Termalismo antiguo en Hispania: un análisis del tejido balneario en época romana y tardorromana en la península ibérica [1 ed.] 8400102258, 9788400102258

En esta obra se analizan las múltiples connotaciones y variados condicionantes del uso y explotación de las aguas termal

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Termalismo antiguo en Hispania. Un análisis del tejido balneario en época romana y tardorromana en la península ibérica
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Termalismo antiguo en Hispania: un análisis del tejido balneario en época romana y tardorromana en la península ibérica [1 ed.]
 8400102258, 9788400102258

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Gonzalo Matilla Séiquer Silvia González Soutelo (eds.)

ANEJOS DE

AEspA LXXVIII

TERMALISMO ANTIGUO EN HISPANIA Un análisis del tejido balneario en época romana y tardorromana en la península ibérica ARCHIVO ESPAÑOL DE

ARQVEOLOGÍA

ANEJOS DE ARCHIVO ESPAÑOL DE ARQUEOLOGÍA LXXVIII

TERMALISMO ANTIGUO EN HISPANIA

Anejos de AEspA

Director: Ángel Morillo Cerdán, Universidad Complutense de Madrid, España. Secretario: Carlos Jesús Morán Sánchez, Instituto de Arqueología, CSIC-Junta de Extremadura, Mérida, España. Comité Editorial: Pedro Mateos Cruz, Instituto de Arqueología, CSIC-Junta de Extremadura, Mérida, España; Adolfo Domínguez Monedero, Universidad Autónoma, Madrid, España; Inés Sastre Prats, Instituto de Historia, CCHS, CSIC, Madrid, España; Miguel Cisneros Cunchillos, Universidad de Cantabria, España; José Miguel Noguera Celdrán, Universidad de Murcia, España; Victorino Mayoral Herrera, Instituto de Arqueología, CSIC-Junta de Extremadura, Mérida, España; Susana González Reyero, Instituto de Historia, CSIC, Madrid, España; M.ª Ángeles Utrero Agudo, Instituto de Historia, CCHS, CSIC, Madrid, España. Consejo Asesor: Francisco Pina Polo, Universidad de Zaragoza, España; Luis Caballero Zoreda, Instituto de Historia, CCHS, CSIC, España; María Paz García-Bellido, Instituto de Historia, CCHS, CSIC, España; Juan Manuel Abascal Palazón, Universidad de Alicante, España; Filippo Coarelli, Universitá degli Studi di Perugia, Italia; Trinidad Tortosa Rocamora, Instituto de Arqueología, CSIC-Junta de Extremadura, Mérida, España; María Ruiz del Árbol Moro, Instituto de Historia, CCHS, CSIC, España; Pilar LeónCastro Alonso, Universidad de Sevilla, España; Almudena Orejas Saco del Valle, Instituto de Historia, CCHS, CSIC, España; Carmen García Merino, Universidad de Valladolid, España; Javier Arce, Université Lille, Francia; Bárbara Böck, Instituto de Lenguas y Culturas del Mediterráneo y Oriente Próximo, CCHS, CSIC, España; Domingo Plácido, Universidad Complutense de Madrid, España; Pietro Brogiolo, Università di Padova, Italia; Teresa Chapa Brunet, Universidad Complutense de Madrid, España; Monique Clavel-Lévêque, Université Franche-Comté, Besançon, Francia.

GONZALO MATILLA SÉIQUER SILVIA GONZÁLEZ SOUTELO (eds.)

TERMALISMO ANTIGUO EN HISPANIA Un análisis del tejido balneario en época romana y tardorromana en la península ibérica

CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS MADRID, 2017

Reservados todos los derechos por la legislación en materia de Propiedad Intelectual. Ni la totalidad ni parte de este libro, incluido el diseño de la cubierta, puede reproducirse, almacenarse o transmitirse en manera alguna por medio ya sea electrónico, químico, óptico, informático, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo por escrito de la editorial. Las noticias, los asertos y las opiniones contenidos en esta obra son de la exclusiva responsabilidad del autor o autores. La editorial, por su parte, solo se hace responsable del interés científico de sus publicaciones. La edición de este volumen se enmarca en el proyecto de investigación «Balnearios: I. El tejido balneario durante la época romana y tardoantigua en Hispania», Fundación Séneca 15387/PHCS/10. Esta actividad ha sido financiada a través del Programa de Apoyo a la Investigación de la Fundación Séneca-Agencia de Ciencia y Tecnología de la Región de Murcia.

Imagen de cubierta: Balneario romano de Fortuna tras la campaña de excavaciones de 2008 (foto: Jesús Gómez Carrasco-CEPOAT, Archivo de la excavación). Imagen de contracubierta: Lápida de los duunviros encontrada en el balneario de Archena en el s. xviii y situada actualmente en la bajada a la galería termal del balneario (foto: Jesús Gómez Carrasco-CEPOAT, Archivo de la excavación en el Balneario de Archena). Catálogo general de publicaciones oficiales: http://publicacionesoficiales.boe.es Editorial CSIC: http://editorial.csic.es (correo: [email protected])

© CSIC © Gonzalo Matilla Séiquer y Silvia González Soutelo (eds.), y de cada texto su autor

ISBN: 978-84-00-10225-8 e-ISBN: 978-84-00-10226-5 NIPO: 059-17-120-9 e-NIPO: 059-17-121-4 Depósito Legal: M-17325-2017 Impreso en España, Printed in Spain En esta edición se ha utilizado papel ecológico sometido a un proceso de blanqueado FSC, cuya fibra procede de bosques gestionados de forma sostenible.

Imprenta TARAVILLA s.l. Mesón de Paños, 6. 28013 MADRID

SUMARIO

Presentación Gonzalo Matilla Séiquer y Silvia González Soutelo ...................................

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I. INTRODUCCIÓN El balneario romano: concepto, definición y criterios de jerarquización a partir de los ejemplos hispanos Gonzalo Matilla Séiquer y Silvia González Soutelo ........................

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II. HACIA UN MAYOR Y MEJOR CONOCIMIENTO DE LOS BALNEARIOS ROMANOS EN HISPANIA A PARTIR DE LA ARQUEOLOGÍA: NUEVAS EXCAVACIONES Y NUEVOS DATOS New data from the roman healing spa of AQUAE FLAVIAE (Chaves, Portugal) Sergio Carneiro ................................................................................

65

El balneario romano de la ciudad de Ourense: primer avance de las excavaciones Celso Rodríguez Cao y José María Eguileta ...................................

95

Una nueva propuesta de estudio sobre el aprovechamiento romano de las aguas mineromedicinales de los Baños Termales de Isla Plana (Cartagena) Benjamín Cutillas Victoria ...............................................................

117

El balneario romano de Fortuna. Visión de conjunto tras la última campaña de excavaciones Gonzalo Matilla Séiquer...................................................................

131

Arquitectura y espacios de época romana en el complejo termal de Alange Juan Diego Carmona Barrero ..........................................................

171

Las aguas mineromedicinales de Trillo y su contexto romano. De Villavieja al Balneario de Carlos III Antonio Batanero Nieto, Juan Carlos Batanero Nieto e Israel Jacobo Alcón García ..............................................................

197

Archena: el balneario de CARTHAGO NOVA Gonzalo Matilla Séiquer y Luis Ovejero Ovejero ............................

221

El balneario romano de Alhama de Murcia. Un ejemplo de identidad y diversidad de arquitectura balnearia José Baños Serrano ..........................................................................

259

III. BALNEARIOS, CIUDADES Y VÍAS DESDE ÉPOCA PRERROMANA HASTA EL MUNDO ÁRABE Balnearios, ciudades y vías. Hacia un planteamiento del problema Gonzalo Matilla Séiquer...................................................................

297

Romanidade, Balneários e Águas Medicinais. Notas para o estudio da relaçÃo entre termalismo e a rede viária no Portugal romano Vasco Gil Mantas..............................................................................

341

Termalismo antiguo en Galicia: consideraciones sobre la relación entre balnearios y territorio en época romana. Teoría y práctica a partir de algunos ejemplos gallegos Silvia González Soutelo ....................................................................

361

Territorio y centuriación en torno al balneario romano de Alange Juan Diego Carmona Barrero ..........................................................

383

Los balnearios del sureste de al-Andalus Manuel Pérez Asensio ............................................................................

407

IV. SOCIEDAD Y RELIGIÓN EN TORNO A LAS AGUAS MINEROMEDICINALES: NUEVOS APUNTES Las divinidades célticas relacionadas con las aguas termales y la salud y los dioses paleohispánicos Juan Carlos Olivares Pedreño ..........................................................

451

Práticas epigráficas e termalismo terapêutico no Noroeste da Hispânia na época romana Armando Redentor ............................................................................

467

MUSA MAGNA en una inscripción votiva de Archena (C. CARTHAGINIENSIS, HISPANIA CITERIOR) Isabel Velázquez y Armando Redentor .............................................

485

V. MAPA BALNEARIO DE HISPANIA Inventario y revisión de los principales enclaves de aguas mineromedicinales en hispania. Un estado de la cuestión Silvia González Soutelo y Gonzalo Matilla Séiquer ........................

495

PRESENTACIÓN

El presente libro refleja una primera parte de los resultados del Proyecto de I+D de la Fundación Séneca n.º 15387/PHCS/10: «El Tejido Balneario durante la Época Romana y Tardoantigua en Hispania», cuyos miembros son G. Matilla Séiquer (IP-UMU), S. González Soutelo (UVIGO), R. González Fernández (UMU), L. Ovejero Ovejero (UCAM), J. A. Molina Gómez (UMU), J.C. Olivares Pedreño (UA), L. Arias Ferrer (UMU) y A. Egea Vivancos (UMU).1 Los antecedentes del mismo hay que buscarlos en la nueva dimensión que adquieren las excavaciones arqueológicas en los baños romanos de Fortuna desde finales de 1999 hasta 2010 y en los trabajos realizados en el balneario de Archena entre 2003 y 2008. En ambos lugares los resultados de las intervenciones mostraban unos complejos termales de época romana que trascendían el ámbito local en el que estaban ubicados y que indicaban la existencia de un entramado en el que baños de aguas mineromedicinales, territorio en el que se encontraban, contexto indígena, mundo urbano y red viaria estaban irremediablemente conectados. Otra circunstancia contribuyó a la formulación del proyecto. Mientras se desarrollaban estas actuaciones, coincidió en el tiempo el hecho de que, en el otro extremo peninsular, desde Galicia, se estaban llevando a cabo nuevos estudios de territorio, que igualmente mostraban la necesidad de establecer elementos de comparación con otras áreas de la península, donde se evidenciaba la importancia de aunar ideas y esfuerzos para conocer la realidad sobre el termalismo antiguo en las diferentes provincias del Imperio Romano. Igualmente los cursos de verano de la Universidad del Mar de la UMU titulados «Balnoterapia. El uso 1 Para este proyecto se ha contado con reputados asesores científicos de los campos de la Filología Latina, la Hidrología Médica y la Historia Antigua que desde el principio conocieron el contenido del proyecto y su desarrollo, además de ser invitados a cuantas reuniones científicas se celebraron durante estos años amparadas por el propio proyecto. Así participaron como tales Isabel Velázquez Soriano, Francisco Maraver Eyzaguirre. M.ª Jesús Peréx Agorreta y Juan Manuel Abascal Palazón a quienes desde aquí damos las gracias por la disposición mostrada.

médico de las aguas termales a través de la Historia» (Alhama de Murcia y Archena, 2006-2012), fueron un excelente caldo de cultivo en ese sentido, ya que gracias a esas jornadas de trabajo interdisciplinar se dio la posibilidad de reunir a gran número de especialistas en muy diversos campos, procedentes de todo el territorio nacional, que fomentaron el intercambio de ideas y valoraciones sobre el termalismo antiguo. En todos esos escenarios, se plantearon muy diversas cuestiones que necesitaban ser contestadas. Los trabajos de Diez de Velasco, especialmente los relacionados con el estudio de la religión y las aguas termales (Termalismo y religión. La sacralización del agua termal en la península ibérica y el norte de África en el mundo antiguo), sin olvidar los estudios de caso, representaban un punto de partida importante para conocer el termalismo en Hispania. Lo mismo ocurría desde el punto de vista arqueológico e histórico con los primeros trabajos de G. Mora (1981), C. Miró (1987 y 1992), E. Frade (1992 y 1993) y M.ª E. Oró Fernández (1993, 1995 y 1997), a lo que se unieron los resultados de las reuniones sobre termalismo celebradas en 1992 y 1997 (coordinadas por M.ª J. Peréx y A. Bazzana; y M.ª J. Peréx, respectivamente), consecuencia directa de las realizadas en París en 1985 y en Aix-les-Bains en 1990. Fueron puntos de partida fundamentales, pero era necesario dar un paso más y plantear un estado de la cuestión sobre el papel de las aguas mineromedicinales en la Hispania romana. En su momento, ya fue un logro mostrar que el termalismo hispano existía e insistir en las necesidades de marcar las diferencias entre los edificios de baños con aguas minerales de aquellos que solo usaban agua común, pero había que seguir avanzando y para ello eran necesarios tanto nuevos datos como nuevas perspectivas de estudio. Si bien gracias a los coloquios de Madrid y La Rioja se desarrollaron trabajos diversos por el equipo de la Dra. Peréx que desde la UNED se han presentado bajo el título del proyecto «Ubi Aqui ibi Salus» (20062008), sus líneas fundamentales de trabajo se han materializado en interesantes aportaciones, aunque

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esencialmente desde el punto de vista de la epigrafía y el culto a las aguas en la península, que no respondían a otros aspectos que para nosotros resultaban igualmente fundamentales. Así, las principales publicaciones sobre esta temática o bien se centraban en el aspecto religioso del termalismo, por otra parte fundamental, o incidían excesivamente en cuestiones teóricas demasiado generales para ser tenidas en cuenta en estudios específicos sobre casos concretos. Por lo tanto, uno de los pasos más significativos a la hora de querer estudiar el aprovechamiento histórico de estos manantiales pasaba por conocer en primera persona de qué estábamos hablando, y ampliar nuestro repertorio documental e informativo sobre los posibles yacimientos termales de época romana presentes en el territorio peninsular. Con ello sería posible reconocer las múltiples connotaciones y variados condicionantes del uso y explotación de estas aguas en el mundo antiguo, y teniendo presente la enorme dificultad y amplio abanico de aspectos a tener en cuenta sobre esta materia. De esta manera surge este proyecto para intentar responder a estas cuestiones y otras derivadas de las mismas, que deberían partir del hecho de conocer minuciosamente la realidad sobre la que estamos trabajando. El campo de estudio que planteamos comprende toda Hispania e intenta revisar los datos de los balnearios conocidos así como cómo buscar datos nuevos, especialmente en los manuscritos de médicos de baños del siglo xix, de los que se conservan más de 4000 documentos. Además de esta documentación esencial, el proyecto ha incidido de manera especial en la epigrafía y en la numismática. Respecto a estas materias hay en elaboración sendas monografías. La epigrafía ya había sido bien estudiada, aunque casi siempre, desde un punto de vista religioso, y despreciando otros textos que no hacen mención a otros aspectos más allá de la religión. Ahora en la monografía que está en proceso de preparación junto a la Dra. Isabel Velázquez y al Dr. Rafael González, no se hace discriminación por el tipo de inscripción aunque sí tiene un peso específico propio el lugar del hallazgo para evitar lo que ha ocurrido tantas veces, que lápidas aparecidas a kilómetros de una surgencia se relacionaban con ella por una simple mención a las ninfas. En cuanto a la numismática los problemas planteados son de otra índole. Mientas que las lápidas suelen publicarse tras su hallazgo, de las monedas no siempre se da la noticia, y cuando se hace tarda

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mucho en salir a la luz su publicación científica. En el caso de las referencias a las monedas presentes en la literatura histórica o médica del siglo xix nos podemos encontrar con descripciones genéricas como «monedas del imperio de los césares» y con imprecisiones tales que a veces resulta imposible distinguir su cronología o valor, pese a lo cual no desistimos en completar para su publicación el conjunto de las piezas numismáticas aparecidas en los balnearios hispanos. Una de las acciones que contemplaba el proyecto era la celebración de reuniones de trabajo entre los miembros, los asesores e investigadores invitados que estuvieran trabajando en temas relacionados con el termalismo. A este efecto se han realizado dos reuniones con el patrocinio del Balneario de Archena S. A. En la primera el tema a tratar fue el de: «Los balnearios romanos y sus implicaciones» (21-23 de Marzo 2013) y en la segunda: «Balnearios romanos entre las ciudades y la red viaria» (27-29 Noviembre 2014). Entre los asesores asistieron los profesores Francisco Maraver Eyzaguirre, profesor titular de Hidrológica Médica y director de la Escuela de Hidrología Médica e Hidroterapia de la UCM e Isabel Velázquez Soriano, catedrática de Filología Latina de la misma universidad. Como invitados, además de los que aparecen como autores en este volumen, han participado los profesores José Miguel Noguera Celdrán2 (Universidad de Murcia), Martín Lillo Carpio3 (Universidad de Murcia) y Rosa Meijide Failde4 (Universidade da Coruña) y los médicos hidrólogos, Juan Carlos San José Rodríguez (Sociedad Española de Hidrología Médica) y Araceli Muela García (Balneario de Leana). Parte de los resultados de esas reuniones también se plasman en este libro, aunque por diversos motivos no se han podido incluir las conclusiones de todos los invitados o participantes, bien porque en algunos casos les fue imposible asistir o participar en estos primeros encuentros; o bien porque en este primer volumen nuestra pretensión ha sido la de centrar la temática esencialmente en el ámbito histórico y arqueológico en este volumen, fundamentalmente por el tipo de publicación elegido. De ahí que, aunque se han tratado durante este proyecto aspectos interdisciplinares de muy diversa índole que fueron presentados en las diferentes reuniones de trabajo, hemos considerado que sería más adecuado su inclusión en una futura 2

Catedrático de Arqueología de la Universidad de Murcia. Profesor titular de Geografía de la Universidad de Murcia. 4 Catedrática de Hidrología Médica de la Universidad de La Coruña 3

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publicación de carácter más amplio, incluyendo los estudios presentados por grandes especialistas en hidrología, hidrogeología o geografía humana que, dado su interés, merecen sin duda un capítulo propio y una monografía específica por su importancia para la comprensión del termalismo antiguo. En cuanto a los contenidos del libro, de acuerdo con lo tratado en estas reuniones y en los trabajos de campo realizados, hemos considerado interesante estructurarlos en cinco bloques: 1. El primero se centra en un solo capítulo, que pretende ser al mismo tiempo una introducción y unas primeras líneas de conclusiones, sobre esta primera fase del proyecto. En ese sentido se titula «El balneario romano: concepto, definición y criterios de jerarquización a partir de los ejemplos hispanos» en donde se muestra, a partir de un amplio estudio bibliográfico y físico de los balnearios de España y Portugal —partiendo del inventario final, que ha sido parcialmente resumido—, el trabajo minucioso de diversos años, así como los diversos aspectos que estamos manejando para establecer la importancia que los romanos dieron a las aguas mineromedicinales en la península ibérica. Nuestro objetivo, a pesar de ser muy ambicioso, pretende determinar qué es un balneario de forma conceptual y práctica, estableciendo los aspectos a tener en cuenta para su estudio y para analizar la importancia de estos enclaves de aguas medicinales en el territorio. 2. El bloque segundo está dedicado a los nuevos datos que permitirán avanzar en el conocimiento de los balnearios romanos de la península, gracias a las excavaciones o revisiones que afortunadamente se han podido realizar en los últimos años en un significativo número de yacimientos. Así, tenemos la fortuna de contar en este volumen con una amplia representación de los establecimientos recientemente descubiertos en el contexto de la península ibérica. Aunque por motivos ajenos a nuestra voluntad, no hemos podido reunir en este volumen todos los ejemplos singulares de esta realidad (ya que faltan fundamentalmente los ejemplos correspondientes al ámbito noreste del territorio peninsular, así como algún yacimiento en proceso de excavación y estudio, caso del balneario de Lugo), sí contamos con un excepcional muestrario de otras áreas de Hispania. En este sentido se pre-

PRESENTACIÓN

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senta en este volumen una amplia descripción de las actuaciones realizadas, destacando los de Chaves-Aquae Flaviae (Vila Real) donde se ha descubierto el mayor complejo balneario de Hispania; las Burgas de Ourense, en cuyo entorno va surgiendo paulatinamente el balneario romano con un interesante conjunto epigráfico; los restos arqueológicos en el Balneario de Carlos III, en Trillo (Guadalajara), situado frente al yacimiento romano de Villavieja importante aglomeración urbana que se relacionaba con las aguas termales próximas, como indican tanto su inmediatez como los materiales aparecidos en las excavaciones y en otras zonas del complejo moderno; el balneario de Archena (Murcia), cuyos restos edilicios, pictóricos y epigráficos delatan la existencia de otro de los grandes establecimientos de época romana; el balneario de Alange (Badajoz), con una envergadura de construcción romana conservada mucho mayor que la que se suponía en origen y con unas propuestas de restitución que podrían ser un modelo para otros complejos termales; las instalaciones de Isla Plana (Cartagena), lugar en que el que la revisión del edificio de los baños de principios del siglo xx, de las excavaciones de urgencia de los años 2003 y 2006 y de la documentación de archivo, permite plantear un origen romano al uso de estas aguas medicinales; Fortuna (Murcia), donde las últimas campañas han aportado importantes datos acerca de la hidráulica del balneario romano, de sus momentos de uso y de su configuración general; y en Alhama de Murcia (Murcia) donde se hace una revisión profunda del balneario romano, de gran interés por su reutilización y superposición de estructuras desde época romana hasta finales del siglo xx, posteriormente recuperado en un museo de termalismo que puede ser un referente en esta materia. 3. El bloque tercero está dedicado a las relaciones entre los balnearios, las ciudades y el territorio (dentro de los múltiples «territorios» existentes en época romana), teniendo como elemento de conexión la red viaria antigua y llegando cronológicamente hasta el mundo árabe al tener la evidencia de que muchos de los baños medicinales romanos pervivieron durante la dominación musulmana de la península. Se comienza con un capítulo de introducción que por una parte plantea la problemática de este

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estudio y por otra trata de establecer, en base a datos objetivos, qué balnearios podían estar directamente relacionados con ciudades. En ese capítulo se trata solo de las vías conocidas en territorio español, ya que los ejes viarios del ámbito portugués están analizados de manera independiente en otro capítulo de este bloque. A esos capítulos, le siguen dos estudios de caso, para realizar un estado de la cuestión sobre este tipo de estudios en la península en diferentes territorios: uno correspondiente a la relación entre balnearios y territorio en época romana en Galicia y otro en torno al balneario romano de Alange. Cierra el bloque un estudio amplio y no falto de dificultad que versa sobre los balnearios en al-Andalus, donde se presta especial atención a los grandes centros termales de Almería y Granada, sin omitir otros casos con evidentes antecedentes romanos. 4. El cuarto bloque está dedicado a la sociedad y a la religión en torno a las aguas mineromedicinales. Se compone de cuatro capítulos en los que se tratan diversos temas relacionados con el mundo prerromano, la religión y la sociedad, siendo en muchos casos la epigrafía el soporte más sólido para los argumentos. De esta manera son abordados temas concretos como el sustrato indígena y los dioses romanos en los balnearios, las prácticas epigráficas y el termalismo terapéutico en el noroeste de Hispania, además de nuevas propuestas de lectura de inscripciones, todos ellos con la pretensión de ser lo más exhaustivos y cuidadosos con la vinculación entre la materia de estudio y los manantiales mineromedicinales analizados. 5. El quinto y último bloque recoge uno de los objetivos primordiales del proyecto de investigación: el «Inventario de los yacimientos mineromedicinales de la península ibérica». Se trata de una brevísima descripción de 152 manantiales de muy diversa índole clasificados según el grado de evidencias y testimonios que podrían indicar su explotación en época romana, y se ha realizado a partir de la consulta de abundante bibliografía y de la visita a la mayoría de estos lugares. Así, se presenta un inventario que espera ser una herramienta de trabajo útil para el desarrollo de la investigación sobre el termalismo antiguo y para mostrar un breve

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pero sintético estado de la cuestión sobre estos yacimientos de aguas mineromedicinales en la península ibérica. A la hora de registrar estos enclaves, han sido muchos los datos recogidos en nuestras fichas que no hemos incluido en este catálogo por no excedernos en sus dimensiones. Así, además de las apuntadas, hemos considerado para nuestro estudio otras cuestiones de interés, vinculadas por ejemplo al análisis físico-químico completo de las aguas, así como a distintos aspectos desde el punto de vista médico, como las acciones, las técnicas de aplicación y sus indicaciones tanto antiguas como actuales, la percepción sensorial de estas aguas (sabor, olor, color), así como la visión de conjunto sobre la caracterización geológica de la surgencia y los caracteres antropológicos (rituales y ceremonias, advocaciones, leyendas, usos sociales del agua, etc.). Todos estos datos formarán parte de las fichas de análisis final derivadas de este proyecto que serán publicadas en nuestra base de datos online con posterioridad. Los trabajos que se presentan en este volumen no son unas conclusiones definitivas, sino que pretenden ser un primer paso para reconocer las posibilidades de estudio a desarrollar en un futuro, que estamos seguros nos llevarán a conocer en mayor profundidad las múltiples connotaciones que el termalismo ha tenido a lo largo de la historia. En ese sentido, pretendemos que este libro permita dar un paso más para conocer la situación del termalismo antiguo en la península ibérica y que a partir de ahí podamos desarrollar en futuros trabajos los resultados obtenidos hasta el momento, conscientes de lo mucho que hemos aprendido y de lo mucho que nos queda por aprender. En ese sentido, gran parte de ese aprendizaje no hubiese sido posible sin la colaboración y el apoyo de múltiples instituciones, colectivos y personas concretas. En primer lugar, querríamos agradecer a la Fundación Séneca su confianza en nuestro proyecto y por haber patrocinado la labor de recogida y análisis de datos, sin la que hubiese sido imposible este trabajo; así como a la Universidad de Murcia y al Balneario de Archena S. A., como ejemplo de la posible colaboración e interés mutuo entre empresa y patrimonio, y por el respeto e interés que han mostrado por conocer y poner en valor su historia y sus orígenes. En especial hay que agradecer al que ha sido su director

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general durante muchos años D. Miguel Lloret Pérez su apoyo y la financiación recibida. En el análisis y conocimiento de los enclaves termales, son muchas las personas y empresas que nos han facilitado el trabajo y apoyado en todo momento. Por este motivo mostramos nuestro agradecimiento a: D. L. Rodríguez Míguez, como parte esencial de la hidrología médica en Galicia;5 a la asociación Balnearios de Galicia, y a su gerente B. Amor; al Grupo Caldaria y a su gerente D. Fr. J. Soto Varela; al balneario de Termas de Cuntis y a su directora Dña. M. Espiño Alende; al director de los baños de Berán; al gerente del balneario de Carballo, D. J. Ramón Fernández López y a la médica-directora del complejo; al personal del Balneario de Baños de Molgas y a los vecinos del lugar; a los propietarios del balneario Dávila de Caldas de Reis;6 a los gerentes del balneario de Caldelas de Tui; al personal de Mondariz-Balneario; al antiguo propietario del balneario de Catoira; al personal del ayuntamiento de Cuntis y a varios vecinos del lugar, especialmente a D. H. Picallo; a los propietarios del balneario de Lugo, y a los arqueólogos que han actuado en el complejo; al ayuntamiento de Ourense, en especial al personal del área de termalismo y del Servicio de Arqueoloxía; al ayuntamiento de Lobios, y a los arqueólogos C. Rodríguez Cao, M. Xusto y S. Ferrer; al balneario de Leana (Fortuna) y a su director general, D. Pedro Antonio García, Conde de San Jorge; al balneario de San Andrés de Canena y a su director, D. J. Manuel Lorite Rascón, además de a Dña. Ester. Lorite Rascón y Dña. Berta Díaz Ramírez; al personal del balneario de Alhama de Aragón; al ayuntamiento de Caldas de Montbui y especialmente al personal del museo Thermalia y a la investigadora C. Miró; a los miembros del departamento de Arqueología de la Universidad Autónoma de Barcelona y del ICAC, fundamentalmente a la Dra. Isabel Rodà; al ayuntamiento de La Garriga, especialmente al técnico de patrimonio D. E. Costa; a los investigadores de Caldes de Malavella, fundamentalmente a Dña. M. Santos y D. J. M.ª Nolla; a la dirección del balneario de Baños de Fítero, así como al erudito local S. Olcoz; al Real Balneario de Solán de Cabras y a su director D. M. 5 Durante la revisión de esta publicación se produjo la triste noticia del fallecimiento de D. Luis, persona excepcional y profesional incansable, con el que tuvimos la suerte de colaborar en múltiples ocasiones, y que ha sido y seguirá siendo un referente para el termalismo en Galicia y para nuestro trabajo. Sirva esta nota como particular homenaje. 6 Especialmente a D. J. Pereira, recientemente fallecido, por su fundamental ayuda y amabilidad.

PRESENTACIÓN

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Vegas Lara; al balneario de Ledesma y a su director D. A. Cirilo Díez; al Balneario de Retortillo y a su gerente D. S. Rodríguez Martín; al Grupo Probaños y en especial a su gerente D. M.ª J. Martín Iglesias y la Dra. P. Diestro; al profesor Fr. Maraver Eizaguirre; a los dueños del antiguo balneario de Fuenteagria; al Ayuntamiento de Fortuna y a su concejal de cultura D. M. Romero Valera; al Ayuntamiento de Alhama de Murcia y a su exalcalde D. J. Romero Cánovas; a D. F. Medialdea, gestor del balneario de Baños de Alicún de las Torres; a los propietarios del nuevo Balneario de Zújar, así como al historiador local D. A. González González, y al restaurante y piscina termal «El Baño»; a la familia propietaria del balneario de Alhama de Almería; al propietario del balneario de Sierra Alhamilla, D. I. Pérez Molina; al ayuntamiento de Trillo y a su concejala de Cultura Dña. M.ª Teresa Blanco Muñoz; al ayuntamiento de La Luisiana; al personal del balneario de Alhama de Granada y al de Graena; a los propietarios del balneario de Alange; al balneario de Fuencaliente, en la persona del Dr. San José Rodríguez; al ayuntamiento de Puertollano y al director del Museo Etnográfico D. R. Menasalvas Valderas; al personal del ayuntamiento de Grávalos; al director del Museo Arqueológico de Linares, Dr. D. M. Castro López; al director y subdirectora de la biblioteca de Medicina de la Universidad Complutense, D. J. de Jorge García-Reyes y Dña. M. Crego Castaño. Ya en Portugal, nuestros agradecimientos al personal del balneario de Caldas da Saúde; al personal de los balnearios de Monção y Vizela, en especialmente al Dr. T. Ares Güimil y D. H. Silva Souto; al arqueólogo Fr. Queiroga; al personal del balneario de São Pedro do Sul y especialmente a su director Dr. Aires Leal; al balneario de Monte Real y a su director médico Dr. F. Teixeira; al personal de la cámara municipal y Museo del balneario de Caldas da Rainha, a D. R. Lopes, Dña. D. Mendes y muy especialmente a D. A. Duarte; al profesor Dr. C. Fabião de la Universidad de Lisboa; a los miembros de la freguesía y personal de Cabeço de Vide; al personal (especialmente a los arqueólogos funcionarios o a aquellos que participaron en diversas actuaciones) de las cámaras municipais de Chaves, Caldas das Taipas, Caldas de Vizela, Guimarães, Ericeira, Monchique (en especial al arqueólogo F. Capela), São Pedro do Sul y Lagos (especialmente a la arqueóloga municipal de Lagos, Dña. E. Morán, así como al personal de la biblioteca y Museo arqueológico de esa población portuguesa); a la Direcção Regional de Cultura do Algarve, en la persona de D. R. Parreira; así como

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GONZALO MATILLA SÉIQUER Y SILVIA GONZÁLEZ SOUTELO

al profesor de la Universidad de O Algarve, J. P. Bernardes. Finalmente a Gonzalo Castillo Alcántara y Benjamín Cutillas Victoria, cuyas madrugadas se pusieron al servicio de este libro. Por supuesto, hay que incluir también en estos agradecimientos a los revisores de este volumen por sus comentarios, aportaciones y sugerencias; a los colegas de nuestros respectivos departamentos; pero

Anejos de AEspA LXXVIII

fundamentalmente a los eruditos, personas anónimas, colegas, compañeros y familia que han participado, aportado datos e ideas y reflexiones, que han ayudado a dar matices fundamentales a este estudio. En conclusión, gracias sinceramente a todos aquellos que han estado interesados en este proyecto, y que han posibilitado y facilitado que se haya podido llevar a cabo esta publicación.

Gonzalo Matilla Séiquer y Silvia González Soutelo Octubre de 2015

I INTRODUCCIÓN

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CARLOS JESÚS MORÁN SÁNCHEZ Y ANTONIO PIZZO

Anejos de AEspA LXXIII

EL BALNEARIO ROMANO: CONCEPTO, DEFINICIÓN Y CRITERIOS DE JERARQUIZACIÓN A PARTIR DE LOS EJEMPLOS HISPANOS Gonzalo Matilla Séiquer, Universidad de Murcia-CEPOAT y Silvia González Soutelo, GEAAT, Universidad de Vigo

Resumen: En este artículo presentamos una revisión sobre los conceptos que definen a un balneario romano, así como aquellos elementos de análisis que deberían tenerse en cuenta para poder profundizar en el conocimiento y en la comprensión de las aguas mineromedicinales en el mundo antiguo (significado social, económico, político y cultural) y en las infraestructuras que se crearían para un adecuado acondicionamiento del manantial en relación con sus usos. Se plantean igualmente diversas problemáticas sobre el estudio de estos enclaves, así como se enfatiza en la necesidad de, a partir de los estudios de casos reales identificados hasta la fecha por medio de excavaciones arqueológicas específicas dentro del territorio peninsular, entender el papel que tuvieron estos espacios en la comprensión del territorio y en su proyección local-comarcal-provincial dentro del Imperio Romano. Summary: In this article, we propose a review about the concepts that define a Roman healing spa, as well as those analytic criteria that should be taken into account to improve our knowledge about the mineral medicinal water in the Ancient World (social meaning, economic, political and cultural aspects). Some of the main issues on this topic are also considered, but thanks to the new examples and new archaeological digs it is possible to get further in the analysis to consider the role that these places had, not only in its territories, but also in a local-regional and a provincial scale into the Roman Empire. Palabras clave: Termalismo antiguo, península ibérica, Hispania, antropología, evidencias arqueológicas, balnearios romanos. Key words: Ancient thermalism, iberian peninsula, Hispania, archaeological evidences, anthropology, roman healing spas.

1. INTRODUCCIÓN Cuando hablamos de balnearios romanos estamos mediatizados por una terminología imprecisa. No existe una palabra concreta que sea capaz de transmitir una información veraz acerca de los establecimientos de aguas mineromedicinales en época romana. Aunque en muchos casos el término aquae (en plural) se

usa para designar las aguas y consecuentemente los lugares en los que existen surgencias medicinales1 1 Tal y como especifica Varrón, sobre el origen del término latino aquae para designar las aguas mineromedicinales:«Así, habiendo entrado en nuestras costumbres, por el lugar y el agua que allí brotaba, la estima de las aguas termales (aquae caldae), siendo unas apropiadas para una enfermedad y otras para otra, y siendo muchas las que utilizaban como las existen-

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(Aquae Sulis, Aquae Querquennae, Aquae Flaviae, Aquae Sextiae, Aquae Granni, etc.) no es de manera alguna un término exclusivo, ya que, en las referencias toponímicas y en las fuentes antiguas y medievales también pueden aparecer términos como balneum-a y therma-ae con la salvedad de que expresan (o pueden expresar) la existencia de instalaciones2 apropiadas para el baño.3 En la toponimia moderna la utilización masiva de «baños» (Baños de Molgas, Baños de Ledesma, Baños de Tus, Baños de la Rosa, etc.) podría hacernos creer que el término deriva del latino para referirse a estos lugares, sin embargo la mayoría de los enclaves que reciben esta denominación tendrían un topónimo distinto en época romana, y sería en época posterior cuando reformarían su topónimo. Así Baños de Riocaldo responde a Aquae Oreginae (It. Ant. 428, 1) o Baños de Bande —Aquae Querquennae— (It. Ant. 428,2). Lo mismo sucede con los enclaves «Caldas», cuya derivación también marca diferencias entre el topónimo romano y el posterior, aunque podría estar formando parte del mismo, a partir de la referencia a algunas de sus cualidades. Así, por ejemplo, Caldes de Malavella era Aquae Voconiae/Aquae Calidae? (Ptol. II, 6, 69) o Caldas de Reis —Aquae Celenae/ Aquae Calidae? (Ptol. II, 6, 24). También en los tes en Puzzuoli y en el territorio de los etruscos, las denominaron con un vocablo en plural en vez de con uno en singular» (L., 10, 69. Hernández Míguez (trad.) 1998). 2 De forma general, el étimo balneum indica «lugar o edificio de baños» (Oxford Latin Dictionary 1968: 224, voz balneum) esencialmente vinculado a agua común. Nuevamente aparece definido por Varrón (L. 10, 69), para enfatizar esa consideración: «Por la misma razón, en su casa cada uno dio la denominación de balneum a donde uno se baña», y es discutido también por otros autores (Nat. 34, 62; Mart. 7, 34, 5). En el caso de thermae, a partir del término griego vinculado a calor o a aguas calientes, pasaría a designar, en época imperial al «lugar de baños calientes» (Oxford Latin Dictionary 1968: 1937, voz thermae). Sobre la problemática en la diferencia entre estos dos términos consultar, entre otros, las aportaciones de Nielsen 1990; Rebuffat 1991; Ginouvés y Martin 19851998; o Yegül 1992. Tal y como menciona Séneca (Q. Nat, 3, 24): Idem sub terra Empedocles existimat fieri, quem non falli crede Baianis, quibus balnearia sine igne calefiunt, tendríamos que valorar el empleo del término balnearia para designar los edificios en los que se aprovechaban las aguas mineromedicinales en forma de baños. 3 Ejemplo de esto es la epigrafía presente en el balneario de Archena, en donde la lápida fundacional menciona la construcción de las termas: [The]rmas [f]ec(it) (CIL II 3542), mientras que la lápida de los duunviros usa el término aquas como equivalente de captación y balneario: … aquas ex d(ecreto) d(ecurionum) reficiendas / curarunt (CIL II 3541). Podría ser, no sin dudas, también el caso de la inscripción de L. Aemilius Daphnus tal vez asociada a los Baños de Guardias Viejas en Almería (CIL II 5489).

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topónimos «Alhama», como en Alhama de Aragón (Aquae Bilbilitanorum. It. Ant. 437,2; 438,14), se ha transformado el término latino en el correspondiente árabe; mientras que en algunos casos, podría haberse producido la total desaparición del topónimo original en ciudades como Chaves, la romana Aquae Flaviae (CIL II 2477). Muchos de los establecimientos vinculados a aguas mineromedicinales en época medieval adoptaron de forma general la palabra «baños»4 en España y «caldas o termas»5 en Portugal, y es que no sería descartable que en época romana, tal y como está documentado en el siglo xviii y xix,6 se hablara del balneum aquarum o de los balnea aquarum de los que habrían podido derivar la designación de baños en muchas de las aguas medicinales. Más allá de la terminología, lo que nos interesa es acercarnos a la realidad y concepción de los balnearios romanos, y con especial atención en el caso de la península ibérica. Tras los trabajos pioneros de Mora (1981), Oró Fernández (1993a y 1996b), Díez de Velasco (1998) y las actas de las reuniones de Madrid (Peréx y Bazzana 1992) y Arnedillo (Pérex 1997), que supusieron un significativo avance en la documentación y estudio del termalismo antiguo y recogieron los avances de las décadas precedentes en esta materia, se ha iniciado una nueva etapa en el estudio de los balnearios romanos en Hispania a partir de la realización de significativas excavaciones arqueológicas en yacimientos claves como Fortuna, Alhama de Murcia, Archena, Caldes de Malavella, Lugo, Ourense y Chaves —ver referencias en este volumen y en las referencias bibliográficas presentes en el inventario final—, así como estudios específicos sobre el ámbito noroeste y sureste de la península ibérica, que han dado pie a nuevas propuestas de análisis sobre las estructuras arqueológicas específi-

4 En el siglo xix era predominante ese apelativo, aunque en la actualidad casi todos han tomado la denominación de balneario manteniendo en contados casos los nombres de «caldas» o «baños», como sucede en los balnearios de Caldas de Besaya, Caldas de Luna, Baños de Montemayor, Baños de Valdefernando, Baños de la Concepción, Baños de Arteixo o Baños de Benasque (ver en Maraver y Armijo 2010). 5 El uso más común en el Portugal del siglo xviii era el término caldas (ver en Henriques 1726). En la actualidad alternan los nombres de «caldas» y de «termas», aunque de los balnearios que se mantienen en funcionamiento en la actualidad en Portugal, 23 de ellos se denominan termas frente a 16 que se denominan caldas, cf. http://www.aguas.ics.ul.pt/tc.htm [Consulta: 3/04/2015]. 6 Es habitual hablar de los «baños de las aguas» de determinado sitio o con determinadas propiedades (por ejemplo Torres 1744 y Gavilanes 1878).

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cas de estos complejos, así como sobre los múltiples aspectos implícitos en este tipo de edificios de baños. La puesta al día de toda la información disponible se ha combinado para establecer elementos de comparación que, entre otras cosas, nos permitan reflexionar sobre las múltiples implicaciones del uso de estas aguas en el mundo antiguo, y den paso al análisis conjunto e individualizado de los complejos termales antiguos y modernos (casi siempre yuxtapuestos) presentes en la península ibérica. Todo esto nos ha permitido acumular un conocimiento y una experiencia que nos obligan a situarnos frente al fenómeno balneario romano para comprenderlo en todas sus dimensiones. Este proceso de investigación nos obliga a acercarnos de nuevo a los balnearios como si fueran material no explorado. Nos preguntamos, por tanto, qué es un balneario romano, cómo lo definimos, qué testimonios tenemos para conocer en detalle estos enclaves, y por último cómo se deberían encuadrar tales balnearios dentro de la vida cotidiana del mundo romano.

2. CONCEPTO Las aguas mineromedicinales en época romana Dentro de los múltiples testimonios literarios en el ámbito greco-romano, las aguas mineromedicinales aparecen mencionadas con interés por muy diversos motivos. Los dos principales se vinculan a las propiedades curativas y mágico-religiosas que se le atribuían. Podemos ver esto en numerosos episodios mitológicos, como los que menciona Diodoro Sículo (V, 3, 4) a propósito de Sicilia, donde cuenta cómo se creó la fuente llamada Cyane al abrir Plutón la tierra para llegar al infierno cuando llevaba en su carro raptada a Proserpina. Así, cerca de ese lugar los siracusanos celebraban una fiesta anual y realizaban sacrificios de toros sumergiéndolos en la fuente. También en Sicilia, junto a la ciudad de Himera, las ninfas hicieron brotar una fuente de aguas calientes para complacer a Atenea que deseaba que Hércules a su llegada a la isla pudiera en esas aguas recuperarse de las fatigas de sus trabajos. Por otra parte se ha interpretado que la lucha mantenida por Hércules contra los gigantes en el entorno de los volcanes Etna y Vesubio, donde los cuerpos de los vencidos llenaron de humo maloliente el aire, refleja la leyenda «que especializa al héroe en la protección de las aguas con olor a azufre» (Oró 1996a: 60).

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Esto encaja bastante bien con el diálogo entre el Argumento Mejor y el Argumento Peor en Las Nubes de Aristófanes. Mientras el primero censura los baños calientes porque producen cobardía en el hombre, el segundo recuerda que están consagrados a Hércules: ‫ݠ‬ȡȐțȜİȚĮȜȠȣIJȡȐ (Nub., 1036-1054). A este respecto Herodoto (VII, 176) cita la presencia de un altar dedicado a este dios en las Termópilas. Efectivamente los «baños heracleos» se definen fundamentalmente por ser hipertermales y posiblemente sulfurosos, pero también son indicativos del carácter sacro de una clase específica de aguas mineromedicinales, como mínimo, de las aguas minerales calientes. Este tipo de aguas «especiales» están con mayor o menor intensidad presentes tanto en la literatura griega como en la latina. A veces es una simple mención como la que hace Homero al hablar de las fuentes del río Escamandro (Il., XXII, 148-151), dos manantiales de agua, muy caliente uno y muy fría el otro. Esa referencia se transforma en algo más cuando en la misma obra se habla del carácter divino de este río, cuando Hipsenon, su sacerdote, era venerado como un dios por el pueblo (Il., V, 76-78). Marcial, en una obra que debemos considerar muy popular en su época (Galán 1994) utiliza con frecuencia alusiones a las aguas mineromedicinales o a los baños surtidos con estas. Las menciones más frecuentes son a Baiae (I, 59 y 62; III, 20; IV, 25 y 30; VI, 42, 43 y 48) y a Tibur (I, 12; IV, 57, 60, 62 y 64; V, 71; VII, 78), pero también las encontramos en referencia al Congedo, posiblemente en relación a las aguas termales de Alhama de Aragón (I, 49); a Aquae Sinuessanae, junto a la vía Apia (VI, 42); a las fuentes de Apono —diversos manantiales termales situados en el entorno de Padua— (I, 61; VI, 42); a Aquae Passerianae, los Bagni Giasinelli al oeste de Viterbo; las Aquae Apollinares, junto al lago Bracciano; y a Anxur o Terracina (VI, 42). Algunas veces el discurso se refiere a baños de forma explícita, pero en la mayoría de los casos no son más que un elemento de referencia poco detallada a unas aguas de sobra conocidas por el lector. En su Ars Amatoria (I, 255-258) Ovidio escribe los siguientes versos: «Quid referam Baias, praetextaque litora velis, / Et quae de calido sulpure fumat aqua? / Hinc aliquis vulnus referens in pectore dixit / ‘Non haec, ut fama est, unda salubris erat’», dejándonos claro, aunque haya una crítica negativa, el amplio conocimiento que había de las aguas de Baiae y el uso que de ellas hacían los enfermos. Pero no solo se habla de las aguas mineromedicinales en términos literarios, sino que encontramos

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suficientes referencias en tratados científicos, que indican tal vez que, al conocimiento y preocupación del vulgo por este tema, se añade también el de los hombres más instruidos. De esta manera Aristóteles intenta explicar el origen de algunas aguas termales atribuyendo su formación al impacto de los rayos, conviniendo en que si estas son sagradas es a causa de la combinación de dos elementos: los rayos y el azufre. También explica el sabor salado de algunas porque piensa que estas atraviesan en su recorrido subterráneo capas de alumbre (Problemata XIV, 16-19). Vitruvio también se preocupa por la naturaleza de las aguas y sus cualidades en sus libros segundo y octavo de Architectura (II, 6, 2-4; VIII, 2-3), haciendo referencia fundamentalmente a Baiae; como hará igualmente Séneca, en su Naturalis Quaestiones, cuando se ocupa en el libro tercero de las aguas y entre ellas de las medicinales, reflexionando sobre su naturaleza: «trataremos (…) de las aguas comunes, tanto frías como calientes. Por lo que se refiere a las calientes, habrá que investigar si nacen ya calientes o pasan a serlo. También trataremos de las demás aguas que destacan por su sabor o por alguna propiedad útil. En efecto, algunas sirven para los ojos, otras para los nervios; otras curan totalmente las enfermedades crónicas y desahuciadas por los médicos; otras remedian las úlceras; otras bebidas son beneficiosas para el organismo y alivian las molestias del pulmón e intestinos; otras cortan las hemorragias. Tan variada es la utilidad de cada una de ellas como su gusto» (Nat. III, 2, 1). Incluso, en el mismo capítulo, hace también una clasificación de las mismas entre sulfurosas, ferruginosas y aluminosas, y es que, aunque no es un tratado en exclusiva de aguas mineromedicinales, dentro de la variabilidad que encuentra en las aguas, las aguas termales ocupan un papel destacado y para ellas intenta encontrar una explicación tanto de su temperatura como de las sustancias que contienen. Plinio también es representativo de ese interés sobre las aguas termales y medicinales. Dedica el libro 31 de Naturalis Historia a las aguas, donde trata en detalle las medicinales, con independencia de que sean hipertermales o no. Así, en el capítulo segundo cita una serie de enclaves, algunos con surgencias frías y calientes como Aquae Tarbellicae (Dax); otros como desencadenantes de la construcción de una ciudad, como Pozzuoli, Aquae Statiellae (Acqui Terme) o Aquae Sextiae (Aix-en-Provence: literalmente Puteolos in Campania, Statiellas in Liguria, Sextias in Narbonensi provincia). Sin embargo, las que mayor protagonismo toman sin duda en Plinio, pero también en otros autores, son las abundantes aguas del

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golfo de Baiae, donde se encuentran manantiales de diversa composición mineralógica: salinos, sulfurosos, aluminosos, nitrosos, bituminosos y ácidos (Nat. XXXI, 2-3). También nos habla de los usos médicos y de las aplicaciones más convenientes para cada tipo de enfermedad: enfermedades nerviosas, problemas en los pies, en las caderas, curación de heridas y fracturas, sanación de llagas, cabeza y oídos, purgantes, sanación de ojos, cura de la esterilidad y la locura, problemas de riñón, etc., indicando la relación entre los tipos de aguas y los males tratados: Así las aguas sulfurosas serían buenas para los nervios, las aluminosas para las parálisis, las bituminosas o nitrosas, tomadas en bebida serían purgantes. Aunque no sistematiza las técnicas de aplicación, la principal utilidad es en forma de baño con todos sus derivados, seguida del tratamiento hidropínico (en el que incluso advierte de los peligros de un uso incorrecto de estas aguas) y la aplicación de peloides (lit. caeno). Por último, los autores médicos, desde el Corpus Hipocrático hasta Sorano también tratan las aguas mineromedicinales, aunque de forma muy desigual y desaconsejándolas en algunos casos. De esta manera los tratados hipocráticos son poco expresivos al respecto. En «De los aires, aguas y lugares» se afirma que el conocimiento de las cualidades de las aguas es importante, ya que ellas son muy diferentes por su virtud, peso y sabor (I, 1) y se recomienda que un médico que llega a un lugar nuevo examine las aguas de las que los habitantes hacen uso para descubrir si son blandas e inodoras o duras, si proceden de lugares elevados y rocosos o por el contrario son crudas y salitrosas (I, 3). La tendencia marcada por Hipócrates va a ser general entre los médicos grecolatinos al menos hasta el siglo i d.C., siendo habitual desde ese momento, que autores como Herodoto, Celso o Areteo recomienden abiertamente los tratamientos de agua medicinal (y se incluye el agua marina) para diferentes enfermedades (Oró 1996b: 33-37; González Soutelo 2008: 227-234). Tal y como se muestra en Plinio (Nat. XXXI, 31-32) que enfatiza que el tratamiento con estas aguas es una terapia habitual al menos ya en siglo i d.C.7 En ese sentido, gracias a la compilación de autores médicos que realiza Oribasio en el siglo iv d.C., se documenta el hecho cada vez más habitual 7 Así lo puntualiza, cuando se sorprende sobre el hecho de que Homero no citase a las aguas termales en su obra más que de forma puntual, ya que menciona «sin duda, la razón es que entonces la medicina no utilizaba como ahora las aguas (minerales)» (Nat. XXXI, 32).

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de la existencia de abundantes referencias al uso de la hidroterapia, en la que estas aguas eran utilizadas como parte de los tratamientos para determinados males. Así aparecen designados los baños de aguas mineromedicinales como «baños naturales, mucho más eficientes y eficaces», frente al uso de los «baños artificiales» —baños con agua común— descritos como imitaciones de los modelos naturales vinculados a aguas termales (Heródoto, en Oribasio X, 3, 6). Por otra parte, desde el punto de vista arqueológico, además de las evidencias arquitectónicas y materiales conservadas, a las que haremos alusión más adelante, así como en diversos capítulos de este volumen, existen numerosos ejemplos de instalaciones o restos muebles de época romana en lugares con surgencias minerales, lo que indica que más allá de la teoría médica y de otras referencias literarias, había una realidad objetiva respecto al uso de estas aguas. Como veremos, si tomamos como modelo los ejemplos hispanos,8 aparecen documentados con frecuencia hallazgos de monedas romanas como por ejemplo en yacimientos como los Baños de Tus (Cebrián y Cano 1992: 383), en el Balneario de Panticosa (Beltrán 1954a: 139-140 y 1954b: 196-200), en Caldas de Moledo (Bothelo 1907: 23-25) o en el Balneario de Retortillo (Fita 1913: 543-545). De igual manera, constatamos evidencias epigráficas más o menos aisladas en Boñar (CIL II 2694: 709), Santaella (Leiva 2003: 361-366), Termas de Monte Real (CIL II 337) o Wamba (García Alonso 1985: 258-259), entre otros ejemplos. La iconografía también recoge la existencia del uso de las aguas medicinales. Baste citar la pátera de Otañes dedicada a la Salus Umeritana (Iglesias y Ruiz 1998: 47; 2012) o el mosaico de Madaba con la representación de las «termas» de aguas hipertermales de Baraas y de Calirroe junto al mar Muerto (Donner 1992: 39), que tiene su correspondencia literaria en Las Guerras de los Judíos de Flavio Josepho (I, XXI, 5), donde relata que Herodes, aquejado de grandes dolores, decidió ir al otro lado del río Jordán a bañarse en aguas calientes. Dentro de estas referencias, sin duda el documento iconográfico más impresionante, en el que vemos el reflejo inconfundible de la existencia de establecimientos termales en el Imperio Romano, es la Tabula Peutingeriana, donde en el entramado de caminos y ciudades reflejadas para todo el territorio conocido, se sitúan 31 estaciones correspondientes a enclaves aquae (Levi y Levi 1963; Bosio 1983; Talbert 2010; 8

En este volumen: «Inventario y revisión…».

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Peréx y Rodríguez 2011: 155-157; Morandini 2013: 273-284) y que nos indica sin duda alguna lo cotidiano de acudir a las aguas mineromedicinales para los ciudadanos del Imperio. Incluso, autores como Allen (2003) van más allá y sugieren que este itinerario podría estar emulando una red viaria enfocada a la visita de los principales complejos termales del Imperio romano. Queda claro pues, a partir de los ejemplos anteriores, que la presencia de múltiples referencias a las aguas mineromedicinales en textos literarios, científicos y médicos tanto en positivo como en negativo, así como las evidencias arqueológicas, son un reflejo claro de que estas aguas estaban presentes en el consciente colectivo del mundo clásico y especialmente en el romano. La propia existencia de Baiae como lugar de reclamo turístico-médico, expresada por múltiples autores, deja constancia de ello.

Pero, ¿qué es, conceptualmente, un balneario romano? Siendo conscientes de que en el mundo clásico no siempre es posible una separación nítida entre tratamiento médico e intervención divina, al menos en la mentalidad colectiva, el aspecto fundamental de estas aguas es su uso salutífero, esto es, el aprovechamiento de las aguas con fines curativos y con independencia de que se necesite la intermediación de una divinidad para que haya efectos beneficiosos. En ese sentido, el uso de un enclave como lugar de tratamiento y cura a partir de sus aguas será siempre previo a la creación de cualquier instalación por precaria que esta sea y será justamente ese concepto el que fundamentalmente quede tras la ruina, el abandono o la destrucción de las infraestructuras. Así, si analizamos esa realidad en época moderna, tenemos múltiples paralelos. En la provincia de Ourense, junto a la aldea de Prexigueiro, discurre el río Cerves, afluente del Miño, que tiene en su lecho surgencias hipertermales. Limón Montero (1697: 327332) describe el lugar y las características de sus aguas a partir de una carta que le envían en 1689, donde pese a la incomodidad del sitio, se habilitan balsas, con capacidad para seis u ocho personas, a base de cantos y arena en el propio lecho del río que separan las aguas termales de las del afluente. La afluencia que se calculó para el año 1688 fue de más de mil personas para el periodo comprendido entre mayo y septiembre. Como única infraestructura se tenía una pequeña caseta para que pudiesen reposar los bañistas

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después de haber estado sumergidos en las aguas, y que por el testimonio recogido, era insuficiente en cuanto a tamaño. Es evidente que el objeto de los bañistas era recuperar la salud frente a problemas de lo más variopinto como «impedimentos y encogimientos de nervios», heridas hechas con instrumento cortante, no faltando los mancos, tullidos, baldados y paralíticos, los «opilados», los que tenían «tumores de vientre acuoso», ciática, etc. (Limón 1697: 327-332). En todo caso, la falta de instalaciones no era ningún obstáculo para que los médicos pudieran enviar a sus pacientes a este lugar (Coste 1791: 81). Otro ejemplo, pero con una casuística distinta lo encontramos en Tiermas, Zaragoza. En la margen izquierda del río Aragón se encuentran una serie de surgencias hipertermales que dieron origen a un baño, y a menos de 2 km, en lo alto de un promontorio, se ubica el abandonado pueblo de Tiermas que durante la Edad Media tuvo intensas relaciones con el Monasterio de Leyre distante unos 5 km (Fortún 1992). En época romana hubo ocupación del lugar con la construcción de infraestructuras y la adecuación de los manantiales al uso terapéutico.9 La existencia del topónimo también indica la ocupación romana de Tiermas e incluso un ara inscrita (ILER 614 = IRMN 26 = HEp11, 2001, 339), conservada en el Monasterio de Leyre y con posible procedencia de los baños, nos informa de manera indirecta de la construcción de alguna de las infraestructuras y del área de captación de los usuarios de las aguas. La inscripción está dedicada a las ninfas por Quinto Valerio Fusco, aquilegus variaensis (Vázquez de Parga 1945: 700-701).10 Desconocemos la naturaleza de este balneario en época árabe ya que las construcciones atribuidas a esta fase bien pudieran ser romanas. No volveremos a tener noticias del impacto médico de los baños hasta 1713, cuando se nos informa de la gran cantidad de 9 «Los únicos restos de las obras romanas y árabes que se han conservado hasta nuestros días, resistiendo con su solidez los embates del tiempo y las injurias de la mano del hombre, son dos acueductos y un baño circular de construcción romana bastante bien conservados; algunos paredones solidísimos, y las bóvedas, al parecer árabes, de que hemos hecho antes mención. Por desgracia no ha quedado bastante de los edificios que allí debieron existir, para poder estudiar por completo el método que seguían en el uso de los baños en aquellas remotas épocas; solo se deduce de su forma que, además de los baños generales de agua corriente, hacían uso de los de vapor. Entre las ruinas he encontrado algunas monedas y medallas de plata romanas, bastante desgastadas en su mayor parte…» (Lletget 1857: 12). 10 En contra de la adscripción de este ara al balneario de Tiermas y a favor de un origen en el propio monasterio, véase Mezquiriz y Unzú 2001: 162-163.

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personas que asisten a Tiermas, y de las instalaciones básicas que existen, incluida una ermita a la Virgen del Pilar (Rodrigo 1713: 1-8). A mediados del siglo xix, con el fenómeno del termalismo moderno en su máximo apogeo en toda Europa, las condiciones del baño y del hospedaje habían mejorado de forma admirable (Lletget 1857: 11-12), manteniendo el balneario de Tiermas su auge hasta que la Guerra Civil primero y la inauguración del pantano de Yesa en 1960 acabaron con él. Y sin embargo en la actualidad, cuando las aguas del pantano están bajas, habitualmente entre fines de verano y principios de otoño, son miles las personas que se acercan al antiguo balneario y en improvisadas balsas de piedra vuelven a tomar las aguas.11 Lo interesante de este ejemplo es que desaparecidas las infraestructuras que con mayor o peor calidad han existido desde época romana, se mantiene en todo caso la costumbre popular de acudir a estas aguas. Interesa exponer un último caso que nos remite directamente al mundo antiguo. Se trata del balneario romano de Fortuna en Murcia, donde en torno a la surgencia se construyó un importante complejo que funcionó durante los siglos i y ii d.C., se abandonó en el siglo iii d.C. para volver a activarse en el siglo iv, con una reconstrucción muy modesta de sus edificios (Matilla 2006: 163-171). Del siglo iii d.C. solo hay constancia de la presencia de monedas de cobre que se han interpretado como óbolos arrojados a la fuente sagrada como señal, por parte del enfermo, de estar dispuesto a cumplir el voto hecho a la divinidad en caso de que se hubiera conseguido cura o alivio a sus males (Arias et alii 2004; Matilla et alii 2004b; Arias y Matilla 2011). Si la interpretación de los datos es correcta, encontraríamos la referencia a un uso continuo y curativo de las aguas de este balneario en el siglo iii d.C., reutilizando las estructuras anteriores, a pesar de que no contase con un acondicionamiento adecuado. Por lo tanto, para contestar a la pregunta de qué consideramos que ha sido conceptualmente un balneario, podríamos decir, a groso modo, que se trata de un lugar en el que, habiendo afloramiento de aguas mineromedicinales y un uso salutífero y curativo de las mismas, se fueron construyendo piscinas, vaporarios, salas de baño, hospederías o cualquier infraestructura que sirviera para mejorar la toma de las aguas y dar servicio a las personas que acudiesen al sitio. Es así que la concepción de estos espacios no ha variado 11 Véase http://www.yesano.com/tiermas_reportaje.htm [Consulta: 7/04/2015].

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mucho en el tiempo, ya que las muestras de interés por estos lugares de aguas se han mantenido constantes desde época romana hasta nuestros días, y aunque evidentemente no es comparable la adecuación de estos espacios en función de las características médicas, sociales, políticas y económicas de cada época, sí es semejante la motivación inicial que pervive de una forma esencial al menos en la escala local. Sin embargo, las dificultades surgen a la hora de identificar y caracterizar constructiva y funcionalmente los enclaves termales en los que desde época romana se emplearon aguas mineromedicinales, ya que como hemos planteado, la reutilización de los mismos manantiales a lo largo del tiempo, la superposición de estructuras y las consecuentes destrucciones y alteraciones de las obras existentes, han enmascarado o dificultado en la mayoría de los casos la adecuada interpretación de las evidencias conservadas. De ahí que, aunque consideramos que prácticamente todas las surgencias minerales naturales debieron haber sido conocidas y de algún modo usadas ya no solo en época romana sino con anterioridad como remedio alternativo a muchas de las enfermedades existentes en época antigua, solo en muy contados casos contamos con los testimonios suficientes para considerar con certeza la existencia o no de su adaptación en época romana para el uso asiduo y continuado de determinados manantiales. Para reconocer el origen de las prácticas termales en muchos de estos enclaves de aguas, además de recurrir, como hemos visto, a la antropología y al conocimiento de las aguas entre la población local, debemos remitirnos fundamentalmente a aquellos elementos que a través de la documentación existente (siempre con las precauciones necesarias),12 pero sobre todo por medio de la arqueología, la historia antigua y la hidrogeología, puedan proporcionarnos pruebas fehacientes sobre las que sustentar nuestro análisis, y de esa forma, poder conocer en mayor detalle y de manera firme, las características propias del uso de estas aguas en época romana. En ese sentido, podemos afrontar dicho estudio en función de múltiples variables que nos muestren 12 Sobre este hecho, llamamos la atención, como ya lo han hecho diversos autores (Mayer 1998; Díez de Velasco 2014: 4), sobre la problemática de la falsificación o la invención de hallazgos y referencias históricas falsas para actuar de reclamos o de elementos de prestigio para determinados balnearios, con la consecuente necesidad de ser cautelosos en la utilización de determinados datos de según qué autores. Aportamos referencias concretas en el listado final de yacimientos (ver las indicaciones sobre el yacimiento de Les o de Baños de Montemayor).

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testimonios de ese conocimiento y aprovechamiento por parte de la población romana. Para ello, las evidencias de uso de determinadas aguas en época romana y por extensión de la existencia de balnearios, la determinamos por restos materiales conservados, por iconografía, por epigrafía, por numismática, por toponimia y/o por fuentes escritas. Así, podemos recurrir a los siguientes grupos de evidencias:

Información a partir de los restos constructivos conservados Como mencionábamos en la introducción, es impensable considerar que solo desde época romana se usaron estas aguas, pero será justamente desde este momento cuando contemos con evidencias constructivas conservadas de su uso y acondicionamiento para un aprovechamiento más adecuado de estos manantiales. Así, las características de la construcción serán un reflejo del valor concedido a las propiedades salutíferas de estas aguas, así como un testimonio de la relevancia dada a un enclave termal en función de su papel social, económico o político dentro del territorio al que se adscribe. Igualmente testimoniará el grado de atracción que desarrollaban algunos de estos complejos para peregrinos y enfermos que acudían a estas aguas para el tratamiento de determinadas enfermedades, factor vinculado no solo al reconocimiento de las propiedades físico-químicas que presentaban estos manantiales, sino también por los condicionantes religiosos asociados, testimoniados fundamentalmente por la presencia de exvotos o estructuras vinculadas al culto efectivo de las divinidades asociadas a estos enclaves. En muchas ocasiones los balnearios que han funcionado entre el siglo xviii y la actualidad reposan sobre restos de época romana, con las consecuentes intervenciones sobre estructuras antiguas de estos lugares a lo largo de más de 200 años. Algunas han llegado hasta nuestra época como en el Balneario de Lugo (González Soutelo 2012a), insertas dentro de la realidad del edificio moderno; otras se han perdido; en otras afortunadamente existe documentación literaria de la época que nos permite conocer su existencia, como ocurre con los Baños Viejos de Carballo (Casado y Franco 1998); o si fueron abandonados por diversas razones (naturales o antrópicas), gracias a las diferentes excavaciones arqueológicas realizadas, sobre todo en los últimos años, han podido ser nuevamente descubiertas en buen estado de conser-

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Fig. 1. Principales yacimientos con evidencias de edificios romanos en la península ibérica, citados en el texto (elaboración propia).

vación, caso de las Burgas de Ourense (Eguileta et alii 2013; en este volumen: «El balneario romano de la ciudad…»), Fortuna (Matilla et alii 2002; en este volumen: «El balneario romano de Fortuna…») o Chaves (Carneiro 2013; en este volumen: «New data…»), por citar algunos ejemplos significativos. Desde el punto de vista arquitectónico, los ejemplos más importantes conocidos hasta el momento en Hispania han sido recopilados y estudiados en publicaciones previas (Frade 1993; Matilla et alii 2012; González Soutelo 2012b, 2012-2013 y 2013b), que nos dan una primera visión global de la naturaleza constructiva de estos espacios en la península ibérica. Hay una serie de balnearios que destacan por los significativos restos conservados, mientras que otros se documentan bien por los datos aportados por la literatura, entre la que hay que subrayar la médica y la anticuaria. En unos casos el carácter de muchos de los que perduran indica una importante inversión económica desde un punto de vista arquitectónico, aparece también reforzado en otros casos con los datos aportados por las fuentes de época moderna y

contemporánea, donde se sugiere directamente que se trataba de instalaciones importantes. Hay incluso algunos restos balnearios que por su singularidad y pese a las dudas que a priori pudiesen plantear, merecen ser tenidos en cuenta (Fig. 1). Así, entre los edificios en los que se conservan mayores indicios arquitectónicos, podríamos citar como más significativos13 los Baños romanos de Fortuna, el balneario romano de Archena, los baños de Alhama de Murcia, el Balneario de Zújar (Granada), Alhama de Granada, Caldes de Montbui (Barcelona), Caldes de Malavella (Gerona), Baños de Fitero (Navarra), Baños de Montemayor (Cáceres), Alange (Badajoz), Balneario de Lugo, Burgas de Ourense, Balneario romano de Chaves (Vila Real), S. Pedro do Sul (Viseu), Caldas das Taipas (Guimarães, Braga), Caldas de Vizela (Braga), Caldas de Monchique (Faro) o el balneario de Ledesma (Salamanca). Entre los segundos, documentados por las referencias escritas, se podrían mencionar Sacedón (Guadala13

En este volumen: «Inventario y revisión…».

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EL BALNEARIO ROMANO CONCEPTO, DEFINICIÓN Y CRITERIOS...

jara), Baños Viejos de Carballo (La Coruña), Tiermas (Zaragoza) o Aguas de Busot (Alicante). Y entre los últimos cabría indicar, no sin dudas sobre su interpretación, La Luisiana (Sevilla) o S. Vicente de Pinheiro (Porto).

Información a partir de representaciones iconográficas Las fuentes iconográficas que nos pueden aportar información sobre los balnearios romanos en Hispania son muy escasas. En múltiples mosaicos se representa el motivo del agua y espacios acuáticos, aunque no es posible identificar en ellos una imagen específica vinculada a las aguas mineromedicinales, ni su asociación, solo por los motivos representados, a uno de estos complejos. La única representación conocida de un manantial termal en un motivo de mosaico se vincula con el conjunto termal de Kalliroe (actual Zara) documentado en el conocido conjunto de Madaba (Jordania), en el que se hace referencia al complejo de aguas termales citado también en las fuentes clásicas. Sin embargo, en el caso hispano, no se conocen referencias específicas a estos enclaves. Tampoco en el caso de las representaciones escultóricas tenemos certeza de que existan motivos propios o exclusivos para este tipo de establecimientos, ya que si bien es probable que aparezcan representaciones de aquellas divinidades más conocidas vinculadas a la curación por las aguas (caso de las ninfas, Higia o Esculapio, estos dos últimos sobre todo en el ámbito oriental del Imperio), no son representaciones frecuentes ni exclusivas de estos establecimientos. Por el contrario, las representaciones figuradas de partes del cuerpo o de individuos con algún tipo de enfermedad o problema físico, sí pueden ser elementos definitorios a la hora de determinar un uso curativo de las aguas, puesto que configurarían uno de los tipos de ofrendas votivas vinculadas a la petición de salud. Mientras que este tipo de representaciones son frecuentes en otros ámbitos del Imperio (fuertemente documentados en el caso galo e itálico en gran medida para una cronología anterior), su representatividad en el ámbito peninsular es prácticamente nula (González Soutelo 2012-2013: 187). Por último, a pesar de la relevancia que tiene la Tabula Peutingeriana, ya citada, para el estudio de los balnearios, ya no solo a la hora de identificar y ubicar aquellos enclaves termales más representativos, sino también desde la perspectiva de la representación figurada de gran parte de estos enclaves

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(Levi y Levi 1967; Bosio 1983; Allen 2003; Peréx y Rodríguez 2013), de nuevo, para el caso hispano, su información no es suficientemente relevante, por cuanto no se conserva el primer fragmento del mapa, y solo tenemos mención en el segundo fragmento de la tabula a la parte más oriental de la península, con referencia únicamente a la población termal de Aquae Voconis (Caldes de Malavella). En cualquier caso, la fuente de información más notable desde el punto de vista iconográfico para el estudio del termalismo antiguo en la península ibérica, y posiblemente una de las más emblemáticas del Imperio romano, sigue siendo la patera de Otañes,14 representación expresiva de las diferentes implicaciones salutíferas de las aguas y de su asociación a las divinidades acuáticas, caso específico de las ninfas.

Información a partir de los testimonios epigráficos El estudio de las evidencias epigráficas presentes en los complejos termales, fundamentalmente en el caso de los epígrafes votivos, ha sido sin duda uno de los aspectos más trabajados y que más publicaciones ha suscitado en relación con los complejos termales por parte de un significativo número de autores (cabe citar, entre otros, los trabajos de Santos y Cardozo 1953; Oró Fernández 1993a; 1996b; Díez de Velasco 1998; Andreu 2010; 2012), ya que constituyen un abundante y rico testimonio de la cultura romana en Hispania, tanto en relación con el culto indígena y romano desarrollado, así como por la importancia informativa relacionada con otro tipo de aspectos, caso de la toponimia, los antropónimos, la origo, los vínculos sociales y políticos, magistraturas, etc., no solo en el sujeto de estudio que nos ocupa, sino para todo lo que implica la cultura romana en este territorio. Sin ánimo de ser exhaustivos sobre una temática que ha sido y será tratada por otros autores también en este volumen, queremos llamar la atención sobre algunos ejemplos en los que si bien no siempre es incuestionable vincular un determinado epígrafe a un manantial de aguas mineromedicinales, al menos, puede ser un punto de partida a la hora de intentar reconocer su contexto y con ello su significado y función. En ese sentido, es necesario recalcar la necesidad de ser minuciosos en el tratamiento de estas fuentes, 14 Con una nueva revisión minuciosa de la pieza en Iglesias y Gutiérrez 2012 y 2014.

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puesto que en muchos casos se ha podido vincular a un manantial específico un epígrafe del que no siempre tenemos certeza precisa de su procedencia o se localiza a una distancia problemática para reconocer su asociación. De ahí que, como ya sugierieron autores precedentes, anotamos como asignatura pendiente revisar los criterios de identificación epigráfica de los manantiales minerales —tal y como recuerda A. Redentor—,15 para poder discriminar solo aquellos epígrafes que provistos de un mayor detalle sobre su procedencia, puedan aportar datos firmes sobre la naturaleza de las referencias epigráficas asociadas a estos espacios. Mientras tanto, la presencia de materiales epigráficos, sigue siendo un indicio a considerar para la identificación de enclaves de baños mineromedicinales, analizando la presencia de tres tipos de epígrafes según su función:

Inscripciones conmemorativas La epigrafía no puede tratarse en ningún caso como un elemento aislado, sino que forma parte de un contexto en el que, para el caso concreto de los balnearios romanos, suele aparecer asociada a construcciones o a materiales votivos (fundamentalmente monedas) que ayudan a sustentar la hipótesis de la existencia de un balneario romano. Sin embargo, no en pocos casos es la única pista que tenemos (y quizás la más contundente) para plantear el conocimiento y uso romano de determinadas aguas mineromedicinales, por lo que se tiende a asociar su contenido con los manantiales más próximos que pudieron haber sido explotados en la antigüedad. Eso ocurre, por ejemplo, con los Baños de Guardias Viejas en Almería en cuyo entorno se encontró una lápida conmemorativa de la construcción de unos baños a los que generalmente se asocia (CIL II 5489; ILER 2045); o en las aguas de Cela, donde un epígrafe conmemorativo de la construcción de un complejo termal (IRAL 48) localizado en las inmediaciones, podría estar haciendo referencia, no sin dudas, a la creación de un edificio de baños salutíferos en este lugar (López Medina 2014).16 Así, en Cuenca, cerca de los Baños de Alcantud que están junto al río Guadiela, se encuentra Peña 15

En este volumen: «Práticas epigráficas…». En estos ejemplos, está el problema de saber si se hace referencia o no a los baños de aguas minerales, tal y como indicamos en el inventario final. 16

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Escrita. En este punto se identifica una inscripción rupestre y conmemorativa de la construcción de un tramo viario de ocho millas mandado hacer por el ordo del municipio de los ercavicenses (CIL II 3167), lo que llevó a pensar que Ercavica se encontraba en el cercano yacimiento de Huerta Bellida (Ceán 1832: 146). Este epígrafe podría tener sentido si se relaciona con la necesidad de acceder a los baños de Alcantud. Otra inscripción conmemorativa muy interesante se encontró en las cercanías de Burguillos del Cerro, en Badajoz, en una finca denominada Huerta del Álamo, distante unos cuatro kilómetros de la población y donde se identificaron abundantes restos de sillares (Martínez 1898: 186-187), junto a un manantial llamado Fuente del Álamo (Ramírez 1996: 299). El texto es el siguiente: In hon(orem) Dom(us) Divinae / G(aius) · Auf(ustius) · G(ai) · f(ilius) · Gal(eria) · Veget[us] / IIvir · II · curat(or) · balineu[m] / aedifi(cavit) · et · G(aius) · Auf(ustius) · G(ai) · f(ilius) · Ga[l(eria)] / Avitus · f(ilius) (vacat) · IIvir · desig(natus) / d(e) · s(ua) · p(ecunia) · [d(edit)] / et · editis · circiensibus · [d(edicavit?)] (CIL II 5354).17 Nos encontramos ante una fuente de posibles aguas mineromedicinales (Martínez 1884: 24) junto a la que se construye un baño para donarlo a la ciudad de ¿Segida Restituta Iulia? distante de la misma no más de media hora a pie. Hay otra fuente a tres kilómetros de la ciudad, la de «Doña Jimona» donde se halló otra lápida dedicada a Fontana (Martínez 1898: 195; CIL II 6277) y en el mismo sitio otra dedicada a Diana (CIL II 6276). En el entorno existe una tercera fuente llamada de Las Maravillas (Ramírez 1996: 299).18

17 Fabré, Mayer y Rodà traducen así la inscripción: «En honor de la divina Casa Imperial, Gayo Aufidio Vegeto, hijo de de la tribu Galeria, duumvir por dos veces, Curator, edificó este baño, y Gayo Aufidio Avito hijo de Gayo, de la tribu Galeria, hijo suyo, duumvir designado, lo ofreció de su propio patrimonio y, después de ofrecer unos juegos, lo dedicó» (Fabre et alii 1982: 230). 18 No es inusual tener varios puntos con aguas medicinales en la cercanía de una aglomeración urbana, ni que se usen todos a la vez desde un punto de vista local e incluso comarcal. Así, en Villaharta (Córdoba) se inauguró un balneario en 1873 en la llamada Fuente-Agria, una de las que era frecuentada por enfermos, sin embargo en el entorno había más manantiales con características salutíferas como los de la Salud, el Cañuelo o Boca del Infierno, fuente Marmoleja (Cervelló 1896: 16-18), El Cordel, Malos Pasos o La Lastrilla y que también se usaban con fines curativos y sin embargo solo una de ellas, quizás por su mayor tradición, su ubicación o las cualidades de sus aguas, se convirtió en balneario para recibir a gentes que se desplazaban desde lugares más distantes.

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Inscripciones votivas/cultuales Sin duda, los ejemplos epigráficos más abundantes en las inmediaciones de manantiales de aguas minerales son las inscripciones votivas relacionadas con el culto a las divinidades que habitaban los manantiales considerados medicinales. Sin embargo, si dicha epigrafía votiva asociada a supuestas divinidades acuáticas aparece descontextualizada, no siempre tenemos la certeza absoluta de conocer el manantial al que estarían vinculados. De ahí que, aunque se tiende a asociar la epigrafía votiva al manantial más próximo, más si se trata de manantiales de aguas minerales, debemos de hacerlo con la debida cautela. Así, en Baños de Valdelazura (Caceres) una inscripción votiva presenta la advocación a salus (HEp2, 1990, 216) posiblemente vinculada a las propiedades de estas aguas; así como en Ahigal, donde se halló otra inscripción dedicada a Marte, junto a la Fuente de Santa Marina (Rodrigo y Haba 1986: 53-54). Varias aras votivas encontradas en Brozas (Cáceres) donde se hallan los Baños de San Gregorio, junto a restos romanos aparecidos en obras de remodelación, se podrían relacionar también con el uso de las aguas (CIL II 740-741, 744-745). Lo mismo sucede con el epígrafe dedicado a las ninfas conservado en la iglesia de Sta. Eufemia de Ambía y que se ha vinculado, no sin dudas, a las aguas de Baños de Molgas (HEp2, 1990, 518 = IRG IV 76), situadas a 4 km de distancia, lugar en el que por otra parte, se ha constatado un significativo número de materiales arqueológicos. En el caso concreto de la famosa dedicatoria a la Fuente Sacra de Boñar (León) (CIL II 2694) este epígrafe es el único dato que tenemos para plantear un uso antiguo de las aguas de las Caldas. Igualmente tenemos el mismo problema en La Losilla, no lejos de Boñar, donde se encuentra el balneario de Caldas de San Adrián cuyas aguas, según explica Rubio, «se han usado como medicinales desde la más remota antigüedad. Alguna inscripción romana así lo atestigua» (Rubio 1853: 496).19 19 Estos datos proceden de la memoria del médico director del balneario, cuyo informe manuscrito presentado 1851 decía: «Las noticias históricas de estos baños como de muchos otros cuyas aguas brotan en nuestro suelo se remontan al tiempo de los romanos, constando por una inscripción impresa en la roca de la que se distinguen algunas letras todavía, que un romano llamado (ilegible) construyó allí baños en cumplimiento de un voto que había hecho» (Cañán 1851: hoja 4 v y r). La única noticia que en la actualidad tenemos de inscripciones romanas en la zona se refiere a la que hay encastrada en la esquina sur

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En el Valle de Arán se encuentra el Balneario de Les, en el que unas obras realizadas en los años 30 del siglo xix sacaron a la luz restos de cerámicas romanas, monedas y supuestamente varias inscripciones votivas (Barry 1857: 678; 680-681; 683-684). Sin embargo, como ya hemos indicado, al menos en el caso de las inscripciones, en la actualidad se las considera falsas (Diez de Velasco 1992: 388, n.º 19). Otro ejemplo de esa problemática podría ser el de Mantiel, Guadalajara, en las inmediaciones del balneario de comienzos del siglo xx, en cuyo entorno, donde hay cerámicas romanas,20 se halló un ara dedicada a Hércules (Gimeno 2008: 275). Igualmente se localizó una lápida votiva (CIL II 3068) reaprovechada como sillar en una de las casas de la plaza de Carabaña (Madrid) que podría relacionarse también con el uso de estas aguas salinas en época romana, ya que el balneario está a unos tres kilómetros del pueblo. En Antequera se conserva un ara dedicada a Fons: Fonti divi/no · aram · / L(ucius) · Postumius · Satu/ lius · ex voto · / · d(onum) · d(edit) · d(edicavit) (CIL II 2005) cuyo origen no está claro ya que se la hace proceder tanto de Fuente de Piedra como de Valle de Abdalajís. Posiblemente la confusión viene por el hecho de que tanto Ambrosio de Morales (Morales 1575: 55 v-55 r), como Limón Montero (Limón 1697: 105) y Gómez de Bedoya (Gómez de Bedoya 1764: 250) identifican Fuente de Piedra con el municipio de Nescania, mientras que esta localidad se ubica ahora en Valle de Abdalajís (Martín 2009) y en ambos lugares hay fuentes medicinales. La de la Piedra, considerada por Morales como la más notable de España alcanzó su fama en época moderna por ser especialmente eficaz para disolver las piedras del riñón. De ahí su nombre y su fama: «Por esto se lleva por España más de 100 leguas, y aún a Nápoles ha navegado en nuestros días» (Morales 1575: 55 v). Sin embargo ya Gómez de Bedoya sospechaba que Limón estaba equivocado respecto a la ubicación de la fuente y hablaba de una en la que crecían unas plantas llamadas por los lugareños «caribano» que también tenían la virtud de deshacer la piedra del riñón (Gómez de Bedoya 1764: 250-251).

de la Iglesia parroquial de La Losilla y San Adrián (SánchezLafuente 2003). 20 Prospecciones realizadas en 2011 y 2014 (Matilla Séiquer 2011). Informe de la prospección arqueológica para el proyecto de explotación de las aguas del pozo Mantiel (Guadalajara), de construcción del nuevo hotel-balneario de Mantiel y de su camino de acceso.

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Por apuntar otro caso, más al noroeste, tenemos algunos otros ejemplos en los que la única pista acerca del posible uso balneario de aguas mineromedicinales es la epigrafía votiva, y así sucede en Catoira (Pontevedra), donde en las proximidades del manantial del balneario de Laxinias se halló una inscripción dedicada a Bandua (Baños Rodríguez 1994: 112; González Soutelo 2007; 2011a: 516-518), divinidad asociada generalmente a las aguas, en un contexto de fuerte ocupación prerromana y romana, y con una posición estratégica muy significativa. En cualquier caso lo interesante de mostrar estas u otras inscripciones es que han sido el elemento utilizado para identificar el uso o culto de determinados manantiales, sobre todo en aquellos casos en los que no se conocen materiales ni estructuras asociadas. La presencia prácticamente exclusiva de estas manifestaciones culturales puede delatar la existencia de un uso antiguo de las aguas sin necesidad de que exista infraestructura médica de tipo alguno. Sin embargo, en todos los casos, será fundamental adoptar la necesaria cautela para establecer una correcta vinculación entre los manantiales minerales y aquellas posibles dedicaciones votivas presentes en el entorno, puesto que no en todos los casos, como se ha visto, tiene que existir una relación directa entre estos dos elementos.

Inscripciones funerarias Es cierto que las inscripciones conmemorativas respecto a un lugar con una fuente de aguas medicinales plantean pocos problemas en términos generales. Prácticamente lo mismo ocurre con las votivas, aunque no de forma obligatoria una dedicación a un dios en las proximidades de una fuente tiene que estar de forma necesaria relacionada con la capacidad curativa de las aguas. El problema viene con la epigrafía funeraria y más si lo que pretendemos es determinar el posible uso romano de unas aguas en función de la existencia en sus inmediaciones de epitafios. Lo cierto es que en todo caso, es una muestra más de la ocupación del territorio inmediato al manantial en época romana, y por lo tanto, es ejemplo palpable del conocimiento de esas aguas al menos por parte de esa población más próxima. Igualmente, es evidente que si los balnearios romanos eran lugares de curación, a ellos debían de acudir enfermos de diversa clase, entre personas con una salud muy delicada y con sus últimas esperanzas puestas en la curación por las aguas. Ese aspecto queda bien ilustrado por ejemplo en el caso de Herodes

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cuando va como última opción para su curación a los baños que había junto al mar Muerto.21 Sin embargo, no todos los que acudían a estas aguas obtendrían la cura de sus males,22 por lo que se producirían defunciones que harían necesario el enterramiento de sus restos posiblemente en las inmediaciones del establecimiento. En ese sentido, en el balneario de Archena, donde los restos arqueológicos no permiten dudar de la existencia de un complejo balneario romano de primera magnitud (Matilla 2007), se localizaron dos lápidas funerarias de gran calidad con indicación de origo (González y Matilla 2007), lo que da la clave para este tipo de epígrafes. Los dos individuos enterrados procedían de Valentia y Consabura, y se podría plantear como hipótesis la posibilidad de que fuesen agüistas desplazados hasta este enclave para el aprovechamiento de sus aguas. La calidad de las lápidas refleja la existencia de un taller lapidario en Archena y dentro de esta hipótesis, podríamos entenderlo como la respuesta a una necesidad provocada por las defunciones que se producían de forma periódica entre los asistentes a los balnearios.23 Otros enclaves, siguen aportando indicios en ese sentido: en época islámica se asocia al balneario de Alhama de Murcia una necrópolis con 83 inhumaciones documentadas en el espacio inmediato a la bóveda de los baños (Sánchez y Baños 2005). Igualmente en la documentación acerca de la población moderna de Fortuna hay un «testimonio notarial solicitado en 1650 por un vecino de Valencia, el doctor Milán, de haber hecho depósito en la iglesia de la villa de los restos de Antonio de Borja, también valenciano, que habría muerto durante su visita a los citados baños»24 (Eiroa 2006: 47).

21 Sobre esta idea, en época moderna (siglo xviii) contamos con un texto bien ilustrativo de esta realidad, en el relato de una mujer que acude a Archena como última posibilidad de curación para su hija (López de Ayala 1777). 22 Debemos pensar igualmente que las condiciones higiénico-sanitarias de estos espacios, no debieron ser ni mucho menos comparables a las actuales, por lo que la presencia de aguas termales sin un adecuado control e higiene pudieron desencadenar en más de una ocasión contagios o enfermedades que agravarían la situación de algunos usuarios. 23 Sin olvidar que también sería necesario para la elaboración de inscripciones votivas. 24 «Pareçió el dotor Miguel Milan, que así se dixo llamar y ser vecino de la ciudad de Balençia y dixo que por quanto el llegó a los baños desta villa algunos días a, en conpañía de don Antonio de Borja, vecino de la dicha ciudad de Balençia, el qual dixo se a muerto y pasado desta presente bida» (Archivo Municipal de Fortuna, legajo 130, n.º 52).

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EL BALNEARIO ROMANO CONCEPTO, DEFINICIÓN Y CRITERIOS...

De Alhama de Granada conocemos el epitafio de Grapte, una sierva de 18 años (Pastor 2005: 120; CIL II 5494); en Alange, en el Cortinal del Baño, a 200 metros del nacimiento del manantial, se hallaron dos inscripciones (Fita 1912: 414-415; Álvarez 1973: 489). En Caldas de Reis conocemos tres inscripciones funerarias próximas a la fuente (aunque no necesariamente relacionadas con ella), una con una lectura parcial (CIL II 5636) y dos de militares (CIL II 2545 = Baños Rodríguez 1994: n.º 69, CIRG II 69). Por último, en Caldes de Malavella existe otra inscripción funeraria (Fabre et alii 1991: 35-36) que hay que relacionar con el ara votiva dedicada a Apolo (Mayer 2010: 307-309). Conocemos igualmente balnearios que han funcionado entre los siglos xix y xx pero de los que no tenemos certeza de su uso en época romana, salvo por la existencia en su inmediaciones de lápidas funerarias romanas. Así ocurre en los Baños de Santaella (Córdoba) en cuyas proximidades, en el paraje conocido como Huerta del Cañuelo se halló el epitafio de Annula (Leiva 2003: 361-366). Un epitafio dedicado a Lucana que no está claro si se halló en Fuente Podrida (Valencia) (Corell 1996: XVIII) o en Cilanco (Albacete), a tres kilómetros del Balneario de la Concepción de Villatoya (Abascal 1990: n.º13) también nos acerca a la posibilidad del uso de uno de estos dos lugares en época romana o incluso de los dos, puesto que la distancia entre ambos no llega a los dos kilómetros. En Fuencaliente (Ciudad Real) donde está bien documentado el balneario medieval (San José 1997: 535-540), en la Dehesa Boyar, junto al campo de fútbol y a 250 m de los baños, se halló un carmen funerario del siglo i (Alföldy 1987: 234). Así también en Pozuelo de Calatrava se encuentra la Fuente de la Nava o del Chorrillo (Campos 2009: 247), en cuyas proximidades, en la «Vega del Piojo»,25 en la margen derecha del río Jabalón, se halló una lápida funeraria que solo presenta el cognomen Fuscinianus (Prado 1986). Los ejemplos anteriores son solo una pequeña muestra pero suficiente para entender el hecho de que las aguas mineromedicinales están unidas a la vida y a la curación, y por lo tanto también a la muerte. No sería pues insólito que en muchas ocasiones pudiesen existir epitafios romanos asociados a las aguas minerales, aspecto que consideramos que con las precauciones necesarias podría ser un elemento a tener en cuenta para la comprensión de este tipo de establecimientos, pudiendo aportar datos sobre la procedencia de los agüistas y sobre la estadística de asistencia que pudieron haber tenido estos establecimientos en diferentes periodos. 25

Topónimo asociado a multitud de surgencias.

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Información a partir de la numismática Uno de los elementos más abundantes y determinantes en cuanto al uso de las aguas mineromedicinales por los romanos es la aparición de monedas en las surgencias o en los espacios con aguas minerales. Muchas son las referencias a hallazgos de monedas en los baños medicinales desde la Edad Media hasta el siglo xix y sin embargo las descripciones son vagas y en muy pocos casos se conservan las piezas, tanto por el interés que tenían para los que las localizaban, como por la presencia de concreciones en su superficie que dada su alteración no en todos los casos permitían identificarlas como monedas.26 Ya hemos hablado a este respecto de los Baños de Tus, Panticosa, Moledo y Retortillo. Podríamos añadir los ejemplos recogidos entre otros, principalmente por Abad Varela (1992) y Frade (1993; 1997) y que no siempre están asociados a evidencias constructivas claras. Así, entre otros —ver catálogo final— podríamos hablar de Alhama de Aragón, Alhama de Granada, Alhama de Murcia, Archena, Arties, Baños de Bande, Baños de la Hermida, Baños de Molgas, Baños de Montemayor, Baños de Retortillo, Baños de Valdelazura, Baños de Zújar, Beteta, Buendía, Busot, Cabreiroá, Caldas de Cuntis, Caldas de Reis, Caldes de Malavella, Caldes de Montbui, Carratraca, Font de N’Horta, Fortuna, Ibero, Ledesma, Les, Ontaneda y Alceda, Ourense, Panticosa, Tarazona, Tiermas, Xunqueira de Ambía, Caldas de Monchique, Caldas de Caldelas, Caldas do Gêres, Caldas da Saúde, Caldas de Vizela, Caldas de Moledo, Termas do Cró, Caldas de Monte Real, Cabeço de Vide o S. Pedro do Sul. Sin embargo, en todos ellos se nos plantea nuevamente la dificultad de identificar si estas monedas responden a ofrendas votivas deliberadas o simples abandonos en las inmediaciones del manantial. En ese sentido, en nuestra opinión deberíamos nuevamente ser cautos con estas localizaciones, ya que solo en los casos en los que aparece un significativo conjunto de monedas junto a la naciente o en determinadas piscinas, podríamos estar hablando realmente de ofrendas a las aguas. Dada la escasez de información que poseemos sobre muchos de esos hallazgos, solo en casos muy concretos (como bien apunta Abad Valera 1992), podemos hablar de ofrendas. Pero más allá de que se trate de ofrendas, la moneda significa presencia romana en el balneario además 26 Al respecto, ver el estudio de González Soutelo y Méndez (en prensa) sobre las monedas localizadas en Caldas de Cuntis (Pontevedra).

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de permitir una aproximación a la cronología tanto de esa presencia como del uso de las aguas. Para completar el pobre panorama que tenemos de monedas «ofrendadas» sin grandes infraestructuras, hay que citar los recientes hallazgos en los baños de Albalate de las Nogueras, Cuenca (Arévalo 2008: 180-181) y en el Balneario de San Andrés, en Canena, donde se hallaron piezas indígenas de Cástulo y romanas imperiales de las dinastías julio-claudia, flavia y antonina además de ejemplares del siglo iv,27 que igualmente no son fácilmente identificables como stipes a las aguas.

Información a partir de la toponimia28 Uno de los aspectos menos analizados y quizás con mayores posibilidades de estudio en el caso del termalismo antiguo es la toponimia. En ese sentido, haciendo una breve revisión de los topónimos que podrían aportar información para el estudio de los enclaves termales explotados o conocidos en la antigüedad consideramos que de forma general, pueden ser sujeto de interés los lugares que se llamen o contengan los siguientes términos: Prerromanos ¿Burga?

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Latinos o derivados Boñar / Buñol Baño / Baños / Bañuelo / Bañal, etc. Tiermas / Termas Aguas / Águas / Aigües / Augas Caldas / Caldes / Caldelas / Caldeliñas Fuente / Fon / Font / Fuen

Árabes Alhama Alfama

Información facilitada por los actuales propietarios del balneario. 28 Tenemos que ser conscientes que en el caso de la toponimia, las diferencias terminológicas varían enormemente en función del idioma que se utilice. Así en el caso del portugués, como hemos discutido con los colegas que presentan trabajos en este volumen, los conceptos son distintos, y por ejemplo, frente a lo estipulado que está en español actual el término balneario (que evidentemente deriva del latino balneum-a lugar de baños) para designar a un edificio con instalaciones y uso de aguas mineromedicinales, en portugués se utiliza ese mismo término indistintamente para designar los baños públicos (toilets), o para hablar de termas higiénicas o lugares de baño con agua común, o incluso para el caso particular del noroeste peninsular, para mencionar las también conocidas estructuras castreñas designadas como pedra formosa o sauna castreña (o en portugués, balneário castrejo).

Anejos de AEspA LXXVIII

Esto no quiere decir que obligatoriamente haya tras estos nombres ni aguas medicinales ni uso romano de las mismas (sean medicinales o no), pero son pistas necesarias a seguir para profundizar en el estudio de estos manantiales y su posible antigüedad.

Burga El término Burga29 es bastante común en Galicia y habitualmente se asocia a aguas hipertermales, como ocurre en Las Burgas de Ourense con 68 ºC, la Fuente de la Burga en Caldas de Reis con 45,2 ºC o la burga Lume de Deus en Cuntis con 59 ºC. Esto encaja con el significado que se ha dado a la palabra que vendría de una raíz *bher- que significaría «brotar, fluir, hervir» (Millán 1983; Bascuas 2006: 88). En estos tres casos citados y en muchos otros los restos romanos son evidentes (González Soutelo 2011a: 471-495). Sin embargo se constatan también manantiales de aguas minerales naturales designados como Burgas que presentan aguas frías, como ocurre en la Burga de Teo o Burga de Xermeade, perteneciente al municipio de Teo (La Coruña) y situada junto al río Ulla, no lejos del puente medieval de Pontevea. Las aguas, aunque sulfuradas, emergen a 15 ºC (Ramírez et alii 2000: 357) y no se conocen restos romanos en las inmediaciones. Si en la antigüedad hubo algún uso de estas aguas lo desconocemos30 ya que solo se ha constatado el balneario del siglo xix. Sí hay coincidencia en cuanto al uso medicinal con las Burgas de aguas termales, por lo que el topónimo sigue siendo conveniente.

29 Burgas es también el topónimo de una ciudad búlgara sita en la costa del mar Negro, conocida por la presencia en sus inmediaciones de aguas mineromedicinales de alta temperatura, con importantes testimonios de su ocupación en época romana (Drazheva y Momchilov 2013). 30 La tradición dice que un fraile fue el primero que construyó un baño en el lugar tras haber sanado con estas aguas una pierna que los médicos pensaban amputar. Como es muy habitual el descubrimiento de la capacidad curativa de las aguas se asocia popularmente a una persona o animal desahuciado. Este tipo de historias, que funcionan como verdaderos mitos de origen, siempre nos remontan a un uso balneario de las aguas centrado en un tiempo mítico, con lo que podemos intuir con cierta vaguedad que se están usando desde mucho antes de la formulación de la leyenda. Sin embargo, ante la falta de evidencias materiales o documentales precisas no es posible aproximarse al momento concreto del origen de la historia transmitida.

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EL BALNEARIO ROMANO CONCEPTO, DEFINICIÓN Y CRITERIOS...

Boñar / Buñol

mismo nombre de aguas termales (25 ºC) y ferruginosas (Castillo y Sánchez 2005: 137-145).

Boñar es un topónimo no muy abundante pero relevante. Referido al municipio concreto situado en la comarca de la Montaña Oriental de León, ya Menéndez Pidal lo hizo derivar de un latín vulgar balneare > *bauñar > boñar (Menéndez 1950: 104-105), existiendo documentación medieval que lo atestigua.31 En esta localidad conocemos la fuente de la Salud y la fuente de las Caldas donde a principios del siglo xix se instaló un balneario (Bustamante 1913) y en la que se conserva la inscripción latina ya citada. Topónimos como Boñales (Caserío de El Payo) en Salamanca, Prado Boñal en Becerril de la Sierra en Madrid, Alto del Corral de Boñares en Cuenca, junto a la Fuente de la Peña de la Teja, podrían tener un origen semejante. También Buñol, en Valencia, que se explicaría de la misma manera (Galmés 2000: 96-98) o Albuñol en Almería donde nace el río del

Baño, Bañuelo, Bañal, etc. Baño procede de balneum «que ha originado en León, Boñar (< Balnear); en Cataluña, Banyoles; en Navarra, Buñuel (por influencia mozárabe), que se repite en València sin diptongar (Bunyol), y en Granada Albuñol» (Ramírez Sádaba 2002: 125). Tanto la palabra baño como sus derivadas son muy frecuentes en todas las regiones peninsulares. El hidrónimo delata la existencia de instalaciones para el baño o de elementos que las pueden recordar. El problema es que mientras Boñar derivaba directamente del nombre latino del lugar, baño puede ser un nombre aportado después. Lo interesante del término es que casi siempre se vincula a la existencia de aguas mineromedicinales y por extensión de un uso de las mismas con ciertas infraestructuras. Sin ser exhaustivos sobre el panorama de los baños (nombrados con tal palabra) en España en los siglos xvii (Limón 1697), xviii (Gómez de Bedoya 1764 y 1765) y xix (Rubio 1853; Madoz Tomos IXVI), podemos encontrar las siguientes indicaciones:

31 El Monasterio de Sahagún posee varios documentos donde se atestigua esta transformación. Como balneare aparece en un documento del año 994, en otro de 29 de junio de 996 y en un último de 28 de julio de 1106. Como boniar en tres documentos de 1 de noviembre de 953, de 25 de mayo de 1095 y de 8 de marzo de 1257 (Archivo 1874: §§ 764, 767, 1505, 565, 1294 y 2330).

Siglo xvii según Limón Montero (1697) 1 Baños de Montemayor* 2 Baños de Fuencaliente** 3 Baños de Alhama de Granada* 4 Baños de Benzalema o de Baza* 5 Baños de Sacedón* 6 Baños de Trillo*** 7 Baños de Archena* 8 Baños de Fortuna*

Cáceres Ciudad Real Granada Granada Guadalajara Guadalajara Murcia Murcia

Siglo xviii según Gómez de Bedoya (1764-1765) 1 Baños de Abenzalema (Baños de Zújar)* Granada 2 Baños de Alange* Badajoz 3 Baños de Alcantud*** Cuenca 4 Baños de Alhama de Aragón* Zaragoza 5 Baños de Alhama de Granada* Granada 6 Baños de Alhama de Murcia* Murcia 7 Baños de Alicún* Almería 8 Baños de Almería (Sierra Alhamilla) * Almería 9 Baños de Archena* Murcia 10 Baños de Arcos en Ariño Teruel 11 Baños de Arnedillo*** Rioja 12 Baños de Bande* Orense * ** ***

31

13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23

9 10 11 12 13 14 15 16

Baños de Lugo* Baños de Fitero* Baños de Las Molgas* Baños de Prexiguero Baños de Arnedillo*** Baños de Ledesma* Baños de Alhama de Aragón* Baños de Tiermes*

Baños en Extremadura (Baños de Montemayor) * Baños de Belerma Baños de Berán Baños de Bertua (Baños de Carballo) * Baño del Buitre en Alcaraz Baño de Caldas de Boñar* Baños de Beteta (Baños de la Rosa)* Baño del Campo Baños de Guardias Viejas* Bañolas Baños de Ledesma*

Constatado su uso en época romana por la conservación de infraestructuras. Constatado su uso en época medieval y planteado su origen romano. Planteado su uso en época romana por otros indicios (yacimientos próximos, cercanía a las vías, toponimia, etc.).

Lugo Navarra Ourense Ourense Rioja Salamanca Zaragoza Zaragoza

Cáceres Granada Ourense Coruña Albacete León Cuenca Ourense Almería Gerona Salamanca

32

GONZALO MATILLA SÉIQUER Y SILVIA GONZÁLEZ SOUTELO

Ya en el siglo xix, contamos con las referencias de P. M.ª Rubio y P. Madoz. Rubio (1853) aunque cita muchos baños, se plantea el problema de que no se pueden distinguir los topónimos tradicionales de los de nueva creación a causa de la eclosión del termalismo. Sin embargo, la obra enciclopédica de Madoz (1845-1850) sí que ofrece garantías suficientes respecto a la toponimia. Analizando los 16 tomos de su diccionario, se han podido considerar 100 topónimos que de forma indiscutible son anteriores al siglo xix, relacionados con la raíz *bañ (Fig. 2). En suma, se trata de una significativa muestra del término baño que nos puede aproximar a su extensión por España32 y en muchos casos a su origen directamente latino, lo que no quiere decir que obligatoriamente se relacionen con aguas minerales, pues por una parte hay que recordar el hecho de que los baños podían suponer una medida higiénica, existiendo lugares públicos o de pago en los que la gente iba a bañarse.33

Tiermas / Termas? El nombre de Tiermas lo encontramos solo en Aragón y corresponde tanto a un municipio abandonado, a unos baños que han funcionado hasta mediados del siglo xx como a una de las tres fuentes que abastecían a los baños. Las noticias que tenemos acerca de los restos romanos (supra) y el nombre de la fuente hacen indiscutible una derivación directa de therma, tal vez expresado en su momento en acusativo plural. El documento más antiguo en que aparece el topónimo es de García de Nájera y corresponde al año 1038 en el que el rey devuelve al monasterio de San Juan de la Peña un escusado desposeído por su padre. En 32 Solo en Murcia, se han recogido 56 topónimos que se relacionan con baño y que tienen como entrada principal las siguientes expresiones: la baña, el bañadero, el bañador, las bañeras, el bañero, el bañico, baño, bañón, baños, los baños y bañuelo. Todos ellos corresponden con espacios o edificios concretos, asociados a: altos, baños, barrancos, caminos, cañadas, casas, caseríos, cortados, ermitas, tierras de labor, llano, olivares, pedanías, sendas, sierras, sotos y términos (González Blanco et alii 1998: 134-135). 33 La práctica del baño estaba muy extendida en Europa en la Edad Media (Bühler 2005: 237), tambien en España donde la presencia musulmana contribuyó a ello. Así por ejemplo, «la proliferación de baños en al-Ándalus y en la España cristiana es fácilmente constatable en las crónicas, donde habla de cifras elevadas en las capitales (por ejemplo más de trescientos baños en Córdoba en la etapa califal), y al menos había un hammam público en la mayoría de los pueblos, aunque casi todos han desaparecido tras su abandono a fines del siglo xvi» (Vílchez 2001: 25).

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el texto solo se menciona Tiermas, donde se hace la cédula, y su vado: et post ea fuimus ad Termas et in ipso introitu de illo / bado iussi eis facere hanc scedulam (Ubieto 1960: 227-228). En el siglo xii volvemos a encontrar el topónimo Tiermas en varios documentos de Alfonso el Batallador y aunque el término sigue siendo termas (Lema 1990: Docs. 77, 80 y 243) en uno de ellos fechado en 1122 aparece como termes34 (Lema 1990: Doc. 108). La población medieval existe en el primer tercio del siglo xi, pero será en 1201 cuando Pedro II decrete la fundación de la villa en lo alto de un cerro bien defendido por la naturaleza que permitirá la concentración de personas que hasta el momento vivían en hábitats dispersos (Laliena 2012: 423-424). Por lo tanto los que vivían junto a la fuente mineromedicinal y al vado, abandonan sus casas (tal vez de forma progresiva) y se instalan en la nueva población llevándose el topónimo a la vez que se mantenía en una de las fuentes. Aunque no tenemos ninguna noticia del lugar desde época romana hasta el año 1038, el hecho de encontrarnos el topónimo junto a una población que recibe el nombre directamente de las instalaciones romanas y de las aguas termales y que hasta la refundación de Pedro II permanece en el mismo sitio, es por una parte un caso claro de continuidad histórica y por otra de herencia directa de elementos de la cultura latina. Esto se ve también en la conservación de otro topónimo en las cercanías de Tiermas. En 1047 García de Nájera dona al monasterio de Leire, entre otras cosas la pardina35 de Aquis (Moret 1766: 53) que estaba, según el documento entre Tiermas y el desaparecido despoblado de San Vicente; este se ha querido ubicar en la margen izquierda del arroyo de la Degollada, a la altura del sumergido río Aragón (Fortún 1993: 322 y 334), lo que lo situaría a una distancia de las fuentes termales de unos dos kilómetros. En la actualidad a un kilómetro al noroeste de pueblo de Tiermas existe el topónimo de Corral de Aquis,36 también en la margen izquierda del arroyo. Dada la situación de las dos Aquis en las inmediaciones del antiguo balneario y la existencia documentada de una de ellas en el siglo xii, al igual que el balneario, es inevitable relacionarlas con él, ya que la única terminología latina clara respecto a los 34 Facta carta ista firma et stabilia omni tempore in era M.C.L.VI., in mense madio, in uilla que uocitatur Termes. 35 Sobre las pardinas pirenaicas ver Ubieto (1987). 36 Véase http://idearagon.aragon.es/toponimia/t50245.htm [Consulta: 7/04/2015].

Anejos de AEspA LXXVIII

EL BALNEARIO ROMANO CONCEPTO, DEFINICIÓN Y CRITERIOS...

Nombre

Tipo

1

Baños de Ebro

villa

2

Baños del Buítre

baños

3

Bañuelas de Abajo

cortijo

4 5 6 7 8 9 10 11 12

Bañuelas de Arriba Baños de Tus Bañeras o Bañeres Bañuelos de Zapardiel Bañólas Bañuelos Baños de Valdearados Bañuelos de Bureba Bañuelos de Rudrón

cortijo baños villa despoblado villa río villa villa lugar

Nombre actual Baños de Ebro/ Mañueta = Cortijo de los Bañuelos de Abajo Balneario de Tus Banyeres de Mariola = Banyoles = = = = Maños de Montemayor Garganta =

Municipio

Provincia

Referencia

Baños de Ebro

Álava

III, 364

Casas-Lázaro

Albacete

III, 363

Yeste

Albacete

III, 368

Yeste Yeste Bañeras o Bañeres Bercial de Zapardiel Bañólas

Albacete Albacete Alicante Ávila Barcelona Burgos Baños de Valdearados Burgos Bañuelos de Bureba Burgos Bañuelos de Rudrón Burgos

III, 368 XIV, 397 III, 350 III, 369 III, 358 III, 368 III, 368 III, 368 III, 369

Baños

Cáceres

III, 361

Garganta de Baños Cáceres Torrecillas de la Tiesa Cáceres Jerez de la Frontera Cádiz

X, 39 III, 358 III, 362

Pozo Amargo

Cádiz

XIII, 188

Castellón Castellón Castellón Castellón

I, 165 VI, 260 XI, 523 XII, 47

13 Baños

1ugar

14 Garganta de Baños 15 Bañispedros 16 Los Baños

pueblo despoblado dehesa

17 Fuente del Baño

fuente

18 19 20 21

despoblado baños fuente fuente

= =

Ahin Cati Montanejos Navajas

iglesia

=

Fuencaliente

Ciudad Real VIII, 200

baños

Villanueva de la Fuente

Ciudad real

24 Baños de Albaladejo

baños

Villanueva de los Infantes

Ciudad Real XVI, 221

25 Bañuelo

riachuelo

=

26 Baño de San Juan

huerta

27 Bañuelos (El Alto)

cortijo

28 Bañuelos (El Bajo)

cortijo

29 Baño

1ugar

30 Bañobre

1ugar

31 Baños

despoblado

32 Baños del Rosal Plazuela y Casa del 33 Baño 34 Baños del Alcribite 35 Baño del Piojo

fuente

Cabra Cortino de Bañuelos Espejo Altos Cortino de Bañuelos Espejo bajos San Julián de MuO Baño gardos Bañobre Sta. Maria de Castro Albalate de las NoFuente de los Baños gueras Baños del Rosal Beteta

Bañales Baños de Cati Fuente de los Baños Fuente del Baño Nuestra Señora de 22 Los Baños Albaladejo ó Aguadulce o Baños del 23 Santísimo Cristo del Consueto

plaza baños baño

Balneario de Pozo Amargo

Alfacar Fuente del Alcrebite Baza = Cástaras

CiudadReal Córdoba

33

I, 284-285

III, 368 IV, 47

Córdoba

III, 368

Córdoba

III, 368

Coruña

III, 358

Coruña

III, 358

Cuenca

XVI, 111

Cuenca

IV, 303

Granada

I, 529

Granada Granada

IV, 84 III, 358

Fig. 2. El topónimo baño presente en la obra en Madoz (1845-1850: I-XVI), ordenado por orden alfabético de provincias (excepto en el caso de Baleares en el que las islas aparecen individualizadas). Las columnas de nombre, tipo, municipio y provincia recogen fielmente los datos y topónimos tal y como los expresa Madoz en su obra. La unica variación incluida en la tabla ha sido la de la columna dedicada al nombre actual.

34

Nombre

Tipo

36 Camino del Baño 37 Baños de Graena 38 Manantial del Baño

camino baños manantial

39 Caserío de los Baños

caserio

40 Baños aldea 41 Bañuelos lugar Baños de La Yugada o 42 fuente Baños de la Hoz

Nombre actual

45 46 47 48 49 50 51 52

Nuestra Señora de Los Baños Fuente del Baño Fuente del Baño Monte de los Baños Fuente del Baño Baños de Fuente Álamo Baños de Rivera Baños Línea de Baños

VII, 348 VIII, 461 XI, 32

Granada

XVI, 219

Guadalajara III, 360 Guadalajara III, 368

Cuevas Minadas

Guadalajara VII, 274

Valverde del camino (p. jud.)

Huelva

XIV, 383

Huesca

I, 52

fuente fuente monte fuente

Acumuer Fuente de los Baños Alquézar Benasque Ceresola

Huesca Huesca Huesca Huesca

I, 77 IX, 317 IV, 182 VI, 528

Alcalá la Real

Jaén

III, 364

Alcalá la Real Baños Guarromán

Jaén Jaén Jaén

III, 368 III, 360 IX, 57

Segura de la Sierra

Jaén

XIV, 155

La Bañeza

León

III, 356

Castellnou

Lérida

III, 368

La Vansa Fornols

Lérida

III, 350

Arnedo

Logroño

II, 582

Bañares Baños de Rioja Baños de Rio-Tobia Baños de Río-Tobía

Logroño Logroño Logroño Logroño

III, 349 III, 367 III, 367 III, 368

Torrecilla de cameros

Logroño

XIV, 75

Carballeda Chantada Alcalá de Henares Alhaurín el grande Campillos Cortes de la Frontera

Lugo Lugo Madrid Málaga Málaga Málaga

III, 349 III, 349 III, 368 I, 599 V, 359 III, 368

Estepona

Málaga

III, 362

Estepona Alaró Ciudadela

Málaga Mallorca Menorca

VII, 610 III, 360 III, 362

Archena

Murcia

III, 363

Fortuna

Murcia

III, 358

baños baños villa aldea

villa

55 Bañs de San Visens

caserío

56 Bañeras

aldea

57 Baños de Arnedillo

baños

58 59 60 61

villa villa villa despoblado

62 Riva los Baños

fuente

63 64 65 66 67 68

aldea 1ugar arroyo fuente sierra dehesa

El Baño Baños de la Encina Fuente del Baño Moro = Els Banys de Sant Vicenç Sant Joan de Banyeres Balneario de Arnedillo = = = Balneario de Riva los Baños O Bañal O Bañal =

= Torre de Baños o Casasola

69 Baños

torre vigía

70 Torre de Baños 71 Bañols 72 Cabo de Baños

torre predio con caserío Banyols cabo Cabo de Baños Balneario de Arbaños chena sierra =

74 Sierra del Baño

Granada Granada Granada

Abenozas

54 La Bañeza

73 Baños de Archena

Referencia

=

fuente

Bañal Bañal Bañuelos Fuente de Baños Sierra del Baño Bañuelos

Provincia

ermita

53 Fuente del Baño

Bañares Baños de Rioja Baños de Rio-Tobia Bañuelos

Municipio

Churriana Balneario de Graena Cortes y Graeba La Malá Villanueva de los Baños o de d. Diego Baños de Tajo Baños = Bañuelos

43 Baños de la Coronada baños 44

Anejos de AEspA LXXVIII

GONZALO MATILLA SÉIQUER Y SILVIA GONZÁLEZ SOUTELO

Fig. 2. El topónimo baño presente en la obra en Madoz (1845-1850: I-XVI), […] (continuación).

Anejos de AEspA LXXVIII

EL BALNEARIO ROMANO CONCEPTO, DEFINICIÓN Y CRITERIOS...

Nombre 75 Baños de Mula 76 77 78 79 80 81 82 83 84 85

Baños Baños Baños de Molgas Baños de Bande Baños Baños de Cerrato o de Río Pisuerga Baños de La Peña Baños de Cuntís Santa María de los Baños Bañobarez

Tipo partido rural y baños de aguas termales aldea 1ugar ayuntamiento baños feligresia

Nombre actual

Municipio

Provincia

Referencia

=

Muía

Murcia

III, 367

Baños y Mendigo San Xoan de Baños = =

Murcia Bande Baños de Molgas San Juan de Bande Vega del Bollo

Murcia Orense Orense Orense Orense

VII, 128 III, 360 III, 367 III, 363 III, 362

villa

Baños de Cerrato

Baños de Cerrato

Palencia

III, 363

lugar ayuntamiento

= Cuntis Santa María de Cuntis = Balneario de Ledesma

Respenda de la Peña Baños de Cuntís

Palencia Pontevedra

III, 367 III, 364

Cuntis

Pontevedra

III, 362

Bañobarez

Salamanca

III, 358

Tirados de la Vega

Salamanca

III, 364

Vega de Tirados Los Corrales

Salamanca Sevilla

XV, 628 VII, 135

Bañeras

Tarragona

III, 350

Alcaine

Teruel

I, 352

Ariño

Teruel

IX, 202

Bañon El Carpio

Teruel Toledo

III, 360 III, 368

San Pablo

Toledo

XII, 46

Elorrio

Vizcaya

VII, 426

feligresía villa

86 Baños de Ledesma

1ugar

87 Aceña de Baños 88 Regajo del Baño

aldea paraje

89 Bañeras

1ugar

90 Fuente de Baños

fuente

Banyeres del Penedès Hotel Balneario de Ariño = = Balneario Baños del Robledillo Balneario de Elorrio o Baños Viejos

35

91 Baños de Arcos

baños

92 Bañon 93 Bañuela

1ugar labranza

94 Baños del Robledillo

arroyo

95 Baños de Belerin

baños

96 97 98 99

fuente pozo fuente fuente

Alquezar = Monegrillo Fuente de los Baños Quinto Fuente de los Baños Quinto

Zaragoza Zaragoza Zaragoza Zaragoza

II, 203 XI, 495 XIII, 344-45 XIII, 344-45

santuario

=

Zaragoza

III, 349

Baños de Alquezar Pozo del Baño Baño Alto Baño Bajo Ntra. Sra. de los Ba100 ñales

Uncastillo

Fig. 2. El topónimo baño presente en la obra en Madoz (1845-1850: I-XVI), […] (continuación).

balnearios es la de aquae (supra). En latín medieval aquis se utiliza para hablar de las aguas en general37 pero en nuestro caso se trata de topónimos fijados, de lugares. El origen puede estar, a modo de hipótesis, en el nombre romano del balneario y sus posesiones. No es extraño que ambos términos: thermae y aquae puedan estar asociados en un mismo lugar38 y hay que considerar que el primero se refiere a las 37 Cf. por ejemplo los documentos de Alfonso el Batallador (Lema 1990: Docs. 28, 50, 58, 82, 169, 177, 201, 202, 258, 270 y 281). 38 Un caso paradigmático es el ya mencionado del balneario de Archena, donde la inscripción fundacional habla de termas (CIL II 3542; ILER 2046) y la de reparación lo hace de aguas (CIL II 3541; ILER 2043).

edificaciones y el segundo tanto al enclave como al carácter salutífero de las aguas.39 39 La conservación del topónimo aquis sugiere que el nombre del lugar no pudo ser thermae sino aquae. Es interesante constatar que el topónimo quedó fijado en dos puntos alejados del yacimiento (a uno y dos kilómetros respectivamente de la surgencia). Como hipótesis se puede plantear que esos lugares formaban parte de las propiedades del balneario romano. Según Ubieto una pardina en la zona pirenaica o prepirenaica es una finca con explotación agrícola y ganadera y habitualmente con una gran superficie (Ubieto 1987: 31), lo que en este caso cuadraría muy bien con las necesidades de abastecimiento y de ingresos de un balneario romano, que por otra parte no es un edificio civil sino fundamentalmente salutífero/religioso, con una advocación principal (Díez de Velasco 1993; Matilla et alii 2004) y con la posibilidad de tener propiedades anexas (Lozano 1999; Castillo 2000).

36

GONZALO MATILLA SÉIQUER Y SILVIA GONZÁLEZ SOUTELO

Este ejemplo es interesante porque muestra que la toponimia aplicada a las aguas mineromedicinales de época romana, además de servir para la localización de posibles lugares de uso en la antigüedad, nos puede acercar a otras realidades no accesibles a causa de la falta de fuentes escritas y de las limitaciones de la arqueología.

Aguas / Águas / Aigües / Augas Ya veíamos como Aquae era el término más claro para designar la presencia de unas aguas minerales en el mundo romano. El caso es que con esta forma («aguas» en plural) en Hispania conocemos muy pocos lugares —ver inventario al final de este volumen—. Hasta ahora se había planteado que todos estaban fundamentalmente en el ámbito norte de la Península (Norte de Portugal, Galicia, Aragón y Cataluña. Díez de Velasco 1998: 23-27), en los lugares de Aquae Flaviae (Chaves), Aquae Celenae/Aquae Calidae (Caldas de Reis, ¿Cuntis?), Aquae Querquennae (Baños de Bande), Aquae Bilbilitanorum (Alhama de Aragón), Aquae Voconiae/Aquae Calidae (Caldes de Malavella/¿Caldes de Montbui?), Aquae Quintiae (¿Baños de Guntín?) y Aquae Oreginae (Baños de Ríocaldo). Excepto Aquae Quintiae cuya ubicación sigue planteando problemas, el resto de las aquae se sitúan en lugares en los que la presencia romana está más que atestiguada o por fuentes o por la arqueología. De estos lugares se han hecho intervenciones arqueológicas en Aquae Flaviae (Chaves), Aquae Voconiae/ Aquae Calidae (Caldes de Malavella y Caldes de Montbui) y los resultados de las investigaciones arqueológicas han mostrado complejos balnearios de importancia entre los que destaca por su magnitud el de Chaves. Posiblemente no todos los lugares o áreas en los que se ha conservado el topónimo aquae presentaban manantiales con la misma importancia y es muy posible que en algunos de ellos las intervenciones constructivas hubiesen sido mínimas o ni siquiera se hubieran realizado, pero en los casos en los que aparece el topónimo vinculado a itinerarios, es obvio deducir que los espacios citados estarían entre los principales enclaves termales de Hispania. Sería viable considerar la existencia de otros topónimos aquae situados en el ámbito este de la península. Así podríamos mencionar, por ejemplo, los casos de Tiermas (Zaragoza), Alhama de Murcia, Archena (Murcia) y Aguas/Aigües (Alicante).

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Respecto a Tiermas, como ya se ha dicho, la existencia del topónimo Aquis tanto en la documentación medieval como en la actualidad así lo sugieren. En el caso de Alhama de Murcia, la primera noticia que tenemos sobre este balneario es de 896 y la población aparece recogida como Ain Saytan (Vallvé 1972: 177), esto es, la Fuente de Satán, en clara referencia al origen y uso pagano de los baños. Sin embargo, en el siglo xii, Ibn Sahib al-Sala hace mención de Hamat Bi-lquad o Hamma Bi-Laqwar (Ibn Sahib Al Sala 1969: 77-78; Vallvé 1972: 156; Guichard 1980: 138). Parece que en el siglo xiii aún se conserva el topónimo, ya que Al-Qazwini llama a Alhama alquería de B.l.qwar en Tudmir, además de describir el baño romano40 (Vallvé 1972: 177; Roldán 1992: 35-36). Resulta obligatorio relacionar Bi-lquad, Bi-Laqwar y B.l.qwar con el topónimo latino aquae, por lo que podríamos traducir los topónimos musulmanes como «Baño de aquad o aqwar o qwar», o lo que es lo mismo, el «baño del agua o de las aguas». El último caso citado es Aguas/Aigües. A mediados del xix el lugar se convirtió en uno de los balnearios más importantes de España y recibió el nombre de Baños de Busot (un municipio a unos 8 km), a pesar de pertenecer al término de Aguas / Aigües de cuyo núcleo apenas dista dos kilómetros. Por las descripciones de los hallazgos de 1816 y por las prospecciones realizadas (supra) tuvo que ser un balneario romano importante teniendo que relacionarse con Alicante y Villajoyosa. El nombre de Aigües / Aguas aparece por primera vez en un documento de 1252, cuatro años después de la reconquista de Alicante. Se trata de una carta-privilegio de Alfonso X el Sabio por la que fija la delimitación del término municipal de la villa de Alicante que incluía los lugares-aldeas de: Novelda, Aspe el Viejo y Aspe el Nuevo, Nompot, Agost, Busot y Aguas41 (Estal 1984: 22-27; 1987: 256). Si el topónimo estaba ya implantado inmediatamente después de la conquista cristiana de Alicante quiere esto decir que era el que existía durante el dominio islámico, por lo que provendría directamente de un nombre existente antes del siglo viii. Los restos hallados en el entorno del balneario moderno, la existencia de aguas minerales en varios afloramientos en una franja lineal de unos 600 metros como la Fuente

40 En este volumen: «El balneario romano de Alhama de Murcia…». 41 «…otorgóles que hayan por Aldeas et por sus términos Noella et Azp el Viejo et Azp el nuevo e Nompot et Agost et Busot et Aguas…».

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EL BALNEARIO ROMANO CONCEPTO, DEFINICIÓN Y CRITERIOS...

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Fig. 3. Topónimos Aquae, seguros y posibles, en la península ibérica a partir de la toponimia (antigua y actual) y la epigrafía (elaboración propia).

de la Cogolla, la Fuente de los Baños, la Fuente del Collared, la Fuente de los Romanos o Balsa Nueva, o la Fuente de la Mina o Caba (Fernández López 1849: 12-13), así como la abundancia general de aguas en la ladera en la que está el balneario (Candela 1992) nos podrían indicar que en el origen de Aigües / Aguas está la voz Aquae (Fig. 3). Tenemos que convenir que la pérdida del topónimo en el sur se ha debido en parte a la sustitución del mismo por el Alhama árabe (lo vemos en dos de las aquae) y en parte a causa de su evolución hacia la forma «aguas» o sus variantes. Así, Limón Montero (1697) en su Espejo cristalino de las aguas de España habla habitualmente de fuentes y de baños, pero también lo hace de «aguas»: aguas de Puertollano, aguas azedas de San Gregorio, aguas azedas de Almagro, aguas de los Herbideros de Xabalón, aguas de Arnedillo, aguas de Sazedón, aguas de Teruel, aguas de Trillo, aguas de Ledesma, aguas calientes de Tiermes, aguas de la Reyna, aguas de Lugo y de Orense, aguas de Benzalema» (Limón 1697: 425-426). Como mínimo las de Sacedón, Trillo, Tiermas, Caldas da Rainha, Ledesma, Lugo y Ourense tienen constatados balnearios romanos, algunos de gran envergadura como los dos últimos citados. Se comprueba igualmente que el término «aguas» se utiliza para indicar la inexistencia de un balneario o

construcción asociada (a veces especificando la abundancia de manantiales en un lugar), como podemos ver en el listado de las mismas que hace Rubio (Rubio 1853: 595-600), pero otras veces aparecen conjuntamente con «baños» o «balneario» (que pueden aprovechar varios manantiales). Con el Balneario de Aigües de Busot ya funcionando, uno de sus directores médicos escribe la preceptiva memoria anual con el título de «Memoria de la topografía físico-medica de las aguas medicinales de Aiguës de Busot, en la provincia de Alicante»,42 hecho que lleva a plantearnos la convivencia también en época romana del término aquae junto con otros términos como ya vimos respecto al balneario romano de Archena (supra).

Caldas / Caldes / Caldelas / Caldeliñas Caldas y sus derivados proceden directamente del término calidae y por lo tanto de aquae calidae, con pérdida de la palabra inicial. Pero aunque se pudiera plantear que donde aparece el topónimo caldas (y por tanto aguas calientes) y hay restos romanos tuvo que 42 Manuscrito en la biblioteca de la facultad de medicina de la Universidad Complutense, Ca 2861F(7). Cf. Méndez 2008 n.º 2076.

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Fig. 4. Dispersión de la presencia del topónimo ‘caldas’ en Hispania (por provincias y distritos). Elaboración propia a partir del mapa de Hispania Epigráfica 19, 2013, XX.

existir también el término aquae, lo cierto es que no podemos tener la certeza de si se trata de un topónimo de época romana o, una vez estandarizado, fuese de época medieval o posterior. Todas las caldas españolas las encontramos situadas en el norte peninsular, entre Galicia y Cataluña, aunque ni en Navarra ni en ninguna de las provincias vascas aparecen.43 Se podría hablar de dos áreas principales, una compuesta por Galicia, Asturias, León y Cantabria, a la que habría que sumar Salamanca; y otra, formada por Huesca, Zaragoza, Lérida, Gerona y Barcelona, a la que habría que añadir Castellón. En Portugal, el topónimo está presente en la mitad norte, sirviendo de línea de demarcación los distritos de Setúbal, Santarém y Castelo Branco donde no aparece. Como excepción lo encontramos también en Faro, en las Caldas de Monchique, como decía Henriques (1726) a principios del siglo xvii: «Caldas chamamos aos banhos de agoas que nacem quentes ou calidas, donde com pouca corrupçaõ se disseraõ Caldas; nas quaes se considera virtude medicinal, 43 En la base de datos de toponimia del gobierno vasco no aparece el término, tampoco en la del gobierno de Navarra. Cf. http://www.euskara.euskadi.net/r59-15853x/es/euskara_eaetoponimia/bases/consultaBD_cri_NomTop.asp (10/04/2015) y http://toponimianavarra.tracasa.es/Default. aspx?lang= [Consulta: 10/04/2015].

em rezaõ dos minerães por onde passaõ, antes de rebenrarem na terra, dos quaes trazem a virtude e o calor. E sem embargo de que no rigor da locuçaõ toda a agoa que nace quente, merece o nome de Caldas: comtudo o uso commun tem feyto, que por Caldas se entendaõ somente aquellas, en que se tomaõ banhos; e porque de humas, e outras ha muytas neste Reyno, trataremos de todas com distinçaõ»44 (Henriques 1726: 3-4) (Fig. 4). Pese a todo una gran parte de las caldas hispanas están relacionadas con el uso de sus aguas en época romana, presentando bastantes de ellas restos arqueológicos (Fig. 5).

Fuente / Fonte/ Font / Fon / Fuen Fuente deriva del latín fons, fontis y se refiere tanto a los nacimientos de aguas como al lugar (o estructura) 44 Henriques cita las siguientes caldas: Rainha, Quinta dos Freyres, Quinta das Flores, S. Mamede, S. Pedro do Sul, Alcafache, de Lagiosa (actual Sangemil), Ranhados, Longroyva, Aregaos, Penaguiaó (Moledo), Favayos (actual Carlão), Covilham, Chaves, Anciaens, Monçaô, Guimaraens, Gêres, Ponte de Cavez, Nossa Senhora do Pranto, Pena García, Ribeyra do Rey, Evendros, Leyria, Cascaes, Lisboa Oriental, Monchique, Fiaens, Paderne (1726: 5-57), además de «fonte a que chamaô Caldas» (1726: 70-71) y Río das Caldas (1726: 238).

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Pontevedra Caldas de Reis

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Caldas de Cuntis

Caldelas de Tui Río Caldelas

Ponte Caldelas

Orense

Santiago de Caldas, Cañedo

Caldas de Partovia

Santiago de Caldas, A Ponte, Orense

Riocaldo

Castro Caldelas

Lugo

Caldaloba

Calde (lugar), Lugo

Caldegaian (lugar), Vilalba

Caldelas (lugar), Antas

Caldelas (lugar), Portomarín

Caldeñuin (lugar), Llanes

El Pozu la Caldeirina, Fresnéu

Cuevacaldera, Villamaor

Caldas (lugar), Penarrubia

Fontes Caldas, Campiellu

Coruña

Asturias

Cantabria

Huesca Lerida Gerona Barcelona

León

Salamanca Castellón Segovia Zaragoza

Caldela, (lugar), Caldas de Vedra Arteixo Caldas de Mestas, Caldas de (manantial) Oviedo Ponga Nuestra Señora Caldas de de las Caldas, Besaya Besaya Aguas Caldas (aldea), Valle de Rio Caldares Bardaji

Las Caldas (arroyo) Bumiales Sierra de Caldas, Benabarre

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Caldeliñas, Verín

Fontes Caldas, Taxa

Caldas de Bohí Caldas de Malavella Caldas de Estrac Caldas de o Caldetas Montbui Caldas de Luna

Caldevilla (lugar), Riaño

Caldas (riera) Fuente de La Calda, Boñar

Robledo de Caldas (localidad Caldas de San en la Comarca de Adrián Luna)

Fuente de la Caldas de Calda, Cofiñal Nocedo

Caldillas de San Miguel Caldes (río), Morella Caldillas (arroyo), Sepúlveda Fuencalderas (localidad)

Fig. 5. Caldas y sus derivados en España, según diversas fuentes, en especial Limón (1697), Gómez de Bedoya (1764; 1765), Madoz (1845-1850) y Rubio (1853).

donde estas surgen tras ser transportadas.45 Puede también hacer referencia a divinidades relacionadas con las aguas como Fons, Fontano y Fontana. De hecho en la península contamos con algunas inscripciones latinas a este respecto.46 45 Tenemos a este respecto dos epígrafes en Tarragona (Alföldy 1975: 420) y Tábua, Coimbra (CIL II 50) donde se dedica una fuente al emperador Tito. 46 Sobre dedicatorias a la fuente (fons) o mención de la misma en un contexto sacralizado hay dieciséis textos procedentes de Portugal: Mafra, Lisboa (Garcia 1991: 249), Bragança (CIL II 2609), Carvoeiro, Santarem (Garcia 1991: 250), Chaves, Vila Real (Rodríguez Colmenero 1997: 623 y Carneiro 2005: 103-104) y España: Boñar, León (CIL II 5726), Córdoba (CIL II2/7, 224), Jerez de los Caballeros, Badajoz (Ramírez Sádaba 1997: 299), Mérida (CIL II 466 y Fita 1915: 491-492), Santiponce, Sevilla (Gil y Luzón 1975), Valle de Abdalajís, Málaga (CIL II 2005), Alameda, Málaga (CIL II2/5) y Fortuna, Murcia (Stylow y Mayer 2003: 237-238; 248). Fontana está represen-

Es uno de los hidrónimos más abundantes. Solo en la provincia de Murcia, donde se ha realizado una completa recogida toponímica (que por diversos motivos obvios dista de ser exhaustiva) se han contabilizado 704 referencias a fuente (González Blanco et alii 1998). Es evidente que no todas las fuentes son de aguas mineromedicinales y en el caso de las que sí lo sean, la procedencia latina del genérico no se puede suponer a priori. tada en Burguillos del Cerro, Badajoz (CIL II 6277) y Monte Real, Leiria (CIL II 337); en su momento Fita leyó Fontana en una de las aras de Baños de Montemayor, aunque Roldán lo desmiente (Roldán 1965: 4); Fontano y Fontana aparecen juntos en Bencatel, Évora (CIL II 150) y Feria, Badajoz (Canto 1997: 98); Fontana asociada a Ninfas sí se encuentra en otra de las aras de Baños de Montemayor, Cáceres (Roldán 1965: 3) y Fuente asociada a Ninfas en León (CIL II 5084 y CIL II 5676).

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No obstante entre las fuentes hispanas encontramos varios grupos de topónimos que pueden ser útiles a la hora de localizar usos medicinales en la antigüedad. Se trata de aquellos topónimos que se pueden considerar descriptivos, cualitativos, locativos y culturales-religiosos. a) Descriptivos: es decir, aquellos que en su nombre encierran parte de las características físicas de las aguas como el olor, el sabor, el color o la temperatura. b) Cualitativos: se trata de nombres que expresan los resultados salutíferos del uso de tales aguas desde un punto de vista absolutamente natural. c) Locativos: Su nombre indica relación con el entorno en el que hallan. Si este refleja la existencia de restos arqueológicos y las aguas son mineromedicinales puede ser una buena pista seguir. d) Culturales-religiosos: muestran rasgos culturales, habitualmente de índole sobrenatural. Entre las fuentes del primer grupo tenemos, sin ser exhaustivos, fuentes agrias,47 calientes,48 amargas,49 saladas, 50 herrumbrosas, 51 hediondas, pestosas, podridas,52 de agua turbia,53 de agua fría54 o de agua mala.55 47 Fuente Agrilla de Albuñuelas (Granada) o Fuente Agria en Paterna del Río (Almería). 48 Junto a las sulfurosas son las que más interés tienen para el termalismo antiguo. Fuencaliente encontramos en Fuencaliente (Ciudad Real), Calasanz (Huesca) Porcuna (Jaén) o Arcos de la Frontera (Cádiz), Fuente Caliente en Setenil de las Bodegas (Cádiz), Huescar (Granada) o Toga (Castellón), Fuente de Valcaliente en Zaragoza o Fuente Honcalada (romance Foncalada) en Wamba (Valladolid) o Fontcalda en Gandesa (Tarragona). 49 Como en los Balnearios de Fuente Amarga en Chiclana de la Frontera (Cádiz) o de Fuente Amargosa en Tolox (Málaga). 50 Fuente la Salobre en Albaida (Sevilla), Fuente Salada en Albarracín (Teruel) o Fuente El Salugral en Jarilla (Cáceres). 51 Fuente de la Herrumbrosa en Aldeanueva de San Bartolomé (Toledo) o Fuente del Ferro en Argentera (Tarragona). 52 Existe una gran variedad de nombres para indicar las aguas sulfurosas: Fuente Podrida en Requena (Valencia) o Grávalos (Rioja), Fuente Hedionda en Alahurín el Grande (Málaga), Font de la Puda en Villarrue (Huesca), Fuente del Huevo Duro en San Martin de Boniches (Cuenca), Fuente La Podrida en Landete (Cuenca), Fuente Jedionda en Plasencia (Cáceres), Font-Pudosa en Bañolas (Gerona), Fuente de Azufre en Ponferrada (León) o la Fuente de Valdezufre en Aracena (Huelva). 53 Fuente Agua Turbia en El Bosque (Cádiz). 54 Fuente de Aguafría en Grazalema (Cádiz). 55 Fuente de Fuente Mala en La Carlota (Córdoba).

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Las cualitativas reflejan la experiencia médica acumulada. La denominación más normal es la de Fuente de Salud,56 en ocasiones asociada a elementos religiosos modernos,57 pero es posible encontrar nombres que hagan referencia a enfermedades concretas58 o a la enfermedad como genérica.59 En cuanto a las fuentes de la salud nos preguntamos cuántas tienen su origen en una derivación de salus tal y como la encontramos en la pátera de Otañes. Locativas hay muchas, como la fuente de Cortijo Alto de Torres en Priego de Córdoba o Fuente de Pedro Gómez en Águilas (Murcia), pero estas, a priori, carecen de cualquier interés para nuestro estudio. Sin embargo pueden ser interesantes las que relacionan a la surgencia con restos arqueológicos como Fuente del Poyo del Moro (Villacarrillo, Jaén), Fuente de la Sepultura (Monda, Málaga), Fuente de las Ánimas (Valdepeñas de Jaén), Fuente de los Muertos (Benalup-Casas Viejas, Cádiz), Fuente de Albalate (Benalauría, Málaga) asociada al topónimo de origen árabe que significa camino,60 Fuente El Morteru de (Gijón, Asturias), Fuente de la Teja (Aldealengua, Salamanca), Fuente de los Moros (Sieteiglesias de Trabancos, Valladolid, o la Fuente el Candil (Mieres, Asturias). Las culturales-religiosas son más problemáticas para el estudio que estamos realizando porque en la mayoría de las ocasiones no reflejan aguas mineromedicinles, por lo que conviene no considerarlas o hacerlo con extremo cuidado.61 Por último y siguiendo a Emilio Nieto (2000: 397-401), hay que decir que las lenguas romances han producido una serie de variantes de la palabra

56 Solo en Andalucía hay inventariadas hasta la fecha 18 fuentes, 1 nacimiento y 5 manantiales con este nombre, cf. http://www.conocetusfuentes.com/home.php [Consulta: 17/04/2015]. Es habitual encontrar con esta denominación tanto fuentes en España como en Portugal. 57 Fuente de la Virgen de la Salud en Baeza (Jaén). 58 Fuente de la Sarna es la denominación más común: Santa Olalla del Cala (Huelva), en Comares (Málaga), en Arcos de la Frontera (Cádiz), aunque encontramos otras como Fuente del Herpes en Panticosa (Huesca) o Fuente de la Viruela en Peones (Burgos) o Trijueque (Guadalajara). 59 Fuente de los Enfermos y Fuente de los Sanos en Puebla de Guzmán (Huelva) o Fuente de los Resfriados en Ronda (Málaga). 60 Este puede ser el origen de la gran cantidad de fuentes que se denominan de la Plata. 61 La mayoría son aguas ‘milagreiras’ (en gallego) o milagrosas, no incluidas en este estudio ni en el inventario, porque no tienen nada que ver con las que estamos estudiando, cuyo principal criterio para su inclusión es que sean aguas mineromedicinales o estén vinculadas con ellas.

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EL BALNEARIO ROMANO CONCEPTO, DEFINICIÓN Y CRITERIOS...

fonte que en el caso del castellano y para las aguas mineromedicinales serían: a) fuante, fuan o fuande como la Fuansanta (Muro de Aguas, La Rioja). b) juan como Juan Bendita (Fanlo, Huesca), Arroyo de la Juambuena (Arandilla del Arroyo, Cuenca), Casa de Juan Caliente (Jaén) Fuente de Juan Podrido (Valdesaz, Guadalajara), Juan Podrida (Luesma, Zaragoza y Grávalos, La Rioja), la Juan Podrida (Barrachina, Teruel) o la Juan Pudia (Calamocha, Teruel). c) jun(te), jun como Jumpudia (Magallón, Zaragoza). d) an- o am- (de ante) como Ampudia (Palencia, Ajo en Cantabria, Alesanco, Azofra o Canillas en Rioja), Fuente del Ampuero (Guadamur, Toledo) o Ampuero (Cantabria). e) en- o em- como Empudía (Sorzano; Sojuela, La Rioja), El Alto Empudía (Sojuela, La Rioja), Valempudía (Leza, La Rioja) o Empodrílla (Anón de Moncayo, Zaragoza). f) in- o im- como la Fuente Impuria (Préjano, La Rioja). Estas variantes así como la duplicación de la palabra fuente en muchos de los nombres que tenemos, estratifican como mínimo en dos momentos el uso de esas surgencias, siendo uno de ellos de época medieval, frente a aquellos que sitúan los nombres de esas «fontes» más cerca del mundo romano. Cuando se pone el nombre de Fuente de la Hontana (Castillo de Locubín, Jaén) o de Fuente del Fontanar (Trujillo, Cáceres) realmente se está diciendo «fuente de la fuente», pero sobre todo se está revelando la antigüedad del nombre. Esto se ve muy bien, por ejemplo, en la Fuente Honcalada de Wamba (Valladolid), en realidad «fuente de la fuente caliente». En un primer momento se tuvo que llamar fontem calidam, en 1697 se la conocía como «Fuente Foncalda» (Limón 1697: 186), en 1808 aún mantiene su nombre (Laborde 1808: 58), pero en 1895 ya se la conoce como «Fuente Honcalada» (Ortega 1895: 340). Nos faltan documentos para las fases iniciales, pero como ya se comentó en sus inmediaciones se encontró un ara dedicada a Jupiter (supra).

Alhama / Alfama / Alama Alhama viene del árabe DO‫ۉ‬DPPD. Aunque en oriente la palabra se usa para expresar baño en ge-

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neral, en occidente siempre se refiere al baño de aguas calientes.62 Llama la atención que frente a la cantidad de topónimos de fuentes con el apelativo de calientes, apenas se conserven casos registrados con el nombre árabe. Junto a los cuatro municipios que tienen actualmente el nombre de Alhama (Murcia, Almería, Aragón y Granada) conocemos en el término en Almería el balneario de Sierra Alhamilla y en La Rioja el río Alhama junto a los balnearios de Grávalos y Fitero. También en su momento se conoció a los Baños de Graena (Granada) como Alhama de Guadix (Mendal 1793) y el río que pasa junto a ellos conserva también el nombre de Alhama, como el que discurre en Alhama de Granada. Hay que destacar que el término alhama hace referencia siempre a lugares en los que previamente existieron balnearios romanos, alguno de ellos de importancia. A estos lugares hay que añadir Alfama, que también deriva de DO‫ۉ‬DPQD. Alfama es uno de los barrios de Lisboa Oriental, donde en el siglo xviii Henriques sitúa una serie de aguas medicinales calientes entre las que destacan el Chafariz63 de El Rey el Chafariz dos pâos, el Chafariz de dentro, el Chafariz da praia y el Chafariz de terreyro do Paço, así como Caldas do Duque (Henriques 1776: 68-53; Ramalho y Lourenço 2006). En España la fuente Alfama es la que abastecía el Balneario de Bellús (Rubio 1853: 250). Con la misma derivación de «alfama» podríamos tener «alfamén». Conocemos un municipio con este nombre en la provincia de Zaragoza, pero la acentuación de la última sílaba y la inexistencia de aguas de superficie aconseja descartarlo.64 Otros nombres árabes como ‘ayn, (lit. ojo): manantial o fuente, pueden servir también a nuestro propósito, especialmente cuando se combinan con el romance, pues fijan una fecha relativamente antigua para el topónimo (Nieto 2000: 396, n. 1).

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En este volumen: «Los balnearios del sureste…». En Portugal se trata de fuentes ornamentales a las que es conducida el agua de una surgencia. 64 En el siglo xix Madoz decía a este respecto: «El terreno es de buena calidad en general; y aunque por él no corre r. ni arroyo alguno…» (Madoz 1845: I, 532). Existe otro topónimo que es Alama en el que se ha querido ver origen árabe y que entre otros lugares se encuentra en Galicia (Peinado 1953: 146), aunque es posible que tenga que ver con la voz «aljama», como parece que puede pasar en la parroquia de San Pedro de Noceda en el ayuntamiento de Cervantes (Lugo) (Onega 1981: 625). 63

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Referencias específicas en las fuentes escritas En términos generales ya se han mencionado las fuentes latinas (supra) que también hablan de los balnearios de forma muy general. Para Hispania no son muy abundantes y las que más afectan a la localización de baños minerales son los itinerarios, que lo único que hacen es fijar la existencia de enclaves viarios conocidos por sus aquae: fundamentalmente en el caso de los Vasos de Vicarello, el Itinerario de Antonino o el Anónimo de Rávena, a los que habría que añadir las Tablas de Barro de Astorga.65 A este respecto también es útil la obra de Ptolomeo, que en su descripción del mundo conocido, sitúa los enclaves aquae dentro del contexto de las poblaciones existentes, lo que facilita en gran medida su localización. Otros autores como Plinio (Nat. XXXI, 13-26) cuentan anécdotas sobre las aguas, como la de las Fuentes Tamáricas,66 y Marcial que debía conocer perfectamente Aquae Bilbilitanorum, apenas hace unas vagas referencias a los manantiales: Tepidi natabis lene Congedi vadum / ollesque Nympharum lacus, / quibus remissum corpus adstringes brevi / salone, qui ferrum gelat (I, 49). Las fuentes árabes pueden contener informaciones valiosas tanto de los topónimos como de descripciones de baños y de las cualidades de las aguas. Autores como al-ণimyarƯ, Ibn al-JatƯb, Ibn Battûta, Ibn Sa‘Ưb al-Sala, al- IdrƯsƯ, al-‘Ud࡮rƯ o al-Qazw૖n૖ entre otros ofrecen datos de interés. Así por ejemplo, la primera descripción de los baños de Alhama de Murcia la realiza al-Qazw૖n૖. El contraste entre lo aportado por este autor y los resultados de la intervención arqueológica en el lugar no solo confirman la autenticidad de la descripción sino que aporta especificaciones como que una de las salas está dedicada a los hombres y otra a las mujeres, y que el agua surge en la sala masculina (Baños et alii 1997:182). Por su parte al-‘Ud࡮rƯ refiriéndose a Sierra Alhamilla habla de forma general del tipo de gentes que van a ese balneario así como de alguno de los usos y costumbres de las mismas (Blázquez 1901: 40) y DOণLP\DU૖ se decanta por las aguas de Alhama de Almería frente a las de Sierra Alhamilla (Cressier 2006: 150). 65 Para los lugares mencionados en estos itinerarios cf. en este volumen: «Balnearios, ciudades…». 66 Se sitúan en Velilla del Río Carrión y en 1963 fueron excavadas por García y Bellido y Fernández de Avilés (García y Fernández 1964). Un trabajo más reciente sobre el tema con revisión de los textos de Plinio se puede ver en Fernández Acebo (2003: 253-282).

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De sumo interés son los documentos medievales cristianos. Ya hemos hablado de algunos en referencia a Boñar, Tiermas y Aigües. Estos textos nos permiten, entre otras cosas, fijar la existencia de topónimos latinos entre los siglos viii y xv. Ocurre, por ejemplo en Baños de la Encina (Jaén), donde en un documento del siglo xii, el Prefacio de Almería, se cita por primera vez la localidad: «Reditur et Bannos castellum nobile quodam» (Rodríguez Aniceto 1931: 162, v. 294): «También se rinde Baños, un noble castillo» (Montaner 2009: 35).67 Tomada la localidad en 1147, en 1155 en un privilegio rodado de Alfonso VII aparece el lugar como aldea de Balneum. En 1212 el término usado es Balnea, la Crónica Latina utiliza el nombre de Vaños, como Balneos aparece en la Crónica de España de Lucas de Tuy, Baños es el nombre reflejado en los Anales Toledanos y en los Compostelanos, y en el Chronicon Conimbricense la forma es Bamo (Muñoz-Cobo 2013: 144-148). En el caso de Baños de la Encina, sin entrar en cuestión de la existencia de un topónimo árabe %XUǔ DO‫ۉ‬DPPD (Hernández Giménez 1994: 21-46) traducido al castellano, podemos constatar la existencia de aguas mineromedicinales frías en el Pilar y en la fuente de La Pestosa en Guarromán (Baeza et alii 2003: 47, 66, 78). La primera se encuentra en las cercanías de la ermita de la Virgen de la Encina que dista casi cinco kilómetros del pueblo, no especificándose ni las propiedades físico-químicas ni la composición. De la segunda solo sabemos que está en el término de Guarromán y deducimos por su nombre que ha de ser sulfurosa. El núcleo de Guarromán está a unos tres kilómetros de la ermita de la Virgen de la Encina, en cuyo entorno se conocen restos romanos altoimperiales caracterizados como villa entre los que hay documentado un baño (Choclan y Pérez 1990: 148-156). Entre las fuentes modernas destaca Lucio Marineo Siculo con las obras De Hispaniae laudibus publicada en 1496 y De rebus Hispaniae memorabilibus escrita en 1530. En ellas, tiene sendos capítulos llamados De balneis et thermis y De Hispaniae fontibus (libro 1, folio IV) en los que ofrece las características y localización geográfica de los baños que personalmente conoció: los de Ledesma, Béjar (Montemayor), Ourense y Villanueva. Andrea Bacci publica en Venecia en 1571 De thermis, con referencias a fuentes de Hispania y a los 67 La traducción de Ceferino Rodríguez no concuerda con el texto latino: «También se le rinde Barmos quees un noble castillo» (Rodríguez Aniceto 1931: 172).

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baños de Caldas de Reis, Fitero y Ourense, indicando las características de las aguas y las dolencias que puede curar cada uno de ellas. El Espejo cristalino de las aguas de España de Alfonso Limón Montero publicado en 1697 recoge 78 fuentes y 22 baños de toda España, con algunos de Portugal (S. Pedro do Sul, Baños de la Reina —Caldas da Rainha—) y de Francia (Fuente de Gambo o Jambo). En esta obra comienza la tradición de hablar de la antigüedad de los baños como argumento de prestigio a las propiedades de los mismos.68 Así encontramos descripciones de fábricas antiguas, de lápidas y de monedas. En 1764 Pedro Gómez de Bedoya y Paredes comienza a publicar su enciclopédico trabajo titulado Historia Universal de las fuentes minerales de España. En ella, además de informaciones médicas, hidrológicas y geológicas, se aportan datos de carácter histórico y arqueológico. Desgraciadamente, por diversos motivos, solo publicó 2 de los volúmenes de su trabajo, alcanzando hasta la letra F en sus descripciones. En Portugal destacan obras médicas de carácter general que se refieren a los baños del Reino como la de Brás Luís de Abreu, Portugal medico ou monarchia medico-lusitana, historica practica symbolica, ethica, e politica fundada e comprehendida no dillatado ambito de dous mundos creados macroscosmo, e microcosmo repartida e demarcada em tres amplissimos reynos: animal, vegetal e mineral, publicada en Coimbra en 1726. El mismo año se publica en Lisboa por Francisco da Fonseca Henriques el Aquilegio medicinal, em que se dá noticia das agoas de Caldàs, de fontes, rios, poços, lagoas e cisternas do Reyno de Portugal e dos Algarves que, ou pelas virtudes medicinaes que tem, ou por outra alguma singularidade, são dignas de particular memória. También empiezan a ser abundantes trabajos específicos sobre balnearios como el de Joaquim Brandão Memorias dos annos de 1775 a 1780 para servirem de historia à analysi (sic), e virtudes das agoas thermaes da Villa das Caldas da Rainha editada en Lisboa en 1781, completado por Tavares en 1810 con la obra Instruções e cautelas prácticas sobre a natureza, differentes especies, virtudes em geral, e uso legítimo das aguas mineraes, principalmente de Caldas… publicada en Coimbra o el de Francisco Cerdán 68 Aspecto que en ocasiones puede causar problemas en su correcta identificación, ya que se extiende la moda de falsificar antigüedades con la finalidad de dar prestigio a los baños, como podría haber sucedido en el ejemplo mencionado de Les (Barry 1856).

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llamado Disertacion physico-medica, de las virtudes medicinales, uso, y abuso de las aguas thermales de la Villa de Archena que vio la luz en 1760. En todos ellos hay interesantes referencias a la antigüedad de los balnearios o a hallazgos producidos en ellos. Además del creciente interés por los baños y por la ciencia medica termal, hay una progresiva preocupación por la historia y la arqueología, como demuestran obras a escala general como el Sumario de las antigüedades romanas que hay en España de Ceán Bermúdez, publicado en Madrid en 1832, o a escala local Bastitania y Contestania del Reino de Murcia con los vestigios de sus ciudades subterráneas, publicada en Murcia por el canónigo Lozano en 1796. En época contemporánea destacan los manuscritos con las memorias de los directores médicos de los balnearios españoles, documentación anual de elaboración obligatoria desde 1816, año de la publicación del Real decreto del 29 de Junio, por parte de aquellos balnearios con plaza creada de médico-director. La mayoría de los documentos que se conservan corresponden al siglo xix, junto con algunas memorias de principios de siglo xx. La mayoría de ellas se custodian en la Biblioteca de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense, formando un total de 3810 obras. Como la nueva medicina hace inadecuadas las instalaciones balnearias existentes que en muchos casos no contaban apenas con infraestructuras o presentaban instalaciones pequeñas, lúgubres y antihigiénicas, comienza una fase de transformación de los balnearios. Los médicos, obligados a realizar un informe anual no solo de los tratamientos y de los historiales, sino también del estado de las instalaciones y de las mejoras hechas en ellos, muchas veces recogen los hallazgos de fábricas antiguas, de monedas y de inscripciones, por lo que sus memorias son una fuente de información de primera magnitud (Maraver 1992: 195-201; 1997: 41-48; Molina Villar 1997: 77-84; Méndez Aparicio 2008).

3. HACIA UNA COMPRENSIÓN DE LAS CARACTERÍSTICAS FORMALES DE UN BALNEARIO ROMANO Cuando en las páginas iniciales hablábamos de qué era un balneario romano, lo hacíamos desde el punto de vista conceptual. Sin embargo, la definición que ahora nos ocupa e importa tiene que estar basada, como no podría ser de otra forma, en la realidad física y material de los ejemplos conocidos, y especialmente en aquellos casos que conocemos gracias

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a las excavaciones arqueológicas minuciosas llevadas a cabo en los últimos años, tomando el territorio peninsular (de manera significativa las de Alhama de Murcia, Archena, Chaves, Fortuna, Lugo, Caldes de Montbui, Caldes de Malavella u Ourense) y a los estudios generales o pormenorizados que se han realizado en la última década en diversas regiones de la península. Cuando en 1992 Gloria Mora hablaba de literatura médica clásica y arquitectura en las termas medicinales, hacía un ejercicio teórico a partir de los los datos de las fuentes clásicas. En él aplicaba la evolución de las termas higiénicas (de agua común), edificios bien conocidos y con una organización constructiva bien establecida (Nielsen 1990; Yegül 1992; Bouet 2003; García-Entero 2006) a los modelos de instalaciones surgidas al amparo de las surgencias termales. Para ello, tomando como referencia a Vitruvio (V,10,5) describe estos edificios: «La tipología general de las termas medicinales se caracteriza, precisamente, por la presencia de una estructura circular cubierta por una cúpula, en cuyo centro se abre una claraboya (oculus, lumen) para dejar paso al aire y a la luz, regulada por medio de un escudo o clipeus sujeto con cadenas, con hornacinas o nichos en los muros destinados a contrarrestar los empujes laterales de la cubierta y con una piscina en el centro llena del agua del manantial, que surge en ese mismo lugar o es llevada hasta allí por medio de canalizaciones. Con frecuencia, la cámara central está rodeada de pequeñas salas con bañeras o piscinas individuales» (Mora 1992: 123). Esa descripción, aunque no deja de ser un intento significativo por incidir en la caracterización arquitectónica de estos complejos, podría corresponderse, a grandes rasgos, con los ejemplos conocidos de Alange y relativamente con lo que se aprecia en Baños de Montemayor, pero aplicado al resto de los edificios conocidos en la Península (y fuera de ella) es una descripción no acorde con su compleja y diversa realidad. Ciertamente, establecer una definición única de cómo es físicamente un balneario romano no es tarea fácil (por no decir imposible) ya que no es viable acudir a una tipología unitaria que satisfaga todos los casos, ni siquiera la mayoría de ellos, puesto que las soluciones constructivas variarán ineludiblemente en cada enclave y dependerán de múltiples factores, tanto de carácter natural (topográfico y/o hidrogeológico, fundamentalmente), como social, político, económico o cultural de cada territorio. Otros intentos por marcar esa diferenciación se pueden reconocer en autores posteriores (Miró 1997;

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2011; Díez de Velasco 1998: 8-10), donde igualmente inciden en la diferencia de estos complejos y en la necesidad de identificar las singularidades constructivas de estos establecimientos de baños de aguas mineromedicinales, retomando una caracterización más teórica que práctica, ya que no se aplicaba a casos concretos comparados posiblemente por falta de nuevos indicios arqueológicos que permitiesen avanzar en dicha caracterización. Muestra de ello son las indicaciones presentes en el fundamental trabajo de Encarnación Oró (1996b) quien, incidiendo en definiciones generales y teóricas, considera que en la península son muy contados los casos constructivos conocidos de cierta entidad: «Estos restos son muy numerosos, pero, salvo en muy contados casos, son de poca envergadura. De ellos se pueden extraer pocas conclusiones, excepto la de que los balnearios de la península jamás llegaron a constituir grandes complejos como los que se encuentran en otras partes del Imperio» (Oró 1996b: 26). Afortunadamente, el paso del tiempo ha podido demostrar que existen ejemplos de gran representatividad para el estudio de estos edificios también en Hispania. A partir de estos trabajos pioneros en el caso peninsular, pero fuertemente deudores de los planteamientos previos en obras extranjeras (por citar algunos casos: Bonnard 1908; Cunliffe 1971; Yegül 1992), las propuestas sobre la naturaleza constructiva de estos edificios se han ido progresivamente matizando en función de las nuevas excavaciones que se han ido realizando en estos edificios, así como por las diversas revisiones bibliográficas, reflexiones sobre el tema, y nuevos foros de debate suscitados sobre una temática que está en pleno auge dado el desarrollo del termalismo en los últimos años. En ese sentido, se realizó una labor fundamental por parte del equipo de investigación liderado por la Dra. M.ª J. Peréx Agorreta69 a raíz de los dos congresos internacionales sobre termalismo antiguo ya citados (Peréx y Bazzana 1992; Peréx 1997),70 de los que aún seguimos siendo deudores (véase como ejemplo las citas presentes en los artículos de este volumen), así como por los puntuales intentos de iniciar esa temática71 y posteriormente retomarla dentro

69 Asesora científica del proyecto Séneca que aquí presentamos. 70 En el contexto de otras pioneras y significativas reuniones sobre termalismo antiguo que se efectuaron en Francia en años previos (Pelletier 1985 y Chevallier 1992). 71 Caso de la propuesta de inventario presentada en Peréx et alii (1994).

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del proyecto Ubi Aquae ibi salus72 fundamentalmente centrado, de forma interesante, en temáticas vinculadas con la epigrafía y el culto a las aguas (Andreu Pintado 2010; 2012; Andreu et alii 2009; 2011). Finalmente, desde inicios de la primera década del siglo xxi han surgido nuevos estudios que han ido planteando diversas consideraciones sobre la naturaleza de estos complejos, tanto a partir del análisis de las fuentes clásicas,73 como fundamentalmente a partir de la revisión de los restos arquitectónicos presentes en estos espacios.74 Y es en ese contexto en el que se han realizado nuevas aproximaciones a esta temática, dentro de la península ibérica en las que se ha planteado una nueva aproximación a estas estructuras y al análisis comparado de las plantas y edificios descubiertos, no solo en la península sino en otras áreas del Imperio romano.75 Evidentemente en muchos casos son solo un primer acercamiento a una compleja realidad que se ha ido puliendo a medida que avanza nuestro conocimiento sobre esta materia,76 sobre todo a par72 Proyecto de investigación del vicerrectorado de investigación de la UNED (2006-2008), anunciado en múltiples artículos ya desde 1994 (Peréx et alii 1994), pero en el que no se incluían datos específicos sobre sus conclusiones generales (Peréx et alii 2008; Peréx y Miró 2011; 2013). 73 Por ejemplo, con obras esenciales para el ámbito italiano, en el que se ha avanzado mucho en esta materia en los últimos años: Allen 1998; Guérin-Beauvois y Martin 2007;  Bassani et alii 2011; 2012; 2013; Annabaleto et alii 2014; GuérinBeauvois 2015. 74 A raíz de las nuevas excavaciones que se iniciaron desde finales del siglo xx, de los que los ejemplos presentados en este volumen son buena muestra; como de otros ejemplos extranjeros, caso de Jebel-Oust, Túnez (Scheid 2003; Ben Abed y Scheid 2005, con los estudios más actuales en prensa) o ejemplos italianos como Montegrotto Terme (Bassani et alii 2011), por citar solo algunas de las investigaciones más recientes y relevantes. 75 Siguiendo el modelo de estudios realizados sobre termas higiénicas o de agua común en la península ibérica (por ejemplo en Fernández Ochoa et alii 2000; García-Entero y Arribas 2000 o García-Entero 2006) o en otros territorios como la Gallia (Bouet 2003), se han presentado unas primeras propuestas en González Soutelo (2006; 2010; 2011b), con estudios comparativos de conjunto sobre las plantas de los balnearios romanos identificados en la península ibérica, presentados ya en sendos seminarios como los del Instituto de Arqueología de la Universidad de Oxford y en el congreso Frontinus, ambos en 2009 (González Soutelo 2012b); así como en posteriores trabajos (esencialmente González Soutelo 2012-13; 2013b), incluyendo una colaboración con el grupo de investigación de la Dra. Peréx (Peréx et alii 2014). Igualmente se ha planteado por regiones dentro de la península, caso del ámbito del SE (Matilla et alii 2012) como en el NO (González Soutelo 2012c y en prensa), propuestas que se ha intentado unificar en este proyecto Séneca. 76 Para avanzar en este sentido, fue necesario realizar un inventario de los yacimientos arqueológicos con presencia o vinculación a las aguas mineromedicinales de la península

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tir del descubrimiento de nuevos yacimientos o por estudios más precisos sobre algunos de los enclaves ya conocidos,77 pero que responden a la necesidad de retomar la caracterización general de estos establecimientos termales para proponer los criterios organizativos y funcionales que aporten elementos de comparación a los nuevos hallazgos que se están realizando dentro del Imperio romano. A modo de resumen y retomando algunas ideas ya sugeridas por autores precedentes, planteamos la necesidad de centrar nuestra atención sobre los siguientes aspectos a partir de los nuevos datos sobre los yacimientos con restos constructivos conocidos (véase Fig. 1): a) Ante la confusión existente con los edificios de baños higiénicos,78 urge crear las pautas de caracterización que permitan el adecuado análisis y la comprensión de las singularidades de los establecimientos de baños medicinales. Para ello es necesario partir de los ejemplos conocidos, para reconocer en detalle, en base a realidades concretas, los parámetros interpretativos coincidentes que permitan establecer comparaciones entre todos ellos para proceder a una definición de los elementos constituyentes, atentos a las ibérica, que se ha ido enriqueciendo desde su configuración inicial en 2006-2007, desarrollado después gracias a un contrato de investigación Juan de la Cierva del MICINN en la UAB (2008-2010). Unas primeras conclusiones generales a partir de ese inventario se presentaron fundamentalmente en González Soutelo (2012-2013 y 2013). Gracias al proyecto Séneca y al trabajo desarrollado en estos últimos años con otros miembros de este equipo, se ha podido completar con nuevos datos y realizar nuevas revisiones el estudio de estos yacimientos. Muestra resumida de ese inventario es el que se presenta al final de este volumen, y que será incorporado también a una base de datos online para acceso público, en proceso de realización. 77 De lo que en este volumen se presentan algunos de los ejemplos más significativos. Igualmente, gracias a esa revisión sobre los yacimientos presentes en la península ibérica, se ha comprobado la necesidad de reinterpretar y actualizar los datos presentes en la bibliografía, ya que en muchos casos la información es equívoca, parcial o poco representativa de los restos arqueológicos existentes. En ese sentido, se han hecho también estudios de detalle sobre algunos de estos enclaves y se indican aquellos que están en proceso (véase Cuntis, Baños de Montemayor, Lugo, Caldas de Monchique, o Busot, entre otros, en bibliografía y en este volumen: «Inventario»). 78 Aspecto ya denunciado en diversos autores a lo largo del siglo xix y xx, con propuestas de definición en Oró (1996b), Miró (1997), Díez de Velasco (1998:10). También en trabajos previos, desde el punto de vista de los investigadores que han trabajado sobre las termas higiénicas (con agua común), ya se mostraba esa diferencia. Véase, por ejemplo, Nielsen (1990:5); Yegül (1992: 92-127), y posteriormente en Mandersheid (2000: 511) o Bouet (2003: 193, 291-292, 297-299), entre otros.

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variabilidades presentes en las diferentes provincias del Imperio. b) Cada vez se aprecia de forma más clara la necesidad de analizar los criterios hidráulicos que rigen la organización de estos edificios y el interés de identificar la captación del agua y su distribución para acercarnos a la comprensión de su aprovechamiento y función en las diferentes estancias creadas dentro del conjunto del balneario, ya que determinará enormemente la organización y funcionalidad de los diferentes espacios dentro de este tipo de establecimientos de baños. c) A la hora de establecer una clasificación tipológica de los balnearios romanos, se podrían considerar distintos criterios en función de los objetivos que se planteen en cada estudio de ellos, aunque todos ellos deberán estar directamente interrelacionados para comprender en su conjunto la realidad de estos espacios: - Criterios territoriales. Como veremos a continuación, la naturaleza constructiva y funcional de estos yacimientos estará directamente relacionada con su importancia estratégica y consecuentemente con su posición en la red viaria así como con el papel administrativo y social que estos complejos cumplieron en cada territorio. De ahí que, en función de la vinculación de estos establecimientos con las ciudades más relevantes del entorno y su posible dependencia, así como por su posición más o menos aislada de los ejes vertebradores de las diferentes provincias según diferentes criterios, se podría considerar la diferencia entre aquellos complejos urbanos, suburbanos o semiurbanos y aquellos rurales (locales y comarcales), de acuerdo con la realidad administrativa en la que se desarrollen. En ese sentido, en el caso de los complejos urbanos, suburbanos o semiurbanos, consideramos crucial establecer el papel que cumplieron las aguas mineromedicinales en la fundación y desarrollo de esos asentamientos para conocer la incidencia que tuvieron en el territorio desde el punto de vista de la romanización. - Criterios constructivos. En función de la complejidad mayor o menor en estos edificios, del número de estancias, espacios

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de baño y tratamiento, recintos de culto, la complejidad de los sistemas hidráulicos, etc, se puede crear un modelo clasificatorio que se centre en la comprensión funcional y organizativa de este tipo de edificios, como reflejo de la situación social, económica, política y cultural del entorno en el que se desarrollan. Así se podría hablar de edificios simples o edificios complejos, con matices en la clasificación de los elementos para definir cada caso.79 - Criterios funcionales. Además de la intepretación sobre la funcionalidad de estos establecimientos dentro del propio complejo, en función de aspectos fundamentalmente arquitectónicos y materiales, cabría plantearse también la función de los balnearios romanos en el territorio en el que surgen. Así, aunque hasta el momento no ha sido posible reconocer claramente si existen diferencias funcionales entre aquellos establecimientos termales sitos en ámbitos urbano y rural, existen diversos criterios de clasificación en función del tipo de cliente que acude a estos enclaves, el número de agüistas, así como la procedencia de los mismos. La información contenida en la epigrafía, la numismática 79 En 2006 (González Soutelo 2006) planteamos la necesidad de precisar una en la caracterización a nivel arquitectónico, basada (sin olvidar otros aspectos) fundamentalmente en criterios organizativos y estructurales, según el modelo sugerido por F. Yegül (1992), que más tarde matizaríamos (González Soutelo 2012b), considerando, al menos 3 modelos de espacios termales, a partir de los ejemplos presentes en la P. Ibérica: así, un primer modelo, se vincularía con el uso salutífero de estos manantiales minerales de forma natural, sin estructuras o con las mínimas necesarias, normalmente vinculado a una primera fase de ocupación de estos manantiales; posteriormente en algunos de ellos, seleccionados por las cualidades de sus aguas o por su posición estratégica, se podría hablar de baños caracterizados por la «sala de la piscina», donde el edificio se vertebraría en función de la presencia de una piscina en posición central dentro de una sala, ocupando gran parte de su superficie (Tipo 1); y por último, diferenciábamos entre aquellos que presentaban un desarrollo complejo, en el que además de las estructuras presentes en los anteriores ejemplos, los edificios se dotarían de múltiples salas con diferentes funciones, con la posibilidad de incluir las instalaciones propias de los complejos higiénicos (caracterizados por la presencia de estancias calefactadas). A este último grupo lo designábamos como tipo 2, y en él incluíamos a los complejos de Chaves, Lugo, Caldes de Montbui y Alange. Consideramos que esa caracterización está hoy en día superada, por lo que en la actualidad estamos elaborando una nueva propuesta de análisis y caracterización de este tipo de edificios, que permita completar su descripción y las posibilidades de comparación.

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y las fuentes clásicas, así como en el número de infraestructuras asociadas (caso de hospedería, santuarios, espacios para actividades complementarias, etc.) puede ser un elemento de gran trascendencia para comprender si la función médica y religiosa asociada a estas aguas desempeñó un papel similar en todos los casos, o cuenta con respuestas diferentes en función de su mayor o menor aislamiento. - Criterios sociales. No podemos olvidar que cuando hablamos de aguas mineromedicinales lo hacemos de un recurso natural que se emplea para la curación o el alivio de dolencias, por lo que la protagonista principal del uso de las aguas y de la construcción de infraestructuras para ordenarlo y hacerlo posible es la sociedad que lo aprovecha y disfruta. De su paso por los balnearios nos queda una arquitectura que sin ser fiel reflejo de la realidad que se vivió en época romana, tiene aspectos que sí nos acercan a ella. Nos interesa saber el número de personas que acudía a los baños medicinales (ya que una gran cantidad reflejaría la importancia de determinado balneario dentro de una sociedad e incidiría más en el territorio); desde dónde venían y cómo; cuánto tiempo permanecían en las instalaciones y si las visitas eran estacionales o se podría acceder a las aguas en cualquier época del año. Si bien todas las cuestiones planteadas son de difícil respuesta, los criterios constructivos, sociales, territoriales y funcionales serán por tanto imprescindibles para resolver estas y otras dudas y acercarnos al aspecto humano del uso de las aguas medicinales. En marzo de 2013 se realizó en el balneario de Archena una reunión científica dentro del «Proyecto Balnearios: I. El tejido balneario durante la época romana y tardoantigua en Hispania: documentación y estudio de la epigrafía y la numismática de los balnearios y las fuentes mineromedicinales» (15387/ PHCS/10), patrocinada por el Balneario de Archena S. A. y la Fundación Séneca. A la misma asistieron investigadores españoles y portugueses que dentro del tema de la reunión: «los balnearios romanos y sus implicaciones», presentaron sus propuestas y debatieron durante tres días sobre las mismas. Como no podía ser de otra manera uno de los temas más controvertidos es el que nos ocupa ahora.

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Como conclusiones aceptadas por todos se distinguió entre balneario y uso médico de las aguas. La existencia de balneario implica la generación de unas infraestructuras mínimas, mientras que el uso de estas aguas con finalidad salutífera puede hacerse aprovechando los elementos naturales y sin intervención arquitectónica. Una fuente, aun cuando se haya captado y pueda existir en ella o junto a ella una o varias inscripciones, solo implica uso salutífero (Patera de Otañes, Fuente de Antequera…), a menos que haya, si la cura es hidropínica, una hospedería asociada a ella que permita el alojamiento de los agüistas, como vemos en el siglo xix en lugares como O Incio en Lugo o Fuente Agría de Villaharta en Córdoba. En todo caso, un balneario necesita instalaciones no precarias que pueden ir desde las pequeñas bañeras individuales a las grandes y sofisticadas piscinas. Claro que esto nos plantea un problema en el caso de su caracterización y de cómo se ejemplifica en cada tipo de balneario (infra). Desde luego no puede tener las mismas instalaciones un baño usado por los habitantes de una comarca que un baño asociado a una ciudad y en la inmediatez de una vía muy transitada.80 Así, aunque de ninguna manera abandonamos el esfuerzo de tipificar arquitectónicamente (estudio en proceso), entendemos que paralelamente es fundamental analizar la naturaleza de los balnearios en función de su localización, el desarrollo de sus instalaciones, así como el tipo y número de usuarios que a ellos concurren, aspectos en el que nos hemos centrado en este volumen.

4. PROPUESTA DE CLASIFICACIÓN TIPOLÓGICA DE LOS BALNEARIOS SEGÚN SU PAPEL EN EL TERRITORIO Las aguas mineromedicinales son un recurso natural, pero un recurso con mucha más relación directa para el conjunto de la población que otros como la minería, la pesca o la agricultura. Un habitante del Imperio romano puede manejar una moneda sin necesidad de haber estado en una mina de cobre, de la misma manera que puede comer pan o pescado sin haber visto jamás una planta de trigo ni haberse subido nunca a un barco de pesca.

80 En la reunión de trabajo celebrada en el balneario de Archena en noviembre de 2015, también con presencia de investigadores españoles y portugueses y dedicada a los «balnearios romanos entre las ciudades y la red viaria» se abordaron también estas cuestiones.

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Ahora bien, las aguas mineromedicinales hay que utilizarlas en el lugar del nacimiento. Las hipertermales y mesotermales y parte de las hipotermales81 por motivos evidentes, pues su traslado implica el enfriamiento y pérdida parcial de su composición mineral y su aprovechamiento en forma de vapor. Las frías e hipotermales de menor temperatura empleadas para baño podrían conducirse, aunque perderían parte de su contenido mineral, de manera especial si son de fuerte mineralización.82 Sin embargo, no podemos descartar el transporte de las aguas para bebida en determinados casos (habría que excluir las ferruginosas por el cambio de color y las carbogaseosas por la pérdida de gas), ya que por una parte, podrían mantener sus propiedades básicas, y por otra, contamos con el documento iconográfico de la pátera de Otañes en el que se representa una escena de tratamiento hidropínico, además de la imagen del llenado de una cuba con agua de la Salus Umeritana. Por lo tanto, la necesidad del agüista o del bañista de desplazarse al lugar de la surgencia y más en concreto al balneario convierte este tipo de establecimientos en un polo de atracción para la población y les permite desarrollarse con independencia de su cercanía a las ciudades o incluso a las vías principales de comunicación, con su consecuente reflejo a nivel arquitectónico y de infraestructuras. No podemos negar que haya casos en que la situación de marginalidad geográfica de algunas surgencias impida su uso y su desarrollo más allá del ámbito local, pero no es admisible que en todos los casos sea solo la ubicación de los manantiales lo que determine su éxito en el mundo romano. Al contrario, sería fundamentalmente la presencia de estos manantiales la que condicionará en un importante número de casos el trazado de estas vías, actuando como puntos nodales del recorrido por su importancia estratégica, social y económica.83 Siendo el agua motivo suficiente para la organización de los ejes viarios como nodos viales, así como para el desplazamiento de importantes contingentes de población e incluso para provocar el aumento del

81 Se consideran aguas frías las que tienen una temperatura inferior a 20º, hipotermales las que están entre los 20º y los 35º, mesotermales las surgidas a temperaturas entre 35º y 37º e hipertermales las que surgen a más de 37º (Maraver 2004: 16). 82 Se consideran aguas de mineralización fuerte en España las que a 110º dejan un residuo seco de 1,5 g/l o más (San José 2001: 137). 83 Sobre este aspecto, ver en este volumen: «Consideraciones sobre…».

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tránsito en algunas vías,84 hay que convenir que el balneario es punto de reunión de amplios y variados segmentos de la sociedad, por lo que se convierte en un microcosmos en el que está representada el área de afluencia de usuarios. Por lo tanto, cualquier intento de clasificación tiene que tener en cuenta las áreas de posible procedencia de los bañistas. En su momento Díez de Velasco (1998: 15-17) hizo una clasificación de los establecimientos con aguas mineromedicinales según su incidencia en el territorio, en la que se tenía en cuenta variables como la toponimia, la configuración urbanística o la ubicación, si bien es cierto que el estudio que motivaba su clasificación era la religión (en el que la epigrafía votiva jugaba un papel destacado) y el agua, y no tanto los establecimientos en sí mismos, de los que ahora poseemos muchos más datos gracias a las excavaciones. Posteriormente Miró (2011) ha intentado establecer igualmente una tipología de balnearios, aunque no quedan realmente claros los criterios considerados para esta clasificación, ya que no se especifican nítidamente los parámetros de determinación. Si bien los criterios de nomenclatura, los criterios religiosos, los criterios arquitectónicos, etc. suponen un elemento clave en el estudio y en la comprensión de los balnearios antiguos, consideramos que se deben tener en cuenta otros aspectos que pueden ayudar a conocer y ampliar nuestro abanico de espacios a estudiar y las posibilidades de interpretación. Así, por ejemplo los criterios antropológicos pueden ayudar a conocer los diferentes aprovechamientos de las aguas marcando la pauta sobre muchos aspectos, tomando siempre las cautelas oportunas en la comparación actual con el pasado. Al igual que gran parte de las evidencias que tenemos sobre los balnearios romanos responden a restos arquitectónicos, algunos de ellos monumentales, también han llegado hasta nosotros numerosos elementos de la cultura material, topónimos, inscripciones y tradiciones que se mantienen pero que hunden sus raíces en un remoto pasado (a veces imposible de determinar), a partir de leyendas, prácticas y ritos en los usos de las aguas. Y nuestra tarea es comprenderlos usando todos los elementos disponibles. Aunque de todas esas pervivencias del pasado la más llamativa sea la arquitectura de los balnearios, debemos acercarnos de todas las formas posibles a los grupos humanos que frecuentaban estos baños. 84 Piscinas como las de Fortuna o Carballo no se explican de otra forma. Cf. en este volumen: «El balneario romano de Fortuna…».

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En ese sentido, las aguas mineromedicinales han tenido incidencia en la población en función de parámetros sociales, económicos y cronológicos,85 dejando su huella en las surgencias o en el entorno, cuya repercusión ha alcanzado también a sus lugares de procedencia.86 De acuerdo con la argumentación anterior, entendemos que es necesario dar un paso más en la interpretación de estos complejos termales, y plantear también una propuesta territorial en función de la capacidad de atracción y asistencia a cada uno de estos establecimientos. Para ello, a modo de hipótesis de trabajo, consideramos interesante proponer, junto con un análisis arquitectónico, funcional y en la medida de lo posible social, una de clasificación de estos manantiales en función de su dependencia en el territorio, la afluencia de personas y por lo tanto de su impacto (en todos los niveles posibles: arquitectónico, religioso, epigráfico, numismático, etc.) a diferentes escalas: 1. 2. 3. 4. 5.

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Uso local médico-salutífero de las aguas Balnearios comarcales Balnearios urbanos o suburbanos Balnearios provinciales Balnearios interprovinciales

Por ejemplo, el uso de las aguas de Fortuna en el siglo vi d.C. es estrictamente local, por lo quien las utiliza pertenece a una comunidad poco compleja, pequeña, con agricultura y ganadería de subsistencia (no hay apenas recursos en el territorio) y con hábitats en zonas de repliegue (Matilla 2003), mientras que durante los siglos i y ii d.C. el reflejo del balneario es el de una sociedad compleja ya que recibe a gentes que vienen como mínimo desde Carthago Nova (Matilla et alii 2002). 86 El pueblo de Sotoca en las proximidades de Trillo y Cifuentes, en Guadalajara tenía hasta hace no muchos años una fuente llamada de Las Mallas (en la actualidad está entubada y canalizada) que llenaba una charca natural carente de cualquier infraestructura a la que entre los meses junio y septiembre acudían gentes tanto de Sotoca como de pueblos cercanos (Rubio 1853: 519) como Huetos, Ruguilla o Canredondola, que se alojaban en casas de vecinos de Sotoca (información oral recogida el 20 de agosto de 2014). Este fenómeno de convivencia estacional ha sido muy común hasta que en el siglo xix se comienzan a generalizar los hoteles, fondas y hospederías en los balnearios. Así lo vemos entre otros, como lo refleja Pedro María Rubio en 1853, en los Baños de Carratraca en Málaga, Carballiño y Partovia en Ourense, Carballo en A Coruña, El Molar en Madrid, Caldas de Reis en Pontevedra, Arenosillo en Córdoba, Bellús en Valencia, Alhama de Aragón en Zaragoza o Alange en Badajoz (Rubio 1853: 139, 100, 105, 363, 275, 132, 251, 171). Esa convivencia mucho más cercana que la que se puede conseguir en instalaciones de hospedaje acercaba al balneario los modos, las costumbres, las tradiciones de los visitantes que se llevaban del balneario y de los visitantes de otros lugares exactamente lo mismo. No hay ningún motivo para pensar que esto no ha ocurrido en todas las épocas, incluida la romana.

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Si organizamos los manantiales de aguas mineromedicinales en función de la posible asistencia de agüistas, podríamos valorar el papel que estas aguas tuvieron dentro del control y la organización del territorio en Hispania. Un lugar que tenga una gran afluencia verá el reflejo de las visitas en las instalaciones que ofrezcan, por lo que, por ejemplo, tendrán que contar con piscinas de grandes dimensiones para satisfacer la demanda de los bañistas; frente a otros establecimientos menos visitados que no podrían hacer frente a grandes obras de acondicionamiento, tanto por falta de recursos como por lo poco operativo que resultaría. Por otra parte la propia definición de cada uno de los grupos de balnearios explica por si misma en qué consiste cada uno de ellos. Lo más complejo será determinar de forma clara, en función de los datos disponibles (habitualmente no muy abundantes ni significativos) los criterios de delimitación y cuándo un balneario se puede adscribir a alguno de los grupos de clasificación propuestos. A modo de hipótesis de trabajo, consideramos:

Uso local médico-salutífero de las aguas. «Balnearios» locales Son los más difíciles de identificar materialmente por la ausencia o poca entidad de las infraestructuras conservadas, por lo que tendríamos que plantearnos que en la mayoría solo se podría hablar de un uso popular y médico-salutífero. Serían manantiales que tendrían un impacto mínimo en el entorno y actuarían como centro de cohesión de un grupo homogéneo y reducido. Se necesitarían al menos dos elementos para ser considerados como tales: aguas mineromedicinales y algún resto material mueble y eventualmente inmueble que se pudiese asociar a ellas. Ejemplos de balnearios locales que nunca han dejado de serlo los tendríamos en Carraclaca (Lorca, Murcia), en Orito (Orito, Alicante) o en Mantiel (Mantiel, Guadalajara),87 donde aparecen cerámicas romanas en el entorno de los manantiales. Otro caso podría ser el de la fuente sulfurosa fría de Bembibre de Viana de Bolo distante 745 m de la aldea, ya que en el entorno se encontraron restos romanos dispersos (López Cuevillas 1956: 296-297; VV.AA. 2011: 37-39).

87 En los tres casos, datos obtenidos por prospección arqueológica.

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Balnearios comarcales No es fácil distinguir entre local y comarcal. Se puede considerar que serían manantiales que tienen una cierta entidad y que se encuentran desvinculados de las ciudades. Actuarían como punto de encuentro de distintas comunidades y forzarían lazos de cohesión intercomunitaria a la vez que generarían una red de caminos muy focalizada. Necesitarían al menos dos elementos para ser considerados como tales: aguas mineromedicinales y restos materiales muebles e inmuebles de cierta entidad que se pudiesen asociar a ellas. Como ejemplos de balnearios comarcales, podríamos considerar Baños de Retortillo (Salamanca), Caldas de Boñar (León), Baños de Molgas (Ourense), Baños de La Marrana (Isla Plana, Murcia), Fuente de los Baños de Albalate de las Nogueras Cuenca) o Baños de Santaella (Córdoba). En todos ellos se documenta la existencia de estructuras o se conserva el topónimo desde época medieval. En algunos han aparecido inscripciones votivas (Boñar, Retortillo, Baños de Molgas) o funerarias (Santaella).

Balnearios urbanos o suburbanos (balneario dependiente o asociado a una ciudad) El balneario urbano se define por estar en una ciudad o aglomerado secundario (Chaves, Ourense) o en su entorno inmediato (Lugo, Ercavica), que en gran medida han surgido a partir de la presencia de estas aguas. El suburbano por mostrar claros vínculos con una ciudad concreta (Archena, Cuntis) o a veces aparentemente con más de una (Fortuna).88 En algún momento su estructura se hace compleja y/o se monumentaliza. En el primer caso porque ha de responder a la propia complejidad urbana que se ha de ver reflejada en el enclave y en el segundo porque recibe el mismo tratamiento que la ciudad (cuando Carthago Nova se monumentaliza, Archena también lo hace). La construcción o monumentalización supone una fuerte inversión (tanto desde la gestión pública como dependendiente del evergetismo privado), aunque la administración y mantenimiento están en manos del municipio. 88

La distancia entre la ciudad y las aguas medicinales es posible que sea menos determinante que la pertenencia de una surgencia al territorium de esa urbe. El problema lo tenemos cuando ese territorium no está claramente definido y en unas termas medicinales hay indicios de la presencia de individuos de dos ciudades próximas.

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Los flujos de gente son importantes, por lo que es obligatorio, en el caso de los establecimientos suburbanos la construcción de hospederías y otros servicios, teniendo que existir una vía importante de comunicación entre la ciudad y el balneario suburbano que además funcionaría como foco romanizador. Al recibir más gente que los locales o comarcales tiene que tener una o varias piscinas capaces de cubrir la demanda y ha de contar con un servicio permanente de mantenimiento tanto de las instalaciones como de las personas, por lo que han de existir dependencias para los servidores del balneario (desde sacerdotes y médicos hasta esclavos). Para que un balneario pueda ser considerado dentro de esta categoría se precisan aguas mineromedicinales, habitualmente mesotermales e hipertermales, una piscina de grandes dimensiones o varias de dimensiones medianas y un complejo sistema de instalaciones anejas. La documentación epigráfica de duunviros o seviros también puede determinar su adscripción a esta categoría. Podríamos considerar como tales, además de los mencionados, S. Pedro do Sul en Viseu, Caldas das Taipas y ¿Vizela? en Braga, Archena, Fortuna y Alhama en Murcia, Alhama de Granada y Baños de Zújar en Andalucía, Alange y Baños de Montemayor en Extremadura, Caldes de Montbui y Caldes de Malavella en Cataluña, Cuntis en Galicia, Ledesma en Castilla y León o Alhama de Aragón en Aragón.89

Balnearios provinciales Se trataría de balnearios urbanos o suburbanos90 de grandes ciudades, con piscinas de mayores dimensiones y una mayor capacidad de alojamiento. Fuerzan flujos de gentes en determinadas vías, lo que las convierte en vías de primera categoría y se convierten en elementos vertebradores de amplios territorios, desarrollando un tejido viario importante. Para ser considerados como tales necesitarían cumplir los mismos criterios que el urbano y suburbano, además de contar con alguna evidencia que mostrase la llegada de gentes de diversos lugares extracomarcales solo a los manantiales. Otros criterios podrían ser 89 Todos estos balnearios están suficientemente explicados en otros capítulos del libro, en especial en el inventario de yacimientos, al final de este volumen. 90 En ese sentido, al tratar los primeros, resulta tarea imposible discriminar entre los visitantes que van a la ciudad para aprovechar las aguas del balneario de aquellos que acuden a la ciudad por otras motivos.

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la presencia de una amplia diversidad de epígrafes y la aparición de monedas de tres o más cecas. El caso más claro por los datos con los que contamos, aunque no sería el único, es el de Archena, con una vinculación clara a Carthago Nova,91 incripciones con especificación de la origo (Consabura, Valentia) (Gonzalez y Matilla 2007) y monedas de Carthago Nova, Segobriga, Calagurris y Bolskan (Arias y Matilla 2010). Por el tamaño de las piscinas y el volumen de la inversión se podría plantear también para Aquae Flaviae, S. Pedro do Sûl o Caldes de Montbui.92

Balnearios interprovinciales Tendrían características semejantes a los provinciales, pero para considerar esta tipología se necesitaría un mayor número de evidencias relativas a la presencia de personas foráneas, tales como un número suficiente de monedas de al menos seis cecas de dos provincias diferentes, la especificación de la origo de los usuarios en las inscripciones del lugar, o en su caso evidencias externas como las que encontramos en las fuentes clásicas, en los vasos de Vicarello o en la Tabula Peutingeriana, ya que podríamos entender que unos baños de aguas mineromedicinales conocidos más allá de la provincia en la que se encuentran, podrían ser considerados de esta forma.

5. A MODO DE EPÍLOGO Evidentemente todo modelo de clasificación cuenta con elementos de divergencia ante los criterios propuestos, dado que la falta de evidencias hace que muchos enclaves minerales no se puedan asignar con claridad a ninguno de los grupos, siendo por tanto una propuesta provisional, a la espera de que se puedan descubrir nuevos datos arqueológicos. La documentación medieval o decimonónica, las inscripciones romanas u otro tipo de evidencias llegan hasta donde llegan y tienen unas limitaciones que solo se pueden solventar con la realización de excavaciones arqueológicas. Nada hacía presagiar cuando comenzaron las excavaciones de Fortuna la magnitud de los restos hallados. Lo mismo ocurría con Archena, donde solo unas referencias de anticuarios y la manida lápida de los duunviri publicada hasta la saciedad 91 92

En este volumen: «Archena…». En este volumen: «Balnearios, ciudades…».

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(desde médicos a historiadores pasando por hidrólogos o farmacéuticos, incluso con erratas repetidas), delataban de forma imprecisa un pasado romano. Afortunadamente, con los datos que poseemos en la actualidad estamos convencidos de que era uno de los balnearios de referencia al menos ya en el siglo i d.C. Algo semejante podemos decir de Aquae Flaviae, donde las actuaciones de control arqueológico permitieron que apareciera de la nada el antiguo balneario romano, gracias al tesón del servicio de arqueología municipal, que consiguió desarrollar su excavación en óptimas condiciones, con su posterior conservación y musealización, convirtiéndose en otro de los grandes balnearios de referencia en el Imperio romano. Tras el análisis planteado sobre esta temática en estos años de investigación, en este capítulo hemos intentado resumir las principales reflexiones y conclusiones obtenidas durante este proyecto, en el que la experiencia personal en la visita de estos enclaves, junto con la constante interacción con médicos hidrólogos y geólogos, y los nuevos descubrimientos arqueológicos que favorecieron el contacto con otros profesionales con las mismas problemáticas, nos han aportado una rica información que va más allá de las fuentes bibliográficas. Todavía hay muchas cosas que se nos escapan y en las que seguimos trabajando, pero sabemos mucho más de lo que se sabía a finales del siglo xx, ahora ya desde una perspectiva ampliada y conjunta de todo el territorio peninsular, convencidos de que estamos en el buen camino para que el conocimiento sobre el termalismo antiguo avance de manera irremediable.

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II HACIA UN MAYOR Y MEJOR CONOCIMIENTO DE LOS BALNEARIOS ROMANOS EN HISPANIA A PARTIR DE LA ARQUEOLOGÍA: NUEVAS EXCAVACIONES Y NUEVOS DATOS

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CARLOS JESÚS MORÁN SÁNCHEZ Y ANTONIO PIZZO

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NEW DATA FROM THE ROMAN HEALING SPA OF AQUAE FLAVIAE (CHAVES, PORTUGAL) Sérgio Carneiro, Gabinete de Arqueologia de Chaves

Summary: The recently excavated Roman healing spa of Aquae Flaviae is one of the best preserved of its kind. It is a large monumental complex and the results of the current excavations may shed new light onto the meaning and function of spas in the Roman Empire and their relation to indigenous communities. Resumen: El recientemente excavado balneario romano de Aquae Flaviae es uno de los mejor preservados de su tipo. Se trata de un establecimiento monumental y los resultados de las últimas excavaciones pueden aclarar el significado y función de estas estructuras en el imperio romano y su relación con las comunidades indígenas. Key words: Roman spas, Aquae Flaviae, northwestern Hispania, Roman architecture, Roman archaeology, late Antiquity. Palabras clave: Balnearios romanos, Aquae Flaviae, Noroeste de Hispania, arquitectura romana, arqueología romana, antigüedad tardía.

1. INTRODUCTION The excavations at Arrabalde square in Chaves, Portugal, carried out from 2006 to 2008 and 2012 to 2015, uncovered an extremely well preserved set of structures: the Roman healing spa that gave the city its roman name: Aquae Flaviae (Carneiro 2013) (Figs. 1 and 2). The sealing of some of the Roman contexts, caused by the collapse of the brick barrel vault that originally covered pool A, and the simultaneous clogging and abandonment of its draining system, combined with the presence of the hot water springs, made the preservation by water logging of several thousands of plants remains possible (Vaz et alii 2015). Other types of artefacts were also found in pristine condition such as metal and bone objects, marble sculptures and even the remains of three people who were caught

by the fall of the ten metre high brick barrel vault while they were bathing in pool A in the last decade of the 4th century AD (Fig. 3). The presence of these individuals indicates that the collapse of the building was sudden and unexpected, which would occur with a natural disaster, such as an earthquake. Other possible earthquake archaeological effects recorded in the excavation, besides the «collapsed vault with human remains and items of value under the rubble» (Rodríguez-Pascua et alii 2011: 22, fig. 2) are: the folded opus signinum pavements of rooms 2 and 4 and the conjugated fractures in some of the brick walls. In his Chronicle, bishop Hydatius reports the occurrence of two earthquakes in Gallaecia: one in 451 and another in 453-4 (Burgess 1988, II: 104 and 105). These events are included in what the author calls signa, portenta, ostenta, and prodigia: ominous signs

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Fig. 1. Location of the roman spa in Chaves (source: Google Maps).

Fig. 2. General view.

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Fig. 3. Smashed skull under the rubble of the vault in pool A.

that foretell or mirror human and political events such as the death of emperors and kings, invasions, battles and slaughters, etc. (Burgess 1988, I: 168). The destruction of the spa complex of Aquae Flaviae must have happened before Hydatius was born and about fifty years before the first earthquake in Gallaecia mentioned by him. This event’s date could have been conveniently moved by the author to fit the events it was supposed to foretell or mirror. Considering the scarcity of this kind of contexts, the study of the healing spa of Aqua Flaviae and its rich artefactual assemblage is especially important for the understanding of spa cities in the Roman Empire.

2. THE STRATIGRAPHY After the mechanical removal of an embankment deposited in 1956 for the construction of the square in front of the town’s courthouse, we realized that the 17th century wall was still preserved, dividing the site into two areas with different stratigraphic

sequences: one, outside the wall, where the ditch, dug down to the Roman rubble layer, was filled in the 1870’s; and another, to the inside of the wall, where the Modern, Medieval and Roman layers were left intact. The outside filling of the wall’s ditch was dug until its interface of destruction, leaving the rubble from the fall of the vault of the Roman spa’s central building, on which the foundations of the Modern wall were laid. To the inside, the stratigraphy was carefully excavated, providing invaluable information on the evolution of Chaves from the Roman until the Contemporary period (Fig. 4). In the 9th century robber trenches were dug along the walls of the complex to remove their elevation stones, but the foundations, pools and conduits were left almost intact. Thin layers of sand deposited by river floods covered the fillings of these trenches, and a thick layer of agriculture soil covered them, over which we found the remains of a 12th century blacksmith shop, by then left outside the Medieval wall, between the shrunken city and its main entering point: the Roman bridge (Figs. 5 and 6).

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Fig. 4. 17th century wall built over the vault rubble of pool A.

Fig. 5. Robber trenches.

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Fig. 6. Medieval blacksmith shop.

After the excavation of the post-Roman features, the brick vault rubble that sealed off pool A was thoroughly registered and removed, leaving a homogeneous layer of mud that was sifted in order to recover every fragment of artefactual and biological information (Fig. 7). The artefactual evidence allowed for the narrowing of the moment of the collapse of the vault, which can be safely ascribed to the last years of the 4th century AD (Carneiro and Lopes 2014).

3. THE STRUCTURES The spa complex was built directly atop the hot mineral springs (73 ºC). Two main building phases were identified: one from the 1st century AD, of which only a few opus signinum pavements and the foundations of a wall destroyed by the second phase are extant; and the other, corresponding to a major renewal of the complex, ascribed to the late 2nd or early 3rd Century AD by the radiocarbon dating of the wooden formwork of an opus caementicium wall1 connecting pool A to the cloaca 1 and by the marble sculpture of a young girl with the hairstyle of Julia Mamaea found at the bottom of pool A, together with a small anepigraphical marble altar, that presumably 1

Beta – 391931: Cal AD 135 to 335 (2ı).

belonged in a niche in the pool’s wall, a possible sign of euergetism. To this second phase of construction belong the building of the two large main pools (A and B), eight smaller secondary pools, a large palaestra and an intricate water flowing system comprising reservoirs, cloacae and several conduits connecting the pools to the springs. Next to the bathing area, there is also a small exedra nymphaeum that was built in phase I and monumentalized in phase II (Carneiro 2013). A third phase, between the beginning of the 5th and the 9th Centuries AD, concerns the usage of the spa complex after the fall of the barrel vaults that covered pools A, B and C. Pool A was abandoned in this last phase, and left sealed off by the brick rubble of the opus latericium vault; pools B and C were cleaned, isolated from the ruined areas of the complex, roofed with tegulae and imbrices, and continued to be used, until the final abandonment of the site. In the 9th century AD, the spa was no longer working, according to the artefactual evidence found in the fillings of the first robbery trenches. The monumentality of the healing spa complex and the relative size it occupies in the Roman city (about a fourth of the total area) attests to the important role it must have had in the formation and development of Aquae Flaviae. Like other spa cities throughout the empire, such as Badenweiler (Mylius 1936), Bath (Cunliffe 1969), Hammam Salehine (Gsell 1901: 236) or hamat Gader (Hirschfeld 1997), people

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Fig. 7. Collapsed vault in pool A.

would probably come to Aquae Flaviae from long distances seeking relief for their ailments. This affluence of people to the spa and the role of the city in controlling the mining and distribution of gold in its territory (Martins 2010: 108), all contributed to the importance of the city, which is proven by its early attribution of municipal status, the architectural quality of its bridge and the material evidence from previous excavations in the Roman city (e.g.: Carneiro 2003, 2005 and 2009).

The southern entrance The only entrance to the complex thus far recorded, is a stairway at the southeasternmost corner, leading from what was probably a riverside street, perpendicular to the Roman Bridge, to the southern end of the palaestra. Only two steps remain, the second and third from the bottom, but since the full length of the foundation wall of the stairway was still

preserved, it is easy to infer that there were originally 15 steps to reach the street level, which should be approximately three meters above the level of the palaestra. This difference is, of course, explained by the need to reach the thermal-mineral springs and build the pools at a level where they could be filled with hot water by gravity alone (Fig. 8).

Room 1: the

PALAESTRA

The entrance stairway gives access to a long yard paved in opus signinum, flanked in its eastern side by a rubble masonry wall with a bench that was originally also covered in opus signinum, that marked the easternmost boundary of the spa complex and probably the city. Since 2000 several archaeological trenches were excavated in the streets to the east of the spa, and no evidence of Roman structures has been found. We give this area the designation palaestra mainly due to formal resemblances to this kind of structures,

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Fig. 8. Southern entrance stairway.

typical of Roman hygienic baths. There is no evidence that it was built for the physical exercise functions that proper palaestrae had. González Soutelo (2012: 178), criticizing the interpretation Hervés and Meijide (2000: 217) propose for a similar area in the spa of Lucus Augusti (Lugo, Spain), made the compelling argument that healing spas were not the place for gymnastics and that this kind of spaces were probably used for resting and catching one’s breath after the treatments. The yard is five meters wide and thirty-five meters of its length were excavated. A three steps staircase (of which two survive), led to a porticoed and vaulted corridor of which only the rubble was found. This rubble layer was composed of fragments of Tuscan columns and capitals and voussoir bricks allowing us to infer the height of the building, based on the proportions of the Tuscan order (see fig. 42 bellow). The yard has two rainwater drains, one by the southern entrance stairway and the other by the stairs to the porticoed corridor. This could indicate that

this area was used for some sort of treatment using water, such as aspersion baths, but there is no further evidence for such interpretation (Fig. 9).

Room 2 From the porticoed corridor of the palaestra, access was gained to Room 2, in the pool A building, this was a large lobby area, ten meters wide and at least fifteen meters long, from where one could pass into the pools. The pavement in opus signinum was severely damaged by the fall of the barrel vault that covered the entire building. Underneath this pavement runs an intricate draining and conveyance system, bringing thermal-mineral water from a spring, located somewhere north of the excavated area, into the pools; and draining dirty water to the cloacae. Two stone inspection pits accomplish a fundamental task: to divert the flow of thermal-mineral water from filling

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Fig. 9. Palaestra.

the pools, by means of a sluice gate, of which the grooves in the stone blocks are still present, into the cloacae and through them to the river, and thus allow the emptying of the pools for cleaning. One of the overflows of pool A runs open through the middle of room 2 at ground level. This could have a practical use as a disposal system not much different from those present in latrinae, or merely creating the pleasant effect of a gentle yet constant flow of running hot water. From room 2 one gains access to pool A, on the same building, to the south, but separated by a wall, and, through a narrow 1 m. wide door, into the contiguous building where pools B, D, E, F, G, H, I and J are located (Fig. 10).

Pool A This large pool (13,22 x 7,98 x 1,63 m) has six steps on its northern side. The eastern and southern

walls are made of opus caementicium but the southern one has reinforcement pillars in opus quadratum and the western wall is made of opus quadratum and has an overflow conduit inside it and an entering conduit of thermal-mineral water, coming from the castellum aquae. The walls were originally coated with opus signinum, which was almost entirely corroded by thermal-mineral water chemical erosion. In the centre of the southern wall there is a lead fistula at the bottom and an overflow at the top that leads to two voussoir stones on the outer south wall of the building, where an arch similar to the one on the east wall of the reservoir enclosure of the Roman spa of Bath (Cunliff 1969: 19, Fig. 6), would produce a visual effect of hot water and steam coming out the building’s façade. The northern wall is completely occupied by the stone steps, which have an average height of twenty-four centimetres. There is a small 12 cm gap at the eastern end of the steps, patched in opus caementicium. These steps served the purpose not only of

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Fig. 10. Room 2.

stairs, but also of benches for one to sit at different heights in order to bathe the parts of the body that needed to be treated (cf. Allen 1998: 68). Between the first and second steps from the top, there are two overflows, one of which runs open in the floor of room 2, as described above, and the other communicates with the cloaca 1. Between the third and the fourth steps counting from the top, there is a conduit of thermal-mineral water coming in from the northern stone inspection pit in room 2. The bottom of this pool is made of irregularly shaped granite slabs that may have been laid latter to elevate the floor. Evidence to this is the fact that there seems to be a seventh step at the bottom of the northern stairs, now levelled with the floor slabs. To the north of the steps there is an entering platform made of two layers of stone blocks over a substractum of rough opus caementicium. This platform is slightly tilted towards the north, in order to remain dry even when some of the pool water overflows. There are two 35 cm cubic stone blocks, 60 cm apart from each other, which probably supported a bench. The roofing of this building (covering pool A and Room 2) consisted of a ten meter high barrel vault (based upon the proportions of the Tuscan portico towards the palaestra) made of longum pedale bricks (45 x 30 cm each), laid in the radial technique (cf. Lancaster 2009).

Besides the entry through room 2, pool A communicates, through narrow staircase in its edge with pool C (Fig. 11).

Pool C This is a small (2,90 x 2,41 m) pool to which one gains access by means of a narrow staircase from the edge of pool A. the walls are made of opus quadratum and have grooves for an opus signinum coating of which no trace remains. The roofing consisted, originally, of a small barrel vault in longum semipedale bricks which abutted on the western exterior wall of the building of pool A. after the collapse of the big vault over pool A, pool B was cleaned from rubble, the original staircase access blocked with stones and the roofing changed to a tegulae and imbrices roof of which the rubble was found during the excavation. An underground conduit brings thermal-mineral water directly from the castellum aquae and was also used for emptying the pool for cleaning. This pool was probably used for standing baths; since it is a little deeper than pool A and the stairs are too narrow for sitting comfortably. Smaller pools adjacent to the large ones are a very typical feature of Roman spas. See, for instance, among many others, the cases of Civitavecchia (Köl-

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Fig. 11. Pool A.

her 1999); Amélie-les-Bains (Grenier 1960: 409) and Djebel Oust (Ben Abed and Scheid 2005) (Fig. 12 e 13).

Pool B This is the largest pool thus far discovered in the complex, with 13,98 x 9,02 m and a depth of 2,05 m. It has six granite steps all around with an average height of twenty-eight centimetres that cover an underlying structure in opus caementicium. The last step from the top is rusticated. The bottom is made of granite slabs, like pool A, but has 40 cubic blocks placed at regular intervals, like the pilae of an hypocaust, with grooves on their top faces that originally should support wooden beams and a floor, shortening the depth of the pool to 1,60 m, like that of pool A and most of the large pools in Roman spas of this type. This innovative system was built because the pool lies directly over the hot springs, from hence the water gushes at a very high temperature (73 ºC), thus preventing the bathers from burning their feet. Hardwoods have very low thermal-mineral conductivity (Simpson and Tenwolde 1999: 15-17) producing the desired effect of insulating the excessive heat, the opposite of what is sought in a hypocaust system,

which relies on the ceramics of its laterae floor to radiate the heat into the room or caldarium. At the Terme Taurine, near Civitavecchia, the pool in room 24 seems to have a similar system (Köhler 1999). The large outflow of thermal-mineral water coming from the springs underneath this pool was used to feed the four small individual pools at the eastern and western sides of it (pools D to G) and communicates with the castellum aquae through conduit 1. The pool B building could be accessed through three narrow doors: one near the north corner of the eastern wall that lead into room 2; another near the south corner of the same wall, into the entrance hall of pool A; and one near the north corner of the western exterior wall, which has a draining pipe made with imbrices underneath its threshold and that leads to an unexcavated area of the spa complex. The northern wall gives access to three other pools (H, I and J). The small subsidiary pools were in niches in the walls of this building, working also as buttresses for the structure and reinforcing the support for the vault. This pool, unlike pool A, was cleaned of the rubble and continued to be used after the fall of the vault in the last years of the 4th century AD. It is uncertain whether a different roofing solution was implemented, like in pool C, or if it was left unroofed. The doors

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Fig. 12. Pool C.

communicating with Room 2 were also blocked with rubble masonry, as was the case with the stairs of Pool C, to separate the used from the unused parts of the spa (Fig 14 and fig. 15).

Pools D, E, F and G

Fig. 13. Pool C, stairs.

These four pools, two on each of the eastern and western sides of pool B, are very similar to one another. They are 2 x 2 m in average, with two high steps that serve as benches. The walls are made of opus quadratum covered by a thick layer of opus signinum still extant in many parts. Conduits from pool B convey the thermal-mineral water into these pools, ending between the first and second steps and there are overflows from the first step, back into pool B. In the cases of pools F and G, drains under room 2 allow the emptying of the pools into the cloaca 1. Pools D and E have drains to the west, towards the exterior of the building. Originally, these pools probably had groin vaults or half-domes that abutted on the barrel vault that covered pool B or on its supporting wall. After the

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Fig. 14. Pool B.

fall of the vault of pool A, the roofing solution was changed into a tegulae and imbrices system, the rubble of which was found in situ in all of these small subsidiary pools, covering a sealed layer of soaked silt (Fig. 16, 17, 18, 19 and 20).

Pools H y I These pools, located in niches in the northern wall of the building of Pool B, were only partially excavated. They are four meters wide and only 50 cm deep.

Fig. 15. Virtual reconstruction of the suspensura system in pool B.

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Fig. 16. Pool D.

Fig. 17. Pool E.

The walls, made of opus quadratum, are still covered in opus signinum. Three low steps in the corner of each pool seem to be a latter addition, for they were placed over the signinum layer. The steps in pool H are located along the western half of the southern wall

and turn to the western wall. Those in Pool I have a symmetrical disposition. No water conduit was found in the excavated part of these pools. Therefore, they must be fed by a spring somewhere to the north, as may be the case for Pool J, bellow.

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Fig. 18. Pool F roof rubble.

Fig. 19. Pool F.

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Fig. 20. Pool G.

Such low pools could only be used for bathing the feet, decorative or religious purposes (Figs. 21 and 22).

Pool J Between pools H and I there is another niche in exedra to accommodate a hemispherical pool. This pool has three high steps in its southern side, the first of which protrudes 20 cm above the edge of pool B. The walls are made of opus quadratum covered in opus signinum. The bottom slopes down towards the north, where there is an emptying hole. There is no filling hole, which leads us to put forward two hypothesis: a) the pool was used for aspersion baths using either a bucket or a water elevation system (there is ample evidence of both in antiquity); b) as in the case of pool C, the same orifice served for filling and emptying the pool, depending on a sluice gate system somewhere to the north (Figs. 23 and 24).

The castellum aquae Outside the southwestern corner of the building of pool A, abutting its western wall, there is a 4 x 5,90 m reservoir with an opus caementicium foundation and rusticated opus quadratum elevation that serves

Fig. 21. Pool H.

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Fig. 22. Pool H, stairs.

Fig. 23. Pool J, vault rubble.

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Fig. 24. Pool J.

as a castellum aquae, distributing the thermal-mineral water, from a spring-well located immediately to the south of it, to pools A, B and C independently. The reservoir receives the water from the springwell by means of a wooden conduit inside a hole in the opus caementicium. A division in the middle allowed it to be isolated from the western half and the exit to the cloaca 3, thus making it possible for pools B and C to be emptied for cleaning or repairing, while pool A was kept full and working. An independent conduit conveys water to pool C and the large conduit 1 communicates the castellum aquae with pool B. Since this pool has its own source in the bottom, it is probable that this communication served to control the flow and temperature of the water between the different pools by means of sluice gates. On the southwest corner of the castellum aquae there is an opening to cloaca 3, a very large rubble stone and opus caementicium conduit that could quickly drain a large amount of water to the river, effectively emptying pools B and C. A rubble layer of tegulae and imbrices attested to the last roofing solution employed in this area (Figs. 25 and 26).

Room 4 and the hypocaust Between cloacae 2 and 3 and to the south of the castellum aquae and pool A, there is a group of structures, built and used in phase I, that were cut by the foundation trenches of pool A and cloaca 2. The terra sigillata found on the stratigraphic units associated with these structures places the occupation of this area in the second half of the 1st century AD. In a previous publication (Carneiro 2013), the interfaces of these structures with pool A hadn’t yet been fully excavated, nor was the pottery properly studied, which led to the wrongful adscription of this area’s building to a later phase. It consists of a small room (4 x 5 m) with an opus signinum paving (room 4), and a hypocaust heated room. No evidence was found for wall heating (tubuli or tegulae mamatae). The area covered by the suspensura system was 6,5 x 3 m, but the hanging floor extended to the east as is visible by the opus signinum remains that covered the wall to this direction. The suspensura was composed of bipedales laid in lintel over brick pilae. The heating room was approximately of the same size as the heated one

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Fig. 25. Castellum aquae.

Fig. 26. Castellum Aquae, draining hole and overflow.

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and is of the type 2 of Degbomont (1984, 44). The praefurnium sticks out of the heated area but does not show the markings of the boiler, fitting in type I of Degbomont (1984, 86). The level at which these structures stand does not make it possible for the use of the water from the thermal-mineral springs by gravity, unless a water elevation system, of which there is no evidence, was employed. There would be no point in warming water that comes out at 73 ºC, anyway, except for turning it into steam. As this type of praefurnia was used for heating a water boiler, we can infer that it used the water from the city aqueduct, even if no evidence of this connection has yet been found. The presence of hypocaust systems associated with or next to healing spas is not uncommon, see, for instance: Bath (Cunliffe 1969: 108-116); Aix-lesbains (Leveau et alii 2005: 90); Saint-Honoré-lesBains (Bonnard and Percepied 1908: 448); and most relevantly, Alhama de Murcia (Baños et alii 1993: 196), where a structure of the exact same typology lies next to but in a separate building from the healing spa.

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The intentional blocking of the brick conduit that originally drained the water from the heated room to cloaca 2, further supports the conclusion that this area was abandoned by the time Pool A was built (Fig. 27 and 28).

Room 3 Also from phase I, is a room paved in opus signinum between Conduit 1 and the nymphaeum and south of pool B. The room is bounded to the west and south by the foundations of masonry walls that originally enclosed it and is cut to the north by the foundation trench of the southern wall of pool B and to the east by the foundation trench of the western wall of conduit 1. The southern wall is aligned with and has the same width as one that is cut by the foundation trenches of pool A and the eastern wall of conduit 1. A stone pavement adjacent to the nymphaeum covered both the opus signinum paving and the wall foundations of this room and, had it not been for the robbing of

Fig. 27. Hypocaust.

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Between conduit 1 and pool A, cut by the foundation trenches of both of these structures, there is a remaining wall from phase I that is aligned with the foundations found on this room (Fig. 29).

The nynphaeum

Fig. 28. Hypocaust. Markings on the pilae bricks.

part of its stones in the 9th century, it would not have been detected. The presence of the fragments of four 1st century AD oil lamps, the only shreds of this type of pottery in the whole complex, associated with this room, both serve to date this area and phase I of the spa; and, if we consider them as a votive deposition, put it in direct relation with the first phase of the nymphaeum (see fig 30, bellow).

To the west of room 3 and to the south of pool B, stands a monumentalized spring-well within an exedra. This was an independent monument, with no direct communication with the spa complex. On the contrary, the spa seems to have been built avoiding an easy access to the nymphaeum, as is demonstrated by the fact that the building of pool B, in spite of its most classical symmetry, has two doors in its eastern wall, but only one in the western, in the furthest corner from the nymphaeum (Fig. 30). The entrance faces south, in the direction of the river and the Roman bridge, the main access into the city. The well, made of opus caementicium, is 1 x 1,35 m and 1,70 m deep and has a hole in the bottom from where thermal-mineral water flows (Fig. 31). There is an overflow on the eastern wall, near the top. At the top of the well, three coarse grained granite slabs frame it and convey the likeness of a shrine. The main

Fig. 29. Wall from phase I cut by conduit 1 and pool A.

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Fig. 30. Nymphaeum, pool k and room 3.

Fig. 31. Nymphaeum, spring well.

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slab has a triangular tympanum with an extremely eroded rosette or wheel/solar motif, very common in the pre-Roman castrejo culture. The whole slab looks very much like a pedra Formosa (magnificent stone): the highly decorated main stones of pre-Roman hilltop fort saunas (cf. García Quintela et alii 2009: 135, fig. 3). Although these saunas did not use minero-medicinal water, the association with the indigenous cult of aquatic deities and its continuity into the cult of the nymphs seems a tempting interpretation (Fig. 32).

Fig. 33. Granginha church font stone.

Fig. 32. Nymphaeum, tympanum.

In the Romanesque church of Granjinha, a village in the immediate vicinity of Chaves that has important remains of what has been considered to be a Roman villa (Lemos 1988), and where an altar dedicated to the tutela of the municipium of Aquae Flaviae (HEp 2 n.º 857) was found, there is a possibly Roman stone reused on the wall, above the church’s baptismal font that bears a certain likeness with the nimphaeum stone (Fig. 33). The shape of this main stone is also reminiscent of the funerary stele with triangular pediment and a rosette or a solar symbol inscribed in the tympanum, typical of northwestern Hispania and usually associated with the indigenous tradition (cf. Redentor 2008 and 2012).

The floor around the spring-well was raised at a latter time, by means of large reused stone blocks, possibly at the same occasion when the stone pavement of room 3 was laid. On the threshold of the nymphaeum there are markings of a large gate and inside there is a stair to get closer to the water that shows considerable erosion, the sacred spring-well was probably used to collect drinking water, possibly for medical, as much as religious usage. The designation nymphaeum is used here in its original sense: that of a building dedicated to the Nymphs (cf. Ginouvès 1998: 96), and not to be confused with the monumental fountains present in so many Roman cities, that use plain water carried through aqueducts and are only loosely or not at all related to these entities of the natural world. This is a simple temple, meant to imitate the natural habitat of the deities: a cave-like structure, hence the hemispherical shape. Besides being the givers of water to man in general, either in the form of rain, river or spring (cf. Ballentine 1904: 90), the Nymphs were the dwellers and guardians of a telluric locus naturalis, a natural and unorganized place in the middle of the planned and humanized urbs. The cult to the nymphs was, in this sense, more than a prayer for cure, it also served to ask for permission to use

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a place and resource that were seen as intrinsically natural and divine. A close parallel to this situation may be found in Fordongianus (Forum Traiani), Sardinia, Where a similar small exedra nymphaeum is located outside the spa complex (Taramelli 1903: 480) (Fig. 34).

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Pool K In front of the entrance to the nymphaeum, to the south, a water-basin was built sometime in late antiquity or the early middle ages (between the fall of the barrel vault at the end of the 4th century; and the 9th century, when the area was already covered by the filling of the robbing trenches), made of reused materials, but still with a lining of opus signinum inside, which denotes that this technique was still used. This structure is at a much higher level than the spa pools; therefore it probably did not use thermal-mineral, but plain water. Its function is uncertain, as is its relation to the healing spa. It extends beyond the excavated area, for which we cannot assess its measurements. There is an emptying hole at the bottom of the eastern 3,15 m long wall. This basin employs reused stone blocks, of different sizes and surface treatment and is laid on bricks, equally reused, which form a levelling surface over the stone pavement of the nymphaeum’s second phase. (see fig. 30, above)

Pool L

Fig. 34. Forum Traiani (Taramelli1903, fig 2).

Outside the nymphaeum, leaning against its southeastern corner, we found a small altar dedicated to the Nymphs (n.º 1, bellow) and, in the rubble atop this same area, the broken bottom end of another one on which the name of the deity was no longer present (n.º 2). Altar n.º 1 was laying flat, bottom down, apparently reused as a pavement stone. This dessacralization of the temple is also evident from the building of a water-basin in front of its entrance (pool K) in the last occupation phase of the spa, leaving only a narrow entrance to the spring well. The fast spread of Priscillianism in 4th century AD Gallaecia accounts for a strongly Christianized society. By the middle of the 5th century AD there would be little space for symbols of the pagan past in the centre of the bishopric of Hydatius.2

2 Although some doubt remains on the interpretation of Hydatius’ Chronicle’s reference to Aquae Flaviae and whether this was actually his bishopric, most historians tend to agree that it was (see Burgess 1988, I: 15).

This structure, north of the nymphaeum, is contemporary of its second phase (early 3rd century AD). It is made of carefully executed rubble masonry, and has an opus signinum coating inside. There is a draining hole in the southeastern corner. It extends to the unexcavated area, but it is longer than 6,5 m, and wider than 4,20 m. Like pool K, this basin is at a higher level than the spa ones and was probably filled with plain water and not intended for bathing. In the middle of the eastern wall there is a base for a pillar or column (Fig. 35).

4. THE EPIGRAPHY The territorium of Aquae Flaviae has a large epigraphic corpus in northwestern Hispania (see Rodriguez Colmenero 1987). The evidence associated with writing in the spa is extensive and complements the image of a highly Romanized society with cultured and sophisticated habits. Stilii of different types, knives to sharpen calamii and a seal box, all point to the idea that writing was a part of daily life in Aquae Flaviae. The direct evidence includes an inscription in a wooden ampulla and another in a pyrgus with literary echoes of Virgil, which will be the subject of a separate publication.

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Fig. 35. Pool L.

Besides the small anepigraphical marble altar found at the bottom of pool A mentioned above, which probably had a painted inscription in its original form, two other altars were found, by the nymphaeum, one dedicated to the Nymphs and the bottom fragment of another with no dedication extant. There is another inscription carved outside the southern wall of the building of pool A.

The altars from the

NYMPHAEUM

Both altars are made of coarse grained granite and are very much eroded, which makes difficult the reading of the inscriptions. Altar n.º 1 is 25 cm wide by 44 cm high by 25 cm thick and has a 15 cm diameter by 1,5 cm deep circular focus. The epigraphic field is 18 x 21 cm and has five lines of text, the last of which is impossible to read, but can be inferred from the rest of the formula and the remaining space available. The inscription reads: NYMPHIS | VAL(erius) SERVATV(s) | VOTVM | SOLVIT | [libens merito]

«To the Nymphs, Valerius Servatus has fulfilled his vow, willingly.» The dedications to the nymphs constitute the vast majority of the votive inscriptions related to spas in northwestern Tarraconensis and northern Lusitania (Díez de Velasco 1992: 142), whereas in the rest of Hispania this percentage falls dramatically. This may have to do with the interpretatio of local aquatic deities, as the decoration on the spring-well of the nymphaeum seems to indicate. The cognomen Servatus is very common in the onomastic of southern Gaul (Chulsky 2013: 52). In Hispania, however, we could only find two instances: RIT 457, from Tarraco: L(ucius) Gavius / Servatus; and CIL II 681, from Santa Cruz de la Sierra, Cáceres: Servat[us]. Altar n.º 2 is the bottom fragment of an altar made of even coarser granite than n.º 1. It is 35 cm wide by 28 cm high by 26 cm thick. Only the last two lines of the inscription survived, and due to the grain and erosion of the monument, its reading is extremely difficult. With many reservations, we can surmise: OM(nium) SVO(rum) | EX VO(to)

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Given its location, in the rubble layer next to the nymphaeum wall, we can presume this altar was also dedicated to the nymphs (Figs. 36, 37, 38 and 39).

Fig. 36. Altar 1.

Fig. 39. Altar 2, reading.

The inscription on the southern wall

Fig. 37. Altar 2.

On the southern facade of the building of Pool A, there is an inscription carved on three of the rusticated blocks, without the preparation of an epigraphic field and in an irregular and careless writing. Reading: MA|MAE | F

Fig. 38. Altar 1, reading.

The first two ligatures, although on the same line, are in separate stone blocks; the last letter is on a block under the first ligature, to the left. The cryptic nature of this inscription leaves very little room for interpretation. There is no evident solution for the abbreviation. The proposals of A. Redentor: F(ons) or F(undus) («Epigraphic practices and thermal spas in the northwest of Hispania in Roman Age» in this volume) seem to be incompatible with the location of the inscription, for, between this wall and the river there was only enough space for one street, about 3,5 m above the inscription (see 2.1 above). The inscription would be barely visible, if at all, to the passersby, since it is at the same level as the covering lids of the cloaca 1, that were most

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Fig. 40. Inscription on the southern wall.

likely underground. The builders of Pool A probably carved it, in the 3rd century AD. This could be an incomplete inscription, given the fact that the rest of the elevation of the wall is missing (Fig. 40).

5. CONCLUSIONS The excavations revealed one of the largest and best-preserved Roman spas known so far in Hispania. The fact that the springs are still active and the water conveyance system is still running, gives us the rare opportunity to study a working sophisticated Roman complex dedicated to health. Unlike ordinary bathing complexes, healing spas did not have a rigid circuit or standard sequence of rooms. Their architectural programme was conditioned by the location of the thermal-mineral springs, the topography, the specific treatments administered, the temperature of the water and the number of users expected. The persistence in the use of the analytical tools and designations used for ordinary Roman baths when dealing with healing spas has much hindered the development of our knowledge of this area. These facilities played an important role in the restoration of health, as the literary evidence suggests (cf. Allen 1998, app. 5). Roman and indigenous popular and religious belief in the healing virtues of thermal-mineral waters and the deities associated with them was complemented with a rational approach that tried to understand the effects of different types of water on the treatment of several ailments and the development of complex engineering techniques to apply this knowledge.

The architectural design brief of the Aquae Flaviae healing spa complex, responded to a vast catchment area, a large affluence of users, the need to cool the unusually high temperature of the water and the location of the springs, about three meters lower than the street level. These factors account for the presence of such large pools, the innovative and sophisticated suspensura system of pool B, so many small individual subsidiary ones and a > 35 m palaestra or resting/waiting yard. The presence of a nymphaeum with signs of a possible interpretatio of earlier indigenous cults to water deities reinforces the idea of continuity in the usage of the thermal-mineral springs, already seen in other excavated complexes in the region, such as Ourense where five altars to Reve Anabaraeco, a water deity, and one to the nymphs (CIL II 2527) were found associated with the Roman spa (cf. Eguileta 2008 and Prósper 2009). From what has been excavated so far, the healing spa of Ourense seems to be a smaller and more local complex, where pre-Roman social and religious structures must have resisted more tenaciously to change; whereas in Aquae Flaviae and Lucus Augusti (Hervés and Meijide 2000), where there must have been a much stronger roman and peregrini presence, the nymphs replaced local gods. Of course, we have no direct evidence of the association of the springs with healing practices in pre-Roman times, but the ethnographical and historical evidence make it clear that this was the case wherever man encountered thermal-mineral water (cf. Cataldi et alii 1999). The location of this nymphaeum, carefully insulated from rest of the spa complex, seems to indicate the intent to clearly separate the healing usage of the thermal-mineral waters from the religious one.

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Fig. 41. Analytical plan.

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Fig. 42. Analytical plan.

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Fig. 43. 3D model of the Roman Spa.

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EL BALNEARIO ROMANO DE LA CIUDAD DE OURENSE: PRIMER AVANCE DE LAS EXCAVACIONES Celso Rodríguez Cao, Grupo de Estudios en Arqueología, Antigüedad y Territorio (Universidad de Vigo) y José María Eguileta, Concello de Ourense, Departamento de Arqueología

Resumen: En este trabajo tratamos la importancia que las fuentes termales de As Burgas tuvieron en el nacimiento y posterior desarrollo de la ciudad de Ourense. Además de los aportes documentales que recogemos en el texto, queremos relacionar esta información con los resultados de las últimas excavaciones arqueológicas llevadas a cabo, tanto en este mismo entorno de surgencias termales como en el contexto de las también recientes intervenciones realizadas en el núcleo histórico de la ciudad. Summary: In this article, we discuss the importance of the As Burgas thermal springs in the origins and later development of the city of Ourense. Besides the documentary contributions that we gather in the text, we want to relate this information to the results of the last archaeological excavations carried out, not only in the actual setting of thermal sources, but also in the context of the recent interventions made in the historical core of the city. Palabras clave: Fuentes termales, urbanismo histórico, As Burgas, arqueología, termalismo antiguo. Key words: Thermal springs, historical urbanism, As Burgas, archaeology, ancient thermalism.

1. INTRODUCCIÓN El proyecto arqueológico realizado y aquí presentado se enmarca en otro de carácter mayor que tiene sus comienzos en una iniciativa del Ayuntamiento de Ourense. Desde la entrada en vigor del Plan Especial de Reforma Interior del núcleo histórico de la ciudad (en adelante, el PERI), en el año 1997, esta institución promovió y comenzó a programar un ambicioso proyecto para recuperar el que quizá podemos considerar como el más emblemático espacio de la urbe: el entorno de As Burgas. El sitio de As Burgas pese a su simbolismo y significado identitario para los ourensanos, durante las últimas décadas —casi nos atrevemos a decir siglos— presentaba un alto índice de degradación al que era necesario poner freno y restaurar este espacio patrimonial en un centro convertido, como seguramente ya había sido en los albores de la ciudad romana, en

un lugar privilegiado, donde la confluencia de valores patrimoniales, urbanísticos y sociales impulsasen la revalorización del singular lugar donde brotan la aguas termales (Fig. 1). Tanto la tradición investigadora que después referiremos, como las leyendas populares, hacían de As Burgas el foco originario de la actual ciudad de Ourense. Por ello, antes de diseñar el proyecto arquitectónico de recuperación redactado finalmente por el arquitecto César Portela Silva—, se planificaron una serie de intervenciones arqueológicas previas para conocer el sustrato arqueológico de este yacimiento simbólico. Para encajar todo el procedimiento administrativo con las referidas intervenciones arqueológicas, fue necesario parcelar el espacio total, denominada Unidad de Ejecución UE-2 del ámbito del PERI, en tres áreas arqueológicas individualizadas del modo siguiente (Fig. 2):

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por la «Burga de Arriba», la que aparece citada en la documentación medieval y que hoy sabemos que fue construida en el siglo xvii, concretamente en 1663. Se trata de una sencilla estructura, pero su sobriedad se ve enormemente resaltada, como verán, por su relevancia histórica. Está formada por un cuerpo de granito paralelepipédico con un entrepaño central rehundido del que, por medio de dos caños metálicos, brotan las aguas calientes. Culmina la construcción una cornisa y dos plintos superpuestos de diferentes tamaños que sostienen una piña que parece ser un añadido posterior. Detrás, cerca de la entrada del nuevo jardín, se encuentra el depósito que acumula las aguas del manantial antes de salir por los caños. Muy diferente a la anterior es la «Burga de Abaixo» —«Burga de Abajo»—, especialmente por su monumentalidad. Fue diseñada por el arquitecto Juan Redecilla y ejecutada por el maestro Trillo en 1850. Se inspiró, en palabras de Ramón Otero Pedrayo, en los «gruttescos» del Renacimiento, mientras que el investigador Juan Carlos Rivas Fernández ve similitudes con los ninfeos romanos (Souto 2009: 249-279).

2. ANTECEDENTES ARQUEOLÓGICOS E HISTÓRICO-TERMALES Fig. 1. Localización de la ciudad de Ourense en Galicia (NW de la península ibérica) y de As Burgas en la ciudad (elaboración propia).

- Área 1 o «Casa dos Fornos». - Área 2 o «Traseras de las calles Vilar y Cervantes». - Área 3 o «Garaje de la calle Baño, n.º 6». La cronología de este proyecto municipal de recuperación fue la siguiente: la primera intervención consistió en unos sondeos previos llevados a cabo en el año 2005 en el Área 2 («Traseras de las calles Vilar y Cervantes») dirigidos por Rafael Cristóbal Rodríguez (2005 y 2010) y, posteriormente, durante los años 2005 y 2006 Celso Rodríguez Cao dirigió los sondeos en el Área 1 («Casa dos Fornos»). Estas dos intervenciones dieron paso a una excavación en área abierta (Fig. 3), también dirigida por Celso Rodríguez Cao en el año 2009 (Rodríguez y Cordeiro 2012) y que terminó actuando finalmente, sobre el solar de la calle Baño n.º 6 en el año 2010. Entre las surgencias termales existentes en el entorno de As Burgas, destacamos ahora dos que se encuentran en el espacio público, en inmediata proximidad con los restos arqueológicos exhumados. Comenzamos

La primera y célebre referencia arqueológica sobre este entorno se remonta a los inicios del siglo xix, concretamente al año 1802. Se trata de la conocida ara votiva de las Ninfas ofrecida por Calpurnia Abana Aeboso que fue hallada no lejos de la fuente principal, al demoler una edificación llamada «Casa da Tenencia» (Vázquez 1898-1901; Fita 1903; IRG IV 74). La inscripción, con letra capital cuadrada, es la siguiente: NYNPHEIS / CALPVRN/IA ABANA / AEBOSO / EX VISV / VSL («Calpurnia Abana Aeboso, bajo la inspiración de un sueño, cumplió gustosa su voto a las Ninfas»). No será hasta los años 1987 y 1988 cuando se retome el interés arqueológico por esta área. Como cautela previa a la reforma del espacio entre las principales fuentes termales («Burga de Arriba» y «Burga de Abajo»), se llevaron a cabo las primeras excavaciones arqueológicas en este entorno, dirigidas por Alfredo Seara Carballo (Seara 1989, 1991 y 2010; Fernández y Seara 1989). Las excavaciones, realizadas bajo duras condiciones, dada su localización en el fondo o talweg de la cárcava por las que se encajaba en arroyo de As Burgas, permitieron registrar la siguiente secuencia estratigráfica:

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Fig. 2. Zonificación de nuestras excavaciones en As Burgas y las dos fuentes monumentalizadas (elaboración propia).

1.º Nivel de relleno y colmatación contemporáneo en el que, junto con las cerámicas de esta misma época, aparecían mezcladas otras medievales y romanas. Seguramente el relleno se hizo con tierras de obras que se estaban realizando en otros lugares.

2.º Nivel de secuencia moderna y medieval (siglos xiii-xiv). 3.º Primera ocupación romana, desde mediadosfinales del siglo i d.C. hasta el último tercio del siglo iii d.C. En algún momento de esta etapa romana debemos encuadrar un muro de mam-

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Fig. 3. Área 1: «Casa dos Fornos». Vista general de la excavación (fotografía de C. Rodríguez Cao).

postería parcialmente excavado y localizado en la parte inferior de la actual edificación de la Burga de Abajo. Junto a esta estructura se exhumaron fragmentos de teselas, ladrillos de entalle, abundante cerámica común y sigillatas. Otra referencia fundamental en este contexto fue la excavación dirigida por Luis Orero Grandal en 1996 en el patio del colegio San José, popularmente conocido como las «Josefinas» (Orero 1997 y 2010). Los sondeos arqueológicos realizados se localizan muy próximos a nuestra Área 2 y responden al mismo contexto arqueológico (Fig. 4). El director de la intervención documentó parte de un complejo termal, con estructuras de baño de las cuales tan solo se conocen con seguridad un recinto para el baño caliente y una estancia calefactada o hipocausto (Fig. 5). Este precario conjunto de estancias arrojó una cronología que podemos establecer entre el siglo ii d.C. y mediados del iv. Dentro de esta cronología se puede identificar un proceso de remodelación, principalmente en la estancia 3, definida como depósito. Nuevos estudios

en este sector contribuirán a definir este balneum y constatar su posible vinculación con una domus. Por el momento se puede decir que los materiales y estructuras termales parecen estar relacionados con ambientes domésticos (Orero 1997: 107-146; 2010: 33-44). Antes de dar paso a la descripción de las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en la parte trasera de las Burgas en los últimos años, queremos dejar constancia de la interesante evolución de este mismo entorno en otras etapas históricas. Para el horizonte medieval contamos con referencias documentales del año 1208 que hablan de la existencia de instalaciones balnearias muy cerca de As Burgas, probablemente en la actual calle del Baño, inmediata al Área 3. Las referencias documentales sobre baños en este entorno continúan, entre otros, en los años 1329, 1401 (en el que se cita un uso del baño con separación entre sexos) y 1454. En este último año se habla de las contribuciones económicas del ayuntamiento y del cabildo catedralicio para reparar los baños, lo que choca con la idea tradicional de que la iglesia no veía

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Fig. 4. Áreas 2 («Traseras de las calles Vilar y Cervantes») y 3 («Garaje de la calle Baño, n.º 6») con la excavación del patio del colegio de las «Josefinas». Los asteriscos representan las tumbas tardorromanas (elaboración propia).

con buenos ojos estas actividades, a las que consideraba como germen de pecado (Fuentes 2000: 136). Otra fuente de información la proporciona la actividad urbana del Ourense medieval, inherente a la propia esencia y concepto de ciudad. De hecho, como sostienen numerosos investigadores, la estructura fundamental de la trama urbana ourensana en el medievo perdura hasta bien entrado el siglo xix. La actividad artesanal y comercial, fuertemente consolidada en torno a la urbs, se irá conociendo poco a poco junto con toda la actividad económica que gira alrededor de ferias y mercados, lo que hará de este burgo un centro principal en relación a los núcleos periféricos (Gallego 1987 y 2001; Durany 1996). Entre la gran especialización y variedad del artesanado de la ciudad de Ourense de la que tenemos constancia durante los siglos xiv y xv, destaca el trabajo de los «forneiros»

(horneros), que entonces representaban el 1,8% de las profesiones conocidas. El emplazamiento de los hornos no se ceñía a un único punto, pero sí que se establecieron principalmente en el área de influencia de Porta da Burga (Gallego 1972: 241-273) para poder aprovechar sus aguas. Desde los inicios del siglo xvi, existen numerosas alusiones a estas fuentes por cronistas, viajeros y peregrinos, tema en que no entraremos ahora, pero que reflejan el conocimiento de estas fuentes termales fuera de la ciudad de Ourense. No queremos dejar de reseñar que a finales del s. xviii emergerá una generación de arquitectos vinculados mayoritariamente con la Corte, y que darán un gran impulso a la arquitectura balnearia. Ourense, enmarcada en una segunda generación de arquitectos con proyectos balnearios, cuenta en el siglo xix y primeras décadas del xx, con

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rra Civil. La ciudad termal teorizada a finales de los años veinte y mediados de los treinta, sigue sin saber desarrollarse. Desde entonces, asistimos al trazado de calles con edificios incoherentes, viales de topografías imposibles (calle Desengaño, plaza de Abastos y Calpurnia Abana) que rompen totalmente la topografía urbana histórica e imposibilitaron todo aquel plan termal que, junto con los edificios de baños, añadía espacios arborizados y jardines, todo enfocado hacia los agüistas, pero también al desarrollo de la ciudad.

3. LAS EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS RECIENTES Área 1 o «Casa dos Fornos». Sector I

Fig. 5. Área 1: «Casa dos Fornos». Detalle de la de la aparición de las piscina romana y pilae del hipocausto de la reforma del siglo ii d.C. (fotografía de C. Rodríguez Cao).

Daniel Vázquez-Gulías —cuya obra más prestigiosa fue el balneario de A Toxa— y Manuel Conde Fidalgo. En este contexto se enmarca el encargo que un particular le hace al primero para la casa de baños en O Outeiro, con posteriores reformas firmadas estas por J. J. Cañizo y Manuel Conde Fidalgo. Este conjunto llega a nuestros días con el nombre de «Baños de Outeiro» (VV.AA. 1998). Entre las influencias que ejerció Vázquez-Gulías, consideramos importante el proyecto nonato del «Gran Balneario de las Burgas y Baños públicos para desheredados», de Pedro García Faria, redactado en el año 1925 (Miranda 2006). Otro hito de este entorno fue la Casa de Baños «La Moderna», edificada a finales del siglo xix y demolida en 2003. Existen unos planos de reforma del edificio del arquitecto Mariano Rodríguez Sanz, del año 1940. Hito paradigmático para la ciudad va a ser la celebración en Ourense de las Jornadas Médicas GalaicoPortuguesas del año 1935, organizadas presumiblemente por la interdisciplinaridad del Seminario de Estudios Gallegos, en la que participaron destacados miembros de la Xeración Nós, tal y como nos relata Florentino López Cuevillas en la crónica de dichas actas. El diseño urbano aprovechando los manantiales mineromedicinales y su ámbito, se trunca por la Gue-

La primera zona de estudio ocupa una parcela construida denominada «Casa dos fornos» situándose en el tramo medio de una vaguada que, en dirección este-oeste, desemboca en el río Barbaña. El edificio construido en esta parcela tenía funcionalidad de vivienda con terraza en su primera planta, mientras que en el bajo albergaba dos hornos para la elaboración del pan. El resto de la planta baja con el tiempo, se fue compartimentando según las necesidades de estos hornos (recintos para la leña, almacén de harina, cocina, etc.) para terminar siendo, una vez extinguida la actividad industrial, garajes. La superficie del solar objeto de la intervención arqueológica fue de unos 310m2, dividida en dos sectores separados por un colector contemporáneo que, en dirección E-W, alteró en gran medida la secuencia estratigráfica situada al sur del mismo. Estaba construido con dos paredes de mampostería sobre pavimento de perpiaños y cubierta formada por grandes bloques de granito de forma rectangular. La infraestructura todavía permanece activa, lo que dificultó en gran medida los trabajos arqueológicos debido a sus constantes inundaciones.

Periodización A partir de estudio estratigráfico y el análisis de algunos conjuntos de materiales podemos establecer los siguientes períodos y fases, comenzando nuestra lectura por la secuencia inferior estratigráfica. El primer período (Período I) se corresponde con el asentamiento romano, el cual subdividimos en varias fases. La Fase I se correspondería con un edificio terapéutico y religioso, cuya construcción se realizó

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en el lugar donde surge este manantial termal, para así aprovechar las cualidades minerales y caloríficas de estas aguas. De este edificio solo se excavó parte de una piscina abovedada de planta posiblemente rectangular (Fig. 6 y 7). La superficie excavada de esta unidad constructiva se corresponde con uno de los lados menores de dicha piscina, en la que se aprecian cuatro gradas o escalones (en su origen dispondría de seis). Su pavimento interior está formado por bloques graníticos colocados con una suave pendiente hacia los laterales y hacia el otro extremo de la piscina, lo que facilitaría la limpieza. La piscina ocuparía un espacio central que estaría cerrado por un estilóbato hecho de bloques de granito sobre el que apoyarían las columnas provistas de basamento, como la localizada en el transcurso de los trabajos y que conformarían un patio porticado (Fig. 8). Este daría acceso a otras dependencias (utilizadas por los agüistas) o lugares en donde se depositaban

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Fig. 7. Estado actual del balneario salutífero romano tras su consolidación (fotografía J. M. Eguileta Franco).

los exvotos epigráficos exhumados en este complejo. No debemos olvidar la asociación entre tratamiento y religión en este tipo de manantiales salutíferos en donde las divinidades asociadas a las aguas van a

Fig. 6. Área 1: «Casa dos Fornos» (elaboración propia).

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Fig. 8. Reconstrucción hipotética del exterior del balneario salutífero de «Casa dos Fornos» (infografía de Alicia Colmenero 2012).

intervenir en las curaciones de los que las utilizan. Entre la piscina y el estilóbato habría un pavimento de opus signinum, totalmente destruido por reformas posteriores. La construcción de la bóveda de esta piscina sería de medio cañón (Figs. 9 y 10), realizada con ladrillos de entalle caracterizados por tener en dos de sus ángulos apéndices negativos y en otros dos ángulos apéndices en positivo. Sus dimensiones son de 41 x 40,5 cm, con un grosor de 5 cm. La bóveda descansaría sobre muros de granito muy bien escuadrados y unidos entre sí por una fina capa de arcilla. Esto muros son de doble cara con un relleno de arena y piedra menuda. Para el asiento de estos sillares se labró el sustrato natural (granito), ya que esta estructura se encuentra encajada en el perfil de esta pequeña vaguada. El granito para hacer esta edificación procede de otra parte de la cuenca del Miño, posiblemente de la zona de Castro de Beiro, la misma que también se utilizó para unas de las fases de construcción del puente romano sobre el Miño, como así se puede comprobar en la documentación archivística y en los

Fig. 9. Reconstrucción hipotética interior del balneario salutífero de «Casa dos Fornos» (infografía de Alicia Colmenero, 2012).

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Fig. 10. Reconstrucción hipotética de la construcción de la bóveda del balneario salutífero de «Casa dos Fornos» (infografía de Alicia Colmenero, 2012).

análisis de Rayos X efectuados en el transcurso de esta investigación. Los materiales arqueológicos asociados a estas estructuras de la fase I no fueron muy abundantes debido a lo limitado de la actuación en este sector, pero entre ellos destacan principalmente los exvotos, que los podemos clasificar en tres tipos: los epigráficos, dedicados a Revve Anabaraego (Figs. 11 y 12), los exvotos monetarios y un camafeo (Fig. 13). Otros materiales exhumados fueron fragmentos de vidrio, cerámica y material de construcción. La epigrafía está representada, hasta el momento, por seis aras votivas que nos indican la existencia de un culto a Revve/Reve Anabaraego ligado a las aguas termales de As Burgas. Cinco aparecieron durante las excavaciones, todas ellas con sus respectivos dedicantes, mientras la otra (CIL II 2527), que ahora sabemos que también procedía de este mismo solar, fue descubierta sin contexto arqueológico y depositada en el Museo Arqueológico de Ourense (Rodríguez 1995: 51-60). Todas las inscripciones hacen alusión

a esta divinidad indígena, en este caso ya romanizada y posiblemente objeto de un culto relacionado con la protección y recuperación de la salud, dado el contexto arqueológico en el que aparecieron. Sus lecturas son las siguientes:

REVVE / ANABARA / EGO / SEVERVS. LV / PERCI / V.S.L.A REVVE / ANABAR(AEGO) / QVINTIO / DOMITI / ORVM L(IBERTVS) / V.S.L.M REVVE / ANABAR / C(AIVS) FABERVS / HIAMETVS / V.S.L.M REVVE AN / ABARAEGO / T(ITVS) FLAVIVS / FLAVINVS REVVE. AN / MEMMIVS / EVARISTVS / V.S.L.M. REVE / ANABARAEGO También las aras encontradas nos ofrecen otros datos interesantes. Como vimos, los cinco altares con contexto definido están dedicados al mismo dios

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Fig. 11. Área 1: «Casa dos Fornos». Tres de los epígrafes hallados in situ (elaboración propia a partir de imágenes de González Rodríguez 2012, y de Rodríguez Cao y Cordeiro Maañón 2012).

indoeuropeo, Revve Anabaraego. El otro caso que también fue hallado en el mismo lugar aparece con «v» simple, Reve. Como apunta la profesora M.ª Cruz González Rodríguez, entre los oferentes contamos con seguridad con un peregrinus e ingenuus (severus, hijo de Luperco) y un liberto (Quintio, el liberto de los Domicios). Los tres restantes (Titus Flavius Flavinus, Caius Faberus Hiametus y Memmius Evaristus) pueden ser tanto libertos que ocultan su condición, como ciudadanos romanos o peregrinos beneficiados con el Ius Latii. Entre ellos, dos ostentan la tria nomina. Por otra parte, la ausencia de origo hace pensar a la investigadora que pudiesen ser habitantes de la Civitas Auria, fuese cual fuese su nombre real. Todas las aras pueden datarse entre mediados del i d.C. y las primeras décadas del ii d.C. (González 2012: 59-81). Además de estas inscripciones y del característico exvoto monetario, destacamos un camafeo de pasta vítrea asociado a estas estructuras. Se trata de un ónix

(ágata de dos capas), que combina la capa inferior azul (símbolo de profundidad y de lo elevado: mar/cielo. Atributo de Júpiter y Juno) con otra superior blanca muy fina (color de la luz, utilizada para reproducir escenas mitológicas). Ambos colores suponen armonía y equilibrio. Está realizado con la técnica de molde, en el cual se introduciría la masa de vidrio blanco para reproducir la escena mitológica. Luego la pieza se remataba yuxtaponiéndole la masa de vidrio azul como fondo. Tal técnica posiblemente fuese importada desde Egipto a Italia en la segunda mitad del siglo i a.C., en donde las producciones se generalizaron, aunque no pervivieron muchos siglos. Sus medidas son de 3,5 cm de largo; 3,1 cm de alto y un grosor de 0,6 cm. El tema expresado es VenusAfrodita preparándose para el baño. Se representa una figura femenina con pelo recogido en un moño alto en el momento de descalzarse, está desnuda y de perfil hacia la izquierda; con la mano derecha sujeta el pie que lo levanta del suelo con la rodilla

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Fig. 12. Área 1: «Casa dos Fornos». Dos de los epígrafes hallados in situ y el localizado durante unas obras (izquierda de la imagen) (elaboración propia a partir de imágenes de Rodríguez González 1997, González Rodríguez 2012, y Rodríguez Cao y Cordeiro Maañón 2012).

flexionada. El brazo izquierdo se apoya sobre una pequeña base, en el que está colocado el manto de la diosa. En frente, otra figura de perfil parece que también está desnuda, vierte agua sobre un recipiente globular de tres pies. La escena se interpreta dentro de la composición derivada de temas helenísticos del ciclo de Afrodita con erotes preparándose o saliendo del baño. Con variantes, es un tema que se repite no solo en camafeos, sino también en entalles que curiosamente se realizan casi siempre en piedras de color azul. Este ejemplo está diseñado guardando un esquema de equilibrio armónico, aunque los volúmenes y los entalles que lo acompañan no están marcados, como suele ocurrir en muchos camafeos. Solo los camafeos

oficiales escapan a la esquematización. La cronología es amplia para este tipo de piezas y puede ir desde el siglo i hasta el iii d.C., ya que a partir del siglo iv, la producción disminuye y parece que solo sobreviven los camafeos oficiales. Esta pieza, dado el contexto arqueológico en el que apareció, estaría en una franja cronológica entre el s. i y mediados del siglo ii d.C. El material cerámico de construcción viene representado por una amplia tipología que, aunque en proceso de estudio actualmente, permite ir avanzando varias hipótesis sobre la conformación de cubiertas. Para esta Fase I, destacamos los ladrillos de entalle con apéndices en positivo y negativo que, como señalábamos anteriormente, fueron utilizados como elementos de bóveda de la piscina (Bouet 1999: fig. 56).

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Fig. 13. Área 1: «Casa dos Fornos». Camafeo (fotografía de F. del Río).

Otros elementos cerámicos de construcción exhumados en esta Fase I, fueron las tegulae e imbrices. Estas tejas planas con reborde o pestaña formarían parte, junto con los imbrices, del sistema de cubierta del pórtico que rodearía a la piscina. Como veremos más adelante, en el yacimiento se distinguen tegulae grandes, entre las que se diferencian varias modalidades por el perfil de los rebordes (de pestaña redondeada, trapezoidal, etc.) y tegulae pequeñas con pestañas trapezoidales. Muchas de estas presentan decoraciones a base de acanaladuras paralelas en forma de «ss». Todos estos materiales junto con alguna cerámica (principalmente TSH) (Fig. 14) y vidrio, hay que asignarlos a una serie de estratos de amortización de la Fase I, pero también a la fundación y destrucción de la Fase II. Por lo tanto, estamos ante la primera Fase que se iniciaría con la fundación, posiblemente, en una fecha indeterminada de la segunda mitad del

siglo i d.C. y se caracterizaría, por el momento y dada la superficie excavada, por una planta compuesta por una piscina abovedada central, rodeada por una zona porticada que daría acceso a salas auxiliares. La Fase II supone la modificación de la planta del edifico al mismo tiempo que un cambio en su funcionalidad. Después del abandono de este balneario mineromedicinal, a mediados del siglo ii d.C. se va a iniciar una nueva actividad no vinculada al baño. Creemos que estamos hablando de una reutilización doméstica. Para ello se aprovechó el muro del balneario, que discurre en dirección NNO-SSE, para la construcción de un hypocaustum o sala calefactada, la cual está compartimentada por otro muro que tiene unas dimensiones más pequeñas en cuanto a su anchura y que divide el espacio en dos habitaciones. Los muros que cerraban este espacio fueron destruidos por reformas modernas y contemporáneas.

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Fig. 14. Área 1: «Casa dos Fornos». Sigillatas (dibujos de F. Boluda).

Cuando se ejecutó la transformación de este nuevo espacio se emplearon los ladrillos de entalle con apéndices en positivo de la Fase I para formar las pilae del hypocaustum. Otros materiales de construcción de esta nueva Fase serían los ladrillos de entalle que permitían el apoyo, tanto en la parte inferior como en la superior de ladrillos planos, creando de esta manera una cámara interior con la funcionalidad de aligerar el peso de la bóveda, así como permitir la circulación interior de aire caliente. Asociados también a esta habitación calefactada se exhumaron otros ladrillos, de los que no disponemos de ningún paralelo, y su función la relacionamos hipotéticamente con la conducción de calor. En cuanto a otros tipos de materiales asociados a esta Fase, destaca la cerámica común, en mucha más proporción que en la Fase I. Entre las piezas sobresalen los morteros, las pesas de telar, la cerámica de cocina y mesa, etc. También contamos con la presencia de vidrio, monedas, hueso y metal, todos ellos en proceso de estudio. La Fase III a nivel estratigráfico viene definida por el abandono y amortización de este espacio. Así tenemos que la serie estratigráfica que cubre dichas unidades romanas presenta una secuencia areno-arcillosa dispuesta en horizontal, que colmata este complejo balneario. Los análisis de Difracción de Rayos X y determinación de Nitrógeno, Carbono e Hidrógeno que se realizaron de estos cuatro niveles de arenas y arcillas, determinaron que su formación contribuyó a la amortización del lugar y se corresponde con dos impulsos sedimentarios marcadamente diferenciados

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realizados por arrastres en un medio fluido, de más o menos energía y turbulencia, dando lugar a la sedimentación de arenas y arcillas. El nivel inferior de esta secuencia está compuesto por un nivel de arenas y un nivel de arcillas con un medio de transporte, agua, que ha realizado una buena selección del material sedimentario y un claro reflejo en su deposición. El nivel superior también consta de una unidad estratigráfica arenosa y otra arcillosa, si bien en estas dos unidades la selección no es tan importante como en el caso anterior presentando mezcla de fracciones en ambas, en general, con un aspecto más caótico. Es de señalar el diferente origen de las secuencias arenosas y arcillosas. Los resultados de los análisis nos indican una variación en las composiciones que determinan materiales de partida diferentes. En el caso de las arenas, su composición corresponde a una granodiorita, roca que compone el sustrato cristalino del lugar, y el de las arcillas la roca madre sería una ademellita. El Período II se caracteriza por la formación del depósito de la época medieval (Fase IV) que sugiere una reactivación del hábitat hasta nuestros días. En este sentido, estamos ante una fase de gran potencia, apoyada sobre los niveles de amortización, y que ha proporcionado abundante cerámica medieval que, aunque a veces mezclada con otras épocas (moderna y contemporánea), permite diferenciar diversas fases cronológicas. Entre ellas, predominan las piezas que podemos situar entre los siglos xi-xiii y que se tratarían de formas con cuerpos curvos y fondo plano, cuyos mejores exponentes serían las ollas y jarras, estas últimas con bordes rectos y también trilobulados. Se aprecia en esta etapa la presencia de tapaderas profusamente decoradas y algún cuenco abierto. En cuanto a las decoraciones, son frecuentes los cordones aplicados cubiertos de digitaciones y las impresiones en las asas. Entre este repertorio cerámico de la Edad Media hay que destacar los ejemplares que reciben un engobe acastañado y sobre él una decoración pintada en trazos de color blanco (Fariña 1994, 2002 y 2008; Suárez 1993). La representación cerámica medieval se completa con la presencia de numerosos bordes exvasados y cuello corto y curvado, característicos de las ollas, y con presencia de decoraciones a base de líneas ondulantes en el arranque de la panza. Este grupo de cerámicas tiene una gran perduración en el tiempo. Perteneciente a estos niveles estratigráficos de época Medieval transición a la Edad Moderna, debemos destacar la presencia de un fragmento de viga

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nación que se juntaban en nuestra ciudad destacan los caminos del sudeste orensano que, enlazando el sur de la península a través de Bragança, Vinhais o Chaves, confluían en Verín. Desde aquí, bien por Laza y Alberguería, o por Xinzo de Limia, llegaban a Ourense. Otra de estas rutas de peregrinación importante sería el camino que desde Braga, Bande y Celanova, también desembocaba en nuestra ciudad. Desde finales de la Baja Edad Media y comienzos de la época moderna, Fase V, se exhumó un nivel que se asienta directamente sobre el muro de época romana perteneciente al hypocaustum. Se trata de una calzada confeccionada por cantos rodados de río (cuarcitas) que desemboca en un postigo y cuya finalidad era el poder acercarse a las aguas termales por parte del gremio de los panaderos, cuando la puerta de A Burga estuviese cerrada. Otras estructuras de época moderna serían dos muros que conformaban un ángulo recto y que para su construcción destruyeron parte del hypocaustun romano. La etapa contemporánea, Fase VI, viene documentada por las edificación de la «Casa dos Fornos» y sus alrededores e infraestructuras (colectores del siglo xix) que desembocan en el río Barbaña.

Fig.15. Área 1: «Casa dos Fornos». Peregrino de azabache («Santiaguiño») exhumado en estratos medievales (fotografía de F. del Río).

de madera de castaño. La madera se empleó en las cubiertas de las casas, pavimentos, pero también como elemento auxiliar en los andamiajes y, en el caso de la construcción en tapial, en la confección de encofrados (Fulvio 2002), entre otras funciones. Su datación por C14 arrojó la cronología de 1480-1650 cal AD (95,4%). La numismática está representada por una mezcla de varias épocas, destacando sobre ellas, los cuartillos resellados del reinado de Felipe IV. Otro interesante hallazgo de esta Fase fue una pieza de azabache representando un Santiago Peregrino (Fig. 15). El objeto, que posiblemente por su tamaño se correspondería con un pasador, procedería de los talleres artesanos de azabache que a partir del siglo xiii se asientan como gremio en Santiago de Compostela. En la Edad Media va a florecer esta profesión como respuesta a las peregrinaciones a Santiago, llegando a nuestra ciudad a través de los caminos de peregrinación que antes de emprender viaje a Santiago o a la vuelta a sus lugares de origen, descansaban en los balnearios medievales de las Burgas y, después de visitar el Santo Cristo de la Catedral de Ourense, continuaban su camino. Entre las rutas de peregri-

Área 1 o «Casa dos Fornos». Sector II En el Sector II, al sur del colector del siglo xix, los trabajos arqueológicos solo permitieron la identificación de n nivel de época romana al que se asociaban dos unidades constructivas, una de época medieval y otra de cronología moderna. El resto de este sector se hallaba totalmente modificado por la construcción de la propia edificación contemporánea y por los hornos de principios del siglo xx que se construyeron en la planta baja del edificio. Los hornos se asentaban sobre un gran relleno de escombros de tierra y piedras graníticas, entre las que destacaban varias piezas que pertenecían a la antigua Porta da Burga, mandada demoler en 1837 (Adrio 1935: 29).

Áreas 2 y 3 (Traseras de las calles Vilar y Cervantes y Calle del Baño, n.º 6) Las excavaciones arqueológicas en las Áreas 2 y 3 (Fig. 16, y véase Fig. 4), situadas al sur de «Casa dos Fornos», se dividieron en tres sectores, englobando los sondeos arqueológicos previos realizados en el año 2005.

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les, como residuales e infiltradas. A nivel litológico debemos señalar que este Sector III, aún dentro de la homogeneidad del Área intervenida caracterizada por la presencia de la granodiorita tardía, incluye la presencia de una pequeña inclusión de material aplítico con tonalidad rosácea, de gran resistencia y con una importante densidad de fracturación que lo compartimenta en bloques centimétricos con superficies muy pulidas, facilitando de este modo su empleo como material de construcción en la Fase II de las estructuras romanas (Fig. 17).

Fig. 16. Área 2. Estructuras contiguas a la excavación del patio de las «Josefinas» (fotografía de C. Rodríguez Cao).

Sectores I y II Estos sectores se caracterizan por presentar, a nivel litológico, una cúpula granítica a nivel superficial que se corresponde con una granodiorita tardía compuesta fundamentalmente por cuarzo, plagioclasa, feldespato potásico y biotita, presentando trazar de fracturación mutilada, signos de su utilización como cantera de piedra tanto para las construcciones romanas como para las contemporáneas. Los resultados a nivel arqueológico vienen definidos por ser negativos en cuanto a unidades constructivas o materiales arqueológicos anteriores a la Edad Contemporánea. La topografía del solar tiene forma de media luna, delimitada en el sur por el Outeiro (rúa Baño), y con un descenso suave hacia el antiguo cauce del arroyo de As Burgas y el río Barbaña. Estos sectores, por lo tanto, son fruto de divisiones artificiales del parcelario en el siglo xix y principios del xx, y están colmatados con rellenos de tierras para alcanzar el nivel de las construcciones y así disponer de respectivas huertas y jardines, fosas sépticas, zonas de alpendres para diferentes profesiones, etc. Todas estas actuaciones rompieron bruscamente la secuencia estratigráfica romana y medieval existente, apreciable en el siguiente Sector.

Sector III Aunque presentaba bastantes alteraciones antrópicas (construcción de pozas sépticas, presencia de pozos para uso doméstico, industriales, etc.), permitió estudiar las diferentes secuencias estratigráficas, que presentaban una sedimentación en pendiente, con sus materiales, tanto en posiciones estratigráficas origina-

Fig. 17. Área 2. Estructuras de este sector (fotografía de C. Rodríguez Cao).

El carácter de las edificaciones de esta área resulta completamente diferente de las anteriormente estudiadas. Al margen de las diferentes concepciones arquitectónicas, se pueden observar otras características sumamente distintas, como el tamaño mayor de las unidades constructoras exhumadas y su compartimentación espacial. Estas unidades, tanto arquitectónicas como estratigráficas, tienen su continuación en las traseras de la calle Vilar y en el colegio de las «Josefinas». Nos estaríamos así refiriendo a dos espacios rectangulares, separados por un muro divisorio entre ambos aunque de este solo se puedan apreciar unos centímetros en su lado oeste, estando roto en su totalidad por un pozo contemporáneo. En la pared occidental se constata una adaptación al terreno en pendiente, apreciable en los refuerzos de los muros que tienen que soportar más carga. En la lectura este/oeste que estamos realizando de estas estructuras, nos encontramos con otro espacio del que solo se pudo documentar el derrumbe de la cubierta de tegulae y, debajo, gran cantidad de ladrillos de entalle, utilizados en estancias del caldarium. Este espacio no se pudo delimitar por motivos de seguridad de los cierres de la parcela actual, ya que estas

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estancias de época romana tienen su continuación el colegio anteriormente citado, y con el que comparte las características tales como la relativa ausencia de ortogonalidad en los cruces de muros, la superposición de edificaciones con la compartimentación de nuevos espacios que se subdividen en varias fases o la utilización de dos modelos constructivos diferentes: por un lado, muros de granodioritas y, por otro, de aplitas con sus mampuestos asentados con gran cantidad de calzos. Si hacia el norte de esta Área la continuación de las edificaciones fue arrasada, en cuando a la zona sur o solar de la c/ Baño n.º 6 (Área 3) se documentó una cimentación perteneciente a un muro, también de cronología romana, que posiblemente sería el límite de todas las estructuras de esta época por el sur. Finalmente, el entorno romano de las Áreas 2 y 3 quedó amortizado con dos tumbas de inhumación de tipología de caballete (Fig. 18), que dan paso en la secuencia estratigráfica a la época medieval. La reactivación del entramado urbano que se planteó a partir del siglo v d.C. en el proyecto de sondeos del año 2009, ahora sabemos que no se produce tras

Fig. 18. Área 2. Una de las sepulturas tardorromanas (fotografía de C. Rodríguez Cao).

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la excavación en área abierta, pues las estructuras relacionadas con un horizonte medieval (pozo), hay que reasignarlas al período contemporáneo.

4. EL MATERIAL ARQUEOLÓGICO: ALGUNAS CONSIDERACIONES FORMALES Y CRONOLÓGICAS A través del registro estratigráfico y de una primera aproximación al análisis del material arqueológico recuperado, hemos podido documentar una evolución histórica del solar desde —y principalmente— la época romana, hasta la etapa contemporánea, pasando por el medievo.

La ocupación de época romana Para el período I o fase inicial de la ocupación romana, hasta la fecha solo hemos podido analizar las cerámicas de un único contexto, dando como resultado una producción de cerámica fina proveniente de talleres peninsulares. Entre estos centros alfareros destacan los importados de la zona de la Rioja (92% de las piezas analizadas), concretamente de los alfares de Tricio y su entorno (Arezana o Bezares), siendo el resto del conjunto importados de la Bética (8%), concretamente de los talleres de Andújar. Entre las piezas decoradas, se encontraron las de tipología Drag. 29, Drag. 29/37, Drag. 37 y las Drag. 37B. Todas ellas se datan en la segunda mitad del siglo I d.C. Para las cerámicas lisas, destacan los 12 fragmentos del plato Drag. 15/17, los Drag. 27, Drag. 35 y Drag. 36. Este depósito, apoyándonos en el grupo Andújar y en la mayor parte de las piezas de Tricio, se debe datar entre finales del siglo i hasta principios del siglo ii d.C. En cuanto a la cerámica común destacan los morteros, jarras, cantimploras, etc. Todo este material y el restante de las diferentes unidades estratigráficas, está asociado a las diferentes estructuras aparecidas, con lo que su análisis más detallado nos dará en un futuro la evolución cronológica de dichas edificaciones, a las que hay que añadir los demás elementos exhumados en la excavación arqueológica, como fueron las monedas, los vidrios (principalmente botellas de base cuadrangular de los siglos i-ii d.C) o los objetos metálicos. A todo ello debemos añadir el material constructivo latericio. La materia prima, la arcilla, procede de las terrazas fluviales ubicada en la zona de la actual

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calle de Santo Domingo, a unos 500 m en línea recta de este enclave. Tal y como vimos para el Área 1, en este sector se recuperaron gran cantidad de ladrillos de entalles, tegulae e imbrices, todos ellos relacionados con el ambiente termal de las estructuras exhumadas. También debemos constatar la presencia de ladrillos rectangulares que se corresponden, formalmente, con el tipo n.º 12 de Sallèles d`Aude (Laubenheimer 1990), aunque con dimensiones diferentes y presentaban restos de argamasa de cal. En cuanto a su funcionalidad, habitualmente se usan en la pavimentación de salas de un complejo termal o en pavimentos de atrios.

La ocupación medieval La cerámica es el material representativo de este período II o depósito medieval, con la característica de no estar asociada a ninguna estructura arquitectónica. En cuanto al repertorio formal, y aun siendo escasas las vasijas reconstruidas, se reconocen unas tipologías iguales a la del Área 1: ollas globulares de cuello corto y bordes exvasados, jarras, cántaros etc. Su decoración es muy variada, presentando, entre otras decoraciones, líneas de incisiones paralelas y ondas. Algunos de estos fragmentos presentan decoración pintada en tonos blancos, marrones, etc. La ocupación de época moderna y contemporánea está representada también por cerámicas, destacando las vidriadas de alfares locales (Niñodaguia) y las producciones contemporáneas de vajillas de Sargadelos o la Cartuja.

5. CONCLUSIONES PRELIMINARES En primer lugar, debemos alertar sobre la provisionalidad de las conclusiones que extraemos de los datos. Primero, porque las excavaciones en el edificiosantuario de Revve Anabaraego no están terminadas. Es más, falta por explorar la conexión del balneario romano con el manantial, seguramente el mismo que aún hoy alimenta la «Burga de Arriba». Si las hipótesis son correctas y el estado de conservación lo permitiese, la propia captación, ese locus en donde se manifestaría todo el poder de la divinidad, podría ofrecer datos aclaratorios no solo del edificio original, sino probablemente de la causa de su cambio de uso en la segunda mitad del siglo ii d.C. Quizá al completar la excavación podamos saber el porqué de la colmatación del vaso de la piscina y

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la construcción de un hipocausto en el mismo espacio donde antes probablemente se realizase un ritual sanador, como parecen atestiguar los seis epígrafes hallados hasta el momento en el lugar. Hemos pensado algunos motivos posibles que pudieran explicar el hecho. Pero, obviamente, por el momento tan solo son hipótesis de trabajo. Una de ellas es que existiese algún problema con el manantial y que la surgencia sacralizada se abandonase para desplazar el edificio religioso junto a alguna de las que alimentan la «Burga de Abaixo». Está suposición está alimentada por dos indicios: las estructuras con teselas encontradas en el entorno de esta otra surgencia, si reinterpretásemos en este sentido los resultados de las excavaciones de Alfredo Seara Carballo (Seara 1989, 1991 y 2010; Fernández y Seara 1989), y el hecho de que ambos edificios, el que ahora asociamos con los epígrafes de Revve Anabaraego y el de la antigua excavación de A. Seara, se encuentran sobre las isotermas calientes —manantiales— en el plano de testificación geotermal realizado por el equipo de la Universidad de Vigo (Araujo et alii 2012). En él también constamos que las instalaciones con hipocaustos del patio del colegio de las «Josefinas» y de nuestras Áreas 2 y 3 —todas forman un mismo entorno arqueológico— se localizan en zona de isotermas frías y no sobre las propias surgencias (Fig. 19) Además, quizá varíe la tipología con que reconstruimos gráficamente el edificio, plasmado en un trabajo de Alicia Colmenero (2012). En ella representamos un edificio rectangular, sencillo, aproximadamente de doble tamaño que la estructura que hasta el momento pudimos excavar. Pero podría ser más complejo, dotado de más estancias que la única que representamos. El tiempo y las futuras excavaciones nos lo dirán. De momento, tan solo nos movemos en el resbaladizo terreno de las suposiciones. Pero quizá estas sean las perspectivas más interesantes que nos plantea la investigación, además de afinar más las cronologías y desechar definitivamente —o por el contrario constatar— el uso de este espacio en la etapa prerromana por parte de los habitantes de los castros de la zona, quienes venerarían a Revve Anabaraego antes que Roma dotara este entorno termal sacralizado con un edifico religioso al uso romano. Con respecto al papel que As Burgas pudieron desempeñar a lo largo de la historia de la ciudad de Ourense, cabe preguntarnos cuál pudo haber sido su importancia en el nacimiento de la misma, como también demanda gran parte de la bibliografía que

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Fig. 19. Localización de las intervenciones de As Burgas sobre el plano de isotermas (elaboración propia sobre plano de P. Araujo, J. Cid e I. Delgado 2012).

trata este mismo asunto. Avanzábamos en trabajos anteriores (Eguileta 2012; Rodríguez y Eguileta, en prensa) que seguramente la importancia de las surgencias no solo se apoyó en sus cualidades hipertermales y salutíferas, sino que también estarían muy vinculadas con la segunda característica, con la sacralidad, como había adelantado en su día Florentino Cuevillas (1934). Así se deduce de las sietes aras localizadas hasta el momento en este entorno, las seis recién descubiertas y dedicadas a Revve Anabaraego y el antiguo hallazgo del exvoto a las Ninfas. No sería descabellado, como propone J. C. Rivas (2004: 1550), sumar otra ara dedicada a Revve Abanaraego en este mismo lugar. Además, es muy probable como vimos que, ya en la Edad del Hierro o incluso antes, As Burgas fuese un poderoso atractivo para las gentes que poblaban el entorno (Fig. 20). Es tentador pensar que esta divinidad, deificación de las fuentes, fuese uno de los factores decisivos para que se eligiese este emplazamiento para ciudad.

De hecho la presencia de seis/siete epígrafes sobre las surgencias, hace de Ourense el lugar urbano de la Gallaecia bracarense y lucense con mayor número de dedicaciones a divinidades indígenas vinculadas con surgencias termales minero-medicinales. En el mismo territorio solo se conocen las dos dedicadas a Edovius de Caldas de Reis, las de dos Bormánico de Caldas de Vizelha y, quizá, las dos de Cohvetena en relación con el balneario Guitiriz, aunque una de ellas procede de un lugar bastante alejado (lugar de Loio, término municipal de Portomarín).1 Además, siguiendo a la investigadora M.ª C. Rodríguez González, estos lugares sacralizados bien pudieron ejercer el papel de centro de cohesión y vertebración del territorio. Pero las excavaciones realizadas en los últimos años en la ciudad histórica de Ourense (Eguileta 2008: 51-106; 2012: 121-148) indican que el lugar 1

En este volumen: «Inventario y revisión…».

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Fig. 20. La ciudad de Ourense en la «hoya orensana» y los castros principales de su entorno: Oira (1), Valdegola (2), Santomé (3), Louredo (4), Madrosende (5), Beiro (6), Monte do Castro de Melias (7), Trelle (8) y hallazgos de San Francisco (9) (Eguileta Franco 2012).

donde brotan las fuentes termales, dadas las cronologías que se proponen para los hallazgos no debe ser el único donde se originó la ciudad. Contamos con asentamientos coetáneos, como vimos en otros lugares (plaza de A Madalena-Museo Arqueológico

y Pompeo-Posío), lo que podría ser indicio de una urbanización planificada desde la segunda mitad del siglo i a.C., y de mayor tamaño que el tradicionalmente considerado, focalizado este último alrededor de As Burgas (Fig. 21).

Fig. 21. As Burgas (1) junto con los otros hallazgos de asentamiento romano en el núcleo histórico de la ciudad. Aparecen numerado los de cronología más antigua: plaza de A Madalena (2), Museo Arqueológico (3), solar O Pompeo (4) y jardín de O Posío (Eguileta Franco 2012).

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Consideramos también otros factores para el nacimiento de la urbe que tienen que ver, junto con la existencia de las fuentes termales sagradas, con el nudo de comunicaciones que representa el valle de Ourense, confluencia de destinos viarios entre ciudades del noroeste hispano, la feracidad del valle del Barbaña o la orografía llana existente al sur del arroyo de As Burgas (Rodríguez y Eguileta, en prensa).

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UNA NUEVA PROPUESTA DE ESTUDIO SOBRE EL APROVECHAMIENTO ROMANO DE LAS AGUAS MINEROMEDICINALES DE LOS BAÑOS TERMALES DE ISLA PLANA (CARTAGENA) Benjamín Cutillas Victoria, becario predoctoral contratado FPU. Universidad de Murcia

Resumen: Se presenta una propuesta de trabajo sobre las aguas mineromedicinales que brotan a escasos metros de la costa en Isla Plana (Cartagena). Estas, que aunque fueron descubiertas oficialmente en 1883 y sobre las que se desarrolló la construcción de un balneario que ha llegado en pie hasta nuestros días, ya eran utilizadas con anterioridad por los habitantes de las poblaciones cercanas. Su situación en un punto clave de la bahía de Mazarrón junto al hecho de encontrarse rodeadas de yacimientos romanos, nos conduce a plantear que estas aguas fueran ya aprovechadas con anterioridad por sus efectos terapéuticos con un alcance local. Summary: A new proposal is presented about mineral and medical waters which sprout a few meters from the coast of Isla Plana (Cartagena). These, which were officially discovered in 1883, were used as basis to build a spa that is currently remain in place, but these special waters were used previously by local people. Moreover, their situation in a key point of the Bay of Mazarrón and the presence of roman sites nearby, leads us to consider the formal possibility that they were already exploited previously due of its benefits effects with a local scale. Palabras clave: Aguas mineromedicinales, balneario, piscinas, yacimientos romanos. Key words: Mineral and medical waters, healing spa, pools, roman sites.

1. INTRODUCCIÓN Fue a mediados del año 2012 cuando, dentro del marco del «Proyecto Balnearios: I. El tejido balneario durante la época romana y tardoantigua en Hispania: documentación y estudio de la epigrafía y la numismática de los balnearios y las fuentes mineromedicinales» dirigido por el Dr. Matilla Séiquer, decidimos abrir una nueva línea de investigación en relación a un complejo balneario contemporáneo situado en la localidad de Isla Plana (Cartagena) conocido popularmente como los Baños de Isla Plana o Baños de la Marrana (Figs. 1 y 2).

Este enclave balneario nos llamó la atención por su situación espacial —localizado en medio de un área de yacimientos de época romana que se ubica en el centro de la Bahía de Mazarrón, foco de importante actividad productiva y comercial en la antigüedad— así como por una tradición oral existente que atribuye la utilización de esas aguas a tiempos anteriores a la entrada de los árabes en la península ibérica. La hipótesis de trabajo de partida se sustenta en el fenómeno conocido como los «procesos de olvido» en los que caen ciertas aguas salutíferas y mineromedicinales utilizadas principalmente en época romana y musulmana —al igual que las estructuras

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Fig. 1. Situación de los actuales Baños de Isla Plana en su contexto geográfico, tanto a nivel peninsular como en la propia bahía de Mazarrón.

y edificios balnearios asociados a estas— y que, de repente, dejan de funcionar para casi desaparecer, hasta el extremo de poderse hablar siglos después de «descubrimientos» (Lillo 2008: 140) al dar de

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nuevo con ellas y ser puestas en valor, especialmente durante el «boom balneario» que tuvo lugar en la segunda mitad del siglo xviii y durante el siglo xix (Urkia 2004: 105). Este proceso de olvido que puede parecer poco significativo, no lo es ni mucho menos, puesto que es un fenómeno de la geografía peninsular y europea que vemos repetido en numerosos casos en los que se vuelve a retomar la toma o el baño en unas aguas con una tradición de uso milenaria. Si bien identificar ese fenómeno resulta fácil en complejos que tanto en el pasado como en el presente han ostentado grandes estructuras arquitectónicas para el aprovechamiento de las aguas (a modo de ejemplos de esta misma región se pueden citar los casos de Fortuna, Alhama de Murcia o Archena), todo se vuelve más complejo a la hora de ver qué ocurre con surgencias de aguas mineromedicinales que han tenido una entidad mucho menor, que no se han rodeado de potentes estructuras o de las que no ha quedado huella en los textos escritos. Estos balnearios de uso local seguro que fueron utilizados por romanos y árabes del mismo modo que por los lugareños en los siglos xvii, xviii y xix en España, movidos en ambos casos por un conocimiento de las aguas que partía de la propia experiencia y con el único propósito de mejorar sus condiciones de salud.

Fig. 2. Fotografía aérea con la situación actual de los Baños Termales de Isla Plana y su entorno, destacando al sur la propia Isla Plana.

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Fig. 3. Edificio actual del balneario de Isla Plana (fotografía tomada desde La Isla).

Ese aprovechamiento de las aguas por parte de los habitantes del entorno cercano, máxime de la bahía, es lo que proponemos para estas surgencias mineromedicinales que han dado lugar al balneario que hoy, pese al abandono en el que cayó en el primer tercio del siglo xx, continúa como testigo del esplendor que el termalismo o fenómeno balneario tuvo en otro tiempo en este rincón de la costa cartagenera (Fig. 3). Con el fin de encontrar evidencias que nos ayudaran a conocer mejor el pasado de estas aguas mineromedicinales, en una primera fase de trabajo se emprendió una labor de recopilación de todos los datos existentes en torno al actual edificio termal, así como del estudio del conjunto de actuaciones arqueológicas y arquitectónicas realizadas tanto en el mismo como en su entorno cercano. Posteriormente, durante la segunda fase, se realizaron diversas prospecciones en el medio cercano (La Isla, Cabezo del Horno) que nos permitieron comprender mejor el entorno en el que las aguas mineromedicinales fueron aprovechadas y explotadas. Finalmente, y gracias a la colaboración de Demarcación de Costas, conseguimos acceder al balneario para poder estudiar no solo la estructura del edificio, sino también la piscina comunal principal, uno de los pilares en los que

apoyamos el planteamiento de esta nueva propuesta de interpretación. Pese a las tareas realizadas, no se ha podido llegar a confirmar o desmentir la existencia de una estructura balnearia de época anterior con los recursos disponibles y el estado de la investigación en el que nos encontramos actualmente. Para ello, se deberían realizar actuaciones arqueológicas en algunos puntos que explicaremos a continuación, lo que, con probabilidad, daría respuesta a este problema. Sin embargo, somos optimistas de cara al futuro, pues hemos podido plantear nuevas hipótesis de trabajo que podrían ayudar a conocer dentro de la lógica prudencia si realmente existió un aprovechamiento de las aguas mineromedicinales de Isla Plana bajo una adscripción cronológica romana.

1. SITUACIÓN GEOGRÁFICA DE LOS BAÑOS TERMALES DE ISLA PLANA. ENTORNO AMBIENTAL Y GEOLÓGICO Los baños termales aquí tratados se encuentran en la línea de costa de la población de Isla Plana, diputación situada en el extremo suroeste del término

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municipal de Cartagena. La propia localidad y su paraje se extienden en dirección sur hacia el mar Mediterráneo a lo largo del piedemonte del Cabezo del Horno (285 m), quedando delimitados por dos ramblas: la rambla de Valdelentisco al Oeste, y la rambla del Cañar al Este. Desde el punto de vista geológico, nos encontramos en una depresión tectónica situada entre las puntas de Calnegre y Negra caracterizada por definirse como una costa baja y tranquila (Fernández Gutiérrez 1986: 102). En todo el sector que corresponde a esta zona de litoral existen manifestaciones hidrogeológicas relacionadas con el endokarst, predominante en la zona, lo que permite la existencia de redes subterráneas hidrológicas que afloran en la línea de costa o directamente en el mar (Lillo 2008: 122) y que son incluso perceptibles en la actualidad, por ejemplo, en algunas surgencias subacuáticas que manan en distintos puntos de la isla que se encuentra frente al balneario y de la que recibe el nombre la población de Isla Plana al carecer esta de elevaciones geográficas significativas. En relación a la vegetación, el paisaje que predomina en el entorno tanto de las aguas mineromedicinales como del Cabezo del Horno en el que estas nacen, se encuadra en la serie termomediterránea murciano-almeriense, característica desde las Islas del mar Menor hasta el cabo de Gata (Rivera y Alcaraz 1986: 266), compuesta sobre todo en esta zona por palmitos (Chamaerops humilis) y lentiscos (Pistacia lentiscus) (Antolinos y Soler 2010: 228). Que se construya un balneario de mayor o menor entidad en una zona en la que existen unas surgencias naturales de aguas mineromedicinales es una muestra más de cómo, a lo largo de la historia, las gentes se han relacionado con el entorno en el que se encuentran los nacimientos de aguas mineromedicinales (Matilla y Adrados 2008: 62) y han sido capaces de aprovecharlas en beneficio propio. Probablemente, esta «adquisición» de las aguas se realizara de forma progresiva, utilizándolas en los inicios con un uso primitivo, espontáneo y ocasional, hasta llegar a conocer bien los beneficios aportados por ellas, administrándolas en cantidades adecuadas e incluso desarrollando estructuras destinadas a la mejor toma de los baños, como pueden ser canalizaciones, piscinas, infraestructuras, etc. Esto fue lo que ocurrió en Isla Plana en el siglo xix como testimonia la documentación escrita, la cual señala que el uso y el conocimiento por las gentes de esas aguas se venía dando desde mucho antes a la fecha del descubrimiento oficial que sirviera para desarrollar el complejo balneario.

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2. LOS BAÑOS TERMALES DE ISLA PLANA Y SU ENTORNO ARQUEOLÓGICO El edificio balneario que se levanta sobre las tres surgencias naturales que describiremos posteriormente se encuentra rodeado por diversos yacimientos arqueológicos que presentan niveles bien definidos de clara adscripción cronológica romana datados entre el siglo ii a.C. y el ii d.C. (Antolinos y Soler 2010: 230) y que deberían observarse de forma conjunta con el fin de conseguir una lectura total de esta zona concreta de la costa. Por ello, no debemos crear una visión parcial sobre este sector determinado, sino que tenemos que tener siempre presente su relación con su entorno arqueológico a escala más amplia. Es en esta visión de conjunto donde observamos no solo su notable cercanía a la ciudad de Carthago Nova —especialmente por vía marítima, puesto que el camino terrestre obligaba a atravesar la Sierra de la Muela o bordearla hasta la Rambla de las Moreras para acceder a esta zona costera—, sino además su posición central en una bahía donde existieron conjuntos arqueológicos de entidad considerable. Más allá de algunos hallazgos aislados, destacan los yacimientos relacionados con la industria cerámica, como el yacimiento de El Mojón (Ramallo 1983-1984; Martínez López y Alonso 2001), o con el procesamiento de salazones en La Azohía (Ramallo 1983-1984: 118). Paradigma de esta dedicación a los recursos marítimos es la factoría de salazones del Puerto de Mazarrón, datada en los siglos iv y v d.C. (Martínez Alcalde e Iniesta 1994) y motor principal de la bahía para esta época ya tardía. Además, no debemos olvidar la riqueza de los cotos mineros cercanos a Mazarrón, destacando especialmente el Coto Fortuna y los Cabezos de San Cristóbal y los Perules (Ramallo y Arana 1985). La disponibilidad de mineral provocaría que el entorno de Mazarrón se convirtiera en un foco importante de comercio al que los comerciantes arribaran para hacerse con el mineral extraído, entrando toda la bahía en esos procesos de intercambios comerciales propios de una zona desarrollada a partir del comercio redistribuidor bajo el amparo de la propia Carthago Nova. Así, todos estos yacimientos nos indican cómo a lo largo de los primeros siglos de nuestra era e incluso alcanzando la época altoimperial, la bahía de Mazarrón era un centro económico e industrial importante, con conexiones marítimas y terrestres que permitían la existencia de un comercio activo de productos a corta y media distancia. Centrándonos a escala local, la primera observación que salta a la vista es que el enclave del Balneario

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de Isla Plana se encuentra en medio de una serie de yacimientos de cronología romana. El más importante de ellos es el denominado como yacimiento de Los Tinteros, único lugar de la zona en el que se han llevado a cabo actuaciones arqueológicas —siempre con carácter de urgencia— y donde se detectó bajo un nivel de ocupación de la primera mitad del siglo xx un taller de alfarería de época romana que estuvo en funcionamiento entre la 2.ª mitad del siglo i d.C. y el ii d.C. (Antolinos y Soler 2010: 228). Es importante mencionar que ese nivel contemporáneo de Los Tinteros se trataba de un conjunto de estructuras destinadas a la captación de las mismas aguas mineromedicinales que llegaban hasta el balneario, pero explotadas en el patio de una casa particular de forma tan intensa que se llegó a conocer como los Baños de la Tía Piana. A ellos no solo acudía un gran número de personas por ser más baratos que el balneario oficial, al que le restaba una cantidad considerable de público, sino que también disminuía la surgencia de los manantiales del balneario al extraer las aguas de las canalizaciones naturales que las conducían desde el Cabezo del Horno. Este fue el origen de una disputa legal iniciada por el director del Balneario, el doctor García Vera, que, más allá de los entramados propios de la causa, ha dejado

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constancia de una documentación muy valiosa para conocer el recorrido subterráneo de los canales de agua y entender mejor cuál era el contexto de los primeros momentos de explotación de las aguas en el lugar a finales del siglo xix (Fig. 4). Esta excavación se completó con una serie de intervenciones de urgencia realizadas en el año 2006 en las que se detectaron un conjunto compuesto por seis hornos de adobe para la cocción de cerámica que completarían el complejo alfarero localizado en primer lugar (García Guardiola et alii 2006: 168) y algunas estructuras de época romana sobre las que se superponía un nivel de ocupación de la primera mitad del siglo xx perteneciente a las casas de los pescadores o «tinteros» que dan nombre al yacimiento. Entre estas últimas encontramos los vestigios arqueológicos más cercanos al balneario, pero su excavación en estos sectores no fue intensiva, lo que nos deja más dudas que respuestas al poder identificarse algunos posibles restos de canalizaciones y muros de mampostería altoimperiales (García Guardiola et alii 2006: 160) pero que no nos permiten tener una lectura clara de la zona al ser sondeos en superficie para delimitar posibles estructuras que los excavadores asocian por igual al balneario como al yacimiento de Los Tinteros (Figs. 5 y 6).

Fig. 4. Pileta de planta circular (U.E. 1004) para la distribución de las aguas termales y perteneciente a los baños de la Tía Piana (Antolinos y Soler 2010: 232).

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Es necesario precisar que la disposición de las estructuras murarias del siglo pasado identificadas tanto en las zonas excavadas meticulosamente como en las zonas sondeadas superficialmente se apoyan directamente sobre los muros asociados a la época romana, lo que nos induce a pensar en una fase de abandono de la zona en torno al siglo ii d.C. y su reutilización durante el siglo xx, apoyada esta hipótesis en la ausencia de materiales cerámicos de cronologías intermedias. Similar situación ocurriría para el yacimiento romano bajo el balneario contemporáneo. Por otra parte, este yacimiento de Los Tinteros que ocupa parte de la zona costera anexa al edificio balneario, tendría una relación importante con la propia Isla, donde se ha constatado la existencia de materiales cerámicos en el sector septentrional y oriental de la isla datados entre los siglos ii a.C. y ii d.C. (Antolinos y Soler 2010: 230), y que nosotros igualmente corroboramos tras prospectar el lugar, por lo que la Isla y Los Tinteros se encontrarían directamente relacionados, quedando en medio de ambos los aprovechamientos de aguas mineromedicinales que deberían haber sido conocidos por los habitantes de aquel lugar.

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3. LAS AGUAS MINEROMEDICINALES DE ISLA PLANA: DE SU PRIMITIVO APROVECHAMIENTO A LA CONSTRUCCIÓN DE UN EDIFICIO BALNEARIO En torno al origen del aprovechamiento de estas aguas poco conocemos realmente. Diversas referencias orales han quedado entre los vecinos del lugar que las transmiten, dicen, «como oyeron de sus mayores» (Gómez Vizcaíno 2005: 204). Este es el caso de la leyenda que atribuye a una marrana el descubrimiento de las propiedades de las aguas mineromedicinales o la noticia de las gentes que venían a este lugar antes de la construcción del balneario: «allí acudían los carros a caballo con enfermos que buscaban su curación». De esta forma, es seguro que los pocos habitantes del lugar y de los pueblos cercanos conocieran e incluso se aprovecharan de dichas aguas, como bien se demuestra a finales del siglo xix, cuando en el año 1883 se publica en El Diario de Murcia el descubrimiento de unas aguas termales que podían ser utilizadas por la medicina (Lillo 2008: 129): o bien cuando Don José Vera García, médico de Mazarrón, se decide a emprender su explotación médica al co-

Fig. 5. Estructuras de época contemporánea que apoyan sobre los muros pertenecientes a la fase romana del yacimiento de los Tinteros.

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Fig. 6. Planta general de las estructuras detectadas durante las excavaciones desarrolladas en 2006 en el yacimiento arqueológico de Los Tinteros (García Guardiola et alii 2006: 160).

nocer las cualidades de las aguas probablemente por referencias de sus pacientes. Dicha demanda de explotación sería aprobada en el año 1895, así como la declaración de utilidad pública de las aguas y la designación de un médico para que realizase un examen sobre estas. Gracias a esta demanda, el Real Consejo de Sanidad publicó una Real Orden del 8 de mayo de 1896 conservada en el Archivo Municipal de Cartagena —CH 02256, Exp. 00004— que describe con exactitud tanto las propiedades y características de las aguas, como lo que existía antes de la construcción del Balneario. Además, se autoriza el comienzo de las obras de construcción de un balneario que abriría finalmente sus puertas el 2 de mayo de 1901, como informa el periódico regional Las Provincias de Levante.

En relación a las aguas, estas son descritas en el dictamen de la Real Orden como «claras, transparentes, sin desprendimiento de burbujas gaseosas y en grandes masas ofrecen color verde claro, son inodoras de sabor pastoso salado intenso, ligeramente amargo oscilando en temperatura entre los 28 y 30o centígrados», añadiendo que eran aptas para enfermedades óseas y nerviosas, pudiendo ser aplicadas en baño y en bebida. Las aguas emergían a la superficie a través de tres manantiales —El Chimborazo, El Cura y El Sargento (Fig. 7)— muy cercanos al mar y que, según la Memoria contenida en la citada Real Orden, desembocaban en unas piscinas o balsas excavadas en la roca, situadas donde actualmente se levanta el Balneario de Isla Plana. Esta es la primera referencia

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Fig. 7. Detalle del plano de Isla Plana con las antiguas piscinas de El Chimborazo, El Cura y El Sargento (Lillo Carpio 2008: 134).

de la existencia previa de unas estructuras básicas pero efectivas para la puesta en valor de las aguas. Además, y como vamos a ver, pese a que existen tres surgencias a escasos metros las unas de las otras, ninguna se deja desperdiciar o se reutiliza para otro sentido, sino que las tres habían sido adecuadas para su uso. Como bien describe el informe del Real Consejo de Sanidad, del manantial de El Chimborazo —aquel que se encuentra más al noroeste— las aguas surgían de los intersticios de la roca caliza, depositándose en una piscina. Esta piscina encaja tanto por la descripción como por la ubicación que ocupa en el plano de Isla Plana con la que aun actualmente podemos observar en el cuerpo occidental del balneario, caracterizada por una arquitectura básica en mampostería y un relativo buen estado de conservación (Fig. 8). La misma tipología presenta el manantial de El Cura, aunque la obtención de sus aguas no se describe como natural, sino que estas brotaban gracias a «una pequeña excavación practicada en la roca caliza». Este además debía ser el más pequeño de los tres y el que presentaba menor caudal. Por último, el manantial más importante era el denominado como El Sargento, situado en la fachada suroeste del balneario y casi al borde del mar. De él, las aguas surgían de forma natural de la roca caliza, pero en este caso se describe una infraestructura más compleja para el aprovechamiento del agua al depositarse esta en «dos piscinas separadas por una pared medianera». Finalmente, tras la publicación y el envío de la Real Orden ya citada, el médico Don José María Vera comenzó las obras de dicha instalación, finalizando estas el 2 de mayo de 1901, y abriendo poco después al público un balneario de Aguas Mineromedicinales bajo la responsabilidad del director médico D. Car-

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melo Mas, pues Don José María había fallecido años antes (Gómez Vizcaíno 2005: 208). Sobre la surgencia de El Sargento se erigiría la primera fase del balneario, ya que no debió ser hasta la segunda mitad de la década de los 30 cuando, tras un cambio de propietario, se decidió renovar y ampliar el edificio hasta conseguir la estructura y el aspecto que hoy podemos reconocer, englobando así la surgencia de El Cura y desviando el recorrido de las aguas de El Chimborazo. Podemos situar cronológicamente esta etapa de renovación gracias a que sabemos que las obras debieron interrumpirse a causa del inicio de la Guerra Civil (Gómez Vizcaíno 2005: 209). Tras la guerra todo se encontraba destrozado, pues los tres años de contienda se vivieron con especial intensidad en esta parte de la costa peninsular y especialmente en la zona oriental de la bahía de Mazarrón al encontrarse muy próximas a la batería de Castillitos, sufriendo cada ataque aéreo o naval que se lanzaba contra esta. Además, en la propia isla de Isla Plana se instaló durante la Guerra una batería antisubmarina (López Martínez et alii 2003: 77) y se unió la isla con tierra a través de una pasarela fija, lo que convirtió al balneario en lugar de paso e incluso de refugio para los soldados. Con el fin de la guerra, los baños siguieron en funcionamiento con una intensidad muy baja hasta que se abandonaron a mediados de la década de los 40 (Gómez Vizcaíno 2005: 209) para no volver a abrir sus puertas como establecimiento balneario nunca más, pues, pese a algunos intentos de puesta de nuevo en marcha en las décadas de los años 60 y 70, ninguna llegó a conseguir su objetivo. Después de años de abandono, finalmente en el año 1999 se consiguió declarar los Baños Termales de Isla Plana Bien de Interés Cultural, categoría que se hizo extensible al yacimiento conocido posteriormente como Los Tinteros.

4. NUEVOS RESULTADOS PARA NUEVAS HIPÓTESIS DE TRABAJO Una vez expuestos todos los datos que nos permiten conocer la situación del balneario y de las aguas en las épocas históricas que tratamos, en tanto a su entorno inmediato como a una escala mayor, es el momento de presentar los resultados a los que hemos llegado. Unos resultados que son aún preliminares y cuya verificación requeriría una serie de actuaciones arqueológicas que, por el momento, no hemos tenido la oportunidad de llevar a cabo, aunque el

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Fig. 8. Piscina o depósito de El Chimborazo hacia el noroeste del balneario.

interés del yacimiento y su entorno inmediato sean incuestionables. Pese a poder visualizar en la actualidad los restos de una balsa de agua anexa al edificio construida en mampostería sobre el lugar en que se ubicó la piscina o balsa de El Chimborazo —y cuya base sea posiblemente la original—, nuestra atención se centra por el contrario en la información documental y arqueológica existente sobre la balsa principal de la instalación balnearia correspondiente a El Sargento, situada en la parte sur del edificio y que aún podemos apreciar al entrar en el mismo. Esta balsa, construida con grandes bloques escuadrados de tabaire amarillo, es anterior a la construcción del balneario y fue utilizada como baño y piscina comunal. Piscina que, si aceptamos la existencia de las otras dos piscinas de El Chimborazo y de El Cura como marcan los planos con los que contamos y que son brevemente descritas en la Real Orden, sería no solo la más importante en lo que a caudal se refiere (492 litros por minuto frente a los 196 del Cura; el de El Chimborazo no se recoge por

encontrarse también en obras) sino de la que se da un dato sumamente destacable: «(el agua) tiene su nacimiento a cinco metros de la costa, fluye de unas grietas de un gran bloque de granito y se deposita en dos piscinas separadas por una pared medianera». Este detalle testimonia cómo antes de la construcción del edificio balneario existía una estructura anterior más compleja y preparada para acoger a un público sin duda escaso pero conocedor de las propiedades de estas aguas. Curioso es que, además, estas piscinas de El Sargento hayan sido las únicas que no solo no se eliminaron en el proceso de construcción, sino que fueran integradas dentro de la construcción así como del circuito propio de la toma de las aguas al mantener su función anterior: el baño comunal (Fig. 9). Otro aspecto llamativo de esta fuente escrita es cómo seguidamente a la descripción de las piscinas de El Sargento y de su pared medianera, se afirma que «con motivo de las obras que se están practicando las piscinas se hallan actualmente al descubierto». Pese a la brevedad de la información, es muy interesante

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que se explicite que se encontraban al descubierto, y a partir de esta afirmación, es inevitable plantearse la cuestión sobre si alguna estructura cubría el lugar y se apoyaba en esa pared medianera citada solamente unas líneas más arriba. Esta estructura estaría destinada a mejorar la toma de las aguas por los bañistas, evitando su exposición al sol o a la lluvia, pero también a vientos más fuertes que estropearían ese baño. Además, dicha estructura cumpliría el fin crucial de conservar lo máximo posible la temperatura de las aguas —en este caso sabemos que oscilaría entre unos 28 y 30 ºC— y que ha sido y es una constante en cualquier balneario de mayor o menor entidad. Por tanto, podemos apuntar que los Baños Termales de Isla Plana contaban con un techo probablemente en madera o en otro material perecedero como paja o brezo, puesto que un cerramiento de la parte superior hubiera obligado seguramente a dar parte de dicha construcción al ayuntamiento de Cartagena. Asimismo, este no podría requerir una arquitectura demasiado costosa ya que no se describen otras pa-

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redes previas que cerraran el lugar, lo que nos lleva a plantear una cuestión abierta sumamente importante: ¿estamos ante unas piscinas y una pared realizadas en el siglo xix, o bien ante una reutilización de una estructura construida anteriormente y de la que, quizás, solo quedaba esta pared medianera en pie? Para esta pregunta sin respuesta nosotros continuamos aportando más datos, concretamente relacionados de nuevo con la piscina-balsa de El Sargento. Esta se encuentra realizada en arenisca, concretamente en lo que localmente es conocido como tabaire, una arenisca calcárea conchífera y, a veces, conglomerática (Arana et alii 2003b: 76-78) que, pese a su escasa resistencia a la meteorización, ha sido uno de los principales materiales de construcción utilizados en la ciudad de Cartagena a lo largo de su historia para edificios emblemáticos, entre los que destacan la Muralla Púnica, el anfiteatro romano o la plaza de toros del siglo xx. Su utilización como recurso pese a su fácil desgaste es explicada por su extracción rápida y barata a diferencia de rocas de mejor calidad (Manteca 2011: 48).

Fig. 9. Esquina de la piscina de El Sargento, anterior a la construcción del edificio e integrada en el diseño de este.

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Fig. 10. Visión de la piscina de El Sargento desde la entrada principal del balneario, en la que observamos las hileras superiores de tabaire previas a la edificación de los baños actuales y el estado en el que se encuentra el interior.

Pero cuando hablamos de tabaire en Isla Plana, no debemos pensar en su extracción en los alrededores de Cartagena, sino en Bolnuevo, al oeste de Mazarrón (Arana et alii 2003b: 82), a unos 10 kilómetros de distancia del balneario. La distancia entre la citada piscina y la cantera nos permite pensar que estas piedras necesitaron una fuerza de transporte importante junto a una motivación determinada para que las acarrearan al lugar donde brotaban las aguas ex profeso, puesto que las estructuras excavadas en el yacimiento de Los Tinteros en las diferentes campañas desarrolladas no han dado con un tipo de piedra semejantes a esta en los patrones constructivos de la zona. En cuanto a la técnica constructiva y al material de la balsa, es necesario apuntar que difieren totalmente de las técnicas con las que se construirá posteriormente el edificio balneario, caracterizado este por una mampostería irregular de tamaño medio cogido con argamasa salvo en la base y los ángulos, donde se utilizan grandes sillares de piedra escuadrados. Así, estaríamos ante esa balsa anterior que se respeta completamente incluso después de incorporarla en el nuevo edificio, conservando su morfología y disposición original, lo que nos indica el valor que tenía esta estructura per se para los usuarios de las aguas (Fig. 10). Un valor que parece difícil de comprender

si no se relaciona con la antigüedad de la estructura, ya que de no tener un sentido más allá del funcional, hubiera sido más sencillo adecuar la balsa con una instalación moderna acorde con el resto del edificio. Pero no solo se respeta sino que se ubica en un lugar principal de la instalación. A ello hay que añadir que las unidades de habitación y los hornos estudiados revelan una secuencia cronológica ocupacional que salta desde el siglo ii d.C. al siglo xix-xx (Antolinos y Soler 2010, García Guardiola et alii 2006), lo que hubiera permitido el abandono de las estructuras de habitación y producción existentes en Los Tinteros así como de las posibles estructuras de captación y aprovechamiento de las aguas mineromedicinales de cronología romana hasta su «redescubrimiento» en el siglo xix, levantando sobre ellas directamente el nuevo balneario, al igual que sobre las habitaciones romanas de los Tinteros se levantan los muros de las casas de los pescadores que dieron nombre a este lugar. Esta superposición directa de la fase contemporánea sobre la romana en tanto a las estructuras también se refleja en los contextos cerámicos como hemos visto anteriormente al no encontrar materiales de cronología bajoimperial, medieval y moderna, lo que refuerza la idea del abandono que sufrió la zona hasta la nueva puesta en valor de las aguas.

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5. CONSIDERACIONES FINALES Plantear la existencia de un aprovechamiento de las aguas mineromedicinales en estos baños termales con una cronología anterior al siglo xix, en la que sí que disponemos con informaciones ciertas de dicho uso, puede parecer una propuesta arriesgada. Sin embargo, contamos con unos datos que permiten pensar en una realidad que en muchas ocasiones es difícilmente verificable desde el punto de vista arqueológico pero que sabemos que existió para el mundo romano y que probablemente se vendría dando en las culturas autóctonas anteriores. Nos estamos refiriendo a las aguas mineromedicinales de pequeña entidad con un alcance local que llegarían apenas a las poblaciones cercanas, y que, consecuentemente, tampoco implicarían grandes planificaciones o procesos de monumentalización. A Isla Plana, anteriormente a la construcción del balneario, acudían en el siglo xix los habitantes del propio pueblo, junto a otros procedentes de los pueblos costeros cercanos, sin ningún tipo de lujo añadido como podemos encontrar en otros balnearios regionales como Archena, Fortuna o Mula. Esta situación válida para el siglo xix es la que creemos que debió darse en Isla Plana en época romana si, realmente, hubiera existido tal estructura balnearia. Una instalación humilde con apenas unas piscinas y unas infraestructuras escasas de material local pero específico para proteger a los bañistas de los elementos atmosféricos pero que resultase suficiente para la demanda local y el tipo de población que allí se había establecido: pescadores, artesanos, agricultores… Realidad muy lejana de las clases altas de Carthago Nova que requerían un tipo de instalaciones y servicios muy distintos a los que aquí se habrían dado. Llegados a este punto, debemos concluir reforzando la idea de que esta no es más que una propuesta de interpretación sobre un yacimiento arqueológico que debe ser verificada, ya que aunque los datos puedan invitarnos a pensar en esta posibilidad, debemos buscar siempre esa confirmación arqueológica que de sentido a nuestra propuesta. Por ello, esperamos continuar en algún momento con las investigaciones sobre este lugar y su entorno, en el que pese a los trabajos ya realizados, queda mucho por hacer en una zona tan rica como la que nos ocupa. Se deberían no solo llevar a cabo labores de limpieza y actuación concreta tanto dentro como en el entorno inmediato de la balsa de El Sargento en el mismo balneario, sino también hacer extensible

las investigaciones con un proyecto globalizador que se encargara de excavar la zona aledaña al edificio termal y toda la parte sobre la que apenas se actuó entre el balneario y Los Tinteros para conocer claramente la relación entre ambos yacimientos y dar sentido a algunas canalizaciones detectadas pero sin contexto ni sentido arqueológico claro. Además, se deberían llevar a cabo intervenciones en la Isla y prospecciones arqueológicas subacuáticas con el fin de poder conocer y entender lo mejor posible todo lo que rodea el yacimiento de los Baños Termales de Isla Plana.

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EL BALNEARIO ROMANO DE FORTUNA. VISIÓN DE CONJUNTO TRAS LA ÚLTIMA CAMPAÑA DE EXCAVACIONES Gonzalo Matilla Séiquer, Universidad de Murcia-CEPOAT

Resumen: Se describe el balneario romano de Fortuna (Murcia). Se establece la relación entre las aguas medicinales y la Cueva Negra y se da una visión de conjunto teniendo en cuenta los resultados de las últimas excavaciones. Summary: In this article, the Roman healing spa of Fortuna (Murcia) is described. The relationship between the medicinal waters and the Cueva Negra is also considered, and an overview is put forward showing the main conclusions drawn from the latest archaeological digs. Palabras clave: Baños, medicina, epigrafía, arquitectura monumental, yacimiento arqueológico. Key words: Baths, medicine, epigraphy, monumental architecture, archaeological site.

1. PREÁMBULO Situación geográfica y entorno La surgencia minero-medicinal de Fortuna se encuentra en el sureste de España, en la provincia de Murcia y en el término municipal de Fortuna, a 3 km de la cabeza del municipio y a 33 km de la capital de la provincia, en la pedanía de Los Baños (Fig. 1). De forma tradicional Fortuna ha estado mal comunicada, manteniendo desde la reconquista un profundo aislamiento que afecta más a la población residente que a los eventuales visitantes y cuyas huellas se perciben en la actualidad, entre otras cosas, en el uso generalizado del pretérito perfecto frente al imperfecto.1 El entorno del nacimiento (como gran parte del término municipal) está despoblado de arbolado a no ser unos cuantos olivos de secano y no es de extrañar 1 Aunque no existe ninguna publicación al respecto, el uso del tiempo verbal se puede constatar con facilidad en el municipio.

a causa de la carencia de agua en Fortuna. El único curso permanente es la Rambla Salada que se sitúa al sur del municipio y como su nombre indica lleva aguas no aptas ni para el consumo ni para el riego.2 La escasez de agua provocó que se generaran grandes obras hidráulicas a partir de las pocas fuentes existentes para explotar al máximo un bien tan necesario. Siendo las aguas medicinales uno de los pocos cursos permanentes. Estas se utilizaron, al menos desde 1500, para abastecer hasta cuatro lavaderos, mover tres molinos de cubo y regar huertas (Lillo y Lisón 2002: 72-76; Eiroa 2006: 29). Al margen del agua minero-medicinal (agua al fin y al cabo) los recursos en la comarca son escasos desde todos los puntos de vista: la minería es inexistente, 2 Existieron en el cauce de este río unas salinas que dejaron de ser rentables en la década de 1950 (Martínez Fernández 2003: 1-2). Por otra parte, según informaciones orales obtenidas en Fortuna también hubo un baño precario que funcionó hasta la construcción del embalse de Santomera en 1967. Aunque no quedan restos visibles esta información está confirmada por la toponimia (González Blanco 1987c).

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Fig. 1 Situación del Balneario romano de Fortuna.

las actividades agropecuarias son de subsistencia y la deforestación, a excepción de la Sierra de la Pila, es manifiesta. Casi la única riqueza que ha dado la tierra han sido las hierbas medicinales y la sal de Rambla Salada. Además de la Sierra de la Pila (Pico de La Pila, 1264 msnm) hay otras dos, de alturas más moderadas: la Sierra de Lúgar y la Sierra del Baño, ambas contiguas de suroeste a noreste. La primera conserva un topónimo que podría derivar de un lucar, -aris latino (González Blanco 1987b: 289), mientras que la segunda tiene en su extremo noreste el manantial de aguas medicinales y las instalaciones de baño de las diferentes épocas, además de un poblado y necrópolis ibérica (Castillejo de los Baños). En el centro de esta sierra, mirando al mediodía, se encuentra el abrigo de la Cueva Negra, santuario romano y punto de referencia religioso y cultural hasta el día de hoy, y en su extremo suroeste, ya casi en la Sierra de Lúgar, se conservan otro poblado ibérico (Castillejo de las Peñas) y un hisn árabe, de tal manera que la Cueva Negra quedaría equidistante de ambos poblados ibéricos, siendo uno de ellos vecino de los baños (en línea recta hay menos de 300 m) (Matilla y Pelegrín 1987: 113-120).

Características del agua Las aguas son cloruradas, sulfatadas, sódicas y radiactivas (Maraver y Armijo 2010: 263) con una temperatura que los diferentes estudios sitúan entre los 43,6º (Martínez Parra et alii 2003: 81) 44,5º

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(Maraver y Armijo 2010: 263) 47º (Maraver 2004: 239), o 51,5º (Genovés y Senent 1996: 237-239). Son de mineralización fuerte, extremadamente duras, transparentes, inodoras y con un ligero sabor salino. Al margen de lo que la química y la medicina moderna digan acerca de las propiedades e indicaciones de esta agua, no tenemos más referencia en cuanto a las utilidades que les daba la tradición que un par de documentos de 1697 (Limón 1697: 322) y 1818 (Hurtado 1823: 219-221): a finales del siglo xvii las aguas se usaban para problemas locomotores, gota, epilepsia, ciática, dolores de piernas, apoplejías, parálisis y esterilidad3 y en 1818, recién instaurado el cuerpo de médicos de balnearios, pero todavía en uso las prácticas de épocas anteriores, una carta remitida por el médico de los baños Francisco Samartín al periodista y sacerdote Tomás Juan Serrano informa que los problemas más habituales entre los asistentes a los baños son hemiplejías, paraplejías, afonías, dolores reumáticos, parálisis de pies y manos, oftalmias rebeldes y problemas severos en la vista, asma, edemas, tuberculosis, neurosis, hipocondrías, malas digestiones, obstrucciones y retenciones de la menstruación, edemas erisipelatosas y grandes hinchazones.4 3 «En quanto a las experiencias que se han allado en dicho baño, se dize, que de ducientos y setenta, y dos años, que ha que se fundó según la Población de esta Villa de Fortuna, pues su primer nombre fue Santa María de los Baños, se han visto hombres rastrando por el suelo de ocho años tullidos, levantarse al noveno baño sin necesitar de muleta para sustentarse, ni andar, y assi mismo para mal de gota la alivia, y en quien los continua las temporadas, que son Março, y Septiembre, tienen buenos veranos, y hibiernos, y viuen muchos años con este alivio. Son buenos dichos baños, para mal de gota coral, ceatica, dolores de piernas de todo genero de frialdades, apoplexias, y perlesias, y aprovechan dichos baños, para las mugeres esteriles, que por humedades de la madre, o frialdades no concibe» (Limón 1697: 322). 4 «La virtud medicinal de estas aguas, según lo tengo observado en los enfermos que han concurrido á hacer uso de ellas desde que el gobierno me trasladó á este destino, es grande y estensivo á varias enfermedades crónicas. Son bastantes los emiplégicos, paraplégicos y paralíticos con afonía que han acudido á estas aguas, entre estos cinco afónicos ó sin habla tan rematados, que no pude entender nada de lo que querían decirme; y á los seis baños consiguieron hablar con bastante claridad: de los demas, todos han salido de aquí con bastante alivio, escepto dos septuagenarios. Son muchos los que vienen con dolores reumáticos, y muchos de ellos baldados de pies y manos, y para esto está demostrado à posteriori por muchas curaciones, que estas aguas se pueden mirar como específico. Asimismo parece que la naturaleza ha destinado estas aguas para las mas obstinadas enfermedades de la vista: no se presenta enfermo con oftalmia rebelde, ciegos, semiciegos por metástasis del virus varioloso, por destilaciones acres ú otra acrimonia particular, que hayan dejado de tener mucho alivio, y otros curados enteramente. Se han curado dos asmaticos, otro con edema considerable en los pies, piernas y mitad de los muslos, resintiéndose al mismo tiempo en la cavidad del pecho, que segun el modo de padecer de este paciente indi-

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EL BALNEARIO ROMANO DE FORTUNA. VISIÓN DE CONJUNTO...

Con la experiencia médica de casi un siglo, al final del xix Agustín Lacort analiza pormenorizadamente cada uno de los elementos presentes en el agua de Fortuna e indica a partir de ahí para que enfermedades es conveniente y en que forma ha de hacerse el tratamiento (Lacort 1890).5 En la actualidad se considera que es un agua con efectos antiinflamatorios, analgésicos (sistema osteoarticular), broncodilatadores, descongestivos (sistema respiratorio) y sedantes neurovegetativos (sistema nervioso) (Maraver y Armijo 2010: 264).

Los baños de Fortuna en las diferentes etapas desde época romana

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musulmanes situaron su propio baño (Matilla 2004: 25-26). Además construyeron un funduq6 de nueva planta fuera del edificio romano cuyo ajuar cerámico se utilizó en el siglo xiv para obturar el canal que llenaba el baño medieval desde el que por un sistema ulterior de acequias se regaban las huertas cercanas (Pérez Asensio 2005). El hecho de despreciar la infraestructura previa sugiere que en esta época el edificio romano debía tener tan alto grado de deterioro que era más rentable construir en una zona nueva las instalaciones necesarias. Los usuarios de este momento se limitan a mantener en el interior del antiguo edificio el canal que aporta agua a su propio baño, construido a partir de un estanque romano exterior que es recrecido con dovelas procedentes de la ruina romana (Fig. 2).

Desde que el balneario romano se abandona, la infraestructura de época antigua se ha visto afectada por el uso de las aguas en diferentes épocas y por las intervenciones y remodelaciones realizadas en cada una de estas. Conviene por este motivo hacer un rápido recorrido por la franja cronológica que va desde el siglo xi hasta el xix. En época islámica las instalaciones conservaron el nacimiento, el canal romano de desagüe y un estanque al que este vertía (infra), que fue el lugar en que los caba ún principio de hidropesía en esta cavidad. Tambien se ba curado otro sugeto de veinte y cuatro años de edad, al que gradué en el primer gradó de tisis pulmonal. Producen efectos maravillosos en las afecciones histéricas, en los hipocondriacos, en las malas digestiones, en las obstrucciones del bajo vientre, en las tercianas y Cuartanas rebeldes é inveteradas, en las supresiones y retenciones de las evacuaciones menstruales mugeriles, en la supresion de orina y debilidad de este sistema. Finalmente, sus efectos son singulares en las edemas erisipelatosas, en las grandes hinchazones, ya nacidas de golpes, de rotura de huesos, ó de otro cualquiera humor; son bastantes los anquilosis en las rodillas que han curado, como tambien las úlceras antiguas endurecidas y de mal aspecto. En el otoño último vino á estos baños un caballero de sesenta y cuatro años, que padecia mucho ha de gota: este buen señor ha hecho uso de otros baños sin alivio, pero desde que usó de estas aguas, no ha tenido ataque alguno fuerte, ni ha hecho cama en todo este invierno. No puedo hablarle á usted positivamente de todos los buenos efectos que causan estas aguas, ni cómo suelen terminar ciertas enfermedades; porque unos se marchan así que sienten un poco de alivio en sus males, otros quieren fijar su curacion en nueve baños, otros quieren tomar el novenario que dicen, en cinco ó seis dias, sin mas razon que otros lo han hecho así; estos y otros desórdenes ó falta de método, quita mucho á la virtud benéfica de estas aguas. No obstante, por cartas de algunos y por otras noticias he sabido que muchos han logrado su salud despues de restituidos á sus casas. Creo seria una temeridad, al menos por ahora, el decidir el modo con que obran estas aguas y las terminaciones con que promueven una radical curacion. En otra época trataremos de esto» (Hurtado 1823: 219-221). 5 Con reimpresiones en 1890 en Murcia y en 1999 en Barcelona.

Fig. 2. Restos islámicos. En gris el espacio ocupado por el edificio balneario, en blanco la diaclasa de la surgencia y en negro el baño islámico y sus dependencias. El canal es común para los balnearios islámico y romano.

Por otra parte en esta fase la documentación permite saber que a finales del siglo xiii, con el Reino de Murcia ya en manos castellanas, el «lugar» de Fortuna pertenece a los descendientes de los reyes moros de Murcia (Torres 1968: 56 y 71-72) por lo que habría que entender que los baños, que no se citan 6 Hotel, hospedería… la palabra española fonda deriva de fonduq.

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explícitamente, fueron de titularidad real en el reino musulmán. Habrá que esperar hasta 1404 para verlos reflejados en un documento (Torres 1968: 81-102) y a 1505 para comprobar como los mudéjares siguen haciendo uso de las instalaciones (Eiroa 2006: 129130) a pesar de que el conducto que llevaba agua al baño musulmán había sido cegado en el siglo xiv. Más allá del uso agrícola del agua, parece que durante los primeros doscientos años de dominio castellano no hubo especial interés por los baños, aunque el documento de 1404 del concejo de Murcia en que se los cita por primera vez habla del derecho de los vecinos de Murcia a bañarse libremente en ellos (Torres 1968: 81-102). A comienzos del siglo xvi la construcción del primer molino7 de cubo (Gómez Espín et alii 1995) hace obligatorio que previamente se hubiera generado un depósito para el agua y un nuevo sistema de acequias distinto al existente en época islámica y posiblemente romana. Tal vez el baño habilitado en un momento difícil de precisar entre finales del siglo xiv y el siglo xv pudiera tener esa función. La amortización del baño musulmán centró los esfuerzos en la construcción de una nueva piscina situada en la zona central de la piscina romana, donde el volumen de escombros era menor. También se desmontó parte de la estructura romana que había junto a la salida de aguas y se profundizó tal vez porque el caudal del manantial había disminuido y eso había provocado un descenso de la cota de salida del agua.8 El resultado fue una nueva balsa de 20,6 m de perímetro y 25,3 m2 de superficie de forma más o menos ovalada. El caso es que el destrozo que se hace en el balneario romano no es pequeño, pero es solo el comienzo de una serie de desmontes que van a continuar hasta el siglo xix. Este nuevo baño, que funcionará hasta finales del siglo xvi, poco a poco tuvo que ir adquiriendo fama pues sabemos que en 1584 su renta era de más de 2000 ducados (Lillo y Lisón 2002: 73).9 También 7 Se conserva una carta de 22 de febrero de 1505 de «Ysabel de Orumbella», Señora de Fortuna, quejándose del perjuicio que los moriscos producen a su molino de cubo por hacer uso de los baños. Archivo Municipal de Murcia, Caja 12/ 35. 8 Es muy posible que lo que se intentara fuera ahondar la piscina romana por su centro, esto es, en la zona de la surgencia, para conseguir una acumulación de agua suficiente para el baño y tal vez para mover el molino. Hasta el momento se desconoce la profundidad de la excavación medieval ya que razones de seguridad han aconsejado no intervenir en ese lugar, habiéndose dejado a la misma cota que la piscina romana excavada en la roca, pero es verdad que mientras la piscina romana tiene el suelo de piedra, la medieval de momento lo tiene de tierra. 9 A título orientativo en la Salamanca del siglo xvi los vendedores de fruta ambulantes recibían unos 9 ducados anuales,

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a fines del xvi la población de Fortuna iniciará un proceso para conseguir la independencia del concejo de Murcia que le será concedida finalmente en 1628, previo pago a la corona de 9600 ducados (Lillo y Lisón 2002: 284), cifra que no se explica si no es por los beneficios de los baños. Comienza entonces una política de inversiones que afecta notablemente a los restos romanos. La construcción de dos refugios para bañistas de ocho habitaciones cada uno (Fig. 3) desmonta parte del muro meridional del balneario (Matilla 2004: 26-29) y la construcción de una piscina nueva desmonta completamente la mitad norte de la fachada del balneario, con cuyos sillares se crea la nueva instalación. Existe una descripción de finales del xix en que se tratan estos baños como los antiguos baños moros: «…consta de dos plantas, baja y alta, ó mejor dicho, de piso bajo y sótano; el piso bajo está dividido en dos departamentos, una especie de portal ó entrada que podía servir de vaporario, pues á la izquierda de la puerta de entrada tiene comunicación directa con la planta baja, tal vez para ventilación del baño y gran vaporario. Detrás de él hay una escalera en rampa de tres tramos para bajar á un sitio que, indudablemente, era un gran vaporario que tal vez servia para vestirse y desnudarse, é inmediato al baño, constituido de grandes piedras solamente superpuestas y desiguales, y aunque conociéndose que es de mas moderna construcción; cubierto por un techo abovedado» (Lacort 1890: 15) (Figs. 4 y 5) La mención que en su momento hizo Limón acerca de la estructura del baño se refiere tanto al baño de principios del xvii como al que a final del xix describe Lacort: «Su fabrica es de dos bobedas cubiertas, y su nacimiento está en lo descubierto por una rotura de un peñasco, que echará lo grueso de un brazo de agua» (Limón 1697: 321). El siglo xix se caracteriza por la pérdida de la surgencia en el lugar tradicional (Matilla et alii 2003: 167),10 y el traslado del balneario a un nuevo lugar. También hay cierto afán en la época en demostrar la antigüedad romana de los baños para legitimar el uso de las aguas de determinados establecimientos (Rodríguez Sánchez 1997: 52-53) y a esto no fue ajeno el balneario de Fortuna. En 1873 Eduardo Aragón, Médico director del Balneario de Fortuna dice expresamente que: «Es-

los pajes 15 y los mozos de caballos 17 (Lorenzo 2009: 236238). En la Murcia de finales del xvi se establece un precio máximo para el pan de 8 maravedís (0,021 ducados) por 400 g (Chacón 1976: 41). 10 Archivo Municipal de Fortuna, legajo 599/ 6, 2r. -5v.

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Fig. 3. Hospedería de principios del siglo xvii. Se trata de dos naves divididas en habitaciones y separadas por una calle central. Nótese como se superponen al muro perimetral romano (archivo de la excavación-Jesús Gómez Carrasco).

Fig. 4. Baño de finales del xvii descrito por Lacort. Para realizarlo se desmonta la parte noreste del balneario romano. La excavación ha dejado al descubierto la escalera de tres tramos y el vaporario (archivo de la excavación-Jesús Gómez Carrasco).

tos baños vienen usándose desde remota antigüedad, como lo acreditan los monumentos y vestigios hallados en sus inmediaciones» (Aragón 1873: 3). Vestigios que sabemos gracias a Lacort que son fragmentos de esculturas de bronce, monedas, medallas y restos de obras de fábrica, entre los que cree identificar un templo (Lacort 1890: 14-15). Muchos de estos objetos fueron encontrados por Amós Calderón, médico del balneario de Fortuna de 1881 a 1884, quien habiendo estado los tres años anteriores destinado en Tiermas (Zaragoza), tal vez se había aficionado al descubrimiento de restos de época romana. De su paso por el yacimiento arqueológico son una serie de fosas de grandes dimensiones que en algunos casos están abiertas en el hormigón de la obra romana y llegan a tener 7 x 2 m. Aunque parezca increíble desde las excavaciones de Amós Calderón hasta 1980 la Fortuna romana permanece en silencio. Solo un maestro local, José Crespo García, al amparo del Museo Arqueológico de Murcia y al calor de los Congresos de Arqueolo-

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Fig. 5. Se ve en la pared del fondo del vaporario del siglo xvii la puerta que conectaría con el baño. Además de apreciarse que los grandes sillares son romanos, se ve sobre la pared de la derecha el muro cortado del cierre del edificio romano (archivo de la excavación-Jesús Gómez Carrasco).

gía del Sureste se ocupó de redactar una especie de carta arqueológica que jamás fue publicada pero que le sirvió de guión para realizar un trabajo que presentó a los juegos florales de Fortuna en 1965 y que fue premiado. Menciona en este escrito unas balsas romanas, una lápida de la que no da razón y unas cerámicas de las que tampoco explica mucho más.11 En 1980 se descubrieron para la ciencia los textos latinos de la Cueva Negra (González Blanco et alii 1979:12 277-284). Como complemento a los trabajos 11 Se conserva el original en el Centro de Estudios del Próximo Oriente y la Antigüedad Tardía de la Universidad de Murcia. 12 Aunque la fecha del número 3 de Memorias de Historia Antigua es de 1979 la publicación real es posterior. En el texto citado se puede leer: «En abril de 1980 los autores del presente trabajo con una escalera y bien provistos de papel de celofán llegaron a la Cueva Negra y en condiciones de trabajo verdaderamente heroicas y arriesgadas consiguieron (por obra de las manos habilidosas del doctor Lillo Carpio) el primer calco de las inscripciones que hasta ese momento se habían podido localizar.» (González Blanco et alii 1979: 278)

epigráficos se contextualizó la cueva y se describieron por primera vez los restos visibles en los baños romanos (Matilla y Pelegrín 1987), comenzándose las excavaciones en 1990 en la zona en la que estaban las balsas que describió Crespo y descubriéndose lo que se interpretó como una hospedería (González Blanco et alii 1992). En 1999 comenzó una nueva etapa en las excavaciones, trasladando el área de trabajo y descubriéndose la surgencia romana (Matilla et alii 1999). A partir de ahí se sucedieron una serie de campañas hasta 2010 que sacaron a la luz el edificio principal del antiguo balneario romano.

2. ELEMENTOS QUE COMPONEN EL BALNEARIO ROMANO Entre la Cueva Negra y el balneario hay en línea recta 2625 m y siguiendo el camino antiguo (hoy en gran parte desaparecido) 3200 m. Dos yacimientos separados por esta distancia y en sentido estricto son

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Fig. 6. El balneario romano y la Cueva Negra en relación con el poblamiento romano e ibérico del entorno. 1. Balneario romano, 2. Cueva Negra, 3 La Fuente, 4. La Hortichuela, 5. Llano de Sahues, 6. Castillico de las Peñas y 7. Castillejo de los Baños.

dos yacimientos distintos, sin embargo en época romana hay que considerar ambos lugares como parte de un conjunto que late al mismo ritmo. Con independencia del uso de la cueva como santuario desde época prehistórica y protohistórica (Fernández Nieto 2003) y de que este uso nada tenga que ver con las aguas termales, la presencia de textos que se pueden relacionar con el balneario obliga a entender ambos elementos como parte de un todo. Por otra parte la falta de poblamiento romano en la zona con intensidad suficiente para justificar tanto los tituli como la obra realizada en los baños obliga a pensar en elementos foráneos tanto para dejar los textos en las paredes de la cueva como para invertir y usar las instalaciones termales. Conocemos muy pocos lugares con restos romanos en el entorno. En el camino que va de Fortuna a la Cueva Negra, a 2,4 km de esta y junto a una fuente hay restos romanos de difícil definición (Matilla y Pelegrín 1987). También en un amplio espacio en torno al balneario moderno y en dirección a Abanilla aparecen muy dispersas cerámicas ibéricas, campanienses y sigillatas, sin que se hayan podido determinar ni zonas de mayor concentración ni estructura alguna,13 13 Los datos de la Carta Arqueológica de la Región de Murcia no permiten precisar más ni de las cerámicas ni de las eventuales estructuras. Cf. http://www.arqueomurcia.com/in-

pero se trata del lugar por el que de forma natural discurrían las aguas de la surgencia termal una vez desaguadas. Ya fuera del término municipal y a 7 km al este y 2 km, al norte de Abanilla se encuentra el yacimiento romano de Llano de Sahues, al parecer dedicado a la producción de aceite con funcionamiento entre los siglos i y iv, y próximo a este, a 200 m del casco urbano de Abanilla el de Santa Ana, donde se han hallado cerámicas14 (Jorge 1974). Por último, en el término municipal de Molina de Segura, en un paraje recóndito y próximo a la Sierra de la Pila está la Hortichuela, con un desarrollo predominante durante los siglos iv y vi (González Caballero 1995: 314) y en una clara zona de repliegue (Fig. 6).

La Cueva Negra El lugar es suficientemente conocido (González Blanco 1987a; González Blanco et alii 1996; González Blanco y Matilla 2003). Interesa destacar algunos aspectos como su privilegiada posición geográfica dex.php?pageNum_rs_yaci_busq=0&totalRows_rs_yaci_busq =30&nombre=&municipio=Fortuna&pedania=&cultura=&fu ncion=&funcion_tipo=&res_cul=&res_obs=&biblio=&Submi t=Buscar&a=res_yaci. [Consulta: 25/05/2015]. 14 No hay más precisión en la publicación.

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Fig. 7. Cueva Negra de Fortuna (archivo de la excavación-Jesús Gómez Carrasco).

que permite desde la cueva (Fig. 7) tener un campo de visión de más de 180º desde el que se domina una superficie enorme. También su especial topografía interior en la que destacan dos abrigos y una cueva semejante a la guarida de una serpiente gigante (así lo han visto los lugareños y posiblemente lo vieron los romanos).15 Por último la existencia de agua en su interior rezumando por todas las paredes y manando como manantial en cada uno de los abrigos. 15 Para el mundo moderno puede verse Fernández Ardanaz 2003a: 199-201 y para el romano Jordán y Molina 2003: 195.

No sabemos cuando empezaron los cultos en el lugar, ni en que momento los romanos empezaron a frecuentarla. Sí es fácil imaginar el motivo: la visita a las aguas termales, aunque siempre pueda quedar la duda de si el balneario empezó a desarrollarse a partir del auge del santuario de la cueva o fue al revés. Si no estuvieran los tituli sería difícil sospechar la trascendencia que tuvo en época romana. Tendríamos unos cuantos datos de carácter antropológico y poco más; entre estos que el «Día de la Mona» se hacía una peregrinación desde Fortuna a la cueva donde se realizaban rituales apotropaicos, o que en el abrigo

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EL BALNEARIO ROMANO DE FORTUNA. VISIÓN DE CONJUNTO...

habitaba una serpiente que mamaba la leche de las cabras y ovejas que pasaban por allí; también que con el agua que manaba mezclada con mantecas de culebras (sacrificadas el «Día de la Mona») se hacía la llamada «agua de serpientes» que servía como elixir mágico para los problemas de partos y un buen número de enfermedades e incluso que el agua recogida el Viernes de Dolores se llevaba a la iglesia del pueblo donde era bendecida y repartida entre todos los vecinos para que a su vez bendijeran familia, casa, tierras y ganado (Fernández Ardanaz 2003a). La existencia de los tituli picti por una parte nos muestra como la Cueva Negra representa un caso paradigmático de continuidad histórica, pero por otra nos ilustra acerca de la relación de la población de los siglos i y ii d.C. con las aguas termales y con lo sagrado, que en el fondo es una misma cosa. Muchos de los textos se han perdido, unos por dinámica geológica de la cueva, otros porque han sido borrados o enmascarados para escribir otros versos nuevos o porque los pigmentos no han aguantado ni el paso de los años ni el agua rezumante. De hecho los conservados están en una de las zonas menos húmedas. Entre los que se pueden leer merece destacarse la presencia de una serie de divinidades entre las que las ninfas ocupan el puesto número uno, seguidas de Venus / Pafia, Esculapio, Febo (o divinidades frigias) y Baco. Hay además una fecha que se repite tres veces el 27 de marzo (VI K. APRIL), día de la lavatio de la Magna Mater, lo que encajaría bien con la lectura de divinidades frigias, aunque esta parece improbable (Velázquez y Espigares 1996: 463-465). Pese la presencia de divinidades en muchos de los textos, solo dos son claramente religiosos, los n.º 14 y n.º 1-n.º 28 y ambos llevan la fecha, no estando claro a que divinidades iban dirigidos, pero en ningún caso a las ninfas: Inscripción n.º 14 (II/4) [cuadrículas B-1 / B-2 / B-3] MONTIS IN EXCELSOS PHRVGIA NVMINA TEMPLIS . SEDIBVS . IN . STRVC TIS ALTIS. CONSTITVERE DEIS HOC ETIAM L.OCVLATIVS.RVSTICVS ET.A.NNIVS CRESCENS SACERDOS.ASCVLEPI EBVSITANI SCRIPSERVNT VI K.APRIL r 2: PHEBEIA o PHEGEIA sería otra posibilidad real de lectura r 4: quizás ALIS (Mayer 1996: 413)

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En los montes elevados, han colocado divinidades de Febo (o divinidades frigias), en templos, altas sedes dispuestas para los dioses. Además esto lo han dejado escrito L. Oculatio Rústico y Annio Crescente, sacerdote de Asclepio Ebusitano el 27 de marzo. En los montes elevados, han colocado divinidades de Febo (o divinidades frigias), en templos, sedes dispuestas en lugares altos para los dioses… (Velázquez y Espigares 1996: 465). Inscripción n.º 1 [cuadrículas A-1 1 A-2] VI CALENDA [S] A ++ HOC SCRIPSERVNT SPECVLATOR ET [-:-] LOCAMVS XOANA [---1 5 [---]IVS NO[-7i-]+[---] [---]+AD+[---] [---]+ET O [---] [---IKAL OC[---] [---]O[-5?-]VS+[---] (Mayer 1996: 410) E1 27 de marzo escribieron esto Speculator y [- - -]. Colocamos exvotos… (Velazquez y Espigares 1996: 455).

La fecha del 27 de marzo fue importante para la cueva pero con la información que tenemos en el día de hoy no podemos saber como afectaba este día al balneario. Cabría la posibilidad de que la sede «urbana» de la diosa se encontrara en el balneario y que la ceremonia de la lavatio se realizara en la piscina termal para luego hacer un traslado a la cueva, pero esto es pura especulación. Si la presencia de Febo y de Esculapio encaja muy bien con la sanación por medio de las aguas, no está tan claro en el caso de Venus y Baco; este último se ha considerado que se ha utilizado metonímicamente por lo que habría que entender «vino» en lugar de Baco, tal como ocurre con las Piérides que se refieren a las Musas (Ramírez 2003). Esto se puede ver en la inscripción n.º 4: [cuadrículas A-2 / A-3] [---]EATANT++[.]A[---] / [---]BIBIMVS ET MERV[M---] / [---]LYAEVM ALLATOS [---] / [---]+O ++[.] (Mayer 1996: 411): «Se alegran … Bebemos tanto el vino [de … como el líquido] de Baco, traídos [de …]» (Velazquez y Espigares 1996: 457) y en la inscripción n.º 37: (III/S) [cuadrículas C-7 / C-8 / D-8]: [---] MA + [-9?-] + + [-7?-] + [-3?-] + + [---] / [---] ++++ […] MIREN RVPE/SVBACS + [---] / [---] S++++++ LATE+++++++++++ NV[.]SAE[---] / +++ [.]

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++++++++++ [.] + [.] ++ [.] + A++++++DOCV+++T [---] / +++++++ ME++POST MER++ [-4?-] CONS+[---] / [-18 ?-] ++[.] ++++OR ++NTR [-1?-] +++ [-3 ?-] ++++ [-2?-] + M [---] / [-2 ?-] + [-3 ?-] ++ [.] A [D]OMVS AC DEA[.] + A [---] / [.] ++++++ [.] ++ FLVIT AMME ++++ V + [---] / [.] ++++ [-3?-] GVTTAE DE VERTICE SAN[---] / [-6?-]SA[…] O FLVVIT VNDA SVB ANTRO NIVALI / [-3?] ++++++ CAS DOCTISSIMVS ISTE CA + [-4?-] / ++++ EPIVS TITVLVM SERPENTI PETIT +++[--] / [.] + [.]+AR++CVI SIGNVS ERAT EX ILICE DICTVS [---] /[-6 ?-]QVISQVE VENIS ANTRVM COGNOSCES [.]E[-3?]AT+M / PIERIDES NIVEAS IVNGES CVM BACCHO + [-4?-] ++ [---] / LAETVS ERIS VERSVSQVE LEGES CVM LIBES +[…]+ES (Mayer 1996: 419): […] (Ascl)epio pide una señal a la serpiente … a quien la señal le era comunicada desde la encina. Quienquiera que vengas a la cueva conocerás… a las níveas Piérides, te unirás con Baco… estarás contento y leerás versos mientras bebes… (Velázquez y Espigares 1996: 475).

Al margen de las discusiones acerca de si los textos de la Cueva Negra son religiosos, literarios o ambas cosas (Mayer 1983) la cueva en sí es un lugar sagrado (González Blanco 2003; Fernández Ardanaz 2003b; Rodríguez Colmenero 2003; Matilla et alii 2004a: 166-167) y ha llegado a comportarse como un antro báquico-sabazio (Fernández Nieto 2003: 440-458). Tal vez la inscripción n.º 30 pueda ilustrar el papel religioso de la cueva a la vez que su relación con el balneario: GVTTAE CADVNT DE V.[E]R.T.I.C.[E] [ET siue IN] / CONCAVA RVPE / SEMPERQVE STILLANT NYMPHAE / GAVDENTES IN ANTRO / QVA RVPE SERPENS HABITAVIT MEMO/RABILE IN EVM / HOC SAN1 VENIVNT GAVDENT ET / SAEPE RECEDVNT / GAVDIAT QVI FECIT GAVDIANT [N]OS/TRIQVE SOD(vacat l)AL[E]S / HELICONI (Mayer 1996: 416). Caen las gotas desde la bóveda en la gruta y las ninfas siempre destilan, felices en su cueva; en esta gruta ha habitado una serpiente, desde que se recuerda. Aquí vienen los que están sanos, disfrutan y vuelven a menudo. Que sea feliz el que lo ha hecho, que sean felices nuestros compañeros del Helicón (Velázquez y Espigares 1996: 470).

Hoc sani veniunt solo se justifica en contraposición a los que no están sanos, a los enfermos, ex-

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presión no necesaria si la salud no fuera algo que se aprecia, bien por haberla perdido previamente, bien por haber estado muy próximo a la enfermedad. ¿Quién ha escrito esto?, ¿quiénes son los sodales Heliconi? Parece claro que no se trata de una congregación religiosa (Baños 2003: 370) aunque es verdad que si la lectura de la inscripción n.º 14 es Phebeia la posibilidad de que la gruta esté dedicada a Apolo hay que tenerla en cuenta (Velázquez y Espigares 1996: 471). No hay una aglomeración urbana próxima a la cueva, ni siquiera el poblamiento romano de los siglos i y ii d.C. es significativo, por lo tanto no se explica bien que desde Carthago Nova o desde Ilici (las ciudades más próximas) se hiciera un largo viaje para regocijarse en la cueva, un viaje que no sería puntual ya que los «sanos» vuelven a menudo. Tenemos que pensar en el balneario y en que parte de los que lo visitan son personas con alguna dolencia (no todas, como veremos después). Los que van a la cueva tan alegres, los compañeros de las Musas, los que beben allí vino cuando van y cuando vuelven, pueden ser enfermos curados o aliviados en los baños, pero también pueden ser acompañantes de estos o simplemente personas que acuden más por el ambiente social y lúdico que por otros motivos. En cualquiera de los casos la relación con las aguas termales es evidente, y sin entrar en consideraciones de tipo religioso la cueva, por su distancia a las ciudades en las que podría haber un ambiente culto, no parece el lugar más idóneo para celebrar unos juegos florales (diferente sería si se encontrara próxima a una ciudad). Hay tres textos especialmente interesantes para entender la conexión de Cueva Negra y balneario romano e incluso para acercarnos a algún aspecto de la vida cotidiana de los baños. Dos de ellos, las inscripciones n.º 10 y n.º 13, son prácticamente iguales: Inscripción n.º 10 (II/5) [cuadrícula B-1] NVMPHARVM LATICES ALIOS.RESTINGVITIS ICENES.ME.TAMEN.AD FONTES.AC[.]RIOR VRIT AMOR (Mayer 1996: 412) Inscripción n.º 13 (II/3) [cuadrículas B-1 / B-21] NVMPHARVM LATICES ALIOS RESTINGVITIS IGNIS ME TAMEN AT FONTES ACRIOR VRIT [A]MOR (Mayer 1996: 413)

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Aguas de las ninfas otros fuegos apagáis, en cambio a mi un amor más ardiente me quema junto a las fuentes (Velázquez y Espigares: 461). Aguas de Ninfas, soléis apagar otros fuegos. En cambio, junto a las fuentes a mí más cruel me abrasa el Amor (Cristóbal 2003: 346).

Se ha considerado que la primera en ser escrita fue la n.º 13 y que la otra es una copia de peor estilo (Stylow y Mayer 1987: 197 y 204). La tercera, la n.º 11, se sitúa inmediatamente debajo de la n.º 10 y a la izquierda de la n.º 13 (Fig. 8) y se ha interpretado tanto como la respuesta a las dos anteriores (Stylow y Mayer 1987: 204; Velázquez y Espigares: 461-462) como un texto independiente (Matilla et alii 2004a): Inscripción n.º 11 (II7) [cuadrícula B-1] VOTA REVS VENERI NYMPHIS CONVICIA DONA NIL PECCANT LATICES PAPHIEN PLACATO VALEBIS (Mayer 1996: 412) Cúmplele a Venus la promesa de que eres deudor, y ahórrales a las Ninfas tus denuestos; no fallan las aguas; aplaca a la Pafia: sanarás (Mariner 1987: 244). Tú que has hecho una promesa cumple tus votos a Venus y olvida los reproches a las ninfas: en nada fa-

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llan las aguas, aplaca a la Pafia y te repondrás (Mayer en Stylow y Mayer 1987: 207). Tú ofrécele tus votos a Venus, quedando en deuda con ella, y reprocha a las ninfas: no tienen ninguna culpa las aguas; tú aplaca a la Pafia y sanarás (Stylow en Stylow y Mayer 1987: 206). Tú, deudor, entrega tu promesa a Venus y tus reproches a las ninfas. Las aguas en nada fallan. Aplaca a la Pafia: sanarás (Velázquez y Espigares 1996: 461). Hazle promesas a Venus, suprime el reproche a las Ninfas. Culpa en las aguas no hay. Sanarás si a la Pafia apaciguas (Cristóbal 2003: 351).

La inscripción n.º 13 muestra a un hombre enamorado y no correspondido que expresa su desazón en las paredes de la cueva. Las aguas de las ninfas apagan otros fuegos, lo que nos lleva a considerar esas aguas como las minero-medicinales del balneario; lo que no podemos saber es porque fue el individuo en cuestión a los baños: si estaba enfermo o acompañaba a alguien necesitado, si le atrajo el ambiente social o si llegó siguiendo a la amada. Las aguas pueden hacer referencia tanto a las de la Cueva Negra como a las de la instalación termal. Pero lo más interesante es la copia de su texto por otro sujeto que se sintió plenamente identificado, lo que nos lleva de forma inevitable a ver en el balneario el lugar donde se han desatado las pasiones y a verlo, ya no de forma hipotética, como un gran complejo en el que además de unas infraestructuras destinadas a la curación hay

Fig. 8. Arriba y a la derecha las inscripciones n.º 10 y n.º 13 y entre ellas la n.º 11 (según González Blanco 1987: 179).

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otra serie de servicios entre los que cabe suponer los relacionados con el ocio y el placer (Miró 1977: 370-371). No es inusual que el amor o tal vez la pasión encendida surja en torno a las aguas. Siguiendo a Cristóbal (2003: 345-353), tenemos ejemplos literarios referidos a Bayas: «¿Para qué te voy a enumerar las reuniones de mujeres apropiadas para la caza? mi lista supera a los granos de arena. ¿Qué quieres que te diga de Bayas y del litoral que le rodea y de las aguas termales y sulfurosas que allí humean? Más de uno, al partir de allí con el corazón herido exclamó: No eran esas aguas tan saludables como decían» (Ov. Ars 1 253-258; Cristóbal 2003: 347). Propercio (2, 11) confirma que Bayas es un lugar donde surgen relaciones amorosas: «Tú sola eres mi casa, tú sola, Cintia, mis padres, tú las ocasiones todas de mi alegría. Ya si fuera a reunirme con mis amigos, triste, o, por el contrario, alegre, cualquiera que vaya a ser mi estado de ánimo, les diré: ‘Cintia ha sido la causante’. Tú limítate a abandonar la corrompida Bayas lo antes posible: esas playas les traerán a muchos la separación, playas que fueron desde siempre enemigas de la castidad de las muchachas. ¡Ah! ¡ojalá desaparezcan los baños de Bayas, crimen del amor!» (Cristóbal 2003: 348-349). Y ejemplos semejantes encontramos en Marcial (1, 62 y 9, 80) o en Séneca, (epist. 51). Respecto a la inscripción n.º 11 se ha interpretado como una respuesta a las otras dos (Velázquez y Espigares 1996: 461). Mientras los autores del dístico elegiaco presumiblemente se toman a broma la sacralidad de la Cueva Negra y utilizan su espacio para asuntos profanos, alguien les da una respuesta irónica que se podría entender más o menos así: «Tus problemas no son con las aguas que nunca fallan, sino con Venus, a ella debes cumplir la promesa para que sane tu corazón o consigas tus objetivos». Existe la opción de que se trate de un texto independiente. En este caso habría que entenderlo como una respuesta oracular a una pregunta que sería más o menos así: ¿Por qué no me he curado si he hecho lo que se me ha dicho? y en la contestación habría que entender: No te has curado porque no has hecho lo que debías, hazlo, cumple el voto con Venus y sanarás. Fuera cual fuera la realidad, en los dos casos se aprecia una evidente relación con las aguas curativas. Por último la inscripción n.º 31 también ha de verse en la clave de las conexiones entre cueva y curaciones por las aguas:

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Inscripción n.º 31 [cuadrículas B-3 / B-4]16 [---IFVIT TI C . QVINTINV. S. VBI>VENIS INFESTVS ET DOCILIS ET MOBILIS NYMPHAE QVEM VOS QVOQVE PAVENTES HAEC ME FEI MARTINA>VOCATVR>HIC ME S+[-2?-]STI VI K.APRIL r 1:[AD] FVIT HIC . QVINTINVS? r 4: ME S+[-2?-]STI (Mayer 1996: 417) (¿Aquí?) Estuvo T.C. Quintino. Donde vienes contrariado (enfermo), dócil y voluble. Ninfas, vosotras que favorecéis a cualquiera, también a mi me lo habéis hecho. Se llama Martina, aquí me sanaste/eis(?). El 27 de marzo (Velázquez y Espigares 1996: 472).

Si infestus tiene el sentido de enfermo (García y Velázquez 2003: 327-328) no solo está clara la conexión sino que cabría la posibilidad de que antes de comenzar cualquier tratamiento en el balneario se visitara la cueva y en ella se hicieran votos. Si por el contrario estamos ante la manifestación de que en la cueva había actividad «docente y discente vinculada bien con conocimientos literarios o quizá con cierto tipo de rituales» (García y Velázquez 2003: 333), la vinculación con las aguas termales, sin que desaparezca, queda más diluida. Queda sin aclarar quien se llamaba Martina. (Aquí) estuvo T. C. Quintino, (en el lugar) donde llegas enfermo, si bien dispuesto a aprender y despierto. A quien vosotras las ninfas, también aterradas estas cosas me hici(steis) … Se llama Martina, y aquí me sanaste. El 27 de marzo. Aquí estuvo Quintino (García y Velázquez 2003: 334)

Los Baños Viejos / Los Baños Moros / Balneario romano Baños Viejos o Baños Moros es la denominación que aparece en la literatura médica del xix para hacer referencia al lugar donde estuvieron los antiguos baños termales municipales construidos en el siglo xvii y abandonados en la primera mitad del siglo xix. Antes 16 Se encuentra entre las líneas de la inscripción n.º 31 (cuadrículas B-3 1 B-4).

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EL BALNEARIO ROMANO DE FORTUNA. VISIÓN DE CONJUNTO...

del comienzo de las excavaciones nuestra información procedía de la descripción de Lacort del edificio de los Baños Moros (supra), de la existencia de dos «balsas» de opus signinum que estaban a la vista y que se usaban en labores agrícolas, de un trabajo de numismática acerca de unos denarios republicanos aparecidos presumiblemente allí (Amante y Lechuga 1982) y de un artículo en el que se recogían los resultados de una prospección que pretendía contextualizar la Cueva Negra (Matilla y Pelegrín 1987). Hablando ya de las excavaciones, dos son las áreas que de momento se han excavado, la zona de las «balsas» que además de las estructuras conservadas era donde se concentraban los hallazgos de cerámica y donde ha aparecido una edificación identificada con una hospedería y la zona más próxima a las construcciones que quedaban en pie de los «Baños Viejos», donde se ha podido documentar el edificio principal del balneario romano, con la surgencia en su interior y una serie de estructuras anexas (Fig. 9). En cada uno de estos sectores se han planteado diferentes problemas estratigráficos.17 En la hospedería, con una secuencia estratigráfica básicamente inalterada las estructuras eran muy superficiales, por lo que el grado de conservación de las mismas era deficiente, pese a lo cual se ha creado cierta imagen coherente que no está exenta de problemas. Como dato a este respecto hay que decir que en las habitaciones 1-2 (infra) en apenas 50 cm de profundidad estaban los propios muros, los niveles de uso y abandono, una fosa islámica con un enterramiento y restos de un hogar/vertedero previo a la construcción del edificio (González Fernández et alii 1996: 193-196). El edificio principal desde que se deja de usar como estructura unitaria en el siglo v d.C. ha seguido en uso aunque se hayan ido abandonando progresivamente algunos sectores. Así, el nacimiento de aguas termales ha estado descubierto y aprovechado hasta 1837,18 momento desde el que muy lentamente comenzó a colmatarse ya que se han encontrado en su interior envases de medicinas de los años 40 del siglo xx. Las capillas laterales a la surgencia han estado completamente descubiertas, una hasta el siglo xv y la otra hasta el xiii, habiendo terminado su colmatación entre los siglos xvii y xviii. El lateral meridional se abandona en el siglo V, mientras que el septentrional en el siglo

17 Para las estratigrafías cf. González Blanco et alii 1992, González Blanco et alii 1996, González Fernández et alii 1996 y Matilla et alii 2003. 18 Un sondeo en busca de agua para riego cerca del balneario secó la surgencia tradicional (Lillo y Lisón 2002: 124).

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Fig. 9. Baños Viejos o Moros. Situación general de los diferentes elementos en el yacimiento. Abajo la «hospedería» y las cisternas, en el centro el edificio balneario y a la derecha restos de las instalaciones balnearias usadas entre fines del xvii y comienzos del xix.

xvii casi desaparece con la construcción del baño moderno. El estanque que funcionaba como receptor de las aguas salientes de la piscina romana sigue en uso hasta el siglo xiii. La consecuencia de todo esto es que no existe, excepto en lugares puntuales, una estratigrafía de época antigua, lo que convierte la datación en uno de los problemas existentes, por lo que aunque a grandes rasgos conocemos la secuencia cronológica del uso, no es posible fijar bien la de cada una de las estructuras aparecidas. Sirva de ejemplo que el único conjunto monetario aparecido fruto de las ofrendas se encontró en una bolsada de limo amarillento sobre un estrato del siglo xvii, en la zona en la que después se halló el canal de desagüe de la piscina. Se trataba de una monda de limpieza que había generado una estratigrafía invertida (Arias et alii 2004).

La hospedería Presenta dos elementos interesantes que pueden ayudar a comprender la realidad del balneario du-

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rante los siglos i-ii d.C. Por una parte el edificio con patio central y considerado una hospedería (Fig. 10) (González Blanco et alii 1992: 451), —aunque pudiera tener otra función— y por otra los dos aljibes (cisternae) que proveían de agua limpia, como mínimo, a los usuarios de la hospedería (Fig. 11). Respeto a los detalles del proceso de excavación, con inclusión de los elementos materiales hallados, han sido suficientemente explicados (González Blanco et alii 1996; González et alii 1996). Ahora lo que nos interesa es su función y la relación con el edificio principal.

Aljibes Las cisternas (Matilla y Pelegrín 1987: 114; González Blanco et alii 1996: 169-173; González et alii

1996: 186-193; Egea 2003a: 19-21) de hormigón recubiertas de opus signinum se construyeron excavando el terreno y encofrando las caras externas contra la tierra. Presentan el inicio de la curva de la cubierta abovedada, por lo que su capacidad real de almacenamiento es la que tienen los restos conservados, con un volumen conjunto de depósito de 35 849 litros que se llenarían con facilidad dado que el yacimiento se encuentra donde confluye casi toda la red de drenaje de la cara oriental de la sierra del Baño, con más de 100 000 m2 de área de captación. Estos depósitos solo necesitarían en el lugar en que están un área de captación de 1772 m2 para que fueran efectivos (AC19= Vreq20 / Pdisp21) puesto que el promedio pluviométrico de Fortuna es de 274 l/ m2 en mediciones históricas de los últimos 71 años22 y solamente en los 50 metros de ladera inmediata al yacimiento hay más de 6000 m2 de captación de superficie pétrea y sin ningún tipo de obstáculo. Es verdad que el régimen de Fortuna es irregular y torrencial, pero si vemos, a modo de ejemplo, la evolución de la lluvia en los distintos meses de 2014,23 y tenemos en cuenta no el área mínima necesaria sino una algo mayor, de 6000 m2 (el 6 % del área real), observaremos que solo son deficitarios los meses de febrero, mayo, julio y junio, sobrando en los meses de junio, octubre, noviembre y diciembre respectivamente casi 9 veces, 2 veces, 10 veces y 3,5 veces el volumen requerido (Fig. 12). En la actualidad se conservan unas pequeñas obras de conducción de agua hasta los aljibes, pero no tienen mayor interés ya que se trata de obras de mediados del siglo xx. Sí conservamos el trazado, muy claro en algunos puntos, de la canalización que llevaba agua a los depósitos bordeando el pie de la sierra. Esta comenzaría en la parte trasera del edificio balneario, paralela a este, donde serviría también como 19

AC: Área de captación necesaria. Vreq: Volumen requerido. 21 Pdisp: Pluviometría promedio anual medida en la zona donde se pretende implementar la captación de agua de lluvia. 22 Véase http://www.atlasdemurcia.com/index.php/secciones/10/cuenca-de-abanilla-fortuna/2/ [Consulta: 23/07/2015]. 23 Si bien es cierto que estamos extrapolando datos actuales a época romana, lo que no deja de ser problemático, también es verdad que de un área de captación de 100  000 m2 solo se ha considerado el 6 %, esto es, la zona más inmediata a los aljibes. De esta manera cualquier variación entre los datos actuales y los de época romana se vería compensada. Por otra parte la propia presencia de los aljibes implica la existencia de lluvias, al menos en el momento de su construcción, y si tenemos en cuenta el total del área de captación solo harían falta 0,35849 l/m2 para que los depósitos se llenaran. Tal cantidad de lluvia no es difícil de asumir. 20

Fig. 10. «Hospedería». Arriba planimetría, abajo a la izquierda esquema de las habitaciones y a la derecha foro de conjunto (archivo de la excavación-Jesús Gómez Carrasco).

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EL BALNEARIO ROMANO DE FORTUNA. VISIÓN DE CONJUNTO...

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Fig. 11. Las cisternas en la actualidad (archivo de la excavación-Jesús Gómez Carrasco).

Precipitaciones registradas en Fortuna en 2014 por meses en l/m2 Enero Febrero Marzo 10,0

3,0

8,0

Abril

Marzo

Junio

Julio

6,0

2,0

59,0

0,0

Agosto Septiembre Octubre Noviembre Diciembre 0,0

10,0

19,0

66,0

28,0

114 000

396 000

168 000

Cantidades recogidas en un AC de 6 000 m2 en litros 60 000 18 000 48 000 36 000

12 000

354 000

0,0

0,0

60 000

Resultado de las precipitaciones en las cisternas. Los números negativos indican los litros de déficit Lleno -17 849 Lleno

Lleno

-23 849

Lleno

-35 849 -35 849

Lleno

Lleno

Lleno

Lleno

Fig. 12. Precipitaciones registradas en Fortuna en 2014 por meses en l/m2 (Cf. http://www.carm.es/econet/sicrem/PU7/pdf/ sec32.pdf 23-07-2015) y su relación con la capacidad de las cisternas.

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refuerzo hidráulico destinado a evitar daños por agua y se dirigiría en dirección sur hacia los aljibes El trazado que se puede apreciar en la actualidad es de unos 60 m, 21 de ellos (junto al muro posterior del edificio balneario) de obra o con señales de haber existido (Fig. 13).

Fig. 13. Las flechas marcan el tramo reconocible del canal que se dirigía a las cisternas (archivo de la excavaciónJesús Gómez Carrasco).

Es difícil saber de forma general cuales son las necesidades de agua por persona y día (Macarulla y Portillo 2008: 338-339), aunque la Organización Mundial de la Salud recomienda 7 litros (3-4 para ingesta y 2/3 para preparación de alimentos).24 Aceptando esas cifras, las cisternas de Fortuna (en el caso de no volverse a llenar hasta que estuviesen vacías) tendrían capacidad para 5121 días, cantidad que hay que reducir teniendo en cuenta el número de personas (infra). Respecto a la cronología no hay ningún elemento objetivo, por lo que bien pudieron construirse al comienzo del uso de las aguas termales o en algún momento posterior, aunque parece inevitable asociar su datación a la de la «hospedería».

Edificio «hospedería» La hospedería situada en una pequeña loma y por lo tanto topográficamente diferenciada, está a 69,11 m de la entrada del edificio balneario. Se trata de una construcción de planta rectangular en la que se diferencian un patio central alargado y una serie de habitaciones alrededor de este. Toda la estructura conservada es de mampostería trabada con tierra, encontrándose en un pésimo estado de conservación merced a la superficialidad de los restos, lo que ha impedido conocer algunas cuestio24 Véase http://www.disaster-info.net/Agua/pdf/9-UsoDomestico.pdf [Consulta: 23/07/2015].

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nes como el lugar donde se situaba la entrada de la edificación o como se conectaban las habitaciones con el patio. Sí sabemos que existen vanos interiores entre habitaciones, aunque solo algunos de ellos conservan la piedra del umbral y el agujero para el gozne de la puerta. De esta manera en el ala SO las habitaciones 7, 8, 9A y 9B están comunicadas y en el ala NE las habitaciones 1, 2 y 3 están conectadas. Dos de las habitaciones, la 1 y la 7 tienen más apariencia de vestíbulos que de estancias. Su disposición es diferente, ya que mientras la 7 es larga y estrecha, la 1 es corta y ancha, pero la superficie ocupada es semejante. Ninguna de ellas conserva señal alguna de haber tenido muro que la separara del patio y ambas tienen puertas hacia otras cámaras. Esto lleva a ver dos conjuntos de habitaciones comunicadas entre si con un vestíbulo abierto y con tamaños totales y capacidad muy desigual: 18,22 m2/4 personas para la zona NE y 25,84 m2/6 personas para la zona SO (incluyendo las habitaciones 1 y 7 de acceso) (Fig. 14): El patio es relativamente estrecho y podría en parte haber estado cubierto en cualquiera de sus extremos. Hay que destacar también la ausencia de hogares, pese a la cantidad de cerámica de cocina que aparece.25 Solo hay un hogar y debe ser posterior a la fase de abandono, pues está amortizando el vano de acceso desde la habitación 1 a la 2.

El edificio «hospedería» y los aljibes en relación al resto del yacimiento Si aceptáramos que todas las estancias son cubicula e incluyéramos los dos vestíbulos, la «hospedería» tendría una capacidad para 18/19 personas y unas necesidades de agua de 126/133 litros diarios, lo que quiere decir que los depósitos tardarían, en el peor de los casos, 269 días en vaciarse completamente, aunque a excepción de los meses de julio y agosto el resto del año estarían completamente llenos a causa de la reposición natural de las precipitaciones. Ahora bien, si tenemos en cuenta el tamaño de la piscina y su capacidad estimada de 52 personas26 que obligatoriamente tendrían que alojarse en el

25 Remitimos a la bibliografía relacionada con el proceso de excavación (González Blanco et alii 1996; González Fernández et alii 1996). 26 Una persona por cada 2 m2 de lámina de agua.

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Habitación

patio 1 Ala NE

¿? ¿patio? hab. 2 hab. 3

Dimensiones/m

Superficie/m2

4,35 x 16,2

70,47

2,71 x 2

5,42

2

hab. 1

2x2

4

3

hab1 ¿hab. 4? ¿patio?

4,4 x 2

8,8

4a

¿hab. 3?

1,95 x 2

3,9

4b

-

2,56 (mín.) x 2

5,12

2,66 x 2

5,32

¿10?

Ala SO

Acceso

¿exterior?

5

¿patio?

3,20 x 2,73

8,736

6

¿patio? ¿hab. 7? ¿patio? hab. 8 ¿hab. 6? hab. 7 hab. 9a hab. 9b

3,20 x 4,23

13,536

3,20 x 1,70

5,44

3,20 x 4

12,8

3,8

7

8

9a

hab. 8

2 x 1,9

9b

hab. 8

2 (mín.) x 1,9

Total

147

3,8 151,142

Fig. 14. Habitaciones de la hospedería con especificación de los accesos, dimensiones y superficie. 27

balneario, el tamaño de la «hospedería» resulta insuficiente para el hospedaje, aunque la capacidad de las cisternas podría ser apropiada ya que su agua se consumiría en tres meses y medio (105 días) al aumentar la necesidad diaria de agua que pasaría a 346 litros, lo que permitiría que en los meses secos hubiera reserva suficiente de líquido. Desconocemos las funciones de las habitaciones de la «hospedería» y no se puede saber si se realizaba alguna tarea específica en alguna de ellas más allá de dormir, pero parece claro que no se trata de una instalación pensada en el alojamiento de los bañistas, al menos no de todos, puesto que su capacidad real no supera las 17 personas excluidos los vestíbulos 1 y 7). Más bien habría que pensar en alojamiento de los servidores del complejo o en una zona de servicios o en ambas posibilidades a la vez.

27 Ya se explicó al comienzo del capítulo el escaso tejido romano en un entorno amplio del balneario, lo que obligaría a desplazamientos desde lugares más lejanos.

El edificio balneario El edificio El manantial minero-medicinal es la parte más importante de cualquier instalación termal salutífera. El de Fortuna se hallaba en una diaclasa ubicada en la parte inferior de la ladera rocosa de la Sierra del Baño y como los romanos decidieron levantar sus instalaciones alrededor de la surgencia, la disposición de la misma condicionó la obra, puesto que casi la mitad de la nueva construcción tuvieron que realizarla en la pendiente caliza. A una distancia de unos 60 m al norte de la «hospedería» y como ya se ha dicho enmarcando el nacimiento, los romanos construyeron un edificio (Figs. 15, 16 y 17) de planta rectangular de 25,11 x 20,72-18,5 m28 orientado en su lado largo de noroeste 28 Aunque se intentara en época romana que las medidas fueran uniformes tanto en todo el contorno del edificio como

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Fig. 15. Planimetría general del edificio balneario. Contorno del edificio: A. Muro perimetral; B. Contrafuertes; C. Refuerzo hidráulico. Interior del edificio: 1. Vestíbulo; 2. Habitación; 3. Improntas de pilastras; 4. Canal de desagüe; 5. Pasillo deambulatorio; 6. Losas que cubren la diaclasa donde se encuentra la surgencia; 7. Lugar donde se situaban los arcos laterales; 8. Lugar en el que se situaban los arcos de la cabecera (para no crear confusión el central no está marcado); 9. Piscina; 10. Aliviadero de la piscina; 11. Basa de pedestal; 12. Capilla Sur; 13. Capilla Norte; 14. Ninfeo; 15. Peldaños descendentes. Reformas y elementos exteriores: I. Canal de desagüe; II. Bañera; III. Estanque exterior; IV. Apoditerio exterior; V. Piscina exterior.

a sureste y en el corto de noreste a suroeste. El edificio se realizó en sillería, para lo que se habilitaron unas canteras en las proximidades, sin embargo la ubicación elegida en la ladera forzó que la cabecera y parte de la piscina se tallaran directamente en la roca. El estado de deterioro de los restos es grande, habiendo desparecido secciones enteras a causa de en la distribución interior, hay variaciones que llegan a los 30 cm. Posiblemente la causa esté en la adaptación a la construcción en la ladera y en que en esta conviven sin solución de continuidad calizas y conglomerados, por lo que las tallas planificadas pueden verse alteradas en su resultado final.

las intervenciones realizadas en época moderna, sin embargo una de las características de la obra es que es simétrica en sus dos ejes, por lo que los vacíos de estructuras no suponen un problema grave de cara a la reconstrucción de la planta. El edificio, desde la entrada situada en el lado sureste, su puede dividir en tres partes. En la primera consta de un canal de desagüe que vierte sus aguas en un estanque externo, dos plataformas a modo de vestíbulo a ambos lados del canal y dos habitaciones entre las plataformas y el muro exterior. La segunda está constituida por una piscina porticada, con gra-

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Fig. 16. Foro cenital del edificio balneario (archivo de la excavación-Jesús Gómez Carrasco).

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Fig. 17. Modelo en tres dimensiones del edificio balneario y sus derrumbes arquitectónicos (José Gabriel Gómez Carrasco).

das de acceso en los lados cortos, que casi ocupa toda la parte central de la construcción. La tercera y última consta de una cabecera tripartita de la que se conserva la parte tallada en la roca; consta de un ábside central con gradas, donde está la surgencia y los restos de la diaclasa que lo dividen en dos partes, y dos habitaciones a ambos lados de este que serían el reflejo de las de la primera parte. Unificando cada una de las secciones existe un pasillo perimetral que partiría de las plataformas en la parte más próxima a la piscina (no se ha conservado), rodea la piscina por sus lados cortos y llega al espacio anterior a la cabecera tripartita, donde se ensancha. A partir de la constatación de que las dimensiones de la piscina eran de 5 x 10 pasos29 se ha intentado, no siempre con éxito, aplicar las medidas romanas a todo el edificio. Así y solo para el conjunto de la construcción las dimensiones en pasos y pies son las siguientes: 17 pasos x 16 pasos y 4 pies, por lo que tal vez haya que pensar en un cuadrado de 17 x 17 pasos, con una zona algo más estrecha, que es la que corresponde a la cabecera y la entrada, en la que la anchura es de 13,5 pasos. Teniendo ya una primera imagen del edificio y sabiendo que el conjunto se articula en función de 29

Paso doble: 1,481 m. Pie: 0,2962 m.

la surgencia y la piscina, conviene detenernos con más detalle en una serie de elementos como el muro perimetral que rodea todo el complejo, la zona de la entrada, el pasillo deambulatorio, la piscina y la cabecera tripartita:

a) El muro perimetral El muro exterior (Fig. 15-A) está construido con grandes sillares, en algunos casos casi ciclópeos, y tiene un grosor que oscila entre los 0,50 m en las hiladas superiores, los 0,67-0,70 m en hiladas medias, los 0,52 m en sillares bajos pero con colas de milano en las uniones y los 0,33 m en los que forran macizos de opus caementicium (Fig. 18). Algunos sillares llegan a medir 2,5 m y hasta 3 m A excepción de las colas de milano, cuyo relleno no se ha conservado, no se ha utilizado ningún tipo de argamasa para la unión de los distintos bloques. La altura máxima conservada (por improntas en la roca que servia de asiento) es de 3,16 m respecto al pasillo que rodea la piscina. En la zona donde debía estar la entrada30 el muro baja

30 Gracias a una fosa del siglo xix que rompía una estructura adosada se ha podido medir la altura del muro en esa zona.

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Fig. 18. Detalles del muro perimetral. Muro ciclópeo, muro con uniones en colas de milano y muro forrando un encofrado de opus caementicium (archivo de la excavaciónJesús Gómez Carrasco).

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desde este pasillo 1,55 m, lo que nos da una altura conservada del edificio de 4,71 m En el tramo interior conservado junto a la cabecera tripartita los sillares presentan el tratamiento del almohadillado, lo que podría indicar que ese espacio estaba abierto o semiabierto. Este muro tiene en su lado sur dos contrafuertes (Fig. 15-B) que están en la línea imaginaria que prolongaría los lados largos de la piscina y servían para contrarrestar las fuerzas de las arcadas que la rodeaban. Son de tamaño desigual midiendo el más próximo a la cabecera 0,98 x 0,98 m con un grosor total de muro en ese punto de 1,94 m y el otro 0,80 x 0,87 m con un grosor total de muro en ese punto de 1,45 m (Fig. 19). Se ha podido constatar que en el momento inicial de la construcción el muro perimetral solo reflejaba, gracias a una ligera disminución de la anchura en un paso, la cabecera tripartita. No sabemos si hubo una reforma posterior a la construcción o si se corrigió el trazado durante las obras de edificación, pero fuera de una u otra forma el estrechamiento apreciable en la zona de la cabecera se reprodujo también en la parte de la entrada, lo que ayudó a la simetría del edificio balneario (Fig. 20).

Fig. 19. Contrafuertes en el muro perimetral. Nótense las dovelas del arco que estaban sobre el pasillo y la base de un doble pilar junto a este (archivo de la excavación-Jesús Gómez Carrasco).

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Fig. 20. A la izquierda de la imagen el primer trazado del muro perimetral, luego eliminado y retranqueado. A la derecha se puede ver un sillar bajo un suelo de uso del siglo iv d.C., lo que indica el deterioro del edificio a partir del siglo ii d.C. (archivo de la excavación-Jesús Gómez Carrasco).

Rodeando y ciñendo el muro en la zona que da a la montaña (oeste) y en los laterales norte y sur hay un refuerzo hidráulico (Fig. 15-C) que no se construyó en la parte oriental (la de la entrada) ya que esta no era susceptible de recibir el embate directo de las aguas de escorrentía ni el indirecto al discurrir alrededor del balneario. El refuerzo tiene 0,50 m de altura y entre 0,60 m y 0,80 m de achura. En algunos lugares está intacto pero en otros ha desaparecido completamente quedando la roza abierta en la roca para su fijación. A partir de finales del siglo xvii el balneario moderno se desarrolla hacia el norte, donde se sitúa un hotel, caballerizas, iglesia, etc. Para la edificación de estos nuevos inmuebles los baños romanos fueron una excelente cantera. En este momento se desmontó la sección norte del muro perimetral. Afortunadamente la existencia del refuerzo hidráulico, que se conserva en esa zona (aunque sin muro), permite no solo seguir fielmente el trazado de la pared, sino también saber con exactitud donde estaban los contrafuertes que se afrontaban a los del lado sur. Por último hay que hacer notar que cuando el muro discurre por la roca de la ladera en tramos con pen-

diente, en lugar de haber hecho rebajes escalonados y horizontales de la misma, se realizó un rebaje continuo en un plano inclinado (para asentar los sillares) que llega al 21% de pendiente.

b) La entrada La entrada (Fig. 15-1) es una de las partes más problemáticas. La inexistencia de vanos en el resto de los lienzos del muro exterior sitúa la entrada en el este, en el lugar por el que el agua de la piscina sale al estanque. Se trata de una de las zonas más alteradas: al norte del desagüe se construyó el baño de finales del siglo xvii, desmontando completamente el sector tanto en el interior como en el exterior del edificio romano; al sur las alteraciones se han debido a las excavaciones del xix, que han generado una fosa de 7,5 x 2,20-3,6 m dentro de la construcción romana, mientras que la presencia en el exterior de un apoditerio y una pequeña piscina en una estructura de mampostería (infra) que aparece inmediata al edificio de sillería, también dificulta la comprensión de la entrada.

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Puesto que el suelo interior de la edificación está a una altura de 1,55 m respecto al suelo exterior,31 se debería acceder a la misma por medio de una rampa o escalera de la que no queda ninguna huella pero que debería dar acceso a un gran espacio de 8,2 m de ancho por 8,1 m de largo delimitado a sur y este por el muro perimetral, a oeste por la piscina y a norte por el canal de desagüe de la piscina. Puesto que la estructura general de la edificación es simétrica en sus dos ejes, hemos de suponer que donde el balneario de finales del xvii rompe el frente del edificio había un espacio semejante ya que hay una clara correspondencia entre la compartimentación de la cabecera y la de la entrada. Esa superficie de 8 x 8 m hay que distribuirla en función del pasillo perimetral y de la información que ofrece la cabecera (en concreto el espacio que se ha denominado capilla sur —infra—). De esta manera tendríamos un vestíbulo de 4,5 m de ancho y una habitación (Fig. 15-2), en el ángulo interior, de 3,5 m de anchura. Frente a la habitación el pasillo paralelo a la piscina tendría 3 m de ancho. Es posible que entre vestíbulo y pasillo no hubiera ninguna separación (Fig. 21), separación que sí existiría entre este y la piscina y que consistiría en una línea de arcadas relacionadas con los contrafuertes de menor tamaño del muro perimetral (supra).

Fig. 21. A la izquierda los restos que quedan en la esquina sureste del edificio y a la derecha la propuesta de organización del espacio.

La habitación que medio se conserva en su pared sur tuvo al menos dos pilastras (Fig. 15-3): de una se conserva la huella (0,46 x 0,53 m) y de la otra además de la huella queda un fragmento (0,51 x 0,44 m). La conducción de desagüe (Fig. 15-4) es una parte importante de la entrada ya que divide esta en dos partes. Tiene 0,35 m de ancho y 1,50 m de altura y no está completamente tapada, sino que presenta una separación de unos 13 cm 31 Se ha considerado para este cálculo la cota del estanque externo del que se hablará más adelante.

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Mientras que en algunos lugares del edificio (cabecera y parte de la piscina) hubo que hacer un trabajo de talla y vaciado de la roca de la ladera para alcanzar la cota deseada, en otros, como la entrada, se tuvo que elevar el terreno con un relleno de opus caementicium que fue forrado con sillares (Fig. 22).

Fig. 22. A la derecha lo que queda del canal de desagüe de la piscina. A la izquierda detalle en el que se aprecia como la hilera superior de sillares está redondeada y vuela unos centímetros sobre el canal sin cubrirlo del todo (archivo de la excavación-Jesús Gómez Carrasco).

Respecto a las cubiertas no tenemos ninguna información. Las tejas son inexistentes en todo el complejo y sobre los suelos no se encontró ningún material que pudiera aclarar este extremo. Sí que hay certeza de que las habitaciones afrontadas de la cabecera estaban cubiertas con bóveda (infra), por lo que tal vez se puede plantear lo mismo para las de la entrada. Por otra parte el recrecido del estanque para construir el baño islámico se hace con dovelas.

c) El pasillo deambulatorio y las arcadas Partiendo de la entrada descrita en la cara oriental del edificio y bordeando la piscina se llegaría de nuevo al mismo punto, aunque al vestíbulo no conservado que quedaría separado simbólicamente32 del conservado por los 13 cm de canal que quedan al descubierto.

32 Desde luego una separación de 13 cm no supone ningún tipo de obstáculo, por lo que la distancia que separa los dos espacios destinados a vestíbulo hay que considerarla desde otro punto de vista. Se ha considerado que la no cubrición completa del canal puede obedecer tanto al deseo de no ocultar la presencia del agua curativa como al de separar sin obstáculos arquitectónicos las zonas de entrada y salida. No obstante no se pueden descartar otras posibles explicaciones.

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El pasillo (Fig. 15, 5) tiene una anchura en los laterales de 2,92 m a los que hay que descontar el grosor de la línea de arcadas de 0,75 m, por lo que quedaría una anchura de transito de 2,17 m. En la cabecera la distancia entre las habitaciones y la piscina es de 3,40 m, pero se conserva en su sitio la basa de un pilar de 0,94 m de ancha, por lo que el espacio diáfano del corredor sería de 2,46 m. En los dos tramos laterales del pasillo quedan restos de la cubierta. En el meridional paquetes completos de opus signinum estratificados y con argamasa con ceniza visible y en el septentrional grandes lajas de caliza de hasta 1,24 m de longitud conservados y 0,60 de anchura que presentan también restos de argamasa de color grisáceo. La ausencia de tegulae y la combinación de opus signinum y losas indica que el techo tenía una primera cubrición por las lastras, que tendrían originalmente la anchura del pasillo, una colada de opus caementicium con ceniza para logar una primera impermeabilización y otra de opus signinum para conseguir la impermeabilización definitiva. De esta cubierta no quedan rastros en la cabecera, donde es posible que fuera diferente, ni en el vestíbulo. En la cabecera donde el pasillo es más ancho es posible que las cubiertas estuvieran realizadas exclusivamente de argamasa. Eso podría deducirse de unos macizos caídos e informes que se conservan en uno de los extremos de esta. No se conserva resto de pavimento sobre el suelo del pasillo, que es de opus caementicium (a causa de los rellenos realizados para alcanzar la cota deseada) en la mitad oriental de la construcción y de roca natural rebajada en la otra mitad. Por otra parte para salvar la diaclasa en la que está la surgencia se colocaron cubriéndola dos losas de 2,5 x 1 m y de 2 x 1, 34 m (Figs. 15-6 y 23). El pasillo junto con la piscina forma una especie de claustro en el que una serie de arcadas soportadas por pilares separan el corredor de esta, presentando en los lados cortos un solo arco que podía tener un vano de 2 o 3 pies33 (Figs. 15-7 y 24) y en los largos (en base a los restos conservados en la zona de la cabecera) cinco arcadas (Fig. 15, 8), tres bordeando la piscina y dos cubriendo el propio pasillo. Se conservan los contrafuertes exteriores, medio arco derrumbado sobre el corredor (Figs. 15 y 19), la basa de un pilar de la que surgían dos arcadas y las huellas de las grapas de

33 No será posible saberlo hasta que se despejen completamente de derrumbes los pasillos, tarea complicada ya que hay que hacerlo simultáneamente con una operación de anastilosis de los elementos caídos in situ.

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Fig. 23. Bloque de caliza colocado sobre la diaclasa para permitir el paso. En primer término los dos escalones que hay dentro del ninfeo y la pequeña plataforma a la que permiten acceder (archivo de la excavación-Jesús Gómez Carrasco).

otras dos bases de pilares. Dada la simetría del edificio y la presencia de otros dos contrafuertes coincidiendo con el límite oriental de la piscina, debía existir otra línea de cinco arcos vecina a la entrada. Entre los elementos de las arcadas caídos en el interior de la piscina se hallaron dos dovelas basales dobles (Fig. 25) que situadas en la parte superior de los pilares servían de arranque a sendos arcos. En cuanto a las dimensiones ya se ha mencionado el grosor y respecto a la anchura de los vanos es de 2 pasos en los tramos largos, lo que eleva las posibilidades de que en los tramos cortos sea de la misma medida para evitar descompensaciones. La altura es más problemática, aunque si se trata de arcos de medio punto (es lo que parece), la altura hasta la clave debía ser como mínimo de 4,44 m (3 pasos).34 34 Esto es, una altura igual a la luz (2 pasos) más la semiluz del arco (1 paso) que sería el radio.

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A pesar de que el pasillo es más estrecho en los lados cortos, el único acceso al interior de la piscina era a través de los arcos allí situados, por lo que el corredor además de otras funciones (infra), tenía una utilidad balnearia directa.

d) La piscina

Fig. 24. Arriba vista cenital del arco situado en el lado norte de la piscina. Se puede observar como ha caído a plomo y también las lajas que cubrían el pasillo. Debajo detalle del arco (archivo de la excavación-Jesús Gómez Carrasco).

Fig. 25. Dovela basal doble reutilizada en una terraza del siglo xvii (archivo de la excavación-Jesús Gómez Carrasco).

La piscina (Figs. 15-9 y 26) en planta es un rectángulo de 5 x 10 pasos. Está excavada en la roca excepto en el cierre oriental donde hubo que añadir grandes losas verticales de 0,70 m de altura para compensar la disminución de la cota de la ladera rocosa. Presenta en la parte estrecha una grada formada por cinco escalones y una pequeña repisa. Los escalones, con alturas alternativas de 20 y 30 cm, también están tallados en la roca. La repisa, de 15 cm tenía como función la de asentar una última grada de sillares. De esta solo se conserva uno con una altura de 25 cm. En los dos lados largos en lugar de gradas hay una repisa corrida de unos 80 cm de anchura ubicada a unos 60 cm de altura respecto al fondo. En la parte que da a la cabecera tal repisa es irregular en altura y anchura, presentando dos huecos rectangulares tallados cuya función no está determinada. En la parte afrontada, una tenue impronta paralela al muro de la piscina indica la existencia de un escalón o grada de sillería, al que se podría tener acceso solo desde las gradas de la entrada. El suelo y las paredes son relativamente irregulares y hasta ahora no presentaban huellas de haber tenido ningún tipo de revestimiento que explicara tal irregularidad, sin embargo han aparecido restos mínimos de un recubrimiento de opus signinum en la pared oriental, donde la piedra natural no permitía la talla y hubo que hacer el último tramo de muro de sillería. Es posible que ese recubrimiento hidráulico tenga más que ver con el sellado de las juntas que con la construcción de un suelo uniforme. En el cierre oriental se conserva en la corona de la pared de la zona sureste un rebosadero y un specus (Fig. 15-10) tallados en un mismo bloque que paralelo a esta misma pared se dirige hacia el canal de desagüe; solo tiene 1,60 m y está roto, faltando hasta el canal un tramo de 3,56 m. Un segmento de specus de 3 m de longitud estaba reutilizado en el baño islámico y podría corresponder al trozo que falta. En el lado noreste solo se conservan dos grandes bloques de cierre verticales, tan deteriorados en la parte superior que es imposible saber si contuvieron un aliviadero.

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Fig. 26. Piscina romana (archivo de la excavación-Jesús Gómez Carrasco).

El interés del aliviadero es doble. Por una parte muestra la altura máxima del agua que pudo contener el vaso de la piscina, 1,50 m y por otra aclara aspectos acerca de la hidráulica del balneario. No conocemos el caudal en época romana, pero calculando el agua que puede salir por los aliviaderos se podría saber la cantidad media de agua entrante. Por otra parte una canalización de aguas sobrantes que fluye directamente al desagüe por detrás de la piscina indica la existencia de una compuerta de cierre de esta. Efectivamente una inspección cuidadosa de la piedra donde debía estar tal exclusa permitió apreciar uno de los dos entalles en los que la compuerta se encajaba a pesar del desgaste producido por la erosión y la destrucción provocada por el desmonte realizado para la construcción del baño del siglo xv. Un último elemento está presente en el interior de la piscina, en el punto donde la repisa suroeste que se desarrolla paralela a la cabecera confluye con la diaclasa. En ese lugar hay un entalle (Fig. 15-11) de 0,61 x 0,58 m que conserva en el centro la huella de una grapa, lo que indica que en esa entalladura hubo situado un elemento vertical sin función sustentante (está fuera de la línea de arcos). Si tenemos en cuenta que se encuentra en la intersección de la piscina con la surgencia y que está en el centro del eje longitudinal del edificio, se podría sacar la conclusión de que se trata de la base de un pedestal y si es así sobre este podría estar ubicada una escultura de la divinidad

a la que las aguas estaban dedicadas, aunque no se puedan descartar otras posibilidades. Respecto a la cubierta no existe ningún elemento que indique que esta existió. Esto podría explicar el almohadillado interior del muro perimetral, ya que este tipo de tratamientos se suele utilizar en exteriores o espacios abiertos.35

e) La cabecera La cabecera (Fig. 27) en su conjunto está compuesta por la «base de pedestal» de la piscina, las arcadas que la separan de esta, el pasillo, un ábside o ninfeo en el lugar en que se encuentra la surgencia de aguas minero-medicinales y dos habitaciones casi cuadradas a ambos lados del ábside. Efectivamente el edificio en su conjunto es una unidad, pero dentro de este los elementos mencionados forman conjuntamente el núcleo más importante. Todo está construido en función de ellos. En cualquier caso los únicos componentes que no se han tratado aun son los que forman la cabecera tripartita. Al estar en zona en que la ladera tiene mayor volumen de piedra no es de extrañar que los tres espacios estén tallados en la roca. 35 Hay muchas muestras a este respecto. Cf. por ejemplo Pizzo 2010, con bastantes ejemplos de Mérida.

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Fig. 27. Cabecera tripartita. A la izquierda la capilla sur, en el centro el ninfeo y a la derecha la capilla norte (archivo de la excavación-Jesús Gómez Carrasco).

La certeza que tuvimos desde el primer momento de que nos encontrábamos ante un espacio sagrado motivó que cada una de las habitaciones cuadradas recibiera la denominación de capilla. En la capilla sur la parte (Fig. 15-12) vaciada del monte tiene las siguientes dimensiones: 3,74 m en la abertura que da al pasillo, 4,96 y 5,15 m en las paredes laterales y 3,59 m en la pared del fondo. Sin embargo el espacio de la estancia era más reducido ya que se conservan improntas del muro de cierre de 0,55 m de grosor. En el centro de la línea de cierre del espacio, algo desplazada hacia el sur, hay una cazoleta cuadrada de 12 cm de lado relacionada sin duda con ese cierre. Se conserva en la pared norte, cerca del pasillo, la impronta de una pilastra de 0,52 m de anchura. Cuando se excavó la capilla los materiales del estrato que había sobre el suelo eran del siglo xv, no obstante también sobre este se conservaban fragmentos de cinco dovelas, lo que indica que el techo podría ser abovedado. La altura conservada es desigual en función de la pendiente de la ladera, oscilando entre 2,55 y 2,32 m en la pared del fondo y con una inclinación que va de los 2,55 a los 1,50 m en la pared sur y de los 2,32 a los 1,23 m en la pared norte. Aceptando que como mínimo la bóveda arrancara en la cota más alta conservada la clave de la cúpula estaría a 3,825 m del suelo. La capilla norte (Fig. 15-13) tiene las siguientes dimensiones: 4,15 m en la entrada, 5,10 m en la pa-

red norte, donde conserva un número indeterminado de filas de sillares,36 5,05 m en la pared sur, donde conserva cuatro hileras de sillares y 4,20 m en la pared del fondo, donde queda una línea de sillares. Los datos con los que contamos indican que en el siglo xiii, época a la que pertenece una estructura circular de piedra en seco que hay en su interior, no estaba colmatada. Conserva en su lado sur tres entalles, que se aprecian tanto en el suelo como en la pared (Fig. 28), para colocar pilastras. Las dimensiones de los mismos oscilan entre 0,51 x 0,41 m y 0,60 x 0,45 m. Junto a la pared opuesta se conservan dos pilastras in situ, aunque muy erosionadas; se trata de dos bloques monolíticos de 1,78 m y 1,64 m de altura conservada que no tenían función estructural. Al contrario que en la capilla sur, no se aprecian huellas de muro de cierre, lo que no significa que no existiera. En el exterior de la capilla pero embutida en el edificio, entre el muro de cierre y la pared occidental, hay una canalización de opus signinum de la que se conservan los 2 últimos metros. En la actualidad presenta una anchura de 30 cm y una altura semejante. Desaguaba fuera del edificio y su función debía ser evacuar las aguas pluviales que caían sobre la cubierta de este espacio o de toda la cabecera.

36 Solo se ven los sillares de la hilada superior y se desconoce si hay o no más hiladas a causa de haber dejado junto a la pared por razones de seguridad un testigo de un metro de anchura.

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Fig. 28. Capilla norte. A la izquierda detalle de los entalles para colocar las pilastras. A la derecha las pilastras que aun quedan en pie (archivo de la excavación-Jesús Gómez Carrasco).

El ninfeo (Fig. 15-14) está tallado en el espacio comprendido entre las dos capillas, un prisma pétreo de 11 x 5,40 m de base y de 2,75 a 1,5 m de altura. La apariencia es la de un semicírculo con gradas y cierta forma troncocónica de la base a la cima con la diaclasa dividiéndolo en dos partes desiguales. Tiene en la parte superior 6,84 m de diámetro y en la base 5,24 m, presentando una primera grada corrida y uniforme a ambos lados de la grieta que tiene una altura media de 32 cm y una anchura media de 60 cm La otra grada es discontinua, estrecha y escalonada y podría haber servido para soportar un forro de sillares, aunque no se pueden descartar otras opciones. Lo cierto es que la superficie útil del interior del ninfeo es de 7,96 m2 descontando el espacio ocupado por la surgencia, lo que hace que en el lado sur haya 3,41 m2 y en el norte 4,55 m2. Al igual que la capilla sur, la absidal esta cerrada por una cancela de unos 40 cm de anchura y de la que además de tres improntas (dos al sur de la diaclasa y una al norte) se conservan grapas de hierro y de plomo. No sabemos si este muro cerraba completamente el espacio o solo lo acotaba, pero el caso es que medio ninfeo queda sin acceso a causa de la pared (3,41 m2) y al otro medio solo se puede entrar por un vano de 0,70 m que comunica directamente con dos peldaños tallados que descienden hacia la surgercia (Fig. 15-15), a una pequeña plataforma paralela al

canal de 2,10 x 0,60 m y que solo tiene sentido si se quiere recoger agua directamente en el lugar más cerrado y más sagrado del balneario. En cuanto a la cubierta suponemos que es una semicúpula de la que no han quedado restos. Sí que se conserva parte del recrecido del prisma en el que se talla el hemiciclo. Este está constituido de opus caementicium forrado con sillares. No hay ninguna certeza de cual sería la altura de la cúpula. En su momento se planteó que tuviera una altura interior en torno a los 7 m en función de un módulo 1:1,5 (Matilla 2004b: 545), pero lo cierto es que no hay datos demasiado claros para ello. Como mínimo tendría la misma que las bóvedas de las capillas laterales.

Cronología del edificio No hay certeza de la fecha de su construcción. Una cuestión es que la secuencia cerámica ofrezca una cronología ininterrumpida entre los siglos i-v d.C. (Matilla, en prensa b), o que las monedas daten el uso del lugar entre el siglo i a.C. y el viii d.C. (Arias y Matilla 2011) y otra diferente es que esos materiales hayan aparecido en estratigrafías inalteradas. Solo en la hospedería y en un punto muy focalizado del edificio balneario monedas y cerámicas tienen una clara correspondencia con las estructuras.

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Es posible que las aguas empezaran a utilizarse por los romanos mucho antes de que se acometiera la gran obra de reorganización de la surgencia y que este uso fuera lo que forzara a invertir una gran suma en Fortuna. Es también posible que existiera alguna intervención anterior, con estructuras precarias o de consistencia menor a las posteriores, de la que apenas han quedado huellas a causa de la gran obra realizada con posterioridad. En nuestro estado actual de conocimientos solo se puede apuntar que la edificación del complejo se realizó durante el siglo i d.C. y su uso se prolongó a lo largo del siglo ii d.C.

Reformas en el edificio balneario Sin certeza de la época en que se realizan, se caracterizan por la construcción en mampostería frente a la sillería del edificio inicial. La primera de ellas atañe al canal de pluviales de la capilla norte y supone un cambio estructural importante pues elimina el estrechamiento de la cabecera en su lado septentrional ensanchando el edificio. Se elimina un tramo de 5,30

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m de muro de sillería, el que corría paralelo a la pared norte de la capilla y en su lugar se construye un gran canal (Fig. 15-I) revestido de opus signinum de la misma longitud, 1,55 m de anchura y 0,54 m de altura conservada que tras ese recorrido arroja las aguas al exterior (Fig. 29). Se vuelve a levantar el muro pero desplazado 1,5 m y se hace con mampostería. Si no se hizo en la primera fase, este es el momento en que probablemente el edificio es rodeado de la protección contra las avenidas (supra). La segunda reforma ni siquiera tiene que ser contemporánea y es posible que se pueda relacionar con una fase de ocupación en el siglo iv d.C. Se trata de la construcción de una bañera adosada al muro perimetral (Fig. 15-II), en el comienzo del pasillo meridional. Las medidas exteriores son 2,90 x 1,63 m y el grosor de los muros de 0,70 m en los tramos no adosados, de los que 0,35 corresponden a un rebanco exterior y de 0,20 m en los que están apoyados en el ángulo interior del muro de sillares. El vaso es de 0,71 x 1,81 m, con una profundidad de 0,58 m y está recubierto de opus signinum. Presenta un desagüe junto al fondo, en la pared que daría al pasillo del vestíbulo.

Fig. 29. Canales de pluviales en la cabecera, junto a la capilla norte, La flecha marca el canal estrecho original. En primer término la ampliación del canal en una de las reformas del edificio (archivo de la excavación-Jesús Gómez Carrasco).

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Esta bañera plantea dos problemas: 1) ¿cómo se llenaba de agua? y 2) su construcción supone un obstáculo en el pasillo, convirtiendo un paso que en ese punto tiene 3,20 m en otro de entre 0,30 y 0,70 m (en función de donde se sitúe el pilar que sustentaría el arco (0,70 m). Si el pasillo queda inutilizado en ese punto tal vez haya que llevar la bañera al siglo iv.

El abandono del edificio Hablar de fases de abandono en un lugar con aguas termales y minero-medicinales nunca es cierto del todo. Sabemos por los materiales cerámicos no estratificados del edificio balneario, por los estratificados de la «hospedería» y por las monedas que el momento álgido del balneario romano de Fortuna corresponde a los siglos i y ii d.C. El siglo iii d.C. está representado por unas cuantas monedas (cuatro antoninianos de Claudio II, uno de Galieno y tres ases de difícil lectura) y unos pocos fragmentos cerámicos de la forma 50 de Hayes, con datación de mediados del siglo iii a finales del iv d.C. (Hayes 1972: 73) lo que indica que pese a no existir mucho movimiento hay gente que sigue acudiendo a tomar las aguas. Hay abandono, pero de las infraestructuras, de su mantenimiento y reparación, no de la fuente termal (Matilla 2006: 161 y 169). El siglo iv resulta sorprendente. Solo se documenta en la habitación que hay junto al vestíbulo conservado. Allí, bajo una capa de ceniza de medio metro de grosor, sobre el suelo, aparecen multitud de fragmentos de cristal y muchos cuencos de terra sigillata clara D que encajarían muy bien con el uso de la bañera como pila de agua. Lo insólito es que esa capa de ceniza, en la que se distinguen once estratos de tres colores, negro, blanco y marrón, sucediéndose en este orden, es el resultado de la combustión de un techo vegetal en la que el negro corresponde a vigas o ramas relativamente consistentes que formaban el armazón de techo, el blanco a la combustión casi completa de ramas finas y matorrales que formaban una tupida maraña sobre las vigas y el marrón a capas de tierra que compactaban y aglutinaban los matorrales. Esta sucesión de capas se repetía hasta cuatro veces, siendo el resultado final una cubierta aislante e impenetrable a la lluvia (Matilla 2006: 166). ¿Cómo era posible que un edificio de esta envergadura tuviera una techumbre más propia de una choza? La respuesta la encontramos en el exterior. Junto al muro perimetral existe un suelo de uso de los siglos

iv-v. Al levantarlo aparecieron sillares caídos de este muro, lo que indica que el balneario había sufrido un colapso entre el siglo ii d.C. y el iv d.C. La causa puede ser diversa, desde problemas estructurales hasta un terremoto, pero el caso es que en el siglo iv d.C. la construcción es un campo de ruinas y los que la ocupan de nuevo no tienen o los medios técnicos o los económicos para repararla. Se ha planteado que la destrucción por fuego pudo deberse a una damnatio memoriae producida a partir de la época de Teodosio. No tenemos datos suficientes pues la extensión conservada de este período no es muy grande. Lo que sí es cierto es que a partir de este momento, aunque haya visitas a las aguas como parecen atestiguarlo algunos materiales como una contera de puñal de época visigoda o un felus emiral del viii (Matilla 2006: 171), el balneario como infraestructura no vuelve a recuperarse. Habrá que esperar al siglo xi para ver de nuevo una revitalización de la zona (supra).

Elementos hidráulicos exteriores Fuera del perímetro del edificio hay dos construcciones hidráulicas que se conectan directamente con este. Una es el estanque al que llegan las aguas de la piscina y la otra una piscina con su apoditerio.

a) El estanque El canal que desagua la piscina atraviesa el vestíbulo dividiéndolo en dos mitades y sale al exterior, donde descubierto se prolonga 3,5 m hasta llegar a un estanque de sillería con 4,07 x 2,28 m de vaso, grosor de muros medio de 0,50 m y profundidad de 0,40 m (Figs. 15-III y 30). El suelo está constituido por grandes losas de caliza de 1,44 x 0,60 m. Está muy alterado a causa de la construcción de una piscina romana adyacente y su utilización como baño medieval en época islámica (supra). Tampoco se ha podido excavar completamente para no eliminar el único camino de acceso a esa parte del yacimiento. De esta manera la información que se posee es incompleta, no obstante es posible que las entradas originales al edificio balneario partieran de este estanque, lo que explicaría la distancia de 3,5 m entre este y el muro de cierre. Por otra parte es evidente que el agua no se quedaba estancada allí, por lo que o bien funcionaba como castellum divisorium y distribuía el agua a otras eventuales instalaciones del balneario,

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o a partir de la alberca el agua salía al exterior por una acequia hasta perderse. El estanque recibía el agua del manantial a través de los aliviaderos de la piscina.

b) Apoditerio y piscina

Fig. 30. Estanque exterior al edificio donde vierte el agua de la piscina. El gran muro de mampostería que hay sobre una de sus paredes pertenece a la piscina exterior. La última hilera de piedra de la otra pared está constituida por dovelas. Se trata de la reutilización en época islámica (archivo de la excavación-Jesús Gómez Carrasco).

Adosada al muro exterior del vestíbulo hay una habitación de mampostería con un pavimento de opus signinum y un banco corrido, también de mampostería, junto a una de sus paredes (Fig. 15-IV y Fig. 31). La anchura exterior es de 3,93 m con muros de 0,60 m y la interior de 2,67 m El banco tiene una altura de 0,33 m y una anchura de 0’46 m. La longitud tanto de la habitación como del banco no se puede determinar ya que una fosa moderna afecta tanto a la estancia como al muro perimetral y vestíbulo del edificio balneario. En cualquier caso lo conservado es para el banco 1,63 m (le afecta otra fosa en el otro extremo) y para el muro 2,20 m. De todas formas, suponiendo que esta sala llegara hasta el muro perimetral tendía como longitud máxima 3 m. Comunica al sureste con otra estancia, que estaría cubierta, en la que se encuentra una piscina (Fig. 15-V y Fig. 31) a la que se accede por una escalera de tres gradas. Tanto suelos como paredes y gradas estaban recubiertos de opus signinum, aunque ahora solo se conserva este enlucido en unos pocos puntos. Las excavaciones hasta el momento presente solo han dejado

Fig. 31. Instalaciones exteriores al edificio. A la izquierda vista cenital del apoditerio y la piscina y a la derecha detalle de esta (archivo de la excavación-Jesús Gómez Carrasco).

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al descubierto uno de los ángulos de la piscina y parte de dos de los muros que la formaban, con longitudes de 3 y 6 m. A causa de la rotura producida por una fosa del siglo xix no se conocen las dimensiones del vano y aun no se ha llegado al fondo de la piscina, por lo que la profundidad también se desconoce de momento. Hay que destacar que esta habitación se apoya directamente en uno de los laterales del estanque, teniendo el muro en ese punto un grosor de 1 m. El conjunto de la edificación plantea varios problemas. El primero es su relación con el edificio balneario, ya que al haber desaparecido por la fosa la zona de unión con el muro perimetral no se puede saber si había un acceso directo desde el interior o bien se entraba desde fuera. El segundo es la cronología. La piscina, a excepción de unos cuantos fragmentos de cerámica común y pequeños elementos arquitectónicos amortizados (en su interior se hallaron dos fustes lisos de 30 cm de diámetro) solo tenía un trozo de pared de cerámica marmorata, que aunque nos remita al siglo i d.C. no es determinante, máxime cuando las habitaciones de mampostería son posteriores al estanque y presumiblemente a todo el edificio balneario. El tercero y último tiene que ver con el llenado de la piscina. La cota máxima del agua en la piscina del gran edificio está por debajo del suelo del posible apoditerio y no hay huellas de momento de mecanismos para elevar el agua ni de canalizaciones para transportarla.

Algunos elementos singulares a) Aras e inscripciones Hasta ahora se habían hallado una serie de aras anepigráficas usadas como moderno material de construcción (Egea et alii 2003: 136) y una con inscripción, aunque con la particularidad de que mientras el ara era de buena calidad, las letras eran de pésimo trazo, por lo que se planteó que el epígrafe respondía a una reutilización de la pieza original (Matilla y González 2003: 572). No resultaba extraño que como en la Cueva Negra, en el balneario las inscripciones fueran títuli picti. En la última campaña de excavación realizada se encontró un fragmento de lapida (Fig. 32) reaprovechada en un muro del siglo iv d.C. Lo conservado tiene forma triangular en la base y unas dimensiones máximas en los dos trozos de cara que se conservan de 5 x 12 cm y de 13 x 5 cm, correspondiendo estas últimas al campo epigráfico. La altura de las letras

Fig. 32. Fragmento de lápida aparecida en un muro del siglo iv d.C. (archivo de la excavación-Jesús Gómez Carrasco).

es de 3,5 cm. Presenta el comienzo de dos líneas y se intuye una tercera: Texto: Línea 1. En lo conservado solo hay espacio para una letra: M Línea 2. En lo conservado solo hay espacio para una letra y media: O ু Línea 3. Hay espacio para la parte superior de dos letras: + + La lapida con su texto poco puede aportar excepto que confirma la presencia de inscripciones frente a la teoría de los tituli y que en el siglo iv estaba ya amortizada.

b) Elementos ornamentales Los elementos ornamentales (Fig. 33) son realmente escasos y como tales, además de las columnillas encontradas en el abandono de la piscina exterior, hay una ova de estuco, un fragmento de cabeza de mármol y una especie de piedra redondeada con una moldura.

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Fig. 33. Diferentes elementos ornamentales aparecidos como material de relleno. Arriba a la izquierda ova de estuco. Abajo a la izquierda fragmento de cabeza de mármol. A la derecha ¿pilastra? con moldura redondeada (archivo de la excavación-Jesús Gómez Carrasco).

La ova podría ser parte de un friso, la piedra tiene una moldura redondeada semejante a un collarino que está inclinada, por lo que podría ser parte de una decoración escultórica (¿serpiente?). En cuanto al fragmento de escultura (en estudio) de momento sabemos que es de mármol de Paros, tiene forma triangular, plana en la base y convexa en la zona esculpida; el tamaño máximo conservado es de 12 x 9 cm y corresponde a ¿1/6? parte de la coronilla de una cabeza con rizos estilizados. Conserva en el interior huellas del perno que lo unía al resto de la cabeza que podría tener unos 24 cm de diámetro.

3. VISIÓN DE CONJUNTO Y CONCLUSIONES Fortuna y los otros balnearios del sureste El balneario romano de Fortuna, en especial el edificio construido en torno a la surgencia, es un lugar religioso que por su magnitud y teniendo en cuenta el poblamiento romano en un amplio radio solo se concibe conectado a una ciudad en un territorio en el que aguas minero-medicinales e hipertermales además de estar relativamente concentradas, también tienen restos de época romana. El uso de Fortuna convive con el uso de Archena, Alhama de Murcia y Mula, lugares separados de Cartago Nova por distancias semejantes (de 78 a 99 km). Sin embargo las cantidades invertidas en Fortuna y Archena superan con creces a las de Mula y Alhama. Ahí tenemos una primera diferencia. Una segunda está en la tipología y técnicas constructivas utilizadas en los diferentes

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balnearios. De Mula no sabemos prácticamente nada (González y González 1996), en Alhama de Murcia, además de dos grandes salas abovedadas con sus piscinas correspondientes hay dos termas tradicionales (Baños 1996; Baños et alii 1997); ninguna de estas construcciones tiene especial complejidad ni significa desembolsos espectaculares. Archena y Fortuna, a 23 km de distancia, son más parecidas en el sentido de que se construye una piscina porticada inmediata al nacimiento (Matilla, en prensa a; Matilla et alii 2012) y ambas tienen en torno a ella un deambulatorio, pero hasta aquí llegan las semejanzas. Una está junto a una vía de comunicación de primer orden (Sillières 1982; Brotons 1999) con un entorno densamente poblado en el que destaca la ciudad ibérica del Cabecico del Tío Pío (Fernández de Avilés 1943: 115-121; San Valero y Fletcher 1947), junto al río Segura y en una de las zonas más fértiles del sureste, la otra está en medio de ninguna parte, aunque fuerza una vía de comunicación,37 los recursos agrícolas, forestales o mineros son reducidos y el poblamiento prerromano y romano es irrelevante (Matilla y Pelegrín 1987). La concepción general de los balnearios y los materiales es diferente. Frente al orden toscano, la construcción en travertino o las paredes pintadas de Archena38 encontramos en Fortuna una edificación tosca y compacta que en apariencia pretende una mínima intervención en el espacio natural. Es posible que la conexión con la Cueva Negra sea lo que ha condicionado esta manera de construir. Cuando vemos que se alisa el monte para colocar encima sillares pero no se rebaja para dar a estos una superficie horizontal de apoyo, cuando se tallan piedras con forma triangular para que puedan encajar en los planos inclinados que se han dejado, cuando el uso de la teja es insistente y el del ladrillo mínimo y cuando se opta por la incómoda utilización de grandes ortostatos en lugar de utilizar sillares mas pequeños y regulares, que entre otras cosas permitiría manejarlos mejor; cuando ocurre todo esto hay que pensar que es intencionado y que está en función de la imagen final que se quiere proyectar de los baños. Con estas diferencias vemos que a pesar de haber coincidencias cronológicas entre los balnearios de Archena, Alhama de Murcia y Fortuna y de que en los tres casos hay una clara conexión con una ciudad (Matilla, en prensa a), no existe desde esta, en caso de que fuera la misma, un programa conjunto de construcciones. Tal vez uno de los elementos para ex37 38

En este volumen: «Balnearios, ciudades…». En este volumen: «Archena…».

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plicarlo sea la diferente tradición religiosa que existía en cada uno de los lugares (Matilla 2016).

La concepción espacial del edificio balneario Centrándonos en Fortuna hay que decir que la concepción espacial del edificio balneario todavía plantea muchas preguntas que en su mayoría quedarán sin respuesta a causa del uso continuo del manantial hasta el siglo xix y de las destrucciones y transformaciones producidas en su entorno. Pero hay cosas que sí sabemos y otras que podemos deducir. El edificio balneario está concebido como un templo en el que no faltan elementos de teatralidad. El bañista que llegara con cualquier afección vería en lo alto de la ladera una construcción del mismo color39 que el monte. Cuando se aproximara al balneario se encontraría con un estanque, situado metro y medio por debajo de la entrada, en el que aguas humeantes caían en cascada desde el canal.40 Accedería al vestíbulo donde entre las arcadas y los pilares entrevería el agua de la piscina y la estatua de la divinidad emergiendo de esta. Las capillas laterales estarían vedadas a su visión por estar tapadas por dobles pilares y por la existencia del muro de cierre. Solo parte del espacio frente al ninfeo sería visible. En caso de que el cierre del ninfeo fuera parcial, apreciaría la concentración de vapor. Esta visión, con ángulos diferentes la tendía también al discurrir por el pasillo para llegar hasta el ninfeo. Más allá de hacer votos a la divinidad por su curación y de entregar exvotos al sanar (Matilla et alii 2004a: 171-172) no sabemos que ocurría entre medias, como eran los tratamientos, si intervenían médicos además de sacerdotes o el peso que tenían los rituales religiosos durante el proceso,41 lo que sí sabemos es que la concepción del espacio del edificio facilitaba la motivación de los peregrinos-dolientes-bañistas.

La divinidad en el balneario Desde el principio hemos estado defendiendo que el edificio en el que está la piscina es tan balneario

39

No hay datos para pensar otra cosa. 40 Hay casi un metro entre la boca exterior del canal y el fondo del estanque. 41 Un buen ejemplo de la combinación de tratamientos médicos con rituales religiosos lo ofrece Elio Arístides en los Discursos Sagrados, especialmente XLVII y XLVIII.

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como la Cueva Negra, por lo tanto los dioses de ambos lugares podrían ser los mismos. Ahora bien, concretar esto es mucho más complicado. Ya hemos visto que las divinidades que aparecen en los tituli son las ninfas, Venus, Esculapio, Febo (o divinidades frigias: Atis y Cibeles) y Baco y por la fecha (VI K.APRIL) Magna Mater. Se podría aumentar el número si consideramos latices como aguas divinizadas, amor como divinidad, chaoni como apelativo de Júpiter (en realidad Zeus) y Fortuna por el topónimo (González Blanco 1987b: 273-285). Pero sin descartar ninguna de estas posibilidades hay que considerar las que parecen incuestionables: Las ninfas y Esculapio. En páginas anteriores se planteaban las discrepancias de interpretación de algunos dioses, así se podía leer divinidades frigias o Febo, Venus podía ser tanto una diosa titular de la cueva como una diosa ajena a ella y Baco era considerado un sinónimo de vino. Aun descartando las divinidades frigias, Cibeles parecía estar presente por el día señalado en los textos, pero no es absolutamente seguro; latices, amor o chaoni son posibilidades pero no certezas. En cuanto a Fortuna parece de sentido común por la existencia del topónimo, pero en ningún texto se habla de ella. Solo las ninfas mencionadas en tres textos (dos casi iguales) y Esculapio que también aparece en otros dos textos no son cuestionables. Son dos divinidades que encajan muy bien con las aguas y con las curaciones, pero tenemos la certeza de que en el balneario había muchos más dioses presentes. La combinación de base de pedestal y exedra confirma una advocación principal, pero no hay que olvidar la existencia de cuatro capillas,42 aunque solo dos sean inmediatas al ninfeo. En las capillas existen ¿seis? pilastras: cinco en la norte (el lugar de la sexta está sin excavar), una en la sur (se puede plantear que las huellas de las otras cinco no se han conservado) y dos en la que hay en la entrada (queda por vaciar la sala de derrumbes arquitectónicos), y queda una teórica capilla desaparecida en el xvii. La simetría del edificio obliga a considerar que todas estas capillas eran iguales, de ahí a plantear la existencia de 24 pilastras. ¿Cuál era la función que tenían? Desde luego no era estructural, por lo que caben solo dos posibilida42 La habitación que hay junto a la entrada tiene dimensiones semejantes a las capillas norte y sur de la cabecera y presenta como ellas huellas de haber tenido pilastras adosadas. Podría tratarse de la tercera capilla. En cuanto a la existencia de la cuarta (no conservada) se supone por lo explicado acerca de que cada una de las mitades del edificio se refleja en la otra mitad.

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des: la decorativa y la funcional. La decorativa en un espacio pequeño, acotado y cerrado no parece tener mucho sentido. La posibilidad que nos queda es que los nichos formados por estas columnas funcionaran como hornacinas, de tal manera que cada uno de estos contuviera la imagen o los símbolos de una divinidad. De esta manera habría en el edificio representado 25 dioses: incluso si elimináramos las capillas junto a la entrada, quedarían 13 dioses. Otra opción es que la cabecera tripartita responda a una triada y que el objeto de las pilastras se nos escape. No hay que olvidar que, excepto el posible apoditerio exterior, no hay ningún lugar identificado como vestuario, y la piscina tiene una capacidad media de 52-53 personas. Tal vez las habitaciones junto al vestíbulo pudieran cumplir esa función. Con seguridad había una divinidad, tres es razonable y 13/25 parece excesivo. No hay fuentes que nos informen mínimamente del funcionamiento de un balneario, afortunadamente los Discursos Sagrados de Elio Arístides pueden arrojar alguna luz al respecto. El II Discurso comienza con una enfermedad que los médicos no saben tratar lo que provoca que vaya a tomar aguas termales. A lo largo de todo el texto sigue un tratamiento de baños calientes, medicinales y fríos, algunos de ellos en ríos y en inverno y todo lo hace siguiendo las ordenes de Asclepio. Desde luego los baños se alternaban con otros tratamientos como flebotimías y vómitos. El caso es que durante todo el proceso y a pesar de que el dios que siempre estaba presente era Asclepio, se produce la intervención de otros dioses como Apolo, Serapis, Telesforo, Zeus, Atenea, Higia y los dioses infernales. Por otra parte una carta de Plinio el Joven (VIII, 8) describe el entorno de la fuente del Clitumno, río de Umbría al que se atribuía la propiedad de blanquear los ganados (Ruiz 2000: 59-62) y aunque no es medicinal ni termal, nos aproxima a lo que debía ser el ambiente religioso de un balneario. Plinio habla del templo del dios Clitumno en el que hay una imagen suya, de las numerosas capillas que hay a su alrededor, cada una con su dios y su culto, de los límites entre la zona sagrada y profana y de los innumerables epígrafes existentes. El edificio balneario no es una amplia campiña llena de capillas, pero es un santuario en el que se ha intentado alterar al mínimo la naturaleza y no es descartable que en esas grutas artificiales llenas de nichos que son las capillas estuvieran representadas varias divinidades. El elenco de los dioses o seres divinizados en los balnearios hispanos es variado, encontrando a Apolo

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(Caldas de Montbui y Caldas de Malavella), Aqua (São Pedro do Sul), Aquis Eletesibus (Retortillo), Aquis Sacris (Caldas de Monchique), Bormánico (Caldas de Vizela), Coventina (Guitiriz), Eduovio (Caldas de Reis), Fons (Boñar, Caldas de Monte Real, Termas de Santa Marta), Fortuna Balnearia (Fuente de la Mortera, Gijón), Genio / Tutela (Alhama de Aragón), Isis (Chaves y Caldas de Montbui), Juno (Alange), Jupiter (São Pedro do Sul), Musa Magna (Archena), Mercurio (Caldas de Reis), Mercurio Augusto Aquaeco (São Pedro do Sul), Minerva (Caldas de Montbui), Reve Anavaraeco (Orense) Salus (Baños de Valdelazura, Baños de Montemayor y Caldas de Montbui), Salus Umeritana (¿Otañes?), Tutelae Municipii Aquiflaviensium (Chaves) y Tutela Peregrinorum (Chaves) además de 14 balnearios con dedicatorias a las Ninfas (Díez de Velasco 1998). Sin entrar en cuestiones de cuales de estas divinidades reciben culto local o cuales pertenecen a la devoción del dedicante, hay muy poca uniformidad, destacando la ausencia de dioses como Esculapio e Higia, aunque esta última la podemos asimilar a Salus. En algunos de estos balnearios aparecen varios dioses, lo que refuerza la idea, junto a los textos de la Cueva Negra y la composición de las capillas de una pluralidad de dioses en Fortuna.

El modelo del edificio balneario Paralelos exactos con el balneario romano de Fortuna no hay. Tampoco era previsible ya que estos lugares se construyen en función del nacimiento de aguas minero-medicinales, por lo que lo sagrado del lugar y la topografía inmediata van a condicionar la construcción resultante. Tal vez las mayores similitudes con Fortuna se ven en el norte de África, en el antiguo balneario (58 ºC) tunecino de Yabal Ust. Este tenía un recinto sagrado alrededor de la surgencia y una zona balnearia separada unos cien metros (Egea 2003b). Es posible encontrar modelos semejantes a Fortuna si atendemos no al conjunto sino a las partes. Así la cabecera tripartita, sin ser común se encuentra en otros lugares cono el templo de Mercurio en Dugga (Gros 1996: 197), aunque en realidad se trata de tres cellas. En el Templo de Venus Genetrix en Roma, parece que hay también tres salas, aunque de lo que no hay duda es del ábside de la principal (Maisto y Vitti 2009). En el santuario de Poseidón y Anfitrite de la isla griega de Tino hay un ninfeo articulado en torno a una exedra, siendo esta la parte central

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de una gran fuente flanqueada con dos alas laterales en forma de pequeña stoa. Otro ninfeo semejante y más monumental es el de Herodes Ático en Olimpia (Tölle-Kastenbein 1993: 230-243). Si consideramos solo el ábside, encontramos multitud de paralelos en todo el Imperio pero al margen de los balnearios, lo que no tiene demasiado sentido en nuestro caso. En cuanto a los balnearios hispanos parece que en Fitero pudo existir una concepción semejante según el plano del balneario romano que realizó Lletget, aunque en este caso la cabecera tripartita consta de tres ábsides, siendo el central de mayor tamaño (Lletget 1870: 241-242; Medrano y Díaz 2005: 178 y 181-182). Otro elemento religioso inconfundible es el estanque, que encontramos en muchos lugares de culto (Eingartner 2005: 72-79), como en el templo de Diana en Mérida (Álvarez y Nogales 2003), o el de Baalbek (Jidejian 1975: 90). La particularidad de Fortuna es que el agua procede del interior del santuario. Tal vez la pieza más característica es la piscina porticada, de la que hay numerosos ejemplos en balnearios: Caldas de Montbui (Miró 1992a; 1992b; 2011: 124-128; Fonseca 2012: 171-172; González Soutelo 2012: 81), Caldas de Malavella (Llinàs 2004; Vivó et alii 2006; Llinàs y Nolla 2011; Miró 2011: 128-139; Fonseca 2012: 175-175; González Soutelo 2012: 81), Zújar (Díez de Velasco 1992: 2014: 396-398), São Pedro do Sul (Frade y Beleza 1992; González Soutelo 2012: 82) y posiblemente Orense (Eguileta y Rodríguez 2012). De todos ellos son los restos romanos de Zújar los que más se acercan a Fortuna, pese a las evidentes diferencias, como la ubicación de las arcadas dentro de la piscina. Desde el punto de vista del respeto al entorno natural encontramos una idea parecida a la que se desarrolló en Fortuna en la fuente Efca de Palmira,43 que por otra parte es la que abastece al oasis y dio origen a la ciudad del desierto. Se accedía a las aguas sulfurosas (33 ºC) y al pequeño santuario que allí se encontraba mediante una serie de gradas descendentes talladas en la roca que recuerdan las existentes en el interior del ninfeo de Fortuna, aunque no se conocen divinidades de tipo curativo asociadas a las aguas de Palmira (Egea 2003b). Otro caso puede ser el del santuario rupestre de Pan y de las Ninfas en Grotta Caruso (Reggio Calabria) que tiene un ninfeo (siglo ii

43 La fuente se asocia al dios local Yarhibôl (Bounni y alAsad 1989), estando su administración a cargo de uno de los funcionarios más importantes de la ciudad (Al-Hassani y Starcky 1957).

a.C.) en el que la idea de comunión con la naturaleza prevalece. Como en Fortuna se accedía al agua por una escalera, aunque en este caso de siete peldaños (Musti 1974; Costabile 1991; Egea 2003b). Efectivamente los diferentes modelos usados en la construcción del edificio monumental de Fortuna los podemos encontrar en otros lugares, lo que no existe es una concepción global semejante. Se trata de un dato más para considerar cada uno de los edificios de este tipo como únicos. Aunque participen de los estilos, las modas y las técnicas del mundo romano, los balnearios en general y en este caso el de Fortuna en particular, tienen un carácter propio en el que la geografía (desde los puntos de vista de la localización espacial y del lugar concreto de la surgencia), las creencias específicas asociadas a las aguas tanto por las poblaciones prerromanas como por los nuevos usuarios, las propiedades de las aguas, las conexiones con una ciudad, etc., son variables que van a contribuir a ello.

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ARQUITECTURA Y ESPACIOS DE ÉPOCA ROMANA EN EL COMPLEJO TERMAL DE ALANGE Juan Diego Carmona Barrero, Universidad de Extremadura

Resumen: En los últimos años, el estudio de los complejos termales de aguas mineromedicinales que funcionaron durante época romana con fines terapéuticos se ha postulado como una nueva línea de investigación con una marcada independencia de los trabajos que se han dedicado a edificios en los que el baño tiene una función primordial de ocio e higiene. En el caso del complejo termal romano de Alange y a la luz de los últimos hallazgos, hacemos una breve introducción histórica sobre el Balneario. Para ello se analizan por una parte las descripciones del edificio y por otra parte las intervenciones que se han realizado sobre él. A partir de esta información que nos permite desnudar el edificio romano de restauraciones posteriores, pasamos a hacer una descripción exclusiva de la parte romana y nos centramos en los elementos formales y en las técnicas constructivas empleadas en la realización de los mismos. En otro orden de cosas y de manera novedosa abordamos algunos aspectos tales como la modulación del alzado de las cámaras principales como propuesta del proyecto original del edificio. Summary: In recent times, the study of complex thermal mineral waters used during Roman times for therapeutic purposes has been postulated as a new line of research independent to the studies carried out on buildings in which the bathroom has a function of leisure and hygiene. In the case of Alange Roman thermal spa and in light of the latest findings, we will make a brief historical introduction to the thermal bath. To do so, we analyzed descriptions of the roman building that have been made about it. This information allows us to shed the roman building of posterior restoration work and we can describe the roman part and focus on the formal elements and construction techniques employed in performing them. We address some aspects like a proposal of modulation of its elevation. Palabras clave: Balneario romano, técnicas constructivas, módulos arquitectónicos, aguas minero-medicinales. Key words: Roman Healing spa, construction techniques, architectural modules, medicinal-mineral waters.

1. INTRODUCCIÓN El municipio de Alange, población en la que se encuentra el balneario romano del mismo nombre, se sitúa próximo a la confluencia del rio Guadiana y su afluente, el rio Matachel. A poco más de dieciséis kilómetros al sur de la capital autonómica extremeña, Mérida (Fig. 1), se extiende a ambos lados de una suave colina que une el cerro del castillo de Alange (485 msnm) con la sierra de Peñas Blancas (655

msnm), siendo la altitud media de la población de 345 msnm. El balneario, que a comienzos del pasado siglo se encontraba a las afueras de la población, ha sido fagocitado por una trama urbana que se ha desarrollado con mayor virulencia en el entorno del establecimiento termal que en el resto de la periferia. Esta circunstancia corrobora la importancia que dicho lugar tiene como motor para el desarrollo económico de la población con una considerable proliferación de

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Fig. 1. Situación de Alange (J. D. Carmona).

pequeños negocios que orbitan alrededor del balneario y que junto con la explotación del embalse que baña la orilla del pueblo hace de este emplazamiento una verdadera «villa termal».1 El manantial mineromedicinal que surte al balneario de Alange brota a unos cincuenta metros al norte del edificio de época romana. Lo hace con una temperatura que está en torno a los 26 oC y con un caudal de 316 l/sg2. Este manantial surge, junto a otros, en la base de la vertiente sur de la sierra de Peñas Blancas, un pequeño estribo transversal de la Cordillera Mariánica con una suave pendiente en la cara norte y algo más agreste y escarpado por la parte sur. Desde un punto de vista geológico, el balneario de Alange se sitúa en una zona que se caracteriza por la 1 En 1994 se sentaron las bases para que Alange alcanzara esta denominación (Véase Taller de estudios sociales y territoriales 1994). Aunque finalmente el proyecto no llegó a realizarse y las transformaciones durante las últimas décadas han carecido de plan director. 2 Para profundizar en el conocimiento de las características minero-medicinales del manantial, véanse: Romero Martín y Serrano Moreno 1990; Vázquez Fuentes 2008.

presencia de materiales paleozoicos representados por cuarcitas, arenas ferruginosas y esquistos sericíticos (Rosino et alii 2003: 57). Las cuarcitas y areniscas que forman la sierra de Peñas Blancas, conforman el acuífero que da origen a la surgencia del balneario de Alange, debiéndose la misma (Pinuaga y Del Castillo 1990: 79) a la interacción de una falla de desgarre NESO con un contacto de cuarcitas-esquistos sericíticos, surgiendo en el punto de menor cota topográfica. La existencia de extensos pies de monte en la vertiente norte puede favorecer el ocultamiento de algunas descargas hídricas. Las recargas del acuífero tendrían su origen en la filtración a través del plano de la falla de las aguas de lluvias recogidas por las cuarcitas de la parte occidental, que descienden a gran profundidad, donde se produce un aumento de temperatura. Este calentamiento favorece un flujo ascendente a través de otras fracturas hasta alcanzar la surgencia. Las aguas del balneario se caracterizan por ser radioactivas, bicarbonatadas cloruradas sulfatadas alcalino térreas; con una mineralización muy débil, hipotermal e hipotónica (García et alii 1990: 45).

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La carga mineral de las aguas, de origen profundo, se asocia a la presencia de batolitos graníticos. La aportación del radón tiene su origen en otros fluidos endógenos que establecen contacto con el agua a través de las mismas fallas (Rosino et alii 2003: 57) y cuyo origen está en formaciones batolíticas de gabros y granitos situadas a gran profundidad.

2. RESEÑA HISTÓRICA DEL BALNEARIO DE ALANGE El establecimiento balneario de Alange, tiene su origen en el fuerte nivel de romanización de la zona tras la fundación emeritense en el 25 a.C., momento tras el que podría haberse dado lugar a la construcción de este edificio termal para el tratamiento de los destacamentos destinados a la fundación de Mérida (González 2013: 126). El amplio conocimiento, que el mundo romano tuvo de los recursos naturales y su aprovechamiento permitió la localización del manantial, la identificación del carácter minero-medicinal de sus aguas y la construcción de unas termas próximas a dicho manantial. Un ara votiva, dedicada a la diosa Juno en agradecimiento por la curación de Varinia Serena (CIL II 1024) aparece repetidamente publicada desde el siglo xvi (Morales 1575) y, tras haber sido estudiados los personajes que aparecen en la misma (Álvarez 1973: 583) así como la posible ubicación original del hallazgo (Gimeno Pascual 1997: 17-20), nos permite señalar que en el siglo iii d.C. dicho establecimiento seguía en pleno funcionamiento. A tenor de los hallazgos del entorno próximo al balneario (Cruz 1986: 253-258; Cruz 1988: 205-213) vinculados a la etapa visigoda, se constata una importante ocupación de la zona durante este periodo. Ello ha llevado a establecer algunas hipótesis sobre la ubicación de un área de culto vinculada al establecimiento termal durante la ocupación romana sobre la que se superpuso con posterioridad un templo cristiano3 (Álvarez 1973: 460; Rodrigo y Haba 1992: 373) y que algunos autores han llegado a identificar 3 Con motivo de las últimas obras de rehabilitación (2012) realizadas en el edificio conocido como ermita de San Bartolomé, se ha constatado que el actual edificio (siglo xviii) se levantó aprovechando materiales con una filiación claramente mudéjar y que se podrían fechar entre los siglos xv-xvi. Por otra parte, en una de las zonas donde es visible esta fábrica mudéjar, en concreto una pequeña puerta con un arco apuntado enmarcado en un alfiz, se observa como la misma sirvió para cerrar un arco apuntado de grandes dimensiones, perteneciente a una fase anterior, en cuyos arranques aparecieron dos cimacios visigodos reaprovechados.

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con el Aquis que fue sede del obispo Cuniuldus en tiempos del rey Wamba (Álvarez 1984: 27; Velázquez y Ripoll 1992: 562). Tras la etapa visigoda, con la invasión musulmana, el complejo balneario parece caer en un total abandono. No se han constatado hallazgos que permitan afirmar con seguridad que durante esa etapa las termas se utilizaran con fines terapéuticos. El entorno de Alange tuvo durante este tiempo un valor de carácter geo-estratégico, con lo que la importancia de los hechos históricos se centró en la fortaleza del castillo (Terrón 1991; Gibello 2006: 115-119), identificado con el nombre de Hisn al-Hans y traducido como castillo de la culebra. Hasta la fecha, la presencia de época musulmana más próxima al balneario es la del hallazgo de una serie de enterramientos, en el inicio de la ladera del cerro del castillo, en el lugar que ahora ocupa la desamortizada ermita de San Gregorio (Pavón 2007: 130). En este sentido y a raíz de los hallazgos, entendemos que las instalaciones termales perdieron su función original, si bien la zona se mantuvo ocupada durante toda la Baja Edad Media. El uso de las ruinosas dependencias de época romana se transformó, dando lugar a una función de carácter habitacional en unos casos y de estabulación en otro. Algunos testimonios sobre dichos usos quedaron registrados en los libros de visitas de la Orden de Santiago, de final del siglo xv, que describen la vecina ermita de San Bartolomé señalan que «todo el edificio parece ser hecho de gran antigüedad y que está rodeada de edificios antiguos de fuentes y baños en que se demuestra haber sido allí gran casa» con acontecimientos que aceleraron en parte el proceso de desintegración de las estructuras del antiguo edificio (Carmona 1999: 52). No fue hasta el siglo xviii cuando el balneario volvió a recuperar interés. Tras una etapa en la que las aguas recuperaron su protagonismo y se convirtieron en el reclamo de bañistas que buscaban poner remedio a sus males (Gómez de Bedoya 1764: 167-172), en los últimos años de ese siglo se acometieron las primeras obras de rehabilitación de una de las dos grandes cámaras de época romana (Carmona y Calero 2013: 219), proceso que analizaremos de manera más minuciosa cuando nos refiramos a las restauraciones del edificio romano. Este fue el punto de partida de la nueva y definitiva etapa en la que el balneario de Alange se consolidaría como una de las estaciones termales de referencia en la península. La afluencia de bañistas fue tan importante en los primeros años del siglo xix, que tras la creación del

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Cuerpo de Médicos Directores en 1816 y del Reglamento de Baños de 1817 (Maraver y Corvillo 2006: 35), Alange contó permanentemente con la presencia de un médico-director en su establecimiento. En estos comienzos de siglo, las instalaciones eran muy precarias. Junto al lugar donde brota el manantial, no existía más que un charcón o alberca en cuyo perí-

metro algunos vecinos del pueblo habían construido unas chozas de estacas cubiertas de bayón a modo de vestuarios y levantado en la piscina un tabique de esteras con el fin de crear una zona de baños para hombres y otra para mujeres (Villaescusa 1850: 406). En 1822 el Gobierno comisionó a la Diputación Provincial para que hiciera aquellas obras que esti-

Fig. 2. Plano general del balneario (plano: J. D. Carmona).

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mara convenientes. Se realizaron las mismas sobre el charcón que había junto al manantial, obviando la posibilidad de recuperar el edificio de época romana. Se construyó un zaguán, junto al manantial, cuatro baños particulares y dos generales (Villaescusa 1850: 407). Cuatro años más tarde y a instancias del Capitán General del distrito, José San Juan y Downe, se construyen dos habitaciones con bañeras, un paseo y el lavadero. Años después, en 1842, se realizaron algunas obras de reparación por las cuales se sustituyó el suelo de madera por otros de mampostería, se levantó la casa hospital y se reparó el baño romano (Villaescusa 1850: 408-409). En los planos que se publicaron en la monografía de Villaescusa, se puede observar cómo solo se encontraba rehabilitada una de las dos cámaras romanas, la oriental. La cámara occidental, se representó de manera esquemática pero no se señalaron los accesos a la misma. La privatización del balneario en 1864 (Vega 1987: 95), fecha en la que pasó a ser propiedad de Abdón Berbén Blanco, fue el comienzo de una política empresarial de ampliación de las instalaciones y recuperación definitiva del edificio romano. El nuevo propietario promovió la construcción de 36 habitaciones con bañeras, una sala de espera y el edificio de la administración (Berbén 1895: 127). Desde final del siglo xix hasta la década de los años setenta del pasado siglo xx, la estructura del establecimiento permaneció prácticamente sin variación considerable alguna. Algunas reformas de instalaciones y modernización de las mismas así como el adecentamiento de algunos espacios fueron las únicas obras importantes que se acometieron (Gaztelu 1912: 7). A finales del siglo xx, el auge del termalismo unido a la aparición de un nuevo perfil de turista que busca en sus destinos ocio, cultura y relax, indujo a que se realizaran una serie de transformaciones en el balneario que proporcionasen una homogeneidad a aquel conjunto de construcciones que entre el manantial y el edificio de época romana se habían levantado entre los siglos xix y xx. La temporalidad en el uso del establecimiento pasó de los tres meses de actividad, que iban de la segunda quincena de junio a la primera de septiembre, a permanecer casi todo el año abierto con tan solo dos meses de cierre en invierno. Para ello fue necesario cubrir los espacios abiertos de intercomunicación entre unos edificios y otros. De esta forma, espacios como el patio de pilas o patio de la administración antes abiertos, quedaron cubiertos mediante grandes estructuras de acero y vidrio cargados de reminiscencias decimonónicas (Fig. 2).

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3. DESCRIPCIÓN DE LOS RESTOS CONSERVADOS DE LA ETAPA ROMANA Con la finalidad de facilitar la identificación de los diferentes espacios conservados de época romana, acometemos una breve descripción del edificio que permita una mejor comprensión de las estructuras y estancias que analizaremos en los siguientes apartados. La destrucción del complejo balneario romano se hace mucho más intensa a medida que nos alejamos del núcleo central del mismo que está formado por las dos grandes cámaras circulares. Con esta premisa describiremos el complejo partiendo de las zonas mejor conservadas, las centrales, hacia el exterior de forma concéntrica. Entendemos que existe también una importancia de la funcionalidad de los espacios que también responde a este criterio descriptivo, siendo los más importantes aquellos que se encuentran formando el núcleo central del edificio. Por otra parte, parece existir una clara simetría en el diseño del edificio, repercutiendo esto en una duplicidad de los espacios tal y como podemos observar en la tabla adjunta (Fig. 3) en la que se muestran los diferentes espacios y sus correspondientes simétricos. En los casos en que las casillas de la tabla quedan en blanco es porque no se ha localizado dicha correspondencia. Enumeramos a continuación las diferentes dependencias y espacios señalados en el plano (Fig. 4) aportando una breve descripción de los mismos.

Fig. 3. Denominación de espacios reflejados en la figura 4.

Cámaras circulares occidental y oriental A-A’ Ambas cámaras circulares, cubiertas con bóvedas hemiesféricas, con cuatro hornacinas o exedras distribuidas de forma ortogonal en su interior y con una piscina circular en el espacio central formada por una serie de gradas concéntricas han sido ampliamente estudiadas en otras publicaciones (Álvarez 1973; Carmona 1999). Ambas son prácticamente iguales

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Fig. 4. Planta del edificio romano (plano: J. D. Carmona).

y tan solo algunos pequeños detalles hacen que se diferencien en la actualidad, aunque entendemos que esas variaciones son consecuencia de las remodelaciones realizadas en estos espacios. A simple vista, la diferencia más notable entre una cámara y otra es la de la cornisa que recorre el arranque de bóveda (Fig. 5). Mientras que en una es doble, en la otra se desarrolla en una única cornisa con una faja inferior

de grandes dimensiones. Ello nos lleva a pensar que la cornisa inferior debió encontrarse muy deteriorada y en una de las intervenciones sobre el edificio se decidió rebajarla y conectarla a la cornisa superior, puesto que la sección realizada en la expedición del Marqués de Valdeflores (Salas Álvarez 2010: 20), E. Rodríguez dibujó ambas cornisas con el diseño de la actual cámara A’ (Fig. 6).

Fig. 5. Detalles de cornisas de las cámaras circulares A y A’ (fotografía: J. D. Carmona).

Fig. 6. Sección de las salas A y A’ (Rodríguez 1753).

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En cuanto a la funcionalidad de dichas salas, entendemos que al tratarse de unas instalaciones con fines terapéuticos, las piscinas de estas dos salas se utilizaron con agua a la temperatura a la que brota del manantial tal y como se ha venido haciendo hasta hace unos años.

Pasillos de acceso cámaras (nivel 1) B-B’ En el lateral sur de la cámara occidental (A) existe una puerta de acceso a dicho espacio. Esta puerta se abre a un pasillo (B), cubierto por una bóveda de cañón, que se desarrolla con una orientación E-O. Ante un planteamiento simétrico de las cámaras circulares (A-A’), encontramos otro pasillo (B’) alineado al anterior y en disposición simétrica que permite el acceso a la cámara oriental (A’). En la actualidad ambos pasillos (B y B’) se encuentran intercomunicados por una estrecha galería realizada en tiempos modernos, probablemente aprovechando las cajas de escaleras (D-D’) que permitían subir al nivel de galerías superior (C-C’). En la antigüedad el acceso a estas salas se hacía de forma independiente,4 aunque no como propuso Mélida cuando señalaba que se pudo acceder a ambas cámaras por los lados menores del edificio (Mélida 1925: 364). Recientemente se han sacado a la luz otros accesos que se encontraban ocultos bajo una gruesa capa cal. Se trata de dos accesos que desde el muro más septentrional de la galerías B y B’ que daban paso a otras dependencias. En el caso del situado en la esquina suroeste del edificio y que comunica el espacio B con el G, se descubrió a raíz de los sondeos realizados para la construcción del túnel que comunica con el hotel del balneario. Invisible desde el interior por el enfoscado que lo cubría, apenas unas lajas en posición vertical daban la pista sobre la existencia de un arco oculto bajo los jardines limítrofes al complejo termal romano. Tras el sondeo de una cata de 2,00 m x 2,00 m se dejó al descubierto una puerta de acceso que había sido tapiada en un momento indeterminado (Fig. 7). Una segunda puerta, con una disposición simétrica a la que apareció en el pasillo B y ubicada en el pasillo B’, se abre en una cota más elevada. En este caso sí era conocida la existencia de la misma y

4 Los planos de Fernando Rodríguez y de Villena Moziño, aunque diferentes en cuanto a los detalles representados por uno y por otro, señalan la independencia de los accesos a cada cámara.

Fig. 7. Puerta que comunica pasillo B con estancia G (fotografía: J. D. Carmona).

probablemente se abrió sobre otra más antigua situada a una cota inferior.

Pasillo (nivel 2) C’ De dicho pasillo, que estuvo situado sobre el denominado B’, tan solo se conserva parte del paramento del muro que limita con la cámara circular A’ y el arranque de la bóveda en la parte superior. Hoy en día, lo que se conserva de él, permanece como fachada exterior del volumen que encierra las cámaras A-A’ a consecuencia de la pérdida de buena parte de la galería original durante la etapa de abandono del edificio (Fig. 8). El aspecto que presenta el edificio que alberga las dos grandes salas circulares (A-A’), apenas conserva restos visibles de época romana en su exterior. El conjunto ha llegado hasta nosotros carente de fachadas que puedan aportarnos una idea de cómo pudo su aspecto externo en la antigüedad. El paso del tiempo ha descarnado la mole de cal y piedra dejándola tan desnuda que fue necesario dotarla de una nueva piel que le ayudara a mantenerse en pie. Estas reparaciones han convertido el edificio en un gran prisma de piedra

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Fig. 8. Arranque bóveda pasillo C’ (fotografía: J. D. Carmona).

carente de cualquier indicio que anuncie lo que en realidad guarda en su interior. Lo que ahora consideramos fachada sur del exterior de las termas se diferencia de las demás por la proliferación de diferentes reparaciones y consolidaciones ejecutadas en mampostería y que han generado unos contrafuertes que soportan los empujes de la bóveda de la cámara occidental (A), la que presenta un mayor número de patologías. Es muy probable que las fisuras de la bóveda tuvieran su origen en un cúmulo de circunstancias adversas que afectaron la estabilidad de la misma.5 Embutidos en los recrecidos modernos quedan algunos restos de arranques de bóvedas que nos proporcionan información sobre un segundo nivel de galerías perimetrales (C’) y vías de comunicación vertical con el nivel inferior (D’) (Fig. 9). Pese a que se ha señalado como posible fachada primitiva el muro que en la zona sur se eleva 1,40 m y discurre paralelo a 1,80 m de la fachada moderna (Álvarez 1973: 471), en la actualidad y tras las intervenciones realizadas en 2007,6 se ha podido comprobar que dicho paramento no tiene carácter de 5 Además de haber estado rellena de tierra hasta un tercio de su altura durante mucho tiempo y de que se le practicara un boquete por la parte norte tal y como lo atestigua el dibujo de Villena Moziño, es probable que la esquina suroeste sufriera un asentamiento como consecuencia de los trabajos de canalización del desagüe de la piscina occidental. 6 Durante el seguimiento arqueológico llevado a cabo en 2007 por J. A. Calero Carretero, con motivo de la construcción del túnel que comunica el edificio romano con el Gran Hotel Aqualange, se pudo observar en la estratigrafía la apertura de una gran zanja que tenía su origen en esa esquina del edificio romano y que pudo ser la causante de asentamientos estructurales y vuelco de la estructura abovedada en esa zona con la consecuente aparición de patologías. A todo ello se le debe sumar la ausencia de una impermeabilización en la cubierta plana, con lo que las aguas pluviales se filtran por las grietas agravando la situación.

Fig. 9. Detalle arranque bóveda caja de escalera D’ (fotografía: J. D. Carmona).

fachada sino que es un muro interior correspondiente a dependencias anexas a las estancias de las piscinas circulares (G). Lógicamente, al contrastar los restos de fábrica romana de estos paramentos con el desarrollo de galerías en la parte inferior en las fachadas actuales sur y oeste, queda patente que en ninguno de los casos esos muros fueron tales fachadas exteriores, sino que formaron parte del sistema de intercomunicación entre los distintos espacios del complejo termal.

Caja de escalera D’ Continuando la lectura del paramento de la actual fachada sur de las termas, nos encontramos con el arranque lateral de una bóveda de cañón cuya generatriz es inclinada. Entendemos que dicha bóveda cubría un espacio que salvaba dos espacios con cotas diferentes con lo que se asocia a una escalera pese a que no se ha conservado la impronta de los peldaños en el muro. Mediante un levantamiento fotogramétrico del paramento hemos logrado restituir el posible trazado de la escalera y plantear un trazado hipotético de la vía de comunicación vertical entre el pasillo B’, en una cota inferior, y el C’, situado en una cota superior.

Pasillo lateral cámara (nivel 1 y 2 ) E-F A través del actual sistema de acceso, que aprovecha parte de las galerías de época romana, entendemos cómo se organizaba la circulación entre unos espacios y otros. La galería escalonada, que permite el acceso desde el balneario moderno hasta el edificio romano y que se sitúa en la cara oeste del edificio se formó mediante la unión de dos galerías de época

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romana (E-F) mediante la supresión de la bóveda de la galería E que a su vez generaba el suelo de la galería F (Fig. 10). Si nos detenemos en un análisis del paramento de la galería que pertenece al muro que separa a esta de una de las cámaras, observamos como en la zona de menor cota de la escalera, en correspondencia con el trazado de la galería E y en parte oculto por un refuerzo moderno, se aprecia la mampostería romana. Se trata de una fábrica de opus incertum. La piedra se apareja nivelando las irregularidades de las hiladas con lajas de pizarra. Hacia la mitad de la escalera el aparejo se interrumpe con una laja que sobresale formando una hilada horizontal que marcaba el arranque de la bóveda que cubría la galería inferior (E). Tras una banda de aparejo diferente, de unos 60 cm de altura, vuelve a aparecer el aparejo romano, en esta ocasión perteneciente a la galería F. En la parte superior se aprecia el arranque de la bóveda que está incompleta. El paramento opuesto al mencionado en dichas galerías se encuentra sometido a una fuerte deformación como consecuencia de empujes diferenciales producido por los rellenos exteriores en la base y la falta de contrarresto de los empujes laterales de las bóvedas originales sobre el edificio anexo (I) en la parte superior. En cualquier caso, todavía es posible reconocer los rebajes verticales (Fig. 11) que hemos

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identificado como conducciones de aire caliente (Carmona 1999: 108) o vapor de agua y que guardan simetría con los restos de la galería de la parte opuesta del edificio (E’) (Fig. 12).

Pasillo lateral cámara (nivel 1) E’ En la parte oeste debió existir otra galería que fue la que se habilitó en la primera recuperación de las termas en 1784 para acceder a la cámara oriental (A’). Ante la recuperación de la sala occidental (A) y la construcción del acceso por esa parte (galerías B, E y F), el acceso oriental (E’) cayó en desuso quedando inutilizado en la actualidad. Parte de esta galería resulta visible, puesto que se ha convertido en un patio. En ese patio, el muro del lado este, al igual que ocurría con la galería opuesta, conserva los rebajes para las conducciones de aire caliente. Desconocemos si las galerías perimetrales se comunicaban por la parte norte del edificio. La lógica del comportamiento estructural del edificio así lo aconsejaría y en el dibujo de Francisco Rodríguez de 1794 (Fig. 13) así se apunta. La existencia de dos galerías que rodearan en diferentes niveles las dos cámaras circulares y sus cúpulas contribuiría a dar una mayor estabilidad a estas, generando un reparto de cargas progresivo. La función de ambas galerías sería

Fig. 10. Fotogrametría escalera actual y reconstrucción trazados pasillo E y F (fotografía: J. D. Carmona).

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Fig. 11. Rebajes galería F (fotografía: J. D. Carmona).

Fig. 12. Rebajes galería E’ (fotografía: J. D. Carmona).

similar a la de un cinturón que absorbe los empujes y los distribuye de nuevo a cotas inferiores sobre las dependencias del contorno exterior.

tigaciones no nos permite precisar, fue reutilizado. Sobre el pavimento de opus signinum, en alguno de los laterales aparece un enlosado de baldosas de cerámica y al lado de la puerta un murete de pobre factura. Este espacio forma parte de un conjunto de estancias adosadas a la fachada sureste del balneario. En la intervención de 2007, mediante una zanja paralela a la fachada sur, se comprobó la existencia de dos habitaciones más, de la misma anchura, pero de dimensiones diferentes: la primera de 2,00 m por 6,60 m puede asociarse a los accesos a un nivel superior, tal vez correspondiéndose con los núcleos de escaleras que dibujó Fernando Rodríguez en 1794. Aún a fuerza de ser reiterativos, debemos repetir que el relleno de toda la zona en la que hemos intervenido no proporciona, por desgracia, ningún material arqueológico que posibilite una mínima aproximación cronológica. De hecho, está compuesto por capas de tierra, piedras, cascotes y bolsadas de cenizas que demuestran, por su disposición, que los espacios fueron colmatados con la intención de utilizarlos para la actividad agrícola. Se trata con toda seguridad de

¿APODYTERIUM? G A través de la puerta de reciente aparición en el pasillo B, accedemos a una habitación de planta rectangular (G), de 6,67 m por 5,51 m adosada a la fachada sureste del balneario que presenta en su pared izquierda una puerta con arco de medio punto, de 1,19 m de anchura y 2,65 m de altura que permite, como habíamos supuesto, acceder por el pasillo B hasta la sala A. El pavimento de esta estancia es de opus signinum en buen estado de conservación. En el muro situado al oeste, en la base de una puerta que da acceso a una segunda habitación que no se ha vaciado, encontramos empotrada en el suelo una rejilla sumidero de mármol. El espacio que nos ocupa, en un momento indeterminado que el estado actual de nuestras inves-

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Fig. 13. Plano del complejo termal romano (Rodríguez 1794).

las huertas que Madramany7 mencionaba a finales del siglo xviii y cuyos propietarios impidieron la restauración del segundo baño. En cuanto a la interpretación de las estructuras exhumadas en la intervención de 2007 (Calero y Carmona 2007), dado lo parcial de la intervención, no es posible, en el estado actual de la investigación, presentar conclusiones definitivas, aunque los indicios apuntan a un posible apodyterium en base a la aparición de los restos de algo que interpretamos como un banco corrido con hornacinas bajo la zona de asiento.

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incertum de 1,52 m de anchura y 0,90 m de longitud conservada, y que se alinea paralelo a la fachada sureste del edificio principal romano desapareciendo en un tramo de otros 5,60 m como consecuencia de unas obras de reparación de la canalización del desagüe de la terma occidental. A causa del incremento del desnivel del terreno, del aumento del nivel del relleno y de la profundidad a la que se situó la canalización fue necesario abrir una zanja en forma de V que supuso la destrucción del mencionado muro y del que, con semejantes características, corría en paralelo más al norte, a tenor del machón situado frente al esquinazo al que nos hemos referido. El estado de arrasamiento de los muros es muy importante, y el relleno, estéril, tiene una potencia aproximada de 4 m y está compuesto por tierra, cascotes y piedras resultado de la destrucción de las estructuras muradas ya mencionadas. Una vez pasada la zona destruida, el muro paralelo a la fachada sureste del balneum se conserva en las mismas condiciones hasta llegar a un nuevo muro, a 10,64 m de distancia, perpendicular en dirección noroeste en el que se abre un vano, con umbral de mármol muy deteriorado y de 1,20 m de anchura, que nos permite acceder a la estancia G. En el muro que acabamos de describir sobresalen dos contrafuertes de 0,66 m de longitud y 0,76 m de anchura entre los que parece haber una banqueta de 0,36 de altura que presenta revoque de mortero de cal y arena. Otro contrafuerte, similar a los que hemos mencionado y de semejantes características, aparece a la izquierda de la puerta y también va asociado a una bancada donde se halló un pequeñísimo fragmento de estuco rojo. Todo este espacio carece de pavimentación y el relleno, estéril, está compuesto, como en toda la zanja, de tierra, cascotes y piedras con algunas bolsadas de cenizas. La circunstancia de la excavación parcial de dicho espacio no nos permite aventurarnos en la funcionalidad del mismo, aunque la presencia de bancos corridos nos hace pensar que se trata de una estancia de reposo o espera.

Dependencia H Dependencia I En los trabajos de seguimiento arqueológico de 2007, se localizó la esquina de un muro, que como todos los descubiertos, es de buena fábrica de opus 7 Mariano de Madramany y Calatayud fue un reconocido jurista valenciano que vivió entre los siglos xviii y xix y que fue autor de diversas obras literarias.

Señalada en el plano con la referencia I, hemos dibujado una dependencia con una planta simétrica a la que aparece en la zona oriental del complejo (I’). No podemos aportar mucha información sobre este espacio ya que no se ha realizado ninguna intervención arqueológica sobre la zona. Aparece reflejada sin

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embargo una dependencia de planta rectangular en el plano que dibujó en 1794 Francisco Rodríguez y del que ya apuntamos por las dimensiones del montículo que lo cubre como la correspondencia simétrica a la otra parte del edificio (Carmona 1999: 110).

Dependencia I’ Durante muchos años la «galería oriental» o «cueva» es la denominación con la que venimos conociendo al edificio que, con un carácter casi de substrucción o criptopórtico, se levanta en la parte más oriental del complejo romano y del propio balneario actual. Hubo una época en la que el actual acceso apenas era visible. Inaccesible por encontrarse oculta por la vegetación y las cenizas procedentes del moderno balneario, el lugar desató la imaginación de vecinos y visitantes dando lugar a todo tipo de historias y leyendas. Ese estado de semiocultación y abandono llevó incluso a malinterpretar la naturaleza de aquel espacio, dándosele el nombre de cueva de la Mora o cueva de la Alhambra8 (Puig y Larraz 1896: 36), unas denominaciones con un marcado carácter decimonónico y con una clara influencia del romanticismo. La dependencia I’, de la que ya nos hemos ocupado en otras ocasiones, tanto de su descripción (Carmona 1999: 87-92), como de la diversidad de interpretaciones gráficas que ha suscitado por quienes han dibujado el edificio en otros tiempos (Calero y Carmona 2008: 521-535), carece aún de un estudio en profundidad que permita establecer fases constructivas y diferentes reformas. Las continuas filtraciones y la situación casi permanente de inundabilidad de parte de las dependencias están sometiendo al mismo a una debilitación de las estructuras con la aparición de deformaciones que alertan de un posible colapso y ruina de parte del edificio. El espacio conservado es una dependencia de unos 18 m de longitud y unos 3,50 m de ancho que está cubierto por una bóveda de cañón. El lateral oriental se resuelve con una serie de seis arcos de medio punto que se apoyan sobre unos contrafuertes (Fig. 14). 8 Con esta denominación se recoge en el libro de Gabriel Puig y Larraz «Cavernas y Simas de España» publicado en 1896. Sobre la de la Alhambra en Alange, dice lo siguiente: «Gruta con estalactitas situada en las inmediaciones de las aguas minerales que han dado fama a la población; el nombre parece haberle sido dado por los bañistas en este siglo; anteriormente ignoramos cual pudiera ser, y aún tenemos indicios de que no sea natural; pero en la duda preferimos señalarlas, aceptando gustosos cualquier rectificación que los conocedores del país nos hagan».

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Durante la operación de vaciado del edificio realizada en los años noventa, se comprobó que los apoyos de los arcos en los contrafuertes estaban seriamente dañados. Por la forma en la que se habían cortado las bases de los arcos, parece que había una clara intención de demoler o causar la ruina del edificio en otra época. Tras el vaciado del mismo se procedió a recalzar y consolidar todos los arcos y contrafuertes. En el muro de cierre que hay tras cada arco, se abren unas pequeñas ventanas de 0,70 x 0,70 m, situadas en el tercio superior del arco. Algunas de ellas están muy deterioradas a consecuencia de la deformación de los muros y la perdida de mampuestos. Dichos huecos debieron construirse con la finalidad de aportar luz y ventilación a ese espacio. En la parte exterior del muro, pueden apreciarse la presencia de contrafuertes cuya disposición es coincidente con los interiores. Tras el estudio de la planta completa del edificio y los alzados que se asocian a la etapa romana, tan solo nos atrevemos a asignar un tratamiento de fachada a ese fragmento de muro reforzado con contrafuertes que se encuentra en el muro de la galería oriental (I’) situado al E. Este muro presenta una serie de arcos de descargas por su parte interior que sirven de soporte a la bóveda de cañón de la galería. Dicho muro por su parte exterior es visible en la zona sureste que es accesible desde los jardines del balneario, mientras que en su parte noreste queda oculto por un bloque prismático que ejerce funciones de arriate en el patio de la vecina ermita de San Bartolomé. La parte exterior del muro presenta una fábrica de piedra irregular con características muy similares a los muros conservados en el interior. Los contrafuertes exteriores, coinciden con los apoyos de los arcos interiores. Hasta la fecha es la única zona que entendemos que puede corresponder con la fachada exterior del edificio. Referente a la funcionalidad de este espacio, no existen indicios suficientes para asegurar cual fue. Si sabemos que es un espacio de transición para acceder a los cubículos que describiremos a continuación. Sin embargo, los restos conservados no nos permiten discernir si se trataba realmente de un espacio de paso o era una estancia en la que se reposaba o se esperaba.

Cubículos J’- K’- L’- M’- N’ y O’ En el lateral occidental de la sala I’ se abren seis dependencias de dimensiones similares entre ellas con una media de 2,50 x 1,80 m. Todas ellas cubiertas

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Fig. 14. Sección longitudinal del modelo fotogramétrico de la galería I’ (M. A. Aza y J. D. Carmona).

con bóvedas de cañón de generatriz perpendicular a la generatriz de la bóveda de la sala I’. En tres de ellas (J’, K’ y L’) existe un relleno, hasta la mitad de la altura de la misma, mientras que las tres restantes (M’, N’ y O’) están completamente vacías. Cada una de las dependencias vacías, presenta una pequeña apertura en la base del muro que separa estas dependencias del espacio de tránsito E’. En la cara exterior de dicho muro (E’), se localizan tres canales verticales (¿conducciones de aire caliente?) de idéntica disposición y simétricos a los que aparecen en la actual escalera de acceso (F) a las salas A y A’. En este caso, al final de la parte alta de la acanaladura, se abre un conducto horizontal, con una suave caída, hacia la bóveda de la sala I’ (Fig. 15). Sin embargo no es posible apreciar salida alguna en la bóveda. Esto nos hace pensar que igual estaba en relación con el calentamiento del suelo del nivel superior (Q´). En dicho nivel superior (Q´) era visible hasta hace unos años un pavimento de opus signinum cuya función se nos escapa. Pudo ser fondo de una piscina o pudo formar parte de la impermeabilización de un nivel de azotea o terraza transitable. De momento es imposible determinar su función. Por ahora, no podemos identificar cual fue el uso al que se destinó esta sala y sus dependencias anexas. Hemos apuntado en alguna ocasión que dicho espacio

pudo estar destinado a zonas de baños calientes (Carmona 1999: 91-92). Los únicos testigos que pueden corroborar dicha afirmación son: la presencia de esas canalizaciones que pudieron alojar tubos cerámicos (tubuli parietalis) que condujesen vapor al pasillo colindante (E’) y los huecos en la base del muro de las habitaciones (M’, N’ y O’), algo que nos lleva a pensar en la existencia de un hypocaustum en las mismas9 pese a la ausencia de restos de pilae o marcas de suspensurae en los muros perimetrales. En otra línea y atendiendo a lo reducido de sus dimensiones, también se puede plantear la presencia de dichos cubículos como lugares para tratamientos individualizados, salas de culto (González 2013: 141) o incluso espacios destinados a incubatio, rituales que se podían llevar a cabo en las proximidades de templos o lugares de sanación (Díez 1998: 130).

4. ESTRUCTURA HIDRÁULICA Si bien en la actualidad el balneario se surte de un manantial principal y de los manaderos que en 9 Entendemos de la necesidad de infraestructuras para calentar las aguas puesto que las aguas de Alange (26 ºC) son consideradas como hipotermales.

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Fig. 15. Sección transversal del modelo fotogramétrico de la galería I’ y dependencia L’ (M. A. Aza y J. D. Carmona).

torno a él se producen, no sabemos cuáles fueron los puntos de suministro en época romana. Álvarez Martínez hace referencia a una serie de canalizaciones que probablemente recogerían las aguas del cerro inmediato denominado «La Mesilla» e identifica un fragmento de opus caementicium que se halla frente a la puerta del balneario moderno, cubierta por una bóveda, a la que se descienden por unos escalones (Álvarez 1970: 282). Suponemos que esta descripción se corresponde con la ubicación del caput aquae que coincide con el manantial principal en la actualidad. Hoy no es posible identificar ese fragmento de opus caementicium, sin embargo entendemos que el pequeño pozo que acoge el manantial es el mismo que ya se refleja en la planta del edificio que realiza Laborde y en el que se dibuja el charcón o alberca y junto a él, un pequeño rectángulo en la parte superior del grabado, que identifica como fuente o manantial. Desde dicha fuente, en época romana, se canalizó el agua hasta el edificio principal a través de

conducciones de plomo o fistulae plumbeis. Resulta complicado ver en la actualidad como se distribuyó el complejo hidráulico de abastecimiento puesto que las numerosas reformas realizadas en el espacio que separa el manantial del edificio romano han modificado los sustratos arqueológicos convirtiendo todo el subsuelo del moderno balneario en un intrincado complejo de aljibes y depósitos que enmascaran la posible existencia de un castellum aquae que distribuyera el suministro. Son numerosos los autores que mencionan la existencia de conducciones de plomo que iban desde el manantial hasta las piscinas de las salas A y A’. Aunque es probable que muchos de ellos no lo vieran de primera mano y lo que hacen es citar el comentario que Fernando Rodríguez hace sobre los mismos: «A través de unos encañados de plano (sic) se hacía conducir el agua» (Rodríguez 1794). La evacuación de las aguas desde las piscinas romanas se realiza a través de unas pequeñas galerías

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abovedadas o canales (Fig. 16) construidas con mampostería de piedra y cerradas con bóvedas de cañón. La salida es independiente para cada piscina. Mientras que la oriental (A’), evacua hacia el sur, la de la sala occidental (A) lo hace hacia el suroeste. La primera parece corresponder al canal de desagüe original de época romana. Su trazado parte desde un sumidero situado en la parte sur de la piscina que desemboca en la galería B’, donde mantiene un registro exterior en la superficie y ahí, atraviesa bajo la actual fachada dirigiéndose hacia el sur. En las descripciones que hace Villaescusa sobre el sistema de desagüe, señala que está construida con ladrillos de media vara de largo por un pie de ancho y tres pulgadas de grueso (Villaescusa 1850: 394). Indica también, que estos desagües continúan prestando servicio. El sistema de evacuación de la piscina de la sala occidental (A) nos plantea dudas en cuanto a su origen romano. El primer indicio que apunta esta sospecha es el cambio de dirección con respecto al canal de desagüe de la piscina de la cámara gemela A’. Sería este uno de los pocos elementos que rompe con ese criterio de simetría que guarda todo el conjunto. Como ya señalamos anteriormente, durante los sondeos de 2007, se observó como una gran zanja había destruido buena parte de la fábrica romana atravesando en dia-

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gonal la estancia H. Esa zanja se había realizado para acceder, si es que existía, a esa galería de desagüe. Otro elemento que nos permite dudar es que en este caso la bóveda es plana, resuelta con grandes lajas de piedra. Cabe pensar que el canal de desagüe romano se había hundido y durante la reparación y para la puesta en marcha de aquella piscina a finales del siglo xix se abrió una nueva conducción con la intención de limpiarlo y restaurarlo, pero no parece esta la interpretación más acertada. Partiendo de la base de un diseño de trazado simétrico, algunos elementos relacionados con la evacuación de aguas confirman ese planteamiento. En la estancia G se localizó un sumidero formado por una placa de mármol con los cinco agujeros se sitúa en la línea que teóricamente debería llevar el canal de la piscina de la sala occidental (A). Por otra parte y con el fin de preservar los muros del lado norte de las termas del contacto directo con el relleno, se levantó, por esta cara y la oeste, un muro de contención que separado unos 50 cm aproximadamente del edificio romano, genera un espacio que ejerce un función drenante y preserva las fábricas romanas. Hasta este momento, no ha sido posible datar dicha construcción. La lectura de los paramentos interiores de ambas galerías y el análisis de las estructuras conservadas en el sistema de drenaje así

Fig. 16. Planta del sistema hidráulico del edificio romano (J. D. Carmona).

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como el vaciado del desagüe que hay bajo el sumidero de la sala G aportarían datos y despejarían dudas en cuanto a la configuración del complejo hidráulico.

5. ESTRUCTURA ARQUITECTÓNICA Propuesta de modulación del edificio Quizás uno de los aspectos menos estudiados de esta parte del edificio sea el del diseño y la concepción volumétrica del mismo. La ordenación de los espacios debió plantearse de manera muy cuidada, trazándose con unas dimensiones minuciosamente calculadas. En un intento de encontrar el módulo inicial del diseño, hemos procedido a realizar el estudio del perfil de una de las cámaras (A). Entendemos que la realización de una modulación de este tipo debe tener en cuenta determinados condicionantes. El primero de ellos es la diferencia entre el estado actual y el estado modificado del edificio. La desaparición de los revestimientos originales, las rehabilitaciones con nuevos enfoscados y revestimientos en las piscinas, etc. conllevan una serie de variaciones dimensionales con respecto a las proyectadas en inicio. Otro aspecto es el de la ejecución de la obra original y su fidelidad a lo proyectado, ya que también en esta fase de ejecución del proyecto se acumulan variaciones dimensionales. Por otra parte, las posibles deformaciones producidas por asentamientos diferenciales del terreno, empujes de bóvedas y alabeo de muros pueden alterar la geometría. Con todas estas salvedades, proponemos una modulación del interior de las cámaras en la que se dan por válidas variaciones dimensionales de hasta un 5% aproximadamente. No cabe duda, que cuando entramos en una de las cámaras, el elemento protagonista de esta es la cúpula hemiesférica. Se trata de la unidad constructiva de mayor dimensión del conjunto y sin duda la que marca el inicio del diseño. La cúpula tiene unos cuarenta pies capitolinos de diámetro. Esta dimensión la consideramos como el módulo director del cual se obtienen las siguientes dimensiones. La altura a la que se levanta el cilindro que soporta la cúpula tiene la misma dimensión que el radio de esta, veinte pies capitolinos, con lo que la altura del suelo a la clave de la bóveda coincide con el diámetro de esta. Si la bóveda en lugar de ser hemiesférica se cerrara por la parte inferior formando una esfera completa, está apoyaría levemente en el suelo. Se trata de un recurso del diseño que, salvando la diferencia de tamaño, ya encontramos en el Panteón de Roma.

Si el módulo base lo dividimos entre tres, obtendremos los dos submódulos que definen el resto de la estructura. El primero de estos submódulos, el de dos tercios del principal (26,6 pies capitolinos) es el módulo que define el diámetro exterior de la piscina. El segundo, de un tercio del principal (13,33 pies capitolinos), define el alzado y diámetro de las exedras. Finalmente, el diámetro del oculus es aproximadamente la mitad del segundo submódulo (Fig. 17). Una segunda propuesta de modulación es la que realizamos a partir de la división de los cuarenta pies de diámetro de la cámara en cuatro módulos de diez pies. Considerando en esta ocasión como módulo base los diez pies, obtendremos mediante sencillas operaciones geométricas las siguientes dimensiones: La altura total interior es de cuatro módulos (40 pies). El diámetro de la cámara es de cuatro módulos (40 pies). El diámetro interior de la piscina es de dos módulos (20 pies). La altura de inicio de la cornisa es de un módulo y medio (15 pies). La altura final de la cornisa y arranque de la cúpula es de dos módulos (20 pies). La altura de la exedra viene dada por la proyección de la diagonal de un cuadrado de un módulo de lado. Y finalmente, el radio de la planta de la exedra viene dado por una dimensión igual a dos tercios del módulo (Fig. 18).

Técnica constructiva El aparejo de las fábricas de época romana del balneario de Alange se caracteriza por estar realizada mediante una mampostería de bloques de cuarcita sin trabajar colocados formando hiladas y procurando que las mejores caras queden hacia la parte del paramento. Estas piedras se aseguran con el recalce de lajas del mismo material. Desde las primeras descripciones del edificio, ya se menciona la calidad de la ejecución de la fábrica. En clara referencia a esta circunstancia, Villena escribe lo siguiente: «Está formado por bella mampostería sin inlusido; pero tan perfectamente hecha que parece estavan las piedras cortadas de yntento para su formación» (Canto y de Gregorio 2001: 33).

Bóvedas En la ejecución de las bóvedas se emplean lajas de piedra utilizadas con la misma técnica del ladrillo. Realizadas con reforzadas cimbras de madera, las lajas de piedra se colocaban con mortero de cal. Una vez completada la bóveda de piedra, se alcanzaba la

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Fig. 17. Propuesta 1 de modulación del alzado de la cámara A (J. D. Carmona).

horizontal por el extradós añadiendo capas horizontales de hormigón con piedras. Algunas descripciones antiguas se centran en la técnica empleada en la ejecución de las bóvedas: «Y lo más singular es que las bóvedas, arcos, cornisas y vértices naranjas son de lanchas de guijarros a manera de ladrillos, tan ricamente construidos que parece haberse hecho a torno» (Fernando Rodríguez 1794). En la galería oriental (I’) es posible observar algunas reparaciones en la clave de la bóveda, aunque probablemente se correspondan con restauraciones realizadas en tiempos modernos. Se puede ver el empleo de diferentes técnicas como restos de encofrado o cierres de clave con ladrillos. Todas las bóvedas conservadas a excepción de las de las dos cámaras circulares son bóvedas de cañón, siendo su luz máxima de 3,20 m. Las bóvedas hemisféricas de las dos cámaras tienen un diámetro de 10,90 m.

Revestimientos y acabados Las malas condiciones de conservación de los revestimientos como consecuencia de los acusados ni-

veles de humedad en los espacios internos del edificio han sido la causa de que estos no se hayan conservado y prácticamente todos los paramentos verticales que conocemos de época romana hayan perdido sus enfoscados, realizados en su mayor parte con mortero de cal. Llama la atención que a comienzos del siglo xix, como ya comentamos anteriormente, Laborde diera la noticia de que aún podían verse algunos motivos de frutas y flores en los muros de la terma oriental (A’) (Laborde 1804: 115). Por nuestra parte, los únicos revestimientos que se han podido registrar son los que aparecieron al vaciar la dependencia (G) que se abre frente a la terma occidental. Al retirar el relleno de la misma, quedo en los muros restos de un grueso revestimiento de cal con un alto nivel de descomposición que con la pérdida de la humedad interna terminó desgranándose y desapareciendo de manera definitiva. En la dependencia anexa (H), en la base de uno de los bancos apareció algún pequeño fragmento de estuco rojo que nos permitió conocer el acabado de dichos asientos. Situación diferente es la que se presenta en los acabados horizontales. El carácter sólido del opus

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Fig. 18. Propuesta 2 de modulación del alzado de la cámara A (J. D. Carmona).

signinum y su resistencia frente al agua si ha permitido que este se conserve. El ámbito G mantiene un pavimento de opus signinum con un reborde perimetral del mismo material para dar mayor resistencia al punto de encuentro de los muros con el suelo. Sobre la dependencia I’ también se ha documentado la existencia de otro pavimento de las mismas características del cual desconocemos si se correspondería al suelo de una estancia en un nivel superior (Q’) o es sencillamente la impermeabilización de una cubierta plana. En el interior de este espacio (I’) se ha comprobado la existencia de un pavimento de signinum que quedaba enmarcado por un murete de unos 30 cm de altura y el resto conservaba un empedrado, casi con toda seguridad correspondiente a una reutilización del espacio en tiempo más recientes. La propiedad del balneario nos hizo saber que durante unas obras de reparación de uno de los vasos de las cámaras circulares (A’) fue preciso levantar parte del moderno pavimento de la piscina. En dicha intervención se comprobó que existe un anillo más de mármol que quedó tapado con el actual pavimento de grandes lajas de piedra y que el fondo estaba formado

por baldosas de mármol y ladrillos alternas en algo que hemos identificado como un opus sectile.

Otros materiales dispersos. Sillares, fustes, cornisas y otros Una gran cantidad de materiales aparecidos fuera de contexto arqueológico, durante la realización de pequeñas obras de reforma o mantenimiento, conforman una pequeña colección de piezas que decora uno de los pasillos de las modernas instalaciones. Entre un variado muestrario de ladrillos y tégulas, algunos de ellos asociados claramente a una concameratio, destacan tres piezas de mármol de tonos azulados con forma de arco por su parte interior y cuadrilongas por el exterior. Colocadas de plano completan un perímetro exterior rectangular, abriéndose en el interior una circunferencia. Circundando el diámetro interior, una acanaladura de unos 5 cm de profundidad y con un trazado cuadrangular se vislumbra como hendiduras para el ensamblaje de cuatro piezas rectangulares que configurarían el brocal de un pozo o aljibe (Fig. 19).

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Fig. 19. Brocal de pozo hallado en el entorno de las termas (J. D. Carmona).

Durante las obras de realización de la piscina exterior (P’) salieron a la luz algunos sillares de granito cuya función debió ser la de refuerzo de una esquina del edificio. De granito también y con la misma procedencia, es el tambor de columna que hoy decora el borde de un estanque en los jardines y que presenta la mitad inferior con un diámetro mayor y la superior con un diámetro algo menor. En la vecina ermita de San Bartolomé, en el jardín exterior que se orienta hacia el mediodía, una serie de piezas, algunas, las de época visigoda, ya publicadas (Cruz 1988: 210-213) sirven de ornato al espacio. Entre las no publicadas destacan algunas basas de columnas, cornisas y entablamentos de mármol blanco de una factura muy cuidada y de pequeñas dimensiones. La mayor parte de estas piezas se hallaron en el suelo de la ermita durante la ejecución de unas obras de reforma en 1966, en las que se levantó el pavimento del edificio para colocar uno nuevo.10

6. MODIFICACIONES Y TRANSFORMACIONES DEL EDIFICIO ROMANO Hasta esta fecha y, mientras algún nuevo hallazgo no nos haga ver lo contrario, desde su abandono tras la caída del imperio romano no volvieron a utilizarse con el fin para el que habían sido construidas hasta final del siglo xviii. Las primeras obras, de las que

10 A partir de testimonios directos de personas que participaron en aquella obra, hemos podido saber que durante el transcurso de la misma se descubrió una pequeña cripta en el subsuelo de la ermita que se ocultó de manera inmediata. Desconocemos pues si se trataba de una substrucción que se realizó para la construcción de la ermita o por el contrario su origen tiene alguna relación con los fragmentos de mármol hallados.

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tenemos constancia, que se realizaron sobre la estructura romana fueron las que sirvieron para acondicionar la piscina de la cámara oriental y su puesta en funcionamiento entre 1784 y 1790. Se trata de las obras llevadas a cabo por los vecinos de Villafranca de los Barros, Cristobal del Solar y Mateo A. Vaca de Vargas, y que Mariano de Madramany recoge en su manuscrito sobre el balneario (Carmona y Calero 2013: 213-226). Sin duda alguna, el principal interés que despierta este manuscrito es la descripción que se hace del primer intento de restaurar el edificio romano. Madramany justifica la intervención imbuido por la acción emprendida por los dos vecinos de la siguiente manera: «…animados del celo patriótico, como buenos ciudadanos y viendo el abandono de estos célebres baños tan llenos de ruina y cieno, han concebido el proyecto de restablecerlos en el modo posible y ponerlos corrientes solo con el objeto y sin otro interés que el que ve contribuir a la salud de muchos pobres enfermos, y por hacer este importante servicio a la causa pública en efecto han gastado ya considerables sumas en limpiar uno de ellos…». La intervención llevada a cabo consistió en la limpieza de la cámara oriental (A’), el acondicionamiento del acceso a la misma con la construcción de una escalera y una bóveda que la cubría (B’-E’). La escalera y el acceso han sido visiblemente reformados en la actualidad, desapareciendo el peldañeado y convirtiéndose en una rampa. El acceso desde las salas A y A’ al exterior ha quedado bloqueado con la construcción de una sala de máquinas y se ha habilitado una puerta lateral que permite el acceso desde las dependencias interiores hasta los jardines (Fig. 20). En referencia a los accesos, no acertamos a interpretar la siguiente cita de Villaescusa en referencia a las obras realizadas en este tiempo: «Al lucir y blanquear esta rotonda se cubrió su verdadera entrada, que está al lado de la puerta por donde se entra hoy» (Villaescusa 1850: 394). No sabemos si se refiere a algún hueco de paso para acceder a la sala A’. La descripción que posteriormente hace de la obra no se limita a esta, sino que también señala una descripción de los espacios y los accesos que pueden ayudarnos a entender cuál era la situación de los mismos antes de posteriores reformas. En un intento de relacionar ambas dependencias, la que se rehabilitaba (A’) y la que permanecía llena de tierra (A) hace el siguiente comentario: «…el primero de estos dos edificios es algo más reducido y no tenía comunicación con el segundo sino la de sus aguas por medio de un conducto…» (Madramany 1900).

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Fig. 20. Puerta en galería B’ (fotografía: J. D. Carmona).

Queremos ver a través de esta descripción que las dos salas tenían accesos independientes en esta fecha, como señalan los planos realizados por Rodríguez y Villena (Fig. 21), mientras que otros que se publicaron con posterioridad como los de Laborde (Fig. 22) o Villaescusa (Fig. 23), marcan un pasillo único que conecta las dos puertas de las dos dependencias. Las obras que Madramany describe pueden ser las del momento en el que se abre un pasaje que intercomunica las dos entradas de las salas A y A’ con el fin de acceder a ambas desde una misma entrada (Carmona y Calero 2013: 220). Un estrecho pasillo que se creó horadando la fábrica romana y que debió plantear grandes dificultades tal y como se describe: «…han abierto puertas cómodas y costosas…» Además de estas, se llevaron a cabo otras obras, Madramany contempla las siguientes intervenciones: «… han gastado considerables sumas en limpiar uno de ellos…»; «…han enladrillado y reparado lo que el descuido y el tiempo consumieron…» o «…se han lucido y jalbegado por dentro…» (Madramany 1900). El proyecto emprendido por Cristobal de Solar y Mateo A. Vaca de Vargas no llegó a concluirse.

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Los vecinos del lugar, propietarios de las huertas del entorno del balneario, preocupados por una posible pérdida del uso y disfrute de las aguas del manantial para el riego de sus tierras, se opusieron a la creación un complejo hidráulico que evitase las humedades y la anegación de parte de los muros del edificio. Esto supuso un contratiempo en cuanto al saneamiento de la cimentación, un tema que aceleró el proceso de abandono de la empresa rehabilitadora tal y como vuelve a señalar Mariano de Madramany: «Entre otros inconvenientes lo es el dominio particular de los que poseen un corto terreno inmediato a los baños, cuyo riego filtrando por sus ruinas los llena de aguas dañosas que han sido la causa de que suspendan los trabajos.» (Madramany 1900). Mariano de Madramany, lamentándose de aquel final, dejó en su manuscrito un llamamiento a las instituciones gubernamentales para que intervinieran en la reanudación de dicho proyecto: «Solo le falta para dar fin dichoso a sus desvelos en obsequio del bien público que la superior autoridad extienda su poderosa mano para vencer dificultades que sin aquella se oponen al perfecto logro de tan loable proyecto. Y a la verdad, tan desinteresados y útiles proyectos de estos sujetos a impulsos del amor al bien común merecen la declarada protección del Consejo de Castilla que ya tienen implorada». Las crisis finiseculares y los conflictos bélicos se encargaron de que no se volviera a realizar ninguna intervención más en el edificio romano hasta 1842. En ese año, se construyó la escalera que permite el acceso actual a las dos cámaras desde la parte alta del balneario (Villaescusa 1850: 394). Tras la privatización del balneario en 1864, el nuevo propietario, Abdón Berbén Blanco, acomete una ambiciosa política de modernización de las instalaciones así como un cuidado proyecto de recuperación del edificio romano. En un intento de restaurar las dos cámaras circulares A y A’, el médico-director del establecimiento escribía lo siguiente: «El Sr. Berbén tiene proyectadas algunas obras de mejoras en su establecimiento siendo una de ellas a pesar de lo costoso que ha de serle, rehabilitar los Baños Romanos, […] no por el lucro que pueda reportarle esta reparación sino por rendir justo homenaje a una obra artística de aquellos tiempos que excita la admiración de cuantos la contemplan. Monumentos en la verdadera acepción de la palabra se encuentran en las inmediaciones de este antiguo establecimiento balneario…» (Berzosa 1868: 15-16). Algunos años después, el mismo Berbén recuerda alguna de las intervenciones acometidas en la reha-

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Fig. 21. Plano de los restos romanos conservados según Villena (1793).

bilitación de ambas salas: «…para bajar a donde se halla el agua existen tres escalones de mármol blanco; cuando se restauraron tan preciosos monumentos se utilizaron los peldaños antiguos, restableciendo los que faltaban con otros de la misma clase…» (Berbén 1895: 35). Hasta final de los años sesenta del siglo pasado, la galería oriental (I’), se encontraba abandonada. A comienzos de la siguiente década el arquitecto José Menéndez Pidal acometió una intervención sobre este edificio, probablemente con la intención de consolidar las estructuras que estaban gravemente dañadas, entre otros motivos por el de haberse utilizado como cantera durante el siglo anterior (Villaescusa 1850: 397). Fruto de la intervención de Menéndez Pidal deben ser los recalces de la clave de la bóveda de cañón principal y de los arcos de las puertas de acceso a las diferentes dependencias (J’, K’, L’, M’, N’ y O’). La primera de ellas (J’) se diferencia notablemente de las cinco restantes, por lo que entendemos que en ese caso se

reconstruyó probablemente la puerta completa que habría desaparecido. La intervención de Menéndez Pidal, no fue más allá de la ejecución de una zanja longitudinal en el relleno interior de la galería I’, en el lateral sobre el que se abren las puertas de las diferentes dependencias, espacio más próximo a las cámaras circulares. Los accesos a las dependencias (J’, K’, L’, M’, N’ y O’), que en 1973 habían salido a la luz, se identificaron en ese momento como dos ventanas y cuatro puertas (Álvarez 1973: 469-470). Tras finalizar la intervención, no se volvió a actuar sobre este espacio hasta la década de los noventa. En los últimos años de esa década se procede, por iniciativa particular de la propiedad del balneario, al vaciado de la galería y las dependencias que se abren a ella. Como consecuencia de dichas obras, se ha perdido el registro estratigráfico de los rellenos. Así mismo la construcción de una piscina sobre los restos de la galería que se prolongaban hacia el sur

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Fig. 22. Plano de los baños de Alange (Laborde, 1811).

impide que hoy podamos conocer las dimensiones exactas la estancia P’ y como se articulaba con el resto de construcciones de esta parte (I’). Las obras que se acometieron tras el vaciado de la galería, en el interior de la misma, se centraron en el recalce de las estructuras dañadas, devolviendo la estabilidad al edificio. En el año 2007, como consecuencia de la realización de las obras del túnel que comunica el hotel Aqualange con las termas, se realizó una intervención junto al pasillo de acceso a las termas (B) a través de la cual se integraron en el edificio los nuevos espacios (G y H) que salieron a la luz. Esta intervención junto con algunas reformas menores, consecuencia de la necesidad de una conservación del edificio para mantener las correctas condiciones de uso de las piscinas romanas, ponen el punto y final de las obras acometidas en el edificio de época romana.

7. CONCLUSIONES Y VALORACIÓN FINAL Tal y como hemos señalado en otras ocasiones, el complejo hidroterápico romano de Alange es un caso singular de establecimiento balneario medicinal en el Imperio. La duplicidad de sus espacios, que se hace más patente tras cada intervención, nos permite asegurar y reiterarnos en la hipótesis de que la planta se desarrolla a partir de un eje de simetría que cruza en sentido norte-sur entre las dos cámaras circulares A y A’. Los últimos hallazgos, en cambio, nos llevan a replantear en parte la propuesta de planta de 1999 (Carmona 1999: 144) y a pasar de un posible espacio abierto en la parte orientada al mediodía, a una segunda línea de construcciones que alojan dependencias de servicios, posible apodyterium y núcleos de comunicaciones verticales. En esta línea, ya tuvimos

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Fig. 23. Plano de las instalaciones del balneario (Villaescusa, 1849).

ocasión de presentar una propuesta volumétrica de los espacios en 2013 (Carmona y Calero 2013: 88). La planta del edificio estaría formada por un núcleo central que se corresponde con las dos grandes cámaras circulares (A-A’). Estas se encontrarían rodeadas al menos en tres de sus caras, no quedan indicios en la cara norte, por dos pasillos perimetrales a diferente cota. El inferior formado por los pasillos E y B vinculado a la cámara A y E´ y B’ a la cámara A’. Dichos pasillos organizarían los accesos a las cámaras circulares y las dependencias del perímetro exterior en planta baja (G y H), mientras que el nivel de galerías superior C-F y C’-F’, al tiempo de ejercer una función claramente estructural absorbiendo los empujes de las dos cúpulas, daría acceso a las dependencias situadas en una segunda planta en la periferia exterior de las galerías (Q’). Cerrando por el exterior de estas galerías perimetrales, se ubican una serie de dependencias como la sala oriental (I’) con sus seis cubículos y que tendría su correspondiente con una dependencia simétrica en la parte occidental del edificio (I) como ya habíamos

afirmado con anterioridad. Hacia la parte sur una batería de dependencias cerraría lo que hasta ahora se consideraba fachada sur. Estos espacios (H-G) junto con otros desaparecidos, debidamente articulados de una forma que ahora desconocemos se cierran en torno a las dos cámaras circulares generando una suerte de zuncho de bóvedas de cañón que ayudan a descargar los esfuerzos de las dos grandes bóvedas hemisféricas. En cuanto a la funcionalidad de los espacios y teniendo en cuenta el uso minero medicinal de las aguas, prescindimos de establecer una comparación o asimilación a los tradicionales espacios de ocio y recreo del mundo romano. Tan solo señalar que la temperatura del agua en las piscinas circulares, teniendo en cuenta la comunicación directa de las antiguas canalizaciones entre la fuente y las piscinas, probablemente fue la misma del manantial (26 ºC), mientras que hasta la fecha no se han localizado vestigios de zonas de baños calientes. Tan solo podemos plantear una posible ubicación de estos usos en la galería oriental, dada la presencia de canalizaciones de aire caliente o vapor de agua.

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El contenido de este artículo ha pretendido ahondar en el conocimiento de un edificio cuya funcionalidad quedaba formada por la agrupación de dos contextos como son salud y religión. La necesidad de caracterizar este tipo de edificios con el fin de establecer una diferenciación clara entre ellos y los edificios de baños clásicos (González 2008: 14), pasa por el estudio pormenorizado de cada caso. Una vez que pueda hacerse una lectura multidisciplinar de estos espacios y lanzar unos parámetros transversales comunes, se podrá profundizar en la elaboración de tipologías y modelos. Hasta que llegue dicho momento, debemos profundizar de manera individual en cada uno de ellos.

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LAS AGUAS MINEROMEDICINALES DE TRILLO Y SU CONTEXTO ROMANO. DE VILLAVIEJA AL BALNEARIO DE CARLOS III Antonio Batanero Nieto, Juan Carlos Batanero Nieto e Israel Jacobo Alcón García, Centro de Estudios de las Peñas de Alcalatén y su Entorno (CEPAE)

Resumen: Las primeras obras de instalaciones de baños conocidas en el Balneario Trillo (Guadalajara), fueron promovidas por la administración de Carlos III. Pero la cercanía del oppidum indígena de Villavieja hizo que el origen de las termas se asociara al mundo romano. Vínculo desarrollado por muchos de los eruditos que se trataban en aquel balneario durante los siglos xviii y xix. Los hallazgos producidos desde entonces, así como los resultados de diversas intervenciones arqueológicas puntuales, han aportado indicios del uso de las aguas en la Antigüedad. Además el paso cercano de una vía romana que conecta con otros entornos hidrológicos de la zona, podría indicar la importancia de las fuentes termales como elemento dentro del proceso de Romanización de la comarca. Summary: The first structures of the ancient Spa in Trillo (Guadalajara) were commissioned by the official administration and government of Carlos III. These structures are often associated with the Roman world by experts because they were very close to the native oppidum from Villavieja. This idea was developed throughout the xviii and xix centuries. As a result of many archaeological investigations and the various discoveries made there, this site has provided strong evidence for the use of medicinal waters in ancient times. Additionally, the local network of Roman roads (paths), clearly connect nearby water medicinal sites. These thermal fountains, and the hydrotherapy performed there, are significant elements in the Roman expansion in the region. Palabras clave: Manantiales termales, asentamiento, necrópolis, hallazgos, estelas, fragmentos, vía romana. Key words: Thermal springs, settlement, necropolis, findings, stela, fragments, Roman road.

1. INTRODUCCIÓN El tema que trataremos a continuación es resultado de aportaciones diversas entre las que tenemos citas de eruditos, hallazgos casuales, menciones bibliográficas e intervenciones arqueológicas varias. Muchas de aquellas excavaciones fueron realizadas desde el siglo xix en diferentes situaciones, y registradas con la metodología de la época. Las llevadas a cabo recientemente, son concretas por lo que su objeto no responde a un proyecto de actuación integral. Por ello

este trabajo se asemeja a un puzle que se mostrará incompleto por la falta de estudios sistemáticos. Apuntamos aquí que desde el CEPAE1 queremos promover una serie de líneas de investigación en colaboración con las distintas instituciones, comenzando por la que vamos a esbozar aquí. Agradecemos el apoyo

1 El Centro de Estudios de las Peñas de Alcalatén y su Entorno, una asociación sin ánimo de lucro compuesta por investigadores de varias disciplinas, que desea intensificar estudios en la comarca en la que se inserta.

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de grandes profesionales colaboradores cuyo apoyo e interés ha hecho que este equipo decidiera marchar en esa dirección.2 Si bien los restos arqueológicos son escasos y dispersos en nuestro entorno, el cuerpo de datos documentales es muy generoso, al menos para la historia contemporánea del balneario. Poseemos gran documentación consultada, consistente en bibliografía, planos, hemerotecas de revistas, descripciones de viajeros, fotografías, postales e incluso entrevistas a antiguos trabajadores y a los descendientes de algún médico director. Hay tal cuerpo documental que es posible restituir al detalle la sucesión constructiva en la finca y en cada edificio de la misma. A esto hay que sumar una colección personal de objetos adquiridos en el mundo del coleccionismo, que complementan en gran medida la información existente para aquel centro hidrológico. Esta colección, perteneciente a Antonio Batanero Nieto, consta de documentación de la época, como folletos publicitarios, postales, recortes de periódicos, fotografías, hojas de registro de la hospedería, etc. Además hay objetos como parte de la cubertería y algunas piezas cerámicas de las antiguas fondas.

2. EL MEDIO FÍSICO Situación y geografía El paraje de estudio se sitúa en el término municipal de Trillo, en la comarca de la Alcarria de la provincia de Guadalajara, en la cuenca del Alto Tajo. El modelado geográfico se caracteriza por la acción erosiva del río Tajo, que atraviesa la zona ofreciendo un paisaje de grandes cortados rocosos y altos cerros poblados de vegetación. De hecho, es este mismo curso el que separa el asentamiento de la finca en la que emergen las aguas mineromedicinales del antiguo balneario. El cerro de Villavieja, cuya toponimia es indicativa, queda aislado al estar rodeado por uno de sus meandros. De esta manera encontramos el asentamiento al oeste y el balneario al este, estando ambos espacios dispuestos de forma alargada, orientados de norte a sur. La finca de los baños se localiza bajo el anterior, en un valle jalonado por el rio y la alta montaña del Cerro de la Cruz.

2 Agradecimientos a Jesús Arenas, Kechu Martínez Torres, Corina Liesau, Miguel Ángel Cuadrado, Juan Francisco Blanco y por supuesto, a Gonzalo Matilla Séiquer por invitarnos a esta colaboración.

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La estratigrafía geológica está formada por materiales del Eoceno Medio-Mioceno, compuestos fundamentalmente por varias unidades. La primera, extendida en el área del balneario, posee una formación de calizas, areniscas calcáreas y conglomerados en la base. Además, fruto de siglos de surgencia de aguas, existe una gran capa de turba documentada desde el siglo xviii (Gómez Ortega 1778: 53), y que se detecta aún en el paraje. La parte oriental del asentamiento constituye una gran pared vertical de areniscas calcáreas y conglomerados, y el resto del cerro hacia poniente está formado por capas de arcillas y lutitas con nódulos junto con areniscas calcáreas (Fernández Gianotti 1989: 15-18). Existe otra unidad formada por yesos en la vega que forma el río al sur del cerro de Villavieja, en el paraje de El Colvillo. Esta unidad la describió Casimiro Ortega como «yeso espejuelo», señalando la existencia de canteras en la zona (Gómez Ortega 1778: 50). En los materiales rocosos de Villavieja, la erosión ha producido muchos abrigos, situados bajo la última capa de la cima, y en la base de la vertiente oriental del cerro, cerca del río, pero a unos veinte metros sobre el nivel del agua. Las capas de roca que se fragmentan en el viso, han ido cayendo por las laderas, quedando volcadas y siendo aprovechadas tradicionalmente como apriscos para el ganado. La vegetación arbórea actual de la zona se caracteriza por especies de ribera como el álamo blanco y el chopo, y un monte que suele estar compuesto por quejigo en las umbrías y alternancia de chaparral de poco desarrollo, con algunos ejemplares de pino carrasco, y matorral mediterráneo en el resto. Además existen multitud de plantas en los alrededores del balneario, catalogadas por D. Casimiro Gómez Ortega en su obra Tratado de las Aguas Termales de Trillo, muchas de las cuales poseen cualidades medicinales (Gómez Ortega 1778: 37-47). Aunque no poseemos estudios paleobotánicos en la zona del balneario para la Protohistoria, tanto en la obra anterior, como en las próximas que se escribieron sobre las termas, se describía un «paisaje idílico». Existe constancia en la actualidad, de que en la finca del balneario el desarrollo vegetal era muy superior dadas las características de aquel suelo. La visibilidad del territorio permite configurar una zona muy amplia para esta parte de la comarca de la Alcarria, quedando supeditada en todos los casos al contacto visual que ofrecen las llamadas comúnmente Tetas de Viana, o Peñas de Alcalatén. Estos dos cerros gemelos poseen una gran altitud (1145 msnm) respecto al resto del área circundante, que se

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establece en una media en torno a los 800 msnm y constituyen el centro de dominio visual a larga distancia. La percepción visual desde el asentamiento de Villavieja lo pone en contacto con varios yacimientos y con las cimas mencionadas. Además, desde este asentamiento es posible observar parte del recorrido de la vía romana que procedía desde el norte. Por sus características, Villavieja es el asentamiento de mayor entidad existente en la zona. El lugar se muestra como un elemento que controla la puerta al valle del Alto Tajo, ya que este es uno de los recorridos posibles hacia la Sierra (Fig. 1).

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la época protohistórica, se refiere a toda la Celtiberia, por lo que se manifiesta muy genérico para la zona estudiada (Ibáñez 1999). Hay que recurrir a la etnología para tener alguna referencia, pues en la actualidad de la extracción de recursos del medio en el pasado. Trillo se localiza en una zona que no posee una especialización agraria. Posee un relieve muy quebrado, pero no es una zona estrictamente de sierra, ni es una comarca cerealística, ni de regadío, ni es una zona minera. El panorama agrario que se expone en las Relaciones Topográficas de Felipe II es: «A las diez y ocho preguntas dixeron: que este pueblo es tierra de pocos frutos, si no es un poco de vino, que ay montes de carrascas y robres, y otras frutas que se dicen romeros, unces, viñas y… que desto se mantiene este pueblo, y quen la dicha tierra de este lugar de Trillo se crian libres, y conejos, zorras, y lobos, y perdices, y otras abes que vuelan» (García López 1903). Sabemos que entre los cultivos tuvo mucho desarrollo la vid, como en el resto de la Alcarria, hasta que la plaga de la filoxera aniquiló las cepas a principios del siglo xx (Batanero 2011b: 38-41).

Características de las aguas Fig. 1. Vista del cerro de Villavieja desde el Balneario Carlos III.

En cuanto a la adscripción étnica de este territorio en la protohistoria, tradicionalmente se ha pensado en que fuera un punto limítrofe entre Carpetanos y Celtíberos (Pérez Bodega 1986: 107). Sin embargo, en publicaciones recientes se contempla esta zona dentro de la Celtiberia (Cerdeño et alii 2013: 22, fig. 2a). Sin duda esta es una cuestión difícil de tratar dada la maleabilidad de las fronteras en la Antigüedad, así como la precariedad de los datos disponibles para su demarcación. La investigación del mundo prerromano en la provincia de Guadalajara sobre todo se ha desarrollado en la comarca de Molina de Aragón (Cerdeño et alii 2013: 23, fig. 2b). No hay estudios de poblamiento en esta zona, y los que se han iniciado recientemente se centran más en la Alcarria conquense (Valero Tevar 2013: 211-236). Tampoco existen por el momento estudios que analicen la potencialidad económica de esta comarca en época romana, siendo un tema poco estudiado para toda la Península. Según indican muchos autores, los datos disponibles se refieren más a las infraestructuras, que a potencialidades productivas (Ariño y Díaz 1999: 154-157; Peña 2010). El estudio existente para

Esta zona de las actuales provincias de Guadalajara y Cuenca posee muchos manantiales mineromedicinales, y gran parte de ellos se localizan en el valle del Tajo. A destacar las aguas de Cifuentes, Trillo, Córcoles, Sacedón, Buendía (Gayán 1760) y Mantiel (García López 2002: 18-20). Dentro de estos, es el manantial de Sacedón, junto al Real Sitio de la Isabela (García López 2003), y el Real Balneario de Carlos III en Trillo; los de mayor concurrencia y dedicación bibliográfica han tenido (García López 2011). La finca de Trillo, denominada en el siglo xix «El valle de las fuentes saludables» (Rubio 1853: 307), posee a levante un gran cerro calizo de cuya base emergen las aguas. En su primera fundación oficial, que data de 1777, existían cuatro manantiales de diferente composición química, a los cuales hubieron de sumarse otros descubiertos a lo largo del siglos xix, llegando a conocerse diecinueve (Batanero Hernán et alii 1992: 343). Las diferentes formaciones minerales de la base geológica del paraje, le concedían variaciones tipológicas al agua de cada fuente, pero en general estaba considerada del tipo «cloruradassódicas variedad ferruguinosas» siendo consideradas aguas templadas, emergiendo entre los 23 y 29 ºC (Manaut 1918: 127-128). Los manantiales principa-

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les eran los denominados: Princesa, Rey, Condesa y Piscina. La aplicación hidrológica se realizaba a través de diversas técnicas y eran de utilidad para diversas patologías, siendo de ayuda al tratamiento de la artrosis, para procesos cutáneos, reumatismo, neurosis, anemia, catarros, raquitismo y un largo etcétera (González y Crespo 1854: 1-30). La primera mención bibliográfica sobre las aguas data de 1697, indicando su uso como balsas para curar el cáñamo: «Al pié del primer risco por la parte que mira al Occidente, como a un tiro de honda de las orillas del Tajo, al cimiento de unas gruesas peñas, nacen las aguas calientes de los baños que llaman de Trillo, de cuyas virtudes no han tenido noticia los Escritores, pues de ellas no han hecho mención. Nacen de una balsa de longitud de hasta 12 varas, y de latitud diez y tiene de altura por donde es mayor como hasta cinco cuartas. Labró esta balsa el afán de curiosos labradores con el fin de sazonar en ellas sus cáñamos; y hicieron otras a esta forma, continuándolas en toda su corriente hasta llegar a la orilla del río, en las cuales cuecen el cáñamo» (Limón Montero 1697: 290). Esas balsas «labradas», por otra mención puntual sabemos eran circulares, (Gómez Ortega 1778: 96) y que generaban una sustancia en la parte superior que el Dr. Limón confundió con betún, cuando en realidad era el resultado de la descomposición orgánica del cáñamo (Gómez Ortega 1778: 97-98). No se trataba de fuentes con manantiales concretos, sino que el agua emergía por una zona amplia de la superficie. En el siglo xviii se decía que los manantiales fluían desde abajo hacia arriba, pero no podía localizarse concretamente el punto de surgencia de las fuentes: «Por las observaciones y diligencias practicadas en la excavación, y en fuerza del dictamen del maestro Fontanero, enviado por el Consejo, no se pudo formar concepto fixo del curso que puedan traer estas aguas en sus conductos subterráneos; pero se hace juicio provienen de la muy elevada montaña que hay á la parte del mediodía…» (Gómez Ortega 1778: 28-29). En el siglo xix el balneario de Trillo no poseía una elaborada arquitectura, ni tenía grandes ornamentos, pero sus aguas estaban consideradas de gran calidad. Es por ello que el balneario obtuvo la medallas de cobre al mérito del trabajo, en la exposición de Guadalajara de 1876 y la medalla de plata a sus manantiales en la Exposición Universal de París de 1878 (Lasheras 2009: 437-441). La situación actual es que, tras la obra realizada para el nuevo balneario, muchos de aquellos manantiales han dejado de fluir, dado que la captación se ha hecho a gran profundidad. Los

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más lejanos a la instalación hotelera apenas manan en invierno a través de la vegetación que inunda las ruinas de las fuentes. Queda para acceso al público, un manantial remanente que emerge tras el nuevo hotel, junto al camino asfaltado que le rodea. En la fecha de redacción de este trabajo, no se conoce analítica de aguas publicada de la explotación actual.

El entorno arqueológico La vía Segontia-Segobriga El conocimiento de las vías romanas que atraviesan la actual provincia de Guadalajara se debe gracias a los trabajos de Juan Manuel Abascal Palazón, que publicó en 1982 un libro recientemente reeditado en versión facsímil, resultado de un intenso trabajo de prospección. En él se analiza una vía que no figura en los itinerarios antiguos, pero cuyo tramo describía parcialmente Francisco Coello, en su trabajo «Vías romanas de Sigüenza a Chinchilla» (Coello 1893: 437-441). Se trata de un trazado que unía las ciudades romanas de Segontia (Sigüenza, Guadalajara), con la de Segóbriga (Saelices, Cuenca), pasando junto a la importante ciudad de Ercávica (Cañaveruelas, Cuenca) (Abascal 1982: 87-96). El mejor tramo documentado de esa vía, se encuentra muy cerca del área de este estudio, en las proximidades de la villa romana de Gárgoles, excavada en varias campañas sistemáticas desde 1974 (Nonell 1977). Dicho yacimiento, que podría corresponder con una mansio, posee una fase de ocupación altoimperial y otra de reforma en el siglo iv d.C. (Fernández Galiano 1995: 153-160). En esa fase se reutilizaron en los muros varias inscripciones funerarias fechadas en torno a la segunda mitad del siglo i d.C. (SánchezLafuente 1986: 175-182). A la altura de la villa, se encontró un miliario in situ a finales del siglo xix (Uhagón 1893: 347-349), el cual se ha perdido. El equipo de Abascal Palazón realizó posteriormente varios sondeos sobre la vía con resultados positivos. Por el norte se piensa que el camino pasaba por la localidad de Cifuentes, donde existe un puente, denominado «de la balsa», que «ofrece una innegable estampa de fábrica romana» aunque el mismo autor afirma que no se pude datar con precisión (Abascal 1981: 423). La anterior investigación de campo realizada hacía dirigir el tramo hacia la localidad de Trillo. Ello implicaba que el paso del Tajo se hiciese por un puente anterior al que existe actualmente en dicha localidad,

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que data del siglo xvi. En este sentido apuntamos que este equipo se encuentra actualmente investigando sobre dicha edificación, ante el proyecto de restauración que ha promovido el Ayuntamiento de Trillo. Hemos detectado un basamento de una cimentación anterior en la lectura de paramentos, que indicaría un ancho de vía superior a la actual. La estructura del puente mide 4,53 m de ancho, quedando 3,35 m de vía útil. La cimentación antigua se muestra incompleta, pero la medición se acerca a los 7 m de ancho. En cualquier caso, conociendo la orografía de la zona, Trillo es en uno de los pocos puntos donde existen afloraciones rocosas a ambas orillas, donde poder cimentar una estructura que aguante las fuertes avenidas estacionales del río. No obstante, existe un vano considerable, siendo el del puente actual de 20,30 metros (marzo-diciembre 2015, «Estudio arqueológico previo del puente sobre el Tajo en Trillo Guadalajara», Antonio Batanero Nieto, Israel Jacobo Alcón García, Juan Carlos Batanero Nieto). En el casco urbano de Trillo hemos realizado algunas intervenciones ante la edificación en varios solares. Entre los materiales de la amortización de una cueva-bodega derruida, hallamos en 2011 dos estelas tabulares cristianas fechables en torno al siglo xiii. Lo interesante para este trabajo es que una de ellas poseía un símbolo astral por el reverso, y consistía en un ara romana reutilizada. Es de suponer su origen en el enclave de El Castillo, el cerro donde se asienta la población, aunque no existen estructuras romanas asociadas (Batanero 2014: 41-66) y tan solo contamos con un fragmento de terra sigillata con el barniz muy gastado (marzo-junio de 2012, «Estudio del valor arqueológico del solar sito en C/ Soledad 10, Trillo, Guadalajara», Antonio Batanero Nieto e Israel Jacobo Alcón García). A solo 20 metros del hallazgo, existían restos de una necrópolis de inhumaciones con estructuras antropomorfas talladas en la roca, sobre las afloraciones de toba calcárea en el borde del paraje (Castellanos 1851: 48-49). Esto indicaría la existencia de un núcleo poblacional estable en el actual casco urbano de Trillo desde época Tardoantigua-Altomedieval. Por la ubicación topográfica, tendría lógica que en época romana existiría un asentamiento vinculado al paso de la vía sobre el río Tajo, aunque es difícil establecer su tipología. Más controversia posee la continuidad del trazado de dicha vía hacia el sur. Para la fecha que publica Abascal la primera edición de su obra, no existían más datos arqueológicos hasta las cercanías de Ercávica (Abascal 1982: 94). Pocos años después, Jorge Sánchez- Lafuente apunta el dato de un yacimiento

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romano existente en el término de Trillo, en el paraje de la Fuente de los Hilarios (Pérez 1986: 181). En 2005, durante las prospecciones realizadas para la redacción de la Carta Arqueológica,3 este equipo documentó que se trata de una zona donde confluyen varios yacimientos, en un área boscosa junto a cerros cercanos al río Tajo. El enclave citado es un punto donde la cantidad de fragmentos de terra sigillata hispánica es considerable, muy fragmentaria pero denotando una dilatada cronología. Pero el lugar no se encuentra en el trazado de la vía citada, sino que está ligado a otro camino secundario que pasaba al nortesánchez del Tajo. Por los datos obtenidos en nuestras prospecciones de estos últimos años, creemos que la vía principal pasaría por el barranco de Valdelacalzada, cuyo topónimo es indicativo. Además en las cercanías de aquel paraje existen restos de un yacimiento romano con estructuras de sillar, abundantes fragmentos de tegulae, imbrex, terra sigillata altoimperial y de pintura mural roja. Desde allí podría seguir hacia el sur venciendo el gran desnivel de la Sierra de la Solana, o girando hacia Viana de Mondéjar y La Puerta por el valle, como indica Abascal (Abascal Palazón1982: 96). Así la vía pasaría por las cercanías de Cereceda, Alique y Pareja hasta Los Baños de Sacedón, que se encuentran a 1,4 km de la ciudad romana de Ercávica. El dato más relevante es la existencia de un miliario hallado en el siglo xviii en el paraje de El Pozuelo, el cual se ha perdido, pero cuya lectura pudo hacer Hübner (CIL II 4915), interpretando el nombre del emperador Decio (249-251 d.C.). Siguiendo con el trazado, los datos relacionados entre la vía y los baños de Sacedón proceden del texto de Ceán Bermúdez, que cita la existencia de una cimentación de un puente romano sobre el Guadiela y la asociación de la antigua Thermida con él. (Abascal 1982: 94). Realmente el resto romano conservado, más cercano a aquellos baños y a la vía de comunicación, es la ciudad de Ercávica, con la que posee conexión visual directa. Después la vía sigue hacia el sur, en dirección a Segóbriga, alejándose del área de estudio para este trabajo. Hay que señalar también la existencia de un miliario romano empotrado en un muro de una ampliación del siglo xviii de la iglesia de la localidad vecina de Azañón, en el término municipal de Trillo (Alcázar 1999: 325-328). Se trata de un fragmento de un epígrafe que recogió el cura erudito de dicha localidad, 3 Carta Arqueológica de Trillo (Guadalajara), N.º Exp. Cultura 05.0461, Jesús Arénas Estéban, Antonio Batanero Nieto.

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Francisco Fuero, y que durante mucho tiempo se creyó que correspondía con el miliario perdido aparecido en el paraje de El Pozuelo en Sacedón. La investigación actual al respecto de este miliario, apunta a que se trate de otro distinto, pero también de época de Decio (Gómez Pantoja 1999: 120-121; Gamo 2012: 253-256). La cuestión en nuestro caso, es que los miliarios no se conservan y cuando lo hacen están desplazados de su ubicación. Además las lecturas son incompletas y sujetas a interpretación, por lo que lo único que aportan es el dato cronológico del siglo iii d.C. (Fig. 2)

Fig. 2. Mapa extraído de Iberpix, MTN 1: 25 000. Los puntos son manantiales mineromedicinales, de norte a sur: Cifuentes (Fuente de Poterre), Trillo (Baños de Carlos III), Mantiel (Pozas de Mantiel), Córcoles (Paraje Viña de la Casa, Fuente de la Aurora). En línea discontinua, el trazado descrito por Abascal (1982).

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El caso del Balneario de Sacedón En el caso de Sacedón, las aguas emergían en el paraje de Las Pozas, cuyo topónimo alude claramente a la existencia de balsas de agua. Se trata de aguas sulfatadas-cálcicas, empleadas para el tratamiento de trastornos neurológicos, reumatismo, enfermedades del aparato digestivo, del aparato sexual femenino, escrofulosis, discrasias, etc. En 1802 Carlos IV lo declara Real Sitio y en sus alrededores se construyó entre 1817 y 1826 una población denominada La Isabela. Los datos escritos han sido caracterizados por algunos autores como poco fiables, por contener datos falseados para fundamentar el lugar en la antigüedad. A destacar la obra que algunos consideran apócrifa del «Tratado de las aguas medicinales de Salam-Bir que comúnmente se llaman de Sacedón» y también la crónica de Fray Francisco de Sacedón, escrita en 1766 y titulada «Historia de la antigua Alce y Villa de Sacedón» (García López 2003: 40). Pero existen algunas descripciones, que por su detalle y las características que aportan son dignas de mención. Basilio Sebastián Castellanos de Losada, recoge en su libro Sacedón Manual del Bañista, que se había realizado reutilización de elementos constructivos antiguos en las obras del siglo xvii. Nosotros conocíamos el texto, pero ha sido David Espinosa el que ha continuado una concienzuda investigación que evidencia la veracidad de las descripciones. Y es que se repiten en varios escritos, aludiendo a lo que podría haber sido un caput aquae de un complejo termal romano. Además interpreta que algunas aras votivas aparecidas en los alrededores de Ercávica, dedicadas a Minerva, podrían estar en relación con la existencia de un santuario termal en el paraje de las Pozas de Sacedón, con el culto a Minerva Medica (Espinosa 2013: 76-79). En el contexto arqueológico de Sacedón se conocen varios asentamientos prerromanos, localizados alrededor del valle del Tajo y el Guadiela, aunque no hay estudios de poblamiento para época romana. No obstante aquellos baños sitúan actualmente bajo las aguas del embalse de Buendía. En definitiva no se han conservado estructuras arqueológicas romanos en los baños de Sacedón, pero el contexto de los mismos hace pensar que es muy posible que existiera un uso en época romana sus manantiales mineromedicinales. No solo los baños de Sacedón y Trillo se situaban cercanos a la vía Segontia-Segóbriga. El trazado pasaba relativamente cerca de los manantiales de Cifuentes, Sotoca de Tajo, Córcoles, Poyos y Buendía. Esa situación

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indica que existe una vía de comunicación romana en cuyo recorrido se conectaban los parajes de los manantiales más relevantes de la comarca. Teniendo en cuenta la importancia en la articulación del territorio de las fuentes termales medicinales en la antigüedad (Miró 1997: 374) podría pensarse en que estas fuentes mineromedicinales estuvieran en la lista de recursos socioeconómicos que harían factible el origen y mantenimiento de la infraestructura de la vía Segontia-Segóbriga. Sin duda la vía canalizaría el tránsito de concurrencia hacia aquellos manantiales, y en la política viaria romana ese sería uno de los criterios fundamentales para extender la colonización y explotación de este territorio interior.

3. LA VILLAVIEJA DE TRILLO Conjunto asentamiento-necrópolis Como ya hemos indicado, Villavieja es un gran cerro alargado con superficie plana y basamento rocoso, que se dispone longitudinalmente norte-sur, siendo flanqueado por el río Tajo que le rodea por todas partes excepto por el norte. En la vertiente oriental posee una pared vertical rocosa de decenas de metros, llegando a superar los 80 en algunos puntos. En la parte occidental existen varios desniveles que corresponden a bancales para el cultivo en época contemporánea. Pero en la base de alguno de ellos se percibe un basamento de sillarejo en seco, con aliviaderos para el agua, que denota una estructura anterior de mayor entidad. En sí mismo configura un oppidum indígena en el que el espacio máximo habitable de 9,90 ha, contando las superficies donde existe un firme geológico resistente a la erosión. Posee una extensión de algo más de 2 ha en la cima, donde se perciben a simple vista las estructuras de muros trabados en seco, que configuran recintos habitacionales rectangulares de un despoblado medieval. En la parte norte de Villavieja, asoma un basamento de muro de sillar a la izquierda del camino actual. En un punto cercano, pero al otro lado del camino, existe el basamento de otro muro de sillar, no visible en superficie, pero que fue descubierto por estar en el transcurso de excavación de una máquina que realizaba una obra ilegal. Se trataba de una estructura defensiva que reforzaba el único punto de acceso a la cima (Batanero Nieto 2008: 223-224). El panorama del poblamiento en la Edad del Hierro en esta zona es el de oppida de en torno a 4-8 ha, castros de 1-3 ha y una serie de agrupaciones menores de en torno a la hectárea. La única ciudad

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indígena de entidad es el yacimiento de la Muela de Alcocer (15 ha), que posee gran proporción respecto a los oppida (Valero 2013: 226). En época romana, este territorio se controlaría bajo la municipalidad de Ercávica, bajo la que quedaría incluido la Villavieja de Trillo (Rubio 2013: 169-183). La necrópolis se sitúa al norte del asentamiento, fuera de la unidad fisiográfica que constituye el cerro, pero en un área próxima muy extensa, de al menos 6,87 ha. Abarca desde el collado llano que hay entre los cerros vecinos, hasta la ladera de los mismos. Solo se ha documentado arqueológicamente la necrópolis altomedieval, bien datada por el hallazgo de varias inhumaciones con ajuar, en torno al siglo vii. Asociada a esta necrópolis existe una estructura mal conservada, la antigua ermita de San Martín; empleada hasta el siglo xviii, lo cual es resultado de un claro proceso de sincretismo religioso. Existen al menos tres zonas de en las excavaciones de los años setenta. Dos de ellas se ubican en las laderas de los cerros de enfrente del poblado, y la tercera se ubica cerca de la ermita (Izquierdo e Izquierdo 1977). El río limita con la falda del cerro, pero al sur se abre una amplia vega con pendiente más suave dando lugar al paraje de El Colvillo. Corresponde a una finca que pertenecía a una familia ligada al balneario, y en la que actualmente existe un centro turístico municipal con áreas de acampada. El acceso a la cima del asentamiento se haría desde el norte, siendo el único recorrido posible, atravesando la necrópolis para acceder al poblado, pasando prácticamente por el mismo lugar que los caminos actuales.

Citas y hallazgos antiguos En el asentamiento Del yacimiento de Villavieja se ha dicho que podría ser Bursada, Contrebia Cárbica, Thermida, e incluso se le llegó a nombrar Cerro de Capadocia. Mencionamos aquí algunas de esas citas, presentes en obras de los eruditos que concurrían al cercano Balneario Carlos III, por su relación con las primeras noticias de hallazgos producidos: Según Juan de Rejusta, en 1768 el lugar era llamado por los del pueblo Capadocia: «La Villa de Trillo se halla situada en un valle orilla del Río Tajo cercada de cuatro cerros (…) y en la inmediación hay un cerro que dicen se llamó en tiempos Capadocia y hay vestigios de algunas casas y hoy hay allí una ermita de San Martín» (Blázquez 1984: 101). No

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sabemos bien por qué razón adquiere ese nombre. Quizá la relación de aquella región con sus fuentes minerales, sirviera de analogía para el caso que nos ocupa, aunque los que han tratado el tema lo asocian al carácter islámico del yacimiento (Pérez Bodega 1986: 108). Otros, como el autor del «Tratado de Aguas termales de Trillo», Casimiro Gómez Ortega, aseguraba que el citado yacimiento correspondía con la ciudad de Bursada: «…Pero no falta quien presuma que ya en tiempo de los Romanos era Trillo una de las más famosas ciudades de España, discurriendo con los argumentos siguientes. Al oriente de Trillo, a poco más de una milla de distancia, se registra una montaña, que conserva por tradición entre sus moradores el nombre de Villavieja…(…)…se pudiera conjeturar con grande verosimilitud haber estado fundada en la referida montaña la ciudad de Bursada» (Gómez Ortega 1778: 3-6). También el Conde de Córnide realizó sus conjeturas, apuntando que el yacimiento debería corresponder con la ciudad de Contrebia (Cárbica): «Yo creo que puede haber sido población celtibérica, defendida solo por la naturaleza y por el esfuerzo de sus naturales, y por varias reflexiones que hago en mi nota de la Celtiberia y sus ciudades en la Memoria de Cabeza de Griego me inclino a que hubiese sido Contrebia» (Vallejo 1999: 45-46). Y este es el que apunta la noticia del primer hallazgo epigráfico en la zona del cual se tiene conocimiento: «Aunque el Conde de Cabarrús hizo sacar en el dicho cerro (de Villavieja) una piedra con una inscripción que mandó conducir a Madrid, Don Jerónimo Carrillo, actual Maestro de Trillo, me aseguró que nada se podía leer en ella por estar muy gastadas las letras…» (Vallejo 1999: 48). De esta inscripción no se conoce el paradero. Siguiendo con las citas sobre el yacimiento, ya en el siglo xix, en el diccionario de Pascual Madoz se menciona otra atribución de dichas ruinas, en esta ocasión a Thermide: «Esta población que probablemente debe su origen y nombre, como su importancia, a las célebres aguas que posee es antiquísima, aunque trasladada del sitio llamado Villavieja, donde se conservan las ruinas de su existencia primitiva, en la que fue considerable, mencionada por Ptolomeo en la región de los carpetanos, con el nombre de Thermide, de donde ha venido a decirse Trillo» (Madoz 1850: II 420). Del mismo modo opinaba José María Escudero de la Peña: «En las cercanías de la actual villa de Trillo, en el despoblado de Villavieja, existen las ruinas de la antigua Thermida, cuya reducción a Trillo no se

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hace difícil, teniendo en cuenta las graduaciones que le aplicó Tolomeo en la parte más septentrional de la Carpetania, rayando con los arévacos de Sigüenza, y su nombre derivado del de Thermos, calor, refiriéndose a sus famosas aguas» (Escudero 1869: 16). También se refiere Fidel Fita a aquella ciudad de Thermide, cuando publica su interpretación de una de las inscripciones, considerando que la ciudad estaría en el ámbito del balneario (Fita 1890: XVI 224). Así, de todas las opciones la única que se sigue aceptando es la de la situación de la ciudad de Thermida o Thermide, que Ptolomeo sitúa entre los Carpetanos, y que por la raíz de su nombre aludiría a Thermos (calor), haciendo referencia a las aguas termales que se sitúan al lado del yacimiento. Muchos de los autores que han publicado en este tema siguen actualmente con el debate, aceptando la posibilidad basándose en el texto de Ptolomeo y en la situación del resto de urbes. El tema se abordó extensamente en su tesis doctoral, Jesús Montero Vitores, el cual establece varios lugares probables, estando Sacedón y Trillo entre ellos (Montero 1991: 178, 259, 341-342). Dicha asociación se sigue manteniendo en muchas publicaciones que tratan de los carpetanos, (Salvador 2011: 76) e incluso es posible encontrarlo situado en mapas de publicaciones divulgativas. Nosotros no queremos entrar en este tema, dado que no existen por el momento pruebas arqueológicas que lo corroboren. No obstante, esta profusión de citas señala que existió un notable interés por las ruinas desde el siglo xviii, debido en parte a la cercanía del Balneario Carlos III respecto al yacimiento, pero también por la relevancia de los restos conservados en superficie. Es pues en ese contexto, en el que se produce el segundo hallazgo epigráfico del que se tiene noticia. Fue Juan Catalina García López el que halló en 1889, en la ladera de poniente una estela inscrita (García López 1903), con doble interpretación en su lectura, según la cual pudiera tratarse de una lápida funeraria o de una inscripción votiva de culto al dios Mitra, aunque actualmente la investigación se inclina por la primera. Esta estela, conservada en el MAN, está tallada en arenisca y posee un motivo en forma de rosa tetrapétala (Batanero Nieto 2008: 227). En relación con esto hallamos en Hispania Epigráfica una inscripción con el título: «Epitafio de materna», cuyo número de registro es el 14868, y que se encuentra aún en el MAN. Durante mucho tiempo estuvo confundida como procedente de Segóbriga, pero tenía la anotación de haber aparecido «en las cercanías de Trillo». Esta corresponde con la parte superior de una lápida de caliza local con

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coronamiento en forma de nicho y busto en el centro, enmarcado por una moldura de semicircunferencia. No obstante es una pieza a considerar, por su destacada elaboración aunque se encuentre mal conservada, identificada como del taller de Segóbriga, ciudad con la que quedaría vinculado nuestro enclave a través de la inmediata vía (Gamo 2012: 264-267). También en Hispania Epigráfica figura el «Epitafio de Felicula», (N.º de registro. 25970), consistente en una placa de mármol encontrada en Trillo (Guadalajara) y que estaba almacenada en el MAN, de donde desapareció el día 23/04/1963. Esta estela según Castellanos de Losada, había aparecido en «Contrebia o Tiberiana en la Alcarria, provincia de Guadalajara», que era por aquel entonces el cerro de Villavieja, en Trillo. Según la investigación de Gómez Pantoja, sería un epígrafe romano que viajaría hasta aquí en el panorama de tráfico de inscripciones de la época (Gómez Pantoja 2004: 251). Ya en los años veinte y treinta del siglo xx, tenemos testimonio de que eran muchas las excursiones de excavación llevadas a cabo por el maestro de Trillo y los niños del colegio. De ello quedan huellas en las esquinas de los muros que se ven en superficie del poblado. En este clima encaja la fotografía antigua que encontramos en el Centro de la Fotografía y la Imagen Histórica y de Guadalajara (CEFIHGU), realizada por Layna Serrano y fechada en 1935 (Fotograma 0705). Es uno de los testimonios más interesantes, dado que ilustra lo que el autor anota como «Friso romano hallado en el lugar que llaman Capadocia, Trillo». Efectivamente representa un friso con motivos vegetales, en el que se aprecia un estilo hispanorromano, con factura de mediana calidad. La importancia de la pieza radica en que procediese de algún edificio destacado, del tipo administrativo-religioso. Al respecto del paradero de la piedra, sabemos que, tras su descubrimiento, estuvo depositada en el patio de una gran casa que había en la calle San Martín de Trillo. Pero al realizar la demolición del inmueble hace décadas, nada más se supo de la pieza. Hay que señalar además la existencia de una piedra que se había hecho rodar desde la cima. Según apunta Agapito Pérez Bodega, esta podría pertenecer a un molino de viento árabe existente en el sector central del poblado. La estructura a la que se refiere, corresponde con un débil muro de apenas un metro de altura y 50 cm de grosor, el único hecho de mampostería en el cerro, de mortero de yeso muy basto y que forma una esquina de una estancia cuadrangular de dimensiones desconocidas. Nosotros creemos muy aventurada la conclusión. La piedra es de material de

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conglomerado de arenisca con clastos de cuarcita, y se encuentra muy deteriorada. Por su propia naturaleza no sería funcional para la molienda, por lo que creemos que se puede tratar de un areae o pie de prensa. De estos se han hallado muchos en yacimientos arqueológicos romanos (Peña 2010: 68-69) y su testimonio aún puede hallarse en el campo de la etnografía. De hecho este equipo a documentado muchas de ellas en el conjunto de cuevas-bodegas en la vecina localidad de Ruguilla, (Cifuentes, Guadalajara) (noviembre-diciembre 2013, «Estudio arqueológico previo a la concentración parcelaria privada en Ruguilla, Cifuentes, Guadalajara», Antonio Batanero Nieto). Por otro lado, también hay una serie de elementos y menciones que engrosan los datos disponibles para construir una idea de conjunto patrimonial de Villavieja, si bien en este caso hay que tomarlos con precaución. Por ejemplo hay una curiosa mención de Basilio Sebastián castellanos de Losada, que en su obra divulgativa «Trillo. Manual del Bañista», escribe sobre un «aljibe árabe comienzo de la escabrosa cima» en el alto del cerro de Villavieja (Castellanos 1851: 62). No existe a la vista tal estructura en la actualidad, si bien la existencia no es descabellada. Otro ejemplo es el de la Cueva de los Moros, topónimo que más bien constituye ya un tópico, por lo extendido que está en muchas poblaciones. Esta se encuentra rodeada de numerosas leyendas relacionadas con la existencia del «Becerro de oro» y con pasadizos interminables. Realmente se trata de una pequeña cueva de una decena de metros, de difícil entrada y de discutible antigüedad (Fernández y Martín 1982: 96-97).

La necrópolis El lugar recibe el nombre de los restos de la ermita dedicada a San Martín, ya mencionada. La estructura solo conservaba parte de sus paredes, adivinándose una planta rectangular y una orientación hacia oriente. Se trata de una sencilla construcción de mampostería en cuyo paramento meridional se abren dos pequeños vanos ligeramente abocinados, construidos con piedras de mayor tamaño. Hace una década se reconstruyeron sus paredes con cemento portland para su aprovechamiento como corral para ganado. El templo estuvo mantenido hasta el siglo xviii, y según se cita en los libros de Fábrica de la Iglesia de Trillo, fue mandada demoler por ser refugio de bandidos. La primera noticia escrita del cementerio se produce a mediados del siglo xix: «Pero lo más antiguo y notable de ella son unas ruinas de población,

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quizá más bien celtibérica (según relación fidedigna, se veían no hace mucho tiempo algunos nichos excavados para recibir los cadáveres, guardando la forma del cuerpo humano al estilo de los de Olérdula), que romana, a una milla al oriente del pueblo» (Cuadrado y Peña 1885: 178). Dentro de las leyendas locales hizo eco un hallazgo producido en los años 50 en torno a la necrópolis, cuando al parecer arando con bueyes aquella zona, uno de los animales metió la pata hacia la tierra y resultó descubrir un conjunto de alhajas valiosas. Al parecer efectivamente la suerte de aquella familia cambió radicalmente, disfrutando de una mejora económica durante un tiempo. Al margen de este apunte, hay que destacar que no solo la necrópolis, sino todas las laderas de Villavieja fueron roturadas en la postguerra, cosa que es perceptible siguiendo las fotografías aéreas conservadas en la fototeca del CNIG, con el consiguiente deterioro para el yacimiento. Los hallazgos en la necrópolis se relacionan con el expolio casi sistemático de los ajuares durante décadas. En 1970, Florentino García López y Antonio Linero Doña, trillanos aficionados a la arqueología, realizaron allí varias excavaciones. Entre los hallazgos hay que destacar tres tumbas de inhumación cubiertas por losas de piedra, entre cuyos ajuares aparecieron dos pendientes con la siguiente descripción por parte de sus descubridores: «…anillo de unos 4,5 centímetros de diámetro con broche, al estilo de la fíbula ibérica, a la cual iba unida por medio de otra anilla más pequeña una bellota de precioso dibujo calado, todo ello en plata (…) Ensartados en una de las falanges de la mano izquierda aparecieron dos anillos, también de plata, en los cuales se aprecia muy bien la talla hecha por percusión» (Batanero Gil 1970). Aunque esto se hizo de forma totalmente irregular, gracias a que los descubridores pusieron el hecho en conocimiento de las autoridades, pudo intervenirse después de manera profesional.

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visigodo al altomedieval, destacando la importancia arqueológica de la ermita de S. Martín, que sería un antiguo templo ligado al poblado de Villavieja. Finalizan clasificando la urgencia de los trabajos arqueológicos dado el peligro que poseía la necrópolis de seguir siendo expoliada. Y de hecho, tal como los anteriores autores avisaron, años más tarde se publicó en Wad-Al-Hayara la noticia del hallazgo de un pendiente de plata «de cestecilla», de influencia bizantina, procedente de una intervención clandestina. Se trata de un pendiente de plata, un collar de cuentas de ámbar y un anillo que fueron depositados al Museo Provincial de Guadalajara (Izquierdo e Izquierdo 1977; Cristóbal 1981: 425-429).

Excavación en el asentamiento (año 1977, José María Izquierdo Bertiz) Dado que la necrópolis estaba muy expoliada, decidieron abandonar la investigación en ella y pasar al asentamiento. Realizaron varios sondeos en la cima de Villavieja, actuando en tres sectores. El objetivo era conocer la traza urbana del poblado, estudiar una forma concreta de habitación y conocer la estructura de fortificación al norte. Los datos resultantes fueron la existencia de grandes estructuras trabadas en seco, con algunas hileras en espiga, apoyadas directamente sobre el nivel geológico de roca, sin regularizar. Además hallaron parte de un basamento de sillares al norte, revelando la existencia de amurallamiento en dicho punto. El material arqueológico obtenido era muy fragmentario, compuesto en su mayoría de tipos cerámicos bastos en tonos grises y rojizos, de funcionalidad común, junto con algunos restos metálicos y de vidrio muy escasos. Concluía su estudio diciendo que se trataba de un momento muy temprano de excavación en el que era difícil establecer conclusiones, afirmando que el yacimiento se prestaba muy bien a un estudio sistemático (Izquierdo 1978).

Intervenciones arqueológicas Excavación en la necrópolis (octubre de 1972, Ricardo Izquierdo Benito y José María Izquierdo Bertiz)

Carta Arqueológica Municipal de Trillo (años 20052006, Jesús A. Arenas Estéban y Antonio Batanero Nieto)

De ello se encargaron Ricardo Izquierdo Benito y José María Izquierdo Bertiz, que diferenciaron tres zonas, bastante alejadas unas de otras, hallando varias tumbas de inhumación en fosa cubiertas por losa de piedra. Concluyeron que la necrópolis se situaba cronológicamente en la transición del mundo

Dado que este es uno de los yacimientos más destacados del término municipal, representamos la distribución de los muros que se percibían en superficie sobre un plano catastral georreferenciado. Asimismo realizamos croquis ampliados de algunas zonas, como aquellas en las que se percibían aún

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las catas de los años setenta. También un mapa de dispersión de fragmentos ante la gran cantidad existente, que se mostraban de todas las épocas, entre los cuales además de artefactos cerámicos y líticos, existían restos de lápidas de las tumbas saqueadas de la necrópolis. Entre los restos cerámicos hay que destacar manufacturas del Calcolítico y de la Edad del Bronce, hallados sobre todo a media ladera sur, en las inmediaciones de la afloración rocosa que se asoma hacia el Tajo. Además existen dos claros ejemplos de cerámica del tipo Cogotas I, así como fragmentos de vasos coladores y abundantes lascas de sílex. Se obtuvieron también algunos pequeños fragmentos de cerámica cuyas pastas parecen de tradición indígena, alguna con estampillado de influencia carpetana. Hay que destacar la existencia de pequeños fragmentos de terra sigillata Hispánica, de la que no se obtienen formas, pero que poseen buena calidad de barniz. También existía un gran número de fragmentos de cerámica de pinceladas y bandas islámica de en torno al siglo xi.

Prospección con sondeos (diciembre de 2005, Antonio Batanero Nieto) La apertura de una zanja paralela al camino para el cableado de una antena de televisión, supuso un daño considerable en los 460 metros lineales de cima del poblado. Tras la paralización de la obra por la administración, se encargó a este equipo la valoración del daño producido. La intervención que se nos indicó consistía en la prospección superficial de la zona, así como la realización de ocho sondeos de 2 x 1 m trazados sobre la zanja. Como era de esperar, no encontramos materiales arqueológicos en conexión estratigráfica, dado que la zanja llegaba hasta el nivel geológico de roca. Además la máquina trabajó en el extremo del camino de acceso a las antenas, abierto en los años 80, y ya se había destruido el nivel superior al construir el vial. Por otro lado, como se comprobó en los sondeos 7 y 8, junto al tubo colocado en la obra actual de acometida eléctrica, ya se habían introducido cuatro tubos de menor sección. Esto quería decir que los perfiles occidentales de cada sondeo, solo podían mostrar material revuelto, dado que ya había existido una zanja anteriormente. En el extremo oriental de los sondeos, en el sector central, observamos la existencia de un suelo de tierra apisonada que quedaba a 20 cm del nivel geológico. También detectamos un nivel de incendio en una fase medieval, perceptible también en los restos de tierra del montón,

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dado que aparecían restos de bellotas, adobes y tejas medievales quemadas. Se habían destruido hasta la base varios muros en la anchura de la zanja, que oscilaba los 60-70 cm; pero se pudo comprobar que no existía concordancia entre los que afloraban en el resto de la zona, de época altomedieval, con dos de los visibles en el camino. Esto indica que al menos en el sector central del poblado, las acciones de reocupación del asentamiento no arrasaron del todo los niveles anteriores, tal como parecía desprenderse de la excavación de 1977. Aun así el nivel geológico de roca está muy somero tanto al norte, como al sur de la cima del enclave, siendo visible en varios puntos. El material cerámico se obtuvo de dos contextos: de la superficie del montón de la zanja, que no se había cubierto del todo, y del relleno de los sondeos. De la excavación de la tierra próxima al perfil oriental de los sondeos no pudo obtenerse ningún elemento de interés cronológico, estando el grueso de las piezas en el relleno ofreciendo un total de 123 fragmentos seleccionados muy heterogéneos en formas y cronologías (Figs. 4 y 5). Del material cerámico romano, en cerámica uso común existen fragmentos de borde de grandes recipientes contenedores, algunos de ellos decorados en la parte plana superior del labio con motivos lineales y ondas incisas. Como testimonios de momentos tardíos existen fragmentos de terra sigillata africana A y D, pudiendo tratarse alguna de imitaciones. También apareció otro gran indicador cronológico, consistente en varios fragmentos de terra sigillata Hispánica Tardía Meridional (TSHTM), concretamente pertenecientes a la forma 20 de Orfila (Orfila 2008). Esta tipología ha ido apareciendo en estos años en diversos lugares de la Península, estando presentes en las provincias de Cuenca, Albacete, Murcia, Ciudad Real, Jaén, Granada, Almería, Málaga, Sevilla y Alicante. Los estudios en algunas áreas de la bética, revelan que la presencia de la TSHTM indica que el asentamiento es una zona de interior y que posee menor entidad que aquellos donde aparece cerámica importada. Por los últimos datos se sabe que en el sur aparecía en fechas de finales de siglo iv d.C. y que podría llegar incluso al siglo vi d.C. (Orfila 2008: 541-551) (Fig. 3). Los vidrios se presentan muy fragmentarios, y considerando la calidad de las pastas, son de diversa cronología. Pero en general predominan coloraciones amarillentas y pardas, fruto de una pérdida de calidad de la materia prima, lo cual apunta a momentos muy tardíos, prácticamente altomedievales. Se perciben formas abiertas del tipo cuencos, platos y vasos destacando uno por su tono oscuro, con decoración de

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Fig. 3. Fragmentos cerámicos de Terra Sigillata Hispánica Tardía Meridional (TSHTM).

hilos blancos horizontales paralelos al labio, cuyo motivo decorativo se generaliza a partir del siglo iv d.C. (Alonso 2010: 460). En cuanto a los materiales altomedievales, existe gran representación de un recipiente de cocina cuya forma de borde exvasado y labio redondeado y en casos apuntado, es muy común en contextos de hábitat hispanovisigodo. Dichas formas son perceptibles en yacimientos como el de El Tesoro-Carramantiel (Cuadrado 2002) según nos manifiesta su investigador, y como algunas ollas de la ciudad visigoda de Recópolis (Olmo et alii 2002: 547-549, fig 3). Por otra parte hay una gran representación de tipos islámicos de en torno a los siglos x y xi, sobre todo cerámica de cocina, y recipientes de agua decorados con pinceladas y goterones rojizos y pardos, muy extendidos en la Meseta. Pero el mayor hallazgo realizado en aquel momento fue el de las estelas romanas que extrajo la máquina el sector norte, y que formaban parte de un muro de sillar de una superestructura defensiva. Según el estudio realizado por Armin U. Stilow (Coordinador del Centro CIL II - Corpus Inscriptionum Latinarum-), su cronología rondaba entre la segunda mitad de si-

Fig. 4. Fragmentos cerámicos de Terra Sigillata africana.

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Fig. 5. Fragmentos de vidrio de Villavieja.

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glo i d. C. o la primera mitad de siglo ii d. C. Todo apunta a que formaran parte de la necrópolis romana del asentamiento de Villavieja (Batanero Nieto 2008: 230-236). No obstante, existe un caso cercano a Trillo, donde se ha planteado el desplazamiento de grandes distancias de grandes piezas epigráficas, acarreándolas para su aprovechamiento en nuevos enclaves (Cuadrado y Girvés 1997: 129-135; Stylow 2000: 272). En resumen, tendríamos como resultados un asentamiento con una ocupación importante desde la Edad del Bronce, que constituiría un oppidum prerromano y sobre el que se podría encontrar una agrupación urbana indeterminada en época romana. Y es que si ya es difícil la clasificación de asentamientos en época antigua, cada vez están resultando más tipos, en relación a las múltiples formas de ocupación y las relaciones socioeconómicas con el territorio (Fernández Ochoa y Salido 2014: 119-124). Por el momento sería fechable con seguridad a partir de mediados de siglo iv d.C., fruto del fenómeno de encastillamiento producido, volviendo a ocupar espacios altos y fácilmente defendibles (Gamo 2013: 135-136). La necrópolis visigoda documentada en el siglo vii, correspondería a un momento en el que la nobleza rural de la zona tendría aún su asiento en el enclave. Por último, existe un importante nivel de ocupación islámica documentado por estructuras y materiales cerámicos del siglo xi, que corresponderían a los restos que se perciben en superficie en el yacimiento actualmente. Pero la falta de estudios sistemáticos, no permite documentar la continuidad ocupacional en el yacimiento tras la conquista romana de la zona. Si las estelas romanas proceden de la necrópolis de San Martín, considerando además los escasos fragmentos cerámicos coetáneos que tenemos, parecería evidente pensar en que existiría un nivel de ocupación romana en el enclave al menos desde el cambio de era, durante al menos los siglos i y ii d.C.

4. EL BALNEARIO DE CARLOS III EN TRILLO Notas históricas Son muchos los autores que han escrito sobre las virtudes medicinales de las aguas de Trillo, pero el primer documento impreso sobre ellas se recoge en el libro «Espejo cristalino de las aguas de España» escrito por el Doctor Alfonso Limón Montero y publicado en el año 1697 (Limón 1697: 289-297. Fueron numerosos los casos clínicos estudiados por los médicos de la comarca, incluso antes de que se realizaran las primeras instalaciones; comprobándose su ayuda al tratamiento

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de la artrosis, procesos cutáneos, reumatismo, neurosis, anemia, catarros, raquitismo y un largo etcétera (Guarnerio y Allavena 1791: 48-82; González Crespo 1854: 1-30). El hecho de que algunos personajes notables hubieran hallado alivio en estas aguas, las hicieron tomar fama. Por ello en 1770, el Decano del Consejo y Cámara de Castilla D. Miguel María Nava Carreño, que también obtuvo la salud en ellas; influyó en el rey Carlos III para la fundación oficial de los Baños de Trillo (Gómez Ortega 1778: 29-34, 54-56). En 1772 se iniciaron estudios para un mejor aprovechamiento de estas aguas. D. Casimiro Gómez Ortega, profesor de botánica del Real Jardín Botánico de Madrid, fue el encargado de estudiar la composición química y propiedades de las aguas, realizando análisis para averiguar las semejanzas y diferencias que existían entre los cuatro manantiales conocidos hasta entonces. Se levantaron los edificios de baños, se hicieron jardines con paseos y se arregló el acceso desde Madrid, formando el llamado Camino Real. Las instalaciones se inauguraron en 1777, y constaban de varias estructuras entre las que había que distinguir cuatro edificios de baños situados dispersos por la finca: Baños de la Princesa, Baños del Rey, Baños de la Condesa y Baños de la Piscina. Además se hallaba para la atención de los pobres, el Hospital Hidrológico de Carlos III (González y Crespo 1845). Diversos personajes destacados de la Corte pasearon por sus jardines en los años posteriores, como por ejemplo Gaspar Melchor de Jovellanos, tras su supuesto envenenamiento en el verano del año 1798 (Conde 1963: 2-10). Para ilustrar una idea aproximada, se trataría de un profundo valle en la ribera del Tajo, en la que se hallaban edificios de una sola planta dispersos por la finca, y conectados por paseos y alamedas. Según avanzaba el siglo xix y aumentaban los concurrentes al balneario, fueron construyéndose nuevos edificios y ampliando zonas ajardinadas, de tal manera que a finales de siglo la finca era un gran complejo balneoterápico (Taboada 1878: 10-17, 2439). El concepto fue cambiando desde la estricta idea sanitaria, para ir tomando un sentido cada vez más lúdico, convirtiéndose en destino vacacional de verano. Ampliaciones y mejoras que fueron posibles gracias a la inquietud de D. Mariano José González y Crespo, médico director del balneario desde 1829 a 1868 (González Crespo 1854). Fue el verdadero promotor de la ampliación y dinamización de la finca, convirtiéndola en un gran complejo termal con más de 16 edificios, 48 habitaciones, iglesia y hospital. Según el Tratado de Rubio, en el funcionamiento del balneario a mediados del siglo xix, se producían

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al día el movimiento de más de 5000 personas, lo que producía la circulación de unos 30  000 duros de la época. Tal era la importancia del enclave, que el médico director trató de pedir que se decretara la erección de una nueva población que llevaría el nombre de «Santa Isabel» (Rubio 1853: 318). González y Crespo fue quien puso las bases para el diseño de la galería principal de baños, hecha aprovechando los departamentos que se habían levantado desde 1777 y uniendo todo en un solo edificio. En 1860, el proceso de desamortización hizo que la finca pasara a manos privadas. Sus primeros dueños fueron Francisco Morán y José Andrés Terreros. Propietarios que contribuyeron económicamente desde el principio al impulso y progreso de las instalaciones, quedando la finca en manos de la familia Morán hasta poco después la Guerra Civil española. Hasta 1936, fueron ampliándose las instalaciones para formar una auténtica localidad. Había edificios de baños, fondas, hoteles, hospital, iglesia, bodegas, tiendas, chalets, jardines, etc. (Valentín 1903). Durante la Guerra Civil el lugar fue tomado por militares, estableciéndose un hospital en el Balneario. Tras el conflicto las instalaciones quedaron muy deterioradas, y la administración franquista decidió demoler muchos de los edificios de baños y reconvertirlo en Sanatorio Leprológico Nacional. En diciembre de 1943 se inauguró el Sanatorio, instalado en un primer momento sobre las fondas del balneario. La importancia histórica del complejo termal no fue suficiente para restaurar los edificios de baños, que se encontraban en mal estado tras la Guerra Civil, optándose por demolerlos todos menos el del Baño de la Condesa. Hacia los años 50 se habían construido una nueva serie de pabellones en el paraje de El Soto, quedando el antiguo balneario solo como alojamiento de las enfermas. Con el tiempo, la finca del balneario quedó desierta, ya que todos los enfermos fueron alojados en El Soto, siendo el balneario mantenido por Sanidad. Tras la transferencia de competencias a las comunidades autónomas, la finca del balneario fue cedida al ayuntamiento de Trillo para la creación de un nuevo complejo hotelero.

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había dado cuenta Agapito Pérez Bodega (Pérez Bodega 1986: 222-223), realizamos una reproducción fotográfica de todos ellos en la Biblioteca de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid. Esta documentación se complementaba con el plano del Bosquejo Topográfico de la finca realizado en el año 1911 y presente en el Archivo del Centro Nacional de Información Geográfica. También obtuvimos copia de los apuntes de los topógrafos. La idea radicaba en poder reconstruir la secuencia constructiva del balneario con la ayuda de las fotografía antiguas disponibles. A partir de ahí fuimos registrando en la prospección aquellas estructuras que pertenecieran a los edificios de baños fundados en el siglo xviii y que se localizaban en los antiguos manantiales, que ya no brotaban. La delimitación de los edificios se fue trazando en nuestras planimetrías, contando con las ampliaciones del siglo xix y con la fisonomía de la finca representada en el plano topográfico de principios de siglo xx. En cuanto a los edificios de baños, solo quedaban restos en pié de la estructura principal del Baño de la Condesa, situado sobre una roca en la orilla del río Tajo. Y de las hospederías u hoteles, solo quedó el que existe en la entrada, denominado Pabellón de Santa Rita y también, Hotel de los Dueños. Los restos del gran edificio termal, o Antiguo Establecimiento, eran los que quedaban en forma de resto arqueológico sobre los que se actuaría posteriormente.4 Con el trabajo anterior se pudieron adscribir todos los restos menos uno. En el extremo norte de la finca, en el paraje del Baño de la Piscina, existe una balsa de planta rectangular que aún tiene agua. Esta se encuentra a aproximadamente veinte metros a la izquierda de donde se ubicaba aquel edificio de baños, tal como se aprecia en una fotografía aérea de 1945, donde aún figura la planta derruida del mismo. Hoy la zona está cubierta de mucha vegetación y se percibe una estructura excavada con paredes de mampostería y revoco irregular cuya naturaleza no parece muy antigua. Nosotros pensamos que la denominación de «Piscina» pueda referirse a esta construcción, dado que el plano del edificio original de esta zona no poseía una piscina en su interior, sino dos pequeñas bañeras de sillería unipersonales. Recibiría el nombre de la estructura desconocida, dado que en el siglo xviii se argumentaba que el nombre del baño lo recibía por «haber servido para bañarse los enfermos de achaques cutáneos» (Gómez Ortega 1778: 33).

Partiendo de la existencia de los planos de los diversos edificios que había en la finca, y de los que

4 No consta que se hiciese un seguimiento arqueológico durante la construcción de las nuevas instalaciones.

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Los informantes han conocido dicha balsa como lugar donde iba a parar el agua termal del edificio, y desde allí se regaban algunas pequeñas huertas del balneario a través de un caz excavado, visible en la actualidad. Quizá se trate de la parte baja de uno de los edificios de los tres «cloacas» (Gómez Ortega 1778: 34), pero podrían ser restos aprovechados de una estructura mucho más antigua. Este sería uno de los puntos a despejar mediante la arqueología.

Excavación arqueológica para el proyecto de puesta en valor (año 2007, Antonio Batanero Nieto) Junto al manantial del Rey se construyó en 1777 un pequeño y sencillo departamento de una sola planta con cuatro bañeras unipersonales de piedra sillería bajo el nivel del suelo. La captación del manantial consistió en un pozo, también de sillería, en forma cilíndrica que aún puede verse actualmente, y que estaba fuera, anexo al pabellón (Gómez Ortega 1778: 30-31; Castellanos 1851: 76-77). Desde el año 1804 en esta zona se van creando nuevos departamentos de Baños, hasta que en 1860 ya existía la galería de baños, con 50 metros de longitud y 15 de anchura en planta. Abajo se situaban diferentes departamentos separados por sexos y categoría social, y en las plantas superiores alojamiento para bañistas y la servidumbre. Ese edificio era el Antiguo Establecimiento Carlos III, que aparece en muchas postales con un gran reloj y campana en su tejado. Los baños de derecha a izquierda se denominaban: Rey, San José, Obispo o Príncipe, Santa Teresa, Reina, Salud y San Rafael (González y Crespo 1854: 6-8). Por lo que se lee en una de las memorias anuales de los médicos directores, al haber sido construido a retazos, este edificio empezó a tener problemas de humedades y cimentación, por lo que fue dejándose de invertir en él (Valentín 1903: 67). Así, tras el cierre del balneario en la Guerra Civil, se acrecentó su mal estado. Cuando la administración franquista convierte el antiguo balneario en Leprosería, demolieron aquel y todos los demás edificios de baños en lugar de repararlos. Sobre la gran galería quedaron grandes acumulaciones de escombros en los que crecía una espesa vegetación, dedicando la zona a leñera. Así, en la década de los ochenta, realizando labores de limpieza en la zona, aparecieron entre los escombros las bañeras de mármol de principios de siglo xx del antiguo edificio, así como las bañeras de piedra caliza construidas bajo el nivel del suelo desde el siglo xviii. En ese descubrimiento se acondicionó la zona

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con baldosas de cemento y se iluminó con farolas, realizando una obra de fontanería de PVC para surtir a las bañeras de piedra. Pero solo se descubrió aproximadamente la mitad del edificio, el resto sigue hoy debajo del césped del jardín.5 En 2005 el Ayuntamiento decidió cambiar el pavimento de la zona y acondicionarla al público, realizándose un seguimiento arqueológico en octubre de ese año (Octubre de 2005, Antonio Batanero Nieto). Tras conocer el hallazgo de restos de la estructura perimetral del edificio de baños, que aparecían a poco de la superficie; el gabinete técnico del consistorio, recomendó actuar de otro modo. De esta forma se pensó en realizar un estudio arqueológico de la zona, encaminado a la restauración de algunas estructuras y la puesta en valor del lugar. En febrero de 2007 comenzó la fase de excavación arqueológica, exhumando los restos de la cimentación del edificio principal, así como los tabiques separadores de departamentos de baños. También se hallaron restos de los pavimentos de baldosas originales del edificio, así como restos de azulejos decorados del siglo xix, restos de la fontanería y vajilla contemporánea (Batanero Nieto 2011a: 42-45). Tras excavar la mitad oriental de la planta del edificio, se acometió el control arqueológico con vigilancia permanente de la apertura de paseos peatonales que rodearían los restos. La pavimentación se realizarían mediante el uso de áridos compactados, en lugar de morteros, para garantizar la fácil reversibilidad del conjunto. Los resultados fueron el hallazgo de restos del sistema de fontanería de los siglos xviii y xix. Tras los resultados de la excavación, se decidió extender esos paseos al interior de la zona arqueológica, con el fin de facilitar el acceso a personas de movilidad reducida. De este modo sobre los restos arqueológicos existirían unas áreas pensadas para el descanso de los visitantes. En la excavación se detectó una fuerte cimentación de cal en las unidades estratigráficas murarias del siglo xviii. En cambio, en muchas unidades del siglo xix, había desaparecido la cimentación o solo quedaban dos hiladas, con poco mortero y de materiales diversos entre los que había toba calcárea. Se profundizó en varios puntos revelando un nivel geológico con gran aporte de limos y turba, encontrándose algunas piedras grandes de conglomerado de arenisca dispersas por el área explanada donde se levantó el edificio. En ningún momento se halló un nivel anterior. Pero en un paquete de material 5 Actuación sin constancia documental, habiendo sido informados por los antiguos trabajadores del Sanatorio.

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revuelto, en el área dedicada a jardín, aparecieron algunos fragmentos de tipología romana y medieval islámica. Se trata de un fragmento de borde de un recipiente de uso común romano, correspondiente a un gran contenedor de borde exvasado, labio vuelto y ranurado, y varios galbos de pasta anaranjada con formas de tradición indígena, entre los cuales hay un borde exvasado y labio redondeado que podría pertenecer a una jarra. Por último, en uno de los perfiles de la excavación, correspondiente a la misma unidad estratigráfica de material revuelto, apareció el único fragmento de terra sigillata Hispánica presente en la finca del balneario por el momento. Se trata de un fragmento de borde con huella de un asa, que conserva todo el labio y apunta la dirección del cuello como el de una pequeña botella. Se trata de una pieza que se encuentra a partir de mediados de siglo i d.C. y cuya producción sigue hasta mediados de siglo ii para las piezas decoradas, y hasta mediados de siglo iii para las formas lisas (Fernández y Roca 2008: 321, fig. 7, forma 20) (Fig. 6).

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Pero en aquel punto del baño del Rey se hizo un gran desmonte desde 1772, encaminado a captar el manantial y también allanar la zona para construir el departamento. Según consta en los planos, luego se levantó un muro de 3 m en forma de contención de las tierras de la ladera del cerro, el cual se conserva. Además para cimentar el pabellón se realizó una importante obra: «Todo el terreno del manantial es de una consistencia muy floxa, y habiéndose reconocido que a más de dos estados de excavación no se hallaba firmeza alguna, fue preciso fortalecer el fondo con estacas de cuatro varas de largo, apiñadas unas contra otras, é introducidas a golpe de mazo. Sobre ellas se sentó un gran zampeado de vigas tercias, y sobre él se estableció un macizo general hasta la superficie, consumiéndose en esto 40 fanegas de cal y el quijo correspondiente, de que se infiere estar debaxo de tierra el mayor costo de estas obras» (Gómez Ortega 1778: 28). En los textos de Casimiro Gómez Ortega se percibe que fue un hombre minucioso. La calidad de observación del medio físico queda patente para los medios disponibles en su época. La descripción que hace del entorno geológico y botánico del balneario es totalmente precisa. Fue un gran profesor de botánica, que además pertenecía a la Real Academia de la Historia y de la Medicina, así como a las de las Ciencias de París y Londres. Por ello es de suponer que, si en aquellas remociones de tierra se hubiese encontrado algo y hubiera estado él presente, habría dado testimonio de ello. Conociendo pormenorizadamente las áreas en las que se practicaron obras y de qué modo se llevaron a cabo, quizá se pueda actuar en el futuro, con técnicas de prospección no destructivas, planteando análisis previos en zonas concretas. En este sentido, creemos que sería a lo largo de las ampliaciones del siglo xix cuando podrían haberse removido restos romanos y medievales en la finca. Pero teniendo en cuenta la profundización de los cimientos en algunas estructuras del siglo xix, cabe la posibilidad de que existan restos estructurales de fases anteriores en algunos puntos.

5. RASTROS DE INTERRELACIONES

Fig. 6. Posible cuello de botella de Terra Sigillata Hispánica hallado en el Balneario Carlos III.

La investigación en termalismo antiguo ha revelado un fenómeno de asentamiento concentrado en la proximidad de los manantiales mineromedicinales. Existen muchos ejemplos en la geografía peninsular en relación a esta idea, como los de Murcia (Matilla 2006: 1) o Albacete (Jordán y García 1997: 315); si bien cierto que muchas veces es difícil rastrear

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las evidencias que lo certifiquen, quedando solo una serie de fragmentos e indicios que denotan presencia humana en el punto de surgencia, pero que no dan pie a conocer en qué sentido y forma se establecía ese contacto. Por los restos que hemos ido describiendo, la relación entre el balneario e Trillo y el asentamiento de Villavieja se queda aún incompleta. Apenas unos fragmentos de cerámica son la prueba palpable de la presencia humana en época romana e islámica al otro lado del río desde el asentamiento. A estos restos hay que sumar varias menciones en diferentes textos, que hacen mención a otros elementos no conservados y por el momento, desconocidos. Desde 1830 en la finca del balneario se intensificaron las obras, ampliando edificio de baños, construyendo nuevos hoteles y abriendo el camino al baño de la piscina. En ese contexto de remociones de tierra, encontramos que en un artículo publicado en el Semanario Pintoresco Español, en 1842 se decía: «Es de notar que el asiento de aquella antigua población se baila muy cerca de las aguas termales, á las que tanta atención daban los romanos. El médico actual, el infatigable Sr. D. Mariano José González y Crespo, ha encontrado en el lugar de los actúales baños dos monedas de cobre de época remota, y si se hicieran excavaciones en Bursada, se encontrarían algunos indicios de esta clase para fijar la época de su existencia» (Semanario Pintoresco Español, España Pintoresca, Trillo y sus Baños, 16 enero de 1842, p. 23). Sobre estas monedas no hemos encontrado más noticias, pudiendo ser de cualquier época, y no necesariamente romanas. Además hay que considerar que el texto se enmarca en un momento en el que la legitimación de los balnearios se conseguía incluso «rellenando» textos de tratados hidrológicos con estas noticias (Rodríguez Sánchez 1997: 52-53). Pero dicha intención se va desvaneciendo con el tiempo, a la par que se desarrolla la arqueología profesional, y en ese nuevo contexto es en el que se observaron una serie de restos cuya importancia recogió Jorge Sánchez Lafuente, en un artículo relacionado con la villa romana de Gárgoles. Por la relevancia del texto, lo añadimos de forma literal: «A los pies del Cerro Villavieja y en los antiguos Baños de Carlos III, hoy Sanatorio Leprológico, aparecieron en los años cincuenta una serie de estructuras murarias en mampostería con ánforas asociadas a estas, contiguas al mismo río, y que podrían interpretarse como un pequeño atracadero fluvial, y plantean la utilización, ya en época romana del lugar como baños de aguas medicinales. En cualquier caso, se trata de restos ro-

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manos que no caben ser disociados del yacimiento de Villavieja, que se encuentra en la otra orilla del río». A este texto anota que, aunque no hay pruebas de la navegabilidad del río Tajo en su curso alto-medio, existía hasta principios de siglo xx, un importante transporte de troncos de madera mediante contención de aguas en diques que eran abiertos con buen número de troncos y que la fuerza del nivel de las aguas (Sánchez-Lafuente 1986: 181). Nos ha transmitido que dicha noticia la obtuvo por un amigo de la zona que observó los restos in situ. Aunque se tratara de algo veraz, hay que señalar que durante aquellas obras de los años 50, se arrojaron multitud de escombros hacia la orilla del Tajo, pudiendo cubrir los restos señalados. En nuestras prospecciones siempre hemos puesto atención a este tema, reconociendo varias veces la zona sin observar nada destacable. Las únicas estructuras que se conservan pegadas al río, son las que constituyen el edificio del Baño de la Condesa, fundado en 1777, y el muro de la extensa rampa que le servía de acceso, la cual está sepultada por toneladas de cenizas de las calderas, tierra y escombro. Como hemos explicado los dos ámbitos quedan separados por el río Tajo, por lo que sería necesaria una estructura para salvar esa barrera. En relación con esto añadimos aquí una mención de Basilio Castellanos: «Al Oriente domina la población el cerro de Villavieja, en cuya cima se halló situada la antigua ciudad de Bursada, de la que apenas hay vestigios, y en él se ven canteras de muy rico yeso y bellísimas cristalizaciones de cuarzo por la parte que mira a los baños y bajada al río por este lado, en cuyo punto se ve la gran piedra llamada la Palomilla, sitio en donde estuvo situado el puente romano de Bursada» (Castellanos 1851: 61). Basilio Sebastián Castellanos de Losada, fue conservador y anticuario de la Biblioteca Nacional, realizando multitud de publicaciones de historia, etnología, literatura, religión, etc. Su labor como anticuario fue muy productiva, pero la obra de la que extraemos el texto estaba pensada para entretener a los bañistas. Ahora bien, hemos encontrado un topónimo que permanece invariable desde su representación en el Bosquejo (Fig. 7) Topográfico de 1898, y que quizá sirvió para inspirar su texto: la ponvieja, que alude sin duda a «la puente vieja». Existe mucha vegetación actualmente por esta parte de la ribera del Tajo, pero las rocas mencionadas son visibles, y no hemos detectado restos de estructuras ni mechinales en ellas que indicaran un paso sobre el río. Por la orilla izquierda había un camino que aparece en el plano topográfico de 1911

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Fig. 7. Mapa del conjunto arqueológico estudiado. En los baños se representan los edificios presentes en 1777.

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cuya antigüedad desconocemos. En ambas orillas existe roca, y la que hay cerca de dicho camino es una superficie más o menos plana y transitable. Pero la de la otra orilla del río, fue barrenada para abrir la senda en época contemporánea, como atajo para ir al Monasterio de Óvila. Dado que allí existe un gran estrechamiento rocoso lo bastante alto para salvar las aguas de las crecidas estacionales; cumpliría todos los requisitos para que Castellanos lanzara su hipótesis literaria. Lo que sí existe cerca de ese punto es una senda que aprovecha un escalón natural rocoso que baja al río Tajo desde la necrópolis de San Martín, y que ha servido de acceso a las huertas que había en el paraje cercano al río. Dicha senda igualmente podría servir para bajar al río desde el asentamiento de Villavieja, siendo el único punto de llegada posible por la parte oriental, debido a la presencia del acantilado rocoso en el resto. Hasta aquí se han mencionado todas las piezas que podrían servir para esbozar el tamaño del puzle, si bien aún no se tienen datos perfectamente contextualizados como para plantear hipótesis plausibles.

6. CONCLUSIONES E HIPÓTESIS DE TRABAJO Podrían realizarse multitud de hipótesis a partir de unas conclusiones muy genéricas, cuya evidencia más importante es la propia ubicación del asentamiento, paralelo al valle donde fluyen los manantiales mineromedicinales. Los pocos fragmentos y noticias de hallazgos, realmente constituyen solo indicios arqueológicos de que en el balneario hubo presencia romana. Pero son suficientes como para justificar nuevas intervenciones arqueológicas en el lugar. Partimos de que los balnearios, las ciudades y las vías de comunicación constituyen sujetos de una relación interactiva donde, los sucesos que afectan a uno, le repercuten al otro. Pero esto sucede en los casos en que existe una intención por parte de la administración romana de construir un centro termal, dentro de su programa de Romanización del territorio (Matilla 2006: 160). Muchos de esos estudios se refieren a zonas muy romanizadas, del sur y de ámbitos más cercanos a la costa, donde el fenómeno urbanístico produce ciudades de mayor tamaño. Quizá el caso que nos ocupa, en el que el patrón poblacional se formaba de núcleos más pequeños y dispersos (Valero 2013: 226-230), el fenómeno no sea tan palpable. No obstante el trazado de la vía Segontia-Segóbriga, en principio se acomoda al paso cercano por los

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lugares con fuentes termales más destacadas, lo cual permite pensar en los manantiales mineromedicinales como origen en la articulación de la vía. Si bien es cierto que normalmente las vías antiguas se trazaban siguiendo fuentes, fueran termales o no (Valero 2013: 235). Además, aunque el trabajo de Abascal es una gran referencia, existen muchos más datos en la actualidad para conocer la red viaria romana en esta zona, ya que no se ha planteado la red secundaria que debió de existir desde «siempre» entre los asentamientos, que sería muy importante para poder comprender la evolución de las comunicaciones. Sacedón y Trillo se encuentran a tan solo 35 km siguiendo valle del Tajo, pero cada uno se inserta en una de las dos subdivisiones que existen para la comarca de la Alcarria: Baja y Alta. La ubicación de la Dehesa de las Pozas y Ercávica, está en un espacio algo más abierto que la de Villavieja y el Balneario de Carlos III. Tradicionalmente se ha considerado más benigno el clima al sur que al norte, lo cual se nota en los cultivos, pues Trillo está en la entrada de lo que era la Sierra de Cuenca, lo que actualmente constituye el Parque Natural del Alto Tajo. El conjunto de Sacedón podría corresponder al de unos baños termales en los que existieron unas instalaciones construidas ligadas al oppidum Latinorum Veterum de Ercávica (Espinosa 2013: 83). En cambio, el valle de los manantiales de Trillo, correspondería a un lugar pantanoso poblado de vegetación ligado a un asentamiento indígena donde existe ocupación en época romana. La propia cercanía de las fuentes, cuyo vapor sería perceptible desde el hábitat, hace evidente el conocimiento de la existencia de las mismas. Ahora bien, no conocemos cómo se realizaba esa relación, si en la forma de unas charcas sanadoras, en el sentido de un santuario en el que se manifestaban los dioses; o en la forma de una estructura mantenida por la administración para canalizar el proceso de romanización del territorio. Sea como fuere, Sacedón ofrece un posible ejemplo potencial de lo que podríamos encontrar en el conjunto Villavieja-balneario Carlos III. La dirección de los futuros trabajos iría hacia el conocimiento de la relación entre el asentamiento y los manantiales mineromedicinales de Trillo, así como la política viaria relacionada con el resto de fuentes de la comarca y sus contextos arqueológicos. Por ello es necesario encaminar el estudio hacia el conocimiento de las fases anteriores a la época medieval en Villavieja. Esto ayudaría a revelar los mecanismos socioculturales que intervienen en un centro poblacional tan relevante en la comarca. Asimismo, el hallazgo e interpretación de nuevos epígrafes que puedan lo-

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calizarse en la muralla norte, ofrecería la posibilidad de conocer más datos en relación a las gentilidades y el culto desarrollado. Esto tiene importancia en el sentido en que se pudiera conocer el vínculo del grupo humano con divinidades relacionadas con las aguas termales, y el origen de los individuos sepultados en las inmediaciones. La investigación arqueológica en el balneario quizá se torne menos productiva. Y es que además de las grandes obras realizadas, el rastro arqueológico en los manantiales termales no tiene por qué estar relacionado con la existencia de grandes estructuras. Se sabe que en origen las aguas termales estaban relacionadas con el mundo religioso, por lo que algunos autores han indicado que quizá la falta de estructuras estén relacionadas con minimizar el impacto antrópico sobre el recurso sagrado (Díez de Velasco 1997: 100). Quizá los hispanorromanos usaran el baño termal en las charcas de Trillo, tal como se seguían usando en el siglo xvi, sin realizar grandes estructuras al efecto. Por ello el trabajo habrá de proyectarse en dos niveles. Por un lado una prospección sistemática encaminada a relacionar los últimos hallazgos con el trazado de las vías de la comarca, los yacimientos arqueológicos en sus diferentes propuestas de tipologías, y los puntos exactos de surgencia de las fuentes termales. Labor que debería interpretarse con la ayuda de un Sistema de Información Geográfica al efecto, de forma que se puedan plantear diversas cuestiones como los recorridos posibles, visibilidad del territorio, etc. Se trataría de realizar un profundo estudio del paisaje, dado que partiendo de ejemplos como el estudiado en Fortuna (Murcia) (Egea et alii 2003) o en Clvnia (Coruña del Conde-Peñalva de Castro, Burgos) (Cuesta 2011); se percibe que el carácter sacro que envolvía a los entornos donde emergen las aguas mineromedicinales, se extendía en varias manifestaciones y en diversos tipos de enclaves. Por otro lado habría que intervenir mediante una excavación sistemática en el sector mejor conservado del poblado, así como un grupo de sondeos en las terrazas inferiores. En el balneario, la labor comenzaría por realizar una limpieza exhaustiva de varias zonas, sobre todo en el paraje del Baño de la Piscina. Y debido a las características geográficas del sitio, quizá fuera más positivo intervenir previamente con técnicas de prospección no destructivas, para después comprobar huellas de estructuras. Siempre considerando que las termas curativas, no respondían a una planimetría repetida como un modelo, aunque siempre se localizaban lo más cercanas a la surgencia del manantial termal (Pérex y Miró 2011: 2).

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Un futuro prometedor que esperamos pueda llevarse a cabo, y que podría revelar muchas cuestiones de la relación entre asentamientos, comunicaciones y fuentes termales en las comarcas rurales del interior de Hispania.

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ARCHENA: EL BALNEARIO DE CARTHAGO NOVA Gonzalo Matilla Séiquer, Universidad de Murcia–CEPOAT y Luis Ovejero Ovejero, UCAM-Balneario de Archena

Resumen: Se describe el balneario romano de Archena (Murcia). Los resultados de las excavaciones arqueológicas permiten plantear que fue uno de los grandes balnearios hispanos que estaba conectado con Carthago Nova. Summary: The medicinal Roman baths of Archena (Murcia) are described. As a result of the archaeological excavations, we suggest that it could be considered one of the largest healing spas of Hispania, which was connected with Carthago Nova. Palabras clave: Baños, medicina, epigrafía, pintura, arquitectura, excavaciones arqueológicas. Key words: Baths, medicine, epigraphy, painting, architecture, archaeological excavations.

1. INTRODUCCIÓN Uno de los referentes del termalismo español desde finales del siglo xvii ha sido el balneario de Archena, ya citado por sus cualidades curativas en la obra general sobre aguas medicinales de Limón Montero (Limón 1697: 318) y en la monografía de Cerdán (Cerdán 1760). Hasta 1764 no se hará referencia por primera vez a su origen romano (Gómez de Bedoya 1764: 259). A partir de ese momento serán recurrentes las noticias relativas a hallazgos romanos, aunque sin que ninguna precise la verdadera dimensión de los baños de esa época. Gracias a una serie de obras para adecuar y modernizar las instalaciones que comenzaron a realizarse en 2001, se llevaron a cabo intervenciones arqueológicas que han permitido un acercamiento a la realidad del balneario de hace 2000 años con sus posibles conexiones urbanas y provinciales.

capital e inmediato al cauce del río Segura, en una de las zonas más fértiles de huerta asociadas a este río. En la actualidad se trata del balneario puntero de España a causa de múltiples factores, entre otros una innovación y desarrollo permanente en sus instalacio-

Situación El balneario de Archena se encuentra en la provincia de Murcia (Fig. 1), a 29 km al noroeste de la

Fig. 1. Situación del balneario de Archena.

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GONZALO MATILLA SÉIQUER Y LUIS OVEJERO OVEJERO

nes, la ubicación a cinco kilómetros de la autovía 30, que conecta Cartagena con Madrid y un clima que permite su apertura durante todo el año. Alguno de estos factores no es ajeno al mundo romano como se verá más adelante. En cuanto a su ubicación topográfica se sitúa en una estrecha y alargada terraza de inundación limitada por el río y el monte llamado Cabezo del Ciervo o Cabezo de los Baños, compuesto mayoritariamente por margas y coronado por una cornisa de travertino muy inestable. De esta manera tanto la surgencia, que está muy poco por encima de la cota del río, como las instalaciones de todas las épocas se han encontrado siempre a merced de las fuerzas de la naturaleza, en un lugar en el que las inundaciones eran periódicas y las riadas ocasionales pero muy destructivas hasta la regulación del Segura por la construcción de presas a lo largo de su cauce (Fig. 2).

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Salto de la Novia Se encuentra 5 km aguas arriba siguiendo el curso del río, en una zona en la que este se estrecha de manera ostensible. Se trata de un importante núcleo de población con origen ibérico pero con un desarrollo urbano al menos en época tardorromana (González Blanco 1991) que se encuentra en un paraje, del que toma el nombre, conocido como Salto de la Novia, topónimo que responde sin duda a un saltus novus o camino nuevo (González Blanco 2007). Hay que destacar que en el balneario romano de Archena se ha detectado una fase de uso tardorromana (Matilla 2006a: 174-177). Los restos romanos que conocemos por las publicaciones del Salto de la Novia hay que situarlos entre los siglos iv y vii d.C. (Valiente 1952: 232; Caballero 1974: 200-202; Méndez y Ramallo 1985: 235, 246-247 y 257-262; Amante 1985: 161-162; Ramallo 1987). Es el momento álgido de la ciudad. Pero no hay que olvidar que existen datos que extienden el uso del lugar desde época ibérica, en el siglo iii a.C.2 hasta la conquista musulmana (Martínez y Munuera 2009: 303-304).

Cabecico del Tío Pío

Fig. 2. Situación del balneario encajado entre el monte y el río.

Contexto arqueológico Tanto en Archena como en los municipios cercanos y en un radio de 20 km desde los baños se han detectado los suficientes yacimientos romanos1 de los siglos i-ii d.C. para entender que la explotación del valle era ya intensa a principios de la era. La mayoría han sido catalogados como villas agrícolas (Lillo y Ramallo 1987; García Cano 1996) aunque la falta de excavaciones en los mismos hace difícil saber la función que tenían. Hay que destacar la existencia de dos poblaciones de cierta entidad en sus alrededores: el Salto de la Novia (Ulea) y el Cabecico del Tío Pío). 1 La mayoría de ellos sin publicar pero recogidos en la Carta Arqueológica de Murcia. Cf. Disponible en: http://www.arqueomurcia.com/index.php?a=yacimientos [Consulta: 10/06/2015].

Es un yacimiento ibérico de carácter urbano situado a 1500 m aguas abajo del Segura desde el balneario. Ubicado en un cerro a una altura de 66 m sobre el valle, era ya conocido en el siglo xviii (Arques 2004: 2-3). Alcanza fama en el mundo científico gracias a su cerámica pintada (Obermaier y Heiss 1929; Fernández de Avilés 1943), aunque solo se realizará una única campaña de excavaciones en 1944 (San Valero y Fletcher 1947). De los resultados de esa excavación se puede deducir presencia romana o coexistencia con los romanos.3 Respecto a una posible presencia romana, el canónigo Lozano recoge a finales del xviii la existencia de una inscripción: CPTO situada al pié del yacimiento (Lozano 1794: 90). 2 Se realizaron, bajo la dirección de Manuel Jorge Aragoneses, excavaciones arqueológicas entre 1970 y 1972, descubriéndose una serie de habitaciones en dos terrazas consecutivas. Nunca se publicaron, pero en los fondos del Museo Arqueológico de Murcia se encuentran los materiales entre los que hay cerámica ibérica pintada y gris, cerámica campaniense B, cerámicas Sigillatas Itálicas, Sudgálicas e Hispánicas o cerámica de paredes finas entre otros ya propiamente tardíos. 3 En la cata realizada en la vertiente meridional, la que da al río, aparecen cerámica sigillata y ánforas asociadas a los departamentos excavados.

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El Balneario en las fuentes modernas y contemporáneas La primera noticia que tenemos de Archena es la cesión del castillo, situado en el Cabezo del Ciervo y por lo tanto junto al balneario, a Rodrigo López de Mendoza en 1243 (García Antón 1980: 54), sin embargo a finales del siglo xiii Archena aparece como una de las propiedades de la orden de San Juan de Jerusalén (Medina 1990: 99), a la que pertenecerá hasta la desamortización de 1850. No será hasta 1579 cuando los baños aparezcan citados por primera vez. Aparecen en un inventario de las propiedades que la orden de San Juan tenía en Archena: «un moreral y un soto de alamedas y otras frutas y cañares en la huerta que linda con azarbe y Francisco García y Pedro Rodríguez, en el cual hay unos baños naturales que tienen dos hondos cuerpos de casa» (Medina 1990: 181). En 1613 se informa que los cuerpos de casa lindan con el río (Medina 1990: 248). En 1643 la descripción es algo más precisa, además de hacer mención a otras infraestructuras: «los baños con dos cuerpos de casa y en uno de ellos entra el agua de los baños los cuales tienen a la parte de arriba encima de la acequia diez y seis palacios todos con sus puertas y algunos de ellos están caídos por los altos lindan con el monte y la acequia, a todo lo cual goça el comendador y su religión» (Medina 1990: 249). A finales del siglo xvii Limón Montero recoge la descripción del médico murciano Andrés Fernández: «El sitio de los baños de Archena, es la rivera del rio Segura, a quien cercan al rededor muchos riscos, algunos muy eminentes, y todos con muy pocos, o ningunos árboles, sino romerales, y algunas yervas que en ellos se crían: por medio de ellos passa dicho rio, y en la orilla de èl nacen las aguas de dichos baños, distan cosa de seis varas del, y estan un poco mas eminentes que el dicho rio; aunque en la orilla dentro de la misma agua del rio ay diferentes veneros, y minerales de dichas aguas termales, y lo mismo en medio del rio, lo cual se reconoce manifiestamente en tiempo que dicho río lleva poca agua, y esto por la señal que dexan, y por el salir calientes dichas aguas. Desde el nacimiento principal al baño en que estas aguas se recogen, abrà la mesma distancia, esto es seis varas poco mas o menos. La fabrica de dicho baño, es a modo de un aljibe, y en las paredes de èl bate el mismo rio: será su capacidad cuatro varas de largo, y tres de ancho, su profundidad sera como de cinco quartas, que es muy bastante por causa de que los que se bañan se tienden para tomar el baño,

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y para aver de hacerlo, y entrar en el se quita el agua corriente echandola al rio despues que se lleno el estanque, y es necesario apalearla por espacio de una hora para que se evaporice, y desfogue, porque sino, no se pudiera entrar en dichas aguas por su gran calor con que abrasaran al que entrara: entrase despues hecha esta preparación» (Limón 1697: 318). Llama la atención la referencia a la fábrica del baño como un «aljibe» y el pequeño tamaño del mismo: 3,34 x 2,50 m y 1,04 m de profundidad (medidas en cualquier caso aproximadas). En 1760 Francisco Cerdán, medico de Villena publica una disertación sobre las aguas de Archena, pero se limita a las propiedades de las mismas sin hacer la mínima referencia a las instalaciones (Cerdán 1760) ni a antigüedades romanas pese al descubrimiento en 1751 de varios restos romanos, entre ellos una lápida4 (Gómez de Bedoya 1764: 258-259). Será Pedro Gómez de Bedoya el primero en dar noticias de los restos romanos en el balneario: se han «hallado en dicho baño, y con el motivo de abrir los cimientos, para hacer otro Algibe, una piedra escrita5 entre otros pedazos de columnas, y monumentos, que demonstraban haver en aquel sitio algun edificio famoso para hospedage de los muchos dolientes, que en aquel tiempo concurrian como oy, a estos baños» (Gómez de Bedoya 1764: 259). En 1777 Francisco López de Ayala, catedrático de poética, escribió un poema en latín dedicado a los baños de Archena en el que además de volver a recoger la lápida mencionada por Bedoya y ofrecer una lectura más correcta (López de Ayala 1777: 22) hay continuas pero breves descripciones del balneario, así sabemos que había tres baños, uno para pobres y dos baños para gente acomodada con sus correspondientes sudaderos, existiendo dentro de los primeros un poyo corrido, que el nacimiento tenía fábrica de piedra y que las instalaciones para alojamiento de los bañistas eran precarias, de mampostería muy deteriorada y con techos de ramas (López de Ayala 1777: 4, 15, 22-23 y 25-26). Lozano describía en «Contestania y Bastetania del Reino de Murcia con los vestigios de sus ciudades 4 Se trata de la lápida de los duunviros, hallada a 2,5 m del baño. La noticia la ofrece Gómez de Bedoya y procede de una carta que le escribe en 1751 Antonio Castaño y Ruiz, boticario de Yecla. En ella se recoge por primera vez la inscripción de esta manera: D. CORNEIUS. CARITO. L. MEIVS. LABEO. / II. VIR. AQUAS. EX. D. D. REFICIENDAS. / CVRARUNT. I. Q. P., que es interpretada por Gómez de Bedoya así: Cajus. Cornelius Carito. Lucius Mejus Labeo. Duumviri. Aquas ex decreto Decurionum reficiendas curarunt. iidenque probavere. 5 Se trata de la inscripción citada en la nota anterior.

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subterráneas» publicada en 1794 los restos romanos que se encontraban en los baños. Además de volver sobre la lápida apunta para el lugar el nombre de Aquae y recoge una serie de datos inéditos, como la existencia de estructuras de mampostería romanas, o la aparición de monedas y cerámicas: «Sus Baños, presentan más de siete vasas de columnas con algún fragmento de estas. La calidad de la piedra es semejante al granito. Ni hay reparo en persuadirse, que las Casas de los Baños estan apoyadas sobre Edificios Romanos… Los montes vecinos se explican mucho. Aquel, en cuyo pie yacen hoy las habitaciones de los dolientes al nacimiento de las aguas termales, hace ver en su cima largos lienzos de paredones, cuyos diámetros, y fuertes argamasas dan idea, ó de Población, ó de recinto, que podía servir á los Convalecientes para respirar un ayre, no menos puro, que saludable… Otros dos Picheles hallados en las mismas Termas, de color verde el uno, y amarillo el otro, cuello ayroso, figura la misma, que los anteriores; pico muy fino, y embarnizados ambos, prueba, de que los antiguos usaron el barniz. Otro de figura Esferica y gusto diverso, descubierto en lo llano de Archena… Varios pedazos de vasos con reliebes. Uno tiene la liebre en acto de correr: otros dos los Apices, ó Albogaleros de los Pontifices idolatras, con infulas unidas, cruz por remate6 (Fig. 3)… El casco de Sagunto, que se recoge es mucho. Parte reposa sobre la tierra, y parte en sus entrañas. Es de calidades distintas, ordinario, fino, y finisimo; ya encarnado, ya ceniciento, ya de otros colores. Los más son pedazos de vasos, y platos. Algunos con el sello propio de la Oficina, y del Alfarero, como las siguientes: C. M… otro con la letra N, … otro: LVCE… otro OF.MRRA… otro P.LMATE… otro finalmente MMEN… Las Monedas Romanas, que tributa el suelo, de Archena son muchas; pero solo he adquirido la siguiente: TI CAESAR. DIVI. AVG. FAVGVST .IMP.VIII… Su reverso es la corona Civica, cuyo circulo contiene: SEGOBRIGA» (Lozano 1794: 88-98). Coincidiendo más o menos en el tiempo con la obra de Lozano se realiza en 1785 el proyecto de reforma de los baños. Años antes se habían realizado reparaciones tanto en los baños como en las habitaciones destinadas al hospedaje, pero la riada del 23 de octubre de 1776 había vuelto a dejar el balneario impracticable. Ante la presión de los militares Carlos III

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No llegaron las láminas de Archena a tiempo para poder ser incluidas en la edición de 1794, aunque aparecieron años después en la Historia de Jumilla del mismo autor (Lozano 1800: Apéndice s.n.).

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Fig. 3. Materiales arqueológicos del balneario de Archena según Lozano 1800, extraídos de las láminas VII, VIII y IX.

intercede ante el gran Maestre de la Orden, por lo que se pone en marcha un plan integral de reforma del establecimiento que afecta tanto a los baños como a las dependencias anexas (cuartos, hospital, iglesia…). El proyecto fue encargado al arquitecto Gregorio de la Rosa que entre otras cosas propone que de cada tres habitaciones se saquen solo dos para mayor comodidad de los ocupantes (Medina 1990: 373-382). Estos cuartos, de los que tenemos el plano, posiblemente coincidan con los muros romanos de los que hablaba Lozano (Fig. 4).

Fig. 4. Plano de Gregorio de la Rosa de 1785. En el ángulo superior izquierdo el plano completo. En el centro detalle de las habitaciones para bañistas, posiblemente construidas sobre restos de edificaciones romanas (original en el Archivo Histórico Nacional).

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El interés que las aguas de Archena despertaban a partir del siglo xvii hizo que autores médicos y no médicos describieran el lugar y las propiedades de las aguas. Entre ellos cabe destacar a Jaime Breix, sacerdote que publica en 1801 una memoria del manantial de Archena en la que aporta datos acerca del edificio romano: «En el mismo parage donde hoy están los baños se encontró un pavimento embaldosado con losas labradas; una escalera cubierta que daría comunicación a las habitaciones, cuyos cimientos se ven en la parte superior, un candil de hierro a modo de cazuela, un horno que acaso serviría para aumentar el calor a los que usan la estufa, columnas de diversa magnitud, cuyos trozos hoy subsisten al principio de la escalera; uno sirve de pilar a la pila bautismal de la hermita, y otros, algunos muy disformes, quedarán enterrados por fundamento de la obra nueva en los cimientos del cuarto bajo número 24; gran multitud de tiestos saguntinos, que evidencian cuan frecuentados eran estos baños de poderosos y personajes…». (Breix 1801: 6). Años después, en 1832 Cean Bermúdez en el Sumario de las antigüedades que hay en España, reproduce los datos aportados por Lozano, en especial la lápida, sin aportar nada nuevo (Cean 1832: 48). En 1905 Manuel González Simancas recorre Murcia comisionado por el Museo Arqueológico Nacional para hacer un catalogo de elementos de interés arqueológico, histórico y artístico, y vuelve a recoger la lápida de los duunviros, además de otras piezas de metal y cerámica. La única novedad es que refleja una inscripción desaparecida,7 pero compilada por Hübner (CIL II 3542) y dos ánforas (González Simancas 1905: 516-518), que en la actualidad se conservan en el balneario. Durante el siglo xix tuvo lugar la gran transformación del balneario gracias al decreto de 1816 por el que se crea el cuerpo de médicos directores de balnearios y a la desamortización de 1850 que puso los baños en manos privadas. Entre 1850 y 1905 se produjo la gran reforma, ya que la de Gregorio de la Rosa no se llevó a cabo. Se trataba por una parte de adaptar el manantial a los buenos usos médicos vigentes y por otra de conseguir en el balneario un ambiente acorde con las clases acomodadas. Por este motivo unas instalaciones que habían sufrido unos cambios estrictamente necesarios que apenas habían alterado la estructura que venía de la antigüedad se 7 Se trata de una lápida encontrada junto al manantial y hoy desaparecida: L(ucius) Turcilius P(ubli) f(ilius) / Rufus / [The]rmas [f]ec(it) que podría ser la fundacional del balneario.

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transforman completamente. Se construyeron cuatro hoteles (uno de ellos donde estaban las míseras habitaciones del siglo xviii), una iglesia nueva y un casino, y se reformó completamente la galería termal, donde se habilitaron muchos baños individuales. Sin embargo, a pesar de haber sido obligatorio que con las grandes remociones aparecieran multitud de restos romanos, no tenemos ningún conocimiento de ello. Es más, algunos de los que eran conocidos, como la inscripción fundacional de las termas, recogida por Hübner y González Simancas, desaparecieron. En los años sesenta del siglo xx se realizaron algunas obras de reforma entre las que se pueden destacar la construcción de un túnel de comunicación entre la galería termal y el hotel Levante y la ampliación del hotel León. Testigos de ambas obras recordaban la aparición de restos, especialmente en el túnel, donde los bañistas instruidos de «Madrid» se dedicaban a recoger las piezas arqueológicas.

El balneario como recurso médico El agua Lo que se puede apreciar sin aparatos de medición es que se trata de un agua muy caliente, con olor a huevos podridos, sabor ligeramente salino y transparente, aunque deja a su paso un residuo entre blanquecino y amarillento. Esto fue lo único que pudieron apreciar los romanos.8 La analítica moderna nos da los siguientes datos: Temperatura: 56 ºC, Conductividad a 25 ºC: 6420.00 μS cm¨1, PH a temperatura del manantial: 6.40, Turbidez: 0.50 UN, Residuo seco a 180 ºC: 3984.00 mg/L, Residuo seco a 110 ºC: 4048.00 mg/L, Dureza 854.00 mg/L CO3Ca y Alcalinidad 858.00 mg/L CO3Ca.

8 Los romanos se preocuparon de las aguas minero-minerales desde diversos puntos de vista entre los que se pueden destacar el médico y el “químico”. Al legado romano pertenecen una serie de clasificaciones de autores como Vitruvio, Plinio, Séneca, Antilo, Arquígenes, Rufo, Areteo, o Galeno. Autores más tardíos como Aureliano, Alejandro de Tralles, Isidoro de Sevilla o Pablo de Egina también se ocuparon de la clasificación de las aguas. Las principales aguas medicinales serían las aluminosas, las bituminosas, las sulfurosas, las ferruginosas, las vitriólicas, las nitrosas, las salinas, las amargas, las ácidas y las mixtas. Sobre la clasificación de las aguas en época romana pueden consultarse Oró 1996: 42-45, Oró 1997: 231-232, Pettenò 1997: 218-222 o Guerin-Beauvois 2007: 97101. Ahora bien, una cuestión es que el mundo clásico sintiera interés científico por las aguas especiales y otra bien distinta es que más allá de la observación directa y el análisis organoléptico se pudiera haber realizado otro tipo de medición.

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Sustancias Disueltas:

Cl¨ F¨ HCO¨ CO3¨ NO3¨ SH¨ SO4¨

mg/L 1614.500 2.100 347.700 0.000 0.000 1.800 576.200

Aniones meq/L 45.545 0.111 5.699 0.000 0.000 0.054 11.996

%meq 71.830 0.170 0.170 0.000 0.000 0.900 18.920

Na+ K+ Li+ Ca++ Mg++ Sr++ Fe Total

mg/L 1025.600 55.200 1.700 234.300 65.300 0.000 0.000

Cationes meq/L 44.614 1.434 0.245 11.692 5.374 0.000 0.000

%meq 70.420 2.260 0.390 18.450 8.480 0.000 0.000

Gases disueltos: CO2 SH2

42.60 4.00

mg/L mg/L

Por lo tanto se trata de un agua hipertermal, de mineralización fuerte, Clorurada, sódica, sulfurada y extremadamente dura (Maraver 2004: 237).

Evolución a partir de las fuentes Limón Montero en su obra de finales del xvii cita cien surgencias, de las que solo 18, incluidas dos de Portugal, reciben el nombre de «Baños». Aparentemente estas son las que para este autor tienen más importancia a causa de los efectos terapéuticos. Sea esto así o no, lo cierto es que en el siglo xvii los médicos están haciendo uso de las aguas de Archena en sus tratamientos y aunque la información que poseemos hasta el xix de los usos médicos en el balneario no es muy abundante, sí que es verdad que es bastante mas prolija que la de otros lugares. Cuando en 1816 se regula el uso de los baños medicinales no todos los que estaban en funcionamiento reciben el reconocimiento por parte del gobierno. Solo 32 de los balnearios contarán desde el primer momento con médico director y Archena será uno de ellos. Hubo múltiples factores para ello, como por ejemplo el interés del teniente general ingles Doyle que se había curado, gracias a las aguas, de unos dolores artríticos

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y reumáticos que le tuvieron impedido (Lisón y Lillo 2003: 184-186), pero el factor determinante fue la gran concurrencia que había en el balneario gracias a que su fama se había extendido. Si el boca a boca llevaba funcionando por lo menos desde el siglo xvii, las obras acerca de los baños, en especial las de autores ajenos a la medicina como López de Ayala y Breix, ayudaban a extender dicha fama al relatar curas que en su época podrían considerarse casi milagrosas. Con respecto a las especificidades médicas de las aguas medicinales de Archena, Francisco Cerdán dice que «son convenientes dichas aguas para las perlesìas, hemiplexìas, estupores, torpezas de movimiento, y estancaciones limphaticas;…Aprovechan en todas las enfermedades en que el circulo de la sangre và perezoso; y assi son utiles para los cachecticos, supresiones mensales, congestiones, debilidades de vista, farragos de primera entraña, y movimientos conbulsivos; socorren los afectos histericos; suspenden el fluor albo; limpian el utero; entonan sus relaxadas fibras, y fecundan el campo para la generacion, como en muchas he observado. Son provechosas para limpiar los riñones, ureteres, y vegiga de limosas viscosidades, arenas, y piedras adelgazan la cutis, y curan los afectos, que dependen de la impedida transpiracion; aprovechan para la resolucion de tumores serosos, y edematosos; socorren los afectos cutaneos, como sarna, herpes,&c. Asimismo vigoran, y entonan la relaxacion de las viscerales fibras, yi con su virtud saponacea, y tersiva, Salino-Sulphurea, aceleran el movimiento peristaltico de los intestinos, y limpian todas aquellas oficinas de materiales viscosos, y lentorosos, que son cevo, y fomento à muchas, y muy largas enfermedades… Finalmente, combulsos (no por aridez, y crispatura de fibras, inanicion, segun la antiguedad) paraliticos, enfermos de llagas viejas, y humedas, Temblores de nervios, Reumatismos, Tortura noctis, Obstrucciones mohosas de el Mesentereo, Artriticos,… Meses detenidos, Clorosis, Esterilidades, Afectos Hypocondriacos, Histerismos, Edemas, y otros accidentes, son los que han dado el mayor credito à estos Baños, usandolos segun arte, y disposiciones, respectivas à los temperamentos, edades, &c» (Cerdán 1760: 81-84). Breix, mezclando aguas y creencias y posiblemente el conocimiento por su relación con los médicos que ejercían en el balneario9 da una serie de recomenda9 Aunque la obligatoriedad de la presencia de un médico director en algunos balnearios data de 1816, hay múltiples testimonios que indican antes de esa fecha la presencia de médicos ejerciendo en los establecimientos hidroterápicos. Las obras de Limón Montero (1697) y de Gómez de Bedoya (1764 y 1765) ofrecen suficientes testimonios a este respecto.

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ciones que se acercan a la medicina a la vez que hace otras que están más en el universo de las creencias que en el la ciencia, pero que nos aproximan a un tipo de concepción de las aguas medicinales al que no sería ajeno el mundo antiguo.10 Así recomienda, en un intento para evitar el uso indiscriminado de las aguas, que han de ser el médico de cabecera y el de los baños quienes indiquen a cada individuo como ha de prepararse antes de tomarlos, por ejemplo la necesidad de sangrías o de purgas previas al baño, y en esta línea afirma que ha de ser también el médico quien ha de calcular el agua que debe beber diariamente el enfermo en función de su complexión, edad, sexo y enfermedad (Breix 1801: 10-12). Advierte que las aguas no son la panacea médica universal pero da una lista inmensa de enfermedades o trastornos que se pueden curar o aliviar (Breix 1801: 18). Por último indica una serie de cuidados añadidos al uso de las aguas que han de tenerse en cuenta, como realizar dieta desde el día primero de baño hasta cuarenta días después del fin del tratamiento; la conveniencia de comer pescado blanco bien cocido, huevos, pan muy cocido, sopa hervida, carne blanca, carnero, gallina, pollo, frutos secos, hierbas cocidas y poco vino pero aguado, también la conveniencia de realizar ayunos eclesiásticos en alguna vigila o témpora. Entre lo que no conviene hacer mientras se realiza un tratamiento termal están, entre otras cosas, practicar ejercicios violentos, tener pasión de animo, ideas cavilosas que producen melancolías y tristezas y afanes intelectuales, lavar cara y manos con agua fría (pues mantiene que haciendo esto algunos han quedado tullidos) o mantener relaciones sexuales11 (Breix 1801: 25-28). A lo largo del siglo xix el mundo de la ciencia superará al de las creencias, al menos entre los médicos, y se intentará dar respuesta positiva a las posibilidades curativas de las aguas. Un buen ejemplo lo encontramos en una fase todavía temprana en el médico Juan Alix. Este intenta sistematizar las indicaciones de las aguas en función de los casos observados y establece 10 Baste recordar que la mayoría de los testimonios epigráficos que se conservan están relacionados con la religión. Cf. por ejemplo Diez de Velasco 1998. 11 «una sola copula ó coito (puede) causar funestisimas consecuencias durante los quarenta días posteriores al último baño. La razon lo pesuade. Tales actos devilitan el estómago y las fuerzas, impiden la nutrición, agitan el cuerpo, enardecen la sangre, irritan los humores, alteran los líquidos y violentan toda la maquinaria con un movimiento bastante para espeler todas las partículas acuosas, volátiles y el espíritu etereo que mediante los poros absorventes se introdujeron» (Breix 1801: 27).

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diez debilidades básicas (musculares no febriles sin dolor, musculares no febriles con dolor, digestivas, uterinas, vasculares, nerviosas no febriles, dermoidales o cutáneas, linfáticas, febriles, tópicas accidentales indeterminadas no procedentes de lesión de ninguno de los sistemas generales) que desarrolla en lo que llama géneros, especies y variedades (enfermedades específicas, grado de las mismas y variantes de cada una de ellas) y especifica para cada una de ellas el tratamiento (Alix 1818: tabla general). Durante todo el xix continuaron perfeccionándose tanto las indicaciones como los tratamientos y las técnicas y a final de siglo el balneario de Archena es el más concurrido de España a tenor de los datos aportados por los médicos directores en las memorias anuales o quinquenales que deben entregar al ministerio. A pesar de que muchos de estos manuscritos se han perdido podemos hacernos una idea de la relación visitantes/baños en toda la geografía española a partir de los balnearios más importantes. Mientras que Archena recibe 7662 bañistas en 1900 (Taboada 1900), Mondariz tiene 2748 (Rodríguez Fornos 1900), Ledesma 2379 (Cortina 1894) Alange 1684 (Martínez Reguera 1900), Caldas de Montbui 1551 (Calvo 1901), La Toja 1284 (Garcia Millan 1900), Lanjarón 927 (Palomares 1900), Carballo 495 (Díaz de Cerio 1900), Sierra Alhamilla 391 (Juste 1889) y Aguas de Busot 990 en el quinquenio 1894-1898 (Carrió 1898).

Acciones, indicaciones actuales y técnicas de aplicación En cuanto a las acciones las aguas son analgésicas, antiinflamatorias y descongestivas sobre mucosas, favorecedoras del trofismo de las mucosas, antiinflamatorias sobre estructuras músculo esqueléticas, favorecedoras del trofismo articular, antisépticas sobre piel y mucosas, antialérgicas y desensibilizantes, favorecedoras del trofismo cutáneo, mejorando la cicatrización de la piel; tienen doble acción queratolítica y queratoplástica y tanto acciones derivadas de la termalidad o propias del calor como acciones derivadas de la técnica de aplicación. Por sus propiedades están indicadas para los aparatos locomotor (reumatismos inflamatorios, artritis reumatoide espondilitis anquilosante, artropatía psoriásica, artritis microcristalinas, reumatismos degenerativos. procesos artrósicos de cualquier localización, reumatismos de partes blandas. tendinosis, entesitis, miositis, recuperación de secuelas traumáticas y re-

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cuperación de intervenciones quirúrgicas de aparato locomotor) y respiratorio (vías respiratorias altas: rinitis, faringitis, laringitis, procesos catarrales de repetición y vías respiratorias bajas: BNCO, asma, hiperreactividad bronquial), así como para afecciones dermatológicas (dermatitis y psoriasis). Las técnicas de aplicación que hoy en día se usan son: baños (normal e hidromasaje), peloides (locales o totales), estufa húmeda, duchas (circulares, bitérmicas y chorros termales), masaje Archena, lavados nasales, gargarismos, nebulización (colectiva y nasofaringea), pulverización faringea, aerosoles sónicos y vaporizaciones (Ovejero 2004: 238).

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Los datos obtenidos en las excavaciones solo permiten saber acerca de la piscina de época romana, por lo que el único tratamiento (de los que se pudieron dar en la Archena romana) del que podemos tener certeza es el del baño (total o parcial). No obstante sabemos que los romanos además de baños usaban estufas, chorros (duchas a presión, pulverizaciones, etc.) y lodos (Miró 1997: 371-374, Miró y Miró 1997: 211216). De estas técnicas de aplicación no es sencillo encontrar evidencia arqueológica. Es el caso de los peloides y los chorros con todas sus variantes. Mas sencillo es determinar las estufas húmedas, que en un balneario con aguas hipertermales podrían estar asociadas al manantial, tal como se hacía en el xix y como se hace en la actualidad.

Acciones, indicaciones y técnicas de aplicación históricas 2. LAS EXCAVACIONES Tanto las acciones como las indicaciones actuales no deberían ser diferentes de las de cualquier otra época, incluida la romana. Si la composición del agua no ha cambiado en lo sustancial (cosa probable pero imposible de saber), las propiedades curativas de esta han de ser las mismas y por lo tanto deberían servir para el mismo tipo de afecciones que en la actualidad. Las técnicas de aplicación en el siglo xvii han sido baños, sudoración (sin especificar si esta se consigue con el uso de estufas) y bebida (Limón 1697: 319), en el xviii siguen siendo las mismas, aunque se especifica el uso de estufas y la ingesta de agua cuando se está dentro del baño (Cerdán 1760: 85-87). En el siglo xix, 15 años antes de la creación del cuerpo de médicos de balnearios las técnicas de aplicación se amplían: sigue el uso hidropónico, especificándose que se ha de hacer en ayunas y nunca inmediatamente antes del baño, por lo que si se bebe por la mañana el baño no se podrá realizar hasta por la tarde; el baño continúa siendo la parte principal del tratamiento, pudiendo ser aplicado de manera total o parcial y si fuera posible en actitud de reposo; se vuelve a recomendar el uso de la estufa, pero asociada al baño y antes de este para que los poros se abran y el beneficio de las aguas sea mayor; para los baños parciales (es obligatorio tomar antes tres o cuatro totales) se ha de exponer la parte del cuerpo que precise atención directamente al chorro del nacimiento o en su caso llenar una palangana para tomarlos en la habitación; por último es la primera vez que se hace referencia a los lodos azulados que hay junto al nacimiento y que con las propiedades de cerrar llagas y úlceras se aplican a «gálicos ulcerados, tiñosos, sarnosos y leprosos» (Breix 1801: 22-29).

Entre 1751 en que apareció la lápida de los duunviros12 hasta el año 2001 apenas se avanzó en el conocimiento del balneario romano. La lápida se convirtió en la enseña histórica del establecimiento y posiblemente también de Archena. Todo el mundo la citaba, la mayoría sin haberla visto ya que aparece mal transcrita en casi todas las obras. En 2001 las obras que se estaban realizando en la galería termal pusieron al descubierto una columna completa de travertino que encajaba bien con las descripciones antiguas de hallazgos de fragmentos de columnas. La sensibilidad de la dirección actual del balneario respecto al patrimonio hizo que este quisiera que la Dirección General de Cultura permitiera la realización de excavaciones arqueológicas en la galería termal aprovechando el cierre de parte de la misma a los clientes. Lo cierto es que la iniciativa fue cortada de raíz por la administración y aunque la columna se recuperó, se perdió una oportunidad única de excavar en el centro de lo que fue el antiguo balneario romano. Dos años después, la adecuación de un acceso para minusválidos permitió cerrar dos salas del recinto perimetral de la galería termal. La sensibilidad por el patrimonio del balneario de Archena seguía siendo la misma, pero en la Dirección General de Cultura había habido cambios y esta vez sí que se pudo excavar.

12 Como ya se ha dicho se trató de un hallazgo fortuito que permitió establecer un origen romano para el balneario de Archena.

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Se trataba de la primera intervención arqueológica13 científica en las instalaciones termales que a pesar de lo limitado de la actuación aportó datos que, unidos a los históricos, permitieron plantear una hipótesis de la configuración global de los baños romanos En 2004 se volvieron a realizar excavaciones en una sala situada justo detrás de la surgencia, no hallándose ni materiales ni ningún resto constructivo romano, aunque si algunos del siglo xviii. A principios de 2005 la necesidad de construir un ascensor para personas con movilidad reducida que comunicara la galería termal con el pasillo de conexión con el hotel León posibilitó una excavación inmediatamente delante del nacimiento, donde según los documentos del xviii se habían encontrado columnas.14 El resultado fue el hallazgo de un pavimento de losas de piedra adosado a un muro de mampostería que separaba ese lugar del manantial. Sobre ese pavimento se encontró otra columna y una inscripción votiva (Matilla y González 2003). Esta intervención confirmó que las obras realizadas durante el siglo xix tanto por la Encomienda de la Orden de San Juan en la primera mitad de siglo como por los propietarios particulares en la segunda mitad, alteraron de tal forma los restos de épocas anteriores que desaparecieron por completo los que van del siglo ii d.C. al siglo xix, de tal forma que los cimientos de los edificios del xix están directamente sobre los restos romanos o se quedan a pocos centímetros de ellos.15 Con motivo de la construcción de un aparcamiento subterráneo, se realizó la última intervención arqueológica entre el verano de 2005 y finales de 2008. Se ejecutó aguas arriba del nacimiento, a unos 180 m de este, en el lugar en el que se encontraban algunas hospederías antiguas, el patio de carruajes del balneario decimonónico, los almacenes, unos huertos de limoneros y la primera piscina que tuvo el balneario moderno. En general era un espacio dedicado a servicios de las modernas instalaciones. El área de 13 Todas las intervenciones arqueológicas han sido dirigidas por Gonzalo Matilla Séiquer. 14 Es la misma zona que la de la aparición de la columna en el 2001, aunque se trata del lado opuesto. 15 Tanto por las excavaciones como por la documentación de época moderna sabemos que las aguas se han utilizado en época tardorromana, islámica y moderna. Sin embargo los cimientos de las construcciones del siglo xix descansan directamente sobre los restos romanos del siglo i d.C. Parece que en las zonas excavadas de la galería termal, en la actualidad en el segundo sótano del hotel Termas, las obras realizadas en el xix vaciaron los niveles de todas las épocas a excepción de la romana.

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abarcada en estos trabajos superó los 3000 m2, aunque la superficie ocupada por las estructuras romanas estaba en torno a los 1000 m2. El resultado general fue la exhumación de parte de la zona de servicios del balneario romano

3. EL BALNEARIO ROMANO: LOS DATOS DE LAS EXCAVACIONES La configuración del terreno en el lugar que ocupa el moderno balneario es estrecha y alargada, con unos 350 m de longitud y con una anchura media de 50 m que en algún punto llega a los 96 m y en otros apenas sobrepasa los 30 m. En esa franja de tierra limitada por el río y el monte hay, según las zonas, una o dos terrazas, estando la inferior sujeta a las inundaciones del Segura. La surgencia se encuentra en una de las terrazas inferiores, en un punto que divide la franja en dos zonas, una aguas abajo del nacimiento de 110 m y otra mayor, aguas arriba, de unos 240 m; esta última a su vez está dividida por una antigua vaguada (hoy colmatada), presentando un tramo de unos 150 m inmediato al nacimiento y otro de unos 40 m al otro lado de la vaguada. Las instalaciones de cualquier época se han visto condicionadas por la geografía, de tal forma que los espacios destinados al baño se han ubicado siempre entre el manantial y el sureste, mientras que otro tipo de infraestructuras se han situado entre el nacimiento y el noroeste o en las terrazas superiores (Fig. 5). Así, atendiendo a las zonas excavadas tenemos que distinguir tres sectores en el complejo romano: el edificio balneario en la terraza inferior en la que está la fuente minero-medicinal, donde en la actualidad se encuentra el hotel Termas y la galería termal, los restos procedentes de la terraza superior al edificio balneario, donde según Lozano se veían cimientos de edificios romanos y las instalaciones de servicio al otro lado de la vaguada, junto al moderno aparcamiento subterráneo.

El edificio balneario Tenemos una visión muy parcial del mismo. Los datos de este edificio son los que ofrecen los autores del xviii y xix (supra) y los obtenidos en las intervenciones puntuales realizadas entre 2003 y 2005, además del hallazgo de la columna y de un pavimento en las obras de reforma de 2001.

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Fig. 5. Distribución de las instalaciones en el balneario y zonas de ocupación romana. A. Nacimiento. B. Hotel Termas con la galería termal en el sótano. C. Hotel Levante. D. Hotel León (cuando se construyó el edificio más próximo al río aparecieron restos romanos). E. Terraza Superior, existente en época romana. F. Terreno ganado al monte en el siglo xix. 1, 2 y 3. Zonas de excavación relacionadas con instalaciones hidráulicas. 4. Área de excavación en la parte posterior a la surgencia. 5. Gran área de excavación aguas arriba del nacimiento.

Se han encontrado restos en tres zonas. En dos de ellas gracias a excavaciones arqueológicas y en la otra a causa de obras modernas de mantenimiento.

Zona 1 Se realizaron excavaciones en 2003. La zona intervenida (Fig. 6) correspondía a dos pequeños espacios unidos por un vano que tenían una superficie de 17,5 m2 de los que 10,17 m2 estaban ocupados por un canal cimbrado de época moderna y uno de los muros del edificio actual que servía de separación entre las dos salas. Se encontraba en la zona central de la galería termal, junto a la intersección del pasillo de comunicación del hotel Levante con el pasillo que lleva al manantial. Pese a la poca superficie útil que había para excavar se pudieron diferenciar dos estancias rectangu-

lares comunicadas por un vano. La primera con una longitud incompleta de 3,33 m y una anchura total de 1,90 m. La segunda con una longitud incompleta de 5,70 m y una anchura total de 3,6 m. El vano, para cuyo umbral se aprovechó un fragmento de fuste de columna de travertino blanco, tenía 1,20 m de anchura y sus jambas conservaban una altura de 3 m. Por las marcas de goznes y pestillos del umbral, la puerta que lo cerraba debía tener dos hojas desiguales. Los muros de las habitaciones eran de mampostería de excelente calidad pero estaban arrasados desde el siglo xix; solo una de las jambas de la puerta y el tramo de 5,70 m conservaban una altura apreciable. Este último tenía 3,10 m de alzado, estando directamente apoyado sobre su corona el suelo moderno del pasillo que lleva a las cabinas de masaje. Una de las paredes del edificio del xix tenía un arco de descarga que rompía parte de este muro, pero gracias a ese arco se pudo ampliar la excavación en dirección a la

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Fig. 6. Edificio balneario. Zona 1. Planta de los restos excavados, dibujos y fotos de detalle de algunas de las partes de la excavación, incluyendo la restitución de la puerta (dibujo Pablo Pineda). Abajo a la derecha tégula y basa aparecidas en la Zona 1 procedentes de la Terraza Superior (fotografía: Jesús Gómez Carrasco).

calle en un tramo de 3,19 m (incluidos los 1,5 m de la arcada), lo que amplió el tramo documentado de muro. Como suelo en ambas estancias apareció un preparado de cal muy deteriorado a causa del agua termal. Los materiales cerámicos fechables (escasos y muy deteriorados por el agua termal) están compuestos por terra sigillata itálica, cerámica de paredes finas con decoración arenosa y fuentes de cerámica del tipo rojo pompeyano. Además se encontró una moneda de Carthago Nova de Tiberio con reverso de Salus (Arias y Matilla 2011), aunque se hallaron piezas bastante más antiguas como dos fragmentos de pared de cerámica ática de barniz negro que habría que conectar con el uso de las aguas por parte de los íberos. Por otra parte es destacable un conjunto de materiales constructivos: fragmentos de ladrillo, tégulas, ladrillos de columna, estucos que conservaban a causa del agua un tenue color rosado pero que debieron ser

rojos, y una basa de orden toscano descubierta boca abajo y partida. Todos esos elementos aparecían en los estratos más bajos que además presentaban una inclinación descendente desde la calle actual hasta el canal de época moderna, lo que sugería su pertenencia a la terraza superior. Por último, algunos de los estratos más potentes estaban compuestos de limo que debía proceder de inundaciones provocadas por el río Segura, aunque todos los documentados pertenecían a la fase posterior al abandono.

Zona 2 Se realizaron obras de mantenimiento en 2001. La zona corresponde al extremo sureste del amplio vestíbulo que hay al comienzo de la galería termal,

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desde el que se accede a la estufa y al nacimiento. En su momento pudimos visitar las obras y comprobamos que bajo una capa de fango y agua caliente de casi dos metros de espesor respecto al suelo actual del sótano del balneario y sin presencia aparente de estructura alguna asociada, se encontraba una columna completa con dos secciones de fuste de travertino blanco y una de caliza y un capitel de orden toscano. No se pudo apreciar ningún otro material arqueológico.

Zona 3 Se realizaron excavaciones en 2005. La zona afectada (Fig. 7) correspondía al lado noroeste del vestíbulo mencionado en la zona 2, donde hubo que hacer una pequeña intervención en un área de 10 m2 con motivo de la instalación de un ascensor. Los trabajos pusieron de manifiesto la existencia de un relleno de grava y cal con algo de tierra que comenzaba inmediatamente debajo del solado contemporáneo y llegaba hasta 1,40 m bajo el nivel del suelo. Bajo este relleno había un estrato de limo de entre 0,10 y 0,20 m e inmediatamente debajo un pavimento de losas de caliza adosado a un muro de

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mampostería sobre el que descansaban los cimientos del siglo xix de la pared que separa la galería termal de la estufa y de la surgencia. El muro conservaba 0,40 m de altura y tenía, hasta que se perdía en el perfil, una longitud de 2,80 m Adosado al muro había un sillar con una inscripción votiva (Matilla y González 2003). El pavimento de losas de caliza (una de las cuales tenía 1 x 2 m), ocupaba casi toda el área excavada y se podría relacionar con el «pavimento embaldosado con losas labradas» que mencionaba Breix (Breix 1801: 6). El enlosado era una reparación de otro inmediatamente inferior que descansaba sobre el terreno natural. Tenía unas dimensiones máximas de 4 x 2 m, aunque no se pudo determinar su anchura real. En uno de sus extremos había tres sillares con grapas de plomo con forma de «Y», que aunque estaban alineados no se encontraban en su ubicación original. Sobre este suelo se halló parte de otra columna de travertino: dos secciones de fuste y un capitel de orden toscano. Tanto el pavimento, como los sillares, el capitel y uno de los fustes se pudieron extraer, mientras que el otro fuste que se adentraba bajo las escaleras de acceso al nacimiento hubo que dejarlo en su lugar.

La imagen del edificio a la luz de los hallazgos Los restos encontrados en excavaciones (Fig. 10) se incluyen en un rectángulo de 23,3 m de ancho y 24,3 m de largo, que se ampliaría a los 32,5 m de longitud si se insertara dentro del edificio romano, como sería lógico, la surgencia. Al margen de la posible interpretación de la zona 1 como una de las entradas al balneario a tenor del tamaño de la puerta, lo que no deja de ser una posibilidad pero en ningún caso una certeza, lo cierto es que la continuación de uno de sus muros sin que hayamos podido localizar donde concluye, da a la instalación una anchura mayor a la constatada. Por otra parte no se puede excluir que restos relacionados con la hidroterapia continuaran a lo largo de los casi 50 m de galería termal donde no se ha hecho ninguna intervención.16 Las zonas 2 y 3 son a día de hoy las más interesantes. Allí se produjeron los hallazgos de los siglos xviii y xix: las dos lápidas encontradas en el baño,

Fig. 7. Edificio balneario. Zona 3. Arriba capitel y fragmento de fuste sobre un enlosado de placas de caliza. Abajo el pavimento una vez extraído (fotografía: Gonzalo Matilla).

16 Las excavaciones se han realizado entre el vestíbulo que antecede a la estufa y la parte central de la galería termal y apenas suponen el 2,5 % de toda la superficie que ocupa la citada galería.

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Fig. 8. En primer plano columna hallada en 2001 y dibujo de la misma montada. En la hornacina columna encontrada 2005 sobre un pavimento de caliza (fotografía: Jesús Gómez Carrasco).

las siete basas de columnas y un buen número de fustes, el pavimento «embaldosado» y una escalera cubierta que daría comunicación a las habitaciones (supra). También son los lugares donde se encontraron las dos columnas, el suelo de placas de caliza y la lápida votiva en las excavaciones y obras realizadas en el siglo xxi. La columna hallada en 2001 (Fig. 8) en medio de la nada, esto es, en un estrato grueso de fango que por necesidades de la obra del momento no se ahondó más, es especialmente interesante. Por una parte nos indica que posiblemente el lugar en que se encontraba era parte de la piscina17 y por otra que esta estaba porticada, lo que queda reforzado por la aparición de basas y fustes en diferentes momentos. La altura de los dos tramos de fuste conservados es de 3,3 m y la del capitel de 0,275 m. Si tenemos en cuenta que en el orden toscano la altura de la columna es de 14 17 Atendiendo al modelo de piscina rodeada por una columnata que encontramos en muchos balnearios romanos como S. Pedro do Sul (Frade y Beleza 1992), Zújar (Diez de Velasco 1992 y 2014), Fortuna (Matilla et alii 2003, Matilla 2004, Matilla et alii 2004a y 2004b, Matilla et alii 2012), Caldas de Montbui (Miró 1992a y 1992b), Caldas de Malavella (Llinàs 2004, Llinàs et alii 2004, Llinàs y Nolla 2011), Hamman Essalihine / Aquae Flavianae (Gsell 1901, Birebent 1962) o ণammat GƗdeࡃҕr (Hirschfeld 1987), por citar algunos de los más significativos, y teniendo en cuenta que en Archena las columnas se han localizado en la parte anterior del nacimiento, una caída sobre un suelo de losas de caliza y otra en un espacio lleno de fango y a una cota en torno a los 0,80 m por debajo del pavimento, sería razonable situar la piscina en la zona en que se halló la columna del año 2001.

módulos, 12 para el fuste, uno para la basa y otro para el capitel, (Vitr. 4, 7) vemos que todo cuadra y que la altura total de la columna debía ser de 3,85 m. No parece que existiera pedestal, que tendría 5 módulos, pero no se puede descartar un entablamento de 3 módulos que sumaría a la altura del pórtico 0,825 m, por lo que nos quedaría una altura total mínima de 4,675 m desde la basa hasta la parte superior del entablamento. Aunque en el balneario se conservan piezas de cinco columnas distintas halladas en el mismo lugar, no son datos suficientes para conocer el número total de piezas que había rodeando la piscina. Es verdad que tomando como referencias la salida de aguas del manantial y la pared el balneario moderno que limitaba con el río,18 cabrían en ese espacio hasta cuatro columnas separadas entre sí 1,26 m y por lo tanto en su reflejo, al otro lado de la salida de aguas, podrían haber otras cuatro,19 pero el número también podría ser menor. Lo único cierto es que hay un pasillo enlosado con lajas de piedra cuya anchura total desconocemos y sobre el que había columnas caídas, de ahí a una piscina porticada con un deambulatorio alrededor hay

18 El río lamía las paredes del balneario hasta que en la segunda mitad del siglo xix se construyó un dique de unos 10 m de anchura para separar el edificio del cauce. 19 Más columnas no cabrían, pero no se puede descartar que el número fuera menor.

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Fig. 9. Lápida de los duunviros aparecida en 1751 junto al nacimiento (fotografía: Jesús Gómez Carrasco).

Tres son las lápidas halladas junto al nacimiento. La fundacional hoy perdida pero recogida por Hübner (CIL II 3542): L(ucius) Turcilius P(ubli) f(ilius) / Rufus / [The]rmas [f]ec(it), que a falta de más datos indica la construcción del balneario, o al menos el edificio de baños por parte de un evergeta21 que no

poseía cargo público y que presenta el tria nomina y la filiación como evidencia de su ciudadanía.22 Es interesante la aparición del término thermas pues distingue de manera clara lo que es un edifico balneario del hecho de la existencia de las aguas mineromedicinales y del uso médico de las mismas. Por otra parte hay que entender que la inversión realizada por Turcilio solo tiene sentido si había con anterioridad un uso masivo de las aguas medicinales por parte de los ciudadanos de un municipio que no sabemos si puede ser el Cabecico del Tío Pío, del que desconocemos casi todo en época romana o Carthago Nova, ya que después de ser construidas las instalaciones se entregan a una ciudad con estatuto municipal. Según los datos arqueológicos la construcción del balneario habría que situarla en época cesariana o augustea (Matilla, en prensa). La segunda se refiere a obras de reconstrucción (CIL II 3541): C(aius) Cornelius Capito L(ucius) Heius Labeo / IIvir(i) aquas ex d(ecreto) d(ecurionum) reficiendas / curarunt i(dem)q(ue) p(robarunt)23 (Fig. 9). Una reconstrucción implica un deterioro previo que por los otros restos, incluidos los de inundaciones, encontrados en otras zonas del balneario, podría estar relacionado con una riada. De hecho una avenida a mediados del siglo i d.C. (Matilla 2007: 222) arrasa completamente la zona de servicios, y algunas columnas del edificio balneario se rompen afectando al

20 Aunque sea obvio conviene decir que la sustitución de un trozo de fuste por otro supone que en algún momento la columna se ha roto, y siendo como es un elemento estructural sustentante, la fractura de la columna supone el colapso total o parcial del edificio en el que se encontraba. 21 Sobre el evergetismo en baños en general se puede consultar Fagan 2002: 104-175, incluido el caso de Archena

(158). Acerca del evergetismo en Hispania cf. Melchor 1993a, 1993 b, 1994, 2003 y 2009. 22 Se ha defendido que el nombre de Turcilius se puede relacionar con el mundo ibérico (Villar 1995: 242-243). 23 Esta lápida ha tenido una lectura incorrecta (CIL II) a causa de una grieta en la piedra que hace convertir la «P» de CAPITO en «R», pero definitivamente se trata de una «P».

poca distancia, pero habría que comprobarlo y sería fundamental encontrar basas in situ. Por otra parte la escalera cubierta de la que habla Breix solo se puede explicar si es interior a un edificio, aunque este autor sugiere que sería para comunicar con las habitaciones y en su época las únicas que existían eran las de la terraza superior, no tenemos datos a este respecto en época romana. Interesante resulta la reparación de la columna completa con un segmento de caliza y lo mismo ocurre con la hallada sobre el enlosado. También la reutilización como umbral de un trozo de fuste deteriorado. Si unimos esto a los estratos de limo y grava aparecidos tanto en la galería termal como en el área de servicios (infra) y a la inscripción de los duunviros, tendremos que entender que se produjo, a causa de una riada, una destrucción de bastante magnitud en el balneario.20

La epigrafía en el edificio balneario

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Fig. 10. Sobre el plano actual de la galería termal, superposición de estructuras excavadas y recreación de la piscina y parte de la galería porticada: P. Puerta y muros excavados. PS. Piscina supuesta por la posición de las columnas caídas y el pavimento de grandes losas de caliza. C. Ubicación supuesta de las columnas. E. Pavimento excavado de grandes losas de caliza. M. Muro excavado y prolongación supuesta. N. Nacimiento. En el margen superior derecho esquema de la piscina con indicación de zonas excavadas: 1. Nacimiento. 2. Pavimento de caliza, muro de mampostería y columna. 3. Columna. 4. Puerta. 5. Muros de mampostería. 6. Pasillo bajo la calle actual.

propio edificio. No podemos entender por este motivo que las reparaciones se hagan en los acueductos, que de forma literal es lo que dice la inscripción, ya que sabemos por evidencias físicas, que fue todo el conjunto lo que tuvo que reconstruirse. Nos encontramos frente a un documento jurídico en el que se refleja que se han destinado unos fondos para reconstruir y que estos se han empleado de la manera correcta. Hay varias cuestiones interesantes en torno al texto de la lápida. La primera es que el edificio balneario y tal vez todo el conjunto de instalaciones, a tenor de la reconstrucción en la zona de servicios, había pasado de las manos de un ciudadano privado, Publio Turcilio, a ser propiedad de un municipio ya que este decide correr con los gastos de la renovación del complejo. La segunda y más importante es el valor que tenía el balneario de Archena en época romana para sus usuarios y por extensión para las autoridades a cuyo cargo estaba, ya que se decidió volver a invertir en un lugar que por su ubicación geográfica, periódicamente sufría las inundaciones de un río de régimen irregular que de vez en cuando provocaba avenidas de carácter catastrófico. Es evidente que para los romanos el beneficio de tener una instalación en

Archena superaba el riesgo de la destrucción a causa de las riadas. En la zona de servicios, que cambiará completamente su configuración con la reconstrucción, se construirá un dique (Fig. 11) no para evitar que el agua entrara, sino para dar suficiente solidez a los edificios. Siguiendo con la posibilidad de una referencia implícita en la lápida a la riada, no sería descabellado plantear que esto hubiera sucedido también en el edificio balneario cuando se acometen por los duunviros las obras de reconstrucción. La última lápida es votiva (Matilla y González 2003): N(- - -) G o Celus ++++ pr[o] / sal(ute) · Muciae Musa · / Magna v(otum) s(olvit) l(ibens) · m(erito).24 Se trata de un sillar depositado junto al muro posterior de la galería porticada y es posible que se trate de una pieza reutilizada. No obstante se encontró donde debía estar, junto a la cabecera de la ¿piscina? e inmediata a la surgencia medicinal. El epígrafe no hace sino confirmar que el edificio 24 Una reciente colación ha identificado el nombre del dedicante y también la confirmación de que Musa Magna se trata de una deidad. En este volumen: «Musa Magna…».

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Fig. 11. Dique que protege los edificios de la Zona de Servicios. A la izquierda se puede ver el potente estrato de gravas producido por una gran riada entre los siglos ii y iv d.C. (fotografía: Jesús Gómez Carrasco).

balneario, como contenedor de las aguas curativas, es un lugar sagrado y esa sacralidad se manifiesta todavía más en la cercanía del nacimiento. Al parecer tenemos un epíteto de una divinidad femenina (sin la certeza de que se tratase de la advocación principal) y un dedicante diferente a la persona por la que se pide, por lo que siendo necesaria la concurrencia a las aguas para la curación, podemos imaginar como mínimo a la enferma Mucia acudiendo al balneario acompañada (Matilla et alii 2012), volviéndose a confirmar que los baños curativos no son de uso exclusivo de los dolientes, sino que los sanos también acuden a ellos bien como ayuda para los que buscan sanar, como parece este caso, bien por relaciones sociales y con actitud lúdica (Ov. Ars 1, 255-258).

La terraza superior La configuración geográfica del espacio en el que se sitúa el balneario genera en algunas zonas una segunda terraza natural. Esto ocurre inmediatamente al oeste del edificio balneario (en la actualidad hotel Termas). En esa terraza se ubicaban a finales del siglo xviii las habitaciones en que se refugiaban los bañistas (Figs. 4 y 5-E) y allí se encontraban los restos de cimientos romanos de los que hablaba, en la misma época, el canónigo Lozano.25 En el siglo xix la terraza estaba ocupada por tres fondas, unas casas particulares y una capilla (Lisón y Lillo 2003: 434-435 y fig. 14) y en el xx dos hoteles ocuparán 25

En la época en que escribió era el único lugar cercano al nacimiento en el que se podrían observar restos arqueológicos, ya que el espacio denominado para época romana «edificio balneario» estaba ocupado por las instalaciones hidráulicas y por habitaciones tal y como revela el mapa de Gregorio de la Rosa (Medina 1990: 373-382).

el espacio de fondas y casas. En la actualidad solo se conserva el hotel Levante y la iglesia de la Virgen de la Salud. La documentación deja constancia del aprovechamiento de la terraza superior desde el siglo xviii. No es de extrañar ya que uno de los problemas manifiestos del balneario de Archena es la falta de espacios que se puedan habilitar para construir. De esta manera es sensato suponer que también hubo utilización de esa zona en época romana, suposición que se refuerza con la información aportada por Lozano y por algunos datos extraídos de la excavación de la zona 1 del edificio balneario, como la inclinación descendente de los estratos desde la actual calle hasta el canal moderno que se halla en la zona 1 y los materiales constructivos asociados, entre los que cabe destacar la basa de orden toscano que se encontraba boca abajo y partida en dos trozos (Fig. 6). Esa basa, diferente (en tipo de piedra y dimensiones) a los elementos arquitectónicos hallados en el vestíbulo de la galería termal, podría corresponder a otro edificio. Por otra parte el hecho de que aparezca desplazada y rota podría indicar que procede de un lugar más alto. Es posible que en ese lugar próximo al nacimiento pero más protegido por su altitud respecto al río, se encontraran las hospederías importantes e incluso los edificios administrativos.26

El área de servicios En la zona más occidental de la franja de tierra en la que se sitúa el balneario se encuentra un conjunto

26 Para los diferentes espacios que se supone pueden existir en un balneario romano cf. Miró 1997 y 2011.

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Fig. 12. Vista general de la Zona de Servicios. A la derecha restos de una noria del siglo xii y de otra del siglo xviii (fotografía: Jesús Gómez Carrasco).

de estructuras que ha pasado por varias etapas, desde zona de acopio de materiales para la construcción hasta hospedería. Su límite más oriental se encuentra a 114 m de las estructuras romanas más occidentales documentadas en el edificio balneario. Lo que denominamos área de servicios (Figs. 12 y 16) está ocupando un espacio en el que confluyen las margas de la ladera del Cabezo del Ciervo y las arenas depositadas por el río en los diferentes desbordamientos; se trata pues de una lengua de tierra situada entre dos vaguadas, una de las cuales, la oriental, la separa del resto de construcciones. Las arenas suavizan la pendiente del monte y generan un espacio más o menos llano hábil para la construcción. Sin embargo la abundancia de aluviones lo convierte en un sitio de pésimas características para hacer cimentaciones y levantar edificios. Por otra parte es el lugar más expuesto al río de todo el balneario ya que se encuentra inmediatamente después de la curva que hace el Segura para rodear el cabezo, de tal forma que un desbordamiento o una riada lo atacan por dos frentes simultáneamente, el occidental y el septentrional (Fig. 14). En la historia reciente del balneario este espacio ha sido ocupado por las fondas de menor categoría y por infraestructuras necesarias como almacenes, lavaderos o cocheras que no era conveniente que coexistieran con los lugares de tratamientos termales y residenciales (Medina 1990, Lisón y Lillo 2003). Casi siempre ha sido la parte más marginal del balneario y no hay motivos para creer que en época romana no funcionara de la misma manera. Cuando un lugar

como este, alejado y expuesto, es ocupado, es muy posible que sea porque todos los demás espacios capaces de contener instalaciones ya han sido construidos y no queda otro terreno disponible.27 Desde el punto de vista arqueológico se ha podido realizar una excavación en extensión que ha afectado a una superficie de más de 3000 m2 y que ha permitido trazar una evolución del balneario desde la gran intervención realizada a finales del siglo i a.C. hasta el abandono (del área de servicios) a finales del siglo i d.C. De esta manera alguno de los datos aportados por la excavación en este sector se puede relacionar con el edificio balneario, pues a pesar de la diferente naturaleza de las construcciones, ambos lugares están condicionados por las necesidades creadas merced al uso de las aguas minero-medicinales. También ofrece la excavación de la denominada zona de servicios información acerca de la secuencia de las construcciones y las reformas realizadas en ella, permitiendo establecer una serie de fases consecutivas. Puesto que el objeto de este trabajo no es hacer una memoria de excavación, sino explicar y exponer los resultados, nos ha parecido que la forma más conveniente de hacerlo es con un acercamiento a cada una de las fases que hemos podido distinguir.

27 Lo podemos ver en el balneario actual, que ante el problema de la falta de aparcamientos ha construido en la zona un aparcamiento subterráneo y junto a este una piscina con capacidad para 800 personas. No se puede considerar que se trate de instalaciones marginales, pero lo cierto es que era él único lugar donde tales infraestructuras se podían ubicar.

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Fase 1. La construcción del balneario En la ladera de la vaguada antes mencionada se pudo documentar un horno de teja y ladrillo, además por noticias orales sabemos de la presencia de otro, no pudiéndose descartar la posibilidad de la existencia de otros hornos.28 El horno documentado era ovalado, de 2,80 x 3,10 m, con una longitud de boca de 2 m y una anchura de la misma de 0,70 m, estando parcialmente excavado en la parte baja de la ladera. La estructura mostraba tres momentos diferenciados: el primero correspondía a la construcción de dos cámaras, una inferior con pilares de adobe que formaban unos pasillos de circulación de aire caliente y otra superior donde se colocaban los materiales a cocer. Este momento de época cesariana-augustea (Matilla y Adrados 2008: 58) correspondería a la construcción del balneario. En el segundo desapareció la cámara de cocción y la de combustión se usó como calera (podría ser del momento de la reconstrucción del balneario).29 El tercero es el de abandono como horno y su utilización como vertedero y es de época Julio-Claudia-¿Flavia? (Fig. 13).

Fig. 13. Horno para la cocción de teja y ladrillo aparecido en la zona de servicios. En una segunda fase fue calera y cuando quedó inutilizado se convirtió en vertedero (fotografía: Gonzalo Matilla).

Otra actividad industrial relacionada con la construcción del balneario es la cantería. Sabemos que las columnas de travertino halladas en el interior de la galería termal proceden de las crestas que coronan la prolongación del Cabezo del Ciervo y que alguno de los muros más antiguos de la zona de servicios 28 Cuando comenzamos la excavación ya se habían hecho movimientos de tierras. 29 No hay ninguna certeza cronológica, pero la necesidad de cal en un momento en que hay que hacer obras de reconstrucción podría ser un argumento a favor sin que se pueda descartar una utilización puntual del horno para cualquier obra de ampliación o reparación.

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está construido con material de desecho de la talla del travertino, lo que sugiere que los talleres de los canteros existieron y se ubicaron ahí, a pesar de que tras la conclusión de los edificios fueron reconvertidos para ser utilizados en otros fines. En este lugar estaban algunos elementos que tuvieron que ver con la edificación del balneario como los hornos y los talleres de cantería. Aunque otras actividades necesarias para la construcción no hayan dejado huellas, no se puede descartar que se hubieran desarrollado en el mismo sitio.

Fase 2. Aprovechamiento parcial del espacio Una serie de dependencias construidas con grandes bloques de travertino a medio desbastar y con paredes de mampostería trabadas con tierra que estaban enmascaradas por las construcciones del último momento podrían ser del período inmediatamente posterior a la construcción del balneario, pudiendo corresponder tanto a los talleres precarios habilitados en la fase constructiva como a dependencias nuevas para las que se aprovechó el material de cantería sobrante. La zona quedará enmarcada por un frágil muro perimetral de mampostería trabada con tierra que actuaba más de cerca que de muro de contención. La única estructura que pervivió en las fases posteriores se encontraba en la parte más elevada del lugar. Se trataba un espacio cuadrangular del que se conservaba el zócalo de dos paredes formado por grandes bloques de travertino que en su interior tenía dos plataformas formadas por piedras de tamaño mediano: una rectangular con dimensiones de 1,33 por 1,29 m y otra circular con un diámetro de 1m Ambas estaban alineadas y separadas por una distancia de 1,93 m. Las plataformas podrían corresponder a la base de una prensa de almazara.30

Fase 3. Construcción planificada El muro exterior y el dique Tras una fuerte riada la destrucción en el área de servicios fue considerable y apenas quedaron los cimientos de las edificaciones. Cuando se acometió 30 Los datos aportados por el estudio antracológico muestran que los restos de olivo cultivado suponen el 12,61 %, porcentaje que solo es superado en los 33 taxones de especies leñosas identificadas por la Pistacia lentiscos con el 16,67 % y por el Pinus Halepensis con el 15,93 (García y Matilla 2008).

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la reconstrucción se aprovechó lo que quedaba del muro perimetral original para cimentar otro que hiciera también la función de proteger el espacio de su interior de los embates del agua. Así la zona de servicios con una extensión aproximada de 750 m2 quedó completamente rodeada por un muro que nacía al oeste, en una zona elevada de la ladera a la que el agua podía llegar con mas dificultad, y que tras desarrollarse a través de una longitud de 80 m, de los cuales conservamos 65,5 m, moría de nuevo en el monte. El muro en la mitad occidental (la que presenta una cota más baja), tenía 2,5 m de alto, más 0,5 m de cimiento, a lo que hay que añadir 1 m más de cimentación en algunas zonas en que se conservó parte de la cerca anterior. La obra se construyó con mampostería trabada con cal y con un grosor de 0,5-0,60 m. Constaba de dos partes rectas, una en el oeste (con dirección SO-NE) que era donde se situó una puerta de carruajes y otra al norte (con dirección NO-SE) formando ángulo recto con la anterior. Esta sección terminaba en un vano de 1 m de ancho que daba acceso a una escalera de piedra de nueve peldaños que naciendo en la base del muro se introducía a través de este en el interior de la parte más elevada del recinto (que en este sector presentaba una altura de entre 1,5 y 2 m con respecto a la mitad occidental). A partir de esa entrada el muro se curvaba siguiendo la curva de nivel de la vaguada que separaba la zona de servicios del resto del balneario. Este muro exterior estaba protegido por un dique. En realidad se trataba de una gruesa pared de cal y piedra desarrollada entre la entrada de carruajes y la escalera y que servía de refuerzo al muro perimetral. El grosor del dique variaba en función de que se encontrase más cerca o más lejos del lugar de embate directo de las aguas: desde 1,2 m en la zona más occidental hasta 0,40 m en las proximidades de la escalera. El motivo de la disminución del espesor estaba en la forma dada al tramo largo y recto de muro. En realidad este se componía de tres secciones de 16,8, 6,5 y 9 m. Al final de la primera y de la segunda el muro giraba 90º al hacia el exterior desplazándose 0,70 m, mientras que el dique continuaba su alineación hasta el final. La corona del malecón presentaba forma de talud, con una altura de 1,5 m en contacto con el muro perimetral y entre 1,10 y 0,70 m en la parte más baja. A partir de la escalera no se construyó este refuerzo. La existencia del dique en los tramos rectos del muro perimetral así como los quiebres de este, obedecían a que el es el lugar donde el agua de las riadas

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Fig. 14. En la parte superior las flechas indican donde golpea el agua del río al producirse una riada. En la inferior detalle del muro perimetral y dique de la Zona de Servicios.

puede golpear con más fuerza (Fig. 14). Los distintos ángulos del muro cumplían la función de ir desviando las aguas a la vez que le quitaban fuerza al golpe del agua. El objeto del dique no era el de impedir la entrada de las aguas, sino dar la estabilidad suficiente al muro para que no se derrumbase y que al interior del recinto solo llegase el desbordamiento del río, no su fuerza destructiva. Las diferentes alturas de la zona de servicios provocaron que el muro exterior en el primer tramo, donde la pared, a excepción del cimiento estaba exenta por ambas caras, tuviera un refuerzo mucho más grueso, llegando a alcanzar muro más malecón 1,5 m de espesor. A partir del primer quiebre del muro, parte del mampuesto estaba construido contra tierra, con lo que la resistencia al agua era mayor. En el segmento en el que el malecón perdía espesor se construyeron unos contrafuertes interiores, esto es, unos muros con forma de cuña que introduciéndose en la loma como si fueran costillas y apoyados en la cara interna de la cerca, aumentaban considerablemente la capacidad de aguante de esta (Fig. 15). A partir de la escalera, además de no existir refuerzo tampoco había contrafuertes interiores, ya que, además de no

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Fig. 15. Contrafuerte interior del muro perimetral de la Zona de Servicios (fotografía: Gonzalo Matilla).

haber posibilidad de un golpe directo de agua, la parte del muro a la que podían llegar las aguas estaba construida contra tierra. La efectividad de la construcción queda patente por su conservación pues la gran inundación (infra) destructiva ocurrida entre los siglos ii y iv d.C. no consigue arruinar la parte de las edificaciones construidas con piedra. Aguas, gravas y arenas pasaron sobre los muros abandonados, pero al contrario de lo que ocurrió en la primera mitad del siglo i d.C., los muros no se derrumbaron, conservándose hasta la actualidad. La nueva planificación varió el interior del espacio protegido por el dique. La parte destinada a los servicios se restringió a la mitad occidental, aquella que estaba a una cota más baja mientras que el resto del conjunto lo ocupó un edificio público y una serie de dependencias relacionadas con él.

El edificio público31 Ocupaba parte de la mitad oriental de la zona de servicios, presentando dos grandes espacios rectan31 La denominación de edificio público se argumenta en el tamaño del vano (2 m), la orientación de este al nacimiento de aguas minero-medicinales, en las dimensiones de las dos salas conservadas (32,4 m2 y 29,25 m2) y en el patio semicircular que lo rodea por un lateral y por su frente. No parece responder a una estructura doméstica y por su situación respecto al manantial tampoco parece que tenga que ver con los tratamientos termales. Se podía aventurar alguna función específica para el edificio, pero no contamos con ninguna evidencia que permita ir más allá de la especulación.

gulares con muros de mampostería y posiblemente geminados (Fig. 17-5 y 17-6) y se accedía desde la escalera abierta en el muro perimetral (Fig. 17-VI). El espacio mejor conservado tenía unas dimensiones interiores de 7,2 x 4,5 m, con grosor de muros de 0,65 m. En su pared oriental se abría un vano de 2 m de ancho orientado al nacimiento de aguas termales que conservaba en el exterior los cimientos de dos peldaños. El segundo espacio compartía la medianería con la pared trasera del anterior. Muy deteriorado, solo se conservaba completo uno de sus muros largos y parte de uno de los cortos, no obstante se pueden establecer sus dimensiones en 6,5 x 4,5 m. No sabemos si tenía acceso independiente o había una comunicación interior. Estas estructuras, junto con unas habitaciones asociadas a ellas, eran las mas deterioradas; posiblemente a causa de estar a la cota de uso de época islámica32 sufrieron un expolio de piedras, quedando solo los cimientos. Rodeando la construcción había un patio (Fig. 17-V) que tenía su límite en el muro perimetral y que mostraba en algunas zonas suelos de tierra batida pintados con almagra. El muro exterior en esa zona presentaba 4 m de altura, estaba enlucido de blanco y coronado por una lomera y por almenas de 0,50 m de lado con la parte superior redondeada.

32 Al otro lado de la vaguada, enfrente del edificio y a la misma cota, se excavaron dos norias de rosario de época islámica (Matilla y Adrados 2008: 67-69).

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Habitaciones asociadas al edificio Desde la escalera abierta en el dique se accedía al patio desde donde girando a la izquierda y recorriendo el patio se llegaba a la puerta del edificio público y girando a la derecha se accedía a una escalera de

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cuatro peldaños en cuyo final había una puerta que comunicaba con cinco habitaciones. Se entraba en un vestíbulo longitudinal de 4,6 x 2 m (Fig. 17-7) que comunicaba a la derecha con la mayor de las habitaciones, única en la que aparecieron tégulas, que tenía unas dimensiones de 4,10 x 4,40 m

Fig. 16. Fases del balneario detectadas en la excavación de la zona de servicios. I. Momento de la construcción. Se documenta un horno de teja y ladrillo (HORNO) y unos grandes bloques de travertino a medio desbastar (A). II. Construido el balneario la zona se ocupa con instalaciones destinadas al servicio del balneario. Se conserva una habitación con muros de travertino (C) y de mampostería trabada con tierra (B) que podría ser parte de los restos de una ¿almazara? (A). Se conservan trazos de otros muros tanto de mampostería (B) como de travertino (C). III. Tras la riada que afecta gravemente al balneario se realizan construcciones en la zona de servicios, que queda dividida en dos partes incomunicadas. Las nuevas edificaciones participan de un muro perimetral común y de un dique que lo protege (D).Al oeste hay una entrada de carruajes que accede a un patio (P) rodeado por una tosca columnata que sostiene un chamizo (CH) en el que hay, adosada a uno de los muros, una cocina. Desde el patio se puede acceder a tres habitaciones (HP), una de ellas la antigua ¿almazara? Al este, en una zona más elevada, una escalera permite el acceso desde el exterior a un patio (PEP) desde el que se accede a un edificio público (EP) y a unas habitaciones relacionadas con este (HEP). IV. Tal vez en relación con el aumento de los bañistas se amplían las habitaciones (HP) añadiendo a las del patio las del edificio público por medio de una puerta que se abre rompiendo uno de los muros y construyendo sobre parte de las columnas que soportaban el chamizo y sobre el muro exterior una gran habitación. La cocina del patio que estaba donde se abre el nuevo vano desaparece, pero permanecen el edificio público (EP) y su patio (PEP). La habitación del piso superior comenzará a ser decorada con pinturas murales que no llegarán a concluirse por el abandono de esa zona del balneario.

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Fig. 17. Planta general de la Zona de Servicios. I. Entrada cubierta. II. Patio. III. Cocina. IV. Posible escalera. V. Patio que rodea el edificio público. VI. Escalera de acceso al patio del edificio público. VII. Pozo. VIII. Horno de teja y ladrillo. IX. Lápidas funerarias. 1. ¿Almazara? 2. Habitación. 3. Zona porticada del patio. 4. Habitación. 5 y 6. Edificio público. 7. Pasillo distribuidor. 8. Habitación. 9. Cocina. 10. Almacén. 11. ¿Cubículo?

(Fig. 17-8). Al fondo del vestíbulo un espacio de 1,7 x 2,5 m (Fig. 17-9) hacía las veces de cocina y daba paso a otras dos estancias, una a la derecha, que podría ser un cubículo de 3,90 x 2,80 m (Fig. 17-11) y una rectangular, a la que había que descender por una rampa, que podría hacer las veces de almacén y que tenía la misma anchura que la cocina y 4 m de longitud (Fig. 17-10). La superficie útil de estas estancias estaba en torno a los 49 m2 y por su planta y distribución podrían pertenecer a una estructura domestica de carácter modesto, aunque la conexión con el edificio público

sugiere que se trata de la vivienda de alguna de las personas vinculadas con este. Hay que destacar que desde estas estructuras no había conexión directa documentada con la parte mas baja de la zona de servicios.

Servicios Con la reforma posterior a la inundación la parte destinada a servicios se quedó reducida al tercio más occidental del espacio que estamos tratando. Com-

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Fig. 18. A. Base original de las columnas. B. Ubicación tras la reforma de las columnas, C. Muro amortizado que separaba la cocina de la habitación 4. D. Cocina amortizada. E. Puerta nueva abierta en el almacén 10 para comunicar el patio con el área del edificio público. F. Muros de la primera fase de la Zona de Servicios, I. Entrada cubierta. II. Patio. 2. Habitación (fotografía: Jesús Gómez Carrasco).

parte con el edificio público y con sus dependencias anexas el estar enmarcada por el muro perimetral e incluso tener medianerías comunes, pero se trata de dos áreas diferenciadas, con accesos independientes y sin comunicación interior entre ellas. El lugar se articulaba en torno a un patio de 13 m de lado (Fig. 17-II) al que se accedía desde el exterior por una puerta de carruajes de 2,5 m que conservaba ambos quicios y que tenía un espacio exterior enmarcado entre dos muros de 3,40 m de longitud que debía estar cubierto (Fig. 17-I). Desde esa puerta y por una rampa tallada en las margas se accedía a las instalaciones. A la derecha, subiendo la ladera, se situaba la antigua ¿almazara? (Fig. 17-1), al parecer amortizada. Al fondo estaba el patio, rodeado por tres de sus lados (excepto por el que daba al monte y a la ¿almazara?) por un peristilo de columnas de madera33 apoyadas en toscas basas de piedra, imitando con 33

No se han hallado restos de fustes de piedra.

poco éxito el orden toscano; este peristilo generaba una superficie cubierta de 2,5 m de fondo (Fig. 17-3). Desde el patio solo se podía acceder a dos habitaciones. Una junto a la puerta de carruajes, rectangular y de mampostería tenía 6,5 x 3,10 m (Fig. 17-2) presentando en su interior dos niveles de altura a causa de la pendiente de margas en la que estaba construida y un vano de 0,94 m La otra, en el extremo opuesto a esta, también rectangular y de mampostería, era mucho más pequeña que la anterior, teniendo 3,7 x 2,7 m de ancho (Fig. 17-4), presentando un vano de 0,90 m. Topográficamente formaría una unidad con las estancias anexas al edificio público, aunque además de no tener comunicación directa, había una diferencia de casi 2 m respecto a la cota de los suelos. Junto a esta habitación, en el patio y separada de la puerta por un murete había una cocina (Fig. 17-III). Los datos que tenemos de la zona de servicios en este momento y pese a la escasez de materiales (los mas significativos son fragmentos de ánforas y

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de grandes recipientes), indican que una de las funciones que tenía era la de almacén y por el tipo de entrada no sería difícil que se guardaran caballerías, aunque ninguna de las dos habitaciones parece apta para este fin.

Fase 4. La construcción de la hospedería A mediados del siglo i d.C. se realizó una reforma en el área de servicios. Se desplazaron las columnas que estaban a 2,5 m del muro perimetral (Fig. 18-A), quedando situadas a 3,10 m (Fig. 18-B), se recreció el muro de mampostería exterior con adobes, construyéndose un segundo piso de 16 x 3,10 m (como mínimo). A la vez se abrió una puerta en el muro del almacén-habitación 10 (Fig. 18-E), quedando el patio comunicado con las estancias de la zona alta y arrasando tanto la cocina (Fig. 18-D) que había en el patio como el murete que protegía de humos la habitación 4 (Fig. 18-C). Esta segunda planta tuvo capacidad para tres o cuatro habitaciones que se decoraron con cierto lujo. Se ha encontrado un importante conjunto de pintura parietal romana entre el que destacan una serie de figuraciones de grandes dimensiones (en torno a los 0,80 m de altura). Estas pinturas podrían ser un indicativo de la capacidad económica de los bañistas. ¿Por qué se hace tal reforma? Una de las posibilidades es que el aumento de los usuarios del balneario forzara la ampliación de los espacios hosteleros y que lo limitado del terreno útil en la estrecha franja de tierra en la que se encuentran los baños medicinales forzó que se reconvirtiera la zona de servicios en lugar de hospedaje. Esa posible conversión del patio y sus dependencias en hospedería obligó a que se comunicaran las dos zonas que estaban separadas, pero no termina de estar claro si el uso conjunto de las habitaciones es una necesidad que nace desde el patio o desde los edificios públicos y estancias anexas.

Fase 5. El abandono de la zona de servicios Efectivamente se construyó un piso superior en el patio paralelo al malecón de protección y la posibilidad de que la causa fuera un aumento del volumen de negocio no se puede descartar. Pero es cierto también que el programa pictórico no se completó y que la parte central de muchos de los paneles estaba en blanco, aunque se han encontrado grafitos que delatan

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un uso marginal de las estancias. Por otra parte se ha podido constatar una utilización precaria de las instalaciones en el patio. La escasez de materiales arqueológicos del último momento indica un abandono sin prisas de la zona de servicios entre finales del siglo i d.C. y comienzos del ii d.C. Cómo piezas más significativas asociadas a la amortización de las estructuras tenemos cerámicas marmoratas,34 siendo la moneda más moderna encontrada un as de Vespasiano, aunque con un alto grado de desgaste. Igual que mayor negocio implicaría instalaciones más grandes, menor negocio obligaría a un retraimiento de las infraestructuras. Hoy no tenemos datos suficientes para plantear si se abandonó el mantenimiento del todo el conjunto del balneario, pero sí para afirmar que esa zona, la más alejada del nacimiento, deja de funcionar a finales del siglo i d.C. y solo es frecuentada de manera marginal. Entre el momento del abandono del área de servicios y el siglo iv d.C. se produjo una gran riada sin precedentes. Dicha avenida arrastró una importante cantidad de grava de dimensiones grandes que llegó hasta el patio y grandes cantidades de arenas en disolución que sobrepasaron el muro perimetral y se depositaron en toda la zona de servicios, llegando hasta la ¿almazara? La fecha de la avenida es imprecisa, pero por una parte fue posterior al abandono de las instalaciones y por otra anterior a la apertura de la fosa funeraria de la fase siguiente, ya que esta se excavó en las arenas aportadas por la inundación. Hay que destacar que entre la superficie actual del balneario y los niveles de época romana se han documentado múltiples aluviones de espesores variables y finos estratos de grava. La grava en los ríos solo circula por el cauce, mientras que las arenas suelen estar en suspensión en el agua. Esto quiere decir que las gravas delatan una ampliación del cauce del río mientras que las arenas solo indican el área de desbordamiento. En el sector en el que están los restos romanos, a 55 m del río, la capa de gravas de la gran riada posterior al siglo i d.C. tenía un espesor de más de 2 m (Fig. 11). No sabemos cual era la anchura del cauce en época romana, tal vez algo mayor que la actual, que a su paso por el balneario oscila entre los 8 y 34 La producción de estas cerámicas se centra en el periodo que va entre Claudio y Nerón, aunque perviven durante los Flavios. De esta manera el comienzo de las producciones estaría alrededor del año 40 d.C. y su cese sobre el 90 d.C. Cf. Oswald y Pryce 1920: 218-221; Hermet 1934: 169-177; Vernhet 1976: 15.

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Fig. 19. Tumba tardorromana (fotografía: Jesús Gómez Carrasco).

los 14 m, pero la existencia de las gravas en el área de servicios indica que el cauce se amplió hasta allí. Por otra parte en las riadas históricas documentadas en el balneario la capa de gravas, siempre de pequeño tamaño, oscilaba entre 1 y 20 cm, lo que implica que tras la avenida de los siglos ii-iv d.C. jamás ha vuelto a producirse una de las mismas proporciones.

Fase 6. La tumba tardorromana En el siglo iv d.C. se excavó una tumba (Fig. 19) en el centro de lo que fue el patio de la hospedería, en las arenas de la gran riada. Se trataba de una caja construida con piedras medianas y encajadas contra tierra. Sus dimensiones exteriores eran de 2 x 1,10 m y las interiores de 1,70 x 0,70 m, siendo la altura de 1 m. El fondo interior de la tumba estaba formado por una cama de cal y grava y para cubrir el sepulcro se usaron cuatro grandes piedras irregulares y alargadas trabadas y selladas por cal. En su interior se halló el esqueleto de una mujer de entre 20 y 30 años, en posición decúbito supino, y con la cabeza caída al oeste. No se encontró ajuar, pero la posición del cuerpo indicaba que la difunta fue amortajada y su cabeza sujeta a la mortaja. Cronológicamente y por tipología hay que situar el enterramiento entre los siglos iv y v d.C. (Madrid y Celdrán 2005).35 El principal interés de este se35 Responde a la misma tipología que se encuentra en esta época en Cartagena.

pulcro es que documenta por primera vez el uso del espacio del balneario en esta época, cosa que encaja con el fenómeno de recuperación de los balnearios en el sureste (Matilla 2006a). El uso de la cal en la construcción de la tumba descarta un enterramiento ocasional y sugiere que una comunidad hispano-romana del siglo iv estaba instalada en el entorno del balneario. Tal vez habría que relacionar estos restos con el auge que tiene en esta época el cercano Salto de la Novia (supra).

Otros restos Lápidas En el exterior de la zona de servicios se hallaron dos lápidas36 (González y Matilla 2007) entre las gravas de la gran riada con las siguientes inscripciones (Fig. 17-IX): 1.- Q(uintus) Domitius / Varinus37 Co / nsaburensi / s h(ic) s(itus) est s(it) t(ibi) t(erra) l(evis). 2.- L(ucius) Publicius / Daphnus / domo / Valentiae / an(norum) L h(ic) s(itus) e(st). 36 González Fernández, R., Matilla Séiquer, G. y Miralles Maldonado, J. C. 2007: «Latin epigraphy in Archena’s termal baths, Murcia, Spain», XIII International Congress of Greek and Latin Epigraphy, Oxford 2007. Cf. http://ciegl.classics. ox.ac.uk/html/webposters/34_GonzalezMatillaMiralles.pdf [Consulta: 27/09/2008]. 37 O Varianus.

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Pese a la enorme área excavada tratando de localizar la necrópolis, esta no apareció y solo se hallaron algunos elementos arquitectónicos aislados entre los que destaca una pequeña basa con arranque de columna tallada para estar adosada a una pared. Es habitual encontrar tumbas o áreas de necrópolis en el entorno de los balnearios, ya que algunos de los bañistas no debían llegar en las mejores condiciones (Pastor 2005: 120; CIL II 5494; Álvarez 1973: 489; Fabre et alii 1991: 35-36; Leiva 2003: 361-366; Alföldy 1987: 234), pese a ello no se suelen asociar los enterramientos con las aguas minero-medicinles. Las dos estelas (Fig. 20), de considerable altura (1,80 y 1,62 m) tenían un remate semicircular, poco común en el entorno de Carthago Nova, pero más habitual en algunas zonas de Andalucía, sureste de la Meseta, la provincia de Valencia y Mérida (Knapp, 1992; Abásolo y Marco 1995; Edmondson 2006). La forma y la calidad de las lápidas, a la que habría que unir la de los duunviros, refleja la existencia de un taller lapidario en Archena, al menos entre el 50 y el 75 d.C. (González y Matilla 2007: 36) y este habría que entenderlo como la respuesta a una necesidad provocada por la afluencia masiva que si por una

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parte generaba defunciones, por otra hacía que los enfermos encargaran lápidas votivas.

Pozo En el centro de la vaguada que separaba la zona de servicios del resto del balneario se halló un pozo con su caja construida de mampostería. Con planta casi cuadrada, sus muros eran de 0,60 m de grosor y sus medidas interiores de 2,23 x 2,08 m, siendo las exteriores de 3,30 x 2,98 m. La estructura estaba completa y tenía una altura desde la base hasta la corona, que debía estar cubierta por un tejado, de 4 m En el interior y a 1 m del suelo se encontraba la boca del canal de abastecimiento, que sigue aportando un agua cristalina. Existía también un desagüe para las aguas sobrantes que se dirigían a un canal exterior excavado en las margas de 2,5 m de ancho y 1,5 m de profundidad que al parecer se dirigía al río.38 En la pared oriental de esta construcción, la que daba al río, había un vano a 2 m de altura respecto al fondo del pozo. Su anchura era 0,80 m y conservaba el quicio. Cuatro agujeros en la pared interior de la puerta y en la afrontada indicaban la existencia de algún mecanismo para la extracción del agua. Podía tratarse del lugar de abastecimiento de agua potable del balneario que aunque tuviera una capacidad real de depósito de 4,5 m3, resultaba más que suficiente teniendo en cuenta que el flujo de líquido entrante era continuo.39

Vertederos Por último hay que mencionar que el espacio inmediato al exterior del dique era un vertedero superficial y que algunas zonas relativamente próximas a la puerta de carruajes presentaban depósitos de basuras más profundos. La mayoría de los materiales aparecidos en la zona de servicios proceden de estos vertederos. El estudio de momento de los restos antracológicos ha permitido determinar la existencia de los siguientes taxones: Pinus halepensis, Pinus sp., Bráctea de piña, Juniperus sp., Coniferae, Ephedra sp., Monoco-

Fig. 20. Estelas romanas halladas entre las gravas de la gran riada (fotografía: Jesús Gómez Carrasco).

38 Durante el proceso de excavación comenzó a salir agua con tal intensidad que hubo que rellenarlo inmediatamente y proyectar hormigón sobre los perfiles adyacentes para evitar un desmoronamiento, por lo que hubo de abandonarse el trabajo en ese sector. 39 En época islámica y en el siglo xviii el agua para bebida se conseguía en el mismo lugar (Matilla y Adrados 2008: 67-69).

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tyledoneae, cf. Phragmites australis, Arbutus unedo, Buxus sp., Cistaceae, Cistus sp., Daphne gnidium, Erica sp., Fagus sylvatica, Ficus carica, Fraxinus sp., Labiatae, Leguminosae, Nerium oleander, Olea europaea, Pistacia lentiscus, cf. Pistacia terebinthus, Populus/Salix sp., Prunus sp., Prunus cf. amygdalus, Punica granatum, Quercus ilex/coccifera, Rhamnus/ Phillyrea sp., Rosaceae t. maloidea, Rosmarinus officinalis, Tamarix sp., cf. Ulmus sp. (Garcia y Matilla 2008: 172-174). La lectura de los macrorestos vegetales, especialmente la abundancia de pino carrasco, de lentisco y de enebro contrasta con las descripciones del entorno del balneario a partir de época moderna, donde se detalla que es un lugar carente de vegetación. Interés especial tiene la aparición de madera de haya con 1,7 % del total (García y Matilla 2013), ya que al ser alóctona solo puede ser entendida su presencia como parte de algún objeto procedente del norte de la península (Pirineos y Sistema Cantábrico), de Italia (Apeninos) o de Francia como lugares más cercanos. Podría por tanto ser parte de un mueble (vg. Mart. 2, 43, 9-10: Tu Libycos Indis suspendis dentibus orbis: fulcitur testa fagina mensa mihi), de los que hay evidencias arqueológicas en camas, mesas y sillas (Gale y Cutler 2000) o de algo más pequeño como una caja (López González 2001).

4. ARCHENA ¿EL BALNEARIO DE CARTHAGO NOVA? Los datos epigráficos La inscripción votiva confirma un culto en el balneario de Archena durante época romana. Sin que puedan descartarse otras posibilidades, el dedicante podría proceder de Carthago Nova y la divinidad tal vez podría relacionarse con un culto popular a las divinidades femeninas relacionadas con las aguas.40 La fundacional de Turcilio nos sitúa en el mundo de la evergesía, lo que nos obligaría a considerar a los habitantes de una ciudad como destinatarios de la obra de construcción realizada, pero ¿qué ciudad? La lápida de los duunviros especifica que la ciudad era un municipio y si se puede datar en función de la inundación y posterior reconstrucción habría que situarla al final de época julio-claudia, cuando el número de municipios en Hispania es todavía muy escaso. No se puede descartar que Archena, o el asentamiento 40

En este volumen: «Musa Magna…».

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ibérico del Cabecico del Tío Pío hubiera alcanzado ese estatus, pero sin otras pruebas no parece la posibilidad más verosímil, mientras que no hay duda de la existencia de magistrados municipales en Cartagena, a cuyo territorium pertenecía sin duda el balneario y ciudad con la que pensamos que estaban vinculados los baños (Matilla 2007; Matilla y Adrados 2008) a pesar de encontrarse a una distancia de entre dos41 y dos días y medio de viaje, lo que implica que no se pueda decir que está en las cercanías de la capital. Los epígrafes funerarios son bastante ilustrativos. Se reflejan en ellos los nombres de dos personas procedentes de Consuegra y Valencia que llegarían a los baños respectivamente por la vía Complutum– Carthago Nova (Sillières 1982) y por la vía II del Itinerario de Antonino (Roldán 1975) desde donde se conectaría con la vía anterior. No sabemos con certeza si el camino pasa por el balneario (Brotons 1999) o a unos seis kilómetros del mismo (Sillières 1982), lo que es relevante pues significa la diferencia entre la voluntad de ir a las aguas o la coyuntura de encontrarse los baños durante el viaje. Tenemos la convicción de que tanto Quintus Domitius Varinus como Lucius Publicius Daphnus se trasladaron a Archena en busca de una mejoría de su salud, mejoría que no lograron ya que fueron enterrados en el balneario. La distancia entre sus ciudades de origen y los baños es de 321 km para Consabura y entre 214 y 274 km para Valentia, lo que supone un viaje de ocho días desde la primera y cinco-siete días desde la segunda. Podemos pensar que fueron los únicos desplazados y que su presencia en Archena supone una anécdota, pero por el contrario representan el testimonio de todos aquellos que se trasladaban desde sus lugares de origen con la esperanza de una mejoría en la salud y que no han dejado huellas en la epigrafía. Entre estas ciudades y Archena en época romana existen otros baños como Villavieja de Nules (Castellón), Fuente Podrida (Requena, Valencia), Enguidamos (Cuenca), o Aigües (Alicante) para el caso de Valencia y Fuencaliente (Ciudad Real), Canena (Jaen) o Azaraque (Albacete) para el de Consuegra. De ellos tres son mesotermales o hipertermales: así Fuencaliente tiene 36,8 ºC, Villavieja 41 ºC y Aigües 41,25 ºC, pero cambia su composición ya que las primeras son bicarbonatadas con iones de magnesio, calcio y sodio (Maraver 2004: 132), las segundas radiactivas con 41 Los cálculos están hechos a razón de 30/40 km/día. En África romana el cálculo oscila entre los 30 y los 50 km diarios (Guédon 2010: 82).

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iones predominantes de sulfato, calcio y magnesio (Maraver y Armijo 2010: 295) y las últimas salinas (Rubio 1853: 253-254). En Archena la temperatura es superior (52 ºC) y la composición diferente ya que es un agua clorurada, sódica y sulfurada. El enfermo romano que hubiera querido un agua de características semejantes habría tenido que viajar a balnearios con aguas cloruradas como Fitero (46,2 ºC, Navarra), Caldas de MontbuiFont del Lleó (73,03 ºC, Barcelona), Fortuna (44,5 ºC, Murcia), San Joan de la Font Santa (36,6 ºC, Mallorca), Tus (25,3 º, Albacete) o con aguas sulfuradas como Baños de Montemayor (41,8 ºC, Cáceres), Baños Viejos de Carballo (36,3 ºC, Coruña), El Salugral (17 ºC, Cáceres), Fuentepodrida (17,8 ºC, Valencia), Guitiriz (13,9 ºC, Lugo), Laias (50 ºC, Orense), Ledesma (47 ºC, Salamanca), Lugo (42,1 ºC), Retortillo (43,4 ºC, Salamanca), San Gregorio de Brozas (18,2 ºC, Cáceres) o Cuntis (50,3 ºC, Pontevedra)42. Pero si hubiera querido que el agua fuera hipertermal, clorurada y sulfurada solo tenía una opción: Archena. Entre las opciones que hemos visto existían en época romana, los personajes enterrados en el balneario, decidieron que la mejor para ellos eran los baños de Archena. Seguro que no conocían todos los lugares mencionados y el que las aguas fueran cloruradas o sulfuradas pudo ser inapreciable o irrelevante para estas personas, pero sabían de la existencia de un manantial muy caliente con olor a huevos podridos que se hallaba lejos de donde vivían y que (suponemos) había obtenido fama por las curaciones que en él se producían y hacia él se dirigieron aunque no a curarse, sino a morir. Pues bien, si aceptamos la idea de en época altoimperial se pueden emprender largos viajes para asistir a unos baños, hay que aceptar otras dos: que la fama de esos baños ha trascendido (aunque no sepamos de que manera) y que la distancia entre el Balneario de Archena y Cartagena no puede suponer un obstáculo. Es muy posible, si consideramos que los duunviros son de Carthago Nova, que instalación medicinal y ciudad estén conectadas no solo por el uso de las aguas que hacen sus habitantes, sino por lazos jurídicos.

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Hay dos ejemplares republicanos, un as de Bolskan y un denario de Q. Pomponius Musa acuñado en 67 a.C. y un as de Vespasiano acuñado en Lugdunum. El resto son de Augusto (3 de Carthago Nova y 1 de Calagurris), Tiberio (2 de Carthago Nova, 2 de Lugdunum y 1 de Segobriga), Calígula (3 de Carthago Nova), Claudio (3) y Nerón (1), además de un ejemplar frustro (Arias y Matilla 2011). La ceca más representada es Carthago Nova (40%), seguida a mucha distancia por Lugdunum (15%) y por Roma (15%), ya que dos ases de Claudio parecen emisiones locales y pudieran ser también de Carthago Nova. Desde el punto de vista numismático no es discutible la conexión con Cartagena, además de ser interesante la variedad de cecas.

La Pintura y sus datos Además de las encontradas en la zona de servicios tuvo que haberlas en la terraza superior, pero los pocos restos encontrados de estas están muy deteriorados. En la hospedería de los 32 m de paredes del piso

Los datos numismáticos De las 20 monedas encontradas en Archena, la mayoría (67%) son de época augustea y julio-claudia. 42 La relación de los balnearios en función de las temperaturas o los tipos de agua en Maraver y Armijo 2010: 297-306.

Fig. 21. Detalle de uno de los interpaneles antes y después de la restauración (fotografía: Jesús Gómez Carrasco).

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Fig. 22. Patas de un buey o toro y parte de la cola. Las patas están adornadas (fotografía: Jesús Gómez Carrasco).

superior sin contar la tabiquería interior, solo se han recuperado muy fragmentadas unos 13 m de pinturas. Hay que pensar que primero sufrieron el deterioro propio del abandono, después la caída del edificio, más tarde la gran riada y por ultimo, entre el siglo vi y el xi d.C. se construyó una acequia que afectó al derrumbe del piso, pinturas incluidas (Matilla y Adrados 2008). A todo ello hay que añadir que las paredes en las que estaban eran de adobe y que la preparación del enlucido para recibir los pigmentos era de unos milímetros. A falta de completar el estudio que se está realizando43 se puede avanzar que la zona inferior estaba pintada con imitación de mármol moteado, la media presentaba grandes paneles blancos enmarcados, decorados con figuraciones e interpaneles con motivos vegetales (Fig. 21), mientras que la superior de la que apenas quedan restos era una cornisa de estuco. Entre las figuraciones hay parte de una figura humana, lo que parece parte del cuello y de la cola 43 Junto a la profesora de Arqueología de la Universidad de Murcia Alicia Fernández Díaz.

Fig. 23. Pintura del barco mercante romano. Abajo a la izquierda el conjunto de los restos conservados. Arriba a la izquierda detalle del casco. A l derecha detalle de la vela en el que se puede apreciar el brazo del timonel y parte del mascarón de popa (fotografía: Jesús Gómez Carrasco).

de un gallo vivo, las cuatro patas de un buey o toro, decoradas con borlas, y la vara del boyero (Fig. 22), una figura masculina desnuda y un barco de vela mercante, una navis oneraria, posiblemente una corbita (Fig. 23), además de fragmentos de otros motivos. Parece que los iconos responden a un modelo religioso, baste pensar en el toro con las patas adornadas,

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lo que podría variar la interpretación que hasta ahora estamos haciendo de la hospedería.44 Pero al margen de esta cuestión y para el tema que nos ocupa, la pintura pertinente es la del barco. Sus dimensiones mínimas son de 1,20 x 1,30 m, estando la proa a la izquierda y la popa a la derecha. Pese al deterioro se puede apreciar una buena parte del casco, el espolón de proa (rostrum), el palo y la vela de trinquete (dolon), la base del palo mayor (malus), la vela cuadrada (velum), la gavia triangular, cornamusas y mordazas, apagavelas en las lonas del velamen (antemna y rodens), uno de los amantillos, las cuerdas que sujetan el mástil, tal vez la polea (trochlea) y el cisne que adornaba la popa (akroteria). Destaca una figura humana en popa (pupas) que por las proporciones debe tratarse de una divinidad que se hace cargo del timón (gubernaculum) y asegura el éxito del viaje. Entre todas las representaciones pictóricas de barcos existe una en Pompeya en la Regio I, 13, 9, correspondiente a la casa del mercader Lesbianus y de su mujer Numicia Primigenia que es casi idéntica. La pintura pompeyana se encontraba en el exterior junto a la puerta de la casa y ahora está en el Museo di Boscoreale, con el número de inventario 20607 (2212-4). Las dimensiones son algo más pequeñas: 0,98 x 0,57 m y la proa mira hacia la derecha (Fröhlich 1991: 311, Lam. 17,1), pero el tratamiento del agua y del casco del barco con el detalle de los tablones, el mascarón de popa, la manera de trazar las velas, los detalles de las mismas y la representación de la figura que lleva el timón indican, si no que fue la misma mano la que realizó las dos pinturas, al menos que el cartón utilizado en ambas fue el mismo. La figura del barco de Lesbianus es Afrodita a tenor de la inscripción: ਝijȡȠįİ઀IJȘ ıઆȗȠȣıĮ (Venus Protectora) (CIL IV 9867) que se encontraba pintada con letras negras a la izquierda de la entrada y que hoy ha desaparecido (Varone y Stefani 2009: 158), lo que podría reforzar el carácter sagrado de las pinturas de Archena. El barco pompeyano se fecha entre el 62 y el 79 d.C.,45 lo que encaja bien con la cronología propuesta para la última fase de la zona de servicios. Plantear la relación directa entre los pintores de Pompeya y Archena no tiene sentido, pero hacerlo entre Pompeya y Carthago Nova es más acertado. Sería

44 Hasta que el estudio sobre las pinturas no concluya no conviene insistir en este tema. 45 Disponible en: http://www.archeona.beniculturali.it/visite-tematiche/antiquarium-di-boscoreale/RA00543939 [Consulta: 23/05/2014].

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razonable que un pintor que estuviera trabajando en Cartagena y tuviera acceso, por el motivo que fuera, a cartones usados en Italia, recibiera un encargo para trabajar en el balneario de Archena.

La arquitectura y sus datos El orden toscano se implanta en Carthago Nova con el auge económico de la ciudad y la llegada de itálicos y romanos. Hay dos grandes momentos constructivos, «uno en la transición de los siglos ii-i a.C. y el otro en la segunda mitad del s. i a.C.» (Madrid 1997-1998: 36). Una de las características del primero es el uso de plintos redondos, mientras que en el segundo se imponen los cuadrados. De los dos elementos hay en Archena, por lo que no se puede establecer una rígida separación cronológica entre uno y otro, ya que todo indica de momento que las construcciones más antiguas son de época protoaugustea. En la transición del siglo i a.C. al i d.C. asistimos a la renovación de la ciudad, con un programa urbanístico y decorativo en el que el orden toscano es sustituido por el corintio y del que el teatro es un buen ejemplo (Ramallo y Ruiz 1998: 125-127), sin embargo la reconstrucción del balneario tras la riada no refleja este cambio que se ha producido en Cartagena. Sí se pone de manifiesto el segundo programa constructivo de la ciudad cuando se construyen las instalaciones, pues hasta ahora se han podido documentar cinco elementos de orden toscano, número relativamente elevado si tenemos en cuenta que en Cathago Nova, con un amplio programa constructivo, hay constatadas 33 piezas (Madrid 1997-1998: 8-29). Desde el punto de vista arquitectónico todo indica una conexión entre Carthago Nova y el balneario de Archena.

5. RECAPITULACIÓN El posible uso del agua antes de los romanos Tenemos constancia de que en la cercanía de las aguas de Archena ha existido hábitat desde el Bronce Final, tal como lo atestiguan los recientes hallazgos efectuados en el Cabezo de Ciervo46 así como los estudiados en los años 80 (Ros 1989), aunque se ha planteado que los restos más antiguos que se en46 Al hacer los agujeros para una replantación en el Cabezo del Ciervo apareció una urna funeraria.

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cuentran en este cabezo son del neolítico, con una cronología de mediados del iv milenio a comienzos del iii (Jiménez 2003: 26-28; Ayala y Jiménez 2005: 265-270). Ahora bien, los únicos datos para suponer la existencia de un poblado de esta época son la recogida de unos cuantos materiales en superficie cuya datación podría ser cuestionada. Los restos de época argárica se localizan en los cabezos del Ope, Ciervo, Redondo y del Tío Pío (Val 1946: 250-253; San Valero y Fletcher 1947: 21; Ayala 1980: 59-61). Aunque tampoco se han realizado excavaciones arqueológicas para esta fase, este período está mucho mejor tipificado y ofrece menos dudas. La proximidad del Cabecico del Tío Pío y los hallazgos en el balneario de materiales ibéricos tardíos así como los fragmentos de cerámica ática de barniz negro parecen atestiguar un uso del agua por parte de la población prerromana que continuó al menos hasta finales del siglo i d.C. Un agua minero-medicinal hipertermal es un recurso, y como tal, pocas dudas puede haber acerca de su uso por las poblaciones que vivían en su entorno inmediato. El cómo la usaron es algo que se nos escapa.

Evolución del balneario en época romana Una cosa es utilizar un recurso inmediato y otra bien distinta invertir en él para posibilitar un uso racional y abrir ese uso a gentes de lugares muy alejados. Esto es lo que ocurre en época romana donde los resultados de las excavaciones muestran un momento de construcción de las instalaciones, una destrucción por causas naturales y una posterior recuperación del conjunto delatando con esto último la importancia que se le dio al balneario del siglo i d.C. Dentro del mundo antiguo esta es la época álgida de unos baños mineromedicinales que se vinculan quizá desde antes de la construcción del balneario, con la ciudad de Carthago Nova pero a los que acude gente de toda la provincia. No sabemos qué pasa entre mediados del siglo ii y el siglo iv d.C., tampoco cómo es la naturaleza del uso los baños en el siglo iv d.C., si se trata de un uso precario, si se construyen o reconstruyen algunas instalaciones o si es una utilización estrictamente local.

Evolución del balneario de época medieval al siglo xix Después tendremos un vacío documental y material hasta el siglo xii, momento en el que vemos construi-

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da, sobre el pozo romano, una noria de rosario para suministro de agua potable, lo que indica población estable o flotante en los baños. Con la reconquista aparecerá por primera vez el castillo de Archena, pero hasta mediados del siglo xvi no contaremos con la primera referencia expresa a los baños, que al parecer van adquiriendo fama hasta que la desamortización de 1850 los pone en manos privadas y se vuelve a invertir como no se había hecho desde época romana, convirtiéndolos de nuevo en un punto de referencia peninsular.

6. CONCLUSIONES Desconocemos cual es el momento en que los romanos comenzaron a utilizar las aguas mineromedicinales de Archena y solo podemos acercarnos al tiempo de la construcción de las grandes infraestructuras. Pero conquistándose Carthago Nova en el 209 a.C., se puede entender que durante más de 150 años las aguas tuvieron que frecuentarse y que fue ese uso prolongado lo que motivó la construcción de las instalaciones cuyos restos han llegado hasta nuestros días. A este respecto es ilustrativo el uso del término thermas pare referirse a la construcción del balneario, separando las aguas minero-medicinales del edificio destinado a los tratamientos médicos. Tampoco sabemos qué uso se pudo dar al lugar en el mundo prerromano: si las aguas se utilizaban de manera curativa, si había alguna divinidad indígena asociada al manantial o si existía algún tipo de instalación (precaria o no) religiosa o termal. Lo que sí conocemos es qué en torno al cambio de era se realizó una fuerte inversión en el lugar y que esta se circunscribió especialmente al entorno inmediato del manantial, donde se construyó un edificio de mampostería de buena calidad en el que se insertó una piscina rodeada de una columnata de orden toscano que usó como materia prima el travertino local. Sabemos también que había un segundo edificio situado a una cota más alta del que solo se ha podido documentar una basa, unos estucos muy deteriorados y algunos elementos latericios. Y al menos en el edificio termal la inversión la realizó el privatus Publio Turcilio Rufo, en cuyo nombre se ha querido ver un origen ibérico. Al aparecer después el balneario al cuidado de unos duunviros, parece claro que ha existido una donación al municipio, tal vez Carthago Nova. No hay datos suficientes pero no sería descabellado pensar que el motivo de la misma fuera un intento de conseguir la aceptación social.

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Parece claro también, tanto por la epigrafía como por la arqueología, que hubo importantes daños en el balneario que fueron subsanados. El motivo tuvo que ser una riada como las que el Segura ha tenido de manera frecuente antes de la regulación de su cuenca con pantanos. Las huellas de la destrucción han quedado evidenciadas por la reparación y reutilización de las columnas en la zona de la surgencia y por capas de limo, amortización de estructuras existentes y sustitución de estas por otras nuevas en el área de servicios. Todas estas reparaciones y nuevas construcciones parecen estar amparadas por el texto de la lápida de los duunviros: …aquas … reficiendas / curarunt… Esta inscripción nos lleva a dos cuestiones que consideramos importantes. Una de ellas es que el balneario aparece como propiedad de un municipio. La otra es el valor que ese municipio está dando a las aguas minero-medicinales para invertir o reinvertir en un lugar en el que las posibilidades de un colapso a causa de una violenta avenida el río Segura son muy altas. Esto situaría el termalismo médico en ese municipio y por extensión en el mundo romano, como un recurso con una alta consideración. No es de extrañar que la experiencia de la inundación destructiva forzara a que se tomaran medidas extraordinarias en las nuevas edificaciones. En este sentido hay que considerar el dique del área de servicios. Pero pudo haber otras medidas de más amplio calado como la construcción de una presa que ayudara a controlar el río. La gran riada que se produce entre los siglos ii y iv d.C., con una ampliación del cauce del río documentada de 55 m en su margen derecho, solo se explicaría (en los 1500 años siguientes no hay constancia de otra inundación ni siquiera parecida) si hubiera existido aguas arriba un pantano. Entre el Salto de la Novia y donde se encuentra en la actualidad el Azud de Ojós47 hay varios puntos en que el río se estrecha entre montes y donde la construcción de una presa sería posible. De esta manera los más de dos metros de gravas asociadas a este gran desbordamiento se podrían justificar si un dique hubiera estado actuando de muro de contención de muchas pero pequeñas inundaciones que hubieran ido acumulando cantos contra su pared interior y en un momento dado la rotura del mismo hubiera supuesto la concentración de todas esas inundaciones en una sola. Es difícil de demostrar, pero de momento no hay una explicación más convincente a esos estratos encontrados en el área de servicios. 47 Presa situada unos 2 km aguas arriba del Salto de la Novia, en una de las zonas de estrechamiento del río.

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El balneario de Archena, por el hecho de estar en uso, ha ofrecido pocos datos acerca de las instalaciones de termalismo médico de época romana. Parece que de momento el único elemento casi seguro es la piscina, que por otra parte es lo que se documenta con más facilidad en los conjuntos balnearios. Sin embargo nos ha permitido conocer una serie de infraestructuras asociadas que difícilmente aparecen en otros balnearios. Estamos ante el caso insólito (por falta de evidencias constatadas en otros lugares) de tener en el mismo lugar y simultáneamente una instalación termal medicinal, una zona de servicios, un edificio no doméstico ni termal de uso incierto, el pozo de abastecimiento de agua potable y restos que delatan la existencia de una necrópolis. Se trata de la constatación de que los grandes complejos termales médicos tienen múltiples infraestructuras que van mas allá de los tratamientos en los que se aplica el agua minero-medicinal. Importante también nos parece la conexión con Carthago Nova. Efectivamente falta una prueba incuestionable de que esa relación obedece a criterios jurídicos y no solo a la procedencia de un número alto de bañistas, pero la combinación de la epigrafía, la numismática, los elementos arquitectónicos o la pintura mural sugieren que Cartagena estuvo bastante implicada en el balneario. Otra cuestión que no es baladí y que de momento no tiene respuestas claras es la de los motivos de la construcción / monumentalización del balneario de Archena y de su abandono. Durante la mayor parte del siglo i a.C. Hispania vive momentos convulsos que no aconsejan las inversiones, máxime si estas van a estar localizadas lejos del ámbito urbano. Podríamos entender que hasta que no se logra una cierta seguridad no se realice ninguna intervención económicamente relevante, pero podría haber más motivos, como el auge urbano de Cartagena a partir de época de Cesar y especialmente de Augusto, incluso otros que de momento se nos escapan. En cuanto al abandono (siempre de las infraestructuras, nunca del uso de las aguas) que se produce entre finales del siglo i d.C. y comienzos del ii d.C. lo único que podemos decir por ahora es que se realizó de forma tranquila (en el área de servicios todos los bienes muebles transportables se llevaron y solo quedaron ánforas y grandes contenedores) y que coincidió con una fase de expansión de las instalaciones. Se habilitó una nueva hospedería para cuyas paredes se estableció un programa pictórico que no llegó a completarse. Si no se abandonó completamente el balneario, sí que se restringió su área útil y disminuyó su volumen de

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negocio. Cual fuera el motivo lo ignoramos, pero en Fortuna parece ocurrir algo semejante y en Busot, a tenor de las evidencias numismáticas, también. Aunque uno de los problemas que hay respecto a los balnearios romanos hispanos es el de su datación y a día de hoy no es posible trazar mapas de balnearios por épocas, lo que ocurre en Archena, un lugar conectado con una ciudad de importancia, junto a una vía de comunicación de primer orden y con un entorno marcado por la riqueza agrícola, lo que parece ocurrir en otros lugares con termalismo médico, es un claro indicio de que los balnearios como grandes infraestructuras responden a un momento concreto y a unas circunstancias igual de concretas y no han funcionado durante todo el imperio romano ni con la misma intensidad ni con las mismas instalaciones. Con respecto al uso médico concreto que de las aguas se hacía en el balneario de Archena en época romana, lo desconocemos. Pero aunque hubiéramos hallado pruebas incuestionables de técnicas de aplicación como baños de lodo, uso de duchas o chorros, seguiríamos sin saber como eran los tratamientos. El único modo de intentar acercarnos a los mismos ha sido repasar los que se hacía en dos momentos históricos concretos: el período anterior a la creación de cuerpo de médicos de balnearios y el período siguiente. Desde luego el valor probatorio de los datos de los siglos xvii al xix respecto a lo que ocurría en época romana es pequeño, pero como aproximación nos parece interesante. Como hemos visto, cuatro técnicas de aplicación (baño, estufa, lodo y bebida) de la fase premédica que están presentes en Archena, son también frecuentes en el mundo romano a tenor de los datos que nos aportan las fuentes. Por último, importa destacar el conocimiento del balneario en un contexto geográfico amplio. La constatación de que una persona de Consabura y otra de Valentia acabaron enterradas en el balneario de Archena y la certeza de que habían ido al lugar a tomar las aguas para mejorar su salud, aunque no se diga de forma explícita en los epitafios, indica que este baño medicinal tenía una trascendencia que sobrepasaba lo local, lo comarcal, lo urbano, o en este caso lo suburbano representado por Carthago Nova, y llegaba a lo provincial. No es posible saber si en toda la provincia de Hispania Citerior había conocimiento de las propiedades terapéuticas de las aguas de Archena, pero al menos en una parte que se conectaba con la vía de Carthago Nova a Complutum y con la vía II del Itinerario de Antonino sí que existía ese conocimiento. Podría ser esto considerado como indicativo de la importancia de Archena y sus aguas

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en época romana, pero se trata de un asunto que de momento no deseamos plantear. Lo que sí nos parece significativo, olvidándonos del hecho concreto, es que había balnearios romanos con fama suficiente como para que atrajeran a personas de lugares lejanos.

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EL BALNEARIO ROMANO DE ALHAMA DE MURCIA. UN EJEMPLO DE IDENTIDAD Y DIVERSIDAD DE ARQUITECTURA BALNEARIA José Baños Serrano, Museo de Arqueólogico Los Baños. Alhama, Murcia

Resumen: En el complejo balneario de Alhama de Murcia se ha documentado la existencia de dos complejos: uno de tipo higiénico y recreativo y otro destinado al baño medicinal, ambos en espacios separados para cada sexo. En el primero de ellos, se han conservado las salas de baño de gradación de temperaturas (frigidarium, tepidarium y caldarium) y las instalaciones complementarias de horno y habitaciones auxiliares; en el segundo, se conservan dos grandes salas abovedadas de gran monumentalidad que recibían el agua desde el manantial y constituyen el centro del complejo, con piscinas centrales y lucernarios cenitales para regular las temperaturas e iluminación, favoreciendo las acciones terapéuticas y el culto a las aguas. Las excavaciones arqueológicas han permitido documentar diferentes secuencias estratigráficas y la evolución del espacio termal, desde época ibérica hasta el siglo xx. Summary: In the Roman Healing Spa of Alhama de Murcia the existence of two complexes has been documented: one for hygiene and recreational use, and the other one for the medicinal bath, with separate spaces for each sex. In the first one, the bathing rooms with gradual changes of temperature (frigidarium, tepidarium and caldarium) and the additional facilities of the praefurnium and ancillary rooms have been preserved; in the second one, two monumental vaulted rooms which obtained water from the spring are conserved. Here at the centre of the complex, the pools with skylights on the ceiling to regulate the temperature and the lighting, contribute to the healing effects of the waters. The archaeological excavations have allowed different stratigraphic sequences and the evolution of the thermal space from the Iberian age to the twentieth century to be documented. Palabras clave: Aguas mineromedicinales, salas salutíferas, termas recreativas, época ibérica, baños islámicos, balneario-hotel, siglo xix. Key words: Mineral-medicinal water, salutary rooms, Iberian age, Islamic Baths, Spa-Hotel, 19th century.

1. INTRODUCCIÓN Tradicionalmente, las referencias a las aguas mineromedicinales en España se habían tratado en las obras generales sobre termalismo, con descripciones sobre los lugares donde se hallaban y sus virtudes curativas. Los distintos aprovechamientos han generado, desde la antigüedad, abundantes testimonios materiales como epigrafía, cerámica, monedas o referencias toponímicas que aparecen en los anti-

guos itinerarios, como el de Antonino o la Tabla de Peutinger (Peréx y Rodríguez 2011) que reflejan las ciudades o asentamientos denominados Aquae, cuyas denominaciones han llegado hasta la actualidad con diferentes referencias toponímicas. Son los casos de los topónimos de Caldas, Candelas derivados del latín Aquae Calidae como también lo son los derivados también del latín Balineum o Balneum y que han dado lugar a los topónimos que comienzan o llevan implícita la palabra Baños y, finalmente, los que derivan del

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árabe DO+ƗPPD que han dado nombre a las diferentes Alhamas de España, entre ellas, Alhama de Murcia. En el caso de esta población, cuya antigua denominación bien pudo haber sido Aquae, término latino al que se le habría unido el nombre de los populuscivitas que vivían en la zona, los romanos aprovecharon el manantial de agua caliente para construir unas instalaciones dónde se desarrollaría una parte importante de la vida social de la comunidad y, en las que se curaban enfermedades con las excelentes propiedades medicinales de sus aguas. Parece probable que Alhama fuera uno de los muchos lugares del imperio romano con el topónimo latino de las Aquae Calidae, aplicado a las localidades que contaban con un importante aprovechamiento de aguas termales. Para Alhama de Murcia, disponemos de algunas referencias medievales que nos aportan una valiosa información. La referencia de B.L.qwƗr (Vallvé 1972: 177) debe corresponder a un topónimo preislámico que queda identificado por el de HƗmma B.L.qwƗr que cita Ibn Sahib al-SalƗ en el camino de Lorca a Murcia hacia 1165 y que se corresponde con la referencia de al-Qazwini, en el siglo xiii, que nos habla de nuevo de B.L.qwƗr como uno de los pueblos de Tudmir en el que «…hay un baño termal (hƗmma) excelente y saludable, donde hay una sala abovedada para los hombres y otra para las mujeres, y el nacimiento de la fuente está en la sala de los hombres. De ella sale un agua abundante que basta para cubrir las necesidades de las dos salas, y riega los sembrados de la alquería…». Más conocida es la cita de al-Idrisi de mediados del siglo xii: «…el que quiere ir de Murcia a Almería debe pasar por Qantarat AskƗba (Alcantarilla), Hins LibrƗla (Librilla) y Hisn al-HƗmma (Castillo de la fuente termal) y Lurqa (Lorca)…»; en este caso el topónimo Alhama, castellanizado, sigue vigente hasta nuestros días. A finales del siglo xv documentamos otra referencia de gran interés procedente del diario del viajero alemán Jerónimo Münzer que a su paso por Alhama de Murcia en octubre de 1494 escribe: «El mismo día 14 salimos de Murcia y a distancia de seis leguas de camino, por una tierra llana, donde crecen el esparto y una hierba llamada sosa, llegamos a un lugarejo de unas 30 casas, llamado Alhama, que tiene un castillo en lo alto de un monte; unas termas de agua clara (en las que nos bañamos), que curan la hidropesía, el cólico y otras enfermedades, y una buena fábrica de vidrio, el cual hacen de esta manera…» (García 1952: 346) En los siglos siguientes se publican varias obras generales que recogían, desde el punto de vista mé-

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dico, los manantiales mineromedicinales que servían de guía para reconocer las singularidades especiales de estas aguas, entre las que tenemos que mencionar la de Limón Montero en 1697, Gómez de Bedoya en 1764 o Rubio en 1853, a las que se unían, ya de forma obligatoria a partir del primer Reglamento de Aguas y Baños Minerales de España de 28 de mayo de 1817, las memorias de los diferentes médicos directores de cada establecimiento, correspondientes de cada temporada (Fig. 1).

Fig. 1. Mapa Balneario de España del año 1875. Localización de Alhama de Murcia en la 7.ª Región Balnearia.

En el caso de Alhama de Murcia, comenzaría con el primer director, Dr. D. José María del Castillo y Espinosa de los Monteros que realizó la primera memoria en el año 1845, año, cuando ya habían empezado las obras del Balneario Hotel, que sería inaugurado en el año 1848. Así contamos con un gran número de memorias de los diferentes médicos que ocuparon la plaza hasta el año 1936 y que nos relatan la historia del Balneario durante este tiempo. La importancia y el aumento de los estudios relativos al mundo romano y en concreto a las termas públicas, los baños domésticos y los balnearios han propiciado que, el estado del conocimiento sobre los temas citados, haya crecido exponencialmente a partir de los años ochenta y sobre todo de los noventa hasta la actualidad.1 1 Los conceptos de balnearios y termas en función del tipo de agua utilizada, mineromedicinal y natural, ha generado un nuevo campo de investigación que ha sido objeto de proyectos en diferentes universidades en los últimos años. El artículo de Las Termas Romanas en Hispania de Gloria Mora, en 1981, establecía aquel primer catálogo de termas públicas y termas medicinales. En la línea del primer apartado se han llevado a cabo el congreso coordinado por Carmen Fernández Ochoa y Virginia García-Entero sobre termas (Fernández y GarcíaEntero 2000) y la tesis doctoral de la Dra. García-Entero so-

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Para la parte que nos ocupa, sobre los balnearios, no cabe duda que las excavaciones arqueológicas 2 realizadas en los últimos años, en numerosos yacimientos con manantiales mineromedicinales, así como los diferentes proyectos sobre el tema, hayan contribuido, en gran medida, a un mayor conocimiento de estos enclaves termales.

2. EL CONTEXTO GEOGRÁFICO DE ALHAMA DE MURCIA El espacio geográfico que ocupa el término municipal de Alhama de Murcia se incluye dentro del contexto más amplio que constituye el Valle del Sangonera/Guadalentín, el cual ha seguido una ocupación humana similar a lo largo del tiempo, desde la prehistoria hasta la actualidad. La geografía del valle presenta una gran diversidad de formas con una zona central llana, atravesada por el río Guadalentín y, a ambos lados, las alineaciones montañosas de dirección Noroeste-Suroeste entre las que destacan las Sierras de Espuña y la Sierras de Carrascoy, ambas con una gran diversidad de relieve como cumbres, laderas, piedemontes, barrancos y zonas llanas, que ofrecen multitud de recursos para la ocupación humana. Condicionado y comunicado el territorio por la depresión natural prelitoral del valle, ha sido una importante ruta natural de paso entre Levante y el sur de Andalucía, siendo la principal vía de comunicación desde la prehistoria hasta la actualidad. Junto a los bre Balnea (García-Entero 2005). En el caso de termalismo y balnearios también se han llevado a cabo publicaciones de obligada referencia como la Mesa Redonda de Termalismo Antiguo coordinada por M.ª Jesús, Peréx Agorreta y A. Bazzana en 1992 (Peréx y Bazzana 1992) y el I Congreso Peninsular editado por M.ª Jesús Peréx Agorreta en 1997 (Peréx 1997), el especial de Balnearios y Literatura coordinado por Francisco Maraver Eyzaguirre (Maraver 2006) o el proyecto de VBI AQUAE IBI SALVS. Atlas de aguas mineromedicinales, termas curativas y culto a las aguas en la Hispania antigua (20072010) dirigido por M.ª Jesús Peréx Agorreta, entre otros. 2 Ejemplos recientes de ello son los articulos de actualización sobre los balnearios romanos en Hispania realizados por M.ª Jesús Peréx Agorreta y Carme Miró i Alaix (Peréx y Miró 2011), los de Silvia González Soutelo recogiendo los estudios realizados en las diversas regiones españolas (González 2012-2013) o los proyectos que viene llevando a cabo el Dr. Gonzalo Matilla Séiquer de la Universidad de Murcia, entre los que destacan el «Proyecto Balnearios: el tejido balneario durante la época romana» (2011-2013), o el Proyecto 15387/ PHCS/10 sobre «Balnearios: I. El tejido balneario durante la época romana y tardoantigua en Hispania: documentación y estudio de la epigrafía y la numismática de los balnearios y las fuentes mineromedicinales», de los que hemos formado parte, en ambos casos, con aportaciones del Balneario de Alhama de Murcia.

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importantes recursos naturales, como manantiales y fuentes de agua, tierras fértiles, cerros escarpados con fáciles defensas, etc., hay que señalar, como factor de primer orden, la existencia de un manantial de aguas salutíferas que nacen al pie del Cerro del Castillo, y que ha sido uno de los elementos determinantes para la población de Alhama de Murcia. De esta forma se ha ido desarrollando una estrecha vinculación con el aprovechamiento de sus aguas mineromedicinales, llevando a cabo diferentes edificios con unas pautas constructivas de lo que podemos llamar arquitectura balneria. Sin duda, el condicionante geográfico venía derivado del uso y explotación de los manantiales en su punto de surgencia, para evitar la pérdida de temperatura y de la composición mineral de las aguas y, por lo tanto, de la merma de sus virtudes terapéuticas.

El manantial del Baño de aguas mineromedicinales Junto a las evidencias arqueológicas y arquitectónicas, las referencias toponímicas son elementos claves de la existencia de un manantial de aguas mineromedicinales, claramente identificado en el caso de Alhama de Murcia, con el resto de las Alhamas de España, a saber, de Aragón, de Granada, de Almería, Sierra Alhamilla o Río Alhama, etc. Geológicamente, (Martín 1992: 231-251) los puntos termales se dan en la convergencia de geotermismo y fallas regionales como la de Alhama de Murcia vinculando una serie de factores geológicos: tectónica de fractura, sismicidad y neotectónica, junto al vulcanismo y sedimentación en cuencas neógenas. La antigua fuente del Baño, era la descarga natural de un acuífero de compleja estructura asociado a la falla de Alhama de Murcia y constituido por materiales carbonatados triásicos y conglomeráticos del Mioceno (Lillo 2007: 219). El manantial del Baño (Fig. 2), citado ya en el siglo xiii, (Vallvé 1972: 177) brotaba de una grieta situada dentro de la gruta que se adentra en dirección norte, actualmente hasta unos dieciocho metros hacia el Cerro del Castillo y que le dio la fama al establecimiento de baños desde la antigüedad. Las aguas son de procedencia profunda según su origen, hipertermales según su temperatura constante de 45 ºC y sulfatadas cálcicas según su mineralización. Su caudal, casi inalterable a pesar de las grandes sequías, arrojaba nueve pies cúbicos por minuto en 1853 (Rubio 1853) de agua clara y transparente de sabor ligeramente amargo, insípida e inodora; la mis-

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Fig. 2. Manantial del Baño, localizado en la sala abovedada A, siglo i d.C. (fotografía: J. Baños).

ma cantidad arrojaba en 1873 (Castillo 1873)3 y llegó a alcanzar 280 litros por minuto en 1916 (Lorenzo 1916: 13) llenando, en primer lugar, la piscina de la sala abovedada pequeña, desde la cual se conducía hasta la piscina de la sala abovedada grande y, una vez utilizada en el baño, salía por una canalización subterránea, con un trazado inicial de sillares de aparente construcción romana, hasta una balsa o estanque situado fuera de la población.4 Las descripciones de las aguas de este manantial del Baño indicaban que eran insípidas, inodoras, cristalinas y de gran transparencia, de sabor ligeramente amargo, dejando al tacto una sensación ligeramente untuosa y, por donde pasaba, dejaba lodos pardo oscuros, perdiendo un grado al llegar a la bañera y tres grados en la balsa de los pobres. Las aguas del manantial del Baño se utilizaban en bebida, y en dosis de 250 a 500 gramos, desagradable por su temperatura pero no por su sabor ligeramente

3 E incluso podría ampliar su caudal «…si se recogieran los innumerables veneros que subterráneamente serpentean en varias direcciones para alimentar los diversos pozos de esta villa…». Sabemos que las casas de la zona cercana a la plaza Vieja, de la calle Corredera, Vergara, etc. tenían pozos de agua en sus patios para el servicio doméstico y así se ha documentado en las excavaciones arqueológicas. 4 La evacuación de aguas de los Baños se producía por la canalización subterránea, la cual se inicia bajo la sala abovedada B del Balneario con una imponente construcción inicial de sillares, que continuaba su trazado hacia el actual jardín de los Patos, en cuyo entorno se ubicaba la denominada como balsa del Baño. En su construcción se aprecian los diversos tipos de aparejo, fruto sin duda, de las continuas reparaciones que se hubieron de llevar a cabo, tras el permanente uso, desde época romana. A partir del siglo xvi tenemos abundante documentación sobre las diligencias que tratan sobre la limpia de la Balsa de Baños, acequia y mina hasta el Baño. Archivo Municipal de Alhama de Murcia (AMAM), Libro de Aguas del Baño, Minas y San Roque. Sin n.º de legajo.

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amargo; su acción favorecía el apetito, estimulaba las funciones digestivas y aumentaba la secreción renal; en baño, a la temperatura del manantial, provocaba una impresión de calor que desaparecía dejando paso a una sensación de relajación y sedación junto al bienestar del organismo con la acción de todos los agentes curativos. La acción terapéutica que le ha dado fama a estas aguas fue el tratamiento de las afecciones reumáticas en toda su diversidad: parálisis, gota, neuralgias ciáticas, epilepsias, catarro pulmonar tratados con baños de vapor y bebida conjuntamente, afecciones crónicas en la piel, afecciones sifilíticas, entre otras (Chinchilla 1877). La existencia del manantial del Baño había garantizado, desde la antigüedad, el caudal necesario y suficiente para el servicio de las instalaciones termales hasta época moderna, cuando se fueron incorporando otros manantiales que diversificaban y ampliaban los servicios medicinales. Tres serían, a partir del siglo xviii, los que brotaban por una hendidura en la roca de conglomerado terciario del Cerro del Castillo y, a los que se incorporó, el manantial de la Atalaya a finales del siglo xix, siendo finalmente cuatro, los que componían el caudal de este balneario, conocidos con los nombres de Baño, Carmen, Poza y Atalaya. Los dos primeros se localizan en el interior del balneario; el llamado Poza en sus proximidades y, posiblemente, fuera una ramificación del principal (Baño) y el último, el de la Atalaya, a 12 km de la población, en la margen derecha de la Rambla de Algeciras. Actualmente, del manantial del Baño no brota el agua desde el año 1940. La sobreexplotación del acuífero ha provocado que descienda el nivel freático y que el agua se halle en cotas más profundas, actualmente a una profundidad unos 90 msnm y una temperatura de 41 ºC en los dos sondeos5 realizados por el Ayuntamiento de Alhama de Murcia denominados como Sondeo Cerro del Castillo en el extremo norte del Cerro del Castillo y Sondeo Agua de Dios, en el Huerto de los Olmos, junto al Parque de La Cubana, que siguen la misma línea de la falla tectónica y muestran las mismas características físico-químicas que las aguas del antiguo manantial (Fig. 3).

5 Datos del estudio realizado por el profesor D. Tomás Rodriguez Estrella «Estudio de los recursos geotérmicos de la unidad hidrogeológica de Santa Yéchar-Alhama (Murcia). Propuesta de un perímetro de protección, con miras a su aprovechamiento mineromedicinal y termal del sondeo Cerro del Castillo», para el Ayuntamiento de Alhama de Murcia en el año 2004.

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Fig. 3. Alhama de Murcia. Localización del antiguo Balneario y de los sondeos actuales del Cerro del Castillo (2010) y «Agua de Dios» (1940-2015), ambos con aguas mineromedicinales para su explotación en un futuro Balneario.

3. EL CONTEXTO ARQUEOLÓGICO EN EL BALNEARIO DE ALHAMA DE MURCIA El contexto prerromano El manantial de agua termal ha ido modelando un paisaje y unos complejos arquitectónicos en relación a un sincretismo de las diferentes culturas, generando diversos modelos e identidades que han tenido y tienen como objetivo, el aprovechamiento de este singular y escaso recurso termal, siempre con fines terapéuticos y modalidad balnearia desde hace más de dos mil años. A partir del siglo viii a.C. las poblaciones locales del Bronce Final y el llamado Bronce Tardío (Ros 1989: 44-51) inician, un proceso de grandes transfor-

maciones en los aspectos social, económico y cultural, que llevan, sin solución de continuidad, a la aparición del mundo ibérico y de una serie de rasgos comunes definitorios como la lengua, el ritual funerario, formas de vida, comercio y gran organización social. Son conocidas las evidencias arqueológicas en diversos asentamientos prehistóricos y protohistóricos y su relación con las aguas mineromedicinales, en los que se ha podido constatar la existencia de una relación de mayor o menor grado. En el caso de Alhama de Murcia, sabemos a través de los materiales recuperados en las excavaciones arqueológicas que las aguas eran conocidas y utilizadas por los pueblos prerromanos. Los importantes hallazgos cerámicos de los siglos iv y iii a.C. tanto en el Cerro del Castillo como en el entorno del balneario, han permitido

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constatar una importante secuencia estratigráfica de época ibérica que tiene su relación con el oppidum y con los hallazgos del entorno. En realidad, el uso de las aguas mineromedicinales, en época ibérica, debía limitarse al baño para obtener los beneficios curativos de las aguas y con un concepto de religiosidad constatado en otros yacimientos. Las aplicaciones debieron hacerse en el entorno próximo o el propio manantial o punto de surgencia, sobre el que, unos siglos después, se llevaría a cabo la construcción romana; de ahí la ausencia de estructuras arquitectónicas asociadas de época ibérica que quedarían sepultadas o destruidas bajo el nuevo edificio de época imperial. Ya Plinio (Nat. 31, 4) reconocía que los íberos desconocían los balnearios, tal y como se concebían en el mundo romano, pero sí hacían uso de manantiales de aguas frías y calientes. Hay que tener en cuenta que la Región de Murcia es uno de los núcleos importantes de poblamiento de la cultura ibérica y prueba de ello son los ejemplos de los grandes conjuntos de Santa Catalina (Verdolay), El Cigarralejo (Mula) o Coimbra del Barranco Ancho (Jumilla), entre otros, constituidos por poblados, necrópolis y santuarios, siendo uno de los territorios más poblados desde finales del siglo vi hasta plena romanización a lo largo de los siglos ii-i a.C. (García 2008). En este marco cronológico que comprende desde el siglo v al siglo ii a. C. se han podido documentar en Alhama de Murcia un conjunto de materiales de época ibérica que, al igual que en Archena y Fortuna no están asociados a estructuras balnearias, pero si en el entorno próximo. Ejemplos de ello y de esos asentamientos cercanos a enclaves termales, se ubicaron importantes yacimientos ibéricos como es el caso del Cabezo del Tío Pío en Archena (Matilla 2007) o el Castillejo de los Baños y el Castillico de las Peñas en Fortuna (Matilla 2004: 10-11). Referencias que, por otra parte, hay que interpretarlas en relación a la cercanía del propio asentamiento y a un cierto aprovechamiento de las aguas curativas y a su explotación y conocimiento dentro de un ámbito local y comarcal, aunque por el momento, no podamos documentar estructuras asociadas. Para Alhama de Murcia disponemos de un interesante contexto arqueológico recuperado en las diferentes excavaciones urbanas: calle Parricas, Plaza Vieja, calle Corredera y el Cerro del Castillo junto al propio balneario ofreciendo un buen conjunto de materiales asociados a enterramientos y a estructuras domésticas. En 1989, tras las excavaciones realizadas en el antiguo ayuntamiento (Baños 1993: 511-541) se re-

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cuperaron diferentes materiales fechados en los siglos iv-iii a.C. Entre ellos un kalathos de cuerpo cilíndrico y cuello estrangulado que, junto con abundantes fragmentos de platos, vasos globulares y urnas, confirma la existencia de ese asentamiento en el oppidum del Cerro del Castillo y sus laderas, con una cronología que abarcaría desde los siglos vi al siglo iii-ii a.C. Los contactos comerciales entre los pueblos ibéricos de la zona (García 2008) y el resto del Mediterráneo son cada vez más importantes. Prueba de ello son los hallazgos de cerámica griega que aparecen junto a los materiales autóctonos, documentándose en diversos yacimientos además del Cerro del Castillo, en La Pita, Cabezo del Murtal, El Puntal y en el casco urbano de Alhama de Murcia. Los importantes hallazgos tanto de cerámica ática de barniz negro como de las producciones de Gnathia y campanienses de la magna Grecia revelan la fluidez y contactos del poblamiento ibérico del Cerro del Castillo y sus relaciones comerciales en los siglos v y iv a.C. Entre estos hallazgos de cerámicas de importación de gran lujo, procedentes de los talleres de la Campania italiana del siglo iv, destaca una copa (Fig. 4) y varios fragmentos de cerámica sobrepintada

Fig. 4. Copa de cerámica sobrepintada de Gnathia, siglos iv-iii a. C. Ayuntamiento Viejo de Alhama (dibujo: A. Martínez).

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del taller de Gnathia (Baños 1990: 15-22). La decoración pintada a mano, tiene como motivo principal una paloma rodeada de espirales, de color blanco sobre fondo de barniz negro, y que podemos datar a finales del siglo iv y pleno siglo iii. Sin duda, la importancia de estas cerámicas apulas «de Gnathia» (Pérez 2002), producciones de la Campania italiana, muy poco exportada, a excepción de Alejandría, y las localizadas en yacimientos costeros de Cartagena, Alicante, Valencia, Castellón, Ibiza, Lérida, Barcelona y Gerona, tienen un gran interés para el desarrollo del comercio a través de las naves mercantes griegas y las romanas que llegaban en competencia por los mercados del Mediterráneo central y occidental y su dispersión, marcando unos recorridos desde los centros de producción, en este caso en la Italia meridional, hasta los poblados, las tumbas o vertederos donde concluyeron estas cerámicas su existencia útil, como fue el caso de Alhama de Murcia. A la vista de estos hallazgos, cabría preguntarse si ¿el manantial de aguas curativas utilizado por los pobladores ibéricos, tenía ya un protagonismo propio que fue aprovechado y potenciado por los romanos, como medio de estructurar el territorio a través de la vía natural del valle o realmente, el impulso se produce con la construcción balnearia romana? A finales del siglo iii a.C. los romanos conquistan Cartagena, hasta entonces bajo dominio cartaginés, que implicará la progresiva adaptación y evolución de las comunidades ibéricas en el nuevo sistema socio-económico del mundo romano que responde, en muchos casos, a un proceso evolutivo vinculado a las nuevas estrategias comerciales y productivas, adoptando y participando de las influencias que llegaban a los antiguos oppida ibéricos, entre ellos el asentamiento del Cerro del Castillo, en cuyas proximidades se localizan cerámicas campanienses junto a las formas de cerámica común y hallazgos de monedas republicanas a partir del siglo ii a.C. Sabemos que la romanización del territorio tuvo una mayor permeabilidad en aquellas comunidades que se hallaban situadas, estratégicamente en vías de comunicación importantes o secundarias, y cercanas a enclaves comerciales tan importantes como Mazarrón o Cartagena. Destacando esta situación en la red viaria romana (Brotons y Ramallo 1989: 101-119), no hay que olvidar, que la existencia de un recurso termal como los manantiales salutíferos que brotaban al pie del Cerro del Castillo, era una de las razones que justificarán la pronta romanización del territorio, quizá construyendo edificios a los que se incorporaron los nuevos conceptos arquitectónicos y funcionales

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utilizados en las grandes ciudades romanas y cuyos modelos llegarían a todos los lugares del Imperio. No olvidemos que ya eran famosos los complejos balnearios de Cumas o el de Bayas cercanos a la capital del Imperio. No será hasta época de Augusto cuando podemos considerar a las poblaciones ibéricas, totalmente integradas en el orden romano, comenzando un proceso de adaptación paulatina a las nuevas modas «a la romana» y transformando los antiguos usos de los poblados tradicionales en cerros defensivos, dando paso a nuevas entidades urbanas en torno al balneario y a las villae rusticae, que serán el centro de los nuevos sistemas de explotación agrícola en el territorio y cuya ocupación llegará hasta el siglo v d. C. a través de diferentes patrones de asentamiento. Alhama de Murcia, participará junto con Archena de una posición estratégica, junto a una de las vías principales de comunicación en la fértil ribera del Sangonera/Guadalentín. La ubicación de los manantiales al pie del castillo, en pleno casco urbano y el uso continuo de las construcciones romanas hasta fechas recientes, han transformado y mimetizado la imagen antigua. Afortunadamente, las excavaciones arqueológicas, que se han podido realizar en zonas no alteradas en su secuencia estratigráfica, van aclarando algunos aspectos, que se suponen en el resto de balnearios pero que van apareciendo poco a poco, como en el caso de las instalaciones higiénicas o lúdicas.

El contexto romano, rural y urbano, en relación con el Balneario de Alhama y la calzada ILICI-ELIOCROCA La pax romana que reinaba en el Imperio en los primeros siglos de nuestra era, sería el marco propicio para la difusión de las nuevas modas y cultura romana en las provincias. En Alhama de Murcia, aprovechando el manantial de aguas calientes salutíferas, se llevaría a cabo la construcción de un gran edificio balneario que seguramente sería uno de grandes ejemplos de la zona para la llegada de gentes al valle del Sangonera/Guadalentín y para la ocupación del territorio, generando una continuidad cultural que hacía, cada vez más patente, las influencias del imperio en la sociedad ibérica autóctona. La articulación de la zona quedaría vertebrada a través de las diferentes vías de comuniación de primer y segundo orden para comunicar todo el poblamiento disperso por todo el valle. Las numerosas villae, desde Algezares a Mazarrón, quedarían comunicadas por un actus que perdurará en el tiempo en el moderno

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camino de los Valencianos. Entre estas villae podemos citar la de Finca Trujillo en Librilla, Cabezo de Las Manuelas (La Pita), Casa de Martín Rodríguez (Baños 1992), Casas de Guirao, El Puntal, Venta Aledo, Casa del Malo, en el término de Alhama de Murcia que ofrecen un panorama cronológico de larga ocupación, entre los siglos i y v d.C., comprendido en el ager de Carthago Nova, y que tendrían como referencia cercana el importante edificio balneario de Alhama de Murcia. Este se hallaba situado en plena vía de comunicación, que a través de la depresión prelitoral, comunicaba Levante con Andalucía, con fácil acceso a las zonas costeras, especialmente a las ciudades de Cartagena y Mazarrón. Conocemos estas grandes explotaciones agrícolas, a través de los hallazgos de superficie y de las excavaciones realizadas, en la villa romana de Venta Aledo6 en el término municipal de Alhama de Murcia, cuyos ricos propietarios, como los de las otras villas, acudirían regularmente a los balnearios para la recuperación de su salud, de los cuales el más cercano era el de Alhama de Murcia, donde podían mejorar o sanar de sus dolencias. En general, todas las villae se ubican a una cota de unos 200 m de altitud y alineadas en la margen izquierda del río Sangonera/Guadalentín, casi paralelamente, siguiendo el trazado de la gran vía de comunicación de largo recorrido que González Simancas (González 1905-1907: 442) documentaba a principios de siglo «Del camino romano que desde el Puntarrón seguía por Librilla, Alhama, Totana y Lorca para penetrar después en Andalucía, aún se conservan grandes trozos, paralelos e inmediatos a la carretera actual y a la vía férrea, antes de llegar a la primera de estas citadas poblaciones». Seguiría el trazado hacia Alcantarilla, cruzando el río por el mismo lugar, por donde lo hacía la vía que desde Carthago Nova se dirigía a Complutum y, en cuyo cruce de calzadas, se han documentado distintos yacimientos concentrados de época romana. Sin duda, el desarrollo de las calzadas y de vías que articulaban el territorio en época romana, propiciaba una mayor comunicación e intercambios entre ciudades. Junto a la vía Augusta, la ruta natural entre Ilici, Elche, y Eliocroca, Lorca, era la ruta más importante, alternativa a la oficial

6 Las resultados de las excavaciones realizadas por la empresa Arqueotec, durante los meses de mayo y junio de 2007, bajo la dirección de las arqueólogas Alicia Soler López y Consuelo Martínez Sánchez, en la Villa de Venta Aledo en el término de Alhama de Murcia, pusieron de manifiesto la importancia de estas villae en los siglos i-v d.C., en un territorio plenamente romanizado.

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del itinerario, que llegaba al Balneario de Alhama de Murcia (Ramírez 1993). Estas villae, alineadas y alejadas del río Sangonera por las violentas avenidas, se estructuraban, generalmente, en dos ámbitos: noble o del propietario, pars urbana, y otra parte, donde reside el servicio y personal destinado al trabajo de la tierra, pars rustica; tanto en estas residencias de campo como en las urbanas, los baños privados, balnea, formaban parte de sus instalaciones y constituían un símbolo del estatus social y la proyección pública de sus propietarios. Estas explotaciones se ubicaban siguiendo un patrón de asentamiento similar, como centro de grandes extensiones agrícolas de cereal y cultivo de huerta, alrededor de los abundantes manantiales, y edificadas a una equidistancia, entre ellas, para un buen aprovechamiento de los recursos del territorio. Se han recuperado, entre los materiales de superficie, importantes materiales (tégulas, cerámicas pertenecientes a vajilla de cocina, de mesa y de almacenamiento, materiales constructivos…) de los siglos i al iv d. C. La excavación de esta villa de Venta Aledo, reflejó las estancias habituales definidas como entrada porticada, vestíbulo, espacio central o atrium, y seis habitaciones con importantes decoraciones arquitectónicas y un documentado nivel de derrumbe de abundantes tégulas completas. Además del poblamiento rural, en el entorno del balneario, también se han documentado diferentes restos de estructuras urbanas romanas de gran interés, entre los que destacamos los hallazgos de la calle Corredera (Urueña y Ramírez 1995), donde se hallaron un conjunto de habitaciones domésticas con un importante contexto cerámico de vajilla de mesa, de cocina, presencia de hogares, etc., que se datan en los siglos i y ii d. C. La función de las citadas instalaciones podría ser de algún tipo de hospedería o un área destinada al servicio de los usuarios o bañistas, como interpretan sus excavadores, con similares funciones y cronología a las documentadas en los balnearios de Archena y Fortuna (Matilla 2006: 163 y 2007), con pequeñas salas rectangulares junto al balneario, en las cuales se hospedarían durante los días que estuvieran tomando las aguas salutíferas o hasta el alivio o curación de sus dolencias. En las excavaciones arqueológicas del atrio de la iglesia de San Lázaro Obispo, frente al conjunto balneario, bajo los enterramientos cristianos de los siglos xiv y xv, cuyas fosas rompían las estructuras romanas, se han hallado canalizaciones y pavimentos de opus signinum, junto a otras estructuras de opus caementicium, conducciones excavadas en la roca con

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un contexto cerámico asociado a los siglos i y ii d. C., con algún fragmento de cerámica ibérica pero, principalmente, terra sigillata, formas Drg. 15/17, la 24/25 o la 37 y cerámica común romana (Ramírez et alii 1997), restos muy incompletos pero relacionados, sin duda, con el balneario y sus instalaciones complementarias. Una nueva intervención en el citado atrio de la iglesia volvió a ofrecer unos resultados muy interesantes para ir completando el poblamiento romano urbano en torno al Balneario. Se trataba de diversas estructuras, desde época moderna a romana, donde destacaban, especialmente, varias estancias pertenecientes a una domus (Muñoz 2008), con pinturas murales de tipo geométrico y pavimentos de mosaicos, cuya cronología es coincidente con los restos arqueológicos recuperados en las inmediaciones, entre el siglo i-iii d.C. De igual forma, otras estructuras hidráulicas localizadas en las proximidades de Los Baños, fueron, entre otras, el depósito o estanque de la calle Parricas, destinado a almacenamiento de agua y posiblemente utilizado para el regadío de la huerta. Todas las infraestructuras hidráulicas y domésticas parecen tener una relación de funcionalidad con la importante instalación balnearia, vertebrando el resto del territorio ocupado por las numerosas villae, y manteniendo una organización espacial, cuya trama ha llegado hasta la actualidad siguiendo el mismo patrón desde hace dos mil años, y cuyo territorio sería mencionado por Plinio haciendo referencia al ager cartaginensis.

4. EL CONJUNTO TERMAL DE ALHAMA DE MURCIA: BALNEARIO Y THERMAE, SALUD Y RECREO.7 DESCRIPCIÓN E INTERPRETACIÓN Los conocimientos sobre la arquitectura balnearia, a principios de los años ochenta, se limitaban a las noticias de la historiografía antigua y a las obras generales sobre las aguas mineromedicinales en España aportando datos de diversa naturaleza pero de gran interés, y de las que nosotros hemos utilizado varias referencias. El pionero y citado trabajo de Gloria Mora (Mora 1981) llegaba a inventariar 25 enclaves como termas salutíferas en España, cifra que ha ido creciendo a través de las continuas investigaciones y excava-

7 Como bibliografía general para el estudio de baños romanos hemos de citar, entre otras, las referencias de: Bröner, 1983; Grenier, 1960; Cunliffe, 1969; Nielsen 1993 y Ramallo 1989-1990.

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ciones arqueológicas en diferentes yacimientos que Silvia González eleva a un número de 80 yacimientos tras descartar algunos enclaves con dudas sobre las evidencias arqueológicas pero asegurando que el número va a ir creciendo (González 2012-2013: 178); otras cifras son las señaladas por M.ª Jesús Peréx y Carme Miró (Peréx y Miró 2011: 61) sobre la existencia de 115 manantiales mineromedicinales en Hispania con evidencias arqueológicas romanas, entre los que se halla el yacimiento arqueológico, hoy Museo de Sitio de Los Baños de Alhama de Murcia y seguro que poco a poco, conforme avancen las investigaciones aumentará el número de yacimientos (Fig. 5). La singularidad de las aguas mineromedicinales o naturales que brotan calientes de la roca y, a las que habitualmente se les atribuyen propiedades curativas y salutíferas, han generado un interesante contexto geográfico, urbanístico y arquitectónico a lo largo de la historia que ha sido determinante en la Región de Murcia para cuatro municipios, entre otros; a saber: Archena (Matilla 2006), Fortuna, (González et alii 1992; Matilla 2004), Mula (González y González 1996) y Alhama de Murcia (Baños 1996). Sobre estos cuatro enclaves balnearios escribía el Padre Ortega a mediados del siglo xviii que «estos baños salutíferos eran muy famosos y muy frecuentados en la antigüedad». La diferencia esencial y definitoria entre las termas públicas habituales en todas las ciudades romanas y los lugares donde existen manantiales o fuentes de aguas mineromedicinales para su aprovechamiento terapéutico, es precisamente el agua, que cura con unas determinadas propiedades físicas y químicas y que además, goza de unos dones especiales atribuidos a las divinidades que se manifiestan en el edificio balneario. No olvidemos que las aguas que nacen de las profundidades de la tierra asumen una especial importancia religiosa, cuyos nacimientos son objeto de protección por los dioses, siendo objeto de veneración y culto. En Alhama de Murcia se construyó un gran edificio balneario (Fig. 6) con dos grandes salas abovedadas para el tratamiento y aprovechamiento de las propiedades curativas de su nacimiento de aguas mineromedicinales y, junto a estas grandes salas, también se construyeron un conjunto de salas destinadas a termas higiénicas y de recreo, con gradación de temperaturas, ofreciendo así a la clientela dos ambientes con diferentes funciones que, sin duda, constituían un aliciente para los bañistas. La cercanía a ciudades romanas importantes como Carthago Nova o los propietarios de las numerosas

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Fig. 5. Mapa de yacimientos romanos asociados a aguas mineromedicinales de la península ibérica en el que se incluye Alhama de Murcia, estudiados por Silvia González Soutelo (según González 2012-2013).

villae de la comarca serían potenciales clientes, los cuales se incrementarían con los viajeros que circulaban a través de la calzada romana secundaria que atravesaba el valle del Sangonera, desde Elche a Lorca (Ilici-Elicroca) acortando el recorrido de la Vía Augusta entre Levante y el sur de Andalucía y, de la cual, González Simancas relató haber visto varios tramos a principios del siglo xx (González 19051907, 441-442). El emplazamiento del balneario viene justificado y obligado por el afloramiento de las aguas calientes a 45 ºC, pero la orientación de las instalaciones sí que indican un especial cuidado en su construcción, ya que presentan sus fachadas al sureste para recibir la mayor irradiación del sol y con ello aumentar el caldeamiento, tal y como aconseja Vitrubio para la construcción y la orientación en su Tratado de Arquitectura. El doble uso del edificio: piscinas de uso terapéutico termal, junto al nacimiento de agua caliente, y unas termas más convencionales de tipo higiénico y recreativo (aprovechando sus cualidades de temperatura) a sus lados, ha permitido que po-

damos conocer de una manera clara el sistema de funcionamiento en época romana, y que este espacio haya sido apreciado y utilizado por todas las culturas.

Balneario de Alhama de Murcia. Salas abovedadas con funciones salutíferas y cultuales a través de las aguas mineromedicinales El uso y tratamiento que seguían los enfermos en el siglo i d.C. no era muy diferente a como puede serlo en los balnearios actuales. La razón de ser de los balnearios es la cura a través de la aplicación de las aguas mineromedicinales; estas se tomaban en baños generales o parciales, vapores, agua en bebida y otros tipos de baños, duchas o masajes, tal y como lo hacen constar en sus tratados, los diversos médicos en la antigüedad como Dioscórides, Celso, Galeno, Hipócrates, etc. (Oró 1996: 28-37; Miró 1997: 369-375). Para la aplicación de los tratamientos se generaban diferentes espacios en las instalaciones. En las piscinas del balneario se llevaban a cabo las

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Fig. 6. Planta arqueológica del Balneario de Alhama de Murcia. Balneario y Termas (dibujo: A. Martínez, J. Baños, J. A. Ramírez y P. Pineda).

inmersiones totales o parciales, muy aconsejadas en el tratamiento de enfermedades reumáticas, artrosis… al mismo tiempo que el vapor de agua favorecía las acciones sobre el aparato respiratorio y, según los casos, se completarían con ingestión de agua mineromedicinal que estaría indicada en casos de enfermedades relacionadas con el aparato digestivo, así como del hígado o del riñón que se aplicarían en otras salas o departamentos establecidos para ello. Otras funciones complementarias relacionadas con el otium se disfrutaban en algunas salas para cuidados personales, masajes, aplicación de aceites y otras actividades como diversos tipos de ejercicios físicos y prácticas de juegos en zonas abiertas o naturales adaptadas en el entorno próximo del Cerro del Castillo y de las cuales no tenemos evidencias, ya que el complejo se ha conservado parcialmente, pero en las que si se ha podido documentar un sector oriental y occidental de termas higiénicas junto al edificio de agua mineromedicinal.

Cuando el médico director de los Baños de Alhama recopilaba los datos para escribir la memoria del año 1945, en la que incluía los resultados de las obras que se habían empezado a llevar a cabo, no sabía que nos estaba ofreciendo referencias importantes sobre la construcción romana del edificio que, con aquellas obras, estaban saliendo a la luz. El Dr. Del Castillo hace referencia en su Memoria a la aparición de monedas de época romana durante las obras. Son las primeras evidencias de hallazgos arqueológicos romanos que conocemos del balneario romano de Alhama de Murcia. En las referencias bibliográficas antiguas de carácter general, se reflejaban varias atribuciones en cuanto a la antigüedad de los Baños de Alhama, principalmente a romanos y musulmanes, transmitiéndose la información, a través de las memorias médicas en los siglos xix y xx. Tenemos noticias de diferentes reseñas, entre las que destacamos la cita de Gómez de Bedoya en 1764 en la que señala que «…ha sido esta fuente muy cele-

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brada en la antigüedad, principalmente en tiempo de sus fundadores los sarracenos…» (Gómez de Bedoya 1764: 218) y más interesante, es la cita del profesor de botánica de Cartagena, D. Agustín Juan y Poveda que la introducción al análisis de las aguas señala que «…los Baños; cuya estructura muestra suficientemente fueron fabricados por los sarracenos aunque aparenta el espíritu y solidez de ellos de ser obra de los Romanos» (Juan 1797: 6). En la misma línea recogemos los datos más concretos sobre el periodo romano que nos ocupa, aportados por el médico director D. José María del Castillo en la memoria de 1845, durante los trabajos de construcción del nuevo balneario. El médico fue describiendo el antiguo edificio existente antes de la construcción del gran balneario y se refiere a «…dos extensas y sólidas bóvedas, cuya arquitectura parece ser de los romanos», para continuar con una evidencia arqueológica muy significativa y explícita, en la que cuenta como durante las obras «…en las últimas modificaciones hechas en sus balsas para profundizarlas, se han hallado varias monedas que pertenecieron a los romanos, pues en ellas se ven grabados los nombres y bustos de los Césares…». (Castillo 1845: 15). En las diferentes memorias médicas del siglo xix y xx se vuelve a incidir y repetir los mismos datos apuntados por el Dr. Del Castillo. Las mismas apreciaciones sobre el pasado romano las ofrece González Simancas a principios del siglo xx, cuando se refiere a la calzada romana de Ilici-Eliocroca o Elche-Lorca, mencionando primero que «solo conserva de época árabe en los baños públicos de las termas los muros de argamasa y la bóveda concrecionada de cañón seguido con respiraderos dispuestos de la misma forma que todos los establecimientos de esta clase y las galerías subterráneas que conducen las aguas desde el manantial…» para luego comentar que «las termas de Alhama, donde por algunos vestigios que se suelen encontrar pudiera creerse fueron utilizados en época romana» (González 1905-1907: I 452 y II 423). Eran escasas las referencias de que se disponía, cuando se comenzaron las actuaciones arqueológicas que tenían como objetivo la recuperación de los restos del antiguo balneario, iniciándose los trabajos a los pocos años de la demolición del edificio llevada a cabo en febrero del año 1972.8 Era necesario reconocer, con 8 A finales de enero de 1972 comenzaba la demolición del balneario con maquinaria mecánica que derribaron las sólidas bóvedas de ladrillo del edificio de tres plantas construido en 1848 y, en cuyos sótanos se echaron gran parte de los escombros. Se salvaron de la demolición, las antiguas bóvedas romanas por el temor a que sufriera daños una casa habitada

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la mayor precisión posible, la realidad arquitectónica y arqueológica de este importante complejo termal, en el caso de Alhama de Murcia, actual Museo Arqueológico de Sitio desde el año 2005. Uno de los primeros trabajos de aproximación al yacimiento fueron los llevados a cabo en 1976 bajo la dirección de D. Santiago Broncano Rodríguez y Dña. Vicenta Marina Martín, que contaron con la colaboración del arquitecto D. Pedro San Martín Moro y, en su informe inédito sobre el reconocimiento de los restos existentes y el desescombro de la demolición del edificio del balneario, apuntaba con muy buen criterio «…En nuestra opinión estos sólidos muros de piedra y sus bóvedas igualmente sólidas de cañón, son de factura romana; esta afirmación, en contra de la tradicional se halla confirmada por el escrito de José María del Castillo, donde se comunica que al llevar a cabo modificaciones en las balsas, a mediados del pasado siglo, aparecieron varias monedas romanas» (Broncano 1986).9 Se trataba de un gran edificio monumental de planta rectangular que se situaba con un trazado perpendicular al manantial del Baño y una excelente orientación SE-NW, recibiendo la luz del sol directamente, tal y como prescribe Vitrubio.10 Se trata, sin duda, de la aplicación de soluciones arquitectónicas y tecnológicas que los romanos pusieron a disposición del bienestar para todas las clases sociales. La construcción del gran balneario romano se lleva a cabo en el siglo i d.C., posiblemente en época Tiberio-Claudia, en función de los materiales más antiguos recuperados y su trazado es perpendicular al manantial, al cual hubo que adaptarse como punto de surgencia, para explotar in situ las características específicas de estas aguas salutíferas con un componente social y cultual desde la antigüedad y, potenciado especialmente, en el mundo romano. Igual

situada, en parte, por encima de las antiguas bóvedas romanas. Diario Línea de Murcia, de 5 de febrero de 1972. Crónica de Mateo García. 9 Se emitió un informe inédito del que nos ha llegado una copia «Informe sobre el yacimiento histórico-arqueológico de los Baños Termales de Alhama de Murcia». Posteriormente en 1986, la Consejería de Cultura de la Comunidad Autónoma de Murcia y el Ayuntamiento de Alhama de Murcia realizaron una primera actuación de consolidación bajo la dirección del arquitecto D. José María del Rey Egido, que se centró en una nueva limpieza y la restauración de los deterioros de bóvedas y muros existentes, tras la demolición de 1972. 10 Se refiere a las termas públicas, pero en Alhama de Murcia existen ambos ámbitos: balneario y termas, para las cuales también se tiene en cuenta la orientación, igual que la recomendación de que el techo de las estancias, «si fuere a bóveda sería mejor» (Vitr. 5, 10, 1-10).

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sucede con el manantial, la hornacina de la sala A o los pavimentos desfondados que están en contacto con los mismos estratos geológicos, continuando su evolución a lo largo de los siglos. Las dos grandes salas abovedadas (Fig. 7) son los espacios más representativos y monumentales del balneario romano de Alhama de Murcia. En ellas, se aprovechó el manantial de agua mineromedicinal del Baño mediante la construcción de sendas piscinas, donde tenía lugar el baño y por tanto la acción salutífera, curativa y cultual, constituyendo las estructuras principales del complejo termal de la villa, y llegando hasta nuestros días en un excelente estado de conservación, siendo uno de los ejemplos de gran interés de la arquitectura balnearia. Sin embargo, las evidencias arqueológicas en el interior de estas salas abovedadas son escasas, ya que han quedado destruidas o en muchos casos transformadas o mimetizadas, por las sucesivas reutilizaciones de estas salas salutíferas, en uso a lo largo de los últimos dos mil años. Las dos salas longitudinales de diferentes dimensiones y cubiertas con bóveda de cañón, eran

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el eje central vertebrador de todo el complejo y las distintas estancias del baño recreativo de tipo lineal se anexionaban a las dos grandes salas atendiendo a un criterio arquitectónico funcional y monumental. El techo abovedado de estas salas calientes era de gran solidez para soportar grandes temperaturas y fue construido con opus incertum, facilitando que la humedad procedente del vapor de agua, al chocar con el techo frío, resbalara suavemente por las paredes y la caída de las gotas no molestara a los bañistas. Vitrubio aconsejaba además, construir unas aberturas circulares, oculus, en la bóveda a fin de iluminar la estancia, elementos que se hallan en las salas abovedadas de Alhama de Murcia. A esta construcción con escasa cimentación, tal y como documentamos en las excavaciones arqueológicas, se le añaden una serie de habitaciones o estancias localizadas en los sectores oriental y occidental que reproducen el esquema lineal del baño romano por gradación de temperaturas. Esta distribución responde claramente a una separación de ambientes para cada sexo manifestada, tanto en las salas salutíferas como en las salas de baño higiénico y recreativo (Fig. 8).

Fig. 7. Conjunto de dos salas abovedadas, A y B, espacios salutíferos principales del balneario, romano de Alhama de Murcia, donde brotaba el manantial del Baño en el siglo i d.C. (fotografía: J. Baños).

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Balneario: sala abovedada A

Fig. 8. Reconstrucción de las dos salas abovedadas según la descripción del Dr. José M.ª del Castillo en 1845, antes de comenzar las obras del Balneario (dibujo: A. Martínez).

A través de las excavaciones arqueológicas, que se iniciaron en el año 1989, se recuperaron importantes restos arquitectónicos y arqueológicos que confirmaban la importancia de las aguas mineromedicinales de Alhama de Murcia y las evidencias constructivas e improntas culturales que habían ido dejando las diferentes culturas, y de manera especial, la entidad del Balneario romano con dos salas monumentales para uso medicinal y cultual, y otro complejo de termas públicas para uso higiénico y lúdico, identificando claramente ambas zonas dentro del conjunto y constatando su relación durante al menos los cuatro primeros siglos de nuestra era (Baños et alii 1989; Baños 1996; Baños et alii 1997 y 1997; López et alii 2006). Los espacios del complejo balneario de Alhama de Murcia quedaban organizados a partir de las dos grandes salas rectangulares de baños salutífero y cultual, a las que se adosan un conjunto de estancias destinadas a termas higiénicas y de recreo, con los clásicos sistemas de calefacción subterránea.

Esta sala constituye el espacio más importante del complejo ya que en su muro norte, brotaba la captación principal del manantial antiguo, conocido como del Baño, sobre el que se han ido realizando diferentes trabajos de excavación en la propia mina. Este manantial se ha utilizado a lo largo de los últimos dos mil años y ha sido objeto de una reutilización permanente confirmando el interés de la explotación de estas aguas desde la antigüedad. Las estructuras de captación que se conservan en la actualidad corresponde a la última fase de utilización en el siglo xx; el agua llegaba a la primera piscina a través de una mina estrecha de 1,50 m de altura y una longitud de captación de hasta 18 m de longitud, excavada en el conglomerado miocénico del Cerro del Castillo con un final en la propia roca donde se hallan una serie de grietas de donde brotaba el agua mineromedicinal a 45 ºC. Las excavaciones que se han llevado a cabo en la mina de captación a lo largo de los siglos buscando mayor caudal de agua, han provocado la destrucción de cualquier evidencia antigua de época romana o medieval, conservándose, solo, las estructuras de la última fase de utilización del agua del balneario. La primera sala y principal que identificamos como sala A, de planta rectangular, tenía unas dimensiones originales de 13,30 m de longitud y una anchura de 3,10 m, con una cubierta abovedada a 7,51 m de altura, en la que se observan dos huecos circulares a modo de lucernarios de unos 50 cm de diámetro. Está excavada en el extremo sur de la roca del Cerro del Castillo y, hacia la mitad del muro norte, se abre la mina del manantial del Baño, ampliada con el paso de los siglos en la búsqueda de mayor caudal; tiene actualmente unos 18 metros. Interiormente, en la pared oeste de esta sala y casi en el centro de la misma se halló, durante los trabajos de excavación, una interesante hornacina relacionada con el punto de surgencia y que preside este espacio salutífero, uno de los más importantes del Balneario. Bajo la citada hornacina y adosada a este muro oeste, se ubicaba la antigua piscina en la que según José María del Castillo (Castillo 1845) cabían ocho personas, se destinaba al baño de los hombres y sus dimensiones eran de 3,34 m de longitud, 2,41 de anchura y 0,84 de profundidad, recibiendo, directamente, las aguas desde el manantial del Baño. Actualmente no queda ningún resto de la misma por haberse aprovechado este espacio para ubicar una habitación de baños individuales en el siglo xix. El acceso a la

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misma debía realizarse a través de 3 o 4 escalones de escasa altura y ancha huella para facilitar el baño, principalmente con los enfermos de escasa movilidad. En la bóveda de esta sala, se han documentado unos óculos con tapadera superior que permitiría abrir o cerrar para graduar la temperatura, creando un ambiente de semioscuridad y conseguir de esta forma un ambiente termal más idóneo. Además de los huecos de la bóveda, existen unas pequeñas aberturas de comunicación entre las dos salas que servirían para disfrutar de un mismo ambiente salutífero dentro de este espacio subterráneo.

Balneario: sala abovedada B La otra gran sala monumental también de planta rectangular es paralela y contigua a la primera, utilizando un muro medianero para ambas y de comunicación desde el manantial, recibiendo las aguas desde la sala A. Es la sala más grande de todo el complejo con unas dimensiones aproximadas de unos 13,30 m de longitud, 5,50 m de anchura y unos 8,35 m de altura; tiene una gran piscina, adosada como la de la sala A al muro oeste, con una capacidad para once personas y unas dimensiones de 6,64 m de longitud x 2,92 m de anchura con 0,84 m de profundidad según el médico José María del Castillo;11 la piscina se adosaba a la pared norte y oeste y, en esta última, se encontraba la entrada del agua desde el manantial de la sala contigua o sala A. A esta gran sala se accedía desde el frigidarium de la zona occidental de las termas, por una estrecha puerta12 de reducidas dimensiones de apenas 0,75 m, para evitar la pérdida de calor. Descendiendo cinco escalones se llegaba al interior de la sala, donde debía existir un andén de circulación en el espacio salutífero y unos escalones en sus lados este y oeste, para bajar a tomar el baño en la gran piscina, siguiendo una inmersión gradual, en función de la atemperación de cada persona, y para recibir los efectos terapéuticos mineromedicinales (Fig. 9).

11 Medidas en varas de D. José M.ª del Castillo antes de construir el edificio de 1848 y para cuya equivalencia hemos utilizado la vara castellana equivalente a 83,5 cm. 12 Se accedía a la sala abovedada bajando cinco escalones de 20 cm de altura y una huella variable entre 35 y 45 cm recuperados durante los trabajos de excavación y consolidación llevados a cabo en los años 1998 y 1999. Los escalones permanecían ocultos bajo una gran rampa de mortero de cal de época islámica (López et alii 2006).

Fig. 9. Acceso de comunicación escalonado desde el frigidarium del ámbito de las thermae occidentales a la sala abovedada B de baño salutífero y cultual, siglo i d.C. (fotografía: J. Baños).

En este muro medianero se pueden reconocer la existencia de dos aberturas cuadrangulares para la entrada de las aguas desde el manantial situado en la pared norte de la sala A contigua y atravesando la sala de baño masculino se recibía en la sala B. En esta sala B también tenemos que mencionar la ausencia de evidencias arqueológicas romanas en el interior de la misma, ya que ha sido uno de los espacios que tuvo una mayor transformación en el siglo xix, cuando la gran sala longitudinal se dividió en dos a través de un muro medianero para diferenciar dos zonas: una privada, que se comunicaba con la sala A y formaba parte del balneario mediante la apertura de una puerta, y otra pública, exigida por el ayuntamiento para que cumpliera la antigua función social y benéfica para las personas que no pudieran pagar la estancia en el balneario. Esta zona se llamó el baño de los pobres. Interiormente se remodeló todo el espacio y fue destruida, no intencionadamente, cual-

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quier evidencia arqueológica antigua. Actualmente permanecen los elementos del siglo xix. En el exterior de la cubierta, al igual que había sucedido en la sala A, pudimos documentar el revestimiento de opus signinum, que cubría como primer enlucido la gran obra abovedada de opus incertum. Es posible que, en estas salas con una temperatura tan alta, existiese una pequeña pila de agua fría, labrum, para refrescarse en los casos de agobio ocasionados por las altas temperaturas de la sala. En el interior de las grandes salas A y B, no ha sido posible documentar las evidencias arqueológicas de origen romano, debido a las transformaciones sufridas por el uso permanente en el tiempo y al desfonde y transformaciones de sus pavimentos, motivado por las sucesivas disminuciones del manantial a lo largo de los siglos. Hay que añadir, que las grandes obras se llevaron a cabo con la construcción del Balneario de 1848 en Alhama de Murcia, introduciendo importantes modificaciones aunque conservaran gran parte de las instalaciones, como el manantial de captación, las salas abovedadas o la conducción de salida de las aguas utilizadas en el baño. Las excavaciones arqueológicas si constataron que la gran construcción era de época romana y el exterior de sus bóvedas estaba recubierto de diferentes capas de mortero de cal y, la última, sobre la propia obra de opus incertum, se documentaba el revestimiento original de opus signinum. Durante las obras de restauración en estas salas, también se observaron varios óculos cegados y alineados longitudinalmente, oculus, que, aunque con seguridad habían estado sometidos a ampliaciones y roturas de épocas posteriores, corresponden al sistema de iluminación característico de las termas romanas. Estos óculos o lucernarios tenían la función de dejar pasar luz natural, ventilación, y regular la temperatura abriendo o cerrando las tapaderas, clipeus, de bronce u otro metal con la parte central de cristal, que los cubriría y se levantaría mediante una cadena. Las dos grandes salas abovedadas que configuran la parte más importante de arquitectura balnearia destinada a la explotación y uso de las aguas mineromedicinales en Alhama de Murcia presentan una gran monumentalidad y un buen estado de conservación. Paralelos de este tipo de arquitectura en Hispania, con semejante entidad constructiva y excelente conservación podemos encontrarla en los balnearios de Alange (Álvarez 1972), de Caldas de Montbui (Miró 1992a y 1992b), Lugo (González 2012), San Pedro do Sul (Frade y Beleza 1991), Ledesma (Velázquez y Ripoll 1992), los cuales conservan cubiertas above-

dadas reutilizadas y reformadas como las de Alhama de Murcia. La duplicidad de ambientes que se ha interpretado para Alhama como salas para hombre y para mujeres, tal y como sabemos que ocurría en el período medieval según la referencia citada de Al-Qazwini, también se podría observar en el balneario de Alange. En cuanto a las piscinas para el baño salutífero presentan, generalmente, una forma rectangular, con escalones de descenso para bajar a bañarse en casi todos sus lados, salvo alguna excepción y con una altura de agua de entre 80 cm y 1,20 m; con estas pautas se hallan documentadas en Alhama de Murcia, Ledesma,13 Carballo, Chaves, Orense, Fortuna, São Pedro do Sul, Caldas de Montbui y fuera de España en Acqui Terme, Amelie-les Bains, Evaux-les Bains, Bath o Civitavecchia con dimensiones que oscilan entre las muy grandes como las de San Pedro do Soul con 184 m2, las de tamaño mediano entre 60 y 80 m2 como las de Caldas de Montbui o más pequeñas como las de Alhama de Murcia que entre las dos piscinas de ambas salas llegaban a casi 40 m2. Menos numerosos son los ejemplos de piscinas de planta circular como los de Fitero, Alange, Baños de Montemayor, Caldas das Taipas o en Alhama de Granada si se confirma su cronología o cuadrada como la de Caldas de Malavella. Todos estos ejemplos han sido recogidos de sendos trabajos dedicados a la puesta al día de los balnearios en Hispania y las evidencias arqueológicas existentes (Peréx y Miró 2011; González 2012-2013), donde se describen con mayor detalle. THERMAE occidentales y orientales junto a las salas abovedades terapéuticas. Higiene y placer en el complejo termal de Alhama de Murcia Las avanzadas soluciones arquitectónicas y tecnológicas, junto al progreso de las técnicas constructivas y los innovadores sistemas de calefacción propiciaron que, junto al proceso, en aumento, de la romanización y de los hábitos romanos de la cultura del agua, se edificaran un gran número de termas públicas y balnea privados en Hispania a partir de los siglos i y ii d.C.: Segóbriga, Ilici, Conimbriga, Emporion, Clunia, Carthago Nova, Águilas, etc. son ejemplos de ello y confirman la gran aceptación de estos edificios que irán desarrollando y diversificando los clásicos patrones arquitectónicos de tipo lineal 13

En este volumen: «Balnearios, ciudades...».

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en sus diferentes disposiciones: simples, angulares, paralelos, axiales, etc. (García-Entero 2006: 772-783), creándose verdaderos complejos de higiene y ocio con ricos programas ornamentales, tanto públicos como privados. En el caso de Alhama de Murcia, junto a las grandes salas balnearias con aguas mineromedicinales, se construyen dos ámbitos de termas públicas que desarrollan una serie de estancias de tipo lineal angular con gradación de temperaturas (frigidarium, tepidarium, caldarium), quedando claramente definido el uso curativo y cultual de las estancias abovedadas y el uso de las termas con funciones higiénicas y de recreo, quizá como complemento, comunicados ambos sectores por un acceso escalonado hacia la gran sala abovedada B y permitiendo establecer una especie de puente o flujo de clientela entre ambas prácticas de baño. Se ha conservado un importante conjunto incompleto de salas en dos sectores que se hallan vinculados a los dos grandes espacios abovedados, interpretando de nuevo la duplicidad de ambientes para ambos sexos también en la zona termal, que hemos denominado, por su ubicación, como sector occidental y sector oriental. Las estructuras conservadas de ambos sectores son incompletas y su trazado se prolonga hacia la actual calle de Sánchez Vidal, hacia la Iglesia de San Lázaro y por el sur hacia el edificio contiguo, lo que nos permite confirmar que la extensión del complejo ocupaba una zona mucho más amplia. La estratigrafía arqueológica evidencia que, en los ámbitos reconocidos del conjunto de las Thermae, se pueden reconocer dos grandes fases constructivas. A una primera fase de construcción y funcionamiento en los siglos i y ii d.C. corresponde el primer sector ubicado más al este y cuyas estructuras se prolongan hacia la calle de Sánchez Vidal y, por tanto, no se pudo excavar completamente y, una segunda fase, de remodelación y reparaciones de mantenimiento en el siglo iii d.C. con la ampliación de dos nuevas estancias, tepidarium y caldarium, a la que se añade una pequeña piscina en el interior de la sala caliente, alveus, y un nuevo praefurnium para el servicio de esta zona, así como otras habitaciones auxiliares. El abandono del complejo termal, en el sector occidental, aparece bien documentado en el siglo iv d.C. cuando comenzará un proceso de destrucción con depósitos y arrastres, que solo volverá a ser utilizado, de nuevo, en época musulmana como espacio funerario. Las tumbas excavadas seguían el conocido ritual islámico de enterramiento sobre el lado derecho y mirando a la salida del sol (Baños et alii 1997: 195).

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Thermae. Sector occidental. Fase I En este sector, las excavaciones arqueológicas14 han documentado un conjunto de salas que reproducen el tipo de baño lineal angular simple siguiendo la normativa teórica romana descrita por Vitrubio (Vitr. 5, 10), sobre la disposición y salas de los baños, en el cual se han diferenciado dos fases constructivas, correspondientes a los siglos i y iii d.C. El diseño del proyecto arquitectónico del sector recreativo de las termas, tenía en cuenta el recorrido del bañista ya preestablecido como un rito por el cual, tras el paso obligado por el apodyterium, sala de espera y vestuario, donde el bañista se desvestía dejando sus ropas en bancos o en una especie de hornacinas o huecos en las paredes, la cual no ha sido documentada en las termas de Alhama de Murcia, o bien, podía pasar directamente a las salas de agua fría o frigidarium, con una anchura de 4 m y una longitud de unos 8 m que podría haber cumplido también con la función de apodyterium, como zona de paso hacia el resto de las estancias como ocurre en muchas termas; esta sala poseía una piscina poco profunda adosada a su muro occidental y que continuaba bajo la calle de Sánchez Vidal; en esta sala se podían dar un baño frío de «impresión» o se limpiaban el sudor producido por el ejercicio físico y, desde aquí, el bañista podía tener dos opciones: entrar directamente a la sala B abovedada para tomar un baño medicinal o por una puerta muy estrecha de 0,75 m, acceder a la sala templada siguiente, el tepidarium, que tenía un ambiente de temperatura tibia, unos 25 o 30º y una higrometría de un 30 o 40 %, donde se atemperaba el cuerpo a las variaciones de temperatura, como antesala y de paso, a los ambientes más cálidos del caldarium y, al mismo tiempo, acostumbraba el cuerpo al cambio repentino de temperatura, desde el vestuario a las zonas más calientes o a entrar en calor en invierno y, en la que se disponía de algún banco para la atemperación. Es posible que si el edificio termal no disponía de salas destinadas a la aplicación de unguentos o masajes, (uctorium o destrictarium) estos podían realizarse en el tepidarium o en las salas de baño medicinal que tienen una mayor extensión. En este sector occidental se ha documentado una primera fase, construida en el siglo i d.C., en la que 14 Las excavaciones arqueológicas y de consolidación y restauración fueron realizadas en los años 1989, 1990, 1991, 1998 y 1999, inaugurándose el complejo termal con el nombre de Centro Arqueológico Los Baños de Alhama de Murcia el 24 de mayo del año 2005. Remitimos a las Memorias de las diferentes actuaciones citadas en la bibliografía.

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se halla un primer tepidarium de 3,60 m de anchura, que no conservaba su pavimento aunque sí parte de tres pilares pilae del hypocaustum realizados en mampostería y adosados al muro norte de la estancia. En el centro de la misma encontramos la parte superior de una basa de columna, formada por cuatro ladrillos en forma de triángulo equilátero y, con la cara exterior curva formando parte de un espacio, que no podemos identificar claramente, pero cuyos materiales nos llevan a una cronología entre el siglo i y ii d.C.15 que correspondería a una remodelación del espacio de baños. El muro sur no es visible ya que las estructuras se prolongan hacia la calle de Sánchez Vidal. A continuación, una nueva sala de similares características conservaba igualmente parte de su suspensurae y una doble comunicación con la sala anterior; la primera situada a nivel del suelo para el paso de los bañistas y la segunda en forma de conducto en arco en el mismo muro, que permitía la circulación de aire caliente entre sus respectivos hipocaustos, lo que nos permite deducir que se trata de un caldarium. Señalar que en su muro norte aparecen unos mechinales alineados, tanto vertical como horizontalmente, cuya función sería la de fijar las tegulae mammatae que crearían una cámara de aire caliente alrededor de la habitación, si bien es cierto que durante el proceso de excavación no apareció ningún ejemplar. En cuanto al praefurnium que daba servicio a estas salas, desconocemos su ubicación. Sus hipocaustos fueron colmatados y reutilizadas ambas como habitaciones de servicio con otros fines, como muestran los pavimentos de mortero, muy deleznables, dispuestos sobre sus escombros. Estos pavimentos se han podido datar con cierta precisión por los materiales recuperados16 fechables en la segunda mitad del siglo ii d.C., y que hay que poner en relación con una importante reforma que se concreta en la construcción de un nuevo conjunto de salas de baño adosadas a las descritas y con la idéntica disposición lineal angular, ampliando las termas hacia el sudoeste.

15 En las unidades estratigráficas de esta zona, UES 3000, 3001, 3002, 3003 y 3005 se recuperaron más de cuatrocientos fragmentos cerámicos con formas de T.S. Sudgálica, hispánicas y cerámica africana de cocina que permiten establecer unas cronologías entre el siglo i y ii d.C. 16 Destacamos el hallazgo incrustado en el pavimento de una lucerna de producción africana, forma Atlante III, y otros fragmentos de terra sigillata Africana C, formas Lambloglia 40 / Heis 50, como más significativos.

Thermae. Sector occidental. Fase II Durante el proceso de excavación se pudo atestiguar la existencia de esta segunda fase constructiva, consistente en la inutilización y reforma del primer tepidarium y caldarium y la construcción de las nuevas salas de baño. En el muro norte del frigidarium, junto al acceso a la piscina termal, se abre un vano, siempre descentrado, de apenas 0,70 m de luz que daba paso a una nueva sala de forma cuadrangular y con unas dimensiones de 3,30 m de anchura y 2,70 m de longitud. El pavimento de la misma es de opus signinum con reborde semicircular o media caña similar a la del caldarium (Fig. 10). Estaba dotada de hypocaustum, y conserva únicamente la suspensurae a lo largo del perímetro de sus muros, mientras el centro de la sala había sido completamente desfondado en época musulmana y vuelto a colmatar en el mismo período, recuperando, durante la excavación del área, un importante conjunto cerámico de los siglos xii y xiii, asociado a la utilización medieval islámica de estas habitaciones de los baños de HƗmma B.L.qwƗr que cita Ibn Sahib al-SalƗ en el camino de Lorca a Murcia hacia 1165 y que se corresponde con la referencia de al-Qazwini, identificada con Alhama de Murcia. Junto al muro adosado a la gran sala termal apareció un bloque caído de la bóveda de cañón que, originalmente, cubrió la estancia en época romana, la cual interpretamos como un tepidarium por su posición de tránsito a modo de atemperación del cuerpo, entre el frigidarium o sala fría y la siguiente sala caliente, formando parte de esta remodelación de espacios y funciones del siglo iii d.C.

El Caldarium El itinerario de baño concluiría con la visita y estancia en la sala más calefactada de los baños, en la que se podía estar por un tiempo limitado debido al ambiente de calor, caldarium, conservada de forma excelente en las temas de Alhama de Murcia y cuya temperatura podía alcanzar los 55 o 60 ºC y una humedad del 80 % para la función de sauna, asegurando un excelente baño caliente y un clima muy relajante, favoreciendo las vías respiratorias, estimulando la circulación de la sangre y suavizando la piel. La estancia dispone de una piscina de agua caliente, alveus que si se conserva en Alhama de Murcia, y, en algunas de este tipo solía haber otra de agua fría, el labrum, para poder estar más tiempo en

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Fig. 10. Thermae occidentales de tipo lineal angular. Caldarium con hypocaustum y alveus, finales del siglo ii d.C. (fotografía: J. Baños).

estos espacios sobrecalentados a altas temperaturas. Aquí se sudaba profusamente y se iban abriendo los poros de la piel, en la piscina de agua caliente y en los baños de vapor, sudatio, que haciendo sudar a los bañistas expulsaban la suciedad a través de los poros de la piel y del sudor que después se iban quitando con los estrigilos. A este caldarium se entraba por un vano situado en el ángulo suroeste de la estancia templada, de 0,70 m de luz, y la sala tenía unas dimensiones de 3,50 m de anchura y 3,05 m de longitud, casi de forma cuadrangular. Frente al acceso citado y sobre el pavimento, existía una moldura o cordón de opus signinum que tendría como función la de evitar que el agua, generadora de humedad sobre el pavimento, pudiera pasar desde esta sala a la anterior, situada a un nivel de unos 35 cm más bajo. En el lado este de la sala se localizan los tres escalones de acceso a la bañera o piscina, la cual

tenía unas dimensiones de 1,60 m de anchura por 1,50 m de longitud y adosada a la pared oeste. Junto al muro norte se adosa un estrecho rebanco cuya función debía ser la de ofrecer una mayor comodidad durante la espera para el turno de baño, debido a la escasa capacidad de la piscina. La excavación de la sala ofreció una estratigrafía compuesta por materiales de derrumbe, ladrillos, argamasa, piedras de mediano tamaño, fragmentos de pared con enlucido, abundante ceniza y escasas cerámicas (formas Lamboglia 40, Heiss 50 de terra sigillata Africana C), recuperadas en un delgado estrato de arenilla (2-3 cm) sobre el pavimento, que nos permiten fijar el abandono de este sector hacia finales del siglo iii o principios del iv d.C. (Baños et alii 1996: 197) (Fig. 11). En este caldarium se conserva íntegra toda la estructura de la cámara de calor o hypocaustum, la cual se puede analizar y precisar completamente su

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Fig. 11. Lucerna de producción africana, forma Atlante III que, junto a varios fragmentos de Terra Sigillata Africana C, fechaban el abandono del sector occidental de las thermae a principios del siglo iv d.C. (dibujo: P. Pineda).

altura, a través de un hueco en el pavimento junto al horno; sigue el esquema clásico conformado por pequeñas columnas pilae de ladrillo irregular del tipo pedales (20 x 20 x 4 cm) que se iniciaban en un area de opus signinum bien conservada, se alzaban con un mínimo de once hiladas y una altura de unos 75 cm que encajaría en la medida de dos pies y medio hasta la cara inferior del pavimento. Sobre las pilae se colocaban los grandes ladrillos bipedales (60 cm de lado) y sobre ellos, el pavimento de opus signinum de unos 15 cm de espesor formando todo el conjunto la suspensurae. La estancia presenta un importante alzado de muros de entre 1 y 1,20 m y, la unión de estos con los pavimentos de opus signinum, se llevaba a cabo por medio de la típica moldura de media caña que evitaba las filtraciones y humedades de la sala. La calefacción de cada una de las salas, se realizaba mediante la combustión de leña en un horno, praefurmium (Fig. 12), adosado a la pared norte del caldarium, conformado por una habitación excavada en una superficie de 3,5 m2 desde el cual, a través de un fogón de canal rectilíneo realizado por dos muretes de piedra y ladrillo unidos con mortero, entraba y circulaba el aire caliente debajo de los pavimentos. Estos eran sostenidos por pequeños pilares de ladrillo (30 x 15 x 4,5 cm) o de piedra (pilae), apoyados sobre una solera de mortero de cal, y estaban distribuidos y alineados de manera regular creando una cámara

Fig. 12. Praefurnium del Caldarium del siglo ii d.C. Detalle del fogón o canal de entrada (fotografía: J. Baños).

hueca calorífica por donde circulaba el aire caliente, de unos 70-74 cm de altura,17 suspensurae, pavimento levantado sobre pilares de ladrillo. El pavimento de opus signinum alcanza un espesor de unos 15 cm. y se sustenta sobre los ladrillos bipedales, (60 x 60 cm) bajo los cuales, el aire caliente circulaba por el subsuelo, hypocaustum, y por las paredes huecas con cámara de aire para la salida del aire caliente y el humo que, en la mayoría de las construcciones romanas son de tubos cerámicos, tubuli, según Séneca, aunque este no es el caso. En esta habitación, la tubulatura o cámara que se crea en la pared hueca, concameratio (Fig. 13), se conserva perfectamente 17 Esta medida sigue las recomendaciones de Vitrubio quien indicaba que debían alcanzar los dos pies (59,2 cm) o las de Palladio quien señalaba que debían tener dos pies y medio (74 cm). Las medidas aportadas por J. P. Adam (Adam 1996), de 80 a 90cm hasta el suelo que se pisaba, coincide plenamente en las alturas documentadas para Alhama de Murcia en el Caldarium de la segunda fase. Altura de las pilae: 74 cm, de altura, ladrillo bipedal de la suspensurae: 60 x 60 x 5 cm y grosor del mortero de opus signinum: 15 cm. Total: 94 cm aproximadamente.

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Fig. 13. Thermae occidentales. Caldarium, detalle de la pared hueca (concameratio) propiciando la circulación del aire caliente procedente del hypocaustum para conseguir una temperatura más elevada en la estancia, finales del siglo ii d.C. (fotografía: J. Baños).

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in situ, presentando cinco huecos comunicados con el hypocaustum para el tiro de aire, y situadas en el lado opuesto al horno, se crea a partir de los pequeños pilares de ladrillo de la cámara subterránea, arrancando sobre ellos los ladrillos bipedales, que soportan el enlucido exterior de la pared sur de la estancia de opus signinum, a la que se adosa, comunicadas a su vez, con el hypocaustum. De este modo se calentaban las estancias y el agua de la piscina, primero a las salas calientes, caldarium y en segundo término a la sala templada. El calor de este falso suelo se irradiaba por los pavimentos, suspensurae, y paredes al interior de las estancias, manteniendo una temperatura estable y diferenciada según los usos citados de cada estancia. El acceso a este horno se realizaba por un vano existente en el muro oeste, el cual debía comunicar con otras dependencias o habitaciones auxiliares para servicio del mismo, almacenamiento de leña, carbón vegetal, etc. del cual solo se conserva una parte de la habitación, propnigeum, ya que la prolongación de sus muros se adentran por las cimentaciones del edificio contiguo. Son los propignea, espacios cuadrangulares o rectangulares con acceso desde el exterior del edificio balneario y, normalmente, sin comunicación con los otros ambientes de baño. El aprovisionamiento de la leña estaría asegurado con las reservas de la vecina Sierra de la Muela y Sierra Espuña. Sobre este sector occidental de thermae se llevó a cabo una actuación de excavación y consolidación parcial que confirmaba las cronologías establecidas y documentaba la comunicación entre los ámbitos termales y los medicinales, a través de un acceso escalonado desde el frigidarium hacia la sala abovedada A (López et alii 2006: 355-386).

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Si en el interior de la sala A de baños salutíferos, no había casi evidencias arqueológicas antiguas, debido a su continua ocupación y uso, por los diferentes contextos históricos y culturales desde el siglo i d.C., sí pudimos documentar una hornacina en su pared oeste y en la cubierta exterior de la bóveda un revestimiento de opus signinum original sobre la propia fábrica de opus incertum confirmando la factura de esta arquitectura balnearia y situándola en el mundo romano claramente. La excavación arqueológica nos aportó las claves que faltaban para conocer la evolución del espacio balneario y las estancias anexas que completaban las instalaciones, aunque no fue posible completar la excavación por dos motivos: el primero porque las estructuras continuaban hacia la calle de Sánchez Vidal y el segundo porque los sótanos del siglo xix habían destruido el supuesto conjunto de salas de baños e instalaciones complementarias. Las estructuras recuperadas en esta zona oriental, junto a los sótanos del balneario de 1848, se corresponden con una de las estancias básicas del recorrido termal que identificamos como un caldarium (Fig. 14). De forma cuadrangular aproximada, tiene unas dimensiones de 3,25 m de longitud y de 3,12 m de anchura, constituyendo uno de los ángulos del complejo balneario, dato importante para el cálculo total del área de uso. Se han conservado tres de sus cuatro muros a una altura de 1,60 m, con un revoque de mortero blanquecino de cal hasta la altura del pavimento de opus signinum. La excavación de la sala aportó una interesante secuencia estratigráfica de niveles de cenizas y material cerámico, seguido de otro nivel con abundante argamasa, opus signinum y fragmentos de pinturas que llegaban hasta los propios arranques de los arquillos

Thermae. Sector oriental En las excavaciones arqueológicas realizadas en los años 1989 y 1990 (Baños 1996: 365), con el objetivo de delimitar y recuperar posibles estructuras relacionadas con las grandes salas de baño abovedadas, se trazaron varios cortes arqueológicos alrededor de los sótanos, que se habían excavado en la roca en 1848 pertenecientes al edificio del balneario construido en el siglo xix. Los cortes C-3, G-5, G-6, H-5 y H-6 ofrecieron unos resultados excepcionales en cuanto a material cerámico y otros elementos arquitectónicos de gran interés. Destacamos especialmente los hallazgos correspondientes al contexto ibérico recuperados en el solar, junto a la sala A abovedada y sobre el manantial del Baño.

Fig. 14. Thermae orientales de tipo lineal. Caldarium con hypocaustum formado por arquillos de ladrillo, siglo i d.C. (fotografía: J. Baños).

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que formaban el hypocaustum. Se han conservado hasta veinte arranques alineados en cinco filas que arrancan en una solera de mortero y sobre esta los ladrillos bessales de 20 x 20 cm. A partir del cuarto ladrillo, la base de este se ocupa por dos ladrillos rectangulares con un módulo de (29 x 15 x 4 cm), unidos con argamasa de cal que se van inclinando para formar el arquillo en sentidos opuestos, es decir hacia ambos lados. La arquería final está equidistante para soportar los grandes ladrillos bipedales de 60 x 60 cm con un grosor de hasta 7 cm y sobre ellos la capa de mortero de opus signinum con una granulometría gruesa y un espesor de unos 15 a 17 cm y que, en su parte superior, acaba con un enlucido final sobre la propia argamasa. El empleo de bovedillas (Fig. 15) realizadas por aproximación de hiladas en los hipocausta tiene abundantes ejemplos en la región de Murcia y en España, tanto en las thermae públicas como en los balnea privados.

Fig. 15. Thermae orientales de tipo lineal. Detalle de los arranques de los arquillos desde una base de ladrillos bessales de 20 cm y de los ladrillos rectangulares de 29 x 15 cm que formaban el arquillo, siglo i d.C. (fotografía: J. Baños).

Se documentaron muchos fragmentos, tanto de ladrillos del hypocaustum como del pavimento, durante la excavación. Entre esos materiales también se recuperaron muchos fragmentos de estuco pintado de la ornamentación de la sala, principalmente, de colores planos y vivas tonalidades —violáceos, amarillos, rojos…— y un amplio contexto cerámico de época romana con una cronología entre los siglos i y iii d. C. (Baños 1996: 374-378). La prolongación de los muros del caldarium se aprecia, claramente, en dirección sur y hacia la contigua calle de Sánchez Vidal, es decir hacia la sala A abovedada. La falta de más estructuras romanas

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y estancias asociadas al citado caldarium descrito en este sector, conformando el mismo esquema de baño lineal recuperado en la zona suroeste, es decir la sala templada, tepidarium y la sala fría, frigidarium, con el resto de instalaciones complementarias para su funcionamiento, se debe a la destrucción que debió ocasionar la excavación de los sótanos del balneario, hasta la profundidad del manantial, lo que supuso, previsiblemente, la destrucción de los restos arqueológicos, situados a un nivel mucho más alto del excavado y vinculado a la sala A de función salutífera y cultual. Igual que sabemos que esta sala sufrió la destrucción en la parte este de la misma durante la construcción del balneario de 1848. El testimonio del Dr. Del Castillo parece explicarnos, de nuevo, la ausencia de estructuras arqueológicas en esta zona «la profundidad del manantial y la imposibilidad de elevar el nivel de las aguas, obligaron a situar estos baños subterráneamente en su mayor altura, como estaban los antiguos, practicando para ello una grande y costosa excavación abierta casi toda ella en la roca» (Castillo 1848: 25). En general, podemos comprobar que, en ambos sectores de las termas higiénicas o recreativas, se trata de un esquema de baño lineal angular con una sucesión de ambientes de recorrido único y con abundantes paralelos tanto en termas públicas (Fernández y García-Entero 2000) como en los balneae domésticos de los ámbitos rural y urbano de la Hispania romana siguiendo los mismos modelos en todo el Imperio. Para el caso de la Región de Murcia, este modelo lineal de Alhama de Murcia, es similar a las instalaciones privadas de las villas de La Quintilla en Lorca, Los Villaricos en Mula, La Ñorica en Jumilla, las del Empalme en Caravaca de la Cruz, Torrejones en Yecla, entre otras (García 2005) o a las instalaciones públicas de la ciudad de Carthago Nova o Águilas (Ramallo 1989-1990), entre otras.

Un modelo balneario con baños terapéuticos e higiénicos. Otros posibles ejemplos No conocemos muchos ejemplos en los que los balnearios de aguas mineromedicinales tengan asociados ámbitos de thermae higiénicas y lúdicas, aunque si es cierto que las excavaciones arqueológicas que se vienen llevando a cabo en los diferentes balnearios, van aportando nuevas líneas de investigación sobre estos complejos salutíferos que apuntan a la existencia de salas termales con hipocausta asociados a los mismos.

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En Alhama de Murcia, las excavaciones arqueológicas que se han venido realizando en el área del complejo termal, han verificado la existencia y funcionamiento complementario de los dos ámbitos: el salutífero y el higiénico, con una cronología que abarca desde el siglo i d.C. hasta finales del siglo iii o principios del siglo iv. Este modelo arquitectónico es el que Yegül establece en su clasificación como tercer tipo, un modelo más complejo, en el que se integran tanto el edificio destinado al baño curativo de aguas mineromedicinales como las estancias destinadas al uso higiénico y de ocio (Yegül 1992: 110-111). Ello supone que la construcción balnearia tiene que diferenciar los usos y ha de generar dos ámbitos con un conjunto de habitaciones que se destinan a diferentes tratamientos, utilizando varios niveles de uso, distintas soluciones arquitectónicas y distintos materiales que hemos descrito en los apartados correspondientes. Entre los paralelos que hemos podido documentar se halla el balneario de Carballo en La Coruña, donde se hace referencia a la existencia de ambientes salutíferos y salas destinadas al ocio y la higiene combinando un esquema balneario-termal (Casado y Franco 1998: 273-274), cuyos investigadores hacen referencia a estancias rectangulares con cubiertas de bóveda de cañón, una piscina rectangular y otras salas de termas calientes y templadas con hipocaustos. Otro de los ejemplos puede ser Lugo, donde a finales de los años noventa, las excavaciones arqueológicas han ofrecido nuevas perspectivas en las que se plantean la existencia de unos grandes baños públicos utilizando aguas mineromedicinales como función principal pero dejando abierta la posibilidad de las instalaciones de baños higiénicos según las pautas clásicas. Si bien el edificio monumental aparece claramente identificado por las salas abovedadas conservadas en excelente estado y destinado a los tratamientos terapéuticos, también hay referencias en el balneario de Lugo donde se menciona «un espacio calefactado o sauna con hypocaustum o suelo elevado de origen romano» (González 2012: 170-171), datos que también apuntaban los resultados de las excavaciones arqueológicas en las que se cita «…pero las dimensiones y organización del conjunto, e incluso de su temprana fundación, invita a sospechar la existencia de una faceta más profana, vinculada al ocio y a los baños higiénicos…» (Meijide y Herves 2000: 215-219). Otro de los casos cercanos en Galicia es el de las Burgas de Orense, donde se superpone una estructura de hipocausto a una piscina, con motivo de unas

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reformas en el siglo ii d.C. sin aparente vinculación al manantial (González 2013: 137-138). De igual forma, en el complejo monumental de Chaves en Portugal, que sus excavadores ponen en relación con los grandes complejos de Bath, Badenweiler o Hammam Salchine, se ha documentado una sala de 6,50 x 3 m dotada con un sistema de hypocaustum y conserva los diferentes elementos constructivos como las pilae, los ladrillos bipedales y los pavimentos de opus signinum (Carneiro 2013: 796). Otra referencia que puede ser interesante son los hallazgos de hipocausta en el gran balneario de Aixles Bains, donde junto a las piscinas de uso terapéutico también se han documentado restos de salas calefactadas que apuntan a las diferentes funciones que ofertaban estos importantes complejos termales (Miró 2011: 132).

Materiales y técnicas constructivas en el balneario de Alhama de Murcia En otro apartado se ha llevado a cabo la descripción del importante complejo arquitectónico balneario conservado de Alhama de Murcia, principalmente de época romana, organizado alrededor de las dos grandes salas abovedadas, con piscinas centrales para uso terapéutico y cultual. De gran interés son los dos conjuntos de thermae, que se ordenaban junto a las dos grandes salas medicinales y que se han conservado de diferente forma; mientras en el sector occidental se conservan casi todas las instalaciones, en el oriental, solo se ha recuperado una sala. En general, estas construcciones tenían una gran complejidad e imaginación, siguiendo los métodos técnicos de la arquitectura romana, realizando una sucesión de volúmenes que impresionaba al visitante y lo conducían directamente a donde deseaba, según el tipo de servicio que quería utilizar. La edificación de un balneario suponía un reto complicado para un arquitecto romano. Por una parte, tenían que adaptar la construcción de todo el edificio a la captación del manantial, y en el caso de Alhama de Murcia, realizando los rebajes y excavaciones necesarias en los terrenos o roca natural para facilitar el uso del agua mineromedicinal; por otra, debían conjugar el cuidado por diseñar unos grandes espacios abovedados que, en el caso que nos ocupa, propiciaban el que el vapor de agua, al chocar con el techo frío resbalara suavemente por las paredes y la caída de las gotas no molestara a los bañistas, tal y como prescribía Vitrubio en su Tratado de Arquitectura. Las bóvedas

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construidas utilizando cimbra, eran de mampostería amalgamada con mortero; este adoptaba un carácter estático una vez retirada, quedando reforzada la citada bóveda por los calculados empujes laterales y la cohesión de la argamasa. Los acabados enlucidos, y en muchos casos con pinturas murales, no se han conservado en las estancias de uso balneario, aunque si se han hallado en otras salas del complejo, en uso durante casi dos mil años. La existencia de estas dos grandes bóvedas de las salas salutíferas A y B, reutilizadas en época medieval, moderna y adaptadas al balneario del siglo xix y otro fragmento de bóveda que se documentó en el sector occidental de las thermae, concretamente en el tepidarium cercano a la gran bóveda de la sala B, parece indicar que el sistema de cubierta de las diferentes salas higiénicas sería también abovedado. Los hallazgos de fragmentos de tégulas de las excavaciones del sector occidental deben interpretarse como parte de la cubierta de algunas estancias auxiliares que no fueran abovedadas.18 El exterior de las bóvedas sí que ha conservado, bajo los revestimientos impermeabilizantes de cubierta más modernos con distintos morteros de cal, una capa de opus signinum localizada en ambas salas A y B. En el caso de la primera sala, en la zona norte, pudimos realizar una excavación tanto en longitud como en altura para poder documentar el revoque enlucido del exterior de la bóveda de opus signinum, recuperando casi dos metros de longitud y sobre un metro aproximadamente, desde el arranque hasta el centro de la bóveda, no aconsejando continuar por la seguridad de la obra. En la construcción de estas salas abovedadas y el resto de las salas, la obra predominante es el opus incertum, y las paredes tienen como cimentación la propia roca, a partir de la cual se levantan con hiladas de piedra irregular de tamaño mediano, trabadas con mortero de cal y arena y marcando las líneas de fuerza de las estructuras de grandes proporciones. Sus paredes están preparadas para recibir materiales de revestimiento como morteros o estucos. En los 18 Los fragmentos de tejas romanas planas (tegulae) y curvas (ímbrices) pertenecen a la cubierta de las estancias de las termas y, aunque las dimensiones pueden ser variables, parecen responder a los dos pies romanos en el lado mayor (aprox. unos 60 cm) y uno y medio (unos 45 cm) en el lado menor. Las entalladuras del reverso facilitan el emsamblaje inferior colocadas sobre las vigas y las uniones laterales, entre las hiladas, se cubren con la teja curva semicilíndrica. No han sido muy numerosos los hallazgos de tégulas romanas, explicable por otra parte, por la continuas remodelaciones a que se ha visto sometido el edificio desde el siglo i d. C.

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muros de las salas abovedadas hemos podido medir unos 90 cm de grosor que puede ajustarse a la medida del pie romano, resultando tres pies; estos grosores disminuyen en el arranque de la bóveda a unos 45-50 cm, variables, que muy bien podría ser la medida de un pie y medio, medidas que ha venido registrada en el resto de estructuras murarias de todo el conjunto. En cuanto a las piscinas de baño, no se han conservado las que describe el médico José María del Castillo para cada sala abovedada, arrasadas en las obras del balneario, pero debían estar planificadas para el baño de un buen número de personas que, junto a la cantidad de agua a gran temperatura, ejercían una presión sobre las paredes que era compensada por la propia obra, seguramente de opus caementicium y, la resistencia de la misma, vendría dada por la excavación previa en el terreno que le daba un mayor coeficiente de resistencia. Las grandes transformaciones del espacio interior, a las que venimos haciendo referencia continuamente, nos limitan también ahora, para interpretar los escasos restos conservados y sobre todo mimetizados y arrasados por las nuevas piscinas en la sala B y habitaciones en la sala A, directamente ya sobre la roca natural, al haberlas profundizado en 1848. El sistema de evacuación de aguas, una vez utilizadas en el balneario, planteaba otra obra de canalización, cuniculus (Fig. 16), que se iniciaba en el interior de la sala abovedada B, con un imponente tramo de sillares y continuaba con una canalización excavada en la roca que, a lo largo de los siglos, se ha ido ampliando, modificando y adecuando con nuevos paramentos hasta el año 1936, cuando el balneario ya no tiene funciones como tal y deja de canalizar el agua. La conducción del agua por esta galería llegaba hasta un estanque o balsa para su aprovechamiento, generalmente para el regadío, cuyos restos arqueológicos hemos podido documentar en las diferentes intervenciones arqueológicas en varios tramos, llevadas a cabo en la calle de la Feria. De esta forma se completaba el ciclo de captación, uso y evacuación de las aguas mineromedicinales apreciándose una realidad constructiva clara y adaptada a los usos y fines. En el balneario de Fortuna (Murcia), también parece documentarse este sistema de evacuación de aguas hacia un estanque. Se han conservado también, aunque parcialmente, otras estructuras de canalizaciones realizadas en opus caementicium, halladas en el atrio de la Iglesia de San Lázaro, (Ramírez et alii 1997: 562) cuya zona inferior estaba excavada en la roca y con un trazado similar al de la galería principal y que están relacionados con

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Fig. 16. Galería o canal subterráneo de origen romano, caniculus, utilizado también en época medieval, moderna y contemporánea para la evacuación de las aguas utilizadas en el balneario hasta un estanque o balsa fuera de la población (fotografía: J. Baños).

las estructuras balnearias que permanecen sin excavar bajo la actual calle de Sánchez Vidal. Tanto los materiales constructivos como las técnicas utilizadas se adecuan a las funciones de la arquitectura siempre con el mortero de cal aplicado en sus diferentes variables funcionales. El ladrillo, la piedra sin devastar, el sillar o el sillarejo, son materiales que se emplean en todo el complejo con las técnicas constructivas adaptadas al proceso constructivo, realizándose la obra principal de opus incertum, opus caementicium para canalizaciones y opus signinum, para pavimentos y para impermeabilizar. El material latericio se emplea fundamentalmente en las zonas calefactadas y soportes de pavimentos. Las paredes de las estancias interiores se enlucen con varias capas superpuestas de fino mortero, de forma que, al irse deteriorando, se procedía al picado de la capa más antigua con el fin de que la siguiente se adhiriese mejor. No hemos podido documentar ningún

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tipo de ornamentación en las salas abovedadas, ya que estas estancias se han reutilizado y remodelado continuamente a lo largo de los siglos, estando sometidas a una importante acción de deterioro y degradación por el propio ambiente termal y las concreciones corrosivas, derivadas de la misma composición de las aguas, que hacían necesario un mantenimiento intensivo; sí se han documentado en las excavaciones de algunas estancias de las thermae higiénicas o recreativas, especialmente en los caldarium del sector oriental y del antiguo tepidarium occidental, que las paredes estaban revestidas de pinturas murales aplicadas sobre una serie variable de capas de mortero de cal, siendo la superior más fina, donde se aplicaba la decoración pintada, principalmente de colores planos y vivas tonalidades —violáceos, amarillos, verdes, rojos…—, en cuyos marcos predominarían el rojogranate y amarillo, siendo los centros de opus signinum y, en otros casos, formando paneles de motivos geométricos y vegetales, siendo una pintura más de carácter ornamental que decorativo En todo caso las salas de las thermae, higiénicas o recreativas se hallan enlucidas de opus signinum principalmente, en paredes y pavimentos, a excepción de las zonas que iban decoradas. Se trataba, sin duda, de obtener una gran consistencia ya que debían soportar grandes temperaturas y humedad, por lo que la aplicación de este opus, dadas sus características impermeabilizantes era el ideal para tales cometidos, por lo que también se empleaba en todas las molduras o cordones en media caña que, con el fin de evitar filtraciones de humedades y agua, aparece en la unión de paredes y pavimentos. En cuanto al material constructivo se constata el empleo generalizado de piedra y mortero de cal representado por el opus incertum, que emplea mampuesto de talla informe, se utilizan también los sillares y sillarejos de arenisca, posiblemente de la Sierra de la Muela, documentado en varias partes de los muros, pero, especialmente, en las jambas, esquineros, dinteles, etc. de los vanos, —por ejemplo en la puerta de acceso desde el frigidarium de las thermae a la sala abovedada A del balneario— en desagües, como los sillares de piedra colocados en el inicio de la conducción subterránea principal de evacuación de aguas, dispuestos en hiladas horizontales y de gran entidad arquitectónica que podrían corresponder a un opus quadratum, etc. o en la hornacina de la sala abovedada A. El ladrillo es otro de los materiales utilizados en las zonas de thermae higiénicas de la zona occidental y oriental, principalmente en los caldarium, tepida-

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rium y frigidarium. En la zona oriental se emplea también el ladrillo en la construcción de la suspensurae, siguiendo el esquema habitual, es decir, sobre ladrillos bipedales cuadrados de 60 cm, colocados en la parte superior de los arquillos de los hipocaustos para soportar el pavimento de opus signinum en los sectores oriental y occidental. En cuanto a las dimensiones de las salas, parecen responder a un módulo que oscila entre los 10 y 12 pies de lado. Las medidas de los muros de hiladas de piedra mediana y pequeña de forma irregular, trabadas con mortero, también se ajustan al módulo romano, de forma que los que debían soportar una mayor carga presentan un grosor de tres pies, reduciéndose a dos en los muros laterales y a un pie y medio en el arco de la bóveda.

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En el Balneario de Alhama de Murcia se han recuperado dos elementos de culto y una importante referencia sobre monedas halladas en el interior de las piscinas, relacionadas, sin duda, con las aguas de los manantiales que brotan del interior de la roca adquiriendo un significado simbólico y religioso. Tanto las bóvedas como los lucernarios generan una luz y penumbra que recrea el ambiente termal y salutífero adecuado para apoyar esas connotaciones religiosas y rituales en torno al manantial, reforzando el espacio principal que alberga la capillita y la divinidad (Figs. 17 y 18).

5. CULTO A LAS AGUAS MINEROMEDICINALES. EL CASO DE ALHAMA DE MURCIA La Grecia antigua mostró el camino: sacralizada y ritualizada el agua termal de fuentes, ríos, manantiales, etc. es también el elemento esencial de una medicina que llegaba a discernir de un modo empírico las propiedades curativas del agua termal. El simbolismo religioso concede al agua que brota de estos manantiales salutíferos calientes, la virtud de curar y sanar tanto el cuerpo como el alma. Con estas premisas, las aguas que brotan de una gruta profunda y subterránea del Cerro del Castillo en Alhama de Murcia, parece un marco propicio como señal y preámbulo de la curación, considerando la existencia de un culto a las divinidades vinculadas a las aguas salutíferas, de las que tenemos diferentes evidencias arqueológicas. Un marco similar estudiado por el profesor G. Matilla lo tenemos en dos balnearios de la Región de Murcia: Archena (Matilla 2004) con numerosas evidencias votivas y Fortuna (González 1987) con inscripciones votivas, dedicadas a divinidades sanadoras y, principalmente, el edificio sagrado de cabecera tripartita, considerado el santuario del conjunto, junto a las inscripciones de la Cueva Negra. En el mundo romano, existía una amplia tradición en el culto a las aguas (Díez de Velasco 1998: 121150), coincidente en muchos casos con otros cultos indígenas, deidades sincretísticas y divinidades plenamente romanas como Salus, las Ninfas, Apolo, Fortuna Balnearis, etc. que perduran en los balnearios con propiedades curativas y milagrosas, acudiendo a ellas los devotos y enfermos en busca de remedio (Blázquez y García-Gelabert 1991: 21-66).

Fig. 17. Hornacina realizada sobre el muro oeste de la sala abovedada A, sobre el manantial del Baño. Se trata de uno de los elementos cultuales del Balneario, situado muy cerca de la salida del agua mineromedicinal (dibujo: P. Pineda).

La hornacina se documentó en el muro norte de la sala abovedada donde se ubica el manantial y debía ubicarse el ara, de piedra arenisca, en la que no podemos reconocer ninguna inscripción debido a su regular estado de conservación y deterioro. Fue hallada en el praefurnium de las thermae del sector occidental, claramente desplazada de su ubicación natural. El descubrimiento de la hornacina tuvo lugar durante el proceso de restauración de la sala abovedada A, en la pared frontal junto al manantial del Baño, simulando una pequeña capillita que debía estar reservada a una

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Fig. 18. Arua o Ara votiva relacionada con el culto a las aguas mineromedicinales. Apareció desplazada y abandonada dentro del praefurnium. Junto con la hornacina de la sala abovedada A constituyen un elemento de culto a las aguas salutíferas del balneario romano de Alhama de Murcia (dibujo: P. Pineda).

divinidad de tipo salutífero, constituyendo un espacio sacralizado donde, a través de las aguas naturales del manantial, los usuarios se curaban o se aliviaban de sus enfermedades. La citada hornacina se inserta perfectamente en el muro frontal oeste de factura romana a una altura de 150 m del pavimento actual y tiene unas dimensiones de 1,45 m de altura, de 75 de anchura y de 40 cm de profundidad hacia la roca; no presenta ningún tipo de modificaciones hasta su tapiado, pues no se menciona en los tratados o descripciones posteriores. En las obras de adaptación del nuevo balneario de 1848, se enlució toda la pared sin advertir el hueco en la misma. Sugerimos, por tanto, que la pérdida del carácter religioso-cultual de las aguas curativas debió perderse, seguramente, o bien durante el período islámico o cuando la contigua iglesia de San Lázaro Obispo se convertía en un importante centro de peregrinación medieval, citado en los testamentos del siglo xv, junto a los lugares santos de San Ginés de la Jara y la Vera Cruz de Caravaca de la Cruz. A Alhama de Murcia debían llegar enfermos que, una vez mejorados de sus dolencias, daban gracias por su curación, como fue el caso del vecino de Orihuela, Juan Miguel, que peregrinaba a Alhama de Murcia en el año 1390 «…por promesa-

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miento que avia fecho, porque estaba doliente, a velar a San Lázaro de Alhama».19 La referencia del Dr. Del Castillo sobre la aparición de monedas durante las obras de 1847 «…en las últimas modificaciones hechas en sus balsas para profundizarlas, se han hallado varias monedas que pertenecieron a los romanos, pues en ellas se ven grabados los nombres y bustos de los Césares…» (Castillo 1845: 15), nos lleva a plantear la posibilidad de que fueran ofrendas de los enfermos por su curación y que, en realidad, estuviesen en las cercanías del manantial, lugar donde se llevarían a cabo importantes obras de adecuación para conseguir un mayor caudal de agua, y sería el lugar de los hallazgos, tal y como se ha interpretado para otros balnearios y manantiales (Abad 1992: 133-191). Parece evidente que la relación entre la divinidad y los enfermos, a través de los baños y de su curación, llevaba implícito el agradecimiento y la gratitud de los que iban a curarse a estos lugares. Lo más frecuente era arrojar monedas a las aguas y para ello existía la expresión stipen o stipes iacere, relativa a este acto (Oró 1996: 27 y 89). Lo que parece evidente es que los lugares de las ofrendas debían estar cerca de los manantiales o en las estructuras cercanas a los mismos como son las piscinas antiguas donde se producían las curaciones, es decir en las balsas y/o puntos de surgencia. En el caso de Alhama de Murcia, el hallazgo de las monedas, coincide con la época de la restructuración del antiguo complejo para la construcción del gran balneario a mediados del siglo xix, momento clave para realizar excavaciones y limpiezas en los manantiales para la captación de más agua y profundizar las balsas o piscinas para contener mayor volumen de agua. La conclusión es que estos hallazgos numismáticos son elementos evidentes, junto con el ara y la hornacina, que nos permiten defender la sacralidad del espacio salutífero y el culto a las aguas en el Balneario de Alhama de Murcia, de lo cual existen numerosos ejemplos en otros balnearios (Blázquez y Gelabert 1991: 21-66); Rodrigo y Haba 1991: 351-382; Díez de Velasco 1998: 121-150). Los datos no son muchos pero sí suficientes para entender una continuidad espacial y temporal del con-

19 Se puede consultar en Martínez Martínez M. 2007: «Avatares de peregrinaciones en tiempos de fronteras: el iter del oriolano Juan Miguel a San Lázaro de Alhama en 1390». Cuadernos de la Santa, 9. Más información sobre San Lázaro y su relación con el Balneario en Baños Serrano, J. 2008: «El culto a San Lázaro Obispo en Alhama de Murcia» J. Baños et alii. La parroquia de San Lázaro obispo de Alhama de Murcia, 43-62.

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cepto cultual que parece tener su continuidad en época islámica con la ubicación de la maqbara junto a las salas abovedadas del Baño, hƗmma y en el periodo bajomedieval con el comienzo del culto a San Lázaro hasta la actualidad; iglesia también construida junto al complejo balneario, seguramente en la segunda mitad del siglo xiii o principios del siglo xiv. Quizá habría que añadir que, en el caso de Alhama de Murcia, se produce una significativa asociación conceptual de permanencia y superposición ideológica, entre las evidencias citadas de culto en el mundo romano, la toponimia romana ¿Aquae?, la preislámica B.l.qwƗr, la islámica al-HƗmma, junto a sus connotaciones religiosas asociadas a la maqbara, y la iglesia de culto cristiano de Alhama de Baños en el siglo xiv, bajo la advocación medieval de un santo, San Lázaro, protector de determinadas enfermedades de la piel que se podían curar con las aguas mineromedicinales que brotaban a escasos metros de la referida Iglesia. Podemos decir que, en realidad, persisten los mismos elementos de la evolución de las diferentes sociedades: los restos arqueológicos romanos de culto, las aguas mineromedicinales actuales en las proximidades del manantial antiguo, sondeos Cerro del Castillo y Sondeo Agua de Dios, la toponimia de Alhama de Murcia y el culto a san Lázaro perviven en la actualidad, aunque con el vínculo histórico asociativo entre las aguas y el culto, hoy ya inexistente. Parece probada la existencia del culto a las aguas en el Balneario de Alhama de Murcia a través de los restos arqueológicos citados, aunque sea difícil una identificación real y concreta sobre las posibles advocaciones.

6. CONCLUSIONES Y REFLEXIONES A finales del siglo xx, las investigaciones sobre las aguas mineromedicinales en el mundo antiguo y sus diferentes contextos culturales se han basado en las excavaciones sistemáticas que se habían llevado a cabo en numerosos yacimientos, lo que ha permitido plantear una línea de trabajo que tiene, como concepto general, la explotación de las aguas salutíferas en los lugares donde nacen y la arquitectura balnearia que ha surgido para el aprovechamiento de tales recursos especiales y singulares. En esta línea, se enmarca el presente estudio que tiene como objetivo documentar el balneario de Alhama de Murcia y su entorno de yacimientos arqueológicos, los cuales se han ido organizando en relación

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al importante manantial de aguas mineromedicinales. Sabemos, que los patrones de asentamientos se han venido mantenido hasta la actualidad, que las vías de comunicación naturales prerromanas se convirtieron en la antigua calzada romana que unía Illici, Elche y Eliocroca, Lorca, que el camino medieval que pasaba por Hisn al-HƗmma tenía mucho tránsito en la Edad Media y era el itinerario escogido por los ejércitos para desplazarse desde Levante a Andalucía y que, hoy día, es la autovía del Mediterráneo, continuando su trazado por los mismos itinerarios antiguos. En este caso se plantea la existencia del balneario como el elemento principal y permanente que ha ido organizando, de alguna forma el núcleo urbano y su trazado, con una estrecha relación con la población y su evolución a lo largo de los siglos e incluso generando necesidades en función de municipio balneario y lugar de llegada de gentes. El antiguo balneario ha conseguido contar su historia, aunque los restos que han llegado hasta nosotros presentan la problemática de su uso permanente, que no es sino el fruto y la evolución de diferentes contextos culturales que se han sucedido desde hace más de dos mil años. Los restos arquitectónicos y arqueológicos han ido sobreviviendo a las remodelaciones y alteraciones a lo largo de los siglos, cumpliendo las diversas funciones que imponían las diferentes culturas hasta llegar al siglo xxi. Así, se han podido documentar, a través de las excavaciones arqueológicas, cómo la construcción romana del siglo i d. C. debió destruir o enterrar las posibles estructuras ibéricas de baño o simplemente una posible piscina al aire libre en la salida del agua caliente. Lo que se ha podido recuperar ha sido el importante conjunto cerámico asociado, hallado en la parte superior del manantial. Hay que pensar que la práctica habitual del imperio romano era hacer llegar el agua donde estaba la gente, a través de canalizaciones, de acueductos, etc. en este caso los balnearios se convierten en centros de atracción de población. Quizá sea la construcción del gran balneario romano en época augustea, una de las intervenciones importantes que se llevan a cabo sobre las infraestructuras existentes desde los siglos iv-ii a C. seguramente sobre el mismo manantial donde existiría alguna construcción de poca entidad arquitectónica. La cultura musulmana, también con una gran tradición de baños y culto, llevará a cabo nuevas intervenciones sobre el edificio balneario, que se han documentado en la importante reutilización de las salas abovedadas, confirmado por la noticia de AlQƗzwini en el siglo xiii y el uso como cementerio,

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maqbara, de la zona occidental de las thermae, higiénicas y recreativas, que ya estaban abandonadas desde el siglo iv d. C., aprovechando y reutilizando el antiguo frigidarium, junto a la sala abovedada B como acceso y, desfondando el pavimento del tepidarium de la misma zona, donde se recuperó un importante contexto cerámico islámico de los siglo xii y xiii. Como en otros muchos edificios balnearios de España, en la primera mitad del siglo xix y los años siguientes, se construyeron nuevos edificios. En Alhama de Murcia se construyó el balneario en el año 1848, suponiendo la última gran obra importante sobre el antiguo edificio. La nueva construcción destruyó una parte del antiguo edificio de baños que, seguramente, conservaba todavía un gran número de evidencias arqueológicas y arquitectónicas de los interiores de las grandes salas abovedadas y, posiblemente, de la zona de captación. La memoria del médico D. José María del Castillo correspondiente al año 1845, va detallando las actuaciones que se van realizando, entre ellas, la de demoler parte de las bóvedas (Castillo 1848: 25)20 y profundizar todo el complejo, es decir todos los pavimentos y estructuras antiguas buscando un nivel más bajo para facilitar, por cota de nivel, la entrada del agua del manantial mineromedicinal. Este manantial también será excavado prolongando la mina en dirección norte para buscar mayor caudal. El gran balneario decimonónico21 contemplaba en su proyecto excavar la zona de baños, a modo de sótanos hasta el nivel del manantial, destruyendo de esta forma el complejo oriental de las thermae y remodelando todo el edificio antiguo adaptándolo a las modernas funciones y tratamientos. En los estudios sobre balnearios seguimos teniendo el problema de que estos, en muchos casos, se ubican en el mismo lugar del manantial a lo largo de la historia. Además, hay que tener en cuenta que las propias estructuras antiguas permanecen en el mismo lugar

20 En el proyecto de construcción de 1845, ya se contemplaba la idea de derribar una parte de las bóvedas «tienen que destruirse parte de las bóvedas actuales y desproporcionadas a la solidez, policía, adorno, y regularidad del nuevo edificio reformando la parte que se deje en pie en armonía y consonancias con el resto de la obra, construyendo el Baño público con toda decencia y mejora…» AMAM Acta de Juntamento de 17 de mayo de 1747. En la Memoria del médico José María del Castillo del año 1848, también se hace referencia «al trozo de bóveda que ha quedado de una de las dos antiguas, que se demolió en parte para aumentar la longitud de las nuevas». 21 Fue construido por el arquitecto murciano José Ramón Berenguer Ballester en 1848. Fue su primera obra importante y después sería nombrado arquitecto del Ayuntamiento de Murcia en 1854 y conseguiría la plaza de arquitecto titular de Albacete en 1863.

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donde se construyó el balneario, siendo el mismo espacio utilizado por las diferentes culturas y donde se han realizado obras de adaptación y transformación para las necesidades médicas, sociales o cultuales de cada época. En relación al Balneario de Alhama de Murcia, creemos haber podido documentar los diferentes espacios, en muchos casos parcialmente. Con ello se puede hablar de las fases más importantes del uso y de la evolución del complejo en época romana, teniendo en cuenta las afecciones de los diferentes contextos culturales y las alteraciones citadas anteriormente por su continua ocupación. Las actuaciones arqueológicas han aportado una serie de claves que nos han permitido acercarnos con una cierta precisión cronológica a sus estructuras y a su uso. Se ha delimitado perfectamente los ámbitos balneario como principal recurso y reclamo médico, social y cultual de estos establecimientos sustentados sobre sus manantiales de agua mineromedicinal y, por otra parte el ámbito thermae, con su función higiénica y recreativa, basada en las características estancias calefactadas y la gradación de temperaturas. A finales de enero del año 1972 comenzaba la demolición del balneario de Alhama de Murcia con palas mecánicas que derribaron las sólidas bóvedas de ladrillo del edificio y en cuyos sótanos se echaron todos los escombros, salvándose de la demolición las antiguas bóvedas romanas por temor a que sufriera daños una casa habitada, situada por encima de las bóvedas referidas. La recuperación del monumento comenzaba a partir de su declaración como Monumento Histórico Artístico de carácter nacional (BIC) en 198322 y, en los años siguientes, tanto el Ayuntamiento de Alhama de Murcia como las administraciones autonómica y estatal, iniciaron los sucesivos proyectos de recuperación del complejo monumental de los Baños, comenzando por la realización de excavaciones arqueológicas que tenían como objetivo la creación de un Museo de Sitio23 (Baños 2009). Sobre los restos arqueológicos recuperados se diseñó un nuevo edificio concebido para acoger este singular yacimiento, protegido e 22 RD 2172/1983 de 29 de junio, publicado en el BOE n.º 194 de 15 de agosto de 1983. 23 El Centro Arqueológico de Los Baños de Alhama de Murcia, se inauguró el 24 de mayo de 2005 y fue reconocido como Museo Arqueológico en el Consejo de Museos de la Región de Murcia celebrado en Mazarrón, el día 15 de mayo de 2008. Se concretó mediante Orden de 30 de Mayo de 2008 de la Consejería de Cultura, Juventud y deportes. Dirección General de Bienes Culturales. Expte. 159/08, de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia.

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integrado entre sus modernas estructuras lineales de hormigón visto, cristal y pilares metálicos. El resultado ha sido dos interesantes volúmenes (Fig. 19) ubicados en el gran espacio cultural al pie del Cerro del Castillo y junto a la Iglesia de San Lázaro (Ibero y López 2001 y 2004) Los balnearios, las termas y los baños privados, han hecho eterna el agua de Roma como mencionaba Malissard (Malissard 1996: 130) y, en Alhama de Murcia, su arquitectura nos muestra la grandeza, la complejidad y el dominio técnico de la ingeniería hidráulica romana, reflejando el esplendor perdido pero, cuyo recuerdo, sigue permaneciendo entre sus muros y sus monumentales bóvedas. Estos enclaves balnearios (González 2012-2013) han conseguido un reconocimiento científico basado en las evidencias arqueológicas de la romanización que, poco a poco van saliendo a la luz, ratificados por los diferentes hallazgos en los numerosos complejos que, en el caso de Alhama de Murcia, sobrevivió al Imperio, siguieron siendo frecuentados en época tardoantigua, fueron reutilizados y remodelados por los musulmanes y visitados en época cristiana, permaneciendo la milenaria arquitectura romana en el tiempo y en el espacio, con sus adaptaciones y transformaciones, hasta la actualidad.

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Aquellos viajeros de todas las épocas que se desplazaban a tomar los baños a grandes distancias, donde se ubicaban los balnearios, para curarse o descansar, podrían ser los primeros turistas de la historia, generando riqueza en aquellas poblaciones que disponían del recurso natural que eran las aguas mineromedicinales. Los balnearios eran una parte importante de la ciudad urbana y de sus ciudadanos y, por tanto, son una de las claves de la propia ciudad y su evolución (Miró 2011: 130). Esperamos que esta aportación pueda contribuir a un mejor conocimiento de los balnearios romanos en España y de Alhama de Murcia en particular, teniendo en cuenta que todavía siguen permaneciendo incógnitas y cuestiones que necesitarán de nuevas investigaciones.

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Fig. 19. Museo Arqueológico de Los Baños (BIC 1983), Iglesia de San Lázaro Obispo (BIC 2005) y Castillo de Alhama (BIC 1985). Conjunto patrimonial de Alhama de Murcia citado en el texto (fotografía: J. Baños).

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III BALNEARIOS, CIUDADES Y VÍAS DESDE ÉPOCA PRERROMANA HASTA EL MUNDO ÁRABE

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CARLOS JESÚS MORÁN SÁNCHEZ Y ANTONIO PIZZO

Anejos de AEspA LXXIII

BALNEARIOS, CIUDADES Y VÍAS. HACIA UN PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA Gonzalo Matilla Séiquer, Universidad de Murcia-CEPOAT

Resumen: Se plantean las relaciones de los balnearios con las ciudades y de estos con las vías de comunicación. Se intenta determinar el número de usuarios de loa baños para establecer cuales están conectados con las ciudades y su posible incidencia en el tejido viario. Summary: This article proposes a study of the relationship between medicinal waters and cities and between spas and road communication. This proposal aims to determine the number of people who may have gone to these healing baths, which of them could have been connected with cities and what their impact was on the main Roman roads. Palabras clave: Baños, piscinas, epigrafía, itinerarios, arquitectura monumental. Key words: Roman baths, swimming pools, epigraphy, itineraries, monumental architecture.

1. INTRODUCCIÓN Conocemos más de 150 surgencias minero-medicinales que han tenido algún tipo de uso en época romana. La certeza en unos casos y la posibilidad en otros de ese uso vienen determinadas por los restos constructivos conservados o descritos en la literatura médica, histórica o arqueológica, por los hallazgos de monedas, inscripciones o cerámicas, por la toponimia, por las fuentes históricas e incluso a veces por las tradiciones y leyendas que han llegado a la actualidad. Tal como se plantea en el capítulo introductorio dedicado al balneario romano en general, la combinación de aguas curativas y uso en época romana de las mismas no justifica la existencia de un balneario romano. Además del uso es necesario que se hayan generado infraestructuras que sirvan al fin de tomar las aguas. Así, partiendo de la existencia objetiva de construcciones asociadas a los manantiales, los balnearios romanos representan un número, a día de hoy, algo

menor que el de los puntos con agua medicinal recogidos en el catálogo final. Por otra parte no todos los balnearios romanos de Hispania tienen la misma entidad constructiva. Los hay con grandes complejos edificados en torno a ellos como Lugo, Alange, Fortuna, Baños de Montemayor, Archena o Caldas de Montbui, por citar solo algunos. También existen con pequeñas construcciones documentadas o simples evidencias de materiales constructivos romanos como los Baños de Gilico, de la Marrana, de la Salvadora, de Molgas, de Horcajo de Lucena, de Retortillo, de Panticosa, de El Salugral o de Tus, o las Caldas da Saúde o Caldinhas, de Canaveses, de Monte Real o de Vizela. En uno y otro caso las formas y dimensiones de edificios y piscinas son muy diferentes, siendo bastante complicado establecer una tipología (González Soutelo 2012c; Matilla et alii 2012; Miró 2007 y 2011) ni siquiera de elementos hidráulicos. Los restos que han llegado hasta el presente o que conocemos por otros medios evidencian una dispar naturaleza y

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envergadura de las construcciones en el manantial y su entorno inmediato. Sin embargo hay un elemento objetivo del que participan todos los balnearios: el estar condicionados por la propia ubicación de la surgencia y tener que adaptarse al terreno en el que esta se encuentra. Pero esto lleva a otra cuestión y es que los balnearios han de construirse inmediatos al manantial de aguas mineromedicinales para que no pierdan termalidad (no sería el caso de los de aguas frías) ni contenido mineral, que iría precipitándose a lo largo de las conducciones. En cuanto a las surgencias otra realidad resulta evidente: la mayoría se encuentra en el mundo rural, en algunos casos bastante alejadas de los núcleos urbanos. Si atendemos a la clasificación de las instalaciones balnearias romanas reflejada en el capítulo introductorio, los balnearios romanos, entre otras posibles clasificaciones, pueden ser tipificados como locales, comarcales, urbanos y suburbanos, provinciales e interprovinciales en función de la procedencia de las personas que hacían uso de ellos1. Si la consideración acerca de un uso balneario es local o comarcal, hay que pensar que los bañistas proceden del entorno inmediato rural y a lo sumo de aglomerados secundarios. Si es urbano la procedencia (principal) es la ciudad en la que se halla la instalación. Si se trata de un balneario suburbano, también dependería de una ciudad aunque el nacimiento estuviera en el ámbito rural. Para el caso de procedencias provinciales e interprovinciales están las categorías equivalentes. Esta clasificación se ha establecido en función de los datos existentes acerca de las termas curativas romanas y de las inversiones realizadas en ellas. Efectivamente es problemático saber las cantidades gastadas en la construcción de los complejos salutíferos, pero no lo es tanto saber si ha existido un gasto importante. Balnearios como Alange, Fortuna, Lugo o Caldas de Montbui, con un notable volumen de construcción no tuvieron que ser baratos. Alguien proporcionó los fondos necesarios para su edificación y en algunos casos para su mantenimiento. Quien fuera es difícil de saber: un municipio, un particular, una cofradía, etc. Es posible incluso que cada uno de los balnearios responda a una casuística diferente. Sin embargo hay algún dato que ilustra a este respecto. Así, en Archena un particular construyó las termas (CIL II 3542) y unos magistrados las reconstruyeron (CIL II 3541).

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No consideramos, como Miró, que el balneario en si mismo sea una ciudad (Miró 2011: 124), aunque sí admitimos que algunos de ellos son un microcosmos que refleja el macrocosmos de la ciudad.

Al menos en un caso el dinero lo puso un ciudadano y un municipio se encargó del cuidado y del mantenimiento. Todo induce a pensar que la ciudad a la que pertenecían los magistrados era Carthago Nova2 (sin que la certeza sea absoluta) que se encuentra a una distancia considerable. ¿Lo que está atestiguado en Archena acerca de la gestión del balneario era práctica habitual? No podemos saberlo, como tampoco lo que suponía para el bolsillo de un ciudadano romano pasar una temporada en una instalación balnearia. Atendiendo a los balnearios urbanos (los ubicados en una ciudad o inmediatos a ella) hay que decir que en Hispania no son muy numerosos: Aquae Flaviae (Chaves), Aquae Voconiae (Caldas de Malavella), ¿Aquae Calidae? (Caldas de Montbui), Lugo, Aquae Querquennae (Baños de Bande), Aquae Celenae (Caldas de Reyes) y los Baños de Sacedón (Guadalajara). Quizá hubiera alguno más como el de Olisipo, pero no hay información suficiente. El resto estarían ubicados en zonas campestres. Se pueden relacionar balnearios urbanos con ciudades. No hay duda de que los Baños de Lugo estaban ligados a Lucus o que los Baños de Sacedón no se pueden disociar de Ercávica. Sin embargo existen balnearios romanos que no están en las ciudades sino alejados de ellas y alguno de estos balnearios a media jornada o más de distancia de las urbes está directamente relacionado con ellas. Se trata de los balnearios suburbanos. Si existen balnearios suburbanos es porque desde determinada ciudad se ha invertido en ellos, independientemente de quien haya realizado el gasto, y generando infraestructuras que nos indican un uso acorde con la cantidad invertida y por lo tanto un flujo de personas importante entre esa urbe y el lugar de la surgencia de las aguas minero-medicinales. Ahora bien, si determinar por ubicación e inmediatez que determinado complejo hidroterápico está vinculado con una ciudad es sencillo, el hacerlo con uno que esté alejado aparentemente no es tan fácil. Sin embargo la combinación de grandes obras (en muchos casos se puede hablar de monumentalización) con el tamaño de las piscinas indica una gran afluencia de personas3, por lo que es el primer indicio. Un segundo indicio es la escasez de poblamiento rural romano en el entorno de los manantiales. Si existen instalaciones monumentalizadas y/o con capacidad 2

En este volumen: «El balneario romano: concepto…». Es de sentido común considerar que la capacidad de una piscina es acorde a las necesidades de uso que se tienen en el lugar en el que esté ubicada. 3

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para ofrecer muchos baños diarios de alguna parte han de proceder los bañistas. No queda más remedio que aceptar que el punto de origen de gran parte de los mismos está en una ciudad. Por lo tanto la primera tarea que hay que hacer es determinar con datos cuales de los balnearios romanos pudieron estar vinculados con ciudades por las causas inmediatamente expuestas, a las que hay que añadir la información aportada por las fuentes (incluidos los hallazgos de inscripciones) y la numismática. Y desde luego plantear posibilidades de cual o cuales podrían ser las ciudades matrices. Incluso en algún caso será necesario probar que determinado balneario urbano tiene las características de capacidad y/o monumentalidad requerida. Si las aguas termales en torno a las que se ha edificado se pueden vincular con una ciudad pero están alejadas de ella, es evidente que había que trasladarse de una a otras. Esto determina la segunda tarea requerida. Se trata de plantear, en el estado actual de nuestros conocimientos, cuales eran los caminos utilizados para los desplazamientos. Tal vez el balneario en algún caso pueda forzar la construcción de una vía, pero lo más normal será el uso de la red de comunicación existente, que combinada con urbe y aguas y siempre que las cronologías de utilización de los balnearios sean precisas, podrá indicar en que momentos había un flujo importante de personas por determinado camino. Este acercamiento primero a la realidad de cada una de las instalaciones y después a las vías de comunicación que se puedan relacionar con ellas, en algunos casos podría parecer que es repetitivo, pero no es así ya que la óptica del acercamiento es diferente: no es lo mismo probar que un baño es suburbano que intentar establecer cuales son las vías que lo conectaban con una ciudad. En general remitimos a los datos aportados acerca de los balnearios en el catálogo final, aunque la necesaria brevedad del mismo obligará en este trabajo en ocasiones a un acercamiento más pormenorizado en algunos balnearios. Antes de entrar en materia y a modo de colofón de la introducción conviene hacer unas consideraciones acerca del balneario en relación con la ciudad y con el camino.

Ciudad y Balneario En el siglo xix las antiguas casas de baños existentes en multitud de lugares de España y de Europa

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se transformaron en establecimientos con aceptables medidas higiénicas para tomar las aguas a la vez que se generaron instalaciones anexas de hostelería y de ocio4 (Llanos 2000: 194-195; Sánchez Ferré 2000: 218-225; Leboreiro 1994: 101-164). Los motivos son variados pero se pueden destacar los siguientes: 1) Una tendencia cada vez mayor que se remonta como mínimo al siglo xviii para buscar en los baños la curación de muchas enfermedades, lo que convertía estos lugares con instalaciones obsoletas, desde el punto de vista de la salubridad, en centros con posibles focos de infección y contagio.5 2) Aparición a partir de 1816 de una serie de decretos que regulaban el uso de los principales baños, con obligatoriedad de supervisión médica e indicaciones de los requisitos mínimos que debían reunir los espacios de baño.6 3) Desamortización de los bienes de la Iglesia, órdenes religiosas y especialmente de los ayuntamientos, con lo que la mayoría de los establecimientos de baños pasaron a manos de la burguesía y de la nobleza adinerada. 4 Por ejemplo en Baños de Busot, relacionados con la ciudad de Alicante, se pasa de un establecimiento de baños compuesto por antesala, sala y baño con superficies respectivamente de 6,5 m2, 11,5 m2 y 6,3 m2 (Alcón 1815: 1 y 23) a un lujoso hotel que contaba con un sótano con instalaciones hidroterápicas (estufas, pilas, duchas, piscinas, vestuarios, «desnudaderos», sudaderos, camas de masaje y de gimnasia higiénica, etc.) y tres plantas lujosamente decoradas y en el que se gastó para su construcción un millón de pesetas del año 1897. El balneario contaba también a finales del xix con casino, parque y un bosque urbanizado en el que se ubicaban varios hoteles para familias (Valenzuela 1897: 33-40). 5 El baño de Fortuna de esta época es una sala en sótano construida con los sillares del balneario romano que tiene unas dimensiones apreciadas en superficie de 4,2 x 2,7 m, las mismas que el vaporario que le antecede y que sí está excavado (datos de la excavación). Además de los datos aportados por la excavación arqueológica, existe una descripción de 1890 (Lacort 1890: 16) que permite tener una idea de las pésimas condiciones en que se tomaban las aguas. Entre los enfermos que acudían a las casas de baños había muchos desahuciados, extremo que queda ilustrado en el poema dedicado al Balneario de Archena por Ignacio López de Ayala en 1777. En este, para ensalzar las virtudes de los baños de Archena por encima de las de los demás baños, se presentan varios casos llenos de dramatismo en los que los protagonistas son una niña de siete años inválida que vuelve a andar con el primer baño (estrofa 29), un anciano completamente llagado que sana (estrofa 30) y una cortesana con sífilis desde hacía tres años cuya enfermedad desaparece con los primeros baños (estrofa 31). Una excepción a estos problemas de salubridad la encontramos en el balneario de Trillo en Guadalajara (Batanero 2010: 38-41; 2011: 42-45; García López 2011: 38-66). 6 En España, en 1816 se regula, mediante el real decreto de 29 de julio: «manda S. M. establecer en cada uno de los baños más acreditados del reino un Profesor de suficientes conocimientos de las virtudes de sus aguas, y de la parte médica necesaria para saber determinar su aplicación y uso» (Martín 1819: 248-249). Nuevos decretos sobre los baños o el cuerpo de médicos directores de baños se promulgarán en 1817, 1828, 1834, 1868, 1871 y 1874 (Maraver 1997: 44).

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Fig. 1. Localización de los balnearios con restos romanos (círculos blancos) y de las ciudades hispanas (círculos negros).

4) Inversión de los nuevos propietarios y adecuación de los balnearios al criterio médico imperante y a los gustos, estilo y forma de vida de sus dueños.7 La consecuencia de esto fue la conversión de muchos de los establecimientos balnearios en entidades suburbanas, donde sin dejar de verificarse la tradicional actividad médica a las gentes del entorno y a las clases menos acomodadas, se respiraba el ambiente de la ciudad y se latía al puso de la misma. No tenemos para época romana la cantidad de información ni la variedad de matices que para el siglo xix, pero sí sabemos hay una serie de baños medicinales alejados de las ciudades (Fig. 1), cuyas aguas están en uso desde la fase prerromana y los primeros dos siglos de ocupación romana, en los que de pronto se hace una remodelación de tal calibre que apenas quedan huellas del momento anterior y estas

7 Un buen ejemplo de los balnearios del siglo xix se encuentra en la obra de María Leboreiro, que aunque referida a Galicia, refleja bien el ambiente general (Leboreiro 1994: 52-59, 89-100).

se reducen a elementos muebles como monedas o cerámicas (Matilla, en prensa: 167-174). El motivo se podría buscar en el desarrollo de las ciudades a partir de época augustea y la consolidación de las élites urbanas (Bendala 1990). Estas no solo se ocupan del embellecimiento de su ciudad (Ramallo 2004) sino que se preocupan de cuidar los lugares relacionados directamente con sus habitantes. Y este sería el caso de los balnearios (Matilla et alii 2004: 543-552). Veamos algunos ejemplos. Sabemos que en Fortuna las aguas se están frecuentando durante todo el siglo i a.C. y posiblemente durante parte del ii a.C. (Matilla et alii 2003: 167-170), y sería posible que en esa época ya estuviera construido el ninfeo (Matilla 2004: 14-18), pero no queda constancia de instalaciones de hospedaje o de baño. Sí que se ha documentado en el lugar que luego ocuparía la hospedería una zona de acampada (González et alii 1996: 193-196; Matilla 2004: 14). Aunque no está clara su adscripción a Carthago Nova o a Ilici, no deja de tener lógica que hasta que estas ciudades no empiezan a ocuparse de sí mismas no se ocupen de los lugares suburbanos

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Fig. 2. Balnearios romanos en Extremadura, con inclusión de los portugueses limítrofes.

con los que están conectadas. En el caso de Carthago Nova la primera monumentalización la tendríamos en el foro de época de Cesar (Madrid 1997-1998: 174177), por lo tanto para Fortuna las fechas iniciales de intervención urbanística habría que situarlas entre Cesar y Augusto, pudiendo incluso ser posteriores. Hay casos en que el balneario suburbano se puede vincular sin género de dudas con su ciudad matriz. Esto ocurre con Aquae Bilbilitanorum respecto a Bilbilis, aunque los únicos datos que nos han llegado son escasos: la aparición del topónimo como vigésima quinta mansión de la vía de Emerita a Caesaraugusta tal como recoge el Itinerario de Antonino (437,2 y 438,14), la existencia de una lápida (CIL II 3021) y la vaga referencia de Ceán Bermudez de que «todavía conserva los vestigios de sus antiguas termas» (Ceán 1832: 134). Con informaciones de este tipo además del vínculo con la ciudad es imposible acercarnos ni al momento ni a los motivos de la construcción del balneario romano. En otras ocasiones todo apunta hacia que una surgencia minero-medicinal ha sido el detonante para el desarrollo de una población sin que podamos saber si en origen había una dependencia de otra ciudad o simplemente han sido factores coyunturales como su proximidad a una vía frecuentada los que han provocado esto. Desde luego es el caso de Alhama de Murcia, junto a la vía que comunica Ilici con Eliocroca (Lorca) y la Bética y podría ser el de más lugares.

El balneario y el camino Si hay balnearios que están vinculados con las ciudades, la vía es la única forma de conexión entre unos y otras. Desde luego no se puede descartar que algunos lugares hubieran tenido éxito por su proximidad al camino, como el caso citado de Alhama de Murcia, La Luisiana en Sevilla, Caldas de Montbui en Barcelona o Caldas de Malavella en Gerona. Pero hay otros que están relativamente alejados de las vías de comunicación aparentemente principales y donde todo induce a pensar que el balneario fuerza la vía como ocurre en Fortuna (Murcia) y tal vez en Alhama de Granada. Hay que considerar que las aguas minero-medicinales son un recurso, pero un recurso no desubicable, por lo que para su uso tiene que ser posible acceder a él por parte de los destinatarios finales. Por lo tanto se puede establecer que a mayor dificultad de acceso menos gente se desplazaba hasta el lugar de la surgencia y por lo tanto había menos necesidad de realizar inversiones. En sentido inverso hay que aceptar que balnearios muy desarrollados lo son porque recibían un alto número de visitantes, lo que facilitaba la inversión no solo en el baño sino verosímilmente también en el entorno y cabe dentro de lo posible que el sistema viario también se beneficiase. El siglo xix como época de eclosión de los grandes (y pequeños) balnearios muestra buenos ejemplos de

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la incidencia de estos en la red de comunicaciones. Veamos el caso de Arnedillo. Sobre 1799 Luis Fernando de Trespalacios 8 a causa de problemas de salud y por recomendación de sus médicos emprende viaje desde Madrid hasta el balneario de Arnedillo en La Rioja que en la actualidad se encuentra a una distancia de 296 km. Tarda seis días en llegar en carruaje por un camino malo, descuidado, lleno de piedras procedentes de la limpieza de los campos y con posadas destartaladas y sin provisión de alimentos para los viajeros, que no debían ser muchos. Solo se encontró dos tramos de camino cuidados, uno en torno a Paredes (debe tratarse de Paredes de Sigüenza en Guadalajara) y otro tras pasar Agreda en Soria, donde pudo seguir durante tres leguas el llamado Camino de Navarra. Muy cerca de su destino, a tres leguas (posiblemente en Arnedo) el camino desaparecía y el coche debía introducirse en el cauce del Cidacos. Termina el relato del viaje dando indicaciones de otros dos itinerarios. Para los que no están muy mal de salud y pueden cabalgar la mejor opción sería la de viajar en coche de caballos hasta Soria y allí alquilar mulas para recorrer las 11 leguas restantes que con buen tiempo suelen tardar un día en llegar. Si el viajero tiene achaques que le impiden el uso de caballerías ha de viajar desde Madrid hasta «Centrónigo» (Cintruénigo, Navarra) para luego dirigirse a Arnedillo (Trespalacios 1799: 6-9). Siete años después comenzaron los trabajos para hacer un camino carretero entre Arnedo y Arnedillo que evitara el paso por el cauce del río y concluyeron en 1809 (Fernández Díez 2008: 52). En 1864 el panorama había cambiado de forma sustancial tal como refleja José Herrera, antiguo director médico del balneario de Arnedillo: «Los itinerarios principales desde Madrid á Arnedillo recorren varias líneas de camino de hierro y son los siguientes. Uno desde Madrid á Sanchidrían, á Valladolid, á Burgos, á Miranda de Ebro (donde el ferro-carril del Norte empalma con el de Tudela á Bilbao), á Haro, á Logroño y á Calahorra. En Calahorra, en combinación con las espediciones de la vía férrea, se establecerá para la próxima temporada un servicio de coches, que salgan directamente para los baños de Arnedillo, distantes cinco leguas y media de, dicha ciudad. Otro (por el ferro-carril de Zaragoza) desde Madrid á Alagon, donde se muda de tren para ir á Castejon; desde cuyo 8 Un hombre de corte, Caballero de la Real Orden de Carlos III, ayuda de cámara del rey, y miembro de la Sociedad Cantábrica de Amigos del País que en 1799 escribió una monografía sobre los Baños de Arnedillo a los que acudió a causa de una enfermedad.

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punto —en el cual empalma la vía férrea con la que vá de Tudela á Bilbao— se pasa á Alfaro, á Rincon de Soto y á Calahorra, para ir en coche desde esta ciudad á los baños de Arnedillo. La carretera desde Calahorra á Arnedo está perfectamente concluida no así el resto del camino desde Arnedo á los baños de Arnedillo, que se halla en construccion, como tambien un puente sobre el Cidacos» (Herrera 1864: 12). El caso de Arnedillo no es el de un balneario cualquiera. En 1748 dos médicos de Fernando VI hicieron que desde este lugar se trajera agua a Madrid para curar a la reina, motivo por el cual las aguas fueron analizadas en la Real Botica. El rey los tomó bajo su protección y recibieron el título de Reales, aunque se entregaron al ayuntamiento en 1838 (Rubio 1853: 243). Siendo ya Reales Baños de Arnedillo el rey Fernando VII los visitó e hizo uso de ellos tomándolos bajo su patrocinio (Oficina 1815: 297-299) y concretándose por orden real su primer reglamento de uso en 1827 (Reglamento para el gobierno… 1827). Los baños modernos de Arnedillo eran un lugar mal comunicado pero con una clara vinculación con la corte desde mediados del siglo xviii, esto es, unos baños medicinales vinculados con una ciudad, con una afluencia cada vez mayor de gentes procedentes de esa ciudad y con una fuerte inversión tanto en infraestructuras internas como en vías de comunicación. Posiblemente sin ese vínculo tanto el desarrollo de los caminos como la modernización del balneario o no hubieran tenido lugar o se hubieran ralentizado. Por otra parte no tenemos constancia del uso de las aguas de Arnedillo en época romana, aunque «la vía natural de Calagurris a Numantia a través del Cidacos empleada en las guerras numantinas parte de Calahorra y ascendiendo por el Cidacos llega a las cercanías de la ciudad de Numancia tras atravesar la sierra por el puerto de Oncala» (Magallón 1983: 160). Taracena, a partir del fragmento 91 de Livio, es de la opinión de que esa vía fue utilizada en las guerras sertorianas (Taracena 1934: 260),9 lo que sitúa a las aguas minero-medicinales de Arnedillo junto a una vía de alto valor estratégico y muy transitada que dista solo 29 km de Calagurris por lo que sería factible su uso durante la época romana aunque no se conserven evidencias constructivas.10 Es uno de los 9 No es de la misma opinión Francisco Pina para quien el río al que se refiere Livio es el Ebro y no el Cidacos (Pina 2009: 206-207). 10 Miñano (1826: 284) dice que «son antiquísimos, pues se conservan algunos vestigios de antigüedades romanas», pero es tan vaga la referencia que no aporta nada que con el sentido común no pudiéramos suponer.

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casos en que el balneario podría haberse desarrollado a partir de dos elementos: vía y ciudad.

2. LA UBICACIÓN DE LAS AGUAS MINEROMEDICINALES CON BALNEARIOS ROMANOS O EVIDENCIAS DE USO DURANTE ÉPOCA ROMANA Aguas minero-medicinales hay en abundancia en toda la península ibérica. Para caer en la cuenta de ello únicamente hay que elegir una zona al azar y comprobar el potencial hidromineral. Tomemos como ejemplo a Extremadura, donde hay catalogados según el Instituto Geológico y Minero de España 37 baños sin contar las aguas que se usan o han usado en bebida y baños parciales (Alcalde 2000: 322), mientras que un estudio e inventario encargado por la Junta de Extremadura distinguía entre: a) balnearios en uso o en tramite administrativo, de los que contabilizaban 17, (6 de ellos en uso) y b) puntos singulares: «existen algunas referencias sobre numerosos puntos de agua que en algún momento podrían haber sido considerados con propiedades curativas por algunos de sus usuarios, pero que actualmente se desconocen sus características, estado y utilización» (Rosino et alii 2003: 45-48). De esos puntos singulares hay inventariados 93, de los cuales 49 son de Cáceres y 53 de Badajoz. Hay además referencias indeterminadas a la existencia de fuentes medicinales en 12 términos municipales, aunque no hay informes científicos que recojan el nombre y número de las surgencias. De esos 12211 puntos con aguas medicinales solo tenemos constancia o sospechas de uso por parte de los romanos en nueve de ellos: Baños de Alange (Alange), Baños de Montemayor, (Baños de Montemayor), Baños de San Gregorio (Brozas), Baños del Salugral (Hervás), Fuente Blanca (Valencia de Alcántara), Balneario de Valdelazura (Plasencia), Fuente del Álamo (Burguillos del Cerro), Fuente de Santa Marina (Ahigal) y la posible fuente de las termas romanas en la Nava (Cabeza del Buey), cercana a los Baños de Baba con aguas sulfatadas, sódicas y magnésicas (Rosino et alii 2003: 145-149). Se trata de un número excesivamente pequeño que ni siquiera se acerca a los baños que, a veces con una gran modestia, estuvieron funcionando entre el siglo

11 Los 17 balnearios, los 93 puntos singulares y una surgencia medicinal como mínimo en cada uno de los 12 términos municipales donde hay referencias imprecisas a fuentes curativas.

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xix y principios del siglo xx. Si consideramos que las surgencias inventariadas no son simples fuentes sino aguas con propiedades químicas y que aunque algunas de ellas se han analizado, de la mayoría solo se sabe que tienen tales propiedades merced a la experiencia que por generaciones ha determinado los usos de cada una de ellas, habremos de aceptar que este tipo de recurso estaba geográficamente a disposición de la casi totalidad de la población, y quien por cuestiones económicas, de posibilidad de viajar o simplemente de tiempo libre no podía acercarse a los grandes balnearios de la época, podría hacer uso de unas aguas que encontraría en el peor de los casos a media jornada de su casa. Falta información del uso de estas fuentes en época romana, pero falta también para casi todas las épocas y si ahora sabemos que hay determinadas surgencias que pueden ser consideradas medicinales es gracias a la tradición, esto es, al uso ininterrumpido durante cientos de años, a la toponimia y al interés mostrado en el siglo xix por recoger información de este tipo de aguas. La cuestión es ¿cuáles de estos puntos inventariados en Extremadura en el 2003 se están usando desde época romana o incluso desde antes? Y podemos añadir otra pregunta ¿de dónde procedían las gentes que hacían uso de esas aguas? A priori no hay respuesta concreta para ninguna de las dos preguntas, aunque podamos pensar que el uso a escala local y comarcal era generalizado. Puede ser que esos 9 lugares de 122 sean una parte mínima de lo que conocemos y que ulteriores trabajos sobre el terreno evidencien la relación del mundo antiguo con más surgencias, pero puede ser también que no se encuentren datos en la proporción esperada. De los conjuntos termales extremeños vinculados al mundo romano solo dos presentan de forma manifiesta huellas de monumentalización (Alange y Montemayor), mientras un tercero (La Nava), siempre que se pueda demostrar su vinculación con el agua medicinal, apunta hacia una gran infraestructura y un cuarto (Fuente del Álamo) presenta claras evidencias, aunque la fuente no está catalogada. El resto se asocian a hallazgos de epigrafía, monedas y en algún caso estructuras (El Salugral) que no siempre están junto al manantial. Solo en Baños de Montemayor y Alange y tal vez en La Nava, se hicieron grandes inversiones y tenemos que entender que fue desde las ciudades matrices de Caparra y Emerita. Es verdad que en Montemayor se encuentra la única surgencia hipertermal de Ex-

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Fig. 3. Zonas de concentración de balnearios romanos: La Rioja.

tremadura (41,8 ºC) y que Alange con sus 24,8 ºC junto al Balneario de Valdefernando (26 ºC) (Valdecaballeros) también con aguas radiactivas, le sigue en temperatura. Aparentemente la termalidad sería uno de los factores que incidieron en el desarrollo de estos balnearios y por la misma razón podría ser un factor para que otros no se desarrollaran (Fig. 2). Los datos de Extremadura no son más que un acercamiento al número y distribución geográfica de los balnearios en uso durante época romana y son extrapolables al resto de la península ibérica, donde frente a miles de surgencias medicinales solo hay testimonios de unas 150 con evidencias de uso durante la época romana.12 Si situamos en un mapa los balnearios hispanos del mundo antiguo conocidos, así como las surgencias con evidencias de uso en época romana, lo primero que se percibe es la poca densidad de los mismos, y pese a que hay áreas con cierta concentración, también hay grandes espacios prácticamente vacíos. Las zonas en las que encontramos los balnearios concentrados son: a) Galicia, especialmente en Pontevedra y Orense y los distritos portugueses de Braga, Vila Real, Oporto, Aveiro y norte de Viseu; b) La Rioja a la que hay que añadir el balneario de Fitero13 en Navarra (Fig. 3); c) aunque con cierta dispersión podríamos considerar la franja litoral de 12 13

En este volumen: «Inventario y revisión…». Que pertenece a la cuenca del río Alhama.

las provincias de Barcelona y Gerona (Fig. 4); d) Cuenca y Guadalajara también presentan rasgos de concentración (Fig. 5); e) después de Galicia el territorio con mayor densidad es la provincia de Murcia, a la que habría que sumar el sur de Alicante (Orito, Aguas de Busot…) y de Albacete (Azaraque, Tus…) (Fig. 6) y f) por último Jaén, Almería y Granada, a las que no sin reticencia podríamos añadir Málaga, tienen un número aceptable de baños romanos de agua minero-medicinal (Fig. 7). En sentido contrario llama la atención el desconocimiento que tenemos de Andalucía Occidental y sur de Portugal. Entre Lisboa y el Algarve destacan como puntos aislados Caldas de Monchique en Faro y Bornos y Baños de Gigonza en Cádiz. Castilla la Mancha y Madrid, a excepción de determinadas zonas de Cuenca y Guadalajara, están vacías de balnearios14 a pesar de que hay comarcas con una gran concentración de aguas «azedas» (agrias) como el campo de Calatrava que también tiene un importante poblamiento romano.15 14 Al sur de Ciudad Real se encuentra Fuencaliente, con indicios suficientes para considerar positivamente su uso en época romana. 15 En la actualidad todos los balnearios están en desuso, pero los había entre otros lugares en Puertollano (Balneario de San Gregorio y Fuente Santa), en Villar del Pozo (Baños de Nuestra Señora del Prado), en Pozuelo de Calatrava (Hervideros de Fuensanta y Baños del Chorrillo), en Aldea del Rey (Baños del Barranco Chico) en Miguelturra (Baños del Emperador), en Carrión de Calatrava (Baños del Hervidero),

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Fig. 4. Zonas de concentración de balnearios romanos: Barcelona y Gerona.

Castilla y León no tiene casi establecimientos de aguas medicinales en época romana y aproximadamente todas las excepciones las encontramos en zonas periféricas, como Ledesma y Retortillo que habría que conectar con las surgencias del norte de Extremadura y con los distritos portugueses de Guarda y Castelo Branco o Caldas de Luna, Boñar y Fuentes Tamáricas, en el piedemonte de la cordillera Cantábrica (Fig. 8). Las Baleares, con la excepción de San Juan de la Fontsanta no tienen establecimientos de este tipo. Finalmente hay que anotar que São Pedro do Sul (Viseu centro), el mayor complejo termal portugués de la actualidad y tal vez también de época romana o al menos compitiendo con Chaves por este puesto, se encuentra aislado con respecto a otros balnearios (Fig. 8). en Piedrabuena (Fuente Agria), en Solana del Pino (Fuente Agria de Las Tiñosas) o en Bolaños de Calatrava (Baños de Nuestra Señora de las Nieves, que están asociados a Almagro). De la zona ya hacía referencia Ceán Bermúdez (1832: 45, 56, 81, 102-103 y 360) y las relaciones topográficas de Felipe II correspondientes a Bolaños de Calatrava dicen del área de la Fuente de la Nava/Chorrillo (no se citan nombres): «En tiempos de los romanos hubo allí algunos edificios» (Campos 2009: 247). Una visión general de la romanización en la zona se puede ver en Carrasco 2003: 225-244; 2004: 117-140; 2012: 29-56.

Por lo tanto, a priori, no hay ningún patrón que indique el motivo por el cual unos han tenido un importante desarrollo durante la romanización y otros ni siquiera presentan indicios cuando hubiera sido lógico su conocimiento y uso en época romana. Es verdad que en el ejemplo extremeño destacan las aguas de Alange y de Baños de Montemayor por su temperatura, muy limitada en el caso de Alange, pero cuando hay territorios extensos como Castilla y León, Castilla

Fig. 5. Zonas de concentración de balnearios romanos: Cuenca y Guadalajara.

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Fig. 6. Zonas de concentración de balnearios romanos: Murcia y el sureste.

Fig. 7. Zonas de concentración de balnearios romanos: Andalucía Oriental.

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Fig. 8. Zonas de vacíos (claro) y dispersión de balnearios romanos.

La Mancha y Aragón donde apenas hay baños y la termalidad de las aguas minero-medicinales es baja a pesar de que existan casos concretos de agua mesopermal e hipertermal,16 tenemos que convenir que la temperatura de las aguas, aun siendo un factor a tener en cuenta y posiblemente de los más importantes, no es el único parámetro por el que se usaban las aguas en época romana. Veamos un caso. De los baños de Sacedón o de La Isabela, inmediatos a la ciudad de Ercavica, solo tenemos conocimiento gracias a referencias literarias situadas entre los siglos xvi y xix. Pese a ello todo indica que fueron uno de los conjuntos importantes de época romana. El primero que se ocupó de ellos fue Ambrosio de Morales en 1575, quien describiendo los baños medicinales más importantes de España cita los de Orense, Lugo, Caldas de Reyes y Molgas en Galicia, los de Rioja (sin especificar a los que se refiere, pero podría tratarse de Arnedillo) y Ledesma en Castilla, los de Alhama en el reino de Granada y los de Sacedón, de los que dice: «El (reino) de Toledo no carece tampoco de este bien natural, sino que por negligencia y descuido lo tiene perdido. Entre las villas de Buendía y Alcocer junto a las ruynas antiguas de una gran ciudad que allí uvo en tiempos de los romanos, y agora es un pequeño lugar llamado Santaver, a la ribera del río Guadiela, están baños naturales de agua harto caliente. Y aviendo sido antiguamente muy estimados y tenidos, como por las ruynas de sus edidicios parece agora estan ciegos, y cuando mucho sirven alguna parte dellos pàra cozer

16 Como Benasque (36,3 ºC) y Panticosa (46,7 ºC) en Aragón, Retortillo (48 ºC) y Ledesma (43 ºC) en Castilla y León o Fuencaliente (36,8 ºC) en Castilla La Mancha.

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linos y cañamos. Devriase cierto proveer, que estuviessen estos baños limpios y adereçados, porque una parte tan grande y tan principal de España no careciesse deste gran socorro de la salud; y tambien toda la Corte, de donde muchas veces van a buscar esta medicina, no la fuessen a hallar tan lexos, por lo cual tambien muchos la dejan de gozar» (Morales 1575: 50v-51r). Todos los que nombra de forma expresa han tenido un uso romano, pero en cualquier caso lo que nos interesa es esa primera aproximación al balneario de Ercavica. A partir de aquí casi todos los autores seguirán a Morales. De 1663 es la descripción más antigua debida a Juan de la Torre que en el prólogo del libro dedicado e estos baños dice: «Ya de la antiguedad se conoce el desvelo, con que se erigiò la fabrica destos baños, pues en los trozos que permitiò su ruina, se vèn figuras de muy costosa hermosura» (Torre 1663: sin paginar), pero lo más interesante es que habla de un edificio cuadrado con cimientos y ángulos de sillería y alzados de mampostería en cuyo interior se conservaban cuatro pilastras, lo que le sugería cubierta de bóveda. Para acceder al baño había cinco gradas y en la parte superior de estas, rodeando el baño, se hallaba un «andador» del que se conservaban trazas de haber estado enlosado; describe este autor el nacimiento de las aguas en el fondo de la piscina y el sistema de drenaje de la misma, que constaba de tres aperturas a diferentes alturas que permitían mantenerla vacía, llenarla hasta la mitad o mantenerla completamente llena; por último habla de manera vaga de las instalaciones asociadas, entre otras la que interpreta como una hospedería (Torre 1663: 11v-12r) (Fig. 9). Limón Montero, aunque los visitó en 1669 no hace sino repetir los datos de Morales y Torre (Limón 1697: 258-259). Es interesante la obra de Mariano Pizzi que en 1761 escribe un tratado sobre las aguas que asegura es la traducción de un manuscrito árabe del siglo xi. Llena de disparates históricos y con la misma estructura que otros tratados de termalismo de la época, la obra es un reflejo de la importancia que se daba a las aguas junto a las que los romanos habían generado balnearios (Pizzi 1761). En el siglo xix se aportan datos más precisos acerca de la surgencia y la piscina; la primera tenía un caudal de 7 l/s (2 042 arrobas por hora) y una temperatura de 23,50 ºC en la escala de Reamur, que equivale a 29,38 ºC,17 la segunda presentaba unas di17 En 1869 la temperatura apreciada fue de 29 ºC (García López 1869: 314).

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con la temperatura del aire21 y generaba una elevada sensación térmica y d) un importante caudal de agua.22 La temperatura por contraste y el olor a azufre hacía que esas aguas pudieran ser consideradas especiales, pero el caudal era lo que permitía poner en funcionamiento un balneario de aceptables dimensiones y el que posibilitaba que se mantuviera el calor alcanzado en la piscina de la surgencia y aunque solo tengamos una descripción de la balsa del nacimiento, con tal cantidad de agua es seguro que habría más de una piscina.23 Y aunque por norma no sea un factor determinante, ya que habitualmente las ciudades están alejadas de las surgencias, la inmediatez de Ercavica tuvo que suponer el empuje definitivo para el desarrollo de los baños de Santaver. Hay otros factores que habría que tener en cuenta y tal vez tengamos que entender que no se puede disociar el balneario de Sacedón del fenómeno religioso, pero desgraciadamente no contamos con datos. Volviendo a la cuestión de la ubicación de los balnearios romanos, se hace evidente que más allá de la existencia de surgencias hay elementos concretos que combinados son los que van a producir el desarrollo o el estancamiento de los mismos.

Fig. 9 Plano de los baños de Sacedón en el siglo xvii (según Torre 1663: 10).

mensiones de 19 x 12 varas18 (Rubio 1853: 299) lo que equivale a 5,2 x 3,55 m y aunque no hay datos de la profundidad, suponiendo una aproximada de 1,5 m,19 tendríamos una capacidad máxima de 27 690 litros, por lo que se necesitaría poco más de una hora para llenarla completamente. Estos datos nos pueden dar la clave del desarrollo que suponemos tuvo el lugar en época romana: a) la cercanía a la ciudad de Ercavica y por lo tanto a la vía,20 b) un ligero olor a azufre (Limón 1697: 262) ya que a pesar de que están consideradas aguas minerales salinas termales contienen gas sulfhídrico y sulfato cálcico (Rubio 1853: 300), c) una suficiente termalidad que sin ser demasiado alta contrastaba

18 La vara castellana tenía una longitud de 0,835905 m y era igual a 3 pies de 0,278635 m. 19 Teniendo en cuenta que las gradas de acceso eran 5 y estimando una altura para cada una de ellas de unos 0,30m para que no resultara muy incomodo su uso. 20 Entre los baños y la ciudad romana se encontró un miliario de Trajano Decio (CIL II 4915).

3. UNA NOTA ACERCA DE LOS BALNEARIOS LOCALES Y COMARCALES Los balnearios locales y comarcales están en la escala menor y por propia definición no se relacionan con ciudades. Un par de ejemplos pueden ser suficientes para ilustrar esa cuestión. En Enguidanos (Cuenca) existieron hasta la construcción de la presa

21 No deja de ser un problema utilizar mediciones modernas para teorizar sobre época romana, pero al no contar con elementos de este tipo en la antigüedad es una opción, no exacta, pero sí razonable, De esta manera en Guadalajara (Estación del Serranillo) la temperatura media anual por meses es de: enero 4,9 ºC, febrero 6,3 ºC, marzo 9,5 ºC, abril 11,1 ºC, mayo 15,5 ºC, junio 20,8 ºC, julio 23,7 ºC, agosto --, septiembre 18,7 ºC, octubre 13,9 ºC, noviembre, 8,3 ºC y diciembre 5,5 ºC y en Cuenca: enero 4,6 ºC, febrero 5,9 ºC, marzo 8,8 ºC, abril 10,6 ºC, mayo 14,6 ºC, junio 20 ºC1, julio 23,6 ºC, agosto 23,2 ºC, septiembre 18,8 ºC, octubre 13,4 ºC, noviembre 8,3 ºC y diciembre 5,4 ºC. Cf. http://www.aemet.es/es/serviciosclimaticos/datosclimatolo gicos/valoresclimatologicos?l=8096&k=clm [Consulta: 22/06/2015] y Muñoz et alii 1989: 236. 22 El balneario de Archena, donde se gastan diariamente 400 000 litros de agua tiene un caudal de 8 l/s. 23 No es algo infrecuente. Hasta el momento en Hispania, entre otros lugares, se han encontrado dos o más piscinas en Chaves (Carneiro 2013: 794-795), São Pedro do Sul (Frade y Beleza 1992: 522-528), Fortuna (Matilla y Egea 2015: 884) o Caldas de Montbui (Miró 1992a: 257-261).

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de Contreras a principios de los años setenta, junto al río Cabriel, unos baños llamados del Salobral declarados minero-medicinales en 1905 y con una facies hidroquímica sulfurada (Baeza et alii 2001: 211). Estaban al pie del Cabezo Moya, yacimiento ibérico en el que se realizaron dos campañas de excavaciones en los años 80 y donde además de materiales prerromanos se halló una moneda romana (Navarro y Sandoval 1984). También hay noticias en la zona de diversos hallazgos romanos, incluyendo monedas de Tito y Trajano, un plomo escrito que fue fundido poco después y una lápida funeraria (Gómez de Bedoya 1765: 292), además de restos de un puente. El motivo del asentamiento era estratégico tanto por el cerro en el que se sitúa como por su ubicación junto al Cabriel y aunque no se puede demostrar el uso de las aguas por los habitantes de Cabezo Moya, sería insólito no usar un recurso natural inmediato. Aunque estos baños adquirieron cierta fama (comarcal), y acudían a ellos gentes de Motilla del Palancar (33 km) o Carboneras de Guadazaón (40 km),24 el sistema de caminos necesario podía ser precario ya que no se daba el desplazamiento de mucha gente, por lo que tampoco era necesario que existieran grandes instalaciones. Otro ejemplo lo encontramos en los baños de Carraclaca a unos 6 km de Lorca y 1,5 km de la pedanía de ese nombre, en las estribaciones de la Sierra de la Tercia, a 370 msnm y a 50 m de altura respecto al valle que hay a sus pies y a una distancia de 600 m desde el valle, por lo que el último tramo de acceso tenía una pendiente del 12 %. Tenían un caudal de 0,25 l/s antes de hacer la captación (Puerta 1907: 84) y son aguas hipotermales (20 ºC) carbónicas, bicarbonatado-cálcicas, ferruginosas, cloruradosódicas, magnésicas y fluoradas (Puerta 1907: 107). Funcionó un balneario entre 1912 y 1960, pero con anterioridad existió en el lugar un recinto defensivo musulmán que se ha relacionado con el manantial de aguas medicinales (Martínez y Munuera 2009: 216217) y antes hubo un uso romano constatado por la presencia de cerámicas.25 El caudal no era suficiente para satisfacer una gran demanda y la termalidad no era reclamo bastante, aunque las características de la surgencia podrían ser 24 Véase https://www.uclm.es/profesorado/glopez/pdf/estudiojucar/ENGU%C3%8DDANOS.%20BA%C3%91OS%20 DEL%20SALOBRAL/Ba%C3%B1os%20del%20Salobral%20_Engu%C3%ADdanos-Cuenca_%20_vf%20junio%20 2010_.pdf [Consulta: 25/08/2014]. 25 Documentadas en la prospección realizada en junio de 2013.

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adecuadas para una población pequeña de visitantes. Incluso cuando el balneario tuvo instalaciones, la demanda no dejó de ser local. Así, ante infraestructuras mínimas, la incidencia en el entorno, incluida la red viaria, era irrelevante.

4. LOS BALNEARIOS URBANOS Y SUBURBANOS No son muchos los balnearios urbanos y suburbanos. Los que están en ciudades o inmediatos a las mismas serían Lugo (Lucus Augusti), Chaves (Aquae Flaviae), Caldas de Malavella (Aquae Voconiae), Caldas de Montbui (¿Aquae Calidae?), Baños de Sacedón, Caldas de Reyes (Aquae Celenae), Baños de Bande (Aquae Querquennae) y Orense (¿Auria?). Los que podemos relacionar con ciudades tanto por fuentes, como por toponimia, datos arqueológicos, epigráficos o numismáticos hallados en ellos serían Baños de Montemayor, Alhama de Aragón (Aquae Bilbilitanorum), Archena (Aquas) y Fortuna, aunque podríamos añadir Baños de Zujar que también eran conocidos al menos desde el siglo xvii como Baños de Baza (Limón 1687: 332). Por proximidad a una gran ciudad está el caso de Alange que se encuentra a 20 kilómetros de Emerita. Por último está el balneario de Alhama de Murcia, que si bien en la actualidad está en una ciudad de cierta envergadura, en época romana la combinación de vía y aguas termales pudo ser lo que originó un incipiente núcleo urbano. En total 15 balnearios que podrían aumentar si se tienen en cuenta criterios de monumentalidad arquitectónica o lo que es lo mismo de inversión económica y de afluencia de bañistas (criterios también aplicables a algunos de los centros recién mencionados). Entre estos cabría considerar caldas de Cuntis, balneario de Carballo, termas de São Vicente de Pinheiro, termas de São Pedro do Sul, Caldas de Monchique, balneario de Ledesma, balneario de Canena, La Luisiana, Alhama de Granada, balneario de Aguas de Busot, balneario de Fitero, la Nava en Cabeza de Buey y Tiermas. Una última consideración para incrementar el número de balnearios suburbanos sería la existencia del topónimo «Alhama». Cuando aparece está casi siempre relacionado con núcleos urbanos de época romana,26 así a los ya mencionados en las líneas anteriores habría que sumar Alhama de Almería, balneario 26

En este volumen: «El balneario romano: concepto …».

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de sierra Alhamilla, tal vez alguno de los balnearios del río Alhama en La Rioja, aunque ya contamos con Fitero, y Baños de Graena, también conocido como Alhama de Guadix.27

Balnearios en ciudades No hay mucho que decir al respecto ya que resulta evidente su vinculación con las ciudades. Remitimos a los datos del catálogo y en cualquier caso habría que pensar que en la génesis de algunas de estas pudieran estar las aguas termales como puede desprenderse de los topónimos con aquae. No parece el caso de Lugo o Ercávica, situadas en promontorios de claro valor estratégico y defensivo.

Balnearios asociados a ciudades (posibilidades y certezas)

Fortuna Es el caso paradigmático de balneario en medio de la nada. Sin poblamiento romano en un amplio entorno y con mínimos recursos naturales es forzoso que se vincule con una ciudad, máxime si se tiene en cuenta el volumen de gasto realizado para acondicionar el lugar (Matilla 2004). La distancia mínima a los dos municipios más cercanos es de 85 km a Carthago Nova y de 49 km a Ilici. La numismática ha ofrecido pocas monedas de cecas locales, solo una de Elche y otra de Cartagena (Arias et alii 2004). Los textos de la Cueva Negra, con la que el balneario está conectado, nos ofrecen varias pistas como la presencia de un sacerdote de Eshmún procedente de Ebusus que podría haber accedido al lugar a través de Cartagena (Stylow y Mayer 1987: 201-202) o los versos que recuerdan la descripción de Carthago (Stylow y Mayer 1987: 224-225).

Baños de Montemayor

Baños de Zújar

Su vinculación con Cappara de la que dista 26 km está atestiguada por la aparición de aras dedicadas a las ninfas capparenses (Roldán 1965).

Existen diferentes y confusas descripciones desde el siglo xvii al xix y algunas imágenes de estructuras romanas de principios del siglo xx. El primero que los menciona es Limón Montero como «Baños de Bençalema, llamados comúnmente de Baza» y recogiendo la información del médico de Baza «Gerónimo Sierra» informa de la existencia de seis estufas28 «que no tienen más fábrica que sus tapias y techo doblado», están junto al baño y en cada una de ellas hay un «balneatorio» (piscina) con gradas de acceso al agua.29 Esas piscinas estaban comunicadas con el baño común30 que estaba rodeado por un «un claustro con sus pilares y arcos y bovedas, dejando la piscina de un «estado»31 de profundidad descubierta. El manantial nacía junto al baño general y próximo a

Alhama de Aragón (Aquae Bilbilitanorum) Por el topónimo reflejado en las fuentes (Itinerario de Antonino 437,2 y 438,14) se vincula con Bilbilis de la que dista 27 km, aunque la existencia en esta ciudad de un epitafio con la origo aquensis (CIL II 3022) plantea cierta entidad para Aquae Bilbilitanorum.

Archena (Aquas) Inmediata al núcleo ibérico del Cabecico del Tío Pío del que desconocemos casi todo, entre otras cosas el grado de romanización que alcanzó (Fernández de Avilés 1943: 115-121; San Valero y Fletcher 1947) o si llegó a ser municipio (Matilla y Adrados 2008: 61). Se vincula a Carthago Nova por las monedas, la arquitectura y la pintura (Matilla 2007: 228-229). Una lápida menciona a los duunviros y a los decuriones (CIL II 3541), pero no está claro si se trata de los de Cartagena o de un posible municipio en el yacimiento mencionado. 27

En este volumen: «Los balnearios del sureste…».

28 Se habla de estufas cuando hay habitaciones, habitualmente de pequeñas dimensiones, que están fuertemente calefactadas a causa del agua termal, bien porque se encuentra en ellas el nacimiento y por lo tanto se consigue en ellas la máxima temperatura posible, bien porque se conduce cantidad suficiente de agua termal. 29 «[…] con sus gradas en circuito que sentandose en cada una de ellas sube el agua o baja según la grada» (Limón 1697). 30 «[…] estos balneatorios tienen puertas metidas dentro del agua, demanera, que para salir al baño comun, casi se bañan la cara al bajar la cabeza, conque esta puerta está cerrada con el agua» (Limón 1697). 31 «Medida longitudinal tomada de la estatura regular del hombre, que se usaba para apreciar alturas o profundidades, y solía calcularse en siete pies.» Diccionario de la Real Academia Española. Por lo tanto serían 1,95 m.

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este se encontraba lo que el médico Sierra llamaba el baño grande, construido a principios de siglo y usado solo «por los que no tienen achaque». Al remover la tierra para construirlo se encontraron materiales ¿romanos?32 (Limón 1697: 232-233). Aunque, excepto en algún caso, las descripciones son someras y las medidas inexistentes, nos sitúan perfectamente respecto a los edificios que a principios del siglo xvii se consideraban antiguos y a los que se consideraban nuevos. Cincuenta años después además del baño del «claustro» se habla de otros dos estanques, uno menor solo para uso lúdico y otro mayor que no se conecta con las construcciones existentes33 (Gómez de Bedoya 1764: 347). A finales del siglo xviii se dice que la fábrica se reduce a un claustro cuadrado e irregular, lo que provoca que haya cuatro arcadas en el lado occidental y tres en el oriental y se informa de que la obra a excepción de las arcadas y algunas jambas y dinteles es de mampostería. También en esta época parte del edificio se ha caído por desidia (Amigo 1793: 236-241). Casi 80 años después tenemos la primera descripción del balneario con medidas gracias a la memoria del año 1877 del médico Eduardo Palomares.34 Otras memorias médicas 32 Para la consideración de estos hallazgos cf. Diez de Velasco 2014. 33 «[…] el mayor parece un lago solo con las paredes por cima de las cuales se derrama el agua». 34 «El balneario lo constituyen dos galerías unidas en ángulo recto, una más alta en donde están las puertas de las estufas, y otra más baja que sirve de repartidor a los baños particulares o cuartos de las pilas. El seno de dicho ángulo mira al norte y en el está comprendido el baño general para la clase acomodada y el baño de pobres. En la galería de las estufas que tiene 21 m de longitud por 3 de anchura, se encuentran a partir del vértice del ángulo ya indicado, en un extremo dos puertas, una por la que se baja a la galería de las pilas, y otra a la derecha que pone en comunicación este local con el segundo piso de la hospedería nueva mediante una escalera muy pendiente; a la derecha hay 6 puertas en muy mal estado que dan entrada a otras tantas estufas; siendo estas habitaciones embobedadas, de 4 metros de longitud por 3 de anchura, embaldosadas con piedra de sillería y con una escalera de piedra cada una para bajar al baño general; una puerta y una cristalera les dan luz suficiente. En el muro de la izquierda de esta galería hay dos grandes ventanas acristaladas, una puerta que da paso al local en donde el baño general está al descubierto, y después otra gran ventana que da vistas a las afueras del balneario. El otro extremo conduce por medio de un pasillo al exterior, frente a la puerta de entrada, al local conocido por el nombre de hospedería vieja, entre el cual y las estufas ya descritas, hay un callejón de unos 4 metros de anchura. En la galería de las pilas o baños particulares, hay a la izquierda cuatro habitaciones de unos seis metros cuadrados cada una en las que se encuentra en la primera un baño de ladrillo de 1,50 metros de longitud, 0,7 decímetros de anchura y 95 centímetros de profundidad; y en las demás pilas de mármol blanco de una sola pieza; cada baño de estos tiene un grifo

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manuscritas o impresas más modernas no aportan datos significativos sobre la estructura de los baños. Considerando que la descripción más antigua se acerca más a lo que fue el baño romano hay que considerar una serie de elementos como indiscutibles: la piscina central inmediata al nacimiento, las gradas de las estufas y el «claustro» o galería porticada. Hay otros como la naturaleza de las cubiertas, la captación o diversas piscinas de mayor o menor tamaño que es preferible en este momento ignorar.35 Si en el siglo xvii el claustro estaba completo (no se nos dice otra cosa), en el xviii ya se especifica que es irregular con cuatro arcadas a occidente y tres a oriente, en el xix se habla de tres en el lado largo y dos en los cortos, en el xx, en el momento inmediato a su demolición se conservaba una pared con tres arcadas y otra con cuatro que parecía de factura moderna, quedando tapiada una tercera pared en la que solo estaba la apertura de la salida del manantial, aunque se apreciaban las arcadas, siendo la cuarta una tapia. La grada solo se conservaba en uno de los lados de la piscina y como mínimo durante el uso romano debería existir otra afrontada a ella. Las piscinas de 9 m2 de las estufas tuvieron que formar parte de la piscina romana (Diez de Velasco 1992: 396-398 y 2014: 18-27).

de agua mineral caliente a 36 ºC centígrados. El baño general es una gran alberca descubierta rodeada de un poyo; tiene la figura de un cuadrilátero irregular cuyos lados tienen las siguientes dimensiones 8,20 metros, 4,60 m, 6,5 m, 6,30 m y se llena hasta 1,40 m, teniendo una profundidad de 3,15 m; esta alberca, por los lados de menor longitud y por el de la mayor está rodeada en su fondo por una galería que tiene tres arcos en este y dos en aquellos; dicha galería tiene un metro de anchura y su cubierta forma el pavimento que hay alrededor del poyo de la alberca. En el lado de los tres arcos hay cinco comunicaciones con otras tantas alberquitas cubiertas, de 9 metros cuadrados aproximadamente a las que se baja por las escaleras que hay en las estufas, el techo de estas albercas está formado por el suelo de la primera galería descrita y están rodeadas de tres gradas a distintas alturas, en donde se colocan los enfermos que no pueden nadar; las estufas quinta y sexta tienen una sola alberca. El recinto en que está colocada la gran piscina está limitado por el muro de la derecha de la galería de las pilas, por el de la izquierda de la galería de las estufas, por una tapia que da al exterior y por el baño de los pobres. Este es una habitación de unos 16 metros cuadrados; al lado de la puerta de entrada está la bajada al baño, que es una piscina de forma muy irregular en la que está comprendida la parte de la galería que falta al baño anterior que antes le rodeaba por completo. En esta habitación hay una separación en la que se encuentra un baño del mismo material, forma y dimensiones que el que hay en la primera habitación de la galería de las pilas» (Palomares 1877: 15-18). 35 Una de estas pequeñas piscinas con recubrimiento hidráulico podría ser romana (Diez de Velasco 1992: 397).

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Si las dimensiones de la piscina general dadas por Palomares suponen 33,81 m2 de lámina de agua y 47,33 m3 de volumen, al calcular lo que debió ser la piscina romana estas aumentan considerablemente. Tomemos el lado corto (4,40 m) y sumémosle 1 m de galería sumergida y 3 m de las piscinas de las estufas. Tendremos 8,40 m Si existiera grada afrontada habría que sumar otros 4 m con lo que el lado corto de la piscina sería de 12,40 m. En el lado largo están las estufas con la grada que Díez de Velasco ha calculado en 17 m de longitud (Díez de Velasco 1992: 396), pero podrían ser 18 m que es lo que suman las seis estufas. Con estas dimensiones en origen habría una piscina (calculando en mínimos) de 8,40 x 17 m, parte de la cual se desarrolla bajo una galería porticada. Esto nos daría una lámina de agua de 142,8 m2 y un volumen aproximado (habría que descontar la grada) de 199,92 m3. Tendríamos en este caso la mayor piscina termal de Hispania y su relación con una ciudad, en este caso Basti, quedaría establecida. Por otra parte se ha querido asimilar Zújar o el balneario con Hactara / Bactara (Itinerario de Antonino 404,5), a 32 millas de Acci (Pastor 1993: 222), la posible Batora de CIL II 1677 (Silgo 2013: 86) a pesar de que la inscripción se encontró en Torredonjimeno (Jaén) a 134 km / 90, 4 millas de Guadix.

Alange36 Las «termas de Alange» están incluidas entre los elementos singulares que forman parte de la declaración de Mérida como Patrimonio de la Humanidad desde diciembre de 1993.37 Podría ser esto suficiente motivo para vincularlos con la ciudad de la que apenas la separan una veintena de kilómetros. Por otra parte la monumentalidad (que supone una fuerte inversión económica) del balneario es indiscutible y no es necesario volver a argumentarla. Las dos piscinas romanas circulares tienen una lámina de agua cada una de 34 m2, lo que hace que con los 0,90 m de profundidad tengan una capacidad entre 15 y 20 personas cada una (aproximadamente una persona cada 2 m2 de lámina de agua), por lo que podrían practicarse diariamente 180 baños,38 cifra suficiente

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En este volumen: «Arquitectura y espacios…». Véase: http://whc.unesco.org/archive/advisory_body_evaluation/664.pdf [Consulta: 12/03/2015]. 38 Calculando de forma mínima exagerada seis horas de baños diarias y una hora de tiempo de permanencia en el agua. En el siglo xix el horario de baño era de 16 horas diarias. 37

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para justificar tanto la envergadura de la obra como la vinculación con Mérida.

Alhama de Murcia No conocemos bien el núcleo romano de Alhama, pero todos los hallazgos se han producido en las cercanías de los baños y en los cerros contiguos del Castillo y las Paleras (Baños 1991: 357), bajo los que se encuentra la instalación romana. La monumentalidad de sus restos junto a la escasa entidad urbana documentada hasta ahora, así como la existencia del topónimo aquae39 la conectan con una ciudad. Carthago Nova, de la que se halló una moneda (Arias y Matilla 2011) está a 62 km, Eliocroca a 37 km y la importante zona minera de Mazarrón (Ramallo y Arana 1985; González Blanco 136-141) a 32 km.40

Balnearios monumentalizados Cuntis Diversas noticias desde el siglo xvii muestran indicios de su posible monumentalidad: «Echase de ver, que fue cosa de grande estimación entre los antiguos, porque aun oy ai cassa cubierta con sus pilones, y señales de divisiones donde tomaban los baños, y oy persevera un pilon, donde entra el agua de esta segunda fuente» (Limón 1687: 325). Pedro Gómez de Bedoya, conocedor de Cuntis, describe el baño como un lagar para pisar uvas, cuadrado, de cantería y con escaleras para el acceso a la piscina, estimando que cabrían simultáneamente ocho personas y que «el Baño

39 En este volumen: «El balneario romano: concepto…» y «El balneario romano de Alhama de Murcia…». 40 Las dos piscinas termales no son excesivamente grandes y a pesar de haber sido ampliadas en la segunda mitad del siglo xix conocemos las dimensiones originales que serían de 4 x 3 x 1 varas y de 8 x 3,5 x 1 varas (Castillo 1845: 14), lo que supone una lámina de agua de 8,4 m2 y 19,56 m2 respectivamente, siendo el volumen total de 23,3 m3. En la actualidad el agua no brota en los baños, pero en 1848 el caudal era de 9 pies cúbicos al minuto (Castillo 1848: 19), lo que equivale a 3,24 l/s., por lo que los dos baños tardaban dos horas en llenarse, existiendo sobrante suficiente para otras instalaciones, como los complejos termales ¿lúdicos? localizados a oriente y occidente de los baños (Baños 1991: 372-373). Podemos prescindir esta vez de la capacidad teórica de estas piscinas ya que sabemos por la observación directa de José María del Castillo que en la pequeña cabían 8 personas y en la grande 11, lo que nos lleva a 19 baños por hora y 114 baños diarios, sin contar en este caso la capacidad de los baños higiénicos de los que nos faltan datos.

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denota no ser fabrica moderna». También describe las arquetas de captación separadas del baño unos seis metros (Gómez de Bedoya 1765: 39-41). En la memoria médica de 1832 se habla del recrecimiento de los cimientos romanos: «subiendo de cimientos las mismas paredes de argamasa que formaban el otro antiguo baño», del descubrimiento de una arqueta de cantería y de la existencia de hasta tres baños (Fernández Mariño 1832: 12-13). Esto unido a la aparición de cuatro inscripciones (García Romero 1916: 274-276; Picallo y Picallo 2002), una de ellas destruida en 1839 (Hernández Sanz 1883: 9), de numerosas monedas en la arqueta del nacimiento principal que Celestino García calculó a bulto en más de 500 («no bajan de 500 las que allí salieron») (García Romero 1920: 174180) entre las que se pudieron identificar dos ases de Tiberio de Caesaraugusta y Turiasu, otros dos de Claudio, un sextercio de Domiciano, un dupondio de Trajano y un nummus de Constantino I (Abad 1992: 139), sitúa al balneario de Cuntis entre los importantes de Hispania (González Soutelo 2011). En cuanto a la conexión con alguna ciudad no es fácil establecer la relación; se podría plantear la posibilidad de Iria Flavia, distante a 20 km, pero por los hallazgos numismáticos sabemos que el balneario tiene bastante vitalidad durante la época julio-claudia, en la que sin embargo el desarrollo urbano de Galicia era mínimo (Le Roux 1996: 365-368).41

Balneario de Carballo La descripción que de él se hace en el siglo xviii42 permite tener una idea del edificio y las dimensiones de unos restos que han desaparecido completamente y de los que como pudimos comprobar solo queda la captación romana (González Soutelo 2015). Según las descripciones y sobre todo el plano de Ferro Caaveiro de 1777 se trataba de un edificio de 75 x 90 pies43 (20,9 x 25,1 m) de argamasa y esquinas de cantería que tuvo que estar cubierto por bóvedas en cada uno de sus espacios, de los que se documentaron tres. El central estaba ocupado casi en su totalidad por lo que llamaron un «pozo o baño de superior dimensión»; la obra era de cantería de buena calidad y se conservaba 41 En cualquier caso ver en este volumen: «Consideraciones sobre…». 42 A causa de un pleito por las aguas se conservan en el Archivo del Reino de Galicia una serie de documentos y planos recogidos y estudiados por Casado y Franco 1998: 251-288. 43 Para la conversión a metros se utiliza la medida de 1 pie = 0,278635 m.

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un escalón de acceso y huellas de otros dos; esta estancia tenía unas dimensiones mínimas de 7,5 x 9,2 m (no se excavó completamente la parte larga) y la piscina de 5,9 x 7,5 m, quedando un pasillo perimetral de casi 1 m de ancho en los lados largos y de más de 1,5 m en el corto conservado. Mientras el muro perimetral del edificio era de 0,8 m, los que separaban las estancias laterales de la central eran de 1,6 m en la meridional y de 1,6 m en la septentrional, medida a la que hay que sumar en algunos tramos los contrafuertes (4) de 1,25 x 125 m. En cuanto a las estancias laterales son de difícil interpretación. La de los contrafuertes ni se llegó a excavar hasta el fondo, mientras que la otra se interpretó en el siglo xviii como una piscina, aunque para Casado y Franco la existencia de suelo de losas, un vano al exterior y unos muretes transversales y truncados que delimitaban un pequeño espacio convertía la habitación en un hipocausto (Casado y Franco 1998: 268). Esto no es imposible puesto que conocemos otros casos en Chaves (Carneiro 2013: 796-797), Orense (Rodríguez y Cordeiro 2012: 98) o Alhama de Murcia (Baños 1991: 372-373), pero resulta bastante improbable por la configuración arquitectónica y por el caudal de 5 l/s (San José 2000: 164) que hacía innecesario calentar agua ya que la piscina central con una capacidad estimada de 79,65 m3 tardaría en llenarse algo más de cuatro horas y la entrada permanente de agua mantendría la temperatura. Sin plantear otras consideraciones como el grosor de los muros, el conjunto de Carvallo tiene trazas de monumentalidad, con una piscina con dimensiones que trascienden el baño comarcal. Tal vez pudieran relacionarse estos baños con Brigantium de la que distan 37 km.

Termas de São Vicente de Pinheiro Excavadas a principios del siglo xx (Fortes 1902) necesitan una profunda revisión y cabría la duda de relacionarlas con alguna ciudad (Frade 1993: 883). Se han explicado como termas tradicionales pero dada la temperatura de 18,50 ºC del agua no sería de extrañar que aunque fueran termas salutíferas, el agua se pudiera usar tras calentarla artificialmente (Miró 2011). El edificio del que solo quedan las primeras hiladas de los alzados se inscribe en un rectángulo máximo de 23 x 16,5 m, aunque si no tenemos en cuenta las salas consideradas como frigidarium, que sobresalen bastante del rectángulo, las dimensiones serían de 23 por 11 m, en cualquier caso mayores

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de lo que se espera en las instalaciones de una villa rural.44 Se podría relacionar con Monte Mozinho, a cuatro kilómetros en línea recta.

Termas de São Pedro do Sul El volumen de lo construido, su monumentalidad y sobre todo la capacidad de las piscinas documentadas no dejan dudas sobre su vinculación a una ciudad. Se construyen en el siglo I d.C. con tres piscinas, una exterior rodeada de un doble pórtico de orden jónico de 20,50 x 9 x 1,50 m (P1), y otras dos interiores de 7,40 x 5,40 x 1,20 m (P3) y de dimensiones indeterminadas (P4) a causa de remodelaciones posteriores. A finales de este siglo sufren una remodelación que respeta la piscina porticada y transforma las otras dos (Frade y Beleza 1992: 524-528) disminuyendo el tamaño de la P2 y quedando con 8,20 x 4,70 x 1 m, por lo que pasa de una capacidad de 47,9 m3 a una de 38, 5 m3, aunque la lámina de agua queda prácticamente igual, pues mientras que la P3 tenía 39,96 m2, la P2 tiene 38,54 m2, por lo que no disminuye la capacidad para los bañistas. Se podría relacionar con Viseu que está a 22 km.

Caldas de Monchique En el entorno del balneario hay noticas desde principios del siglo xx de hallazgos fortuitos e incluso de la aparición de algunas estructuras que se consideraban como romanas (Formosinho 1949: 3-4). Las obras de ampliación de las instalaciones realizadas en 1940 pusieron al descubierto diversos restos constructivos que no se han conservado y materiales de sumo interés. Destacaban tres pequeñas piscinas casi cuadradas y una construcción abovedada así como partes de posibles canalizaciones y muros aislados que se han interpretado como pertenecientes a un edificio de culto (Frade 1993: 890). Entre los materiales constructivos desubicados, destruidos o fragmentados por las obras se citan tejas (tegulae e imbrices), fragmentos de mosaicos polícromos pertenecientes a piscinas, y losas. Entre los objetos muebles destacaban más de un centenar de lucernas, un ara dedicada a Aquis Sacris, un brazo desnudo de bronce de una estatua de 44 Los balnea rurales suelen tener dimensiones que oscilan entre los 60 y los 90 m2, aunque hay algunos casos en que alcanzan los 1000 m2, tratándose de instalaciones cuidadas y ornamentadas que se alejan de S. Vicente (García-Entero 2006: 869).

medio metro de altura, 115 alfileres de bronce o plata, dos cornucopias de bronce y una figurilla de mujer de este mismo metal que se ha interpretado como Minerva o Juno (Formosinho 1949: 5-12), aunque también como Fortuna (Frade 1993: 890). Tanto en el nacimiento como en los alrededores han aparecido monedas con una cronología que abarca casi todo el imperio, así hay de los emperadores o miembros de la familia imperial: Augusto, Tiberio, Claudio, Trajano, Antonino Pío, Máximo, Filipo el árabe, Otacilia Severa, Constantino I, Constantino II, Constancio II, Constancio Galo, Valentiniano I, Graciano, Teodosio I, Honorio y Arcadio (Abad 1992: 172-174). Los restos inmuebles no parecen muy significativos y las tres piscinas oscilan entre los cuatro y los tres metros de lado, lo que unido a unas aguas de moderada termalidad (32 ºC) no haría que este balneario estuviera obligatoriamente unido a una ciudad. Sin embargo hay varios factores a tener en cuenta, como la escasez de aguas minero-medicinales termales en el suroeste de Hispania que afectan a los actuales distritos o provincias de Setúbal, Evora, Beja, Faro y Huelva, la variedad y riqueza de los materiales encontrados y el hecho de que los restos que se pudieron documentar se inscribían en un rectángulo de 49 x 22 m, lo que lleva a considerar la conexión de las termas con una ciudad que pudiera ser Portus Hannibalis a 20 km al sur, aunque desconocemos su estatus e importancia, o bien Lacobriga a 40 km, parece que más importante demográficamente pero también sin estatus conocido (Francisco 1996: 292-293), otra opción es la de Ossonova, la población romana más importante del Algarve, que se encuentra a 79 km.

Balneario de Ledesma Aunque el edificio principal del balneario romano ha sufrido importantes transformaciones aún se conserva en su estructura original de la que tenemos descripciones más o menos someras desde principios del siglo xvii.45 45 González Dávila decía: «Sus aguas…vienen encañadas al baño, que es un gran pilon de poca hondura, que està cubierto de una boveda de ladrillo, y en medio tiene una ventana por donde le entra luz» (González Dávila 1606: 259). De 1697 data el primer tratado que hay de las aguas de Ledesma, que aunque se centra en exclusividad en cuestiones médicas hace alguna mención general a la casa de baños de la que se alude a las ventanas y las claraboyas situadas en el baño (Colmenero 1697: 57). En 1776 se describe el edificio del baño como una cuadra de 17,5 x 13,75 varas, cubierto por bóveda de ladillo «a lo antiguo» y con un grosor de paredes de 2,66 varas (tres varas menos tercia); la piscina (pilón) tenía 10,5 x 6,75 varas,

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Se trata de una instalación balnearia romana conservada de una aceptable magnitud.46 Es inevitable poner en relación Baños de Ledesma con una ciudad matriz de la que presumiblemente hubieran salido los fondos para las obras realizadas y que además aportara a los bañistas. Salmantica puede ser el origen de las construcciones pues se encuentra a una distancia de entre 28 y 36 km, pero tampoco se puede desdeñar Bletisama (¿Ledesma?)47 que se halla solo a 10 km. Un hito terminal conservado en una de las paredes exteriores de la iglesia de Santa María (CIL II 859) marca el punto de confluencia de los territorios de Salmantica, Bletisama y Mirobriga (¿Ciudad Rodrigo?), por lo que los baños parecen quedar dentro del territorio de Salmantica. Ahora bien, los datos que tenemos de los siglos xviii y xix indican que a estas con una profundidad de 2 varas y el agua que llegaba por un caño que pasaba bajo un altar tardaba cinco horas en llenarla» (Dorado 1776: 44). Según estas medidas estaríamos frente a un edificio de 14,63 x 11,5 m y muros de 2,22 m de grosor y una piscina de 8,8 x 5,64 x 1,67 m y por lo tanto con una lámina de agua de 49,63 m2 y una capacidad de 82,88 m3. 46 La mejor descripción la debemos al coronel de infantería Ramón Moya que se desplazó a estos baños por motivos de salud. Al darse cuenta de que no existían informes científicos acerca de los baños puso su empeño en que se realizaran, para lo que contó con la colaboración de Pedro Gutiérrez, catedrático de química. Además de volver sobre el edificio del baño, que otros autores habían tratado, ofreciendo medidas más precisas, dicen que se adivinan otros baños por las ruinas de argamasa y hormigón que se advierten en uno de los muchos «ojos» de agua que brotan en la zona (16), y que en otras ruinas, donde suponen que pudo haber una antigua hospedería, se han hallado «urnas sepulcrales» (49). En cuanto al propio edificio de baños lo describen con paredes de piedra y bóveda de «ladrillo en rosca» (14) al que llega el agua desde el inmediato nacimiento primero por un canal de fábrica y luego de piedra y alcanza la piscina entrando en el edificio «en el medio del lienzo de pared, que hace fachada á la entrada del Salon, (donde) se halla un Altar en que se coloca durante la estacion de baños, la Efigie del Sto. Cristo Patron de ellos, por cuyo pie vierte la canal del agua; y concluida la estación le buelven a colocar en la iglesia» (14). A la estancia del baño le dan las medidas de 50 x 38 pies, siendo la altura hasta la bóveda, en la que hay tres claraboyas, de 21 pies; en la pared que da al río había dos ventanas de «4 a 5 pies en cuadro». A las paredes les dan un grosor de tres varas. El espacio interior está ocupado por el «estanque de paredes y pavimento de piedra labrada» con unas dimensiones de 32 pies x 20 pies y profundidad de 7 pies de los que solo 5 son de agua, de forma que se llena en cuatro horas y se vacía en quince minutos. Para acceder al interior de la piscina había escaleras de piedra en todos los lados, pero solo la del lado norte era una grada corrida; alrededor de la piscina quedaba un andén de 9 pies de ancho en el que se colocaban 40 camas (Moya y Gutiérrez 1815: 14-31 y 49). A principios de siglo la breve descripción de GómezMoreno solo añade la aparición en las inmediaciones de un capitel dórico (Gómez-Moreno 1967: 58) a la vez que aporta las medidas de la sala (13,9 x 10,6 x 5,9 m) y de la piscina (9,91 x 5,6 x 1,95 m —1,39 m de agua—). 47 La ubicación es controvertida. Cf. Gómez-Pantoja J. L. 2010: 211-215.

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aguas acudían gentes de las «Provincias de Castilla inmediatas a ellas y en las contiguas del Reyno de Portugal (que son de las que concurre mayor número de enfermos)» (Moya y Gutiérrez 1815: 6).

La Luisiana Se conserva una piscina de hormigón con recubrimiento hidráulico48 de 31,75 x 3,05 x 1,75 m que presenta gradas de acceso en uno de los lados largos y en los dos cortos (Huecas 1997: 354) y existe la posibilidad de que también tuviera gradas en el otro lado largo y que estas hayan quedado enmascaradas por la obra moderna.49 La surgencia es de aguas frías, cálcicas, magnésicas y sódicas y se usó en los siglos xviii y xix como agua minero-medicinal por gente del entorno cercano (Huecas 1997: 360).50 Se ha querido asociar el baño romano con una villa agrícola,51 aunque las dimensiones de la piscina son excesivamente grandes para este tipo de establecimientos.52 Los restos de la villa que hay en el entorno bien pudieran ser instalaciones anexas a los baños e incluso una mutatio dada la situación junto a la vía. Llama la atención el área de la piscina que tiene 96 m2 y es equiparable en superficie a la de Fortuna (105 m2). En la actualidad se considera que son necesarios 2 m2 de lámina de agua para cada uno de los usuarios de una piscina, por lo que con la normativa moderna la capacidad de La Luisiana sería de 48 personas, lo que nos lleva a la posibilidad de relacionar el balneario con una ciudad. La más cercana es Obulcula, que se encuentra a 7 km, pero también podría ser Astigi a 17 km, sin que se puedan descartar otras como Carmo a 38 km, Hispalis a 73 km o Corduba a 70 km.53 48 También se conoce el sistema de captación realizado mediante tégulas verticales y separadas para dejar fluir el agua (Fernández Gómez 2007: 167). 49 Es la impresión sacada tras la visita al lugar en junio de 2014. 50 Según Madoz empezaron a funcionar, tras su uso romano, en 1793 considerando las aguas útiles para las erupciones cutáneas (Madoz 1847: 463). 51 Ficha de La Luisiana de la Base de Datos de Patrimonio Inmueble de Andalucía http://www.iaph.es/patrimonio-inmueble-andalucia/resumen.do?id=i7134 [Consulta: 9/09/ 2014]. 52 Otra posibilidad sería la un doble uso como balsa y como piscina, cosa que no parece muy probable aunque con el caudal estimado de 0,46 l/s o 1 l/s harían falta entre dos y cuatro días para que se llenara completamente, lo que favorecería esta posibilidad. 53 En la relación de enfermos que se conoce de 1796 encontramos personas de La Carlota (39 km), Sevilla, Écija, Fuentes de Andalucía (18 km) y Carmona (Huecas 1997: 360).

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Balneario de Canena Tiene aguas hipotermales (20 ºC) y una historia relativamente corta como balneario moderno.54 El poblamiento ibérico en la zona (Gutiérrez 1998) y en época romana la aparición de mosaicos y cerámicas, así como un acueducto moderno con posible cimentación romana en el inmediato arroyo de la Yedra (Morales y Ruiz 2005: 365-382) han provocado la catalogación del lugar como «villa del balneario». En la visita de trabajo realizada al balneario55 se pudo comprobar que no hay estructuras romanas visibles excepto en la arqueta del nacimiento, donde se halla un ¿depósito? o ¿piscina? según nos dijeron de 3 x 9 x 1 m compartimentado longitudinalmente en dos senos iguales. Solo se tiene acceso al descubrir la tapa de la arqueta, por lo que no se pueden apreciar las medidas ni la naturaleza de la obra, aunque por la descripción realizada en el balneario parece que las paredes pudieran estar recubiertas de opus signinum. En cuanto a otros restos constructivos solo se ha podido constatar la existencia de mosaicos polícromos posiblemente de dos piezas distintas (Fig. 10). Entre los materiales destaca la presencia de cerámicas de paredes finas decoradas con escamas de piña, una fragmento de disco de lucerna con decoración de venera y varias paredes de terra sigillata A, lo que 54 Rubio se limitó a decir que en los alrededores de la villa de Canena nacían varias fuentes de agua ferruginosa (Rubio 1853: 459) y Madoz entre otras surgencias nombra la de Fuencaliente como agua minero-medicinal recomendada por los médicos de los contornos y se lamenta de que no exista un baño, aunque reconoce que la zona de la fuente tiene restos arqueológicos: «Tampoco hay en toda la jurisd.(icción) cas. (erío), cortijo., ni desp.(oblado) alguno: solo varios vestigios á un tiro de bala hacia el O. de la v.(illa), en donde aparecen acueductos y restos de pobl.(ación), que indican hubo algún cas.(erío) en aquel punto, ó que quizás se estendió hasta alli el pueblo actual en tiempo de los romanos, para aprovechar las aguas de las fuentes que por aquel sitió se derraman» (Madoz 1846: 448). Efectivamente no se equivocaba Madoz al suponer la existencia de restos de época romana. El uso de las aguas medicinales de Canena se puede remontar a la prehistoria ya que en el entorno del balneario se han hallado hachas pulimentadas y cerámica cardial. En época ibérica parece que hay una necrópolis, lo que encaja bien tanto con una posible consideración de las aguas como sagradas (en Fortuna, en unas obras realizadas junto al balneario romano se encontró una urna funeraria ibérica tardía que en la actualidad se encuentra en el Balneario de Leana) como con el poblamiento ibérico en la zona (Gutiérrez 1998) y en época romana la aparición de mosaicos y cerámicas en la zona, así como un acueducto moderno con posible cimentación romana en el inmediato arroyo de la Yedra (Morales y Ruiz 2005: 365-382) han provocado la catalogación del lugar como «villa del balneario», cf. http://www.iaph.es/patrimonio-inmueble-andalucia/resumen. do?id=i14070 [Consulta: 3/08/2013]. 55 En agosto de 2013.

Fig. 10. Fragmento de mosaico del balneario de San Andrés en Canena (Jaén).

da una primera aproximación cronológica de los siglos i-ii d.C. En cuanto a las monedas que se han hallado de manera fortuita en los últimos años, hay un as de Cástulo, un semis de la misma ceca, un as de Tiberio de la ceca de Carhago Nova, un dupondio de Vespasiano, un as de Filipo I del que también se encontró un tetradracma acuñado en Alejandría, un follis de Majencio, medio centenional de Constantino I (Urbs Roma) y dos pequeños bronces (21 mm Ø) muy gastados del siglo iv, uno con el tipo y leyenda del reverso de «FEL TEMP REPARATIO» y otro de la ceca de Arlés (CONST). A estas monedas hay que añadir tres árabes (un posible felus emiral y dos piezas de plata) y dos maravedís de Carlos II de la ceca de Granada. Desde el punto de vista constructivo no hay argumentos sólidos para considerar el balneario de Canena como dependiente de una ciudad. Hay, no obstante, dos motivos para incluirlo tentativamente en el grupo de los balnearios suburbanos, uno de ellos es la concentración de ciudades en la zona y el otro es el dinamismo cronológico que muestra desde el siglo ii a.C. hasta el siglo iv d.C., lo que demuestra un uso continuado de las aguas de 600 años, y eso sin tener en cuenta las fases previas al mundo romano ni las épocas tardoantigua y árabe. Desde luego la ciudad más importante de la zona es Cástulo, distante 18 km, aunque hay otras como Biatia (Baeza) a 10 km.

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BALNEARIOS, CIUDADES Y VÍAS...

Alhama de Granada56

sería el Municipium Florentinum Iliberitanum a una distancia de 57 km y en este caso quizá podríamos considerar La Malahá (29,8 ºC), que se encuentra en el camino entre Granada y Alhama, también como baño suburbano, aunque a día de hoy no hay datos suficientes del balneario romano (Diez de Velasco 1992: 390).

El topónimo actual asocia el lugar con Granada, lo que sin ser determinante para época romana es una primera pista para considerar este balneario suburbano. Otra es la arraigada tradición en el uso de sus aguas que no permitió la desaparición del baño tras la conquista cristiana. Además es uno de los pocos casos en que además de aprovecharse las construcciones romanas (Baño de la Reina) hay un nuevo programa «monumental» en el que la sillería es protagonista, algo insólito en los balnearios conocidos en la España musulmana.57 Aceptando que el Baño de la Reina es romano en su concepción, nos encontramos con una estructura de 6,27 m de diámetro con una altura de cúpula de 5,82 m (Raya 2009: 77) que en forma y proporción es semejante al baño circular de Baños de Montemayor, aunque difiere de Alange.58 Hay en el entorno del balneario varios yacimientos romanos entre los que destacan los llamados cerros del Baño y de Mesa del Baño, pero en el estado de nuestros conocimientos no podemos hablar de ciudad romana en el lugar, aunque si de un poblamiento surgido al calor de las aguas termales y que se remonta como mínimo a la protohistoria (Pachón y Carrasco 2011: 102-106). Aunque se ha querido ver en Alhama la ciudad de Artigi quod Iulienses citada por Plinio el Viejo (III, 10) y también por Ptolomeo (II, 4, 9) lo cierto es que el único dato claro es que estaba entre el Guadalquivir y el Mediterraneo (Canto 2002: 37). Así, volviendo al principio, la ciudad con que se pueden relacionar los baños de Alhama de Granada 56 Están suficientemente explicados en este volumen: «El balneario romano: concepto…», «Inventario y revisión…» y «Los balnearios del sureste…». 57 En este volumen: Los balnearios del sureste… Un baño salutífero árabe bien documentado arqueológicamente es el de Fortuna y lo que se hace en época medieval, despreciando el balneario romano de sillería, es recrecer el estanque exterior al que vierte sus aguas la piscina y cubrirlo con una bóveda de ladrillo. Así de los 15 x 7 m del baño romano se pasa a 2 x 4 m en el baño islámico, y de los sillares a los ladrillos (Pérez Asensio 2005). Y hasta donde sabemos el de Fortuna era un baño vinculado a los reyes moros de Murcia (cuando la propiedad de Fortuna en la que se incluyen los baños pasa, merced a una venta, a manos cristianas en 1297 el vendedor es Ibrahim Abu Ishaq Ibn Hud, descendiente legítimo de los reyes de Murcia (Eiroa 2006: 29-30)). 58 En Alhama ni están ni hay huellas de los ábsides perimetrales. En Baños de Montemayor la sala tiene 7,2 m de diámetro y la altura de la cúpula es de 7,3 m (escala gráfica) (González Soutelo 2013: 228-229), mientras que en Alange las medidas son 10,90 m y 13,86 m (Álvarez 1973: 274), lo que hace que las proporciones respectivas de la altura respecto al diámetro sean de 1,27 m para Alange y 0,99 m para Baños de Montemayor.

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Balneario de Aguas de Busot (Aigües) Solo hay referencias a los restos arquitectónicos romanos en las memorias médicas y lo mismo ocurre con las monedas, pese a ello se ha podido localizar el lugar concreto del que proceden los restos y la Balsa de los Romanos construida con el desmonte de un pórtico y una piscina. La escueta descripción puede reflejar la monumentalidad de la obra (Fernández López 1849: 38-41) mientras que las monedas halladas delatan por una parte un uso continuo de los baños entre el siglo i a.C. y el iv d.C. y por otro un área grande de captación de clientes. Así de las 18 monedas que aparecen descritas en la obra de Joaquín Fernández López hemos podido distinguir un victoriato, un as y un semis de Augusto de Valentia, tres ases de Tiberio, uno de Carthago Nova y dos de Calagurris, un nummus del siglo iv d.C., un dinero medieval de Barcelona y un cuarto de maravedí de Alfonso X. Además hay unas descripciones que podrían referirse a varias monedas como «dos mujeres dándose la espalda en el asta que sostiene un estandarte» que por la descripción del anverso (Marte) debe ser de Constantino o posterior y otra con ara en el reverso y «R.QVINDEM» que se refiere claramente a providentia, y que debe ser acuñación romana ya que especifica el uso de S/C, aunque al revés (C/S) (Arias y Matilla 2011). Hay también una acuñación de Emerita a nombre de Augusto de estas características. Un último dato a tener en cuenta es el propio topónimo que remite a un aquae.59 El balneario de Aguas podría estar relacionado con Lucentum, ciudad a 24 km y de la que dependía a principios del siglo xix o con el importante núcleo romano de Villajoyosa, a 20 km de distancia.

Balneario de Fitero Los datos que nos han llegado desde el siglo xix indican que en el lugar se realizó una importante 59

En este volumen: «El balneario romano: concepto …».

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inversión que se tradujo en una obra de sillería, a veces con interior de hormigón, en la que destacaba un edificio con cabecera tripartita (la misma idea que se encuentra en Fortuna) y abierto al lado opuesto con un pórtico de cuatro columnas de las que se conserva el dibujo de un capitel y una basa (Lletget 1870: 226-230) (Fig .11) y una serie de pequeñas piscinas de 2,08 m de diámetro y 1,01/1,04 m de profundidad con una capacidad individual de 5340 l, lo que supone para las 14 pozas documentadas 74 760 l.60

Fig. 11. Plano del balneario romano de Fitero (según Lletget 1870: 241-242).

En el documento 42 del Cartulario de Fitero de 1155 se cita a los baños como ualneolo de Caracallo, aunque se ha interpretado como una asociación erudita del amanuense (Monterde 1978: 261). Existía en la zona según la documentación medieval el topónimo Niencebas (con múltiples variantes según época y copista61 al que José Manuel San Baldomero sitúa «en la Peña del Saco»62 y según él era un «teónimo que tomaba su nombre de las aguas termales existentes frente a esa villa en las que las ninfas manifestaban sus poderes curativos, fecundadores y mánticos» (San 60 Las medidas pormenorizadas de cada una de estas piscinas en Medrano y Díaz 2005: 183. Además destaca la gran obra romana de captación de las aguas: una galería de 65,44 m de longitud con una altura de excavación de 1,76 m y una anchura de 0,78 m (Lletget 1870: 227). Hay más edificaciones y restos en todo el entorno que nos informan de la magnitud de lo construido e invertido (Medrano y Díaz 2005: 177-189). 61 Nieceuas, Niencauas, Niencauas, Niesceuas, Ninzaues, Necebas, Neceuas, Nencebis, Nenceuis, Nesceuas, Nesceuis, Nezeuas, Nezeues y Nezeuis. 62 Aunque por los datos de las excavaciones arqueológicas el poblamiento en el lugar termina coincidiendo con la conquista romana de la zona (Mezquiriz 1986: 275 y 282-283).

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Baldomero 1998a: 633); este autor hace derivar el topónimo de Ninpha-aquae (629). Al margen de esta cuestión, que aunque sugerente podría resultar controvertida, hay que hacer mención a los hallazgos numismáticos del balneario. Conocemos un medallón de Marco Aurelio y Cómodo (Abad 1992: 146 147) y cinco monedas recogidas en el siglo xix por Llegret (1870: 228-229) de las que identifica cuatro de ellas como pertenecientes a las cecas de Celsa63 (1), Cascantum64 (2) y Turiasu65 (1). De ellas las monedas de Celsa tienen una amplia difusión peninsular (Hurtado 2001), las de Cascantum, aunque pueden tener un área de dispersión amplia aparecen en menor cantidad y a partir de Tiberio (Medrano 1990: 512) y las de Turiasu también tienen una difusión amplia (García Bellido 2006). En cuanto a la relación del balneario de Fitero con el mundo urbano, hay que recordar que está en una zona ampliamente urbanizada con ciudades como Contrebia Leucade (14 km) Araceli (14 km) Graccurris (22 km), Cascantum (23 km), Turiasu (35 km) o Calagurris (39 km), sin que sea posible relacionar directamente las inversiones en los baños con ninguna de ellas. Lo que si es cierto es que el balneario tenía una gran capacidad de bañistas. Si tenemos en cuenta que el volumen total de agua que necesitaban las piscinas era grande y que aunque estas eran pequeñas y estaban concebidas para que el usuario permaneciera sentado, sabiendo que la grada 63 «La primera que se encontró tiene en el anverso la cabeza desnuda de Augusto, dentro de laurea, y la inscripción C. V. I. CELS —AVGVST, — esto es: Colonia victrix Julia celsa—Augustus.—En el reverso un buey que tiene encima: L. CORN. TERREN.—; en el pecho II, VIR. y debajo M. JVN. HISAPN…Esta salió de una urna cineraria». Se trata de un as de Celsa: AVGUSTUS C V I CELSA / L COR TERR M IVN HISP II VIR (RPC 270). 64 «La segunda, muy vulgar, es igual á la señalada con el n. ºC 8 de la tabla XVII. Tiene en el anverso: TI. CAESAR. DIV. AVG. F. AVGVSTVS. Su cabeza laureada, a la izquierda, esto es: Tiberius Caesar Divi Augusti Filius Augustus. En el reverso:—un buey—encima:–MVNICIP.—debajo:—CASCANTVM.—esto es: Municipium Cascantum. La tercera, también del municipio de Cascante, es la más notable: primero porque tiene la T de Cascantum ligada con la N; en segundo lugar, porque lleva sobresello ó contramarca, y en tercero, porque la contramarca, que de por sí la hace muy rara según el citado P. Flores, no es la VAE-VALEntia, que este autor señala en la tabla IIL addenda 2 ºC, con el n.º C 6, sino la (C) propia de Cascante». Se trata de dos Ases (RPC 427 y 425). 65 «La cuarta, del municipio de Tarazona, tiene en el anverso la cabeza laureada de Augusto, á la izquierda. En el contorno— IMP-perator AVGVSTVS PATER PATRIAE. —Abajo: una contramarca, TVRriaso, en nonograma. Reverso.- Corona de encina. En el contorno:– MVNTVRIASO.—Dentro de la corona II VIRos». Aunque hace una lectura errónea debe referirse al as de Turiasu RPC 405 o al semis RPC 406.

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que hacía de banco tenía un perímetro exterior de 4,87 m y calculando que el espacio de confort para estar sentado es de 0,60 m, en cada una de las pozas cabían sentadas hasta 8 personas, lo que nos da un total de 112 bañistas que podrían estar tomando el baño simultáneamente. Incluso si lo redujéramos a la mitad en consideración al espacio que queda en torno a las gradas inferiores, podría haber 56 personas en el baño a la vez. No sabemos el tiempo que podría durar cada baño, ni la franja horaria en la que estos se desarrollaban, pero calculando bajo mínimos y asignando a cada baño una hora y suponiendo que solo funcionara el balneario del amanecer al medio día (6 horas), tendíamos 336 personas pudiendo hacer uso al día del baño, sin tener en cuenta otras instalaciones como el vaporario. Si consideramos que las piscinas son individuales el número de bañistas diarios podría estimarse en 84, cifra también significativa. En cualquiera de los casos teóricos se trata de un elevado número de individuos lo que entre otras razones ya argumentadas, convierte a Fitero en uno de los balnearios importantes de Hispania.

La Nava en Cabeza de Buey Se trata según sus excavadores de un balneum surtido de aguas medicinales en «torno al cual se van a establecer una serie de servicios y que, por ultimo, podría haberse convertido en lo que hoy conocemos como una urbanización residencial. Un establecimiento de este tipo exige, lógicamente, una clientela más o menos estable o permanente para hacerlo rentable. Clientes habituales debieron ser los habitantes de las cercanas ciudades de Mirobriga (Capilla) y Sisapón66 (Almadén), al margen de otros usuarios esporádicos de los servicios termales» (Calero 1988: 155). El complejo, conocido desde el siglo xviii e identificado incluso con Turobriga (Melida 1925: 451-452),67 se desarrolla en una superficie de más de 20 000 m2 y en las excavaciones se han identificado tres edificaciones notablemente separadas entre las que destaca el balneum que aunque en algunos espacios puede plantear controversia en la interpretación (García-Entero 2005: 342), no deja de ser un baño típico higiénico salvo por las dimensiones: 32,7 x 22 m. Muy próximo se encuentra el baño de la 66 En realidad Sisapo está en la aldea de la Bienvenida, en el municipio de Almodóvar del Campo. 67 Lo que puede dar una idea de la suntuosidad de los materiales.

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Baba (supra), pero no hay ningún dato que permita establecer que las aguas usadas en el complejo de la Nava procedieran de esta surgencia o de cualquier otra de la zona que fuera medicinal. Si se tratara de una instalación surgida al amparo de unas aguas minero-medicinales habría sin duda relación con una ciudad, pero eso queda por determinar. Un intento de reconstrucción virtual del establecimiento muestra un baño semejante al de Alange (Carmona et alii 2002: 70-73).

Tiermas Era una de las aquae hispanas68 y a la vez era una therma tal como delata el topónimo y confirma la breve descripción que conservamos de los restos romanos, entre los que destaca un baño circular (Lletget 1857: 12) y algunos indefinidos.69 Ciertamente había restos constructivos de época romana pero no conocemos la magnitud de los mismos y por lo tanto de las cantidades invertidas. En la actualidad no hay en el entorno grandes aglomeraciones urbanas y sin embargo sigue siendo, aun con el balneario moderno sumergido gran parte del año en las aguas del pantano de Yesa, un lugar al que la gente acude a tomar las aguas y a usar los lodos sin más infraestructura que unas ruinas. Según Limón, en el siglo xvii la gente procedía de «diversas partes assi de España, como de Francia, y otros Reynos» (Limón 1697: 303) y en alguna de las memorias médicas que se conserva se hace especial mención al itinerario desde Zaragoza (Abades 1833: 15) o desde Pamplona (Rubio 1853: 125), ciudad desde la que hasta 1857 había que hacer un trayecto en camino carretero hasta Liedena y desde allí, tras cruzar el río en barco, trasladarse en caballerías al balneario (Lletget 1857: 2).

5. LOS BALNEARIOS Y LAS VÍAS No se trata de abordar relación de los balnearios y las vías romanas de forma pormenorizada, esto habrá que dejarlo para futuros trabajos en los que se tengan en cuenta todos los puntos con aguas 68 En este volumen: «El balneario romano: concepto…» (toponimia). 69 «Poco apartadas de las casas de baños hay unas ruinas de otras casas que fueron los baños, que parecían ser grandes y bien diferentes de las presentes» (Armijo 2006: 115 Apud Labaña 1895).

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minero-medicinales y uso constatado de las mismas en época romana. Ahora solo se trata de señalar que vías están documentadas en conexión con cada uno de los balnearios que hemos considerado relacionados con ciudades y en su caso hacer notar el desconocimiento de determinadas vías para alguno de los balnearios que por su magnitud tuvieron que tener un camino acorde a la cantidad de personas que hacían uso de las instalaciones termales.

Balnearios en vías principales Alhama de Aragón Es la antigua Aquae Bilbilitanorum y la mansión cuarta desde Caesaraugusta tanto de la vía XXIV (437, 2; 438, 14) como de la XXV del Itinerario de Antonino, situada entre Bilbilis y Arcobriga. Desde Bilbilis hay 24 millas y desde Arcobriga 16 millas, aunque Roldán corrige la distancia entre Calatayud y Alhama de Aragón y propone 16 millas (Roldán 1975: 85). La formula empleada en el nombre no deja dudas a la relación con Bilbilis, pero llama la atención que no tengamos noticias de Jaraba, a 40 km de Calatayud y a 20 km de Alhama, donde los manantiales Serón y San Vicente de aguas bicarbonatadas, sulfatadas, magnésicas, cálcicas y sódicas manan a 31,7 ºC (Maraver 2004: 94 y 96) y el manantial de la Virgen, con aguas semejantes pero con menos iones de sodio surge a 28,2 ºC (Maraver 2004: 102). Cerca de este lugar se encontraba el llamado Puente del Diablo, sobre el Río Mesa cuyo origen se ha querido ver como romano, aunque por las fotografías antiguas parece medieval (Villanúa 2004: 479). Entre los afluentes del Jalón, río ribereño de la vía romana, se encuentra el río Piedra que a la vez recibe aguas del Río Mesa, por lo que sería lógico determinar la existencia de una vía secundaria de la que participaba Jaraba. Además del topónimo y de una inscripción dedicada a Tutela (CIL II 3021) (muy parecida a una de La Guardia en Jaén: CIL II 3377) no sabemos nada de las instalaciones y naturaleza de Alhama en época romana, solo la sospecha de que podría ser un lugar con cierta entidad a raíz de CIL II 3022. Las posibles menciones de Marcial (I, 49) a este respecto no resuelven nada. Pero como mínimo hay que considerar que no recibía gente solo de Calatayud, sino también de Arcobriga, siguiente punto de referencia en la vía y a una distancia semejante a la que hay entre Calatayud y Aquae Bilbilitanorum.

Caldas de Malavella Aunque debería estar en el apartado de ciudades ha parecido interesante tratarla aquí a causa de su posición viaria. Situada en la vía II del Itinerario de Antonino entre Cinniana y Seterras, se ha planteado que es el final de una vía única y que a partir de ahí la misma se divide en dos, una dirigiéndose por la costa hasta Barcelona y otra yendo por el interior (Roldán 1975: 40-41). Aparece también en los Vasos de Vicarello (CIL XI 3283-84, 15-16) y en la Tabula Peutingeriana que introducen entre Aquis Voconis y Seterras a Gerunda y lo mismo ocurre con el Anónimo de Rávena (4, 41-303, 3-5). Ubicada en una vía principal y posible punto de confluencia de otros dos caminos, es innegable la facilidad con la que tanto desde un entorno cercano como desde lugares más lejanos se podía acceder a las aguas, a pesar de que los datos disponibles hasta ahora indican un uso de las mismas por parte de la población local (Mayer 2010: 307-310). Los dos complejos minero-medicinales conocidos tienen piscinas con láminas de agua en superficie de 89,93 m2 para el Puig de San Grau y de 32,78 m2 para el Puig de les Ànimes y un volumen conjunto aproximado de agua de 200 m3,70 siendo la capacidad entre ambas de 61 personas, lo que convierte estos baños (es posible que hubiera más) hipertermales en un centro de recepción de bañistas más allá de los habitantes del municipio.

Baños de Montemayor Situados en la vía de la Plata (vía XXIV del Itinerario de Antonino), a unos 29 km norte de la mansión de Cappara, se les ha identificado con Caelionicco (It. Ant. 434,1 y Ravenn. 319, 1), aunque este lugar también se ha querido ver en Puerto de Béjar y Aldeanueva del Camino (Roldán 1975: 222-226), respectivamente a 5 km al norte y a 10 km al sur de Baños de Montemayor. En la actualidad se sitúa en la finca de La Vega, ubicada en el término de Peñacaballera (Roldán 1971: 90-91; Mantas 2012: 137) a 1 km al oeste de Puerto de Béjar.

70 La piscina de Puig de San Grau es cuadrada irregular y tiene 9,59/9,74 x 9,29/9,32 m, siendo su profundidad de 1,65 m; la de Puig de les Ànimes es rectangular con dimensiones en el fondo de 7,45 x 4,40 m y en superficie de 9 x 5, 776 m y una profundidad de 1,05 m Ambas tienen gradas de acceso por tres de sus lados (Vivó et alii 2006: 120 y 126; Llinàs y Nolla 2011: 104-110).

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Dos son las cuestiones que interesan, una es la existencia del balneario en la vía, bien comunicado con la ciudad de Cappara con la que está vinculado como reflejan las aras votivas a las Ninfas Caparenses (Roldán 1965), la otra deriva de la primera, pues se trata de la infraestructura generada en torno a las aguas de la que, aunque de forma incompleta, se ha obtenido más información en los últimos años (Vargas et alii 1999; Gonzalez Soutelo 2013). Si bien la piscina que hay documentada hasta ahora no es muy grande con sus 18,85 m2 de lámina de agua, incluso para el uso exclusivo de una ciudad como Cappara parece insuficiente, hay indicios de otras piscinas (Limón 1697: 341-344). Independientemente de donde se situara la mansión de Caelionicco, una instalación como esta generada en la vía en torno a una surgencia de aguas sulfuradas e hipertermales (42,2 ºC), tuvo que ser como mínimo, además de un lugar de referencia para Cappara u otras poblaciones cercanas, un punto de parada casi obligada en el camino. No tenemos datos para establecer Baños de Montemayor como destino termal para gentes de procedencia más lejana, pero es algo que a priori no se puede descartar.71 Entre las monedas estudiadas de este balneario hay un as hispanorromano de Sagunto (Abad 1992: 162-163) que en ningún caso es determinante a pesar de la ausencia casi absoluta de estas monedas en la mitad occidental de Hispania (Gozalbes 1995: 23-24 y mapa 4). En cualquier caso las monedas nos dan un uso de las aguas del siglo i a.C. al siglo iv d.C. (Abad 1992: 160-166), mientras que de los miliarios aparecidos en el entorno, dos nos remiten a Trajano (CIL II 4673)72 y a Adriano (CIL II 6202)73 sin especificar la milla, mientras que un tercero, hallado en la subida al Puerto de Béjar (CIL II 4674)74 solo conserva legible el dato de la milla CXXXI. Otro miliario hallado en Baños del que solo se tiene la noticia pertenece a Adriano y podría corresponder a la milla [CXX]XII.75 71

Sobre Baños de Montemayor en relación a las vías de comunicación, aunque con especial atención al mundo prerromano cf. Haba y Rodrigo 1990. 72 Entre Cappara y Baños sin especificar, pero posiblemente cerca de baños (Puerta 1995: n.º 128). 73 Varios miliarios cerca de Baños de Montemayor con cuyos textos se compone el que se recoge (Puerta 1995: n.º 129). 74 «Noticia bibliográfica de «cinco columnas», de las cuales una posee texto» (Puerta 1995: n.º 130-134). 75 «Noticia del hallazgo de un miliario en Baños de Montemayor. El numeral miliario indica que su procedencia debe situarse en Puerto de Béjar. No lo hemos encontrado» (Puerta 1995: n.º 135). Aunque también podría estar en su ubicación original o próxima a ella, lo que nos llevaría a replantear la mansión de Caelionicco, cuestión sobre la que no vamos a entrar.

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La Luisiana No aparece en los itinerarios romanos ni en otras fuentes, sin embargo las cercanas ciudades de Obulcula (7 km), Astigi (17 km) y Carmo (38 km) están en la vía Augusta (Vasos de Vicarello I: CIL XI 3281, Itinerarium a Gades Roman: Hispalim VIIII, Carmonen XXII, Obucula XX, Astigim XV). El Itinerario de Antonino también recoge estas ciudades (413, 1 Item ab Hispali Corduba m.p. XCIII, 2 Obucula m.p. XLII, 3 Astigi m.p. XV, 4 Ad Aras m.p. XII, 5 Corduba m.p. XXIIII y 414, 1 Item ab Hispali Emeritam m.p. CLXII, 2 Carmone m.p. XXII, 3 Astigi m.p. XV) y lo mismo ocurre con el Anónimo de Rávena (315,3 Astigin, 4 Obucula, 5 Carmone). La Luisiana se sitúa entre Obúlcula y Astigi, a tan poca distancia de una y otra que no parece lógico que hubiera una mansión, aunque tal vez si una mutatio. En la localidad apareció un miliario honorífico de Constantino I (Silliéres 1990: n.º 55; González Fernández 1996: n.º 837) así como otra serie de inscripciones entre las que destaca el epitafio de Rustica Caccossae y su padre (CIL II2/5, 1323), indicio para vincular el territorio de la Luisiana con Obúlcula,76 situada en el actual Castillo de Monclova y partida en dos por la A-7. Por otra parte se ha apuntado la posibilidad de que el miliario estuviera en origen cerca del Castillo de la Monclova o en Écija (Corzo y Toscano 1992: 107). En conclusión, la comunicación con este balneario es fácil incluso desde Córdoba o Sevilla.

Balnearios en vías principales o cercanos a ellas Tiermas Las vías del Itinerario de Antonino que más se acercan a Tiermas son la XXXIV De Hispania in Aequitania con Pompelone (455,5) a 50 km en línea recta como punto más cercano y la XXXIII Item a Caesarea Augusta Beneharno con Ebellino (452, 8) a 44 km en línea recta como mansión más cercana (siempre que se trate de Anzánigo; Blázquez 1892: 105), aunque el camino solo sería viable a partir de Jaca. Ya vimos como en el siglo xix las dos rutas

76 - - - - - - / [- - -Obulcul]/ensis(?) ann(orum) CII / h(ic) sit(us?) e(st) s(it) t(ibi) t(erra) l(evis) / (vacat) / Rustica Caccos/sae f(ilia) ann(orum) LXXII / h(ic) s(ita) e(st) dicite qui / legitis s(it) t(ibi) t(erra) l(evis).

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que se utilizaban para llegar a Tiermas pasaban por Pamplona o por Jaca (supra). Sin embargo a la luz del estudio de un conjunto de miliarios aparecidos en diferentes épocas entre Zaragoza, Sádaba, Campo Real y Somport (Lostal 2009: 192-237) y de la aparición tanto de tramos de vía como de yacimientos arqueológicos asociados a ella (Bienes 2009: 240-261) se ha planteado un recorrido menos rectilíneo para la vía XXXIII: Foro Gallorum 30 m.p., Ebellino 22 m.p., Summo Pyreneo 24 m.p., Benhearno 36 m.p. (Moreno 2009) que tiene el inconveniente de sumar mas de las 112 millas que refleja el Itinerario de Antonino, aunque trazando una línea recta entre origen y destino la distancia sería de 128 millas, lo que indica que en este tramo hay errores en la versión que nos ha llegado. La vía saldría de Caesaraugusta en dirección noroeste hacia Gállur a 30 millas, por lo que hasta aquí la correspondencia con el Itinerario es exacta,77 después entroncaría hacia el norte-noreste con la vía que se dirigía hacia Egea de los Caballeros (Segea), desde allí iría a la ciudad romana de Los Bañales en dirección norte-noroeste para volver a tomar el norte hasta Sofuentes desde donde se conectaría con Sos del Rey Católico y el yacimiento de Campo Real,78 identificado con Ebellino,79 se cruzaría el río Onsella y continuaría hasta Javier donde tomaría dirección este hasta Yesa y Los Baños de Tiermas, lugar en el que se cruzaba el río Aragón para continuar en el mismo sentido hasta Ruesta y Jaca desde donde volviendo a la dirección norte se continuaría hasta el Summo Pyreneo y el resto de la ruta (Moreno 2009: 85-104). Este trazado conectaría Tiermas no solo con Caesaraugusta, sino con dos ciudades romanas más próximas: los Bañales y Campo Real.

Baños de Zújar Muy cerca de los antiguos baños de Zújar se encuentra la ciudad de Basti, mansión 31 de la vía II (It. Ant. 401,8) entre Ad Morum (24 m.p.) posiblemente en Chirivel (Corzo y Toscano 1992: 139) y Acci/ Guadix (16 m.p.). En el tramo de vía entre Chirivel 77 No si Forum Gallorum se identifica con Marracos (Blázquez 1892: 105), que se encontraría a 46,5 millas al norte de Zaragoza. 78 Un trabajo sobre este yacimiento con la bibliografía previa en Andreu et alli 2008. 79 También se ha identificado con Bailo (Caro 1943: 78) y con Ayerbe (Ubieto 1952: 3).

y Baza la existencia de miliarios de Augusto, ¿Caracalla? y Numeriano (Corzo y Toscano 1992: 201, 211 y 217) muestra la vitalidad de ese tramo de la vía hasta el siglo iii.80 El balneario se encontraba a unos 14 km de Baza siguiendo la actual carretera A-4200 unos cinco kilómetros y girando después al noroeste para rodear por el este el monte Jabalcón y llegar a los baños. A finales del siglo xix uno de los médicos del balneario decía con respecto a este camino: «La única vía que puede decirse pone en comunicación estos baños con otros puntos, es un camino carretero que conduce a Baza, pueblo importante que dista 12 km de los baños… Este camino desgraciadamente está en muy mal estado y hace mucho tiempo que no se ha hecho en él reparo alguno» (Palomares 1877: 1415). Claro que este mismo médico dice que de «Baza a Granada hay buena carretera y se hace el viaje en unas 12 horas», lo que nos puede dar una idea del estado de la vía en 1877.

Canena El balneario de San Andrés en Canena está en una de las zonas más transitadas en época romana a causa de la minería de Cástulo, de la que la separan 18 km. Cástulo aparece en las vías II, III, IV y V del Itinerario de Antonino (402, 5; 403, 3; 404, 1 y Item a Castulone Malacam 404,2) y hay que entender que las comunicaciones entre la ciudad y su territorio serían fluidas. También es mencionado en los Vasos de Vicarello y en el Anónimo de Rávena. La vía que nos interesa es la de Cástulo a Málaga, que pasa por Tugia, Fraxinun y Bactara. La primera mansión es Toya, en Peal del Becerro, la segunda podría estar en Castellones de Ceal (Fernández Chicarro 1955: 293-294) y la tercera próxima a Baza (supra). Es posible que esta vía pasara por el balneario, así tras partir de Cástulo llegaría a Canena, continuaría por la carretera de Úbeda y cruzaría el Guadalquivir cerca de Aldehuela y del Puente de la Reina, donde apareció un miliario de Trajano (CIL II 4933; González y Mangas 1991: n.º 628), después ascendería por la cuenca del Guadiana Menor en dirección a Tugia, llegando después a Fraxinus y Bactara/Hactara (Corzo y Toscano y 1992: 162-163).

80 En Guadix también han aparecido, pero al ser un cruce de vías no reflejan bien el uso del tramo previo.

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Carballo La vía XX del Itinerario de Antonino Item per loca maritima a Bracara Asturicam comienza en Aquis Celenis y sigue por Vico Spacorum, Ad Duos Pontes, Glandimiro, Atricondo y Brigantium. Si aceptamos que Aquis Celenis (423, 8) es el mismo que el de la vía XIX (430, 3), Vico Spacorum (424, 1) no puede ser Vigo (Moralejo 2009: 195). Lo único que parece claro en esta vía es que va de sur a norte siguiendo en cierta medida la Depresión Meridiana y que pasa por Brigantium / ¿La Coruña? (424, 5). Carballo, que está al final de esta depresión, se encuentra a 38 km al suroeste de La Coruña, y entre Ad Duos Pontes y Brigantium, en donde se sitúan las mansiones de Glandimiro (424, 3) y Atricondo (424, 4). Rodríguez Colmenero propone que esta vía sería marítimo-terrestre (es verdad que unas veces ofrece las distancias en millas y otras en estadios) y que tomando como punto de referencia Aquis Celenis, se dirigiría a Vico Spacorum desde donde el itinerario seguiría por mar hasta Ad Duos Pontes tomándose de nuevo la vía terrestre en Iria Flavia (no citada) en dirección a Brandomil (¿Glandimiro?) (Rodríguez Colmenero et alii 2004: 601). El caso es que se plantea que esta vía pase cerca de Carballo (Caamaño y Naveiro 1991) y cuando se hace la primera publicación acerca del balneario romano de Carballo gracias al estudio de documentos del siglo xviii, los autores sugieren la existencia de una mansión en los baños y replantean la vía XX con Carballo como punto de inflexión, así sitúan la mansión de Atricondo en Castromaior (Abegondo), la de Glandimiro en Carballo, y la de Brigantium en Cidadela (Sobrado dos Monxes) (Casado y Franco 1998: 275-279), hipótesis que desarrollará y seguirá manteniendo Rosa María Franco (Franco 2000; 2001, 2002: 220). Por el contrario Rodríguez Colmenero apunta la posibilidad de que Carballo sea Atricondo (Rodríguez Colmenero et alii 2004: 730).81

Balnearios cercanos a las vías principales

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municipio82 (Mayer 2010). A pesar de que se ha querido identificar con el topónimo Aquae Calidae, no hay epigrafía al respecto que lo apoye, sin que esto quiera decir que se pueda descartar esta posibilidad (Mayer 2010). Por otra parte el trazado de la vía Augusta discurre según el Itinerario de Antonino próxima a Caldas de Montbui, a la que habría que situar no lejos de la mansión Praetorio (398,3) que se ha querido ubicar en Can Rosell (Pallí 1985: 153), 20 km en línea recta al este de Caldas de Montbui y también se encontraría cerca de la mansión Arragone de los Vasos de Vicarello (CIL XI 3283, 37), situada en el término municipal de Sabadell donde los topónimos Castell d’Arrahona y Sant Feliu d’Arrahona son herederos del nombre romano (Pallí 1985: 153). El tejido viario del Vallés Oriental ha sido bien estudiado (Mayer y Rodà 1986; Flórez y Rodá 2014) y esto permite conocer parte del trazado secundario relacionado con Caldas de Montbui, desde época republicana hasta época imperial. Así, de finales del siglo ii a.C. se conoce la vía trazada entre Auso y el Vallés por el procónsul Manio Sergio gracias a tres miliarios encontrados en Santa Eulàlia de Riuprimer (IRC I, 175), Tona (IRC I, 176 ) y Santa Eulàlia de Ronçana (CIL II 4956; IRC I, 181) que corresponden a la primera, séptima y vigésimo primera millas, esta última a unos 5,5 km de Caldas y en una zona donde se conectaría con la vía que desde esta llevaría a Iluro (Flórez y Rodá 2014: 251). A partir de época augustea la red viaria anterior se consolida con las vías Caldas de Montbui-Iluro, la vía del río Congost que llegaría hasta Auso y la del río Mogent, entre Barcelona y Llinars del Vallés. A estas vías habría que añadir una cuarta que cruzaría de suroeste a noroeste el Vallés desde Sabadell hasta Llinars del Vallés (Flórez y Rodá 2014: 251-256). Con este panorama el balneario romano de Caldas está perfectamente comunicado con su entorno inmediato a la vez que se conecta con la vía principal. Hay que destacar que entre los restos epigráficos aparecidos se ha querido ver a algunos dedicantes como procedentes de Tarraco, en concreto a Lucius Vivius Alcinous (CIL II 4489) y a Licinia Peregrina, liberta de Crasso (CIL II 4491) (Mayer 2010: 306) y al menos uno expresa con claridad la origo en la inscripción: L(ucius) Mi-

Caldas de Montbui Este balneario plantea problemas acerca de su naturaleza urbana, aunque la tendencia actual es considerar al núcleo termal o al territorium en el que está como 81 A título anecdótico un artículo revisionista acerca de esta vía se puede ver en Villanueva 2006: 23-36.

82 El territorio de Caldas de Montbui se ha considerado por una parte civitas sine urbe (Oller 2014: 102-105), mientras que por otra parte el espacio termal ha sido visto como una ciudad (Miró 2011: 135-136) que ha vertebrado un territorio, aunque todos los elementos que están presentes en ese territorio podrían estarlo igual sin la presencia de una surgencia minero-medicinal. Un estado de la cuestión, pero sin aportar nada nuevo lo podemos ver en Fonseca 2012: 169-173.

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nicius Apronianus… Tarrac(onensis) (CIL II 4488), y Tarragona en la actualidad está a 118 km de Caldas de Montbui, pero no habría para trasladarse más que tomar la vía II y al llegar a Arragone donde se tomaría la vía central del Vallés con dirección a Llinars del Vallés para conectar en los alrededores de Granollers con la vía Iluro-Caldas de Montbui. También se ha visto una conexión con personajes procedentes de Barcino y con Iluro (Oller 2014: 102). Los restos de piscinas documentados total o parcialmente dan una idea de lo importante que fue el termalismo en este balneario en época romana, con una piscina incompleta de 11,60 x 6,60 m conservada, otra bajo la plaza de la Fuente del León con uno de sus lados documentado con una longitud de 12 m y otras ocho de pequeñas dimensiones en el Antiguo Hospital de Santa Susana (6 piscinas) y en la Capilla de Santa Susana (2) (Miró 1992a: 257-264; 1992b: 11-19; 2011: 124-128).

Alhama de Murcia No aparece en los itinerarios romanos, aunque conservamos parte del topónimo Aquae gracias a la documentación medieval.83 Los baños se encuentran en la ladera de un monte a cuyo pie discurre la vía que por el valle del Guadalentín se dirige desde Ilici a Eliocroca (Brotons y Ramallo 1989: 116), vía que conectaría con la II del Itinerario de Antonino y que a su paso por la actual provincia de Murcia solo tiene dos mansiones: Karthagine Spartaria y Eliocroca (401, 5-6) separadas por 44 millas. De esta forma la única manera de que las millas cuadren es dirigir la vía hacia el oeste en dirección a La Pinilla, en el término municipal de Fuente Álamo (lugar por el que pasaba el antiguo Camino Real que unía Cartagena con Lorca) y desde allí ir a Lorca en un trazado más o menos recto (Sillières 1988: 19). Esto eliminaría la posibilidad de que la vía principal pasara por Alhama de Murcia, aunque hay que tener presente que esta localidad se encuentra en un nudo de comunicaciones que viene desde la protohistoria y que conecta, merced al valle del Guadalentín la vega del río Segura con Baza y Guadix, no en vano el territorio de la Bastetania llega hasta la mitad occidental de Murcia (García Cano 1997: 27-28), pero también conecta la costa y la zona de Mazarrón con el interior, bien a través de la vía Elche-Lorca, bien por el corredor intermontano que desde Alhama lleva al valle del 83

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En este volumen: «El balneario romano: concepto…».

río Mula y a las ciudades romanas de Mula, Begastri (Cehegín) y Villaricos (Caravaca). Un miliario de Totana (entre Lorca y Alhama, a 11 km de esta) desaparecido en la actualidad y fechado en época de Tiberio indicaba que se trataba de la milla XXII (CIL II 4936) o de la XXIV (González y Martínez 2010: 132-133), aunque desconocemos cual sería el caput viae, ya que la única distancia que puede coincidir aproximadamente es la de Mazarrón-Totana, siempre que se pase por La Pinilla.

Archena Desconocemos el topónimo antiguo aunque a partir de la inscripción de Caius Cornelius Capito y Lucius Heius Labeo (CIL II 3541) parece que fue un Aquae. Se encuentra junto al cauce del río Segura, en una de las zonas más fértiles de la región y con mayor poblamiento prerromano y romano y en las proximidades de la vía que comunicaba Carthago Nova con la Meseta, desde la que hay 5,5 km al balneario. La vía principal es conocida por los miliarios de los que se encontró uno en La Venta de la Rambla, a menos de dos kilómetros de la subida del Puerto de La Losilla y a 6 km de la instalación termal de Archena. Está fechado en época de Tiberio, entre los años 31 y 33 d.C., uno de los momentos álgidos del balneario romano. Otros dos miliarios se hallaron en Cieza, en este caso fechados en el año 98 d.C. bajo el imperio de Trajano (Brotons 1999: 270). Esta vía continuaba hasta Saltigi (Chinchilla), donde enlazaba con la vía Castulone-Saetabis (Sillières 1977: 76-77) para seguir dirección norte hacia Segobriga y Complutum (Brotons y Ramallo 1989: 113). Hay dos propuestas de trayecto, una se dirigiría hacia el Puerto de la Cadena, cruzaría el Segura en algún lugar cerca de Archena para desde allí dirigirse a la actual Nacional 301 Cartagena-Madrid y continuar el trayecto hacia Cieza, lo que obligaría a dar al miliario de La Losilla (milla LVIII) una ubicación original en Cieza para que cuadraran las distancias que marca la inscripción (Sillières 1982), la otra parte de que el miliario se encontró en su localización original y de que el Puerto de la Cadena era impracticable para carromatos, por lo que busca un itinerario bordeando la sierra de Carrascoy y llegando a Alcantarilla, donde seguiría la margen derecha del Segura en dirección ascendente para cruzarlo en algún lugar entre Alguazas y Lorquí y a partir de ahí entroncar con la N-301 hasta llegar a la Venta de la Rambla y cuadrar las millas expresadas en el miliario (Brotons 1999).

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La primera opción llevaría la vía prácticamente hasta el balneario de Archena, pero la segunda parece más verosímil. No obstante un camino ¿menor? continuaría el trayecto por el margen derecho del río hasta los baños a la vez que otro lo haría por el margen izquierdo pudiendo llegar también hasta Cieza. En este camino hay un importante núcleo ibérico con un desarrollo urbano al menos en época tardorromana (González Blanco 1991) que se encuentra en un paraje conocido como Salto de la Novia, topónimo que responde sin duda a un saltus novus o camino nuevo (González Blanco 2007). Hay que destacar que en el balneario romano de Archena se ha detectado una fase de uso tardorromana (Matilla 2006: 174-177). En cuanto a la procedencia de los bañistas además de Carthago Nova, ciudad con la que existe una clara vinculación, vienen de lugares lejanos de la provincia como Consabura y Valentia (Fernández y Matilla 2007). Desde Cartagena haciendo uso de la vía mencionada en un viaje de dos jornadas, desde Consabura (446,6) cogiendo la vía XXX con dirección a Laminio (446, 4) y desde allí desplazándose por la vía XXXI hasta Libisosa (446, 11) y Saltigi (447, 2) donde entroncaría con la vía Complutum-Carthago Nova y desde allí dirigiéndose al sur hasta Archena y desde Valentia siguiendo la vía II del Itinerario de Antonino (400, 3) pasando por Sucronem, Ad Statuas, Ad Turres, Adello, Aspis, Ilici desde donde entroncaría con la vía Lorca-Ilici hacia el interior, pasando por Albatera y Orihuela. Entre estos dos lugares debería dirigirse hacia Abanilla y desde allí a Fortuna desde donde llegaría a la vía Carthago Nova-Complutum.

Fortuna Es topónimo es indiscutiblemente latino ya que existía antes de la reconquista, figurando este nombre en el contrato de venta del lugar en 1297 (Torres 1968: 68), aunque ninguno de los textos de la Cueva Negra lo refleja. No tenemos constancia de ningún tramo de vía en el entorno de Fortuna, ahora bien, hay una serie de elementos que aseguran la existencia de vía muy transitada, al menos durante los siglos i y ii d.C. El primero es la propia existencia del balneario con una obra monumental y una piscina de 105 m2 apta para el baño simultáneo de 52 personas en una zona carente de poblamiento romano.84 El segundo es la Cueva Negra 84

Otra piscina más está a medio excavar y no conocemos las dimensiones completas y es seguro que hay más piscinas que están por descubrir

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con sus tituli picti realizados por gentes que no vivían en el entorno, como Annio Crescens, cuyo nomen está documentado en Ibiza, Oculatio Rustico, sacerdote de Esculapio (Asculepi) Ebusitano, o un Speculator. El tercero es la situación del balneario romano en el centro de un semicírculo formado por el río Segura, donde corresponde la mitad oriental de esa figura a la vía Elche-Lorca a 25 km del balneario y la mitad occidental a la vía Cartagena-Alcalá de Henares, a la que hay desde los Baños de Fortuna 17 km. Ambos caminos entroncarían entre El Palmar y Alcantarilla y el ahorro de tiempo para los que utilizaran la vía inter-vías podría suponer, según los distintos trazados propuestos una jornada y mas de 25 km o ser completamente irrelevante. En el primer caso la vía / camino del balneario sería un atajo y en el segundo sería el camino para acceder a las aguas termales. Existe además en Fortuna una cañada ganadera que pasa por el balneario y al pie de la Cueva Negra con dirección a la N-301 que en parte coincide con el camino carretero llamado de Cieza y entre Fortuna y Orihuela, en el término municipal de Abanilla, una antigua pedanía abandonada lleva el nombre de Mafraque, que en árabe significa cruce de caminos. Por otra parte se ha constatado arqueológicamente en época medieval, pero sobre todo moderna, una diferencia considerable entre las cecas castellanas y las valencianas (incluidas también otras del antiguo reino de Aragón) presentes en el balneario y los datos actuales de procedencia de los bañistas al balneario de Leana, eliminando Madrid que es un factor moderno y distorsionador, apuntan en la misma dirección. Así las monedas valencianas suponen un 67 %,85 a las que habría que sumar un 10 % de otras cecas aragonesas. La única ceca castellana abundante es la de Cuenca con un 18 %, pero hay que tener en cuenta que la ruta natural de comunicación de Cuenca con el sureste es a través de Valencia. En cuanto a los bañistas del año 2010 el 34 % procedía de la Comunidad Valenciana frente a un 13 % que venía de la Región de Murcia (Arias y Matilla 2011), a pesar de que la ciudad de Murcia con más de 400 000 habitantes se encuentra a 32 km de las aguas termales. Aunque esto no sea determinante para época romana es un dato más para considerar a Fortuna dentro del territorio de Ilici, aunque las conexiones con Cartagena no se pueden eludir.86 85 Se han encontrado en las excavaciones del balneario y en especial de la hospedería del siglo xvii más de cien monedas medievales/modernas (Arias y Matilla 2011). 86 En este volumen: «El balneario romano de Fortuna…».

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Aguas de Busot (Aigües)

Fitero

No se conoce el topónimo antiguo. Al lugar, que se encuentra en la ladera de la Sierra del Oro, se le ha llamado desde el siglo xix Baños de Busot, Aïgues de Busot, aguas minerales de Busot, establecimiento termal del Monte Cabezo de Oro de Busot, Termas de Busot, etc. Y sin embargo Busot es un pueblo pequeño que se encuentra en otra vertiente de la sierra, a 6 km de distancia por un camino de montaña serpenteante y estrecho, mientras que la población de Aguas/Aigües está a menos de un kilómetro del manantial minero-medicinal. El motivo está en el propio topónimo que podía generar confusión: «Aguas minerales de Aguas», pero ese topónimo tan confuso para los médicos de balnearios del xix deriva de un Aquae latino.87 Respecto a las vías romanas las fuentes dan poca información. La vía II a partir de Valentia se separa de la costa y solo vuelve a aproximarse al llegar a Ilici, sin embargo el Anónimo de Rávena sí que arroja cierta luz sobre la vía litoral en el tramo que nos ocupa, que estaría entre Denia (Dionio IV,42, 304,13; Dio V, 4, 342, 16) y Alicante (Lucentes IV 42, 304, 14; V, 4, 343, 5), aunque esto solo nos permite saber que existió una vía costera, en la que por ejemplo no se cita Villajoyosa, importante núcleo romano (Frías 2010: 117-118) a menos que consideremos que Allon, situada tras Lucentes en el Ravenate, se corresponde con esta ciudad. En opinión de Brotons, la vía litoral sería de poca entidad y complicada para la circulación y solo nos aparece en el Anónimo de Rávena equiparada con la vía II a causa de que la degradación de esta no haría que se notaran las diferencias entre una y otra (Brotons 1997: 72-73). Es posible, pero no podemos negar la entidad de Lucentum y de Villajoyosa y no es posible que su modo principal de comunicación fuera marítimo. Aguas (406 msnm) se sitúa entre las dos ciudades, en las proximidades del Campello, a 8,6 km de la actual carretera costera y a 9,4 km de la línea de costa. En línea recta está a 5,7 km de la orilla del mar. Una subida natural la encontramos en el Barranco de Aguas, donde las distancias disminuyen, pasando a 6,5 km la que hay a la carretera de la costa y a 7,6 km hasta el mar. Por lo tanto, a excepción de la dificultad de la subida, la comunicación del balneario romano no planteaba ningún problema. En cuanto al lugar principal de origen de los bañistas podría ser Alicante.

El balneario de Fitero se encuentra en una zona rodeada de ciudades por las que pasan vías romanas reflejadas en el itinerario de Antonino: Araceli (en las proximidades de Corella) está a 19 km, Graccurris (Alfaro) está a 22 km, Cascantum (Cascante) está a 23 km, Turiaso (Tarazona) está a 35 km y Calagurris (Calahorra) está a 39 km Más cercana se encuentra la ciudad de Contrebia Leucade (Inestrillas) a 12,5 km. La vía I pasa por Cascantum y Calagurris (It. Ant. 392, 2 y 393, 1), la XXVII por Turiasu (It. Ant. 442,4), la XXXII por Graccurris (It. Ant. 450,5) y la XXXIV por Araceli (It. Ant. 455,3). En realidad estamos en una zona de alta densidad viaria donde todos los caminos tienden a encontrarse. Sin entrar en cuestiones sobre la duplicidad de alguna de estas vías y los problemas que plantean (Roldán 1975: 38-42 y 95-96; Ariño y Magallón 1991-1992: 425427), lo que interesa es destacar como en torno a los Baños de Fitero hay un tejido viario y urbano que justifica con creces el desarrollo de los mismos. No obstante hay que señalar la llamada vía del río Alhama, entre Graccurris y Numancia, que entre otras cosas conectaría directamente Contrebia Leucade y la propia Alfaro con el balneario romano (Ariño y Magallón 1991-1992: 449; San Baldomero 1998b); en este camino apareció en Cervera del Río Alhama un ara dedicada a los lares viales (CIL II 2987) que no solo confirma la vía sino que da fe acerca de su uso en los siglos ii-iii d.C. (Espinosa 1986: 22).88

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En este volumen: «El balneario romano: concepto…».

Ledesma Salmantica aparece en la vía XXIV del Itinerario de Antonino (434, 4). Desde Ledesma a Salamanca hay un camino natural que es el que sigue la ribera del río Tormes. Siguiendo el curso del río, Salamanca y Ledesma están separadas por 42 km, mientras que la primera está del balneario a 31 km y la segunda a 11 km Aunque no son especialmente abundantes las noticias acerca de hallazgos en esta ruta, se plantea sin problema una vía entre Salmántica y Bletisama que pasaba por el balneario y llegando a Ledesma continuaba hacia el occidente, en dirección hacia Meidiobriga (Freixo de Numão), pudiendo corresponder

88 Para el camino entre Graccurris con Contrebia pasando por Fitero cf. Ariño y Nuñez 1990. Para Cascantum, Calagurris y Graccurris en relación con las vías cf. Ariño 1991: 251, 254 y 255-256.

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Fig. 12. Trazado de la vía entre Salamanca y Ledesma. La vía transcurre por el margen derecho del río mientras que los Baños de Ledesma están en el margen izquierdo.

a la medieval Calzada Columbriana (Mantas 2012: 261-262). Por otra parte el padre Morán describe el itinerario romano de Salamanca a Ledesma: Partiría por la Puerta del Sol, yendo en dirección a los Pizarrales, atravesando Villamayor y el castro romano que hay junto a ella; la calzada se dirige después a la antigua venta de Tesonera, pasa sobre la cueva de Rascones, después se pierde entre cultivos, para discurrir, junto a la carretera moderna, por Zorita y Valverdón; poco antes de Almenara de Tormes se vuelve a ver para unirse de nuevo a la carretera y continuar hasta Juzbado penetrando en el interior del pueblo, a continuación llega a Baños de Ledesma y a Olmillos, donde se aparta hacia la izquierda del camino, poco después se junta con la carretera moderna y en Frades pasa a la derecha, atraviesa el Arrabal de Los Mesones donde se conserva el empedrado y llega a Ledesma (Morán 1950: 612-613). Viendo el itinerario sobre un mapa, no es posible que el balneario de Ledesma formara parte de la ruta, sino que entre Juzbado y Olmillos debía existir una salida que se dirigiera a la instalación termal (Fig. 12). Este autor también planteó una serie de caminos romanos que partían de Ledesma en función de los restos romanos que había junto a ellos, así un camino desde Ledesma entroncaría con Aldeanueva del Camino pasando por Porqueriza donde está el medieval Puente de los Diablos, otro a Moraleja de Sayago, pasando por el Puente Mocho, considerado en su

factura actual medieval, pero con camino enlosado, quizá calzada romana, en sus inmediaciones,89 y otros tres hacia Ciudad Rodrigo, calzada de Valdunciel y Aldeadávila (Morán 1950: 613-615).

Alange La cercanía de Alange a Mérida y la monumentalidad de los restos de la primera, es la mejor prueba 89 BOE 137 de 9 de junio de 1998. Resolución 13495, Anexo: «Puente Mocho y restos de calzada romana, en Ledesma (Salamanca). Descripción. El puente que cruza la ribera de Cañedo al norte de Ledesma, se ha atribuido repetidamente a época romana, no tanto por su propia fábrica que parece muy modificada en época medieval, especialmente los tajamares, cuanto por la existencia asociada al puente de restos bien conservados de calzada, formando parte de una vía de comunicaci6n entre las localidades de Ledesma y Zamora (Bletisama-Ocelo Dori). El puente, en su configuraci6n actual y salvando las dificultades inherentes siempre a la datación de estos monumentos, parece en su conjunto obra medieval, y los tajamares, escalonados y en forma de huso, de época moderna. Se trata de un puente de cinco arcos de medio punto, el central de mayores dimensiones, con cuatro tajamares aguas arriba, escalonados y de planta triangular. La fábrica es de sillería de granito, excepto los pretiles, de mampostería trabada con argamasa. Tiene 71 metros de longitud, 5,70 metros de altura máxima y anchura de 3,50 metros. Por la plataforma de puente, y en ambas riberas, se disponen restos bien conservados de calzada, de 185 metros de longitud en la ribera derecha y 110 metros en la izquierda. La anchura de la calzada es variable, entre 2,60 y 3,90 metros, y el pavimento de losas irregulares de granito, de mayor tamaño en los lados, formando encintados».

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de que estaban comunicadas con un camino, estuviera o no empedrado. Desde Emerita solo hay que seguir la rivera del Guadiana y entroncar después con el río Matachel para llegar al balneario sin problemas. La vía XXIV del itinerario de Antonino en el tramo Contributa, Perciana, Emerita (432, 6-8) se acerca al balneario que quedaría a unos 12 km al oeste a la altura de la vía a su paso por Torremejía. Vasco Mantas sugiere que entre las aglomeraciones secundarias se encontraban los establecimientos termales de tipo medicinal y que muchas veces se ubicaban sobre el trazado de vías importantes, como São Pedro do Sul, Baños de Montemayor o Alange (Mantas 2012: 280).90

Cuntis No aparece como mansión en las fuentes viarias, pero hay una referencia en Ptolomeo 2, 6, 24: ȪįĮIJȐ șİȡȝȐ, donde algunos autores han querido ver una alusión a las aguas termales de Cuntis (Tranoy 1981: 57), mientras que otros la identifican con Aquae Celenae (Blázquez y Blázquez 1923: 17; Estefanía 1960: 51-53; Mora 1981: 52; Taboada 2002: 398-399 y 403). Aceptando que esta mansión se corresponde con Caldas de Reyes (Peña 1990-91; Díez de Velasco 1998: 23; Rodríguez Colmenero et alii 2004: 48, 216, 232; González Soutelo 2011: 471-479), el balneario romano de Cuntis estaría en las proximidades de la vía XIX y posiblemente existiera una conexión con ella ya que la distancia en línea recta que la separa es de 6,5 km, mientras la que separa Caldas de Reyes de Cuntis en la actualidad es de 8,5 km. Celestino García dejó constancia de restos de una calzada junto al puente Taboada (que identifica como romano) sobre el río Umia, a dos kilómetros de Cuntis, en el camino hacia Pontevedra, (García Romero 1917: 290-291) que es el que se tomaría para llegar a Caldas de Reyes. También reflejó la existencia de un puente romano estrecho sobre el río Gallo junto a los Baños de la Virgen que se desmontó en 1905 y del que describe algunos ladrillos romanos (García Romero 1917: 289). El caso es que aunque los restos constructivos de la Cuntis romana llegados hasta nosotros por noticias o testimonios no son abundantes (aunque sí significativos), solo el hallazgo de las 500 monedas (supra) demuestra la

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Remitimos en este volumen: «El balneario romano: concepto…», «Arquitectura y espacios…» y «Vías romanas e termas…».

vitalidad de estas aguas minero-medicinales en un periodo que abarca del siglo i al iv d. C.91

São Pedro do Sul, Monchique y São Vicente de Pinheiro Ya se ha hecho el intento de relacionarlas respectivamente con Viseu (22 km), Lacobriga / Portus Hannibalis (40 km) y Ossonova (79 km) y Monte Mozinho (4 km) (supra), aunque São Pedro do Sul también se podría conectar con Talabriga (57 km), Monchique con Portus Hannibalis (19 km) y Baltum (47 km) y São Vicente de Pinheiro con Portus Cale (42 km), Tongobriga (28 km) o Langobriga (42 km). En cualquier caso remitimos al capítulo: «Romanidade, balneários e águas medicinais. Notas para o estudo da relaçao entre termalismo e a rede viária no Portugal romano» de Vasco Mantas en este volumen.

Nava en Cabeza de Buey El excavador relaciona el complejo con la Mirobriga de la Beturia Túrdula y con Sisapo, ambas localidades son las estaciones segunda y tercera de la vía XXIX Per Lusitaniam ab Emeritam Caesaraugustam del Itinerario de Antonino (444, 6-7). Se trata de una vía que plantea importantes problemas a causa de las distancias expresadas (Roldán 1975: 92-93) y que podría entroncar con una secundaria que se dirigiera, entre otros sitios, a la Nava. La distancia entre Mirobriga y el complejo termal de la Nava sería de 21 km pasando por Zarza-Capilla, donde en 1929 apareció la escultura de un togado (Gudiol y Alcolea 1962: 139)92 y Cabeza del Buey, donde se han hallado inscripciones funerarias romanas (CIL II2/7, 949, 950 y 951).

Balnearios aparentemente alejados de las vías principales Alhama de Granada Permanece ajena a los itinerarios conocidos por las fuentes. Entre otras vías propuestas en Grana91 En realidad las identificadas son de Claudio I-Trajano y de Constantino. Cf. en este volumen: «Consideraciones sobre…». 92 Aunque lo más probable es que su origen esté en Mirobriga.

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da merced a noticias de restos de calzadas están la Iliberri-Anticaria siguiendo el valle del Genil hasta Loja, después por el término de Archidona, donde se halló un miliario (CIL II 4695), hasta llegar a destino y la vía Iliberri-Sexi a través de Venta Marina y Lentegí (Marín 1988: 15-16). Alhama de Granada quedaría entre estas dos vías, a 19 km en línea recta de la primera y a 24 km de la segunda, por lo que las distancias reales serían aún mayores. Hay una ruta de Granada a la costa que pasaría por Huétor Vega, Las Gabias, La Malahá, Alhama de Granada, Zafarraya y Vélez-Málaga que se ha propuesto que se pudo utilizar en época romana (Román 2006: 32-33), aunque es de una dificultad extrema. Por otra parte existe a dos kilómetros del pueblo, sobre el río Alhama un puente al que la tradición llama romano pero que podría ser posterior93 y que nada termina de aclarar. Al margen de la falta de información respecto a la red viaria en esta zona de Granada, lo que es evidente es que no se trata de un lugar aislado tal como lo demuestran los propios restos romanos conservados así como los materiales orientalizantes que procedentes de la costa llegan durante el primer milenio (Pachón y Carrasco 2011).

Balnearios en ciudades Un balneario en una ciudad o en el entorno inmediato a ella está por una parte perfectamente conectado con la propia ciudad y por otra participa de todas las vías de comunicación que llegan hasta la urbe. Ahora bien, hay ciudades para las que las aguas minero-medicinales son solo un recurso más y hubieran existido y desarrollado de manera muy semejante ante la ausencia de surgencias medicinales y termales, pero hay otras en las que los manantiales salutíferos podrían haber sido determinantes como Orense, Aquae Flaviae, Aquae Celenae, Caldas de Montbui, Aquae Voconiae / Voconis, donde no podemos obviar la repercusión de la vía, al menos en el 93 «Situado a dos kilómetros del casco urbano de Alhama sobre el cauce del río Alhama. Está formado por un solo arco construido con sillares de piedra de pequeñas dimensiones a excepción de la clave del arco. De la barandilla solo queda una parte constituida por cuatro grandes piedras alargadas. Su uso debió ser únicamente peatonal ya que según puede apreciarse, a pesar del mal estado en que se encuentra, su forma primitiva era escalonada construida con piedras redondeadas unidas con mortero. El resto de la construcción es de piedras de distintas formas y dimensiones unidas con mortero». Ficha de la Base Datos del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico cf. http://www.iaph.es/patrimonio-inmueble-andalucia/resumen. do?id=i15027&ids=180130009 [Consulta: 8/03/2014].

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momento inicial, y este es un aspecto que tendrá que ser estudiado en el futuro. En otros casos como Aquae Querquennae la motivación puede ser una mezcla de intereses militares, aguas termales y red viaria.94 Sea cual sea la circunstancia de cada una de estas ciudades en relación con sus baños medicinales, estos están en una situación inmejorable para recibir inversiones en función de su uso masivo.

6. OTROS BALNEARIOS, OTRAS CIUDADES Y OTRAS VÍAS Desde luego hay más balnearios que podrían estar relacionados con ciudades en función de las aparentes inversiones realizadas en ellos o de la proximidad a las mismas y la termalidad. Entre estos podemos citar Caldas de Vizela (65 ºC), Arnedillo (49,3 ºC), Baños de Molgas (44,6 ºC), Baños de Mula (38 ºC), Alicun de las Torres (33,9), Caldas das Taipas (32 ºC), Sierra Elvira (30 ºC), La Malahá (29,8), Cabeço de Vide (20,8 ºC) o Bornos (templadas), pero en este trabajo la intención era hacer una lista de mínimos y aún así hay alguno como La Nava en Cabeza del Buey que resulta problemático. Entre los no desarrollados en las páginas precedentes hay tres especialmente interesantes por llevar el topónimo «alhama»; se trata de los balnearios de Alhama de Almería, Sierra Alhamilla y Alhama de Guadix o Graena. A estos podríamos unir el barrio de Alfama en Lisboa y la fuente Alfama en Bellús. Todos ellos están próximos a ciudades o núcleos que han tenido un desarrollo durante época romana. Alhama de Almería (44 ºC) y Sierra Alhamilla (51,3 ºC) estarían a 24 y 22 km de Portus Magnus (Almería), que en esta época debe ser un asentamiento de pequeña importancia. También se podrían relacionar con Urci, pero están lejos de resolverse los debates sobre su localización que va desde algún lugar costero entre Villaricos (Almería) y Águilas (Murcia) (García Antón 2006; Casado 2007) hasta las inmediaciones de Pechina (Parodi 2008: 114), en cuyo caso estarían más próximas. La cuestión es que ambos balnearios han ofrecido restos significativos: una escultura romana en Alhama (Cara y Rodríguez 1992) y estructuras interesantes en Sierra Alhamilla (Gómez de Bedoya 1764: 234). Alhama de Guadix (41,6 ºC) se encuentra a 10 km de dicha ciudad y aunque la mayoría de los da-

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En este volumen: «Consideraciones sobre…».

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tos indican la presencia de unos baños islámicos95 la existencia de la surgencia hipertermal inmediata a Acci y algunas noticias y hallazgos dispersos en torno a los baños refuerzan la idea de una instalación romana (Diez de Velasco 2014). Los tres balnearios se estructurarían respecto a los caminos a partir de la vía V del Itinerario de Antonino en el tramo Acci-Urci (404, 6 y 8) y siendo Acci un importante nudo de comunicaciones, estarían perfectamente conectados no solo con su entorno sino con un territorio mucho más amplio. Respecto a las dos «alfamas» que conocemos una estaría en Olissipo, que aparece en las vías XII (416,4), XIV (418,7), XV (419,7) con dirección a Mérida y XV (420, 8) con destino a Braga y la otra estaría a 8 km de Saetabi y relacionada con el trayecto Cadiz-Roma de los Vasos de Vicarello (CIL 3281, 3282, 3283, I, 25; CIL 3284 I, 27).

7. UN CASO SINGULAR: PEÑA ESCRITA, ERCÁVICA Y LOS BAÑOS DE ALCANTUD Es de sobra conocida la inscripción de Peña Escrita, en Alcantud (Cuenca), junto al río Guadiela (CIL II 3167). En ella se refleja la construcción de ocho millas de calzada por parte del ordo del municipio de los ercaviecenses gracias a los intereses del dinero que Cayo Julio Celso legó a la república, siendo el coste de la obra de 100 000 sestercios. Se pueden hacer diversas consideraciones acerca de este epígrafe, como la existencia de una vía romana en ese tramo del Guadiela (Palomero 1987: 114-115), el montante del capital donado a la república (Torrecillas 2008: 128-129) o la extensión del territorio de Ercavica (Gimeno 2008: 324), etc., pero cabe una más y es la proximidad de las aguas minero-medicinales de Alcantud. A 5,12 km de la inscripción rupestre siguiendo el curso del río se encuentra el nacimiento. Son aguas frías (12,4 ºC), sulfatadas, cálcicas y magnésicas indicadas para problemas con el aparato locomotor (artrosis, artritis, fibromialgia…), con el respiratorio (sinusitis, rinitis, faringitis…), y con el digestivo (dispepsias, estreñimiento…) (Maraver y Armijo 2010: 131-132). El uso de este manantial está documentado por escrito desde el siglo xviii, época en que Gómez de Bedoya además de contarnos la existencia de la inscripción, de la que ofrece un calco y recoger la noticia de que el lugar de la misma era llamado por los lugareños «Gran Tiberia» y «Castillo de Dueñas», 95

En este volumen: «Los balnearios del sureste…».

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hace una sucinta descripción del baño: «La pila, donde se bañan los dolientes no es muy grande, y alguna vez, que han intentado limpiarla, se hallo estar enlosada» (Gómez de Bedoya 1764: 197). A mediados del siglo xix había cuatro pozas en cada una de las cuales cabían dos personas y tras las mejoras realizadas se registró una afluencia de 800 bañistas (Rubio 1853: 184-185) en el año 1884 (la temporada duraba tres meses), cifra notable si tenemos en cuenta lo desolado del lugar, la dificultad de acceso y los bañistas que acudían a baños más conocidos y bien comunicados como Fortuna,96 Trillo97 o Alange.98 En la actualidad solo uno de los nacimientos está al descubierto y el aspecto es completamente natural, mientras que el otro está en el interior de una caseta a la que no pudimos acceder, pero en la zona no se ve resto de obra antigua ni materiales de época romana. Ahora bien, la calzada reflejada en Peña Escrita delata la existencia de una vía local para el uso en primer lugar de los habitantes de Ercavica y como es obvio esa vía en parte iba bordeando el Guadiela, aunque no sepamos con certeza donde comenzaba o cuales eran sus límites. Con la milla romana de 1480/81 m la longitud sería de casi 12 km. La inscripción rupestre y por lo tanto inamovible, está a poco más de 5 km de los baños, por lo que es posible que el camino se acercara a su vecindad si esta se encontrara en el punto central de la obra pública realizada. Teniendo prácticamente en entorno urbano los baños de Sacedón no sería necesario un segundo balneario donde, además, la termalidad es inexistente, pero teniendo en cuenta el único dato que poseemos acerca de la afluencia a los baños de Alcantud, parece que estos, pese a lo precario de las instalaciones ofrecían unas contraprestaciones médicas que eran apreciadas. Por otra parte la mínima descripción del baño del xviii no imposibilita que este fuera de origen romano. Así, sin plantear que los baños fueran en su momento determinantes para la construcción de la vía, que no del camino, porque lo normal sería que estuviese expresado en la inscripción, cabe hacer dos preguntas: ¿Fueron estos baños un recurso que también se tuvo en cuenta cuando se construyó la calzada? Y en caso de que no fuera así ¿hubo una mayor incidencia de 96 En el año 1848 acudieron 481 bañistas (López Esteve 1848: 9). 97 Entre los años1830 y 1833 hay registrados 10  795 enfermos, lo que da una media por año de 719/720, teniendo el balneario capacidad para 304 baños diarios (González Crespo 1845: 7 y 11-12). 98 En 1847 el total de personas tratadas en Alange fue de 497 (Villaecusa 1847).

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los habitantes de Ercavica en estos baños a causa de la construcción de una calzada que los hacía más fácilmente accesibles?

8. CONCLUSIÓN Y REFLEXIONES Está claro que los grandes complejos balnearios distantes de las ciudades solo se justifican si los habitantes de estas los frecuentan con cierta asiduidad. Pero en los baños medicinales urbanos hay también instalaciones excesivamente grandes para el tamaño de la población en la que se encuentran ubicados. Es el caso claro de Aquae Flaviae, que con la mitad del balneario excavado, tenía capacidad para ofertar más de cien baños simultáneos y posiblemente en Caldas de Montbui pasaba algo semejante. Esto revela que nos enfrentamos a un problema que tiene muchas más variables que las que hemos estado utilizando. Si unos grandes baños están en un lugar con escasa densidad de población, conectarlos con una ciudad parece la consecuencia lógica de su existencia, ¿pero podrían también tener una relación directa con el mundo rural en que se encuentran?, y una ciudad con aguas minero-medicinales, ¿atrae de forma regular solo a gente de su territorium o por el contrario lo transciende?, ¿es un foco de atracción para gente de otras ciudades?, ¿invierte en una obra monumental con capacidad para muchas personas solo con carácter utilitario?, ¿hay tal vez una manifestación en los grandes baños medicinales urbanos del prestigio de la propia ciudad?, ¿puede una ciudad invertir en varios baños medicinales o por el contrario, un balneario puede estar vinculado a dos ciudades? Las preguntas pueden ser innumerables y las respuestas en casi ningún caso pueden pasar del terreno de la hipótesis. Si en muchas ocasiones la información incuestionable que poseemos sobre vías de comunicación es menor de la que nos gustaría, la cosa se complica cuando tratamos de los balnearios con capacidad para muchas personas. Muy pocos son los casos, la mayoría recogidos en este libro, en que estos lugares han podido ser excavados en extensión o estudiados cuando hay un buen estado de conservación del edificio romano en la actualidad (como es el caso de Alange). Una gran parte de la información procede de noticias dadas por médicos de baños para España o por ingenieros para Portugal, otra se puede conseguir en los propios balnearios que conservan alguna estructura de época romana, habitualmente enmascarada entre las obras modernas. Sabemos como eran y como funcionaban muy pocos balnearios, pero

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lo mismo ocurre con muchas de las ciudades con las que presumiblemente están relacionados, conocemos su nombre, sus teóricas dimensiones y tal vez algún dato más, y con el topónimo de muchas de ellas ni siquiera hay unanimidad entre los estudiosos. Otro de los problemas habituales es la falta de precisión cronológica. Por excavaciones se ha podido determinar que las instalaciones del balneario de Fortuna están abandonadas (esto es, no hay labores de mantenimiento) durante el siglo iii d.C. y sin embargo de esa época se han recogido varias monedas. En lugares no excavados la información más recurrente con la que contamos procede de inscripciones y monedas. Tomemos el caso de Cuntis (supra), donde los distintos datos conocidos sugieren monumentalidad y además contamos con el elemento cronológico de las monedas. De las que se han podido identificar de las más de 500 aparecidas, de las que hay referencias concretas, a excepción de un nummus de Constantino I, todas son del siglo i d.C. ¿Quiere esto decir que el baño funcionó entre los siglos i y iv d.C.?, ¿qué funcionó en el siglo i d.C. y en el siglo iv d.C.? o ¿qué funcionó en el siglo primero como un lugar importante y luego quedó como un centro residual? No lo podemos saber. Así, aun cuando podamos tener datos objetivos para determinar la importancia de un balneario en época romana, puede ser el caso de Ledesma, «época romana» implica tal imprecisión cronológica que es imposible que podamos ni siquiera intuir si hablamos de transición entre republica o imperio, dinastía Flavia o dinastía Severa. Pero si queremos avanzar en el estudio de los balnearios romanos tampoco podemos abatirnos por las limitaciones. Hay datos parcos pero claros y objetivos que hemos de utilizar. Poder situar en el mapa más de 150 puntos de aguas medicinales con algún uso en «época romana» y a la vez situar las ciudades e intentar comprender como unos y otras se entretejían con la red viaria es un buen punto de partida, en ningún caso el final de la investigación.

BIBLIOGRAFÍA Abad Varela, M. 1992: «La moneda como ofrenda en los manantiales», M. J. Peréx y A. Bazzana (coords.), Actas de la mesa redonda: «Aguas mineromedicinales, termas curativas y culto a las aguas en la península ibérica», Espacio, tiempo y forma, serie II, Historia Antigua 5, 133-192. Abades y Rezano, J. 1833: Memoria sobre las aguas minerales de Tiermas leida por D. Jose Abades

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ROMANIDADE, BALNEÁRIOS E ÁGUAS MEDICINAIS. NOTAS PARA O ESTUDO DA RELAÇÃO ENTRE TERMALISMO E A REDE VIÁRIA NO PORTUGAL ROMANO Vasco Gil Mantas, Centro de Estudos Clássicos e Humanísticos (Universidade de Coimbra)

Resumo: O termalismo é um dos elementos mais simbólicos da civilização romana, cujas implicações sociais se reflectem fortemente na sua relação com a rede viária. Em Portugal, embora a maior parte das termas conhecidas não pertença à categoria medicinal, existe um grupo, de tipologia variada, repartido sobre os principais eixos viários ou nas suas proximidades. Devido ao elevado custo dos trabalhos viários só as termas mais importantes ou situadas em ambientes urbanos mereceram investimento público ou privado na construção de estradas de acesso, ficando as restantes limitadas a uma função local ou regional, como demonstraremos neste artigo através da análise de algumas dessas termas do território português. Resumen: El termalismo es uno de los elementos más simbólicos de la civilización romana. Sus implicaciones sociales en época romana también se reflejan en la relación con la red viaria. En Portugal una parte de las termas asociadas a las calzadas no pertenece a la categoría de los balnearios medicinales, pero sí hay un grupo de ellos, de diferentes tipos y, en general, poco conocido, que se encuentran repartidos sobre todo por los ejes viarios de mayor importancia. Aunque fue un factor significativo en la romanización, desarrollado con la participación de entidades públicas y privadas debido al alto costo de la construcción de calzadas, solo los balnearios de renombre justificarán preocupaciones de accesibilidad en aquellos casos asociados a zonas urbanas o en las vías principales, como lo demuestran los restos arqueológicos y las fuentes antiguas, mientras que el resto de enclaves termales se limitarían a una función local. En este artículo nos centraremos en algunos ejemplos presentes en el ámbito portugués para mostrar esa realidad. Palavras chave: Romanização, vias, termalismo, epigrafia, sociedade. Palabras clave: Romanización, calzadas, termalismo, epigrafía, sociedad.

São muitos os estudos que se ocupam da rede viária romana em Portugal, de forma pontual ou procurando uma síntese sempre difícil, não faltando também trabalhos sobre balneários e águas termais, embora em menor número e observando diversa metodologia. Neste artigo procuramos reflectir sobre a informação disponível para os sítios onde houve aproveitamento de águas medicinais na época romana, tentando definir a sua relação com as estradas que os serviam, considerando-a primária se a estrada foi lançada pro-

positadamente para comunicar com a estância aquista, situação assaz invulgar, ou secundária, se a estrada obedecia a outros objectivos, o que não impede que o traçado da via possa ter-se acomodado parcialmente à passagem por um sítio termal particularmente importante. Acresce ainda que a terminologia referente aos balneários nem sempre se revela completamente clara (González Soutelo 2013: 123-150), como veremos, o que pode complicar o tratamento do assunto. Não consideramos os sítios, aliás muito numerosos, onde

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VASCO GIL MANTAS

se subentende o uso das águas na época romana, sem qualquer confirmação arqueológica fiável. Deixamos de parte os balneários não medicinais, que constituem a maioria, mesmo que podendo fazer parte de mansiones, raras na arqueologia viária portuguesa (Mantas 2008-2009: 245-272). Por outro lado, as termas mais simples podiam resumir-se a uma simples fonte ou nascente, desde que a qualidade das águas fosse reconhecida, limitando-se o seu uso à ingestão e, quanto muito, a simples abluções, sem esquecer o efeito terapêutico do banho, mesmo sumário, depois de uma longa jornada por estradas que, apesar de tudo, nunca seriam muito fáceis. Como veremos, na ausência de vestígios arqueológicos seguros, estes locais são naturalmente mais difíceis de identificar, correspondendo com frequência a sítios de utilização pré-romana, sacralizada. Acresce ainda, e é preciso alguma cautela neste aspecto, que o achado de aras consagradas às águas ou às ninfas, como no caso da epígrafe de Ervedal, no Alentejo, onde um escravo agradece o achado de uma nascente (IRCP 437), pode não significar obrigatoriamente que se trate de águas medicinais. A importância da água na civilização romana, nas suas mais diversas utilizações, é reconhecida desde sempre, justificando o sentir romano a este respeito, fosse ele expresso de forma pragmática por Frontino ou, já numa época de disfarçado declínio, de forma claramente retórica, por Cassiodoro (Frontino Aquae. 16; Cassiodoro Var. 6). Ruínas de aquedutos, de barragens e de termas, públicas ou privadas, vastas ou modestas, medicinais e higiénicas, não faltam na paisagem romanizada da península ibérica, confirmando uma alargada utilização pública da água, característica da romanidade (Soares 2008). No que se refere especificamente à construção de banhos públicos, o seu impacte na arquitectura romana, resultante de uma eficiente associação de causa e efeito, não passou desapercebido a arqueólogos experientes, como Mortimer Wheeler: «It is an axiom of architectural history that the innumerable public baths of the Roman Empire made an outstanding contribution to the general development of plan and structure» (Wheeler 1964: 106). Ao longo do século xx desenvolveramse importantes estudos sobre a problemática termal, demonstrando o interesse renovado dos investigadores por um assunto nem sempre fácil, em parte pela diversidade dos aspectos envolvidos (Yegül 1995; Gros 1996; Oró 1996: 23-152). A divulgação das termas, higiénicas e medicinais, ganhou força no século xix, à medida que a Revolução Industrial ia remodelando os estilos de vida do Oci-

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dente, reintroduzindo o conceito de utilidade pública e criando grupos sociais que se reviam numa visão romântica do mundo romano em diversos contextos, onde não podiam faltar os balneários, surgindo uma nova fase na história do termalismo medicinal, assinalada por grandes e luxuosos estabelecimentos, ponto de encontro das classes altas da época, e por muitos outros estabelecimentos mais modestos, mas procurados com igual entusiasmo (Ortigão 1944: 19-55). Parte dos aquistas, numa época em que a expansão colonial europeia obrigava a prolongadas estadas em climas insalubres, eram pessoas vindas de territórios ultramarinos,1 os quais não teriam dificuldade em relacionar o seu mundo, inclusive através das termas, com o passado romano, tanto mais que muitas dessas termas eram sucessoras de estabelecimentos antigos, ainda representados por ruínas ou outras memórias históricas (Molina 1997: 77-84). A essência de uma educação média e superior largamente inspirada pelos valores do humanismo clássico e, pelo menos em parte, vocacionada para a transmissão dos mesmos (Jones 2008), não deixou de atender ao impacte que as grandes ruínas dos estabelecimentos termais possuem, os quais constituem com as vias e os anfiteatros, os símbolos maiores da maiestas romana quando interpretada na sua forma material. Assim, as termas romanas estavam presentes não apenas nas páginas dos livros de estudo ou nos guias de viagem, alcançando públicos muito diversos e ocupando na arte uma posição privilegiada, desde logo na arquitectura, onde não faltam antigas termas romanas reconstruídas,2 das quais a mais conhecida é, provavelmente, a de Bath, na Inglaterra (Cunliffe 1995: 61-87), a par de outras de construção recente, mais ou menos inspiradas na arquitectura romana. Eis como um guia de viagens de 1876 refere brevemente as Termas de Spa, na Bélgica: «Esta formosa terra tem hoje nome em toda a Europa como ponto de reunião da mais alta aristocracia que na época própria vai beber as suas afamadas águas. É difícil imaginar a pitoresca beleza do sítio e a elegância de tudo o que é artificial» (Henriques 1876: 305). Convém, desde já, definir que entendemos por balneários todos os locais razoavelmente associados às estradas onde se utilizavam águas medicinais, de forma independente da temperatura da água ou das 1 Como sucedia em França, nas famosas termas de Vichy. Agradecemos cordialmente ao Dr. Luís Madeira a preparação das figuras desta comunicação e ao Dr. Sérgio Carneiro a cedência da foto das termas de Chaves. 2 Na Lusitânia salientamos os casos de Alange e de Baños de Montemayor.

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estruturas que permitiam a sua utilização, que podiam resumir-se a uma fonte ou nascente, desde que à água fossem atribuídas qualidades curativas. Os balneários foram focos de uma sociabilização que ultrapassou o nível local, facilitada pela mobilidade assegurada por esse outro símbolo da eficiência romana que foi a rede viária, cujo desenvolvimento no essencial remonta, no nosso território, ao principado de Augusto. Até que ponto a exploração de sítios termais se inicia logo neste período, como parece, só o progresso das escavações e do estudo dos materiais conservados em museus e provenientes de balneários destruídos poderá elucidar, pois por enquanto os dados são pontuais. Seja como for, a repartição dos principais sítios conhecidos, não se afastando ou recaindo sobre as estradas de maior movimento, pode sugerir que assim aconteceu, embora esta coincidência possa resultar, apenas, da sua localização, normal em áreas de maior desenvolvimento social e económico, onde não faltavam estradas. A rede viária romana, cujas funções evoluíram de finalidades estratégicas para outras de tipo administrativo e económico, nas quais podemos englobar o acesso aos estabelecimentos termais, nem sempre se adaptava da melhor forma a esta conveniência, pois muitas termas medicinais ficavam afastadas das vias principais, obrigando, tal como sucedia em relação a numerosos santuários, a construir caminhos de ligação. É claro que também existiam termas medicinais em povoações servidas directamente pelas estradas, circunstância bem patente nos roteiros viários da antiguidade. Nalguns casos a toponímia demonstra que determinado estabelecimento termal dependia desta ou daquela civitas, recaindo em muitos casos na categoria de vicus. O Itinerário de Antonino transmite vários exemplos de ambas as situações, como sucede, por exemplo, com Aquis Originis e Aquis Querquernis (Ferrer e Seara 2003: 28-31; Rodríguez Colmenero e Ferrer 2006; Neste volume: «Consideraciones sobre…») no trajecto da Via Nova entre Bracara e Asturica (It. 428.1-2), ou, no segundo caso, com a estação de Aquae Bilbilitanorum, hoje Alhama de Aragón,3 a 24 milhas de Bilbilis, de acordo com o roteiro (It. 437.2-3). A importância dos grandes estabelecimentos termais reflecte-se também nas vinhetas utilizadas na Tábua de Peutinger para as indicar, verificando-se que por vezes são servidos por deverticula construídos expressamente para os comunicar com as vias princi3 O topónimo actual, de origem arábica, reflecte obviamente as características termais do sítio.

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pais, quando afastados destas, o que permite atribuir a estes estabelecimentos uma categoria excepcional, justificando-se a construção de estradas devido a uma frequência elevada e regular. As vinhetas, apesar da estilização, permitem reconhecer facilmente a arquitectura das termas, o que seria supérfluo uma vez que as acompanham topónimos explícitos (Peréx e Rodríguez 2011: 153-170). Infelizmente o segmento do mapa correspondente à Hispânia perdeu-se quase por completo, sobrevivendo apenas a indicação de uma estação termal, Aquis Voconis, perto de Gerona, sobre a grande via peninsular de ligação com a Itália (Roldán 1975: 110). Muitas destas termas podem ter originado o desenvolvimento de povoações de alguma importância regional, que podemos inserir no grupo dos vici, caso de Aix-les-Bains (Aquae) na Gália (Leveau et alii 2005-2006: 85-103). No território lusitano, as Termas de Lafões, em S. Pedro do Sul, com toda a probabilidade outra Aquae Sulis na época romana (Alarcão 1990: 380), e as de Baños de Montemayor (Caelionico / Aquae Caperensis?), terão conhecido idêntica evolução, destacando-se em particular, no território português da Tarraconense, o sucedido em Chaves (Ad Aquas / Aquae Flaviae), cujo progresso como grande centro urbano se ficou a dever em larga medida à travessia do Tâmega por uma via de primeira importância e à existência no local de excelentes águas termais. De uma maneira geral, estes estabelecimentos, muito mais numerosos, por razões geológicas, na região portuguesa a norte do Tejo do que a sul deste rio, o que se revela claramente na toponímia, não se encontram muito afastados das vias principais, que não são apenas as do Itinerário de Antonino, pois a rede viária era bastante mais densa, encontrando-se ausente deste roteiro, por exemplo, estradas tão importantes como a que unia Emerita Augusta, pela Serra da Estrela, a Bracara Augusta (Mantas 2012: 235-253). A abundância de sítios termais no centro e norte de Portugal reflecte, não só as características hidrogeológicas do país, mas também uma maior concentração populacional na antiguidade, sobretudo a norte do rio Douro, onde o convento bracaraugustano se distinguia por uma elevada densidade populacional, referida por Plínio-o-Velho e confirmada no terreno pela presença de inumeráveis sítios castrejos (Plínio NH 3.28; Silva 1986: 104-168). Não podemos esquecer, embora não seja possível admitir uma continuidade em termos tipológicos entre as termas romanas e os balneários castrejos, a existência vulgar destes balneários, que tantos problemas suscitaram aos arqueólogos no

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Fig. 1. Pormenor do santuário rupestre da Fonte do Ídolo, em Braga (foto: José Gonçalves, em 2006).

passado (Tranoy 1981: 340-346; Almagro-Gorbea e Moltó 1992: 67-102), mas que comprovam uma faceta cultural preocupada com a higiene e a saúde através da água, a que não seriam estranhos também aspectos de convivialidade que poderão ter contribuído para a divulgação das práticas termais no período romano, certamente com o apoio dos poderes públicos, que sempre utilizaram as termas, independentemente do tipo, como um importante estímulo da romanização e forma de autopromoção dos notáveis. O termalismo engloba igualmente aspectos religiosos, desde sempre envolvidos em questões medicinais, que em muitos casos remontam a cultos anteriores ao domínio romano e que deixaram traços na epigrafia e não menos na tradição transmitida a partir da Alta Idade Média (Blázquez e García-Gelabert 1997: 105-116). A cristianização de muitos desses locais ligados ao culto das águas, em que se incluíam fontes e nascentes, acabou por se afirmar perante a continuidade de práticas que obrigaram com frequência as autoridades religiosas a tomar medidas repressivas (Vasconcelos 1913: 570; Nascimento 2002: 325-328), aliás sem grande resultado. A toponímia actual dos balneários ou simples fontes ilustra perfeitamente

este aspecto do termalismo, um tanto descurado nos estudos existentes e cujas características de fenómeno de longue durée é por vezes posta em causa. A cidade de Braga conserva um testemunho muito interessante da sacralização de uma fonte, sob a protecção de uma divindade indígena, Tongoenabiago, a chamada Fonte do Ídolo, local de culto romanizado e junto ao qual se encontraram diversos restos inconclusivos e uma ara consagrada à deusa Nabia, outra divindade de cariz aquático bem conhecida (Rodríguez Colmenero 1995: 198-205; Tranoy 2002: 30-31). As inscrições rupestres existentes no local referem um tal Celicus Fronto como responsável pela construção do santuário (Fig. 1), aparentemente no século I, o qual se situava no exterior dos limites urbanos bracarenses, perto da saída da via Bracara-Aquae Flaviae-Asturica. Todavia, não está determinada a qualidade destas águas, frias, talvez idênticas às da nascente referida na antiga Rua das Águas (Frade 1993: 879), muito perto da Fonte do Ídolo. De uma maneira geral, este tipo de sítios, quando isolados, mostra maior dificuldade em estabelecer uma relação com as estradas, ao contrário do que sucede com as termas, onde se reflectem expressões

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religiosas mais directamente representativas de uma dinâmica de mobilidade (Baratta 2001: 83-93), como sucede nas Termas de S. Pedro do Sul com a ara consagrada a Mercurius Augustus Aquaecus, ou ainda, como muitos investigadores defendem, através da repartição ao longo das estradas de testemunhos de determinadas divindades pré-romanas (Salinas de Frias e Rodríguez Cortés 2004: 277-296), como a já referida deusa Nabia, o que não significa que o culto das águas, antes da romanização, tivesse sempre uma razão estritamente medicinal (Díez de Velasco 2008: 457-469). Muitos destes balnéarios contaram, sem dúvida, com pequenos santuários, normalmente assinalados apenas por ex-votos ou inscrições (Blázquez 1962: 167-203), indicadores preciosos da utilização das estradas. É possível que certas lendas, de antiguidade difícil de controlar, conservem a memória do culto das águas, em especial de águas medicinais. O antropónimo da personagem Salúquia, na lenda de Moura, no Alentejo, local de junção de caminhos romanos com alguma importância (Alarcão 1988b: 93, 100-101), pode preservar a reminiscência de uma devoção às águas e à deusa Salus, de que se conhecem outros testemunhos na Lusitânia (Almeida 1964: 453-459). Na periferia de Moura, povoação muitas vezes identificada com uma inexistente Nova Civitas Arucitana, situam-se as nascentes de Pisões, origem de uma das mais conhecidas águas minerais portuguesas. Uma das estradas que referimos, a que pertence o miliário de Adriano de Vale de Vargo (Sillières 1990:147-148), parece ligar Moura à grande estrada que de Pax Iulia (Beja) se dirigia para Hispalis (Sevilha), por Fines (Vila Verde de Ficalho), no limite entre a Lusitânia e a Bética, ponto de contagem inicial das distâncias deste troço da estrada. O factor religioso do termalismo afirma-se como um elemento forte da dinâmica de aculturação hispano-romana, facultando o ambiente propício ao desenvolvimento de fenómenos de interpretatio de mais fácil aceitação por parte da população indígena, sobretudo nos primeiros tempos do Império, tal como a rede viária constituiu um factor integrador da maior importância, nomeadamente como pragmático suporte da ideologia imperial (Álvarez e Nogales 2004: 255276). Este aspecto reveste-se de importância redobrada nas áreas menos urbanizadas do território, que são exactamente as de maior número de estabelecimentos termais identificados, exercendo um pouco a mesma função dos fora e das mansiones viárias enquanto focos romanizadores. Por outro lado, à medida que a romanização avançava, divulgando modas e com-

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portamentos sociais (André 1993: 33-40), as termas tornaram-se locais privilegiados de afirmação da romanidade, para os frequentadores cidadãos e não cidadãos. Como seria de esperar, os aspectos mais directamente políticos da religião romana encontraram nas termas um espaço perfeitamente adequado, justificando-se a opinião de Garrett Fagan sobre a frequência das termas: «One begins to wonder whether it was the bathing itself that ultimately became secondary» (Fagan 2002: 10). A politização da água, quer através do recurso aos conceitos religiosos da época, quer através da intervenção estatal na construção e manutenção de balneários ou através de um mecenato estimulado por evidentes razões de ordem sócio-política (Guérin-Beauvois 2003: 2-14), contribuiu muito eficazmente para a multiplicação das termas, ainda que os efeitos do mecenato se tenham feito sentir mais sensivelmente em meios urbanos e não tanto a nível dos balneários medicinais, aparentemente, pois podemos estar apenas a constatar a desigualdade das amostras. O culto das águas, sob as suas variadas formas (Ribeiro 1983: 331-369; Andreu 2010: 185-210; Neste volume: «Práticas epigráficas…»), tornou-se um elemento importante da ideologia imperial, que levou os governantes a assumir como parte integrante da intervenção política a construção e manutenção de obras hidráulicas de interesse público (Malissard 1994: 299-307), sempre consideradas fundamentais para a manutenção da saúde pública. Com efeito, não faltam nas termas testemunhos do culto imperial, sobretudo através da presença de monumentos dedicados a divindades augustas. Conhecido o elevado custo de construção e de manutenção dos edifícios termais, o mecenato oficial e privado era muitas vezes necessário para ultrapassar as dificuldades de financiamento. Mesmo quando o ingresso era pago, como no conhecido caso das termas higiénicas de Vipasca (Aljustrel), as quantias assim conseguidas, tanto mais que havia isenções (IRCP 142; Reis 2000: 285-292), nunca supririam as despesas a enfrentar. Por isso, sabemos que os notáveis das cidades eram chamados a participar financeiramente na sustentabilidade das actividades termais, como sucedia em Lutetia (Paris) com a corporação dos nautae (Eydoux 1962: 68-84). Infelizmente há pouca informação para as termas medicinais romanas do território português acerca desta importante matéria, situação que se repete no que toca às termas higiénicas. Sabemos, todavia, que as Termas dos Cássios, em Lisboa, foram totalmente reconstruídas pelo governador Numerius Albanus em

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336, como nos informa o texto de uma inscrição mural copiada nas ruínas (Encarnação 2009: 481-493): THERMAE CASSIORVM / RENOVATAE A SOLO IVXTA IVSSIONEM / NVMERI. ALBANI. V. P. P. L / CVRANTE AVR. FIRMO / NEPOTIANO ET FACVNDO COSS (CIL II 191). Este monumento tem duplo interesse por se tratar de um edifício construído por uma das grandes famílias olisiponenses e reedificado por iniciativa do governador provincial (Loyzance 1986: 273-285), numa época em que o mecenato privado enfraquecera. Mais tarde, no século xii, al-Edrisi refere em Lisboa um estabelecimento de banhos quentes que poderá relacionar-se com o mesmo tipo de águas sulfúreas utilizadas nas Termas dos Cássios (Edrisi 1968: 222-225; Filipe e Calado 2007: 1-10), águas provenientes da encosta do Castelo de S. Jorge e utilizadas em Lisboa em diversos banhos até data recente (Ortigão 1944: 177-186). Como Olisipo era a segunda cidade da Lusitânia, porto e centro viária de primeira categoria, as águas termais foram decerto utilizadas em larga escala. Alguns estabelecimentos termais hispânicos contam com testemunhos mais evidentes de intervenções privadas, ainda que nalguns casos possamos supor tratar-se de notáveis regionais com interesses políticos. Assim sucede em Archena (Múrcia), onde uma inscrição refere os duúnviros envolvidos numa obra de beneficiação do balneário (CIL II 3541), enquanto outra indica como construtor um particular: L. TVRCILIVS P. F. / [THE]RMAS [F]EC (CIL II 3542). Este (Matilla e Adrados 2008: 53-77; Neste volume: «El balneario romano de Fortuna…»), tal como o famoso complexo termal de Fortuna (Egea et alii 2002: 179-190; Egea 2012: 219-242; Neste volume: «El balneario romano de Fortuna…»), ficava perto da grande via romana que ligava Carthago Nova (Cartagena) a Complutum (Alcalá de Henares), não faltando testemunhos epigráficos de aquistas vindos de longe, o que justificava a construção de um acesso viário facilmente utilizável, nomeadamente por quem, por razões de saúde, sentiria mais dificuldade em deslocar-se. Só assim os potenciais mecenas se sentiriam estimuladas ao elevado investimento na construção ou beneficiação de estradas, quase sempre com um custo muito superior ao da construção do balneário (Mantas 2012: 50-51). O custo das vias era realmente pesado, o que explica o mau estado da maioria delas quando não interessavam ao Estado, sobretudo para o funcionamento regular do cursus publicus e para as viagens dos governadores nas suas rondas judiciais e de inspecção. Calculando por alto o custo da via Olisipo

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-Abelterium-Emerita (It.418.7-419.6; 421.1-2), sem incluir as obras-de-arte e atribuindo-lhe uma estrutura ligeira, obtemos um valor mínimo perto de 3 500 000 de sestércios,4 o que explica a raridade de referências a intervenções de mecenato neste contexto e o desvio do investimento das cidades noutras obras públicas, sobretudo antes do século III, o que justifica a multiplicação depois desse século dos miliários honoríficos (Mantas 2012: 99-100). Esta via passava muito perto de Cabeço de Vide, localidade junto à qual existe um estabelecimento termal recentemente renovado, as Termas da Sulfúrea, onde os trabalhos de construção do balneário anterior, no século xix, puseram a descoberto restos da calçada e das termas romanas (Acciaiuoli 1944: I, 57, 83; II, 57), em parte existentes sob o edifício (Serras 2005: 139-140, 173), comprovando a indiscutível utilização destas águas com fins medicinais na época imperial romana. Em Portugal, e recorrendo a uma designação hoje pouco usual mas fortemente presente na toponímia, poderíamos distinguir entre caldas e banhos, reservando o primeiro termo, naturalmente, para águas medicinais quentes. Conhece-se bem a oposição que existiu na medicina antiga quanto ao tratamento de determinadas doenças ou apenas como forma de manter a saúde, entre os partidários da hidroterapia quente e os defensores da hidroterapia fria. Na verdade, talvez se trate de um falso problema, como tantos outros que existem a propósito da civilização romana, pois uma análise das fontes literárias da época não permite decidir a favor de um ou outro dos termos (Fagan 2002: 14-19). É claro que não podemos esquecer o problema da escala, presente no mundo romano e nem sempre bem compreendido (Duncan-Jones 2002). Apesar de se conhecer há muito a utilização na época romana de águas medicinais no territorio português, ainda que nalguns casos apenas de forma vaga a partir de achados fortuitos, em grande parte verificados durante obras realizadas no século xviii e, sobretudo, no xix, quando se desenvolveu no país a moda do termalismo, continua a não existir um trabalho que se ocupe de forma sistemática das termas medicinais antigas. Devemos, todavia, referir a investigação quase pioneira efectuada sobre este tema por Helena Frade (Frade 1993: 873-916), malograda investigadora desaparecida em data recente, e o amplo levantamento elaborado por Pilar dos Reis para o 4 Este tipo de cálculo é sempre muito incerto, devendo ser considerado de forma meramente indicativa. Como base recorremos à quantia constante numa inscrição de Ercavica (Cañaveruela, Cuenca), destinada por um particular à construção de oito milhas de estrada (CIL II 3167).

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território lusitano, embora sem distinguir entre termas medicinais e simples banhos higiénicos, privilegiando antes uma divisão entre estabelecimentos urbanos e rurais e suas diferentes tipologias construtivas (Reis 2004: 23-50). Antes de passarmos à análise da rede viária e das suas relações com o termalismo na época romana (Fig. 2), sublinhamos novamente que só um número extremamente reduzido de balneários medicinais foi escavado e publicado,5 o que limita a nossa percepção de uma realidade que terá sido muito mais vasta do que os vestígios conhecidos sugerem (ver o inventário final neste volume). O que aqui trazemos resume-se essencialmente a coligir dados, apontar problemas e sugerir investigação mais desenvolvida. A rede viária romana do território português, razoavelmente conhecida na sua estrutura geral (Alarcão 1988b: 87-106; Mantas 2012: 113-286), conta ainda com lacunas preocupantes, em particular quando se trata do traçado de estradas secundárias. Consideramos apenas as vias do Itinerário de Antonino, praticamente as mesmas da Cosmografia do Anónimo de Ravena e algumas outras, bem identificadas pela presença de miliários ou pela simples repartição dos centros urbanos. Em certos casos as termas estavam afastadas destes eixos mais relevantes, como sucedia, por exemplo, com as Termas de Monte Real (CIL II 337), perto de Collipo (S. Sebastião do Freixo), activas pelo menos nos séculos ii e iii (Frade 1993: 887), obrigando a recorrer a caminhos de ligação, muito difíceis de identificar no terreno, semelhantes ao que os Assaniancenses construíram para comunicar o seu vicus, talvez Numão (FE 11 48), com a via principal mais próxima, de acordo com a definição das viae vicinales de Sículo Flaco e com a prática oficial das corveias usual na legislação das cidades (Sículo Flaco: 110.1; Abascal e Espinosa 1989: 91-110; González Fernandes 1990: 16-134). Muitos destes caminhos secundários já existiriam na Idade do Ferro, da mesma forma que o traçado das estradas da época romana também recorreu largamente a eixos de comunicação anteriores, com a diferença essencial de se tratar agora de um sistema de comunicações a longa distância, deixando de fora caminhos que um novo padrão de povoamento ou uma nova organização administrativa tornou obsoletos. Não era invulgar, todavia, a existência de estradas paralelas, aparentemente servindo o mesmo destino, 5 Dos 41 sítios recolhidos por Helena Frade, 14 conservam testemunhos da presença de termas medicinais públicas, verificando-se que 50 % deste total se situa sobre vias de primeira categoria, representadas no Itinerário de Antonino ou dotadas de miliários.

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como parece ser o caso das vias que, partindo de Viseu, se deslocavam ao longo do vale do Vouga, uma das quais inquestionavelmente relacionada com as Termas de S. Pedro do Sul. Como tantas vezes acontece, nenhuma destas vias ocorre nas fontes itinerárias antigas. Embora exista investigação sobre mobilidade no território português na época romana (Martineau e Tranoy 2000: 229-240; Mantas 2013: 97125), não é possível, na maioria dos casos, identificar fluxos claramente relacionados com a utilização de centros termais. Tal como sucedia com os pequenos santuários rurais, de inspiração tópica, os balneários mais modestos teriam uma frequência regional ou mesmo local, dispensando custosas obras viárias. Infelizmente, como tantas vezes sucede no contexto da história das estradas, difícil de recuperar, estamos limitados a conjunturas. Não há dúvidas quanto ao facto de ter sido Augusto a lançar as bases da rede viária, envolvendo literalmente a Península com uma série de vias mais ou menos paralelas ao litoral e ligando através de outras estradas os portos às zonas interiores. Este trabalho de base, de que restam poucos miliários em território português, maioritariamente a norte do Douro, foi regularmente continuado pelos júlio-cláudios e pela dinastia flávia, destacando-se o lançamento por Vespasiano da Via Nova de Braga a Astorga (It. 422.1423.5), na qual não faltam estâncias termais, como a de Santiago de Caldelas, Amares (CIL II 5569, 5572), a cerca de 12 milhas romanas de Braga (Frade 1993: 877), sugerindo a localização de uma mutatio ou vicus no local, junto a uma travessia do Cávado. Durante o governo de Trajano e de Adriano houve novamente actividade assinalável na construção e renovação das estradas hispânicas. Sob o governo de Caracala, se em algumas regiões se pode duvidar do carácter prático da intervenção imperial, noutras não há razão para duvidar da realização de trabalhos viários. O último período de obras de manutenção e reconstrução de vias coincide com a Tetrarquia e com a dinastia constantiniana. Daí para diante, com a multiplicação dos miliários honoríficos, torna-se difícil precisar em que casos houve autênticos trabalhos, mas é preciso ter em conta que as cidades podem ter dedicado ao imperador a realização de trabalhos viários, o que devolveria aos miliários o seu valor como testemunhos directos da evolução e estado da rede viária e dos trabalhos de que esta foi alvo. Acompanhando este fenómeno verifica-se um desinteresse acentuado pelos anfiteatros e fóruns e uma atenção redobrada pelas termas (Jones 1964: 2, 1025-1064), como os testemunhos conhecidos de restauros cuja cronologia

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Fig. 2. Mapa da relação entre os balneários medicinais identificados e a rede viária romana (V. G. Mantas/ J. L. Madeira).

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Fig. 3. Ruínas das termas, do aqueduto e do edifício da mansio (?), em Conimbriga (foto Delfim Ferreira, em 1983).

corresponde ao período referido confirmam. Como é natural, estes ciclos correspondem grosso modo a momentos importantes da evolução do processo romanizador, no qual o termalismo teve o lugar que lhe competia, característico de uma cultura cujos valores políticos e a sua expressão pública também evoluíram. Alguns casos são ambíguos, como sucede em Conimbriga (Condeixa-a-Velha) com as termas localizadas junto ao edifício considerado por Vergílio Correia como estalagem (Correia 1972: 314). Não deixa de ser aceitável interpretar as ruínas do edifício, muito bem situado no limite da cidade, entre as duas portas da muralha tetrárquica, como as ruínas da mansio conimbricense (Fig. 3). O edificio de banhos, abundantemente fornecido pelo aqueduto, cujo castellum aquae lhe ficava junto (Alarcão e Étienne 1974: 283-292), tem uma estrutura clássica e uma superfície de uns 500 m2. O achado a pouca distância de uma árula consagrada aos Lares Viales reforça a hipótese de se tratar da mansio (Mantas 2010: 24-27), mas o que nos interessa é a inscrição das termas, datável do século II, relacionada com um culto aquático de cariz indígena (Étienne et alii 1976: 38-40), epígrafe

própria de um estabelecimento público a cujas águas fosse atribuído valor medicinal, ainda que estas não fossem minerais: REMETIBVS / AVG / […]. Esta epígrafe, que poderá coincidir com a construção ou renovação do edificio, conta com uma terceira linha, alvo de uma damnatio memoriae, difícil de explicar. Seja como for, esta é uma das mais enigmáticas epígrafes de Conimbriga. Noutros sítios, como na Fadagosa, é difícil definir a qualidade pública ou privada das termas, seguramente medicinais (Frade 1993: 888), ainda que a proximidade da estrada e a distância em relação à cidade de Ammaia (S. Salvador de Aramenha) insinue a primeira situação,6 podendo o sítio corresponder a uma mutatio, eventualmente da estrada para Norba Caesarina (Cáceres). Outro traçado, mal conhecido, continuaria para norte, em direcção ao Tejo. A estrada que corria ao longo da costa ocidental, entre Conimbriga e Olisipo, por Collipo e Eburobrittium, sugerida pela enumeração de civitates elaborada 6 Cerca de 17 quilómetros, ou seja, pouco mais de 11 milhas romanas.

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por Plínio-o-Velho para esta região lusitana (Plínio NH 4.113), parece ter sido importante no século i. Sobre esta via podemos considerar a existência em Eburobritium (Óbidos) de um edifício termal de razoável construção (Moreira 2002: 88-131), junto a uma estrutura que tem sido identificada como forum da cidade. Nas termas foi achada uma inscrição truncada em honra de Constâncio Cloro, sugerindo eventuais trabalhos de manutenção do edifício, o que se enquadra no cenário habitual de restauro de edifícios termais no século iv. A possibilidade das termas terem utilizado águas com qualidades medicinais, sulfúreas, identificadas na Quinta das Flores, a cerca de 200 metros das ruínas (Tavares 1810: 150), justifica a inclusão destas termas entre as de características medicinais, neste caso situadas num centro urbano portuário, sobre uma via importante (Mantas 2012: 253-259). Circunstância mais difícil de interpretar é a das termas cujas águas sabemos terem sido usadas na época romana, sem que tenham ficado quaisquer vestígios das instalações, que poderiam limitar-se a simples fontes, como a Fonte de Armês, perto de Sintra (Ribeiro 1982-1983: 166-188). Na mesma região, onde a densidade de vestígios romanos e de caminhos vicinais é notável, a vila piscatória da Ericeira oferece uma dessas situações, pois nela se achou uma árula com a seguinte inscrição: ATILIA. PVB[LII] / [F]. AMO[ENA]. FONTI[BVS]. Embora o monumento tenha sido encontrado fora de contexto, reutilizado num muro (FE 5 16), a Ericeira conta com uma nascente de águas medicinais, perto da igreja de Santa Marta, onde existiu durante bastantes anos, desde o final do século xix, um estabelecimento para aquistas, as Termas de Santa Marta. Podemos relacionar a árula com a fonte de Santa Marta, ainda que na área do parque e da igreja que lhe fica perto não se tenham ainda detectado vestígios romanos. Perto da Ericeira passava uma estrada secundária que se desenvolvia desde Torres Vedras em direcção à Amadora, atravessando a zona das pedreiras que forneciam material a Olisipo. A ligação da Ericeira a esta estrada fazia-se certamente por um caminho vicinal de má qualidade, atravessando uma área de notável densidade de vestígios romanos (Ribeiro 1982-1983: 262-264), sugerindo para este tipo de águas medicinais uma utilização restrita. De confirmada utilização medicinal e indubitável relação com a via, são as termas de Caldas de Canavezes, situadas após a travessia do Rio Tâmega para norte, na estrada que se dirigia a Bracara (Soeiro 1984: 48-49), via sobre a qual se situavam outros dois importantes centros termais, Vizela e Taipas, cujos

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restos romanos, excluindo os testemunhos epigráficos, se conhecem essencialmente por relatos antigos, à margem da metodologia arqueológica. Sobre o itinerário principal da estrada Emerita-Bracara, o estabelecimento termal das Caldas de Vizela devia ser de grandes dimensões, a crer nas descrições que nos ficaram das ruínas (Caldas 1852: 7-15; Frade 1993: 880-881; Queiroga 2013: 181-201), hoje soterradas sob a Praça da República. A importância destas termas medicinais é comprovada pelo achado de uma arquitrave contendo a seguinte inscrição: DEDICAVIT T FLAVIVS ARCHELAVS CLAVDIANVS LEG AVG (Cardozo 1985: 64). A inscrição pode indicar a construção das termas por este alto magistrado durante o governo de Domiciano, o que não deixa de sublinhar a importância da via e da estação termal, muito bem situada a cerca de 20 milhas de Braga num vicus que se denominaria Oculis Calidarium (Alarcão 1988a: I, 54). Duas inscrições votivas a Bormanicus, divindade indígena das águas quentes (Encarnação 1975: 143-145), testemunham a união entre termalismo e religião. De notar que uma das inscrições, um tanto pretensiosa, foi dedicada por um indígena romanizado oriundo de Uxsama (Burgo de Osma), prova da mobilidade na Tarraconense e da atracção exercida por este grande estabelecimento termal. A referência a um número avultado de piscinas pode justificar-se tanto pela monumentalidade previsível do edifício, como pela diversidade de temperatura da água das nascentes, que oscila entre 8º e 65º, o que não deixaria de valorizar as termas. Um pouco mais a norte, nas Caldas das Taipas, perto de Guimarães, encontramos uma situação semelhante, pois os vestígios romanos foram suprimidos pela construção no século xix dos hoje denominados Banhos Velhos (Acciaiuoli 1944: I, 42; Frade 1993: 880), em vias de requalificação.7 A importância viária do local e a ligação entre as termas e a via ficou, todavia, bem documentada pelo chamada Ara de Trajano (Fig. 4), um bloco de granito com mais de três metros de altura (Caldas 1854: 29-30; Vieira 1886: 624-628), afeiçoado para receber numa das faces a seguinte inscrição: IMP CAES NERVA / TRAIANVS AVG GER DAC / PONT MAX TRIB POT VII / IMP III COS V P P (CIL II 4796 = 5560). A titulatura permite atribuir a inscrição ao ano 103 e não duvidamos em relacioná-la com a valorização do eixo Emerita-Bracara no contexto da construção da Ponte de Alcântara, o que 7 Trabalhos conduzidos por Erasún Cortés, ainda não publicados, permitiram detectar novamente restos dessas construções.

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Fig. 4. Bloco com inscrição honorífica a Trajano, em Caldas das Taipas (foto do autor, em 2009).

é confirmado pelo desenvolvimento de Tongobriga (Freixo) e por um miliário de Trajano no troço final da estrada (CIL II 6214). As termas ficam a cerca de 10 milhas romanas de Braga, o que permite situar no local uma estação viária, decerto associada ao estabelecimento termal. As letras da epígrafe foram reavivadas em 1818, ao mesmo tempo que se gravou uma sofrível tradução do texto latino, por ordem de alguns notáveis vimaranenses que não hesitaram em juntar os seus nomes ao do conquistador da Dácia, o que não escapou a justificadas críticas mordazes (Ortigão 1944: 76-78). Sobre um ramal desta via que passava o rio Douro um pouco a jusante do traçado principal, situam-se as termas de S. Vicente do Pinheiro (Fig. 5), onde subsistem ruínas de um pequeno balneário termal cuja construção se insere, pela datação proposta, na transição do século I para o século ii, no mesmo cenário de incremento da região estimulada pelos imperadores flávios e seguida pela valorização do grande eixo de comunicações que era a estrada Emerita-Bracara por Alcântara, ponte cuja construção poderá ter sido iniciada por Domiciano (Liz Guiral 1988: 201-207), o que permite situá-la no ambiente decorrente da concessão do direito latino. O balneário de S. Vicente do Pinheiro, ainda que de construção modesta, o que leva alguns investigadores a sugerir tratar-se das termas de uma villa, exibe todas as componentes necessárias ao banho romano, mas com uma planta não isenta de problemas de interpretação (Fig. 6). A existência de uma necrópole próxima permite avançar a hipótese de se tratar de um vicus viário, naturalmente equipado com um balneário que dispunha de águas consideradas das mais alcalinas e sulfúreas da Europa (Fortes 1902; Alarcão 1988a: II, 1, 28). Muito diferente é o caso das termas medicinais de Aquae Flaviae (Chaves), urbanas e monumentais.

Fig. 5. Postal de 1970 com vista das ruínas das termas de S. Vicente do Pinheiro (colecção do autor).

As referências à existência de ruínas de balneários em Chaves são antigas, sem todavia sugerirem a localização do grande edifício posto a descoberto no Largo do Arrabalde, muito perto da ponte romana de Trajano, terminada em 104 (Durán 2005: 169-176). Durante muito tempo desenvolveu-se a discussão entre os especialistas sobre a identificação de Aquae Flaviae, topónimo que aponta imediatamente para uma promoção flaviana, e a estação de Ad Aquas, problema que hoje se encontra resolvido apesar das dificuldades que, quer o Itinerário de Antonino, quer a tábua IV do Itinerário de Barro de Astorga (Fig. 7), documento novamente polémico (Fernández Ochoa et alii 2012: 151-179), suscitam ao referirem apenas Ad Aquas (Roldán Hervás 1975: 214; Rodríguez Colmenero, Ferrer e Álvarez 2004: 48). Porém, se tivermos em conta que Norba Caesarina (Cáceres) também não é referida em nenhum desses documentos, subsistindo o topónimo Castris Caecilis (It. 433.4; It. Ast. 3.14) anterior à fundação da colónia, não devemos sobrevalorizar a referida circunstância. A qualidade das águas termais e a circunstância de Aquae Flaviae constituir um muito importante centro viário do Noroeste, como testemunham os miliários da região, explicam em grande parte a promoção da cidade ao estatuto municipal (Fonseca 2012: 519-528). As termas, parcialmente escavadas no Largo do Arrabalde depois de 2004 (Fig. 8), mostram uma invulgar dimensão (Neste volume: «New data…»). Uma das piscinas mede 13,22 x 7,98 metros, possuindo adossado um banho de menores dimensões, conhecendo-se outra piscina, da qual um dos lados mede 8 metros. Restos de um complicado sistema de adução de água sugerem a importância dos débitos disponibilizados aos banhistas. As piscinas eram cobertas por

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Fig. 6. Planta das termas medicinais de S. Vicente do Pinheiro (V. G. Mantas / J. L. Madeira, a partir de Frade 1993).

Fig. 7. A placa IV do Itinerário de Barro, mencionando topónimos termais (apud Roldán Hervás 1975: lám. XXVI).

abóbadas de canhão, em tijolo, recobertas de opus signinum. Embora por enquanto não seja possível uma reconstituição completa do complexo, em grande parte soterrado sob as construções que ladeiam a praça, o que durante muito tempo impedirá essa reconstituição (Carneiro 2013: 793-802), é evidente tratar-se de um conjunto excepcional. Os materiais achados na escavação sugerem uma destruição pelos finais do século IV, ainda que o início do século V nos pareça mais aceitável. A data da construção é mais difícil de propor, mas talvez não seja hipótese desprezível considerar o período entre Vespasiano e Trajano para a mesma. Como o colega Sérgio Carneiro trata especificamente das termas flavienses neste volume, não desenvolvemos a nossa referência, tanto mais que a sua categoria e situação sobre um destacado nó viário urbano não necessitam de maior argumentação (Rodríguez Colmenero et alii 2004: 657-697). Antes da descoberta do monumento de Chaves, o estabelecimento termal de Lafões, junto a S. Pedro do Sul, era o maior escavado em Portugal, o que não impediu ter sido bastante maltratado e mesmo quase abandonado (Fig. 9). As últimas intervenções

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Fig. 8. A piscina principal das termas de Chaves, em fase de escavação (foto Sérgio Carneiro, em 2006).

Fig. 9. Aspecto das ruínas do pórtico e piscina exterior das termas de S. Pedro do Sul (foto do autor, em 1980).

significativas no edifício ficaram a dever-se a Helena Frade, que nos deixou uma boa descrição da parte acessível a trabalhos arqueológicos (Frade e Moreira 1992: 515-544), pois a existência de construções sobrepostas dificultam, tal como em Chaves, qualquer alargamento significativo da área escavada. A planta do edifício, sujeito a numerosas reutilizações e modificações ao longo dos séculos, mostra duas grandes piscinas, uma interior com dois banhos menores asso-

ciados, e uma exterior, uma piscina pouco profunda, com toda a probabilidade para banhos frios, medindo 20,5 x 9 metros, parcialmente rodeada por um duplo pórtico, com colunas em granito, de estilo jónico de um tipo usual na arquitectura lusitana do século i (Fernandes 2012: 131-148). O edifício principal, com fortes cunhais de silharia almofadada, era coberto por abóbada e contava com duas absides enquadrando os topos da sala da piscina interior, provavelmente em resultado da renovação verificada nos finais do século I, sala que possuía também uma êxedra, axializada transversalmente (Fig. 10). O rio Vouga corre ao lado do edifício, muito perto, recebendo o escoamento das águas residuais. Nas ruínas foram encontradas três inscrições votivas, consagradas respectivamente a Júpiter, a Mercúrio Augusto e à Água (Brandão 1959: 229264). Parece-nos significativo que nenhuma destas epígrafes se possa relacionar explicitamente com alguma divindade indígena, apesar da sua existencia.8 A segunda destas inscrições, dedicada a Mercurio 8 Deduzida a partir do topónimo Sul, que sugere uma divindade semelhante à britânica Sulis.

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Fig. 10. Planta da 2.ª fase das termas medicinais de S. Pedro do Sul (V. G. Mantas / J. L. Madeira, a partir de Frade e Beleza 1992).

Augusto Aquaeco, apresenta problemas de leitura e de interpretação (HEp 4 1101), mas a presença do antropónimo Reburrus sugere um ambiente de indígenas romanizados. O culto de Mercúrio, usualmente associado ao comércio e às viagens e bem representado no território português (Baratta 2001: 16-68), ocorre também relacionado com devoções aquáticas (Baratta 2001: 89-91; Egea Vivancos 2012: 232-233), como neste caso, onde o aspecto político, legalista, claramente se evidencia, associado a funções liberatórias e purificadoras (Combet-Farnoux 1980: 300-310, 467-471). Outra inscrição, bastante mais simples e de excelente gravação (Fig. 11), poderá relaciona-se com a construção das termas: AQVA[E] / A. PLAVT[VS] / DECIAN[VS]. O dedicante é certamente um cidadão romano, suficientemente notável para excluir qualquer outra informação pessoal para além do antropónimo.

A importância viária do estabelecimento termal, nó de várias estradas, a cerca de 30 quilómetros de Viseu e a 40 quilómetros de Cabeço do Vouga (Oppidum Vacua?), permite situar nas Termas de S. Pedro do Sul uma mansio de primeira categoria, cujas ruínas ainda não se identificaram, talvez situada em S. Pedro do Sul, que dista 3 milhas romanas do balneário termal. Uma das estradas que aqui passava, vinda de Viseu (Veseo), dirigia-se para norte, por Manhouce, em direção à estrada Olisipo-Bracara, existindo restos dela, ainda que muito alterados por trabalhos posteriores, em especial de época medieval. Muito mais a sul, perto de Monchique, no Algarve, vamos encontrar outro importante balneário termal, do qual, infelizmente não restam vestígios visíveis. Um dos problemas que neste caso se apresenta é o do traçado da estrada que o servia, embora não faltem

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Fig. 11. Inscrição votiva das termas de S. Pedro do Sul (foto do autor).

na Serra de Monchique velhas calçadas naturalmente atribuídas aos romanos, como é habitual (Mantas 1997: 313, 317-318). A importância dos vestígios registados, sempre em contexto de renovação do balneário moderno (Formosinho 1947: 5-12; 1953-1954: 66-225; Santos 1972: 43-57), implica que estas termas tivessem um acesso de acordo com a qualidade das estruturas, cuja área atingiria os 1000 m2. A planta recuperada não deixa de suscitar dificuldades de interpretação, como sempre acontece quando se não pode efectuar uma ordenada escavação do sítio (Fig. 12). A estrutura político-administrativa do Algarve romano também levanta algumas questões. As Caldas de Monchique distam cerca de 18 quilómetros de Portimão, cidade que se costuma identificar com Portus Hannibalis, o que não é absolutamente seguro (Guerra 2001: 30-35). Duas outras cidades, Cilpes (Silves) e Lacobriga (Lagos) ficam também pouco distantes, sem que se lhes possa garantir a pertença deste estabelecimento termal, ainda que a última delas nos pareça mais provável. O que foi possível registar da planta mostra um edifício alongado, com a fachada virada a poente, sem que se tenha identificado a piscina. Uma conduta

partindo da nascente alimentava os reservatórios a um nível superior, a partir dos quais a água era distribuída pelos diversos banhos. Os materiais recuperados dividem-se entre o século i e o século iv, contando-se entre eles numerosas lucernas com o disco decorado com figuras de galos, relacionáveis com o culto de Mercúrio e de Esculápio (Sikora 1983: 175-183). Também se achou uma pequena estatueta da deusa Fortuna (Pinto 2002: 170-171), em bronze, e duas aras, uma das quais anepígrafa. A mais importante (IRCP 56), talvez do século i, ostenta a seguinte inscrição: AQVI[S] / SACRI[S ] / PATVLCIA / T. F. […] / V. S. [ L. M]. Esta ara (Fig. 13), descoberta em 1942, comprova a boa qualidade medicinal das águas, justificando a existência do edifício e do reduzido núcleo habitacional associado, em plena serra.9 Cremos que as termas eram servidas por uma estrada secundária que, pelo menos no Baixo-Império, dada a abundância na zona de moedas dos século iii e iv, que

9 Trabalhos recentes, em vias de publicação, desenvolvidos por Silvia González Soutelo e Fábio Capela poderão esclarecer algumas das interrogações existentes quanto à estrutura e aos materiais deste complicado balneário.

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Fig. 12. Planta das ruínas registadas nas Caldas de Monchique em 1942: a- nascente; b- conduta (V.G. Mantas / J. L. Madeira, a partir de Afonso dos Santos, 1972).

se regista também no balneário (Abad Varela 1992: 172-174) continuaria por Alferce e desde este ponto para S. Marcos da Serra, onde se lhe reuniria outra vinda de S. Bartolomeu de Messines, para ganhar a grande via do Itinerário de Antonino que partia de Ossonoba (Faro). Este caminho corresponde a um dos três eixos que comunicavam, na Idade Média, o Algarve com o Alentejo (Mantas 1997: 313, 318, 322). Seja como for, e na ausência de outros testemunhos epigráficos, julgamos que a zona de influência do balneário seria, antes de mais, o litoral algarvio, ainda que a raridade de águas termais no Baixo Alentejo, onde o culto de Esculápio tinha algum relevo (Mantas 2002: 128-129), possa ter contribuído para alargar o seu raio de atracção. Que poderemos dizer a título de conclusão destas notas? O termalismo foi um factor importante da romanização, sustentando através da sua reconhecida utilidade e aura sacra (Fernandes 2002: 131-140), a ideologia sociopolítica imperial, mais ou menos monumentalizada. A recepção desta realidade ultrapassou os tempos e ganhou na época contemporânea uma valorização que, burguesa ou aristocrática na origem, se democratizou nas últimas décadas. Fenómeno integrado nas modificações do padrão de povoamen-

to que acompanhou o estabelecimento de uma rede viária eficiente, mas de objectivos oficiais limitados, verifica-se uma grande desigualdade nos diferentes tipos de estações termais. As mais modestas mostram uma dispersão geográfica que reflecte muitas vezes situações anteriores ao domínio romano, identificadas apenas através de alguns materiais modestos e de uma ou outra árula. O Império Romano era um mundo de grande mobilidade, impossível de imaginar sem estradas (Chevallier 1983; Laurence e Adams 2001), capazes de facilitar o acesso aos locais onde o uso das águas prometia saúde e lazer. No caso português verifica-se que a localização das termas medicinais, aqui consideradas sem distinguir entre águas quentes ou frias, raramente coincidia com centros populacionais de tipo urbano, como Aquae Flaviae, por razões compreensíveis, o que dificulta na maior parte dos casos o reconhecimento dos motivos que levaram à associação termas-estrada. Por vezes, como vimos, ficavam junto a estradas ou a muito curta distância delas, ganhando acessibilidade sem grandes custos, sem olvidar o recurso aos rios, como acontecia com o Vouga nas Termas de S. Pedro do Sul, o Cávado em Águas Santas e Amares ou o Douro em Aregos, permitindo acesso mais cómodo.

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achados nunca confirmados e, em certos casos, mais ou menos imaginários, o que se vai repetindo agora que se iniciou uma nova era no termalismo, na qual, apesar do enfraquecimento das Humanidades, as referências à Antiguidade continuam felizmente presentes. Também temos pouca informação segura quanto à existência de balneários termais não urbanos especificamente integrados no equipamento das mansiones, o que não quer dizer que estes não existissem, pois vimos que algumas das principais termas medicinais identificadas correspondem a vici conjugando funções viárias e termais. Na verdade temos ainda um longo caminho a percorrer para que o conhecimento das vias e das estações termais romanas no território português, e sobretudo para que a relação entre umas e outras, ganhe uma imagem mais viva, à margem de fantasias e diferente do melancólico sentimento de Rodrigo Caro inspirado pelas ruínas de Itálica: Del gimnasio y las termas regaladas / leves vuelan cenizas desdichadas (Rodrigo 2000: 195).

BIBLIOGRAFIA Fig. 13. Ara votiva achada nas Caldas de Monchique em 1942 (foto Museu Nacional de Arqueologia).

Nas situações em que as nascentes ficavam à margem dos principais eixos viários, era necessário, apenas quando a procura das águas o justificasse, lançar caminhos razoavelmente transitáveis, hoje difíceis de identificar, alguns dos quais, sobretudo quando encontramos cultos indígenas associados aos balneários, já existiriam no período pré-romano. A cronologia possível para as termas romanas do território português sugere que a edificação das mesmas se inicia logo no século i, correspondendo de alguma forma à cronologia das principais estradas, acompanhando a implantação do modelo normal de paisagem urbanizada do mundo romano, com o envolvimento de notáveis políticos ou privados. A recuperação de antigos banhos medicinais ao longo dos tempos, sobretudo a partir do século xix, levou à eliminação, com pouco ou nenhum registo arqueológico, de muito do que se encontrou, ainda que algumas destruições sejam bastante recentes, como nas Termas de Monchique, em que os restos romanos foram arrasados em 1947. Isto sem esquecer a dificuldade real em identificar o tipo de utilização medicinal antiga, apesar de registada, em sítios de instalações sumárias ou que aguardam identificação, como em Monfortinho. A preocupação em valorizar um passado romano para as termas em voga multiplicou as referências a

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TERMALISMO ANTIGUO EN GALICIA: CONSIDERACIONES SOBRE LA RELACIÓN ENTRE BALNEARIOS Y TERRITORIO EN ÉPOCA ROMANA. TEORÍA Y PRÁCTICA A PARTIR DE ALGUNOS EJEMPLOS GALLEGOS Silvia González Soutelo, GEAAT, Universidade de Vigo

Resumen: Galicia se presenta como un territorio rico en aguas mineromedicinales, y consecuentemente con una amplia documentación relativa a la dilatada tradición en el uso de estos manantiales fundamentalmente desde época romana. De acuerdo con esa realidad, planteamos la revisión de algunos aspectos significativos sobre esta temática aplicados a dos áreas de estudio dentro de esta región, Caldas de Reis-Cuntis y Riocaldo-Bande, para documentar su significado dentro de su territorio. Así plantearemos su relación con tres aspectos concretos: los ejes viarios, su posición estratégica y la importancia social, política y cultural de estos manantiales. El resultado será la obtención de una serie de hipótesis de trabajo que nos permitan establecer un punto de partida en la investigación sobre el papel que estos establecimientos tuvieron en la ocupación del noroeste peninsular en época romana, aspecto que permitirá comparar esta área con otros ámbitos dentro del Imperio Romano. Summary: Galicia is one of the most significant territories regarding mineral-medicinal waters in the Iberian Peninsula. Consequently, its long tradition in studies on the use of those springs gives us wealth information about the archaeological evidences associated to these mineral sources. Therefore, we propose a study of some significant aspects, proposing two main areas of analysis in this region: Caldas de Reis-Cuntis and Riocaldo-Bande. According to these examples, three aspects shall be taken into account: their connection with Roman roads, their strategic placement, and their social, political and cultural significance in the administrative organization of this province. The result of these reflections will allow us to establish some hypothetical proposals which will help us to set a starting point in our research on the role of these establishments in the political control of Rome in the north-west of the Iberian Peninsula, as well as including new elements of comparison between this region and other areas of the Roman Empire. Palabras clave: Hidroterapia, vías romanas, Gallaecia, aguas mineromedicinales, enclaves aquae. Key words: Hydroterapy, Roman roads, Gallaecia, mineral-medicinal waters, aquae sites.

1. INTRODUCCIÓN: ESTADO DE LA CUESTIÓN

mente significativo en la riqueza mineral y natural del territorio de la actual comunidad gallega.1 Asociado a

La presencia de abundantes y diversos tipos de aguas mineromedicinales en Galicia es un factor alta-

1 Conscientes de la importancia de este recurso, esta autonomía cuenta con una legislación específica sobre esa materia,

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esa realidad, el noroeste peninsular presenta un excepcional y amplio patrimonio arqueológico vinculado a la explotación de sus aguas mineromedicinales, que permite presentarlo como un excelente escenario de trabajo para analizar las distintas connotaciones que la existencia de este recurso tuvo en el ámbito de la romanización del noroeste peninsular, de acuerdo con las distintas soluciones que se dieron en cada provincia. Si bien el termalismo antiguo en Galicia es una realidad ya ampliamente trabajada (Díez de Velasco 1985 y 1998; González Soutelo 2011a y 2011b), consideramos necesario establecer un estado de la cuestión y apuntar hacia nuevas propuestas de estudio que desde una perspectiva interdisciplinar y global permitan considerar pautas de actuación y análisis extensibles a otros ámbitos del territorio del antiguo Imperio Romano. Así, afortunadamente, al plantear el estudio de la antigüedad del termalismo en Galicia, partimos de tres factores fundamentales para su comprensión: una importante tradición literaria y de investigación sobre esa temática desde diferentes disciplinas; una amplia y significativa variedad de enclaves termales documentados con explotación en época romana; y un singular conjunto de evidencias arqueológicas derivadas de una específica situación histórica, cultural y geográfica que justifican sobradamente el destacado papel del termalismo antiguo de este territorio dentro de la península ibérica.

Importancia de la tradición historiográfica sobre termalismo en Galicia Analizando la historiografía sobre el origen del termalismo en la península ibérica, el Noroeste peninsular ha cumplido desde antiguo un papel muy destacado al ser una región fuertemente representada en las principales obras sobre esta temática dada la abundancia de sus aguas.

que se recoge en la Ley 5/1995, de 7 de junio, de Regulación de las Aguas Minerales, Termales y de Manantial y de los Establecimientos Balnearios de la comunidad autónoma gallega; y Decreto 402/1996, de 31 de octubre (con su modificación por el Decreto 116/2001) por el que se establece el Reglamento de aprovechamiento de aguas minero-medicinales, termales y de los establecimientos balnearios. Como los balnearios se consideran igualmente establecimientos sanitarios, como tales quedan también sujetos a lo dispuesto en la legislación sanitaria (Melgosa 2001).

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Dentro de las fuentes fundamentales para el estudio de las aguas mineromedicinales en Galicia2, contamos con significativas referencias ya desde el siglo xvi al papel de estos manantiales en la tradición popular, vinculados a espacios de tratamiento y cuidado de la salud ante la falta de otros remedios más eficaces. Cabe citar para ese siglo, por ejemplo, las primeras descripciones de las aguas de Lugo y Ourense en viajeros como el Licenciado Molina (1550), o sobre Lugo, Caldas de Reis, Ourense y Baños de Molgas en Ambrosio de Morales (1575). En siglos posteriores, fundamentalmente entre los siglos xvii-xix, se amplía el número de enclaves gallegos enumerados en obras específicas sobre hidrología, creándose inventarios generales que incluyen la descripción de los manantiales más significativos, en las publicaciones de autores como Limón Montero (1697),3 Gómez de Bedoya y Paredes (1764-1765 y 1772)4 López de la Peña (1772), Rubio (1853) o Taboada Leal (1877). A partir de la creación del Cuerpo de Médicos Directores de Baños por Real Decreto de 29 de junio de 1816, siguiendo el modelo de la política sobre termalismo ya existente en otros países y desarrollada en España para establecer pautas de control y aprovechamiento de las aguas mineromedicinales por parte del Gobierno, progresivamente se va dotando a los balnearios gallegos5 de personal estable y especializado que deberá remitir a la Junta Superior Gobernativa de Medicina informes anuales de las actividades llevadas a cabo en su establecimiento, así como de los aspectos más relevantes vinculados a los tratamientos, reformas del edificio, mejoras de las instalaciones,6 etc. 2 Para consultar una breve biografía de los principales autores que publicaron sobre este aspecto en Galicia, remitimos a la obra pionera de Galdo (1995) que de forma sintética aborda fundamentalmente esta temática. 3 Donde ya se incluye la referencia a un mayor número de manantiales, como son los de Cuntis, Caldas de Reis, Lugo, las Burgas de Ourense, Baños de Molgas, Prexigueiro y Melón. 4 Incluye en esta obra, específicamente centrada en el Reino de Galicia, 54 enclaves de aguas mineromedicinales, donde sorprendentemente olvida citar, por ejemplo, las aguas del balneario de Lugo. 5 Los primeros balnearios gallegos en contar con la distinción de una plaza de médico director de Baños (en algunos casos, compartida), son los siguientes: Caldas de Reis / Cuntis (1817), Caldelas de Tui (1817), Carballo y Arteixo (1817), Carballiño y Partovia (1833), Lugo (1836), La Toja (1842), Cortegada (1844), Guitiriz (1849), Sousas y Caldeliñas (1860), Baños de Molgas (1877) y Mondariz (1877). Alonso et alii 2011. 6 Norma establecida en el Reglamento de 1817 «Para la inspección, gobierno y uso de todas las aguas y baños minerales de España» (Alonso et alii 2012: 41).

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TERMALISMO ANTIGUO EN GALICIA: CONSIDERACIONES...

Ese hecho hará que desde fecha temprana contemos con una dilatada información sobre aquellos enclaves que obtuvieron una temprana dirección médica, ya que en esos primeros informes afortunadamente se documentaron, entre otras cosas, algunos de los descubrimientos arqueológicos más significativos vinculados a las reutilizaciones o reformas en las captaciones y estructuras de los balnearios que de otra forma habrían desaparecido. Será justamente en ese contexto cuando se identifiquen, como sucede en otros países europeos,7 las principales estructuras de época romana vinculadas a estos manantiales, y se empiece a tener en cuenta el interés por describir, y en el mejor de los casos conservar, las evidencias arqueológicas descubiertas, como testimonio de la importancia de esos manantiales ya desde época antigua. La dilatada lista de informes y de publicaciones que se desarrollaron sobre todo durante el siglo xix,8 dio lugar a una abundante base informativa que fundamentalmente desde finales del siglo xx, gracias al renacer de la moda de los balnearios y el tratamiento natural por las aguas mineromedicinales, ha incidido en el interés por recuperar este patrimonio. Así, el hecho de que exista esa amplia tradición en la investigación sobre los manantiales de aguas mineromedicinales en Galicia, ha favorecido el posterior desarrollo de investigaciones centradas en analizar la historia de estos establecimientos, fundamentalmente en el caso de los años 80-90 del siglo pasado. Sirva a modo de ejemplo la mención de obras como las de Rodríguez Míguez (1995), Galdo (1995), Casal y González (2010) o Alonso et alii (2011 y 2012), entre otros, desde la perspectiva de la hidrología médica o la historia; o en el caso concreto de la historia antigua y la arqueología, los estudios parciales de Mora (1981), Díez de Velasco (1985 y 1998) u Oró (1993a y 1996) como significativos puntos de partida para la posterior puesta en marcha de los estudios sobre esta temática en Galicia ya en el siglo xxi (González Soutelo 2005; 2011a y 2011b).

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Diversidad de los enclaves termales Según el censo realizado en 1995 por la Xunta de Galicia, se constata la existencia dentro del territorio actual de Galicia de al menos 314 manantiales de aguas minerales (Ruíz y Menéndez 1995; Ramírez 2001: 43), un número amplísimo de surgencias algunas de ellas explotadas en un destacado conjunto de balnearios.9 La termalidad de las aguas presentes en este territorio es muy variable, mostrando un amplio abanico que oscila entre los 15 y los 77 ºC. Lo mismo sucede en el caso de la composición de sus aguas, ya que su diversidad está relacionada con los minerales presentes en el subsuelo, el tiempo de residencia del agua subterránea, la profundidad alcanzada y por tanto la temperatura de base, así como las pérdidas térmicas sufridas en su emergencia, evidenciando así un amplio muestrario de tipos y temperaturas del agua (Baeza et alii 2001: 27). En consecuencia, los manantiales minerales de Galicia muestran indicaciones terapéuticas de muy diversa naturaleza, aplicables de forma oral, atmiátrica o tópica para afecciones de las vías respiratorias, reumatismos, traumatología en general, sistema nervioso, circulatorio y digestivo, así como problemas dermatológicos (Maraver y Armijo 2010). Esa variedad y cantidad de manantiales tuvo que ser un factor bien conocido por la originaria población local que, de acuerdo con un necesario conocimiento del territorio, apreciarían las cualidades inherentes a este singular recurso. Sin embargo, será fundamentalmente con la presencia romana en este territorio cuando se creen desde el siglo i d.C. infraestructuras adecuadas para un aprovechamiento de estos recursos con las oportunas comodidades y medios que permitan, en aquellos manantiales más destacados y estratégicos, la conservación y el fomento de una tradición popular fuertemente marcada por las características intrínsecas de su historia.

Singularidad del conjunto de evidencias arqueológicas

7 Ver para el caso francés remitimos a las obras de Greppo (1846) y Bonnard (1908); o en Portugal, ya en el siglo xx, Acciaiuoli (1940 y 1944), entre otros autores fundamentales para este estudio. 8 Material conservado fundamentalmente en la Biblioteca de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid. Un listado de los fondos de este depósito puede consultarse en Méndez 2008.

Dentro de los aspectos analizables tomando como objeto de estudio la antigüedad de la explotación de las aguas mineromedicinales en Galicia, son dos las 9 En la última revisión sobre esa temática, Galicia se posiciona como la autonomía española con un mayor número de establecimientos, ya que se contabiliza al menos 22 balnearios en activo (en 2010), con un número también elevado de balnearios inactivos (Alonso et alii 2011: 47).

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Fig. 1. Representación de los principales enclaves termales gallegos con posible explotación de época romana documentada, representados en relación con los principales ejes viarios (elaboración propia, a partir de los trazados viarios propuestos por Rodríguez Colmenero et alii 2004).

líneas de análisis interconectadas que se pueden desarrollar fundamentalmente a partir de la información arqueológica que se ha documentado hasta el momento: por una parte, el significado de las evidencias arquitectónicas y materiales de los complejos termales; y, consecuentemente, su encuadre en el contexto social, político, económico y administrativo de la Gallaecia. Si bien, consideramos que el primero de los dos aspectos ha sido ya trabajado en mayor detalle con importantes aportaciones en los últimos años como indicaremos a continuación, en este trabajo querríamos llamar fundamentalmente la atención sobre el potencial de la segunda de las líneas de estudio en donde, tomando como ejemplo dos áreas de estudio

muy concretas, pretendemos revisar la posible incidencia de estas aguas en la organización del territorio noroccidental de la península ibérica en época romana. a) Análisis arquitectónico y material del termalismo antiguo en Galicia (Fig. 1) Desde el punto de vista del análisis constructivo de este tipo de enclaves, se hace latente la necesaria adecuación y adaptación arquitectónica de estos establecimientos de baños al terreno y al aprovechamiento de unas determinadas aguas, ya que la ubicación de los manantiales y el uso específico de las aguas condiciona forzosamente la naturaleza edilicia de cada espacio.

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TERMALISMO ANTIGUO EN GALICIA: CONSIDERACIONES...

Así, pese a que comprobamos que cada edificio o estructura mantiene semejanzas básicas con otros establecimientos realizados en época romana para albergar la función salutífera y cultual de estos manantiales, se evidencian características individualizables en cada caso, condicionadas por múltiples factores: la topografía del terreno donde mana el/los manantiales; la composición y temperatura de las aguas, y sus consecuentes formas de aprovechamiento; el uso del material local más abundante en la construcción de estos establecimientos; el interés existente en su representabilidad dentro del territorio, con la consecuente monumentalización en función de los intereses del individuo o de la comunidad que lo crea; la adecuación de las dimensiones del complejo al número de usuarios al que estaría destinado; así como la posición estratégica de cada manantial, tanto desde el punto de vista de su ubicación como de su papel simbólico, debido a la asociación religiosa intrínseca e ineludible que existe en el mundo antiguo en este tipo de complejos salutíferos.10 Dentro de la autonomía gallega se conservan así ejemplos excepcionales de esta realidad constructiva,11 a los que se unirían otros enclaves de interés por los materiales identificados que están a la espera de las intervenciones arqueológicas pertinentes que permitan conocer mejor su configuración y realidad histórica.12 Todos ellos son testimonio del marcado protagonismo de este recurso en el medio, así como del cuidado y atento aprovechamiento de unas aguas tan valoradas en esta región de la península ibérica ya desde época antigua. Igualmente las evidencias arqueológicas y toponímicas presentes en estos enclaves muestran un importante testimonio de su singularidad respecto a otras áreas, incidiendo en el papel de la cultura pre10 Sobre este aspecto, remitimos a las valoraciones presentadas por Oró (1996: 84-86). 11 Los mejores ejemplos de esa realidad se pueden apreciar, gracias a los restos conservados y excavados, en el balneario romano de Lugo, el balneario romano de las Burgas de Ourense, o el documentado balneario romano de Carballo (en este caso solo a partir de la documentación gráfica y notarial producida en el siglo xviii). Desde una perspectiva global, sobre la importancia constructiva de estos ejemplos a partir de los autores que trabajaron cada uno de estos establecimientos, ver el inventario final de este volumen en González y Matilla; y con una visión general, González Soutelo (2011a, 2011b y 2013). 12 Por ejemplo, planteamos esta propuesta en los casos de los interesantes establecimientos termales de Cuntis, Caldas de Reis, o Baños de Bande, entre otros, donde las actuaciones arqueológicas en las inmediaciones de los manantiales permitiría una adecuada aproximación al conocimiento histórico de estos enclaves, como ya se hemos analizado en trabajos previos (González Soutelo 2011b).

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rromana y de la importancia que este recurso tuvo para la creación de enclaves poblacionales de muy variada naturaleza.13 Dentro de las evidencias arqueológicas que podemos enumerar en este territorio, destacan los testimonios epigráficos directamente vinculados a ámbito termal, tanto en el contexto de ofrendas a divinidades indígenas14 (testimonio de la pervivencia de un culto a estas aguas ya de origen prerromano), como en el caso del culto a las Ninfas,15 con ciertas dudas sobre los manantiales o lugares en los que se identifican otros posibles cultos a las aguas, caso de los testimonios citados para Guitiriz, Loios16 o Catoira.17 Afortunadamente, para completar esta realidad contamos con los trabajos de Díez de Velasco (1988), con una revisión actualizada de A. Redentor en este volumen. Los materiales arqueológicos localizados en estos manantiales son igualmente significativos del valor concedido a estas aguas, donde además de las infraestructuras y restos arquitectónicos identificados, cabe citar la presencia de posibles ofrendas monetales o stipes fundamentalmente en el caso de Cuntis, Ourense, Caldas de Reis y Xunqueira de Ambía; objetos que podrían ser considerados como exvotos, en el caso de Cuntis18 y Ourense;19 así como materiales sueltos 13 Ver inventario presentado por González Soutelo y Matilla al final de este volumen. 14 Cabría citar fundamentalmente los ejemplos presentes en las Burgas de Ourense, con culto a Reve/Revve Anabaraego (González Rodríguez 2012); o en Caldas de Reis, en relación al culto a Edovio (CIL II 2543 = CIRG II 73= ILS 4504; López-Barja y Rúa 2011). 15 Divinidades a las que se atribuye un papel sincrético (Díez de Velasco 1998: 126), con una fuerte concentración de epígrafes en el noroeste peninsular (Andreu 2012; En este volumen: «Práticas epigráficas…»). Fundamentalmente se localizan en el balneario de Lugo (AE 2000, 0750-759 = HEp 10, 2000, 03590368), las Burgas de Ourense (CIL II 2527), Cuntis (CIRG II 124-125), Baños de Molgas (IRG IV 76), Baños de Bande (CIL II 2530 = IRG IV 75), y con dudas en la dedicación del ara documentada en Riocaldo (Ferrer y Seara 2003). 16 Con referencia al culto de Convetnae (IRG II 22 = IRLU 57; AE 1950 24 = AE 1954, 251) y Cuhvetinae (IRLU 58 = IRG II, 21), respectivamente. Divinidades en gran medida asociadas a las aguas termales, no sin dudas (Díez de Velasco 1998: 60-64). 17 En relación con el culto a Bandua (CIRG II 112 = HEP 6, 1996, 739), divinidad prácticamente desvinculada de su carácter termal (Díez de Velasco 1985: 73-74). 18 En relación con los objetos metálicos recuperados junto a las monedas en las labores de limpieza del manantial principal en 1908 (González Soutelo y Méndez, en prensa), además de la referencia a una posible estatuilla, de dudosa antigüedad, descrita por Neira de Mosqueira (1852: 321). 19 Dentro de los materiales que han ido considerados como exvotos, se encuadra el camafeo de pasta vítrea con la representación del baño de Venus localizado en el yacimiento de As Burgas (Rodríguez Cao y Cordeiro 2012: 102-103).

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Fig. 2. Localización de las dos áreas propuestas para este estudio (elaboración propia).

diversos, fundamentalmente de carácter constructivo, en el caso de Cuntis, Lobios, Bande, Baños de Molgas, Cabreiroá, Laias o Mondariz-Balneario, con ciertas reservas en estos tres últimos casos.20 Por último, no podemos olvidar en el caso de la representación de estos enclaves en época romana los testimonios de topónimos latinos vinculados a «las aguas»,21 que de forma predominante aparecen 20 Todas estas referencias aparecen descritas en el inventario final presente en este volumen, al que nos remitimos para evitar repeticiones en este estudio. 21 Constituyen la mayor concentración de asentamientos documentados en la península a partir de las fuentes clásicas, fundamentalmente a partir del Itinerario Antonino, el Ravennate, las Tablas de Astorga, y la obra de Ptolomeo. Así podemos citar, los casos de Aquae Celenae (It. Ant. 423, 6-8; 424, 1; 430, 3) / Calidae (Ptol. II, 6, 24) y Aquae

documentados en todo el ámbito de la Gallaecia, y que son una significativa muestra, como expondremos a continuación, del papel que cumplieron estos manantiales en la organización del territorio. b) Importancia social, económica y política de estos manantiales dentro del territorio del noroeste peninsular. Además de los indicios citados con anterioridad que son fundamentales a la hora de reconocer la explotación de determinados manantiales en época Querquennae (It. Ant. 428, 2) —ejemplos que mencionaremos en el siguiente apartado—, Aquae Oreginae/Originis (It. Ant. 428,1; Ravenn. 320,2) y Aquae Quintinae (Ptol. II, 6, 27); junto con la próxima Ad Aquas/Aquae Flaviae (Ptol. II, 6, 39; It. Ant. 422, 6), perteneciente a la Gallaecia, pero fuera del ámbito administrativo actual de Galicia.

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romana, cobra cada vez más protagonismo el análisis de los elementos que condicionan la ocupación y uso de estos manantiales y su reflejo en la articulación del territorio,22 aspecto que creemos permitirá comprender en mayor medida su posible implicación en la organización administrativa y política del noroeste peninsular, como un modelo extensible a otras áreas del Imperio. Para analizar factores como la jerarquización de espacios, el papel de las aguas en el contexto de las redes de comunicación, así como el valor de su posición estratégica, proponemos dos casos de estudio dentro de la Galicia romana como espacios de comparación entre el centro y el ámbito meridional de este territorio, con los que pretendemos obtener modelos de trabajo que nos permitan analizar estas y otras cuestiones para el ámbito del noroeste peninsular.

2. DOS CASOS DE ESTUDIO: DE LA TEORÍA A LA PRÁCTICA Dentro del rico muestrario de enclaves de aguas mineromedicinales conocidos en época romana e identificados con certeza dentro del actual territorio gallego, contamos con al menos dos áreas de gran interés en las que se evidencia la relación entre estos establecimientos y el papel que pudieron haber cumplido de acuerdo con tres criterios básicos que intentaremos definir: ocupación del territorio en época prerromana y romana, proximidad a los ejes viarios, y topografía y posición estratégica en cada uno de estos casos.

Caldas de Reis-Cuntis El binomio formado por los enclaves termales de Caldas de Reis y Cuntis (Fig. 3) es tal vez uno de los 22 Sobre este aspecto, se evidencia un progresivo interés por el análisis de los contextos territoriales del termalismo (vinculando realidad geológica con pautas de ocupación), en busca de una aproximación al papel que estos manantiales cumplieron en la organización del territorio. Así podemos citar, entre otros, los estudios realizados recientemente en la Península Itálica, de forma general por Annibaletto y Basso (2014) dentro del proyecto sobre Termalismo antiguo en Italia de la Universidad de Pádova, y su consecuente publicación en 4 volúmenes, partiendo en gran medida del estudio detallado y preciso del territorio de Aquae Patavinae (Bassani et alii 2011; Bassani et alii 2012; Bassani et alii 2013; Annibaletto et alii 2014); así como intentos diversos en la península ibérica, caso del ámbito catalán (Miró et alii 1998; Fonseca 2012), en Andalucía (Díez de Velasco 1992a; Oró 1993b) o en el ámbito extremeño (Haba y Rodrigo 1990), entre otros.

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más interesantes en el contexto territorial del nortecentro de Galicia. Situadas en ámbito semi-costero, a escasos 15 km de distancia entre sí, son dos enclaves termales caracterizados por la presencia de aguas mineromedicinales de similar composición y elevada temperatura, que en ambos casos testimonian una significativa ocupación en época romana. Su vinculación se reconoce desde el mundo antiguo hasta la actualidad, testimoniada por ejemplo en el hecho de que incluso en el siglo xix compartían una única plaza de dirección médica de baños,23 cargo ostentado durante prácticamente todo ese siglo por una única persona. Sin entrar en detalles sobre la singularidad histórica del termalismo en ambas poblaciones (García Romero 1916-1920; Sá Bravo 1984; González Soutelo 2005 y 2011: 471-488; Alonso Álvarez et alii 2011: 133-214), dicha vinculación también podría trasladarse a la existencia de un doble topónimo latino (Aquae Celenae —Itin. Ant. 423, 6-8; 424, 1 y 430,3; Ravenn. 308,2 y 321,8— y Aquae Calidae —Ptol. II, 6, 24—) vinculado al populus de los celenos, cuya identificación precisa ha sido objeto de significativas discusiones.24 Si bien, la correspondencia entre el enclave viario de Aquae Celenae y la población de Caldas de Reis ha sido prácticamente asumida por la gran mayoría de los investigadores, tanto a raíz de los estudios realizados sobre la evolución del topónimo en época medieval, con base en las referencias presentes, por ejemplo, en los primeros concilios episcopales (Sá Bravo 1984: 33-45; Pérez Losada 2002: 142), como en el caso de su ubicación estratégica en el trazado de la vía XIX desde la población Tude (Tui) hasta Iria Flavia (Iria Flavia, Padrón) a través de la Depresión Meridiana (Peña Santos 1990), existen mayores dudas sobre la interpretación del topónimo Aquae Calidae dentro del área de los celenos. De acuerdo con otros ejemplos presentes en la península ibérica (Mayer Olivé 2010)25 o en Italia 23 Así aparece registrada en la primera convocatoria de plazas para médicos directores de baños, publicada en1817, como Baños de Caldas de Reis y Caldas de Cuntis, plaza que será compartida hasta mediados del siglo xix (Alonso et alii 2011: 136). 24 Un estado de la cuestión sobre dicha problemática puede consultarse en Sá Bravo 1984: 31-42; Pérez Losada 2002: 142; González Soutelo 2011b: 471-479 y 2015. 25 En relación con la similar dualidad de Caldes de Malavella y Caldes de Montbui, y la problemática entre la localización de Aquae Voconae (It. Ant. 398,1; Ravenn. 4,41-303,5-; Vasos de Vicarello, CIL XI, 3283-84, lin.16; Tab. Peut [aquis] Voconis) y Aquae Calidae (Ptol. II, 6,69, dentro del territorio de los Ausetanos).

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Fig. 3. Detalle de la localización y relación entre los enclaves termales de Caldas de Reis y Cuntis (elaboración propia, a partir del desarrollo viario romano y medieval propuesto por Rodríguez Colmenero et alii 2004 y Ferreira Priegue 1988).

(Bassani et alii 2011-2013; Annibaletto et alii 2014), aunque es probable que ambos topónimos estén haciendo referencia a la misma población (esto es, Caldas de Reis como caput civitatis), lo genérico del topónimo Aquae Calidae permite pensar que podría identificar a ambas poblaciones dentro del territorio de los celenos.26 Hasta el momento no tenemos testimonios definitivos para poder discernir si existía algún tipo de delimitación entre ambos enclaves, pero no hay duda alguna que los manantiales presentes 26 Entendidas ambas surgencias termales como las aguas (aquae) dentro de un mismo territorio administrativo (tal y como indica Ptol. II, 6, 24) perteneciente al populus de los celenos. Un paralelo bien estudiado en ese sentido es el que se identifica las Aquae Patavinae (Plinio, Nat. II, 103, 227), vinculado a los complejos termales (Montegrotto Terme o Abano Terme, entre otros) existentes en el entorno de la ciudad romana de Patavium (Padua) (Zanovello 2007; Bassani et alii 2011; 2012; 2013).

en dichas poblaciones fueron explotados en época romana como lo testimonian los múltiples restos arqueológicos presentes en una y otra ciudad, que certifican una fuerte ocupación y uso de este recurso hídrico especialmente significativo por su temperatura y fuerte composición (Fig. 4). En el caso concreto de Caldas de Reis, vemos que se trata así de un enclave termal en posición estratégica, dado que se localiza en el trazado de la vía romana XIX del Itinerario Antonino sobre la depresión Meridiana, con una marcada orientación N-S. En su obligado paso sobre el río Umia, Caldas constituye un punto de cruce esencial entre este eje de comunicación y el posible ramal viario que de oeste a este va desde la costa (en el ámbito de Vilagarcía de Arousa y la Península de O Barbanza) hacia el interior de Galicia a través de la población de Cuntis. Es justamente en ese cruce de caminos

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Fig. 4. Distribución de los asentamientos y hallazgos de la E. del Hierro y época romana localizados en torno a los manantiales de aguas mineromedicinales de Caldas de Reis y Cuntis (realización propia).

donde manan las surgencias termales (45,8 ºC. Aguas de mineralización media, cloruradas, bicarbonatadas, sódicas. Maraver y Armijo 2010: 229), con diversos manantiales a una y otra orilla del río aprovechados en la actualidad por los balnearios Acuña y Dávila, y en las fuentes públicas anexas. En toda este núcleo de población vinculado a las parroquias de Sta. María y St. Tomé de Caldas de Reis se documenta una clara diacronía en la ocupación del territorio, al menos desde la Edad del Bronce (VV. AA. 1942; Sá 1984; Domato y Comendador 1998), con un poblamiento continuo durante la Edad del Hierro evidenciado por un significativo número de asentamientos fortificados en altura situados en torno a los manantiales, en colinas próximas a los ejes viarios que atraviesan los valles que confluyen en esta población termal (Sá 1984: 19-25). Las evidencias de miliarios (Rodríguez Colmenero et alii 2004: 232, 330-331; IRG III, 11), monedas en

las inmediaciones del manantial y un tesorillo del siglo iv d.C. localizado en el centro de esta población (Fariña 1972; Sá 1984: 17), así como material cerámico disperso (Filgueira y García Alén 1953: 56; Sá 1984: 46; Pérez Losada 2002: 147-153; González Soutelo 2005), y fundamentalmente una notable epigrafía funeraria27 y votiva vinculada a divinidades indígenas asociadas a los manantiales —Edovio— (CIL II 2543

27 El conjunto epigráfico de este enclave es uno de los más representativos de los existentes en la provincia de Pontevedra, en cuanto a abundancia de testimonios así como por lo significativo de los datos aportados. A través de ella, por ejemplo, se ha propuesto el asentamiento en esta población antes del 70 d.C. de una vexillatio de la legio X Gemina, a partir de las estelas que hacen referencia a individuos pertenecientes a esa unidad (CIRG II 70, CIRG II 69). De igual manera, sobre el recientemente descubierto epígrafe a Edovio, se hace referencia a un posible dispensator o a su vicarius, que podría estar en relación con gestiones administrativas estatales en este enclave termal y viario (López-Barja y Rúa 2011).

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= CIRG II 73; López-Barja y Rúa 2011), no dejan lugar a duda del papel que cumplieron las aguas en la fundación de esta población en época romana. A ello se une los datos de índole administrativa y social que esos testimonios nos aportan, así como sobre la organización de este enclave como una de las poblaciones más significativas (caput civitatis y mansio) de la posterior conformación política y administrativa de la Gallaecia. A escasos kilómetros, en dirección este, se localiza la población de Cuntis en comunicación viaria directa con Caldas de Reis. Pese a esa proximidad, encontramos nuevamente fuertes indicios de una densa ocupación del territorio desde época muy temprana en un radio relativamente corto en torno a los manantiales, siendo su máximo exponente el castro de Castrolandín de la II Edad del Hierro que domina sobre esta población termal (Ayán 2003). Como sucede en la mayoría de estos yacimientos termales, Cuntis se encuentra asociado a una zona amplia de valle marcada por un río (el río Galo), territorio por el que, tal y como parece constatarse en época medieval (Ferreira 1988), se desarrollaría un eje viario secundario de norte-sur que se extiende paralelo al de la depresión Meridiana en un ámbito de interior. Frente a lo que sucedía en el enclave de Caldas de Reis, en la población de Cuntis, con unas aguas similares pero con un mayor caudal y termalidad (agua de mineralización débil. Sulfurada, bicarbonatada, clorurada, sódica que alcanza los 50 ºC —manantial Calle Real—. Maraver y Armijo 2010: 247), las principales evidencias arqueológicas constatadas hasta el momento (arqueta, piscinas, epigrafía o materiales)28 hablan fundamentalmente de un núcleo de función esencialmente termal vinculado exclusivamente a espacios de baño y uso de las diversas captaciones presentes en el casco histórico de Sta. María de Cuntis. Aunque en la actualidad no se conservan o no son visibles la mayoría de las abundantes estructuras y materiales localizados fundamentalmente durante la construcción de las infraestructuras termales modernas en la primera mitad del siglo xix (Fernández Mariño 1832; García Romero 1917-1920), existen suficientes testimonios, incluidos los epigráficos de carácter votivo a las ninfas (CIRG II 124-125), que 28 Para revisar la riqueza arqueológica de este enclave, remitimos fundamentalmente a Picallo y Picallo 2002; Vidal 2002; González Soutelo 2011a; González Soutelo y Méndez, en prensa), con un breve resumen de sus principales características en el inventario de yacimientos incluido al final de este volumen.

refuerzan la idea del importante papel termal de este enclave ya desde al menos época romana, con un denotado carácter salutífero, frente al carácter más administrativo y político que parecen representar otros enclaves como la vecina Caldas de Reis.

Riocaldo y Lobios El recorrido de la vía XVIII o via Nova entre el Parque Natural de O Gerês y Baños de Bande (Fig. 5) ha sido bien documentado gracias a la abundancia y a la localización en posición original de miliarios con indicación de su disposición en millas, que se verifican, fundamentalmente, con las distancias indicadas en el Itinerario Antonino (Rodríguez Colmenero et alii 2004; VV.AA. 2005). Las dos primeras mansiones que se identifican en dicha vía tras el paso natural de Portela do Home ya en territorio gallego, responden justamente a dos enclaves de aguas como el propio topónimo sugiere: Aquae Oreginae/Ocerensis (Iti. Ant. 428,1; Ravenn. 4,45-320,2; Tablas de Astorga, 4),29 seguido de Aquae Querquennae (Ptol. II, 6, 46; It. Ant. 428,2; Ravenn. 4,45-320,2-3; CIL II 2477). Gracias a los testimonios arqueológicos y epigráficos, y fundamentalmente a la coincidencia de las millas viarias con estos enclaves, en el estado actual de la investigación hay unanimidad en su identificación con las poblaciones termales de Baños de Riocaldo, en Lobios y Baños de S. Xoán de Bande, respectivamente (Fig. 6). Igualmente, teniendo en cuenta los datos presentes en la epigrafía viaria y su correspondencia en los tramos desarrollados desde el inicio de la vía XVIII en Bracara Augusta, se aprecia cómo las distancias entre las mansiones presentes en estas vías no son constantes ya que consideramos que su ubicación se encuentra directamente relacionada con la búsqueda

29 Sobre este topónimo Rodríguez Colmenero y Ferrer Sierra (2010), plantean una revisión de la designación original de esta mansio (Aquae Oreginis: It. Ant. 428, 1; Aquis Ocerensis. Ravenn. 320, 2; Aquis Originis: T. Astorga, 4), considerando que se debería desterrar el topónimo Aquis Originis por la forma Aquis Ogeresibus, dada la aparición de varios epígrafes que así podrían confirmarlo. Sobre la etimología de este topónimo, existe una larga y amplia discusión. La propuesta que nos parece más acertada sugiere la vinculación toponímica de esta mansio con la formación de un derivado *UgerƗ > *OgerƗ usado como teónimo y como topónimo, utilizado para dar nombre a la Serra do Xurés en donde se localiza este enclave (Bascuas 2007: 45 y 49) y que viene igualmente apoyada en gran medida por los autores anteriormente citados (Rodríguez Colmenero y Ferrer 2010).

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Fig. 5. Detalle de la localización y relación entre los enclaves termales de Riocaldo y Baños de Bande (elaboración propia, a partir del desarrollo viario romano propuesto por Rodríguez Colmenero et alii 2004).

de aquellos factores idóneos para la creación de estos establecimientos.30 Si centramos nuestra atención en el lugar de Riocaldo (Lobios), el actual balneario aprovecha varias surgencias minerales que poseen una de las temperaturas más elevadas de la Península (72,6 ºC. Bicarbonatada sódica, fluorurada. Maraver y Armijo 2010: 237) que manan prácticamente en la orilla del 30 Diversos autores ya han sugerido que las distancias entre las distintas mansiones viarias variaban según los intereses de ubicación para esos enclaves de descanso y avituallamiento: bien en función del terreno, la presencia de recursos naturales en las proximidades como son las aguas minerales, o la existencia de poblaciones de interés (Rodríguez Colmenero et alii 2004: 47-48). Así podríamos indicar, a modo de ejemplo, las relaciones entre las distancias que aparecen descritas en el It. Ant. entre las 4 primeras mansiones de la vía XVIII: Bracara Augusta (caput viae) – Salaniana: 21 m.p.; Salaniana - Aquae Originae: 18 m.p.; Aquae Oreginae - Aquae Querquennae: 14 m.p.

río Caldo, existiendo otros manantiales por todo el cauce de este río que todavía se aprovechan de forma libre y prácticamente sin acondicionamiento. Si bien no existe constancia de la aparición de restos arqueológicos en las inmediaciones de la captación de las aguas minerales, en todo el entorno se han localizado abundantes materiales romanos sueltos (Xusto 1991: 28-29 y 2000: 227), así como una ara votiva atribuida, no sin dudas, a las ninfas (Ferrer y Seara 2003). A 600 m al sur del balneario actual y en posición más elevada, tras la prospección iniciada en 1988 se procedió a la excavación de un edificio de época romana asentado en las inmediaciones del trazado de la vía romana, que ha sido interpretado como posible villa o espacio de avituallamiento de la mansio Aquae Oreginae, datada entre el siglo ii-v d.C. con reocupación en época medieval (Xusto 1991: 30).

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Fig. 6. Detalle de la localización de los enclaves termales de Baños de Bande y Riocaldo, y de los principales yacimientos y restos arqueológicos de la E. Hierro y época romana localizados en el entorno de estos manantiales (realización propia).

A partir de la revisión de la orografía y de diversos estudios sobre este territorio (Rodríguez Colmenero et alii 2004; VV.AA. 2005; Caamaño 2009), se ha comprobado que el trazado lógico de la vía se articularía por la ladera menos sinuosa del valle que define el río Caldo desde Portela do Home, buscando el ámbito de planicie más destacado, una vez superada la Serra do Xurés ya en territorio gallego (Fig. 7). De acuerdo con el criterio propuesto en la búsqueda de espacios idóneos para crear estos establecimientos, constatamos, por tanto, que la ubicación de la mansio podría haberse realizado, dentro de ese trazado, en cualquier punto dentro de un margen de millas adecuado para el recorrido diario. Sin embargo, tal y como indica el topónimo, la presencia de aguas mineromedicinales en un espacio más amplio en el valle pudo haber sido un factor esencial para ubicar

en sus inmediaciones31 un punto de descanso de la red viaria, donde dichas aguas serían valoradas, no solo como recurso natural y salutífero (a lo que se une su fuerte carácter termal), sino también con probabilidad, por el hecho de que ese manantial contase ya con un 31 Como bien apuntan diversos autores, fundamentalmente Xusto (2000: 231), la presencia de aguas termales en el cauce del río dificultaría enormemente la creación de una población o un establecimiento de baños junto al río para el aprovechamiento de estas aguas, dadas las múltiples inundaciones a las que se vería sometido. Sin embargo, si bien es una dificultad a tener en cuenta, dentro del Imperio Romano se reconocen abundantes ejemplos donde esa inconveniencia tan frecuente por otra parte en los balnearios (dado la coincidencia geológica y topográfica entre manantiales termales y ríos) se ha visto resuelta favorablemente de muy diversas formas (citemos por poner algunos ejemplos, los casos de Lugo, Archena, Plombiéres-les-Bains, Néris-les-Bains o Saint-Honoré-les-Bains, entre otros).

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Fig. 7. Visión en 3D del trazado de la vía romana XVIII en las proximidades de Riocaldo, destacando los puntos de identificación de la vía (miliarios) y la posición de este enclave dentro del marcado relieve de esta zona (elaboración propia, a partir del desarrollo viario romano y medieval propuesto por Rodríguez Colmenero et alii 2004 y Ferreira Priegue 1988).

importante significado para la población indígena y sus trazados de comunicación.32 Esos últimos rasgos se aprecian también en el vecino yacimiento de Baños de Bande ya que nos encontramos en una área de valle abierto, en este caso formado por el río Limia, a orillas del cual discurriría la vía XVIII (como lo testifica abundantes testimonios epigráficos de miliarios en su recorrido hacia Asturica Augusta, así como la existencia de un puente romano conocido como Ponte Pedriña, actualmente bajo las aguas del embalse), tras dejar el territorio de Lobios. Así como sucedía en el ejemplo anterior, se documenta también en el topónimo la referencia a las aguas (Aquae Querquennae) en clara relación con la ubicación de los manantiales en el territorio del populus de los querquennos (fenómeno similar al que veíamos también al hablar de Aquae Celenae) y con la 32 Esa percepción aparece corroborada por recientes estudios (Güimil-Fariña y Parcero-Oubiña 2015) en donde, tras un procedimiento minucioso de metodología GIS realizado para intentar comprender el razonamiento existente en la elección del recorrido de los ejes de comunicaciones en época romana, se compara el trazado de las vías romanas conocidas en el NW de la península con los caminos óptimos (LCP), planteando diversas variables. Así se comprueba como obviamente la decisión del trazado está fuertemente condicionada por la orografía del espacio a recorrer, pero sobre todo por la existencia previa de unos puntos nodales a conectar en ese trazado, coincidente en muchos casos con rutas, recursos naturales (caso de las aguas termales) o asentamientos precedentes (espacios clave) que, o bien debieron desempeñar un importante papel ya en la tradición prerromana o bien presentan una posición estratégica de gran interés político-económico-social ya en época romana.

importancia que debieron tener sus aguas, ya no solo entre la población local —aspecto testimoniado también por los abundantes restos arqueológicos de muy diversa cronología (Eguileta 1999), así como por las evidencias epigráficas vinculadas a espacios acuáticos salutíferos (Díez de Velasco 1985: 80-81; 1998: 24-25 y 94-95)—, sino también para la población romana, representada en los materiales arqueológicos y en las diferentes construcciones identificadas en la zona. Dentro de las abundantes evidencias constructivas presentes en este entorno, destaca fundamentalmente la presencia de un campamento militar de breve duración ocupado por un destacamento de la legio VII Gemina (Rodríguez Colmenero 2009: 14), directamente relacionado con la construcción y cuidado de la via Nova o XVIII hacia el último cuarto del siglo i d.C. (Rodríguez Colmenero y Ferrer 2006; Rodríguez Colmenero 2009). Su ubicación, en las inmediaciones de los manantiales, no sería casual, ya que todo sugiere un uso explícito de estas aguas por parte de los soldados, que utilizarían estos manantiales para el tratamiento de sus heridas y dolencias.33

33 La relación entre campamentos militares y aguas minerales es una frecuente en todo el Imperio, destacando entre otros, por lo significativo de su testimonio el caso de Scaptopara —posible Aquae Traianae— sito en las inmediaciones de Blagoevgrad (Bulgaria), donde los vecinos del lugar emitirían continuas quejas al emperador Gordiano III por el uso abusivo de las aguas por los miembros del ejército allí acampado (CIL III 12336 = AE 1892, 0040).

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Fig. 8. Fotografía aérea del área donde manan las aguas mineromedicinales de Baños de Bande, con la ubicación de los espacios arqueológicos más significativos detectados en el entorno de los manantiales —indicado con la referencia Baños de Bande— (a partir de imagen aérea del PNOA).

Entre el campamento y los manantiales termales, en la línea viaria que comunicaría ambas realidades, se ha identificado también un edificio correspondiente al espacio de descanso y servicio de la mansio viaria (Rodríguez Colmenero et alii 1998: 904-907), cuya cronología, igual que sucedía en el caso de Riocaldo, remite a los siglos ii-v d.C. (Vega 1997: 204). Igualmente en todo el entorno inmediato a los manantiales, se han documentado hallazgos constructivos y materiales posiblemente vinculados a un asentamiento civil creado a raíz del campamento, de la mansio y de las aguas termales (Fig. 8).

Otro hecho significativo en relación con este enclave es la propuesta presentada por varios autores (Estefanía 1960: 26, 36-38; Rodríguez Colmenero et alii 2004: 20, 355-358, 700)34 de la posible bifurcación de un ramal viario que, aprovechando la topografía, se desviaría desde este punto de la vía XVIII en dirección norte, para directamente entroncar a través 34 Esta vía vendría reforzada por la presencia de miliarios, así como por representar uno de los trazados viarios que realmente correspondería a los modelos de caminos óptimos analizados para comunicar las capitales de Bracara Augusta con Lucus Augusti (Güimil y Parcero 2015: 36 y fig. 7).

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de la también población termal romana de Ourense (¿Auria?) con la capital conventual lucense.35 De verificarse esta propuesta, la posición estratégica de estos enclaves estaría fuera de toda duda, como ya lo sugerían los elementos anteriormente citados, donde las aguas de gran termalidad (46 ºC y mineralización media: bicarbonatada, sódica, florurada, litínica. Ruíz y Menéndez 1995: 116), tuvieron sin duda, un papel fundamental en la elección de dicha ubicación.

5. REFLEXIONES. DISEÑANDO FUTURAS LÍNEAS DE ESTUDIO Viendo los ejemplos anteriores y planteando cuestiones futuras a considerar en otros yacimientos termales, cabría reflexionar sobre varios aspectos que consideramos básicos en el estudio de los balnearios romanos y su territorio. En términos generales deberíamos cuestionarnos: ¿qué función cumplen los manantiales en la elección del trazado viario?, ¿a qué elementos estratégicos responde la elección y monumentalización de unos manantiales concretos dentro del territorio y en la política estratégica de Roma en el noroeste peninsular? Si bien es cierto que cada territorio responde a unos condicionantes muy específicos, vinculados a la variedad geográfica, cultural, social y económica existente dentro del Imperio romano, en nuestra opinión y a modo de hipótesis de trabajo, creemos necesario incidir en al menos 3 factores fundamentales apreciados en el noroeste peninsular, en los que se debería profundizar desde un punto de vista interdisciplinar en futuros estudios: a) Comprensión y análisis de los lugares de nacimiento de los manantiales, ya que condicionan la ubicación y desarrollo de las futuras ciudades/villas termales. En ese sentido, debemos ser conscientes de la relación existente entre la geología de una región y la presencia de aguas minero-medicinales y termales, que influye directamente en la caracterización de los balnearios desde dos perspectivas: la posición estratégica de estas aguas y su caracterización salutífera (Baeza et alii 2001: 24-25).

35 Curiosamente, enclave también con fuerte significado termal, al existir un balneario romano a los pies del río Miño en las inmediaciones de la ciudad de Lugo (Arias y De Vega 1997; González Soutelo 2011b y 2013).

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Así, la estrecha relación entre la ubicación de las surgencias de aguas minerales con determinados patrones geológicos, fundamentalmente en el caso de la red de fracturas, caracteriza la presencia y abundancia de aguas subterráneas de gran variedad y termalidad en un lugar específico (Ramírez Ortega 2001: 5). Igualmente por esos condicionantes, estas aguas tienden a aflorar frecuentemente en las riberas e incluso dentro de los cauces de los ríos, buscando zonas topográficamente más bajas que las zonas de recarga (Araujo-Nespereira et alii 2009: 41), factor que determina sustancialmente la naturaleza de la explotación de estos recursos hídricos.36 Conscientes de este hecho, frente al inconveniente que en muchos casos podría suponer la presencia de estos manantiales en espacios tan complejos para su construcción si atendemos a su realidad topográfica e hidrográfica, justamente su disposición en áreas de valle o zonas de paso de cursos fluviales favorecerá la elección de aquellos enclaves con aguas minerales naturales y termales para la creación de asentamientos estables en ese lugar (siempre que sea posible) o en sus inmediaciones, ya que, además de aprovechar la presencia de recursos hídricos de importancia por su carácter termal y salutífero, su coincidencia con espacios de cruce de ríos o caminos incrementará sin duda el interés por aprovechar su posición estratégica y funcional. A ello habría que unir el atractivo que estos manantiales podrían presentar para la fijación poblacional, actuando también como punto de encuentro entre población foránea e indígena, de acuerdo con el interés preexistente por este tipo de recursos. Ejemplos de esa realidad es lo que en nuestra opinión se aprecia, tal y como hemos visto, en los yacimientos de Aquae Celenae y Aquae Querquennae, que al igual que sucederá en otros enclaves, con probabilidad pasaron a desempeñar el papel de caput civitatis o enclaves de interés político-administrativo dentro de sus respectivos conventus, de acuerdo con la política gestada por Roma en el ámbito del noroeste de Hispania. b) Igualmente, en el caso de su localización en un valle amplio por donde podrían discurrir los ejes

36 Véase, por ejemplo, las dificultades en la captación y uso de las aguas de un importante número de balnearios, caso de los ejemplos gallegos, peninsulares y extrapeninsulares del balneario de Lugo, Baños de Bande, Baños de Molgas o Riocaldo, Archena, Plombiéres-les-Bains, Veii o Baden, entre muchos otros, por su proximidad a los cauces de los ríos o por su emergencia en muchos casos dentro de los mismos ejes fluviales.

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viarios, consideramos lógica la creación de una mansio o mutatio en aquellos puntos que contasen con un mayor número de recursos y que cumpliesen un papel significativo en el entorno. En ese sentido, la coincidencia de estos espacios con manantiales de aguas mineromedicinales es un elemento fuertemente recurrente, como se documenta en los ejemplos vistos de Caldas de Reis y sobre todo Riocaldo, aunque sería extensible a otros establecimientos, como Ourense,37 por indicar un ejemplo próximo. En todos estos enclaves y como fenómeno repetido, no solo se creará un establecimiento viario, sino que frecuentemente se gestará la formación de un asentamiento de mayores dimensiones cuya vigencia como villa termal continua, en la mayoría de los casos, hasta la actualidad.38 Sin embargo, este tipo de asentamientos termales pueden presentar una amplia diversidad en su organización constructiva y funcional según su relación directa o indirecta con los ejes viarios principales, así como por el papel que pudieron haber cumplido para la sociedad indígena. c) Justamente a colación con lo que mencionábamos en el punto anterior, si consideramos que existen diferentes tipos de enclaves con aguas mineromedicinales, ¿a qué podrían responder esas diferencias?, ¿podríamos hablar de escalas o jerarquías de complejos termales en función de su comunicación o aislamiento, su reflejo en el carácter urbano o en las dimensiones del establecimiento?39 Sobre este aspecto son muchas las incógnitas en las que solo a partir de un estudio específico de caso por territorios y su posterior comparación con otras provincias dotadas también de aprovechamientos termales, se podrá verificar los factores que influyen directa o indirectamente en la conformación de estos enclaves y en el papel que estas aguas tuvieron en cada

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En Ourense se comprueba justamente cómo la selección de la fundación del enclave urbano no se encuentra tan sujeta a las proximidades del paso de la vía por el puente romano, o por su posición en las inmediaciones del eje fluvial principal marcado por el río Miño, sino que se opta por ubicar el núcleo original de la población romana en las proximidades de los manantiales más termales (área de las Burgas) y mejor adecuados para su explotación, en las inmediaciones de un río secundario como es el río Barbaña. Para revisar los últimos estudios sobre este enclave termal ver Eguileta y Rodríguez 2013 y su aportación en este volumen. 38 Pensemos en los casos de Bath (Inglaterra. Cunliffe 2000: 13-14), o Aix-en-Provence (Francia. Mocci y Nin 2006: 142153), entre otros muchos ejemplos. 39 Sobre este tema, G. Matilla (En este volumen: «El balneario romano: concepto…»…») presenta una reflexión sobre los elementos que pueden ayudarnos a analizar este fenómeno.

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caso, tal y como se ha tratado en diversos capítulos de este volumen. Conocemos el papel que han cumplido estas aguas en el origen de muchas ciudades romanas propiamente dichas,40 como sucede, para el caso gallego, posiblemente en la ciudad de Lucus Augusti, o ya en enclaves de menor dimensión (considerados aglomerados secundarios. Pérez Losada 2002) como los ya mencionados de Caldas de Reis u Ourense.41 En todos estos ejemplos vemos que el aspecto termal fue un factor muy significativo, favoreciendo directamente el desarrollo de la faceta administrativa, política y principalmente viaria. Todos estos enclaves formarían parte del entramado de comunicaciones que en gran medida seguirá vigente hasta época actual. Sin embargo, otros establecimientos muestran claros indicios de un menor desarrollo en la organización urbana y en la generación de un núcleo habitacional de entidad en época romana. Un caso significativo es el ya comentado de Cuntis, que al encontrarse en las proximidades de un enclave termal con claras funciones administrativas y viarias como es Caldas de Reis, del que probablemente dependería, parece haber desarrollado un modelo urbanístico distinto, basado fundamentalmente en su función salutífera (y religiosa) en forma de un significativo número de estructuras vinculadas al agua y a los baños que parece predominar en este lugar, incluso en la actualidad.42 Es así que en esta población nos encontramos con un establecimiento termal en posición más desvinculada de los ejes principales de comunicación —o al menos, de los más favorecidos por la política imperial, como lo testimonian la presencia de miliarios y su inclusión en los itinerarios o documentos viarios conocidos—, que podría haber tomado ventaja de ese hecho para especializarse en el ámbito salutífero y religioso. Cumpliría así un papel más acentuado como 40 Es de sobra conocido la importancia de estos manantiales en la formación de ciudades romanas inicialmente, y posteriores poblaciones de entidad, como: Aix-en-Provence (Aquae Sextiae), Acqui Terme (Aquae Statiallae) Aachen-Aquisgrán (Aquae Granni), Chaves (Aquae Flaviae) o Bath (Aquae Sulis), entre muchos otros, tal y como indica textualmente Plinio (Nat. XXXI, II, 4). 41 Similares circunstancias se plantean también, por ejemplo, en el caso italiano, apareciendo designados como «centri minori» (Annibaletto y Basso 2014: 94-98). 42 Un ejemplo similar al que se identifica en Cuntis en cuanto a naturaleza de la explotación termal en época romana, es la que también parece apreciarse, por ejemplo, en Caldes de Montbui, donde las principales infraestructuras romanas localizadas hasta el momento responden fundamentalmente a espacios de baños, sin que se haya verificado la presencia de estructuras urbanas ni de carácter habitacional significativas (Miró 1992a y 1992b; Bouza 2002).

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Fig. 9. Fotografía del lugar de los manantiales de Baños de Bande a donde sigue acudiendo la población local y foránea para el uso de estas aguas, pese a la inconveniencias creadas por el embalse de As Conchas (foto de la autora).

balneario-santuario al servicio de foráneos (al estar bien comunicada y en las proximidades de Caldas de Reis), pero sobre todo de una población indígena que progresivamente se va integrando en los modelos de uso y disfrute de estos complejos, fenómeno favorecido por la monumentalización de estos espacios por parte del estado y/o por una élite local de acuerdo con la propaganda política de Roma. En el caso de Riocaldo y Bande (Fig. 9) son escasos los indicios que poseemos sobre su naturaleza termal, sobre todo en el primer caso, a pesar de identificarse como mansiones con un claro topónimo dentro de un eje viario fuertemente protegido y cuidado por los diferentes emperadores (como testimonian las múltiples reparaciones de la vía desde el siglo ii al siglo iv d.C, anunciadas en los miliarios, seguramente vinculados a su papel económico y de comunicación con la explotación de los recursos mineros). Tampoco tenemos constancia de núcleos habitacionales indígenas de importancia en este entorno, dando la impresión de que se trata de una región con escasa ocupación, salvo los puntuales asentamientos fortificados en altura (castros) de la Edad del Hierro, en los que habitaría la población local. Probablemente, los asentamientos ya de época romana responderían

exclusivamente a intereses estratégicos, alejados de los modelos urbanos que veíamos en otros casos gallegos, como sucedería en Baños de Bande donde, en torno al manantial, se ubicaría temporalmente un destacamento militar asentado para la preparación y cuidado de la vía XVIII o via Nova, que daría lugar con posterioridad a la formación de un enclave habitacional civil vinculado a los servicios viarios y al espacio termal. En cualquier caso, consideramos que estas dos mansiones responderían fundamentalmente a enclaves estratégicos, donde la presencia de aguas minerales se configuraría como un referente en el territorio que permitiría un acercamiento entre la población local y foránea, al tiempo que actuarían como espacios de descanso y recuperación del viajero dentro del ámbito viario, como lugares de integración y de apoyo al control territorial, en una comarca en la que se mantuvieron los modos de vida indígenas hasta un momento muy avanzado de la conquista romana.43 43 Recordemos el caso próximo del castro de Castromao (cerca de Celanova, Ourense), con posible ocupación hasta el siglo iii d.C., y con referencias concretas a un pacto de hospitalitas entre un prefecto romano y esta población en la Tabula homónima del siglo ii d.C. (Rodríguez González 2003).

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En todos los ejemplos expuestos dentro del actual territorio gallego se aprecia la importancia que los enclaves termales representaron en la nueva configuración territorial que se vivió en el noroeste peninsular tras la finalización de las guerras Cántabras (19 a.C.) y su inclusión en el Imperio Romano a raíz de la política desarrollada por Augusto en este territorio. No dudamos que parte de ese fenómeno derive del protagonismo ejercido ya por estas aguas en momentos anteriores a la conquista, pero es justamente en época romana cuando se crearán los cauces necesarios para buscar en estos manantiales termales un punto de referencia en el territorio, estableciendo las condiciones necesarias para un correcto aprovechamiento y uso de estas aguas, y en mucho casos, aprovechando esa circunstancia para la implantación de enclaves nodales de carácter administrativo y político, fuertemente reforzados por su ubicación para ser parte del trazado de las principales vías romanas. En Galicia tenemos, por tanto, manantiales mineromedicinales vinculados a núcleos urbanos, caso de Lucus Augusti, donde aunque el balneario romano se localiza en posición suburbana seguramente por razones topográficas y estratégicas, estamos convencidos que su presencia fue uno de los motivos de la fundación de este enclave en su lugar actual. Contamos también con enclaves termales que con probabilidad, a partir de sus aguas, dieron lugar a asentamientos menores, denominados en este territorio como aglomerados secundarios (Pérez Losada 2002), que son los predominantes en el noroeste peninsular: caso de Caldas de Reis, Ourense, Baños de Bande o ¿Verín? Esos espacios se aprovecharían igualmente, en su mayor parte, para la localización de las mansiones o enclaves viarios del noroeste, vinculados a posiciones estratégicas en las vías de comunicación como sucedería en Baños de Bande, Riocaldo, Caldas de Reis, Ourense, y con probabilidad, de una u otra forma, en Carballo y Baños de Molgas. Y por último, existiría un grupo de enclaves más aislados, apartados de los ejes viarios principales pero directamente relacionados con ellos, con una posible función más de carácter comarcal y propiamente salutífera y religiosa, como es el caso de Cuntis, yacimiento de gran interés aún en proceso de revisión. Evidentemente, como hemos visto, la percepción de estos establecimientos a partir del estudio de las diferentes regiones es fundamental, por lo que la aplicación de trabajos interdisciplinares ha de ser un procedimiento primordial para comprender la vinculación entre topografía, comunicaciones y recursos, donde el análisis diacrónico y sincrónico de estos enclaves

permitirá la caracterización del papel e influencia de estos manantiales en la ocupación y organización del territorio ya desde época romana.

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TERRITORIO Y CENTURIACIÓN EN TORNO AL BALNEARIO ROMANO DE ALANGE Juan Diego Carmona Barrero, Universidad de Extremadura

Resumen: La necesidad de estudios que establezcan una conexión entre los establecimientos de aguas minero-medicinales romanos con el territorio que los rodea nos lleva a abordar el estudio del espacio en torno al complejo termal de Alange durante la etapa romana desde diferentes amplitudes territoriales. Una primera, en el área más cercana al manantial, con una identificación de las zonas que configuran el balneario y aquellos espacios asociados surgen como una necesidad para su completo funcionamiento. Desde un segundo nivel de amplitud se analiza la presencia de pequeñas explotaciones agropecuarias en el área situada entre el sur de la población y el río Matachel. Finalmente un tercer ámbito que se extiende al territorio de la centuriación sur emeritense en la que se destaca la importancia del avance económico de la zona como uno de los factores de desarrollo y transformación del complejo termal como consecuencia de la presencia de posibles evergetas. En otro orden de cosas y como justificación de una pervivencia del edificio tras la caída del Imperio, se esbozan unas primeras líneas sobre la hipótesis del uso de las instalaciones del balneario en época tardía. Summary: The need of studies to establish a connection between the local Roman medicinal waters and the surrounding territory leads us to approach the study of land around the Alange spa resort during the Roman period from different territorial amplitudes. Firstly, in the area nearest to the spring, with an identification of the areas that make up the resort and those associated spaces emerge as a necessity for its full working. From a second level of study, we will be focused about the presence of small farms in the area between the south of the village and the river Matachel. Finally, a third area that extends to the territory of the southern emeritense centuriation in which the importance of economic development of the area as one of the factors of developing and transforming the spa complex due to the presence of possible evergetas. In another order of things and as justification for the survival of the building after the fall of the empire, the first lines of a hypothesis on the use of the thermal spa facilities are outlined considering also the late Antiquity. Palabras clave: Aquae, villa romana, vía de la Plata, ager. Key words: Aquae, Roman villa, «vía de la Plata», ager.

1. INTRODUCCIÓN Profundizar en temas como la economía agraria del territorio en torno al complejo balneario de Alange en la etapa romana exige un abordaje del asunto en el que además de la arqueología (Ariño y Díaz 1999; Barroso et alii 2003; Rodríguez y Gorges 2006) se hace preciso analizar otros aspectos espaciales desde una perspectiva más reciente (Cerrillo y Mayoral

2009; Cordero 2013). Debemos partir de una serie de premisas que deberían cumplirse y que no alcanzamos a revisar por la complejidad y amplitud que tendría semejante plan de trabajo. En primer lugar tenemos que señalar que no sería correcto generalizar a través de paralelos en otras zonas, puesto que cada región o comarca presenta unas particularidades que la hacen diferente. Entendemos que no son aplicables siempre los modelos teóricos que los clásicos proponen, pues-

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to que se trata de suposiciones hipotéticas acordes al territorio donde desarrollaron sus trabajos y las características medioambientales no tienen por qué coincidir con las del lugar que estudiamos. El conocimiento de la economía que desarrollan las explotaciones agrícolas debe ir más allá de los análisis arquitectónicos, las clasificaciones tipológicas de edificios y los inventarios de objetos muebles. Los análisis carpológicos, antracológicos o palinológicos, así como los antropológicos, tan extendidos en el estudio de la prehistoria y protohistoria de la zona (Hernández et alii 2003), son escasos en los estudios de yacimientos de época romana. Entendemos que en buena parte a que estos se ven suplidos por la aplicación de los modelos de cultivo canónicos establecidos por las fuentes clásicas y a la consideración de estos como información suficiente para el conocimiento de la agricultura romana de la zona. Estudios como los realizados en el yacimiento de Gabia (Granada) (Rodríguez y Montes 2010) deben generalizarse con el fin de acercarnos al conocimiento de un paisaje y a la gestión de los recursos agrícolas de cada comarca y aclarar ciertos aspectos de la forma de vida y la economía doméstica tanto en villae como vicus romanos. Las prospecciones sistemáticas plantean también otro problema. Más allá de la localización de restos asignables a uno u otro periodo, resulta complicado establecer un modelo de ocupación fiable. El marco cronológico que los materiales de superficie aportan, nos permiten abrir un ámbito temporal que es imposible acotar fiablemente en los extremos. El resultado final de estas prospecciones se traslada a un mapa en el que se localizan yacimientos de un determinado periodo, romano en el caso que nos ocupa, en el que en realidad no tenemos más que una relación diacrónica por la que todos los puntos surgen a la vez, sin que podamos vislumbrar si la aparición de unos yacimientos genera la proliferación de nuevos o la desaparición de otros ya existentes (Ariño y Díaz 1999: 157). El mismo problema se plantea ante la excavación parcial de un yacimiento donde es imposible garantizar que el abandono de un sector no supone la ruina del yacimiento completo, si no nada más que un cambio de uso en una determinada zona de la explotación que implicaría solo el abandono de unas dependencias en una parte y la ampliación por otra (Ariño y Díaz 1999: 156). Un claro reflejo de esta dinámica de transformación en las villae lo observamos en las explotaciones agrícolas de Tierra de Barros (Badajoz) de hace cien o cincuenta años. De la obser-

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vación y análisis pormenorizado de las dependencias de algunos cortijos, vemos como en el intervalo de un siglo se transforma su estructura llegando a configuraciones finales que poco o nada tienen que ver con sus trazas iniciales. Factores externos como años de malas cosechas, temporadas climatológicamente buenas, epidemias y plagas, etc. afectan a la economía de los propietarios y por extensión al estado de sus inmuebles. La influencia de estos acontecimientos tampoco tiene que afectar a todos por igual. Periodos de crisis particulares en algunas explotaciones finalizarían con la venta de la misma a otros propietarios que, quizás con mayor solvencia económica, ampliarían la extensión de sus tierras sentando las bases de futuros latifundios. Todo esto repercutiría en una variación de los límites de las propiedades y reordenación de estas, ya sin los patrones de distribución establecidos por la centuriación primigenia, dibujándose un mapa mucho más complejo. Por ello no podemos asociar los asentamientos localizados, muchos de ellos tardíos, con las trazas de la centuriación de la primera etapa. Con todas estas premisas y limitaciones para el desarrollo de este trabajo, además de la heterogeneidad de las fuentes, acometemos un análisis del territorio que pone en relación el complejo termal de Alange, no solo con la urbe emeritense, sino también con el entorno rural más inmediato, puesto que entendemos que entre ellos existieron razones más que fundamentadas para que el balneario funcionara y fuese un punto de atracción de bañistas de igual manera que hoy sigue interesando a los habitantes de la población que siga funcionando. En este sentido creemos que se deben realizar estudios sistematizados que permitan aproximarnos a la complejidad del mundo rural romano y su relación con los balnearios de aguas minero-medicinales. Desde un punto de vista espacial, el conocimiento de los balnearios asociados al uso medicinal no debe limitarse al estudio arqueológico y arquitectónico de las estructuras conservadas, algo por otra parte necesario (González 2010). Es preciso profundizar en las formas de implantación de los asentamientos romanos y la evolución de las pautas de poblamiento durante los siglos en los que el territorio formaba parte del imperio romano. La proliferación de estudios sobre la incidencia de la romanización en el territorio en estas últimas décadas ha dibujado un panorama idóneo para comenzar a establecer vínculos entre el complejo y poco conocido mundo de la hidrología romana y la explotación de los manantiales salutíferos con otros aspectos de la sociedad rural.

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Fig. 1. Mapa con área objeto de estudio (fotografía: J. D. Carmona).

2. ÁMBITO GEOGRÁFICO OBJETO DE ESTUDIO Y ASPECTOS METODOLÓGICOS Coinciden la mayoría de los investigadores actuales, como así también parecen indicar algunas fuentes clásicas como las de Frontino, Agennio Urbico e Higinio (Grosse 1958), en que la frontera entre la Lusitania y la Betica propuesta por Plinio o P. Mela en el río Guadiana no tiene validez. Los límites propuestos en la actualidad se desplazan unos ochenta kilómetros al sur del Guadiana, alcanzando las estribaciones de la Sierra de María Andrés, Sierra Vieja, Sierra de los Santos y Sierra Grande (Cerrillo et alii 1990: 59). En nuestro caso, acometemos el estudio de la zona comprendida entre la Vía de la Plata, en su tramo comprendido entre Mérida y Villafranca de los Barros y el curso del río Matachel, con la intención de entender cómo este último ejerce la función de límite oriental de la centuriación sur emeritense (Fig. 1) y las posibles influencias del balneario romano de Alange sobre dicho límite. El área objeto de estudio se encuentra dentro de la actual comarca de Tierra de Barros y se caracteriza

por la dominancia de los suelos de arcilla intensamente rojiza, procedentes de depósitos terciarios. La red hídrica del Matachel cuenta con varios afluentes que aportan su caudal a este río. Los ríos Valdemel, Bonhaval, Palomillas, San Juan, Retín o Rivera de Usagre y algunos arroyos menores que representan el 3,8% de la cuenca del Guadiana. En la actualidad buena parte de la zona analizada en este trabajo se encuentra sumergida bajo el embalse de Alange.1 El relieve de la comarca se caracteriza por ser prácticamente llano y por poseer unos suelos muy fértiles, ricos en nutrientes y con una alta capacidad de retención de agua. Las precipitaciones oscilan entre 350 y 450 milímetros al año, lo que añadido a las altas temperaturas alcanzadas en verano, el tipo de cultivo más propicio sea el de secano, predominando la vid y el olivo. 1 La información arqueológica de la zona inundada viene aportada por los trabajos del Plan de Excavaciones y Sondeos de emergencia del embalse de Alange, realizados durante la construcción de la presa (1984-1989) y del que se han publicados diversos trabajos (Calero y Márquez 1991: 579-597; Calero 1992: 295-307 y Calero y Carmona 2008: 443-468).

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Los primeros intentos de localización de las estructuras de la centuriación sur emeritense se realizaron a mediados de los años setenta del pasado siglo con el trabajo de Corzo (Corzo 1976). A partir de los ochenta, nuevos planteamientos sobre las trazas de la centuria se publicaron en los trabajos de Sillières (Sillières 1982) (Fig. 2), Gorges (Gorges 1982) o Ariño y Gurt (Ariño y Gurt 1994) (Fig. 3). Desde otro punto de vista, el tema de discusión se ha centrado también en el planteamiento de los límites del territorio emeritense (Arias 1967: 312-319; García 1972: 97-111; Wiegels 1976: 258-284; Álvarez 1988: 185-191; Ramírez 1994, entre otros). Finalmente y como estudio de síntesis más completo sobre el territorio emeritense se erige el trabajo realizado por Tomás Cordero (Cordero 2013) (Fig. 4). En cuanto a aspectos metodológicos se refiere, en el espectro macroespacial y ante la falta de información precisa de cada uno de los yacimientos se ha optado por determinar los territorios de influencia de estos yacimientos mediante el uso de polígonos Thiessen. Pese a lo abstracto del método y a su carácter aproximativo (Ruiz y Burillo 1988: 56) entendemos que es una forma de aproximarse al conocimiento

Fig. 3. Trazado de la centuriación sur emeritense propuesta por Ariño y Gurt (Ariño y Gurt 1994).

Fig. 2. Restos de la centuriación sur emeritense según Sillières (Sillières 1982).

del comportamiento de los yacimientos vinculados a la centuriación en su punto de contacto con el río Matachel. Los recursos más utilizados para la localización de posibles restos de la centuriación fosilizada han sido, y siguen utilizándose, la fotografía aérea y la prospección física. Las imágenes del vuelo americano nos muestran un paisaje agrícola con una mecanización incipiente de la explotación del campo que permite acercarnos a un paisaje mucho menos modificado que el actual. Sin embargo, las nuevas tecnologías permiten llegar más allá de lo que el ojo humano puede ver en una fotografía. En esta ocasión hemos hecho uso de las imágenes LiDAR que posee la base

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3. LA CUENCA DEL MATACHEL, UN TERRITORIO ESTRUCTURADO

Fig. 4. Trazado de la centuriación sur emeritense según Cordero (Cordero 2013).

de datos del IGN. La ventaja que presenta el empleo de esta tecnología sobre el resto de sistemas de teledetección radica en la capacidad de cartografiar a través de la vegetación consiguiendo un registro detallado de transformaciones antrópicas ocultas por el paso del tiempo y los procesos erosivos. La información y la generación de modelos se han gestionado con aplicación Global Mapper que permite el procesado de datos LiDAR. Para la prospección remota se ha recurrido también al apoyo de ortofotos, modelos digitales del terreno y mapas topográficos históricos. Con todos estos recursos, hemos rastreado el espacio entre la Vía de la Plata y el rio Matachel en el área correspondiente a las hojas 777, 803 y 829 de los mapas topográficos del IGN. El rastreo de esta zona ha permitido localizar dieciséis alineaciones de cardines secundarios y diecinueve alineaciones de decumani secundarias. La zona con mayor densidad de alineaciones es el área comprendida entre los ríos Bonhaval y Valdemedel, en el entorno de la finca de Palacio Quemado (Fig. 5). Una zona en la que ya incluso la toponimia levanta sospechas sobre la existencia de una villa romana de dimensiones considerables.

El uso del artificio de los polígonos Thiessen como recurso generador de los límites entre propiedades no deja de ser una aproximación teórica y racional al problema de la extensión de las unidades agrícolas que se extienden a lo largo y ancho del territorio. Sin embargo, al igual que ocurría en su aplicación a gran escala en la Lusitania meridional (Cerrillo et alii 1990: 55-56), coinciden los límites generados artificiosamente con distintos accidentes geográficos como cordilleras o ríos. En la aplicación del modelo matemático a los yacimientos localizados en la cuenca del Matachel nos encontramos no con que el límite de las explotaciones sea el río, sino con que ciertos tipos de explotaciones se encuentran fuertemente vinculadas a este (Fig. 6). Explotaciones que, probablemente, tenían como principal abastecimiento los recursos que les proporcionaba el medio fluvial y que se articulan formando una franja que recorre el río en buena parte de su cauce. Extrapolando este análisis territorial a tiempos más cercanos, observamos como dicho modelo se desarrolla con una distribución muy similar en la que los recursos de los asentamientos fluviales se formaban por la presencia de molinos harineros, zonas de huertas en las vegas y vados que permitían el tránsito entre una orilla y la otra. Los vados más importantes del río Matachel acumulan un importante volumen de materiales (Calero y Márquez 1991: 587) que entendemos y nos reafirmamos en la aseveración realizada por estos autores sobre la relación de la red viaria antigua que comunicaban los núcleos urbanos de segundo o tercer orden con la capital. En otras unidades administrativas del entorno, y ha quedado perfectamente constatado en el caso de Lacimurga (Aguilar et alii 1992-1993: 122), se produce un aumento de la densidad de yacimientos rurales romanos vinculados a vías ganaderas. No deben pasarse por alto las redes viarias como caminos antiguos, cañadas o cordeles que tienen su origen en tiempos remotos y cuyo trazado se consolida como el paso idóneo para actividades que, como el traslado de ganado, apenas han variado hasta hace cien años. Tal puede ser el caso de la cañada de Tiza. Esta cañada une Solana de los Barros con la cañada de Valparaiso y esta cruza la Vía de la Plata para llegar a Alange a través del Vado Hondo (Ramírez 2004: 5). Paralelo al río y conectando todas estas explotaciones, discurre un camino que en algunos tramos recibe el nombre de «Camino de la Plata» y que

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Fig. 5. Imagen Lidar del entorno de Palacio Quemado con restos de la centuriación (fotografía: J. D. Carmona).

puede estar relacionado con la calzada romana que comunicaba Mérida con Regina. En este aspecto, coincidimos con lo señalado por otros autores (Aguilar et alii 1992-1993: 120) para el territorio de Lacimurga, en el que se ha constatado la presencia de

asentamientos rurales con indicios de desarrollo de una agricultura de altos rendimientos aprovechando las fértiles vegas. La presencia de un recurso lineal, en Tierra de Barros, como es el río Matachel en su cauce bajo,

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Fig. 6. Polígonos Thiessen superpuestos a trazado teórico de la centuriación, aplicados a los yacimientos del entorno del río Matachel (Fotografía: J. D. Carmona).

es la causa de la distorsión de las distribuciones de los polígonos Thiessen, generando una banda que ocupa la depresión fluvial del rio y que se corresponde también con las zonas más vadeables. En el momento en el que los vados reducen su presencia,

disminuyendo su permeabilidad, observamos como en la malla poligonal, el río se convierte en límite territorial entre dos teóricas propiedades. La situación de un núcleo urbano radica en tres condicionantes (Cerrillo et alii 1990: 60): la calidad

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del suelo, la proximidad a una cuenca fluvial y la existencia de unas vías de comunicación. Llegados a este punto, planteamos en el último de los condicionantes, que curiosamente es el único de carácter antrópico, una inversión del concepto y sugerimos que la existencia de un núcleo también puede condicionar la aparición de vías de comunicación. Con ello pretendemos mostrar que el aumento de permeabilidad a través de vados en el río Matachel, es mayor cuanto más cerca discurre del conjunto balneario de Alange. Lógicamente, la ubicación de dicho balneario está condicionada por la presencia de un manantial de aguas minero-medicinales. Esto supone que las instalaciones balnearias son las que actúan como foco de influencia en el área del entorno y condiciona la aparición de una red viaria radial que permite llegar hasta este lugar. Ello queda patente como ya señalamos anteriormente en una mayor densidad de vados y presencia humana en las zonas del río más próximas a la población. A diferencia de lo que ocurre con las áreas vinculadas al río Guadiana, cuyas prospecciones se han visto condicionadas por las transformaciones a las que se ha sometido el terreno en el desarrollo del Plan Badajoz, la zona sur del territorio emeritense se ha mantenido menos alterada y ha permitido localizar una importante y homogénea cantidad de yacimientos vinculados a la época romana (Calero y Márquez 1991: 579-597; Rodríguez 1986). Esta fue una ocupación que se produjo de forma progresiva desde los puntos más lejanos de la ciudad hasta su entorno más inmediato. Mientras que para las zonas N y E del territorio emeritense, se estiman campos con superficies entre 100 y 225 ha (Cerrillo et alii 1990: 66), hacia el sur las superficies varían entre las 400 y 625 ha.

La red viaria. Vías y vados Las relaciones jerárquicas que se establecieron entre Augusta Emerita y el resto de poblaciones tanto de la Lusitania como del norte de la Baetica condicionaron el trazado de las vías de comunicación. Si se establecen tres niveles de relación jerárquica entre la capital y las restantes ciudades (Cerrillo et alii 1990: 59), en primer lugar tendremos el que aparece como consecuencia del nombramiento de la capital de provincia, en segundo lugar la constitución como capital de uno de los tres conventus que constituyen la provincia y por último el que adquiere por su condición de colonia.

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La calzada que comunicaba Emérita con Alange no ha sido documentada físicamente, quizás por tratarse de una sencilla vía de tierra, de carácter secundario, que carecía de enlosado o empedrado continuo (Sánchez 2000: 210). Las áreas funerarias asociadas a esta vía han puesto de manifiesto una continuidad de la misma hasta época musulmana como lo atestiguan las intervenciones realizadas cerca del puente de Mérida en el solar de la Cruz del Campo y en la barriada de San Antonio (Sánchez 1999: 211). Cabe señalar que el trazado teórico de la calzada que unía Mérida y Alange, partía de la capital una vez atravesado el puente romano con una orientación perpendicular a este y coincidente con el kardo de la trama urbana de la ciudad. La vía, además de su función de comunicar dos poblaciones adquirió un carácter límite para la extensión del territorio centuriado. Límite que condicionaban ya físicamente los ríos Guadiana y Matachel y que la calzada se permite cerrar como vía perimetral que enlaza todos los finales de caminos que llegan hasta ambos ríos. Algunos de estos caminos perpendiculares al trazado de la Vía de la Plata y la calzada de Emérita a Alange se han conservado hasta nuestros días. El camino del Catán y, a unos 700 m al sur y con un trazado prácticamente paralelo al anterior, el camino de la Fernandina, se mantienen como alineaciones fosilizadas de la centuriación (Sánchez 2000: 210). Además de estos viales, se ha constatado la ocupación en época romana en el Berrocal —antigua cantera— donde se conservan restos de un edificio con un gran patio central y una de las dependencias con aspecto absidiado y que probablemente estuvo vinculado a la cantera (Silva 2002: 268-270). Continuando hacia Alange, se ha constatado junto a la carretera actual y próximo al rio Guadiana, la presencia de restos de época romana vinculados al siglo iv d.C. en el sitio conocido como Holgados II (Silva 2002: 268-270) o los restos de villae el paraje de La Coscoja (Martín 2009: 17). Durante las obras de adecuación de los accesos a la urbanización Miralrio se excavaron parcialmente unas estructuras pertenecientes probablemente a la pars rustica de una villa cuyos restos habían desaparecido en gran parte por la construcción de la actual carretera Mérida-Alange (Martín 2009). A dos kilómetros de Alange, junto a la Venta del Cuerno y dentro del trazado de una cañada ganadera cuyo trazado pensamos que se superpone al del antiguo camino romano, se excavó, también de manera parcial, los restos de una villa romana en cuyo frente se conservaba un pavimento empedrado, tal vez perteneciente al antiguo camino.

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La etnoarqueología como instrumento de comprensión territorial: de la VILLA al cortijo El estudio histórico de las relaciones sociales en el territorio analizado alcanza unos valores equiparables a los que han permanecido vigentes hasta hace unos años en la zona. La relación entre los que han trabajado la tierra en explotaciones agrarias de tipo extensivo, heredera de los repartos territoriales realizados tras la reconquista, no ha debido de ser muy diferentes de la que existió durante la dominación romana (Cerrillo et alii 1990: 52). El latifundismo se erige como modelo común entre una época y otra, compartiendo todo tipo de relaciones: administrativas, económicas y sociales. Todo ello permite que a través de un prisma etnoarqueológico se pueda reconstruir, contando lógicamente con el apoyo de la arqueología como disciplina directora, parte del funcionamiento territorial y sus nexos de unión entre los diferentes estamentos sociales que jalonaban el territorio (Cerrillo et alii 1990: 52). Independientemente de lo que los autores clásicos hayan señalado como normas o consejos a la hora de ubicar una villa, entendemos que el proceso de establecimiento de la misma es complejo y obedece en cada caso a una serie de particularidades y condicionantes que hace único cada caso. A pesar de todo ello, no se han dejado de buscar patrones de asentamientos o elementos determinantes que como el suelo, relieve, orientación, clima o presencia de agua señalen la idoneidad de un lugar (Aguilar 1991: 264). En este sentido, Aguilar propone que el establecimiento de estos asentamientos contribuye a la aparición de nuevas estructuras económicas como el fortalecimiento de las redes viarias con la creación de nuevos caminos, el desarrollo de la tecnología agrícola y la creación de obras hidráulicas. Desde un punto de vista arquitectónico, coincidimos con Cerrillo en señalar la gran similitud entre las villas romanas y los cortijos actuales (Cerrillo 1984: 134), así como la elección de lugares estratégicos que permitan el control visual del dominio.

Explotaciones agrícolas. El yacimiento de «El Almadén» El yacimiento de «El Almadén» (Calero y Márquez 1991: 588) se revela como una explotación agrícola, descubierta parcialmente, en la que se sacaron a la luz unos 350 m2. Se diferencian claramente dos edificios con diferente orientación. De una parte, en el

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edificio que se orienta noreste-suroeste, se localizan dos amplios espacios de distintas dimensiones que los separan un ancho pasillo. En torno a estos espacios, se abren otras dependencias más pobres en cuanto a la técnica constructiva y los materiales se refiere. El primero de los espacios de 18 x 12 m con un pavimento de baldosas cuadradas se compartimenta en diferentes ámbitos con hogares y depósitos construidos con tegulae. Probablemente se trata de una dependencia de servicios. El segundo espacio, de 12 x 4,50 m, a tenor de los materiales hallados: dolias y ánforas, bien pudo servir de almacén (Fig. 7). El segundo edificio, con orientación noroestesureste, se ejecutó con muros de mejor calidad, empleándose en algunos casos mortero de cal. Está formado por habitaciones de distintas dimensiones que se estructuran en torno a un espacio abierto en el que se descubrió un pequeño depósito de opus signinum. A tenor de los hallazgos esta parte se relaciona con la zona residencial del asentamiento, fechándose en torno al siglo ii d.C. prolongándose su ocupación hasta época musulmana probablemente. Los espacios excavados en «El Almadén» se asemejan considerablemente a las zonas de talleres y almacenes excavados en la villa romana de Monroy (Cerrillo et alii 1988). La extensión del mismo era mucho mayor, pero desgraciadamente la rápida inundación de la zona hizo que no fuera posible intervenir de nuevo cuando comenzaron a aparecer los primeros enterramientos de la necrópolis.

Explotaciones ganaderas. El yacimiento de «El Borril» En referencia al estudio de las explotaciones ganaderas en la antigüedad, que ya tuvimos ocasión de pronunciarnos (Calero y Carmona 2004: 433-438), debemos abordarlo desde dos perspectivas bien diferenciadas: el análisis tipológico y el constructivo (Maldonado y Vela 1998). La complejidad de establecer una o varias tipologías viene dada por las necesidades formales y funcionales de cada región así como del tipo de ganado que se explote en cada lugar. Para ello, el conocimiento de los sistemas ganaderos más recientes en el área del yacimiento es fundamental, siempre con la debida cautela respecto a la aparición de modernas explotaciones que para nada han tenido que ver con la tradición ganadera del lugar. La observación directa de los rasgos etnográficos permite adentrarnos en el conocimiento de las actividades del pasado (Cerrillo 1989: 533-540).

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Fig. 7 Recreación del yacimiento de «El Almadén» (Carmona 2008).

Las instalaciones excavadas en «El Borril», en el término municipal de Alange (Calero y Márquez 1992: 588; Calero y Carmona 2004: 433-438) permitieron exhumar en torno a 400 m2 del total del yacimiento. Dividido en dos por el camino que se llama «de la Plata», en la zona situada entre este y el río Matachel aparecieron dos habitaciones rectangulares con un pavimento de baldosas. Junto a ellas una gran nave dividida longitudinalmente en dos por un muro de tegulae y ladrillos formando pilares cuadrados. A esta se adosaba otra dependencia de menor dimensión desde la que se accedía, a través de un umbral de mármol, a otra habitación de planta cuadrada. En el otro lado del camino se excavó una dependencia cuadrada con muros de opus incertum y un pavimento de opus signinum en torno a la cual se descubrió parte de una necrópolis de incineración gracias a las que se pudo fijar una cronología en torno al i d.C. (Fig. 8). En relación con los materiales hallados en el interior, entendemos que las dependencias de pequeño tamaño tuvieron una función de almacenes y quizás pequeña bodega, mientras que las grandes naves longitudinales pudieron servir como espacios de estabulación de ganado lanar o cabrío. Desde un punto de vista etnoarqueológico, hemos comparado estas instalaciones con explotaciones tradicionales ganaderas del entorno, encontrando visibles paralelos

con explotaciones como la de la finca «El Mochuelo», tanto en la ubicación como en la distribución formal y funcional de los espacios, donde se mantiene un sistema de ganadería ovina y caprina con un régimen de pastoreo extensivo (Calero y Carmona 2008: 443-468). Las explotaciones ganaderas de ovino y caprino en régimen extensivo, debieron ser frecuentes en el territorio sur emeritense. Explotaciones vinculadas probablemente a los cauces de los ríos y a las zonas de vados, de manera que en el transcurso del pastoreo ambas orillas pudieran ser frecuentadas por el ganado, garantizándose el agua, pasto y sombra.

Grandes

VILLAE.

Palacio Quemado y otros

Tanto «El Almadén» como «El Borril» no fueron más que dos pequeños establecimientos agropecuarios, de los muchos diseminados que salpicaron el territorio, dependientes de una gran villa de tipo residencial como la que pudo existir en el paraje de «Palacio Quemado». Esta última constituiría el corazón de la explotación, ejerciendo su función de centro administrativo y residencial en torno al cual se distribuyen en otras pequeñas explotaciones con un aprovechamiento de los recursos autosuficiente y dependientes de la principal que gestionaba probablemente los excedentes

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Fig. 8 Recreación del yacimiento de «El Borril» (Carmona 2008).

comerciando con otras villas similares o con núcleos de población mayores. La calidad de los materiales localizados en superficie en el entorno de «Palacio Quemado», la existencia de construcciones como un pequeño acueducto o restos de un molino nos lleva a pensar en este tipo de villae, que a semejanza de otras del entorno emeritense como las de Torreáguila, la Cocosa, Monroy o las Tiendas, capitalizaban la gestión de latifundios muy similares a los que se han conservado hasta bien entrado el siglo xx y con una estructura funcional y social prácticamente idéntica. Las grandes villae aparecen dentro de un modelo social de propietarios que manifiestan su riqueza y su estatus social en la inclusión de objetos de lujo, no apropiados para la vida campesina, pero que permiten mostrar, como si de un escaparate se tratara, el orgullo de pertenecer a una clase (Ariño y Díaz 1999: 160). En ocasiones se trata de estructuras productivas tipo granja que, dentro de un proceso evolutivo natural, han desarrollado su lado monumental resultando ahora, desde el punto de vista de la arqueología y de los restos conservados, combinaciones de estructuras difíciles de entender y que por otra parte justificamos de este modo.

El proceso de transformación de estas grandes villae en el entorno de Emerita llegará a tener su momento de máximo apogeo en el siglo iv. Yacimientos como los de Pesquero (Rubio 1988: 67-82; 1991: 431-444), Torrealbarrágena (Alvarado et alii 1991: 403-415), Santiago de Bencáliz (Cerrillo 1982: 165212) o los Términos (Cerrillo 1983) son testimonios de ese periodo de riqueza, no solo en los aspectos de monumentalización, sino también en cuanto a actividad productiva se refiere como ocurre en la villa romana de la Cocosa o en la de La Sevillana. Un hallazgo interesante en este sentido es el que se realizó cerca de Almendralejo el 25 de agosto de 1847. Nos referimos lógicamente al conocido como «disco de Teodosio», objeto de un gran número de publicaciones.2 En referencia a dicho hallazgo nuestro compañero Calero Carretero insiste, a tenor de una posible ubicación del lugar donde apareció el disco junto con dos tazas de plata, que probablemente perteneciera a la villa en la que el vicarius hispaniarum residía,

2 Ante la enorme cantidad de literatura vertida sobre tan singular hallazgo, destacamos los trabajos de: Delgado (1849), Mélida (1930), Arce (1976), Navascués y de Juan (1976), Almagro-Gorbea (2000).

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lo suficientemente alejada del bullicio de la ciudad, pero bien comunicada con ella (Calero 2000: 100) y tal vez, añadimos nosotros, el lugar más eficiente para llevar el control de las propiedades y posibles explotaciones agropecuarias. Todo esto nos lleva a pensar en la presencia de grandes villas, asociadas a propietarios con cargos relevantes quizás no tan monumentalizadas como otras del entorno emeritense, aunque sí vinculadas con grandes explotaciones.

Otros aprovechamientos de los recursos Con una innegable relación con el mundo de las villas romanas y formando parte del desarrollo de sus explotaciones surgieron una serie de infraestructuras que aprovechaban los recursos hídricos. Como aprovechamiento, en el caso de cauces de poca entidad, debemos señalar la existencia de presas de pequeño tamaño asociadas a las villas con las que los architecti et libratores supieron sacar el máximo partido a la campiña emeritense (Álvarez et alii 2002: 201). De este tipo de estructuras se conservan ejemplos notables en el territorio sur emeritense, como la presa del Peral o la de D. Tello (Álvarez et alii 2002: 199-226). Sin embargo, las presas constituyen una singularidad en el ámbito de la centuriación sur de Emerita. Unas tierras que tradicionalmente se han asociado a cultivos propios de secano —cereal, vid y olivo—. Coincidimos con los autores antes citados en la posibilidad de establecer una asociación de estas construcciones con explotaciones hortofrutícolas o incluso con el abastecimiento de alguna villa. No debemos dejar de lado, la posibilidad de que las presas estuvieran también vinculadas a explotaciones de carácter ganadero y tuvieran una función de abrevadero. La construcción de estas presas se asocia a momentos de bonanza económica de los propietarios, coincidiendo con el momento en el que se erigen las grandes villas. Se enclavan por tanto en el momento de ruralización de los campos que se fecha a partir del siglo iii d.C., una fecha que también tiene una referencia en el balneario de Alange: la que se le aplica al ara votiva dedicada a la diosa Juno por Licinio Sereniano y su esposa (Álvarez 1973).

4. EL ENTORNO PRÓXIMO AL BALNEARIO ROMANO Desde una perspectiva mesoespacial, el paisaje del entorno más cercano al complejo balneario se

nos presenta como un espacio donde el agua cobra protagonismo. Debemos plantearnos la existencia de una zona de huertas en la zona sur del complejo minero-medicinal hasta la orilla del río Palomillas. El aprovechamiento de las aguas sobrantes para el riego de huertas debió ser realidad en aquella época, desechando las hipótesis que plantean los sistemas de riego y las canalizaciones como un sistema de herencia musulmana (López Gómez 1974: 1-24). Durante las obras del embalse de Alange, en los movimientos de tierras próximos al balneario, fuimos testigos directos de la aparición de atarjeas de ladrillo revestidas de opus signinum, ejecutadas con una factura impecable, que se dirigían en dirección sur hacia las zonas donde tradicionalmente se ubicaban las huertas. Próximo al río, existían los restos de una construcción que con el nombre de «el molinillo»3 recogía las aguas que procedían del manantial. Al encontrarse bajo el actual embalse y probablemente arrasado por los movimientos de tierras realizados por las máquinas previo al llenado del mismo, no podemos comprobar si dicha construcción era de época romana o si al menos se levantaba sobre cimientos de ese periodo. En la zona suroeste de las termas y en el espacio que ocupan los jardines del balneario, el Gran Hotel Aqualange y algunas casas de la calle Nueva suponemos que, por los hallazgos casuales de los vecinos, se encontraban las dependencias relacionadas con el alojamiento de los que acudían a los baños y del personal que cuidaba de las instalaciones.

La necrópolis En el área oriental de las termas, delimitado hoy por la calle Ermita, Tierroblanquero y Paseo de las Huertas, se ha constatado la presencia de una zona de necrópolis, asociada con toda probabilidad al establecimiento termal y su entorno. La presencia de esta zona de enterramientos nos hace pensar que en el entorno del balneario debió existir un pequeño núcleo de población permanente relacionado con el funcionamiento y los servicios del mismo. El descubrimiento de enterramientos en esta zona se ha realizado siempre de manera casual, como consecuencia de remoción de tierras y excavaciones de zanjas para 3 Testimonios de vecinos lo han descrito como una torre cilíndrica de piedra que recogía las aguas sobrantes de los manantiales y las huertas del entorno del balneario. Desconocemos la cronología de dicha construcción, pero no sería descabezada la idea de asociarlo al complejo hidráulico de época romana, identificándolo como un hydraletes o mola aquaria.

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Fig. 9. Área de hallazgos vinculados a la necrópolis del entorno urbano de Alange sobre ortofoto de 1973 (fotografía: J. D. Carmona).

cimentación con lo que la lectura que podemos hacer de estas sepulturas es parcial. Entre los materiales recogidos destacan algunas piezas de sigillata (Carmona 1999: 45), una de las cuales conserva legible el sello. La marca OF. VA. PAT. vincula sin duda la pieza a la capital lusitana, aunque no por la presencia del alfar de Valerius Paternus en Emerita como erróneamente ubicó Mayet, sino por la gran cantidad de hallazgos de cerámicas de este taller de Tricio en la ciudad (Sáenz 2007: 389). Estas piezas de sigillata hispánica nos permiten fechar el enterramiento en torno al siglo ii d. C. Tenemos constancia de la destrucción de otros enterramientos en el entorno de los que apenas se ha podido obtener información, tan solo algún testimonio puntual de materiales recogidos por los vecinos consistentes en piezas de cerámica completas y algunos fragmentos de sigillatas hispánica y clara (Fig. 9).

ellas perdidas en la actualidad. De carácter funerario han aparecido diversas inscripciones: La primera a la que hacemos referencia se encontraba en poder de un vecino de Alange, tras el fallecimiento del mismo y la venta de la casa, se ha perdido el rastro de dicha inscripción. El texto era el siguiente (Álvarez 1973: 489) (HEpoL 5121): D(is) M(anibus) s(acrum) / [V]ibius Acind(ynus) / [an]n(orum) LX h(ic) s(itus) e(st) s(it) t(ibi) t(erra) l(evis) / [U]lpia uxsor / [f(aciendum)] c(uravit) La inscripción se encontró en el «cortinal del Baño» zona de huertas ahora ocupada por el casco urbano y que anteriormente hemos identificado como zona de necrópolis. De ese mismo lugar procede otra (Álvarez 1973: 490) (HEpoL 25632) que tampoco se encuentra localizable en la actualidad. También de carácter funerario, la inscripción es la que sigue:

5. EVIDENCIAS EPIGRÁFICAS Son varias las piezas con epigrafía documentadas en el entorno de las termas (Fig. 10), la mayoría de

Albicia · C(ai) · lib(erta) · / Helena / an(norum) · XXX / h(ic) · s(ita) · e(st) · s(it) · t(ibi) · t(erra) · l(evis) ·

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Fig. 10. Dispersión de hallazgos epigráficos en el entorno de las termas de Alange (fotografía: J. D. Carmona).

En las obras de restauración de la iglesia parroquial de la localidad se reubicó una inscripción que se había reaprovechado como pila de agua bendita. Dos tercios de la pieza, parte que aún conservaba la inscripción, estaban empotrados en el muro. Ante la identificación de la pieza, se extrajo y se colocó en el mismo lugar donde estaba pero exenta y en la posición natural de su función funeraria. Se trata de una inscripción inédita en la que se identifican siete líneas, no estando completa las dos últimas: D(is) M(anibus) S(acrum) / Fortunata / Q·A·Lhpotos / Marito / Ivno doiet / F· Eg(…) / (…) Los laterales están decorados con una jarrita y una patena o espejo. De carácter no funerario tenemos dos referencias más. Una, el conocido epígrafe de Varinia Serena (CIL II 1024; HEpoL 849), un ara votiva muy estudiada (Álvarez 1972: 286-290; Gimeno 1997: 15-30) y de la que se vienen haciendo continuas transcripciones desde el siglo xvi (Morales 1575) así como análisis de otros hallazgos epigráficos referentes a posibles

miembros de su familia (Álvarez 1973; Ramírez 1997). Dicha inscripción se conserva actualmente en el balneario de Alange. Desde las primeras referencias que la describen, se sabe que estaba encastrada en un muro de la cercana ermita de San Bartolomé. Pero tras la privatización del balneario, pasó a ubicarse en este (Gimeno 1997). De la segunda, citada por un médico director del balneario en 1829 (Carmona 2008: 45), no hay ninguna referencia más. La transcripción de Cáceres Arranz (Cáceres 1829) es la que sigue: Fontibus / Sacrum / Julia Lupa / V(otum).S(olvit). L(ibens).M(erito). En este caso, podía tratarse de un exvoto relacionado con las aguas. Al respecto de esta inscripción (CIL II 466; ERAE 5; HEpoL 21485), se localiza en los almacenes del Museo Arqueológico Nacional. Aparece registrada como originaria de Mérida. La proximidad de Emérita como gran yacimiento arqueológico ha capitalizado muchos de los hallazgos arqueológicos del entorno, perdiéndose la referencia original de la

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localización de algunas piezas. En el caso de esta inscripción localizamos su ubicación originaria en las termas de Alange gracias a la descripción que aporta en su memoria el médico Cáceres Arranz (Cáceres 1828). La descripción previa en la que se señala la ubicación de la pieza es la siguiente: «En sus alrededores y contiguos al edificio se notan anchos cimientos de otras piezas muy espaciosas con separaciones para muchos enfermos; y por un cañón de bóveda en otra dirección se marchaba a otras piezas separadas de los baños que en el día son cuasi subterráneas y en que apenas se puede entrar sin la linterna de David y a pesar de estar terraplenados se notan claramente dos órdenes de alcobas arqueadas, emulando un claustro de romanos conventos, todo de bóvedas, y en una piedra medio soportada con ancha dificultad se lee la siguiente inscripción…». En la búsqueda de más referencias sobre dicha inscripción, nos encontramos con que A. Ponz la había citado anteriormente entre otras localizadas en Mérida (Ponz 1778: 137-138). Situándola en una colección particular, escribe lo siguiente: «En casa de D. Vicente García de la Rocha, enfrente de la puerta de Santa María, llamada de los Perdones, hay estas dos…». La segunda de las inscripciones que describe es la transcrita por Cáceres Arranz con una ligera variación en el orden de las letras de la última línea que lee como M.L.V.S. indicando que «parece están trocadas» indicando como orden lógico el de V.S.L.M. Ante las diferentes noticias sobre la ubicación de dicha inscripción, no nos atrevemos a aseverar que la inscripción mencionada fuese un ara votiva del balneario romano de Alange pese a que su contenido encaja perfectamente en el lugar. La descripción de Ponz se realizó cincuenta años antes de la de Cáceres, con lo que es difícil que la pieza hubiera cambiado de un lugar a otro. Una pieza de bronce, con una inscripción funeraria, perteneciente a la colección Monsalud (Monsalud 1907: 358) y tratada como pieza falsa por Mallón y Marín (Mallón y Marín 1951: 131) se mantienen en la indecisa línea que separa la falsedad de la autenticidad.

6. EVIDENCIAS NUMISMÁTICAS Son numerosos los hallazgos de monedas en el entorno de la población. Los testimonios recogidos entre los vecinos de Alange indican que atesoran sus pequeños hallazgos, no sin el temor de que al proporcionar información sobre cómo y dónde lo encontraron

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les ocasione algún problema por tener en propiedad estos objetos. En la medida que ellos mismos nos han permitido, nos hemos entrevistado con algunos con el fin, no de obtener información arqueológica sobre el lugar del hallazgo exacto, sino con la intención de conocer densidades y cronologías a las que se encuentran adscritas (Fig. 11). De estos testimonios hemos podido documentar tres monedas de Constantino halladas en el entorno de Palacio Quemado, además de algunos hallazgos aislados en el entorno del Cerro del Castillo de Alange de monedas de Tiberio, Adriano y Faustina. En la zona del Balneario es donde se han producido más hallazgos, de los cuales tenemos constancia de alguna acuñación de Vespasiano. Circulan rumores sobre el hallazgo reciente de un tesorillo de monedas de plata en el entorno de las termas, pero nos ha sido imposible corroborarlo.

7. OTROS HALLAZGOS Los «cortinales del baño» o huertas de los baños, han sido un lugar de continuos hallazgos por parte de los hortelanos que trabajaban la zona. Desde el hallazgo de fragmentos de mármol, columnas, sillares (Fig. 12), etc. hasta piezas de menor tamaño como anillos, pulseras o sellos de bronce.

8. RELACIÓN DEL TERRITORIO CON EL BALNEARIO. EVERGETISMO Y CLIENTELISMO COMO MOTORES DEL COMPLEJO BALNEARIO Ante un deseo continuado de promoción social, los miembros de las élites romanas procuraban dedicar parte de su fortuna en beneficio de la comunidad con la intención de mejorar su existimatio personal y familiar (Andreu 1999a: 453). Esta condición de evergetismo en ocasiones suponía más un esfuerzo por mantener un determinado estatus que no un acto de generosidad. Para el caso de las obras hidráulicas, que son las que tienen una mayor proximidad al tema que tratamos, existen algunos testimonios próximos. Citamos, por ejemplo, la aportación realizada por Pompeio Frontinus para financiar parte de los gastos ocasionados por las obras de construcción del llamado acueducto de Borbollón, próximo a Emerita. Además de los aspectos señalados como motivadores de actos de evergetismo tales como el orgullo

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Fig. 11. Dispersión de hallazgos numismáticos en el entorno de las termas de Alange (fotografía: J. D. Carmona).

cívico, el deseo de celebritas y la gratitud para la comunidad (Andreu 1999b: 34), pensamos en un evergetismo que se relacionaba con la consecución de recompensas económicas de manera indirecta por la inversión en la proyección de un edificio o instalación. Por otra parte no debemos de olvidar las munificencias llevadas a cabo como muestra de agradecimiento de una salud recuperada, en la que una vez superado el problema, el sanado o su familia invertían una cantidad en la construcción de nuevas instalaciones o la remodelación de unas ya existentes. En el caso de evergetismo aplicado a complejos termales ya se hizo un estudio para la provincia de la Lusitania (Andreu 2000: 289-294) en el que se recoge como ejemplo las termas de los Cassio (Thermae Cassiorum) en Olisipo. En ese caso, una inscripción (CIL II 191) recoge el testimonio epigráfico de una restauración en la se menciona también a los constructores del edificio. Más próximo a Alange es el ejemplo de la fuente de Burguillos del Cerro (CIL II 5354), en la que se hace referencia en la inscripción a la construcción de unos baños que fueron costeados por Cayo Aufustio Vegeto y Cayo Aufustino Avito (Mingoia 2004: 219-238).

Por otra parte, no debemos olvidar la importancia del papel de las mujeres como munificentes (Martínez 2011: 295). Martínez señala que esta modalidad benefactora fue especialmente cultivada por las mujeres, atribuyéndole claras razones de género. Recordemos en este sentido, la importancia de las aguas del balneario de Alange para tratar enfermedades de carácter ginecopático en la actualidad y que ya en época romana parece que se utilizaron con tal finalidad (Rodrigo y Haba 1992: 373). Son numerosas las referencias a la construcción o reforma de establecimientos termales por parte de las mujeres de la élite, apareciendo ejemplos de ello tanto en grandes ciudades como en pequeñas. En el mundo de las termas y su funcionamiento, la separación de géneros tiene un carácter obligatorio. El uso de espacios diferenciados por parte de hombres y mujeres lleva a que algunas mujeres construyan baños de uso exclusivo para ellas con el fin de evitar el uso compartido de instalaciones con diferente horario, influyendo notablemente en un proceso de feminización de los espacios (Martínez 2011: 297). Esta circunstancia puede aportarnos algún rayo de luz sobre la duplicidad de espacios y el carácter in-

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Entendemos pues, por nuestra parte, que el complejo balneario de Alange pudo ser financiado en parte por élites vinculadas al entorno del ager emeritense así como por personajes de relevancia pública que se sirvieran de los beneficios terapéuticos de las aguas.

9. LA CONTINUIDAD TRAS LA CAÍDA DEL IMPERIO A partir del siglo iv desconocemos si el complejo minero medicinal de Alange continuó en funcionamiento. A tenor de lo que sucede con los balnea rurales domésticos en la antigüedad tardía hispana (García 2006: 61-82) y salvando la diferencia entre este tipo de complejos y los centros termales salutíferos, podemos pensar en una transformación de la función del edificio de Alange. Conocemos casos en los que la nueva función se asocia al ámbito doméstico, cultual, funerario, etc. a partir de los siglos v y vi. En algunas de las dependencias excavadas en Alange, hemos podido observar como esos espacios se reestructuraron con nuevas divisiones de muy mala calidad y modificación de los huecos de paso, cierres de existentes y apertura de nuevos (Fig. 13). Se Fig. 12. Fuste de columna (¿base de miliario?) hallado en el entorno del balneario (fotografía: J. D. Carmona).

dependiente de estos en el edificio romano de Alange, donde hasta los años noventa del pasado siglo se mantuvo la separación de sexos en ambas piscinas como regla habitual. En cuanto al origen de los usuarios, tan solo podemos centrarnos en el único testimonio existente, el del matrimonio formado por Licinius Serenianus y Varinia Flaccina, un matrimonio que se encontraba situado en alto nivel social. El tratamiento de clarissimi que se le otorga a ambos señala su pertenencia al ordo senatorial. La aparición de ambos en el ara dedicada a Juno por la curación de su hija Varinia Serena con la mención honorifica a cada uno de ellos, sitúa a la esposa en un status equivalente al del esposo. Ambos son personajes importantes. Conocemos además que ella era hija de un flamen a raíz de una inscripción hallada en los Santos de Maimona (CIL II 983). Todo ello lleva a señalar como a pesar de una vinculación claramente bética (Álvarez 1973: 485; Ramírez 1994: 139), al menos de la esposa y descartando su filiación lusitana, se produce un vínculo clientelar interprovincial que otorga al balneum de Alange un nivel de proyección que extralimita las fronteras de la Lusitania.

Fig. 13. Hueco de paso recuperado junto a las cámaras circulares del balneario (fotografía: J. D. Carmona).

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aprecia también una colmatación de los espacios por los hundimientos de las bóvedas y sobre ese nivel de relleno, aprovechando los restos de los muros, se volvieron a cubrir los espacios probablemente con cubiertas vegetales. Sin embargo no deja de extrañarnos dada la monumentalidad de las cámaras romanas y la función salutífera de las aguas, que no trascendieran de la adecuación de los espacios a usos domésticos y se mantuvieran con la función original del baño. No debemos dejar de lado el proceso de cristianización del espacio sagrado romano que estaba vinculado al complejo termal de Alange, para entender la reconversión de la zona de baños y ver como los espacios destinados a baños en época romana se adaptan a nuevos usos en el mundo tardo antiguo. Quizás sea esta la clave para entender una evolución que hasta la fecha se sustenta en unos pocos hallazgos materiales, la mayoría de ellos descontextualizados, y los procesos de transformación de otros espacios de características similares en la península. Dentro del proceso de cristianización que se produce a partir del siglo iv en las ciudades, con una transformación en las que los templos paganos son sustituidos de manera progresiva por templos cristianos, debemos dejar de lado la idea de una transición traumática que llevaba aparejado una degradación y ruina de lo antiguo (López y Martínez 2006: 128). El concepto de decadencia asociado a las ciudades de la tardoantigüedad hispana no es más que la aparición de unos nuevos planteamientos urbanísticos por los que la ciudad deja de funcionar como institución para convertirse en una ciudad viva en la que cambia la relación de poder con la sociedad que la habita. La destrucción de templos paganos en Hispania para su posterior reconversión en templos cristianos no es algo habitual, se trata de un proceso complejo en el que, sobre todo en el ámbito rural, se produce de forma muy lenta. Entre algunos paralelos, destacaríamos el caso de la Villa de Milreu (Estoi, Portugal) donde el templo de la villa, dedicado a una divinidad acuática, se convirtió en iglesia hacia el final del siglo iv o comienzo del v. Algo similar ocurre en la villa de São Cucufate, en la que un templo pagano, construido hacia el siglo iv se transformó en iglesia en el siglo v (Alarcâo et alii 1990: 126, 259 y 265 y 1995: 383; Maciel 1996: 115). Una de las posibilidades de uso del edificio pudo ser la reconversión en espacio de culto. Sobre todo si tenemos en cuenta la fuerte vinculación entre agua, salud y religión en los espacios termales mineromedicinales y la presencia de elementos de carácter

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Fig. 14. Pieza visigoda hallada en la ermita junto al balneario (fotografía: J. D. Carmona).

religioso de época visigoda en el entorno (Fig. 14). Sin embargo, ante esta posible reconversión de las termas como espacio de culto, cobra mucha más fuerza la hipótesis de que la ermita que se encuentra cerca del complejo, a unos diez metros en línea recta de la galería oriental, probablemente se levantara sobre los restos de algún antiguo templo o espacio sagrado en época romana y que con posterioridad dicho espacio se cristianizara convirtiéndose el lugar de culto dejando una de las dos cámaras, la más próxima y la que mejor se ha conservado a lo largo de la historia, para una función accesoria como la de su uso como baptisterio (Fernández y Zarzalejos 2001: 19-35) o como un posible mausoleo. Llegados a este punto debemos señalar e insistir sobre el planteamiento que Sáenz de Buruaga hizo sobre la posibilidad de que Alange fuese el Aquis en el que el rey Wamba estableció una diócesis con Cuniuldo como obispo de la misma (Álvarez 1984). La sede de Cuniuldo fue un monasterio que se encontraba en un lugar pequeño llamado Aquis (Flórez 1782: 220). La denominación Aquis presenta una más que interesante relación con las Aquae romanas, y entendemos que no es más que una variación del nombre de una población o lugar que tuvo esta calificación. Entre el 672 y el 680, Wamba dispuso libremente de nombrar y erigir obispados sin la necesidad de congregar concilios. El propio rey tomando como referencia lo que ocurría en el obispado de Braga, donde junto a la ciudad existía otro obispado, el de Dumio, decidió hacer lo mismo y establecer nuevos obispados. En referencia al de Aquis y su proximidad a Mérida, se ha pretendido identificar con dicho lugar con Talavera de la Reina. En este sentido Vicente Barrantes, tomando lo dicho por Cornide, aduce que si

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el obispo Esteban, metropolitano de Mérida, nombró a Cuniuldo obispo de Aquis, la población se habría encontrado en la diócesis emeritense y no en Talavera que pertenece a la de Toledo (Barrantes 1865: 216). Valdefuentes (Cáceres) también se ha postulado como lugar donde estuvo Cuniuldo (Antonio 1742: 485). También se ha pretendido situar la sede de Aquis en Aquae Flaviae (Chaves) (Collins 2005: 112). En ese sentido podemos argumentar lo mismo que se señaló sobre la identificación de Talavera, solo que en esta ocasión Chaves pertenecería a la archidiócesis de Braga. De todas las propuestas, la más próxima a Mérida es la de Alange. Además, tanto las referencias toponímicas como los hallazgos de piezas arquitectónicas de carácter religioso, nos permiten pensar en la existencia de un núcleo de población (Velázquez y Ripoll 1992: 562) y en la posible presencia de una pequeña comunidad religiosa residiendo en el entorno de la actual ermita. Tal vez aprovechando parte de las estructuras del complejo termal romano. Sin duda el aspecto de celdas que presentan las pequeñas dependencias que se abren en el lateral izquierdo de la galería oriental invita a pensar en ello. Sin embargo, se hace necesario acometer un plan de sondeos que permitan obtener un registro arqueológico que ponga en relación el edificio religioso con las termas, tanto en época romana como en la antigüedad tardía con el fin de que estas y otras elucubraciones dejen de serlas para convertirse en aquello que se demuestre.

10. CONCLUSIONES A modo de conclusión y recapitulación debemos insistir en la importancia de estudiar los establecimientos de aguas minero-medicinales de época romana desde un punto de vista territorial con el fin conocer vínculos y conexiones desde otras estructuras económicas y sociales de su periferia. La generalización de este tipo de análisis y su aplicación a otros establecimientos similares permitiría aproximarnos a la incidencia social de estos espacios y su capacidad de convertirse en focos de atracción que superan el ámbito meramente local. En nuestro trabajo hemos acometido el análisis desde tres perspectivas diferentes. Desde un punto de vista microespacial (200-300 m), hemos conseguido localizar diferentes espacios que entendemos dentro de la lógica del funcionamiento de un complejo de estas características: En torno al manantial y la zona terapéutica y sus anejos se encuentra una zona de

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alojamiento o viviendas, una zona destinada al culto muy próxima al manantial y una zona de necrópolis. El conjunto de todos estos elementos nos hace pensar en la existencia de un pequeño núcleo pseudourbano que surge en torno al balneario (Fig. 15) y que abarcan una cronología en función de los materiales hallados que va desde siglo ii al vi d.C. estando relacionados los más tardíos con un centro de carácter cultual junto al balneario. En un segundo ámbito de carácter mesoespacial (2-10 km) nos encontramos con la presencia de pequeñas explotaciones, probablemente con una fuerte dependencia de otras de mayor entidad que se extienden hacia el sur teniendo como límite el río Matachel. Son pequeños asentamientos de pobre factura arquitectónica identificados como pequeñas explotaciones agro-ganaderas o relacionados con el río y el aprovechamiento de los recursos hídricos. Resulta difícil adscribir una cronología a estos espacios cuya información es aportada por materiales de superficie en prospecciones, tan solo la presencia de fragmentos de tegulae nos permite retrotraernos a los primeros siglos de nuestra era, cuando este es un material de uso habitual. Sin embargo, no es raro encontrar estos materiales reutilizados en construcciones levantadas en tiempos más recientes. En cualquier caso entendemos que hay una fuerte presencia de restos de construcciones diseminadas en el entorno inmediato de Alange que demuestran una alta densidad de población en el ámbito rural. Finalmente, en tercer lugar y con una superficie mucho más extensa, adaptándonos a niveles macroespaciales, una vez pasado el límite natural del Matachel, llegando por el lado norte hasta el Guadiana, por el sur hasta los límites marcados para el término de Emérita y al Oeste por el trazado de la vía de la Plata, nos encontramos con un territorio intensamente ocupado y estructurado mediante un proceso de centuriación que en un principio sirvió para ordenar el territorio y que posteriormente y de manera progresiva fue modificando los límites de las centurias. La explotación de este espacio desde un punto de vista agrícola con un desarrollo del cultivo de la triada mediterránea y desde un punto de vista ganadero, con la explotación extensiva al menos de ganado lanar y caprino, queda patente con los registros arqueológicos de esta zona. En todo este desarrollo tiene un papel muy importante las vías y caminos que articulan todo el territorio. Destacamos la importancia de los vados como elementos de paso del río sin necesidad de puentes. Un gran número de ellos en el sur del territorio de Alange

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Fig. 15. Distribución de zonas arqueológicas en el entorno próximo al balneario (fotografía: J. D. Carmona).

permitían cruzar desde el espacio de la centuriación hasta la zona más próxima al complejo balneario de Alange. Esto nos hace pensar en la capacidad de atracción que podía generar la explotación de un recurso minero-medicinal durante la época romana y como la red de comunicaciones quedaba condicionada a la presencia de centros como este pese a que no pasara ninguna vía principal por él. Sería interesante la realización de otros estudios, a nivel peninsular, más pormenorizados que incidieran en estos planteamientos y que pusieran en relación los distintos establecimientos de aguas minero-medicinales del mundo romano con el tejido territorial que les rodea en un intento de acercarnos al reconocimiento que tenían estos espacios en la sociedad de aquella época. El control del espacio por una comunidad se ve modificado como consecuencia de un proceso de ordenación y organización del territorio por parte de esta, del entorno y del factor tiempo. Desde una perspectiva diacrónica, el entendimiento de las transformaciones del territorio y los límites nos ayudaría a comprender ciertos cambios de tipo social que de otra forma se nos escapan.

En otro orden de cosas, también se ha insistido en la importancia de la presencia de élites sociales en el entorno que pudieron favorecer la monumentalización del edificio termal de Alange. Tanto sería el caso de aquellos lugareños que llegaron a adquirir un status importante y decidieran tal vez a modo de evergetas contribuir al engrandecimiento del edificio, como de aquellos que realizaban un aporte o contribución en muestra de agradecimiento por la salud alcanzada como puede deducirse de la presencia del ara votiva de Varinia Serena y de la condición social de sus padres. Para finalizar, hemos sugerido algunas de las hipótesis más aceptables para el caso del complejo termal de Alange y la supervivencia del balneario así como su posible adaptación a otros usos en época tardía en función de los restos de época visigoda hallados. Restos que abundan en una relación de agua-salud-religión que ha perdurado durante siglos con las sucesivas revitalizaciones de la zona de culto tradicional, pese a la existencia de épocas oscuras en las que las noticias del lugar de diluyen en la bruma del tiempo.

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LOS BALNEARIOS DEL SURESTE DE AL-ANDALUS Manuel Pérez Asensio, historiador y arqueólogo independiente

Resumen: Estudiamos el uso de las aguas termales en el sureste de al-Andalus a través de los textos medievales y la bibliografía. Organizados en complejos de baños, fueron centros curativos de utilidad pública. A pesar de ser considerados importantes conjuntos históricos aún faltan estudios arqueológicos que nos permitan detallar cómo era la explotación de las aguas. Summary: We study the use of thermal waters in the south east of al-Andalus based on the information provided by medieval texts and the bibliography. Organized as bathing complexes they were healing centers for public use. Although these thermal centers are already considered as very important historical complexes, more archeological studies are necessary to be able to describe the use of thermal waters in detail. Palabras clave: Aguas termales, baños, balnearios, medicina, al-h̙Ɨmma, al-Andalus. Key words: Thermal waters, baths, medical, al-h̙Ɨmma, al-Andalus.

1. INTRODUCCIÓN Como balnearios entendemos complejos de baños que con desarrolladas arquitecturas construidas sobre surgencias termales quedan ubicados en un entorno rural. Como casos concretos trataremos algunos de los más importantes del sureste peninsular, fundamentalmente de las provincias de Almería y Granada: Sierra Alhamilla, Graena, Alicún de las Torres y Alhama de Granada; aunque también expondremos los datos de otros casos como Alicún y Alhama de Almería, Zújar y La Malahá en Granada, Fortuna en Murcia. La atención a estos centros la consideramos necesaria dado que sobre Almería y Granada y además de Alhama de Murcia, los textos medievales nos aportan la principal información. Puntualmente acudiremos a datos de otras instalaciones peninsulares e incluso del norte de África y Oriente, que nos permiten relacionar aspectos de interés sobre el termalismo medieval1 (Fig. 1). 1 Queremos agradecer enormemente la lectura crítica que han realizado de este texto Camilo Álvarez de Morales, Al-

Aunque sabemos algo de los importantes restos antiguos y medievales que se conservan alzados e incluso en uso, la materialidad medieval de los grandes balnearios de Almería y Granada, a la luz de la arqueología actual, sigue sin contar con información estratigráfica procedente de actuaciones de análisis edilicios y excavaciones arqueológicas. En solo unos pocos balnearios se han realizado intervenciones en la zona balnearia y en casi todos seguimos sin saber fonso Carmona, Expiración García Sánchez, Silvia González Soutelo, Pedro Jiménez Castillo, Gonzalo Matilla Séiquer y Alejandro Pedregosa; así como las correcciones que nos han propuesto, que hemos tratado de atender. Ante la necesidad de contextualizar los restos medievales excavados del balneario de Fortuna (Murcia), comenzamos una recopilación de datos sobre el termalismo en al-Andalus. En el año 2005 presentamos, dentro del curso de doctorado de Arqueología y Territorio de la Universidad de Granada, un trabajo de investigación denominado «Estudio de la época medieval en Fortuna (Murcia): Estudio de los materiales, del territorio y de la evolución del balneario de la época romana a época medieval». Para la reunión científica que da origen a este trabajo, celebrada en 2014 en el balneario de Archena (Murcia) y con título «Balnearios romanos. Entre las ciudades y la red viaria», realizamos una exposición crítica de parte de esos datos.

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Fig. 1. Situación de los balnearios estudiados (cartografía © Instituto Geográfico Nacional de España).

satisfactoriamente cómo eran.2 La mayoría de la información sigue procediendo de los textos. La bibliografía particular de cada balneario aporta importante documentación de época moderna y contemporánea, y viene publicando importantes planos de los que es necesario partir para conocer el balneario.3 Pero la recopilación de textos andalusíes en ocasiones ha sido confusa y es necesario acercarse a ellos desde una perspectiva crítica; los datos deben comprobarse. Además se suelen tratar los textos particulares de cada balneario sin contrastar con un entendimiento general sobre el termalismo e incluso asemejándolos a los baños artificiales.4 2 Para la época andalusí en los balnearios del sureste, la arqueología aporta datos sobre la zona termal de tres centros: Alhama de Murcia (Baños et alii 1989; Baños et alii 1997; Ramírez 1997), Fortuna (Eiroa 1999-2000; Pérez 2005; Pérez y Matilla 2009) y La Malahá (Rodríguez 2001; González et alii 2001; Buendía y González 2004). En los tres lugares las intervenciones fueron facilitadas por el desplazamiento o desaparición del balneario contemporáneo, que ha posibilitado la excavación donde estuvo la explotación medieval. 3 En cuanto a las instalaciones termales hay que destacar las aportaciones de los recientes estudios de los balnearios de Alhama de Granada (Raya 2000 y 2009), Graena (Saavedra 2008), Fortuna (Lillo y Hernández 2002; Eiroa 2006), Alhama de Almería (Cara y Rodríguez 1985 y 1992; Amate 2007) y Sierra Alhamilla (Tapia 1980; García Campra 1989; Cressier 2002 y 2006). 4 La explotación de las aguas termales en al-Andalus, a pesar de haber sido reconocida de importancia (Molina 1997: 279-280), no ha tenido la suficiente atención de la reciente

Si bien de los textos islámicos extraemos información importante para momentos concretos de algunos balnearios, la mayoría son parcos y fragmentarios, en muchos casos sin aclararnos si existen baños organizados.5 La atención a la toponimia es fundamental con el seguimiento del término al-H̙amma. Aunque por sí sola no necesariamente implique la existencia de un balneario al menos su utilización nos ofrece un reconocimiento de las fuentes termales. Además en algunos casos es la única referencia textual medieval que tenemos. Con todo ello, más allá de la atención a cada balneario en concreto, queremos discutir y concluir los rasgos generales que definen estas instalaciones y diferenciarlos netamente del baño artificial o h̙ammƗm, cuestión que no siempre queda clara en la bibliografía. historiografía andalusí. Hasta 1992 no hubo un planteamiento general, con la puesta en común de textos de distintos balnearios, y aun así, como los propios autores indicaban, se trataba de una recopilación «accidental» de datos (Guichard y Poisson 1992). En esta línea se sitúan los trabajos de Patrice Cressier, que ha mantenido una línea de investigación, inicialmente planteando algunas de las consideraciones generales de importancia del termalismo andalusí (Cressier 1997), que después fueron retomadas y ampliadas en sendos trabajos con ocasión del estudio de los casos particulares de Almería (Cressier 2002; Cressier 2006). 5 La revisión de los textos se realiza desde nuestra formación histórica y la arqueológica, que nos limita a los textos traducidos del árabe. No cabe duda que sería deseable realizarla desde los textos originales.

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Además la necesidad de destacar a los balnearios medievales como lugares arqueológicos se torna urgente para la protección patrimonial.

2. NOMBRES DE LOS BALNEARIOS La raíz árabe h̙amm, calentar (Corriente y Ferrando 2009: 264), tiene un origen semita y muchas lenguas orientales utilizan voces semejantes para referirse al agua caliente, a las fuentes termales e incluso a los baños (Aldrete 1614: 209-215; Covarrubias 1995: 63; Rajki 2005).6 En el árabe originó h̙am߼m, agua muy caliente (Vidal 2010: 170), h̙ummà, fiebre,7 o h̙ammƗm, baño artificial. Si bien este último término sería adecuado para citar cualquier instalación de baños,8 el reconocimiento de las aguas termales en al-Andalus se realizó con el término h̙Ɨmma (Guadix 2007: 71; Covarrubias 1995: 63; Terés 1986: 202; Molina López 1997: 279-280). Aplicado en la toponimia, a veces con el uso del plural h̙ammat, quedará fijado a balnearios e incluso a poblaciones relacionadas con las aguas termales, en ocasiones con la adicción de 6 Ya en la historia antigua se utilizó el término para denominar lugares con fuentes calientes. Es así como la ciudad conocida en época romana como Tiberias, situada al borde del lago homónimo y famosa por sus balnearios, es citada en el Antiguo Testamento como Hammat (Josué 19:35), nombre derivado de sus fuentes termales. Nos preguntamos si pudiera tener el mismo origen el nombre de la colonia siciliana Hímera, que debió recibirlo de los fenicios o los cartagineses, conocida en época romana como Thermae Himerae y actualmente como Termini. 7 Al-BakrƯ, con ocasión de un lugar con fuentes termales cerca de Alejandría, Dhat el-Homam, nos transmite unos versos: «fut ainsi nommé parce que l’eau de cet endroit donne la fièvre à presque toutes les personnes qui en boivent; de là vient que les chameliers ont l’habitude de chanter ces mots: «Seigneur, préserve-nous du Hidjaz et de sa cherté (ghalâha); de l’Egypte et de sa peste (ouabâha); de Dhat el-Homam et de sa fièvre (hommâha)» (El-Bekri 1913: 10-11). 8 Agradecemos esta indicación a Expiración García. En el Magreb actual se utiliza la palabra h̙ammƗm para denominar los balnearios, pero la única referencia que hemos encontrado sobre su uso en la península es Alfamén en Zaragoza, atestiguado como al-HammƗm en época morisca (Asín Palacios 1944: 33, 58 y 59). Nos hemos planteado el topónimo WƗd߼l-H̙amƗm citado por Ibn al-AbbƗr y situado entre Arcos de la Frontera y Medina Sidonia, que aunque generalmente traducido como río de las Palomas (Terés 1986: 202), ya Saavedra dudó con que quizás denominase a los baños de Gigonza (IdrƯsƯ 1974: 77), para los cuales sin embargo no tenemos constancia de su existencia en época medieval, además de ser un manantial de tan solo 20 ºC. Sobre la posible e improbable ubicación de la Lacca romana en este lugar, basado en parte en la descripción de al-HҕimyarƯ de la ciudad de Lakko, que «Elle possède l’une des meilleures sources thermales d’al-Andalus» (Al-HҕimyarƯ 1938: 204), ya escribieron Sánchez Albornoz y Torres Balbás entre otros (véase la discusión en Chic 1980; Díez 1992: 390).

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otro nombre que indica su ubicación en un distrito geográfico-político o su vinculación a una población. El número de topónimos andalusíes con al-H̙Ɨmma es alto y siempre está en relación con fuentes termales. Se atestigua ya desde el siglo ix, aunque no será hasta el siglo xi cuando con seguridad constatemos en ellos la existencia de instalaciones termales.9 Desde entonces hasta el siglo xv hay variadas referencias que amplían por su número y en muchas de ellas la existencia de baños queda manifestada. En el norte de África es habitual llamar a fuentes termales ‘Ayn, literalmente «ojo». En al-Andalus la mayoría de topónimos con ese nombre están muy transformados y parecen denominar fuentes frías. Sin embargo existió una Ain ŠaitƗn, fuente entre Murcia y Lorca citada en relación a una expedición del año 896 (Ibn HҕayyƗn 1958: 166), que posiblemente se pueda identificar con Alhama de Murcia (Vallvé 1972: 177). Y aunque la arqueología no ha desvelado la existencia de explotación termal medieval en fechas tan tempranas, sus instalaciones son romanas reutilizadas, lo que pudo facilitar su uso en cualquier momento. Además hay que señalar que en siglo xii al-IdrƯsƯ denominó dos baños curativos en Tiberias (actual Israel) como ‘Ayn Mawqi`Ưn y ‘Ayn al-Sharaf (Dow 1996: 114). Tras la conquista, la castellanización de los nombres al-H̙Ɨmma dará el término Alhama. Es así como en la actualidad son bien conocidas las de Almería (46 ºC), Murcia (manaba a 36 ºC aunque actualmente su fuente está desaparecida), Granada (47 ºC) y Aragón (37 ºC).10 Debemos atender al topónimo Alfama y similares, con los que fruto de su paso al castellano se denominaban algunas Alhamas en la documentación medieval e incluso en la toponimia actual. Así parece que se nombró Fitero (46-47 ºC) en Navarra (Terés 1986: 203)11 y Alhama de Murcia en el Repartimien9 Para Cressier, el uso del topónimo al-H̙amma durante los siglos ix y x en localizaciones con eventos importantes implica al menos el reconocimiento de las virtudes curativas de las fuentes y la falta de referencias para el siglo viii podemos achacarlo a la parquedad de fuentes textuales (Cressier 2002: 42 y 44; Cressier 2006: 152). 10 Más allá de al-Andalus y de las actuales geografías islámicas, el termalismo y el pasado árabe de Sicilia dejó topónimos derivados de al-H̙amma, como Calatafimi (38 ºC), la medieval Calathamet, de Qal’at al-Hamma, que se corresponde con Aquae Segestanae (Guichard y Poisson 1992: 587). 11 Las citas al río Alhama parten desde época emiral (año 914): «…valle del Alhama en la Marca Superior, y tuvo lugar la batalla de Arnedo…» (Ibn HҕayyƗn 1981: 85). A lo largo de su curso, que se origina en los límites de Soria y Navarra para desembocar en el Ebro en la provincia de Zaragoza, varias poblaciones han añadido a su nombre el de Alhama y surgieron varios balnearios en época romana y que estuvieron en uso en

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to. También ha dejado constancia actual en el barrio lisboeta de ese nombre, derivado de la existencia de una fuente termal y unos baños andalusíes, tal y como veremos. Otra cuestión es cuando el topónimo árabe ha sido traducido y nos ha dejado el testimonio en el castellano «Baños». Conocido es el caso de Baños de la Encina en Jaén, Burǔ al-Hamma, «torre de Alhama o de las aguas termales», que pasó a Balneum/Bannos y de ahí a Baños (Hernández Jiménez 1940; MuñozCobo 2013: 144-148), población que sin embargo ha perdido sus aguas termales.12 Pero no todos los topónimos al-H̙Ɨmma se han conservado y algunos han quedado transformados, deslocalizados o desaparecidos. Por ello su identificación y localización debe realizarse a través de los textos, la toponimia menor y las evidencias de fuentes termales. Para la zona que tratamos veremos varios casos: una supuesta Alhama de Málaga; la al-H̙Ɨmma Waštan que se identifica con Alicún de Almería; el balneario de Graena denominado en época moderna como Alhama de Guadix; y también creemos que sucedió con el balneario de Alicún de las Torres.13 En las traducciones de textos árabes, la mención a una al-H̙Ɨmma como nombre propio de una ciudad, castillo o alquería no se suele traducir o bien es habitual utilizar «fuente termal», lo que parece apuntar a la inexistencia de instalaciones balneares. Pero incluso en las descripciones de instalaciones resulta confuso el uso del mismo término al-h̙Ɨmma. En general el problema de la interpretación lo observamos en la traducción de Lévi-Provençal de la obra de al-HҕimyarƯ (fines del xiii o comienzos del xiv), donde se dan abundantes datos sobre algunas «fuentes termales» de las que sabemos o podemos entender que se trata de balnearios. Así sobre la «fuente termal» de Lugo (44º C), que fue organizada en un balneario ya en época romana con continuidad en época medieval (González Soutelo 2012: 168), se ha traducido: «Il y a dans la ville une source thermale dont l’eau est abondante et forme une vaste nappe, Les habitants se baignent dans cette eau aux environs, mais assez loin de la source elle-même,

la Edad Media (Dupré 1991: 285; Peréx y Unzu 1991: 304). 12 Las variantes tipo Albuñol y similares, aunque muchas de ellas procedentes del latín viñas, creemos que deben ser comprobadas, ya que algunos topónimos podrían derivar de variantes de baños en romance. 13 Posiblemente aún son muchas las Alhamas locales por comprobar, como Beas en Huelva que en el siglo xv era llamada Vegas del río de Alhama (Gordón y Rushtaller 1992: 432-433).

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l’eau étant trop chaude au point où elle jaillit» (AlHҕimyarƯ 1938: 35). De Termini la descripción Ibn Ǔubayr ha sido traducida así: «En la parte más baja de la ciudad hay una fuente termal que dispensa a sus habitantes mantener un baño» (Ibn Ǔubayr 1988: 382); y en un núcleo urbano no es la fuente termal la que puede sustituir a un baño, deben existir instalaciones para ello. Otro caso más confuso es el de Lisboa. Al-IdrƯsƯ nos dijo: «En el centro de la villa hay fuentes de agua caliente, tanto en invierno como en el estío» (Blázquez y Delgado-Aguilera 1901: 20); pero un siglo más tarde al-QazwƯnƯ, citando a al-‘Ud࡞rƯ, especificó que había una (BƗb al-Ǔamma) en la que «hay un aljibe que está cerca del mar, y mana agua caliente y fría. Cuando la marea está alta, permanece este oculto» (Roldán 1990: 91)14. Prácticamente la misma información nos dio más tarde al-HҕimyarƯ, aunque variando el nombre «à l’Est, une porte dite Porte de la Source thermale (bƗb al-h̙Ɨmma), non loin de la source thermale située près de la mer: ce sont des thermes voûtes dans lesquels jaillissent de l’eau chaude et de l’eau froide, et qui sont recouvets à marée haute» (Al-HҕimyarƯ 1938: 22). Un texto muy similar aparece en una descripción anónima de la misma época aunque en este caso se ha preferido traducir el nombre de la puerta por Terma: «Al este se abre la puerta de la Terma (BƗb al-H̙Ɨmma), llamada así porque hay una cerca de ella; en esta terma hay dos tipos de agua, caliente y fría, que brotan cerca del mar; están cubiertas cuando hay marea alta y reaparecen con la bajamar» (Molina Martínez 1983: 57). Es evidente la existencia de arquitectura y aunque parece contradictorio que el mar cubra a las termas, podría explicarse por ser instalaciones en desuso. Hay que objetar que ninguno de los textos menciona que sean de antigüedad. A falta de un verdadero examen filológico, la aparente sinonimia en la utilización de varios términos árabes y sus traducciones generan dudas sobre cómo debemos entender esta al-H̙Ɨmma. Dificultades similares veremos para los balnearios del sureste: variedad de traducciones sobre los términos utilizados, posible asimilación de al-Ǔamma y al-H̙Ɨmma, etc.

14 El término al-ǔamma es utilizado por el mismo autor en las descripciones del balneario de Sierra Alhamilla, aunque en ese caso se tradujo por pozo termal (Roldán 1992: 34; Molina López y Álvarez 1993: 84).

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LOS BALNEARIOS DEL SURESTE DE AL-ANDALUS

3. USOS DE LAS AGUAS TERMALES Las primarias fuentes del derecho islámico, sin en principio haber elaborado una teoría jurídica general sobre las aguas, establecen a través de la sunna o tradición del Profeta dos principios muy generales: el primero es el carácter de limosna religiosa y, en algunas ocasiones, incluso, la obligación legal que tiene la donación de agua; el segundo es la tendencia a la equidad en el uso y reparto; el Profeta recomienda, indirectamente, la creación como obras pías de fuentes y pozos públicos (Vidal 1995: 99). El derecho andalusí con respecto al agua respondió a principios generales de equidad y solidaridad en su distribución, pero más allá de ellos desarrolló tratamientos singulares para fuentes de utilidad, para la construcción de albercas y baños de beneficios para la comunidad, en la explotación del agua por parte de los albergues (manzil), etc (Martínez Almira 2006: 323, 328, 330-334). Aunque sería necesario atender a la especificidad de las aguas termales, los datos apuntan a lo expresado por Cressier, que los baños termales serían entendidos como obras pías y de utilidad pública (Cressier 1997: 525).

Uso curativo Para el Islam, como lo fue en la antigua Grecia, el agua es uno de los cuatro principios fundamentales creadores del mundo junto al aire, el fuego y la tierra. A su vez poseen cuatro elementos inmutables: calor, frío, humedad y sequedad; el agua es fría y húmeda y el fuego es caliente y seco. El cuerpo humano se compone de sustancias nacidas de la mezcla de humores y estos a su vez se originan de la mezcla de elementos (Álvarez 1999: 69). La enfermedad, entendida desde un concepto científico de la época al igual que fue entendida en la antigüedad, se produce por un desequilibrio humoral que es necesario restablecer (Álvarez 1999: 78). Para ello el baño tenía importancia, reunía dos contrarios, calor y humedad, y la aplicación de estos principios permitía sanar (Peña et alii 1999: 118-120; Peña y Girón 2006: 381-416). Los baños termales debieron participar de estos conceptos, como así se cita en poesías sobre los de Almería y podemos intuirlo por las enfermedades tratadas, pero su especificidad vendrá dada por el componente mineral del agua. Los textos, en los casos que explican las causas de las propiedades curativas de las aguas termales, las suelen atribuir a los minerales que aportan sus cualidades.

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Recogió al-MaqqarƯ (siglos xvi-xvii) una generalidad, que los habitantes de al-Andalus destacaban por su limpieza y practicaban además en las hamma o manantiales minerales la hidroterapia (Vílchez 2001: 17). Es significativo que en la Granada del siglo xvi, a pesar de prohibirse el uso de los baños «artificiales», se permitía el de los «naturales» dadas sus implicaciones médicas, como atestigua Francisco Núñez Muley en su «Memorial» en defensa de los moriscos: […] ¿dónde se han de ir á lavar? Que aun para ir á los baños naturales por via de medicina en sus enfermedades les ha de costar trabajo, dineros y pérdida de tiempo en sacar licencia para ello» (García Arenal 1975: 73). Este epílogo a los baños andalusíes evidencia el fundamental uso médico que tuvieron los balnearios o baños naturales, hecho que podemos retraer al menos hasta el siglo xi. Por los textos de historiadores y geógrafos árabes vemos la amplia utilización de las aguas termales. Se trata de noticias fragmentarias y no muy abundantes, pero en ocasiones hacen referencias a aplicaciones concretas de las aguas de algunos centros termales. Es el caso de los balnearios del entorno del lago Tiberiades en Palestina, de los que sabemos algo de sus aplicaciones en el siglo xiii, fundamentalmente para la piel, aunque también de la existencia de variedad de tratamientos en relación con distintos manantiales.15 En Ifriquiya (Túnez) para la ciudad de al-H̙amma en la primera mitad del siglo xvi tenemos una descripción de las instalaciones y del uso médico, favorecido por la propiedad de curar la lepra y de cicatrizar las úlceras (León Africano 2004: 412).16 Para al-Andalus sabemos de algunos tratamientos específicos. Ibn Zaydun (siglo xi) nos indica que el rey taifa de Sevilla al-Muǥtadid (r. 1042-1069) iba 15 A Hammat Tiberias se refiere una cita de YƗqnjt sobre los baños que curaban todo tipo de enfermedades, y posiblemente también haya que ubicar en ese lugar la de al-DimashqƯ: «The water was said to be very useful in cases of swollen limbs, dry mange, excess of phlegm, and extreme corpulence». También fueron muy importantes hasta época abasí los baños de al-Hammah, junto a la antigua Gadara y Hammat Gader, sobre el río Yarmuk, donde «Scabs, ulcers or sores could be cured by bathing there for three days, followed by a dip in a nearby cold spring», que quizás sean los mismos que ‘AlƯ de Herat denomina al-H̙us̙ayniyyah en los cuales el agua surgía de doce caños, cada uno curando una enfermedad específica (Dow 1996: 114). 16 Al sur, en la región de Gabes, citada desde el siglo xi (El-Bekri 1913: 102), en el siglo xii era llamada Hâmma des Benoû Behloûl, tribu señalada como descendiente de los romanos (Roûm), señores de la región que destacan por su hospitalidad; de la ciudad se señala, entre otros aspectos, que «toutes les eaux y sont très chaudes» (Fagnan 1993: 80-81). Al-IdrƯsƯ también la considera una ciudad, y nos dice que sus aguas no son buenas, pero que se pueden beber (Edrisi 1866: 122).

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frecuentemente a curarse el reuma a unos baños termales, no localizados pero en los alrededores de la ciudad (Pérès 1953: 336 y 341). En la misma época al-‘Ud࡞rƯ explica que una fuente fría cerca de Vélez Rubio (Almería) por medio del baño curaba el reuma (r߼h̙) y el dolor (Waǔa’) (Hernández Juberías 1996: 283-284).17 A finales del siglo xv las aguas de Alhama de Murcia eran «de mucho provecho para los hidrópicos, para los cólicos y otras enfermedades» (Münzer 1991: 67). Sobre los balnearios del sureste de al-Andalus, especialmente para Sierra Alhamilla, hay citas bastante específicas sobre sus usos, que reproduciremos cuando los tratemos en detalle. En otros casos, aun sin hablar de baños, refieren a aguas minerales y su consumo con fines curativos. Es el caso de la fuente de Priego de Córdoba. Al‘Ud࡞rƯ dijo: «En las proximidades de la alquería de Priego hay un manantial de agua que, al ser bebida por alguien que tenga cálculos, estos son disueltos de inmediato, por lo cual es muy renombrada entre todos» (Sánchez Martínez 1976: 67). Un siglo antes al-RƗzƯ había transmitido para la misma localidad un hecho de efecto contrario «Et en el termino de Pliego (sic) hay mui buenas sementeras, et muchos arboles et muchas fuentes; et la su agua ha una virtud mui extranna, que se quaxa en piedras á tiempos» (Gayangos 1850: 38). Es curioso que tanto la fuente que disuelve los cálculos como el río que calcifica sus orillas nos hayan llegado también por otros autores posteriores, pero ninguno de ellos cita los dos, o uno u otro (véase la antología de textos andalusíes realizada por Martínez Enamorado 1998: 147-148). Más aún que al-HҕimyarƯ, con la atención que suele dar a este tipo de hechos, no cita ninguna de las dos historias para Priego, pero si nos habla de dos fuentes con propiedades similares ubicadas en K̙arabƗka (Caravaca, Murcia) «Dans al-Andalus, district de Mula (Mnjla)» (Al-HҕimyarƯ 1938: 180): «Es una población donde hay una fuente cuya agua tiene la particularidad de producir cálculos renales. Si el agua permane17 Según la traducción de Pocklington y Carmona el texto sería: «A unas seis millas al oeste del castillo rural de Vélez (Ballis), hay una fuente de la que afirman que quien va allí sufriendo de reuma o jaqueca y se lava con sus aguas, se cura. Es un agua fría y la gente va allí a lavarse. Todo el mundo la llama la Fuente Bendita» (Pocklington y Carmona 2008: 62). Como explican los autores, la ubicación coincide con la Fuente Grande, cerca de Chirivel, pero en la actualidad no se le reconocen propiedades medicinales, aunque anotamos que a su alrededor hay restos romanos. Señalamos también que en la vertiente septentrional de la sierra de María, a 15 kilómetros al noroeste de Vélez Rubio, se encuentra la Alfaguara, con restos romanos y medievales (Martínez y Muñoz 1994: 111-112) y en esta localidad desemboca un barranco Agrio.

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ce mucho tiempo en una vasija de cobre o de otro material, forma costras pétreas en sus paredes, que llegan a ser de tal magnitud que pueden duplicar el peso de la vasija. Y hay en esa población otra fuente, cuyas aguas tienen precisamente la propiedad de disolver los cálculos» (Pocklington y Carmona 2008: 66). Quizás, además de otras, hubo una confusión entre Priego de Córdoba y Pliego, población a cinco kilómetros de Mula. En general en la literatura científica andalusí hay un amplio conocimiento de las características de las aguas minerales,18 comprendiendo que el agua absorbe sus cualidades.19 Pero su uso medicinal suele referirse a la ingestión y pocas veces al baño, e incluso no son demasiadas las referencias a su bebida, dada la tradicional asimilación de veneno y mineral (Girón 2006: 81). A pesar de la amplia atención que médicos andalusíes como Ibn Rushd o Ibn Zuhr dedican a los baños artificiales, su relación con la enfermedad, la curación y como deben utilizarse, es muy poco lo que contemplan sobre los baños termales (Averroes 2003: 363-377 y 432-434; García Sánchez 1984: 249 y 261; Girón 1978).20 El sevillano Ibn Zuhr (finales del siglo xi a 1161-1162) transmite que tomar agua procedente de las fuentes termales previene contra el entumecimiento (Peña y Girón 2006: 324) y afirma que en el baño ni hidratan tanto como las aguas dulces ni lo resecan tanto como las saladas (Peña y Girón 2006: 383). En estrecha relación con la zona que tratamos destacamos a dos autores: el botánico malagueño Ibn al-Baytâr, y el médico y visir granadino Ibn al-JatҕƯb. El primero en el siglo xiii recogió entre otros autores las enseñanzas de Rufo de Éfeso, a su vez gran compilador de la medicina antigua. Califica las aguas minerales de medicamento y de no ser convenientes para los que gozan de buena salud, pero nos da un amplio repertorio de aplicaciones entre las que destacamos 18 El persa Avicena (980-1037) refería a un gran número de enfermedades que se curan o se previenen utilizando las aguas minero-medicinales (Peña y Girón 2006: 384). 19 La transmisión de las propiedades minerales puede realizarse artificialmente, ya que expresa que el agua donde se haya enfriado hierro bruñido candente, fortalece el corazón, facilita la erección y el coito. También se fortalecen los órganos al beber agua en la que se haya enfriado oro previamente caliente (Peña y Girón 2006: 324). 20 No hemos podido consultar la veracidad de la cita que nos transmite Pedro María Rubio sobre «Halaph-Ben-AbbasAbulcassem», el célebre médico práctico y cirujano cordobés Abnj-l-QƗsim al-ZahrƗwƯ (936-1013), que en opinión del hidrólogo dijo «que habia en la Vandalucia cuatro baños de fuente natural donde se bañaban enfermos y sanos y en ellos edificios para hospedajes» (Rubio 1853: 325).

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los baños: «El agua bituminosa (mƗ’ al-qafr) tiene la propiedad de cargar la cabeza y calentar mucho el cuerpo. Va bien para los nervios si se toman baños de asiento en ella», o que con el agua ferruginosa (mƗ’ al-h̙ad߼d) si se lava la cabeza combate la caída del cabello (Garijo 1998: 112, 115, 117-120). En el caso de las aguas sulfuradas, que con tan evidentes efectos en el baño no podían pasar desapercibidas y más aún con la abundancia de manantiales de esas características en el entorno de Málaga,21 nos dirá, en principio tomándolo de Rufo: «El agua sulfurosa (al-mƗ’ al-kibr߼t߼) desaloja el cuerpo y va bien para los eczemas y el vitiligo alba. Desescama la piel y la epidermis, desincrusta la sarna, las úlceras crónicas y los tumores de las articulaciones. [Va bien para] la rigidez del bazo, el hígado y los dolores intestinales y de rodilla, la distensión, las verrugas enquistadas y las úlceras de la cabeza». Y añade: «El agua sulfurosa (mƗ’ al-kibr߼t) va bien para las mujeres que sufren afecciones en la matriz y que no pueden concebir debido al exceso de humedades en sus matrices si se toman baños de ella. Sana las heridas, los tumores que causan las mordeduras de fieras y serpientes que se generan en el intestino, siendo de bilis negra. Ablanda los nervios y calienta y debilita el estómago. Destruye el sarpullido de la piel y va bien para la litargia» (Garijo 1998: 115-116). Ibn al-JatҕƯb (1313-1374) nació en Loja, población apenas distante treinta kilómetros de Alhama de Granada, y además tuvo una formación médica y una temprana relación con la corte nazarí, especialmente durante el reinado de Yusnjf I. Por ello no extraña que destacara específicamente los beneficios de los baños de Alhama de Granada (Simonet 1860: 91-92), y que al escribir un tratado sobre la conservación de la salud donde trata ampliamente los baños tuviera también bastante atención a las aguas minerales y termales (Al-JatƯb 1984: 141, 146, 148-149). Clasifica las aguas y añade que «las que corren por minas, reciben la influencia del mineral. Así las que tienen hierro fortalecen los órganos internos y, las que contienen cobre, alteran la complexión. El agua salobre enflaquece, demacra y seca la sangre». Separa las termales del resto y sobre ellas especifica: perjudican a los jóvenes y personas con complexión cálida, a causa de la fuerza del azufre; pero, son recomendables para los ancianos y personas con complexión

21 Incluso con importantes evidencias de su explotación medieval, posiblemente balnearia, como la Hedionda en Casares, fuente fuertemente sulfurada y fría, con cisterna abovedada medieval y estructuras de envergadura en su entorno.

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fría. Además, aclaran la piel y la enrojecen». Más adelante comienza a hablar del baño que «es el mejor procedimiento al que ha llegado la argucia humana en la conservación de la salud y procura la belleza, por su concordancia con las disposiciones naturales, similitud con las cuatro estaciones y capacidad para reunir los contrarios». Y habla de las aguas del baño en particular: «Cánones para las restantes aguas: las nitrosas, pétreas, sulfurosas, cenicientas y saladas, ya por naturaleza ya por tratamiento, son disolventes y emolientes, a la vez que evitan la flaccidez y favorecen la supuración de pus en las úlceras. Las de cobre y hierro, están indicadas para las enfermedades frías, la humedad, la parálisis, el asma y el dolor de articulaciones. Las boracosas, purifican y vienen bien para las cabezas receptoras de substancias y para la hidropesía. Las de alumbre y caparrosa, para la hemorragia anal y cosas parecidas. Las sulfurosas, como las de pozo, limpian el nervio, curan enfermedades crónicas y evitan las secreciones». Llega incluso a hablar de los baños de arena y de sol.

Las aguas curativas y la creencia Según el Corán, Dios es el creador del agua y específicamente crea los manantiales, el origen de la vida está en el agua, de la que creó al hombre (Vidal 2010: 177-178, 180, 183). La importancia del agua se vio sancionada ya en el libro revelado donde se le otorga ser un elemento purificador y se establece la necesidad de lavarse antes de la plegaria (Corán 4:46, 5: 8-9), e incluso conforme a la Sunna el lavado era necesario para otros rituales y situaciones; la doctrina malikí imperante en al-Andalus así lo estableció (Martínez Almira 2006: 336 y 339). En este sentido el baño será en al-Andalus una institución fundamental, de purificación espiritual a la par que higiénica. ¿Cabe plantearse que esta ritualidad se dio también en los baños termales? Vemos que concurren varias dificultades para ello. En primer lugar el agua para las abluciones debe ser limpia. Aunque se distingue de la suciedad los componentes naturales del agua como las sustancias salinas disueltas, no podían hacerse abluciones con aguas en las que se sospechara la existencia de alguna sustancia que, aun sin estar tasada por la doctrina, pudiera inducir a sospecha e incertidumbre por parte del creyente (Martínez Almira 2006: 339-340, 367). Por ello lo que pensamos que el fuerte componente mineral de las aguas, tanto por olor como por deposiciones podía causar dudas para ello. En segundo lugar porque tam-

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poco podían hacerse abluciones con el agua que otra persona ya hubiera utilizado para ello, circunstancia que obligaba a que estas se llevasen a cabo siempre en lugares donde el agua discurriera con fluidez (Martínez Almira 2006: 367). Esto no se cumplía en las propias instalaciones balneares, que como veremos se caracterizan por el embalse de las aguas para crear piscinas donde realizaban inmersiones en el mismo agua varias personas a la vez. Pero además no tenemos constancia de ningún texto que relacione las aguas termales ni los balnearios con el ritual de purificación. Al contrario, Ibn al-JatҕƯb, según Simonet, tras hablar de las aguas termales y sus baños explica que también brotaban de sus escabrosas peñas agua dulce, fresca y limpia, que purificaba (los cuerpos) de toda impureza (Simonet 1860: 92). El énfasis en lo apropiado de este agua, entendemos que para el ritual, apunta a que las balneares no lo eran. Sin embargo en el Islam medieval no se puede aislar la enfermedad como un fenómeno exclusivamente fisiológico, dado que al hombre el mal le viene impuesto por Dios de manera predestinada, desde su nacimiento, y es Dios en última instancia el único que puede sanarla, aunque el hombre aplique alivios momentáneos (Álvarez 1999: 74). En realidad curación y creencia se encontraban asociadas. En el Islam medieval (y en el actual) estuvo extendida la creencia en los demonios o genios (ǔinn/ynnjn), seres creados por Dios del fuego ardiente (Corán 15: 27), «todos albañiles y buzos» (Corán 38: 37), «algunos se sumergían en las aguas» (Corán 21: 82), dado que pueden habitar, entre otros sitios, en el agua, en los baños y en las ruinas (Álvarez 1999: 76). En su interacción con el hombre son causantes de la enfermedad (Albarracín 1999: 224; Álvarez 1999: 74). Y es que en los genios se aglutina lo mistérico e incomprensible. Pero su acción puede ser benéfica y para ello es fundamental el rito y la magia, principalmente a través de la figura de Salomón como mezcla de elementos paganos pre-islámicos y orientales. Salomón tiene una relación con las fuerzas del mal con los que ejercen ese poder oscuro o al margen de las fuerzas controlables y comprensibles, por medios naturales; somete a los genios y los aprovecha en beneficio de la humanidad (Corán 2:96; Abumalham 1992: 37-41). «Sometimos a Salomón el viento: el de la mañana soplaba un mes; el de la tarde soplaba un mes. Para él hicimos fluir la fuente de alquitrán (‘ayn al-qit̙r).22 Entre los genios, algunos con permiso de Dios, trabajaban delante suyo, 22 La cita a esa fuente de alquitrán parece hacer referencia al carácter constructor de Salomón.

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y al que ellos se hubiese apartado de nuestra Orden le habríamos hecho gustar el tormento del fuego. Le hacían lo que quería: ermitas, estatuas, platos como depósitos y marmitas inmóviles» (Corán 34:12-13).23 La medicina creencial andalusí se fundamentaba en que lo sobrenatural supera la realidad; proviene de la acción de la divinidad, de las personas santas por su baraka (bendición), del bien propiamente dicho que nos produce la curación del cuerpo (Albarracín 1999: 224-225). La escasa bibliografía sobre el termalismo andalusí se ha planteado estas cuestiones pero es reacia a la idea de un culto a las aguas y su sacralización (Guichard y Poisson 1992: 582) o escéptica a su existencia (Cressier 1997: 524-525; 2006: 179, 196-197). Hay evidencias de la antropología en el norte de África que relacionan fuentes curativas con genios que las han encantado y con tumbas de santones y su bendición, que confieren las propiedades de las aguas; en ocasiones los santones dominan a los genios para que el efecto de las aguas sea beneficioso (Westermarck 1926: 84-87, 333-335, 350-351; Ramírez 1997: 546548; Wilbaux 2001: 302-304).24 Y en función de los paralelismos marroquíes y la relación espacial del baño con un cementerio el caso se ha planteado para Alhama de Murcia (Ramírez 1997).25 Sin embargo se ha objetado que para el Magreb parecen referirse a un fenómeno tardío, en todo caso relacionado con el morabitismo de la Baja Edad Media a partir de los almohades, pero sobre todo para el que no hay testimonios en al-Andalus (Cressier 1997: 525; 2006, 196-197). Respecto a esto hay que apuntar que al-BakrƯ cita en el siglo xi un ribat el-Hamma a oriente de Cartago, que quizás sea la actual Hamman el Enf (El-Bekri 1913: 170), la antigua Aquae Persianae (Peréx y Rodríguez 2011: 154). Pero parece más claro el testimonio tardío de Ibn Batҕtҕnjtҕa sobre el célebre lugar termal de Bursa en Turquía, donde se relaciona 23 Una jarrita esgrafiada (siglo xiii) hallada completa en las excavaciones del balneario de Fortuna, relaciona el agua y la magia de Salomón a través de estrellas y pseudoepigrafía apotropaica, pintadas con profusión en la parte inferior del vaso (Pérez y Matilla 2009: 753). 24 En el siglo xvii, sobre un baño termal del entorno del lago Tiberiades, existía la siguiente historia: «If an odd number of eggs were put into a piece of cloth there, then one of the eggs would disappear, the wages of the jinn who built the bath» (Dow 1996: 114). 25 Quizás a estas supersticiones responda el nombre de Ain ŠaitƗn, supuestamente dado a Alhama de Murcia a finales del siglo ix (Ibn HҕayyƗn 1958: 166; Vallvé 1972: 177), ya que dar a un conjunto termal tan importante un nombre referido al mayor de los demonios no es baladí.

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LOS BALNEARIOS DEL SURESTE DE AL-ANDALUS

una zawiya (monasterio creado en torno a la figura de un santón, que realiza funciones asistenciales y de escuela), con el uso de las aguas termales: «A las afueras hay un canal de aguas muy calientes que se vierten en una gran alberca, al lado de la cual han construido dos casas, una para los hombres y otra para las mujeres; los enfermos buscan su curación en estas caldas y vienen de los países más remotos. Hay aquí también una zagüía donde se alojan y encuentran sustento los viajeros durante su estancia, que es de tres días. Fue construida por un rey turcómano» (Ibn Battnjta 1981: 398). Posiblemente en el uso de las aguas termales hubo un componente creencial. Si esto era frecuente en la medicina andalusí y más aún debió serlo en entornos rurales, no podemos evadir su planteamiento para las aguas termales. Naturaleza estrambótica, antiguas ruinas paganas y curación por agua difícilmente escaparon de la superstición popular. La cosmovisión del agua es común a muchas culturas, pero en el caso particular de al-Andalus podemos preguntarnos sobre la concepción medieval de los antiguos santuarios romanos y su «islamización». Sobre dos localidades al-HҕimyarƯ transmitió: «À Kҕullat al-‘ihn, à vingt-cinq milles au Nord de Tòlede, il y avait un puits dans lequel on n’avait jamais noté la présence de sangsues. Une année, on creusa le fond de ce puits pour en augmenter le débit, et, dès lors, son eau contint des sangsues en quantité considérable. On examina alors la terre extraite de la fouille et l’on s’aperçut qu’elle contenait une sangsues de cuivre. On rejeta cette sangsue dans le puits, et le sangsues véritables disparurent. On a localisé également ce phénomène au château-fort de Huecas (Wak̙k̙aš), dans une source située à proximité». El hecho fue también transmitido en términos similares por al-QazwƯnƯ aunque indicando que «…es un pozo del que bebe la gente» y localizandolo en al-FahmƯn, el Alfamén de los documentos cristianos y actual castillo de Alamín (Torres Balbás 1957b: 49-52; Roldán 1990: 143-144). Las termas romanas de Alange (27 ºC), que al parecer continuaron explotadas en época visigoda e islámica (Velázquez y Ripoll 1992: 562), estuvieron dominadas por un castillo que era llamado al-H̙anš, del que deriva su nombre actual. En él estableció su sede en el siglo ix Ibn MarwƗn al-ǓalƯqƯ, caudillo de Mérida afín a los muladíes, rebelde a Córdoba y fundador de Badajoz (Ibn HҕayyƗn 1950: 171-172). El nombre del castillo significa la Serpiente y nos preguntamos si pudo tener relación con las aguas termales. En general en la mitología es un animal relacionado con el agua, intermediario entre lo sobre-

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natural y lo terrenal, que envenena y cura. No en vano era el símbolo de Esculapio, dios de la medicina, al igual que a la diosa romana Salus se la representaba con una serpiente enroscada a los pies, venerada en muchos centros termales y para la que hay constancia de su culto en el balneario cacereño de Montemayor (Blázquez Martínez y García-Gelabert 1992: 29, 35; Sánchez Moreno 1997: 131).26 Aunque son escasos los testimonios andalusíes que indican una relación entre la creencia y la curación por aguas termales y/o mineromedicinales, hay que añadir en España en época moderna comienzan a fijarse por escrito leyendas y mitos sobre fuentes que supuestamente tienen propiedades curativas o milagrosas; en ocasiones con seres sobrenaturales.

Otros usos de las aguas termales Decía Cressier que los baños termales tuvieron gran importancia en la vida social andalusí, atestiguándose en la voluminosa y valiosa producción poética cuyo tema central es su frecuentación y los placeres que se obtienen de ellos (Cressier 1997: 523; 2002: 52). Escribió Ibn al-HҕaddƗd (siglo xi) sobre uno de los balnearios de Almería, quizás Sierra Alhamilla: «En Alhama la brillante, se realizan los deseos; es como un jardín de flores olorosas. Allí gozamos de agua caliente, como las lágrimas del enamorado cuando sus amadas se alejan… ¡Es asombroso! Allí se reúnen dos cosas contrarias: el agua que brota y el fuego que se esconde. Son como corazones que obran contra sus sentimientos: aparentan amor, pero esconden el odio» (Gibert 1987: 99; Cressier 2002: 52; 2006: 193-194). Más tarde, quizás sobre el mismo balneario, Ibn ZarqƗla (siglo xiv) dijo: «Disfruta en Alhama de un calor que agrada a la gente selecta, y reclama allí la amistad y la alegría. Cuando entres en los baños, deja fuera la seriedad pues solo se hicieron para la diversión y el placer», y también «solo voy a los baños porque me recuerdan la juventud y el amor. Cuando sus entrañas arden por el fuego, corre el agua de sus lágrimas sobre su mejilla» (Gibert 1987: 211; Cressier 2002: 52; 2006: 193-194). Aunque más allá de la poesía el uso lúdico en los balnearios raramente nos es transmitido, así entendió León el Africano la asistencia al balneario de Hawlan, 26 No se ha atestiguado en Alange culto a esta divinidad, aunque otros sí (Blázquez y García-Gelabert 1992: 40; Rodrigo y Haba 1992: 371-373; Díez 1997: 95).

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cerca de Fez, al que «…suele acudir el señorío de Fez, una vez al año por el mes de abril, para echar cuatro o cinco días de ocio…» (León Africano 2004: 285). La ubicación de algunas estaciones termales en las rutas e itinerarios de los viajeros facilitaron que pudieran ser utilizadas con un fin meramente higiénico, como realizó Abd al-BƗsit en Alhama de Granada (Levi 1933: 320) y nos transmite Münzer, quién tardíamente (1494) se baña en Alhama de Murcia y en Graena (Münzer 1991: 67, 87). Sin embargo son excepcionales las referencias a aguas termales utilizadas en baños urbanos donde la función higiénica pudo ser principal. Para Sicilia contamos al menos con el caso de Termini según Ibn Ǔubayr a finales del siglo xii (Ibn Ǔubayr 1988: 382), testimonio que pudiera ser apoyado por el de Abnj HҕƗmid al-AndalusƯ al-GharnƗtƯ, quien unos cincuenta años antes citó allí dos baños pero nada de sus cualidades (Fagnan 1924: 37). Aunque para Hammat Tiberias hay textos medievales sobre la conducción del agua termal al interior de la ciudad para alimentar baños (Dow 1996: 114), no sabemos si se organizaron como higiénicos. Difícil de determinar es también el caso de la actual Calatafimi y medieval Calathamet, de Qal’at al-Hamma, que se corresponde con Aquae Segestanae (Guichard y Poisson 1992: 587).27 Ibn Ǔubayr dijo «…una ciudad llamada ‘Alqama…» y «pasamos por una plaza fuerte llamada H̙isn al-Hamma. Es una gran ciudad en la que hay muchos baños. Dios los ha hecho brotar de la tierra como fuentes y los ha hecho correr como arroyos; los cuerpos apenas soportan su excesivo calor. En el camino pasamos por uno de ellos, entonces nos apeamos de las monturas y solazamos nuestros cuerpos bañándonos allí» (Ibn Ǔubayr 1988: 388). En este caso podríamos dudar de la traducción, dado que el texto queda mejor entendido si donde pone «baños» sustituimos por fuente termal; y además alIdrƯsƯ, al describirnos el castillo, nos explica que el nombre de al-Hamma proviene de la fuente termal que existe en las proximidades y donde «l’on vient se baigner. La température de cette eau est modérée, et sa saveur douce et agréable» (Guichard y Poisson 1991: 582-583). Al-GharnƗtƯ sin embargo también parece incidir en la existencia de baños construidos, pero no deja claro su entorno urbano o rural: «Dans 27 Sobre este lugar, citado desde finales del siglo xi en la documentación normanda (Pesez 1997: 130), se han realizado varias campañas de excavaciones a través de las cuales sabemos algo del poblado islámico y del castillo normando que se le superpone, pero no sabemos nada de su termalismo (Pesez 1983; 1997: 130-133; 1998: 279 y ss.).

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cette île [de Sicile] se trouve El-Hҕamma, qui compte parmi les châteaux-forts les mieux fortifiés et où il y a des thermes dont l’eau chaude qui sert pour les bains jaillit d’une crevasse (du rocher). Il s’y trouve beaucoup de vergers, des arbres fruitiers et des lieux de plaisir charmants» (Fagnan 1924: 38).

4. BALNEARIOS DEL ENTORNO DE ALMERÍA Existen diversas surgencias termales en el entorno de Almería que han tenido en el pasado algún tipo de aprovechamiento termal. También hay numerosos textos sobre fuentes termales y balnearios almerienses, siendo en muchos casos difíciles de situar.28 Hay tres importantes descripciones, de al-IdrƯsƯ, al-QazwƯnƯ y al-HҕimyarƯ, que remiten a un mismo balneario, H̙ammat BaǔǔƗna, nombre por el que principalmente se conoció el de Sierra Alhamilla. Además de estas citas, que son explícitas en cuanto al uso de los baños, existen otras menciones al mismo lugar desde al menos el siglo x y hasta el xiv. Como Alhamilla en la actualidad se conoce a una sierra próxima a Almería y en cuyas estribaciones occidentales se sitúa el balneario homónimo. La fuente termal (52,5 ºC según Solsona 1828: 25) se sitúa en la cabecera de un pequeño valle subsidiario del Andaráx en su curso bajo y en cuya confluencia se situó Pechina. Esta ciudad fue capital del territorio almeriense durante los siglos ix y x hasta que Almería adquiera la preponderancia desde mediados de ese siglo. La población de Pechina, según el almeriense al-‘Ud࡮rƯ, se trasladaría a la nueva capital en el 10111012 (Sánchez Martínez 1976: 35). A una treintena de kilómetros al oeste cae también sobre el río Andarax la vertiente nororiental de la sierra de Gádor, donde tradicionalmente se han explotado dos surgencias muy próximas entre ellas. Una es aprovechada por el actual balneario de San Nicolás de Alhama de Almería (46 ºC) y otra en Alicún de Almería que no ha tenido una configuración de balneario aunque existen modestas instalaciones de baño. La zona se sitúa en la Taha o circunscripción medieval de Marchena, origen del señorío formado tras la conquista que incluía, entre otros, Güeçija (Huécija) como lugar principal con un barrio denominado Alicún o Alicum, así como también Alhama

28 Cressier ha estudiado los aprovechamientos termales almerienses, siendo una referencia fundamental, destacando, además de los más conocidos, aquellos que tuvieron una importancia menor (2002; 2006).

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LOS BALNEARIOS DEL SURESTE DE AL-ANDALUS

Seca o la Seca, la actual Alhama de Almería (Mármol 1991: 111; Gómez-Moreno 1951: 35). Siguiendo a al-IdrƯsƯ, tradicionalmente se ha localizado H̙immat Gišišar en Alhama de Almería y al-H̙amma Waštan en Alicún, pero no hay seguridad si se trataban de balnearios o lugares de poblamiento que han recibido su nombre de la característica termal. Otros textos que nos citan Alhamas, en ocasiones relacionadas con un balneario y con curaciones, son difíciles de ubicar.

Textos sobre los balnearios de Almería Durante el emirato de ‘Abd AllƗh, en el año 888, la pujante capital BaǔǔƗna (Pechina) extendió sus dominios construyendo «castillos» por el territorio, uno de los cuales fue al-H̙Ɨmma (Ibn HҕayyƗn 1952: 158). Aunque su identificación con Alhama de Almería o con Sierra Alhamilla ofrece dudas (Cressier 2006: 162), dos textos posteriores nos vinculan el interés que tuvo BaǔǔƗna en la explotación minera de Sierra Alhamilla. Al-MaqqarƯ citando a al-RƗzƯ dijo «Hay muchas minas de plata en al-Andalus […], en los montes de Alhama de Pechina (H̙ammat BaǔǔƗna)» (Molina López y Álvarez 1993: 86). Según el almeriense al-BakrƯ (siglo xi): «son abundantes los minerales de plata en España, en la provincia de Murcia y en los montes H̙amma de Pechina» (Al-Bakri 1982: 38-39). La abundancia de mineral en la montaña de Sierra Alhamilla fue recogida también por al-HҕimyarƯ (1938: 49-50).29 Para el siglo xi contamos con las primeras referencias a balnearios, siendo bastante numerosas. Según Pérès, Ibn al-JatҕƯb transmitió la construcción de unos maravillosos baños (al-h̙amma) por el rey taifa JayrƗn de Almería (r. 1014-1028) (Pérès 1953: 147). En 1068 y 1101 hay referencias a viajes curativos a al-H̙amma al-Mariya/H̙ammat al-Mariya, y una poesía de Ibn al-HҕaddƗd (siglo xi) canta a una al-H̙amma cercana a Almería, citas de las que se ha observado que quizás hicieran referencia a Sierra Alhamilla (Cressier 2002: 52; 2006: 164 y 193-194). De esta época sería una hipotética descripción perdida de al-Udri de Sierra Alhamilla, que pudo servir de fuente a las que nos transmiten al-QazwƯnƯ (siglo xiii) y alHҕimyarƯ (siglo xiv) (Molina López y Álvarez 1993: 84), textos que sin embargo veremos que presentan importantes contradicciones. Hay que destacar que

29 La zona destaca por la existencia de galena argentífera y óxidos de cobre (García Campra 1989: 187, 193).

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al-HҕimyarƯ nos habló de otra fuente termal al norte, también con efectos curativos. En la primera mitad del siglo xii al-IdrƯsƯ nos sitúa tres al-h̙amma cerca de la ciudad de Almería, destacando que, como veremos, fue más prolijo en cuanto a Sierra Alhamilla mientras que las otras solo son citadas en itinerarios y sin explicación de su realidad balnearia (Blázquez y Delgado-Aguilera 1901: 40; Al-IdrƯsƯ 1989: 85, 208, 210; IdrƯsƯ 1974: 94). Para época nazarí contamos con una poesía de Ibn ZarqƗla (siglo xiv) sobre una al-H̙amma cercana a Almería, posiblemente Sierra Alhamilla (Cressier 2002: 52; 2006: 193-194). Ibn al-QƗdҕƯ (siglo xvi), al parecer con información del siglo xiv de Ibn Jatima, cita diferenciadas tanto un h̙isn al-H̙amma como H̙ammat BaǔǔƗna y además nos añade un nuevo lugar, H̙ammat Wašq (Molina López 1989: 158). De los textos hay que señalar que a partir del siglo xi se citan instalaciones termales y que las referencias que podemos situar con seguridad son siempre a Sierra Alhamilla, siendo probable que fuera el balneario construido por el primer rey taifa de Almería. El trasunto de capitalidad de Pechina a Almería, el abandono de la primera y la constitución de la taifa, son las situaciones pueden explicar la vinculación de la ciudad con el cercano balneario, así como el nombre de al-H̙amma al-Mariya que parece recibir en ese momento. Los otros lugares, de momento indeterminados en su existencia balnearia más allá del nombre, solo con al-IdrƯsƯ pueden ser situados, explicado esto porque se incluyen en la descripción pormenorizada de un itinerario (Fig. 2). 303132333435363738394041

El balneario de Sierra Alhamilla Las instalaciones que hoy existen son el resultado de una remodelación del balneario realizada en 1776 por Claudio Sanz, obispo de Almería (González Crespo 1842: 5) y de la cual el balneario aún conserva la inscripción conmemorativa. Destaca la existencia de dos grandes salas abovedadas, sin diferenciación de espacios, con amplios nichos arqueados en las paredes y con reducidas piscinas dobles en la zona central. Ambas salas se sitúan en eje, unidas por uno de sus lados menores y, anexo a ellas por su lado mayor a occidente, un edificio de alojamiento de patio central. El h̙isn al-H̙Ɨmma fundado por la ciudad de BaǔǔƗna (Ibn HҕayyƗn 1952: 158) es Alhama de Almería según una tradición (Gayangos 1853: 447; Al-HҕimyarƯ 1938: 49-50; Roldán 1992: 34; Cara y Ro30 31 32 33 34 35

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Fuente

Fecha de la fuente

Fecha del suceso

Ibn HҕayyƗn30

s. xi

888

Nombre

Hecho

Identificación

Castillo

Dudosa

Hҕammat BaǔǔƗna

Mineral

Sierra Alhamilla

Mineral

Sierra Alhamilla

Hҕisn al-HҕƗmma Al-MaqqarƯ / s. xvii

s. x

al-RƗzƯ31 Hҕamma al-BakrƯ32

s. xi de Pechina

Baños. Ibn al-JatҕƯb33

s. xiv

1014-1028

Dudosa

al-hҕamma Construcción al-Hҕamma

Ibn BƗskuwƗl34

s. xii

1068

Curaciones

Alhamilla

al-Mariya Ibn s. xi

Baños

al-HҕaddƗd35 Ibn ‘Atiyya /

Dudosa

al-Hҕamma (Hҕammat) s. xiii

1101

Ibn al-AbbƗr36

Curaciones

Alhamilla

al-Mariya

al-IdrƯsƯ37

s. xii

al-HҕƗmma (hҕisn)

Baños

Alhamilla

Hҕimmat Gišišar

Lugar

Alhama Seca

Hҕamma Waštan

Lugar Hҕamma / ǔamma

Alicún de Almería al-QazwƯnƯ38

s. xiii

¿ss. xi-xiii?

al-HҕimyarƯ39

ss. xii-xiv

¿ss. xi-xiv?

Baños

Alhamilla

Baños

Alhamilla

al-hҕƗmma

Fuente termal

¿Alhama Seca?

Baños

¿Alhamilla?

al-HҕƗmma (al-qarƯa) Ibn ZarqƗla40

s. xiv

al-HҕƗmma

Ibn al-QƗdҕƯ / Ibn Jatima41

s. xvi

s. xiv

Hҕisn Dudosa al-HҕƗmma Hҕammat BaǔǔƗna

Alhamilla

Hҕammat Wašq

Dudosa

Fig. 2. Tabla de menciones de autores medievales a lugares termales de Almería.1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 30

Guárieb 1952: 158. Molina López y Álvarez 1993: 86. 32 Al-Bakri 1982: 38-39. 33 Pérès 1953: 336 y 341. 34 Cressier 2006: 164. 35 Gibert 1987: 99; Cressier 2002: 52; 2006: 193-194. 36 Cressier 2006: 164. 37 Blázquez 1901: 40; IdrƯsƯ 1974: 94; Al-IdrƯsƯ 1989: 85. 38 Roldán 1992: 34; Molina López y Álvarez 1993: 84; Cressier 2006: 168. 39 Al-HҕimyarƯ 1938: 49-50. 40 Gibert 1987: 211; Cressier 2002: 52; 2006: 193-194. 41 Molina 1989: 158. 31

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LOS BALNEARIOS DEL SURESTE DE AL-ANDALUS

dríguez 1992: 10), mientras que otra lo sitúa en Sierra Alhamilla (IdrƯsƯ 1974: 30; Torres Balbás 1957a: 220; Cressier 2002: 47-50). El término h̙isn alude a una fortificación que no se ha localizado en Sierra Alhamilla, pero parece que tampoco existió hasta época nazarí en Alhama de Almería (Cara y Rodríguez 1985: 243-244; 1992: 50). A pesar de que también al-IdrƯsƯ citó Alhamilla como un castillo o h̙isn al-H̙Ɨmma (Conde 1799: 85; Blázquez y Delgado-Aguilera 1901: 40), según Molina en Ibn al-QƗdҕƯ se encuentra este nombre diferenciado de H̙ammat BaǔǔƗna (Molina López 1989: 158). Sin embargo, aunque no hay evidencias seguras de que esta temprana mención se refiera a Alhamilla, hay que destacar que poco después, en la primera mitad del siglo x, al-RƗzƯ nos vincula la fuente termal y la sierra con Pechina a través del nombre H̙ammat BaǔǔƗna (Molina López y Álvarez 1993: 86), cuestión repetida por al-BakrƯ para el siglo siguiente (Al-Bakri 1982: 38-39).42 La vinculación entre la ciudad de Pechina y las aguas termales en esta época, sin datos directos de su explotación balnearia, debió darse dada la estrecha relación geográfica de ambos lugares. Pero además los textos que veremos en detalle coinciden en atribuir antigüedad al balneario. De hecho es bastante probable que algunos textos que citan un balneario como al-H̙amma al-Mariya o simplemente al-H̙amma y que queda deslocalizado, en realidad se refieran a Alhamilla (Cressier 2006: 164). Es el único que con certeza sabemos que funcionó como balneario, dado que no hay seguridad de la existencia de instalaciones en las otras surgencias, o al menos con la complejidad que nos narran para Alhamilla. Por todo ello parece más sensato mantener como hipótesis que se trate de este centro. Se atribuyen a Sierra Alhamilla varias descripciones de un balneario que podemos situar como mínimo entre los siglos xii y xiv, aunque posiblemente las más tardías se fundamenten en otras anteriores. Al-IdrƯsƯ (siglo xii), en la ruta para llegar de Almería a Granada (nuzhat al-muštƗq) nos dirige hacia Pechina, señalando que en ese momento la ciudad ya estaba en ruinas. Tras describirla nos dice: «A la derecha (este), y á seis millas de Pechina, está Alhama (al-H̙amma), fortaleza situada en la cumbre de una montaña. Los viajeros de países lejanos cuentan que no hay nada en el mundo tan sólida42 El nombre actual podría explicarse por una desinencia de lugar, «Sierra de al-HҕƗmma». Así se daría la paradoja que la fuente termal dio nombre a la sierra en los siglos x y xi, pero en época moderna, cuando al balneario se le denomine «de Sierra Alhamilla», será la sierra quién nombre al termalismo.

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mente construida, ni hay punto ó lugar en el cual las aguas termales tengan el mismo grado de calor. De todas partes llegan allí enfermos, y allí permanecen hasta que quedan completamente curados ó, por lo menos, muy aliviadas sus dolencias. Los habitantes de Almería venían en otra época á establecerse allí en el verano con sus mujeres é hijos; gastaban mucho dinero en su alimentación, en su bebida y en el alquiler de habitaciones, ascendiendo á veces á tres dinares moravides (murƗbitiyya) por mes» (Blázquez y Delgado-Aguilera 1901: 40). El texto es de gran importancia para situar el balneario en Sierra Alhamilla y establecer su carácter curativo, al que acude gente desde lugares alejados, que deben pagar por el alojamiento y manutención. Parece transmitirnos que su uso era mayor en el pasado. Según al-QazwƯnƯ (siglo xiii), traducción de Fátima Roldán: «Pechina es una ciudad andalusí que está situada cerca de Almería. Hay en ella unas termas con mucha agua a las que acuden los enfermos crónicos, instalándose en ellas; la mayoría de los que van a este lugar con asiduidad quedan sanados de su mal. En dichas termas hay albergues construidos en piedra para que se alojen los que allí acuden, aunque a veces no se encuentra plaza en ellos por la cantidad de visitantes instalados. Junto a las termas hay dos edificaciones; una de ellas para los hombres, junto al manantial propiamente dicho, y la otra para las mujeres; el manantial nace en el recinto de los hombres. Se construyó un tercer recinto que se cubrió con mármol blanco; el agua le llegaba por un canal subterráneo y se mezclaba con agua de las termas hasta que se ponía tibia. En ella entraba quien no podía acceder al manantial y desde allí salía el excedente de agua con el cual se regaban los sembrados y los árboles» (Roldán 1992: 34). En realidad, como apunta la autora, el término utilizado por el persa no fue h̙amma, «terma», sino ǔamma, «pozo con mucha agua», pero cree que para la descripción es más correcto el primer término. Sin embargo en la traducción de este mismo texto que realizan Emilio Molina y Camilo Álvarez utilizarán siempre pozo termal y nunca terma o similar (Molina López y Álvarez 1993: 84). Esto provoca alguna descripción confusa como: «En ella hay un pozo termal, profundo, con mucha agua, al cual se dirigen los enfermos que se quedan a vivir allí» o «En esta ciudad (sic) hay hospederías…», que queda mejor entendido por el texto de Roldán: «En dichas termas hay albergues…». Cressier utilizará fuente termal en el primer caso y terma en el segundo (Cressier 2006: 168).

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Por el contrario donde Roldán dice: «Junto a las termas hay dos edificaciones» y describe las salas de baño, queda mejor entendido por la utilización de pozo y fuente del resto de autores. Hablando de una tercera estancia o recinto, según Roldán: «En ella entraba quien no podía acceder al manantial…», que de manera similar Cressier lee: «Celui qui veut entrer ne peut le faire par l’entrée de la source thermale…», pero Molina y Álvarez dan una versión totalmente distinta: «El agua del pozo que llega finalmente a esta parte y no puede salir…». No son los únicos ejemplos que nos afectan al conocimiento particular del balneario, ya que podrían señalarse otros como el agua tibia/débilmente, etc. Creemos que el texto de Cressier es el que permite entender mejor la descripción, y en el que no queda duda de que los albergues se sitúan en las «thermes». Por tanto este texto nos explica las instalaciones de baño en tres salas, la existencia de albergues que explican la referencia de al-IdrƯsƯ al alojamiento, así como la plena vigencia del balneario. Respecto al amplio texto de al-HҕimyarƯ (siglo xiv), la traducción de Lévi-Provençal es la siguiente: A l’Est de Pechina, à trois milles de distance, se trouve une montagne élevée qui contient de remarquables gisement de minerai. C’est là que se trouve également l’extraordinaire source themale, qui n’a pas sa pareille dans al-Andalus pour la qualité de son eau, sa douceur, sa pureté, son effet diurétique, son action favorable et toutes les vertus curatives qu’elle possède. Tous les gens qui souffrent de maladies et d’infirmités y viennent de partout, à peu près certains quìls sont d’en tirer une amélioration de leur état. Cette source est captée dans un bassin, de construction antique, situé à proximité du point où l’eau jaillit: il est de forme quadrangulaire et de grandes dimensions; contigus à sa partie orientale, se trouvaient deux réservoirs voûtés bâtis par les Anciens. Le plus haut de ce deux réservois est encore visible aujourd’hui, ainsi que les murs qui l’entouraient. Cette source thermale a déterminé la formation d’une bourgade, avec de nombreux oliviers, figuiers et arbres fruitiers de différentes sortes, les uns et les autres irrigués par l’eau même de la source; cette bourgade s’appelle Alhama (al-H̙Ɨmma). L’excédent de l’eau, après l’alimentation du système d’irrigation des jardins de cette bourgade, va se déverser dans un grand bassin, également de construction antique. Quand ce bassin se trouve rempli, le trop plein s’en va, par une canalisation souterraine, irriguer un canton où s’est créée une bourgade qui porte le nom d’Ɩblo. Au Nord de la ville de Pechina se trouve une autre source thermale, d’un plus fort débit que la première; elle est

Anejos de AEspA LXXVIII

plus efficace contre les maladies est convient mieux à l’organisme. On prétend dans le pays que le première coule souterrainement sur du soufre, tandis que la seconde coule sur du cuivre. Les Chrétiens rapportent que le roi de TudmƯr et le roi de Raiyo, à une époque très ancienne, demandèrent respectivement la main de la fille du souverain qui régnait sur Urš al-Yaman et le territoire voisin. La fille du roi mit une condition à son acceptation: celui des deux prétendants qui parviendrait à amener l’eau de l’une des sources thermales jusqu’à l’intérieur du palais de son père —palais situé sur l’emplacement actuel de Pechina— serait le plus digne de partager sa couche. Chacun des deux prétendants fit tous ses efforts pour remplir la condition émise par la princesse: l’un et autre établirent des canalisations pour y faire courir l’eau. Celui qui nécessitait la construction d’une série d’arcades pour le passage de la canalisation. Cela l’empêcha de mener son enterprise à bonne fin. L’autre, qui amenait l’eau de la source de l’Est, finit par achever son travail, et le roi lui donna sa fille en mariage. On trouve encore aujourd’hui les vestiges de ces ouvrages de part et d’autre de la ville (Al-HҕimyarƯ 1938: 49-50).

Repite cuestiones curativas mencionadas por los autores anteriores, aunque aportando mayores especificidades como la aplicación diurética y su componente en azufre43, nos describe las instalaciones del baño como de antigüedad y formadas por un «bassin»  y dos salas abovedadas. Coincide con al-QazwƯnƯ en la existencia de dos salas abovedadas, pero añade un depósito previo, entre estas y el manantial, al parecer no cubierto; aparentemente no dice nada de la tercera estancia de mármol que describió el persa. Pero además podemos añadir una descripción más, la que nos transmitió Gómez de Bedoya en 1764, poco antes de su remodelación:44 A distancia de legua, y media de ella (Almería), y a la falda de un monte, en una gruta, y mirando al Orien43 La relación del agua de Sierra Alhamilla con el azufre ya fue indicada en el siglo xviii procedente de datos del siglo anterior (Gómez de Bedoya 1764: 238). No tenemos los conocimientos necesarios para pronunciarnos, pero aunque los datos sobre la composición del agua no encajaran, puede explicarse por varias causas. Una de ellas nos la da el doctor González Crespo respecto a su olor a corrupción en estado de abandono, que era casi como se encontraban los baños en la primera mitad del siglo xix (González Crespo 1842: 28), e incluso puede no extrañar si atendiéramos a la existencia mineral en el entorno, ya que ambos aspectos suelen relacionarse de manera directa en las argumentaciones medievales y modernas. 44 Según el padre Tapia en el siglo xvii los baños se mantuvieron aunque sin modificar en lo esencial las instalaciones, en 1687 se realizaron obras por valor de 800 reales «en el baño principal donde están las dos balsas».

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LOS BALNEARIOS DEL SURESTE DE AL-ANDALUS

te, nace la fuente medicinal, cuyas abundantes aguas son sumamente calientes, claras, y de olor subido de Azufre. Comúnmente se usan slo en baño, por lo que es común entre los Médicos no dexar bañar en ellas a los que no sean muy robustos por el mucho calor que tiene. Para este fin hay en esta fuente tres estanques, o depositos. El primero dista del nacimiento como dos passos, y por tanto està en èl el agua hirviendo, y su capacidad es como para veinte enfermos, cuyo techo es de piedra con sus respiraderos. El segundo dista quatro passos del primero, es de la misma fabrica, mas pequeño, que aquel, le viene el agua por distinto conducto, y en este està menos caliente. Assi el uno, como el otro estàn rodeados de capaces poyos, o assientos, y la fabrica, que fe duda si es de Romanos, o de Arabes, es de maravillosa Architectura. El tercer deposito, a quien comunmente llaman del Obispo o por haverle edificado el de Almeria, o por haverle frequentado, dista del nacimiento como quince passos, y sus aguas estàn mucho mas templadas. La fabrica de este baño es moderna, y hecha de Marmol, y Porfido: tiene diez estufas, a que los naturales llaman Garitas, y todo por su techo, que es de Marmol, assi como el pavimento, varios respiraderos, y lumbreras; a su puerta hay una piedra de bellisimo Porfido, y sus paredes son tan anchas, que en su gruesso estàn edificadas dichas estufas,

continuando describiendo las cualidades de las aguas, sus aplicaciones y la existencia de un tratado sobre estas aguas realizado por Pedro Soriano, médico de Almería (Gómez de Bedoya 1764: 238-239), facultativo que fue de esta ciudad y su hospital en el último cuarto del siglo xvii y que murió en 1702. La descripción de Bedoya se asemeja con el texto de al-QazwƯnƯ en la existencia de tres salas, siendo la tercera de mármol. Varían los datos sobre el circuito del agua ya que en el texto medieval se especifica la alimentación a la tercera sala mientras que Bedoya detalla el abastecimiento a la segunda. La comparativa de los textos encuentra contradicciones entre dos obras relativamente cercanas como la de al-QazwƯnƯ y la de al-HҕimyarƯ, que indican la utilización de fuentes de información diversas. Las diferencias sugieren dos momentos distintos de las instalaciones o incluso pueden hacernos dudar si se están describiendo el mismo balneario (Fig. 3). Sin embargo la imposibilidad de contrastar con la realidad actual sin la realización de intervenciones arqueológicas nos limita a estas descripciones, que al menos nos permiten hacernos una idea general de la complejidad de las instalaciones. Son destacadas de antigüedad, llegan a la baja Edad Media con varias salas de baño abovedadas: dos de ellas respondían a

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Fig. 3. Croquis esquemático de las descripciones del balneario de Sierra Alhamilla.

la diferenciación sexual en el uso, y una tercera con menor temperatura. Alrededor de estas instalaciones existían hospederías y otras instalaciones. Es posible que en el siglo xviii en lo fundamental el balneario fuera el medieval, como transmite Bedoya y otros hidrólogos. Incluso llama la atención que la tercera sala fuera de mármol tal y como había dicho al-QazwƯnƯ y que ambos autores le otorguen mayor modernidad con respecto al resto de instalaciones. La arquitectura resultante de la obra a finales del siglo xviii se asemeja a edificios termales en uso en la Edad Media e incluso la hospedería encaja en lo que conocemos de otros complejos andalusíes, pero no hay indicios de conservación en alzado de las obras medievales.

Las otras Alhamas de Almería Dos Alhamas más son citadas por al-IdrƯsƯ en la ruta de Córdoba a Almería. En el Uns al-muhaǔ, nos dice «…al castillo de Marchena hay dos millas, a H̙immat Gišišar luego al castillo de Mondújar hay seis millas, a la alquería de Benahadux hay seis millas, a la ciudad de Pechina hay ocho millas, a la ciudad de Almería en la costa hay seis millas» (Al-IdrƯsƯ 1989: 85). Junto al anterior al-IdrƯsƯ citará otro centro termal, Alhama Uexitán o Baños Huecijanos (IdrƯsƯ

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1974: 94). El texto de Blázquez los enumera de sur a norte, así desde Pechina hacia el barrio de Beni Abdus (6 millas), Mondéjar (6 millas), señalando que de Almería a la anterior hay una jornada corta. Y desde Mondejar «se llega a Hamma Ugíjar, y después á los baños de Uexitan, después a Marchena, lugar situado en la confluencia de los dos ríos…» (Blázquez y Delgado-Aguilera 1901: 40). Aunque el geógrafo no aclara si realmente se trata de baños, es bastante exacto en el itinerario, lo que junto a los nombres que aporta permite situarlos. H̙immat Gišišar, la Alhama Gaxaxar de Saavedra, «que tiene próximo el arroyo de Gachar» (IdrƯsƯ 1974: 94),45 incluye baños en plural y el apelativo posterior refiere a la cercana localidad de Huéchar que, en función de los estudios arqueológicos, tuvo una especial importancia entre los siglos vii-x (Rodríguez y Cara 1998). Se denomina la Seca ya desde inicios del siglo xvi, nombre tradicionalmente explicado por el terremoto de 1522 que destruyó la población y secó la fuente, que no volverá a brotar hasta 1594 cuando se abra una mina y vuelva a manar, y la población no se recuperará hasta bien entrado el siglo xvii (Cara y Rodríguez 1992: 46). Esta interpretación parte del siglo xvi, del Libro de Apeo y Repoblación de 1573: se dijo «El dicho lugar de Alhama esta arrimado a una sierra y questa apartado de la villa de Guecija como tres cuartos de legua poco mas o menos y que se nombrar Alhama Seca porque no tiene agua» (Amate 2007: 105). Desconocemos que el nombre de Alhama de Almería que recibe la población a partir de 1880 tuviera un origen en época medieval. Quizás, si Seca no es nombre derivado de Gišišar, pudiera deberse a al-Sikka, la calzada.46 Hoy en día no se observan restos de balneario anterior al actual que data de 1877. Pero en época romana debió de existir una explotación de sus aguas termales tal y como atestiguan los hallazgos del entorno de la fuente termal, fundamentalmente una estatua femenina (Cara y Rodríguez 1992: 401422) y estructuras de sillares y balsas (Amate 2007: 62-68), restos a los que parece aludir Juan Bautista Solsona (1824: 105). De los hipotéticos baños andalusíes sabemos por el Libro de Apeo y Repoblación de 1573: «Dijeron u declararon que en el dicho lugar 45 Fue un error la transcripción o identificación que hiciera Blázquez de Hamma Ugíjar (Blázquez y Delgado-Aguilera 1901: 40). 46 Son abundantes los topónimos medievales que incluyen «Seca» originados por al-Sikka (Rubiera 1986), lo que coincide en la situación del lugar según al-IdrƯsƯ.

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estaba una fuente buena que salía de la Sierra que estaba dentro del lugar (…) que la dicha fuente de su natural dicho caliente y con ella se hicieron baños en el dicho lugar y de esta agua los vecinos bebian y regaban…» (Amate 2007: 105). Y en 1890 se cita «un pequeño edificio donde al parecer se bañaban los árabes» (Cara y Rodríguez 1992: 17). Respecto a Alhama Uexitán o Baños Huecijanos refieren a los de Alicún de Almería (Blázquez y Delgado-Aguilera 1901: 40; IdrƯsƯ 1974: 94); actualmente se transcribe como al-H̙amma Waštan, sin variar su tradicional ubicación (Cressier 2006: 160).47 Alicún48 era un barrio de Huécija, la WƗsiǔa de Ibn al-QƗdҕƯ (Molina López 1989: 158), principal población de la zona en época moderna. Quedan restos de una escueta sala de baños descrita por Cressier (2006: 160-162), cuyos cimientos pudieran ser del siglo xii según fuentes no contrastadas.49

5. EL BALNEARIO DE ALHAMA DE GRANADA El balneario de Alhama de Granada (45º C) es uno de los centros termales andalusíes de los que se tienen más datos, tanto por la información procedente de los textos y los documentos gráficos como por la arquitectura aún en uso. En alzado se conservan dos salas de baño, el «baño Fuerte» sobre el manantial y a poca distancia el «baño de la Reina», ambos englobados en un complejo hostelero. A pesar de que no se han realizado intervenciones arqueológicas que nos aclaren su origen y evolución, hay importantes descripciones tanto del baño árabe (Manzano 1958) como del conjunto de baños y hospedería (Raya 2000 y 2009). El balneario tiene un origen romano.50 Lo atestigua la conservación del denominado «baño de la Reina» 47 Aunque también se ha propuesto los baños de Alfaro como identificación (Cara y Rodríguez 1992: 12). 48 Se suele relacionar esta Alicún con la población que en 1157 Alfonso VII de Castilla en 1157 intercambió con Ibn Mardanish a cambio de Uclés, pero creemos que en realidad se trata de Alicún de Granada, tema que discutiremos cuando hablemos del balneario granadino. Será entonces cuando expongamos la homonimia de ambos lugares con aguas termales. 49 «La sala de baños, propiamente dicha, se reduce a una balseta y un vestíbulo, hoy encerrados en una caseta, conocida popularmente como «El Cuartillo», que se ubica tras la torre. Recientes investigaciones adjudican a época almohade (siglo xii) la cimentación de esta estructura». Disponible en: http://www. alpuguia.com/Elemento/f3a6da9047364f53878f87547c783819 [Consulta: 5/05/2014]. 50 En época moderna se identificaba la ciudad de Alhama con Artigi Juliensis, en gran medida porque los baños eran

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LOS BALNEARIOS DEL SURESTE DE AL-ANDALUS

y también las abundantes evidencias arqueológicas. Manuel Gómez-Moreno en 1871 transmite con verosimilitud la abundancia de restos materiales romanos, incluso epigráficos, tanto en las inmediaciones del balneario como en el promontorio que domina el entorno (Gómez-Moreno González 2004), que aún evidencia un amplio asentamiento íbero-romano.51 Salvador Raya ha realizado un análisis de la estructura antigua del balneario actual en relación a la planta del balneario del siglo xviii, tras el que propone que gran parte de la zona nuclear de baños está fundamentada en la distribución del balneario romano (Raya 2009: 74, 78, 111). Entre los restos del entorno también destaca un puente, tradicionalmente considerado romano pero que al menos en lo visible de su fábrica es medieval, quizás rehaciendo una infraestructura que también debió de existir en época antigua dados los restos de una calzada en el entorno. Las referencias históricas de los siglos ix al xi a al-H̙Ɨmma nos hablan de una «ciudad» o fortificación importante y estratégica, pero hasta época nazarí, más allá del propio topónimo, los textos no nos aclaran como fue el aprovechamiento de las aguas termales. La «ciudad» de al-H̙amma tuvo un papel relevante en la revuelta hafsuní de finales del siglo ix y comienzos del x.52 Allí o en su cerco se encontraba el príncipe al-Mund࡞ir en el 886 cuando murió su padre Muhҕammad I y hubo de ir a Córdoba para ser proclamado emir: «acababa de conquistar la ciudad de Alhama (al-H̙amma), en las montañas de Rayya y tuvo que regresar a Córdoba al enterarse del fallecimiento de Muhҕammad» (Molina Martínez 1983: 159). El hecho también es transmitido por Ibn Idari que la cita como Medina al-Hama, especificando que en la ciudad estaban HƗrit ben Hamdnjn de los Banu RifƗa e incluso Omar ben Hafsnjn (Fernández González 1860: 208; Vallvé 2004: 234). En realidad la ciudad no pudo ser tomada y será en el año 921 estando el califa ‘AbdarrahҕmƗn III asediando T̙urruš cuando el señor de la fortaleza de Alhama (¿H̙isn? al-H̙Ɨmma), Muhҕammad b. AdҕҕhҕƗ, descendiente de

atribuidos además de a los árabes a los romanos, ideas que asentaron en la historiografía del siglo xix (Méndez 1675: 9697; Ceán 1832: 350). 51 En ese lugar instaló su campamento el rey Fernando en 1482 (García Maldonado 2004: 132) y posteriormente los franceses levantaron defensas, evidenciando la situación estratégica del lugar. 52 De los años levantiscos se recuperó un tesoro de quinientas monedas de las cuales la datación más antigua es del año 770 y la más moderna la aporta una del año 868-869 (Codera 1892).

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sirios y jefe de los árabes de Elvira, se sometió a su obediencia (Ibn HҕayyƗn 1981: 136-139).53 En el Uns al-muhaǔ de al-IdrƯsƯ, en el itinerario entre Málaga y Granada, se sitúa Hisn al-H̙Ɨma (AlIdrƯsƯ 1989: 90-91). Y es que efectivamente el camino tradicional de Málaga a Granada se realizaba atravesando la sierra de la Almijara y no bordeándola por el norte como principalmente se realiza en la actualidad. Así lo transitan por ejemplo Ibn Batҕtҕnjtҕa (2014: 798), Abd al-BƗsit (Levi della Vida 1933: 320) y Jerónimo Münzer (2002: 139-140), y había sido la ruta de las campañas contra Málaga del rey zirí ‘Abd AllƗh a finales del siglo xi (García Gómez y Lévi-Provençal 2005: 212-215). Alhama fue un importante nudo de comunicaciones ya que desde su posición elevada era fácil descender a distintos puntos de Granada y Málaga. Esta situación geográfica a caballo entre ambos territorios favoreció que estuviera vinculada a ambas ciudades. A pesar del apelativo actual «de Granada», en época medieval, al menos hasta mediados del siglo xi, se incluía en la provincia (clima) de Málaga (Rayya) (Vallvé 1965: 140). Así lo reflejaron al-IdrƯsƯ y al-MaqqarƯ (IdrƯsƯ 1974: 87; Jiménez 1987a: 16), e Ibn al-JatҕƯb y al-‘Ud࡞rƯ cuando describieron la cora de Ilbira excluyeron Alhama (Vallvé 1965: 143). AlNnjbƗhi (siglo xiv) situando los límites de la cora de Rayya dijo que: «antiguamente tenía su límite oriental en Al-H̙amma, donde están las maravillosas termas» (Vallvé 1965: 140-142; Calero 1984: 357; Jiménez 1987a: 705). También se incluyó una Alhama entre los castillos y ciudades de Málaga según la compilación de los siglos xiv-xv D֔ikr bilƗd al-Andalus (Molina Martínez 1983: 74). A pesar de que geográficamente siempre se la incluirá en la circunscripción de Málaga, a finales del siglo xi estaba integrada en la jurisdicción del reino zirí de Granada y el propio rey ‘Abd AllƗh transmitió: «…esa misma mañana me llegó la noticia de que había pasado a mi poder el castillo de Alcázar (al-Qas̙r) del lado de S̙Ɨlih̙a y de que su guarnición me rendía acatamiento,… Contento con esta noticia, me dirigí a al-H̙Ɨma, para tomar desde allí las medidas oportunas» (García Gómez y LéviProvençal 2005: 46 y 213).

53 También se ha identificado con esta Alhama la cita del año 894, cuando los ejércitos reales vuelvan tras saquear los territorios rebeldes (Ibn HҕayyƗn 1957: 337-338), si bien en opinión de Vallvé el texto provoca problemas de interpolaciones (Vallvé 2004: 244), y efectivamente, la falta de identificación de los topónimos cercanos provoca dudas.

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Textos y documentos sobre los baños A pesar de la importancia de Alhama al menos desde finales del siglo ix, todas las citas a los baños son de época nazarí. En el siglo xiv Ibn al-JatҕƯb alaba sus baños, así fríos como calientes, diciendo sobre estos que su cisterna, llena de bondad y delicia, era de gran aceptación, así para la gente principal como para el vulgo y que Dios había dotado aquellas aguas con sus beneficios, y que los hombres no hallaban otra cosa que pudiera sustituirlas, levantando su elogio hasta compararlas con las aguas deleitosas del paraíso. También dice que brotaban de sus escabrosas peñas agua dulce, fresca y limpia, que purificaba (los cuerpos) de toda impureza (Simonet 1860: 92). El texto no es una traducción literal de lo transmitido por Ibn alJatҕƯb, lo que dificulta nuestra comprensión de algunas partes, como la referencia a baños calientes y fríos. En la misma época Ibn Batҕtҕnjtҕa nos dijo: «Seguimos viaje hasta Alhama, pequeña población que dispone de una mezquita maravillosamente emplazada y muy bien construida. Existen allí unas burgas de agua caliente, orilla de su rio, a una milla de distancia, más o menos, del pueblo, con aposentos separados para el baño de hombres y mujeres» (Ibn Batҕtnjҕ tҕa 2014: 798). Finalmente en 1465 el egipcio Abd al-BƗsit se bañó: «Entonces llegué a otro pueblo llamado alH̙amma (al-H̙Ɨmma), que es uno de los más agradables y hermosos. En sus alrededores hay dos edificios construidos sobre dos fuentes, de donde brota el agua y de ellas el país ha tomado el nombre de Alhama; uno de los dos edificios está destinado para los hombres y el otro para mujeres, en ningún lugar hay otros baños como aquellos dos, que fluyen de forma natural; se entra para lavarse en el baño caliente sin tener que pagar nada. Vi el edificio maravilloso, bien construido, agradable, entonces me fui al baño reservado a los hombres y me bañé allí…» (Levi della Vida 1933: 320). Coinciden Ibn Batҕtnjҕ tҕa y Abd al-BƗsit en la existencia de dos baños, uno para los hombres y otro para las mujeres, aunque es confuso que el segundo señalara la existencia de dos fuentes, una en cada edificio. A pesar de problemas puntuales los baños siguieron funcionando tras la conquista cristiana y en 1494 Münzer describió el baño Fuerte: «Vimos allí cerca unos hermosísimos baños termales, de agua purísima y caliente, que cuando la gusté, no me dejó otro sabor que el de agua dulcísima. Construyó el rey de Granada tan noble edificio de mármol con tres soberbias arcadas en la parte superior, y con ventanales

en la techumbre, que es una admiración» (Münzer 2002; 139). En 1495 los Reyes Católicos otorgan los baños a la ciudad mediante una carta real de merced «…vos fasemos merçed, graçia e donaçion pura, perfecta, non ruocable para agora e para siempre jamás de los baños de la dicha çibdad para propios della e para que los podades tener e poseer, e faser dellos e con ellos como de propios de la dicha çibdad…» (Raya 2000; García Maldonado 2004: 67-68). Pero además de los textos, hay importantes documentos gráficos para entender el balneario medieval. Un grabado de Hoefnagel de 1564, lo representa con bastante detalle, y pocos años después, en 1567, Wyngaerde realiza otra panorámica de Alhama, y aunque en ella el balneario destaca poco se intuye la misma edilicia de Hoefnagel bajo la grafía «Los Banios» (García Maldonado 1999: 77-88). Además, de finales del siglo xviii está el «Plano de Superficie. Plano de los baños de la ciudad de Alhama reino de Granada» del aparejador Antonio Martínez Ruiz (Raya 2000). Por toda esta documentación gráfica podemos ver la existencia de las dos salas de baño conservadas, el Fuerte y el de la Reina, integradas en un complejo edilicio que distingue el sector balneario del de hospedaje (Fig. 4).

Los edificios de los baños El denominado en época moderna como «baño Fuerte» fue representado por Hoefnagel con tres bóvedas humeantes y por Martínez, nombrándolo como «Baño caliente en sumo grado», con una somera planta que acertadamente representa una zona central más amplia con bóveda hexagonal y espacios laterales menores separados por atajos. Coincide esto con lo dicho por Münzer sobre la existencia de «tres soberbias arcadas». Torres Balbás lo dató en el siglo xiv, quizás de Yusuf I (Torres Balbás 1949: 158), aunque Manzano viendo arcaísmo en el baño llegó a pensar que fuera de la segunda mitad del siglo xiii y origen de baños nazaríes más evolucionados (Manzano 1958: 417)54 (Fig. 5). 54 En época moderna y en el siglo xix hubo una tendencia a datar el baño Fuerte en época romana o incluso visigoda (véase por ejemplo Vergara 1636: 19-21; Ayuda 1798: 132135), generalmente diferenciando un basamento romano del alzado árabe. Aunque ninguno de los autores del siglo xx que lo han tratado con seriedad identifican restos anteriores a los siglos xiii-xiv. Recientemente se vuelve a destacar el carácter

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Fig. 4. Comparativa del balneario de Alhama de Granada según el grabado de Hoefnagel de 1564 (Bruin y Hogembergivs 1572) y la planimetría de la planta baja realizada por Antonio Martínez Ruiz en el siglo xviii (Raya 2000).

Se trata del edificio balneario termal mejor conservado de al-Andalus y uno de los más conocidos, tanto por su conservación como por los dibujos, plantas y descripciones que en su día realizara el profesor Rafael Manzano (Manzano 1958: 413-417), a lo que podemos añadir las más recientes explicaciones de Carlos Vílchez (2001: 76-79). Situado sobre la surgencia, es un edificio nazarí construido con sillares, solución nada habitual para la época. Es una sala de aproximadamente 12 x 6 m de planta, espacio que romano, de todo el balneario, correspondiendo esta sala en cimientos con un caldarium (Raya 2009: 48-66, 73-88, 111). Es importante la comparación de la documentación gráfica y de todo el complejo actual. Aunque el uso actual impide su detallado análisis arqueológico, sí sería posible realizarlo en esta sala.

Fig. 5. Desde la alcoba de entrada, espacio central del baño Fuerte de Alhama de Granada.

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además queda dividido en tres: una zona central mayor de planta cuadrada; y a modo de alcobas o alhanías dos zonas menores rectangulares en los extremos, de iguales dimensiones entre ellas. A pesar de la general unidad estructural cada una de estas zonas alberga características particulares. Así en uno de los lados menores se sitúa la entrada en eje, espacio que en la actualidad no se encuentra inundado y que en uno de sus laterales presenta un nicho con arquito por donde presumiblemente se realizaba la evacuación del agua. La zona central, casi cuadrada de 6 x 6 metros, forma un receptáculo rehundido unos 1,8 metros de los laterales, recorridos estos por andenes, que aunque en la actualidad también inundados, permitían circular por toda la sala, conectando las zonas menores y utilizarlos a modo de gradas sobre la piscina, entendida como la zona rehundida central. El otro lado menor albergaba la entrada de agua por un nicho con arco apuntado de herradura y en la confluencia de los andenes desarrolla una escalera para bajar a la piscina. Los tres espacios quedan divididos por dos triples arcadas, que presentan cada una de ellas en la zona central un gran arco túmido enjarjado y sin clave que apea sobre semicolumnas, mas dos pequeños y sencillos arquitos laterales de medio punto sobre los andenes. Sobre las arcadas y los muros perimetrales una nacela recorre todo el edificio. Los espacios laterales se cubren con bóvedas esquifadas y triples lucernarios con estrellas de ocho puntas. El central pasa de la planta cuadrada a una bóveda esquifada octogonal muy peraltada gracias a trompas de medio punto. Esta bóveda ha sido rehecha y en vez de lucernarios presenta óculo central (Fig. 6). Aparentemente el denominado «baño de la Reina» no fue representado por Hoefnagel, pero en realidad sí lo hizo si entendemos que la chimenea humeante que sitúa dentro de uno de los edificios responde a este baño, situación que se ve corroborada por la planta del siglo xviii. Respecto a esta obra, se trata de una sala circular con gradas que descienden hasta el agua; la pared de la bóveda, que desarrolla una cúpula de media naranja con abertura en la parte superior, presenta nichos en su parte inferior. Sobre esta sala hay menos documentación, aunque aparenta ser romana.55 55 Al parecer la bóveda de este baño está rehecha (Raya 2009: 77). La mitad inferior presenta sillares de la fábrica distanciados unos de otros, aparentemente embutidos en una obra posterior. Quizás se trata de la obra original, y esa separación en las piezas de la cara interna de la bóveda puede producirse por la degradación de las juntas por efecto del calor y los vapores.

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Fig. 6. Planta y sección del baño Fuerte de Alhama de Granada (Manzano 1958).

Hoefnagel nos detalla el balneario desarrollado hacia el norte. La parte construida cierra al norte, sur y al oeste, mientras que al este casi con seguridad se adosaba a la fuerte pendiente de la montaña. En líneas generales el grabado coincide con lo representado en la planta del siglo xviii y ambos documentos distinguen dos partes. Casi anexo al baño existía una nave de dos plantas que englobaba el baño de la Reina, atestiguado por la chimenea; tiene pórtico en la parte inferior y en la superior galería cubierta por un alero independiente del tejado, que vierte a cuatro aguas. Al este había una crujía ocupada por una capilla en el siglo xvi.56 En el siglo xviii se distinguen las dos crujías dispuestas en ele, que en comunicación directa con el baño Fuerte e incluyendo el de la Reina realizaban las funciones de hospital y donde se encontraba la entrada al complejo. Toda esta zona, que es la balnearia propiamente dicha, albergaría el baño de los hombres (baño Fuerte) y el de las mujeres (baño de la Reina). Salvador Raya entiende que el baño islámico reutiliza de esta manera los espacios romanos, creando un h̙ammƗm doble y tomando como referencia los artificiales añade hipotéticas salas frías, templadas y vestuarios, duplicadas por la existencia de los dos baños (Raya 2009: 88-89, 112).

56 En el siglo xviii la capilla se sitúa en el centro del patio estando el espacio anteriormente descrito, ahora detallado como una sala transversal de cierta envergadura, ocupado por un hospital. Constan reformas para erigir una capilla en 15751580 (Raya 2001: 71).

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Anexo a este edificio, adosado al lado menor que cierra la crujía oeste por el sur, hay otro con «cavallerizas» en la planta inferior y «aposentos» en la superior, compuesto por dos crujías dispuestas en ángulo que en comparación con la del edificio anterior son más alargadas, estrechas y de menor altura y además cubiertas con tejado a dos aguas que cubre también la galería del piso superior situada sobre el pórtico. Las diferencias constructivas con respecto a la zona termal son también evidentes en el plano del siglo xviii, que redunda en que en el segundo se sitúan la «quadra» y la «cochera» en la planta inferior mientras que en la superior los «quartos de abitacion». La apariencia externa de los edificios de Hoefnagel es medieval57 y creemos que es aquella a la que Abd al-BƗsit se refería como un «edificio maravilloso, bien construido, agradable». Para el sector norte las características que nos transmiten los documentos gráficos y sus descripciones es la habitual en una hospedería andalusí (funduq, pl. fanƗdiq). Lo representado en la zona balnearia, más allá del propio baño Fuerte, apunta a que al menos el baño de la Reina estaba integrado en una arquitectura de apariencia similar. En este sentido hay que señalar que también los hospitales andalusíes se organizaron en patio central al que se abrían las crujías. De hecho en Granada se conservan los únicos ejemplos de esta arquitectura, tanto en el funduq del Corral del Carbón58 como en el maristán de Muhammad V (1365-1367), tratándose de edificios que solo difieren en las proporciones y en el número de plantas (Almagro y Orihuela 2003: 87) y que en lo esencial se asemejan a lo representado por Hoefnagel. Sin duda la actuación nazarí en el balneario fue intensa.

¿Una Alhama de Málaga? Un texto de al-IdrƯsƯ transmitido por Blázquez sobre el itinerario de Málaga a Granada ha originado confusión: «Desde allí (Torrox) a María Belliz (Torre del Mar), pequeña fortaleza sobre la costa, al occidente de la cual está la desembocadura del

57 Que sepamos no hay prueba documental de la construcción de un edificio de esa categoría en la primera mitad del siglo xvi, aunque al parecer está perdida la documentación del archivo municipal hasta 1568 (Raya 2009: 154). 58 Es una utilitaria arquitectura de patio central en torno al cual se disponían almacenes y cuadras en la planta baja y habitaciones en los pisos superiores. Gracias a su tamaño, monumentalidad y riqueza se ha conservado solo este de los muchos que existieron en al-Andalus (Torres Balbás 1946).

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río llamado Mallaha, 12 millas. Este río viene del N.; pasa por Alhama y cerca del distrito del castillo de Zaliha (Alzaleha á Zalia), donde recibe las aguas del Galiha, desciende al pueblo de al-Fajat y después vierte sus aguas en el mar, al occidente de María Bellis» (Blázquez y Delgado-Aguilera 1901: 38-39). Terés nos ofrece otra traducción «río llamado al-MallƗh̙a (la Salina), el cual viene de la parte norte, pasa por al-H̙amma, sigue por los alfoces del his̙n o castillo de S̙Ɨlih̙a, y aquí caen en él todas las aguas de S̙Ɨlih̙a; desciende a la alquería de al-FašƗt̙…» (Terés 1986: 209). La interpretación literal lleva a ubicar esta Alhama en la vertiente sur de la sierra de la Almijara, por donde vierte el río Mallaha (al-MallƗh̙a, la Salina), que es el actual de Vélez. No es esta la ubicación de Alhama de Granada, que aunque cercana a la zona descrita se sitúa en la vertiente norte de la sierra. Esto ha alimentado las hipótesis de una Alhama «de Málaga» distinta de la de Granada y se ha buscado su situación en la cuenca del Vélez, en su parte norte. Principalmente en los baños de Vilo, manantial de aguas sulfuradas (22 ºC) que al menos se ha explotado desde época moderna, aunque también se ha planteado unos baños de aguas sulfuradas de la misma zona denominados las Majadas (18 ºC) (Terés 1986: 210; Delaigue 1997; Cressier 2002: 44). A la nómina de fuentes importantes en la zona, además de los Baños de Vilo y las Majadas, hay que añadir dos lugares más: cerca de Periana existió un manantial de aguas ferruginosas, la Almanzora; y junto a la mesa de Zalia, entre el despoblado altomedieval y el castillo nazarí que recibieron el mismo nombre, hay una barriada conocida como los Bañuelos, que aunque al parecer guarda leyendas sobre baños, ninfas y reinas moras, no evidencia aprovechamiento termal medieval. Además de la existencia actual de fuentes minerales hay que añadir un caso recogido por al-WanšarƯsƯ sobre la constitución de un h̙abnjs (fundación pía) en la construcción por parte de la gente de la fortaleza de Zalia (h̙is̙n S̙Ɨlih̙a) de una torre en un lugar con una fuente denominado ‘Ayn Tahma, localizada a las afueras de dicho castillo (Calero 1993: 10; Martínez Enamorado y Chavarría 2006: 110). Con respecto a los baños de Vilo, los únicos de cierta relevancia histórica en el entorno, hay que considerar que en realidad se encuentran desplazados de la ruta a seguir, el ascenso se realiza siguiendo la cuenca del río Alcaucín y no del Guaro (Mármol 1991: 7-8; Gonzalbes 1986: 371) donde se encuentran los baños; seguir este último río nos dirigiría hacia

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Periana, Alfarnate y la zona occidental de la Axarquía desviándonos de la ruta. Tanto Vilo como las Majadas son manantiales sulfurados fríos que no encajan en el término h̙amma que entendemos que implica calor. Además las noticias sobre el aprovechamiento termal de estas fuentes son de finales de época Moderna o ya Contemporánea (Delaigue 1997: 559). Y no atestiguamos la existencia de este topónimo Alhama en relación con la toponimia menor de la Axarquía malagueña para la que existe abundante documentación del siglo xvi (Mármol 1991: 33; Simonet 1860: 92-96, 165-168; Chavarría 1981: 24; Terés 1986: 211-212; Jurado 1992: 101; Gutiérrez 1994; Chavarría y Martínez Enamorado 2000: 235-239; Chavarría 2011). Con todo ello y contando con que en la otra obra de al-IdrƯsƯ, el Uns al-muhaǔ, en la parte relativa a la ruta de Málaga a Granada tan solo se cita una Alhama y es la de Granada (Al-IdrƯsƯ 1989: 90-91), sumamos nuestras dudas, pensando que quizás confundió la geografía y en concreto las vertientes y dada la cercanía de Alhama de Granada erró al situar la parte inicial del río Vélez en esta población.59

6. BALNEARIOS DE GUADIX Sobre Guadix dijo Fray Diego (1590-1593): «…y aun lo que en otras ciudades y tierras se quenta por muy particular cosa, que es tener en si vaños naturales para remedio de algunas enfermedades, lo dio naturaleza a esta ciudad de Guadix quantas ventajas que en el termino desta ciudad crio y puso dos baños naturales, unos que proceden, pasan y salen por venero y piedra asufre, a que llaman Vaños de Alhama, y otros que proceden, salen y pasan por venero de azero, que llaman Vaño de Alicun» (Guadix 2007: 263). Se trata de los actuales balnearios de Graena y de Alicún de las Torres.

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actual balneario de Graena. La población se sitúa en una elevación sobre un pequeño valle en cuyo fondo se encuentra el manantial y los baños. Este valle desemboca rápidamente en el río Alhama, que a su vez confluye en el río Fardes, todo en un radio de un kilómetro y medio. El agua manaba a 40 ºC en 1807 (Solsona 1824: 230). Existe una importante documentación a partir del 1139 en relación al reparto de las aguas del rio Alhama, atestiguando ya este topónimo y también la alquería de Agrayena, identificada con Graena (Espinar 1987; Molina López 1991). Este reparto evidencia que se había producido un despoblado de toda la zona a consecuencia de la expedición de Alfonso I de Aragón en 1126, que asedió Guadix durante varios meses estableciéndose en varias posiciones, destacando el río Farrés o WƗd߼ Fardiš, Diezma y quizás la propia alquería de Graena (Simonet 1903: 747; Lacarra 1978: 89-90; Ubieto 1981: 173-176; Jiménez 1990: 49).60 Ibn Sa´Ưd (siglo xiii) dedica un capítulo a una alquería en el distrito de Guadix de nombre Ǔamma (pozo lleno de agua), pero tanto Elías Terés como Jiménez Mata indicaron que debía corregirse por H̙amma (Terés 1986: 203-204; Jiménez 1990: 49). En el siglo xiv el propio Ibn al-JatҕƯb pasó por la alquería de WƗdƯ-l-H̙amma (Terés 1986: 203-204), hecho que debió acontecer en la visita del sultán Ynjsuf I en 1347 a las fronteras orientales en cuya comitiva iba el polígrafo (Jiménez 1990: 191). Es referida como lugar de origen de una famosa poetisa, Hҕamda bint ZiyƗd (Terés 1986: 203-204), que era hija del maestro de las letras ZiyƗd al-Mu’addib, conocido como el Educador de Alhama (Wádi al-Hamma) (Pérès 1953: 52 y 305; Cortés 2007: 22).61 Con ocasión de una incursión sobre Guadix en 1362, la Crónica de Pedro I en 1362 narra que llegaron a «…una tierra que dicen Val de Alhama…» próximos a la villa (López De Ayala 1780: 337), ya que efectivamente se llega al final del valle del río Alhama al cercar la ciudad por el noroeste.

Graena Los «Vaños de Alhama» que citaba Fray Diego de Guadix, o Alhama de Guadix, son los nombres como se conocía durante los siglos xvi y xvii el 59 Aunque no se puede descartar por completo que al-IdrƯsƯ en el nuzhat al-muštƗq citara otro lugar distinto de los analizados y que en la actualidad se encuentra perdido. En este sentido, más allá de los textos analizados, el único dato a contemplar es la localización actual del nombre de Sierra de Alhama a los montes en cuya vertiente sur dan curso al río Guaro.

60 Algunos autores han cuestionado la identificación del campamento de los ejércitos aragoneses en este último lugar (Rodríguez Lozano 1991: 344; Bertrand 2006: 37-38). 61 A pesar de que en general ha habido una tendencia a asimilar Graena con un topónimo árabe ǓilyƗna de la zona de Guadix, (Simonet 1860: 62; Al-IdrƯsƯ 1989: 263-266; Jiménez 1990: 49), parece que debe identificarse con Esfiliana (Rodríguez Lozano 1991), y efectivamente la situación que marca al-IdrƯsƯ (1989: 90) nos situaría este lugar antes de llegar a Guadix por el sur, no después al noroeste como se sitúa Graena. Señalamos también que Ibn Sa´Ưd diferenció h̙is̙n ǓilyƗna de qaryat Ǔamma.

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En todos estos textos no se menciona explícitamente el uso de las aguas termales, pero sí sabemos que estaban explotadas en un baño organizado en 1494 cuando Jerónimo Münzer nos aporta una importante descripción: «El 21 de octubre, saliendo de Guadix por caminos abruptos y montañosos, a distancia de una milla pasamos por unas termas abundantes de agua saludable y clarísima. Entrando en la galería subterránea, vimos bañarse a muchos sarracenos. Probé el agua y la encontré buena, templada y dulce. Me agradó el lugar, esmeradamente construido, porque los sarracenos gustan extraordinariamente de los baños» (Münzer 1991: 87). Un año después los Reyes Católicos dictarán unas ordenanzas sobre estos baños de las que destacamos que: «[…] el baño, que está camino de Granada se van a bañar muchas Moras del río Alhama, e otros logares de esta Ciudad…Primeramente; que todas, qualasquier persona, que se bañaren en el dicho baño, que paguen por cada vez, que se entraren a bañar, e bañaren cada persona tres blancas viejas. Otrosí: con condición, que si alguno viniere a bañarse a el dicho baño con necesidad de enfermedad, que trayendo cedula del Fisico, que tal persona no se pueda llevar derecho alguno; aunque se bañe todas las veces, que necesidad toviere de se bañar, y se bañare. Otrosí: que el dicho arrendador sea obligado de tener el dicho baño limpio, é reparado, así las bóvedas como las puertas de la vista de la Ciudad». Añadiendo que se venda o arriende el baño y las rentas se destinen a la ciudad de Guadix (De Paula 1913: 228-230). Respecto a los restos físicos del balneario, la descripción de su obra ruinosa a finales del siglo xviii nos permite saber que constaba de dos salas de baño, el Fuerte y la Teja, con sus respectivos sudaderos, y que a mediados de ese siglo sufrieron modificaciones que dividieron el espacio del segundo y zonas anexas en tres baños distintos además de construir una nueva sala (Ayuda 1798: 94; Saavedra 2008: 61-66). El análisis de una planta del edificio de principios del siglo xix permite situar estos baños: la sala noroeste dividida en tres (la Teja, la Tejilla y el Templado) y la suroeste (el baño Fuerte), con la nueva sala del siglo xviii aneja al muro sur de esta última (Martínez Ponce de León 1808; Saavedra 2008: 61-64) (Fig. 7). En el siglo xix hubo intensas remodelaciones que a pesar de añadir nuevos sectores a las instalaciones no modificaron demasiado la distribución de la zona nuclear. En 2002 se realizó una rehabilitación integral que ha transformado la funcionalidad de algunos espacios pero al parecer respetando lo fundamental de las salas, destacando que se ha recuperado el

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Fig. 7. Planta del balneario de Graena (Martínez Ponce de León 1808). En oscuro se aprecian las dos salas de baño, abajo el Fuerte y arriba la Teja, dividido en tres estancias.

espacio único abovedado de la sala norte. Aunque actualmente es difícil el análisis de las fábricas originales, se han dejado sectores de obras antiguas entre las que podemos ver que los muros son los mismos reutilizados, siendo, al menos el que limita el baño norte en su lateral este, de hormigón de cal medieval, posiblemente de los siglos xii-xiii. Más difícil es considerar medievales las bóvedas de ladrillo que apean en estos muros. Los restos romanos son abundantes en su entorno, atestiguados desde el siglo xix (Saavedra 2008: 31-32) y directamente al hacer obras en 1984 se encontraron en las inmediaciones del balneario. Se puede señalar que hay epigrafía romana de Graena (Díez 1992: 399), que en el museo Arqueológico de Granada se custodia un capitel romano y otro nazarí procedente de los baños (Díez 2014: 20) e incluso que algo más abajo del balneario se ha localizado una «importante villa» romana (Bertrand 2006: 28). Hoy en día son apreciables las basas, capiteles y columnas romanas en el entorno de los baños, lo que no parece justificar que se trate de un balneario romano (Díez 2014: 18-22).62 62 Queremos hacer una anotación sobre un topónimo citado por al-IdrƯsƯ, en el itinerario para llegar de Guadix a Granada. El itinerario es un puerto de montaña, actualmente conocido de la Mora y donde el geógrafo sitúa varios lugares, entre ellos

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Alicún de las Torres El «Vaño [sic] de Alicun» o Balneario de Alicún de las Torres se encuentra sobre el curso del río Fardes aguas abajo de Graena, a unos 22 kilómetros al norte de Guadix. La población de Alicún de Ortega, la medieval Alicún de las Torres, está situada a unos 12 kilómetros al norte del balneario sobre el curso del Guadahortuna, río que discurre en oblicuo al Fardes para desembocar ambos muy cercanos en el Guadiana Menor. Aunque en la actualidad el balneario se encuentra en el término municipal de Villanueva de las Torres, es esta una población creada en época moderna dentro de un señorío que desgajó también el balneario de su vinculación medieval con la población de Alicún. Hoy el balneario se encuentra fuera de las rutas principales de comunicación pero no fue así en época romana ni en la Edad Media. El curso del río Fardes fue importante en al menos una de las dos vías del Itinerario de Antonio que unían Acci (Guadix) con Cástulo, incluso posiblemente en las dos. Aunque no nos vamos a detener en esta interesante cuestión, ni siquiera en la posible situación de las estaciones de Bactara y Agatucci en un entorno más o menos cercano al balneario,63 destacamos que estas rutas estaban muy presentes durante los siglos ix-x, dado que era habitual que los ejércitos cordobeses las siguieran en sus incursiones hacia las zonas rebeldes de Almería y el oriente de Granada. Y también serán utilizadas en

la alquería de Agwa Far߼da (Al-IdrƯsƯ 1989: 84-85; Afrafarida en los textos de Conde 1799: 86-89; IdrƯsƯ 1974: 90-91; Blázquez y Delgado-Aguilera 1901: 42-43). Incluye la voz latina Aquae, como ya supusiera Simonet y le sugiriera Vallvé a Jiménez Mata; y para la segunda, que es también el nombre del río, se ha propuesto derivada del árabe «excelente» (Al-IdrƯsƯ 1989: 200-201; Jiménez Mata 1990: 49), aunque también podría pensarse en un término latino «frío». Se identificó con la Venta del Molinillo (IdrƯsƯ 1974: 90-91), donde nace el Fardes, lo que parece indicar que es un topónimo derivado de caput aquae. Relacionar este nombre con Graena pasaría por admitir que al-IdrƯsƯ, quien no recorrió este itinerario (Dubler 1965: 116), hubiera situado erróneamente el nombre a occidente de Diezma. Parece poco probable, dado que otro topónimo se vería afectado, ar-rataba, interpretado como «lugar de posta» o «guarnición» en relación con el castillo de Cabrera citado como Qabr߼ra en las memorias del rey zirí Abd AllƗh (Jiménez 1987b: 384-385; García Gómez y Lévi-Provençal 2005: 154), que ha sido localizado en los restos de una fortaleza que domina el Fardes al oeste de Diezma (Jiménez 1987b: 384; Malpica 1987). 63 A modo de introducción puede consultarse los siguientes trabajos que recopilan las problemáticas planteadas por los trazados: Blázquez et alii 1923; Marín 1988: 113-117; Díez 1992: 394-395; González Román 2001: 274-275; Alonso et alii 2013: 81-83.

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los hostigamientos cristianos que se dieron primero en el siglo xii y finalmente durante los siglos xiv y xv. Aunque son muchos los textos que nos permitirían estudiar los itinerarios nos restringimos a aquellos que citan Alicún. Esta parece haber sido la ruta seguida por la «Expedición de Tudmir» del año 896 cuando los ejércitos del emir Abd Allah después de asolar las tierras de Jaén, se dirigieron a la fortaleza de los BarƗǔila, después a Montesacro (Munt ŠƗqirMontejícar) y Buniol (al-Buniǔnjl-Arbuniel, posiblemente Viniolis), para seguir por al-Liqnjn (Alicún) hasta la zona de Guadix y de aquí al Levante: «En la fortaleza de al-Liqnjn sostuvo la caballería una escaramuza con sus moradores, venciéndolos y ganando muchas provisiones, muebles y caballos. Expulsó Ibn AbƯ ‘Abda a todos sus habitantes, que eran adictos a Ibn Had࡮Ưl, y la pobló de árabes y bereberes, fortificándola» (Ibn HҕayyƗn 1958: 164-165). Según la traducción de Guárieb de Ibn HҕayyƗn, un año después el ejército real siguió el mismo itinerario a la vuelta del sitio de Bobastro y el saqueo de su entorno: «pasando por Marchena, Monte Rey, Qasana, Medinat Sami en Guadix, Al H̙ama, la fortaleza de Morro, Peñol, Montesa, Huebca, entrando en la capital el día sábado, a los cuatro meses y diez días de su salida» (Ibn HҕayyƗn 1958: 172). Esta ruta no es una simple vuelta de Bobastro a Córdoba, dado que pasarán por Guadix, lo que nos permite identificar Marchena con la plaza de la taha almeriense, Peñol (Baniul) con Arbuniel y Montesa con la antigua Mentesa, la Guardia de Jaén, completando el clásico itinerario (Vidal 2004: 171). De ser correcto este texto, esta al-H̙ama solo puede ser uno de los balnearios de Guadix y en concreto Alicún, que como hemos visto no ha sido citada a pesar del ser el mismo itinerario que la expedición del año anterior que sí lo hizo. Sin embargo Vallvé, al utilizar la edición de Antuña, considera que esta expedición se realizó en el 906 y el ejército omeya pasa por Bobastro, MaršƗna, Munt Rnjyo, Fiñana (FinyƗna), Guadix, Albuniel (Al-Buniynjl) y Mentesa (Vallvé 1981: 224), pero el profesor no cita ninguna al-H̙Ɨmma. La ruta estuvo muy activa durante los conflictos del siglo xii. Será utilizada por Alfonso el Batallador en su incursión del 1126, que para llegar a Guadix desde Úbeda y Baeza, pasará por Alicún (García 1988: 6-7; Quesada 1991: 175).64 64 Al-‘Ud࡮rƯ en el siglo xi señala el itinerario de Córdoba a Almería y Pechina por Jaén, y entre esta última y Guadix sitúa tan solo Munt ŠƗqir, la actual Montejícar (Sánchez Martínez 1976: 48-49), lo que nos lleva al trazado occidental de la vía Augusta, coincidiendo con la mayoría de textos árabes. Sin

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A mediados de ese mismo siglo Alfonso VII de Castilla, aprovechando la revuelta general contra los almorávides y la lucha de estos contra los almohades, y además aliado con Ibn Mardanish, invade Andalucía. Entre 1144 y 1157 llega a entrar en Córdoba y tomar las plazas de Andújar, Baeza, Úbeda e incluso Almería, entre otras (Huici 1959: 66). En 1157 el avance almohade consigue recuperar Almería, Baeza y Úbeda mientras Ibn Mardanish se retira a Murcia y Alfonso VII a Castilla, donde muere en agosto de ese año (Huici 1959: 78-80). Dos textos castellanos de los siglos xii o xiii, nos dicen que en esta coyuntura «El emperador dio Alicún al rey Lobo a cambio de Uclés; al morir Alfonso VII en el puerto del Muradal…» (Rivera 1980: 37). Y es que la colaboración entre ambos reyes se traducirá en el reconocimiento al rey taifa de plazas como Andújar, que en 1165 aún está en manos murcianas (Huici 1959: 70) y posiblemente de otras del territorio jienense. De hecho a partir del año siguiente Ibn Mardanish emprenderá acciones que le llevarán a tomar el control de Jaén, Úbeda y Baeza e incluso sitiar Granada y Córdoba. Esta situación, unida al control que tenía de Guadix, ayuda a entender mejor que la plaza de Alicún que canjeó por Uclés debe ser la granadina frontera con Jaén y no Alicún de Almería. Tras los avances cristianos de los siglos xiii y xiv la población quedará en una situación de frontera, siendo famosa la batalla de Alicún (1311 o 1315) o de WƗdƯ Furtnjna (Guadahortuna, 1316) según las fuentes cristianas o árabes (véase Vidal 2004: 173-174). En 1433 la población caerá en manos castellanas según nos transmite al-Basti: «Y de lo que compuse cuando tuve noticia de que el enemigo infiel se apoderó del castillo de Alicún, uno de los castillos de Guadix —tornénosla Dios— el viernes 23 de du-l-qa da, año 836» (sábado 11 Julio de 1433) (Charouiti 1997: 108). A partir de esa fecha la plaza estuvo en ocasiones en manos nazaríes y otras en manos castellanas. En 1462 la crónica de los Hechos del Condestable don Miguel de Lucas Iranzo relata una expedición que saliendo de Jaén se adentra en el Cenete y a mitad de camino: «E otro día, miércoles, a ora de misas, llegó a una ribera que se llama Alhama, do reposó, descansando e ordenando sus gentes…» (Mata 1940: 78-80). Un

embargo, la identificación de los lugares citados en esta ruta por al-IdrƯsƯ para la primera mitad del siglo xii provoca muchos problemas (Al-IdrƯsƯ 1989: 85-86, 217-224) y en ningún caso parece corresponderse ni con las estaciones romanas ni con los núcleos de población medievales que conocemos.

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análisis del relato de las jornadas permite comprobar que dicha Alhama es el balneario de Alicún.65 Sobre cómo era el balneario medieval poco podemos decir, dado que las obras contemporáneas parecen haber borrado todo resto alzado salvo una rústica cámara pétrea abovedada que recoge el agua de uno de los manantiales. Ya se le denominan baños con los Reyes Católicos y en 1570 se constituye un mayorazgo en el que se cita una hospedería, hornos, cuadras, etc. (Vallejo 1993: 538). En esa época contaba con dos albercas para poder diferenciar sexos (Francés y López 2009: 570). Madoz nos habla de ruinas de bóvedas, balsas y ermitas (Madoz 1850: 28). En el entorno de los baños son muy abundantes los restos prehistóricos y romanos, pero, para el caso que nos ocupa, de especial relevancia es la existencia junto al balneario, en una meseta elevada respecto al entorno aunque a cota del balneario, de estructuras con niveles de destrucción aparentemente violentos, que por los materiales que hemos observado no llegaron a época califal.66 Por tanto este establecimiento estuvo envuelto en los convulsos acontecimientos de finales del emirato. La fitna suele concluir en «abandonos» de los yacimientos altomedievales y cambios de ubicación de poblamiento (Malpica y Rodríguez 1996: 113), en correspondencia con el sometimiento a la obediencia, represalias y obligaciones de «bajar al llano» que finalmente con ‘AbarrahҕmƗn III en el 926 sufrieron muchos asentamientos rebeldes de la zona (Ibn HҕayyƗn 1981: 154). Para el caso de Alicún se dio ya en el 896 con la expulsión de sus habitantes y la repoblación de árabes y bereberes (Ibn HҕayyƗn 1958: 165). Quizás estos hechos explican parte de la escasa transcendencia que tendrán sus aguas termales en los siglos posteriores. Por último, creemos necesario llamar la atención sobre el nombre de Alicún, al-Liqnjn de los textos árabes. Como hemos visto existe otra población en Almería con fuente termal y ese nombre, que a pesar de la posible identificación con la H̙amma Waštan de al-IdrƯsƯ ostenta otro nombre que no es creación del siglo xvi. Quizás ambos se puedan relacionar con uno de los nombres medievales de Alhama de Murcia, LaqwƗr o H̙Ɨmma Bi-LaqwƗr (o B.l.q.wƗr), atesti65 La otra posibilidad es que se refiera al río Alhama cerca de Graena, pero las distancias no coinciden y resulta poco verosímil que en un lugar tan poblado y tan cercano a la ciudad de Guadix permanecieran «mill e docientos de cauallo e tres mill onbres de pié» sin ser descubiertos. 66 Se observan con claridad en un corte realizado por la carretera que da acceso al balneario.

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Fig. 8. Balneario de Alicún de las Torres.

guados en al-‘Ud࡮rƯ, Ibn SƗhib Al-Salá y al-QazwƯnƯ (Vallvé 1972: 177; Ramírez 1997: 549; Pocklington y Carmona 2008: 64-65). Para el caso de LaqwƗr se ha planteado su raíz latina (Matilla 2006: 177), especificada en una interpretación del profesor González Blanco como derivada de aquarum (Baños 2006: 82), que coincide con la planteada por Alfonso Carmona (Pocklington y Carmona 2008: 65) (Fig. 8).

7. OTROS LUGARES TERMALES DE GRANADA En el entorno de Granada se encuentra La Malahá, a unos 15 kilómetros de la ciudad, y sobre dos manantiales que manaban a 31 ºC y 27,5 ºC (Solsona 1824: 215-217) hubo un aprovechamiento balneario en el siglo xix. El topónimo deriva de la salina en árabe (al-MallƗh̙a) cuya explotación existió con seguridad desde época nazarí y posiblemente romana. El entorno arqueológico es muy rico, con abundantes restos prehistóricos, romanos y medievales (Casado et alii 1997: 288-290), y en una de sus fuentes y en sus cercanías se han practicado excavaciones

arqueológicas. Aunque la documentación medieval y la inmediata a la conquista tan solo cita las salinas, el Libro de Apeos de 1572 ya habla de su aprovechamiento balneario y la posterior derivación del agua hacia una alberca (González y Buendía 2004: 481). Sobre una de las fuentes hay un depósito con bóveda de cañón absidiada que por lo general, sin muchos argumentos, se suele atribuir a época romana. A comienzos del siglo xix este depósito estaba encerrado en un torreón o cubo (Solsona 1824: 214-215) y fue dividido en dos estancias en 1854, una para hombres y otra para mujeres (Calleja y Vicario 1888: 11).67 El derribo de parte de las instalaciones dejó ver un «baño pequeño» junto al depósito anterior, una pequeña alberca de sillares que según los datos de una intervención no publicada debería datarse como mínimo en época nazarí (González Martín et alii 2001).68 Puede tratarse del sudadero citado por Solsona (1824: 67 División que por ser de sillares en ocasiones se ha datado en época romana. 68 Agradecemos al autor principal el habernos autorizado la consulta de este informe.

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214) que en 1850 estaba cubierta solo por encañado al derruirse su bóveda de ladrillo (González y Buendía 2004: 481). Próximas a esta estructura existió en los siglos xvi-xviii una piscina semicircular (González y Buendía 2004: 481-483). El circuito se cerraba con la gran alberca que existe en la actualidad. El entorno presenta abundantes restos de la edad del bronce, ibéricos, romanos y medievales, destacando un gran edificio «de almacenamiento» de los siglos x-xi contiguo a los baños y también se documentan usos durante época almohade (silos) y nazarí (materiales) (Rodríguez Ariza 2001; González et alii 2001; González y Buendía 2004). Sin duda estamos ante un yacimiento muy complejo, con abundantes hallazgos también en relación con las salinas (Casado et alii 1997: 290) y del que aún falta por saber, pero que ante las pocas de citas textuales, la reutilización de edificios conservados en alzado y las descripciones del siglo xix, podría llevarnos a una imagen muy reducida. Ahí la arqueología tiene que hablar y también la perspectiva termal, preguntándose por ejemplo sobre la posibilidad de un edificio de alojamiento (funduq) en relación a los restos arqueológicos citados, tal y como fue habitual en los balnearios (Fig. 9).

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y una alquería altomedieval (Casado et alii 1997: 293-294). En Zújar (38º C) cerca de Baza (Granada) hubo un balneario romano (Díez 1992: 396-397), pero no hay ningún texto andalusí que asegure que existió un aprovechamiento termal de complejidad. Si por un texto pudiera ser reconocida su fuente termal como alh̙Ɨmma (Molina Martínez 1983: 82), tanto al-Qazw૖nƯ como al-HҕimyarƯ, así como al-ZuhrƯ, nos relatan sucesos extraordinarios en relación a vapores minerales que deben proceder de este lugar termal (Al-HҕimyarƯ 1938: 57; Aguirre y Jiménez 1979: 46-47; Roldán 1992: 35). Quizás porque Vincente Lampérez hiciera referencia a las «aguas de Benzalema» de la época de los Reyes Católicos (Lampérez y Romea 2012: 468), castillo del que debieron de depender, Cressier afirma que estaban en explotación en el siglo xv (Cressier 2006: 184), lo que tiene muchos visos de ser así dado que a comienzos del siglo xvi estaban arruinados y pertenecían a Baza, siendo gratuitos (Castillo 1998: 61).69 Posiblemente el uso andalusí de sus aguas termales fue preferentemente local y realizado sobre las instalaciones romanas.

8. TERMALISMO ANDALUSÍ EN FORTUNA (MURCIA)

Fig. 9. Croquis de las estructuras medievales de La Malahá, Granada (plano base de Rodríguez Ariza 2001 y González et alii 2001).

En la provincia de Murcia se explotaron con sentido balneario al menos las aguas de Alhama de Murcia y Fortuna, mientras que desconocemos si se aprovecharon igualmente las de Archena y Mula.70 El balneario de Alhama ha sido excavado, principalmente por José Baños, proporcionando importante información de su origen romano al que corresponden las salas reutilizadas en época medieval y a cuyo estudio en este mismo volumen remitimos. Pero queremos destacar un importante texto de al-QazwƯnƯ (siglo xiii) que describe el baño: «B.l.q.wƗr: Es una aldea de TudmƯr, en al-Andalus. En ella hay unas termas (‫ۊ‬amma) excelentes y saludables. Tienen una sala

A unos 10 km de Granada se encuentra el balneario de Sierra Elvira (32º C), a menos de 1 km de la ubicación de la mezquita de la ciudad de Medina Elvira, capital de la provincia homónima hasta el siglo xi. Allí en 1888 Manuel Gómez-Moreno señaló el hallazgo de restos romanos y árabes, incluso practicando excavaciones (Gómez-Moreno 1888), aunque más recientemente los escasos restos localizados no fueron considerados como un balneario sino como villas que pudieron aprovechar las aguas termales

69 En Huéscar, a 40 kilómetros de Baza se encuentra la laguna de Fuencaliente (19 ºC), que presenta gran abundancia de restos arqueológicos a su alrededor, desde época ibérica, romana, un cementerio andalusí (Fresneda et alii 1993; Rodríguez Ariza et alii 2001; 188-189), e incluso a través de las fichas de Patrimonio Inmueble de Andalucía (IAPH) vemos que hubo una instalación de los siglos x-xi. 70 Además de la explotación de las aguas termales hay que llamar la atención sobre las ruinas romanas, árabes y modernas desenterradas por Mariano Fontes en el siglo xix junto al mar en los Alcázares. La planta y las descripciones apuntan a la existencia de un complejo balneario fundamentado en las aguas del mar.

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cubierta (dƯmƗs) exclusiva de los hombres, y otra solo para las mujeres. El manantial está en la sala de los hombres y de él sale agua con tanta abundancia que basta para las necesidades de las dos salas, y sobra para dedicarla a regar los cultivos de la aldea» (Pocklington y Carmona 2008: 64). Pero si fuera por las escasas evidencias textuales no consideraríamos Fortuna (43,6º a 52,1 ºC) como una explotación balnearia andalusí, mientras que la arqueología viene demostrando que hubo una instalación de importancia que reutilizó las anteriores romanas. Aunque aún tenemos información parcial, como posibles estructuras de baño podemos señalar el propio ninfeo romano, por cuya parte central manaba la fuente para desembocar en una piscina abierta. Las excavaciones mostraron cómo en época andalusí la piscina no se encontraba colmatada, pero además documentamos que en el siglo xii se realizaron pequeñas y toscas obras en la capilla norte directamente sobre el desbaste romano de la roca. De la piscina las aguas eran conducidas ya en época romana a un pequeño receptáculo situado a 15 metros al este. Este espacio, de apenas 2,4 x 4,4 metros, fue acomodado en época andalusí recreciendo los muros, situando pilastras adosadas y una bóveda de ladrillo que encontramos derruida, hecho que debió acontecer en el siglo xiii, posiblemente en su segunda mitad. Anexo al depósito, a cota superior unos 2 metros, documentamos muy parcialmente un gran edificio de patio central y dos crujías a su alrededor, con unas dimensiones de planta de 12 x 18 metros pero que pudieron ser bastante mayores, construido entre finales del siglo xi y la primera mitad del xii y perdurando hasta la conquista cristiana. Se encontraba muy arrasado a nivel de cimentación por la instalación del balneario del siglo xvii sobre él, pero pudimos documentar parte de los muros de hormigón cal de dos de sus crujías, la oeste y la norte de menor longitud, con anchuras ambas de 3,5 metros. La norte presenta en su extremo oeste dos atajos que configuran un vano, centrado en origen y descentrado por una reforma. Desde esta alcoba se podía acceder, al parecer por una rampa, a la piscina romana. Desconocemos con certeza cuales eran las instalaciones de baño pues si bien tanto la piscina como el depósito, situados prácticamente subterráneos con respecto al entorno, fueron susceptibles de utilizarse, no descartamos la existencia de otras construcciones siguiendo el curso hacia el este. De considerarse el depósito como baño, dadas sus reducidas dimensiones, se asemeja más a un baño privado que a las amplias estructuras que conocemos de los baños públicos.

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Para el edificio anexo, las dimensiones de su planta y los paralelos de otros balnearios en principio nos hicieron suponer que se trataba de un funduq. Sin embargo la planta descrita, acompañada de la escasa anchura de los muros (0,5-0,6 m), ausencia de divisiones internas que hubieran facilitado crear compartimentos, etc., apuntan a una configuración más cercana a un edificio residencial que a una hospedería (Fig. 10 y 11). Sin embargo, como comentábamos, no existen textos andalusíes que nombren a Fortuna. Si sabemos que en 1295 formaba parte de un señorío en manos de la familia hudí, descendientes de los últimos reyes musulmanes de Murcia, siendo entonces obligados a venderla (Torres Fontes 1961: 59; 1968: 68-69). Aunque no podemos asegurar que los baños fueran propiedad real con anterioridad, extraña que una fuente termal con las características de Fortuna y además «urbanizada» al menos desde el siglo xii no fuera citada por ningún texto árabe, cuestión que es más comprensible si se tratara de una propiedad particular. Aunque desde el siglo xviii hubo intentos de relacionar los baños termales con otros nombres árabes, esas identificaciones fueron erróneas y Fortuna debe ser la denominación que tuvo en época andalusí. Es significativo que tras el levantamiento del Albaicín los mudéjares murcianos se convierten al cristianismo en 1501 y en particular los de los Baños de Fortuna cambiaron el nombre de la población a Santa María de los Baños, cuestión que no fructificó (Lillo y Lisón 2002: 70-73; Torres Fontes 2005: 188). Obviamente el nombre de Fortuna es latino y con mucha probabilidad romano y en relación con la deidad, pero queda por demostrar su verdadera relación con el balneario. Aunque el culto a Fortuna Balnearis se relaciona con las aguas medicinales y la salud y está bien atestiguado en Hispania (Oró 1996: 116-117; González Fernández 2003), no aparece mencionada en los textos de la Cueva Negra, santuario cultual del balneario donde se citan diversas deidades (González Blanco 1996). La falta de relación directa del topónimo con el santuario romano nos hace plantearnos las posibilidades de un origen medieval en relación con un nombre propio romance.71 Aunque no conocemos ningún

71 Solo conocemos otro ejemplo de este nombre en la toponimia andalusí, en Granada, un pueblo y sobretodo el río que cruza su término municipal, con el nombre de Guadahortuna, compuesto por un término árabe y otro romance. El río ya fue identificado por Simonet con el WƗdi Furtnjna que Ibn al-JatҕƯb sitúa «en los alfoces de Guadix» (Simonet 1860: 61; Terés 1986: 298) y donde en el año 1316 el infante Pedro de Castilla venció a los nazaríes.

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Fig. 10. Balneario de Fortuna (Murcia), fase andalusí (reutilizando estructuras romanas, 2004).

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Fig. 11. Sección del depósito y crujía norte del edificio andalusí del balneario de Fortuna (2004).

Furtnjn relacionado con Murcia, como nombre propio en al-Andalus, siendo poco frecuente y con apelativo que indica un origen no árabe, está documentado.72 La falta de citas en los textos andalusíes, el nombre con remota posibilidad de relacionarse con un personaje, que el territorio, incluidos los baños, fuera propiedad real tras la conquista y que las estructuras medievales presenten similitudes a una residencia de envergadura en un ambiente rural, parecen converger en que nos encontramos con una almunia de uso privativo. Esperamos que futuras excavaciones puedan aportar más datos sobre la etapa andalusí para confirmar o desestimar su carácter privado e incluso real.

9. DISCUSIÓN. HACIA UNA VISIÓN DE CONJUNTO Promoción y organización de los balnearios La fabricación de unos baños, cualesquiera que sean, supone un desembolso económico inicial muy grande que suele ser fruto de la acción de un gran personaje. Sobre la construcción de los balnearios contamos con muy pocos datos pero creemos que

72 Se constata ampliamente en los Bannj QasƯ, familia muladí que durante los siglos viii-ix gobernaron amplios territorios de la marca superior, siendo famoso el tormento en el 939 del último rebelde a Córdoba de esta familia (Ibn HҕayyƗn 1981: 334). Un ulema de Guadalajara constatado en el año 940-941 se llama Muhҕarnmad b. Furtnjn al-MadynjnƯ (Marín 1995: 207, 227), a mediados del siglo xi un cadí de Zaragoza es Muhҕammad b. ‘Abd AllƗh b. Furtnjn, Abnj ‘Abd AllƗh (Fierro 1992: 109, 120-121), en el siglo xii Ynjsuf b. Furtnjn es un experto en gramática y lengua árabe de Santarén (Rodríguez Gómez 1993: 242; Vizcaíno 2002: 75) y ya a mediados del siglo xiii en Ceuta se documenta un ulema de nombre Ahҕҕmad b. Furtnjn, que al parecer fue maestro de Ibn al-Zubayr y murió en Fez en 1261 (Ávila 1990: 175; Vizcaíno 2002: 46; Carballeira 2002: 209).

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hubo una estrecha relación con los gobernantes. En algunos casos tenemos citas directas mientras que en otros lo inferimos por la monumentalidad de las construcciones o por el uso de las aguas por parte de los monarcas.73 Igualmente sobre cómo estaban organizados los balnearios no contamos con muchas evidencias, pero los textos ya expresados sobre los balnearios del sureste y otros que a continuación trataremos apuntan a que eran considerados un bien público objeto de obras pías. Para los primeros siglos islámicos contamos con alguna evidencia de la relación de los gobernantes con los lugares termales, aunque ninguna evidencia el uso en un sentido balneario.74 Es en época taifa cuando en al-Andalus queda manifiesta una fuerte vinculación entre la construcción o el período de esplendor de estos balnearios y los gobiernos locales de las ciudades cercanas. A la construcción de un balneario por JayrƗn de Almería (Pérès 1953: 147) que quizás refiera al complejo centro de Sierra Alhamilla, hay que añadir que según Ibn Zaydnjn el rey de Sevilla al-Muǥtadҕid (siglo xi) iba con su harén frecuentemente a unos baños termales de los alrededores de la ciudad a curarse el reuma, y que eran «de construcción sólida, con mármol que tenía el fulgor del relámpago» y también que en ellos había una estatua a la que le dedicó unos versos (Pérès 1953: 336 y 341). Presumimos que la asistencia real al balneario debió realizarse en unas condiciones óptimas para ello, que debieron requerir la adecuación de sus instalaciones. La dinastía nazarí solía viajar a Alhama de Granada y la utilizó de residencia (Cressier 2002: 46). El baño islámico, a pesar de su arcaísmo, presenta unas características que se alejan de las modestas y funcionales que podemos encontrar en un baño rural, 73 Cressier, a pesar de un inicial escéptico planteamiento de este asunto (1997: 523), reconoció que en algunos casos, tanto los restos como las descripciones de los textos solo tenían equivalentes en los edificios marcados por la intervención del soberano (2002: 50). 74 Es posible un interés de la «República» de Pechina en las aguas termales de su entorno ya desde el siglo ix, dado que será entonces cuando se funde h̙isn al-H̙Ɨmma. Al-HҕimyarƯ, sobre Sierra Alhamilla nos aporta una leyenda, ambientada al parecer en el siglo viii o incluso en época preislámica, transmitida por los «Chrétiens», sobre la llevada de aguas termales a la ciudad Urš al-YamƗm y el acceso a la soberanía de este territorio, que se engloba en un tipo de relatos muy estandarizados que trascienden las fronteras y el tiempo (Al-HҕimyarƯ 1938: 50; Depelch 1995: 69; Cressier 2006: 167). En las mismas fechas Omar Ben Hafsnjn, caudillo rebelde a Córdoba, se encuentra en Alhama de Granada. Pero más allá de las aguas termales, Alhama de Granada era una posición estratégica y defensiva, mientras que Sierra Alhamilla, si a ella se refiere la mención a h̙isn al-H̙Ɨmma, ofrecía recursos mineros de los que tenemos testimonios desde el siglo x.

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en él es evidente la actuación de los monarcas, pensaba Torres Balbás que de Ynjsuf I (1333-1354) (Torres Balbás 1949: 158). Quizás por ello dijo en 1494 Jerónimo Münzer que «Construyó el rey de Granada tan noble edificio de mármol» (Münzer 2002: 139).75 Para fuera de al-Andalus recogemos algunas evidencias dispersas que parecen indicar que efectivamente los monarcas jugaron un papel muy activo en la construcción o adecuación de las instalaciones. Así, ya en el siglo vii el primer califa omeya de oriente restauró el balneario de Gadara (Israel);76 en el siglo xii un emir construyó los baños en Cefalá Diana (Palermo, Sicilia);77 en Mawlay Ya’qnjb (Fez, Marruecos) un balneario podría remontarse al emir almohade Ya’qnjb al-Mansҕnjr (1184-1199) (Cressier 2006: 183-184). En la medieval Hawlan, actual SƯdƯ HarƗzim (Fez, Marruecos), el sultán meriní Abnj-lHҕasan ‘AlƯ (r. 1331-1354) construyó una gran bóveda sobre la cisterna termal (Cressier 2006: 186), intervención que es acorde con lo que nos transmitió León el Africano (principios del siglo xvi) sobre este lugar: «Hay fuera de ella un balneario de aguas muy calientes, donde el cuarto soberano de los meriníes, Abulhasen, hizo edificar un bello palacio. A él suele acudir el señorío de Fez, una vez al año por el mes de abril, para echar cuatro o cinco días de ocio, pese a ser un lugar de lo más atrasado, y su gente, baja y sobremanera avariciosa» (León Africano 2004: 285) (Fig. 12). Sin descartar que en algunos casos estas intervenciones se realizaran para el uso privativo de los monarcas, los datos apuntan a que en los centros termales principales no se restaron derechos de uso a quienes precisaran el uso de las aguas. Aunque los baños artificiales podían ser privados (propiedad de personas, mezquitas y fundaciones piadosas), funcionando como un negocio al que debían pagar los clientes por acceder, algunos baños eran gratuitos y eran mantenidos por las rentas de otros establecimientos (Epalza 1989: 22; Pavón 1990: 339). Un ejemplo significativo de cómo podían funcionar estos casos nos lo proporciona Ibn Batҕtnjҕ tҕa «Partimos de Qastamuniya 75 Rodrigo Méndez transmitió que rentaban quinientos mil ducados «a los Sarracenos» (Méndez 1675: 96-97). 76 El famoso balneario romano y bizantino, tras un terremoto, en el 662 fue restaurado por el califa omeya Muawiya (r. 661-680), según dejó constancia una inscripción griega allí hallada (Cotton 2009: 364-365). 77 Construidos durante el gobierno arabo-normando, que hasta el siglo xviii conservaba una inscripción que citaba a un emir como constructor (Guichard y Poisson 1992: 587), en la actualidad se ha conseguido leer un nombre, Muhammad, y la parte final de la bismala (Bagnera 2000: 57).

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Fig. 12. Dibujo del baño de Cefalá Diana (Palermo, Sicilia) según Girault de Prangey (Ryolo 1971: 25).

y paramos en una aldea. Hospedándonos en una gran zagüía, de las mas bellas que he visto en este país; la construyó en penitencia un gran emir, llamado Fajr ad-DƯn. Puso a su hijo a su cuidado y como patrón de los faquires que hay en ella. Las alfardas de la aldea van a para a los hábices de esta zagüía. Frente a ella edificó unos baños, para que los viajeros y caminantes pudieran entrar en ellos sin pagar nada» (Ibn Battnjta 1981: 409). Este texto da luz sobre el funcionamiento del conjunto rural de la zawiya, baños y rentas de la aldea, todo incluido en unos mismos bienes hábices (religiosos): la zawiya es construida como una obra piadosa por el emir el cual dio las rentas de la aldea también para su sostenimiento y el de los baños, que son gratuitos. Según García Campra, tras la conquista el balneario de Sierra Alhamilla se donó a la Iglesia en calidad de bienes hábices (García Campra 1989: 195). Apoyando esto todas las informaciones concurren en que los baños termales eran gratuitos (Cressier 1997: 525) y ningún texto nos dice lo contrario. Parece ser el caso de Sierra Alhamilla dado que el texto de IdrƯsƯno nombra el costo de los baños pero sí el del alojamiento y sustento, dando la impresión de que el baño es gratuito y que quizás se sostenía con el alquiler de las habitaciones (IdrƯsƯ 1974: 192). Abd alBƗsit en el siglo xv lo dice expresamente para Alhama de Granada (Levi della Vida 1933: 320). En Graena las ordenanzas que dictaron los Reyes Católicos en 1495 establecían que los baños eran gratuitos si el uso era por vía de la medicina (De Paula 1913: 228230). De manera indirecta podemos sospechar que todos los del antiguo Reino de Granada respondían

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a lo mismo, acceso gratuito por su carácter médico (García Arenal 1975: 73).78

Instalaciones En aquellas fuentes termales cuya temperatura era superior a 30 ºC es habitual que en la Edad Media se acondicionaran complejos de baños que quedaron en la mayoría de los casos en entornos rurales.79 La habitual presencia de restos romanos de envergadura en el entorno de las fuentes termales pudo fundamentar la organización del balneario e incluso, en algunos casos, podemos constatar el aprovechamiento directo de sus infraestructuras (Alhama de Granada, Alhama de Murcia y Fortuna). Pero ya sea por reaprovechamiento de salas y piscinas antiguas o por la erección de nuevos edificios, los datos apuntan a que existió una cierta normalización en la configuración balnearia andalusí, que la diferencia de la que existió en los artificiales. Como principio general que rige en la organización se repite la existencia de dos salas de baño cubiertas destinadas a la diferenciación sexual,80 lo que supone una sustancial diferencia con los artificiales.81 Otro principio es la circulación del agua que condiciona la disposición de las salas. La ubicación de la surgencia o pozo y la necesidad de mantener el calor, 78 De Fortuna sabemos que los baños eran gratuitos y de libre acceso para sus vecinos a comienzos del siglo xv, ya que en el Asentamiento de Fortuna a Lope García de Zafra del 29 de marzo de 1404 se dice «…todos los vezinos et moradores de la dicha çibdat (Fortuna) et de cualesquier logares de la comarca que fueren o quisieren yr a los bannos de la dicha Fortuna a se bannar, que lo puedan fazer francamente et quita et libre que non paguen derecho nin tributo alguno a la dicha çibdat nin al dicho Lope García nin a otro alguno que assensare la dicha heredat de Fortuna. Et esto porque es honrra de la cibdat» (Torres Fontes 1968: 95). 79 La ausencia de núcleos de poblamiento en relación física directa con el balneario pudiera deberse a una concepción del lugar como curativo por su fuente y también por un entorno natural saludable, debe existir un ambiente propicio para la curación. 80 Además de los ejemplos que hemos ido exponiendo, hay que señalar la existencia de un baño termal árabe en Montanejos (Castellón), que aunque muy cubierto por la vegetación, es una obra de mampostería de dos salas que al parecer se cubrieron por una bóveda única. Fuera de al-Andalus nos encontramos las mismas descripciones de dos salas, una para hombres y otra para mujeres, tanto en unos baños de Hammat Tiberias como en la descripción que hemos visto de Bursa (Ibn Battnjta 1981: 157 y 398). 81 En ellos lo habitual es que existan unas instalaciones únicas para hombres y mujeres, repartiéndose el uso según un horario. Excepcionalmente en el Islam medieval se construyeron baños para mujeres e incluso dobles, aunque no se conocen para al-Andalus.

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en la mayoría de los casos sitúa el emplazamiento de los baños sobre la misma. Las salas de baño suelen extenderse siguiendo el curso del agua, ya sea el natural o esté condicionado por posibles obras romanas previas. Suelen ser de planta rectangular y se sitúan alineadas, como en Alhama de Granada, en Graena y así parece que nos las describen al-QazwƯnƯ y Bedoya en Sierra Alhamilla;82 no están anexas compartiendo los muros de carga como frecuentemente sucede en los baños artificiales. En algunos casos de aguas de elevada temperatura pudiera existir entre el manantial y las salas de baño un depósito, quizás abierto, que permitiera enfriar el agua.83 El agua mana o primeramente se dirige al baño de los hombres y después al de las mujeres. Esto supondría un descenso de la temperatura de una sala a otra, que suponemos escaso, y a este respecto son pocos los datos sobre la existencia de salas frías o templadas. Si sabemos que en época moderna las salas de baños tenían salas previas con rebancos conocidas como sudatorios. En Sierra Alhamilla sin embargo si hemos visto que existió un tercer baño, con una temperatura menor conseguida mediante un abastecimiento de agua fría. Parece que fue añadida a las dos anteriores y quizás tenga relación con la elevada temperatura de este manantial (52,5 ºC). Para Alhama de Granada contamos con la confusa referencia a baños calientes y fríos.84 En los edificios de baños se acumulaba el agua en una piscina central destinada a la inmersión85 y unos andenes perimetrales, quizás con gradas, permitían la circulación y el asiento. Sin embargo conocemos muy poco sobre ellos, pues el baño de Alhama de Granada permanece como ejemplo aislado y tardío para al-Andalus.86 Estas instalaciones de baño pudieron complementarse con grandes piscinas abiertas, pero no tenemos 82 Igualmente se sitúa la cámara abovedada de Fortuna. No ocurre así en las salas romanas de Alhama de Murcia. 83 Como parece derivarse de la mención de al-HҕimyarƯsobre Sierra Alhamilla de la existencia de un «bassin» previo a los baños (1938: 49-50), y quizás a esto responde la conservación de la piscina romana de Fortuna sin edificación. 84 La utilización parafraseada de Simonet de los textos de de Ibn al-Jatib dificulta la lectura crítica a quienes desconocemos la lengua árabe (Malpica 2004: 273). 85 Supone otra importante diferencia respecto a los baños artificiales, que funcionan como una sauna húmeda en la que había agua almacenada en piletas y a la que se accedía principalmente por medio de cubos. 86 Quizás el baño termal de Cefalá Diana (Sicilia), un edificio arabo-normando de la segunda mitad de siglo xii (Bagnera 2000: 71) pueda aportarnos datos sobre cómo pudieron ser los baños andalusíes de épocas anteriores.

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referencia textual ni dato arqueológico que lo aclare. En fuentes termales del sureste de explotación más local que los grandes balnearios, dado que de manera tradicional el baño se ha realizado en grandes piscinas abiertas, se supone que así pudieron ser sus instalaciones (Cressier 2006: 157-162, 198). Observamos que también en los grandes balnearios suelen existir estas grandes albercas tras el circuito de los baños, con el propósito fundamental de enfriar el agua para el riego. Dijo al-BakrƯ (siglo xi): «El sabio es como las aguas termales (ka-l-hamma): las gentes de lejos vienen a ellas y los que viven junto a ellas no les hacen caso» (Pérès 1953: 58). En los balnearios andalusíes, dada su ubicación rural y la asistencia de viajeros y enfermos, a veces desde largas distancias y en ocasiones con estancias prolongadas, debió facilitarse el alojamiento. Los textos sobre Sierra Alhamilla nos hablan de la existencia de hospederías y tenemos el grabado del existente en Alhama de Granada. El funcionamiento de estos fanƗdiq (plural de funduq) debió ser similar al que sabemos que realizaban en las ciudades, para el alojamiento de viajeros y comerciantes, con una parte inferior para caballerizas y una superior para alojamiento. Además estas instalaciones suelen relacionarse con baños, tanto en entornos urbanos como rurales.87 Parece ser habitual que estos edificios anexos se encuentren a cota superior que los baños en sí. Esto parece explicarse por la topografía, que por lo general se encuentra hundida en la zona del manantial y su curso y es allí donde suelen construirse los baños, mientras que los edificios auxiliares se situaban a una cota superior en las márgenes del cauce. 87 Posiblemente existieron casos donde esta relación fuera físicamente muy estrecha, solución atestiguada en las mansio o estaciones romanas situadas en los caminos, que solían incluir baños como parte del servicio ofrecido a los viajeros (Chevallier 1997: 281-291). Y más en concreto pueden señalarse los balnearios romanos de Fortuna y Archena (Murcia), con hospederías asociadas (Egea et alii 2003: 137). Y posiblemente es en el mundo rural andalusí donde debió de darse una relación más estrecha de ambos establecimientos, denominados por lo general también manzil (pl. manƗzil) y que ha dejado numerosos testimonios en la toponímia (Vernet 1959: 568; Oliver Asín 1974: 21, 32 y 118-119). Al-IdrƯsƯcitará numerosos manƗzil, además de las alquerías que cuentan con fanƗdiq y baños, como dijimos normalmente citados juntos. Ibn Batҕtҕnjtҕa, en cada parada que realiza alojándose en uno de estos establecimientos toma un baño, aunque también muestra que el alojamiento igualmente podía realizarse en un ribat, una madrasa o en una zawiya, caso documentado para el aprovechamiento de las aguas termales de Bursa (Ibn BatWnjta 1981: 398). Aunque en el caso de los baños termales la relación es al revés, el baño origina el alojamiento, la solución de estas dos necesidades pudo ser parecida.

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Además de estos edificios cabe plantearse la existencia de tiendas, y a ello quizás alude la cita de alIdrƯsƯ sobre el gran gasto en alimentación y bebida que tenían los visitantes del balneario de Sierra Alhamilla. La necesidad de abastecimiento de los bañistas durante períodos de tiempo de al menos varios días, debió incidir en la actividad económica. Aunque en primera instancia Cressier planteó que el impacto económico de un balneario en un entorno rural era casi nulo y sus instalaciones reducidas o inexistente (Cressier 1997: 525), posteriormente, ante las evidencias de algunos textos expresó: «si les funduq-s peuvent avoir été liés institutionnellement à l’établissement de bains, les locations extérieurs ont un impact économique certain sur la population locale; il semble que l’on soit alors en droit de parler d’un réseau hôtelier embryonnaire» (Cressier 2002: 49). Por fin cabe esperar en el entorno de los balnearios la existencia de enterramientos de enfermos que fenecieron durante su estancia termal. Para Alhama de Murcia se ha relacionado una maqbara anexa al baño y en Fortuna hallamos dos enterramientos, muy arrasados pero que mostraban ritual islámico en la posición y orientación del entierro. Si para el primer caso podría objetarse la existencia de un núcleo urbano cercano, para el segundo relacionamos todas las estructuras con el aprovechamiento balneario, estando la alquería distanciada 4 kilómetros. Quizás el análisis paleopatológico de los restos óseos pudiera dar luz sobre los enfermos que acudían al baño.

10. CONCLUSIONES Los andalusíes conocieron y explotaron ampliamente los beneficios de las aguas termales. Aunque las obras médicas no son prolijas en ello sí evidencian un conocimiento empírico y científico, con explicaciones de las causas y efectos. Posiblemente una mayor atención a los textos atendiendo específicamente a las aguas termales y mineromedicinales podría revertir en un mayor conocimiento del concepto científico del termalismo medieval. Más referencias encontramos en los testimonios de viajeros, poetas y geógrafos, que suelen destacar su carácter curativo, por lo que a ellas acuden personas enfermas incluso desde lugares alejados. A pesar de todo ello la bibliografía sobre medicina andalusí no suele contemplar los balnearios como un lugar de medicina. El uso de las aguas es gratuito, se paga por el alojamiento y la manutención, y posiblemente estas rentas se derivaban al mantenimiento del baño. Todo

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esto encaja en el sentido ampliamente utilitario y colectivo, debido a su carácter curativo y de don divino, en el que la actuación constructiva de los gobernantes se realiza como obra pía destinada al pueblo, pero de cuyo disfrute no se sustrajeron. Tenemos constancia de la existencia de infraestructuras de baños en la mayoría de fuentes de elevada temperatura del sureste (por encima de 35 ºC, meso e hipertermales). Sin embargo nos faltan datos para trazar las más mínimas líneas de evolución de los balnearios contando tan solo con referencias aisladas. Aquellas citas del siglo ix a h̙isn al-H̙Ɨmma, una de Alhama de Granada y otra de Almería, así como la posible cita a otra al-H̙Ɨmma en Alicún, son testimonios indirectos y no nos aseguran la existencia de balnearios organizados pero al menos sí reconocen la existencia de estas aguas termales, como característica tan remarcable que ha dado nombre a la población (Cressier 2002: 42 y 44; 2006: 152). En el siglo xi queda testimonio del interés de los gobiernos taifas de Sevilla y Almería por organizar sus recursos termales. Para el termalismo almeriense, durante ese siglo y el siguiente, son numerosas las citas a curaciones, destacando el balneario de Sierra Alhamilla, organizado de manera compleja quizás desde una época anterior. Para el siglo xii continúa la importancia del balneario de Sierra Alhamilla si bien también eran reconocidas las aguas termales del entorno de Alhama Seca. Por la arqueología sabemos que es en la primera mitad de ese siglo cuando se urbaniza el entorno del manantial de Fortuna. Para Graena, tanto por los textos como por los restos de estructuras, es bastante probable la existencia de un balneario ya en los siglos xii-xiii. Al menos desde el siglo xiii estaban en uso las estructuras romanas de Alhama de Murcia. Las aguas termales son incluidas en la literatura médica andalusí en los siglos xiii y xiv. Es ahora cuando tenemos por primera vez datos sobre el balneario de Alhama de Granada, tanto textuales como arquitectónicos. En general parece detectarse una expansión del termalismo en época nazarí. A ese momento corresponden unas instalaciones en La Malahá, y sobre las aguas de Alicún y Zújar la existencia de baños organizados con los Reyes Católicos parece indicar que arrancan como mínimo del siglo xv. Para Graena, si bien los baños parecen ser anteriores como hemos indicado, con seguridad se usaron en este momento. Los balnearios que se emplazan y aprovechan aguas termales deben considerarse por defecto como yacimientos arqueológicos y someterse a una activi-

dad de investigación edilicia y estratigráfica y, desde luego, de protección patrimonial. Esta protección y las intervenciones arqueológicas son fundamentales para avanzar en el conocimiento sobre la intensidad del termalismo andalusí en el sureste y sus manifestaciones. Mientras la información se limita casi exclusivamente a los textos y a las planimetrías históricas.

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447

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IV SOCIEDAD Y RELIGIÓN EN TORNO A LAS AGUAS MINEROMEDICINALES: NUEVOS APUNTES

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CARLOS JESÚS MORÁN SÁNCHEZ Y ANTONIO PIZZO

Anejos de AEspA LXXIII

LAS DIVINIDADES CÉLTICAS RELACIONADAS CON LAS AGUAS TERMALES Y LA SALUD Y LOS DIOSES PALEOHISPÁNICOS Juan Carlos Olivares Pedreño, Universidad de Alicante

Resumen: En el presente artículo estudiamos los altares votivos dedicados a divinidades célticas relacionadas con las aguas y, principalmente, con las aguas termales en el territorio europeo, con el fin de analizar, teniendo en cuenta ese contexto, los testimonios de divinidades paleohispánicas y establecer una caracterización religiosa de los mismos. Según la información recopilada, proponemos que el hallazgo de testimonios epigráficos de una deidad en un recinto de aguas termales no es determinante para que se pueda considerar como una divinidad específicamente salutífera. Summary: In this paper, we analyze the votive altars offered to Celtic divinities related with water and, mainly, with hot springs in the European territory, in order to study, taking into account this context, the votive inscriptions dedicated to paleohispanic divinities. From this point of view, we try to define the religious nature of them. From this data, we propose that the finding of votive altars offered to a deity in a place with hot springs is not decisive to consider a divinity as specifically healthy. Palabras clave: Aguas termales, divinidades curativas, religión céltica. Key words: Hot springs, healthy divinities, celtic religion.

Como es bien sabido, la información relativa a las divinidades paleohispánicas del ámbito indoeuropeo ha generado durante décadas mucha controversia entre epigrafistas, arqueólogos, historiadores y filólogos. Para intentar comprender el sentido religioso de las deidades, se suele investigar el contexto arqueológico y geográfico donde se ubican los restos de un santuario o donde han aparecido determinados monumentos epigráficos; se llevan a cabo análisis de las inscripciones votivas desde todos los puntos de vista: fórmulas votivas que aparecen, el sexo o la profesión de los dedicantes; determinados registros iconográficos que pudieran revelar la significación del dios o análisis etimológicos de los teónimos y epítetos divinos. Estos acercamientos multidisciplinares han obtenido importantes avances en los últimos tiempos pero, sin embargo, permanece la convicción de que

los aspectos profundos de la religiosidad vinculada a una determinada deidad que son desconocidos, siguen siendo mucho más relevantes que los que conocemos de ella.

1. LAS DIVINIDADES CÉLTICAS RELACIONADAS CON LAS AGUAS TERMALES Y LOS VOTOS REALIZADOS POR LA SALUD Algunos lugares donde han aparecido artefactos o testimonios epigráficos que indican una naturaleza religiosa están vinculados al agua como elemento más significativo. Entre estos ámbitos hay algunos que, de modo específico, se relacionan con las aguas termales. Las divinidades autóctonas de las regiones célticas de la Europa antigua relacionadas con los

452

JUAN CARLOS OLIVARES PEDREÑO

Anejos de AEspA LXXVIII

balnearios de aguas calientes con cualidades terapéuticas se han considerado, frecuentemente, como númenes cuya principal significación es la salutífera y ello ha venido dado por el hecho de que, en las provincias galas y germanas del Imperio Romano, las principales divinidades veneradas en los balnearios son de este carácter y estaban asociadas de modo predominante a las deidades romanas Apolo y Diana con diversos apelativos, como Boruo o Moritasgus y Damona o como Bormanus y Bormana en los balnearios de Bourbonne-les-Bains, Bourbonne-Lancy, Alise-Sainte-Reine o Aix-en-Provence (Fig. 1). Los mismos dioses romanos eran adorados con apelativos como Grannus y Sirona en numerosos lugares termales de regiones más septentrionales (Figs. 2 y 3). Sin perjuicio de que se atribuyeran a estas divinidades otro tipo de funciones relacionadas con la seguridad, la fertilidad o la familia, lo más resaltable es su carácter curativo y su relación directa con los entornos termales, ya que el propio teónimo Boruo significa «borbotear, bullir».1 Otro nombre del citado dios es Albius que, como Boruo, aparece asociado a Damona en una inscripción. Estas deidades se relacionan con manantiales termales, no solo a partir del análisis etimológico del nombre de la deidad, sino por la vinculación directa de sus altares con los balnearios, como se desprende de los propios topónimos actuales de los lugares donde se hallaron las inscripciones, que fueron instalaciones balnearias en época antigua, como del contexto arqueológico concreto de los hallazgos. De hecho, la ofrenda a Albius y Damona2 se encontró en unas termas que forman el manantial de aguas minerales de Maizières. El testimonio de Borbanus, de Aix-enProvence (antigua Aquae Sextiae), fue hallado en 1921 en el hotel Sextius, junto al establecimiento termal de la ciudad romana, en las obras de captación de aguas termales; el pequeño altar en caliza gris dedicado a Boruo y Damona de Bourbonne-les-Bains (CIL XIII 5915), al que le falta la parte inferior, se halló en 1876 en una fosa cavada en las cercanías de las termas. Lo mismo podemos decir de otras divinidades testimoniadas en Galia y Germania que también se relacionaron con las mismas deidades romanas que los anteriores: Apolo y Diana. En este caso se trataba de los dioses Grannus y Sirona, que de igual modo, también se veneraron en contextos de balnearios de aguas termales (Figs. 2 y 3). En muchos casos, la

diosa aparece en paredría con Grannus pero, en otros, aparece sola. También es llamativo que el dios sea más habitualmente asociado a Apolo en las inscripciones que Sirona a Diana pero, en cualquier caso, también consta de modo explícito esta relación. Varios de estos testimonios también fueron hallados directamente en relación con los establecimientos termales, como la ofrenda a Apolo y Sirona de Luxeuil-les-Bains (CIL XIII 5424), descubierta en 1858 en la zona de las termas. La ofrenda dedicada a Apolo Grannus Phoebus procedente de Trier (CIL XIII 3635) fue encontrada en dos fragmentos alejados unos 400 m entre sí. Uno de los fragmentos se halló en las termas imperiales de Augusta Treuerorum en 1871. Los testimonios de Apolo Moritasgus de Alesia se hallaron en su santuario, cuya construcción consta en una inscripción (CIL XIII 2873), en el que había piscinas para que los enfermos pudieran tomar las aguas y numerosos exvotos de curaciones. También tenía fuentes termales el santuario de Apolo Vindonnus, de Essarois, donde una inscripción se dedicaba al dios y a las fuentes.3 Por otra parte, algunos de los testimonios dedicados a estas divinidades apolíneas aludían a que la ofrenda se había llevado a cabo para preservar la salud de algún individuo privado, como en el caso de Augsbourg (AE 1992, 1304), incluso del emperador, como en Lauingen (CIL III 5874). Apolo Grannus se testimonia, en otras ocasiones, sin su relación con Sirona (Fig. 3), manteniendo su relación con los ámbitos termales, como en LauingenFaimingen, donde nos consta que el propio emperador Caracalla fue a tomar los baños, sin poder encontrar la curación.4 El hecho de que en Galia y Germania, las deidades que fueron asociadas a los dioses romanos Apolo y Diana fueran las que, más frecuentemente, se relacionaran con ámbitos de aguas termales curativas motivó que, en el resto del territorio céltico europeo, las deidades indígenas que aparecían en este tipo de contextos se consideraran específicamente salutíferas y vinculadas a las dos deidades romanas citadas. Otros altares de divinidades indígenas relacionadas con Diana incidían en esta idea, como el de Diana Abnoba, que era testimoniada en Badenweiler (Baden-Württemberg) en el vestíbulo de las termas de la antigua ciudad (CIL XIII 5334). Ello sin perjuicio de que otros testimonios de Abnoba aparecieran en contextos distintos o que, incluso, el nombre de la

1 Green 1986: 162 ss.; Green 2004: 49-50; Lacroix 2007: 143-144. 2 Sobre Damona, uid. Green 2004: 85-86.

3 CIL XIII 5644, 5645 y 5646. Green 2004: 108-109; Lacroix 2007: 39-41. 4 Dión Casio 77, 15, 5.

Anejos de AEspA LXXVIII

LAS DIVINIDADES CÉLTICAS RELACIONADAS CON LAS AGUAS TERMALES...

Lugar de procedencia

Mención de las deidades

Referencias

Aix en Provence (Bouches-du-Rhône)

Boru(oni)

CIL XII 2444

Aix en Provence (Bouches-du-Rhône)

Borbano

AE 1922, 52; ILGN 58; J. Gascou, ILN 1

Aix en Provence (Bouches-du-Rhône)

Borman(o)

CIL XII 494; J. Gascou, ILN 2

Aix en Provence (Bouches-du-Rhône)

Borm(oni)

CIL XII 2443

Arnay-le-Duc (Côte-D’Or) Bourbonne-Lancy (Saône-et-Loire)

453

CIL XIII 2840; CIL XIII 11233; ILS Aug(usto) sacr(um) / deo Albio et Damonae 4657 [praestanti]ssimis Nu / [minibus] deo Bo / CIL XIII 2808 [ruoni et Damonae]

Bourbonne-Lancy (Saône-et-Loire)

Boruoni et Damonae

CIL XIII 2806

Bourbonne-Lancy (Saône-et-Loire)

[…B]oruoni et [Damonae]

CIL XIII 2807

Bourbonne-Lancy (Saône-et-Loire)

Bormoni et Damonae

CIL XIII 2805; ILS 4659

Bourbonne-les-Bains (Haute-Marne)

Deo Apol / lini Boruoni / et Damonae

CIL XIII 5911; ILS 4656; ICL 200

Bourbonne-les-Bains (Haute-Marne)

Aug(usto) / Boruoni

CIL XIII 5912; ICL 201

Bourbonne-les-Bains (Haute-Marne)

Deo Bor / uoni

CIL XIII 5913; ICL 202

Bourbonne-les-Bains (Haute-Marne)

Boruoni / et Damo[nae]

CIL XIII 5915; ICL 208

Bourbonne-les-Bains (Haute-Marne)

[B]oruoni et [Da] / monae

CIL XIII 5916; ICL 203

Bourbonne-les-Bains (Haute-Marne)

Boruoni / et Damon(ae)

CIL XIII 5917; ICL 204

Bourbonne-les-Bains (Haute-Marne)

Deo Boruoni / et Damon(ae)

CIL XIII 5918; ICL 205

Bourbonne-les-Bains (Haute-Marne)

Boruoni / et Damo / nae

CIL XIII 5919; ICL 206

Bourbonne-les-Bains (Haute-Marne)

Deo Boruo(ni) // et Damon(a)e

CIL XIII 5920; ICL 207

Bourbonne-les-Bains (Haute-Marne)

Boruoni / et Damon(ae)

CIL XIII 5914; ICL 199

Die, Aix en Provence (Bouches-du-Rhône) Borman[o] / et Borman[ae]

CIL XII 1561; ILS 4670

Entrains (Nievre)

Aug(usto) sacr(um) deo / Boruoni

CIL XIII 2901; ILS 4658

Saint Vulbas (Ain)

Bormanae / Aug(ustae) sacr(um)

CIL XIII 2452

Fig. 1. Testimonios de Boruo, Bormanus o Albius y Damona o Bormana.

diosa lo compartiera un bosque de la zona de Selva Negra. También pudo estar dedicado a una deidad apolínea el santuario situado en el manantial de las roches de Chamalières (Puy-de-Dôme), donde se ha hallado una lámina de plomo que cita a Maponus, deidad que se asocia a Apolo en algunas inscripciones de Britania.5 Otros númenes no se relacionan de modo explícito con deidades romanas, aunque aparecen en paredría y relacionados con contextos termales, de modo se-

5 Una apareció en Ribchester, Lancashire (CIL VII 218, Collingwood y Wright 1965, n.º 583); Las de Corbridge (Northumberland) son: 1.ª CIL VII 1345; ILS 4639; Collingwood y Wright, ibid., n.º 1120; 2.ª CIL VII 471; Collingwood y Wright, ibid., n.º 1121; 3.ª CIL VII 483; Collingwood y Wright, ibid., n.º 1122; otra procede de Vindolanda (Chesterholm, Northumberland): AE 1975: 568 y la última procede de «Armthwaite», cerca de Plumpton Wall (Cumberland): CIL VII 332; EE 964; ILS 4640; Collingwood y Wright, ibid., n.º 2063. Sobre Maponus, uid. Green 2004: 155.

mejante a Apolo y Diana. Se trata de Brixta, conocida por algunos testimonios que la vinculan a otro dios de nombre Luxouius y que aparece vinculada a Luxeuil-les-Bains, ya que una ofrenda a la diosa fue encontrada en 1938 en el establecimiento termal de la antigua Luxouium.6 También el dios Nerius pudo ser semejante a los citados, puesto que daba nombre al enclave de Aquae Neri (Neris-les-Bains),7 así como Nemausus, venerado en el recinto balneario de la ciudad del mismo nombre (Nimes, Gard) que, en dos ocasiones, fue citado junto a Júpiter en sendas ofrendas votivas.8 Otros dioses como Abandinus, que 6 CIL XIII 5426; ILS 4680; AE 1939, 48; AE 1951, 231; Willeumier 1984: n.º 404. Sobre Luxouius y Bricta, uid. Green 2004: 52 y 148-149; Lacroix 2007: 84-85. 7 CIL XIII 1371, 1372, 1376 y 1377; Sobre el teónimo, uid. Lacroix 2007: 81-83. 8 CIL XII 3070 y 3072. Sobre el análisis etimológico del teónimo, uid. Lacroix 2007: 74.

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Anejos de AEspA LXXVIII

JUAN CARLOS OLIVARES PEDREÑO

Lugar de procedencia

Mención de las deidades

Referencias

Alise-Sainte-Reine (Côte-D’Or)

[---]et d[---] / [---]ne[---] / ------

CIL XIII 11243

Alzey (Rheinland-Pfälz)

fragmentada

N 85

Alzey (Rheinland-Pfälz)

fragmentada

N 86

Aquincum, Budapest

Apollini / et Seranae

AE 1982, 806

Augsbourg, Bayern

Apollini / Granno / Dianae / [S]anct(a) e Siron(a)e

AE 1992, 1304

Augst (Liestal, Suiza)

Apollini et Siro / nae

NL 97

Baumburg (Bayern)

Apollini / Granno [et] / [Si]ronae

CIL III 5588

Bernkastel-Wittlich (Rheinland-Pfälz)

Deo Apolli / ni et sanc / t(a)e Siron(a)e

NL 9

Bitburg, (Rheinland-Pfälz)

In h(onorem) d(omus) d(iuinae) Apolli[ni CIL XIII 4129; Esp. 5253 Granno] / et Siro[nae]

Bordeaux (Gironde)

Sironae

Bordeaux (Gironde)

[Sir]onae

CIL XIII 586

Corseul (Côtes-d’Armor)

Num(ini) Aug(usti) De(a) / Sirona

CIL XIII 3143

Épinal (Vosges)

Apollini et Si / ronae

CIL XIII 4661

Flavigny, Cher

Aug(usto) Apollini et deae / Sironae

AE 1958, 193; ILTG 169

Gradistea Muncelului (Hunedoara, Rumanía)

Apollini / Granno et / Sironae

AE 1983, 828

Grossbottwar (Baden-Württemberg)

In h(onorem) d(omus) d(iuinae) Apollini et Sironae

CIL XIII 6458

Ihn (Saarland)

Deae Diro[nae]

AE 1994, 1256

Ihn (Saarland)

[---De]ae Diro(nae) deo [Apollini ?

AE 1994, 1257

Ihn-Niedaltdorf (Saarland)

De[ae Sirona]e

CIL XIII 4235c; AE 1991, 1248

Le Mans (Sarthe)

Seronae Siueli[ae?]

AE 1984, 642

Localización incierta (Trier, RheinlandPfälz)

Dae Dirona(e)

CIL XIII 3662

Luxeuil-les-Bains (Haute-Saône)

Apollini / et Sironae

CIL XIII 5424; ILS 4653

Malain (Côte-D’Or)

Thiron(a) et Apollo

ICL M2

Maxau (Rheinland-Pfälz)

Deae / Sironae

CIL XIII 6327

Nuits-Saint-Georges (Côte-D’Or)

[Apol]lini et de[ae Sironae?]

AE 1994, 1225

CIL XIII 582; ILS 4654

Oppenheim-Nierstein (Rheinland-Pfälz) Deo / Apollini / et Sirona(e)

CIL XIII 6272

Roma

Apollini / Granno et / sanctae / Sironae / sacrum

CIL VI 36; ILS 4652

Saint Avold o St. Avaud

Deae Dironae

CIL XIII 4498; ILS 4655

Sion (Meurthe-et-Moselle)

Sir[onae?---]

AE 1966, 258

Wiesbaden (Hessen)

Sironae

CIL XIII 7570

Fig. 2. Testimonios epigráficos de Sirona sola o en paredría con Apolo Grannus.

no conocemos con pareja femenina, se veneraba en Durovigutum, Godmanchester (Huntingdonshire),9 ya que una ofrenda votiva al dios se halló en las ruinas del acueducto de las termas, procedente sin duda de la capilla romano-céltica del siglo iii d.C. (AE 1975, 544). El carácter de este dios nos es desconocido. De 9

Green 2004: 29.

Mont Dore (Puy-de-Dôme) procede un altar dedicado a Siannus o Sianna, hallado también junto a las termas (CIL XIII 1536; ILA Arvernes, 43). Finalmente, en Aquae Arnemetiae se rendía culto a la diosa Arnemetia en el balneario de Buxton (Derbyshire). Sin embargo, es importante resaltar que, en contextos de aguas termales, aparecen deidades que son vinculadas a otro tipo de divinidades romanas, lo

Anejos de AEspA LXXVIII

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Lugar de procedencia

Mención de las deidades

Referencias

Saint Peter im Holz, Lendorf (Carinthia, Austria)

[Gra]no Apollini // Grano [Apollini]

AE 1978, 595

Lauingen (Bayern)

Apollini / Granno

CIL III 5876

Lauingen (Bayern)

---[dei] Apollinis Granni

CIL III 5874

Faimingen (Bayern)

Apollini Granno et sanctae Hygiae

CIL III 5873; ILS 4651

Faimingen (Bayern)

In h(onorem) d(omus) d(iuinae) / Apoli(ni) Granno

CIL III 5870

Faimingen (Bayern)

Apollini / Granno

CIL III 5871

Unterfinningen (Bayern)

Apollini / Granno

CIL III 5881

Bonn (Nord Rheinland-Westfalen) Trier (Rheinland-Pfälz)

[S]ospiti Concordiae / [G]ranno Camenis Mar / tis et Pacis Lari qui[n] / et deorum stirpe / genito Caesari In h(onorem) d(omus) d(iuinae) [d]eo Apolli / n[i G]ra[nn]o Phoeb(o)

455

CIL XIII 8007; ILS 1195 CIL XIII 3635; ILS 4647

Limoges (Haute-Vienne)

Decam / noctiagis Granni

AE 1989, 521

Colmar, Horburg (Haute-Rhin)

Apollini Gran / no Mogouno

CIL XIII 5315; ILS 4649

Branges (Saône-et-Loire)

Deo Apol / lini Gran / no Amar / colitan(o)

CIL XIII 2600; ILS 4648

Grand (Vosges)

[Apollin]i Gra[nno…]

CIL XIII 5940; AE 1982, 714; AE 1983, 716

Grand (Vosges)

[Deo Apollini / Gr]anno

AE 1937, 55; ILTG 416

Inveresk (Lothian)

Apollini / Granno

CIL VII 1082; ILS 4646; RIB 2132

Tycklinge (Suecia)

Apollini Granno

CIL XIII 10036, 60; ILS 9306

Arnheim (Holanda)

Apollini / Grann(o)

CIL XIII 8712

Erp (Nord Rheinland-Westfalen)

In h(onorem) d(omus) [d(iuinae)] / Apollini CIL XIII 7975 Grann[o]

Mengen (Baden-Württemberg)

Apollini / Granno / et Nymph / is

CIL III 5861; ILS 4650

Neuenstadt (Baden-Württemberg)

In / h(onorem) d(omus) d(iuinae) / Apolli / ni Gran / no

CIL XIII 6462

Neupotz (Rheinland-Pfälz)

(Apollinis?) Gran(n)i

AE 1994, 1300

Fig. 3. Testimonios de Apolo Grannus sin la compañía de Sirona.

que indica que estos contextos no eran específicos o exclusivos de un determinado tipo de dioses salutíferos. Los ejemplos más relevantes son, probablemente, los procedentes del santuario termal de Sulis Minerva en Aquae Sulis, actual Bath (Avon).10 Algunas inscripciones dedicadas a la diosa hacen constar la finalidad curativa de la ofrenda con la fórmula pro salute et incolumitate o, también, ob salutem (RIB 147), principalmente, por parte de soldados acantonados en Britania (CIL VII 40, 41 y 42, RIB 147) e inmigrantes desde el continente (CIL VII 36 y RIB 149). No obstante, es revelador que, además de los fines curativos de las ofrendas, también se solicita a la diosa castigo para otros individuos que habían causado algún daño al dedicante (AE 1983, 636; AE 1982, 658 10 Cunliffe y Davenport 1985; Green 1986: 154 ss.; Green 2004: 216-217.

a y b; AE 1982, 660a y b). La deidad romana que se asocia a Sulis en las inscripciones es, como ya hemos citado, Minerva. Esto indica que las comunidades célticas de Europa tenían una visión más amplia de sus deidades de lo que estamos acostumbrados para el mundo romano y, por ello, vinculaban a las diosas que aparecían en los balnearios, con distintos tipos de divinidades romanas. Sulis Minerva no es el único caso, ya que se constatan en ámbitos termales otras deidades que, en un contexto romanizado, se consideran como detentadores de otras funciones religiosas como, por ejemplo, Marte. En Yverdon (Suiza) se testimonia el dios Maus Caturix que, a pesar de que su epíteto ha sido interpretado como «rey del combate», aparece venerado junto a Apolo junto a las termas de Eburodunum (CIL XIII 11473; RS 172; RIS 68) y, en la misma localidad, en otro altar donde se testimonia

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Anejos de AEspA LXXVIII

JUAN CARLOS OLIVARES PEDREÑO

Lugar de procedencia

Mención de las deidades

Referencias

Bath (Avon)

Suleuis

CIL VII 37; RIB 151

Bath (Avon)

Deae Sulis M[ineruae]

CIL VII 39c; RIB 141d

Bath (Avon)

[D]eae Suli

CIL VII 40; RIB 143

Bath (Avon)

Deae Suli

CIL VII 41; RIB 144

Bath (Avon)

Deae Su / li Min(eruae) et Nu / min(ibus) Aug(ustorum)

CIL VII 42; RIB 146

Bath (Avon)

Deae / Suli Mi / neruae

CIL VII 43; ILS 4660; RIB 150

Bath (Avon)

Deae S[uli]

CIL VII 44; RIB 145

Bath (Avon)

Dea[e] Suli

RIB 147

Bath (Avon)

Suli

EE 828; EE 994; RIB 148

Bath (Avon)

Su[li] / Deae

EE 995; ILS 4661; RIB 149

Bath (Avon)

deae Su / li

CIL VII 53; RIB 155

Bath (Avon)

Mineruae / de(ae) Suli

AE 1983, 636

Bath (Avon)

D(eae) Suli

AE 1982, 657a

Bath (Avon)

Deae Suli Mineru(a)e

AE 1982, 657b

Bath (Avon)

D(eae) S(uli) M(ineruae) // […] Suli Mineruae

AE 1982, 657c

Bath (Avon)

D(eae) Su(li) M(ineruae)

AE 1982, 657d

Bath (Avon)

Deae Sul(i) Min(eruae)

AE 1982, 657e

Bath (Avon)

[D]eae Suli

AE 1982, 658a y b

Bath (Avon)

Deae sanctissim(a)e / Suli

AE 1982, 660a y b

Bath (Avon)

ad fontem deae Suli(s)

AE 1982, 661

Bath (Avon)

Deae Suli Mineruae

AE 1982, 666

Bath (Avon)

Templo Sulis / dono

AE 1984, 620a y b;

Bath (Avon)

…S]ulis

AE 1987, 739

Fig. 4. Testimonios de Sulis Minerua en Bath.

un voto pro salute et incolumitate de un individuo (CIL XIII 5054; RS 165; RIS 60). Estos testimonios no son únicos, ya que también tuvo lugar un hecho semejante en Aquae Sulis, donde un ciudadano tréviro realizó una ofrenda votiva a sus divinidades originarias Marti Loucetio et Nemetonae, deidades ampliamente representadas en el área de Treveris. De igual modo, las aguas medicinales pudieron tener protagonismo en el santuario de Mars Lenus en Treveris, donde los fieles acudían buscando, entre otras cualidades, las habilidades curativas del dios.11 Estos hechos están en cierta sintonía con las tesis de Thevénot, según las cuales, el Marte romano se vinculaba iconográficamente a las aguas y a otros símbolos relacionados

con ellas, como la serpiente. Un ejemplo claro era, para este autor, la representación de la deidad con cota de malla y lanza del pilar de Mavilly, junto a la cual aparece la serpiente rampante.12 Por otra parte, en el templo de Lydney Park (Gloucestershire) era venerado Nodens, deidad terapéutica equiparada epigráficamente a Marte, al que se dedicaron ofrendas en una fuente o pozo sagrado.13 También relacionado con Marte estaba Ocelus, adorado en Caerwent (Venta Silurum) por sus facultades curativas.14 Otros exvotos dedicados a Marte, con apelativos célticos, también realizados por la salud son el dedicado a Mars Boluinnus en Bouhy (Cher) en referencia a un individuo (CIL XIII 2899; ILS 4547; AE 1958, 12

11

Green 2004: 157. Las tesis terapéuticas de Lenus han sido recientemente matizadas por Derks (2006: 239 ss. y 251), quien considera a Lenus una deidad que tuvo funciones curativas, pero no de modo especializado ni exclusivo.

Thevénot 1955: 20. Wheeler y Wheeler 1932; De Vries 1963: 108-112; Green 1986: 159 ss.; Green 2004: 149 y 176. 14 Ross 1974: 246-247. 13

Anejos de AEspA LXXVIII

LAS DIVINIDADES CÉLTICAS RELACIONADAS CON LAS AGUAS TERMALES...

51) o a Mars Camulus en Rindern (Niederrhein) en otro exvoto ofrecido por un ciudadano de los remi por la salud del Emperador (CIL XIII 8701; ILS 235; AE 1980, 656). Epona, que es una deidad muy relacionada con los ámbitos castrenses y venerada junto a Júpiter en diversos altares en los que, además, es llamada Epona Regina con el apelativo característico de Juno, también se adora en recintos termales, como consta en un ara descubierta en las termas imperiales de Treveris (Trier), en la que se invoca a la familia imperial y a la propia diosa (AE 1994, 1237). También se constata su culto en otros santuarios de manantiales como Sainte-Fontaine-de-Freyming (Moselle) o Allerey (Côte-D’Or), donde era representada como una ninfa. En otras inscripciones, vemos como no es inusual que las ofrendas a Epona se efectúen por la salud del emperador, como en dos inscripciones de Virunum (Klagenfurt, Karnten) (CIL III 4777a y b y CIL III 4784), en otra de Apulum (Alba Iulia, Rumanía) dedicada a Epona Augusta (AE 1983, 815) y, finalmente, en otra reutilizada en la muralla bizantina de Abritus (Razgrad, Bulgaria), dedicada a Epona Regina (AE 1993, 1370). Las Matres eran deidades que, además de su relación con la fertilidad y la familia, eran también veneradas en ámbitos termales con fines curativos, como en Glanum, donde se adoraba a las Matres Glanicae.15 Con un significado similar al de las Matres se rendía culto a Coventina en Carrawburgh (Northumberland), deidad que también era denominada Ninfa. Sin embargo, en la fuente donde esta divinidad era venerada no manaba agua termal, aunque fuera visitada con fines curativos.16 En realidad, los votos llevados a cabo por la salud de un individuo privado o del Emperador se pudieron dedicar a numerosas divinidades de todo el espectro funcional. Por decirlo así, la salud era un campo de actuación de casi todas las divinidades indoeuropeas. Conocemos testimonios de este tipo, dedicados a deidades cuyo carácter salutífero es esperable, como Apolo Veriugodumnus en Samarobriva (Amiens, Somme), hecho por la salud y la victoria de un individuo (CIL XIII 3487) o a la Ninfa Brisantia en Uxellodunum (Castlesteads, Cumberland), hecho por la salud del Emperador (CIL VII 875; ILS 9317; RIB 2066). En este caso, es llamativo que en otra ofrenda votiva que conocemos de esta diosa, se la denomina Victoria Brigantia y que en una representación iconográfica

15 16

Green 2004: 123-124; Lacroix 2007: 72-74. Green 1986: 149.

457

de la diosa aparece con la indumentaria y los atributos de Minerva.17 Testimonios en los que la salud era el objetivo principal también se dedicaron a dioses cuya naturaleza desconocemos, como la ofrenda a un Deus Adacrius en Vernais (Cher) hecha por un individuo por la salud de su hijo (AE 1960, 171; ILTG 168); al Deus Eriapus en Saint-Bèat (Haute-Garonne) que consta en dos exvotos efectuados por personas por la salud suya y de su familia (AE 1982, 701 y AE 1949, 122); al Deo Idiatte en Saint-Pé-d´Ardet (HauteGaronne) por la misma razón que en el caso anterior (CIL XIII 65; ILTG 32), a Icouellauna en Le Sablon (Metz, Moselle), donde se hallaron cinco inscripciones dedicadas a la diosa del manantial, algunas de ellas aún fijadas al muro de una escalera del mismo18 o a Baltis en Aquincum (Budapest), donde se dedicó una placa con bajorrelieves a la salud del Emperador, por decreto de los decuriones (AE 1982, 803). Finalmente, como ya hemos visto arriba, se registran votos por la salud que invocan a dioses no específicos de este ámbito, como Júpiter, como se testimonia en el ara de Bölcske (Hungría), dedicada a Júpiter Teutano por la salud del emperador Severo Alejandro y erigida por los duoviri de Aquincum (AE 1991, 1324), a Hércules Magusanus en Ciumafaia (Cluj, Rumanía), en este caso, por la salud de un individuo (AE 1977, 702), a Silvano Sinquati en Meixdevant-Virton (Bélgica)19 por la misma razón que el precedente (CIL XIII 3968; ILS 4688; ILB 124bis). Toda esta información nos reafirma en la idea de que las aguas y la salud no eran privativas de unas deidades determinadas.

2. LAS DIVINIDADES PALEOHISPÁNICAS Y LAS AGUAS TERMALES En la península ibérica, a pesar de existir numerosos recintos balnearios desde época prerromana y romana, no se ha registrado un gran número de testimonios epigráficos de divinidades paleohispánicas vinculadas a este tipo de contextos. Solo recientemente han aparecido altares en un recinto termal dedicados a una deidad indígena muy difundida en el 17 Proceden de Castleford, Yorkshire (EE 1120; ILS 4720; Collingwood y Wright 1965: n.º 628) y Greetland, West Yorkshire (CIL VII 200; ILS 4719; Collingwood y Wright, ibid., n.º 627). 18 CIL XIII 4294, 4295, 4296, 4297, 4298; Bourgeois 2000: 73 ss. 19 Lacroix 2007: 71.

458

JUAN CARLOS OLIVARES PEDREÑO

territorio lusitano-galaico: el dios Reue Anabaraeco en el santuario de As Burgas (Orense). Esta divinidad ya era conocida desde tiempo atrás, pero no estaba tan claramente vinculada a un contexto termal. De hecho, el desconocimiento de la naturaleza religiosa de Reue llegaba hasta el punto de que, durante el siglo xx era habitual encontrar entre los trabajos científicos alusiones a la divinidad como femenina, a pesar de la falta de concordancia con el género de sus epítetos, que eran masculinos. Posteriormente, comenzó a tomar forma una interpretación Reue que le asemejaba a las divinidades soberanas indoeuropeas a partir de su vinculación a las elevaciones montañosas por una doble vía: en primer lugar, por el lugar de hallazgo de algunas de las inscripciones en ámbitos montañosos y, en segundo, por algunos de los epítetos del dios, que le relacionaban con el nombre de esas mismas montañas. En este sentido, eran varias las inscripciones que asociaban a Reue con una montaña del norte de Portugal, el Larouco, que preside el territorio septentrional del distrito de Vila-Real con sus 1538 m. de altitud. El monumento clave procedía de Baltar (Orense) y se dedicó a Reue Larouco,20 mientras que en otro epígrafe hallado en Vilar de Perdizes (Montalegre, Vila-Real) se aludía a Larauco con dos abreviaturas que algunos investigadores interpretaron como D(eo) Max(imo).21 Esta última inscripción apareció, además, junto a otra inscripción muy semejante dedicada a Júpiter, muy cerca del citado monte. En la ladera del mismo existe una roca granítica con una pila cuadrangular central y una cazoleta. La roca, trabajada, tiene escalones y está enmarcada por molduras. En un lado de la misma, hay dos rebajes cuadrangulares muy semejantes y colocados simétricamente respecto a la cazoleta, que parecen realizados para colocar los dos altares dedicados al dios, quizá los de Larauco y Júpiter hallados en Vilar de Perdizes, cuyo zócalo tiene el mismo tamaño que dichas concavidades.22 Estos datos eran indicios, por tanto, de que Reue podía corresponderse con el dios máximo de los romanos.23 Esta hipótesis se reforzó posteriormente a causa del hallazgo de otro monumento epigráfico: el ara procede de Guiães (Vila-Real), situada cerca de la 20

Le Roux y Tranoy 1975: 271-279 (AE 1976, 298). Lourenço 1980: 7 (AE 1980, 579). 22 Seoane, García y Güimil 2013: 35. 23 Le Roux y Tranoy 1975: 278; Penas 1986: 126-127; De Hoz 1986: 43; Olivares 2002: 170 ss.; Búa 2009: 101-102. Según Rodríguez Colmenero y Lourenço, las dos habrían sido hechas por el mismo lapicida y habrían intentado mencionar al dios con sus nombres indígena y romano (1980: 30). 21

Anejos de AEspA LXXVIII

Sierra de Marão, que se dedicó a Reue Marandicui, lo que reforzaba una relación entre el epíteto del dios y el orónimo.24 No son estos los únicos casos en que Reue aparece en relación con importantes montañas. En el Cabeço das Fraguas (Pousafoles do Bispo, Sabugal, Guarda) se halló a una considerable altitud (1015 m) una inscripción rupestre donde constaban ofrendas a varias divinidades, una de las cuales era Reue. El lugar, para Rodríguez Colmenero, tuvo más que ver con motivaciones religiosas que con necesidades defensivas.25 En la base del monte, por otra parte, se halló más de una decena de aras anepígrafas.26 Villar, a partir de un análisis del teónimo Reue y sus epítetos, propuso una vinculación del dios con los ríos, concluyendo que Reue fue en su origen un apelativo para «río», pero «paulatinamente el dios deja de consistir en la realidad física misma del fenómeno para pasar a concebirse como una entidad personal de carácter divino, que en él habita y es su protector o dispensador».27 A partir de estas conclusiones, Villar establecía una concepción de Reue que, independientemente de que sus conclusiones sobre la etimología del teónimo y epítetos fueran correctas o no, estaba acorde con lo que conocemos de las divinidades soberanas indoeuropeas. Nosotros mismos llevamos a cabo un trabajo que patentizaba la directa vinculación de Júpiter en las áreas septentrionales de la Galia y en Germania con las corrientes fluviales. Los datos en este sentido eran muy numerosos.28 Sin embargo, la vinculación etimológica del teónimo Reue con los ríos ha sido discutida recientemente por Búa, quien

24 Sobre la relación entre orónimo y epíteto, vid. Rodríguez Colmenero 1993: 106. En el mismo sentido, Olivares 2002: 170 ss.; Búa, 2009: 102; Parece más clara esta posibilidad, dada la cercanía de ambos, que la planteada por Villar, que relaciona el epíteto con diversos hidrónimos (Villar 19941995: 252 ss.). 25 Rodríguez Colmenero 1993: 104. 26 Rodrigues 1959-1960: 74-75. 27 Villar 1995: 197. 28 Búa, que era contrario a las conclusiones de Villar rechazaba, a su vez, las nuestras. No obstante, eludía por completo discutir nuestros argumentos y los de los investigadores sobre los que fundamentábamos nuestra hipótesis (Búa 2009: 95). No estamos de acuerdo con su máxima según la cual, si Reue estaba relacionado con las montañas, no podía estarlo con los ríos, ya que nos parece carente de fundamento teniendo en cuenta lo que sabemos de otras religiones indoeuropeas. En cualquier caso, su hipótesis de carácter etimológico sobre Reue sí que nos parece coherente con los datos epigráficos y arqueológicos, al igual que la que relacionaba al dios con los ríos. La confirmación de una u otra hipótesis etimológica queda en manos de un mayor consenso entre los lingüistas que trabajan en este tema.

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LAS DIVINIDADES CÉLTICAS RELACIONADAS CON LAS AGUAS TERMALES...

propone una relación con el indoeuropeo *di֒eu֒-ei y, por tanto, con el griego ǽİȪȢ o el latino Iuppiter.29 En cualquier caso, en los últimos años, la vinculación de Reue con los ámbitos acuáticos de carácter termal ha comenzado a adquirir una relevante dimensión, ya que el hallazgo más importante de los últimos años en lo que se refiere a cultos paleohispánicos en ámbitos acuáticos ha sido, como ya hemos mencionado, el que se produjo en As Burgas, en el entorno del manantial termal situado en el centro de Ourense. Aquí ya se habían producido descubrimientos de altares dedicados al dios Reue Anabaraeco y a las Ninfas. Entre estos hallazgos estaba el que se consideró durante muchos años procedente de Ruanes (Cáceres) o Rubiana (Orense) aunque, probablemente, se halló también en el entorno de As Burgas. Se llevó en 1925 al Museo Diocesano de Astorga y hoy está desaparecido. Su lectura es coherente: Reuue Ana / baraeco / Afer Albini / f(ilius) Turolus / u(otum) s(oluit) l(ibens) m(erito).30 La ofrenda a las Ninfas, hallada en As Burgas en 1802, fue llevada a cabo por una mujer llamada Calpurnia Abana, que se cita como Aeboso(ca).31 La inscripción por la que se comenzó a pensar que el centro de culto de Reue Anabaraeco era Orense se halló hace algo más de una década al derribar una casa en la calle Barrera, n.º 4, por lo que era de gran valor aunque se hubiera perdido el nombre del dedicante: Reue / Ana / bara / ego / - - -.32 El resto de hallazgos relativos al dios se produjeron ya cuando se llevó a cabo la excavación integral del espacio de As Burgas:

29

Búa 2009: 108. Muratori 1739: I, 4; Masdeu: 1783-1805: V, 44, l. 1: RAVVEANA; Verea 1838: 145, l. 4: T TVROBVS; Martínez de Padín 1849: I, 235; Viu 1852: 19-20; Murguía 1865: 558; Hübner, CIL II 685; Barros Sibelo 1875: 64, n. 1, n.º 3, l. 3: AFER ALVINI; Vasconcelos 1905: 341; Blázquez 1962: 84; Lorenzo y Bouza 1965: 161-162, n.º 95; Quintana 1969: 86-87; Vives ILER 916; Hurtado 1977: 195-196, n.º 422; Rodríguez Colmenero 1987: 172, n.º 97, l. 1: Reueana, l. 4: F(ilius) Turous; García Fernández-Albalat 1990: 312, n.º 4; Rodríguez Colmenero 1997: 128-129, n.º 102, l. 4: f(ilius) Turo; Prósper 2001: 564-565 (HEp 11, 130 a); Olivares 2001: 57-58; id., 2002: 85; Moralejo 2002: 77-83 (HEp 11, 130 b); De Bernardo 2002: 119 (HEp 11, 130 c); Rivas 2004: 15-50 (HEp 14, 235); Esteban 2007: 195-196, n.º 268; Búa 2009: 97, n.º 3. 31 CIL II 2527; Rodríguez Colmenero 1997: n.º 66; Vives ILER 619; HAE 282. 32 Rodríguez González 1997: 51-52, foto (HEp 7, 528); Olivares 2002: 85; Eguileta 2008: 65; Rodríguez Cao 2009: 96; González Rodríguez 2012: 73, n.º 1, foto. 30

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1.ª) Reuue / Anabar(aeco) / C(aius) Faberus / Hy{a}metus / u(otum) s(oluit) l(ibens) m(erito)33 2.ª) Reuue / Anabar(aego) / Quintio / Domiti / orum l(ibertus) / u(otum) s(oluit) l(ibens) m(erito)34 3.ª) Reuue An(abaraego) / Memmius / Euaristus / u(otum) s(oluit) l(ibens) m(erito)35 4.ª) Reuue / Anabara / ego / Seuerus Lu / perci (filius) / u(otum) s(oluit) l(ibens) a(nimo)36 5.ª) Reuue An / abaraego / T(itus) Flauius / Flauinus / (uotum) (soluit) (libens) (merito)37 Por otra parte, la relación del dios Reue con los ámbitos acuáticos de carácter termal también quedó reforzada a partir de la consideración de que las ofrendas a otra deidad procedentes de Caldas de Vizela (Guimarães, Braga) correspondían al mismo dios.38 La primera dedicación, hallada en el sitio de Lameira, se leyó C(aius) Pompeius / Gal(eria tribu) Caturo / nis f(ilius) M[ot] / ugenus ux / amensis / Reo Borma / nico u(otum) s(oluit) [m(erito)] / quisquis ho / norem agitas ita te tua / gloria seruet / praecipias / puero ne / linat hunc / lapidem.39 La segunda, hallada en el sitio de «Banho do Medico», se encontró junto a dos aras dedicadas a Júpiter. Rezaba como sigue: Medam / us Camali (filius) / Bormani / co u(otum) s(oluit) l(ibens) m(erito).40 Las ofrendas a Júpiter en el 33 Eguileta 2008: 59, n.º 2, l. 2-3: C FEABERVS / HIAMETVS; Rodríguez Cao 2009: 95-96, dibujo y foto, p. 100, l. 3: HYMETVS (ou HYMAETVS); Prósper 2009: 204 (AE 2009, 595; HEp 18, 266); González Rodríguez 2012: 76, n.º 4, foto, dibujo, fig. 4. 34 Eguileta 2008: 59, n.º 1; Rodríguez Cao 2009: 95, dibujo y foto, p. 101; Prósper 2009: 204 (AE 2009, 594; HEp 18, 265); González Rodríguez 2012: 75, n.º 3, foto, lám. p. 58 y dibujo, fig. 3. 35 González Rodríguez 2012: 78, n.º 6, foto y dibujo, fig. 6. 36 González Rodríguez 2012: 74, n.º 2, foto y fig. 2. 37 Eguileta 2008: 59, n.º 3, sin transcribir la última línea; Rodríguez Cao 2009: 96, dibujo y foto, p. 102; Prósper 2009: 204 (AE 2009, 596; HEp 18, 267); González Rodríguez 2012: 77, n.º 5, foto, lám. p. 68 y dibujo, p. 65. 38 Para Búa, Reo sería una latinización de Reue paralela a la de Coso respecto a Cossue (2009: 99). 39 CIL II 2403 y 5558; Hübner 1871: 83-84; Guimarães 1901: 48-50, n.º 21; Vasconcelos 1905: 266-276; Sarmento 1933: 299; Cardozo 1935: 28, n.º 76; Cardozo 1947: 118-124; Blázquez 1962: 171-172; Encarnação 1970: 216-217, n.º 4; Vives ILER 769 y 5753; Encarnação 1975: 143-148; Tranoy 1981: 269-270; García 1991: 295, n.º 38; Díez de Velasco 1998: 54-55, dibujo; Olivares 2002: 65; Búa 2009: 99, n.º 2. 40 CIL II 2402; id., 1871: 83; Barros Sibelo 1875: 174, n. 2 CIL II sup., p. 892; Sarmento 1933: 299-300; Guimarães 1901: 48-49, n.º 20; Vasconcelos 1905: 266-276; Cardozo 1935: 27, n.º 22; Blázquez 1962: 172; Encarnação 1970: 218-220, n.º 4b; Vives ILER 768; Encarnação 1975: 143-148; García 1991: 294-295, n.º 37; Díez de Velasco 1998: 53-54, dibujo; Olivares 2002: 77-78; Búa 2009: 99, n.º 2.

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JUAN CARLOS OLIVARES PEDREÑO

mismo ámbito que las de Bormanicus inciden, quizá de modo más preciso en Hispania que en el resto del territorio europeo, en la vinculación del dios soberano del territorio lusitano-galaico con las aguas termales.41 Por otra parte, igual que en As Burgas, estas deidades soberanas coinciden en el recinto balneario con las Ninfas, a quienes se dedicó un altar.42 En definitiva, estos testimonios refuerzan la relación de Reue con los ámbitos acuáticos de carácter termal, sin perjuicio de que se mantenga su vinculación a las elevaciones montañosas y a los ríos como espacios donde tiene efecto la esfera de actuación de la deidad. Otra de las deidades hispánicas que tienen una relación con los ámbitos acuáticos es Navia, no solo por la ubicación de algunos de sus testimonios, sino también por el significado del teónimo. Algunos de los testimonios se hallaron en lugares en los que el agua era el elemento principal que justificaba la erección de un altar. Uno de ellos se halló en la dehesa de S. Juan, cerca de los Baños de San Gregorio, en Villa del Rey, cerca de Brozas (Cáceres), dedicado por Maxumus, hijo de Ulaticus.43 Otra ofrenda a Navia es la que apareció en la Fonte do Idolo (Braga), ubicada junto a una surgencia de agua de un roquedo sobre el que se erigió un templo de se dedicó a Tongoe Nabiagoi y la diosa.44 Sin embargo, no tenemos registrados hasta el momento testimonios de la diosa que se relacionen de modo directo con surgencias termales. Otra deidad a la que podemos relacionar con el agua es Laneana. Conocemos dos inscripciones rupestres alusivas a ella, una de ellas realizada en una peña de granito en el lugar de Fuente la Higuera (Torreorgaz, Cáceres), en la finca «La Zafra», junto a un manantial, en la que solo se podía leer Laneanae / s(acrum?).45 El otro testimonio de la diosa confirma esta relación. Está en Aldeia da Ponte (Sabugal, Guarda), inscrito en una roca granítica a 750 m al

41

La primera inscripción se publicó en CIL II 2406; Vives ILER 70; García 1991: n.º 331. La segunda por Le Roux y Tranoy 1979: 57-60; AE 1979, 362; Tranoy 1981: 316; García 1991: n.º 333. 42 CIL II 2457; CIL II 5572a; Vives ILER 621; García 1991: n.º 415. 43 Melena 1984: 259, n.º 23; García Fernández-Albalat 1988: 250, n. 1, 15º; id., 1990: 288, n.º 10; Olivares 2002: 37; Esteban 2007: 92-93, n.º 102, foto y p. 349, lám. 102. 44 Teixeira 1938: 151-153; Blázquez 1962: 178; Vives ILER 886; García Fernández-Albalat 1988: 250, n. 1, 9º; id., 1990: 286-287, n.º 5. 45 Callejo 1965: 22, n.º 10 (HAE 2429); Hurtado 225, n.º 510; Esteban 1986: 86; Olivares 2002: 36; Esteban 2007: 236237, n.º 346.

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este de la localidad, en una concavidad hecha en la roca para obtener agua en el lugar de «Fonte da Tigela». Las letras están situadas a 25 cm por encima del hueco y, de modo similar a la anterior, es muy breve: Laneane / Tang(inus?) f(ecit?).46 De nuevo no se trata de surgencias termales ni podemos relacionar estas inscripciones con ofrendas por la salud. Sin embargo, estos testimonios podrían relacionar a la diosa con otras de todo el territorio céltico de Europa como, por ejemplo, Sequana o Souconna, que eran veneradas en el nacimiento de los ríos Sena y Saona, respectivamente, sin relación con aguas termales, pero que sí recibían exvotos solicitando curaciones.47 Otras divinidades paleohispánicas se vinculan a pozos, como el dios Aironi, conocido por un altar hallado en el lugar llamado Fuente Redonda, cerca de Uclés, sitio que forma un depósito de agua. El topónimo Pozo Airón está muy difundido en toda la península ibérica48 y, en muchas ocasiones, vinculado a pozos como el que nos ocupa. También suele estar este topónimo rodeado de leyendas, alguna de las cuales se han incluido en obras literarias desde el siglo xv.49 En este caso, Caius Titinnius Crispinus erigió el altar al dios junto al citado pozo: Deo A / ironi / fecit fa / milia Oc / ules (is) u(otum) s(oluit) e[o] / C(aius) Titinniu[s] / Crispinu[s].50 Tenemos aquí, por tanto, una deidad que se puede vincular a pozos y surgencias de agua por la procedencia de su único altar conocido, pero también por el posible significado de su nombre. Otras divinidades se relacionan directamente con surgencias de aguas termales, como el caso de Edouius, conocido por varios altares hallados en Caldas de Reis (Pontevedra). Uno de ellos apareció en 2008 al derribar una casa de 130 años en Caldas, en los n.º 5-7 de la calle Laureano Salgado: Edouio / Epagathu(s) / Deuteri A / prilis Caes(aris) / dis(pensatoris) ser(ui) uic(arius) / u(otum) s(oluit) 46 Curado 1987: n.º 99, foto (AE 1988, 694; HEp 2, 800; Dias 1990: 417-418, n.º 90); Blázquez 1992: 197; Olivares 2002: 31. 47 Green 1986: 150; Green 2004: 116-117 y 214; Lacroix 2007: 51. 48 Salas 2005: passim. 49 Salas ibid. 50 Rada y Fita 1889: 108-111, foto, l. 5-7: ules(is) Use[t(ana)?] / C(aius) Titinni(us) / Crispinu(s) ; CIL II 5888; Quintero 1913: 99-100; Blázquez 1962: 167-168, dibujo; Vives ILER 714; Almagro Basch 1984: 83-84, foto, l. 5: OCVLE(N) S(IS) VSE(TANA?); Blázquez y García-Gelabert 1988: 169c, l. 7: Prispinu[s]; Abascal 2000: 28, fig. 2; Olivares 2002: 118119; Lorrio y Sánchez de Prado 2002: 170; Salas 2005: 11-12; Lorrio 2007: 110; González Rodríguez y Marco 2009: 68-69; García Alonso 2010: 555; Abascal 2011: 253, fig. 7.

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LAS DIVINIDADES CÉLTICAS RELACIONADAS CON LAS AGUAS TERMALES...

l(ibens) a(nimo).51 Los otros dos se hallaron con antelación a este en la misma localidad. Uno se encontró en el siglo xix en los cimientos de la arqueta de la fuente del Balneario termal de Dávila y hay una reproducción del mismo en la fachada del Balneario ya que, por desgracia, el original está desaparecido. La inscripción reza así: Edouio / Adalus Clo / utai (filius) u(otum) s(oluit) l(ibens) m(erito).52 Otra deidad que podemos vincular a un contexto de baños termales es la que consta en una inscripción hallada en 1958 en Idanha-a-Velha (Idanha-a-Nova, Castelo Branco), en una dependencia agrícola ubicada tras la iglesia de Nossa Senhora do Almortão. La inscripción está dedicada por una mujer a un dios que solo consta en esta pieza: Igaedo / Caetro / nia / Vitalis / u(otum) l(ibens) a(nimo) p(osuit).53 En el pueblo de Retortillo (Salamanca), junto al actual balnerio termal se halló una inscripción dedicada a las aguas con un apelativo autóctono: Eaccus / Albini f(ilius) / Aquis El / etesibus / uotum / l(ibens) a(nimo) s(oluit).54 Otra de las deidades más representadas epigráficamente en el centro de Lusitania también recibió una ofrenda votiva junto a un manantial en S. Domingos de Rana (Cascais, Lisboa): Triborunni / T(itus) Curiatius / Rufinus / l(ibens) a(nimo) d(edit),55 sin que sepamos más de la naturaleza precisa del lugar. En cambio, el resto de testimonios de esta deidad no parecen, por el momento, relacionarse con entornos de agua. También en el balneum de Lafões, en el enclave termal de Varzea (S. Pedro do Sul, Viseu) se encuentra un ara votiva dedicada a la deidad romana Mercurio con un apelativo no conocido en otro lugar: Mercurio 51

López Barja 2011: 298-302, foto (AE 2011, 513). De Silva 1804/7, dibujo (CAIC/9/3931/07), l. 2-3: ADALVSCIO / VTAIV S L M; Neira 1852: 322, l. 2-3: ADATVCIO / VTAI VSIM; Murguía II, 1866: 560, n.º 14, l. 2-3: ADAIVS CEO / VTAI V S L M; CIL II 2543; Dessau ILS 4504; Filgueira y García Alén 1954: 172; Blázquez 1962: 175; Millán 1965: 50-54; Vives ILER 811; Tranoy 1981: 289; García FernándezAlbalat 1986: 147, n.º 6; Baños 1994: 177, n.º 73; Díez de Velasco 1998: 64; Cebrián 2002: 217; Olivares 2002: 69-70; González Soutelo 2005: 110, n.º 73, con n. 9, fig. 4; Miranda et alii 2011: 58, II y 71. 53 Almeida 1964: 65-73 (AE 1967, 137); Encarnação 1975: 199-200; Vives ILER 5995; Garcia 1991: 331, n.º 152; Olivares 2002: 29. 54 Fita 1913: 543-545, l. 1: C(ornelius) Accus (AE 1914, 19); Morán 1922: 17-18, n.º 36; id., 1946: 14-15; Blázquez 1962: 175; Vives ILER 655; Solana y Hernández Guerra 2000: 282, n.º 185; Olivares 2002: 56; De Francisco 2007: 525-526, n.º 16, fig. 2. 55 Encarnação 1985, n.º 59, foto (AE 1985, 514); Olivares 2002: 64. 52

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/ [A]ugustor(um) / [A]guaeco / [s]acr(um) / [in] honorem / [---] Magi / [Sat]urnini / [--- M]agius / [Reb] urrus / [p]ater et / Victoria / Victorilla / mater.56 Pero también procede de este lugar, como hemos visto en Caldas de Vizela, un testimonio de Júpiter, hallado junto al puente de los baños.57 Otros testimonios hallados en recintos termales están relacionados con las deidades más específicas de estos ámbitos, Fortuna,58 Las Ninfas,59 Fontanus y Fontana o Salus, muy representadas en el edificio termal de Baños de Montemayor o en las termas de Lugo, aunque también se testimonia Juno, como en los baños de Alange (Badajoz).60 En definitiva, con este compendio de testimonios epigráficos de divinidades prerromanas y romanas del ámbito céltico europeo e hispano, hemos podido comprobar que, si bien en los lugares donde existían surgencias termales era frecuente invocar a deidades cuya función más destacable para sus devotos era la protección contra la enfermedad y la curación, estas divinidades, cuando eran interpretadas por los grupos de población más romanizados, se relacionaban, principalmente, con Apolo y Diana. Sin embargo, en contextos termales también eran adoradas deidades que fueron vinculadas a Marte, Júpiter, Mercurio, Minerva o Juno. A partir de estos datos, no nos parece probable que las deidades indígenas que fueron relacionadas con todos estos dioses y diosas romanos tuvieran un mismo perfil. Más bien, creemos que los balnearios de aguas termales eran lugares donde podían ser venerados distintos tipos de divinidades, todas ellas invocadas con fines curativos, pero que podían abarcar otros aspectos religiosos, incluso de modo más relevante que el salutífero. En este sentido, no nos parece seguro, en principio, considerar que una divinidad local cuyos testimonios epigráficos han aparecido en recintos termales deba tener un perfil semejante al de las deidades más específicamente terapéuticas, como Borvo, Damona y Grannus o Sirona en las Galias. Por ello, a pesar de que los testimonios 56 Brandão 1959: 229-248; Encarnação 1989: 318, foto (HEp 4, 1101); García 1991: 365, n.º 228; Vaz 1993: 231234, n.º 9; Olivares 2002: 55. 57 Reucal / ius Turo / [li?] f(ilius) uo / tum Io / ui soluit (CIL II 420; Brandão 1959: 251-261; García 1991: n.º 312; Vives ILER 158; HEp 4, 1102). Sobre Fortuna en la península ibérica, uid. Díez de Velasco 1998: 111-112. 58 En el paraje llamado «Fuente del Morteru», parroquia de Tremañes (Gijón, Asturias), publicada en CIL II 2701; Diego 1985, n.º 6; Vives ILER 450. 59 Sobre las Ninfas, uid. Díez de Velasco 1998: 82-100. 60 CIL II 1024; AE 1972, 245; Vives ILER 361; Díez de Velasco 1998: 115-116; Rodrigo y Haba 1992: 371-373.

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epigráficos del dios Reue hayan aparecido en los últimos años de manera más frecuente en este tipo de contextos, sigue siendo válida la consideración de este dios como equiparable al Júpiter romano o al Taranis galo y como vinculable a lo que, desde Dumézil, conocemos como la esfera de la soberanía religiosa.

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PRÁTICAS EPIGRÁFICAS E TERMALISMO TERAPÊUTICO NO NOROESTE DA HISPÂNIA NA ÉPOCA ROMANA Armando Redentor, Centro de Estudos de Arqueologia, Artes e Ciências do Património, Universidade de Coimbra

Resumo: O hábito epigráfico não está ausente dos balneários terapêuticos na época romana, especialmente quando se insere no contexto dos cultos aquáticos. No presente trabalho, com base num corpus de inscrições depurado, o tema é abordado para o Noroeste da Hispânia numa perspectiva sócio-religiosa, analisando-se dedicatórias, dedicantes e motivações, sem olvidar outras dimensões nas quais a epigrafia se conecta com os balneários. Destaca-se a abrangência do culto às Nymphae, ainda que outros numes sejam visados, não só romanos, como Fons e Salus, mas também indígenas, como Reve/Revve/Reo e Edovio. Resumen: El hábito epigráfico no está ausente de los balnearios terapéuticos en época romana, sobre todo cuando se incluye en el contexto de los cultos acuáticos. En este estudio, basado en un corpus de inscripciones depurado, se aborda el tema para el noroeste de Hispania bajo una perspectiva socio-religiosa, analizando dedicatorias, dedicantes y motivaciones, sin olvidar otras dimensiones en las cuales la epigrafía se enlaza con los balnearios. Sobresale el alcance del culto a las Nymphae, aunque otros númenes se invocan, no solo romanos, como Fons y Salus, sino también indígenas, como Reve/Revve/Reo y Edovio. Palavras-chave: Balneários, epigrafia, manifestações religiosas, sociedade. Palabras clave: balnearios, epigrafía, manifestaciones religiosas, sociedad.

1. INTRODUÇÃO A prática balneária no Noroeste tem origens pré-romanas, segundo se constata pela informação decorrente das fontes literárias antigas e pelo registo arqueológico. Estrabão, na sua Geografia (III, 3, 6), declara: «Diz-se também que alguns (Lusitanos) dos que habitam junto ao rio Douro, seguem um modo de vida ao estilo lacónio: untam-se duas vezes ao dia de óleo em lugares apropriados e tomam banhos de vapor usando as emanações que procedem de pedras candentes, banham-se em água fria e fazem uma só refeição por dia, composta de ingredientes puros e simples». Este relato encontra eco nos banhos castrejos que a arqueologia vem pondo a descoberto desde meados

do século xix, ainda que a sua interpretação não tenha sido unívoca desde então e até ao presente. Todavia, é hoje genericamente assente que o tipo de estruturas como as providas do que, então, se designou «pedras formosas», também apelidadas monumentos com forno, cuja implantação anda associada aos povoados fortificados do mundo castrejo do Noroeste, teve essa funcionalidade (Silva 2007). E se a notícia do geógrafo de Amásia permite apontar que essas estruturas de banhos seriam conhecidas neste sector hispânico desde pelo menos o século ii a.C., de acordo com a cronologia das fontes que utilizou, nomeadamente Posidónio, Políbio ou os resumos das campanhas do Noroeste, de 151 a.C. e 138-137 a.C., que também Políbio aproveita (López

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Sousa 2002: 197-198), o certo é que o desenvolvimento da investigação arqueológica permite-nos hoje perceber que as estruturas associadas a esta prática têm uma cronologia mais profunda. Esta pode recuar aos meados do i milénio a.C., quer na área asturiana (Villa Valdés 2007),1 quer na bracarense (Lemos 2007-2008: 213-221),2 ainda que possa corresponder a finais do milénio e ao século i d. C., em processo de utilização continuada, a maioria dos banhos que hoje se reconhecem (Silva 2007b: 14; Silva 2007c: 73). A existência destas estruturas de banhos, num modelo de uso que associa a sudação com o banho de água fria, e às quais estará associada uma aura sacral3 intimamente relacionada com a sociabilidade do topo da estrutura social castreja (cerimónias iniciáticas), representada pelas elites locais (González Ruibal 2006-2007: 570-579),4 abona, todavia, em favor da existência de uma tradição balnear. Decerto, esta seria extensiva aos mananciais com propriedades curativas, pois para aí aponta a identificação de numes indígenas claramente vinculados a esses lugares que se particularizam pela qualidade e propriedades das suas águas.5 1 Corresponde o modelo primitivo das saunas asturianas a uma cabeceira absidal, sala de sudação e um pequeno vestíbulo ou antecâmara, cujo aparecimento é situado por Valdés Villa (2007: 91) na II Idade do Ferro, entre os séculos v-ii a.C., estando presente em Coaña 1, Pendía, Chao Samartín (fase antiga), Monte Castrelo e, possivelmente, Coaña 2. 2 A edificação do monumento de banhos pré-romano de Braga foi provisoriamente situada na Idade do Ferro inicial, pelo que, atendendo ao espólio cerâmico associado a uma fossa de deposição ritual, pode ser remetida para um período que é balizável entre os séculos vii/vi e ii a.C. (Lemos et alii 2003). Porém, não é descartável que a fossa referida possa ser relacionada com estrutura de carácter simbólico, anterior aos banhos, cenário que acarreta uma datação destes menos recuada, compreendida na II Idade do Ferro (Lemos 2007-2008: 221). Queiroga (1992: 26) defende a existência de saunas a partir dos séculos iv-iii a.C, construídas em materiais perecíveis e em posições excêntricas aos povoados. 3 O ambiente religioso associado ao monumento do tipo sauna tem sido salientado múltiplas vezes, quer numa assunção direta da sua relação com o culto das águas (Lemos 20072008: 221), quer num enquadramento mais vasto relacionado com divindades propiciadoras de soberania, força e fecundidade (Silva 2007b: 14-16). 4 Os banhos castrejos são tidos como espaços de realização de rituais de iniciação de jovens guerreiros e a favor dessa dimensão estão não só a morfologia contida dessas estruturas e as implicações que acarreta a utilização dos seus diversos espaços, mas também a panóplia de motivos decorativos que transmitem uma mensagem que tem que ver com poder, proteção simbólica e o próprio cosmos, a par da sua implantação na margem dos povoados, no caso dos da área meridional (González Ruibal 2006-2007: 575-576; Silva 2007b: 14). 5 Da utilização dos mananciais em época pré-romana não temos evidências materiais, sendo crível que essas águas possam ter sido usufruídas no seu contexto natural a partir de

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Nesta perspectiva, a paisagem, tal como é apropriada pelos diversos grupos comunitários, encerra os elementos que servem para a representação do sagrado, servindo de cenário à criação dos mitos, sendo os seus traços mais destacados — de carácter orográfico e corográfico, entre os quais se contam montanhas, rochas, vales, rios e mananciais — propícios a surgir como lugares numinosos (Hernando 2002: 137). Falamos de mitificação da natureza associada às divindades indígenas, ainda que possamos admitir que algumas delas tenham ido adquirindo fácies distintas à medida que as sociedades se complexificam, pois o sagrado não é imutável, sendo emanação das comunidades que o criam, apropriam e recriam. O Noroeste peninsular é um território com bastante concentração de mananciais com propriedades mineromedicinais, frequentemente termais, muitos deles conhecidos e aproveitados deste a Antiguidade, pois tanto a Arqueologia como a Epigrafia nos vêm comprovando essa utilização balnear (Díez de Velasco 1985 e 1998). O potencial simbólico da água na Antiguidade é uma dimensão que hoje pode parecer estranha, mas que marcou indelevelmente a relação das comunidades e dos indivíduos relativamente a ela, a ponto de emergir sacralizada (Díez de Velasco 1998: 7), algo que não deixa de se articular com a mitificação da paisagem natural invocada a propósito da religiosidade vernácula. À natureza salutífera das águas termais ou de propriedades curativas vincula-se uma componente religiosa importante (Miró e Miró 1997: 215-216; Scheid 2007-2008; Petraccia e Tramunto 2013: 176-177; Buonopane e Petraccia 2014: 217218) e é essa que essencialmente perpassa ao nível do registo epigráfico. A imersão na água termal natural, forma habitual do banho curativo, podia, inclusive, representar um acto ritual de dimensão simbólica associada à cura propiciada por via sobrenatural (Díez de Velasco 1998: 10). Pelas suas características, as águas termais são pouco compatíveis com a condução para pontos alheados das nascentes — processo que acarreta perda de calor e de propriedades —, sendo aí que são utilizadas, com recurso a soluções de complexidade diversa, que vão da simples fonte ao balneário de estrutura arquitectónica mais ou menos desenvolvida, poças escavadas ou arquitectadas com terra e madeira, materiais perecíveis que também se poderiam ter utilizado noutras estruturas (Casal e González Soutelo 2010: 37; González Soutelo 2012b: 323), desconhecimento que é extensível às formas de culto noutros lugares naturais em fase pré-romana (cf. Alfayé 2009: 25-30).

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em parte directamente dependente das características da água termal, mas na qual é traço bastante distintivo a existência de uma ou mais piscinas centrais destinadas a banhos de imersão e que estruturam a organização interna dos espaços edificados (González Soutelo 2012a: 80). O estudo das práticas epigráficas ligadas ao termalismo terapêutico em época romana implica que se proceda, à partida, a uma aclaração metodológica no sentido definir com rigor o dossiê documental com o qual se trabalhará e os limites da análise a realizar. Assim, é fundamental que seja realizado o cruzamento entre os dados arqueológicos indiciadores ou caracterizadores dos espaços balneares vinculados ao termalismo terapêutico e os registos epigráficos, cirandando ao máximo a informação referente ao contexto de achado das inscrições para que se possa estabelecer um corpus o mais depurado possível. Todavia, a correcta contextualização histórica e espacial das peças, quando desconexas do registo arqueológico associado aos ambientes balneares, é tarefa que se vê limitada, desde logo, pelo laconismo de muitas notícias referentes às descobertas, ou pela imprecisão ou indeterminação dos referentes geográficos (geralmente microtoponímicos), e pelo desconhecimento da sorte de cada uma entre a perda da funcionalidade original e a data da sua identificação, pelo que importará também insistir na análise do conteúdo dos textos, principalmente do formulário votivo associado a determinados numes habitualmente relacionados com o ambiente aquático, como estratégia complementar a este exercício. Todavia, o critério mais escorreito que podemos utilizar para assegurar que estamos, efectivamente, em face de um culto de âmbito termal será o da relação directa com o espaço balnear ou, no mínimo, com a sua proximidade imediata (Díez de Velasco 1998: 14), sobretudo quando não houver explicação justificativa razoável de situações de maior distanciamento geográfico. Acresce, ainda, que o contexto do povoamento antigo com o qual se relaciona determinado suporte epigráfico associável àquele tipo de culto pode ser, deste ponto de vista, importante, pois será muito mais arriscado garantir essa conexão num ambiente urbano de considerável dimensão do que num ambiente rural de um balneário campestre ou de uma simples fonte, mesmo que a distância entre o local do manancial e o do achado da inscrição seja superior (Díez de Velasco 1998: 16-17).6

As terras setentrionais ao curso do Douro — com provável excepção de um pequeno recanto no nordeste português que se admite corresponder a uma extensão territorial da Lusitânia (Alarcão et alii 1990; Lemos 1993, Ib: 485; Redentor 2008: 105-109) — estiveram, em época romana, integradas na Hispania citerior e divididas por três circunscrições conventuais: conventus Lucensis e Bracarum, a ocidente, sendo o primeiro, sedeado em Lucus Augusti, setentrional ao segundo, tendo este por capital Bracara Augusta, e, a nascente, o conventus Asturum, com capital em Asturica Augusta, respectivamente territórios de Calaicos e de Ástures. Neste quadrante hispânico, a maior parte dos locais relacionados com o termalismo antigo aos quais temos associados vestígios de práticas epigráficas, na sua esmagadora maioria de cariz religioso (Fig. 1), integra-se em aglomerados secundários, mormente de dimensão média ou inferior. A excepção regista-se com o balneário de Lucus Augusti, cuja função de capitalidade é incontroversa, seguida do de Aquae Flaviae, grande aglomerado secundário que terá desempenhado funções de capital regional no contexto brácaro (Peréz Losada 2002: 345-348; Martins et alii 2005). Obviamente que os critérios que permitem caracterizar operacionalmente estes aglomerados secundários são o seu tamanho, morfologia e urbanismo, havendo, todavia, que valorizar a presença de balnea com finalidade terapêutica como factor actuante do seu desenvolvimento (Peréz Losada 2002: 327-341). Em dimensão, os grandes aglomerados secundários do Noroeste afiguram-se bastante próximos das cidades principais e, tanto quanto os dados arqueológicos vão deixando perceber, do ponto de vista morfológico e urbanístico apresentan-se plantas nucleares e com planimetria urbana complexa, semelhando a organização ordinária de uma cidade (Pérez Losada 2002: 330-331). Todavia, as características dos aglomerados secundários de dimensão média denotam maior simplicidade e diversidade de soluções em termos de morfologia e urbanismo, apresentando uma organização interna na dependência de uma via principal ou de cruzamentos com vias secundárias, sem programação prévia, podendo alguns classificar-se como de feição proto-urbana, conforme perspectiva Pérez Losada (2002: 332). Assim, de acordo com as suas observações, Ourense e Caldas de Reis, contam como exemplos

6 A título de exemplo, apontam-se os casos de Guitiriz — vide infra, n. 8 — e de Guntín (Aquae Quintiae?) em que inexiste relação justificada entre as fontes epigráficas conhe-

cidas e as áreas com evidências balneares ou cultos termais, o mesmo se podendo apontar para a Catoira (apesar de González Soutelo 2012-2013: 181, lam. 2).

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Fig. 1. Distribuição dos cultos associados a balneários terapêuticos no Noroeste hispânico.

de povoados-rua lineares dispostos de ambos os lados de uma via, com ruas transversais de repartição irregular, mas, talvez, também Bande possa integrar esta categoria de assentamentos quase urbanos, ainda que as evidências arqueológicas registadas não permitam pronúncia acabada; e o caso de Caldas de Reis pode igualmente indiciar um desenvolvimento polinuclear. Outros aglomerados poderão ter carecido de qualquer outro sinal de conformação urbana para além de uma via de passagem. Talvez devem o caso de Caldas de Vizela, onde os vestígios arqueológicos registados, apesar de ainda diminutos e indiciando uma área de dispersão não muito alargada (Queiroga 2013), poderão apontar uma planta nuclear adjacente à área termal e em possível articulação com um eixo viário relacionado com a via Bracara Augusta-Emerita Augusta. Verosimilmente, balneários terapêuticos e edifícios ligados ao cursus publicus terão sido os únicos de carácter público nos aglomerados secundários médios a pequenos (Pérez Losada 2012: 333).

2. DAS MANIFESTAÇÕES RELIGIOSAS ASSOCIADAS AOS BALNEÁRIOS TERAPÊUTICOS DO NOROESTE PENINSULAR Como anteriormente se expôs, as práticas epigráficas ligadas termalismo terapêutico em época

romana têm com a dimensão religiosa que envolve esta específica prática balnear uma ligação essencial. Levando em linha de conta a aclaração metodológica acima explanada, centraremos esta observação analítica nas inscrições votivas (cf. Fig. 2), categoria que mais comummente se reporta aos ambientes balneares, enfocando-a quer na perspectiva das divindades cultuadas, quer na dos dedicantes que promovem as manifestações de religiosidade que se revelam associadas às águas curativas.

Deidades São divindades de cariz aquático ou fluvial salutífero as que surgem associadas à dimensão religiosa que envolve os balneários terapêuticos do Noroeste7 e que consideramos contextualizadas com esses ambientes. Não obstante, nesses espaços balneares ocorreram manifestações de religiosidade a numes indígenas e a divindades romanas, em alguns casos em 7 Acerca da caracterização e descrição detalhada de cada um dos locais relacionados com o termalismo antigo, e em concreto dos que se citam ao longo deste texto, remetemos para os trabalhos de síntese de Frade (1993), Díez de Velasco (1998), González Soutelo (2012b; 2012-2013), bem como González Soutelo e Matilla (Neste volume: «El balneario romano: concepto…»).

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simultaneidade, num meio que se intui de tolerância e complementaridade religiosa.

Divindades indígenas8 a) REVE/REVVE/REO Este nume indígena é um dos mais difundidos no Ocidente hispânico lusitano-galaico. O teónimo assume diversas variantes gráficas (Prósper 2002: 128-145; Redentor 2013). A sua relação com estabelecimentos balneares terapêuticos verifica-se em Ourense e em Caldas de Vizela, em ambos os casos com epicleses específicas. Ao balneário ourensano da área de As Burgas associam-se seis altares dedicados a Reue/Reuue Anabaraeco. Cinco deles (n.os 24-28), exumados recentemente, integravam as ruínas do edifício terapêutico romano, que dispunha de piscina abobadada de planta possivelmente rectangular, a que se associavam outras dependências, algumas possivelmente com função religiosa, estruturas que se poderão situar entre a primeira metade do século i e os meados do século ii (Rodríguez Cao e Cordeiro 2012: 101-102). A estes deve juntar-se um outro, apenas com a dedicatória Reue Anabaraeco, aparecido no mesmo local (n.º 23), 8 Não consideramos contextualizada com o ambiente termal de Guitiriz, Lugo, a inscrição (AE 1950, 24; IRPLu 57) procedente de Miraz, Friol, considerada a distância do lugar de proveniência àquele balneário e a referência a um poço e a outros materiais arqueológicos no local de achado (A Ruxida), nomeadamente um fuste de coluna e escórias, que fazem suspeitar da possibilidade de se relacionar diretamente com esse sítio (Gómez Villa 2011: 115-116, n.º 113; González Soutelo 2012-2013: 187, n. 74). Além disso, há a considerar que a relação com o contexto termal foi estabelecida com base numa errónea interpretação do teónimo como Cohetene. Esta assunção da forma teonímica levou à sua equiparação com o nome da deusa britânica Covetina/Conventina, muito bem documentada no forte romano de Brocolitia (Carrawburgh) no vallum Hadriani (Blázquez 1975: 192), invocando-se a via militar como favorecedora da chegada deste culto ao Noroeste hispânico (Monteagudo 1947: 71) e assumindo-se que poderia ter tido no contexto lucense idêntica forma de culto, baseada num santuário das águas (Díez de Velasco 1998: 33-34). Não obstante, a interpretação que a inscrição impõe, como sugere Prósper (2002: 246-427), é a de um teónimo Cohue seguido de um epíteto abreviado Tene(---) — eventualmente Tene(aeco?) ou algo próximo —, a qual é induzida pelo texto da inscrição de Santa Cruz de Loio (IRPLu 58), no qual a dedicatória Cuhue Berralogecu é evidente, correspondendo a forma teonímica a um dativo atemático em *-ei, associada a um epíteto formado por intermédio de sufixo velar temático em *-ǀi, conforme sustenta aquela autora, para quem as grafias Cohue/ Cuhue serão equivalentes a Cosue/Cusue, remetendo para a esfera de uma divindade indígena cujo nome surge graficamente representado como Cossue, Cusue e Coso, que relaciona com as confluências, nomeadamente fluviais.

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ainda que, todavia, fora de contexto estratigráfico, tal como uma dedicatória às Ninfas (n.º 22). Em Caldas de Vizela, exumaram-se, em dois momentos diferentes, entre finais do século xviii e meados do século xix, e em locais não distantes, a Lameira (actual praça da República) e o Banho do Médico, dois altares dedicados a esta mesma divindade, ainda que num caso apareça identificada por uma grafia reduzida do teónimo seguida do epíteto, Reo Bormanico, e noutro apenas pelo qualificativo (n.os 32 e 33). Em função da análise etimológica do teónimo e dos diversos epítetos que lhe andam associados, Reue/ Reuue tem sido entendido como significando rio, e, portanto, como divindade fluvial (Prósper 2002: 128145). Todavia, os achados ourensanos e a revisão das inscrições de Caldas de Vizela, conduzindo-as a este nume, implicam que, doravante, este seja também olhado como funcionalmente interveniente em contextos hidrotermais (Prósper 2009: 212; Redentor 2013: 223-224), o que não será tão difícil de conceber se tivermos ainda em atenção a adjacência a cursos fluviais permanentes, como ilustram os casos em causa: por um lado, a proximidade imediata do rio Vizela à área termal da vila homónima; por outro, a situação de Ourense numa fossa tectónica morfologicamente trabalhada pelos rios Miño, Loña e Barbaña, marginando este último o manancial des As Burgas. O epíteto Anabaraeco detém valor aquático, adjectivando um curso de água chamado *Anabara, e exclui a identificação da sua base com a localidade a que se adscreve a divindade protectora (Prósper 2009: 209). Bormanico deriva do hidrónimo da zona ou manancial termal *Bormano-, apresentando os linguistas (cf. Prósper 2002: 329) duas vias explicativas da sua etimologia: por um lado, através do tema *gwhor-mo- ‘quente’, com correlatos no antigo índio gharma-, no latim formus ou no grego șİȡμȩȢ (IEW 493), por outro, a partir de *bhor-mo- ‘ardente’ (IEW 132), o que indicia uma relação directa com o hidrotermalismo vizelense.

b) EDOVIO Este nume, que apenas conhecemos pelo epíteto, relaciona-se com o balneário de Caldas de Reis. O suporte, actualmente desaparecido, que o identificava (n.º 20) foi descoberto em reaproveitamento na alvenaria do tanque da fonte do balneário Dávila, possivelmente em finais do século xviii, mas esta forma epitética vê-se confirmada pela descoberta recente de

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uma ara, ainda que também arqueologicamente descontextualizada, que igualmente a regista (n.º 21). Segundo Prósper (2002: 335-336), Edovio corresponderá a um adjectivo antigo, possivelmente [*edów(i)yo], derivado de *H1edu- «curso de água» — com correspondência no av. aįu- «ribeiro, canal» e nos hidrónimos Adua (afluente do Pó) e Adula (Letónia) —, pelo que estaremos, uma vez mais, em face de uma deidade indígena relacionada com o ambiente aquático (Fig. 2).

Divindades romanas:9 a) NIMPHAE O grupo mais nutrido de epigrafia votiva associada aos balneários terapêuticos do Noroeste peninsular tem como referência as Ninfas, o que acontece em

9 Considerámos não comprovada a contextualização no espaço termal de Caldas de Reis da inscrição dedicada a Mercúrio (CIL II 2544), hoje desaparecida, e que se encontrava em reaproveitamento numa casa da localidade, tendo sobretudo em consideração a divindade em causa, cuja ligação a estes ambientes não é evidente, ao não se tratar de uma divindade aquática e/ou salutífera, apesar das alegações (Díez de Velasco 1998: 112-114) em sentido diferente. Excluímos, também, da epigrafia associada aos balneários as inscrições de Guimarães e de Tagilde, dedicadas às Ninfas (CIL II 5569 = Redentor 2011: II, 99-100, n.º 129) e às Ninfas Lupianas (CIL II 6288 = Redentor 2011: II, 84-85, n.º 108), que se vinham relacionando com a área termal de Caldas de Vizela, quer pela relativa distância dos respectivos lugares de achado, quer, no segundo caso, pelo facto de se tratar de uma interpretatio, levando-nos a análise linguística do epíteto a considerar a relação com um contexto geográfico distinto, supostamente associado à cabeceira do rio Vizela (Redentor 2011: II, 362-363). Este último critério impele-nos também a não considerar relacionada com o ambiente termal vizelense a inscrição dedicada Genio Laquinie(n)sis (CIL II 2405 = Redentor 2011: II, 87-88, n.º 112), identificável com um lugar concreto com o qual se relacionaria a atividade de pisoaria do seu dedicante (Redentor 2011: I, 290-291). Ainda no referente a esta localidade, opta-se pela exclusão da inscrição politeica aparecida no lugar do Sobrado (CIL II 2407 = Redentor 2011: II, 66-67, n.º 80), apesar das referências a Aesculapius, Lux e Somnus denotarem uma possível preocupação com as questões da saúde e do bem-estar (Redentor 2011: I, 392). No referente ao sítio asturiano da Fuente de la Mortera, San Juan de Tremañes, ao qual anda associada uma ara dedicada a Fortuna Balnearis (CIL II 2701), considera-se não estar minimamente clara a interpretação dos vestígios de época romana como pertencentes a uma estrutura balnear terapêutica, nem tão-pouco o termalismo pouco destacado das águas locais a reforça (Díez de Velasco 1998: 49; González Soutelo 2012a: 79, fig. 1). Por último, será de apontar que, por medida de precaução, não incluímos a inscrição recentemente aparecida em obras no balneário de Riocaldo (Ferrer Sierra e Seara Carballo 2003: 28-29), em Lobios, por não considerarmos claro tratar-se de dedicatória às ninfas.

Anejos de AEspA LXXVIII

Lugo, Chaves, Cuntis, Ourense, Bande, Caldelas, Baños de Molgás, Caldas das Taipas e Bem-Saúde. Destaca-se o balneário romano de Lucus Augusti, no qual recentes trabalhos de escavação permitiram exumar 14 fragmentos de inscrições (n.os 1-14) depositados nos sedimentos da piscina, juntamente com materiais cerâmicos do século iv, restos osteológicos e uma base de mármore (Hervés Raigoso e Meijide Cameselle 2000), entre os quais se contam seis que identificam as ninfas como destinatárias das dedicatórias. Ao balneário de Aquae Flauiae é possível associar duas inscrições dedicadas às Ninfas que não se identificaram no contexto do estabelecimento termal romano: trata-se de um altar (n.º 18) e de um bloco arquitectónico (n.º 17), pelo que a relação deste com a estrutura do edifício é conjecturável. Em escavações recentes, que têm trazido à luz dia a imponência das termas antigas (neste volume: «New data…»), exumou-se uma terceira, localizada junto a um ninfeu, juntamente com a parte inferior de outra que, possivelmente, também visaria estes numes, atendendo à especificidade do contexto arqueológico (n.os 15-16). Em Caldelas, os dois pequenos altares que se referenciam (n.os 37-38) estão directamente relacionados com a descoberta de vestígios do balneário romano em finais do século xviii. Tanto o altar de Baños de Molgas (n.º 36), como o de Bande (n.º 29) e os dois de Cuntis (n.os 34-35) apareceram nas proximidades dos respectivos mananciais termais, tendo os últimos a particularidade de serem ambos dedicados pela mesma pessoa. Em Ourense, a inscrição dedicada às Ninfas (n.º 22), apesar de ter aparecido descontextualizada, relaciona-se directamente com o sítio do balneário romano de As Burgas, onde se contabilizam também as dedicatórias a Reue/Reuue Anabaraeco. No caso de Caldas das Taipas, para onde se referencia o achado de vestígios arquitectónicos correspondentes a um balneário da época romana, consideramos aceitável relacionar com estas evidências a ara identificada na igreja paroquial de Ponte (n.º 39), atendendo à curta distância (inferior a 2 km) que separa as duas povoações, apartadas pelo curso do rio Ave. Com base neste mesmo critério de distância consideramos também plausível a relação da inscrição aparecida na Quinta do Carrascal, Adeganha, junto à ribeira da Vilariça (n.º 41), com as nascentes de água mineromedicinal de Bem-Saúde, tal como os seus achadores sugerem (Cardozo e Santos 1953: 66).

Anejos de AEspA LXXVIII

Localização

PRÁTICAS EPIGRÁFICAS E TERMALISMO TERAPÊUTICO...

Divindades

Dedicantes

Formulário

Suporte Datação

Ref.

473

N.º

AGLOMERADOS URBANOS PRINCIPAIS

Lucus Augusti (Lugo)

Nymphis

M(arcus) Vlp(ius) Longianus

?

ara

ii-iii

AE 2000, 749 = HEp 10, 358

1

Nymphis

L(ucius) Val(erius) M[aximus?]

?

ara

ii-iii

AE 2000, 750 = HEp 10, 359 =

2

Nymphis

[---]eiu[s ---]

?

ara

ii-iii

AE 2000, 751 = HEp 10, 360

3

Nymp[his]

?

sac[rum] + ?

ara

ii-iii

AE 2000, 752 = HEp 10, 361

4

?

M(arcus) Hortensius [Maxi]minianus

?

ara

ii-iii

AE 2000, 753 = HEp 10, 362

5

?

[---] Germano

[ex] voto [cur]a agente

ara

ii-iii

AE 2000, 754 = HEp 10, 363

6

?

?

[v(otum)] s(olvit) l(ibens) m(erito)

ara

ii-iii

AE 2000, 755 = HEp 10, 364

7

?

?

v(otum) s(olvit) l(ibens) m(erito)

ara

ii-iii

AE 2000, 756 = HEp 10, 365

8

?

L(ucius) Larci(us) Cl(audianus?)

?

ara

ii-iii

AE 2000, 757 = HEp 10, 366

9

Nym[phis]

?

?

ara

ii-iii

AE 2000, 758 = HEp 10, 367 =

10

Nym[phis]

?

?

ara

ii-iii

AE 2000, 759 = HEp 10, 368

11

?

?

[ex] v(oto)

ara

ii-iii

HEp 10, 369

12

?

?

?

ara

ii-iii

HEp 10, 370

13

?

?

[---] v(otum) s(olvit) [---]

ara

ii-iii

HEp 10, 371

14

AGLOMERADOS SECUNDÁRIOS PRINCIPAIS

Aquae Flaviae

Nymphis

Val(erius) Servatus

votum solvit lib(ens) m(erito)

ara

ii

Neste volume «New data…»

15

?

?

ara

ii

Neste volume «New data…»

16

[N]ymphis

Aur(elius) Dionysius Aug(usti) lib(ertus)

[pro sal(ute) sua et] om(nium) suo(rum) ex v(oto) s(olvit vel uscepto) -

bloco

ii-iii

CIL II 2474 = 5726 + RAP 417 + AquaeFlaviae2 71

17

Nymphis

G(aius) G(---) Polycarpus

sacrum + libens fecit

ara

ii-iii

AquaeFlaviae2 72 + AE 2000, 744

18

Font(i)

Gand(ius?) Liber

-

ara

ii-iii

Carneiro 2005: 103-104, n.º 2.

19

(Chaves)

AGLOMERADOS SECUNDÁRIOS DE DIMENSÃO MÉDIA Aquae Celenae (Caldas de Reis)

Edovio

Adalus Cloutai

v(otum) s(oluit) l(ibens) m(erito)

ara

i-ii

CIL II 2543 + CIRG II 73

20

Edovio

Epagathu(s) Deuteri Aprilis Caes(aris) dis(pensatoris) ser(vi) vic(arius)

vo(tum) s(oluit) l(ibens) a(nimo)

ara

ii-iii

López Barja e Rúa Carril 2011

21

Fig. 2. Cultos associados a balneários terapêuticos no Noroeste hispânico.

474

Anejos de AEspA LXXVIII

ARMANDO REDENTOR

Localização

Ourense

Divindades

Formulário

Suporte Datação

Ref.

N.º

Nymphis

Calpurnia Abana Aeboso(celensis?)

ex visu v(otum) s(olvit) l(ibens)

ara

ii

Reve Anabaraego

?

?

ara

i

Revve Anabaraego

Severus Luperci

v(otum) s(olvit) l(ibens) a(nimo)

ara

ii

González Rodríguez 2012: 74, n.º 2

24

Revve Quintio Domitiorum Anabar(aego) l(ibertus)

v(otum) s(olvit) l(ibens) m(erito)

ara

ii

González Rodríguez 2012: 75, n.º 3

25

Revve C(aius) Faber(i)us Anabar(aego) Hymetus

v(otum) s(olvit) l(ibens) m(erito)

ara

I

González Rodríguez 2012: 76, n.º 4

26

Revve Anabaraego

-

ara

ii

González Rodríguez 2012: 77, n.º 5

27

Revve Memmius Evaristus An(abaraego)

v(otum) s(olvit) l(ibens) m(erito)

ara

ii

González Rodríguez 2012: 78, n.º 6

28

Nymfis

Boelius Rufus

pro salute sua v(otum) s(olvit)

ara

ii-iii

CIL II 2530 + AquaeFlaviae2 67

29

T[e]rtia Flacilla

ex voto

ara

ii-iii

AquaeFlaviae2 161 + HEp 7, 1997, 486

30

?

v(otum) s(olvit)

ara?

i-iii

Rodríguez Colmenero 2006: 148, n.º 8

31

C. Pompeius Gal. Caturonis f. Mei[d]ugenus, Uxsamensis Medamus Camali

v(otum) s(olvit) l(ibens)

cipo

ii-iii

32

v(otum) s(olvit) l(ibens) m(erito)

ara

ii

CIL II 2403 e 5558 + Redentor 2011: II, 36-37, n.º 34 CIL II 2402 + Redentor 2011: II, 37-38, n.º 35

Aquae Querquennae d(eae)? Sal(uti)? (Bande) ?

Caldas de Vizela

Dedicantes

Reo Bormanico Bormanico

T(itus) Flavius Flavinus

CIL II 2527 + 22 AquaeFlaviae2 66 + Guerra 1998: 104, n.º E.7 HEp 7, 528 + González 23 Rodríguez 2012: 73, n.º 1

33

ASSENTAMENTOS MENORES Aquae Calidae

Nymphis

G(aius) Antonius Florus

-

ara

ii

CIRG II 124

34

Nymphis

G(aius) Antonius Florus

-

ara

ii

CIRG II 125

35

Nymphis

Aurelius Flaus Tamtacanus (!)

ex voto

ara

iii

36

Nymphis

A[u]r(elia) (?) Sab(ina) (?)

ex voto

ara

iii

Nymphis

Caen(ius) (?) Clem(ens)

ex voto

ara

iii

Nymphis

G. Sulp(icius) Festus

ex voto

ara

ii-iii

HEp 2, 518 + AquaeFlaviae2 65 + Guerra 1998: 220, n.º E.164 CIL II 2457b e 5572b + Redentor 2011: II, 82-83, n.º 105 CIL II 2457a e 5572a + Redentor 2011: II, 83-84, n.º 106 AE 1955, 236 + Redentor 2011: II, 84, n.º 107

(Cuntis) Baños de Molgas

Caldelas

Caldas das Taipas

37

38

39

FONTES Caldas de Boñar Bem-Saúde

Fonti Genio [---?] D(eabus) Nymphis

Bocci l(ibertus) Vipst[anus] Alexis

sacr[um] + v(otum) s(olvit) l(ibens) m(erito)

rocha

ii

CIL II 2694/5726 + AE 1999, 919 = HEp 9, 403

40

Simplicia

v(otum) posuit + s(olvit) l(ibens) a(nimo)

ara

iii-iv

AE 1955, 237 + RAP 418

41

Fig. 2. Cultos associados a balneários terapêuticos no Noroeste hispânico (continuación).

Anejos de AEspA LXXVIII

PRÁTICAS EPIGRÁFICAS E TERMALISMO TERAPÊUTICO...

475

Nenhuma das dedicatórias está acompanhada de qualquer epíteto e só uma vez, precisamente no último caso apontado, surge o nome divino precedido do qualificativo deae, como reforço do seu carácter deífico. As Ninfas foram, no mundo romano, divindades ligadas à natureza e às fontes em particular (DAGR: s. v. Nymphae; Grimal 1951 [1999]: s. v. Ninfas; Larson 2001), tendo tido no Noroeste uma representação ampla e duradoura, pois o seu culto parece ecoar ainda nos alvores medievais. Isto mesmo indica Martinho de Dume no seu De correctione rusticorum, no qual se refere ao acender de velas nas encruzilhadas, indicando a mesma prática junto às fontes (De correctione, 16), que, noutro passo, diz serem o domínio das Ninfas (De correctione, 8).

Não é totalmente segura a associação de Salus, a personificação da segurança e do bem-estar (DAGR: s. v. Salus; Grimal 1951 [1999]: s. v. *Salo), aos ambientes balneares do Noroeste — contrariamente ao panorama conhecido para a Lusitânia (Andreu et alii 2010) —, mas talvez se possa deduzir da inscrição de um altar identificado na área do manancial termal de Bande e que foi publicado como dedicado a Mars (AquaeFlaviae1 47) e posteriormente a uma divindade cujo nome corresponderia à terminação dativa [---] asae (AquaeFlaviae2 161) que, pelo menos provisoriamente, não enjeitamos que possa rever-se como D(eae)? SAL(uti)?

b) FONS

Os indivíduos

Apenas duas dedicatórias visam a personificação da natureza divina das fontes, (DAGR: s. v. Fons; Grimal 1951 [1999]: s. v. Fonte), o deus Fons. Uma encontra-se materializada numa árula descoberta em Chaves em circunstâncias pouco claras (n.º 19) e a outra corresponde a inscrição rupestre associada à fonte termal leonesa de La Calda, em Boñar (n.º 40). Neste último caso, a clarificação do conteúdo da inscrição que habitualmente se expunha como referente a um sincretismo interpretado como Fons *Saginiensis (cf. CIL II 5726), leva à admissão da existência de duas inscrições, uma dedicada a Fons e outra a um génio concreto, configurando um locus sagrado em torno da fonte (Gimeno e Stylow 1999). A inscrição flaviense é por nós reinterpretada, considerando-se que o teónimo não se encontra seguido de epíteto ou de determinativo, mas tão-só da nomenclatura duonominal do dedicante, com abreviatura do gentilício.10

Os indivíduos que a documentação nos permite identificar como dedicantes dos ex-votos depositados nos espaços balneares são, à partida, os que aí procuram, pelos benefícios reconhecidos das águas termais, solução para a sua insanidade, sendo que a doença era encarada como consequência de hábitos de vida errados ou de uma imaginada incorrecção no respeitante ao equilíbrio desejável entre humanos e divindades ou outras categorias supra-humanas. Daí que a cura fosse procurada nas águas e simultaneamente no mundo sobrenatural que lhe andava associado, apesar de a medicina antiga oferecer um modelo explicativo para a cura termal claramente distanciado da intervenção de poderes sobrenaturais (Díez de Velasco 1998: 10-12). A prática epigráfica representada releva, assim, a crença dos utilizadores dos balneários na intervenção de forças sobrenaturais representadas pelos entes divinos cultuados, ao mesmo tempo que também serve propósitos de auto-representação (Redentor 2011: I, 63-68), visando a afirmação da identidade individual no todo social que gravita em torno do ambiente balnear, sendo possivelmente este fito bem mais importante quando se trata de intervenções de indivíduos forâneos que com esses espaços e comunidades estabelecem ligação. Como forasteiros, surgem claramente identificados três indivíduos, Calpurnia Abana, Aeboso(celensis?) (n.º 22), Aurelius Flaus, Tamtacanus (!) (n.º 36) e C. Pompeius Gal. Caturonis f. Mei[d]ugenus, Vxsamensis (n.º 32), ainda que para outros, sobretudo olhando ao seu estatuto e onomástica,11 e, em parte,

10 A abreviatura que concebemos como referente ao gentilício pode aproximar-se de um patronímico indígena que se documenta em inscrição do Porto (Redentor 2011: II, 101102, n.º 132): Gandi. Tratar-se-á, neste caso, de gentilício de formação patronímica. Considerámos ser aquele genitivo antroponímico próximo de Cand(i)us, nome com um único testemunho, também em genitivo, na Lusitânia (CIL II 731; Grupo Mérida 2003: 132), dado que a diferença apenas reside na alternância C/G; e apesar de não ser de rejeitar por completo a hipótese de, neste caso lusitano, se tratar do nomen latino Candius na função de cognome, atendendo à fórmula onomástica peregrina será de encarar a possibilidade de se estar perante idiónimo indígena, uma vez que a raiz conhece paralelo ao nível da teonímia de raiz pré-romana do Ocidente peninsular, v. g. Candeberonio (Prósper 2002: 331-332).

c) SALVS

11

Sobre a importância da onomástica no rastreio da origem

476

ARMANDO REDENTOR

aos ambientes – nomeadamente urbanos, mas não só – nos quais se regista a sua presença, se possa também inferir essa situação: Aur(elius) Dionysius Aug(usti) lib(ertus) (n.º 17), C(aius) Faber(i) us Hymetus (n.º 26), G(aius) G(---) Polycarpus (n.º 18), Bocci l(ibertus) Vipst[anus] Arguela) (n.º 40) e Epagathu(s) Deuteri Aprilis Caes(aris) dis(pensatoris) ser(vi) vic(arius) (n.º 21). A identificação deste último dedicante é assaz interessante, por se apresentar como um escravo vicário de um vicário de um escravo imperial que exerceu funções de dispensator, logo, integrado no funcionalismo subalterno da administração, sabendo-se da intervenção destes intendentes designados por dispensatores na gestão de metalla publica, na máquina fiscal, nas unidades militares e na administração provincial (Boulvert 1974: 111-198; López Barja e Rúa Carril 2011: 3; Redentor 2011: I, 278-280). Também a vinculação do liberto Aur(elius) Dionysius à administração imperial se afigura certeira, ainda que não possamos adiantar nada de concreto a este respeito, dada a panóplia de cargos, no âmbito administrativo, fiscal e militar, que estavam reservados a este grupo (Boulvert 1974: 111-198; Serrano Delgado 1988: 39-51), mesmo que a proximidade da área mineira da serra da Padrela torne desafiante a cogitação da sua relação com o cargo de procurator metallorum, o responsável directo pela administração das minas (Domergue 1990: 295-301; Christol e Demougin 1990; Sastre e Orejas 2000: 284-290) (Fig. 3). Os que têm origem conhecida apontam para fluxos da movilida de interno ao espaço conventual em que se inserem – é o caso de Aurelius Flaus, que em Baños de Molgas dedica um altar às Ninfas, sendo originário da comunidade cívica dos Tamagani (Guerra 1998: 621-622), que devemos situar na área do vale superior do Tâmega (TIR, K-29: 100) —, mas também, plausivelmente, com proveniência da área lusitana vetã — assim se interpreta a indicação de proveniência que enquadra Calpurnia Abana no texto do altar que dedica às Ninfas no balneário de Ourense, com base na referência adjectival pátria Aebosocelensis dos dedicantes, atente-se nos resultados recentemente expostos por Andreu Pintado (2012: 339-340) no respeitante ao culto das Ninfas no balneário de Lucus Augusti e no aro ourensano. Conclui por uma elevada presença de indivíduos forâneos nesses contextos, servindo-se de sugestão metodológica rubricada por Gómez-Pantoja (1997) que consiste em comparar o perfil onomástico dos dedicantes com os nomina reconhecíveis nos epitáfios do âmbito geográfico correspondente área de ocorrência do culto, mas não se poderá perder de vista que o acerto dos resultados num exercício como este está amplamente dependente de variáveis importantes relacionadas com a quantidade e representatividade da documentação epigráfica para os contextos territoriais visados.

Anejos de AEspA LXXVIII

(Guerra 1998: 260-263) documentada em inscrição de Cória (AE 1952, 130 = AE 1958, 17) — e da área da Meseta celtibérica —C. Pompeius Gal. Caturonis f. Mei[d]ugenus que, em Caldas de Vizela, consagra a Reo Bormanico um ímpar monumento, diz-se Vxamensis, origo que habitualmente se relaciona com Vxama Argael.12 Este interessante monumento tem a particularidade de incluir um dístico pouco habitual nas epígrafes votivas, e claramente excepcional ao nível do Noroeste, que corresponde à seguinte exortação: quisquis honorem agitas ita te tua gloria servet praecipias puero ne linat hunc lapide. A sua aclaração tem sido objecto de diversificadas reflexões (cf. Encarnação 2011: 169-171), mas cremos poder interpretá-lo como apelo à grandeza de espírito dos que dão atenção à religião, exortando-os a zelar pela integridade do monumento, defendendo-o da imprevisibilidade comportamental dos mais novos: «Quem quer que sejas que te ocupas das honras divinas (culto), assim tua grandeza te salve; recomenda à mocidade que não manche esta lápide» (Redentor 2011: I, 330-331; Redentor 2013: 222-223). A maioria dos dedicantes tem estrutura onomástica quiritária. Embora este aspecto possa parcialmente justificar-se pela cronologia tardia de alguns documentos, posterior à extensão da cidadania romana a toda a população livre do império em 212 – v. g. Aurelius Flaus (n.º 36) e A[u]r(elia) (?) Sab(ina) (?) (n.º 37) –, o panorama afigura-se bastante sólido para não admitir que é sobretudo população com estatuto privilegiado de cidadania romana que deixou marca na prática epigráfica ligada aos balneários terapêuticos do Noroeste: dos cerca de 78,57 % de estruturas onomásticas de natureza quiritária identificadas, as que respeitam a cidadãos romanos correspondem a 72,73 %, ou seja, 57,14 % do universo de indivíduos identificados.13 12 Vxama Barca (Ptol., II, 6, 53), Osma de Valdegobia, Álava, será também hipótese a ponderar, ainda que as simples menções a Vxamenses comummente se relacionem com a cidade de Vxama Argaela (Ptol., II, 6, 56), Burgo de Osma, Burgos. 13 Estruturas onomásticas correspondentes a ciues: M(arcus) Vlp(ius) Longianus, L(ucius) Val(erius) M[aximus?], M(arcus) Hortensius [Maxi]minianus, L(ucius) Larci(us) Cl(audianus?), Val(erius) Servatus, Gand(ius?) Celer, Calpurnia Abana, T(itus) Flavius Flavinus, Boelius Rufus, T[e]rtia Flacilla, C. Pompeius Gal. Caturonis f. Mei[d]ugenus, G(aius) Antonius Florus, Aurelius Flaus, A[u]r(elia) (?) Sab(ina) (?), Caen(ius) (?) Clem(ens) e G. Sulp(icius) Festus. Estruturas onomásticas correspondentes a liberti: Aur(elius) Dionysius Aug(usti) lib(ertus), G(aius) G(---) Polycarpus, (Domitius) Quintio Domitiorum l(ibertus), C(aius) Faber(i)us Hymetus, Memmius Evaristus e Bocci l(ibertus) Vipst[anus] Alexis. Estruturas onomásticas correspondentes a peregrini: Adalus Cloutai, Severus

Anejos de AEspA LXXVIII

PRÁTICAS EPIGRÁFICAS E TERMALISMO TERAPÊUTICO...

477

Fig. 3. Mobilidade dos dedicantes de cultos associados a balneários terapêuticos no Noroeste hispânico.

Em termos de género, a esmagadora maioria dos dedicantes das ofertas votivas materializadas em epígrafes são homens (86 % num universo de 28 indivíduos, em que há apenas 4 mulheres). Com a ressalva de um único caso, no qual se documenta a intervenção de uma possível escrava, considerando a sua identificação reduzida a um nome único (n.º 41), as mulheres restantes têm estatuto de cidadania, aparecendo vinculadas ao culto das Ninfas14 (n.os 22 e 37) e de um outro nume que equacionámos ser Salus (n.º 30), em estabelecimentos balneares terapêuticos associados a aglomerados secundários de média e Luperci e Medamus Camali. Nomenclaturas associadas a indivíduos de condição servil: Simplicia e Epagathu(s) Deuteri Aprilis Caes(aris) dis(pensatoris) ser(vi) vic(arius). Apesar de se considerar a vinculação de [---] Germano aos meios oficiais de Lucus Augusti, o seu estatuto é incerto. 14 Para o conjunto do Noroeste hispânico, Tranoy (1981: 325-326) ressalta que a proporção de mulheres a cultuar as Ninfas é maior do que a das que cultuam outras divindades.

pequena dimensão ou a simples fontes de águas mineromedicinais. Com excepção do bloco arquitectónico com dedicatória às Ninfas de Aquae Flaviae (n.º 17) e do saxum sriptum de Boñar (n.º 40), bem como do monólito paralelepipédico de Caldas de Vizela (n.º 32), os restantes suportes correspondem a altares que se constituem como confirmação pública da satisfação dos compromissos assumidos perante as divindades, conforme se depreende dos formulários associados, e, simultaneamente, como ofertas votivas. As fórmulas remetem para a prática ritual do votum (Scheid 1990a: 290-238; Derks 1995: 113-121) e denunciam a parte do contrato — temporário e condicional (da ut dem) —realizado entre o devoto e a divindade que decorre da actuação desta e se materializa na execução, pelo primeiro, da promessa realizada (solutio), à qual comummente se vincula um acto sacrificial, uma vez que da formulação do voto propriamente dito (nuncupatio) não há rasto na documentação epigráfica

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em causa, o que se justifica pelo facto de estarmos perante acções de natureza pessoal e privada. Assim, os formulários (cf. Fig. 2) simplesmente reportam o acto como integrante de um votum (ex voto; ex v.) ou, mais explicitamente, referem o cumprimento deste (v. s. l. m. / votum solvit lib. m.; v. s. l. a.; v. s. / v. soluit; v. s. l.; s. l. a.), ou, inclusive, ambas as coisas (ex v. s.)15 Independentemente da origem do nume em causa, cumprem-se actos rituais de fácies romana, quer seja em ambientes citadinos, quer noutras áreas que podemos considerar menos urbanas ou inclusive rurais. Num dos fragmentos de altar descobertos na piscina do balneário de Lucus Augusti (n.º 6) discerne-se que a dedicatória foi realizada cura agente. Sendo esta expressão bastante habitual em textos de índole oficial (Hervés Raigoso e Meijide Cameselle 2000: 190) e ligada a ambientes administrativos e militares, poderá o registo em causa relacionar-se com personagem integrado nestes meios, situação aceitável se considerarmos a importância da cidade a este nível (Tranoy 1981: 198; Alföldy 2002: 60-62), mas da sua identificação apenas resta, infelizmente, o cognome, Germanus. Há também que chamar a atenção para algumas particularidades associadas à origem e motivação do acto cultual. No caso da inscrição dedicada às Ninfas no balneário ourensano (n.º 22), a oferente indica a realização desse acto ex visu, isto é, em função de uma experiência directa com as divindades, as quais, por meio de uma visão, comunicam a necessidade do acto que se cumpre, algo que pode relacionar-se com a prática da incubatio (Díez de Velasco 1998: 130; Beard et alii 2006: 33), apesar de nem sempre assim acontecer em termos rituais (Scheid 1992: 31, n. 26). Atendendo a que a dedicante indica uma procedência forânea, é de admitir que a deslocação a estas águas, em particular, tivesse sido realizada por mandado divino (Díez de Velasco 1998: 96). Noutra dedicatória às Ninfas, desta feita associada aos mananciais de Bande (n.º 29), o dedicante alega, sob a expressão pro salute sua, que a motivação da sua oferta se prende directamente com a própria saúde, buscando aí a cura ou a manutenção de um estado de incolumidade. A mesma motivação, ainda que extensível àqueles mais próximos do dedicante, estaria também expressa no altar incompleto aparecido junto do ninfeu do balneário flaviense que, tendo em 15 O desdobramento ex v(oto) s(uscepto) afigura-se menos provável atendendo à escassez da utilização desta fórmula na Hispânia e, em particular, no Noroeste.

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conta o desdobramento proposto para a penúltima linha, registaria a seguinte expressão: [pro sal(ute) sua et] om(nium) suo(rum) (n.º 16). O caso do registo rupestre de Boñar (n.º 40), com inscrições dedicadas a Fons e possivelmente a um Genius tópico, é algo diferente. É, desde logo, significativo que o dedicante indique a sua ocupação profissional. Apresenta-se como aquilegus, aquele que é encarregado de fazer conduzir águas, sendo plausível que ao realizar esta declaração de interesse não procure a intervenção sobrenatural por motivos curativos, mas actue em demonstração de respeito e temor perante as divindades associadas à sacralidade do manancial (Iglésias e Ruiz 2012: 364) e do próprio lugar, quiçá onde o próprio teve intervenção.

3. OUTRAS INSCRIÇÕES: DA ARQUITECTURA BALNEAR EM CALDAS DE VIZELA E CHAVES Importa, ainda, trazer à colação o conteúdo e o contexto de uma inscrição monumental que se relaciona com Caldas de Vizela (CIL II 2408 = Redentor 2011: II, 130-131, n.º 175), possivelmente com a sua área balnear, e que alude a um protagonista de alto estatuto. O conhecimento disponível sobre as edificações balneares romanas vizelenses é ainda escasso. Uma parte resulta de relatos referentes a diversos achados de estruturas e materiais romanos transmitidos por diversas fontes desde o século xvii, tal como ocorre com as primeiras alusões à inscrição em causa (Frade 1993: 880-881, n.º 11; Queiroga 2013: 182-184). Os trabalhos arqueológicos realizados nas últimas décadas, em contexto de salvamento ou de sondagens arqueológicas, esboçam, todavia, a existência de duas áreas pelas quais se distribuem os vestígios: uma habitacional e de enterramentos, entre a igreja de São Miguel e a Lameira (actual praça da República), e, desta às margens do rio Vizela, uma outra à qual se associam os registos de natureza balnear (incluindo os do banho do Médico, correspondente às actuais termas). Os únicos dados arqueológicos recentes que correspondem ao ambiente balnear antigo foram exumados, no lado norte da Lameira (praefurnium, caldarium, piscinas, pavimentos de opus signinum e mosaico, condutas e esgotos), em contexto de obra (Queiroga 2013: 187). Este cenário é ainda insuficiente para aquilatar das informações que é possível depreender da epigrafia local. A inscrição com a dedicatória Reo Bormanico (n.º 32) indicia, quer pela configuração do suporte,

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destinado a enterrar, quer pela exortação final à sua conservação, ter estado num espaço de livre acesso (Redentor 2011: I, 330-331), permitindo equacionar a eventual existência de estruturas de banho ao ar livre, a que se associariam instalações fixas, como as que se comprovam claramente em Lugo, Chaves ou Ourense, para apenas citar alguns dos balneários atualmente melhor conhecidos (González Soutelo 2012a) e que têm epigrafia associada.16 O suporte da referida inscrição monumental, correspondente a uma arquitrave constituída por três faixas lisas fazendo sacada umas sobre as outras, de acordo com o modelo jónico, mas sem remate superior (Redentor 2011: II, 130-131, n.º 175), corresponderá a elemento estrutural de uma importante edificação que foi dedicada por T. Flavius Archelaus Claudianus, talvez, originário da Lídia (Alföldy 1969: 110) e que terá desempenhado as funções de legatus iuridicus com competência estendida a toda a Hispania citerior (Tranoy 1981: 393), no século iii.17 Ponderando que terá sido a função balnear o aspecto distintivo mais importante deste aglomerado secundário, independentemente de se atribuir um carácter de sazonalidade à ocupação ditada pela procura das suas águas (Queiroga 2013: 189), é lógico pensar na correspondência desta acção de recorte munificente com a arquitectura termal, quer se relacione com intervenção no balneário propriamente dito ou com outra estrutura arquitectónica (Redentor 2011: I, 113) que lhe estivesse associada, como uma fonte ou um ninfeu, por exemplo. Ainda no que respeita a inscrições integradas nas estruturas arquitectónicas balneares de âmbito terapêutico, há a referir a identificação de três silhares epigrafados no paramento exterior da parede sul do balneário de Aquae Flaviae, dois numa fiada e o terceiro na que lhe subjaz, cuja interpretação, decerto, terá de ser realizada em conjunto. Assim, plausivelmente, registar-se-á nesses blocos um genitivo antroponímico seguido da inicial f. Em função deste pressuposto e do contexto em que se encontra a inscrição, admitimos que pudesse fazer referência a uma fonte ou realidade predial concretos —Mamae F(ons uel undus?)—, apesar de o registo arqueológico 16 Outros casos a citar do ponto de vista do conhecimento da estrutura arquitectónica poderiam ser, a título ilustrativo, o balneário de Carballo, na província de A Coruña, e o de São Vicente do Pinheiro, no concelho de Penafiel (cf. Frade 1993; González Soutelo 2012-2013). 17 Têm-se avançado, como possibilidades, ser este legado um dos filhos de T. Flavius Archelaus, magister dos Frates Arvales no tempo de Heliogábalo (Fasti Sacerdotum 1669), e irmão do cônsul ordinário do ano 267, Archesilaus (cf. Scheid 1990b: 449f).

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parecer não apoiar estas possibilidades (neste volume: «New data…»).

4. CONSIDERAÇÕES FINAIS As práticas epigráficas associadas ao termalismo terapêutico no Noroeste peninsular concentram-se esmagadoramente na vertente religiosa ligada às águas mineromedicinais, na qual se destaca a abrangência do culto às Nymphae, ainda que outros numes sejam visados, não só romanos, como Fons e Salus, mas também indígenas, como Reve/Revve/Reo e Edovio. Como acima se referiu, apenas um par de textos de outra categoria é digno de nota, tratando-se, num caso, de inscrição cinzelada num elemento arquitectónico que terá integrado edificação resultante de acção munificente plausivelmente associada ao ambiente balnear de Caldas de Vizela e, num outro, de gravação patente na alvenaria exterior de uma das paredes do balneário de Aquae Flaviae, cujo real significado se revela verdadeiramente sibilino. Entre os indivíduos identificados nas práticas epigráficas de carácter religioso, nas quais o elemento feminino é minoritário, teremos essencialmente gente de extracção local, mas estão também documentados alguns com procedências alheias ao espaço territorial mais chegado, desde logo o correspondente aos limites das civitates em que se inserem os balneários, denunciando a existência de fluxos intra-conventuais e intra-provinciais, bem como extra-provinciais. A moldura humana que se desprende do dossiê epigráfico abordado reflecte as desigualdades sociais e jurídicas que a sociedade romana patenteou, sendo todavia digna de nota a clara preponderância de cidadãos romanos, a que não será alheio um estatuto socioeconómico diferenciado —também, decerto, comum aos libertos— que vai de par com essa preeminência jurídica. Entre os mais distintos intervenientes nas práticas epigráficas retratadas no contexto do termalismo terapêutico do Noroeste hispânico encontram-se elementos ligados à administração provincial, quer se trate de altos dirigentes, como o legatus Augusti T. Flavius Archelaus Claudianus, em Caldas de Vizela, ou de subalternos, como será o caso do liberto imperial Dionysius, em Aquae Flaviae. Os militares, grupo no qual as práticas termais terapêuticas são relativamente bem acolhidas (Diéz de Velasco 1998: 137), estão ausentes no esboço que é possível realizar. O panorama gizado anda longe de justificar certas afirmações ou caracterizações que se têm rubricado

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quanto ao recorte sociológico dos balneários do Noroeste, considerado eminentemente indígena e assente numa clientela popular (Díez de Velasco 1998: 142), pois reiteramos que a documentação epigráfica está a documentar gente de nível económico superior e posição social elevada, coincidentes com um estatuto jurídico diferenciado, embora a extracção autóctone pareça ser a regra, mesmo que matizada por uma latinização onomástica acentuada. Faz-se, ainda, uma ressalva para apontar que, no interior dos espaços balneares, a tecnología da escrita esta presente noutros suportes, distintos das estruturas arquitectónicas e das ofertas votivas: encontra-se seguramente em objectos portáteis de natureza material diversa, entre os quais o pirgus ou a ampulla exumados no de Aquae Flaviae (neste volume: «New data…») se podem revelar dos mais notáveis, e é componente indissociável dos numismas. Mas estes materiais pouco ou nada reflectirão das práticas epigráficas dos utilizadores dos balneários terapêuticos na usufruição desses mesmos ambientes e, por essa razão, são de escassa valia para uma abordagem sociológica como a que as lápides apresentadas suportam. Em suma, o hábito epigráfico que caracteriza os ambientes hidroterapêuticos do Noroeste tem na componente religiosa, associada ao ritual romano do votum, a sua expressão mais consistente. Revela, por um lado, um contexto de religiosidade ligada à concepção da sacralidade inerente às águas mineromedicinais, tanto resultante da manifestação de deuses indígenas como de romanos, e, por outro, cenários de auto-representação por parte dos dedicantes/utentes dos espaços vinculados às águas com propriedades terapêuticas ou efeitos favoráveis à saúde, no contexto de uma sociabilidade que extravasa a escala estritamente local.

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MUSA MAGNA EN UNA INSCRIPCIÓN VOTIVA DE ARCHENA (C. CARTHAGINENSIS, HISPANIA CITERIOR) Isabel Velázquez, Departamento de Filología Latina, Universidad Complutense de Madrid Armando Redentor, Centro de Estudos de Arqueologia, Artes e Ciências do Património. Universidade de Coimbra

Resumen: Nueva edición e interpretación de una inscripción votiva aparecida en el balneario romano de Archena, con una dedicación a la divinidad Musa Magna. El objetivo es determinar que la forma sintáctica es un dativo epigráfico en –a y que se trata de una invocación a la Musa. Summary: This paper offers a new edition of a votive inscription found in Archena, dedicated to Musa Magna. The fundamental object is to determine the interpretation of the Musa Magna as a Latin epigraphic dative. Palabras clave: Inscripción votiva, culto a las Ninfas y a las Musas, balneario romano, Archena, Cueva Negra de Fortuna. Key words: Votive inscription, bathing resort, whorship to Muses, Archena, Cueva Negra («Black Cave»).

1. EL HALLAZGO DE UN SILLAR CON INSCRIPCIÓN En 2005 durante el curso de unos trabajos de excavación llevados a cabo en el actual balneario de Archena, concretamente en el sótano del hotel Termas, que se asienta sobre parte de lo que fue el antiguo balneario romano, apareció una inscripción grabada en un sillar de piedra caliza depositado sobre un solado, junto a un muro de mampostería que servía de muro medianero con unas estancias donde se hallaba (y se halla aún) la surgencia del agua termal. El hecho de que este sillar no forme parte del muro, ni cumpla ninguna función constructiva, resulta determinante para tratar de fechar la inscripción, al menos con relación a un término post quem, ya que, según han establecido los arqueólogos que han realizado la excavación (Matilla y González 2003: 560), se observan dos fases constructivas en el balneario romano.

Con independencia de la cronología originaria de este que, al parecer, muestra una fase constructiva y de explotación desde finales del siglo i a.C. y principios del siglo i d.C., se ha podido constatar que hubo un momento de destrucción del mismo seguramente por una inundación, tras la cual se procedió a una reconstrucción de estas instalaciones balnearias. Un segundo momento fue el de inicio de las obras de reconstrucción, seguramente en época de Claudio o Nerón, o quizá a inicios de época Flavia, durante la cual se observa, en la entrada del balneario, un elevamiento del umbral de la puerta mediante la utilización de un fragmento roto de una columna de travertino que se utiliza a tal efecto. El sillar que contiene la inscripción se colocó en la galería termal, muy próxima al acceso al manantial de agua termal, sobre el pavimento posterior a la refacción, junto al muro de mampostería que separa la zona de la estufa del lugar de la surgencia. Es posible

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que, en la fase inicial, dicho sillar hubiese pertenecido a algún muro o hubiese realizado una función constructiva característica de este tipo de bloques, pero su hallazgo indica que ya no la tenía y que se usó para grabar en él una inscripción votiva. El sillar consiste en un bloque arquitectónico de piedra caliza de 32 x 50,5 x [47]. Tiene forma irregular, si bien se halla incompleto en la cara opuesta a la que contiene la inscripción. La cara inscrita es más estrecha y más alta (48 x 32 cm) que la cara opuesta (50,5 x 29 cm). El ancho o profundidad del bloque entre ambas caras es de, al menos, 47 cm. Por su forma parece, a primera vista, corresponder a una dovela y, atendiendo a que la cara que recibe la inscripción es más alta, podría tratarse de la parte exterior de un sillar perteneciente a un posible arco, motivo por el cual sería razonable pensar en que esta dovela habría sido reutilizada para grabar el texto. No podemos saber si, en su ubicación original, este bloque o sillar habría formado parte de una estructura arquitectónica relacionada con un espacio sagrado que justificase su posterior utilización para grabar una inscripción como cumplimiento de un votum; en cualquier caso, el sillar pertenece con seguridad al contexto arqueológico en el que apareció y, por tanto, de una u otra forma formaba parte de la construcción del balneario romano y siguió perteneciendo al mismo una vez que solamente sirvió para grabar la inscripción, ya sin funcionalidad arquitectónica, pero vinculado ineludiblemente al balneario y, a juzgar por el texto, posiblemente relacionado con el carácter salutífero y sagrado de este tipo de instalaciones.

2. LA INSCRIPCIÓN La inscripción grabada en una de las caras del citado sillar transcurre en tres líneas y se halla completa. A pesar de que el deterioro de la arista del extremo superior derecho del bloque afecta a la conservación de la primera línea e inicio del texto, su lectura puede establecerse con seguridad. El texto de la inscripción, de acuerdo con la autopsia directa de la misma que hemos realizado, es el siguiente (Fig. 1):

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El campo epigráfico de la inscripción es de 48 x 32 cm (entendiendo aquí como tal la totalidad de la superficie de la cara inscrita). Los márgenes que existen entre la inscripción y los bordes del sillar son los siguientes: margen superior 3/3,5 cm; margen inferior: 10/10,5 cm; margen izquierdo 1,5 cm y margen derecho 3/3,7 cm. La altura de las letras varía en cada línea, yendo de menor a mayor. Así en la primera línea tienen una altura de 4,5/4,9 cm, aunque las dos O que pueden leerse son de menor tamaño: primera O = 3,9 cm y segunda O = 2,5 cm. Las letras en la segunda línea tienen una altura de 4,8/5 cm y en la tercera línea de 5,7/6 cm. Los espacios entre líneas son de 1/1,5 cm y de 1,5/1,9 cm, respectivamente entre la primera y la segunda y entre esta y la tercera. A pesar de que pudiera parecer que hay signos de interpunción entre algunas letras, en especial en la última línea detrás de magna y entre la l y la m de la fórmula votiva, es bastante probable que no los haya y se trate de deterioros de la superficie que ofrecen esta apariencia. Las características paleográficas de la inscripción no desentonan de una cronología que puede situarse en la segunda mitad del siglo i d.C., aunque podrían ser ya del siglo ii, situación más acorde con la identificación del dedicante. Cabe destacar cierta regularidad y cuidado en el trazado en especial de las líneas segunda y tercera, así como el incremento del tamaño tanto de la altura de las letras como de su ancho y a la vez de una mayor separación, hasta el punto de que en la primera línea se han escrito 15 letras, en la segunda 13 y en la tercera se reduce a 9 el número. Algunas letras están rematadas con sencillos ápices rectos y perpendiculares a los astiles; las letras A tienen un pequeño travesaño inclinado (aunque falta en alguna) y son de cuerpo estrecho y alargado, así como las V, N, incluso C y G, contrastando claramente con las M, que tienen el vértice central apoyado en la caja del renglón, al igual que los trazos externos y son, proporcionalmente, más anchas. La ordinatio resulta así cuidadosamente establecida y vistosa la apariencia global del texto. Parece que se ha querido destacar claramente la última palabra MAGNA y la fórmula votiva. A pesar del mencionado deterioro de la parte superior izquierda la identificación del nombre del dedicante es segura: Nonius Gallus.

NONIVS GALLVS PRO SAL MVCIAE MVSA MAGNA V S L M

La propuesta de lectura e interpretación de la EDITIO PRINCEPS

Nonius Gallus pro / sal(ute) Muciae Musa / Magna v(otum) s(oluit) l(ibens) m(erito)

La inscripción fue editada por los arqueólogos que la descubrieron, ofreciendo una lectura correcta de

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Figura 1. Inscripción dedicada de Musa Magna (fotografía: Isabel Velázquez y Armando Redentor).

las líneas segunda y tercera pero dejando incompleta la primera y con algunas incorrecciones que consideramos haber resuelto hoy. La lectura de los autores era la siguiente (Matilla y González 2003: 565-566): N(- - -) G o Celus ++++ pr[o] / sal(ute) · Muciae Musa · / Magna v(otum) s(olvit) l(ibens) · m(erito). Para estos autores Musa Magna podría ser la dedicante, por lo que indican con razón que ambos nombres se documentan como nombres femeninos en la epigrafía, pero no juntos. Si se admite esto, comentan que tendría que admitirse que se trata de una persona sin nomen y, en cambio, con dos cognomina. Y añaden: «Si fuera una esclava solo tendría un cognomen y si fuera una liberta tendría nomen, a menos que tengamos que sobreentender que su nombre sería Mucia Musa Magna, lo cual parece inverosímil». Y, en efecto, también a nosotros nos parece inverosímil. Añaden, por otra parte, que tal vez en la primera línea figure realmente el nombre del dedicante que ellos estiman que podría ser con un praenomen abre-

viado N, un nomen Gelus, Celus o, incluso, Celius y faltaría por leer el cognomen, que estaría oculto, por tanto, en lo que presentan como cruces en su lectura. Ante esta conjetura de que en la primera línea esté el nombre del dedicante —que es la acertada a nuestro entender—, añaden textualmente una frase que plantea el problema de la mención de la divinidad tal como aparece, pero que está ya en la línea de lo que defendemos en este trabajo: «En ese caso Musa Magna sería el nombre de la divinidad, pero tendría que estar en dativo, no en nominativo o en ablativo». Como veremos a continuación, es precisamente la forma de entender Musa Magna como dativo, la hipótesis que aquí planteamos como fundamental para entender la inscripción.

3. LA DEDICATORIA El punto crítico de la interpretación de esta inscripción es, sin duda, la deidad a la que va dirigido el votum. Y por dos razones, una sintáctica y otra de identificación de la misma.

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Dativo latino epigráfico en –਼ La construcción de la fórmula votiva votum solvit libens merito exige un dativo para mencionar la deidad a la que se hace el ofrecimiento, sin embargo, claramente en el texto se lee Musa Magna. No puede, en nuestra opinión, achacarse a un error del lapicida. Justamente delante de Musa se lee el nombre de la persona por la que se hace el voto, y por tanto posible beneficiaria de la actuación de la deidad, escrito en genitivo en -ae: Muciae. Suponer que la secuencia Muciae Musa Magna pudiera esconder dos o tres nombres femeninos nos parece más que improbable, como ya hemos anticipado, y, en cualquier caso, habría que suponer un error mecánico de olvido de las –e en Musa y Magna, frente a su correcta presencia en Muciae. Por otra parte cabría haber esperado alguna conjunción coordinada, al menos entre el segundo y tercer nombre, mejor que una mera yuxtaposición de los tres. Por último, pero quizá más importante, si partiésemos de esta hipótesis faltaría el nombre de la divinidad a quien se hace el voto, habida cuenta de que se ha descartado que pudiese estar en el inicio de la primera línea, donde aparece claramente el dedicante. Así las cosas, parece lo más lógico suponer que estamos ante un poco frecuente, pero existente, dativo epigráfico en Ɨ. Como es sabido, esta forma de dativo se presenta en inscripciones tempranas, ya del siglo iv a.C., sobre todo en Roma y zonas del Lacio, aunque también en Umbria, Campania, Etruria o Samnio, pero su uso continúa documentándose también en época imperial en diferentes zonas del Imperio; además de en Roma, aparece en Britania e Hispania, algo menos en la Galia, Dalmacia y Mauritania. Aunque algunos casos de los que analiza Villar (1986: 45-50) nos parecen dudosos, es innegable la existencia de estos dativos, formados a imitación de los dativos en –ǀ de la flexión temática, que eran la forma arcaica de esta, y en una época en que los diptongos en –ai y –ei, característicos de las formas de la flexión atemática y de los temas en –i (y en la flexión consonántica) aún existían como tales y no habían evolucionado aún a –ae (y más tarde Ɲ larga abierta) y a Ɲ larga y cerrada en un primer momento y luego a Ư, respectivamente. Concretamente en la Hispania de época imperial se leen los siguientes dativos acabados en –Ɨ: Augustina (CIL II 377) en una inscripción sepulcral procedente de Conimbriga, donde aparece así escrito, junto a Festivae, con el dativo habitual en –ae; Borea (CIL II 4963) en una tessera gladiatoria de bronce

procedente de la provincia de Moguer (Huelva), fechada en el consulado de Marco Licino (27 d.C.), que es un munus de Celer Erbuti f., Limicus, a Borea Cantibedoniesi, seguramente «a (la divinidad) del monte Cantibedonio» (Prósper 2002: 173) o tal vez una divinidad relacionada con el viento (Encarnação 1992: 193; Blázquez 19996: 362); Frovida (EE 8), 116; Redentor 2011: I, 348 y II, 26-27, n.º 18) en una inscripción votiva de Braga, cuyo texto contiene la fórmula clásica: Frovida / sacrum / Maternus / Flacci / ex visu / v · s · l · m ·. Recientemente se ha publicado otra inscripción lusitana con dativo en –a: Caria, procedente de Portalegre (Carneiro et alii 2008; Vilar y Prósper 2009: 130). Es verdad que la mayoría de los ejemplos procede de Lusitania o de Gallaecia, salvo la de Moguer (Huelva), sin embargo, la presencia de otro dativo de estas características en la inscripción de Archena puede simplemente corroborar la dispersión de este fenómeno en zonas muy diversas, como se ha indicado.

La divinidad La mención de la divinidad es la segunda cuestión problemática que encierra el texto. Entendemos que el votum se cumple a Musa Magna por la salud de Mucia. Sin embargo, la dedicación a las Musas no se halla en textos epigráficos como deidades con las que se cumplen votos o se consagra o de dedica ningún munus o cualquier otro ofrecimiento. Sí los hay, en cambio, dedicados a las Ninfas; son conocidas diversas inscripciones votivas dedicadas a las Ninfas y frecuentemente en contextos de aguas y de balnearios. Pensamos en la posibilidad de que se trate de una dedicación a las Musas, en este caso concreto en singular a una Musa, aquí calificada de Magna, a la que se cumple el votum. Esto implicaría un culto a estas divinidades, de forma similar al que se rendía a las Ninfas y otras divinidades. Es indudable que hemos de aceptar esta posibilidad si seguimos la interpretación de la inscripción tal como la hemos propuesto. Aunque se trate de una invocación insólita, pensamos que puede defenderse, teniendo en cuenta que estamos seguramente ante un culto popular, tal vez extendido en la zona, donde las Musas pudieran estar asociadas de forma popular con las Ninfas. Debe tenerse en cuenta que, de un lado, las Ninfas Camenae que son las ninfas de las fuentes y de las que sí se conoce alguna inscripción, como la del lugar berciano de Iglesia del Campo, Sorriba (ERPLe 56): Ny(mphis) / Aug(ustis) / Camenis / Granius Sabinus

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/ leg(atus) aug(usti), fueron rápidamente asociadas e identificadas con las Musas (Grimal 1989: sv. «Camenas», «Musas» y «Ninfas»). De otra parte, la mitología distingue entre las Musas de Tracia o Piérides, vecinas del Olimpo y que guardan relación con Orfeo y Dioniso, y las de Beocia, que habitan el Helicón y se las relaciona con Apolo, quien dirige su canto alrededor de la fuente Hipocrene. No es infrecuente ver en la literatura la asociación de las Musas a entornos acuáticos, lo cual explicaría la mención de las Musas en una inscripción votiva en un entorno balneario. No podemos dejar de evocar aquí los cercanos textos de la Cueva Negra de Fortuna, cuya vinculación con el balneario romano de la misma localidad nos parece incuestionable. En los textos literarios de la Cueva Negra, a pesar de su carácter fragmentario y de la extrema dificultad de su lectura, aparecen las Ninfas y las Musas, junto a Apolo y al carácter salutífero de las aguas o al entorno evidente de las aguas y seguramente del balneario. Aunque no estamos seguros de que la Cueva Negra pudiese tener un carácter cultual o religioso, y quizá fuese sobre todo un lugar de solaz y agradable pasatiempo, pero sin duda vinculado al balneario y visitado por quienes acudían a él además de quienes vivían en el entorno, lo que sí es evidente es que pone de manifiesto una actividad y cultura literaria de quienes habitaban esos parajes en torno a la segunda mitad del siglo i y a lo largo del siglo ii más que notable y una imitación literaria de Virgilio, sobre todo, pero con ecos de otros poetas, como ya ha sido convenientemente destacado (Cf. González Blanco et alii 1996; González Blanco y Matilla 2003). Entre estos textos aparece uno en que se menciona incluso una Musam en singular, en las inscripciones 8 y 23; en la primera de ellas precisamente junto a Menalcam, nombre del pastor que competía con Dametas, en la égloga III de Virgilio, en un combate literario. En los versos virgilianos se cita Musa junto a Pierides, en el primer caso con la acepción de «poesía», tan habitual en los textos poéticos literarios latinos, y en el segundo caso como denominación de las propias Musas (Virg. Eclog. III 84-85): Pollio amat nostram, quamuis est rustica, Musam: Pierides, uitulam lectori pascite uestro Gusta Polión de mi poesía, aunque es rústica: Musas apacentad una novilla para vuestro lector. Cierto es que las invocaciones a las Musas, o a una Musa en concreto, las encontramos en textos

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literarios, con claras connotaciones a la inspiración poética, pero, en muchas ocasiones, con alusiones a la inspiración divina que estas propiciaban, lo mismo que a Apolo, en la delgada línea que separa literatura y rito cultual en la mayor parte de esos textos. Nuestra hipótesis es, por tanto, que estamos ante una invocación a una Musa para ofrecerle un voto para que propicie la salud o salvación de Mucia, de forma paralela a como podía haberse hecho a las Ninfas. Otra cuestión es por qué se invoca a una musa y no a todas y quién es la Musa Magna. Tampoco hemos encontrado una invocación o denominación directa de las Musas como «magnae»; sí aparecen en determinados textos calificadas como rusticae, dulces, incluso parvae, pero no magnae, como tal. Sin embargo, y en un contexto absolutamente poético, equivaliendo musa a poesía o inspiración poética aparece en el célebre poema atribuido a Augusto que transmite la Anthologia latina o Codex Salmasianus (ms. BNF Paris lat. 8093): Ergone supremis potuit uox improba uerbis Tam ditus mandare nefas? Ergo ibi in ignes Magna doctiloqui morietur Musa Maronis? ¿Quién es o podría ser, en todo caso, la Musa Magna? Desde un punto de vista literario, pensamos que es, sin duda, Calíope. Como es sabido, en el inicio de la literatura griega, las Musas no aparecen diferenciadas, así en Homero; es Hesíodo en su Teogonía el que individualiza a las Musas, hablando de las Musas del Helicón, que danzan en torno a una fuente y al altar de Crono: ȂȠȣı੺ȦȞਬȜȚțȦȞȚ੺įȦȞਕȡȤઆȝİșૃਕİ઀įİȚȞ Į੆șૃਬȜȚț૵ȞȠȢ਩ȤȠȣıȚȞ੕ȡȠȢȝ੼ȖĮIJİȗ੺șİંȞIJİ țĮ઀IJİʌİȡ੿țȡ੾ȞȘȞੁȠİȚį੼ĮʌંııૃਖʌĮȜȠ૙ıȚȞ ੑȡȤİ૨ȞIJĮȚțĮ੿ȕȦȝઁȞਥȡȚıșİȞ੼ȠȢȀȡȠȞ઀ȦȞȠȢǜ Comencemos nuestro canto por las Musas Heliconíadas, que habitan la montaña grande divina del Helicón. Con sus pies delicados danzan en torno a una fuente de violáceos reflejos y al altar del muy poderoso Crono. Musas que habitan en el Olimpo (ȂȠ૨ıĮȚ ੗ȜȣȝʌȚ੺įİȢ), hijas bienhabladas del gran Zeus (ȝİȖ੺ȜȠȣ ǻȚઁȢ) que inspiran y hablan a Hesíodo (੬Ȣ ਩ijĮıĮȞ țȠ૨ȡĮȚ ȝİȖ੺ȜȠȣ ǻȚઁȢ ਕȡIJȚ੼ʌİȚĮȚ…). De las nueve hijas nacidas del gran Zeus, Hesíodo señala que Calíope es la más importante de todas porque es la que asiste a los venerables reyes. Las hijas del

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poderoso Zeus (nuevamente ȝİȖ੺ȜȠȣ ǻȚઁȢ, con el epíteto ȝİȖ੺ȜȠȣ, equivalente a magnus), a aquel rey que honran y miran al nacer, derraman sobre su lengua una dulce gota de miel para que fluyan melífluas palabras de su boca (Theog. I 72-80): ਥȞȞ੼ĮșȣȖĮIJ੼ȡİȢȝİȖ੺ȜȠȣǻȚઁȢਥțȖİȖĮȣ૙ĮȚ ȀȜİȚઆIJૃǼ੝IJ੼ȡʌȘIJİĬ੺ȜİȚ੺IJİȂİȜʌȠȝ੼ȞȘIJİ ȉİȡȥȚȤંȡȘIJૃਫȡĮIJઆIJİȆȠȜ઄ȝȞȚ੺IJૃȅ੝ȡĮȞ઀ȘIJİ ȀĮȜȜȚંʌȘșૃǜਲį੻ʌȡȠijİȡİıIJ੺IJȘਥıIJ੿ȞਖʌĮı੼ȦȞ ਲȖ੹ȡțĮ੿ȕĮıȚȜİ૨ıȚȞਚȝૃĮੁįȠ઀ȠȚıȚȞੑʌȘįİ૙ ੖ȞIJȚȞĮIJȚȝ੾ıȠȣıȚǻȚઁȢțȠ૨ȡĮȚȝİȖ੺ȜȠȚȠ ȖİȚȞંȝİȞંȞIJİ੅įȦıȚįȚȠIJȡİij੼ȦȞȕĮıȚȜ੾ȦȞ IJ૵Țȝ੻Ȟਥʌ੿ȖȜઆııȘȚȖȜȣțİȡ੽ȞȤİ઀ȠȣıȚȞਥ੼ȡıȘȞ IJȠ૨įૃ਩ʌİૃਥțıIJંȝĮIJȠȢ૧İ૙ȝİ઀ȜȚȤĮǜ Calíope es la mayor de todas las Musas; será desde época alejandrina especializada en la protección de la elocuencia y de la poesía épica. Se la considera madre de Orfeo (Apollod. 1.3.1; Dion Cas. 4.7.4; Hes. Theog. 75-915; Pla. Phae, 259D; Hyg. Fab. 14,165; Strab. 10.3.19). No pretendemos llegar hasta este punto, el de identificar a la Musa Magna de la inscripción del balneario de Archena con Calíope, pero sí apuntar que no sería imposible. En cualquier caso, lo que sí consideramos probable es que se trate de una invocación a la Musa, tal vez por antonomasia por las Musas, como divinidades que, aunque en número variable, puedan ser consideradas de forma conjunta. Y esta invocación, bien pudo plasmarse de forma similar a como se evocaba a las Ninfas, o, incluso, a las Ninfas Camenas (recordemos que las Camenas se equipararon a las Musas en Roma), como en la inscripción antes aludida. Quizá la calificación de «Magna» a esta Musa invocada en la inscripción simplemente sea un epíteto de reconocimiento del poder de la divinidad, de forma similar a como se alude a Zeus en los pasajes citados de la Teogonía en los que, aunque sea casual, se le califica de «ȝİȖ੺ȜȠȢ», es decir, magnus.

4. EL DEDICANTE Y LA BENEFICIARIA El gentilicio latino Nonius tiene una incidencia itálica bastante elevada (OPEL III: 104) si se compara con su presencia en Hispania, donde se documenta bien más de una decena de veces (RIT 14 [2x]: Tarraco; IRC IV 194: Barcino; IRC V 94a: Santa Margarida de Montbui; ELRH SP20: Carthago Nova; CIL II 2838: Numantia; CIL II 3033 [2x]: Complutum; LICS

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146: Complutum; Hep 6, 639: Complutum; Hep 15, 232: Alovera; CIL II2/5 1234: Astigi; CIL II2/5 1235: Astigi; CIL II2/5, 900: Gemella + Hep 6, 881: Irni; CIL II 1981: Abdera; CIL II 1098: Alcalá del Río; Hep 6, 102: Emerita Augusta). En este caso se documenta en ambientes urbanos de la Hispania citerior, que van desde la costa levantina a la Meseta Central y también en la Baetica, siendo más escasa la presencia en la Lusitania. Puede referirse, por ejemplo, que la gens Nonia de Complutum tuvo un papel relevante en esa ciudad, destacando Cn. Nonius C. Noni fil. Quir. Crescens, magister e flamen del culto imperial (Salinas de Frías 2008: 75), según puede leerse en CIL II 3033 (= ILER 1579 = LICS 120). En el contexto administrativo conventual en el que se integra el balneario de Archena este antropónimo tiene presencia en Carthago Nova. Por un lado, en inscripción fechable de finales del siglo ii a.C. o inicios del siglo i a.C., eventualmente como cognomen —función en la que se comprueba más de una vez (CIL II 707: Cáceres; ILER 2120: Emerita Augusta)—, si se entiende aceptable la libertinatio de L(ucius) Paqui(us) Sil(o) (CIL II 3433 = HAE 111= ELRH C50) como Noni l(ibertus), aunque tal mención no sea del todo clara (cf. ELRH: 137); por otro lado, aparece en función de nomen en la nomenclatura presente en un sello de un lingote de plomo, datable en la segunda mitad del siglo i a.C., recuperado en el puerto de Cartagena (ELRH SP20). En este caso, el personaje en cuestión, C. Nonius Asprenas, se relaciona seguramente con la familia senatorial de los Nonii Asprenates, originaria del Piceno, de la cual destaca L. Nonius Asprenas, pretor en 47 a.C., y legado de César en Hispania en 45 a.C. (Barreda 1995-1996; ELRH: 284), pudiendo integrarse en una rama colateral de esta familia senatorial que se dedicó a la actividad comercial (Barreda 1995-1996: 251). Por lo que se refiere al Nonius Gallus que en el balneario de Archena tributa culto a Musa Magna, si la proximidad de Carthago Nova parece hacer interesante una relación de este individuo con aquella rama familiar, su cognomen es igualmente sugerente para ver una posible relación con otra importante familia itálica de estatuto senatorial, los Nonii Galli. Se vincula esta familia con la ciudad samnita de Aesernia, colonia latina localizada en el Samnium: por una inscripción honorífico-funeraria de la ciudad (CIL IX 2642 = ILS 895) se conocen como elementos importantes de esta familia C. Nonius C. f. M. n., quattuorvir quinquennalis de la ciudad a finales de la época republicana, en tiempos de César, que fue el padre de M. Nonius C. f . C. n. M. n. Gallus, im-

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perator, septemvir epulonum y proconsul en la Galia Transpadana en 30 a.C. (Barreda 1995-1996: 246; Buonocore 2003: 53; Löhr y Trunk 2008: 144). Se conoce la relación victoriosa de este personaje con los territorios galos, mayormente en relación con los de Treveri (Dion Cas. 51, 20), donde adquirirá el cognomen familiar, como en su tiempo supuso Dessau (Groag 1936; Löhr y Trunk 2008: 144). No tenemos, por ahora, datos sustanciales para profundizar en el conocimiento del Nonius Gallus de la inscripción de Archena, pero si aceptamos un posible estatuto u origen libertino, parece razonable hipotetizar su relación con una de las dos ramas itálicas de los Nonii. El cognomen tiene una difusión expresiva por las tres provincias hispanas, asumiendo aquí su más dilatada ocurrencia al nivel de las provincias europeas (Abascal 1994: 378; OPEL II: 160). La mujer por cuya salud se ha realizado el votum se identifica apenas con un nombre en el titulus: Mucia. Este es latino, como la restante onomástica, y se relaciona con el gentilicio Mucius, si bien la forma femenina aquí documentada no se corresponda con un nomen gentile, sino con un cognomen o, quizá, un nombre único. El gentilicio se puede considerar escaso en el contexto hispánico, conociéndose apenas cinco testimonios (CIL II, 2964b: Tarraco; CIL II 6307: Complutum; CIL II 3065: Torrejón de Ardoz; AE 1928, 169: Crémenes; HEp 9, 1999, 105: Mérida), todos ellos correspondientes a su función de nombre de familia. Al no existir en la inscripción ningún dato relativo a la relación entre los dos individuos, el dedicante y la beneficiaria, no puede saberse si Mucia participaría del mismo gentilicio de Gallus, y, por lo tanto, de su estatuto también, o si simplemente apenas poseía este nombre, quedando la posibilidad de reconocer en él un eventual estatuto servil.

5. A MODO DE CONCLUSIÓN La autopsia directa de la pieza que hemos realizado los autores de este trabajo, nos lleva a presentar como segura la lectura que hemos ofrecido. Por la estructura de la fórmula y por su contenido consideramos que se documenta aquí por primera vez una invocación a Musa Magna como divinidad a la que Nonius Gallus, cuya relación con una rama itálica de Nonii se hipotetiza, cumple un votum por la salud de Mucia. Para ello hemos partido del supuesto de entender Musa Magna como un dativo latino epigráfico en –Ɨ (mejor que cualquier error del lapicida) que, aunque

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bien conocido en Roma y el Lacio en época arcaica y republicana, es poco frecuente en época imperial, pero continúa dándose y ya extendido a otras zonas del Imperio, entre ellas Hispania. Si tal hipótesis es correcta, la identificación de Musa Magna con una divinidad nos lleva a proponer que se trata de una invocación a una Musa, quizá a las Musas en general por antonomasia concretada en una que se califica como «Magna», seguramente en una equivalencia popular y cultural con las Ninfas y/o Ninfas Camenas, como aparecen en otras inscripciones votivas muy apropiadas y documentadas en contextos acuáticos y de balnearios; este sería el caso de esta inscripción del balneario de Archena. Queremos creer que esta inscripción demuestra la pervivencia de este balneario en época imperial, seguramente en el siglo i, incluso quizá en el siglo ii, al que acudían personas que ofrecían sus votos para la curación, y que conmemoraban así un culto popular a las divinidades femeninas asociadas con las aguas, de forma indeterminada entre Ninfas y Musas y, quizá también, en un ambiente cultural y literario que, a pocos kilómetros de allí, por esas mismas fechas, dejaba su constatación decidida (y tal vez también su constatación cultual) en la Cueva Negra, junto al balneario de Fortuna.

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V MAPA BALNEARIO DE HISPANIA

494

CARLOS JESÚS MORÁN SÁNCHEZ Y ANTONIO PIZZO

Anejos de AEspA LXXIII

INVENTARIO Y REVISIÓN DE LOS PRINCIPALES ENCLAVES DE AGUAS MINEROMEDICINALES EN HISPANIA. UN ESTADO DE LA CUESTIÓN Silvia González Soutelo, GEAAT, Universidade de Vigo y Gonzalo Matilla Séiquer, Universidad de Murcia-CEPOAT

Resumen: Como conclusión parcial del proyecto de la fundación Séneca (15387/PHCS/10), presentamos un breve inventario de los principales manantiales de aguas mineromedicinales, que por diversos motivos explicados en cada caso, se ha considerado en la bibliografía o a partir de la visita a cada uno de los yacimientos como enclaves con posibilidades de haber sido utilizados en época romana. Por supuesto, no se trata de una lista cerrada ni definitiva, ya que consideramos que futuros estudios e intervenciones arqueológicas permitirán ampliar esta muestra, pero sí pretende ser un estado de la cuestión actualizado y minucioso sobre los enclaves de aguas mineromedicinales con interés para este estudio en la península ibérica. Summary: As parcial conclusion of Fundation Seneca’s Project (15387/PHCS/10), we present a brief summary of the main minero-medicinal springs of the iberian peninsula which have been considered in the bibliography or in our field research as waters employed in the Roman Age. In each case, the explanation about its inclusion has been indicated. Obviously, it is not a closed or definitive cathalogue, as well as we consider that new studies and future archaeological digs will allow us to complete it, but it can be an aissement of the current state of affairs of this study in the Iberian Peninsula. Palabras clave: Balnearios romanos, manantiales minerales, península ibérica, termalismo antiguo, arqueología e historia antigua. Key words: Roman healing spas, mineral springs, iberian peninsula, Ancient thermalism, archaeology and ancient history.

1. INTRODUCCIÓN Como complemento esencial a lo apuntado en los diversos estudios sobre el termalismo antiguo en la península ibérica y como revisión de los enclaves analizados y considerados en esta primera fase del proyecto, a continuación presentamos un breve inventario de los principales manantiales de aguas mineromedicinales con referencias a su posible explotación

en época romana. Para ello, se ha tenido en cuenta tanto las referencias existentes en la bibliografía portuguesa y española, que han sido revisadas, comentadas y corregidas tras la visita personal a gran parte de esos enclaves; a lo que se ha unido la incorporación de nuevos yacimientos que, a partir del trabajo de campo realizado en estos últimos años, hemos considerado interesante su inclusión para completar la visión general que tenemos a día de hoy sobre los

496

SILVIA GONZÁLEZ SOUTELO Y GONZALO MATILLA SÉIQUER

yacimientos con aguas mineromedicinales dentro de la península ibérica. Lejos de ser un inventario definitivo, nuestra intención es la de crear una base de trabajo sólida y argumentada que nos permita presentar un muestrario significativo sobre los manantiales minerales de la península ibérica, revisando las fuentes originales para evitar problemas de transmisión o interpretación, y justificando la identificación e inclusión en este inventario de los recursos expuestos, siendo críticos con la información disponible. Si bien sabemos que es una mínima muestra de los muchos enclaves que debieron haber sido utilizados y explotados en Hispania, esperamos pueda servir como muestrario suficientemente representativo del tipo de infraestructuras y materiales que aparecen asociados a este tipo de aguas, incluyendo la bibliografía fundamental y más reciente sobre cada uno de estos yacimientos.

Descripción del inventario Si bien estamos convencidos de que todos o la gran mayoría de los manantiales de aguas mineromedicinales fueron conocidos en época antigua y utilizados en mayor o menor medida por la población más próxima a esos manantiales (según lo indicado en la introducción), es necesario ser cautos a la hora de relacionar las indicaciones vinculadas a la presencia de materiales arqueológicos en el entorno de un manantial mineral con el hecho de considerar que esas aguas contaron con algún tipo de estructura específica y/o monumental en época romana que permitiese un aprovechamiento adecuado y significativo de los valores curativos y religiosos de determinadas fuentes minerales dentro de un contexto geográfico, político y económico concreto. En ese sentido, siguiendo los estudios y el trabajo de inventario establecido para la península ibérica por Mora (1981), Díez de Velasco (1985 y 1998) y fundamentalmente los trabajos de Oró Fernández (1993a) y Frade (1993 y 1997), en este catálogo hemos recopilado aquellos enclaves de la península ibérica que hemos considerado de interés para este estudio a partir de dos factores básicos: la presencia de aguas mineromedicinales y la existencia de elementos literarios, toponímicos y arqueológicos vinculables a ese uso en época romana (Figs. 1-8). Para llevarlo a cabo, siguiendo los modelos precedentes, hemos organizado el inventario por orden alfabético (integrando los yacimientos portugueses y españoles), enumerados de forma general por el nom-

Anejos de AEspA LXXVIII

bre/lugar del manantial, la parroquia o la freguesía a la que pertenecen,1 el ayuntamiento o câmara municipal a la que están adscritos, y la provincia o distrito en el que se enmarcan, ya que entendemos que en muchos casos la toponimia puede ser confusa, más si se hace referencia a los yacimientos del ámbito portugués y gallego, en donde las parroquias o freguesías tienen un especial significado territorial (Figs. 8 y 9). En cada ficha se ha incluido una breve descripción crítica (limitada por motivos de espacio) sobre los elementos de cada enclave, indicando aquellos aspectos que se han considerado significativos para justificar su inclusión en este inventario, incluyendo también las dudas existentes sobre su valoración por otros autores. Como hablamos de aguas minerales naturales, cada descripción viene acompaña de una breve referencia al tipo de agua presente en cada caso, basándonos siempre que ha sido posible en clasificaciones que empleen parámetros similares o comunes en la analítica de los diferentes manantiales. Así, hemos recurrido fundamentalmente a la obra de Maraver y Armijo (2010) para el caso de España; y Cruz (1992) para el caso portugués, apuntando solo para aquellos manantiales que no aparecen en las anteriores obras, la referencia de autores que de alguna manera recogen ese dato, ya que será un factor clave para formar parte de este listado. Se incluye igualmente un apartado con la mención a la presencia de evidencias epigráficas que aparecen asociadas a cada yacimiento; a lo que se une, un intento por concretar en la medida de lo posible la cronología de esa explotación (aspecto realmente dificultoso en aquellos enclaves que no han contado con intervenciones arqueológicas científicas), bien en función de las evidencias materiales o constructivas que presentan, bien por referencias estratigráficas en los casos que cuenten con ellas. Por último, se incluye una selección de las citas bibiográficas más destacadas para dilucidar los datos que tenemos sobre estos yacimientos. Si bien no pretende ser minuciosa en cuanto a la inclusión de todas las referencias que de alguna manera mencionan esos manantiales (de acuerdo con la extensión de este artículo), sí al menos hemos pretendido que sea la bibliografía más significativa, así como la más actualizada posible.

1 En el caso de los topónimos de las feligresías portuguesas, mantenemos los nombres existentes antes de la reorganización administrativa del Programa Nacional da Política de Ordenamento do Território das Freguesías (lei n.º 11-A/2013).

Anejos de AEspA LXXVIII

INVENTARIO Y REVISIÓN DE LOS PRINCIPALES ENCLAVES DE AGUAS...

Fig. 1. Mapa con la localización exacta de todos los manantiales con posibles evidencias arqueológicas identificados en este inventario.

Fig. 2. Mapa con la identificación de los balnearios romanos con planta reconocible presentes en la península ibérica.

497

498

SILVIA GONZÁLEZ SOUTELO Y GONZALO MATILLA SÉIQUER

Anejos de AEspA LXXVIII

Fig. 3. Localización de los enclaves analizados según áreas de estudio: NW Peninsular.

En esta versión ha sido fundamental el empeño personal por realizar trabajo de campo siempre que ha sido posible, visitando un importante número de estos yacimientos para reconocer las estructuras descritas, ver su estado de conservación y conocer de primera mano posibles noticias, publicaciones, descripciones, leyendas y yacimientos asociados a estos espacios que pudiesen aportar datos de interés para su comprensión. A ello se le une un amplio análisis bibliográfico a partir de la revisión de las fuentes primarias sobre estos espacios en la mayor parte de los casos, las memorias médicas conservadas, así como otra documentación diversa presente en centros de investigación y bibliotecas nacionales e internacionales. Afortunadamente, hemos contado también con las referencias orales de gran número de propietarios de balnearios, eruditos o habitantes próximos a los manantiales, que han completado y corregido las referencias bibliográficas existentes en algunos de estos enclaves. En ese sentido, ya en la introducción se incluye un significativo listado de agradecimientos en el que hemos intentado incluir a todas las personas o instituciones que de una manera u otra han colaborado en el conocimiento más detallado sobre estos enclaves. Personas concretas o anónimas (hidrólogos, propietarios, eruditos, vecinos o agüistas) vinculadas directamente a los manantiales o usuarios de ellos,

que nos han transmitido su experiencia personal sobre estas fuentes. Puesto que estamos ante un inventario que pretende mostrar una visión general sobre el panorama de nuestro conocimiento actual sobre los enclaves de aguas minerales con posible explotación en época romana en la península, hemos considerado de interés incluir también una categorización de cada yacimiento que permita calsificar la entidad de las evidencias arqueológicas constatadas en cada lugar, ya que la documentación que manejamos en los diferentes yacimientos es enormemente desigual, y con ello, la certeza ante la naturaleza específica de su uso y ocupación en época romana. Así, hemos indicado con la categoría (1) aquellos enclaves en los que tenemos certeza absoluta (constructiva, material y/o toponímica) de la antigüedad de su explotación, fundamentalmente a partir de la constancia de un edificio romano aún visible o bien documentado vinculado a aguas minerales (incluyendo fundamentalmente los edificios de los que conocemos su planta. Fig. 10) En la categoría (2) se incluyen aquellos enclaves en los que existen informaciones diversas pero suficientemente concisas sobre la existencia de materiales o estructuras romanas en el entorno de los manantiales, aunque no en todos los casos haya sido posible verificarlos o no siempre sea fácil su inter-

Anejos de AEspA LXXVIII

INVENTARIO Y REVISIÓN DE LOS PRINCIPALES ENCLAVES DE AGUAS...

499

Fig. 4. Localización de los enclaves analizados según áreas de estudio: Lusitania.

pretación; y dentro de la categoría (3) se han incluido aquellos enclaves de aguas mineromecicinales que presentan serias dudas para su incorporación en este inventario, puesto que las evidencias conocidas hasta el momento sobre su explotación en época romana son realmente fortuitas y/o dudosas, lo que podría presentar serios problemas a la hora de intentar establecer conclusiones fiables o estudios de conjunto sobre el termalismo antiguo en la península. Ese es el caso de aquellos manantiales en los que se valora esa antigüe-

dad exclusivamente a raíz de aspectos circunstanciales: la existencia en su entorno de un abundante número de yacimientos arqueológicos, referencias escritas y orales que presentan dudas sobre su autenticidad o certeza, o cuando no contamos con un testimonio específico o prueba material determinante para analizar la vinculación de estos materiales y/o estructuras de época romana y los manantiales minerales citados. Evidentemente se trata de una clasificación basada principalmente en criterios de registro documental, ya

500

SILVIA GONZÁLEZ SOUTELO Y GONZALO MATILLA SÉIQUER

Anejos de AEspA LXXVIII

Fig. 5. Localización de los enclaves analizados según áreas de estudio: Betica.

Fig. 6. Localización de los enclaves analizados según áreas de estudio: NE de la provincia Tarraconensis.

Anejos de AEspA LXXVIII

INVENTARIO Y REVISIÓN DE LOS PRINCIPALES ENCLAVES DE AGUAS...

501

Fig. 7. Localización de los enclaves analizados según áreas de estudio: E y SE de la provincia Tarraconensis.

que nuestro objetivo en este apartado es el de conocer en detalle qué información disponemos sobre estos manantiales en la península ibérica, y ser concientes de la entidad de la documentación que poseemos a día de hoy sobre estos yacimientos, para ser capaces de discriminar y reconocer la variabilidad que las conclusiones generales derivadas de estos datos podrían presentar. Como ya se ha indicado en el capítulo de introducción, existen otros posibles modelos de clasificación de estos yacimientos que, por ejemplo se han tratado puntualmente en otros trabajos ya publicados,2 o han sido mencionados en otros capítulos de este volumen.3 Sin embargo, en este inventario, hemos optado por presentar como paso primordial, la creación una 2

Véase, por ejemplo, González Soutelo (2012-2013); Matilla Séiquer et alii (2011). 3 Fundamentalmente en este volumen: «El balneario romano: concepto…» y «Balnearios, ciudades…».

base de referencia general que permita establecer un punto de partida sobre este sujeto, estableciendo un registro documental, esquemático y de fácil manejo que permita verificar la diversidad y complejidad del termalismo antiguo en la península ibérica. Una vez publicado este volumen, los datos se integrarán en el catálogo online de la página web del proyecto, financiada y creada a partir de la concesión del proyecto Séneca (15387/PHCS/10): Proyecto balnearios: I. El tejido balneario durante la época romana y documentación y estudio de la epigrafía y la numismática de los balnearios. Se tendrá acceso desde la página principal del Cepoat4 e incluirá datos arqueológicos, históricos, médicos o cartográficos, entre otros, que faciliten su consulta y uso para futuros estudios.5 4 Centro de Estudios del Próximo Oriente y la Antigüedad Tardía de la Universidad de Murcia (http://www.um.es/cepoat/ balnearios). 5 Los campos de la base de datos extán explicados en Matilla, en prensa.

502

N.º 1 2 3

Anejos de AEspA LXXVIII

SILVIA GONZÁLEZ SOUTELO Y GONZALO MATILLA SÉIQUER

Parroquia / Freguesía

Lugar

Municipio / Câmara municipal

Sta Eulália de Río Barcelos Covo Moimenta da Nagosa Beira

Águas Santas

Águas Santas da Nagosa Águas Santas, Caldas Santas o Caldas Beça de Carvalhelos

Provincia / Distrito



Viseu

Boticas

Vila Real

22

Alange

Alange

Badajoz

24,8

5

Alhama de Almería

Alhama de Almería

Almería

47,6

6

Alhama de Aragón

Alhama de Aragón

Zaragoza

31,3

7

Alhama de Granada

Alhama de Granada

Granada

40,5

8

Alhama de Murcia

Alhama de Murcia

Murcia

44

9

Alhamilla, Baños de Sierra

Pechina

Almería

51,3

10

Archena

Archena

Murcia

52

11

Arnedillo

Arnedillo

La Rioja

49,3

12

Arties

Arties

Lleida

43

13

Azaraque

Agramón-Hellín

Albacete

20

14

Banhos de Ariola

15 16

Outeiro dos Gatos Mêda

País

CAT

ESP

2

¿Sulfurada?

ESP

3

Bicarbonatada, sódica

POR

3

ESP

1

ESP

2

ESP

1?

ESP

1

ESP

1

ESP

2

ESP

1

ESP

3

ESP

2

ESP

2

POR

2

POR

3

POR

3

ESP

3

ESP

2

ESP

1

ESP

2

Braga

4

Banhos da Azenha, Vinha da Rainha Pedrógão do Pranto Banhos de AlcaS. João de Lourochafe sa

Composición

Guarda

Bicarbonatada, sódica, cálcica Radiactiva, Bicarbonatada, sulfatada, cálcica, magnésica Bicarbonatada, sulfatada, clorurada, cálcica, magnésica, sódica Sulfatada, bicarbonatada, cálcica, magnésica, sódica Carbonatada, cálcica, sulfatada, sódica, magnésica Bicarbonatada, clorurada, sulfatada, sódica Clorurada, sódica, sulfurada Clorurada, sulfatada, sódica, radiactiva Sulfurada, ferruginosa Clorurada, sulfatada, sódica, magnésica Sulfurada

Soure

Coimbra

28

Viseu

Viseu

28

17

Baños de Alcantud

Alcantud

Cuenca

12,4

18

Baños de Alicún de las Torres

Villanueva de las Torres

Granada

33,9

19

Baños de Bande

S. Xoán de Baños Bande

Ourense

46

20

Baños de Carraclaca

Lorca

Murcia

20

Clorurada, bicarbonatada, sódica Clorurada, bicarbonatada, sódica, fluorurada Sulfatada, cálcica, magnésica Sulfatada, cálcica, magnésica Bicarbonatada, sódica, fluorurada, litínica Bicarbonatada, cálcica, ferruginosa, clorurada, sódica

21

Baños de Cerrato

Baños de Cerrato

Palencia

16?

Sulfatada

ESP

2

22

Baños de Córcoles

Sacedón

Guadalajara

27?

¿Ferruginosa?

ESP

3

23

Baños de Fitero

Fitero

Navarra

45,4

24

Baños de Gigonza

S. José del Valle

Cádiz

20

25

Baños de Gilico, Baños de S. José, Baños de la Marranica

Calasparra

Murcia

fría

Clorurada, sulfatada, ESP sódica, cálcica, radiactiva Clorurada, sódica, sulESP furada Fluorurada

Fig. 8. Tabla de enclaves citados en este inventario, ordenados por nombre de lugar.

ESP

1 3

3

Anejos de AEspA LXXVIII

N.º 26 27 28 29

Lugar

INVENTARIO Y REVISIÓN DE LOS PRINCIPALES ENCLAVES DE AGUAS...

Parroquia / Freguesía

Baños de GraenaAlhama de Guadix Baños de la Hedionda-Casares Baños de la Hermida Baños de la Marrana

Municipio / Câmara municipal

Provincia / Distrito



Graena

Granada

41,6

Casares

Málaga

22,5

La Hermida-PeñaCantabria rrubia, Potes

51,2

Isla Plana

Cartagena

28-30

Composición Sulfatada, cálcica, magnésica Sulfurada, cálcica, silicatada Clorurada, sódica, radioactiva

503

País

CAT

ESP

2

ESP

3

ESP

3

ESP

2

30

Baños de la Muela

Linares

Jaén

fría

Bicarbonatada, cálcica, magnésica

ESP

3

31

Baños de la Salvadora

Jamilena

Jaén

fría

Clorurada, sódica

ESP

2

32

Baños de Molgas

Baños de Molgas

Ourense

46,4

33

Baños de Montemayor

Baños de Montemayor

Cáceres

41,8

34

Baños de Retortillo

Retortillo

Salamanca

43,4

35

Baños de Santaella

Santaella

Córdoba

18

Sulfurada

ESP

3

Atarfe

Granada

30

Sulfatada, clorurada, cálESP cica, sódica, magnésica

3

Trillo

Guadalajara

27,2

Sulfatada, cálcica, magnésica

ESP

2

Yeste

Albacete

24,8

ESP

2

Plasencia

Cáceres

19,5

ESP

2

Zújar

Granada

40

ESP

1

Sulfuradas

ESP

3

36 37 38 39 40

S. Salvador de Baños de Molgas

Baños de Sierra Elvira Baños de Trillo, Balneario de Carlos III Baños de Tus Baños de Valdelazura Baños de Zújar o Benzalema

Radiactiva, bicarbonataESP da, sódica Sulfurada, bicarbonatada, ESP sódica Sulfurada, radiactiva, bicarbonatada, clorurada, ESP sódica

Clorurada, bicarbonatada, sódica Bicarbonatada, alcalina, clorurada, sódica Sulfurada, carbonatada, sódica

2 1 1

41

Baños del Salobral

Enguidanos

Cuenca

42

Bellús

Bellús

Valencia

28

Bicarbonatada, litínica

ESP

3

43

Bem Saúde

Sampaio

Vila Flor

Bragança

17

Carbonatada sódica

POR

3

44

Bembibre

Sto. Andrés de Bembibre

Viana do Bolo

Ourense

15

Sulfurada,bicarbonatada, ESP sódica y fluorada

3

Beteta

Cuenca

25,5

Salinas, ferruginosas

ESP

3

Bornos

Cádiz

Sulfurada

ESP

3

Braga

Braga

15

Sulfurada

POR

3

ESP

2

ESP

1

POR

2

ESP

3

45 46

Beteta-Baños de la Rosa Bornos-Fuencaliente-Fuente de la Sarna MaximinosCividade

47

Braga

48

Buendía, aguas de

Buendía

Cuenca

29?

49

Busot

Aigües de Busot

Alicante

41

50

Cabeço de Vide, lugar da Sulfúrea

Cabeço de Vide

Fronteira

Portalegre

21

51

Cabreiroá y Fontenova

S. Salvador de Cabreiroá y Sta Mª Maior

Verín

Ourense

17

sulfatada, cálcica, magnésica Sulfatada, cálcica, magnésica, sódicas Sulfurada, clorurada, sódicas Bicarbonatada, sódica

Fig. 8. Tabla de enclaves citados en este inventario, ordenados por nombre de lugar (continuación).

504

N.º

Lugar

Parroquia / Freguesía

52

Caldas da Cavaca

Pinheiro

53

Caldas da Rainha

54 55

Anejos de AEspA LXXVIII

SILVIA GONZÁLEZ SOUTELO Y GONZALO MATILLA SÉIQUER

Caldas da Saúde o Caldinhas Caldas das Murtas / Colégio sâo Gonçalo

Municipio / Câmara municipal Aguiar da Beira

Provincia / Distrito



Guarda

28

Nossa Senhora do Caldas da Rainha Pópulo

Leiria

33

Areias

Santo Tirso

Porto

26,5

Sta. Mª Madalena

Amarante

Porto

17

Composición

País

Sulfurada,bicarbonatada, POR sódica, fluorurada Sulfurada, clorurada, POR sulfatada, sódica, cálcica Sulfurada, clorurada, POR sódica, fluorurada Sulfurada, sódica

POR

bicarbonatada, sódica, POR fluorurada Sulfurada, bicarbonatada, POR sódica, fluorurada Bicarbonatada, sódica, ESP cálcica

CAT 3 3 2 3

56

Caldas das Taipas

Caldelas

Guimarães

Braga

30

57

Caldas de Aregos

Anreade, Miomães

Resende

Viseu

61

58

Caldas de Boñar

Boñar

León

23

Santiago de Caldelas

Amares

Braga

33

Bicarbonatada, cálcica, fluorurada

POR

2

Caldas, Sobre-oTãmega

Marco de Canavezes

Porto

30

Sulfurada, fluorurada, bicarbonatada, sódica

POR

2

Ribeira de Pena

Viana do Castelo

Braga

sulfurada

POR

3

S. Pedro

Manteigas

Guarda

Sulfurada,bicarbonatada, POR sódica, fluorurada

3

Cuntis

Pontevedra

Peso da Régua

Vila Real

45

Monção

Monção

Viana do Castelo

33

Monchique

Monchique

Faro

32

Monte Real

Leiria

Leiria

18,5 45,8

59 60 61

62

Caldas de Caldelas, de Rendufe, do Río Alvito Caldas de Canaveses-Canavezes Caldas de Cavez, Quinta da casa da Ponte Caldas de Manteigas, Lugar das Caldas

63

Caldas de Cuntis

64

Caldas de Moledo

65

Caldas de Monção

66 67

Caldas de Monchique Caldas de Monte Real

Sta. María de Cuntis Oliveira, Fontenlas-Mesâo Frio

43 50,3

68

Caldas de Reis

Sta. Mª. de Caldas Caldas de Reis

Pontevedra

69

Caldas de VizelaVizella

S. João y S. Miguel das Caldas

Guimarães

Braga

65

70

Caldas do Gerês

Vilar da Veiga

Terras de Bouro

Braga

47

71

Caldes de Boí o Bohí

Barruera

Lleida

44,6

72

Caldes d’Estrac o Caldetes

Caldes de Estrac

Barcelona

36,7

73

Caldes de Malavella

Girona

50,9

74

Caldes de Montbui

75

Carballo, Baños Vellos de

Caldes de Malavella Caldes de Montbui S. Xoán de Carballo

Carballo

Barcelona

73

A Coruña

36,3

Sulfurada, bicarbonatada, clorurada, sódica Sulfurada, bicarbonatada, sódica, fluorurada Sulfurada, bicarbonatada, sódica, fluorurada Bicarbonatada, sódica, fluorurada Sulfurada, sulfatada, sódica Clorurada, bicarbonatada, sódica Sulfurada, bicarbonatada, sódica, fluorurada Bicarbonatada, sódica, fluorurada Sulfurada, radiactiva, sulfatada, clorurada, sulfatada, bicarbonatada, sódica Radioactiva, clorurada, bicarbonatada, sódica Bicarbonatada, clorurada, sódica

1 ? 1

ESP

1

POR

2

POR

3

POR

1

POR

2

ESP

1

POR

1

POR

2

ESP

3

ESP

2

ESP

1

Clorurada, sódica

ESP

1

Sulfurada, sulfatada, bicarbonatada, sódica

ESP

1

Fig. 8. Tabla de enclaves citados en este inventario, ordenados por nombre de lugar (continuación).

Anejos de AEspA LXXVIII

N.º 76 77 78 79 80 81 82

Lugar Carratraca-Baños de Ardales Catoira, balneario Laxinias y Fonte das Torres Chaves Cortijo del Ahorcado Duratón-Fuente de la Salud Entre-os-Rios, Torre Fadagosa de Marvão, Herdade do Pereiro

INVENTARIO Y REVISIÓN DE LOS PRINCIPALES ENCLAVES DE AGUAS...

Parroquia / Freguesía

Municipio / Câmara municipal CarratracaArdales

Provincia / Distrito



Composición

País

Sulfatada, magnésica, ESP cálcica Sulfatada, clorurada, sódica, fluorurada, sulESP furada Bicarbonatada, sódica, POR fluorurada, gasocarbónica

505

CAT

Málaga

19

Sta. Baia de Oeste Catoira

Pontevedra

13

Sta Mª. Maior

Chaves

Vila Real

73

Baeza

Jaén

ESP

3

Sepúlveda

Segovia

ESP

3

Penafiel

Porto

Sulfurada, bicarbonatada, POR sódica, fluorurada

3

Sulfurada, sódica

POR

2

ESP

2?

POR

3

ESP

1

ESP

2

ESP

3

Portela ou Eja

Santo António das Marvão Areias

18

Portalegre

3 3 1

La Torre de l’Espanhol

Tarragona

Batalha

Leiria

Fortuna

Fortuna

Murcia

44,5

86

Fuencaliente

Fuencaliente

Ciudad Real

36,8

87

Fuente Blanca

Valencia de Alcántara

Cáceres

88

Fuente de la Mortera, S. Juan de Tremañes

Gijón

Asturias

14

Bicarbonatada, sulfatada, ESP cálcica, magnésica

3

89

Fuente de los Baños

Albalate de las Nogueras

Cuenca

fría

ESP

3

90

Fuente de Piedra

Fuente de Piedra

Málaga

20

ESP

3

91

Fuente del Álamo

Burguillos del Cerro

Badajoz

ESP

3

92

Fuente del Azufre

Ponferrada

León

Sulfurada

ESP

3

93

Fuente del Caballo

Talavera de la Reina

Badajoz

¿Sulfurada?

ESP

3

Wamba

Valladolid

ESP

3

Uclés

Cuenca

ESP

3

Velilla del Río Carrión

Palencia

ESP

1?

83

¿Font de n’Horta?

84

Fontes Salgadas de Batalha

85

94 95

Brancas

Fuente OncaladaHoncalada, Foncalda Fuente Redonda de Uclés

Clorurada, sódica Clorurada, sulfatada, sódica, radiactiva Bicarbonatada, magnésica, cálcica y sódica ¿Ferruginosa?

¿Sulfatada?

96

Fuentes Tamáricas

97

Grávalos

Grávalos

La Rioja

16

Sulfurada cálcica

ESP

3

98

Guardias Viejas

El Egido

Almería

40

Sulfatadas cálcicas

ESP

3

99

Guitiriz

S. Xoán de Lagostelle

Guitiriz

Lugo

Sulfurada, radiactiva, bicarbonatada, sulfatada, sódica

ESP

3

S. Salvador de Francos

Guntín

Lugo

¿Sulfurada?

ESP

3

Lucena

Córdoba

Clorurada, sódica, sulfatada

ESP

2

100 Guntín 101 Horcajo de Lucena

¿Sulfurada?

13,9

19

Fig. 8. Tabla de enclaves citados en este inventario, ordenados por nombre de lugar (continuación).

506

Anejos de AEspA LXXVIII

SILVIA GONZÁLEZ SOUTELO Y GONZALO MATILLA SÉIQUER

N.º

Lugar

Parroquia / Freguesía

Municipio / Câmara municipal

Provincia / Distrito

102 Ibero

Ibero

Navarra

103 La Garriga

La Garriga

Barcelona

104 La Luisiana

La Luisiana

Sevilla

105 La Malahá-La Malá

20 52,4

29,8

Ourense

50

Ledesma

Salamanca

47

Leiria

Leiria

109 Les

Les

Lleida

30

110 Linares del Arroyo

Maderuelos

Segovia

Sta. Baia de Laias Cenlle

107 Ledesma 108

Leiria, Fonte Quente

Leiria

Composición Clorurada, sódica, cálcica Bicarbonatada, clorurada, sódica Bicarbonatada fría

Granada

106 Laias

La Malahá



País

CAT

ESP

2

ESP

2

ESP

1?

Sulfatada, cálcica, magESP nésica Sulfurada,bicarbonatada, ESP sódica Sulfurada,bicarbonatada, ESP clorurada, sódica

2 3 1

POR

3

¿Sulfurada, alcalina?

ESP

3

21

Sulfatada, sódica

ESP

3

32

Sulfurada, cálcica, clorurada

POR

2

111 Lisboa

Lisboa

Lisboa

Lisboa

112 Longroiva

Longroiva

Meda

Guarda

Sulfurada, férrica

POR

3

Sulfurada, radioactiva, bicarbonatada, sulfatada, sódica

ESP

1

Sulfurada

POR

3

113 Lugo

Lugo

Lugo

Lugo

42,1

114 Mação, Ladeira

Envendos

Mação

Santarém

24

115 Mantiel

Mantiel

Guadalajara

19

116 Mondariz-Balneario

Mondariz-Balneario

Pontevedra

16,4

117 Mula

Mula

Murcia

38

118 Nava

Cabeza de Buey

Badajoz

fría

¿Ferruginosa?

ESP

3

119 Ntra. Sra. de Orito

Monforte del Cid

Alicante

14

Clorurada, sódica

ESP

3

120 Ontaneda y Alceda

Villacarriedo

Cantabria

33

Sulfurada, sódica, cálcica ESP

2

121 Otañes

Castro Urdiales

Cantabria

ferruginosa

ESP

3

ESP

1

ESP

1

ESP

3

POR

3

ESP

1

ESP

2

ESP

2

ESP

2

122 Ourense, As Burgas Ourense

Ourense

Ourense

64

123 Panticosa

Panticosa

Huesca

51

124 Pazana, La

Cornago

La Rioja

14

125 Póvoa de Cós

Cós-Coz

Alcobaça

Leiria

19?

126 Riocaldo

Sta. Mª. Riocaldo

Lobios

Ourense

72,6

127 Sacedón

Sacedón

Guadalajara

29

128 Salugral, el

Hervás

Cáceres

17

Canena

Jaén

20

129

S. Andrés, Fuencaliente

Clorurada, sódica, sulfaESP tada, cálcica Carbogaseosa,radiactiva, bicarbonatada, clorurada, ESP sódica Carbonatada, sulfatada, ESP ferruginosa, sódica

Bicarbonatada, sódica, fluorurada, litínica Sulfurada, silicatada, radiactiva Sulfurada

Bicarbonatada, sódica, fluorurada Sulfatada, cálcica, magnésica Sulfurada, bicarbonatada, sódica Bicarbonatada, sulfatada, sódica, magnésica

Fig. 8. Tabla de enclaves citados en este inventario, ordenados por nombre de lugar (continuación).

3 3 3

Anejos de AEspA LXXVIII

N.º

Lugar

INVENTARIO Y REVISIÓN DE LOS PRINCIPALES ENCLAVES DE AGUAS...

Parroquia / Freguesía

Municipio / Câmara municipal

Provincia / Distrito



130 S. Gregorio

Brozas

Cáceres

18,2

131 S. Joán de la Font

Campos

Mallorca

37

Paradela

Lugo

132 S. Xoán de Loio 133 S. Pedro do Sul 134

S. Vicente do Pinheiro

S. Xoán de Loio Caldas de Lafões

S. Pedro do Sul

Viseu

67

Pinheiro

Penafiel

Porto

18

Tarazona

Zaragoza

17

Armamar

Viseu

13

135 Tarazona Tedo, Fonte de D. 136 Moira, QuintaCaldas da Moura

Aricera e Goujoim

137 Tejares

Composición

507

País

CAT

Sulfurada, radiactiva, clorurada, sódica

ESP

2

Clorurada, sódica

ESP

3

ESP

3

Sulfurada, bicarbonatada, POR sódica, fluorurada Sulfurada, bicarbonatada, POR sódica, fluorurada Bicarbonatada, sulfatadas ESP cálcica Radioactiva, sulfurada, sódica

1 1 1

POR

3

ESP

3

Los Tejares

Salamanca

Águas

Penamacor

Castelo Branco

15

Sulfurada

POR

3

Paderne

Melgaço

Viana do Castelo

16

Sulfurada, bicarbonatada, POR sódica, fluorurada

3

Monfortinho

Idanha-a-Nova

Castelo Branco

26

Hiposalina, silicatada

POR

3

Eiriceira

Mafra

Lisboa

39,5

Clorurada, carbonatada, radioactiva

POR

3

Forno Telheiro

Celorico da Beira

Guarda

17

Sulfurada, sódica

POR

3

Rapoula do Côa, Seixo do Côa

Sabugal

Guarda

22

Sulfurada, sódica

POR

2

Maceira

Torres Vedras

Lisboa

20

POR

3

Mataçães

Torres Vedras

Lisboa

35

POR

3

146 Tiermas

Sigüés

Zaragoza

33

ESP

2

147 Tijola

Tijola

Almería

27

ESP

2

Unhais da Serra

Covilhã

Castelo Branco

28

POR

3

Vidago-Oura

Chaves

Vila Real

18

POR

3

150 Villatoya, Baños de

Villatoya

Albacete

29

ESP

2

151 Villavieja-Vilavella

Villavieja-Vilavella

Castellón

37,9

ESP

3

Xunqueira de Ambía

Ourense

23

ESP

2

138 139 140 141

142

143 144

Termas da Fonte Santa das Águas Termas de Melgaço, Caldas da quinta do Peso Termas de Monfortinho Termas de Santa Marta Termas de Santo António / quinta dos Banhos de S. António Termas do Cró, Caldas de Cró Termas do Vimeiro ou Fontes Santas

145 Termas dos Cucos

148

Unhais da Serra, Caldas da Covilhã

149 Vidago

152

Xunqueira de Ambía

Sta. Mª a Real de Xunqueira de Ambía

Clorurada, bicarbonatada, sódica Clorurada, sódica, fluorurada Sulfurada, sódica, clorurada Sulfatada cálcica, carbonatada Sulfurada, bicarbonatada, sódica, fluorurada Bicarbonatada, sódica, ferruginosa, fluorurada Sulfatada, cálcica, ferruginosa, carbonatada Sulfatada, cálcica, magnésica bicarbonatada, sódica, fluorurada

Fig. 8. Tabla de enclaves citados en este inventario, ordenados por nombre de lugar (continuación).

508

SILVIA GONZÁLEZ SOUTELO Y GONZALO MATILLA SÉIQUER

Anejos de AEspA LXXVIII

Provincia / Distrito

Lugar

A Coruña

Carballo, Baños Vellos de

75

Albacete

Azaraque

13

Baños de Tus

38

Villatoya, Baños de Alicante

Busot Ntra. Sra. de Orito

Almería

49 119 5

Alhamilla, Baños de Sierra

9

Tijola Asturias

Fuente de la Mortera, S. Juan de Tremañes

Badajoz

Alange

98 147 88 4

Fuente del Álamo

91

Fuente del Caballo

93

Nava

118

Caldes d’Estrac o Caldetes

72

Caldes de Montbui

74

La Garriga Braga

150

Alhama de Almería Guardias Viejas

Barcelona

n.º inv.

Águas Santas

103 1

Braga

47

Caldas das Taipas Caldas das Taipas

56

Caldas de Caldelas, de Rendufe, do Río Alvito

59

Caldas de Cavez, Quinta da casa da Ponte

61

Caldas de Vizela-Vizella

69

Caldas do Gerês

70

Bragança

Bem Saúde, Horta da Vilariça

43

Cáceres

Baños de Montemayor

33

Baños de Valdelazura

39

Fuente Blanca

Cádiz Cantabria

130

Salugral, el

128

Bornos-Fuencaliente-Fuente de la Sarna

46

Baños de Gigonza

24

Baños de la Hermida

28

Baños de la Marrana

Castelo Branco

87

S. Gregorio

29

Ontaneda y Alceda

120

Otañes

121

Termas da Fonte Santa das Águas

138

Termas de Monfortinho

140

Unhais da Serra, Caldas da Covilhã

148

Fig. 9. Tabla de enclaves citados en este inventario, ordenados por provincias-distritos y ayuntamientos-câmaras municipais.

Anejos de AEspA LXXVIII

INVENTARIO Y REVISIÓN DE LOS PRINCIPALES ENCLAVES DE AGUAS...

509

Provincia / Distrito

Lugar

Castellón

Villavieja-Vilavella

Ciudad Real

Fuencaliente

86

Coimbra

Banhos da Azenha, Pedrógão do Pranto

15

Baños de Santaella

35

Baños de Alcantud

17

Baños del Salobral

41

Beteta-Baños de la Rosa

45

Buendía, aguas de

48

Fuente de los Baños

89

Fuente Redonda de Uclés

95

Faro

Caldas de Monchique

66

Girona

Caldes de Malavella

73

Granada

Alhama de Granada

7

Cuenca

Guadalajara

151

Baños de Alicún de las Torres

18

Baños de Graena-Alhama de Guadix

26

Baños de Sierra Elvira

36

Baños de Zújar o Benzalema

40

La Malahá-La Malá

105

Baños de Córcoles

22

Baños de Trillo, Balneario de Carlos III

Guarda

n.º inv.

37

Mantiel

115

Sacedón

127

Banhos de Ariola

14

Caldas da Cavaca

52

Caldas de Manteigas, Lugar das Caldas

62

Longroiva

112

Termas de Santo António / quinta dos Banhos de S. António

142

Termas do Cró, Caldas de Cró

143

Huesca

Panticosa

123

Jaén

Baños de la Muela

30

Baños de la Salvadora

31

Cortijo del Ahorcado

79

S. Andrés, Fuencaliente La Rioja

129

Arnedillo

11

Grávalos

97

Pazana, La

124

Fig. 9. Tabla de enclaves citados en este inventario, ordenados por provincias-distritos y ayuntamientos-câmaras municipais (continuación).

510

SILVIA GONZÁLEZ SOUTELO Y GONZALO MATILLA SÉIQUER

Anejos de AEspA LXXVIII

Provincia / Distrito

Lugar

Leiria

Caldas da Rainha

53

Caldas de Monte Real

67

Fontes Salgadas de Batalha

León

Lugo

Lleida

108

Póvoa de Cós

125

Caldas de Boñar

Termas de Santa Marta

141

Termas do Vimeiro ou Fontes Santas

144

Termas dos Cucos

145

Guitiriz

99

Guntín

100

Lugo

113

S. Xoán de Loio

132

Arties

12

Caldes de Boí o Bohí

71 109

Baños de la Hedionda-Casares

27

Carratraca-Baños de Ardales

76

Fuente de Piedra

90

S. Joán de la Font Santa

Murcia

Alhama de Murcia

131 8

Archena

10

Baños de Carraclaca

20

Baños de Gilico, Baños de S. José, Baños de la Marranica

25

Fortuna Mula Baños de Fitero Ibero Ourense

92 111

Mallorca

Navarra

58

Lisboa

Les Málaga

84

Leiria, Fonte Quente

Fuente del Azufre Lisboa

n.º inv.

85 117 23 102

Baños de Bande

19

Baños de Molgas

32

Bembibre

44

Cabreiroá y Fontenova Laias

51 106

Ourense, As Burgas

122

Riocaldo

126

Xunqueira de Ambía

152

Fig. 9. Tabla de enclaves citados en este inventario, ordenados por provincias-distritos y ayuntamientos-câmaras municipais (continuación).

Anejos de AEspA LXXVIII

INVENTARIO Y REVISIÓN DE LOS PRINCIPALES ENCLAVES DE AGUAS...

511

Provincia / Distrito

Lugar

Palencia

Baños de Cerrato

21

Fuentes Tamáricas

96

Caldas de Cuntis

63

Caldas de Reis

68

Catoira, balneario Laxinias y Fonte das Torres

77

Pontevedra

Mondariz-Balneario Portalegre

Porto

116

Cabeço de Vide, lugar da Sulfúrea

50

Fadagosa de Marvão, Herdade do Pereiro

82

Caldas da Saúde o Caldinhas

54

Caldas das Murtas / Colégio sâo Gonçalo

55

Caldas de Canaveses-Canavezes

60

Entre-os-Rios, Torre

81

S. Vicente do Pinheiro Salamanca

n.º inv.

Baños de Retortillo

134 34

Ledesma

107

Tejares

137

Santarém

Mação, Ladeira

114

Segovia

Duratón-Fuente de la Salud

80

Linares del Arroyo

110

Sevilla

La Luisiana

104

Tarragona

¿Font de n’Horta?

83

Valencia

Bellús

42

Valladolid

Fuente Oncalada-Honcalada, Foncalda

94

Viana do Castelo

Caldas de Monção

65

Termas de Melgaço, Caldas da quinta do Peso Vila Real

Viseu

Zaragoza

Águas Santas, Caldas Santas o Caldas de Carvalhelos

139 3

Caldas de Moledo

64

Chaves

78

Vidago

149

Águas Santas da Nagosa

2

Banhos de Alcachafe

16

Caldas de Aregos

57

S. Pedro do Sul

133

Tedo, Fonte de D. Moira, Quinta-Caldas da Moura

136

Alhama de Aragón

6

Tarazona

135

Tiermas

146

Fig. 9. Tabla de enclaves citados en este inventario, ordenados por provincias-distritos y ayuntamientos-câmaras municipais (continuación).

SILVIA GONZÁLEZ SOUTELO Y GONZALO MATILLA SÉIQUER

Fig. 10. Principales plantas de los balnearios con planta reconocible y estudiada presentes en la península ibérica. Plantas de Chaves y Alange, actualizadas en este volumen y plantas del balneario de Lugo, S. Vicente de Pinheiro y Fitero, en revisión.

512 Anejos de AEspA LXXVIII

Anejos de AEspA LXXVIII

INVENTARIO Y REVISIÓN DE LOS PRINCIPALES ENCLAVES DE AGUAS...

513

INVENTARIO 1. ÁGUAS SANTAS / SANTA EULÁLIA DE RIO COVO, BARCELOS / BRAGA (2)6 Aunque este enclave aparece citado por diversos autores como espacio con aguas minerales, no tenemos indicaciones concretas sobre su composición ya que no han sido analizadas (Acciaiuoli 1952: mapa; Frade 1993: 879). La mención a la aparición de materiales arqueológicos vinculados con estanques, conducciones y materiales de época romana (Almeida 1999: 35-36) así podría sugerirlo, aunque desconocemos la naturaleza constructiva del lugar. El manantial se localiza en las inmediaciones de una ermita, con culto a Santa Eulalia, en donde aparecieron materiales cerámicos de la edad del hierro y época romana. Tipo de agua: No analizadas ni utilizadas, pero incluidas como minerales (Acciaiuoli 1952: mapa). Epigrafía: No se conoce epigrafía asociada. Cronología: ¿i-iv d.C.? Bibliografía principal: Acciaiuoli 1952; Frade 1993; Almeida 1999.

2. ÁGUAS SANTAS DA NAGOSA / NAGOSA / VISEU (3) Estas aguas sulfuradas fueron consideradas por H. Frade (1997: 303) como de posible explotación en época romana a raíz de la fuerte tradición popular en torno a las propiedades curativas de estas aguas (Fonte das Virtudes e Fonte do Banho). Sin embargo, no conocemos evidencias arqueológicas de consideración que así permitan confirmarlo. Tipo de agua: Sulfuradas. Sin análisis (Frade 1997: 303). Epigrafía: No se conoce epigrafía asociada. Cronología: ¿romana? Bibliografía principal: Frade 1997.

3. ÁGUAS SANTAS O CALDAS SANTAS / BEÇA, BOTICAS / VILA REAL (3) Manantial recogido como de interés arqueológico (Frade 1993: 878-879), no sin dudas sobre la antigüedad de su explotación, ya que la principal referencia reside en su topónimo y en su proximidad a yacimientos arqueológicos de la edad del hierro (castro de Carvalhelhos) y de época romana. Conocidas desde el siglo xix, han sido utilizadas sobre todo en bebida. Tipo de agua: 20-22 ºC. Bicarbonatadas, sódicas, fluoruradas (Cruz 1992: 39). Epigrafía: No se conoce epigrafía asociada. Cronología: ¿romana? Bibliografía principal: Frade 1993: 878-879.

4. ALANGE / ALANGE / BADAJOZ (1) El balneario de Alange está situado a aproximadamente 20 km de Emerita Augusta (Mérida). Conocido ya como romano en 1608 (Villaescusa 1850: 399) ha sido recurrentemente citado o estudiado en la literatura médica, en la histórica y en la de viajes (Álvarez Martínez 1972; 1973; Carmona 1999 y en este volumen «Arquitectura y espacios…» y «Territorio y centuriación…»). El edificio romano conservado está integrado dentro del complejo actual, y se identifica del mismo fundamentalmente dos salas circulares anexas, cubiertas por cúpulas con oculus o ventana circular central. En 6 Los títulos que aparecen en cada yacimiento corresponden a: nombre de lugar o balneario / parroquia-freguesía (freguesías anteriores a la lei n.º 11-A/2013), ayuntamiento-câmara municipal / provincia-distrito.

514

SILVIA GONZÁLEZ SOUTELO Y GONZALO MATILLA SÉIQUER

Anejos de AEspA LXXVIII

el centro de esas dos salas se localizan sendas piscinas circulares, con escaleras concéntricas de acceso, que siguen en uso en la actualidad rodeadas por un pasillo de circulación. En las paredes de cada sala se abren cuatro exedras o ábsides. Anexo al muro externo, separado por un pequeño patio, se localizan en el lado W los restos de lo que pudieron ser unas salas para completar las funciones del edificio a ambos lados de las piscinas (Carmona 1999: 87-91). Se conserva el sistema de canalización, distribución y desagüe del balneario romano, parcialmente reutilizado por las instalaciones actuales. Para más detalles de la construcción, ver el trabajo de J. D. Carmona en este volumen: «Arquitectura y espacios…». Tipo de agua: 24,8 ºC. Mineralización muy débil. Radiactiva, clorurada, bicarbonatada, sódica, cálcica (Maraver y Armijo 2010: 197). Epigrafía: IUNO REGINA. CIL II 1024 = ILS 3106 = AE 1972, 245 = AE 1997, 805. Díez de Velasco (1998: 116). Cronología: i-iii d.C. fundamentalmente, hasta la actualidad. Bibliografía principal: Gómez de Bedoya 1764: 167-17; Rubiales 1829: Manuscrito; Ceán Bermúdez 1832: 350; Navarro 1838: manuscrito; Rubio 1853: 167-172; Mélida 1925-26: 361-366; Álvarez Martínez 1972; 1973; 1980; Mora 1981: 56-57; Blázquez y García-Gelabert 1992: 47-48; Peréx et alii 1994; Díez de Velasco 1998: 38 y 116; Carmona 1999; Calero y Carmona 2008; en este volumen: «Arquitectura y espacios…».

5. ALHAMA DE ALMERÍA / ALHAMA DE ALMERÍA / ALMERÍA (2) Población termal cuya descripción presenta frecuentes confusiones en la bibliografía con el manantial de Baños de Alhamilla, situado a 15 km al suroeste.7 Así sucede en la interpretación de la descripción de la villa de Pechina realizada por Rawd al-Mitar d’al-Himyari (siglos xiii-xiv) ya que pese a que las indicaciones sobre su ubicación8 se corresponderían con Sierra Alhamilla, autores como Guichard y Poisson (1992: 584) consideran que los restos indicados por este autor9 describen el balneario antiguo de Alhama de Almería. En 1984 se descubrió en el centro de la población de Alhama un torso de una escultura femenina de época romana identificada como Higia (Cara y Rodríguez 1992), a unos 25 m del balneario antiguo, así como otros restos dispersos de época romana localizados en la población, que permiten proponer la existencia de un asentamiento romano en este lugar. El manantial original se secó con el terremoto de 152210 (Cara y Rodríguez 1992: 402; Martínez y García 1997: 541), razón que podría justificar que no se conociesen los restos constructivos de la surgencia antigua, aunque en la documentación se citan construcciones atribuidas a los árabes (Cara y Rodríguez 1992: 402) o a época anterior (Ayuda 1798: 133), que no han podido ser constatadas. Tipo de agua: Manantial original seco. 46-47,6 ºC. Mineralización media. Radiactiva, bicarbonatada, sulfatada, cálcica, magnésica —manantial S. Nicolás— (Maraver y Armijo 2010: 82). Epigrafía: No se constata epigrafía vinculada al manantial. Cronología: ¿siglo ii d.C.? (según la cronología atribuida a la escultura romana localizada). Bibliografía: Ayuda 1798: 125-178; Guichard y Poisson 1992: 585-586; Díez de Velasco 1992a: 389; 1998: 36; Cara y Rodríguez 1992; Martínez y García 1997: 541-543; Cressier 2002; 2006: 162-165; En este volumen: «Los balnearios del sureste…».

6. ALHAMA DE ARAGÓN / ALHAMA DE ARAGÓN / ZARAGOZA (1?) AQUAE BILBILITANORUM Enclave de gran interés por la singularidad de sus surgencias (con un gran lago natural termal) ubicado a 32 km de la ciudad romana de Bilbilis. Aparece mencionado como la mansio Aquae Bilbilitanorum del It. 7

Problemática que recoge Díez de Velasco (1992a: 389) y Cressier (2006: 163-164 y 166). «Al Este de Pechina, a tres millas de distancia». A partir de la traducción al español de Maestro (1963: 83-84). 9 En nuestra opinión y como defiende también Cressier (2002: 50; 2006: 163), la descripción inicial debe vincularse a los manantiales de Alhamilla. Ver también «Los balnearios del sureste…». 10 Así se cita en ocasiones esta población en la bibliografía como Alhama la Seca (Martínez y García 1997: 541). 8

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Ant. 437,2-438,14 (Roldán 1975: 213; TIR K-30, 49), así como en posibles referencias de Marcial (Epigr. I, 49), dada la dependencia y relación de estas aguas con la principal ciudad romana del entorno. Se reconoce la reocupación de este enclave por los árabes que dieron el topónimo a la población en función de sus aguas calientes. Gómez de Bedoya (1764: 212) y Ceán Bermúdez (1832: 134) mencionan su posible origen romano, llamando la atención sobre los restos, aún visibles en el siglo xix, de las antiguas termas formando parte de los Baños Viejos.11 Lostal (1980: 189) recoge la noticia de Labaña (1610: 265) en la que se indica la aparición de una moneda de bronce de Tiberio cerca de los manantiales. En la actualidad no se conserva ningún resto conocido de estas construcciones antiguas. Tipo de agua: 31,3 ºC. Mineralización media. Bicarbonatada, sulfatada, clorurada, cálcica, magnésica, sódica (Maraver y Armijo 2010: 97). Epigrafía: -Deo Tutela- CIL II 3021 = ILER 493; -epígrafe de un aquensis en Bilbilis- CIL II 3022 = ERZ 9. Díez de Velasco (1998: 25 y 77). Cronología: siglo i d.C. Bibliografía: Labaña 1610: 265; Limón 1697: 182-183; Gómez de Bedoya 1764: 212-214; Ceán 1832: 134; Madoz 1845: I, 580-584; Rubio 1853: 172-175; Galiay 1946: 121; Lostal 1980: 189-190; Mora 1981: 54; Blázquez y García-Gelabert 1992: 43; Dupré 1992a: 279-282; Díez de Velasco 1998: 25 y 77; Gonzalo Ruiz 1999; Ortiz y Paz 2006; Taboada 2007.

7. ALHAMA DE GRANADA / ALHAMA DE GRANADA / GRANADA (1) Pese a que este establecimiento termal tuvo especial relevancia en época árabe, como se refleja en diferentes salas del complejo (Manzano 1958: 408-417; Vílchez 2001: 74-79), así como en su topónimo y en las menciones de diversos autores árabes, tenemos noticias tempranas de la presencia de materiales y monedas de época romana en las proximidades del manantial (Madoz 1845: I, 589; Pérez Asensio 2005: 88-89; Raya 2009). Dentro del complejo, destaca la sala designada como Baño Viejo o Baño Fuerte que funciona como depósito del agua procedente de la surgencia mineral que mana desde una especie de gruta, donde la construcción árabe pudo haber reutilizado los cimientos de una construcción de época romana (Ceán 1832: 350; Madoz 1845: I, 588-589; Manzano 1958: 408; Raya 2009: 76-80). Otra sala, conocida como el Baño de la Reina, es de forma circular (6,27 m de diámetro y 5,82 m altura. Raya 2009: 77) —recientemente restaurada y utilizada como baño de vapor— y podría corresponder a una construcción romana, al menos en origen. Se menciona también la noticia de la aparición de un pórtico con arcos de una edificación antigua, que se encontrarían debajo de la fachada del edificio actual (Raya 2009: 243). Tipo de agua: 40,5 ºC. Mineralización media. Sulfatada, bicarbonatada, cálcica, magnésica, sódica (—manantial Alhama Viejo— Maraver y Armijo 2010: 63). Epigrafía: Funeraria. CIL II2/5, 717; CIL II 5494; ILPGr 3; CILA IV 120. Cronología: romana, árabe. Bibliografía: Limón 1697: 278; Gómez de Bedoya 1764: 213-214; Ayuda 1798: 130-140; Ceán 1832: 350; Madoz 1845: 588-589; Rubio 1853: 232-236; Manzano 1958: 408-417; Blázquez y García-Gelabert 1992: 55; Díez de Velasco 1992a: 389; Villanúa 2002; Pérez Asensio 2005: 88-89 y en este volumen: «Los balnearios del sureste…»; Vílchez 2001: 74-79; Raya 2007; 2009.

8. ALHAMA DE MURCIA / ALHAMA DE MURCIA / MURCIA (1) Establecimiento termal conocido ya por las fuentes árabes (Vallvé 1972: 177; Roldán 1992: 35-36), aunque no se menciona su antigüedad romana hasta finales del siglo xviii (Juan 1794: 6; Lozano II 1794: 7), incidiendo en esta idea diversos anticuarios y médicos ya en el siglo xix (Ceán 1832: 42; Castillo 1845: 13-14).

11 Que se localizaban «a distancia de 500 pasos al suroeste del pueblo y orilla izquierda del río Jalón […]» (Madoz 1845: I, 580-584).

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Tras el abandono del complejo de baños modernos en 1972 por haberse secado el manantial, se localizaron los restos del edificio de baños árabe que a su vez reutilizó las estructuras de la construcción romana original. Las excavaciones arqueológicas realizadas entre los años 80 y 90 han permitido identificar gran parte del complejo termal romano, que cuenta con dos grandes salas rectangulares alargadas, paralelas y abovedadas, con piscinas para el aprovechamiento del agua termal que manaría desde una cavidad natural existente en el muro E de la segunda sala. Contaría también con diversas salas asociadas al SE y al SW (posiblemente de una segunda fase constructiva: siglo ii d.C.), que se caracterizan por la presencia de un sistema de calefacción por hipocausto (Baños 1996: 371 y 373; Baños et alii 1997: 333 y en este volumen: «El balneario romano de Alhama de Murcia…»; Matilla 2006a: 177-179). En el entorno del complejo se descubren abundantes materiales (fundamentalmente cerámica ibérica y romana, y monedas), así como estructuras de época romana asociadas a la evacuación del agua del complejo calle abajo (Baños 1996: 368), y estancias con mosaico (Madrigal y Teso 2008; Muñoz 2008) muy próximas al edificio termal romano. En la actualidad, los restos excavados se pueden visitar en el Centro de Interpretación de los Baños. Tipo de agua: Manantial seco. En origen, 44 ºC. Carbonatada, cálcica, sulfatada, sódica, magnésica (García López 1869: 234). Epigrafía: Aras anepígrafas. Cronología: i-iv d.C. Bibliografía: Gómez de Bedoya 1764: 218; Madoz 1845: I, 587-588; Rubio 1853: 236-239; Baños et alii 1989; Ibero y López 1993; Baños 1996; Baños et alii 1997; Díez de Velasco 1998: 42; Cressier 2002; Matilla 2006a: 177-179; Madrigal y Teso 2008; Muñoz 2008; en este volumen: «El balneario romano de Alhama de Murcia…».

9. ALHAMILLA, BAÑOS DE SIERRA / PECHINA / ALMERÍA (2) Como vimos al tratar Alhama de Almería, existen dudas sobre su identificación precisa a partir de las fuentes árabes. Al-Himyari, menciona la existencia de los Baños de Almería o Baños de Alhamilla (decantándose la mayoría de los autores por esta última opción), en donde se apreciaba la presencia de «dos depósitos abovedados construidos por los antiguos» (Maestro 1963: 84). Esa referencia vendría a ser corroborada por Ayuda (1798: 66 y 71), quien además cita una inscripción del obispo de Almería, Claudio Sanz y Torres, colocada en la puerta principal del balneario, en la que se indica que la primera sala del nuevo edificio que él costeó a mediados del siglo xviii se construyó «en el sitio que ocupaban los antiguos» (Ayuda 1798: 77), aunque no se precisa si los restos mencionados eran de época romana o posterior (Gómez de Bedoya 1764: 234). Tras la visita al lugar, tenemos dudas de que las estructuras conservadas sean de época antigua. Tipo de agua: 51,3 ºC. Mineralización media. Bicarbonatada, clorurada, sulfatada, sódica (—manantial Sierra Alhamilla— Maraver y Armijo 2010: 84). Epigrafía: Sin epigrafía asociada a estos manantiales. Cronología: ¿romana?, árabe. Bibliografía: Gómez de Bedoya 1764: 234-235; Ayuda 1798: 60-124; Madoz 1845: I, 597-598; García Campra 1989: 185-197; Díez de Velasco 1992: 389; Pérez Asensio 2005: 68 y en este volumen: «Los balnearios del sureste…»; Cressier 2002: 50; 2006: 165-175.

10. ARCHENA / ARCHENA / MURCIA (1) A orillas del río Segura, en el lugar que ocupa en la actualidad el balneario de Archena, se han localizado los restos de los baños romanos, así como del establecimiento destinado a dar alojamiento a los bañistas que utilizaron estas aguas en época romana. Las primeras noticias sobre su antigüedad surgen en torno a 1750 (López de Ayala 1777), teniendo referencias continuas durante el siglo xviii al hallazgo de materiales romanos (columnas, cerámica, pavimento enlosado de pizarra y monedas. Gómez de Bedoya 1764: 259; Lozano I, 1794: 88-98; Breix 1801: 6-7; Ceán

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Bermúdez 1832: 48; Rubio 1853: 80). Así se documenta por ejemplo la aparición de una inscripción (CIL II 3541) que menciona la implicación de dos duumviri en la reconstrucción de las termas de este lugar (Matilla 2006a; González y Matilla 2007), así como la referencia a una inscripción conmemorativa de la construcción de los baños, hoy desaparecida (CIL II 3542). Las excavaciones arqueológicas realizadas entre 2003 y 2008 (Matilla et alii 2003; Matilla 2006a y 2007) han sacado a la luz evidencias de diversa entidad, fundamentalmente del edificio de baños construido con probabilidad a principios del siglo i d.C. (Matilla 2007: 221), del que se identificaron diversos muros y estructuras, así como testimonios de su destrucción por una riada ya a mediados del mismo siglo (Matilla et alii 2003; González y Matilla 2007; Matilla 2007), con una posterior reconstrucción y reforma (Matilla 2007). En el exterior del complejo, las excavaciones llevadas a cabo en 2005 permitieron localizar un edificio romano interpretado como zona de administración, de servicio y hospedería (Matilla 2007: 220-230), con muros de gran potencia junto al río Segura para el control y resistencia de las crecidas del río, así como un posible espacio de necrópolis, donde se constataron dos estelas funerarias (González y Matilla 2007: 25). Este edificio fue abandonado en el siglo ii d.C., con reocupación del espacio en el siglo iv d.C. —tumba tardorromana— y en época árabe (Matilla 2006a: 172-177 y 2006b; González y Matilla 2007). Tipo de agua: 52 ºC. Mineralización fuerte. Clorurada, sódica, sulfurada (Maraver y Armijo 2010: 261). Epigrafía: Referencias constructivas. CIL II 3541 = ILER 2043; CIL II 3542 = ILER 2046; Matilla y Gonzalez 2003; González y Matilla 2007. Cronología: siglo i a.C./i d.C.-iv d.C. Bibliografía: Limón 1697: 318; Gómez de Bedoya 1764: 257-263; López de Ayala 1777; Breix 1801; Ceán 1832: 48; Madoz 1845: II, 488; Rubio 1853: 77; Mora 1981: 55; Medina 1990; Lisón y Lillo 2003; Matilla y González 2003; Matilla et alii 2003; Matilla 2006a: 172-177; 2006b; 2007; González y Matilla 2007; Matilla y Adrados 2008; Matilla et alii 2012; Arias y Matilla 2011; En este volumen: «Archena…».

11. ARNEDILLO / ARNEDILLO / LA RIOJA (3) Pese a la calidad de estas aguas citadas ya desde el siglo xvii (Limón 1697: 246; Gómez de Bedoya 1764: 272-290), no tenemos noticias sobre la antigüedad de este establecimiento, si exceptuamos la referencia de Miñano (1826 T.I: 284) a «evidencias romanas»,12 o de Peréx y Unzu (1992: 303) a la presencia de asentamientos de la Edad del Hierro en el entorno. Tipo de agua: 49,3 ºC. Mineralización fuerte. Clorurada, sulfatada, sódica, radiactiva (Maraver y Armijo 2010: 253). Epigrafía: No se ha constatado evidencias epigráficas en el entorno del manantial. Cronología: ¿romana? Bibliografía: Limón 1697: 246-257; Gómez de Bedoya 1794: 272-290; Miñano 1826: 284; Madoz 1845: II, 582; Peréx y Unzu 1992: 303; Oró 1993: 392.

12. ARTIES / ARTIES / LLEIDA (2) Aunque Madoz (1845: II, 606) o Rubio (1853: 373-374) no hacen referencia a la antigüedad de estos baños, Bonnard (1908: 183 y 351) sí alude a la aparición de dos inscripciones romanas a las ninfas (CIL XIII 20-21, desaparecidas), a lo que se unen referencias a «restos poco significativos —bañeras, monedas romanas, epigrafía—» (Díez de Velasco 1998: 42), que no han podido ser verificados. Tipo de agua: 43 ºC. Sulfurada, ferruginosa (Madoz 1845: II, 606; García López 1869: 419). Epigrafía: Ninfas. CIL XIII 20 = IRC II 63 = ERL n.º 69; CIL XIII 21 = IRC II 58 = ERL n.º 65. Díez de Velasco (1998: 87-88) indica que podrían corresponder a la misma ara. 12 Miñano (1826 T.I: 284) cita al hablar de los baños de Arnedillo: «Son antiquísimos, pues se conservan algunos vestigios de antigüedades romanas», sin que esa referencia aparezca en autores precedentes o posteriores.

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Cronología: romana Bibliografía: Madoz 1845: II, 606; Rubio 1853: 373-374; Bonnard 1908: 183 y 351; Blázquez y GarcíaGelabert 1992: 49-50; Díez de Velasco 1998: 42 y 87-88.

13. AZARAQUE / AGRAMÓN-HELLÍN / ALBACETE (2) En el lugar conocido como Baños de Azaraque, cerca del río Mundo, se conoce la existencia de una balsa de grandes dimensiones abastecida de aguas mineromedicinales. En una prospección superficial se localizaron sillares de gran tamaño perfectamente labrados en los cimientos de lo que se llamó los Baños de la Marquesa, que hicieron plantear la posibilidad de que fuesen parte de un edificio de época romana (Jordán y Conesa 1992: 505), aunque no tenemos certeza sobre su antigüedad. En el entorno se han constatado gran número de restos de cerámica gris romana y sigillata hispánica. Tipo de agua: 20 ºC. Cloruradas, sulfatadas, sódicas, magnésicas (Jordán y Conesa 1992: 493). Epigrafía: No se constata epigrafía asociada a este manantial. Cronología: ¿siglo i d.C.? (Jordán y Conesa 1992). Bibliografía: Gómez de Bedoya 1765: 289-290; Rubio 1853: 377; Madoz 1846: III, 208; Lillo y Selva 1984; Jordán y Conesa 1992: 495-498, 500-501, 505-507; Oró 1999: 12-16.

14. BANHOS DE ARIOLA / ARIOLA, OUTEIRO DOS GATOS, MEDA / GUARDA (2) Contamos solo con una somera mención a la localización de materiales constructivos de época romana en las proximidades del manantial (tegulae y ladrillos. Rodrigues 1983), sin más datos al respecto que permita su identificación (Frade 1993: 884). Tipo de agua: sin análisis. Sulfuradas (Frade 1993: 884). Epigrafía: No vinculada. Cronología: ¿época romana? Bibliografía principal: Rodrigues 1983: 456; Frade 1993: 884.

15. BANHOS DA AZENHA, PRANTO / PEDRÓGÃO DO PRANTO, VINHA DA RAINHA, SOURE / COIMBRA (3) Aguas mencionadas ya a principios del siglo xviii por Henriques (1726: 42-43), fueron incluidas en el inventario de Frade (1993: 886) manantiales como de posible explotación en época romana por la referencia hecha por Tavares (1810: 86-87) a «restos de banhos velhos», en el lugar antiguo en el que manaban las aguas, antes de que se modificase su surgencia en el siglo xviii. A pesar de su proximidad a Conimbriga y a la presencia de diversos asentamientos romanos en las proximidades,13 no existen por el momento datos concretos para poder confirmar su uso en época antigua. Tipo de agua: 28 ºC. Clorurada, bicarbonatada, sódica (Cruz 1992: 5). Epigrafía: No vinculada. Cronología: ¿época romana? Bibliografía principal: Henriques 1726: 42-43; Tavares 1810: 86-87; Frade 1993: 886.

16. BANHOS DE ALCACHAFE / S. JOÃO DE LOUROSA, VISEU / VISEU (3) Se considera como posible la explotación de estas aguas en época romana por la proximidad a una vía romana (Frade 1993: 886), a pesar de no contar con vestigios arqueológicos conocidos en torno al manantial.

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Inventario del patrimonio Cultural, Direção general do Patrimonio Cultural de Portugal.

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Aparecen ya mencionadas en el siglo xvii por el Dr. António Pires da Silva, pero fundamentalmente fueron reputadas a partir de la mención de Henriques (1726: 20-21). Tipo de agua: 28 ºC. Clorurada, bicarbonatada, sódica, fluorurada (Cruz 1992: 1). Epigrafía: No se constata epigrafía asociada a este manantial. Cronología: ¿época romana? Bibliografía principal: Henriques 1726: 42-43; Tavares 1810: 86-87; Frade 1993: 886.

17. BAÑOS DE ALCANTUD / ALCANTUD / CUENCA (3) Gómez de Bedoya (1764: 196) menciona que en la pila-estanque utilizada para el baño por los agüistas del balneario, durante las labores de limpieza para su recuperación, se constató que su fondo estaba enlosado. Por su parte Madoz (1845: I, 406) hace referencia a los «antiguos baños» de Alcantud, sin que se aluda a la antigüedad concreta de los restos. Tipo de agua: 12,4 ºC. Mineralización fuerte. Sulfatada, cálcica, magnésica (Maraver y Armijo 2010: 131). Epigrafía: No se constata epigrafía asociada a este manantial. Cronología: ¿romana? Bibliografía: Gómez de Bedoya 1764: 193-202; Madoz 1845: I, 406.

18. BAÑOS DE ALICÚN DE LAS TORRES / VILLANUEVA DE LAS TORRES / GRANADA (2) Rubio (1853: 492-493) consideró que estas aguas tuvieron un gran valor en la antigüedad por las ruinas de bóvedas y balsas constatadas en el lugar. En el entorno de los baños, además de estructuras de época árabe, se localizaron restos de ocupación romana, así como testimonios de la canalización y uso de estas aguas desde la prehistoria (Blázquez y García-Gelabert 1992: 55). Se plantea la posibilidad de que el balneario romano se encuentre semienterrado, bien por las importantes concreciones que forman estas aguas, bien por el edificio actual de baños, habiéndose localizado en superficie materiales constructivos de época romana que podrían avalar la romanidad del enclave (Díez de Velasco 1992a: 398; 2014: 13-18). Tipo de agua: 33,9 ºC. Mineralización fuerte. Sulfatada, cálcica, magnésica (Maraver y Armijo 2010: 66). Epigrafía: No se constata epigrafía asociada a los manantiales. Cronología: prehistoria, ¿época romana?, época árabe. Bibliografía: Gómez de Bedoya 1764: 229; Rubio 1853: 492-493; Blázquez y García-Gelabert 1992: 55; Díez de Velasco 1992a: 398; 2014: 13-18; Francés y López 2009.

19. BAÑOS DE BANDE / S. XOÁN DE BAÑOS, BANDE / OURENSE (1) AQUAE QUERQUENNAE Mansio vinculada al populus de los querquennos, del que toma su nombre, citada por Ptol. II, 6, 46; It. Ant. 428,2; y Ravenn. 4, 45-320-2. Se localiza en las proximidades del yacimiento romano excavado desde los años 70 del siglo xx correspondiente a un campamento militar romano ocupado a finales siglo i d.C. por un destacamento de la legio VII Gemina (Rodríguez Colmenero 2009:14), y a los restos de una construcción ¿mansio? vinculada a la vía XVIII (Rodríguez Colmenero y Ferrer 2006). Rubio (1853: 389) indica la presencia de restos de antiguas termas y de su población romana. También se recogió la referencia a la aparición de monedas y otros materiales, sin especificar la localización (Díez Sanjurjo 1904: n.º 39, 270; 1908: n.º 60, 206). Sin embargo, no contamos con indicaciones concretas al edificio antiguo de baños, si exceptuamos la presencia de materiales de época romana, así como diversas aras dedicadas a las ninfas. Este manantial fue explotado con diversos pilones dentro de un edificio al menos desde el siglo xviii (Gómez de Bedoya 1764: 307-309), y a principios del siglo xx con una nueva casa de baños, posteriormente destruida. Desde 1949 el espacio en el que manan las surgencias termales está anegado estacionalmente por el embalse de las Conchas.

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Tipo de agua: 46 ºC. Mineralización media. Bicarbonatada, sódica, fluorurada, litínica (VV. AA. 1995: 116). Epigrafía: CIL II 2530 = ILER n.º 6/1 = IRG IV 75, dedicada a las ninfas; CIL II 2529 = IRG IV 102, dedicada a Marte; varia: CIL II 2531 = IRG IV 97; CIL II 2532 = IRG IV 105; HEp4, 1994, 576; HEp2, 1990, 516a; HEp7, 1997, 485 = HEp2, 1990, 512; HEp7, 1997, 486; HEp9, 1999, 450; HEp9, 1999, 450. Cronología: ¿i-iv d.C.? En relación con el campamento militar, la vía XVIII y la mansio. Bibliografía: Gómez de Bedoya 1764: 307-309; 1772: manuscrito; Ceán 1832: 216; Madoz 1846: III, 362; Rubio 1853: 389-390; Taboada 1877: 115-122; Díez Sanjurjo 1904: n.º 39, 270; 1908: n.º 60, 205-206; Risco 1936: X, I, 130; Mora 1981: 52; Díez de Velasco 1985: 80-81; 1992b: 136; 1998: 94-95; Rodríguez Colmenero et alii 1998; 2000; 2004; Hernando Sobrino en VV.AA. 2008: 125-126; Rodríguez Colmenero y Ferrer 2006; Rodríguez Colmenero 2009:14; González Soutelo 2011: 500-515; en este volumen: «Consideraciones sobre…».

20. BAÑOS DE CARRACLACA / LORCA / MURCIA (2) Se localizan a unos 6 km de Lorca y 1,5 km de la pedanía de Carraclaca, de la que toman el nombre, en lo alto de un monte con una fuerte pendiente. En 1912 se construyó un balneario y en la peña que hay sobre ellos se identifican los restos de una fortaleza musulmana que se ha relacionado con el manantial de aguas medicinales (Martínez y Munuera 2009: 216-217). El posible uso romano queda constatado por la presencia de cerámica en superficie14 (sigillata hispánica). Tipo de agua: 20 ºC. Carbónicas, bicarbonatado-cálcicas, ferruginosas, clorurado-sódicas, magnésicas y fluoradas (Puerta 1907: 107). Epigrafía: No se localiza epigrafía asociada. Cronología: romana. Bibliografía: Puerta 1907; Martínez López y Munuera Navarro 2009.

21. BAÑOS DE CERRATO / BAÑOS DE CERRATO / PALENCIA (2) Según indica una inscripción (Ripoll y Velázquez 1992: 561), la antigüedad de este manantial se vincula a la curación gracias a estas aguas del rey Recesvinto en el año 661. Se considera que pudo contar también con explotación previa, vinculada a la fuente con cámara rectangular de sillería y cubierta de bóveda de cañón de dudosa adscripción cronológica y reformada entre 1920-1925 que se localiza al sur de la basílica (García López 1869: 421; Escorza 1997: 67). A ello se uniría el testimonio de un ara votiva dedicada a las ninfas (CIL II 5760) localizada en las proximidades del manantial, así como vestigios de época anterior (una punta palmela) constatados en las inmediaciones (Delibes et alii 1997: 122). Tipo de agua: ¿16 ºC? Sulfatada (Moltó 1992a: 222). Epigrafía: Ninfas. CIL II 05760 = IRPP00009 Cronología: ¿romana? / siglo vii d.C. Bibliografía: Madoz 1846: III, 363; Rubio 1853: 503; García López 1869: 421; Mora 1981: 53; Ripoll y Velázquez 1992: 51; Blázquez y García-Gelabert 1992: 550-580; Escorza 1997: 67-76; Delibes et alii 1997: 122.

22. BAÑOS DE CÓRCOLES / SACEDÓN / GUADALAJARA (3) Según Gayán (1760: 32) y Rubio (1853: 523-524), cerca de los Bañillos de Córcoles se localizaron lápidas y sepulcros con inscripciones romanas, proponiendo incluso la existencia en este lugar de un templo a Diana. Los manantiales surgen a orillas del río Guadiela, en las proximidades del monasterio de Monsalud, de los baños de Sacedón o Real Sitio de La Isabela (ver), y algo más alejado de los manantiales de Buendía. Actualmente estas aguas están sumergidas por el embalse de Buendía (Mercado et alii 2003: 175-176) por lo que no es posible comprobar su contexto arqueológico. En la orilla opuesta se localiza la ciudad romana de Ercavica.

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Prospección realizada en junio de 2013.

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Tipo de agua: ¿27 ºC? ¿Ferruginosa? (García López 1869: 436). Epigrafía: No se conoce epigrafía asociada al manantial. Cronología: ¿época romana? Bibliografía: Gayan 1760: 27-56, Rubio 1853: 523-524, Mercado et alii 2003: 175-176.

23. BAÑOS DE FITERO / FITERO / NAVARRA (1) Diversos autores desde el siglo xvii (Limón 1697: 284; Gómez de Bedoya 1765: 323-340; Rubio 1853: 282) mencionan la antigüedad de estos baños, situados al lado del río Alhama (de topónimo significativo). Las principales referencias hacen hincapié en la antigüedad del estanque y canal, que todavía se conservan, por el que se capta el agua del manantial que surge en el interior de la colina. Dupré (1992a: 285) recoge también la cita en la documentación medieval a un «balneum de Caracalla» (1157) vinculado a este enclave. Según documenta uno de los médicos-directores de los Baños, el Dr. Lletget, en las obras de 1861 se localizaron los restos de un edificio de planta rectangular con tres ábsides, considerado como templo o parte de las termas romanas.15 Asimismo se identificaron una serie de piletas o piscinas circulares de pequeño diámetro (2,08 m) con tres escalones concéntricos para acceder a ella, piscinas dispuestas en dos hileras paralelas, con canales de abastecimiento y evacuación intercomunicados entre sí, así como diversos materiales sueltos de época romana (Lletget 1870: 226-230; Medrano 2004: 138). Tras las obras de reforma del edificio en 1982, solo se conservó como testimonio de ese conjunto una de las piscinas circulares mencionadas que se puede visitar en el interior del complejo termal moderno. Durante dicha reforma se localizó también una sala, prácticamente destruida, situada en la colina que asciende desde la arqueta, que podría responder a una estancia de toma de vapor del complejo termal (Dupré 1992a: 287; Medrano y Díaz 2005: 184-185). Tipo de agua: 45,4 ºC. Mineralización fuerte. Clorurada, sulfatada, sódica, cálcica, radiactiva (—manantial Fitero Viejo— Maraver y Armijo 2010: 268). Epigrafía: No se conoce epigrafía vinculada a los manantiales. Cronología: ssiglos i-ii d.C., con posible perduración hasta siglo iv d.C. Bibliografía: Limón 1697: 284; Gómez de Bedoya 1765: 323-340; Madoz 1847: VIII, 105-108; Rubio 1853: 282; Rotureau 1864: III, 187-195; Lletget 1870: 226-230; Balneario de Fitero 1870: 13-14; Mozota 1930: 4; Mora 1981: 54; Mezquíriz 1986; 2004; Abad 1992: 146-147; 2006: 136; Dupré 1992a: 285-287; Peréx y Unzu 1992: 304-306; Blázquez y García-Gelabert 1992: 53 y 63; Díez de Velasco 1998: 41; Medrano y Díaz 2003; 2005; Medrano 2004; Olcoz 2007.

24. BAÑOS DE GIGONZA / SAN JOSÉ DEL VALLE / CÁDIZ (3) En el Castillo de Gigonza se utilizaron durante el siglo xix unos baños que funcionaron hasta el siglo xx. En la zona se hallaron numerosos restos arqueológicos y se ha planteado que la ciudad turdetana y luego romana de Saguntia o Sagontia (citada por Plinio III, 1, 15, como ciudad estipendiaria del conventus gaditanus; así como por Ptol. II, 4, 10 y el Ravenn. IV, 45,50-55), podría situarse en las proximidades de estas aguas (Chic 1979-1980: 259). Los directores médicos de los baños no recogen datos concretos acerca de estructuras romanas, aunque dan por supuesto el origen romano de este lugar tal y como refleja Rubio (1853: 150). La idea de que la ciudad romana se formó en torno a la fuente termal la recoge también Blázquez y García-Gelabert (1992: 56). Tipo de agua: 20 ºC. Clorurada, sódica, sulfurada (Botella 1892: 136). Epigrafía: No se conoce epigrafía asociada. Cronología: romana. Bibliografía: Botella 1892; Chic García 1979-1980; Blázquez y García-Gelabert 1992. 15 Contamos con un plano realizado por el Dr. de la Escuela de Bellas Artes de Zaragoza, D. Eustasio Medina, en el que se describe el edificio descubierto y mencionado por Lletget. Plano revisado por Medrano (2004: 138).

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25. BAÑOS DE GILICO, BAÑOS DE S. JOSÉ, BAÑOS DE LA MARRANICA / CALASPARRA / MURCIA (3) Hasta los años 50 del siglo xx existió una instalación balnearia simple asociada a la cañada ganadera que pasaba junto al lugar. Alrededor del manantial se han documentado una serie de estructuras romanas que se han identificado con un asentamiento rural pero que indudablemente estaban conectadas con las aguas mineromedicinales (Ramallo 1989: 150). La ocupación del lugar comienza en época ibérica y persiste, sin solución de continuidad hasta el siglo v d.C. (López y García 1995). Destaca la presencia de un pequeño acueducto considerado romano. Es interesante mencionar también el hallazgo de una fíbula con la inscripción «DVRNACV» (Iniesta 1983: 194). Tipo de agua: Fría. El único dato que existe publicado es que tienen 1,3 mg/l de fluor (Moreno et alii 2003: 41). Epigrafía: No se conoce epigrafía asociada. Cronología: ibérica, romana siglos i-v d.C. Bibliografía: Iniesta 1983; Ramallo Asensio 1989; López Campuzano y García Blánquez 1995; Moreno Merino et alii 2003.

26. BAÑOS DE GRAENA-ALHAMA DE GUADIX / GRAENA / GRANADA (2) Pese a la calidad del manantial y al topónimo, solo se tiene noticia de su explotación en época árabe, a excepción de la localización de abundante material romano o tardorromano en el entorno del manantial y en Graena (Blázquez y García-Gelabert 1992: 56; Díez de Velasco 1992a: 399; 2014: 18-22), que podría responder al conocimiento de este manantial en época romana. Tipo de agua: 41,6 ºC. Mineralización fuerte. Sulfatada, cálcica, magnésica (Maraver y Armijo, 2010: 70). Epigrafía: no se documenta epigrafía en el entorno del manantial. Cronología: ¿romana?, árabe. Bibliografía: Madoz 1847: III, 461; Rubio 1853: 245-248; Blázquez y García-Gelabert 1992: 56; Díez de Velasco 1992a: 399; 2014: 18-22; Pérez Asensio 2005: 89 y en este volumen: «Los balnearios del sureste…».

27. BAÑOS DE LA HEDIONDA-CASARES / CASARES / MÁLAGA (2) La tradición popular atribuye un origen romano a estos manantiales que manan en el margen derecho del arroyo Albarrán, a partir de la leyenda de que el propio Julio César, al curarse de herpes gracias a estas aguas tras la batalla de Munda, mandó construir sobre este manantial los baños que hoy se conservan (Madoz 1846: VI, 39). Las aguas se utilizan de forma popular en un edificio abovedado semidestruido y muy modificado, cuya construcción subterránea y planta cuadrada con dos ábsides se atribuye a época árabe (Ayuda 1798: 297-298) o época anterior (Rubio 1853: 388). De forma dispersa, se localiza material romano en su entorno. Tipo de agua: ¿22,5 ºC? Sulfurada, cálcica, silicatada (García López 1869: 430-431). Epigrafía: No existe constancia de materiales epigráficos en las proximidades del manantial Cronología: ¿romana?, árabe. Bibliografía: Ayuda 1798: 264-301; Madoz 1846: VI, 39; Rubio 1853: 388; García López 1869: 430-431; Mendoza 2009: 126-128; en este volumen: «Los balnearios del sureste…».

28. BAÑOS DE LA HERMIDA / POTES / CANTABRIA (3) Pese a la noticia de la localización de un depósito de 15 monedas tardoantiguas (tremisses de Justino II y Leovigildo) y dos hebillas de bronce en las proximidades del manantial de la Hermida, a 200 m del puente que une la carretera con el balneario (Josué 1910; Abad 1992: 140; y 2006: 135), no existen por el momento indicios de la explotación del manantial en época romana, pese a la calidad de las aguas y la referencia de Rubio (1853: 292) a su conocimiento desde «época inmemorial».

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Tipo de agua: 51,2 ºC. Mineralización fuerte. Clorurada, sódica, radioactiva (Maraver y Armijo 2010: 119). Epigrafía: Sin epigrafía constatada vinculada al manantial. Cronología: ¿siglo vi d.C.? Bibliografía: Josué 1910; Rubio 1853: 291; Abad 1992: 140-141; 2006: 135; Caz 2001: 80-85.

29. BAÑOS DE LA MARRANA / ISLA PLANA / CARTAGENA (2) En la bahía de Mazarrón se ha identificado un posible alfar romano (Antolinos y Soler 2010: 228), aunque hay una serie de canales y muros cercanos al balneario para los que no hay explicación satisfactoria (García Guardiola et alii 2006: 160). Frente a Los Tinteros se encuentra Isla Plana, un islote separado de la costa por 40 m que presenta materiales romanos en superficie. Entre la isla y Los Tinteros están los baños construidos en 1901 unificando los tres manantiales que surgían pegados a la costa (Lillo 2008). Uno de esos manantiales, el del Sargento, estaba asociado a una piscina cuyo origen podría ser romano (en este volumen: «Una nueva propuesta…»). Tipo de agua: 28-30 ºC. ¿? Epigrafía: No se tiene constancia de epigrafía asociada. Cronología: ¿época romana? Bibliografía: López Martínez et alii 2003; Antolinos y Fernández 2004; García Guardiola et alii 2006; Lillo Carpio 2008; Antolinos y Soler 2010; en este volumen: «Una nueva propuesta…».

30. BAÑOS DE LA MUELA / LINARES / JAÉN (3) Al pie de la ciudad de Cástulo, al sureste, inmediatos al río Guadalimar, se encuentran los baños de la Muela que funcionaron durante el siglo xix. No hay datos más allá del topónimo y de las ruinas del edificio que aún subsiste. Están construidos sobre la necrópolis ibérica de Baños de la Muela (Blázquez 1975a) y con materiales procedentes de Cástulo, por lo que cualquier evidencia romana queda enmascarada. Dada su inmediatez con la ciudad ibero-romana es más que probable que sus aguas fueran utilizadas. Cerca, a unos 900 m, se encuentra el cortijo de Casablanca donde han aparecido una serie de instalaciones hidráulicas romanas y donde también hay una necrópolis (Blázquez 1975b). Tipo de agua: Fría. Bicarbonatada, cálcica, magnésica, de mineralización alta (Baeza et alii 2003: 120). Epigrafía: Sin epigrafía. Cronología: época romana. Bibliografía: Blázquez 1975a; Blázquez 1975b; Baeza et alii 2003.

31. BAÑOS DE LA SALVADORA / JAMILENA / JAÉN (2) Al sur del pueblo, a unos 800 m en línea recta del centro urbano, se conservaban dos pequeñas piscinas circulares separadas entre sí 12  m. Eran iguales, con 4,60 m de diámetro y 1,40 m de profundidad (Núñez 1878) con una escalera de acceso que excede el círculo del vaso, con dos peldaños hasta la grada y una grada o banco corrido de 45 cm de altura y 50 cm de ancho. En las memorias médicas se dice que los vecinos de Jamilena se dieron cuenta de que las aguas les sanaban e iban a hacer uso de ellas sin instalación de tipo alguno hasta que se construyó el baño moderno en 1868 (Núñez 1878). Atribuido su origen a época musulmana (Gutiérrez 2007: 245-246) o romana,16 cuando los visitamos una había desaparecido y la otra había sido remozada y pintada de azul, por lo que su fábrica no se apreciaba. Tipo de agua: Fría. Cloruradas, sódicas (Botella 1892: 140). Epigrafía: No se ha constatado evidencias epigráficas en el entorno del manantial, aunque hay una noticia del siglo xvi de un relieve e inscripción aparecido en Jamilena sin especificar donde (CIL II 1665; CILA III 424). 16

Véase: http://www.conocetusfuentes.com/datos_fuente_2243.html [Consulta: 20/02/2014].

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Cronología: ¿romana? Bibliografía: Núñez 1878; Botella 1892; Gutiérrez Pérez 2007.

32. BAÑOS DE MOLGAS / S. SALVADOR DE BAÑOS DE MOLGAS / OURENSE (2) SALIENTIBUS? / AQUAE GEMINAE? Diversos autores han propuesto la relación de este lugar con la mansio Aquae Geminae —Ravenn. 320, 4; It. Ant. 428, 3— (Ceán 1832: 216) o la mansio Salientibus —Ravenn. 320, 5; It. Ant. 428, 4— de la vía XVIII (Caamaño 1977-1978; Estefanía 1960: 27), mientras que estudios posteriores (Rodríguez Colmenero et alii 2004: 48 y 371) descartan esas posibilidades. Sí se constata con certeza el paso por el lugar de un tramo viario romano como lo justifica el miliario localizado in situ a escasos metros del manantial, en la orilla opuesta del estrecho río Arnoia (Rodríguez Colmenero et alii 2004: 658 y 663; González Soutelo 2011: 495-500 y 2012-2013). En las memorias de los médicos directores de baños (Caña y Gamero 1880; Pita Cobián 1885, entre otros) se menciona la aparición de vestigios romanos como material constructivo, monedas y ¿angelotes?, así como restos de cimientos de grandes edificios y fragmentos de estatuas (Courel 1908), junto a unas alas de bronce, depositadas en el Museo Arq. Provincial de Ourense (BCPMO 1905: II, 46, 392). Madoz (1849: XII, 308) menciona que «los pocos restos de obras romanas daban a conocer el esmero que hubo antiguamente con los baños de la izquierda que han desaparecido». Caamaño (1977-1978: 120) también vinculó a este manantial la existencia de un ara dedicada a las ninfas (IRG IV 76) localizada en una parroquia vecina, a lo que se une la abundancia de material constructivo de época romana recogida en el entorno del manantial (noticias orales). Tipo de agua: 46,4 ºC. Mineralización media. Radiactiva, bicarbonatada, sódica (Maraver y Armijo 2010: 221). Epigrafía: Ninfas. HEp2, 1990, 518 = IRG IV 76. Díez de Velasco 1998: 95. Cronología: ¿i d.C.? Bibliografía: Morales 1575: 51; Limón 1697: 326; Ceán Bermúdez 1832: 216-217; Madoz 1847: IX, 459460; 1849: XII, 308; Rubio 1853: 329-330; Taboada Leal 1877: 123-127; Caña y Gamero 1880: manuscrito; Pita Cobián 1885; Courel Arnesto 1908: manuscrito; Risco 1936: IX, I, 136; Caamaño 1977-1978: 118-120; Mora 1981: 52; Díez de Velasco 1985: 82; 1992b: 136; 1998: 39-40 y 95; Rodríguez Colmenero et alii 2004: 48; González Soutelo 2011; 2012-2013.

33. BAÑOS DE MONTEMAYOR / BAÑOS DE MONTEMAYOR / CÁCERES (1) Durante las actuaciones realizadas en 1999 para la renovación del edificio de baños antiguo se reconocieron distintas construcciones del baño de época romana (Vargas et alii 2007, ya mencionado, entre otros por Gómez de Bedoya 1764: 618) en las inmediaciones de la vía romana también conocida como vía de la Plata. Destaca así la sala circular abovedada —muy alterada por las diversas reconstrucciones— con un oculus en su parte central y una piscina igualmente circular, con un escalón de acceso, semioculta por la piscina medieval y moderna (Vargas et alii 2007: 559-560; González Soutelo 2013b). En la sala se abren cuatro ábsides, de igual naturaleza que los del balneario de Alange (de menor tamaño, como el resto de la sala), reutilizados en época medieval para instalar pequeños estanques o bañeras. Abad Varela (1992: 160-167; 1994) menciona la aparición de 18 monedas romanas localizadas en 1894 en una de las fuentes del balneario, y con anterioridad a esta época, cabe destacar la identificación de 11 aras votivas (De Viu 1846: 95), y la aparición dudosa de exvotos anatómicos (Díaz y Pérez 1880 —tomado de Rodrigo y Haba 1992: 356-359—). En el mismo año se localizaron otras aras votivas (CIL II 883-892) dedicadas a las ninfas caparienses, a las ninfas, y dos a Salus. La mayoría de las inscripciones están expuestas en el balneario actual y otras se conservan en el Museo Arqueológico Nacional (estudiadas principalmente por Roldán Hervás 1965 y Díez de Velasco 1998: 88-94 y 102; 2002), aunque algunas han desaparecido. Tipo de agua: 41,8 ºC. Mineralización débil. Sulfurada, bicarbonatada, sódica (—manantial arqueta— Maraver y Armijo 2010: 199).

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Epigrafía: Votivas a las ninfas, ninfas caparenses, ninfas fontanae, salus. CPC57 = CIL II 883; CPC58 = CIL II 884; CPC62 = CIL II 885; CPC70-71; CPC73 = ¿CIL II 883?; CPC76 = CIL II 890; CPC77 = CIL II 891; CPC65; CPC66-69; CPC72 = CIL II 886; CPC74 = CIL II 888; CPC78 = CIL II 887; CPC79 = CIL II 889; CPC63; CPC64. Según Díez de Velasco 2002. Cronología: siglos i-iv d.C. Bibliografía: Limón 1697: 341-342; Gómez de Bedoya 1764: 310-317; Madoz 1846: III, 362; De Viu 1846: 95-98; Rubio 1853: 84-88; Mélida 1924: I, 152-157; Roldán 1965; Mora 1981: 56; Abad 1992: 160-167; 1994; Blázquez y García-Gelabert 1992: 35; Rodrigo y Haba 1992: 356-359; Vega 1994; Díez de Velasco 1998: 37, 88-94 y 102; 2002; 2008: 463; Vargas et alii 2007; González Soutelo 2013b.

34. BAÑOS DE RETORTILLO / RETORTILLO / SALAMANCA (1) El manantial de Retortillo se localiza en el lecho del río Yeltes que fluye a los pies del balneario moderno. A principios del siglo xx (1916), al realizar la captación para el nuevo edificio, se localizó un ara votiva dedicada a las Aquae Eletesibus (ILER 65; AE1914, n.º 19), hoy en día expuesta en la recepción del balneario. Según Blázquez y García-Gelabert (1992: 54) se conservaba también la obra de sillería del edificio, así como el pozo artificial, ladrillos, un suelo enlosado, cerámica romana fina y monedas (con una datación entre el siglo i a.C. y iii d.C. Abad 1992: 158-159), materiales localizados al preparar la captación para el balneario en 1916. En la actualidad, no se conserva ningún vestigio del edificio romano. Tipo de agua: 43,4 ºC. Mineralización débil. Sulfurada, radiactiva, bicarbonatada, clorurada, sódica (Maraver y Armijo 2010: 159). Epigrafía: Aquae Eletesibus. HEp16, 2007, 507 = AE1914, 19 (estudiada por Díez de Velasco 1998: 79). Cronología: ¿siglos i a.C.-iii d.C.? Bibliografía: Maluquer 1956: 94 y 138; Mora 1981: 56; Blázquez y García-Gelabert 1992: 54; Abad 1992: 158-160; 2006: 140; Díez de Velasco 1998: 37-38 y 79.

35. BAÑOS DE SANTAELLA / SANTAELLA / CÓRDOBA (3) En el paraje de la Huerta del Cañuelo aparecieron una serie de restos romanos en el siglo xviii, entre los que había «vestigios de un gran edificio, la portada de sillería con molduras y relieves, varias albercas, y baños de argamasa, con acueductos de plomo y barro muy fino» (Mora y Beltrán 2000: 26). Siguen apareciendo restos romanos en el lugar, entre ellos una lápida funeraria (Leiva 2003). Tipo de agua: 18 ºC (Botella 1892: 10-11). Hidrosulfurosas (Rubio 1853: 425). Epigrafía: Funeraria. Leiva 2003. Cronología: ¿romana? epígrafe, siglos i-ii d.C. Bibliografía: Mora Serrano y Beltrán Fortes 2002; Leiva 2003.

36. BAÑOS DE SIERRA ELVIRA / ATARFE / GRANADA (3) Se localiza un importante número de yacimientos romanos en las proximidades de los manantiales termales (Casado et alii 1997: 293), conocidos como Baños Subterráneos (García López 1869: 378), así como una villa relacionada probablemente con los baños en función de su localización (a 80 m del manantial), en el lugar que ocupan las casas de la aldea de los Baños. Sin embargo, por el momento no hay datos suficientes para reconocer un acondicionamiento y uso específico en época romana. Tipo de agua: 30 ºC. Sulfatada, clorurada, cálcica, sódica, magnésica (García López 1869: 378). Epigrafía: No se ha constatado epigrafía vinculable a estos manantiales termales. Cronología: ¿época romana? Bibliografía: Madoz 1845: I, 89; García López 1869: 378; Casado et alii 1997: 293.

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37. BAÑOS DE TRILLO, BALNEARIO DE CARLOS III / TRILLO / GUADALAJARA (2) La primera noticia sobre estas aguas la ofrece Limón Montero a finales del siglo xvii, e informa que nacen en una balsa de 10 varas por 5 cuartos de altura, construida por los agricultores para cocer cáñamo (Limón 1697: 290). Sobre esta, se construyó en el siglo xviii el primer gran complejo balneario español (García López 2011). Las excavaciones realizadas en el balneario (Batanero 2010; 2011; en este volumen: «Las aguas mineromedicinales de Trillo…») además de recuperar los baños de Carlos III han sacado a la luz materiales romanos. El río Tajo separa el balneario del cerro de Villavieja, núcleo urbano romano (Batanero 2008), por lo que sería impensable la no utilización de este recurso, aspecto reforzado por la aparición en los años 50, en los baños y junto al río, de varios muros de mampostería con ánforas asociadas a ellos (Sánchez-Lafuente 1986: 181). Tipo de agua: 27,2 ºC. Sulfatada, cálcica, magnésica de mineralización alta (Maraver y Armijo 2010: 142). Epigrafía: En Villavieja (CIL II 6308; Batanero 2008). Cronología: ¿romana? Bibliografía: Sánchez-Lafuente 1986; Batanero 2008; 2010; 2011; en este volumen: «Las aguas mineromedicinales de Trillo…»; García López 2011.

38. BAÑOS DE TUS / YESTE / ALBACETE (2) El Balneario de Tus se encuentra situado en la zona montañosa de la provincia de Albacete, a 15 km de Yeste, en el fondo de un valle y en la margen izquierda del río Tus. En el siglo xvi fue reedificado por D. Martín Pérez de Ayala, Arzobispo de Valencia y durante las obras se hallaron muchas monedas de cobre (Cebrián y Cano 1992: 383). Según Juan de la Cruz Martínez: «La fábrica del balsón o estanque para bañarse es, a no dudarlo, de argamasa romana. Su firmeza ha sido tal que hasta los años de 1831 no ha sido necesario repararse. Por ese tiempo las soberbias avenidas del río arrancaron el primer sillar de la esquina o ángulo superior del balsón, de suerte que dejando en el aire la dicha esquina se manifestó la parte de área en la que se pusieron los primeros fundamentos de esta fábrica. En el centro del sillar tengo entendido se encontró una moneda cubierta de ciertas capas de un betún oxidado; la que presentada al Excmo. Sr. D. José García de la Torre, después de haberla reconocido, dijo la moneda es de M. Aurelio, hijo adoptivo de Antonino Pio, el cual reinó desde el año 161 al 180 de la era cristiana» (Cruz 1848: 22). El balneario en la actualidad está en funcionamiento. Tipo de agua: 24,8 ºC. Clorurada, bicarbonatada, sódica, radiactiva de mineralización fuerte (Maraver y Armijo 2010: 144). Epigrafía: No tiene epigrafía asociada. Cronología: romana, siglos i-ii d.C. Bibliografía: Miñano 1828 T. X; Cruz 1848; Cebrián Abellá y Cano Valero 1992; Oró Fernández 1999: 25-26.

39. BAÑOS DE VALDELAZURA / PLASENCIA / CÁCERES (2) En las cercanías del manantial termal se menciona la aparición de monedas, aras y columnas (Pinilla et alii 1910: 5), pero no hay constancia de ningún tipo de estructura antigua vinculada directamente a la surgencia. Rodrigo y Haba (1992: 364-366) indican la localización de nuevos materiales epigráficos en la finca donde se localiza el manantial, destacando dos aras votivas —quizás una única pieza fragmentada dedicada a SAFU (¿Salus?)— sin que se conozca con certeza la procedencia de dicha ara ni su vinculación al manantial. Tipo de agua: 19,5 ºC. Bicarbonatada, alcalina, clorurada, sódica, radioactivas (Pinilla et alii 1910: 12-13). Epigrafía: Safu. HEp2 1990, 216. Díez de Velasco (1998: 102-103; 2008: 466). Cronología: ¿época romana? Bibliografía: Pinilla et alii 1910; Rodrigo y Haba 1992: 362-366; Díez de Velasco 1998: 45 y 102-103; 2008: 466.

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40. BAÑOS DE ZÚJAR O BENZALEMA / ZÚJAR / GRANADA (1?) El balneario viejo de Baños de Zújar se encuentra en la actualidad sumergido por las aguas del pantano de Negratín.17 Las primeras referencias a su antigüedad aparecen en Limón (1697: 332) donde se menciona que en la construcción del baño se encontraron «edificios antiguos» con piedras labradas, basas de pilares y monedas (Limón 1697: 333; Gómez de Bedoya 1764: 369). Blázquez y García-Gelabert (1992: 51) recogen la referencia a la aparición de seis cámaras abovedadas a un nivel inferior al del balneario que podrían corresponder a época romana, así como una piscina pequeña de «hormigón romano», fragmentos de mosaico y restos de una canalización romana que abastecería al complejo. Estas estructuras formarían parte del conocido como «Baño de los pobres» (Díez de Velasco 1992a: 396-397 y 2014: 4-13), en donde se encontraría, según las indicaciones de este autor, probablemente una piscina romana descubierta de 17  m de longitud, con 3 escalones de acceso, que en época posterior sería dividida en varias piscinas menores. Tipo de agua: 40 ºC. Sulfurada, carbonatada, sódica (García López 1869: 405). Epigrafía: No se ha constatado epigrafía asociada a este manantial. Cronología: época romana. Bibliografía: Limón 1697: 332; Gómez de Bedoya 1764: 369; Madoz 1850: XVI, 677; Rubio 1853: 124; Gilbert y Carnot 1915; Blázquez y García-Gelabert 1992: 51; Díez de Velasco 1992a: 396; 2014: 4-13.

41. BAÑOS DEL SALOBRAL / ENGUIDANOS / CUENCA (3) Cerca de Enguidanos (Cuenca) se encontraban, junto al río Cabriel y al pie del Cabezo Moya, los baños del Salobral que funcionaron durante la primera mitad del siglo xx. El Cabezo Moya es un yacimiento ibérico que presenta materiales romanos (Navarro y Sandoval 1984). Ya en el siglo xviii, Gómez de Bedoya da noticia de diversos hallazgos romanos en el entorno (Gómez de Bedoya 1765: 292), sin que podamos conocer su relación directa con el manantial. Tipo de agua: Frías. Sulfuradas (Baeza et alii 2001: 211). Epigrafía: No se conoce epigrafía asociada. Cronología: ¿época romana? Bibliografía: Baeza et alii 2001: 89-433; Gómez de Bedoya 1865; Navarro y Sandoval 1984.

42. BELLÚS / BELLÚS / VALENCIA (3) Rubio (1853: 252) recoge la noticia de que al lado del río Alfama: «se conservan vestigios de obras romanas y árabes, que prueban bien la antigüedad de estos baños». Sin embargo, no hemos constatado más noticias sobre esas evidencias, como tampoco se documentan en el caso de las memorias médicas (Micó y Soler 1997). En la actualidad los manantiales están parcialmente sumergidos por el pantano de Bellús. Tipo de agua: 28 ºC. Bicarbonatada, litínica (Micó y Soler 1997: 190). Epigrafía: No se constata epigrafía asociada a estos manantiales. Cronología: ¿época romana? Bibliografía: Madoz 1846: IV, 155-156; Rubio 1853: 252; Micó y Soler 1997.

43. BEM-SAÚDE / SAMPAIO, VILA FLOR / BRAGANÇA (3) No aparecen referencias a restos antiguos en las inmediaciones del manantial. Sin embargo, se ha considerado por algunos autores como enclave termal con culto a las aguas por su vinculación con un ara a las ninfas (RAP n.º 418) aparecida a 2 km del manantial (Frade 1993: 883-884; Díez de Velasco 1998: 46).

17 Información enriquecida por indicaciones orales, documentación varia y trabajos inéditos del historiador local Antonio González González.

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Tipo de agua: 17 ºC. Carbonatadas, sódicas, carbogaseosas (Frade 1993: 883). Epigrafía: Ninfas. Santos y Cardozo 1953: n.º 10 foto; AE1955 n.º 237 = RAP n.º 418. Redentor, en este volumen: «Práticas epigráficas…». Cronología: siglo ii d.C. (según la datación propuesta para el ara). Bibliografía principal: Díez de Velasco 1985: 83; Frade 1993: 883.

44. BEMBIBRE / STO. ANDRÉS DE BEMBIBRE / VIANA DO BOLO (3) A 700 m de la aldea de Bembibre se encuentran cuatro surgencias mineromedicinales junto a las que se construyó un balneario moderno, hoy abandonado. Hay noticias desde el siglo xvi e incluso parece que en esa época alcanzó cierta fama (Molina 1550: 15v). En la zona de los manantiales no se han encontrado evidencias romanas, aunque Taboada tenía la certeza de que cuando se excavase se encontrarían restos arqueológicos (Taboada 1877: 300-301). Por otra parte, tanto en la cercana población como por el entorno, se menciona la existencia de diversos restos romanos dispersos (López Cuevillas 1956: 296-297). Tipo de agua: 15 ºC. Sulfurada-bicarbonatada, sódica y fluorada (Ramírez et alii 2000: 355). Sulfurada sódica, bicarbonatada, silícea (VV.AA. 2011b: 37-38). Epigrafía: No se conoce epigrafía asociada. Cronología: ¿época romana? Bibliografía: Molina 1550; Limón 1697; Taboada Leal 1877; Taboada Chivite 1949; López Cuevillas 1956; Ramírez et alii 2000; VV. AA. 2011b.

45. BETETA-BAÑOS DEL ROSAL / BETETA / CUENCA (3) Gómez de Bedoya (1864: 385) recoge la aparición de una moneda de los «celtíberos» en los baños de Beteta, así como el descubrimiento en 1752 de un gran número de monedas romanas en la plaza de la villa. Los baños, en la actualidad están en una finca particular, en la vega de Beteta y al pie del monte llamado Los Castillejos, muy cerca de la Ermita de la Rosa, patrona de la villa, de donde toman el nombre. En la actualidad no existen evidencias sobre esa posible antigüedad. Tipo de agua: 25,5 ºC. Salinas, ferruginosas (Pruneda 1869: 13). Epigrafía: No se constatan evidencias epigráficas asociadas a estos manantiales. Cronología: ¿época romana? Bibliografía: Gómez de Bedoya 1764: 382-386; Madoz 1846: IV, 303; Rubio 1853: 182-184.

46. BORNOS-FUENCALIENTE-FUENTE DE LA SARNA / BORNOS / CADIZ (3) Manantial conocido como de la Sarna, en la población de Bornos, topónimo sugerente que ha llevado a diversos autores a vincularla hipotéticamente con el teónimo Bormanicus —asociado a las aguas termales— (Blázquez y García-Gelabert 1992: 52). Este manantial, parcialmente cubierto en la actualidad por el pantano de Bornos, se localiza en las proximidades de la ciudad romana Carissa Aurelia. Los elementos que vinculan estas aguas a un posible culto se establecen en función de la aparición de dos esculturas de ninfas (Díez Platas 1983: 286-291, n.º 6-7; Díez de Velasco 1992a: 389; 1998: 44 y 99), aunque no es posible relacionarlas directamente con dicho manantial ya que aparecieron descontextualizadas (reutilizadas en un jardín). Tipo de agua: «de agua templada y sulfurosa» (García López 1869: 425). Epigrafía: No se constata epigrafía vinculada directamente a este manantial. Cronología: ¿época romana? Bibliografía: Madoz 1846: IV, 412; Díez Platas 1983: 286-291, n.º 6-7; Blázquez y García-Gelabert 1992: 52; Díez de Velasco 1992a: 389; 1998: 44 y 99.

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47. BRAGA / BRAGA / BRAGA (3) BRACARA AUGUSTA Se menciona la existencia de aguas minerales en la rúa das Águas, dentro de la propia ciudad de Braga (Tavares 1810: 43-44), correspondiente con el ámbito de Bracara Augusta. De ahí que, a pesar de que no se conocen estructuras de época romana directamente relacionadas con esos manantiales, se ha considerado su posible explotación en ese momento por manar en el interior de la ciudad romana (Frade 1993: 879 y nota 11 y 12). Tipo de agua: 15 ºC. Sulfurada fría (Frade 1993: 879). Epigrafía: No directamente relacionada. Cronología: ¿época romana? Bibliografía principal: Tavares 1810; Díez de Velasco 1985: 83; Frade 1993: 883.

48. BUENDÍA, AGUAS DE / BUENDÍA / CUENCA (2) Diversos autores como Ballesteros (1768: 9-11) y posteriormente Rubio (1853: 504), indican la posible explotación de este manantial en época romana. Así, Ballesteros menciona que en el año 1768 se hicieron algunas excavaciones a 50 pasos del baño principal y se encontraron restos de diversa entidad de época romana (una posible necrópolis, epigrafía asociada, así como dos monedas altoimperiales. Ballesteros 1768: 10). En la actualidad el manantial se encuentra sumergido por la presa del embalse de Buendía. Esta surgencia se localiza en las proximidades de los baños de Sacedón y Córcoles, a poca distancia de la ciudad romana de Ercavica. Tipo de agua: ¿29 ºC? ¿Sulfatada, cálcica, magnésica? (igual que la de Sacedón. García López 1869: 426 y 314). Epigrafía: No se constata epigrafía directamente vinculada a este manantial. Cronología: ¿siglo i-ii d.C.? Bibliografía: ¿Morales 1575, 50?; Gayán 1760: 100-106; Ballesteros 1768: 9-11; Madoz 1846: IV, 476; Rubio 1853: 504.

49. BUSOT / AIGÜES DE BUSOT /ALICANTE (1) Se considera que el primer edificio de baños moderno de Busot pudo haber sido edificado en el siglo xvi y posteriormente reformado en 1816, momento en el que se menciona el descubrimiento de diferentes estructuras de época romana y árabe en el lugar de Ciscar, así como en las proximidades del manantial (Fernández 1848: 9-10; Rubio 1853: 255 y 257). Gracias a las primeras memorias de los médicos directores de este baño, se recoge la aparición de una piscina a la que se accedía por una escalera desde un pórtico y de materiales tales como columnas de mármol y monedas (Fernández 1848: 38-41), recientemente estudiadas (Arias y Matilla 2011), así como cerámica romana diversa (sin especificar). En la actualidad se ven restos de muros de mampostería en el entorno de la «balsa de los Romanos», construida a principios del xix con parte de los materiales desmontados del posible balneario romano. Tipo de agua: ¿41 ºC? Sulfatada, cálcica, magnésica, sódica (García López 1869: 254-257). Epigrafía: No se constata epigrafía asociada a este manantial. Cronología: i a.C.-i d.C y iv d.C. por materiales hallados en superficie y por noticias de monedas. Bibliografía: Fernández 1848; Rubio 1853: 255; Marqués del Bosch 1897; Candela Hidalgo 1992; Agüero Díez et alii 2009-2010; Arias y Matilla 2011.

50. CABEÇO DE VIDE / LUGAR DA SULFÚREA, CABEÇO DE VIDE, FRONTEIRA / PORTALEGRE (2) Al construir el balneario en 1819 se descubrieron restos constructivos («canos, aquedutos, tanques de mármore») y monedas en torno a las aguas (Memoria…1842, 11-17; Acciaiuoli 1944: II, 37). Posteriormente,

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hacia los años 50 del siglo xx, al ampliar el edificio de baños de propiedad de la feligresía se identificaron también materiales varios como monedas, una fíbula, alfileres de cobre y una posible estatuilla desaparecida (Serras 2005: 139-140, 173), así como restos constructivos de cronología incierta, que hemos podido observar en algunas de las salas del complejo antiguo. Igualmente, no sin dudas, se ha asociado a este lugar una ara a las ninfas (CIL II 168, RAP n.º 412), localizada en Santa María de Monforte, Portalegre, a pesar de la distancia existente entre ambas poblaciones —18 km— (Abad Varela 1992: 169; Díez de Velasco 1998: 38 y 94). En el entorno de la población se identifican distintos yacimientos de época romana (caso de la villa romana de Torre de Palma), así como una fuente posiblemente medieval-moderna y un posible tramo viario ¿romano? en proceso de revisión. Tipo de agua: 21 ºC. Sulfuradas, clorurada, sódicas (Cruz 1992: 43). Epigrafía: ¿A las ninfas? CIL II 168, RAP n.º 412. Cronología: monedas de Augusto Bibliografía principal: Memoria… 1842; Russo 1935; Acciaiuoli 1944: II, 37; Abad Varela 1992: 169; Frade 1993: 888-889; Díez de Velasco 1998: 38 y 94; Serras 2005.

51. CABREIROÁ Y FONTENOVA / S. SALVADOR DE CABREIROÁ Y STA. M.ª MAIOR DE VERÍN / OURENSE (3) Se recoge la noticia de la localización de monedas fechadas entre los siglos ii-iv d.C. en el entorno del manantial de Cabreiroá, sin que se conozca una relación directa con el mismo ya que se ignora la procedencia exacta de dichas monedas (Díez de Velasco 1998: 47). Existe una importante concentración de surgencias mineromedicinales en el entorno de la ciudad de Verín (balneario de Caldeliñas, Sousas y Fontenova —donde también se indica la aparición de posibles estructuras antiguas. Taboada Chivite 1970: 684; Pérez Losada 2002: 230—), población en la que se ha identificado la presencia de un asentamiento de época romana (Pérez Losada 2002: 227-239; González Soutelo 2011: 519). Tipo de agua: Cabreiroá, 17 ºC. Mineralización fuerte. Bicarbonatada, sódica (VV.AA. 1995: 141); Fontenova, manantial antiguo, 17 ºC. Bicarbonatadas sódicas, fluoruradas, litínicas, sulfuradas, de baja mineralización (VV.AA. 1995: 139-140). Epigrafía: No se ha localizado epigrafía asociada a este manantial. Cronología: ¿ii-iv d.C.? Bibliografía: Taboada Chivite 1970; Díez de Velasco 1998; Pérez Losada 2002; Alonso Álvarez et alii 2010; González Soutelo 2011.

52. CALDAS DA CAVACA / PINHEIRO DA CORTIÇADA, AGUIAR DA BEIRA / GUARDA (3) Se menciona la localización en 1935, al realizar las nuevas captaciones del manantial por el ingeniero C. Bento Freire de Andrade (1935 y 1938; Bastos et alii 2002), de una bañera tallada en la roca en el local de emergencia de agua, con un sistema rudimentario de aprovechamiento de los gases liberados del agua, donde «la escavaçâo en forma de banheira estava rodeada por uma espessa camada de caulino mais ou menos puro». Aunque se menciona su posible adscripción a época romana, no tenemos constancia concreta de su naturaleza. Tipo de agua: 28-29 ºC. Sulfuradas, bicarbonatadas, sódicas, fluoruradas (Cruz 1992: 11). Epigrafía: No vinculada. Cronología: ¿época romana? Bibliografía principal: Acciaiuoli 1940: 21; 1952b: 309; Frade 1993: 884-885; Bastos et alii 2002.

53. CALDAS DA RAINHA / NOSSA SENHORA DO PÓPULO, CALDAS DA RAINHA / LEIRIA (3) Pese a la importancia de este enclave en la historia del termalismo portugués, aunque no descartamos que en el futuro se localicen de restos romanos en torno a estos manantiales, por el momento no se ha identificado

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ninguna prueba concreta sobre su explotación en la antigüedad (Frade 1993: 888). Complejo termal fundado en el siglo xv, se trata de uno de los balnearios más antiguos de Portugal. La inclusión de este balneario dentro de este listado, se justifica por su topónimo, su cercanía a la ciudad romana de Eburobrittium (Óbidos), y la aparición de una escultura de Neptuno en las proximidades de Caldas da Rainha (Almeida et alii 1968). Tipo de agua: 33-35 ºC. Sulfuradas, cloruradas, sulfatadas, sódicas, cálcica, magnesiana (Cruz 1992: 27). Epigrafía: No vinculada Cronología: ¿época romana? Bibliografía principal: Leão et alii 1610: 29-31; Limón Montero 1697: 307; Henriques 1726: 5-16; Almeida et alii 1968; Frade 1993: 888; Rodrigues et alii 1993.

54. CALDAS DA SAÚDE O CALDINHAS / AREIAS, SANTO TIRSO / PORTO (2) A principios del siglo xx, concretamente entre 1905 y 1915, al construir un nuevo depósito para las aguas minerales de Caldas da Saúde se documentó la aparición de diferentes materiales arqueológicos de época romana (monedas, junto con conducciones, ladrillos y tejas de origen romano. Acciaiouli 1944: II, 38; Frade 1993: 880). Gracias a referencias orales en el lugar se documenta que en las últimas reformas del complejo termal se localizaron nuevos materiales arqueológicos que no han podido ser consultados. Tipo de agua: 26,5 ºC. Sulfuradas, cloruradas, sódicas, fluoruradas (Cruz 1992: 29. Pozo). Epigrafía: No se conoce epigrafía asociada a este manantial. Cronología: ¿época romana? Bibliografía principal: D’Andrade y Lepierre 1918; Acciaiuoli 1944: II, 38; Frade 1993: 880; Díez de Velasco 1998: 47.

55. CALDAS DAS MURTAS / COLÉGIO SÂO GONÇALO, SANTA MARIA MADALENA, AMARANTE / PORTO (3) Además de la referencia presente en el topónimo y la fuerte romanización del territorio en el que surge este manantial (Frade 1993: 882), se menciona la aparición, junto a las nacientes, de canalizaciones hechas con «tejas» unidas con argamasa, así como cavidades en la roca en forma de pequeñas bañeras, que se citaron como muestra de su uso como espacio de baño en época antigua, aunque se desconoce de qué cronología (Acciaiuoli 1944: IV, 5-6). En la década de los años 70 del siglo xx se construyó un colegio en este solar, por lo que se cubrió el terreno en el que surgía la fuente, y el manantial fue desviado a una fuente en las proximidades de mala construcción y que presenta en la actualidad (2015) un reducido caudal, oculto y prácticamente sin uso. Tipo de agua: 17 ºC. Sulfuradas, sódicas (Frade 1993: 882). Epigrafía: No se conoce epigrafía asociada. Cronología: ¿época romana? Bibliografía principal: Acciaiuoli 1944: IV: 5-6; Frade 1993: 882.

56. CALDAS DAS TAIPAS / CALDELAS, CALDAS DAS TAIPAS, GUIMARÃES / BRAGA (1) Ya a mediados del siglo xix se identificaron restos arqueológicos situados en el conocido como campo do Tapadinho, consistentes en piscinas, mosaicos y otras estructuras de cierta entidad (Caldas 1854: 30-33). Estas estructuras fueron documentadas y publicadas con un dibujo en planta (Pinto 1874: 76-77), en el que se incluye la referencia a materiales romanos como monedas en las proximidades del manantial. Posteriormente se reenterraron las estructuras romanas y se construyeron sobre ellas nuevos edificios a finales del siglo XIX. En excavaciones recientes (Erasún Cortés 2010) se han redescubierto parte de esas estructuras sobre las que se construyeron «los baños viejos». Igualmente existen evidencias epigráficas en las proximidades, así como una ara a las ninfas de S. Joâo da Ponte, vinculada no sin dudas a estos manantiales (Frade 1993: 880).

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Tipo de agua: 30-32 ºC. Sulfuradas, bicarbonatadas, sódicas, fluoruradas (Cruz 1992: 35). Epigrafía: Inscripción de Trajano (CIL II 4796, p 893, 1045 = CIL II 5560 = RAP 497); Ara a las ninfas (AE 1955, 236; RAP 414). Cronología: ¿siglo i-ii d.C.? Bibliografía principal: Caldas 1854; Pinto 1874; Fernandes 1912; Acciaiuoli 1941: 42-57, 1944: II, 27-29; Abad Varela 1992: 154-155; Frade 1993: 880; García Martínez 1995; Díez de Velasco 1998: 40-41, 97; Cachada 2006; Erasún Cortés 2010; Redentor 2011: I, 259-261; II, 128, y en este volumen: «Práticas epigráficas…».

57. CALDAS DE AREGOS / ANREADE, MIOMÃES, RESENDE / VISEU (3) Sin vestigios romanos conocidos en el entorno del manantial. Consideradas por H. Frade (1993: 884) como de posible explotación en época romana por su topónimo, sus tempranas referencias en la documentación (siglo xii), así como por su elevada temperatura y por su proximidad a Cárquere —zona de significativa riqueza arqueológica, con un yacimiento de la Edad del Hierro—, no tenemos evidencias arqueológicas para poder considerarlo. Tipo de agua: 61 ºC. Sulfuradas, bicarbonatadas, sódicas, fluoruradas (Cruz 1992: 5). Epigrafía: No se constata. Cronología: ¿época romana? Bibliografía principal: Ortigão 1944: 137-139; Frade 1993: 884.

58. CALDAS DE BOÑAR / BOÑAR / LEÓN (1) Las referencias a la antigüedad de este manantial son constantes en la bibliografía. La toponimia del lugar es significativa: Caldas, Boñar (que en un documento del 952 aparecía como Balneare) y el río Porma —mencionado en la documentación medieval como Borma, que se pone en relación con el teónimo Bormo/ Bormanicus— (Blázquez y García-Gelabert 1992: 51-52; Díez de Velasco 1998: 47) pueden estar haciendo referencia a la antigüedad del uso de este manantial. Uno de los hallazgos más singulares, además de la posible presencia de materiales prerromanos en su entorno inmediato (Delibes et alii 1997: 120-121), es la existencia de una inscripción rupestre (CIL II 2694) ya conocida en el siglo xvi y parcialmente destruida (Morales: 1575: 51), que está dedicada a la fuente sagrada. No existen restos ni evidencias de estructuras o construcciones antiguas para el aprovechamiento del manantial. Tipo de agua: 23 ºC. Bicarbonatada, sódica, cálcica (Moltó 1992a: 223). Epigrafía: Fonti Sacrum. CIL II 2694 = CIL II 5726 = CIL VI 152 (p3004) = HEp1 1989, 385 = HEp9, 1999, 403. Cronología: romana. Bibliografía: Morales 1575: 51; Gómez de Bedoya 1764: 401; Ceán Bermúdez 1832: 196-197; GómezMoreno 1925: 76-77 y 133; Díez de Velasco 1985: 83-84; 1998: 47 y 80; Blázquez y García-Gelabert 1992: 51-52; Delibes et alii 1997: 120-121.

59. CALDAS DE CALDELAS, DE RENDUFE, DO RÍO ALVITO / SANTIAGO DE CALDELAS, AMARES / BRAGA (2) Se documenta la aparición de dos aras a las ninfas junto al manantial (Pinho Leal y Ferreira 1873), además de diverso material de época romana (Frade 1993: 877). Tipo de agua: 33 ºC. Bicarbonatadas, cálcicas, fluoruradas (Cruz 1992: 45). Epigrafía: 2 aras dedicadas a las Ninfas (CIL II 5569, 2457, 5572A y B). Cronología: romana. Bibliografía principal: Pinho Leal y Ferreira 1873: II, 43-44; Acciaiuoli 1940: 12-13, 1944: II, 36-37; Frade 1993: 877; Redentor 2011: II, 82-84 y en este volumen: «Práticas epigráficas…».

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60. CALDAS DE CANAVESES-CANAVEZES / CALDAS, SOBRE-O-TÂMEGA, MARCO DE CANAVEZES / PORTO (2) Se menciona ya en el siglo xviii la aparición de posibles monedas de bronce y cobre, ladrillos «de palmo y medio», así como una inscripción de la que no queda evidencia (Azevedo 1902: 269), en el lugar donde se aprovechaban las aguas en forma de baño. En fecha posterior, concretamente en 1902, se documenta la aparición de restos constructivos en el entorno del manantial, entre ellos mosaicos y restos de una piscina con opus signinum, que fueron inmediatamente destruidos para la construcción del balneario moderno (Vasconcelos 1902b: 284-285). En las inmediaciones circularía con probabilidad un tramo de una vía secundaria romana. Tipo de agua: 30-35 ºC. Sulfurada, fluorurada, bicarbonatada, sódica (Cruz 1992: 7). Epigrafía: No se localiza epigrafía asociada. Cronología: época romana. Bibliografía: Azevedo 1902; Vasconcelos 1902b; Acciaiuoli 1944: II, 29; Acuña Castroviejo 1974: 28; Mora 1981: 53; Frade 1993: 882.

61. CALDAS DE CAVEZ / QUINTA DA CASA DA PONTE, CAVEZ, RIBEIRA DE PENA / VIANA DO CASTELO / BRAGA (3) Sin evidencias conocidas, aunque estas aguas aparecen ya citadas en el siglo xviii. H. Frade (1993: 881882) la incluye, no sin dudas, por encontrarse en una zona con fuerte presencia romana, cerca de la capilla de S. Bartolomeu. Tipo de agua: Sulfurada (Frade 1993: 881). Epigrafía: No se localiza epigrafía asociada. Cronología: ¿época romana? Bibliografía principal: Henriques 1726: 41-42; Frade 1993: 881-882.

62. CALDAS DE MANTEIGAS / LUGAR DAS CALDAS, S. PEDRO, MANTEIGAS / GUARDA (3) Manantial sin evidencias arqueológicas constatadas, aunque aparece en la bibliografía (Frade 1993: 886) por su proximidad a una vía romana, por su topónimo y por la calidad de sus aguas. Tipo de agua: 43 ºC. Sulfuradas, bicarbonatadas, sódicas, fluoruradas (Cruz 1992: 19. 21,5 ºC —Fonte Santa—). Epigrafía: No vinculada. Cronología: ¿época romana? Bibliografía principal: Henriques 1726: 65; Frade 1993: 886.

63. CALDAS DE CUNTIS / STA. M.ª DE CUNTIS, CUNTIS / PONTEVEDRA (1) ¿AQUAE CALIDAE? Autores desde el siglo xvii indicaban la posible antigüedad de estos manantiales por la presencia de pilones antiguos (Limón 1697: 325; Gómez de Bedoya 1765: 39-44; 1772), pero no será hasta el descubrimiento de dos aras votivas a las ninfas en 1768 (CIRG II 124-125) y la aparición de los cimientos del balneario romano en 1831 por el Dr. Mariño (Fernández Mariño 1832), cuando se obtenga prueba material de su explotación en época romana. Así se menciona la aparición, en el centro de esta población, de un gran baño cuadrado de mampostería, con surtidores en sus ángulos (Rubio 1853: 98), así como materiales diversos (Fernández Mariño 1832; Madoz 1847: VII, 287; Neira de Mosquera 1852: 321-323),18 y una inscripción que fue destruida. En 1881, 18 Se cita la aparición de una escultura de pequeño tamaño identificada como Minerva o edil romano, según describe Neira de Mosquera (1852) —hoy en día en paradero desconocido—, cuya originalidad y antigüedad ha sido puesta en cuestión (Acuña 1972).

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al reconstruir el establecimiento de la Virgen, se destruyó otro «baño romano» (Hernández Sanz 1883) con pavimento de «baldosas». García Romero (1920: 174-180) menciona la aparición en 1908 de diversos materiales junto a más de 500 monedas romanas, comprendidas entre los siglos i-iv d.C. (Abad 1992: 138-140), durante la limpieza de una de las arquetas de los manantiales. Parte de esos materiales fueron recientemente localizados (González Soutelo y Méndez Fernández, en prensa). Otros objetos romanos se localizaron en las inmediaciones (García Romero 1917-1920; Filgueira y García 1954-1956: 175). Durante años se planteó la posible atribución de este enclave con el Aquae Celenae del Itinerario Antonino, aunque en la actualidad es prácticamente unánime su ubicación en Caldas de Reis —ver en este volumen: «Consideraciones sobre…»— (Roldán 1975: 214; Pérez Losada 2002: 140). Más compleja es la interpretación de Aquae Calidae en Ptolomeo (II, 6, 24),19 aunque se considera que, aunque Cuntis podría recibir también ese apelativo, ambos topónimos latinos harían referencia al enclave de Caldas de Reis o a su área. Tipo de agua: 50,3 ºC. Mineralización débil. Sulfurada, bicarbonatada, clorurada, sódica (—manantial Calle Real— Maraver y Armijo 2010: 247). Epigrafía: Ninfas. CIRG II 124-125. Cronología: ¿i-iv d.C.? Bibliografía: Limón 1697: 325; Gómez de Bedoya 1765: 39-44; 1772: manuscrito; López de la Peña 1772: manuscrito; Fernández Mariño 1832: manuscrito; Madoz 1847: VII, 286-287; Neira de Mosquera 1852: 321323; Rubio 1853: 93-99; Hernández Sanz 1883: manuscrito; García Romero 1916: 273-278; 1917: 269-292; 1920: 174-180; Filgueira 1945; Filgueira y García 1954-56: 175; Filgueira y D’Ors 1955: 40; Estefanía 1960: 72; Acuña 1972; Roldán 1975: 214; Mora 1981: 52; Díez de Velasco 1985: 85; 1998: 24 y 96; Abad 1992: 138-140; 2006: 135; Pérez Losada 2002: 140-153; González Soutelo 2005; 2011: 479-488; Alonso et alii 2011: 138; González Soutelo y Méndez Fernández (en prensa).

64. CALDAS DE MOLEDO / OLIVEIRA, FONTENLAS-MESÂO FRIO, PESO DA RÉGUA / VILA REAL (2) Se menciona la aparición, al explorar el manantial a principios del siglo xx, de un gran número de monedas en el entorno de la surgencia, con cronologías de Augusto y Tiberio (Abad 1992: 157-158).20 Tipo de agua: 45 ºC. Sulfuradas, bicarbonatadas, sódicas, fluoruradas (Cruz 1992: 21). Epigrafía: No vinculada. Cronología: ¿siglo i d.C.? (según las monedas localizadas). Bibliografía principal: Botelho 1907; Acciaiuoli 1940: 37, 1952a: II, 301; Abad Varela 1992: 157-158; Frade 1993: 883; Díez de Velasco 1998: 47.

65. CALDAS DE MONÇÃO / MONÇÃO / VIANA DO CASTELO (3) Referencia a la existencia de estructuras antiguas sin precisar su cronología. Aparece la mención de una posible inscripción, una escultura en mármol y restos de cerámica en las proximidades de los manantiales (Marques 1984: 20-21), aunque es muy dudosa su procedencia y su vinculación a las aguas (Frade 1993: 876-877). Tipo de agua: 33 ºC. Sulfuradas, bicarbonatadas, sódicas, fluoruradas (Cruz 1992: 23). Epigrafía: Dudosa vinculación. Ara votiva. HEp 4, 1994, 1087 = HEp 6, 1996, 1076 = RAP 575. Cronología: ¿romana? Bibliografía: Henriques 1726: 35-36; Marques 1984: 20-21; Frade 1993: 876-877.

19 Problemática sobre la interpretación de las aquae calidae y la duplicidad de topónimos termales, tratada por Díez de Velasco 1985: 86, nota 80; Pérez Losada 2002: 140-153; González Soutelo 2005a; 2006a; 2011; Mayer Olivé 2010, entre otros autores. 20 En el inventario del Patrimonio cultural, Direção Geral do Patrimonio Cultural de Portugal, aparecen como depositarios Casa Ferreirinha.

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66. CALDAS DE MONCHIQUE / MONCHIQUE / FARO (1) Durante las obras de reforma y adecuación de las captaciones, se localizaron abundantes restos constructivos de época romana, junto con cerámica, una figurilla de bronce (de dudosa interpretación), fragmentos de mosaico polícromo, lucernas, monedas y otros materiales sueltos.21 El hallazgo más significativo fue sin duda la aparición de un ara votiva dedicada a las Aquae Sacrae (IRCP 56), así como otra ara anepígrafa. Según las descripciones realizadas a mediados del siglo xx, momento de reforma del complejo termal y de las captaciones (Ferreira 1963), se localizó un edificio de baños de grandes dimensiones, con diversas estancias en el espacio del valle, muy delimitado por la naturaleza topográfica del enclave. Esas estructuras fueron totalmente destruidas. El balneario se encuentra en un territorio de significativa ocupación desde la prehistoria, al que se asocia la presencia de una vía romana secundaria que discurriría por este paraje. Tipo de agua: 31-32 ºC. Bicarbonatada, sódica, fluorurada (Cruz 1992: 25. 31 ºC. Fuente de S. João de Deus). Epigrafía: Dedicada a las Aquae Sacrae. IRCP, 56. Cronología: siglos i-ii d.C. Bibliografía: Silva 1926; Carvalho 1934, 1939; Formosinho 1947; Viana et alii 1950; Formosinho et alii 1953; Ferreira 1963; Carvalho 1964; Franco 1945; Gascon 1993; Santos 1972: 43-71; Mora 1981: 57; Abad Varela 1992: 172-173; Frade 1993: 890; Díez de Velasco 1998: 31 y 78-79; Freitas 2003; Pinto 2013; González Soutelo y Capela, en prensa.

67. CALDAS DE MONTE REAL / MONTE REAL, LEIRIA / LEIRIA (2) Se indica la aparición de restos constructivos de posible cronología romana al realizar una excavación en 1807 en el entorno del manantial, donde aparecieron abundantes monedas, varias aras, alguna anepígrafa, realizadas en mármol (Tavares 1810: 140-142). Todo ello estaba in situ según las descripciones. Tipo de agua: 18,5 ºC. Sulfurada, sulfatada, sódica (Cruz 1992: 67. 18,1 ºC, Buvette). Epigrafía: ¿Fontis Sacrum? CIL II 337 —con variante fortunae— = AE 1925, 12; RAP 565. Cronología: siglos ii-iii d.C., según las monedas localizadas y la epigrafía. Bibliografía principal: Tavares 1810: 139-142; Heleno 1922; Acciaiuoli 1944: II, 20-21; Alves, 1955; Abad Varela 1992: 168-169; Frade 1993: 887; Díez de Velasco 1998: 46 y 81.

68. CALDAS DE REIS / CALDAS DE REIS / PONTEVEDRA (1) AQUAE CELENAE / ¿AQUAE CALIDAE? En el centro de la población de Caldas de Reis surgen dos manantiales principales, uno a cada lado del río Umia. Como indicamos al hablar de Caldas de Cuntis —ver—, se considera que la mansio Aquae Celenae de la vía XIX (It. Ant. 423,8; 430-3) se localiza en este punto, y posiblemente también el Aquae Calidae citado por Ptolomeo (II, 6, 24), quizás incluyendo su área de influencia. Abundan los testimonios de época prerromana y romana en torno a estos manantiales (Filgueira y García 1954-56: 171-173; Sá Bravo 1984), aunque no se conocen los restos del balneario antiguo. En la documentación, existe referencia a la fuente del Baño (Gómez de Bedoya 1772), con forma de estanque labrado de cantería que «se conoce que antiguamente fue bellísima su fábrica». Junto al manantial, se localizó un ara votiva dedicada a una divinidad indígena —edovius—, en la actualidad en paradero desconocido. Recientemente (2008) se realizaron nuevas actuaciones arqueológicas en un edificio anexo al balneario, donde se localizó material de época romana de cierta entidad y una nueva ara votiva dedicada a la misma divinidad (López Barja y Rúa 2011). Tipo de agua: 45,8 ºC. Mineralización media. Clorurada, bicarbonatada, sódica (—manantial Dávila— Maraver y Armijo 2010: 229). 21 Materiales recientemente recuperados dentro de nuestro estudio sobre este balneario (ver González Soutelo y Capela, en prensa).

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Epigrafía: Edovius. CIL II 2543 = ILS n.º 4504 = CIRG II 73 = ILS 4504; CIL II 2544 = CIRG II 74 (dedicación a Mercurio). Díez de Velasco 1998: 64 y 114; López Barja y Rúa 2011. Cronología: ¿siglo i d.C.? Bibliografía: Morales 1575: 51; Limón 1697: 325; Gómez de Bedoya 1765: II, 22-39; 1772: manuscrito; Ceán 1832: 209; Madoz 1846: V, 282; Neira de Mosqueira 1852; Rubio 1853: 270-276; Filgueira y García 1954-1956: 171-173; Sá 1984; Mora 1981, 52; Blázquez y García-Gelabert 1992: 46; Galdo 1995; Díez de Velasco 1985: 86; 1998: 63-64 y 114), Filgueira Rey 2001; González Soutelo 2005; 2011: 471-479; en este volumen: «Consideraciones sobre…»; López Barja y Rúa 2011.

69. CALDAS DE VIZELA-VIZELLA / S. JÔAO Y S. MIGUEL DAS CALDAS, GUIMARÂES / BRAGA (1) ¿OCULIS CALIDARIUM? Conocidas también como Caldas de Guimarães (Henriques 1726: 37), contamos con diversa información sobre la aparición de restos constructivos en el entorno de los manantiales que surgían en el espacio de Largo de Lameira o Praça da Republica, desde donde se captó el agua en época posterior hacia los balnearios próximos al río Vizella. Así se hace mención a la localización de estructuras de época romana por toda la población, con mención específica a la presencia de canalizaciones, mosaicos (Guimarães 1903) y estructuras para la explotación del manantial, que pudieron ser verificadas parcialmente en excavaciones arqueológicas recientes (Queiroga 2006 y 2013). En las proximidades se localiza también una necrópolis tardorromana. Tipo de agua: 65 ºC. Sulfurada, bicarbonatada, sódica, fluorurada (Cruz 1992: 37. 50,2 ºC, Furo do parque) Epigrafía: Bormanico (CIL II 242 = ILS 4514a; CIL II 2403 = 5558) y posibles a las ninfas (CIL II 335, 2402-2403, 2407, 5569, 6288). Cronología: ¿i-iv d.C.? Bibliografía principal: Henriques 1726: 37; Pinho Leal y Ferreira 1873: II, 41-42; Neto 1792; Caldas 1853; Faria 1890; Acciaiuoli 1941: 38-41; Caldas 1901: 157-156; Guimarães 1903; Acciaiuoli 1940: 13-15, 1944: II, 25-27; Acuña Castroviejo 1974: 45-51; Abad Varela 1992: 155; Frade 1993: 880-881; Díez de Velasco 1998: 40, 53-55, 98; Queiroga 2006; 2013; Pinho 2009.

70. CALDAS DO GERÊS / VILAR DA VEIGA, TERRAS DE BOURO / BRAGA (2) Además del topónimo presente en este enclave y la proximidad de un posible eje viario por este territorio, se menciona la noticia de la aparición de monedas romanas (de Galieno y Constancio) en los trabajos de captación de los antiguos pozos de abastecimiento del manantial (Junior 1901: 5; Tude 1927: 171), que están en paradero desconocido. No hay testimonios de estructuras antiguas junto a las captaciones. Tipo de agua: 47-48 ºC. Bicarbonatadas, sódicas, fluoruradas (Cruz 1992: 17). Epigrafía: No se conoce epigrafía asociada a estos manantiales. Cronología: ¿iii-iv d.C.? Según las monedas identificadas. Bibliografía principal: Henriques 1726: 39-41; Junior 1901; Tude 1927; Acciaiuoli 1940: 16-17, 1941: 58-85; Frade 1993: 877; Díez de Velasco 1998: 41.

71. CALDES DE BOÍ O BOHÍ / BARRUERA / LLEIDA (3) Enclave termal localizado en el ámbito prepirenaico de la provincia de Lleida, muestra una sorprendente abundancia de surgencias minerales (37), algunas de ellas de muy elevada temperatura. Se menciona su topónimo como elemento significativo para considerar la antigüedad de su uso, incluyendo la referencia a que se utilizaban estas aguas ya en el siglo xii, con un culto antiguo a la Virgen (como posible acto de cristianización de un espacio de culto pagano. Gili y Florensa 1981). Por otra parte, la presencia romana en el valle de Bohí

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está atestiguada por la localización de monedas de los siglos i-ii d.C. (Gili y Florensa 1981). Según Mañé (1999)22 se identificaron restos constructivos, información que no hemos podido verificar. Tipo de agua: 44,6 ºC. Mineralización débil. Sulfurada, radiactiva, sulfatada, clorurada, sulfatada, bicarbonatada, sódica (—manantial Tartera— Maraver y Armijo 2010: 169). Epigrafía: no se ha documentado epigrafía asociada a estos manantiales. Cronología: época romana. Bibliografía: Madoz 1846: III, 279; Rubio 1853: 262-264; Gili y Florensa 1981; Ávila Granados 1994: 36-37; Mañé 1999.

72. CALDES D’ESTRAC O CALDETES / CALDES DE ESTRAC / BARCELONA (2) P. Rubio (1853: 262) atribuye a este balneario un origen romano, aunque no aporta evidencias para demostrarlo. En ese sentido, según afirma Carreras i Candi en 1893 (recogido por Aguilera et alii 1994: 32), al construirse el nuevo edificio de baños a principios del siglo xviii, se destruyó la edificación romana, de la que no se tiene noticia. Sí se ha testimoniado la presencia de materiales superficiales en el entorno de la población de Caldetes (Prevosti 1981; Olesti 1995: 485; Forn i Salvá 1997: 61), sin que se conozca su posible vinculación a la explotación de este manantial. Tipo de agua: 36,7 ºC. Mineralización media. Radioactiva, clorurada, bicarbonatada, sódica (Maraver y Armijo 2010: 171). Epigrafía: No se constata evidencias epigráficas asociadas a este manantial. Cronología: época romana. Bibliografía: Gómez de Bedoya 1764: 343; Rubio 1853: 261-263; Salarich 1882: 33-34; Prevosti 1981; Aguilera et alii 1994: 32-34; Olesti 1995: 485-486; Forn i Salva 1997: 61.

73. CALDES DE MALAVELLA / CALDES DE MALAVELLA / GIRONA (1) AQUAE VOCONIAE / AQUAE CALIDAE Aguas mineromedicinales de gran tradición, fueron identificadas con las Aquae Calidae de Ptolomeo (II, 6, 69) —IRC III 9—; y Aquae Voconiae (It. Ant. 398, 1; Ravenn. 4, 41-303, 5; vasos de Vicarello CIL XI 3283-3284, 15-16) —Mayer y Rodá 1985; Díez de Velasco 1998: 25-26—. Las primeras referencias a su antigüedad surgen de la literatura médica, fundamentalmente en el siglo xviii (Gómez de Bedoya 1765: 44-45) y por los historiadores en el xix (Ceán 1832: 17), con diversas excavaciones arqueológicas desde principios del siglo xx (resumidas en Bayona y Buscató 2011). En esta población se constató la existencia de dos complejos termales antiguos. En el primero, designado como Termas del Puig de les Ànimes, situado al oeste de la ciudad (Vivó et alii 2006: 125), se localizó en el siglo xix una piscina rectangular excavada en la roca, con tres escalones de acceso, que desafortunadamente no se ha conservado (Lletget 1881; Vivó et alii 2006: 126). En el segundo, las Termas del Puig de Sant Grau, situado al noroeste del núcleo urbano, se localizó, ya desde principios del siglo xx, pero sobre todo tras las excavaciones de la década de los 90, un complejo termal romano (Merino et alii 1994), que fue enterrado tras diversas fases de ocupación. Gracias a las actuaciones para su rehabilitación y puesta en valor realizadas en fechas posteriores, se ha podido conocer en mayor profundidad (Llinàs 2004; Llinàs et alii 2004; Vivó et alii 2006: 119-126; Llinàs y Nolla 2011). Se constata una piscina cuadrada en posición central dentro del edificio, con cinco escalones de acceso excepto en el lado W. La piscina presenta diversas fases constructivas (Merino et alii 1994: 153) y está rodeada por una gran galería abovedada y porticada. La sala estaría cubierta posiblemente por una bóveda de aristas, a la que se asocia los fragmentos de vidrio plano localizados. En el lado E se localizaron tres estancias, reformadas en las diferentes fases constructivas a las que fueron sometidas. Una de ellas pudo tener una función religiosa (Llinás et alii 2004: 74-75; Llinàs y Nolla 2011). 22

Dato tomado de Miró 2011: 133.

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En el ámbito oeste, también se constató inicialmente una división tripartita del espacio, de dimensiones similares a la del E, aunque en una segunda fase de ocupación se desmantelarían y se construiría en el ámbito SW un depósito recubierto de opus signinum, posiblemente vinculado a la evacuación del agua del manantial (Merino et alii 1994: 82-86). Junto a estas aguas se localizaron monedas romanas (Abad 1992: 148), así como un ara votiva dedicada a Apolo (CIL II Supl. 6181) y la inscripción funeraria de un aquicaldensis (IRC III 9). Si bien se han reconocido materiales y estructuras puntuales datables a finales del siglo ii a.C. (Vivó et alii 2006: 123), la construcción del complejo termal romano conservado data inicialmente del siglo i d.C. hasta su posible abandono en el siglo iv d.C. Tipo de agua: 50,9 ºC. Mineralización fuerte. Bicarbonatada, clorurada, sódica (—balneario Prats— Maraver y Armijo 2010: 185). Epigrafía: Apolo. CIL II Suppl. 6181 = IRC III, 8 = IRC V, p 082 = ILS 3232 = AE 1952, 125; referencia al origo aqui caldensi. IRC III, 9 = IRC V, p 083 = AE 1985, 634 = AE 1987, 733. Cronología: i a.C.-iv d.C. (con una importante reforma en el siglo ii d.C.) Bibliografía: Gómez de Bedoya 1765: 44-50; Ceán 1832: 17; Rubio 1853: 263; Lletget 1881; Puig i Cadalfalch 1934: 225-226; Serra Ràfols 1941: 306-315; Mora 1981: 54; Fabre et alii 1984; Mayer y Rodà 1985: 182-185; Blázquez y García-Gelabert 1992; Abad 1992: 148; 2006: 136-137; Merino et alii 1994; Gómez Pallarés 1998; Díez de Velasco 1998: 25-26 y 106-107; Llinàs 2004; Llinàs et alii 2004; Vivó et alii 2006: 119-126; Costa 2011; Llinàs y Nolla 2011; Bayona y Buscató 2011.

74. CALDES DE MONTBUI / CALDES DE MONTBUI / BARCELONA (1) Municipium romano de clara vocación termal (surgencias a 70 ºC), situado a 27 km de Barcino, interpretado por algunos autores como la Aquae Calidae mencionada por Ptolomeo, aunque como hemos visto, dicha interpretación se atribuye fundamentalmente a Caldes de Malavella —ver— (Mayer y Rodà 1985: 182-185; Mayer Olivé 2010). Identificadas como de origen romana ya desde 1790 (Broquetas 1790: 4-6) y con uso en época medieval (Cifuentes et alii 2002: 257-268), se recuperaron a partir de los años 80 gracias a diversas excavaciones arqueológicas (Miró 1987; 1992a y 1992b). Entre las estructuras constatadas se identifica un gran complejo del que se conserva una sala con piscina central rectangular, con cinco escalones de acceso por los cuatro laterales (Miró 1992a: 257). En el centro del penúltimo escalón del lado N, se constata una canalización que daba entrada al agua termal en la piscina. Toda la sala estaría cubierta por una bóveda de medio cañón, cuyo arranque aún se constata en el ámbito W de la sala. La piscina estaba rodeada por una galería abovedada, con un pasillo perimetral al que se abren dos ábsides en la parte N de la sala (Miró 1992a; 1992b). En las excavaciones de urgencia realizadas en 1986 se localizaron otras piscinas vinculables al complejo, parcialmente estudiadas (Miró 1992: 260-261; Monleón 2002). Otra sala de interés es la que se localiza en el interior del balneario moderno de Broquetas, consistente en una estancia casi cuadrada (2 x 2,5 m), con un banco corrido, que podría haber funcionado como sala de vapor (¿laconicum? Miró 1992: 261-262). Según noticias orales, se han constatado nuevas estructuras vinculadas al balneario antiguo, en proceso de excavación y estudio. En este contexto se localizaron diversas monedas romanas (Abad Varela 1992: 149), así como epígrafes (donde destacan las aras votivas dedicadas a Salus, Apolo, Isis y Minerva), estudiados sobre todo por Mayer y Rodà (1985), Miró et alii (1998) y Díez de Velasco (1998: 103, 105, 107-108, 119), que permiten datar al conjunto entre los siglos i-iv d.C. Tipo de agua: 73 ºC. Mineralización fuerte. Clorurada, sódica (—manantial Fuente del León— Maraver y Armijo 2010: 193). Epigrafía: Apolo. CIL II 4487 = IRC I, 33 = IRC V, 17-18; Apolo. CIL II 4488 = IRC I, 34 = IRC V, 17-18; Apolo. CIL II 4489 = IRC I, 35 = IRC V, 17-18; Minerva. CIL II 4492 = IRC I, 37 = IRC V, 17-19; Salus. CIL II 4493 = IRC I, 38 = IRC V, 17-19 = HEp 1, 1989, 131; a Isis —aunque localizada fuera de la población— CIL II 4491 (p 1045) = IRC I, 36 = IRC V, 17-18 = SIRIS 00766 = HEp2, 1990, 76 = AE 1969/70, 212.

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Cronología: i-iv d.C. Bibliografía: Gómez de Bedoya 1765: 50; Broquetas 1790: 4-6; Ceán 1832: 17; Madoz 1846: V, 277; Rubio 1853, 264-270; Puig 1934; Mora 1981: 54; Miró 1987; 1992a; 1992b; Blázquez y García-Gelabert 1992: 45; Abad 1992: 149; Ávila Granados 1994; Miró et alii 1998; Díez de Velasco 1998: 26-27, 103, 105, 107-108, 119; Monleón 2002: 35-46. 75. CARBALLO, BAÑOS VELLOS DE / S. XOÁN DE CARBALLO / A CORUÑA (1) GLANDIMIRO?, ATRICONDO? Gracias a un pleito por la explotación del manantial de Bertoa o S. Juan de Carballo que tuvo lugar en 1777, se realizó una excavación que permitió la localización del edificio antiguo de baños romano, construcción que aparece descrita en la documentación notarial y epistolar, así como en el plano realizado por Ferro Caveiro en ese mismo año.23 El edificio romano consistía en tres naves con orientación E-W, donde destaca la estancia central caracterizada por la presencia de una gran piscina parcialmente descubierta, con escalones de acceso principalmente caracterizados en su lado más estrecho. Las naves laterales presentan muros de grosor significativo que podrían estar indicando la presencia de cubierta en bóveda de la sala de la piscina. La interpretación de dichas alas y su caracterización constructiva resulta más compleja (Casado y Franco 1998; González Soutelo 2011: 462-471), puesto que el edificio fue totalmente destruido durante la construcción del establecimiento actual. En la actualidad, no se tiene constancia de otras evidencias arqueológicas en la población de Carballo. Se ha intentado relacionar a esta población con la mansio Glandimiro (Casado y Franco 1998: 278) o Atricondo (Rodríguez Colmenero et alii 2004: 730) de la vía xx per loca marítima del Itinerario Antonino, aunque no existe unanimidad sobre esas interpretaciones. Tipo de agua: 36,3 ºC. Mineralización débil. Sulfurada, sulfatada, bicarbonatada, sódica (—manantial Baños Viejos— Maraver y Armijo 2010: 223). Epigrafía: No se ha constatado epigrafía asociada a estos manantiales. Cronología: ¿siglo i d.C.? Bibliografía: Gómez de Bedoya 1765: 379-381; 1772; Madoz 1846: III, 537; 1847: VII, 56-57; Rubio 1853: 101-104; Taboada 1877: 41-51; Mora 1981: 51; Blázquez y García-Gelabert 1992: 57; Casado y Franco 1998; González Soutelo 2011: 426-471.

76. CARRATRACA-BAÑOS DE ARDALES/CARRATRACA-ARDALES/ MÁLAGA (3) El manantial de Carratraca conocido también en el siglo xviii como Cortijo de Aguas Hediondas o Baños de Ardales24 (Rubio 1853: 136), ha sido vinculado a su explotación en época romana en función del hallazgo en sus proximidades de restos de construcciones y monedas romanas al hacerse excavaciones en la población; así como sepulcros, cimientos en forma de pilas o canales de barro (Salgado y Guillermo 1860: 18-19). Sin embargo, en la actualidad las evidencias que se conocen son escasas para valorar la explotación directa de este manantial en época romana. Tipo de agua: 19 ºC. Sulfatada, magnésica, cálcica (García López 1869: 276). Epigrafía: No se documenta epigrafía asociada. Cronología: ¿época romana? Bibliografía: Limón 1697: 118; Ayuda 1798: 179-263; Madoz 1846: V, 614-619; Rubio 1853: 135-139; Salgado y Guillermo 1860.

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Documentación depositada en el Archivo del Reino de Galicia. Estudiada y publicada en detalle por Casado y Maside 1998. La población de Carratraca se creó como tal hacia mediados del siglo xviii, a raíz de la presencia de agüistas que acudían a este manantial (Ayuda 1798: 182). Al este de la ciudad de Ardales también se menciona el hallazgo de un manantial de agua sulfurada, con posible uso en época árabe (Madoz 1845: II, 497; Rubio 1853: 387-388), sin indicios de su explotación en época anterior. 24

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77. CATOIRA, LAXINIAS Y FONTE DAS TORRES / STA. BAIA OESTE, CATOIRA / PONTEVEDRA (3) Manantial desviado de su ubicación original y anexo al balneario Laxiñas de Catoira, cuya antigüedad se podría poner en relación con su proximidad a las Torres del Oeste (González Soutelo 2011: 516), en donde se ha constatado un asentamiento de amplia cronología (Edad del Hierro-Edad Media. Naveiro 2004). Sin embargo, no se han encontrado estructuras o materiales antiguos asociados a este manantial, salvo la identificación, en las proximidades, de una inscripción dedicada a la divinidad Band- (CIRG II 112) que algunos autores (Díez de Velasco 1985: 73-74)25 consideran que podría relacionarse con el culto a estas aguas. Tipo de agua: 13 ºC. Mineralización débil. Sulfatada, clorurada, sódica, fluorurada, sulfurada (VV.AA. 1995: 64). Epigrafía: Band-. CIRG II 112 = HEp6, 1996, 739. Cronología: ¿época romana? Bibliografía: Gómez de Bedoya 1772: manuscrito; Taboada 1877: 305-306; Álvarez Limeses 1936: I, 384; Azcona et alii 1956: 10; Díez de Velasco 1985: 73-74; Ares y Vila 1996: 283-287; Naveiro 2004; González Soutelo 2011: 516-518.

78. CHAVES / SANTA MARÍA MAIOR, CHAVES / VILA REAL (1) AD AQUAS / AQUAE FLAVIAE Desde al menos el siglo xviii tenemos referencias a la antigüedad de estas aguas (Argote 1732: 271-282), aunque inicialmente se consideraba que la explotación termal de las aguas de Chaves, la ciudad romana Aquae Flaviae (Ptol. 2, 6, 39) o Ad Aquas (It. Ant. 422, 6), se habría realizado en el entorno del balneario moderno. Sin embargo, gracias a las recientes excavaciones arqueológicas llevadas a cabo desde 2006, se ha puesto al descubierto el complejo termal de época romana en las proximidades del puente romano (en el Largo de Arrabalde), detectándose la planta de uno de los balnearios más significativos y mejor conservados de todo el Imperio Romano, con un significativo conjunto de piscinas y una clara sucesión estratigráfica, que permite reconocer la evolución de este edificio desde el siglo i hasta finales del siglo iv d.C. A ello se une la localización, durante la excavación, de abundantes materiales arqueológicos en un excelente estado de conservación gracias al colapso del edificio, lo que ha permitido recuperar significativos datos para interpretar las fases constructivas del complejo termal (Carneiro 2013; Carneiro y Lopes 2014). Para una descripción detallada, ver el artículo de Carneiro en este volumen. Tipo de agua: 66-73 ºC. Bicarbonatada, sódica, fluorurada, gasocarbónica (Cruz 1992: 23). Epigrafía: Aras a las Ninfas. CIL II 2474 = RAP417 = AquaeFlaviae2 71; AquaeFlaviae2 72, AE 2000, 744. Nuevos epígrafes: Font(i) (Carneiro 2005: 103-104, n.º 2; Redentor, en este volumen: «Práticas epigráficas…»). Con epigrafía abundante descubierta en la ciudad. Cronología: i-iv d.C. Bibliografía principal: Henriques 1726: 26-33; Flórez 1767: 11; Acciaiuoli 1944: II, 31; Díez de Velasco 1998: 98-99, 119-120; Carneiro 2005; Carneiro 2013; Carneiro 2015; Carneiro y Lopes 2014; Vaz et alii 2015; Carneiro (en este volumen: «New Data…»).

79. CORTIJO DEL AHORCADO / BAEZA / JAÉN (3) Aunque diversos autores recogen este yacimiento romano en relación con un complejo termal de época romana de carácter medicinal (Sandars 1924: 127; Mora 1981: 57), no se ha constatado la presencia de aguas mineromedicinales ni elementos suficientes que permitan considerarlo como tal (Lucas y Ruano 1988; Díez de Velasco 1992a: 387). Tipo de agua: Desconocida Epigrafía: No se conoce epigrafía asociada al manantial. 25

Ver problemática, entre otros, en Hoz y Fernández 2002.

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Cronología: ¿época romana? Bibliografía: Sandars 1924; Álvarez Martínez 1972: 285; Mora 1981: 57; Lucas y Ruano 1988; Díez de Velasco 1992a: 387, nota 16.

80. DURATÓN-FUENTE DE LA SALUD / SEPÚLVEDA / SEGOVIA (3) Yacimiento dudoso ya que diversos autores (Blázquez y García-Gelabert 1992: 57; Díez de Velasco 1998: 49 y 111) relacionan la presencia de un posible complejo termal no identificado, con un ara dedicada a la diosa Fortuna (Fortuna Balnearis), vinculada en algunos casos a aguas curativas.26 En todo caso, en las inmediaciones de la población de Sepúlveda se localiza la Fuente de la Salud (topónimo significativo), manantial mineromedicinal histórico situado a 2 km de distancia por la carretera de Riaza. A unos 4 km al este de este lugar se encuentra el municipio romano de Confluentia (Ptol. II, 6, 55), junto a la actual Duratón. Tipo de agua: 20,8 ºC. Bicarbonatada cálcica (IGME).27 Epigrafía: Fortuna. CIL II 2763= ILER 444= HEp4 n.º 604. Estudiada por Díez de Velasco (1998: 111). Cronología: ¿época romana? Bibliografía: Blázquez y García-Gelabert 1992: 57; Díez de Velasco 1998: 49 y 111; Martínez y Prieto 2002.

81. ENTRE-OS-RIOS / TORRE, PORTELA OU EJA, PENAFIEL / PORTO (3) Enclave sin evidencias arqueológicas constatadas asociadas al manantial, aunque se conoce su uso desde el siglo xvi. H. Frade (1993: 883) lo incluye en su catálogo por vincularse a una zona de paso de la vía romana, y por estar próximo al balneario romano de S. Vicente de Pinheiro, con el que posiblemente existe confusión en la bibliografía a la hora de citar los restos arqueológicos localizados en este segundo enclave. Empleada sobre todo en bebida. Tipo de agua: 18-19 ºC. Sulfurada, bicarbonatada, sódica, fluorurada (Cruz 1992: 57. 19,3 ºC. Nascente da Torre). Epigrafía: No se conoce epigrafía asociada. Cronología: ¿época romana? Bibliografía principal: Lopes 1892: 220; Frade 1993: 883.

82. FADAGOSA DE MARVÃO / HERDADE DO PEREIRO, SANTO ANTÓNIO DAS AREIAS, MARVÃO / PORTALEGRE (2) Lopes (1892: 293) indica la existencia de las ruinas de un antiguo balneario junto al moderno, al que la tradición atribuye ser de época romana. Es una zona rica en yacimientos prehistóricos y se sitúa a aproximadamente a 20 km del yacimiento romano de Ammaia. Existen referencias orales a la aparición de monedas romanas en las proximidades de los manantiales, así como materiales diversos (sillares, frisos, tegulae e imbrices. Informe inédito del IGESPAR)28 que no hemos podido verificar. Actualmente se encuentra en estado de abandono (2015). Tipo de agua: ¿? ºC. Sulfurada, sódica (Frade 1993: 888). Epigrafía: No se conoce epigrafía asociada. Cronología: ¿época romana? Bibliografía principal: Henriques 1726: 94; Lopes 1892: 293; Mora 1981: 57; Frade 1993: 888; 26 Dedicación que también se localizó en Tremañes. Sobre esta temática consultar el trabajo de síntesis de González Fernández (2003). 27 Véase: http://www.igme.es/aguas_minerales/inventarios/CastillayLeon/PDFs/Fase%202/sg-07.pdf [Consulta: 7/4/2014]. 28 Véase: http://arqueologia.patrimoniocultural.pt/index.php?sid=sitios.resultados&subsid=51668 [Consulta: 14/3/2015].

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83. ¿FONT DE N’HORTA? / LA TORRE DE L’ESPANYOL / TARRAGONA (2?) A 1 km al SW de Torre de l’Espanyol se localiza una fuente de uso popular, en donde tras la limpieza del fondo del estanque de la fuente se localizaron materiales antiguos de diversa cronología: un grupo de monedas (31) datadas entre el siglo i a.C.-ii d.C. (Genera y Campos 1980: 204; Abad Varela 1992: 150-151; 2006: 137), así como fragmentos de cerámica, objetos de bronce, y una lámina de oro (Genera y Campos 1980: 204; Abad 1992: 150-151; 2006: 137; Genera 1997: 15; Díez de Velasco 1998: 49; Genera et alii 2006: 125; Noguera 2006: n.º 21). En los alrededores se ha localizado material en superficie que permite plantear la presencia de ocupación romana en el entorno vinculable al paso de una vía romana. Pese a la información expuesta y que algunos autores la citan como agua mineromedicinal, no hemos podido documentar su composición ni temperatura, pendientes de una analítica al respecto. Tipo de agua: Sin análisis. Algunos autores consideran que es agua termal (Díez de Velasco 1998: 49; Abad Varela 2007: 137), sin datos para corroborarlo. Epigrafía: No se tiene constancia epigráfica asociada a este manantial. Cronología: siglos i a.C.-ii d.C. Bibliografía: Genera y Campos 1980; Abad 1992: 150-151; 2006: 137; Genera 1997: 15-17; Díez de Velasco 1998: 49; Genera et alii 2006: 125; Noguera 2006: n.º 21.

84. FONTES SALGADAS DE BATALHA / BRANCAS, BATALHA / LEIRIA (3) Sin referencia a estructuras ni materiales arqueológicos concretos. H. Frade (1993: 887) la incluye por su proximidad relativa a Collipo y por ser una posible zona de paso de una vía de comunicación romana. En la actualidad (2015), el manantial está incluido en un sanatorio moderno de reciente construcción. Tipo de agua: ¿? ºC. Cloruradas, sódicas (Frade 1993: 888). Epigrafía: No se conoce epigrafía asociada a este manantial. Cronología: ¿época romana? Bibliografía principal: Henriques 1726: 94; Lopes 1892: 293; Mora 1981: 57; Frade 1993: 888.

85. FORTUNA / FORTUNA / MURCIA (1) Yacimiento de amplia cronología cuyo manantial mineromedicinal fue explotado desde época romana hasta el siglo xix, momento en el que se secó la surgencia debido a la manipulación incorrecta de la captación (Rubio 1853: 291). Posteriormente se recuperó el manantial en el lugar donde se ubica el actual balneario de Fortuna-Leana. Aunque las primeras noticias sobre su posible antigüedad aparecen en las memorias médicas del siglo xix (Lacort 1890: 14-15), el edificio romano no se localizó hasta los años 90 del siglo xx.29 Su cimentación presenta buen estado de conservación gracias a que fue excavado en la propia roca y completado en alzado con grandes sillares de la misma piedra caliza local, reforzados con opus signinum. Se trata de una complejo de forma rectangular caracterizado por la presencia de una piscina central excavada en la roca, con 3-4 escalones perimetrales, a las que se accedía a través de un pasillo abovedado provisto de arcos. En la cabecera, se localizan tres ábsides: los dos laterales presentan forma rectangular, mientras que el central es semiesférico y con una serie de escalones en alzado, también excavados en la roca. El manantial antiguo manaba a partir de una fractura natural en la roca ubicada en el ábside central desde donde abastecía la piscina (Egea et alii 2003; Matilla 2006a). Se considera que el balneario romano fue destruido por un incendio posiblemente a finales del siglo iv o principios del siglo v d.C. Al SW del complejo termal se localizan los cimientos de lo que pudo haber sido la hospedería antigua del complejo (siglos i-ii d.C.), así como una serie de cisternas (González Fernández et alii 1996; Matilla 2006) y abundante material de diversa cronología, destacando la presencia de un importante número de monedas 29 Excavado fundamentalmente entre los años 1999-2010 (Egea 2003: 582-586; en este volumen: «El balneario romano de Fortuna…»).

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de finales del siglo i a.C. (Abad 1992: 171-172; 2006: 142; Arias et alii 2004; Matilla y Arias 2005; Arias y Matilla 2011). En las proximidades se han localizado también las canteras de época romana. Tipo de agua: Manantial actualmente seco. 44,5 ºC. Mineralización fuerte. Clorurada, sulfatada, sódica, radiactiva (—manantial de Fortuna-Leana— Maraver y Armijo 2010: 263). Epigrafía: Aras anepígrafas. Matilla y González (2003a), Matilla et alii (2003). Tituli picti de la Cueva Negra (Gonzalez Blanco 1987; González Blanco et alii 1996; González Blanco y Matilla 2003) Cronología: siglos i/ii d.C.-iv d.C. Pervivencia hasta el siglo xix. Bibliografía: Limón 1697: 321-323; Gómez de Bedoya 1765: 340-345; Rubio 1853: 290; Lacort 1890: 14-15; Abad 1992: 171-172; 2006: 142; González Blanco et alii 1992; Díez de Velasco 1998: 31-33, 99, 111; Egea 2003; Egea et alii 2003; Matilla 2003; 2004; 2006a: 161-171; en prensa; Matilla y Egea 2015; Matilla y González 2003a; 2003b; Matilla et alii 2004a; 2004b; 2011; Arias et alii 2004; Arias y Matilla 2011; Matilla (en este volumen: «El balneario romano de Fortuna…»).

86. FUENCALIENTE / FUENCALIENTE / CIUDAD REAL (2) Aunque tradicionalmente se han considerado estos baños de origen medieval (San José 1997), el contexto en el que se ubican plantea su origen en época romana. En las obras de remodelación del balneario aparecieron tégulas30 y a 250 m de los baños se hallaron dos inscripciones del siglo i d.C., una de ellas un carmen funerario (Alföldy 1987: 234; Abascal y García 2009). A 8 km de Fuencaliente se localiza el poblado de Valderrepisa (García y Fernández 1993). Esto, unido a que es la única surgencia termal en más de 200 km a la redonda, hace impensable que no fuese utilizada y explotada por los romanos. Tal vez uno de los aspectos más interesantes de estas aguas es que se construyó la iglesia sobre el canal por el que el agua discurría hasta el baño y sobre el mismo baño, situado bajo el camarín de la Virgen. Este tenía unas dimensiones de 2,50 x 2 x 0,80 m (San José 1997: 538). Tipo de agua: 36,8 ºC. Bicarbonatada, magnésica, cálcica y sódica de mineralización muy débil (Maraver 2004: 132) Epigrafía: Alföldy 1987: 234; Abascal y García Bueno 2009. Cronología: romana. Bibliografía: Alföldy 1987; García Bueno y Fernández Rodríguez 1993; San José Rodríguez 1997; Abascal y García Bueno 2009.

87. FUENTE BLANCA / VALENCIA DE ALCÁNTARA / CÁCERES (3) Diversos autores (Rodrigo y Haba 1992: 380; Blázquez y García-Gelabert 1992: 58) mencionan la existencia de un manantial ferruginoso en este lugar, al que se vinculó dos aras votivas dedicadas a Salus (AE 1968: 217) y a Apolo (AE 1968: 211), sin que se haya podido concretar si realmente estaban relacionadas con este manantial. Pese a la falta de evidencias arqueológicas de otro tipo, Rodrigo y Haba (1992: 380) recogen la noticia de Callejo Serrano (1967: 95-98) que menciona la presencia de un pozo «del que parte un amplio conducto o captación de agua», sin incluir referencias al tipo de agua. El manantial en la actualidad (Febrero 2015) no presenta ningún tipo de peculiaridad. Tipo de agua: Fría. ¿Ferruginosa? (Rubio 1853: 489). Epigrafía: Salus. AE 1968: 217; Apolo. AE 1968: 211. Cronología: ¿época romana? Bibliografía: Callejo 1967: 95-98; Blázquez y García-Gelabert 1992: 58; Rodrigo y Haba 1992: 380; Oró 1993: 604.

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Información oral facilitada por el Dr. San José Rodríguez.

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88. FUENTE DE LA MORTERA / S. JUAN DE TREMAÑES, GIJÓN / ASTURIAS (3) En 1820 se localizó un ara votiva dedicada a Fortuna Balnearis (CIL II 2701) vinculada, no sin dudas, a una fuente mineral situada en el paraje de la Fuente de la Mortera (barrio de Pumarín). En este lugar se localizaron restos constructivos de época romana que podrían haber pertenecido a los baños higiénicos de una villa, posiblemente tardía (Somoza 1908: 280-283; Gorges 1979: 333; Díez de Velasco 1985: 94; GarcíaEntero 2001: 56), con sistema de hipocausto. Los restos son insuficientes para confirmar la vinculación del yacimiento con un posible uso salutífero de este manantial (Blázquez y García-Gelabert 1992: 55; Díez de Velasco 1998: 49 y 112). Tipo de agua: 14 ºC. Alta mineralización. Bicarbonatada, sulfatada, cálcica, magnésica (http://www.igme.es). Epigrafía: CIL II 2701 = ERA 6 = ILS 3719. Cronología: siglos ii d.C. – Bajo Imperio. Bibliografía: Somoza 1908: I, 281-283; Gorges 1979: 333; Mora 1981: 53; Díez de Velasco 1985: 94-95; 1992: 140; 1998: 46 y 112; Blázquez y García-Gelabert 1992: 55.

89. FUENTE DE LOS BAÑOS / ALBALATE DE LAS NOGUERAS / CUENCA (3) Entre Albalate de las Nogueras y Villaconejos de Trabaque, por un camino que como su nombre indica conducía hacia una fuente llamada de los Baños, llegaron a existir hasta cuatro pilas para el baño. En la actualidad la fuente está cubierta con una caseta y se extrae el agua para regadío. No la recogen ni Limón, ni Gómez de Bedoya, ni Rubio, pero en el pueblo de Albalate nos indicaron que se usaba con fines curativos, aunque no supieron dar razón ni de enfermedades, ni de tratamientos. Junto a la fuente hay un despoblado separado de la misma solo por el camino (Madoz 1846: 111) donde según la tradición local estuvo la antigua Albalate. Se realizaron excavaciones en la necrópolis (Fuentes 1989) donde aparecieron 13 tumbas tardorromanas (siglos iii-iv d.C.). En superficie aparecieron 110 monedas de los siglos ii al iv d.C. (Arevalo 2008) y hay noticias de que en época islámica se usaba la fuente con fines terapéuticos. Tipo de agua: Fría. No ha sido analizada. Epigrafía: No se localiza epigrafía asociada. Cronología: romana-visigoda, siglo ii-vii d.C. Bibliografía: Madoz 1850: XVI, 111; Fuentes Domínguez 1989; Arévalo 2008.

90. FUENTE DE PIEDRA / FUENTE DE PIEDRA / MÁLAGA (3) Existen breves noticias sobre la antigüedad de esta fuente, cuya agua, según la tradición popular, se vinculan al tratamiento de los males del riñón (Limón 1697: 105; Rubio 1853: 499). A esta surgencia se le ha asociado un ara votiva dedicada a Fons (desaparecida) (Morales 1575: 51-56), que se localizó reutilizada en la puerta del Hospital de la Concepción de Antequera, sin que se pueda precisar su vinculación a este manantial en concreto y si realmente es mineral. Tipo de agua: ¿20 ºC? ¿Sulfatada? (García López 1869: 416-417), ¿salina? (Rubio 1853: 499). Epigrafía: Fons. Morales (1575: 51-56) y Limón (1697: 105). CIL II 2005 = ILS 3885. Cronología: ¿época romana? Bibliografía: Morales 1575: 51-56; Limón 1697: 105; Gómez de Bedoya 1764: 249-253; Ayuda 1798: 314; Rubio 1853: 499; García López 1869: 417; Oró 1993b: 215-216.

91. FUENTE DEL ÁLAMO / BURGUILLOS DEL CERRO / BADAJOZ (3) A 4 km de Burguillos del Cerro se encuentra la Huerta del Álamo, donde una fuente del mismo nombre tiene popularmente propiedades medicinales (Martínez 1884: 24; Ramírez 1997: 299). En las proximidades se localizan restos romanos, entre los que se encontró un brocal con inscripción en la que se dedica un baño (CIL II 5354; Fabré et alii 1982: n.º 39).

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Tipo de agua: Sin analizar. Epigrafía: Brocal de fuente, CIL II 5354; Fabré et alii 1982: n.º 39. Cronología: romana. Bibliografía: Martínez 1884; 1898; Ramírez Sádaba 1997.

92. FUENTE DEL AZUFRE / PONFERRADA / LEÓN (3) Aunque no se tiene constancia de restos antiguos en el entorno del manantial (con topónimo sugerente) hoy en día abandonado, en sus proximidades se descubrió la presencia de un ara a Apolo y otra a Mercurio, así como diverso material romano, con dudosa vinculación al manantial. Tipo de agua: Sulfurada (Rubio 1853: 516-517). Epigrafía: Exvoto a Mandica, CIL II 5669; Mercurio, CIL II 5706 = IRPLe46; Apolo, IRPLe45. Cronología: ¿época romana? Bibliografía: Madoz 1849: XIII, 115; Rubio 1853: 516-517; Gómez Moreno 1925-26: 37, 80-81.

93. FUENTE DEL CABALLO / TALAVERA LA REAL / BADAJOZ (3) Ambrosio de Morales habla de sus cualidades curativas en el siglo xvi (Morales 1792: 188), y Hernández Morejón ya explicaba a mediados del xix que era útil para muchos tipos de achaques (Hernández Morejón 1850: 205). Enmarcando la fuente hay una estructura rectangular de ladrillo muy deteriorada y difícil de datar. Esta fuente cuenta con una leyenda en la que se menciona que todas las noches sale una sirena (Castaño 2014: 277-288), lo que podría relacionarse con un culto ¿a las ninfas? Tipo de agua: Sin analizar. ¿Agua mineral? Epigrafía: No se conoce epigrafía asociada. Cronología: ¿época romana? Bibliografía: Morales 1792; Hernández Morejón 1850; Castaño Blanco 2014.

94. FUENTE ONCALADA-HONCALADA, FONCALDA / WAMBA / VALLADOLID (3) En la salida de Wamba hacia Villanubla se encuentra una fuente monumental de sillería a la que se accede por una escalera de piedra de ocho peldaños descendente a una pequeña pileta de 1,93 x 1,03 m y unos 40 cm de profundidad. Hay huellas de que hubo en su momento otra escalera frente a la primera. El remate de la fuente es de 1776, pero parece una obra posterior al resto. Así, la primera noticia de esta fuente la da Limón Montero en 1697: «está en un valle, nace al medio día, la fabrica es de piedra labrada, la cantidad de agua es del grueso de media muñeca humana. Tiene caño de metal y pila labrada de piedra donde cae dicho caño». En la iglesia de Santa María, a 150  m de la fuente se han documentado niveles tardorromanos y visigodos (Quintana y Boned 1992: 22, 30-32) y en el Pago de Santa María, tierra de labor entre el pueblo de Wamba y el río Hornija, junto a la fuente, apareció un ara dedicada a Jupiter (García Alonso 1985). Según Juan Barrio, médico de Simancas e informante de Limón Montero, las aguas de esta fuente son útiles en las «saciedades de estómago y hacen el vientre obediente haciéndole fluxil», y también útiles para «limpiar los riñones y vegiga de arenas y flemas» (Limón 1697: 186). Tipo de agua: Fría. Sin analizar. Podrían ser sulfurosas por el resto blanquecino que dejan a su paso. Epigrafía: Ara. García Alonso 1985; Mañanes y Solana 1999: n.º 2. Cronología: tardorromana-visigoda. Bibliografía: Limón 1697: 186; García Alonso 1985; Quintana y Boned 1992; Mañanes y Solana 1999.

FUENTE PODRIDA: Vid. Villatoya

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95. FUENTE REDONDA DE UCLÉS / UCLÉS / CUENCA (3?) Ambrosio de Morales menciona que las aguas de esta fuente son buenas para la salud (Morales 1575: 192), dato que recoge también Limón Montero (1697: 166), y que por sus referencias la hemos integrado, no sin dudas, en este inventario, a falta de realizarse una analítica. Se encuentra a 1,7 km de Uclés junto a la carretera que lleva a Rozalén del Monte y consiste en una balsa de sillería, que conserva algún mínimo resto de alzado de mampostería, de 18,10 m de diámetro con agua fría, inodora e incolora junto a la que en el siglo xix se encontró un ara dedicada a Airón. En las Relaciones Topográficas de Felipe II se dice que «es un edificio redondo en compás que tiene una cerca de calicanto hasta los pechos en rededor, y por dentro un andén para andar por ella. Tiene en hondo tres estados y más; y baxan al suelo por unas escaleras que están hechas de piedra y tiene un ancho de setenta pies» (Lorrio 2007a: 111). En las inmediaciones de la Fuente redonda se excavó a finales del siglo xix una necrópolis con fases celtíbera, romana y tardorromana. Se trata de la llamada finca de Haza del Arca, mal ubicada en la actualidad (Lorrio 2007b; Lorrio y Sánchez 2002) y que nosotros no pudimos localizar cuando visitamos la fuente. Tipo de agua: Fría. ¿Mineral? Sin análisis conocido. Epigrafía: Ara (CIL II 5888; ILER 714; Almagro 1984: 84; Blázquez 1962: 167; Blázquez 1997: 307; Abascal 2011:252-254). Cronología: romana. Bibliografía: Morales 1575: 192; Limón 1697: 166; Delgado y Fita 1889; Fita 1898; Blázquez 1962 y 1977; Hoz 1963; Almagro 1984; Pedrosa 1993; Rada y Sopena 1995; Lorrio y Sánchez 2002; Lorrio 2007a y b; Abascal 2011: 252-254.

96. FUENTES TAMÁRICAS / VELILLA DEL RÍO CARRIÓN / PALENCIA (1?) La fuente de la Reana aparece descrita como de aguas «sulfurosas, de efectos terapéuticos comprobados sobre todo para el mal de ojos y enfermedades de la piel» (Ramos 1940: 86-87) y con efectos sobre la parálisis (García y Fernández 1964: 178-179). Esa mención y el hecho de ser la única fuente de la que tenemos una descripción de época romana gracias a Plinio (Nat. XXXI, 23) justifica su inclusión en este catálogo. Dicha fuente, de caudal interminente, está situada a los pies de la ermita de S. Juan de Fuentes Divinas (de topónimo significativo) y fue excavada entre 1960 y 1961. Consiste en un estanque de sillería de 21 x 3,65/2,55 x 2 m, donde se conserva un arco de medio punto original en el centro, aunque tuvieron que existir dos más. Las zonas oriental y occidental están bordeadas por muretes bajos de hormigón, que se asientan en muros más antiguos de sillares. Todo ello es de posible construcción medieval-moderna según los autores de la excavación (García y Fernández 1964: 178), aunque algunos autores mencionan la presencia de cerámica altomedieval y alguna romana, junto a una moneda de Tiberio, en el lecho del estanque (Iglesias y Ruiz 2012: 356), de lo que no existe seguridad sobre su procedencia.31 En la tradición, este manantial estaba vinculado a prácticas oraculares y supersticiosas. Tipo de agua: Fría. Sulfurada (Ramos 1940: 86-87). Epigrafía: Fragmento de ara (García y Fernández 1964: 168-169); epitafio (CIL II 6338k; Fita 1891: 527). Cronología: romana, siglo i d.C. (García y Fernández 1964: 197). Bibliografía: Limón Montero 1697; Flórez 1768; Fita 1891; García y Bellido 1962; García y Bellido y Fernández 1964.

97. GRÁVALOS / GRÁVALOS / LA RIOJA (3) Se desconoce la antigüedad de la explotación de este manantial (conocido también como Fon-podrida), aunque se cita que estas aguas fueron descubiertas y explotadas en el siglo xvi (Jiménez Pérez 1993: 20). 31 Los autores de la excavación solo indican la presencia de material cerámico medieval, negando la aparición de material romano en el lugar. Sin embargo, mencionan que un «mediano bronce de Augusto» fue entregado por un vecino como procdente del cieno extraido durante estos trabajos, junto con un fragmento de estela (García y Fernández 1964: 197).

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Según referencias orales de los vecinos, durante las obras de reforma en la captación del manantial, se constataron estructuras de dudosa cronología que han desaparecido bajo el edificio moderno. En el ayuntamiento de dicha población se conservan una estela (ERRioja 69 = HEp1, 1989, 504) y se conoce la presencia de otros materiales de época romana en este territorio, aunque no aparecen directamente asociados a esta fuente (Jiménez Pérez 1993). Tipo de agua: 16 ºC. Sulfurada cálcica (Madoz 1847: VIII, 457). Epigrafía: Funeraria. ERRioja 69 = HEp1, 1989, 504. Cronología: ¿época romana? Bibliografía: Limón 1697: 110-115; Madoz 1847: VIII, 457-458; Rubio 1853: 150-152; Jiménez Pérez 1993.

98. GUARDIAS VIEJAS / EL EGIDO / ALMERÍA (3) Se trata de unos baños peculiares, ya que se encuentran a 8 m de profundidad y se accede a ellos por medio de una galería excavada en la roca. La primera descripción es de Gómez de Bedoya (1765: 279) y coincide con lo conservado en la actualidad. Cerca de estos Baños, en Campo de Dalias, se halló en 1870 una lápida en la que se hablaba de la construcción de unos baños para la ciudad de Murgi, El Egido (Saavedra 1872; CIL II 5489). La correspondencia del texto con los baños termales es improbable, pero dado que los baños se encuentran a 7 km de Murgi y junto al puerto de esta ciudad, consideramos que podrían haberse explotado en época romana. Tipo de agua: Cuatro manantiales de 24 ºC a 40 ºC, que se mezclan dando una temperatura de 27 ºC (García López 1869: 308-309). Sulfatada, calcica.32 Epigrafía: La epigrafía existente no se puede asociar directamente a las aguas. Cronología: ¿época romana? Bibliografía: Gómez de Bedoya 1765; García López 1869; Saavedra y Moragas 1872.

99. GUITIRIZ / S. XOÁN DE LAGOSTELLE, GUITIRIZ / LUGO (3) No existen referencias materiales a la antigüedad del uso de este manantial, salvo la localización de un ara dedicada a Cuhventina (IRG II 21 = AE 1950, 24) a 1-3,5 km del balneario (lugar de Os Curveiros), que algunos autores asocian al culto a estas aguas (Blázquez y García-Gelabert 1992: 53; Díez de Velasco 1985: 90-91; 1998: 33-34). También se considera la posibilidad de que este enclave se encuentre en el trazado de una vía romana secundaria por este lugar (Monteagudo 1955: 300-305), sin que exista vinculación directa con estas aguas. Tipo de agua: 13,9 ºC. Mineralización muy débil. Sulfurada, radiactiva, bicarbonatada, sulfatada, sódica (-Manantial San Juan-. Maraver y Armijo 2010: 231). Epigrafía: Cuhventina. IRG II 22 = IRLu 57; AE 1950, 24 = AE 1954, 251. Cronología: ¿época romana? Bibliografía: Madoz 1847: IX, 137; Rubio 1853: 408-409; Monteagudo 1955; Díez de Velasco 1985: 9091; 1992, 134; 1998: 33-34; Blázquez y García-Gelabert 1992: 53; Galdo 1995: 135; Díez de Velasco 1998: 33-34 y 60; González Soutelo 2011: 518.

100. GUNTÍN / S. SALVADOR DE FRANCOS, GUNTÍN / LUGO (3) AQUAE QUINTINIAE? / QUINTIAE? Pese a la referencia de diversos autores a este manantial (Díez de Velasco 1985: 81-82; 1998: 27; Blázquez y García-Gelabert 1992: 44), no existe constancia alguna a su explotación en época antigua ni en la actualidad. 32 Instituto Geológico y Minero de España, véase: http://www.igme.es/AguasMinerales/manantiales.asp?manantial=AND-ALM [Consulta: 14/04/2013].

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Madoz (1847: IX, 114) menciona la calidad de sus aguas situadas cerca de una casa-torre medieval (Amor Meilán 1936: I, 267), aunque en la actualidad no hemos podido localizarlas. Se vincula a este manantial la aparición de dos inscripciones a Naviae (IRG II 6 y 7), pese a la distancia de su hallazgo y a la no comprobada relación entre esta divinidad y las aguas minerales. También se identifica este manantial con la posible mansio Aquae Quintinae del It. Ast. II, mencionada también por Ptolomeo (II, 6, 27) —Roldán 1975: 213—, en el eje viario que uniría Lucus Augusti con Aquae Querquennae (Rodríguez Colmenero et alii 2004: 700), sin que existan indicios para corroborarlo. Tipo de agua: ¿Termal Sulfurada? (Madoz 1847: VIII, 167). Epigrafía: IRG II 6 = IRLu 72 = ILER 891; IRG II 7 = IRLu 71 = ILER 888. Cronología: ¿época romana? Bibliografía: Madoz 1847: VIII, 167; 1847: IX, 114-115; Amor 1936: I, 267; Roldán 1975: 213; Blázquez y García-Gelabert 1992: 44; Díez de Velasco 1985: 81-82; 1998: 27; Rodríguez Colmenero et alii 2004: 700.

101. HORCAJO DE LUCENA / LUCENA / CÓRDOBA (2) En la carretera de Lucena a Moriles, a 11,2 km de Lucena y 2 km antes de llegar a la pedanía de Navas del Selpillar se encontraban los Baños de Horcajo de Lucena (hoy desaparecidos). La noticia más antigua que se tiene de ellos es de 1371, cuando aparecen mencionados en un documento de Enrique II (Ramirez 1986: 313). En 1877 Isidro Vázquez, medico de los baños, recoge algunos datos de la memoria del Dr. Tenllado de 1850 (perdida) y afirma que fueron conocidos por los romanos como lo atestigua un antiguo estanque «construido con argamasa romana» que se halló en unas excavaciones realizadas en 1756, y muy próximo existían «vestigios de paredes y enlosados característicos de aquellos tiempos muy semejantes a los que todavía existen en Lucena». También habla de restos de tégulas en el camino hacia las Navas y relaciona el balneario con los hallazgos producidos en el Llano de los Santos, a 3 km de distancia («sepulcros, vasos lacrimatorios, estatuas, tejas») (Vázquez 1977: 17-19). Madoz recoge que el estanque de construcción romana ha «venido a ser en la actualidad un miserable alvercón subterráneo» (Madoz 1847: X, 416). Tipo de agua: 19 ºC. Cloruradas, sódicas, sulfatadas (Botella 1892: 10-11). Epigrafía: No se ha constatado evidencias epigráficas en el entorno del manantial. Cronología: época romana. Bibliografía: Madoz 1847; Vázquez 1877; Botella 1892; Ramírez 1986.

102. IBERO / IBERO / NAVARRA (2) En el entorno inmediato del antiguo balneario de Ibero aparecieron restos constructivos y funerarios considerados como de época romana (Peréx y Unzu 1992; Unzu y Peréx 1997: 340-341), así como construcciones medievales que podrían estar aprovechando la construcción antigua de contención de este manantial. Así se menciona la aparición de diversas monedas romanas durante la limpieza de los estanques en donde surgen los dos manantiales (Unzu y Peréx 1997: 342). Popularmente se designa a este lugar como «las termas romanas», aunque no existen más indicios al respecto. Tipo de agua: 20 ºC. Cloruradas, sódicas, cálcicas (Peréx y Unzu 1997: 342). Epigrafía: No se ha identificado material epigráfico asociado a este manantial. Cronología: ¿época romana? Bibliografía: Peréx y Unzu 1992: 299; Unzu y Peréx 1997.

103. LA GARRIGA / LA GARRIGA / BARCELONA (2) A principios del siglo xx, durante unas obras en la calle dels Banys, zona inmediata al principal manantial termal de La Garriga, se localizaron fragmentos de cerámica ibérica (conservados en la Fundación Mauri), así como material de relleno de época romana (Mauri 1949: 1-10).

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No existe certeza sobre la posible antigüedad de los restos constatados y destruidos a finales del siglo xix vinculados a estas surgencias, pero la calidad y alta temperatura del manantial, la fuerte ocupación del territorio en época romana, y la presencia de diverso material de época prerromana en el entorno inmediato al manantial, inciden en la posibilidad de que este manantial fuese conocido y explotado en época antigua. Tipo de agua: 52,4 ºC. Mineralización débil. Bicarbonatada, clorurada, sódica (Maraver y Armijo 2010: 179). Epigrafía: No se constata evidencias epigráficas asociadas a este manantial. Cronología: ¿época íbero-romana? Bibliografía: Gómez de Bedoya 1764: 343; Rubio 1853: 494; Mauri 1949: 1-10; Ávila Granados 1994: 48-51; Informes inéditos consultados en el ayuntamiento de la Garriga (Junio 2010).

104. LUISIANA, LA / LA LUISIANA / SEVILLA (1?) Madoz (1847: X, 463) menciona que sus baños, de construcción romana, fueron descubiertos durante la fundación de la colonia dieciochesca, y puestos en uso en 1793 para el tratamiento de erupciones cutáneas. Posteriormente se publicaron diversas indicaciones sobre la aparición de materiales romanos en el entorno del manantial (Ceán 1832: 355-356). En la actualidad, se conserva una piscina de grandes dimensiones (31,75 x 3,05m) (Huecas 1997: 354) con cuatro escalones de acceso por tres de sus lados. Caracterizada como piscina romana, fue alterada por importantes reformas en época moderna y está vinculada a un manantial mineral de agua bicarbonatada fría. Sin embargo, existen dudas sobre su identificación con un complejo de baños mineromedicinales33 ya que la composición del agua es poco significativa (la única analítica publicada es de 1796) y la tipología constructiva difiere de la presente en estos edificios, por lo que podría haber sido usada como piscina de un complejo de baños higiénicos asociado a una villa romana localizada en las proximidades (García-Entero 2005: 644) o como estanque decorativo, aspecto que será necesario comprobar en futuras actuaciones. Se situa en la vía Augusta, entre Obulcula y Astigi, y en las inmediaciones se ha decubierto abundante material arqueológico de época romana (fragmentos de columnas, monedas), de los que desconocemos su relación concreta con el manantial. Tipo de agua: Fría. Bicarbonatada (Huecas 1997: 359-361). Epigrafía: No se conoce epigrafía asociada directamente a este manantial. Cronología: i-iv d.C. Bibliografía: Ceán 1832: 355-356; Madoz 1847: X, 463; Díez de Velasco 1992a: 387, nota 16; Huecas 1997; García-Entero 2005: 644.

105. LA MALAHÁ-LA MALÁ / LA MALAHÁ / GRANADA (2) Los manantiales mineromedicinales se encuentran a las afueras de la ciudad, en las inmediaciones de la carretera A-385 de reciente construcción. En este contexto se identificaron yacimientos de diversa cronología, desde la prehistoria hasta época árabe (con abundante material en superficie), así como las ruinas del gran balneario del siglo xix. Destaca la localización de una posible villa romana altoimperial de grandes dimensiones (Fresneda y Rodríguez 1982: 354), minas de azufre y salinas (origen del topónimo árabe) posiblemente explotadas ya en la antigüedad. Díez de Velasco (1992a: 390) menciona la existencia de sillares romanos reutilizados en el balneario del siglo xix, citados también por Fresneda y Rodríguez (1982: 332). En las inmediaciones se localizan los manantiales de la Marquesa y los Juncales, aprovechados en una construcción abovedada, de dudosa adscripción cronológica, con diversas reformas posteriores, donde se conservan dos salas semicirculares separadas por un muro, parcialmente sumergidas, y con bóveda corrida de medio punto (Casado et alii 1997: 287-288). Las paredes y las bóvedas están construidas con lajas de piedra y mortero, con múltiples añadidos. La sala de la derecha cuenta con un arco realizado con sillares de arenisca, de gran calidad, perteneciente posiblemente a 33

Como también lo considera Díez de Velasco (1992a: 387 nota 16).

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la construcción más antigua. A pesar de su interés, esta construcción se encuentra abandonada (visitado en 2010), cubierta por una estructura moderna inacabada realizada para proteger este yacimiento. Recientemente se han realizado actuaciones arqueológicas en las inmediaciones, y se ha presentado un anteproyecto para la recuperación de este lugar (Febrero 2015).34 Anexa a esta estructura se encuentra una gran balsa de almacenaje y enfriamiento de las aguas procedentes de estos manantiales. En las proximidades se ha construido una nueva piscina termal. Tipo de agua: 29,8 ºC. Mineralización fuerte. Sulfatada, cálcica, magnésica (Maraver y Armijo 2010: 72). Epigrafía: No se conoce epigrafía asociada a este manantial. Cronología: ¿ibérica-romana-árabe? Bibliografía: Rodríguez Carreño 1849: manuscrito; Madoz 1848: XI, 32; Rubio 1853: 223-224; Fresneda y Rodríguez 1982; Díez de Velasco 1992a: 390; Casado et alii 1997: 287-288; González Martín y Buendía Moreno 2004; Vílchez 2001: 25.

106. LAIAS / CENLLE / OURENSE (3) Rubio (1853: 382) recoge la noticia de que en la orilla derecha del río Miño se veían restos de baños romanos. En la prensa local y en referencias orales se indica que durante la construcción del actual balneario se localizó abundante material constructivo de época romana en superficie, ya mencionado con anterioridad (Cuevillas 1949: 192-193), aunque es probable que los baños antiguos, de existir, se encontrarían bajo el inmediato embalse de Castrelo de Miño (construido en 1969). En las proximidades, se han localizado diversos yacimientos arqueológicos de la E. Hierro y abundante material romano. Frente a la opinión general, determinados autores consideran que este enclave podría hacer referencia al Aquae Laiae mencionado por Ptolomeo (II, 6, 39),35 al aparecer recogido también en la documentación medieval como Lais (Curchin 2008: 122). Tipo de agua: 50 ºC. Mineralización media. Sulfurada, bicarbonatada, sódica (Maraver y Armijo, 2010: 235). Epigrafía: No se constatan evidencias epigráficas asociadas a este manantial. Cronología: ¿época romana? Bibliografía: Gómez de Bedoya 1772: manuscrito; Madoz 1847, X: 103; Rubio 1853: 382; Cuevillas 1949: 192-193; Curchin 2008: 122; González Soutelo 2011: 519.

107. LEDESMA, BAÑOS DE-VEGA DE TIRADOS / LEDESMA / SALAMANCA (1) BLETISA / BLETISAMA? Aunque la tradición menciona al moro Cepha como autor del edificio antiguo, con una piscina de poca profundidad cubierta por una bóveda con tragaluz (González Dávila 1606: 259; Limón 1697: 297), se considera que el posible edificio árabe reutilizó la construcción romana en la que explotaba uno de los abundantes manantiales de este paraje (Rubio 1853: 110). Madoz (1846: III, 365) indica que al norte del río Tormes se localizaron vestigios de un baño antiguo con piedras labradas reutilizadas, comentario presente en los médicos directores de baños de este establecimiento y en los historiadores de la ciudad de Salamanca. Así, Dorado (1776: 38-39) indica que descubrió una moneda de Cómodo (estudiada por Abad Varela 1992: 160) en la caja de un sillar del edificio al construir los nuevos baños a principios del siglo xviii (pieza descrita por Tomás Salvador en 1753, recogido por Blanco 2009: 20). Existe una descripción detallada realizada por el coronel de infantería Ramón Moya donde se dan las medidas de todos los elementos (Moya y Gutiérrez 1815: 14-31 y 49).

34 Véase: http://www.lamalaha.es/obras-de-excavacion-arqueologica-en-los-banos-de-la-malaha/#more-131 [Consulta: 18/4/2015]. 35 Topónimo interpretado por la mayoría de los autores como Aquae Flaviae (Chaves), atribuyendo la falta de la letra primera que no se recoge en la obra de Ptolomeo a un error del copista, por la importancia del manantial portugués en la antigüedad, refrendado por la calidad de sus aguas, por la arqueología y por las fuentes clásicas.

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Monumento BIC desde 1931, en la actualidad se conservan varios fragmentos de muros romanos enmascarados en los sótanos donde se encuentran las modernas instalaciones de distribución de aguas y la bóveda descrita desde 1606. A mediados de la década de 2000 se desmontó la pared que daba al río y que estaba construida con ladrillos bipedales y se construyó una nueva piscina, pero la bóveda se conserva íntegra aunque pintada de azul. Tipo de aguas: 47 ºC. Mineralización débil. Sulfurada, bicarbonatada, clorurada, sódica (Maraver y Armijo 2010: 153). Epigrafía: No se constata epigrafía asociada directamente a estos manantiales. Cronología: ¿siglo i-iii d.C.? Bibliografía: González Dávila 1606: 259; Colmenero 1697; Limón 1697: 297; Dorado 1776: 38-41; Rubio 1853: 109-113; Madoz 1846: III, 364; Moyá y Gutiérrez 1815; Maluquer 1956: 119; Mora 1981: 56; Ripoll y Velázquez 1992: 559; Blázquez y García-Gelabert 1992: 35; Abad 1992: 160; 2006: 140; Díez de Velasco 1998: 39; Blanco 2009.

108. LEIRIA / LEIRIA / LEIRIA (3) Se menciona la presencia de manantiales minerales con restos de baños antiguos en la población de Leiria, concretamente en el sitio de Olho de Pedra, localizado en la Cerca do Convento de S. Francisco (Henriques 1726: 64; Frade 1993: 887), aunque no ha sido posible verificarlo. Se trata de un territorio fuertemente romanizado, y se documentan otras surgencias al lado del río Lis, donde se descubrieron algunas «ruînas» (Azevedo 1899-1900: 117), aunque no tenemos más datos sobre esas evidencias que permitan testimoniar su aprovechamiento salutífero en época romana. Los manantiales que existían en el centro de la ciudad (uno de ellos llamado Fonte Quente), se encuentran actualmente abandonados y sin uso (Febrero 2015). Tipo de agua: Sin analizar (Frade 1993: 887). Epigrafía: Se menciona la aparición de una inscripción funeraria incorporada en un muro (Frade 1993: 887). Cronología: Desconocida. Bibliografía principal: Henriques 1726: 49-50; Azevedo 1899-1900: 117; Frade 1993: 887.

109. LES / LES / LLEIDA (3) Se consideró la antigüedad de estos manantiales a partir de la localización de tres aras votivas, dos a las ninfas (CIL XIII 3 y 4) y una a la divinidad Lex o Lexi (CIL XIII 2), que también recoge Bonnard (1908: 350, a partir de la noticia de un erudito local). Sin embargo, esas aras fueron consideradas posteriormente falsas (Díez de Velasco 1992: 388, nota19 y 1998: 42). Se cita también el hallazgo de monedas —sin identificar— y material de construcción romana durante la edificación del balneario moderno (1834-35). Tipo de agua: 30 ºC. ¿Sulfurada, alcalina? (Madoz 1847: X, 267). Epigrafía: CIL XIII 2 = AE 1969/70, 276; CIL XIII 3 = AE 1969/70, 277; CIL XIII 4= AE 1969/70, 278 = IRC II 21. Estudiadas, entre otros, por Díez de Velasco (1998: 13 y 42) y consideradas falsas. Cronología: ¿época romana? Bibliografía: Madoz 1847: X, 267-268; Bonnard 1908: 183, 203 y 350; Blázquez y García-Gelabert 1992: 49-50; Díez de Velasco 1992a: 388; 1998: 13 y 42.

110. LINARES DEL ARROYO / MADERUELOS / SEGOVIA (3) Manantial recogido por Mora (1981: 53) como posible enclave termal entre la antigua población de Linares y Valdevacas de Montejo, en las Hoces del río Riaza, en donde se cita la presencia de restos de construcciones y materiales romanos (Juberias 1952: 225) vinculados a un manantial de aguas mineromedicinales, posiblemente el de la fuente de los Aguachines. El pueblo y los manantiales están hoy sumergidos parcialmente por el embalse de Linares construido en 1952, sin datos que permitan comprobar la naturaleza de este enclave.

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Tipo de agua: 21 ºC. Sulfatada, sódica (Moltó 1992a: 214). Epigrafía: No se constatan evidencias epigráficas asociadas a este manantial. Cronología: ¿época romana? Bibliografía: Madoz 1847: X, 289; Juberías 1952: 225; Mora 1981: 53.

111. LISBOA / LISBOA / LISBOA (2) OLISIPO En la colina del Castillo de S. Jorge, concretamente en la ladera que cae hacia el mar (barrio de Alfama), zona correspondiente mayoritariamente al enclave de época romana de Lisboa, surgen diversos manantiales de aguas mineromedicinales hoy abandonados (entre los que destacan los de Alcaçarias, Chafariz de el-Rei, o Caldas do Duque. Henriques 1726: 52-63; Ramalho y Lourenço 2005, 2006a, 2006b), que dieron nombre, entre otros, a la Puerta de la Fuente Termal (Al-Himyari 1494. 1963: 44). Aunque existe cierta imprecisión en relación con los diferentes manantiales que manan en la ladera del castillo de S. Jorge y su aprovechamiento con estructuras de época romana, se menciona la posible antigüedad de los Banhos de S. Paulo en el Arsenal da Marinha, hoy abandonados, en los que se indica que «foi conhecida en tempos mui remotos de nós, e que dela se fêz uno para banhos, como atestam os vestigios de antigas contruções própias para êsse fim» (Acciaiouli 1944: Vol III, 57-59). También se menciona la aparición de restos de baños en 1771 en la actual Rua das Pedras Negras (Frade 1993: 889-890) ¿asociados a las Termas públicas dos Cássios?; o en relación con la inscripción localizada en A Rua de Prata (Mora 1981: 56) dedicada a Esculapio (CIL II 175= RAP 234). Sin embargo, hasta el momento no hay vestigios específicos que verifiquen con certeza la explotación antigua de estos manantiales, salvo por su posición en el contexto arqueológico de la Lisboa romana y si se verifica la asociación entre aguas minerales y los restos arqueológicos, interpretados como espacio de baños, localizados durante la realización de varios sondeos arqueológicos en el lugar de Beco do Marquês de Angeja, Alfama (Filipe y Calado 2007). Tipo de agua: 20-32 ºC. Sulfuradas, cálcicas, cloruradas (Frade 1993: 889). Epigrafía: Epigrafía de difícil asociación a los manantiales minerales. Algunos autores consideran posible esa vinculación en el caso de la dedicatoria a Esculapio (CIL II 175= RAP 234) o con las Termas dos Cássios (CIL II 191), identificadas en la Rua das Pedras Negras. Cronología: época romana. ¿siglo i d.C.? Bibliografía principal: Al-Himyari 1494; Leão et alii 1610: 29-31; Henriques 1726: 52-63; Acciaiuoli 1940: 25-26, 1944: II, 13-20; III, 36-50; III: 57-67; Ortigão 1944: 177-186, 229-230; Mora 1981: 56; Frade 1993: 889; Ramalho y Lourenço 2005, 2006a, 2006b; Guerra 2006: 275; Filipe y Calado 2007.

112. LONGROIVA, TERMAS DA / LONGROIVA, MEDA / GUARDA (3) La única referencia existente sobre la posible antigüedad de la explotación de estos manantiales, se refiere a la presencia de yacimientos arqueológicos en el entorno, así como a la aparición de restos constructivos y materiales sueltos junto al riachuelo Banho, cerca de los manantiales (Frade 1993: 884). Recientemente (2011) se ha reformado el edificio de baños. Tipo de agua: Sulfuradas, férreas (Frade 1993: 884). En el actual balneario entre 20-47 ºC (desconocemos si son datos tomados en la captación tradicional o en nuevos sondeos). Epigrafía: No vinculada Cronología: ¿época romana? Bibliografía principal: Henriques 1726: 23-24; Rodrigues 1983: 450; Frade 1993: 884; Coixão 2004.

113. LUGO, BALNEARIO DE / LUGO / LUGO (1) LUCUS AUGUSTI Balneario en activo situado a la orilla del río Miño y a los pies de la ciudad de Lucus Augusti, en cuyo interior se conservan los restos del edificio de época romana. Conocido desde muy antiguo (con una primera

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referencia por el licenciado Molina en 1550: fol. 20 r), se aprecia la existencia de una gran estancia —delimitada por muros modernos— con los accesos a dos salas menores abovedadas, caracterizadas por presentar una serie de nichos en sus paredes. Anexa, se localiza una sala de similar factura que fue reutilizada como capilla (ya antes del siglo xvii), así como el arranque de otra bóveda y parte del sistema de canalizaciones que distribuían el agua termal dentro del complejo. Todo el edificio antiguo está construido con mampostería de pizarra, con pavimento de opus signinum y lajas de pizarra. También se constataron muros de opus caementicium en el lecho del río Miño, citados ya por Morales (1575: 50), realizados para la contención de las crecidas del río y la protección de los manantiales. En las excavaciones realizadas en 1998 (Meijide y Hervés 2000; Hervés y Meijide 2000) se localizaron en el exterior occidental del edificio una serie de salas, así como una piscina de grandes dimensiones, parcialmente excavada, en la que se documentó un importante conjunto de aras votivas —14—, la mayoría dedicadas a las ninfas —6— (algunas de ellas expuestas en el edificio), como parte del material de relleno tras su abandono (Hervés y Meijide 2000). En el extremo oriental se excavó un espacio rectangular, que los autores identificaron como palestra (Meijide y Hervés 2000: 217), no sin dudas (González Soutelo 2011: 460; 2012b). Asimismo, en un plano realizado por Pedro Giraldo en 1812 se menciona la existencia de otra estancia citada como «laconicum o a un recinto para la divinidad de estas aguas». Conserva igualmente un interesante sistema de captación (González Soutelo 2014b) que hasta hace pocos años funcionaba como principal sistema de abastecimiento al complejo. Las excavaciones arqueológicas continúan en el lugar (enero 2015), por lo que el conocimiento sobre el complejo se está ampliando enormemente. Ya en fase de edición de este volumen queremos dejar constancia de la reciente publicación en la que se estudia con detalle y de forma interdisciplinar el balneario de Lugo (Crecente y González Soutelo (eds.) 2016). En función de las evidencias constatadas hasta el momento, el edificio se ha datado entre los siglos i-v d.C., con una importante reforma a finales del siglo i d.C (Meijide y Hervés 2000: 218). Tipo de agua: 42,1 ºC. Mineralización débil. Sulfurada, radioactiva, bicarbonatada, sulfatada, sódica (Maraver y Armijo 2010: 249). Epigrafía: Ninfas. Hervés y Meijide (2000). HEp10, 2000, 358 = AE 2000, 749; HEp10, 2000, 359 = AE 2000, 750. Cronología: i-iv/v d.C. Bibliografía: Molina 1550: fol. 21; Morales 1575: 50; Limón 1697: 325-326; Pallarés y Gayoso 1700: 18-19; Giraldo 1812; Sanjurjo Mosquera 1817; Ceán Bermúdez 1832: 207-208; Peña 1844: manuscrito; Rodríguez Guerra 1849: manuscrito; Rubio 1853: 113-115; Taboada Leal 1877: 68-74; Rugama 1882: manuscrito; Abel y Arias Vilas 1975: 14-15; Mora 1981: 51; Blázquez y García-Gelabert 1992; Carreño 1992: 345-348; Díez de Velasco 1985: 94; Arias Vilas y Vega 1997; Meijide Failde 1995; 1996; Arias Vilas 1997; 1998; Hervés y Meijide 2000; Meijide y Hervés 2000; González Soutelo 2011: 435-462; 2012b; 2014b; Crecente y González Soutelo 2016.

114. MAÇÃO, LADEIRA / ENVENDOS E MAÇÃO, MAÇÃO / SANTARÉM (3) Se vinculan a este balneario una serie de epígrafes, aunque desconocemos su procedencia exacta. En la misma fregresía se documenta la presencia de yacimientos arqueológicos de muy amplia cronología, sin que se haya documentado por el momento evidencias materiales que se puedan relacionar directamente con este manantial. Tipo de agua: 24 ºC. Sulfurada, sódica (Acciaiouli 1942: 149). Epigrafía: ¿Aquis Sacris? HEp 7, 1997, 1200. Cronología: ¿época romana? Bibliografía principal: Henriques 1726: 48; Acciaiouli 1942: 149; Frade 1997: 305.

115. MANTIEL / MANTIEL / GUADALAJARA (3) Junto a la orilla del Tajo, había dos pozas abiertas en el terreno para facilitar el baño (Castel 1881: 47) sobre las que se construyó un pequeño balneario en 1926 (García López 2002: 85-99) que funcionó hasta

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la construcción del pantano de Entrepeñas. En el entorno inmediato se han localizado cerámicas comunes romanas sin que se haya detectado en la zona yacimiento arqueológico alguno (Matilla 2011), lo que puede delatar un uso balneario de las aguas. Tipo de agua: 19 ºC. Clorurado-sódicas, sulfatado-cálcicas (García López 2002: 105 y 155). Epigrafía: En las inmediaciones del balneario de comienzos del siglo xx, a 3300 m siguiendo el arroyo de la Solana, se halló un ara dedicada a Hércules (Gimeno 2008: 275). Cronología: ¿romana? Bibliografía: García López 2002; Castel y Clemente 1881; Madoz 1846: 396; Matilla 2011.

116. MONDARIZ-BALNEARIO / MONDARIZ-BALNEARIO / PONTEVEDRA (3) A pesar de la noticia que indica la presencia de «restos de cañerías y antiguas pilas» atribuidas a época romana cuando se realizó la limpieza del manantial de la Gándara a finales del siglo xix (Filgueira Valverde y García Alén 1954-56: 189), no existen más indicios sobre la posible antigüedad de la explotación de estos manantiales caracterizados principalmente por su uso en bebida. Tipo de agua: 16,4 ºC. Mineralización media. Carbogaseosa, radiactiva, bicarbonatada, clorurada, sódica (—Manantial Gándara— Maraver y Armijo 2010: 239). Epigrafía: No constatan evidencias epigráficas asociadas a estos manantiales. Cronología: ¿época romana? Bibliografía: Gómez de Bedoya 1772: manuscrito; Madoz 1848: XI, 485-486; Filgueira y García 1954-56: 189; Oró 1993a: 522; Pérez Sánchez 2005; González Soutelo 2007c: 143-155; 2011: 509-511.

117. BAÑOS DE MULA / MULA / MURCIA (3) Situados estos baños en la margen derecha del río Mula frente a la ciudad romana ubicada en el Cejo de la Almagra, no se conserva en la actualidad ninguna evidencia en el lugar de los manantiales que se pueda atribuir a época romana. Sin embargo, hay noticias de dos lápidas que se han vinculado: una se halló en el sitio llamado de los Villaricos al construir la casa de baño que se llama del Intendente (Acero 1886: 115) y se perdió en una riada; la otra (CIL II 3540) está en paradero desconocido. También se ha considerado que en la orilla opuesta a las casas de baños que utiliza este manantial, se ubicaría el antiguo balneario (Ceán 1832: 95), que por los materiales localizados en prospecciones superficiales (Matilla 2006a: 180), mostraría una cronología entre los siglos I-II d.C. Por otra parte la ciudad inmediata se ha relacionado con la Mula del tratado de Teodomiro (Matilla y Pelegrín 1985: 295-296). Tipo de agua: 38 ºC. Carbonatadas, sulfatada, ferruginosas, sódicas (García López 1869: 458-459). Epigrafía: Funerarias. Acero 1886: 115; CIL II 3540.36 Cronología: ¿siglos i-viii d.C.? Bibliografía: Acero 1886: 115; Ceán 1832: 95; Madoz 1847: X, 677; Rubio 1853: 197-199; Matilla y Pelegrín 1985; González y González 1996; Matilla 2006a: 180.

118. NAVA / CABEZA DE BUEY / BADAJOZ (3) Yacimiento de época romana excavado en los años 80 principalmente, en el que se localiza un establecimiento de baños que ha sido vinculado a un manantial ferruginoso que mana en las proximidades (Rodrigo y Haba 1992: 378). A poca distancia se encuentran los Baños de Baba con aguas sulfatadas, sódicas y magnésicas (Rosino et alii 2003: 145-149). 36 Posiblemente, en relación con una de esas piezas, Ceán (1832: 95) indicaba: «No falta quien diga que la fundó el emperador Antonino, con referencia a una inscripción que se encontró en esta villa y no existe; pero sí termas y otros vestigios de su antigua población».

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Por la descripción presentada por diversos autores (Rodrigo y Haba 1992: 378-379; Ramírez Sádaba 1997: 298; Carmona et alii 2002: 57), la organización del edificio remite más a un espacio de terma higiénica dentro de una villa romana que a un complejo salutífero (García-Entero 2005: 339-342), por lo que cabría plantearse si realmente se utilizó ese manantial con finalidades salutíferas. Tipo de agua: ¿fría, ferruginosa? Sin analizar. García López (1869: 427). Cronología: ¿i-iii d.C.? Bibliografía: Calero 1988; Rodrigo y Haba 1992; Ripoll y Velázquez 1992; Ramírez 1997; Carmona et alii 2002; García-Entero 2005: 339-342.

119. NUESTRA SEÑORA DE ORITO / MONFORTE DEL CID/ ALICANTE (3) El médico director durante 1881-1883, de forma ambigua y sin especificar, cuando se refiere a este balneario habla de ruinas de «escalinatas, acueductos, pilas, pórticos adornados de columnas de mármol, vasos de barro saguntino, como también algunos arcos árabes» (Poveda 1883: 5). En la visita realizada al lugar solo pudo observarse en superficie cerámica común romana en cantidad mínima, pero no construcciones asociadas. Tipo de agua: 14 ºC (Poveda 1881: 16). Mineralización fuerte. Aguas cloruro sódicas (Baeza et alii 2001: 253). Epigrafía: No se ha constatado evidencias epigráficas en el entorno del manantial. Cronología: ¿romana? Bibliografía: Poveda 1881; 1883; Baeza et alii 2001: 300.

120. ONTANEDA Y ALCEDA / VILLACARRIEDO / CANTABRIA (2) Durante los trabajos de construcción del balneario de ¿Alceda?37 se localizó, a principios del siglo xix, una amplio número de monedas romanas a diversos niveles, con cronologías entre finales del siglo i a.C.-iv d.C. (Abad 1992: 141-143). Ese hallazgo fue descrito por uno de los médicos directores de baños de estos edificios (Ruiz de Salazar y Fernández en 1876), y algunos autores han considerado que podría tratarse de exvotos a las aguas (Díez de Velasco 1998: 48-49). Los dos balnearios están separados entre sí por menos de 400 m, y en las primeras memorias médicas aparecen bajo una misma dirección facultativa, por lo que en la documentación antigua aparecen citados bajo esa doble designación. Tipo de agua: 33 ºC. Sulfurada, sódica, cálcica (García López 1869: 345-346). Epigrafía: No se constata epigrafía asociada a estos manantiales. Cronología: siglo i-iv d.C. Bibliografía: Madoz 1849: XII, 280; Rubio 1853: 115-119; Abad 1992: 141-143; 2006: 135-136; Blázquez y García-Gelabert 1992: 53; Díez de Velasco 1998: 48-49; Caz 2001: 110-127.

121. OTAÑES / CASTRO URDIALES / CANTABRIA (3) La única referencia que tenemos sobre un posible manantial mineromedicinal en este lugar se debe a la localización entre 1798-1800 de la conocida Pátera de Otañes, de 25,5 cm de diámetro (Iglesias y Ruiz 2012: 351), realizada en plata con zonas doradas, formando parte de lo que se identificó como un tesorillo (Díez de Velasco 1998: 47). Representa el culto a una ninfa, con la inscripción en el anverso de Salus Umeritana y en el reverso L (uci) P(---) Corneliani p(ondo) XXX I [---] (CIL II 2917). Madoz (1849: XII, 407) menciona que en el lugar aparecieron más restos de época romana unos años más tarde. Existen dudas sobre si esta pátera se encontraba in situ, o por el contrario estaría haciendo referencia a una fuente de ubicación desconocida.

37 Por su proximidad, existe la duda de que si la descripción original de ese hallazgo se vinculaba al balneario de Ontaneda o al de Alceda, ya que distan entre sí solo 340 m y no aparece especificado. Gracias al estudio minucioso de Abad Varela (1992: 142 y nota 27), se verifica que se trataría del manantial de Alceda.

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Contamos con la referencia de García López (1869: 432) a una fuente de agua mineral ferruginosa fría, usada como agua de mesa, que brotaba junto al riachuelo de Aranzal y el arroyo de la Magdalena, en las proximidades del lugar del hallazgo, sin que se pueda establecer una clara vinculación entre el material descubierto y el manantial. En cualquier caso, es significativa para nuestro estudio la temática presente en esta pátera, con las diferentes representaciones de tratamientos con agua y la referencia a Salus. Tipo de agua: Fría, ferruginosa (García López 1869: 432). Epigrafía: CIL II 2917 (p 934) = ERCan 47 = AE 1998, 773a = AE 1998, 773. Cronología: ¿siglo I-II d.C.? (Iglesias y Ruiz 2012: 351, nota 2). Bibliografía: Madoz 1849: XII, 407; García López 1869; Díez Platas 1983: 273-279; Baratte 1992; Díez de Velasco 1998: 47-48; Iglesias y Ruiz 2012; 2014.

122. OURENSE, AS BURGAS / OURENSE / OURENSE (1) ¿AURIA? Si bien se conocían referencias a su antigüedad ya desde el siglo xix (Ceán 1832: 221), la presencia de un edificio de baños de época romana solo se identificó a partir de los sondeos realizados en 2005 en la parte trasera del conjunto de manantiales de las Burgas de Ourense. Dichos sondeos se completaron entre 2008 y 2009 con excavaciones en área que permitieron sacar a la luz una estancia porticada con acceso a una piscina, parcialmente excavada, con fondo de losas graníticas y escalones de acceso por uno de sus lados menores (Rodríguez Cao 2009; 2010; 2011). Hasta el momento, no se ha constatado su longitud total, en espera de nuevas actuaciones. El conjunto se data en el siglo i d.C. con una reforma significativa en el siglo ii d.C. en la que se anula por sedimentos la piscina, a la que, según los autores de la intervención, se superpone un hypocaustum con ladrillos de entalle reutilizados (Rodríguez Cao 2010: 161; 2011: 36). Durante la excavación se localizaron in situ 5 nuevos epígrafes dedicados a la divinidad indígena REVVE, a los que habría que sumar los epígrafes descubiertos anteriormente con dedicación a REVE (HEp7 528) y un ara a las ninfas (CIL II 2527); así como un camafeo de ónice con una representación del baño de Venus, datado entre los siglos i-iii d.C. (Rodríguez Cao 2011: 40-41). En un espacio próximo (patio de las Josefinas) se localizaron otras estructuras vinculadas también al uso termal, pero con un carácter más higiénico y lúdico (Orero 1997; García-Entero 2005: 257; González Soutelo 2011: 488-495), que podrían tener continuidad en la trasera de las Burgas (Rodríguez Cao 2010: 162; en este volumen: «El balneario romano de la ciudad…»). Tipo de agua: 64 ºC. Mineralización media. Bicarbonatada, sódica, fluorurada, litínica (VV.AA. 1995: 159). Epigrafía: Ninfas, CIL II 2527; Revve: HEp7, 1997, 528 = HEp11, 2001, 342; Eguileta (2008); Rodríguez Cao (2009; 2010; 2011); González Rodríguez (2012). Cronología: siglo i-iii d.C. Bibliografía: Molina 1550: fol. XVI; Morales 1575: 50; Limón 1697: 326; Gómez de Bedoya 1772: manuscrito; Ceán 1832: 221; Madoz 1849: XII, 339; López Cuevillas 1934; Díez de Velasco 1985: 93-94; 1998: 44 y 95; Fernández y Seara 1989; Seara 1989; Seara y Fernández 1991; Galdo 1995; Orero 1996; 1997; 2009; Rodríguez González 1997; Pérez Losada 2002: 153-180; García-Entero 2005: 257; Eguileta 2008; Prósper 2009: 203; Souto Figueroa 2009; Rodríguez Cao 2009; 2010; 2011; VV.AA. 2011a; Eguileta y Rodríguez 2012; González Soutelo 2011; González Rodríguez 2012; Rodríguez Cao y Eguileta (en este volumen: «El balneario romano de la ciudad…»).

123. PANTICOSA / PANTICOSA / HUESCA (1) Tras el hallazgo de una moneda de Augusto junto al manantial del Estómago en 1951 (Beltrán 1954a), se realizaron unas breves excavaciones que permitieron el descubrimiento de un nuevo manantial, la Fuente de Tiberio, provista de un brocal cuadrado de madera de encina perteneciente al pozo de la captación romana (Beltrán 1954b: 197). Se trataba de una estructura formada por cuatro listones de madera encajados que crea-

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ban una especie de balseta rodeada por una gruesa capa de cemento hidráulico (Beltrán 1954b: 197-198). En ese lugar, también se localizó un grupo de monedas muy deterioradas (Abad Varela 1992: 147) procedentes de diversas cecas hispanas, así como cerámica de difícil asignación. En la actualidad no se conserva ninguna evidencia. Tipo de agua: 51 ºC. Sulfurada, silicatada, radiactiva (Moltó 1992a: 225). Epigrafía: No se conoce epigrafía asociada al manantial. Cronología: ¿siglo i d.C.? Bibliografía: Madoz 1849: XII, 673-674; Beltrán Martínez 1954a; 1954b; Lostal 1980: 17-18; Mora 1981: 53; Blázquez y García-Gelabert 1992: 54; Abad 1992: 147; 2006, 136; Dupré 1992a: 288-289; 1992b: 65; Díez de Velasco 1998: 41-42; Armijo 2007: 92-110; González Soutelo 2015.

124. PAZANA, LA / CORNAGO / LA RIOJA (3) Contamos solo con una breve referencia de Peréx y Unzu (1992: 303-304) a la posible antigüedad de la fuente de La Pazana, conocida también como Fuente Podrida. Así se menciona que al realizar remociones de tierra en las proximidades del manantial, se localizaron restos cerámicos varios de época romana, sin mayores datos. Tipo de agua: 14 ºC. Sulfurada. Peréx y Unzu (1992: 304). Epigrafía: No se tiene constancia epigráfica asociada a este manantial. Cronología: ¿época romana? Bibliografía: Peréx y Unzu 1992: 303-304; Espinosa y López 1997: 260.

125. PÓVOA DE CÓS / CÓS-COZ, ALCOBAÇA / LEIRIA (3) La fuente de Sta. Margarida o Fonte Santa, de uso local, se incluyó en la obra de Henriques (1726) por sus propiedades salutíferas para diversos achaques digestivos. En la freguesía se menciona la localización de materiales constructivos de época romana, por ejemplo relativos a una villa, con mosaico (Vasconcelos 1902a; Moita 1951), lo que llevó a Frade (1993: 888) a incluirla en el inventario de manantiales con posible explotación antigua. Sin embargo, no contamos con testimonios concretos que se puedan vincular al uso salutífero de este manantial en época romana. Tipo de agua: ¿19 ºC? Fonte de Santa Margarida. Agua sin analizar (Frade 1993: 888). Epigrafía: No se tiene constancia epigráfica asociada a este manantial. Cronología: ¿época romana? Bibliografía: Henriques 1926: 103; Vasconcelos 1902a; Moita 1951; Frade 1993: 888; Barbosa 1999: 144; IGESPAR.38

126. RIOCALDO / LOBIOS / OURENSE (1) AQUAE ORIGINAE /OREGINAE / OGERESIBUS Identificada con la mansio Aquae Originae/Oreginae/Ogeresibus39 de la vía XVIII (It. Ant. 428,1, Ravenn. 4,45-320,2, Tablas de Astorga, 4), se localiza en este lugar un manantial hipertermal que a juzgar por su topónimo, la abundancia de manantiales, los restos de materiales constructivos en superficie, el paso de la vía romana por las inmediaciones, la presencia de un asentamiento romano (¿villa o mansio? Xusto 1991; 2000a; 2000b; 2000c; García-Entero 2001: 193-195; González Soutelo 2011: 505-508), y la localización de un ara votiva de dedicación considerada inicialmente a las ninfas (Ferrer y Seara 2003), permitiría plantear la existencia de un enclave termal con fines salutíferos. Sin embargo, hasta el momento no se han localizado 38

Véase: http://arqueologia.patrimoniocultural.pt/index.php?sid=sitios.resultados&subsid=57221 [Consulta: 8/4/2014]. Sobre la problemática de este topónimo, ver en este volumen: «Consideraciones sobre…», y sobre la última propuesta, Rodríguez Colmenero y Ferrer Sierra 2010. 39

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evidencias constructivas de la captación ni del establecimiento de época romana que aprovecharía los múltiples manantiales que surgen en las inmediaciones del río Caldo. Tipo de agua: 72,6 ºC. Mineralización muy débil. Bicarbonatada, sódica, fluorurada (Maraver y Armijo 2010: 237). Epigrafía: ¿Ninfas? Ferrer y Seara (2003: 23). Cronología: ¿siglos i-iv d.C.? Bibliografía: Díez Sanjurjo 1905: n.º  42, 319; Risco 1936: X, 2, 140; Díez de Velasco 1985: 83; Xusto 1991; 2000a; 2000b; 2000c; García-Entero 2001: 193-195; Ferrer y Seara 2003; González Soutelo 2011; en este volumen: «Consideraciones sobre…».

127. SACEDÓN / SACEDÓN /GUADALAJARA (2) Manantial situado en las proximidades del yacimiento romano de Ercavica (a 200 m en línea recta), designado también como Poyos o Cañaveruelas (Gayán 1760). Aparece descrito ya por Morales (1575: 51r) y Limón (1697: 257) haciendo referencia a su antigüedad, y por Rubio (1853: 300) que indica su origen romano y posterior uso en época árabe, según los restos localizados. Se documenta una inscripción que mencionaría el uso salutífero de estos manantiales (CIL II 294) aunque existen dudas sobre su autenticidad. También se cita la posible reutilización de materiales antiguos en la construcción del balneario moderno, el Real Sitio de La Isabela, construido en el siglo xix (Aguado Pintor 2002: 231). En la actualidad el manantial se encuentra bajo las aguas del pantano de Buendía. Tipo de agua: 29 ºC. Sulfatada, cálcica, magnésica (García López 1869: 314). Epigrafía: ¿CIL II 294? Descartada. Abascal (1983: 99-100). Cronología: ¿romana-árabe? Bibliografía: Morales 1575: 51; Limón 1697: 257; Soria 1758: 24-25; Ballesteros 1768: 60-65; Ceán 1832: 153; Rubio 1853: 300-304; Aguado 2002: 231; Mercado et alii 2003: 73.

128. SALUGRAL, BAÑOS DEL / HERVÁS / CÁCERES (2) Según Rodrigo y Haba (1992: 360-361) se localizaron restos de posible atribución romana en el entorno de este manantial todavía en uso, que podrían indicar su explotación en época antigua. Igualmente, se localiza a solo 8 km al sur del balneario romano de Baños de Montemayor y a 25 km en línea recta de la ciudad romana de Cáparra. También se menciona la aparición de epigrafía en la zona (Díez de Velasco 1998: 46 y 103), incluyendo una inscripción a Salus localizada en el palacio del conde de la Oliva, en Oliva de Plasencia (CIL II 806), que por su dedicatoria pese a su distancia se ha vinculado a estos manantiales. Pese a todo, no existe certeza alguna sobre la vinculación de estos materiales a las aguas, ya que solo son hallazgos puntuales descontextualizados. Tipo de agua: 17 ºC. Mineralización débil. Sulfurada, bicarbonatada, sódica (Maraver y Armijo 2010: 206). Epigrafía: Salus. CIL II 806 = ILS 3825 = CPC 357. Díez de Velasco (1998: 103). Cronología: ¿época romana? Bibliografía: Haba y Rodrigo 1986: 52; Rodrigo y Haba 1992: 360-361; Díez de Velasco 1998: 46 y 103.

129. S. ANDRÉS, FUENCALIENTE / CANENA / JAÉN (2) Madoz (1846: V, 448) y Rubio (1853: 459) citan esta surgencia, y el primero menciona la presencia de restos arqueológicos romanos en la zona. En la actualidad el balneario se superpone a un edificio anterior y de las antiguas estructuras solo se conserva la arqueta del nacimiento de 3 x 9 x 1 m dividida a lo largo en dos depósitos iguales, que según se menciona podrían estar recubiertos de opus signinum. En el entorno se han localizado materiales prehistóricos (hachas, cerámica), estructuras de época ibérica (con al menos una tumba) y de época romana (con la aparición de fragmentos de mosaicos polícromos, monedas y cerámica),

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lo que ha hecho que desde el punto de vista arqueológico se denomine al balneario y su entorno como «villa del Balneario» (Morales y Ruiz 2005: 365-382). Tipo de agua: 20 ºC. Bicarbonatada, sulfatada, sódica y magnésica (Maraver y Armijo 2010: 80). Epigrafía: No se conoce epigrafía asociada. Cronología: ibérica y romana, siglo i-iv d.C. Bibliografía: Madoz 1846: V, 448; Rubio 1853: 459; Morales y Ruiz 2005: 365-382.

130. S. GREGORIO / BROZAS / CÁCERES (2) Situado a 7 km del casco urbano de Brozas, en sus proximidades se concentra un significativo número de restos romanos (Rodrigo y Haba 1992: 373). A mediados del siglo pasado, con motivo de las obras de ampliación del edificio se descubrieron estructuras romanas en una de las esquinas de los cimientos del edificio antiguo (Caro 2003: 330; Sánchez Lomba 2014: 257). Se podrían asociar a estos hallazgos también una serie de lápidas aparecidas en Brozas. Destacan entre otras, un ara hallada en la dehesa de San Juan, cerca del balneario, dedicada a Nabia (Herrera y Gil 1984), divinidad relacionada con los bosques y las aguas, pero que reviste más complejidad (Olivares 2002: 233-244), y una serie de aras dedicadas a Júpiter (CIL II 743, 744, 745 y 752). Tipo de agua: 18,2 ºC. Sulfuradas, radiactivas, cloruradas, sódicas, de mineralización débil (Maraver y Armijo 2010: 208). Epigrafía: Aunque existen testimonios epigráficos en la zona, falta establecer la relación directa entre las inscripciones y las aguas. Cronología: época romana. Bibliografía: Herrera y Gil 1984; Rodrigo y Haba 1992; Olivares 2002; Caro Puértolas 2003; Sánchez Lomba 2014.

131. S. JOAN DE LA FONT SANTA / CAMPOS / MALLORCA (3) Rubio (1853: 119) menciona la antigüedad de este manantial por su proximidad a un asentamiento de época romana (¿Ses Salines?), así como por su significativo topónimo. Madoz (1846: V, 382) indica que antes de la construcción del edificio de baños delsiglo xix, existía una balsa que se llamaba la Fuente Santa, aunque no concreta su naturaleza y origen. No se conocen restos arqueológicos que permitan confirmar su explotación en época romana. Tipo de agua: 37 ºC. Mineralización fuerte. Clorurada, sódica (Maraver y Armijo 2010: 109). Epigrafía: No se tiene constancia de epigrafía asociada a este manantial. Cronología: ¿época romana? Bibliografía: Madoz 1846: V, 382; Rubio 1853: 119.

132. S. JUAN DE LOIO / S. XOÁN DE LOIO, PARADELA / LUGO (3) En este lugar se localizó un ara votiva dedicada a la divinidad indígena Coventina (IRG II 21), que de acuerdo con otros contextos termales, podría vincularse a espacios termales, como así ha sido sugerido en este caso (Díez de Velasco 1985: 94; 1998: 60-61). Sin embargo, dada la inexistencia de aguas mineromedicinales en este caso, consideramos que debe ser eliminada de futuros inventarios. Tipo de agua: No se conoce manantial mineral en esta parroquia, ni en los alrededores. Epigrafía: Cuhvetenae. IRLu58 = IRG II 21. Cronología: desconocida. Bibliografía: Díez de Velasco 1985: 94; 1998: 60-61; Blázquez y García-Gelabert 1992: 58; Rabanal et alii 1996: 42.

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133. S. PEDRO DO SUL, CALDAS DE LAFÕES / S. PEDRO DO SUL / VISEU (1) Se trata de uno de los balnearios romanos más completos de la península ibérica, aunque en la actualidad se encuentra en mal estado de conservación, pendiente de nuevas excavaciones y una significativa restauración. Citado en la bibliografía al menos desde el siglo xii, fue catalogado como Monumento nacional en 1938. Se han realizado diversas intervenciones arqueológicas en el lugar desde 1950, siendo la más significativa la llevada a cabo entre los años 80-90 del siglo xx, que permitió caracterizar en gran medida el edificio romano (Frade y Beleza 1992). Así, se identificaron dos fases constructivas en las que se constata reformas en las diferentes estancias, caracterizadas por la presencia de espacios porticados, una gran natatio exterior sin cubierta de grandes dimensiones (20,5 x 9 x 1,5  m), piscinas interiores de diferente tamaño, así como las conducciones y el depósito original de captación del agua mineral termal. Su conservación es desigual, presentando en algunos tramos hasta una segunda altura del edificio. Desde los años 90 no se han realizado actuaciones de interés para mejorar su conocimiento ni para preservar su estructura, aunque están previstas nuevas actuaciones para su conservación en 2016. Tipo de agua: 67-68 ºC. Sulfuradas, bicarbonatadas, sódicas, fluoruradas (Cruz 1992: 73. 67 ºC. Nascente termal). Epigrafía: Ara dedicada a Mercurio (HEp4, 1994, 1101 = RAP 228); así como una posible a las Aquae (RAP239). Cronología: siglos i-iii-xx d.C. Bibliografía: Limón Montero, 1697: 308; Leão et alii 1610: 29-31; Henriques 1726: 19-20; Mascarenhas 1885: 6; Acciaiuoli 1944: II, 29-31; Mora Rodríguez 1981: 56; Frade y Beleza 1992: 515-544; Frade 1993: 885-886; Díez de Velasco 1998: 38-39; Páscoa 2014.

134. S. VICENTE DO PINHEIRO / PINHEIRO, PENAFIEL / PORTO (1) En el jardín inmediato al balneario actual, sito en el lugar conocido popularmente como Lameiro dos Lodos, se conservan los cimientos de un modesto complejo de baños de época romana que fue localizado a principios del siglo xx durante las obras de adecuación de la captación del manantial. Dado su interés se procedió a la excavación de dichas estructuras (Fortes 1902), con el descubrimiento de un edificio realizado íntegramente en granito, de reducidas dimensiones, abastecido por las aguas frías del manantial mineral. En la actualidad, los restos se conservan en el jardín existente delante del balneario moderno recientemente reformado. Los materiales arqueológicos localizados se conservan fundamentalmente en el museo de Penafiel. La interpretación de las diferentes salas de este conjunto presenta serias dificultades, por lo que actualmente está en proceso de revisión.40 Tipo de agua: 18 ºC. Sulfuradas, bicarbonatadas, sódicas, fluoruradas (Cruz 1992: 75). Epigrafía: No se constata epigrafía asociada. Cronología: época romana. Bibliografía: Fortes 1902; Acciaiuoli 1940: 32, 1944: II, 22-25; Soeiro 1984; Frade 1993: 882-883.

135. TARAZONA / TARAZONA / ZARAGOZA (1?) En la remodelación del patio del colegio Joaquín Costa de Tarazona en 1980 se localizó un edificio vinculado a aguas minerales hipotermales. Se caracteriza por la presencia de una piscina cruciforme con dos lados lobulados y canal de desagüe (Beltrán Llorís 2004: 25 y 44), rodeado por columnas de las que se conservan algunos capiteles. En las proximidades se identifican diversas salas provistas de hipocausto para calefactar las estancias.41 Esta piscina apareció presidida por una cabeza de Minerva Médica, y en las proximidades se constataron abundantes objetos, posibles exvotos, de gran interés (Beltrán y Paz 2004; Ortiz y Paz 2006: 113). 40

Estudio de trabajo fin de grado del alumno Claus Seara, bajo la dirección de S. González Soutelo y F. Pérez Losada. Un estudio completo y detallado sobre este hallazgo se presenta en el n.º 76 de la Revista Caesaraugusta, coordinado por M. Beltrán Llorís y J.A. Paz Peralta, al que nos remitimos para la consulta de todos los detalles de la excavación e investigación. 41

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La ciudad de Turiaso, municipium romano desde el 2 a.C. (Beltrán 2004: 23), aparece mencionada en las fuentes clásicas como mansio (It. Ant. 442, 4; 443, 3) de la vía XXVII. En ese sentido, este yacimiento se ha vinculado con el manantial que se dice utilizó el emperador Augusto, aconsejado por su médico Musa, para su afección de hígado durante sus campañas en las Guerras Cántabras (Suetonio, Aug. 59, 81) —Beltrán y Paz 2004: 260—. En términos generales, su caracterización constructiva se vincula sobre todo con un santuario a las aguas, pero no con un complejo de baños salutíferos propiamente dicho, ya que el agua no mana in situ, sino que se conduce desde el Nacedero del Ojo de S. Juan, junto a la ermita de S. Juan Bautista, situada a cierta distancia del conjunto. La planta del edificio tampoco responde a un complejo de baños minerales al uso. Yacimiento de interés por su singularidad dentro de la península ibérica. Tipo de agua: 17 ºC. Mineralización media de gran variabilidad. Bicarbonatadas, sulfatadas cálcicas (Beltrán y Paz 2004: 300). Epigrafía: No se ha constatado epigrafía asociada a estas aguas (Beltrán y Paz 2004: 320). Cronología: i-iii d.C. Bibliografía: Beltrán y Paz 2004; Ortiz y Paz 2006: 113.

136. TEDO, FONTE DE D. MOIRA / QUINTA-CALDAS DA MOURA, ARICERA E GOUJOIM, ARMAMAR / VISEU (3) Manantial que fue recogido por H. Frade (1997: 303) dentro del listado de espacios con aguas minerales explotados en época romana, pese a que no existe constancia material de su uso en época antigua. Sin embargo el topónimo y la presencia de abundantes yacimientos arqueológicos de diferente cronología en sus inmediaciones así podrían sugerirlo. Actualmente el manantial está prácticamente perdido. Tipo de agua: 13 ºC. Sin análisis reciente. Radioactivas, sulfuradas, sódicas (Frade 1997: 303). Epigrafía: No se constata. Cronología: ¿época romana? Bibliografía: Henriques 1726: 124-125; Frade 1997: 303.

137. TEJARES / LOS TEJARES / SALAMANCA (3) Junto a la Ermita de la Virgen de la Salud se cita la presencia de unos baños medicinales antiguos no constatados arqueológicamente (Dorado 1776: 15; Mora 1981: 56). Aunque se menciona la existencia de una fuente en estas inmediaciones, en una visita al lugar, no fue posible localizarla, y por lo tanto, verificar su existencia y su posible composición mineral. Sin embargo, se mantiene la creencia popular de la existencia de una fuente con efectos curativos en las inmediaciones de esta ermita (VV.AA. 1992: 314). Tipo de agua: Desconocida. Epigrafía: No aparece epigrafía asociada a espacios termales en el entorno de este lugar. Cronología: desconocida. Bibliografía: Dorado 1776: 15; Mora 1981: 56; VV.AA. 1992: 314.

138. TERMAS DA FONTE SANTA DAS ÁGUAS / ÁGUAS, PENAMACOR / CASTELO BRANCO (3) Se menciona como elementos de consideración para su inclusión en el listado inicial de manantiales de Portugal, su topónimo y la presencia de materiales romanos en torno a la surgencia (Frade 1997: 305), sin más referencias. Tipo de agua: 15 ºC. Sin análisis reciente. Sulfurada (Frade 1997: 305). Epigrafía: No se constata epigrafía asociada. Cronología: ¿época romana? Bibliografía: Frade 1997: 305.

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139. TERMAS DE MELGAÇO, CALDAS DA QUINTA DO PESO / QUINTA DO PESO, PADERNE, MELGAÇO / VIANA DO CASTELO (3) Citadas puntualmente por Henriques (1726), quizás en relación con otro manantial próximo, su aprovechamiento específico como agua de bebida no tuvo lugar hasta finales del siglo xix, siendo la construcción del balneario de principios del siglo xx. Sin embargo, se menciona la presencia de evidencias arqueológicas en el entorno del manantial que podrían reflejar su explotación en época antigua (Frade 1997: 303), aunque no contamos con datos precisos sobre su naturaleza ni su localización exacta. Tipo de agua: 16 ºC. Sulfuradas, bicarbonatadas, sódicas, fluoruradas (Cruz 1992: 63. 15,8 ºC. Fuente principal). Epigrafía: No se tiene noticia de epigrafía asociada. Cronología: ¿época romana? Bibliografía: Acciaiuoli 1944: IV, 7-8; Frade 1997: 303.

140. TERMAS DE MONFORTINHO, FONTE SANTA / MONFORTINHO, IDANHA-A-NOVA / CASTELO BRANCO (3) Se describe la aparición de restos romanos indeterminados junto a los manantiales termales, sin que tengamos mayores datos al respecto, salvo el hecho de su proximidad a Egitania (Idanha-a-Velha) y a posibles espacios mineros (Frade 1993: 887). Tipo de agua: 26-28 ºC. Hiposalinas, silicatadas (Cruz 1992: 65). Epigrafía: No se tiene constancia de epigrafía asociada. Cronología: ¿época romana? Bibliografía principal: Henriques 1726: 43-47; Acciaiouli 1941: 89-112; Frade 1993: 887.

141. TERMAS DE SANTA MARTA / ERICEIRA, MAFRA / LISBOA (3) Se menciona la aparición de un ara votiva de posible dedicación a fontis, en las proximidades del manantial y de la capilla de Santa Marta. El balneario moderno fue destruido a principios del siglo xxi, por lo que hoy solo se conserva una galería que conduce al manantial, en espera de la decisión sobre qué hacer con esa captación (en 2015). Surge entre rocas a escasos metros del mar, sin señalización alguna que denote su existencia. Tipo de agua: 39,5 ºC. Cloruradas, carbonatadas, radioactivas (Frade 1993: 889). Epigrafía: ¿fontis? AE 1983, 474 = FE 16 = RAP 249. Cronología: ¿época romana? Bibliografía principal: Frade 1993: 889; Aquilegio termal.

142. TERMAS DE SANTO ANTÓNIO / QUINTA DOS BANHOS DE S. ANTÓNIO, FORNO TELHEIRO, CELORICO DA BEIRA / GUARDA (3?) Sin restos arqueológicos constatados en el entorno de la surgencia. Incluida por H. Frade (1997: 303) por la fuerte presencia romana en el entorno para la explotación de minas,42 sin que se pueda vincular directamente a este manantial. Tipo de agua: 17 ºC. Sulfuradas, sódicas (Frade 1997: 303). Epigrafía: No vinculada. Cronología: ¿época romana? Bibliografía principal: Henriques 1726: 50-51; Frade 1997: 303.

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Referencias a diferentes yacimientos y hallazgos en el catálogo de la Direção-Geral do Patrimonio Cultural.

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INVENTARIO Y REVISIÓN DE LOS PRINCIPALES ENCLAVES DE AGUAS...

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143. TERMAS DO CRÓ / RAPOULA DO CÔA, SEIXO DO CÔA, SABUGAL / GUARDA (2) Referencia a la presencia de cerámica de construcción y 25 monedas en las inmediaciones del manantial (Frade 1993: 886). En las inmediaciones se construyó una capilla dedicada a Nossa Senhora dos Milagres. Tipo de agua: 22 ºC. Sulfuradas, sódicas (Frade 1993: 886). Epigrafía: Sin epigrafía vinculada a este manantial. Cronología: ¿siglo iii d.C.? Bibliografía principal: Acciaiouli 1944: III, 114-117; Abad Varela 1992: 158; Frade 1993: 886; Díez de Velasco 1998: 46.

144. TERMAS DO VIMEIRO OU FONTES SANTAS / MACEIRA, A DOS CUNHADOS, TORRES VEDRAS / LISBOA (3) Sin referencias a hallazgos arqueológicos en el entorno a los manantiales, fue considerada por H. Frade (1997: 305) por la fuerte presencia de evidencias de época romana en la región. Tipo de agua: 20 ºC. Cloruradas, bicarbonatadas, sódicas (Frade 1997: 305). Epigrafía: Sin epigrafía asociada. Cronología: ¿época romana? Bibliografía principal: Acciaiouli 1944: III, 28-33; Frade 1997: 305.

145. TERMAS DOS CUCOS / MATAÇÃES, TORRES VEDRAS / LISBOA (3) Freire (1892: 70-71) menciona la posible presencia de restos constructivos antiguos, vinculados a un pozo y a canalizaciones, descubiertos al hacer reformas en el establecimiento, sin que tengamos elementos de mayor precisión que permitan datar y caracterizar dichas estructuras. Tipo de agua: 35-40 ºC. Cloruradas, sódicas, fluoruradas (Cruz 1992: 51. 35,3 ºC. —manantial Cucos modernos—). Epigrafía: sin epigrafía asociada. Cronología: ¿época romana? Bibliografía principal: Freire 1892: 70-71; Frade 1993: 889.

146. TIERMAS / SIGÜÉS / ZARAGOZA (2) Yacimiento citado en el Codex Calixtinus como Baños Reales de Tiermas, contaba de gran número de manantiales termales de diversa temperatura situados a los pies de la ciudad fortificada medieval. Se conserva en las inmediaciones el topónimo aquis.43 Junto con la mención a la existencia de una casa de baños desde época medieval, aparecen referencias ya a estos baños antiguos en Lletget (1857) y González (1867: 60). Lostal (1980: 26), recogiendo información de autores precedentes (Ceán 1832: 158), menciona la existencia de una construcción romana, con una piscina circular que se conservaba en el jardín del balneario moderno (Galiay 1946: 121), donde también aparecieron diversas monedas romanas. Desde 1959 este lugar está sumergido por el embalse de Yesa. En el monasterio de Leire, situado en las proximidades, se localizó un ara votiva reutilizada en su construcción dedicada a las ninfas, con referencia a un aquilegus (ILER 614) que se ha puesto en relación con el balneario (Dupré 1992: 283-284; Blázquez y García-Gelabert 1992: 54-55; Díez de Velasco 1998: 41 y 86-87), aunque hay autores a favor de su origen en el propio monasterio (Mezquiriz y Unzú 2001: 162-163). Tipo de agua: 33 ºC. Sulfurada, sódica, clorurada (Moltó 1992a: 226). Epigrafía: ILER 614 = IRMN 26 = HEp11, 2001, 339. Díez de Velasco (1998: 86-87). 43

En este volumen: «El balneario romano: concepto…».

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Cronología: ¿siglo i d.C.? Bibliografía: Labaña 1610; Limón 1697: 301; Ceán 1832: 158; Madoz 1849: XIV, 756; Rubio 1853: 121; Lletget 1857; González 1867: 60; Lostal 1980: 26; Mora 1981: 53; Dupré 1992a: 282-284; Galiay 1946: 121; Contín 1967; 1992; Blázquez y García-Gelabert 1992: 54-55; Díez de Velasco 1998: 41 y 86-87; Ortiz y Paz 2006: 112-113; Armijo 2006: 114-119; 2007: 67-78.

147. TIJOLA / TIJOLA / ALMERÍA (2) TAGILI? Ante la aparición de una inscripción que menciona la construcción de unas termas para la ciudad de Tagili (Tijola. AE 1979, 352; IRAL 48), se ha considerado su posible vinculación con el manantial mineromedicinal que mana en el lugar de Cela, cuyas aguas hoy en día se aprovechan de forma popular en una gran balsa. Con este manantial también se asoció un ara dedicada a las ninfas (IRAL 49), localizada a finales del siglo xix, perdida (Díez de Velasco 1992a: 391-392; 1998: 86) y recuperada de nuevo, expuesta en el Museo Arqueológico de Almería. Según nuevos estudios (López Medina 2014), podría plantearse la existencia de un complejo salutífero externo a la ciudad dedicado a las ninfas, distinto al descrito en el epígrafe IRAL 48 (que correspondería con un complejo termal higiénico en el ámbito urbano). Este espacio se localizaría en las proximidades del manantial mineral de Cela y asociado al vecino lugar de la Ermita, donde tanto la tradición, como la toponimia (Cela, Lúcar) y los materiales arqueológicos que allí se localizaron (fundamentalmente material constructivo) así lo sugieren. Tipo de agua: 27 ºC. Sulfatada cálcica, ligeramente carbonatada (Prieto Domingo 1985: 2-7. Tomado de López Medina 2014: 526). Epigrafía: Complejo de baños. AE 1979: 352 = IRAL 48; Ninfas. IRAL 49. Cronología: ¿época romana? Bibliografía: Tapia 1982: 226-228; Blázquez y García-Gelabert 1992: 58; Oró 1993b: 215-216; Díez de Velasco 1992a: 390; 1998: 45 y 86; Cressier 2006: 159; López Medina 2014.

148. UNHAIS DA SERRA, CALDAS DA COVILHÃ / UNHAIS DA SERRA, COVILHÃ / CASTELO BRANCO (3) Se menciona la posible presencia de restos romanos en el entorno del manantial (Proença Junior 1910:15), sin precisar más al respecto. Tipo de agua: 28-30 ºC. Sulfuradas, bicarbonatadas, sódicas, fluoruradas (Cruz 1992: 77). Epigrafía: No constatada en las inmediaciones de este manantial Cronología: ¿época romana? Bibliografía: Henriques 1726: 25-26; Proença Junior 1910: 15; Acciaiuoli 1944: IV, 329-331; Frade 1993: 886-887.

149. VIDAGO / VIDAGO-OURA, CHAVES / VILA REAL (3) Se indica la presencia de diversos yacimientos arqueológicos en el entorno del manantial (Frade 1993: 878), sin que se conozcan evidencias arqueológicas asociados a este enclave, ni en las proximidades. Se encuentra a escasos 18 km de la ciudad termal y romana de Chaves, donde sí se localiza un balneario de gran entidad. Tipo de agua: 18 ºC. Bicarbonatadas, sódicas, ferruginosas, fluoruradas (Cruz 1992: 79. 8,7 ºC. vidago 1). Epigrafía: No constatada en las inmediaciones de este manantial. Cronología: ¿época romana? Bibliografía principal: Accuaioli 1940: 35-36; Frade 1993: 878.

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INVENTARIO Y REVISIÓN DE LOS PRINCIPALES ENCLAVES DE AGUAS...

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150. VILLATOYA-FUENTE PODRIDA / VILLATOYA-REQUENA / ALBACETE-VALENCIA (2) Existen menciones puntuales a la antigüedad de estos manantiales (recogidas por Oró 1999: 26-29). Así, Rubio (1853: 225) asegura la explotación de estas aguas por los romanos, sin especificaciones o justificación alguna; o Madoz (1850: XVI, 290) alude a la existencia de un «edificio abovedado con dos pozas para hombres y mujeres». El médico director Chinchilla (1859: 38-39), insiste en su antigüedad indicando la aparición de restos de «lápidas y fragmentos de sepulcros» en las inmediaciones. En este caso concreto, planteamos que los autores están haciendo referencia al balneario de Fuente Podrida, situado en el ayuntamiento de Requena, provincia de Valencia, justo al otro lado del río Cabriel. Tipo de agua: Villatoya (Balneario de la Concepción): 28,1 ºC. Sulfatadas, bicarbonatadas, cloruradas, cálcicas, sódicas. (Maraver y Armino 2010: 136), Fuente Podrida: 17,8 ºC. Sulfatadas, cálcicas, magnésicas y sulfuradas (Maraver y Armijo 2010: 285). Epigrafía: (Fuente Podrida) Funeraria. CIL II 3551; ILER 2885; Abascal 1990:13; Corel 1999: XVII. Cronología: ¿época romana? Bibliografía: Madoz 1850: XVI, 290; Rubio 1853: 225; Chinchilla 1859; Oró Fernández 1999: 38-39.

151. VILLAVIEJA-VILAVELLA / VILLAVIEJA-VILAVELLA / CASTELLÓN (3) El manantial conocido como Font Calda se aprovecha desde el siglo xviii en el Jardín de la Glorieta. En las proximidades, se localiza el balneario que se surte de estas aguas. Tanto Madoz (1850: XVI, 305) como posteriormente Mora (1981: 54) y Blázquez y García-Gelabert (1992: 58) citan la existencia de termas medicinales romanas en este lugar, sin que se aporten datos significativos que permitan confirmar dicha afirmación. Tipo de agua: 37,9 ºC. Mineralización media. Sulfatada, cálcica, magnésica (Maraver y Armijo 2010: 295). Epigrafía: No se constata epigrafía asociada a este manantial. Cronología: ¿época romana? Bibliografía: Madoz 1850: XVI, 305; Mora 1981: 54; Blázquez y García-Gelabert 1992: 58.

152. XUNQUEIRA DE AMBÍA / STA. M.ª LA REAL DE XUNQUEIRA DE AMBÍA / OURENSE (2?) Taboada Leal (1877) menciona la presencia de tres manantiales en las proximidades del núcleo urbano de Xunqueira de Ambía y del río Arnoia. En el primer manantial y en el tercero, al hacer remociones de tierra, se localizaron monedas romanas (Taboada Leal 1877: 263), indicando también que en el último manantial existían todavía indicios de algunas obras de esa antigüedad. Pese a esa noticia, no se conocen más referencias sobre la antigüedad de estos manantiales que están abandonados en la actualidad. Tipo de agua: 23 ºC. Mineralización media, bicarbonatadas, sódicas, fluoruradas (VV.AA. 1995: 172). Epigrafía: no se conoce epigrafía asociada a este manantial. Cronología: ¿romana? Bibliografía: Taboada leal 1877: 261-264; Oró 1993a: 562.

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INVENTARIO Y REVISIÓN DE LOS PRINCIPALES ENCLAVES DE AGUAS...

PRIMEROS RESULTADOS Y REFLEXIONES Aunque a lo largo de este volumen se ha hecho mención a un amplio número de yacimientos estudiados, relacionándolos con su contexto o con los elementos asociados para establecer su comprensión e interpretación, dada la ingente información recogida durante estos años de estudio, hemos creido de interés incluir estas breves y resumidas descripciones como herramienta de trabajo para los interesados en esta temática o para futuros investigadores. Sin embargo, no se trata de un inventario definitivo ni cerrado sino que, como ya hemos indicado, esperamos pueda ser completado, ratificado y ampliado en próximas fases de este proyecto, a raíz de nuevos estudios y excavaciones arqueológicas. Son muchos los aspectos que, además de los indicados en este volumen, se podrían tratar a la luz de la información que hemos recopilado, pero para no extendernos en este capítulo y ya que aparecen desarrollados en otros artículos de ese volumen, querríamos plantear una breve síntesis44 de aquellos aspectos que nos han parecido más significativos, tanto a la hora de los resultados obtenidos, como de las posibilidades de estudio a desarrollar en el futuro. En términos generales, de todo este conjunto, lo primero que se aprecia es la desigual información con la que contamos, ya que por desgracia, ante la falta de excavaciones arqueológicas en la mayoría de estos enclaves y ante la falta de estudios detallados, los datos que manejamos son en muchos casos sesgados y poco representativos. Si bien es cierto que abogamos por la necesidad de realizar prospecciones intensivas en el nacimiento de estos manantiales y en sus inmediaciones, entendemos que se trata de una labor cuando menos utópica ya que las condiciones inherentes a estos enclaves termales (aspectos de propiedad, explotación, uso, reutilización del espacio, destrucción de infraestructuras anteriores, recursos económicos para nuevos estudios, etc) no siempre son los adecuados. De ahí que en un gran número de casos, hemos tenido que centrarnos principalmente en la bibliografía histórica de la que disponemos, que no siempre aporta datos absolutos o fiables sobre la aparición y descripción de materiales o estructuras vinculables a una explotación antigua, lo que limita

44 Primeros resultados, presentados parcialmente en González Soutelo (2012-2013; 2013) y Matilla Séiquer et alii (2012c; en prensa).

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mucho la creación de hipótesis de trabajo dada la falta de datos verificables y contrastables. Lo mismo sucede con las consideraciones cronológicas de estos yacimientos, ya que salvando los escasos ejemplos en los que se han realizado intervenciones arqueológicas científicas de calidad, bajo criterios estratigráficos, en raras ocasiones poseemos una identificación plausible de las fases o etapas presentes en estos lugares, solo apuntadas parcipalmente en algunos casos por la epigrafía o la numismática asociada. Como decíamos en la introducción de este artículo, no dudamos que en muchos manantiales mineromedicinales (de agua fría o caliente) todavía no se haya evidenciado estructuras o materiales que podrían indicar su antigüedad, fenómeno reforzado fundamentalmente por el abandono de estas surgencias, o justamente por el hecho contrario, ya que la reutilización de un recurso tan valioso como el agua mineral pudo haber destruido u ocultado las evidencias existentes, sin que tengamos constancia, en la mayoría de los casos, de aquellas estructuras o materiales asociados. Será así que, desafortunadamente, solo los restos constructivos bien identificados a partir de excavaciones arqueológicas o por un detallado registro, serán los que nos den un testimonio esencial sobre la naturaleza de estos complejos termales. Es ese motivo el que justifica la clasificación propuesta, intentando evidenciar el diferente grado informativo que poseemos en cada uno de estos yacimientos y la problemática existente en su interpretación.

Manantiales con evidencias constructivas Justamente la captación principal es, para nosotros, un elemento esencial para la identificación del uso antiguo de estos manantiales, ya que, como espacio donde mana el agua salutífera, es la razón de ser y punto de partida en la planificación y desarrollo de cualquier aprovechamiento y programa constructivo vinculado a las aguas mineromedicinales. Así, en la península ibérica, tenemos ejemplos de interés sobre esos modelos de captación romana (González Soutelo 2015), cuyo análisis exhaustivo nos está aportando singulares datos sobre la técnica edilicia y funcional en el uso de estas aguas. Apuntamos nuevamente el interés por analizar en mayor profundidad captaciones como las de Carballo, Lugo, Retortillo, Alange, Alhama de Murcia, Fortuna, Fitero o Panticosa, con la posibilidad de incluir en este inventario el recientemente descubierto sistema hi-

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dráulico de Chaves, excelentemente expuesto en esta publicación (Carneiro, en este volumen). Ya a nivel de edificios, afortunadamente en los últimos años se han desarrollado estudios de gran interés en un buen número de enclaves termales que nos están aportando nuevos y ricos datos sobre las singularidades constructivas de estos edificios en la península ibérica. Así, aunque existían intervenciones «arqueológicas» y estudios sobre aquellos enclaves más significativos (por su realidad arquitectónica y arqueológica) ya desde el siglo xix y principios del siglo xx,45 aprovechando en muchos casos las reformas que se estaban haciendo en algunos de estos establecimientos, la realización sistemática de intervenciones arqueológicas en este tipo de yacimientos llevadas a cabo con metodología científica se desarrollaron fundamentalmente entre los años 80 y 90 del siglo pasado, con estudios pioneros en diversos ámbitos de la península. Así, podríamos hablar de estudios en el ámbito catalán (caso de Caldes de Montbui y Caldes de Malavella),46 en el territorio portugués (S. Pedro do Sul),47 en el ámbito gallego (en el balneario de Lugo);48 así como el territorio murciano, (caso de Alhama de Murcia49 o Fortuna),50 que podrían ejemplificar un antes y después en el conocimiento de estos establecimientos termales romanos. El nuevo siglo ha supuesto en ese sentido un sensible incremento en el número de datos existentes en la península sobre esta materia. Como hemos intentado mostrar en este volumen, las excavaciones arqueológicas en muchos de estos enclaves continúan, y si bien no ha sido posible reunir por diversos motivos en esta monografía un recopilatorio sobre todos los enclaves en los que se han realizado nuevas intervenciones 45 Podríamos citar entre otros, las intervenciones realizadas en Carballo (siglo xviii); Alange, Baños de Montemayor, Caldas das Taipas, Caldas de Vizela, Caldes de Montbui, Caldes de Malavella, Fitero, S. Vicente de Pinheiro (siglos xix y principios del xx), por citar algunos ejemplos. 46 A partir de los trabajos de Miró (1987) o Merino, Nolla y Santos (1994), a los que sucedieron otros múltiples estudios de gran interés —ver la bibliografía indicada en estos yacimientos—. 47 Con las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo por H. Frade desde el año 85, que permitieron poner a la luz gran parte del complejo romano. 48 A partir de los trabajos inciados por F. Arias en 1984; E. González y G. Meijide en 1995; F. Hervés y G. Meijide desde 1998. 49 Intervenciones arqueológicas desarrolladas desde los años 90 por J. Baños et alii. 50 Iniciadas por A. Blanco ya en la década de los años 90, aunque no sería hasta el inicios del siglo xxi cuando se reconozca el espacio vinculado al balneario propiamente dicho, bajo la dirección de G. Matilla Séiquer.

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arqueológicas en los últimos años, sí creemos que presentamos un importante representación de algunas de las actuaciones arqueológicas llevadas a cabo sobre todo en este siglo xxi, en donde es necesario destacar el descubrimiento de nuevos edificios que en anteriores inventarios se desconocían. Así, además de los ejemplos arquitectónicos bien estudiados y documentados ya con anterioridad como establecimientos paradigmáticos en la península ibérica: caso de Caldes de Malavella, Caldes de Montbui, Alange, Fitero, Lugo, Baños de Montemayor, S. Pedro do Sul, Caldas de Vizela, Caldas das Taipas, S. Vicente de Pinheiro o Caldas de Monchique,51 afortunadamente en los últimos años se han podido incorporar a este listado otros enclaves arqueológicos recientemente descubiertos, bien a partir de hallazgos documentales (caso del balneario de Carballo) o por nuevas intervenciones arqueológicas (Chaves, As Burgas de Ourense, Archena y Fortuna, fundamentalmente); así como a partir de nuevos y mejores datos sobre otros excepcionales yacimientos, como los de Caldes de Malavella (Girona), Alhama de Murcia o Alange (Badajoz), entre otros, sin que descartemos que en próximos años se puedan testimoniar otros ejemplos que completen este conjunto (Fig. 10).52 Gracias a la participación en este volumen de arqueólogos y técnicos que intervinieron en algunos de estos yacimientos, hemos podido incorporar información inédita sobre esos enclaves, como ejemplo de las más recientes intervenciones arqueológicas; remitiendo también, en el listado precedente, a un breve resumen de otros complejos singulares en los que se indica la bibliografía específica y detallada existente para aquellos establecimientos que ya han sido adecuadamente publicados o están en proceso de hacerlo. Aunque desconocemos en muchos casos la realidad arquitectónica completa de estos complejos (bien porque la mayoría solo han podido ser excavados parcialmente, se encuentran realmente muy alterados por las obras posteriores al haber sido reutilizado el manantial, o la documentación existente no es sufi51 Se debería incluir aquí el ejemplo de S. Vicente de Pinheiro, excavado ya a principios del siglo xx, aunque su estudio ha sido muy limitado, y está en proceso de revisión. 52 Dada su novedad, la planta completa y más actualizada de algunos de estos edificios peninsulares, como sucede por ejemplo en los yacimientos de Chaves y Lugo, no han sido incorporados todavía en el conjunto de plantas que aquí presentamos, pero hemos considerado de interés igualmente incluir aquí su representación parcial (hasta su definitiva publicación), como muestra comparativa de las plantas de edificios romanos conocidos en el ámbito peninsular.

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cientemente satisfactoria), en términos generales y si exceptuamos los ejemplos de enclaves termales ubicados en ámbito propiamente urbano, vinculados a claras funciones administrativas territoriales (capitales conventuales o capitales comarcales, como sucede en el balneario de Lugo o en el balneario de Chaves) o a una función viaria a partir de la creación de mansiones en vías romanas de amplia representabilidad (caso de Caldes de Malavella, Caldas de Reis y probablemente Ourense), la mayoría de los establecimientos termales de los que se conservan restos constructivos de entidad (incluidos en el gupo 1), constituyen enclaves funcionales de carácter extraurbano o de ámbito rural, configurando en muchos casos auténticas villas termales.53 Según el concepto moderno de ese término, se podría definir como tales la mayoría de los edificios conservados (pongamos como ejemplo Caldes de Montbui, Alange, S. Pedro do Sul, Caldas das Taipas, Cuntis, Caldas de Monchique, o Baños de Montemayor, entre otros), como poblaciones surgidas en torno al recurso de las aguas mineromedicinales y cuya principal dedicación, será, al menos inicialmente y según las evidencias arqueológicas disponibles, la de proporcionar un adecuado servicio terapéutico y curativo a través de las aguas. En estas breves reflexiones, no entraremos a detallar aspectos arquitectónicos u organizativos de estos complejos, ya que por una parte, han sido parcialmente tratados en estudios previos,54 y aparecen de alguna forma referida en los diferentes trabajos de este volumen. Asimismo, como es un aspecto que nos parece especialmente trascendente dentro de nuestra línea de estudio, en la actualidad estamos trabajando en la elaboración de un nuevo modelo de análisis, en el que podremos incluir las actualizaciones que

53 Así lo apuntaba ya Miró (1997: 374-375), tomando como referencia la obra de A. Grenier (1960). 54 Aunque ya existían trabajos previos de análisis sobre esas estructuras, presentados de forma teórica (Bonnard 1908; Grènier 1960; Mora 1992; Oró Fernández 1996; Miró 1997; entre otros muchos), no se había realizado una formulación práctica que atendiese a los ejemplos peninsulares en su conjunto, según el modelo planteado por Yegül (1992). Esta temática la hemos desarrollado fundamentalmente desde el año 2006, a partir de la formulación de una tesis doctoral (González Soutelo 2006), con posteriores publicaciones al respecto (González Soutelo 2011; 2012-13; 2012c; 2013a), así como en trabajos colectivos (Peréx et alii 2014). Actualmente, está en marcha la ejecución de una nueva línea de estudio sobre este fenómeno arquitectónico, por lo que esperamos en un breve plazo de tiempo poder aportar nuevas conclusiones para una mejor comprensión sobre la realidad constructiva y funcional de estos establecimientos hispanos, dentro de la diversidad del Imperio Romano.

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se han ido produciendo sobre esta temática,55 sobre todo a partir de la publicación de este volumen, con la intención de poder concretar con mayor detalle el fenómeno termal y constructivo de estos balnearios romanos en su contexto: tanto territorial, como histórico, como social. Sin embargo, en términos generales podríamos hacer algunas valoraciones sobre el conjunto de los edificios termales conservados en la península ibérica: - Por una parte, si bien es cierto que no contamos con un amplio número de ejemplos con una planta bien definida, el conjunto seleccionado de 20 edificios56 descubiertos en Hispania, no dejan de ser un testimonio significativo. - A partir de ese muestreo, en todos estos establecimientos se aprecia la disparidad en las formas de las plantas, siendo en todo caso recurrente el destacado papel que cumplen en estos conjuntos las piscinas centrales. Todas ellas son fundamentalmente de forma rectangular (salvo en el caso de Caldes de Malavella donde la piscina central es prácticamente cuadrada), con la excepción de las piscinas circulares de Alange y Baños de Montemayor —dentro de la misma provincia Lusitania y relativamente próximas—, junto con el singular ejemplo de Fitero, que sin duda difiere del modelo general de estos espacios de baños de época romana. - Es significativo también para el caso hispano el hecho de que, frente a lo que sucede en otros establecimientos repartidos por el Imperio (caso de Montegrotto Terme, Hammat Gader, Aix-les-Bains,

55 Actualizaciones esenciales a raíz de otros estudios realizados en el contexto del Imperio Romano; así como por las últimas intervenciones arqueológicas realizadas en los últimos años en diferentes yacimientos (de lo que es buena muestra este volumen). 56 Número que habría que ampliar hasta 27, si incluimos aquellos establecimientos que deben ser revisados, aunque las evidencias arqueológicas apuntan realmente a la existencia de edificios de época romana. Así, se podría incluir en este grupo el ejemplo de Alhama de Granada, en la que se debe profundizar en su cronología; Caldas de Vizela, con un conjunto de estructuras dispersas, pero claramente vinculadas al uso en baño de las aguas minerales de este lugar; Archena, donde, si bien apenas conocemos el espacio termal romano, se ha podido excavar en su totalidad el espacio identificado como estancias de alojamiento y servicio de los usuarios y dispensadores del complejo; junto con otros yacimientos como Ledesma, Busot, Tiermas y Baños de Zújar —ver descripción—, de los que desgraciadamente no poseemos una planta interpretativa. Tarazona, por sus singularidades constructivas y funcionales, entendidas desde nuestro punto de vista como enclave cultual o santuario a las aguas, debe ser tratado por el momento como una excepción a tener en cuenta aparte —ver en este volumen: «El balneario romano: concepto…» Fig. 2—.

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Casale dei Bagni, por indicar algunos ejemplos), el formato de estas estructuras en Hispania responde siempre a esas dos variaciones (circulares o rectangulares, con la excepción semicuadrada de Caldes de Malavella, o con pequeñas variaciones en tamaño y forma de S. Vicente de Pinheiro), pero en ningún caso encontramos piscinas con formas irregulares o rectangulares con extremos circulares que aparecen en otras provincias del Imperio, elemento que desconocemos si responde a algún criterio concreto funcional, más allá de factores de orden topográfico o estéticos. Igualmente, las dimensiones globales de los edificios son muy diversas y en gran medida de difícil valoración, ya que prácticamente ninguno de los edificios analizados ha sido excavados en su totalidad, y solo conocemos una mínima parte de su extensión total que, o bien ha sido destruida, bien reutilizada en estructuras posteriores que han ocultado esos restos, o aún no han sido totalmente excavadas (póngase el caso de los edificios de Ourense y Baños de Montemayor, como ejemplos más significativos de la reducida escala excavada de lo que deben representar estos establecimientos). De ahí que si bien, con los datos con los que contamos por el momento, se aprecia inicialmente un mayor tamaño en aquellos edificios asociados a ámbitos urbanos o a ciudades concretas con posible estatuto municipal (caso de Lugo, Chaves, Alange o Caldas de Montbui), como por otra parte es lógico como respuesta a una mayor afluencia y capacidad edilicia, no en todos los yacimientos existen datos suficientemente representativos para poder establecer patrones adecuados de comparación. En todo caso, el único elemento que sí puede ser utilizado para establecer una comparación entre estos establecimientos termales, es el tamaño de las piscinas presentes en estos complejos, para considerar aspectos relativos a las dimensiones y monumentalidad de los edificios, así como para analizar la posible afluencia de bañistas a estos enclaves —aspecto tratado en Matilla sobre las vías romanas, en este volumen—. En términos generales, como ya mencionamos en trabajos anteriores57 podríamos así hablar de piscinas circulares de dimensiones variables

57 Ya en González Soutelo (2013) establecíamos esa comparación, a lo que tenemos que incorporar los nuevos datos de las recientes intervenciones arqueológicas.

Anejos de AEspA LXXVIII

desde 7 m: 5,7 m —base de piscina— y 4,8 m de diámetro (en Caldas das Taipas, Alange y Baños de Montemayor, respectivamente); o piscinas rectangulares entre 13,98 x 9,02 m de Chaves —Piscina B, ver Carneiro en este volumen: «New Data…»—, 15 x 7 m en Fortuna, 20,6 x 9 m en S. Pedro do Sul —piscina exterior—; 1,6 x 6,6 m en la piscina mayor de Caldes de Montbui, o 9,7 x 9,3 m en Caldes de Malavella, entre otros ejemplos, dando la idea de grandes espacios de baño común,58 dotados en muchos casos de escalones periféricos que permitirían el descanso y la toma del baño de forma pausada, como es aconsejable para el uso de la mayoría de las aguas minerales. - En todos estos edificios sin duda es significativo el hecho de que podamos precisar en términos generales una cronología de inicios del siglo i d.C. para su primera configuración arquitectónica monumental, si bien es cierto que en el ámbito oriental de la provincia Tarraconense se empiezan a evidenciar testimonios arquitectónicos de una primera fase republicana bajo estas construcciones, que se podría remontar a principios del siglo i a.C.59 El fenómeno de abandono de estos establecimientos será en todo caso circunstancial, derivado de múltiples factores (de tipo natural, como terremotos o riadas —caso de Archena—; incendios; desvío de la surgencia —Fortuna y Alhama de Murcia—; o destrucciones progresivas y reutilización de las estructuras existentes), sin que en ningún caso pueda sugerirse que se hubiese abandonado el/los manantial/es minerales y sus propiedades salutíferas ya que estas aguas, sin excepciones, siguieron siendo apreciadas y utilizadas de forma continua hasta la actualidad. Aparte del análisis arquitectónico de los edificios reconocibles (que como hemos indicado, está en proceso de desarrollo para una segunda fase de este proyecto), en relación con las aguas empleadas en estas construcciones, llama la atención también el hecho de que los establecimientos de baños conservados e identificados, así como los enclaves de los que 58 Construcción recurrente y de dimensiones similares a los presentes en otras áreas del Imperio Romano (ver, por ejemplo, algunos de los ejemplos valorados en Yegül 1992; González Soutelo 2011a; Miró 2011). 59 Como así se ha constatado fundamentalmente, por excavación arqueológica, en Caldes de Malavella (Llinàs et alii 2004: 71; Llinàs y Nolla 2012: 104) y Fortuna (Matilla 2004: 14-18).

Anejos de AEspA LXXVIII

INVENTARIO Y REVISIÓN DE LOS PRINCIPALES ENCLAVES DE AGUAS...

tenemos una mayor información (grupo 1), están mayoritariamente aprovechando manantiales de elevada temperatura (hipertermales —más de 37 ºC— en un 69 %; siendo el 87 % de los casos, si consideramos temperatura superior a los 30 ºC), con la notable excepción, entre los establecimientos identificados, del balneario de Alange que presenta aguas hipotermales aunque con fuerte mineralización,60 o ya con aguas frías (menos de 20 ºC), el establecimiento de S. Vicente de Pinheiro, cuya planta está en proceso de revisión; las Fuentes Tamáricas, si las consideramos dentro de este grupo; o el yacimiento de Tarazona, sobre el que ya hemos indicado nuestras dudas interpretativas. En los demás casos, tomando como grupos de análisis las categorías 1 y el 2 (Fig. 11) por su mayor fiabilidad, constatamos que las aguas hipertermales son predominantes, aunque el dato sobre temperatura se diluye al incluir enclaves con mayores dudas interpretativas (categoría 2), siendo solo significativo el porcentaje si consideramos aquellos enclaves de temperatura superior a 30 ºC, donde el predominio es del 55  %. Es así que al ampliar nuestro muestrario más allá de aquellos establecimientos con evidencias constructivas o muy fiables, se comprueba también un significativo incremento en el número de manantiales hipotermales que presentan evidencias arqueológicas, con respecto al porcentaje que comprobábamos exclusivamente en el grupo 1, algo que sin duda debe ser tenido en cuenta en futuros estudios. Consecuentemente, es en el caso de las aguas frías donde la dificultad de valoración sobre su aprovechamiento y funcionalidad en época antigua es mayor, sobre todo en aquellos que no presentan elementos reconocibles de forma empírica (color u olor, principalmente) para ser consideradas minerales (y por lo tanto, salutíferas), tanto por su baja mineralización y/o temperatura, aspecto que seguramente dificultaba su percepción por parte de sus posibles usuarios. Igualmente, en muchos casos, estas aguas frías estarían fundamentalmente destinadas a su aprovechamiento en forma de bebida, por lo que no sería necesitario crear grandes infraestructuras para poder utilizarlas, salvo aquellos manantiales en los que se aconsejase su uso en forma de baño dada su composición,61 o bien 60 Balneario muy concurrido, incluso en la actualidad, por las propiedades de sus aguas y la eficacia de sus tratamientos. 61 Recordemos que sobre todo desde el siglo I d.C. fue también habitual el empleo de estas aguas frías en la práctica del baño terapéutico, a partir de la conocida referencia a la curación de Augusto en Hispania tomando baños fríos según el consejo de su médico Musa (Suet. Aug. 8, 1, 1; Dio. Cas. 53, 30, 1-4).

571

por su excepcional ubicación, cubriendo posiciones estratégicas tanto desde el punto de vista territorial, social o cultural. En relación con los datos relativos a la composición de estas aguas, en términos generales se aprecia un claro predominio de las aguas bicarbonatadas, sódicas, sulfuradas, tanto en términos generales como en el caso específico de las categorías 1 y 2. Sin embargo, apuntamos esta apreciación de forma anecdótica, ya que, cada vez más, consideramos que es un factor a tomar con cautela y que es necesario estudiar en detalle con especialistas en hidrología médica, habida cuenta que los porcentajes y criterios de caracterización y descripción para definir en la actualidad cada tipo de agua varían en función de cada país, así como del manantial preciso en el que se ha tomado la medición y cómo se ha realizado (puesto que no siempre se corresponde con el manantial que pudo haber sido aprovechado en época romana).

Evidencias epigráficas Como se ha visto en un significativo número de artículos en este volumen, la presencia de elementos epigráficos (fundamentalmente votivos) junto a un manantial mineromedicinal es sin duda uno de los elementos más fiables para su identificación como enclave de aprovechamiento y uso de estas aguas minerales naturales en la antigüedad. Como ya han apuntado diversos autores,62 resulta esencial el hecho de que se verifique con seguridad la relación de esos epígrafes (fundamentalmente votivos) con los espacios de aguas, para no introducir errores en cuanto al culto o valoración de esos manantiales. Sin embargo, no siempre es sencillo poder concretar la procedencia exacta de esos materiales ya que, salvo en los contados ejemplos en los que se han localizado in situ, en su mayoría responden a epígrafes descontextualizados o en posición secundaria, de muy variable identificación. Respecto a la epigrafía no votiva aparecida en el entorno de los balnearios (especialmente conmemorativa y funeraria) la falta de excavaciones arqueológicas hace que sea muy problemática su asociación con las aguas mineromedicinales. Puede ser el caso de Alhama de Granada, Alange o Santaella. Sin embargo 62 Se trata de un factor que se postula en la mayoría de las obras sobre esta materia, aunque no siempre es fácil discriminar los materiales (por ejemplo, Díez de Velasco 1998: 17), existiendo la tendencia a incluir todos aquellos ejemplos antes de poder dejar fuera algún testimonio significativo.

572

Anejos de AEspA LXXVIII

SILVIA GONZÁLEZ SOUTELO Y GONZALO MATILLA SÉIQUER

N.º

Lugar

75

Carballo, Baños Vellos de

49

Parroquia / Freguesía S. Xoán de Carballo

Municipio / Câmara Municipal

Provincia / Distrito



Composición

País

CAT

Sulfurada, sulfatada, bicarbonatada, sódica

ESP

1

Sulfatada, cálcica, magnésica, sódicas

ESP

1

Bicarbonatada, sódica, cálcica

ESP

1

Carballo

A Coruña

36,3

Busot

Aigües de Busot

Alicante

41

4

Alange

Alange

Badajoz

24,8

74

Caldes de Montbui

Caldes de Montbui

Barcelona

73

Clorurada, sódica

ESP

1

56

Caldas das Taipas Caldas das Taipas

Caldelas

Guimarães

Braga

30

bicarbonatada, sódica, fluorurada

POR

1

69

Caldas de VizelaVizella

S. João y S. Guimarães Miguel das Caldas

Braga

65

Sulfurada, bicarbonatada, POR sódica, fluorurada

1

33

Baños de Montemayor

41,8

Sulfurada, bicarbonatada, ESP sódica

1

66

Caldas de Monchique

Bicarbonatada, sódica, fluorurada

1

73

Baños de Montemayor

Cáceres

Monchique

Faro

Caldes de Malavella

Caldes de Malavella

Girona

50,9

7

Alhama de Granada

Alhama de Granada

Granada

40,5

40

Baños de Zújar o Benzalema

Zújar

Granada

40

123 Panticosa

Panticosa

Huesca

51

58

Boñar

León

23

Lugo

Lugo

42,1

Monchique

Caldas de Boñar

113 Lugo

Lugo

32

POR

Bicarbonatada, clorurada, ESP sódica Sulfatada, bicarbonatada, cálcica, magnésica, ESP sódica Sulfurada, carbonatada, ESP sódica Sulfurada, silicatada, radiactiva

1 1 1

ESP

1

ESP

1

ESP

1

ESP

1

ESP

1

ESP

1

Clorurada, sulfatada, ESP sódica, cálcica, radiactiva

1

Bicarbonatada, sódica, cálcica Sulfurada, radioactiva, bicarbonatada, sulfatada, sódica Carbonatada, cálcica, sulfatada, sódica, magnésica Clorurada, sódica, sulfurada Clorurada, sulfatada, sódica, radiactiva

8

Alhama de Murcia

Alhama de Murcia

Murcia

44

10

Archena

Archena

Murcia

52

85

Fortuna

Fortuna

Murcia

44,5

23

Baños de Fitero

Fitero

Navarra

45,4

19

Baños de Bande

S. Xoán de Baños Bande

Ourense

46

Bicarbonatada, sódica, fluorurada, litínica

ESP

1

Sta. Mª. Riocaldo

Lobios

Ourense

72,6

Bicarbonatada, sódica, fluorurada

ESP

1

122 Ourense, As Burgas Ourense

Ourense

Ourense

64

Bicarbonatada, sódica, fluorurada, litínica

ESP

1

96

Fuentes Tamáricas

Velilla del Río Carrión

Palencia

¿Sulfurada?

ESP

1?

68

Caldas de Reis

Sta. Mª. de Caldas Caldas de Reis

Pontevedra

45,8

Clorurada, bicarbonatada, sódica

ESP

1

63

Caldas de Cuntis

Sta. María de Cuntis

Cuntis

Pontevedra

50,3

Sulfurada, bicarbonatada, ESP clorurada, sódica

1

134

S. Vicente do Pinheiro

Pinheiro

Penafiel

Porto

18

Sulfurada, bicarbonatada, POR sódica, fluorurada

1

126 Riocaldo

Fig. 11. Tabla con los enclaves analizados ordenados por categoría, provincia/distrito y municipio/cámara municipal.

Anejos de AEspA LXXVIII

N.º

Lugar

INVENTARIO Y REVISIÓN DE LOS PRINCIPALES ENCLAVES DE AGUAS...

Parroquia / Freguesía

Municipio / Câmara Municipal

Provincia / Distrito



107 Ledesma

Ledesma

Salamanca

47

34

Retortillo

Salamanca

43,4

La Luisiana

Sevilla

Baños de Retortillo

104 La Luisiana 78

Chaves

Chaves

Vila Real

73

Caldas de Lafões

S. Pedro do Sul

Viseu

67

Alhama de Aragón

Zaragoza

31,3

135 Tarazona

Tarazona

Zaragoza

17

13

Agramón-Hellín

Albacete

20

150 Villatoya, Baños de

Villatoya

Albacete

29

38

Baños de Tus

Yeste

Albacete

24,8

5

Alhama de Almería

Alhama de Almería

Almería

47,6

9

Alhamilla, Baños de Sierra

Pechina

Almería

51,3

Tijola

Almería

27

Caldes de Estrac

Barcelona

36,7

La Garriga

Barcelona

52,4

6

Alhama de Aragón

Azaraque

147 Tijola 72

Caldes d’Estrac o Caldetes

103 La Garriga 59 1 70

Caldas de Caldelas, Santiago de de Rendufe, do Río Amares Caldelas Alvito Sta Eulália de Río Águas Santas Barcelos Covo

130 S. Gregorio

Brozas

Cáceres

18,2

128 Salugral, el

Hervás

Cáceres

17

Plasencia

Cáceres

19,5

Villacarriedo

Cantabria

33

Isla Plana

Cartagena

28-30

120 Ontaneda y Alceda 29 86

Baños de la Marrana Fuencaliente

101 Horcajo de Lucena

Fuencaliente

Ciudad Real

Lucena

Córdoba

47

36,8 19

CAT 1 1

ESP

1?

POR

1

POR

1

ESP

1?

ESP

1

ESP

2

ESP

2

ESP

2

ESP

2

ESP

2

ESP

2

ESP

2

ESP

2

POR

2

ESP

2

POR

2

ESP

2

ESP

2

ESP

2

Sulfurada, sódica, cálcica ESP

2

ESP

2

ESP

2

ESP

2

Bicarbonatada, sódica, fluorurada, gasocarbónica Sulfurada, bicarbonatada, sódica, fluorurada Bicarbonatada, sulfatada, clorurada, cálcica, magnésica, sódica Bicarbonatada, sulfatadas cálcica Clorurada, sulfatada, sódica, magnésica Sulfatada, cálcica, ferruginosa, carbonatada Clorurada, bicarbonatada, sódica Radiactiva, Bicarbonatada, sulfatada, cálcica, magnésica Bicarbonatada, clorurada, sulfatada, sódica Sulfatada cálcica, carbonatada Radioactiva, clorurada, bicarbonatada, sódica Bicarbonatada, clorurada, sódica Bicarbonatada, cálcica, fluorurada

Braga Braga

Baños de Valdelazura

Vilar da Veiga

33

Terras de Bouro

39

Caldas do Gerês

Braga

País

Sulfurada,bicarbonatada, ESP clorurada, sódica Sulfurada, radiactiva, bicarbonatada, clorurada, ESP sódica Bicarbonatada fría

Sta Mª. Maior

133 S. Pedro do Sul

Composición

573

Bicarbonatada, sódica, fluorurada Sulfurada, radiactiva, clorurada, sódica Sulfurada, bicarbonatada, sódica Bicarbonatada, alcalina, clorurada, sódica

Bicarbonatada, magnésica, cálcica y sódica Clorurada, sódica, sulfatada

Fig. 11. Tabla con los enclaves analizados ordenados por categoría, provincia/distrito y municipio/cámara municipal (continuación).

574

Anejos de AEspA LXXVIII

SILVIA GONZÁLEZ SOUTELO Y GONZALO MATILLA SÉIQUER

N.º

Lugar

Parroquia / Freguesía

Municipio / Câmara Municipal

Provincia / Distrito



48

Buendía, aguas de

Buendía

Cuenca

29?

26

Baños de GraenaAlhama de Guadix

Graena

Granada

41,6

La Malahá

Granada

29,8

Villanueva de las Torres

Granada

33,9

Sacedón

Guadalajara

29

Guadalajara

27,2

105 La Malahá-La Malá Baños de Alicún de las Torres

18

127 Sacedón

Baños de Trillo, Balneario de Carlos Trillo III 14 Banhos de Ariola Outeiro dos Gatos Meda Termas do Cró, Rapoula do Côa, 143 Sabugal Caldas de Cró Seixo do Côa 37

Guarda

22

Sigüés

Zaragoza

33

Canena

Jaén

20

Jamilena

Jaén

fría

Monte Real

Leiria

Leiria

18,5

Lisboa

Lisboa

Lisboa

32

146 Tiermas 129 31 67

S. Andrés, Fuencaliente Baños de la Salvadora Caldas de Monte Real

111 Lisboa

Guarda

Composición

País

CAT

ESP

2

ESP

2

ESP

2

ESP

2

ESP

2

Sulfatada, cálcica, magnésica

ESP

2

Sulfurada

POR

2

Sulfurada, sódica

POR

2

sulfatada, cálcica, magnésica Sulfatada, cálcica, magnésica Sulfatada, cálcica, magnésica Sulfatada, cálcica, magnésica Sulfatada, cálcica, magnésica

Sulfurada, sódica, ESP clorurada Bicarbonatada, sulfatada, ESP sódica, magnésica Clorurada, sódica Sulfurada, sulfatada, sódica Sulfurada, cálcica, clorurada Sulfurada, ferruginosa Bicarbonatada, cálcica, ferruginosa, clorurada, sódica Clorurada, sódica, cálcica Radiactiva, bicarbonatada, sódica

2 2

ESP

2

POR

2

POR

2

ESP

2

ESP

2

ESP

2

ESP

2

12

Arties

Arties

Lleida

43

20

Baños de Carraclaca

Lorca

Murcia

20

Ibero

Navarra

20

Baños de Molgas

Ourense

46,4

Xunqueira de Ambía

Ourense

23

bicarbonatada, sódica, fluorurada

ESP

2

Baños de Cerrato

Palencia

16?

Sulfatada

ESP

2

Fronteira

Portalegre

21

Sulfurada, clorurada, sódicas

POR

2

Sulfurada, sódica

POR

2

102 Ibero 32

Baños de Molgas

152

Xunqueira de Ambía

21

Baños de Cerrato Cabeço de Vide,

50

82

60 54

S. Salvador de Baños de Molgas Sta. Mª a Real de Xunqueira de Ambía

Cabeço de Vide lugar da Sulfúrea Fadagosa de Marvão, Herdade do Pereiro Caldas de CanavesesCanavezes Caldas da Saúde o Caldinhas

83

Font de n’Horta?

64

Caldas de Moledo

Santo António das Marvão Areias

Portalegre

Caldas, Sobre-oTãmega

Marco de Canavezes

Porto

30

Sulfurada, fluorurada, bicarbonatada, sódica

POR

2

Areias

Santo Tirso

Porto

26,5

Sulfurada, clorurada, sódica, fluorurada

POR

2

La Torre de l’Espanhol

Tarragona

ESP

2?

Peso da Régua

Vila Real

Sulfurada, bicarbonatada, POR sódica, fluorurada

2

Oliveira, Fontenlas-Mesâo Frio

45

Fig. 11. Tabla con los enclaves analizados ordenados por categoría, provincia/distrito y municipio/cámara municipal (continuación).

Anejos de AEspA LXXVIII

N.º

Lugar

INVENTARIO Y REVISIÓN DE LOS PRINCIPALES ENCLAVES DE AGUAS...

Parroquia / Freguesía

Municipio / Câmara Municipal

Provincia / Distrito



Composición

575

País

CAT

119 Ntra. Sra. de Orito

Monforte del Cid

Alicante

14

Clorurada, sódica

ESP

3

98

Guardias Viejas

El Egido

Almería

40

Sulfatadas cálcicas

ESP

3

88

Fuente de la Mortera, S. Juan de Tremañes

Gijón

Asturias

14

Bicarbonatada, sulfatada, ESP cálcica, magnésica

3

91

Fuente del Álamo

Burguillos del Cerro

Badajoz

ESP

3

118 Nava

Cabeza de Buey

Badajoz

¿Ferruginosa?

ESP

3

93

Fuente del Caballo

Talavera de la Reina

Badajoz

¿Sulfurada?

ESP

3

47

Braga

MaximinosCividade

Braga

Braga

Sulfurada

POR

3

Ribeira de Pena

Viana do Castelo

Braga

sulfurada

POR

3

Sampaio

Vila Flor

Bragança

Carbonatada sódica

POR

3

61 43

Caldas de Cavez, Quinta da casa da Ponte Bem Saúde, Horta da Vilariça

fría

15

17

87

Fuente Blanca

Valencia de Alcántara

Cáceres

¿Ferruginosa?

ESP

3

46

BornosFuencaliente-Fuente de la Sarna

Bornos

Cádiz

Sulfurada

ESP

3

24

Baños de Gigonza

S. José del Valle

Cádiz

Clorurada, sódica, sulfurada

ESP

3

121 Otañes

Castro Urdiales

Cantabria

ferruginosa

ESP

3

Baños de la 28 Hermida Unhais da Serra, 148 Caldas da Covilhã Termas de 140 Monfortinho Termas da Fonte 138 Santa das Águas

La HermidaPeñarrubia, Potes Unhais da Serra

Covilhã

Monfortinho

Idanha-a-Nova

Águas

Penamacor

151 Villavieja-Vilavella

Cantabria Castelo Branco Castelo Branco Castelo Branco

20

51,2 28

3 3

26

Hiposalina, silicatada

POR

3

15

Sulfurada

POR

3

ESP

3

POR

3

ESP

3

VillaviejaVilavella

Castellón

37,9

Soure

Coimbra

28

15

Banhos da Azenha, Vinha da Rainha Pedrógão do Pranto

35

Baños de Santaella

Santaella

Córdoba

18

Fuente de los Baños

Albalate de las Nogueras

Cuenca

fría

89

Clorurada, sódica, ESP radioactiva Sulfurada, bicarbonatada, POR sódica, fluorurada

Sulfatada, cálcica, magnésica Clorurada, bicarbonatada, sódica Sulfurada

ESP

3

ESP

3

17

Baños de Alcantud

Alcantud

Cuenca

12,4

Sulfatada, cálcica, magnésica

45

Beteta-Baños de la Rosa

Beteta

Cuenca

25,5

Salinas, ferruginosas

ESP

3

41

Baños del Salobral

Enguidanos

Cuenca

Sulfuradas

ESP

3

95

Fuente Redonda de Uclés

Uclés

Cuenca

ESP

3

36

Baños de Sierra Elvira

Atarfe

Granada

30

ESP

3

Mantiel

Guadalajara

19

ESP

3

115 Mantiel

Sulfatada, clorurada, cálcica, sódica, magnésica Clorurada, sódica, sulfatada, cálcica

Fig. 11. Tabla con los enclaves analizados ordenados por categoría, provincia/distrito y municipio/cámara municipal (continuación).

576

Anejos de AEspA LXXVIII

SILVIA GONZÁLEZ SOUTELO Y GONZALO MATILLA SÉIQUER

N.º 22

Lugar

Parroquia / Freguesía

Baños de Córcoles

52

Caldas da Cavaca

Termas de Santo António / quinta 142 dos Banhos de S. António Caldas de 62 Manteigas, Lugar das Caldas 112 Longroiva

Municipio / Câmara Municipal Sacedón

Provincia / Distrito



Guadalajara

27?

¿Ferruginosa?

Composición

País

CAT

ESP

3 3

Pinheiro da Cortiçada

Aguiar da Beira

Guarda

28

Sulfurada,bicarbonatada, POR sódica, fluorurada

Forno Telheiro

Celorico da Beira

Guarda

17

Sulfurada, sódica

POR

3

S. Pedro

Manteigas

Guarda

43

Sulfurada,bicarbonatada, POR sódica, fluorurada

3

Longroiva

Sulfurada, férrica

POR

3

ESP

3

ESP

3

ESP

3

Meda

Guarda

79

Cortijo del Ahorcado

Baeza

Jaén

30

Baños de la Muela

Linares

Jaén

fría

11

Arnedillo

Arnedillo

La Rioja

49,3

Cornago

La Rioja

14

Sulfurada

ESP

3

Sulfurada cálcica

ESP

3

POR

3

Clorurada, sódica

POR

3

Sulfurada, clorurada, sulfatada, sódica, cálcica

POR

3

POR

3

ESP

3

POR

3

POR

3

POR

3

ESP

3

ESP

3

124 Pazana, La 97

Grávalos

Grávalos

La Rioja

16

Cós-Coz

Alcobaça

Leiria

19?

84

Fontes Salgadas de Batalha

Brancas

Batalha

Leiria

53

Caldas da Rainha

Nossa Senhora do Caldas da Rainha Pópulo

Leiria

108

Leiria, Fonte Quente

Leiria

Leiria

Leiria

92

Fuente del Azufre

Ponferrada

León

125 Póvoa de Cós

Termas de Santa 141 Marta Termas do Vimeiro 144 ou Fontes Santas

33

Sulfurada

Eiriceira

Mafra

Lisboa

39,5

Maceira

Torres Vedras

Lisboa

20

145 Termas dos Cucos

Mataçães

Torres Vedras

Lisboa

35

99

S. Xoán de Lagostelle

Guitiriz

Lugo

100 Guntín

S. Salvador de Francos

Guntín

Lugo

132 S. Xoán de Loio

S. Xoán de Loio

Paradela

Lugo

71

Guitiriz

Caldes de Boí o Bohí

109 Les 76 27 90

Carratraca-Baños de Ardales Baños de la Hedionda-Casares Fuente de Piedra

131 S. Joán de la Font

Bicarbonatada, cálcica, magnésica Clorurada, sulfatada, sódica, radiactiva

13,9

Clorurada, carbonatada, radioactiva Clorurada, bicarbonatada, sódica Clorurada, sódica, fluorurada Sulfurada, radiactiva, bicarbonatada, sulfatada, sódica ¿Sulfurada?

Barruera

Lleida

44,6

Les

Lleida

30

ESP

3

Sulfurada, radiactiva, sulfatada, clorurada, sulfatada, bicarbonatada, sódica

ESP

3

¿Sulfurada, alcalina?

ESP

3

ESP

3

ESP

3

Sulfatada, magnésica, cálcica Sulfurada, cálcica, silicatada

CarratracaArdales

Málaga

19

Casares

Málaga

22,5

Fuente de Piedra

Málaga

20

¿Sulfatada?

ESP

3

Campos

Mallorca

37

Clorurada, sódica

ESP

3

Fig. 11. Tabla con los enclaves analizados ordenados por categoría, provincia/distrito y municipio/cámara municipal (continuación).

Anejos de AEspA LXXVIII

N.º

Lugar

INVENTARIO Y REVISIÓN DE LOS PRINCIPALES ENCLAVES DE AGUAS...

Parroquia / Freguesía

Baños de Gilico, Baños de S. José, Baños de la Marranica

25

51

Cabreiroá y Fontenova

44

Bembibre

77

Catoira, balneario Laxinias y Fonte das Torres

81 137 114 110 80 42 94

139

Caldas das Murtas / Colégio sâo Gonçalo Entre-os-Rios, Torre Tejares Mação, Ladeira Linares del Arroyo Duratón-Fuente de la Salud Bellús Fuente OncaladaHoncalada, Foncalda Termas de Melgaço, Caldas da quinta do Peso



Murcia

fría

Mula

Murcia

38

Ourense

50

Verín

Ourense

17

Viana do Bolo

Ourense

15

Pontevedra

13

MondarizBalneario

Pontevedra

16,4

Sta. Mª Madalena

Amarante

Porto

17

Portela ou Eja

Penafiel

Porto

18

Envendos

Los Tejares Mação Maderuelos

Salamanca Santarém Segovia

24 21

Sepúlveda

Segovia

Bellús

Valencia

Wamba

Valladolid

Paderne

Melgaço

Viana do Castelo

Sta. Baia de Laias Cenlle S. Salvador de Cabreiroá y Sta Mª Maior Sto. Andrés de Bembibre

Sta. Baia de Oeste Catoira

116 Mondariz-Balneario

55

Provincia / Distrito

Calasparra

117 Mula 106 Laias

Municipio / Câmara Municipal

Composición

Fluorurada

577

País

CAT

ESP

3

Carbonatada, sulfatada, ESP ferruginosa, sódica Sulfurada,bicarbonatada, ESP sódica Bicarbonatada, sódica

ESP

Sulfurada,bicarbonatada, ESP sódica y fluorada Sulfatada, clorurada, sódica, fluorurada, ESP sulfurada Carbogaseosa,radiactiva, bicarbonatada, clorurada, ESP sódica Sulfurada, sódica

POR

Sulfurada, bicarbonatada, POR sódica, fluorurada ESP Sulfurada POR Sulfatada, sódica ESP

3 3 3 3 3

3

3 3 3 3 3

ESP

3

ESP

3

ESP

3

16

Sulfurada, bicarbonatada, POR sódica, fluorurada

3

28

Bicarbonatada, litínica

65

Caldas de Monção

Monção

Monção

Viana do Castelo

33

Sulfurada, bicarbonatada, POR sódica, fluorurada

3

3

Águas Santas, Caldas Santas o Caldas de Carvalhelos

Beça

Boticas

Vila Real

22

Bicarbonatada, sódica

POR

3

Vidago-Oura

Chaves

Vila Real

18

Bicarbonatada, sódica, ferruginosa, fluorurada

POR

3

Aricera e Goujoim

Armamar

Viseu

13

Radioactiva, sulfurada, sódica

POR

3

Nagosa

Viseu

¿Sulfurada?

ESP

3

149 Vidago Tedo, Fonte de D. 136 Moira, QuintaCaldas da Moura Águas Santas da 2 Nagosa 57

Caldas de Aregos

Anreade, Miomães

16

Banhos de Alcachafe

S. João de Lourosa

Resende

Viseu

61

Viseu

Viseu

28

Sulfurada, bicarbonatada, POR sódica, fluorurada Clorurada, bicarbonatada, sódica, POR fluorurada

Fig. 11. Tabla con los enclaves analizados ordenados por categoría, provincia/distrito y municipio/cámara municipal (continuación).

3 3

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Anejos de AEspA LXXVIII

Fig. 12. Distribución de las evidencias epigráficas vinculadas a los manantiales incluidos en este inventario.

las noticias precisas acerca del lugar del hallazgo o las lápidas encontradas en algunas excavaciones arqueológicas no dejan dudas acerca de la conexión de inscripciones no votivas con las aguas curativas y sus infraestructuras. Si en Monte Real, sin estructuras referenciadas, la aparición junto al manantial de un ara dedicada a Fons, Fontana o Fortuna no ofrece dudas acerca del uso romano de las aguas sulfatadas del lugar, en Archena tampoco se puede dudar de dos incripciones conmemorativas halladas junto al manantial en el siglo xvii, ni de dos funerarias exhumadas en las excavaciones del área de servicios. Para este inventario hemos recogido fundamentalmente todos los epígrafes votivos y no votivos (Fig. 12) que de una forma u otra aparecen asociados a los manantiales aquí presentados, expresando en todo caso nuestras dudas en aquellos casos que no sea clara su vinculación, algo que se verá completado en los trabajos de A. Redentor, J. Olivares e I. Velázquez en este volumen. Además, cabe mencionar que un grupo de los integrantes de este proyecto está justamente trabajando en un corpus de epigrafía relacionada con

los balnearios, cuyos resultados esperamos se puedan ofrecer pronto.

Evidencias numismáticas Al igual que sucedía en el caso de las evidencias epigráficas, en todos estos yacimientos uno de los principales testimonios de su ocupación es la localización de monedas junto a las aguas que de una u otra forma puedan indicar una cronología aproximada de la presencia de individuos junto a estos manantiales en época romana (Fig. 13). La mayor dificultad se plantea, sin duda, en el hecho de poder considerar dichos hallazgos numismáticos como stipes u ofrendas a los manantiales, ya que fundamentalmente contamos solo con referencias puntuales a la aparición de monedas sin que se especifique el lugar detallado de aparición. En otros casos, la mención es algo más precisa aunque no siempre fácilmente vinculable al manantial, por lo que podrían tratarse de depósitos o abandonos causales sin que

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INVENTARIO Y REVISIÓN DE LOS PRINCIPALES ENCLAVES DE AGUAS...

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Fig. 13. Distribución de los hallazgos numismáticos vinculados a los manantiales incluidos en este inventario.

respondan a una relación directa con el uso y culto de estas aguas. Así, como ya apuntaba Abad Varela (1992), es necesario tener en cuenta este dato para la interpretación de estos hallazgos, y refutamos la consideración de que se debe establecer solo como exvotos u ofrendas a los manantiales la aparición específica de un considerable conjunto de monedas fundamentalmente situadas en el manantial principal o en el espacio central del establecimiento vinculado con las estancias más representativas del mismo o que de alguna forma hayan podido identificar con espacios vinculados a una o varias divinidades. En ese sentido, consideramos que sin duda, dentro de este grupo podríamos incluir, por ejemplo, por su localización y elevado número de ejemplares, los hallazgos de numismas en Cuntis, Ontaneda y Alceda, Termas do Cró o Fortuna, con mayores dudas en los ejemplos de Panticosa, Caldas do Gerês o Retortillo, entre otros. Igualmente, otro factor que no podemos olvidar es el hecho de que las monedas, además de su consideración como ofrendas o los datos cronológicos

que puedan aportar, son un elemento de primer orden para plantear la procedencia de los usuarios de las aguas mineromedicinales a partir de los datos que se pueden rastrear de la circulación monetaria, por lo que incidimos en la importancia de incluir en las descripciones de los nuevos hallazgos, toda la información disponible sobre este tipo de materiales. Como hemos visto, estos son solo algunos de los muchos aspectos que están siendo analizados en detalle y desde una perspectiva interdisciplinar sobre la explotación y uso de las aguas minerales naturales en Hispania, ya que la comprensión del fenómeno del termalismo como es obvio no solo responde a criterios arqueológicos (testimonios en los que nos hemos centrado en este volumen, dentro de esta primera fase del proyecto), sino también a condicionantes topográficos, hidrogeológicos, culturales y naturales muy diversos, que de una u otra forma se han ido mencionando a lo largo de esta publicación, pero que necesitan un estudio monográfico específico para poder profundizar en cada una de esas facetas.

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Por lo tanto, para dar un segundo paso en nuestra investigación, hemos creido necesario empezar por mostrar un estado general sobre el conocimiento arqueológico del termalismo antiguo en la península, que nos permita valorar los datos que tenemos y analizar hacia donde debemos encaminar nuestra investigación, para ir progresivamente asentando el estudio del termalismo antiguo en la península ibérica. Creemos que este inventario es un primer paso firme para que en un futuro inmediato se puedan plantear los elementos de comparación y valoración que nos permitan contrastarlos con otras áreas del Imperio Romano,63 siendo conscientes de las particularidades intrínsecas de la dinámica cultural e histórica de cada territorio y de las diferentes manifestaciones que el termalismo ha presentado desde época romana hasta nuestros días.

AGRADECIMIENTOS La realización de este inventario ha sido posible gracias a un importante número de personas que nos han falicitado información y referencias sobre los diferentes yacimientos que hemos analizado. Somos deudores de aquellos investigadores, eruditos, propietarios y gestores de balnearios, vecinos y mucha gente anónima que nos guiaron en este estudio, y que han estudiado o conocen particularmente cada uno de estos enclaves. Así, esperando no habernos olvidado de nadie, remitimos al listado ofrecido en la presentación.

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ARCHIVO ESPAÑOL DE ARQUEOLOGÍA (AEspA) NORMAS PARA LA PRESENTACIÓN DE MANUSCRITOS Dirección Redacción de la Revista: calle Albasanz 26-28, E-28037 Madrid; Teléfono: +34 91 6022300; Fax: +34 913045710; correo electrónico: [email protected] Contenido Archivo Español de Arqueología es una revista científica de periodicidad anual que publica trabajos de Arqueología, con atención a sus fuentes materiales, literarias, epigráficas o numismáticas. Tiene como campo de interés las culturas del ámbito mediterráneo y europeo desde la Protohistoria a la Alta Edad Media, flexiblemente abierto a realidades culturales próximas y tiempos fronterizos. Se divide en dos secciones: Artículos, dentro de los que tendrán cabida tanto reflexiones de carácter general sobre temas concretos como contribuciones más breves sobre novedades en la investigación arqueológica; y Recensiones. Además, edita la serie Anejos de Archivo Español de Arqueología, que publica de forma monográfica libros concernientes a las materias mencionadas. Los trabajos serán originales e inéditos y no estarán aprobados para su edición en otra publicación o revista. Formulario de autoría Al enviar el artículo, los autores deben incluir una declaración específica de que el artículo no se ha sometido a presentación para su evaluación y publicación en otras revistas simultáneamente o con anterioridad. En el momento en que el artículo sea aceptado, al enviar el texto y figuras definitivas, deberán rellenar un formulario específico donde constarán las condiciones de copyright de las publicaciones del CSIC. Normas editoriales 1. El texto estará precedido de una hoja con el título del trabajo y los datos del autor o autores (nombre y apellidos, institución, dirección postal, teléfono, correo electrónico, situación académica) y fecha de entrega. Cada original deberá venir acompañado por la traducción del Titulo al inglés, acompañado de un Resumen y Palabras Claves en español, con los respectivos Summary y Key Words en inglés. De no estar escrito el texto en español, los breves resúmenes y palabras clave vendrán traducidos al español e inglés. Las palabras clave no deben incluir los términos empleados en el título, pues ambos se publican siempre conjuntamente. 2. Se entregará una copia impresa y completa, incluyendo toda la parte gráfica. Se adjuntará asimismo una versión en soporte informático, preferentemente en MS Word para Windows o Mac y en PDF, con imágenes incluidas. 3. El texto no deberá exceder las 11  000 palabras. Solo en casos excepcionales se admitirán textos más extensos. Los márgenes del trabajo serán los habituales (superior e inferior de 2 cm; izquierdo y derecho de 2,5 cm). El tipo de letra empleado será Times New Roman de 12 puntos a un espacio, con la caja de texto justificada. Aparecerá la paginación correlativa en el ángulo inferior derecho. Se empleará a comienzo de párrafo el sangrado estándar (1,25). Salvo la separación lógica entre diferentes apartados, no se dejarán líneas en blanco entre párrafos. En ningún caso se utilizarán negritas. 4. Se cuidará la exacta ordenación jerárquica de los distintos epígrafes, numerándolos indistintamente mediante guarismos romanos y árabes, e incluso sin numeración. 5. Cuando se empleen citas textuales en el texto o en notas a pie de página se entrecomillarán, evitando la letra cursiva. Dicha letra se acepta para topónimos o nombres en latín. En estos casos, se preferirán las grafías con v en lugar de u, tanto para mayúsculas como para minúsculas (conventus mejor que conuentus). 6 Por lo que se refiere al sistema de cita, deberá emplearse el sistema «americano» de citas en el texto, con nombre de autor en minúscula y no se pondrá coma entre autor y año (apellido o apellidos del autor año: páginas). Si los autores son dos se incluirá la conjunción y entre ambos. Si los autores fueran más de dos se indicará el apellido del primero seguido por la locución et alii. Se incluirá una bibliografía completa al final del trabajo. En la bibliografía final, los títulos de monografías irán en cursiva, mientras que en los artículos el título se colocará entrecomillado. Los nombres de los autores, ordenados alfabéticamente por apellidos, en la bibliografía final irán en letra redonda, seguidos por el año de publicación entre paréntesis y dos puntos. Si los autores son dos, irán unidos por la conjunción “y”. Si son varios los autores, sus nombres vendrán separados por comas, introduciendo la conjunción “y” entre los dos últimos. En el caso de que un mismo autor tenga varias obras, la ordenación se hará por la fecha de publicación, de la más antigua a la más reciente. Si en el mismo año coinciden dos o más obras de un mismo autor o autores, serán distinguidas con letras minúsculas (a, b, c…). En el caso de las monografías se indicará el lugar de edición tal y como aparece citado en la edición original (p. e. London, en lugar de Londres), separado del título de la obra por una coma. En el caso de artículos o contribuciones a obras conjuntas, se indicarán al final las páginas correspondientes, también separadas por comas. Los nombres de revistas se incluirán sin abreviar. Las referencia a las consultas realizadas en línea (Internet), deberán indicar la dirección Web y entre paréntesis la fecha en la que se ha realizado la consulta. Las notas a pie de página, siempre en letra Times New Roman de 10 puntos, se emplearán únicamente para aclaraciones o referencias generales. Ejemplos de citas en la bibliografía final: Monografías: Arce, J. 1982: El último siglo de la España romana: 284-409, Madrid.

Artículos en revistas: García y Bellido, A. 1976: «El ejército romano en Hispania», Archivo Español de Arqueología 49, 59-101. Contribuciones a congresos y obras conjuntas: Noguera Celdrán, J. M. 2000: «Una aproximación a los programas decorativos de las villae béticas. El conjunto escultórico de El Ruedo (Almedinilla, Córdoba)», P. León y T. Nogales (coords.), Actas III Reunión sobre Escultura Romana en Hispania, Madrid, 111-147 Trabajos dentro de una serie monográfica: Alföldy, G. 1973: Flamines Provinciae Hispaniae Citerioris, Anejos Archivo Español de Arqueología VI, Madrid. 6. Toda la documentación gráfica se considerará como Figura (ya sea fotografía, mapa, plano, tabla o cuadro), ordenándola correlativamente. Se debe indicar en el texto el lugar ideal donde se desea que se incluya, con la referencia (Fig. 1), y así sucesivamente. Asimismo debe incluirse un listado de figuras con los pies correspondientes a cada una al final del artículo. El formato de caja de la Revista es de 15 x 21 cm; el de la columna, de 7,1 x 21 cm. La documentación gráfica debe ser de calidad, de modo que su reducción no impida identificar correctamente las leyendas o desdibuje los contornos de la figura. Los dibujos no vendrán enmarcados para poder ganar espacio al ampliarlos. Toda la documentación gráfica se publica en blanco y negro; sin embargo, si se enviara a color, puede salir así en la versión digital. Los dibujos, planos y cualquier tipo de registro (como las monedas o recipientes cerámicos) irán acompañados de escala gráfica, y las fotografías potestativamente. Todo ello debe de prepararse para su publicación ajustada a la caja y de modo que se reduzcan a una escala entera (1/2, 1/3… 1/2000, 1/20000, etc.). En cualquier caso, se puede sugerir el tamaño de publicación de cada figura (a caja, a columna, a 10 cm de anchura, etc.). Las Figuras se deben enviar en soporte digital, preferentemente en fichero de imagen TIFF o JPEG con al menos 300 DPI y con resolución para un tamaño de 16 x 10 cm. No se aceptan dibujos en formato DWG o similar y se debe procurar no enviarlos en CAD a no ser que presenten formatos adecuados para su publicación en imprenta. Aceptación Todos los textos son seleccionados por el Consejo de Redacción según su interés científico y su adaptación a las normas de edición, por riguroso orden de llegada a la Redacción de la Revista, y posteriormente informados por el sistema de doble ciego, según las normas de publicación del CSIC, por al menos dos evaluadores externos al CSIC y a la institución o entidad a la que pertenezca el autor y, tras ello, aceptados definitivamente por el Consejo de Redacción. Correcciones y texto definitivo 1. Una vez aceptado, el Consejo de Redacción podrá sugerir correcciones del original previo (incluso su reducción significativa) y de la parte gráfica, de acuerdo con las normas de edición y las correspondientes evaluaciones. El Consejo de Redacción se compromete a comunicar la aceptación o no del original en un plazo máximo de seis meses. 2. El texto definitivo se deberá entregar cuidadosamente corregido y homologado con las normas de edición de Archivo Español de Arqueología para evitar cambios en las primeras pruebas. El texto, incluyendo resúmenes, palabras clave, bibliografía y pies de figuras, se entregará en CD, así como la parte gráfica digitalizada, acompañado de una copia impresa que incluya las figuras sugiriendo el tamaño al que deben reproducirse las mismas. El texto definitivo se podrá enviar también por correo electrónico. 3. Los autores podrán corregir primeras pruebas, aunque no se admitirá ningún cambio sustancial en el texto. DOI El DOI (Digital Object Identifier) es una secuencia alfanumérica estandarizada que se utiliza para identificar un documento de forma unívoca con el objeto de identificar su localización en Internet. La revista Archivo Español de Arqueología asignará a todos sus artículos un DOI que posibilitará la correcta localización del mismo, así como la indización en las bases de datos de CrossRef. de todas las referencias bibliográficas comprendidas en el volumen de Archivo Español de Arqueología. Varia 1. Entrega de volúmenes: los evaluadores recibirán gratuitamente un ejemplar del volumen en el que hayan intervenido; los autores, el volumen correspondiente y el PDF de su artículo. 2. Devolución de originales: los originales no se devolverán salvo expresa petición del autor. 3. Derechos: la publicación de artículos en las revistas del CSIC no da derecho a remuneración alguna; los derechos de edición son del CSIC. El autor se hará responsable de los derechos de propiedad intelectual del texto y de las figuras. 4. Los originales de la revista Archivo Español de Arqueología, publicados en papel y en versión electrónica, son propiedad del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, siendo necesario citar la procedencia en cualquier reproducción parcial o total. Es necesario su permiso para efectuar cualquier reproducción.

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