el italiano, y allá encender el cigarro en la pipa de los misioneros armenios (1903, Ramón del Valle-Inclán, Sonata de estío).
También se comprueba en los circunstanciales que presentan la forma de sintagmas prepositivos (por una parte… por otra (parte)), cuya gramaticalización se muestra en el progresivo adelantamiento de su posición hasta ocupar la primera del segmento al que pertenecen: (8) a. ¿No vees que quando más paz pareçemos tener, ya por una parte, ya por otra, los comarcanos Reyes la quiebran […]? (c. 1485, Libro de los pensamientos variables). b. ca por una parte le era muy dura cosa vivir en continuo temor de su Rey, e por otra parte […] imaginaba de se partir (c. 1453, Crónica de Don Álvaro de Luna). c. aquéjale por una parte la tristeza de aquellos mozos, por otra le alegra el muy gran placer de lo que con su Melibea ha alcanzado (c. 1499-1502, Fernando de Rojas, La Celestina).
Porcar (2006: 2855-2857) analiza esta expresión, «con algunas variantes que muestran desde el cambio del sustantivo base 80
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(lado, en lugar de parte) o de preposición (de una parte…) a la elipsis de alguno de los sustantivos en el segundo miembro (por una parte, por otra)» y a la «pérdida parcial de su significado pleno»: «La función de estas unidades no es solo organizativa o distribuidora, sino que cumplen también una función pragmática de guía, pues sirven para dar al receptor las pistas sobre la interpretación adecuada de la información, según criterios más objetivos, por ejemplo el orden cronológico de acciones o procesos, u otros que implican ya una toma de posición por parte del emisor ante el contenido informativo, como establecer un determinado orden jerárquico o énfasis». «Es importante subrayar esta propiedad inferencial de los marcadores correlativos: la presencia de uno de ellos nos guía para interpretar que el desarrollo de una afirmación previa consta de, por lo menos, dos partes».
En esta expresión se ha producido desemantización. En palabras de Porcar (2006: 2866), «En el caso que nos ocupa, ‘parte’, en su acepción más general significa la porción indeterminada de un todo […]. En un nivel más abstracto, podemos fraccionar mentalmente los aspectos o puntos de vista que constituyen nuestro juicio sobre algo en particular. Aquí nos apartamos ya del sentido estrictamente físico de ‘parte’ […]. En este caso, el espacio real, la parte, pasa a ser, metafóricamente, un espacio mental, una parte o parcela informativa de aquello que queremos comunicar».
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Aporta ejemplos medievales (Porcar 2006: 2869): (9) Usando los fijos dalgo dos cosas contrarias les fazen que lleguen acabamiento delas buenas costunbres. E esto es que de vna parte sean fuertes e brauos e de otra parte mansos e omildosos (Alfonso x, Siete Partidas).
y cree que «el contraste entre argumentos, en muchos casos expresado mediante claros antónimos léxicos, es fundamental para asentar el origen de la construcción como marcador discursivo y la convivencia en un mismo período junto a otras fórmulas distribuidoras de la información como lo uno… lo al/ otro» (p. 2869). Asimismo, señala Porcar (2006: 2871): «La partición de un todo configura dos espacios diferentes en los que cada uno puede oponerse por características propias al otro. Entran en contraste. Ello determina que en el discurso, esta estructura tienda también a presentar como contrapuestos los miembros que vincula, sean ejércitos, sean espacios físicos, sean partes de una argumentación. Lo cierto es que la lengua borra paulatinamente esta especificidad y asume, por ello, la función distribuidora de argumentos complementarios que correspondía a la construcción con los indefinidos».
3. «Fórmulas que segmentan agentes, modificadores de una acción o cualidades respecto a una pluralidad»: unos… otros, posiblemente a partir de contextos en los que se implican (como en (10)) o aparecen explícitos (como en (11)) complementos circunstanciales de tiempo (‘unos en un momento y
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otros en otro diferente’, por ejemplo) y de lugar (‘en un lugar unos y en otro lugar otros’). Veamos algún ejemplo: (10) Una cosa es fornaz que siempre es ardiente, / mas non sienten sus penas todas igualmente; / cunte com a los omnes con el sol muy caliente: / unos han con él quexa, otros non han y miente (1240-1250, Libro de Alexandre). (11) a. & agora vnos & agora otros fazian robos de ganados & de fierros (1440-1460, Vasco Ramírez de Guzmán, Guerra de Jugurtha de Caio Salustio Crispo). b. Iban cantando a veces, ya unos, ya otros, por no cansarse si cantasen todos juntos (1609, Garcilaso de la Vega, el Inca, Comentarios Reales de los Incas). c. E verdad es esa ora ya unos acá e otros allá faziéndoles carrera (c. 1430, Pedro del Corral, Crónica del rey don Rodrigo). d. viérades andar sueltos los cavallos por el campo, unos acá, otros allá, otros tras las yeguas (1511, Traducción de Tirante el Blanco de Joanot Martorell).
Según Porcar (2006: 2858), este par correlativo «actúa semánticamente como distribuidor de las partes del todo». Para concluir, mostramos las posibilidades del castellano en la tabla 3.
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Tabla 3. Expresiones distributivas en castellano
Conj. (y)
Adv. o expresión adverbial
Sujeto
ya uno(s) a las veces/ vegadas unas veces oras quando aquí de una parte por una parte
…
Conj. (y) (o)
Adv. o expresión adverbial
Sujeto
…
ya otro(s) a las veces/ vegadas otras (veces) oras quando allí de otra (parte) por otra (parte)
Conclusiones No son estructuras completamente gramaticalizadas, aunque el proceso de desemantización esté avanzado en buena parte de los casos. Como ocurre con los elementos subordinadores, hecho que observó Kortmann (1992), los de más de una palabra están menos gramaticalizados que los de una sola y, en general, la evolución de menos gramaticalizados a más gramaticalizados se muestra como una tendencia menos pronunciada que la de más gramaticalizados a muy gramaticalizados (principle of suction). Reconoce Dik (1968: 56-57) que el orden de los elementos es relevante, ya que refleja la ordenación o la jerarquía de su contenido (unas veces… otras (veces); por una parte… por otra
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(parte); aquí… allí/allá; unos… otros). La metáfora del conducto (the conduit metaphor) de Reddy (1993 [1979]) refleja nuestra concepción de las ideas como objetos y de las expresiones lingüísticas como contenedores de estas; porque hablamos y escribimos en un orden lineal, concebimos la lengua en términos de espacio en un orden lineal. Posteriormente, Hiraga (2005: 41, 192, 224-225), en su estudio sobre la metáfora y la iconicidad, insiste en que concebimos el lenguaje en términos de metáforas orientacionales y ontológicas; es decir, en términos de espacio y de objetos. Las secuencias lineales de formas pueden expresar secuencias temporales e incluso causa/efecto; la colocación en primer lugar o en último puede dar información sobre su importancia. Sin embargo, añade –citando a Toolan (1996: 13)– que la relación entre forma y contenido nunca es constante, dado que la lengua se encuentra integrada en un contexto y la contextualización siempre está abierta al cambio. Afirma Espejo (2008: 219-223) que «la serie se construye siguiendo un orden lineal y sintagmático que establece una secuencia continuada de elementos ordenados en función de los intereses del hablante». «Se trata de un tipo de relación que adquiere un estatus sintáctico especial que se encuentra a medio camino entre la parataxis y la hipotaxis; «el ritmo prosódico se revelará» como un factor importante «en la organización argumentativa». Estamos de acuerdo con esta investigadora en que «este tipo de construcciones presentan un operador complejo que reúne dos secuencias discursivas, de tal manera que una de ellas reenvía a otra necesariamente. Ahora bien, la exigencia de las dos estructuras funciona como un conjunto semántico-comunicativo que completa el valor general del enunciado». En síntesis, «se trata de un sistema cerrado en el
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que el primer componente está semánticamente incompleto pero sintácticamente definido, mientras que el segundo está semánticamente determinado pero sintácticamente incompleto»; «el paralelismo se convierte en una identidad categorial que, a su vez, se combina con las marcas de posición sintáctica». Referencias bibliográficas Bassols de Climent, Mariano (1976): Sintaxis Latina, csic, Madrid, vol. 2. Camacho, José (1999): «La coordinación», en Ignacio Bosque / Violeta Demonte (dirs.), Gramática descriptiva de la lengua española, Espasa Calpe, Madrid, 2635-2694. corde = Real Academia Española: Corpus Diacrónico del español, . Dik, Simon C. (1968): Coordination. Its implications for the theory of general linguistics, North-Holland, Amsterdam. drae = Real Academia Española (2001): Diccionario de la lengua española, Espasa Calpe, Madrid. Espejo Muriel, María del Mar (2008): «Los elementos constituyentes de la serie: tipología, complejidad y relaciones semánticopragmáticas», en Luis Cortés Rodríguez (coord.), Las series enumerativas en el discurso oral en español, Arco Libros, Madrid, 219-151. Espinosa Elorza, Rosa María (1996): «La expresión de la disyunción en castellano medieval: coordinadores discontinuos», en Alegría Alonso et al. (eds.), Actas del iii Congreso Internacional de Historia de la Lengua Española, vol. 2, Asociación de Historia de la Lengua Española / Arco Libros / Fundación Duques de Soria, Madrid, 269-279. Espinosa Elorza, Rosa María (2007): «Aspectos generales de la evolución de las expresiones adversativas: cambios en cadena», Medievalia 39, 1-30.
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4 Del espacio al tiempo en el sistema verbal del español. Las perífrasis verbales ir + a + infinitivo, venir + a + infinitivo y volver + a + infinitivo1
Mar Garachana Camarero Universitat de Barcelona, España
Resumen Este trabajo analiza la evolución de las perífrasis ir + a + infinitivo, venir + a + infinitivo y volver + a + infinitivo, desde su sentido espacial etimológico hasta sus valores temporales y aspectuales. La evolución de estas estructuras exige tomar en consideración una construcción verbo + a + sn/infinitivo al completo y no solo el verbo de movimiento (estructuras diferentes, originan perífrasis verbales también diferentes: ir + gerundio/participio, venir + gerundio). Este artículo prueba 1. Este trabajo se inscribe en el marco de dos proyectos de investigación: Gramática de las perífrasis verbales del español. Historia, Pragmática y Discurso (ffi2008-00948/filo) y Artificial Language Evolution in Autonomous Robots (European strep grant: 214856).
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Mar Garachana Camarero
que la gramaticalización no constituye un tipo de cambio homogéneo; existen gramaticalizaciones que no siguen los cauces habituales. Así, el proceso de cambio de volver + a + infinitivo descansa, a diferencia de las otras dos perífrasis, en una sustitución léxica; a saber, la del verbo tornar, desplazado por volver, tanto en sus usos como verbo pleno, como en los de auxiliar. Por último, el estudio permite demostrar que el cambio sintáctico progresa a través del léxico: al principio, el verbo auxiliado pertenece a unos campos semánticos restringidos (compatibles con el significado de ir, venir, volver) y poco a poco se extiende a nuevas palabras. Abstract This paper focuses on the evolution of three Spanish periphrases: ir + a + infinitive, venir + a + infinitive and volver + a + infinitive. To study the extension of these structures from their etymological spatial senses to their temporal and aspectual senses, it is necessary to take consider verb + a +NP/ infinitive (different structures, suppose different periphrases: ir + gerund/participle, venir + gerund). This paper shows that grammaticalization is not an homogeneus process of change; some types of grammaticalization develop along different pathways than others. The process of change of volver + a + infinitive ‘return, to do again’ is based, as opposed to the other two periphrases under consideration, on that of a lexical substitution of volver for tornar. Finally, this paper shows that syntactic change proceeds lexically: in the beginning the infinitive is taken from highly restricted semantic fields (in this case, those compatible with the meaning of ir ‘go’, venir ‘come’, volver ‘return’), and step by step progress into new words. 90
Del espacio al tiempo en el sistema verbal del español
1. Introducción
D
1980 del libro de George Lakoff y Mark Johnson Metáforas de la vida cotidiana, se ha convertido en un lugar común hablar de relaciones etimológicas entre espacio y tiempo. Los ejemplos, análogos en lenguas tipológicamente no emparentadas, menudean tanto en el nivel léxico como en el gramatical (vid., por ejemplo, Bybee / Perkins / Pagliuca 1994). Existen expresiones y frases hechas en las que la metáfora del tiempo como espacio se hace presente. Es el caso de El año que viene, La semana que viene o La vida se nos va de las manos. Asimismo, la lengua ofrece ejemplos que quedan dentro de la gramática. En el campo de las preposiciones, por poner un caso, la locución al borde de expresa tanto proximidad en el espacio (Se quedó un rato al borde del río) como inminencia en el tiempo (Mujeres al borde de un ataque de nervios). La misma interdependencia tiempo-espacio se da en el terreno verbal, que es el que nos interesa en este momento. En este artículo vamos a centrar nuestro interés en el estudio del proceso evolutivo de tres perífrasis verbales del español originadas en estructuras sintácticas cuyo núcleo es un verbo que expresa movimiento en el espacio: ir + a + infinitivo, venir + a + infinitivo y volver + a + infinitivo (vid. García Fernández 2006; Gómez Torrego 1988 y 1999; Olbertz 1998; Roca Pons 1958; Yllera 1980, entre otros). Estas construcciones conservan en ciertos contextos el sentido espacial original (vid. ejs. de 1), pero en otros casos (cf. ejs. de 2) expresan un significado gramatical temporal (ir + a + infinitivo) o aspectual (venir + a + infinitivo, volver + a + infinitivo). esde la publicación en
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Mar Garachana Camarero
(1) a. Hoy voy al cine a ver la última película de Almodóvar b. Pero, y tú, ¿qué vienes a hacer aquí? c. Ayer Juan se dejó el móvil en casa de su hermana, así que volvió a recogerlo después de cenar. (2) a. Si sigue sin comer, se va a morir b. Después de mucho discutir, Juan vino a darme la razón c. He vuelto a discutir con Juan, si es que es imposible no hacerlo.
El objetivo de este trabajo se cifra en dos aspectos diferentes. Por un lado, se trata de ilustrar con ejemplos tomados del sistema verbal que el desarrollo de nociones gramaticales como el tiempo y el aspecto verbales2 tiene una fundamentación cognitiva en tanto en cuanto supone la intervención de una metáfora que liga dichos conceptos con significados espaciales. Por otro lado, tomando como punto de partida la evolución de las perífrasis ir + a + infinitivo, venir + a + infinitivo y volver + a + infinitivo, se trata de poner de manifiesto la estrecha vinculación que media entre léxico y cambio sintáctico. El trabajo se estructura en 6 apartados, además de la presente introducción. En el apartado 1, explicamos el significado actual de las perífrasis que estudiamos. En el apartado 2, nos centramos en el punto de partida de la evolución de estas tres perífrasis, tratando de determinar la trascendencia cognitiva de los verbos de movimiento en los procesos de creación de perífrasis verbales. En el apartado 3, describimos los pro2. La diferencia entre el tiempo y el aspecto radica en que el tiempo, entendido en sentido estricto, es una categoría gramatical deíctica, pues sitúa los eventos en una línea temporal tomando como punto de referencia el momento de la enunciación. El aspecto, por su parte, describe la estructura temporal interna de una situación (Comrie 1976).
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cesos evolutivos de las perífrasis estudiadas. En el apartado 4, vemos que el cambio gramatical afecta a una construcción al completo –y no solo al verbo de movimiento–, lo que lleva a tomar en consideración otras perífrasis en las que también intervienen estos verbos. En el apartado 5, nos ocupamos de las relaciones que se dan entre léxico y cambio sintáctico. Por último, en el apartado 6 exponemos las conclusiones a las que hemos llegado. 2. El significado de las perífrasis Ir + a + infinitivo expresa un tiempo posterior al momento de la enunciación. Los matices que puede adquirir el valor de futuro de ir + a + infinitivo varían, en función del contexto discursivo, desde un sentido de inminencia (3) hasta un valor puramente prospectivo, que alterna con el futuro sintético (4)3. (3) El tren va a efectuar su salida. (4) La semana que viene me voy a ir / iré unos días a la montaña.
A estos valores temporales, ir + a + infinitivo suma sentidos modales de intención (5) y de desacuerdo (6), que no son de nuestro interés en este trabajo (para más datos sobre valores pragmático-emotivos de las perífrasis verbales en español, vid. Torrent-Lenzen 2003): (5) No voy a discutir contigo de ese tema (= no pienso discutir contigo, no tengo la intención de discutir contigo). (6) ¡Qué va a ser malo mi niño!
3. Vid. Aaron (2007) para una síntesis de los valores del futuro analítico.
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Venir + a + infinitivo constituye una perífrasis de difícil clasificación, algunos de cuyos usos pueden ser calificados de aspectuales, mientras que otros encajan mejor en el terreno de la modalidad4. Los sentidos aspectuales de venir + a + infinitivo la sitúan entre las perífrasis terminativas. En términos de Rojo (1974), venir + a + infinitivo expresa un proceso que se dirige a su término, con independencia de que la acción haya acabado o no. El sentido culminativo de la perífrasis se ve activado por el contexto, ya sea porque aparece junto a expresiones del tipo al final, finalmente, etc., que especifican un límite temporal, ya sea porque el verbo auxiliado expresa una noción culminativa. Este es el caso del enunciado de (7), donde vino a darme la razón admite una glosa en términos de ‘acabó dándome la razón’, con la consiguiente inferencia de un cambio de rumbo argumentativo por parte del interlocutor. (7) Al final, Juan vino a darme la razón
En esta y otras construcciones, el verbo venir + a + infinitivo conserva cierto matiz de movimiento, bien que en un plano estrictamente metafórico. Así, en (8) Viene a afianzar destaca una trayectoria que no alcanza su término: el grupo de rock Dixebra no afianza un verdadero rock asturiano, sino 4. Esta es una de las perífrasis de más difícil definición en español. De hecho, su clasificación en las gramáticas y en los estudios sobre perífrasis no está exenta de variación. Así, en unos trabajos se considera que venir + a + infinitivo queda dentro de las perífrasis modales, mientras que en otros se señala que expresa orden de un proceso. Pero es más común que se opte por una descripción mixta: aspectual-modal-temporal, temporal-modal, modal y discursiva. Incluso se la incluye bajo un genérico epígrafe de «otras perífrasis» o se señala explícitamente su difícil caracterización, evitando de este modo decantarse por una clasificación no exenta de problemas.
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que se aproxima a afianzarlo (metafóricamente hablando). Es de remarcar que el empleo de una forma verbal simple daría al enunciado un sentido más categórico;5 el empleo de la perífrasis añade un valor de mitigación de la fuerza ilocutiva del enunciado: estamos ante una estructura atenuativa. En (8) no se dice que el grupo de rock Dixebra afiance un rock asturiano comprometido, sino que lo que se dice es que contribuye a hacerlo, o en términos literales, que viene a hacerlo6. (8) El grupo de rock Dixebra viene a afianzar un verdadero rock asturiano comprometido como demuestran sus letras y actitudes personales (Artez. Revista de Artes Escénicas 75, 01/07/2003, crea, consulta realizada enero-abril 2009).
A este valor modal mitigador hay que sumar el sentido aproximativo de expresiones como las de (9), así como el valor de contrariedad de (10), derivado del sentido reiterativo de la construcción venga a + infinitivo7. (9) Este coche viene a costar unos 30.000 €. (10) Yo le decía que me dejase en paz y él venga a llamarme por teléfono. 5. La perífrasis tiene, además, un matiz de adición; el contenido expresado con ella se añade a algo que figuraba en el contexto previo. Con viene + a + infinitivo se indica que la acción expresada por la perífrasis se suma a otros factores. 6. Estamos, pues, ante un caso de persistencia del significado original. Una característica de los procesos de gramaticalización es precisamente la persistencia del significado etimológico (vid. Hopper 1991). 7. Para una descripción exhaustiva de los valores de la perífrasis, vid. García Fernández (2006), Garachana (2010), Gómez Torrego (1988 y 1999) y Olbertz (1998).
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Mar Garachana Camarero
Por último, la perífrasis volver + a + infinitivo expresa tanto valores de restauración de un estado de cosas previo como un sentido aspectual iterativo. En (11) tenemos un ejemplo del sentido restaurativo: con volver + a + infinitivo se expresa que se vuelve a una situación anterior en la que dos personas tenían una buena relación. En (12) encontramos ilustrado el valor reiterativo de la perífrasis. Con los precios han vuelto a subir se indica que ha habido una subida del precio que se suma a otra u otras anteriores. (11) Después de aquella conversación, la relación entre las dos amigas volvió a ser excelente. (12) Los precios han vuelto a subir por tercera vez consecutiva en un año.
3. El punto de partida. Del espacio al tiempo El significado etimológico de los verbos auxiliares de las tres perífrasis descritas es una muestra de que conceptos asociados a la temporalidad lingüística (tiempo y aspecto) se expresan a partir de conceptos relacionados con el espacio. En este caso, se trata de tres formas prototípicas del campo semántico de los verbos intransitivos de movimiento, a saber, ir, venir y volver. El sentido deíctico de estos verbos, unido a su elevada frecuencia de empleo, los hace especialmente propicios para la gramaticalización (vid. Bybee / Hopper 2001 y Company Company 2003). Como se ha señalado repetidamente, ninguna gramaticalización tiene por qué producirse, pero, si lo hace, la dirección que seguirá marca unos patrones evolutivos que, en el caso que nos ocupa, favorece a verbos con un sentido deíctico asociado. Que sean estos verbos de movimiento y no otros como 96
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pasear, caminar o deambular viene determinado por otra característica de las piezas que entran en la gramaticalización: su baja intensión, que también propicia su gramaticalización. Se ha discutido largo y tendido acerca de la supuesta «desemantización» de las piezas léxicas que se gramaticalizan. Las conclusiones más recientes hablan de vaciamiento semántico acompañado de enriquecimiento pragmático (Traugott / König 1991), al que se podría añadir el gramatical. En cualquier caso, la progresiva pérdida de rasgos semánticos léxicos característica de los procesos de gramaticalización ha de favorecer, necesariamente, la selección de palabras con mayor extensión que intensión. 3.1. La corporeidad de la gramática Numerosas expresiones lingüísticas ponen de manifiesto que los seres humanos nos valemos de nuestras experiencias corporales más básicas para entender conceptos más abstractos. Esto es lo que se ha llamado corporeización del sistema conceptual y, en última instancia, del lenguaje. Así, por ejemplo, para la noción de comprender usamos términos que tienen que ver con el control físico de objetos: ¿lo coges?, ¿lo pillas? Otras veces, la comprensión la entendemos como un acompañamiento físico en el espacio (¿me siguen?) (vid. Sweetser 1991). Esto significa que tendemos a interpretar nuestra actividad intelectual en términos corporales y que este hecho tiene una plasmación lingüística. La metáfora que lleva a emplear términos que significan espacio para hablar de tiempo y aspecto está asimismo anclada en la experiencia que los seres humanos tenemos del mundo. El empleo de los verbos de movimiento ir, venir, volver para expresar significados temporales y aspectuales supone la 97
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intervención de procesos metafóricos que descansan en lo que desde la gramática cognitiva se denominan esquemas de imagen. Estos se definen en términos de estructuras complejas, constituidas por un conjunto de propiedades que describen pautas repetidas que reflejan la experiencia y la interpretación que del mundo tienen los hablantes. En otros términos, un esquema de imagen es una representación esquemática de experiencias recurrentes del ser humano. Una de las experiencias humanas más básicas es la de que podemos desplazarnos en el espacio desde un punto inicial a otro de destino. Así surge lo que se ha denominado el esquema del camino, que consta de un punto de partida (el origen), de un punto de llegada (la meta) y de un recorrido que enlaza ambos puntos: Figura 1. El esquema del camino
origen
recorrido
meta
A partir de este esquema nacen metáforas diversas, como la de los propósitos son metas o, la que nos interesa en este momento, el espacio es tiempo. Como se apuntaba en la introducción, esta metáfora tiene manifestaciones en expresiones hechas como La vida se nos va de las manos, Nos acercamos a Navidad; en los diagramas de la figura 2 se recoge una representación esquemática de estas expresiones metafóricas.
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Figura 2. Representación de dos expresiones metafóricas basadas en el esquema del camino La vida se nos va de las manos Nos acercamos a Navidad
Asimismo, la metáfora el tiempo es espacio tiene una codificación gramatical en todas aquellas perífrasis temporales o aspectuales que tienen como verbo auxiliar una palabra que etimológicamente significa movimiento. En el caso de las estructuras verbales que nos ocupan, se perspectivizan áreas diferentes del esquema de imagen del camino en función del significado del verbo de movimiento. Así volver, como su antecesor tornar, denota un movimiento que devuelve al agente de la acción a un lugar que previamente ocupó. Esto es, el punto de partida coincide con el destino. Gráficamente: Figura 3. Esquema de imagen asociado al verbo volver
En el caso de ir y venir, estos verbos significan una trayectoria hacia un destino, sin que ello suponga necesariamente un contacto con la meta. Uno y otro perspectivizan zonas diferentes del itinerario: ir perfila el recorrido seguido8, mientras 8. Nótese que irse focalizaría el origen del movimiento.
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que venir focaliza la meta, tal y como se representa en las figuras 4 y 5. Figura 4. Esquema de imagen asociado al verbo ir
Figura 5. Esquema de imagen asociado al verbo venir
En la lengua moderna, venir significa el acercamiento a un centro deíctico coincidente con el sujeto de la enunciación; pero en castellano medieval y clásico tenía un sentido próximo al venire latino, de modo que únicamente señalaba desplazamiento hacia una meta en general (vid. Melis 2006: 882-883, Pérez Saldanya 2008). Así, en los ejemplos que siguen, venir simplemente marca la aproximación a un destino; en la lengua moderna, serían casos en los que se emplearía el verbo ir: (13) Martín Antolínez cavalgó privado /con Rachel e Vidas, de voluntad e de grado. / Non viene a la puent, ca por el agua á passado, / que ge lo non ventassen de Burgos omne nado (Cantar de mio Cid, c. 1140, corde, consulta realizada enero-abril 2009). (14) Et esta gente de los sillos non tienen que en auer ellos en sy paz & salud que les cunple mas que guardan sus huespedes a los omnes que vienen a su tierra & fazenles mucho serujçio (Alfonso x, General Estoria. Quinta parte, a. 1284, corde, consulta realizada enero-abril 2009).
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(15) Qui alguno peindrare al qui viene al mercado o a la feria, sin mandado del merino o del sayon en el mercado e en la feria peche en coto .v. sueldos (Documentos de Alfonso x dirigidos a Castilla la Vieja, 1256, corde, consulta realizada diciembre 2009). (16) Esto es por Fuero de Castiella que vn omne que es casado & á padre, et mora con el padre & con la madre, et el fijo faze calonnyas & son apreçiadas sobre él, et depués viene a casa del padre & de la madre & testígua’l ý el meryno, déue’l pechar el padre o la madre la calonnya al meryno (Libro de los fueros de Castilla, a. 1284, Anónimo, corde, consulta realizada enero-abril 2009).
En la creación de las perífrasis que constituyen el centro de interés de este trabajo, las formas de desplazamiento descritas se reanalizan metafóricamente para expresar avance en el tiempo y para describir la estructura temporal interna de una situación (aspecto). Esto supone que, en el caso de ir + a + infinitivo, la ruta marcada por ir se reanaliza como un ir hacia el futuro. En el caso de venir + a + infinitivo, el acercamiento hacia una meta física se reinterpreta metafóricamente para expresar aproximación a la finalización, a la culminación, de una acción o estado. Por último, en el caso de volver + a + infinitivo, al expresar volver regreso a un punto en el espacio, resulta plausible que la construcción pueda reciclarse para la expresión de una acción que «regresa», es decir, que o bien restaura una situación previa, o bien repite una acción o estado anteriores. Esto supone que la gramaticalización de las tres perífrasis analizadas descansa en el esquema de imagen del camino.
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4. La evolución. Semántica y sintaxis El cambio que conduce desde un sintagma verbal constituido por un verbo de movimiento que subcategoriza un sintagma preposicional hasta el formante único de la perífrasis verbal comporta una serie de cambios semánticos y sintácticos. El detonante del cambio se situaría en el nivel semántico, que motiva el reanálisis de verbo y sp como un único constituyente, con un orden fijo entre los elementos y con reducidas posibilidades de intercalar piezas léxicas entre ambos. Ahora bien, la evolución de las tres perífrasis no es homogénea, ya que, mientras que en el caso de venir + a + infinitivo y volver + a + infinitivo el punto de partida puede situarse en estructuras nominales del tipo venir + a + sustantivo locativo y volver + a + sustantivo locativo, en el caso de ir + a + infinitivo cabe hablar de una constelación de factores. 4.1. El punto de partida. Las construcciones nominales Las perífrasis verbales son uno de los mejores exponentes de que la gramaticalización no afecta de manera individual a palabras aisladas, sino que es una palabra, en un contexto sintáctico concreto, la que experimenta el cambio. Es decir, la gramaticalización es, en esencia, construccional. En el caso que nos ocupa, el punto de partida se encuentra en construcciones en las que el verbo de movimiento rige un sintagma preposicional que especifica un lugar hacia el que se dirige el movimiento: Ir + a + sustantivo locativo (17) Et sy agora vas a tierra onde nunca fuste a lidiar & conquerir la tomanos & yremos contigo (Alfonso x, General
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Estoria, Quinta Parte, fol. 30r, 1284, consulta realizada enero-abril 2009). Venir + a + sustantivo locativo (18) Quando el fijodalgo viene a la villa onde es deuysero, deue posar en qual casa, quier que de behetría sea (Libro de los fueros de Castiella, a. 1284, corde, consulta realizada enero-abril 2009). Volver a + sustantivo locativo (19) Hecho esto, se vuelve a su casa contento o descontento, según va satisfecho de sí, porque no hay naide que mejor entienda si ha contentado o no que él mismo (Juan de Arce de Otárola, Coloquios de Palatino y Pinciano, 1550, corde, consulta realizada setiembre 2009).
En estas construcciones el verbo conserva su valor direccional –ir significa ‘dirigirse a un lugar’; venir también tiene el sentido de ‘aproximarse a una meta’ y volver el de ‘regresar a un lugar’– y subcategoriza un sintagma preposicional que especifica el lugar hacia el que se dirige el movimiento. Pero desde la lengua antigua para ir y venir, y, desde la lengua clásica para volver, junto a las construcciones anteriores existen otras que implican un movimiento metafórico. (20) Dixo a las sus gentes caualleros tened las armas & desujad los fierros destos que asy vienen. Ca yo non qujero fazer bata njnguna que con sangre sea. non es vençido de su grado qujen con garganta parada viene asannar a su enemjgo & va a el desta gujsa que estos vienen a nos njn lidia este tal que asy va a la muerte desanparado (Alfonso x, General Estoria, Quinta Parte, 1284, consulta realizada enero-abril 2009).
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(21) Aun otrossí, los omnes pues que vienen a la vejez e veen que las cosas que an passadas que non son nada, desprecian el mundo e las sus cosas (Alfonso x, General Estoria, a. 1280, corde, consulta realizada enero-abril 2009). (22) E bien como quando algund malfechor, / al tiempo que fazen de otro justicia, / temor de la pena le pone cobdicia / de allí adelante bivir ya mejor, / mas desque passado por él el temor, / vuelve a sus vicios como de primero (Juan de Mena, Laberinto de fortuna, 1444, corde, consulta realizada noviembre de 2009).
Como se puede ver, se trata de estructuras en las que el sintagma preposicional no indica lugar alguno, de modo que ir, venir y volver expresan un movimiento figurado, puesto que el lugar hacia el que se dirige el movimiento se reinterpreta metafóricamente en términos de un estado. Desde el momento en que el destino se reemplaza por un estado, la construcción puede empezar a expresar tiempo o aspecto, ya que la estructura estativa que se origina implica el transcurso de tiempo necesario para alcanzar dicho estado (ir a), la aproximación al estado (venir a) o la restauración de un estado previo (volver a) (Lakoff 1987: 277, vid. igualmente, Melis 2006: 885). El hecho de que el movimiento se dirija hacia un lugar figurado activa, pues, el desarrollo de la lectura temporal y aspectual de la construcción. Va a la muerte supone eliminar la noción de desplazamiento físico y, como consecuencia de ello, se infiere una noción de tiempo: dirigirse hacia la muerte supone un movimiento metafórico hacia un lugar ubicado en un tiempo que se sitúa delante del hablante, esto es, en un tiempo futuro. Algo similar sucede con Vienen a la vejez, que también presupone la aproximación a un punto donde culminará el estado denotado por el verbo auxiliado. Y otro tanto sucede 104
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con Vuelve a sus vicios, que no expresa un regreso a un lugar real, sino figurado, con lo que se implica un sentido de reincidencia en un defecto moral, de restauración de un estado de cosas previo, que es el punto de partida para llegar al sentido iterativo de la construcción9. En los ejemplos (20)-(22), con Va a la muerte, Vienen a la vejez y Vuelve a sus vicios no se perfila trayectoria espacial propiamente tal, sino que lo que interesa es hablar de una trayectoria imaginaria que conduce al sujeto a un estado, concretamente, a la muerte, a la vejez y a los vicios. La construcción nominal pone, pues, las bases para el desarrollo de la estructura perifrástica. Significativamente, en la lengua antigua se documentan alternancias entre construcciones con SP cuyo núcleo es un sustantivo que expresa un estado (vid. ejemplo 21, reproducido aquí como 21’) y construcciones con un SP con núcleo verbal en infinitivo como la de (23). (21’) Aun otrossí, los omnes pues que vienen a la vejez e veen que las cosas que an passadas que non son nada, desprecian el mundo e las sus cosas. E porque fabló Salomón d’este despreciamiento del mundo en el libro Eclesiastés pusiémosle postremero d’estos quatro libros (Alfonso x, General Estoria, a. 1280, corde, consulta realizada eneroabril 2009). (23) Quando un gallo viene a ser viejo & es vazio en sus tripas & lleno de la simiente de las hortigas & de una yerva llamada polipodion (Fray Vicente de Burgos, Traducción de
9. De hecho, este es el camino evolutivo seguido por tornar + a + infinitivo: primero se documenta con significados de reincidencia y, más adelante, con valores de reiteración (vid. Melis 2006).
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El Libro de Propietatibus Rerum de Bartolomé Anglicus, 1494, corde, consulta realizada enero-abril 2009).
Desde el momento en que el verbo de movimiento adquiere un sentido metafórico, figurado, se debilitan las restricciones de selección impuestas por él, de manera que el complemento que subcategoriza ya no precisa el rasgo de [+locativo]. Esto facilita, asimismo, que el complemento regido por el verbo no esté constituido por un sp cuyo núcleo sea un sustantivo, sino que este puede ser un verbo en infinitivo, lo que supone la modificación de la estructura sintáctica del sintagma verbal verbo + sp (cfr. 24). En consecuencia, la sintaxis se ve modificada como resultado del cambio semántico. 4.2. La estructura perifrástica. De los estados a los acontecimientos La sustitución del sustantivo núcleo del sintagma preposicional por un infinitivo lleva asociado un nuevo cambio semántico: mientras que la estructura ir + a + sustantivo no locativo expresa un estado, la construcción ir + a + infinitivo significa un acontecimiento. Esto es, se pasa de una construcción que expresa movimiento hacia un lugar, a otra que expresa movimiento hacia un estado y, por último, se llega a otra que indica o bien un acontecimiento que tiene lugar en un tiempo posterior al momento de la enunciación (ir + a + infinitivo), o bien una acción que avanza hacia su finalización (venir + a + infinitivo), o bien la restauración de un estado de cosas, o bien la repetición de un estado o de una acción en un fragmento temporal posterior (volver + a + infinitivo). En síntesis, la sustitución categorial corre pareja a una diferenciación
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de significado y de construcción sintáctica que puede representarse como sigue: (24) LUGAR ESTADO ACONTECIMIENTO Ir + [sp a + sn+locativo] Ir + [sp a + sn-locativo] [Ir + a + infinitivo]
En el caso de ir + a + infinitivo la modificación sintáctica –como la evolución semántica– hubo de verse condicionada, además, por la existencia de una construcción final afín, que expresa el movimiento hacia un lugar realizado con una finalidad determinada: (25) Ir + [sp locativo a + nombre de lugar] + [sp de finalidad a + infinitivo] Ir a un sitio para hacer algo (26) Lozana Beso sus manos, que si no fuera porque vo a buscar a casa de un señor un pulpo, que sé yo que se los traen de España, y tollo y oruga, no me fuera, que aquí me quedara con vuestra señoría todo hoy (Lozana, corde, consulta realizada julio 2010).
En la bibliografía sobre el tema relativa a la perífrasis ir + a + infinitivo, estas construcciones que expresan finalidad suelen considerarse el punto de partida de los valores temporales (vid., por ejemplo, Hopper/Traugott 2003 [1993], Pérez Saldanya 2008). Se establece así una diferencia entre las perífrasis aspectuales –que se originarían en construcciones nominales– y la perífrasis de futuro, que arrancaría de estructuras predicativas como las de (25) y (26). Presentar la construcción nominal ir + a + sn [+locativo] como punto de partida de la perífrasis de futuro analítico no
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supone, sin embargo, negar la importancia de estas construcciones, documentadas desde el latín tardío, en la gramaticalización del futuro analítico. La innegable proximidad formal, y también semántica, que existe entre las construcciones nominales y las predicativas de finalidad –no hay que olvidar que en la estructura predicativa tenemos la construcción de partida ir + sp locativo y que la finalidad siempre se proyecta en el futuro– aboga por tomar en consideración también las construcciones de (25)-(26). Es cierto que en las estructuras de finalidad pervive el sentido de movimiento de una manera mucho más marcada que en las estructuras nominales con sentido metafórico y que, además, siempre se trata de estructuras agentivas; hechos ambos que distancian esta construcción de la perífrasis de futuro. No obstante, las construcciones de finalidad con mucha probabilidad contribuyeron al desarrollo de la perífrasis al presentar ya un modelo en el que el verbo de movimiento se combinaba con un infinitivo. Es decir, en la medida en que se trata de una construcción formalmente próxima y cuyo significado implica un tiempo venidero, la estructura ir + a un lugar + a hacer algo hubo de contribuir al desarrollo de la estructura perifrástica de futuro. La creación del futuro analítico sería, pues, el resultado de la intervención de una constelación de factores y de estructuras sintácticas (para una visión de la gramaticalización del futuro perifrástico basada exclusivamente en las construcciones nominales, vid. Melis 2006). 4.3. Gramaticalización y subjetivización Los procesos de cambio analizados permiten describir la gramaticalización de estas perífrasis en tanto que casos de subjetivización, entendida esta como la codificación gramatical de 108
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significados ligados a la actitud del hablante. Por consiguiente, la evolución de estas tres perífrasis comporta no solo el desarrollo de significados temporales y aspectuales, sino también la aparición de sentidos con una mayor carga subjetiva. En el caso del tiempo futuro, se pasa de un sentido de desplazamiento en el espacio hasta un sentido de desplazamiento psicológico en el tiempo (futuro). En cuanto a los valores aspectuales, el hablante describe la organización interna de una situación: la ve en su culminación (venir + a + infinitivo) o en su repetición (volver + a + infinitivo). 4.4. Consecuencias sintácticas de la gramaticalización La consolidación del valor temporal y aspectual de estas perífrasis va acompañada, asimismo, de cambios formales que suponen que ir, venir y volver dejan de funcionar como verbos independientes y pasan a hacerlo como auxiliares. Se produce, asimismo, un proceso de incorporación del infinitivo al auxiliar, de manera que el conjunto ir / venir / volver + a + infinitivo pasa a expresar una acepción única desvinculada del valor de movimiento inicial, al tiempo que se da una fusión sintáctica entre los componentes de la perífrasis. Esta fusión se traduce en la imposibilidad de alterar el orden de los constituyentes (27), en una mayor dificultad para intercalar elementos entre auxiliar y auxiliado (28),10 así como en la posibilidad 10. No es imposible intercalar elementos entre los constituyentes de la perífrasis; la interpolación se da con elementos parentéticos (Este chico me ha vuelto, probablemente, a engañar). Este hecho constituye una prueba del carácter híbrido de las perífrasis: comparten características con los tiempos compuestos, ya que la perífrasis tiene un funcionamiento sintáctico unitario y expresa un significado único. Sin embargo, en las estructuras perifrásticas los verbos constituyentes tienen mayor independencia, que se concreta en la mencionada posibilidad de
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de situar los pronombres clíticos delante del verbo auxiliar o detrás del infinitivo (29). (27) a. Seguro que te va a gustar - *A gustar te va b. Al final vino a darme la razón - *A darme vino la razón c. Este chico ya me ha vuelto a engañar *A engañar me ha vuelto este chico (28) a. *Te va poco a gustar - Te va a gustar poco b. ?Al final, vino un poco a darme la razón - Al final, vino a darme un poco la razón c. ?Este chico ya me ha vuelto esta mañana a engañar Esta mañana este chico ya me ha vuelto a engañar (29) a. Te va a gustar -Va a gustarte b. Vino al final a decir la verdad c. Este chico ya me ha vuelto a engañar-Este chico ya ha vuelto a engañarme
Además, como resultado de la gramaticalización, las relaciones argumentales de la construcción dependen ya del infinitivo –que es el encargado de la selección de los argumentos– y no del verbo ir, venir o volver. Ahora bien, esto no significa que la aportación de estos últimos a las perífrasis se limite a la expresión de los valores gramaticales de tiempo, persona, número, voz, aspecto y modo (indicativo o subjuntivo), ya que en buena medida los valores temporales, aspectuales, modales y discursivos de la construcción perifrástica dependen de la intercalar elementos entre ellos, lo que los aproxima a las secuencias de dos verbos, y en la de situar los clíticos tanto antepuestos a la perífrasis como pospuestos a ella, hecho que también las aleja de las secuencias de verbos, que solo admiten la posposición (para una exposición más detallada, vid. Gavarró / Laca 2003).
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persistencia de ciertos matices del significado etimológico del verbo auxiliar. 5. Otras perífrasis con ir y venir El carácter construccional de las estructuras de las que parte la gramaticalización de las perífrasis analizadas explica que, en otros contextos sintácticos, los verbos ir y venir originen perífrasis con valores diferentes a los analizados hasta el momento; a saber, ir + gerundio, ir + participio y venir + gerundio.11 Dado que estas perífrasis expresan significados diferentes a los denotados por las construcciones en infinitivo, cabe concluir que, a pesar de la importancia del verbo de movimiento en la gramaticalización, la forma no personal, sea esta infinitivo, gerundio o participio, desempeña un papel igualmente determinante. Ir y venir expresan un avance en la línea del tiempo. Que este avance se presente como focalizado hacia el futuro, en su desarrollo o ya concluido depende de las características morfológicas del verbo auxiliado. El sentido adlativo de ir y venir otorga a la construcción verbal en la que se insertan un valor de avance temporal. Este avance será [±gradual] y [±perfectivo] dependiendo de la morfología verbal del verbo auxiliado; el infinitivo sitúa las acciones como [-graduales] y [-perfectivas]; el gerundio como [+graduales] y [-perfectivas] y el participio como [-graduales] y [+perfectivas]. De este modo, la combinación de ir + a + infinitivo expresa, como se ha visto, avance hacia un tiempo futuro. El sentido durativo del gerundio determina que la combinación ir + 11. No consideramos que venir + participio sea perífrasis; en esta estructura el participio tiene una función de complemento predicativo. Volver, por su parte, no da lugar a más perífrasis que la analizada.
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gerundio denote la progresión gradual de un evento, o lo que es lo mismo, ir + gerundio significa acción en progreso (vid. García Fernández 2006). Así, en el siguiente enunciado, Me voy haciendo mayor significa que el paso del tiempo comporta el envejecimiento paulatino del sujeto de la enunciación: (30) Pero, quizá porque me voy haciendo mayor, creo que lo que ahora toca es ayudar (La voz de Galicia, 29/12/2004, crea, consulta realizada diciembre de 2009).
A su vez, la perífrasis ir + participio tiene un sentido perfectivo-continuativo, ya que expresa acciones terminadas, pero, al mismo tiempo, la perífrasis subraya que tendrán lugar otras acciones similares. Así, Ya van leídos trece proyectos de investigación (ejemplo 31) supone que los trece proyectos ya han sido leídos, pero al mismo tiempo se implica la idea de continuación (faltan aún proyectos por leer). La simbiosis de perfectividad y continuidad resulta de la combinación del participio con el verbo ir; de aquel depende el sentido perfectivo y de este el de continuidad. (31) Y con este, ya van leídos trece proyectos de investigación.
Otro tanto sucede con venir. No es solo el verbo venir el que se gramaticaliza, sino el conjunto venir + a + infinitivo y venir + gerundio. El sentido compartido por las dos perífrasis –y aportado, en última instancia, por venir– es el de acercamiento, aproximación, a un centro deíctico12. La diferencia la 12. Yllera (1999: 3415) indica que esta perífrasis marca un «acercamiento desde un momento previo a otro subsiguiente». La diferencia entre ir + gerundio y venir + gerundio viene dada por el hecho de que, aunque ambos expresan acciones
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marca nuevamente la morfología del verbo no personal con el que se combina venir. En el caso del infinitivo, la perífrasis expresa un evento que tiende a su culminación, mientras que en el caso del gerundio lo que se expresa es un aspecto continuativo: se describe un evento «desde su inicio hasta un punto central de su desarrollo sin afirmar el final» (García Fernández 2006 s.v. venir + gerundio). Es decir, venir + gerundio refiere un evento que progresa desde un tiempo inicial, sin que se indique el término de dicho evento. Por ejemplo, en (32) la perífrasis Se viene repitiendo expresa una acción que se repite en el tiempo desde su inicio hace veintidós años, de cuyo final nada se indica (todo hace pensar que la competición seguirá celebrándose en el futuro). (32) Desde hoy, y hasta el domingo, varios cientos de navegantes dejarán a un lado todas sus actividades para tomar parte en el Trofeo Conde de Godó de vela. Una cita, convertida en tradición, que se viene repitiendo desde hace veintidós años, cuando se instauró esta competición de cruceros, la más antigua de Cataluña (La Vanguardia, 16/6/1995, crea, consulta realizada diciembre de 2009).
De acuerdo con esto, en las perífrasis en que intervienen, ir y venir aportan un sentido de avance temporal (perspectivizándose el transcurso del tiempo en el caso de ir y el punto final en el caso de venir). La combinación con otras formas verbales no personales (infinitivo, gerundio y participio) matiza ese sentido de avance temporal. Con el infinitivo, la prospectivas, «con venir la visión parte de un tiempo anterior al expresado por el auxiliar», mientras que «con ir la visión se dirige hacia un momento posterior» (Yllera 1999: 3415).
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acción mira hacia el futuro, con el gerundio la acción se entiende en progreso, en su desarrollo, y con el participio, como terminada. La prueba más categórica de que el sentido que se gramaticaliza no depende exclusivamente del verbo auxiliar (por más que un mayor grado de gramaticalización implique un menor número de restricciones impuestas por el verbo auxiliar) la tenemos en la construcción verbal ir + y + verbo en la que el verbo ir está gramaticalizado en una construcción que marca «el carácter télico del evento descrito por el segundo verbo, de tal modo que obliga a interpretarlo como realizado por completo» (García Fernández 2006, s.v. ir/venir y + verbo, Coseriu 1977 y Pérez Saldanya/Hualde 2003). Es decir, ir puede entrar en construcciones en las que se gramaticaliza un sentido pasado (no entramos ahora en analizar si se trata de construcciones perifrásticas o no). Así, en (33) va y le dice remite a un tiempo anterior al de la enunciación13. Según se recoge en Coseriu (1977) y en García Fernández (2006), la misma construcción existe con venir + + infinitivo en el español de Chile. (33) Ayer María, la muy tonta, va y le dice a Pepe, que, si le interesaba, que ella renunciaba a la beca.
Estos sentidos permiten refrendar la tesis de que la evolución de los valores futuros y aspectuales –terminativos e iterativos– de las perífrasis en las que ir, venir y volver se 13. El empleo del verbo ir para significar un tiempo pasado no constituye una excepción; así, por ejemplo, en catalán la forma neutra del pasado es, precisamente, una perífrasis formada por el verbo anar ‘ir’ seguido de un infinitivo: Ja ho vaig dir ahir significa ‘ya lo dije ayer’. Ejemplos similares se recogen en otras lenguas no indoeuropeas (cf. Pérez Saldanya/Hualde 2003).
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combinan con un infinitivo no depende exclusivamente del verbo de movimiento, sino de la construcción al completo. Así pues, la gramaticalización de estas perífrasis constituye un caso de «gramaticalización por construccionalización», o lo que es lo mismo, un proceso en el que se gramaticaliza toda una estructura sintáctica. La idea de que la gramaticalización no afecta solo al verbo auxiliar, como parecía desprenderse de las primeras descripciones de la creación de los verbos auxiliares (Benveniste 1968), comporta un cambio sustancial en la propia interpretación de la gramaticalización, puesto que obliga a implicar el contexto en el proceso de cambio sintáctico (Heine 1993). 6. Léxico y cambio gramatical La tradición gramatical, de modo particular el enfoque generativo, ha mantenido perfectamente deslindados los niveles léxico y sintáctico en el estudio de las lenguas. Investigaciones más recientes, sin embargo, insisten en la importancia de estrechar los vínculos entre los diferentes niveles de descripción gramatical. La evolución de las perífrasis verbales incide en esta tesis al poner de relieve que su gramaticalización depende de la estructuración del lexicón. La gramaticalización, lejos de constituir un proceso homogéneo, puede tener motivaciones diferentes. Los casos más numerosos suponen la intervención de un mecanismo de raíz cognitivo-pragmática que determina que una palabra –o un conjunto de palabras– con un significado léxico desarrolle un significado y un comportamiento gramaticales. Otras gramaticalizaciones menos habituales se ven activadas por acción
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del contacto de lenguas14 o por procesos de sustitución léxica que permiten hablar de la estrecha relación que media entre léxico y gramática (tal es el caso de volver + a + infinitivo). Otro indicio de la importancia del vocabulario para la generalización de los procesos de gramaticalización la tenemos en el hecho de que la evolución de las tres perífrasis estudiadas pone de manifiesto que, si bien el cambio sintáctico tiene un detonante semántico-conceptual, la generalización de la nueva construcción está fundamentada en el léxico. Resulta artificial, pues, distinguir el cambio sintáctico de la estructuración del vocabulario en general. 6.1. La gramaticalización de volver + a + infinitivo. Entre la gramática y la sustitución léxica El análisis de la gramaticalización de volver + a + infinitivo muestra un caso particular de cambio sintáctico. La existencia de la perífrasis es indiscutible, así como también lo es el hecho de que en la construcción perifrástica el verbo volver se ha visto vaciado de su significado léxico y ha pasado a desempeñar básicamente una función sintáctica de soporte de la predicación, aportando los rasgos de tiempo, persona, número, 14. No tratamos aquí de gramaticalizaciones resultantes de la acción del contacto de lenguas, para más datos, vid., por ejemplo, Heine / Kuteva (2005). A modo de ejemplo, podemos señalar el empleo de la perífrasis haber + de + infinitivo con valor de obligación en el español hablado en Cataluña: frente al uso marcadamente culto de la perífrasis en otras zonas hispanohablantes, en Cataluña esta perífrasis se ha gramaticalizado como la forma neutra para la expresión de la obligación, desbancando de este modo a su sinónima tener + que + infinitivo (vid. Martínez 2006 y Sinner 2003). Otro ejemplo de gramaticalización por contacto lingüístico, tomado también del español hablado en Cataluña, es el empleo de un que expletivo que funciona a modo de marca introductora de preguntas interrogativas totales (¿Que bajas en la próxima?).
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aspecto, modo y voz. Ahora bien, su gramaticalización debe mucho a la existencia de su homónimo tornar, al que acabó sustituyendo completamente en el español clásico (vid. Eberenz 1998, Melis 2006 e Yllera 1980)15. La gramaticalización de volver como auxiliar se explica, pues, a partir de este proceso de sustitución léxica, en el que se ven afectadas no solo las ocurrencias léxicas de tornar, sino también las correspondientes a sus usos gramaticales16. Prueba de que la gramaticalización de volver como auxiliar parte de la sustitución de tornar la tenemos en el hecho de que, desde sus primeras documentaciones, volver + a + infinitivo se recoge en las dos acepciones de la perífrasis (los valores restaurativos y los reiterativos), sin que sea posible detectar, a diferencia de lo que sucede con la perífrasis con tornar, una evolución desde el sentido de restauración hasta el de iteración. Es decir, cuando volver + a + infinitivo empieza a funcionar como perífrasis lo hace en todas las acepciones que definían a su antecesora tornar + a + infinitivo (vid. Melis 2006).
15. El proceso de sustitución de la perífrasis tornar + a + infinitivo sigue la siguiente cronología: en el siglo xv hace su aparición volver + a + infinitivo, con una frecuencia de uso todavía muy baja. En la primera mitad del xvi su empleo es aún esporádico, pero en la segunda mitad de siglo aumenta considerablemente su empleo hasta sustituir a tornar + a + infinitivo en el último cuarto del xvi (vid. Yllera 1980: 198; para Melis (2006) la sustitución se da a mediados del siglo xvii). 16. Esta gramaticalización que parte de un proceso de sustitución léxica no constituye un caso aislado en la historia del español, ya que existen otros casos como, por ejemplo, el de tener + que + infinitivo, cuya gramaticalización se origina en la sustitución léxica del verbo aver por tener.
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6.2. Las islas verbales El proceso que conduce a la creación de estas perífrasis verbales tiene otras importantes repercusiones teóricas, indicativas de cómo progresa el cambio sintáctico. La gramaticalización de las perífrasis ir + a + infinitivo, venir + a + infinitivo y volver + a + infinitivo permite aventurar que la extensión del cambio sintáctico es léxica. El detonante del cambio es metafórico, pero la generalización de la nueva construcción se fundamenta en el léxico. Las primeras documentaciones de las perífrasis se recogen en contextos sintácticos y léxicos afines al significado espacial originario de la construcción. Así, los primeros ejemplos de ir + a + infinitivo se dan junto a verbos que expresan algún tipo de movimiento (vid. Melis 2006). Las primeras documentaciones de venir + a + infinitivo son con verbos que expresan cambios de estado y acciones (Garachana en prensa, Pérez Saldanya 2008). Y los primeros casos de volver + a + infinitivo se dan mayoritariamente con verbos que expresan movimiento (excepto con los que significan ‘andar’ o ‘correr’) y, en menor medida, con verbos dicendi y de visión (Stolova 2005). La afinidad inicial por ciertos campos semánticos va perdiéndose a medida que avanza el cambio, de manera que progresivamente van incorporándose a la construcción infinitivos de verbos con significados diferentes a los que se documentan en las etapas iniciales de la gramaticalización. Este comportamiento propio de la gramaticalización de las perífrasis verbales marca un proceso de asentamiento gramatical fundamentado o, cuando menos, dependiente del léxico. Este hecho prueba desde otro ángulo la profunda dependencia que existe entre el cambio sintáctico y el vocabulario. El avance léxico del cambio sintáctico tiene una correlación clara en el nivel fonológico,
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donde, como ha demostrado Labov (1972), la extensión de los cambios fonológicos descansa en el léxico. Este anclaje léxico del cambio fonológico es el que explicaría, por ejemplo, el mantenimiento de la /f-/ inicial latina en palabras como feo, falda, fe, fondo, febrero, Fernando o Fernández, frente a su pérdida en el resto del vocabulario del español (harina, hierro). Se insiste así, aunque desde otro ángulo, en la estrecha dependencia que manifiestan los diferentes niveles de descripción gramatical en los procesos de cambio lingüístico. La interdependencia entre el desarrollo sintáctico y el léxico se pone de relieve también en los procesos de adquisición de la lengua materna, lo que parece probar que en la mente humana sintaxis y léxico van unidos. En efecto, los estudios sobre el desarrollo de la sintaxis infantil ponen de manifiesto que esta se adquiere en función de determinadas palabras; es el empleo de ciertos ítems léxicos el que lleva a aprehender la estructuración sintáctica en la que aquellos aparecen insertos (Tomasello 2000). Extrapolando estos estudios al ámbito del cambio sintáctico, puede decirse que es la utilización de ciertas perífrasis junto a determinadas piezas léxicas que funcionan como verbos auxiliados la que sienta los fundamentos de la generalización de la gramaticalización. Así, los primeros ejemplos perifrásticos de las construcciones analizadas se dan junto a verbos auxiliados cuyo significado resulta afín al valor espacial etimológico del verbo auxiliar. La expansión a nuevos contextos solo se da una vez consolidados ciertos patrones de complementación, y aun así, se observa que algunas perífrasis muestran patrones de combinación léxica imposibles, como los siguientes: (34) a.*A última hora de la tarde se ha echado a llover b. A última hora de la tarde se ha puesto a llover
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7. Conclusiones El desarrollo de valores temporales y aspectuales en el sistema verbal se sustenta en procedimientos de naturaleza cognitiva por los que tiempo y aspecto se interpretan en términos espaciales. El empleo de términos que expresan espacio para referir tiempo y aspecto obedece a mecanismos conceptuales por los que la interpretación de conceptos abstractos descansa en la experiencia que el ser humano tiene de su interacción con el medio que le rodea. Así, el tiempo futuro se entiende en términos de un avance en el espacio, debido a la experiencia humana de que todo desplazamiento en el espacio implica, al mismo tiempo, un consumo de tiempo, un avance en el tiempo. De manera análoga, el aspecto culminativo se entiende en términos de una aproximación física a una meta y el aspecto iterativo como un regreso –una vuelta– a un lugar. El análisis de la evolución de las perífrasis ir + a + infinitivo, venir + a + infinitivo y volver + a + infinitivo permite obtener, asimismo, conclusiones relevantes para el estudio de la evolución de la sintaxis. En primer lugar, el desarrollo de estas construcciones verbales incide en la tesis de que la gramaticalización se produce siempre en un contexto lingüístico determinado, de manera que no se gramaticalizan palabras aisladas, sino que a menudo es toda una construcción la que se reanaliza para desempeñar una función gramatical. En segundo lugar, la gramaticalización de volver + a + infinitivo pone de manifiesto que la gramaticalización no constituye un proceso homogéneo. Los estudios que ligan ciertos cambios por gramaticalización al contacto de lenguas son un ejemplo de ello, como también lo son los casos de gramaticalización activada por procesos de sustitución léxica, como el que afectó en la lengua clásica a tornar y volver. Esta gramaticalización por
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desplazamiento léxico describe un tipo de cambio gramatical con una motivación diferente a la de otras gramaticalizaciones más prototípicas, como la de ir + a + infinitivo. Esta gramaticalización no prototípica pone de relieve la importancia del léxico en los procesos de evolución sintáctica. Por último, el asentamiento de las perífrasis en el sistema gramatical del español dibuja una progresión a través del léxico que da un nuevo respaldo a la hipótesis de que el cambio sintáctico queda estrechamente ligado al vocabulario de la lengua. Referencias bibliográficas Aaron, Jessi E. (2007): «El futuro epistémico y la variación: Gramaticalización y expresión de la futuridad desde 1600», Moenia 13, 253-274. Benveniste, Emile (1968): «Mutations of linguistic categories», en Winfred P. Lehmann / Yakov Malkiel (eds.), Directions for historical linguistics: A symposium, University of Texas Press, Austin. Bybee, Joan / Paul Hopper (2001) (eds.): Frequency and the emergence of linguistic structure, John Benjamins, Amsterdam. Bybee, Joan / Revere Perkins / William Pagliuca (1994): The evolution of grammar: Tense, aspect and modality in the languages of the World, The University of Chicago Press, Chicago. Company Company, Concepción (2003): «La gramaticalización en la historia del español», Medievalia 35, 3-61. Comrie, Bernard (1976): Aspect. An Introduction to the Study of Verbal Aspect and Related Problems, Cambridge University Press, Cambridge. corde = Real Academia de la Lengua Española: Corpus diacrónico del español, . Coseriu, Eugenio (1977): «‘Tomo y me voy’. Un problema de sintaxis comparada europea», en Eugenio Coseriu (1977), Estudios de lingüística románica, Gredos, Madrid, 13-55.
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5 En torno a la historia de desde hace1
Luis García Fernández Universidad Complutense de Madrid, España
Bruno Camus Bergareche Universidad de Castilla-La Mancha, España
Resumen El propósito de este trabajo es describir la aparición y desarrollo en español de la variedad específica de complementos temporales encabezados por desde hace. En nuestra opinión esta construcción nace a partir de un cruce entre distintas construcciones existentes en el español clásico y su consolidación se produce ya en época moderna, fundamentalmente a partir de mediados del siglo xix. Tras un rápido repaso 1. El presente trabajo ha sido parcialmente financiado con cargo al proyecto de investigación «Las relaciones entre semántica y sintaxis: el modo de acción» (ff12008-0081) del Ministerio de Ciencia e Innovación con fondos feder.
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de las propiedades de los complementos con desde hace en español moderno, abordaremos en detalle la descripción de las construcciones equivalentes disponibles en español medieval y clásico y otras construcciones temporales de valor muy cercano. Con estos datos podremos plantear a continuación las circunstancias que permitieron la creación de las nuevas estructuras con desde hace en el siglo xvii y su posterior difusión en todas las variedades contemporáneas del español. Abstract The aim of this work is to describe the emergence and development of a new type of temporal complements with desde hace in Spanish. These complements are the result of a syntactic blending between previous structures that took place, in our opinion, in Classical Spanish and finally consolidated during current ages, especially since the mid 19th Century. We will, first of all, describe contemporary usage of desde hace in order to compare it with corresponding equivalent or related structures in Medieval and Classical Spanish. These data will allow us to sketch a plausible explanation for the appearance of the desde hace complements in the 17th Century and its later diffusion among all the modern varieties of Spanish.
A
páginas que siguen nos proponemos describir la aparición y desarrollo en español de la variedad específica de complementos temporales encabezados por desde hace, inexistente en español medieval y en los romances centrales. Nuestra hipótesis es que estas construcciones son resultado de dos cambios sucesivos ocurridos a lo largo del siglo xvii. Por un lado, los complementos encabezados por
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lo largo de las
En torno a la historia de desde hace
desde a con ssnn cuantificados se reinterpretan como desde ha + sn cuantificado (Elerick 1989). Por otro y de manera consecutiva, la construcción desde ha + sn cuantificado se sustituye por desde hace + sn cuantificado en consonancia con la sustitución general en el español de la época de ha + sn cuantificado por hace + sn cuantificado (Díez Itza 1992). La estructura del trabajo será como sigue. En el apartado 1 se ofrecerá una descripción detallada del funcionamiento en español contemporáneo de los complementos temporales con desde y desde hace, que se corresponden a un solo tipo de complementos en lenguas como el francés o italiano. En el apartado 2 abordaremos la descripción de los distintos tipos de construcciones temporales correspondientes en español medieval y clásico y atenderemos también a aquellos complementos que en nuestra opinión suministran el modelo para la aparición moderna de desde hace. Finalmente, el apartado 3 estará dedicado a la presentación de los datos que permiten seguir la difusión y generalización de este nuevo tipo de complementos temporales con desde hace en español moderno europeo y americano, así como su presencia también en las otras lenguas iberorrománicas. 1. Complementos temporales con desde en español moderno 1.1. Desde La preposición desde introduce en español complementos temporales que delimitan un evento desde su inicio (García Fernández 1999: 3193-3195, García Fernández 2000: 99-101). Son construcciones que señalan el inicio temporal de eventos que han de ser no puntuales, esto es, predicados de estado
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(1a), actividades (1b), realizaciones (1c), pero nunca logros (1d): (1) a. Juan {tiene hambre / está feliz / vive en su nueva casa} desde ayer. b. Juan {hace deporte / trabaja / conduce} desde el mes pasado. c. Juan {juega el partido / lee la novela / toca esa canción} desde esta mañana. d.*Juan {llega a casa / encontró su libro / se da cuenta de mi presencia} desde las doce.
Estos complementos con desde + sn definido admiten además que se haga explícita la conclusión del evento y, por tanto, resultan compatibles con formas verbales de aspecto Aoristo, además de Imperfecto: (2) a. Estuvo enfermo desde el jueves. b. Había jugado al fútbol desde la primaria.
Lo mismo ocurre en lenguas románicas centrales como italiano o francés donde el límite a quo del evento que en español va marcado con la preposición desde es indicado mediante la preposición da y depuis, respectivamente: (3) a. Giovanni {ha fame / lavora / legge il libro} da questa mattina. b. Jean {a faim / travaille / lit le livre} depuis ce matin.
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1.2. Desde hace Ahora bien, a diferencia precisamente de estas otras dos lenguas, el español presenta una variante de este tipo de complementos temporales con desde hace cuando aparecen ssnn cuantificados en vez de ssnn definidos (4a); vemos, por el contrario, que en italiano o francés la construcción sigue siendo idéntica (4b-c): (4) a. Juan vive aquí desde hace quince días. b. Giovanni abita qui da quindici giorni. c. Jean habite ici depuis quinze jours.
Se trata otra vez de una construcción igualmente compatible solo con predicados no puntuales y que incluye la indicación de un momento a quo que es especificado por el cuantificador. Pero a diferencia de la construcción con desde, en casos como el de (4a) se incorpora también la indicación de un punto de referencia que puede estar bien en el presente (hace, 4a), bien en el pasado (hacía, 5a, b): (5) a. Al encontrarlo la semana pasada, Juan vivía ya aquí desde hacía un mes. b. Cuando lo conocí, Juan tocaba el piano desde hacía un mes.
Es una propiedad compartida lógicamente con las construcciones temporales con el verbo hacer con ssnn cuantificados, que también localizan un evento en la línea temporal en relación a un punto de referencia presente (hace), pasado (hacía) o futuro (hará):
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(6) a. Vino hace dos días. b. Cuando llegó al aeropuerto, el avión había salido hacía quince minutos. c. Para cuando acabes de recoger, me habré marchado hará un montón de tiempo.
Nótese que el tipo de complementos temporales de (4a y 5) en italiano y francés no incluye información temporal junto a la preposición, por lo que la estructura resulta a estos efectos invariable. En el caso del francés la preposición depuis es inherentemente de pasado y no puede ir acompañando, por ejemplo, adverbios como demain que indican futuro. Como se muestra en las oraciones siguientes, la presencia de referencia temporal distinta del presente no cambia en estas lenguas la estructura del complemento temporal: (7) a. Quando l’ho trovato la settimana scorsa, abitava già qui da un mese. b. Quand je l’ai connu, il jouait du piano depuis un mois.
La variante temporal específica del español con desde hace es, a diferencia de la encabezada por desde, solo compatible con Imperfecto (8), pero no con Aoristo (9): (8) (9)
a. Vive aquí desde hace un mes. b. Jugaba al fútbol desde hacía muchos años. a. *Estuvo enfermo desde hacía muchos años. b. *Había jugado al fútbol desde hacía muchos años.
Se trata, en definitiva, de un tipo de complementos que miden la duración de un evento desde su inicio hasta el punto de referencia marcado por hace / hacía, pero no indica de ningún 130
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modo su conclusión; se deja el final del evento abierto y, por tanto, requiere siempre formas de aspecto Imperfecto. 2. Complementos temporales en español medieval y clásico 2.1. Los precedentes de desde hace 2.1.1. Desde + sn En español antiguo tenemos ya desde mediados del siglo xiii los complementos temporales con desde del tipo que acabamos de comentar en el apartado anterior. Lo interesante es que la estructura era idéntica tanto si el sn era simplemente definido (10) como si llevaba cuantificadores (11), al modo del italiano y francés contemporáneos: (10) a. et desde entontz los iudíos serán tenidos de render (Vidal mayor, 1250, pág. 348)2. b. El recudio e dixo: Tod esto guarde desde mi ninnez (El Nuevo testamento según el manuscrito escurialense, 1260, pág. 84). c. a. la qual […] fué notoria a todos desde el día de su naçimiento (Crónica de los Reyes Católicos, 1480/84, pág. 1, 393). (11) a. que si algún omne quiere demandar la cosa que otri touo desde quinze annos (Fuero Juzgo, 1250-1260). b. que desde grant tienpo non querían cantar otra cantiga sinon aquella (Juan Manuel, Prólogo general, 1342, pág. 3).
2. Los ejemplos españoles proceden todos, salvo indicación en contrario, del corde.
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c. E por que Fernan Sanchez de Valladolid era ome que avia trabajado en su seruiçio desde luengo tienpo e avie buen entendimiento (Gran Crónica de Alfonso xi, 1348-1379, pág. i, 358). d. este es Dauid, seruidor de Saul, rrey de Ysrrael, que estudo comigo desde tantos dias e tantos años, e non falle enel cosa… (Biblia ladinada, 1400, pág. 171va).
En ambos casos, y al igual que sigue ocurriendo hoy en día, la estructura está limitada a predicados no puntuales: (tener en [11a]), actividades (trabajar en [11c]) o realizaciones (cantar una cantiga en [11b]). Ahora bien, las restricciones modernas para desde hace, no rigen en esta construcción única con desde y así, encontramos tiempos de Imperfecto (11b. y c.), pero también de Aoristo (10a. y d.; 11a. y d.). Pero la lengua medieval disponía además de otro tipo de estructuras igualmente frecuentes para estos mismos valores, especialmente desde… acá / a esta parte…, de nuevo tanto con ssnn no cuantificados (12) como cuantificados (13): (12) a. con esto concuerdan las grandes señales que desde Adam acá han contesçido (A. de Villasandino, Poesías, 1379-1425, pág. 113). b. y que desde aquel tienpo a esta parte sabe e se le acuerda que es verdat (Sentencia, Sta. Clara de Villalobos, 1495). (13) a. desde algunos anos e tienpos aquella parte, avian tentado de se subtraer […] de la dicha su jurediçion e juzgado (Libro del Concejo y documentos, Archivo Municipal de Castro Urdiales, 1483, pág. 50).
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b. Otrosí todo aquello que ouiestes desde ueynte annos acá de lo que dizen que dieron para los muros de y de la villa (Provisión real, 1325).
E incluso tenemos una estructura similar encabezada por la preposición de, de… acá / a esta parte…: (14) a. queles toman e apropian asi por fuerça de poco acá la juridiçion çeuil (Ordenamientos de las Cortes de Toro, 1371, pág. 246). b. e uso e costumbre que tenyan de tiempo ynmemorial a esta parte (Toma de posesión, 1485, pág. 268, Salvatierra).
2.1.2. Desde + sn en español clásico Este único esquema en que no cabe la distinción entre ssnn cuantificados o no sigue siendo el preponderante a lo largo de los Siglos de Oro, en primer lugar con la preposición desde + sn (15): (15) a. y el por que se llama Casarrubuelos no lo saben, que es desde mucho tiempo se acuerdan llamarse ansi (Relaciones topográficas…, 1575-80, pág. 176). b. para asistir a su mujer, que está enferma desde dos meses (Docs. música Sigüenza, 1677, 3750).
Pero también bajo la forma de las variantes citadas arriba: (16) a. destruir nuestros rictos y cerimonias, en que desde tiempos inmemoriales a esta parte somos nascidos y criados. (F. Cervantes de Salazar, Crónica de la Nueva España, 1560, pág. i, 373).
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b. sea notorio y manifiesto a todos… cómo desde algunos días a esta parte… hayan sido levantadas, crecidas y continuamente ejecutadas muchas y diversas guerras (P. de Sandoval, Historia y hechos de la vida del Emperador Carlos v, Prohemio, 1604-1618). (17) a. Pero por mas açertada cura se tiene otra que de poco aca an vsado (P. de Aguado, Historia de Sta. Marta…, 15751581, pág. ii, 184). b. De un cuarto de hora a esta parte menos ya su espada corta (L. de Góngora, Dr. Carlino, 1610, pág. 265).
Como explicaremos más adelante en el apartado 3, de todas estas construcciones medievales y clásicas las únicas que desaparecerán serán las que contienen ssnn cuantificados, esto es las de (11) y (15). Todas las demás, con sn definido (10) o incrementadas mediante adverbios u otros complementos como a esta parte (12-14 y 16-17) continúan vivas todavía hoy. 2.2. Otras construcciones temporales de la lengua medieval y clásica: ha + sn cuantificado y a + sn cuantificado 2.2.1. Haber en complementos temporales Aunque de aparición más tardía que los complementos temporales con desde que acabamos de ver en 2.1, ya en español medieval encontramos los precedentes de la construcción temporal moderna con hace que describimos en el apartado 1.2 y ejemplificábamos entonces con las oraciones de (6) de (6). Se trata de los casos de usos temporales del verbo haber acompañado por ssnn cuantificados. Desde mediados del siglo xiii encontramos esta modalidad en estructuras bien de
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tipo predicativo, como en (18), bien en estructuras adverbiales como las de (19)3: (18) a. Duelome destas yentes, que tres dias ha que son comigo (Nuevo Testamento según el manuscrito escurialense I-j-6, h. 1260, pág. 80). b. E dixo la muger a Zózimas: «Abad Zózimas, a ti conviene orar e bendezir, porque tú eres preste e ha muchos años que te llegas al santo altar (Trad. de la Vida de Sta María Egipciaca, 1350, pág. 11). c. é cuando nos catamos, vimos que tambien venia la galera de los portugueses que habia pocos dias que la babian [sic] hecho (A. de Urdaneta, Relación…, 1537). (19) a. mester e de tornar de tod en todo a Babilonna por ueer mios parientes que non ui dias a (Alfonso x, General Estoria, Cuarta parte, h. 1280). b. En tierra de Campos, en un valle que se llama Añoza, me hallé ha muchos años pidiendo limosna como pobre fraile (A. de Guevara, Epístolas familiares, 1521-1534, pág. i, 468). c. Los mercaderes que en el navio de San Juan Anton, que habia pocos dias se habia partido del puerto para Tierra Firme (R. de Lizarraga, Descripción… de Perú, 1605, pág. 616).
3. Hay un ejemplo anterior en el Auto de los Reyes Magos, abundantemente citado en la bibliografía sobre el tema, tal y como indica Díaz Itza (1992: nota 10): (i). Quanto i a que la uistes / i que la percibistis? [caspar] / Tredze dias a, / i mais non auera, / que la auemos ueida / i bine percebida. [herodes] (Auto de los Reyes Magos, h. 1180, 175).
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Como ocurre con sus equivalentes contemporáneos con el verbo hacer, esta construcción solo se acompaña de ssnn cuantificados y admite flexión de presente pero también de pasado (18c, 19c). Es interesante señalar también que, como ocurría en (19a) no es del todo infrecuente encontrar el complemento de haber antepuesto, lo que da lugar a construcciones de verbo final muy características para este tipo de estructuras. A continuación, en (20) se pueden ver algunos otros ejemplos: (20) a. E agora, pocos dias ha, seyendo nos suplicados por los dichos mercaderes, screuimos a los officiales de Lenguadoch que exequtassen la dicha sentencia (Fernando al rey de Francia Luis xi…, 1481, pág. i, 203). b. ca muchos años ha que no te he visto (Siete sabios de Roma, 1530, pág. 20).
2.2.2. A + sn cuantificados También desde fechas similares a las que indicábamos para los usos temporales de haber, disponemos en español medieval y clásico de otro tipo de complementos temporales formalmente muy similares, aunque de interpretación diferente, como veremos. Se trata de la construcción en la que la preposición a va acompañada de ssnn cuantificados, que ejemplificamos seguidamente, bien con una coda relativa (21), bien sin ella (22). Nótese que cada uno de estos casos encuentra semejanza en estructuras con haber en presente como las ya citadas arriba de (18a y 19a): (21) a. E a pocos dias que llego esta doña cristina encaresçio la Reyna dela ynfante doña berenguela (F. Sánchez Valladolid, Crónica de Alfonso x, 1340-1350).
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b. Luego a dos dias que el rey partio de Valladolid, partieron el conde don Enrrique e don Tello (P. López de Ayala, Crónica del rey don Pedro, c. 1400, cap. xiii). (22) a. Despues que el rey fue guarido a pocos dias ouo sabor de yr contra los enemigos de la fe (Gran Conquista de Ultramar, 1293, f. 97v). b. Et luego a dos dias enuiole dezir con donya Iohana, su muller, que posaua en Cerato, que lo que el le conssellaua por millor en esti pleyto que fiziesse su abenencia con don Iohan (Juan Fdez. de Heredia, Gran Crónica de España iii, 1376-1391, f. 29v).
Como ocurría con la construcción con haber, la de a + SN cuantificado tampoco presenta restricciones aspectuales y, como se ve en los ejemplos, va frecuentemente acompañada de formas de Aoristo. Ahora bien, las diferencias semánticas entre los dos tipos son claras. La construcción de (21-22) con a tiene un valor de posterioridad respecto a un momento temporal de referencia explícito –como despues que el rey fue guarido en (22a)–, o citado previamente en el discurso –caso de (22b)–, que la hace equivalente a las lecturas que proporcionan los complementos modernos introducido por después de o al cabo de. A pesar de la ocasional coincidencia formal, no pueden, en consecuencia, confundirse de ningún modo. 2.2.3. Formas reforzadas: desde a + sn cuantificados y de a + sn cuantificados La construcción con a + sn cuantificado que acabamos de ver aparece alguna vez en el siglo xiv con una variante reforzada mediante la preposición desde, que a partir de mediados del
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siglo siguiente se hace muy habitual. La encontramos, pues, regularmente a lo largo del siglo xvi y hasta mediados del siglo xvii. Sin embargo, desde aproximadamente 1650 esta combinación desde a + sn cuantificado desaparece. Incluimos a continuación algunos ejemplos: (23) a. como estaban los látigos cortados, en cabalgando luego caien, o desde a poco (A. de Tapia, Relación…, 1525, 3). b. desde a pocos días envió a pedir y requirir al príncipe don Carlos que… (P. de Sandoval, Historia y hechos de la vida del Emperador Carlos v, 1604-1618, lv). c. E el marqués tuvo aviso de cortar e hacer cortar los látigos de las cinchas de los caballos, que como pensaban desde a poco salir al campo, todos tenían ensillados sus caballos e comiendo (A. de Tapia, Relación… 1525).
Como se deduce de la lectura de estas tres oraciones, estamos ante una construcción de valor idéntico al de la encabezada por a, después de, al cabo de… Así lo ratifica precisamente el Diccionario de Autoridades (da en adelante) que bajo la voz desde da un ejemplo con desde a que describe como equivalente de después. Como a + sn cuantificado, esta variante reforzada desde a + sn cuantificado es igualmente compatible tanto con Aoristo como con Imperfecto. Señalaremos de todos modos, a propósito de esto, cómo, en los poquísimos casos en que se acompaña de tiempos de Imperfecto, la interpretación se complica y pueden deducirse lecturas que la acerquen a los valores de los complementos modernos encabezados por desde hace. Es el caso de (23c), que admite dos lecturas dependiendo de cuál de los dos verbos sea complemento desde a poco; si es salir creemos que el significado del complemento desde a poco 138
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es el que venimos comentando: ‘al cabo de poco’; pero si fuera pensaban el valor puede ser el del moderno desde hace… Como era de esperar vistos los precedentes citados en 2.1, encontramos también a lo largo de los Siglos de Oro variantes de idéntico significado y sintaxis con distinto refuerzo, de a + sn cuantificado, como mostramos en los ejemplos siguientes: (24) a. Mas de a poco retornando en sí, dixo… (Vida de Ysopo, 1520, f. xliiv). b. y de a ciertos días fue informado que era Pánfilo de Narváez… (Carta del ejército de Cortés al emperador, 1520). c. Mas de a dos años que se casaron, murió su padre… (D. Ortúñez de Calahorra, Espejo de príncipes y caballeros, 1555, pág. ii, 254). d. De alli a poco mas de a tres dias, esta santa llamò al cura (J. Sigüenza, Tercera parte de la Historia de la orden de San Jerónimo, 1605, pág. 367).
2.3. Desde ha y desde hace 2.3.1. Desde ha + sn cuantificado A partir de mediados del siglo xvi se documentan ya, precisamente para las variantes reforzadas mediante desde de la construcción de posterioridad, las de (23), algunos casos que apuntan a la existencia de un cruce debido a la coincidencia formal ocasional de las construcciones citadas de (19) con verbo ha y de (22) con preposición a4. Esta idea se encuentra en 4. Conviene no olvidar que haber –y, por tanto, también ha–, se sigue escribiendo mayoritariamente sin «h» como poco hasta 1400.
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Elerick (1989: 93-94), un trabajo que, por otro lado, incluye propuestas no coincidentes en absoluto con el resto de las que hacemos aquí. Veamos, por ejemplo, los dos casos siguientes: (25) a. Otra vez, desde ha pocos días, envié yo mensajeros (B. de Las Casas, Brevísima relación…, 1552, pág. 35). b. Dióme por grandes ruegos un aposento que está junto a los nuestros, y desde ha dos días, me le quitó, diciendo que lo había de quitar presto (Epistolario de L. de Carvajal y Mendoza, 1634, cde).
Un examen cuidadoso obliga a descartar que sean otra cosa que variantes gráficas de desde a. La sintaxis es la misma que la de los casos de esta construcción en (23) y su interpretación semántica es idéntica, esto es, «al cabo de pocos días» y «al cabo de dos días» respectivamente. Si bien parece que en los casos de (25) este desde ha es claramente todavía desde a, la decisión se complica cuando la construcción lleva formas de Imperfecto, como en la oración siguiente: (26) y no pasaron muchos días que las llevaron por diversas partes y casáronse con ellas, y cada una traía, desde ha poco tiempo, su hijo a las espaldas, en sus cunas… (Relación de las cerimonias y rictos…, 1541, pág. 132).
Nótese que la interpretación puede ser aquí la que esperamos de desde a, «después de poco tiempo, al cabo de poco tiempo», pero también cabe la lectura «desde hace poco tiempo». Si para (26) caben dudas, los ejemplos de (27), con anteposición del complemento, son claramente algo distinto de desde a. Se trata, efectivamente de la combinación de la preposición 140
En torno a la historia de desde hace
desde y una forma de presente del verbo haber con SN cuantificado. Como muestra claramente (27b), la interpretación de este novedoso desde ha es idéntica a la del moderno desde hace y definitivamente diferente de la de desde a + sn cuantificado. (27) a. Mandaron encargar al mayordomo çient maravedis que ha de dar en cada mes desde ocho dias ha por la tienda (Libro de acuerdos del concejo madrileño, 1493-1497). b. Francisco Pizarro e Diego de Almagro fueron mis amigos desde muchos años ha; y el un y el otro rescibieron buenas obras de mí (G. Fdez. de Oviedo, Historia general y natural…, 1535-1557).
Hay algunas otras posibles documentaciones de esta construcción desde ha + sn cuantificado con fecha similar, que por su significado podemos también considerar diferentes de desde a, como, por ejemplo, estas otras dos que citamos a continuación, pero son casos menos claros cuyo significado está entre el de haber / hacer temporal y el de desde hace: (28) a. y por el paso en que me ves te juro / que ya me iba a arrojar de do te cuento, / con paso largo y corazón seguro, / cuando una fuerza súbita de viento / vino con tal furor que d’una sierra / pudiera remover el firme asiento. / De espaldas, como atónito, en la tierra / desde ha gran rato me hallé tendido, / que así se halla siempre aquel que yerra (G. de la Vega, Poesías castellanas completas, ed. E. L. Rivers, 1526-1536, págs. 154-155). b. y después, el tiempo andando, se envió aquella memoria a Tenerife; ¡perdónele Dios, amén! Dejemos de contar cuentos, y quiero decir que luego Sandoval acordó que fuésemos a otros pueblos que ahora están cerca de unas
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minas que descubrieron desde ha tres años (B. Díaz del Castillo, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, 1568-1575, pág. 538).
2.3.2. Desde hace + sn cuantificado En 1645, coincidiendo con la práctica desaparición de desde a y sus variantes, tenemos un primer ejemplo de una nueva construcción en la que el verbo hacer sustituye a haber al frente del sintagma que funciona como término de la preposición desde: (29) Sin embargo, a estas reiteradas ordenaciones apostólicas, conciliares y reales los párrocos regulares desde hace muchos años hicieron resistencia (J. de Palafox, Carta a Inocencio x, 1645, 8, 23).
El significado está ya muy cerca del de los complementos modernos con desde hace. Igualmente el sn se presenta cuantificado, aunque todavía la forma verbal va en Aoristo, cosa hoy día imposible, pero que hemos visto era muy habitual para las construcciones con las que hay que relacionar esta: desde a y desde ha. Porque, efectivamente, a nuestro juicio esta nueva construcción desde hace + sn cuantificado se explica a partir de dos cambios anteriores: a) La reinterpretación y reanálisis de desde a como desde ha que apuntan (25-26) y confirman especialmente datos como los de (27), casos –bien es verdad– poco frecuentes. b) Y la sustitución de las construcciones temporales nacidas en la Edad Media con haber, esto es, la construcción
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En torno a la historia de desde hace
predicativa ha tiempo que… y la adverbial ha tiempo…, que hemos mostrado en (18-20), por estructuras nuevas predicativas y adverbiales con hacer. Las primeras documentaciones de este nuevo uso temporal del verbo hacer pueden encontrarse, según Díez Itza (1992: nota 16), ya desde mediados del siglo xvi. De hecho, podemos documentar un ejemplo algo anterior aunque ciertamente de interpretación problemática:
(30) Querría saber si supistes de vna medalla queste señor hizo haze poco tiempo antes que le matasen, porque fue muy sonada en Jtalia (G. Fdez. de Oviedo, Batallas y quinquagenas, 1535- c. 1552).
E incluso los dos siguientes en pretérito imperfecto y también muy tempranos, que muestran además las dos variantes, adverbial y predicativa: (31) a. Como en el capítulo antes de éste he dicho, yo tenía, muy poderoso señor, alguna noticia, hacía poco, de la otra mar del Sur (H. Cortés, Cartas de relación, 151926, pág. 274). b. e que la principal cosa que le había mandado, era que le hiciese relación de Montezuma e de aquella su gran cibdad, de la cual e de él hacía mucho tiempo que la Cesárea Majestad tenía noticia (G. Fdez. de Oviedo, Hª general y natural de las Indias, 15351557, pág. iv, 29).
En todo caso, la construcción y sus variantes son corrientes ya durante la primera mitad del siglo xvii (Díez Itza 1992,
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Fernández Soriano / Táboas 1999: § 27.3.2), por supuesto, tanto en presente como en pretérito imperfecto: (32) a. despertó Juana, una mujer que la servía allí hacía pocos días, y díjome que era ida fuera (M. de Castro, Vida…, c. 1612). b. y así está determinado en las constituciones que no sean castigados de la misma manera los que hace mucho tiempo que cometieron el delito y están esperando castigo (L. de Deza, Gobierno político de agricultura, 1618, pág. 77). c. En conclusion, nada hay cierto, y hoy hace ocho dias yo oí decir á un señor inquisidor estas palabras (J. Chacón, Carta, 1635, pág. 161).
Lógicamente, para 1734 el da (s.v. hacer) ya se hace eco de este nuevo uso y lo describe. En fin, como defiende Díez Itza (1992), el proceso que acabamos de ilustrar en (30-32) de sustitución de ha por hace es una parte de un cambio más amplio en que el verbo haber va quedando fuera de cualquier uso que no sea el de auxiliar en los tiempos compuestos o el presentacional, lo que se cumple efectivamente a lo largo del español clásico en que desaparece propiamente como verbo léxico. La construcción a la que sustituye el nuevo desde hace, desde ha, tan rara en español clásico, continuará, sin embargo, apareciendo muy de vez en cuando en los siglos posteriores hasta hoy día, lo mismo que la correspondiente construcción con ha (cf. 18-20), pero creemos que se trata en todos los casos de usos arcaizantes, que, en todo caso, quedan a continuación ejemplificados:
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En torno a la historia de desde hace
(33) a. Q ue esto sirva para estrechar más los lazos de la dulce amistad que desde ha tiempo nos profesamos (B. Pérez Galdós, Napoleón en Chamartín, 1874, pág. 102). b. y así lo confirma otro dato más fijo, conocido desde ha pocos años (M. Gómez Moreno, El arte románico español, 1934). (34) tambien ha tres dias ha llegado Abadía, gefe [sic] político en propiedad (El Imparcial, 03/02/1822, pág. 581).
3. La difusión y generalización de desde hace 3.1. Desde hace en el español moderno y contemporáneo A lo largo del siglo xviii y primera mitad del siglo xix irá creciendo y normalizándose la aparición en los textos de la construcción temporal con desde hace, incluida la variante con flexión de pasado (35b): (35) a. Esta arcilla que desde hace muchos años se emplea en la fabricación de crisoles… (Sáez de Montoya, Tratado teórico-práctico de metalurgia…, 1856, pág. 17). b. y de aquí llevarlo a Italia los venecianos, genoveses y pisanos, que desde hacía mucho tiempo tenían un continuo comercio con la ciudad de Alejandría (F. J. Clavijero, Historia antigua de México, 1780).
Ahora bien, hay que decir que este avance es muy lento y la frecuencia de la nueva construcción ciertamente muy limitada. De hecho, la primigenia construcción indiferenciada con desde es mucho más frecuente hasta bien avanzado el siglo xix, tanto en documentos españoles como americanos:
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(36) a. el avatimiento [sic] en que se intentó poner mi concepto y la reputación adquiridos desde muchos años, (A. de Ulloa, La campaña de las terceras, 1779-1784). b. pertenecía por su madre a una de las más antiguas y distinguidas familias de Buenos Aires, relacionada desde mucho tiempo con la familia de Rosas; (J. Mármol, Amalia, 1851-55, pág. 180).
Será solo a partir de 1870 cuando la nueva construcción encabezada por desde hace, siempre ya con tiempos de Imperfecto, se difunda y generalice rápidamente a costa de la construcción antigua. Como veíamos en los ejemplos de (35), la estructura moderna se consolida ya únicamente con tiempos de aspecto Imperfecto. Es indicativo de esto el hecho de que el Diccionario de construcción y régimen… de Cuervo recoja ya esta novedad (dcr: s.v. desde). Es interesante también señalar que esta consolidación final se traslada, por lo menos a la lengua escrita, en un corto periodo de tiempo. Así, la proporción en el corde de ocurrencias de desde hace mucho tiempo frente a desde mucho tiempo es de 4 a 12 a favor de la estructura antigua entre 1800 y 1870, pero entre 1870 y 1900 pasa a ser de 26 a 7, con una destacada preferencia por la construcción nueva. Finalmente, llama la atención que este proceso afecte de un modo similar a España y América. En ambos lugares para 1900 la nueva construcción es prácticamente general, aunque en el corde se encuentran ocurrencias de la estructura antigua hasta mediados del siglo xx en países como Bolivia, pero también incluso México.
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En torno a la historia de desde hace
3.2. La construcción con desde hace más allá del español Por último, creemos que resulta relevante señalar que esta innovación española que separa las construcciones temporales con desde está presente también en otros romances iberorrománicos y, como veremos, en estos casos no es descartable una influencia del modelo que representa el castellano. En portugués antiguo la situación era, como es de esperar, prácticamente idéntica a la del español medieval y clásico con una única construcción con desde con ssnn cuantificados o no, como muestran los dos ejemplos de (37): (37) a. e hum moço china christão, que desde menino se criara antre os Portugueses (Enformação das cousas da China, 1520, cdp). b. Ejus pectus amorem facile concipit. § O amor que vos tenho desde muitos annos (R. Bluteau, Vocabulario portuguez e latino, 1712-1721, cdp).
Sin embargo, la situación moderna es ligeramente distinta. Los ssnn cuantificados pueden aparecer bien con desde al modo antiguo (38a) bien con desde ha (38b), esto es, la misma opción que desapareció del español en el siglo xvii sustituida por desde hace. El portugués moderno, por tanto, funciona a este respecto como el español del siglo xviii y primera mitad del xix: (38) a. Desde muitos dias essa ausência o obrigara à reflexão (L. Rocha, Maria Dusá 1980, cdp). b. O catedrático assumido opositor desde ha vários anos de o pagamento de propinas diz já não acreditar em uma
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revogação ou suspensão de a Lei do Financiamento do Ensino Superior (Diario O Público 1993, cdp).
También en catalán antiguo la construcción temporal equivalente era única y consistía de manera más habitual en una estructura con coda adverbial de… ençà, que también, recordemos, encontrábamos en el español medieval y clásico (cf. supra 14 y 17): (39) a. la bellea e dolçor de vostra senyoria carament hé amada de la mia joventut ençà (Vita Christi, 1497, 228, 28, cica). b. la qual de huns dies ençà plora gotes de sanc (Tirant lo Blanch, 1460, 884, 36, cica).
La lengua moderna, sin embargo, ha desplazado esta construcción con de –que, de todos modos, se encuentra todavía esporádicamente en la lengua escrita–, por variantes para los ssnn cuantificados que incluyen la preposición des (de), de formación más reciente. Se trata de la estructura des de fa, idéntica a la castellana, que vemos a continuación (Sancho Cremades 2002: 1782-1783; Solà i Pujols 2002: 2882-2886): (40) a. Joan viu a Barcelona des de dilluns. b. Joan viu a Barcelona des de fa quinze dies.
4. A modo de conclusión Concluiremos esta breve presentación de la historia de los complementos temporales con desde hace en español señalando algunos de los problemas sobre los que, a nuestro juicio,
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En torno a la historia de desde hace
conviene seguir indagando. Creemos que es importante reunir bastantes más datos a propósito de las construcciones temporales con haber y hacer en la lengua clásica y conectarlas con nuevos y más numerosos ejemplos de idéntica cronología para desde a y desde ha, especialmente para esta última, todavía escasamente documentada en los corpus que hemos manejado. Solo de esa manera podremos seguir avanzando en la comprensión de la naturaleza y las razones del cruce de ambas estructuras, cuyo significado, como vimos, no era el mismo. Probablemente, con una mejor y más completa información sobre todo esto estaremos en mejores condiciones para entender las ventajas, si es que había alguna, de disponer de dos estructuras distintas para lo que hasta el momento del cambio había sido una única construcción. Igualmente, lo que seamos capaces de reunir para el español habrá de servirnos para entender las razones de los cambios ocurridos en las otras dos lenguas románicas que han optado también por esta solución escindida, portugués y catalán, y el papel que en ellos pudo jugar el español.
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6 Tiempo y modalidad en los adverbios ya y aún (todavía) desde una perspectiva diacrónica. Del Cantar de mio Cid al Libro de buen amor1
José Luis Girón Alconchel Universidad Complutense de Madrid, España
Resumen El objetivo de este trabajo es contribuir a la historia lingüística de los adverbios «ya» y «aún» explicando su evolución desde el latín al «Cantar de mio Cid» y al «Libro de buen amor». En español moderno estos adverbios son operadores modales: significan que se produce o no un cambio esperado por el locutor dentro de un proceso orientado. Este significado modal, que incluye y supera el aspectual y el temporal, es también el significado básico en los textos medievales estudiados e incluso se encuentra en muchos usos de los étimos 1. La realización de este trabajo se encuadra en el Proyecto de referencia ffi200802828/filo, financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación (mcinn).
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José Luis Girón Alconchel
latinos «iam» y «adhuc». Por tanto, pensamos que se trata de un cambio por gramaticalización que sigue la senda tiempo > cualidad, un cambio interlingüístico y plurisecular. También, como en español moderno, en el castellano de mediados del siglo xii a mediados del xiv «ya» y «aún» forman una polaridad negativa. En nuestros dos textos encontramos los orígenes de las construcciones «ya ves» y «ya vemos», que se han gramaticalizado para potenciar («ya ves») o aminorar («ya vemos») la fuerza ilocutiva de la modalidad asertiva de la oración a la que preceden o siguen. No encontramos todavía esta construcción intercalada, ni con el verbo «saber» («ya sabes», «ya sé»); tampoco, el uso de «ya» con contorno oracional como marcador metadiscursivo. Abstract The purpose of this paper is to contribute to the linguistic history of adverbs «ya» and «aún», explaining their evolution from Latin to the «Cantar de mio Cid» and «Libro de buen amor». In modern Spanish, these adverbs are modal operators: they indicate whether or not some change, expected by the narrator, takes place within an oriented process. This modal meaning, which includes and goes beyond the aspectual and temporal ones, is also the basic meaning in the studied medieval texts, and it can even be found in many uses of the Latin terms «iam» and «adhuc». Therefore, we think that it is a change by grammaticalization which follows the time > quality path, an inter-linguistic and multi-centurial change. Also, like in modern Spanish, in 12th to mid-14th century Castilian «ya» and «aún» form a negative polarity. In both of our texts we can find the origins of «ya ves» and «ya vemos» constructions, which have been grammaticalized to empower 152
Tiempo y modalidad en los adverbios ya y aún (todavía)
(«ya ves») or lessen («ya vemos») the ilocutionary force of the assertive modality of the sentence they precede or follow. We do not find yet this construction interleaved, not even with verb «saber» («ya sabes», «ya sé»); neither the usage of «ya» with sentence intonation as a meta-discursive marker. 1. Introducción
Y
el alomorfo aún– forman en español un paradigma de adverbios de modalidad: expresan las actitudes y creencias del hablante ante el enunciado. En concreto, significan la expectativa ante un cambio que se produce o no en un proceso orientado. La expectación del cumplimiento del cambio depende del sentido de la orientación del proceso; por otro lado, la expectación comprende un rasgo afectivo que puede ser positivo o negativo: lo que se espera se puede desear o temer (Girón Alconchel 1992: 103). Ya y aún / todavía son, pues, operadores epistémicos, unas palabras especialmente idóneas para comunicar una «perspectiva pragmática»; pero el contenido pragmático es una «instrucción» del significado de lengua (Girón Alconchel 1992: 99) o, como ha señalado Garrido (1991 y 1992), es la semántica de ya y todavía la que gestiona la información pragmática y no al revés. Desde este punto de vista no son adverbios de tiempo, en sentido estricto; ni complementos adverbiales de fase; ni operadores aspectuales. Son adverbios de modalidad, adverbios oracionales, de gran eficacia en la creación del discurso. Sin embargo, hay una relación semántica clara entre el significado de tiempo-aspecto y el modal. El cambio que el hablante espera o teme (contenido modal) es un cambio dentro de un proceso orientado por la dirección del paso del tiempo. Como a y todavía –con
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José Luis Girón Alconchel
en otros apartados del sistema lingüístico, tiempo y modalidad van de la mano. Desde una perspectiva diacrónica apenas se han estudiado estos adverbios oracionales. Y, sin embargo, es un tema de investigación que acaso merezca la pena. No solo por la novedad, sino porque las relaciones de tiempo y modalidad pueden enmarcarse en los cambios por gramaticalización. Según la escala persona > objeto > actividad > espacio > tiempo > cualidad (Heine / Claudi / Hünnemeyer 1991: 48), estaríamos ante un cambio desde el tiempo a la cualidad, un cambio de menos abstracto a más abstracto. También vale la pena enfocar estos adverbios diacrónicamente –y sin salir del paradigma teórico de la gramaticalización–, porque estaríamos ante un cambio interlingüístico, que abarcaría el latín y el español. Tenemos testimonios textuales inequívocos de que el cambio desde la indicación temporal a la actitud modal se había dado ya en latín, tanto en iam como en adhuc. Y, finalmente, esta sospecha introduce otro motivo de interés: habría que indagar si las palabras ya y aún han experimentado grandes cambios a lo largo de la historia del español o, si más bien, son exponentes de los no cambios, o de los cambios mínimos que, junto con los grandes procesos de transformación, forman parte también de la historia de una lengua. Por todas estas razones vale la pena acercarse a la historia de ya y aún (y su alomorfo todavía). Este acercamiento va a ser, naturalmente, una aproximación muy limitada. Vamos a analizar, desde el fondo de conocimientos sincrónicos, el comportamiento de ya y aún en el Cantar de mio Cid (cmc) y en el Libro de buen amor (lba)2; 2. Citamos el cmc por Girón Alconchel / Pérez Escribano (eds.) (22009), pero tenemos siempre presente la edición paleográfica de Menéndez Pidal (ed.)
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Tiempo y modalidad en los adverbios ya y aún (todavía)
o sea, en un período que va desde finales del siglo xii a mediados del xiv, aproximadamente: un transcurso temporal de más de 150 años, suficiente en verdad para evaluar las trayectorias del cambio lingüístico. Nos centramos en ya y aún, porque todavía no es todavía el adverbio moderno todavía. Todavía está aún, a mediados del siglo xiv, en la fase en que significa espacio (‘por todas partes’) y tiempo (‘siempre’), pero no ha entrado todavía en el significado modal (Márquez Guerrero 2006). Distinguimos cuatro complementos adverbiales modalizadores (ccaamm)3: ya, ya no, aún y aún no. Ello es así, porque ya y aún, en la lengua moderna y en la medieval, integran una polaridad negativa, de modo que, en cualquier manifestación discursiva –y, claro está, también en nuestros dos textos– la negación de ya es aún no y la de aún, ya no. Como señala Garrido, aún no y ya «dan lugar a la presuposición de que antes no se cumplía el hecho, mientras que aún y ya no activan la presuposición de que antes se cumplía» (Garrido 1991: 12). En la tabla 1 se observa la frecuencia de estos ccaamm en cada obra y en el conjunto del corpus medieval. Ya es el complemento adverbial modalizador (cam) más usado, en cada una de las obras y en el conjunto del corpus, a mucha distancia (71 puntos porcentuales) de su inmediato seguidor aún y a una distancia sideral de ya no y aún no (78 y 79 puntos, respectivamente). (41969 [1944/1945]); y citamos el lba por Mignani / Di Cesare / Jones (eds.) (1977), pero tenemos a la vista a Joset (ed.) (1990). 3. García Fernández (1999: 3136) también distingue estos cuatro complementos, a los que denomina «complementos adverbiales de fase», porque solo atiende al significado aspectual, como Fernández Lagunilla / De Miguel (1999).
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José Luis Girón Alconchel
Tabla 1. Porcentajes de los cuatro ccaamm Ya
Aún
Ya no
Aún no
cmc
77% (57/74)
15% (11/74)
3% (2/74)
5% (4/74)
lba
85% (77/90)
9% (8/90)
4% (4/90)
1% (1/90)
ccaamm
Totales
82% (134/164) 11% (19/164) 4% (6/164) 3% (5/164)
2. Ya El adverbio latino iam significaba principalmente tiempo, en concreto, ‘al instante, desde ahora’ (Segura Munguía 1985: s.v. iam), pero en el mismo latín se observan usos no temporales derivados de la idea de tiempo (Ocampo / Ocampo 2000: 23). El cambio semántico que da lugar a valores aspectuales y modales, derivados del primitivo valor temporal, se puede ver como un cambio por gramaticalización. El latino iam, primero, y luego el español ya, fue evolucionando hacia un significado cada vez más abstracto. Tal significado para Ocampo / Ocampo (2000: 23) «es el de una marca discreta no deíctica», que interpretan como ‘hito’. Sin embargo, creemos que la idea de ‘expectativa de un cambio en un proceso orientado’ (Girón Alconchel 1991a: 120) es más abstracta que la de ‘hito’, al tiempo que la incluye. Como señala Garrido (1991: 13), aún se aplica a la descripción de procesos que pueden sufrir cambios y ya, a la descripción de los resultados de un cambio. Con estos adverbios el hablante introduce una expectativa, que puede compartir o no el oyente (Garrido 1991: 21). Por tanto, son adverbios modalizadores, comunican un contenido modal: la ‘expectativa de si se dio, se da o se va a dar, o no se va a dar, un cambio’. El concepto de ‘expectativa’
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Tiempo y modalidad en los adverbios ya y aún (todavía)
da cuenta de la estructura básica de los significados nucleares o prototípicos de ya y aún, así como de sus usos marginales. La base de estos significados es temporal en un sentido amplio, pero, en sentido estricto, se trata de significados modales, en cuanto que la expectativa de un cambio remite al conocimiento y las creencias del hablante acerca del contenido de su enunciado. Como dice Delbecque, ya es «un marcador de orden epistémico cuyo fin es movilizar nuestros sistemas de conocimientos y creencias orientándolos en un sentido particular. Guía nuestra interpretación codificando la información trasmitida como parte de una estructura global más amplia que cuenta como espacio de referencia y forma una base intrínsecamente dinámica y procedimental, es decir, esencialmente vinculada a la conceptualización y la organización del tiempo que pasa» (Delbecque 2006: 59-60).
Una base «programática», fundada en modelos cognitivos interiorizados. El español ya funciona como un «abridor de espacio»: reconoce que «está en marcha un tipo de estructuración programática» que se identifica con el acomodo de los efectos del transcurso del tiempo, con la modelación de la gestión del tiempo y con el rescate de elementos no representados lingüísticamente (Delbecque 2006: 60-61; cf. también Girón Alconchel 1991b; y Santos Ríos 2003: s.v. ya, aún, todavía ). Y es que, como adverbio especializado en modificar «la cantidad de acontecimiento que entra en juego», ya –lo mismo que aún y otros adverbios: solo, también, incluso– es semánticamente un «conector contextual» (Garrido 2009: 192). Estos adverbios «relacionan lo dicho con una idea en el contexto», presente o introducida por ellos. Esa idea es la idea modal de 157
José Luis Girón Alconchel
‘expectativa’. Se trata de una modalidad del enunciado, no de la enunciación. Por eso ya y aún son también, y sobre todo, «operadores epistémicos» (Garrido 2009: 193). En consecuencia, no es lo más relevante el ‘hito’ a partir del cual se discrimina el cambio o no cambio, sino la ‘expectativa’ de que el cambio tenga lugar o no. El ‘hito’, por lo demás, está todavía en los dominios de tiempo y espacio, mientras que la ‘expectativa’ pertenece al dominio cognitivo de cualidad, con lo que la gradación del proceso de gramaticalización (espacio > tiempo > cualidad) queda garantizada. Como se trata de un proceso de gramaticalización interlingüístico y de una duración plurisecular, se comprueban los principios de Hopper (1991) de «divergencia» y «estratificación paradigmática» (layering), lo que explica que en el significado de ya se solapen los significados temporales y aspectuales con el modal. No tiene nada de extraño que la gramática sincrónica aplique a ya y a todavía / aún etiquetas como «adverbios aspectuales» o «de foco» y «operadores epistémicos» (Garrido 2009: 192-195). Desde el punto de vista de la gramaticalización, esos significados están estratificados paradigmáticamente, y es el significado modal el que ocupa la capa superior en el paradigma. Vamos a denominar este significado modal (‘señalamiento de un cambio esperado por el locutor en un proceso orientado’) el significado prototípico de ya. A partir de ese significado prototípico se explican otros, como el de conjunción «para indicar inclusión o distribución» (Ocampo / Ocampo 2000: 23), o el de marcador discursivo que indica «falta de cooperación o desinterés en participar en la conversación», o bien presenta
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Tiempo y modalidad en los adverbios ya y aún (todavía)
«matices de ironía o de incredulidad, valores modales –expresivos (sintomáticos de la actitud del hablante ante el mensaje)– superpuestos a (o combinados con) la metadiscursividad propiamente dicha (la pura recepción del mensaje)» (Martín Zorraquino / Portolés 1999: 4192).
O sea, el ya que nosotros habíamos denominado «con contorno oracional» (Girón Alconchel 1991a: 113-114): (1) a. –¿Es usted médico? –No. –Ya. (Vázquez Montalbán, El pianista, 80, apud Girón Alconchel 1991a: 113). b. … y necesito una habitación para mí solo. ¿Comprendes? –Ya. (D. Medio, El señor García, apud Girón Alconchel 1991a: 113).
Por otra parte, el adverbio modalizador ya interviene, como elemento esencial, también a partir de su valor prototípico, en construcciones con verbos de percepción y entendimiento y de lengua, que se gramaticalizan como marcadores discursivos y matizan de diversas maneras la modalidad de la enunciación asertiva de la oración en la que aparecen. Analizaremos estas construcciones en el apartado siguiente (§ 3). En el cmc y en el lba el significado prototípico de ya (la indicación de un cambio esperado dentro de un proceso orientado) es compatible con tiempos verbales de aspecto perfectivo y de aspecto imperfectivo. Ocampo / Ocampo (2000: 85-86) han señalado que ya con tiempos de aspecto perfectivo significa «aspecto completivo» y con verbos de aspecto imperfectivo, «aspecto inceptivo»; en líneas generales, esta afirmación se comprueba en nuestros dos textos: 159
José Luis Girón Alconchel
(2) a. Ya salieron al campo do eran los mojones (cmc 3588).
b. la mi vieja maestra ovo ya conçïençia (lba 886c).
c. Los de Alcoçer a mio Çid yal’ dan parias (cmc 570). d. las viejas tras el fuego ya dizen las patrañas (lba 1273d).
En la tabla 2 se pueden observar los usos de ya en el cmc y en el lba según los tiempos verbales y el valor aspectual de los mismos: Tabla 2. Distribución de ya según el tiempo y el aspecto verbal
cmc
lba
Pret. Pret. Pret. Indef. Perf. Plusc.
Part.
SN
-ra Ind.
10% 2% 2% (6/57) (1/57) (1/57)
0
2% (1/57)
0
Pres. Ind.
Imperf. Ind.
Fut.
60% 17% 3% (34/57) (10/57) (2/57)
Imperat./ Subj. 3% (2/57)
Aspecto completivo: 16% (9/57)
Aspecto inceptivo: 84% (48/57)
Aspecto completivo: 45% (35/77)
Aspecto inceptivo: 55% (42/77)
12% 12% 4% 14% 1% 3% 31% 12% 1% (9/77) (9/77) (3/77) (11/77) (1/77) (2/77) (24/77) (9/77) (1/77) Pret. Pret. Pret. Indef. Perf. Plusc.
Part.
SAdj.
-ra Ind.
Pres. Ind.
Imperf. Ind.
Fut.
10% (8/77) Imperat./ Subj.
Ya se usa más con tiempos imperfectivos (aspecto inceptivo) que con tiempos perfectivos (aspecto completivo) en los dos textos, aunque los porcentajes tienden a igualarse en el lba: la diferencia de 68 puntos en el cmc se vuelve de 10 en el lba. En esta obra aumenta el número de los tiempos compuestos que se usan con ya, incluido el participio, lo cual es lógico dada la diacronía de los tiempos compuestos, cuya frecuencia, en efecto, es mayor en la primera mitad del siglo xiv
160
Tiempo y modalidad en los adverbios ya y aún (todavía)
que en la segunda del xii. El porcentaje del pretérito indefinido es el mismo en ambas obras. En cambio, en el lba disminuye el uso con presente e imperfecto de indicativo. Con los tiempos de aspecto «neutral» (futuro de indicativo, presente e imperfecto de subjuntivo, imperativo) la proporción se mantiene en líneas generales. La tabla 2 sugiere que el uso de ya no está gobernado por el aspecto ni por el tiempo verbal (en el sentido de que se usa con cualquier tiempo). El empleo de ya con sintagma nominal (sn) o sintagma adjetivo (sadj.), aunque minoritario en ambos textos, también apunta a la no determinación del aspecto. Los mismos autores que defienden que ya es un operador aspectual reconocen que hay usos en los que esta palabra tiene otra lectura. Por tanto, podemos decir que las restricciones aspectuales no son insalvables. Ya –y lo mismo vale para aún– puede usarse con un tiempo perfectivo o no perfectivo; es compatible con la expresión de un evento o estado puntual o desinente. Incluso puede usarse sin un verbo explícito. Que ya posee un significado no estrictamente aspectual se pone de manifiesto cuando modifica a un sintagma sin verbo conjugado expreso. Este uso, bastante frecuente en la lengua moderna (cf. Girón Alconchel 1991a: 95-111), solo está representado en las dos obras medievales por sendos ejemplos. En el del cmc ya modifica a un nombre cuantificado por un numeral y en el del lba, a un nombre modificado por un adjetivo: (3) a. Caién en un poco de lugar moros muertos mill e trezientos ya (cmc 732). b. El primero comía uvas ya maduras (lba 1295a).
161
José Luis Girón Alconchel
En estos usos ya integra una construcción exocéntrica, es decir, modifica una predicación subyacente. En (3a) el locutor no quiere decir que los moros muertos empiezan a ser mil trescientos; tampoco que terminan siendo mil trescientos. Ni en (3b), que las uvas que comía su personaje empezaban a estar maduras; tampoco que habían terminado de madurar. Lo que manifiesta es que se han cumplido sus expectativas de que en la batalla el número de muertos del bando árabe fuera muy elevado y de que las uvas que comía su personaje habían alcanzado el estado de madurez apetecible. El significado prototípico (la indicación de un cambio esperado dentro de un proceso orientado) puede estar denotado ya sea por el léxico –por predicados como entrar la noche, quebrar los albores, crecer la barba, que implican un proceso orientado que sigue el orden de la sucesión temporal–, como en (4), ya sea por una oración adverbial o complemento temporal, como en (5): (4) a. Agora davan çebada, ya la noch era entrada (cmc 827). b. Ya quiebran los albores e vinié la mañana (cmc 456). c. Ya l’ creçe la barba e vale allongando (cmc 1238). d. Fija, dixo la vieja, el año ya es pasado (lba 761a). (5) a. Quando esto oyó el conde, yas’ iva alegrando (cmc 1036). b. E desque fue la dueña con otro ya casada, / escusóse de mí y de mí fue escusada (lba 1330ab).
La indicación del proceso puede estar también mostrada por una «escala pragmática» (Garrido 1991), que es lo que sucede en un ejemplo como (6), que, por lo demás, va a ser constante a lo largo de la historia del idioma:
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Tiempo y modalidad en los adverbios ya y aún (todavía)
(6) passó por Alcobiella que de Castiella fin es ya (cmc 399)4.
En la secuencia espacial se puede establecer una frontera, de acuerdo con la cual unos lugares están más próximos a ella que otros, y el cambio esperado sucede cuando se alcanza esa frontera. Pero también –como hemos visto en (2) y (3)– la denotación del proceso orientado puede no estar expresada más que por el significado prototípico de ya. Con el futuro de indicativo, y también con el imperativo y con el subjuntivo optativo, ya confiere a la oración un valor claramente desiderativo. (Muchas veces este ya equivale a ojalá.) Sin embargo, dicho valor es una consecuencia del significado prototípico de ya. La expectativa marcada por este adverbio colabora con la modalidad del enunciado o de la enunciación, manifestada por el futuro de indicativo, el imperfecto de subjuntivo o por el imperativo (que significan, respectivamente, probabilidad, deseo o petición), para reforzar el valor desiderativo, explícito en esos valores modales, e implícito siempre en la misma idea de expectativa: (7) a. ya mejoraremos posadas a dueños e a cavallos (cmc 615). b. ya las coitas mías / en muy pocos días / podrán fenesçer (lba 1689def). c. Dixo el rey Alfonsso: «Calle ya esta razón» (cmc 3390). d. provadlo esta vegada e quered ya sossegar (lba 1342d).
4. Compárense estos ejemplos modernos: «Vera es todavía España y la casa de Baroja es ya Francia» (Garrido 1991: 24); «un metro antes de pasar esa frontera se está aún dentro del Estado, y un metro después ya no se está dentro de ese Estado, y sí dentro de otro» (Francisco Ayala, Introducción a la sociología 50, apud Girón Alconchel 1992: 100).
163
José Luis Girón Alconchel
e. Folguedes ya, mio Çid, sodes en vuestro salvo (cmc 1074). f. Vino el malo e dixo: «Ya te viese colgar…» (lba 1467c).
No se encuentra en el cmc, pero sí en el lba, el uso de ya como marcador del discurso para señalar relaciones de intertextualidad y tipología textual (Delbecque 2006: 55): (8) a. ya oístes que asno de muchos, lobos l’ comen (lba 906c). b. ya vos dixe que éstas paran cavas e foyas (lba 937b). c. El fraile sobredicho, que ya vos he nonbrado (lba 1161a). d. Los mortales pecados ya los avedes oídos (lba 1583a).
Pero este empleo es así mismo un caso concreto del significado prototípico de ya. Como dice Delbecque, el discurso citado y el discurso actual («como ya he dicho, señalado…»; en 8: ya oístes, ya vos dixe, etc.) «se juntan en una base programática» que los engloba (Delbecque 2006: 56). 3. Ya ves, ya sabes, ya veo También se documenta en el cmc el uso de ya con verbos de percepción –concretamente, con el verbo ver– en segunda o primera persona. Podemos encontrar en ese texto rastros de la incipiente –pero todavía no alcanzada– gramaticalización de estas frases como elementos modificadores de la modalidad de la enunciación. (9) a. Ya vieron qué es a fer los ifantes de Carrión (cmc 3241). b. Ya lo ve el Çid, que del rey non avié graçia (cmc 50). c. Ya vedes que entra la noch (cmc 137). d. Ya lo vedes, que el rey le a ayrado (cmc 114).
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Tiempo y modalidad en los adverbios ya y aún (todavía)
De ya vieron que x (9a) sale ya ves / ya veo que x (9c) y ya lo ves / lo veo, que x (9bd). Ya se hace rutina, se ritualiza (Haiman 1994), y se fija con el verbo de percepción en segunda o primera persona y la completiva de complemento directo se transforma en aposición de un pronombre neutro complemento directo, con lo que gana independencia tonal y semántica. El siguiente paso es ya (lo) ves /veo, x, o x, ya (lo) ves /veo, que aún no se observa en el cmc. En esta última fase podemos decir que se han creado dos marcadores discursivos modales que modifican la relación social del hablante con el oyente, aunque de distinto modo, según se emplee el verbo de percepción o entendimiento fijado en la segunda o la primera persona: al afirmar x, el oyente solo está obligado a darse por enterado; pero al afirmar –con la segunda persona– ya ves, x, o x, ya (lo) ves, el hablante obliga a su oyente a un mayor compromiso con la aserción. No llega a la petición ni al mandato, ni siquiera a la pregunta; es decir, no lo obliga a un comportamiento extralingüístico ni lingüístico, pero sí a darse por enterado de una manera más inequívoca. Se trata de una afirmación reforzada que reclama la solidaridad y que finge no admitir réplica e imponerse al interlocutor como incontestable (Girón Alconchel 1992: 111-112), una afirmación que supone, en suma, una mayor amenaza para su imagen. Este marcador discursivo se encuentra ya en el lba. Es posible que no se haya alcanzado la plena gramaticalización, porque todavía admite modificaciones periféricas –por el ojo–, pero se ha avanzado mucho hacia ella: (10) Yo sé nadar muy bien, ya lo ves por el ojo (lba 410a).
165
José Luis Girón Alconchel
Por el contrario, al afirmar –en primera persona singular o plural– ya veo / vemos, x, o x, ya (lo) veo / vemos el locutor aminora la fuerza ilocutiva de su aserción y atenúa su propio papel de locutor (Girón Alconchel 1992: 113). También este marcador se encuentra en el lba: (11) las ranas se esconden de balde, ya lo vemos (lba 1447c).
Con el verbo saber debió de suceder lo mismo, a juzgar por los modernos ya (lo) sabes, x, o x, ya (lo) sabes; pero no tenemos este marcador en ninguno de nuestros dos textos. Tan solo tenemos alguna constancia de las construcciones predicativas –con saber en segunda persona– de las que se originarían los marcadores: (12) a. Y a vos sabedes la ondra que es cuntida a nos (cmc 2941). b. Y a sabedes nuestros males e nuestras penas parejas (lba 604a).
Estos marcadores frásticos son productos de la gramaticalización: hay fijación de los elementos que participan en la construcción (el verbo de percepción, la segunda persona). Por otra parte, la subordinación se relaja y la yuxtaposición resultante evidencia que ya y el verbo de percepción han integrado una colocación léxica, una construcción que funciona como una unidad en el discurso; por tanto, los signos de las construcciones ya sabes, ya veo pierden integridad y variabilidad y ganan cohesión, o sea, se gramaticalizan (Girón Alconchel 2008). A partir de la gramaticalización de estos marcadores frásticos se obtiene el marcador de la oralidad moderna, ya,
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Tiempo y modalidad en los adverbios ya y aún (todavía)
con contorno oracional (ejemplos de 1), el cual no está documentado en nuestros textos. 4. Aún Según el dcech, los valores modernos de aún se dan ya en los primeros documentos romances, e incluso en textos latinos anteriores: «El significado clásico [de adhuc, palabra excepcionalmente aguda en latín] era ‘hasta ahora’, pero en varios autores (Livio, Lucano) aparece referido al pasado y al futuro, como sinónimo de nuestro aún, construcción muy frecuente en autores vulgares como Petronio» (dcech 1980-1991: s.v. aún).
Esto sugiere que el latín adhuc experimenta un proceso de gramaticalización similar –y complementario– al de iam. La evolución semántica debió de ser también desde el significado de tiempo al de modo. Y como aún –lo mismo que el más moderno todavía– integra una polaridad negativa con ya, ese significado modalizador puede definirse como ‘mantenimiento de la fase previa a un cambio esperado por el locutor en un proceso orientado’. En el cmc solo se usa aún con aspecto imperfectivo (13a); en el lba aparece con aspecto imperfectivo (13b) y también perfectivo (13c): (13) a. Aún era de día, non era puesto el sol (cmc 416). b. a vn el asno necio venie en las delanteras (lba S 313-4). c. A ún quise porfiar, fuime para un monasterio (lba 1307a).
167
José Luis Girón Alconchel
Los datos completos se ven en la tabla 3: Tabla 3. Distribución de aún según el tiempo y el aspecto verbal
cmc
lba
Pret. Indef.
Imperf. Ind.
Pres. Ind.
Fut.
Condicional
Imper./ Subj.
0
9% (1/11)
18% (2/11)
18% (2/11)
9% (1/11)
46% (5/11)
Perfectivo: 0
Imperfectivo: 100% (11/11)
Perfectivo: 25% (2/8)
Imperfectivo: 75% (6/8)
25% (2/8)
12% (1/8)
12% (1/8)
25% (2/8)
0
25% (2/8)
Pret. Indef.
Imperf. Ind.
Pres. Ind.
Fut.
Condicional
Imper./ Subj.
La extensión de aún en el lba a tiempos perfectivos, lo mismo que la de ya, sugiere que el aspecto no es determinante en el uso de estos adverbios. En los dos textos destaca el empleo con subjuntivo e imperativo, contra lo que, al parecer, pasa en la lengua moderna. Aún rechaza la expectativa de que se dé el cambio, esperado o temido, en un proceso orientado: (14) a. desto que les abino aún bien serán ondrados (cmc 2973).
168
Tiempo y modalidad en los adverbios ya y aún (todavía)
b. «¿Que yo dexe a Orabuena, la que cobré antaño? / En dexar yo a ella resçibiera grand daño: / dile luego de mano doze varas de paño, / e aún, ¡par la mi corona!, anoche fue al baño» (lba 1698).
En (14a) aún sirve para mantener la fase previa al cambio esperado de recibir la honra debida en el futuro. Y para entender adecuadamente (14b), debe tenerse en cuenta que, en la Edad Media, el baño era un lujo excepcional que el buen clérigo también le había proporcionado a su querida. Como para dejarla, porque lo diga el arzobispo… Aún marca la gradación, la escala de favores otorgados. Es evidente que el aspecto es irrelevante en ejemplos como este: ir al baño se comunica como una acción cumplida, cuyo cumplimiento se refuerza con el adverbio fechador anoche. Acción acabada completamente. Sin embargo aún abre un proceso orientado: se enuncia que ocurrió algo –el baño– que se sitúa en el punto culminante de una escala de lujos y buena vida; no se presenta una fase de la acción designada por el verbo; lo que se presenta es la expectación del hablante de rechazo del final de ese punto culminante de la escala. La escala es el proceso orientado, el programa, si se quiere. Aún no focaliza el predicado, sino el enunciado todo. Según García Fernández, en español moderno todavía y todavía no producen resultados agramaticales con valor aspectual de aoristo (15ab). Pero «las oraciones afirmativas pueden tener un significado no temporal» (García Fernández 1999: 3154), como en (15c): (15) a. *María todavía no hizo las maletas. b. *María todavía hizo las maletas.
169
José Luis Girón Alconchel
c. Ayer Juan estaba destrozado por la muerte de su perro pero todavía hizo las maletas y ayudó a María a limpiar la casa.
Pues bien, el «significado no temporal» de aún en (15c) y en ese aún […] anoche fue al baño de (14b) es un significado modal; desde el significado modal debería explicarse la implicación temporal y aspectual, y no a la inversa. El valor modal de aún en nuestros textos medievales alcanza su máxima relevancia en las escalas pragmáticas o gradaciones; el locutor afirma que el evento en cuestión ocupa una posición preeminente en dicha gradación, o sea, rechaza la expectativa de un cambio en ese proceso orientado; de ahí se deriva el valor «aditivo», con el sentido de ‘además’ o el moderno ‘incluso’: (16) a. que perderié los averes e más los ojos de la cara, / e aún demás los cuerpos e las almas (cmc 27-28). b. llegan a Gujera e llegan a Xátiva, / aún más ayusso, a De[ni]a la casa (cmc 1160-1161). c. Yol dix’: Dar te he esas cosas / e aún mas si más comides (lba, 1005ab).
También puede ser que ese valor aditivo –aún con el significado de ‘además’– sea un paso más en el proceso de gramaticalización que conduce al valor modal descrito. De hecho el significado de ‘además’, entre otros, se solapa con el de ‘aún’ en el todavía de mediados del siglo xv (Márquez Guerrero 2006: 884-885), lo que indica que su proceso de gramaticalización no había terminado aún.
170
Tiempo y modalidad en los adverbios ya y aún (todavía)
Paralelamente al empleo similar de ya de (12), encuentro en el lba un uso de aún especializado en señalar relaciones de intertextualidad y tipología textual: (17) a. E avn vos dire mas de quanto aprendi (lba, S 1339-1). b. Comoquier que a las vegadas [el hombre] se acuerde pecado e lo quiera e lo obre, este desacuerdo non viene del buen entendimiento […]; antes viene de la flaqueza de la natura humana […]. E viene otrosí de la mengua del buen entendimiento […]. E aún digo que viene de la pobredad de la memoria… (Prólogo en prosa, Joset 1990: 79-81).
5. Ya no Tabla 4. Distribución de ya no según el tiempo y el aspecto verbal
cmc
Imperf. Ind.
Pres. Ind.
Fut.
0
50% (1/2)
50% (1/2)
Aspecto imperfectivo: 100% (2/2) Aspecto imperfectivo: 100% (4/4) lba
50% (2/4)
50% (2/4)
0
Imperf. Ind.
Pres. Ind.
Fut.
No ha habido cambios en la polaridad negativa, de modo que, igual que hoy, en el cmc y en el lba la negación de aún es ya no. Solo encuentro dos casos de ya no en el cmc y cuatro en
171
José Luis Girón Alconchel
el lba; en los seis se emplea con tiempos imperfectivos, como se puede comprobar en la tabla 4. El cambio esperado en el proceso orientado consiste en que concluye la etapa de continuidad con expectativa de finalizar que señalaba –como una presuposición o de manera explícita– el enunciado de aún. ‘Ya no pueden hablar’ (18a) es la negación de ‘todavía pueden hablar’. Con el enunciado ‘ya no pueden hablar’ el locutor afirma el hecho de quedarse sin habla como un cambio esperado –es decir, temido– en el proceso de la brutal paliza que los infantes de Carrión infligen a las hijas del Cid. Y así, en los otros ejemplos: (18) a. Y a non pueden fablar don Elvira e doña Sol (cmc 2747). b. y a más non avrá derecho de nos el Çid Canpeador (cmc 3169). c. Agora es el tiempo, pues que ya non la guardan (lba 940a). d. porque Trotaconventos ya no anda nin trota (lba 1518d). e. que ya non avié miedo de viento nin de elada (lba 1352b). f. Pues que ya non tenía mensajera fïel (lba 1619a).
6. Aún no Es la negación de ya, como en el español moderno. Con este cam predomina el aspecto imperfectivo y el presente de indicativo. Pero a diferencia de lo que pasa con ya, aún y ya no, el uso de aún no en el lba, comparado con el del cmc, no se ha extendido, sino, más bien, se ha restringido: no se usa con aspecto perfectivo, como se ve en la tabla 5: 172
Tiempo y modalidad en los adverbios ya y aún (todavía)
Tabla 5. Distribución de aún no según el tiempo y el aspecto verbal
cmc
lba
Pluscuamp.
Imperf. Ind.
Pres.
25% (1/4)
25% (1/4)
50% (2/4)
Perfectivo: 25% (1/4)
Imperfectivo: 75% (3/4)
Perfectivo: 0
Imperfectivo: 100% (1/1)
0
0
100% (1/1)
Pluscuamp.
Imperf. Ind.
Pres.
La negación de que se dé un cambio –sin embargo, esperable– en la situación que persiste puede situarse dentro de un proceso indicado por el léxico (por ejemplo, el crecimiento de la barba): (19) La que yo messé aún non es eguada (cmc 3290).
Podríamos decir, parafraseando a Garrido, que, al utilizar aún no se da a entender que por alguna razón la barba tendría que haberse igualado con el resto, pero no se ha producido el cambio de no estar igualada a estarlo. «Esta información (expectativa que se rechaza) no está representada por la construcción, pero la aparición de ‘aún no’ obliga a usarla, sea porque se ha mencionado ya, sea porque se introduce» (Garrido 2009: 192).
Pero sin ninguna indicación léxica o sintáctica aún no significa la negación de que se produce, o se produjo, o se producirá un cambio esperado o temido en un proceso orientado:
173
José Luis Girón Alconchel
(20) a. a ún non sabié mio Çid, el que en buen ora çinxo espada, / si serié corredor o si abrié buena parada (cmc 15741575). b. firme[s] son los moros, aún nos’ van del campo (cmc 755). c. A ún non era llegado el que en buen ora naçió (cmc 3013).
En el lba el único caso de aún no se usa para rechazar expectativas de cambio en el proceso orientado de la enunciación del propio discurso del locutor: (21) e avn dezir non oso el nonbre de quien me ferio (lba, G 588-4).
7. Final Ya y aún forman un paradigma de cuatro ccaamm: ya, aún no, aún y ya no, puesto que cada uno de estos adverbios integra, junto con el adverbio de negación, una polaridad negativa con el otro. Esta situación no ha cambiado desde el cmc a nuestros días. Y es probable que ya se diera en latín. El significado prototípico de estos cuatro ccaamm es la expectativa ante un cambio que se produce o no en un proceso orientado. Es un significado modal, que atañe a las actitudes y creencias del hablante ante el enunciado; no se refiere a la relación social que establece el hablante con el oyente por el hecho de enunciarse: no es, pues, modalidad de la enunciación; se refiere a la manifestación de la subjetividad en el enunciado, sin imponer otro papel ilocutivo al oyente que no sea el de asentir: es, pues, modalidad del enunciado.
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Tiempo y modalidad en los adverbios ya y aún (todavía)
Este significado prototípico se documenta ampliamente en nuestras dos obras medievales y, por consiguiente, se puede decir que no ha cambiado ni desde la segunda mitad del siglo xii a 1343, ni desde esta fecha a nuestros días. El verdadero cambio sustancial desde el significado temporal originario de iam y adhuc al significado modal descrito debió de darse en latín. Ese cambio fue un cambio por gramaticalización: unos morfemas gramaticales (adverbios de tiempo) adquirieron un significado más gramatical y abstracto (ccaamm). Por ser un proceso de gramaticalización interlingüístico, de larga duración, se produce solapamiento y estratificación paradigmática entre los significados más antiguos de tiempo y aspecto y el significado emergente de modalidad del enunciado. Las explicaciones sincrónicas que han pretendido dar cuenta del funcionamiento de estas palabras como operadores aspectuales han tenido que reconocer que hay usos –los modales, precisamente– que no cuadran con el aspecto. La teoría de la gramaticalización tiene la ventaja de reconocer en sus explicaciones que en las estructuras lingüísticas –consideradas sincrónicamente– subyacen las huellas de su formación histórica (Heine 2003: 577). En el lba se documenta un uso de ya derivado de su valor prototípico que consiste en organizar dentro de un proceso orientado –dentro de un programa– el discurso que reproduce y el discurso reproducido, o la enunciación y el enunciado del mismo locutor del texto: ya vos dixe, ya lo avedes oído… También se documenta en la misma obra el uso paralelo de aún: e aún vos diré, e aún digo… Son usos que van a tener una frecuencia alta en el español moderno y que, sin embargo, no se documentan todavía en el cmc.
175
José Luis Girón Alconchel
En nuestros dos textos medievales no hay rastro del empleo moderno de ya como marcador metadiscursivo, con contorno oracional (ejemplos de 1). En cambio, hay indicios de lo que llegarán a ser las construcciones [[ya sabes, ya ves, ya sé, ya veo] [Oración]], en las que el adverbio ya con el verbo de entendimiento o percepción en primera o segunda persona se gramaticalizan para formar un marcador discursivo que potencia la «orientación ilocutiva» (cf. Roulet 1982) de la aserción –en el caso del uso del verbo en segunda persona– o la aminora, si se emplea el verbo de percepción o entendimiento en primera persona. En el cmc se halla [ya ves que [oración]] y [[ya lo ves] que [oración]]; son las fases anteriores a la gramaticalización plena: [[ya (lo) ves] [oración]]. En el lab encontramos [[ya lo ves + CC] [oración] (10), pero aún ver en segunda persona se construye con un complemento circunstancial, lo que indica que la plena gramaticalización no se ha terminado de alcanzar. No hay en el cmc [[ya lo veo / lo vemos] [oración]] en primera persona, pero sí en el lba, con la construcción plenamente gramaticalizada como marcador discursivo: en el único ejemplo de (11) este marcador se pospone a la oración cuya fuerza ilocutiva aminora: [[oración] [ya lo vemos]]. Por lo demás, no se encuentran en nuestros textos los marcadores ya sabes, o ya sé, seguidos de una oración o siguiéndola (y, mucho menos, intercalados en ella); solo hallamos la construcción [ya sabedes + complemento directo nominal]. En el cmc aún se usa solo con aspecto imperfectivo, pero en el lba aparece ya con aspecto perfectivo. Como en el uso de ya, en el de aún el aspecto no es lo relevante, sino la modalidad. En la cadena de gramaticalización que va desde el significado temporal de ‘hasta ahora’ al modal de ‘mantenimiento de la fase previa a un cambio esperado dentro de un proceso orientado o escala pragmática’ se encuentra el sentido aditivo 176
Tiempo y modalidad en los adverbios ya y aún (todavía)
de aún, lo mismo que ocurrirá un poco más tarde en el proceso de gramaticalización de su alomorfo todavía. No ha habido cambios en los usos de ya no, que es la negación de aún, y de aún no, que es la negación de ya, ni desde el cmc al lba ni desde la época de estos textos a nuestros días. Acaso solo debamos destacar la escasa frecuencia de estos ccaamm negativos, en comparación, sobre todo, con la muy alta frecuencia de ya. En suma, de acuerdo con el análisis realizado dos conclusiones cobran relieve. La primera es que en el significado de ya, aún, ya no y aún no lo relevante no son las fases, sino la expectativa generada por la sucesión de las fases. Estos adverbios son operadores modales, antes que aspectuales, así en la lengua moderna como en la del cmc y el lba. Significan modalidad del enunciado: ya indica que se ha producido, se produce o se producirá un cambio esperado o temido en un proceso orientado; aún indica que se mantiene la situación de no cambio, cuyo fin, sin embargo, se espera o teme en el proceso orientado. La negación de ya es aún no; la de aún, ya no. En segundo lugar, vemos que, sin haberse producido un cambio esencial en ese significado básico y prototípico, se han extendido los usos de ya y aún en la lengua literaria entre finales del siglo xii y mediados del xiv, particularmente, con tiempos verbales de aspecto perfectivo –lo que corrobora la tesis de que son operadores modales antes que aspectuales–, en construcciones que marcan la intertextualidad y la tipología textual y en otras con el verbo ver que terminarán experimentando una gramaticalización de sus constituyentes para dar como resultado un marcador que potencia o aminora la fuerza ilocutiva de la aserción, según se haya fijado ver en segunda o en primera persona. 177
José Luis Girón Alconchel
El que no haya habido cambio sustancial quizá quiera decir que algunas funciones básicas de la textualidad permanecen en el paso del latín al español, como permanecen las funciones básicas intraoracionales (sujeto, complemento directo, indirecto…) e interoracionales (coordinación, interordinación, subordinación). Han cambiado las formas concretas de expresarlas, pero no las funciones mismas. En el caso de ya y aún el cambio formal ha sido mínimo, si los comparamos con sus étimos iam y adhuc. Parece que no todo es cambio en la historia de una lengua.
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178
Tiempo y modalidad en los adverbios ya y aún (todavía)
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180
7 Espacio y tiempo en el discurso epistolar del siglo xix: las cartas familiares. El caso García Beéche (1848-1867). Un enfoque estratégico-discursivo
Salvio Martín Menéndez Universidad Nacional de Mar del Plata, Universidad de Buenos Aires, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (conicet), Argentina
Resumen El presente trabajo analiza estratégicamente el alcance de las dimensiones espacio-temporales en el discurso epistolar de la segunda mitad del siglo xix (1848-1867) del Norte argentino. Para ello se ha seleccionado una muestra representativa de dieciséis cartas de un corpus de ciento cincuenta cartas familiares pertenecientes a la familia García Beéche. Se analiza puntualmente la estrategia discursiva Responder a partir de la relación entre los siguientes recursos: modo verbal, fuerzas
181
Salvio Martín Menéndez
ilocucionarias, distribución de la información y mecanismos evaluativos. Las conclusiones apuntan a demostrar los grados de dependencia de la gramática y el género en el uso estratégico del lenguaje. Abstract The present paper analyzes strategically the scope of special-temporal dimensions in familiar letters written during the second half of the xix Century (1848-1867) in the north part of Argentina. A selection of sixteen letters has been chosen over a corpus of one hundred and fifty familiar letters of the García Beéche family. In the paper, the discourse strategy Answer is analyzed through the relationship of several grammatical and semantic-discursive resources as verbal modes, illocutionary forces, information distribution and evaluation devices. The conclusions points towards showing that there are different degrees of dependency between grammar and genre in order to achieve a strategic use of language. 1. Introducción
E
l presente trabajo analiza estratégicamente el alcance de
las dimensiones espacio-temporales en el discurso epistolar de la segunda mitad del siglo xix (1848-1867) del Norte Argentino. Para ello se ha seleccionado una muestra representativa de un corpus formado por un conjunto de ciento cincuenta cartas familiares pertenecientes a la familia García Beéche1. 1. Quiero dejar mi expreso agradecimiento a la Dra. Ana María Fernández Lávaque de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Salta que me facilitó con generosidad y excelentes observaciones este epistolario.
182
Espacio y tiempo en el discurso epistolar del siglo xix
Adoptamos una perspectiva pragmático-discursiva (Verschueren 1999, Menéndez 2005) para nuestro análisis. Nos ubicamos dentro de los lineamientos generales de la lingüística sistémico-funcional (Halliday 1983 [1979]) para nuestro enfoque que es el del Análisis Estratégico del Discurso (Menéndez 2006); supone la descripción de los recursos gramaticales y semántico-discursivos o pragmáticos, su integración efectiva en forma de estrategias discursiva y su inscripción genérica dentro del período mencionado. Procederemos de la siguiente manera. Describiremos: 1) el punto de partida básico para llevar a cabo este análisis: la perspectiva pragmático-discursiva; 2) la metodología y el corpus seleccionado; 3) el análisis del corpus y 4) las conclusiones particulares y generales del análisis. 2. La perspectiva pragmático-discursiva El punto de vista pragmático-discursivo se conforma de tres perspectivas complementarias: la gramatical, la discursiva y la crítica. Cada una de ellas tiene como característica dominante, respectivamente, la variabilidad, la negociabilidad y la adaptabilidad. 2.1. Perspectiva gramatical: variabilidad La variabilidad supone que el hablante / escritor tiene a su disposición una gramática compuesta por un conjunto de opciones sobre las que produce sus discursos. Por esta razón, adoptamos como teoría gramatical de base la lingüística sistémico-funcional (Halliday 1983 [1979], Halliday / Matthiessen 2003) que entiende la gramática como una red de paradigmas que se realizan sintagmáticamente en forma de textos. Los
183
Salvio Martín Menéndez
paradigmas contienen las opciones potenciales que el hablante / escritor elige cuando debe producir un discurso. 2.2. Perspectiva discursiva: negociabilidad La negociabilidad supone que el hablante / escritor combina las opciones efectivamente elegidas, es decir, los recursos para producir un determinado discurso. Los hablantes, entonces, negocian significados estratégicamente en función de sus necesidades comunicativas. Esta combinación permite explicar el funcionamiento de estrategias discursivas. Una estrategia discursiva es, por lo tanto, la reconstrucción analítica de un plan de acción que el hablante / escritor, en tanto sujeto discursivo, pone en funcionamiento cuando combina un conjunto de recursos gramaticales y semánticodiscursivos o pragmáticos para obtener una finalidad interaccional (Menéndez 1997, 2000, 2005, 2006, 2008). Los recursos gramaticales son los que proveen los sistemas de transitividad, modo y tema (Halliday / Matthiessen 2003) y las relaciones cohesivas (Halliday / Hasan 1976). Los recursos semántico-discursivos o pragmáticos son los que proveen los dispositivos ilocucionarios (Austin 1988 [1962]), suposicionales-inferenciales (Grice 1995, Sperber / Wilson 1986), indireccionales (Brown / Levinson 1987) y evaluativos (Martin / White 2007). 2.3. Perspectiva crítica: adaptabilidad La adaptabilidad supone que el sujeto produce su discurso en el marco de un conjunto de convenciones de uso relativamente estables en un momento histórico determinado. Este conjunto es lo que Bajtín (2008 [1944]) denominó género discursivo.
184
Espacio y tiempo en el discurso epistolar del siglo xix
Desde nuestro punto de vista, el género se explica a partir de una finalidad interaccional (Martin 1997) y de conformar un conjunto de instrucciones de interpretación a partir de la interacción de un conjunto de estrategias recurrentes y una serie de rasgos socio-culturales que tienen un grado de estabilidad en determinados momentos históricos (Menéndez 2008). 3. Metodología y corpus La metodología que adoptamos es el relevo de las estrategias discursivas a partir de los elementos que las constituyen. Para ello, se describe la combinación de recursos gramaticales y semántico-discursivos que ponen de manifiesto las opciones que el sujeto discursivo llevó a cabo paradigmáticamente en función del género discursivo en el que está inscrito, a partir de su representación sintagmática. En nuestro caso, el género epistolar tiene características y finalidades precisas e históricamente consolidadas. Nos interesó, sin embargo, centrarnos en un corpus que tiene el rasgo [+familiar] ya que el discurso producido nos permite, si bien indirectamente, el análisis del lenguaje en uso cotidiano en ese momento histórico determinado. La variedad de uso de acuerdo con la situación, es decir, el registro (Halliday 1983 [1979]) encuentra en un corpus de estas características un marco altamente adecuado para su descripción, explicación e interpretación. El corpus epistolar sobre el que trabajamos pertenece a la familia del norte argentino García Beéche y está constituido por ciento cincuenta cartas dentro de un período temporal que va desde los años 1848 a 1867. El conjunto conforma la serie discursiva sobre la que nuestro trabajo se basa. Hicimos una selección preliminar de dieciséis cartas (junio de 185
Salvio Martín Menéndez
1848-noviembre de 1849) en función de que se advierte claramente continuidad de la relación familiar (madre / hijo) y, en consecuencia, discursiva. Este conjunto conforma la sub-serie que analizamos. Elegimos una estrategia frecuente, característica, previsible y productiva analíticamente: Responder. 4. Análisis 4.1 Transcripción del corpus Se seleccionaron los comienzos de las cartas con sus datos pertinentes que dan cuenta de la continuidad discursiva que justifica su agrupación en una sub-serie. Tabla 1. Corpus epistolar Núm.
186
Lugar y fecha
Comienzo
sucre a cobija 1848
cartas de doña gregoria beéche de garcía a su hijo sergio garcía
1
Sucre, 13 de junio de 1848
Recibí tu carta de Potosí, y estoy con cuidado pensando cómo les habría ido en la cordillera con tantos fríos, porque aquí está horrible el temperamento. En caso todas están con catarros muy fuertes.
2
Sucre, 4 de julio de 1848
Con mucho gusto he recibido tu carta desde Cobija. Gregorio me escribe que he hecho bien en mandarte a ésa; que los jóvenes deben acostumbrarse al trabajo. Pero ahora quién sabe lo que será y tendrá que volverse con las manos cruzadas si Durandeau no tiene un acomodo para darte allí.
Espacio y tiempo en el discurso epistolar del siglo xix
Núm.
Lugar y fecha
Comienzo
3
Sucre, 11 de julio de 1848
Con mucho placer he recibido tu carta del 25 de ppdo. y por ello veo que estás contento en ésa, lo que me agrada mucho pues no puedo ver gente ociosa cerca de mí. Lo que no me ha gustado mucho es que en día de Corpus estuvieras trabajando, y mucho peor el que te quedaras sin misa en día tan grande.
4
Sucre, 5 de septiembre de 1848
Los efectos llegaron por fin el 31 de agosto. Todas las amigas y relaciones que esperaban las muselinas para comprarme se aburrieron y compraron en otras partes, así es que la demora me ha perjudicado mucho porque he vendido poco. Esto está cada vez más paralizado y triste.
5
Sucre, 4 de He recibido tu carta del 18 del ppdo. y también el octubre a 1848 conocimiento de los libros, los que llegarán dentro de un mes. Hace tres días que llego extraordinario diciendo que el ejército se había pronunciado por Beizu, quien desapareció de esta ciudad sin ser sentido. Ayer hubo dos bandos: uno declarando la ley marcial y otro declarando que la ciudad en asamblea.
6
Sucre, 4 de noviembre de 1848
Recibí tu carta el 21 del ppdo. No me hace gracia estés de soldado, porque si hubiera barullos podría sucederte algo –con en La Paz, donde murieron dos jóvenes decentes, comerciantes, que murieron porque les topó una bala. Tú no sois del país y nadie puede obligarte a tomar las armas.
7
Sucre, 13 de diciembre de 1848
He recibido con gusto tu carta del 25 ppdo. Te aviso que desde ayer se me ha metido en la cabeza hacer un viaje a Salta con el clérigo hermano de Mercedes Salberni, que se marcha mañana.
salta a cobija, 1849
cartas de doña gregoria beéche de garcía a su hijo sergio garcía
187
Salvio Martín Menéndez
Núm.
188
Lugar y fecha
Comienzo
8
21 de febrero de 1849
Cuanto te he recordado en este carnaval viendo a Ramón Zuviría correteando a caballo, y en los bailes donde había cientos de niñas y tan lindas mozas que si las vieras no te volvería s a acordar de Chuquisaca. Desde que llegue, hace poco más de un mes, sólo he asistido a tres bailes, aunque ha habido muchos más, todavía no acabo de conocer a todas las niñas después de sesenta visitas que he pagado, sin contar las que aún me falta por pagar.
9
31 de marzo de Me has acibarado los días de Salta con tu silencio, 1849 pues van dos correos que nos escribes y hasta ha habido persona que me ha asegurado que te habías ido a California. La idea sola de que pudieras hacer tal cosa me ha tenido desesperada, siendo ese un viaje tan expuesto por la fiebre amarilla y por mil otras cosas.
10
27 de abril de 1849
En este momento me trae Navarro su carta y me muestra tu rengloncito que me ha sacado de mil cuidados, –porque como te dije en el otro correo, me habían asegurado que te habías ido a California. Estaba por perder el juicio.
11
20 de mayo de 1849
He recibido tu carta del 21 de abril y me has dejado seca con la noticia de que no podrás venir, cuando yo me había alucinado con la idea de que había de verte aquí; y lejos de eso me sales con que dentro de 2 años.
12
27 de julio de 1849
No quiero creer que seas tan cruel para no escribirme desde hace tres meses a pesar de haber llegado tres correos y muchos pasajeros.
Espacio y tiempo en el discurso epistolar del siglo xix
Núm.
Lugar y fecha
Comienzo
13
29 de agosto de Mi Sergio y cada vez más martirio de mi corazón: Dime 1849 qué es lo que te has propuesto para martirizarme de este modo pues van cinco meses que no veo letra tuya y cuando más haces pones tu firma en otras cartas con lo cual nada adelanto yo.
14
19 de septiembre de 1849
El conductor de ésta es el padre Ángel Santos que va de paso a Lima. Espero que harás todo lo que puedas para servirlo pues no conoce a nadie en ese puerto. Mirá que solo de este modo me quitarás el enojo porque me tienes muy agraviada. Este padre es mi confeso y le he merecido muchas consideraciones.
15
27 de septiembre de 1849
En este correo escriben de Chuquisaca que el 19 de este mes saldría Jacobo sin falta para acá; es decir que llegarán en doce o quince días más. Han bajado mucho las ventas de mi tienda a causa de que no tengo artículos que llamen la atención.
16
26 de noviembre de 1849
Te iba a escribir en este correo un poquito enojada, pero con las dos cartas que han llegado juntas, una del 7 y otra del 21 ppdo. he quedado desarmada.
4.2. Segmentación en cláusulas y análisis de recursos gramaticales y semántico-discursivos o pragmáticos En los cuadros siguientes aparecen la segmentación en cláusulas de acuerdo con Halliday (1983 [1979]), Halliday / Matthiessen (2003) y Eggins (2004) y se detallan los recursos seleccionados:
189
Salvio Martín Menéndez
a) gramaticales: significado ideativo, modo, organización informativa b) semántico-discursivos o pragmáticos: dispositivos ilocucionarios y evaluativos c) cohesivos: conectores, elipsis. 4.3. Descripción de las relaciones entre conexión, modo / ilocución, evaluación y significado ideativo en cada uno de los comienzos de las diecisiete cartas Tabla 2. Descripción de conexión, modo/ilocución, evaluación y significado ideativo Comienzo
Núm. 1
cartas de doña gregoria beéche de garcía a su hijo sergio garcía Recibí tu carta de Potosí, y estoy con cuidado pensando cómo les habría ido en la cordillera con tantos fríos, porque aquí está horrible el temperamento. Conexión Modo/Ilocución
Evaluación
Significado ideativo Recibí tu carta de Potosí
y
Estoy
cómo porque 2
pensando les habría ido en la cordillera con tantos fríos aquí está horrible el temperamento
Con mucho gusto he recibido tu carta desde Cobija. Conexión Modo/Ilocución he
190
con cuidado
Evaluación Significado ideativo Con mucho recibido tu carta desde Cobija gusto
Espacio y tiempo en el discurso epistolar del siglo xix
Comienzo
Núm. 3
cartas de doña gregoria beéche de garcía a su hijo sergio garcía Con mucho placer he recibido tu carta del 25 de ppdo. y por ello veo que estás contento en ésa, lo que me agrada mucho pues no puedo ver gente ociosa cerca de mí. Conexión Modo/Ilocución he
4
y
veo
Pues
No puedo
Por fin
Evaluación
Por fin
recibido tu carta del 25 de ppdd. Por ello que estás contento en esa Ver gente ociosa cerca de mí
Significado ideativo Los efectos llegaron el 231 de agosto
He recibido tu carta del 18 del ppdo. y también el conocimiento de los libros, los que llegarán dentro de un mes. Conexión Modo/Ilocución
Evaluación
He y
6
Significado ideativo
Los efectos llegaron por fin el 31 de agosto. Conexión Modo/Ilocución
5
Evaluación Con mucho placer Lo que me agrada mucho No/ociosa
también
Significado ideativo recibido tu carta del 18 del ppdo. el conocimiento de los libros los que llegarán dentro de un mes
Recibí tu carta el 21 del ppdo. Conexión Modo/Ilocución
Evaluación
Significado ideativo Recibí tu carta el 21 de ppdo.
191
Salvio Martín Menéndez
Núm. 7
Comienzo cartas de doña gregoria beéche de garcía a su hijo sergio garcía He recibido con gusto tu carta del 25 ppdo. Conexión Modo/Ilocución Evaluación He Con gusto
8
Cuánto te he recordado en este carnaval viendo a Ramón Zuviría correteando a caballo, y en los bailes donde había cientos de niñas y tan lindas mozas que si las vieras no te volvería s a acordar de Chuquisaca. Conexión Modo/Ilocución Cuánto He
Evaluación
Donde Que si No te volverías a 9
Significado ideativo Te recordado en este carnaval Viendo a Ramón Zuviría correteando a caballo y en los bailes Había cientos de niñas y tan lindas mozas Las vieras acordar de Chuquisaca
Me has aeibarado los días de Salta con tu silencio, pues van dos correos que no escribes y hasta ha habido persona que me ha asegurado que te habías ido a California. Conexión Modo/Ilocución has pues que Y hasta que que
192
Significado ideativo recibido tu carta del 25 ppdo.
no ha ha habías
Evaluación aeibarado
Significado ideativo Me aeibarado los días de Salta con tu silencio van dos correos Escribes habido persona Me asegurado Te ido a California
Espacio y tiempo en el discurso epistolar del siglo xix
Comienzo
Núm. 10
cartas de doña gregoria beéche de garcía a su hijo sergio garcía En este momento me trae Navarro su carta y me muestra tu rengloncito que me ha sacado de mil cuidados. Modo/ Ilocución
Conexión En este momento y Que 11
Evaluación
me trae Navarro su carta rengloncito
me muestra tu rengloncito me ha sacado de mil cuidados
He recibido tu carta del 21 de abril y me has dejado seca con la noticia de que no podrás venir, cuando yo me había alucinado con la idea de que había de verte aquí; y lejos de eso me sales con que dentro de 2 años. Conexión Modo/Ilocución
y
cuando
Me has dejado seca con la noticia de que no podrás Yo me había alucinado con la idea de que había de
Evaluación
Me has dejado seca con la noticia de alucinado con la idea de
y lejos de eso 12
Significado ideativo
Significado ideativo He recibido tu carta del 21 de abril venir
verte aquí me sales con que dentro de dos años
No quiero creer que seas tan cruel para no escribirme dos desde hace tres meses a pesar de haber llegado tres correos y muchos pasajeros. Conexión Modo/Ilocución Evaluación No quiero que Tan cruel Para A pesar de
No
Significado ideativo creer Seas tan cruel Escribirme dos desde hace tres meses Haber llegado tres correos y muchos pasajeros
193
Salvio Martín Menéndez
Comienzo
Núm. 13
cartas de doña gregoria beéche de garcía a su hijo sergio garcía Dime qué es lo que te has propuesto para martirizarme de este modo pues van cinco meses que no veo letra tuya y cuando más haces pones tu firma en otras cartas con lo cual nada adelanto yo. Conexión Modo/Ilocución Evaluación Significado ideativo Dime que es has propuesto martirizarme lo que te para martirizarme de este modo van cinco meses pues que no veo letra tuya y cuando pones tu firma en otras cartas más haces con lo cual nada adelanto yo.
14
El conductor de ésta es el padre Ángel Santos que va de paso a Lima. Conexión Modo/Ilocución
Evaluación
que 15
En este correo escriben de Chuquisaca que el 19 de este mes saldría Jacobo sin falta para acá; es decir que llegarán en doce o quince días más. Conexión Modo/Ilocución
que es decir que
194
Significado ideativo El conductor de ésta es el padre Ángel Santos va de paso a Lima.
Evaluación
sin falta
Significado ideativo En este correo escriben de Chuquisaca El 19 de este mes saldría Jacobo para acá; llegarán en doce o quince días más
Espacio y tiempo en el discurso epistolar del siglo xix
Núm. 16
Comienzo cartas de doña gregoria beéche de garcía a su hijo sergio garcía Te iba a escribir en este correo un poquito enojada, pero con las dos cartas que han llegado juntas, una del 7 y otra del 21 ppdo. he quedado desarmada. Conexión Modo/Ilocución Te iba a pero he quedado
Evaluación Significado ideativo un poquito escribir en este correo enojada con las dos cartas que han llegado juntas, una del 7 y otra del 21 ppdo. desarmada desarmada.
4.4. Descripción de la organización de la información a partir de las posiciones temáticas y remáticas Tabla 3. Descripción de la organización de la información (tema/rema) Núm.
Comienzo cartas de doña gregoria beéche de garcía a su hijo sergio garcía
1
TEMA
TEMA aquí TEMA
Recibí tu carta de Potosí REMA Cómo les habría ido en la cordillera con tantos fríos REMA está horrible el temperamento REMA
2
TEMA
He recibido tu carta desde Cobija REMA
195
Salvio Martín Menéndez
Núm.
196
Comienzo cartas de doña gregoria beéche de garcía a su hijo sergio garcía
3
TEMA Por ello TEMA
TEMA
He recibido tu carta del 25 de ppdd. REMA ( ) que estás contento en esa REMA Ver gente ociosa cerca de mí REMA
4
Los efectos TEMA
llegaron el 23 de agosto REMA
5
TEMA
TEMA los que TEMA
He recibido tu carta del 18 del ppdo. REMA el conocimiento de los libros REMA llegarán dentro de un mes REMA
6
TEMA
Recibí tu carta el 21 de ppdo. REMA
7
TEMA
He recibido ( ) tu carta del 25 ppdo. REMA
8
TEMA
TEMA Había TEMA
TEMA
Te he recordado en este carnaval REMA Viendo a Ramón Zuviría correteando a caballo y en los bailes REMA cientos de niñas REMA acordar de Chuquisaca REMA
Espacio y tiempo en el discurso epistolar del siglo xix
Núm.
Comienzo cartas de doña gregoria beéche de garcía a su hijo sergio garcía
9
TEMA van TEMA
TEMA
TEMA
TEMA
TEMA
Me has aeibarado los días de Salta con tu silencio REMA dos correos REMA Escribes REMA ha habido persona REMA Me ha asegurado REMA Te habías ido a California REMA
10
me TEMA
TEMA
TEMA
trae Navarro su carta REMA me muestra tu rengloncito REMA me ha sacado de mil cuidados REMA
11
TEMA
TEMA
TEMA
TEMA
He recibido tu carta del 21 de abril REMA venir REMA verte aquí REMA me sales con que dentro de dos años REMA
197
Salvio Martín Menéndez
Núm. 12
198
Comienzo cartas de doña gregoria beéche de garcía a su hijo sergio garcía
TEMA
TEMA
TEMA Haber llegado TEMA
creer REMA Seas tan cruel REMA Escribirme dos desde hace tres meses REMA tres correos y muchos pasajeros
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qué TEMA lo que TEMA van TEMA
TEMA
TEMA nada TEMA
es REMA te has propuesto para martirizarme REMA cinco meses REMA veo letra tuya REMA pones tu firma en otras cartas REMA adelanto yo REMA
14
El conductor de ésta TEMA
TEMA
es el padre Ángel Santos
REMA
REMA va de paso a Lima REMA
Espacio y tiempo en el discurso epistolar del siglo xix
Comienzo
Núm. 15
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cartas de doña gregoria beéche de garcía a su hijo sergio garcía En este correo TEMA El 19 de este mes TEMA
TEMA
escriben de Chuquisaca
( ) escribir en este correo ( ) con las dos cartas una del 7 y otra del 21 ppdo. REMA que han llegado juntas, una del 7 y otra del 21 ppdo.
TEMA Con las dos cartas TEMA
TEMA
REMA saldría ( ) Jacobo para acá REMA Llegarán en doce o quince días REMA
REMA desarmada. REMA
Nos interesa analizar cómo el sistema de opciones aparece condicionado por el género. Esto implica que el escritor (en este caso) opta en función del género. El discurso, por lo tanto, se produce sobre dos restricciones de órdenes diferentes pero complementarios: el orden gramatical y el orden genérico. Ese producto permite identificar un registro. Ambos permiten establecer los grados de esperabilidad en los recursos utilizados. Elegimos, entonces, los recursos más esperables para ver su utilización estratégica. En este caso, es la recurrencia del verbo recibir y su relación con los elementos modales-ilocucionarios, con las construcciones locativas y temporales y su posición en la organización informativa y las marcas evaluativas.
199
Salvio Martín Menéndez
En nuestro corpus, el verbo aparece siete veces. Cinco (2, 3, 5, 7,11), la forma compuesta; dos (1,6), la forma simple. El grado de esperabilidad puede verificarse en las siguientes características: Esquemáticamente: Tabla 4: Esquema de relaciones entre recursos
Nro.
Ilocución
Verbo
Forma simple o compuesta
Locativo/ Temporal en posición remática
Evaluación
1
[+afirmativo] Recibí
Simple
de Potosí
-
2
[+afirmativo] He recibido
Compuesta
Desde Cobija
+ Con mucho gusto
3
[+afirmativo] He recibido
Compuesta
Del 25 ppdo.
+ Con mucho placer
5
[+afirmativo] He recibido
Compuesta
Del 18 ppdo.
+
6
[+afirmativo] Recibí
Simple
Del 21 ppdo.
-
7
[+afirmativo] He recibido
Compuesta
Del 25 ppdo.
+ Con gusto
11
[+afirmativo] He recibido
Compuesta
Del 21 de abril -
i) la fuerza ilocucionaria constante [+afirmativo] que abre cada una de las cartas; ii) el correlato con el modo indicativo realizado en formas simples y compuestas. Las primeras aparecen en menor
200
Espacio y tiempo en el discurso epistolar del siglo xix
medida (1,6) en relación con las segundas (2, 3,5, 7,11). Es previsible en función de la época que aún privilegia el uso peninsular; iii) la marca locativa (1,2) o temporal (3, 5, 6, 7,11) se realiza en posición remática en todos los casos; A partir de lo descripto, se pueden rastrear algunas tendencias evidentes que ratifican la combinación de recursos utilizados estratégicamente en función del género. Genéricamente, la localización espacial o temporal es constante y necesaria no solo para la ubicación de cada carta sino para la reconstrucción de la secuencia conversacional que ellas conforman. Es importante marcar los límites espaciales y/o temporales que enmarcan lo que se va a escribir. Esto se acentúa más en el caso de cartas familiares en las que las actividades cotidianas ocupan un lugar privilegiado. Gramaticalmente, el predominio de los recursos verbales compuestos sobre los simples marca una tendencia evidente en el español del norte argentino en la segunda mitad del siglo xix. Se puede establecer, además, una relación entre evaluación y recurso verbal. En los casos en los que la evaluación es positiva (tenga o no reforzadores explícitos como en los casos 2, 3 y 7), el recurso compuesto predomina (2, 3, 5, 7, 11). En los casos en los que aparece el recurso simple (1,6), la evaluación es negativa. 4. Conclusiones Nuestras conclusiones apuntan en dos direcciones complementarias. La primera de ellas es demostrar la operatividad del método estratégico para el análisis discursivo que nos permitió 201
Salvio Martín Menéndez
definir alcances y metodología. A partir del análisis llevado a cabo se muestra de manera evidente la necesidad del enfoque estratégico y la pertinencia de la combinación de los diferentes recursos para dar cuenta de él. La segunda de ellas es mostrar un primer esbozo de un análisis de un corpus específico que luego deberá complementarse con un análisis de otros ejemplos que ratifiquen o rectifiquen los resultados provisorios a los que hemos aquí llegado. Este primer paso de naturaleza cualitativa podrá, a posteriori, complementarse con un análisis cuantitativo que permitirá ver el alcance del uso estratégico del lenguaje en función de los marcos de previsibilidad que permiten establecer la gramática y el género.
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Espacio y tiempo en el discurso epistolar del siglo xix
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8 Sobre el esquema condicional más plurifuncional en la historia del castellano: en torno a la interpretación del cambio de si tuviera, diera en los siglos xvi-xvii
Wiaczesław Nowikow Universidad de Łódź, Polonia
Resumen En el artículo se analiza el cambio modotemporal del esquema condicional si tuviera, diera en el castellano de los Siglos de Oro. La atención se centra en la subjuntivización y en la reorientación temporal ‘anterioridad > posterioridad’ de la forma en –ra a través de la prótasis condicional si tuviera. Se han sacado las siguientes conclusiones: 1. la penetración en la prótasis (la subjuntivización) empieza hacia mediados del s. xvi y precede a la reorientación temporal (posteriorización) que acelera a principios del s. xvii; 2. la subjuntivización y la posteriorización temporal de cantara a través
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Wiaczesław Nowikow
de la prótasis condicional están relacionados a) con el factor sistemático del grado de exactitud de localización temporal (gelt) de los tiempos verbales, b) con el mecanismo de dislocación temporal de los tiempos verbales y c) con la difusión de los tiempos compuestos en el castellano de los Siglos de Oro. Abstract The present paper analyses the modal and temporal change of the conditional construction si tuviera, diera in the Castilian of the period of the Golden Age. The attention focuses on the ‘subjunctivization’ and on the temporal reorientation ‘anteriority > posteriority’ of the form in –ra through the use in the conditional protasis si tuviera. The analysis allows us to conclude that 1. the penetration in the protasis (the ‘subjunctivization’) begins about the middle of the 16th century and precedes the temporal reorientation (‘anteriority > posteriority’) that accelerates at the beginning of the 17th century; 2. the ‘subjunctivization’ and the employment of cantara as grammatical form of posteriority in the conditional protasis are connected a) with the systemic factor of the degree of the precision of temporal localization (gelt) of the verb tenses, b) with the mechanism of temporal dislocation of verb tenses and c) with the diffusion of compound tenses in the Castilian of the Golden Age. 1. Objetivo
E
l objetivo fundamental de este
artículo es interpretar el cambio modotemporal que sufrió el esquema condicional si tuviera, diera en los siglos xvi-xvii. En concreto, se trata de dos modificaciones:
206
Sobre el esquema condicional más plurifuncional
a. una, modal, es decir, la subjuntivización de cantara, que al penetrar en la prótasis se convierte en sinónimo de cantase (si tuviera = si tuviese), cf. dos ejemplos, uno con si tuviese y otro con si tuviera, expresando ambos irrealidad simultánea a la referencia temporal primaria u origen1:
(1) Por el alma de mi padre, que ya sé que sois Alijandro, que si fuésedes español, no seríades proveído de melón, sino de buenas razones (Francisco Delicado, La Lozana Andaluza, Castalia, Madrid, 1969, pág. 125). (2) Dezidme ¿si las cartas de que os queremos demandar cuenta fueran latinas, tuviérades por cosa fuera de propósito que os demandáramos cuenta con ellas? (Juan de Valdés, Diálogo de la lengua, Cátedra, Madrid, 1984, pág. 121).
b. y otra, temporal, es decir, el paulatino descenso de los usos de si tuviera, diera con valor de anterioridad y el predominio, a partir del siglo xvii, de los empleos con vector de simultaneidad / posterioridad, cf.:
1. De acuerdo con la metodología de la descripción de los esquemas condicionales aplicada por Rojo / Montero Cartelle (1983) y por Nowikow (1993) se distingue, desde el punto de vista del contenido modal, entre esquemas potenciales e irreales estableciendo, al mismo tiempo, relaciones temporales de anterioridad, simultaneidad y posterioridad con respecto a) al origen o referencia primaria y b) a un punto anterior al origen o referencia secundaria. La referencia primaria u origen es el punto central a partir del cual se establecen todas las relaciones temporales que suele coincidir con el momento de la enunciación, aunque esta coincidencia no es obligatoria (vid., a este respecto, también Rojo / Veiga 1999).
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Wiaczesław Nowikow
(3) Si ella se hallara presente en aquel debate de la manzana con las tres diosas, nunca sobrenombre de discordis la pusieran (Fernando de Rojas, La Celestina, Taurus, Madrid, 1980, pág. 140). (4) Diana: Luego ¿estáis enamorado de mí? Carlos: Si no lo estuviera, no me atara este temor. (Agustín Moreto, El desdén, con el desdén, Castalia, Madrid, 1971, pág. 158).
Como se ve, en el primer caso se denota la irrealidad anterior, mientras que en el segundo, la irrealidad simultánea / posterior. 2. La importancia y la multifuncionalidad de tuviera , diera en la época Clásica
si
Podríamos preguntar ¿por qué precisamente es si tuviera, diera, y no otros esquemas condicionales, el que merece una atención especial? Creemos que hay al menos dos motivos para examinar más detalladamente la evolución funcional de dicha construcción a lo largo de la historia de la morfosintaxis del castellano (en este caso concreto vamos a centrar nuestra atención en la época de los Siglos de Oro). a. En primer lugar, se trata del esquema más frecuente entre 47 esquemas condicionales registrados en el corpus que utilizamos en nuestra monografía publicada en los años 90 (Nowikow 1993). Así, en 47 obras de los años 1475-1662 (divididos estos en 6 periodos: A. 1475-1524; B. 1525-1560; C. 1561-1600; D. 1601-1620; E. 1621-1640; F. 1641-1662) del total de 2075 ejemplos 782 casos representan el esquema si tuviera, diera, lo que constituye el 37,2% de la cantidad global.
208
Sobre el esquema condicional más plurifuncional
Cabe señalar que el esquema en cuestión predomina en las prótasis con si tuviera (940 ejemplos) al constituir el 83,2% de estas. De modo que desde el punto de vista cuantitativo si tuviera, diera ocupa una posición excepcional entre todos los esquemas condicionales. b. En segundo lugar, se trata del esquema más polifuncional: si tuviera, diera es exponente de 8 valores modotemporales entre los cuales destacan el de irrealidad anterior a la referencia primaria u origen (I-1) y el de la irrealidad de simultaneidad / posterioridad con respecto a la misma referencia temporal (I1+). Los empleos que expresan los valores de I-1 (403 casos) y de I1+ (287 casos) constituyen el 51,5% y el 36,7% del total, respectivamente. Entre dos valores el porcentaje de los casos registrados alcanza el 88,2%, lo que quiere decir que al resto de 6 valores modotemporales (P1+, P2+, I2+, I-2, I-1+, I+1-) le corresponde solo el 11,8% del total de 782 ejemplos del corpus2. De modo que podemos concluir previamente que siendo si tuviera, diera el esquema más multifuncional entre 1475 y 1662, su repartición semántica se limita fundamentalmente a dos valores, es decir, a los de irrealidades anterior y posterior con respecto a la referencia temporal primaria. Además, hay una razón extralingüística: durante los últimos quince años han sido publicados varios trabajos que 2. Son los símbolos de los siguientes esquemas: potenciales de simultaneidad / posterioridad respecto a las referencias primaria (P1+) y secundaria (P2+), irreales de simultaneidad / posterioridad (I2+) y de anterioridad (I-2) respecto a la referencia secundaria, irreales de anterioridad en condicionante y simultaneidad / posterioridad en condicionado respecto a la referencia primaria (I-1+) e irreales de simultaneidad en condicionante y anterioridad en condicionado respecto a la referencia primaria (I+1-).
209
Wiaczesław Nowikow
aportaron visiones y datos nuevos tanto sobre la forma en -ra y el esquema si tuviera, diera como sobre los aspectos diacrónico-sincrónicos de las oraciones condicionales en general (recordemos con este motivo, en primer lugar, los estudios de Serrano / Almeida 1994, Veiga 1996 y 2006, De Sterck 2000, Pato 2003, Luquet 2004 y Veiga / Mosteiro Louzao 2006). Este hecho nos ha empujado a replantear algunas de las cuestiones abordadas y comentadas en la monografía mencionada supra (Nowikow 1993). 3. El estatus gramatical de de 1475
si tuviera , diera
antes
Según el detalladísimo estudio de Rojo / Montero Cartelle (1983), autores que revisaron la evolución de los esquemas condicionales desde el Cid hasta el año 1400, cantara había penetrado en la prótasis que expresaba irrealidad anterior (I-1, I-2) a mediados del siglo xiii. En cambio, en el s. xiv la construcción si tuviera, diera se convierte en el esquema canónico para la clase I-1: en diferentes fases su frecuencia oscila entre el 72% y el 94,4% (ibíd.). Cabe subrayar que a finales del s. xiv si tuviera, diera se utiliza solo en las irreales de anterioridad, de modo que se trata de un esquema unifuncional (Nowikow 1993: 68). El esquema canónico para las irreales de simultaneidad / posterioridad a la referencia primaria (I1+) es si tuviese, daría, cuyo porcentaje alcanza el 89,5% (Rojo / Montero Cartelle 1983). En cambio, con relación a la evolución en el s. xv, cabe recordar los datos de Mendeloff (1960) que, grosso modo, coinciden con los de Rojo y Montero Cartelle (1983), es decir, si tuviera, diera sigue siendo prácticamente unifuncional y es el esquema mayoritario para las irreales de anterioridad (el 210
Sobre el esquema condicional más plurifuncional
84,6%), mientras que para las irreales de simultaneidad / posterioridad la construcción canónica es si tuviese, daría (el 75%). 4. La evolución de si tuviera, diera en los siglos xvi-xvii Según varios estudiosos (Gessner 1890/1891, Keniston 1937, Lapesa 1980, Luquet 1988), se trata de la época del paulatino cambio modotemporal en el valor gramatical del esquema si tuviera, diera. Con este motivo, se suele señalar dos fenómenos: a) el carácter multifuncional de la construcción en cuestión y b) el desplazamiento temporal desde la zona de anterioridad hacia la de simultaneidad / posterioridad. Así, en opinión de Lapesa (1980: 104), si en el s. xvi cantara es básicamente pluscuamperfecto de subjuntivo, en el s. xvii su valor temporal corresponde al de imperfecto de subjuntivo. Modalmente, si tuviera, diera expresa casi exclusivamente irrealidad, aunque, como apunta Luquet (1988), hacia finales del s.xvi dicha construcción se utilizaba también para expresar acciones potenciales con vector de posterioridad. Como hemos mencionado supra, en la evolución de cantara habría que distinguir dos líneas más importantes: a) la subjuntivización relacionada con la penetración en la prótasis (distribución dominada por la forma subjuntiva cantase) y b) la reorientación temporal vinculada con la sustitución del vector de anterioridad (–) por el de simultaneidad / posterioridad (+). Con respecto a estos procesos, el análisis de nuestro corpus (Nowikow 1993) nos ha permitido hacer las siguientes observaciones. Entre los años 1475 y 1662 avanza la subjuntivización de cantara a través de protásis condicional. Los datos de nuestro corpus demuestran que el porcentaje (si tuviera / total) de los esquemas con si tuviera viene aumentando a lo largo de todos los periodos: 211
Wiaczesław Nowikow
Tabla 1. Evolución de la «subjuntivización» de si tuviera… entre 1475 y 1662 A (14751524)
Esquema Si tuviera…
24%
B (15251560) 24%
C (15611600) 43%
D (16011620) 57%
E (16211640) 61%
F (16411662) 67%
De modo que en el último periodo, en comparación con el primero, el porcentaje casi se triplica, lo que se ve relacionado, en gran parte, con la enorme difusión del esquema si tuviera, diera. Así, la frecuencia de dicha construcción (si tuviera, diera / total) también demuestra un claro ascenso entre los años 1475-1662: Tabla 2. Evolución de la «subjuntivización» de si tuviera, diera entre 1475 y 1662
Esquema
A (14751524)
Si tuviera, diera
20%
B (15251560) 19%
C (15611600) 37%
D (16011620) 48%
E (16211640) 52%
F (16411662) 54%
Como se ve, en ambos casos el incremento empieza en el periodo C, o sea, a partir del año 1561: 24% (B) 43% (C: si tuviera…/ total) y 19% (B) 37% (C: si tuviera, diera / total), lo que significa que la penetración acelerada de cantara en la prótasis condicional, donde esta forma alterna con el imperfecto de
212
Sobre el esquema condicional más plurifuncional
subjuntivo cantase, comienza aproximadamente a mediados del s. xvi formando parte de la paulatina y continua subjuntivización de cantara a lo largo de los Siglos de Oro. Cabe también subrayar que a partir de 1561 si tuviera, diera se convierte en el esquema condicional más frecuente adelantando al líder de dos periodos anteriores (A y B) si tuviera, daría. En otras palabras, si tuviera, diera es esquema número uno durante cuatro periodos seguidos C, D, E, F que abarcan los años 1561-1662. En cambio, en la reorientación temporal de si tuviera, diera se observan dos tendencias evolutivas claves que vamos a comentar a partir del siguiente cuadro: Tabla 3. Evolución de la reorientación temporal de si tuviera, diera entre 1475 y 1662 Clase semántica
A (14751524)
B (15251560)
C (15611600)
D (16011620)
E (16211640)
F (16411662)
I-1
64,5%
80,3%
83,3%
51%
33%
21%
I1+
22,6%
8,5%
9,4%
34,6%
56,7%
64,6%
Lo que, en primer lugar, salta a la vista es la inversión de las proporciones entre las orientaciones temporales del esquema. En el periodo A si tuviera, diera se emplea básicamente para expresar anterioridad alcanzando su frecuencia el 64,5% y descendiendo, sin embargo, en el periodo F hasta el 21%. En cambio, el porcentaje de los usos con valor de posterioridad sube del 22,6% en el periodo A hasta el 64,6% en el B. De modo que la proporción del cambio es prácticamente la misma. Se triplica tanto el descenso al expresar anterioridad
213
Wiaczesław Nowikow
como el ascenso al señalar posterioridad: 64,5% 21% (I-1) y 22,6% 64,6% (I1+). Cabe subrayar que la época más importante en la reorientación temporal de si tuviera, diera se refiere a los principios del s. xvii. Como se desprende del cuadro, el salto cuantitativo se da en el periodo D llegando el porcentaje de los empleos con valor de posterioridad al nivel de 34,5% frente al 9,4% en el C. Al mismo tiempo la frecuencia de los usos de anterioridad desciende del 83,3% en el periodo C al 51% en el D. Es de señalar que aunque en los años 1601-1620 en el valor temporal de si tuviera, diera todavía predomina la expresión de anterioridad, el salto cuantitativo entre las fases C y D al girar en torno al 30%, es muy importante. En cambio, en los periodos E y F en el valor temporal de si tuviera, diera prevalece el vector de posterioridad alcanzando sus porcentajes el 56,7% y el 64,6%, respectivamente. En otras palabras, si a finales del xv y principios del xvi si tuviera, diera se emplea, fundamentalmente, para expresar anterioridad, hacia mediados del s. xvii ya se trata de un esquema que, básicamente, sirve para señalar posterioridad. Por otro lado, partiendo de una perspectiva onomasiológica, cabe señalar que en el periodo D si tuviera, diera se convierte en el esquema mayoritario en la expresión del valor modotemporal I1+ (en las fases A, B y C predominaba si tuviese, daría) ascendiendo su porcentaje del 37,8% en el C al 79,1% en el D. Al mismo tiempo, a partir de 1601 baja paulatinamente el peso de si tuviera, diera en la expresión de la irrealidad anterior (I-1). Si entre 1561 y 1600 el esquema en cuestión ocupa el 80,6% del total de los ejemplos con dicho valor modotemporal, en las épocas posteriores (D, E, F) se observa un lento pero continuo descenso del peso de si tuvie-
214
Sobre el esquema condicional más plurifuncional
ra, diera dentro de la clase I-1: el 76,5% (D), el 62,7% (E) y el 61,3% (F). En resumen, la reorientación temporal (‘anterioridad > posterioridad’) acelera claramente entre 1601 y 1620 (periodo D) y se lleva a cabo definitivamente entre 1621 y 1662 (periodos E y F). En la segunda mitad del s. xvii si tuviera, diera entra como un esquema condicional cuyo valor temporal es predominantemente el de posterioridad. 5. La relación cronológica entre la penetración en la prótasis y la reorientación temporal de cantara Ahora bien, los cambios modotemporales de cantara comentados supra han sido objeto de estudio y de interpretación por parte de varios lingüistas (García de Diego 1952, Ridruejo 1989 y 1990, Luquet 2004 y, sobre todo, Veiga 1996 y 2006). Sin que se nos presente posible, por razones obvias, analizar detalladamente las opiniones de los mencionados estudiosos sobre las causas de los cambios de la forma en cuestión, nos vamos a limitar a la presentación de algunas de nuestras propias reflexiones al respecto. Es evidente que con relación a la subjuntivización y la reorientación temporal de cantara podrían ser formuladas varias preguntas. Entre las más notables se encuentran las dos que siguen: a. ¿Por qué la forma en -ra pasa de apódosis a prótasis? y b. ¿Cómo es posible que, al penetrar en la prótasis, cantara, siendo una forma de anterioridad, se convierta en una forma de posterioridad?
215
Wiaczesław Nowikow
Tratando de dar respuestas a las preguntas mencionadas supra, en primer lugar queríamos llamar la atención sobre el orden cronológico de los cambios modal y temporal. Como acabamos de constatar, la penetración de cantara en la prótasis condicional antecede a la sustitución del vector de anterioridad por el de posterioridad. En otras palabras, primero empieza la subjuntivización y después comienza la reorientación temporal de la forma en cuestión. La penetración en la prótasis acelera a partir del periodo C (1561-1600), o sea, hacia mediados del s. xvi rebasando la frecuencia de si tuviera el 50% de las formas usadas en la prótasis en todas las fases posteriores (D, E, F). Esto significa que cantara predomina en el condicionante desde 1601 al comenzar el periodo D. En la misma fase (D) acelera la reorientación temporal de cantara (vid. el cuadro presentado supra) prevaleciendo la posterioridad en la fórmula temporal de esta forma a partir del periodo siguiente E, es decir, desde 1621. Esto nos permite concluir que entre la aceleración de la penetración de cantara en la prótasis (1561) y la aceleración en la reorientación temporal (1601) pasan aproximadamente 40-50 años. Al convertirse si tuviera en el esquema dominante hacia principios del s. xvii, en el mismo periodo inicia el desplazamiento de cantara de la zona de anterioridad hacia la de posterioridad. Recordemos que es justamente a partir de 1601 cuando si tuviera, diera se convierte en el esquema dominante en la expresión de la irrealidad posterior (I1+). ¿Cuál es la relación de este hecho de índole cronológica con las preguntas formuladas unas líneas más arriba?
216
Sobre el esquema condicional más plurifuncional
6. Subjuntivización de cantara expresión de posterioridad: interpretación del proceso Para empezar, señalemos que el contenido que, grosso modo, podríamos considerar como el de no-realidad se expresaba y se expresa en el verbo castellano, fundamentalmente, mediante dos recursos: – a través de las formas del modo subjuntivo tratándose, básicamente de la transmisión de no-aserción (vid., p. ej., Nowikow 2001), p. ej., creo que tienes razón vs. no creo que tengas razón, y – por medio de las formas de indicativo temporalmente dislocadas (cf., a este respecto, Rojo 1974 y Rojo / Veiga 1999), p. ej. cantaba y cantaría, que al perder el vector temporal de anterioridad (–) y al sustituirlo por el de posterioridad (+), empiezan a transmitir el contenido modal de no-realidad: de buena gana me iba a Valladolid (es decir, en este momento no voy); de buena gana me tomaría un cortado (es decir, no lo estoy tomando), etc. De modo que en la primera fase de la penetración de cantara en la prótasis condicional se trataba de una «maniobra» realizada por una forma indicativa dislocada (recordemos el origen indicativo de cantara y su estatus del pluscuamperfecto de indicativo en el castellano medieval, vid. infra), lo que fue precedido por una larga coexistencia de cantara con el pospretérito cantaría (una forma indicativa) en la apódosis. Como es sabido, fenómenos semejantes, es decir, los empleos de las formas indicativas en prótasis condicional, se dan en otras lenguas románicas (cf. los esquemas franceses si j’avais… y si j’avais eu…) o en algunas variedades diatópico-diastráticas del pro-
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pio castellano. Es conocido, p. ej., el uso de si tendría, daría en el español peninsular septentrional (Porcar Miralles 1993, Pato 2003) con empleos paralelos en Castellón (Blas Arroyo / Porcar Miralles 1997) y en el español americano (Lavandera 1979, Ferrer de Gregoret / Sánchez Lanza 1986; dicho sea de paso, el mismo fenómeno se observa en francés, vid. Lanly 1957, Veiga / Mosteiro Louzao 2006 y en italiano, cf. Bermejo Calleja 2008). Con el mismo motivo cabe recordar también la presencia del esquema si había tenido, había dado en el español canario (Serrano / Almeida 1994). Al penetrar en la prótasis condicional, cantara entra en la distribución propia de cantase. La penetración en la zona reservada anteriormente para la forma en -se crea una nueva situación que exige nuevas soluciones. Teóricamente, cantara al formar parte del condicionante y al entrar en competencia con cantase tenía dos posibilidades: a) asemejarse, es decir, acercarse funcionalmente a cantase y, al convertirse en su forma sinónima, permanecer en la prótasis o b) después de un periodo de coexistencia con cantase, acompañada esta de una prueba de delimitación significativa entre las dos formas o no, abandonar la prótasis. Sin embargo, si cantara hubiese escogido esta última posibilidad, habría tenido que desaparecer u ocupar otra «casilla» en el sistema verbal. Lo primero, como sabemos, no pasó convirtiéndose la forma en -ra en un elemento importante del verbo castellano. En cambio, en el segundo caso habría habido problemas, puesto que las posibles «casillas de interés» estaban en aquel momento ocupadas. Como es sabido, la forma cantara ya en el s. xv (cf., p. ej., Wright 1929 y 1932 y Davis 1933) deja de desempeñar la función del pluscuamperfecto de indicativo, sustituida,
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de acuerdo con la tendencia general, por había cantado. En cambio, como demuestran nuestros datos (Nowikow 1993), entre 1475 y 1662 venía aumentando la participación de las formas compuestas en los esquemas condicionales, tanto en apódosis como en prótasis, destacando entre ellas el porcentaje de hubiera cantado, empleada esta forma, sobre todo, para la expresión de irrealidad anterior. De modo que dos «casillas de anterioridad» se convierten en el área ocupada por las formas compuestas. Este hecho, posiblemente, contribuye en parte al desplazamiento de cantara hacia la zona de posterioridad, lo que significa acercamiento a cantase y crea condiciones para el establecimiento de relaciones sinónimas entre las dos formas. En resumen, cabe subrayar que el camino hacia la «posteriorización» temporal de la forma en -ra conduce por la «subjuntivización» iniciada a través de la prótasis condicional, apoyado este empleo por la creciente cantidad de distribuciones comunes entre cantase y cantara a lo largo de la segunda mitad del s. xvi y durante todo el siglo xvii. Se trata de distribuciones propias del modo subjuntivo tales como subordinadas sustantivas, adverbiales y adjetivas3. 7. Un factor más: el grado de exactitud de localización temporal (gelt) Además, creemos que convendría tomar en consideración la existencia de un factor de carácter básico e intrasistemático 3. El empleo de cantara como equivalente de cantase en distribuciones «propiamente subjuntivas» tales como, p. ej., cláusulas subordinadas sustantivas o adjetivas aumenta considerablemente, al parecer, a principios del s. xvii (vid., a este respecto Nowikow 1993: 177 y Veiga 1996: 33, 48-52).
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que afecta no solo al castellano y a las demás lenguas románicas, sino también a idiomas de otros grupos: nos referimos al grado de exactitud de localización temporal (gelt; cf. también Nowikow 1991). De acuerdo con este criterio, cabe señalar que hay tres tendencias subyacentes en la organización temporal de los sistemas verbales: a. En primer lugar, los tiempos del modo indicativo al ser representados, habitualmente, por mayor cantidad de formas, poseen, en su conjunto, un mayor grado de exactitud de localización temporal que los tiempos de otros modos, p. ej.: – en español hay 9 tiempos de indicativo y solo 4 de subjuntivo; – en las lenguas eslavas del Norte, p. ej. polaco y ruso, hay 3 tiempos de indicativo, mientras que el modo hipotético polaco y conjuntivo ruso poseen la única forma que sirve para anterioridad, simultaneidad y posterioridad (es verdad que en polaco se dan muy esporádicamente en boca de algunos hablantes las formas arcaicas del tiempo de anterioridad del modo hipotético); – un claro predominio de los tiempos de indicativo se da también en lenguas germánicas tales como alemán, inglés u holandés: siendo el primer idioma el que conserva mucho mejor en su sistema las formas del modo Konjunktiv, mientras que en los dos últimos las formas de dicho modo (ingl. Subjunctive y hol. Conjunctief) apenas tienen expresión morfológica. b. En segundo lugar, los tiempos que establecen en su fórmula básica relación directa con la referencia temporal
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primaria (R1) u origen se caracterizan, lógicamente, por mayor grado de exactitud de localización temporal que los tiempos que no mantienen relación directa con la R1. Por ejemplo, las formas del pretérito (dijo, llegó, hizo, etc.) son siempre anteriores a la referencia primaria. En cambio, no es el caso del copretérito cantaba o del pospretérito cantaría, cf. Dijo que lo hacía / haría, donde hay tres posibilidades de interpretación temporal con respecto a la R1: a) y ya lo hizo (anterioridad), b) y lo está haciendo (simultaneidad) y c) y lo va a hacer (posterioridad). Cabe subrayar que las formas que poseen el grado de exactitud de localización temporal más bajo son las que demuestran mayor predisposición hacia la dislocación temporal y, a consecuencia de esta última, expresan diferentes matices de no-realidad. Esto se refiere, en primer lugar, a cantaba y cantaría. La dislocación de dichas formas se ve relacionada, sobre todo, con distribuciones propias del modo indicativo, es decir, con oraciones independientes tales como De buena gana me iba / iría a Zaragoza. No obstante, como es sabido, en ciertas variedades diatópicas y diastrático-diafásicas se dan empleos en distribuciones propias del modo subjuntivo, que es el caso de la prótasis condicional. Nos referimos a esquemas tales como si tendría, daría (dialectal, vid. supra) o si tenía, daría (popular, por no decir vulgar, y muy esporádico). Es evidente que un mecanismo semejante actuó hace siglos en el caso de la penetración de cantara en la prótasis condicional. c. Y finalmente, en tercer lugar, como señaló en su día Mańczak (1970, 1980: 55-56) al formular una serie de leyes
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basadas en el criterio de frecuencia, las formas del modo indicativo, siendo más frecuentes, suelen sustituir a las de otros modos más a menudo que al revés. Ya en el latín (pre)clásico la forma del pluscuamperfecto de indicativo cantaveram reemplaza a veces al pluscuamperfecto de conjuntivo cantavissem en la apódosis, penetrando en ocasiones también en la prótasis (si habueram por si habuissem; cf., a este respecto, Safarewicz 1950: 197). Pasados varios siglos, la forma en -ra demostró un comportamiento semejante en el castellano medieval y clásico. 8. Observaciones finales Al concluir, vamos a recapitular lo que se ha manifestado supra con mayor extensión: a. Entre 1457 y 1662 el esquema si tuviera, diera muestra la mayor frecuencia de uso: dentro del total de 2075 ejemplos representados por 47 esquemas condicionales si tuviera, diera constituye el 37,2% (782 casos). b. Entre 1457 y 1662 si tuviera, diera es el esquema más polifuncional siendo exponente de 8 valores modotemporales (del total de 9). Entre estos destacan los valores de anterioridad (I-1) y de posterioridad (I1+) con respecto a la referencia temporal primaria (el 51,5% y el 36,7%, respectivamente). c. La penetración acelerada de cantara en la prótasis condicional, y por lo tanto la paulatina subjuntivización de dicha forma, empieza hacia mediados del s. xvi. Según nuestros datos, es a partir de la segunda mitad del s. xvi cuando si tuviera, diera se convierte en el esquema condicional más frecuente entre las construcciones exponentes de no-realidad. 222
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d. La reorientación temporal ‘anterioridad > posterioridad’ acelera a principios del siglo s. xvii y se lleva a cabo definitivamente hacia mediados del mismo. En la segunda mitad del s. xvii si tuviera, diera ya denota posterioridad. e. La penetración en la prótasis, o sea la subjuntivización, adelanta cronológicamente a la reorientación temporal, es decir, a la posteriorización de si tuviera. Entre la primera y la segunda transcurren en torno a 50 años. f. En otras palabras, la posteriorización temporal de la forma en -ra se llevó a cabo a través de la subjuntivización, cuya primera etapa consistió en la penetración en la prótasis condicional: si tuviera (primero expresando anterioridad y después, posterioridad). g. La equivalencia temporal entre si tuviera y si tuviese en cuanto a la expresión de posterioridad fue favorecida, indirectamente, por la difusión de las formas compuestas (había cantado, hubiera cantado, etc.), que ocuparon las ‘casillas’ pertenecientes a la expresión de anterioridad. h. El desplazamiento temporal y la modalización (en este caso concreto, la subjuntivización) de la forma en –ra se ven relacionados con el factor intrasistemático del gelt. Las formas que no mantienen relación directa con referencia temporal primaria (p. ej., cantara, cantaba o cantaría) poseen el menor gelt y demuestran la mayor predisposición hacia la dislocación temporal y hacia la transmisión de contenidos modales de no-realidad. A esto habría que añadir el factor de frecuencia de acuerdo con el cual las formas más frecuentes (p. ej., las de indicativo) sustituyen a otras, menos frecuentes (p. ej., a las de subjuntivo), más a menudo que al revés. 223
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9 Andanzas del verbo andar1
Santiago U. Sánchez Jiménez Universidad Autónoma de Madrid, España
Resumen El objetivo de este trabajo es dar cuenta de los modos que andar tiene de expresar movimiento y ubicación en el siglo xvi, si bien se acude, en ocasiones, a testimonios del castellano medieval y a ejemplos del español contemporáneo. Como verbo de desplazamiento, andar, en su significado más prototípico, expresa la actividad de un movimiento que tiene lugar en una trayectoria no delimitada y no orientada. En este ámbito se produce una especialización –ya fijada en el siglo xvi– de la manera como se desarrolla ese movimiento, fenómeno poco 1. Agradezco a Elena de Miguel las observaciones y los comentarios hechos con respecto a este trabajo, financiado por medio de estos proyectos de investigación: ffi2009-12191 (subprograma filo), dirigido por Elena de Miguel, y ffi2009-10817 (subprograma filo), dirigido por Inés Fernández-Ordóñez.
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frecuente en las lenguas románicas, que tienden a incorporar en el lexema notas semánticas sobre la trayectoria. Por otro lado, cuando el verbo andar expresa espacio, asume los rasgos semánticos que conforman su prototipicidad como verbo de movimiento y estos se reflejan en su modo de indicar ubicación, una ubicación aproximada dentro de un espacio. Asimismo, andar puede funcionar como verbo de apoyo de algunos sustantivos eventivos. Esta combinación se fundamenta en dos aspectos: la idea de movimiento y la noción de continuidad que andar aporta al desarrollo del evento expresado por el sustantivo. Abstract The aim of this paper is to explain the way the verb andar expresses motion and location in the sixteenth century, although on occasions both medieval and contemporary Spanish examples are used. As a verb of motion, andar, in its most prototypic meaning, expresses the activity of a movement taking place on an undefined and unoriented path. In this sense, in the sixteenth century it is produced a specialization of how this movement is developed, a strange phenomenon in the Romance languages, which tend to add semantic notes in the lexeme about the path. Furthermore, when the verb andar expresses space it assumes the semantic features that are prototypical of the verb when it means motion, and these features are reflected in the way it means location, an approximate location within a space. In addition, andar can function as support verb with nouns denoting events. This combination is based on two aspects: the idea of movement and the notion of continuity that contributes to the development of event expressed by the noun. 228
Andanzas del verbo andar
A
ndar es un verbo extenso,
a pesar de que su significado como verbo de movimiento, atendiendo a una dimensión diacrónica, haya ido restringiéndose. Por otro lado, es evidente que su extensión no es tan amplia como la de otros verbos (hacer o dar, por ejemplo). Me limito, en esta oportunidad, a dar cuenta del comportamiento semántico de andar en el siglo xvi en dos ámbitos: movimiento y ubicación. Ello supone renunciar al estudio de otras construcciones del tipo andar escribiendo o andar enamorado, en que andar pierde protagonismo como eje de la predicación y experimenta una clara erosión semántica. Tomo como fuente documental primordial para este análisis los ejemplos reunidos en la entrada de andar del dh, si bien acudo también a la documentación que proporcionan los bancos de datos de la Real Academia Española: corde y crea. 1. A ndar como verbo de movimiento Dentro de este ámbito, andar se manifiesta en el siglo xvi, de manera prototípica, como un verbo de actividad2: el movimiento se desarrolla a lo largo de una trayectoria no acotada que, a veces, no se hace explícita. Se trata, por tanto, de un movimiento continuo no delimitado3.
2. Para un análisis del modo de acción (o aspecto léxico) de los verbos, cf. De Miguel (1999: 2977-3060). 3. Con respecto a los eventos dinámicos y a su carácter [+/- delimitado], De Miguel (1999: 3019) señala: «Esta doble posibilidad distingue los eventos delimitados, que ‘progresan hacia un límite interno’ (construir una casa, dormirse, escribir una novela, leer dos libros, pintar un libro), de los no delimitados o ‘no dirigidos hacia un límite interno’ (andar, caminar, correr, leer)».
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(1) Lamarad dixo que no podía estar más allí, e que se quería en todo caso partir, e acomendó a Dios a Tristán e a Quedín e a los abades. E después de comer, cavalgó en su cavallo e anduvo tanto fasta que llegó a casa del florestero donde los cuatro cavalleros estavan feridos, e demandó qué aventura avía avido (1501, Anónimo, Tristán de Leonís, corde).
En (1) se emplea –como también sucede en los eventos estativos– un intensificador de esa actividad de movimiento (tanto). Además, se establece en el contexto una relación hiperonímica que descubre la extensión significativa de andar: la actividad de cavalgó su cavallo queda incluida en una expresión de movimiento menos precisa (anduvo). Una de las proyecciones metafóricas más regulares parte de la consideración de que se mueven los seres vivos o las personas, pero también los pensamientos y los sentimientos y, sigo con palabras de Santos Domínguez / Espinosa Elorza (1996: 160), «cabe esperar que la esfera del movimiento en el espacio sirva para estructurar nuestra concepción del razonamiento intelectual, y ello es así mediante la metáfora el discurso racional es movimiento en el espacio». Así, en (2) se aprecia que alma y pensamiento se mueven con independencia del gobierno del cuerpo. Y, en ese ámbito de misticismo, se asiste en (3) a la gradación de la intensidad del movimiento que busca el encuentro con lo divino. A pesar de lo metafórico, se mantienen la proporcionalidad que se establece entre las actividades de movimiento físico (la lición anda ‘va despacio’, la meditación corre ‘va deprisa’ y la oración vuela ‘va con gran prisa y aceleración’) y la idea de que
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son desplazamientos de trayectoria imperfecta4. Por eso, la serie de movimientos se cierra con un verbo de logro (la contemplación llega al cabo de la jornada) que permite, gracias a esa delimitación, el acceso a otro estado: la culminación de la aspiración del místico que reposa en Dios. (2) Tenemos tan acostunbrada nuestra alma y pensamjento a andar tan a su placer (1565 Santa Teresa Camino fº 87, dh). (3) La lición anda, la meditación corre, la oración vuela, mas la contemplación llega al cabo de la jornada y reposa en Dios (1574 Íd. Adic. Mem. Vida Cristiana (1907) 85, dh).
Otra traslación metafórica común es el paso de lo espacial a lo temporal5 –como se observa en (4)–. Desde un punto de vista sintáctico-semántico nos encontramos ante usos inacusativos de andar que difieren de la naturaleza inergativa de (1)6. El carácter inacusativo, en ese caso, se reconoce en algunos 4. Siguiendo a Hawkins (1993), puede establecerse una clasificación de las trayectorias atendiendo a su carácter delimitado. En este caso nos encontramos ante movimientos que se desarrollan en una trayectoria imperfectiva, ya que no está acotada ni en su origen ni en su destino. Para el carácter télico (o delimitado) o atélico (no delimitado) de las trayectorias, vid. también Morimoto (1998: 43-45). 5. Según Pinker (2007: 260), «Parece que el uso del espacio para representar el tiempo es universal, pero el modo en que el tiempo se alinea con una dimensión del espacio puede variar […]. Las metáforas verticales del tiempo son aún más comunes en chino, una lengua en la que se dice que los sucesos primeros están ‘arriba’ y los posteriores ‘abajo’, probable legado de su sistema de escritura». 6. Medikoetxea (1999: 1606-1607), al tratar de los verbos de movimiento, establece la distinción entre verbos «que denotan dirección inherente como ir, venir, descender, llegar, salir, aterrizar, caer, etc.» y los que «denotan modo o manera de movimiento como andar, nadar, correr, botar, rodar, serpentear, etc.». La autora considera, con las oportunas matizaciones, que los primeros
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comportamientos sintácticos de andar: tendencia a la posposición del sujeto (andando el tiempo) o empleo del auxiliar ser7 para la formación de tiempos compuestos, como se aprecia en (5)8. (4) Andando el tiempo que dellos ha de gozar, se convertiría en especial cuidado de los sobrelevar (1524 HERNÁN CORTÉS Cartas (1866) 330, dh). (5) E de continente enbio por vn escudero que luengo tienpo la avia amado. E quando aqueste fue venido fizo a su voluntad d’ella, e ella se ofresçio. E quando el dia fue andado ella pensando en su coraçon el vituperio de la luxuria, e la virginidat suya, la qual non podia cobrar, tanto fue triste que se enforco a sy misma (a1424-1520, Anónimo, Cancionero de Juan Fernández de Íxar, corde).
En (6), (7) y (8) se advierte que la noción semántica del modo de traslación es un añadido composicional que permite suponer que el verbo se comporta con mayor imprecisión significativa, puesto que no está incorporada en el lexema la forma de traslación (a pie)9. En estos casos, andar son inacusativos y los segundos, inergativos. Para un análisis de la inacusatividad verbal, vid. Levin / Rappaport (1995). 7. Así se observa también en uno de los ejemplos que se aportan en el Diccionario histórico: Son XXV días andados del dicho mess (1144 Col. Dipl. S. Salvador Oña (1950 I), 227, dh). Para el empleo de ser como auxiliar de tiempos compuestos en la época medieval, vid. Rodríguez Molina (2006). 8. En los textos cronísticos alfonsíes estas construcciones sintácticas desarrolladas a partir de andar funcionan como marcos de referencia temporal que contextualizan los episodios narrativos, tal y como se indica en González Cobas (en prensa). 9. La locución a gatas se conserva, en este marco de predicación, con cierta vitalidad: se registran en el crea144 ocurrencias y en 23 casos se combina con andar.
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aporta un significado de movimiento de trayectoria no delimitada próximo al de ir ‘moverse de un lugar a otro’. Por otro lado, obsérvese que en (8) sobre señala ubicación y manera de movimiento –uso relativamente frecuente en la lengua medieval– y no trayectoria10. (6) Cauallero, nuestros cauallos nos fallescen, que son muy cansados, y esto haze durar mucho nuestra batalla, & yo creo que si anduuiéssemos a pie, que pieça ha que te hauría conquistado (1508 Amadís (1959) 119, 802, dh). (7) Andando a gatas entre las ouejas se escaparon de la crueldad de Polyphemo (1512 NÚÑEZ, HERNÁN Glosa Mena 8a, dh). (8) Vi que los moços andauan sobre cauallos & los príncipes andauan a pie por la tierra (1531 OSUNA, Fray F. Norte estados 136v°, dh).
A pesar de la existencia de estos usos de andar –cuyo significado, por cierto, no se refleja en el drae11, aunque sí en el dh12
10. Según Pinker (2007: 242), over ‘sobre’ puede indicar trayectoria de un movimiento, no solo ubicación. 11. 1. intr. Dicho de un ser animado: Ir de un lugar a otro dando pasos. U. t. c. prnl. 2. intr. Dicho de algo inanimado: Ir de un lugar a otro. U. menos c. prnl. Andar los planetas, la nave. 12. 23. intr. Moverse de un lugar a otro por cualquier medio. Dicho de pers. o animal. A veces el medio se especifica mediante un compl. con en, a o, raramente, de o sobre. Frec. con un compl. de lugar (tránsito) con por, sobre o en y a veces también con un compl. de modo. Ú. t. c. prnl. También en sent. fig., especialmente en la constr. ~ por, o en, un camino. A veces implica la idea de viajar, de recorrer mundo o de vagar. 24. intr. Moverse de un lugar a otro dando pasos. Ú. t. c. prnl. y en sent. fig. A veces, ~ a pie, o con otro compl. equivalente, por contraposición con acep. 23a, o con intención enfática.
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o en el dcr13–, la prototipicidad de andar como verbo de movimiento se orienta a la especialización de esa actividad: a la tipificación del modo de movimiento. Así, en (9) la unidad léxica andar incorpora entre sus rasgos semánticos la manera de traslación (dando pasos). El movimiento es, de esta forma, una actividad que requiere la automatización de un conocimiento innato, como se comprueba en el uso de saber como auxiliar. (9) Allí, padeciendo mil importunidades, se acabó de criar mi hermanico, hasta que supo andar (1554 Lazarillo (1967) 66: dh).
La incorporación del modo de traslación está, por tanto, directamente relacionada con la restricción paradigmática del argumento externo de andar en esta acepción (que se configura poco a poco como acepción central o prototípica), ya que solo los seres vivos que dan pasos son sujetos de andar. Naturalmente que esta acepción podrá incorporar sujetos sin pies o sin patas siempre que se trate de empleos figurados como el de (10), en que las almas son, al parecer, como niños y pueden andar; eso sí, figuradamente. (10) Hay almas […] hechas semejantes a los niños, que queriendo sus madres llevarlos en sus brazos, ellos van pateando y llorando, porfiando por irse ellos por su pie, para que no se pueda andar nada, y si se anduviere sea al paso del niño (157883, SJUAN DE LA CRUZ Subida (1912 I) 31, dh).
13. 1. a) Moverse dando pasos (intrans.) y b) En general, Ir recorriendo algún espacio, ora sea dando pasos, ora de alguna otra manera (intrans.).
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Hemos visto hasta aquí que andar se comporta –salvo en (4) y (5)– como un verbo de movimiento inergativo, donde los sujetos humanos (aparte de los usos figurados) ejercen un control sobre ese proceso. Sin embargo, se registran empleos de andar que reflejan un movimiento no controlado; así sucede con (11) y (12) en que los sujetos pertenecen a la clase léxica de los : agua y azogue. (11) Tengan mucho cuydado que no se salga ni ande el agua por las calles en tanto que los algibes se hinchen (1538 Ordenanzas Granada (1552) 272, dh). (12) El Azogue […] parece plata viua, según bulle y anda a vnas partes y otras velozmente (1590 ACOSTA, J. Hist. Nat. Indias (1591) 142v°, dh).
En estos contextos de movimiento no controlado por el sujeto es frecuente la presencia de la variante pronominal (andarse), que destaca la inacusatividad: la falta de control del sujeto y la afección que sufre como tema de movimiento inmerso en ese proceso. Se aprecia en este caso un cambio en las propiedades del evento que se acomoda a las exigencias léxicas del sujeto: «una trasposición impuesta por las leyes de la materia», en palabras de Amado Alonso (1982 [1939]: 220). Así, en (13) no hay un movimiento de traslación, sino de eje, ya que nuestro conocimiento del mundo nos hace sabedores de dónde están los dientes y cómo pueden andarse (o moverse); en (14) también se alude a nuestro saber cotidiano para entender que el refrán no remite a ninguna mesa que se traslade, sino a una mesa inestable.
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(13) La verdolaga, majada e puesta en los dientes que se andan, fácelos afirmar (1500 Virtudes yerbas fº 3 (Gallardo Ensayo 1863 I 1236, dh). (14) Ni mesa que se ande, ni piedra en el escarpe (1580 HOROZCO, S. Recopil. Refranes 111, dh).
En este sentido la construcción doblemente pronominal de (15) y (16) parece estar emparentada con la inacusatividad de (13) y (14). Se trata de una construcción sintáctica donde la afección se desdobla ocupando dos espacios sintácticos: el del sujeto (zona de experimentación) y el del complemento indirecto (experimentante). (15) Si ombre se pone sobre algún almena o viga muy alta, quando mira lo baxo se le anda la cabeça (1531 OSUNA, FRAY F. Norte estados 28v°, dh). (16) Este xaraue de lo agro de las cídras […] aprouecha a la embriaguez y a la vertigo, que es que en el enfermo se le anda todo al rededor (1542 LOBERA DE ÁVILA, L. Antidotario 162d, dh).
Por otro lado, en el movimiento de trayectoria no limitada, además de sujetos animados, aparecen otras clases léxicas: y . En los ejemplos (17) y (18) se observa que el medio de traslación, que habitualmente se ubica en el sv –como hemos visto en el caso de sobre caballo (8)– ocupa la posición del sujeto: tanto carro como canoa son medios de transporte con que se realiza un desplazamiento. La marca pronominal de (18) podría considerarse un índice de inacusatividad como en (13) y (14); 236
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sin embargo parece más bien un se dinámico14, como el de (19), ya que el sujeto determina y controla su propio movimiento15. (17) Sobre lo ancho de la muralla podían andar a la par seis carros (1589 PINEDA Agric. I diál. 3 cap. 29 f°79c, dh). (18) La canoa grande se andaba por la laguna de pueblo en pueblo rrancheando los yndios (1582 AGUADO, P. Hist. Venez. (1918 I) 107, dh). (19) Mas el pato, cuya carne se condena, si no son las alas, por Galeno y Avicena, es símbolo de destruición, porque abrasa con su freza yerbas y plantas, tan ardiente es; y él, conosciendo el calor del laurel, le huye y se anda por lagunas y prados verdes (1589, Pineda, Juan de, Diálogos familiares de la agricultura cristiana, corde).
En (20) se aplica nuestro conocimiento pragmático para desentrañar el significado de la oración. Sabemos que el oro –a diferencia del agua o de azogue, sustantivos con que comparte propiedades de relevancia gramatical como su carácter continuo– puede andar (o moverse) porque se trata de un objeto de valor –como la moneda16– que permite intercambios comerciales. 14. En opinión de Lapesa (2000: 822), este pronombre aparece «con verbos intransitivos de movimiento o de estado […] y formas como irse, estarse, quedarse, marcharse, etc. han sido generales en la historia del idioma. En ocasiones, el verbo incrementado con pronombre reflexivo tiene un matiz significativo especial: indica una mayor intervención personal». 15. En efecto, hay otro se que, en oraciones como María se anda cinco kilómetros todas las mañanas, aporta un carácter aspectual perfectivo (o télico), vid. Bosque / Gutiérrez-Rexach (2009: 336 y 422-423). 16. En la lengua medieval se registra este uso, que se aprecia en: «Do foro a festo Sancti Michaelis usque in annum ii solidos in fossadera de la moneda que andidiere in Castella» (1200 FIbrillos (1846) 291, dh).
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Lo mismo sucede con otros sustantivos en que se reconoce una transferencia categorizada como un movimiento17. (20) Viendo que no era justo que anduviese El oro de aquella manera, se Enbió a hazer saber A su Magestad para que se quitasen los tres quilates de más y no anduviese en la Nueva España, y su Magestad fue seruido mandar que no anduviese más y que todo lo que se le huviese de pagar en almojarifazgo y penas de Cámara que se le pagase de aquel mal oro hasta que se acabase y no oviese memoria dello (1568 DÍAZ DEL CASTILLO Hist. NEspaña (1904 ii) 143, dh).
He prestado atención, hasta ahora, a aspectos como el significado del verbo, la importancia de las clases léxicas de los sustantivos que funcionan como sujeto o el modo de traslación incorporado en la pieza léxica o añadido en el sv. Atiendo a continuación a cómo se manifiesta la noción de trayectoria. En (21) andar remite a un movimiento de trayectoria no delimitada –así se muestra en por las gradas–, que incorpora el rasgo semántico de manera de traslación en el lexema, como sucede en (9). Esta precisión léxica supone la restricción selectiva del paradigma de sujeto (limitado al ser vivo que puede dar pasos). Además, la medida de la trayectoria recorrida se computa por medio de patrones claramente vinculados con el modo de movimiento (tres o cuatro pasos). Dentro de la esfera de movimiento se consolida un significado que ya en
17. Así sucede en este ejemplo con cartas y mensajerías que circulan de un lado a otro: «Credieron estos dichos e estas prophecías, / andidieron las cartas e las messajerías» (1230 BERCEO SMillán (1967) v. 409b, dh).
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esta época empieza a sentirse como prototípico18. Así, en Covarrubias (1995 [1611]) andar se define exclusivamente como: «Es moverse el animal por sus pies de un lugar a otro». En el Diccionario de Autoridades (1726) se aporta (al margen de la nutrida nómina de construcciones en que aparece este verbo) solo una definición del verbo andar; aunque, junto al significado de «Caminar, moverse el animal echando los pies adelante», se añade –con buen criterio– o «ir de un lugar a otro». (21) Se levantó y anduvo tres o cuatro pasos por las gradas (1560-67 CERVANTES SALAZAR, F. Crón. NEspaña (1914) 176, dh).
Tanto en (22) como en (24) encontramos trayectorias o extensiones que pueden ser recorridas, en mayor o menor medida, pero que presentan dos diferencias: una sintagmática (la trayectoria puede corresponder a un sn heredero del acusativo de extensión latino o a un sintagma preposicional encabezado por la preposición en, que alterna con por, sobre…) y otra diferencia de realia (una trayectoria terrestre –caminos– y otra acuática –laguna–). Por otro lado, en (23) la trayectoria se conforma a partir de la sucesión lineal de una serie de espacios disgregados. (22) Se vedaron caminos y andantes senderos andauan caminos retuertos (1553 Biblia Ferrara Jue 5, [6], dh).
18. La naturaleza semántica prototípica de andar se asocia con el grupo de los verbos de manera de movimiento del tipo caminar, como indica Morimoto (2001: 43-51). Para un análisis de este tipo de verbos, vid. Morimoto (2001: 113-142).
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(23) Después que obo andado todos los palenques y palestras y que en ninguno pudo auer vitoria […], acordó de se vestir lo más rico que pudo (1553 Crotalón (1871) 15, dh). (24) Cómo Cortés mandó hazer […] veleros para andar en la laguna (1568 DÍAZ DEL CASTILLO Hist. NEspaña (1904 I) 318, dh).
En (25) se aprecia otra consecuencia de la estricta selección léxica que afecta al significado del verbo andar: «solo andan los animales que tienen pies»19. Para aludir a los seres que habitan en cada uno de esos espacios se emplea una estructura triádica desarrollada en torno a verbos de movimiento concebidos desde su capacidad para designar una actividad genérica de carácter estativo. (25) Lo que anda sobre la tierra, y lo que nada en las aguas, y lo que vuela por el aire, y lo que resplandece en el cielo, tuyo es (1556-67 GRANADA Guía Pecadores (1906) 32, dh).
También la trayectoria (espacio en que se desarrolla un movimiento continuo interpretado como actividad) puede experimentar un desarrollo metafórico, como se aprecia en (26). El consejo que se le ofrece al pecador es que se comporte rectamente, esto es: se mueva (como los animales con pies) por unos caminos rectos (los de la justicia) y por otros, más angostos y menos trillados, que son las sendas del juicio.
19. Lo explica con elocuencia Cuervo en el (dcr, s.v. andar): «Como se ve, andar denota la manera natural de locomoción en los animales de tierra que se valen para ello de los pies ó patas; de suerte que por una parte se contrapone al correr, y por otra al nadar y al volar.»
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(26) Andaré por los caminos de la justicia y por medio de las sendas del juicio (1556-67 Íd. Guía Pecadores (1906) 113, dh).
Al aludir a andar en su condición de verbo de movimiento controlado por el sujeto, me refiero, como he señalado reiteradamente, a un movimiento de trayectoria imperfecta o no delimitada. Esta nota aspectual –de carácter prototípico– resulta fundamental, en mi opinión, para dar cuenta de las traslaciones semánticas del verbo y, también, para explicar su comportamiento como auxiliar en las construcciones perifrásticas andar + gerundio, como se señala en García Fernández (dir.) (2006: 87): «[…] la combinación de esta perífrasis verbal con las distintas clases de predicados y su correspondiente significado está condicionado por la naturaleza léxica de andar cuando no funciona como auxiliar. Andar es un verbo de movimiento, pero, a diferencia de ir (que puede funcionar también como auxiliar de una perífrasis de gerundio […]) no implica un movimiento orientado. Por este motivo, la perífrasis se combina de modo preferente con las denominadas actividades […], es decir, con los predicados durativos que no están orientados a la consecución de una determinada meta o telos».
Ha de precisarse, no obstante, que en las primeras etapas del idioma se registra el empleo de andar como verbo de movimiento de trayectoria orientada en competencia con el uso más habitual de ir, como se advierte en (27), (28) y (29). En el ejemplo (27) andare es un verbo de trayectoria orientada, con el mismo valor que ir: la trayectoria queda delimitada por el 241
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origen (desde la posición de enunciador) hasta el destino20. Por otro lado, tornare expresa la trayectoria orientada y delimitada de signo contrario: es decir, la noción de regreso. En (28) advertimos la coordinación de andar e ir y la marca del destino de la trayectoria (ad terras de moros). Además, el empleo de ser como auxiliar de tiempos compuestos de verbos inacusativos parece demostrar que el comportamiento sintáctico de andar difiere del que tiene cuando funciona como verbo de manera de movimiento. Los ejemplos (29) y (30) –que conviven en la misma obra– ilustran con claridad que el verbo presenta en estos primeros pasos del idioma dos comportamientos sintácticos diferenciados: el inacusativo (que compite con ir y que expresa un movimiento de trayectoria delimitada y orientada) y el inergativo (que indica un desplazamiento de trayectoria no delimitada ni orientada). (27) Dono vobis lignare et taillare et pascuere in illos montes […] et terminos de illas alias villas in circuitu Sangossa, quantum potueritis in uno die andare et tornare (1122 FSangüesa (1847) 430, dh). (28) Xaricos moros qui sunt itos vel andatos ad terras de moros (1129 Briviesca, Burgos (Lacarra Docs. Valle Ebro EEMCA 1946 II 521, dh). (29) Todo omne que fuere reptado, en todo el regno el rey déuel’ hazer seguro en andando a su cort e en tornando, e darle aduogado e captenedor en su drecho (1134 FViguera y Val de Funes (1956) 35,184, dh). 20. El esquema de trayectoria, desarrollado en el seno de la lingüística cognitiva, es una imagen que permite dar cuenta de todo tipo de trayectoria: origen, destino, trayecto y el movimiento que la figura (o viajero) desarrolla a lo largo de estos puntos de referencia. Vid. Cuenca / Hilferty (1999: 138-142).
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(30) Todo omne que fuere enfermo no es tenjdo de complir fuero a ningún querelloso fasta que pueda andar e yr por si a la eglesia (1134 FViguera y Val de Funes (1956) 30, 155, dh).
El empleo de andar como verbo de trayectoria orientada y delimitada –que parece circunscribirse a la etapa preliteraria– no resistirá la pugna de ir. A partir de este momento, andar se identifica con el movimiento en una trayectoria no delimitada, mientras que ir se asocia con el movimiento orientado y delimitado. Sin embargo, se mantendrán contextos –vinculados con la actividad comunicativa– en que el movimiento está delimitado por el eje de la enunciación, como sucede en (31) y (32)21: (31) Andaos a vuesttra casa y echaos vn ayuda (1528 DELICADO Lozana andaluza [Jiv]v°, dh). (32) –No. Ya está bien de ir al parque, maldita sea… Anda, anda a la biblioteca con los del xix, que son con los que
21. En este caso la trayectoria queda acotada por dos referencias: la de origen (de base comunicativa, relacionada con el anclaje de la enunciación) y la de destino (expresada lingüísticamente a través de la incorporación del SPrep encabezado por a). A la hora de analizar el aspecto (y, concretamente, la delimitación de un evento) han de considerarse los distintos niveles de constitución del SV: el nivel léxico y derivativo (que afecta al núcleo), el nivel sintagmático argumental (el de los complementos exigidos por el verbo, como sucede en los ejemplos aducidos), el nivel no argumental, el empleo de perífrasis y de tiempos compuestos, etc. Para un análisis de la construcción del SV desde un punto de vista temporal y aspectual, cf. Havu (1998: 122-193) y De Miguel (1999). Por otro lado, Morimoto (2001: 124, nota 5) advierte que en el español actual hay verbos de manera de movimiento que se comportan como verbos de dirección orientada, ya que admiten complementos de destino (correr a la farmacia, volar a Roma…).
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más te entretienes, y déjame a mí que avíe ese laberinto de las habitaciones de tu madre. Luego, te hago tortilla a la española para el almuerzo (1982, García Hortelano, Juan, Gramática parda, crea).
En resumen, dentro de la esfera del movimiento, pueden hacerse algunas consideraciones relativas a la evolución diacrónica de andar. En los inicios del idioma expresa, fundamentalmente, dos contenidos: movimiento ajustado a una trayectoria delimitada y orientada (compitiendo con ir) y movimiento desarrollado en una trayectoria no delimitada y no orientada22. El enérgico empuje de ir provoca que el empleo de andar para la expresión de un movimiento de trayectoria orientada y delimitada se reduzca a algunos testimonios en esa etapa preliteraria, si bien se registran en contextos comunicativos dialógicos usos exhortativos de andar (relacionados con la creación de marcadores de discurso interactivos23) en que el movimiento queda acotado por la referencia a la enunciación, como en (31) y (32). Posteriormente, se produce en el marco del movimiento de trayectoria no delimitada una especialización semántica, que irá afianzándose como uso prototípico de andar, y que 22. Nótese que también el verbo ir –en esta etapa preliteraria– funciona como un verbo de trayectoria no delimitada, como se aprecia en este ejemplo, en que se coordinan andetis (‘andéis’) y uadatis (‘vayáis’): «Et quod andetis et uadatis per totas meas terras ubi uolueritis liberi et securi cum uestro auer». [1126 Alfaro, Logroño (Lacarra Docs. Valle Ebro, eemca 1946 ii 513), dh]. No obstante, como comenta Havu (1998: 182) al referirse al verbo ir en el español actual, «indica casi sistemáticamente un movimiento que tiene meta, aunque es posible que esta meta no esté explícitamente expresada». 23. Para el origen y formación de ¡anda!, como marcador del discurso en construcciones del tipo: ¡Anda! Si al final viene Pablo, vid. Castillo (2008: 1739-1752).
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consiste en la incorporación de una nota semántica referida a la manera de movimiento (‘dando pasos’). Esta precisión semántica supone la reducción de las clases léxicas que ocupan la posición de sujeto, limitadas a los animales que dan pasos y, al mismo tiempo, como efecto de nuestro conocimiento del mundo, la reducción del tipo de trayectorias que estos animales recorren. Además, como consecuencia del carácter de estas clases léxicas, se trata de un movimiento controlado por el agente24. Podría pensarse que la consolidación de este contenido semántico de andar provoca la marginación de otros usos inacusativos de andar(se). Con ello no pretendo dar a entender que estos usos inacusativos de andar o andarse desaparezcan, sino que su documentación y mi competencia como hablante de una modalidad del español actual dan argumentos para considerar que son estructuras, cuando menos, marcadas y, por tanto, susceptibles de ser analizadas por los estudios lingüísticos dedicados a la variación, como parece demostrar su presencia en ejemplos como (33)25. 24. Según Talmy (1991: 486) –citado en Cuenca / Hilferty (1999: 200-206)– hay una diferencia fundamental entre la manera de proyectar el marco cognitivo del movimiento en las estructuras lingüísticas que tienen las lenguas románicas y las lenguas anglogermánicas. En las primeras se tiende a incorporar el trayecto en el lexema (verb-framed languages); en las segundas el trayecto se marca por medio de partículas (satellite-framed languages). Por otro lado, la manera se incorpora lexemáticamente en el verbo (en inglés o en alemán) y, en cambio, a través de sintagmas preposicionales (en francés o en español). Pues bien, si la hipótesis de Talmy no es errónea, la especialización significativa de andar (que afecta a la manera de movimiento) se confirma como un contraejemplo al modo habitual que las lenguas románicas tienen de reflejar lingüísticamente el marco cognitivo del movimiento. 25. Los resultados que ofrecen los bancos de datos (corde y crea) de las secuencias se le va la cabeza y se le anda la cabeza es ilustrativa. En el corde se
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(33) Asín me levanto / con los ojos que escuecin que rabian, / los güesos molíos, / la cabeza que asín se me anda (1902 GABRIEL Y GALÁN Extremeñas (1909) 300, dh).
No obstante, andar mantiene –al margen de la especialización basada en la selección léxica que resulta de la incorporación lexemática de una manera de movimiento– unos rasgos semánticos constantes (la traslación no orientada y el desplazamiento en una trayectoria no delimitada) que tienen reflejo en el crecimiento semántico del verbo andar y en su comportamiento sintáctico. Por otro lado, la restricción léxica que supone la especialización lexemática de andar, basada en la manera de movimiento, nos permitiría considerar que la presencia de unos sujetos en lugar de otros es, en ocasiones, una cuestión de frecuencia en la combinación de palabras, como se aprecia en este diálogo que podría engrosar la serie de ejercicios de colocaciones lingüísticas: (34) —¡Huy! ¡El barquito! ¡Qué lejos está ya!… —Es que va andando muy de prisa. —Los barcos no andan. Navegan. No sea usted ignorante (1963 MIHURA, M. Bella Dorotea I (1965) 56, dh).
registran 4 casos de se le va la cabeza (desde 1880 hasta 1966) y de se le anda la cabeza 3 registros (desde 1536-1658); en el crea se localizan 2 ocurrencias de se le va la cabeza (entre 1984 y 1992) y ningún caso de la construcción se le anda la cabeza.
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2. Del movimiento a la ubicación aproximada en el espacio En este apartado me limito a los usos de andar dentro de las relaciones estativas que se establecen entre la entidad y el espacio donde esa se ubica (La mesa anda en el desván). Siguiendo a Moreno Cabrera (2003: 103), los procesos son «relaciones de transición entre estados» y, en ese caso, el proceso de desplazamiento es una sucesión de estados locativos. En mi opinión, el modo de expresar la ubicación por parte de andar está asociado a los rasgos semánticos prototípicos del verbo cuando expresa movimiento. En (35) asistimos a la descripción de un objeto a partir de un verbo de movimiento, estructura relativamente habitual con sustantivos que se conceptualizan como líneas (carretera, río, cinta…)26. De este modo, se ofrece una imagen dinámica del objeto que se reinterpreta como una trayectoria recorrida. Nos encontramos ante un caso de coacción del tipo que, según De Miguel (2009: 356), «constituye un mecanismo de rescate de combinaciones cuyos rasgos léxicos no concuerdan y están en principio condenadas al colapso interpretativo». Tal vez pueda explicarse a partir del fenómeno de co-composición27, puesto que son las propiedades del objeto las que permiten la interpretación del evento como un estado
26. Estos sustantivos, según Pinker (2007: 245), «se conceptualizan como una línea sin límites (su única dimensión primaria) ampliada por una línea delimitada (su dimensión secundaria) que se traduce en una superficie». 27. Vid. De Miguel (2009: 360).
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(la cuerda es una trayectoria28) y no como un desplazamiento (la cuerda, en ese caso, sería el tema de movimiento)29. (35) Cuero de venado para la cuerda que anda de la rueda [a]l mortero, porque de nequén no vale nada y se afloxa presto (1581 CASAS, G. Arte críar seda 16v°, dh)
El ejemplo (35) sirve para ilustrar un fenómeno que afecta, de modo general, a los verbos de movimiento que, por su significado, pueden ofrecer una descripción dinámica de determinados elementos de la realidad. Sin embargo, interesa detenerse en la expresión de la ubicación por parte de andar, ya que está determinada por el modo como expresa movimiento este verbo. Si prestamos atención a las construcciones de (36) y (37), que no son infrecuentes con andar, resulta difícil determinar (a veces, ni siquiera un contexto más amplio lo permite) si estamos ante un movimiento de traslación o ante un estado de ubicación aproximada. (36) Plega a Nuestro Redemptor que estas gentes salvajes, en vida e ventura de la Cesárea Católica Majestad, vengan en conoscimiento e servicio de Dios, y en obidiencia de la 28. Téngase en cuenta el comentario de Moreno Cabrera (2003: 125): «La definición enciclopédica de carretera nos dice que se trata de una entidad que se extiende entre dos puntos extremos (origen y final) y que pasa por muchos puntos intermedios entre ellos. Por tanto, no solo es posible que esa entidad esté localizada a la vez y al mismo tiempo en muchos lugares, sino que su propia esencia obliga a esa ubicuidad.» 29. Para una discusión sobre la naturaleza de estas construcciones denominadas de movimiento ficticio, vid. Moreno Cabrera (2003: 123-128), que considera que estas estructuras «no denotan en general procesos sino estados, cuya estructura semántica, tal y como hemos visto, es isomorfa a la estructura semántica de los desplazamientos» (p. 127).
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corona real de Castilla, como buenos e fieles vasallos de Su Majestad, a quien estos tres hidalgos ya dichos, Alvar Núñez Cabeza de Vaca, e Andrés Dorantes e Alonso del Castilla, haciendo relación de lo que la historia ha dicho, lo escribieron, certificando que por toda la tierra donde andovieron, no vieron idolatría, ni sacrificar hombres, ni saber qué cosa es, hasta que llegaron a la cibdad de Compostela, que edeficó e pobló en aquellas partes el gobernador Nuño de Guzmán (1535-1557, Fernández de Oviedo, Gonzalo, Historia general y natural de las Indias, corde). (37) De noche andauan en aquella tierra vnos murciélagos grandes muy dañosos, y solo el remedio contra ellos era la luz (1599 ALEMÁN GAlfarache 181, dh).
Cuando andar funciona como verbo de ubicación, esta puede ser estativa no existencial, como en el ejemplo (36), o estativa existencial, como en (37); distinción que tiene que ver no solo con el orden oracional, sino con el conocimiento compartido (temático) del referente que se pretende ubicar, como se comprueba en (36)30. Por otro lado, en la construcción estativa existencial de (37) el marco con respecto al cual se ubica el objeto (el sujeto de andar) puede ser locativo o temporal (de noche).
30. Según Leonetti (1999: 816), atendiendo a la «estructura informativa, estar contrasta con haber porque no da lugar a construcciones existenciales, sino a predicaciones locativas: en ellas se relaciona un argumento locativo con un argumento sujeto que puede perfectamente ser definido y necesita una interpretación específica o referencial porque es sujeto de predicación, lo que no sucede con el argumento interno de haber».
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Los ejemplos (38) y (39) son casos de ubicación no existencial, como se demuestra por la posibilidad de emplear la proforma estativa (estar). Esta construcción se conforma, como es lógico, a partir de dos espacios argumentales que han de estar obligatoriamente presentes: la entidad y el espacio. A diferencia de lo que ocurría con la trayectoria en los usos de andar como verbo de manera de movimiento, en este caso la ubicación es necesaria para la ajustada comprensión de los enunciados como eventos estativos. Si se prescinde del argumento locativo los eventos pasan a interpretarse como procesos de desplazamiento: las mancebas públicas que andan (38) o perdido por andar (39). (38) Mandamos y tenemos por bien que las mancebas públicas que andan al mundo, que no trayan faldas rastrando de manto ni de pelote (1500 Ordenanzas Sevilla (1527) 64, dh). (39) Gran enemigo del coro y de comer en el convento, perdido por andar fuera, amicíssimo de negocios seglares y visitar (1554 Lazarillo (1967) 129, dh).
El análisis de estas construcciones como estativas supone un cambio de los papeles temáticos que integran la estructura argumental con respecto al empleo de andar como verbo de movimiento31. De esta forma el sujeto que controla el movimiento 31. Mateu (2009: 296) mantiene que la teoría construccionista de Goldberg (1995), basada en la importancia de los argumentos como factores del cambio de significado del verbo, es útil para explicar cómo verbos de actividad como cantar o trabajar (o como andar) se integran en una «construcción existencial locativa». Las oraciones En esta fábrica solo trabajan mujeres o En este coro cantan niños se interpretan como En esta fábrica hay mujeres trabajando o En este coro hay niños cantando «lo que avalaría el hecho de que el significado de la construcción no sea agentivo sino existencial».
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pasa a ser tema de ubicación, la actividad del movimiento se considera un estado y la trayectoria, un dominio espacial: las mujeres están al (en el) mundo y el clérigo se pierde por estar fuera. Nos encontramos ante una zona borrosa dentro del ámbito de significación del verbo andar (entre el espacio y el movimiento) que resulta difícil de deslindar. Dentro de los estados de ubicación estar es el hiperónimo de mayor jerarquía y, en este ámbito de la ubicación (controlado por estar), otros verbos asumen valores más especializados. Así, en el caso de andar, el objeto se sitúa aproximadamente en el espacio, es decir, en un lugar impreciso, un espacio abierto, fácilmente identificable con esa trayectoria abierta, no delimitada e imperfecta que forma parte de los rasgos de prototipicidad de andar como verbo de movimiento. La ubicación tiene un carácter de aproximación32: si el objeto se ubica con respecto al espacio, pero no en él, estamos ante una localización circunferencial; si el objeto se ubica dentro del espacio en un punto aproximado, la localización es vial. Por otro lado, ha de reconocerse que, dadas las características de andar, si el tema de ubicación –conforme a nuestro conocimiento del mundo– es dinámico, como sucede con murciélagos en (37), se conserva la noción de movimiento localizado en un espacio. También se mantiene esa idea de movimiento, aunque el sujeto no sea dinámico (libro), cuando hay una idea de espacio disgregado, configurado a partir de una sucesión de espacios (en las manos de todos), como se observa en (40). Los acontecimientos, a pesar de su dinamismo interno, tienen un valor de ubicación existencial (hay) cuando –como en (41)– aparecen en ssnn indefinidos, ya
32. Moreno Cabrera (2003: 67-68).
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que, según Leonetti (1999: 815), «resultan siempre aceptables en los contextos existenciales porque no contienen presuposiciones sobre la existencia y la unicidad del referente». (40) Fue en esto tan singular en aquellos tiempos, que nos quedo vn libro grande della, ya estampado, y anda en las manos de todos con muchas aprouaciones (1600, Sigüenza, Fray José, Segunda parte de la Historia de la Orden de San Jerónimo, corde). (41) Por mí salud, paresce que anda acá fuera algún juego de cañas, según el estruendo (1545-65 LOPE DE RUEDA Eufemia (1896) 19, dh).
En (42) se plantea un caso en que la ubicación presenta un carácter de hábito o progresión en el pasado. El sujeto se localiza en un espacio que se mantiene de manera intermitente, pero progresiva, valor que no parece posible con estar. Este empleo de andar, como ubicación habitual y continuada en el pasado, se asemeja a algunos empleos de vivir. Así lo explica Amado Alonso (1982 [1939]: 217): «Los giros con andar y con vivir no señalan objetos diversos, puesto que unos y otros cumplen una caracterización del vivir, pero sí cuantitativamente diferentes: la caracterización del vivir se limita con andar a un episodio, mientras que con vivir se extiende por la vida del sujeto». (42) Solo quiero dezir que estas desórdenes en todos me hizo a mi como a vno dellos. Andaua entre lobos, enseñéme a dar aullidos (1599 ALEMÁN GAlfarache 136, dh).
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En (43) se observa el uso de la variante pronominal (andarse) que refuerza el control que el sujeto ejerce sobre la ubicación que ocupa: una ubicación controlada. Esta oposición entre la variante pronominal y no pronominal se da con otros verbos como quedar y quedarse, y así se advierte en la misma paráfrasis de Correas en (44). (43) Al hombre bullicioso y orgulloso mejor le es andarse en la corte que no retraerse a la aldea (1539 GUEVARA Menosprecio fº 7b, dh). (44) El buei para arar, el ave para bolar, i el pez para nadar, i el onbre para trabaxar. El buei pazka, ke la vaka en kasa se anda; o la bezerrilla… Entiéndese: del onbre i la muxer, i hixa o hixas, ke se kedan en kasa i komen kuando kieren (1627, Correas, Gonzalo, Vocabulario de refranes y frases proverbiales, corde).
Es lógico que la ubicación aproximada del objeto en el espacio responda en ocasiones a una cierta inseguridad epistémica por parte del hablante. Amado Alonso (1982 [1939]: 222), de nuevo, con fina intuición comenta a propósito de andar + gerundio: «¿Dónde está don Sixto? –Andará pintando por el jardín. […] La trasposición imaginativa de los movimientos alude a los diversos puntos del jardín donde con igual probabilidad y con igual inseguridad estará don Sixto pintando. Una localización, dentro del jardín, imaginativamente dispersa, como virtualidad, que vale lógicamente por vaga.»
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Desde luego, el comentario se ajusta perfectamente a una estructura como anda por el jardín. El emisor sabe que el sujeto está dentro de ese espacio (el jardín), pero es incapaz de precisar su ubicación dentro de esa extensión espacial. La construcción, por tanto, muestra la incapacidad del emisor para determinar el lugar exacto que ocupa el objeto dentro de un espacio referencial amplio, como se aprecia en (45). (45) ¿No dijo eso Cristo en casa de Marta y María? ¿Y no dijo Santa Teresa que nuestro señor también andaba entre los pucheros? Pues a lo mejor también anda por aquí entre mis zapatos viejos y mis medias suelas. Más obras de caridad y menos palabras, remendón, que la fe sin obras es una fe muerta, y además es de paganos tanta afición a los toros (2001, Muñoz Molina, Antonio, Sefarad. Una novela de novelas, crea).
En el apartado correspondiente al examen de andar como verbo de movimiento, señalaba, a propósito de (4) y (5), una de las proyecciones metafóricas más recurrentes: se pasa del movimiento de las entidades al movimiento del tiempo. Dentro de la esfera de la ubicación se mantiene una proyección metafórica semejante: la dimensión temporal es un desarrollo figurado de la extensión espacial. En (46) se recogen construcciones de carácter impersonal que sitúan un acontecimiento en el tiempo, concebido como un trayecto. Al lado de una expresión del tipo ha ocho años o más que (que alterna con hace ocho años o más que…), se localiza otra desarrollada en torno al verbo que nos ocupa, anda en nueve años que, recogida en (46)33. 33. Para el análisis de las expresiones temporales impersonales en torno al verbo hacer, vid. García Fernández (2000: 154-167).
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La naturaleza semántica de andar como verbo de movimiento de trayectoria no definida, frente al carácter perfectivo y delimitado de haber (o hacer), nos permite contemplar el mismo evento desde una perspectiva diferente34. La trayectoria temporal se puede contemplar como una sucesión parcelada de episodios delimitados ya acaecidos (se cumplen o se hacen los años) o desde la ininterrumpida sucesión del tiempo: un espacio no delimitado, un camino que simplemente se anda. Esta naturaleza imperfectiva de la ubicación espacial –que hemos visto en (45)– se mantiene a la hora de computar el paso del tiempo: anda en nueve años puede parafrasearse por ‘aproximadamente hace nueve años’. De hecho, en el texto se advierte esa paráfrasis en la fórmula ha ocho años más o menos, ya que hace más o menos nueve años que llegó a la isla. Tal vez pueda decirse que la llegada a la isla es un evento puntual, frente a la continuidad asociada al conocimiento paulatino de las personas que habitan en la isla. Es cierto, pero lo que considero aproximado es la datación cronológica del evento, con independencia de la puntualidad que este tenga. (46) –A la primera pregunta se rresponde que anda en nueve años que vine a esta ysla Ispañola. –A la segunda pregunta digo que ha ocho años o más que conosçe por vista y por ysperençia muchos caçiques e yndios desta ysla; y en este tienpo les he comunicado y tratado harto (1517, Anónimo, Instrucción a los padres de la Orden de San Jerónimo, corde).
34. Recuerda Pinker (2007: 261) que «la palabra ‘aspecto’ procede del latín ‘mirar a’, y guarda relación con ‘perspectiva’, ‘espectador’ y ‘espectáculo’».
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De manera semejante, en (47) la entidad (o, en términos cognitivos, figura) se ubica en un espacio convertido metafóricamente en un marco temporal (fondo). En la construcción temporal E quando fuere en edat de veynt & sex annos, la figura se encuentra en un punto preciso (los veinte años de edad) dentro de un fondo temporal proyectado al futuro, de forma que este acontecimiento se contempla como un episodio puntual y preciso, a partir del cual se desencadena otro evento (recibir orden de diachono): son por tanto acontecimientos sucesivos. Por el contrario, en E quando andudiere en edat de treynta annos; de preste, el episodio del ordenamiento de preste (también un evento puntual en el futuro) se concibe como un corte en la continuidad temporal que evoca la andadura vital: más que una secuencia sucesiva de acontecimientos hay un espacio (o estadio) aproximado donde se produce la convivencia de eventos. (47) E quando fuere en edat de veynt & sex annos; puede recebir orden de diachono. E quando andudiere en edat de treynta annos; de preste (1256-1263, Alfonso x, Primera Partida. British Library Ms. Add. 20787, corde).
En (48) se observa la ubicación del sujeto en el desarrollo de una actividad. Se trata en este caso de la elocución de un discurso (ando en la tercera parte del sermón) concebida como trayectoria que se recorre en un tiempo determinado, que se destaca por medio del uso de ya (que aporta un contenido aspectual y temporal). (48) PINCIANO ¡Ay, por la necedad del señor pagaba su caballo, como el asna de Balaam! Traslúceseme que el buen
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hidalgo pechó en este camino. PALATINO Agora lo veréis, que ya ando en la tercera parte del sermón. Desta manera caminaron por sus jornadas contadas hasta llegar a Burgos y sin acaescerles cosa que de contar sea, más de que el andaluz gastaba espléndidamente […] (c. 1550, Arce de Otárola, Juan de, Coloquios de Palatino y Pinciano, corde).
3. Algunos usos no predicativos de andar En los apartados precedentes he analizado el comportamiento de andar en la esfera del movimiento y en la del espacio. En los ejemplos examinados el verbo mantiene su valor como pieza léxica que, debido a su carácter predicativo, desarrolla espacios argumentales de acuerdo con esas esferas semánticas. No obstante, hay casos en que andar deja de funcionar como núcleo léxico de la estructura argumental y se comporta como una marca flexiva, no desemantizada por completo: se trata de casos en que andar es un verbo de apoyo motivado léxicamente. He de reconocer que (46) y (47) podrían haberse incluido en este apartado, ya que podría considerarse que la expresión temporal (la clase léxica de la edad) es predicado de una construcción ceroargumental –debido a su carácter impersonal en (46)– o monoargumental en el ejemplo (47): ‘la edad de alguien ’ o ‘los años de alguien ’. Sin embargo, la consideración de la ubicación temporal como proyección a partir de lo espacial me pareció suficientemente relevante como para tratar estos ejemplos en el apartado anterior.
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En los ejemplos (48) y (49) nos encontramos ante eventos que podemos catalogar como acontecimientos. En este marco de predicación los núcleos eventivos son viento y enfermedad (como demuestran paráfrasis del tipo ‘en tiempo que no haya –o no haga– viento’ o ‘en este año hay enfermedades contagiosas’) y andar, desplazado del eje semántico de predicación, funciona como verbo de apoyo. (48) Deuen le quemar; y esto se haga en tiempo que no ande viento rezio, que no lleue aquella pauesa o çeniza (1513 HERRERA, G. A. Agric. 5vº, dh). (49) Esta villa está fundada en tierra llana; […] es tierra no muy enferma, aunque en este año andan enfermedades contagiosas (1576 Relaciones pueblos España Tol. 2a (1963) 4, dh).
Ahora bien, no se trata de un verbo de apoyo vacío de significado: es un verbo de apoyo apropiado léxicamente35, ya que entre el verbo y el núcleo de predicación se establece una estrecha motivación semántica. Como el fenómeno atmosférico del aire o del viento se categoriza como un movimiento, la clase léxica de viento (y sus hipónimos: cierzo, tramontana, euro o solano) selecciona el verbo andar36. Tal vez por eso decimos hace sol, hace aire o hace frío, pero no *anda sol o *anda frío, porque estos fenómenos atmosféricos no 35. Para el concepto de verbo de apoyo apropiado vid. Alonso Ramos (2004: 100 y ss.). En este sentido, puede defenderse que la alternancia entre una secuencia con un verbo de apoyo apropiado del tipo anda viento y otras con verbos de apoyo más neutros como hace viento o hay viento corresponde a una diferencia de registro, de ámbito de uso o una variante diacrónica. 36. En estos casos andar expresa movimiento de un modo general y se aleja, por tanto, de la fuerte restricción léxica que experimenta cuando se interpreta como verbo de manera de movimiento.
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se conceptualizan como movimientos37. Del mismo modo, el sustantivo enfermedad (predicado de acontecimiento) se asocia sintagmáticamente a un verbo de movimiento que aporta la noción de extensión imprecisa de un acontecimiento: al fin y al cabo, las enfermedades –como las personas, las ideas o el tiempo– se mueven; eso sí, a su manera. En los ejemplos (50), (51) y (52) los núcleos de predicación (dolencia, guerra y conversación) expresan un proceso no controlado por el agente (en el caso del predicado dolencia) o procesos controlados (los núcleos predicativos guerra y conversación exigen la presencia de agentes que intervengan en esos eventos). (50) Sy esta dolencia que todauýa anda no cesa o díese otra semejante […], no queda yndío para poder los cristianos españoles vibyr en esta prouincya (1531 Doc. Pedrarías Dávila (1944) 681, dh). (51) El qual, después andando la guerra más adelante, tornó a cobrar la Chusa (1548 ÁVILA Y ZÚÑIGA Guerra Alemania (1767) 22, dh). (52) La conuersación anduuo, y della se pidió juego (1599 ALEMÁN GAlfarache 20, dh).
Atendiendo a su aspecto léxico se trata de actividades que, por su inconcreción, son susceptibles de ser modificadas por verbos fasales38, de manera que puede precisarse la temporalidad interna del evento: inicio, de continuación o fin. 37. Para el empleo de hacer como verbo de apoyo de núcleos predicativos que denotan fenómenos atmosféricos, cf. Sánchez Jiménez (2009: 222). 38. Según Alonso Ramos (2004: 107), es «verbo fasal todo verbo cuyo sentido denota una fase del estado de cosas designado por el nombre (su comienzo, su
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Naturalmente, andar no funciona como un verbo fasal inicial –como sucede con entablar en entablar una conversación o entrar en entrar en guerra– ni como verbo fasal final –así ocurre con cesar en cesar la dolencia, tal y como se refleja en (50)–, ya que son fases télicas y puntuales del evento y, como sabemos, ni la telicidad ni la puntualidad son contenidos afines a su prototipicidad léxica. Sin embargo, andar es un verbo idóneo para expresar la fase continuativa, proyectada a partir de las nociones básicas de andar como verbo de movimiento: trayectoria (progresión) no delimitada (no orientada temporalmente). He de hacer notar –si es que el lector no lo ha hecho ya– que en ninguno de estos ejemplos podemos emplear estar (la proforma estativa por definición), ya que, como señalan Bosque / Gutiérrez-Rexach (2009: 301), el estado «es una eventualidad que posee duración pero no es delimitada ni dinámica, es decir, no culmina o se completa, y además permanece constante a lo largo del intervalo temporal en que acontece». Lo que comparten andar y estar es la falta de delimitación aspectual del evento, pero andar aporta un dinamismo continuo –heredado de su carácter como verbo de movimiento– que no puede expresar estar, de por sí, como palabra predicado39. Andar es un verbo de movimiento que acaba indicando estado porque
continuación o su final)». Vid., para la relación entre verbo de apoyo y verbo fasal, Alonso Ramos (2004: 107-110). 39. La intuición de Amado Alonso (1982 [1939]: 219) vuelve a ser iluminadora: andar se asocia con lo frecuentativo (situación heterogénea) y estar se identifica con lo durativo (situación homogénea): «Estar se refiere al e s s e , como estado alcanzado; andar al o p e r a r i , con actuación varia, aunque sea dentro de un episodio singular».
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Andanzas del verbo andar
su actividad y dinamismo se contempla en su totalidad40; estar expresa situación, estado y solo participará en construcciones dinámicas cuando funcione como auxiliar de verbos que expresan actividades o realizaciones. Referencias bibliográficas Alonso, Amado (31982 [1939]): «Sobre métodos: construcciones con verbos de movimiento en español», en Amado Alonso: Estudios lingüísticos. Temas españoles, Gredos, 190-236, Madrid. Alonso Ramos, Margarita (2004): Las construcciones con verbo de apoyo, Visor, Madrid. Bosque, Ignacio / Violeta Demonte (dirs.) (1999): Gramática descriptiva de la lengua española, Espasa Calpe, Madrid, 3 vols. Bosque, Ignacio / Javier Gutiérrez-Rexach (2009): Fundamentos de sintaxis formal, Akal, Madrid. Castillo, Mónica (2008): «La formación de los marcadores discursivos vaya, venga, anda y vamos», en Concepción Company Company / J. G. Moreno de Alba (eds.), Actas del vii Congreso Internacional de Historia de la Lengua Española, Mérida (Yucatán), 4-8 de septiembre de 2006, Arco Libros, Madrid, vol. 2, 1739-1752. corde = Real Academia Española: Corpus diacrónico del español, , visitado en octubre de 2009. Covarrubias, Sebastián (1995 [1611]): Tesoro de la lengua castellana o española. Edición de Felipe C. R. Maldonado y Manuel Camarero, Castalia, Madrid. crea = Real Academia Española: Corpus de referencia del español actual, , visitado en octubre de 2009.
40. En cierto sentido, andar funciona como verbo fasal continuativo y adquiere un valor estativo, ya que se asimila a los verbos de estado «que expresan una duración inherente (continuar, durar, perdurar, seguir)», en De Miguel (1999: 3013).
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10 La configuración del sistema de sufijos locativos en español (siglos xii-xvii)1
M.ª Jesús Torrens Álvarez Mariano Quirós García Instituto de Lengua, Literatura y Antropología, cchs-csic, España
Resumen Dada la importancia de la dimensión espacial en cualquier lengua y la extrema escasez de trabajos dedicados a la expresión locativa mediante procedimientos de formación de palabras, sobre todo desde una perspectiva diacrónica, hemos emprendido una ambiciosa investigación sobre los principales sufijos castellanos que comparten esta significación, estudiando su configuración y evolución a lo largo de la Edad Media y los siglos xvi y xvii. En el presente trabajo nos centramos en 1. La elaboración del presente trabajo ha sido posible gracias a los proyectos de investigación ffi2009-12018 y ffi2009-07399, financiados por el micinn.
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los sufijos -ario, -dero, -dor, -ero y -torio, con la intención de valorar su vitalidad, su productividad o su desgaste neológico a lo largo de la cronología estudiada. Abstract Considering the importance of spatial dimension in any language and the scarcity of works specialised on the locutive expression through word formation procedures, especially from a diachronic perspective, we have undertaken an ambitious study about the main Spanish suffixes sharing this locative meaning, by studying their formation and evolution throughout the Middle Ages and the 16th and 17th centuries. We have focused on -ario, -dero, -dor, -ero, and -torio suffixes, aiming to assess their vitality, productivity or debilitation throughout the above mentioned chronology. 1. Introducción
E
de la lengua española es el resultado de un largo proceso de concurrencia y de alternancia. Tras heredar del latín determinados afijos y algunos mecanismos de formación de palabras, el castellano continuó aplicando esos mismos patrones en la creación de nuevos términos, lo que, desde el punto de vista onomasiológico, se tradujo en la posibilidad de codificar un mismo significado a través de sufijos distintos. Así, por ejemplo, para formar sustantivos que designaran cualidad podía acudirse a -dad, -ez, -eza o -ura, que a veces confluían en una misma base (asperidad, aspereza, asperura), o si se pretendía disponer de un sustantivo que expresara una acción se recurría principalmente a -ción y -miento. De esta manera comenzaron a l actual sistema derivativo
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La configuración del sistema de sufijos locativos
fraguarse los diferentes paradigmas derivativos o Reglas de Formación de Palabras, caracterizadas por la asociación entre un significado, una relación categorial y uno o más afijos, en cuyo marco cada sufijo se diferenciaría de los demás por su capacidad neológica y su disponibilidad a lo largo de las diferentes etapas históricas. Dada la importancia de la dimensión espacial en cualquier lengua y la extrema escasez de trabajos dedicados a la expresión locativa mediante procedimientos de formación de palabras, particularmente desde una perspectiva diacrónica, hemos emprendido una ambiciosa investigación sobre los principales sufijos castellanos que comparten esta significación, estudiando su configuración y evolución a lo largo de la Edad Media y los siglos xvi y xvii. Han sido objeto de especial atención los significados agentivos y sus extensiones semánticas a otros valores, entre ellos el de lugar, como es el caso de -dor, que forma normalmente sustantivos deverbales agentivos, pero que puede dar origen a derivados de instrumento o de lugar (abridor, comedor [Pascual y Sánchez 1992, Rainer 2004, 2005a y 2005b]); pero lo que hasta ahora no se ha intentado es una búsqueda exhaustiva de estas formaciones a lo largo de los siglos, punto de partida para un análisis detallado, ya sea este de carácter morfológico, léxico o semántico. La categoría semántico-funcional locativa en los sufijos resulta de especial complejidad, ya sea por la misma dificultad de definir el concepto de lugar, ya, como causa y/o consecuencia de ello, por las interferencias con otras significaciones muy próximas, como la de cantidad (en el caso de colectivos como palmeral) o la de instrumento (por ejemplo, abrevadero). Son éstos aspectos que redundan en la falta de univocidad semántica de los sufijos, o lo que es lo mismo, en su polisemia, pues la mayor parte de los que podemos adscribir a la significación 267
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locativa poseen al mismo tiempo otros valores. Establecer si el significado locativo es primordial o secundario, originario o derivado, y en este último caso, el mecanismo de extensión por el que lo ha adquirido (básicamente, por metonimia o metáfora, pero también por medio de la elipsis y el préstamo [Rainer 2004]), será una de nuestras prioridades, y estamos convencidos de que solo el estudio en diacronía permitirá una correcta descripción del sistema actual de sufijos locativos. En el presente trabajo vamos a prestar particular atención a algunos de estos sufijos, en concreto, ordenados alfabéticamente: -ario, -dero, -dor, -ero y -torio. De acuerdo con las pautas establecidas en otros estudios, como, por ejemplo, el realizado para el portugués por Rio-Torto (1998), nuestra intención fundamental va a ser la de evidenciar a qué afijos se recurría durante la Edad Media y los siglos xvi y xvii para la formación de este tipo de términos, lo que, a su vez, permitirá la valoración de su vitalidad, su productividad o su desgaste neológico a lo largo de la cronología estudiada. 2. Metodología de trabajo Al igual que en otros trabajos en los que se ha tenido que manejar una nómina de términos más o menos amplia, como es el caso del capítulo que Ramón Santiago y Eugenio Bustos dedicaron a la derivación nominal en la Gramática descriptiva de Bosque y Demonte (1999: iii, 4505-4594), nos decidimos a tomar la vigésima segunda edición del Diccionario de la Real Academia Española (drae-2001) como fuente para la recopilación de derivados con significado locativo, dado que, por ejemplo, realizar una búsqueda del tipo *ero (*era, *eros, *eras) en el Corpus Diacrónico del Español (corde) y realizar un expurgo de los ejemplos evidenciados –sistema por el que op268
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tamos en un primer momento– resulta una actividad gravosa y descorazonadora, máxime cuando se aborda el análisis de varios sufijos. No obstante, no hemos considerado nunca el drae como una fuente indiscutible, sino, más bien, nos hemos acercado a ella siempre con una gran dosis de precaución; en primer lugar, porque, como es sabido por todos, el hecho de que en un diccionario se recoja una palabra no quiere decir que esta haya gozado de uso alguno fuera de los límites del propio ámbito lexicográfico –lo que se conoce como fantasmas–, cuestión que parece afectar en gran medida en el drae a las palabras derivadas mediante sufijos (Quirós García 2007 y 2009). Asimismo, porque cotejando el diccionario académico y la frecuencia y vitalidad de un término, como tantas veces ha advertido Manuel Seco, nos encontramos ante algunas unidades léxicas que figuran allí bajo el aspecto de palabras generalizadas, aunque en realidad disponemos para ellas de un número bastante exiguo de documentaciones o, en algunos casos concretos, solo contamos con un único ejemplo de uso. La falta de homogeneidad de criterios en las definiciones y en la misma lematización (dado que en ocasiones una variante fonética desusada remite a la considerada estándar, mientras que en otras cada una posee su propia entrada y definición, como por ejemplo sucede con almarjal, almajal y almajar; cancellería, cancillería y chancillería) ha supuesto una dificultad importante para la búsqueda de los términos; por otra parte, y a pesar de que el drae da cabida a muchas voces no ya anticuadas, sino perdidas en el uso real desde hace siglos, son lógicamente numerosas las palabras antiguas que no se recogen, carencia que hemos procurado suplir acudiendo a trabajos como los de Rainer (1993), Pharies (2002) o Pattison (1975), que proporcionan elencos bastante completos, particularmente para el período medieval. Hemos utilizado 269
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también el Diccionario de Autoridades (en adelante Aut.), que en bastantes ocasiones ofrece testimonios que no aparecen en el corde o que retrotrae las documentaciones que en él se hallan (desafiadero, descubridero, servidor, agracera, caponera, venadero, calefactorio, etc.), y el Diccionario Crítico Etimológico Castellano e Hispánico (dech) de Corominas y Pascual, que, aunque presenta algunas carencias por lo que respecta a las voces derivadas, proporciona a veces algunos datos fundamentales para su documentación. Por último, hemos tenido que enfrentarnos a algunas definiciones demasiado contextualizadas, es decir, dependientes de uno o varios ejemplos, y además dudosas, lo que nos ha conducido a no incluir los correspondientes términos en nuestro trabajo. Tal es el caso de gastadero, definido en el drae como ‘sitio o acción en que se gasta algo’2 y ejemplificado en el propio diccionario con los sintagmas «gastadero de tiempo, de paciencia», inspirados, sin duda alguna, en la anónima Historia del descubrimiento de las regiones austriales (1605-1609), donde se hace referencia precisamente a los «gastaderos de tiempo y quebraderos de cabeza» del Adelantado Pedro Fernández de Quirós. Con todas estas reservas, procedimos a la extracción y clasificación de los términos que conforman nuestro material de trabajo, para después volver al corde y acometer su documentación. En este sentido, no es necesario hacer demasiado hincapié en los inconvenientes que para búsquedas exhaustivas presenta el empleo del corpus diacrónico de la Academia por su diversidad de criterios de presentación gráfica, que obliga al estudioso a imaginar todas las posibles variantes con que una 2. La definición ya resulta, de por sí, bastante extraña al equiparar dos conceptos como sitio y acción. De hecho, es la única palabra en todo el drae en la que ambos aparecen unidos de esta manera.
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palabra pudo aparecer escrita a lo largo de su historia. Mayor problema, si cabe, supone la datación ofrecida para alguna de las obras, puesto que no siempre se distingue entre original y testimonio, aunque el texto conservado solo nos haya llegado a través de una o varias copias tardías, atribuyendo todos los rasgos al original sin tener en cuenta que la variación y los cambios son connaturales a cualquier proceso de copia. Sin embargo, y a pesar de que serán numerosas las combinaciones gráficas que se nos hayan pasado por alto, tras las cuales quizá se oculte una documentación más temprana o más clara de los valores que buscábamos, y a pesar también de que la datación de algunos textos sea cuando menos discutible, no existe un corpus similar en cuanto al volumen de palabras. Consideramos, por otra parte, que la cantidad de voces estudiadas, cada una con un elevado número de variantes, es suficientemente amplia como para que los errores derivados de estos inconvenientes no distorsionen apenas la visión global de los sufijos seleccionados; así pues, creemos que las ausencias y los errores, que de unos y otros habrá, no invalidan las conclusiones que podamos extraer. 3. El significado de «lugar» en la derivación nominal El recuento de sufijos susceptibles de poseer significado locativo ronda la cuarentena, cifra llamativamente elevada si se tiene en cuenta el número total de sufijos del castellano. Sorprende, además, que excepto -edo, ninguno de ellos tenga este significado como único o exclusivo. Se comprueba, por tanto, que el grado de asimetría morfológica, esto es, de falta de correspondencia biunívoca entre afijo y significado, es especialmente alto en el caso de la expresión de lugar, pues son 271
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muchos los sufijos capaces de vehicular este valor y, al mismo tiempo, varios los significados que cada uno de ellos puede encarnar además del locativo. Por ejemplo, sustantivos denominales en -ería (o -ero + -ía) pueden expresar, al menos, los siguientes significados: ‘actividad’, jardinería; ‘conjunto de productos u objetos de’, cristalería; o ‘lugar’, zapatería. Con mucha frecuencia, una misma palabra posee estos tres valores semánticos, como carpintería o joyería, que pueden hacer referencia al oficio o actividad, al producto resultante de dicha actividad y, por supuesto, al lugar en el que la actividad se desarrolla o donde se vende el producto. Estas asociaciones e interferencias entre el significado locativo y otros afines han sido puestas de manifiesto en numerosas ocasiones, sin que exista consenso sobre la preeminencia de unas sobre otras. Aparte de la asociación de lugar, actividad y producto de carpintería y similares, en casos como arenal o naranjal la interferencia se produce entre los conceptos de colectivo y lugar o espacio que ocupa dicho colectivo; en abrevadero o (re)cogedor confluyen instrumento y lugar; en librería, aparador, orinal y medallero, lugar, mueble o recipiente, e instrumento. El método que emplea el estudioso para adscribir un determinado derivado a una categoría u otra no es otro que la paráfrasis, siempre subjetiva. Un abrevadero puede definirse como ‘recipiente que contiene agua para que beban las bestias’ o ‘recipiente con agua donde beben las bestias’, con lo que la noción de recipiente puede asimilarse a la de instrumento o a la de lugar, dependiendo de la conceptualización subjetiva del hablante3. 3. Muchos no se posicionan con claridad sobre este punto, como Dressler (1986: 526) o el mismo Rainer (2004); sí lo hace, por ejemplo, Rosenberg (2007: 363), quien incluye los recipientes bajo la categoría de locativo.
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La pregunta inmediata es si las diferencias de significado en estos casos son en realidad invariantes, lo que obligaría a postular la existencia de tantos sufijos y derivados homónimos como significados identifiquemos, o si deben ser interpretadas como variantes, bien en términos de una invariante más abstracta, bien en términos de significados relacionados, de los cuales uno es el básico o nuclear y los demás secundarios o derivados del primario4. La respuesta no puede venir solo del análisis semántico del afijo, dado que el semantismo del producto derivacional concreto es la suma del significado de la base más el significado del sufijo. Así, no basta con que un derivado en -al exprese colectividad para que pueda interpretarse como locativo: personal en, por ejemplo, «el personal de la universidad», no puede parafrasearse como «el lugar habitado o en el que hay (una gran cantidad de) personas (de la universidad)»; tampoco un instrumento en -dor como exprimidor admite la paráfrasis «lugar en el que se exprimen frutas, principalmente naranjas». Las características semánticas de la base son fundamentales para el establecimiento de las categorías nocionales de las palabras derivadas, de su clasificación y de su jerarquía, pero lo cierto es que rara vez se tienen suficientemente en cuenta. Por otra parte, en esta concurrencia de base y afijo puede haber significaciones convencionales y/o idiosincrásicas asociadas a cualquiera de los constituyentes, valores que pueden ser activados en presencia de determinados contextos o intenciones comunicativas específicas (Rio-Torto 1998: 177). 4. Nótese que los ejemplos de derivados en -ería que hemos recogido en el párrafo anterior responden a la relación categorial S > S, pero obtenemos el mismo resultado semántico en casos en los que la relación categorial es otra: refinería o destilería siguen la regla V > S.
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Se trata, por tanto, de ver hasta qué punto el semantismo de tipo locativo adscrito a estos sufijos tiene o no correspondencia con un significado sistémico o representa más bien un sentido contextual, y en qué medida el valor locativo del derivado se debe al afijo o a la estructura composicional completa, esto es, a la coarticulación de la base y el afijo. Volviendo al problema del carácter de invariante o de variantes de estos derivados, solo diremos que desde un punto de vista diacrónico parece más plausible definirlos como polisémicos que como homónimos, polisemia que puede explicarse como una extensión semántica a partir de un significado nuclear, del que derivan por desplazamiento metonímico –más que metafórico– los otros significados secundarios5. No obstante la linealidad y direccionalidad en la génesis de los valores semánticos asociados a un determinado sufijo, una vez adquirido el nuevo significado, el afijo queda habilitado para encarnar dicho valor de manera directa, sin necesidad de la intermediación del uso originariamente primigenio. Esto explica que un sufijo como -ería, que en lo antiguo significa con mayor frecuencia ‘actividad’ o ‘conjunto de objetos’, pueda, sin embargo, considerarse hoy prototípicamente locativo. No tener en cuenta la perspectiva diacrónica nos 5. Hipótesis que parece avalada por los derivados más antiguos, como carpintería, ya ‘oficio’ y ‘producto’ desde mediados del siglo xiii, pero locativo solo a partir del xvii, o ferrería-herrería, ‘actividad o industria’ en el xiii y locativo a finales del xiv. Sin embargo, zapatería se emplea desde el xiii con los tres significados. Los derivados de formación más tardía pueden presentar los tres matices semánticos desde un principio o con una distancia temporal mucho menor, como joyería o pastelería, que se documentan respectivamente desde los siglos xvi y xvii ya con los tres valores. En ocasiones, el sentido locativo se desarrolla solo muy recientemente, como papelería, ‘papeles’ en el xvii y ‘tienda’ en el xix.
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puede conducir a interpretar que el significado sistemático y subyacente a todos estos derivados es el locativo, siendo la actividad una extensión metonímica que puede o no llegarse a desarrollar, mientras que, en realidad, históricamente parece que fue al revés. La jerarquización de los valores semánticos de un determinado derivado puede, por consiguiente, variar a lo largo de la historia, y solo la visión diacrónica nos permite dar cuenta de tales cambios. Después de todo lo dicho, surge la duda de si no estaremos aplicando la etiqueta de «locativo» a otras nociones semánticas contiguas, es decir, si nuestro concepto de lugar no será en exceso amplio y laxo. O todo lo contrario, si la categoría «lugar» en realidad no engloba, por ejemplo, la de colectivo en casos como arenal o naranjal. La respuesta a todas estas cuestiones solo puede venir de un análisis sistemático y pormenorizado de todos y cada uno de los derivados a lo largo de la diacronía. Mientras tanto, preferimos adoptar un criterio poco restrictivo, al igual que hacen la mayoría de los investigadores, y no excluir por el momento estos significados fronterizos. 4. Presentación de los resultados Los datos obtenidos para cada uno de los sufijos estudiados se han distribuido por centurias hasta el siglo xvii. En cada conjunto los términos se presentan ordenados alfabéticamente y, entre corchetes, se ofrece la fecha de primera documentación, cuando esta remite al corde, antidotario [a1450], manadero [c1275],
o el nombre de la fuente seguida para ello (Aut., dech, Pattison, Pharies, Rainer),
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cantero [1300, Pharies], trepador [1625, Aut.6].
Dentro de los corchetes se consigna la variante gráfica o fonética de la primera forma atestiguada cuando esta difiere de la voz considerada como canónica: dormidor [dormitor, 1246-52], enjambradero [enxambradero, 1586].
Es este un aspecto especialmente problemático, pues los límites entre variantes gráfico-fonéticas de un mismo lema y lemas distintos no siempre son claros, y es obvio que pueden variar de una época a otra. Dada la diversidad de criterios de presentación gráfica de las obras que componen el corde y la consiguiente imposibilidad de saber con certeza si la forma documentada es fiel a la fuente o es el resultado de una normalización ortográfica por parte del editor, y considerando que al lector le puede ser de interés y ayuda esta información, hemos optado por considerar variantes tanto las que podríamos denominar puramente paleográficas (por ejemplo, mjnera para minera o lauadero para lavadero), gráficas (buytrera para buitrera, çenadero para cenadero) o fonéticas (abeuradero para abrevadero, bestiario para vestuario), así como todos los casos en los que las alternancias pudieron ser fonéticas en una determinada época y meramente gráficas en fecha posterior (nos referimos a casos como los de b / v, f / h o todo el sistema de sibilantes sordas y sonoras). Consignamos aparte, por el contrario, las variantes de naturaleza morfológica de género (osera / osero, panera / panero), tanto si su reparto obedece a 6. Hemos añadido la fecha a los testimonios obtenidos a través de Aut., ya que en el diccionario no se señala la cronología de las obras.
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razones semánticas, como si lo hace a diferencias cronológicas, geográficas o diastráticas. Se han señalado, además, los hápax y aquellos casos en los que los ejemplos son exiguos, indicando el número concreto de los mismos: alfonsario [1257-71 (2)], veranadero [1605 (1)].
Hemos utilizado los puntos suspensivos para señalar el intervalo de tiempo en el que una palabra deja de documentarse, es decir, hemos marcado también las recurrencias léxicas7: engordadero [c1400 (1)…, xx], larario [1589 (3)…, xix].
Por último, el uso del asterisco se ha reservado para identificar los términos que remiten a recipientes y muebles, que tanta vinculación tienen con el concepto de lugar: alhajera * [alhaxera, 1627] confesionario * [c1480; confesonario, 1538-89]8.
Cuando en una misma palabra convergen ambas significaciones, hemos optado por indicarlo utilizando la fórmula loc./*: aparador loc. / * [c1453], bebedero loc. / * [bevedero, 1414]. 7. Lo que no significa necesariamente que la palabra cayera en desuso o que el sufijo dejara de ser productivo, puesto que las lagunas pueden deberse, incluso en el caso del corde, a carencias del corpus. Solo aportamos esta información cuando el salto temporal es realmente llamativo. 8. Sin embargo, son muchos los nombres de instrumento, especialmente los formados con -ero, que requerirán un estudio particularizado para determinar hasta qué punto pueden o no reinterpretarse como locativos.
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4.1 -ario Este sufijo culto forma sustantivos a partir de bases nominales, que suelen hacer referencia, entre otros significados, a oficios y profesiones, a conjuntos (sermonario) y, por lo que nos interesa a nosotros, a lugares donde se guardan cosas, categorías semánticas todas que ya poseía el -ārius latino del que proviene. Hemos documentado un total de veinticuatro términos: xii [1]: incensario * [encensario, 1112]. xiii [10]: alfonsario [1257-71 (2)], armario * [p1228-46; almario, 1240-1250], campanario [1256-76, dech], fosalario [fossalario, 1246-52 (1)], fosario [fonssario, c1240; fossario, 125771], iglesiario [iglisario, 1264], relicario loc. / * [reliquiario, p1236-46; relicario, a1424-1520], sagrario loc. / * [p1228-46], santuario [sanctuario, c1200], vestuario [bestïario, c1236; vestuario, 1595]. xiv [1]: erario [1376-96]. xv [7]: antidotario [a1450], calvario [c1445-1519], cetaria [çetaria, 1490 (1)], confesionario * [c1480; confesonario, 1538-89], hostiario * [ostiario, 1477-91], necesaria [neçessaria, 1490], osario [a1454]. xvi [5]: aviario [1569 (1)], emisario * [1545, Aut.], larario [1589 (3)9…, xix], plantario [1513 (1)], seminario [1513]. xvii [0].
9. Los tres ejemplos pertenecen a los Diálogos familiares de agricultura cristiana, de Juan de Pineda. Los siguientes testimonios, como se señala, aparecen documentados en el siglo xix.
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De todos ellos, catorce poseen un origen latino frente a diez vocablos de creación romance (alfonsario, antidotario, campanario, confesionario, fosalario, hostiario, iglesiario, incensario, relicario, vestuario), que, aun en su bajo número, no dejan de ser una muestra de la vitalidad de este tipo de formaciones cultas. Gráficamente podemos representar su evolución de la siguiente manera:
4.2 -ero El sufijo -ero, procedente del latín -ārius y, por lo tanto, variante popular de -ario, forma al igual que este sustantivos denominales que, además de oficios y profesiones, designan una amplia gama de matices locativos, lo que lo convierte en el sufijo más recurrente, incluso más que -dero, desde la misma época de orígenes. En total, hemos registrado ciento setenta y dos vocablos:
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xii [5]: carrera [1172], cebadero [ceuaduero, 1179-84], gotera [c1196], otero [c1140], pesquera [piskera, 1118]. xiii [42]: abejero [c1250-60], alcacero [1268 (1)], almacera [125771], calera loc. / * [1240-50], cantera [1218-c1250], carretera [1256], cespedera [cispidera, c1200-a1300], cillero [çillero, 1240-1250], cimaquera [cymaquera, 1233], conejera [1285]10, corsera [cossera, 1250-1300 (5)11], costera [c1270], esquero * [c1275], estercolero [1251-85], estero [1267], felguero [felgero, 1210], florero * [1275…, 1592], frontera [xiii], granero [1242], halconera [falconera, 1293…, 1585], incensero * [ençensero, 1289 (1)], ladera [1297], lechera112 * [c1275], limosnera * [1256], lobera [1251], masera * [c1218-a1300], minera [mjnera, c1223], minero [a1250], molera [c1290-93], noguera [1242 (1)], oliera * [ollyera, c1200], panera [1268], pedrera [1218-c1250], pradera [1248], ribero [1246-52], salero * [1240-50]13, sequero [p1236-46], tejera [tegera, 1225], terrero [1206], venero [c1223], vimbrera [mimbrera, 124050; vinbrera, 1396], yesera [gesera, 1251-85]. xiv [14]: alcoholera * [1330-43], cascajera [p1303], cantero [1300, Pharies], hormiguero [formiguero, 1325-35], huronera [furonera, 1386], lechera214 * [1376-96], palomera [1379-84], riera [1310], salsera * [p1385], sarmentera [p1385], sementera [c1330-44], sementero [1380-85], tintero * [1379-84], vivero [viuero, 1376-96].
10. 11. 12. 13.
El dech lo documenta ya en 1059. Los cinco ejemplos pertenecen al Fuero General de Navarra. De lactarĭa. En la época que nos interesa, solo documentado como recipiente, y no como lugar. 14. De lecho.
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xv [33]: abejera [1495], astillero [c1457], barrero [1469-76], buitrera [buytrera, 1445], cebadera * [cevadera, c1492], chorrera [1450-91], crismera * [1477-91], crucero [cruzero, 1408], esterquero [1495 (1)], gallinero [1495], harinero * [farinero, a1424-20 (1)], humero [fumero, 1490], lancera * [lançera, p1445], lendrero [1495 (1)], linjavera * [1445], madriguera [1400-25], mansera [1402 (1)], mojonera [1450-91], osera [ossera, 1445], osero115 loc. / * [1477-91 (2)], panero * [1495, Pharies], pollero [1499], porquera [1471-76], quesera loc. / * [1414], raposera [1445], sangradera * [Nebrija, dech], solanera [c1400], tablero loc. / * [xv, Aut.], triaquera * [1445], vasera * [c1400], vinagrera * [1495, Pharies], vivera [c1495], zorrera [a1454]. xvi [40]: aceitera * [azeitera, 1535], aceitero * [azeytero, 1582…, xix], agracera * [1555, Aut.], albahaquero * [1527-50], almadrabero [1527, dech], alumbrera [1513], apero [c1580], avispero [abispero, 1526], azucarero * [açucarero, 1580], barrera [1575-80…, xix], brasero [1518, Aut.], caponera loc. / * [1542, Aut.], chiquero [a1567], chivitero [chiuitero, 1514], cochera [1597-1645], cumbrera [1.ª mitad del xvi, dech], fiambrera * [1599], gavillero [1565-1645, Aut.], gorrionera [1534 (4)]16, grancero [1530 (1)], guindalera [1539], ladronera loc. / * [1551], leonera [1552], mortera * [1589], novillero [1575], osero217 [ossero, c1549 (2)18], pasera [passera, 1513 15. De ossarĭum. 16. Tres ejemplos pertenecen a la Segunda Celestina (1534), de Feliciano de Silva, y uno al Cancionero (c1540-1579) de Sebastián de Horozco. 17. De oso. 18. Aunque en realidad los dos testimonios remiten a un mismo refrán: «En febrero, sale el oso del osero», cuya rima sin duda repercutió en la creación de este masculino.
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(2)19], perulero * [1599, dech], pimentero * [1582], pollera [1545-65 (2)], potrero [1548], ratonera [c1500], resistero [1585-86], salvadera * [saluadera, 1566], saucera [1513 (1)], semencera [1596, Aut.], tejonera [1553 (1)], topinera [1513], venadero [1582, Aut.], vestisquero [1521-43]. xvii [38]: alcuzcucero * [alcuzcuzero, 1611 (3)20], alhajera * [alhaxera, 1627], azufrera [1607-45…, xx], basurero [1619], cabecera [cabezera, 1684], cajonera * [1655…, xx], cantarera * [1617…, xix], carbonera [1604], cartera * [1640], cenicero loc. / * [1617, Aut.], chistera * [1617, Aut.], chivetero [1611, Aut., dech], chocolatera * [1655], confitera * [c1660], copera * [1611, Aut.], corchera * [1663], enfriadera * [1618 (2)], frasquera * [c1612], gazapera [1644…, xix], grasera * [c1600…, xx], macetero * [1652], mostacera * [1655 (1)], nevera loc. / * [1651…, Aut.; xix], palillero * [1615], papelera * [1683], pebetero * [c1600], perrera [1634…, xix], ramilletero * [c1600], ruciadera * [c1600], salguero [1644], silero [1651, Aut.], sombrerera * [1615], tabaquera * [1624], tartera * [c1660], tasquera [1609], terrera [1644], timonera [1604], veranero [1605, Aut.].
De ellos, treinta y uno tienen un origen latino21, chiquero pudiera ser un mozarabismo y chistera es préstamo del euskera. Por lo tanto, estamos ante ciento treinta y nueve términos 19. Los dos ejemplos pertenecen a la Obra de Agricultura, de Gabriel Alonso de Herrera. 20. Los tres ejemplos pertenecen al Arte de cocina, pastelería, vizcochería y conservería, de Francisco Martínez Motiño. 21. Apero, carbonera, cillero, conejera, copera, estero, gallinero, granero, humero, lechera, lobera, madriguera, nevera, osero, otero, palomera, panera, panero, pesquera, pollero, pollera, porquera, quesera, ribera, ribero, sendero, terrero, terrera, tintero, vasera, vivero.
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romances, lo que significa una altísima productividad, mantenida a lo largo de los siglos, como lo demuestra el siguiente gráfico:
4.3 -torio Descendiente culto del –tōrius latino, forma sustantivos deverbales que suelen significar lugar. Hemos documentado un total de veintiséis formas: xii [1]: refectorio [refitorio, c1165-1200]. xiii [9]: consistorio [1246-52], dormitorio [c1236], escritorio * [escriptorio, 1256-63], lavatorio loc. / * [lauatorio, c1280], natatoria [c1200], oratorio [c1230], parlatorio [c1236], purgatorio [1246-52], territorio [terretorio, 1218-c1250]. xiv [4]: cemitorio [c1300], ermitorio [hermitorio, p1350; eremitorio, 1536-41], predicatorio * [1350-1450], pretorio [1385]. xv [3]: adoratorio [1427-28], auditorio [1414], repositorio [1490].
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xvi [6]: calefactorio [1542, Aut.], comulgatorio [1590], convictorio [1583], libratorio [1504, dech (3)], locutorio [1532], reclinatorio * [c1550]. xvii [3]: laboratorio [1657], propiciatorio [1609], vomitorio [c1609].
De estas veintiséis formas, y dado que se trata de un sufijo culto, diecisiete son heredadas del latín, ocho (adoratorio, cemitorio, comulgatorio, ermitorio, laboratorio, libatorio, parlatorio, predicatorio) pueden considerarse como creaciones romances y una, convictorio, parece ser un préstamo del italiano, de acuerdo con la información proporcionada en Aut. Gráficamente su distribución quedaría así representada:
4.4 -dero Por lo que respecta a -dero, que se remonta al latino -tōrius y forma sustantivos fundamentalmente a partir de verbos, aunque también de sustantivos (balsadera, moscadero,
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viñadero), cuyas significaciones fundamentales son las de nomina instrumenti y nomina loci, hemos documentado ciento veinte palabras en el período estudiado22: xii [0]. xiii [9]: arrastradero [rastradero, 1273], aventadero [auentadero 1215], despeñadero [espennadero, c1200], lavadero [lauadero, c1280], manadero [c1275], nadadera [a1260 (1)], oradero [c1230], recodadero [c1250 (1)…, xv], rodera [1274]. xiv [6]: asestadero [p1303 (1)…, xvi], corredera [1348], degolladero [1320], miradero [1376-96], pescadero [c1381-1418], tragadero [1376-96]23. xv [36]: abarrancadero [1495 (1)], abrevadero [abeuradero, c1400], apacentadero [paçentadero, c1464-74 (1)], atolladero [1440-60], bañadero [vañadero, 1493], bebedero loc. / * [bevedero, 1414], cenadero [çenadero, 1490], criadero [xv, dech], derramadero [c1400], derrocadero [1490], descargadero [1419-26], descendedero [desçendedero, c1400], echadero [1464-85], emanadero [c1450 (3)24], embarcadero [1491-1516], engordadero [c1400 (1)…, xx], entibiadero
22. No se documenta ningún caso de sustantivo en -duero, frente a los adjetivos del tipo asmaduero o valeduero. Como recoge Pharies, los estudiosos coinciden en atribuir el cambio -duero > -dero a la interferencia del sufijo -ero, que, además de su parecido formal, posee las mismas funciones. Habría, no obstante, que señalar que la igualdad funcional no es absoluta, puesto que la clasificación semántica de los sustantivos en -ero se deduce del significado léxico del sustantivo y de su actualización en un contexto más que del significado funcional o inherente al sufijo (Pascual y Sánchez 1992: 677, n. 7). 23. Con el significado de ‘hoyo’, no con el de ‘faringe’ que recoge Pharies (2002: s. v. -ero) y documenta en 1490. 24. Los tres ejemplos pertenecen a la Traducción castellana del Libro de El Kuzari de Yehudah Halevi, lo que apunta con claridad al origen ladino del término.
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[1495 (1)], escondedero [c1400 (6)25…, xx], estregadero [1495 (1)], invernadero [envernadero, 1495], matadero [1486-92], nadadero [1495 (1)], paridero [1464-85], pasadero [1423], rebosadero [1490 (1)], recostadero [1490 (2)26], resbaladero [rresualadero, c1400], revolcadero [rebolcadero, 1495], revolvedero [rebolvedero, 1481-96], sacrificadero [c1400], salidero [c1440-c1460], sesteadero [c1464-74], sudadero [1495], surgidero [1488], tropezadero [c1400], vertedero [c1400]. xvi [48]: agostadero [1562], ahijadero [ahixadero, 1575-80], ahogadero [afogadero (1), a1600], apeadero [c1592], aportadero [1557 (1), Pharies], aserradero [1575-80], atascadero [1589], azagadero [c1586, dech], bajadero [1597 (1)], bramadero [1596], cargadero [1540-53], cazadero [1565], comedero loc. / * [1580-90], derrumbadero [c1553-a1584], desafiadero [1555, Aut.], descansadero [1529-31], descubridero [1553, Aut.], desembarcadero [c1527-61], desembocadero [c157381], deslizadero [c1549], desvaradero [desbaradero, 1511], dormidero [1513 (3)27…, xx], embalsadero [1527, Aut.], encalladero [1580-1633, Aut.], encerradero [enzerradero, 1580a1627], enjambradero [enxambradero, 1586], espulgadero [1526, dech], fondeadero [1526, dech], golpeadero [1587],
25. Los seis ejemplos pertenecen a la Biblia ladinada i-i-3. Como en el caso de escondedero, comentado en la nota anterior, parece tratarse de una creación del judeoespañol, exclusiva de las traducciones judías de la Biblia hebrea. De los siete ejemplos que se documentan en el siglo xx, seis pertenecen a la Biblia Reina-Valera (1909) y uno a Nuestro Padre San Daniel (1921), de Gabriel Miró. 26. Los dos ejemplos pertenecen al Universal vocabulario en latín y en romance, de Alfonso de Palencia. 27. Los tres ejemplos pertenecen a la Obra de Agricultura, de Gabriel Alonso de Herrera. Como adjetivo, con el significado de ‘lo que hace dormir’, se documenta en el s. xv (Pharies 2002: s. v. -dero).
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hilandero [c1549], hozadero [1553], humilladero [1502-15], mentidero [c1549], paradero [1524], peladero [c1525-47], pudridero [podridero, 1513; pudridero, 1620 (1)…, xix], ponedero [1513], quemadero [1575], rancheadero [1589 (1)], recocedero [recozedero (1), 1569], reventadero [1575], rezumadero [1589 (2)28…, xx], saltadero [1560], subidero [1526], templadero [1571 (1), Pharies], tendedero [1580-a1627], tenedero [1575], varadero [1502]. xvii [21]: aguadero [1646, Aut.], aguzadero [1634, Aut.], arremetedero [c1619 (2)29], batidero [1604-18], cernedero [1600], desbazadero [1604-18 (1)30], desfiladero [1689], desterradero [a1613], enfriadera * [1618], escarbadero [escarvadero, 1634, Aut.], escodadero [1634, Aut.], escupidera [c1600], escurridero [a1605…, xx], huidero [fuidero, a1600], paridera [1608], picadero [1644, Aut.], portadera * [a1605], precipitadero [c1612 (2)31], recogedero loc. / * [1609], robadero [1690, Am], veranadero [1605(1)].
De todas ellas se remontan a un origen latino siete (cenadero, dormidero, lavadero, nadadera, nadadero, oradero, sudadero), 28. Los dos ejemplos pertenecen a los Diálogos familiares de la agricultura cristiana, de Juan de Pineda. 29. Los dos ejemplos pertenecen a la Historia de Felipe ii, rey de España, de Luis Cabrera de Córdoba. 30. A pesar de que Corominas y Pascual afirman (dech, s. v. resbalar) que se trata de una mala lectura de la Academia y, por lo tanto, de un fantasma lexicográfico que se introdujo en el drae-1843, en el corde hallamos el siguiente ejemplo: «También Andrea Doria le dio priesa que se fuese con todos a Metafuz, donde llevaba las naos, por ser buen embarcadero, y seguro de los alárabes que no podían llegar con sus caballos a la lengua del agua, por haber allí un gran desbazadero» (Fray Prudencio de Sandoval, Historia de la vida y hechos del Emperador Carlos v. La cursiva es nuestra). 31. Los dos ejemplos pertenecen a la Vida de Miguel de Castro.
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lo que supone un total de ciento trece formas romances. De esta manera se confirma, como apuntaron José Antonio Pascual y Nieves Sánchez (1992: 678), que por lo que respecta a la significación locativa, -dero no tuvo en la práctica competidores, si bien, a la vista de la cronología evidenciada por los testimonios, habría que matizar que dicha productividad se documenta a partir del siglo xv, como se comprueba en el siguiente gráfico:
4.5 -dor Por lo que atañe a -dor, descendiente del latino -tor -ōris, con el que se forman sustantivos deverbales que expresan agente, instrumento y lugar, hemos documentado treinta y tres formas: xii [0]. xiii [5]: comedor [1251…, xv], dormidor [dormitor, 1246-52], mirador [c1250], obrador [1247], refitor [1220].
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xiv [3]: corredor [1385], parlador [1330-43 (1)], tajador [1343]. xv [6]: aparador loc. / * [c1453], oledor * [1495], pasador [c1400 (1), Rainer 2004], perfumador * [1477-91], sahumador * [safumador, 1427-28], surgidor [c1457]. xvi [11]: abrevador [c1550…, xx], cebador * [1574], cenador [1526], cogedor * [1530], contador [1549-54], escalentador [1569 (1)], lavador [1526], mostrador * [1573], parador [1576], refinador [1597 (1), Rainer 2004], servidor * [1542, Aut.]. xvii [8]: despalmador [1626], escupidor * [1620…, xx], fregador * [1643-47, Aut.], partidor [a1605], paseador [passeador, a1605], recibidor loc. / * [1620], tocador loc. / * [1615], trepador [1625, Aut.].
Su distribucion cronológica es la siguiente:
De estas formas, ocho cuentan con un correspondiente latino (aparador, contador, fregador, mostrador, obrador, partidor, refitor, servidor) y veinticinco, por lo tanto, pueden considerarse de formación romance.
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5. Conclusiones Después de lo visto hasta aquí, son varias las conclusiones de carácter general a las que podemos llegar y muchos también los interrogantes que se nos abren, cuestiones a las que se podrá ir respondiendo a medida que se avance en el análisis minucioso de cada uno de los sufijos en relación con los demás, viendo el lugar que ocupan, su recurrencia y su productividad en el marco global del paradigma de los sufijos locativos, y estudiando en muchos casos cada derivado en particular, para lo que son imprescindibles búsquedas exhaustivas como las que hemos llevado a cabo en este trabajo. De lo que no cabe duda es de que, desde los mismos orígenes del castellano, el significado locativo en el ámbito de la derivación nominal se caracteriza por una considerable concurrencia de sufijos y por la falta de simetría morfológica o correspondencia biunívoca entre afijo y significado, pues en todos los casos el sufijo se emplea para crear derivados de significación distinta a la espacial. Esto nos obliga a seguir reflexionando sobre el mismo concepto de lugar y su delimitación con respecto a conceptos afines, como el de instrumento o recipiente, para poder llegar a discernir si el valor locativo es siempre secundario y nacido de la significación contextual. No obstante, a pesar de la labilidad con que el concepto de lugar se manifiesta a través de la sufijación, aun siendo un elemento fundamental de la misma, podemos afirmar sin temor a equivocarnos que sin la perspectiva diacrónica es imposible dar cuenta de la configuración morfológica del español actual, heredero de los avatares históricos por los que transcurrieron cada uno de los componentes de su sistema afijal. Algo que salta a la vista al observar el siguiente gráfico, en el que se presentan unificados los datos relativos a los cinco
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La configuración del sistema de sufijos locativos
sufijos estudiados, es que en todos se registra una fuerte depresión productiva de sustantivos locativos en el siglo xiv y, a excepción de -ero, en el xvii, lo que podría obedecer más a cuestiones de distribución y representatividad textual del corpus que a una verdadera situación lingüística.
Dejando al margen esta circunstancia, que afecta por igual a todos los afijos, interesa, en primer lugar, comparar el comportamiento de las formas culta y evolucionada de los sufijos procedentes de un mismo étimo latino, es decir, -ario y -ero por un lado, y -torio y -dero por otro, con el objeto de saber si se concibieron desde un principio en romance como sufijos distintos o si durante algún tiempo se consideraron variantes del mismo. En ambos casos, la forma latina es minoritaria respecto a la popular, y restringida a cultismos léxicos, la mayoría del ámbito eclesiástico. 291
M.ª Jesús Torrens Álvarez y Mariano Quirós García
Son contados los dobletes procedentes de -ārius que podrían hacer pensar en la coexitencia de los dos derivados como meras variantes: incensario-incensero, ambos en el siglo xiii (si bien ya en 1112 encontramos encensario), y osario-osero en el xv. Otros dobletes, como hostiario (xv)-hostiero (xiii), se especializan semánticamente, pues mientras el cultismo hace referencia al recipiente, el patrimonial se aplica a la persona. Esto nos lleva a una segunda observación de interés: la abundancia de sustantivos que designan recipientes o muebles, puedan o no interpretarse como locativos. Un último punto sobre el que queremos llamar la atención es la alta productividad tanto de la forma masculina como de la femenina, aunque con menos pares del tipo osero-osera, aceitero-aceitera de lo que cabría esperar. No parece ser del todo paralelo el comportamiento de los resultados culto y patrimonial de -tōrius, pues da la impresión de que en el siglo xiii aún se sentían como variantes del mismo sufijo, a juzgar por los dobletes lavatorio-lavadero, natatoria-nadadera, oratorio-oradero. No obstante, la mayor parte de los derivados no contaron con un hermano gemelo, como por ejemplo, territorio, escritorio, dormitorio32, (a)rastradero, aventadero, degolladero, etc. Las pocas creaciones posteriores en -torio son claramente cultismos del ámbito eclesiástico en su mayoría33, mientras que -dero despega con gran fuerza a partir del xv.
32. Como ya se ha advertido, de dormidero hay tres únicos casos, todos en la Obra de Agricultura (1513) de Gabriel Alonso de Herrera, y con una diferenciación significativa respecto a dormitorio, pues dormidero se aplica al lugar donde duermen los animales. 33. No nos ocupamos aquí de la revitalización de este sufijo en el español actual.
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La configuración del sistema de sufijos locativos
Por otra parte, interesa especialmente analizar la competencia entre los dos sufijos triunfantes, esto es, entre -ero y -dero. El primero, como se ha dicho, es uno de los afijos más productivos del español, pues aparte de los nombres de lugar e instrumentos, que son los recogidos en este estudio, se emplea para derivar adjetivos de pertenencia, así como adjetivos y sustantivos de oficios y profesiones, entre otros. Dentro de las categorías nocionales que nos incumben, se aprecia el progresivo incremento de los nomina instrumenti en detrimento de los loci, pues mientras en el siglo xiii solo 8 de las 39 voces documentadas designan recipientes o muebles, en el siglo xv son 11 de 32, en el xvi 10 de 39 y en el xvii son ya 18 de 38, la mayoría de ellos de género femenino. Es, por tanto, un importante competidor de -dero, del que se ha dicho que gozó de una completa hegemonía en la Edad Media (Pascual y Sánchez 1992: 678). De hecho, -ero supera a -dero en los siglos xiii y xiv, y a partir del siglo xv mantienen un cierto pulso, si bien -ero se va especializando en nombres de recipientes. En cuanto a -dor, mucho se ha discutido sobre la contradicción de que un sufijo prototípicamente agentivo y, por lo tanto, de significado activo, dé lugar no solo a nombres de instrumento, sino también de lugar, normalmente vinculados a un significado pasivo. El paso desde el -dor agente al locativo en español se ha explicado por la introducción de préstamos del occitano y del catalán, lenguas en las que se confunden los resultados de los sufijos deverbales -tōrius y -tor -ōris. Por otra parte, como se dijo en el punto 3 de este trabajo, no se puede negar la relación entre la predicación locativa y la instrumental, ya que se trata de lugares que sirven para desarrollar la actividad designada por la base verbal (Santiago y Bustos Gisbert 1999: 4544).
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En cualquier caso, el sufijo -dor con valor locativo presenta durante la Edad Media y los siglos xvi y xvii una productividad muy baja con respecto a los patrimoniales -dero y -ero. Pudo influir en esta situación el hecho de que se adoptara para formar el femenino de -dor el sufijo -dera, si bien siempre con significado activo. Con el tiempo, los derivados locativos en -dero se sentirán como rústicos y rurales (Malkiel 1988: 254), propiciando su paulatino abandono en favor de -dor, como es posible observar en el español actual. Somos conscientes, para finalizar, de que todos los datos aportados para las trescientas setenta y cinco palabras analizadas, especialmente los referidos a su cronología, son susceptibles de sufrir cualquier tipo de modificación sin demasiado esfuerzo; aunque, más que este aspecto, lo que nos interesa a partir de ahora es comenzar a dar respuesta a los muchos interrogantes que se nos han planteado a medida que avanzábamos en el trabajo, y que afectan tanto al comportamiento de los distintos sufijos, como a su concurrencia en la formación de distintos tipos de lugares (lugares propiamente dichos, terrenos en los que abundan determinados tipos de plantas, muebles y recipientes, etc.), así como intentar explicar algunas palabras o variantes concretas que creemos están necesitadas de una investigación precisa. Todo ello, eso sí, y es algo de lo que estamos absolutamente convencidos, intentaremos hacerlo partiendo de los datos proporcionados por los textos, dado que, como afirma Rainer (2004: 120): «Será sobre esta base empírica más fiable sobre la que quizás un día seamos capaces de resolver definitivamente este problema [refiriéndose en concreto a -dor], que pasa por resuelto hace ya cien años, pero que en realidad sigue planteando problemas empíricos y teóricos interesantísimos».
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11 Algo más sobre la doble reorganización temporal en la diacronía del sistema verbal español
Alexandre Veiga Universidade de Santiago de Compostela, España
Resumen Elaboramos en este trabajo una presentación sintética de los procesos de reorganización temporal operados en la diacronía del sistema verbal español a partir del sistema latino clásico, insistiendo en la necesidad de diferenciar y ordenar históricamente dos períodos en que tuvieron lugar otros tantos conjuntos de cambios: un primer período en que además de la «renovación de los futuros» se produjo la desaparición de las formas clásicas subjuntivas de «pretérito perfecto» y «pretérito imperfecto», al que siguió más tardíamente un segundo período en que el sistema temporal experimentó las reestructuraciones debidas a la temporalización plena de las «formas compuestas». Analizamos los resultados de ambos conjuntos de reorganizaciones en combinación con diferentes
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Alexandre Veiga
contenidos modales sin desatender evoluciones más modernas que diferencian la estructuración modo-temporal del español peninsular de resultados alcanzados por el sistema verbal en Hispanoamérica. Abstract In this paper we elaborate on the synthetic presentation of the processes of temporal reorganization, from the system of Classical Latin, in the diachronics of the Spanish verbal system. We insist on the need to differentiate and historically order two periods in which two sets of changes took place: a first period in which there occurred the «renewal of the future tenses» as well as the disappearance of the classical subjunctive forms of the «present perfect» and the «past imperfect». Later on, this was followed by a second period in which the temporal system underwent the restructuring that was necessary due to the full temporalization of the «compound forms». We will analyze the results of both groups of reorganization in combination with different modal content; the more modern evolutions that differentiate the modal-temporal structure of Peninsular Spanish and the results obtained for the verbal system in Latin America are both shown. 1. Introducción
L
a comprensión y explicación de
la evolución temporal del sistema verbal español, y lo mismo podríamos decir con referencia a otros sistemas románicos, requiere como adecuado punto de partida el reconocimiento de dos importantes reorganizaciones en cada una de las cuales el sistema asistió a la gramaticalización de alguna nueva oposición
298
Algo más sobre la doble reorganización temporal
temporal por medio de la temporalización plena de primitivas perífrasis. La primera de estas reorganizaciones englobó la conocida «renovación de los futuros», que supuso la transformación de las perífrasis con auxiliar pospuesto cantare habeo y cantare habebam en formas romances del tipo de cantaré ~ canterò ~ je chanterai… y cantaría ~ canterei ~ je chanterais… La temporalización de esta segunda forma implicó, aparte de determinadas repercusiones en el sistema de oposiciones modales, la gramaticalización de una nueva unidad funcional de contenido temporal /pos-pretérito/. La segunda consistió fundamentalmente en la temporalización plena de ciertas perífrasis con auxiliar antepuesto, esto es, en la integración como elementos constitutivos del sistema temporal de los significados expresados por las llamadas «formas compuestas», integración más tardía de lo que algunos romanistas han supuesto. Al primer período hemos de remontar también ciertas reorganizaciones temporales operadas en subjuntivo, cuyas manifestaciones formales fueron la desaparición de las formas latinas de «pretérito perfecto» y «pretérito imperfecto» así como la regramaticalización modo-temporal del futurum exactum, origen de los «futuros de subjuntivo» iberorrománicos. Hemos tratado estos cambios en ocasiones anteriores, comenzando por tres trabajos redactados en la cada vez para nosotros más lejana en el recuerdo década de 1980 (Veiga 1986, 1991, 1993), continuando por el libro que posteriormente dedicamos a la diacronía de la forma verbal cantara (Veiga 1996b) y llegando a nuestra contribución a la primera parte de la Sintaxis histórica del español que coordinó Concepción Company (Veiga 2006, trabajo a cuya redacción definitiva, ultimada en 2003, siguió la comunicación que presentamos 299
Alexandre Veiga
ese mismo año al vi Congreso Internacional de Historia de la Lengua Española, celebrado en Madrid). Desde el comienzo de nuestras investigaciones en este terreno, hemos puesto de manifiesto que un sistema verbal románico en concreto, el sistema gallego, experimentó exclusivamente los cambios acaecidos en la primera época y constituye verosímil prueba viva de una estructuración temporal que hubo de ser común a otros dominios lingüísticos románicos. La aún reciente publicación de la Sintaxis histórica del español (primera parte) nos proporciona la ocasión de una nueva reflexión sobre el tema en todas sus dimensiones. 2. Sucesión histórica de las dos reorganizaciones temporales A propósito de dicha obra, hemos de manifestar inicialmente que hubiera resultado más adecuada, a nuestro modo de ver, la disposición de sus capítulos tercero y cuarto en orden inverso, esto es, presentando en primer lugar el surgimiento de las formas derivadas de las perífrasis con auxiliar pospuesto y a continuación el de las que llamamos «formas compuestas», de acuerdo con la sucesividad cronológica de los hechos. A defender en su día dicha sucesividad y a ratificarnos ahora en nuestra idea al respecto nos han movido y mueven, para empezar, dos importantes realidades. La primera, la estructura del sistema verbal gallego, carente propiamente de formas compuestas de tal manera que secuencias construidas en castellano con este tipo de formas, como las de (1), hallan sus correspondencias gallegas en las construcciones de (2), todas ellas con formas verbales simples. 300
Algo más sobre la doble reorganización temporal
(1) a. todavía no han llegado. b. todavía no habían llegado. c. no creo que hayan llegado aún. d. si hubieras~‑ses llegado antes, la habrías visto aún bailando, (2) a. aínda non chegaron. b. aínda non chegaran. c. non creo que chegaran~‑sen aínda. d. se chegaras~‑ses antes, veríala (~víala)1 aínda bailando.
La segunda, el diferente orden de componentes en las construcciones perifrásticas de las que derivan los dos conjuntos de formas verbales a que estamos haciendo referencia. Como subrayó suficientemente Fleischman (1982: § 5.4.4.1), una perífrasis como cantare habeo hubo de consolidarse cuando el orden de palabras predominante era todavía el de objeto + verbo, en tanto que las construcciones con habere + participio responden ya al orden románico de elementos2.
1. «Veríala» = verías + a; «víala» = vías + a. Consignamos la doble posibilidad formal cantaría~cantaba para la expresión de irrealidad en combinación con el indicativo, doble posibilidad que el gallego comparte con el castellano, siendo en ambos sistemas el uso de la forma de «imperfecto» más propio de la lengua coloquial. 2. Fleischman (1982: § 5.4.1) supuso que no había pruebas documentales de la sucesividad entre la gramaticalización de los dos tipos de perífrasis, por aparecer construcciones con habere + participio ya en Cicerón. Pero es evidente que los criterios de contenido deben superponerse a los de forma y que no basta, ni mucho menos, documentar construcciones en que el verbo habere aparezca en vecindad de un participio para poder hablar de una «forma compuesta». Romani (2006) ha aportado importante documentación para la reconstrucción diacrónica de la reconversión de construcciones «resultativas» en estructuras cuyos predicados adopten la configuración de verbo auxiliar + participio.
301
Alexandre Veiga
A estas dos realidades se suma la mismísima organización del sistema verbal castellano primitivo. Nuestros estudios, junto con los de otros autores que se han aproximado a la morfosintaxis verbal del castellano medieval, nos han permitido poner de relieve que cuando menos hasta la primera mitad del siglo xiii, la época del Mester de clerecía, el verbo español asignaba todavía a las formas simples en general realizaciones temporales que en la lengua moderna hallan su expresión propia por medio de formas compuestas. Se trata siempre de los enfoques que llamamos «de anterioridad primaria», esto es, de anterioridad vista desde el punto de referencia respecto del cual se orienta directamente el evento verbalmente expresado. Podemos recordar los versos de Gonzalo de Berceo reproducidos en el ejemplo (3), en los que las formas verbales simples aparecen representando los mismos contenidos modo-temporales que en castellano moderno requerirían para ser expresados, respectivamente, las apariciones de las formas hubieras~‑ses dicho, hubieras~‑ses demostrado y hubieras~‑ses dañado. De hecho, la lengua de Berceo ha llegado a ser señalada como muestra del avance del nuevo sistema verbal3. (3) si tú no li dissiesses que Sanctiago eras, tú no li demostrasses sennal de mis veneras non dannarié su cuerpo con sus mismes tiseras (Berceo: Milagros, 203ac),
En cualquier caso, la conservación hasta el castellano del siglo xiii de ciertos usos temporales de «anterioridad primaria» 3. Cf. las no coincidentes ideas de Montero (1989) y Pérez Rodríguez (1997a, 1997b: 173-174), que hemos comentado en (Veiga 2006: § 2.10.1.2).
302
Algo más sobre la doble reorganización temporal
encomendados a determinadas formas verbales simples, junto a la resistencia del «pluscuamperfecto» etimológico cantara (que todavía en textos del siglo xv ofrece sus últimas apariciones sistemáticas antes de ser definitivamente sustituido por la construcción había cantado)4 y, sobre todo, junto a la conservación hasta el día de hoy de estos usos en el sistema verbal gallego, es algo que impide admitir la idea de ciertas formas compuestas como expresiones de elementos del sistema verbal en latín vulgar o protorromance, contra lo que algunos autores han defendido5, y no deja lugar a mayores dudas sobre la existencia de un hiato de siglos entre la reestructuración que supuso la gramaticalización de los «nuevos futuros» y la debida a la integración plena de los contenidos temporales representados por las formas compuestas en los sistemas románicos que han llegado a admitir estas formas como expresiones de valores temporales.
4. Cf. Veiga (1996b: § 1.4, nota 36, 2006: § 2.10.2), recordando los datos aportados por Wright (1932), Davis (1934) y otros autores. Wright señaló la obra del Arcipreste de Talavera como el último texto castellano que atestigua el empleo de cantara como «pluscuamperfecto de indicativo» antes de su «resurrección» literaria (que hemos de señalar propiamente a partir de la primera mitad del siglo xix); Davis, tras el análisis de textos posteriores, expuso que esta forma constituía aún a la altura de 1459 «an integral part of the language», si bien señalando que el bajo porcentaje de estos usos en el Corbacho se debía al reflejo en esta obra del castellano popular de la época. 5. Ya en su momento (cf. Veiga 1986: § 4) hubimos de formular nuestro rechazo a las teorías de Harris (1970), que consideraba la existencia de formas compuestas en latín vulgar, y Burger (1949), que incluía alguna en el «roman commun», por este motivo.
303
Alexandre Veiga
3. La primera reorganización temporal en circunstancias modales no marcadas Partiendo del análisis temporal del indicativo latino que propusimos en su día (cf. Veiga 1986: § 3.2.1), el estudio de la primera reorganización temporal nos lleva de la estructuración visible en el gráfico 1 a la que se refleja en el gráfico 2. Gráfico 1. Estructura del sistema temporal en el verbo latino clásico Sistema temporal latino ±Anterioridad primaria
(−)
±Referencia originaria de
(−)
(+) (+)
(−)
(+)
anterioridad ±Posterioridad Funciones temporales:
(−)
(+)
(−)
/pre-
/futu-
/co-
/preté-
sente/
ro/
preté-
rito/
(+) /ante-
rito/ Expresiones en indicativo:
canto
cantabo
canta- cantaui bam
/ante-
futuro/ pretérito/ can-
can-
tauero
taueram
Observamos que en ambos casos nos hallamos ante sistemas integrados por seis unidades de contenido modal. La gramaticalización de la función /pos-pretérito/, debida a la temporalización de cantaría (< cantare habebam), y la desgramaticalización de /pre-futuro/ («ante-futuro»), motivada por el desplazamiento de el subjuntivo de amauero, forma que, definitivamente, perdería su valor temporal de anteriori304
Algo más sobre la doble reorganización temporal
dad primaria para asumir el contenido /presente-futuro/ de los posteriores «futuros de subjuntivo», han supuesto que el número de unidades temporales siguiese siendo el mismo. Pero la estructura del sistema temporal ha variado notablemente: el latín clásico oponía tres funciones temporales de anterioridad primaria a otras tantas de no anterioridad primaria; el sistema protorromance conoce cuatro de las primeras y solamente dos de las segundas, y si bien no puede oponer un /pretérito/ a un /pre-futuro/6, sí ha pasado a equilibrar la oposición /presente/-/futuro/ con el establecimiento de una oposición paralela /co-pretérito/-/pos-pretérito/ (basada igualmente en la presencia / ausencia de enfoque de posterioridad), establecida respecto de una referencia de anterioridad originaria, esto es, de anterioridad directamente enfocada desde el origen o centro deíctico de relaciones del sistema temporal7. Hemos de volver a hacer hincapié en que, mientras la temporalización plena y generalización de cantare habeo > cantaré / etc. supuso una sustitución en el plano formal que no alteró la estructura del sistema temporal, los resultados de cantare habebam > cantaría / etc. sí supusieron una importante reorganización del sistema temporal. En este sentido puede explicarse el hecho de que, como también puntualizó Fleischman (1982: § 3.3.5.1) y los datos históricos corroboran8, la gramaticalización de cantare habebam, y no la de cantare habeo, fue
6. Cf. Veiga (1983) a propósito de la forma verbal gallega cantei como expresión no solamente de las relaciones temporales pretérito y ante-presente, sino también de la relación que llamamos pre-futuro (cf. infra § 6). 7. Cf. Rojo / Veiga (1999: § 44.2.2.5) a propósito del origen. 8. La difusión primitiva de cantare habebam fue superior a la de cantare habeo (cf. Bassols de Climent 1948: § 305).
305
Alexandre Veiga
la que constituyó realmente la vanguardia en los procesos de gramaticalización de los «nuevos futuros». Gráfico 2. Estructura del sistema temporal en el verbo protorromance Sistema temporal PROTORROMANCE ±Anterioridad primaria
(+)
(−)
±Referencia originaria de
(−)
(+)
(−)
(+)
anterioridad ±Posterioridad Funciones temporales
Expresiones en gallego actual (IND 0):
(−)
(+)
/pre-
/futu-
sente/
ro/
canto
(−)
(+)
/co-
/pos-
preté-
preté-
rito/
rito/
canta-
canta-
canta-
rei
ba
ría
/pretérito/ cantei
/antepretérito/ cantara
Pero la gramaticalización de cantare habebam comportó una reestructuración en el sistema modal de no menor importancia. Desde sus orígenes esta construcción ofreció, al lado de sus posibilidades temporales como /pos-pretérito/, la paralela posibilidad de expresión de ciertos valores modales en combinación con diferentes enfoques temporales. En concreto, por un lado se constituyó en forma de anterioridad correspondiente al valor tradicionalmente llamado de «futuro de probabilidad» (castellano moderno: «serían entonces las cuatro») y, sobre todo, pasó a expresar también un valor modal de irrealidad combinado con el contenido del indicativo, innovación notable frente al funcionamiento de las oposiciones de modo en 306
Algo más sobre la doble reorganización temporal
latín clásico, que no permitían la expresión de un valor sistemático irreal a no ser en combinación con el modo subjuntivo (nos referimos al modus irrealis). Estos usos modales («dislocados», en términos de Rojo 1974, cf. Rojo / Veiga 1999: § 44.2.3) comportaron el nacimiento del sistema de oposiciones modales que hemos descrito, por ejemplo, en Veiga (1992: § II.3.9.3, cf. también Veiga / Mosteiro Louzao 2006: § I.3.5) y que las lenguas iberorromances, gallego incluido, presentan perfectamente establecido desde sus primeros testimonios. De todos estos hechos, y de nuevo considerando el orden de elementos de las primitivas perífrasis con auxiliar pospuesto, se deduce que no podemos considerar del todo adecuada la presentación de estas formas verbales como «de creación romance». Con independencia de la antigüedad de sus orígenes, lo cierto es que su gramaticalización definitiva tuvo lugar en un periodo que hemos de situar como anterior al establecimiento del sistema protorromance occidental común. Un dato tan singular como el famoso ejemplo daras en el Fredegarius (s. vii)9 nos ofrece, además, testimonio bien temprano de la aglutinación de los componentes de la primitiva construcción perifrástica, aglutinación que difícilmente podríamos explicarnos sin la previa evolución del contenido de dicha perífrasis para integrarse como realización del valor gramatical de algún elemento situado en el núcleo del sistema verbal. Por supuesto, que la posibilidad de intercalación de elementos gramaticales entre el auxiliado y el auxiliar se mantuviese en castellano escrito hasta el siglo xvi y en portugués resulte admisible en la actualidad son hechos que no obstan para que la señalada
9. Citado, por ejemplo, por Company Company (2006: § 4.2.2).
307
Alexandre Veiga
integración del valor gramatical en el núcleo del sistema verbal sea condición para la posible fusión de los dos elementos. Hemos de puntualizar, en directa relación con esto, que en gallego moderno tampoco existe la posibilidad de intercalación de elemento alguno en medio de las formas cantarei y cantaría, hecho que proporciona un serio obstáculo a la hipótesis de que la pérdida definitiva de dicha posibilidad en castellano del siglo xvi tuviese algo que ver con la consumación de la gramaticalización de los tiempos compuestos, que en gallego nunca llegó a tener lugar. 4. La primera reorganización temporal en subjuntivo no irreal La paralela reestructuración temporal, entre el latín clásico y el protorromance, pero esta vez en combinación con el contenido modal del subjuntivo no irreal (subj 0) ya la hemos presentado en el capítulo 2 de la Sintaxis histórica de la lengua española. Lamentables injerencias de algún duende de imprenta desfiguraron el gráfico que ilustraba la explicación. Esperando que esta vez los duendes no actúen, presentemos ahora con otros datos nuestra idea de la estructuración de los contenidos temporales en ambas etapas históricas y en combinación con el antedicho contenido modal (gráfico 3). Las tempranas desapariciones de cantauerim y cantarem, ya señaladas por Mohl (1974 [1899]) en el latín vulgar hispano10, 10. Y recordemos que Mohl (1974 [1899]: § 99) había señalado ya en el latín vulgar hispano esta apropiación de parcelas de contenido temporal por parte del descendiente de amauissem: «À l’époque où furent écrits le Bellum Africanum et le Bellum Hispaniense, le parfait du subjonctif semble déjà menacé de mort, aussi bien que l’imparfait du même mode, dans l’un et l’autre cas au profit du plus-que-parfait fuissem, habuissem, cantassem».
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Algo más sobre la doble reorganización temporal
dejaron en manos del descendiente del «pluscuamperfecto» toda la sustancia de contenido temporal en la que intervenía alguna significación de anterioridad, fuese esta la que fuese. Los ejemplos de (4, 5, 6) muestran que el gallego actual mantiene este estado de cosas, de tal manera que en esta lengua el tradicional «pretérito imperfecto de subjuntivo» recubre toda la extensión temporal que en castellano se reparten las formas haya cantado, cantara~‑se y hubiera~‑se cantado. Gráfico 3. La primera reorganización temporal en subjuntivo no irreal Denominaciones tradicionales - valores temporales
Latín clásico
Protorromance
presente - /presente-futuro/
cantem
cante / cantaro (~e)
pretérito perfecto - /pretérito-antefuturo/
cantauerim
cantasse
pretérito imperfecto - /co-pretérito/
cantarem
pretérito pluscuamperfecto - /antepretérito/
cantauissem
(4) a. gal.: non sabía que foras~‑ses así. b. cast.: no sabía que fueras~–ses así. (5) a. gal.: non creo que chegaran~–sen aínda. b. cast.: no creo que hayan llegado aún. (6) a. gal.: non pensei que daquela xa rematara~–se a película. b. cast.: no pensé que entonces ya hubiera~–se terminado la película.
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Esta estructura de sistema ofrece, por tanto, una forma simple para recubrir incluso la parcela de contenido temporal de los «pluscuamperfectos». Por otra parte, el contenido temporal /presente-futuro/ era compartido en la Iberorromania desde el comienzo por dos formas verbales, las tradicionalmente denominadas «presente de subjuntivo» y «futuro de subjuntivo». A exponer la coincidencia de contenidos temporales entre ambas –coincidencia que el portugués moderno sigue atestiguando– nos hemos dedicado anteriormente en algún lugar adonde remitimos11. Consignamos ahora en el cuadro la forma en -o, que hemos de considerar la propiamente etimológica después de que Álvarez Rodríguez (1997 y 2001) haya probado que es en amauero y únicamente en esta forma donde debemos buscar el origen etimológico de estos «futuros», siendo la posteriormente generalizada variante en -e una solución analógica que eliminó la singularidad morfológica de la primera persona de singular, anormal en una forma de subjuntivo. 5. La primera reorganización temporal en subjuntivo irreal En cuanto a la reorganización experimentada en combinación con el contenido modal del subjuntivo irreal (subj 2), como también tuvimos ocasión de exponer en nuestro anterior trabajo, la única oposición temporal que podía actuar en combinación con este contenido modal, oposición basada en el rasgo «anterioridad primaria», dejó de funcionar al desaparecer las formas clásicas de «imperfecto de subjuntivo» y pasar su contenido temporal a ser englobado en el expresado 11. Cf. Veiga (1993: § 6).
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por la forma descendiente del «pluscuamperfecto», que así se adueñó de la representación de absolutamente todo el espectro temporal, tal como nos recuerda el gráfico 4. Gráfico 4. La primera reorganización temporal en subjuntivo irreal Latín clásico no anterioridad primaria
cantarem
anterioridad primaria
cantauissem
Protorromance cantasse
Este estado de cosas protorromance, que también el gallego conserva hasta la actualidad, es el que se ha hecho notar especialmente en los ejemplos de oraciones condicionales del castellano medieval en que las prótasis en si oviesse aparecen representando contenidos temporales que la lengua moderna asigna a la correspondiente expresión compuesta si hubiera~ -se tenido (cf., p. ej., Pérez Rodríguez 1997b: 65 o aquí el ejemplo (3)). Rojo / Montero Cartelle (1983: § 4.4) registraron el inicio del empleo de las formas compuestas en prótasis condicionales irreales entre 1230 y 1250 (etapa en que, siempre sobre el corpus textual estudiado por estos autores, si hubiese tenido y si hubiera tenido representan respectivamente el 20,8% y el 2,5%; bajos porcentajes que revelan la presencia todavía mayoritaria de las formas simples en este contexto).
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6. La segunda reorganización temporal en circunstancias modales no marcadas Pasando ya a la observación de la segunda reorganización temporal, la provocada por la temporalización plena de los contenidos gramaticales expresados por las formas compuestas, y comenzando dicha observación por las circunstancias modales de indicativo sin adición de ningún otro valor modal marcado –es decir, lo que llamamos indicativo 0–, el aspecto más llamativo de esta reorganización ha sido el establecimiento de una distinción temporal entre un contenido /pretérito/ (expresión encomendada al «perfecto simple» canté) y un contenido /ante-presente/ (expresión encomendada al «perfecto compuesto» he cantado). Pero al lado de la gramaticalización de he cantado hemos de tener igualmente en cuenta la de habré cantado, expresión de la nueva unidad temporal que llamamos /pre-futuro/ y cuya sustancia de contenido se hallaba en protorromance, tras la desaparición del futurum exactum, en manos de la forma de «perfecto simple», como hemos tenido ocasión de observar (cf. supra § 3, n. 6). El gráfico 5 representa este aspecto parcial de la evolución temporal del verbo español. Ha habido que llegar a la estructura temporal del castellano moderno para asistir a la diferenciación funcional entre el contenido /pretérito/, cuya manifestación básica es un enfoque de anterioridad directamente orientado desde el origen, centro deíctico de relaciones temporales del sistema, y el contenido /ante-presente/, cuya manifestación básica es un enfoque de anterioridad directamente enfocado desde una referencia simultánea a dicho centro deíctico. En latín clásico la relación temporal de ante-presente venía a constituir una variante de realización respecto de la relación de pretérito.
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No existía oposición funcional entre ambos contenidos desde el momento en que el sistema encomendaba su expresión a una misma forma verbal, forma para la que se ha hablado de unos empleos de «pasado histórico» al lado de otros más acordes con su consideración meilletiana como «presente de perfectum»12. Gráfico 5. Los contenidos temporales de pretérito, ante-presente y pre-futuro del latín al castellano Contenidos temporales pretérito
Latín clásico cantaui
Gallego (protorromance) cantei
Castellano canté
ante-presente
he cantado
(ante-~) pre-futuro cantauero
habré cantado
En cuanto a la caracterización temporal de he cantado en castellano como expresión de un contenido /ante-presente/, la coincidencia entre la visión defendida por Bello y la noción de un pasado relativo visto desde el presente gramatical propuesta por Alarcos Llorach (1947: 35), la formulación vectorial (OoV)-V propuesta por Rojo (1974: §§ 2.2, 4.4.3) y los cada vez más numerosos estudios que se han dedicado a las diferencias de uso entre las formas de «perfecto simple» y «perfecto
12. Nos detuvimos en estas cuestiones en Veiga (1986: § 3.2.1), trabajo donde aprovechamos para destacar y comentar las ideas de Vairel (1978) sobre la oposición infectum / perfectum en el verbo latino.
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compuesto» en español13 nos reafirman en el acierto de una descripción básica de este valor en términos de anterioridad a una referencia simultánea al centro deíctico de relaciones temporales, referencia que se manifiesta en las diversas facetas de «vinculación al presente» reiteradamente señaladas a propósito de los empleos más canónicos de esta forma verbal (expresión de hechos recientes o que suponen información nueva para el interlocutor, de hechos pasados cuyas consecuencias perviven en el momento presente, de hechos pasados situables en un período de tiempo todavía no terminado…) así como en su mayor, que no forzosa, combinabilidad con adverbios u otros indicadores temporales de significación «presente»14 y también su capacidad para referir procesos iniciados en el pasado y todavía no concluidos (p. ej.: «desde que te llegué a esta ciudad, he vivido siempre en esta calle», uso «continuativo» directamente vinculado a la aplicabilidad del enfoque temporal de simultaneidad al origen, esto es, de presente, a procesos comenzados en el pasado y no concluidos aún en el momento al que se vincula dicho centro de referencias temporales (cf. «desde que llegué a esta ciudad, vivo en esta calle»). El mayor problema que puede saltar a los ojos del investigador es la no coincidente parcelación de la sustancia de 13. Desde el ya citado trabajo de Alarcos Llorach hasta recientes aportaciones como pueden ser Kempas (2005), Moreno de Alba (2006) o la recopilación coordinada por Carrasco Gutiérrez (2008), pasando por Barrera-Vidal (1972), Berschin (1976), DeMello (1997), Cartagena (1999) y otros. 14. Y notando siempre la vinculación a una realidad o situación presente de los empleos de he cantado cuando aparece acompañado de algún indicador temporal de significación «pasada» (cf. los «contextos prehodiernales» de que habla Kempas 2008); p. ej.: «Señor, Vuestra Majestad ha sido proclamado rey, ayer noche, por el ejército español» (cursivas nuestras; apud Kempas 2008: 237 [el ejemplo es de Otálora Otálora 1970: 28]).
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Algo más sobre la doble reorganización temporal
contenido temporal en el castellano hablado a ambos lados del Atlántico (ello prescindiendo de las variedades de lengua en que no pueda hablarse de la existencia de esta distinción temporal). Moreno de Alba (2006: 64) ha presentado la sustancia de contenido básicamente representada por canté en España en términos de «pasado perfecto que se considera fuera del ahora del hablante», pero en México y otras áreas americanas en términos de «pasado perfecto que de ninguna forma es todavía presente, sin importar si está dentro o fuera del ahora del hablante». El mismo autor presenta la sustancia de contenido básicamente representada por he cantado en España como «pasado perfecto que el hablante considera dentro de su ahora», pero en México, etc., como «pasado perfecto que, de alguna manera, es todavía presente, esté o no dentro del ahora del hablante». Sea como sea, con mayor o menor relación directa con ese «ahora del hablante» de que habla el autor citado, la oposición es perfectamente sostenible en términos de /pretérito/ - /ante-presente/, entendiendo propiamente que el corte funcional que diferencia ambas sustancias no discurre por el mismo lugar en las dos principales variantes de lengua mencionadas y, en el caso del español mexicano y de otras áreas americanas, restringe más la aplicación de la «referencia simultánea al origen» inherente a la noción temporal de «antepresente». Hemos de pensar que, pese a la consolidación formal de las formas compuestas del español entre los últimos siglos medievales y el siglo xvi (cf. todo lo razonado al respecto por Romani 2006: § 3.5), la estabilización de la distinción temporal entre un «pretérito» y un «antepresente» haya sido relativamente moderna en la historia del español, de tal manera que sus resultados definitivos en castellano peninsular no coincidan con los alcanzados en español americano. En esta misma línea se 315
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ha pronunciado Moreno de Alba cuando retrasa al siglo xviii la consolidación de la oposición temporal en España, admitiendo que hasta esta misma época podía funcionar de manera semejante en Hispanoamérica. La gramaticalización, por otro lado, de un contenido temporal de /ante-presente/ opuesto a un contenido /pretérito/ supuso el establecimiento de una distinción temporal sin paralelo en el resto del sistema verbal español. La dualidad canté / he cantado supone de hecho una situación de asimetría que, mediante la extensión de los usos de la forma compuesta, ha sido abandonada por el sistema verbal francés moderno y parece también olvidada o al menos en peligro en algunas variedades del español15. La diferente neutralizabilidad de las oposiciones de que participa la función temporal /pretérito/ en castellano constituye uno de los mayores escollos a que ha de enfrentarse el estudio de la organización temporal de este sistema verbal16. Paralelamente al surgimiento de la función /pre-futuro/, expresada por habré cantado, tiene lugar la de /pre-pos-pretérito/, expresada por habría cantado. El sistema verbal gallego 15. Cf., p. ej., la descripción de los hechos del español de Bolivia por parte de Mendoza (1992); cf. también Moreno de Alba (2006: § 1.2.2, nota 30, y § 1.5, esquema 2) y los datos y revisiones bibliográficas de Kempas (2008: §§ 2-3). 16. En efecto, la sustancia de contenido temporal configurada en la función /pretérito/ confluye funcionalmente con las restantes relaciones temporales de anterioridad primaria en el infinitivo o en combinación con valores modales irreales, pero se aparta de ellas para confluir con las relaciones de co-pretérito y pos-pretérito, sin ir más lejos, en el subjuntivo no irreal (subj 0), unidad modal en la cual cantara~‑se se ocupa de la expresión de cualquiera de estas tres relaciones (cf. «Quizá no fuera~‑se Bruto el asesino de César» [pretérito], «Le dije que quizá aquella casa fuera~-se la de su primo» [co-pretérito], «Le dije que quizá lo hiciéramos~‑semos al día siguiente» [pos-pretérito]). Remitimos a Veiga (1992: § iv.2.7, 1996a: § 1) para el tratamiento de este problema.
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corrobora que antes de la emergencia de esta nueva unidad temporal su sustancia de contenido venía a integrarse como variante de realización en el valor del /ante-pretérito/; de ahí que la forma gallega cantara (< lat. cantaveram) no solamente corresponda desde el punto de vista temporal a la castellana había cantado, sino, en las circunstancias adecuadas, también a habría cantado, cf. ejs. (7a, 7b). (7) a. gal. díxome que cando ti chamaras~-ses, el xa marchara. b. cast. me dijo que cuando tú llamaras~-ses, él ya se habría marchado.
La gramaticalización de un /pre-pos-pretérito/ supuso, por tanto, el surgimiento de una nueva oposición temporal de la que participa directamente la unidad /ante-pretérito/. La presencia obligatoria de una determinada relación de posterioridad es rasgo funcional común en castellano a las unidades /pre-futuro/ y /pre-pos-pretérito/17. 7. La segunda reorganización temporal en subjuntivo no irreal En combinación con el contenido modal del subjuntivo no irreal (subj 0), la culminación del proceso de temporalización de las formas compuestas supuso la tripartición de la parcela de contenido temporal que en protorromance 17. En los contenidos temporales configurados por ambas unidades se establece una unión indisoluble entre una orientación primaria de anterioridad y una orientación de posterioridad. Hemos hablado de un «doble vector», al tiempo que hemos preferido el uso de pre- en lugar de ante- para dar cuenta de esta relación de inseparabilidad entre la orientación primaria y la obligada orientación de posterioridad (cf. Veiga 1992: § iv.2.5).
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correspondía a la forma simple cantasse en tres unidades de contenido temporal, una de las cuales siguió siendo empleada por las formas simples de «pretérito imperfecto de subjuntivo» mientras las otras dos pasaban a hallar sus expresiones en las formas aya~oviere cantado y oviesse cantado, con la que acabaría confluyendo oviera cantado. Con la gramaticalización de estas formas, el sistema temporal recuperaba, en el subjuntivo no irreal, una estructuración cuádruple, si bien no enteramente coincidente con la que había poseído en latín clásico en el modus potentialis: si en latín la relación de ante-presente no poseía autonomía funcional frente a la de pretérito, de la que constituía una variante, en el subjuntivo no irreal castellano la segunda de estas relaciones siguió siendo expresada por una forma simple, mientras que la primera pasaba a serlo por medio de una forma compuesta, y así continúan las cosas al menos en el español peninsular, cf. ejs. (8a, 8b). (8) a. Pretérito: Dudo que fuera~-se tu primo quien lo hizo (cf. dudo si fue). b. Ante-presente: Dudo que haya sido tu primo quien lo ha hecho (cf. dudo si ha sido).
En este punto, en áreas del español americano se puso en marcha un proceso de abandono del uso de las formas de «imperfecto» y «pluscuamperfecto» de subjuntivo cuyo resultado más llamativo es una extensión temporal «hacia el pasado» de la forma de «presente de subjuntivo», que pasa a poder representar relaciones temporales como la de pos-pretérito, la de co-pretérito e incluso la de pretérito. Hemos citado en más de una ocasión los ejemplos (9a, 9b, 9c), recogidos por 318
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Kany (1945: 221)18, y que respectivamente expresan las tres antedichas relaciones temporales19. (9) a. Fui a verla para que me preste un libro. b. […] el enfermo seguía hablando sin que ninguno le escuche. c. Sin que el jinete le obligue, la mula paró frente a la tienda «El Descanso».
Cualquiera de estos tres ejemplos exigiría en español peninsular la aparición de formas de «imperfecto de subjuntivo». Lo mismo podríamos decir de ejemplos como (10a, 10b, 10c), que hemos tomado de Prymak (2004)20. (10) a. Estaba cansado de que no me paguen (Clarín, 8-92001). b. En el 98 recomendó a su familia que reduzca gastos porque tenía sus ahorros en bonos y acciones (Clarín, 2312-2001). c. Después contra los búlgaros, cometimos algunos errores viejos, como que nos pesquen mal parados de contraataque, pero ya estábamos demasiado firmes 18. Ejemplos segundo y tercero de J. M. Castro y J. Icaza respectivamente. Más ejemplos en Kany (1945: 221), de quien también los ha tomado Lapesa (91985 [1942]: § 133.3). 19. Como prueba la confrontación con, respectivamente, «fui a verla con la convicción de que ella me prestaría un libro», «el enfermo seguía hablando, pero ninguno lo escuchaba» y «aunque el jinete no la obligó, la mula paró». 20. Queremos agradecer muy sinceramente a Sergio Prymak el habernos facilitado en su día el texto original del trabajo aquí citado, así como una selección de ejemplos solo parte de los cuales fueron reproducidos en dicho trabajo, que lamentamos no haber podido citar en nuestra contribución a la Sintaxis histórica (Veiga 2006) por hallarse ya en 2003 definitivamente redactado nuestro capítulo y sin posibilidades de una nueva redacción, por exigencias editoriales.
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(Maradona, D. A.: Yo soy El Diego. Barcelona: Planeta, 6 2001, 127).
Esta decadencia de las formas subjuntivas de «pretérito imperfecto» y «pretérito pluscuamperfecto», que nos recuerda su paralelo desuso en el francés moderno, aun cuando la estructuración temporal resultante no haya sido enteramente idéntica21, viene a suponer una simplificación de la organización temporal del subjuntivo no irreal que, por segunda vez desde los tiempos latinos, reduce a dos unidades temporales toda posible distinción funcional partiendo de un anterior estado de cosas en que tal distinción era cuádruple, lo que nos permite señalar algo parecido a un «movimiento pendular»22 en que, como se representa en el gráfico 6, la geografía lingüística del español ofrece dos organizaciones temporales diferentes: la correspondiente al sistema que llamaremos «español 1» (español peninsular, antaño coincidente con el español en general) y la correspondiente al que llamaremos «español 2» (sistema realizado en gran parte de Sudamérica, cf. Lapesa 9 1985 [1942]: § 133.3). En la columna izquierda consignamos entre paréntesis las relaciones temporales que en latín clásico no eran funcionalmente independientes, sino variantes de otras. No incluimos
21. En francés moderno la relación temporal de pretérito cae en la órbita expresiva de la forma compuesta que j’aie chanté, al tiempo que el indicativo no irreal cae en la de j’ai chanté como resultado de la decadencia de je chantai. 22. Solo «algo parecido»: no puede hablarse de vueltas atrás en la evolución lingüística; los «regresos» a una estructura doble o cuádruple obedecen además, de forma especialmente clara, a factores diferentes en cada caso, pero, para empezar, las estructuras dobles o cuádruples no resultan enteramente coincidentes en esa sucesión de estados de sistema.
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los «futuros de subjuntivo» en las columnas correspondientes al español. Gráfico 6. Reestructuración temporal en subjuntivo no irreal
presente
1
2
3
4
latín clásico
protorromance
«español 1»
«español 2»
cantem
cante
cantarem cantara~-se
(pos-pretérito)
cantasse
pretérito (ante-presente)
cante
(~-e)
futuro co-pretérito
cante / cantaro
cantauerim
haya cantado haya
pre-futuro ante-pretérito (ante‑~ pre-
cantauissem
hubiera~-se
cantado
cantado
pos-pretérito)
8. La segunda reorganización temporal en combinación con valores modales irreales Pasando ahora a observar los cambios acaecidos en combinación con contenidos modales de irrealidad, recordaremos antes de nada que el contenido modal del indicativo irreal (ind 2) no constituía todavía una función modal independiente en el verbo latino clásico, y hay que poner en relación directa su surgimiento con la gramaticalización de la forma verbal cantaría, que desde el primer momento pudo expresar,
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al lado del valor temporal de posterioridad a una referencia «pasada», el valor modal de irrealidad23. Pese a la existencia de una forma como el «pluscuamperfecto simple» cantara, que desde el principio hubiera podido constituir el correlato irreal de cantaría en combinación con los enfoques temporales de anterioridad primaria, lo cierto es que los textos castellanos medievales evidencian la posibilidad de la misma forma cantaría expresando estos contenidos de anterioridad. Podemos recordar ejemplos como los de (11), apud Veiga (2006: § 2.10.1.1), en los que las formas verbales en cursiva corresponderían en español moderno a, respectivamente, habría molido, habría dañado, habríamos ganado y habría sido. (11) a. molió todos los fierros con essi dulz madero, non moldrié más aína ajos en el mortero (Berceo: Sto. Domingo, 659cd). b. si tú no li dissiesses que Sanctiago eras, tú non li demostrasses sennal de mis veneras non dannarié su cuerpo con sus mismes tiseras (Berceo: Milagros, 203ac). c. Esto por nuestro mérito nos no lo ganariemos […] mas el nuestro Esposo, a qui voto fiziemos fízonos esta gracia porque bien lo quisiemos (Berceo: Sta. Oria, 68). d. ca, desque rey fuera, non avié guerreado; si estonz fuesse muerto, serié bien venturado (Alexandre, 777cd). 23. Cf. «Sanare te habebat Deus per indulgentiam si fatereris» (Pseudo Augustinus: Sermones, 253, 4).
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E igualmente podemos verificar de nuevo que el sistema verbal gallego atribuye a cantaría, como a su más coloquial alomorfo, el «imperfecto» cantaba, la posibilidad de expresar la irrealidad en combinación con cualquier enfoque temporal, motivo por el cual cuando el enfoque temporal es de anterioridad primaria, la correspondencia de las formas (simples) gallegas de ind 2 se establece con formas castellanas compuestas, cf. ejs. (12a, 12b). (12) a. gal. se chegaras~-ses antes, veríala (~víala) aínda bailando (= ej. 2d) b. esp. si hubieras~-ses llegado antes, aún la habrías (~hubieras~hubieses…24) visto bailando (= ej. 1d).
Hemos de reafirmarnos en nuestra idea de que en combinación con cualquier contenido modal de irrealidad, indicativo (ind 2) o subjuntivo (subj 2), el sistema verbal protoiberorromance no permitía el establecimiento de oposiciones temporales y fue la gramaticalización de las formas compuestas el factor que vino, de hecho, a «regramaticalizar» la oposición que funcionaba en el modus irrealis latino entre el valor de no anterioridad primaria expresado por el «imperfecto de subjuntivo» y el valor de anterioridad primaria expresado por el «pluscuamperfecto de subjuntivo». Los ejemplos de (11) y (12) nos ilustran no solamente la admisibilidad de formas simples indicativas irreales para expresar contenidos temporales de anterioridad primaria que el español moderno asigna 24. Cf. Veiga (2006: § 2.9.5.2) sobre el desarrollo histórico de hubiese cantado como sustituto de habría ~ hubiera cantado. Este fue el único proceso de «indicativización» experimentado por una forma verbal etimológicamente subjuntiva en la historia del verbo español.
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a formas compuestas, sino igualmente la utilización protorromance de formas simples de subjuntivo irreal donde el español moderno exige la aparición de formas compuestas: véanse, si no, las estructuraciones de las ya comentadas prótasis condicionales irreales del ejemplo (11b) que previamente habíamos observado ya (cf. supra § 2 [ej. 3]) u obsérvese la pervivencia en gallego moderno del uso de las formas de «pretérito imperfecto de subjuntivo» para expresar incluso relaciones temporales de anterioridad primaria (cf. ej. 2d = 12a). La evolución temporal completa del subjuntivo irreal, desde el modus irrealis latino hasta el español moderno, puede, pues, representarse como refleja el gráfico 7. Gráfico 7. Reestructuración temporal en subjuntivo irreal Latín clásico Protorromance no anterioridad primaria
cantarem
anterioridad primaria
cantauissem
cantasse
Español moderno cantara~-se hubiera~-se cantado
Y esta vez no hay lugar a señalar dos subsistemas temporales en el seno del español desde el momento en que la decadencia de las formas en -ra~-se conlleva en las correspondientes variedades de lengua la desaparición de la propia función modal de subjuntivo irreal (cf. Veiga 2006: § 2.11.2)25. 25. Cf. el ejemplo que hemos tomado de la humorista argentina Maitena Burundarena: «A ellas les gustaría que él les hable… a ellos les gustaría que ella grite…», a que en castellano peninsular corresponde como exclusiva posibilidad expresiva la doble construcción con ‑ra~‑se: «A ellas les gustaría que
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9. Últimas palabras Es obvio que la forzosa labor de síntesis que hemos debido llevar a cabo en esta conferencia26 ha dejado abierta una serie de problemas relacionados con la reorganización temporal del sistema verbal español en combinación con diferentes valores modales funcionales. En algunos de nuestros estudios anteriores (sobre todo en Veiga 1986, 1989, 1991, 1993, 1996b, 2003, 2006) hemos podido estudiar no pocos de ellos y, desde luego, tan vasto y complejo terreno de estudio estará siempre especialmente abierto a nuevas contribuciones, revisiones de datos y planteamientos. En todo caso, en la presente ocasión hemos pretendido hacer hincapié en la necesaria concienciación por parte del hispanista sobre la ordenación cronológica de dos períodos sucesivos en que, partiendo de las estructuras gramaticales del latín clásico, el sistema verbal experimentó dos importantes reorganizaciones temporales cuya sucesividad cristalizó en la estructuración que ofrece el verbo castellano el les hablara~‑se… a ellos les gustaría que ella gritara~‑se» (cf. Veiga 2006: § 2.11.2) considerando que la intención humorística del ejemplo (un chiste gráfico concreto) parte de considerar como situación habitual que los personajes masculino y femenino guarden silencio en circunstancias amatorias. Lamentemos de paso que algún bienintencionado duende de imprenta retocó en el lugar citado nuestra redacción original de esta última afirmación sustituyendo la forma verbal parte por un aparte que hace incomprensible el texto al menos en la que ha sido la primera edición. 26. Con el título «Regarding the Double Temporal Reorganization in the Diachronia of the Spanish Verbal System» presentamos una versión previa de este trabajo a la 18 International Conference on Historical Linguistics (ichl 2007), Montreal, Canadá, 6-11 de agosto de 2007. Las a nuestro juicio exageradas limitaciones de extensión impuestas para la edición nos disuadieron de su envío a actas. La redacción definitiva de este texto es, por otro lado, anterior, aunque por muy poco, a la aparición de la Nueva gramática de la lengua española (rae / Asociación de Academias de la Lengua Española 2009).
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actual, estructuración que a su vez ha experimentado o está experimentando nuevos cambios más o menos extendidos en la geografía lingüística del español.
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Este libro se terminó de imprimir, 29 de junio, festividad de San Pedro, el P ríncipe de los A póstoles y primer Papa. Un hombre astuto y sencillo, de gran poder para el bien, pero a veces afligido, con un carácter abrupto el día
y tempestivo que habría de ser transformado por
Cristo a través del sufrimiento. Laus Deo