Ejército y soldados de Roma : epigrafía y territorio en la Hispania Citerior altoimperial: Epigrafía y territorio en la Hispania Citerior Altoimperial [1 ed.] 8400107179, 9788400107178

La victoria definitiva de Roma sobre los pueblos cántabros y astures del noroeste de Hispania, en el año 19 a. C., dio p

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Créditos
Índice
Prólogo
Agradecimientos
Introducción
Cap. 1. El ejército romano y el territorio de Hispania en época altoimperial. Una aproximación conceptual desde la epigrafía
1.1. Ejército, territorio y sociedad en la Hispania altoimperial
Cap. 2. La epigrafía militar de la provincia Citerior
2.1. Ejército y epigrafía en la Hispania Citerior. Panorama general
Cap. 3. El ejército en el noroeste. Las grandes bases militares y núcleos administrativos
3.1. Epigrafía y arqueología militar en el noroeste: planteamientos iniciales
3.2. La epigrafía militar del noroeste: modelo de aproximación metodológica
3.3. El campamento de Legio
3.4. Asturica Augusta
3.5. Los campamentos de Petavonium (Rosinos de Vidriales, Zamora)
3.6. Los campamentos «menores». Cidadela y Baños de Bande
Cap. 4. Centro y periferia (II). Las áreas periféricas del noroeste
4.1. El ejército y las vías de comunicación
4.2. El ejército y la minería de oro
4.3. El ejército y el control del territorio. La epigrafía militar dispersa
4.4. El ejército y las funciones administrativas
Cap. 5. Los conventus Cluniensis y Caesaraugustanus
5.1. El ejército romano altoimperial en el centro-norte de la provincia Citerior. Distribución y naturaleza de la documentación epigráfica militar
5.2. Centro y periferia. Los centros militares y los núcleos de concentración epigráfica
5.3. Centro y periferia (II). La epigrafía militar en torno al eje viario oeste-este y el interfluvio Duero-Ebro. Conventus Cluniensis
5.4. Centro y periferia (II). La epigrafía militar en torno al eje viario oeste-este y el interfluvio Duero-Ebro. Conventus Caesaraugustanus
Cap. 6. El conventvs Tarraconensis y la provincia Citerior inermis
6.1. Tarraco. La epigrafía militar de Tarraco. Precisiones metodológicas
y cuestiones de concepto
6.2. La documentación epigráfica militar. Naturaleza, cronología y formación del officium consulare
6.3. Centro y periferia (II). La presencia del ejército en el área oriental de la provincia Citerior. Epigrafía militar periférica
Cap. 7. El ejército romano en la provincia Citerior. Panorámica general
y conclusiones
7.1. Período julio-claudio
7.2. Período flavio
7.3. El siglo II d. C.
7.4. El siglo III d. C.
Epílogo
Biliografía y Fuentes clásicas
Índices onomásticos
Índice de concordancia epigráfica
Índice onomástico
Índice de unidades militares
Índice de rangos militares
Índice topográfico general
Índice topográfico de origines
Índice de tribus
Índice de teónimos
Listado de figuras, mapas y tablas
Apéndice: Mapas
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Ejército y soldados de Roma : epigrafía y territorio en la Hispania Citerior altoimperial: Epigrafía y territorio en la Hispania Citerior Altoimperial [1 ed.]
 8400107179, 9788400107178

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ANEJOS DE GLADIUS

7. M.ª del Mar Gabaldón Martínez Ritos de armas en la Edad del Hierro, 2004 8. Rubén Sáez Abad Artillería y poliorcética en el mundo grecorromano, 2005 9. M.ª Paz García-Bellido (coord.) Los campamentos romanos en Hispania. 2 vols. + CD ROM, 2006 10. Gustavo García Jiménez Entre Íberos y Celtas: las espadas de tipo La Têne del noroeste de la Península Ibérica, 2006 11. Marco Antonio Cervera Obregón El armamento entre los mexicas, 2007 12. Fernando Echeverría Rey Ciudadanos, campesinos y soldados. El nacimiento de la polis griega Y la teoría de la «revolución hoplita», 2008 13. Á. Morillo, H. Hanel y E. Martín (ed.) Limes XX. Estudios sobre la frontera romana Roman Frontier Studies, 3 vols., 2009 14. Javier Salido Domínguez Horrea Militaria. El aprovisionamiento de grano al ejército en el Occidente del Imperio romano, 2011

El presente volumen se nutre de la mencionada tradición conceptual de «historia social del ejército» y pretende ocuparse de una de las cuestiones de mayor potencialidad a la luz de los progresos de la epigrafía latina y la nueva arqueología: la relación entre el ejército y el territorio que ocupó, en términos de transformación, organización y, sobre todo, de interacción social, centrándose en la provincia Citerior. A pesar de la limitación impuesta por la escasez y la fragmentación de las fuentes disponibles, los progresos de las disciplinas epigráfica y arqueológica en los últimos decenios y la aparición de nuevas evidencias abren un panorama sugerente para un estudio en profundidad. En este sentido, la perspectiva de estudio pone el énfasis en la integración de los testimonios epigráficos y arqueológicos y se materializa en la puesta en relación directa del contenido y la naturaleza formal de los epígrafes con sus localizaciones, en función de los vestigios arqueológicos y desde una óptica de análisis tanto macroespacial como microespacial. De este modo, y con las precauciones debidas, es posible percibir, estudiar y desarrollar, de manera más nítida y profunda, aspectos de gran interés como la topografía sacra y funeraria de los centros militares, la relación con el sustrato indígena, la movilidad del ejército en el noroeste hispano en el contexto de las operaciones mineras, la articulación del territorio o las costumbres de autorrepresentación de los soldados que sirvieron en Hispania, entre otros.

15. Mauricio G. Álvarez Rico El campamento militar griego en época clásica, 2013 16. Eduardo Kavanagh Estandartes militares en la Roma antigua (incluye CD-ROM), 2015 17. Álvaro Soler del Campo Armaduras renacentistas y barrocas. La colección de Santa María de Ocaña, 2017 18. Francisco Javier Heras Mora La implantación militar romana en el suroeste hispano (siglos ii-i a. n. e.), 2018

Javier Moralejo Ordax

6. M.ª Paz García-Bellido Las legiones hispánicas en Germania. Moneda y ejército, 2004

ANEJOS DE GLADIUS 19

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA. EPIGRAFÍA Y TERRITORIO EN LA HISPANIA CITERIOR ALTOIMPERIAL

Javier Moralejo Ordax

Ejército y soldados de Roma. Epigrafía y territorio en la Hispania Citerior altoimperial

5. Ángel Morillo Cerdán (coord.) Arqueología militar romana en Hispania, 2002

La victoria definitiva de Roma sobre los pueblos cántabros y astures del noroeste de Hispania, en el año 19 a. C., dio paso a una fase de establecimiento militar permanente en territorio peninsular, destinada fundamentalmente a controlar, organizar y explotar los nuevos territorios conquistados e integrarlos progresivamente en el mundo romano. Desde la década de los años ochenta del siglo pasado, la investigación sobre la presencia militar romana en suelo peninsular se ha convertido, por méritos propios, en una de las disciplinas de estudio más punteras y enriquecidas de la Historia Antigua de España, alumbrando trabajos científicos cruciales para entender en profundidad la dimensión de la implantación romana y, específicamente, la relevancia que el ejército tuvo en dicho proceso, no tanto desde una óptica estrictamente táctica o bélica, como administrativa, operacional, social y cultural. La intensa labor que llevó a cabo el ejército romano desde el siglo i d. C. en adelante contribuyó decisivamente a la articulación provincial de la Hispania romana y dejó una profunda huella en las sociedades indígenas, favoreciendo un intenso contacto sociocultural que fluyó en ambas direcciones. Este proceso derivó, esencialmente a partir de los emperadores flavios, en la conformación de un exercitus Hispanicus profundamente arraigado en un territorio que contribuyó a transformar y remodelar.

Anejos de

ISBN: 978-84-00-10717-8

CSIC

GLADIUS

Javier Moralejo Ordax es doctor en Ciencias de la Antigüedad por la Universidad Autónoma de Barcelona y actualmente profesor en el Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid. Ha centrado su investigación en los ámbitos de la epigrafía latina de Hispania, en relación con el estudio del ejército romano, y en el análisis de la Baja Época Ibérica y la romanización de la Alta Andalucía, especialmente desde la perspectiva de la arqueología militar. Es autor de la monografía El armamento y la táctica militar de los galos. Fuentes literarias, iconográficas y arqueológicas, editada en la serie Anejos de Veleia. Series Minor (2011), y ha publicado trabajos en diversas revistas científicas de ámbito internacional y nacional como Epigraphica o Latomus, entre otras. Forma parte del grupo de investigación consolidado de la Universidad Autónoma de Madrid, POLEMOS, centrado en el análisis de la guerra en el Mediterráneo Antiguo, así como de diversos proyectos de investigación I+D+i sobre las vías mencionadas. Actualmente dirige los trabajos del proyecto arqueológico «Prospección superficial terrestre en el Municipio de Montemayor. Campos de batalla de la conquista romana», enmarcado en el proyecto I+D+i, del Plan Estatal de Investigación Científica, «Ciudades y complejos aristocráticos ibéricos en la conquista romana de la alta Andalucía. Nuevas perspectivas y programa de puesta en valor (Cerro de la Cruz y Cerro de la Merced, Córdoba)».

Ilustración de cubierta: Estela funeraria de Sulpicius Placidinus. Museo Romano de Astorga. Fotografía de Fernando Quesada Sanz.

ANEJOS DE GLADIUS

7. M.ª del Mar Gabaldón Martínez Ritos de armas en la Edad del Hierro, 2004 8. Rubén Sáez Abad Artillería y poliorcética en el mundo grecorromano, 2005 9. M.ª Paz García-Bellido (coord.) Los campamentos romanos en Hispania. 2 vols. + CD ROM, 2006 10. Gustavo García Jiménez Entre Íberos y Celtas: las espadas de tipo La Têne del noroeste de la Península Ibérica, 2006 11. Marco Antonio Cervera Obregón El armamento entre los mexicas, 2007 12. Fernando Echeverría Rey Ciudadanos, campesinos y soldados. El nacimiento de la polis griega Y la teoría de la «revolución hoplita», 2008 13. Á. Morillo, H. Hanel y E. Martín (ed.) Limes XX. Estudios sobre la frontera romana Roman Frontier Studies, 3 vols., 2009 14. Javier Salido Domínguez Horrea Militaria. El aprovisionamiento de grano al ejército en el Occidente del Imperio romano, 2011

El presente volumen se nutre de la mencionada tradición conceptual de «historia social del ejército» y pretende ocuparse de una de las cuestiones de mayor potencialidad a la luz de los progresos de la epigrafía latina y la nueva arqueología: la relación entre el ejército y el territorio que ocupó, en términos de transformación, organización y, sobre todo, de interacción social, centrándose en la provincia Citerior. A pesar de la limitación impuesta por la escasez y la fragmentación de las fuentes disponibles, los progresos de las disciplinas epigráfica y arqueológica en los últimos decenios y la aparición de nuevas evidencias abren un panorama sugerente para un estudio en profundidad. En este sentido, la perspectiva de estudio pone el énfasis en la integración de los testimonios epigráficos y arqueológicos y se materializa en la puesta en relación directa del contenido y la naturaleza formal de los epígrafes con sus localizaciones, en función de los vestigios arqueológicos y desde una óptica de análisis tanto macroespacial como microespacial. De este modo, y con las precauciones debidas, es posible percibir, estudiar y desarrollar, de manera más nítida y profunda, aspectos de gran interés como la topografía sacra y funeraria de los centros militares, la relación con el sustrato indígena, la movilidad del ejército en el noroeste hispano en el contexto de las operaciones mineras, la articulación del territorio o las costumbres de autorrepresentación de los soldados que sirvieron en Hispania, entre otros.

15. Mauricio G. Álvarez Rico El campamento militar griego en época clásica, 2013 16. Eduardo Kavanagh Estandartes militares en la Roma antigua (incluye CD-ROM), 2015 17. Álvaro Soler del Campo Armaduras renacentistas y barrocas. La colección de Santa María de Ocaña, 2017

Javier Moralejo Ordax

6. M.ª Paz García-Bellido Las legiones hispánicas en Germania. Moneda y ejército, 2004

ANEJOS DE GLADIUS 19

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA. EPIGRAFÍA Y TERRITORIO EN LA HISPANIA CITERIOR ALTOIMPERIAL

Javier Moralejo Ordax

Ejército y soldados de Roma. Epigrafía y territorio en la Hispania Citerior altoimperial

5. Ángel Morillo Cerdán (coord.) Arqueología militar romana en Hispania, 2002

La victoria definitiva de Roma sobre los pueblos cántabros y astures del noroeste de Hispania, en el año 19 a. C., dio paso a una fase de establecimiento militar permanente en territorio peninsular, destinada fundamentalmente a controlar, organizar y explotar los nuevos territorios conquistados e integrarlos progresivamente en el mundo romano. Desde la década de los años ochenta del siglo pasado, la investigación sobre la presencia militar romana en suelo peninsular se ha convertido, por méritos propios, en una de las disciplinas de estudio más punteras y enriquecidas de la Historia Antigua de España, alumbrando trabajos científicos cruciales para entender en profundidad la dimensión de la implantación romana y, específicamente, la relevancia que el ejército tuvo en dicho proceso, no tanto desde una óptica estrictamente táctica o bélica, como administrativa, operacional, social y cultural. La intensa labor que llevó a cabo el ejército romano desde el siglo I d. C. en adelante contribuyó decisivamente a la articulación provincial de la Hispania romana y dejó una profunda huella en las sociedades indígenas, favoreciendo un intenso contacto sociocultural que fluyó en ambas direcciones. Este proceso derivó, esencialmente a partir de los emperadores flavios, en la conformación de un exercitus Hispanicus profundamente arraigado en un territorio que contribuyó a transformar y remodelar.

ISBN: 978-84-00-10717-8

Anejos de

18. Francisco Javier Heras Mora La implantación militar romana en el suroeste hispano (siglos II-I a. n. e.), 2018

GLADIUS CSIC

Javier Moralejo Ordax es doctor en Ciencias de la Antigüedad por la Universidad Autónoma de Barcelona y actualmente profesor en el Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid. Ha centrado su investigación en los ámbitos de la epigrafía latina de Hispania, en relación con el estudio del ejército romano, y en el análisis de la Baja Época Ibérica y la romanización de la Alta Andalucía, especialmente desde la perspectiva de la arqueología militar. Es autor de la monografía El armamento y la táctica militar de los galos. Fuentes literarias, iconográficas y arqueológicas, editada en la serie Anejos de Veleia. Series Minor (2011), y ha publicado trabajos en diversas revistas científicas de ámbito internacional y nacional como Epigraphica o Latomus, entre otras. Forma parte del grupo de investigación consolidado de la Universidad Autónoma de Madrid, POLEMOS, centrado en el análisis de la guerra en el Mediterráneo Antiguo, así como de diversos proyectos de investigación I+D+i sobre las vías mencionadas. Actualmente dirige los trabajos del proyecto arqueológico «Prospección superficial terrestre en el Municipio de Montemayor. Campos de batalla de la conquista romana», enmarcado en el proyecto I+D+i, del Plan Estatal de Investigación Científica, «Ciudades y complejos aristocráticos ibéricos en la conquista romana de la alta Andalucía. Nuevas perspectivas y programa de puesta en valor (Cerro de la Cruz y Cerro de la Merced, Córdoba)».

Ilustración de cubierta: Estela funeraria de Sulpicius Placidinus. Museo Romano de Astorga. Fotografía de Fernando Quesada Sanz.

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA. EPIGRAFÍA Y TERRITORIO EN LA HISPANIA CITERIOR ALTOIMPERIAL

ANEJOS DE GLADIUS 19

Directora María del Mar Gabaldón Martínez, Universidad CEU San Pablo Secretario Sebastián Celestino Pérez, Instituto de Arqueología-Mérida, CSIC-Junta de Extremadura Consejo de Redacción Sebastián Celestino Pérez, Instituto de Arqueología-Mérida, CSIC-Junta de Extremadura María del Mar Gabaldón, Universidad CEU San Pablo Eduardo Kavanagh de Prado, Universidad Autónoma de Madrid Fernando Quesada Sanz, Universidad Autónoma de Madrid Esther Rodríguez González, Instituto de Arqueología-Mérida, CSIC-Junta de Extremadura María Saavedra Inaraja, Universidad CEU San Pablo Álvaro Soler del Campo, Real Armería, Patrimonio Nacional Consejo Asesor Helena Bonet Rosado, Servicio de Investigaciones Prehistóricas, Diputación de Valencia Pilar Ciprés Torres, Universidad del País Vasco Jon Coulston, University of St. Andrews Adolfo Domínguez Monedero, Universidad Autónoma de Madrid María Paz García-Bellido y García de Diego, Consejo Superior de Investigaciones Científicas Francisco Gracia Alonso, Universidad de Barcelona Dirce Marzol, Deutsches Archäologisches Instituts, Madrid Pierre Moret, Université Toulouse Virginia Page del Pozo, Museo de Arte Ibérico del Cigarralejo, Murcia Sabino Perea Yébenes, Universidad Nacional de Educación a Distancia

Javier Moralejo Ordax

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA. EPIGRAFÍA Y TERRITORIO EN LA HISPANIA CITERIOR ALTOIMPERIAL

Anejos de Gladius 19

Consejo Superior de Investigaciones Científicas Madrid, 2021

Reservados todos los derechos por la legislación en materia de Propiedad Intelectual. Ni la totalidad ni parte de este libro, incluido el diseño de la cubierta, puede reproducirse, almacenarse o transmitirse en manera alguna por medio ya sea electrónico, químico, óptico, informático, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo por escrito de la editorial. Las noticias, los asertos y las opiniones contenidos en esta obra son de la exclusiva responsabilidad del autor o autores. La editorial, por su parte, solo se hace responsable del interés científico de sus publicaciones. Este trabajo se enmarca dentro del proyecto de I+D+i: HAR201782806-P, «Ciudades y complejos aristocráticos ibéricos en la conquista romana de la Alta Andalucía. Nuevas perspectivas y programa de puesta en valor (Cerro de la Cruz y Cerro de la Merced)».

Catálogo de publicaciones de la Administración General del Estado: https://cpage.mpr.gob.es

Editorial CSIC: http://editorial.csic.es (correo: [email protected])

Imagen de cubierta: estela funeraria de Sulpicius Placidinus. Museo Romano de Astorga. Fotografía de F. Quesada Sanz. © CSIC © Javier Moralejo Ordax © De las imágenes, las fuentes mencionadas a pie de fotografía ISBN: 978-84-00-10717-8 e-ISBN: 978-84-00-10718-5 NIPO: 833-21-020-3 e-NIPO: 833-21-021-9 Depóstio legal: M-6188-2021 Maquetación, impresión y encuadernación: Nemac Comunicación, S. L. Impreso en España. Printed in Spain En esta edición se ha utilizado papel ecológico sometido a un proceso de blanqueado ECF, cuya fibra procede de bosques gestionados de forma sostenible.

Ejército y soldados de Roma Epigrafía y territorio en la Hispania Citerior altoimperial Índice Prólogo ................................................................................................................ 15 Fernando Quesada Sanz Agradecimientos ................................................................................................... 19 Introducción ...................................................................................................... 21 Capítulo 1 El ejército romano y el territorio de Hispania en época altoimperial. Una aproximación conceptual desde la epigrafía ............................................. 25 1.1. Ejército, territorio y sociedad en la Hispania altoimperial .................... 25 1.1.1. La delimitación del territorio ..................................................... 28 1.1.2. El material epigráfico ...................................................................... 28 1.1.3. Criterios de datación de los monumentos y aspectos epigráficos ................................................................................... 31 1.1.4. Cartografía y distribución espacial de los epígrafes .................. 32 Capítulo 2 La epigrafía militar de la provincia Citerior .................................................... 35 2.1. Ejército y epigrafía en la Hispania Citerior. Panorama general ............. 35 Capítulo 3 El ejército en el noroeste. Las grandes bases militares y núcleos administrativos ..................................................................................................... 51 3.1. Epigrafía y arqueología militar en el noroeste: planteamientos iniciales ..................................................................................................... 51 3.2. La epigrafía militar del noroeste: modelo de aproximación metodológica ........................................................................................... 53 3.3. El campamento de Legio ......................................................................... 55 3.3.1. La epigrafía militar. Visión de conjunto ..................................... 58 3.3.1.1. La epigrafía votiva y la religión de los militares ......... 68 3.3.1.2. Los cultos del genius, Diana y las divinidades acuáticas ...................................................................... 74 3.3.1.3. El culto imperial en los castra legionis VII ................. 100

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

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Gladius, Anejos 19, 2021



3.3.1.4. Los cultos con dedicante individual: los primipilos de la VII Gemina ......................................................... 112 3.3.1.5. El material votivo de adscripción dudosa .................. 115 3.3.1.6. La religiosidad de los militares y los espacios del campamento. Conclusiones ........................................ 129 3.3.1.7. La epigrafía votiva y los monumentos. Visión general ... 131 3.3.2. La epigrafía funeraria de los militares ........................................ 138 3.3.2.1. Militares y civiles en la epigrafía leonesa ................... 143 3.3.2.2. La epigrafía funeraria y el espacio .............................. 148 3.3.2.3. Los monumentos funerarios de los militares de León. Características formales ................................... 150 3.4. Asturica Augusta ..................................................................................... 159 3.4.1. La epigrafía militar. Visión de conjunto ..................................... 162 3.4.2. La epigrafía funeraria de los militares ........................................ 167 3.4.2.1. La epigrafía funeraria. Los soportes ........................... 179 3.4.2.2. La epigrafía funeraria. El espacio ............................... 187 3.4.3. La epigrafía votiva ...................................................................... 188 3.5. Los campamentos de Petavonium (Rosinos de Vidriales, Zamora) ...... 194 3.5.1. El campamento de la legio X Gemina ........................................ 195 3.5.2. El campamento del ala II Flavia ................................................. 197 3.5.3. El vicus y los yacimientos vinculados a Petavonium .................. 198 3.5.4. La epigrafía militar. Visión de conjunto ..................................... 199 3.5.5. La epigrafía funeraria de los militares ........................................ 202 3.5.5.1. La epigrafía funeraria. Los soportes ........................... 215 3.5.5.2. La epigrafía funeraria. Conclusiones .......................... 221 3.5.5.3. La epigrafía funeraria. El espacio ............................... 223 3.5.6. La epigrafía votiva. Cultos, espacios sacros y munificencia ...... 229 3.5.6.1. El culto a Diana y la caza ............................................ 231 3.5.6.2. Lucius Versenus Aper y el culto a Fortuna ................ 242 3.5.6.3. Marcus Sellius Honoratus y el culto a Hércules ........ 251 3.5.6.4. Reburrus y el culto a Némesis .................................... 256 3.5.6.5. El culto imperial. Testimonios, soportes y espacios ... 264 3.5.6.6. La epigrafía votiva. Conclusiones ............................... 268 3.6. Los campamentos «menores». Cidadela y Baños de Bande .................. 269 3.6.1. La epigrafía militar de Cidadela ................................................. 269 3.6.2. El campamento de Aquis Querquennis ..................................... 274

Capítulo 4 Centro y periferia (ii). Las áreas periféricas del noroeste .............................. 281 4.1. El ejército y las vías de comunicación ..................................................... 282 4.2. El ejército y la minería de oro ................................................................. 290 4.3. El ejército y el control del territorio. La epigrafía militar dispersa ........ 316 4.3.1. El control del territorio y las fuentes epigráficas ....................... 316 4.3.2. Análisis crono-espacial de la epigrafía periférica ....................... 324 4.3.3. Conclusiones ............................................................................... 344

Gladius, Anejos 19, 2021

ÍNDICE 

9

4.4. El ejército y las funciones administrativas .............................................. 345 4.4.1. Epigrafía militar y administración en el noroeste ...................... 347 4.4.1.1. Asturica Augusta ......................................................... 347 4.4.1.2. Lucus Augusti ............................................................. 348 4.4.1.3. Bracara Augusta .......................................................... 362 4.4.1.4. Aquae Flaviae .............................................................. 365 Capítulo 5 Los conventus Cluniensis y Caesaraugustanus ................................................... 371 5.1. El ejército romano altoimperial en el centro-norte de la provincia Citerior. Distribución y naturaleza de la documentación epigráfica militar ....................................................................................................... 371 5.2. Centro y periferia. Los centros militares y los núcleos de concentración epigráfica .......................................................................... 376 5.2.1. La epigrafía militar del conventus Cluniensis ............................. 376 5.2.2. El campamento de Herrera de Pisuerga .................................... 382 5.2.3. Los prata legionis IIII Macedonicae y cohortis IIII Gallorum ..... 389 5.2.4. La statio Segisamonensium ......................................................... 392 5.2.4.1. Stationes de beneficiarii y otras bases militares. Paralelos hispánicos .................................................... 396 5.2.5. Uxama Argaela (Burgo de Osma) .............................................. 399 5.2.6. Augustobriga (Muro de Ágreda-Añavieja) ................................ 402 5.3. Centro y periferia (II). La epigrafía militar en torno al eje viario oesteeste y el interfluvio Duero-Ebro. Conventus Cluniensis ......................... 406 5.3.1. Novaugusta (Lara de los Infantes) ............................................. 406 5.3.2. Clunia .......................................................................................... 410 5.4. Centro y periferia (II). La epigrafía militar en torno al eje viario oesteeste y el interfluvio Duero-Ebro. Conventus Caesaraugustanus ............. 418 5.4.1. Calagurris (Calahorra) ................................................................ 421 5.4.2. Vareia (Logroño) ......................................................................... 423 5.4.3. Tritium Magallum (Tricio) .......................................................... 426 5.4.4. Los Bañales (Cinco Villas, Zaragoza) ......................................... 430 Capítulo 6 El conventvs Tarraconensis y la provincia Citerior inermis ............................. 435 6.1. Tarraco. La epigrafía militar de Tarraco. Precisiones metodológicas y cuestiones de concepto ......................................................................... 435 6.2. La documentación epigráfica militar. Naturaleza, cronología y formación del officium consulare ............................................................. 442 6.2.1. El período julio-claudio .............................................................. 445 6.2.2. El período flavio y comienzos del siglo ii d. C. .......................... 448 6.2.3. El officium y la administración provincial: los siglos ii y iii d. C. ...................................................................................... 450 6.2.3.1. Los cornicularii y commentarienses ............................. 451 6.2.3.2. Los speculatores ........................................................... 453

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6.2.3.3. Los beneficiarii consulares ........................................... 455 6.2.3.4. Los quaestionarii ......................................................... 462 6.2.3.5. Los frumentarii ............................................................ 462 6.2.3.6. Los stratores ................................................................. 466 6.2.3.7. Los equites singulares .................................................. 467 6.2.3.8. Los centuriones ........................................................... 470 6.2.3.9. Los «soldados rasos» .................................................. 475 6.2.3.10. Los veterani ................................................................. 480 6.2.3.11. Las unidades auxiliares y la praefectura ora maritimae ..................................................................... 486 6.2.3.12. Los efectivos del dispositivo militar ........................... 489 6.2.4. La epigrafía militar y los monumentos. Soportes y paisaje funerario ...................................................................................... 492 6.2.4.1. Panorámica general ..................................................... 493 6.2.4.2. Las placas .................................................................... 498 6.2.4.3. Los pedestales ............................................................. 505 6.2.4.4. Las estelas .................................................................... 513 6.2.4.5. Los altares ................................................................... 524 6.2.4.6. Los bloques ................................................................. 530 6.2.4.7. Los sarcófagos ............................................................. 534 6.2.4.8. Conclusiones generales ............................................... 538 6.2.5. La epigrafía militar de Tarraco y los espacios. Posibilidades y límites para su reconstrucción ................................................. 544 6.2.5.1. Las necrópolis de Tarraco en época republicana y altoimperial ............................................................... 545 6.2.5.2. La epigrafía funeraria aparecida intramuros de la acrópolis ............................................................. 551 6.2.5.3. La necrópolis oriental y los materiales del casco antiguo ......................................................................... 553 6.2.5.4. La necrópolis oriental y los soportes epigráficos ....... 556 6.2.5.5. La necrópolis occidental y sus prolongaciones septentrionales ............................................................ 559 6.2.5.6. Distribución de los soportes en la necrópolis occidental .................................................................... 562 6.2.5.7. Las necrópolis de Tarraco. Conclusiones generales ... 564 6.2.5.8. Otros espacios. El campus de adiestramiento y el campamento de los equites singulares .................. 566 6.2.5.9. Otros acantonamientos y residencias de las tropas. ¿Intramuros o extramuros? ........................................ 569 6.2.5.10. Los veterani: el retiro y los espacios ........................... 571 6.2.5.11. Conclusión .................................................................. 571 6.3. Centro y periferia (II). La presencia del ejército en el área oriental de la provincia Citerior. Epigrafía militar periférica .............................. 572 6.3.1. Centro y periferia (II). Las zonas centrales y meridionales. Epigrafía militar «periférica» de un territorio «inerme» ........... 579

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ÍNDICE 

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Capítulo 7 El ejército romano en la provincia Citerior. Panorámica general y conclusiones ...................................................................................................... 585 7.1. Período julio-claudio ............................................................................... 586 7.2. Período flavio ........................................................................................... 596 7.3. El siglo ii d. C. ......................................................................................... 609 7.4. El siglo iii d. C. ........................................................................................ 621 Epílogo .................................................................................................................. 635 Biliografía y Fuentes clásicas ............................................................................ 637 Bibliografía general .......................................................................................... 637 Fuentes clásicas ................................................................................................ 674 Índices onomásticos ............................................................................................. 675 Índice de concordancia epigráfica ................................................................... 675 Índice onomástico ............................................................................................ 691 Índice de unidades militares ............................................................................ 698 Índice de rangos militares ................................................................................ 701 Índice topográfico general ............................................................................... 704 Índice topográfico de origines .......................................................................... 706 Índice de tribus ................................................................................................ 707 Índice de teónimos ........................................................................................... 708 Índice de figuras, mapas y tablas ......................................................................... 711 Apéndice: Mapas ................................................................................................... 717 USB: catálogo

Parentibus amantissimis benemerentibus

Prólogo

El ejército romano puede estudiarse desde muchas perspectivas, y en las dos últimas décadas, una serie de enfoques nuevos y distintos han revolucionado muchas ideas largamente asentadas. Por poner un ejemplo, la forma misma en que las legiones romanas o altoimperiales formaban en acies instructa para la batalla, y su propio desarrollo, se conciben ahora de manera muy distinta. Ya no pensamos —la mayoría de nosotros— en hileras y filas rígidamente articuladas, los hombres preocupados, ante todo, por mantener intervalos y alineaciones; ni en brutales combates continuados hasta el agotamiento por una suerte de robots incansables e insensibles. Un modelo de unidades y subunidades dispuestas con menor rigidez —y de combates tentativos interrumpidos por momentos o períodos de pausa y separación entre los contendientes— ha venido a sustituir las concepciones anteriores, dentro del marco general del estudio del «rostro de la batalla», en ya añeja pero afortunada frase de John Keegan. Novedades similares se plantean sobre la forma en que los ejércitos romanos avanzaban en su conquista de zonas montañosas, no ya siguiendo los valles sino los cordales. Y así, muchas otros cambios y avances. Pero la viabilidad de esos nuevos enfoques y la solidez de sus propuestas derivan no solo de la inteligencia y la originalidad de quienes las proponen, sino, antes y necesariamente, de la cantidad y calidad de las fuentes disponibles y de lo que estas pueden aportar. Las fuentes literarias sobre los ejércitos de Roma son esenciales, sin duda, y las principales con que contamos para el estudio de sus campañas, de su organización, de sus victorias y derrotas, de su disciplina y motines y de cómo los propios romanos —y, a veces, sus enemigos— los percibieron. Pero esas fuentes son limitadas y bien conocidas e interrogadas una y otra vez, desde hace siglos, por los mejores historiadores y filólogos. No hay casi —o sin casi— problema ya sobre el que el investigador minucioso que las estudie y tenga la honestidad de remontarse a Mommsen o a Gibbon, y aun antes, no sienta con cierto desaliento que la mayoría de las alternativas e hipótesis posibles sobre la interpretación de un texto han sido planteadas ya. Aunque, claro es, siempre se puede encontrar un resquicio para el pensamiento nuevo y original. Salvo que alguna reseca ciudad romana del desierto junto al Nilo o un fortín de la frontera de Mauritania nos den la enorme alegría de entregarnos el perdido De Re Militari de Catón el Viejo, o la Guerra de Numancia de Polibio, o las Strategika de Demetrio de Falero, el repertorio de fuentes a las que damos vueltas está ya casi cerrado.

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La arqueología es otra fuente esencial. De manera creciente —aunque, sin duda, también finita—, los hallazgos de equipamiento militar y las cada vez mejores técnicas de análisis y restauración nos proporcionan una fuente esencial de nuevos datos sobre las armas y equipos que emplearon los romanos, su tecnología y su función. Estudios recientes han podido resolver el problema del gladius hispaniensis, por ejemplo, sobre el que las fuentes literarias estaban ya agotadas. Las excavaciones de campamentos y líneas de asedio complementan y corrigen, a menudo, las fuentes literarias: la diferencia entre lo que César cuenta que fueron sus líneas de contravalación y circunvalación frente a Alesia y lo que las excavaciones demuestran nos dice mucho sobre la autonomía de los legados legionarios y la flexibilidad operativa del ejército. Las excavaciones sobre los campos de batalla, que se acumulan en cascada, desde los pantanos de TeutoburgoKalkriese a las minas de Dura Europos, pasando por las lomas de las Albahacas en Jaén o los bosques de Harzhorn, en la profunda Germania, están proporcionando multitud de nuevos enfoques y resultados dentro de la ambigüedad inherente a los datos arqueológicos. Las excavaciones en los fuertes permanentes y campamentos de marcha apuntan nuevas posibilidades de estudio, incluso desde perspectivas en principio tan improbables como la llamada «arqueología de género», que plantea con datos tangibles, por ejemplo, la regular convivencia de mujeres dentro de los campamentos legionarios y auxiliares permanentes. En este contexto de grandes novedades, pareciera que la epigrafía se hubiera convertido en una cenicienta, quizá por ser tan técnica, e incluso arcana para los no iniciados, como la arqueología, y en realidad, más aún, por exigir familiaridad con lenguas pretéritas y ser así menos accesible a los numerosos y entusiastas aficionados que, sin embargo, discuten con convencida solvencia problemas históricos o arqueológicos. Pero no lo es —cenicienta, queremos decir—, y este libro contribuirá a mantener su papel relevante en los estudios militares. Secularmente, la epigrafía, una vez digeridos los textos grecolatinos fundamentales, ha sido la disciplina más fecunda para el estudio de los ejércitos de Roma, o al menos para aspectos críticos. Muy poco comprenderíamos, si no fuera por la epigrafía, la riquísima estructura de mando, rango y funciones del ejército romano (lo que la tradición investigadora denomina Rangordnung). Y esta, cuyo corpus es siempre creciente gracias a las excavaciones, muestra un cuadro mucho más complejo, rico y matizado —desde los médicos militares a los immunes de los armamentaria— que el simplificado y contradictorio proporcionado por las fuentes literarias. Puede que los epígrafes sean a menudo desconcertantes, pero son datos objetivos a analizar. Y eso en un ejército como el romano, en el que, junto con los efectivos y la logística, su jerarquía y estructura suponían la mayor diferencia y ventaja sobre cualquier otra organización militar del Viejo Continente (salvo algunos ejércitos helenísticos a los que sistemáticamente derrotó), desde la Edad del Bronce hasta el siglo xviii al menos; probablemente tercios españoles del siglo xvii incluidos, aunque habrá quien lo discuta con buenos argumentos. Además, la epigrafía habla directamente desde el individuo a los conmilitones primero, y a otros lectores después. Solo marginalmente está influida por las distorsiones propagandísticas que puedan afectar a las inscripciones más monumentales y de grandes generales, poco numerosas en proporción. La mayor parte de las inscripciones muestran, eso sí, la autorrepresentación que soldados y mandos inferiores querían legar de

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PRÓLOGO

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sí mismos, acompañadas, a menudo, de una imagen que alcanza su pleno significado tan solo cuando es «leída» junto con su texto correspondiente. Pero leída, eso sí, en su contexto y territorio (las inscripciones talladas en piedra, halladas en excavación o embutidas en muros, rara vez viajan a muchos kilómetros del lugar donde se erigieron, salvedad hecha de colecciones renacentistas y similares). La inscripción presenta datos primarios —graduación, unidades, años de servicio o campañas— que los conmilitones que erigieron una estela funeraria, por ejemplo, no falsearían. Los estudios sobre epigrafía militar romana en Hispania tienen excelente tradición. Nombres como los de José Manuel Roldán Hervás o Patrick Le Roux, entre otros muchos, saltan de inmediato a la cabeza, pero no es momento de hacer un inventario de colegas y amigos. Bien lo hace el autor, página a página, en su obra, bebiendo, citando, concordando o discrepando de la ilustre nómina de predecesores. A los pocos catálogos especializados —que devienen obsoletos por el inevitable paso del tiempo— y a los análisis precisos y concretos viene a añadirse ahora el estudio del Dr. Javier Moralejo Ordax, masivo en volumen y contenido, dedicado al papel que el ejército romano desarrolló en la más guarnecida de las provincias hispanas de la República y el Alto Imperio, la Citerior. Dominado el territorio, y exento de grandes campañas, las limitadas fuerzas del ejército en la Península ejercieron, sin embargo, un papel social, administrativo y económico muy relevante durante siglos, incluso en ciudades capitales, más de lo que la concentración de unidades orgánicas en el noroeste pudiera hacer pensar. El Dr. Moralejo está notablemente bien capacitado para la tarea de catalogación y análisis que ha abordado. A la destacable energía que corresponde a su carácter y juventud une una amplia experiencia previa en el estudio de las res militares en todos sus aspectos. Prueba de ello son sus ya largos años de formación primero, y colaboración después, en el Grupo de Investigación POLEMOS de la Universidad Autónoma de Madrid, dedicado, como su nombre indica, al estudio de la guerra y la milicia en el mundo antiguo; o la publicación de trabajos reseñables sobre armamento y epigrafía armamentística romana y celta —incluyendo una monografía en la prestigiosa serie Anejos de Veleia sobre las armas y la guerra de los galos—. El trabajo arqueológico no solo no le es ajeno, sino que actualmente coordina las tareas de prospección del campo de batalla cesariano de Montemayor, dentro de uno de los proyectos de I+D del Plan Nacional. Además, sus años de trabajo en la Universidad Autónoma de Barcelona, bajo la tutela de Joan Carbonell, y, sobre todo, en la sede española del Corpus Inscriptionum latinarum, primero guiado y luego en colaboración con Helena Gimeno, le han proporcionado un imprescindible y profundo conocimiento de la epigrafía romana en Hispania y contacto con todos los grandes especialistas —citados quedan en los «Agradecimientos» de la obra—. Si a eso unimos sus estancias en centros de prestigio extranjeros y la relación con especialistas de máximo nivel en los temas tratados en este libro, como nuestro querido y admirado Juan Jose Palao o el profesor Le Roux, anotamos con satisfacción que no estamos ante el trabajo de un joven prometedor, sino frente el estudio asentado de un especialista muy bien formado y ya experimentado. Precisamente por ello, el enfoque de la obra no es el manido. Ciertamente, presenta un muy elaborado Catálogo que, por razones editoriales, ha de presentarse en forma de tarjeta electrónica, y un corpus de información abrumador. Pero, además, tiene un objetivo bien encajado en la tradición hispana de estudios sociales del ejército romano. En

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párrafos anteriores hemos mencionado los conceptos de autorrepresentación, contexto y territorio, y todos ellos son aspectos hacia los que el libro se orienta siempre desde una excelente cartografía a una sistemática autopsia del contexto de los epígrafes, a nivel macro y microespacial. Es inútil glosar aquí la riqueza de temas que toca la obra o la profundidad de su análisis; el Sumario de Contenidos o el Índice Analítico lo harán mejor. Para nosotros ha sido un honor orientar y dirigir los trabajos que dieron origen a este libro, haber contribuido a la formación de su autor y haberlo visto convertirse, gradualmente, desde joven estudiante a prometedor «predoctoral», brillante «postdoc», relevante investigador y, finalmente y sobre todo, colega y amigo, cuyos trabajos desbordarán, como ha de ser, los de quienes hemos contribuido a su formación. En esta obra, y parafraseando al gran Calderón, vestido y pecho se adornan mutuamente. Solo una editorial científica de máximo nivel, como es la del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, podría quizá asumir la publicación de una serie especializada, incluso dentro del ámbito de lo académico, como la colección Anejos de Gladius, cuya directora, profesora Dra. Mar Gabaldón, asumió con entusiasmo, desde el principio, la tarea de llevar adelante este trabajo concreto, a pesar de su volumen y de las dificultades. La Editorial CSIC honra el trabajo al acogerlo. Y, sin duda, creemos, la obra enriquece el prestigio de quien la edita, por la relevancia de su contendido y la honestidad científica de su autor, que, ciertamente, ha realizado una obra perdurable. Fernando Quesada Sanz Catedrático de Arqueología

Agradecimientos

Este trabajo, fruto de una larga etapa de investigación, pero sobre todo vital, no habría llegado a buen puerto sin la colaboración, ayuda y comprensión de un buen número de personas e instituciones a las que quiero dedicar estas líneas en forma de agradecimiento y con los que comparto, sin duda, los méritos que se puedan considerar alcanzados. En el capítulo de las instituciones, quiero mencionar, en primer lugar, a la Universidad Autónoma de Barcelona y a su Departamento de Ciencias de la Antigüedad y la Edad Media. En el mencionado departamento he podido entrar en contacto con diversos profesores con los que he crecido como investigador. En este sentido querría mencionar especialmente a la profesora Gemma Puigvert, actual directora del departamento, por su amabilidad y por ofrecerme la oportunidad de colaborar estrechamente con ella en el marco de la transversalidad docente e investigadora, haciendo honor al nombre del propio departamento. Mención especial debo, asimismo, a Antoni Ñaco, al que no puedo dejar de agradecer su temprano y estimulante interés por mi trabajo y sus consejos y enseñanzas. Otros profesores del departamento, como los doctores Cándida Ferrero, José Martínez Gazquez, Ramón Martí, Roseli Santiago y Carlos Varias, también me han ayudado en diversos momentos y tareas, vaya para ellos también mi gratitud. Dentro del ámbito universitario barcelonés, quiero acordarme también de algunos profesores e investigadores de la Universidad de Barcelona, que atendieron pacientemente a mis inquietudes y me facilitaron toda la colaboración posible. En primer lugar, querría mencionar al profesor Josep Vilella, del Departamento de Historia Antigua, que, desde el primer momento, puso a mi disposición los medios de su centro de investigación (GRAT. Grup de Recerques en Antiguitat Tardana) y los recursos bibliográficos que me han ayudado en mi trabajo; hago extensivo este agradecimiento a los miembros de su grupo de investigación, especialmente a Gerard Espiga, con quién tantas reflexiones al respecto compartí en París. He de agradecer también al profesor Marc Mayer i Olivè sus útiles consejos, fruto de su vasto conocimiento del mundo romano, y al profesor Javier Velaza. De la misma universidad, no quiero olvidarme de Silvia Tantimonaco, antigua compañera de fatigas durante nuestra anterior etapa en el Centro CIL II-UAH, siempre pronta a atender una consulta. Quisiera agradecer también la colaboración y facilidades que me han ofrecido para consultar sus fondos las bibliotecas de L’École Française de Roma, el Instituto Arqueológico Alemán de Madrid, la Universidad de Barcelona, la Casa de Velázquez de Madrid

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y L’École Normale Supérieure de París; pero, sobre todo, a la Komission für alte Geschichte und Epigraphik de Munich, en las personas de su director y su coodirector, los profesores C. Schuler y R. Haensch, además de I. Mossong y el doctor P. Rothenhöfer. La Kommission me aceptó como Jakobi stipendiaten y allí pude disfrutar de su biblioteca y de los sabios consejos de los miembros mencionados. También merece mi gratitud el Centre de Anthropologie et Histoire des Mondes Antiques (ANHIMA) de París, que me acogió como investigador invitado, así como la gran parte de los museos que he visitado para realizar autopsias de inscripciones, entre ellos, el Museo de los Caminos y el Museo Romano de Astorga, el Museo de San Marcos en León, el Museo Arqueológico Nacional, el Museo Arqueológico de Lugo, el Museo Arqueológico de Tarragona y el Museo Arqueológico de Gerona. No obstante, una institución ha sido especialmente relevante en mi trabajo, tanto por sus valiosísimos fondos documentales, imprescindibles para su realización, como por la experiencia que adquirí trabajando en él. El centro CIL II-UAH, instalado en la Universidad de Alcalá, ha sido indudablemente el epicentro de mi trabajo durante estos años. Quiero agradecer muy especialmente a su directora, la doctora Helena Gimeno, la atención y ayuda impagables que me ha prestado en incontables ocasiones. De ella surgió la semilla de esta investigación, trabajando con ella adquirí las destrezas necesarias para acometerla. Sus consejos y orientación han sido, además, una guía constante durante la redacción. También del CIL, me gustaría agradecer al profesor A. Alvar sus colaboración y recomendaciones, y a Ricardo de Balbín su apoyo. Debo un reconocimiento muy especial al profesor P. Le Roux, un verdadero maestro para mi. Desde el principio se mostró abierto y receptivo a ayudarme, atendiendo con gran paciencia a mis preguntas e invitándome a reflexionar sobre las más diversas cuestiones. Su enseñanza y su sentido crítico, generosos y desinteresados, son una de las causas principales de que este trabajo haya progresado. En un sentido similar, querría agradecer al profesor Juan José Palao Vicente su infinita paciencia, a Cecilia Ricci, que me recibió en Roma y París para discutir sobre el trabajo, y a Joaquín Ruiz de Arbulo, que me facilitó información abundante sobre la arqueología de la ciudad. En el mismo capítulo de reconocimientos especiales, me considero muy afortunado por haber contado con la sabia tutela y amistad de dos profesores, de excepcional categoría humana y académica, que me han guiado con paso firme: Joan Carbonell, de la Universidad Autónoma de Barcelona, y Fernando Quesada, de su homónima en Madrid. Desde sus respectivos campos de conocimiento, la filología clásica y la arqueología, ambos encarnan mejor que nadie el espíritu transversal de esta investigación a la que han contribuido de manera decisiva. A ambos les debo mi más sincera gratidud por su paciencia, enseñanzas, minuciosidad y honestidad, pero, sobre todo, por su amistad. Debo, asimismo, reconocimiento y gratitud a Isabel M.ª Martín Jiménez, editora del CSIC, por su brillante y minucioso trabajo y por su paciencia con este autor. A Eduardo, Miguel, Iván, Esther, María, Miguel, Alejandro y Rubén, por todo lo que ellos ya saben y por mucho más. A Ernest, Ferrán, Nio, Ariadna, Aitor, Natalia, Sara, Pau, Marta y Alvar, muchas gracias por todo el apoyo y la amistad recibidos. A mis padres, sobre todo, y a mi hermano. A Luisa, ex animo. Sin la ayuda y el apoyo constante de todos ellos no me habría sido posible culminar este trabajo, ni tratar de alcanzar mis objetivos.

Introducción

L’armée et la fait militaire sont un bon instrument d’étude pour comprendre les rapports entre le monde indigéne et le pouvoir romain dans la mesure où ils sont inséparables du fait provincial. En Hispania, plus nettement qu’ailleurs, l’evolution de l’exercitus, son histoire, ne se comprennent bien que par rapport à ce phénomene de provinsialisation. On pourrait dire que l’armée hispanique constitué le modèle d’evolution auquel rêvait Tacite en réfléchissant á la question de Germanie: elle a trouvé avec la societé provinciale le meilleur équilibre posible et ceci dès Vespasien. Il est peut-être ironique que cet ideal de l’historien n’ait pu s’accomplir que dans une province depuis longtemps intégrée à l’Empire et loin des barbares! P. Le Roux

Hace ya más de tres decenios que P. Le Roux empleaba un pasaje de las Memorias de Adriano de M. Yourcenar como introducción a su reflexión acerca de las relaciones entre la guerra, los ejércitos y la transformación que el conflicto bélico producía en los soldados: La política de conquistas, en la que mi primo se proponía lanzar a Roma, según era notorio, los reagrupamientos de tropas que empezaban a cumplirse, la severidad progresiva de la disciplina mantenía al ejército en un estado de efervescencia y expectativa. Aquellas legiones danubianas funcionaban con la precisión de una máquina de guerra bien engrasada; no se parecían en nada a las soñolientas guarniciones que yo había conocido en España.

Hasta hace unas décadas, la historiografía militar, heredera de los presupuestos de la Ilustración, encarnados por Von Clausewitz, se había caracterizado, fundamentalmente, por una visión evenemencial de la guerra y de las campañas militares, fruto de una cierta miopía en relación con el componente humano de los conflictos. Esa visión recibió su expresión más clara en el enfoque del hecho bélico centrado, casi exclusivamente, en los aspectos políticos, tácticos, cronológicos y geográficos. Desde la aparición de los estudios de J. Keegan y V. D. Hanson sobre la guerra en Occidente, la investigación comenzó a preguntarse por aspectos relacionados con su trasfondo social y con su más íntima «psicología», como la experiencia individual de los soldados y sus mentalidades. Esas pesquisas concernían, a su vez, a otras cuestiones más amplias, como las profun-

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das pulsiones que animaron tanto a los ejércitos como a las sociedades de las que estos formaban parte y al sistema de valores que los regían. Cabía preguntarse también sobre la legitimidad científica de establecer una verdadera separación entre tiempos de paz y tiempos de guerra. Otros elementos de gran calado histórico, como el papel de la guerra en las relaciones internacionales, su importancia en la organización de la sociedad y las relaciones entre militares y civiles intervinieron en una profunda renovación de la historia militar, que se ha enriquecido, además, como disciplina científica, con el desarrollo de la arqueología de la guerra. De la misma manera que no se puede disociar al ejército de su función básica, el combate y la ocupación o defensa de territorios, desde una perspectiva científica actual, cabe considerar también otros factores a los que está estrechamente ligado, como la sociedad de la que proviene y el elemento civil con el que interacciona. La identidad de los ejércitos, en cuanto grupo social, viene determinada por elementos que emanan de toda la sociedad, como los sistemas de valores y la percepción colectiva de la guerra, así como por sus formas de representación. Las bases conceptuales que construyen estas premisas no difuminan, sin embargo, las características propias de cada período y contexto histórico, ni la identidad individual de los objetos de estudio; es más, aplicadas debidamente, aportan un marco idóneo para la investigación orientada a momentos e identidades específicas. El ejército romano tuvo en las características ya mencionadas —valor individual, disciplina colectiva y orgullo de clase— tres de sus señas de identidad más destacadas. Por supuesto, los ejércitos suelen ser un reflejo de las sociedades de las que se nutren, y Roma constituye un caso paradigmático en este sentido. Los modelos militares tardorrepublicano y altoimperial nos permiten apreciar a la perfección los cambios políticos operados desde la república aristocrática de carácter oligárquico, que fue degenerando hasta el punto de depender del carisma y prestigio personal de los grandes generales; un modelo que daría paso, a su vez, al desarrollo de una monarquía de corte helenístico, caracterizada por un fuerte control estatal centralizado en la persona del Princeps. Los ejércitos republicanos senatoriales, de base campesina y comandados por oficiales amateurs procedentes de las filas del propio Senado, poco tienen que ver con aquellos del período tardorrepublicano reclutados, tanto en la península itálica como en las provincias conquistadas, por líderes carismáticos como Pompeyo, César u Octaviano, en el transcurso de las guerras civiles; o con la precisa máquina militar, institucional y administrativa en la que se fueron convirtiendo durante el Alto Imperio. A partir de las reformas augústeas, la composición de la infantería regular, de las legiones, de los cuerpos urbanos y de las unidades auxiliares respondió no solo a necesidades tácticas u operativas, sino también a una estricta reglamentación diseñada por el emperador; según la cual, tan solo los ciudadanos romanos engrosarían las filas de las legiones y las cohortes urbanas, mientras que aquellos que no hubieran obtenido dicho estatus quedaban destinados a la caballería e infantería auxiliares. Esta reforma estableció una clara distinción entre ciudadanos legionarios, reclutados voluntariamente, y unidades de apoyo formadas por indígenas que, al concluir su servicio, obtenían la ciudadanía, pasando a formar parte de la comunidad de ciudadanos de pleno derecho. Este sistema, y la presencia permanente de tropas en las fronteras periféricas y en las provincias, convirtieron al ejército en uno de los más eficaces instrumentos de romani-

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INTRODUCCIÓN 

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zación de los territorios sometidos. El proceso fue de carácter bilateral: por una parte, la presencia permanente de soldados que provenían de distintas partes del Imperio, habituados a la disciplina militar, practicantes de los cultos oficiales y cuya lengua cotidiana era el latín, los convertía en potentes focos de aculturación. Muchos de los soldados de servicio en campamentos, stationes y ciudades establecieron vínculos personales con mujeres de la población local, con las que tenían descendencia; además, gran parte de los veteranos que habían sido licenciados decidían retirarse en la misma zona en la que habían servido y en la que les eran concedidas tierras de cultivo. Por otra parte, las comunidades provinciales ejercieron también una gran influencia en los ejércitos en ellas acantonados, considerándolos como institución y como comunidad humana. Tal es el caso de Hispania y de su ejército permanente, que estuvo en la Península desde el fin de las guerras contra los pueblos astures y cántabros hasta la Antigüedad tardía. A partir del reinado de los flavios, las tropas destinadas en Hispania se convirtieron en un auténtico exercitus Hispanicus, un ejército unido a su territorio, que contribuyó de manera decisiva a la formación y desarrollo de sus provincias. En este sentido, Hispania, y más en concreto la provincia Citerior, constituyen un marco de estudio privilegiado para aplicar las premisas enunciadas. Sin duda, M. Yourcenar conocía la situación particular del ejército de Hispania al poner en boca de Adriano el calificativo de «soñolientas» para describir a sus guarniciones. Desde el final de la conquista del noroeste hasta la guerra civil del año 69 d. C., los soldados acantonados en las provincias hispanas no entraron apenas en combate. Tras su intervención en el conflicto por el poder imperial, hacia el año 74 d. C., regresaría a la península ibérica la legio VII Gemina, y en ella permanecería —la mayor parte de ella lejos de los territorios de las fronteras conflictivas— hasta el ocaso del Imperio. A partir de su regreso, la legión VII Gemina y sus unidades auxiliares se fueron transformando, en virtud de los mecanismos mencionados, en un ejército de naturaleza provincial, estrechamente ligado al territorio hispano y especialmente a la provincia Citerior. Si bien en el período altoimperial no podemos asociar directamente la ocupación militar de algunos territorios con sus procesos específicos de urbanización, su influencia en la configuración de las provincias, por medio del desarrollo de la logística necesaria para la administración, la organización de las explotaciones mineras, el trazado de rutas viarias y otras obras públicas, así como su apoyo en funciones administrativas y policiales, convirtieron al ejército en una más de las instituciones romanas de la Península, indispensable para el encaje de sus territorios en el marco de la administración imperial. La huella que el ejército dejó entre la población local fue asimismo honda y duradera, siendo la mayoría de los reclutas de origen hispano a partir del período antonino. Al emperador hispano bien pudieron haberle parecido «soñolientos» o adormilados los soldados que conoció, lejos de su Bética natal, como oficial aprendiz de la legio VII en la Hispania Citerior, en contraste con las insomnes y aguerridas guarniciones del Danubio, que más tarde comandaría como tribuno militar en las campañas de Trajano. En este sentido, conviene recordar que no todo aquello que proviene del ejército romano ha de interpretarse desde un punto de vista estrictamente táctico o estratégico. El exercitus Hispanicus funcionó como auténtico eje de articulación de las sociedades y territorios indígenas peninsulares en la Romanitas desde el siglo i a. C., integrándose profundamente en su vida social y económica. Pues bien, fueron precisamente las posibilidades que

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ofrecía una estructura tan rica y compleja en el período altoimperial y su adaptación al territorio las que nos impulsaron a abordar el trabajo que aquí presentamos. En efecto, las tropas que ocuparon la península ibérica desde la conclusión de las guerras de conquista nos permiten aplicar una perspectiva social al estudio del ejército, para tratar de explicar la relación entre ellas y el espacio físico en el que los soldados levantaron sus monumentos, sin perder de vista los aspectos de índole táctica o logística ni sus principales funciones sobre el terreno.

Capítulo 1 El ejército romano y el territorio de Hispania en época altoimperial. Una aproximación conceptual desde la epigrafía

1.1. Ejército, territorio y sociedad en la Hispania altoimperial La relación del ejército romano con las provincias ibéricas desde una perspectiva institucional, administrativa y social no es una cuestión novedosa, sino que ha sido tratada por varios de los más significativos trabajos que se han ocupado de la naturaleza de la presencia militar en Hispania desde el período republicano al Bajo Imperio.1 No obstante, los años transcurridos desde la publicación de los dos grandes trabajos de Roldán Hervás (1974) y Le Roux (1982) han deparado el descubrimiento de más documentación epigráfica alusiva a militares, así como avances muy significativos en la excavación de emplazamientos castrenses y en el conocimiento de la topografía militar de la Hispania romana.2 Tanto la aparición de nuevos materiales como, sobre todo, la necesidad de abundar en aspectos de la investigación, que fueron contemplados en las obras mencionadas, pero no abordados en profundidad, ni con los medios de los que hoy en día disponemos para el análisis del territorio, nos han movido a retomar precisamente el estudio del ejército romano de Hispania en relación con sus provincias en época imperial y, más específicamente, con un territorio concreto, la provincia Citerior. Considerando la cantidad y naturaleza de las fuentes disponibles,3 la epigrafía sigue siendo el medio de reconstrucción más eficaz de la presencia militar en la Península tras la conquista del noroeste a fines del siglo i a. C. Tan solo los monumentos epigráficos, estudiados individualmente y en conjunto, aportan una cantidad y calidad de informa-

Para el período republicano, cf. Cadiou; para el período tardorrepublicano e imperial, cf. Roldán Hervás y Le Roux, 1982. 2 Cierto es que los hallazgos epigráficos constituyen un conjunto un tanto decepcionante en términos cuantitativos, apenas contamos con una treintena de monumentos más, y diversos investigadores ya han recapitulado y estudiado algunas de esas piezas con detalle Un buen resumen del material epigráfico militar más reciente en Hernando Sobrino, 2016, pp. 85-122. Cf. también, Le Roux, 1992a, pp. 231-258 y 2007, pp. 481-521; y Palao Vicente, 2014, pp. 31 y 53-78. 3 Para una exposición crítica y detallada de las fuentes literarias, epigráficas y arqueológicas a nuestra disposición para el ejército romano de Hispania, cf. Moralejo Ordax, 2018, pp. 28-44. 1

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ción suficientes para determinar la naturaleza de la estancia de los soldados en Hispania entre los siglos i y iii d. C. desde un punto de vista económico, administrativo y social. En este sentido, nuestro propósito prioritario es, pues, profundizar en la relación entre los monumentos epigráficos erigidos por los soldados que sirvieron en la Hispania Citerior y su contexto espacial. En otras palabras, proponer una explicación razonable, en la medida de lo posible, de los patrones de distribución y concentración de inscripciones militares en la provincia, a la luz del conocimiento arqueológico adquirido, en los últimos decenios, sobre los emplazamientos con presencia militar durante el Alto Imperio y los patrones de representación epigráfica de los militares. Igualmente relevante en este sentido resulta el análisis de la distribución espacial de las inscripciones localizadas en zonas rurales, pasos de vías o zonas de explotación minera, entre otros ámbitos, en relación con las principales funciones desempeñadas por el ejército en dichas zonas y los vínculos personales de los soldados con las mismas. En suma, el propósito último de esta investigación no es otro que entender mejor la topografía militar de las diversas zonas de la provincia más extensa del Imperio, ocupada a lo largo de tres siglos de estancia permanente de los soldados en ella. En esta labor, es capital el tratamiento pormenorizado de algunos aspectos que no han sido considerados en detalle y en conjunto, como los contextos de hallazgo de los monumentos, el estudio específico de las grandes concentraciones epigráficas o la naturaleza de los soportes, entre otros, que proporcionan información adicional a lo ya conocido, gracias a los grandes trabajos sobre el ejército romano y la epigrafía militar de Hispania. Esta es, por tanto, una investigación que concierne esencialmente a las fuentes epigráficas, pero concebida desde una perspectiva interdisciplinar, en la cual la arqueología tiene especial relevancia a la hora de explicar la presencia de los monumentos en las diversas localizaciones y los problemas metodológicos para la reconstrucción del paisaje epigráfico. De los aspectos expuestos se desprenden otras cuestiones que constituyen interrogantes de singular interés en nuestra investigación. La primera de ellas mira a un análisis cuidadoso, y lo más detallado posible, de los grandes centros militares de la provincia Citerior y de sus materiales epigráficos. No por casualidad, los enclaves que más epigrafía militar acumulan en la provincia son su capital, Tarraco, y la capital administrativa del noroeste, Asturica Augusta, y, por otra parte, dos de los grandes campamentos permanentes conocidos, Legio y Petavonium, también en el conventus Asturum. Los repertorios de monumentos, tanto votivos como funerarios, localizados en las ciudades y en los campamentos nos permiten estudiarlos desde una perspectiva microespacial. Hasta ahora no había sido abordada esa reconstrucción del paisaje epigráfico militar de los grandes núcleos de la provincia más que a título parcial. Este enfoque aporta valiosa información sobre los espacios en los que los militares pudieron ubicar sus necrópolis o sus santuarios y, sobre todo, acerca de la división y articulación del territorio externo e interno de los campamentos y las relaciones de los soldados con los civiles. Todos estos aspectos pueden ser considerados en dichos centros, pese a lo limitado de la documentación y a los obstáculos para su interpretación y para la recuperación de sus contextos. Por ello, es especialmente sugerente reconstruir, en la medida de lo posible, la topografía epigráfica en estos enclaves. Otra de las cuestiones menos tratadas por la investigación especializada concierne a las formas específicas de representación epigráfica de los militares de Hispania. Por lo

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que al lenguaje epigráfico respecta, se puede constatar que los patrones que adoptaron, tanto en los textos sepulcrales como en los de carácter votivo, emanan de los usos comunes extendidos desde la península itálica a las provincias desde época republicana, marco en el que los militares introdujeron paulatinamente sus propios términos alusivos a su oficio y desempeños particulares. La documentación hispana incorpora los elementos básicos de ese repertorio léxico, como los nombres de las diferentes unidades y sus numerales, sus epítetos, la expresión del rango militar o del tiempo de servicio en filas, entre otros. La presencia de determinados epítetos o unidades constituye un elemento fundamental para la datación de algunos monumentos; de igual manera, la presencia, ausencia y disposición específica de los mismos en los epitafios, es un recurso de gran utilidad para fechar las piezas.4 Con todo, otros elementos han de ser tenidos en consideración en relación con los criterios de representación epigráfica de los soldados. Uno de los más fecundos es el estudio de los materiales, la morfología y la decoración de los soportes epigráficos. Los monumentos de los soldados de Hispania se caracterizan, desde el punto de vista formal, por una notable diversidad, en consonancia con la epigrafía civil. No apreciamos, en efecto, ningún modelo o patrón específico de «soporte militar», ni ornamentaciones particulares de esa índole más que en unos pocos casos.5 El retrato, que funcionaba como elemento central de autorrepresentación del soldado en las provincias del limes renano-danubiano o en la propia Italia, no aparece apenas en el territorio hispano; y tampoco es frecuente la representación de armamento u objetos privativamente militares. Dicho esto, cabe añadir que la ornamentación de los soportes hispanos sí se caracteriza por una cierta naturaleza esquemática, aunque, como veremos, no desprovista de simbología. Parece que los campamentos hispanos no incorporaron algunos de los elementos más característicos y representativos de las zonas más militarizadas del Imperio. Nos planteamos, por tanto, indagar en este fenómeno particularmente hispano y señalar, por otra parte, que sí es posible identificar tipos y modelos específicos de estelas funerarias, que evidencian la existencia de officinae epigráficas que trabajaban en las proximidades de los centros militares. También trataremos de identificarlas, en la medida de lo posible, para dar una respuesta satisfactoria a la primera cuestión y profundizar en los hábitos de representación de los militares en la provincia Citerior.6

Le Roux, 1982, pp. 24-33. Sin que podamos hablar de monumentos exclusivamente militares en otras zonas del Imperio, como la Italia septentrional o los limites renano y danubiano, sí nos topamos con tipos específicos de estelas funerarias, características de los soldados que servían en aquellas provincias. Uno de los modelos más extendidos es el de la estela provista de hornacina y retrato del difunto, tanto por parte de los centuriones y legionarios como, sobre todo, de los jinetes auxiliares Un buen resumen de la cuestión y estudio de monumentos concretos en Coulston, 2004, pp. 133-152 y 2007, pp. 529-561. Es también significativa la obra de Devijver para los monumentos de los oficiales; cf. Devijvjer van Wonterghem, 1992, pp. 154-193. 6 Solo se ha considerado este tipo de cuestiones en aquellos lugares que proporcionan un número significativo de monumentos de militares y cuentan con acreditada presencia o identidad militar. Un estudio comparativo a escala global, respecto a los monumentos de los civiles, constituye una oportunidad prometedora para futuras investigaciones. 4 5

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1.1.1. La delimitación del territorio Este trabajo se ocupa exclusivamente del estudio del territorio comprendido dentro de los límites de la división administrativa romana de la Hispania Citerior. La elección viene motivada, esencialmente, por su condición de provincia armada, frente al estatus de «inermes»7 de la Lusitania y la Bética, y, consecuentemente, por su mayor volumen relativo de testimonios epigráficos militares.8 Dicho marco territorial de estudio se ve justificado, pues, por la cantidad e importancia de la documentación epigráfica militar atestiguada en él, especialmente en su cuadrante noroeste y en su capital, así como por la entidad de la evidencia arqueológica asociada al ámbito militar y su mayor conocimiento respecto al de otras zonas de la Península. Ahora bien, conviene considerar, asimismo, que la división establecida un tanto al margen de las fronteras administrativas del Imperio romano, no está exenta de cierta arbitrariedad. Las inscripciones documentadas tanto en la Bética como en Lusitania aluden a numerosos aspectos que conciernen al exercitus Hispanicus y a sus integrantes, como el reclutamiento de soldados, las misiones concretas, las funciones policiales y el personal asociado a los officia provinciales, entre otros, todos ellos objeto de interés. Por tanto, la delimitación territorial adoptada no se corresponde íntegramente con la dimensión histórica real de la presencia del ejército en el suelo peninsular, sino con la razonable necesidad de acotar un territorio abarcable para un estudio de la naturaleza del que se propone, centrado en el territorio en el que las actividades militares fueron más intensas. Las cerca de 450 inscripciones de contenido militar distribuidas por las tres provincias de la Hispania romana,9 sumadas a la gran extensión del territorio y a la cifra de contextos arqueológicos posibles, hacen inabordable la empresa de ocuparse de todo el territorio peninsular en un solo trabajo desde la perspectiva específica propuesta. Pese a ello, debemos señalar que el material bético y lusitano resulta de gran utilidad como elemento de estudio directo y comparativo para respaldar y matizar las conclusiones que aquí se puedan considerar alcanzadas; con ello se pretende adelantadar, además, en cierta medida la documentación sobre las otras provincias que constituyen sugerentes oportunidades de estudio para el futuro. 1.1.2. El material epigráfico Hace unos años, en un trabajo-resumen sobre la epigrafía militar de Hispania, Le Roux reflexionaba sobre el frecuentemente empleado término de «inscripción militar». Para él, bajo esta denominación no puede incluirse cualquier «texto o monumento epi-

7 El concepto de «inerme», acuñado para las provincias Lusitania y Bética, no conlleva que en ellas no hubiese presencia militar. Sin duda, hubo soldados de servicio en estos territorios, fundamentalmente asociados a los officia de los gobernadores provinciales. No obstante, ninguna de ellas contó con una guarnición permanente desde el fin de las guerras cántabras hasta la tardía Antigüedad. 8 La provincia Citerior acumula cerca de 290 ejemplares, un 77 % de la epigrafía militar de Hispania. 9 Unas 280, si nos ceñimos a las inscripciones en las que se representaron soldados y suboficiales que sirvieron en la península ibérica.

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gráfico en el que se mencione al ejército romano y sus actividades», sino, solamente aquella documentación «que emana directamente de sus protagonistas, de forma individual o colectiva, o de los responsables militares de las unidades provinciales que no fuesen oficiales superiores».10 Bajo esa premisa, las inscripciones debidas a los mandos superiores, es decir, los legati Augusti pro praetore, los legati legionis y los tribuni militum senatoriales, y algunos tribuni y praefecti de rango ecuestre, no estarían incluidas bajo la denominación mencionada. Ahora bien, ni el estudioso francés ni la corriente metodológica de la que provienen sus consideraciones autorizan a abordar la compleja casuística de manera rígida, sin aquilatar los ejemplos concretos. Las consideraciones dichas emanan de una perfectamente lógica percepción del oficio militar en sí mismo en época romana. En efecto, sus mandos han sido considerados tradicionalmente como personal, en cierta medida amateur, pero, sobre todo, temporal, que pasaba por el ejército en razón de las exigencias de sus carreras ecuestres o senatoriales y que, en muchos casos, no permanecían más que unos cuantos años al mando de alguna unidad, con vistas al cumplimiento de las mismas.11 Es verdad, con todo, que algunos de esos mandos, especialmente los ecuestres, prolongaron sus carreras militares considerablemente y no podrían ser tildados de «inexpertos» desde el punto de vista de las artes de la guerra y el conocimiento del ejército.12 Por otra parte, es cierto que en modo alguno los mandos fueran militares per se; no fueron profesionales del oficio, como sí lo era toda la tropa, desde los centuriones hasta los milites gregales, pasando por los principales y los auxiliares. Todos estos colectivos pasaban, al menos, veinte años en filas y, la gran mayoría de ellos, vivía y moría bajo los estandartes; de igual manera, aquellos veterani que alcanzaban el retiro seguían vinculados de alguna forma al ejército.

Le Roux, 2007a, pp. 481-521. Normalmente, la legatura de legión se alcanzaba alrededor de los treinta años, tras haber desempeñado las magistraturas menores: vigintivirato y tribunado militar, durante al menos un año. Una vez convertidos en legati del emperador, desempeñaban la comandancia de una legión durante unos tres años. Con frecuencia, tras este paso, los legati legionis pasaban a convertirse en propretores en una provincia sin guarnición militar, antes de optar al consulado. El colofón de la carrera de estos hombres solía ser, habitualmente, el puesto de legatus Augusti pro praetore, gobernando una de las provincias militares del Imperio, dignidad que no alcanzaban la mayoría de los senadores. En cuanto a los ecuestres, solían desempeñar las funciones de mandos de unidades auxiliares: praefecti alae y cohortis; el tribunado de cohortes miliarias y civium romanorum, y los cinco puestos de tribunos angusticlavios que habría por cada legión. Las tres militiae establecidas definitivamente con Claudio —prefectura de cohorte auxiliar, tribunado angusticlavio y prefectura de ala de caballería—. Normalmente, los ecuestres servían unos tres años en cada puesto, de manera que sus carreras militares solían durar un mínimo de nueve años completos. Algunos volvían a magistraturas locales y administrativas tras este período, pero otros continuaron sus carreras en el ejército siendo transferidos a diferentes destinos dentro de un mismo mando. Cf. Goldsworthy, 2003, pp. 60-68, con una síntesis práctica y bibliografía. 12 Las fuentes literarias están repletas de ejemplos de mandos militares con grandes dotes estratégicas, logísticas y buen conocimiento de la tropa, a los que no puede considerarse simples amateurs, comenzando por algunos de los miembros de la familia imperial julio-claudia, como Germánico o Tiberio, y legati como Domicio Corbulón, por mencionar algunos ejemplos concretos. Estos hombres pasaron gran parte de sus vidas al mando de tropas acantonadas en zonas conflictivas del Imperio y destacaron por sus dotes e iniciativa en la resolución de todo tipo de conflictos y problemas vinculados con las operaciones bélicas que lideraban. 10 11

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Todo lo dicho hasta aquí tiene una de sus más claras expresiones materiales en los monumentos epigráficos de todo rango de los militares aludidos: mandos, suboficiales y tropa; a este aspecto y a la condición de profesional se refiere precisamente Le Roux al realizar las precisiones ya mencionadas. Mientras que la autorrepresentación de la tropa y suboficiales gira, casi exclusivamente, en torno a su condición de militares, en los monumentos de los mandos, lo militar suele tratarse de un elemento más dentro de un todo más amplio, de una carrera completa. Este concepto establece una línea de separación entre mandos y tropa que, en última instancia, viene determinada, fundamentalmente, por la condición o estatus social, verdadero eje vertebrador de la organización militar. En razón de lo dicho, este trabajo no incluye las inscripciones localizadas en la provincia Citerior, que hacen alusión a miembros del orden ecuestre y senatorial que desempeñaron cargos en legiones que no pisaron la Península. Por lo general, se trata de inscripciones honoríficas, en algún caso votivas, de personas que eran de origen hispano o que desempeñaron cargos municipales o administrativos en ciudades de la provincia. En tal sentido, sus pedestales honoríficos los honran, no solo como militares, sino, sobre todo, como flamines, duóviros o miembros de los ordines locales de colonias y municipios; y la epigrafía de Tarraco constituye un caso paradigmático en este sentido. Ahora bien, en la selección de la materia idónea para este estudio, cabe considerar también la cuestión de los contextos en los que se representaron algunos de los mandos del orden senatorial y ecuestre. Esta investigación trata de rastrear espacios en los que los militares se representen como tales, bien en los medios que les eran más propios, como los campamentos o stationes, en las propias ciudades, o bien en otros de definición incierta. En este sentido, debemos considerar los monumentos que los gobernadores provinciales, los legados legionarios y los prefectos de unidades auxiliares levantaron en los campamentos y sus ámbitos de influencia durante el transcurso de sus períodos de mando en las unidades del ejército de Hispania. Ejemplares como las inscripciones votivas de los legados y tribunos de Legio o los votos elevados por los prefectos del ala II Flavia en Petavonium han de ser incluidos, a nuestro juicio, dentro del catálogo de inscripciones a estudiar. Esos monumentos dan testimonio de la preocupación de los mandos por el mantenimiento de la religión oficial y la cohesión de la tropa en los campamentos, de sus devociones privadas y de la articulación del territorio, tanto dentro de los recintos como en los territorios circundantes con asentamientos civiles. Se trata, por tanto, de manifestaciones relevantes en relación con el espacio militar y su funcionamiento colectivo que han de ser tenidas en cuenta, pues no se entiende el espacio militar sin considerar esas fuentes. Otro grupo de figuras a considerar viene constituido por los centuriones y soldados que no sirvieron en la Península pero erigieron votos o fueron sepultados en territorio de la Citerior. Esos documentos pueden considerarse propiamente como inscripciones militares, dado que los individuos se representan tanto en sus epitafios como en los actos cultuales, ante todo como tales. Cierto es que sus carreras no están relacionadas con las actividades militares sobre el terreno, ni influyen en la configuración del territorio de la provincia; tan solo nos indican que pudieron ser reclutados en la Citerior, que realizaron alguna misión puntual en la provincia, o bien, que nacieron en ella. Pese a todo, esa documentación resulta muy útil para reconstruir el reclutamiento hispano desde el período augusteo en adelante y para explicar la sociedad, tal y como ya puso de relieve Roldán

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Hervás, si bien no podemos considerarla bajo los mismos parámetros que la epigrafía relativa al exercitus Hispanicus. Se han incluido tales testimonios en la medida en que aportan información adicional a las formas de representación epigráfica de los soldados y porque nos permiten localizar los regresos de estos a sus lugares de origen, que pueden explicarse por diversas razones; también nos informan sobre trayectorias particulares de algunos hispanos, así como sobre las zonas con tradición de reclutamiento entre indígenas. 1.1.3. Criterios de datación de los monumentos y aspectos epigráficos Uno de los grandes avances en el estudio de la epigrafía militar de Hispania fue el sistema de datación de inscripciones establecido por P. Le Roux. A los elementos internos esenciales para fechar una inscripción, fundamentalmente los de carácter paleográfico y los criterios internos de datación absoluta, el estudioso francés añadió un patrón cronológico fiable, basado en la combinación de elementos de los epitafios.13 Tal y como advierte el propio autor, no se trata, ni mucho menos, de un modelo sistemático ni absoluto, pero incorpora patrones suficientemente sólidos para establecer una cronología verosímil de la documentación. Casi todos los epitafios tempranos debidos a soldados y veteranos, por lo general también los de los suboficiales, incorporan una estructura básica con tria nomina, filiación, tribu, origo, grado, unidad, centuria, años de servicio y fórmulas jurídicas. En función de la combinación de estos elementos y de su presencia o ausencia, así como de la forma de expresarlos en las inscripciones más tardías, del período flavio hasta el severo, permitieron a Le Roux establecer períodos epigráficos para datar los monumentos. Nosotros recurrimos, en líneas generales, a ese sistema para fechar los epígrafes aducidos en este estudio, dado que nos parece el más sólido. Es cierto que el propio Le Roux ha revisado la cronología propuesta por él mismo para algunos epígrafes, que algunos otros no ofrecen evidencia suficiente para aplicar sus criterios, y que existen elementos para matizar o rebatir sus dataciones, como los materiales o rasgos formales de los soportes. Sin embargo, en general, los elementos mencionados tienden a coincidir con las cronologías propuestas por el estudioso francés.14 A pesar de lo dicho, conviene señalar que uno de los obstáculos más destacables para emprender un estudio como el que aquí pretendemos es la dificultad que presentan muchos monumentos para ser fechados con precisión. Ello puede ocurrir, en primer lugar, por su deficiente estado de conservación. Otras veces, los modelos combinatorios no pueden ofrecer una respuesta satisfactoria para incluir la pieza en un período o en otro. En algunos otros, las similitudes y patrones morfológicos de los soportes permiten establecer series epigráficas que responden a la existencia de manos, talleres, círculos y escuelas epigráficas que, sin duda, existieron en la península ibérica; así ocurre con las primeras estelas de cabecera semicircular procedentes de los talleres de la Meseta y el noroeste. Sin embargo, esos patrones no resultan fácilmente detectables en el material militar de la península ibérica, muy heterogéneo formalmente hablando. Cabe añadir, Le Roux, 1982, pp. 24-30, con exposición metodológica y tablas-resumen. Hemos procurado atender a aquellos ejemplares en los que la cronología es problemática o podría rebatirse la acuñada por Le Roux. 13 14

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además, que la cronología de los monumentos aparece, la mayor parte de las veces, expresada en períodos generales que, a menudo, se superponen. Por lo que respecta al material que aquí nos concierne, podemos consignar los períodos cronológicos, repartidos según la clásica división de los reinados augusteo, julio-claudio, flavio, antonino y severo, con posibilidad de adscribir piezas a momentos más concretos y teniendo en cuenta que especialmente los monumentos fechados en el siglo ii d. C., coincidiendo con la expansión del hábito epigráfico en la península ibérica, a menudo se solapan entre sí, como es el caso de la segunda mitad de la centuria, entre fines de la dinastía antonina y comienzos de la severa.15 Por lo que se refiere a las lecturas de los textos epigráficos, presentamos aquellas que nos parecen más adecuadas basándonos en dos criterios básicos: la traditio de cada una de las inscripciones y la autopsia personal de buena parte de ellas. En aquellos casos en los que no hemos podido realizar autopsia, como en las inscripciones perdidas, transmitidas mediante tradición manuscrita, o en otras que no hemos podido ver, nos ceñimos a la selección de aquella lectura que nos parece más ajustada dentro del elenco de repertorios y publicaciones epigráficas que han tratado dichos textos. En otros casos combinamos una lectura propia con la propia traditio recogida, coincidiendo en buena parte de los monumentos nuestra propia lectura con alguna de las ya propuestas, y en otros matizando detalles o puntos concretos que nos parecen de interés y que aparecen recogidos a lo largo del texto.16 1.1.4. Cartografía y distribución espacial de los epígrafes Se ha venido haciendo hincapié en la distribución y concentración de los monumentos, sus contextos de hallazgo individuales, así como en el estudio pormenorizado de la topografía arqueológica de los enclaves, tanto urbanos como militares, como elementos centrales de nuestra metodología. En relación con esta perspectiva, consideramos dos conceptos centrales en lo que concierne al análisis de la documentación: los de «centro» y los de «periferia». La distribución de epígrafes por todo el territorio de la Citerior arroja un peculiar reparto de los monumentos, que responde, en líneas generales, a la actividad del ejército en diferentes áreas de influencia. Naturalmente, aquellas en las que la actividad militar fue más intensa presentan las mayores proporciones de epigrafía militar, especialmente la capital provincial, Tarraco, y los territorios del noroeste, donde se asentaron las tropas de ocupación y se encontraban los yacimientos mineros. El área centro-norte de la provincia, correspondiente, fundamentalmente, a los territorios de los conventus Cluniensis y Caesaraugustanus, cuenta con una cifra estimable de epígrafes, Al hilo de la cronlogía de los monumentos, cf. Moralejo Ordax, 2018: catálogo desarrollado, en el que se presenta una versión abreviada de una base de datos de la epigrafía militar de la Citerior, que incluye cronologías generales y concretas de los monumentos, así como discusión de los aspectos centrales. Además, nos encontramos en proceso de elaboración de una base de datos en línea de la epigrafía militar de Hispania, en la que se tratará la cuestión cronológica en detalle. 16 Por la naturaleza de este estudio y razones de volumen, no podemos asumir un tratamiento de los epígrafes a la manera de un catálogo epigráfico o una edición especializada. Respecto a las lecturas, remitimos a la misma base de datos mencionada en la nota anterior, que recoge, en la medida de lo posible, las variantes de lectura y desarrollo más significativas de cada texto y justifica la lectura propuesta. 15

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pero sensiblemente menor. Otra de las características particulares del mapa de hallazgos es que solo contamos con concentraciones epigráficas de entidad en las grandes bases militares del noroeste, en alguna de sus ciudades y en Tarraco, al otro extremo de la provincia. Puntos como Legio, Petavonium, Lucus Augusti, Asturica Augusta o la propia Tarraco, constituyen, por tanto, los enclaves que podemos considerar bajo el epígrafe «centro». Otro patrón de distribución nos muestra, en menor proporción, grupos de monumentos que podríamos considerar dispersos. Estos están repartidos por áreas rurales, zonas de explotación minera y otros contextos, con la particularidad de que la mayoría de ellos se agrupan en las cercanías de las principales vías de comunicación de la provincia. A este grupo lo hemos clasificado bajo el término «periferia». En consonancia con estos patrones y las denominaciones adoptadas, se han aplicado modelos de análisis diversos a los conjuntos epigráficos. En primer lugar, se ha adoptado un enfoque o perspectiva de corte «macroespacial» para la totalidad del repertorio. Esta última nos permite estudiar con detenimiento la distribución general de los testimonios en relación con cuatro grandes territorios o zonas con presencia militar en la provincia Citerior: el noroeste, que abarca los conventus Lucensis, Bracaraugustanus y Asturum, correspondientes a los actuales territorios de Galicia, Asturias y parte de León y Zamora; la zona centro-norte, comprendida entre los cursos de los ríos Ebro y Duero, que corresponde a los conventus Cluniensis y Caesaugustanus, el área oriental de la provincia que hemos denominado Citerior inermis; y, finalmente, la zona central y meridional de la provincia, en la que tan solo nos topamos con unos pocos testimonios. Además de considerar los patrones de distribución general, la perspectiva macroespacial resulta especialmente eficaz para tratar de explicar las distribuciones periféricas de las inscripciones en las diversas áreas mencionadas, especialmente en el noroeste, donde cabe intentar la asignación de la documentación a funciones específicas del ejército. El enfoque que se ha denominado «microespacial» está concebido para el estudio pormenorizado de los monumentos en los centros que se caracterizan por sus concentraciones epigráficas significativas y por tener entidad arqueológica per se. Así, se persigue combinar el análisis epigráfico y formal de los monumentos con los datos arqueológicos y los contextos específicos de las piezas, hasta donde ello es viable, para proporcionar una imagen lo más detallada posible del paisaje epigráfico que los militares construyeron en los grandes campamentos y ciudades de la provincia. Son paradigmáticos los casos de Legio y de Petavonium, donde se ha intentado la reconstrucción de la topografía epigráfica y castrense mediante los elementos mencionados y los paralelos con campamentos extranjeros, con la metodología innovadora empleada en algunos de los trabajos más recientes sobre los emplazamientos militares altoimperiales.17 Otro ejemplo destacado es el de Tarraco, donde la cifra de monumentos conservados nos permite un detallado estudio de los patrones morfológicos de los soportes utilizados por los militares y su posible ubicación en las diferentes necrópolis de la ciudad. Esta perspectiva no ha resultado eficaz, desafortunadamente, en otros yacimientos arqueológicos destacados como Herrera de Pisuerga, Clunia o Tricio, donde la escasez de epígrafes o los limitados

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En este sentido, son referencia los trabajos de Stoll, 1998, pp. 134-162 y 2001, pp. 77-105; Bery Schmidt (eds.), 2013 y Schmidt Heidenreich, 2013a.

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progresos de las excavaciones nos han impedido contar con la base suficiente para emprender semejante tarea. Por tanto, conviene advertir desde un principio que el aparente desequilibrio que pueda percibirse en el volumen de trabajo destinado a unas áreas y a otras de la provincia Citerior responde, sobre todo, a la cantidad y naturaleza de la documentación epigráfica y arqueológica disponible en cada una. La aplicación del modelo de enfoque microespacial exige que las concentraciones de material epigráfico superen cierta masa crítica, acompañada de un conocimiento, si no exhaustivo, sí razonable de las circunstancias de hallazgo, así como de los vestigios arqueológicos que le sirven como contexto. En relación con lo dicho, es obligado reconocer que el modelo de estudio puede dar la imagen de una cierta desproporción, en cuanto al detalle del análisis, entre el aplicado a los territorios del noroeste y a la capital provincial y el empleado para otras grandes áreas de la provincia, como el interfluvio Duero-Ebro y alguna de sus ciudades. Ello resulta de la distribución del material epigráfico que se concentra mayoritariamente en las dos primeras áreas señaladas. El cuadrante noroccidental de la Península y Tarraco constituyen las zonas en que la actividad del ejército fue más intensa. Aparte del factor de la cuantía de los testimonios, también el conocimiento histórico y arqueológico de esas áreas es notoriamente mayor que el de las otras. A nuestro juicio, la importancia de los territorios de Asturia y Gallaecia, en el marco de su integración en el modelo romano de administración y en la articulación y proceso de urbanización de la Citerior, justifica un tratamiento previo de los mismos. En el caso tarraconense, son la relevancia del enclave en la administración de la Hispania romana, la evolución de su paisaje urbano y la presencia de la sede de gobierno y su aparato militar los elementos que explican un tratamiento más detallado. Por el contrario, el resto del material, disperso por la zona centro-norte y meridional de la Península, impide, por lo general, un estudio tan pormenorizado del territorio y la aplicación de un enfoque microespacial a los núcleos urbanos más relevantes. Consideramos que todo lo expuesto comporta un enfoque novedoso respecto a la investigación precedente. La asociación de los monumentos epigráficos de los militares con sus contextos es una cuestión que resulta compleja de resolver. Sin embargo, mediante el modelo propuesto, es posible esbozar una imagen lo bastante ajustada como para asentar mejor algunos de los conocimientos que ya poseíamos, establecer con más claridad algunas de las limitaciones de la investigación y aportar algunas hipótesis sugestivas al estado de la cuestión.

Capítulo 2 La epigrafía militar de la provincia Citerior

2.1. Ejército y epigrafía en la Hispania Citerior. Panorama general Hemos ya señalado y justificado anteriormente la elección de la provincia Citerior como marco territorial para nuestro estudio de la epigrafía y la arqueología militar. En nuestra argumentación, admitíamos el carácter relativamente subjetivo de nuestra delimitación en relación con la naturaleza, la dimensión y la operatividad del ejército romano de Hispania.1 No podemos, sin embargo, perder de vista que fue la Citerior la única de las provincias hispanas que albergó una guarnición militar permanente desde fines de las guerras asturcántabras hasta época bajo-imperial. La necesidad de controlar e integrar los nuevos territorios del noroeste, así como la explotación sistemática de los yacimientos auríferos, motivaron el establecimiento del ejército permanente, y luego provincial, de los que ya hemos hablado. La condición de «provincia armada» de la Citerior la convierte, asimismo, en el territorio con más testimonios epigráficos y arqueológicos asociables al exercitus Hispanicus y a servicios de hispani en el ejército, como hemos podido comprobar. Contamos con una cifra total de alrededor de 333 inscripciones de contenido militar repartidas por su territorio provincial, de las que unas 284 pueden considerarse como estrictamente militares, según los criterios establecidos, y 220 pertenecen a militares que formaron parte de las legiones acantonadas en suelo hispano entre los siglos i y iii d. C.2 Esa cifra es significativamente más elevada que la de los 59 ejemplares totales atestiguados en Lusitania y los 46 en la Bética. Desde una perspectiva arqueológica, la totalidad de los recintos castrenses del período imperial se concentra en el cuadrante noroccidental de la Citerior, pero también en la zona norte de los conventus Cluniensis y Caesaraugustanus, en los que hubo de

Vid. supra apartado 1.1.2: «El material epigráfico». De estas 333, podemos cifrar las inscripciones propiamente militares en 280, que son las que hemos incluido estrictamente en nuestro catálogo. Las cuatro restantes son inscripciones que han aparecido mientras este trabajo se encontraba en preparación. Algunas de ellas las estamos estudiando en trabajos de investigación, de las otras tenemos noticias directas de mano de sus editores. Al final del libro incluimos una serie de trabajos en prensa o de muy reciente aparición que incluyen el estudio de estas nuevas inscripciones militares. 1 2

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existir más de una statio y puesto de guarnición como los que documenta la inscripción de Segisamo. También el ámbito urbano de la provincia, especialmente en el noroeste y en la capital, muestra una presencia militar significativamente más elevada que la de las demás provincias, exceptuando Augusta Emerita en Lusitania y Astigi en la Bética. Núcleos urbanos como Asturica Augusta y sus alrededores, Lucus Augusti, Bracara AuCapítulo 2 gusta, Clunia y Tarraco, presentan las concentraciones de epigrafía militar más altas de la ig. 1). Península, aunque el conocimiento arqueológico mismosde resulta desigual (F Figura 1. Inscripciones de militares localizadas ende laslos ciudades las provincias hispanas.   Ciudades de la  Bética 21 % Ciudades de  Lusitania 16 %

Ciudades de la  Citerior 63 %

Figura 1. Inscripciones de militares localizadas en las ciudades de las provincias hispanas.

El material epigráfico de los campamentos de la provincia Citerior nos permite, además, estudiar las inscripciones en los contextos arqueológicos a los que las mismas pertenecían en origen, aunque todas ellas se hayan localizado en contextos secundarios, y, en ocasiones, plantear propuestas de reconstrucción parcial de los paisajes epigráficos. Si bien la información epigráfica procedente de los campamentos ha sido bien estudiada, hasta ahora no se había emprendido su análisis en relación directa con los recintos, teniendo en cuenta todos los materiales disponibles. Además de referirnos a la cantidad y a la situación de las fuentes, tanto de las epigráficas como de las arqueológicas, conviene incidir en la naturaleza y calidad de las mismas como elementos de reconstrucción, no solo de la actividad del ejército, sino también de la integración de los soldados del exercitus Hispanicus en la provincia. La cantidad y variedad de los monumentos procedentes de la Citerior excede las de las demás provincias, pudiéndose encontrar mayor diversidad de tipos de soportes, muchos de ellos con decoraciones geométricas y astrales de carácter esquemático, y unos pocos —los únicos en Hispania— que incorporan decoración figurada con representaciones de los propios soldados o de elementos o escenas que les están asociados en el repertorio iconográfico y simbólico. De este modo, es posible atender a los modos de representación epigráfica preferidos por los soldados, especialmente en aquellos lugares en los que las concentraciones de material nos muestran las tendencias y divergencias en una misma comunidad militar. En este sentido, el caso de Tarraco resulta especialmente enriquecedor, dado que el número y diversidad de soportes y ornamentos nos permiten, incluso, plantear hipótesis, no solo sobre sus gustos epigráficos, sino también sobre la configuración de las necrópolis y la posición y aspiraciones de los soldados en la sociedad urbana de la capital.

 

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2.  LA EPIGRAFÍA MILITAR DE LA PROVINCIA CITERIOR

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Tabla 1. Diversidad de monumentos epigráficos de militares en las provincias de Hispania.

Estelas

Citerior

Lusitania

Baetica

54

7

8

Altares

79

14

1

Bloques

15

3

4

Pedestales (funerarios)

34

-

-

Placas

39

15

8

Otro factor reflejado en la abundancia y diversidad de fuentes epigráficas de la Citerior, en contraste con las otras provincias, es la incansable actividad que protagonizó el ejército durante su larga estancia y la huella o impacto que tuvo en la sociedad provincial. En este sentido, por ejemplo, debemos considerar especialmente la enorme superioridad de testimonios votivos atestiguados en la Citerior, que constituyen casi el 90 % de toda2.laInscripciones actividad cultual documentada de Hispania (Fig. 2). Figura votivas de militaresdelenejército Hispania.  

Lusitania 9 %

Baetica 3 %

Citerior 88 % Figura 2. Inscripciones votivas de militares en Hispania.

Asimismo, otros aspectos relevantes de la actividad militar, como su participación en labores administrativas, en la explotación del oro del noroeste o en la construcción de vías, se explica, casi exclusivamente, a partir de los textos, las localizaciones y la distribución general de los monumentos epigráficos de la Citerior. Todos estos aspectos resultan perceptibles gracias a la cantidad y calidad de las fuentes disponibles en la provincia, lo que justifica que nos hayamos decantado por centrarnos en ella. La mayor parte de la epigrafía de esta provincia se acumula en la capital y en la zona del noroeste, en los extremos oriental y occidental del territorio.3 128 inscripciones, cerca del 38 % de la documentación total, provienen del noroeste peninsular, mientras que

Todos los porcentajes que reflejan las gráficas del resto del capítulo se han calculado sobre el número total de inscripciones con contenido militar de la provincia Citerior, es decir, 333 ejemplares. De ellas, podemos considerar 280 como inscripciones propiamente militares. 3

 

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el 42 % fueron localizadas en el territorio del conventus Tarraconensis; el 19 % restante se reparte entre los conventus Cluniensis, Caesaraugustanus y Carthaginiensis, siendo la proporción notablemente mayordeeninscripciones los dos primeros (Fig. 3). Figura 3. Distribución general militares en la provincia Citerior.  

Resto 19 %

Noroeste 39 %

Conv. Tarrac. 42 %

 

Figura 3. Distribución general de inscripciones militares en la provincia Citerior.

Esta distribución general resulta perfectamente lógica considerando que en el noroeste estaban las principales bases militares de los ejércitos de Hispania, además de los territorios auríferos de importancia estratégica. Por otra parte, Tarraco, como capital provincial, albergaba el officium del gobernador en el que servía de manera permanente una considerable cantidad de soldados.

Figura 4. Epígrafes de contenido militar en la Citerior por conventus. Tarraconensis 43 %

Carthaginiensis 4 %

Lucensis 3 %

Bracaraugustanus 7 % Asturum 28 %

Caesaraugustanus Cluniensis 5 % 10 %

Figura 4. Epígrafes de contenido militar en la Citerior por conventus.

Si revisamos estas últimas cifras con más detenimiento, podemos observar que los conventus Lucensis y Caesaraugustanus son los que cuentan con cifras más bajas de epigrafía militar atestiguada, con once ejemplares y trece respectivamente. En el caso del primero, siete de los once monumentos levantados por militares se concentran en la capital, Lucus Augusti, y están vinculados con su importancia administrativa y con la presencia de una statio, al menos desde la segunda mitad del siglo ii d. C., así como con

 

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2.  LA EPIGRAFÍA MILITAR DE LA PROVINCIA CITERIOR

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el retiro de algún veterano que había servido en la zona. La escasez de inscripciones en el territorio de ese conventus contrasta con la relativa abundancia de testimonios documentada en el Bracaraugustanus, en el cual contamos con 24 monumentos. La posición periférica del conventus Lucensis y el hecho de que solo lindara con los otros dos conventus del noroeste, unido a la escasa urbanización de su territorio, son factores que pueden explicar parcialmente esta escasez de documentos militares. Por otra parte, conviene tener en cuenta el carácter fortuito de los hallazgos epigráficos y su relación con las intervenciones arqueológicas en el territorio. Cabe destacar, a ese respecto, la presencia de testimonios epigráficos de la cohors I Celtiberorum, que tenía su base en Cidadela (Sobrado dos Monxes, La Coruña). En cualquier caso, se trata de un territorio que colindaba con el conventus que acaparaba gran parte de la presencia militar y que no tuvo un protagonismo destacado en el curso de las guerras de conquista; a ello hay que añadir que es la zona de Asturia y Gallaecia más lejana de los yacimientos auríferos en los que se detectan concentraciones considerables de epigrafía militar (véase Fig. 10, capítulo 5). El conventus Bracaraugustanus presenta la mayor proporción de inscripciones votivas de militares de toda la Península; de sus veinticuatro ejemplares atestiguados, alguno de ellos, de dudosa atribución militar, al menos, once son de carácter votivo. Es significativo, por otra parte, el hecho de que el campamento de Aquis Querquennis, ubicado en su zona central, no nos haya dejado epigrafía localizada en su recinto o sus cercanías, tan solo algunos testimonios en localidades próximas que no pueden asociarse con certeza a ese emplazamiento. La práctica totalidad de la epigrafía votiva atestiguada puede vincularse a soldados y veteranos de la legio VII Gemina que elevaron votos tanto a divinidades romanas, especialmente en territorios mineros, como a deidades de raigambre indígena. El conventus Asturum presenta, después de Tarraco, la cifra más alta de epígrafes militares en toda la Península. Los 93 ejemplares documentados provienen mayoritariamente de los grandes campamentos permanentes y su entorno y de la capital del conventus, Asturica Augusta, lo que suma un total de 64 monumentos, casi un 69 % del total. La proporción entre documentos funerarios y votivos es equilibrada y se distribuyen entre las diferentes legiones que actuaron en la zona: una parte corresponde al período julio-claudio y a las legiones VI Victrix y X Gemina, y otra a la estancia de la VII Gemina y el ala II Flavia, con el añadido de algunos testimonios de veteranos y soldados que sirvieron en unidades extrapeninsulares. Es significativa, asimismo, la distribución del material no asociado con los campamentos en torno a los ejes mineros de la comarca de El Bierzo y del sur de Zamora. Gracias a la cantidad, naturaleza y contextualización de la información disponible, el conventus Asturum resulta ser la demarcación que mejor permite comprender la situación del ejército romano en la Península durante al Alto Imperio, tanto en sus propios campamentos como en el ámbito de las funciones principales que llevó a cabo sobre el territorio. Trataremos estas cuestiones en profundidad más adelante, al ocuparnos del noroeste y sus diferentes ámbitos. Por lo que respecta al conventus Cluniensis, es el territorio que más epigrafía militar contiene tras los conventus Asturum y Tarraconensis, aunque sus 31 testimonios distan mucho de las cifras de los otros dos. Resulta sorprendente, y ciertamente desalentadora, la escasez de inscripciones militares documentadas en el otro gran campamento permanente de la Península, Herrera de Pisuerga, donde apenas contamos con dos ejemplares,

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hoy perdidos, y con otro breve epígrafe sobre un aplique de armamento defensivo romano. Es cierto, por otra parte, que las proximidades del campamento nos han proporcionado uno de los conjuntos epigráficos más interesantes sobre el modelo de implantación territorial del ejército romano en las provincias. Se trata de los conocidos termini de los prata legionis IIII Macedonicae y cohortis IIII Gallorum. Los diecinueve mojones localizados en diferentes localidades situadas entre Herrera de Pisuerga (Palencia) y Reinosa (Cantabria), a unos 45 km al norte, delimitan el territorium de la legio IIII Macedonica respecto a la civitas de Iuliobriga, estableciendo un ámbito de propiedad y acción específicamente militar que adopta el modelo romano urbano.4 Otro conjunto, formado por nueve inscripciones, delimita el territorio de la cohors IIII Gallorum, instalada en Herrera de Pisuerga en época julio-claudia tras la partida de la legio IIII Macedonica de la civitas Beduniensis (San Martín de Torres, Cebrones del Río, León). Por lo demás, la mayor parte de la evidencia epigráfica disponible en la zona se concentra en los confines oriental y suroriental del conventus. El foco oriental se sitúa en torno a la capital Clunia y Novaugusta (Lara de los Infantes), entre las que se reparten quince testimonios. Más al sur nos topamos con una concentración significativa de monumentos votivos consagrados todos ellos a Fortuna y a Marte, divinidades muy presentes en los cultos militares, que podrían estar en relación con la posible existencia de uno o varios campamentos auxiliares en Uxama (Burgo de Osma) y sus proximidades. El resto del material se encuentra disperso por el territorio. En la región cántabra, al noroeste del conventus, nos topamos con cuatro epígrafes funerarios y votivos alusivos a soldados y veteranos que sirvieron fuera de Hispania. Al sureste se localizó, en Segisamo (Sasamón, Burgos), una de las inscripciones más representativas del elenco hispano, ya que pone de manifiesto la existencia de una statio Segisamonensium, uno de los dos únicos testimonios que poseemos acerca de este tipo de instalaciones militares en la Península. El conventus Caesaraugustanus se caracteriza por la escasez de documentación militar y la ausencia de representación epigráfica de los soldados en su capital. Las marcas legionarias de construcción y la numismática evidencian que la legio X Gemina, la IIII Macedonica y la VI Victrix intervinieron en la fundación de Caesaraugusta y en la construcción de parte de sus infraestructuras más importantes. Sin embargo, este no es un rasgo exclusivo de la epigrafía militar, dado que, sorprendentemente, la capital del conventus se caracteriza por su generalizada escasez de epigrafía romana. Los quince ejemplares atestiguados se concentran en el ángulo noroccindental, dispuestos en un arco entre Deobriga (Miranda de Ebro) y Augustobriga (Muro de Ágreda). La mayor parte de las inscripciones corresponden, como veremos más adelante, a soldados y veteranos de la VII Gemina. El conventus Tarraconensis acumula, con amplia diferencia, la mayor cantidad de epígrafes militares de toda la Península, con 143 monumentos de cierto contenido militar y 91 inscripciones propiamente militares. La práctica totalidad de la documentación se concentra en la capital, de donde provienen 104 epígrafes que aluden al ejército, Sobre los termini pratorum legionis de Hispania, cf. Le Roux, 1982, pp. 109-118, con exposición y comentario completos de los testimonios; y Cortés Bárcenas, 2013, un trabajo renovado y completo. Vid. infra apartado 5.2.3: «Los prata legionis IIII Macedonicae y cohortis IIII Gallorum», donde exponemos los aspectos básicos de la concepción del «territorio militar» que delimitaban. 4

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2.  LA EPIGRAFÍA MILITAR DE LA PROVINCIA CITERIOR

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de los que 82 corresponden a soldados y mandos que sirvieron en Hispania. El elenco tarraconense permite, por la cantidad y diversidad de monumentos y la variedad de los rangos representados, un análisis del elemento militar sin parangón posible en otras partes de Hispania. La presencia del escalafón completo de milites principales al servicio del gobernador en el officium Tarraconensis, centuriones y milites immunes que adiestran a los reclutas, unidades auxiliares de reclutas bisoños, soldados en activo y veteranos que se retiran en la capital, nos da una idea clara no solo de la importancia administrativa de Tarraco, sino también de la organización y capacidad operativa del exercitus Hispanicus en toda la Península. Sin embargo, esta dinámica no encuentra correlación en el resto del conventus, ni, en general, en toda la parte oriental de la Península; en el resto del Tarraconensis las inscripciones no superan los cinco ejemplares. Una situación similar encontramos en el conventus Carthaginiensis, con solo trece testimonios, muy dispersos por el territorio. Ni siquiera la capital, Carthago Nova, que hubo de ser una sede administrativa considerable, supera el par de epígrafes militares. Buena parte de los testimonios documentados responden, además, a regresos de los soldados a sus lugares de origen y a manifestaciones funerarias que reflejan vínculos familiares en los lugares donde se han localizado los monumentos. Respecto a la cronología, es preciso considerar que los períodos cronológicos epigráficos que hemos establecido pueden solaparse entre sí debido a que la precisión en la datación depende enteramente de los materiales. De esta forma, nos encontramos con lapsos cronológicos amplios que podrían entrar en uno u otro período, sin que tengamos posibilidades objetivas de asignarlo a uno de los dos con seguridad. Ello hace que parte de la documentación presente dificultades de datación, fechas inciertas o resulte directamente inclasificable desde este punto de vista. Pese a ello, el reparto porcentual de inscripciones por fechas arroja resultados coherentes con la actividad del exercitus Hispanicus en la Citerior. La mayor parte de la documentación se reparte entre el siglo ii d. C. y el reinado de la dinastía severa, que es el período de estabilización de las unidades y de su provincialización. Ambos períodos representan cerca del 57 % de elenco total. Entre el reinado de los flavios y el fin del siglo i d. C. es una etapa bien representada con más del 17 % de la documentación, mientras que podemos asignar un 12 % al ejército de ocupación del período julio-claudio (Fig. 5).

Figura 5. Inscripciones en la provincia Citerior por cronología.

Fines sg. II d. C.‐ Severos 29 %

Incierta 7 %

Julio‐claudios 13 % Flavios‐fin sg. I d. C. 19 % Siglo II d. C. 32 %

 

Figura 5. Inscripciones en la provincia Citerior por cronología.

 

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Casi la mitad de los epígrafes disponibles en la Citerior (159 ejemplares, cerca del 48 %) corresponden a monumentos de carácter sepulcral. La epigrafía funeraria es la que proporciona más información sobre los soldados, pudiendo conocerse por medio de ella, en muchos casos, datos como su procedencia, sus años de servicio, edad, adscripción jurídica, condición social, unidad militar y, en ocasiones, sus vínculos familiares, sus libertos y esclavos, etc. Por otra parte, las inscripciones sepulcrales suelen estar ligadas al territorio donde sirvió el soldado, o bien a aquel del que era originario, y en ocasiones a ambos. El predominio de este tipo de epígrafes es la mejor herramienta para tratar de dilucidar la convivencia de los medios militar e indígena, la camaradería entre compañeros de armas, las costumbres funerarias y las funciones específicas de los soldados. Frente a esta proporción, un 26 % de la documentación (87 ejemplares) son epígrafes votivos, muy útiles para reconstruir, además del tipo de devociones y manifestaciones religiosas de los soldados, sus movimientos por el territorio y para determinar los espacios internos, tanto de culto oficial como de cultos privados de la tropa y los mandos. En una proporción bastante menor (53 ejemplares, en torno al 16 %) nos topamos con las inscripciones de carácter honorífico que, por lo general, hemos excluido de nuestro catálogo por no resultar representativas de los espacios militares o de influencia militar en la provincia. Por último, resta aproximadamente un 10 % de la documentación, que corresponde a epígrafes de carácter jurídico, como pactos de hospitalidad, y a aquellos de los que, por su estado de conservación o por lagunas en el texto, no podemos determinar el carácter. La mayor parte de las inscripciones votivas se distribuyen por los conventus del noroeste y el Cluniensis, mientras que las funerarias aparecen en todos los sectores de la provincia (Fig. 6).

Figura 6. Monumentos epigráficos en la provincia Citerior por tipo de inscripción.  

Honoríficas 16 %

Otras 10 % Funerarias 48 %

Votivas 26 %

 

Figura 6. Monumentos epigráficos en la provincia Citerior por tipo de inscripción.

Las inscripciones honoríficas corresponden todas, como en el caso de la Bética, a mandos ecuestres y senatoriales que incluyen su experiencia militar en los textos y que no pueden ser considerados como epigrafía propiamente militar. Sin embargo, la cifra de estos en la Citerior resulta mucho más baja, en proporción con la documentación atestiguada, que en la Bética. La proporción de praefecti, tribuni y legati Augusti alcanza el 26 % del total, sin embargo, habría que excluir a los legati Augusti pro praetore y considerar que buena parte de los praefecti y tribuni desempeñaron sus milicias lejos

 

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2.  LA EPIGRAFÍA MILITAR DE LA PROVINCIA CITERIOR

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de la Península. De los quince testimonios alusivos a los legados, siete corresponden con legati Augusti legionis y nueve con gobernadores provinciales.5 Gran parte de la documentación alusiva a ellos se concentra el campamento de León, y la mayoría de los documentos hacen alusión tanto a legados legionarios como a gobernadores provinciales en situaciones y ámbitos estrechamente ligados con el ejército. Por el contrario, hay una escasa proporción de legati cuyos mandos no podemos vincular a la Península. En cuanto a los tribunos, contamos con documentación tanto de tribunos legionarios como de los de cohortes miliarias. La gran mayoría de las inscripciones de la Citerior consignan tribunos que sirvieron en unidades acantonadas fuera de Hispania, concretamente dieciocho testimonios frente a los escasos cinco que mandaron las cohortes de la legio VII Gemina. Los prefectos constituyen el rango de mandos mejor representado en el elenco hispano. La documentación se reparte, en este caso, equitativamente entre praefecti al cargo de cohortes y alas que operaron en Hispania y aquellos que desempeñaron sus mandos fuera, con quince y catorce testimonios documentados respectivamente. Entre los monumentos que corresponden a los prefectos de unidades de Hispania, destacan los pedestales dedicados a los praefecti orae maritimae y cohortis Nova Tyronum de Tarraco y los altares elevados por los mandos del ala II Flavia en Rosinos de Vidriales. Los suboficiales están representados por los centuriones y decuriones de alas de caballería. El material epigráfico alusivo a los centuriones en Hispania es escaso en relación con el de los soldados y veteranos; apenas se ecuentra entre el 10 y el 11 % del total, con 36 inscripciones. Contamos con individuos que sirvieron en el exercitus Hispanicus y con otros que lo hicieron en distintas zonas del Imperio; sin embargo, la gran movilidad que caracterizaba ese rango militar propició que muchos centuriones sirviesen tanto en la legio VII Gemina como en otras provincias imperiales a lo largo de sus carreras. Esto se refleja notablemente en las inscripciones de Hispania. A ello conviene añadir que algunos de los prefectos del orden ecuestre antes mencionados ejercieron primero como centuriones, así como que otros centuriones fueron posteriormente promocionados para mandar las milicias ecuestres. Los centuriones que sirvieron en la Península alcanzan el número de 26, de los que buena parte aparecen mencionados como representantes de los votos de sus unidades en los altares de Villalís y Luyego de Somoza, que conmemoran los natalicios de las unidades militares hispanas, y otra buena parte proviene de la capital provincial. Por el contrario, diecisiete epígrafes mencionan a centuriones cuyos vínculos con la Península excluyen el elemento militar.6 Los decuriones cuentan con muy escasa representación en el conjunto: sus monumentos se reducen a nueve ejemplares que corresponden con los mencionados altares de Villalís y Luyego, en los que los de las unidades hispanas aparecen en los votos colectivos y en los nuevos testimonios de Los Bañales.

Habría que añadir, en este punto, a un legatus legionis más vinculado con León, que figura en una inscripción recientemente descubieta y leida en la misma provincia. 6 Entre estos hay que contabilizar aquellos casos de centuriones cuyas carreras muestran tanto servicios en Hispania como fuera de ella. 5

44 EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA  Figura 7. Inscripciones de la Citerior por rango y condición.

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Praefecti 14 % 14 % Centuriones/ decuriones 12 % 12 %

Tribuni 8 % 8%

Legati 5 % 5% Milites gregales 26 % 26 % Milites principales 18 % 18 %

Veterani 17 % 17 %

Figura 7. Inscripciones de la Citerior por rango y condición.

Los soldados y los veteranos aparecen representados en la mayoría del registro disponible, concretamente un 60 % del total. De este porcentaje, un 74 % corresponde a milites, tanto gregales como immunes y principales, y el 26 % a veterani.7 Estos rangos constituyen, por la cantidad y diversidad de los testimonios registrados, y por su propia condición de militares de oficio y de «clase», el objeto de estudio principal de nuestro trabajo. Las inscripciones se distribuyen por todo el territorio provincial y contienen, la gran mayoría, los epitafios y votos de soldados y veteranos que pertenecieron a alguna de las unidades del ejército de Hispania. En el caso de los soldados, 118 epígrafes se pueden asociar el servicio en la Península y tan solo doce con los ejércitos de otras provincias imperiales, quedando diecinueve ejemplares de condición dudosa. De los veteranos,   39 sirvieron en Hispania, tan solo tres fuera y trece inscripciones permanecen dudosas. Finalmente, es preciso señalar que una buena proporción de inscripciones, por su estado de conservación y las dificultades de lectura y restitución, han de ser consideradas como dudosas respecto a los rangos y zonas de servicio de los personajes representados. El número de estos monumentos asciende hasta unos cincuenta, que hemos preferido mantener bajo el epígrafe «dudosos» y que constituyen una categoría en sí misma, antes que alterar los datos de los otros apartados. Por lo que respecta al elemento militar en la provincia, nos resta considerar las diferentes unidades militares a las que pertenecieron los soldados, haciendo especial énfasis en las que integraron el exercitus Hispanicus en diversas épocas. La documentación incluye material epigráfico correspondiente a las legiones que permanecieron en la Península tras las guerras, pero no de todas las que participaron en ellas. Las legiones I ¿Augusta?

Las cifras numéricas arrojan un número de 200 inscripciones en total, contanto gregagles, immunes, principales y veterani. De ellos: 84 inscripciones con gregales, 58 con principales, 2 con immunes y 58 con veterani, a los que sumamos las tres inscripciones clunieneses de reciente aparición. Se ha considerado en la contabilización aquellos casos en los que una sola inscripción presente más de un rango o más de un militar. 7

 

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2.  LA EPIGRAFÍA MILITAR DE LA PROVINCIA CITERIOR

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y IX Hispana8 no aparecen representadas. El conjunto de legiones representadas se reparte entre la II Augusta, la IIII Macedonica, la VI Victrix, la X Gemina y la VII Gemina, aunque, como hemos visto en las otras provincias hispanas, algunos monumentos de la VI Victrix y la X Gemina se fechan en períodos en los que las unidades ya no estaban acantonadas en la Citerior (Fig. 8). Inciertos Veterani no Hispania Veterani Milites no Hispania Milites Centuriones/dec. no Hispania Centuriones/decuriones Praefecti no Hispania Praefecti Tribuni no Hispania Tribuni Legati Aug. no Hispania Legati Aug.

Figura 8. Epigrafía militar de la Citerior por rangos y zonas de servicio.

Los monumentos que hacen mención de la legio II Augusta son escasos en la Citerior, apenas contamos con tres ejemplares localizados en Muez (Navarra),9 en el conventus Cluniensis, en Chaves (Aquae Flaviae), en el conventus Bracaraugustanus y en Tarraco.10 La pieza de Muez, que consigna el epitafio de un veterano de esta legión, se ha fechado entre los reinados de Augusto y Calígula, por lo que, considerando la condición del difunto, podría adscribirsese al contingente de los soldados que combatieron en las guerras de Augusto en Hispania. El otro epígrafe, que habla de la construcción de un mausoleo para un soldado y su padre, y se fecha entre el fin de la dinastía julio-claudia y fines del siglo ii d. C., por lo que tendríamos que contemplarlo en función de las origines y los vínculos familiares del militar, no de un servicio en Hispania. El ejemplar tarraconense alude a un servicio de un centurión en esta legión, una vez que estaba lejos del territorio hispano. En el resto de las provincias, suman hasta seis los epígrafes alusivos a esta legión, algunos de los cuales se pueden vincular al período inmediatamente posterior a las guerras. Teniendo en cuenta el corto espacio de tiempo que permaneció esa legión en Hispania una vez acabadas las campañas, no es de extrañar que la cifra de monumentos no alcance cotas más altas; resultan, además, especialmente interesantes aquellos tes-

Contamos con un testimonio de un legionario de la IX Hispana, en Castrecías, Burgos, pero la pieza se ha fechado en el período flavio, cuando la unidad llevaba mucho tiempo fuera de la Península. Cf. IRPPalencia, 101= Cat., n.º 172. 9 Cat., n.º 208. 10 CIL II, 4147 = CIL II2, 14, 2, 1031 = Cat., n.º 119. 8

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timonios que acreditan la presencia de veteranos de la unidad en la Península una vez terminada la fase de conquista. Es particularmente significativa la casi total ausencia de soldados y mandos de la legio IIII Macedonica, habida cuenta de que esta estuvo en la Península hasta el reinado de Calígula. Ninguna de las tres inscripciones atestiguadas en su campamento de Herrera de Pisuerga nos presenta a un miembro de esta legión.11 Tan solo contamos con tres epígrafes seguros en la Citerior, localizados dos de ellos en Vareia (Varea, La Rioja)12 y el otro en Barcino (Barcelona).13 En el resto de las provincias hispanas apenas podemos sumar dos epígrafes más, uno en Martos (Tucci)14 y el otro, de lectura muy dudosa, en Écija.15 La escasez de monumentos epigráficos de miembros de esta legión, resulta aún más extraña si tenemos en cuenta la notable cantidad de material latericio documentado con marcas de la unidad, así como la intensa actividad que desarrolló el figlinarius L. Terentius en los alrededores del campamento de Herrera de Pisuerga a lo largo del siglo i d. C. Figura 9. Inscripciones militares en la Citerior por legiones.  Dudosas Dudosas

Legio VII Gemina Legio X Gemina Legio VI Victrix Legio IIII Macedonica Legio II Augusta 0

20

40

60

80

100

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160

Figura 9. Inscripciones militares en la Citerior por legiones.

 

La documentación relativa a la legio VI Victrix resulta también escasa en proporción con el período en el que permaneció en sus cuarteles de León; apenas aparece en diez monumentos, de los que en cinco se representan soldados que sirvieron en la Península, tres se fechan en un período posterior a su estancia y dos son de dudosa lectura. La única legión del dispositivo julio-claudio que cuenta con un número considerable de testimonios es la legio X Gemina. A ella se refieren los textos epigráficos de veinticuatro monumentos funerarios y votivos correspondientes a mandos y soldados. La gran mayoría de ellos aluden a miembros del ejército de Hispania, concretamente veinte, mientras que Entediendo, en este caso, inscripción como monumento epigráfico en el que aparecen representados mandos y soldados, no el material latericio con firmas legionarias. 12 Cat., n.os 201 y 205. 13 Cat., n.º 245. 14 CIL II, 168 = CIL II2, 5, 82. 15 CIL II2, 5, 1284. 11

 

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2.  LA EPIGRAFÍA MILITAR DE LA PROVINCIA CITERIOR

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cuatro se fechan posteriormente al servicio de la unidad en la Península. Este conjunto epigráfico constituye la principal fuente de estudio del ejército preflavio, por la cantidad y diversidad de los materiales y el alto nivel de concentración de los mismos en torno a las bases militares y los territorios en los que el ejército tuvo mayor operatividad. La mayor parte de la epigrafía militar, no solo de la Citerior, sino de toda la Península, pertenece, lógicamente, a los miembros de la legio VII Gemina. En la provincia que estudiamos, las cifras de inscripciones asociadas a la legión alcanzan los 138 ejemplares de atribución segura y quince de atribución probable o dudosa, más de un 60 % del elenco. En su estudio sobre esta legión, J. J. Palao Vicente afirmó, no sin argumentos, que el análisis de esta legión equivalía prácticamente al estudio del ejército de Hispania. Si bien esto puede resultar aventurado, es cierto que la epigrafía de la VII Gemina constituye la columna vertebral de la investigación sobre el ejército romano de la Hispania imperial. Sus testimonios se reparten por toda la Península y contamos con una gran diversidad de rangos, tipos de monumentos y otros aspectos que enriquecen nuestro conocimiento del ejército permanente. La coincidencia de la llegada de la legión a Hispania con el comienzo del reinado de los flavios y la explosión del hábito epigráfico en la provincia y su base fija en la Citerior, justifican perfectamente la elevada proporción de testimonios alusivos a ella. La prolongada estancia de la legión en suelo peninsular permite, además, tratar cuestiones como las relaciones sociales de los militares, sus orígenes y el reclutamiento o el retiro de los veteranos con mayor perspectiva histórica y profundidad. La riqueza de la provincia Citerior en fuentes epigráficas de contenido militar justifica, por una parte, nuestra elección de este territorio como materia de estudio, y, por otra, permite ahondar en el análisis en detalle de los diversos ámbitos geográficos que componen la provincia romana y los puntos con concentraciones epigráficas y yacimientos arqueológicos significativos. Ese es precisamente el objetivo que persiguen los siguientes capítulos. El presente trabajo no se ocupa de las inscripciones de las otras dos provincias hispanas, Bética y Lusitania. Pese a ello, el material procedente de estas dos provincias constituye una fuente de paralelos y un valioso elemento de contraste que ha de tenerse en consideración al trazar una imagen completa de la huella del ejército romano en Hispania. La epigrafía militar de la Bética se caracteriza, a grandes rasgos, por una significativa presencia de monumentos tempranos.16 De hecho, es la única provincia en la que se documentan inscripciones del período tardorrepublicano e inmediatamente posterior a las guerras cántabras, a excepción de Tarraco. Vistos en conjunto, los materiales béticos proporcionan información valiosa sobre los procesos de fundación de algunas colonias tras las guerras civiles romanas en la Península y la fase posterior a la conquista del noroeste. Sin embargo, el registro se muestra mucho más pobre en las centurias posteriores, aportando muy poca documentación relativa al ejército permanente de época flavia y de los siglos siguientes. La epigrafía militar propiamente dicha, es decir, de monumentos que aludan a los soldados y suboficiales, especialmente aquellos que sirvieron en la Península, resulta escasa fuera del siglo i d. C., incluyendo los testimonios de solUna exposición detallada de la epigrafía militar bética, con ejemplos específicos, en Moralejo Ordax 2018, pp. 72-78. 16

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dados que pertenecieron al exercitus Hispanicus. A partir de este momento, la mayoría de los conservados aluden a las élites locales, que formaron parte temporalmente de la jerarquía militar como etapa de sus carreras políticas y como medio de promoción social; además, gran parte de los individuos representados en los monumentos honoríficos fueron mandos que desempeñaron sus milicias fuera de Hispania. Por todo ello, las inscripciones militares béticas representan una fuente de gran valor para los primeros tiempos del asentamiento militar imperial en la Península, pero resultan insuficientes para entender el impacto del ejército en las provincias durante el período altoimperial, una cuestión en la que, por otra parte, tienen una utilidad complementaria. Por su parte, el material epigráfico de Lusitania se caracteriza, fundamentalmente, por una significativa concentración en torno a la capital Augusta Emerita y en sus territorios circundantes. El panorama general se muestra muy diverso al de la Bética, puesto que la evidencia epigráfica consiste, casi exclusivamente, en monumentos funerarios levantados por soldados y suboficiales, mientras que brillan por su ausencia las inscripciones honoríficas debidas a mandos del orden ecuestre y senatorial que hubiesen servido en el ejército. El conjunto, que asciende a unos 59 monumentos, se completa con algunas inscripciones votivas, más abundantes en el norte de la provincia. Por otra parte, apenas contamos con escasa documentación que aluda específicamente a militares que participaran en las guerras contra cántabros y astures,17 y lo que es más sorprendente, de evidencia epigráfica alguna de los veteranos de las legiones V Alauda y X Gemina, que, con toda seguridad, fundaron Augusta Emerita a fines del siglo i a. C. En este sentido, se ha argumentado que, al tratarse de una fundación ex novo a cargo de veteranos de guerra, estos no habrían tenido necesidad de representarse como tales en sus manifestaciones epigráficas, dado que su condición era, en un principio, homogénea. Lo cierto es que la explicación resulta verosímil; la omisión de la condición de veteranus en la epigrafía procedente de ambientes militares es un rasgo frecuente en Hispania, tal como sin duda ocurrió en los campamentos de castra Legionis VII o Petavonium. A medida que la ciudad fue poblándose con los descendientes de la primera generación de veteranos, inmigrantes itálicos y población de otros puntos de Hispania, la homogeneidad primigenia habría ido difuminándose de manera que la condición de soldado o veterano recuperaría su empleo habitual en los epitafios y votos. Lo cierto es que, si echamos un vistazo al material fechado años después del fin de las guerras y durante el período julioclaudio, nos topamos, de nuevo, con una nutrida cifra de soldados. Con los datos de que disponemos, la epigrafía militar de Lusitania constituye una fuente muy valiosa para reconstruir el reclutamiento provincial en Hispania y los nexos que siguieron manteniendo los militares y sus descendientes con las legiones que formaron el dispositivo militar de época julio-claudia en la Península, una vez que estas ya la habían abandonado. Del mismo modo, proporciona una visión reveladora sobre la

Al menos de forma directa, sin embargo, los testimonios disponibles presentan un singular interés, tanto por las legiones en las que sirvieron los soldados como por las propias dataciones de los monumentos, la mayoría entre el reinado de Augusto y mediados del siglo i d. C. Algunos ejemplos representativos son CIL II, *00022 = IRCPacen, 00576 (Elvas, Portugal); CIL II, 662 (p. 822) (Villamesías, Cáceres); CIL II, 719 (Aldigüelo, Cáceres); CIL II, p. 11016 (Badajoz); ERAEmerita, 00124 (Mérida, Badajoz) y CIL II, 266 (Laveiras, Lisboa), entre otros. 17

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2.  LA EPIGRAFÍA MILITAR DE LA PROVINCIA CITERIOR

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capacidad de una urbe como Augusta Emerita para atraer a los veteranos en busca de oportunidades en sus vidas civiles entre fines del reinado de los julio-claudios y a lo largo del siglo ii d. C. Los datos parecen indicar que Augusta Emerita mantuvo su carácter o condición de locus militaris, no solo aportando soldados para las legiones, sino también ejerciendo como foco de atracción en el que los exmilitares se sentían, de alguna manera, confortables como tales. El otro horizonte que se percibe del análisis de la evidencia epigráfica de Lusitania, es la abultada proporción de integrantes del exercitus Hispanicus, dentro de la que la cantidad de soldados en activo y veteranos es muy similar. Un primer grupo de inscripciones nos muestra la presencia de veteranos de las legiones que combatieron en las guerras, como la legio XX Valeria Victrix y, sobre todo, las legiones VI Victrix y X Gemina. La cronología de esas inscripciones nos permite asignar la mayoría de ellas al período en el que todavía permanecían en Hispania, con menos seguridad en el caso de la primera de las mencionadas. Dentro de la epigrafía alusiva al ejército de Hispania, la mayor parte corresponde, como es natural, a soldados que militaron en la legio VII Gemina entre comienzos del siglo ii d. C. y mediados de la siguiente centuria. Las inscripciones se reparten entre la capital provincial y la frontera entre Cáceres, Badajoz y Portugal, visiblemente concentradas en el área suroriental de la antigua provincia. El conjunto epigráfico relativo a la legio VII se reparte casi equitativamente entre soldados y veteranos cuyos monumentos se han localizado en el territorio provincial y en otros que aparecen representados en la capital. Su distribución y reparto nos ofrecen una pequeña imagen de la movilidad de los soldados en activo por el sur de la Lusitania, en el desempeño de diversas funciones o en sus retiros, así como la vinculación de una parte importante de los miembros de su unidad con el officium emeritense. A pesar de tratarse de una provincia desprovista de guarnición militar fija, si descontamos el personal al servicio del gobernador, el territorio de la antigua provincia romana es rico en testimonios de epigrafía militar, sin los que no se entiende la situación del ejército romano en Hispania desde el final del período de conquista. Esperamos tener la oportunidad de abordar su estudio de manera detallada en un futuro próximo, con vista a completar los resultados que se puedan considerar alcanzados en este trabajo.

Capítulo 3 El ejército en el noroeste. Las grandes bases militares y núcleos administrativos

3.1. Epigrafía y arqueología militar en el noroeste: planteamientos iniciales El cuadrante noroccidental de la provincia Citerior presenta, visto en su conjunto, la mayor densidad de material epigráfico militar, si exceptuamos la capital, Tarraco. Por otra parte, ha sido el escenario de los principales avances de la arqueología militar de época imperial en la península ibérica, materializados en tres ejes: la detección y prospección de campamentos de campaña de las guerras asturcántabras, la excavación de los principales centros permanentes durante el período imperial y la identificación de las unidades que los ocuparon, así como en el análisis de los materiales arqueológicos asociados al ejército de Hispania.1 No obstante, el estado de estas investigaciones, en su actual estado de conocimientos y con las dificultades que afrontan desde el punto de vista del volumen de información disponible y su tratamiento metodológico, no pueden proporcionar aún un relato cronológico completo y coherente de los sucesos acaecidos entre fines del siglo i d. C. y comienzos del ii, y tan solo contamos con una imagen fragmentaria de la situación del ejército en el noroeste entre mediados del siglo i d. C. y mediados del siglo iii.2 A día de hoy, la epigrafía, pese a los avances mencionados de la arqueología, sigue siendo la fuente de información más prolífica respecto a los militares.3 La cantidad de La mayor parte de los grandes avances aparecen señalados e integrados en un modelo de interpretación centrado en el dispositivo militar en el noroeste y la estrategia imperial, cf. Morillo Cerdán, 2002b, pp. 67-94 y 2014a; por otra parte, abordan en profundidad las nuevas corrientes metodológicas para el estudio de la romanización del noroeste Fernández Ochoa y Morillo Cerdán, 2015, pp. 183-197. Sobre los criterios metodológicos espécificos para la identificación de campamentos romanos, es también relevante Morillo Cerdán, 2008b, pp. 73-93. 2 Palao Vicente, 2014, p. 54. 3 Son, en este sentido, de obligada referencia los trabajos clásicos de Roldán Hervás, 1974; Tranoy y Le Roux, 1973 y 1979; y Tranoy, 1981. Sobre el noroeste y la presencia militar, cf. Le Roux, 1980, 1982 y 1992a. Respecto a la importancia del ejército en la integración del cuadrante noroccidental en los marcos socio-político y administrativo y en la articulación de las provincias del Imperio Romano, cf. Le Roux, 1998, pp. 193-208; 1992b; 2000a, pp. 383-396; 2000b, pp. 261-278; 2002a, pp. 105-126; 2005a, pp. 51-64; 2007a, pp. 481-521; 2009, pp. 265-285; y 2013, pp. 133-140. 1

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testimonios disponibles y la información que contienen la convierten en el recurso más útil para reconstruir el panorama general y rastrear los movimientos de las tropas, su composición y su huella en la progresiva inserción de esta parte de la provincia en la romanidad tras las guerras de conquista. Cabe señalar, además, los importantes resultados en el estudio de las comunidades indígenas de la región y del impacto que sobre ellas supuso la llegada de Roma, fundamentalmente basados en las inscripciones. En este sentido, diversos aspectos, como los cambios sociales y económicos producidos por la explotación sistemática de los recursos mineros, o las formas de articulación, poder y dependencia de las comunidades indígenas, entre otros, arrojan luz, no solo sobre el marco geográfico y cultural en el que se movieron los soldados, sino también sobre sus propios orígenes, religión y relaciones con la población.4 En razón de la situación estratégica de los campamentos permanentes documentados hasta ahora, su proximidad cronológica y geográfica y su ocupación sistemática por diversas legiones que permanecieron en suelo hispano se han considerado el dispositivo defensivo establecido tras el año 19 a. C., como un «limes hispano», que habría funcionado como cordón sanitario para controlar el noroeste recién conquistado, además de servir como una suerte de experimento para la posterior política militar de Roma en las fronteras renano-danubianas.5 Si bien tal consideración ha sido puesta en tela de juicio y no poco discutida, no cabe duda de que la política de Augusto estuvo dirigida inicialmente al control y la vigilancia del territorio y a la posterior integración progresiva del noroeste en las estructuras político-administrativas del Imperio. No hemos de olvidar tampoco la explotación de los abundantes yacimientos auríferos del territorio, uno de los motivos capitales del interés de Roma por él; pero dicha explotación sistematizada alcanzaría su mayor dimensión algún tiempo después.6 Uno de los aspectos centrales, desde el punto de vista global, y que más interés ha suscitado en el estudio de la integración del noroeste hispánico en las estructuras romanas es el papel específico del ejército en la articulación de las provincias y, más concretamente, en el sector noroccidental, donde se concentró la gran mayoría de las tropas durante el Alto Imperio. Se trata de una cuestión de gran complejidad y el enfoque conceptual con que se había abordado inicialmente ha ido cambiando con el tiempo. El punto de partida y, aún hoy, referencia fundamental para el estudio de estas cuestiones

Sobre las comunidades indígenas y sus modelos de organización, así como sobre las fuentes epigráficas y literarias alusivas a la relación entre los indígenas del noroeste y Roma, cf. Le Roux y Tranoy, 1973, pp. 177 y 231; una visión general de la transición a la Asturia romana en Lomas Salmonte, 1988; sobre la provincialización del ejército y sus impactos en el reclutamiento en el noroeste, cf. Le Roux, 1985, pp. 284-308; respecto a la fiscalidad en los territorios del noroeste, cf. Orejas y Sastre Prats, 1999, pp. 159188; y Sastre Prats, 1998, trabajo monográfico sobre las sociedades y sus formas de dependencia; sobre la organización de los territorios indígenas, cf. Sastre Prats, 1999b. Destacan los estudios monográficos de Sastre Prats sobre onomástica y las relaciones políticas en el conventus Asturum; respecto a la organización territorial y las sociedades del conventus Asturum, cf. Sastre Prats, 2002 y 2003; y sobre la complejidad y las clientelas en la conformación de la sociedad provincial en el noroeste, sobre todo a partir de fuentes epigráficas, cf. Sastre Prats, 2004b, pp. 99-110 y 2007, pp. 1317-1324. 5 Morillo Cerdán, 1996, pp. 77-83. 6 Más adelante tratamos la cuestión del ejército y la minería con más detalle, e incorporamos la bibliografía pertinente. 4

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son, a nuestro juicio, los trabajos de P. Le Roux, que por primera vez pusieron el foco de la investigación científica sobre el papel administrativo y social del ejército en la constitución y desarrollo de las provincias de Hispania.7 El propio Le Roux, que en un principio asignó un gran peso al estrato militar en la articulación provincial, ha ido matizando y puntualizando diversos aspectos de su posición a lo largo de los últimos años; lo que, unido a las nuevas perspectivas proporcionadas por los hallazgos arqueológicos y el descubrimiento de algunas inscripciones, ha dado como resultado una visión más rica y variada. También algunos otros estudios han tratado esta cuestión, bien como punto central, bien de forma transversal en sus análisis de las sociedades del noroeste.8 El proceso de articulación provincial plantea, a su vez, interrogantes como la relación entre ejército y urbanización,9 el protagonismo de los militares en la configuración del entramado viario del noroeste, el control y vigilancia del territorio, la delimitación precisa de los territoria militares,10 la construcción de obra pública, la explotación de los yacimientos mineros y la relación entre el estamento militar y los civiles de los vici extracampamentales y de las ciudades, entre otras,11 por no hablar del reclutamiento y el impacto cultural de los soldados en la población indígena y viceversa; todas ellas cuestiones centrales en la relación entre ejército y territorio. Toda esta actividad contribuyó al establecimiento del poder romano y a la integración de los nuevos territorios, pero la medida en que esto ocurrió es difícil de determinar; de hecho, actualmente se tiende a rebajar el impacto de lo militar en el proceso de «romanización». Todas estas cuestiones, que comenzarona tratar Rodán Hervás y Le Roux en la década de los años ochenta del siglo pasado, resultan fundamentales para comprender la naturaleza peculiar del ejército de Hispania, así como la romanización del noroeste, y constiuyen el centro de nuestras pesquisas. 3.2. La epigrafía militar del noroeste: modelo de aproximación metodológica Para proporcionar una respuesta parcial, pero razonablemente satisfactoria, a las cuestiones planteadas conviene aquilatar la cantidad y naturaleza de los testimonios epigráficos y la manera de emprender un análisis que nos acerque, de la forma más rigurosa posible, a la relación de los militares con el espacio en estos territorios y con sus formas de representación, derivado de la combinación de la distribución espacial de las ins-

Fundamentalmente Le Roux, 1982 y 1992a. Pero son relevantes otros trabajos posteriores del mismo autor que iremos mencionando separadamente. 8 Sastre Prats et al., 2010, pp. 117-134, que abunda en el papel del ejército en torno a la explotación de los recursos mineros y la conformación de los poderes locales. También Pitillas Salañer, 2007, pp. 111-126, que revisa la función integradora del ejército en el norte de Hispania. 9 No abordaremos en detalle esta primera cuestión. El trabajo de Le Roux a este respecto sigue, a nuestro juicio, vigente; cf. Le Roux 1998, pp. 193-208 y 2004, pp. 287-311. En ellos aborda el propio concepto de romanización de la Península y el peso específico del elemento militar en él, centrado, en gran parte, en su relación con los procesos de urbanización en Hispania y, particularmente, en el noroeste. 10 Nos referimos, en este caso, a la delimitación jurídica de los mismos, con todos los problemas que suscita la definción en sí misma, y que tratamos más adelante en el apartado dedicado al campamento de Herrera de Pisuerga y los prata legionis IIII Macedonicae. 11 Palao Vicente, 2014, p. 31. 7

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EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

cripciones con las investigaciones arqueológicas de los principales centros urbanos, los propiamente militares y las áreas periféricas de ese cuadrante noroccidental. Un primer aspecto a considerar es que la mayor parte de las grandes concentraciones de epigrafía militar del noroeste, aproximadamente un 70 %, se encuentra precisamente en los grandes campamentos y en las capitales conventuales, sobre todo en los primeros. Solo Legio y sus alrededores, Petavonium y Cidadela, acumulan 60 inscripciones militares de las 128 documentadas para toda la región, lo que supone casi un 47 % del total. Por otra parte, las capitales de conventus, Asturica Augusta, Lucus Augusti y Bracara Augusta exhiben 29 inscripciones, es decir, aproximadamente un 23 % del elenco total. Campamentos y capitales conventuales suman, por tanto, prácticamente un 70 % del material epigráfico militar documentado, a lo que hay que añadir, en lo que a la distribución se refiere, que son los únicos lugares en los que nos topamos con verdaderas concentraciones epigráficas, la mínima en el fuerte de Cidadela, con tres epígrafes, y las máximas en Legio, Petavonium y Asturica Augusta, con 29, 18 y 17 ejemplares respectivamente. Por el contrario, la distribución del 30 % sobrante del material se caracteriza por su dispersión. Los monumentos, conservados o no, aparecieron en zonas, a veces Capítulo 3 próximas, a veces lejanas, de las ciudades y campamentos, pero generalmente aisladas (Fig. 1). Figura 1. Distribución de inscripciones militares en el noroeste.  

Villalís/Luyego 9 % Lucus Augusti 66 % %

Dispersas o  periferia 24 %

Aquae Flaviae  Bracara Augusta 2 % 2% 3 % 3%

Legio 24 % 24 % Petavonium 14 % 14 % Asturica Augusta 15 % 15 %

Cidadela 3 %

Figura 1. Distribución de inscripciones militares en el noroeste.

Según el modelo de estudio de «centro-periferia» ya comentado, se consideran bajo el epígrafe «centro» las concentraciones epigráficas localizadas en Legio, el mayor de los campamentos, Petavonium y Cidadela, y en las civitates de Asturica Augusta, Lucus Augusti y Bracara Augusta. Por el contrario, hemos agrupado bajo el término «periferia» o «epigrafía militar dispersa» todos aquellos monumentos que han sido localizados, bien de forma aislada, o bien junto a otro epígrafe —no más de dos en la misma localidad—, o en lugares cercanos, a lo largo de la geografía de los tres conventus. Consideramos que las concentraciones de material asociadas a los grandes centros encuentran contextualización específica en sus propios espacios y en relación con los otros ejemplares aparecidos en sus entornos, conformando, en muchos casos, conjuntos que nos permiten delimitar o esbozar, en cierta medida, paisajes epigráficos.

 

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3.  EL EJÉRCITO EN EL NOROESTE

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Este es el caso de los campamentos militares cuya concepción y delimitación internas, caracterizadas por una notable homogeneidad, nos permiten intuir, además, espacios epigráficos, tanto dentro de los muros como fuera. Por otra parte, el estudio combinado de los datos que nos aporta la epigrafía funeraria nos permite, como veremos, reconstruir parcialmente aspectos como las procedencias de los soldados, sus rangos y funciones específicas y los reclutamientos. También podemos asomarnos a las relaciones de los soldados, tanto con sus mandos como entre ellos mismos, así como con los civiles que habitaban el exterior de los campamentos, y a los vínculos familiares que constituyeron. La epigrafía votiva nos proporciona, asimismo, un gran volumen de información acerca de la religión, tanto oficial como privada, del ejército en los ámbitos público y privado de los soldados devotos de cada campamento. El caso de las ciudades es más complejo, fundamentalmente porque el conocimiento arqueológico de las mismas es mucho más parcial y porque la cantidad de testimonios aparecidos es mucho menor. Como excepción, podemos ver el caso de Asturica Augusta, primero campamento y luego ciudad, donde se han localizado nada menos que dieciocho inscripciones de contenido militar, todas ellas fechadas en el período en el que ya era una civitas. Por estas razones, hemos abordado la epigrafía que llamamos de «centro», concretamente los casos de Legio, Petavonium y Asturica Augusta, desde un punto de vista «microespacial». Ello quiere decir que hemos tratado de llevar a cabo un análisis lo más completo posible de la documentación epigráfica hallada en esos lugares con respecto a su entorno arqueológico, que nos proporcione una imagen lo más rica posible de la relación específica entre los soldados y su medio. El otro bloque, el 30 % de las inscripciones, que hemos clasificado bajo el epígrafe de «periferia», presenta mayores problemas de análisis que abordaremos con detenimiento más adelante. Tan solo cabe avanzar aquí que hemos considerado la interpretación de estos testimonios, fundamentalmente, desde una perspectiva «macroespacial», atendiendo a las grandes funciones o cometidos del ejército romano en el noroeste, entre los siglos i y iii d. C.: el trazado y construcción de vías, la minería, el control y vigilancia del territorio y la administración. Como veremos, existe, no obstante, cierto material que no responde a ninguna de las características dichas y debe ser estudiado en razón de aspectos personales de los propios militares, como sus lugares de nacimiento, sus vínculos familiares o los rasgos peculiares de sus servicios. Bajo este modelo, cuyas dificultades y limitaciones comentaremos más adelante, al tratar de cada una de las cuestiones enunciadas, esperamos poder abarcar la mayoría de la epigrafía militar dispersa del noroeste y dar explicación de aquellos monumentos que se encuentran lejos de los campamentos y de los centros antes comentados desde el punto de vista de su relación con el espacio. 3.3. El campamento de Legio El enclave de León, situado estratégicamente sobre un altozano en la confluencia entre los ríos Torío y Bernesga, es mencionado en diversas ocasiones en las fuentes clásicas. En el orden cronológico, la primera noticia corresponde a Ptolomeo, que la cita como

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sede de la legio VII Gemina,12 el Itinerario Antonino, como punto de llegada de la vía I que discurría entre Italia e Hispania,13 y la Notitia Dignitatum, que, de nuevo, ubica en «Legione» a la VII Gemina.14 Por último, el llamado Itinerario de barro, que emplaza la Legio VII Gemina como cabecera de una vía que va a dar al Portus Blendius, sito en la costa cantábrica.15 El interés arqueológico por los orígenes de León data de fines del siglo xviii y se desarrolla con cierta continuidad hasta mediados del siglo xix, momento en el que vieron la luz los primeros trabajos consagrados a las antigüedades romanas de la urbe.16 En los años sucesivos, el repertorio arqueológico y epigráfico se fue ampliando considerablemente con los halllazgos motivados por las obras de reforma urbana moderna que afectaban, fundamentalmente, a las zonas de amurallamiento romano tardoimperial y a otras edificaciones del casco histórico.17 Desde las primeras intervenciones de García y Bellido, en la década de los años sesenta del siglo pasado,18 hasta la actualidad, los trabajos arqueológicos en León se han sucedido. Especialmente desde los años ochenta hasta hoy, se han realizado numerosas intervenciones en el casco urbano de Léon, que han permitido conocer con minucioso detalle el origen, la forma y la evolución del campamento militar.19 Como resultado de esta intensa investigación, hoy sabemos que en León no solo existió el campamento de la legio VII Gemina —fechado desde época Geog. II, 6, p. 28. It. Ant., 387, p. 7 y 395, p. 4. 14 Not. Dig. Occ., XLII, 1, p. 6. 15 Ibidem, p. 26. Sobre el Itinerario de barro existe una amplia bibliografía que no es posible consignar aquí. Para un estudio reciente del documento y sus problemas con bibliografía completa, cf. Fernández Ochoa, Morillo Cerdán y Gil Sendino, 2012, pp. 51-179. 16 Para las primeras informaciones arqueológicas y epigráficas sobre León, cf. Risco, 1784 (facs. León, 1987), 1784 (facs. León, 1987) y 1792 (facs. León, 1987); y Céan Bermúdez, 1832. Para este período, es de obligada lectura Grau Lobo, 1996, pp. 225-239. Para la epigrafía de los soldados, cf. Fita, 1866. Gómez Moreno (1906-1908 [1925]: 23-52) recopilaba y catalogaba minuciosamente los restos arqueológicos de la capital leonesa, poniendo especial énfasis en los testimonios epigráficos. 17 Gran parte de los epígrafes de la colección de San Marcos provienen de los derribos de los lienzos del sector norte, donde se encontraban encastrados al haber sido reutilizados como material edilicio en la construcción del sistema defensivo del período bajo-imperial. Para la exhumación de las termas, cf. García Marcos, 1996, pp.69-81 y 76-77; García Marcos, Miguel y Campomanes, 2004, p. 264. Los primeros estudios sobre las murallas en Richmond, 1931, pp. 86-100. 18 Las intervenciones de García y Bellido entre 1961 y 1967 abordaron diversos sondeos en la Puerta de Renueva, el Jardín del Cid y en el huerto de la Colegiata de San Isidoro, y, durante 1967, en la escalinata de San Isidoro, en el solar donde luego se situó el Jardín del Cid, y en un solar de la calle Fernando G. Regueral. Para la defnición de los límites del campamento de la legio VII, cf. García y Bellido, 1950, pp. 449-479, 1970b, pp. 571-575; y pp. 580-581, con sus primeras hipótesis sobre la identidad de las unidades acantonadas. Para un resumen detallado de las intervenciones de García y Bellido, cf. Morillo Cerdán y García Marcos, 2004a, pp. 265-266. 19 Un resumen pormenorizado en Morillo Cerdán y García Marcos, 2004a, pp. 268-270. Una visión completa en Morillo Cerdán y García Marcos, 2004, pp. 268-269. La lista de trabajos que abordan, desde diversas perspectivas, el asentamiento legionario leonés, desde la fecha de su fundación en el siglo i d. C. hasta el período bajo-imperial, es ya larga y no podemos detallarla aquí, nos limitaremos, pues, a señalar los principales hallazgos sobre la historia del campamento, a su morfología básica y a los períodos de ocupación. Para cuestiones de detalle arqueológico remitimos a la bibliografía que iremos consignando a tal efecto. Para la consulta de la bibliografía completa, cf. Morillo Cerdán (ed.), 2007, pp. 468-469. 12 13

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3.  EL EJÉRCITO EN EL NOROESTE

57

flavia— hasta el siglo iv d. C., sino que hubo dos recintos anteriores, uno levantado a fines del reinado de Augusto20 y otro de época julio-claudia, construido a comienzos del reinado de Tiberio sobre el anterior y ocupado por la legio VI Victrix, la misma unidad que probablemente construyó y ocupó el campamento augusteo.21 Con todo, el campamento mejor conocido, con gran diferencia, es el de la VII Gemina, que data de comienzos del período flavio, coincidiendo con el regreso de la legión a Hispania entre los años 74-75 y 79 d. C.22 Especialmente interesantes son, por otra parte, los asentamientos civiles situados en los arrabales del campamento. Dos han sido documentados arqueológicamente: uno inmediatamente extramuros, adyacente al sector septentrional del amurallamiento —con ramificaciones al este y oeste—, y otro más alejado, a unos 2 km al sudoeste del campamento;23 a ellos podemos asociar buena parte de la epigrafía civil recuperada en el casco urbano.24 El nivel de conocimiento de ambos es todavía fragmentario, pero hoy se puede constatar que el primero fue construido en el período flavio, encima del asentamiento vinculado a la legio VI Victrix, al sur del campamento,25 y el segundo estuvo habitado desde el siglo i d. C. hasta aproximadamente el año 270, y tuvo un fin abrupto constatado por los materiales aparecidos.26 Ambos espacios son de capital importancia para entender la relación del campamento militar con su entorno 20 García y Bellido, 1961, p. 125; y García Marcos y Morillo Cerdán, 2002, p. 793 y 2004b, ambos trabajos detallan los hallazgos arqueológicos que justifican la secuencia histórico-arqueológica del asentamiento romano de León; García Marcos y Morillo Cerdán, 2003, pp. 275-286; y Morillo Cerdán y García Marcos, 2004a, p. 275. El estado actual de conocimientos no permite aventurar si se trataba de un recinto destinado a una unidad auxiliar o a una legión, no obstante, los mismos excavadores tienden a atribuir esta fase de ocupación ya a la legio VI Victrix. 21 Para un análisis arqueológico detallado, cf. Morillo Cerdán, 2002b, pp. 67-94; García Marcos y Morillo Cerdán, 2000, 2002c y 2003; y Morillo Cerdán y García Marcos, 2004b. Una buena síntesis de los hallazgos en Morillo Cerdán y García Marcos, 2004a y 2015. Sobre la asociación de la legio VI Victrix, cf. García y Bellido, 1961, p. 125; Alföldy, 1969, p. 125; y Le Roux, 1982, p. 106 y n. 196. Sobre el material numismático, cf. García de Figuerola y González Alonso, 1998-1999, pp. 127-140; Morillo Cerdán, 1999b, pp. 71-90; y Morillo Cerdán y Gómez Barreiro, 2004, pp. 375-392, 277 y fig. 12. Sobre el material epigráfico y la asociación con la VI Victrix, cf. Morillo Cerdán, 1999a, pp. 297-297, n. 40, fig. 170; y García Marcos y Morillo Cerdán, 2002, p. 796; 2004b, p. 277 y 2007, p. 353. 22 Las primeras pruebas fiables que tenemos del regreso de la VII Gemina a Hispania datan del año 79 d. C. Dos inscripciones, una de Cornoces (Orense; HEp-2: 571 = HEp-7: 531) y la otra de Aquae Flaviae (Chaves; CIL II, 5616 = AE, 1994: 939), que presentan un voto de un soldado de la unidad con datación interna bajo Vespasiano, la primera, y la participación de la legión en la construcción del puente de Aquae Flaviae, la segunda. Legio III es el principal campamento legionario y el mejor conocido en la península ibérica. La bibliografía sobre los hallazgos es abundante, cf. fundamentalmente García y Bellido, 1970, pp. 572-575; García Marcos y Morillo Cerdán, 2002; Morillo Cerdán y García Marcos, 2003, pp. 19-23; 2004a, pp. 263-291; 2004b; y 2005, pp. 569-583; García Marcos, 2002; Morillo Cerdán y Durán Cabello, 2013, pp. 116-122; Morillo Cerdán, 2002, pp. 211-256; y García Marcos y Morillo Cerdán, 2015, pp. 91-112. 23 Para las cuestiones de detalle remitimos a Morillo Cerdán, Salido Domínguez y Durán Cabello, 2014, pp. 117-131. También sobre los vici de León, cf. Morillo Cerdán y García Marcos, 2004a, pp. 285-287; y García Marcos y Morillo Cerdán, 2015, pp. 103-106, con bibliografía. 24 Sobre la epigrafía civil del vicus leonés específicamente, cf. Palao Vicente, 2009, pp. 525-540. 25 Morillo Cerdán, Salido Domínguez y Durán Cabello, 2014, p. 126, fig. 5, con representación gráfica de la ubicación de los núcleos del vicus adyacente a las murallas del campamento. 26 Ibidem, p. 127.

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EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

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civil y de los propios soldados con la población establecida en la periferia del campamento. Por lo que respecta a la evidencia arqueológica del período bajo-imperial, no nos ocupa aquí, excepto por lo que concierne al desmantelamiento de las necrópolis altoimperiales ubicadas extramuros para la construcción del recinto defensivo a fines del siglo iii d. C. y la amortización de materiales epigráficos como elementos constructivos.27 La presencia de núcleos de población civil adosados a las tres puertas de entrada, conformando un vicus cuyos límites no podemos detectar, así como el elevado número de epígrafes funerarios empotrados en las murallas, evidencian la presencia de una necrópolis de cierta entidad en el período altoimperial en las proximidades del sector meridional. Con los datos disponibles actualmente, es posible afirmar que dicha necrópolis existió y que fue desmantelada a fines del siglo iii d. C., precisamente con motivo de la erección de la nueva muralla.28 3.3.1. La epigrafía militar. Visión de conjunto El primer rasgo que llama la atención de la epigrafía militar legionense es la relativa escasez de testimonios registrados, tan solo veintinueve, considerando que el campamento estuvo ocupado ininterrumpidamente durante algo más de tres siglos y que fue la base de la única legión que quedó en Hispania tras el fin de la dinastía julio-claudia. Pese a ello, es el campamento que presenta mayor cantidad de documentación epigráfica en relación con los otros recintos hispanos del período imperial, tanto legionarios como auxiliares, con un volumen significativamente mayor que los otros dos recintos legionarios permanentes: Petavonium (Rosinos de Vidriales) y Pisoraca (Herrera de Pisuerga).29 De igual modo, los castra de las tropas auxiliares del exercitus Hispanicus arrojan cantidades más bien pobres en lo que a epigrafía militar se refiere; en ningún caso comparables con Petavonium y la propia Legio. Dentro de la relativa escasez que hemos señalado, cabe subrayar también lo exiguo del registro de inscripciones militares frente al extenso volumen de las civiles procedente de las canabae y el vicus legionenses. Las aglomeraciones civiles anejas al campamento habían proporcionado, hasta hace bien poco, la nada desdeñable cantidad de sesenta inscripciones, que constituyen un punto de apoyo indispensable para entender las relaciones entre el medio militar y el civil en el enclave.30 Es, asimismo, reseñable la recentísima aparición de un volumen que estudia un conjunto de cincuenta y tres inscripciones hasta ahora inéditas, extraidas de la muralla de León, que presenta un análisis de paramentos pormenorizado de todo el recinto murario de la antigua Legio.31 Los nuevos materiales epigráficos no incluyen monumentos de militares, pero aportan una

27 Para una visión detallada de la arqueología leonesa del período, cf. Morillo Cerdán, 2012, pp. 245-247; y García Marcos y Morillo Cerdán, 2015. 28 García Marcos y Morillo Cerdán, pp. 105 y 108, entre otros. 29 Incluimos Astorga como campamento militar en sus orígenes (15 a. C.-17 d. C. aproximadamente), aunque se ha de tener en cuenta que buena parte de las inscripciones de militares de este lugar pertenecen a soldados y veteranos que se retiraron a la capital conventual, no al campamento. 30 Recogidas fundamentalmente en Le Roux, 1982. 31 Ranilla García (coord.), 2016.

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3.  EL EJÉRCITO EN EL NOROESTE

59

muy considerable cantidad de datos que han de ser tenidos en cuenta a la hora de tratar las relaciones del campamento con sus canabae entre los siglos i y iii d. C. Asimismo, el reestudio de las murallas y los lugares de localización de las piezas aportan información relevante para la restitución de la topografía epigráfica del campamento. Tabla 2. Registro numérico de tituli militares de los campamentos hispanos.32 Nombre

Localización

Tipo

Unidades

de campamento

N.º inscripciones

Legio

León (León)

legionario

Leg. VI Victrix/Leg. VII Gemina

29

Petavonium

Rosinos de Vidriales (Zamora)

legionario/auxiliar

Leg. X Gemina/Ala II Flavia c. R./Ala Parthorum

17

Pisoraca

Herrera de Pisuerga (Palencia)

legionario/auxiliar

Leg. III Macedonica/ Coh. I Gallica E. c. R.

2

Asturica Augusta

Astorga (León)

legionario

Leg. X Gemina

18

Aquis Querquennis

Baños de Bande (Orense)

auxiliar

desconocida

-

Cidadela

Monte Cildà (La Coruña)

auxiliar

Coh. I Celtiberorum

3

Tabla 3. Testimonios epigráficos de militares (elaboración propia). N.º Cat. 007 008 009

Referencia IRPLeon, 148 = ERPLeon, 126 = AE,1928, 168 IRPLeon, 149 = ERPLeon, 129 = AE, 1928, 173 ERPLeon, 54 = CasLeon, 73 = Auctarium-N, 43 = Meseta, 111 = AE, 1953, 266

Nombre militar

Rango

Unidad

Aurelius [---¿]

Miles

VII Gemina

M. Aurelius Victor

Miles/Optio equitum

VII Gemina (Felix)

Q. Cornelius Anteros

Miles Imaginifer

VII Gemina (Felix)

010

IRPLeon, 180 = ERPLeon, 165 = AE, 1971, 207

Archelavos

011

CIL II, 2668 (p. 912) = IRPLeon,146 = ERPLeon, 199

L. Lucretius Proculus

VII Tribunus Gemina Angusticla-vius (Pia Felix) VII Gemina Armorum (no custos mencionada)

Cronología Primer tercio siglo iii = 200-225 Primer tercio siglo iii = 200-225 Siglo ii d. C. (momento indeterminado) Primer tercio siglo iii = 200-225 Primer tercio siglo iii = 200-225

Exceptuamos en este recuento las inscripciones alusivas al ejército romano como las marcas legionarias en diversos tipos de instrumenta o elementos edilicios, y los conocidos termini prata legionis que marcaban la zona de dominio del campamento de Herrera de Pisuerga. Se ha considerado que dieciocho inscripciones de Astorga no han de atribuirse al emplazamiento como campamento, sino como capital de convento jurídico y centro administrativo. 32

Gladius, Anejos 19, 2021

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

60

N.º Cat. 012

013 014 015

016

017

029

030

031

032

Referencia CIL II, 5084 (p. 913) = IRPLeon, 27 = ERPLeon, 25a = CasLeon, 82 = Meseta, 118 = AE, 1974, 390 CIL II, 5676 = IRPLeon, 28 = ERPLeon, 25b = CasLeon, 81 = Meseta, 119 CIL II, 5679 = IRPLeon, 26 = ERPLeon, 55 = CasLeon, 80 = Meseta,112 CIL II, 5681 = IRPLeon, 144 = ERPLeon, 122 = HEp-11, 293 = AE, 1919, 24 IRPLeon, 20 = CasLeon, 145 = Meseta, 91 = ERPLeon, 38 = AE, 1971, 208 = AE, 1974, 411 CIL II, 5083 (p. 913) = IRPLeon, 19 = ERPLeon, 37 = GeA, 5 = CasLeon, 146 = Meseta, 92 CIL II, p. 2664 = IRPLeon, 68 = AquaeFlaviae, 607 = ERPLeon, 77 CIL II, p. 2666 = IRPLeon, 70 = ERPLeon, 62 CIL II, 2661 (pp. 912 y 924) = IRPLeon, 21 = ERPLeon, 73 = CasLeon, 156 = Meseta, 61 = HEp-1, 390 = HEp-11, 297 CIL II, 5680 = IRPLeon, 22 = ERPLeon, 74 = CasLeon, 155 = Meseta, 62

Nombre

Rango

militar

Cn. Lucius Terentius Homullus Cn. Lucius Terentius Homullus T. Pomponius Poroculus Vitrasius Pollio

Unidad

Cronología

Legatus legionis

VII Gemina (Felix)

140 d. C.

Legatus legionis

VII Gemina (Felix)

140 d. C.

Legatus Augusti pro praet.

VII Gemina (no 168-176 d. C. mencionada)

P. At[tius-ilius] Miles Rufus

VII Gemina (Felix)

68-fin siglo i d. C.

T. Claudius Pompeianus

Tribunus VII Gemina Angusticla-vius (Felix)

Siglo ii d. C. (momento indeterminado)

L. Attius Macro

Legatus Augusti

VII Gemina (Felix)

Siglo ii d. C. (legatura bajo Adriano)

Perdido

Primus Pilus (Centurio)

VII Gemina Severiana

234 d. C.

L. Pupius Praesens

Tribunus angusticlavius/ VI Victrix Legatus Augusti

C. Iulius Cerealis

Legatus Augusti pr. pr.

C. Iulius Cerealis

Legatus Augusti pr. pr.

G. Ennius Felix

Veteranus

Mediados siglo i d. C. = 31-70

VII Gemina Primer tercio siglo (no iii = 200-225 mencionada) (214-217 d. C.) VII Gemina Primer tercio siglo (no iii = 200-225 mencionada) (214-217 d. C.) Entre Septimio VII Severo y Caracalla: Gemina 193-284 d. C. (Pia Felix) (Le Roux, 1982, p. 234, n. 18)

033

IRPLeon, 60 = ERPLeon, 113

034

CIL II, 05682 = IRPLeon, 145 = AquaeFlaviae, 306 = L. Campilius ERPLeon, 136 = Petavonium, Paternus 62 = AE, 1963, 23

Eques alae/ Optio Equitum?

Ala Flavia

Primera mitad siglo ii d. C.

035

Equites CIL II, 2663 (pp. 708 y 912) LegionisVII = IRPLeon, 67= ERPLeon, 75 Geminae

Equites Legionis

VII Gemina (Antoniana, Pia Felix)

Siglo ii d. C. (momento indeterminado)

Legio VII Gemina?

No

Legio VII Gemina?

S. SeveroDiocleciano

Aemilius Flavus

Miles

Legio VII Gemina

Siglo ii d. C. (momento indeterminado)

036

037

ERPLeon, 76 = CasLeon, 224 = Meseta, 69 = GeA, 7 = HEp-1, 391 = AE, 1911, 94 = AE, 1976, 287 CIL II, 2669 = IERPLeon, 143 = ERPLeon, 106 = HEp15, 241

Gladius, Anejos 19, 2021

N.º Cat. 038

039

Referencia ERPLeon, 86 = CasLeon, 259 = Auctarium-N, 44 = GeA, 8 = HEp-5, 543 = AE, 1992, 1003 CIL II, 2660a-d (pp. 708, 912 y 1040) = IRPLeon, 17 = ERPLeon, 32 = CLE, 1526a-c = Meseta, 00148 = HEp-12, 317 = AE, 2002, 781= CIL II, 2660e = IRPLeon, 18 = CLE, 1526.

3.  EL EJÉRCITO EN EL NOROESTE

Nombre

Cronología

Primus pilus (centurio)

Legio VII Gemina (Felix)

Siglo ii-iii d. C. (momento indeterminado

Q. Tullius Maximus

Legatus Augusti

Legio VII Gemina (Felix)

162 d. C.

Miles (armorum custos)/ Miles(curator fisci)

Legio VII Primer tercio siglo iii Gemina (Pia) = 200-225 d. C. Felix

040

041

CIL II, 02660e = IRPLeon, 18

D40 D41

AE, 2013, 885 AE, 2008, 696

D42

CIL II, 5678

D43

IRPLeon, 23

IRPLeon, 16

Unidad

[?]Minucius Priscus

T. Montanius CIL II, 05684 = IRPLeon, 147 Fronto = ERPLeon, 209 T. Montanius Maternus

D44

Rango

militar

61

Q. Tullius Maximus

Legatus Augusti

No Perdido [---]Flaccus Aelianus Perdido

No Perdido Procurator Auggustorum Perdido

L. Cassius P. Augustanius A. Bellicius Sollers No et M. Cassius Agrippa S. Paullinus A. Alpinu[s]

Legio VII Gemina (Felix) ? ?

162 d. C.

No ?

?

El dosier sintetizado en la tabla nos muestra un registro completo de las inscripciones alusivas a militares documentadas en León. Llama la atención, a primera vista, que tan solo conservamos actualmente veintitrés soportes, de los veintinueve totales, que corresponden a monumentos erigidos por o para militares, que incorporen dedicante y dedicatario o, al menos, uno de ellos.33 De ellos, tan solo uno, y como veremos de forma dudosa, se puede datar en la fase julio-claudia del campamento y atribuirse a la legio VI Victrix; el resto del corpus pertenece, de manera inequívoca, a mandos y soldados de la VII Gemina. Un vistazo rápido a la tabla nos da también una idea sobre la cronología de los monumentos. El siglo i d. C. no está documentado epigráficamente desde el punto de vista militar, mientras que, en general, el siglo ii y la primera mitad

Excluimos en este punto algunos soportes con epigrafía relativa a la legión o al ejército, como las marcas legionarias sobre tegulae, por no constituir, en sí mismos, testimonios de la representación personal de los soldados. 33

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

62

Gladius, Anejos 19, 2021

del iii d. C. son las fases en las que contamos con mayor abundancia de testimonios.34 Por otra parte, el período a partir de fines del siglo iii d. C. hasta el siglo iv se caracteriza por una ausencia total de material epigráfico, que coincide con la ausencia de evidencia arqueológica. Del elenco total, nueve documentos son tituli funerarios, diecinueve votivos, y uno, perdido, probablemente honorífico. En el conjunto de la epigrafía votiva, trece inscripciones cuentan con dedicantes militares atestiguados, mientras que seis más resultan ciertamente problemáticos: uno inédito, otros tres con dedicatorias a Marte, al Liber Pater y a Mercurio, y dos votos más, de los que el primero, dedicado a Esculapio, Isis y Serapis, puede atribuirse al ambiente militar del campamento y quizá asociarse al valetudinarium, pero sin ninguna referencia específica a la condición de militares de los dedicantes.35 El segundo voto es una posible dedicatoria a Cibeles y Minerva que no se conserva bien y que no aparece recogida en los corpora al uso.36 Por todo ello, consideramos esta documentación con ciertas reservas y trataremos de analizarla minuciosamente a fin de discernir lo más claramente posible en qué aspectos concretos resulta ilustrativa para nuestro objeto de estudio.37 Tabla 4. Inscripciones votivas de León de dudosa atribución a militares. Referencia

Nombre militar

Rango

Unidad

Cronología básica

Dedicatario (divinidad)

D40 = AE, 2013, Desconocido 558

Desconocido

Legio VII Gemina Felix?

Marte

D41 = HEp-17, 85 = AE, 2008, 696

Desconocido

Desconocido

Desconocido

Mercurio

D42 = IRPLeon, 23 = ERPLeon, 48

Perdido

Perdido

Perdida

Siglo ii d. C.

Liber Pater (Conservator)

D43 = CIL II, 5678 = IRPLeon, [---?] Flaccus 24 = ERPLeon, Aelianus 50

Procurator Augusti

¿?

Siglo ii d. C.

Mercurio Augusto

D44 = IRPLeon, 16 = ERPLeon, 57 = AE, 1967, 223 = AE, 1968, 235

No militares

No

Fin siglo iiAesculapio/ principios siglo Saluti/Serapi iii d. C. Isidi

No militares

Le Roux, 1982, p. 351 y Palao Vicente, 2007, p. 277. Á. Morillo (2008) los incluye en su estudio de los cultos militares de la VII Gemina en León. 36 Ibidem, p. 393, n. 64. 37 Más adelante analizaremos en detalle este grupo de epígrafes, en los apartados relativos a la epigrafía votiva del campamento. Sirva, por el momento, con apuntar sus peculiaridades. 34 35

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3.  EL EJÉRCITO EN EL NOROESTE

63

De cualquier modo, estas y las ya conocidas hace tiempo constituyen un conjunto que pone en evidencia una cuestión también reseñable al respecto de la epigrafía militar leonesa: hay una significativa mayoría de tituli votivos frente a los funerarios, aunque contamos con un posible titulus honorífico al margen de las expresiones de culto imperial. La escasez de epigrafía funeraria, apenas nueve piezas sobre el total, encuentra explicación, en parte, por el desmantelamiento, antes mencionado, de la necrópolis altoimperial y la reutilización de la mayor parte de las lápidas como material constructivo. A ello habría que añadir el propio azar, ya que parece que, de momento, no se ha podido dar con la «palada», por así decirlo, que saque a la luz un grupo significativo de lápidas funerarias. Como hemos venido comentando, la gran mayoría de la epigrafía funeraria legionense procede del área de las canabae legionarias y son los civiles los responsables de erigir los monumentos.38 Por otra parte, la mayoría de los monumentos votivos fue también reutilizada en el lienzo de la muralla tetrárquica, concretamente en el sector meridional, junto al ángulo suroccidental del recinto. Tabla 5. Testimonios epigráficos de León: tipología y cronología.39 N.º Titulus Cat. 007 Funerario 008 Funerario

Perdido Incierto

Aurelius [---¿] M. Aurelius Victor

Miles Optio equitum

iii

009

Votivo

Perdido

Q. Cornelius Anteros

Miles imaginifer

ii

010

Funerario

Placa

Archelavos

iii

d. C.

011

Funerario

Estela

L. Lucretius Proculus

Tribunus Angusticlavius Milesprincipalis (armorum custos)

iii

d. C.

012

Votivo

Bloque

Legatus legionis

iii

d. C.

013

Votivo

Bloque

Legatus legionis

iii

d. C.

014

Votivo

Ara

Legatus Augusti pr pr.

ii

015

Funerario

Incierto

Miles

i

016

Votivo

Ara

T. Claudius Pompeianus

017

Votivo

Ara?

L. Attius Macro

Soporte

Militar

Cn. LuciusTerentius Homullus Cn. LuciusTerentius Homullus T. PomponiusProculus Vitrasius Pollio P. At[tius-ilius] Rufus

Rango

Tribunus angusticlavius Legatus Augusti

Cronología básica

iii

d. C. d. C.

d. C.

d. C.

d. C.

ii

d. C.

ii

d. C.

Le Roux, 1982, pp. 347-351, con un dosier detallado de las inscripciones de los vici; y Palao Vicente 2007, pp. 274-279, con datos actualizados. 39 Para las referencias a los corpora epigráficos remitimos a la tabla 15 y a la parte del catálogo correspondiente a León, así como a la base de datos donde se encuentran debidamente consignados, a fin de no incurrir en repeticiones innecesarias. 38

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EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

64

N.º Titulus Soporte Cat. 029 Honorífico Perdido

Perdido

030

Incierto

Perdido

L. Pupius Praesens

031 032 033

Votivo Votivo Funerario

Ara Ara Estela

C. Iulius Cerealis C. Iulius Cerealis G. Ennius Felix

034

Funerario

Estela

L. Campilius Paternus

035

Votivo

Incierto

036 037 038 039

Votivo Funerario Votivo Votivo

040 041

Militar

Rango PrimusPilus (centurio) Tribunus angusticlavius/ Legatus Augusti Legatus Augusti pr. pr. Legatus Augusti pr. pr. Veteranus Eques alae/Optio equitum?

Incierto Perdido Ara Ara

Equites legionisVII Geminae LegioVII Gemina? Aemilius Flavus [?]Minucius Priscus Q. Tullius Maximus

No Miles Primuspilus (centurio) Legatus Augusti

Funerario

Estela

T. Montanius Fronto

Custos armorum

Votivo

Placa

Q. Tullius Maximus

Legatus Augusti

Equites legionis

Cronología básica iii i

d. C.

d. C.

d. C. iii d. C. iii d. C. iii

ii

d. C.

iii d. C. (216 d. C.) iii d. C. ii d. C. ii-iii d. C. ii d. C. 1 /3 siglo iii d. C. ii d. C.

Inscripciones votivas de posible carácter militar D40

Votivo

Ara

Perdido

No

D41

Votivo

Ara

Perdido

-

D42

Votivo

Ara

[---] Flaccus Aelianus

D43

Votivo

Ara

D44

Votivo

Ara

Perdido L(ucius) Cassius Paullus Augustanius Alpinus Bellicius Sollers M(arcus) ¿milites? Cassius Agrippa Sanctus Paullinus Augustanius Alpinu[s]

Procurator Auggustorum -

Siglo ii-iii d. C. ¿Siglo ii d. C.? i-ii

d. C.

Siglo ii d. C.

La recopilación sintética de la tabla 17, añade, a las cuestiones ya planteadas sobre la desproporción entre el registro funerario y el votivo y de la cronología general del conjunto, dos aspectos relevantes que tienen que ver con el estatus social y el rango militar de los dedicantes y dedicatarios de los monumentos. De las veinticuatro inscripciones documentadas,40 nueve fueron levantadas por miembros del ordo senatorial, concreta-

Haciendo referencia, en este caso, a las veinticuatro que cuentan con militares atestiguados como dedicantes o dedicatarios. 40

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3.  EL EJÉRCITO EN EL NOROESTE

65

mente, tres por legati Augusti pro praetorii,41 dos de ellas por un mismo personaje (C. Iulius Cerealis), cinco por legados legionarios de la VII Gemina y una por un mando de la VI Victrix.42 Todas estas, menos la última mencionada, corresponden a tituli votivos, y ponen de relieve la iniciativa de culto oficial inserto en el ámbito de la religiosidad militar pública, por parte tanto de los gobernadores provinciales como de los mandos de la legión VII Gemina. Dentro del conjunto votivo, los testimonios restantes pertenecen a un miles principalis: Q. Cornelius Anteros,43 que resulta ser imaginifer de la VII Gemina44 y a un primipilo: M. Priscus.45 No obstante, este último epígrafe, por su formulario y cronología, está claramente vinculado con el culto al emperador y a la familia imperial, por la fórmula pro salute, y se puede inscribir, de nuevo, en un contexto de religión oficial del ejército. Se puede fechar en un momento entre fines del siglo ii y principios del iii d. C. Resta solo un epígrafe más dedicado al emperador Caracalla y a la maiestas y el numen imperiales, por los equites de la legio VII Gemina. Por lo que respecta al conjunto funerario, todas menos una pertenecen a milites de diversas categorías: cinco a milites gregales (Catálogo, n.os 007, 008, 015, 034 y 037 [en adelante Cat.]), cuatro a milites immunes o principales (Cat., n.os 008, 011, 034 y 040);46 tan solo una corresponde a un veteranus Cat., n.º 033) y, finalmente, una refleja los nomina de un tribunus en la tumba de su liberto (Cat., n.º 010). A la vista de los datos expuestos, se puede establecer un primer patrón general de la epigrafía legionense. La mayor parte de los documentos recuperados que pertenecen a militares son de carácter votivo, concretamente un 68 % del total. Este conjunto epigráfico se puede atribuir, casi en su totalidad, a las élites dirigentes foráneas que desempeñaban los mandos: de los trece monumentos votivos atestiguados, nueve fueron erigidos por miembros del ordo senatorial, tanto gobernadores provinciales como legados legionarios, y tan solo tres por miembros de la tropa, de los que uno es una dedicatoria colectiva. Buena parte de los testimonios, aunque no todos, se inscriben en el horizonte del culto oficial y colectivo que el ejército desarrollaba según las prescripciones del calendario oficial del Estado. No obstante, algunas, de las dedicatorias están a medio camino entre la religiosidad pública y la privada y otras revisten un carácter eminentemente privado. Estas afirmaciones requieren matices, como veremos, a la luz del análisis detallado de algunos de los documentos, pero la tendencia es incuestionable.

Cat., n.os 014, 031 y 032. Cat., n.os 012, 013, 017, 030 y 039; para la VI Victrix, Cat., n.º 030. 43 Cat., n.º 009 44 Rango este estrechamente vinculado a los mismos cultos oficiales, por lo que podríamos incluirlo en el mismo espectro que las ocho primeras mencionadas 45 Cat., n.º 038. 46 Es preciso destacar que dos de las inscripciones funerarias incorporan miembros de ambos estamentos, gregales y principales, como dedicantes y dedicatarios, por lo que se contabilizan en ambas categorías. Cf. Cat., n.os 007 y 034. 41 42

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

66

Gladius, Anejos 19, 2021

Por lo que respecta al resto del corpus legionense, la segunda proporción más relevante en número de testimonios es la de tituli funerarios, que suman algo más de un cuarto del total. Un número este que, por escaso, nos impide garantizar una representatividad estadística suficiente para abordar estudios de conjunto. La cifra y la procedencia de la mayoría de los monumentos conservados de los lienzos septentrional y meridional de la muralla tardorromana nos obligan a tener muy presente el conjunto, mucho mayor, de inscripciones funerarias provenientes del área de las canabae y vicus del campamento, en aras de favorecer dicha representatividad. Sin embargo, un primer vistazo a los datos sobre los nueve testimonios conservados, erigidos por militares o con mención directa a ellos, también nos resulta útil para plantear cuestiones generales. Los aspectos clave a desarrollar, a la vista de los datos de los tituli funerarios disponibles, se articulan en torno a una serie de cuestiones básicas: la ya mencionada cantidad de ejemplares del corpus, la desproporción respecto al conjunto votivo, la práctica ausencia de veteranos, la falta de testimonios epigráficos previos al período flavio y los dos últimos tercios del siglo iii d. C., por no hablar del iv. Asimismo, conviene señalar también la concentración mayoritaria de la epigrafía funeraria en el primer tercio del siglo iii d. C., representada por seis testimonios sobre nueve. A estas cuestiones es preciso añadir otras de igual relevancia, como la relación entre estas inscripciones y las mucho más numerosas de las canabae; un problema ya apuntado, que refleja, en gran medida, la relación de los soldados con su entorno y cuya resolución exige indagar en la procedencia de los civiles que habitaban la periferia del campamento, así como en los orígenes de los soldados documentados en los monumentos funerarios. Esta última cuestión se inserta en el ámbito, más amplio, de las relaciones institucionales y cotidianas entre soldados y civiles, no muy estudiadas en el caso hispano.47 No obstante, es posible aplicar un enfoque netamente local que arroje luz analizando los testimonios más detenidamente. Una cuestión relevante, y a menudo poco estudiada, es la de los soportes de las inscripciones. Contamos, en el registro funerario, con dos soportes perdidos y seis conservados. De estos últimos, dos son de restitución e interpretación inciertas, hay tres estelas de diversas morfologías y una placa. Las piezas estudiadas se caracterizan por la frecuente ausencia de decoración, característica, por lo demás, común a la mayoría de la epigrafía militar hispana. En este sentido, resulta sin duda sugerente tratar de establecer patrones que puedan conducirnos a detectar un eventual taller epigráfico cercano al campamento, o rastrear piezas que, por su decoración o características formales, remitan a otras zonas de la Citerior, como la estela de Lucretius Proculus (Cat., n.º 034). Vemos, en cambio, más complejo establecer relaciones directas entre la tipología y calidad de los monumentos y la condición de militar de sus comitentes o destinatarios, que puedan constituir patrones más allá de los

Habría que hacer excepciones con la obra, ya clásica, de Le Roux (1982), que sigue siendo el mejor estudio de conjunto sobre las relaciones institucionales entre el ejército y la sociedad de Hispania. Una revisión actualizada por él en Le Roux, 2000, pp. 261-278. Para las relaciones cotidianas, cf. Palao Vicente, 2006, pp. 276-284, para el caso de León, y 2010, pp. 165-196, con un estado de la cuestión y aproximación metodológica, además de bibliografía reciente. 47

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3.  EL EJÉRCITO EN EL NOROESTE

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condicionamientos evidentes ligados al estatus social y la categoría de los individuos en la sociedad romana. Una última cuestión reseñable es el estudio de los epígrafes funerarios y el espacio: es preciso comprobar hasta qué punto la destrucción de la necrópolis supone la imposibilidad de reconstruir, al menos hipotéticamente, la procedencia de los epígrafes de militares con respecto a los civiles. Dado que el estudio de la topografía funeraria original se antoja imposible, podría resultar provechoso un rastreo pormenorizado de las zonas de muralla de las que provienen tanto inscripciones militares como civiles. Dos textos más cierran el corpus militar leonés: un epígrafe de culto imperial en un monumento perdido dedicado por un primipilo de la VII Gemina, y después pretoriano, y el epígrafe perdido de Pupius Praesens (Cat., n.º 030), único titulus militar de carácter incierto. La primera de ellas, hoy perdida, es un texto dedicado, a la familia imperial. El soporte no se conserva, nos ha llegado una parte del texto, en su versión manuscrita, a través una copia del siglo xvi,48 y falta el nombre del dedicante, así como una parte de la dedicatoria. La parte conservada alude a la madre del emperador Alejandro Severo, Iulia Mammaea, como protectora de los campamentos, el Senado y la patria en el contexto del culto a la familia imperial y la práctica de las viejas costumbres romanas. No conocemos dato alguno sobre el soporte, salvo que cuando De Castro la vio la inscripción ya estaba reutilizada y fragmentada. El otro documento es una inscripción perdida alusiva a un miembro del rango ecuestre, probablemente ascendido al ordo senatorius en época de Vespasiano: L. Pupius Praesens. La lápida no se conserva, y el texto ha llegado a nosotros gracias a dos copias manuscritas. La lectura de este texto es muy problemática, aunque actualmente se acepta que data del siglo i d. C., del reinado de Vespasiano. Pupius Praesens podría haber sido promocionado por este emperador, aunque las fechas de desempeño de los cargos son también discutidas, hasta el punto de haber llevado a algunos investigadores a proponer su identificación con otro personaje o con el hijo del ya mencionado. El texto ha sido empleado, además, como testimonio de la presencia de la VI Victrix en el campamento de León. Al margen de la problemática histórica que ha suscitado, aceptamos la interpretación que identifica esta última legión como una de las unidades en las que sirvió este personaje, probablemente, primero como tribuno laticlavio y después como legado legionario.49 Comenzaremos el análisis completo de la documentación por el material votivo, dada la mayor cantidad de testimonios y su importancia para la reconstrucción de las costumbres del campamento.

Cat., n.º 029. Sin embargo, Palao Vicente (2006: 225-230 y 268) no lo incluye en su nómina de oficiales superiores de la VII Gemina. 48 49

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EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

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Tabla 6. Reparto numérico de inscripciones militares de León por tipos. Votivas 13 (19)*

Funerarias 9

N.º Cat., 009

N.º Cat., 007

N.º Cat., 012

N.º Cat., 008

N.º Cat., 013

N.º Cat., 010

N.º Cat., 014

N.º Cat., 011

N.º Cat., 016

N.º Cat., 015

N.º Cat., 017

N.º Cat., 033

N.º Cat., 031

N.º Cat., 034

N.º Cat., 032

N.º Cat., 037

N.º Cat., 035

N.º Cat., 040

Incerti

Honoríficas 1

1

N.º Cat., 029

N.º Cat., 030

N.º Cat., 036 N.º Cat., 038 N.º Cat., 039 N.º Cat., 041 Inscripciones votivas de posible carácter militar D40 D41 D42 D43 D44 *Teniendo en cuenta las votivas que consideramos dudosas.

3.3.1.1. La epigrafía votiva y la religión de los militares El elenco de inscripciones votivas de León representa, mayoritariamente, la relación de los militares del campamento, concretamente de los mandos, con las principales divinidades del panteón romano y la familia imperial. Buena parte de la documentación ha de considerarse en el marco de la religión oficial del ejército y la celebración de actos públicos en los que participaban los mandos y la tropa, fundamentales para construir la identidad propia de la unidad y garantizar su cohesión, así como para manifestar la lealtad al emperador.50 A este primer horizonte habría que sumar otro que, por la naturaleza de los votos y la

La bibliografía al respecto es actualmente muy extensa. A las aproximaciones de carácter general, bien conocidas, habría que sumar la aparición, en los últimos decenios, de algunos trabajos monográficos que constituyen una referencia básica para el caso del exercitus Hispanicus, y otros de carácter parcial, centrados en León y la VII Gemina. Sobre la religión del ejército romano, cf. Domaszwesky, 1895 (reed. 1972: 82-209.); Birley, 1978 (1896-1977), pp. 1506-1541; Helgeland, 1978, pp. 1470-1505; Moreno Pablos, 2001; y Andrés Hurtado, 2005. Sobre la religión del ejército de Hispania, cf. Sagredo San Eustaquio y 50

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3.  EL EJÉRCITO EN EL NOROESTE

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de sus dedicantes, habría que considerar a medio camino entre las manifestaciones religiosas oficiales y colectivas y las de ámbito privado. Se trata de una serie de altares fechados a lo largo del siglo ii d. C. y, por tanto, anteriores al grupo de inscripciones oficiales, que presentan dedicatorias unipersonales a diversas divinidades, cuyo culto también puede aparecer en la esfera particular. No obstante, la concentración de algunos de ellos, que portan votos similares o repetidos, en un tramo de la muralla y el rango que ostentan los dedicatarios, todos ellos oficiales superiores, parece indicar que los votos representarían, por así decirlo, al común de la tropa, siendo sus mandos los ejecutores de las devociones en nombre de la unidad. Por último, una serie de documentos representan cultos diversos, tanto del panteón greco-romano como de origen oriental, y todos ellos, sin duda, de carácter privado, cuya asociación con los militares es dudosa más allá de los contextos de hallazgo de las inscripciones, habida cuenta de que, en muchos casos, no tenemos noticias de los dedicantes o estos no pertenecen al estamento militar. La religión en la sociedad romana pivotaba en torno a dos grandes ámbitos o espacios de culto: el público y el privado. Los militares, como hombres de su tiempo, no eran ajenos a las prácticas religiosas en ninguno de estos dos ámbitos y compartían también el carácter profundamente supersticioso presente en el imaginario colectivo romano. Ahora bien, los campamentos legionarios y auxiliares constituían espacios netamente militares y contaban con sus propias reglamentaciones en materia religiosa, que emanaban de un sistema concebido en esencia por el poder imperial, para favorecer la autopercepción del militar en un entorno comunitario y proporcionar cohesión, garantizando la fidelidad al régimen. En los recintos militares, el culto público de carácter oficial se centraba en los principales dioses del panteón romano. Los testimonios religiosos que han llegado a nosotros abundan en ofrendas a Júpiter, por encima de todos, a la Tríada capitolina y, de manera también frecuente, a divinidades como Minerva, Marte y Hércules, dentro siempre del ámbito mencionado. A las divinidades principales habría que sumar una serie de conceptos de carácter abstracto fuertemente vinculados con la mentalidad castrense, como la Fortuna, el Honos o la Virtus. La otra faceta clave de la praxis religiosa oficial era, evidentemente, el culto al emperador, jefe supremo y líder religioso del ejército. A menudo, los testimonios epigráficos muestran una lógica combinación de varias vertientes del culto oficial, y tienden a vincular a los dioses principales del panteón romano con el poder imperial, bajo la forma de diversas advocaciones y fórmulas específicas. Algunas de las manifestaciones más comunes, en este sentido, asocian a divinidades como Júpiter o Hércules con el emperador, vinculan el voto a su salud y rinden culto al numen imperial, asociándole algunas de las virtudes antes mencionadas, como veremos en algunos testimonios leoneses.51

Jiménez de Furundarena, 1996, pp. 289-319; Moreno Pablos, 2001; y Morillo Cerdán, 2014c, pp. 123162. Sobre León y la VII Gemina, cf. Le Roux, 1982, livre II, cap. III.1; Palao Vicente, 2006, 4, cap. VIII, con un estudio completo sobre los testimonios religiosos de toda la legión; y Morillo Cerdán, 2008, cuyo trabajo es referencial para la ubicación espacial de la epigrafía votiva legionense. 51 Las lápidas votivas de Villalís y Valduerna son testimonio de la asociación entre Iupiter Optimus Maximus, el emperador y la conmemoración del natalicio de las unidades legionarias y auxiliares. CIL II, 2552 y 2554 (Villalís); AE, 1967, p. 230 (Valduerna), entre otras. Los votos pro salute son comunes en la epigrafía leonesa; cf. Cat., n.os 031, 032 y 038.

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

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Un concepto básico en la ideología de los militares romanos era el del esprit de corps: una suerte de «orgullo de clase» que representaba la verdadera trabazón de su constitución comunitaria. Dicho espíritu de cuerpo impulsaba, fundamentalmente, la autopercepción de los soldados como miembros de un grupo, hasta tal punto que esta mentalidad podía aplicarse no solo al ejército como institución global, sino que se ramificaba en las distintas cohortes, centurias y manípulos que conformaban las legiones. Los valores del espíritu de cuerpo y la cohesión recibían su manifestación religiosa más visible con el culto a los signa y al genius o numen, los auténticos referentes simbólicos de las unidades auxiliares y legionarias. El sistema de normas y cultos de la religión oficial del ejército romano buscaba, ante todo, la integración del individuo en un marco en el que se viese reconocido como miembro de un colectivo regido por el emperador y, en última instancia, por los propios dioses. Por ello, la religión era una parte fundamental de la vida diaria en los campamentos, la celebración de los cultos oficiales era preceptiva y tanto los soldados como los mandos realizaban un juramento de fidelidad al emperador bajo la figura del sacramentum.52 Pese a ello, la religiosidad de los legionarios no ha de ser contemplada tan solo desde su inclusión en un ámbito específicamente castrense. La concepción clásica de la cuestión, debida a Domaszewsky, establecía cultos específicamente militares a dioses comunes a todos ellos; tendencia que continuaron otros investigadores, haciendo referencia a deidades propias de los ambientes militares independientes de los civiles.53 La aparición del documento conocido como Feriale Duranum modificó sustancialmente esta concepción, demostrando que la religión oficial del Estado romano era, en esencia, la misma que la practicada por los militares, con ciertos matices.54 El ejército de Hispania no fue una excepción en materia religiosa, y el campamento de León es el mejor ejemplo de ello, dado que albergó a dos unidades legionarias de forma ininterrumpida entre el siglo i y el iv d. C. Se conservan testimonios relativos a las creencias de los militares de Hispania en muy diversos puntos de la geografía peninsular, pero los de León constituyen un conjunto privilegiado para entender el hecho religioso, tanto oficial como privado, en los entornos militares de Hispania. Por otra parte, toda la información que conservamos en este sentido proviene de la epigrafía, de inscripciones que fueron erigidas dentro y fuera del recinto del campamento y acabaron reutilizadas como sillares en la propia muralla del período tetrárquico. Veamos, pues, el material disponible a fin de contextualizarlo y esbozar hipótesis de interpretación plausibles. El sacramentum era un juramento de carácter religioso cuyo origen se remonta a los tiempos más antiguos de Roma. No obstante, los emperadores lo recuperaron como instrumento religioso y jurídico para mantener la fidelidad de los cuerpos militares. Dicho juramento se realizaba mediante una ceremonia en el momento del nacimiento de la unidad y se renovaba cada año. Contamos con abundantes referencias literarias a dicha práctica. Cf. Tac. Hist., I, pp. 12, 36, 56 y 76; II, pp. 6, 14, 64, 79 y 80; III, p. 13; y IV, pp. 31, 37, 56, 58, 59 y 69; y Palao Vicente, 2006, p. 393, n. 7. Para una visión más completa, cf. Campbell 1996, pp. 19-32, con bibliografía al respecto. 53 Sobre los trabajos de Domaszewsky, vid. supra. Sobre los estudios que abordan la religiosidad militar desde estos puntos de vista, cf. Cagnat, 1913, p. 355; y Toutain, 1905-1907 (reed. Roma, 1967, pp.434-435 y 459-462). 54 Sobre el Feriale Duramun, sobre todo, cf. Fink, Hoey y Snyder, 1940. 52

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3.  EL EJÉRCITO EN EL NOROESTE

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Tabla 7. Inscripciones votivas. Características básicas del soporte y cronología. N.º Cat. 009

012

013

014

016

Dedicante Q. Cornelius Anteros Mil. imaginifer Cn. Lucius? Terentius Homullus Leg. leg. Cn. Lucius? Terentius Homullus Leg. leg. T. Pomponius Proculus Vitrasius Pollio Leg. Aug. pr. pr. T. Claudius Pompeianus Trib. leg.

Dedicatoria

Soporte Perdido

Perdida

Perdida

Perdido

Siglo ii d. C.

Nymphis Fontis Amev/ (Ameucni?)

Bloque

No

No

Piedra arenisca

Siglo ii d. C.: 140

Nymphis Fontis Amev/ (Ameucni?)

Bloque

No

No

Piedra arenisca

Siglo ii d. C.: 140

Nymphis

Ara

Base+cabecera: doble moldura: listeles

No

Mármol blanco

Siglo ii d. C.: 164-167

Genio [L(egionis)?]

Ara

Cabecera: pulvini+fastigium +molduras: listel

No

Caliza

Siglo ii d. C. (legatura Adriano)

Genio Legionis VII [Geminae Felicis?]

Indeterminado Perdidos

No

Mármol blanco

Siglo ii d. C.: 71-130

No

Mármol gris

1

No

Mármol blanco

1

L. Attius Macro Leg. Aug.

031

Iunoni Re[ginae] C. Iulius Cerealis pro salute [ac] Ara Leg. Aug. pr. pr. Im[perii]…

032

C. Iulius Cerealis Idem (031) Leg. Aug. pr. pr.

036

038

Ara

Equites legionis Numini VII Gemina Pia maiestatique Felix Antoniniana imperatoris… Minervae d[eae]/ Patriae Desconocido Ara Conserv[atri-ci I] mp(eratoris)… Minucius Priscus [Pro salute (?)] Ara Primus pilus

039

Q. Tullius Maximus Leg. leg.

Dianae sacrum

Ara

041

Q. Tullius Maximus Leg. leg.

Dianae sacrum

Placa

D40

Perdido

D41

Perdido

Iconografía Material Cronología

Nimpphis

017

035

Decoración

Base+cabecera: doble moldura: cimacio inverso+listel Base: doble moldura: cimacio inverso+listel

/3 siglo iii d. C.: 200-225 /3 siglo iii d. C.: 200-225

Siglo iii d. C. (216 d. C)

No

No

No

No

Mármol oscuro

½ siglo iii d. C.

No

Piedra caliza

½ siglo iii d. C.

Base, doble moldura: listeles Cabecera+base: pulvini+fastigium+ gola+listel. Base: gola+listel Doble moldura campo epigráfico: cimacio inverso

Creciente Mármol lunar+rosetas blanco hexapétalas

Siglo iii d. C.: ca. 162

Mármol blanco

Siglo iii d. C.: ca. 162

No

Inscripciones votivas de posible carácter militar Cabecera perdida Marti sacrum Ara No +base moldurada Perdidos (moldura Mercurio sacrum ¿Ara? No doble cabecera)

¿Arenisca? Siglo ii-iii d. C. ¿Arenisca? ¿Siglo ii d. C.?

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EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

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N.º Cat.

Dedicante

Dedicatoria

Soporte

Decoración

Iconografía Material Cronología

[---] Flaccus Aelianus D42 (procurator Augg.)

Mercurio Augusto

Ara

Cabecera pulvini +fastigium+decor. +molduras

Rosetas hexapétalas +creciente

Fin siglo i¿Arenisca? principios siglo ii d. C.

D43 Perdido

Libero Patri Conservatrici

Ara

Cabecera pulvini +decor.+molduras +base perdida

Rosetas ¿pétalos? Kantharos

¿Arenisca? Siglo ii d. C.

L(ucius) Cassius Paullus/ Augustanius Alpinus/ Aesculapio/ Bellicius Sollers/ D44 Saluti/Serapi M(arcus) Cassius Isidi Agrippa/Sanctus Paullinus/ Augustanius Alpinu[s]

Ara

No Corona+cabecera cimacio inv.

No

Mármol blanco

¿Siglo ii d. C.?

Tabla 8. Textos epigráficos de las inscripciones votivas de León. N.º Cat. 009 012

Texto Nimpphis/ Sacrum ˚/ Q(uintus) ˚Cornelius ˚/ Anteros ˚im-/aginifer ˚ le[g(ionis)] ˚VII ˚G(eminae)/ ˚F(elicis)/ cum ˚ vexil(l)ati-/ one ˚v(otum) ˚s(olvit) ˚ l(ibens) ˚ m(erito) Nymphis/ fontis ˚Amev[i]/ Cn(aeus) ˚ L(ucius?) ˚Terentius / L(ucii) ˚ f(ilius) ˚ Homullus/ Iunior ˚ leg(atus)/ leg(ionis) ˚ VII ˚ G(eminae) ˚ F(elicis)

013

Nymphis/ Fontis ˚Amevi / Cn(aeus) ˚ L(ucius?) ˚Teren[tius] / L(ucii) ˚ f(ilius) ˚ Homullus/ Iunior ˚ leg(atus)/ leg(ionis) ˚ VII ˚ G(eminae) ˚ F(elicis)

014

Nymphis/ T(itus) ˚ Pomponius/ Proculus/ Vitrasius/ Pollio ˚ Co(n)s(ul)/ Pontif(ex) ˚ proco(n)s(ul)/ Asiae ˚Leg(atus) ˚Aug(usti) ˚ pr(o)/ p(raetore) ˚ provinciar(um)/ Moesiae ˚inf(erioris) ˚ et/ Hisp(aniae) ˚ citer(ioris)/ et ˚ Faustina ˚ eius

016

Genio[L(egionis)?] /VII ˚ G(emina) ˚ F(elicis)˚Tib(erius)/ Cl(audius) Pom/peianus ˚ tr(ibunus?)/ ex ˚ Iu(ssu) ˚ g(enii) ˚ v(otum)/ [s(olvit) l(ibens) m(erito)] Reverso: Ex/ Vo/jjto

017

Genio/ leg(ionis) VII [G(eminae) F(elicis?)]/ L(ucius) Attius / Macro/ leg(atus) Aug(usti)

029

[Iuliae Mammeae Aug(ustae) matri Aug(usti)] ˚ n(ostri) ˚ et castrorum/[senatus] ac patriae [---]/[---] f(ilius) ˚ Sabatina/[p(rimus) ˚ p(ilus)] leg(ionis) ˚ VII G(eminae) ˚Sever(ianae)/[Alexandr(ianae)] p(iae) ˚f(elicis) ˚ ex corni[culario/praef(ectorum) pr] aet(orio) em(inentissimorum) v(irorum)/[Maximo II et] Vrbano co(n)s(ulibus)

031

Iunoni Re[ginae]/ pro salute [ac] Im[perii]/ Diuturnita[te Imp(eratoris)]/ M(arci) Aurelli Anto[nini]/ Pii Fel(icis) Aug(usti) et Iu[liae]/ piae fel(icis) Aug(ustae) ma[tris]/ Antonini Aug(usti) [Cas]/ trorum Senat[us]/ ac Patriae/ C(aius) Iul(ius) Cerealis co(n) s(ul) [leg(atus)]/ Aug(usti) pr(o) pr(aetore) pr(ovinciae) H(ispaniae) N(ovae) C(iterioris) An[toni]/ nianae post divi[sam]/ provinc(iam) primus ab eo [mis(sus)]

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Texto --- / senat[us ac patriae] / C(aius) Iul(ius) C[erealis co(n)s(ul)] / leg(atus) Aug(usti) [pr(o) pr(aetore) pr(ovinciae) H(ispaniae) n(ovae) c(iterioris)] / Anton[inianae post] / divisam [provinciam] / primu[s ab eo missus] Imp(eratori) Caesari / M(arco) ˚Aurel(io) ˚Anto-/ nino Pío Feli-/ ci ˚ Aug(usto) ˚Parthic(o) / max(imo) ˚ Brit(annico) ˚ max(imo) / German(ico) ˚ max(imo) / pontif(ici) ˚ max(imo) / trib(unicia)˚ pot(estate)˚XVIIII / co(n)s(uli) ˚ IIII ˚ imp(eratori) ˚ III / p(atri) ˚ p(atriae) ˚ proc(onsuli)/ equites ˚ in / his ˚ actarius / leg(ionis) ˚ VII ˚ Gem(inae) / Ant(oninianae) ˚ P(iae) ˚ Fel(icis) ˚ de-/ voti ˚ numini / maiestatiq(ue) eius ˚ Lateral: Dedicat(um) / VII K(alendas) Oct(obres) / [C]attio Sab/ino Cor(nelio) / Anullino / co(n)s(ulibus) Minervae +/ Patriae Conserv(atrici)/ [I]mp(eratori) ˚ Caes(aris) ˚ M(arci) ˚ Aur(eli)/ [S] everi [Alexandri P(ii)] Fe(licis)/ ---

036

[e]t Castr[rorum---?]/ +[---?] Dedic(atum) (ante diem) IIII Id(us) Iun(ias)/ [Albi]no et / [Maxi]mo co(n)s(ulibus)

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039

---/ [pro salute(?)] / [- Min]u[c]i Pr/ isci ˚ p(rimi) ˚ p(ili) ˚ leg(ionis) ˚VI[II] / G(eminae) ˚ P(iae) ˚ F(elicis) ˚ Verna / actor posuit a-d)Dianae / sacrum / Q(uintus) Tullius / Maximus / leg(atus) Aug(usti) / leg(ionis) VII Gem(inae) / Felicis // Aequora conclusit campi / divisque dicavit / et templum statuit tibi / Delia virgo triformis / Tullius e Lybia rector / legionis Hiberae / ut quiret volucris capreas / ut figere cervos / saetigeros ut apros ut / equorum silvicolentum / progeniem ut cursu certari / ut disice ferri / et pedes arma gerens et / equo iaculator hibero // Dentes aprorum / quos cecidit / Maximus / dicat Dianae / pulchrum vir/tutis decus // Cervom altifron/tum cornua / dicat Dianae / Tullius / quos vicit in pa/rami aequore / vectus feroci / sonipede

041

e) Donat hac pelli D[iana] / Tullius te Maxim[us] / rector Aeneadum [gemella] / legio quis est se[ptima] / ipse quam detrax[it ---] / laude opima p[---]/--Inscripciones votivas de posible carácter militar

D40

Mart[i]/ Cemeni/ lo/ sacrum

D41

[M]ercurio/ [sac]rum/---

D42

Mercurio / A[ug(usto)] [sac]rum / [---] Flaccus / Aelianus / proc(urator) Augustor(um) / v(otum) s(olvit) [l(ibens)] m(erito)

D43

Libero Patr[i] / [Co]nserva/[tori ---]ius / ---

D44

Aesculapio / Saluti / Serapi ˚ Isidi ˚ / L(ucius) ˚ Cassius ˚ Paullus / Augustanius ˚ Alpinus / Bellicius ˚ Sollers / et ˚ M(arcus) ˚ Cassius ˚ Agrippa / Sanctus ˚Paullinus / Augustanius ˚ Alpinu[s]/ ---

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Ya hemos llamado la atención anteriormente sobre los dos rasgos que caracterizan al conjunto votivo de León: representa la gran mayoría de las inscripciones de carácter militar documentadas del campamento55 y refleja, ante todo, una iniciativa religiosa, tanto pública y oficial como privada, llevada a cabo, sobre todo, por los mandos, que aparecen notablemente más representados que los suboficiales y la tropa. Esta tendencia se ve matizada, sin embargo, por los datos del conjunto de la legión en Hispania. La distribución de epígrafes vinculados con los mandos representa algo más de la mitad que los de la tropa; dentro de esta primera división, cabe señalar la escasa presencia de veterani y principales y la abultada proporción de centuriones.56 Tomando estos datos como referencia, las nueve inscripciones de mandos de León representan un 40 % de las cifras totales de estas características para toda la legio VII, el porcentaje lo completan, casi en su totalidad, las de los mandos del officium de Tarraco. Ahora bien, no todas pertenecen a las mismas cronologías y han de ser interpretadas en su contexto, por ello se hace necesario su estudio por grupos. Comencemos por aquellos cuya atribución militar es segura. 3.3.1.2. Los cultos del genius, Diana y las divinidades acuáticas En orden cronológico y temático, el primer grupo viene constituido por los documentos fechados entre comienzos del siglo ii d. C. y la llegada de los severos, —preferentemente en el segundo y tercer cuarto de esta centuria—. El conjunto consta de monumentos epigráficos con votos al genio legionario, a las ninfas y a Diana, por parte de un gobernador provincial, dos legados legionarios, un tribuno y un imaginifer. La interpretación histórica de esta documentación resulta problemática, dado que, aparentemente, las divinidades a las que están consagrados los monumentos, exceptuando el genio legionario, no son, en principio, susceptibles de recibir un culto de tipo público y oficial, sino que responderían, más bien, a devociones de ámbito personal y, por lo tanto, privado; pero la condición de los dedicantes y la interpretación de sus posibles contextos originales apuntan, con matices, a su consideración como testimonios de una religiosidad de carácter oficial. Tal y como señala Palao Vicente, el solo hecho de pertenecer al ejército, imprime, un carácter oficial a los testimonios religiosos de los militares, incluso cuando se trata de votos personales. Entre las inscripciones votivas de León, no pocas corresponden a cultos aparentemente personales a cargo de mandos legionarios, que, sin embargo, parecen trascender su condición privada e individual en razón de sus lugares de hallazgo, la condición de sus dedicantes y los tipos de voto emitidos.57 Por nuestra parte, optamos aquí por el mismo criterio que expone el propio Palao a la hora de considerar este grupo de inscripciones, aunque no sin ciertos matices de consideración que se desprenden del análisis individual de estas manifestaciones religiosas y los

55 La cifra de epígrafes votivos documentados para la legio VII Gemina en Hispania, que equivale a decir la gran mayoría de los alusivos al exercitus Hispanicus, asciende a 48 ejemplares. Palao Vicente (2006: 390-391) estableció esta cifra como el 18 % del total de la documentación de la legión, una proporción considerable en relación con otros aspectos. 56 Ibidem, pp. 390-391, gráficos 23, 24 y 25. 57 Ibidem, pp. 390 y 392, sobre los criterios empleados para la clasificación como culto oficial de algunos de estos testimonios.

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monumentos concretos que las contienen. A pesar de poder considerarlas como «oficiales», no parecen tener el mismo significado los cultos al Genius legionis VII Geminae que las ofrendas del legado Tullius Maximus a Diana o los altares consagrados a las ninfas por diversos miembros de la legión. 3.3.1.2a. El Genius legionis VII Geminae Tal y como señaló en su día Le Roux, conviene considerar que determinadas manifestaciones epigráficas nos conceden la oportunidad de percibir la conciencia de algunos militares sobre sus vínculos privilegiados, generados al calor de la convivencia y la vida en el cosmos castrense. Tanto de forma individual como colectiva, el estudioso francés apuntaba el análisis del ámbito religioso que pone de manifiesto el poder de dichos vínculos y el sentido de comunidad dentro del ejército, su participación activa en la vida de la provincia y su protección, así como el papel del soldado en todo ello.58 Uno de los reflejos más notorios de estas concepciones es la exaltación de la unidad, no solo mediante cultos específicamente oficiales, como el de los estandartes, los natalicios o el del emperador, sino también mediante la devoción manifestada a uno de los más antiguos y genuinos numina protectores de las legiones y las unidades auxiliares: el genius de la unidad.59 El genius de la legión era percibido como la divinidad protectora principal junto con Júpiter; garantizaba su existencia y su buena fortuna como recompensa y reconocimiento de la fidelidad de los hombres. Esta deidad se mezclaba en el panteón de los militares con otros conceptos o abstracciones elevados a la categoría divina, como la Virtus, el Aquila Sancta del estandarte legionario y los propios signa. El culto del genius integraba al ejército en un orden social y espacial, a la vez que ponía de relieve su individualidad y la de sus propias unidades.60 Los dos epígrafes que conservamos dedicados al genio de la legión han de situarse en el mismo escenario, aunque con distintos matices. El primero de ellos consigna una dedicatoria de L. Attius Macro, legado de la legión: Genio leg(ionis) [VII G(eminae) F(elicis)?].61 La pieza fue datada por Alföldy entre los años 70 y 130 d. C., en razón de sus rasgos paleográficos, aunque sitúa la legatura del personaje bajo el reinado de Adriano, en el año 127 d. C.62 El segundo documento (Cat., n.º 016), un árula de piedra caliza, presenta una inscripción opistógrafa que consigna el voto de T. Claudius Pompeianus, tribuno de la VII Gemina Felix: Genio[L(egionis)?]. El soporte está muy fragmentado y tiene problemas de lectura, pero aporta datos de particular interés, entre los que debemos destacar el final de la dedicatoria, ex iu(ssu) g(enii) v(otum), de la que hablaremos Le Roux, 1982, p. 278. El culto al Genius legionis entronca con las concepciones religiosas apotropaicas y netamente romanas del Genius Populi Romani y el Genius municipi, y constituye una muestra más del carácter sincrético, no específico ni exclusivo, de la religiosidad de los militares. Sobre el culto al Genius militar, cf. Speidel y Dimitrova Milcea, 1978, pp. 1542-1555. 60 Domaszwesky, 1972, pp. 99-100; y Le Roux, 1982, p. 278. 61 Hay dificultado para identificar el tipo de soporte, podría tratarse de una estela o un altar. Trataremos la cuestión con detalle en el apartado pertinente. Vid. infra apartado 3.3.1.7 «La epigrafía votiva y los monumentos. Visión general». 62 Alföldy, 1969, pp. 119-120; y Le Roux, 1982, p. 278, n. 371. 58 59

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más adelante. La pieza ha sido datada en el siglo ii d. C., preferentemente hacia la segunda mitad.63 Algunas de las cuestiones relevantes que se desprenden del análisis de las piezas son: la localización original de los monumentos en el campamento o su entorno y el posible carácter local del Genius legionis VII, al margen de su papel como protector de la unidad; es decir, si actuaba a la vez como protector del propio campamento o de alguna de sus dependencias y si su presencia pudiera deberse también al carácter sacro del enclave en época romana.64 En efecto, las dedicatorias a los genii protectores del recinto militar, el Genius castrorum o de alguna de sus partes eran frecuentes en estos ambientes.65 Ahora bien, en el caso de las dos inscripciones de León, no hallamos la mención castrorum en ninguna de las dos, y tampoco hay constancia de que el lugar del campamento tuviese carácter sagrado antes de la presencia romana en él. La religiosidad de los militares de León en torno al genius parece netamente romana, característica que, por lo demás, concuerda perfectamente con la dinámica rectora de la epigrafía votiva del campamento, como iremos viendo. Por último, quedaría por determinar el sentido concreto del acto religioso vinculado con los monumentos leoneses. La mayor parte de la investigación ha interpretado estos dos epígrafes como materializaciones de ceremonias oficiales en razón del rango y condición de los dedicantes.66 Efectivamente, ninguno de los dos textos encaja, por su forma, con los epígrafes estrictamente oficiales, como los que aparecen en León a partir de Septimio Severo. Como ya hemos apuntado más arriba, el hecho de que los comitentes de los altares sean sujetos individuales invita a pensar, a priori, en algún tipo de devoción personal por parte de los mandos. Sin embargo, los dedicantes son el mando máximo de la legión en un caso, y uno de los tribunos en el otro, y los altares aparecen embutidos en el sector suroriental de la muralla, muy cerca del anfiteatro, junto con tres de las inscripciones dedicadas a las ninfas. A todo ello habría que añadir que la formulación del voto del tribuno Pompeianus, ex iu(ssu), expresa un mandato manifiesto que llevó a Le Roux a indicar la existencia de un santuario dedicado al Genius legionis en el campamento de León.67 Todos estos argumentos, y el hecho de que la dedicatoria se haya elevado en favor del genius, nos llevan a interpretar esta devoción en el mismo sentido que Le Roux y Palao, como una muestra más de celebración y devoción de carácter público; un

Rabanal Alonso y García Martínez, ERPL, 2001, 93-94. Cuestión que ya planteó Le Roux (1982: 279) en su día. 65 Respecto al Genius castrorum, es reseñable una inscripción de Lambaesis, cf. CIL VIII, 22529, entre otras muchas. El Genius loci está muy bien atestiguado en los corpora epigráficos, con más de treinta casos documentados. Cabe destacar, asimismo, la dedicatoria en Astorga del eques curator Caesinius Agricola al Genius Asturicensium, en una ciudad como la capital del conventus, de origen campamental y fuerte presencia militar. Cf. Cat., n.º 056. 66 Especialmente Le Roux (1982: 279), que hace hincapié en que la condición de ambos dedicantes es un claro exponente de los aspectos centrales del culto: la cohesión, la protección y la fidelidad de la legión, así como su propia identidad. Palao Vicente (2006: 401), que los considera como «magníficos ejemplos del intento por parte de los mandos y autoridades de identificar al grupo a partir de la divinidad protectora de la unidad». 67 Le Roux (1982: 278) propone, además, como paralelo, una inscripción dedicada por miembros de la legio I Italica al genius, vinculada con la Virtus y el Aquila, hallada en Aquinquum (CIL III, 6224). 63 64

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culto en el que los comandantes actuaban en representación de toda la unidad y no solo a título personal. En el mismo sentido apunta la documentación epigráfica revisada en otros campamentos legionarios y auxiliares. El árula consagrada por T. Claudius Pompeianus (Cat., n.º 016), es de los pocos epígrafes militares del campamento elaborado en piedra caliza. Por lo demás, sus características formales, junto con el contenido del voto, son una de las razones que nos llevan a considerarlo, como hemos comentado, dentro de una esfera de culto con tintes privados. La pieza no alcanza el medio metro de altura y todos los elementos compositivos han sido labrados en el mismo bloque, destacando una cierta tosquedad y esquematismo en la elaboración de la cabecera, que incorpora fastigium y pulvinos grabados en la parte superior, no esculpidos, y una moldura también tosca que separa la propia cebecera del fuste, que no presenta campo epigráfico delimitado ni rebaje. Si tomamos en cuenta la factura del resto de monumentos debidos a los mandos del campamento, el de este tribuno destaca por la relativa pobreza del material y de su ejecución. Distinto es el caso del monumento del legado Attius Macro (Cat., n.º 017). Su reutilización dificulta su clasificación tipológica, pero presenta evidentes similitudes con otros testimonios del campamento. La pieza fue, de nuevo, reutilizada en el mismo tramo de muralla que los altares de las Ninphae Ameucni. Tan solo conservamos un bloque prismático que ha sido serrado, perdiendo toda su parte superior y quedando una fractura recta que ha procurado, por lo que se ve, respetar las letras de la primera línea de texto. El ángulo superior izquierdo también se ha perdido, dejando, igualmente, un borde de fractura liso que parece corresponder, de nuevo, con una adaptación del soporte en su reutilización. El campo epigráfico no está rebajado ni delimitado y la cara inscrita muestra una cuidadosa preparación mediante alisado. El texto está dispuesto en la parte superior del campo epigráfico y ejecutado en letras capitales cuadradas de gran elegancia y líneas perfectamente paginadas.68 La parte inferior, libre de texto, presenta cierto grado de deterioro y parece que fue picada en un sector. Uno de los grandes problemas que hallamos para reconstruir la fisonomía del soporte original es el de las medidas proporcionadas por la investigación que lo ha estudiado.69 La última publicación rigurosa sobre la pieza es el corpus de inscripciones latinas de León a cargo de Rabanal Alonso y García Martínez, que dan unas medidas, tras autopsia de la pieza, de (94,5) × 46,5 × 39 cm.70 Ahora bien, Hübner, que la editó, tan solo da altura (30 cm) y anchura (25 cm), pero lo hizo a partir de un calco que le envió E. Saavedra, en el que el soporte no fue reflejado íntegro; asimismo, el propio Hübner la considera, como en los casos anteriores, un pedestal.71 Otros autores, como Fernández Ayer, proporcionan medidas de grosor, completamente distintas: 92 × 47 × 88 cm.72 No La ejecución de las letras sirvió a Hübner para utilizar el texto en sus célebres exempla destinados al conocimiento de las letras epigráficas y la datación paleográfica. 69 En este punto debemos advertir que no pudimos examinar personalmente esta inscripción depositada en el Museo de San Marcos, por lo que una serie de observaciones importantes respecto a las medidas y forma de la pieza se nos escapan. 70 Rabanal Alonso y García Martínez. ERPL, 2001, n.º 37. 71 CIL II, 5083. 72 Fernández Ayer, 1978, pp. 31-32, n. 8; y Diego Santos, IRPL, 1986, n.º 19, no toman el grosor, probablemente por tratar la pieza directamente de las informaciones de Hübner. 68

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parece, por otra parte, que la pieza fuese recortada por detrás. El grosor es un factor capital en la determinación de la forma original, habida cuenta de la pérdida de los elementos distintivos, la cabecera y la base. Considerando el voto consignado, la disposición del texto, su ordinatio y las medidas conservadas, solo podemos considerar como opciones plausibles un ara, o bien un pedestal. Los campamentos militares de época altoimperial nos muestran monumentos dedicados al genius legionario y los diversos genios de unidades militares, dependencias, scholae o collegia, tanto en forma de altar como de pedestal, y algunos de estos últimos incorporan pequeñas estatuas de la divinidad. Lo cierto es que este último tipo de figuras no precisaban de una base muy profunda para sustentarse, por su reducido tamaño y porque muchas veces parecen soportes ideados para arrimar a una pared; tampoco tendrían por que tener canales para el anclaje de la estatua en la parte superior.73 Los tres campamentos más prolíficos en documentación epigráfica e iconográfica relativa a los genii militares, Niederbieber (Germania Superior), Carnuntum (Pannonia Superior) y Lambaesis (Numidia), proporcionan una imagen nítida de la diversidad de formas de representación epigráfica que adquirió la devoción a los diversos genii, tanto las encarnaciones del numen de las unidades como las de los propios lugares de los recintos castrenses. Ahora bien, en ambos casos nos topamos con una proporción minoritaria de pedestales concebidos para sostener representaciones iconográficas del genius, con respecto a los altares, que constituyen la mayoría de los casos.74 Por tanto, la elección de soportes parece determinada, en este caso, por las necesidades del comitente, en las que tiene que ver el carácter oficial o privado de la iniciativa religiosa, y, en parte, por su dignidad; en ningún caso podemos, pues, establecer una asociación entre un tipo de soporte determinado y el culto al genius, más allá de las características estatuas con pedestal que parecen responder a un patrón común. Por lo que respecta a la relación de los monumentos consagrados al genius con el espacio, de las dos inscripciones, una fue localizada en el mismo sector que los votos a las ninfas. Ambos epígrafes han sido puestos en relación con la posible existencia de un

En el campamento de Niederbieber (Germania Superior) nos topamos con buenos ejemplos. Destacan las dos estatuas con pedestal dedicadas a la domus divina y al Genius Vexilariorum et Imaginiferum, por un vexillarius y un imaginifer, cuya base mide 47 × 23 × 17cm (CIL XIII, 7753) y otra base, esta vez rectangular, consagrada al Genius Capsariorum numeri Divitensium, por un medicus militar, de apenas (21) × 20 × 8 cm (CIL XIII, 11979). Cabe mencionar también una placa de mármol dedicada, de nuevo, a la domus divina y al Genius numeri exploratorum Divitensium, por un cornicularius (CIL XIII, 7751). La placa, probablemente diseñada para un pedestal de obra, tiene 17 cm de profundidad. 74 En Niederbieber documentamos seis epígrafes consagrados a los genii militares (diversos), de los que tres son pedestales y dos corresponden a aras (dos de ellas ornadas con elementos alusivos a los signa y morfología particular); en Carnuntum contamos con un total de veinticinco epígrafes que honran al Genius Centuriae, al Genius Loci o al Genius Legionis, fundamentalmente a los dos primeros. De ellos, tan solo cuatro corresponden a pedestales con estatuilla del genius, mientras que el resto son fundamentalmente altares y alguna placa. En Lambaesis contamos con unos 37 documentos y el culto a los genii aparece estrechamente vinculado al culto imperial en dedicatorias colectivas, en pedestales de grandes dimensiones, con cubos paralepipédicos y algunos de fuste semicircular, mientras que los altares fueron minoritarios. Conviene señalar que en la elección del soporte el carácter del culto es un aspecto capital, así como en los grandes pedestales de Lambaesis; por poner un ejemplo, corresponden a monumentos destinados a estatuas que irían colocados en el área de los principia. 73

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santuario en el recinto castrense de León. La fórmula ex iussu de una de ellas ya había llevado a Le Roux a sugerir la presencia de un santuario específico a esta divinidad protectora de la legión dentro del propio campamento,75 y Morillo indica su posible ubicación en el área de las canabae, extramuros, debido a la localización de una de las lápidas, de nuevo, en el ángulo suroccidental de la muralla, aunque en este caso no disponemos de evidencias directas que confirmen las sospechas, pero el estudio de paralelos, tanto hispanos como en el resto del Imperio, puede arrojar algo de luz sobre el contexto espacial asociado a este culto en León.76 En el caso de Hispania, los paralelos para esta devoción son, desgraciadamente, escasos, y su contextualización muy difícil fuera de los ejemplos legionenses. Tenemos epígrafes alusivos al genius en relación con instalaciones militares: el Genius praetorii de Asturica Augusta77 y el Genius stationis de la inscripción de Segisamo.78 Asimismo, existen otros tres, procedentes de la provincia de Orense, que estarían más cercanos a los cultos de los mandos legionenses por la naturaleza de los votos emitidos; pero se trata de testimonios ciertamente problemáticos en sus lecturas, como veremos más adelante. Un epígrafe perdido procedente, según las noticias que tenemos, de un lugar indeterminado de la sierra de Gêres, ubicada entre España y Portugal, al sur de la actual provincia de Orense (Cat., n.º 218),79 consigna una dedicatoria restituida como [G]eno?/Castrorum[---]/---, que nos parece una solución de restitución probable a una transmisión errónea del texto.80 La cercanía de la zona de hallazgo con el campamento auxiliar de Aquis Querquennis refuerza esta lectura y nos pone sobre la pista de una dedicatoria, probablemente a cargo de algún miembro del destacamento que ocupó el fuerte, seguramente una vexillatio de la legio VII Gemina, situada originalmente en sus cercanías o en el mismo campamento, desde el que podría haber sido trasladada la piedra. Otro testimonio es un epígrafe votivo señalado como inédito por Tranoy en su estudio, y que el mismo autor lee: Genius? eq(uiti) leg(ionum).81 La inscripción procede, según este autor, de la localidad de S. Tomé, de nuevo en Orense, pero no se conoce su paradero actual. A juzgar por el tipo de voto, este sería el testimonio más cercano a los legionenses, ya

Vid. supra. Cf. también Palao Vicente, 2006, p. 402. Morillo, 2008, pp. 392-393 y 2014, p. 134. 77 CIL II, 2634 (p. 707). Astorga/Asturica Augusta: I(ovi) O(ptimo) M(aximo) / Soli Invicto Libero/ Patri Genio praetor(ii) / Q(uintus) Mamil(ius) Capitolinus / iurid(icus) per Flaminiam / et Umbriam et Picenum / leg(atus) Aug(usti) per Asturiam et / Gallaeciam dux leg(ionis) VII G(eminae) P(iae) Fe(licis) / praef(ectus) aer(arii) Sat(urni) pro salute / sua et suorum. Esta inscripción suscitó polémica por la interpretación del pretorio, como la del campamento legionense, hipótesis que ha desmentido Palao Vicente (2006: 402), asegurando que se trataba del pretorio propio del legatus iuridicus de Asturica. 78 CIL II, 02915 (p. 932). Sasamón/Segisamo: [I(ovi) O(ptimo) M(aximo) Iun(oni?) Regin]a[e(?)] / [et Genio(?)] sta/[t]ionis Segi/samonensium / [1] Aelius Mari/timus b(ene)f(iciarius) co(n)s(ularis) / exedram / cum basi / d(e) s(uo) f(aciendum) c(uravit). 79 La noticia del hallazgo de la inscripción proviene de Contador de Argote (Memorias, p. 347), que afirma que el lugar del hallazgo estaba próximo a la llamada Via Nova, identificada con la vía XVIII del Itinerario Antonino. 80 La lectura transmitida por Contador de Argote era: endo castrorum. La corrección y restitución se deben a Rodríguez Colmenero, 1987, p. 90, n. 48 y 1997, p. 181, n. 165; anteriormente en 1977, p. 409, n. 166, que supuso, con criterio, que lo más probable sería restituir: [G]eno. 81 Tranoy, 1981, p. 322, n. 116 y Cat., n.º 217 75 76

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que está consagrada a un genius de una unidad militar, en este caso de caballería, y no, como es más común, al de una dependencia o edificio. No sabemos nada del dedicante responsable del monumento ni de la unidad a la que hace alusión; la presencia de jinetes apunta a que podría tratarse de un miembro, bien del ala II Flavia, bien de la turma de equites de la VII Gemina, o quizá de la cohors I Gallica. Tampoco podemos descartar un voto colectivo. El mal estado de conservación de la pieza no permite leer más. La localización de la inscripción no la conocemos tampoco con detalle y, por tanto, no podemos asignar un contexto ni circunstancias de hallazgo. Por último, un epígrafe procedente, de nuevo, de Orense (Abedes, Verín), también perdido, podría consignar una dedicatoria al Genius Populi Romani por parte de un posible centurión de la VII Gemina (Cat., n.º 220).82 Probablemente, la localización de este voto pueda ponerse en relación con la procedencia del dedicante de la zona.83 A excepción del epígrafe inédito señalado por Tranoy, todos los testimonios mencionados se asocian, desde el punto de vista religioso y por su distribución, a contextos militares: como la statio Segisamonensium, el pretorio de una ciudad de origen campamental como Astorga o el campamento de Aquis Querquennis en Bande. El voto al Genius Populi Romani se explicaría por los vínculos del comitente con el lugar. Los documentos leoneses parecen aludir ambos (uno de ellos con alguna reserva) al genio de la unidad, y, como hemos visto, su naturaleza parece ponerlos en relación con actos colectivos de carácter oficial, que bien pudieron celebrarse dentro del campamento, en alguno de los diversos espacios sacros de los latera praetorii. Veamos qué podemos concluir de la distribución espacial del culto al genius en los campamentos altoimperiales, a fin de poder hallar una posible vía de interpretación plausible. Nos limitaremos, en este punto, a las expresiones cultuales propias de los genios de las unidades, dada la enorme variedad existente en torno al culto de los genii solo en el ámbito militar. La del Genius legionis, presente en León, es la devoción mejor atestiguada y más conocida a través del material votivo de los campamentos militares fuera de Hispania. Se trata de un culto que conoció gran éxito entre las unidades acantonadas y está documentado desde el período flavio hasta época tetrárquica.84 Contamos con al menos con veinticuatro inscripciones consagradas al genius, en solitario o en compañía de otras divinidades, como las de la Triada capitolina, las matres campestres y el numen Augusti, u otras deidades abstractas específicamente militares, como los signa y el aquila legionis, la Virtus o los genii signorum y centuriae, entre otros.85 Respecto a los espacios de culto, los más comunes, en el caso del Genius legionis, eran el patio interior de los principia,86 CIL II, 2522 = Cat., n.º 220 (Abedes/Aquae Flaviae/Hispania Citerior): [Genio(?)] p(opuli?) R(omani?) / C(aius) Marc(ius) Maxi(mus) / |(centurio?) leg(ionis) / VII G(eminae) P(iae) f(elicis) / v(otum) s(olvit) l(ibens) m(erito). La restitución de la decicatoria, debida a Hübner, ha sido aceptada por la mayoría de investigadores, aunque no deja de ser probemática. Sobre el culto del Genius Populi Romani en concreto, cf. Sanvicente, J. I. «El Genius Populi Romani en los emperadores del siglo iv y sus antecentes», Arys. Antigüedad, religiones y sociedades, vol. 8, 2010, 79-100. 83 Le Roux, 1972, pp. 145-146, n. 54. 84 Ankersdorfer, 1973 y Schmidt, 2013a, p. 179. 85 Schmidt, 2013a, p. 179 y nn. 402-417, con remisión específica a todos los epígrafes que no detallaremos aquí. 86 Ibidem, n. 402, con cuatro casos. 82

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dependencias como el praeotrium, las scammae tribunorum, los barracones de la tropa y los collegia. Respecto al Genius cohortis, solían colocarse en el praetorium o en diversas áreas del campamento, sin poder precisar más; en un caso en el umbral de una puerta. Otras inscripciones aparecen asociadas a advocaciones más específicas, vinculando al Genius cohortis con los signa cohortis, al Genius signorum o al numen Augusti; estos monumentos podrían haberse ubicado originalmente en la aedes. Las dedicatorias a los genii de las unidades auxiliares eran mucho menos comunes, al igual que los de las vexillationes; el Genius alae aparece venerado en el campus de un fuerte auxiliar en Condercum (Benwell, Britannia),87 lo que resulta lógico a la vista de las maniobras de las unidades de caballería. En Niederbieber (Germania Superior) y en Tibiscum (Jupa, Dacia) se han documentado inscripciones al Genius numeri cuya procedencia no está clara, quizá tras los principia en el primer caso y en la schola de los dioses palmirenienses en el otro.88 Tal y como destaca Schmidt, los lugares de culto a los genii de las unidades militares en los campamentos parecen haberse agrupado en torno a dos tipos básicos de edificios: la primera serían los principia, concretamente el patio interior en los recintos legionarios, y la aedes en los auxiliares; en el caso de estos últimos, también en emplazamientos dispersos, pero significativos, como el umbral de una puerta o el campus. Estos primeros ámbitos, principia y campus, están directamente asociados con el carácter colectivo de las manifestaciones y la representación de la unidad de la tropa bajo la protección del genius. Un segundo tipo de espacios es el de las dependencias particulares que parecen asociadas, más bien, a los cultos de tipo privado vinculados con destacamentos o partes de una unidad legionaria o auxiliar, como las centurias.89 Otro aspecto ciertamente significativo es que tan solo contamos con un testimonio de culto al genius ubicado extramuros de un campamento, un altar consagrado al genio y al aquila de la legio XII Primigenia en Mogontiacum (Mainz, Germania Superior).90 Si consideramos toda la documentación revisada, los paralelos hispanos del culto militar al genius aluden, en su práctica totalidad, a los espacios, y no siempre de carácter castrense. Además, aquellos que sí hacen referencia a genii específicamente castrenses, pueden asociarse, por la cercanía de los lugares de hallazgo, a campamentos como Aquis Querquennis o stationes, pero se trata de ejemplos aislados, y en ningún caso podemos reconstruir contextos concretos para la ubicación de los monumentos. La visión de conjunto de los espacios militares altoimperiales nos da una imagen mucho más clara de los contextos concretos en los que se desarrolló la devoción a los genii en relación con el carácter colectivo o privado de los votos. Le Roux señaló en su día la posibilidad de que el genius de León fuese una divinidad de carácter tópico, como el de la inscripción cercana a Baños de Bande.91 A pesar de que el apelativo legionis, y no castrorum o loci, sea el que acompañe a la divinidad en las dedicatorias, la ubicación de los epígrafes y

CIL VII, 510, junto con las matres campestres. CIL XIII, 7751 (Niederbieber) y AE, 1983, p. 795 (Tibiscum). 89 Schmidt, 2013a, p. 179. 90 CIL XIII, 6690 = Schmidt, 2013a, n. C149: Genium legio/ni(s) XXII Pr(imigeniae) P(iae) F(idelis) Ho/nori aquilae leg(ionis) / s(upra) s(criptae) Aurelius ---. Schmidt (2013a: 179) hace referencia a otra inscripción que aparece a cientos de metros del recinto campamental de Bosra (Arabia): IGLS, 13, 1, 9015. 91 Le Roux, 1982, p. 279. Aunque señala la ausencia del genitivo castrorum. 87 88

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sus comitentes señalan que, sin duda, el Genius legionense actuaba también como dios de los castra legionis VII, y, en este sentido, los testimonios de los mandos enlazan con la documentación hispana atestiguada. Respecto a la ubicación concreta de los epígrafes, el hallazgo de uno de ellos junto a los altares a las ninfas, embutidos todos en el ángulo suroccidental de la muralla, podría sugerir la existencia de un santuario extramuros como se propuso para el delubrum. Sin embargo, a la vista de la distribución de este tipo de manifestaciones y, sobre todo, de la naturaleza de los soportes, creemos que habría que pensar en uno de los espacios internos del campamento. El epígrafe consagrado por L. Attius Macro cuenta con 94,5 cm de altura, aun habiendo sido serrada toda la cabecera. Se trataba de un monumento, casi con toda seguidad un altar, concebido para ser ubicado en un espacio abierto, creemos que probablemente los principia y situado en el patio interior, donde, sin duda, destacaría. El árula del tribuno Pompeianus es, por el contrario, un soporte de dimensiones reducidas que parece cuadrar mejor con un espacio cubierto o, por decirlo de alguna forma, más íntimo. Además, la expresión ex iussu genii votum solvit da muestra de un lenguaje más directo y personal del dedicante con la divinidad. Todo ello apunta, a priori, a interpretarlo quizá como una devoción privada. Sin embargo, la restitución [leg(ionis)] en la l. 1 es segura, por lo que el voto, consagrado al genio de toda la unidad por uno de los seis tribunos, adquiere un innegable carácter colectivo. Teniendo en cuenta que se trata de un monumento de proporciones reducidas, creemos que habría que pensar en una pequeña edícula, probablemente dentro de los mismos principia del campamento, donde habría un grupo de epígrafes consagrados al genius de los septimani, como lugar más probable para la ubicación original del árula. Podría objetarse a esta hipótesis que la localización del altar grande al sur de la muralla favorece más una localización original del culto el genius extramuros, quizá en un hipotético santuario construido a tal efecto tal como ya se ha sugerido. No obstante, en este punto, conviene señalar la gran movilidad de los epígrafes dentro del propio campamento ya en época antigua, como muy bien lo prueba la reutilización masiva de todas las piezas en la muralla tetrárquica. Asimismo, algunos epígrafes votivos, cuyos votos remiten extramuros en campamentos britanos o germanos, se han hallado en los praetoria o principia, donde fueron trasladados por los propios habitantes del campamento. Los principia de León parecen estar ya localizados y tan solo se han hallado unos cuantos fragmentos epigráficos aislados en el sitio que se ha identificado como tal.92 A ello habría que añadir que el lugar donde se han localizado las estructuras identificadas como las aedes principiorum no dista más de 300 m del punto en el que se localizó la inscripción, distancia esta que, si bien es considerable, no resulta insalvable para el traslado del epígrafe a la zona meridional.

Parece que fragmentos de una inscripción presumiblemente de culto imperial dedicada a Antonino Pío. Cf. Morillo, 2008, p. 396, que refiere la exposición de los hallazgos en una comunicación realizada por M.ª Luz González y J. Vidal Encinas en el II Congreso de Arqueología Militar romana en Hispania, sin embargo, no contamos con una monografía publicada sobre la excavación de estos hallazgos. Cf. González Fernández y Vidal Encinas, 2005, pp. 161-184; y, más recientemente y mejor documentado, González; San Román y Vidal, 2015, pp. 311-320. 92

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3.3.1.2b. El culto a las ninfas Las cuatro aras decicadas a las ninfas por un legado propretor o gobernador de la Citerior, un legado legionario y un imaginifer pueden ser consideradas también en el capítulo de los cultos oficiales.93 Los epígrafes revelan una notable presencia de estas divinidades acuáticas en el ambiente leonés, que Le Roux interpretó como reflejo de la preocupación de los responsables logísticos del campamento por el abastecimiento de agua.94 Las dos dedicatorias del legado legionario Terentius Homullus constituyen los testimonios más significativos del conjunto (Cat., n.os 012 y 013). Se trata de dos bloques prácticamente idénticos tallados sobre piedra arenisca local y posteriormente reutilizados.95 El dedicante, Cn. Lucius Terentius Homullus, es conocido por otras inscripciones y su legatura en Legio fue fechada por Alföldy en el año 140 d. C., por tanto, a comienzos del reinado de Antonino Pío.96 Los textos recogen sendos votos a las nymphis fontes Amevi.97 El culto a las ninfas tuvo gran predicamento en los ambientes indígenas hispanos, debido, fundamentalmente, a que se trataba de un tipo de deidades acuáticas y salutíferas en las religiones preromanas, fácilmente asimilables con las propiamente romanas, a través del proceso de interpretatio.98 Sin embargo, el voto del legado del campamento de León presenta una advocación específica de estas divinidades, fontes Amevi, que podría identificarse precisamente con una versión indígena de las divinidades, asociadas a un acuífero conocido que habría de estar en las proximidades del campamento. Las otras dos inscripciones con dedicatoria a las ninfas presentan votos genéricos: Nymphis y Nimpphis. El primero (Cat., n.º 014) lo levanta el legatus propraetoris T. Pomponius Proculus Vitrasius. En este caso es un ara de mármol blanco, fechada entre los años 164 y 167 d. C. El personaje, de rango consular, y su cursus honorum son bien conocidos a través de una inscripción de Roma.99 Cabe reseñar aquí, que él mismo y su esposa dedicaron otro altar a las nymphis Griselicis en un santuario de la Galia Narbo-

Palao Vicente, 2006, pp. 399-400 y Le Roux, 1982, p. 279; aunque ambos con ciertos matices. Le Roux, 1982, p. 279 y 1997, p. 393. Este es el argumento principal del estudioso francés para incluir o considerar estas inscripciones dentro del capítulo de la religión oficial. No obstante, advierte que la especifidad de algunos de los votos y el sentido de los mismos, asociado a los recursos acuáticos, «ponen aparte» estas inscripciones respecto al conjunto votivo oficial. 95 Los contenidos de los textos apuntan a que fueron aras en origen. Trataremos los soportes con detalle más adelante. 96 Él mismo aparece en un diploma militar fechado en el año 146 d. C., como cónsul sufecto, y en una inscripción de Roma del año 152 d. C., como curator operum publicorum y aedium sacrarum, argumentos que sirvieron a Alföldy para fechar las inscripciones muy próximas al ya mencionado año en el que ejerció como legatus legionis; por otra parte, tanto el propio Alföldy como otros investigadores lo consideran de origen itálico, lo que encaja bien con los cargos desempeñados. Cf. Alföldy, 1969, p. 201. 97 Sobre los problemas y variantes de lectura y la interpretación de las divinidades, cf. Cat., n.os 012 y 013. 98 Sobre los cultos y divinidades acuáticas, cf. Blázquez Martínez, 1962, pp. 293-295 y 1983, pp. 293-295; y Diez de Velasco, 1998, con bibliografía específica. 99 Alföldy, 1969, p. 34 y ss. 93 94

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nense100 que, por su contexto, parece que habría que clasificar como un voto de carácter privado, por mucho que Pomponius Proculus represente su cursus. Ello, y el hecho de que en este caso se trate de un gobernador provincial y no estrictamente de un legatus legionis, podría llevar a interpretar la inscripción de León en el mismo sentido, pero el contexto de hallazgo, junto a las otras inscripciones dedicadas a estas divinidades acuáticas y la condición del dedicante de comandante en jefe de los ejércitos de Hispania, así como la consignación completa de su cursus honorum, apuntan de nuevo en la dirección contraria. El último del conjunto es un interesantísimo epígrafe perdido, hallado, según las noticias, en las cercanías de León y de cuyo soporte no tenemos datos; el dedicante es un imaginifer de la VII Gemina, Q. Cornelius Anteros (Cat., n.º 009). Su transmisión es ciertamente problemática, puesto que conservamos el texto por medio de una copia que aparece registrada en el Codex Parisinus Latinus, manuscrito del siglo xiii o anterior.101 Hemos optado por seguir la lectura de Mundó, no sin apuntar ciertos matices que consideramos relevantes para la comprensión del texto, especialmente en lo que se refiere a los nomina y el rango del dedicante, los puntos más delicados. La inscripción, que se ha fechado en un momento indeterminado del siglo ii d. C., en razón de la pertenencia del soldado a la VII Gemina y el formulario del voto,102 presenta la particularidad del rango del individuo, un miles principalis, concretamente el encargado de portar la efigie del emperador.103 La dedicatoria a las ninfas es genérica, sin advocación, y el texto incorpora la expresión: cum vexillatione.104 Todos estos elementos, han conducido a buena parte de la investigación a considerarlo como testimonio de las celebraciones oficiales y del culto imperial en el campamento.105 Lo cierto es que el rango de imaginifer estaba, por su propia condición, estrechamente ligado al culto imperial, pero el principal argumento a favor de la hipótesis expuesta es el uso de la fórmula cum vexillatione. El ablativo parece indicar la presencia de un destacamento o grupo de la legión con el que el dedicante realiza el voto de forma conjunta, o más bien en representación de los mismos, lo que cuadra bien con su rango. En primer lugar, señalar que la definición de vexillatio varía en función del período al que nos refiramos, reflejando la propia evolución del ejército romano. En los prime100 CIL XII, p. 361, Riez/Reii Apollinaris: [Annia ---] / fil(ia) Faustina / T(iti) Vitrasi Poll[i]/onis co(n) s(ulis) II praet(oris) / [q]uaest(oris) Imp(eratoris) pontif(icis) / [proc]o(n)s(ulis) Asiae / uxor / Nymphis / Griselicis. 101 La copia la realizó, probablemente, un peregrino que hacía el Camino de Santiago y que debió ver la inscripción en la vereda. El texto se perdió parcialmente al encuadernar el manuscrito y de ahí lo copió y restituyó Mundó, cuya lectura ha seguido la mayor parte de la investigación. Cf. Codex Parisinus Latinus, fol. 26a y 146v; y Mundó, 1952, pp. 75-78. 102 Le Roux, 1982, p. 212, n. 143. 103 Sobre la pieza, cf. Cat., n.º 009, con la discusión sobre el texto y la interpretación; Le Roux, 1982, p. 212, n. 143; Palao Vicente, 2006, p. 400; y Morillo Cerdán, 2008, p. 386. 104 Sobre los imaginiferes, cf. Fiebiger, 1904. 105 Saxer, 1967, n. 127; Le Roux, 1982, p. 278; Moreno Pablos, 2001, pp. 155-156, n. 83; Palao Vicente, 2006, p. 400; y Morillo Cerdán, 2008, pp. 389-391 y 2014, pp. 133-134, que acepta las tesis de Palao Vicente. Sorprende, por otra parte, la ausencia de comentario alguno al respecto en estudios como los de Roldán Hervás (1974: 459, n. 615) o los más recientes de Santos Yanguas (1988: 206) y Rabanal Alonso-García Martínez (ERPL, 2001: 112-113, n. 54).

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ros siglos del imperio, las vexillationes no eran otra cosa que destacamentos desplazados ocasional o temporalmente de su unidad matriz, con motivo de misiones tácticas muy concretas, para reforzar ejércitos en combate, para proteger otras guarniciones fronterizas, o bien, simplemente, para acrecentar las filas de otras legiones, entre otros cometidos.106 En cuanto al uso epigráfico del término y las condiciones en las que aparece recogido en la documentación militar altoimperial, son ilustrativos epígrafes como el del tribuno Claudio Ulpiano, procedente de provincia de Mesia, que dedica un ara a Diana junto con su unidad y las legiones I Italica y XI Claudia (cum vexillationibus), cumpliendo con los cánones del culto militar oficial con motivo del regreso de una próspera cacería.107 Otra interesante inscripción, esta vez honorífica, procedente de Beirut, incluye una fórmula similar, misso cum vexillo, que narra cómo un tribuno de la VII Claudia, y después prefecto pretoriano, fue enviado por el emperador Trajano en misión a Chipre en mitad de su carrera;108 una de las célebres tabletas de Vindolanda en la que el decurio de la cohors VIIII Batavorum, Masclus, demanda a su prefecto si ha de regresar cum vexillo con el ala que comanda al completo o bien han de hacerlo por partes o escalonadamente.109 Estos textos ponen de relieve las funciones de las vexillationes y el primero de ellos en un contexto similar al de la inscripción leonesa. Nuestra impresión general es que el Esta denominación aparece en la documentación epigráfica entre los siglos i y iii d. C., y en la Notitia Dignitatum y Vegecio se alude a la concentración de hombres bajo el vexillum, o bandera que definía, en principio, a una unidad de caballería. El término vexillatio ha venido siendo utilizado como denominador genérico de un destacamento de legión sin tener en cuenta otras consideraciones. Cf. Saxer, 1967. En su monografía sobre las vexillationes, este autor no precisa la definición del término latino, sino que, en todo momento, lo emplea para definir cualquier grupo de tropa escindida temporal o permanentemente de una legión. Para un tratamiento detallado de la cuestión remitimos a la reciente enciclopedia del ejército coordinada por Le Bohec, que incorpora bibliografía en la entrada pertinente. Cf. Le Bohec, 2015, p. 1066, s. v. Tal y como se señala en la entrada pertinente, el término no pierde su significado táctico y la hipótesis de que estos grupos de tropa se encargaban, normalmente, de la construcción de los campamentos no parece tener fundamento. En cualquier caso es, en todo momento, un concepto eminentemente táctico y estratégico que nunca pierde este sentido, por lo que es preciso ser muy cauteloso a la hora de emplearlo. Así, pues, consideramos como vexillatio, más bien una parte de una legión que ha sido destacada o acantonada en una base diferente a la de la unidad, o bien enviada a una misión de forma temporal, y siempre desde una concepción táctica. 107 AE, 1987, p. 00867, Mihailograv/ Montana/ Moesia Infeior: Dianae / Ti(berius) Claudius Ulpianu(s) / trib(unus) c(o)h(ortis) I Cili(cum) cum vexilla/tionib(us) leg(ionum) I Ital(icae) XI Cl(audiae) classis / Fl(aviae) Mo(esicae) ob venationem / Caesarianam iniunc/tam a Cl(audio) Saturnino leg(ato) / Aug(usti) pr(o) pr(aetore) ursis et vison/tibus(!) prospere captis / aram consecra/vit Largo et Mes/sallino co(n)s(ulibus). 108 AE 1912, 00179, Beirut/Berytus/ Siria: C(aio) Valerio / T(iti) f(ilio) Fab(ia) Rufo honor(ibus) decurionalib(us) / orn(ato) dec(reto) dec(urionum) praef(ecto) coh(ortis) VI praetor(iae) / tr(ibuno) mil(itum) leg(ionis) VII Cl(audiae) P(iae) F(idelis) misso cum vexillo ab / Imp(eratore) Nerva Traiano Optmo Aug(usto) Ger(manico) / Dacico Parth(ico) Cyprum in expeditionem / praef(ecto) alae Gaetulor(um) praef(ecto) Imp(eratoris) / Caesaris Tr(ai)ani Hadriani Aug(us ti) p(atris) p(atriae) / IIvirali potestate / L(ucius) Careius Adiectus Sedatianus / ob merita. 109 Vindolanda, n. 628 = AE, 1996, p. 00959, Vindolanda/ Britannia: Masclus Ceriali regi suọ n/ Salutem/ cras quid uelis nos fecisse n/ rogo domine nn prae-/ cipias utrumnẹ nn/ cum uexsillo ·omnes nn/ rediemus an nn alter-/ ni compitum · aeque/ ---/ felicissim[u]s [n/ et sis mihi propitius n/ ualee n/ ceruesam commilitones nn/ non habunt quam nn/ rogo iubeas mitti n// F [l] auio Cerali/ praef(ecto)/ ---/ a Masclo dec(urione). 106

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término estaría provisto, en el lenguaje militar, de un significado táctico preciso que hay que tener en cuenta para interpretarlo. Dicho esto, conviene considerar que, en contextos epigráficos, normalmente dicho sentido concreto se difumina o no aparece reflejado, quedando solo la noción de que se trata de un grupo de una unidad desplazado junto con otras, o bien una parte de una unidad. La mayoría de investigadores que han tratado nuestra inscripción no han tenido mayor problema en asociar la fórmula mencionada, cum vexillatione, a un destacamento de la legio VII, con la que Anteros realiza su voto, aunque es cierto que, a diferencia de él, en el primer paralelo reseñado se mencionan las legiones a las que pertenecen las vexillationes. Conviene recordar en este punto dos de las inscripciones de Villalís, dedicadas al natalicio del águila de la legio VII Gemina y de los signa y apruncula de las cohortes I Celtiberorum y I Gallica, respectivamente. En ellas (Cat., n.º 041 = CIL II, 2552 y Cat., n.º 042 = CIL II, 2556), entre los dedicantes figura el signifer de la legio VII Gemina, Iulius Iulianus, como corresponde a un culto colectivo rendido al águila legionaria y los estandartes, y la fórmula dedicatoria, sub cura, asociada a Iuli Iuliani sign(iferi) leg(ionis) / eiusd(em). Es decir, que uno de los dedicantes es la propia legio VII Gemina, en este caso, claramente un destacamento desplazado a Villalís y encargado de realizar el culto en el que uno de sus portaestandartes representa a la unidad a la hora de elevar los votos. El lugar del hallazgo de estas últimas inscripciones, a unos 50 km al SO del campamento de León, da a entender que allí estaba presente una vexillatio, no la legión entera. Lo mismo ocurre con el otro de los epígrafes de Villalís (Cat., n.º 043 = CIL II, 2553), en el que la cohors I Celtiberorum realiza el culto colectivo y una de las figuras destacadas es el imaginifer de la VII Gemina, Lucretius Maternus, que aparece como representante de la legión matriz. La formulación de los votos de este último altar, que constituye un paralelo directo, nos permite comprobar la importancia de los imaginíferos en los cultos colectivos de la legión, asociado, en este caso, a los estandartes de una unidad auxiliar. Creemos, pues, que el voto de Anteros, cum vexillatione, ha de ser interpretado desde esta perspectiva y cuenta con paralelos en la propia Hispania, basados en el protagonismo de los milites principales encargados de portar las enseñas en las dedicatorias colectivas de la legión vinculadas al culto oficial. No podemos saber si en este caso la celebración colectiva se realizó dentro del propio campamento o fuera de él, como en el caso de las dedicatorias de Villalís; la presencia del término vexillatio y el lugar del hallazgo de la inscripción de Anteros, en las cercanías de León, sugieren que podría haber sido fuera del campamento, pero existen otras posibilidades.110 En este caso, los dos bloques gemelos de piedra arenisca, que portan sendas dedicatorias a cargo del legatus Gn. Terentius Homullus (Cat., n.os 012 y 013), presentan características formales destacables, en relación con otras inscripciones leoneseas, en el marco de un posible taller responsable de varias producciones en en campamento. Ambos monumentos cuentan con las mismas características morfológicas y resultan problemáticos para su clasificación.

De hecho, Le Roux (1982: 279) apunta que el imaginifer comandaría un destacamento cuyo objetivo sería el aprovisionamiento de agua, mientras que Palao Vicente (2006: 400) señala que el culto podría haberse celebrado «en las cercanías o en el interior del campamento». 110

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Las dos piezas conservadas han perdido gran parte de sus elementos originales por haber sido claramente recortadas en sus extremos superior e inferior, por lo que se han perdido molduras, coronamiento y bases; los campos epigráficos no están rebajados ni delimitados por moldura alguna. Las letras, en ambas, son capitales cuadradas de buena ejecución, las ordinationes son regulares, aunque el campo epigráfico de la segunda pieza (Cat., n.º 013) está mucho más deteriorado que el de la primera. Las inscripciones son idénticas. Según Fita, una de las piezas, la segunda (Cat., n.º 013), incluía una cenefa encima del campo epigráfico, que albergaba una decoración que fue picada, probablemente, en el momento del reempleo. La gran mayoría de autores que han abordado el estudio de estas piezas han evitado, deliberadamente, asignarles un tipo de monumento concreto, o bien han definido erróneamente ambos soportes o uno de ellos. Algunos han considerado la pieza CIL II, 5083 (Cat., n.º 013) como pedestal, tomando la descripción de Hübner, que la consigna como basis lapidea sin haberse parado a reflexionar sobre las características formales de la parte conservada.111 Si observamos las medidas conservadas, (95) × 44 × 45 cm la primera (Cat., n.º 012) y (77,5) × 43,5 × 35,5 cm la segunda (Cat., n.º 013), es cierto que no habría por que descartar que pudiera tratarse de pedestales. No obstante, los rasgos morfológicos de la parte conservada de las cabeceras, que dejan un espacio entre cabecera y fuste para decoración, así como la probable ausencia de basamento como tal, nos parecen criterios suficientes para considerarlas como altares. Además, los grosores de 45 y 35,5 cm, sin haber sido las piezas recortadas por detrás, encajan bien con la profundidad de dos soportes que superaban los 80 cm de altura, y, en cambio, parecen estrechos para pedestales. A todo ello habría que añadir que el culto a las ninfas se manifestó en Hispania fundamentalmente a través de aras votivas, tal y como parece desprenderse de los escasos ejemplares hallados.112 Se trata de soportes gemelos encargados por el mismo comitente y elaborados con la misma técnica y material, y, probablemente, procedentes de la misma officina. El dedicante habría encargado dos altares de arenisca calcárea que se caracterizan por la buena ejecución de sus textos y el preparado cuidadoso del campo epigráfico, y que, probablemente, habrían estado decorados en la parte superior de la cabecera. A estos argumentos podemos añadir una serie de precisiones y similitudes morfológicas con otras inscripciones de la propia Legio, que ya fueron en su día señaladas por Tranoy y Le Roux. Estos dos epígrafes guardan una estrecha similitud formal con, al menos, cuatro inscripciones funerarias labradas, eso sí, en caliza local, probablemente la conocida como «de tipo Hontoria», debidas a civiles y recuperadas,

Evitan clasificarlas: Fita, 1867, p. 66 y 1872, p. 479; Fernández Ayer, 1978, pp. 35-36, n. 12; Quintana Prieto, 1968, pp. 70-72, n. XIX; e incluso Rabanal Alonso, 1982, pp. 51-52, n. 10 y 1988, pp. 146-147; y Rabanal Alonso y García Martínez, ERPL, 2001, pp. 76-77, n. 25. Todos ellos, incluso los corpora más modernos, emplean términos genéricos como «lápida» o «inscripción», sin pararse en nigún momento a pensar sobre sus rasgos formales. Tan solo Diego Santos (1986, IRPL: n. 27) y, posteriormente, Blázquez (1962: 169) y Andrés Hurtado (2005: nn. 62 y 63) las denominan como aras, pero sin explicación alguna al respecto. Moreno Pablos (2001: 154-156, nn. 81 y 82) incuso clasifica una como pedetsal y la otra como ara, siguiendo al pie las primeras descripciones de Hübner en CIL II. 112 AE, 1982, p. 620, un altar procedente de Torrejoncillo del Rey dedicado por un miles septimanus en el último tercio del siglo i d. C., o la inscripción de León (Cat., n.º 014). 111

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igualmente, embutidas en la muralla, o bien en el desescombro del área del Colegio de San Isidoro, anejo al tramo noroccidental de la misma.113 En primer lugar, tal y como se puede observar, tanto las dos aras del legado legionario (Cat., n.os 012 y 013) como las otras cuatro piezas aludidas fueron recortadas siguiendo exactamente la misma técnica: serrando los coronamientos, y probablemente las bases, de manera precisa, y picando la zona de la cabecera y la inferior, de forma que tan solo han quedado visibles, en algunos casos, las molduras que separaban las cabeceras del fuste. Otros aspectos en común tienen que ver con la morfología, medidas (altura y anchura) y dimensiones de los campos epigráficos, y con la paleografía, disposición y estructura básica de los textos, ductus, distancias interlineales y tamaño de las letras.114 Tal y como apuntaron los estudiosos franceses citados, las dimensiones de los soportes, así como los aspectos paleográficos coinciden, en sus aspectos generales, con los dos altares del legado Terentius Homullus consagrados a las ninfas. Ello les lleva a concluir que las piezas CIL II, 2677, 5692 y 5693 pertenecerían, probablemente, a un mismo taller local, caracterizado principalmente por un ductus «clásico» en la ejecución de las letras realizada a bisel, siendo el último de los ejemplares citados (AE, 1967: 255) más tardío.115 Asimismo, fechan las producciones comentadas a lo largo del siglo ii d. C. y consideran que las inscripciones funerarias mencionadas serían en realidad altares. Todas estas precisiones cuadran bien, por otra parte, con la definición de los dos monumentos del legado legionario a las ninfas como altares, así como con su datación, obtenida por criterios prosopográficos, en el año 140 d. C. A este conjunto hay que añadir la ya comentada inscripción de Attius Macro al genius. Creemos que las similitudes, ya señaladas por Tranoy y Le Roux, de este monumento legionense con las tres inscripciones funerarias antes comentadas (CIL II, 2677, 5692 y 5693) y con los dos altares dedicados a las ninfas por Terentius Homullus (Cat., n.os 012 y 013)116 constituyen un argumento de peso para considerarlo también como un altar perteneciente al mismo taller que las primeras, lo que encaja relativamente bien con la cronología propuesta para este este votoentre el reinado de Adriano y mediados del siglo ii d. C. El material, piedra arenisca local, y el tratamiento de la pieza para su reutilización, así como la ejecución de las letras capitales, apuntan en la misma dirección. También la zona donde apareció el epígrafe, junto a los altares ya mencionados dedicados a las ninfas, sugiere que se trataba de monumentos salidos de la misma officina, destinados a espacios determinados ubicados al sur del vallum del recinto.

Tranoy y Le Roux, 1974, pp. 5-20, especialmente pp. 13-14. Las inscripciones de León que ponen en relación con las dedicatorias de Terentius Homullus son CIL II, 2677: D(is) M(anibus) / Alloni an(norum) XX / Mercurius et / Tavitalis filio / s(it) t(ibi) t(erra) l(evis); CIL II, 5692: D(is) M(anibus) / Heliconi / an(norum) XX / Tautius / Asclepiades / filio / s(it) t(ibi) t(erra) l(evis); CIL II, 5693: D(is) M(anibus) / Hyginae an(norum) XVII / Mercurius et / Vitalis filiae / f(aciendum) c(uraverunt) / s(it) t(ibi) t(erra) l(evis); y AE, 1967, p. 225: D(is) M(anibus) / Flaviae Can/didae ann(orum) XXIII / Popilius Respec/tus lictor ex / dec(uriarum) lict(orum) coniu/gi dulcissimae. 114 Para un estudio detallado de la morfología y paleografía de los monumentos, cf. Tranoy y Le Roux, 1974, pp. 9-12; para su puesta en relación con las aras de Terentius Homullus, cf. ibidem, pp. 12-15. 115 Ibidem, p. 15. 116 Ibidem, p. 13. 113

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En relación con las piezas ya comentadas hemos de considerar también el ara que T. Pomponius Proculus Vitrasius levantó a las ninfas (Cat., n.º 014). La ejecución del monumento y el material elegido se corresponden, en este caso, con la dignitas del comitente, un personaje conocido por otras inscripciones, perteneciente a la élite senatorial y vinculado con la familia imperial. La pieza se puede fechar entre los años 164 y 167 d. C., a comienzos del reinado de Antonino Pío, período en el que el dedicante ejerció como gobernador de la Citerior. Desde el punto de vista del soporte y la técnica, nos interesa particularmente la tipología de este altar. A pesar de tratarse de una pieza de mármol blanco, guarda evidentes similitudes formales con una inscripción funeraria, un altar,117 esta vez de piedra caliza, fechado en un momento posterior, ya en el siglo iii d. C.118 Efectivamente, y al margen del material, la forma de tratar el coronamiento y la cabecera de ambos altares es prácticamente idéntica: coronamiento recto y con su cierre superior de menor longitud, de forma que los extremos no rematan en línea recta con el fuste, sino por medio de una bajada pronunciada hasta las molduras de separación. Las molduras que separan fuste y cabecera son igualmente muy similares, menos marcadas en el caso del altar de caliza, pero rectas y ligeramente escalonadas. La base, en cambio, presenta una moldura más fina y sencilla de filete plano acanalado. El campo epigráfico del altar de Iunius Fuscus —el paralelo mencionado— no está tampoco rebajado ni delimitado. El tratamiento de las molduras mencionadas sobre piedra caliza, especialmente en la zona de la cabecera, es significativamente parecido, a su vez, al que observamos en los dos altares de Terentius Homullus y las tres inscripciones funerarias calificadas como «cipos» a las que nos hemos referido en el comentario de estos últimos epígrafes. Asimismo, existen similitudes paleográficas constatables entre los textos, particularmente en los trazos de la «P», de apéndice oblicuo, de la dedicatoria al genius (Cat., n.os 012 y 013) y en el voto a las ninfas de Vitraisus Pollio (Cat., n.º 014), así como en la «N» inclinada hacia la derecha en los epígrafes dedicados a Higyna (CIL II, 5693) y, de nuevo, al genius.119 Por todo ello, Tranoy y Le Roux establecieron la existencia de un taller, quizá un círculo de varios talleres, que actuaba en León, al menos desde mediados del siglo ii d. C., del que habrían salido las piezas comentadas: las tres dedicatorias a las ninfas, el monumento al genius, así como los epígrafes funerarios mencionados, que serían altares funerarios de un tipo muy concreto producido en una oficina.120 Todas las piezas pertenecientes a este grupo se datarían entre los años 140 y 160 d. C. y serían reflejo de un centro de producción, bien adscrito a la legión o al que la legión encargaba sus monumentos. La variedad de testimonios entre piezas de militares y de habitantes de los alrededores, unida a la no especificidad de soportes con textos de carácter militar, con respecto a los «civiles», nos lleva a pensar que se trataría, más probablemente, de una officina establecida en los alrededores del campamento que trabajaba por encargo de la

Gómez Moreno, 1906-1908 (1925), p. 34 (CM. León): D(is) M(anibus) s(acrum) / Iunius / Fuscus / ob mem/oriam Fu/ccsi(!) Galioni/li Saturnini / fili(i) an(norum) VII m(ensium) VI / erga p(osuit?) s(epulcrum). 118 Tranoy y Le Roux, 1974, p. 16. 119 Ibidem, pp. 17-18, que abordaron el estudio comparado de la paleografía. 120 Ibidem, pp. 17 y 20. 117

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población militar y civil. En este caso, la identificación de un lugar de producción de epígrafes, que nos permite asociar varios de los monumentos votivos del elenco, viene determinada, principalmente, por las producciones funerarias, que permiten establecer patrones comunes detectados en torno a los reinados de Adriano y Antonino Pío. Contamos con, al menos, un modelo de altar bien atestiguado, que se reproduce para inscripciones votivas y se detecta con cierta facilidad; un tipo que estaría en relación directa con la presencia de la VII Gemina en sus cuarteles en un lugar, Legio, y en el que los indígenas se habrían adaptado, también en este caso, a un tipo de modelos procedentes plenamente de la tradición romana. Respecto al espacio, los cuatro tituli ofrecidos a las ninfas tienen una serie de características comunes que conducen a interpretarlos en un sentido muy concreto y ha llevado a algunos investigadores a plantear hipótesis de contextualización. Se trata, en todos los casos, de inscripciones con votos idénticos, o muy similares, realizados por los jefes de la legión, o el representante de los mismos, al frente de un destacamento en un ambiente netamente militar que parece revelar la existencia de un importante culto colectivo a las ninfas en el campamento de León.121 La notable extensión del culto a las deidades acuíferas en el noroeste de Hispania y el éxito de la interpretatio con las divinidades romanas, sugieren que se trataba de prácticas religiosas que tuvieron gran calado también entre los soldados de la VII Gemina, de los que buena parte eran de origen indígena.122 Una cuestión añadida, e igualmente sugerente, es la posible existencia de un santuario a las ninfas en base a la localización de las inscripciones, y la relación de estas con el medio acuático leonés. Tres de las cuatro inscripciones dedicadas a las ninfas fueron localizadas en el lienzo meridional de la muralla, contiguo a la edificación posterior del palacio de los condes de Luna. Esta zona se corresponde con el ángulo suroccidental del campamento romano, entre la porta praetoria y el anfiteatro castrense, donde también hemos de ubicar el hallazgo de la lápida de L. Attius Macrus al genius (Cat., n.º 017). La importante presencia del culto a las ninfas en León ya había llevado a algunos investigadores a proponer la existencia de un santuario acuático en diversas zonas de Legio y su entorno.123 Por su parte, Le Roux asoció la presencia de las inscripciones a las ninfas y el estatus de los comitentes a la preocupación de los mandos de la legión por el abastecimiento de aguas del campamento, suponiendo ciertas dificultades para llevarlo a cabo en el entorno.124 Morillo se muestra contrario a esta afirmación y centra su argumentación precisamente en constatar la disponibilidad de agua en el entorno inmediato del campamento. Según hace ver, el subsuelo leonés era rico en aguas y las excavaciones arqueológicas han constatado la alta cota del nivel freático, muy cercana a los niveles de habitación

Le Roux, 1982, p. 279; Palao Vicente, 2006, p. 401; y Morillo Cerdán, 2008, pp. 388-389. En este sentido, cf. Palao Vicente, 2006, pp.400-402. Para el origen de los soldados de la legión, ibidem, cap. II; y Morillo Cerdán, 2008, n. 162. 123 Fernández Aller (1878: n. 35) propuso la identificación del manantial sagrado en Armunia, a varios kilómetros de León. Por el contrario, Blázquez Martínez, y Rabanal Alonso y García Martínez ya habían señalado el sur del recinto campamental como posible localización del santuario. Cf. Blázquez Martínez, 1975; y Rabanal Alonso y García Martínez. ERPL, 2001, n. 78. 124 Le Roux, 1982, p. 279 y 2000, p. 393. 121 122

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del campamento romano. De hecho, parece que la escasa profundidad de ese nivel y los humedales que se concentraban en torno al campamento en época romana fueron la causa, ya en el siglo i d. C., del recrecimiento en varios metros del hábitat en varios puntos del recinto y su periferia, entre ellos, el ángulo suroccidental.125 Aunque la existencia de aguas subterráneas y gaseosas cuadra relativamente bien con el culto a divinidades acuáticas y salutíferas, no contamos con testimonio arqueológico alguno que certifique la existencia de un manantial sagrado ni de edificios o santuarios asociados a época romana, como los delubra. Morillo ha suplido parcialmente esta carencia accediendo a documentación medieval de la topografía leonesa, previa al reordenamiento de aguas del siglo xviii. El burgo medieval de León se asentó, tal como hemos indicado, precisamente en el área donde se emplazaban las canabae en época romana, donde parece que la topografía ofrecía condiciones más ventajosas debido a la suave inclinación desde el altozano del campamento hacia la llanura y los manantiales. Este autor señala, en la documentación medieval, al menos cuatro fuentes o manantiales históricos, de los que solo uno se emplazaría en la parte norte, mientras que tres lo harían en la zona sur, extramuros.126 Las fuentes, recogidas en los textos medievales, se ubicaban relativamente cercanas a la antigua muralla del campamento, concretamente a la zona de hallazgo de las lápidas votivas, y en una cota pareja al nivel freático de época romana. Una de ellas, la de la actual plaza de Santa María del Camino (antigua plaza del Grano), se encuentra a tan solo 200 m del lugar de hallazgo de las lápidas y es la que Morillo prefiere para asociar al manantial romano.127 Teniendo en cuenta estos datos, y la perduración en época cristiana de cultos recibidos en época pagana, Morillo plantea la más que posible presencia de un santuario dedicado a las ninfas en la zona inmediatamente posterior a la muralla, donde se ubicaban las canabae, coincidiendo con la situación de una de las tres fuentes históricas del sur de la ciudad. Las lápidas de las ninfas podrían, pues, asociarse con este lugar de culto, extramuros, y no pertenecerían al ámbito interno del campamento. Lo cierto es que la hipótesis de Morillo no solo halla respaldo en los datos indirectos proporcionados, sino también en la existencia de santuarios de este tipo en los ámbitos rurales de la Hispania romana.128 Si volvemos la vista al ámbito de los campamentos militares altoimperiales en busca de paralelos in situ, conviene señalar, en primer lugar, que el culto a las ninfas, muy vinculado al del dios Neptuno por su carácter de divinidades acuáticas, pertenecía esencialmente a los dominios situados extramuros de los campamentos. No obstante, algunos de los testimonios más relevantes se han hallado en lugares intramuros en los que el agua tuvo un papel relevante. Tal y como señala Schmidt, podemos establecer una cierta disociación entre el culto a Neptuno y el de las ninfas.

Morillo Cerdán, 2008, p. 388, con bibliografía, y 2014, pp. 133-134. Ibidem, p. 390. 127 Ibidem, p. 403, fig. 7, con la distribución espacial de las fuentes y la ubicación del burgo medieval respecto al campamento. 128 Sobre los paralelos de la Hispania romana, cf. Morillo Cerdán, 2014, p. 134, nn. 54 y 55. Algunos de ellos quizá guarden relación con ámbitos militares cercanos o cuentan con presencia votiva de soldados. Habría que considerar también ejemplos como el de la concentración de inscripciones de Villalís, donde hubo de haber un santuario a pocos kilómetros de los campamentos de Legio y de Petavonium. 125 126

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Mientras que el primero era considerado como divinidad de las grandes acumulaciones acuáticas no potables, como las aguas y los ríos, y era un dios soberano, las ninfas aparecían, normalmente, como deidades vinculadas a las aguas potables y curativas, atribuciones estas que tienen claro reflejo en las devociones documentadas en los campamentos.129 En el caso que nos ocupa, el de las ninfas, conviene destacar su principal atribución: la de velar por el aprovisionamiento del agua corriente para los canales y acueductos. Esta última prerrogativa es precisamente la que llevó a Le Roux a considerar que la concentración de altares consagrados a las ninfas por parte de los oficiales de León evidenciaba una preocupación de estos por la obtención de agua; una hipótesis que fue descartada por Morillo, pero que, desde el punto de vista de la religiosidad y mentalidad militares, es perfectamente plausible, como veremos en otros ámbitos castrenses. Contamos con algunos casos significativos documentados en campamentos germanos y dácicos, que aportan una perspectiva más amplia sobre la ubicación de los ninfeos y la epigrafía votiva asociada a las ninfas en los campamentos del Imperio. Estos datos no habían sido tenidos en cuenta ni puestos en relación con el caso legionense y constituyen un punto de referencia básico. En Öhringen (Germania Superior) hallamos nada menos que cuatro altares consagrados a las ninfas vinculados con la domus divina y en relación con el abastecimiento de agua. La concentración de epígrafes consagrados a las ninfas en dicho recinto y la alusión explícita en los mismos al acueducto y al sistema de abastecimiento de aguas convierten al recinto de Germania en paralelo directo para el caso leonés. Las inscripciones de los votos refieren las obras de construcción de un canal, llevadas a cabo bajo la supervisión de un centurión y un prefecto entre los años 187 y 241 d. C.130 Tal y como apunta Schmidt, el pretorio parece la localización más adecuada dado que en ningún caso se mencionan los principia en los textos votivos, y considerando el reciente descubrimiento de otro altar a las ninfas, precisamente en el pretorio del campamento de Bologa (Dacia Superior), que permanece inédito.131 Otro testimonio a tener en cuenta sería una dedicatoria a Neptuno y las ninfas conjuntamente, por parte de un praefectus cohortis en el fuerte auxiliar de Crumerum (Neudorf, Pannonia Superior).132 Tal y como apunta el mismo autor, toda esta documentación demuestra que las residencias de los oficiales de las legiones podían perfectamente estar provistas de fuentes o pequeñas piscinas a las que habría que vincular los votos a las ninfas. Sin

Schmidt, 2013b, pp. 164-165. Öhringen/¿Vicus Aurelius?/ Germania Superior: AE, 1912, p. 122: [N]ym[p]his / pro salute et Vi/ ctoria Imp(eratoris) [[C[o]m]]/[[modi]] Antonini / Aug(usti) Pii [[Felici[s]]] ius/su Clementis / Dextriani leg(ati) / Aug(usti) pr(o) pr(aetore) quod / aqua non esse[t] / induxit per Iul(ium) De/[m]etrianum |(centurionem) leg(ionis) V[III] / Aug(ustae) P(iae) F(idelis) C(onstantis) [[Commod(ianae)]] / per pedes / Crispino et Aeliano co(n)s(ulibus); y AE, 1912, p. 124: In] h(onorem) d(omus) [d(ivinae)] / Nymphis Perennibus / aquam Gordianam / coh(ortis) I Sep(timiae) Belg(arum) Gordi/[a]nae multo tempor(e) / [interm]issam sub cu/ra [---]ani [c]o(n)s(ularis) / C(aius) Iul(ius) Roga[tianus e]q(ues) R(omanus) / praef(ectus) coh(ortis) ei{i} [usdem] / [novo aq]uaed[u]ctu pe/[rd]uxit p[e]r [pe]des V(milia)D/CC[C]CVII qu[am s]alere / in[stit]uit [--] / in praet[enturam(?) ---]/sed in balin[eum] de/dicata pr(idie) Non(as) / Dec(embres) Imp(eratore) d(omino) n(ostro) Gor/diano Aug(usto) II et Po/mpeiano co(n)s(ulibus. 131 Schmidt, 2013a, p. 110 y n. 39. 132 CIL III, 3662: Neptuno / et Nymphis / pro salute Imp(eratoris) / Caes(aris) M(arci) Au/rel(i) Aug(usti) Anto/nius ulianus / praef(ectus) coh(ortis) V Lu[c]e(nsium) / posuit. 129 130

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embargo, es significativo que no contamos con epígrafes votivos consagrados a las ninfas, ni con ninfeos, en los ámbitos termales de los recintos castrenses, edificios en los que el agua es evidentemente indispensable.133 El caso de Öhringen nos ilustra sobre uno de los motivos principales de culto a las ninfas: la preocupación por el abastecimiento de agua en aquellos lugares donde este recurso, por la razón que fuese, no resultaba fácil de obtener. Así lo ponen en evidencia los texos con expresiones como: […] quod / aqua non esse[t] / induxit per Iul(ium) De/ [m]etrianum |(centurionem) o [novo aq]uaed[u]ctu pe/[rd]uxit p[e]r [pe]des V(milia)D/ CC[C]CVII qu[am s]alere / in[stit]uit [---] / in praet[enturam(?) ---]/sed in balin[eum] de/dicata; así como el epíteto Perennes, que acompaña a las divinidades, el único apelativo documentado a las ninfas en los campamentos. Sin embargo, conviene considerar también la otra faceta atribuida a las ninfas, la de divinidades salutíferas, que, de hecho, resulta mayoritaria en la mayor parte de las devociones en relación con la presencia de fuentes y aguas provistas de virtudes curativas.134 Vista la documentación, no habría que descartar, pues, que los altares consagrados a las Nimphys fontes amevi por Cn. Terentius Homullus (Cat., n.os 012 y 13) y a las ninfas, genéricamente, por el legatus Vitrasius Proculus (Cat., n.º 014), pudieran haber estado originalmente ubicados en el pretorio. De la misma manera, como ya hemos señalado, la hipótesis de Le Roux respecto al sentido de los votos cuadra perfectamente con las de otros contextos militares ya comentados. No obstante, hay una serie de argumentos que nos llevan a pensar que la existencia de un ninfeo extramuros en el sector sureste, cerca del anfiteatro, propuesta por Morillo, es el contexto más probable para estos monumentos. Entre ellos destacaríamos la más que probable existencia de manantiales de aguas termales en Legio, la pervivencia de la localización de dichos manantiales en la memoria colectiva, tal y como lo demuestran la documentación medieval y la presencia de fuentes de agua en la topografía actual, las comprobaciones arqueológicas respecto a los niveles freáticos de época romana, la identificación de las ninfas con divinidades indígenas a través de las fontes amevi, que parecen especificar topónimos prerromanos, y, sobre todo, la concentración de todas las inscripciones alusivas a las ninfas conservadas en un sector muy concreto de la muralla tetrárquica. Todos estos indicios nos parecen suficientemente sólidos como para apoyar la existencia de una suerte de ninfeo o delubrum extramuros, que, desgraciadamente, solo podemos intuir a través de los testimonios epigráficos y que tiene gran relevancia en la configuración de los espacios externos aledaños al campamento de la legio VII. Al menos desde mediados del siglo ii d. C. tuvo que existir un santuario, de las características señaladas en este sector, fuera del recinto en el que se habrían erigido originalmente los altares relacionados con el culto a las aguas y las virtudes curativas. De ser cierta la hipótesis, aportaría nuevos datos a la distribución de los espacios en los campamentos altoimperiales, en los que los cultos a las ninfas extramuros solo se conocen de manera muy imprecisa.

Sobre las divinidades veneradas en las termas, vid. infra apartado 3.5.6.2: «L. Versenus Aper y el culto a Fortuna». 134 A este respecto, cf. Le Roux, 2003, p. 72, concretamente para el caso del noroeste hispano; y, más general, Schmidt, 2013a, pp. 164-165, relativo a los cultos de los militares. 133

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3.3.1.2c. Q. Tullius Maximus y el culto de Diana La mayor parte de la documentación atestiguada del culto a Diana entre los militares presenta a los prefectos de ala y los tribunos legionarios como dedicantes de los monumentos a la diosa; además, buena parte de los votos presentan una clara vinculación con las atribuciones venatotorias de Diana en el panteón greco-romano; y, en relación con esto último, una porción significativa de dichos monumentos fue colocada, originalmente, fuera de los muros de los campamentos, en ocasiones formando parte de santuarios y templos dedicados a la divinidad.135 Precisamente, en este sentido, se ha constatado la vinculación directa entre los votos que hacen alusión directa a Diana cazadora en los campamentos renanos y danubianos, y la situación de los epígrafes extramuros casi siempre como parte de santuarios.136 En este contexto encuentran acomodo las inscripciones leonesas dedicadas a Diana, de las que trataremos a continuación. Uno de los más interesantes testimonios de culto documentado en el campamento leonés está representado por el altar y la placa dedicadas por el legado legionario Q. Tullius Maximus a la diosa (Cat., n.os 039 y 039b). Ambas piezas alojan sendos carmina epigraphica que destacan por su excelente composición, constantes referentes cultas y tópicos literarios, que remiten, entre otras obras, a la Eneida. Los textos, así como los soportes, han sido estudiados a fondo; no nos detendremos aquí en los aspectos relativos al análisis estilístico y literario, así como en los propiamente epigráficos, para los que remitimos a la publicación de J. del Hoyo al respecto137 y al trabajo, poco posterior, de Rodríguez de la Robla.138 El texto del ara (Cat., n.º 039) está dispuesto en las cuatro caras de la pieza y presenta la consagración a la diosa y al dedicante, en prosa y de manera escueta, para, posteriormente, describir, ya de forma poética, una serie de animales que el legado ha cazado y cuyos colmillos, piel y cuernos ofrece a la diosa por su protección y por la buena consecución de la caza. La cronología de la inscripción se sitúa, gracias a la legatura del dedicante, entre los años 162 y 165 d. C.,139 bajo el reinado de Antonino Pío, emperador que, en la línea de su predecesor, favoreció la práctica de las actividades cinegéticas. Ahora bien, tal y como señaló en su día J. del Hoyo, las inscripciones del altar y de la placa no fueron grabadas al mismo tiempo, sino en diversas fases, todas próximas en el tiempo, y por diversas manos.140

En el apartado correspondiente a la epigrafía de Petavonium nos ocuparemos con cierto detalle del culto de Diana entre los militares, sus manifestaciones epigráficas y la distribución espacial de las mismas. Vid. infra apartado 3.5.6.1: «El culto a Diana y la caza». 136 CIL VII, 1112; RIB I, 2122; AE, 1991, p. 1350 y CIL III, 4393, paralelos específicos para las inscripciones leonesas de Tullius Maximus. 137 Del Hoyo, 2002, pp. 69-98, a nuestro juicio el estudio más completo y acertado sobre las inscripciones de Tullius Maximus. 138 Rodríguez de la Robla, 2003, que presenta todo un estudio monográfico dedicado a la inscripción, con abundantes detalles y toda la bibliografía precedente recogida. 139 Alföldy, 1969, p.121, que fecha la inscripción en razón de la legatura del personaje en León y su constancia en los Fasti. 140 Del Hoyo, 2002, p. 72 y cap. «Petavonium», con referencias a las fases de ejecución del texto en la piedra. 135

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La placa (Cat., n.º 039b), que se ha considerado contemporánea al ara, está elaborada en mármol blanco y se ha perdido todo su margen inferior y lateral derecho. Se trata de un soporte considerablemente grueso (16-19cm), cuyo campo epigráfico está delimitado por doble acanaladura y ligeramente resaltado. El texto, incompleto, está grabado en verso y consigna la ofrenda de una piel de oso, por parte del legado, a la diosa Diana. Al margen de los rasgos formales, para nosotros, el aspecto más significativo de estas inscripciones es la indicación, por parte del legado, de la construcción de un santuario a Diana, probablemente extramuros del campamento legionense. Siguiendo el análisis minucioso que Del Hoyo hace del texto, en un primer momento se habría acotado y consagrado un espacio, Aequora conclusit campi, y levantado un templo (entendido como edificio exento), templum statuit.141 Además, se habría erigido el ara e inscrito su cara frontal (cara a), que conmemora su construcción, como es el caso de Sellius Honoratus y Versenius Aper en Petavonium; en el mismo momento se habría grabado la cara posterior, que dispone una serie de animales a cazar. Posteriormente, se habrían grabado las caras laterales del altar, en las que se ofrecen los elementos más significativos de cada animal como trofeos, y la placa en la que se ofrece la piel de oso, probablemente destinada a ser colgada en el propio templo.142 Respecto al culto, hay una serie de elementos capitales que representan estos monumentos de los que trataremos en profundidad más adelante: la religiosiad asociada a Diana en los ambientes militares en época imperial, su materialización en diferentes tipos de estructuras y soportes y la estrecha vinculación entre la caza y los oficiales de los cuerpos legionarios y auxiliares a lo largo del siglo ii d. C., especialmente de Adriano en adelante. En este sentido, volvemos a incidir en la vinculación entre las actividades cinegéticas y los altos oficiales en el seno del ejército romano; la caza será una de las actividades más valoradas y practicadas por los mandos legionarios, especialmente durante la segunda mitad del siglo ii y comienzos del iii d. C.143 La dedicatoria a Diana del legado Q. Tullius Maximus, de origen africano y miembro del orden senatorial, representa a la perfección este horizonte. De hecho, la denominación literaria, Dellia virgo triformis, con la que el dedicante se refiere a la divinidad, aludiendo a su asimilación con Hécate, las descripciones de las llanuras boscosas de León y su fauna, así como la presencia física de las ofrendas, describen con una riqueza inusitada este tipo de religiosidad. Ahora bien, se ha venido sugiriendo144 que la caza formaba parte del entrenamiento y del ejercicio cotidiano común de los militares.145 Con lo cual, reaparece la cuestión crucial del

El verbo statuit indica que el edificio consagrado era realmente un templo, con área sacra, no solo un témenos. En la misma línea, cf. Pena 1981, p. 53 y Del Hoyo, 2002, p. 77. 142 Del Hoyo, p. 74 y datación. 143 Sobre esto, cf. Aymard, 1951, pp. 468-491 y el ya citado trabajo de Perea Yébenes, 2003, pp. 93-117. 144 Rabanal Alonso, 1969, p. 25 y Tranoy, 1981, pp. 34-35. También Le Roux, 1982, p. 280, que la considera dentro de las actividades comunes, que sirven como elemento de cohesión del grupo a través de las aficiones compartidas. También a este respeto, cf. Aymard, 1951, n. 175. 145 Argumento que Perea Yébenes matiza vinculándola exclusivamente al ambiente de los mandos y a las concepciones agonísticas de las aristocracias romanas, mientras que otros autores hacen hincapié en su carácter de actividad colectiva. Cf. Perea Yébenes, 2003, pp. 95-96: «La caza era una actividad marginal, complementaria y optativa a la formación personal de todo noble romano y también de los nobles que formaban parte del ejército […]. Esta actividad en modo alguno formaba parte del entrenamiento de los 141

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carácter público o privado del voto de Tullius Maximus. Su condición de comandante de la legión a cargo del campamento, la presencia de Diana en el panteón oficial romano, del que participaban los militares, además de la construcción de un templo a la diosa, parecen señalar un carácter oficial y «aleccionador», respecto a la tropa, por parte del legado.146 Como contrapunto, cabe señalar que el texto poético, revestido de ornatos literarios que evidencian la erudición del comitente, así como las ofrendas personales del legado a Diana y el hecho de que solo se aluda a sí mismo como ejecutor de las prácticas venatorias, y en un tono heroico, apuntan a un tipo de propósito, cuando menos, individualista; a ello habría que sumar que en la dedicatoria no aparece ningún elemento o epíteto que ponga en evidencia expresamente su carácter oficial.147 Le Roux explicó el contenido de estas inscripciones desde la perspectiva de la relevancia de Diana en el panteón de los campamentos militares y asoció su contenido con la actividad física y la competición deportiva como actividades, siempre presentes en el espíritu militar que persigue la consecución de hazañas.148 Sin embargo, no se manifiesta expresamente en torno a su carácter público o privado. Palao Vicente se muestra más explícito, incluyéndolas dentro de «las expresiones oficiales de la religión de la legión». El rango del dedicante y el lugar de hallazgo lo llevan a considerarlas en este sentido.149 El mismo autor estima los primeros versos de la cara b, aequora conclusit campi divisque dicavit150 y et templum statuit tibi Dellia Virgo triformis, como un indicio suplementario de la oficialidad de los monumentos. A decir de Palao, votos como los de Tullius Maximus trascienden la mera condición privada del oferente y constituyen un fiel reflejo del «carácter aleccionador» de las autoridades legionarias romanas con respecto a sus hombres en materia religiosa.151 Lo cierto es que la gran mayoría de dedicatorias que asocian expresamente a Diana con la caza corresponden, como ya hemos indicado, a mandos legionarios, sobre todo prefectos auxiliares y tribunos, pero también legati legionis o propraetorii. Igualmente, muchos de los monumentos forman parte de santuarios que se mencionan en los textos,

soldados, y al menos en teoría, tampoco de los jefes militares». A los ejemplos aportados por Perea Yébenes, conviene añadir un testimonio de Suetonio sobre la disciplina que Tiberio impuso a sus legiones, en el año 10 d. C., tras la Clades variana: «Exigió la más severa disciplina, reinstaurando antiguas formas de castigo y de ignonimia, y señalando con la nota de la infamia a un legado de legión por haber enviado a algunos soldados a cazar al otro lado de la ribera en compañía de un liberto suyo» (Suet. III: 18-19). El texto pone de manifiesto que los soldados no hubieron de disponer de permiso ni de mucho tiempo para dedicarse a las actividades cinegéticas, más allá de la pura necesidad de la logística del momento. 146 Como expesa Palao Vicente, 2006, p. 403. En este sentido, cf. también Le Roux, 2009b, pp. 23-35. 147 Referencias al emperador con epítetos como Augusta acompañando a Diana. En este punto, cabe traer a colación la inscripción que el prefecto Constans Speratianus dedica también a Diana, junto con una estatua, en el campamento de Petavonium (Cat., n.º 068). 148 Le Roux, 1982, p. 280. 149 Palao Vicente, 1996, p. 403. 150 Le Roux (1982: 280, n. 392) considera que la traducción del verso no debe ser: «acotó un terreno en el páramo y se lo dedicó a los dioses», sino «cercará con un vallado la extensión de la planicie», entendido como el lugar en el que realizó las ofrendas de la cacería, a las afueras del campamento. Volveremos sobre esta cuestión en el apartado dedicado al espacio. 151 Palao Vicente, 2006, p. 403.

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situados extramuros de los campamentos.152 A estos, podemos añadir el más conocido altar de Petavonium, levantado a Diana, junto con una estatua, por el prefecto del ala II Flavia, Arrius Constans Speratianus, en fechas ligeramenmte posteriores al ara y la placa de Tullius Maximus (Cat., n.º 069). No podemos dejar de señalar, en este contexto, un disco de bronce procedente de Britannia y datado en el siglo iii d. C., en el que se ha representado una ceremonia de culto de dos vexillationes legionarias (de la XX Valeria Victrix y la II Augusta) en presencia del aquila, en posición central y con sus vexilla. En la parte inferior aparecen varios animales: ciervo, león, lebreles y pavos, en lo que semeja una escena de venatio.153 La inscripción, dedicada por Aurelius Cervianus, que probablemente era el prefecto al mando de las dos vexillationes reunidas, reza: utere felix. Esta rodela de bronce parece representar un mundo muy cercano al de las inscripciones de Tullius Maximus y Constans Speratianus en los campamentos de Hispania y parece poder interpretarse como indicio del carácter oficial y colectivo del culto en torno a las actividades cinegéticas en los recintos castrenses.154 La presencia sistemática de altos oficiales, junto con la existencia de santuarios tales como el que aparece en las inscripciones de Tullius Maximus y la iconografía del disco, nos ponen sobre la pista, ya señalada, de un tipo de religiosidad oficial; cultos en los que, de nuevo, los legati, tribuni y praefecti parecen ejercer como representantes de sus unidades. Conviene recordar que la administración del espacio del campamento y sus aledaños eran, por lo general, competencia del oficial a cargo de los mismos y que, como tales, administraban parte de este territorio. Tanto los monumentos leoneses, como el del prefecto de Petavonium y los ejemplos señalados evidencian una pretensión, por parte de los mandos, de articular dichos territorios a la par que de actuar como elementos de cohesión de la tropa. Por otra parte, se puede objetar que las dedicatorias corresponden, casi exclusivamente, a los mandos, y a título individual, y que la caza correspondía exclusivamente a los mismos, tal y como sostiene Perea Yébenes.155 Asimismo, en el caso concreto de las dos piezas de León, es cierto que el texto poético alude, en tercera persona, al propio Tullius Maximus y sus proezas venatorias; él mismo acota la planicie, edifica el santuario, deposita las ofrendas: colmillos de jabalí, cornamenta de ciervo y, finalmente, la piel de 152 En la parte dedicada a estos paralelos, en el apartado correspondiente se recogen los monumentos consagrados a la diosa situados extramuros en diversos campamentos de Britania, Germania, Mesia, Retia y Mauritania, así como algunos ejemplares que, en principio, estuvieron colocados en el interior de los campamentos. El legado propretor de Cilicia, [---]isus Claudius [Aem]ilius I[ul(ius)] Haterianus, dedicó un altar a Diana, hallado junto a fragmentos de une estatua de la misma diosa a poca distancia del vallum campamental; en Zurich, los ursarii del campamento auxiliar consagraron una placa: Deae Dianae. Un epígrafe procedente del campamento del ala I Silana, en Gilau (Dacia), presenta un voto del prefecto de la unidad: Vi[r]gini Di/an(a)[e] Stabili / Venatrici / Examina/trici. Vid. infra apartado 6.4.9.3: «El santuario de Diana». 153 Para un comentario detallado de esta pieza, cf. RIB II (fascículo 3, «Instrumentum domesticum», 2427, p. 56. 154 Aspecto, este último, que sí señala Palao Vicente (2006: 405), pero no Perea Yébenes (2003: 110111), que lo considera como una representación «a partes iguales»de la actividad, por una parte, militar y, por otra, cinegética de Aurelius Cervianus. 155 Sus argumentos en torno a la caza como actividad exclusiva de los mandos en los campamentos son dignos de consideración. Cf. Perea Yébenes, 2003, pp. 96-97.

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oso, y va registrando sus ofrendas y votos en el altar y la placa, probablemente adosada al templo. Es innegable que, pese a los indicios del cariz comunitario que percibimos en el conjunto de las manifestaciones cultuales vistas, el caso del legado de la VII Gemina resulta ciertamente peculiar y presenta un fuerte individualismo. Por todo ello, nos inclinamos a interpretar estas inscripciones, fundamentalmente, como votos que, por un parte, ponen de manifiesto la relación particular del devoto con la divinidad de una manera peculiar y, por otra, servirían, a nuestro juicio, como testimonios ejemplares para la tropa. El carácter agonístico, heroico, deportivo y competitivo de la caza, encarnado en este caso por su comandante en jefe, sería muy del agrado de los soldados, acostumbrados a este tipo de relatos. Además, la construcción de un templo a la divinidad por parte del legado, en el solar controlado por el ejército a su cargo, constituiría un elemento más de cohesión en torno a la religión del Estado, en la medida en que Diana era, además, una de las divinidades presentes en el panteón de los campamentos. No hemos de olvidar tampoco la ya mencionada revitalización del culto a Diana, en relación con la caza, durante la dinastía Antonina, período en el que se fechan estas inscripciones, lo que les confiere un carácter añadido, eminentemente propagandístico, que trasciende, a nuestro juicio, la mera devoción del legado.156 El ara de León fue hallada reutilizada en el sector septentrional de la muralla, junto a la porta decumana,157 mientras que la placa lo fue en los peldaños del atrio del palacio de los Guzmanes, que se corresponde con la zona sur del lienzo occidental. En la cara b del ara, el legado Tullius Maximus dedica expresamente un santuario a Diana y expresa sus deseos de cazar en los campos y montes de León.158 De nuevo Le Roux,159 ya indicó que el texto implicaba la segura existencia de un santuario a la diosa cazadora y sugiere su localización en los páramos del territorio extramuros perteneciente a la legión y no en el propio campamento.160 Morillo señala, por su parte, una serie de paralelos interesantes de santuarios hispanos en localizaciones «suburbanas» en Pallantia, Segobriga y Osttipo, aunque se muestra partidario de una «posición intermedia» entre los páramos del norte y el interior del recinto, sugiriendo su emplazamiento en una zona cercana al sector de muralla donde se reutilizó, en este caso, el ara.161

Palao Vicente, 2006, p. 405, en el mismo sentido. Morillo Cerdán, 2008, p. 400, fig. 2. Vid. tabla 10. 158 Felicis // Aequora conclusit campi / divisque dicavit / et templum statuit tibi / Delia virgo triformis / Tullius e Lybia rector / legionis Hiberae / ut quiret volucris capreas / ut figere cervos / saetigeros ut apros ut / equorum silvicolentum / progeniem ut cursu certari / ut disice ferri / et pedes arma gerens et / equo iaculator hibero. 159 Le Roux, 1982, p. 280, n. 392. 160 Morillo Cerdán, 2008, p. 385. Su nota 21 menciona una afirmación, respecto a esta inscripción, que Le Roux no hace en ningún momento. Igualmente, Palao Vicente (2006: 402) no se pronuncia sobre esta inscripción; sí lo hace en la p. 403, pero en la línea de la hipótesis del páramo como probable localización, no en el propio campamento. Además, afirma Morillo que Le Roux había empleado como argumento el voto ex iussu, cuando este no figura en la inscripción de Diana, sino en una de los anteriormente comentados votos al Genius legionis. 161 Morillo Cerdán, 2008, p. 385. Aunque la «posición intermedia» en la que se coloca el autor, a la hora de opinar sobre la posible ubicación del santuario, resulta errónea por lo ya expuesto anteriormente. Sobre esta cuestión, cf. Aymard, 1951, pp. 468-491 y el ya citado trabajo de Perea Yébenes, 2003, pp. 93-117. 156 157

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Aunque el culto a Diana está ampliamente atestiguado dentro de los campamentos, cuando aparece vinculada a las actividades cinegéticas, y este uno de los casos más destacados, suele materializarse fuera de los campamentos, normalmente en pequeños santuarios, próximos a las florestas y campos abundantes en caza y en los que el acto de ofrenda se ve facilitado por la posición fuera del recinto. En este sentido, creemos que paralelos como la placa, el altar y el fragmento de estatua documentados a las afueras del campamento de Caerleon (Isca Silorum/Britannia) constituyen referencias materiales muy sólidas en las que apoyar el testimonio que nos proporcionan unos textos epigráficos que especifican la delimitación de un lugar concreto y la exposición de las ofrendas a la diosa por parte del propio general legionario que ejerce como venator. El altar y la placa de Tullius Maximus entran entre los pocos ejemplares que expresan explícitamente la delimitación de un recinto específico en el que se habrían situado por lo menos un altar y un edificio, probablemente una pequeña aedes, en el que habría estado inserta la placa; probablemente debiéramos pensar también en la existencia de, al menos, una estatua de la diosa.162 En cualquier caso, a nuestro juicio, es preciso no perder de vista que no conservamos ningún vestigio arqueológico de santuario alguno. Por otra parte, si el altar fue reutilizado en el norte de la muralla y la placa en un edificio contiguo al lienzo suroccidental de la muralla, parece haber problemas, en este caso, para basarse exclusivamente en el criterio de cercanía de la ubicación original con los lugares de reutilización, pues estos se ubican en lados contrarios del campamento. La existencia de un santuario a la diosa parece más que probable y contamos, por otra parte, con paralelos de santuarios erigidos extramuros de campamentos militares hispanos, como en el caso de Petavonium. Al ejemplo ya citado de Rosinos de Vidriales, habría que añadir otros dos (Cat., n.os 066 y 070)163 que nos muestran los votos a Hércules de M. Sellius Honoratus, prefecto del ala II Flavia, junto con la mención de la erección de dos templetes al mismo dios costeado a sus expensas, así como otro específicamente a Diana, por parte de otro prefecto, Ti. Iunius Quadratus. El análisis conjunto de este tipo de testimonios votivos nos da una imagen de la importancia que la caza adquirió entre los altos oficiales de las unidades militares de Hispania, no solo como deporte y símbolo de estatus, sino, sobre todo, como actividad simbólica con fuertes connotaciones políticas vinculadas al culto al emperador. Es precisamente esta perspectiva desde la que hay que contemplar los votos del legado Tullius Maximus. Por lo que respecta a la ubicación del templo, las precisiones de Le Roux sobre la toponimia local y el hallazgo de una de las inscripciones en la zona suroccidental nos inclinan a pensar más en esta zona que en el área septentrional, sin poder asegurar nada.

Vid. infra apartado 3.5.6.1: «El culto a Diana y la caza». CIRPZamora, 00139 = EAstorga, 00109, Rosinos de Vidriales-Sansueña/Petavonium: Herculi sacr[u]m / M(arcus) Sellius L(uci) f(ilius) Arn(ensi) / Honoratus do/mo Choba ex pr/ovincia Maur[e]/tania Caes(ariense) prae/f(ectus) eq(uitum) a(lae) II F(laviae) H(ispanorum) c(ivium) R(omanorum) / votorum compo/s templa Alcidi / deo a fundame/ntis exstruxit. 162

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3.3.1.3. El culto imperial en los castra legionis VII Otro de los grandes bloques de la documentación epigráfica votiva de León está constituido por monumentos cuyo carácter oficial y colectivo está más allá de toda duda. El registro total de inscripciones de culto imperial asociadas a la VII Gemina asciende a doce ejemplares,164 en nuestro caso contamos con catorce, al incluir, como veremos, los dos altares dedicados por el gobernador C. Iulius Cerealis. De toda esta documentación, ocho inscripciones, las procedentes de Villalís y Luyego de Valduerna, conmemoran el natalicio de distintas unidades de Hispania, mientras que seis ejemplares, fechados entre comienzos y mediados del siglo iii d. C., proceden del campamento de Legio y representan el culto al emperador y a la familia imperial en los campamentos. Todos los epígrafes del campamento cuentan con elementos que corroboran esta asignación: dedicatorias ejecutadas por gobernadores provinciales, legados legionarios o miembros de la tropa de manera colectiva, a divinidades principales del panteón romano como Juno y Minerva, vinculadas al emperador y la familia imperial, a través de la fórmula pro salute y la elección de materiales y soportes suntuosos. Desde la segunda mitad del siglo ii d. C. se detecta una proliferación de epígrafes de militares relacionados con el culto imperial, especialmente en la documentación hispana, que reflejan una intención de reavivar y fortalecer los vínculos del emperador. Los documentos de León se ubican en el período severo, cuyos primeros emperadores trataron de asegurarse la fidelidad del ejército en un ambiente político marcado por las convulsiones que arrastraron su ascenso al poder.165 3.3.1.3a. C. Iulius Cerealis: el culto imperial y la división de la Citerior Dos de los monumentos más destacados del conjunto son las espléndidas aras de mármol que el legado propretor C. Iulius Cerealis dedicó a Juno, al emperador Caracalla y a su madre Iulia Domna, en torno al año 214 d. C. (Cat., n.os 031 y 032). Se trata de dos grandes altares conservados muy fragmentados, debido a su reutilización como bloques edilicios en el ángulo noroccidental de la muralla tetrárquica. Sin embargo, a juzgar por las partes conservadas y el contenido de sus textos, parece que ambos monumentos respondían a las mismas características morfológicas; es decir, que se trataba de piezas gemelas. Cabe apuntar que, en esencia, esta dos no serían «inscripciones militares», en la medida en que el dedicante es un legado propretor de la Citerior y después cónsul, por lo que no pertenece sensu stricto a la profesión militar ni a la cadena de mando de los oficiales, por no hablar de su condición de miembro del orden senatorial.166 Hemos deci-

Palao Vicente, 2006, p. 393. La epigrafía votiva oficial antonina se concentra en los conjuntos que conmemoran el natalicio de la VII Gemina, la cohors I Celtiberorum y la I Gallorum de Villalís de la Valduerna, Luyego y Ampurias. Todos estos últimos incorporan votos a Júpiter Óptimo Máximo, que tampoco tenemos documentados en el campamento de León, de nuevo asociando a la máxima deidad del panteón con los emperadores: Antonino Pío, Marco Aurelio y Lucio Vero, Marco Aurelio y Cómodo, a través de la fórmula pro salute. 166 Por ello Palao Vicente no las incluye en su repertorio de epigrafía de la VII Gemina, pues el legado ostentaba el mando supremo de la provincia y, con ello, el de la VII Gemina y sus unidades auxiliares, pero no formaba parte de la vida cotidiana del campamento ni de la tropa. 164 165

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dido incluirlas en nuestro estudio dado que, a pesar de que no representan propiamente al ejército, sí forman parte de su medio natural, el campamento, en el que la máxima autoridad provincial habría levantado los altares para reforzar, como ya hemos mencionado, los lazos entre el poder imperial y el propio ejército, en un período, comienzos de la dinastía severa, en el que las convulsiones por el acceso al poder motivaron la multiplicación de la propaganda imperial destinada a garantizar la fidelidad de los militares al nuevo régimen.167 En el primero de ellos (Cat., n.º 031), el texto se ha visto afectado por las fracturas, habiéndose perdido el comienzo de las primeras líneas, que han sido restituidas con verosimilitud. El epígrafe presenta una serie de aspectos relevantes que han sido estudiados en profundidad, fundamentalmente la dedicatoria pro salute, con la presencia de la madre del emperador como mater castrorum, Senatus ac Patriae, característica del período severo, y la mención expresa a una provincia de Hispania, Nova Citerior Antoniniana, que podría corresponder con la división de Caracalla de la Citerior, escindidiendo de ella Asturia y Gallaecia.168 El segundo altar (Cat., n.º 032) se ha conservado mucho peor y solo contamos con parte de la base, separada del fuste por doble moldura en forma de cimacio inverso, y un fragmento de la parte central del fuste, con el campo epigráfico. El texto conservado se dispone en seis líneas de las que solo conservamos la parte central. No obstante, el contenido parece idéntico al del primer altar descrito, cuyo texto ha servido para su restitución. El culto a Juno tuvo especial predicamento en época severa, en una vertiente específica presente en los dos textos comentados: la equiparación de Iulia Domna, esposa de Septimio Severo, emperatriz reinante y madre del emperador, con la diosa como protectora de los campamentos y la patria e, indirectamente, del emperador Caracalla con Marte, como hijo de Juno. Esta asimilación encajaba perfectamente en el imaginario colectivo de los militares del período.169 Además, Juno es una de las divinidades de la Tríada capitolina y, por tanto, estuvo muy presente en los cultos oficiales de los militares, tanto acompañada por Júpiter y Minerva como en solitario, y asociada, junto con otras divinidades, al emperador y la salud de la casa imperial.170 Vista la forma adoptada por el poder imperial, a través de sus representantes, para que su mensaje calase en el ámbito militar, parece conveniente preguntarse por las motivaciones políticas concretas que dan razón de ser a los dos altares. La necesidad de los severos de conectar con el ejército y

En este sentido, cf. Le Roux, 1982, p. 369 y Diego Santos, IRPL, 1986, pp. 40-41, n. 21 y 1985, pp.835-840. Ambos consideran que la visita del gobernador al campamento, así como las ofrendas que deja, no han de extrañar, habida cuenta del período político y de que se trataba de una costumbre común. También en este sentido, cf. Alföldy, 1969, p. 49, n. 222 y Palao Vicente, 2006, pp. 397-398. 168 Esta última cuestión y las derivadas de ella, como la jurisdicción territorial del legado propretor dedicante, han sido debidamente estudiadas y no constituyen un aspecto central en nuestro estudio. Un comentario-resumen muy desarrollado en Rabanal Alonso y García Martínez, ERPL, 2001, pp. 138-141, n. 73. 169 Moreno Pablos, 2001, p. 127 y Morillo Cerdán, 2008, p. 384. 170 Para una revisión de los lugares de culto a Juno en los campamentos militares, vid. infra apartado 3.3.1.3c. «Dedicatorias colectivas: Minerva Conservatrix y el culto imperial». En el caso de León, otro de los epígrafes de culto imperial consagrado a Minerva quizá lo fuese también a Juno, pero no tenemos seguridad de ello (Cat., n.º 036). 167

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asegurarse su lealtad está plenamente justificada en época de Septimio Severo, de cara al control del ejército en la guerra civil y la posterior represión de los partidarios de Clodio Albino y el control eficaz del Estado en la gestión de las provincias para hacer frente a los gastos ocasionados, en parte, por el apoyo y actuación del ejército en la subida al trono del propio Septimio Severo.171 Ahora bien, en el caso de Caracalla, a quién fueron dedicadas estas inscripciones, parece que su ascenso al poder, a caballo entre los asesinatos y las guerras civiles, la posible condición del noroeste como centro de reclutamiento de militares afines y los recursos económicos de la zona, particularmente la minería, que se buscaba reactivar, podrían ser las motivaciones principales que llevaron al emperador a la creación de una nueva provincia consular que, en todo caso, se ha demostrado que solo fue temporal.172 En relación con las inscripciones, se ha señalado la importancia de que el legatus a su cargo ostentase rango consular e hiciese sus votos precisamente en el campamento de León, cuando quizá habría sido más previsible que lo hubiese hecho en Asturica, capital del conventus y sede del legatus iuridicus per Asturiam et Gallaeciam, tal y como lo atestigua la inscripción de Mamilius Capitolinus (Cat., n.º 005).173 En efecto, estos dos aspectos ponen de manifiesto la importancia que el control del ejército con base en León tuvo para el emperador, y son, en esencia, los motivos que explican la erección de los dos altares comentados. De hecho, se ha llegado a sugerir que Legio se habría convertido en la residencia del nuevo legado propretor y, por tanto, en la nueva sede del funcionariado imperial del período.174 Esta interpretación nos parece aventurada; en cualquier caso, estos dos altares ponen de relieve la fuerte vinculación entre el poder imperial y el militar en un período inestable que provocó una situación administrativa peculiar y temporal bajo el reinado de Caracalla. Por otra parte, también esta coyuntura especial justifica, a nuestro entender, la inclusión de estos monumentos en nuestro catálogo, en la medida en que son reflejo de una relación, si cabe, más estrecha entre el emperador, sus representantes y los miembros de la legión; y forman parte de la actividad religiosa que emana del campamento. Respecto a su posible ubicación original, ambos monumentos, por sus características formales y por el contenido de sus dedicatorias, pertencieron, sin duda, al ámbito de los cultos celebrados intramuros del campamento. Ambos debieron pertencer al conjunto de los principia, probablemente repartidos entre las mismas aedes, el patio interior y otras capillas. Es cierto que el lugar de hallazgo, en el tramo noroccidental de la muralla, dista considerablemente del emplazamiento del área de los principia, pero el tipo de voLe Roux (1982: 369) pone en valor las perspectivas de Septimio Severo y de su heredero Caracalla con respecto al noroeste hispano. En este mismo sentido, Le Roux explica la reunión de los legati iuridicus y legionis en un solo cargo, que atestigua la inscripción de Mamilius Capitolinus en Astorga (Cat., n.º 005). 172 Le Roux (1982: 369-370 insiste en que la división provincial se habría producido a partir del año 214 d. C., incluso en el 215-216 d. C., y que no es sorpredente que se tratase de una escisión de carácter temporal, ni que un emperador receloso de posibles conspiraciones y enfrentado al Senado optara por esta medida. Asimismo, propone varias hipótesis sobre el carácter temporal de la nueva provincia y su sentido apuntando, que, a la luz de la documentación disponible, no se puede emitir una respuesta definitiva. Cf. también Rabanal Alonso y García Martínez, ERPL, 2001, p. 140. 173 Le Roux, 1982; y Rabanal Alonso y García Martínez, ERPL, 2001, n. 207. 174 Rabanal Alonso y García Martínez, ERPL, 2001, p. 140. 171

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tos y sus dedicante no deja lugar a dudas sobre la situación original de dos altares que, por sus dimensiones, debieron de estar expuestos en un espacio exterior de los principia, quizá en el patio interior. 3.3.1.3b. Dedicatorias colectivas: el culto imperial al actarius legionis y la turma equitum legionis VII Geminae En un momento poco anterior al propuesto para los altares de Cereal, se fecha el otro testimonio de culto imperial asociado a Caracalla en el campamento de León (Cat., n.º 035). Se trata de un pedestal175 de mármol blanco del que tan solo conservamos el cubo, aunque en buenas condiciones. El texto se conserva íntegro y se distribuye en veintiuna líneas, dieciséis en el campo epigráfico de la parte frontal y cuatro en el lateral derecho. El epígrafe presenta una dedicatoria al emperador Caracalla, con su titulatura completa, a cargo de un dedicante, esta vez colectivo, los equites de la turma de caballería de la legio VII Gemina. Las cuatro líneas del lateral presentan la fecha de erección del monumento, el 27 de septiembre del año 216, según la datación consular. La mayoría de la investigación lo ha interpretado como un testimonio colectivo de culto imperial; un pedestal destinado, probablemente, para sostener una imagen del emperador. Pese a ello, conviene señalar que Perea Yébenes ha reestudiado la inscripción recientemente, poniendo en cuestión algunos aspectos capitales en su interpretación, como la elaboración y clasificación tipológica del soporte, la datación, su procedencia original y, en razón de todo ello, su lectura histórica. Apuntar, además, sus matizaciones respecto a la cronología de la inscripción, aunque las dudas existentes sobre la fecha precisa no modifican sustancialmente el horizonte cronológico, situado a comienzos del reinado de Caracalla176. El tipo de dedicatoria con la titulatura imperial completa, y a cargo de una unidad específica, el voto colectivo y el monumento reflejan, a todas luces, la conmemoración de una fecha concreta en el calendario oficial de festividades del ejército, en la que se honra al emperador como comandante en jefe. Sin embargo, la falta de información en el Feriale Duranum, relativa a los meses de septiembre y octubre, no nos permite determinar qué festividad era esta, aunque sí se puede descartar el natalicio de la legión, documentado en Villalís, así como la celebración del dies Imperii.177 En cualquier caso, la dedicatoria a Caracalla, en el marco del culto imperial, los dedicantes colectivos, la cro-

Ha sido clasificada, asimismo, como estela de cabecera recta en razón de su grosor. Abordamos la problemática del soporte en el apartado correspondiente a los monumentos y su morfología. Vid. infra. 176 Perea Yébenes, 2013, pp. 221-245, a cuyo trabajo sobre este epígrafe nos iremos refiriendo en las cuestiones más importantes. En primer lugar, la cronología del monumento se había inferido en razón de la aclamación imperial y la potestad tribunicia del emperador, y ha generado cierta controversia. Respecto a esta última cuestión, Perea considera que, si bien la XVIII potestad tribunicia de Caracalla coindice bien con el año de los cónsules citados, el 216 d. C., la III aclamación imperial correspondería al año 213 d. C., y la cuarta al año siguiente. Según el citado autor, es probable que los dedicantes hubiesen consignado la última aclamación imperatoria reconocida oficialmente antes de la elaboración del monumento, la III, y no la IIII; Le Roux afirma que habría que leer más bien IIII, en vez de III. Cf. también Le Roux, AE, 2013, p. 886, que recoge las hipótesis de Perea Yébenes. 177 Le Roux, 1982, p. 246, n. 253; y Perea Yébenes, 2013, p. 227. 175

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nología y el tipo de monumentos ponen el pedestal en estrecha relación con el pedestal y la placa localizados en Petavonium, dedicados al propio Caracalla,178 y Treboniano Gallo y Volusiano, respectivamente (Cat., n.os 064 y 065). A juicio de Le Roux, quizá fue la celebración del dies Imperii, o bien el dies natalis Vrbis, el motivo de la conmemoración reflejada en las dedicatorias colectivas del ala II Flavia a los emperadores mencionados; mientras que, como ya hemos apuntado, la festividad del pedestal de León es incierta. Cabe señalar, asimismo, que la formulación específica de los votos de todas estas inscripciones es, en esencia, la misma, con la salvedad de que uno de los ejemplares de Petavonio contiene una doble consagración, numen maiestatique eorum (Cat., n.º 065), y la otra, al igual que el texto leonés, está dedicada únicamente a Caracalla. La fórmula devoti/a numini maiestatique eius/eorum está indefectiblemente vinculada al culto imperial y aparece con mayor frecuencia a lo largo del siglo iii d. C.179 Dicha fórmula constituye, en el ámbito militar, tal y como vemos en los casos mencionados, una de las formas predilectas con la que los soldados rendían culto al emperador. Dicho esto, y al margen ahora de la interpretación específica del soporte y su localización,180 hay un último elemento en el texto que está relacionado con el carácter colectivo de la dedicatoria y resulta clave en la lectura del monumento, la presencia manifiesta de un actarius181 entre los dedicantes: equites ˚ in his ˚ actarius / leg(ionis) ˚ VII ˚ Gem(inae). ¿Por qué en este texto el actarius ocupa una posición preferencial? Domaszwesky ya aludió a esta característica con especial interés, considerando que resultaba natural que ostentase un lugar especial en la dedicatoria de una unidad de caballería, ya que se trataba, según él, de antiguos equites que eran ascendidos al rango de actarii dentro de los principales.182 Por su parte, Le Roux justificaba su presencia por ser el encargado de los acta del tabularium, una suerte de intendente que pone de manifiesto la especificidad de los equites legionarios respecto a la organización de la unidad.183

Que tendría, presumiblemente, un pedestal gemelo dedicado a su padre Septimio Severo. Vid. infra apartado 3.5.6.5: «El culto imperial. Testimonios, soportes y espacios». 179 Le Roux, 1982, p. 280. Para la legio VII Gemina específicamente, cf. Palao Vicente, 2006, pp. 393-398. 180 Perea Yébenes, 2013, pp. 228-233, con argumentación completa. Estas dos cuestiones atañen directamente a la morfología del soporte y a su contexto original. 181 El actarius de una legión se encargaba principalmente de dejar constancia, por escrito, de un acto oficial y público, cualquiera que fuese la naturaleza específica de este. Evidentemente, sus funciones no eran exclusivas del ámbito militar, sino que los encontramos con frecuencia en la administración civil. No obstante, es en la epigrafía de contenido militar en la que aparece esta figura con mayor frecuencia. Se trataba de un miles principalis y, además, de un inmunis, por lo que estaba exento del servicio de armas. Estos rangos estaban, por lo general, al frente de las officinae de los legados propretores y legionarios, también están atestiguados, junto con los cornicularii, en los praetoria de los officia provinciales y los campamentos auxiliares y de los numeri; cabe señalar también su presencia en las cohortes de equites singulares Augusti, así como en las de vigiles. Las funciones específicas de los actarii no han sido, por otra parte, bien definidas al margen de la bien conocida tarea de escribas oficiales. Cf. Haensch, 2000, pp. 259-276 y Perea Yébenes, 2013, pp. 235-238, para más información sobre el papel de los miembros del tabularium de la legión o el del legado propretor en la administración; concretamente, los cornicularii, actarii y commentarienses, en la certificación de actos y documentos oficiales en representación de la autoridad. 182 Domaszswesky, 1967, p. 39. 183 Le Roux, 1982, p. 246, n. 253. 178

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A juicio de Perea Yébenes, la presencia de un actarius en un lugar preferente entre soldados jinetes en servicio militar activo —entendido como servicio de armas— solo halla explicación en la existencia de un collegium militare de equites legionis, en el que tendrían cabida los rangos de especialistas, concretamente el mencionado, que sería a la vez actarius legionis del tabularium del legado legionario, inmediatamente por debajo del cornicularius, y actarius del propio collegium.184 En relación con la actividad votiva de los actarii en los campamentos del período altoimperial, es preciso señalar, sobre todo, la presencia frecuente de Minerva en sus votos y la iniciativa predominantemente individual consignada en los textos de los monumentos que elevaron en los campamentos. El texto de León no parece cumplir ninguna de estas dos características específicas, por lo que habremos de rastrear otros horizontes posibles. En este sentido, algunos testimonios epigráficos aparecidos en contextos castrenses nos revelan la importante presencia del actarius en la organización y composición normativa de collegia militaría, fechados también a comienzos de época severa, como los de la legio III Augusta en Lambaesis.185 En este último recinto se han documentado las sedes tanto del tabularium legionis como del tabularium principis y de sus propios collegia, gracias a otro epígrafe que demuestra, además, que allí ambos funcionaban paralelamente y tenían su propio actarius; que solo había un cornicularius y un actarius por legión y que estos estaban al cargo de otros principales e immunes subordinados.186 Una tercera inscripción, esta procedente de Italia y debida a la legio II Phartica acantonada en el ager Albanus, justifica la relevancia del actarius en las dedicatorias, en función de la necesidad de levantar acta de una conmemoración oficial y tener constancia jurídica de la erección del monumento en un lugar privilegiado del campamento, el tabularium, ubicado en los propios principia.187 Estas tres inscripciones, por el carácter colectivo de los votos y la presencia de actarii, encajan bien como paralelos para el epígrafe leonés. Perea Yébenes, 1999, p. 533, n. 52.1 (reeditado en 2013) y, más recientemente y con más argumentos, 2013, pp. 233-245, al que iremos refiriéndonos en distintos puntos del texto. 185 La primera inscripción relevante para la interpretació del texto de León en relación con el actarius aparece recogida en CIL VIII, 2560. En ella aparecen todos los miembros del tabularium del campamento, los cornicularii, actarii exacti y librariii: Tabularium legionis cum imaginibus / domus diuinae ex largissimis stipen/ di(i)s et liberalitatibusquae in eos / conferunt fecerunt / L(ucius) Aemilius Cattianus cornicular(ius) et / T(itus) Flauius Surus actarius item librari(i) / et exacti leg(ionis) III Aug(ustae) P(iae) V(indicis) q(uorum) n(omina) subiecta sunt / ob quam sollemnitatem decretum est ut si qui(s) in locum corniculari(i) legionis uel actari(i) missi. 186 CIL VIII, 2555: Tabulari/um princ(ipis) / [c]um imag(inibus) / domus di/vinae r[e]/novatum / ab Ulpio / [A]ntonin[o] / [p]rinc(ipe) et / option[ib(us)] / coh(ortis) prim(ae) / et adiu[t(oribus)] / de suo f[e]/ cerunt / M(arcus) Aureli/us Aureli/anus p(rimi) p(ili) // [Ta]bularium princi[pis cum im]ag(inibus) / d[om] us divinae option[es coh(ortis) pri]mae / de suo feceru[nt] / Q(uintus) [Semp]ronius Felix p(rimi) p(ili) P(ublius) Aeli[us Macrinus] princ(ipis) / L(ucius) [Vale]rius Ianuarius has(tati) C(aius) Iu[lius Longinianus p]r(incipis) pos(terioris) / C(aius) [Ant]onius Silvanus has(tati) pos[t(erioris)] // M(arcus) Aurel(ius) / Terentius / pr(incipis) pr(ioris) C(aius) Ma/nil(ius) Donatus / has(tati) pr(ioris) Q(uintus) Ae/butius Satur/ninus pr(incipis) pos(terioris) / M(arcus) Aurel(ius) Li/cinius has(tati) / pos(terioris) / C(aius) Iul(ius) Satur/ninus C(aius) / Iul(ius) Numi/dius lib(rarii) / princ(ipis). A través de Perea Yébenes, 2013, p. 235. 187 Perea Yébenes, 1999, p. 518, n. 27: [Pro salute?] / Imp(eratoris) Caes(aris) L(uci) Sept(imi) Seuer(i) Pii Pert(inacis) Aug(usti) et Imp(eratoris) Caes(aris) / M(arci) Aurel(i) Ant(onini) Pii Felic(is) Aug(usti) Parth(ici) max(imi) Britann(ici) / max(imi) p(atris) p(atriae) et Iuliae Aug(ustae) matr(is) Aug(usti) n(ostris) et senat(us) et pa/triae et castr(orum) Mineru(ae) Aug(ustae) sacr(ae) Dasimius / Firmin(us) corn(icularius) 184

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Ahora bien, habría que contar con un último horizonte en los campamentos en el que los actarii también gozaron de gran protagonismo, y es el ámbito de los collegia de especialistas. Precisamente, en la presencia de collegia de equites legionum en los campamentos podemos hallar el punto de unión entre el actarius y los equites legionarios, presentes en la inscripción de León. Los equites, tanto legionarios como auxiliares, tenían, al igual que los principales e immunes, el derecho de constituirse en agrupaciones o collegia. En este contexto colegial encajan perfectamente las dedicatorias colectivas, incluidas las de grupos de jinetes, tal y como se atestiguan en los campamentos.188 Igualmente, las dedicatorias colectivas a cargo de jinetes legionarios no auxiliares están ampliamente atestiguadas en otros lugares del campamento, como el campus y las termas, aunque no específicamente asociadas a collegia.189 La documentación epigráfica también señala la presencia de equites legionum en asociaciones militares no formadas por miembros del tabularium (cornicularii, actarii, exacti, librarii o commentarienses), concretamente en dos monumentos, de nuevo, atestiguados en Lambaesis, alusivos a collegia optionum y duplarii, ambos de época severa, como el ejemplo de León.190 El epígrafe del collegium optionum recoge información muy similar al del ya comentado collegium tabulari: dedicatoria a Septimio Severo y Caracalla, alusión específica a la decoración específica de la schola con imagines imperiales, la normativa o ley del colegio y el elenco de sus componentes (todos los optiones), junto con el cornicularius y el actarius de la legión. El otro texto, el del collegium duplarii, consigna: dedicatoria a la domus divina, elenco de miembros, parte de la legislación y, cerrando, la mención del cornicularius y el actarius, los mismos que aparecen rubricando la primera inscripción. Tal y como señala Perea, los dos actarii documentados en las inscripciones colectivas, ejercieron un papel fundamental como «fedatarios» de los colegios militares de la legio III Augusta en Lambaesis, que, además, explica a la perfección el papel que el propio

leg(ionis) et Aurel(ius) Victorin(us) actar(ius) / cum imm(unibus) libr(ariis) et exactis uot(um) m(erito) f(ecerunt). A esta zona, solo los suboficiales y principales podían entrar, y allí se hallaban las sedes de sus collegia. Al respecto, cf. Schmidt, 2013a, p. 201 y Perea Yébenes, 2013, p. 241. No obstante, si bien es cierto que los actarii, por la propia naturaleza de sus funciones, representaban a las autoridades competentes y levantaban acta de celebraciones y dedicatorias colectivas, lo que cuadra bien con el texto de León, las iniciativas votivas de estos documentadas en los campamentos pueden ser interpretadas mayoritariamente, y exceptuando los dos últimos ejemplos descritos, como acciones individuales o, en todo caso, en representación directa un mando concreto. Perea Yébenes, 2013, p. 197. 188 En los castra legionis XII Primigeniae P. F., en Mogontiacum (Germania Superior), apareció reutilizada una placa para pedestal, con dedicatoria colectiva de los equites de la turma de dicha unidad; CIL XIII, 6669 = Schmidt, 2013a, p. 133: Bonum Eventum / eeqq(uitum) leg(ionis) XXII Pr(imigeniae) P(iae) F(idelis) / Albanius Agricola / et Macrinius Iuli/[a]nus qq(uaestores) cives Sumelo(cennenses) / [Po] mpeiano et Paeligniano / co(n)s(ulibus). Schmidt, 2013a, p. 199, n. 126, con remisión al catálogo. A decir de Schmidt, el monumento habría de ser atribuido a la schola del collegium de jinetes en dicho campamento, opinión que compartimos. 189 Schmidt, p. 199, con ejemplos concretos en nn. 127, 129 y 130. En este sentido, la supuesta aparición del pedestal de los equites de León en Ruiforco de Torío, llevó a Le Roux, como hemos señalado, a asociar la inscripción con un posible campus de maniobras de los jinetes en esta localidad. 190 Perea Yébenes (2013: 237-238) fue quien rastreó y empleó los epígrafes como paralelos directos para la pieza de León; con análisis detallado de las inscripciones y explicación pormenorizada.

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actarius de León habría tenido en el collegium de los equites legionis VII Geminae en la misma época, comienzos de la dinastía Severa.191 Estas dos inscripciones proporcionan, a todas luces, el contexto más plausible para nuestra inscripción, y en tal dirección nos parecen convincentes los argumentos de Perea Yébenes, que aportan una gran cantidad de información y otros paralelos que encajan bien con la dedicatoria de León.192 El actarius del pedestal leonés estaría actuando precisamente como delegado jurídico del legado propretor de Tarraco, ausente en ese momento. Así lo justifican la financiación y erección de un monumento que rinde culto al emperador y las más que probable presencia de un collegium de equites, que requeriría como institución la presencia de la autoridad oficial o su representante. Al mismo tiempo, este personaje actuaría como como representante legal del collegium en el que se habría integrado, a la vez que ejercía como actarius legionis. Todo ello encaja bien con el marco más amplio proporcionado por Perea en sus conclusiones generales, la proliferación del fenómeno colegial en el ejército de época severa y la vinculación exclusiva de las sedes colegiales con los centros desde los que los legados propretores y los legionarios ejercían el control de las provincias, es decir, la capital y los campamentos legionarios. En el caso de Hispania, estos dos centros solo podían ser, en el período que nos ocupa ahora, Legio y Tarraco, como demuestra, además, la documentación epigráfica alusiva a los collegia militaria que se concentra exclusivamente en estos dos lugares. El pedestal de la turma de caballería es quizá la pieza mejor conservada de todo el conjunto votivo, aunque no está exenta de ciertos problemas relativos al tipo y funcionalidad del soporte que son dignos de tratar. Respecto a los rasgos formales básicos, estamos ante un monumento de mármol color ámbar de forma paralepipédica de 122 × 62,5 × 21 cm, con campo epigráfico delimitado por doble moldura en forma de cyma reversa, cuidadosamente elaborada, pero no rebajado. El texto, de dieciséis líneas, se distribuye entre la cara frontal, que ha sido perfectamente alisada, y uno de sus laterales, pero la ejecución del texto frontal y el lateral no es uniforme, ni de la misma calidad. En la cara frontal las letras son capitales cuadradas de 5 cm de altura, talladas a bisel y de gran calidad, y la paginación está perfectamente planificada y ejecutada. La cara lateral derecha incorpora un texto de cinco líneas con la datación consular del epígrafe. Las letras son, igualmente, capitales cuadradas, pero los trazos son marcadamente más irregulares, al igual que los remates e interpunciones; además, se perciben errores en la ordinatio, como una ligera tendencia ascendente y la irregular longitud de las líneas. Tal y como ha señalado Perea Yébenes, existen, además, claras equivocaciones por parte del lapicida en las líneas tres y cinco, respecto a los nombres de los cónsules. Todo ello le ha llevado a suponer que el texto frontal y el lateral están tallados por manos distintas, que el lateral sería levemente posterior y que la mano que lo ejecutó era, claramente, menos hábil que la que inscribió el texto frontal, opiniones todas que compartimos tras haber examinado la pieza.193 Sin embargo, el problema principal respecto al soporte de este epígrafe viene determinado por sus dimensiones, concretamente de la relación entre su forma y su grosor. La 191 192 193

Perea Yébenes, 2013, p. 238. Perea Yébenes, 2013 (en general) y pp. 240-241, con resumen de los argumentos centrales. Ibidem, p. 222.

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pieza remata recta, como lo haría un cubo de pedestal bi- o tripartito que ha perdido el coronamiento; pero apenas cuenta con 21 cm de grosor, lo que es, sin duda, muy poco para clasificarlo de entrada como un monumento de estas características. Algunos autores la han considerado como una «estela», en cuyo caso correspondería a un modelo de cabecera recta, como otra de León correspondiente al armorum custos Lucretius Proculus (Cat., n.º 011); otros han considerado que se trataría de un gran altar y la mayoría no se ha detenido a clasificar detenidamente el soporte. Finalmente, otro grupo de autores, entre los que figura Hübner, ya señalaron que la pieza era un pedestal.194 A nuestro juicio, la opción de la estela queda automáticamente descartada, habida cuenta la naturaleza y el contenido del texto. No parece que la parte superior haya perdido superficie original a juzgar por el aspecto actual. Si se hubiese tratado de un ara, aspecto que el texto tampoco parece justificar, quedaría alguna señal de coronamiento o de basamento de los que no vemos rastro alguno. Quedaría, por tanto, la opción del pedestal, que es la que mejor se adecúa a las características morfológicas, como la forma del cubo (paralepipédica), el tipo de moldura de la cartela y la disposición del texto en la misma, entre otras. Ahora bien, es cierto que, si bien la altura y la anchura no son un gran problema para identificarlo como base, sí lo es el grosor, apenas 21 cm, muy escaso para alojar una estatua de mediano o gran tamaño. Perea Yébenes señala que en los pedestales situados en las sedes de los collegia militares, cuando portaban una imagen divina, no era normalmente la del emperador, sino la del genius que actuaba como protector de la institución. En base a este razonamiento, reflejado en los casos paradigmáticos de pedestales con imagen del genius de Carnuntum y Niederbieber, este autor considera que podría salvarse el problema del grosor del monumento legionense.195 Desde el punto de vista formal, coincidimos con él en que la forma paralepipédica del soporte favorecería que fuese apoyado contra la pared; quizá su escaso grosor y esta última característica respondiesen precisamente a un diseño preconcebido para ello. Un impedimento para esta interpretación podría ser la superficie irregular de la parte superior de la pieza, que desde luego no ha sido recortada, y la ausencia de trazas para la sujeción de la estatua. No obstante, es cierto que los pedestales para pequeñas figuras, como las de los genii, no precisaban normalmente de anclajes. Así pues, el pedestal legionense, tanto por el tipo de voto emitido como por sus rasgos formales, bien pudo ser una base concebida para sostener una pequeña estatua del Genius collegii de los jinetes legionarios de la VII Gemina. Cabría objetar, no obstante, que las bases atestiguadas para los genii de Nierbieber y Carnuntum y parte de los paralelos empleados son de morfología y dimensiones muy diversas, al igual que ocurre con otras esculturas de los genii en las scholae, de otras partes del recinto de Lambaesis, y la del pedestal paralepipédico moldurado, que no es necesariamente la forma más común. Además, el paralelo directo que toma el genius de Carnuntum está apoyado

194 De Castro (f. 53), que la descrubrió, la llama genéricamente «tabla de mármol»; Hübner (CIL, 2663) la considera un pedestal basis magna; Fernández Aller (1978: 45-46, n. 19) la define como «gran ara de mármol»; Rabanal Alonso (1982: 58-60, n. 16 y 1988, 147-148, n. 1) genéricamente como «lápida», de igual modo que García Martínez (ERPL, 2001: 141-143, n. 75); y Le Roux (1982: n. 253), implícitamente, como un pedestal. Otros autores, como Diego Santos (1986, IRPL), no vierten análisis alguno del soporte. Perea Yébenes (2013: 221-245) realizó el estudio más completo del soporte. 195 Perea Yébenes, 2013, pp. 228-229.

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sobre un pedestal o base fabricado de una pieza, con coronamiento sobre el que apoya la estatua. En el caso legionense, de tratarse de un pedestal, este tendría que haber sido tripartito, con el coronamiento y la base independientes, que habrían sido recortados al reutilizar la pieza, pues no queda vestigio alguno de ningún arranque en el cubo. Por otra parte, las similitudes, tanto puramente epigráficas como morfológicas, que señala el autor mencionado entre una y otra inscripción nos parecen convincentes;196 pensamos, incluso, que el sistema de sujeción de una eventual estatua podría haber sido muy similar a la propuesta, con un plinto en la parte inferior y sin necesidad de sujeciones. En estas condiciones, parece probable que fuese un pedestal para estatua, pero, de serlo, tendría que haber sido colocada junto a una pared, probablemente en un lugar cubierto. En lo concerniente al contexto espacial, la pieza fue localizada, según testimonio de G. de Castro, reutilizada en la iglesia de San Julián de la localidad de Ruiforco de Torío, desde donde se dice que fue trasladada a León en el año 1564 y empotrada en los muros de la Colegiata de San Isidoro. Le Roux, que consideró Ruiforco de Torío como lugar original del hallazgo, pensó que la inscripción podría ser testimonio de la existencia de un campus de maniobras, o quizá un santuario, para los jinetes de la turma equitum legionis VII en algún lugar del valle del río Torío.197 Recientemente, Perea Yébenes la ha considerado como «piedra errante», es decir, que habría pertenecido originalmente al campamento, de donde fue llevada a Ruiforco y devuelta a León en época renacentista.198 Para la contextualización del epígrafe, pensamos que esta segunda opción encaja mucho mejor con la dedicatoria de culto imperial y la iniciativa colectiva los comitentes, llevada a cabo, probablemente, en el marco de un collegium de equites. Además, tal y como señala Perea, los campi de adiestramiento de la caballería solían situarse cercanos a los propios campamentos, como lo atestigua, por ejemplo, el altar consagrado a Mars Campester por los equites singulares de la guarnición al mando del campidoctor T. Aurelius Decimus.199 Teniendo en cuenta la interpretación que hemos decidido asignar al pedestal como probable estatua de un genius de la caballería de los septimani, y de la presencia destacada del actarius en la dedicatoria colectiva, creemos que hubo de estar colocado originalmente dentro de los muros del campamento. Tal es la hipótesis de ubicación de Perea Yébenes, apoyada por paralelos fechados durante el reinado de Caracalla y que opta por situar la pieza en los principia, concretamente una schola aneja a la aedes signorum, que sería la sede del collegium de los jinetes de la legio VII.200 La reubicación de los espacios sacros de los campamentos en época severa nos permite establecer paralelos fiables para la contextualización del monumento legionense; así parece acreditarlo el caso de Lambaesis, dónde sí conocemos la schola equitum, junto con un gran monumento de culto imperial dedicado a Alejandro Severo. Ibidem, p. 229. Especialmente aquellas alusivas a la estructura de los textos y al hecho de que la condición de equites dedicantes no implica, en ningún caso, que la estatua tenga que ser ecuestre 197 Le Roux, 1982, p. 246, n. 253. 198 Perea Yébenes, 2013, p. 232. 199 CIL II, 4083. Coincidimos, además, con los argumentos de Perea Yébenes (2013: 231), cuando afirma que no hay vestigios arqueológicos que permitan documentar un campus, o bien un santuario, en Ruiforco, edificios ambos que habrían sido levantados, al menos en parte, en piedra. Por otra parte, la divinidad adecuada para los equites en estos contextos parece Mars Campester, atestiguada no solo en Tarraco, sino en otros ámbitos del Imperio con presencia de cuerpos de jinetes. 200 Perea Yébenes, 2013, pp. 231-232 y 241. 196

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3.3.1.3c. Dedicatorias colectivas: Minerva Conservatrix y el culto imperial Contemporáneo a los altares del legado propretor Iulius Cerealis, es otro dedicado a Minerva y al emperador Alejandro Severo, el 10 de Junio del año 227 d. C. (Cat., n.º 036). Se trata de un ara de mármol oscuro fragmentada en dos piezas y muy mal conservada. El primer fragmento conserva cuatro líneas de texto, todas ellas incompletas y la última apenas visible. El otro corresponde a parte de la zona central e inferior derecha del campo epigráfico, y la primera línea de texto parece la misma que la l. 4 del primer fragmento.201 La parte del texto conservada alude claramente a la diosa Minerva, denominada patriae conservatrix, a lo que le sigue parte de la titulatura de un emperador que podemos reconstruir gracias a la datación consular conservada en el lateral de la pieza más grande. El resto del texto es extraordinariamente confuso, parece claro que sigue tratándose de la parte de los dedicatarios y que hemos perdido por completo al o a los dedicantes. Al margen de esto, la dedicatoria de las ll. 2, 3, 4 y 5 ha sido interpretada por diversos autores202 en el mismo sentido que la otra inscripción de León fechada en el reinado de Alejandro Severo (Cat., n.º 029) y dedicada a este emperador y a su madre por un primipilo de la legio VII.203 Por ello, estos autores habían propuesto restituir [Iunoni Victrici] junto a la consagración a la propia Minerva. A pesar de que esta hipótesis de lectura podría cuadrar con la evidencia disponible en León, sobre todo en lo que concierne al epíteto de la divinidad, el culto a Minerva en los campamentos parece señalar en otra dirección. Existía un fuerte vínculo entre Minerva y los soldados immunes y principales que le rendían culto en los entornos de los officia y los tabularia castrenses. Sin embargo, no fueron estos los únicos dedicantes y entornos relacionados con ella en los campamentos. Minerva estaba presente en los armamentaria debido a su carácter guerrero, a pesar de que, en ocasiones, aparece asociada a Marte; Schmidt señala que las atribuciones de la diosa en estos entornos tendrían que ver, más bien, con un posible patronazgo de los artesanos y de la manufactura de objetos, lo que propiciaría, asimismo, su presencia en las schloae.204 La diosa suele aparecer también venerada en el praetorium, quizá como consejera, y en compañía de otras deidades.205 Sin embargo, no la encontramos asociada a Juno sin la presencia de Júpiter, como miembros de la Tríada capitolina. Por ello, consideramos que la restitución Iunoni Victrici, seguida por otros autores, es cuando menos

En total se conserva parte de siete líneas de texto, de las que las ll. 2 y 5 se han perdido por completo, fruto aparentemente de la erosión. La mala conservación del soporte dificulta sobremanera la lectura y correcta interpretación del texto, lo que ha generado una considerable cantidad de variantes al respecto. Remitimos al catálogo para cuestiones de detalle, aunque no podemos dejar de señalar las más relevante. Cf. Cat., n.º 036: variantes de lectura y comentario. 202 Sagredo San Eustaquio y Jiménez Furundarena, 1996, p. 309, n. 1; y Rabanal Alonso y García Martínez, ERPL, 2001, pp. 144-145, n. 76. En la misma línea, Andrés Hurtado, 2005, p. 469, n. 54. 203 Patriae Conserv[atrici pro sal(ute) Iul(iae) Mamaeae (?)I]matrii/ [i]mp(eratoris) ˚ Caes(aris) ˚ M(arci) ˚ Au[rel(ii)]/ [S]everi [Alexandri] P(iae)] Fe(liciae)/ A[ug(ustae) et matris senat]us et cast-/[rorum et patriae---s]acrum. 204 Schimidt, 2013a, p. 152, nn. 34 y 35, con ejemplos concretos. 205 Como Hercules, las matres campestres, Victoria, Epona y el propio Marte, y en las dependencias de los centuriones, junto con Fortuna y Victoria, de nuevo Marte. 201

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dudosa, en la medida en que no se ve apoyada por paralelos en contextos castrenses.206 Preferimos la lectura y reconstrucción debidas a Le Roux,207 que se limita a una dedicatoria a Minerva, diosa tutelar de la patria, unida al emperador Alejandro Severo. La pérdida de la parte inferior del monumento impide clasificarlo con certeza como voto colectivo o individual. No obstante, Le Roux vincula la inscripción al medio militar principalmente por la fecha de erección del altar, que coincide con el aniversario de la legio VII Gemina y la incluye dentro de los testimonios de culto imperial protagonizado por un colectivo de militares, bien la legión al completo, bien un grupo de soldados u oficiales específicos.208 Si consideramos el conjunto de dedicatorias de culto imperial documentadas en León y sus alrededores, de un total de dieciséis inscripciones vinculadas a los septimani y el culto imperial contamos con diez ejemplares dedicados por vexillationes a Júpiter y al emperador, con motivo del natalicio de la legión o sus unidades auxiliares, todas ellas de época antonina,209 y del propio campamento proceden seis testimonios más, todos ellos de época severa, entre los que se incluye la presente pieza.210 De este último grupo, tan solo dos (Cat., n.os 029 y 038) se deben específicamente a dedicantes individuales y otros dos al gobernador Iulius Cerealis, ya comentados. Por otra parte, las fórmulas votivas son ciertamente uniformes, tanto en los monumentos consagrados a Caracalla, como aquellos a Alejandro Severo y las respectivas familias imperiales. La presencia de los términos ---] matr [e]t Castr[rorum---?] en las ll. 6 y 7 del texto del altar a Minerva apuntan a una estructura de texto muy similar a las ya mencionadas. Además, el contexto general de la religión oficial del campamento de León y sus aledaños, protagonizada mayoritariamente bien por grupos escindidos de la legión (vexillationes o los equites turmae legionis) bien por mandos, como hemos visto, en representación de toda la unidad, nos llevan a pensar en considerar esta inscripción en términos de dedicatoria colectiva. Esta consideración se vería reforzada por el propio contexto histórico general en el que se integra la documentación del período severo ya comentada. Por todo ello, pensamos que la interpretación del texto y del sentido del monumento de Le Roux sigue siendo la más acertada. En cuanto a la contextualización de esta pieza, ya hemos comentado más arriba que una gran parte de las dedicaciones atestiguadas a Minerva, procedentes de los campamentos, se concentran en los officia y los tabularia, y son tanto colectivas como individuales, aunque predominan estas últimas. Asimismo, como una de las deidades tutelares del panteón romano y parte de la Triada capitolina, la diosa aparece en otros ámbitos como las scholae de los collegia y, con menos frecuencia, en los armamentaria y en los anfiteatros. En todos los lugares mencionados fue venerada, además, junto a una amplia variedad de dioses. La dedicatoria de León, aunque muy fragmentaria, parece haber

Morillo Cerdán (2008) considera esta restitución como probable. Le Roux, 1982, p. 247, n. 254 y Cat., n.º 036, variantes de lectura y comentario. 208 Le Roux, 1982, p. 247, n. 254. En la misma línea interpretativa, Palao Vicente, 2006, p. 394. No así García y Bellido (1970c: 324), que transcribe el texto de forma incompleta. 209 Nos referimos a los conjuntos votivos: Villalís, con ocho ejemplares, cf. Cat., n.os 041-048; y Luyego de Somoza con dos; cf. Cat., n.os 043 y 050. No entendemos, en este caso, por qué Palao Vicente (2006: 393) contabiliza doce testimonios totales de culto imperial y tan solo ocho de los conjuntos mencionados. 210 Cat., n.os 029, 031, 032, 035, 036 y 038. Para la clasificación de estos monumentos, vid. supra. 206 207

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estado asociada al culto del emperador y de la domus divina, tal como marcan la estructura del voto y el epíteto Conservatrix; pensamos, además, que probablemente fue una dedicatoria de carácter colectivo. A la vista de lo ya expuesto, podría tratarse de un testimonio establecido por los milites principales de servicio en el tabularium o en el officium, cuyas dependencias no estarían lejos de los principia y el pretorio; allí pudo situarse la inscripción tal y como hemos podido comprobar por paralelos como los ya mencionados en Lambaesis. Otra opción plausible son, de nuevo, las instalaciones de los principia, aunque la distribución de votos a Minerva en los campamentos nos hace pensar más en la primera hipótesis. 3.3.1.4. Los cultos con dedicante individual: los primipilos de la VII Gemina Contamos en el elenco con dos monumentos de culto que no corrieron a cargo de mandos ni de colectivos: la dedicatoria al emperador y su madre a cargo de un primipilo y corniculario pretoriano desconocido (Cat., n.º 029) y un voto pro salute de Minucius Priscus, también primipilo de la legio VII Gemina (Cat., n.º 038). El primero de ellos es una inscripción perdida de la que desconocemos los rasgos del monumento. Debemos la transmisión del texto a De Castro, que vió la inscripción y copio su texto en 1548.211 El lugar de hallazgo de la pieza ha sido objeto de discusión; por nuestra parte, seguimos las indicaciones del propio De Castro, que afirma que fue hallada «fuera de la ciudad, en la Ermita de San Esteban».212 Respecto al texto, la copia recoge con especial cuidado las partes conservadas y la ordinatio de las líneas, lo que permite intuir con relativa facilidad qué partes del monumento faltaban cuando la vio el copista. La restitución de ciertas partes del texto resulta controvertida, aunque aquellas conservadas han llevado a un cierto consenso en la lectura y restitución general de Hübner en CIL II, 2664.213 Cabe destacar, respecto a la dedicatoria, que los elementos presentes permiten restituir un voto dirigido al emperador Alejandro Severo y su madre Julia Mammea, [Iuliae Mammeae Aug(ustae) matri Aug(usti)] ˚/ n(ostri) ˚ et castrorum/ [senatus] ac patriae [---], por parte de un dedicante cuyo nombre hemos perdido,214 pero que consigna su cursus militar antes de la datación consular que cierra el epígrafe, lo que nos permite fecharlo en el año 234 d. C. La restitución [p(rimus) ˚ p(ilus)] leg(ionis) resulta perfectamente lógica en lo tocante al último cargo del dedicante anónimo, puesto que, en la siguiente línea de texto conservado, se presenta como cornicularius praefectorum praetorii, cargo desde el que posteriormente solo pudo pasar al primipilado de la De Castro, f. 51; Fita, 1862, p. 460; y Cat., n.º 029, con bibliografía, contexto de hallazgo y comentario. Cabe apuntar que De Castro se ha mostrado como un copista y autor muy fiable en lo que a transmisión de textos epigráficos se refiere. Prueba de ello es la divulgación de este y otros textos leoneses (Cat., n.º 030), ambos de interpretación muy problemática, en las versiones manuscritas posteriores y en el estudio del propio Hübner para CIL II. 212 De Castro, f. 51; y Cat., n.º 029, especialmente las informaciones debidas a Grutero y Contador de Argote, que situaban el hallazgo en Chaves, aunque parece que erróneamente. 213 Cat., n.º 029: texto y variantes de lectura para una exposición detallada de los problemas de transmisión y lectura del texto. 214 Hübner (CIL II, 2664) restituyó [M. Titus. M. f] Sabatina [Rufus mil(es)], lectura que ha sido convenientemente desetimada por la investigación oficial. 211

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VII Gemina.215 Otro punto significativo, es la restitución de los cognomina de la legión, VII G(eminae)˚ Sever(ianae) [Alexandr(ianae)] p(iae) ˚ f(elicis), que responde bien al proceso de adición de apellidos imperiales a las legiones a lo largo del siglo iii d. C., en este caso, la presencia del apelativo Severiana ya indujo a Hübner a restituir Alexandriana, presente tanto en época de Septimio Severo como del propio Alejandro Severo.216 Texto epigráfico:217 [Iuliae Mammeae Aug(ustae) matri Aug(usti)] ˚ n(ostri) ˚ et castrorum/[senatus] ac patriae [---]/[---] f(ilius) ˚ Sabatina/[p(rimus) ˚ p(ilus)] leg(ionis) ˚ VII G(eminae) ˚Sever(ianae)/[Alexandr(ianae)] p(iae) ˚f(elicis) ˚ ex corni[culario/praef(ectorum) pr] aet(orio) em(inentissimorum) v(irorum)/[Maximo II et] Vrbano co(n)s(ulibus).

La condición de primipilo, y antes de corniculario, de los pretorianos del dedicante, que nos obliga a pensar en su servicio previo como centurión, indican una larga trayectoria militar bajo el reinado de los severos. Asimismo, su pertenencia a la tribu Sabatina parece apuntar, además a su procedencia itálica.218 Palao Vicente hace notar que la tribu por sí sola constituye escasa base para convertir en itálico al dedicante, pero señala también, acertadamente, que la promoción desde corniculario de los prefectos pretorianos a primipilo podría verse justificada precisamente por su orígenes itálicos.219 Todo ello sugiere que el primipilo fue un soldado fuertemente vinculado a la dinastía severa, bajo la cual prosperó en su carrera militar, lo que lo convertiría en el medio ideal para la transmisión del mensaje de unidad entre el ejército y la familia imperial. Creemos que el monumento ha de interpretarse en este sentido, sin descartar, claro está, una manifestación personal de fidelidad o lealtad. A nuestro juicio, el rango resulta idóneo como vehículo de transmisión del culto imperial a una escala inferior a la de los mandos, más cercana a la tropa. La segunda pieza (Cat., n.º 038) es un pequeño altar de piedra caliza hallada en un desescombro del casco urbano de León, sin que tengamos más noticias de las circunstancias ni el lugar preciso. La parte conservada, legible sin dificultad, consigna un voto pro salute a un dedicatario perdido, probablemente una divinidad, quizá al emperador, por parte de Minucius Priscus, primipilo de la legio VII Gemina, a través de un actor que erigió el monumento. La inscripción fue estudiada con detenimiento y en profundiad por P. Le Roux, sobre todo en lo relativo al término actor y su función como esclavo asistente de los primpilos en época severa.220 Este estableció su datación entre los años 197 y

Lo que ya habían apuntado Domaszswesky (1967: 200) y Dobson (1978. 299) corrigiendo la restitución de Hübner (CIL II, 2664), que lo había considerado como miles de la VII Gemina. 216 Le Roux, 1982, p. 283, n. 11. 217 Reproducimos, en este caso, el texto de la inscripción in situ, a pesar de estar ya incluido tanto en la tabla pertinente de este mismo capítulo como en el propio catálogo, para apoyar con más facilidad los extensos argumentos expuestos en torno a su lectura e interpretación. 218 Pflaum, 1970, p. 373 y Le Roux, 1972, 143, n. 79. También Palao Vicente (2006: 200, n. 92), que sigue a Pflaum, como le Roux, situándo al primipilo en el grupo de los itálicos. 219 Palao Vicente, 2006, p. 200, n. 11. 220 Le Roux, 1992a, p. 235, n. 25, fig. 1; AE, 1992, p. 1003 y 1992b, p. 264 y ss.; y Cat., n.º 029, comentario. 215

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211, en el reinado de Septimio Severo, en razón de la ausencia de cognomina imperiales de la legión. A la vista de la morfología del soporte y el espacio que ocuparía la primera línea perdida, la fórmula pro salute podría asociarse, en este caso, a una divinidad más que al emperador. La falta de texto nos impide conocer no solo la identidad de la divinidad, sino también la naturaleza del voto, del que no podemos determinar con certeza su carácter público o privado. Sin embargo, la presencia de un dedicante y un ejecutor del monumento, en el texto, pueden orientarnos sobre estas cuestiones. El epígrafe alude al primipilo Minucius Priscus como responsable del voto, pero menciona también a un actor que levantó el altar (actor posuit). En este sentido, es necesario preguntarse sobre el papel del actor al servicio de los primipilos y sus nuevas responsabilidades en época severa. Le Roux observa que, entre las diversas tareas que el primer centurión de la legión tenía a su cargo, tanto disciplinarias como fiscales y religiosas, estaban las dedicatorias de carácter público que muchas veces realizaban los actores. Apunta, asimismo, que en las funciones en las que el actor asistía al centurión no existía una diferencia clara entre el ámbito público y el privado.221 Todo parece indicar que los cometidos del actor eran entonces dobles, y que trabajaría como intendente o asistente del primipilo a título privado, pero, y esto es lo más interesante para nuestra inscripción, como su representante en algunas de los quehaceres públicos de su amo.222 Volviendo a la inscripción de León, si bien su tamaño, así como la dedicatoria individual, parecen situar el voto en un contexto cultual de carácter privado, convienen no perder de vista que fue precisamente el actor el que ejecutó el monumento y que el comitente era el primero de los centuriones de la legio VII Gemina. A juzgar por algunos paralelos del mismo período existentes en el área renana y danubiana, quizá podría haberse tratado de una dedicatoria a Júpiter o al genius de la legión o de alguna dependencia del campamento —incluso de una dedicatoria combinada—, y, por tanto, de un tipo de culto que, practicado por un primipilo, no fuese estrictamente privado, sino que representase a parte de la unidad.223 Sin embargo, los datos disponibles tan solo nos permiten proponer esto a titulo de mera especulación, sin posibilidad de afirmar nada con certeza. Probablemente, la inscripción perdida, dedicada al emperador y la familia imperial por el primipilo anónimo (Cat., n.º 029), estuviese ubicada originalmente en el conjunto de los principia, en alguna de las dependencias de la aedes, habida cuenta la naturaleza del voto. El monumento de Minucius Priscus (Cat., n.º 038) se muestra imposible de contextualizar. La pérdida de la parte superior con la consagración nos priva de criterios para intentar ubicarlo. Las medidas conservadas apuntan a que se trababa de un altar de proporciones reducidas, y el voto emitido por el actor de Minucius Priscus parece pertenecer más al ámbito privado que al público. La pieza pudo estar colocada en una estancia cubierta, quizá en el pretorio, en las dependencias del dedicante, pero no tenemos ningún dato que apoye tal hipótesis.

Le Roux, 1992a, p. 267. Idem, 1992b, p. 254. 223 A este respecto, cf. IL, 4615, epígrafe dedicado pro salute a Júpier óptimo Máximo y al Genius loci, por parte del primipilo de la legio XXII, Gaius Calpurnius Seppianus, a través de su actor, Trophimus, que también se presenta como canabarius. La estructura del texto es prácticamente idéntica al de León. 221 222

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3.3.1.5. El material votivo de adscripción dudosa Un último conjunto del elenco votigo legionense viene constituido por aquellos testimonios, ya mencionados, de los que no conocemos a los comitentes, o bien estos no se presentan como militares, pero que aparecieron en los mismos contextos que los monumentos de los dos primeros grupos, es decir, reutilizados en diversos tramos de la muralla tetrárquica. El tipo de votos y las localizaciones de los soportes hacen pensar que en su día estos epígrafes fueron levantados, bien dentro de los muros del campamento, bien extramuros, en sus aledaños, y que las personas detrás de los votos mantuvieron una estrecha vinculación con los militares, si es que algunos de ellos no lo fueron. Además, proporcionan, como veremos más adelante, indicios sugerentes para esbozar la hipótesis sobre la posible existencia de diversos espacios sacros en los castra y su entorno.224 El grupo de epígrafes que hemos considerado como «de dudosa adscripción militar», siempre desde el punto de vista de la condición de los dedicantes, está constituido por cinco epígrafes, todos ellos conservados y algunos de ellos descubiertos hace unos pocos años. Se trata de una dedicatoria a Marte Cemenilo (Cat., n.º D40), dos a Mercurio (Cat. n.os D41 y D42), otra al Liber Pater (Cat., n.º D43), y la última a una serie de divinidades de origen oriental: Esculapio, Salus, Isis y Serapis (Cat., n.º D44). Todas ellas, excepto la última, se conservan en muy malas condiciones, estando la mayoría muy fragmentadas y habiendo perdido partes sustanciales del texto. 3.3.1.5a. Un testimonio del culto a Marte El primer epígrafe, un fragmento de altar de piedra caliza que ha perdido su parte superior, porta, como único texto, la consagración: Mart[i]/ Cemeni-/ lo/ sacrum. La pieza fue hallada reutilizada en un área que está fuera de los muros del campamento legionario.225 La ausencia de mención del dedicante y el contexto de hallazgo nos llevan a poner en duda que el monumento pudiese ser levantado por un militar del campamento. Creemos más probable que se tratara de un habitante de la canaba o los vici circundantes, de extracción social probablemente humilde, aunque con los datos disponibles no podemos más que señalar esta posibilidad sin certeza alguna. Tampoco se puede descartar que pudiera tratarse de un militar que no considerase necesario señalar su condición, en la línea de algún otro testimonio recuperado en los campamentos, como el árula consagrada a Némesis por Reburrus en Petavonium (Cat., n.º 071).226 Sin embargo, esta última consigna dedicante fue localizada dentro de los latera praetorii del campamento auxiliar del ala II Flavia. A la luz de los datos disponibles, hemos incluido finalmente este epígrafe dentro de la categoría de «dudosos», por el voto a Marte, el primero documentado en León, por ser esta una divinidad tutelar predilecta entre los militares y en razón del contexto de hallazgo, en los aledaños del recinto castrense.227 Por otra parte, el

Hemos considerado estas inscripciones como dudosas, y por ello les aplicamos una numeración diferente en el catálogo: D40, D41, D42, D43 y D44. 225 Morillo Cerdán, 2008, p. 384, fig. 3, que la dio a conocer; y, posteriormente, AE, 2013, p. 885. 226 Vid. infra el apartado 3.5.6.4: «Reburrus y el culto a Némesis». 227 Morillo Cerdán, 2008, p. 384, que la incluye en el elenco de los testimonios religiosos de la legio VII, pero no parece especificar su juicio acerca de la adscripción militar, o no, de la misma. 224

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epíteto Cemenilus, asociado al dios, sugiere la presencia de la religiosidad indígena en el culto y constituye el marco principal para tratar de interpertar el epígrafe. Veamos, qué coyuntura podría ser la adecuada para una dedicatoria de este tipo, tanto en los entornos castrenses del Imperio como, sobre todo, de sus manifestaciones en la península ibérica, especialmente aquellas pertenecientes a los militares. Considerando el culto a Marte en los campamentos militares del Imperio como primer marco de referencia, los epítetos del dios son, por lo general, muy variados, no se repiten frecuentemente y suelen aportar precisiones relevantes sobre los contextos concretos y el lenguaje de la devoción al dios. Conviene destacar la estrecha vinculación que el emperador Augusto estableció entre la divinidad y su propia figura, aspecto presente en la documentación epigráfica votiva, tanto civil como militar, relativa al culto a Marte. En el ámbito militar, esta vinculación se deja ver particularmente en los monumentos que le fueron consagrados, elevados en las áreas de los principia y en las sedes de los collegia ubicadas en las proximidades de los primeros. Sin embargo, la faceta del dios presente en los recintos castrenses de forma mayoritaria está asociada a sus ya mencionadas atribuciones guerreras.228 En este sentido, contamos con diversas dedicatorias de los oficiales y soldados que agradecen su intermediación en la consecución de objetivos militares; estas consagraciones parecen llevar aparejado el epíteto Victor.229 A los ya comentados, podemos añadir otras denominaciones o epítetos asociados a Marte en los campamentos, que aparecen de manera más aislada, como Conservator, Praestans o Deus.230 La documentación hispana relativa a Marte está bien estudiada y ha sido reunida y analizada en conjunto en trabajos recientes.231 El aspecto más relevante en torno a la devoción de los hispani a Marte parece ser el tipo de lenguaje empleado en los votos, pues esta última cuestión incide directamente en las circunstancias y condiciones concretas en las que se desarrolló la religiosidad reflejada en las dedicatorias. Le Roux señala aproximadamente unas quince denominaciones diferentes, que reflejan una relación rica de los devotos con esta deidad.232 Las denominaciones o epítetos netamente indígenas resultan ser escasos en

Schimidt, 2013a, p. 153. CIL VII, 509 = Schimidt, 2013a, n. C73, Benwell/Condercum (Britannia): Deo M/arti V/ictor(i) / Vind(ex) / v(otum) s(olvit). Cf. también CIL III, 10256 = Schimidt, 2013a, n. C363, Dalj/Teutoburgium (Pannonia Superior), con texto en un pedestal de estatua de Mars Victor; y AE, 1988, p. 984 = Schimidt, 2013a, n. C459, Novae (Mesia Inferior), con dedicatoria a Mars Victor, de la legio I Italica, y a Caracalla, por el primipilo ecuestre M. Valerius Mucacentus Flavianus, ubicado en al patio interior de los principia. Es, asimismo, reseñable la existencia de un templo consagrado a Marte ubicado extramuros en el campamento de Lambaesis, en el que la dedidad aparece calificada como militiae potens, dominador de la fuerza o potencia militar; CIL VIII, 26340 = Schimidt, 2013a, n. C518: Deo / Marti Militiae / Potenti statuam / in honorem leg(ionis) / III Aug(ustae) Valerianae / Gallienae Valerianae / Sattonius Iu/cundus p(rimus) p(ilus) qui / primus leg(ione) reno/vata apu Aqui/lam vitem posu/it votum dedit / dedicante / Veturio Vetu/ riano v(iro) c(larissimo) leg(ato) / Auggg(ustorum) pr(o) pr(aetore). 230 Schimidt, 2013a, p. 154 y nn. 62 y 63, con remisiones al catálogo. 231 Le Roux, 2006, pp. 93-102 y 2014, pp. 327-338. 232 Asímismo, contamos al menos con dos representaciones figuradas del dios acompañadas de texto epigráfico; una procedente de Lusitania, en las que aparece con claridad el Marte guerrero ataviado con coraza anatómica, casco de tipo montefortino, scutum y lanza. Las piezas son de la célebre patera de plata de Carriça (Alvarelhos, Santo Tirso) —Cardim Ribeiro, 2002, p. 428, n. 96— y el altar de Palma (Monforte): IRCP, p. 568. 228 229

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relación con los propiamente romanos, aunque mantienen una propoción significativa de cuatro testimonios sobre los quince totales. Los epítetos documentados son: Mars Tarbucelis, Mars Cariociecus,233 Mars Borus y Mars Tilenus.234 Respecto a la interpretación del lenguaje votivo de las manifestaciones de sustrato indígena, compartimos la opinión de Le Roux, que hace hincapié precisamente en el concepto mencionado: «asociación» frente a la noción de «sincretismo» que, a menudo, se aplica sin planteamiento metodológico para definir las formas de percepción de la religio romana por parte de la población indígena de Hispania.235 Si ponemos en relación este conjunto con el del lenguaje netamente romano, llama la atención la escasez de variantes o denominaciones, su concentración exclusiva en el ámbito del noroeste, junto con otras divinidades con abundante presencia en la epigráfia votiva del territorio mencionado, como Cossus o Bandua.236 A la vista de la documentación local, resulta verdaderamente complejo discernir en qué medida la asociación de divinidades romanas e indígenas altera el contenido religioso de Marte como dios romano con sus atribuciones propias, en otras palabras, qué tipo de dios veneraban y cuales de sus virtudes estaban presentes en los votos. A juicio de Le Roux, quizá una versión «apaciguada» del dios vigilante habría tomado protagonismo, respaldado, además, por el numen local, encarnado en la divinidad que fuese que le confiriera mayor eficacia.237 Por otra parte, el material disponible pone en evidencia que el culto a Marte en Hispania fue predominantemente romano, de cariz urbano, y formaba parte de las manifestaciones religiosas públicas. El contenido y contextualización de los monumentos apuntan claramente en esta dirección. Así, podemos referirnos a la presencia de dedicantes tales como los séviros augustales, los esclavos públicos, los notables de las ciudades, los familiares de los miembros de los ordines decurionales o las propias rei publicae en los monumentos votivos de la Bética, o la esposa de un legado senatorial en Augusta Emerita. Por lo que respecta a la Citerior, la veintena de monumentos documentados nos ponen, igualmente, sobre la misma pista. Desde un punto de vista global, considerando toda Hispania, llaman la atención la escasa proporción de testimonios con contenido indígena frente al culto urbano y romano, así como la discreta presencia de militares entre los dedicantes de los votos al dios. Efectivamente, tan solo contamos con trece testimo-

233 CIL II, 5612, Tuy/Tudae/Hispania Citerior: Marti Cai/riogiego / L(ucius) Hispani/us Fronto / ex voto / sacrum. 234 ERPLeon, 00022 = CasLeon, 00089 = Meseta, 00136 (Quintana del Marco/León): Marti/Tileno. A la vista del soporte, no habría que decartar que representase un scutum romano, oval y de cuerpo plano, como los que aparecen en las representaciones del dios con panoplia mencionadas más arriba. 235 Le Roux, 2014, especialmente pp. 337-338 (anexo), donde se presenta la discusión al respecto en la comunicación oral que da lugar a la publicación del profesor francés. 236 Bandua, concretamente, no estaría ausente de las dedicatorias, si tenemos en cuenta la inscripción CIL II, 215*, considerada falsa por Hübner y a la que prestaremos atención detenida más adelante. 237 CIL II, 336. Asimismo, señala la peculiaridad que supone la sustitución de Iupiter Optimus Maximus por Mars Vltor, como símbolo del Imperio durante las guerras civiles del año 69 d. C., documentada en una inscripción a cargo de un suboficial romano de origen provincial, que podría explicarse desde la mera contemplación de Marte como divinidad guerrera, cuyas intervenciones podrían calificarse de violentas y destructivas. Por otra parte, en la misma categoría de problemas de interpretación, Le Roux incluye los epígrafes dedicados a Mars Augustus antes mencionados. En este sentido, no asimila todos los votos al culto imperial, sino también a una dimensión dinástica y política que aflora en el lenguaje de algunas de estas dedicatorias.

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nios238 de monumentos votivos consagrados a Marte por parte de militares en Hispania, incluyendo esta última tratada, sobre los cerca de noventa comentados que constituyen el elenco completo; es decir, un 10 % de la documentación disponible. Esto resulta soprendente habida cuenta de la prolongada presencia de guarniciones permanentes, tanto en el noroeste como en la capital provincial, Tarraco, y, sobre todo, de la inclusión expresa de celebraciones en honor del dios en el calendario militar romano. Tabla 9. Inscripciones votivas de Hispania consagradas a Marte por militares. Referencia

Voto Marti. votum.solvit. AE, 1894, 11 Añavieja (Soria) libens.merito.

Dedicante Rango/Unidad C. Petronius Missicius/¿leg. Maternus VII Gem? Miles/leg. Marti Sancto aram ex Sulpicius VII Gem. CIL II, 3337 Baeza (Jaén) voto l. a. p. Cilo Antoniniana. P. F. Praepositus et CIL II, 4083 Marti Campestri T. Aurelius Tarragona campidoctor/leg (p. 972) sac(rum) Maximus VII Gem P. F. AE, 1998, Montejo de Marti L. Valerius Miles/leg. VII 768 Tiermes (Soria) v(otum) [s(olvit)] Cotoninus Gem. P. F. MarAE, 1987, Marcellus et Equites/ala I Añavieja (Soria) ti v(otum) s(olverunt) 618a Caius Augusta l(ibentes) m(erito) M. Octavius CIL II, 2835 Arancon (Soria) Aug(usto) Marti(?) Miles/? Paternus CIL II, 2600

Lugar

Desconocido: «In Callecia»

León

CIL II, 2559 La Coruña

No

Cronología 68-final siglo i d. C.

Sanctus

Caracalla (212-217 d. C.)

Campester

183 d. C.

No

Siglo iii d. C.

No

Período julio-claudio

Augustus

No clasificable Final siglo i-principios ii d. C. Siglo i d. C.

Ti. Iunius Quadratus

Praefectus/ala II Pater Flavia H. c. R.

Sulpicius Velinus

Veteranus/ala?

No

Mart[i]/Cemeni/lo/ sacrum

No

No

Cemenilus

Final siglo ii-principios iii d. C.

Marti Aug(usto) s(acrum)

C. Sevius Lupus

Architectus

Augustus

Siglo ii d. C.

Ma[rt]i Patri

HEp, 1997, Espiño, Oimbra Marti [sacrum] p. 526 (Orense) Dudosas o falsas AE, 2013, 885

Epíteto

Santa Comba M. Didius CIL II, 2529 de Bande Marti/[p]ro salut[e] Marinus (Orense) Rairiz de Veiga Deo Vexillor(um)/ CIL II, 215* No (Orense) Martis socio/Banduae

¿?? No

Asociación: No Bandua clasificable

Entre los que al menos dos son de dudosa interpretación y uno pertenece a una inscripción falsa casi con toda probabilidad. Estos últimos los consignamos en la tabla como «dudosos», al igual que la inscripción de León, aunque no solo por su difícil adscripción militar, sino también, en algún caso, por problemas de lectura que nos hacen dudar, o de su autenticidad, o bien de la dedicatoria a Marte. 238

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El resúmen, nos presenta un elenco de votos asociado de manera mayoritaria a los rangos bajos, soldados de infantería, jinetes y veteranos; tan solo dos ejemplos pertenecen al escalafón de suboficiales.239 Respecto al reparto cronológico, gran parte de la documentación se concentra entre fines del siglo ii y comienzos del iii d. C., durante el reinado de los severos, estando bien representados también en el período julio-claudio.240 La distribución geográfica del elenco revela, eso sí, una concentración significativa de testimonios en la región de Soria (Añavieja, Noviales y Arancón), en localidades que no distan entre ellas más de 70 km y correspondientes dos de ellas con importantes núcleos de población en época imperial: Augustobriga y Tiermes.241 Desde un punto de vista más amplio, los otros dos votos a Marte proceden, uno de Arancón, a medio camino entre Numantia y Augustobriga, y el otro de Noviales (muy cerca de Tiermes). Todo el conjunto de la región soriana parece revelar una cierta predilección por el dios entre los militares que pasaron por la zona comprendida entre Tiermes, Uxama, Numantia y Augustobriga, de oeste a este, en un período dilatado de tiempo. Otro ámbito geográfico a señalar es el noroeste hispano, de donde parecen provenir cinco testimonios, aunque todos ellos muy problemáticos, entre ellos la inscripción de León, por su dudosa adscripción militar.242 Respecto al lenguaje de las dedicatorias, cuatro inscripciones, de las ocho atestiguadas con certeza como documentos militares, incorporan epítetos de diversa naturaleza asociados a Marte: Sanctus, Campester, Augustus y Pater. Todos ellos responden a los patrones ya comentados para la epigrafía de los civiles, excepto Campester, que sí muestra un carácter genuinamente militar como protector del campus en el que se adiestraba la guardia montada del gobernador de Tarraco, los equites singulares. Otros tres ejemplos tan solo presentan el nombre del dios y la fórmula votiva, que corresponden con los monumentos procedentes de Soria, dos de ellos, los de Añavieja, muy tempranos. En este sentido, es particularmente significativo el altar de León, que viene a incrementar la escasa nómina de epítetos y asociaciones romanas e indígenas en el contexto del culto a Marte en la península ibérica. Cemenilus es un calificativo hasta ahora desconocido en la epigrafía votiva de Hispania y no contamos con paralelos en el ámbito del imperio, por lo que estaríamos ante un hápax. La denominación podría considerarse de carácter indígena, pero la ausencia de paralelos y la omisión del dedicante nos impiden avanzar más en nuestras conclusiones.

El campidoctor y praepositus —sin duda con el rango de centurión— de Tarragona y el prefecto del ala II Flavia, Ti. Iunius Quadratus, conocido por otros dos votos a Diana hallados en Petavonium. 240 Concretamente cuatro ejemplares se fechan en época severa, mientras que los otros tres testimonios fechables datan del período julio-claudio uno, del reinado de los Flavios otro, y el tercero del siglo ii d. C., sin mas precisiones, de época antonina 241 Desde un punto de vista concreto, la presencia de dos inscripciones dedicadas a Marte, una en el período julio-claudio y otra entre época flavia y fines del siglo i d. C., dedicadas por un eques de una unidad externa a Hispania una, y la otra por un soldado de la VII Gemina, nos llevan a proponer la existencia de un santuario de Marte en el lugar; abordamos esta cuestión con más detalle en el capítulo pertinente. 242 Son especialmente problemáticos los testimonios localizados en la provincia de Orense, de los que hablaremos con detenimiento más adelante, en el apartado dedicado a las inscripciones de la periferia del noroeste. 239

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A la vista de los expuesto, y volviendo al epígrafe de León, se trata de un texto demasiado escueto para permitirnos sacar conclusiones sólidas, pero es posible, al menos, descartar algunas opciones y aventurar propuestas de interpretación. Cabe apuntar, en primer lugar, que el voto puede clasificarse, sin sombra de duda, como producto de una iniciativa religiosa personal, dentro de la esfera de culto privada, tal y como se desprende del tipo de monumento, lo escueto del texto y el lenguaje empleado. Teniendo esto en cuenta, la inscripción no parece encajar bien con el marco general de la actividad religiosa documentada en el conjunto votivo del campamento de León. Tal y como hemos visto, la epigrafía votiva de los militares del campamento está protagonizada, bien por mandos, bien por colectivos, y corresponde en su totalidad con cultos, públicos y oficiales, o bien públicos pero individuales, respecto al dedicante y «semiprivados» por la naturaleza de las divinidades honradas. A ello habría que añadir la ausencia del dedicante y su condición y el hallazgo de la pieza, extramuros, a unos 200 m al sur del lienzo meridional del vallum campamental; aunque es cierto que apareció reutilizada y bien podría pertencer al entorno de la muralla o a un santuario de la periferia del recinto. Por otra parte, los cultos de los militares de León nos muestran mayoritariamente deidades romanas, salvo en el caso de las ninfas, que podrían ser reflejo de una asociación o asimilación de ciertos conceptos también presentes en el panteón indígena. Esta tendencia tiene su correlato en el tipo de culto a Marte que se propagó por Hispania, incluyendo la Citerior y el área del noroeste. Por lo que respecta a los testimonios conservados de militares en el resto de Hispania, no hallamos ninguna asociación de Marte con divinidades indígenas ni siquiera en el noroeste, y todos los dedicantes acreditan su condición en los epígrafes conservados, que pertencen mayoritariamente a soldados y veteranos. Tampoco la dinámica observada en los campamentos del Imperio nos permite hablar de asociaciones como la presente en este epígrafe, ni hemos podido rastrear ejemplos en los que el dedicante no destaque expresamente su condición, a pesar de haber levantado sus monumentos en contextos castrenses. Todos estos aspectos, aunque no podamos concretar más, nos llevan a considerar como más probable que el monumento consagrado a Mars Cemenilus de León como la devoción de un personaje civil, probablemente vinculado al campamento, quizá un canabarius. No descartamos por completo la opción de que pudiera tratarse de un soldado, en ningún caso un oficial, pero el contexto apunta a lo contrario, pensamos más bien en un dedicante indígena que amplia la nómina, hasta ahora escasa, de asociaciones de Marte con una divinidad o noción religiosa propia del sustrato nativo o galo. 3.3.1.5b. Los cultos orientales Dos altares son las únicas pruebas que tenemos de culto a divinidades de raigambre oriental en el campamento de Legio: uno dedicado al Liber Pater por parte de un dedicante perdido (Cat., n.º D43), y otro consagrado a una serie de divinidades orientales: Aesculapius, Salus, Serapis e Isis (Cat., n.º D44). De nuevo ambas suscitan serias dudas respecto a la condición de militares de sus dedicantes y el propio « carácter militar» de los monumentos.

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La primera apareció antes de 1911, en la muralla contigua al claustro de San Isidoro; por tanto, hay que atribuirla al sector nororiental de la fortificación tetrárquica.243 La pérdida de gran parte del soporte nos impide una interpretación del sentido del monumento más allá de la dedicatoria. El culto al Liber Pater, divinidad de origen oriental, suele aparecer en la epigrafía también bajo los nombres de Dyonisos o Baco, y se trata de un tipo de religiosidad vinculada, al parecer, a los juegos escénicos y las artes liberales.244 No obstante, parece que la atribución más significativa de esta deidad, y por ello se la asociaba a Dyonisos, era la enseñanza y la protección del arte de cultivar los campos y la elaboración del vino. Se trata de una manifestación sacra muy desarrollada en época de Adriano, precisamente por la promoción, por parte del emperador, de la religiosidad oriental y de la cultura helénica. Asimismo, corrientes similares tendrán gran predicamento bajo los reinados de sus sucesores. La devoción a esa deidad será fomentada especialmente por Septimio Severo a partir del año 194 d. C., en el aparece en las acuñaciones monetales.245 Estos factores parecen llevar la inscripción leonesa al siglo ii d. C., quizá a su segunda mitad, aunque los criterios disponibles no permiten discernir si pertenece al período antonino o severo. El epígrafe tampoco ha sido incluido en los repertorios sobre el ejército romano de Hispania.246 La pérdida del dedicante, junto con la mayor parte del texto, nos impide la interpretación del documento y mucho más su asociación con los soldados u oficiales del campamento. Respecto a los paralelos para esta devoción, Liber Pater no aparece venerado en los campamentos, hasta donde tenemos noticias, y, en Hispania, la cantidad de testimonios votivos consagrados en su honor resulta más bien limitada, con once ejemplos en la Citerior, en su mayor parte correspondientes a textos conservados parcialmente o escuetos. Entre ellos cabría destacar la inscripción, hoy perdida, que Q. Mammilius Capitolinus, legatus Augusti per Asturiam et Gallaeciam y Dux legionis VII Geminae, levantó al Liber Pater, junto con Júpiter Óptimo Máximo, el Sol invicto y el genius del praetorium de Asturica Augusta (Cat., n.º 005). Tal y como ya hemos señalado, este ejemplar sí se puede fechar con claridad en época de Septimio Severo, y refleja los cultos promocionados por la nueva dinastía y transmitidos por medio de los hombres de confianza de la casa imperial, como el dedicante.247 La presencia en Astorga de esta devoción, oficial y claramente vinculada a la casa imperial, podría llevarnos a considerar una interpretación similar para la pieza leonesa. Asimismo, el lenguaje del voto, en el que se apela a la divinidad como Conservator, apunta en la misma dirección. Quizá se trate de un testimonio de culto público u oficial asociado a un mando o a un funcionario imperial destacado, como el voto a Mercurio por parte del procurator de Astorga, pero con los datos disponibles no podemos más que apuntar esta posibilidad sin certeza algu-

Gómez Moreno (1906-1908) 1925, p. 52. Rabanal Alonso y García Martínez, 2001, p. 106; y un estudio monográfico sobre la cuestión en García Sanz, 1991. 245 Morillo Cerdán, 2008, p. 393 y Palao Vicente, 2006, p. 402, el segundo con bibliografía. 246 Ni en aquellos sobre la religiosidad del ejército de Hispania. Cf. Moreno Pablos, 2001; Andrés Hurtado, 2005; Le Roux, 1982; y Palao Vicente, 2006. 247 Vid. infra apartado 3.4.3. «La epigrafía votiva». 243 244

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na. Tampoco podemos esbozar hipótesis sólidas sobre su vinculación al medio militar, más allá de su lugar de hallazgo. El último de los que hemos llamado «testimonios dudosos», es un altar consagrado a diversas divinidades de origen oriental y todas ellas de marcado carácter salutífero: Esculapio, Salus, Serapis e Isis por tres individuos, L. Cassius Paulus Augustanius Alpinus, Bellicius Sollers y M. Cassius Agrippa Sanctus Paulinus Augustanius Alpinus, de los que dos son miembros de una misma familia, la Gens Cassia.248 Esculapio adquirió especial renombre e importancia en Roma bajo el reinado de Antonino Pío, emperador que protegió y promocionó su culto, tal y como lo demuestran sus acuñaciones monetales y la restauración de varios santuarios de importancia consagrados al dios.249 Se trata de una divinidad de carácter universal cuya principal atribución es la sanación y que se presenta como garante del bienestar físico y la salud de todos aquellos sometidos al poder de Roma. Salus responde más al concepto de personificación de una abstracción que al de una divinidad en sí; así lo da a entender la iconografía imperial de Antonino Pío, en la que aparece claramente asociada a la figura de Esculapio. Serapis es, al igual que Isis, una deidad de origen oriental, no griego.250 Era una figura perteneciente al más allá, al mundo de ultratumba, y, por tanto, un dios de los muertos. No obstante, a la vez, era considerado como dios curador y estaba vinculado con la fertilidad, atribuciones que le conferían, a su vez, carácter oracular y de inspirador de sueños. Parece que la extensión de su culto en el Imperio, al igual que el de Isis, está directamente relacionada con los mercaderes y el ejército. En el caso de León, quizá fuese la legio VII Gemina la responsable de su introducción, como resultado de su estancia en el limes danubiano de Pannonia, aunque es preciso considerar también el mediodía hispano y la Vía de la Plata como ámbitos y cauces de su difusión en la Citerior. En todo caso, esta es la única inscripción, posiblemente asociable al ejército, en la que aparecen divinidades orientales en el campamento de León, donde brillan por su ausencia, hecho que resulta sorprendente habida cuenta del carácter castrense del asentamiento. Esta pieza sirvió como base a algunos investigadores para sugerir la posible existencia de un balneario de aguas salutíferas en el campamento de León o en sus proximidades.251 Si bien es cierto que todas las divinidades honradas en el voto poseen marcado carácter salutífero, además de conexiones con las aguas curativas, no contamos con testimonio arqueológico alguno que pueda verificar dicha hipótesis. Morillo Cerdán252 señala que no habría que descartar esta opción, a juzgar por el panorama freático en que se asentaban la ciudad medieval y la actual. Además, el mismo autor señala que la procedencia de la inscripción del sector norte de la muralla, la posible vinculación de los dedicantes de la gens Cassia con el oficio médico (a través de su origen oriental) y la hipótesis ya mencionada de las aguas curativas constituyen importantes indicios para

Pflaum 1966, pp. 3-17, con estudio de la gens. Rabanal Alonso y García Martínez, 2001, p. 117, con bibliografía. 250 Ibidem. 251 Blázquez y García Gelabert, 1992, p. 29; y Baratta, 2001, p. 89, a partir del culto a Mercurio y de los apuntes de los anteriores autores. 252 Morillo Cerdán, 2008, p. 386. 248 249

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pensar en la existencia de un valetudinarium en la zona oriental de la retentura del campamento de Legio en el siglo ii d. C.253 Lo cierto es que la salud constituía uno de los motivos centrales de la religiosidad en los campamentos, por ello, las divinidades de carácter salutífero fueron veneradas con el mayor número de monumentos, en conjunto, en los recintos castrenses del Imperio.254 Concretamente, Esculapio e Hygia fueron dos de los más populares y con más epítetos asociados. En el caso de Esculapio, lo encontramos acompañado, sobre todo, de denominaciones griegas como «salvador»255 o Deus, o su equivalente griego Theos, relativos a su condición divina;256 aunque también de la denominación de Augustus, que aparece en monumentos en los que el dios es acompañado por Hygia, y en relación con las promociones de rango en el escalafón militar.257 Ahora bien, con vistas a construir un contexto plausible para la inscripción de León, hemos de poner la mirada en los campamentos de Novae y Vetera II, donde se han localizado los valetudinaria. Concretamente en Novae, en Messia Inferior, ha salido a la luz el sacellum del hospital, con numerosos testimonios epigráficos, colocados in situ, que certifican que el culto a Esculapio y otras divinidades salutíferas se practicaba, efectivamente, en estas instalaciones.258 La distribución de los monumentos religiosos en los campamentos imperiales, tanto de las termas como de los hospitales, unos y otros edificios destinados a la curación, constituye el marco más probable para interpretar el epígrafe de León. En relación con la hipótesis propuesta por Morillo Cerdán, conviene tener en cuenta, sin embargo, que ambos dioses, y con frecuencia juntos, aparecen en otros espacios de los campamentos, como las dependencias de varios de los oficiales de las unidades: legados legionarios, tribunos laticlavios o praefecti castrorum. Resulta particulamente interesante comprobar, además, que los epítetos que portan en estas dedicatorias, tanto Esculapio como Salus, no parecen tener que ver con la salud, sino con otras de sus atribuciones ya señaladas anteriormente, como su carácter divino o la promoción militar.259 Aun así, las divinidades salutíferas no estaban presentes fuera de los ámbitos ya descritos.

Ibidem, p. 387. Schimidt, 2013a, p. 156. 255 CIL VII, 480 = Schimidt, 2013a, n. C108. En griego, en la que se integra al dios junto a otros dioses «salvadores del hombre». 256 RIB, 1052 = Schimidt, 2013a, n. C77, South Shields/Arbeia: D(eo) (A)esculap(io) / P(ublius) Viboleius / Secundus / aram / d(onum) d(edit). 257 CIL III, 3412 = Schimidt, 2013a, n. C330, Budapest/Aquincum/Pannonia Inferior): Aesculapio // et Hygiae / Aug(ustis) Aur(elius) / Artemidorus / b(ene)f(iciarius) leg(ati) leg(ionis) / II Ad(iutricis) P(iae) F(idelis) S(everianae) / agens c(uram) c(arceris?) / v(otum) s(olvit) l(ibens) m(erito) / Modesto / et Probo / co(n)s(ulibus). 258 AE, 1998, p. 1130 = Schmidt, 2013a, n. C439, Novae/Messia Inferior: Aescula/pio sacrum / leg(io) I Ital(ica). También del mismo campamento: AE, 1998, pp. 1131, 1132, 1133 y 1134; AE, 1972, p. 531. Todas ellas consagradas a Esculapio y localizadas en el edificio del valetudinarium. Otro ejemplo de Lambaesis ha de ser considerado, se trata de un pilar en el que la legio III Augusta al completo consigna una dedicatoria, de nuevo a Esculapio, en relación con los donativos legados como ofrendas al dios por la tropa. AE, 1908, p. 11; Schmidt, 2013a, n. C494: Religiosi / qui stipem / ad Aescula/pium pone/re volunt / in thes/aurarium / mittant / ex quibus / aliquod / donum / Aescula/pio fiat. 259 Epítetos como Augustus para Esculapio o Regina para Salus. Cf. Schmidt, 2013a, p, 157 y nn. 117-121, con diversos ejemplos epigráficos al respecto; y AE, 1937, p. 181 = Schmidt, 2013a, n. C331, 253 254

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Respecto a las otras dos deidades recogidas en la dedicatoria, Isis y Serapis, tal y como señala Schimidt, los cultos a dioses de origen oriental en los campamentos han de ser considerados como «marginales» en relación con otras divinidades romanas, sobre todo las de carácter tutelar.260 Al margen ahora de las devociones a Iupiter Dolichenus y Mithra, sin duda las más populares en los campamentos y particularmente entre la tropa, otros dioses de raigambre oriental representados en los recintos castrenses fueron la Dea Caelestis, Hammon e Isis y Serapis. Las inscripciones consagradas a la Dea Caelestis, Serapis y Hammon pertenecen todas a votos emitidos por altos oficiales y proceden de sus dependencias. Los dioses egipcios Hammon y Serapis aparecen, en los epígrafes recuperados, asociados a Júpiter, en la casa de un tribuno laticlavio y de un tribuno respectivamente.261 El material epigráfico procedente de los campamentos del Imperio revela que las manifestaciones religiosas alusivas a los dioses orientales estuvieron mayoritariamente vinculadas con la oficialidad senatorial y ecuestre, y se concentran durante el período Severiano.262 Como ya hemos señalado, habría que hacer una excepción con Iupiter Dolichenus y Mithra, cuya veneración adquirió mayor alcance y dispersión; estos no aparecen nunca acompañados de epíteto alguno, lo que se explicaría por un culto esencialmente privado. Justo al contrario que Hammon o Serapis, que se equiparaban con dioses del panteón romano. El altar de León combina divinidades salutíferas y orientales, está dedicado por individuos pertenecientes dos de ellos a una familia procedente también del área oriental del Imperio. En el marco de los testimonios revisados para los campamentos, cabe reseñar la similitud del texto votivo leonés con los documentados en Novae, ubicados en su contexto original en el valetudinarium. Por todo ello, la hipótesis de Morillo resulta altamente probable, aunque no debemos descartar tampoco la existencia de termas en León, que también testimonian las inscripciones dedicadas a las ninfas acuáticas recogidas en este catálogo. En este contexto, el altar a las divinidades salutíferas parece encontrar mejor acomodo si consideramos a sus dedicantes no como militares, sino como personal adscrito, quizá al servicio técnico especializado del campamento. Por otra parte, la nómina de dedicantes y el tipo de voto indican que, de nuevo, estamos ante un tipo de religiosidad privada de los individuos, que, por su origen oriental y, probablemente, por su profesión, levantan el monumento para invocar la protección de los dioses sanadores.

Budapest/Aquincum/Pannonia Inferior: Aesculapio et Hygi/ae Aug(ustis) sacrum / T(itus) Venusius T(iti) f(ilius) Mene(nia) Aper / Praene(ste) opt(io) valetudi(narii) v(otum) s(olvit) l(aetus) l(ibens) m(erito) / V Kal(endas) Octob(res) posuit. 260 Schmidt, 2013a, p. 167. 261 CIL III, 3463, Budapest/Aquinqum/Pannonia Inferior: Hammoni / I(ovi) O(ptimo) M(aximo) et Lar(ibus) / Mil(itaribus) ceterisq(ue) / dis / M(arcus) Caec(ilius) Rufinus / Marianus / tr(ibunus) lat(iclavius) leg(ionis) IV Fl(aviae) / v(otum) s(olvit) l(ibens) m(erito); CIL III, 4560, Viena/Vindobona/Pannonia Superior: I(ovi) O(ptimo) M(aximo) Sarapid(i) pro sal(ute) Im

(eratoris) / L(uci) Septimii Severi Pii / Pertinacis Aug(usti) Arabici / Adiaben(ici) Parthici maxi//mi et Imp(eratoris) M(arci) Aurelii / Antonini Aug(usti) Fl(avius) Quirin/alis Maximus trib(unus) mil(itum) leg(ionis) X Ge{r}m(inae) P(iae) F(idelis) v(otum) / s(olvit) l(aetus) l(ibens) m(erito); y CIL III, 4561, Viena/Vindobona/Pannonia Superior: I(ovi) O(ptimo) M(aximo) / Sarapidi / idem / Maximus. 262 Schmidt, 2013a, 170.

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3.  EL EJÉRCITO EN EL NOROESTE

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3.3.1.5c. El culto de Mercurio Dos inscripciones fragmentarias dan testimonio de otro de los cultos practicados en el campamento o sus alrededores, el del dios Mercurio. La primera de ellas (Cat., n.º D42) consigna una dedicatoria, Mercurius Augustus, por parte de [---] Flaccus Aelianus, procurator Auggustorum, fechada entre fines del siglo i y comienzos del ii d. C.263 Lo cierto es que la dedicatoria pertenece a un procurator que habría estado, presumiblemente, de paso por el campamento de Legio y no a un miembro del staff militar de la legión. En este sentido, se trata de un caso similar en algunos puntos a los ya comentados altares levantados por C. Iulius Cerealis, legado propretor de la Tarraconensis. No obstante, estos últimos son testimonios del culto imperial cuyo comitente era el comandante en jefe de todos los ejércitos de Hispania, y los hace erigir en una situación o contexto y época muy determinados y con la clara intención de fomentar la vinculación entre el ejército y la nueva dinastía reinante, a través del personal de confianza del nuevo emperador y los cultos públicos y oficiales. En este caso, a pesar del rango del dedicante, la dedicatoria parece pertenecer al ámbito de los cultos privados. Además, el cargo que ostenta, procurator, es puramente administrativo y, en la cronología que se acepta para el monumento, habría que asociarlo más con Asturica Augusta, capital del conventus Asturum y sede del officium del procurator, que con el campamento de León. Si bien el procurator de Astorga estaba, como es natural, vinculado al ejército como administrador financiero y de los recursos mineros que se extraían en el noroeste, no creemos que se pueda considerar esta inscripción como «militar», más allá de su contexto de hallazgo. El epígrafe nos da una buena muestra de los cultos que se desarrollaban en el recinto castrense y, en buena medida, representa una actividad religiosa que hubo de ser frecuente, la del culto a Mercurio, pero no creemos que el rango, el estatus social y el carácter del voto permitan considerarlo como parte de la «vida» y la religiosidad cotidiana de los militares del mismo. La segunda inscripción (Cat., n.º D41) conserva parte de dos líneas de texto en las que apenas se puede leer y restituir [M]ercurio/[sacr]um. Rabanal Alonso y García Martínez restituyeron el dedicante en base al epígrafe antes comentado, proponiendo al procurator [---] Flaccus Aelianus.264 La escasez de datos no nos permite ni incluir ni descartar este epígrafe como perteneciente a un militar. El tipo de monumento y la divinidad escogida parecen colocarlo en el ámbito o esfera de los cultos privados, pero, a falta del dedicante y otros datos, tampoco podemos asegurarlo.

263 La inscripción fue publicada en los corpora epigráficos de la provincia de León, pero no aparece incluida en los dos principales estudios monográficos recientes sobre religión del ejército romano de Hispania, y tampoco la recogió en su día Le Roux, más allá de una escueta referencia. Cf. Diego Santos, IRPL, 1985, n. 24; y Rabanal Alonso y García Martínez, ERPL, 2001, n. 50, entre otros. No la incluyen ni Le Roux (1982), ni Moreno Pablos (2001), ni Andrés Hurtado (2005). Sí lo hace Morillo Cerdán (2008: 385) entre los testimonios representativos de la religiosidad del campamento. 264 Rabanal Alonso y García Martínez, ERPL, 2001, pp. 109-110, n. 51. Ni Moreno Pablos (2001), ni Andrés Hurtado (2005) la recogen en sus estudios.

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Las manifestaciones votivas en torno a Mercurio son numerosísimas en el occidente del Imperio y relativamente abundantes en Hispania, por lo que no nos detendremos aquí a analizarlas.265 El dios fue particularmente popular en las Galias, Germania y África, áreas en las que recibió un culto casi tan abundante en testimonios como el del propio Júpiter. No obstante, no fue uno de los dioses mayoritarios entre los militares de los campamentos, y parece que solo Dacia y Pannonia Superior han proporcionado testimonios en los recintos castrenses. En los campamentos fue venerado en aquellos lugares donde se custodiaban o guardaban personas u objetos, como el armamentarium o las carceres, aunque también se lo puede encontrar, en menor medida, en compañía de otros dioses, en lugares como un collegium o las dependencias de un primipilo. 266 Schmidt destaca que Augustus es el único epíteto que se le conoce en el ámbito militar, aunque no parece conocer la inscripción a Mercurius Competalis, dedicada por por un veteranus en Murillo de Río Leza (La Rioja).267 Volviendo a los epígrafes de León, G. Baratta ha vinculado la inscripción del procurator [---] Flaccus Aelianus, antes comentada (Cat., n.º D42), con la existencia de manantiales de agua termal en el solar de León, dado que una de las atribuciones destacables de Mercurio es su relación con las aguas curativas, y en este sentido parece que se interpreta una parte de la documentación votiva asociada a él en Hispania.268 Lo cierto es que entre sus poderes se encontraba el de proteger los ámbitos acuáticos, concretamente los de aguas no potables, mares y ríos, y por ende se le asociaba a ámbitos de aguas salutíferas, como a Fortuna. Este podría ser, efectivamente, el sentido concreto de la presencia del dios en Legio, y más cuando se ha documentado un fuerte culto a las ninfas acuáticas por parte de los mandos del campamento. En cualquier caso, el culto a Mercurio entre los militares de Hispania es escasísimo, reduciéndose a un testimonio estricto, uno dudoso ya descrito y otro debido, en realidad, a un oficial. El más destacado es el ya mencionado altar que Flavius Flavinus, veterano de una unidad desconodida, erigió a Mercurius Competalis en la localidad riojana de Murillo de Río Leza (La Rioja), entre fines del siglo i y comienzos del ii d. C. (Cat., n.º 197). Tal y como señala Andrés Hurtado, Mercurio nunca tuvo una faceta guerrera, pero si examinamos la posición de la localidad donde apareció el epígrafe, al pie de la vía entre Asturica Augusta y Tarraco, y que el control viario era uno de las tareas del ejército en Hispania, junto con el epíteto que porta el dios, se puede encontrar un acomodo plausible al epígrafe.269 Al margen de las motivaciones personales del devoto, el epíteto competalis parece entroncar con la tradición Para un estudio completo sobre el culto a Mercurio en Hispania, cf. Baratta, 2001. Schmidt, 2013a, p. 164 y nn. 205-210, con ejemplos de epígrafes votivos en diferentes localizaciones de los castra. 267 CIL II, 5810 = Cat., n.º 197. 268 Baratta, 2001, p. 89. Conviene señalar que esta idea ya está presente en Blázquez Martínez y García Gelabert (1992: 29), en base a la inscripción a Isis, Serapis y Salus también hallada en León (Cat., n.º D43). Asimismo, no parece que los estudios varios sobre termalismo antiguo en la península ibérica incorporen este testimonio. Cf. Mora, 1981, pp. 37-89; Moltó, 1992, pp. 211-230; y Blázquez y García Gelabert, 1992. Respecto a esta cuestión, cf. también Morillo Cerdán, 2008, p. 386. 269 Andrés Hurtado, 2005, pp. 157-158. 265

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religiosa de los lares y su faceta protectora de los caminos, que encajaría bien con la posición del monumento. El otro testimonio documentado es una estatua de oro de cinco libras, que manda erigir, junto a otra de Fortuna, el caballero C. Venaecius Voconianus, que desempeñó sucesivas milicias (tribunado, prefectura de cohorte y de ala) además del flaminado, en Urgavo (Arjona/Jaén).270 A la vista de lo expuesto, no parece fácil considerar los dos testimonios de León como inscripciones debidas a militares, a pesar de sus contextos de hallazgo. Se trata de un culto difícil de rastrear, en el ejército romano, por la escasez generalizada de testimonios, que se acentúa en la península ibérica. El primero de ellos (Cat., n.º D42) porta el epíteto Augustus, muy común a Mercurio, que lo vincula con el propio emperador, el otro no parece contar con epíteto o asociación (Cat., n.º D41). Ambos epígrafes, creemos, pertenecen a un ámbito religioso privado, reflejo de la devoción personal de los dedicantes, más que de la unidad legionaria, o un grupo de oficiales soldados, el segundo de ellos probablemente a habitantes de los suburbios civiles del campamento. A nuestro juicio, los epígrafes leoneses, militares o no, han de ponerse en relación con el material votivo vinculado a las aguas termales en el campamento, concretamente con los monumentos levantados a las ninfas, por una parte, y el altar dedicado a Salus, Isis y Serapis, divinidades sanadoras, por otro. La primera inscripción dedicada a Mercurio (Cat., n.º D41) apareció reutilizada en el sector oriental de la muralla delante del actual colegio de las Carmelitas. La segunda (Cat., n.º D42) fue hallada en el transcurso de las excavaciones de Puerta Obispo en 1996,271 que corresponde con el sector suroriental de la muralla, junto a la porta principalis dextra. El ya mencionado culto a las ninfas, junto con la probable existencia de manantiales termales en León, refuerzan la asociación propuesta por G. Baratta entre la dedicatoria de Flaccus Aelianus (Cat., n.º D41) y la existencia de aguas termales en Legio,272 y hacen pensar en una manifestación cultual de ámbito privado por parte de la población del campamento, o bien funcionarios de alto rango. Morillo sugiere, de nuevo, que la presencia de las dos lápidas en el lienzo oriental de la muralla podría indicar la existencia de un santuario extramuros consagrado a Mercurio y vinculado, de nuevo, con los manantiales de aguas termales. Esta vez no hay ningún testimonio complementario que pueda confirmar o fortalecer dicha hipótesis, más allá de lo ya dicho sobre los acuíferos leoneses.273 Esta última pieza fue recuperada junto al altar de Diana del sector norte de la muralla, junto a la porta decumana. Las divinidades mencionadas eran todas de carácter benéfico y estaban claramente asociadas a las aguas curativas, ello y las surgencias termales documentadas en el subsuelo de León, además de la existencia de unas termas en el período altoimperial, hacen posible esta

270 CIL II, 2103. La inscripción está perdida y sería un pedestal honorífico en el que el dedicante se presenta como evergeta y sacerdote del culto imperial. 271 Morillo Cerdán, 2008, pp. 385 y 402, fig. 5. 272 Baratta, 2001, pp. 88-89. Aunque Morillo (2008: 386) señala que la inscripción no viene recogida por Blázquez Martínez y García Gelabert, que especulan con la presencia de un balneario de aguas salutíferas en León. Cf. Blázquez Martínez y García Gelabert, 1992, p. 29. 273 Ibidem.

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opción. Pero la evidencia, en todos estos casos, no va más allá de lo que sugiere la epigrafía y no tenemos traza arqueológica alguna. Por otra parte, estas inscripciones son testimonios que deben ser valorados con cautela. Si bien es cierto que constituyen por si mismos un claro reflejo de la religiosidad de los habitantes de León, no podemos ponerlas en relación objetiva con ningún militar. Por otra parte, ya hemos revisado más arriba los posibles contextos para estas inscripciones dudosas, dentro y fuera de los campamentos, en razón del contenido y lenguaje de los votos, así como de sus dedicantes. La evidencia disponible, en este sentido, no parece proporcionarnos contextos paralelos, al menos en lo que concierne a Mercurio, que parece más presente en contextos vinculados con la custodia de personas y objetos, o con los caminos, que con el agua. Por otra parte, las deidades orientales ya mencionadas sí cuentan con paralelos que podemos relacionar con ámbitos curativos en los que están presentes las aguas, pero también con otro tipo de dependencias castrenses como los hospitales. Conviene tener en cuenta que los paralelos mencionados en los campamentos altoimperiales funcionan como punto de referencia, habida cuenta de la condición de estos últimos de «cosmos militares» de espacios hasta cierto punto regularizados, uniformes. No obstante, cada lugar, cada campamento tuvo sin duda una dinámica propia construida en función de diversas circunstancias y de los miembros que componían, tanto la guarnición militar como los suburbios aledaños a los campamentos. En el caso de la Hispania Citerior, conviene señalar la particularidad de unas guarniciones, la VII Gemina y sus unidades auxiliares, que apenas fueron movilizadas para combatir en períodos prolongados, por no hablar de la población mayoritariamente indígena que formaba la sociedad civil de sus entornos. Por ello, no podemos descartar las hipótesis vertidas sobre los santuarios extramuros y otros tipos de manifestaciones religiosas que habrían dado lugar, probablemente, a soluciones específicas que no es posible reconstruir a la luz de la documentación disponible. A nuestro juicio, podía existir una vinculación entre los altares a las ninfas, los cultos de Mercurio y el altar de las divinidades salutíferas orientales; una asociación que se vertebraría en torno al agua y sus propiedades curativas, y que parece manifestada mediante cultos, en principio de carácter privado, pero probablemente promocionados por las autoridades del campamento. Por lo que respecta a los contextos concretos, los epígrafes a Mercurio quizá perteneciesen a algún tipo de santuario situado en la parte oriental del campamento, fuera de los muros, en razón del hallazgo de ambos epígrafes en este sector, pero no poseemos más indicios. Más probable nos parece la hipótesis de Morillo de vincular el altar de mármol a las divinidades orientales con un valetudinarium en el norte del campamento.274

274

Morillo Cerdán, 2008, p. 387.

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3.3.1.6. La religiosidad de los militares y los espacios del campamento. Conclusiones A modo de resumen, por lo que respecta a la religiosidad de los militares de León y, de forma más general, del entorno del campamento, conviene señalar la ausencia de divinidades indígenas275 en las inscripciones, la preferencia por los votos a deidades del panteón greco-romano y la muy escasa presencia de religiones y cultos de tradición oriental como el mitraísmo, el culto a Isis o a Iupiter Dolichenus, documentados en los ambientes militares de la zona renana y danubiana. A ello habría que añadir que el material votivo del campamento refleja, esencial o al menos mayoritariamente, un tipo de devociones de carácter público y oficial protagonizadas, a menudo, por los oficiales superiores de la legio VII Gemina, entre el período antonino y el fin de la dinastía severa. Efectivamente, la mayoría de la documentación se concentra entre la segunda mitad del siglo ii y la primera del siglo iii d. C. Gran parte de los monumentos erigidos por legados, tribunos, primipilos, o incluso por un imaginifer de la legión, contienen un trasfondo de celebración o conmemoración comunal que se desprende de los dioses honrados, de su asociación con el poder imperial, así como del lenguaje de los votos. El corpus votivo de los militares de Legio transmite, a nuestro juicio, un vívido reflejo del esprit de corps que gobernaba la ideología de los hombres en los campamentos militares; una unidad que fomentaron especialmente los emperadores en el poder entre los reinados de Adriano y Alejandro Severo, especialmente los primeros severos. Creemos, pues, que las ausencias antes comentadas, de elementos indígenas y orientales, hallan explicación en el cariz fundamentalmente oficial de la religiosidad practicada por los ocupantes de los principales centros militares de Hispania, estrechamente ligada al aparato de gobierno imperial. Conviene recordar, además, que el exercitus Hispanicus estuvo ciertamente alejado del conflicto bélico y, por ello, relativamente aislado de lo que Le Roux denominó le milieu militaire, lo que también podría tener que ver con la escasez de epigrafía votiva vinculada con los cultos privados o íntimos de los soldados y los oficiales, de los que tenemos un reflejo pálido en los campamentos, comenzando por León. Por el contrario, las manifestaciones provenientes de una esfera más privada e íntima parecen corresponder a aquellos que hemos considerado «dudosos» en el catálogo, por no poder conocer los comitentes o no tener que ver estos con la jerarquía propiamente militar. Hemos tratado de analizar con minuciosidad estos últimos documentos a fin de proporcionarles marcos adecuados e intentar discernir su carácter de «inscripciones votivas militares» o no. Como hemos podido comprobar, la ausencia de datos no nos permite resolver con éxito nuestras pesquisas, si bien una contextualización adecuada nos pone sobre la pista de hipótesis de interpretación, creemos, más ajustadas para estos materiales.

CIL XIII, 6690 = Schmidt, 2013a, n. C149: Genium legio/ni(s) XXII Pr(imigeniae) P(iae) F(idelis) Ho/nori aquilae leg(ionis) / s(upra) s(criptae) Aurelius ---. Schmidt (2013a: 179) hace referencia a otra inscripción que aparece a cientos de metros del recinto campamental de Bosra (Arabia): IGLS, 13, 1, p. 9015. Sobre los cultos indígenas de los soldados del ejército romano, cf. Le Roux, 2002a, pp. 105-126 y Morillo Cerdán, 2008. 275

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Tabla 10. Síntesis de las divinidades recogidas en la epigrafía votiva de León. Divinidad/Dedicatario

N.º votos

N.os Cat./Referencia

Iuno

2 (3?)*

031/ 032/036*?

Minerva

1

036

Mars

1

Morillo, 2008, p. 401, fig. 3

Diana

2

039/ 041

Mercurius

2

AE, 2008, 696*/ CIL II, 5678*

Liber Pater

1*

IRPL 23*

Ninfae

4

009/012/013/014

Genius legionis

2

016/017

Cibeles/Minerva?

1?*

?*

Aesculapius/Isis/Serapis

1*

* Incluimos los ejemplares considerados como «dudosos».

Respecto a la contextualización espacial, el campamento de la legio VII Gemina, principal acantonamiento militar de Hispania, nos ofrece un panorama variado y sugerente respecto a otros puntos de la provincia Citerior con presencia militar, pero, de nuevo, desconcertantemente pobre por lo que se refiere al número de testimonios y, sobre todo, al estado de conservación y contextos originales de los monumentos. Si bien es cierto que se ha avanzado mucho en el conocimiento de la articulación interna y externa del recinto por medio de la investigación arqueológica, el estado de la documentación epigráfica a duras penas permite reconstrucciones de la topografía sacra del enclave más allá de la mera especulación. La mayoría de las estructuras ubicadas extramuros fueron arrasadas para construir la muralla de fines del siglo iii d. C., lo que supone un obstáculo muy significativo para desarrollar la tarea deseable. Aun así, juzgamos que la aplicación de una metodología de estudio combinada, que incluye el análisis de los textos epigráficos, la morfología y tipología de los soportes, puesta en relación con ejemplos mejor conocidos de campamentos del período altoimperial, sin duda arroja luz para reconstruir parcialmente el horizonte legionense. Desde el punto de vista de los espacios, toda esta actividad se materializó en la existencia, prácticamente segura, de santuarios ubicados extramuros, como el consagrado a las ninfas o a Diana, que complementaban los espacios sacros propios del campamento, como los principia. Algunos monumentos pudieron estar ubicados en espacios aún no conocidos arqueológicamente, como el posible valetudinarium. No tenemos constancia, en principio, de monumentos colocados en estancias privadas, como las casas de los oficiales en el pretorio o los barracones de los soldados, aunque tampoco se puede descartar. A pesar de lo fragmentario de la evidencia epigráfica, podemos afirmar que los miembros de la legio VII se caracterizaron por una notable actividad religiosa, muestra de lo cual es la gran diversidad de cultos atestiguados, que sin duda generaron diferentes y variados espacios a lo largo de los casi dos siglos de presencia de los septimani.

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Tabla 11. Ubicación de las inscripciones votivas de León.276 N.º Cat.

Divinidad

Lugar de hallazgo muralla, lienzo

031/032

Iuno

031 y 032: ángulo nororiental

036

Minerva Conservatrix

Suroccidental, porta princ. sinistra

D40 = AE, 2013, 00885*.

Mars*

Extramuros: Santa María del Mercado, c/ Herreros, a 200 m del lienzo meridional

039a/039b

Diana

039a: norte, junto a porta decumana/039b: reutilizada en las escaleras del atrio del palacio de los Guzmanes; lienzo suroriental, porta princ. dextra

D41 = AE, 2008, 696*/D42 = CIL II, 5678*

Mercurius*

D41*: suroccidental, porta princ. sinistra/D42*: occidental

D43 = IRPL, 23*

Liber Pater*

ángulo nororiental

009/012/013/014

Ninfae

009: perdida/012, 013 y 014: suroccidental, entre porta praetoria y anfiteatro

016/017

Genius legionis

016: desconocido/017: suroccidental, entre porta praetoria y anfiteatro

?*

Cibeles/Minerva?*

Desconocido

D44 = AE, 1968, 00235*

Aesculalpius/Isis/ Serapis/Salus*

Norte, junto a porta decumana

* Inscripciones que no consignan ninguna alusión al estatus militar de sus comitentes o/y que son dudosas, todas ellas incluidas por Morillo Cerdán.

3.3.1.7. La epigrafía votiva y los monumentos. Visión general Los primeros y casi únicos estudios dedicados a los talleres lapidarios asociados al campamento de León fueron elaborados hace unas décadas por Cummont,277 y tiempo después por Tranoy y Le Roux, que definieron los primeros talleres como tales.278 Desde entonces, hasta hace apenas unos meses, han aparecido estudios que tocan la cuestión de manera transversal, al ocuparse de cuestiones más amplias o diversas.279 Conviene subrayar que la escasez y pobreza de los monumentos epigráficos legionenses y su reutilización masiva en la construcción de las murallas han sido durante decenios un obstáculo casi

Morillo Cerdán, 2008, p. 400, fig. 2, con una distribución similar. Hemos tomado de él los datos referentes a los hallazgos de las dos nuevas inscripciones aparecidas en las excavaciones de lugares concretos de las ciudad; los números D40 (consagrada a Marte Cemenilo) y D41 (a Mercurio). 277 Cummont, 1942, pp. 236-239. Apenas unas observaciones dedicadas a las piezas de León dentro de una amplia disertación sobre el motivo de la luna en la iconografía funeraria. 278 Tranoy y Le Roux, 1974, pp. 5-20. A nuestro juicio, sigue siendo el trabajo más importante y vigente dedicado a los soportes de algunas de las inscripciones legionenses. 279 En este sentido, cf. Abásolo y Marco Simón, 1995, pp. 319-340; y Abásolo, 1967, pp. 61-97; 1994, pp. 187-224 y 2002, pp. 47-66, en el marco de análisis de círculos, talleres y elementos decorativos de la meseta norte. 276

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EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

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insalvable para la identificación de talleres concretos en el campamento de Legio. Tan solo Tranoy y Le Roux abordaron la tarea a través del estudio pormenorizado de unas pocas piezas, datadas a lo largo del siglo ii d. C., cuyas conclusiones básicas ya hemos tratado. A día de hoy, esto sigue constituyendo un obstáculo considerable, pero la aparición y estudio de un nuevo grupo de 51 inscripciones, fundamentalmente funerarias, recuperadas de las murallas proporciona nuevos datos para el tratamiento de los epígrafes desde el punto de vista de los soportes y los talleres, que han de ser tenidos en consideración.280 Ahora bien, es preciso tener en cuenta que, por la naturaleza mayoritaria de la nueva documentación salida a la luz, las nuevas aportaciones afectan a la epigrafía de carácter funerario exclusivamente de los civiles del campamento.281 El estudio formal de los soportes de la epigrafía legonense trasciende, como es natural, el ámbito de las inscripciones militares, pues los talleres que funcionaron en el campamento dieron servicio tanto a estos como a la población civil que habitaba la periferia del recinto y funcionaron por un período de tiempo dilatado. Un estudio completo de la cuestión supera ampliamente los límites de esta investigación, pues exigiría el análisis tipológico del conjunto epigráfico documentado, tanto el votivo como el funerario. Nos ceñiremos aquí a proporcionar una visión general centrada en las producciones encargadas por o para el estamento militar, aunque tendremos en cuenta, en la medida de lo posible, la nueva documentación, tratando de reseñar aquellas cuestiones que afecten directamente a este último conjunto en lo que a las producciones se refiere.282 Tabla 12. Monumentos epigráficos votivos del campamento de la legio VII. Rasgos básicos y materiales. N.º Cat. 009 012 013 014 016 017

Dedicante Q. Cornelius Anteros L. Terentius Homullus L. Terentius Homullus T. Pomponius Proculus Vitrasius T. Claudius Pompeianus L. Attius Macro

Soporte

Elementos

Perdido (¿Ara?)

Perdidos

¿Bloque?

¿Bloque/fuste?

¿Bloque?

¿Bloque/fuste?

Ara Árula ¿Ara?

Coron. recto+cab. moldurada+fuste+base no moldurada Coron. pulvini+frontón +cab. moldurada+fuste ¿Fuste?

Cartela Perdido No delimitada +no rebajada No delimitada +no rebajada No delimitada +no rebajada No delimitada +no rabajada No delimitada +no rebajada

Dec./Icon. Perdido No No

Material Perdido ¿Arenisca calcárea? ¿Arenisca calcárea?

No

Mármol blanco

No

Caliza

No

¿Arenisca calcárea?

280 Nos referimos al ya citado estudio de Ranilla García (coord.) et al., 2016, que ha sacado a la luz un gran número de epígrafes e identificado técnicas y materiales que aportan datos y argumentos fundamentales para el estudio de los soportes epigráficos de León. 281 Sánchez Lafuente, 2016, p. 85 (en Ranilla García [coord.], 2016), que desglosa la tipología de monumentos aparecidos por tituli y soportes. Las estelas y las placas suman cerca del 90 % del total, limitándose las aras a tres monumentos que son, además, funerarios. 282 La nueva documentación aporta datos, fundamentalmente, sobre los tipos decorativos y la prodecencia de los materiales, además de alguna información sobre los talleres.

Gladius, Anejos 19, 2021 N.º Cat.

Dedicante

Soporte

Primus pilus Perdido leg. VII. Gem C. Iulius Ara 031 Cerealis C. Iulius Ara 032 Cerealis 029

Equites 035 turmae leg. VII. Gem. 036 ? 038

Minucius Priscus

Q. Tullius 039 Maximus 093b

Q. Tullius Maximus

D40 No D41 Perdido D42

[---] Flaccus Aelianus

3.  EL EJÉRCITO EN EL NOROESTE

Elementos Perdidos

Cartela Perdido

No delimitada +no rebajada No delimitada Fuste+base moldurada +no rebajada Delimitada (dolble ¿Pedestal? Cubo+cartela moldurada moldura) +no rebajada No delimitada Ara Cab. moldurada +fuste +no rebajada No delimitada Ara Fuste+base moldurada +no rebajada Coron. pulvini +frontón triang. +cab. No delimitada Ara moldurada+fuste +base +no rebajada moldurada Delimitada Cam. epig. (doble moldura) Placa delimitado+rebajado. +rebajada Dudosas No delimitada Ara Fuste+base moldurada +no rebajada Ara Ara

D43 Perdido

Ara

L. Casius D44 Paulus Augustanius

Ara

Cab. moldurada+fuste +base moldurada

Cab. moldurada +fuste Coron. pulvini +frontón triang. +cab. moldurada +fuste Coron. recto +semicircs.+frontón triang. (incisos)+cab. moldurada+fuste Coron. recto +cab. moldurada+fuste +base

¿Rebajada? No delimitada +no rebajada No delimitada +no rebajada No delimitada +no rebajada

Dec./Icon. Perdido No No No No No

133

Material Perdido Mármol blanco Mármol blanco Mármol blancoamarillento Mármol «oscuro» Caliza ¿tipo Hontoria?

Rosetas +creciente lunar +escuadras

Mármol blanco

No

Mármol blanco

No No Rosetas +creciente lunar Roseta +fitomorfo (¿árbol?) +¿kantharos? No

Caliza ¿tipo Hontoria? ¿Caliza marmórea local? Mármol blanco Mármol blanco Mármol grisáceo

La relativa variedad de comitentes de los votos de León, en los que aparecen gobernadores legados y tribunos, pero también centuriones y un miles principalis, tiene su reflejo en una cierta diversidad tipológica del repertorio formal. Desde un punto de vista general, el altar fue claramente el receptáculo preferido por los militares del campamento y los habitantes de los suburbios. De las catorce inscripciones votivas debidas con seguridad a militares, siete son, sin duda, aras; dos se han perdido, aunque la estructura de paginación de los textos apunta a que se trataba, igualmente, de altares; tres pertenecen a una tipología incierta, puesto que solo conservamos la parte central y sus características morfológicas son problemáticas para clasificarlas con certeza; y, finalmente, dos difieren de la dinámica general, siendo una de ellas una placa moldurada (Cat., n.º 039b), y la otra, probablemente, un pedestal, aunque su grosor dificulta su clasificación precisa (Cat., n.º 035).

Gladius, Anejos 19, 2021

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

134

Todos los monumentos fueron erigidos entre mediados del siglo ii y mediados del iii d. C., es decir, bajo el reinado de los antoninos y severos. De los catorce «votos militares» atestiguados, siete se han fechado a lo largo del siglo ii d. C., dos sin más precisión, cinco en época antonina y seis en época severa. De los ejemplares dudosos, dos pertenecen al siglo ii d. C., sin que podamos concretar más; otros dos se sitúan entre fines del siglo ii y comienzos del iii d. C., en época severa, y un solo monumento (Cat., n.º D42) entre los últimos años del siglo i d. C. y el primer tercio del siglo ii, lo que lo convertiría en el caso más antiguo de todo el elenco. La uniformidad cronológica del conjunto, que se sitúa en una franja temporal concreta, permite esbozar algunos conjuntos tipológicamente similares considerando las medidas, la decoración y el análisis de los elementos compositivos de los altares, que resultan fundamentales para tratar de construir una seriación o, como mínimo, extraer datos fiables de conjunto.283

Tabla 13. Rasgos morfológicos y ornamentales de los monumentos votivos de Legio. N.º Cat.

Soporte

Material

Medidas (cm)

Cabecera/Base:

Coronamiento

molduras

009

Perdido (¿Ara?)

Perdido

Perdidas

Perdido

Perdido

012

¿Bloque?

¿Arenisca calcárea?

(95) × 44 × 45

No

No

013

¿Bloque?

¿Arenisca calcárea?

(77,5) × 43,5 × 35,5

No

No

014

Ara

Mármol blanco

127,5 × 57/54/57 × 49/47/49

Perdido

Cabecera: cimacio +cimacio inverso Base: cimacio inverso

016

Árula

Caliza

(40) × (29) × 7

Pulvini+frontón triang.

Cabecera: dos listeles planos incisos Base: no

017

¿Ara/ pedestal?

¿Arenisca calcárea?

(94,5) × 46,5 × 39

No ¿Perdido?

No

029

Perdido

Perdido

Perdidas

Perdido

Perdido

031

Ara

Mármol blanco

110 × (37) × 45

Perdido

Cabecera: cimacio inverso+cimacio inverso Base: idem

032

Ara

Mármol blanco

(70) × (17/22) × (42/45cm)

Perdido

Cabecera: perdida Base: cimacio inverso+cimacio inverso+listeles planos

Seguimos las definiciones terminológicas de Abásolo (1976: 76-77) de los términos «círculo: conjunto de talleres»; «taller: lugar donde se elabora el soporte y se reconoce una mano ejecutora»; «centro de producción: conjunto de talleres que trabajan dentro de un mismo ambiente» y «escuela: perduración de un taller mediante la participación de un estilo». 283

Gladius, Anejos 19, 2021

N.º Cat.

Soporte

3.  EL EJÉRCITO EN EL NOROESTE

Material

Medidas (cm)

¿Pedestal?

Mármol blanco122 × 62,5 × 21 amarillento

036

Ara

Mármol «oscuro»

038

Ara

Caliza ¿tipo Hontoria?

035

Coronamiento

135

Cabecera/Base: molduras

No

Perdida

1 Fragmento (58,5) × (46,5) × 37/2 Fragmento (40) × (33) × 18

No

Cabecera: doble moldura de2 filetes planos+medio bocel Base: perdida

(25) × 22 × 17

Perdido

Cabecera: perdida Base: dos listeles planos escalonados Cabecera: cimacio inverso+listeles planos Base: idem.

039

Ara

Mármol blanco

175 × 32 × 35/32

Focus (no circular) +pulvini (rosetas) perforados+frontón triang. (creciente) +escuadras

093b

Placa

Mármol blanco

(43/47) × (46/41) × 16/19

No

Campo epigráfico delimitado+rebajado: cimacio inverso+listeles

Dudosas D40

Ara

Caliza ¿tipo Hontoria?

(59) × 30 × 24

Perdido

Cabecera: perdida Base: dos listeles planos

D41

Ara

¿Caliza marmórea local?

??

Perdido

Cabecera: perdida Base: perdida

Mármol blanco

95 × 43/40/40 × 24(23)

Pulvini (rosetas)+frontón triang. (creciente)

Cabecera: dos molduras de medio bocel+¿listeles planos? Base: no/¿perdida? Cabecera: cimacio inverso+listeles planos+filete plano+cimacio inverso+listeles planos Base: no Cabecera: cimacio inverso+listeles planos Base: no

D42

Ara

D43

Ara

Mármol blanco

(39/50) × (8/43) × 22

Cierre recto+semicírculos incisos (fitomorfos)+frontón triang. inciso (vaso)

D44

Ara

Mármol grisáceo

(85) × 47/63,5 × 17/18

No

3.3.1.7a. Los materiales Los materiales de las inscripciones de León, particularmente de las votivas, son uno de los aspectos menos y peor tratados por la bibliografía, desde las primeras publicaciones rigurosas de Hübner o Fita hasta nuestros días. Ni siquiera los corpora especializados en las inscripciones de esa provincia han abordado la cuestión con interés.284 Los edito-

Tanto los soportes como los propios materiales son prácticamente obviados en los estudios de Diego Santos (IRPL, 1986); Rabanal Alonso (1982 y 1988) o Rabanal Alonso y García Martínez (ERPL, 2001). 284

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

136

Gladius, Anejos 19, 2021

res de las 51 nuevas inscripciones recuperadas en la excavación de la muralla de León sí han aplicado una metodología integral y rigurosa, siendo los primeros en abordar el estudio litológico de la epigrafía legionense. Aunque, desafortunadamente, sus estudios se limitan al nuevo conjunto, nos sirven como punto de referencia para tratar de extrapolar datos, hasta donde esto es posible. Los monumentos epigráficos de León se elaboraron con una relativamente amplia variedad de materiales lapídeos que pueden clasificarse en tres categorías básicas, areniscas y cuarcitas, calizas y rocas metamórficas.285 Ahora bien, dentro de estos grandes grupos habría que considerar una notable variedad de materiales, tanto de procedencia local como de importación, normalmente de la península ibérica. Los mármoles son predominanes, ya que alcanzan más de la mitad de la epigrafía votiva de los militares de Legio.286 Contamos con una significativa variedad de ellos, entre los que predomina el grupo de «mármoles blancos» de composición calcítica, representado por cinco inscipciones (Cat., n.os 014, 031, 032, 039, 039b, D42 y D43) identificables en el grupo 9a de Valdeón Menéndez. Otras cinco podrían incluirse en la categoría de «mármoles veteados» o grupo 9b.287 El pedestal dedicado a Caracalla (Cat., n.º 035) es de mármol blanco tirando a crema o ámbar; en la misma categoría o grupo debiéramos incluir los números de nuestro catálogo 036 y D44, que presentan vetas grisáceas y gris oscuras entreveradas con tonos blanquecinos. Cabe señalar, además, los mármoles propiamente dichos, que proceden, en todas sus variedades, de fuera del territorio leonés, probablemente de diversos puntos peninsulares con yacimientos de mármol metamórfico; no hallamos canteras de este material cercanas al campamento, lo que indica que tuvo que ser importado.288 Por otra parte, las calizas marmorizadas o marmóreas sí pudieron provenir de una zona próxima al norte del campamento de León,289 pero no creemos que ninguno de los epígrafes votivos analizados por nosotros se tallase sobre este tipo de piedra. Las calizas y areniscas son más complicadas de clasificar y en este estudio no podemos aplicar de manera rigurosa los criterios acuñados por las nuevas investigaciones mencionadas. Por ello, nos limitaremos a señalar que los números de catálogo 016, 038, D40 y D41 pertenecerían a distintos tipos de piedras calizas abundantes en León y sus cercanías, fundamentalmente a los tipos descritos como «calizas micríticas o tipo Páramo», sin descartar las de tipo fosilífero u Hontoria.290

Para esta descripción es de obligada consulta el estudio litológico ya citado de Valdeón Menén2016, pp. 324-331 (en Ranilla García [coord.], 2016), con clasificación por grupos de los materiales, asignación a los epígrafes del catálogo de nuevas inscripciones y descripciones detalladas. 286 Hemos tenido aquí en cuenta las inscripciones dudosas. 287 Valdeón Menéndez, 2016, pp. 328-329 (en Ranilla García [coord.], 2016). 288 Entendido como roca metamórfica de textura cristaloblástica y composición mayoritariamente calcítica. 289 Valdeón Menéndez, 2016, p. 328, grupo 8 (en Ranilla García [coord.], 2016), con remisión a epígrafes en el nuevo conjunto de inscripciones de Legio. 290 Ibidem, pp. 325-327, grupos 7 y 6 respectivamente, con remisión a epígrafes en el nuevo conjunto de inscripciones de Legio. 285

dez,

Gladius, Anejos 19, 2021

3.  EL EJÉRCITO EN EL NOROESTE

137

A uno o varios grupos de areniscas corresponden los números 012, 013 y 017 de nuestro catálogo, quizá al grupo de las «areniscas calcáreas».291 Todas las variedades de piedras calizas y areniscas, también las cuarcitas, proceden de las inmediaciones del propio León, y muchas de ellas, no todas, fueron los materiales constructivos predominantes en la edificación de las murallas y otras estructuras pétreas del campamento romano. Por tanto, podemos considerar que las officinae epigráficas legionenses se abastecían, fundamentalmente, de este tipo de rocas de procedencia local. La gran mayoría de inscripciones elaboradas en mármol, siete sobre diez, corresponden a las ya comentadas devociones oficiales y manifestaciones votivas revestidas de tintes eminentemente colectivos. Por tanto, hemos de pensar en monumentos concebidos para ser bien visibles, colocados en espacios de representación del campamento o bien en recintos sacros extramuros en nombre del colectivo de la legión. La elección del material, en estos casos, sin duda está relacionada con la función de los epígrafes, también con la condición social y los rangos militares y administrativos de sus comitentes, dos gobernadores provinciales y un procurador, entre ellos. Por otra parte, la piedra arenisca con la que se fabricaron los altares de los legados legionarios Cn. Terentius Homullus (Cat., n.os 012 y 013) y L. Attius Macro (Cat., n.º 017) muestra una preparación muy cuidada de los soportes, especialmente de las superficies inscritas y una ejecutoria regular y elegante de los textos epigráficos, que revela que los militares del campamento —se trata de dos legados legionarios— podían encargar a las officinae lapidarias trabajos cuya complejidad y dificultad técnicas igualaban a los encargos en mármol y daban como resultado piezas de porte comparable, en relación con la dignitas del comitente y la función específica del epígrafe votivo. Ahora bien, no deja de ser llamativo, aunque solo lo señalemos a título especulativo, que fuesen los dos legati propraetores de la Citerior y el procurator Auggustorum, además de una familia de origen oriental, los principales comitentes de inscripciones realizadas en mármol, un material que, como hemos visto, no se encontraba en las canteras próximas al campamento legionario y llegaba importado. Si tomamos en cuenta el conjunto completo, la elección de los materiales, sin duda, guarda alguna relación con el estatus o dignidad de los comitentes, pero esto no lleva, en el caso de León, a una asociación directa, o digamos absoluta, entre estatus y tipo de soporte. Por otra parte, el material no supone tampoco el elemento definitorio a la hora de tratar de establecer grupos de monumentos que, quizá, provenían de una misma officina. A ello habría que añadir que la identificación concreta y precisa de los tipos litológicos locales (areniscas, calizas…) no ha sido aplicada a la documentación antigua con la rigurosidad con que se ha hecho con las 51 inscripciones recientemente publicadas, lo que dificulta la identificación y clasificación de los materiales.292 A la luz de los datos expuestos, podemos concluir que la epigrafía votiva de Legio contó con una serie de officinae epigráficas al servicio de los soldados y los canabari o vicani, de las que salió una interesante variedad de monumentos epigráficos que se caracterizan, por encima de todo, por sus formas adoptadas de la tradición romana —visibles en sus molduras, preparaciones y ornamentación—, expresadas en diversas variantes y 291 292

Ibidem, p. 325, grupo 3, con remisión a epígrafes en el nuevo conjunto de inscripciones de Legio. Sánchez Lafuente, 2016.

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

138

Gladius, Anejos 19, 2021

materiales tanto importados como locales. Se trata de un elenco más rico desde el punto de vista formal que el de otros centros militares peninsulares, como Petavonium, a pesar de las limitaciones que el relativamente reducido número de testimonios y la mutilación de muchos de ellos representan para el estudio de los soportes. 3.3.2. La epigrafía funeraria de los militares La documentación epigráfica de carácter funerario alusiva a militares en León es, como hemos apuntado más arriba, significativamente pobre en testimonios, teniendo en cuenta la importancia del lugar y en comparación con el material votivo. El elenco nos muestra, como era de esperar, una tendencia significativamente diversa a la del corpus votivo; de los nueve epígrafes conservados, ocho pertenecen a diversos rangos inferiores de la escala jerárquica, concretamente: tres milites gregales,293 un miles gregalis294 y un eques295 que ascienden a optiones, y dos milites immunes,296 un veteranus y un mando legionario de rango ecuestre, que solo aparece mencionado como patrón de un liberto (Cat., n.º 010). 297 El colectivo más representado en este reducido grupo es el de los milites gregales, o soldados «rasos» de la legio VII Gemina.

En uno de los casos, el de Aurelius (Cat., n.º 007), cf. Le Roux, 1982, p. 233, n. 213. Desmiente la datación de Gómez Moreno en el siglo ii d. C. y lo sitúa entre los años 200-225 d. C., por la forma incompleta de los apelativos de los nomina de legión, la ausencia de prae nomen, la indicación de la edad y el gentilicio Aurelius. 294 Cat., n.º 008. El soporte fue retallado y picado para su reutilización y plantea muchos problemas de lectura. No obstante, la hipótesis de desarrollo, opt(io) eqq(uitum), de Le Roux, nos parece plausible en el contexto de un ascenso a suboficial en la caballería de la propia legión. Cf. Le Roux, 1982, pp. 232233, n. 212, que además realiza una larga serie de precisiones oportunas a la lectura original de Gómez Moreno. 295 L. Campilius Paternus, eques auxiliar del ala II Flavia, es el único testimonio de una unidad auxiliar recogido en León. Si seguimos la propuesta de lectura de Le Roux, Campilius Paternus habría sido objeto de un ascenso desde el rango de eques al de optio equitum, pero de la caballería legionaria, no auxiliar, al igual que Aurelius Victor. Cf. Le Roux, 1982, 217, n. 160. 296 Uno de ellos (Cat., n.º 011), Lucretius Proculus, era armorum custos, es decir, miles inmunis. Para las funciones y grado del armorum custos, cf. Breeze, 1974, pp. 245-292, especialmente 267-274. También Palao Vicente, 2006, p. 137. Parece que la función principal de este tipo de soldados destacados era la de custodiar el almacén de las armas del campamento que se situaba en los principia. De la misma zona, la civitas Zoelarum, provenía T. Montanius Fronto, también armorum custos de la VII Gemina en León (Cat., n.º 038). Probablemente, su liberto, también militar (curator fisci), le erigió un ara de mármol blanco. 297 El único ejemplo de inscripción funeraria que no pertenece a soldados o rangos inferiores es una mención indirecta a un tribuno legionario en una placa funeraria datada, de nuevo, en el primer tercio del siglo iii d. C. El texto está dedicado a Flavius Pistus, por sus libertos Christe y Marcella, y en él se menciona que el dedicatario Pistus era, a su vez, liberto de un Archelavos que aparece consignado como tribuno de la legio VII Gemina. 293

Gladius, Anejos 19, 2021

3.  EL EJÉRCITO EN EL NOROESTE

139

Tabla 14. Tituli funerarios de militares de León: rango y cronología. N.º Cat.

Nombre

Rango

Cronología básica

Cronología concreta

d. C.

68-fin siglo i d. C.

015

P. Attius Rufus

Miles

i

037

Aemilius Flavus

Miles

ii

d. C.

Momento no definido

034

L. Campilius Paternus

Eques alae/Optio equitum?

ii

d. C.

Primera mitad siglo ii d. C.

007

Aurelius

Miles

iii

d. C.

200-225 d. C.

033

C. Ennius Felix

Veteranus

iii

d. C.

200-225 d. C.

008

M. Aurelius Victor

Miles/Optio Equitum

iii

d. C.

200-225 d. C.

011

Lucretius Proculus

Armorum Custos

iii

d. C.

200-225 d. C.

010

Archelavos

Tribunus Legionis

iii

d. C.

200-225 d. C.

040

T. Montanius Fronto T. Montanius Maternus

Miles (Armorum custos) Miles (Curator fisci)

iii

d. C.

200-225 d. C.

Tabla 15. Textos en las inscripciones funerarias de militares. N.º Cat.

Texto

015

---/P. At[tius - ilius]/ Ru[fus,/ mil(es)]/Leg(ionis) [VII] G(eminae) F(elicis)/2(centuria) Au[re]li(i)/ Fro[nt]on/is an[n(orum)] [---?] XV/ae[r(orum)] [---] XVI

037

Aemilio / Flavo / fratri / militi // Aemilila Mater/[na] / ---

034

L(ucio) ˚ Campilio ˚ Paterno/equiti ˚ secund[ae]/alae Flaviae opt(ioni)/[---/---]/per Flavium Campilium/Nofirum lib(ertum) f(aciendum) c(uravit)

007

D(is) M(anibus) s(sacrum)/Aureli[o ---]-ano mi[l(iti) leg(ionis)]/VII Gemina[e]/vixit annos/XXXV Postum-/ia Marcella/uxor marito/pient[issi]mo f(aciendum) c(uravit)

033

D(is) M(anibus) s(acrum)/[…] tiae ˚ Fest[ivae?]/ann(orum) ˚ p(lus) ˚ m(inus) ˚ XXXI ˚[---]/C(aius) ˚ Ennius ˚Felix ˚v[et(eranus) ˚/ l(egionis) ˚ VII]/G(eminae) ˚ P(iae) ˚ F(elicis) ˚ uxori ˚dulcis[sim(ae?) p(osuit)]

008

D(is) M(anibus) s(acrum)/M(arcus) Aurel(ius) Victor/[mi(les)] leg(ionis) VII G(eminae) P(iae) F(elicis) natio(ne)/[T?]rax anno(rum) XLV st(ipendiorum) XX[?]/opt(io) eqq(uitum) L[---]/ [---] p(edes) VIIII a[---/---]

011

D(is) M(anibus)/Lucretio ˚Pr-/oculo ˚arm/orum ˚cus(todi) ˚/an(norum) ˚ XXXV ˚ et ˚/Val(eriae) ˚Amme/uxs(ori) ˚ an(norum) ˚/ XXV/Lucretio ˚ Pro(culo)/[fil]io ˚eorum/an(norum) [---] posuit/ socer pater/avvs ˚Va(lerius) ˚M-/arcellinus

010

D(is) ˚ M(anibus)/Flavio ˚ Pisto ˚ lib(erto)/Archelavi tribu(ni)/l(egionis) ˚ VII ˚ G(eminae) ˚ P(iae) ˚ F(elicis) vix(it) ˚ a(nnos) ˚ XL˚VIII/p(atrono) o(ptimo) Criste ˚ et ˚ Mar-/cellus [---] posu(erunt)

040

D(is) M(anibus) s(acrum) / T(ito) Montanio / Frontoni ar(morum) / cus(todi) civi Z(o)elae / an(norum) LIII st(i)p(endiorum) XXVI / T(itus) Montanius / Maternus / patrono opt(imo) / curator f(isci) f(unus) l[l](egionariorum) / m(onumentum) posuit s(it) t(ibi) t(erra) l(evis)

Tratándose de un campamento, resulta natural que los mandos, normalmente foráneos e itinerantes por la naturaleza estructural de la jerarquía militar romana, no apa-

Gladius, Anejos 19, 2021

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

140

rezcan representados en este conjunto.298 Son, por lo general, los soldados, tanto los principales como los gregales, así como los equites legionarios y algunos suboficiales en período de servicio, el colectivo que debiera figurar de forma mayoritaria, y así ocurre en León; aunque sí es cierto que la, al menos aparente, ausencia de veteranos en los núcleos civiles resulta sorprendente. En el conjunto funerario aparecen, pues, reflejados mayoritariamente los soldados que murieron durante su período de servicio en la VII Gemina. Curiosamente, solo conservamos un testimonio alusivo a un veterano (Cat., n.º 033). La gran mayoría de la documentación, seis ejemplares sobre un total de nueve, se ha fechado, por diversos criterios, en el primer tercio del siglo iii d. C., bajo la dinastía severa. Ennius Felix es el único veterano documentado en León, al menos con mención expresa en un texto epigráfico, un hecho significativo que señala otra de las cuestiones principales de la epigrafía militar de León: ¿Por qué el campamento y sus alrededores no fueron, a priori, un sitio idóneo para el retiro de los veteranos? Nos ocuparemos de esta cuestión con detalle más adelante, aunque podemos adelantar que la cercanía de Asturica Augusta, ciudad con tradición castrense y administrativa, la evidente destrucción de la necrópolis y, por último, la posible ocultación de la mención al veteranazgo en algunos epitafios provenientes del vicus podrían dar una respuesta satisfactoria. Un primer aspecto concreto de interés es el análisis de los personajes representados en los epitafios, tanto militares como civiles, y sus vínculos personales. En este sentido, la muy escasa muestra de inscripciones recuperadas no constituye un conjunto suficientemente representativo para un análisis de cierto calado. No obstante, algunos datos nos permiten esbozar ciertas reflexiones con carácter general, más allá del análisis individual de los ejemplares. Tabla 16. Epigrafía funeraria de militares de León: personajes. N.º Cat.

Personajes básicos

015

Miles

037

Miles+??**

034

Miles+libertus

007

Miles+uxor

033

Miles+uxor

008

Miles

Dedicante No*

Dedicatario Miles*

¿Aemilia Miles Materna?** Flavius Campilius Miles Nofirum Postumia Miles Marcella [Ter]tia/[Fes] Miles tia Festiva No*

Miles*

Militar P. Attius Rufus Aemilius Flavus L. Campilius Paternus Aurelius

Rango

Soporte

Cronología

Miles

Reutilizado (indeterminado)

i

Miles

Perdido

No clasificado

Eques alae/Optio equitum?

Estela

ii

Miles

Perdido

iii

d. C.

iii

d. C.

iii

d. C.

C. Ennius Veteranus Estela Felix M. Aurelius Miles/Optio Indeterminado Victor Equitum

d. C.

d. C.

Para los legados legionarios de la VII Gemina, cf. Alföldy, 1970, pp. 385-399, que se mantiene vigente en sus conclusiones básicas, dado que no se han producido apenas nuevos hallazgos; y Palao Vicente, 2006, pp. 221-230, específicamente sobre los mandos de la VII Gemina, con tablas sinópticas. 298

Gladius, Anejos 19, 2021 N.º Cat. 011

010

040

Personajes básicos

Miles+uxor +filius+pater uxori

Dedicante

3.  EL EJÉRCITO EN EL NOROESTE

Dedicatario

Militar

Rango

Lucretius Proculus, Valerius Valeria Amme Marcellinus y Lucretius Proculus

Lucretius Proculus

Armorum Custos

Estela

iii

d. C.

Flavius Pistus (Archelavi lib)

Archelavos

Tribunus Legionis

Placa

iii

d. C.

Titus Montanius Fronto

Ambos

Armorum custos/ curator fisci

Ara

iii

d. C.

Libertus militis Christe y +libertae (ipsi Marcellus liberti)+miles Titus Miles+miles Montanius libertus Maternus

Soporte

141

Cronología

* Casos en los que solo figura el militar en la inscripción. Lo hemos designado como dedicatario solo por criterio metodológico, sin ser esto del todo exacto. ** Inscripción de transmisión muy problemática a partir de copias manuscritas.

El material disponible pone de relieve una presencia normal de esposas y libertos, por encima de cualquier otro tipo de relación. Las uxores coinciden, además, en el tiempo con la progresiva relajación de las sanciones imperiales sobre el matrimonio legal de los soldados. De los nueve tituli, sietw contienen relaciones de algún tipo reflejadas en la inscripción, mientras que solo dos nos presentan al militar como único personaje. De estos siete, en un caso aparece la mujer designada como dedicante y, probablemente, responsable del monumento, otro caso es muy dudoso, y en dos como dedicataria, uno en solitario y en el otro junto al esposo militar. El documento dudoso es el epitafio del miles Aemilius Flavus (Cat., n.º 037), el texto consigna a Aemilia Materna como dedicante, pero resulta muy problemático.299 Por otra parte, la pertenencia del soldado a la VII Gemina es discutible, pues no aparece mención alguna en el epitafio y se ha supuesto basándose en la ubicación original de la pieza.300 Los textos conservados son muy fragmentarios y no parecen poder asegurarse que ambos pertenezcan a una misma inscripción y que, por tanto, la dedicante sea Aemilia Materna. En estas condiciones, la datación tampoco resulta fácil y, de hecho, Le Roux la sitúa entre las inclasificables de su catálogo.301 Considerando la segunda parte del texto, Hübner había leído Aemilia Mater e interpretado en tal sentido la relación entre dedicante y dedicatario; pero parece recomendable separar esta última parte y no considerarla. Por ello, no incluiremos este testimonio en la estadística. Los otros tres casos sí cuentan con la mención de la esposa, bajo el término uxor, bien atestiguada (Cat., n.os 007, 011 y 033). La primera es también una inscripción perdida

299 En primer lugar Bassianus (f. 213), a quién debemos la copia, recoge originalmente dos textos y menciona su procedencia de la muralla de León. Hübner presenta ambos en el CIL, como un solo texto en el que la dedicante es Aemilia Mater, lo que no está nada claro a la luz de las noticias del propio Bassianus. Cf. CIL II, 2669. 300 Roldán Hervás (1974) da por hecha la pertenencia del soldado a la VII Gemina; Le Roux (1982: 250, n. 261) se muestra reticente debido a la falta de datos; y Palao Vicente ni siquiera la incluye en su corpus de la VII Gemina, limitándose a mencionarla como posible soldado. Cf. Palao Vicente, 2006, p. 280. 301 Le Roux, 1982, p. 250, n. 261.

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descrita por Gómez Moreno como «hecha pedazos». El texto recoge a un Aureli[us ---/ anus] que el mismo autor había restituido como Aureli[o Iuli]ano, sin más verosimilitud que la de un ejemplo posible.302 Por lo demás, recoge una matrícula con duo nomina, cargo, unidad sin cognomina y edad del difunto, así como la mención expresa de la esposa de haberse hecho cargo de la tumba de su marido: Postumia Marcella uxor marito pient[issi]mo f(aciendum) c(uravit). La edad del difunto asegura que falleció en período de servicio. En dos casos vemos a la mujer como dedicataria. En el primero de ellos (Cat., n.º 033), el dedicante es C. Ennius Felix, veterano de la VII Gemina y, a la vez, el encargado de erigir el monumento: uxori dulcis[sim(ae?) p(osuit). El epitafio consigna la edad de la difunta, […] tiae Fest[ivae?],303 en unos veintiún años. El segundo (Cat., n.º 011) alberga el epitafio de Lucretius Proculus, miles principalis de la VII Gemina, encargado por su mujer, Valeria Amma, y el hijo de ambos, del mismo nombre que el padre. El epitafio cuenta con una particularidad: señala el enterramiento de Lucretius Proculus, fallecido a los 35 años, de su mujer, de 25 años, y del hijo de ambos; el dedicante, Valerius Marcelinus, se presenta como «suegro, abuelo y padre» de los difuntos: posuit/ socer pater/avvs Va(lerius) Marcellinus. El epitafio parece indicar que los miembros de la familia murieron en el mismo momento, en el primer tercio del siglo iii d. C. Por otra parte, el cognomen de la esposa, Amma, y la factura de la estela, con motivos decorativos e iconográficos que remiten al noroeste hispano, indican que el soldado se había unido a una familia originaria del conventus Asturum o Bracaraugustanus.304 Además de las esposas, tres inscripciones más reflejan la presencia de libertos con los militares. La primera de ellas (Cat., n.º 034) está dedicada a L. Campilius Paternus, jinete de un ala Flavia, cuya formulación epigráfica es inusual y que no podemos identificar sin más con el ala II Flavia c. R. acantonada en Petavonium a lo largo del siglo ii d. C.305 Le Roux propuso la restitución de la l. 4 del texto como [eq]uitu[m leg(ionis)---?], lo que, de nuevo, señalaría un ascenso del jinete desde un ala auxiliar a suboficial de la caballería propiamente legionaria.306 Al margen de esto, el epitafio indica que el encargado de costear el monumento fue un liberto, Flavius Campilius Nofirius, a expensas de un mandato de un personaje que se ha perdido, que figuraría como dedicante: [---]/per Flavium Campilium/ Nofirum lib(ertum) f(aciendum) c(uravit. El nomen de liberto indica que había estado al servicio del soldado difunto,307 pero no podemos saber quién habría sido el dedicante del monumento y qué relación tuvo con Campilius. Por otra parte, la decoración del monumento y el gentilicio Campilium han llevado a establecer la origo del difunto en el noroeste hispano, según Le Roux, en el conventus Asturum o Cluniensis.308 La tercera y última a considerar es la del monumento erigido por el liberto Titus Montanius Maternus para su Gómez Moreno, 1906-1908 (1928), n. 34. Gómez Moreno restituyó: [Ann]tiae Festiave. Cf. Cat., n.º 033. 304 Cat., n.º 011 ; y Le Roux, 1982, pp. 235-236, n. 223. 305 Ibidem, p. 217, n. 160, que señala, además, la imposibilidad de considerar la mención de ala como criterio cronológico para fechar la pieza. 306 Ibidem, nota 203. 307 Palao Vicente, 2006, p. 279. 308 Le Roux, 1982, p. 217, n. 160, que señala, además, la imposibilidad de considerar la mención de ala como criterio cronológico para fechar la pieza. 302 303

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patrón, el armorum custos de la legio, T. Montanius Fronto, fallecido a los 53 años de edad, tras haber servido durante 26 (Cat., n.º 040). La inscripción es muy peculiar, dado que el dedicante refleja no solo su condición de liberto en la dedicatoria, sino que también exhibe la de curator ff(iscorum) en la misma legión que su patrón. No resulta común ver a un liberto desempeñar estas funciones en la epigrafía militar de Hispania, pero el personaje porta tria nomina, lo que significa que era ciudadano y que entró a servir. Poco después, presumiblemente, habría muerto su patrono. La dedicatoria, m(onumentum) posuit s(it) t(ibi) t(erra) l(evis), sugiere que además podría haber sido su heredero, ya que se encargó de levantar el altar. Cierran el elenco los epitafios que no contienen o no conservan mención alguna a nadie que no sea el propio soldado. Las inscripciones n.º 015 y n.º 008 consignan tan solo al difunto en sus epitafios. En la primera (n.º 015) aparece en nominativo, P. At[tius ilius] Ru[fus], soldado de la VII Gemina, con matrícula completa. El texto se ha perdido en la parte de las cifras de sus años, aunque sabemos que sirvió quince años y murió en activo. La matrícula completa y la mención de la centuria fechan la inscripción entre el período flavio y el fin del siglo i d. C.309 Desafortunadamente, se ha perdido al menos una línea más de texto, que nos impide conocer si había un dedicante y encargado del monumento o si fue el mismo soldado quién encargó fabricar la lápida y grabar el epitafio. La n.º 008 presenta a M. Aurelius Victor,310 soldado de la legio VII Gemina de origen tracio, que ascendió al rango de optio equitum, probablemente de la turma de caballería de la propia legión. De nuevo, los nomina y matrícula del soldado aparecen en nominativo, y la parte final, aunque se lee con dificultad, parece que presenta la pedatura del locus de la sepultura. Todo indica que en este caso no hubo dedicante y que sería el propio soldado quien se preocupó de encargar su monumento. La anchura del bloque, 9-11 cm, no descarta que pudiese tratarse de una estela y destaca el material, mármol blanco, poco común entre los soldados de León. El segundo de este grupo es el epitafio de un liberto, Flavius Pistus, grabado sobre una placa parcialmente conservada de piedra arenisca (Cat., n.º 010). El epitafio no se refiere directamente a un militar, el dedicatario, en dativo, es el propio Flavio Pisto, que consigna en el texto su condición de liberto de Archelavus, un tribuno de la VII Gemina. Los dedicantes son dos esclavos de Pisto, Christe y Marcellus, que, además, serían los ejecutores del monumento: p(atrono) o(ptimo) Criste et Marcellus [---] posu(erunt). Los personajes del epitafio y el tipo de soporte sugieren que la placa iría colocada originalmente en algún tipo de estructura funeraria. 3.3.2.1. Militares y civiles en la epigrafía leonesa La documentación de Legio es, como vemos, poco elocuente en lo que respecta a las relaciones personales de los miembros de la legión, tanto desde el punto de vista de los vínculos con los civiles como de los propios militares entre sí. El repertorio examinado proporciona tres ejemplos de relaciones maritales, las más comunes en la epigrafía funeraria de los soldados, dos de relaciones con libertos de los soldados y uno dudoso. Cat., n.º 015 y Le Roux, 1982, p. 198, n. 94. Cat., n.º 008, para los problemas de lectura relacionados con los nomina del soldado; y Le Roux, 1982, p. 232, n. 212. 309 310

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A pesar de lo exiguo del registro, sorprende no constatar en León ningún testimonio de conmilitiones dedicando monumentos a sus compañeros difuntos, ni mención expresa de un heredero, entre los que se encontraban frecuentemente los propios compañeros, ni tampoco de lazos familiares más allá del matrimonio legal, si exceptuamos la estela de Lucretius Proculus. No detectamos, pues, ningún vestigio de relación entre los propios militares, como sí las hay documentadas en el resto de la Citerior, en lugares como Asturica o Tarraco. En este sentido, desafotunadamente, la escasez de material funerario recuperado en el campamento y su desproporción con la epigrafía votiva mencionadas anteriormente constituyen, todavía hoy, obstáculos insalvables para justificar sarusfactoriamente estos problemas. Ahora bien, al margen de la documentación estrictamente militar y los civiles que aparecen en ella, la presencia de epigrafía funeraria de civiles en León viene a completar el escueto panorama que nos dejan las fuentes militares y resulta fundamental para comprender la vida del campamento en su conjunto. El estudio de la población documentada a través de la epigrafía ha proporcionado algunos datos sobre el tipo de sociedad que estos conformaban junto a los militares. Frente a los escasísimos ocho ejemplos de inscripciones militares, contamos con, al menos, sesenta311 testimonios epigráficos pertenecientes a civiles que, por fuerza, hubieron de habitar en los aledaños del recinto de León.312 Le Roux llevó a cabo el primer estudio sistemático de estas inscripciones y sus conclusiones permanecen básicamente inalteradas, aunque han sido enriquecidas recientemente. El estudioso francés recogió 56 inscripciones en las que aparecían 101 personas, incluidas las ocho de militares que aquí tratamos.313 A la obra de Le Roux tendríamos que sumar una serie de trabajos concretos que han arrojado luz sobre las relaciones entre militares y civiles en el contexto del campamento y las canabae.314 No podemos dejar de señalar, en este punto, la significativa modificación del panorama de la epigrafía funeraria civil que ha provocado el ya aludido descubrimiento de una gran cantidad de epígrafes reutilizados en la muralla de León, publicados muy recientemente. El nuevo elenco viene a enriquecer de manera muy notoria el repertorio manejado hasta ahora. Sorprende la ausencia total de militares, con mención expresa de su condición, en todo el conjunto, pero supone un nuevo punto de apoyo en el que basar los estudios sobre las relaciones entre militares y civiles en un enclave como Legio. A pesar de que las inscripciones ya han sido publicadas y se han apuntado ciertas consideraciones sobre su sifnificado, por lo reciente de su publicación y la cantidad de información a analizar, no podemos incluirlas en este estudio con garantías de extraer resultados fiables y novedosos.315

311 García Martínez (1999: 74-77) contabiliza un total de 82 inscripciones, incluidas las de militares y claisifica la documentación por estatus social. 312 García Martínez, 1999, pp. 74-77, con clasificación por tablas. 313 Remitimos a Le Roux (1982: 350-351) y Palao Vicente (2006: 277-289 y 2010), así como a García Martínez (1999: 74-77), con tablas de datos sistematizadas, para no incurrir en repeticiones innecesarias. 314 Fundamentales sobre esta cuestión son Le Roux, 1982, pp. 347-352; Palao Vicente 2006, pp. 274-283 y 2010; y García Martínez, 1999. 315 Esta es una labor que esperamos poder acometer en un futuro próximo.

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El establecimiento de un campamento militar implicaba, al menos desde el período republicano final, la formación de una aglomeración de carácter no urbano en el entorno del recinto, extramuros. Allí se establecía el séquito de civiles que habitualmente acompañaba a los militares: comerciantes, siervos, prostitutas, mujeres, niños y concubinas, entre otros. Hasta ahora no contamos con ningún testimonio epigráfico que se refiera expresamente a las canabae de León. Los estudios más recientes sobre este tipo de aglomeraciones han revelado que, por lo general, no estaban sujetas a la jurisdicción militar y se organizaban constituyendo sus propios ordines y diferentes tipos de asociaciones.316 Estos ordenamientos emulaban los sistemas de organización municipal y exigían la participación de magistrados que se nombrarían entre la comunidad. A este respecto, Le Roux considera que vicus y canaba responden a dos conceptos diversos en León: el primero a una aglomeración de carácter al menos proto-urbano, en el que se asentarían los indígenas y que se regiría según los estatutos antes mencionados, independientemente del campamento; y la segunda a una «extensión» periférica del campamento, que estaría gobernada por el legado legionario y en la que solo podrían habitar aquellos que hubiesen obtenido su permiso.317 Recientemente se han puesto en relación los hallazgos arqueológicos de Puente de Castro, a 2 km del campamento, con el vicus de Ad Legionem citado por las fuentes literarias, lo que podría satisfacer ambos modelos de interpretación. Respecto a la organización interna de estas comunidades, se han mencionado frecuentemente dos epígrafes de León, el primero de ellos, hoy desparecido, fue considerado como testimonio de un collegium iuvenum,318 y el segundo alusivo a un lictor.319 El primero es, a todas luces, un testimonio muy dudoso, pues, de esa pieza perdida, la copia no transmite un texto muy claro.320 La inscripción de Popilius Respectus, lictor, ha sido utilizada a menudo como argumento probatorio de la existencia de una organización de las aglomeraciones civiles de la legio VII y su constitución como entes independientes, pero la ausencia de datos sobre el estatuto de la propia Legio impiden una conclusión clara. El primer aspecto que conviene destacar, al hablar del registro epigráfico de los civiles, es la difícil datación de la documentación disponible. Le Roux señaló en su día la ausencia de criterios precisos para establecer cronologías y la limitación que esto supone en el análisis de los epígrafes. No obstante, sitúa la mayoría de los textos a lo largo del siglo ii y en la primera mitad del siglo iii d. C., lo que viene a coincidir con la datación mayoritaria de la documentación epigráfica de los militares del campamento.321 El panorama epigráfico existente hasta antes del descubrimiento mencionado permite distinguir tres grupos básicos, población autóctona, servil y mujeres, considerando este úlSobre todo, Vittinghoff, 1971, pp.301-304 y Berard, 1992, p. 89. Le Roux, 1998, p. 200. 318 IRPLeon, p. 00194 = ERPLeon, p. 00266 = IRPPalencia, p.157, Legio/León: Lol]li/ano Dure/ta Saldan/ica atsert[o]/ri iuventut/is f(aciendum) c(uravit). 319 IRPLeon, p. 00178 = ERPLeon, p. 00161 = AE, 1967, p. 00225, Legio/León: D(is) M(anibus) / Flaviae Can/didae ann(orum) XXIII / Popilius Respec/tus lictor ex / dec(uriarum) lict(orum) coniu/gi dulcissimae. 320 Diego Santos (IRPL, 1986: 194) y García Martínez (1999: 64-65) consideran el texto como prueba de la existencia de un collegium Iuvenum que denotaría una organización de las canabae. 321 Le Roux, 1982, p. 347. 316 317

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timo desde un punto de vista general que incluye los otros dos, y no exclusivamente como mujeres vinculadas a los militares. La población autóctona fue identificada con base en la expresión de su origo en los epitafios, aunque esta era proporcionalmente minoritaria, y sobre todo al estudio onomástico. De las origines se conocen las localidades de Saldania, Lancia, Intercatia, Uxama y Viminacium, todas ellas situadas en los conventos astur y cluniense, y una gens Abienici que Albertos y Le Roux sitúan en la provincia de Segovia.322 Por otra parte, la onomástica documentada arroja resultados similares, apuntando también al noroeste hispano. Vallejo Ruiz agrupa el registro antroponímico en nombres con raíz *Al[l]-, a los que deben sumarse otros documentados en al menos un caso, Aravica, Aplonius-a, Attia, Reburrus y Adius, y señala su constatación mayoritaria en las zonas astur y lusitana.323 La onomástica latina, parece señalar en la misma dirección, con la presencia de Flavii, entre ellos el liberto Flavius Pistus, Licinii u Oculatii.324 Tanto Le Roux como Palao han señalado la asociación entre la presencia mayoritaria de Flavii y la concesión del Ius Latii por parte de Vespasiano, que se ve reflejada no solo en la onomástica, sino también en la presencia de algunos ciudadanos en el elenco de civiles, aunque minoritarios, y en la adscripción de estos a la tribu Quirina.325 Sin embargo, la gran mayoría de los habitantes indígenas de las canabae no fueron ciudadanos, a juzgar por sus estructuras onomásticas. En cuanto a la identificación de este grupo de población, la ausencia de referencias a officia en la epigrafía dificulta la tarea. Sin embargo, si consideramos el tipo de gentes libres asociadas al medio militar, tuvo que haber, sin duda, un buen número de artesanos y comerciantes que se beneficiaban del contingente humano de la legión. Además, está muy bien atestiguada arqueológicamente la producción específica de material cerámico de clara impronta militar, en talleres como el de Melgar de Tera, para abastecer a los campamentos hispanos.326 La mayor parte de la población libre de las canabae procedía, pues, de los conventus Asturum y Cluniensis, áreas cercanas al campamento legionario, caso idéntico al de Petavonium. La cercanía de algunas capitales conventuales, como Asturica Augusta o Lucus Augusti, debió de limitar el atractivo de los centros militares para residir, más allá de las actividades económicas lucrativas que cualquier contingente militar suponía para la población civil. Los siervos y libertos constituyen otro de los grupos humanos destacados en la epigrafía de las canabae leonesas. Este colectivo está mucho menos representado que el de la población libre. Tan solo contamos con seis liberti documentados; dos de ellos, figuran en epitafios con militares que ya hemos mencionado: F. Campilius Nofirius, liberto del jinete L. Campilius Paternus, y Flavius Pistus, del tribuno ecuestre Archelavus (Cat., n.os 010 y 034). Otra inscripción muestra tres personajes que parecen formar una familia

Le Roux, 1982, pp. 351-352, con ejemplos epigráficos; y Palao Vicente, 2006, p. 277. Vallejo Ruíz, 2005, pp. 162-164. Para los demás ejemplos, cf. Albertos Firmat, 1983, pp. 7-8; Le Roux, 1982, pp. 352-353. 324 Palao Vicente, p. 278, n. 70. 325 Le Roux, 1982, p. 352 y Palao Vicente, 2006, p. 278. 326 Sobre la caracterización de la población civil libre de León, cf. Le Roux, 1982, pp. 350-353; y Palao Vicente, 2010a, pp. 169-170. Un buen resumen de las producciones militares en Hispania en Morillo Cerdán, 2007, pp. 191-199. 322 323

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de liberti: Domitia Presilla, Domitius Atticus y Ael[---].327 El último ejemplo es dudoso: el texto consigna a un niño de ocho años de edad como verna.328 En cuanto a los servi, la epigrafía se muestra más bien parca en información directa y es, de nuevo, la onomástica el criterio director. Entre la población civil figuran nomina que revelan una probable condición servil, como Hermodorus, Hyginia, Hiero, Diosuma, Mercurius o Helico.329 La documentación lleva a concluir que hubo un importante grupo de esclavos al servicio de la población libre de Legio y de los propios militares. Probablemente, la mayoría de esclavos y libertos habrían servido a soldados, pero, de nuevo, la escasa elocuencia de la epigrafía nos impide discernir, salvo en dos o tres casos, a quienes servían. Un tercer y último grupo de población está integrado por las mujeres, que aparecen ampliamente documentadas en el conjunto epigráfico. Dentro de ese grupo habría que contar a siervas y libertas, así como a mujeres de condición libre. Muchas de ellas habrían mantenido relaciones de distinto tipo con los militares: algunas los sirvieron y acabarían convirtiéndose también en concubinas. De estas, algunas obtenían la libertad para acabar por ser las esposas de los soldados, reconocidas legalmente o no. También las libertas y las mujeres libres habrían sido concubinas de los soldados y muchas de ellas esposas. Desafortunadamente, de nuevo, la epigrafía leonesa es parca en datos: tenemos constatados solo tres casos, que ya hemos comentado. En todos ellos, la mujer figura como uxor, término que definía un tipo de matrimonio legal desde el punto de vista jurídico, a pesar de las conocidas restricciones que pesaban sobre los soldados, no así sobre los oficiales.330 Según Palao Vicente, los testimonios epigráficos alusivos al matrimonio y la formación de una familia ascienden al 18 % de la documentación sobre la legio VII en Hispania,331 una cifra que representa una notable proporción respecto al total. Dentro de estos testimonios, se han considerado aquellas inscripciones en las que figura una liberta o mujer como heredera, considerando, lógicamente, la existencia de algún tipo de vínculo con el soldado. Sin embargo, todos los epitafios de León nos hablan de uxores, y no de coniuges, un término frecuentemente empleado para expresar un matrimonio no legal, o simplemente de heredes o libertae. Tampoco la epigrafía de los CIL II, 5690, Legio/León: L(oco) p(ublico) f(acto) / Dom(itia) Pressil[la cur(antibus)] / lib(ertis) D(omitio) A[ttico et] / Ael(io) [---] / fec[it opus pontis(?) ---] // L(oco) p(ublico) f(acto) / Dom(itia) Pressilla / effecit opus p(ontis?) cu(raverunt) / [lib(erti)] Dom(itius) A[ttic]us et / [---]XX. 328 CIL II, 5697 Legio/León: ---/ Philome/lus ve/rna / an/noru(m) VIII / h(ic) s(itus) e(st) s(it) t(ibi) t(erra) l(evis). 329 Le Roux, 1982, pp. 348-351, tablas; CIL II, 5689, 5691 5692, 5689; e IRPLE, 171, 179 y 184. 330 La referencia básica a la prohibición, aparece recogida en Dión Casio (LXXVI), y data del reinado de Claudio, aunque la medida fue impuesta ya por Augusto (Suet. Aug.: 24 y 25). La mención al levantamiento de dicha prohibición aparece en Herodiano (Herod. III, 8: 4-5). La cuestión del matrimonio de los soldados ha sido muy debatida. La mayoría de los investigadores que se han ocupado de ella mantienen la opinión de que fue Septimio Severo quien levantó oficialmente la prohibición por motivos fundamentalmente políticos. Sin embargo, la documentación epigráfica demuestra que ya desde época de Adriano, al menos, las restricciones eran de carácter más bien laxo, y revela una casuística compleja, acorde con el carácter dinámico de la vida militar. Cf. Campbell 1978, pp. 154 y 160-166; más recientemente, Phang, 2001, especialmente pp. 17-19. En contra de la hipótesis de la anulación permanente, cf. Garnsey, 1970. Sobre Hispania, cf. Palao Vicente, 2000, pp. 101-124 y 2006, cap. VII, pp. 351-373. 331 Palao Vicente, 2006, p. 351. 327

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civiles nos proporciona demasiados datos en este sentido. Excluyendo los tres matrimonios de militares ya comentados, contamos con varios casos más de uxores atestiguadas: Annua Caesar[oni]a, Aebutia Atta, Caecilia Materna, [C]andida Flavia Candida, Licinia Atta, Iulia Cele[ra], Sempronia A[m]ma y Hermione.332 También figuran algunas libertas, como ya hemos visto, pero ninguno de estos epitafios, exceptuando quizá el de Popilius Respectus, evidencian que se trate de relaciones entre militares y civiles. A este respecto, cabe señalar que esta ausencia de datos se ha de poner en relación con la escasísima presencia de veterani, tan solo un caso con mención expresa de su condición en la epigrafía. Probablemente, la condición de veteranus no aparece en los epitafios de algunos soldados retirados que fueron a vivir a las canabae y establecieron relaciones, bien con las mujeres libres autóctonas, bien con sus antiguas esclavas o con libertas. La causa de que no se mencionase se debe, tal vez, a que no se consideraba necesario remarcar este estatus en un ambiente militar como el del campamento. Hasta aquí lo que sabemos sobre las relaciones de los militares de León con los civiles y sus lazos familiares, pues, la información no da más de sí en este sentido. 3.3.2.2. La epigrafía funeraria y el espacio Ya nos hemos referido a la destrucción de la necrópolis altoimperial y de gran parte de los edificios extramuros del campamento del recinto de León, con motivo de la remodelación de la muralla a fines del siglo iii d. C. El área necropolitana fue arrasada previsiblemente por la excavación de un nuevo foso perimetral para un nuevo encintado, y las lápidas que señalaban los enterramientos sustraídas de su emplazamiento original, para ser reutilizadas como material edilicio, perdiendo gran parte de ellas su morfología original y desapareciendo otras muchas. Hemos constatado, asimismo, la existencia de dos necrópolis de época tardía, situadas en la periferia lejana del recinto castrense, una datada entre los siglos iv y vii d. C., y la otra entre el iv y el v d. C. A pesar de conocerse estos emplazamientos, el material epigráfico de León proviene en su práctica totalidad de la muralla del período tetrárquico, y la datación, tanto de la epigrafía funeraria como de la votiva, no supera las medianías del siglo iii d. C. Por otra parte, ya hemos podido comprobar que la mayor parte del material epigráfico recuperado en León procedía, sin duda, de las canabae legionarias, pues registra civiles, y quizá veteranos, que no habitaban dentro de los muros del campamento. Obviamente, la destrucción de la necrópolis elimina cualquier posibilidad de reconstrucción topográfica de la documentación disponible. A ello debemos añadir que no contamos, en este caso, con indicios de ningún tipo para recolocarlas en sus posibles ubicaciones originales. Tan solo podemos especular con la posible situación de la necrópolis basándonos en el mismo criterio empleado con las inscripciones votivas: la cercanía de los lugares de hallazgo de las lápidas en la muralla y la eventual localización de dicha necrópolis. La siguiente tabla nos muestra un resumen de los datos que conocemos sobre las localizaciones de las piezas en la muralla.

Por orden de enunciado: CIL II, 2671; CIL II, 2673; CM León, 35; CIL II, 5689; AE, 1967, p. 225; IRPL, 209; CIL II, 2683; IRPL, 210; CIL II, 5696; IRPL, 189; y CIL II, 5087 = p. 2690. 332

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Tabla 17. Localización de los epígrafes funerarios reutilizados en la muralla de León. N.º Cat.

Soporte

Militar

Cronología

015

Reutilizado P. Attius Rufus (indeterminado)

i

037

Perdido

Aemilius Flavus

No clasificado

034

Estela

L. Campilius Paternus

ii

007

Perdido

Aurelius

033

Estela

008

d. C.

Hallazgo: sector muralla tetrárquica

Desconocido Desconocido

d. C.

Desconocido

iii

d. C.

Desconocido

C. Ennius Felix

iii

d. C.

Desconocido

Indeterminado

M. Aurelius Victor

iii

d. C.

Nororiental: basílica de San Isidoro

011

Estela

Lucretius Proculus

iii

d. C.

Suroriental: junto a Porta princ. dextra

010

Placa

Archelavos

iii

d. C.

Extramuros: calle Ordoño II. Vía hacia Asturica desde Porta prin. dextra

040

Ara

T. Montanius Fronto

iii

d. C.

Extramuros: exconvento de las monjas recoletas, calle del Cid

Tan solo tenemos información del lugar de hallazgo de cuatro ejemplares; las pocas noticias al respecto se las debemos a F. Fita y Gómez Moreno, que documentaron cuidadosamente las localizaciones en la muralla. La estela de M. Aurelius Victor apareció en unas obras de remodelación de la basílica de San Isidoro, contigua al lienzo oriental de la muralla tetrárquica, en su parte septentrional. La de Lucretius Proculus fue hallada, según Fita, en el lienzo oriental en su parte sur, junto a la porta principalis dextra, con una de las inscripciones dedicadas a Diana que Morillo referencia mal.333 Por último, la placa de Flavius Pistus, liberto de Archelavus, se halló en las obras de remodelación de una casa privada en la calle Ordoño II, extramuros del recinto. La calle actual está situada justo en la prolongación de la via principalis por la porta principalis dextra del campamento. Esta vía comunicaba, muy probablemente, León con Astorga en época romana. Un último testimonio, el ara del armorum custos, T. Montanius Fronto, apareció, según Fita, en el exconvento de las monjas agustinas recoletas de la calle del Cid, a mucha distancia de los muros del campamento. Seguramente se trata de un caso en el que la pieza estaba totalmente descontextualizada y se llevó allí. A la luz de los datos disponibles, no podemos, evidentemente, sacar ninguna conclusión sobre la ubicación original de la necrópolis ni de las piezas. Tan solo podemos aventurar que la concentración de todos los epígrafes en la parte oriental del campamento, y algunos otros hallazgos epigráficos de civiles, apuntan a que la necrópolis se habría encontrado en esta zona oriental.

333

CIL II, 708 y 1040. Vid. tabla 10.

150

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EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

3.3.2.3. Los monumentos funerarios de los militares de León. Características formales Por lo que respecta a los soportes, de nuevo la escasez de ejemplares impide un estudio de conjunto, pero la presencia de abundante material alusivo a civiles, que ya hemos comentado, añade información suplementaria que poner en relación con los monumentos erigidos por o para los soldados. Consideraremos, primero los propiamente militares, para ponerlos después en relación con aquellos que conocemos de la epigrafía de los civiles. Tabla 18. Tipología de soportes de la epigrafía funeraria de militares. N.º Soporte Cat.

Tipología

Medidas (cm)

Campo epigráfico

Molduras

No forma original 106,5 × (45,5) Rebajado (profundo) Simple. Listel 015 ¿Estela? ¿Cabecera × 25 y delimitado acanalado semicircular? 037 Perdido Desconocida Desconocidas Perdido Perdidas Sinple. Cabecera (225) × 56,5 Rebajado (leve) y 034 Estela Marco de semicircular × 14 delimitado listel plano 007 Perdido Desconocida Desconocidas Perdido Perdidas No forma original. 106,5 × (45,5) Rebajado (profundo) Simples 033 Estela Cabecera × 25 y delimitado (laterales) semicircular No forma 62,5 × 37,5 × 008 ¿Estela? No rebajado No original 9/11 No rebajado y Cabecera 011 Estela 113 × 41 × 34 delimitado (marco No recta inciso) Placa No rebajado y no 010 Placa 31 × 46 × 2 No rectangular delimitado. No forma No rebajado y no 040 Ara original. Base 102 × 41 × 21 No delimitado y cubo

Material

Caliza

Cronología 68-fin siglo i d. C.

Desconocido Siglo ii d. C. Primera Arenisca mitad siglo ii d. C. Desconodido 200-225 d. C. Caliza

200-225 d. C.

Mármol blanco

200-225 d. C.

Mármol blanco

200-225 d. C.

Arenisca

200-225 d. C.

Mármol blanco

200-225 d. C.

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3.  EL EJÉRCITO EN EL NOROESTE

151

Tabla 19. Motivos decorativos e iconográficos en los soportes. N.º Cat.

Decoración

Iconografía

Esquema

Modelos

015

No

No

Molduras camp. epigráfico

?

037

Perdida

Perdida

Perdida

?

034

Cabecera: roseta multipétala enmarcada por sogueado. Campo iconográfico: friso con fitomorfos+3 discos levógiros+escuadras. Base: friso fitomorfo+ orden arquitectónico: 2 arcos de herradura. Todo a bisel

No

Cab. semic.+roseta+escuadra s+fitomorofos+ (+creciente+discos)

Escuela (talleres) local: modelos romanos: friso de brucráneo y rosetas. Crecientes y discos

007

Perdida

Perdida

Perdida

?

033

No

No

Cab. semicircular

? Romanos. Material

008

No

No

No conserva morfología original

011

Marco inciso+discos levógiros con peanas «Picote»

Aper+cervus (2)

Cab. recta+discos solares+zoomorfos

Indígenas. Noroeste (Zoelae)

010

No

No

Placa todo camp. epigráfico

Romanos. Soporte

040

No

No

Ara sin cabecera

Romanos. Soporte y material

Como ya comentamos en el caso de los monumentos votivos, la reutilización de todos los soportes epigráficos ha ocasionado también la desfiguración parcial de muchos de las inscripciones sepulcrales. Aun así, aquellas conservadas muestran una tendencia que, en líneas generales, coincide con los usos epigráficos de civiles y militares en Hispania, hay una clara preferencia por las estelas como marcadores funerarios. Dentro de las clasificaciones de este tipo de monumentos, hemos de tener en cuenta, no obstante, los considerados «mayores»: aquellos de carácter arquitectónico, en los que se insertaba el elemento epigráfico, normalmente en forma de placa. De los siete soportes conservados en León, cinco corresponden a estelas funerarias de tipología similar, mientras que los otros dos son una placa y un ara. En el grupo de las estelas, tres han perdido su forma original, pero sus características morfológicas nos lleva a considerarlas en tal sentido. La documentación expuesta halla contexto, desde el punto de vista tipológico y cronológico, si la ponemos en relación con el corpus epigráfico funerario del propio León, con el registro de los militares de Hispania, y en un marco más amplio, con algunos motivos ornamentales de producciones de los campamentos del limes germano, Dacia y el norte de Italia. Ya hemos mencionado la marcada preferencia de los soldados por las estelas en el ámbito funerario —preferencia por lo demás extensible a la población civil—, pues las aras representaban un tipo de soporte propio, por lo general de ámbitos

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

152

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urbanos, como veremos en el caso de Tarraco.334 De hecho, la mayor proporción de este tipo de soportes en el noroeste hispano lo hallamos precisamente en León y Villalís, a partir de la segunda mitad del siglo ii y el primer tercio del siglo iii d. C., como hemos podido comprobar. Sin embargo, las estelas aparecen de manera generalizada en todo el ámbito meseteño y en los territorios del noroeste ya desde los primeros decenios del siglo i d. C., especialmente en el mundo militar. La estela constituía, por encima de todo, un soporte que facilitaba alojar campos iconográficos y elementos decorativos adicionales al texto, mejor que ningún otro; así lo percibieron los militares y gran parte de la población de Hispania a la hora de marcar sus sepulcros. Si consideramos el conjunto de estelas fabricadas por los talleres hispanos del área del valle del Duero y la meseta norte, podríamos establecer un par de criterios tipológicos que se apoyan fundamentalmente en la decoración y en la combinación de esta con determinados aspectos morfológicos. En este sentido, la primera consideración a realizar concierne a la representación antropomórfica en la decoración de los soportes. Hispania no fue ajena a las modas decorativas propias de los ambientes castrenses del limes occidental, en las que predominaba la representación figurada del difunto ataviado con su panoplia. Este repertorio, conocido como stehende Soldaten en la bibliografía especializada, consta de varios temas o tópicos entre los que cabe destacar el motivo de jinete lancero a caballo, en actitud pasante o abatiendo a un enemigo caído, pero es muy escaso en la península ibérica y no contamos con ningún ejemplar en Legio.335 Sorprendentemente, tampoco nos topamos con estelas decoradas con motivos de carácter más esquemático y simbólico alusivos a los elementos de la panoplia o del imaginario militar, que sí tenemos en Petavonium o Asturica.336 En la documentación epigráfica hispana, el prototipo por excelencia son las estelas con decoración sencilla de motivos geométricos, astrales y vegetales. Tal es el caso de los ejemplares alusivos a militares conservados en León, que responden al modelo general de cabecera semicircular ornada con fitmorofo y geométricos como escuadras, crecientes lunares, rosáceas o discos. Algunas incorporan también orden arquitectónico. El modelo canónico, que se implanta en la Península a partir de los primeros decenios del siglo i d. C., consta de estelas de más de metro y medio de altura, anchura variable y coronadas con remate de medio punto. El campo epigráfico aparece siempre notablemente rebajado y enmarcado por molduras simples, y el espacio inferior suele ser amplio para hincar la lápida en el suelo. En ocasiones, la parte inferior constituye también un

En este sentido, podemos citar también otras capitales muy romanizadas como Augusta Emerita, donde econtramos al menos cinco altares funerarios, generalmente de excelente calidad, asociados a soldados: CIL II, 489 y 491; AE, 1911, p. 91; AE, 1956, p. 97; y AE, 2010, p. 676. 335 Tres estelas funerarias: la del eques I. Doles de La Rioja (CIL II, 2984; y Cat., n.º 062), en la que aparece un jinete ataviado con túnica talar y blandiendo una lanza en acción de combate; la del jinete de Contreras (Burgos) (AE, 1990, p. 563 y Cat., n.º 056), en la que aparece un jinete armado con scutum oblongo orlado y lanza empuñada de largo astil, sobre esta estela cf. Abásolo, 1990, pp. 297-306; y la representación del jinete pasante, de la que el único ejemplo conservado es la estela de Domitius, eques auxiliar del ala II Flavia, hallada en Astorga (Cat., n.º 001). 336 Las estelas de S. Placidino (Astorga, Cat., n.º 041), Calpurnio Reburrino (Bragança, Cat., n.º 231) o Didio Marcelo (Tricio, Cat., n.º 194) son buenos ejemplos. Las comentamos con detalle en el apartado referente al taller epigráfico de Petavonium, unas páginas más adelante. 334

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3.  EL EJÉRCITO EN EL NOROESTE

153

espacio decorativo. Estas piezas se ornaban con roseta como motivo central, casi siempre hexafolia, y la mayoría de las veces incisa e inscrita en círculo o excisa y exenta. El motivo central de roseta aparece frecuentemente asociado a diversos tipos de geométricos como escuadras, muy comunes en los modelos asturicenses, o representaciones astrales como discos solares y crecientes lunares, con notable presencia en la epigrafía funeraria de León. La roseta constituye en todo caso el motivo decorativo central y el elemento clave para una definición tipológica. Tal y como ha demostrado Abásolo, este motivo no es más que la esquematización del clásico friso dórico de bucráneos y rosetas adaptado al campo superior del soporte funerario.337 Los paralelos son, por otra parte, abundantes, como corresponde a un tema habitual, aquí y en otras provincias del Imperio. Las officinae hispanas presentan distintas modalidades: algunos talleres optan por la representación de la rosácea de pétalos carnosos, al modo itálico, quizá por influjos extranjeros, particularmente en la zona de Clunia,338 mientras que en otras áreas se ha constatado un claro predominio por la roseta de pétalos alargados y aguzados ejecutada a bisel; tal es el caso de la mayoría de ejemplares asturicenses.339 A este primer grupo de estelas semicirculares con decoración sencilla pertenece, probablemente, el epígrafe fragmentado de P. Attius Rufus, con sus gruesas molduras laterales y fechado en el siglo i d. C. (Cat., n.º 015). Algunas de las producciones leonesas conforman un grupo alternativo dentro de esta tipología, que refleja la evolución del modelo con decoración simple producida en algunos talleres hispanos a lo largo del siglo ii d. C. La decoración de las estelas dedicadas a L. Campilius Paternus y a Annetia Festiva muestran un espectro ornamental más complejo al que se suman registros adicionales como el orden arquitectónico. La primera de las inscripciones mencionadas incorpora una roseta compleja multipétala, con largos pétalos a bisel, y combina todos los elementos antes mencionados: discos solares, creciente lunar, escuadras, fitomorfos y dos arcos de herradura dispuestos uno al lado del otro. Este tipo de decoración compleja no es exclusiva de las piezas militares y aparece con frecuencia en el corpus funerario de las canabae de León. En este sentido, podemos señalar un buen número de ejemplos que combinan de diversas formas los elementos ornamentales, pero que responden al modelo general de estela alta de cabecera semicircular con motivo central (ya sea roseta, ya disco solar), campo epigráfico delimitado y rebajado y diversas cartelas que aprovechan el espacio para alojar el resto de la decoración. Sintetizamos la información en la siguiente tabla:

Abásolo, 2002, p. 52. Idem, 1994, pp. 187-224, con estudio detallado de las principales tendencias decorativas de los talleres epigráficos hispanos y su permeabilidad a los influjos foráneos. 339 Ejemplos de esta tipología en Rosinos de Vidriales, Cat., n.os 067 y 068; y en Astorga, Cat., n.os 018, 019, 024 y 025. Todas ellas pertenecientes a miembros de la legio X Gemina o soldados auxiliares. 337 338

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EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

154

Tabla 20. Estelas funerarias de León con decoración compleja. Condición Origen

Personaje

Tipología

Decoración

Material

G. Aemilius

Civis Latinus

Cab. semicirc.+camp. epig. rebajado moldurado

Disco solar central (levógiros)+escuadras

Arenisca

Attia Maldua

Civis Latina

Cab. discoidal+camp. epig. delimitado

Roseta geométrica incisa (inscrita)+sogueado+escuadras

Caliza

Annetia

Peregrina Hispana

Cab. semicirc.+camp. epig. delimitado+camp. icon.

Roseta geométrica incisa (compleja) Arenisca +roseta+fitomorfos+columnas

L. Aemilius Valens

Civis Latinus

Cab. semicirc.+camp. epig. rebajado moldurado+campo icon.

Disco solar central+estriado+ creciente+pámpanos+columnas

Arenisca

L. Terentius Reburrus

Civis Latinus?

Cab. semicirc.+camp. epig. rebajado moldurado+campo icon.

Disco solar central+fitomorfos+ creciente+escuadras

Arenisca

L. Campilius Paternus

Miles Hispanus (Asturicensis)

Cab. semicirc.+camp. epig. rebajado moldurado+campo icon.

Roseta geométrica (incisa, compleja, inscrita)+ fitomorfos+creceinte+discos solares+escuadras+arcos herradura

Arenisca

C. Oculatius Oculatianus

Civis Latinus

Cab. semicirc.+camp. epig. rebajado moldurado+campo icon.

Roseta geométrica (compleja y excisa e inscrita)+rosetas hexapétalas inscritas+creciente

Arenisca

Aemilia Ammia

?

Cab. semicirc.+camp. epig. rebajado moldurado+campo icon.

Disco solar central+triángulos a bisel+discos solares+escuadras

Arenisca

L. Paccius

Civis? Latinus

Cab. semicirc.+camp. epig. rebajado moldurado+campo icon.?

Roseta hexapétala (excisa e inscrita)+rosetas hexapétalas inscritas+creciente+tridente?

Caliza?

Minicia Atta

Peregrina Latina?

Cab. semicirc.+camp. epig. delimitado (marco inciso)

Roseta hexapétala (incisa e inscrita)+rosetas hexapétalas inscritas+escuadras+friso triángulos a bisel afrontados

Arenisca

Desconocido

-

Cab. semicirc.?+camp. epig. rebajado moldurado+campo icon.

Cabecera perdida+orden arquitectónico (2 arcos mediopunto)

Arenisca

-

Cab. semicirc.?+camp. epig. rebajado moldurado+campo icon.

Cabecera perdida+ rosetas hexapétalas inscritas+orden arquitectónico (tres arcos herradura)

Arenisca

Desconocido

* Reflejamos únicamente aquellas que conservan la cabecera y dos ejemplares que que no lo hacen pero incoporan orden arquitecrónico en su decoración.

Hemos advertido anteriormente que uno de los grandes problemas de la epigrafía de las canabae legionarias era el de su datación. Asumimos, en principio, el criterio de Le Roux de situar las inscripciones, salvo contadas excepciones, a lo largo del siglo ii y

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3.  EL EJÉRCITO EN EL NOROESTE

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la primera mitad del iii d. C. Este encaje cronológico coincide bien, a grandes rasgos, con la evolución de los modelos con decoración simple desde el siglo i d. C. en adelante. Por otra parte, cabe destacar que la elección de determinado tipo de soportes y sus decoraciones no respondía en ningún caso, tal y como demuestra la tabla, a la condición de militar o civil, sino a la categoría social del comitente y, en ocasiones, a su adscripción étnica. Como ya señalaron Le Roux y Tranoy, los talleres epigráficos leoneses contaban en su repertorio con placas molduradas y sin molduras como las de Flavius Sabinus o Flavius Pistus,340 altares de mármol o en materiales locales como los de T. Vitrasius Proculus o C. Iulius Cerealis,341 en el primer caso, y T. Claudius Pompeianus y C. Lucius Terentius, en el segundo, así como con estelas de las que ya hemos visto una muestra.342 Por ello, la relación de soportes en virtud del tipo de población sigue los cauces habituales en la sociedad romana altoimperial, basados en la propia condición social, el poder adquisitivo y la actividad desempeñada. La epigrafía votiva refleja, en este sentido, la elección, por parte de los mandos, de soportes de cuidada factura, recurriendo en bastantes casos al mármol, material de prestigio y escaso en la zona. La epigrafía funeraria muestra, por su parte, la elección de materiales de procedencia local, así como tipos de soportes y estilos decorativos propios de los talleres que operaban en el campamento y sus cercanías, dependientes, a su vez, de escuelas del ámbito septentrional de la Península. Los militares aparecen representados de manera similar a la población civil en lo que a soportes y decoración se refiere. Ahora bien, visto el repertorio funerario leonés en su contexto y en el marco hispano, conviene preguntarse sobre en que medida los militares influyeron en la adopción de determinados patrones decorativos en Hispania y, concretamente, en los ámbitos castrenses o con presencia militar. De este primer planteamiento se desprenden algunas cuestiones subsidiarias igualmente sugerentes: el carácter más o menos indígena o romano del repertorio ornamental e iconográfico y su relación con el horizonte militar del occidente del Imperio. Esta problemática exige un enfoque amplio que no podemos abordar aquí en su totalidad, pero nos parece conveniente proponer algunas ideas para el caso leonés, a partir de consideraciones generales. Nos centraremos, por tanto, en este caso, en los motivos de las estelas con decoración geométrica y vegetal. En los últimos años, diversos trabajos han venido constatando la presencia de motivos de innegable impronta militar en las representaciones figuradas de los monumentos funerarios de Hispania, y han planteado el influjo de los miembros del ejército en las pautas decorativas de los talleres de la meseta norte.343 Antes de entrar en estas consideraciones, conviene incidir sobre una cuestión metodológica que ya señaló Abásolo en su día, la limitación que impone el carácter militar del objeto de estudio al conocimiento de la actividad productiva de los centros o talleres.344 En efecto, el escaso conocimiento que tenemos de

Cat., n.º 010. Cat., n.os 014, 031 y 032. 342 A este respecto, cf. Tranoy y Le Roux, 1974, pp. 5-20. 343 Abásolo Álvarez y Marco Simón, 1995, pp. 319-340; y Abásolo Álvarez, 1967, pp. 61-97; 1990a, pp. 183-220; 1994, pp. 187-224 y 2002, pp. 47-66. Más recientemente, Abascal Palazón, 2015b, pp. 409-416. 344 Abásolo Álvarez, 2002, p. 59. 340 341

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los talleres vinculados a los centros legionarios hispanos supone una gran dificultad a la hora de reconstruir patrones, a diferencia de otras zonas del Imperio como Germania, Britannia o Dacia, en los que conocemos mejor los tipos funerarios de las officinae ligadas al ejército.345 Al concluir las guerras cántabras, la presencia militar en Hispania se fue reduciendo de forma significativa, sin embargo, la retirada de las mismas fue progresiva y es bien conocida la participación militar en la fundación de colonias ex novo y deductiones a lo largo de la Península. Si partimos del hecho de que en las principales ciudades y centros de población existían officinae, y que allí se encontraban, por tanto, los artesanos, habremos de admitir que la clientela, incluidos los militares, tendrían que aceptar, con mayor o menos grado de conformidad, las tradiciones técnicas de estos artesanos locales. Por tanto, los militares se habrían acomodado a unas prácticas más o menos establecidas y arraigadas en los patrones técnicos y simbólicos de la tradición indígena, especialmente en el territorio septentrional, apenas romanizado. Lo cierto es que la investigación ha demostrado que los milites y veterani sabían, en general, qué tipo de monumentos y decoraciones preferían, y cuando no contaban con operarios adscritos a la legión, como parece ser el caso de Hispania, favorecieron la introducción de tipos y motivos propios para satisfacer sus demandas.346 Los militares de Hispania, tal y como ya señaló Abásolo, se convirtieron en una especie de canal por el que circularon nuevos temas y propuestas de carácter fundamentalmente «clásico», que proceden, en origen, del norte de Italia y que conocieron una amplia difusión por los territorios por los que pasaba la tropa. Asumiendo estos presupuestos como centro de su argumentación, buena parte de la investigación de los últimos años ha tendido a relativizar el peso del elemento indígena en la tipología y patrones decorativos de las estelas funerarias de la parte septentrional de la Península, en favor del elemento greco-romano, adaptado y moldeado por los talleres locales. Los argumentos centrales del marco teórico mencionado se articulan en torno a las representaciones figuradas de temas como el banquete funerario, los retratos familiares o de soldado con impedimenta, entre otros. Dejando estos a un lado por ahora, nos centraremos en algunos de los motivos decorativos geométricos y astrales omnipresentes en el corpus leonés: las rosetas, crecientes, escuadras y discos solares, así como las composiciones de carácter arquitectónico. Uno de los elementos originales en las decoraciones de las escenas de banquete es la inclusión de crecientes lunares, motivo que aparece como tema central en estelas hispanas de primera generación, como la de Tardemézar, fechada en la primera mitad del siglo i d. C. Tradicionalmente se ha considerado este símbolo como expresión indígena del culto lunar propio de contextos célticos, pero este tipo de motivos no se reduce a la Hispania céltica, y la universalidad del culto lunar ha llevado a diversos investigadores a señalar su probable origen en Anatolia, de donde habría pasado a Panonia y de allí a Hispania, quizá de mano de los milites de la legio X Gemina. 347 Por su parte, la archiconocida roseta, presente como elemento central en las estelas de cabecera semicircular de Para estas zonas, cf. Schober, 1923; Ferri, 1931 y 1933; Gabelmann, 1972, pp. 65-140; Marines1982; Scott Anderson, 1984; Bianchi, 1985; y Reinaldi Tufi, 1988. 346 Abásolo Álvarez, 2002, p. 49. 347 Cumont, 1942, p. 233 (en Abásolo Álvarez, 2002: 62). 345

cu,

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157

la primera y segunda generación de militares de Hispania, parece provenir de la adaptación en soporte menor de los frisos dóricos de bucráneo y rosetas. Está documentada en los primeros monumentos emeritenses como motivo central en la cabecera superior, para pasar, más tarde, a los laterales de las estelas de mármol de cabecera mixta rectangularsemicircular. Edmondson y Abásolo han puesto en relación la aparición de este motivo en Mérida con la presencia de romanos e itálicos en la urbe, particularmente de personal administrativo y militar, que habrían traído esta moda decorativa procedente del norte de Italia.348 El motivo habría sido asimilado por los artesanos hispanos, sustituyendo la talla en relieve marcado por la ejecución a bisel marcada por los contrastes de luz. Una discusión similar, plantean los llamados «órdenes arquitectónicos» o «pseudoarquitectónicos». El origen de la ornamentación con elementos edilicios hay que buscarlo, como tantos otros, en el arte griego, concretamente en la representación de los conocidos naiskoi. Estos temas gozaron de gran éxito en el norte de Italia a fines del siglo i a. C., y pasaron a la meseta norte, probablemente de la mano de las legiones que ocuparon la Citerior tras las guerras cántabras. Las piezas hispanas de la primera generación, datadas a mediados del siglo i d. C., muestran la preferencia por las pilastras dispuestas como delimitadoras del campo epigráfico. La tendencia normal en el norte de Italia y el Rin era que los marcos arquitectónicos encuadraran un nicho para la representación del difunto, en un registro inferior.349 Hallamos claros ejemplos de lo dicho en varias de las estelas asturicenses, en ejemplares de Rosinos de Vidriales y de Herrera de Pisuerga, acantonamientos de las legiones X Gemina y IIII Macedonica.350 De la misma matriz proceden las decoraciones a base de arcos de medio punto, y después de herradura, que aparecen normalmente en registros inferiores ubicados debajo del campo epigráfico, presentes, junto a rosetas, en la estela de L. Antonius Pudens de Herrera de Pisuerga, fechada en el último tercio del siglo i d. C. y en las piezas leonesas ya comentadas. Otro elemento omnipresente en la plástica de los militares de Hispania son los geométricos conocidos como escuadras. Abásolo los encuadra, de nuevo, entre los temas de procedencia foránea, poniéndolos en relación con elementos de carácter astral. Por su parte, Mañanes Pérez considera a la legio X Gemina como introductora de estos motivos, de posible origen anatólico, en Hispania, basándose en el análisis de la origo de las inscripciones asturicenses ornadas con escuadras.351 Un último elemento relevante, especialmente en las producciones leonesas, es el disco solar que ha sido tradicionalmente interpretado de manera exclusiva desde la óptica del celtismo hispano. Si bien se trata de uno de los símbolos asociados, o asociable, por excelencia, al ámbito de las culturas célticas, conviene señalar que son fundamentalmente el trisquel y el tretrasquel los tipos concretos de mayor difusión y perduración en los contextos célticos europeos. Al margen de la larga y compleja tradición que estos símbolos solares tienen en las culturas antiguas, los discos o ruedas solares de radios curvos, que hallamos como motivos or-

Edmondson, 1993, pp. 9-49, presenta como paradigma principal la estela del soldado cluniense L. Aelius Celer (pp. 33-36). 349 Abásolo Álvarez y Marco Simón, 1995, pp. 340-341; y Abásolo Álvarez, 2002, p. 62. 350 Cat., n.os 018, 019, 022, 024 y 025 de Astorga; 071 y 072 de Rosinos de Vidriales; y 036 de Herrera de Pisuerga. 351 Abásolo Álvarez, 2002, p. 64 y Mañanes Pérez, ENAstorga, 1982, p. 160. 348

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namentales de las estelas de Hispania, hallan paralelos cercanos en los monumentos de militares del Nórico, Panonia, Mesia y Dacia.352 Cabe señalar, además, que los considerados trisqueles o tretrasqueles hispanos poco tienen que ver formalmente con las ruedas caladas de radios curvos de los monumentos epigráficos, tal y como aparecen en las piezas leonesas o en la estela cluniense de Petelius, por citar un ejemplar del siglo i d. C. Abásolo señala, además, que en muchos casos la propia roseta hexafolia ha servido de plantilla para realizar los patrones de la rueda calada con rayos a bisel, y cita como ejemplos representativos los talleres de la zona de Zamora y Villalcampo, en los que rosetas y ruedas salen de las mismas officinae o escuelas en cronologías más bien tempranas.353 Hemos visto el probable carácter romano, al menos greco-romano, de muchos de los motivos tradicionalmente considerados indígenas, y cómo la introducción de algunos de los principales se debe, al menos en parte, a los militares de las uerras ántabras. Todo ello recibe su reflejo material en la aparición temprana, en los primeros decenios del siglo i d. C., de una serie de temas ornamentales de carácter figurativo muy concretos que son adaptados por los talleres hispanos, y, sobre todo, en una tipología concreta de estela funeraria decorada con los temas traídos por los soldados a los campamentos y ciudades de Hispania. Por lo que respecta a León, encontramos, tanto en la epigrafía funeraria de los civiles como en la de los militares, un reflejo nítido de esta tipología y de las tendencias decorativas, expresado en la proliferación de estelas fabricadas en piedra local y decoradas con rosetas, discos solares, crecientes lunares, escuadras y elementos pseudoarquitectónicos. Ahora bien, es significativa la ausencia en el corpus leonés de piezas que correspondan a la llamada por Abásolo, «primera generación» de estelas hispanas. Como hemos visto, todos los testimonios disponibles se enmarcan en un lapso cronológico entre el siglo ii y comienzos del iii d. C. El registro funerario de León parece reflejar más bien la mixtura de estos primitivos elementos de origen militar con los repertorios y la manera de hacer indígenas con el correr del tiempo.354 A medida que los militares se asentaron y se fueron integrando en la administración de la Hispania Citerior, la cultura romana, y con ella los hábitos de los militares de la generación siguiente a las guerras asturcántabras, se expandieron por territorio peninsular; el caso de León parece paradigmático en este sentido. Las producciones epigráficas de las canabae recogieron los gustos castrenses y los emularon, generando una moda decorativa híbrida que se refleja en la presencia de los elementos desarrollados anteriormente.355 De resultas de esto, no podemos hablar en León de «producciones militares» y «producciones civiles», ni siquiera contamos con ejemplos claros de la primera generación de soportes que podríamos considerar, quizá, netamente militares. Pero sí podemos afirmar la presencia de un fuerte componente castrense en toda la epigrafía funeraria del lugar, en lo que a soportes se refiere. Desde mediados hasta fines del siglo i d. C.,

Krüger, 1972, p. 48, n. 544; y Abásolo Álvarez, 2002, p. 63. Albásolo Álvarez (2002: 63) señala la inscripción de P. Carissio, que ha de vincularse, según la communis opinio, con la estancia del legado Carissio en Hispania y fecharse, por tanto, en un momento temprano del siglo i d. C. Considera esta pieza, además, como un ejemplo de plástica netamente romana, frente a la tradicional consideración de su carácter indígena. 354 Abásolo Álvarez, 2002, p. 64. 355 Tranoy, 1971, pp. 357-360; y Tranoy y Le Roux, 1974. 352 353

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3.  EL EJÉRCITO EN EL NOROESTE

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la tipología de estelas que los legionarios trajeron a Hispania compite con el repertorio autóctono, a veces imponiéndose y otras veces mezclándose. En León vemos la fase posterior de esta inicial competición, la que corresponde a los tiempos posteriores a la municipalización del noroeste hispano a cargo de los flavios. En otras palabras, asistimos a la cristalización de un proceso complejo de asimilación de influencias externas; de ahí la generalización de estos motivos en la epigrafía de los civiles. En todo caso, aunque hablar de «monumentos militares» es metodológicamente discutible, sí podemos señalar, en la línea de las tesis de Abásolo, la importancia de los milites y veterani de las legiones VI, VII y X, en la configuración de un patrimonio simbólico de marcado carácter «clásico» en la meseta norte, frente al tradicionalismo que atribuía al elemento indígena un peso específico que creemos que no tuvo, al menos en la medida en la que se había considerado. 3.4. Asturica Augusta La antigua Asturica Augusta es mencionada con relativa frecuencia en las fuentes literarias, aunque contamos con pocas noticias referentes a la ciudad en el período altoimperial. La mención más antigua que conservamos se remonta a Plinio el Viejo, que estuvo delegado en Hispania Citerior como procurator alrededor del año 73 d. C., bajo el reinado de Vespasiano. El tratadista e historiador se refiere someramente a la ciudad como urbs magnifica y capital de los astures amaeci, lo que da una idea sobre su consideración.356 Asimismo, aparece identificada en la geografía de Ptolomeo bajo el mismo nombre y, de nuevo, como capital de los amacos.357 Las últimas menciones relevantes en las fuentes, por lo que respecta al período que aquí nos atañe, son la consideración de la ciudad como mansio y punto de paso de la trama viaria de la provincia Citerior en varios pasajes del Itinerario Antonino358 y el Ravennate.359 El resto de alusiones explícitas a Asturica, documentadas en el registro literario, corresponden a obras escritas entre fines del siglo iii y el siglo vii d. C., y hacen referencia, la mayor parte de ellas, a la condición de la urbe como sede episcopal en el ordenamiento geopolítico del noroeste hispano, durante los últimos tiempos del período romano y posteriormente. Habida cuenta su posición geográfica privilegiada,360 uno de los motivos más recurridos para explicar la fundación de la ciudad es la abundancia de recursos minerales en su entorno inmediato. A partir del reinado de Augusto, el oro, abundante en las entrañas de los Montes de León y la sierra del Teleno, se convirtió en el patrón para acuñar moneda por parte del Estado romano.361 El oro representó, sin duda, uno de los elementos Plinio. Nat. Hist., III, p. 21. Ptolomeo, Geogr., II, 6, p. 35. 358 Itin. Ant. 422, p. 2; 423, p. 5; 423, p. 7; 425, p. 5; 427, pp. 4-5; 429, pp. 4-5; 431, p. 3; 448, p. 2; 439, p. 5; 439, p. 15; y 453, p. 5. 359 Rav. Comosgr. 320, p. 12. 360 Sevillano Fuentes y Vidal Encinas, 2002; y Terán y Otero Pedrayo, 1958. 361 Si bien se ha señalado que, en el período de la conquista del noroeste hispano, la acuñación se resolvió a base de soluciones improvisadas, ante la ausencia de colonias, municipios y civitates peregrinae. Cf. García-Bellido, 2007, pp. 159-174; y (coord.) 2006a, pp. 219-239 y 2006b. 356 357

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decisivos, no obstante, desde una perspectiva más amplia, el origen de Asturica Augusta está íntimamente asociado a la organización del territorio astur, y no exclusivamente a la explotación de los recursos auríferos, aunque esta última tendría un papel decisivo en el control logístico y la supervisión administrativa de los mismos como capital de conventus.362 El emplazamiento de la ciudad señala, además, la vocación de control militar de los territorios de los pueblos ástures en el marco del proceso de pacificación del noroeste hispano.363 A su carácter de lugar de paso obligatorio para acceder a territorio galaico, podemos añadir su conexión directa con las principales vías de comunicación imperiales en la mitad septentrional de la Península.364 A pesar de que existen numerosas evidencias de población fechable en la segunda Edad del Hierro en las inmediaciones de Astorga, y de los reiterados intentos para establecer su fundación en época prerromana,365 las principales excavaciones practicadas en el recinto de la ciudad romana no han revelado ningún tipo de horizonte material que pueda adscribirse a esta época.366 La mayor parte de la investigación de los últimos tres decenios sitúa la fundación de Astorga en el período augusteo y en estrecha relación, como hemos venido indicando, con el control militar y la reorganización posterior de los territorios galaicos y astures.367 Gracias a la investigación arqueológica, hoy sabemos que Asturica Augusta fue fundada como campamento militar; así lo acreditan tanto la excavación de un sector de sistema defensivo campamental como los materiales arqueo-

Tanto los ríos cercanos a la ciudad como el entramado montañoso que la rodea fueron explorados con minuciosidad en el período augústeo. Los valles de los ríos Omañas, al norte, y Duerna y Eria, al sur, contaban con sedimentos auríferos entre los más preciados por los romanos, por su alto contenido de este mineral; a ellos habría que añadir las llamadas «coronas», formaciones geológicas también auríferas como las de Luyego, Boisán o Quintanilla. Para el estudio de la minería romana en el noroeste hispano, y especialmente en el área de Astorga, son de obligada consulta los trabajos de C. Domergue, pionero en la materia. Cf. Domergue, 1970, 1971, 1986, pp. 7-101 y 1990; Domergue y Sillières, 1977; Domergue y Martin, 1977; y Domergue y Herail, 1978 y 1979. 363 El primero en proponer la hipótesis de un origen militar, concretamente como campamento, de Asturica fue Gómez Moreno, 1906-1908 (1925), p. 8. 364 Roldán Hervás, 1971 y 1975; y Rabanal Alonso, 1988. En el noroeste, las vías XVII y XVIII, así como la XVIII o Via Nova, cruzaban la ciudad y la conectaban con Bracara Augusta y Aquae Flaviae, principales núcleos urbanos y administrativos de los territorios meridionales y con Lucus Augusti, capital del conventus Lucensis; cf. Rodríguez Colmenero, 1970, pp. 401-439. En el norte, la Via Nova atravesaba toda la comarca de El Bierzo y unía la capital del conventus Asturum con los principales centros mineros de la región; cf. Sevillano y Vidal Encinas, 2015, p. 15, n. 2. Asturica Augusta era también la puerta de salida del noroeste hacia la zona central y oriental de la provincia Citerior y hacia Lusitania. Las vías XXVI y XXVII enlazaban Astorga con Caesaraugusta hacia el este, y con Emerita Augusta hacia el sur; cf. Blázquez, 1920, pp. 5-13; Rodríguez, 1970, pp. 401-439; y Fernández, 1971, pp. 21-37. Finalmente, las vías XXXII y XXXIV unían la capital asturicense con la capital de la provincia Citerior, Tarraco, en el extremo oriental de Hispania, y con Burdigala, en la Galia meridional. 365 Lomas, 1975; y Pastor Muñoz, 1976a, pp. 69-76 y 1976b, pp. 417-434. 366 Luengo, 1953, pp. 143-152; 1956-1961, pp. 152-177 y 1983; Mañanes, 1982a y 1982b; García Marcos y Vidal Encinas, 1995, p. 373 y 1998, pp. 911-945; Álvarez Ordás, 1999, pp. 1007-1019; Burón Álvarez, 1999, pp. 1039-1057; Sevillano Fuentes, 1999, pp. 993-1007; y Sevillano Fuentes y Vidal Encinas, 2002, pp. 16-17, entre otros. 367 Tranoy, 1981; Le Roux, 1980, pp. 43-65 y 1982. Más recientemente, Morillo Cerdán, 1996a, pp. 77-84; 1999, pp. 339-354 y 2007, pp. 305-315 (con Sevillano Fuentes). 362

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3.  EL EJÉRCITO EN EL NOROESTE

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lógicos asociados.368 Dichos materiales permiten situar la construcción del campamento en torno a los años 15-14 a. C.369 Otra de las cuestiones relevantes es la relativa a la unidad o unidades militares que ocuparon el campamento inicialmente. En este punto ha habido cierto consenso, merced a los hallazgos epigráficos que se han recogido hasta la fecha, alusivos a la legio X Gemina.370 Tranoy señala la probable presencia de una de las vexillationes de la legio X en Asturica, mientras que Le Roux va más allá y considera que habría que datar el campamento en época de las guerras cántabras, ya que, una vez concluidos los enfrentamientos, la legión habría partido a sus nuevos cuarteles en Rosinos de Vidriales.371 La cuestión sigue, hoy por hoy, sin resolverse de manera definitiva, sin embargo, no tanto en la consideración de una ocupación, al menos temporal, del solar asturicense, por parte de la legio X Gemina, como en el momento, magnitud y duración de dicha ocupación. El registro epigráfico parece apoyar dicha presencia, especialmente los dos sillares hallados reutilizados en una de las construcciones romanas del casco urbano, que contienen la marca L(egio) X G(emina) grabada en letras capitales cuadradas. Sin embargo, tanto estos sillares como las cinco inscripciones alusivas a soldados, ya

368 La naturaleza de los vestigios arquitectónicos del sistema defensivo parece desmentir que pudiera tratarse de uno de los castra provisionales propios del momento del conflicto bélico; fundamentalmente por la complejidad del doble foso con ager y vallum y la profundidad de las fosas de cimentación. El material cerámico y numismático arroja, además, una cronología posterior. Análisis detallados de este hallazgo y las fortificaciones de Asturica Augusta en González Fernández, 1996, pp. 85-90; 1997; 1998, pp. 10191039; y 1999, pp. 95-115. 369 Una de las principales aportaciones para determinar los orígenes de Asturica Augusta vino de la mano del estudio del material cerámico recuperado en las diversas intervenciones practicadas en el casco urbano. Morillo Cerdán analizó pormenorizadamente los tipos vasculares y, concretamente, un modelo característico de las producciones del primer siglo de nuestra era en el ámbito militar: las lucernas del tipo conocido como vogelkopflampen. Cf. Morillo Cerdán, 1992a, pp. 115-135; 1992b; y 1996b, pp. 77-84. Este tipo de lucernas, junto con la aparición frecuente de terra sigillata itálica de importación, vestigios de impedimenta de clara impronta militar, y la aparición de monedas llamadas «de caetra», acuñadas en el Valle del Duero, por fin delimitaban cronológicamente el nacimiento y la funcionalidad primigenia del asentamiento romano en Asturica. Cf. Morillo Cerdán, 1996a, pp. 77-84 y 1999, pp. 339-354; y García Marcos y Vidal Encinas, 1995 y 1998, pp. 911-945. 370 El primero en vincular a la legión mencionada con Asturica fue Gómez Moreno, que la señala como ocupante del solar en base a las cinco inscripciones halladas juntas y reutilizadas en la red de cloacas. Cf. Gómez Moreno, 1906-1908 y 1925: ocho. Por su parte, Shulten (1962: 176) defiende la misma asociación apoyándose en los cinco epígrafes ya señalados, las operaciones militares contra los cántabros y un texto de Floro para justificar la presencia de la unidad mencionada en Astorga; un texto que interpreta como prueba del proceso de desmilitarización del campamento para su progresiva transformación en centro urbano. Sobre Floro, cf. Epit. II, 33, p. 59: […] castra sua, quia in plano erant, habitare et incolere iussit, ibi gentis esse concilium, illud observari caput. En la misma dirección, aunque con argumentos más escasos, apuntaron en su día García y Bellido (1961: 131), A. Balil Illana (1964: 282; 1973-1974: 88) y J. Rodríguez (1970: 409), siguiendo las tesis de Shulten en términos generales. En cambio, Roldán Hervás (1974: 198199) propuso a la legio V Alauda como primera ocupante. Otros investigadores aportaron diversos matices acerca del momento fundacional y la ocupación del supuesto campamento: F. J. Lomas sugirió un primer campamento de la legio X en Asturica, recuperando el texto de Floro esgrimido por Shulten, mientras que R. F. J. Jones apoyaba esta hipótesis para trasladar posteriormente a la legión a la localidad de Caldas de Rey. 371 Tranoy 1981, pp. 168 y 192; y Le Roux 1982, p. 75.

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mencionadas, se pueden datar a mediados del siglo i d. C.,372 por lo que corresponderían, como veremos, a una fase urbana posterior al campamento. Queda, no obstante, por aclarar si el campamento pertenece al período posterior a las guerras cántabras, como apunta Morillo a partir de los materiales arqueológicos; si fue toda o una parte de la legión la que allí se acantonó; o si fue la única legión que lo hizo. Finalmente, el registro arqueológico parece indicar que, hacia los años 15-20 d. C., bajo el reinado de Tiberio, el campamento perdió sus funciones y fisonomía original. En estas fechas se percibe una gran remodelación urbanística del asentamiento, materializada en potentes niveles de aterrazamiento y relleno en varios sectores, que se pueden datar a fines del reinado de Tiberio.373 En estos años, la legio X Gemina abandonaría sus campamentos originales para ir a instalarse en los nuevos cuarteles construidos en Rosinos de Vidriales, donde permanecería hasta su marcha a Pannonia en el año 63 d. C. Comenzaba una nueva etapa para Asturica, que se vería transformada en la urbe principal del conventus de los astures perdiendo su carácter castrense. Dicha transformación se ha podido detectar gracias a los estudios sobre los amurallamientos posteriores a la fase campamental y al desarrollo de los trabajoa arqueológicos en el casco urbano, que revelan la existencia de una ciudad de nueva planta provista de red de alcantarillado, trama urbana compleja, edificios públicos y diversas domus.374 3.4.1. La epigrafía militar. Visión de conjunto El registro epigráfico de Asturica ha proporcionado un conjunto de dieciocho inscripciones alusivas a militares de diferente condición, Dicha cifra constituye una más que significativa minoría con respecto al conjunto de la documentación epigráfica de la ciudad y su territorium, que asciende a 206 inscripciones.375 En esta desproporción entre administración y población civil y militares se percibe con claridad la deriva que siguió el asentamiento de Asturica y su transformación en asentamiento militar en la capital conventual, de eminente importancia administrativa y económica y carácter cosmopolita.

Las dataciones se han establecido por criterios externos, como la paleografía y los formularios, además de los movimientos de la legión. Las piezas corresponden a los números de catálogo 018, 019, 020, 021 y 024. 373 Como en la llamada «domus del pavimento de opus signinum», cuyas estructuras parecen superponerse a las campamentales. Cf. García Marcos y Vidal Encinas, 1998, pp. 911-945; González Fernández, 1999, pp. 95-115; y Sevillano Fuentes y Vidal Encinas, 2002, pp. 33-34, con bibliografía. 374 Un estudio completo de la legio X Gemina, particularmente en Hispania, en Gómez-Pantoja, 2000, pp. 69-90. Sobre la ciudad altoimperial, cf. González Fernández, 1999, pp. 95-115; acerca de los amurallamientos, cf. García Marcos, Morillo Cerdán y Campomanes, 1997, pp. 515-531; volumen monográfico sobre las excavaciones de la domus en Burón, 1997; y 2003, sobre el inicio de la ciudad y las estructuras domésticas; y, por último, sobre el urbanismo, cf. García Marcos y Vidal Encinas, 1990; 1993; 1995, pp. 376-379; 1996, pp. 135-145 y 1999, pp. 921-922, con bibliografía. 375 La cifra incluye, además de las inscripciones debidas a militares, una significativa proporción de fragmentos epigráficos y monumentos fragmentados de interpretación muy incierta o imposible. 372

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3.  EL EJÉRCITO EN EL NOROESTE

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Tabla 21. Testimonios epigráficos de militares de Astorga (elaboración propia, cf. Catálogo: Astorga) N.º Cat.

Referencia EAstorga, 31 = IRPLeon, 81 = ERPLeon, 152 = ILAstorga, 41 = Petavonium, 65 = AE, 1928, 164 = AE, 1961, 338

Nombre militar

Rango

Unidad

Cronología concreta

Domitius [---] y G. Cornelius Serenus

Eques

Ala II Flavia H. c. R.

Último tercio i d. C. (época flavia)

002

CIL II, 2637 (p 911) = IRPLeon, 78 = EAstorga, 19 = ERPLeon, 220 = ILAstorga, 22 = Petavonium, 64 = Meseta, 85 = AE, 1966, 187 = AE, 2011, 511

Pompeius Faventinus

Praef. cohortis/trib. militum/ praef. equitum

Coh. VI Asturum/Leg. VI Victrix/Ala II Flavia H. c. R.??

Primera mitad siglo ii d. C.

003

EE-9, 292l = IRPLeon, 132 = EAstorga, 56 = ERPLeon, 234 = ILAstorga, 82

Sulpicius Placidinus

Eques vel praef. equitum?

?

Siglo iii d. C. (Septimio SeveroDiocleciano)

004

ZPE, 193-294 = HEp-15, 239

Tiberius Iunius Praef. Quadratus equitum

Ala II Flavia H. c. R.

Fin siglo i d. C.

005

CIL II, 2634 (p. 707) = IRPLeon, 1 = EAstorga, las unidades militares;ciano).:la 12 = ERPLeon, 82 = ILAstorga, 12 = CasLeon, 191 = Meseta, 50.

Quintus Mamilius Capitolinus

Leg. VII Gem.

Fin siglo ii d. C. (ca. 197 d. C., inicio Severo)

006

CIL II, 2638 (p. 911) = Memmius IRPLeon, 77 = EAstorga, 18 = ERPLeon, 205 = Barbarus ILAstorga, 24 = Meseta, 80

001

018

CIL II, 2594a = IRG II, 63 = IRLugo, 51 = AE, 1973, 290

019

EAstorga, 22 = IRPLeon, 84 = ERPLeon, 210 = ILAstorga, 32 = Petavonium,15 = AE, 1928, 163

Caius Coelius Valens

Lucius Octavius Magius

Legatus Aug./ Dux legionis

Trib. militum Leg. I Italica

Último tercio del siglo i d. C. (época flavia)

Miles

Leg. X Gem.

Tres primeros tercios del siglo i d. C. (de Augusto al 69 d. C.). Claudio-Nerón (Le Roux, 1982: 122)

Leg. X Gem.

Tres primeros tercios del siglo i d. C. (de Augusto al 69 d. C.). Claudio-Nerón (Le Roux, 1982: 122)

Tubicen

164

N.º Cat.

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EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

Referencia

Nombre militar

Rango

Unidad

Cronología concreta

Leg. X Gem.

Tres primeros tercios del siglo i d. C. (de Augusto al 69 d. C.). Claudio-Nerón (Le Roux, 1982: 122)

Leg. X Gem.

Tres primeros tercios del siglo i d. C. (De Augusto al 69 d. C.). Claudio-Nerón (Le Roux, 1982: 122)

Quintus Cumelius Celer Veteranus/ y Quintus Miles Cumelius Rufinus

Leg. II Ad(iutrix)

Fines del siglo i d. C.-Principios del ii d. C. (100-130 d. C.)

Placidius Placidus

Leg. VII Gem.

Segundo tercio siglo iii d. C. (225-255 d. C.)

Coh. Thracum

Tres primeros tercios del siglo i d. C. (de Augusto al 69 d. C.). Claudio-Nerón (Le Roux, 1982: 122)

Veteranus

Leg. X Gem.

Tres primeros tercios del siglo i d. C. (de Augusto al 69 d. C.)

Granius Fortius?

Veteranus

Leg. VII Gem.

Septimio Severomediados siglo iii d. C.

027

CIL II, 2641 = IRPLeon, 88 = EAstorga, 26 = ERPLeon, 241 = ILAstorga, 37

Marcus Valerius Licinianus

Miles

Leg. VII Gem.

¿136-182 d. C.?

028

IRPLeon, 126 = ERPLeon, 223 = EAstorga, 73 = ILAstorga, 26 = CBI, 835

[---]Proculus

Beneficiarius procuratoris

Fines siglo i d. C.Leg. VII Gem.? Principios ii d. C. (100-130 d. C.)

020

IRPLeon, 89 = ERPLeon, 244 = EAstorga, 24 = ILAstorga, 34 = Petavonium, 22

021

Eastorga, 25 = IRPLeon, p86 = ERPLeon, 216 = ILAstorga, 35 = Petavonium, 18 = AE, 1904, 160

Persius [Bla?]esus

022

CIL II, 2639 (pp. 707 y 911) = EE, 9, p. 111 = IRPLeon, 80 = EAstorga, 29 = ERPLeon, 148 = ILAstorga, 36

023

CIL II, 2640 (p. 911) = IRPLeon, 87 = EAstorga, 28 = ERPLeon, 218 = ILAstorga, 39

024

IRPLeon, 82 = EAstorga, 30 = ERPLeon, 171 = ILAstorga, 40 = AE, 1928, 165

Fuscus Dorilsis Miles

025

CIL II, 5076 = CIL II, 5662 = EE, 09, p. 111 = EAstorga, 23 = IRPLeon, 85 = ERPLeon, 214 = Petavonium,16 = AE, 1904, 160

Gaius Pelgus [---]

026

IRPLeon, 83 = ERPLeon, 173 = EAstorga, 27 = ILAstorga, 38 = AE, 1928, 166

[---] Virilius

Miles

Miles

Veteranus

Gladius, Anejos 19, 2021

N.º Cat.

056

3.  EL EJÉRCITO EN EL NOROESTE

Nombre

Referencia

militar

ERPLeon, 19 = ILAstorga, 20 = CasLeon, 5 = Auctarium-N, 19 = Meseta, Caesinius 215 = HEp 1, 384 = HEp 2, 439 = HEp 3, 242 = HE Agricola p 7, 376 = HEp 16, 452 = AE, 1987, 611 = AE, 1998, 762

Rango

Eques

Unidad

Coh. I Flavia Lusitanorum

165

Cronología concreta

Siglo ii d. C. (no definido)

La tabla del corpus militar asturicense proporciona algunas claves para interpretar la presencia del ejército en la capital conventual. A los dos aspectos centrales, escasez de inscripciones de militares respecto al registro de civiles y miembros de la administración, y predominio de tituli funerarios, habría que añadir otros, como la cronología, las unidades militares, la presencia de una fase representada por cinco epígrafes de integrantes de la legio X Gemina, la escasez de testimonios de matrimonios y otras relaciones de parentesco en los epitafios, la baja proporción de epigrafía honorífica protagonizada por las élites militares, la elección poco diversificada de los tipos de soportes y la relación del material epigráfico con el espacio, así como sus lugares de hallazgo. Todas ellas son cuestiones de interés capital que iremos planteando y tratando de desarrollar a la luz de la documentación disponible.

Figura 2. Inscripciones militares de Astorga por cronología. Sgs. II‐III d. C. 11 % Siglo II d. C. 17 %

Siglo III d. C.  11 % Siglo I d. C. 50 %

Siglos I‐II d. C. 11 %

 

Figura 2. Inscripciones militares de Astorga por cronología.

Gladius, Anejos 19, 2021

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

166

Tabla 22. Testimonios epigráficos de Astorga: tituli, soportes y cronología.376 N.º Cat.

Titulus

Soporte

Militar

Rango

Cronología básica

001

Funeraria

Estela

Domitius [---] y G. Cornelius Serenus

018

Funeraria

Estela

Caius Coelius Valens

Miles

Siglo i d. C.

019

Funeraria

Estela

Lucius Octavius Magius

Tubicen

Siglo i d. C.

020

Funeraria

Estela

[---] Virilius

Miles

Siglo i d. C.

021

Funeraria

Bloque

Persius [Bla?]esus

Miles

Siglo i d. C.

022

Funeraria

Estela

Quintus Cumelius Celer y Quintus Cumelius Rufinus

Veteranus/Miles

Siglos i-ii d. C.

023

Funeraria

Ara

Placidius Placidus

Veteranus

Siglo iii d. C.

024

Funeraria

Estela

Fuscus Dorilsis

Miles

Siglo i d. C.

025

Funeraria

Estela

G. Pelgus [---]

Veteranus

Siglo i d. C.

Eques

Siglo i d. C.

026

Funeraria

?

Granius Fortius?

Veteranus

Siglos ii-iii d. C.

027

Funeraria

?

Marcus Valerius Licinianus

Miles

Siglo ii d. C.?

028

Funeraria

Placa?

[---]Proculus

Beneficiarius procuratoris

Siglos i-ii d. C.

035

Honorífica

?

Pompeius Faventinus

Praef. cohortis/ trib. militum/ praef. equitum

Siglo ii d. C.

036

Funeraria

Estela

Sulpicius Placidinus

Eques vel praef. equitum?

Siglo iii d. C.

037

Votiva

Fuste

Tiberius Iunius Quadratus

Praef. equitum

Siglo i d. C.

038

Votiva

?

Quintus Mamilius Capitolinus

Legatus Aug./Dux legionis

Siglo ii d. C.

039

Funeraria

Bloque (doble)/placa?

Memmius Barbarus

Trib. militum

Siglo i d. C.

040

Votiva

Ara

Caesinius Agricola

Eques

Siglo ii d. C.

La visión general del conjunto epigráfico de Astorga proporciona un panorama, en líneas generales, más coherente que el del campamento de León. Se advierte, como se ha señalado, una notable mayoría de epigrafía funeraria perteneciente a los soldados, de la que, a su vez, una parte importante corresponde a los tiempos inmediatamente posteriores al acantonamiento de al menos una de las legiones de Hispania en el solar de la futura ciudad. Todos estos soldados especifican su condición de milites (gregarii, immunes o principales) o veterani, y el elenco se divide entre individuos que han perecido en su período de servicio y veteranos que han venido a establecerse a la pujante capital del conventus Asturum tras su retiro. Buena parte de ellos resultan ser, como veremos, también de origen foráneo. Por otra parte, el registro votivo es significativamente escaso,

Para las referencias a los corpora epigráficos remitimos a la tabla 1 y a la parte del catálogo correspondiente a Astorga, donde se encuentran debidamente consignados, a fin de no incurrir en repeticiones innecesarias. 376

Gladius, Anejos 19, 2021

3.  EL EJÉRCITO EN EL NOROESTE

167

y más en relación con la abundancia e importancia de la epigrafía votiva en el conjunto de la ciudad. No obstante, se corresponde, como era de esperar, con los miembros de las clases ecuestre o senatorial que ocupaban mandos militares. De hecho, son los altos funcionarios los responsables mayoritarios de la erección de monumentos epigráficos de carácter votivo, fundamentalmente a lo largo del siglo ii y comienzos del iii d. C. 3.4.2. La epigrafía funeraria de los militares Las inscripciones funerarias de militares recuperadas en Astorga constituyen uno de los testimonios más nítidos de la presencia de la tropa en el noroeste hispano, como elemento de transformación e integración de los nuevos territorios conquistados. De hecho, el contexto cronológico arroja datos significativos que ponen de relieve las diferentes fases de la presencia militar romana en Hispania: la administración y el control de los territorios sometidos y, posteriormente, la explotación de los recursos minerales, acompañada de la progresiva inmersión de cántabros, astures y galaicos en los modos de vida romanos. Tabla 23. Inscripciones funerarias de militares de Astorga. N.º Cat.

Soporte

Militar

Unidad

Rango

Cronología concreta

001

Estela

Domitius [---] y G. Cornelius Serenus

Ala II Flavia H. c. R.

Eques

Último tercio del siglo i d. C. (época flavia)

003

Estela

Sulpicius Placidinus

?

Eques vel praef. equitum?

Siglo iii d. C. (Septimio Severo-Diocleciano)

006

Bloque (doble)/ placa?

Memmius Barbarus

Leg. I Italica

Trib. militum

Último tercio del siglo i d. C. (época flavia)

Miles

Tres primeros tercios del siglo i d. C. (de Augusto al 69 d. C.). Claudio-Nerón (Le Roux, 1982: 122)

Tubicen

Tres primeros tercios del siglo i d. C. (de Augusto al 69 d. C.). Claudio-Nerón (Le Roux, 1982: 122)

Miles

Tres primeros tercios del siglo i d. C. (de Augusto al 69 d. C.). Claudio-Nerón (Le Roux, 1982: 122)

Miles

Tres primeros tercios del siglo i d. C. (de Augusto al 69 d. C.). Claudio-Nerón (Le Roux, 1982: 122)

018

019

020

021

Estela

Estela

Estela

Bloque

Caius Coelius Valens

Lucius Octavius Magius

[---] Virilius

Persius [Bla?]esus

Leg. X Gem.

Leg. X Gem.

Leg. X Gem.

Leg. X Gem.

Gladius, Anejos 19, 2021

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

168

N.º Cat.

Soporte

Militar

Unidad

Rango

Cronología concreta

022

Estela

Quintus Cumelius Celer y Quintus Cumelius Rufinus

Leg. II Ad(iutrix)

Veteranus/ Miles

Fines del siglo i d. C.Principios siglo ii d. C. (100-130 d. C.)

023

Ara

Placidius Placidus

Leg. VII Gem.

Veteranus

Segundo tercio siglo iii d. C. (225-255 d. C.)

Miles

Tres primeros tercios del siglo i d. C. (de Augusto al 69 d. C.). Claudio-Nerón (Le Roux, 1982: 122)

024

Estela

Fuscus Dorilsis

Coh. Thracum

025

Estela

G. Pelgus [---]

Leg. X Gem.

Veteranus

Tres primeros tercios del siglo i d. C. (de Augusto al 69 d. C.)

026

?

Granius Fortius?

Leg. VII Gem.

Veteranus

Septimio Severo-mediados del siglo iii d. C.

027

?

Marcus Valerius Licinianus

Leg. VII Gem.

Miles

¿136-182 d. C?

028

Placa?

[---]Proculus

Leg. VII Gem.?

Beneficiarius procuratoris

Fines del siglo i d. C.Principios siglo ii d. C. (100-130 d. C.)

En el caso de la epigrafía sepulcral de los militares en Asturica, la cronología es un factor de importancia capital. En efecto, la evolución histórica de la ciudad sitúa los testimonios en contextos históricos diversos, que es preciso tomar en consideración. De los catorce monumentos documentados, nueve corresponden, como se ha señalado, al siglo i d. C. y seis de ellos al período julio-claudio. Tabla 24. Inscripciones funerarias de militares de Astorga: textos. N.º Cat. 001

003 006

018

Texto [---Do]mitio/ [---] o ˚ eq(uiti) ˚ alae/ Fla[vi]ae ˚ h(ispanorum) ˚C(ivium) ˚R(omanorum)/ domo Tabala-/ca ˚ an(norum) ˚ XXXVII ˚ aer(orum)/ XVIII ˚ C(aius) ˚ Corne-/lius ˚ Serenus/ eq(ues) ˚ alae ˚ eiusd(em)/ municipi ˚ heres/ exs(!) ˚ voluntate /f(aciendum) ˚ c(uravit) D(is)˚ M(anibus) ˚/ Sulpicio ˚/ Placidino / an(norum) ˚ LV ˚Sulpi/ cius ˚Messor / patrono ˚opti/ mo ˚ f(aciendum) ˚c(uravit) ---/ [---]Memmius [---] /Anie(n)s(i) ˚Barbarus / sacerdos Romae ˚et ˚ Aug(ustorum) / ad ˚ Lucum ˚ Aug(usti) ˚ / flamen provinciae ˚Hispa/ niae ˚ citerioris ˚ / trib(unus) ˚ mil(itum) ˚ leg(ionis) ˚ I ˚ Ital[ic]ae ˚ an(norum) ˚ LVIIII ˚ h(ic) ˚ s(itus) ˚ e(st) ˚ C(aius) ˚Coelius/ C(ai filius) ˚ Pap(iria) ˚Valens/ Nar(bone?) mil(es) l(egionis) X G(eminae)/ (centuria) Castellani/ ann(orum) XXXV ˚ ae(rorum)/XIII ˚ h(ic) ˚ s(itus) ˚ e(st) ˚ h(eres) ˚ e(x) ˚ t(estamento)

Gladius, Anejos 19, 2021

N.º Cat. 019

020 021

022

3.  EL EJÉRCITO EN EL NOROESTE

169

Texto L(ucius) ˚ Octavius/ L(ucii filius) ˚ Pup(inia) ˚ Ba(e)t(e)r(ris)/ Magius/ ann(orum) ˚XXXVIII/ aer(rorum) ˚XIX ˚ tub(i)c(en)/ mil(es) leg(ionis) X Ge(minae)/ (centuriae) ˚ T(iti) ˚ Numisi / heres [e]xs tes(tamento)/ fecit ˚s(it) ˚ t(ibi) ˚ t(erra) / lev[is] --Vie(nna) Virillio/ Mi(les) l(egionis) X Geminae/ (centuria) p(rimi) p(ili) ann(orum)/ XXXII/ aer(orum) X[III]I/ h(ic) s(itus) e(st) [h(eres) ex] t(estamento) [-]Persius ˚M(arci) ˚ f(ilius) ˚ Pol(lia) / [Bla?]esus ˚ dom(o) ˚ Has/ [ta m(iles)] leg(ionis) X ˚Gem(ina) ˚ (centuria) ˚Sil/ [---] ann(orum) ˚L aer(orum) ˚ XXVI h(ic) ˚ s(itus) ˚ e(st) Q(uintus) Cumelius/ Q(uinti filius) [F]ab(ia) ˚ Celer ˚ Brac(ara Augusta)/ v[et(eranus) l]eg(ionis) ˚ II ˚ Ad(iutricis) ˚ h(ic) ˚ s(itus) ˚ an(norum)/ LXXV/ Q(uintus) Cumelius / R[uf]inus ˚ f(ilius) ˚ mil(es) ˚ le(gionis)/ II [A]d(iutricis) ˚ heres ˚ patri/ [e]t Cumelius/ M[a]scellio lib(ertus)/ [p]osuerunt

023

D(is) ˚ I(nferis) ˚M(anibus)/ [P]lacidio/ Placido vet(erano)/ Leg(ionis) ˚ VII ˚G(eminae) [---] / [---]e P(iae) F(elicis)/ Vixit ˚an(nis) ˚ LVII/ Papia Maxi/ mina ˚marito/ incomparabi-/ li memoriam/ posuit

024

Fuscus Dori-/ lsis ˚Eptaece-/ nti f(lilius) ˚ miles ex/ cohort(e) Trac-/ um ˚(centuria) Iul(ii) Martial(is)/ dom(o) Serdus an[n(orum)]/ XXV ˚aer(orum) ˚VIIII h(ic) ˚s(itus) ˚e(st)

025

C(aius) Pelgus L(ucii)/ f(ilius) Scaptia/ [---]/ ve[te]r(anus) L(egionis) X G[eminae?]/ vi(xit) an(nis) LVI H(ic) S(itus) E(st)/ C(aius) Pelgus ˚ Pri-/ mus ˚lib(ertus) ˚ ex testamento

026

027 028

[D(is)] ˚M(anibus) ˚ S(acrum)/ Granio For[ti?]/ vet(erano) ˚ l(egionis) ˚ VII ˚G(emina) ˚ p(iae) ˚f(elicis) ˚an(norum)/ LXXXVIIII et Vettiae/ Sabin(ae) ˚ an(norum) ˚ L Ael(ia) ˚Pris-/ cilla parentib(us) ˚ ob/ memoriam ˚ M(arcus) ˚ Valerius ˚ [M(arci) ˚ f(ilius)]/ Gal(eria) ˚ Licini[anus]/ ex ˚ M(unicipio) ˚ Cas[tulon(ensi)]/˚ calec ˚ leg(ionis) ˚ V˚ Cent/ vixit ˚ an(nos) ˚ LXXXVI/ h(ic) ˚ s(itus) ˚ e(st) [D(is)] M(anibus)/ [---]Proculo/ [---] Galer[i]a ˚ Bra(carensi)/ [benefi]ciario ˚ proc(curatoris)/ [Aug(gusti)] M(arcus) ˚ Terentius/ [---]s h(eres)

Cinco de las seis inscripciones de militares más antiguas datadas en Astorga responden a un modelo común, se trata de estelas de cabecera semicircular talladas en granito local, con un registro superior en el que se ha esculpido una roseta hexafolia normalmente acompañada de escuadras. Todas ellas, menos una, nos presentan además a miembros de la misma legión, la X Gemina. Por otra parte, la estructura compositiva de sus textos obedece a uno de los modelos propuestos por Le Roux, que caracterizan los epitafios militares de la primera mitad del siglo i d. C. en Hispania y fueron fechadas por el estudioso francés en el período entre Claudio y Nerón.377 Todos sus epitafios se

Le Roux, 1982, pp. 22-25, para los criterios de datación, y p. 122 para la cronología de las cinco inscripciones. Los textos consignan la siguiente estructura: praenomen+nomen+filiación+tribus+cognomen +(origo)+rango+unidad+aerorum/stipendium+ann. 377

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

170

Gladius, Anejos 19, 2021

refieren milites: cuatro gregarii, un inmunis378 y un veteranus; en todos menos el referido a los veterani C. Pelgus379 y Persius [Bla?]esus380 se nos presentan soldados muertos a una edad temprana, entre los 38 y los 25 años, con períodos de servicio largos en relación a la edad de su defunción: diecinueve, diecisiete y nueve años, que revelan que fueron reclutados siendo bastante jóvenes. Otro rasgo en común, esta vez a todas, es que ninguno de los soldados era de origen hispano: contamos, por una parte, con tres individuos reclutados en la Galia Narbonense, C. Coelius,381 Octavius Magius382 y Virillius;383 dos de origen itálico, Persius [Bla?]esus y C. Pelgus; y, finalmente, uno de origen tracio, Fuscus Dorilsis.384 La procedencia mayoritaria de la Galia Narbonense halla explicación en la pertenencia de los individuos a la legio X. Esta legión, la predilecta de César, y conocida en época republicana como X Equitata, fue licenciada por el propio César en el año 45 a. C., estableciéndose sus veteranos en la Colonia Narbo Martia, capital de la Narbonense.385 La legión llegó a Hispania en el año 27 a. C. y la abandonó en el año 63 d. C., para reforzar las defensas del limes en Pannonia. Una vez finalizadas las guerras, fue una de las unidades que se quedó en el noroeste para la pacificación y organización del territorio. No resulta, por tanto, extraño que muchos de los soldados reclutados en la fase posterior a las guerras procedieran precisamente de la Narbonense. De la misma manera, el alto nivel de soldados itálicos, en una legión que permaneció relativamente poco tiempo en Hispania, no resulta chocante en la medida en que el proceso Octavius Magius no era un simple miles, sino un inmunis, ya que se presenta como tubicen y estaría, probablemente, encargado de funciones asociadas al cuerpo de guardia del procurador de Astorga. 379 Hübner y Fita propusieron el rango de evocatus Augusti para Pelgus, pero su hipótesis ha sido descartada por la investigación posterior. Cf. Hübner, CIL II, 5076; Fita, 1903, p. 212 en contra; y Le Roux, 1982, p. 180, n. 51. 380 Le Roux (1982: 180-181, n. 33) restituyó la onomástica del difunto de la siguiente manera: [M(arcus)] Persius [Bla?]esus, propuesta que ha sido generalmente aceptada; nosotros nos hemos inclinado por no restituir el praenomen. 381 Los primeros editores de la pieza habían desarrollado la abreviatura Nar como Nar(nia), ciudad ubicada en el Piceno italiano (Gómez Moreno, 1906-1908 y 1925: 18-19), pero el desarrollo de Le Roux (1982: 122, n. 21), Nar(bone), se ajusta claramente mejor al formulario de los epiafios de este período, así como al contexto histórico 382 Aceptamos, de nuevo, la lectura de Le Roux (1982: 122), Ba(e)t(e)r(ris), y la procedencia del soldado de la Galia Narbonense. 383 Hemos optado por no restituir los nomina perdidos por falta de indicios claros. Macías (1905: 336, n. 43) y Gómez Moreno (1906-1908 [1925]: 19, n. 24) pudieron verla y describirla antes de su desaparición. La interpretación de la procedencia del soldado ha sido objeto de diversas hipótesis: Hernández Guerra hace proceder a Virillius de Italia, y lo adscribe a la tribus Anniensis, mientras que Le Roux lee y desarrolla Vie(nna), haciendo proceder, de nuevo, al difunto de la Galia Narbonense. Tanto en este punto como en la restitución de los años preferimos la lectura de Le Roux (1982: 183). 384 El texto es problemático por la interpretación de la onomástica, el origen del soldado y, sobre todo, por la identificación de la unidad, la cohors Thracum, la única mencionada así que conocemos hasta ahora. La origo domo serdus (Serdica), la nomenclatura del dedicante, así como su filiación, confirman el origen tracio del soldado auxiliar. Respecto a la unidad, algunos investigadores la identificaron con el ala IIII Thracum mencionada en una inscripción de un praefectus fabrum en Tarragona (Cat., n.º 140). Habría que pensar en la citada unidad como un cuerpo alistado entre reclutas de origen tracio y la inscripción se fecha no más allá del reinado de Nerón, lo que hace más probable aún que la actividad de la cohors Thracum estuviese vinculada, de algún modo, a la legio X Gemina. Cf. Le Roux, 1982, p. 184. 385 Para una historia detallada de la legión, cf. Gómez-Pantoja, 2000, pp. 169-190. 378

Gladius, Anejos 19, 2021

3.  EL EJÉRCITO EN EL NOROESTE

171

de reclutamiento de hispanos en fechas tan tempranas como la primera mitad del siglo i d. C. aún no se había consolidado. La presencia de soldados no hispanos, y la avanzada edad del veterano C. Pelgus o de Persius Blaesus son argumentos que apoyan, además, la datación temprana de este grupo de inscripciones alusivas a la X Gemina. La estela dedicada a C. Pelgus data del mismo período que las de Coelius Valens, Octavius Magius, Virillius, Fuscus Dorilsis y el bloque de Persius [Bla?]esus, aunque el contexto de hallazgo difiere, dado que no fue descubierta junto a estas, sino en las cercanías de Astorga. Este grupo de cinco ejemplares (seis con la de Pelgus), datado por Le Roux entre Claudio y Nerón, ha sido uno de los argumentos más utilizados para ubicar a la legio X Gemina en Asturica, por los autores que desde un primer momento supusieron la existencia de un campamento previo a la ciudad. Ahora bien, como se ha señalado, el abandono del campamento se habría producido, según los materiales arqueológicos más recientes, entre los años 15 y 20 d. C. Si tomamos en consideración los stipendia de los milites difuntos, Coelius Valens (XXIII); Octavius Magius (XIX); Virillius (XIV); Persius [Bla?]esus (XXVI) y Fuscus Dorilsis (VIII), y las dataciones, el reclutamiento de estos soldados podría haberse producido entre los reinados de Tiberio y Calígula, sin poder precisar más, lo que impide la asociación de estos soldados a la fase campamental. Habría que pensar, más bien, que estos militares habrían sido reclutados en los primeros tiempos de la formación de la ciudad, en la que siempre habría permanecido un importante destacamento de la X Gemina, al que hemos de atribuir la creación de un centro administrativo en la nueva capital conventual.386 Las evidencias de la fase puramente militar se restringen, pues, a la documentación de estructuras y material arqueológico, y no contamos con material epigráfico para documentar este primer período, excepto, quizá, los sillares con las marca de la X Gemina localizados en las excavaciones del casco urbano.387 Desde el punto de vista social y de sus vínculos personales, este grupo de inscripciones representa bien la ausencia de relaciones específicas en la epigrafía militar asturicense del primer período. Ninguno de ellos presenta más vínculos sociales que la mención de un heredero en sus epitafios. Todos eran foráneos y no parecen haber arraigado en Asturica Augusta ni en el noroeste hispano, asentándose, formando una familia o teniendo descendencia, al menos Coelius Valens, Octavius Magius y Virillius, que solo consignan un solo personaje como supuesto encargado de erigir sus monumentos funerarios, personaje definido genéricamente como heres, y todos ellos mediante la fórmula: ex testamento. La estructura de sus epitafios es, por otra parte, prácticamente idéntica.388 A la vista de la homogeneidad de los soportes y los textos, parece clara la presencia de un patrón a cargo de la officina epigráfica de Asturica, al servicio, entre otros, de las primeras generaciones de soldados que se enterraron en las necrópolis anejas a la urbe, una parte de ellos de origen extrapeninsular. No podemos deducir, sin embargo, el vínculo

Le Roux, 1982, pp. 122-123. Estos sillares tampoco aparecieron en contexto arqueológico primario, sino reutilizados en una de las construcciones posteriores de la civitas. 388 La estructura: praenomen+nomen+filiación+tribu+origo+cognomen+rango+unidad+centuria+annorum+aerorum vienen a definir gran parte de los epitafios fechados a partir de la segunda mitad o final del reinado de la dinastía julio-claudia y comienzos de la dinastía flavia. Le Roux, 1982, pp. 25-27. 386 387

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

172

Gladius, Anejos 19, 2021

personal de los difuntos con los individuos denominados bajo el término heres, más allá del carácter evidente de los mismos de herederos de los soldados difuntos y encargados de sus sepelios. El hecho de tratarse de soldados no hispanos que no reflejan ningún vínculo marital, ni esclavos y libertos a su cargo de manera expresa, podría sugerir que fuesen commilitiones de los difuntos, tal y como se ve en la estela del africano Domitius, ligeramente más tardía; pero no contamos evidencia suficiente para sostener esta idea. En este sentido, conviene no perder de vista que el dedicante de la estela de C. Pelgus es un liberto que, además, porta tria nomina, por lo que hay que suponerle la condición de ciudadano, que habría heredado, probablemente, merced al estatuto jurídico que se deduce de la origo Baeterris, que expresa el epitafio de su patrono. Este tipo de dedicantes podría entrar perfectamente en la denominación genérica de heres. Otros dos epígrafes de época temprana no explicitan ningún tipo de relación social del difunto, concretamente, el bloque de Persius [Bla?]esus, y la estela de Fuscus Dorylsis, que no consignan a ningún personaje más que a los propios difuntos. Cuatro monumentos epigráficos más pertenecen a la legio VII Gemina o a sus unidades auxiliares. Se sitúan cronológicamente en la transición entre los siglos i y ii d. C. (Cat., n.º 028), otro a lo largo del siglo ii d. C. (Cat., n.º 027), el tercero a fines del siglo ii o principios del iii d. C. (Cat., n.º 026) y, finalmente, el último en el primer tercio del siglo iii d. C. (Cat., n.º 006). Los epitafios presentan a un beneficiarius, dos veterani y un individuo del que no conocemos su condición. Este segundo horizonte cronológico, vinculado con la presencia de la VII Gemina, presenta un elenco más reducido de inscripciones, que revela, a su vez, un tipo de presencia diferente de los soldados. La estela de Domitius, por su compañero de unidad y compatriota Cornelius Serenus (Cat., n.º 001), da testimonio de la presencia del ala II Flavia, al menos de una parte, al servicio de las autoridades de Asturica y dedicada, probablemente, a funciones relacionadas con la vigilancia y la minería, pues tanto Domitius como su compañero eran originarios del África proconsular,389 y el difunto murió estando aún en activo.390 Hemos de suponer que la muerte sorprendió al jinete en el cumplimiento de sus labores y, más allá del propio deber, nada ligaba a estos militares a la capital del conventus Asturum. Este es el único ejemplar de Asturica en el que encontramos un vínculo explícito entre dos compañeros de armas. El caso de [---] Proculus, beneficiarius proc(uratoris) Aug(usti) (Cat., n.º 028) es especialmente significativo, puesto que se trata del único testimonio de este tipo de milites principales al servicio directo del procurador de Asturica.391 El soldado estaba adscrito a la tribu Galeria, y probablemente era de origen bracarense.392 El moHa habido cierta controversia en torno a la localización del lugar de procedencia de ambos equites. Optamos aquí por la propuesta de Le Roux (1982: 216-217, n. 159), que se inclina, con reservas, por el África Proconsular como localización más probable para Tabalaca, sobre todo basándose en el empleo del término municeps para señalar la relación entre ambos militares y en los gentilicios. 390 Domitius murió a los 38 años, tras haber servido dieciocho. 391 Se trata de un epígrafe problemático tanto por su lectura como por su datación. Cf. Macías, 1903, pp. 411-412, n. 16 y 1909, p. 411, n. 71; y Gómez Moreno, CM León, 1906-1908 (1925), p. 22, n. 15. Por lo general, se ha seguido la lectura de Macías, que plantea muchas dificultades. 392 Le Roux (1982: 251, n. 266) consideró, no sin reservas, una posible procedencia del difunto de Segisamo; e incluso hay otra lectura completamente diversa que convertía a Proculus en miles beneficiarius de la cohors I Gallica. 389

Gladius, Anejos 19, 2021

3.  EL EJÉRCITO EN EL NOROESTE

173

numento, datado entre fines del siglo i y comienzos del ii d. C., es el ejemplo que mejor refleja el vínculo entre el ejército y la administración imperial en las ciudades del noroeste. No obstante, pone en evidencia la sorprendente escasez de documentación epigráfica relativa a los beneficiarios en Astorga, que es aún más sorprendente teniendo en cuenta la abundancia de epigrafía alusiva a los procuratores y la ya mencionada presencia de beneficiarios al servicio de los procuradores de Asturica presente en los conjuntos epigráficos de Villalís y Luyego. El epitafio de Proculus atestigua, por lo demás, la segura presencia de este tipo de soldados con funciones administrativas en la capital del conventus, en la que, sin duda, debieron de ser numerosos, tal y como se puede deducir por la elevada proporción de los mismos documentada en las capitales de provincia Tarraco y Augusta Emerita. La escasísima presencia este tipo de soldados en la capital conventual ha de atribuirse, en primer lugar, a los pocos testimonios disponibles en el elenco general de epigrafía militar, así como al azar siempre presente en los hallazgos, más cuando la mayoría de ellos se ha producido en contextos secundarios. El posible origen bracarense de [---] de Proculus nos pone, además, sobre la pista del reclutamiento temprano de individuos procedentes del sustrato poblacional indígena del noroeste hispano, una vez que el control de Roma se fue afirmando en la región y algunos de los grandes centros del noroeste ya funcionaban como capitales conventuales y centros de reclutamiento de ciudadanos para las legiones. El monumento del beneficiarius está dedicado por M. [---]s Terentius, mencionado como heres, del que no podemos sacar conclusión aguna respecto a su procedencia. Al contingente de soldados de la VII Gemina al servicio del officium asturicense hemos de sumar los tres testimonios que constituyen el conjunto de veteranos asentados en Asturica tras cumplir sus stipendia o años de servicio preceptivos. Placidius Placidus (Cat., n.º 023) concluyó su servicio hacia el año 232 d. C., murió en el reinado de Alejandro Severo393 y hubo de ser natural de la propia Asturica o de alguna comunidad cercana del noroeste;394 Granius Fortius (Cat., n.º 027),395 soldado de origen hispano, quizá de la región noroccidental, fallecido a los 84 años, retirado en Asturica y sepultado junto a su esposa.396 El controvertido epitafio perdido de C. Valerius Licinianus,397 en el que 393 En este caso, la restitución [alex/sandrianae] de Le Roux (1982: 230, n. 206) es más verosímil que la de Hübner (CIL II, 2640): [Max/imianae]. 394 La onomástica del difunto parece remitir a ambientes indígenas del noroeste hispano, pues ambos están atestiguados en esta zona, aunque el gentilicio es menos común. Cf. Le Roux, 1982, p. 230, n. 206, que proporciona paralelos para nomen y cognomen del dedicatario y señala la frecuencia de encontrar sistemas onomásticos compuestos por la misma raíz en la documentación epigráfica tardía del occidente del Imperio. 395 El epígrafe, perdido actualmente, fue visto y editado por M. Macías (1909). 396 El gentilicio del veterano está ampliamente atestiguado en la Bética y en la costa oriental de la Citerior, lo que lleva a pensar en su extracción hispana. Por otra parte, la nomenclatura completa de la legión llevó a Le Roux (1982: 212, n. 145) a fechar la inscripción en la primera mitad del siglo iii d. C., aunque el mismo autor ya señala que la avanzada edad del veterano obliga a pensar en su reclutamiento en la segunda mitad del siglo precedente. 397 La inscripción está perdida y el texto lo conocemos a través de copias manuscritas de Muratori (864: 6) (e schedis Farnesiis), que lo copió de las también perdidas Schedae Farnesii de las que tomó el texto Hübner, realizando una serie de correcciones y desarrollos que ha seguido toda la investigación posterior.

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se conmemora a un soldado de la legio VII Gemina de origen castulonense, si hemos de seguir las correcciones efectuadas por Hübner,398 presenta también problemas de datación.399 A pesar de ello, nos inclinamos por situarlo a fines del siglo ii d. C., pues su reclutamiento en el siglo iii d. C., tal y como lo sitúa Palao Vicente, quizá resulte demasiado tardío. En todo caso, la edad del difunto, 86 años, lo identifica con seguridad como veterano. Dos de los tres veterani portan gentilicios que remiten a la Hispania Citerior, concretamente al ámbito del noroeste, constatando, como es lógico, que la región se había convertido en una fuente capital de reclutamiento en fechas tan avanzadas y contrasta con el horizonte de inscripciones del siglo i d. C., la mayoría debidas a soldados no hispánicos. La presencia de estos veteranos pone de manifiesto, además, la elección de Asturica Augusta como lugar privilegiado para el retiro por los soldados licenciados, es decir, la preferencia de la tropa vinculada a la VII Gemina por la capital conventual frente al propio campamento de León.400 Estos veteranos nos muestran vínculos de carácter familiar, en los que aparecen esposas, de origen indígena con onomástica romanizada, e hijos. La mayoría de estos testimonios se concentran en torno a fines del siglo ii y comienzos del iii d. C. En el epitafio de Granius Fortius figuran Vettia Sabina, uxor de cincuenta años, con la que enterraron al veterano, y Aelia Priscilla, hija de ambos, como dedicante del monumento, cuyas características no conocemos. Es muy llamativa la gran diferencia de edad de los esposos, 34 años en el momento de sus decesos, que parece indicarnos que él habría contraído matrimonio legal una vez cumplido su servicio militar a una edad relativamente avanzada, obviamente, con una mujer mucho más joven. Por otra parte, esta es la única inscripción del corpus asturicense en el que figura una familia nuclear, por así decirlo, completa, con los padres y la hija, que además se encarga del sepelio. Es asimismo llamativa, tal y como ya hemos dicho, la fórmula ob memoriam, escasamente documentada en contextos funerarios de la Citerior. La edad del difunto, la unidad en la que sirvió y su avanzada edad nos ponen sobre la pista de un más que probable servicio de Granius Fortius en Asturica o en sus cercanías. El caso de Placidius Placidus, cuya inscripción es ligeramente posterior a la anterior, nos presenta un ejemplo parecido. Se trata de un veterano, también de la VII Gemina, fallecido a los 58 años; su mujer Papia Maximina realiza el monumento.

En el final de la línea 3 y en la línea 4, el texto de Muratori consigna Calec Leg(ionis V Cent, que Hübner (CIL II, 2641), lee y corrige: mi]/le[s]? leg(ionis) V[II G]e[m(inae)], sin ninguna base en las letras que transmite el manuscrito, forzando el texto para adecuarlo al panorama asturicense. En la línea anterior, Hübner desarrolla ex Muni(cipio) Cas[tulonensi?], corrigiendo de nuevo a Muratori, que pensaba que la origo podría encontrarse en la l. 4: in Callaicis. Toda la investigación posterior ha seguido la propuesta de Hübner, datanto el texto, bien en los tercios centrales del siglo ii d. C., bien en el siglo iii d. C., excepto Le Roux, que consideró que la inscripción tenía demasiados problemas para incluirla en su catálogo. Palao Vicente (2006: 293-294) no duda de la pertenencia del soldado a la VII Gemina y lo vincula directamente con las labores de explotación minera centralizadas en Asturica Augusta. 399 Mañanes Pérez (2000: n. 37) y Rabanal Alonso y García Martínez (ERPL, 2001: 241) lo datan entre los años 136 y 182 d. C.; y Palao Vicente (2006: 131) lo lleva al siglo iii d. C. 400 Hecho que ya señaló Palao Vicente (2006: 293-294) al tratar la relación de los soldados de la VII Gemina con los centros urbanos de Hispania. 398

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3.  EL EJÉRCITO EN EL NOROESTE

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A la VII Gemina y al mismo horizonte cronológico hemos de atribuir la rica estela dedicada a Sulpicius Placidinus por su liberto (Cat., n.º 003). El significado de la decoración del soporte remite al mundo militar, y su calidad, así como la dedicatoria por parte de su liberto, que porta tria nomina, nos llevan a plantearnos la condición del difunto, no mencionada en el texto.401 El carácter simbólico de la representación de la panoplia no autoriza, a nuestro juicio, a determinar un rango u otro, pero el tipo de armas representado encaja mejor con un miembro de la caballería que de infantería. No estamos en disposición de asignar una unidad y rango concretos al dedicatario, aunque la cronología de la pieza coloca a Sulpicius Placidinus como miembro de la VII Gemina o alguna de sus unidades auxiliares a lo largo del siglo iii d. C. Quizá podamos hablar también de un veterano retirado en Asturica. En cualquier caso, su gentilicio, que ya hemos visto en otra de las inscripciones analizadas, la de Placidius Placidinus, parece indicarnos su procedencia del noroeste de Hispania. Fuera de la nómina de la VII Gemina aparece el caso singular de Q. Cumellius Celer, veterano de la legio II Adiutrix, adscrito a la tribu Fabia. Cumelius Celer era originario, probablemente, de Bracara Augusta,402 sirvió en la legión mencionada sin más mención que la de veteranus, y murió a los 74 años. El monumento fue erigido por su hijo Q. Cumelius Rufinus, miles de la misma legión que su padre, y por su liberto Cumelius Mascellius. La creación de la II Adiutrix en los años 68-69 d. C., reclutada por Vespasiano en el contexto de las guerras civiles, y la edad del difunto sitúan la inscripción en los años finales del siglo i o los primeros del ii d. C. Como ya señaló Le Roux, la avanzada edad del veterano, 75 años, invita a considerar que hubiese servido en otra legión durante el reinado de Nerón, previamente a su alistamiento en la II, habida cuenta de las fechas de fundación de la unidad; no así su hijo, que sí habría sido reclutado originalmente en dicha legión desde sus inicios.403 Ahora bien, la legión fue fundada principalmente para combatir la revuelta de los batavos del año 70 d. C. y no pasó en ningún momento por Hispania.404 La presencia de Cumelius Celer y su hijo en Asturica no puede asociarse, pues, a ningún tipo de labor administrativa en el noroeste, y ha de concebirse desde la consideración de la origo Bracaraugustana del veterano difunto. Por otra parte, la onomástica de ambos soldados parece remitir al área del Duero, en el noroeste hispano, y sugiere el origen indígena de ambos individuos.405 La adscripción a la tribu Fabia, que

García y Bellido (1971: 151) y Roldán Hervás (1974: 462) abogaron por la condición de suboficial de Sulpicius Placidinus, a lo que Le Roux (1982: 237, n. 228) replicó que estos no eran indicios suficientes, considerando que la representación tiene un carácter más simbólico que puramente representativo del personaje, y que remite, junto con la estructura del texto, a un período tardío, a comienzos del siglo iii d. C. 402 La lectura de la origo del veterano ha sido problemática; aquí nos inclinamos por la propuesta de Le Roux, pues la lectura correcta es Brac, que podría desarrollarse como Brac(arensi) o Brac(ara Augusta) y no Brix, ni Bric. 403 Le Roux, 1982, p. 219. 404 Combatió contra los batavos en la Germania Inferior en el año 70 d. C., posteriormente estuvo acantonada en Chester (Deva Victrix), y participó en las campañas de Domiciano y Trajano contra los Dacios (años 87 y 101-106 d. C., respectivamente). Acabó acantonada en Aquinquum. Cf. Le Bohec y Wolff, 2002; y González Rodríguez, 2003. 405 Albertos Firmat, 1975, p. 101. 401

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no encaja muy bien con el origen hispano noroccidental del dedicatario, podría explicarse por una concesión del derecho de ciudadanía previo, anterior a Augusto.406 El epitafio de Cumelius aporta el segundo ejemplo asturicense de dedicatoria de monumentos funerarios entre soldados, y la primera entre padre e hijo. Además, un liberto con tria nomina, que adopta el gentilicio de su patrón, figura como dedicante junto a su hijo. Este último aparece mencionado expresamente como heredero, y hereda el oficio militar de su padre alistándose en la misma legión. La elevada edad del difunto invita a pensar que hubiese servido en otra legión previamente a la II Adiutrix. Esto, y el hecho de que su hijo tuviese la edad suficiente como para haber sido reclutado y que ambos sirvieran fuera de Hispania, parece indicar que Cumelius Rufinus habría nacido fuera de la Península, a no ser que su padre hubiese servido en una legión hispana antes que en la mencionada en el epitafio. No contamos, por otra parte, con mención de concubina o esposa legal alguna, por lo que no podemos deducir si el veterano se retiró a Asturica junto con su familia, al menos junto a su hijo, tras haber servido fuera, o si lo hizo solo. La presencia del liberto nos parece un indicio de que fue él, Cumelius Mascellius, el encargado del sepelio, a expensas del hijo del veterano como su heredero legal. El monumento de Sulpicius Placidinus es mucho más parco en las especificaciones de vínculos concretos; tan solo sabemos con certeza que es su liberto el encargado de la estela. La edad del difunto, 55 años, invita a pensar en su posible condición de veteranus más que de soldado en activo. El material y la buena ejecución y ornamentación del soporte parecen apuntar, asimismo, a un poder adquisitivo relativamente elevado por parte del dedicatario, lo que no resulta especialmente extraño entre algunos veteranos retirados en contextos urbanos, como el emeritense Valerius Soldus, cuyo monumento funerario es un ara de mármol ricamente ornamentada.407 Al margen de la condición de Sulpicius Placidinus y su rango, el hecho de que su liberto porte los tria nomina y se encargue personalmente del sepelio, además de las razones ya expuestas, debiera conducirnos a interpretarlo, quizá, como un exmilitar enriquecido de origen local que también esta vez se retira en Asturica, ahora bajo el reinado de los severos, y nombra a su liberto como heredero, sin que tengamos noción de ninguna relación familiar establecida. Cierra el elenco la placa funeraria fragmentada dedicada a Memmius Barbarus, el único ejemplar sepulcral atestiguado de un personaje del orden ecuestre con servicio militar en Astorga. El epígrafe se ha datado durante el período flavio, y la relación concreta del dedicatario con la capital del conventus no está muy clara. Su vinculación con el ejército se reduce al desempeño de un tribunado militar en la legio I Italica, que nada tiene que ver con el ejército hispano; no obstante, dicha milicia le habría abierto las puertas al flaminado provincial y al sacerdocio de Roma y Augusto que desempeñó en la vecina Lucus Augusti. El origen del personaje ha sido largamente discutido y el hallazgo de su sepulcro en Asturica podría explicarse por su posible nacimiento en la urbe. En cualquier caso, se trata de un testimonio que incluimos en el catálogo dado el probable origen hispano de Memmius Barbarus, pero cuya vinculación con la presencia militar en Astorga y el ejército de Hispania es prácticamente nula.

406 407

Le Roux, 1982, p. 219, n. 166. AE, 1956, p. 97.

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3.  EL EJÉRCITO EN EL NOROESTE

177

La documentación disponible nos muestra a las claras la vinculación de Asturica Augusta con el elemento militar de manera ininterrumpida desde los mismos comienzos de la ciudad, obviando ahora la fase campamental hasta bien avanzado el siglo iii d. C. Asimismo, se percibe con claridad una primera fase con militares en activo que sirvieron en la legión décima, originarios en su mayor parte de la Galia e Italia, que representan a las primeras generaciones de un ejército todavía centrado en la ocupación del territorio. Un segundo horizonte viene constituido mayormente por veteranos que se asientan en la ciudad tras su servicio, cuyos monumentos se datan a lo largo de los siglos ii y comienzos del iii d. C. Todos ellos comparten sus orígenes hispanos y su condición de veteranos, lo que revela cómo cambió el modelo de asentamiento de militares en la ciudad a medida que esta se fue convirtiendo en una urbe dinámica y cosmopolita, y se vio reafirmada su condición de sede administrativa del noroeste desde el período flavio en adelante. Estos presentan, además, la característica común de haber mantenido vínculos con población de origen hispano, en diversas condiciones, unos con sus libertos, que se erigen como dedicantes de sus monumentos funerarios, y los otros mediante la formación de familias. Resulta evidente, y por otra parte lógico, que la gran mayoría de ejemplares correspondan a «soldados rasos», concretamente milites gregarii y veterani, en relación con un único epígrafe funerario vinculado a las élites ecuestres que apenas podemos contabilizar. También cabe destacar la escasa presencia de soldados auxiliares —dos en un mismo epitafio y uno en otra estela— respecto al total, en relación a los miembros de las legiones regulares. Todos los monumentos atribuidos a auxiliares se concentran, además, dentro del siglo i d. C. Quizá quepa considerar a Sulpicius Placidinus como un suboficial de caballería auxiliar, a juzgar por los relieves. La elevada proporción de epigrafía funeraria respecto a la votiva y honorífica contrasta con la evidencia epigráfica atestiguada en los campamentos de la VI Victrix y la VII Gemina en León, donde el conjunto más representativo es el votivo, constituido por las muestras de culto a la religión oficial del Estado romano, a cargo, en su mayoría, de los mandos legionarios. Asimismo, la concentración de estelas de cabecera semicircular de la misma tipología y elementos decorativos, la abundancia de milites gregarii y de veteranos, así como algunos de los lugares de hallazgo, evidencian que hubo de existir una necrópolis extramuros de la ciudad, de la que no hemos conservado más vestigios que las lápidas reutilizadas. Quizá fuese desmantelada para la construcción de las murallas, como en el caso de León, pero volveremos sobre esta cuestión más adelante. Finalmente, la abundancia de testimonios epígrafes funerarios en un ambiente urbano, aunque con fuerte impronta militar, como el de Asturica es, asimismo, uno de los mejores ejemplos de la integración del estamento militar en la vida urbana del noroeste peninsular. Esta integración se desprende también del análisis de las origines de los soldados en relación con la cronología de los monumentos sepulcrales, así como de los vínculos que estos y los veteranos establecieron con la población local, que se perciben de manera más nítida en el corpus asturicense que en el de León.

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EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

178

Tabla 25. Epigrafía funeraria de militares de Astorga: personajes. N.º Cat.

Personajes básicos

Dedicante

Dedicatario

Origo

Militar

Cronología

001

eques+eques heres

C. Cornelius Serenus (heres)

Domitius

ambos

África

Siglo i d. C.

003

¿Miles?/ eques?+libertus

Sulpicius Messor

Sulpicius Placidinus

Sulpcius Placidinus

¿?

Siglo ii d. C.

006

Tribunus mil.

No

Memmius Barbarus

Memmius Barbarus

Hispania Citerior

Siglo iii d. C.

018

Miles+heres

heres

C. Coelius Valens

C. Coelius Valens

Narbona

Siglo i d. C.

019

Miles+heres

heres

L. Octavius Magius

L. Octavius Magius

Gallia Narbonensis

Siglo i d. C.

020

Miles+heres

heres

Virillius

Virillius

Gallia Narbonesis

Siglo i d. C.

021

Miles/ veteraanus?

No

Persius Blaesus

Persius Blaesus

Italia (Hasta)

Siglo i d. C.

022

Q. Cumelius Veteranus+miles Rufinus filius+libertus +Cumelius Mascellius

Q. Cumelius Celer

Q. Cumelius Celer

Hispania Citerior

Siglos i-ii d. C.

023

Veteranus+uxor

Papia Maximina

Placidius Placidus

Placidius Placidus

Hispania Citerior

Siglo iii d. C.

024

Miles

No

Fuscus Dorilsys

Fuscus Dorilsys

Thracia

Siglo i d. C.

025

Veteranus +libertus

C. Pelgus C. Pelgus Primus (libertus)

C. Pelgus

Italia

Siglo i d. C.

026

Veteranus+uxor +filia

Aelia Priscilla (filia)

Gravius Fortius y Vettia Sabina (uxor)

Granius Fortius

¿Hispania?

Siglos ii-iii d. C.

027

Veteranus

No

M. Valerius Licinianus

M. Valerius Licinianus

¿Baetica (Castulo)?

Siglo ii d. C.??

028

Miles bf+¿heres?

M. Terentius

Proculus

Proculus

Hispania Citerior (Bracara)

Siglos i-ii d. C.

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3.  EL EJÉRCITO EN EL NOROESTE

Figura 3. Relaciones personales de los soldados en la epigrafía funeraria de Astorga.

179

No vínculos No vínculos Libertus‐Patronus Uxor‐Veteranus Heredes (¿Conmilitiones?) Conmilitiones Filius‐Pater 0

0,5

1

1,5

2

2,5

3

3,5

Figura 3. Relaciones personales de los soldados en la epigrafía funeraria de Astorga.

 

3.4.2.1. La epigrafía funeraria. Los soportes Por lo que respecta a los soportes, de las catorce inscripciones documentadas, cuatro se encuentran perdidas (Cat., n.os 020, 026, 027 y 028), de dos de ellas (Cat., n.os 020 y 028) sabemos que podrían tratarse de una estela y una placa funeraria, respectivamente, y de las demás no conservamos dato alguno. Tabla 26. Tipología de soportes de la epigrafía funeraria de militares. N.º Soporte Cat.

Medidas (cm)

Tipología

170 × 65 × 21

Campo epigráfico

001

Estela

Cabecera semicircular

003

Estela

Coronamiento: 105 × 66 × volutas+frontón 7-10

006

Placa

Fragmentada: ¿placa?

Fragmentada: no (41,5/40) × rebajado+¿no (70) × (7/10) delimitado?

018

Estela

Cabecera semicircular

174 × 70 × 18-21

019

Estela

Cabecera semicircular

020

Estela

021

Rehundido

Molduras Material No

Cronología

Granito, Siglo i d. C. grano fino Mármol gris

Siglo ii d. C.

No

Mármol blanco

Siglo iii d. C.

Rehundido+columnas (escalonamiento)

No

Granito, Siglo i d. C. grano fino

173 × 58 × 22

Rehundido+columnas (escalonamiento)

No

Granito, Siglo i d. C. grano fino

Perdida

-

-

-

-

Bloque

Sillar

50 × 78 × 20 Rebajado+tabula ansata

No

Granito, Siglo i d. C. grano fino

022

Estela

Cabecera semicircular

163 × 57 × 18

No rebajado+cimacio inverso

Cimacio inverso

Mármol gris

Siglos i-ii d. C.

023

Ara

71 × 32 × Coronamiento/ 18/37 × 28 cabecera planos ×18

No rebajado+no delimitado

Simple: listel

Mármol gris

Siglo iii d. C.

No rebajado+delimitado No

Siglo i d. C.

12 

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EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

180

N.º Soporte Cat.

Medidas (cm)

Tipología

Campo epigráfico

Molduras Material

Cronología

024

Estela

Cabecera semicircular

1,40 × 65 × 0,19/0,21

Rebajado+no moldurado No

Granito, Siglo i d. C. grano fino

025

Estela

Cabecera semicircular

166 × 70 × 20

Rehundido+columnas (escalonamiento)

No

Granito, Siglo i d. C. grano fino

026

Perdida

-

-

-

-

-

Siglos ii-iii d. C.

027

Perdida

-

-

-

-

-

Siglo ii d. C.??

028

Placa?

-

-

-

-

Mármol blanco

Siglos i-ii d. C.

A la vista de los datos que aporta el registro, el primer rasgo destacable es la preferencia mayoritaria de los militares, particularmente de los soldados, por los soportes de tipo exento, concretamente la estela de cabecera semicircular, preferencia que no se limita a los militares, sino que es compartida por los civiles. Las cuatro estelas halladas en las cloacas y datadas en los reinados de Claudio-Nerón constituyen el mejor ejemplo. Hemos venido mencionando repetidamente su homogeneidad, todas ellas son estelas de gran altura, superan los 1,70 m, menos una de ellas, y tienen un grosor entre 18 y 22 cm, rematadas con cabecera semicircular, ornadas con rosáceas hexapétalas, inscritas o no, en círculo y fabricadas en granito amarillento local de grano fino. Asimismo, todas incorporan campos epigráficos profundamente rebajados y, en ocasiones, enmarcados por órdenes arquitectónicos, concretamente columnas. La ejecución de los propios soportes es, por lo general, cuidada, aunque el estado de conservación de la piedra local ha hecho que parte de los campos epigráficos presenten una considerable erosión. Asimismo, los textos están también elaborados con cierta pericia técnica, adaptándose bien las ordinationes a las cartelas y mostrando rasgos paleográficos homogéneos. Las cuatro que presentan rasgos formales casi idénticos corresponden a los milites Coelius Valens, Octavius Magius, Pelgus y Fuscus Dorylsis (Cat., n.os 018, 019, 024 y 025). Como variantes estilísticas, caben ser destacadas las diferencias en la ejecución de algunas de las rosetas, unas incisas, como las de las estelas de Coelius Valens o G. Pelgus, del tipo geométrico con pétalos tallados a bisel, y otras excisas, como las de Octavius Magius y Fuscus Dorilsis, trazadas también a compás, pero inscritas en círculo resaltado en bajorrelieve sobre la superficie del campo iconográfico, y de pétalos mucho más abigarrados y que remiten al estilo «carnoso» definido por Abásolo.408 Otros ejemplares presentan roseta excisa sin circunscribir. Las escuadras no aparecen en todos los ejemplares, sino en aquellos más cuidados y, normalmente, asociadas al estilo de roseta geométrico. La producción de estelas de cabecera semicircular fabricadas con piedra local comienza en un período temprano, apareciendo los primeros ejemplos a mediados del siglo i d. C. Dichos testimonios se vinculan directamente en Astorga, con los soldados de origen galo e itálico que sirvieron en la legio X Gemina en los inicios del asentamiento como urbe. Los patrones morfológicos y decorativos de estos grupos de estelas evidencian la existencia de una moda o estilo que caracterizaba el centro o talleres epigráficos

408

Abásolo Álvarez, 2002, pp. 47-66.

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3.  EL EJÉRCITO EN EL NOROESTE

181

de Asturica, en consonancia con las producciones tempranas de estelas documentadas en el valle del Duero y la meseta septentrional, precisamente desde mediados de la primera centuria d. C.409 Ya hemos tratado con detalle el peso específico del elemento militar en el origen de los motivos decorativos que portan estas producciones: rosáceas, discos calados o escuadras. Es particularmente significativa la unidad decorativa de la serie de estelas asturicenses regida por el esquema básico: rosácea hexapétala+(escuadras)+orden arquitectónico/campo epigráfico rebajado, sujeto a diversas variantes, que contrasta con el repertorio ornamental más amplio, pero más tardío, del campamento legionario de León, muy próximo. El caso de las estelas de militares de Astorga es, asimismo, relevante, porque nos muestra un primer horizonte cronológico de soportes con estas características, con el que no contamos en el campamento de León, vinculado, por otra parte, a algunas de las producciones de Rosinos de Vidriales y su entorno. Si bien el repertorio de inscripciones funerarias de militares del campamento legionense es escaso, la comparación con el registro civil arroja una considerable cantidad de estelas de medio punto con esquemas decorativos como los mencionados, pero a partir fundamentalmente del siglo ii d. C. En Astorga contamos con producciones de este tipo ya bien definidas y pertenecientes precisamente a la primera etapa de integración progresiva del ejército en la sociedad hispana del noroeste. La temprana datación de estos tipos habla en favor de las propuestas de Abásolo sobre la vinculación de la aparición de determinados tipos decorativos con la presencia de los primeros militares del ejército de ocupación que sometió el noroeste tras las guerras asturcántabras.410 Por otra parte, nos da una idea de su posible influencia en los centros y talleres emergentes como los que hubieron de desarrollarse en Asturica, primero en el período campamental y más tarde en la transformación del lugar en civitas y capital de conventus. Al igual que en León, el influjo de los militares y sus modas debió de ser intenso en estos enclaves, de manera que se generalizarían cierto tipo de motivos, a la vez que los propios soldados se adaptarían a algunas de las costumbres de representación del sustrato indígena.411 A este conjunto, que data de la misma época y taller, habría que añadir un ejemplar ligeramente posterior, del período flavio, con iconografía, la del jinete Domitius (Cat., n.º 001), y otra estela de «segunda generación», la de Cumelius Celer (Cat., n.º 022). La estela que Cornelius Serenus hace erigir para su conmilito [---]Domitius sustituye la decoración esquemática propia de los ambientes hispanos por la representación figurada bajo el orden arquitectónico de medio punto. Incopora una decoración ciertamente particular y poco común en el acerbo ornamental de la epigrafía militar de Hispania. El campo superior presenta restos de la representación de un jinete y su caballo en actitud

Ibidem, pp. 51-52; y Abásolo Álvarez y Marco Simón, 1995. Abásolo Álvarez, 2002, pp. 59-64. 411 Ibidem, p. 64: «El primitivo carácter militar de algunos motivos se diluirá en la mezcolanza de repertorios variopintos, de interpretación más abierta, una vez efectuadas las deductiones, que los veteranos se integren en la maquinaria administrativa romana y el nuevo orden alcance a sectores más amplios de la población. De tal guisa, la implantación e integración en la sociedad de estos miembros de la milicia, habrá servido para producir concretas preferencias entre los estamentos de la sociedad de Hispania». 409 410

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pasante. La fractura de la cabecera ha suprimido la parte de mayor interés de la pieza, pero aún se pueden percibir con claridad los cuartos traseros de un caballo constratus, es decir, provisto con manta de montar, así como la representación de una lanza de largo astil en posición vertical al interior del flanco del animal, y lo que quizá sea una vaina de espada recta pendiendo de la manta por debajo del lomo. La figura está esculpida en bajorrelieve y parece representar al jinete difunto [---] Domitius sobre su caballo, o bien conduciéndolo, no podemos saberlo, y se trata de la única inscripción conservada en toda Hispania con una representación ecuestre de este tipo, por lo demás tan común en los limites renano y danubiano. Los paralelos directos para interpretar este modelo de representación hemos de buscarlos en las conocidas rider-steles documentadas en las zonas más militarizadas del occidente del Imperio, sobre todo en los limites renano y danubiano y partes de Britania. Coulston, entre otros, ha constatado la frecuencia de dos motivos mayoritarios respecto a este tipo de composiciones iconográficas. La más conocida es la del jinete montado, cabalgando en actitud de combate, pisoteando con los cascos de su caballo al enemigo vencido, al que también alancea. Se trata de un patrón figurativo heroizante, cuyos antecedentes más lejanos habría que buscarlos en el mundo helenístico,412 que busca realzar valores como el espíritu marcial. Otros modelos se limitan a representar al jinete montado sobre su corcel en actitud pasante,413 o bien la misma escena, pero con el jinete desmontado conduciéndolo por las riendas.414 Ya hemos señalado, en el apartado referente a los soportes de Legio, los paralelos peninsulares para este tipo de iconografía, la estela, hoy perdida, del jinete del ala Tauriana, Iulius Longinus Doles, hallada en Calahorra,415 que representaría el modelo del jinete en actitud heroica, aunque esta vez sin el elemento del enemigo vencido; y la estela discoidea de un miles de la legio VI Victrix hallada en Contreras (Burgos). Sin embargo, esta última está muy fragmentada416 y solo conservamos un fragmento de la cabecera, en cuya decoración se ha supuesto la representación de un jinete armado con scutum y hasta praelonga. El ejemplo de estela de [---] Domitius creemos que podría corresponder al modelo de soldado pasante sosteniendo la lanza y guiando a su caballo por la brida, dado que no se aprecia resto alguno del cuerpo del soldado en la parte conservada del caballo, y las patas del animal parecen estar representadas en actitud relajada, como si estuviese andando lentamente y no trotando, aunque no podemos saberlo con certeza. En cualquier caso, y a la vista del resto de estelas documentadas, resulta evidente que esta representa un encargo «especial», por decirlo de alguna manera, al taller epigráfico de Asturica. La pieza ha de datarse por criterios textuales, tal y como hemos dicho, entre comienzos del período flavio y fines del siglo i d.  C., exactamente en el mismo período que la ya mencionada del jinete Longinus

Abásolo Álvarez, 2002, pp. 47-66. En este sentido, es particularmente interesante la estela funeraria de un jinete germano que servía en el ala I Canninefatium en Gerulata, la moderna Rusovce (Eslovaquia). Referencia: SJ-1987-61, disponible en línea: http://db.edcs.eu/epigr/epi_ergebnis.php [consulta: 01-07-2020]. 414 Coulston, 2004, pp. 133-152 y 2007, pp. 529-561, con análisis completos sobre los patrones generales de representación de los soldados legionarios y auxiliares entre los siglos i y iii d. C. 415 Cat., n.º 195. 416 AE, 1990, p. 563 y Cat., n.º 187. 412 413

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Doles. Si tomamos en consideración que tanto el difunto como el dedicante eran compañeros en el ala II Flavia y ambos jinetes, mientras que los difuntos que figuran en las otras estelas eran soldados legionarios de infantería, quizá encontremos la explicación más plausible para justificar la presencia de este tipo de estelas tan poco común en el ámbito hispano. Hemos de suponer que Cornelius Serenus, el compañero, heredero y encargado del sepelio de [---] Domitius, habría querido significar la muerte de su compatriota con un tipo de representación que lo distinguiese de manera particular y que constituye claramente una simplificación, al estilo «hispano», del conocido modelo tan bien documentado en el limes renano de Germania.417 Más tardía es la estela de Cumelius Celer, que adopta claramente los patrones morfológicos y ornamentales del grupo de las estelas tempranas y los representa en un monumento elaborado en mármol. La roseta, incisa y circunscrita, muestra la misma técnica de elaboración, y aparece también flanqueada por escuadras. Sin embargo, el campo epigráfico aparece bien delimitado por molduras incisas, ya en forma de cimacio y sin rebajar. Ya Le Roux había señalado que el soporte da la impresión de pertenecer a la segunda generación de estelas de este tipo de las officinae asturicenses, inmediatamente posteriores al primer grupo ya descrito y fabricadas con piedra local.418 Coincidimos con el estudioso francés en este sentido, pues la pieza de la impresión de querer mantener la moda propia del período: medio punto, rosácea, escuadras y proporciones similares. El mármol gris es de mayor calidad y permite un texto y una ordinatio significativamente más cuidadas que los de las piezas del primer grupo. Cabe añadir que la cronología, más tardía, nos permite confirmar que Cumelius Rufinus, el heredero, y el liberto Cumelius Mascellius, probablemente encargado de la tumba, optaron por una solución que ya entonces habría gozado de cierto éxito o demanda en los talleres de Asturica Augusta y que era por entonces un tipo relativamente consolidado de monumento sepulcral. Ambas dan testimonio, respectivamente, de la continuidad de la que gozó el modelo de medio punto y rosácea y de la introducción de un tipo específicamente militar, más propio de las provincias más militarizadas que del ámbito peninsular. Cierra el grupo de monumentos menores uno de los ejemplares más significativos, por su escasez, en el noroeste hispano: el ara funeraria dedicada al veterano Placidius Placidus y a su esposa (Cat., n.º 023). Se trata de un ara de mármol gris de factura más bien tosca, con una fractura en el ángulo superior derecho del campo epigráfico y en la parte superior derecha de la cabecera. No presenta elementos ornamentales en el coronamiento, tan solo el focus levemente rehundido en la parte superior. La cabecera se separa del campo epigráfico por medio de una gola y listel. El campo epigráfico no está rebajado ni delimitado y ocupa todo el fuste. Destaca la mala ordinatio del texto y la tosca ejecución de las letras. Las aras funerarias son, por lo general, un soporte de escasa utilización en la Citerior en contextos funerarios, y aparecen generalmente vinculadas a ámbitos urbanos. De hecho, parece que su producción comienza a partir del siglo ii d. C. y la mayor parte de

417 418

Abásolo Álvarez y Marco Simón, 1995, pp. 329-330. Le Roux, 1982, p. 219, n. 166.

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ellas se sitúa precisamente en León y Astorga en el siglo iii d. C., fechas que concuerdan con la datación propuesta para esta.419 En esta época se fechan testimonios epigráficos concebidos para estructuras mayores, que evidencian la elección por parte de los militares de otros tipos de monumentos funerarios, en este caso, probablemente mausoleos y columbarios, desde épocas también tempranas. Se trata de un bloque de granito tosco con forma de sillar paralelepípedo, que alberga el epitafio del miles o veteranus Persius [Bla?]esus ya mencionado (Cat., n.º 021). La morfología de sillar y sus proporciones (50 × 78 × 20 cm), especialmente su grosor y el tamaño de las letras, confirman su interpretación como parte de una estructura funeraria mayor, probablemente algún tipo de mausoleo en el que la pieza ocupase una posición central, quizá en el frente del dintel. De hecho, Abásolo ya puso de relieve que este tipo de monumentos arquitectónicos gozarían de cierto éxito entre los militares, basándose en su difusión por diversas áreas como el territorio portugués al sur del Duero o la propia Mérida.420 Ligeramente más tardío, ya en época flavia, la placa, más que bloque-sillar como se ha calificado, del tribuno Memmius Barbarus atestigua esta tendencia a la elección de monumentos mayores. En un plano dudoso queda la estela-placa de Sulpicius Placidinus (Cat., n.º 003). La pieza destaca por su excelente ejecución y el material de elaboración, mármol gris veteado, y difiere del modelo tipológico e iconográfico imperante en el registro analizado. El texto está cuidadosamente grabado en capitales cuadradas bien ejecutadas. El registro inferior, más reducido, corresponde al campo iconográfico que alberga la representación en bajorrelieve de una panoplia. Los marcos laterales están ornados por motivos que representan dos vasijas en la parte inferior, de las que brotan sendos tallos de hiedra con hojas que recorren la superficie hacia arriba. García y Bellido, uno de los primeros en prestar atención a la decoración de esta pieza, ya puso de manifiesto la recurrencia del motivo de las hiedras como característica del ámbito septentrional de Hispania a lo largo del siglo iii d. C.421 La decoración ha sido tradicionalmente el elemento protagonista en los estudios sobre esta pieza, lo que ha desviado la atención de la investigación sobre el soporte en sí mismo, de manera que ha sido interpretado sucesivamente como placa422 y lápida, de manera genérica.423 Las proporciones del monumento (105 × 66 × 7-10 cm), en especial la altura y el coronamiento, dificultan su clasificación tipológica como placa. Ahora bien, es cierto también que el grosor total conservado en uno de los fragmentos no rebasa los 10 cm, cifra aparentemente insuficiente para que una estela se sostenga por sí misma. Por su parte, Gammer consideró que las acróteras o pulvinos y el presumible frontón del coronamiento permitían su clasificación como altar.424 Por nuestra parte, preferimos la clasificación de Abásolo, que define este soporte como estela-placa simAbásolo Álvarez, 2002, p. 51. Abásolo Álvarez (2002: 50) cita varios ejemplos de placas y bloques de militares destinadas a monumentos mayores, como el célebre mausoleo de los Voconios, o los ejemplos emeritenses de Tavonius Firmus, miles de la VI Victrix (HAE, p. 269) o Pompeius Albinus (AE, 1935, p. 5 = AE, 2002, p. 929). 421 García y Bellido, 1970a, pp. 18-19. 422 Le Roux, 1982, p. 237, n. 228. 423 Mañanes Pérez, 1982, p. 72, n. 56; y Rabanal Alonso y García Martínez, 2001, pp. 280-281, n. 234; y corrigiendo la «estela», 2000, p. 107, n. 82 424 Gamer, 1989, p. 239. 419 420

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plemente, sin aportar una solución concreta a su eventual empleo o colocación. La presencia de coronamiento y de registros divididos, destinados a albergar texto y programa decorativo, son rasgos propios, de forma inequívoca, de una estela funeraria, aunque el grosor no permita tener certeza sobre su carácter de monumento independiente.425 La representación de la panoplia encuentra paralelos evidentes en el propio corpus hispano de epigrafía militar, a pesar de su excepcionalidad. La panoplia representada contiene casco ático con carrilleras y penacho, gladius corto de hoja recta, dos hastae colocadas en aspa, un scutum oval plano, con umbón circular y orla, y una pelta. Ha sido considerada como indicativa de la condición militar del dedicatario, incluso como eques.426 Abásolo alude a un paralelo conocido para esta inscripción en Babe (Bragança),427 en el que aparece un gladius en posición central, designando una parte de la panoplia y reforzando la condición de eques de Calpurnius Reburrinus expresada en el texto. En un trabajo muy reciente, Abascal revisa la decoración de dos producciones ya conocidas, procedentes de los talleres epigráficos de Sansueña (Rosinos de Vidriales, Zamora), que incorporan iconografía muy similar con espadas rectas.428 Estos últimos epígrafes suponen un paralelo directo para la estela de Placidinus, dado que tampoco incorporan mención alguna en sus textos a la condición de militar del conmemorado o los dedicantes. Tendemos a considerar, en la línea de Le Roux, que la representación de esta panoplia no garantiza per se la condición de subofocial de Sulpicius Placidinus, como habían afirmado García y Bellido y Roldán Hervás. Respecto a la iconografía como elemento de identificación del individuo y su significado, conviene destacar en primer lugar, tal y cómo ya señaló Abásolo, que el elemento principal de identificación de un militar en el ámbito epigráfico es el propio texto.429 Dicho esto, parece razonable pensar que la panoplia responda al concepto del «todo por la parte», es decir, que esté indicando de modo simbólico la condición de militar del difunto. Ahora bien, no creemos —al menos no tenemos certeza— que las armas aquí representadas constituyan un modelo iconográfico de imitación fiel de los realia, o que indiquen de manera específica una función concreta del individuo conmemorado en el seno del ejército. Abásolo apuntaba a que la espada presente en la estela de Calpurnius Reburrinus sería equiparable a la presencia de un signum en el monumento de un signifer, actuando en el sentido ya mencionado,430 lo que creemos posible en el caso de la representación de un solo elemento que defina «el todo». Sin embargo, en el caso de las acumulaciones de armas o panoplias, no hemos de perder de vista el significado simbólico genérico que este tipo de motivos fueron adquiriendo; en otras palabras, cómo su contenido semántico fue variando por su profusa utilización en contextos diversos. Entre los rasgos generales más significativos cabe señalar, asimismo, la elección de material local en la fabricación de toda la serie de inscripciones funerarias datadas a

Abásolo Álvarez, 2002, pp. 54 y 58. Hemos venido mencionando repetidamente esta hipótesis, expresada por primera vez por García y Bellido y matizada por Le Roux (1982: 237, n. 228). 427 Petavonium, Cat., n.º 063; Bragança, Cat., n.º 231. 428 Abascal Palazón, 2016, pp. 345-361. 429 Abásolo Álvarez, 2002, p. 54. 430 Ibidem, n. 17. 425 426

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lo largo del siglo i d. C., la cuarcita, que era relativamente asequible y se extraía de las cercanías de Asturica, cuyos alrededores abundaban en afloramientos de esta roca, también ampliamente utilizada en la construcción de los edificios públicos y privados de la ciudad.431 De hecho, hemos denominado granito al material con el que están fabricadas las cinco estelas y el bloque del primero grupo del siglo i d. C., pero un análisis más detallado de sus condiciones revela la notoria proporción de piedra arenisca que confiere una tonalidad parduzco-amarillenta a los soportes, combinada con la presencia de elementos de cuarzo claramente visibles en la superficie. La cuarcita se caracteriza precisamente por la combinación de ambos elementos, que se unen bajo un intenso calor y presión formando esta roca de tipo metamórfico.432 La presencia de un material asequible y de carácter local es claramente predominante en el elenco de inscripciones estudiado, aunque un análisis de todo el corpus epigráfico asturicense arroja, evidentemente, una mayor y más representativa gama de materiales. En cualquier caso, el primer estrato epigráfico de militares en Astorga comparte una característica más en común que, de nuevo, atestigua su homogeneidad desde el punto de vista formal, la elección de cuarcitas locales por parte de los talleres. La reducida cantidad de epígrafes de militares en proporción con el corpus completo no nos permite establecer una posible vinculación entre los materiales empleados y la cronología de los monumentos. No obstante, a fines del siglo i y a lo largo del siglo ii d. C. nos topamos con ejemplares ya realizados en mármol blanco, como la placa del tribuno Memmius Barbarus, ligeramente más tardía y en mármol gris, la citada estela de Cumelius Celer y, ya a comienzos de la siguiente centuria, el ara dedicada a Placidius Placidus. Un caso particular lo representa la estela ya comentada de Sulpicius Placidinus, de un mármol gris veteado de gran calidad, que quizá debiéramos considerar de importación. La tendencia marca un primer horizonte dominado por la cuarcita-granito local asociado a las estelas, mientras que a finales del siglo i d. C., y sobre todo a lo largo de la segunda centuria y comienzos de la tercera, aparecen los soportes en mármoles grises asociados particularmente a veteranos, suboficiales y a un posible eques. Esta última tendencia local coincide, a grandes rasgos, con el predominio de inscripciones realizadas en mármol blanco y gris a partir del siglo ii d. C., especialmente por las élites políticas y religiosas de la ciudad.433 Desde el punto de vista del rango militar y la posición social, no existe una relación directa entre la jerarquía y la elección de un soporte determinado. En todo caso, como venimos señalando a lo largo de todo el trabajo, la elección de un material o soporte específicos parece estar vinculada al estatus social y al poder adquisitivo de los individuos. La documentación de Astorga proporciona una gran mayoría de milites, casi todos gregarii, pero también algunos principales y veterani, que eligen la estela como monumento. En este sentido, es preciso señalar la preferencia de P. [Bla?]esus por un mausoleo en una época tan temprana, frente al resto del primer grupo de inscripciones compuesto

Sevillano Fuentes y Vidal Encinas, 2002, p. 12. Casi toda la bibliografía que ha tratado estos monumentos ha clasificado la piedra como granito de forma genérica, o incluso piedra arenisca, basándose tan solo en la textura. 433 Diego Santos, 1985; Mañanes, 1982 y 2002; y Rabanal Alonso y García Martínez, 2001, para una visión completa del corpus epigráfico asturicense y sus materiales. 431 432

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por estelas. No es de extrañar, por otra parte, que la placa de Memmius Barbarus, caballero y sacerdote del conventus Lucensis, esté fabricada en mármol y concebida para formar parte de un monumento mayor. Desde esta perspectiva, es reseñable la producción de estelas de cierta calidad y sustancialmente diversas por su contenido decorativo. Es particularmente significativa, en este sentido, la estela de Sulpicius Placidinus. El material empleado y el tratamiento del soporte evidencian un cierto nivel adquisitivo por parte del dedicatario, y su edad, 55 años, parece situarlo, además, como veteranus, por lo que no sería de extrañar que se tratase de un adinerado exmilitar con capacidad para conmemorarse de esta manera. La relación, en este caso, entre estatus social y calidad del soporte parece sostenible. De cualquier forma, estas dos estelas podrían reflejar una suerte de asociación más concreta entre condición o rango militar y la ejecución, no ya de un tipo de soporte determinado, sino de un tratamiento específico del mismo, rasgo, por lo demás, muy poco común en los modos de representación de los milites en Hispania. Así pues, a pesar de su relativa escasez en cuanto a número de individuos, la documentación epigráfica sepulcral de los militares de Astorga presenta diversos aspectos de interés y una relativamente variada gama de soportes que refleja la propia variedad de individuos que se representaron en la hora de su muerte. Resta contemplar la relación de los epígrafes con sus lugares de hallazgo, punto en el que la falta de datos dificulta enormemente la formulación de hipótesis plausibles a la hora de tratar de reconstruir el contexto original de las piezas. 3.4.2.2. La epigrafía funeraria. El espacio Como ocurre en la gran mayoría de los yacimientos hispanos, si bien contamos con un contexto arqueológico general en el que ubicar los testimonios epigráficos procedentes de la antigua Asturica Augusta, carecemos de un contexto preciso que dé sentido al conjunto. En otras palabras, ninguna de las inscripciones conservadas apareció in situ o en contexto primario, sino que la gran mayoría fueron reutilizadas en obras posteriores o bie se perdieron. La abundancia de inscripciones funerarias, no solo de militares, sino considerando el cómputo general, obliga a pensar en la existencia de una necrópolis altoimperial cuyo emplazamiento e historia no conocemos. La aparición de las cinco estelas de cabecera semicircular del mismo taller y cronología en la misma zona ha llevado a P. Le Roux a suponer la existencia de un área quizá reservada específicamente para militares dentro del espacio de la necrópolis, tal y como sucede en otras ciudades del imperio,434 hipótesis que nos parece altamente probable. Asimismo, las localizaciones de estos monumentos y otros en la vertiente oriental sugiere que allí podría haber estado unicada la necrópolis, aunque no disponemos de información adicional para sostener ninguna de las dos hipótesis y no disponemos de datos arqueológicos con los que contrastar las localizaciones. En el caso de Astorga, el estudio detallado de los lugares de Le Roux (1982: 122), que puso en relación la aparición de estos cuatro epígrafes y su pertenencia a más de una unidad militar con la existencia de una necrópolis reservada exclusivamente a los militares en Asturica Augusta, a imagen de los cementerios conocidos para los funcionarios en capitales administrativas como Carthago o la propia Tarraco. 434

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reutilización de las inscripciones, muchas de ellas en los lienzos murarios, no parece revelarse tan importante como en León. Tabla 27. Localización de los epígrafes funerarios de militares en Astorga. N.º Cat.

Militar

Soporte

Cronología

Hallazgo

001

Estela

[---]Domitius/ C. Cornelius Serenus

003

Estela

Sulpcius Placidinus Siglo ii d. C.

Zona NE muralla tardorromana, explanada de los cubos: rebaje de la muralla. Reutilizada.

006

Bloque (doble)/placa?

Memmius Barbarus

Siglo iii d. C.

Desconocido (transladada al jardín de la sinagoga).

018

Estela

C. Coelius Valens

Siglo i d. C.

Zona SO muralla tardorromana: bajo la muralla, en cloacas del Seminario. Reutilizada.

019

Estela

L. Octavius Magius Siglo i d. C.

Zona SO muralla tardorromana: bajo la muralla, en cloacas del Seminario. Reutilizada.

020

Estela

Virillius

Siglo i d. C.

Zona SO muralla tardorromana: bajo la muralla, en cloacas del Seminario. Reutilizada.

021

Bloque

Persius Blaesus

Siglo i d. C.

Ángulo NO muralla tardorromana: Puerta del Rey. Reutilizada en fachada edificio.

022

Estela

Q. Cumelius Celer Siglos i-ii d. C.

Intramuros: edificio de la Ergástula. Reutilizada en reja de ventana.

023

Ara

Placidius Placidus

Siglo iii d. C.

Sector NO?? Muralla tardorromana. Reutilizada.

024

Estela

Fuscus Dorilsys

Siglo i d. C.

Zona SO muralla tardorromana: bajo la muralla, en cloacas del Seminario. Reutilizada.

025

Estela

C. Pelgus

Siglo i d. C.

Excavaciones cercanías de Astorga.

026

?

Granius Fortius

Siglos ii-iii d. C.

Desconocido. Reutilizada en casa particular. Desparecida.

027

?

M. Valerius Licinianus

Siglo ii d. C.?? Desconocido. Desaparecida.

028

Placa?

Proculus

Ángulo SE muralla tardorromana: en el cubo Siglos i-ii d. C. inmediato al jardín de la sinagoga. Reutilizada en lienzo.

Siglo i d. C.

Zona SO muralla tardorromana: bajo la muralla, en cloacas del Seminario. Reutilizada.

3.4.3. La epigrafía votiva El corpus votivo correspondiente a militares es exiguo en el caso de Astorga, y no permite un análisis pormenorizado. Es particularmente llamativa la escasez de testimonios epigráficos de carácter votivo asociables a militares, en relación con la proporción de inscripciones funerarias, así como respecto a la importante iniciativa votiva realizada

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por parte de las élites municipales y ecuestres de la ciudad. Tan solo contamos con tres epígrafes votivos con contenido militar, proporción baja respecto a los nueve votos recogidos vinculables a procuradores y miembros del gobierno municipal de la ciudad y los cinco documentos fragmentarios atribuibles, en principio, a distintos miembros de la sociedad asturicense. Ahora bien, los documentos conservados constituyen ejemplos de enorme interés para entender la relación de las élites de gobierno del noroeste de Hispania con la religión, tanto desde el punto de vista oficial como desde el ámbito privado. Conviene, asimismo, considerar que dos de los tres documentos conservados pertenecen a los ordines senatorial y ecuestre, en consonancia con la evidencia conservada en el corpus epigráfico asturicense. Tabla 28. Testimonios votivos de militares en Astorga. N.º Cat.

Dedicante

Divinidad

Origo

Militar

Soporte

Cronología

004

Ti. Iunius Quadratus

Perdido

Ti. Iunius Quadratus

Hispania Citerior

¿Ara? Reutilizado en basa

Fin siglo i d. C.

005

Q. Mamilius Capitolinus

Sol Invictus/Liber Pater/Genius Praetorius

Q. Mamilius Capitolinus

África Pronconsularis

Perdido

Ca. 197 d. C.

056

Caesinius Agricola

Genius Asturicensium

Caesinius Agricola

¿Britannia?

Ara

Siglo ii d. C.

Tabla 29. Textos en las inscripciones votivas de militares en Astorga. N.º Cat.

Texto

004

---/ [Ti(berius) Iunius]/ [Ti(berii) f(ilius)/ Quir(ina)]/[Qua]drat[us] / [do]mo Rom[a] / [p] rae[f(ectus)/ e]quit[um] / [alae] II F(laviae) ˚ H(ispanorum) ˚ c(ivium)/ ˚[R(omanorum)] /[vo]tum [s(olvit) l(ibens) m(erito)]

005

056

I(ovi) O(ptimo) M(aximo)˚/ Soli Invicto ˚Libero / Patri ˚Genio/ praetor(ii) ˚/ Q(uintus) Mamil(ius) Capitolinus ˚/ iurid(icus) per Flaminiam/ et Umbriam et Picenum ˚/ leg(atus) Aug(usti) per Asturiam et / Gallaeciam ˚ dux leg(ionis) VII G(eminae) P(iae) Fe(licis)/ ˚praef(ectus) aer(arii) Sat(urni) ˚ pro salute / sua et suorum [Genio]/ Asturice[nsi]/ um Cae/ [si]nius Ag/ [ri]cola ˚ eq(ues) / [Coh(ortis)]˚ Fl(aviae)˚ I ˚ Lusit(anorum) / [c]urator

La primera inscripción (Cat., n.º 004) está fragmentada, pero es posible su restitución fidedigna con base en tres paralelos epigráficos alusivos al mismo personaje, procedentes del entorno militar de Rosinos de Vidriales; la segunda es de procedencia incierta.435

435

CIL II, 2600.

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No conocemos la divinidad a la que se dedica el voto de Astorga; los otros testimonios del mismo militar se consagraron uno a Marte y otro a Diana, pero el tercero, un árula publicada recientemente, carece también de referencia al teónimo, y su tamaño parece indicar que no lo hubo originalmente.436 La inscripción asturicense acredita un voto a una divinidad de nombre probablemente perdido en la reutilización del soporte, por parte de Ti. Iunius Quadratus, prefecto del ala II Flavia civium Romanorum. El individuo destaca su procedencia de Roma. Por otra parte, este epígrafe es, junto con el ejemplar perdido procedente de una localización incierta en Gallaecia, de capital importancia, pues consigna el rango militar y la unidad del dedicante Ti. Iunius Quadratus. De fines del siglo ii d. C. es la inscripción, hoy perdida, de Q. Mamilius Capitolinus (Cat., n.º 005). Se trata de un voto múltiple elevado por este personaje, que presenta un cursus ecuestre y, después, senatorial completo al Sol Invictus, al Liber Pater y al genius del pretorio asturicense. Los cargos que ostenta el dedicante —legatus iuridicus per Flaminiam, Umbriam et Picenum, legatus Augusti per Asturiam et Gallaeciam, dux legionis VII Geminae Piae Fidelis y prefecto del erario de Saturno— han generado cierta controversia y atestiguan, en todo caso, la relación de las élites de gobierno del noroeste hispano con el culto de carácter público, en este caso con un fuerte componente oriental y dinasticista. Es particularmente significativa la elección y combinación de los votos, que está en consonancia con los cargos ostentados por el dedicante, en este caso en Asturica, y con la cronología del epígrafe. La mención Pia Felix sitúa la inscripción a partir del período severo, y Alföldy afinó la datación en torno al año 197 d. C., coincidiendo con la llegada al poder de Septimio Severo y la fundación de la nueva dinastía. Desde que Alföldy señalara las implicaciones del triple voto de Mamilius Capitolinus con su posición política y el momento de erección de la inscripción, diversos autores han puesto de relieve el momento particular al que corresponde una devoción de estas características. Las dedicatorias a Júpiter, el Liber Pater y al genio, por orden jerárquico, son frecuentes en las amonedaciones hispanas de este período y forman parte de un amplio programa propagandístico de cariz político-religioso llevado a cabo por Septimio Severo, en el contexto de su pugna con Clodio Albino para acceder a la púpura imperial.437 La mención de Júpiter Óptimo Máximo no debe sorprender por su asociación directa con el culto imperial y como divinidad protectora del ejército y sus conquistas especialmente a partir de época trajanea; a ello hemos de añadir que las descripciones conservadas del soporte, hoy perdido, aluden a la presencia de signa militaria como decoración de la cabecera del altar. Más problemática es la presencia del Liber Pater, un culto de origen oriental fuertemente vinculado con las nuevas prácticas de los severos. A juicio de Alves Días, habría que interpretar la presencia de este teónimo como apelación directa a un «orden cósmico» que gobierna el mundo y conduce las acciones del emperador. Se trata, para esta investigadora, de una ideología de legitimación del reinado del nuevo emperador, de

Rodríguez, Salido y Morillo, 2015, p. 296. En este sentido, cf. Alföldy, 1969, pp. 90-92; Roldán Hervás, 1974, p. 491, n. 831; Devijver, 1977, p. 577; Alves Días, 1986, pp. 193-206, con una visión pormenorizada de la cuestión; Diego Santos, 1986, 2pp. 1-22; Del Hoyo Calleja, 1990, p. 106 y 1992, pp. 73-75 y 90-92, centrado en la documentación hispana relativa al culto al Liber Pater; y Moreno Pablos, 2001, pp. 114-115. 436 437

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corte dinástico,438 pero no necesariamente vinculada al origen oriental de Iulia Domma, esposa de Septimio Severo, y que tenía antecedentes directos en la propia Roma. En este sentido, habría que considerar, quizá, que los dos crecientes lunares que al parecer ornaban el altar junto a los signa militaria simbolizaban esta idea. Ahora bien, la asociación del Liber Pater con Baco desde los inicios de los años noventa del siglo i d. C., la adquisición de prestigio por parte de esta divinidad en enclaves como Leptis Magna y, por consiguiente, el carácter de dios tutelar y propiciatorio de los propósitos del emperador, son factores a considerar para comprender la presencia de su culto en la Asturica de este período. Por otra parte, cabe señalar la evidente relación entre el Liber Pater y los cultos dionisíacos importados de oriente a la Península. Por lo que respecta al Sol Invictus, una de las denominaciones con las que se nombra a Mithra, pone de relieve la cuestión de si se puede considerar el epígrafe como un testimonio de culto mitraico. García y Bellido expresó sus dudas al respecto;439 en todo caso, el posible origen norteafricano del dedicante podría reforzar esta hipótesis, habida cuenta del éxito de este culto en ambientes norteafricanos.440 La dedicatoria al Genius praetorii está presente, como hemos mencionado, en otra inscripción de Tarragona. Se trata de una divinidad de carácter claramente militar bajo una advocación local asociada, probablemente, al pretorio asturicense, que cuadra perfectamente, sin ir más lejos y tal y como se puede apreciar en los testimonios de culto público y oficial de León, con el espíritu de adhesión política e ideológica al emperador, a la vez que entronca con la costumbre religiosa romana tradicional en su expresión militar. Al margen de las significaciones específicas de cada culto que, como vemos, han sido discutidas en sus detalles,441 la presencia de estas divinidades combinadas parece responder a propósitos muy definidos en este caso: mostrar la fidelidad al emperador Septimio Severo, o bien, hacer propaganda directa de él a través de sus dioses tutelares, estuviese el dedicante, Mamilius Capitolinus, alineado o no con Septimio Severo y su reivindicación. Conviene no olvidar que las legiones hispanas estuvieron, en un principio, a favor de Clodio Albino en la disputa del año 196 d. C. y que, consecuentemente, Mamilius Capitolinus, como oficial al mando de tropas, haría propaganda de la política religiosa del emperador sin mostrar sus propias preferencias.442 No obstante, nos inclinamos a pensar, en la línea de Alves Días, que los dioses escogidos y los cargos ostentados por el dedicante, especialmente el de dux legionis, un cargo excepcional tras haber ejercido la legatura per Asturiam et Gallaeciam, nos sitúan ante un hombre de la plena confianza y colaborador de Septimio Severo. La condición de dux legionis era de carácter excepcional, y solía consistir en el desempeño de un mando militar directo en épocas convulsas o de crisis.443 Si a ello unimos que este cargo le es conferido a Mammilius Capitolinus

Alves Días, 1986, p. 197. García y Bellido, 1967, p. 38. 440 Alföldy, 1969, pp. 90-92 y Palao Vicente, 1998, pp. 159-160. Otra interpretación de la presencia del Sol Invictus en Alves Días, 1986. 441 Remitimos a la bibliografía especializada ya citada para más detalles. 442 Alves Días, 1986. 443 Palao Vicente, 2006, p. 88. 438 439

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tras haber sido legado, y que posiblemente él fuese de origen norteafricano, todo parece apuntar en la dirección ya señalada. El último documento votivo (Cat., n.º 056) es un ara de piedra arenisca de pequeñas dimensiones, con coronamiento presidido por un gran focus en forma de patera y cornua laterales. El texto, parcialmente perdido, presenta un voto cuya lectura e interpretación son controvertidas respecto al teónimo y a la consideracón del dedicante. En las líneas 1 y 2 aparece el término Asturice/[nsi]um, que denota la advocación local de una probable divinidad tutelar romana. Los primeros editores de la pieza restituyeron y leyeron [Dea] Asturic(a)e en la consagración del voto, asimilando a esta divinidad con el río Astura (el Esla) divinizado, la propia ciudad de Asturica, o bien una deidad prerromana epónima.444 Una lectura más afinada corrige esta lectura a [Genio] Asturice[nsi]/um, que ha venido aceptándose desde la relectura de la pieza en 1990. El resto del texto consigna el voto a esa divinidad por parte de Caesinius Agricola, eques de la Cohors I Lusitanorum. Ahora bien, la intepretación del contenido militar de la inscripción ha sido discutida. En principio, se había especulado con la consideración como ala de la I Lusitanorum,445 y el término [c]urator de la última línea ha sido interpretado de diversas maneras. A nuestro juicio, la interpretación más reciente de Perea Yébenes, sería la más acertada, ya que considera que la I Lusitanorum ha de tratarse como una cohorte y no como un ala, y expone paralelos convincentes para la interpretación del último término como un rango específico que define al dedicante, no solo como un simple eques, sino como el probable comandante de un destacamento de caballería encargado de algún tipo de misión de cariz económico-administrativo en la zona de Asturica. A los paralelos que proporciona sobre el empleo de este término en las unidades auxiliares, Perea Yébenes añade la dedicatoria a una divinidad de tipo gentilicio y local como indicador del carácter de la misión y el rango específico de Caesinius Agricola. Además, el gentilicio del soldado lo lleva a proponer una posible origo británica para él. Esta es, a nuestro juicio, la coyuntura que mejor explicaría la presencia de este altar en Asturica Augusta, más que el posible origen local del dedicante, teniendo en cuenta el empleo del término curator en contextos epigráficos de contenido militar. Finalmente, la paleografía y la unidad militar del dedicante parecen fechar la inscripción a lo largo del siglo ii d. C. sin que tengamos más evidencias para precisar más la datación. La amplitud de los períodos cronológicos en los que se han datado dos de las tres inscripciones impide una visión diacrónica del conjunto, por reducido que este sea. Dos de los testimonios (Cat., n.os 037 y 040) se fechan entre fines del siglo i d. C. y a lo largo del ii. Solo el particular ejemplo de Mammilius Capitolinus permite la adscripción a un período más concreto, y es producto de sus circunstancias políticas específicas. Por otra parte, los votos corren a cargo, como era de esperar, de las élites militares, un miembro del ordo equester de origen itálico y un senador; en el caso del eques, parece tratarse de un mando inferior. Este último factor está en relación específica con el contexto de la epigrafía votiva asturicense, llevada a cabo por las élites ecuestres y cívicas de la urbe.

444 445

Mangas y Vidal, 1984-1985, pp. 305-314. Rabanal Alonso, 1998, p.125 y 2001, pp. 65-66, n. 19.

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Tabla 30. Inscripciones votivas documentadas en Astorga. N.º

Referencia

Texto

1

I(ovi) O(ptimo) M(aximo) / [Fab(ius)] Aco Catulli/nus vir consu/ CIL II, 2635 = IRPLeon, 4 = laris praeses / prov(inciae) Gallaeciae / pro salute sua / suorumque / EAstorga, 9 = ERPLeon, 43 omnium posuit

2

CIL II, 2636 (pp. 707 y 911) = EAstorga, 108 = IRPLeon, 603

Deo / Vagodonnaego / sacrum res p(ublica) / Ast(urica) Aug(usta) per / mag(istros) G(aium!) Pacatum / et Fl(avium) Proculum / ex donis // curante Iulio Nepote

3

EAstorga, 5 = IRPLeon, 9 = ERPLeon, 35 = ILAstorga, 5

Fortunae / Bonae Reduci / P(ublius) Ul(pius) Maximus / proc(urator) Aug(usti) cum uxore / et filio

4

EAstorga, 6 = IRPLeon, 10 = ERPLeon, 36 = ILAstorga, 6

Fortunae Reduci Sanctae / G(aius!) Otacilius Octavius / Saturninus v(ir) e(gregius) proc(urator) / Aug(usti) / dicavit cum filia et / nepote

5

EAstorga, 16 = IRPLeon, 13

Serapidi / Sancto / Isidi Myr(i)onym(e) / Cor(a)e Invictae / Apollini Granno / Marti Sagato / Iul(ius) Melanio / proc(urator) Augg(ustorum) / v(otum) s(olvit)

6

EAstorga, 5 = IRPLeon, 9 = ERPLeon, 35

Fortunae / Bonae Reduci / P(ublius) Ul(pius) Maximus / proc(urator) Aug(usti) cum uxore / et filio

7

EAstorga, 10 = IRPLeon, 3 = ERPLeon, 39

Iovi Optimo Maximo / Iunoni Reginae / Minervae Victrici / P(ublius) Ael(ius) P(ubli) f(ilius) Hilarianus / proc(urator) Aug(usti) cum liberis / pro salute [[Commodi(?)]]] Aug(usti) / Pii Fel(icis [)

8

EAstorga, 11 = ERPLeon, 40 = IRPLeon, 2

I(ovi) O(ptimo) M(aximo) / Custodi / Iunoni Reginae / Minervae Sanctae / ceterisque dis / deabusque / imortalibus / Iulius Silvanus / Melanio proc(urator) / Augg(ustorum) / provinc(iae) Hisp(aniae) citer(ioris) / dicavit

9

AE, 1967, 227

Abiae Elaesuarno / sacrum / [p]ositum cura Vicci SLON

10

CIL II, 5666 = IRPLeon, 15

De(o) Vac/ocabu/rio // ]veni / [---]alit / [

11

CIL II, 5669 = IRPLeon, 61

L(ucius) Pomp/eius Pa/ternu[s] / Mandic/ae v(otum) m(erito) / s(olvit)

12

CIL II, 5670 = IRPLeon, 53

Deo Bo/do Veic/ius vo/tu(m) s(olvit) l(ibens) m(erito)

13

CIL II, 5672 = IRPLeon, 59

Deae / Degant(iae?) / Flavia Fl(avi) / in hono(rem) / Argael(orum) / f(ecit) l(ibens)

14

EAstorga, 08 = IRPLeon, 41

I(ovi) O(ptimo) M(aximo)

Un recuento de inscripciones votivas documentadas en Asturica arroja un número total de catorce testimonios, exceptuando los alusivos a militares, de los que ocho pertenecen a distintos miembros de las élites político-religiosas de la urbe. Los procuratores Augusti a cargo de la ciudad protagonizan la mayor parte de le iniciativa religiosa atestiguada. A dos procuratores, P. Aelius Hilarianus y I. Silvanus Melanio, debemos dos de los seis altares consagrados a Júpiter Óptimo Máximo, acompañado de las habituales Juno y Minerva como elementos constitutivos del culto oficial a la Tríada capitolina. Melanius, de origen oriental, dejó, además, otra inscripción en griego consagrada a Serapis, Isis, Apolo y Koré (Deméter), que sugiere la práctica de cultos orientales al margen de la religión oficial romana. Al culto capitolino se suman los dos epígrafes dedicados también por los procuratores P. Ulpius Maximus y C. Octatilius Octavius a la Fortuna

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Redux. Este horizonte religioso, que podemos fechar a lo largo del siglo ii y comienzos del iii d. C., fundamentalmente, viene a subrayar el rol de los altos funcionarios imperiales, destacados en Asturica, como difusores de la religión oficial y propagandistas de los emperadores.446 Los cultos asociados a la religión imperial, que en el campamento de León llevaron a cabo los mandos militares, aparecen representados en Asturica Augusta por los procuratores como funcionarios de la administración imperial, razón por la que, probablemente, contamos con pocos testimonios de militares de alta graduación erigiendo altares con votos de estas características. Dicho esto, resulta llamativa la ausencia de testimonios explícitos de culto imperial en la capital del conventus. Etienne destacó en su día que, a pesar de la ausencia de testimonios, la epigrafía de culto imperial hubo de ser abundante en Asturica, protagonizada por los sacerdotes al servicio de un ara.447 En este contexto general hemos de contemplar, pues, la inscripción de Mammilius Capitolinus, así como los cargos de flamen y sacerdos ostentados por Memmius Barbarus (Cat., n.º 039). Ya habíamos referido en el capítulo correspondiente a la ciudad de León que la mayoría de estas inscripciones coinciden cronológicamente con los tiempos finales de la dinastía antonina y comienzos de los severos, períodos en los que el culto imperial y la religión oficial experimentaron un fortalecimiento que se refleja, en muchos casos, en la iniciativa de las élites locales que desarrollan potentes programas de carácter propagandístico. Finalmente, las inscripciones erigidas por el resto de la población evidencian una lógica preferencia por divinidades de carácter local, reflejadas en los votos (tablas 9, 10, 11 y 12) que constituyen un horizonte diverso al de la religiosidad de la administración. La inscripción de Ti. Iunius Quadratus no encuentra fácil acomodo en estos dos contextos al carecer de téonimo; no obstante, la condición de ecuestre y prefecto del dedicatario, junto con la constancia de sus votos a Marte y a la Fortuna documentados en otros puntos del noroeste, parecen hablarnos de un tipo de culto de carácter estrictamente castrense, aunque también vinculado con la propaganda imperial. El caso del eques curator Caesinius Agricola ha de contemplarse igualmente desde el punto de vista de las prácticas religiosas de carácter oficial, en las que el mando militar de una unidad de servicio destacada en Asturica levanta, quizá, un altar por el cumplimiento satisfactorio de una misión. 3.5. Los campamentos de Petavonium (Rosinos de Vidriales, Zamora) La identificación del enclave conocido tradicionalmente como «Las Cercas», situado en el paraje de «Ciudadeja» o «Sansueña», en el Valle de Vidriales (Zamora), con la mansio romana de Petavonium,448 y sobre todo como sede de dos campamentos romaMangas Manjarrés, 1986, pp. 55-74, trabajo clave en el estudio de la religiosidad de Asturica Augusta, con estudio detallado de la documentación epigráfica. 447 Etienne, 1958, p. 77 y ss. 448 Ptolomeo, Geog. II, 6, p. 34. Claudio Ptolomeo se refería a Petavonium, topónimo que, como veremos, se puede identificar con la región mencionada, como una de las diez poleis de los pueblos astures y, concretamente, como la capital de los llamados superatios. El Itinerario Antonino, más tardío, cita Petavonium como mansio situada en el trayecto de la via XVII que conectaba la capital del conventus Asturum, Asturica Augusta, con la del conventus Bracarensis, Bracara Augusta. Cf. It. Ant. IV, p. 44. C. Fernández Duro (1882) y E. Saavedra (1914) fueron los primeros en sugerir una posible identidad del lugar en base a la información transmitida en las fuentes litetarias grecolatinas. 446

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nos permanentes de época altoimperial, está actualmente bien acreditada.449 Asimismo, a raíz de los trabajos arqueológicos emprendidos desde 1970 hasta la actualidad, no solo se ha podido detectar y excavar parcialmente un campamento auxiliar, sino parte de otro, más grande, cuyos lados coinciden parcialmente con el primero y que fue ocupado por una legión.450 La identidad de las unidades que los habitaron es, hoy en día, segura gracias al material epigráfico aparecido, especialmente las marcas legionarias,451 y a la información arqueológica; se trata de los campamentos permanentes de la legio X Gemina y el ala II Flavia Hispanorum civium Romanorum, que estuvieron acantonadas en ellos en fases sucesivas del despliegue militar altoimperial en la provincia Citerior. No abordaremos aquí en detalle la arqueología de ambos recintos, bien conocida, sino que nos limitaremos a aquellos aspectos que resulten de interés para la contextualización de la epigafía militar. 3.5.1. El campamento de la legio X Gemina El campamento de la legio X Gemina es mucho peor conocido que el del ala de caballería. La fotografía aérea revelaba un rectángulo de esquinas redondeadas, de 550 m de largo y 315 m de ancho, que delimitaba un espacio interior de 17,35 ha, superficie mucho mayor que las concebidas para los castella de las unidades auxiliares, incluso las miliarias.452 Las medidas y la extensión citadas más arriba permiten, en primer lugar, diferenciar claramente el recinto del perímetro del campamento auxiliar en razón de sus dimensiones, aunque, ciertamente, su extensión no sería suficiente para albergar a una legión completa.453 Por otra parte, tanto la evidencia arqueológica como la epigráfica atestiguan que este recinto es anterior al auxiliar, que podría ser un campamento legionario y que perteneció a la X Gemina. Así lo corroboran las trazas de un vallum y las diversas estructuras lígneas de los modelos de construcción del otro recinto,454 el análisis

A partir de la investigación de M. Gómez Moreno (1927), la identificación del enclave con la mansio Petavonium del Itinerario Antonino cobra solidez, así como la posibilidad de que allí se hubiese acantonado la legio X Gemina, en base a la epigrafía conocida hasta entonces. Los trabajos de Vigil (1961), Loewinhson (1964: 151-152 y 1965: 26-49) y García y Bellido (1961) ponían en relación el material epigráfico de la X Gemina recuperado con el contexto arqueológico. En la década de los años setenta comenzaron los trabajos arqueológicos. Para las primeras excavaciones, cf. Martín Valls, 1973, pp. 81-103; y Martín Valls, Delibes de Castro y Mañanes, 1975, en un trabajo monográfico. 450 La observación detallada de una fotografía aérea tomada en las condiciones climáticas y la estación idóneas reveló la presencia del segundo recinto. Cf. Martín Valls, 1973, pp. 406-409; y Martín Valls, Delibes de Castro y Mañanes Pérez, 1975, pp. 3-7. 451 Romero, Carretero y Martín Valls, 2002, pp. 137-154. 452 Romero Carnicero y Carretero Vaquero, 2006, p. 378, con bibliografía en pp. 471-472. Un campamento algo mayor en extensión de lo que Le Roux (1982: 105) propuso en su día y de mucho mayor entidad que lo aventurado por Martín Valls y Delibes de Castro en sus primeros trabajos (1975: 6). 453 Ibidem. 454 Sobre las estructuras del campamento de la legio X, cf. Carretero Vaquero, 1999, pp. 143-156; Romero Carnicero y Carretero Vaquero, 1998, pp. 1078-1082, con exposición detallada de los argumentos arqueológicos a favor de la presencia de la X Gemina, y 2006, pp. 378-379. Sobre el hallazgo del muro y la técnica constructiva, cf. Martín Valls y Delibes de Castro, 1975, p. 6; y Carretero Vaquero y Romero Carnicero, 1999, p. 1078 y 2004, pp. 222-223. 449

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del material cerámico asociado a estos niveles, que permite situar la construcción del primer campamento en torno a los años 15-10 a. C., en las mismas fechas que el recinto castrense de Asturica Augusta,455 la evolución de los patrones de consumo de los militares a lo largo del siglo i d. C.456 y, finalmente, el registro epigráfico. Concretamente, numerosas tegulae recuperadas que portan la marca l(egio) X G(emina), el fragmento con la inscripción Rufus mil(es) leg(ionis) X G(eminae) fecit457 y las varias inscripciones perdidas, todas ellas epitafios de decimani aparecidas en Fuentencalada, datables en la primera mitad del siglo i d. C. por las estructuras de los textos458 y los nuevos hallazgos con contexto arqueológico de Tardemézar, de los que hablaremos más adelante.459 La explicación más socorrida para justificar la escasa capacidad del campamento para albergar a una legión entera es la hipótesis de una doble base en Petavonium y Asturica Augusta, al menos para los primeros tiempos, ya propuesta por autores como Tranoy y apoyada por los investigadores de Petavonium.460 La estancia de la legio X Gemina en Petavonium no sería muy dilatada, tal y como lo atestiguan sus movimientos; permanecerá allí aproximadamente desde los años 15-10 a. C., una vez sofocados los insurgentes astures, hasta el año 63 d. C., cuando es reclamada a la base de Carnuntum (Pannonia Superior), bajo el reinado de Nerón.461 Allí estará hasta el año 68 d. C., en el que la muerte de Nerón y la pugna por la púrpura imperial provocarán su regreso a Hispania. Tácito afirma que el nuevo destino de la X fue la Bética; no obstante, la supervivencia del núcleo civil de Petavonium, la presencia de tipos cerámicos y decoraciones de impronta claramente militar en los talleres de Melgar de Tera, así como el carácter eminentemente estratégico del emplazamiento invitan a pensar que retornaron a su sede hispana original.462 Será destinada al limes renano hacia el año 70 d. C. y no volverá a territorio 455 Cuestión importante para el asentamiento de la X Gemina. Las formas recuperadas remiten a las producciones más en boga en el comercio mediterráneo en cada momento, primero con tipos mayormente itálicos y posteriormente gálicos e hispanos. Para una exposición detallada de los materiales cerámicos, cf. Carretero Vaquero, 2000. 456 Las primeras producciones itálicas de importación irán dejando paso a producciones hispanas, béticas, del valle del Duero y, finalmente, a vasos de paredes finas elaborados en talleres locales próximos, como el de Melgar de Tera. Ello indica el asentamiento progresivo de la legión en sus cuarteles y su integración con el entorno. 457 Carretero Vaquero, 2001, pp. 157-162; y Romero Carnicero, Carretero Vaquero y Martín Valls, 2000, pp. 137-154. 458 Para las dataciones, cf. Le Roux, 1982, p. 182, n. 40; 180, n. 33 y 177, n. 17, respectivamente. 459 AE, 1995, p. 861 = AE, 1997, p. 869 = AE, 1999, p.918. La estela dedicada a Sedatus por Valerius Elaesus y Elcius Modestinus, uxamense y emeritense respectivamente. Sobre esta estela, cf. García Martínez, 1997, pp. 11-15 y Martín Valls, Romero Carnicero y Carretero Vaquero, 1995, p. 331, nota 2. Es reseñable también la presencia de la legio X Gemina en un hito legionario, localizado en Quintana y Congosto (León), fechado en época de Claudio, que separa los prata legionis del territorio de la antigua civitas Beduniense. 460 El equipo a cargo del yacimiento piensa que la ausencia de trazas de amurallamiento pertenecientes a fases anteriores al muro pétreo documentado quizá supongan que el campamento fue diseñado ya con la estructura regular —y por tanto la extensión documentada en la fotografía áerea— y el vallum pétreo desde el inicio, algo habitual en otras zonas del imperio. Cf. Carretero Vaquero y Romero Carnicero, 2004, p. 221. 461 Gómez-Pantoja, 2000, pp. 175-183. 462 Morillo Cerdán, 2006, pp. 194-195; y Carretero Vaquero y Romero Carnicero, 2004, p. 223.

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hispano463. No obstante, de nuevo el núcleo civil de Petavonium parece permanecer habitado y activo, así como las instalaciones que promovió la legión, como los talleres de Melgar de Tera, que siguen produciendo material, a lo que habría que añadir que las investigaciones arqueológicas han constatado la total ausencia de niveles de incendio y destrucción en el campamento y detectan una continuidad habitacional reflejada en la amortización de muros de los edificios del interior por parte de los miembros del ala II Flavia. En los sondeos practicados en la década de los años ochenta se recuperaron varios ladrillos bessales, con marcas epigráficas de la legio VII Gemina, fuera del recinto del campamento flavio, pero dentro del perímetro del castrum de la X.464 Este material no proporcionaba cronologías precisas debido al dilatado uso en el tiempo de estos productos por parte de la legio VII, no obstante, su localización en el recinto campamental de la legio X, asociado a estructuras edilicias, junto con objetos pertenecientes a la impedimenta de soldados de infantería, parecen apuntar a la presencia de la unidad, al menos de parte de ella, como substituta de la X a partir del año 70 d. C. A juicio de los excavadores de Petavonium, estos hallazgos, unidos a los aspectos antes comentados que apuntan a la continuidad de la vida del campamento, certifican que, en los años previos a la llegada del ala II, los milites de la VII habrían ejercido la función de control del territorio y edificado las dependencias del nuevo campamento de la unidad auxiliar, con la que habrían convivido durante un período en el nuevo recinto del valle de Vidriales. 3.5.2. El campamento del ala II Flavia Desconocemos el momento exacto en el que el ala II Flavia llegó a Hispania, no obstante, a juzgar por los testimonios epigraficos y arqueológicos, pudo ser en algún momento de la década de los años setenta de la primera centuria d. C.465 Su campamento en el valle de Vidriales se levantará sobre el antiguo recinto de la legio X, pero sin aprovechar en ningún punto el entramado defensivo del primero. Se trata de un solar mucho más reducido que se inscribe íntegramente en el localizado para los decimani, pero sin coincidir ninguno de sus lados. El nuevo campamento es un rectángulo perfecto de esquinas redondeadas, con 244 m de largo por 193 de ancho, rodeado por una fossa fastigata de 4 m de anchura y 1 m de profundidad. El vallum acota una superficie de 4,7 ha, mucho menor que la del campamento precedente, pero, como veremos, demasiado amplia para un ala quinquagenaria.466 Las excavaciones del recinto han dirigido sus esfuerzos a la exhumación del sistema defensivo, incluyendo los accesos, y parte de Gómez-Pantoja, 2000, pp. 183-190. Se trata de ladrillos con estampillas, L(egio) VII G(eminae) F(elix), rehundidas 465 Para el ala II Flavia y su problemática histórica, cf. Vigil, 196, pp. 104-113; García y Bellido, 1961, pp. 18-20; Roldán Hervás, 1974, pp. 212-214; Le Roux, 1982, pp. 145-147; Jiménez Furundarena, 1998, pp. 203-232; Carretero Vaquero y Romero Carnicero, 2004, p. 225; Morillo Cerdán (coords.), 2005 y 2006; y Palao Vicente, 2010, pp. 169-189 una síntesis general actualizada sobre las unidades auxiliares del ejército romano de Hispania, con mención al ala II Flavia y sus problemas. Remitimos a esta bibliografía especializada sobre la unidad para las cuestiones de detalle que iremos tratando en el texto, con el fin de no multiplicar las citas individualizadas más allá de lo imprescindible. 466 Romero Carnicero y Carretero Vaquero, 2006, pp. 380-381; Carretero Vaquero y Romero Carnicero, 2004, p. 223. 463 464

198

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

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las edificaciones que constituían los latera praetorii en su parte más próxima a la porta principalis sinistra.467 Por lo que respecta a la datación del área excavada, son los materiales recuperados los que establecen una seriación fiable. Parece que las producciones cerámicas más antiguas datan del último cuarto del siglo i d. C.,468 aunque la mayor parte del material se fecha en la primera mitad del siglo ii d. C., fase en la que predominan las producciones del noroeste hispano.469 El grueso de la documentación epigráfica localizada en Rosinos, la que representa a los prefectos de la unidad, fechada a lo largo del siglo ii d. C., especialmente entre mediados y finales, la reforma estructural del campamento, fechada en tiempo de Adriano, así como la modificación progresiva en el consumo y abastecimiento de cerámica, muestran la estabilización de la unidad en su campamento a lo largo de la segunda centuria. Por otra parte, precisamente el registro cerámico no permite alargar la vida del campamento más allá de los primeros años del siglo iii d. C.470 Sin embargo, la placa de mármol localizada en Rosinos de Vidriales (Cat., n.º 056), que refiere la construcción de una estatua a los emperadores Treboniano Galo y Volusiano,471 obliga a reconsiderar esta postura y, quizá, a extender la vida del recinto hasta, al menos, mediados del siglo iii d. C. 3.5.3. El vicus y los yacimientos vinculados a Petavonium Además de los recintos, las fuentes literarias y el propio registro epigráfico ofrecen indicios de la existencia de asentamientos civiles en los alrededores de Petavonium, al menos en el caso del campamento auxiliar. Cabe tener en consideración, en este sentido, el pasaje de Ptolomeo (Geog. II, 6: 34), que divide a los astures en diecinueve populi y diez civitates (poleis), entre las que figura Petavonium como capital de los Superatios. Si bien el geógrafo griego lo escribió en el siglo ii d. C., parece bastante probable que la referencia pudiera describir una situación plausible a comienzos del siglo I d. C. Es también reseñable el trazado de la vía Asturica-Bracara que aparece en la tabla IV del llamado Itinerario de barro, que recoge una vía que comunica Bracara Augusta con Asturica, la capital del conventus, pasando por la zona portuguesa de Tras-os-Montes y el ámbito

467 Sobre el sistema defensivo del campamento Flavio y sus fases, el trabajo más completo es el de Carretero Vaquero, Romero Carnicero y García Martínez, 1999, pp. 183-194; cf. también Carretero Vaquero y Romero Carnicero, 2004, p. 224; Romero Carnicero y Carretero Vaquero, 2006, p. 381. Para los materiales cerámicos y numismáticos y la datación del yacimiento, cf. Carretero Vaquero, 2000, pp. 798-800. 468 Constituidas fundamentalmente por ejemplares de terra sigillata gálica, taller de Tritium, paredes finas de la Bética y Mérida, y Mayet XXXVII y XXXVIII de los alfares de Melgar de Tera. Para la cerámica del yacimiento, cf. Carretero Vaquero, 2000b, pp. 812-830. 469 Marco en el que se inscriben la mayor parte de las producciones de los talleres de La Rioja de terra sigillata hispánica, con variedad de perfiles, y los modelos decorados de paredes finas de Melgar de Tera, así como los recipientes de tradición astur y gran parte de las lucernas, a excepción de algunas de procedencia foránea. Cf. Carretero Vaquero, passim. 470 Carretero Vaquero y Romero Carnicero, 2004, p. 227 y Blázquez Cerrato y Carretero Vaquero, 2006, pp. 195-202, con estudio del numerario asociado al yacimiento. 471 Cabe apuntar que la placa fue hallada, al parecer, en Rosinos de Vidriales, y perteneció a un privado, no conocemos el lugar exacto del hallazgo ni sus circunstancias.

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3.  EL EJÉRCITO EN EL NOROESTE

199

meridional de las tierras de los astures,472 coincidiendo, por lo general, con el trazado de la vía XVII del Itinerario Antonino.473 Los trabajos, ya citados, de Loewhinson establecieron, en su día, el trazado de esta vía a su paso por Petavonium, en un tramo conocido como «La Chana»; la mención a la mansio recogida en el propio Itinerario Antonino, ya comentada, también apunta en esta dirección.474 Desafortunadamente, no contamos con evidencia arqueológica consistente para documentar, ni las cannabae legionarias de la X Gemina ni el vicus del ala II Flavia que hubieron de aflorar en las proximidades de los campamentos. La constatación de su existencia viene dada, fundamentalmente, por su mención como mansio en las fuentes escritas mencionadas y, en el caso del campamento del ala II Flavia, por los testimonios epigráficos de los prefectos de la unidad, que hacen referencia a construcción de unos baños, de un santuario a Hércules, así como de otro posible santuario a Diana Venatrix (Cat., n.os 066, 067 y 068) en el entorno del campamento. Como veremos más adelante, los lugares de hallazgo de estas inscripciones sugieren posibles emplazamientos para el área monumental del vicus en el siglo ii d. C. En el caso de las cannabae de la X, la arqueología sí ha podido constatar que, con la llegada de Roma a Vidriales, entre fines del siglo i a. C. y comienzos del i d. C., se producirá un despoblamiento de los castros ubicados en altura de las cercanías del campamento, lo que parece indicar que las poblaciones locales se habrían transladado al valle, atraídas por el nuevo campamento legionario que habría funcionado como eje articulador del territorio.475 Las primeras cannabae hubieron de constituirse, pues, como resultado de la movilización paulatina de los habitantes indígenas del territorio, unidos al cortejo que cualquier legión romana llevaba, de por sí, unido en sus desplazamientos. Ambos grupos habrían configurado el nuevo hábitat civil con el asentamiento de la legión en los primeros tiempos del campamento de la X, núcleo que perduró con la marcha definitiva de la X de Hispania y la llegada del ala II Flavia. 3.5.4. La epigrafía militar. Visión de conjunto La cifra total de inscripciones documentadas en Rosinos de Vidriales y sus alrededores asciende a diecinueve ejemplares;476 de ellos, diecisiete son claramente debidos a mandos y soldados de las dos unidades que estuvieron acantonadas allí, lo que convierte al campamento en uno de los tres enclaves con más epigrafía de contenido militar de la provincia Citerior junto con la capital Tarraco, Legio y Asturica Augusta. Como en el caso del campamento principal de Legio, nos topamos con algún testimonio problemá-

Sobre el Itinerario de barro y la polémica científica surgida en torno a su autenticidad y la adaptación de las vías al marco conocido, cf. Fernández Ochoa, Morillo Cerdán y Gil Sendino, 2012, pp. 151-179, que recoge toda la discusión científica y analiza las tablillas con métodos de datación modernos, confirmando su autenticidad y su datación entre mediados y fines del siglo iii d. C. 473 Ibidem, p. 168. 474 It. Ant. IV, p. 44. Para las diferencias de trazado entre la tabla IV del Itinerario de barro y la vía XVIII del Itinerario Antonino, cf. Fernández Ochoa, Morillo Cerdán y Gil Sendino, 2012, p. 169. 475 Carretero Vaquero y Romero Carnicero, 2006, pp. 379-380, con bibliografía. 476 Uno de ellos es anepígrafo (Cat., n.º 074). 472

200

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EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

tico a la hora de establecer su vinculación con este, el auxiliar; y la ausencia casi total de contextos arqueológicos de hallazgo dificulta aún más la tarea. El enclave de Petavonium estuvo ocupado de forma ininterrumpida durante casi tres siglos, exceptuando períodos cortos en los que tanto la legio X como el ala II se marcharon fuera de Hispania para regresar poco tiempo después. Incluso en estos períodos, de unos cinco años en el primer caso y de dos en el último, la evidencia arqueológica parece mostrar que los campamentos permanecieron en funcionamiento y sus alrededores ocupados. Considerando la larga estancia de efectivos militares y población civil en el lugar, llama la atención el relativamente escaso número de epígrafes que se ha conservado. Si bien contamos con un elenco epigráfico cualitativamente valioso, que refleja la actividad religiosa y evergética de los mandos del ala II, apenas contamos con registro funerario in situ de los milites de la X y de los equites auxiliares del ala, teniendo en cuenta la entidad del yacimiento. Tabla 31. Testimonios epigráficos de militares, procedentes de Petavonium. N.º Cat.

Referencia

Nombre

058

CIRPZamora,135 = Petavonium, 10 = AE, 1928, 179 = AE, 1967, 235

P. Cosconius

miles

Legio X Gemina

Tiberio-Claudio

059

CIL II, 2630 (p. 707) = CIRPZamora, 44 = Petavonium, 21

M. Valerius Secundus

veteranus

¿Legio X Gemina?

Calígula-68 d. C.

060

CIL II, 2629 = IRG-1,13 = CIRPZamora, 43 = Petavonium, 17

C. Pelusius

?

¿Legio X Gemina?

Calígula-68 d. C.

061

CIRPZamora, 136 = L. Herennius Petavonium, 11 = Aera, 20 = Callicus AE, 1928, 180

miles

Legio X Gemina

Calígula-68 d. C.

062

CIL II, 2631 = CIRPZamora, M. Volumnius miles 45 = Petavonium, 23

Legio X Gemina

Augusto-Calígula

063

CIRPZamora, 240 = ILER, 6767

eques?

Ala II Tracum

68 d. C.-fin siglo ii d. C.

064

CIRPZamora, 171 = Eastorga, 132 = Petavonium, Toda la 60 = AE, 1967, 237 = AE, unidad 1985, 579

dedicatoria colectiva

Ala II Flavia H. c. R.

196-197 d. C.

065

CIRPZamora, 142 = Petavonium, 61 = AE, 1976, 288

Toda la unidad

dedicatoria colectiva

Ala II Flavia H. c. R.

251-233 d. C. (Trebniano y Galo)

066

CIRPZamora, 139 = Eastorga, 109 = CasLeon, 148 = Petavonium, 52 = Meseta, 144 = AE, 1963, 16

M. Sellius Honoratus

praefectus alae

Ala II Flavia H. c. R.

Segunda mitad siglo ii d. C.

Rango

militar

?

Unidad

Cronología concreta

Gladius, Anejos 19, 2021

N.º Cat.

Referencia

3.  EL EJÉRCITO EN EL NOROESTE

Nombre

Rango

militar

201

Cronología

Unidad

concreta

067

CIRPZamora, 137 = CasLeon, 137 = Petavonium, L. Versenus 53 = Meseta, 00105 = AE, Aper 1937, 166

praefectus alae

Ala II Flavia H. c. R.

Segunda mitad siglo ii d. C.

068

CIRPZamora, 172 = Petavonium, 55 = Meseta, 153 = HEp-6, 995 = HEp-8, 558 = HEp-13, 729 = AE, 1995, 858 = AE, 1998, 766

praefectus alae

Ala II Flavia H. c. R.

160-220 d. C.

069

CIRPZamora, 192 = ZPE95, 229 = Petavonium, 9 = M. Cornelius miles HEp-4, 949 = AE, 1990, 558 = AE, 1993, 1036

Legio X Gemina

Augusto-Calígula

070

CIRPZamora, 141 = CasLeon, 126 = Petavonium, Ti. Iunius 54 = Meseta, 152 = ZPE, Quadratus 193-294 = HEp-6, 994 = AE, 1995, 857

praefectus alae

Ala II Flavia H. c. R.

Fin siglo iPrincipios siglo ii d. C.

071

CIRPZamora, 140 = CasLeon, 121 = Petavonium, Reburrus 59 = Meseta, 163 = HEp-6, 993 = AE, 1995, 856

?

¿Ala II Flavia H. c. R.?

Mediados siglo ii d. C.

072

ZPE, 193, 2015, pp. 294-298

Ti. Iunius Quadratus

praefectus alae

Ala II Flavia H. c. R.

Siglo ii d. C.

073

Carretero, Romero y García Martínez (1999: 189).

No

¿toda la unidad?

¿Ala II Flavia H. c. R.?

?

074

CM León, 49, lam. 3; Martín, Romero y Carretero No (1995: 335-336); García anepígrafa Rozas (Museo de Zamora: 44-45).

No anepígrafa

¿Ala II Flavia H. c. R.?

Inicios siglo ii d. C.

075

CIRPZamora, 194 = Petavonium, 70 = HEp-6, 996 = AE, 1995, 861 = AE, 1997, 869 = AE, 1999, 918

¿Sedatus? ¿Valerius Elaesus?; ¿Elgusius Modestinus?

No mención ¿Ala II Flavia H. c. R.?

Segunda mitad siglo i d. C.

076

AE, 1976, 290

¿Flavius Tertullus?

No mención ¿Ala II Flavia H. c. R.?

Segunda mitad siglo i d. C.

Arrius Constans Speratianus

Una primera revisión del registro epigráfico disponible pone en evidencia su división en dos grandes fases cronológicas, que responden a momentos diferentes de la ocupación del enclave militar: seis inscripciones se pueden fechar a lo largo del siglo i d. C., en diversos momentos del período julio-claudio, y corresponden todas ellas a soldados de la legio X Gemina (Cat., n.os 058, 059, 060, 061, 062 y 069). Todos son monumentos funerarios y constituyen la prueba más clara de la presencia de la legión en Rosinos de Vidriales, así como de la existencia del campamento legionario previo al auxiliar. El re-

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

202

Gladius, Anejos 19, 2021

gistro de decimani procedente de Petavonium es de carácter eminentemente funerario y abarca un período cronológico relativamente temprano, en el que la legión estaba asentada en el campamento tras las guerras asturcántabras y, probablemente, con doble base en Rosinos y Astorga. El segundo grupo, por lo que se refiere a los monumentos y su cronología, parte de comienzos del período flavio hasta fines del siglo i d. C. Consta de ejemplares datados entre fines del siglo i d. C. y comienzos del siglo iii, siendo la mayoría de ellos fechables a lo largo del siglo ii d. C. Todos han de vincularse, cómo no, a la presencia del ala II Flavia y su campamento; incluso algunos han salido a la luz dentro del propio recinto, en el transcurso de las excavaciones. Ahora bien, es muy llamativo que dentro de este segundo grupo no contemos con ningún epígrafe funerario a cargo de equites del ala II a título individual, al menos con mención expresa de su condición de militares. Es cierto que hay que considerar una serie de testimonios inciertos como la dedicatoria de Reburrus a Némesis y algunas estelas halladas en las cercanías del campamento, de los que hablaremos más adelante (Cat., n.º 071, Reburrus, 073, 074, 075 y 076). No hemos de olvidar que existió una fase, entre la marcha de la X Gemina y la llegada del ala II Flavia, en la que fue la legio VII Gemina la ocupante del sitio de Rosinos y, quizá, la unidad encargada de construir los nuevos castra del ala II. Este período ha dejado también huella epigráfica, por minoritaria que pueda ser. Se trata de cuatro ladrillos bessales marcados con la leyenda Leg(io) VII G(emina) estampillada en rehundido.477 Si bien este tipo de producciones no representan materia de estudio directa para nosotros, es preciso tenerlas en cuenta como manifestación de la presencia de las unidades en los campamentos, pues refuerzan la hipótesis de una posible convivencia de dos unidades en el campamento del ala II Flavia antes mencionada. 3.5.5. La epigrafía funeraria de los militares Como hemos venido comentando, el registro epigráfico funerario documentado en el entorno de los campamentos de Petavonium pertenece, casi exclusivamente, a soldados de la legio X Gemina, y abarca un período cronológico entre comienzos y el segundo tercio del siglo i d. C., correspondiente, por otra parte, con la estancia de la legión en el primer campamento. Incluimos, no obstante, una serie de testimonios problemáticos, fechados entre fines del siglo i y fines del siglo ii d. C., que presentan rasgos de indudable impronta militar. Los tendremos en cuenta a fin de tratar de aportar más información a lo ya conocido. El elenco conservado asociado a la X Gemina refleja exclusivamente a los milites decimani, y no aparecen oficiales, ni centuriones, ni siquiera milites immunes o principales; se trata, por tanto, como en el caso de Asturica, de «epigrafía de la tropa».

Para el estudio de estos materiales, cf. Romero Carnicero, Carretero Vaquero y Martín Valls, 2002, pp. 137-154, nn. 18-21; y Morillo Cerdán y Salido Domínguez, 2013, pp. 287-329, para un análisis detallado de las marcas de la legio VII Gemina, sus contextos de hallazgo y dispersión; particularmente pp. 297-299, respecto al material de Petavonium. 477

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3.  EL EJÉRCITO EN EL NOROESTE

203

Tabla 32. Inscripciones funerarias de militares de Petavonium. N.º Cat.

Soporte

Militar

Unidad

Rango

Cronología

Cronología

básica

concreta

Subgrupo 1 058

Estela

P. Cosconius

miles

Legio X Gemina

i

d. C.

TiberioClaudio

069

Estela

M. Cornelius

miles

Legio X Gemina

i

d. C.

AugustoCalígula

062

Perdido

M. Volumnius

miles

Legio X Gemina

i

d. C.

AugustoCalígula

Subgrupo 2 059

Perdido

M. Valerius Secundus

veteranus

¿Legio X Gemina?

i

d. C.

Calígula-68 d. C.

060

Perdido

C. Pelusius

?

¿Legio X Gemina?

i

d. C.

Calígula-68 d. C.

061

Perdido

L. Herennius Callicus

miles

Legio X Gemina

i

d. C.

Calígula-68 d. C.

Ala II Tracum

i-ii

No decimanus 063

Estela

?

eques?

d. C.

68 d. C.-fin siglo ii d. C.

Dudosas 075

Estela

¿Sedatus ? ¿Valerius Elaesus ?; Elcus Modestinus ?

No mención

¿Ala II Flavia H. c. R.?

ii

d. C.

Segunda mitad siglo i d. C.

076

Estela

¿Flavio Tertullo ?

No mención

¿Ala II Flavia H. c. R.?

ii

d. C.

Segunda mitad siglo ii d. C.

Tabla 33. Inscripciones funerarias de militares de Petavonium: textos. N.º Cat.

Texto

058

P(ublius) ˚ Cosco / nius ˚ P(ubli [f(ilius)] / Gal(eria) ˚ Ars(ensis) / (mil(es) l(egionis) ˚ X ˚ G(eminae) ˚ (centuria) / Etrili ˚ an(norum) / XXXX ˚ ae-/ ror(um) ˚ XI ˚/ h(ic) ˚ s(itus) ˚ est

059

M(arcus) ˚ Valerius / P(ubli) ˚ [f(ilius)] An(ensi) Secundus / veter(anus) ˚ h(ic) ˚ s(itus) ˚ e(st)

060

C(aius) ˚ Pelusius / C(ai) ˚ f(ilius) ˚ Po[l(lia)] ˚ Polent(ia) / [---]

061

L(ucius) Herenniu[s ---] / f(ilius) Gal(eria) ˚ Callicus / domo ˚ Ugia ˚/ mil(es) leg(ionis) ˚X ˚ Gem(inae) / (centuria)˚ Li[cini] ˚ Cle-/ me[ntis a]nn(orum) / XXIX aer(orum) IX / h(ic) s(itus) e(st)

062 063

M(arcus) ˚Volum-/ nius C(ai) ˚f(ilius)˚Aie(nsi)/ Crem(ona)˚ miles / leg(ionis) ˚ X ˚ h(ic) ˚ s(itus) ˚ e(st) Alae Sec(undae) Tr-/ acum Arro / fratri

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

204

N.º Cat. 069

Gladius, Anejos 19, 2021

Texto M(arcus) ˚ Corneli(us) / M(arci) ˚ f(ilius) ˚ Ani(ensi) ˚ For-/ o ˚ Iuli(i) ˚ miles / l(egionis) ˚ X ˚ G(eminae) ˚ (centuria) ˚Tereb-/ rae ˚ an(n)o(rum) ˚ XXII / [aer(orum) II]I ˚ h(ic) ˚ s(itus) ˚ e(st) Civiles

075

Sedato Arrei-/ ni f(ilio) an(norum) XXXIII / Valerius Elaes-/ us Fusci f(ilius) Ux-/ amensis et Elc-/ us Modes-/ tinus Emerite(n)s-/ is amici

076

D(is) M(anibus)/ Flavio ˚ Tertullo/ an(norum) ˚ XLV ˚ Luria/ Victorina ˚ coniugi/ pientissimo ˚ facie-/ ndum ˚ curavit/ D(is) M(anibus) s(acrum) (!)

A la vista de la tabla-resumen, cabe incidir en lo fragmentario del registro en lo que a soportes se refiere. De los siete epígrafes documentados, más de la mitad se han perdido y no tenemos datos sobre el monumento. El registro de los decimani, muy homogéneo, constituye en sí mismo una fase desde el punto de vista formal, muy útil para los investigadores a la hora de establecer criterios de datación para la primera epigrafía militar de Hispania.478 Los seis documentos disponibles pertenecen a soldados rasos, uno de ellos veteranus.479 Todos se fechan a lo largo de la dinastía julio-claudia, en dos períodos que cubren los reinados de los emperadores de dicha dinastía. Tres de los soldados, P. Cosconius, M. Cornelius y M. Volumnius, serían de una época ligeramente anterior, pues sus monumentos pueden fecharse entre fines del reinado de Augusto y el de Calígula, coincidiendo con los primeros años de asentamiento de las tropas en el noroeste, y los otros tres, M. Valerius Secundus. L. Herennius Callicus y C. Pelusius, habrían servido y muerto, probablemente, bajo Claudio y Nerón. De los seis soportes, cuatro se han perdido (Cat., n.os 059, 060, 061 y 062) y dos son estelas de cabecera semicircular propias del ámbito de la meseta norte y del primer período de los monumentos de militares en Hispania (Cat., n.os 058 y 069). Todos los textos responden a la misma estructura básica, con variantes como el de Volumnius (Cat., n.º 062), que no incorpora anni ni aera, que marcan sus dataciones.480 Los epitafios se caracterizan, además, por el empleo del nominativo para consignar al dedicatario y no aparece la consagración a los manes, rasgos estos propios de la epigrafía militar preflavia.481 Ninguno de los textos consigna dedicante ni codedicatario alguno, tan solo el soldado difunto; no se extrae, pues, dato alguno sobre vínculos o relaciones personales de los decimani.

Al igual que la primera fase de Asturica Augusta, la epigrafía de los decimani de Rosinos corresponde a los inicios del hábito epigráfico entre los militares romanos posteriores a las guerras de conquista. Los modelos de Petavonium son paradigmáticos por sus estructuras y han sido empleados por Le Roux (1982: 25-29) como puntos de anclaje de sus criterios de datación. Aspectos como la ausencia de cognomina del dedicatario, la presencia de filiación tribu y origo, y sobre todo de centuria, además de los anni y stipendia. Cf. también Ordoñez, García-Dills y Moralejo, 2016, pp. 108-110, a propósito de la datación de un fragmento de una nueva estela semicircular procedente de los alrededores de Écija. 479 El n.º 060 del catálogo no señala su condición de soldado ni hace mención explícita de la unidad. La inscripción está perdida y el texto incompleto, sin embargo, la estructura de la parte conservada y el hallazgo de la pieza junto con otras correspondientes a dos soldados de la X parecen avalar su condición de militar. 480 Praenomen+nomen+tribu+origo+(cognomen/ono)+rango+unidad+centuria+anni+aerum+fórmulas jurídicas. 481 Le Roux, 1982, p. 25. 478

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205

Por lo que respecta a las origines, P. Cosconius482 y L. Herennius483 proceden de áreas de la Bética y contarían, probablemente, con el estatus de ciudadanía en épocas tempranas, mientras que Valerius Secundus quizá fuese oriundo de Caesaraugusta, donde pudo haber sido reclutado.484 En razón de sus origines, sus años de servicio y las posibles fechas de reclutamiento, estos tres soldados probablemente pertencían a la nómina de soldados hispanos de la primera «generación epigráfica». Los otros tres individuos, Cornelius, Volumnius y Pelusius,485 proceden de la Galia Narbonense,486 el primero, y de la Cisalpina los otros dos (Regio X).487 No detectamos ningún tipo de vínculos personales reflejados en sus epitafios, lo que imposibilita establecer conclusión alguna sobre su integración en el entorno del campamento. De los cinco soldados fallecidos en activo conocemos los años de servicio de tres de ellos —dos murieron cercanos al ecuador del período reglamentario—, con once y nueve años sirviendo los dos béticos, y Cornelius, de la Galia Narbonense, apenas con tres años militando.488 Los stipendia son relativamente pocos, y las edades de las muertes consignadas se escalonan en períodos de casi diez años: 40 Cosconius, siendo reclutado

En este punto, concretamente en la lectura e interpretación de la l. 3, ha habido cierta controversia. Por nuestra parte, nos inclinamos por la opción de Le Roux, que piensa que Arsensi actuaría, en el texto, a la vez como cognomen y origo del difunto. 483 Procedente de Ugia, en la Bética. Le Roux (1982: 78, n. 22) considera que la restitución [L(ucius)] del praenomen carece de indicios. Gómez Moreno (1903-1905 y 1927: 52) pudo ver y leer la inscripción, y su lectura es la más seguida. 484 La ausencia de legión y edad no parece sorprendente teniendo en cuenta que se trata de un veterano y que, en principio, se entierra en las proximidades del campamento de la X Gemina. Sin embargo, las copias manuscritas del texto, concretamente la primera, debida a Strada, consigna en l. 2 PANT, abreviatura que no tiene fácil interpretación y no cuadra con el texto. Hübner la corrigió en Anni y desarrolló Anni(ensis), y achacó el problema a un error en la autopsia por parte del copista. La corrección encaja bien con el modelo propuesto para los epitafios de militares del período y da sentido al texto, pero la ausencia de elementos de cierta importancia, como la origo y la legión —por mucho que esté justificada esta última—, y lo apuntado obligan a manejar este texto con cautela. A tenor de su pertenencia a la tribu Anniense, invita a pensar que procedía, o al menos fue reclutado, en Caesaraugusta, aunque quizá se trate, de nuevo, de un soldado de origen itálico. Cf. Alföldy, RIT, 1975, p. 156, n. 283; y Le Roux, 1982, n. 40, que propone el posible reclutamiento en Caesaraugusta. 485 La lectura de las ll. 1 y 2 de este epitafio plantea problemas. En primer lugar, Strada, de quien parecen provenir las demás copias, consigna L(ucius) como praenomen, y no C(aius), establecido por la investigación posterior; además, en la l. 2 Strada copia POP y no POL, como corrigió, de nuevo, Hübner. El estudioso alemán se basó en un desarrollo del siguiente término, Polen(tia), para corregir la «P» final de la primera palabra por «L», y desarrollar Pol(lia) o Po(llia). A estos problemas habría que añadir la ausencia del resto de la matrícula por la pérdida del texto: rango, unidad, edad y años de servicio. De seguir la lectura de Hübner, Pelusius, adscrito a la tribu Pollia, procedería de la ciudad lígur de Pollentia y acreditaría un origen itálico. Cf. Hübner, CIL II, 2669. 486 De Forum Iulii. La Narbonense fue un núcleo importante de reclutamiento para la X Gemina a comienzos del siglo i d. C. 487 C. Pelusius, probablemente de Pollentia, en la región ligur, y Volumnius de Cremona, adscrita a la tribu Anniense. 488 El texto presenta algunos problemas de lectura y restitución en las ll. 5 y 6. Además, en la l. 5 figura una abreviatura poco común, anno, para expresar la edad del difunto. En la l. 6 solo se alcanza a ver la fórmula funeraria y restos de un numeral, «I», que ha de corresponder al tiempo de servicio; en el espacio perdido solo habría sitio para aer y, como máximo, dos «I». 482

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a los 29; el otro bético, Herennius, a los 29, siendo reclutado a los 20, y tan solo 22 el miles galo Cornelius, con aparentemente solo 3 años de servicio. Las edades de reclutamiento de los tres son uniformes con los patrones en el siglo i d. C., excepto en el caso de Cosconius, que entró a servir a una edad sorprendentemente avanzada. Desafortunadamente, no conocemos estos datos en los otros dos epígrafes de soldados en activo, ni la edad a la que falleció el veterano Valerius Secundus. Al margen de los decimani, el registro tan solo nos muestra a un militar más con mención expresa en su epitafio. Se trata de un individuo cuyo nombre desconocemos, al que un tal Arro, su hermano, dedica una estela funeraria que se ha conservado fragmentada (Cat., n.º 063). El texto es extremadamente parco en datos y, a la vista de la estructura de la parte conservada, tres líneas que consignan la unidad (el ala II Thracum) y el dedicante, cabe esperar tan solo nomina y rango del difunto en las líneas que faltan. La pieza fue fechada inicialmente por Roldán Hervás en época de Claudio y empleada como prueba de la presencia del ala II Thracum en territorio astur.489 Por nuestra parte, tendemos, en la línea de Le Roux, a datar la pieza en un período amplio a partir de fines del siglo i d. C., que no sobrepasaría la segunda centuria. En la l. 2, Le Roux optó por restituir [---eq(uiti)], en razón de la estructura y la presencia de la unidad, opción que creemos la más probable.490 Por lo que respecta a la presencia de un jinete del ala II Thracum en Petavonium, el gentilicio del dedicante, Arro, que además se postula como hermano del difunto, está bien documentado en territorio astur, lo que hace probable que el dedicatario fuese un nativo que hubiese servido fuera de Hispania y que, retirado o muerto en período de servicio, se hiciese enterrar en su lugar de origen. Tabla 34. Edad, servicio militar y reclutamiento de los decimani de Petavonium. N.º Cat.

Miles

Annorum

Aerorum

Edad reclutamiento

Procedencia

058

P. Cosconius

xxxx

xi

19

Baetica (Asido)

059

M. Valerius Secundus

No

Veteranus

No

¿Hispania Citerior? (¿CaesarAugusta?)

060

C. Pelusius

Perdido

Perdido

No

Gallia Cisalpina: Regio X (Pollentia)

061

L. Herennius Callicus

xxix

ix

20

Baetica (Ugia)

062

M. Volumnius

No

No

No

Gallia Cisalpina: Regio X (Cremona)

069

M. Cornelius

xxii

[ii]i

19

Gallia Narbonesis (Forum Iulii)

489 490

n.º 063.

Roldán Hervás, 1974, p. 216. Le Roux, 1982, p. 227, n. 196. Para una exposición detallada de los problemas de la pieza, cf. Cat.,

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207

Si contrastamos los datos de los decimani de Petavonium con los del conjunto de la legio X que conocemos, las procedencias y la edad de reclutamiento concuerdan con la dinámica general establecida para esta legión; a la luz de la documentación epigráfica disponible, una gran mayoría de los soldados reclutados durante el siglo i d. C. procedía de las Galias Narbonense y Cisalpina, tal y como aparece astestiguado también en Asturica Augusta, y de Hispania, sobre todo de la Bética, aspecto este último que sí aparece reflejado en el elenco de Petavoniun.491 Es preciso preguntarse también la razón por la que aparentemente contamos con tan poca documentación funeraria en general y, de forma más concreta, por qué hay tan solo cinco monumentos de soldados muertos en activo y un veterano en la base principal de la legión décima en Hispania. La primera respuesta, por otra parte evidente, es el azar que gobierna los hallazgos y el propio paso del tiempo. Pero una posible explicacion surge también de la puesta en común de los testimonios analizados con el resto de la epigrafía de los miembros de la unidad dispersos por la península ibérica, fechados antes de la marcha de la legión al Danubio. El registro total de inscripciones alusivas a miembros de la legio X Gemina en territorio hispano asciende a 33 testimonios, 19 exluyendo los ya estudiados aquí y los votivos.492 Todos estos hallazgos se reparten de la siguiente manera:493 Tabla 35. Procedencia de la epigrafía funeraria de la legio X Gemina en Hispania.* N.º Tabla

Refrencia

Lugar

Miles

Cronología

1

CIL II, 2594a

Astorga

C. Coelius/miles

Augusto-68 d. C.

2

AE, 1928, 00163

Astorga

L. Octavius Magius/tubicen

Augusto-68 d. C.

3

Petavonium, 22

Astorga

[---] Virillius/miles

Augusto-68 d. C.

4

AE, 1904, 00160

Astorga

[---]Persius Blaesus/veteranus?

Augusto-68 d. C.

5

CIL II, 5076

Astorga

C. Pelgus/miles

Augusto-68 d. C.

6

CIL II, 1016 (p. 835)

Badajoz

P. Cincius Rufus/miles

Primera mitad siglo i d. C. = 1-50

7

CIL II2, 14, 2, p. 1071 Tarragona

[-] Valeriu[s ---]/miles

Calígula-68 d. C.

8

AE, 1953, 00268

Vila Nova de L. Lavius Tuscus/miles Gaia (Oporto)

Calígula-68 d. C.

Un resumen en la recopilación de fuentes epigráficas de la legio X Gemina a cargo de Hernández Guerra, 1999, pp. 125-131. 492 Habría que considerar, al menos, dos ejemplos más dudosos: CI II2, 5, 01136, del Cerro de las Cabezas (Osuna, Sevilla), y AE, 1994, p. 1015, de Clunia (Coruña del Conde, Burgos). Dos epitafios funerarios con diversa problemática; un texto muy problemático que presenta a un decurio equitum ala Geminae X que ha sido considerada falsa, o sospechosa al menos, por Le Roux (1992); y una estela funeraria, con roseta de Clunia, con el epitafio de un veterano Caesaraugustano de la tribu Aniense de época pregalbiana, que no menciona legión, pero coincide con los patrones de reclutamiento de la unidad. 493 Excluimos aquí aquellos documentos alusivos a distintos mandos de la legión fuera de su estancia en Hispania, también los de carácter votivo: AE, 1971, p. 205 y Petavonium, 2. En cuanto a los testimonios excluidos, CIL II, 04463 (p. 981); CIL II, 4509; y HEp-07, 00180, ambas inscripciones son provenientes de Barcelona y alusivas a los Minici Natalis que, como gobernadores de Pannonia, ostentaron el mando de la legión. Respecto a los centuriones, excepto en un caso datado en el siglo ii d. C., aparecen siempre en las menciones de los epitafios, por lo que hay que suponerlos sirviendo en el mismo lugar que el soldado. 491

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N.º Tabla

Refrencia

Miles

Lugar

Cronología

9

CIL II, 2545

Caldas de Reyes (Pontevedra)

C. Iulius Victor/miles

Calígula-68 d. C.

10

AE, 1980, 00562

Jerez de los Caballeros (Badajoz)

M. Aurelius Abbicus/miles

Claudio-Nerón

11

Petavonium, 00003

Sao Miguel de Odrinhas (Lisboa)

[---] Albani[us] Prudens/miles

Calígula-68 d. C.

12

Le Roux (1982: 222, n. 179)

Mérida

[---]Rufus Modestinus/miles

Princips siglo ii d. C.

13

CIL II2, 5, 83

Martos (Jaén)

G. Urbanus Firminus/miles

Augusto-Calígula

14

CIL II, 1176 (p. 841)

Sevilla

L. Blatius Ventinus/tribunus

Posterior 14 a. C.cambio de era

15

CIL II, 4176

Tarragona

?/[---miles?]

Augusto-68 d. C.

16

CIL II2, 5, 5

Jaén (La Guardia)

G. Iulius Primus/veteranus

Augusto-68 d. C.

17

HEp-16, 13

Mérida

P.? Iustulenus Aper/veteranus

i-ii

18

AE, 2006, 00617

Mérida

?/Q. Sulpicius/miles

Principios siglo ii d. C.

19

AE, 1988, 00787

Clunia

For?]tis/miles

50-70 d. C.

d. C.: 96-125 d. C.

* Excluimos aquí los testimonios ya estudiados de Petavonium.

La gran mayoría de la epigrafía funeraria conservada de la X Gemina se concentra, como es lógico, en el cuadrante noroccidental, de donde proceden nada menos que quince ejemplares de un total de veinticinco (incluyendo, esta vez, los seis del campamento de Rosinos de Vidriales). Dentro de este ámbito, nada menos que once monumentos proceden de Petavonium y Asturica, las bases de la legión, mientras que los cuatro restantes se reparten entre la capital provincial, Tarraco, las cercanías de Bracara Augusta (Vila Nova de Gaia) y Caldas de Rey, en territorio galaico. Así pues, la escasez de documentos de la que hablábamos para la base de Rosinos no es tal si la ponemos en relación con el número total de testimonios conservados, y más considerando que la otra gran base de la unidad, Asturica Augusta, cuenta con una cifra parecida de epígrafes recuperados y que en otros campamentos legionarios, como el de León, tan solo se han conservado dos monumentos funerarios debidos a milites de la VII Gemina, y un solo epígrafe (de transmisión manuscrita) de la primera fase de ocupación.494 Desde este punto de vista, los seis ejemplares de Petavonium y los cinco de Asturica Augusta suponen una documentación valiosa para el estudio de las primeras manifestaciones epigráficas y funerarias de los soldados en enclaves castrenses. Ahora bien, es cierto también que una cifra de diez inscripciones, nada despreciable en consideración al número total, se reparten entre la Bética y Lusitania. Por lo que respecta a Lusitania, cuatro monumentos proceden de Augusta Emerita y su entorno: uno de Badajoz y tres de la propia capital. No obstante, los tres epígrafes emeritenses están fechados entre fines del siglo i y co494

Vid. supra apartado 3.3.2: «La epigrafía funeraria de los militares».

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mienzos del siglo ii d. C. y corresponden, fundamentalmente, a veteranos que regresan a su ciudad de origen (tablas 12, 17 y 18), por lo que no son plenamente representativas del paso de la unidad por Hispania, sí de la continuidad en el reclutamiento de hispanos; el otro ejemplo (tabla 6) corresponde a un miles decimanus oriundo de Augusta Emerita cuya inscripción apareció en Badajoz, probablemente transladada de la capital. Otros cuatro testimonios proceden de distintos lugares de la Bética: Seria Fama Iulia, en la Beturia Céltica (tabla 50, n.º 10) dos del conventus Astigitanus de Tucci (Martos, Jaén, tabla 50, n.º 13) y La Guardia (Jaén, tabla 50, n.º 16); y, finalmente, cabe considerar un ejemplar particular de Hispalis (tabla 50, n.º 14). La dispersión de este material se explica, por lo general, por el retiro de veteranos a sus lugares de origen o bien por la erección de monumentos funerarios de soldados muertos de servicio en sus «patrias». La inscripción de L. Blattius Ventinus, tribuno de la legión (Hispalis, tabla 14), constituye una excepción, puesto que es el testimonio epigráfico más antiguo de la X Gemina en Hispania y su carácter honorífico la excluye de esta búsqueda. El material disponible pone en evidencia que los integrantes de la legión protagonizaron numerosos movimientos, fundamentalmente para regresar a sus lugares de origen una vez cumplido el servicio, o que se retiraron lejos del campamento, o bien que fueron enterrados en sus lugares de nacimiento. Asimismo, es preciso tener en cuenta que la legión permaneció en Hispania por un período de tiempo mucho menor que la VII Gemina, y que muchos de sus soldados participaron en las deductiones de algunas de las colonias romanas de nuevo cuño, como Augusta Emerita o Caesaraugusta, una vez concluidas las guerras. Los mismos milites de la unidad tomaron parte, además, en varias de las obras públicas más significativas del período augusteo y julio-claudio reciente, tal y como lo atestiguan las marcas de construcción en lugares como Mataró o la propia Caesaraugusta, y ejercieron labores administrativas en el officium de la capital provincial. No es de extrañar, por tanto, que la dispersión de epigrafía, sobre todo funeraria, alusiva a los soldados de esta legión, sea amplia. En este caso, la relativamente escasa presencia de decimani asentados, retirados o muertos en Rosinos se explica, pues, no solo por el azar, siempre presente en los hallazgos epigráficos, sino también en el marco de la propia historia de la legión y sus movimienos, que la justifica con creces.495 Como hemos venido apuntando, no se ha recuperado ninguna inscripción funeraria en la que se represente de manera explícita, al menos a través de indicación en el epitafio, a un miembro del ala II Flavia, ni soldado, ni suboficial. Ahora bien, el conjunto funerario queda incompleto sin tener en consideración algunos testimonios fragmentarios y, sobre todo, otros considerados comunmente como civiles que han de ser revisados. La cifra de epigrafía funeraria de contenido, en principio, «no militar» vinculada a Petavonium asciende a diez inscripciones. Prácticamente todas ellas son estelas de cabecera semicircular y tipos bien documentados en el noroeste hispano, en las que se representaron individuos de diversa índole, que han sido asociados a la vida de los campamentos del ala II Flavia como habitantes del vicus colindante.

Para la legio X, cf. Gómez-Pantoja, 2009, el estudio más completo; y Hernández Guerra, 1999, con un útil, pero muy breve, estudio social de todos sus componentes documentados. Una perspectiva general que aclara las limitaciones de una visión más específica sobre el territorio del propio campamento. 495

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Tabla 36. Epigrafía funeraria «no militar» de Petavonium.* N.º 1

Referencia AE, 1967, 00236

Lugar Tardemézar

AE, 1997, 2 Cat., 00869 = AE, Tardemézar n.º 075 1999, +00918

Dedicat Albanus Estela semicirc. servus y +roseta Endegus Soporte

Estela semicirc. Sedatus +disco

Dedicante

Relación

Cronología

M. Valerius Pila

Servi+servus -

Valerius Elaesus/ ingenuus? y Elcus Modestinus

amici

Segunda mitad siglo ii d. C.

-

Sutor Decor y Sutor C. Sutorius Priscus Octavia Estela semicirc. Iulia y Octavia/? +retrato Anius edícula Silv---/?

3

CIL II, 6292

Fuentencalada Incierto

?

4

AE, 1967, 0023

Rosinos de Vidriales

Madre+hijo dedicatarios Augusto-68 d. C. +dedic. incierto

5

ILAstorga, Rosinos de 2000, p. 133, Vidriales/ n. 111 Astorga?

Estela semicirc. Texto +disco perdido

Flavius 6 Cat., Santibañez de Estela semicirc. AE, 1976, 290 Tertullus/ n.º 076 Vidriales +disco ¿eques? AE, 1997, Santibañez de 7 00870 = AE, Bloque ? Vidriales 1999, +00918 8a

8b

9 10

Texto perdido

-

Luria Victorina

Segunda matrimonio mitad siglo ii d. C.

?

?

Dedicatario Annia Mont filia Attia Caenia [---] +dedicante AE, 1976, mater Santibañez de Estela semicirc. 00290a = AE, Vidriales +disco Dedicatario 1976, 00290b Annius filius Attia Caenia Fronto +dedicante mater CM Zamora, Santibañez de Estela semicirc. Texto Texto ? n. 9 Vidriales +disco perdido perdido HEp-07, Estela cabec. Santibañez de 01080 = HEpsemircirc. ? ? ? Vidriales 09, 00611 +creciente

-

-

Segunda mitad siglo ii d. C.

¿Fin siglo iiinicios siglo iii d. C.?

* Empleamos el termino «no militar» con la debida cautela, dado que la vinculación de algunos de estos epígrafes con los militares del campamento es indudable.

Este material se caracteriza, fundamentalmente, por su estado fragmentario y su dispersión entre diversas localidades actuales cercanas al yacimiento, así como por la dificutad de datarlo con cierta precisión. De las tres características se desprenden problemas diversos que iremos considerando, especialmente los derivados de los lugares de hallazgo, los soportes y los vínculos entre los personajes representados. Muchas de las piezas están muy fragmentadas —algunas han perdido todo el texto— y mal conservadas, lo que dificulta en gran medida su interpretación e imposibilita su datación. Parte de los

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materiales data de siglo i d. C., alguno en su primera mitad, y otra parte entre fines del i y a lo largo del ii d. C., lo que nos revela un panorama funerario asociable, por criterios cronológicos de los testimonios fechables, a los núcleos civiles de las bases de las dos unidades militares acantonadas. Si examinamos los personajes contenidos en las estelas y los soportes, llaman la atención dos ejemplares de Tardemézar. El primero de ellos (Cat., n.º 075) presenta tres personajes nativos de Hispania, el difunto Sedatus y dos dedicantes, Valerius Elaesus y Elguius Modestinus, que expesan sus origines uxamense y emeritense, respectivamente, y se consignan como amici del fenecido.496 El texto ha sido objeto de diversas interpretaciones, a tenor de las origines mencionadas y la particularidad de la relación entre los personajes, y datada en diversos momentos.497 Nos interesa particularmente una opinión vertida por Le Roux, según la que la presencia de tres amici extranjeros en el entorno de Petavonium habría de considerarse como asociada al establecimiento del ala II Flavia en el lugar.498 En la misma línea interpretó este documento Palao Vicente.499 Si bien no hay ningún elemento en el texto que permita considerar como militares a los personajes, o a alguno de ellos, la presencia de tres amici de orígenes tan dispares, que manifiestan este tipo de vínculo en el epitafio de uno de ellos, y la localización del epígrafe en el lecho del arroyo Almucera (solo después fue translada a Tardemézar y a Santibañez), a escasos 750 m al sur del yacimiento, hablan en favor de una vinculación con el campamento, presumiblemente del ala II Flavia.500 No parece que pueda tratarse de soldados, a la vista de los nomina peregrina de los personajes consignados, al menos no en la época en la que se ha fechado el epígrafe. A nuestro juicio, habría que pensar, más bien, en personas de distintas procedencias que habían ido a parar al vicus del campamento atraidos por la actividad del ejército. En todo caso, resulta difícil clasificarlos genéricamente como civiles, sin abrigar ciertas sospechas de que pudiera tratarse de personal al servicio de los soldados o vinculado a ellos por transacciones económicas. Cabe apuntar, asimismo, que el término amicus, con el que se designa al difunto, sugiere, epigráficamente, un tipo de relación entre los personajes, asociada quizá a los libertos y el patronazgo. Tal vez, Sedatus fuese el patronus de los dedicantes y trabajaran para él. Respecto al problema de la datación, creemos que la paleografía permite fecharla, al menos, desde finales del 496 La pieza fue dada a conocer por S. M. García Martínez (1997: 15) dentro de un lote de nuevos epígrafes aparecidos en las cercanías del campamento y asociadas a él. Cabe mencionar la corrección del nomen de uno de los dedicantes a Elguius, en AE, 1997, p. 869. 497 Al respecto, García Martínez (1997: 15), editora del monumento, lo fecha en la segunda mitad del siglo i d. C., basándose en los criterios establecidos por Alföldy en el RIT. Señala, asimismo, la movilidad de los pobladores de Uxama hacia el noroeste peninsular ya mencionada por otros autores. Por su parte, Gómez-Pantoja (HEp 6, 1996, p. 996, con bibliografía) fecha la pieza a fines del siglo i o comienzos del ii d.  C. por criterios fundamentalmente paleográficos, y rechaza la tesis de la presencia de los amici en Petavonium, relacionada con el establecimiento castrense del ala II. Vincula dicha presencia con la transhumancia de los uxamenses que toma como destinos principales las tierras del Guadiana y la meseta norte. 498 En AE, 1997, p. 869. 499 Le Roux, AE, 1997, p. 869 y Palao Vicente, 1999, pp. 50, 51 y 56, n. 16. Gómez-Pantoja rechazó esta vía de interpretación, cf. Morillo Cerdán, 2008, p. 393, n.64. 500 La morfología y patrones decorativos del soporte parecen apuntar a la datación, establecida por criterios epigráficos externos, en el siglo i d. C., probablemente antes de la llegada del ala II Flavia. Más adelante, en el apartado dedicado a los soportes, se analizará con más detenimiento.

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siglo i d. C. y no anteriormente, una datación ligeramente más tardía que la propuesta por la editora. Un caso igualmente interesante y dudoso es el de Flavius Tertullus, muerto a los 45 años, al que su esposa, Luria Victorina, levanta una magnífica estela de caliza mármorea local ricamente decorada y de excelente ejecución.501 La onomástica de ambos personajes parece mostrar a un matrimonio de indígenas romanizados, uno con praenomen latino y cognomen indígena y la otra al contrario. La pieza fue halllada en Santibáñez de Vidriales, sin que se conozcan las circunstancias, pero es muy probable que fuese trasladada allí desde algún punto más cercano al yacimiento, probablemente al sur del mismo, donde se concentra la mayor parte de la epigrafía funeraria con contexto de hallazgo original. Mención aparte, y en relación con una posible condición militar del dedicatario, merecen algunos de los motivos decorativos de la estela. Se trata de una estela semicircular meticulosamente preparada y dividida en tres registros, uno con disco solar de «estilo Picote» con escuadras y un segundo con cartela para el texto. Por lo que respecta al último registro, en el grupo III de la clasificación de Abásolo y García Rozas en el que se encuadra la estela,502 este suele estar ocupado por elementos arquitectónicos, concretamente, series de dos a cuatro arquillos, sobre columnas que pueden rematar rectos, o bien en medio punto en su parte superior.503 Este tipo de arquillos son un rasgo más que vincula los talleres de Rosinos y Villalcampo con las producciones del área portuguesa de Bragança y Miranda do Douro.504 Tanto en modelos del área portuguesa como en este ejemplar, los motivos del último registro se rematan, en su parte superior e inferior, de una manera un tanto llamativa que merece la pena señalar. Dichos motivos aparecen como una serie de cartuchos colocados en posición vertical incisos en la piedra, el remate superior es una esfera con una suerte de cuello escotado que termina en una peana o franja transversal; en la parte inferior terminan todos en puntas agudas en las que convergen las líneas paralelas de los lados. Ya Abásolo, y recientemente Abascal Palazón, llamaron la atención sobre la similitud de estos motivos con espadas romanas.505 De hecho, Abascal los interpreta como gladii y establece paralelos con las decoraciones de dos estelas del área portuguesa provistas del mismo tema ornamental.506 Asímismo, pone ambas en relación con la repre-

La pieza es conocida desde comienzos de la década de los años setenta. En el apartado referido a los soportes nos ocupamos de las clasificaciones tipológicas del material de Petavonium y sus alrededores. 503 Abásolo Álvarez y García Rozas, 1990, p. 548. 504 Para el área portuguesa, los principales trabajos de estudio y clasificación de las estelas llamadas «de Picote» son: Lopo, 1899-1900, pp. 143-145; Alves, 1933, catálogo de epigrafía de Bragança; Tranoy, 1981, pp. 349-359, para la identificación del estilo «Picote»; Le Roux y Tranoy, 1984; y Mourinho, 1986, pp. 3-36. Y más recientes, respecto a la identificación de tipos y talleres: Navarro Caballero, 1998, p. 187, que asocia las dos piezas de Rosinos de Vidriales al «tipo II del taller D» de las producciones de la Brecha de Santo Adriao; y Abascal Palazón, 2016, pp. 345-360, para los paralelos. 505 Abásolo Álvarez y García Rozas, 1990, p. 548; y Abascal Palazón, 2016, p. 12. 506 Las piezas son una estela dedicada a Atta y Fronto de Atenor (concretamente Miranda do Douro, distrito de Bragança), cf. Navarro Caballero, 1998, lam. VI; y la de Proculus, procedente de Santa María, también en el distrito de Bragança (AE, 1982, p. 572); cf. Abascal Palazón, 2016, pp. 345-360, fig. 6. 501 502

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sentación de un gladius y un hasta en el registro central de la estela funeraria del eques del ala II Flavia Calpurnius Reburrinus, procedente de Babe (Bragança).507 El trabajo de resalte, no de incisión, con que se han esculpido en todas ellas, los remates superiores del cartucho —hiperdesarrollo de la esfera, escotadura muy marcada del «vástago» y representación en volumen de la franja transversal—, unido a la profunda incisión del cartucho y a la terminación en punta aguda semejan bien los rasgos morfológicos básicos de los gladii militares. Lo cierto es que, tipológicamente, los motivos de todas las piezas mencionadas, incluida esta de Rosinos, se parecen mucho más a espadas romanas, quizá envainadas, en las que se representa el pomo de forma destacada y el guardamano, que a elementos arquitectónicos. Ahora bien, consideramos necesario hacer algunas precisiones a lo dicho al respecto y añadir algún referente más, que aporta matices necesarios. En primer lugar, habría que considerar un paralelo más para valorar la identificación de los gladii: la estela-placa dedicada a Sulpicius Placidinus por su liberto en Astorga (Cat., n.º 036).508 En esta pieza encontramos una representación completa de panoplia, sobre mármol blanco veteado, incluida una figuración detallada de un gladius envainado en posición vertical. Es preciso destacar que la técnica escultórica de esta estela es mucho más refindada técnicamente y se aleja del horizonte de los talleres del noroeste, con un tono plástico mucho más esquemático. La estela de Placidinus muestra una técnica y acabado eminentemente «clásicos» que hay que valorar a la hora de establecer paralelos. Dicho esto, las espadas de esta pieza y la antes mencionada de Calpurnius Reburrinus, de Babe, son eminentemente similares. Ambas se perciben de manera inequívoca como gladii. La espada de la estela portuguesa no es tampoco esquemática, se aprecian sin dificutad un pomo bien redonedado, un puño y un guardamano con gavilanes rectos ligeramente escotados en sus bordes; la hoja es significativamente corta y con punta desarrollada, sin nervio central representado. El ejemplo asturicense es más detallado, pomo redondo, casi arriñonado, puño mucho más largo y guardamano con gavilanes rectos y más cortos; la hoja algo más larga y estrecha, sin nervio central, y la punta ciertamente redondeada, dando la sensación de estar envainada. En la pieza de Babe aparecen, en el registro inferior, las representaciones de cartuchos, y la comparación arroja, hay que decirlo, aspectos muy distintos entre un tipo de espadas y las dos que hemos descrito. Las de los registros inferiores son mucho más esquemáticas y desprovistas de detalle. Ello se podría achacar al granito de la estela, pero los ejemplares de Rosinos están labrados sobre mármol local. A pesar de las distancias en los acabados, creemos que se trata de representaciones propias de los realia militares, que tienen semejanzas evidentes con los modelos propuestos (el de Astorga y el de Babe). Podría tratarse de una versión esquemática, propia de la zona, de los gladii romanos a cargo de los talleres del territorio de Bragança y Miranda do Douro, estrechamente vinculados por este y otros tipos formales y decorativos, como hemos visto, con la escuela de Rosinos de Vidriales.

HEp, 1998, 8, p. 583. No consideramos aquí la representación del gladius en la estela de T. Valerius Goliara, procedente del Burgo de Osma (Cat., n.º 006); por su cronología, lo alejado de los talleres del área estudiada aquí y por pertenecer a un horizonte estilístico más próximo al mundo de las sthelesoldaten del Rin y el Danubio, con retrato de soldado armado. 507 508

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Todas las piezas que incorporan este tipo de decoración, las tres estelas «portuguesas»y esta de Rosinos, son estelas tripartitas (la de Babe, incluso cuenta con cuatro registros) que se pueden clasificar dentro del estilo Picote (grupo II de Navarro Caballero y grupo III de Abásolo y García Rozas). Sin embargo, la única de todas ellas que nos presenta explícitamente a un militar es la de Babe, con el epitafio de un jinete auxiliar del exercitus Hispanicus, Calpurnius Reburrinus. Cabe preguntarse, pues, por la asociación entre los difuntos enterrados con este tipo de estelas y la iconografia, aparentemente militar, incluida en sus monumentos; y más cuando uno de ellos se ha localizado en las cercanías del campamento de Petavonium. La estela-placa de Placidinus en Astorga no cuenta tampoco con mención específica a la condición militar del difunto. Aún así, la presencia de una panoplia bien representada ha llevado a interpretarla como el monumento erigido a un militar ya retirado (por parte de su liberto), que habría adquirido cierta relevancia y poder adquisitivo para hacerse esculpir un monumento de mámol, muy bien cuidado y ricamente decorado y que hiciese alusión a su pertenencia al ejercito. A la vista de la documentación disponible, son dos los epígrafes de esta naturaleza localizados en lugares con importante presencia militar, el de Sulpicius Placidinus de Astorga y el de Flavius Tertullus en Santibañez de Vidriales. A ello habría que añadir la presencia de un modelo de gladius similar en Babe, esta vez con mención específica en el texto a su rango de jinete auxiliar. El contenido del epitafio de la estela de Rosinos (Cat., n.º 076), una dedicatoria de Luria Victorina a su esposo Flavius Tertullus, de 45 años, podría llegar a interpretarse, por la decoración del soporte y su emplazamiento, como el sepulcro de un veterano que se estableció en el vicus del campamento auxiliar una vez cumplido el servicio y que no consideró necesario descartar su condición en el epitafio. Ahora bien, los textos epigráficos de las otras dos inscripciones portuguesas con este tipo de decoración no favorecen la asociación directa de dichos repertorios a personajes militares. La estela de Atta y Fronto (tabla 36, n.os 8a-8b), con cuatro registros y doble cartela, aloja el epitafio de los personajes mencionados, una joven de veinticinco años y de un niño de diez. La filiación de la primera y el gentilicio del segundo ponen en evidencia que los difuntos eran hermanos.509 La otra pieza, tan solo menciona al difunto Proculus Reburrinus, de treinta años.510 Ninguno de los dos textos ofrece indicio alguno de que pudiera tratarse de militares, y menos la primera estela, en la que los difuntos son una joven y un niño y la dedicante la madre de ambos. Por lo tanto, es preciso considerar con mucha cautela la asociación entre el posible contenido militar de la decoración de todos estos monumentos y la pertenencia, de uno u otro modo, de los dedicatarios o dedicantes al ejército. Por el momento, solo podemos certificar, en la línea de lo ya dicho por Abascal, que este tipo de motivos en los registros inferiores de las estelas de estilo Picote pueden ser reinterpretados como gladii, y que manifiestan la vinculación entre los talleres de Bragança y Miranda do Douro y una officina epigáfica que, sin duda, existió en el entorno de Rosinos de Vidriales, responsable de la fabricación de las piezas estudiadas en torno a la segunda mitad del siglo ii d. C. No hemos de perder de vista, para el caso concreto de la estela de F. Tertullus en Santibañez de Vidriales, la AE, 1987, p. 576: D(is) M(anibus) / Atta / Capitoni / [f(ilia)] an(norum) / XXV // D(is) M(anibus) / Fronto / Capito/nii / X an(norum)(!). 510 AE, 1982, p. 572: Proculo / Reburrini / an(norum) / XXX. 509

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asociación de estos modelos ornamentales con monumentos de claro contenido militar, en casos como el de Babe (Bragança), y la aparición de motivos de armas en epígrafes cuyos textos no consginan directamente la condición de militar del difunto, así como el lugar de hallazgo, próximo al campamento. El propio Abascal justifica la presencia de las espadas en la pieza de Santibañez por la cercanía con el campamento.511 Quizá, por el momento debamos hablar tan solo de motivos de probable raigambre militar que se extienden, como moda decorativa, más allá de la condición específica de los personajes en cuyas estelas sepulcrales se han esculpido. 3.5.5.1. La epigrafía funeraria. Los soportes De los siete epígrafes conservados en total, tan solo han perdurado los soportes de tres: dos del grupo de decimani (Cat., n.os 058 y 069) y la mencionada del jinete anónimo de ala II Thracum (Cat., n.º 063), el resto los debemos a copias manuscritas cuya primera versión viene de la mano de Strada (Cat., n.os 059, 060, 061 y 062). La ausencia de información imposibilita una visión de conjunto ilustrativa y obliga a tener en consideración las producciones epigráficas de carácter funerario documentadas en el entorno del campamento, en el marco general, más amplio, de los soportes en la actual provincia de Zamora.512 Los trabajos de Abásolo y García Rozas son el punto de partida para la clasificación tipológica y cronológica de los monumentos sepulcrales de la región zamorana, algunos de cuyos talleres hubieron de localizarse en la propia Sansueña y en la cercana localidad de Villalcampo. Los rasgos «identitarios» que definen los tipos básicos de Petavonium encuentran acomodo y difusión en el contexto más amplio de las formas funerarias documentadas en los monumentos recuperados del territorio zamorano, hasta el punto de poder establecer una cierta seriación cronológica y patrones correspondientes a probables officinae que actuaban en la zona de Vidriales y algunas comarcas limítrofes. A su vez, todo este registro está en relación directa con el área portuguesa del valle del Duero y la región de Tras-os-Montes, al hilo de las interpretaciones de algunos de los principales temas romanos de carácter funerario a cargo de las escuelas locales de la meseta norte. La epigrafía de esta zona se caracteriza formalmente por una absoluta preferencia, tanto de los militares como de los habitantes de la periferia de los campamentos, por los monumentos sepulcrales llamados «mayores», exentos; dentro de ese marco, la estela aparece como el monumento, no ya preferido, sino prácticamente exclusivo. Las estelas del territorio zamorano presentan una marcada uniformidad, tanto desde el punto de vista de los epitafios como en su morfología y patrones ornamentales. Por ello, no resulta sencilla

Abascal Palazón, 2016. Aparte de los estudios ya citados sobre las estelas, son de obligada consideración, en el caso del material de Petavonium, Abásolo Álvarez 1993, pp. 181-193, con un análisis más amplio de las producciones decoradas de la Meseta; e idem, 2000, pp. 211-219, centrado en relieves de tema funerario en la meseta norte. Dos trabajos de referencia capital en este apartado son los ya citados de Abásolo Álvarez y García Rozas (1990, 545-559) sobre las estelas zamoranas, con clasificación tipológica que consideramos fundamental; y el recientísimo de Abascal Palazón (2016: 345-361) sobre ejemplares de la escuela o taller de Rosinos de Vidriales. 511 512

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una distinción tipológica y, sobre todo, cronológica del conjunto. No obstante, una serie de aspectos formales sí que presentan variantes significativas y, combinados, constituyen indicadores de la evolución artística de las producciones sepulcrales a lo largo del tiempo. Estos, tal y como muy bien ha señalado Abásolo, no tienen tanto que ver con el acabado del monumento como con sus esquemas compositivos y patrones decorativos, elementos rectores a considerar, junto con los propiamente epigráficos y contextuales, para la correcta comprensión e identificación de centros de producción.513 Tabla 37. Tipología de soportes de la epigrafía funeraria de militares y relación con la epigrafía funeraria del entorno.* N.º Cat.

Tipología/Esquema estela

Medidas (cm)

Militares Cabecera semiindividual+dos 058 registros+roseta. Abásolo y García 165 × 55 × 17 Rozas, tipo Ia Cabecera semiindividual+dos registros+creciente+rosetas+ 061 ? × 60 × 14 escuadras ¿Abásolo y García Rozas, tipo Ia? Cabecera semiindividual+dos 069 registros+creciente. Abásolo y García Rozas, tipo Ia 063

¿Cabecera semi+columnas?+dos resgistros

(62) × 44 × 8

(82) × 61 × 27

Campo epigráfico Material

Cronología

Rehundido +columnas (escalonamiento)

Granito

Siglo i d. C. TiberioClaudio

Rehundido +columnas

Granito

Siglo i d. C. AugustoCalígula

Granito

Siglo i d. C. AugustoCalígula

Granito

3

Rehundido +molduras semicirculares (semicolumnas) Rehundido +columnas

/3 siglo i d. C.

Epigrafía funeraria civil Cabecera semiindividual+tres registros+ disco+ arquillos. 075 Abásolo y García Rozas, tipos Ia y IIa Cabecera semiindividual+tres 076 registros+disco «Picote». Abásolo y García Rozas, tipo IIIa Cabecera semiindividual+dos 1 registros+roseta. Abásolo y García Rozas, tipo Ia Cabecera semiindividual 4 edícula+retrato. Abásolo y García Rozas, tipo VI

85 × 42 × 27

Rehundido +columnas

Caliza marmórea local

2 /2 siglo i d. C. (51-100)

180 × 50 × 10

Rehundido +escalonamiento ángulos

Caliza marmórea local

2

175 × 55 × 23

Rehundido +columnas

Granito

Siglo i d. C.

(107) × (57) × 18

Rehundido +columnas

Caliza

Siglo i d. C. (Augusto-¿68 d. C.?)

/2 siglo ii d. C.

Abásolo Álvarez, 1993, p. 184. El autor hace hincapié en la necesidad de una «comprensión global» del modelo orgánico de las estelas visto en su conjunto, considerándolo, junto con el aspecto decorativo, como criterios diferenciadores. 513

Gladius, Anejos 19, 2021 N.º Cat.

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Tipología/Esquema estela

Cabecera semiindividual + ¿registros?+disco «Picote». + 5 escuadras. Abásolo y García Rozas, tipo IIIa Cabecera semiindividual doble+tres resgistros+disco 8a/8b «Picote» +escuadras+zoomorfos. Abásolo y García Rozas, tipo IIIb Cabecera semiindividual+ ¿registros?+disco 9 «Picote»+escuadras. Abásolo y García Rozas, tipo IIIa Cabecera semiindividual+dos 10 registros+creciente. Abásolo y García Rozas, tipo Ia

Medidas (cm)

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Campo epigráfico Material

Granito

Cronología

-

Perdido

No clasificable

(60) × 54 × 10

Doble: rehundidos Caliza +escalonamiento marmórea ángulos local

? × 34 × ?

Perdido

Caliza marmórea local

No clasificable

(86)-(64) × 60 × 15

Rehundido +columnas

Caliza

¿ii-iii d. C? (García Martínez, 1997)

/2 siglo ii d. C.

2

* Todos los soportes funerarios documentados en el entorno de Petavonium son estelas, y también los paralelos que trataremos de la provincia de Zamora, por lo que omitimos esta consideración en la tabla. Asimismo, distinguimos entre una numeración de catálogo para las piezas de contenido militar, y una correlativa, la misma numeración simple que en la tabla 5, para el resto de soportes.

El material, por excelencia, de fabricación de las estelas en el Valle del Duero y en Zamora fue el granito local, lo que confiere a los monumentos un aspecto relativamente tosco, destacando las trazas marcadas de la gradina sobre la piedra y limitando, sin duda, el desarrollo de algunas técnicas decorativas. A ello habría que sumar la frecuente manipulación de soportes para su reutilización y la erosión natural de la piedra, aspectos todos ellos que definen los rasgos del corpus de monumentos y dificultan, en muchos casos, su interpretación. Cabe reseñar, asimismo, que el empleo del granito alterna en no pocas ocasiones con la caliza marmórea local, sobre la que se tallaron estelas de considerable complejidad ornamental que denotan, además, una concienzuda preparación previa de los soportes.514 Bajo estos criterios podríamos establecer una primera estapa de estelas, caracterizadas por un esquema compositivo que consta de cabecera semicircular independiente y dos registros; bajo la cabecera, primer registro semicircular ornado con roseta en los primeros modelos, y segundo registro con campo epigráfico rehundido entre columnas. A este modelo, acorde con el grupo Ia de Abásolo y García Rozas, pertenecen los ejemplares de Cosconius y Cornelius, la estela perdida de L. Herennius y la estela levantada para los esclavos Albanus y Endegus hallada en Tardemézar. Además, mencionar que la factura de la estela de los esclavos es visiblemente más tosca que la de Cosconius. Presenta roseta hexapétala inscrita en círculo rebajado, aunque esta vez excisa, y una considerable superficie para ser hincada, y sin decorar, en la parte inferior. Recuerda más, por su factura y esquema, a algunas de las estelas de los soldados de la X Gemina Abásolo Álvarez y García Rozas, 1990, p. 545, con más ejemplos del ámbito zamorano. Respecto a la conservación de patrones geométricos de preparación de los soportes conservados, cf. Abascal Palazón, 2016, pp. 345-361. 514

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documentadas en Astorga.515 A este mismo horinzonte habría que adscribir la estela, también comentada, erigida por Valerius Elaesus y Elgius Modestinus a su amicus Sedatus, procedente también de Tardemézar (Cat., n.º 075). Este ejemplar presenta un campo iconográfico mucho mayor que las otras dos, en el que se ha esculpido, también exciso, el mismo motivo de roseta hexapétal más geométrica y de mayor diámetro, que le confiere más protagonismo respecto al conjunto. Pese a que la composición general responde al horizonte mencionado, este ejemplar está elaborado en caliza marmórea local e incorpora un tercer registro ornado con arquillos, que permite asociarla también al grupo IIa de Abásolo y García Rozas y datarla, probablemente, en un período ligeramente más tardío que las demás, dentro del siglo i d. C.516 Las estelas de medio punto de Cornelius y Cosconius constituyen, de todo punto, el modelo paradigmático procedente de Rosinos, fechado en los comienzos de la extensión de este tipo de producciones en el noroeste. En el mismo grupo, aunque más tardía, hemos de introducir la estela fragmentada del eques del ala II Thracum (Cat., n.º 063). La forma del campo epigráfico y las medidas aseguran que se trata de una estela funeraria, probablemente de cabecera semicircular. Tabla 38. Esquemas y decoración de las estelas funerarias de Petavonium. N.º Cat.

Tipología/Esquema estela

Campo epigráfico

Material

Decoración

Militares 058

Cabecera semiindividual+dos registros. Abásolo y García Rozas, tipo Ia

Rehundido+columnas (escalonamiento)

Granito

Roseta hexapétala inscrita en círculo e incisa

061

Cabecera semiindividual+dos registros. ¿Abásolo y García Rozas, tipo Ia?

¿Rehundido+columnas?

Granito

Creciente lunar+rosetas +escuadras

069

Cabecera semiindividual+dos registros. Abásolo y García Rozas, tipo Ia

Rehundido+molduras semicirculares (semicolumnas)

Granito

Creciente lunar exciso

063

¿Cabecera semi+columnas?+dos resgistros

Rehundido+columnas

Granito

Perdido

Mármol blanco local

Roseta hexapétala exenta, excisa (pétalos geométricos) +arquillos

Epigrafía funeraria civil

075

Cabecera semiindividual+tres registros. Abásolo y García Rozas, tipos Ia y IIa

Rehundido+columnas

Especialmente a las estelas de Octavius Magius y Fuscus Dorylsis; cf. Cat., n.os 019 y 024. La primera edición de la pieza, con comentario detallado y propuesta de datación y adscripción tipológica, en García Martínez, 1997, pp. 11-15 y 19. 515

516

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Cabecera semiindividual+tres registros+disco «Picote». Abásolo y García Rozas, tipo IIIa

Rehundido +escalonamiento ángulos

Mármol blanco local

Disco solar inciso sobre peana: doce rayos levógiros +escuadras+gladii/ arquillos

1

Cabecera semiindividual+dos registros. Abásolo y García Rozas, tipo Ia

Rehundido+columnas

Granito

Roseta hexapétala inscrita excisa

4

Cabecera semiindividual. Abásolo y García Rozas, tipo VI

Rehundido+columnas

Caliza

Edícula+retrato doble «naturalista»

5

Cabecera semiindividual+ ¿registros?+disco «Picote»+escuadras. Abásolo y García Rozas, tipo IIIa

Granito

Disco solar inciso sobre peana: doce rayos levógiros +escuadras

Mármol blanco local

¿Discos solares incisos sobre peana?+escuadras +verraco+cérvido Disco solar inciso sobre peana: doce rayos levógiros +escuadras Creciente lunar exciso

076

Perdido

Cabecera semiindividual doble+tres Doble: rehundidos 8a-8b resgistros. Abásolo y García Rozas, +escalonamiento tipo IIIb ángulos

9

Cabecera semiindividual+¿registros? Abásolo y García Rozas, tipo IIIa

Perdido

Mármol blanco local

10

Cabecera semiindividual+dos registros. Abásolo y García Rozas, tipo IV

Rehundido+columnas

Caliza

Un subgrupo paralelo a las estelas con roseta viene constituído por soportes con las mismas características esenciales, pero que incorporan ya el conocido disco de rayos solares, más común en tierras zamoranas, en vez de la roseta, como motivo ornamental central en el primer registro. De hecho, se ha señalado que la roseta inscrita en círculo de los primeros modelos, como el de Cosconius, podría haber servido como «cartón» o modelo de referencia a los artesanos para trazar los discos solares.517 Dentro de este primer panorama, conviene considerar los dos ejemplares de Petavonium decorados con sendos crecientes lunares. El primero, ya conocido, de M. Cornelius, solo varía del esquema compositivo en la substitución de la roseta o el disco por el creciente, y los elementos de datación internos y paleográficos parecen asegurar su inclusión en la primera mitad del siglo i d. C. Asimismo, el monumento perdido de Herennius Callicus incopora una combinación de creciente y rosetas flanqueadas por escuadras, según la descripción de Gómez Moreno. Del tercero, un fragmento de estela de cabecera semicircular muy erosionado, aparecido en Santibañez de Vidriales, solo consevamos la mitad superior. Consta de un primer registro con creciente exciso y campo epigráfico enmarcado entre columnas. Su editora la asocia al grupo IV de Abásolo y García Rozas, al tratarse de una versión tosca de las piezas de esquema bipartito y quedar la cabecera relegada a un papel

517

Abásolo Álvarez, 1990, p. 548.

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secundario en el conjunto del monumento.518 Sin posibilidad de datarla por criterios internos ni paleográficos, García Martínez la sitúa entre fines del siglo ii y comienzos del iii d. C., por analogía con otros modelos en zona zamorana y salmantina.519 Todo este primer grupo comparte, además de las características formales expuestas, la expresión sumamente parca de sus epitafios, que son sencillos, alternan el nominativo y el dativo para consignar al difunto o difuntos y carecen de fórmulas de consagración a los manes. Los márgenes de datación interna y paleográfica proporcionados por los epígrafes de los dos legionarios, en la primera mitad del siglo i d. C., los sitúa como modelos prototípicos del grupo y refuerza, por paralelos estilísticos, la datación del resto del conjunto a lo largo de la primera centuria d. C. Dentro de las producciones del siglo i d. C., resta mencionar un monumento completamente diferente en su concepción simbólica y formal, único en su entorno y cronología en los talleres hispano-romanos. Se trata de un fragmento de estela de medio punto, hallado en Rosinos de Vidriales, con hornacina excavada para edícula con retrato de los difuntos (tabla 4). La estela, de dos registros, constituye por sí misma el grupo VI de Abásolo y García Rozas, en un ejemplo sin precedentes de monumento funerario con retrato y preocupación específica por los rasgos de los difuntos, extremadamente raro en officinae alejadas de las capitales urbanas como Augusta Emerita y Tarraco.520 Sin detenernos aquí en los aspectos estilísticos, queremos apuntar la necesidad de considerar que la existencia de una pieza de estas características, en un enclave como el valle de Vidriales, solo puede responder, a nuestro juicio, a la presencia del ejército en los campamentos. El modelo de edícula y retrato, tan romano y común en Augusta Emerita, no aparece fuera de contextos urbanos y, por otra parte, refuerza la hipótesis de la imitatio y adaptación de temas eminentemente romanos por parte de los artesanos de la meseta norte. El segundo gran grupo u horizonte tipológico de estelas de Petavonium viene constituido por cuatro monumentos que responden a las características formales del grupo III de Abásolo y García Rozas. Se trata de esquemas tripatitos, con cabecera semicircular independiente, o bien sin compartimentar, decorada por disco calado de seis o doce rayos levógiros o dextrógiros, montado sobre una peana que la investigación ha dado en llamar como «estilo Picote», en razón de la abundancia de estos modelos en esa localidad y en las regiones fronterizas portuguesas de Bragança y Miranda do Douro.521 El disco sobre peana puede ir acompañado de escuadras o de una banda horizontal rehundida. Suele incorporarse una orla que bordea el motivo del disco por fuera y se decora García Martínez, 1997, pp. 16-17 y 19, n. II. Concretamente con otros ejemplares decorados con creciente lunar de Tardemézar (ya comentado) y de regiones limítrofes. Cf. Navascués y De Juan, 1963, pp. 159-223 y 169-170. 520 Para el estudio del monumento, cf. Morán, 1937, p. 143, que la dio a conocer; García y Bellido, 1962, p. 179, n. 5; AE, 1967, p. 234; Abásolo Álvarez y García Rozas, 1990, p. 550; Abásolo Álvarez, 1993, p. 189; Fontaneda y Hernández Guerra, 1996, pp. 97-98 y 130; y 1999, pp. 89-90, n. 68; Alonso Ávila y Crespo Ortiz de Zárate, CIRPZ, 2000, n. 138; y Abásolo Álvarez, 2000, p. 220. 521 Este estilo decorativo recibe su denominación por tener su centro de producción más característico en la localidad portuguesa de Picote. Para la acuñación y empleo del término, cf. Tranoy, 1981, pp. 349-359; Le Roux y Tranoy, 1984, pp. 37-39; Mourinho, 1986, pp. 3-36; y Abásolo Álvarez y García Rozas, 1990, p. 547, con bibliografía. 518 519

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con pequeñas esferas. El campo epigráfico está rehundido y la cartela suele incorporar escalonamientos en sus ángulos hacia dentro. En el tercer registro se encuentran normalmente arquillos y, en agunos ejemplares, decoración figurada zoomorfa. Los cuatro monumentos de Rosinos responden a estas características generales, con diversas variantes; de hecho, este tipo (III de Abásolo y García Rozas) solo parece darse en la escuela de Rosinos de Vidriales, dentro del contexto zamorano, y estaría en íntima relación con los talleres del área limítrofe portuguesa antes mencionados.522 Dos de los ejemplares (tablas 5 y 9) solo conservan la cabecera semicircular y con la característica decoración de disco sobre peana de estilo Picote en ambos casos; en el tercero, la estela doble de Annia Mont[---] y Annius Fronto (tabla 36, n.os 8a-8b) ha perdido ambas cabeceras. En los tres casos, el esquema formal y los modelos decorativos responden a los patrones establecidos y puede aventurarse una reconstrucción de las partes perdidas, en base al único ejemplar completo, la estela de Flavius Tertullus, procedente de Tardemézar (Cat., n.º 076), ya comentado. Por otra parte, cabe reseñar que este grupo se caracteriza por la fabricación de tres de sus cuatro ejemplares en caliza marmórea local y por una evidente complejización técnica en la elaboración y en el aparato ornamental con respecto al primer grupo definido. Ello es producto, sin duda, de una evolución de los talleres de Sansueña-Rosinos de Vidriales a lo largo del tiempo. De hecho, los dos monumentos con texto han sido fechados, fundamentalmente por criterios paleográficos externos, en la segunda mitad del siglo ii d. C.523 A pesar de que las dos cabeceras fragmentadas que completan el conjunto carecen de elementos objetivos para datarlas, podríamos aventurar que, por analogía formal, habrían de situarse en un período cronológico cercano a las dos comentadas. 3.5.5.2. La epigrafía funeraria. Conclusiones Al margen de la condición específica de militares o no de los personajes responsables o dedicatarios de algunos de los monumentos estudiados, la producción específica de dos grandes tipos de estelas funerarias, a lo largo de las dos primeras centurias en Rosinos de Vidriales, revela la existencia de un taller o escuela especializada en la zona. Las estelas bipartitas pertenecientes a los decimani, así como algunos soportes documentados en el entorno —especialmente el ejemplar con edícula y retrato comentado, un monumento excepcional por su concepción ornamental— o el de Sedatus documentan la actividad de este taller a lo largo del siglo i d. C. Con más nitidez incluso, se aprecia la existencia de una escuela propia en las producciones de estelas a Además del característico disco sobre peana, reseñar, en este punto, que la estela doble levantada para Annia Mont[---] y Annius Fronto incorpora un tercer registro en el que aparecen representados un verraco y un cérvido de perfil, motivos figurados estos que remiten al mundo de las estelas de Tras-os-Montes y a poblaciones indígenas como los zoelas. Ejemplos muy similares de decoración zoomorfa de este tipo los hallamos también en la estela de León, del armorum custos de la legio VII, Lucretius Proculus (Cat., n.º 011). Este soldado y su familia parecen haber pertenecido a la civitas zoelarum o su entorno, de ahí que se representasen en un monumento funerario cuya decoración no se halla en los ambientes epigráficos de León. 523 Abascal Palazón, 2016, pp. 345-361, que confirma las dataciones de los monumentos y presenta todos los estudios anteriores en bibliografía. 522

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

222

Gladius, Anejos 19, 2021

lo largo del siglo ii d. C., especialmente en su segunda mitad. La homogeneidad de los tipos recuperados, su vinculación, ya expuesta, con el mundo fronterizo portugués, la fabricación de gran parte de las piezas en caliza marmórea local, su cuidadosa y visible preparación previa y la concepción de sus aparatos ornamentales son aspectos que ponen de relieve la vitalidad que tuvo este centro de producción. Por otra parte, y como hemos visto, ciertos rasgos en la tipología concreta de algunos monumentos y su cronología, mayoritariamente atribuida a la primera mitad del siglo i d. C., a partir de criterios internos o externos de los textos epigráficos —todo hay que decirlo—, vinculan el primer horizonte de estelas bipartitas del entorno de Petavonium a la presencia de la legio X en su campamento, con la excepción de la estela de Sedatus y los amici, que habría que vincular, por su cronología, con el ala II Flavia. El registro formal sugiere, por otra parte, la presencia de una necrópolis militar extramuros, así como unas cannabae en sus inmediaciones. Así parecen acreditarlo monumentos como los de Cosconius y Cornelius, que están en el inicio mismo de las producciones decoradas del Valle del Duero y la meseta norte. El horizonte tipológico de las estelas de estilo Picote es más problemático, pues tan solo podemos fechar con seguridad dos de los monumentos recuperados, y también por criterios esencialmente paleográficos; además, no contamos, como hemos podido comprobar, con ningún testimonio asociable expresamente a los equites del ala II Flavia. Existe la posibilidad de considerar que algún veterano, quizá F. Tertullus, se hiciese enterrar en las proximidades del campamento; la datación en la segunda mitad del siglo ii d. C. lo asociaría al ala II Flavia. En cualquier caso, parece constatable que las producciones de estilo Picote se dan en Sansueña y, en general, en Bragança y Miranda do Douro en fechas más tardías que las estelas bipartitas, desde fines del siglo i y, sobre todo, a lo largo del siglo ii d. C.524 Ejemplares como los ya mencionados de Tertullus, la doble estela con decoración zoomorfa o los dos fragmentos de cabecera recuperados testimonian la actividad y el estilo de esta escuela y, de nuevo, nos hablan de un núcleo de población muy cercano al nuevo campamento del ala II Flavia. Los esquemas compositivos y decorativos documentados en Rosinos de Vidriales, y en concreto la cabecera con disco de radios curvos, conocen una amplia difusión, en el contexto más amplio de la epigrafía funeraria zamorana, hasta el sur de la actual provincia de Salamanca y al oeste, así como por todo el ámbito portugués al norte del Duero, es decir, dentro de la Citerior, con centros de producción relevantes en Yecla de Yeltes, en el primer caso, y Bragança, en el segundo. Fuera de este territorio, tan solo algunos ejemplos aislados en Astorga y Orense responden al modelo, mientras que parece completamente ausente en otras zonas.525 Con todo, parece que el taller de Rosinos de Vidriales, a pesar de contar con los modelos más antiguos de la provincia zamorana —reflejados en las estelas de Cornelius y Cosconius— no constituiría el centro más importante de la región, desde la perspectiva más amplia de la epigrafía del territorio zamorano y salmantino.526 La cantidad y variedad de testimonios conservados sitúan el taller más relevante en la localidad Es preciso mencionar aquí la estela del armorum custos Lucretius Proculus, que data de fines del siglo ii a comienzos del iii d. C., en época severa. 525 Abásolo Álvarez y García Rozas, 1990, p. 550. 526 Ibidem. 524

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3.  EL EJÉRCITO EN EL NOROESTE

223

de Villalcampo, pocos kilómetros al sur del valle de Vidriales. Por lo que se refiere a la officina de Rosinos y su vinculación con el medio militar, como casi siempre, la falta de pruebas arqueológicas limita mucho la visión de la cuestión. No obstante, el análisis de los lugares de hallazgo de los monumentos, hasta donde esto es posible, nos lleva a precisar un poco más en la búsqueda de los espacios de representación funeraria de militares y civiles. 3.5.5.3. La epigrafía funeraria. El espacio Como hemos apuntado anteriormente, no contamos con excavaciones arqueológicas que certifiquen la presencia de canabae legionarias ni vici asociados a los campamentos de las unidades militares que ocuparon el enclave de Rosinos de Vidriales durante casi tres siglos. Pese a ello, tenemos la certeza de su existencia, al menos en el caso del vicus del recinto auxiliar, por medio de los testimonios de la documentación epigráfica, en este caso votiva, que analizaremos seguidamente. También el registro funerario arroja material epigráfico diverso que ha sido recuperado, siempre en posición secundaria y, a veces, reutilizado en las localidades actuales más cercanas al yacimiento: Fuentencalada, 2,5 km al norte, y Rosinos de Vidriales, 1,30 km al este; estas dos al norte del arroyo Almucera. Al sur del campamento y del arroyo: Santibañez de Vidriales, a 2,3 km del campamento al sudoeste y Tardemézar, a 1,7 km al sudeste. Conviene tener en consideración también que, como veremos, algunas de las piezas fueron localizadas en diversas circunstancias en las cercanías del arroyo Almucera, que cruza el territorio a escasos 750 m del campamento, en su tramo más cercano, y trasladadas posteriormente a alguna de las localidades mencionadas.527 Tabla 39. Localización de los epígrafes funerarios de Petavonium. N.º Cat./ N.º tabla

Tipología/Esquema estela

Militar/ Personajes

Cronología

Hallazgo

Militares 058

059

527

Cabecera semiindividual+dos registros. Abásolo y García Rozas, tipo Ia

Perdido

P. Cosconius

M. Valerius Secundus

Siglo i d. C. (TiberioClaudio)

Fue hallada empotrada en la pared de la casa de doña Julia Cepeda, en Rosinos de Vidiriales.

Siglo i d. C. (CalígulaGalba)

Strada: «Fuente en Callada»; Metellus: «Asturia [...] oppido», Fuente Encalada; Gruterus: «Compostellae»; Muratori: «In vico Fons en Calada in Gallaecia».

Vid. mapa de distribución de hallazgos de Petavonium, incluido en el USB de este trabajo.

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

224

N.º Cat./ N.º tabla

060

061

Tipología/Esquema estela

Perdido

Perdido

Militar/ Personajes

C. Pelusius

L. Herennius

Cronología

Gladius, Anejos 19, 2021

Hallazgo

Siglo i d. C. (CalígulaGalba)

Strada: Fuente en Callada; Metellus: Fuente Encalada Asturiae; Pighius: «In Fuente oppido Asturiae»; Gruterus: «Compostellae»; Muratori: «In vico Tardemezar in Gallaecia».

Siglo i d. C. (CalígulaGalba)

Fue descubierta en dos partes, cabecera y cuerpo, uno por Carbajo y el otro por P. Delgado. Después fue a parar a la misma casa que la de Cosconius en Rosinos de Vidriales.

062

Perdido

M. Volumnius

Siglo i d. C. (AugustoCalígula).

Strada: «Fuente en Callada»; Metellus: «Asturiae [...] in oppido Fuente Encalada»; Pighius: «In Fuente oppido Hispaniae Asturiae dioecesis». Le Roux: Rosinos de Vidriales.

063

¿Cabecera semi+columnas?+dos resgistros

Perdido

Siglos i-ii d. C. (68-fin siglo i d. C.

Circunstancias desconocidas. Al parecer, en Villalcampo (Ricobayo).

069

Cabecera semiindividual+dos registros. Abásolo y García Rozas, tipo Ia

M. Cornelius

Siglo i d. C. (AugustoCalígula).

Hallada en el curso de las obras de un camino en el término de PreSurales (Tardemézar, Zamora). De allí fue trasladada al Museo de Zamora.

Epigrafía funeraria civil Sedatus (dedicatario); Valerius Elaesus; Elcus Modestinus (dedicantes)

Descubierta por un vecino de Tardemézar junto al río 2 /2 siglo i d. C. Almucera, que la transportó a su casa. Después fue a parar al Museo de Tardemézar.

076

Cabecera semiindividual+tres registros+disco «Picote». Abásolo y García Rozas, tipo IIIa

Flavius Tertullus (dedicatario)/Luria Victorina (uxor, dedicante)

Localizada en Santibañez de Vidriales (Blázquez, 1923, p. 233). Fue dada a conocer por A. Blázquez en 1923, pero no da detalle ninguno sobre el lugar de hallazgo ni las circunstancias. 2 /2 siglo i d. C. Posteriormente fue recogida por Wickert en sus Schedae, y el P. Morán la publicó creyendo que era inédita y añade que la casa del Sr. Romero estaba en la calle Mayor de Santibañez.

1

Cabecera semiindividual+dos registros. Abásolo y García Rozas, tipo Ia

Albanus ; Endegus (dedicatarios). M. Valeri Pilae (servi)

Siglo i d. C.

075

Cabecera semiindividual+tres registros. Abásolo y García Rozas, tipos Ia y IIa

Hallada «tirada en la calle en Tardemézar».

Gladius, Anejos 19, 2021

N.º Cat./ N.º tabla

4

Tipología/Esquema estela

Cabecera semiindividual. Abásolo y García Rozas, tipo VI

3.  EL EJÉRCITO EN EL NOROESTE

Militar/ Personajes

Hallazgo

Hallada en casa de José Cortés Paz, en el patio, colocada en un rincón. Procede, al parecer, Octavia Iu[li]a Siglo i d. C. (dedicataria)/Anius (dos primeros de «la ciudad» (suponemos Petavonium), junto a la ermita Silv[---] (dedicante) tercios) de Nuestra Señora del Campo, y fue localizada hacia 1920.

No clasificable

La pieza se conserva en el Museo de los Caminos de Astorga. Desconocemos sus circunstancias de hallazgo, aunque Gómez Moreno cita una prácticamente igual procedente de Rosinos de Vidriales. Podrían ser la misma pieza, tal y como sugiere Mañanes (2000: 133, n. 111).

2

/2 Siglo i d. C.

Desconocemos el lugar de origen exacto del monumento, pero sabemos que apareció antes de 1923. Los descendientes de su primer propietario, Antonio Romero, la depositaron hace pocos años en el aula-museo del Ayuntamiento de Santibáñez de Vidriales, en donde se conserva.

Perdidos

No clasificable

Según Gómez Moreno, la pieza estaba en casa de S. Carbajo en Santibañez de Vidiriales. Hoy está desaparecida.

No restituible

Fin siglo iicomienzo iii d. C.

Fue extraida del río Almucera a su paso por Santibañez de Vidriales. Parece ser que, ya en la década de los años cincuenta, era conocida y que E. Loewishon ya la habría visto.

Cabecera semiindividual+ ¿registros? +disco «Picote» +escuadras. Abásolo y García Rozas, tipo IIIa

Perdidos

8a-8b

Cabecera semiindividual doble+tres resgistros. Abásolo y García Rozas, tipo IIIb

Annia Mont[---] (dedicataria)/Attia Caenia (mater dedicante) //Annius Fronto (dedicatario)/Attia Caenia (mater dedicante)

9

Cabecera semiindividual +¿registros? Abásolo y García Rozas, tipo IIIa

10

Cabecera semiindividual +dos registros. Abásolo y García Rozas, tipo IV

5

Cronología

225

La distribución de hallazgos de las inscripciones funerarias asociadas a Petavonium se muestra, al igual que el del registro votivo, extremadamente difícil de interpretar. El principal problema es, evidentemente, la aparición de la totalidad de los testimonios en contextos secundarios, reutilizados en edificios u obras muy posteriores, o bien en casas de coleccionistas privados que luego las cedieron a los museos; a ello habría que añadir que algunos no se han conservado. Además, no tenemos descripción alguna ni noticia sobre las circunstancias de hallazgo en muchos de los ejemplares, lo que dificulta aún más la tarea. En definitiva, los lugares donde se conservan las inscripciones que han llegado a nuestro tiempo no suelen coincidir, por lo general, con los lugares de hallazgo, cuando tenemos noticias de ellos. Por otra parte, el contenido militar en algunos casos y la cercanía de las localizaciones con el campamento son los criterios que llevan a asociar este conjunto epigráfico con los recintos castrenses, según la cronología de los mismos. Aunque de manera poco precisa, estos materiales permiten establecer sugerencias sobre

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

226

Gladius, Anejos 19, 2021

algunos de los espacios que, sin duda, hubieron de existir alrededor de los campamentos legionario y auxiliar en los siglos i y ii d. C. Al tratar de los lugares de hallazgo y conservación es preciso tener en cuenta el criterio, por lo demás evidente, de la diferencia entre lugar de hallazgo y procedencia. De los quince ejemplares disponibles, entre militares y civiles, conocemos con cierta seguridad la localización orginal de cinco, apenas un tercio del elenco. Las diez restantes han sido llevadas a las localidades antes mencionadas: Rosinos, Santibañez de Vidriales y Fuentencalada, o bien su descubrimiento se ha transmitido a través de las noticias de los copistas, sin que tengamos contancia alguna de las circunstancias. Los cinco ejemplares con lugar de hallazgo acreditado (Cat., n.os 069 y 075; tablas 1, 4 y 10) constituyen indicios algo más fiables que el resto para especular sobre el emplazamiento de las necrópolis, pese a que no tenemos ninguna información sobre las circunstancias en las que se localizaron las piezas De estos cinco, tres se fechan en la primera mitad del siglo i d. C.: las estelas del miles decimanus M. Cornelius (Cat., n.º 069), la de Octavia Iulia y Anius Silv[---], con retrato, y la de los esclavos Albanus y Endergus (tabla 1). Las otras dos (Cat., n.º 075 y tabla 10) datan de la segunda mitad y finales del siglo ii d. C. De Fuentencalada parecen provenir, según las noticias de los manuscritos, los tres epitafios datados en la primera mitad del siglo i d. C., de los milites Volumnius, Valerius Secundus y C. Pelusius (Cat., n.os 059, 060 y 062), hoy perdidos; y en Rosinos de Vidriales se localizaron, juntas y reutilizadas en una casa, las de P. Cosconius y L. Herennius (Cat., n.os 059 y 061), todas ellas también de la primera mitad del siglo i d. C. Finalmente, no conocemos nigún dato más que el lugar de depósito final en el caso de las dos estelas de Santibañez decoradas con tres resgistros (Cat., n.º 076 y tablas 36 y 37), las dos cabeceras de estela con disco de radios curvos (tablas n.o 5 y 9) y el monumento del eques desconocido del ala II Thracum (Cat., n.º 063), que parece provenir de Villalcampo, a 60 km del yacimiento. Hemos considerado esta inscripción dentro de Rosinos debido a su contenido, pero, verdaderamente, la distancia de su localización y la no adscripción del difunto con ninguna de las dos unidades que habitaron los recintos hacen más probable que se trate de uno de un recluta enterrado en su lugar de origen y no vinculado, necesariamente, al acantonamiento militar de Rosinos de Vidriales. A falta de otros indicios, vemos como único método de análsis ilustrativo la combinación de los lugares de procedencia —teniendo en cuenta el criterio antes expuesto— con la cronología y personajes incluidos en los monumentos, con especial incidencia en la condición de los mismos. De la tabla-resumen cabe destacar la aparición en Tardemézar de tres epígrafes en contextos de hallazgo originales,528 lo que quiere decir que no fueron trasladados, al menos dos de ellos: las estelas el militar M. Cornelius, localizada en el transcurso de unas obras en el término de Presurales, en Tardemézar; la que erigieron a Sedatus los amici Valerius Elaesus y Elgius Modestinus, descubierta por un vecino de Tardemézar en el lecho del Almucera, que pasa a escasos 400 m al norte de esta localidad; y la estela de los esclavos Albanus y Endergus, que fue encontrada «tirada» en una calle de la propia Con «originales» queremos referirnos a que se conoce el lugar donde fueron encontradas, no el emplazamiento que tuvieron los epígrafes en sus contextos de origen, los campamentos y su entorno. 528

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3.  EL EJÉRCITO EN EL NOROESTE

227

Tardemézar. Todos estos ejemplares se fechan a lo largo del siglo i d. C., los dos primeros con cierta precisión en la primera mitad, y el segundo de forma menos concreta. Todos son estelas de cabecera semicircular individual, dos resgistros y orden arquitectónico, y se han decorado, bien con rosetas, bien con creciente. Pertenecen, por tanto, al primer horizonte tipológico establecido anteriormente. Una de ellas pertenece a un militar de la legión décima, otra, la de los amici alieni, nos muestra a tres individuos de diversas procedencias en el entorno de un campamento, y en la tercera aparecen dos esclavos con el nombre de su amo, M. Valerius Pila. Este reducido conjunto nos proporciona el único indicio relativamente fiable para una hipotética localización de una necrópolis en este emplazamiento, al menos para los tiempos de la estancia de la legio X en el valle de Vidriales. Tardemézar se ubica a escasos 1,75 km al suroeste del recinto castrense, una vez pasado el arroyo Almucera. De hecho, los excavadores del yacimiento se decantan por este mismo lugar para sitúar la necrópolis «de los militares», sin precisar más ni en la época ni en la unidad.529 Sin embargo, es cierto que, a juzgar por los testimonios epigráficos votivos y algunos vestigios edilicios, que repasaremos más adelante, parece que el vicus, al menos en el siglo ii d. C., se extendía más bien hacia el norte del campamento auxiliar, en el área del cruce de carreteras actuales. Su organización debió articularse en tono al eje noreste-suroeste del campamento, una de las las viae principales, parte de cuyo trazado sigue la carretera La Bañeza-Camarzana de Tera, que cruza actualmente el yacimiento transversalmente.530 Tabla 40. Procedencia y cronologías de la epigrafía funeraria de Petavonium. N.º Cat./ N.º tabla

Militar/Personaje

058

P. Cosconius

059

M. Valerius Secundus

060

C. Pelusius

061

L. Herennius

062

M. Volumnius

063

Perdido

069

M. Cornelius

Cronología

Circunstancias hallazgo/ Localización original/ Proceso

Militares Desconocidas/trasladada/ Siglo i d. C. (Tiberio-Claudio) reutilizada Siglo i d. C. Desconocidas/manuscritos (Calígula-Galba) Siglo i d. C. Desconocidas/manuscritos (Calígula-Galba) Siglo i d. C. Desconocidas/trasladada/ (Calígula-Galba) reutilizada Siglo i d. C. Desconocidas/manuscritos (Augusto-Calígula) Siglos i-ii d. C. Desconocidas (68-fin siglo i d. C.) Localización original: Siglo i d. C. (Augusto-Calígula) Tardemézar

Lugar/Depósito

Rosinos de Vidiriales Fuentencalada Fuentencalada Rosinos de Vidriales Fuentencalada Villalcampo Tardemézar

Carretero Vaquero y Romero Carnicero, 2004, p. 222, con mapa de hallazgos. Ibidem, p. 228; y Romero Carnicero y Carretero Vaquero, 1998, p. 1105; y 2006, p. 385, con bibliografía de las excavaciones anteriores. 529 530

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228

N.º Cat./ N.º tabla

Militar/Personaje

Cronología

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Circunstancias hallazgo/ Localización original/ Proceso

Lugar/Depósito

Epigrafía funeraria civil

075

076

1

4 5

8a-8b

Sedatus (dedicatario); Valerius Elaesus y Elcus Modestinus (dedicantes) Flavius Tertullus (dedicatario)/Luria Victorina (uxor, dedicante) Albanus; Endegus (dedicatarios). M. Valeri Pilae (servi) Octavia Iu[li]a (dedicataria)/Anius Silv[---] (dedicante) Perdidos Annia Mont[---] (dedicataria)/Attia Caenia (mater, dedicante)/Annius Fronto (dedicatario)/ Attia Caenia (mater dedicante)

9

Perdidos

10

No restituible

/2 fin siglo i d. C.

Localización original: Almuzera

Tardemézar

2

/2 siglo ii d. C.

Desconocidas/trasladada

Santibañez de Vidriales

Siglo i d. C.

Localización original: Tardemézar

Tardemézar

2

Localización original: Siglo i d. C. ¿ermita Nuestra Señora del (dos primeros tercios) Campo? No clasificable Desonocida/trasladada

/2 siglo i d. C.

2

Desconocida/trasladada

Desconocidas/trasladada/ colección privada Localización original: Fin siglo ii-comienzos Arroyo Almuceraiii d. C. Santibañez No clasificable

Rosinos de Vidiriales Astorga

Santibañez de Vidriales

Santibañez de Vidriales Santibañez de Vidriales

A decir de los excavadores,531 el vicus del ala II Flavia no se habría extendido hacia el suroeste más allá de 250 m del campamento, aunque hay que destacar que los mismos mencionan la documentación de una importante concentración de materiales cerámicos, sobre todo de terra sigillata itálica, al suroeste del yacimiento, en el espacio inmediatamente extramuros de la via principalis, en su vertiente meridional. Los mismos consideran que dicha concentración de materiales ha de ser relacionada, por su naturaleza y posición, con el ejército, quizá con un entorno suburbano del campamento.532 Teniendo en cuenta que la cronología mayoritaria de las producciones cerámicas itálicas en Petavonium se sitúa en tono al cambio de era y los primeros años del siglo i d. C., y la presencia de las inscripciones citadas en contexto poco más al sureste, cabe la posibilidad de sugerir la ubicación de al menos una parte de las canabae legionarias asociadas a la primera fase de ocupación del campamento en este sector, y de la necrópolis, no sabeQue basan la delimitación del espacio en la dispersión y concentración de materiales cerámicos obtenidas en las prospecciones. 532 Romero Carnicero y Carretero Vaquero, 1998, 1105 y Carretero Vaquero, 2000. 531

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3.  EL EJÉRCITO EN EL NOROESTE

229

mos si militar, civil o ambas, en las proximidades de Tardemézar, quizá al norte, pasado el arroyo. La ausencia de más datos y, sobre todo, de excavaciones arqueológicas no nos permite más que sugerir esta posibilidad, sin certeza posible. A esta propuesta podemos sumar, sin embargo, la condición de los dedicantes y dedicatarios de los monumentos, Albanus y Endergus, galo y ercavicense, respectivamente, que señalan su pertenencia a M. Valerius Pila, ciudadano romano que pudo haber sido un soldado que poseía dos esclavos que fueron enterraron, o a los que enterró, en las proximidades del campamento.533 Este tipo de relaciones en las proximidades de un campamento nos pone sobre la pista de la presencia, no muy lejana al menos de la necrópolis donde se enterraron varios personajes directamente vinculados con miembros del ejército. Por lo que respecta al resto de las inscripciones, ninguna cuenta con un mínimo contexto con el que poder trabajar para formular hipótesis; todas ellas han sido trasladadas a las distintas localidades desde puntos probablemente cercanos al campamento. En el estado actual de conocimientos, no podemos más que señalar estas relaciones y considerar, con mucha cautela y reticencias, la existencia de tres epígrafes del siglo i d. C., que responden a una tipología similar y cuentan con lugares de descubrimiento originales como posible indicio para la ubicación de las necrópolis en el entorno de Tardemézar. La epigrafía funeraria no nos permite más, y la arqueología tan solo señala, en este sentido, la posible existencia de una parte del un núcleo suburbano a las afueras del campamento legionario, al suroeste. 3.5.6. La epigrafía votiva. Cultos, espacios sacros y munificencia El registro epigráfico de carácter votivo localizado en Petavonium ha sido, por lo general, más y mejor estudiado que el conjunto funerario, por proporcionar las inscripciones valiosa información sobre la actividad y los modos de vida de los mandos del ala II Flavia durante su estancia en el Valle de Vidriales. El registro es totalmente uniforme por lo que respecta a los dedicantes, todos ellos, menos dos monumentos (Cat., n.º 074), son prefectos al mando del ala II Flavia H. c. R. y datan de diversos momentos del siglo ii d. C. y comienzos del siglo iii (Cat., n.os 066, 067, 068, 070, 071 y 072); dos de los ejemplares pertencen al mismo prefecto, Ti. Iunius Quadratus (Cat., n.os 070 y 072). Asimismo, todos los praefecti proceden de fuera de Hispania, concretamente de Italia y de Mauritania Caesariensis, lo que es perfectamente lógico en el marco del desempeño de las milicias ecuestres por parte de estos personajes. Por lo que se refiere a los votos de los oficiales, han sido estudiados y algunos de ellos discutidos y reinterpretados a lo largo de los ultimos decenios.534 No es, pues, nuestro

533 Hemos de advertir, no obstante, que no hemos hallado paralelo epigráfico alguno para el cognomen de este personaje y que su vinculación con el ámbito militar responde a una mera conjetura. 534 Sobre todo en torno a la interpretación del sentido de los votos de Arrius Contans Speratianus, cf. Martín, Romero y Carretero, 1995, pp. 331-345; Le Roux y Ciprés, 1998, pp. 181-191; y Perea Yébenes, 2003. Sobre el culto a Fortuna y la construcción de baños en ambientes militares, en el caso de Sellius Honoratus, cf. Perea Yébenes, 1997, pp.149-167; y sobre el culto a Hércules, cf. Oria Segura 1993, 221232 y 1997. Acerca de las inscripciones votivas a cargo de Ti. Iunius Quadratus, cf. Rodríguez, Salido y Morillo, 2015, pp. 294-298, con resúmen y bibliografía anterior.

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EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

230

interés principal desarrollar todos esos contenidos que han sido ya debidamente tratados. Aún así, no debemos perder de vista ciertos aspectos de importancia en la medida en que estos articulaban la vida de los soldados en torno a los cultos oficiales y públicos encabezados por dichos oficiales, y algunos de carácter privado que ilustran bien las costumbres de las clases sociales dominantes. En este sentido, conviene tener en cuenta, al hablar de la actividad religiosa de los mandos del ala II Flavia, los testimonios de Villalís, en los que figuran algunos de sus prefectos y decuriones en los votos erigidos con ocasión del natalicio de la unidad. La documentación epigráfica de Petavonium, en combinación con los testimonios de Villalís y otros documentados fuera de Hispania, permite establecer una seriación de los diversos prefectos al cargo del ala II Flavia, desde fines del siglo i d. C. y a lo largo de la segunda centuria.535

Tabla 41. Inscripciones votivas de Petavonium. N.º Cat.

Dedicante

Divinidad

Origo

Militar

Soporte

Cronología

066

M. Sellius Honoratus

Hercules Alcides

Praefectus alae II Flavia H. c. R.

Choba (Mauretania Ara Caseariensis)

Siglo ii d. C. (segunda mitad)

067

L. Versenus Aper

Fortuna Dea

Praefectus alae II Flavia H. c. R.

Hispellum (Italia Regio VI)

Ara

Siglo ii d. C. (segunda mitad)

068

Arrius Constans Speratianus

Diana Augusta

Praefectus alae II Flavia H. c. R.

Italia

Ara

Siglo ii-iii d. C. (160-220)

070

Ti. Iunius Quadratus

Diana Sancta

Praefectus alae II Flavia H. c. R.

Roma (Italia)

Ara

Fin siglo iprincipios ii d. C.

071

Reburrus

Nemesis

¿militar?

Hispania Citerior (noroeste)

Árula

Siglo ii d. C. (mediados)

072

Ti. Iunius Quadratus

No

Praefectus alae II Flavia H. c. R.

Roma (Italia)

Ara

Siglo ii d. C.

074

Anepígrafa

¿Isis? (¿Némesis?)

¿militar?

Anepígrafa

Placa

Siglo ii d. C. (inicios)

Para una visión de conjunto sobre la epigrafía de los mandos del ala, cf. Hernández Guerra, 1999, pp. 131-133 y 178-186, con una recopilación completa, aunque escasa en lo referente a su interpretación histórica; y, más recientemente, Moralejo Ordax, 2020, pp. 127-171. 535

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3.  EL EJÉRCITO EN EL NOROESTE

231

Tabla 42. Textos de las inscripciones votivas de Petavonium. N.º Cat. 066

067

Texto Herculi ˚ sacr[u]m / M(arcus) ˚ Sellius ˚ L(uci) f(ilius) ˚ Arn(ensi) / Honoratus ˚ do-/ mo ˚ Choba ˚ ex ˚pr-/ ovincia ˚ Maur[e]-/ tania ˚ Caes(ariense) ˚ prae-/ f(ectus) ˚ eq(uitum) ˚ a(lae) ˚ II ˚ F(laviae) ˚/ H(ispanorum) ˚ c(ivium) ˚ R(omanorum) / votorum ˚ compo-/s ˚ templa ˚ Alcidi/deo ˚ a fundame-/ ntis ˚ exstruxit L(ucius) ˚ Versenus / Aper praef(ectus) / alae opere / balinei ˚ sub se / i[n]cato et / c[o] nsumma-/ to Fortunae/ l(ibens) v(otum) s(olvit)

068

Dianae Aug(ustae) / [-A]rrius / [Co]nstans / Speratianus / praef(ectus) eq(uitum) sign(um)/ venatorib(us) ex [v]ot(o) / posuit

070

[Sa]nctae / [Dian]ae ˚ Ti(berius) Iun(ius) / [Ti(beri) f(ilius)] Quiri(na) / [Qu]adratus / [dom]o Roma / ---

071

Nemesi / vo(tum) ˚ sol(vit) / Reburru-/s ˚

072

Tib(erius) ˚ Iunius / Tib(erii) ˚ fi l(ius) ˚ Qui(rina) / Quadratu(s) / [d]omo / [Roma] / ---

074

Anepígrafa

3.5.6.1. El culto a Diana y la caza En Petavonium contamos tres altares diferentes dedicados a Diana. Los dos primeros, fechados entre fines del siglo i y comienzos del II d. C., son votos del mismo personaje, Ti. Iunius Quadratus. El primero (Cat., n.º 070), consagrado a Diana Sancta,536 aporta una notable cantidad de información con teónimo, praenomen, nomen, filiación, tribu, cognomen, origo y fórmula votiva.537 El dedicante expresa, asimismo, su procedencia de Roma, así como su adscripción a la tribu Quirina, incluso su filiación y elementos, todos ellos poco comunes en inscripciones votivas del período. El otro epígrafe (Cat., n.º 072), actualmente perdido, presenta una estructura muy similar al de la primera comentada, con el rasgo común de carecer, aparentemente, de mención al rango del dedicante,538 y otra particularidad, no contiene teónimo, al menos en las primeras líneas, no sabemos si en alguna de las últimas no conservadas. Entre fines del siglo ii y comienzos del siglo iii d. C.539 habría que sitúar el monumento que Arrius Constans Speratianus consagra también a Diana Augusta (Cat., n.º 068). La

Martín, Romero y Carretero, 1995, pp. 337-340. La pieza apareció, al parecer: «Concretamente en la cuadrícula E-50, a poca profundidad y a escasa distancia de una calle, en el espacio correspondiente al vestíbulo de un edificio que se abría a dicha calle». 537 La restitución de la l. 1 es algo problemática, aunque adoptamos la primera propuesta de los editores, que es la más aceptada. La última línea se ha perdido y consignaría, probablemente, las fórmulas preceptivas de la realización del voto. 538 De hecho, los cuatro textos encargados por el mismo prefecto presentan estructuras muy similares: HEp, 15, p. 239 y CIL II, 2600, respectivamente, que sí consignan el rango del dedicante, praefectus equitum alae II Flaviae H. c. R. 539 Le Roux y Ciprés, 1998, p. 191, por la paleografía, concretamente la forma de los nexos, y algunas abreviaturas con paralelos en otras piezas. 536

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

232

Gladius, Anejos 19, 2021

interpretación del soporte y la lectura, restitución e interpretación del texto son muy controvertidas y resultan clave para comprender el significado concreto del voto, su comitente y la función y ubicación original del soporte. En la línea de Le Roux y Ciprés, rechazamos la primera lectura e interpretación postuladas por los editores, que presentaban en el texto una suerte de cursus del dedicante que resulta imposible, tanto desde el punto de vista de la lectura en sí, como desde su contextualización histórica. Según esta propuesta, el dedicante consignaría su cursus en el texto desempeñando las funciones de librarius, venator y signifer en los escalafones de los milites immunes y principales, para ascender, finalmente, a praefectus del ala II Flavia.540 Al margen de los problemas de lectura, la sucesión de cargos resulta completamente inverosímil y no tenemos ningún cursus documentado, ni siquiera semejante, por lo que hemos de descartar esta hipótesis.541 Además, la mención de la carrera tampoco encaja bien en un epígrafe votivo de estas características a fines del siglo ii d. C. Arrius Constans Speratianus fue, sin duda, prefecto del ala II Flavia en Petavonium, aunque no está tan clara su procedencia, que se especula entre Italia o África en función de su onomástica. Un aspecto capital para la interpretación del monumento de Arrius Constans Speratianus es la lectura, desarollo e interpretación de sign / venatorib ex+ot / posuit, de las líneas finales, concretamente de los términos y conceptos de sign(um/a) y venator(ium/um/ibus) lib o venatorib(us) y sign(um/a), según las diferentes versiones. En este sentido, Le Roux y Ciprés consideran que el dedicante hace codedicatarios a los venatores del campamento, junto con la diosa,542 mientras que Perea Yébenes argumenta que las líneas problemáticas han de traducirse como «una estatua venatoria», y que no se hace alusion a los venatores.543 La elección de una propuesta u otra resulta clave, dado que una implica la existencia de un grupo de cazadores entre los jinetes y un voto de carácter más bien colectivo, y la otra una manifestación individual en el marco, eso sí, de la devoción de un prefecto que practicaba la caza dentro de sus aficiones y prerrogativas. Por nuestra Martín, Romero y Carretero, 1995, pp. 340-341; Le Roux y Ciprés, 1998, pp. 186-191; y Perea Yébenes, 2003. 541 Coincidimos, además, con Perea Yébenes (2003: 114) en que el desempeño de un puesto administrativo como del de librarius, seguido por uno de corte completamente diverso como el de cazador y, finalmente, otro de carácter eminentemente táctico como signifer, como antesala, además, de la prefectura de un ala, resulta inverosímil 542 Le Roux y Ciprés (1998: 188-189) expusieron una serie de propuestas a considerar. En primer lugar, descartan el desarrollo sign(um) / venator(ium), en el que el segundo término funcionaría como adjetivo, por resultar el desarrollo de este último poco apropiado epigráficamente para la abreviatura, más adecuada para un genitivo plural. También descartaron el desarrollo sign(a) en plural, puesto que no conviene a la abreviatura e implicaba identificar dicho término con estandartes militares pertenecientes al destacamento de venatores del ala II Flavia. En cualquier caso, la primera hipótesis consideraba signum como una estatua y venatorium alusivo a los venatores, la segunda signa como estandartes y el segundo término de igual manera que la primera opción. Una tercera hipótesis, por la que se decantan, es la lectura y desarrollo de sign(um) / venatorib(us) con argumentos epigráficos en favor de la nueva lectura, y donde signum seguiría siendo una estatua y venatoribus —en dativo plural caso para la que sería común la abreviatura— convertía a los cazadores en coodedicatarios del monumento junto con la diosa. 543 Perea Yébenes (2003: 113) señala que la lectura venatorib le parece dudosa y que, en cualquier caso, desarrollar sign(um) venatorib(us) con desinencia de dativo plural no encontraría verbo del que ser complemento indirecto, considerando signum como sujeto. Con desinencia de ablativo plural «con ciervos», en referencia a una figura o estatua. Opta, pues, por leer sign(um) venator(ium) y traduciéndolo como «una estatua venatoria» o con escena de caza. 540

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3.  EL EJÉRCITO EN EL NOROESTE

233

parte, tras haber analizado la pieza, creemos que no es posible leer venator y lib de manera separada en la l. 6. De hecho, un examen paleográfico revela, a nuestro juicio, que no es posible un nexo «l+i+b», sino que, lo que expresa el texto, es un nexo «i+b», por lo que habría que leer venatorib. Tal y como ya señalaron Le Roux y Ciprés en su día, esta abreviatura conviene bien a la cronología de la inscripción, y la manera correcta y más natural de desarrollarla sería venatorib(us), lo que implica, necesariamente, la presencia de venatores en la ofrenda y entre los hombres del ala II Flavia en Petavonio. Cuestión diferente sería si los mismos constituían una unidad, digamos, permanente dentro del organigrama del ala, o bien eran designados de esta forma de manera eventual cuando se les asignaban funciones asociadas a una o varias cacerías. En cualquier caso, el voto de Constans Speratianus encuentra acomodo satisfactorio en las devociones a la diosa documentadas en los campamentos militares altoimperial y en otros testimonios asociables a la caza y las elites sociales y militares. De la misma forma, podemos establecer paralelos verosímiles para el culto de Ti. Iunius Quadratus en estos mismos ámbitos. Veamos, primero, un panorama general para desentrañar después minuciosamente los votos, soportes y funciones específicas de los ejemplares hispanos. Diana es una divinidad cuya devoción en los campamentos militares es de raigambre netamente romana, no sincrética, como se había sugerido.544 Los campamentos de época altoimperial han proporcionado una notable cantidad de epígrafes dedicados a la diosa entre los oficiales de las unidades, especialmente prefectos de ala y tribunos de cohorte, con testimonios diversos procedentes de Panonia, Dacia, Dalmacia o Mesia, entre otros lugares. Contamos con al menos nueve ejemplares atestiguados, situados en enclaves extramuros de diversos recintos castrenses. La gran mayoría de monumentos votivos consagrados a esta deidad fueron colocados fuera de los muros, algo lógico teniendo en cuenta sus atribuciones principales en relación con la caza. En este sentido, muchos aparecen relacionados con votos surgidos con motivo de la práctica de actividades cinegéticas, muy del agrado de los mandos de las unidades. Los epígrafes votivos dentro de los campamentos son, por el contrario, poco comunes. A juzgar por la evidencia conservada, parece que intramuros la diosa recibió culto, fundamentalmente, en las dependencias de los oficiales de las legiones545 y en los praetoria de las unidades auxiliares;546 en este marco podemos probablemente situar los altares de Ti. Iunius Quadratus en Petavonium, como veremos más adelante.547

Birley, 1978, pp. 1535-1536. Schmidt, 2013a, p. 166, n. 231, con ejemplos. 546 Ibidem, p. 166, que recoge los principales testimonios. CIL VII, 01112 = RIB I, 0217, Auchnedevy/ Brittania, en uno de los fuertes del muro de Antonino Pío: Dianae / Apollini / M(arcus) Cocce[i(us)] / Firmus / |(centurio) leg(ionis) II Aug(ustae); RIB I, 2122 = Schmidt, 2013a, n. 23: Newstead/Trimontium (en una trinchera de uno de los fuertes del muro de Adriano): Dianae Regi/nae o[b] pros/pero[s] eventus / G(aius!) Arrius / Domitianus / |(centurio) leg(ionis) XX V(aleriae) V(ictricis) / v(otum) s(olvit) l(ibens) l(aetus) m(erito); y AE, 1991, p. 01350, Gilau/Dacia (en el segundo campamento del ala Siliana: Gilau II): [Dea]e(?) / Vi[r]gini Di/an(a)[e] Stabili / Venatrici / Examina/trici Aur(elius) / Marcellus / pra[ef(ectus)] eqq(uitum). Y en contexto incierto, cerca del campamento de Timacum Minus, Ravna/Moesia Superior, AE, 1995, p. 01310: Dianae / Aug(ustae) / M(arcus) Aurelius / Quadrati/anus trib(unus) / templum / a solo ex / voto / restituit. 547 Inscripción que, curiosamente, Schmidt no recoge en su repertorio. No hay que descartar, como veremos más adelante, que la pieza fuese trasladada a la zona del pretorio en un momento posteror. 544 545

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EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

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Tabla 43. Testimonios del culto a Diana atestiguados extramuros de los campamentos militares en el Alto Imperio. Referencia

Miles/Officialis

AE, 1995, 858 = AE, 1998, 766

Arrius Constans Speratianus

Praefectus Alae II Flaviae H. c. R.

Dianae Aug(ustae)

San Pedro de la Viña (Hispania Citerior. Petavonium)

CIL II, 2660a-d (pp. 708, 912 y 1040) = IRPLeon, 17

Q. Tullius Maximus

Legatus Leg. VII Geminae Felix

Aequora conclusit campi divisque dicavit et templum statuit tibi Delia virgo triformis

León (Hispania Citerior. Legio VII)

templ(um) Dianae restituit

Caerleon (Britannia. Isca). Aparición junto a estatua de Diana, en un bosque cerca del campamento

Rango

Voto

Lugar

CIL VII, 95 = RIB-I, 316

T. Flavius Postumius Varus

Legatus

CIL VII, 00108 = RIB I, 00335 = AE, 1953, 241

]isus Cl(audius) [Ae][m]ilius Q(uintus) I[ul(ius)] Haterianus

Legatus Aug. pr. pr. provinciae Ciliciae

Aparición junto a estatua de Diana (en un bosque cerca del campamento).

Caerleon (Britannia. Isca). Aparición junto a estatua de Diana, en un bosque cerca del campamento

CIL XIII, 5243 = EAOR-05, 52

Ursarii

Milites immunes

Deae Dianae

Zurich (Germania Superior/Turicum)

CIL XIII, 6672

C. Lucilius Messor

Miles (Custos basilicae)

[In] h(onorem) d(omus) d(ivinae) / deae Dian(a)e

Mainz (Germania Superior. Mogontiacum)

AE, 1999, 1182 = AE, 2001, 1567

[Q(uintus)] Gavius[F]ulvius [Pr]oculus

Praefectus coh. III c. R.

[Nu]mini [Di]anae Pa/[n]theae

Gnotzheim (Bayern; Raetia)

ILNovae, 6 = M. Ulpius Napuca Tribunus leg. I IGLNovae, Peregrinus Italicae 10

[Dia]nae Aug(ustae) [sa]c(rum)

Svistov (Moesia Inferior. Novae)

Dianae deae nemorum comiti victrici ferarum

Ouled Mimoum (Mauretania Caesariensis)

CIL VIII, 9831

Fannius Iunianus

Praefectus cohorti II Sardorum

Otros emplazamientos de los campamentos con inscripciones documentadas son los barracones de los centuriones de los primi ordines en Lambaesis y una posible schola de exploratores en Geningen (Germania Superior), y, finalmente, en los anfiteatros, asociada a Némesis, como en Carnuntum.548 Por otra parte, los epítetos constatados para

548

Schmidt, 2013a, 166, notas 232-235.

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3.  EL EJÉRCITO EN EL NOROESTE

235

Diana son mucho menos numerosos que en el caso de otras divinidades. Aparece bajo la mención Augusta en tres ocasiones, además del caso de Petavonium.549 En este sentido, Le Roux y Ciprés apuntaron que la presencia de este epíteto en el altar de Constans Speratianus constituye un indicio del carácter oficial de la caza y del voto en los campamentos, y no de divertimento deportivo, cuestión relevante a la hora de determinar el sentido del voto.550 Más variados y ricos de contenido son los epítetos que portan los votos a la diosa en los monumentos situados fuera de los campamentos; algunos de los textos ya mencionados contienen epítetos y fórmulas de contenido literario que, además, están evidentemente conectadas con el ámbito de la caza. En Newstead, una inscripción consagrada a Diana Regina por un centurión, incopora la mención ob prosperos eventus, que alude al buen cumplimiento de una actividad, previsiblemente la caza.551 En el pretorio del campamento del ala Siliana en Gilau (Dacia), Marcellus, el prefecto, se refiere a la diosa como Vi[r]gini Di/an(a)[e] Stabili / Venatrici / Examina/trici, lo que evidencia una devoción específica a Diana cazadora. Aunque ambos provienen de los praetoria, cabe la posibilidad de que fuesen llevados allí o reutilizados posteriormente, pues el carácter de los votos invita a pensar más bien en su colocación fuera de los recintos, como veremos más adelante. En Hispania, de los cinco testimonios de culto militar a Diana documentados, cuatro pertenecen a oficiales, y el restante, de un miles, es ciertamente dudoso en su restitución. La documentación responde en gran parte al modelo mencionado de las actividades cinegéticas practicadas por los oficiales, con dos monumentos alusivos a las mismas por parte del ya comentado legado Tullius Maximus y del prefecto Constans Speratianus, fechados entre la dinastía antonina y el reinado de los severos (Cat., n.os 039 y 068). En cualquier caso, una gan parte de las devociones han de contemplarse desde el gusto de grupos selectos de oficiales por las prácticas venatorias desde varias perspectivas, por una parte, desde un punto de vista deportivo, marcado por la épica y el agonismo, herencia cultural de las aristocracias mediterráneas a través de la cultura helénica; y, por otra, como imitatio del propio emperador, a partir sobre todo de la afición de Adriano por la cinegética que favoreció y extendió a lo largo y ancho del Imperio. A partir del reinado de este último será, pues, cuando los representantes del poder imperial en el ejército, los legados y otros mandos, emularán las costumbres del Princeps y harán de la caza una actividad prestigiosa en el seno de la comandancia militar,552 convirtiéndola

En un pedestal de Carnuntum, CIL III, 4393: Dianae Aug[us]t[ae] / T(itus) Aur(elius) Cassianus/ praef(ectus) leg(ionum) IIII Scy(thicae) / et XIIII G(eminae) Ant(oninianarum) / et Aurel(ia) Lucilla / coniunx eius et / Aurelia Terentia / et Aurel(ius) Cassian(us) / Iunior filii // [Dia]nae / [et A]pollini / Aug(ustis) sac(rum) / Val[---]; y en un ara de Projejena (Dacia), AE, 1963, p. 00165: Dian(ae) Aug(ustae) Q(uintus) Vibius / Donatus / praef(ectus) coh(ortis) / d(onum) d(edit) l(ibens). 550 Le Roux y Ciprés (1998: 190) consideran que el epíteto refleja que el voto se cumplió bajo los auspicios del emperador, protegido de la diosa Diana. Asimismo, consideran que la presencia de los venatores refuerza el carácter oficial de la actividad cinegética. 551 RIB I, 2122. El contexto de hallazgo del epígrafe no es del todo claro. Los excavadores refieren: «In the dicht of the east anexe», refiriéndose el fuerte en el muro de Adriano. Aunque Schimdt (2013a: 167, n. 238) señala que la localización original podría ser el exterior del campamento. 552 Schmidt, 2013a, pp. 103-104. En este punto es especialmente relevante el trabajo de Le Roux (2009b: 23-35), que incide particularmente en la relación entre la caza y el emperador dentro del ámbito militar. 549

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no solo en un símbolo de estatus, sino en una práctica cargada con fuertes connotaciones políticas asociadas al culto al emperador. Apuntar, asimismo, que los epígrafes de los monumentos que los militares consagraron a Diana en Hispania evidencian que se trataba de personajes de cierta cultura, por su conocimiento de la literatura mitológica y las referencias literarias que incorporan en sus votos, tal es el caso de propio Tullius Maximus. Como ya hemos visto en el caso de Legio, tanto la naturaleza de los monumentos levantados por este último como su posible localización nos hablan de términos y espacios específicos en los que se desarrolló la religiosidad de Diana en el campamento. Algo similiar ocurre con el altar de Constans Speratianus, que constituye un ejemplo Tabla 44. Documentos epigráficos del culto a Diana entre los militares en Hispania. N.º Cat.

Referencia

Miles/Officialis

Voto

Lugar

226

IRLugo, 75 = Petavonium, 2

C. Valerius Carus/Miles leg. X Geminae

Dian?]ae [sacru]m

San Román de Cervantes (Lugo)

039

CIL II, 2660a-d (pp. 708, 912 y 1040) = IRPLeon, 17

Q. Tullius Maximus/ Leg. VII Geminae

Aequora conclusit campi divisque dicavit et templum statuit tibi Delia virgo triformis

León

039

CIL II, 2660e = IRPLeon, 18

Q. Tullius Maximus/ Leg. VII Geminae

Donat hac pelli D[iana]

León

068

AE, 1995, 858 = AE, 1998, 76

Arrius Constans Speratianus/praef. Alae II F. H. c. R.

Dianae Aug(ustae)

San Pedro de la Viña (Zamora)

070

HEp-06, 994 = AE, 1995, 857

Ti. Iunius Quadratus/ praef. Alae II F. H. c. R.

[Sa]nctae [Dian]ae

Rosinos de Vidriales (Zamora)

La amortización del monumento, como bloque constructivo en el paramento de la Iglesia de San Pedro de la Viña, nos impide percibir y reconstruir su morfología original. La parte visible, su cara frontal, presenta cuerpo prismático y es más ancha por abajo que en la zona superior, pero ha perdido todo su coronamiento junto con la mayor parte de la cabecera. La pieza está muy deteriorada, con fracturas y abundantes golpes que no solo limitan nuestra comprensión formal, sino también la del propio texto epigráfico. Las medidas, (107) × 37 × ?, revelan un monumento que hubo de ser considerablemente elevado en relación al resto del repertorio de Petavonio, que no supera los 70 cm, y bastante ancho, también dentro del elenco. Desde su edición, el soporte se ha definido mayoritariamente como un altar.553 Perea Yébenes consideró, con base en la nueva lectura, que el voto estaría dedicado solo a Diana y que se trataría de un pedestal que alojaría una estaua de la diosa cazadora, consagrada por el prefecto Speratianus.554 Este autor

Martin Valls, Carretero y Romero, 1995, p. 340. Le Roux y Ciprés (1998: 191) apuntaban, en razón de la relectura y reinterpretación del texto, que podría tratarse de un altar que conmemorase la erección de una estatua. 554 Perea Yébenes, 2003, pp. 116-117. 553

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237

argumenta que las medidas, de las que no conocemos el grosor, no serían óbice para considerarlo un pedestal, dado que no tendría por qué tratarse de una estatua de grandes dimensiones, sino más bien pequeña, de aproximadamente 1 m de altura.555 El principal obstáculo es, evidentemente, el desconocimiento del grosor del monumento, empotrado en una pared, que es el criterio capital, desde el punto de vista formal, para discernir si tendría suficiente profundidad para sustentar una estructura colocada encima.556 Conviene traer a colación, en este sentido, la interpretación específica del término signum presente en el epígrafe, que resulta de vital importancia para entender la materialización del voto del prefecto. Tanto Le Roux-Ciprés, como Perea Yébenes, traducen el término como «estatua» de la diosa Diana. De hecho, los primeros precisan que la abreviatura sign no se presta a un desarrollo sign(a), que podría interpretarse como los estandartes de la unidad militar.557 Los mismos apuntan, además, que el signum no puede corresponder, a su juicio, con depósitos animales (pezuñas, colmillos, cuernos...) y otros trofeos de caza que se sitúan en el marco de los actos de agradecimiento por parte de los cazadores.558 Aparte del significado estrictamente militar, vinculado a las enseñas de las unidades (signa), es cierto que la voz signum alude, en la epigrafía y las fuentes escritas, normalmente a una imagen, junto con otros como effigies, simulacrum, imago y statua. Diversos estudios han tratado la frecuencia en el empleo de estos términos y sus asociaciones con los monumentos epigráficos desde el punto de los tipos de soportes, sus emplazamientos y significado social o religioso.559 Tal y como han constatado autores como Lahusen, cuando signum adopta un sentido escultórico en la epigrafía imperial alude, casi siempre, a dioses o a emperadores divinizados.560 Los monumentos designados, en el texto epigráfico, como signum eran, por lo general, exvotos que se ofrendaban a la divinidad y a los que podía acompañar la construcción de una aedes, una exedra o, incluso, un templo, aspecto este ilustrativo para el caso que nos ocupa. Por otra parte, parece que no existe discriminación en razón del tamaño ni del material del monumento, dado que se han constatado tanto signa de mármol, como de bronce, plata y oro, de muy diversos tamaños, incluso en el caso de los metales preciosos.561 A todo ello hay que añadir que, en los ámbitos específicamente militares, la denominación signum para referirse a una estatua es claramente predominante frente a statua, simulacrum o statunculum, que aparecen con mucha menor frecuencia.562 Ibidem, pp. 114-115. Perea Yébenes no considera importante el aspecto formal del monumento, y basa su reconstrucción, sobre todo, en la interpretación del texto. 557 En este caso, los signa de los venatores del ala II Flavia, según la propuesta de lectura de estos autores, como hemos mencionado anteriormente. 558 Le Roux y Ciprés, 1998, p. 191. 559 De Ruggiero, 1910, vol. II, 2088, s. v. y 1942, vol. IV, 34, s. v.; Lahusen, 1983; y, en particular, Oria Segura, 2000, que analiza los casos béticos a la luz de la terminología epigráfica, especialmente en la p. 454, sobre signum; y, más recientemente, Stewart, 2003, un estudio monográfico sobre la estatuaria romana, especialmente en las pp. 20-23, sobre signum. 560 Lahusen, 1983, pp. 102-103; y Oria Segura, 2000, p. 454. Oria Segura destaca que existen excepciones, como monumentos dedicados a las amazonas, entre otros, pero que esta asociación se cumple bien en el repertorio epigráfico de la Bética. 561 Oria Segura, 2000, p. 454. 562 Schmidt, 2013a, p. 236, n. 178, con ejemplos concretos y remisión al catálogo. 555 556

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Ahora bien, cabría objetar que la utilización de los términos epigráficos statua, imago y, sobre todo, signum, en contextos religiosos y votivos, generalmente de carácter privado, era bastante libre. Oria Segura destaca que, solo en la Bética, las treinta menciones documentadas a dioses y personajes mitológicos emplean indistintamente en sus pedestales los tres términos, al contrario que las representaciones de carácter público, en las que el término statua figura invariablemente.563 Resulta, además, interesante constatar que, en la provincia Citerior, la mención epigráfica que expresa a la imagen o estatua en el texto de los soportes es muy minoritatia: tan solo se ha registrado en quince inscripciones, frente a las 105 de la Bética, donde sí aparecen con mucha frecuencia.564 A la vista del marco expuesto, creemos que el signum del monumento de San Pedro de la Viña encaja bien con una representación escultórica de Diana, probablemente acompañada de algún motivo propio de la cacería, su arco y carcaj, y quizá un ciervo, tal y como sugiere Perea Yébenes. Cuestión distinta es el emplazamiento de la estatua: ¿se colocó sobre el mismo soporte que era un pedestal, o bien la estatua cercana a un altar con el epígrafe? Ambas fórmulas son plausibles, veamos qué podemos extraer del análisis del soporte y de la documentación epigráfica relacionada con este tipo de manifestación. Por lo que respecta al soporte en sí mismo, el altar de Constans Speratianus, a juzgar por las medidas conservadas, es de una altura significativamente superior a la del conjunto de altares de Petavonium y de una anchura solo superada por una pieza del elenco votivo del campamento. La fotografía frontal nos muestra que el zócalo es alto y que hay mucho espacio entre él y la moldura inferior, evidentemente más ancho que el fuste, quizá suficientemente ancho para sostener una imagen; aunque no tengamos la profundidad, el zócalo da la impresión de ser macizo. Todo ello posibilita no ya que pudiera tratarse de un pedestal, sino que la pieza hubiese soportado una imagen.565 Por otra parte, y considerando los posibles paralelos, la pieza tiene poca anchura respecto a la constatada normalmente para los pedestales, y es más próxima, en este sentido, a las aras hispanas. A ello habría que añadir que no tenemos documentado ningún pedestal espigráfico con imagen de Diana entre las ofrendas de los militares en los campamentos. A nuestro juicio, la pérdida del coronamiento y el desconocimiento del grosor hacen imposible establecer una clasificación tipológica fiable. Habiendo revisado las cuestiones relativas al texto y a la mofología, solo podemos concluir que no habría que descartar que pudiera tratarse de un pequeño pedestal diseñado para una imagen de la diosa de tamaño reducido. Por otra parte, los modelos documentados en los campamentos, especialmente los aparecidos extramuros, señalan con frecuencia la combinación de estatua con altares, o altar, y placa. Creemos que el monumento de Constans Speratianus habría formado parte de uno de estos conjuntos, altar con pedestal y estatua o pedestal con estatua.

Schmidt, 2013a, p. 456. Tal y como recoge Oria Segura (2000: 452) en su estudio sobre el material bético. 565 Querríamos señalar, en este punto, que la terminología epigráfica resulta, en ocasiones, demasiado rígida a la hora de definir soportes, pues un pedestal podía funcionar como ara y a la inversa. Así pues, la descripción y clasificación de un soporte epigráfico, como uno u otro, no corresponde necesariamente con la función original del monumento. Se trata de un problema metodológico que se deriva de la aplicación excesivamente estricta de la terminología y de una concepción, muchas veces limitada, de la variedad de soluciones formales que caracterizaba al repertorio monumental romano. 563 564

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Para tratar de rastrear paralelos del tipo de monumento descrito hemos de priorizar dos aspectos, la consagración a Diana relacionada con la caza y la ubicación de los monumentos de esta naturaleza, en la medida en que se puede percibir, en principio fuera de los campamentos.566 Bajo estos criterios, la documentación disponible en los recintos castrenses, legionarios y auxiliares presenta una significativa variedad en lo que a soportes se refiere. En Caerleon (Gales: Isca Silorum) aparecieron, en una pradera a poca distancia del campamento, una tabula ansata de piedra arenisca, consagrada a Diana e indicando la restauración de su templo, y un altar, ambos junto a un fragmento de estatua de la propia diosa. La primera se fechó hacia el año 268 d. C., y el pedazo de la efigie en el siglo ii d. C.567 El altar está fragmentado y solo conservamos parte alusiva al dedicante, un gobernador de Cilicia.568 El texto de la tabula consigna la reconstrucción de un templo a Diana en el mismo entorno.569 Ambas inscripciones revelan que en torno al templo se habrían colocado al menos un altar, un pedestal con estatua y la tabula ansata, de apenas 55 mm de grosor, destinada, probablemente, a un pedestal no muy grande o pequeña edícula. En el campamento de la VII Gemina en León, reutilizados en la muralla, son bien conocidos un altar completo inscrito en todas sus caras y una placa, ambos de mármol blanco, con dedicatoria a Diana, ya comentados.570 El legado Q. Tullius Maxumus consigna en verso: Aequora conclusit campi / divisque dicavit / et templum statuit tibi / Delia virgo triformis. Siguiendo la traducción e interpretación de J. del Hoyo,571 el ara habría sido grabada por distintas manos, en momentos sucesivos en el tiempo, en torno al año 162 d. C. En un primer momento se habría acotado y consagrado un espacio, Aequora conclusit campi, y levantado un templo, entendido como edificio exento, templum statuit; además, se habría erigido el ara e inscrito su cara frontal (cara A), que conmemora su construcción. En el mismo momento se habría grabado la cara posterior, que dispone una serie de animales a cazar. Posteriormente, se habrían grabado las caras laterales del altar, en las que se ofrecen los elementos más significativos de cada animal como trofeos, y la placa en la que se ofrece la piel de ciervo, probablemente destinada a ser colgada en el propio templo.572 La existencia de un templo, un ara y una placa, probablemente empotrada en la pared del mismo, parece seguir un modelo

566 Hemos comprobado, en el apartado referente al culto a Diana, cómo la mayoría de testimonios documentados en los campamentos pertenecen al exterior de los mismos, en relación con la atribución de cazadora y su manifestación en el culto de los militares. No hemos de olvidar los ejemplos de culto a la diosa localizados dentro de los recintos legionarios y auxiliares, aunque sean cuantitativamente menores y su relación con las actividades cinegéticas no se exprese siempre de manera explícita. 567 RIB I, 316 y 335, respectivamente. Ambas fueron halladas juntas y evidencian la existencia de un santuario a Diana en las afueras del campamento, que tuvo al menos un templo y una estatua de los que hablaremos en el apartado referente a los espacios. 568 ---/isus Cl(audius) [Ae]/[m]ilius Q(uintus) I[ul(ius)] / Haterianus / leg(atus) Aug(usti) pr(o) pr(aetore) / provinc(iae) Cilic(iae). 569 T(itus) Fl(avius) Postumius / [V]arus v(ir) c(larissimus) leg(atus) / templ(um) Dianae / restituit. 570 CIL II, 2660 = Cat., n.º 039. 571 Del Hoyo, 2002, particularmente pp. 74-77, con la traducción y comentario exhaustivo de los términos del texto referidos al templo. Este trabajo es referencia capital para el estudio de la religiosidad de Diana en la Hispania romana, particularmente en el ámbito militar. 572 Del Hoyo, 2002, p. 74 y datación.

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similar al documentado en Caerleon, aunque en este caso no contamos con estatua documentada.573 En Newstead (Trimontium), el centurión Arrius Domitianus levantó un altar compacto de piedra arenisca dedicado a Diana y a «los resultados favorables».574 Finalmente, en Timacum Minus (Ravna/Moesia Superior), el tribuno M. Aurelius Quadratianus erigió un altar a Diana Augusta: templum / a solo ex / voto / restituit.575 Ya dentro de los hallazgos con contextos inciertos o en el interior de los campamentos,576 el epígrafe antes mencionado de los ursarii de Zúrich es una placa sin moldurar de piedra caliza,577 y contamos dos altares más a cargo del miles C. Lucilius en Mogontiacum y otro en Mauritania Caesariensis.578 A los paralelos ya comentados hemos de añadir monumentos con textos epigráficos que aluden inequívocamente a la caza, como las aras del centurión de la XX Valeria Victrix, G. Arrius Domitianus de Trimontium (Britannia), y del prefecto del ala Siliana, Aurelius Marcellus, en Gilau (Dacia Porolissensis). Estas dos últimas piezas, que aparecieron dentro de los recintos de los campamentos, en las proximidades del pretorio, habrían estado colocadas originalmente extramuros.579 Todos estos monumentos epigráficos dan la impresión de haber sido concebidos bien como altares que acompañaban a esculturas o a estructuras arquitectónicas, bien como parte de pedestales. Curiosamente, no encontramos ningún pedestal epigráfico —no una placa añadida a un pedestal, sino un pedestal epigráfico en sí— que pudiese albergar una imagen de Diana entre las ofrendas de los militares en los campamentos. A juzgar por los testimonios más reveladores en este sentido, los de Newstead y León antes mencionados, habría que pensar en pequeños recintos bien delimitados y provistos de altares o estatuas de Diana y, quizá, alguna estructura arquitectónica (una aedes o un recinto sacro) como uno de los espacios característicos de devoción a la diosa a las afueras de los campamentos legionarios y auxiliares. En todo caso, parece claro que se trataría de santuarios provistos de monumentos y también templos en más de un caso. A pesar de que el texto del voto de Constans Speratianus no menciona explicítamente, como sí lo hacen los altares de otros prefectos de Petavonium, la existencia o construcción de un edificio consagrado a la diosa, creemos que este sería la ubicación original del altar en el campamento. En esta dirección apuntan el tipo de manifestación expresada en la devoción que, como hemos podido comprobar, parece comportar un culto relacionado con la caza que se desarrollaba preferentemente extramuros, la más que probable existencia

Según J. del Hoyo, unas perforaciones en la parte superior del ara podrían haber servido para fijar una imagen. Se trata de dos agujeros circulares de pequeño diámetro en cada pulvino, pero no podemos saber si fueron practicados para fijar una imagen o, posteriormente, en la reutilización del soporte. Cf. Del Hoyo, 2002, pp. 72-73. 574 RIB I, 2122. La mención expresa al deseo de un desarrollo favorable de una actividad, junto con la dedicatoria a Diana, señalan la relación del monumento con la caza. 575 AE, 1995, p. 01310: Dianae / Aug(ustae) / M(arcus) Aurelius / Quadrati/anus trib(unus) / templum / a solo ex / voto / restituit. 576 Lo que no quiere decir que las piezas no hubiesen podido estar, en origen, fuera de ellos. 577 CIL XIII, 5243. 578 Dianae Deae/ Nemorum comiti/Victrici ferarum/ Annua vota dedi / Fannius Iuli-/ annus praefectus/ cohortis II / Sardorum. 579 Tal y como apunta Schmidt. 573

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de una estatua de Diana, el lugar de aparición de la pieza, empotrada en los muros de la iglesia parroquial de San Pedro de la Viña, a 1,96 km al noroeste del campamento, y la presencia de una zona monumental en el vicus de Petavonium, que conocemos por las termas y el templo a Hércules incados en otros altares de los mandos. Tal y como señalaron Le Roux y Ciprés en su día, el templo a Diana en el que hubo de colocarse la estatua estaría ubicado a cierta distancia del campamento, en un lugar propicio para rezar, sacrificar y realizar ofrendas.580 No creemos, en ningún caso, que la pieza fuese concebida para estar dentro de las dependencias de campamento. Dentro del culto a Diana hay que contar, como hemos visto, con algún ejemplo más, quizá dos, debidos al también prefecto Ti. Iunius Quadratus. El primero de ellos fue hallado, en contexto arqueológico, en el vestíbulo de una habitación que se abre a una de las calles en los latera praetorii. El otro, actualmente perdido, apareció empotrado en una casa de la localidad cercana de Fuentencalada de Vidriales, a unos 2,5 km al norte del campamento. La pieza aparecida en contexto arqueológico está consagrada a Diana Sancta y no contiene alusión alguna a la caza; la segunda, fragmentada y perdida, no contiene teónimo al comienzo y no sabemos si lo incorporaría al final. Las coordenadas de localización del ara con teónimo parecen situarla en el grupo de monumentos a Diana documentados dentro de los campamentos, en los praetoria de los recintos auxiliares recopilados y analizados por Schmidt.581 De los paralelos directos, un altar procedente del campamento del ala Siliana en Gilau (Dacia) no tiene un contexto de hallazgo claro,582 y el tipo de voto lleva a pensar en que su presencia en el pretorio se debe a una reutiliación. Una segunda ara dedicada por el prefecto Q. Vibius Donatus en Poejena (Dacia Superior) sí pertence, como el de Ti. Iunius Quadratus, a las excavaciones del cuartel general del campamento. El rango del prefecto de Petavonium y la ubicación del epígrafe nos llevan a pensar en un voto ofrecido por el comandante, quizá en nombre de toda la unidad, y en un monumento situado en una zona de representación, como alguna de las capillas del pretorio. Asimismo, el altar perdido podría asociarse, por analogía, a la propia Diana y su localización original, quizá junto a la ya comentada en el praetorium, dentro del campamento. En este caso nos topamos con el obstáculo de un relativamente escaso conocimiento arqueológico sobre la función de las estancias excavadas en Petavonium. De hecho, los editores de la pieza y los excavadores del yacimiento tan solo consignan su aparición en una nota583 que, si bien explica con detalle el lugar de hallazgo, no aclara la correspondencia sobre el terreno de la cuadrícula mencionada y, mucho menos, la posible función del edificio en razón de su estructura y los materiales recuperados en su interior. Por tanto, no podemos saber a qué fase constructiva de los edificios correspondería la pieza,

Le Roux y Ciprés, 1998, p. 191. AE, 1991, p. 1350, Gilau (Dacia): [Dea]e(?) / Vi[r]gini Di/an(a)[e] Stabili / Venatrici / Examina/ trici Aur(elius) / Marcellus / pra[ef(ectus)] eqq(uitum) y AE 1963, 165: Pojejena (Dacia Superior): Dian(ae) Aug(ustae) Q(uintus) Vibius / Donatus / praef(ectus) coh(ortis) / d(onum) d(edit) l(ibens). 582 Schmidt, 2013a, n. 268, que consigna: «En las ruinas del campamento». 583 Martín Valls, Carretero y Romero, 1995, p. 337, n. 38: «en la cuadrícula E-50, a poca profundidad y a escasa distancia de una calle, en el espacio correspondiente al vestíbulo de un edificio que se abría a dicha calle». 580 581

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que fue datada por medio de criterios epigráficos sin tener en cuenta, aparentemente, el contexto arqueológico. No sabemos tampoco si apareció en los llamados «edificios I y II» de la primera fase edilicia o en los añadidos posteriores «III y IV», correspondientes, al parecer, a una reforma posterior. Los exacavadores del campamento del ala II Flavia tan solo mencionan la posible interpretación de algunas estancias del «edificio I» como «casa de comidas», por los materiales exhumados. Si asumimos como válida la cronología del altar allí localizado entre fines del siglo i y comienzos del ii d. C., habría que asociarlo a estructuras previas a la reforma acometida a medidados del siglo ii d. C., es decir, a los edificios «I y II». Por otra parte, el hallazgo de tejas en torno al monumento parece indicar que son producto de un derrumbe de la cubierta y que, por tanto, habría estado colocado en una estancia techada. Conviene advertir, no obstante, que pudo haber sido trasladado al lugar de hallazgo en época antigua y que en realidad no pertenciese a esa estancia o al entorno de los latera praetorii. De hecho, el otro altar del prefecto fue encontrado reutilizado en el exterior del campamento. Conviene recordar, en este punto, que una de las características del soporte es el enrasamiento de su margen derecho, probablemente para ser reutilizado como elemento constructivo. Bien pudiera ocurrir que dicha amortización se hubiese producido en las reformas del recinto a lo largo del siglo ii d. C. Pese a todo ello, los datos del hallazgo y los paralelos disponibles para este tipo de manifestación nos hacen inclinarnos por una ubicación original del ara en el pretorio, probablemente en un recinto cerrado, quizá una pequeña capilla, pero no podemos más que sugerirlo. 3.5.6.2. Lucius Versenus Aper y el culto a Fortuna Dos ejemplares del elenco asocian el culto a dos divinidades con la construcción de edificios para el entorno del campamento, los altares dedicados a Fortuna y a Hércules por dos de los prefectos del ala II Flavia. Cronológicamente, la primera corresponde al voto a Fortuna de L. Versenus Aper, materializado en un altar de granito levantado a mediados del siglo ii d. C. El texto presenta una estructura anómala con el teónimo al final, y da primacía al motivo opere / balinei ˚ sub se / i[n]cato et /c[o]nsumma-/to. El prefecto afirma haber construído a sus expensas unas termas que consagró a la diosa mencionada desde el comienzo de la obra y que finalizó como cumplimiento de su voto. Los lugares de hallazgo y los contenidos de los textos de ambos epígrafes han hecho pensar a los excavadores del yacimiento que aquí hubo de ubicarse la zona monumental del vicus del ala II Flavia en Petavonium. Por otra parte, la asociación entre el culto de Fortuna y el emplazamiento de balnea en recintos y ambientes militares es patente, tal y como se ha demostrado en los campamentos de las fronteras renana y danubiana y de Britannia desde principios del siglo pasado.584 Comenzaremos, pues, por el culto de Fortuna y sus implicaciones. Para los campamentos hispanos, cf. Perea Yébenes, 1997, pp. 149-167. En general son fundamentales a este respecto: Richmond, 1943, p. 213, que fue el primero en constatar la primacía del culto a Fortuna en los baños militares; Birley, 1978, p. 1535 y 1988, p. 425; Andersdorfer, 1973, p.139; Stoll, 1992, pp. 193-196; 1998, p. 157 y 2001, p. 100; y Schmidt, 2013a, p. 66, que advierte sobre la cautela necesaria a la hora de asociar exclusivamente las inscripciones aparecidas en contextos militares con la existencia de 584

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Las atribuciones de la diosa como protectora de los lugares acuáticos son bien conocidas, tanto de las aguas corrientes de las fuentes y manantiales como de las aguas estancadas, representadas generalmente por piscinas y baños. Un repaso general a la documentación epigráfica del culto a Fortuna entre los militares585 arroja una clara predilección por esta divinidad por parte de los mandos de unidades auxiliares: prefectos, tribunos, pero también centuriones, junto con algunos legados legionarios e incluso soldados.586 La religiosidad asociada a esta devoción parece manifestarse en el entorno militar por medio de tres maneras diferentes: la conmemoración de la construcción de unos baños, normalmente por medio de una placa, el simple voto a la divinidad con la erección de un pedestal con estatua consagrada o un altar, y, en último lugar, lo que parece una combinación de las dos primeras, que suele materializarse en la erección de un altar que incorpora mención expresa del voto cumplido, caso que encaja bien con nuestra inscripción. La inmensa mayoría de los baños construidos por los mandos aparecen en fuertes de unidades auxiliares, por lo que la pietas hacia la Fortuna Balnearis ha de asociarse principalmente a estos colectivos.587 Los balnea eran unos edificios indispensables en los campamentos romanos y que todos incluían entre sus instalaciones permamentes, hasta aquellos emplazados en pleno desierto contaban con un complejo de estas características.588 Ahora bien, ¿dónde se levantaban estos edificios? y ¿dónde solían colocarse los epígrafes? Dentro de los complejos termales de los campamentos auxiliares del Imperio conservamos doce testimonios de culto a Fortuna que provienen, genéricamente, de los balnea, sin mayor precisión en las localizaciones y funciones originales,589 y quince, sobre todo en Germania y Britannia, en los que se ha podido identificar arqueológicamente la función concreta del recinto donde se han hallado las inscripciones dentro de las propias termas.590 Un gran número de epígrafes votivos consagrados a esta divinidad parece provenir de los apodyteria y aparecen colocados en lugares particularmente visibles, pero han aparecido

unas termas o de considerar a la diosa como la única divinidad que se honraba en estos establecimientos, pues hay ejemplares que han sido recolocados o reutilizados posteriormente en los balnea, o bien podemos encontrar inscripciones a otras divinidades en tales establecimientos, por no hablar de monumentos a la propia Fortuna fuera de los baños (ejemplos en nn. 203 y 204, para los campamentos legionarios). Cf. también Schmidt, 2013b, p. 170. 585 Tablas y documentación detallada en el trabajo ya citado de Perea Yébenes, 1997, pp. 155-156; y documentación más exhaustiva y actualizada en Schmidt, 2013a, pp. 66-70, con catálogo completo de las inscripciones como referencia. 586 Según Perea Yébenes (1997: 166), más de un 90 % de la documentación epigráfica analizada pertenece a los mandos de las unidades auxiliares. Schmidt remarca que los campamentos legionarios tan solo han proporcionado cuatro monumentos a Fortuna, de los que tres, descubiertos en el área de las termas, son de procedencia incierta (2013a: 66, nn. 203 y 204). 587 Es preciso tener en cuenta las precauciones metodológicas necesarias para la asociación FortunaBalnea en los campamentos. En este sentido, cf. Schmidt, 2013a, pp. 69-70, con abudantes ejemplos de otras divinidades que aparecen representadas en las termas de los campamentos auxiliares. 588 Reddé DAF, 122. 589 Schmidt, 2013a, p. 66, entre los que cita (n. 205: c4) la inscripción de Versenus. 590 Ibidem, n. 295 y fig. 12.

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también en otras estancias, como el patio, los frigidaria, los sudatoria o los tepidaria.591 En razón de los testimonios bien localizados, Schmidt considera, además, una serie de inscripciones, sin lugares de hallazgo bien conocidos, como provenientes, por analogía, de las termas de los campamentos cercanos, especialmente los que consignan la realización de trabajos edilicios.592 De las doce inscripciones asociadas genéricamente a recintos termales, al menos dos aparecieron en balnea ubicados extramuros de los fuertes auxiliares, ambos en Britannia: las aras dedicadas a Fortuna Conservatrix por Venenus Germanus en Chester (Cilurnum)593 y a Fortuna (sin epíteto) por el centurión de la VI Victix, G. Antonius Modestus, en Slock Outlane (Yorkshire).594 De los quince testimonios que Schmidt sitúa concretamente en los apodyteria de las termas,595 cinco ejemplos, quizá seis, se colocaron también extramuros de campamentos auxiliares, concentrados entre el Muro de Adriano en Britannia y Germania Superior.596 Además, una serie de inscripciones dedicadas a Fortuna consignan en sus votos la construcción o restauración de unas termas destinadas a la comunidad militar y, quizá, también a los civiles que habitaban los vici.597 Buena parte de las devociones a Fortuna, materializadas en altares o pedestales, fueron colocadas en alguna de las habitaciones de los baños, que se ubicaban mayoritariamente extramuros, en las cercanías del recinto, formando parte de los vici. En el campamento de Ilisua (Dacia Porolissensis), Aelius Celer, prefecto del ala Frontoniana, levanta un altar a Fortuna Redux, ob restituionem balinei, datada entre los años 161 y 260 d. C.598 La pieza proviene, según el CIL, de los baños, que están situados a no más de medio kilometro al oeste de los muros.599 En el año 158 d. C., en Neckarburken (Germania Superior), Veranius Saturninus, centurión de la legio VIII Augusta reconstruye, junto a los brittones Elantienses, las viejas termas del campamento, que se habían derrumbado, 591 Schmidt, 2013a, p. 154, con argumentos en torno a la presencia de esta divinidad, preferentemente en los apodyteria, n. 68, con remisión a los números de catálogo pertientes para las inscripciones; nn. 208-211, con ejemplares asociados a las otras estancias 592 Schmidt, 2013a, p. 67: CIL VII, 01064 = RIB I, 2094, Birrens/Britannia: Blatobulgium; CIL XIII, 7445, Saalburg/Germania Superior; CIL XIII, 6471 y 6472, Bockinghem/Germania Superior. Y el caso de la inscripción de Petavonium. 593 RIB I, 1449 = Schmidt, 2013a, n. c. 66: D(e)ae / Fort(unae) Co/nservatr/ici Venenu/s Ger(manus) l(ibens) m(erito). 594 Fortunae / sacrum / C(aius) Anto(nius) Modes(tus) / |(centurio) leg(ionis) VI Vic(tricis) P(iae) F(idelis) / v(otum) s(olvit) l(ibens) m(erito). 595 Schmidt, 2013a, p. 66, nota 206. 596 De Britannia: RIB, 1774 de Chester; CIL XIII, 7444 de Saalburg; CIL XIII, 6597 y CIL XIII, 6598, de Miltenberg. 597 Entre ellas, CIL XIII, 6502: Fortunae sac(rum) / Brittones Trip(utienses) / qui sunt sub cura / T(iti) Mani T(iti) f(ilii) Pollia / Magni Snope / |(centurionis) leg(ionis) XXII P(rimigeniae) P(iae) F(idelis) o(pus) p(erfecerunt). 598 CIL III, 789 (p. 1375): Fortunae / Reduci Ael(ius) / Celer praef(ectus) / eq(uitum) alae Fro/nt(onianae) ob res/titutio/nem bali/nei posuit. 599 Cabe mencionar que Popescu, en su monografía sobre la religión de los militares en Dacia (2004), la sitúa junto con CIL III, 790 en el entorno del praetorium, dentro del campamento. No obstante, a juzgar por la documentación expuesta y por la escasez de votos a Fortuna en los pretorios de los campamentos auxiliares, nos inclinamos por consderarla como procedente de las termas. Pudo haber sido llevada al pretorio en un momento posterior.

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en representación del legatus Augusti pro praetore. El texto consigna, además, numerosos detalles sobre las obras de renovación del edificio que estaba localizado a no más de 500 m al noreste, del campamento, como el lugar de hallazgo de los epígrafes de Petavonium.600 En Walldürn (Germania Superior), un grupo de exploratores y otros miembros de la unidad auxiliar consagran, en el año 232 d. C., otro altar a a Fortuna Sancta, en el que dicen haber reconstruido las viejas termas que se habían derrumbado.601 En Bowes (Britannia), Valerius Fronto, prefecto del ala Vettonum, supervisó, en nombre del gobernador, la restauración de las termas del campamento, localizadas a escasa distancia al sureste del recinto.602 Los edificios termales podían situarse también dentro de los muros de los fuertes auxiliares; tales son los casos de algunos de los lugares de hallazgo de inscripciones como la de Risingham (Habitancum/Britannia), donde el tribuno Iulius Severinus levanta, a comienzos del siglo iii d. C., un altar a Fortuna Redux, en el que hace constar que ofrece el voto de forma específica a causa de los baños;603 Cilurnum (Chester), Brocolitia (Carrawnburgh) o Magnis (Carvoran), en el muro de Adriano, todos en Britannia; o Niederberg y Neudorf en Germania Superior, entre otros muchos.604 Tabla 45. Contextos de hallazgo de las inscripciones dedicadas a Fortuna con mención de la construcción de termas en los campamentos auxiliares.605 Ref. CIL VII, 984

Lugar Risingham/Habitancum (Britannia)

CIL XIII, Wälldurn 6592 (Germania Superior) CIL III, 786

Ilisua/Arcobadara (Dacia Porolissensis)

Soporte

Interior/Exterior

Estancia/Contexto

Ara decorada de arenisca. Rep. de aedes

Interior

Balnea: En las termas en el ángulo SO del campamento.

Ara

Exterior

Balnea: Apodyterium. In balineum iuxta castellum sito.

?

Exterior. A unos 500 CIL: In balneis. Popescu: m aprox. al oeste del du praetorium. campamento

600 Fortunae Britto/nes Elantienses ba/lineum vetustate / colla

sum adiec/ta concha et cama/ris opere figlino res/titutis item vasis / novis positis iubente / Calpurnio Agricola / leg(ato) Aug(usti) pr(o) pr(aetore) curam / agente Veranio Sa/turnino |(centurione) leg(ionis) VIII Aug(ustae) / v(otum) s(olverunt) Tertullo / et Sacerdote co(n)s(ulibus). 601 CIL XIII, 6592 (p. 102): Deae Fortuna[e] / Sanctae balineu[m] / vetustate conlap/sum expl(oratores) Stu[ri] / et Brit(tones) gentiles [et] / officiales Bri(ttonum) et(?) / deditic(iorum) [[Alexan]]/[[drianorum]] de / suo restituer(unt) cu/ra(m) agente T(ito) Fl(avio) Ro/mano |(centurione) leg(ionis) XXII P(rimigeniae) P(iae) F(idelis) / Id(ibus) Aug(ustis) Lupo et Maximo // co(n)s(ulibus). 602 D(e)ae Fortunae / Virius Lupus / leg(atus) Aug(usti) pr(o) pr(aetore) / balineum vi / ignis exust/um coh(orti) I Thr/acum resti/tuit curan/te Val(erio) Fron/tone praef(ecto) / eq(uitum) alae Vetto(num). 603 CIL VII, 984 = RIB I, 1212: Fortunae Reduc(i) / Iulius Severinus / trib(unus) explicito / balineo v(otum) s(olvit) l(ibens) m(erito). 604 Hablaremos un poco más adelante de algunos casos específicos en relación con los testimonios hispanos de culto militar a Fortuna. 605 Textos de las inscripciones en tabla 56.

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Ref.

Lugar

CIL VII, 263

Bowes/Lavatrae (Britannia)

Soporte

Interior/Exterior

Estancia/Contexto

Ara

Exterior. Al SE del campamento

Incierto: ¿Balnea?

CIL XIII, Schlossau 6502 (Germania Superior)

Pedestal

Incierto

Incierto: ¿Balinea?

AE, 1986, 523

Ara

Exterior. A unos 500 m al NE del campamento

Balnea: en el tepidarium

Neckarburken (Germania Superior)

Por su parte, la documentación epigráfica hispana presenta un dosier ciertamente particular por lo que a los monumentos, los votos y sus dedicantes se refiere.606 Tabla 46. Documentos epigráficos del culto a Fortuna entre los militares en Hispania. N.º Cat./ Ref. AE, 1914, 21

Dedicante

Rango/unidad

Q. Caecilius Miles leg. VII Tertius G. F.

Voto

Soporte

Lugar

Cronología

[F]ortunae v. s. l. m.

¿ara?

Fin siglo iBurgo de Osma Mediados ii (Uxama) d. C.

Fortunae Balneari sacrum

¿ara?/ ¿pedestal?

Duratón ¼ siglo ii (¿Confluentia?) d. C.

ara

Rosinos de Vidriales (Petavonium)

Fortun(a)e v. s. l. m.

ara

Cidadela (Sobrado dos Monxes)

Siglo ii d. C.

Fortunae signum aureum p(ondo) V ex voto et bases II arg p V l s

perdida

Arjona (Urgavo)

??

CIL II, 2763 Q. Valerius (p. 709) Bucco

Miles leg. II Adiutrix P. F.

AE, 1937, 166-1667

L. Versenus Aper

fi[n]cato etc[o] Praefectus alae II nsumma-to Flavia H. c. R. Fortunae l. v. s.

AE, 2002, 650

Valerius Lupus

Optio ¿Coh. I Celtiberorum?

CIL II2, 7, 67

Praefectus Coh. I Chalcedonensis/ C. Venaecius ale I Voconianus Lemavorum/ Tribunus Leg. III Gallicae

/2 siglo ii d. C. (M. Aurelio)

2

De los cinco ejemplares documentados, solo dos, el de Petavonium y un monumento perdido, corresponden a un mando a cargo de una unidad auxiliar. Del resto, dos son soldados de la legio VII Gemina y la II Adiutrix, y el último un optio, este sí, probablemente de la cohors I Celtiberorum. Todos los monumentos menos uno son altares, aunque dos de ellos están reutilizados y han perdido su forma original; asimismo, todos se fechan a lo largo del siglo ii d. C. y han de considerarse como manifestaciones de culto privado a la divinidad, por parte de los oficiales y los milites. El ejemplo de Versenus 606

Andrés Hurtado, 2005, pp. 119-121, para el culto entre los militares de Hispania.

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Aper es el único que lleva aparejada, además, la construcción de unos baños, aunque no el único que menciona la vinculación de la diosa con este tipo de instalaciones. La inscripción del soldado Q. Valerius Bucco, muy problemática en su lectura e interpretación, contiene mención expresa del culto de Fortuna y su vinculación con los baños,607 y es el único ejemplo en Hispania de culto explícito a la Fortuna Balnearis, junto con otra inscripción, está no militar, de Pumarín (Gijón).608 El resto de ejemplos se insertan en el marco de votos privados a la diosa, sin advocación ni atribución específicas, aunque vinculados también con el medio militar. El epígrafe de V. Bucco es un ara, quizá un pedestal609 reutilizado, que recoge el voto de un miles de la legio II Adiutrix, consagrado a la Fortuna Balnearis. Desafortunadamente, faltan dos líneas al final del texto que podrían haber incorporado el sentido del voto del legionario, aspecto este que, junto a su presencia en Hispania y su procedencia, son ciertamente difíciles de explicar. Para la cuestión que aquí nos ocupa, lo relevante es que la consideración inicial del militar como hispano fue rebatida con la corrección del cognomen a Bucco, por parte de Knapp, y, con ello, la hipótesis inicial de Le Roux sobre el sentido del voto del comitente se topa con ciertos obstáculos.610 Si el soldado era oriundo de Duratón, lugar de hallazgo del epígrafe, como pretendía Le Roux, la presencia allí del monumento prodría explicarse, bien para celebrar su reclutamiento, bien por su retiro o por un permiso que hubiera recibido para volver a su tierra natal, debido quizá a una enfermedad, por lo que acudiría a curarse a un balneario ubicado en la zona, hipótesis que estaría en relación con la divinidad.611 Ahora bien, con la correción del cognomen y la posible procedencia itálica del soldado, se hacía difícil explicar su presencia en Hispania. Perea Yébenes rechazó la tesis del permiso especial, abogaba por una misión de otro tipo, y propuso que el monumento hubo de estar colocado originalmente en unos balnea pertenecientes a un campamento auxiliar en el área de Duratón, del que no podemos precisar la localización.612 Siguiendo esta hipótesis, estaríamos ante una manifestación conectada con el voto del prefecto Versenus Aper, pero esta vez perteneciente a un soldado y, evidentemente, sin iniciativa edilicia. El sentido de la ofrenda sería el simple uso de los baños y la piedad hacia su divinidad tutelar. En una revisión más reciente del epígrafe, el propio Le Roux señala la posibilidad del origen celtibérico del 607 Perea Yébenes, 1997, p. 159; Knapp, LICS, n. 291; y Le Roux, 2002, pp. 111-113, con hipótesis y bibliografía anteriores. 608 CIL II, 2701, que sí parece estar en relación directa con la presencia de un establecimiento termal en la zona. 609 En opinión de Le Roux (2002: 111). 610 La pieza ha sido empleada, junto a la estela funeraria del veterano de Astorga Cumelius Celer (Cat., n.º 022), para justificar una estancia de la legio II Adiutrix en Hispania; cf. Roldán Hervás, 1974, p. 318, que, además, había establecido en Clunia el origen del soldado. Posteriormente, esta hipótesis fue descartada, aunque siguió considerándosele hispano, con base en la lectura Tucco del cognomen; cf. Le Roux, 1981, pp. 204-205 y 1982, p. 159. En razón de esta última consideración, Le Roux interpretó el monumento como un testimonio del reclutamiento de hispanos para la II Adiutrix, a partir de época de Trajano. Por su parte, Knapp (LICS, 1992: n. 291) hizo proceder al soldado de la península itálica, lo que complicaba las hipótesis de interpretación del sentido del voto. 611 Le Roux, 1982, p. 159. Descartando, además, en un principio, la estancia de la unidad en Hispania. 612 Perea Yébenes, 1997, pp. 159-160.

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dedicante, aunque la cuestión de su procedencia no cambia verdaderamente el problema y constata que el monumento debió ser erigido estando Valerius Bucco en el servicio activo.613 Por ello, se replantea la posibilidad de una estancia temporal de la unidad en Hispania, incluso la presencia de un campamento, sin descartar tampoco que el motivo pudiese ser el desempeño de una función policial, diplomática o de mensajería, o bien el retorno al lugar de origen. Asímismo, sugiere que podría tratarse de un voto encargado por el soldado dedicante, pero ejecutado por medio de alguien cercano en ausencia del primero y en posible conexión con las virtudes curativas de la divinidad.614 Conviene señalar que la identificación Fortuna Balnearis-Dea/Fortuna Salutaris,615 que redunda en las atribuciones curativas de la diosa, no parece funcionar entre los militares, cuyas manifestaciones cultuales en ningún momento mencionan epíteto alguno en tal sentido, ni en las dedicatorias ni tampoco en el motivo de sus votos. La Fortuna Balnearis sería, en todo caso, la divinidad tutelar de los establecimientos termales del ámbito militar,616 pero no necesariamente una divinidad sanadora.617 A nuestro juicio, no hay por qué considerar a Valerius Buccus un soldado de origen extrapeninsular, a tenor del cognomen. Su presencia en Hispania, por cuanto fue miembro de la II Adiutrix, no es fácil de determinar, pero el motivo de su voto podría estar relacionado con la existencia de un manantial en las cercanías de Duratón y con una costumbre de advocación de la diosa Fortuna Balnearis, que era rara en Hispania, pero resultaba común en otras zonas del Imperio, concretamente en ámbitos castrenses de Germania, Britania, Mesia o Panonia. Quizá se trató, como sugiere Le Roux, de un voto in absentia. En cualquier caso, de una forma u otra este documento está relacionado con el altar del prefecto Versenius Aper y plantea manifestaciones de esta devoción a cargo de soldados, además legionarios, por minoritarias que estas fuesen con respecto a las de los mandos de unidades auxiliares. La diferencia fundamental estriba en que, en este caso, el contexto de hallazgo y el rango del dedicante no permiten afirmar que el monumento estuviese emplazado en un lugar de uso común, dentro de un campamento o ámbito militar; parece, más bien, una manifestación privada materializada en un espacio aún por determinar, pero no necesariamente de carácter castrense. El resto de los ejemplos hispanos carece de advocación específica de la divinidad y de motivo en el voto, y pueden interpretarse, en principio, en la línea de los cultos privados a cargo de soldados; pero sus dedicantes y contextos de hallazgo invitan a reflexionar

Le Roux, 2002, pp. 112-113 y n. 15. El cognomen Bucco contiene una raiz céltica que se atestigua no solo en puntos de la Celtiberia, sino también en la Galia Narbonense y Britania. En este mismo sentido se han pronunciado los autores del corpus de inscripciones de la provincia de Segovia; cf. Santos Yanguas, Hoces de la Guardia y Del Hoyo, 2005, pp. 82-84 y n. 16. Por otra parte, la mención de la centuria, con nomen y cognomen del centurión en el epígrafe, son rasgos que confirman, para Le Roux, que el soldado estaba en activo cuando levantó el monumento. 614 Le Roux, 2002, p. 114. 615 Toutain, a través de Knapp, 1992, p. 270, n. 291; y Díez de Velasco, 1985, p. 75. 616 Le Roux, 2002, p. 112. 617 Perea Yébenes, 1997, p. 159. Sin embargo, habría que considerar también, tal y como señala Schmidt (2013a: 67-69), la presencia de otras divinidades en las termas de los campamentos, como Salus, Esculapio, las ninfas o un Deus patrius salutaris, aunque el mismo autor se muestra excéptico respecto a la procedencia original de algunos de estos monumentos y su reación directa con las termas. 613

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sobre su interpretación. El monumento de Caecilius Tertius (Cat., n.º 171) es uno de los escasos ejemplos en los que aparece un simple miles a cargo de la consagración. Apareció en las excavaciones del yacimiento de Uxama Argaela (Burgo de Osma), donde se ha identificado trazas de, al menos, un pequeño campamento o asentamiento militar.618 En principio, la presencia de la pieza en este paraje se explicaría por el posible origen uxamense del soldado o por una intervención, de naturaleza desconocida, de una parte de la legio VII en esta ciudad. El sentido del voto tendría que ver con alguna motivación o devoción privada del soldado.619 Parece probable que hubiese que relacionar la colocación del voto con la presencia de militares encargados del control y mantenimiento de la vía entre Asturica Augusta y Tarraco, que pasaba cerca de la antigua Uxama, donde fue localizada la inscripción.620 El altar del optio de la cohors I Celtiberorum Valerius Lupus fue encontrado en contexto arqueológico, en una de las habitaciones del fuerte auxiliar de Cidalela (Sobrado dos Monxes).621 Aunque el monumento se halló en una estancia dentro del campamento, el contexto impide su vinculación a los balnea, por lo que, recientemente, Schmidt ha propuesto su posible asociación a las letrinas.622 La erección de altares a Fortuna no era exclusiva de los mandos más altos de las unidades auxiliares, sino que, con frecuencia, econtramos monumentos a cargo de centuriones, decuriones y optiones, como Valerius Lupus, ofrendas que muchas veces adquirían carácter colectivo en función del estatus del dedicante.623 En este sentido, conviene traer a colación algunos ejemplos de altares a cargo de centuriones y decuriones, como los dos monumentos procedentes del campamento auxiliar de la cohors I Helvetiorum en Böckingem, situado en el curso medio del Neckar (Germania Superior).624 Allí se recuperaron dos aras a cargo de centuriones: una dedicada a Fortuna Respiciens, por Nasellius Proclianus,625 y la otra a Fortuna, por Cassius Troianus, también centurión pro salute conmilitionum.626 La primera de ellas se localizó en el interior del campamento, en el sector de los baños.627 El centurión se presenta como praepositus de la cohors I Helvetiorum, lo que, a su vez, parece apuntar a que realiza el voto en nombre de toda la uinidad. El segundo ejemplar,

García Merino (1996: 269-273) señaló la existencia de un pequeño campamento en Uxama, al que Andrés Hurtado (2005: 120) asocia el epígrafe de C. Tertius. Las investigaciones más recientes parecen identificar más estructuras campamentales. 619 Le Roux, 1982, pp. 204-205 y n. 117. 620 Andrés Hurtado (2005: 120) afirma la existencia del campamento e interpreta el epígrafe en los términos mencionados. 621 Según los excavadores, en una estancia adosada a la muralla, al sur de la Porta Praetoria. Cf. Caamaño Gesto, 1998, pp. 61-71. En el apartado alusivo a la epigrafía de Cidadela, expilicamos con detalle el contexto del hallazgo. 622 Schmidt, 2013a, p. 70, n. 239. 623 Richmond, 1943, p. 213; Stoll, 1992, pp. 193-196 y 1998, p. 157; y Shmidt, 2013b, p. 170. 624 En un territorio de frontera entre Roma y Germania, a fines del siglo i d. C. y durante el siglo ii d. C. Cf. Shmidt, 2013b, pp.141-198. Un estudio interdisciplinar del campamento, desde la arqueología y la epigrafía, que trata de reconstruir los espacios sacros del campamento y su vicus a partir de la evidencia epigráfica situada, lo mejor posible, en su contexto ideológico y espacial. Se trata de una obra de referencia para nosotros, en razón de su marco teórico y sus propuestas. 625 CIL XIII, 6469 y Schmidt, 2013b, p. 153. 626 CIL XIII, 6471 y Schmidt, 2013b, p. 155. 627 Stoll, 1992, p. 270 y Schmidt, 2013b, p. 170. 618

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de procedencia incierta, podría haber pertenecido a los balnea del numerus Brittonum Murrensium. La fórmula mencionada, pro salute conmilitionum, evidencia que la inscripción se levantó en un lugar público. El desconocimiento del lugar exacto de hallazgo de la pieza impide conocer la localización de los baños y el campamento del numerus Brittonum, no osbstante, el estatus de los los dedicantes invita a pensar, tal y como señala Schimdt, que los monumentos se encontraban en lugares bien visibles, como pudiera ser el apodyterium.628 Estos entran, con sus particularidades, dentro de la dinámica común del culto en los castella. Sin embargo, precisamente el altar de Valerius Lupus, juto a otros dos provenientes de Kapersburg629 y Brigetium,630 constituyen excepciones visibles de ejempares consagrados a Diana, localizados en contexto arqueológico, que no corresponden a un establecimiento termal, con el añadido de que dos de ellos pertencen a un miles principalis y a un gregalis.631 Aunque algunos de los casos hispanos presentan, como hemos dicho, ciertas particularidades —excepciones a la dinámica mayoritaria del culto a Fortuna entre los militares— que conviene tener en cuenta, el monumento de Versenus Aper encaja bien con la dinámica constatada de los mandos de los castella auxiliares y la devoción a la diosa en relación a la presencia de balnea en el propio campamento o su entorno. Además, es un testimonio que proporciona valiosa información respecto a la localización de los propios balnea y la topografía sacra del campamento y su vicus, en la medida de los posible, desde un punto de vista espacial. La asociación patente entre los monumentos a Fortuna y diversas estancias de las termas en los campamentos auxiliares, parece el marco más plausible para contextualizar el altar que el prefecto Versenius Aper levantó a la diosa en Petavonium.632 La documentación epigráfica disponible nos muestra, pues, un marco idóneo para situar el altar y favorece la hipótesis de que el prefecto las hizo construir en el exterior del campamento. El altar a Fortuna pudo haber estado colocado en cualquiera de las estancias de los baños, a la vista de las soluciones más comunes, quizá en el apodyterium, asociada a una estatua de la diosa colocada en un nicho, pero no podemos más que aventurarlo. En cualquier caso, la existencia de unos balnea, probablemente destinados al uso exclusivo de la tropa en el entorno del vicus, es incontestable, a la luz de los testimonios arqueológicos y epigráficos. Ahora bien, existen bastantes problemas en relación con la ubicación del epígrafe y la escasa evidencia arqueológica que tenemos. La localización exacta del ara no ha sido establecida, a pesar de que la literatura científica insiste en situarla en las inmediacio-

Stoll, 1992, 195 y Schmidt, 2013b, 170. CIL XIII, 7440 = Schmidt, 2013a, p. 315, n. c. 197. Kapersburg/Germania Superior: [In h(onorem)] d(omus) d(ivinae) / d[eae F]ort(unae) / p[ro s]alu/te [dd(ominorum) n]n(ostrorum) Dec/io [II(?)] co(n)s(ule) / M P. 630 CIL XIII, 10974 = Schmidt, 2013a, p. 336, n. c. 308. Brigetium/Pannonia Superior: [F]ortu[nae] / sacrum / Priscin[ius] / Hilario / mil(es) l(egionis) XX[X] / U(lpiae) V(ictricis) / v(otum) s(olvit) l(ibens) [m(erito)]. 631 Schmidt, 2013a, p. 66, n. 201. 632 Tal y como ya hizo Perea Yébenes (1997) en su día, con paralelos irrefutables. 628 629

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nes de la ermita de Nuestra Señora del Campo.633 No obstante, su editor ya apuntó que apareció en casa de don Isidoro Velasco, en Rosinos de Vidriales,634 y Martín Valls, que el lugar concreto del hallazgo es desconocido, aunque está seguro de que proviene «del yacimiento».635 Hemos de concluir, por tanto, que se ha establecido el lugar de hallazgo de la inscripción en base a la identificación de unos vestigios constructivos situados a unos 500 m al noreste del campamento del ala II Flavia, interpretados en su día, por Martín Valls, como las termas.636 La ausencia de excavaciones de extensión en el solar de Petavonium y, consecuentemente, de estudios renovados limitan nuestro conocimiento de estos restos arquitectónicos y otros dispersos en los aledaños del recinto.637 Si asumimos que los vestigios señalados, donde hoy se asienta la ermita, pueden corresponder con un complejo termal, sería lógico pensar que el altar a Fortuna estuviese emplazado en sus cercanías. Por otra parte, la presencia en la misma zona, en las proximidades de la ermita, del altar consagrado a Hércules poco después, por Sellius Honoratus, podría apoyar, tal y como defienden los excavadores, la constitución de un área monumental del vicus en la zona. Finalmente, ¿fueron unas termas de uso colectivo?, ¿o se trataba de un edificio reservado al uso de los militares? El hecho de que fuesen edificadas extramuros no indica, necesariamente, que estuviesen abiertas también a los civiles, pues la razón por la que se ubicasen a poca distancia del campamento tendría que ver, fundamentalmente, con la topografía, concretamente con el paso de ríos y arroyos, y con el reducido espacio intramuros en los campamentos auxiliares, que dificultaría, muchas veces, la construcción de un edificio de esas características, aunque este último no parace ser el caso de Petavonium. 3.5.6.3. Marcus Sellius Honoratus y el culto a Hércules En una fecha ligeramente posterior a la inscripción que conmemora la construcción de los baños, entre mediados y el ultimo tercio del siglo ii d. C.,638 aparece otro documen-

Delibes de Castro, 1980, p. 120, que cita al editor afirmando que el lugar de aparición era el entorno de la ermita, en el cruce de carreteras; Martín, Romero y Carretero, 1995, pp. 342-343; Hernández Guerra, 1999, p. 62, n. 53, que afirma explícitamente que «apareció en realidad en una zona próxima al cruce donde se observan restos de opus caementicum»; Carretero Vaquero y Romero Carnicero, 2004, pp. 227-228; y Romero Carnicero y Carretero Vaquero, 2006, p. 385. 634 El ara fue dada a conocer por el P. Morán en El Correo de Zamora del día 29 de Junio de 1940. 635 Martín Valls, 1975, pp. 13-14. 636 Martín Valls, Delibes de Castro y Mañanes Pérez, 1975. 637 Las publicaciones de síntesis más recientes no tocan apenas la identificación de estos vestigios. Cf. Carretero Vaquero y Romero Carnicero, 2004; y Romero Carnicero y Carretero Vaquero, 2006. 638 Su datación es un punto controvertido; Vigil la fechó a fines del siglo i d. C., en los primeros tiempos de la estancia del ala II Flavia en Petavonium, basándose en criterios de orden interno, concretamente en la mención de los epítetos c(ivium) R(omanorum), que él consideraba propios de los primeros tiempos de la unidad en Hispania. Cf. Vigil, 1961, pp. 104-113. Sin embargo, la investigación más reciente sitúa el epígrafe no antes del ecuador de la segunda centuria, basándose en criterios paleográficos e internos del propio texto, como la procedencia africana que revela el dedicante. A tenor de la estancia de la unidad en Mauritania entre los años 145 y 152 d. C., atestiguada epigráficamente, de la procedencia mencionada de M. Sellius y de la propia paleografía, nos inclinamos a adoptar la datación entre mediados y el último tercio de la segunda centuria, ligeramente anterior a L. Versenius Aper, otro de los prefectos del ala. Cf. Martín, Romero y Carretero, 1995, p. 343. 633

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to epigráfico singular en el entorno del campamento. El texto resulta particularente interesante: el dedicante consigna sus nomina completos, su rango y su procedencia, tanto la provincia como el lugar exacto del que era oriundo, por medio del término domus. M. Sellius Honoratus, procedente de Choba, en la Mauritania Caesariensis, dedica su voto: Herculi ˚ sacr[u]m / […] / votorum ˚ compo-/s ˚ templa ˚ Alcidi/deo ˚ a fundame-/ ntis ˚ exstruxit (Cat., n.º 066). La mención de Alcida para referise a Hércules está revestida de tintes «clasicistas» que denotan que el prefecto era una persona ciertamente cultivada. Tal y como ha señalado Perea Yébenes, este tipo de dedicatoria está en clara conexión con el carmen epigráfico que hizo grabar en un ara y una placa del legado legionario de la VII Gemina, Q. Tullius Maximus, en León (Cat., n.º 039).639 Al margen de esto, el texto expresa la voluntad del comitente de construir un pequeño templo a Hércules, desde los mismos cimientos. El culto a Hércules está bien documentado epigráficamente en otras partes del Imperio, así como en el conjunto de Hispania, donde se conservan 42 epígrafes votivos relativos a esta deidad.640 En el ámbito militar, Hércules era percibido, fundamentalmente, como una divinidad de carácter apotropaico, protectora del hogar, razón por la que, en los campamentos, los testimonios epigráficos de su culto se agrupan, la mayoría de las veces, en torno a las dependencias privadas de los oficiales y los barracones de los legionarios. No obstante, también se han constatado colocados en algunas de los edificios públicos o colectivos, que encajan con otras de sus atribuciones, concretamente en el valetudinarium, aludiendo a su faceta guerrera, y en el anfiteatro, en relación directa con su carácter de paradigma de la fuerza física y el valor.641 Contamos, asimismo, con algún ejemplar procedente del pretorio. En las dependencias de los mandos (tribuni y praefecti castrorum), así como en el propio pretorio, aparece venerado junto a diversos dioses como Minerva, Marte, las matres campestres, Neptuno, los lares, los penates, Diana o Fortuna, entre otros, mientras que en los barracones figura solo. Por otra parte, los epítetos que recibe en los votos y ofrendas son escasos: Augustus, normalmente presente en las dependencias y los anfiteatros, y Sanctus y Victor en el valetudinarium. Cabe señalar, además, que algunas legiones le confirieron un carácter de protector privilegiado de la unidad, manifestado en el empleo discriminatorio de los términos epigráficos legionis y centuriae.642 En este sentido, el epígrafe de Petavonium parece introducir un espacio de culto diferente de los patrones identificados hasta ahora en los campamentos, pues se trata de un monumento seguramente colocado extramuros, que conmemora la construcción de un templo que no pudo estar ubicado dentro del recinto, como veremos más adelante. Por

Perea Yébenes, 2003, p. 101, señala que el término Alcida, recogido en la inscripción, nos pone sobre la pista de un tipo de oficiales imbuidos de un gran conocimiento de la mitología clásica, que, probablemente, eran capaces de leer textos en griego. 640 Oria Segura, 1996, p. 59; y Andrés Hurtado, 2005, pp. 143-145, con comentario del ejemplo de Petavonium como único testimonio hispano entre los militares. No aporta datos novedosos a lo ya conocido. 641 Schmidt, 2013a, pp. 159-160, con ejemplos detallados de la localización de los epígrafes. El mismo autor señala que la mayoría de los epígrafes recuperados sin contexto preciso, como aquellos reutilizados en los principia, provendrían originalmente de las dependencias de los mandos y la tropa. 642 Ibidem, p. 160. 639

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lo que respecta a Hispania, no contamos con más testimonios de devoción a Hércules entre los militares que este. La documentación hispana relativa a la devoción por Hércules presenta un horizonte de testimonios diverso. Los más tempranos son alusivos a los antiguos cultos púnicos del dios, bajo la forma del conocido Hercules Gaditanus, y en época imperial aparece venerado en solitario, casi siempre sin epíteto alguno, y otras veces vinculado al culto oficial bajo la advocación de Augusto.643 Ahora bien, no consta ni una sóla vez bajo la denominación de Alcida, exceptuando el caso de Petavonium. Este epíteto es, a todas luces, un cultismo que denota un comitente ilustrado.644 En el cuadrante noroccidental de la Península donde se encuentra Petavonium, la evidencia, tanto epigráfica como arqueológica, del culto al alcida es, como señaló en su día Oria Segura, muy escasa, podría decirse que exigua, y más bien problemática.645 Asimismo, no contamos con ningún otro epígrafe votivo consagrado a Hércules por militar alguno, oficial o soldado, en toda Hispania. Por ello, no podemos establecer paralelos directos más que teniendo en cuenta la poca documentación disponible procedente del noroeste hispano. Descendiendo a un plano más concreto, el texto del epígrafe plantea dos cuestiones principales relativas a esta manifestación religiosa, fundamentalmente, la «romanidad» del Hércules venerado por el prefecto en el contexto hispano y la función del templo en relación al campamento y la población indígena. Respecto a la primera, se ha sugerido la posibilidad, habida cuenta del origen mauritano del prefecto, de que fuese importado del norte de África, aspecto que favorecería la datación del epígrafe tras el regreso del ala II Flavia de su estancia en Mauritania, entre los años 145 y 152 d. C.646 En tal caso, el Hércules del prefecto mauritano sería un Melqart de raiz púnica, pero, tal y como señalan Oria Segura y Perea Yébenes,647 la denominación Alcidi/deo del texto parece apuntar más bien hacia una versión del dios netamente romana. De esta última cuestión se deriva la posible asimilación, por parte de un culto esencialmente romano, del sustrato religioso indígena preexistente. Lo cierto es que una divinidad como Hércules podría haber encontrado un relativamente fácil acomodo entre las aristocracias guerreras de los pueblos astures y galaicos y sus devociones a dioses guerreros de origen céltico. A juicio de Oria Segura, el monumento de Petavonium pone de relieve una cierta asociación del dios con este sustrato religioso previo y los ámbitos militares, aunque su datación tardía impide considerarlo como evidencia directa de la introducción de dicha religiosidad en el noroeste.648 Destacar, asimismo, que las otras tres dedicatorias a Hércules localizadas

Oria Segura, 1996, pp. 61-63, con ejemplos concretos y estudio pormenorizado. Algunos carmina epigraphica procedentes de Roma emplean este patronímico: CIL VI, 613 y 316, bien datados en los años 193 d. C. y 237 d. C., por lo tanto, más tardíos que el ejemplar de Petavonium. 645 Oria Segura, 1996, p. 120. Los testimonios se reducen a un epígrafe, el de Petavonium, y un mosaico en el conventus Asturum, tres inscripciones y un bronce en el Bracarensis y ninguno en el Lucensis. 646 Oria Segura, 1993, p. 228. 647 Perea Yébenes, 2003, p. 101. 648 Oria Segura, 1993, p. 140. Dioses que Estrabón solia identificar más bien con Marte, aunque el apelativo Tongo, que recibe Hércules en una de las inscripciones de territorio galaico, no descarta esta hipótesis. 643

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en el noroeste se concentran todas en Bracara Augusta,649 que, como capital conventual y sede de la administración romana de la zona, con sus funcionarios, parece un lugar más propicio para la implantación y extensión de cultos romanos ex novo. A este respecto, Pastor Muñoz consideró que el templo de Petavonium habría sido edificado con el propósito de difundir un culto romano en los ambientes indígenas en territorio astur.650 En la línea de lo ya comentado por otros autores, creemos que se trata más bien de un santuario destinado, fundamentalmente, a problación de sustrato religioso romano. Tanto el monumento de Versenius Aper como el de Sellius Honoratus son, a nuestro juicio, manifestaciones religiosas netamente romanas que nada tienen que ver con las prácticas religiosas indígenas, y no vemos ninguna asimilación visible de divinidades locales con las romanas, un fenómeno característico en el noroeste de Hispania, pero que no se percibe, al menos con la evidencia disponible en el caso de Hércules. Respecto al voto, el texto epigráfico evidencia que la iniciativa del prefecto es completamente privada e individual, así lo indica la ausencia de cualquier referencia al emperador. Él mismo costearía y supervisaría la edificación del santuario. Por tanto, se trata, a todas luces, de un acto de evergetismo o munificicencia a cargo del mando de la unidad, que proporcionaría un lugar de culto, fundamentalmente a los militares subordinados, quizá, en parte, a los civiles. La iniciativa de Sellius Honoratus habría de ser contemplada, pues, en el marco de una comunidad militar relativamente próspera, cuyos mandos llevan a cabo actos de evergesía y organizan, a su vez, el territorio circundante al propio campamento, según las concepción social y religiosa preceptiva en los ámbitos castrenses romanos.651 El ara de Sellius Honoratus fue localizada empotrada en los muros de la ermita de Nuestra Señora del Campo, en el mismo sector que el epígrafe anteriormente comentado. En este caso, el contexto de hallazgo sí es bien conocido y varios aspectos invitan a pensar que el emplazamiento original de la pieza hubo de ser muy cercano a la propia ermita, fundamentalmente, su amortización como bloque constructivo en los muros de la misma y la conmemoración de la construcción de un templo del que el altar hubo de situarse muy cercano. Los campamentos romanos no incluían, en princpio, ningún edificio religioso en su interior, exceptuando las aedes signorum652 en los principia, el Asclepeium y el Nemeseum.653 No hay que descartar que algunos templos pudiesen ser construidos en el interior de los recintos, aunque se trata de casos excepcionales. Como señaló en su día Petrikovits, este tipo de edificaciones debieron de distinguirse visiblemente de los edificios de menor entidad, y más considerando que los espacios cultuales eran, casi siempre, estancias de aspecto más bien austero que adoptaban la forma de los Oria Segura, 1996, p. 184, n. I40 e I41 y p. 185. n. I42; y EE IX, 100, n. 266. Todas ellas fragmentarias y de lecturas difíciles, con textos que aportan escasa información. Aunque, indudablemente, todas se puede asociar con el culto a Hércules. 650 Pastor Muñoz, 1981, p. 65. 651 Tranoy, 1981, p. 247; y Oria Segura, 1993, pp. 221-232. A propósito del modo de vida de los militares y la constitución de una «sociedad militar» frente a una «sociedad civil», cf. Davies, 1988, pp. 33-71 y, sobre todo, Le Roux 2000b, pp. 261-278. 652 Aquí incluimos la capilla para los estandartes de Dura Europos, que Oria Segura (1993: 139, n. 25) cita como paralelo genérico para la construcción de templos en los campamentos, precisamente en relación con el ara de Sellius Honoratus. 653 Jhonson, 1983, pp. 111-113; y Petrikovits, 1975, pp. 75-78, en Schmidt, 2013a, p. 100. 649

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edificios no consagrados que los precedían.654 Dichos espacios no respondían, de todos modos, al concepto de templum, sino que habrían de ser interpretados más bien como capillas. Así pues, los santuarios no suelen aparecer en los campamentos como edificios exentos, y los complejos formados por temenoi, en el que se alza un templo aislado, son muy poco comunes. Dejando ahora al margen las capillas de culto de los oficiales en el pretorio y en sus propias dependencias, y las numerosas evidencias de devociones en los ámbitos privados de los barracones de la tropa, tan solo podemos hablar con certeza de un testimonio de templo como edificio aislado con recinto, edificado en el interior de los recintos castrenses: el llamado santuario de Vindonissa. Cabe mencionar, asimismo, la capilla del Castellum Dimmidi (Numidia) y el edificio rectangular en el campamento de Tibiscum (Dacia), donde aparecieron cuatro epígrafes votivos, ambos lugares ocupados por el numerus Palmyrenorum, entre otras unidades.655 Hércules, dios extremadamente popular entre la tropa, se encuentra, bajo su advocación guerrera, en distintos emplazamientos de los campamentos, como el valetudinarium, el anfiteatro y, junto con otros dioses como Silvano, en el pretorio y las dependencias de los oficiales. No obstante, su culto en los recintos castreneses parece estar vinculado a los barracones y espacios privados intramuros, susceptibles de ser protegidos por diversas divinidades.656 A la vista de lo expuesto, hemos de ubicar la inscrpción de Sellius Honoratus extramuros, en el vicus, junto al templo que consigna el voto. Sin embargo, no contamos, a día de hoy, con ningún paralelo directo para la ubicación de un templo a esta divinidad en las canabae o vici de los entornos militares. Ello nos lleva a preguntarnos por el carácter del edificio levantado por el prefecto del ala II Flavia: ¿estaba destinado a los soldados?, ¿o se trataba, más bien, de un lugar abierto a la población civil, a los indígenas? Creemos que el dios venerado por el prefecto no revela que el dedicante estuviese pensando en un Hércules netamente «clásico» y que, probablemente, se trataba de un templo concebido para un culto esencialmente romano para romanos, no destinado, como se había sugerido, a la «romanización» religiosa de los indígenas que habitaban en el entorno del campamento. Tranoy piensa, de hecho, que habría estado reservado exclusivamente para la tropa y que para ellos lo habría hecho edificar su comandante. A nuestro juicio, la situación del santuario, extramuros, junto a las termas, plantea la posibilidad de un uso no exclusivamente militar, a pesar de la evidencia de otros complejos sacros emplazados extramuros de los campamentos, como los mitreos. Parece razonable pensar que lugares como este edificio habrían favorecido, de alguna forma, los procesos de asimilación de divinidades del panteón romano por parte de los indígenas del territorio astur, a pesar de ser la fecha de la dedicatoria algo tardía para la introducción de nuevos cultos en la zona. Por otra parte, en el marco expuesto, no creemos que se pueda traducir templa por más de un templo, sino que el término tendría el

Schmidt, 2013a, p. 100. El edificio de Tibiscum ha tenido varias interpretaciones en razón del presupuesto inicial de la ausencia de templos exentos en el interior de los campamentos. Así, se ha querido ver en él una schola o un posible collegium. Cf. Schmidt, 2013a, pp. 103-104, que recoge la discusión a la luz de la documentación epigráfica. 656 Schmidt, 2013a, pp. 159-160, con recopilación de testimonios epigráficos para todas las localizaciones. El autor clasifica a Hércules dentro de la categoría de las divinités des logements. 654 655

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mismo tono poético que el apelativo empleado para la divinidad.657 Además, teniendo en cuenta la condición del oferente, Sellius Honoratus, y que este lo costeó a fundamentis, quizá debiéramos pensar, más bien, en un edificio de proporciones reducidas. En todo caso, se trata del único testimonio conocido de templo per se, consagrado a Hércules, en el ámbito de los campamentos militares del Imperio, donde su culto, como hemos visto, parece desarrollarse en otras dependencias. Hemos de esperar a que se acometan más trabajos arqueológicos en la zona, que quizá proporcionen nuevos datos sobre su localización y fisonomía. 3.5.6.4. Reburrus y el culto a Némesis En relación a los cultos documentados en Petavonium, resta considerar los dos ejemplares que se salen de la norma mayoritaria que presenta el registro: el árula de Reburrus y la placa de mármol anepígrafa (Cat., n.os 071 y 074, respectivamente). La primera (Cat., n.º 071) es un árula de granito hallada en contexto arqueológico, en el recinto del campamento del ala II Flavia.658 La pieza fue localizada durante las excavaciones de 1991 en el área de habitaciones compartimentadas que constituyen parte de los latera praetorii del campamento. El texto, muy escueto, recoge, en apenas cuatro líneas, un voto cumplido consagrado a Némesis, por parte de Reburrus. Se trata, por otra parte, de un tipo de soporte relativamente común y encaja en el llamado grupo de altares del noroeste.659 La datación del monumento viene dada, en este caso, por su asociación a estructuras edilicias de mediados del siglo ii d. C., fecha en la que la han situado sus editores. La ausencia de mención a la unidad y el voto a Némesis en el contexto de este tipo de culto en Hispania parecen confirmar las fechas. El dedicante, Reburrus, era, sin duda, de origen hispano, probablemente del territorio astur o galaico, donde el nombre está ampliamente atestiguado. Llama la atención la ausencia completa de mención a la condición del devoto, aunque el contexto de hallazgo del monumento y su cronología no dejan lugar a dudas sobre su estatus de militar. A juicio de los editores, se trataría, probablemente, de un eques, lo que es posible a la vista del descubrimiento de la pieza en un área residencial, aunque la ausencia de mención al rango también se da entre los prefectos, en el marco de la religiosidad del campamento.660 La segunda pieza es una pequeña placa de mármol hallada en algún punto en el interior del campamento, pero sin contexto arqueológico preciso (Cat., n.º 074). No presenta texto alguno, tan solo se han grabado, incisas en el mármol, dos plantae pedis. Este tipo de soporte es conocido en otras partes de la Península y puede asociarse con cultos de raigambre oriental, concretamente a Isis o, quizá, a la propia Némesis. Los editores de la pieza la han puesto en relación con el altar de Reburrus, propuesta que

Aspecto que ya apuntó Vigil (1961: 196) en su día. Martín Valls, Romero y Carnicero, 1995, pp. 331-345. Trabajo que presenta y edita la pieza. 659 Ibidem, p. 337; y Gamer, 1989, pp. 110-112. Para un análisis más detallado, cf. Cat., n.º 071. Remitimos al mismo para todas las cuestiones de detalle relacionadas con la lectura, la cronología, la morfología del soporte, la onomástica y procedencia del individuo, así como la cuestión de la devoción a Némesis en Hispania, por no repetir innecesariamente las citas y referencias en estos puntos. 660 Martín Valls, Romero y Carnicero, 1995, p. 335. 657 658

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consideramos infundada, y se ha fechado en torno a comienzos del siglo ii d. C., por paralelos.661 Esta pieza y la anterior constatan un culto en Petavonium fuera del espectro de las actividades de los oficiales y, al menos la primera, de carácter aparentemente privado. El culto a Némesis está bien atestiguado en el occidente del Imperio, tanto por parte de los militares como de la sociedad civil.662 Otro tanto ocurre en el caso de Hispania, aunque los únicos testimonios epigráficos asociables con seguridad a miembros del ejército son los dos aparecidos en Petavonium. El ámbito de veneración a Némesis viene marcado, fundalmentalmente, por las ejecuciones de diversos tipos: tanto en el marco de los ludii desarrollados en las arenas, anfiteatros sobre todo, como en el de los condenados retenidos en prisión. Consecuentemente, en el contexto de los campamentos, los monumentos a esta divinidad aparecen, normalmente, en los anfiteatros, pero también intramuros, concretamente en las cárceles. Los epítetos de la diosa son, por otra parte, bastante escasos en el entorno castrense: Regina, que parece vinculado exclusivamente al anfiteatro,663 y Augusta o Augusti, en genitivo, que parece emplearse mayoritariamente en los espacios dedicados a los presidios.664 Entre los dedicantes de los monumentos asociados a las cárceles encontramos rangos como: optio custodiorum, clavicularius o, simplemente, optio, que evidencian, junto los contextos de hallazgo de las piezas, la vinculación entre el culto a Némesis y las prisiones, así como la voluntad de los dedicantes, todos encargados de funciones carcelarias, de poner de manifiesto el poder del emperador, como soberano, materializado en las condenas a muerte y las ejecuciones.665 En el caso de las inscripciones vinculadas al anfiteatro, parece que se imponen la importancia y soberanía de la propia diosa sobre cualquier otra concepción. Ahora bien, la

Ibidem. Para el culto a Némesis, en relación con los militares, siguen siendo vigentes las apreciaciones de Birley, 1978, pp. 1515-1516; cf. también Schimdt, 2013a, pp. 71-74 (respecto a la relación de esta devoción con el anfiteatro en los ámbitos militares) y pp. 158-159 (sobre esta deidad en los campamentos). Para Hispania, cf. García y Bellido, 1960 y 1967, que analizó por primera vez este aspecto, con estudio pormenorizado de los testimonios hispanos; Canto, 1984, sobre los ejemplos de la Bética; y Fortea López, 1994, obra monográfica, de obligada consulta, que recoge toda la documentación hispana reinterpretando muchos testimonios, particularmente el caso que nos ocupa, a la luz de sus paralelos en el occidente del Imperio. 663 Todos ellos procedentes del campamento de Carnuntum en Pannonia: CIL III, 14071 = Schmidt, 2013a, p. 333, n. c. 294: [P(ro) s(salute) Imp(eratoris) Comm]odi/N[emesi Re]g(inae)/C. Atiu[s]/Castu[s]/ (centurio) leg(ionis) XIIII Geminae / ex iussu pos(uit)/ Marullo et Aeliano co(n)s(ulibus); CIL III, 14071 = Schmidt, 2013a, p. 334, n. c. 295: [Neme]si Reg(inae)/ [---V]erus/ [---leg(ionis)] XIIII G(eminae) v(otum) s(olvit); y CIL III, 14076 = Schmidt, 2013a, p. 334, n. c. 296: Nemesi/Reg(inae) et/ Deanae sa(crum) /M. Anc(harius?) Se-/cundinus/n(atione) M. ve(teranus) leg(ionis) / XIIII G(eminae) v(otum) s(olvit) l(ibens)/ Anulino et Fr/ont(one) co(n)s(ulibus). 664 Tres de ellos del campamento de Carnuntum en Pannonia, y la última procedente de Singidunum (Belgrado) en Moesia Superior: CIL III, 15191 = Schmidt, 2013a, p. 333, n. c. 291: Nemesi Augg(ustorum)/ C. Publ(-) Censo-/rinus ve(teranus) leg(ionis)/ XIIII G(eminae) ex opti-/one cust(odiarum) v(otum) s(olvit)/ l(aetus) l(ibens)/ Muciano et Fabiano co(n)s(ulibus); CIL III, 15192 = Schmidt, 2013a, p. 333, n. c. 292: Neme/si Aug(ustae) / Valeri-/nus Mecu-/rialis/ Fortuni-/us Andri/as Valeri-/us Perti/nax clavi/cul(arii) v(otum) s(olverunt) l(ibentes); CIL III, 11153 = Schmidt, 2013a, p. 333, n. c. 293: Nemesi Aug(ustae)/pro sal(ute) Aug(usti) /Verucci(us) Marc-/[ell]us imm(unis) votum/ [s(olvit) l(ibens) m(erito)]; y AE, 2001, p. 1727 = Schmidt, 2013a, p. 359, c. 433: Nemesi/ Aug(ustae)/ Auf(idius) Ing[e]/nuus opt[io?]/ D P (?) [-]. 665 Schmidt, 2013a, p. 158. 661

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excavación de algunos campamentos romanos revela que en los anfiteatros existían santuarios específicos consagrados a la diosa, donde se depositaban los epígrafes. En el campamento legionario de Carnuntum (Panonia) se ha localizado el Nemeseum, con una decena de epígrafes votivos, todos ellos emplazados in situ en sus lugares de origen. Se trata de una estancia, al oeste del acceso occidental del anfiteatro, edificada en la reeedificación en piedra de las arenas entre los años 170 y 180 d. C. Estructuralmente, parece tratarse de una cella rematada en ábside y con un vestíbulo con un añadido posterior.666 En el centro del ábside se habría colocado un pedestal epigráfico con una estatua de Némesis, el monumento más antiguo del conjunto, que data de la época de la construcción del complejo. El monumento está dedicado a la diosa por el primipilo Q. Refius Mansuetus.667 En el propio ábside, a la derecha de la estatua, se emplaza otro altar, fragmentario, erigido por el mismo individuo a un dios desconocido.668 El espacio del ábside alberga algunos epígrafes más: uno a la izquierda de la estatua, una base de altar elevada sobre un bloque, por un centurión a una divinidad que se ha perdido, datada en el año 184 d. C.,669 enfrente, un ara a Marte a cargo de un evocatus,670 y, finalmente, a la derecha del ábside, apoyadas contra el muro del edificio, dos altares más: uno consagrado a Némesis a cargo de Claudius Victor, ciudadano romano del que se duda su condición por no mencionarla el texto,671 y, el segundo, el de un veterano invocando a Némesis y Diana.672 El epigrafe de Claudius Victor muestra una estructura muy similar al de Reburrus en Petavonium, habiendo sido hallado en contexto arqueológico dentro del campamento, pero sin mención alguna a su condición, por parte del dedicante, en el texto. Apoyado en el muro izquierdo del santuario, apareció también un pedestal fragmentado que conmemora la ofrenda de un altar y una estatua a Némesis por parte de un curam agens.673 En el campamento auxiliar de Porolissum se ha constatado la existencia de otro Nemeseum, en el que apareció un pedestal dedicado a la diosa, datado entre los años 220 y 270 d. C., que actualmente constituye el único ejemplo que tenemos documentado, en estas

Kandler, Stigiltz y Jobst, 1977, p.664 (a través de Schmidt, 2013a, p. 73 y fig. 15). CIL III, 14074 = Schmidt, 2013a, p. 332, n. c. 289, Carnuntum/Pannonia: Deae Nemesi / simulacru(m) Q(uintus) / Ref(ius) Mansuetus / p(rimus) p(ilus) leg(ionis) XIIII G(eminae) po(suit). 668 CIL III, 14078 = Schmidt, 2013a, p. 335, n. c. 302, Carnuntum/Pannonia: ---/Man[suetus] / p(rimus) p(ilus) leg(ionis) X[IIII G(eminae)]. 669 CIL III, 14071= Schmidt, 2013a, p.333, n. c. 294. 670 CIL III, 14072 = Schmidt, 2013a, p. 331, n. c. 283: Carnuntum/Pannonia: Marti/ L. Val(erius)/ Titovius/ evocat(us) v(otum) s(olvit) l(ibens). 671 CIL III, 14073 = Schmidt, 2013a, p. 332, n. c. 288, Carnuntum/Pannonia: Nemesi/ sacrum p/ro sal(ute) Au-/gusti Cl(audius)/ Victor/ v(totum) s(olvit) l(aetus) l(ibens) m(erito). 672 CIL III, 14076 = Schmidt, 2013a, p. 334, n. c. 296. 673 CIL III, 14077 = Schmidt, 2013a, p. 332, n. 290, Carnuntum/ Pannonia: ---/ (centuria?) +A [-leg(ionis)]/ XIIII G(eminae) cur(am) ag(ens) N(emesi)/ h(anc) ar(am) et sig(num) pos(uit) l(aetus) l(ibens) / ex voto Crispino et Aeliano co(n)s(ulibus) pri(die) / kal(endas) Aug(ustas). Cabe citar, asimismo, otros testimonios epigráficos más tardíos hallados en Carnuntum, cuya situación exacta no fuera del Nemeseum, entre los que destacan un altar dedicado a Némesis por un centurión en época de Alejandro Severo, en el vestíbulo del santuario; una estatua a Hércules, erigida en el año 235 d. C. por un candidatus, en la estancia aneja al santuario; y un cipo consagrado a Juno y Némesis por un tubicen y otros soldados, ubicado contra el muro de la entrada oriental del anfiteatro, junto a un nicho. Todos ellos recogidos en Schmidt, 2013a, p.72. 666 667

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circunstacias, para una unidad auxiliar.674 El peor conocimiento de los anfiteatros de los campamentos auxiliares ha motivado que la documentación procedente de estos entornos sea mucho más escasa y también peor conocida.675 Schmidt cita dos ejemplos más de culto a Némesis en fuertes auxiliares: dos altares provenientes de Deva676 y Aquincum, fechados a comienzos del siglo ii d. C. y en la primera mitad del siglo iii, respectivamente, que, a su juicio, provendrían del Nemeseum de los campamentos.677 Tal y como constata el mismo autor, los santuarios militares a Némesis no alojan exlcusivamente estatuas a la diosa, por lo que cualquier inscripción hallada en el entorno del anfiteatro habría de ser ubicada en el Nemeseum. No hemos de olvidar tampoco que este no era el único sitio donde se veneraba a la diosa, ya que, como hemos visto, hay ejemplares que proceden de las cárceles. Por lo que respecta a los dedicantes de los monumentos, el elenco es variado. El grupo con mayor representación epigráfica es el de los centuriones, aunque aparecen otros rangos de forma más puntual: evocatus, cornicularius, candidatus, tubicen, veteranus y un miles gregarius, como hemos podido comprobar. De los tres testimonios correspondientes a unidades auxiliares, dos son centuriones y otro cornicularius praefecti.678 Pese a que la gran mayoría de ellos son suboficiales y soldados legionarios, el espectro de rangos de los dedicantes orienta eventualmente la condición de Reburrus hacia un rango similar de eques o decurio equitum del ala II Flavia, aunque no podemos más que sugerirlo. A la vista de la documentación y del contexto de hallazgo del altar de Reburrus, cabe preguntarse sobre la simplicidad del voto, la localización original del soporte y el hecho de que el monumento no esté en relación con el anfiteatro, por lo demás no localizado, sino con una estancia de los latera praetorii del campamento de Rosinos. Para tratar de hallar respuestas, parece conveniente revisar la documentación epigráfica hispana y ponerla en relación con lo ya dicho. Diversos trabajos aparecidos a lo largo de los últimos decenios han recopilado y estudiado con detalle el corpus de inscripciones de Hispania relacionadas con esta divinidad.679 Los excavadores de Petavonium680 han relacionado el monumento de Reburrus con un altar, con epígrafe griego, aparecido en Asturica Augusta y dedicado por el procurator de la capital, Caius Iulius Silvanus Melanio, a Isis de Esmirna y a la buena Fortuna.681 La cercanía de Asturica Augusta y Petavonium, la condición de la primera de Hallada en el Nemeseum: «Al borde del anfiteatro, cerca de la puerta situada al NO». AE, 2003, p. 1468 = Schmidt, 2013a, p. 347, n. c. 366, Porolissum/Dacia Porolissensis: Neme/si sac(rum)/ Nepos / ce(nturio) n(umeri) Pal(myrenorum). 675 Le Roux, 2002, p. 203-204 (amphiteatres). 676 AE, 1967, p. 253 = Schmidt, 2013a, p. 296, n. c. 107, Deva/Chester: Deae Nemesi/Sext(us) Marci-/anus (centurio); y AE, 1955, p. 10 = Schmidt, 2013a, p. 344, n. c. 355, Aquinquum/Pannonia Inferior: Nemesi Reg(inae) Aug(ustae) / [M. Aur(elius)] Vindi-/cianus cornicul(arius) / pr(ae)f(ecti) et Marc(us) / Aur(elius) Vindex/ iunior/ filius eius. 677 Schmidt, 2013a, p. 72. 678 Ibidem, pp. 72-73. 679 Andrés Hurtado, 2005, pp. 162-164, que se limita a este único ejemplo de Hispania y sigue lo ya apuntado por Fortea López y la vinculación de este epígrafe con el voto del procurador de Astorga Silvanus Melanio. 680 Martín Valls, Carretero y Romero, 1995, p. 336. 681 Eastorga, 00011 = ERPLeon, 00040 = IRPLeon, 00002: Serapidi / Sancto / Isidi Myr(i)onym(e) / Cor(a)e Invictae / Apollini Granno / Marti Sagato / Iul(ius) Melanio / proc(urator) Augg(ustorum) / v(otum) s(olvit). La identificación de Isis con Némesis es controvertida. 674

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capital conventual y centro administrativo de la actividad minera del noroeste, así como el estatus del dedicante han llevado a estos autores a considerar ambos epígrafes como reflejo de la querencia por Némesis por parte de los militares y las autoridades a cargo de las explotaciones de mineral en Hispania.682 Por nuestra parte, no nos parece justificado el vínculo entre ambos epígrafes, por el simple hecho de la dedicatoria. Silvanus Melanio lo dedica explícitamente a la Némesis de Esmirna; se trata de un voto de carácter personal, en el marco de las creencias que el comitente habría traido consigo desde su patria en Oriente, lo que encaja bien con el hecho de que el texto fuese grabado en griego y con el origen del personaje.683 Reburrus era hispano, su monumento pertenece, desde el punto de vista formal, al mundo del noroeste y su voto es genérico, por no hablar de la probable diferencia de estatus social respecto al procurador. No creemos, pues, que se puedan vincular ambas piezas. Otro ejemplar a considerar es un monumento casi completo amortizado en las murallas de León, cuyo texto reza Nem, acompañado por dos nombres personales en nominativo. El texto proporcionaría un paralelo de culto dentro de un campamento, pero la restitución Nem(esi) en la l. 2 es bastante dudosa.684 Ampliando el espectro al resto de Hispania y al ámbito civil, siete inscripciones proceden de la Bética —cuatro de ellas de Italica, que sigue siendo el lugar con más testimonios—, de la Hispania Citerior: dos de Tarraco, una de Castulo y dos de la Lusitania, de Augusta Emerita y de Ebora Liberalitas Iulia.685 Gran parte de los ejemplares de culto a Némesis documentados en Italica, Tarraco y la Lusitania están vinculados al ámbito de los anfiteatros,686 otros expresan la pertenencia de los dedicantes a collegia o asociaciones como los amici Nemesiaci de Évora.687 Es particularmente significativo un tipo de soporte consistente en una placa en el que se graban cuatro plantae pedis, uno de los que fue recuperado del campamento de Rosinos. A. Canto estableció doce ejemplares de culto a Némesis en Itálica, en vez de los cinco recogidos al incluir los documentos alusivos a la Dea Caelestis en este elenco, en virtud de una asimilación de ambas divinidades que la autora piensa que se produjo.688 Respecto a los dedicantes de las inscripciones de Hispania en el ámbito civil, García y Bellido había apuntado que la mayoría de ellas correspondían a personas de baja condición social, esclavos o libertos.689 Sin embargo, Canto, y después Fortea, señalan que los dedicantes del Nemeseum de Italica y de otros anfieatros de Hispania eran hombres libres y que muchos de ellos ostentaban cargos municipales y religiosos y gozaban de un considerable poder adquisitivo. Asimismo, adjudican el sentido de sus votos en razón de

A través de las propuestas de Fortea López (1994) sobre el culto a Némesis en occidente, que comentamos más adelante. 683 Vid. supra apartado 3.4.3: «La epigrafía votiva». 684 CIL II, 02688 (p. 913) = IRPLeon, 00217: Valerius Marcellus / et Aelia Marcia Nem. Mangas Manjarrés y Vidal (1988: 213-214), que la dieron a conocer, prefirieron interpretar la lectura como expresión de origo. 685 Para una recopliación y estudio de esta documentación, cf. García y Bellido, 1960 y 1967; Canto de Gregorio, 1984 y Fortea López, 1994. 686 Como ya señaló García y Bellido, 1960, p. 133 y 1867, pp. 84-94. Para un estudio completo del culto a Némesis y su asociación a los anfiteatros, cf. Golvin, 1988, pp. 337-341. 687 Al grupo de isncripciones alusivas a collegia consagrados a Némesis, añade Fortea López (1994). 688 Canto de Gregorio, 1984, pp. 191-192. 689 García y Bellido, 1960, pp. 123 y 133, y 1967, pp. 82-84. 682

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obtener el favor de Némesis en el desempeño de sus cargos y en labores como la organización de juegos gladiatorios.690 En un trabajo monográfico dedicado al culto a Némesis en Occidente,691 Fortea López establece una clara vinculación entre la devoción a esta diosa y el ejército, expresada, fundamentalmente, en tono a dos tipos de espacios, las stationes y los anfiteatros, los cuales representan para él el marco mayoritario de esta manifestación religiosa en Occidente. El autor establece paralelos en Hispania a través de ejemplos de la zona danubiana, localizados en las zonas de vigilancia o de explotaciones mineras, controladas por vexillationes692 legionarias. En estas zonas, que precisaban de la función policial y, en ocasiones, punitiva del ejército, se veneraba a la diosa, cuyas atribuciones respondían bien a los conceptos expresados: vigilancia y castigo. En este sentido, Fortea López destaca la abundancia de dedicatorias a esta deidad en territorios con abundantes explotaciones mineras, como Mesia, Dalmacia o la Dacia, y apunta a que este fenómeno podría compararse con el noroeste peninsular, ejemplificándolo con el monumento del procurador Silvanus en Astorga, que podría insertarse en el mismo marco, habida cuenta de su condición de procurador del centro administrativo de la actividad minera del noroeste hispano.693 En el caso de los anfiteatros, hablando ahora de los de ámbito civil, considera que la vinculación resulta más complicada de detectar, siendo, a su juicio, las élites públicas el colectivo social por excelencia a cargo de los votos a la diosa. Podría intuirse una relación entre ejército y seguridad del espacio de los anfiteatros, presente en otras zonas del imperio, pero no parece fácilmente aplicable al caso hispano.694 El árula de Reburrus fue hallada en una de las habitaciones del recinto calificado por los excavadores como latera praetorii, concretamente en la cuadrícula G-48, rodeada, de nuevo, de tejas correspondientes a un derrumbe de alguna de la cubierta.695 Ninguno de los modelos propuestos parece coincidir con el lugar de hallazgo del ara de Reburrus y no tenemos testimonio de devoción a la diosa localizada en los pretorios ni en sus cercanías. Por otra parte, la brevedad del texto parece señalar que se trata de un voto individual e íntimo, y el tamaño del soporte permite pensar que la pieza estuvo originalmente dentro de una estancia cubierta. De nuevo, la falta de conocimiento arqueológico en la interpretación de las estancias prácticamente impide establecer una asociación entre el monumento y su contexto de hallazgo. Los excavadores definen la estancia como un «área de habitación», de manera genérica. A la luz de la información disponible, incluidos los posibles paralelos y considerando los rasgos ya mencionados, tendemos a ubicar el monumento en una estancia privada y a considerarla, quizá, como una devoción personal de uno de los miembros del ala II Flavia. Esto introduciría un espacio más de culto a Némesis en la recopilación de los consignados por Schimidt. Quizá podamos hablar, Ibidem, pp. 82-84 y 189-194. Fortea López (1994) recoge todos los testimonios hispanos, modificando los catálogos precedentes. 692 Queremos mostrar nuestra reticencia a emplear el término vexillatio, de manera indiscriminada, sin tener cuenta su probable significado táctico. No pensamos que se pueda denominar así a los grupos pequeños que operaban en los territorios controlados, más allá del sentido estratégico del término. 693 Fortea López, 1994, pp.175-186, 187-210 y 216-217. 694 Martín Valls, Carretero y Romero, 1995, p. 336. 695 Ibidem, p. 337, n. 3 y p. 331. De nuevo, los descubridores consignan el hallazgo de la pieza tan solo en una nota que no relacionan con el espacio de manera gráfica. 690 691

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en este caso, de una excepción en los lugares de culto conocidos, pues nada hay en el entorno físico del epígrafe que permita considerar ese espacio como un lugar de culto a Némesis, ni que explique satisfactoriamente su hallazgo intramuros. Por todo esto, quizá debamos considerar la devoción de Reburrus en el marco más amplio delimitado por Fortea López, en razón de la presencia de esta divinidad en guarniciones militares acantonadas en zonas periféricas, sin que podamos asignar la pieza a ninguno de los ámbitos más comunes de este tipo de religiosidad en los propios campamentos. No obstante, no compartimos la vinculación que los editores de la pieza establecen entre el ara de Silvanus Melanio de Astorga y este monumento, como ya hemos indicado anteriormente. Creemos que ambas son manifestaciones esencialmente privadas, pero el altar del procurador tiene más que ver, a nuestro juicio, con la procedencia oriental del comitente y sus propios cultos, que, probablemente, habría llevado consigo a Hispania. No vemos, tampoco, del todo clara la necesidad de vincular el culto a Némesis exclusivamente con las extracciones mineras dentro del contexto militar. Si bien es cierto que el ala II Flavia y las guarniciones hispanas, a partir de los flavios, tenían esta misión como una de sus ocupaciones principales, la presencia del ejército en el noroeste de Hispania, y concretamente en el Valle de Vidriales, no se explica solo en clave de recursos económicos, sino de control, organización e integración del territorio, incluidos los citados recursos en este marco. A nuestro juicio, ejemplos como el de Reburrus, cuyo monumento no corresponde a las ubicaciones normales de este tipo de testimonios en los contextos castrenses, ponen de relieve las particularidades de campamentos hispanos como el de Petavonium, respecto a otras zonas del Imperio más militarizadas. Un interrogante que se desprende del posible carácter privado del árula es el sentido del voto de la plaquita anepígrafa, con representación de dos pares de pies, y su relación, si es que la hay, con el voto de Reburrus (Cat., n.º 007, árula, y Cat., n.º 074, placa). Los editores de la placa la atribuyen a un tipo de culto público, pero tienden a relacionarla por su aparición dentro del campamento y por considerar que puede tratarse de un testimonio más de devoción a Némesis por parte de los militares del ala II Flavia.696 Las circunstancias y coordenadas de hallazgo de la placa son inciertas, es sabido que apareció dentro de los muros, pero no en qué lugar ni cómo. Por otra parte, su vinculación específica con el culto a Némesis se basa en la reinterpretación de un soporte similar hallado en Tarragona, con la misma iconografía pero con inscripción.697 El texto del epígrafe tarraconense es controvertido: a la izquierda de los pies reza «NE», y a la derecha, según la lectura, «M» o «ME». Igualmente, como paralelos, es preciso considerar la existencia de placas decoradas con las mismas plantas de pie en algunos ejemplares de Italica, también anepígrafos.698 Cabe señalar, además, que las losas de este tipo, procedentes tanto de Tarragona como de Italica y Baelo Claudia, del entorno de los anfiteatros, no están asociadas exclusivamente a esta

Martín Valls, Carretero y Romero, 1995, p. 337. Para la placa de Tarragona, cf. Beltrán Martínez y Beltrán Lloris, 1991, pp. 48-53. En su día, Alföldy había leído «NE» y una «M», y Beltrán Lloris y Beltrán Martínez consideraron que había un nexo en la segunda parte del texto, compuesto, entre otras letras por una «E». 698 Canto de Gregorio, 1985, pp. 191-192, con los ejemplos de placas italicenses. 696

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divinidad, sino también a otras deidades orientales, como la Dea Caelestis o Isis,699 por lo que se impone la cautela a la hora de establecer relaciones. Para Fortea López, este tipo concreto de manifestaciones, con representación de las plantae pedis, habría sido adoptado en Hispania, y concretamente en los anfiteatros, gracias a la asimilación de Némesis con la conocida Dea Caelestis,700 lo que, junto con la reinterpretación de la placa de Tarragona antes señalada, lleva a los editores de la pieza de Petavonium a inclinarse por considerarla como testimonio del culto de Némesis.701 Ahora bien, sin descartar esta propuesta, es preciso preguntarse por el sentido de representar la pareja de pies en sentidos inversos: ¿se trataba de los pies del dios?, ¿eran los pies del oferente?, ¿qué significado puede tener? Normalmente, la diosa Némesis estaba asociada, como hemos visto, a las ejecuciones, los juegos, el castigo, incluso a la vigilancia y los celos. La asociación de este tipo de soportes y motivos a deidades de raigambre oriental parece demostrada a la luz de la documentación disponible, bien Isis, bien la Dea Caelestis, bien la propia Némesis, o una asimilación de las dos últimas, como se ha propuesto. Además, en un contexto amplio, el culto de Némesis encaja bien con el mundo militar, pero no hallamos conexión directa entre las plantae pedis y las atribuciones específicas de la divinidad. Tabla 47. Lugares de hallazgo de la epigrafía votiva de Petavonium. N.º Cat.

Divinidad

Lugar

Contexto Secundario. Reutilizada muros iglesia

066

Hercules Alcides

Rosinos de Vidriales

067

Fortuna Dea

Rosinos de Vidriales

068

Diana Augusta

Secundario. San Pedro de la Reutilizada Viña muros iglesia

070

Diana Sancta

Rosinos de Vidriales

Secundario. Colección privada

Primario. Excavaciones arqueológicas

Localización En la ermita de Nuestra Señora del Campo. A 500 m aproximadamente al NE del campamento. En casa de los herederos de D. I. Velasco (Rosinos de Vidriales). Se desconoce el lugar exacto del hallazgo. Se presume, no obstante, su hallazgo en las cercanías de la ermita de Nuestra Señora del Campo: 500 m al noreste del campamento. Hallada en las cercanías de la iglesia de San Pedro de la Viña, en un cementerio, junto con otros epígrafes que fueron llevados a Astorga. Empotrada actualmente en los mutos de la iglesia citada. Aparecida en las excavaciones del campamento del ala II Flavia. En la cuadrícula E-50: «a poca profundidad y a escasa distancia de una calle, en el espacio correspondiente al vestíbulo de un edificio que se abría a dicha calle».

699 Bonneville, Dardaine y Le Roux, 1988, pp. 24-26, 120 y 131-134, sobre las placas dedicadas a Isis de Baelo Claudia. 700 Fortea López, 1994, pp. 224-257. 701 Martín, Romero y Carretero, 1995, p. 337. También señalan estos autores las cronologías que Fortea López aporta para la expansión del culto a Némesis en Hispania, entre mediados del siglo ii y mediados del iii d. C. Particularmente, la mitad de la segunda centuria parece el período con más testimonios, lo que coincidiría con la datación general del ara de la placa.

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N.º Cat.

Divinidad

Lugar

Contexto

071

Nemesis

Rosinos de Vidriales

Primario. Excavaciones arqueológicas

072

No

Fuentencalada de Vidriales

Secundario. Reutilizada

074

¿Isis? (¿Némesis?)

Rosinos de Vidriales

Primario. Campamento

Localización Aparecida en las excavaciones del campamento del ala II Flavia. Concretamente, procede de la cuadrícula G-48 del área excavada, que corresponde a una serie de edificaciones compartimentadas en estancias interpretables como parte de los latera praetorii del recinto. No tenemos más noticias sobre las circunstancias de hallazgo que su aparición reutilizada en la fábrica de un muro de la localidad de Fuente Encalada de Vidiriales. Hallada en el recinto del campamento de Rosinos de Vidriales, pero no se conoce el área o zona exacta donde apareció.

3.5.6.5. El culto imperial. Testimonios, soportes y espacios A modo de conlusión, quedan por tratar dos testimonios más, provenientes del entorno del campamento, que constituyen, por su naturaleza, ejemplos singulares respecto al resto de la documentación, pues reflejan el ámbito de la religión oficial del ala II Flavia en sus cuarteles. En ambos casos, es la unidad al completo la que ejerce como dedicante de los monumentos, que materializan la lealtad del ejército a los emperadores. Tabla 48. Epigrafía de culto imperial de Petavonium. N.º Cat.

Referencia

064

CIRPZamora, 171 = Eastorga, 132 = Petavonium, 60 = AE, 1967, 237 = AE, 1985, 579

065

CIRPZamora, 142 = Petavonium, 61 = AE, 1976, 288

Nombre

Cronología

Rango

Unidad

Unidad completa

Unidad completa

Ala II Flavia H. c. R.

196-197 d. C.

Unidad completa

Unidad completa

Ala II Flavia H. c. R.

251-253 d. C.

militar

concreta

Tabla 49. Textos de la epigrafía de culto imperial de Petavonium. N.º Cat.

Texto

064

---]o F(ilio) I[mp(eratoris] / [Au]g(usto) Severi Aug(usti) / [tri]b(unicia) pot(estate) V ˚ co(n) s(ulis) II pr[o]/ co(n)s(ulis) ˚ stat[ua]m quam / ei al(a) ˚ II ˚ Fl(avia) ˚ H(ispanorum) ˚ c(ivium) ˚/ R(omanorum) ˚ numin[i] / eius devotissima a[e-/ r]e conlato statu-/ endam decreve-/ rat ˚ Invicti ˚ Aug(usti) / sua pecunia fi[eri] / iusseru[nt]

065

II ˚ pro[co(n)s(uli) ala II Fl(avia) H(ispanorum) c(ivium) R(omanorum)] / Galliana ˚ Volu[sia]-/ na ˚ devota numi-/ ni ˚ maiestatique-/ [eo]rum ˚

La primera pieza (Cat., n.º 064) es un cubo de pedestal de caliza marmórea local que ha perdido toda su parte superior, incluido el coronamiento, y la zona lateral e inferior

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derecha.702 El campo epigráfico no está delimitado ni rebajado, aunque su superficie ha sido alisada. Presenta una gran cruz de aspas diagonales inscrita en círculo, esculpida en bajo relieve en la parte posterior. Es, sin duda, una decoración de época posterior, pero que nada parece tener que ver con la simbología cristiana. El texto conservado se distribuye en diez líneas. Por lo que respecta a la lectura,703 tras un exámen personal de la pieza, nos atenemos a la propuesta de Le Roux. El pedestal recoge una dedicatoria colectiva de los miembros de ala II Flavia c. R. al emperador Caracalla, que consigna, además, la erección de estauas de bronce a él y a su padre Septimio Severo, tal y como señalan las fórmulas: eius numini e invicti Augusti.704 El monumento se ha datado en el año 197 d. C. en razón de la V potestad tribunicia que consigna el texto.705 Las dos estatuas fueron levantadas, en todo caso, con motivo de algunas de las conmemoraciones del calendario oficial del Estado, y entran, por tanto, en el marco de las celebraciones colectivas de las unidades militares recogidas por el Feriale Duranum, aunque no es posible precisar a cual de ellas habría correspondido.706 La segunda inscripción (Cat., n.º 065) es una placa fragmentada de mármol blanco que ha perdido sus extremos inferior y superior. El soporte conserva dos líneas incisas, que delimitan el campo epigráfico en sus extremos laterales, y cinco líneas de texto, todas ellas incompletas menos la l. 3.707 El texto consigna una dedicatoria al numen y la maiestas de los emperadores Treboniano Galo y Volusiano. Tal y como apuntaron Martín Valls y Le Roux, el texto conservado no permite saber con claridad a cual de los dos se rinde homenaje en esta inscripción. El término eorum de la última línea invita a pensar que se trata de ambos, pero contamos también con dos paralelos directos en los que es solo uno el dedicatario, a pesar de que se indica el homenaje al numen y la maiestas de ambos. De hecho, Le Roux reconstruyó, en un principio, las líneas perdidas a partir de un pedestal dedicado a Volusiano por el ala III Augusta al completo, proveniente de Brigetium (Pannonia Superior).708 La estructura del texto, los dedicantes y el sentido de la dedicatoria son prácticamente idénticos a los de Peta-

Fue hallada en San Pedro de la Viña y dada a conocer por García y Bellido (1966: 28-31, n. 4 y fig. 4), que la editó; en 1965 pasó al Museo de Astorga junto con otros epígrafes procedentes del Valle de Vidriales. 703 Alföldy y Le Roux, especialmente en torno al encaje sintáctico del texto y la restitución de las primeras líneas, así como el sentido de la dedicatoria. Alföldy (1985: 390) se mostraba de acuerdo con Le Roux en que la estatua habría estado dedicada a Caracalla y no a Septimio Severo, aunque proponía una lectura diferente del texto. El propio Alföldy había señalado los problemas de datación en caso de considerar a Septimio Severo como dedicatario, queriendo hacer coincidir el segundo consulado de este emperador no con la quinta, sino con la décima potestad tribunicia, lo que le había llevado a datar la inscripción, inicialmente, en el año 207 d. C. 704 Le Roux, 1982, n. 252. 705 AE, 1967, p. 237; Martín Valls, 1973, pp. 408-409; y Le Roux, 1982, pp. 245-246, n. 252, antes del 10 de diciembre del mismo año. 706 Al respecto, cf. Le Roux, 1982, pp. 280 y 344. 707 La inscripción fue hallada en casa de J. Delgado en Rosinos de Vidriales y editada por Martín Valls y Mañanes Pérez, 1975, pp. 9-12. 708 Ibidem, p. 9 y nota 3; y Le Roux, 1982, p. 280, n. 52; CIL III, 4270, Kornye/Brigetium/Pannonia Superior: Imp(eratori) Caes(ari) C(aio) / Vibio Treb[o]/niano Ga[llo] / P(io) F(elici) Invict[o] / A[ug(usto) p]ont(ifici) [m]/aximo trib(unicia) / potest(ate) II co(n)s(uli) / p(atri) p(atriae) proco(n)s(uli) eqq(uites) / alae III Aug(ustae) Th/racum Gallia/n(a)e Volusianae / devoti numini m[ai]/[es]tatique eor[um!]. 702

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vonium. Otro paralelo es un epígrafe honorífico dedicado, en los mismos términos, al mismo emperador en Valdanta, en las cercanías de Aquae Flaviae (Chaves), y fechado en el año 252 d. C.709 En cualquier caso, parece muy probable que ambos hubiesen tenido sendas estatuas en el interior del campamento. La cronología de la placa de Petavonio se establece con claridad entre los años 251 y 253 d. C., aunque la duda sobre el dedicatario no permite optar por uno de los años, en razón de los consulados.710 El dedidante es, de nuevo, el ala II Flavia al completo, esta vez apelada Galliana Volusiana.711 De igual manera que el pedestal anterior, el motivo de la erección de las estatuas habría sido la conmemoración de alguna de las fechas señaladas en el calendario oficial al que hemos aludido. Por otra parte, las características de los soportes nos permiten precisar un poco más en la naturaleza de los monumentos que señalan los epígrafes o, al menos, descartar algunas posibilidades. Martín Valls asoció el pedestal a Caracalla con el brazo de bronce descubierto por casualidad en 1972, en el interior del recinto de Petavonium. El estudio del elemento escultórico le llevó a concluir que se trataba de un fragmento de estatua thoracata de un emperador.712 Las características del pedestal, con unas medidas de (90) × 48 × 32 cm, cuadran bien con una base concebida para una estatua de bronce, tal como reza el epígrafe, pero desconocemos sus circunstancias de hallazgo; solo sabemos que apareció en San Pedro de la Viña. Si bien el pedestal sostenía una estatua de bronce, y tanto el brazo como el propio pedestal hubieron de provenir originalmente del área de los principia, no pensamos que los lugares donde fueron localizados permitan establecer una relación directa entre ambos materiales. Respecto a la placa, tan solo conocemos su procedencia de Rosinos de Vidriales, donde fue llevada, sin duda, desde el propio campamento. El texto consigna, como ya hemos indicado, la erección de al menos una estatua a Treboniano Galo o Volusiano, probablemente una para cada uno. La morfología del soporte y las medidas conservadas parecen indicar que la pieza pudo ser concebida como epígrafe de un pedestal de obra. Las medidas son (40) × 62 × 7,5 cm. Si tenemos en cuenta que faltarían por lo menos dos líneas de texto por arriba, estando separadas unos 3 cm entre sí y midiendo las letras 4 cm de altura, la placa tuvo que medir al menos 15 cm más en su parte superior. No obstante, optamos por la propuesta posterior de Le Roux (1982: 247, n. 255), en la que se limita a una restitución parcial prescindiendo de la titulatura. 709 Paralelo que ya señalaron en su día Martin Valls y Mañanes (1975: 10, nota 11) y le Roux (1982: 247, n. 255). CIL II, 4787, Valdanta/Aquae Flaviae: [Imp(eratori) Cae]s(ari) C(aio) Vibio Afi[nio] / [Gall] o Veldumnia/[no Vol]usiano Pio [F(elici)] / [Inv(icto) Aug(usto)] pont(ifici) max(imo) / [trib(unicia) pot(estate)] III co(n)s(uli) proco(n)s(uli) / [[---]] / [numini m]a[i]estatiq(ue) eor(um) /---. La inscripción está perdida y no contamos con descripción alguna del soporte, cf. CIL II, 4787; también se ha perdido la parte de texto que consignaba a los dedicantes, lo que hace dudar a Le Roux si el epígrafe pertencería a una statio militar ubicada en la zona o bien a los propios habitantes del municipio. 710 El segundo consulado de Treboniano Galo y su hijo Volusiano coinciden, por lo que nos se puede establecer un criterio. El año 252 d. C. parece más probable basándose en la inscripción de Chaves mencionada. 711 La identificación del ala II Flavia Hispanorum c. R. Galliana Vol[usia-]/na con el ala II Flavia Hispanorum c. R. de Petavonium es, a nuestro juicio, segura, a pesar de que no tengamos atestiguado el cambio de nombre de la unidad en ningún otro documento. El lugar de hallazgo de la inscripción y su cercanía con el campamento así lo constatan, pese a ser tardía la cronología. 712 Martín Valls, 1973, pp. 403-414.

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A estos habría que sumar los que le faltarían en la parte inferior. Por ello, nos inclinamos por una forma relativamente cuadrangular, con altura y anchura parecidas, lo que favorece su interpretación como placa de pedestal y no para ser empotrada en una pared.713 Si descartamos que pudiera haberse empotrado en un muro, y tratándose de un pedestal de obra, cabría considerar, en razón del contenido del texto y de la considerable anchura de la placa, tres opciones que normalmente no han sido analizadas. Una primera propuesta sería interpretar que iba inserta en un solo pedestal con estatua de uno de los dos emperadores, Treboniano Galo o Volusiano; otra, que pudiese haber servido como único epígrafe para un pedestal doble con dos imágenes, una de cada emperador, padre e hijo; y una tercera, que fuesen dos placas, una en cada frente, de nuevo, de un pedestal doble. Como hemos visto, el contenido del texto no permite descartar que el monumento pudiese ser doble, visto que aparecen el numen y la maiestas de ambos, y la probabilidad de que hubiese habido dos estatuas, una al padre y otra al hijo, es alta. Sin embargo, dos paralelos que ya hemos mencionado favorecen la primera hipótesis, el pedestal a Volusiano de Brigetium y el dedicado a Caracalla en la propia Petavonium. El primero de ellos, fragmentado, es de piedra arenisca, con campo epigráfico moldurado y rehundido, y mide 120 × 59 × 48 cm.714 El segundo mide (90) × 48 × 32 cm; es bastante más estrecho que la placa estudiada, pero el de Brigetium apenas dista 5 cm por debajo. El pesdestal de Brigetium estaba concebido, sin duda, solo para una estatua, y el texto de Aquae Flaviae, que hemos mencionado antes como paralelo, se ha vinculado solo a Volusiano.715 Ambas consignan la misma fórmula: [numini m]a[i] estatiq(ue) eor(um). También el pedestal a Caracalla de Petavonium, bastante anterior eso sí, está diseñado para la estatua en bronce de un solo emperador, pero reza: stat[ua] m quam / ei al(a) ˚ II ˚ Fl(avia) ˚ H(ispanorum) ˚ c(ivium) ˚ R(omanorum) ˚ numin[i] / eius devotissima a[e/ r]e conlato statu/ endam decreve/ rat ˚ Invicti ˚ Aug(usti) / sua pecunia fi[eri] / iusseru[nt]. La evidencia disponible nos lleva a optar por la existencia de dos estatuas, no solo una, aunque la placa habría correspondido, probablemente, a un pedestal para una sóla estatua. Un pedestal de obra considerablemente mayor que el constatado para Caracalla y situado, con toda probabilidad, en el área de los principia. El pedestal y la placa de Petavonium dan testimonio de la actividad de los mandos del campamento del ala II Flavia en la esfera de los cultos oficiales del ejército y ponen de manifiesto la lealtad de las unidades a los emperadores mentados. Asimismo, constatan la permanencia de la unidad en el campamento hasta, al menos, medidados del siglo iii d. C., punto que la arqueología no ha podido esclarecer del todo. Ambos ejemplares son, junto al voto de Constans Speratianus, los epígrafes más tardíos del conjunto de Petavonium. El primero de ellos pone en evidencia, tal y como ya señaló Le Roux, la ausencia de disensiones entre el ala II Flavia y su unidad matriz, la legio VII Gemina,

713 Normalmente, las placas epigráficas de los pedestales de obra solían corresponder con la altura y anchura de la parte frontal del monumento. Cf. Munk Hojte, 2005, pp. 28-30, para la descripción y tipología de los pedestales de obra y sus placas. 714 CIL III, 4270. 715 No conocemos las características del soporte al haberse perdido la inscripción sin descripción alguna conservada. Pero el texto recoge una dedicatoria a Volusiano con un formulario similar al de la placa de Petavonium, como ya hemos apuntado.

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en un período tan turbulento como el comienzo del reinado de los severos.716 Los datos disponibles nos llevan a proponer, por el momento, la existencia de cuatro estatuas: dos de ellas dedicadas a Septimio Severo y Caracalla, respectivamente, en el año 197 d. C., y otras dos a Treboniano Galo y Volusiano entre los años 251 y 253 d. C. A falta de precisar el motivo concreto de la erección de las estatuas,717 estas debieron ubicarse, evidentemente, dentro del campamento, probablemente en la basílica o en el patio que daba acceso a los principia, lugares donde se encontraban, preferentemente, los pedestales con imagen de los emperadores.718 3.5.6.6. La epigrafía votiva. Conclusiones En cualquier caso, estos dos testimonios vienen a sumarse a los ya analizados de la epigrafía votiva, para poner de relieve la notable actividad religiosa, tanto oficial como privada, y la iniciativa edilicia y evergética de los oficiales del ala II Flavia c. R. en el campamento de Rosinos de Vidriales. Entre fines del período flavio y comienzos del severiano, la evidencia epigráfica constituye el reflejo material de la pujanza de una élite militar y social que controla la vida del campamento y de su entorno inmediato, hace cumplir los preceptos de la religión oficial dentro de los muros, manifiesta sus devociones privadas extramuros y transforma la configuración urbanística del núcleo civil con la construcción de edificios destacados en la vida pública del lugar. Este horizonte encaja bien, por otra parte, con el carácter de «centros de romanidad» que tuvieron los castra desde su misma creación.719 El registro funerario documentado y los materiales recuperados en las prospecciones señalan, por otra parte, la interacción entre los soldados acantonados y la población civil, expresada en la documentación de ambos períodos de ocupación militar del enclave. Ello no quiere decir, no obstante, que existieran unas canabae del campamento de la legio X Gemina, de las que no tenemos evidencia, ni que el vicus del ala II Flavia constituyese un núcleo de población de gran entidad. La ausencia de trabajos arqueológicos más detallados y las circunstancias ligadas a los contextos de hallazgo de las inscripciones limitan en gran medida la reconstrucción precisa de los espacios de representación de los militares, tanto los públicos en el interior del campamento como los situados al exterior, así como las necrópolis. Pese a ello, la combinación entre el análisis epigráfico del corpus disponible y lo que conocemos del espacio desde el punto de vista arqueológico hace posible percibir, con relativa nitidez, lo que supuso la presencia continuada de tropas en un enclave como el Valle de Vidriales. En general, la naturaleza y la situación de los monumentos votivos del campamento encuentran Le Roux, 1982, p. 280, n. 252. Alföldy, 1969, pp. 90-92 y 1985, p. 390; Ankersdorfer, 1973, pp. 74, 77 y 85; y Le Roux, 1982, p. 280. Bien el dies natalis urbis, bien la ceremonia del dies Imperii, o los votos a los emperadores a comienzos de año, o el aniversario de los miembros de la familia imperial. 718 Schmidt, 2013a, pp. 59-60. 719 Asimismo, conviene considerar la constatación, no solo por el material epigráfico sino por la evidencia arqueológica, de la desocupación de los oppida prerromanos cercanos a Petavonium y la concentración de población autóctona en torno a los campamentos, ya en el período de la estancia de la legio X Gemina. 716 717

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paralelos en otros ámbitos militares de las provincias renanas y danubianas, así como en Britannia. No obstante, cabe señalar, en este sentido, que algunas inscripciones votivas de Petavonium constituyen ejemplos particulares, pues no parecen responder a los patrones más comunes de ubicación original de los monumentos religiosos en el contexto de los recintos castrenses. El árula que Reburrus consagra a Némesis, que apareció intramuros en una estancia de los latera pretorii, el altar de Ti. Iunius Quadratus a Diana, proveniente del mismo contexto, o la presencia de un templo a Hércules en el exterior de un campamento auxiliar, por citar alguno, son casos que exigen un mejor conocimiento arqueológico del entorno para su interpretación en el espacio y discernir si se trata de particularidades o traslados de las piezas desde sus posiciones originales a otros puntos del campamento. 3.6. Los campamentos «menores». Cidadela y Baños de Bande Una vez que nos hemos ocupado con detalle de las grandes concentraciones de material epigráfico en el noroeste, resta considerar dos conjuntos menores de monumentos que, por su localización, pueden asociarse a la presencia militar en los dos campamentos permanentes tardíos establecidos en el cuadrante noroccidental de la provincia Citerior: Cidadela, en la localidad de Sobrado dos Monxes (La Coruña), en la zona central del conventus Lucensis, y Aquis Querquennis, situado en Porto Quintela (Baños de Bande, Orense), en el centro del conventus Bracaraugustanus. Ambos centros están bien documentados desde el punto de vista arqueológico, y el estudio de las estructuras edilicias conservadas y los materiales hallados han llevado a la investigación a situarlos en un momento más tardío que los grandes centros ya mencionados. Por tanto, hemos de considerarlos como parte del dispositivo militar establecido desde los flavios en adelante y a lo largo del siglo ii d. C. Sin embargo, a pesar del relativamente buen conocimiento arqueológico que tenemos de ambos enclaves, ninguno de ellos ha proporcionado testimonios epigráficos significativos de la presencia de unidades auxiliares. Esa ausencia de documentación nos impide tratar esas bases militares tal y como hemos abordado los grandes campamentos permanentes, desde un punto de vista «microespacial» y prestando atención a la distribución interna y al estudio de los espacios a través de los monumentos epigráficos. No obstante, la presencia de los campamentos nos obliga a analizar las inscripciones en relación con sus espacios naturales y no a considerarlas bajo el epígrafe de «material periférico» o disperso por el cuadrante noroccidental. Al tratarse de bases con muy poca epigrafía y que, salvo en un caso, no se pueden asociar a los espacios internos, no nos detendremos en el estudio pormenorizado de los vestigios arqueológicos de los mismos, para el que remitimos a las publicaciones pertinentes al respecto. 3.6.1. La epigrafía militar de Cidadela Los restos del campamento de Cidadela salieron a la luz a comienzos del siglo xx, en un altiplano a unos 500 m sobre el nivel del mar, bordeado en toda su extensión por la Serra da Corda y limitada por los ríos Cabalar, por el oeste, y Pequeño, por el sudeste. Las primeras noticias de sus vestigios arqueológicos se deben a García Romero, que los identificó como restos de la mansio de Caranico. Las primeras excavaciones del sitio

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se remontan al año 1934, pero no tuvieron continuidad, quedando sin excavar hasta la década de los años ochenta del siglo xx. Fue entonces cuando comenzó un programa de excavaciones arqueológicas sistemáticas, dirigidas por J. M. Caamaño, que ha venido ejecutándose hasta finales de la década de los años noventa.720 El campamento es un rectángulo de esquinas redondeadas, de 172 m de largo por 140 m de ancho, con unas 2,40 ha de extensión. Asimismo, se ha exhumado parte del lienzo murario, la porta principalis dextra y las dos edificaciones interiores principales, los principia y el praetorium. El lienzo murario presenta torres defensivas de forma rectangular, de 3,5 m de longitud, que jalonan el encintado, proyectadas medio metro hacia el exterior. El sistema defensivo del campamento se completaba con un foso que fue detectado en la zona oriental de la muralla, el cual discurre paralelamente a esta, aparentemente por todo el perímetro. Asimismo, en la parte exterior del altiplano del campamento se alzan torres o puestos de vigilancia que aprovechan, en ocasiones, estructuras anteriores, como túmulos megalíticos, y se localizan en las zonas más elevadas de las estribaciones montañosas que limitan el valle al norte y al sur. La estructura interior más notable corresponde a los principia y es una edificación de planta rectangular de 29,5 × 29 × 6 m, compartimentada en varias estancias, entre las que destacan las aedes, situadas frente a la puerta de entrada. En la esquina suroccidental de los principia aparecieron restos de animales que pueden interpretarse como procedentes de un depósito fundacional del edificio.721 El pretorio se localizó en la parte oriental del campamento; su parte lateral derecha funciona como límite entre el intervallum y la muralla. Los vestigios exhumados parecen indicar que parte del edificio habría estado techado con tegulae, formando un porche. Nos referiremos con algo más de detalle a una habitación que se ha localizado en el mismo intervallum. La estancia está adosada al lienzo oeste de la muralla, es rectangular y mide 3,10 m (este-oeste) y 2,80 m (norte-sur). Los muros son de sillarejo descuidado, salvo el dintel, un sillar de granito perfectamente escuadrado. El muro sur, el más alto, alcanza los 1,04 m de altura. La muralla, que cierra esta habitación por el oeste, es también de sillarejo y se eleva hasta los 1,56 m. En esta estancia apareció un altar consagrado a la diosa Fortuna (Cat., n.º 167). La pieza estaba, en su ubicación original, colocada de pie, hincada en la tierra a 0,10 cm del muro norte de la habitación y a 0,60 de la muralla, con la inscripción mirando hacia el sur. Esta dependencia se fecha en el siglo ii d. C., lo que concuerda, además, con las demás estancias anejas de este sector.722 Respecto a la cronología del conjunto, cabe reseñar que el recinto del campamento presenta varias fases constructivas que se han fechado a lo largo de los siglos ii y iii d. C. Sus dimensiones indican que era idóneo para acoger a una unidad quinquennaria, específicamente, una cohorte. El estudio de los materiales exhumados constata que el fuerte fue construido a comienzos del siglo ii d. C. y habría estado ocupado hasta el siglo iv. La epigrafía, tres

Para el campamento de Cidadela y sus excavaciones, cf. Caamaño Gesto, 1984, pp. 235-254; 1991, pp. 19-23 y 1997, pp. 265-284; Caamaño Gesto et al., 2000, pp. 291-292; Caamaño Gesto y Fernández Rodríguez, 2002a, pp. 213-226; ibidem, 2002b, pp. 199-207; Fernández Rodríguez y Caamaño Gesto, 1996, pp. 95-106; y Caamaño Gesto, 2007, pp.333-336. 721 Caamaño Gesto, 2007, p. 334 y Fernández Rodríguez y Caamaño Gesto, 1996, pp. 95-106. 722 Caamaño Gesto, 1983, p. 62. 720

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inscripciones sobre monumentos mayores y unas quinientas tegulae con marcas legionarias confirman la datación establecida por los materiales: cerámica común romana, terra sigillata hispánica de Tritium Magallum, un conjunto considerable de vidrio y monedas fechables entre Vespasiano y Claudio II, entre otros. Las inscripciones de la tejas, que presentan las abreviaturas CPC, COHIC y CIC, confirman que fue la cohors I Celtiberorum la que ocupó el recinto desde comienzos del siglo ii d. C. hasta algún momento del siglo iv.723 Resta mencionar la probable existencia de un asentamiento civil localizado a unos 300 m al oeste del campamento, en las proximidades de la aldea de Insua. Próximo a este último asentamiento, hacia el sur en la otra orilla del río Pequeño, salió a la luz una parte reducida de una necrópolis, junto a una vía de acceso. Sin embargo, tan solo ha sido exhumada una sola tumba, que presenta forma de cista con tégulas, en cuyo interior apareció una urna de incineración que contenía cenizas, esquirlas óseas calcinadas y fagmentos vítreos. En los alrededores y en el propio campamento de Cidadela han aparecido tres inscripciones sobre soportes monumentales, que se pueden asociar directamente con el recinto auxiliar por sus lugares de hallazgo y la pertenencia de los soldados a la cohors I Celtiberorum (Cat., n.os 167, 168 y 169). Se trata de dos epígrafes votivos y uno funerario fechados a lo largo del siglo ii d. C. Tabla 50. Monumentos y textos epigráficos del campamento de Cidadela. N.º Cat.

Soporte

Soldado/Rango

167

Ara/votiva

Valerius Lupus/ Optio

168

Ara/votiva

?/Signifer

169

¿Placa?/ Funeraria

¿Milites?

Texto Fortu/n(a)e Val(erius) /Lupus /opt(io) /v(otum) ˚ s(olvit) ˚ l(ibens) ˚ m(erito) ---/[---]+RI[---] /RO sig(nifer) ˚ c(ohortis) I C(eltiberorum) /l(ibens) ˚ a(nimo) ---/[---]io Se/[vero? ---] Q(uintus) Coe/[lius? ---] et Q(uintus) Ce/[---] I c(o)hor(s / tis) /[C(eltiberorum)---]/---

El primero y más relevante es un ara votiva bien elaborada en granito amarillento local (Cat., n.º 167). La pieza se conserva íntegra y en muy buen estado e incorpora coronamiento compuesto por dos pulvini laterales de forma cilíndrica que flanquean un modillón central; no presenta focus. Tres molduras planas escalonadas separan la cabecera del fuste; el campo epigráfico no está delimitado ni rebajado y el texto se distribuye en cinco líneas con letras capitales librarías, muy mal paginadas y de ejecución tosca. La inscripción presenta un voto sencillo, Fortunae v(otum) s(olvit) l(ibens) m(erito), a cargo de Valerius Lupus, optio de una unidad que no aparece mencionada, pero que, sin duda, hubo de ser la cohors I Celtiberorum. Aunque ya hemos hablado en detalle del culto a Fortuna entre los militares, sus paralelos en Hispania y sus implicaciones,724 conviene, quizá, recordar aquí algunos aspectos puntuales. Los devotos de Fortuna en el ámbito castrense suelen ser mayoritariamente oficiales al mando de unidades auxiliares; Para el material epigráfico latericio de Cidadela, cf. Caamaño Gesto, 1989, pp. 209-229. El trabajo estudia con detalle los soportes y los epígrafes que no trataremos aquí pormenorizadamente. 724 En el apartado referente a L. Versenus Aper, prefecto del ala II Flavia de Petavonium. 723

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sin embargo, también es relativamente frecuente encontrar a suboficiales, como los centuriones y decuriones, elevando votos a esta divinidad; pero Hispania destaca, además, por la relativa abundancia de casos en los que son los milites los comitentes de los monumentos. Otra de las particularidades del culto a Fortuna entre los militares de Hispania es que no siempre tiene por qué aparecer vinculado a la construcción o remodelación de un complejo termal, como es norma en la mayoría de los casos conocidos a lo largo del Imperio. El caso del altar de Cidadela es especialmente particular y enigmático en este sentido, pues la pieza apareció in situ, pero la estancia en que se halló y que ya hemos descrito no puede ser considerada como termas o baño en ningún caso. La estructura de la estancia no nos permite deducir nada concluyente sobre su función, tampoco los materiales que en ella han aparecido, además del altar. Lógicamente, los excavadores piensan que la habitación habría sido un pequeño santuario. Por su parte, Schmidt, en razón de los paralelos epigráficos documentados, propone que pudiera tratarse de una habitación relacionada con el agua, como puede ser una letrina.725 No contamos con datos suficientes para confirmar o descartar esta hipótesis que, a la luz de la evidencia disponible, resulta, cuando menos, plausible. Una vía de hipótesis podría ser asociar los votos de carácter colectivo a edificios de uso comunal y los votos de carácter privado a pequeños santuarios en los que los miembros de la unidad colocarían sus ofrendas. Si tenemos en consideración la condición del dedicante, un optio, habría que plantearse si la dedicatoria podría haber revestido carácter colectivo y no individual. No obstante, este tipo de asociación no puede considerarse, ni mucho menos, en términos absolutos, pues contamos con muchas inscripciones a Fortuna colocadas a título individual por sus devotos. Cuando los praefecti de alas o de cohortes elevaban este tipo de ofrendas, muchas veces lo hacían en nombre de la unidad, aunque fuesen ellos los que figuraran en el texto epigráfico como sus representantes. Esto podría haberse dado en el caso de Valerius Lupus, ayudante de un centurión de la cohorte, que podría haber representado a un cierto número de hombres, probablemente a la centuria. Sin embargo, la condición de optio del dedicante y la ausencia de mención específica de la unidad nos llevan a inclinarnos más por la hipótesis de un voto de carácter privado e individual. Al igual que pasa con el recinto de Petavonium, en Cidadela tenemos otro de los pocos enclaves militares en los que podemos documentar inscripciones in situ; pero la falta de información precisa de la fisonomía de los campamentos nos impide aprovechar la ventaja de contar con monumentos epigráficos encontrados en sus contextos originales. La segunda inscripción votiva de Cidadela (Cat., n.º 168) fue localizada en un paraje cercano situado al oeste del campamento, del que no conocemos la localización exacta. Se trata de un fragmento de altar de granito local. Solo conservamos la base o zócalo, constituida por un pie muy alto y una moldura plana que la separa del fuste, del que tan solo tenemos el arranque; el resto del soporte se ha perdido. La inscripción está muy mal conservada, tan solo contamos con tres líneas de texto, correspondientes a la parte final. La lectura es, en consecuencia, muy controvertida; y no solo por el poco texto disponible, sino también por las abreviaturas y el mal estado de conservación de la pieza. Por nuestra parte, consideramos verosímil la lectura según la que se puede desarrollar y

725

Shcmidt, 2013a, p. 70.

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restituir: RO/ sig(nifer) ˚ c(ohortis) I C(eltiberorum) /l(ibens) ˚ a(nimo). La disposición y la estructura del texto conservado, así como la dedicatoria final, parecen indicar que se trataría de un epígrafe votivo. Se ha perdido el teónimo y solo queda el rango y unidad del comitente, del que tampoco tenemos el nombre. Pocas son las certezas que podemos extraer de un texto tan parcial y dañado. Las dedicatorias votivas a cargo de signiferi no abundan en la epigrafía de la península ibérica. Además de este ejemplar, nos encontramos con la presencia de Iulius Iulianus, signifer de la legio VII Gemina, en dos de los altares consagrados colectivamente en Villalís al natalicio de la legio VII Gemina (Cat., n.º 041) y de la cohors I Gallica (Cat., n.º 042) en los años 163 y 165 d. C., respectivamente. También en el siglo ii d. C., M. Silonius Silanus, signifer de la cohors I Gallica, levantó un altar al dios indígena Bandua, bajo la advocación de Veibreaego (Cat., n.º 229). Los dos primeros testimonios comentados corresponden a cultos colectivos y oficiales en los que toda la unidad estaba representada. De igual manera, testimonios como el voto del imaginifer de legio Cornelius Anteros (Cat., n.º 009) remiten a un horizonte cultual colectivo. En cambio, el voto de Silonius Silanus al dios indígena parece más bien un acto de devoción privada, por la naturaleza de la divinidad invocada. El hallazgo del fragmento de altar aquí comentado y el rango del dedicante nos hacen pensar más en una devoción de tipo colectivo vinculada a la actividad religiosa de la cohors I Celtiberorum en el recinto, y suponer que la pieza provendría originalmente del fuerte auxiliar, por lo que estaría fuera de contexto. Los paralelos tan solo pueden proporcionarnos algunas posibilidades de interpretación que no pueden suplir la ausencia de contexto y datos objetivos sin los que no podemos contar con certeza alguna. La última pieza que puede asociarse con el campamento de Cidadela (Cat., n.º 169) es un fragmento de granito gris muy tosco, provisto de una moldura lateral. El pedazo conservado corresponde a la parte central derecha del soporte. El campo epigráfico está visiblemente rebajado respecto a una moldura lateral plana, con una incisión en su parte media. El texto preservado corresponde a la parte final de cuatro líneas de la zona central. La superficie, erosionada y sin desbastar, dificulta asimismo la lectura del texto, trazado con lechos muy gruesos y mal definidos. Los editores de la pieza la consideraron como estela, pero también se la ha considerado como placa; lo cierto es que el grosor, apenas 10 cm, apunta más bien a la segunda hipótesis. La presencia de tres nombres personales podría corresponder, quizá, a un enterramiento colectivo en un mausoleo, si el epitafio es una placa; pero no contamos con los casos en que aparecían los nomina, por lo que no podemos saber quiénes fueron los dedicantes y quienes los dedicatarios. Podría tratarse también de una estela en la que un individuo fuese el dedicatario y dos los dedicantes. El texto disponible es también muy controvertido. Tan solo podemos asegurar la presencia de los tres individuos mencionados, o quizá solo dos: [---]io Se/ [vero? ---], Q(uintus) Coe-/[lius? ---] et Q(uintus) Ce-/[---].726 Más dudosa es la lectura de las dos últimas líneas, muy abreviadas, que restituimos: [---] I c(o)hor(s / tis) / [C(eltiberorum)---]. La mención de la unidad militar, con el numeral por delante de la cohorte, resulta poco común y suscita ciertas dudas sobre la restitución; además, falta

726

Otros autores han decidido restiuir los nomina, nosotros consideramos que no hay base suficiente.

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claramente la primera «O» de cohors. No obstante, la cercanía del monumento con el campamento de la cohorte y la abreviatura, que no encontraría muchas más soluciones que esta, nos llevan a aceptar la mención de la unidad. La interpretación de los individuos que figuran en la inscripción como miembros, o al menos alguno de ellos, de la cohors I Celtiberorum parece bastante probable. Por otra parte, como ya hemos dicho, no podemos saber si los personajes estaban consignados en nominativo o en dativo. Tampoco tenemos datos sobre su condición. La estructura del texto sí nos asegura que se trata de un epitafio, probablemente dedicado a un militar, quizá un veterano, por sus commilitiones, pero esto último no podemos más que sugerirlo. En suma, la epigrafía de Cidadela, además de ser escasa, no puede proporcionarnos muchos datos acerca de la guarnición del campamento, principalmente por su mal estado de conservación. Sí contamos, al menos en dos casos, con mención específica de rangos, un optio y un signifer, que nos ponen sobre la pista de posibles cultos colectivos de la unidad, al menos en el segundo caso. El último ejemplar podría corresponder, asimismo, a un caso de solidaridad entre compañeros, que sepultan a un camarada muerto, situación que se da frecuentemente en los campamentos hispanos. El mal estado de conservación de los monumentos, así como el propio material local y la naturaleza de los textos epigráficos nos impiden proponer dataciones concretas para los epígrafes más allá del siglo ii d. C. Sabemos, por el voto a Fortuna de Valerius Lupus, que el campamento contó con lugares destinados al culto, aparte de las aedes de los principia que se ha documentado arqueológicamente, aunque también pudo tratarse, como decíamos, de edificaciones relacionadas con el agua en las que se veneró a Fortuna, pero no podemos concretar ni conocer más de la topografía sacra ni funeraria del recinto. 3.6.2. El campamento de Aquis Querquennis Aquis Querquennis se sitúa al suroeste de la provincia de Orense, en el municipio de Bande y valle alto del río Limia. El lugar se encuentra justo al lado de unos manantiales de aguas termales que hoy en día se conocen como Baños de Bande; ya desde antiguo, el topónimo incluyó el primer término «Aquis» por tal motivo. El segundo es un etnónimo que alude a los otras veces llamados «Quarquerni». En el Itinerario Antonino, el lugar aparece consignado como «Aquis Querquernis», en locativo, la tercera mansio de la Via Nova.727 El paraje es conocido, desde hace siglos, por la existencia de vestigios arqueológicos que ya entonces eran asociados a los romanos.728 Los trabajos científicos han desvelado un recinto rectangular de esquinas redondeadas con un tramo amurallado de unos 70 m precedido por una fossa fastigata. La muralla

727 Sin embargo, hemos de advertir que el término «Aquis Querquennis» corresponde con el locativo, caso empleado en muchos interarios para citar los lugares. No obstante, la forma correcta de referirse al lugar en latín sería por el nominativo: «Aquae Querquernae». Sin embargo, la gran mayoría de publicaciones se refiere al sitio como «Aquis Querquennis», tomando el locativo directamente de los itinerarios. 728 Para el descubriento de los restos y su identificación como mansio, cf. López Cuevillas, 1922, pp. 144 y 413. Un análisis del enclave en su contexto geográfico en Rodríguez Colmenero, 1977 y 1979. Estudio y exposición detallados de los resultados de los trabajos arqueológicos en Rodríguez Colmenero, 1983, pp. 247-260; 1986, pp. 681-691; 2001 y 2002, pp. 227-244.

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estaba jalonada de torres rectangulares proyectadas, de las que aparecieron dos en el lienzo norte. También salieron a la luz la porta principalis sinistra completa, así como la porta decumana, en la que queda la parte exterior de las torres que la flanqueaban. En el interior del recinto salieron a la luz dos barracones de la tropa (strigia) completos, parte de un tercero, dos horrea de considerables dimensiones y el valetudinarium. En las campañas de los años 2003-2005 aparecieron los principia, que responden, en sus características esenciales, al modelo canónico documentado para los campamentos auxiliares, pero que, a la vez, presentan interesantes particularidades.729 Las excavaciones han revelado, por tanto, un recinto militar concebido para albergar a una unidad auxiliar, quizá una cohorte quinquenaria, o bien un destacamento legionario, cuya identidad, desafortunadamente, no podemos acreditar. Los materiales exhumados sitúan la construcción del campamento a fines del siglo i d. C., en época flavia, y, por tanto, anterior al fuerte de Cidadela.730 Rodríguez Colmenero señala que esas dataciones llevarían a explicar la fundación del campamento en el contexto de la urbanización flavia del noroeste, más que por la necesidad de controlar a las poblaciones indígenas sometidas, sin descartar esta última opción.731 El mismo investigador lo pone en relación directa con la promoción jurídica de algunos de los núcleos urbanos que jalonaban las vías trazadas en época augústea, remodeladas y ampliadas por los flavios, especialmente la antigua mansio de Ad Aquas, que se transforma en el municipio de Aquae Flaviae. Entre los pueblos que figuran en el pacto del epígrafe del puente de Chaves, se encuentran precisamente los Quarquerni.732 Efectivamente, la llegada de los flavios estimuló en la Península la integración del noroeste en el modelo romano, con la remodelación de vías ya trazadas en época augústea, la creación de otras nuevas, la promoción urbana y la explotación de nuevos yacimientos auríferos. En todo este proceso, tuvo un papel protagonista la legio VII Gemina, cuyos destacamentos habrían llevado a cabo buena parte de las infraestructuras y la vigilancia necesarias para la puesta en marcha del nuevo plan. Este es el contexto en el que Rodríguez Colmenero sitúa la creación del campamento, apuntando, además, que los últimos datos de las excavaciones sugieren que estaría destinado a una vexillatio legionaria más que a una unidad auxiliar. Se han hallado dos tegulae con marcas legionarias, una con estampillas, una con dedadas e inscripción, probablemente de la legio VII Gemina, y la otra sellada con la leyenda C(ohors) II[I]. Con base en estos testimonios, se considera que, probablemente, la cohors III fuese un destacamento de la mencionada legión y la ocupante del campamento. Según Rodríguez Colmenero, coincidiendo con el edicto de ciudadanía promulgado por Vespasiano en el año 74 d. C., una de las cohortes de la VII Gemina se habría trasladado a Aquis Querquennis para levantar el campamento, cuyas funciones esenciales habrían estado vinculadas con la promoción viaria y urbanística de la zona.733

Rodríguez Colmenero, 2006: Aquis Querquennis. González Fernández, 1991, pp. 23 y ss. 731 Rodríguez Colmenero, 2007, p. 321. 732 Ibidem, p. 322. Aunque este autor argumenta que la inscripción grabada sobre la columna en el puente de Chaves no se refiere, en ningún caso, a su construcción, sino que se trata de un reconocimiento a las autoridades por la promoción del «núcleo urbano estrella» en la zona. 733 Ibidem, p. 323. 729 730

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De esta forma, cabría suponer que los legionarios del destacamento que hubo de ocupar el campamento participaron activamente en la transformación urbana del nuevo municipio de Aquae Flaviae y en el trazado y construcción de la Via Nova, entre Bracara Augusta y Asturica, atravesando todo el territorio minero por el interior, y quizá la que unía Bracara Augusta y Lucus Augusti, pasando por el propio campamento, como vía interior entre sur y norte, en la cual se han documentado más de veinte miliarios, datados no antes de comienzos del siglo iii d. C. Precisamente, con la construcción de esta segunda ruta relaciona Rodríguez Colmenero el altar que Caecilius Fuscus elevó en el año 79 d. C. al dios indígena Moelio Mordoetitiego, localizado en la localidad de Cornoces (Orense) (Cat., n.º 212). A él nos referiremos con más detalle al ocuparnos de la epigrafía relacionada con las vías. A pesar de la clara inserción del campamento de Baños de Bande en el noroeste y de su articulación en él a partir de los flavios, no contamos con testimonios epigráficos localizados en su recinto ni en sus proximidades inmediatas. Tampoco resulta fácil asociar inscripciones dispersas por el territorio a esa base militar. Sí hay dos que podrían explicarse por su localización cercana al campamento. La primera es un ara votiva descubierta a finales del siglo xix en la basílica visigótica de Santa Comba de Bande, a poco más de 1,5 km al oeste del campamento (Cat., n.º 219). Se trata de un altar de granito gris, cuyo coronamiento y cabecera han sido repicados para su reutilización posterior; conserva el fuste, que sirve como campo epigráfico sin delimitar ni rebajar y un zócalo o base sencilla sin molduras. El texto se conserva íntegro, excepto parte de la primera línea, y se distribuye en un total de diez líneas. Las lecturas posteriores a Hübner, que no vio el epígrafe,734 han aportado nuevos elementos y corregido otros que este pasó por alto. M. Macías corrigió la lectura del dedicante a L. Didius Marinus, basándose en otro epígrafe de Astorga en el que aparecía el mismo personaje, y consideró que podría tratarse de un [P]r(aefectus)? (cohortis).735 Lorenzo Fernández mantuvo la lectura de Macías en sus aspectos básicos, con ligeras correcciones en las lecturas pero los mismos desarrollos;736 también Sagredo San Eustaquio y Jiménez Furundarena han leído y restituido [p]r(aefectus)?737 Rodríguez Colmenero añadió un elemento relevante al comienzo de la primera línea, considerando que el voto habría estado dirigido a Marte, además de a la madre del emperador Caracalla. Además, consideró a L. Didius Marinus como optio de una cohorte miliaria civium Romanorum, que restituyó como D(elmatarum).738 Cabe señalar que un L. Didius Marinus dedica un altar a Marte Gradivo en Astorga siendo procurator Augustorum,739 por lo que ha sido identificado con el dedicante de este mismo altar en el que se ha querido leer también un voto al dios de la guerra romano. Por otra parte, es clave, para la interpretación de la pieza, la lectura de la l. 4. Los editores de IRG señalan que las «G» de Augg, en ambas

CIL II, 2529. Macías, M. «Aras votivas de Lucio Didio Marino», Boletín de la Real Academia de la Historia, 58, 1991, pp. 90-92. 736 Lorenzo Fernández, IRG, IV, pp. 104-105, n. 102. 737 Sagredo San Eustaquio y Jiménez Furudarena, 1996, p. 312, n. 18. 738 Rodríguez Colmenero, 1987, pp. 83-85, n. 44 y 1997, pp. 89-91, n. 57. 739 IRPL, 11. 734 735

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inscripciones, se encuentran picadas, lo que se explicaría por la damnatio memoriae de Geta tras su asesinato a manos de Caracalla. Por su parte, Rodríguez Colmenero interpreta que se trata de una «O» y no de una «G», lo que le sirve para leer y restituir et Aug(usti) o(ptio centurionis). Según él, tanto el voto de Astorga como el de Santa Comba de Bande habrían sido elevados por la misma persona, Didius Marinus, que en el momento de erigir el monumento a Marte y a Iulia Augusta estaría integrado en las milicias ecuestres sirviendo como optio de una cohorte miliaria, mientras que, posteriormente, habría ascendido en el escalafón para convertirse en procurator Augusti en la capital del conventus Asturum. A este respecto, conviene señalar el completo estudio de Ojeda Torres sobre la carrera de este personaje. Ese investigador estudia el cursus de un L. Didius Marinus, miembro del ordo equester, en el que no aparece ni el cargo de optio ni el de praefectus, pero sí el de tribunus cohortis I Praetoriae, unidad que se considera como miliaria y así habría sido consignado en la inscripción con el signo «∞».740 A juicio de Ojeda Torres, que sigue parcialmente a Pflaum, tras ostentar una serie de cargos en diversas provincias, Didius Marinus desempeñó una procuratela de rango ducenario en Asturia y Gallaecia, con la que aparece en la inscripción de Astorga. En razón de la desaparición de la segunda «G» de Augg(ustorum), el mismo autor sitúa la procuratela mencionada entre los años 212 y 213 d. C., tras la damnatio memoriae de Geta, aunque otra inscripción de Ankara que lo menciona incorpora solo la fórmula proc Aug. n., lo que supone que Didius Marinus habría sido designado como procurator antes de la corregencia de Septimio Severo y Caracalla en el año 198 d. C.741 A la luz de lo expuesto, entendemos que a las lecturas y restituciones [p]r(aefectus)? y o(ptio centurionis) habría que añadir la de [t]r(ibunus), si consideramos que el personaje en las dos inscripciones podría ser el mismo.742 Respecto a la opción de Rodríguez Colmenero, seguida también por Moreno Pablos,743 no creemos probable que el desempeño de un puesto por debajo del centurionado cuadre bien con la primera milicia desempeñada por un personaje de la categoría del dedicante. Además, vemos problemas epigráficos en la lectura de la «O» en la l. 6, que leemos más bien como una «G»; aun aceptando la lectura «O», la abreviatura O(ptio), para la que no contamos con paralelos en Hispania,744 no es, a nuestro juicio, sostenible epigráficamente. Por el contrario, tiene sentido interpretarla como la segunda «G» de Augg(ustorum). Tampoco resulta sencilla la resolución de las ll. 9 y 10, especialmente de la primera. En la l. 9 leemos, aparentemente, R CO DI, sin interpunciones, pero con espacios marcados entre los grupos de letras. Reconocemos que todas las propuestas son epigráficamente complicadas debido a lo poco usual de las abreviaturas, tanto para [p]r(aefectus), que normalmente aparece consig-

Ojeda Torres, 1993, pp. 182-185. Ibidem, p. 185, con testimonios epigráficos y bibliografía al respecto. 742 En la misma línea, cf. Andrés Hurtado, 2005, p. 87. 743 Moreno Pablos, 2001, p. 47, n. 21. 744 En ninguno de los tres casos de epigrafía militar debida a optiones procedente de Hispania aparece el término optio abreviado, sino enteramente desarrollado en el caso que proceda. Cf. CIL II, 2610 (La Rúa de Valdeorras, Orense); CIL II, 3588 (Denia, Alicante) y AE, 1908, 147 (Peñalba de Castro, Burgos). 740 741

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nado praef., como para [t]r(ibunus), cuya abreviatura más común es trib. Aun así, existen paralelos epigráficos para ambas abreviaturas,745 y considerando el material de esta inscripción, granito duro, y la escasa anchura del fuste, no habría que descartarlas. A nuestro juicio, se trata, muy probablemente, del mismo personaje, y nos inclinamos por la condición de tribuno del dedicante, habida cuenta de la presencia de ese rango en su cursus honorum, documentado en otras inscripciones, y no por la de praefectus. Respecto a la lectura del resto de la línea, no creemos que se pueda leer «CO», ni desarrollar co(hortis); pero más conflictivo sería el apelativo de la unidad, que, aparentemente, vendría consignada en la abreviatura DI/DE. Rodríguez Colmenero optó por leer y restituir [C(ohortis)?]/(civium) R(omanorum)? (miliariae) D(elmatarum) d[e/di]cavit.746 Creemos que la lectura del signo «∞» es correcta, a juzgar por los trazos curvos que enlazan los dos óculos, que, en ningún caso, podrían corresponder a dos letras diferentes. También puede asumirse la interpretación del signo como una unidad miliaria. Respecto al cognomen de la unidad, probablemente un etnónimo, podría tratarse del De(lmatarum) o Da(lmatarum) que proponen Rodríguez Colmenero y Moreno Pablos. Asimismo, la lectura de Sagredo San Eustaquio y Jiménez Furundarena, [p]r(aefectus) [?] (cohortis) de/dicavit, resulta claramente incompleta, ya que no se preocupa por la interpretación del signo antes comentado. Nosotros seguimos manteniendo que, probablemente, se tratase de un tribuno, por los motivos ya mencionados y porque, a la vista de la lectura del signo, cuadraría bien con el mando de una unidad miliaria, que tendría que ser una cohorte, posiblemente de ciudadanos romanos, aunque no consideramos que haya evidencia suficiente para reconstruirla. Respecto al voto, consideramos viable la lectura [Mar]ti de la l. 1, asociado con la madre del emperador Caracalla bajo la fórmula: Matri Castrorum et Augusti. En este caso, el dios romano aparece sin epíteto, algo poco común en las inscripciones de militares dedicadas a Marte en Hispania, de las que ya hemos hablado detalladamente en el comentario dedicado a la inscripción de Mars Cemenilus aparecida en el campamento de León (Cat., n.º D40).747 La asociación directa de Marte con la emperatriz llamada mater Castrorum es una fórmula de culto imperial muy común en época severa, que tenemos bien documentada en los ámbitos militares, como el mismo campamento de León.748 En este caso, la ausencia de epíteto y el carácter oficial del voto nos llevan a pensar que se trataría del Marte guerrero, mientras que el Mars Gradivus de la dedicatoria de la inscripción de Astorga parece más bien asociado con la agricultura y la protección de los campos.749 Si tenemos en cuenta que, quizá, se trata del mismo dedicante en ambas inscripciones, podría ser que Marte hubiera sido considerado por este devoto como un dios protector, aunque tampoco hay que olvidar que la inscripción de Santa Comba Una búsqueda de las abreviaturas indicadas en la base de datos Clauss-Slaby, a nivel imperial, confirma lo dicho y arroja paralelos, poco comunes pero válidos, para las abreviaturas «pr» y «tr» para designar la prefectura y el tribunado de unidades militares, por lo que no podemos descartar epigráficamente ninguna de las dos. 746 Rodríguez Colmenero, 1997, pp. 89-91, n. 57. 747 Vid supra apartado 3.3.5.1a: «Un testimonio de culto a Marte». 748 Aparece en los dos altares dedicados por C. Iulius Cerialis en León (Cat., n.os 031 y 032) que hemos comentado con detalle, junto con la fórmula epigráfica en el apartado correspondiente. Vid. supra apartado 3.3.1.3a: «Caius Iulius Cerealis: el culto imperial y la división de la Citerior». 749 Andrés Hurtado, 2005, p. 87. 745

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de Bande refleja también la fuerte vinculación de L. Didius Marinus con la casa imperial y sus expectativas de promoción. Por último, en cuanto al sentido de la inscripción respecto a su lugar de hallazgo, Rodríguez Colmenero supuso que, como optio, el dedicante podría haber desempeñado una misión relevante en la mansio de Aquis Querquennis, que él considera como un punto central en la recaudación y almacenamiento de la annona. Este investigador emplea como referencia principal la militarización de la burocracia imperial en época de los severos, tanto en Italia como en las provincias, con la cual rangos como los frumentarii o los stationarii pasarían a encargarse directamente de asuntos annonarios. En este contexto sitúa precisamente la inscripción de L. Didius Marinus, vinculándola con el núcleo de Baños de Bande.750 Nosotros pensamos que, en primer lugar, no se puede aceptar la función de optio del dedicante, por lo que la interpretación citada se complicaría. Bajo nuestro punto de vista, habría que partir de dos premisas iniciales. La primera es que no se puede tener por seguro que ambos L. Didii Marini sean el mismo personaje. El cursus estudiado por Ojeda no parece encajar muy bien con la inscripción de Santa Comba de Bande, aunque sí con la de Astorga. En segundo lugar, la unidad que comandó el comitente del epígrafe que tratamos sirvió, con casi toda probabilidad, fuera de la península ibérica. Teniendo esto en cuenta, para poder asociar la inscripción con el campamento de Aquis Querquennis, habría que suponer que este Didius Marinus es el mismo que ejerció como procurator en Astorga, de manera que el voto a Marte y Iulia Augusta podría haberlo elevado en el transcurso de alguna misión específica en el campamento, pero no sirviendo en el ejército de Hispania, sino como funcionario del orden ecuestre que, habiendo sido mando militar, se habría introducido en la administración imperial, tal y como acreditaría su condición posterior de procurator. En ningún caso creemos que pudiese haber servido como optio de una cohorte miliaria de los dálmatas en la península ibérica. Sin embargo, como hemos dicho, no podemos asegurar que el comitente de ambos altares sea el mismo. El dedicante del voto de Santa Comba de Bande podría ser otro Didius Marinus, que podría tener otra relación con Hispania distinta de la descrita. La proximidad del lugar de hallazgo con el campamento, así como la práctica del culto imperial en época severa, por parte de los principales mandos militares y administrativos de la provincia Citerior, nos llevan a establecer conexiones entre la inscripción y el campamento, en el marco más amplio de la reorganización del noroeste por parte de la dinastía severa y la militarización de la administración. Otra inscripción muy problemática ha sido puesta en relación con el campamento de Baños de Bande. Se trata de un epígrafe perdido recogido por Rodríguez Colmenero en su corpus de epigrafía de Aquae Flaviae.751 El lugar de hallazgo del epígrafe es incierto, no menos que el texto, que ha sido leído por ese editor de la siguiente manera: [G] eno?/Castrorum[---]/---. A pesar de que la ha incluido entre las inscripciones militares, el epígrafe perdido conserva muy poco texto como para incorporarla sin dudar a ese elenco. Siguiendo su propia lectura, Rodríguez Colmenero ha vinculado la inscripción con las prácticas religiosas colectivas del campamento, considerando que el voto fue elevado al genio del campamento de Aquis Querquennis. 750 751

Rodríguez Colmenero, 1997, p. 91, con bibliografía referente a la situación en Italia. Ibidem, p. 98, n. 47.

Capítulo 4 Centro y periferia (II). Las áreas periféricas del noroeste Una vez que hemos repasado el papel del ejército en la promoción urbana y nos hemos ocupado de los principales centros militares, resta considerar otros aspectos que se corresponden con sus funciones reales sobre el terreno. Ya hemos apuntado que el impacto del ejército romano sobre las sociedades del noroeste ha de contemplarse, esencialmente, desde una óptica más centrada en el ámbito social y cultural que en el propiamente político, sin que ello suponga que no tuviese consecuencias determinadas en este último. No obstante, el verdadero horizonte de acción de los soldados que estuvieron acantonados en el noroeste durante tres siglos está asociado, en primer lugar, a sus funciones militares, y, en segundo lugar, a las político-administrativas. Es preciso destacar que este tipo de división de funciones no se corresponde con una realidad más rica y compleja en la que todas las funciones de los ejércitos de Roma se complementaran y no se percibieran líneas de separación. No obstante, recurriremos a este modelo en aras de una exposición lo más breve y clara posible sobre la cuestión.1 Aunque las prioridades y los tipos de funciones del exercitus Hispanicus fueron variando en términos específicos, desde un punto de vista general, y al margen del ámbito propiamente bélico, podemos hablar de cuatro ejes o grupos de tareas principales. El primero de ellos es el control y vigilancia del territorio conquistado, para el que el elemento fundamental fue la construcción de campamentos legionarios y auxiliares permanentes en lugares estratégicos, en la periferia de los conventus del noroeste. Dentro de este cometido se encontraban las tareas policiales, el mantenimiento del orden en la provincia Citerior y el reclutamiento de elementos indígenas para engrosar las filas de las legiones, tanto de Hispania como del resto del Imperio. Un segundo eje de tareas significativo fue la articulación física del territorio mediante la construcción de una red de vías, caminos y puentes que hiciera posible el control real de Roma sobre las poblaciones. Las vías del noroeste permitieron el desplazamiento rápido y eficaz de las tropas en la fase de conquista y, posteriormente, facilitaron la comunicación entre las capitales conventuales, la recaudación de tributos y los fundamentales trabajos de la minería. Las vías y puentes no fueron las únicas ocupaciones en este sentido, como veremos, pero sí En este sentido, nos basamos en el criterio de Palao Vicente (2006: 317-318), que utiliza el mismo método de división entre funciones «de guerra» y «político-administrativas» a la hora de exponer los cometidos principales de la legio VII Gemina en la Península. 1

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

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la principal en el noroeste. El tercer eje es, precisamente, la mencionada explotación de los recursos mineros auríferos de la región, uno de los intereses capitales del emperador en la zona. El cuarto y último viene constituido por las tareas relacionadas con la administración, como el censo y el cobro de impuestos, entre otras. De todas ellas iremos hablando con cierto detalle, centrándonos en el cuadrante noroccidental de la provincia Citerior, principal escenario de actuación de los militares. 4.1. El ejército y las vías de comunicación En el noroeste, el final de las guerras abría un proceso que exigía un control activo del territorio sometido. La comunicación de unos asentamientos con otros, no solo entre los campamentos militares, sino también entre las nacientes capitales conventuales, exigía el diseño y construcción de una red de carreteras, caminos y puentes que garantizase, no solo la movilidad de tropas, sino el funcionamiento del sistema impositivo, el abastecimiento de tropas y los principales núcleos de población y la explotación del territorio. Es bien conocida la dilatada experiencia de los ejércitos romanos en materia constructiva. Para ello, contaban con los mejores especialistas con amplios conocimientos topográficos y edilicios.2. De todas las grandes infraestructuras, las vías de comunicación fueron, sin duda, aquellas en las que los militares participaron de manera más frecuente. Por lo que respecta a Hispania y al noroeste, las fuentes alusivas a la construcción de vías son más bien escasas y poco específicas. Dos de las fuentes epigráficas principales para la reconstrucción del trazado viario en el noroeste son el célebre Itinerario Antonino y el polémico Itinerario de barro. El primero ha sido ampliamente estudiado y hoy en día se acepta como seguro el trazado que muestra para el cuadrante noroccidental. Sin embargo, su cronología tardía no nos ayuda a rastrear los primeros momentos de la construcción de la red viaria, ni proporciona datos específicos sobre la cuestión que tratamos ahora, la de la intervención de los militares en el proceso.3 Por otra parte, el conocido como Itinerario de barro, hallado en las cercanías de Asturica Augusta, ya fue considerado por García y Bellido4 como testimonio de la participación de la legión en el trazado o conformación y posterior ordenamiento del sistema de comunicaciones en el noroeste.5 Las cuatro rutas que presentan estos documentos ofrecen grandes dificul-

Respecto al ejército y a la construcción, las fuentes primarias, tanto literarias como epigráficas, son relativamente abundantes y bastante elocuentes, especialmente en el área del norte de África. La bibliografía contemporánea es, asimismo, copiosa, ya que recoge y estudia todos los testimonios capitales. Recomendamos la consulta de una serie de obras principales que tratan la cuestión pormenorizadamente. Cf. Evans, 1994, pp. 143-164. Sobre el norte de África, cf. Le Bohec, 1989 y 1981, pp. 127-160. Centrado en un período más tardío, pero igualmente relevante para la actividad edilicia entre los militares, cf. Mcmullen, 1963, pp. 23-48 y 1959, especialmente las pp. 141-165. Para lo referente a los especialistas constructores, cf. Wells, 1986, pp. 232-234. 3 Para el Itinerario Antonino, como fuente histórica y su análisis, un buen resumen en Roldán Hervás, 1975a. 4 Cf. García y Bellido, 1975, pp. 547-563. 5 Ya hemos reflexionado sobre la problemática de este documento. En cualquier caso, remitimos, de nuevo, al trabajo de referencia sobre la cuestión. Cf. Fernández Ochoa, Morillo Cerdán y Gil Sen2

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4.  CENTRO Y PERIFERIA (II)

283

tades de interpretación, en parte porque algunas coinciden parcialmente con mansiones presentes en los trazados de las vías XVII y XVIII del Itinerario Antonino. Teniendo esto en cuenta, son especialmente destacables dos ejes que no aparecen en ningún otro documento: una vía Legio (León)-Portus Blendius (Suanzes, Cantabria), que cruza la meseta norte en dirección a la costa del Cantábrico, y otra entre Asturica Augusta y Bracara Augusta, que pasa por Aquae Flaviae (Chaves), cuyo trazado ha sido relacionado con un camino originalmente militar aprovechado posteriormente. A pesar de ser fuentes valiosas, estos documentos no proporcionan información directa acerca de la intervención específica del ejército en la configuración del sistema de comunicaciones, ni sobre las fechas en que se produjo. Por ello, trataremos de poner la vista en otras evidencias epigráficas que aporten información en este sentido. Los primeros testimonios atestiguados en el período altoimperial, sobre calzadas y ejército, son las marcas que las legiones IIII, VI y X dejaron en algunos de los materiales edilicios del puente de Martorell, próximo a la capital de la Citerior, Tarraco.6 Estos materiales epigráficos dan claro testimonio de la preocupación de la administración imperial, ya desde el reinado de Augusto, por establecer un sistema de comunicación eficaz en la nueva provincia Citerior. En el mismo sentido han de interpretarse algunos miliarios documentados en la zona de Valle del Ebro, que aluden específicamente a las legiones y revelan la planificación viaria de la parte nororiental de la provincia mencionada, concretamente en la vía entre Caesaraugusta y Summum Pyrenaeum.7 Aunque las pruebas no son tan evidentes, en el noroeste hispano comenzó una actividad similar que podemos documentar por la presencia de inscripciones desde el período julio-claudio. En su día, Tranoy, y después Le Roux, pusieron en relación la localización y datación de algunos epígrafes de militares hallados en el noroeste con la configuración del sistema viario y la iniciativa de los militares en esta empresa.8 El contingente de las inscripciones repartidas por el noroeste y fechadas en época julio-claudia asciende a dicecinueve.9 De ellas, doce se concentran en el campamento de Petavonium y en Asturica Augusta: seis en Sansueña10 y otras seis en la ciudad. De los siete restantes, dos aparecieron en otra de las capitales conventuales, Lucus Augusti.

dino, 2012, pp. 151-179, concretamente a la parte específica sobre la historia de la investigación, pp. 152154, para una exposición de detalle con bibliografía. 6 Sobre estas marcas y su cronología, cf. Fabré Mayer y Rodà, 1984, pp. 282-288. Estos materiales epigráficos aparecen comentados también, con detalle, en AE, 1984, p. 607. 7 Ibidem, p. 583, Castillo de Sora/Zaragoza: Imp(erator) Caesar divi f(ilius) / Augustus co(n)s(ul) XI / tribunic(ia) potes(tate) XV / {XV} imp(erator) XIII / pontife(x) max{s}(mus) / l(egio) X G(emina) / m(ilia) (!) XXXIIX; y AE, 1984, p. 584, Castiliscar/Calahorra: Imp(erator) Ca[esar divi f(ilius)] / Augu[stus co(n)s(ul) XI] / tribun[ic(ia) potes(tate)] / XV im[p(erator) XIII] / [pont]ifex max{s}[mus] / legio IIII Mac(edonica) / m(ilia) (!) LXIIX. Palao Vicente (2006: 323, n. 23) cita otro hallado en Ejea de los Caballeros, vinculado a la X Gemima y al mismo complejo viario. 8 Tranoy, 1981, pp. 206-212 y Le Roux, 1982, pp. 119-120 9 Para una visión en detalle de las localizaciones y la distribución. Vid. mapa 3: distribución de inscripciones de militares por cronología, 10 Con el topónimo «Sansueña» nos referimos al área en el que se encuentran los campamentos de la legio X Gemina y el ala II Flavia en la actual provincia de Zamora.

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Tabla 51. Distribución de inscripciones del período julio-claudio en el noroeste. N.º Cat.

Titulus

Referencia

Localización

018

CIL II, 2594a

Astorga/ Asturica Augusta

Funerario

019

AE, 1928, 00163

Astorga/ Asturica Augusta

020

ERPLeon, 00244

021

Conventus

Rango/Unidad

Cronología

Asturum

Miles/leg. X Gem.

Siglo i d. C. (Augusto-69 d. C.)

Funerario

Asturum

Miles/leg. X Gem.

Siglo i d. C. (Augusto-69 d. C.)

Astorga/ Asturica Augusta

Funerario

Asturum

Miles/leg. X Gem.

Siglo i d. C. (Augusto-69 d. C.)

AE, 1904, 00160

Astorga/ Asturica Augusta

Funerario

Asturum

Miles/leg. X Gem.

Siglo i d. C. (Augusto-69 d. C.)

024

AE, 1928, 00165

Astorga/ Asturica Augusta

Funerario

Asturum

Miles/cohors Thracum

Siglo i d. C. (Augusto-69 d. C.)

025

Astorga/ CIL II, 5076 Asturica Augusta

Funerario

Asturum

Siglo i d. C. Veteranus/leg. X (Augusto-69 Gem. d. C.)

058

AE, 1967, 00235

Rosinos de Vidriales/ Petavonium

Funerario

Asturum

Miles/leg. X Gem.

059

Fuente CIL II, 2630 Encalada/ Petavonium

Funerario

Asturum

Siglo i d. C. Veteranus/leg. X CalígulaGem. Galba

060

Fuente CIL II, 2629 Encalada/ Petavonium

Funerario

Asturum

Miles/leg. X Gem.

Siglo i d. C.

061

AE, 1928, 00180

Rosinos de Vidriales/ Petavonium

Funerario

Asturum

Miles/leg. X Gem.

Siglo i d. C. CalígulaGalba

062

Fuente CIL II, 2631 Encalada/ Petavonium

Funerario

Asturum

Miles/leg. X Gem.

Siglo i d. C. AugustoCalígula

069

AE, 1993, 01036

Tardemézar/ Petavonium

Funerario

Asturum

Miles/leg. X Gem.

160

CIL II, 2584

Lugo/Lucus Augusti

Funerario

Lucensis

Miles/cohors III Lucensium

Siglo i d. C. ClaudioNerón

161

CIL II, 2594a

Lugo/Lucus Augusti

?

Lucensis

Veteranus?

Siglo i d. C. CalígulaGalba

Siglo i d. C. TiberioClaudio

Siglo i d. C. AugustoCalígula

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N.º Cat.

4.  CENTRO Y PERIFERIA (II)

Titulus

Conventus

285

Referencia

Localización

226

IRLugo, 00075

San Román de Cervantes (Lugo)

222

CIL II, 2545

Caldas de Reis Funerario (Pontevedra)

Lucensis

Miles/leg. X Gem.

Siglo i d. C. CalígulaGalba

224

IRG-03, 00038

Caldas de Reis Funerario (Pontevedra)

Lucensis

Miles/leg. X Gem.

Siglo i d. C. ClaudioNerón

217

Tranoy, ¿Santo Tomé? 1981, p. 322 (Orense)

Votivo ¿Genius eq. leg.?

Bracaraugustanus

¿?

¿Siglo i d. C.?

213

CIL II, 2374

Votivo

Bracaraugustanus

Miles/leg. VI Victrix

Siglo i d. C. CalígulaGalba

Santo Tirso (Porto)

Votivo Lucensis ¿Divinidad?

Rango/Unidad

Cronología

Miles/leg. X Gem.

Siglo i d. C. CalígulaGalba

De todo el elenco disponible, podemos descartar prácticamente todos los ejemplares a la hora de ponerlos en relación con la construcción de las vías del noroeste en época julio-claudia. La gran mayoría de los epígrafes se concentran en las capitales de conventus y en uno de los campamentos legionarios permanentes y son de carácter funerario, lo que nos pone sobre la pista de individuos que habrían desempeñado sus funciones en estos sitios, donde fueron más tarde sepultados, o bien de soldados que volvieron a sus lugares de origen cuando murieron o tras su retiro; también algún veterano que se habría instalado en la ciudad donde sirvió. No obstante, Le Roux señaló en su día dos inscripciones, halladas fuera del noroeste, como testimonios directamente asociados a la construcción viaria. Se trata, por una parte, de una, hoy perdida, hallada por Hübner en Calahorra (Calagurris), que consigna el epitafio de C. Varius Domitianus, soldado de la VI Victrix, natural de Bononia (Cat., n.º 192). La matrícula no consigna los años de servicio del soldado, aunque, a juzgar por los años que vivió, podemos suponer que murió en servicio activo. La otra es una estela funeraria de un miles de la legio IIII Macedonica, hallada en Varea (Vareia, Logroño); el soldado murió a los 39 años y no se consignan sus stipendia (Cat., n.º 205). Le Roux fechó las dos inscripciones en el reinado de Tiberio y las puso en relación con el trazado de la vía entre Caesaragusta y Virovesca.11 Este tramo de vía pertenece al eje principal que comunicaba la zona del Valle del Ebro con el territorio de los cántabros y con el noroeste, concretamente con la capital del conventus Asturum. Para el estudioso francés, los lugares de hallazgo de ambos epígrafes, la concentración de otros del período en esta zona y los precedentes servicios en las legiones augústeas de los difuntos indican que habría que interpretar que estos se estaban dedicando a la reparación del tramo de vía mencionado. Por tanto, pueden considerarse, no sin cierta reserva, como indicios de la actividad de los militares en la configuración de la red viaria desde épocas tempranas. Asimismo, es necesario mencionar dos inscripciones localizadas en Caldas de Reis (Pon Le Roux, 1982, p. 119 y nn. 13 y 14.

11

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

286

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tevedra), identificable con Aquae Celenae, establecimiento con aguas termales en el conventus Lucensis. Ambos son epígrafes funerarios en los que aparecen soldados de la legio X Gemina. El primero de ellos (Cat., n.º 222) consigna el epitafio de C. Iulius Victor, miles gregalis que murió en activo tras dieciocho años de servicio. El otro presenta una situación interesante. Se trata de una estela funeraria de granito dedicada a tres esclavos al servicio del centurión de la legio X, M. Audax Maximus (Cat., n.º 224).12 Cabe destacar que la onomástica de los tres esclavos no remite al noroeste hispano, sino a Italia, al igual que la del centurión. La cronología temprana de la inscripción, mediados del siglo i d. C., y la pertenencia del centurión a la X Gemina se ajustan bien a estas origines. El epitafio resulta peculiar, dado que es difícil explicar la muerte de, nada menos, que tres siervos del mismo centurión, todos ellos en torno a los veinte años de edad, al parecer al mismo tiempo. Algunos autores han apuntado que pudiera tratarse de un accidente,13 lo que resulta, al menos, verosímil, y más en el contexto de unas obras de construcción de vías. Es significativo también que el centurión no figure expresamente como dedicante, sino que, simplementre, el genitivo del epitafio indica que los difuntos fueron sus esclavos.14 La presencia de los tres jóvenes siervos junto a su amo en Caldas de Reis, además de la de la muerte de los tres, plantea una interesante cuestión concerniente a la relación del epígrafe con su lugar de hallazgo y el territorio. La localización de la pieza, junto con otras dos inscripciones más debidas a miembros de la X Gemina halladas en la misma localidad, ha sido empleada por algún autor para tratar de emplazar en el lugar un campamento o guarnición.15 Creemos que ello es improbable. La relación de estas inscripciones, en las que aparecen un soldado oriundo de Hispalis, en la Bética, y un centurión de probable origen itálico, con el territorio donde se hallaron puede ser entendida pensando en la construcción de la red viaria en tiempos de los julio-claudios, probablemente entre los reinados de Calígula y Nerón.16 El lugar de hallazgo, la ya citada Caldas de Reis, fue un enclave que no llegó, probablemente, a pasar de aglomeración y cuyo interés central en la Antigüedad fue, como decíamos, la existencia de manantiales de agua termal. Ahora bien, esa localidad estaba enclavada junto a un tramo de la vía que unía Olissipo (Lisboa), en la costa del sector central de Lusitania, con la Citerior, concretamente con la parte norte del conventus Lucensis, pasando, de sur a norte, por Conimbriga, Portus Cale y Bracara Ausgusta. Ese tramo, el último, que discurría entre la capital del conventus Bracaraugustanus y las cercanías de Flavium Brigantium (La Coruña), pasaba precisamente por Aquae Celenae, nombre con el que, como indicábamos, fue co-

El centurión no aparece como dedicante del monumento, ya que el texto tan solo indica, en genitivo, la pertenencia de los tres servi al centurión, pero no que este último fuese el responsable de erigir el monumento. 13 García y Bellido, 1961, p. 127 y López Barja, 1993, p. 130, n. 20. 14 Debemos reseñar que el tipo de monumento en el que se grabó el epitafio es de gusto claramente indígena. Se trata de una estela, con cabecera semicircular, ornada con creciente lunar en su parte superior, es un tipo muy similar a los ya comentados en Petavonium para las mismas cronologías 15 Pérez Losada, 2002. 16 Coincidimos en la interpretación con Le Roux (1982: 119), que consideraba que había que entender ambos epígrafes en este sentido. 12

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nocido Caldas de Reis y, un poco más al norte, por Iria Flavia (Padrón).17 La conjunción de dos epígrafes funerarios y uno votivo de miembros de la misma legión en la misma localidad, las origines de los militares, que no provenían del noroeste, y el hecho de que ambos estuviesen en activo, así como la situación de Aquae Celenae al costado de la vía, constituyen indicios, a nuestro juicio, suficientes para relacionar las dos inscripciones con la construcción o reparación de ese tramo viario. Algunos indicios suplementarios, como la peculiar circunstancia de la muerte de los tres esclavos del centurión, sugieren esta posibilidad. Teniendo en cuenta, por otra parte, el carácter de establecimiento termal de Aquae Celenae, no habría que perder de vista, como motivo concreto de su presencia en el lugar, una visita de alguno de los soldados a las aguas salutíferas. En todo caso, no parece que podamos considerar estos monumentos como reflejos de soldados que vuelven a sus lugares de origen, a tenor de sus procedencias y la cronología de los epitafios. Esta interpretación, que toma pie en la construcción de las vías, viene reforzada, además, por el hallazgo de un fragmento de ara votiva consagrada a los Lares Viales, reutilizada en la Iglesia de Santa María de la propia Caldas de Reis.18 La pieza pone de relieve la presencia de las vías y los caminos en el acervo cultual de la zona y favorece la hipótesis expuesta. Conviene recordar, no obstante, que los epígrafes de militares que aparecen dispersos por el territorio del noroeste son susceptibles de varias interpretaciones, y que no siempre es fácil rastrear los movimientos de los soldados cuyas tumbas o monumentos votivos aparecen lejos de los campamentos base o acantonamientos de las unidades. Podremos comprobarlo más adelante al intentar una sistematización de esos datos. Quizá los grandes sillares aparecidos en Asturica Augusta, con las marcas legionarias leg. X Gem., pudieran también asociarse a la etapa temprana de la configuración de la red viaria, como sugirieron Morillo Cerdán y García Marcos.19 Es posible que los mismos estuvieran destinados a una gran construcción relacionada con tales infraestructuras, pero no podemos más que suponerlo ante la ausencia de más pruebas. Por su cronología temprana y localización es de interés, en el contexto de los grandes trabajos emprendidos por el ejército en el noroeste, la inscripción votiva que L. Valerius Silvanus, soldado de la legio VI Victrix, dedicó al dios indígena Turiaco (Cat., n.º 213). Se trata de un texto escueto que consigna el voto del legionario sobre una placa de granito gris fragmentada pero bien trabajada. La pieza apareció en la localidad de Santo Tirso (Porto, Portugal), embutida en una de las paredes de la iglesia local. Como ya advirtió Le Roux, las dedicatorias de los soldados a dioses indígenas en el noroeste son de difícil interpretación por lo que respecta a la función que desempeñaron los mismos. Al igual que en otro monumento votivo, dedicado por otro Valerius, C. Valerius Carus, tal vez a Navia, en la Sierra de Ancares (Lugo),20 la onomástica de los dedicantes y la cronología de los monumentos nos revelan a individuos procedentes, probablemente, de algún

17 La vía está atestiguada por el Itinerario Antonino, y parte de su trazado figura, asimismo, en el llamado Itinerario de barro. Cf. TIR, hoja K-29: Porto. 18 CIRG-02, 00075 = IRG-03, 00023, Caldas de Reis/Aquae Celenae: [---]REC[---] / [---]us Ge[---] / [La]ribu[s ---] / [V]ial[i]b[us. 19 Palao Vicente, 2006, p. 323. 20 Inscripción que trataremos en profundidad más adelante, en el apartado referente al control del territorio.

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punto de Hispania o de la Galia Narbonense, no de Italia.21 Desde el punto de vista del espacio, la inscripción podría ser puesta en relación, bien con el trazado o construcción de las vías de comunicación del noroeste en el período augusteo, bien con el control del territorio, o con ambos cometidos. El lugar de hallazgo se encuentra en el paso de la vía ya aludida, que transcurría, de sur a norte, desde Olissipo, pasando por Portus Cale (Oporto), hacia el norte, en dirección a Bracara Augusta y Aquae Celenae (Caldas de Reis), para unirse a la vía que marchaba hacia Asturica Augusta, al sur de Brigantium (La Coruña). El hecho de que se trate de una inscripción votiva de un soldado en activo, que probablemente no era originario de la región donde apareció el epígrafe, sino de una zona más bien urbana, la cronología temprana y el carácter del voto, que parece insertarse en un contexto local, son indicios de que C. Valerius Silvanus podría haber formulado el voto pidiendo el favor divino en el transcurso de una misión o cometido relacionado con las construcción de las vías y, quizá, de vigilancia del territorio. Habrá que avanzar hasta el período flavio para encontrarnos con los siguientes indicios de la participación del ejército en las infraestructuras viarias del noroeste. El bien conocido monumento epigráfico levantado junto al puente de Chaves (Aquae Flaviae), sobre el río Támega, representa el testimonio más directo en tal sentido.22 Se trata de un fuste de columna de granito gris hallado, en los años ochenta, en el lecho del río. En su lugar se había colocado una copia, junto al puente, que conmemoraba su construcción. El epígrafe, ampliamente estudiado, consigna precisamente la edificación en tal lugar del puente, que iba, además, asociado a una vía de comunicación. En el texto figuran como dedicantes las principales autoridades romanas, en orden jerárquico, junto con la propia legión y las comunidades indígenas de la zona.23 Al lado del gobernador de la Citerior (legatus Augusti pro praetore), Gaius Calpetanus Rantius Quirinalis, aparecen un legatus Augusti, D. Cornelius Maecianus, y un procurator, L. Arruntius Maximus. A continuación aparecen la legio VII Gemina y diez civitates indígenas, entre las que están los propios Aquiflavienses, los Coelerni y los Interamici, entre otros. Tal y como apuntó Le Roux, el texto simboliza a la perfección el espíritu de intervención del ejército en la articulación del territorio: apoyar técnica y físicamente la creación de una red viaria, indispensable para el «ejercicio» del poder de Roma, lo que hubo de repercutir notablemente, a su vez, en el establecimiento y organización de las comunidades y las aglomeraciones indígenas, como se refleja en la parte final de la dedicatoria.24 La inscripción se puede fechar con exactitud en el año 79 d. C., fecha de la muerte de Vespasiano. La nómina de dedicantes deja clara, a nuestro juicio, la intervención de los soldados de la VII Gemina en la obra viaria, una intervención que probablemente consistió, al menos, en el asesoramiento técnico para el trazado de la vía y el puente. La datación del epígrafe pone necesariamente en relación este testimonio con la participación del

Le Roux, 1982, p. 120. CIL II, 2477 = CIL II, 5616. 23 Optamos aquí por la lectura de Le Roux de la l. 10, leg(io) VII Gem(inae) [Fel(icis)], que convierte a la legión en dedicante del monumento, junto a las autoridades políticas y administrativas y los indígenas. En contra, Alföldy, Fasti, 1969, p. 75, que desarrolla leg(ionis), en genitivo. 24 Le Roux, 1998, p. 206. A este respecto, y para una visión más amplia, cf. también Le Roux, 1982, pp. 143 y 240 y AE, 1983, p. 586. 21 22

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ejército en la remodelación de la red viaria acometida por los emperadores flavios en el noroeste. En ese período podemos documentar el añadido de tejido viario adicional al circuito que ya comunicaba las capitales conventuales, trazado por los emperadores julio-claudios. Esta ampliación se concreta, especialmente, con la construcción de la llamada Via Nova o Via XVIII, que unía, por el interior de los territorios de Gallaecia y Asturia, las capitales de Bracara y Asturica Augusta.25 El nexo entre la construcción de estas vías y la dinastía flavia viene dado por la datación de los miliarios documentados en esta zona bajo los reinados de Tito y Domiciano, y por la presencia en ellos del gobernador Q. Calpetanus Rantius Quirinalis, presente en la inscripción de Chaves.26 A ese indicio habría que sumar el altar que el miles septimanus Caecilius Fuscus elevó en Cornoces (Orense; Cat., n.º 212). Se trata de un ara de granito gris reutilizada como pila de agua bendita en la parroquia local y con inscripción en tres de sus caras. Al margen ahora de problemas particulares de interpretación, la pieza consigna, sorprendentemente, datación consular y precisa el día y el mes, está fechada el día 29 de mayo del año 79 d. C., poco antes de la muerte de Vespasiano. Por ello, ha sido empleada como término de datación ante quem para la vuelta de la legio VII Gemina a Hispania. El texto presenta, además, un voto a una nueva divinidad indígena, Moelius Mordoniecus,27 que ha sido interpretada en relación a los ríos y pantanos a través de la etimología del teónimo y el epíteto que lo acompañan.28 Probablemente se tratase de una divinidad acuática cuyo numen podría haber protegido un lugar geográfico concreto o quizá a un grupo suprafamilar.29 A pesar del deterioro del texto, parece que el voto corrió a cargo de C. Fuscus, soldado legionario de la VII Gemina que lo acompañó con las fórmulas votivas preceptivas.30 En una de las caras laterales se encuentra la dicha datación consular y aparece en la otra cara la abreviatura Lari V, que se ha desarrollado como Lari(bus) V(ialibus). En este epígrafe, la llamada «cara c» fue grabada, según Le Roux y Rodríguez Colmenero, en un momento más tardío que la inscripción original, ejecutada en dos caras.31 Esta última cuestión es relevante para el tema que nos ocupa, porque vincula visiblemente la inscripción con las vías de comunicación; pero conviene ser cautos, dado que, ciertamente, la paleografía de la última cara epigráfica es notoriamente diversa de las otras dos. En cualquier caso, la condición del dedicante, el tipo de voto, que invoca a una deidad local de carácter protector, la fecha en que se levantó el monumento y la cercanía del lugar de hallazgo con una vía que partía de Aquae Flaviae

Tranoy, 1981, pp. 220-221 y Palao Vicente, 2006, pp. 323-324, que considera la inscripción de Chaves en el mismo sentido que Le Roux, y con el que coincidimos. 26 Tranoy (1981: 209-210) presenta una relación detallada de los miliarios documentados en la zona, sus dataciones e interpretación. Palao Vicente (2006: 324)apuntó que la presencia del gobernador provincial constituye un indicio claro de la participación militar en esta reconfiguración de las calzadas. 27 No aceptamos, en este caso, la relectura Moeetio Mordotitiego de Rodríguez Colmenero (1997: 144; IRG IV, 92). 28 Prósper, 1998, pp. 261-280. 29 Tranoy, 1981, p. 276. 30 Le Roux (1982: 153) no leyó el final de la l. 6 ni el inicio de la siguiente, y destaca que tanto el numeral II de comienzos de la l. 7 como las letras G. F. son de dudosa lectura, aunque argumenta que, en nigún caso, la lectura leg. V. C. F. tendría sentido alguno. 31 Le Roux, 1982, p. 153 y Rodríguez Colmenero, 1977, pp. 315 y 402. 25

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y llegaba a Lucus Augusti indican que el testimonio ha de ser colocado en relación con el entramado viario.32 El enclave donde fue hallada, Cornoces (Amoeiro, Orense), se encuentra muy próximo al paso de dos ejes viarios entre Aquae Flaviae y Lucus, de sur a norte, y algo al norte del eje este-oeste, Bracara-Asturica, de la via XVII. La documentación disponible, aunque escasa, permite constatar que, indudablemente, el ejército jugó un papel relevante en la remodelación flavia del entramado viario del noroeste. Aunque no contemos con muchos materiales que establezcan una relación directa, conviene tener en cuenta que la experiencia técnica de los militares resultaba idónea para el trazado y configuración de los caminos y también para su mantenimiento, en el que sin duda, debieron de colaborar. Asimismo, es preciso no perder de vista el hecho de que el buen estado de las vías de comunicación debe contemplarse como un recurso imprescindible, no solo para la administración, sino también para el adecuado control de los territorios y las explotaciones mineras. Tal y como apunta Palao Vicente, la actividad de la legio VII Gemina y sus unidades auxiliares, en este sentido, no se limitó al período flavio, cuando contamos con más pruebas. Bajo los reinados de Trajano y Adriano también se implementó un ambicioso programa de renovación de infraestructuras que afectó a los territorios del noroeste. En este sentido, es fundamental el reciente trabajo de Gonzálz y Conde sobre las intervenciones de Adriano en la zona del Valle del río Limia (Orense), que actualiza los conocimientos que teníamos y pone de relieve el peso específico de la actuación imperial con respecto a las comunicaciones y la explotación del territorio más allá del horizonte Flavio.33 La cercanía de algunos de los sitios donde se trabajó a la base de la legión en León hace suponer que el ejército habría tenido un papel protagonista en estas labores. También en época de Caracala se produjo una reorganización importante en los conventus noroccidentales, con el objetivo de mejorar el rendimiento de la zona, crucial para las aspiraciones políticas de los severos, pero carecemos de datos directos más allá de los fuertes lazos del citado emperador con el ejército acantonado en el noroeste.34 4.2. El ejército y la minería de oro Otro de los cometidos principales del ejército romano en el noroeste fue su intensa labor de apoyo logístico a la extracción de oro de los abundantes yacimientos repartidos por el mismo, especialmente en el territorio del conventus Asturum. La minería y el ejército han sido, en efecto, dos de los ejes sobre los que tradicionalmente se ha vertebrado el estudio de la romanización del noroeste. El estudio de la minería romana en la península ibérica conoció sus primeros impulsos científicos relevantes con los trabajos de Para esta vía, cf. Tranoy, 1981, p. 216 y Palao Vicente, 2006, p. 324 y n. 33, que señala, además, la presencia de otra inscripción dedicada a los Lares Viales en las cercanías de Cornoces, en Amoeiro (Orense): AE, 1955, p. 249. Esta dedicatoria pone de relieve la relación de la vía con el entorno local y favorece la asociación del voto de Caecilius Fuscus con la calzada mencionada. Asimismo, en las pp. 324325, el mismo autor cita testimonios epigráficos de militares que los vinculan al trazado viario del mediodía hispano. 33 Palao Vicente, 2006, p. 325. Para el noroeste, cf. Tranoy 1981, pp. 207-221 y González Conde, 2016, pp. 217-226. 34 Palao Vicente, 2006, p. 325 y n. 41. 32

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C. Domergue,35 especialmente los referentes a este sector noroccidental, algunos de los cuales siguen vigentes en muchos de sus presupuestos básicos.36 Cabe destacar, asimismo, la parte de sus estudios que Tranoy dedicó a los yacimientos de la Gallaecia.37 Sin embargo, algunos de los mejores conocedores de la geografía antigua y los yacimientos auríferos del noroeste han puesto de relieve, posteriormente, cómo gran parte de la investigación ha favorecido el establecimiento de modelos de interpretación basados esencialmente sobre presupuestos considerados como paradigmas, cuya aplicación a la realidad del noroeste es, por lo menos, matizable.38 Por lo que respecta al ejército, la importante presencia militar en la zona desde época de Augusto ha motivado su consideración como uno de los principales focos de «romanidad» en la integración del sector noroccidental.39 No obstante, como hemos venido apuntando, esa influencia ha de ser sopesada desde diversos puntos de vista, teniendo en cuenta que la intervención de los soldados y su impacto sobre las comunidades indígenas ha de medirse con diferentes escalas, según el ámbito del que se trate. Apectos como los sistemas de extracción indígenas prerromanos y el peso específico de la minería en su articulación social,40 la organización administrativa romana en torno a la explotación de los yacimientos en diversos períodos,41 la delimitación de los territorios mineros42 o las formas de extracción y sus protagonistas43 son cuestiones clave para abordar esta problemática histórica. La participación de las legiones en la extracción de mineral aparece ya reflejada en un pasaje de Tácito alusivo a la preparación de las infraestructuras necesarias.44 Conviene, no obstante, matizar desde el inicio la importancia del elemento militar en estos tra-

Domergue,1990. Domergue,1970, pp. 255-286 y Domergue y Herail, 1978. 37 Tranoy, 1981. 38 Sastre Prats, Beltrán y Sánchez Palencia, 2010, pp. 117-134. Este trabajo constituye un resumen actualizado sobre la relación entre ejército y comunidades indígenas del noroeste en el período altoimperial, con la minería aurífera como contexto de fondo. Los autores consignan las cuestiones de estudio principales, apoyados con bibliografía específica resultante de veinte años de trabajos científicos en los parajes mineros del occidente y noroeste peninsular. 39 Para el ejército y las minas, cf. Le Roux,1989, pp. 177-188. Se trata de un trabajo de referencia sobre la minería y el ámbito militar al que nos referiremos frecuentemente en puntos concretos. 40 Sobre las comunidades indígenas, hemos consignado parte de la bibliografía específica en los apartados alusivos a el ejército y la promoción urbana. 41 Sobre la minería del período altoimperial, cf. Domergue y Sillìeres, 1977; Orejas y Sastre Prats, 1999, pp. 159-188; Orejas, Sastre Prats y Zubiaurre, 2012, pp. 31-46; Sánchez-Palencia et al., 2006, pp. 265-285; Sánchez-Palencia et al., 2007, pp. 135-158; Sánchez-Palencia et al., 2010, pp. 1067-1090; y Sánchez-Palencia, 2015, pp. 147-161. Sobre las comunidades indígenas y sus modelos de organización, en relación con la minería, son fundamentales los trabajos de Sastre Prats, 1998; 1999a, pp. 273-279; 1999b, pp. 345-359; 2001; 2002a; 2002b, pp. 213-248; 2003; 2004a, pp. 371-380; 2004b, pp. 99-110; 2007, pp. 1317-1324; 2008; 2015a, pp. 124-135; y 2015b. Seguimos, en este punto, los presupuestos básicos recogidos en: Sastre, Beltrán y Sánchez-Palencia, 2010, p. 119, que, a su vez, resumen las conclusiones principales extraídas por estos investigadores a lo largo de dos décadas de trabajos sobre el terreno. 42 Especialmente en Domergue y Herail, 1978. 43 Sastre, Beltrán y Sánchez-Palencia, 2010, p. 118. Sobre las redes de canalización hidráulica, cf. Sastre, Beltrán y Sánchez-Palencia, 2002, pp. 215-234. 44 Tac., ann. XI, 20, p. 3: […] at legionibus cum dammo labor, effodere rivos quaeque in aperto gravia, humum infra moliri. Quis subactus miles, et quia plures per provincias similia tolerabantur. 35 36

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bajos de explotación del mineral. Una parte significativa de la investigación ha tendido, en los últimos años, a rebajar su peso específico en la explotación de las zonas mineras. En este sentido, Le Roux relativizó la presencia militar en esas labores en diversas zonas mineras del Imperio, señalando que la intervención de los soldados no fue, en ningún caso, de carácter continuo y generalizado.45 Por otra parte, la riqueza minera de Hispania, bien conocida y que alcanzó tintes legendarios, fue uno de los principales acicates de Roma para la conquista de su territorio. La península ibérica es, además, junto con Egipto, la zona en la que han aparecido más testimonios que vinculan al ejército romano con la minería en todo el Imperio.46 Centrándonos en Hispania y en el territorio que nos interesa, contamos con un pasaje de Floro que señala al emperador Augusto como responsable de la puesta en marcha de las explotaciones mineras en el noroeste tras las guerras de conquista.47 Efectivamente, Augusto mantuvo una importante guarnición militar en Asturia y Gallaecia, situación que se mantuvo con los siguientes emperadores julio-claudios. Sin embargo, cabría matizar, como ya hemos apuntado, que los primeros tiempos hubieron de caracterizarse, primero por una labor sistemática de búsqueda y localización de yacimientos auríferos y, a partir de Tiberio, por los inicios de una explotación organizada que incluía la articulación del territorio.48 Las exigencias del nuevo modelo implantado por Roma hubieron de requerir, sin duda, la participación activa del ejército, tanto en el control del territorio como en labores de ingeniería propiamente dicha, como la topografía y el trazado de canales, entre otros aspectos. Los testimonios de la actuación del ejército durante la dinastía julio-claudia, es decir, de las legiones VI Victrix, X Gemina y IIII Macedonica y sus unidades auxiliares, son escasos y pocas veces nos ofrecen información directa al respecto. La epigrafía referente a militares fechada en época julio-claudia es escasa en el noroeste y, como hemos visto, no nos permite, en general, interpretarla fuera de la construcción viaria o el control del territorio,49 y solo en algunos casos. Para el primer período hemos de poner el foco en los hallazgos arqueológicos que parecen vincular ejército y minería. En este sentido, cabe hablar sobre el campamento de Las Rubias, documentado y estudiado en los años ochenta del siglo pasado por C. Domergue.50 Se trata de un asentamiento construido aislado a 1700 m de altura, en las proximidades del Monte Teleno, cercano a Asturica Augusta, y uno de los enclaves mineros más destaca Le Roux,1989, pp. 177-178. A nivel imperial es fundamental el ya citado trabajo de Le Roux (1989). Para Egipto, cf. Alston, 1995. 47 Flor. II, 33, pp. 59-60. 48 Cabe señalar, en este sentido, los tres pactos de hospitalidad, fechados en época de Tiberio, documentados en el noroeste: El Caurel, fechado en el año 28 d. C., el de los Zoelas, del 27 d. C. y, por último, el reciente descubrimiento del epígrafe de Pino del Oro, del año 27 d. C. Esta documentación pone de relieve la puesta en marcha, a partir de Tiberio, de la explotación minera y constituye el reflejo de las modificaciones que esta produjo en las sociedades indígenas con objeto de movilizar la mano de obra para el trabajo en las minas. Cf. Sastre, Beltrán y Sánchez-Palencia, 2010, p. 125. Para el estudio de estos documentos epigráficos, cf. Balbín, 2006, pp. 48 y 50, con una visión amplia y contextualizada, además de la bibliografía pertinente. 49 Vid. tabla 51, que recoge todas las inscripciones de militares documentadas en el noroeste y fechadas en el período julio-claudio. 50 Dieulafait et al., 2011, una publicación reciente con los resultados de las excavaciones del lugar. 45 46

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dos en el conventus Asturum. Las excavaciones del lugar han revelado la existencia de un asentamiento bien compartimentado en diversos espacios y provisto de habitaciones destinadas a diversas funciones. Entre ellas, habría una zona dedicada a cocina y otros trabajos, un complejo termal y vestigios de una edificación quizá interpretable como una pequeña aedes.51 Tanto el estudio de los edificios, sus materiales edilicios y sus técnicas constructivas, como los materiales aparecidos en las excavaciones constatan que el asentamiento fue plenamente romano. Así lo demuestra, por ejemplo, el material cerámico exhumado entre el que encontramos terra sigillata sudgálica y vasos de paredes finas. Los materiales fechan el yacimiento en la segunda mitad del siglo i d. C., pero en época preflavia. Como parte de los hallazgos más recientes son de obligada mención los materiales específicamente militares, como tachuelas de caligae y una punta de virote de escorpión.52 La ubicación del recinto y la naturaleza de las estructuras exhumadas, así como los materiales, entre los que apareció también un tintero, han llevado a sus excavadores a interpretar ese asentamiento como un puesto destinado a la vigilancia y administración de las explotaciones mineras y ocupado, probablemente, por personal militar y administrativo. De gran interés para el período que nos ocupa es también el yacimiento de Las Pedreiras de Lago (León), situado en las proximidades de la explotación minera de Las Médulas, de nuevo en el conventus Asturum. En las excavaciones del enclave ha salido a la luz un asentamiento que se interpreta como una domus organizada en torno a un patio central, provista de peristilo y compartimentada en diversas habitaciones, algunas de las cuales incorporaban pinturas murales; una de ellas cuenta, incluso, con un triforio revestido con vidrio.53 La construcción del enclave se ha fechado entre los años 30 y 40 d. C. y podría haber estado en uso hasta finales del siglo ii. Respecto a su interpretación, las características formales de la casa y su localización en las inmediaciones de Las Médulas inducen a pensar en una residencia, no necesariamente permanente, que habría sido empleada por los miembros de la administración y los propios militares en el desempeño de sus labores de organización y control de las explotaciones próximas. Respecto a la epigrafía militar, no contamos, como hemos apuntado, con testimonios que relacionen específicamente soldados y minas en el período julio-claudio. La distribución de las escasas inscripciones del período alusivas a militares en el noroeste no coincide, en términos concretos, con las principales áreas de explotación minera.54 Tan solo podemos mencionar, de manera genérica, la presencia de seis inscripciones funerarias de miembros de la X Gemina en Asturica Augusta, capital del conventus Asturum y centro de administración de la región minera, y otros seis testimonios de soldados de la misma legión en el campamento de Petavonium, todas ellas ya comentadas. Ya hemos señalado esos mismos testimonios en relación con la construcción de vías de comunicación en época julio-claudia; sin embargo, su interpretación debe ir

Para los detalles sobre la excavación e interpretación del recinto remitimos al trabajo ya citado en la nota anterior. 52 Ibidem. 53 Sánchez-Palencia (ed.), 2000, pp. 291-295 y Sastre, Beltrán y Sánchez-Palencia, 2010, p. 123. 54 Vid. Anexo mapas, específicamente la cartografía de distribución de testimonios epigráficos militares de época julio-claudia. 51

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ligada, en el caso de Petavonium, a la presencia del campamento base de la unidad en la zona, sin que podamos vincular este material específicamente con una función u otra de las legiones. En el caso de las inscripciones de Asturica Augusta, se fechan a partir del reinado de Tiberio, cuando el enclave era ya una civitas y había abandonado su función de campamento legionario. De las seis inscripciones documentadas en Astorga (Cat., n.os 018, 019, 020, 021, 024 y 025), todas pertenecen a milites, de los que cuatro murieron en activo (Cat., n.os 018, 019, 020 y 024) y dos son veterani (Cat., n.os 021 y 025). Tanto los milites como los veterani nos presentan, como hemos visto, origines foráneas, concretamente itálicas y gálicas, en consonancia con los patrones de reclutamiento del período. No podemos descartar que esos soldados, especialmente los que murieron en activo —pues la presencia de veteranos en la capital se puede explicar por la elección de su retiro en la zona donde sirvieron—, pudiesen haber participado en labores relacionadas con la minería; pero no estamos en situación de asociarlos con tales labores, más allá de la localización de las inscripciones en la ciudad que centralizó la administración de la actividad minera.55 En cualquier caso, conviene recordar, una vez más, que la compartimentación de las funciones del ejército en el noroeste, en aspectos como la minería, la construcción o el control del territorio, responde a categorías impuestas para facilitar su estudio, pero resulta insuficiente para englobar una realidad más compleja. Con ello queremos remarcar que todas las funciones y cometidos reservados al ejército eran complementarios entre sí y formaban parte de un panorama más rico que no podemos reconstruir con las fuentes disponibles. La labor concreta del ejército, y menos en época julio-claudia, no puede ser, por tanto, esclarecida más que a nivel general con la documentación disponible. El período posterior al reinado de los julio-claudios se caracteriza por una notable abundancia de fuentes que relacionan ejército y minería en el noroeste, concretamente, durante las dinastías flavia y antonina. La documentación disponible sugiere que no fue hasta la llegada de los flavios y el asentamiento definitivo de la legio VII Gemina en el noroeste, a partir del año 74 d. C., cuando la vinculación entre ejército y minas se consolida.56 En primer lugar, conviene señalar, desde el punto de vista del marco histórico, que la permanencia de la nueva legión en Hispania favoreció su progresiva provincialización y, en consecuencia, su asociación a las tareas propias de esta zona de la Citerior.57 Por otra parte, la llegada de Vespasiano al poder, marcada por las profundas convulsiones producidas por la guerra civil, exigió grandes cantidades de dinero, destinadas en parte al programa de reformas acometido en la península ibérica. Desde el punto de vista de la documentación epigráfica, la distribución de inscripciones de miembros de la VII Gemina y sus unidades auxiliares viene a confirmar la asociación entre el ejército y las labores de explotación aurífera. Por lo que respecta a la legio VII Gemina, Palao Vicente señaló la alta presencia de epígrafes dedicados por o para septimani en torno a dos zonas,

En este sentido, cf. Le Roux, 1982, p. 122, que presenta estas inscripciones de Astorga en el marco de le rouage administratif de Asturica Augusta en épocas ya tempranas. 56 Una visión completa sobre la actuación del ejército en la minería de Hispania, incluyendo el noroeste, en García y Bellido, 2002, pp. 19-46. Por lo que respecta al noroeste, cf. ibidem, pp. 22-24. En lo referente a la legio VII Gemina, cf. Palao Vicente, 2006, pp. 330-335. 57 Sobre la provincialización, cf. Le Roux, 1982. 55

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los entornos de Asturica Augusta y de Trêsminas, dos de las áreas mineras más importantes de todo el noroeste.58 Las reformas de los emperadores flavios en Hispania y, en particular, en el noroeste, como la construcción de la via XVII o Via Nova, que atravesaba todo el territorio minero, o la concesión del ius Latii llevaron a la consolidación definitiva del sistema de explotación minera organizado en torno al dominio directo del Imperio sobre los yacimientos, con el consecuente control del fisco sobre los beneficios y, por otra parte, la más que probable aportación local de mano de obra y mantenimiento de las civitates locales como parte de sus obligaciones tributarias. La distribución específica de inscripciones militares de este período en el noroeste es más bien periférica, aunque presenta un panorama interesante en relación con los centros de explotación del oro.59 Tabla 52. Inscripciones militares de época flavia en el noroeste. N.º Cat.

Referencia

Localización

Titulus

Conventus

Rango/ Unidad

Cronología

Lucensis

Miles/leg. VII Gem.

Siglo i d. C. (68-fin siglo i d. C.)

162

CIL II, 2583

Lugo (Lucus Augusti)

057

HEp-15, 00242 = AE, 1967, 00243

Villadecanes (Cacabelos, León)

Votivo

Asturum

Leg. Aug. Provinciae Citerioris

Siglo i d. C. (68- fin siglo i d. C.)

212

IRG-04, 00092 = HEp02, 00571

Cornoces (Orense)

Votivo

Bracaraugustanus

Miles/leg. VII Gem.

Siglo i d. C. (79 d. C.)

239

CIL II, 2465

Valença do Minho (Portugal)

Funerario

Bracaraugustanus

Miles/leg. VI Victrix

Siglo i d. C. (Fin fin siglo i d. C.)

232

CIL II, 2425

Braga (Bracara Augusta)

Funerario

Bracaraugustanus

Miles/leg. VII Gem.

Siglo i d. C. (68- fin siglo i d. C.)

234

CIL II, 2480

Chaves (Aquae Flaviae)

Funerario

Bracaraugustanus

Signifer (legio II Adiutrix)

Siglo i-ii d. C. (68-siglo ii d. C.)

063

CIRPZamora, 00240.

Ricobayo (Zamora)

Funerario

Asturum

Eques/Ala II Thracum

Siglo i d. C. (68-fin siglo i d. C.)

001

AE, 1928, 00164 = AE, 1961, 00338

Astorga (Asturica Augusta)

Funerario

Asturum

Siglo i d. C. Equuites/Ala II (68- fin siglo i Flavia H. c. R. d. C.)

Funerario

Palao Vicente, 2006, p. 297 y mapas 13 y 14. Remitimos, asimismo, a nuestra propia cartografía, tanto al mapa de distribución general de inscripciones como al de inscripciones clasificadas en época flavia y antonina. 59 Vid. mapa 3: inscripciones militares por cronología. 58

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

296

N.º Cat.

Referencia

Localización

Titulus

Conventus

Gladius, Anejos 19, 2021 Rango/ Unidad

Cronología Siglo i-ii d. C. (fin siglo iprincipios siglo ii d. C.)

CIL II, 2639

Astorga (Asturica Augusta)

Funerario

Asturum

Veteranus/leg. II Adiutrix

238

CIL II, 6291

Vila Nova de Foz Coa (Pinhao, Portugal)

Funerario

Bracaraugustanus

Veteranus/¿leg. VII. Gem.?

Siglo i d. C. (68- fin siglo i d. C.)

235

AquaeFlaviae, 00167

Trêsminas (Vila Pouca de Aguiar, Portugal)

Votivo

Bracaraugustanus

Miles/leg. VII Gem.

Siglo i d. C. (68- fin siglo i d. C.)

022

Utilizando el criterio espacial como primer filtro, podemos intuir la posible vinculación con las minas de seis de las once inscripciones mencionadas del período flavio. En razón de los lugares de hallazgo, excluiríamos, en principio, los testimonios localizados en Lugo, Valença do Minho y Braga, de norte a sur, lo que supone tan solo tres inscripciones (Cat., n.os 162, 232 y 239). La lejanía de esos enclaves de las regiones mineras y las características de las mismas nos llevan a no considerarlas en este sentido. La pieza de Lugo (Cat., n.º 162), hoy perdida, consigna el epitafio de L. Valerius Severus, miles de la legio VII Gemina, muerto a los treinta años y habiendo servido tan solo seis. La onomástica del difunto parece sugerir que era de origen tarraconense y no oriundo del noroeste; habría sido reclutado entre mediados y el último tercio del siglo i d. C. La localización de la pieza, así como la temprana muerte del soldado, parecen indicar que realizó su servicio, fundamentalmente, en la capital del conventus Lucensis, quizá vinculado con tareas administrativas. En cualquier caso, podemos descartar el epígrafe como testimonio directo para documentar las labores mineras. El epígrafe de Valença do Minho (Cat., n.º 239) es una placa funeraria, probablemente destinada a un mausoleo familiar, que consigna en su epitafio a una familia indígena del noroeste. El militar, C. Valerius Valens, veterano de la legio VI Victrix, levantó el monumento dedicado a tres miembros de su familia. Por las fechas en que datamos el testimonio, el servicio del veterano en la VI Victrix se habría desarrollado en Germania, durante la rebelión de los batavos a la que fue enviada la legión. Por tanto, ha de ser interpretado desde la óptica de sus orígenes y los de su familia, y de una probable vuelta a su patria. Tampoco podemos considerar como vinculada a las minas la estela funeraria del miles M. Antonius (Cat., n.º 232), originario de Pax Iulia, hallado en Braga. Sin embargo, desde el punto de vista de sus localizaciones, siete inscripciones representan testimonios de interés, si bien muy inciertos, como veremos, para documentar la actividad del ejército en los centros mineros. Todas ellas se concentran en torno a los dos centros ya señalados, por una parte, Asturica y sus alrededores, y, por otra, la zona de Trêsminas, en Portugal, en los conventus Asturum y Bracaraugustanus, respectivamente. De la zona de Asturica y su entorno contamos con cuatro testimonios, además de los ya mencionados de la propia ciudad (Cat., n.os 057, 001, 022 y 063). El primero de ellos no puede considerarse una inscripción militar, dado que se trata de un altar votivo dedicado por C. Ranius Sabinus, legatus Augusti de la provincia Citerior, probablemente

Gladius, Anejos 19, 2021

4.  CENTRO Y PERIFERIA (II)

297

a las ninfas acuáticas. La dignidad del comitente excluye, en principio, esta inscripción del catálogo de militares; sin embargo, su emplazamiento y el carácter del voto proporcionan datos de indudable interés, sin duda vinculados con el territorio minero. La inscripción ha tenido una interpretación muy controvertida,60 pero actualmente se acepta que la dedicatoria estuvo consagrada a las Ninfas Camenas Augustas, devoción muy romana vinculada con los cultos acuáticos y del bosque y con el culto imperial. La pieza, un pequeño altar de granito, fue localizada en la Iglesia del Campo de la pequeña localidad de Villadecanes, junto a Cacabelos, la antigua Bergidium Flavium, considerada como enclave centralizador de la minería de El Bierzo oriental. La zona se encuentra, además, a unos 15 km al norte de Las Médulas, en plena comarca minera. La presencia de un legado del emperador en esta zona, realizando, además, un voto vinculado con el culto imperial, da testimonio de la actividad de la autoridad romana en la comarca de El Bierzo, donde se encontraban algunas de las explotaciones más importantes. Además, indudablemente, su presencia hubo de estar relacionada con la inspección y control del territorio y del propio ejército del noroeste, del que era el mando superior. En la capital, Asturica Augusta, contamos con dos epígrafes fechados en el período flavio. La primera, la ya comentada estela del eques del ala II Flavia H. c. R., [---] Domitius, dedicada por su camarada Cornelius Serenus (Cat., n.º 001). La presencia en Asturica de dos equites de esa unidad auxiliar de caballería, con base en Petavonium, entra dentro de los desplazamientos lógicos de las unidades militares por el noroeste. Ambos soldados eran de origen norteafricano, y el difunto muere tras haber servido dieciocho años, por lo que se trataba de un soldado ya experimentado, que sirvió con la unidad largo tiempo. El motivo de la erección de la estela es, evidentemente, la muerte de [---] Domitius; pero no podemos saber por qué razón concreta se encontraban esos soldados en la capital. Tan solo cabe pensar en que una de las funciones más probables de una unidad de jinetes, como era el ala II, habría sido la de escolta de convoyes con mineral o con oro a la capital del conventus y centro administrativo del noroeste. Pero no podemos vincular esta inscripción con la minería, salvo por el lugar de hallazgo. La otra inscripción del período flavio podría descartarse, ya que se trata de la estela funeraria de un veterano de la legio II Adiutrix, de origen bracaraugustano, que decidió retirarse cerca de su lugar de origen (Cat., n.º 022). De la zona de Asturica proviene también la estela funeraria fragmentada dedicada a un eques del que desconocemos el nombre, reclutado en un ala II Thracum (Cat., n.º 063). La pieza procede de Ricobayo (Zamora), una pequeña localidad aislada en el límite suroriental del conventus Asturum y de la provincia. El centro militar de cierta entidad más próximo es el campamento de Petavonium, donde en época flavia residía el ala II Flavia H. c. R., situado unos 60 km al norte. Sin embargo, este enclave se encuentra muy próximo al Picón del Pino del Oro (Zamora), explotación minera bien documentada, a apenas 9 km al oeste del lugar de hallazgo del epígrafe. Se trata de un enclave que formaba parte de una región minera ubicada en la demarcación de Zamora-Tras-os-montes, que se extendía por los municipios actuales de Sayago y Aliste (Zamora) y las freguesias portuguesas de Aldeia Nova

García y Bellido, 1966, pp. 113-114; Rabanal Alonso, 1982, p. 174, n. 154; Diego Santos, IRPLE, 1985, pp. 65-66 y n. 48; y Moreno Pablos, 2001, pp. 52-53. 60

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

298

Gladius, Anejos 19, 2021

y Duas Igrexas.61 A pesar de que inicialmente se consideró esta inscripción como testimonio del servicio de la unidad en algún punto del conventus Asturum, su adscripción a Hispania y el noroeste no está nada clara y la cronología del epígrafe es muy amplia, desde el período flavio hasta fines del siglo ii d. C. Podría haberse tratado de un veterano que regresó a su lugar de origen una vez licenciado, tal y como parece sugerir el gentilicio Arro del hermano que dedica la estela al jinete. No obstante, la proximidad a un área de intensa labor minera y el carácter de jinete auxiliar del dedicatario, así como la propia origo indígena del dedicante, nos obligan a tener en consideración la posible relación del soldado con las minas, quizá en el curso de alguna misión específica en una unidad auxiliar, probablemente ajena al ejército de Hispania, que no podemos concretar. El otro grupo de inscripciones de interés se concentra en el área entre Chaves (Aquae Flaviae) y Trêsminas, en el noroeste de Portugal. Esta zona, situada en el confín meridional del conventus Bracaraugustanus y en el propio límite de la Citerior con Lusitania fue otro de los focos más activos de explotación aurífera en el noroeste. Este «distrito minero» se sitúa, por otra parte, unos 100 km al oeste de la región zamorana anteriormente descrita y ha sido bien estudiada.62 A esta zona podemos asignar tres inscripciones del período flavio (Cat., n.os 234, 235 y 238). La primera de ellas, localizada en Chaves, es un epígrafe perdido que consigna el epitafio de Aemilianus Flaccus, padre del signifer de la legio II Augusta L. Aelius Flaccus (Cat., n.º 234),63 a pocos km al norte de la región de Trêsminas, lo que debió de constituir uno de los aspectos más relevantes en su promoción urbana en el período flavio. El epígrafe presenta un singular interés por la peculiar fórmula funeraria que incorpora: curavit instruendum vivo /volente et pr(a)esente /sacratissimo suo /patri /de hoc (castello?) iure obriga. El texto constata que el soldado erigió el monumento estando vivo su padre, del que además se menciona la pertenencia expresa a un castellum indígena de difícil interpretación. Tanto la fórmula como los aspectos relacionados con la origo de padre e hijo, así como la naturaleza del monumento, han generado controversia; para lo que ahora nos ocupa, podemos afirmar que el signifer habría servido en Britania a fines del siglo i d. C., y que el monumento ha de ser interpretado desde la perspectiva de la procedencia y las relaciones familiares del soldado, en ningún caso desde la del ejército de Hispania.64 Nos restan por considerar dos testimonios más, estos sí de indudable interés en relación con la minería. El primero de ellos es un bloque funerario de granito hallado en la localidad portuguesa de Pinhâo, en la región de Vila Nova de Foz Coa (Cat., n.º 238). Esta localidad se encuentra en una región montañosa, en las estribaciones meridionales de la comarca minera de Trêsminas, apenas a unos 30 km al sur de dicha localidad. El epitafio está dedicado a Alfius Reburrus, veteranus de una unidad no mencionada, por L. Suplicius Rufus y L. Flavius Clemens, ex testamento. La inscripción ha sido muy discutida, especialmente en lo referente a su datación, la tribu y la procedencia del difunto.

Sastre Prats, Beltrán y Sánchez-Palencia, 2009, pp. 287-292 y 2010, pp. 129-131, con bibliografía sobre estos enclaves mineros. 62 Para el «distrito minero» de Trêsminas en época romana, cf. Domergue, 1978, pp. 204-205. 63 Conservamos el texto por un calco de Hübner, que afirma que apareció en la iglesia de Nogueira (freguesia de Nogueira da Montanha), «a legua y media de Chaves». Cf. CIL II, 2480 (p. 902). 64 Le Roux, 1982, p. 250, n. 260, con la interpretación más acertada a nuestro juicio. 61

Gladius, Anejos 19, 2021

4.  CENTRO Y PERIFERIA (II)

299

Por lo que respecta a lo que aquí nos atañe, la primera dificultad para vincular al soldado con el ejército de Hispania es la ausencia de mención a la legión. Tanto Roldán Hervás como Forni lo consideraron como miles de la VII Gemina, lo que es muy posible en vista de su datación a fines del siglo i d. C., pero ello no es seguro. Otra cuestión relevante es la procedencia del difunto, dado que aparece adscrito a la tribu Quirina y procede de Asturica Augusta. Sin embargo, como ya señaló Le Roux, el nomen Alfius es de origen claramente itálico, mientras que el cognomen Reburrus es propio del noroeste peninsular, a lo que habría que añadir que las primeras tribus de Asturica fueron la Pomptina y la Aniensis, por la procedencia de sus colonos.65 Ello sugiere que tanto el gentilicio hispano como la adscripción a la Quirina podría haberlos adoptado el soldado a su ingreso en la legión y que tal vez fuera, en realidad, descendiente de una familia itálica asentada tiempo antes en el noroeste. El soldado se habría integrado con los indígenas y unido a una tribu vinculada con las promociones flavias en la zona. Los dedicantes habrían de ser también soldados como el dedicatario. La proximidad de la inscripción a una zona minera, en la que la ciudad más próxima era Chaves, y la condición militar, tanto del difunto, aunque veterano, como de los dedicantes, pueden ponerse en conexión con la actividad minera. El veterano podría haber elegido retirarse en un lugar cercano a aquel en el que habría servido junto con sus camaradas. Por otra parte, no hemos de descartar tampoco —en vista de la condición del dedicatario y del hecho de que no fuese oriundo de Astorga sino del noroeste—, de manera genérica, que pudiera haber regresado a su lugar natal una vez licenciado. Una última inscripción de interés es el altar votivo consagrado a Iupiter Optimus Maximus por Q. Annius Modestus, soldado de la VII Gemina (Cat., n.º 235). Se trata de un ara de granito cuya lectura es muy controvertida, hasta el punto de que algunos autores atribuyen la dedicatoria, en la l. 4, a un Genius municipii, probablemente de Chaves, y otros a una Munidia.66 También es conflictiva la lectura de la l. 3, que consigna, en principio, la unidad a la que pertenece el soldado. Se ha leído, tanto mil(es) leg(ionis) VII a(ram) [p(osuit)?] como mil(es) leg(ionis) VII G(eminae) P(iae).67 En razón de una u otra lectura, se ha fechado la inscripción a fines del siglo i d. C. o en época de Septimio Severo. Por nuestra parte, preferimos la lectura de Le Roux y su datación en el período flavio o fines del siglo i d. C., basada fundamentalmente en la posición de la consagración al final del texto. Esta inscripción forma, junto con otras dos, un conjunto epigráfico de soldados levantando altares a Júpiter Óptimo Máximo en el corazón de la región minera de Trêsminas. Hablaremos del conjunto al tratar de los otros dos epígrafes más tardíos; pero la localización del conjunto, la coincidencia de los tres altares en la misma zona, dos de ellos en el mismo lugar, la dedicatoria común de todos ellos al dios tutelar de las legiones y el carácter colectivo de las consagraciones de dos de ellas no dejan lugar a dudas sobre la vinculación directa de esta inscripción y de las otras dos con ámbito de

Le Roux, 1982, n. 91. Parente, 1980, pp. 133-134, fig. 6. Este autor interpretó Iovi O(ptimo) M(aximo), lectura que ha sido generalmente aceptada. Tranoy (1981: 277) consideró que la dedicatoria fue para Munidia. En contra, Rodríguez Colmenero (1988: 235-236, n. 138) lee Genio mu[nicipii]. 67 La primera lectura se debe a Le Roux (1982: 197, n. 91), mientras que Rodríguez Colmenero (1988: 235-236) opta por VII G(eminae) P(ae). 65 66

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

300

Gladius, Anejos 19, 2021

la minería del noroeste. Según las noticias de Plinio, en la zona de Trêsminas se aplicó la técnica de extracción conocida como aurum canalicium,68 un tipo de instalaciones que, como ya señaló Palao Vicente, hubieron de precisar un mantenimiento continuado, lo que, a su vez, habría exigido una atención permanente a las instalaciones del lugar.69 Ello proporciona un marco perfectamente plausible para la presencia de tropas en este sector y para esta inscripción. Conectando con el período inmediatamente posterior al reinado de los flavios, dos testimonios más vienen a enriquecer nuestra información sobre la presencia militar en el distrito de Trêsminas. Ambos aparecieron juntos, en la freguesia de Ribeirinha, en el concello de Vila Pouça de Aguiar (Vila Real), en unas escombreras de las galerías mineras. Se trata de dos pequeños altares de granito gris consagrados a Iupiter Optimus Maximus, uno por los milites de la legio VII Gemina (Cat., n.º 236), y otro por los de la cohors I Gallica E. c. R. (Cat., n.º 237), en sendas dedicatorias colectivas. La primera pieza es polémica en cuanto a su datación, para la que se han propuesto el reinado de Cómodo o el de Septimio Severo, en razón de una lectura P(iae) en la l. 4.70 Sin embargo, coincidimos con le Roux cuando resuelve en las ll. 4 y 5 el dato de [Ca]tullin[ o et Apro co(n)s(ulibus)], es decir, la datación en el año 130 d. C., en tiempos de Adriano, solución que nos parece ajustada al dudoso texto disponible y que encaja bien con la fórmula dedicatoria colectiva a Júpiter, divinidad vinculada estrechamente no solo a la legión, sino al culto imperial, como bien lo demuestra el material del cercano valle de la Valduerna.71 Además, en la l. 4 no debemos leer P(iae) sino F(elicis), lo que asimismo cuadra bien con la datación consular propuesta por el estudioso francés. Uno de los aspectos más interesantes de esta inscripción es su aludida dedicatoria colectiva. El término milites implica, sin lugar a dudas, la presencia de un destacamento en la zona. Dicha presencia se ve confirmada por el otro altar, en el que son los soldados de una de las unidades auxiliares de la legio VII, la cohors I Gallica, los que elevan el voto al protector de las legiones y del emperador. La datación de este segundo epígrafe se ha situado, por analogía, en las mismas fechas que el primero.72 Algunos autores han puesto en cuestión la datación en la primera mitad del siglo ii d. C., y prefieren llevar también esta inscripción a fines del reinado de Cómodo73. Por nuestra parte, no vemos problema en la restitución de Le Roux, que da sentido al texto de la primera inscripción; consecuentemente, la primera mitad de la segunda centuria sería un período bien ajustado para fechar también el segundo epígrafe. La presencia de varios individuos de una unidad auxiliar confirma que tanto la legión como la cohorte mantuvieron destacamentos en la zona minera, si bien no estamos en disposición de precisar las funciones Plin. XXXIII, pp. 68-69. Para un estudio completo sobre la minería de la región, cf. Ferreira de Almeida, C. A. «Aspectos da mineraçao romana de ouro em Jales e Trêsminas (Tras-os-Montes)», XII Congreso Nacional de Arqueología (Jaén 1971), Zaragoza, 1973, pp. 553-562; y Domergue, 1978, pp. 204-205. 69 Palao Vicente, 2006, pp. 298-299. 70 Rodríguez Colmenero, en su reedición de la epigrafía de Aquae Flaviae (reed. 1993: 22-23, n. 2). 71 Le Roux, 1982, p. 240, n. 238. 72 Ibidem, n. 239. 73 Rodríguez Colmenero, 1993 (reed.), p. 22, n. 1; el autor no propone fecha concreta, pero duda de la cronología propuesta por Le Roux. Moreno Pablos (2001: 118-119 y nn. 56 y 57) considera que la fecha idónea para las dos inscripciones sería el período siguiente al final del reinado de Cómodo. 68

Gladius, Anejos 19, 2021

4.  CENTRO Y PERIFERIA (II)

301

concretas que llevaron a cabo; tampoco podemos saber a ciencia cierta si ambas unidades estuvieron destacadas al mismo tiempo en Trêsminas. De hecho, la presencia de este tipo de destacamentos en las zonas mineras no tenía por qué ser permanente y estaría circunscrita a cometidos muy específicos.74 La situación que se produce en Trêsminas, cultos colectivos a Júpiter Óptimo Máximo de parte de soldados de distintas unidades, se repetirá en otro de los grandes núcleos mineros en el noroeste, esta vez con más testimonios y de manera más notoria. Nos referimos a la ya célebre serie de altares votivos documentados en distintas localidades del Valle de la Valduerna, durante el reinado de los antoninos, poco más tardíos que las aras ya comentadas del área portuguesa. Ante la cantidad de testimonios disponibles, haremos un repaso previo del material epigráfico que tenemos para el período subsiguiente al reinado de los flavios, en el que incluiremos algún testimonio más relevante en relación con las minas. Tabla 53. Epigrafía de las zonas mineras en el período antonino. N.º Cat.

Referencia

Localización

Soporte/Titulus

Milites/Personajes

Unidades

Cronología

Lucretius Paternus/ Cent. leg. VII Gem.

041

CIL II, 2552

Villalís de la Valduerna (León)

Ara/Votiva ob natale(m) Aqu[i] lae vexillatio ˚ leg(ionis) ˚ VII ˚ G(eminae) ˚ F(elicis)

Hermes/Proc. Augg. Lucretius Paternus/ Dec. coh. I. Celt. Fabius Marcianus/ Bf. proc. Augg.

Leg. VII Gemina

Siglo ii d. C.

Coh. I 163 d. C. Celtiberorum

Iulius Iulianus/Sign. leg. VII Gem. Zoilus/Proc. Aug.

042

CIL II, 2556

Villalís de la Valduerna (León)

Ara/Votiva o]b n[atale(m)] aprunc[ulor(um)] ˚ mil[ites] coh(ortis) I Gal[l(icae)

Valerius Flavius/ Cent. coh. I Gall. Valerius Valens/Bf. proc. Augg. Iulius Iulianus/Sign. leg. VII Gem.

74

Le Roux, 1995, p. 74.

Coh. I Gallica Leg. VII Gem.

Siglo ii d. C. 165 d. C.

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

302

N.º Cat.

Referencia

Localización

Soporte/Titulus

Milites/Personajes

Gladius, Anejos 19, 2021

Unidades

Cronología

Zoilus/Proc. Aug. Valerius Flavius/ Cent. coh. I Gall.

043

CIL II, 2553

Villalís de la Valduerna (León)

Ara/Votiva ob natale(m) signor(um) ˚ vexillatio coh(ortis) I Celtib(erorum)

Coh. I Gall. Aelius Flavus/Bf. proc. Augg.

Coh. I Celt.

Lucretius Maternus/ Imag. leg. VII Gem.

Leg. VII Gem.

Siglo ii d. C. 167 d. C.

Iulius Sedulius/ Tesseraris coh. I Celt.

044

045

046

047

048

049

CIL II, 2555

AE, 1910, 1

CIL II, 2554

AE, 1910, 2

AE, 1965, 66

AE, 1967, 231

Villalís de la Valduerna (León)

Ara/Votiva ob natale(m) [aprunculorum?] milites coh(ortis) ˚I Gall[i]c(ae)

Villalís de la Valduerna (León)

M. Sentius Bucco/ Ara/Votiva Cent. coh. I Gall. ob nata[le(m)] aprunculorum Valerius milites coh(ortis) I Sempronianus/Bf. Gal[l(icae)] proc. Aug.

Villalís de la Valduerna (León)

Ara/Votiva ob natale(m) Aquilae,vexillatio leg(ionis) VII G(eminae) F(elicis)

Villalís de la Valduerna (León)

Ara/Votiva ob n[a] tale(m) aprunculorum mil(ites) coh(ortis) I Gal(licae)

Villalís de la Valduerna (León)

Ara/Votiva I(ovi) ˚ O(ptimo) ˚M(aximo) pro salute M(arci) Aureli Antonini ---

Luyego (León)

Hermes/Proc. Augg. Lucretius Paternus/ Dec. coh. I Celt.

Aurelius Eutyches/ Proc. Aug.

Siglo ii d. C. Coh. I Celt. 163 d. C.

Siglo ii d. C. Coh. I Gall. 175 d. C.

Leg. VII Gem.

Vaurelius Sempronianus/Dec. ala II Flavia H. c. R

Ala II Flavia H. c. R.

Aurelius Firmus/ Proc. metallorum

Coh. I Gall.

Siglo ii d. C. 184 d. C.

Siglo ii d. C.

Vaurelius Marcelinus/Dec. ala II Flavia H. c. R.

Ala II Flavia H. c. R.

191 d. C.

Perdidos

Perdidas

Siglo ii d. C. (período antonino)

Coh. I Celt. o Gall.

Siglo ii d. C.

Iulius Capito/Miles coh. I Gall. Estela/funeraria L. Decuminus/Miles coh. I Gall.

Gladius, Anejos 19, 2021

N.º Cat.

050

051

052

053

Referencia

4.  CENTRO Y PERIFERIA (II)

Localización

AE, 1967, 229

Luyego (León)

AE, 1999, 916

Voces de Valdeorras (León)

AE, 1967, 230

HEp-10, 356

Luyego (León)

Priaranza de la Valduerna (León)

Soporte/Titulus Ara/Votiva vex(illatio) ˚ leg(ionis) VII G(eminae) ˚ F(elicis) ob diem nata(lis) ˚ Aquilae

Estela/funeraria

303

Milites/Personajes

Iulius Marcius/Cent. leg. VII Gem. Valerius Victor/ Decurio ¿?

?/Veteranus leg. VII Gem.

Unidades

Leg. VII Gem.

Siglo ii d. C. Antonino Pío

Leg. VII Gem.

Siglo ii d. C. (med. siglo ii Fin siglo ii d. C.)

Leg. VII Gem.

Siglo ii d. C.

Parentes Ara/Votiva ob [n]atale(m) ˚ aquil(a)e ˚ leg(ionis) 5 [VI]I G(eminae) Ara/votiva I(ovi) [O(ptimo) M(aximo)] [p]r[o salute(?) ---]

Cronología

M. Aurelius Euthyces/Proc. Aug. Marcius Messor/ Cent. coh. I Gall.

Coh. I Gall.

181 d. C.

Aurelius Paternus/ Decurio

Perdidos

¿?

Siglo ii d. C. (161-169 d. C. M. AurelioL. Vero)

Tabla 54. Epigrafía de las zonas mineras en el siglo iii d. C. N.º Cat. 215

240

Referencia HEp-3, 272

AE, 1974, 393a

Localización Barco de Valdeorras (Orense

Soporte/Titulus

Milites/Personajes

Unidades

Ara/votiva

L. Cornelius Placidus Leg. VII centurio Claudianae

Saldanha (Mogadouro), Ara/votiva Bragança

Leg(ionis) VII Ge(minae) P(iae) F(elicis)

Domitius Peregrinus vet(eranus)

Cronología Siglo iii d. C. 263-268 d. C. Siglo iii d. C. (S. SeveroDiocleciano)

Es preciso señalar, a la vista de los testimonios mencionados, que el período entre los años 130 y 191 d. C., en el que se fecha la gran mayoría de la documentación epigráfica relacionada con las minas, ha llevado a la investigación a considerar esa etapa como la más prolífica en relación con la explotación minera en el noroeste. No cabe duda de que, comparando la proporción de información disponible con la del reinado de los julioclaudios, e incluso con la del período flavio, para el que los documentos epigráficos son ilustrativos pero más bien escasos, el lapso cronológico que discurre bajo el reinado de la dinastía antonina es, con gran diferencia, el mejor representado epigráficamente con hasta trece inscripciones relacionadas, de una forma u otra, con los enclaves y explotaciones

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mineras. Es preciso señalar, asimismo, que la naturaleza de la documentación, si bien nos muestra la frecuente intervención del ejército en relación con las dichas actividades, está lejos de reflejar una presencia constante o permanente que podamos cuantificar.75 Para el período que analizamos contamos con un conjunto cuyo primer rasgo distintivo es la homogeneidad desde el punto de vista formal. De los trece epígrafes mencionados, once son monumentos de carácter votivo levantados de manera conjunta por la legio VII Gemina y/o alguna de sus unidades auxiliares. Tan solo dos de los documentos, una placa y una estela funerarias, nos muestran testimonios individuales. Respecto a la distribución de hallazgos, el material se concentra, de forma casi exclusiva, en el área de la Valduerna, la más meridional de las comarcas mineras de El Bierzo, muy cercana a la capital del conventus, Asturica Augusta. Tan solo contamos con un epígrafe funerario de un veterano de la legio VII en la zona de Las Médulas, al noroeste (Cat., n.º 051), y con ninguno en las explotaciones más meridionales como las ya mencionadas de Zamora o Trêsminas, ya en Portugal. Comenzaremos refiriéndonos, por tanto, a ese conjunto más representativo, constituido por las once dedicatorias colectivas, ocho de ellas localizadas reutilizadas en Villalís de la Valduerna, dos en Luyego de Somoza y otra en Priaranza de Valduerna, todas ellas en la provincia de León. El conjunto, especialmente los testimonios de Villalís, es conocido desde hace tiempo y ha hecho correr ríos de tinta por el carácter excepcional de las inscripciones, testimonios sin parangón en el Imperio sobre determinados aspectos referentes a la religión, la administración y la organización del ejército romano, entre otros.76 Por nuestra parte, nos limitaremos a considerar estos materiales desde el punto de vista de su relación con las actividades mineras y la presencia militar. Conviene destacar, no obstante, que se están realizando investigaciones geológicas y arqueológicas en la localidad de Villamontán de la Valduerna, enclave que podría quizá identificarse con el castrum S. Cristophori de donde Hübner hace provenir la mayoría de los altares. Ello hace que, a pesar de encontrarse la investigación en fases iniciales, haya que considerar Villamontán como posible ubicación original de los altares, formasen o no parte de una statio o alguna instalación militar.77 Como hemos apuntado, la homogeneidad es la característica del grupo. Tanto los monumentos de Villalís como los de Luyego y el de Priaranza son altares votivos de considerables dimensiones, que tienen en común tanto las dedicatorias como los motivos específicos por los que fueron erigidos. De los ocho altares de Villalís conservamos los textos completos de siete. Todos ellos están dedicados a Júpiter Óptimo Máximo y a los emperadores Marco Aurelio, Lucio Vero, Antonino Pío y Cómodo, en una serie que se concentra entre los años 160 y 191 d. C. La asociación entre Júpiter y la salud del emperador se puede interpretar sin mayor problema desde el punto de vista del culto imperial, a través de la conocida fórmula pro salute, tan frecuente en este tipo de mani-

75 Ya hemos apuntado más arriba las reservas expresadas por algunos autores como Le Roux (1995: 74) sobre la continuidad de la presencia militar en las labores de minería. 76 La extensa bibliografía sobre estas piezas es bien conocida, no la consignamos aquí salvo en aspectos puntuales. 77 Agradecemos al profesor J. J. Palao Vicente habernos informado sobre estas investigaciones que llevan a cabo, en Villamontán y el entorno del Valle del Jamuz, Fernando Muñoz Villarejo y Jesús Celis. Hasta ahora no hay publicación sobre estos trabajos, al menos hasta donde nosotros conocemos.

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festaciones. Por otra parte, el motivo específico del voto, en todos los casos menos en un ejemplar del que no conservamos el texto completo, es la celebración oficial del natalicio de una de las unidades presentes en Hispania: la legio VII Gemina o alguna de sus unidades auxiliares como la cohors I Celtiberorum o la cohors I Gallica. Todos los votos presentan la fórmula ob natalem, referente a los diversos tipos de estandartes de las unidades mencionadas: aquilae, apruncula o vexilla. Las dedicatorias nos muestran un claro carácter colectivo que tiene explicación en el marco de las ceremonias preceptivas en la religión oficial del ejército romano. Los representantes de las unidades militares y de la administración imperial, en orden jerárquico, se encargan de honrar, en representación del colectivo, al dios tutelar de las legiones, a su comandante en jefe, el emperador y a los símbolos materiales, los estandartes, receptáculos de los numina, la protección divina al propio emperador y sus tropas. Ahora bien, desde el punto de vista de la administración, y concretamente de la minería, esos textos epigráficos nos revelan la presencia de procuratores, cuya cabeza tuvo su sede en Asturica Augusta, que representaban al emperador en la zona. Estos funcionarios contaron con libertos imperiales a su servicio, que con el correr del tiempo, tal y como se aprecia bien en varias de estas dedicatorias, acabarían supervisando directamente la gestión de la explotación del oro.78 Todos los altares de Villalís y Luyego cuentan en sus dedicatorias con un proc(urator) Aug(usti) o Augg/ustorum que consigna su condición de libertus Caesaris, situado normalmente en primera posición entre los dedicantes específicos. La proximidad cronológica de los monumentos hace que, además, podamos ver a los mismos procuratores representando la misma función en varios de los altares, como Hermes (Cat., n.os 041 y 044), en la celebración de los natalicios de la VII Gemina y la cohors I Gallica el año 163 d. C.; Zoilus (Cat., n.os 042 y 043), en las conmemoraciones por las cohortes I Gallica del año 165 d. C. y I Celtiberorum del año 167 d. C.; y Eutyches (Cat., n.os 046 y 052), en las del natalicio del águila de la VII Gemina de los años 181 y 184 d. C. Resulta particularmente interesante, para la cuestión minera, la presencia de un procurator metallorum consignado en una de las aras (Cat., n.º 047). Se trata de Aurelius Firmus, liberto imperial que participa en la conmemoración del natalicio de la cohors I Gallica junto a Valerius Marcelinus, decurión del ala II Flavia H. c. R., y los propios milites de la unidad conmemorada, en el año 191 d. C., bajo el reinado de Cómodo. Los textos mencionan también a varios beneficiarii procuratoris Augusti: Fabius Marcianus (Cat., n.º 041) en el año 163 d. C.; Valerius Valens (Cat., n.º 042) en el año 162 d. C.; y Valerius Sempronianus (Cat., n.º 045) en el año 175 d. C., que aparece en otro altar (Cat., n.º 046) como decurio del ala II Flavia H. c. R. en el año 184 d. C. Estos fueron milites principales que desempeñaron sus funciones como adjuntos del procurator de Asturica; en algunos casos figuran en la dedicatoria junto a él, como Fabius Marcianus con Hermes o Valerius Valens con Zoilus, y otras representando al propio procurador cuando este no está, como Valerius Sempronianus. Todos estos funcionarios estatales nos muestran, a las claras, la articulación de las explotaciones del noroeste en torno al fisco imperial y la existencia de una red administrativa relativamente centralizada con la que el ejército mantenía, al menos, una relación Sobre este particular, cf. Le Roux, 1985b, pp. 218-233 y 1995, pp. 73-75; y Domergue y Herail, 1978, pp. 292-295. 78

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de estrecha cooperación. Siguiendo el modelo documentado en el famoso bronce de Vipasca, Domergue señaló en su día que, probablemente, las funciones de estos procuratores, en la zona minera de la Valduerna, hubiesen trascendido las de administradores específicos y se hubiesen hecho cargo, en consecuencia, tanto de la intendencia de las labores de extracción y transporte del mineral como de la propia organización de las comarcas mineras en el plano general.79 Las regulaciones contempladas en el bronce de Vipasca reflejan bien el nivel de control administrativo que ejercían las autoridades imperiales en la zona, especialmente el propio procurador. Allí, este último no solo se ocupaba de los asuntos referentes específicamente a las minas, sino que se erigía como un auténtico administrador de la vida diaria y representante ante la autoridad imperial. El propio bronce de Vipasca, como apunta Palao Vicente,80 es un documento de cierto valor, si cabe orientativo, para tratar de precisar un poco más las funciones específicas que desempeñó el ejército en las comarcas mineras. Conviene traer de nuevo a colación, en este punto, las limitaciones metodológicas que supone aplicar un modelo como el de Vipasca a otras realidades como la de los territorios de Asturia y Gallaecia. La lectura de ese documento ha servido, junto con la epigrafía que aquí revisamos, a autores como Domergue, para dividir los territorios mineros del noroeste en distritos administrados por procuradores, cuando la realidad subyacente, tal y como se ha propuesto más recientemente, quizá fuese más compleja.81 Con todo, este documento es lo más cercano, tanto geográficamente como desde el punto de vista administrativo, para reconstruir, si quiera parcialmente, la realidad del noroeste, y es la referencia más fiable. Las funciones de la legión y las unidades auxiliares en relación con las labores mineras hubieron de ser de lo más variadas y, probablemente, no constituían un conjunto rígido y definido de forma estanca, sino que se adaptarían a las necesidades concretas de cada zona en momentos determinados. La documentación epigráfica cuenta con un primer factor o aspecto destacable en tal sentido, la variedad de unidades presente en los monumentos conservados, que nos pone sobre la pista, en primer lugar, de una diversidad considerable de tareas y, por otra parte, de una posible división de las mismas entre tropas legionarias y auxiliares, que por su diferente naturaleza pudieron cumplir distintos cometidos.82 La existencia de nada menos que once altares, en los que figuran la legio VII Gemina, la cohors I Celtiberorum, la cohors I Gallica e, indirectamente, el ala II Flavia H. c. R., puede interpretarse como testimonio de la estancia, quizá mejor que presencia permanente, de contingentes heterogéneos compuestos por miembros de diversas unidades, al menos en las regiones del valle de la Valduerna y Trêsminas. Por lo demás, parece que hoy en día se acepta que los soldados no se ocuparon directamente Domergue y Herail, pp. 297 y 305; también Palao Vicente, 2006, p. 332. Palao Vicente, 2006, 332. 81 Por lo general, esta fórmula ha sido aceptada como válida para el noroeste, en razón del hallazgo de testimonios epigráficos que constatan la presencia de procuratores Augusti y procuratores metallorum en el área de la Valduerna, núcleo minero principal del conventus Asturum. Sin embargo, el estudio arqueológico detallado de los territorios mineros, parece revelar una realidad no constreñida a categorías rígidas, aunque estas aparezcan bien documentadas en las fuentes epigráficas. Cf. Sastre, Beltrán y SánchezPalencia, 2010, p. 119, que resumen las conclusiones principales extraídas por estos investigadores a lo largo de dos décadas de trabajos sobre el terreno. 82 Palao Vicente, 2006, p. 333. 79 80

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de la extracción de mineral, para lo que estaba, en principio, la mano de obra proporcionada por las civitates próximas a las explotaciones.83 Si excluimos las labores de extracción, y a tenor de las aptitudes predeterminadas del ejército, tendríamos que pensar en los soldados contribuyendo al trazado, y quizá la reparación de galerías como las de Trêsminas, y a la construcción y mantenimiento de las infraestructuras principales, entre las que cabría incluir las propias vías de comunicación; tampoco habría que descartar que participasen en la conversión del mineral en lingotes para su transporte. Le Roux ha sugerido también que los militares pudieron haber dado apoyo de carácter técnico para la extracción de mármol, material que estaba incluido bajo la denominación de los metalla.84 Tal y como parece haberse constatado en las regiones mineras de Egipto, los soldados podrían haberse hecho cargo de la extracción de mármol en canteras cercanas a explotaciones de otros minerales.85 Una de las funciones que, sin duda, realizaron los militares en el noroeste fue la vigilancia y custodia de los caminos y los convoyes de oro ante eventuales ataques por parte de ladrones u otro tipo de asaltantes. Tampoco debe descartarse que fuesen los encargados de transportar y custodiar a los condenados a trabajar en las minas, los damnati ad metalla. El hecho de que fuese el propio gobernador provincial, jefe superior de los militares en la provincia, el que condenaba a los convictos a este tipo de trabajos forzados parece favorecer tal hipótesis, aunque carecemos de evidencias directas que constaten la presencia de este tipo de condenados en Hispania, por lo que esta ha sido puesta en entredicho en las minas del noroeste por una parte significativa de la investigación.86 En definitiva, con la documentación epigráfica disponible, combinada con algunas escuetas referencias literarias y algunos paralelos, no podemos precisar con certeza las labores del ejército en la minería del noroeste. Aunque todos los cometidos que hemos mencionado resultan más que probables, no debemos olvidar que las necesidades específicas de cada zona en cada momento habrían constituido, probablemente, el grueso de las tareas del ejército en las minas. Tampoco podemos saber si hubo destacamentos permanentes en las comarcas mineras ni si sus funciones fueron continuas o solo acudían en razón de necesidades concretas. La presencia de epigrafía, incluso de concentraciones epigráficas notables, en determinadas comarcas mineras no demuestra por sí sola que 83 Casi toda la investigación parece estar de acuerdo en que la mano de obra que trabajó en las minas no eran esclavos ni condenados a trabajos forzados, sino campesinos libres, miembros de las familias que habitaban las civitates colindantes con los yacimientos. Tampoco parece responder satisfactoriamente la hipótesis de una mano de obra asalariada. La más aceptada es que las comunidades indígenas pagaban parte de sus contribuciones generando un excedente de mano de obra campesina que no le costaba dinero alguno a Roma y satisfacía sus necesidades Las ciudades contribuyentes y sus poblaciones estaban, por tanto, bien definidas y registradas en el correspondiente censo, a efectos fiscales, administrativos y jurídicos. Las obligaciones de los trabajadores indígenas serían principalmente la extracción del mineral y el cuidado de las infraestructuras hidráulicas precisas para la labor. Cf. Le Roux, 1982, p. 273; Domergue, 1986; y, especialmente, Sastre Prats, Beltrán y Sánchez Palencia, 2010, pp. 126-130; Sánchez Palencia y Mangas (eds.), 2000; y Sastre Prats, 2001. 84 Le Roux, 1982, pp. 270-274 y 1989, p. 175. 85 Alston, 1995, pp. 80-81, a través de Palao Vicente, 2006, 334. 86 Concretamente, investigadores como Sastre Prats o Sánchez Palencia dudan de la presencia de damnati a metala como mano de obra en las minas del noroeste, al menos en número significativo. Palao Vicente (2006: 334) sugiere esta posibilidad.

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los militares estuviesen, por así decirlo, acantonados en esas zonas y dedicados específicamente a apoyar la explotación de su oro. Quizá, como señaló Le Roux, tengamos que pensar más bien en misiones de carácter puntual y específico, que formaran parte de las múltiples labores que desempeñaron los militares en el noroeste, contempladas desde un punto de vista más amplio, no compartimentado su análisis con un enfoque metodológico u otro. No obstante, la epigrafía nos señala algunos aspectos que, sin duda, formaron parte de sus labores con respecto a las minas. Las dedicatorias colectivas y referentes a varias unidades, tanto en la Valduerna como en Trêsminas, nos indican que hubo destacamentos en las diferentes comarcas con yacimientos auríferos. Por otra parte, la vinculación del ejército con la administración, encarnada por los procuratores, es evidente a la luz de la propia epigrafía y más allá de las meras conjeturas. El papel protagonista de los militares en la construcción del entramado viario del noroeste, fundamental para la logística de extracción y transporte del mineral, y la experiencia de las legiones en la construcción de infraestructuras nos llevan a pensar, por otra parte, que la naturaleza de los servicios que prestaban tuvo mucho que ver con la planificación y asesoramiento técnico para las grandes obras de todas clases, incluida la extracción de mineral. Por tanto, habría que considerar más sus labores, desde el punto de vista técnico, como un apoyo para el buen funcionamiento del sistema impuesto por Roma. Dentro de este apoyo, y ya en el terreno de la conjetura, no sería descabellado pensar que las tropas legionarias podrían haber estado más vinculadas con la ya mencionada construcción y mantenimiento de infraestructuras —en parte por la propia naturaleza de sus funciones militares—, y las de caballería —por su movilidad— podrían asociarse más bien a la vigilancia de caminos y escolta en el transporte de mineral, fundamentalmente hacia la capital, entre otros cometidos. Esta cuestión ya fue planteada en su día por Le Roux, concluyendo que la presencia de tropas de diversa naturaleza, reflejada en la epigrafía de Villalís y Luyego —en la que aparecen beneficiarios junto a decuriones de ala, o legionarios junto a auxiliares— tiene más que ver con las necesidades específicas de la administración que con una separación específica entre tropas legionarias y auxiliares. En este sentido, el estudioso francés estima los efectivos enviados al área de Valduerna en una centuria, en razón de la aparición de un centurión junto a un signifer en algunas de las inscripciones, a la que se uniría, probablemente, una turma de caballería auxiliar, formada al menos por otros cien hombres. Aun así, subraya también que nada prueba que no hubiese un número equivalente de legionarios y de auxiliares, y, por lo tanto, un número total superior a 150 hombres de infantería.87 Además, las cohortes I Gallica y I Celtiberorum enviarían a la zona infantería auxiliar, dispuesta también en centurias, así como caballería.88 El material epigráfico disponible no nos permite establecer con certeza una cantidad de tropas acantonadas al mismo tiempo en la zona de Valduerna. De todas formas, habría que contemplar estos dispositivos desde la óptica de un despliegue notable, que revela el interés de la administración por las comarcas mineras, sin que ello supusiese un lastre, a nivel estratégico, para la distribución general Le Roux, 1982, p. 274. Considerando que habría un signifer por cada centuria y no por cada manípulo. 88 Como testimonio del despliegue de infantes auxiliares en las zonas mineras, Le Roux emplea la inscripción de Iulius Capito hallada en Luyego (Cat., n.º 049), a la que nos referiremos más adelante. 87

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de tropas en el noroeste. Le Roux establece un contingente total máximo de unas dos centurias desplegadas en la zona, que, probablemente, habrían estado al servicio de varios procuradores libertos de distintas regiones mineras. La concentración de tropas que nos revela la epigrafía de Villalís y Luyego respondería, a nuestro juicio, a una elección estratégica de un enclave propicio para favorecer la eficacia del despliegue por las zonas mineras y no a una concentración específica exclusiva de esta zona. Como se ha podido comprobar, la gran mayoría de epígrafes localizados en zonas mineras son tituli votivos, gran parte de ellos con dedicatorias colectivas que nos indican presencia de destacamentos. Para el período flavio hemos hablado, no obstante, de algunas inscripciones funerarias y alguna votiva erigida a título individual que han de ser consideradas igualmente para reconstruir el panorama minero. A lo largo del siglo ii d. C. y la primera mitad del iii contamos, asimismo, con unos pocos monumentos funerarios de interés que no podemos dejar de señalar y de tratar de contextualizar en razón de lo ya expuesto. Se trata, concretamente, de epígrafes alusivos a soldados de la legio VII Gemina, la cohors I Celtiberorum o Gallica y uno, más polémico, de un pretoriano de origen local. Tabla 55. Epígrafes funerarios de soldados de los siglos ii-iii d. C. en las comarcas mineras del noroeste. N.º Cat.

Referencia

Localización

Soporte

051

AE, 1999, 916

Borrenes, Voces de Valdeorras (León)

049

AE, 1963, 28

Luyego de Estela/ Somoza (León) pizarra

Placa/ mármol

Militar/ Dedicante

Rango/Unidad

Cronología

Perdido/Parentes et Te[-] [---]di[a]e ˚ E[-]

Veteranus/leg. VII Gemina

Siglo ii d. C. (mediadosfin siglo ii d. C.)

Iulius Capito/ L. Decuminus (Conmanipularis)

Miles/coh. I ¿Celtiberorum o Gallica?

Siglo ii d. C.

Beneficiarius trib. Tesserarius (in centuria)

214

La Cigarrosa, La Rúa de CIL II, 2610 Valdeorras (Orense)

Optio (in centuria) ¿Estela?/ mármol blanco

L. Pompeius Reburrus Faber

Signifer (in centuria) Curator fisci Cornicularius trib. evoctus t[hes] (auri)?? Aug.

Siglo ii d. C.

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La primera inscripción (Cat., n.º 051) apareció durante las obras de remodelación de la iglesia de Voces de Valdeorras, en León, donde probablemente fue reutilizada en el pavimento del templo. Esta localidad se encuentra a escasos 4 km de los yacimientos de Las Médulas, en pleno corazón de una de las comarcas mineras más relevantes, en las estribaciones de la Sierra del Caurel. Se trata de un fragmento de esquisto marmóreo, con texto epigráfico parcialmente conservado que, por sus medidas, por su grosor y por su texto, habría que clasificar como placa funeraria. El fragmento, que corresponde a la mitad izquierda de la placa, conserva la primera parte de ocho líneas de texto, pero ha perdido también su parte inferior y la erosión hace que el texto sea de difícil lectura.89 La inscripción fue publicada por Sastre Prats en 1999, y la misma autora le dedicó un estudio completo, asociándola con la formación de los grupos dominantes en las zonas mineras del noroeste.90 El epígrafe hace referencia a un veterano de la legio VII Gemina, cuyo nombre hemos perdido; el resto del texto conservado, p[a]/rentibu[s] /suis ˚ om[ni]/bus ˚ et ˚ [si]/bi ˚ et ˚Te[-]/[---]di[a]e ˚ E[-], puede interpretarse, a pesar de ser muy fragmentario, como el epitafio de una placa que señala el sepulcro tanto del propio veterano como de sus padres. Por tanto, en principio se trataría de un monumento funerario colectivo de tipo familiar, que el veterano habría levantado para sí y los suyos.91 Por su localización y el carácter de veterano del comitente, esta inscripción debe ser considerada, sin lugar a dudas, en el ámbito del sector minero, siendo, en este caso, la primera documentada en el entorno inmediato de Las Médulas. Sastre Prats presentó un marco muy específico de contextualización para el epígrafe, según el que el veterano tendría acomodo en un modelo de organización política de las comarcas mineras, caracterizado, fundamentalmente, por el control romano, pero descentralizado y en el que cupieron las formas de organización y dependencia propias de las comunidades locales desde las civitates próximas a los entornos mineros.92 A pesar de que los beneficios de la minería estaban destinados esencialmente al Estado romano, el sistema implantado dejó considerables márgenes de beneficio, más allá de las actividades puramente agrícolas, para las élites dominantes en el seno de las civitates indígenas. Según este paradigma, la explotación de los metalla como parte del ager publicus —asociado con el proceso de urbanización que experimentó el noroeste, en el que las civitates habrían aportado la mano de obra del excedente campesino— favoreció una reconfiguración progresiva de las aristocracias locales, según dos tipos de modelos básicos, el de las élites inmigrantes, ajenas al conventus de los astures —que habrían ido implantándose en la zona de El Bierzo al calor de los beneficios de la actividad minera—, y el de las familias locales de notables. De esta forma, el sistema de poder romano habría favorecido notablemente a ciertos grupos aristocráticos que habrían operado, de una forma u otra, en beneficio de la propia Roma, o al menos a su amparo, con la

89 Cat., n.º 051, para una descripción en detalle de los aspectos morfológicos y puramente epigráficos. 90 Sastre Prats, 1999a, pp. 257-258 y 1999b, pp. 273-279. 91 Los editores de AE propusieron la restitución de las líneas 5 y 6 de la siguiente manera: p[a]/ rentibu[s] /suis ˚ om[ni]/bus ˚ et ˚ s[i]/bi ˚ et ˚ Te[-]/di[a]e ˚ E[-]; sugiriendo, además, que el nomen de la última línea podría ser Tepidia o Tetidia. Cf. AE, 1999, p. 916. 92 Sastre Prats, 1999b, p. 273.

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creación de redes políticas de carácter clientelar que se extendían desde los más altos funcionarios romanos hasta las aristocracias locales y las comunidades campesinas jerarquizadas interiormente; una red capaz de integrarse cómodamente en los sistemas de control romanos. Según Sastre Prats, estas relaciones resultan especialmente identificables en la epigrafía de la Asturia Augustana y, particularmente, en la región de El Bierzo, concretamente en Bergidium, principal núcleo centralizador de la minería de la zona, cuya evidencia epigráfica considera como una prolongación de la documentada en Asturica Augusta y Legio.93 En definitiva, parece que habría que contemplar el asentamiento de un veterano romano y su familia en esta zona, desde el modelo político y de organización del territorio de la cercana Bergidium (Castro Ventosa), a escasos 2 km del lugar de hallazgo de la inscripción. En esta civitas, igual que en otras de la zona, el modelo de comunidades campesinas, que organizaban el espacio en base a una economía de subsistencia (que las hacía autosuficientes) y que no jerarquizaba el territorio, cambió sustancialmente con la llegada de Roma y el comienzo de la explotación de las minas. Se impuso un sistema de control y supervisión a cargo del Estado que trajo consigo la modificación de las formas de organización tradicionales. El nuevo modelo implicó una organización del territorio claramente jerarquizada y compuesta por una serie de hábitats, cuyo rasgo principal habría sido la diferenciación funcional de unos y otros desde el exterior y la desigualdad social entre los habitantes en el plano interno. Además de Bergidium y de otras civitates, hemos de hablar, en el entorno de Las Médulas, del asentamiento ya mencionado de Las Pedreiras de Lago, interpretado como officium metallorum que, probablemente, fue ocupado, al menos en sus inicios, por militares y que tambiénse se halla muy cercano a Voces de Valdeorras. Es particularmente interesante la posibilidad, señalada por Sastre Prats, de que el control de esos emplazamientos, de matriz claramente romana como las propias Pedreiras o Valdemeda, fuese progresivamente legado a las aristocracias asentadas en estas zonas, como parte de la descentralización del poder romano de la que hemos hablado. Para la citada estudiosa, la inscripción del veterano de Voces daría testimonio de que parte de las familias aludidas serían de origen militar y de que la administración romana les habría ido cediendo a ellas parte del gobierno local en el funcionamiento de las explotaciones mineras.94 Cabe añadir que El Bierzo habría supuesto, siempre según Sastre Prats, un buen punto de partida para el asentamiento e integración de aristocracias procedentes de otros puntos del noroeste, como la Gallaecia o la Asturia meridional, así como de otras partes de la Citerior o de la Lusitania. El control de Roma sobre la minería y la modificación de las estructuras económicas y sociales habrían favorecido la llegada de este tipo de élites a la región, para aprovecharse del sistema romano y ampliar sus propias redes de influencia más allá de sus propias civitates. Para Sastre Prats, la evidencia epigráfica de El Bierzo se muestra «más romana» debido precisamente a que refleja la presencia de estas aristocracias que mantenían vínculos más estrechos con el poder central que muchas de las jerarquías campesinas

Ibidem, pp. 274-278, con exposición detallada y metodología de estudio basada en el análisis onomástico en la epigrafía de las comunidades indígenas. 94 Ibidem, p. 278. 93

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locales.95 Este podría ser el caso, según la misma autora, del veterano sepultado en Voces de Valdeorras, bien por haber formado parte de una familia que había pasado a controlar las redes de suministro e intercambio asociadas a la minería o porque había sido miembro de las aristocracias asentadas en El Bierzo, además de poder presumírsele una cierta experiencia directa en la extracción y administración del oro como miembro de la autoridad rectora. A nuestro juicio, la interpretación y contextualización del epígrafe, por parte de la autora mencionada, resulta bastante verosímil y coherente con el marco propuesto, un marco bastante probable a juzgar por los últimos resultados en la investigación arqueológica de los parajes mineros del noroeste en época prerromana y romana. No dudamos de la vinculación directa de este epígrafe con las minas y la actividad del ejército en este sector. No obstante, es cierto que carecemos de los nomina del difunto y de los otros miembros de la familia, hecho que dificulta su interpretación como posibles miembros de nuevas aristocracias, de origen militar o no, llegadas a El Bierzo con el nuevo sistema de explotación minera. Por otra parte, la condición de veterano, la localización del epígrafe en pleno sector aurífero y el hecho de que se trate, con toda probabilidad, de una placa destinada a un monumento colectivo en el que se incluye a su familia favorecen la validez de la hipótesis propuesta por Sastre Prats. A todo lo dicho tendríamos que añadir, además, algunas consideraciones respecto al fragmento de soporte que conservamos. Por las medidas, la disposición y el contenido del texto podemos clasificarlo como placa sin mayores problemas. La pieza se elaboró, además, en piedra caliza marmórea rosácea con vetas verdosas, un material que, pese a no ser propiamente mármol, reviste cierta calidad y fue, con seguridad, extraído de las canteras locales próximas a Las Médulas. Si observamos tanto el tipo de piedra como, sobre todo, la factura del epígrafe, con letras capitales bien cuidadas y paginadas, veremos ciertas similitudes con las officinae epigráficas de los talleres de Asturica Augusta y, especialmente, de Legio, los centros administrativo y militar del conventus. Observamos, concretamente, semejanzas paleográficas con algunas inscripciones de León, que ya fueron consideradas en su día por Tranoy y Le Roux como pertenecientes a los mismos talleres.96 Concretamente, los altares del legatus L. Attius Macro consagrado al genio legionario (Cat., n.º 017), el dedicado a las Ninfas por el gobernador T. Pomponius Proculus Vitrasius (Cat., n.º 014) y a Diana por el también legado Q. Tullius Maximus (Cat., n.º 039) muestran ciertas concomitancias con la pieza de Voces en la forma de las letras «A», «V», «O» y «T», entre otros rasgos. Ahora bien, esos monumentos presentan dataciones de entre mediados y el segundo tercio del siglo ii d. C., mientras que la pieza de Voces se ha datado, únicamente en función del cognomen Felix de la legión, entre los años 70 y 196 d. C., una franja muy amplia para intentar una aproximación formal a los ejemplares mencionados.97 A pesar de ello, la propia Sastre Prats hace referencia a estas similitudes señalando que, si bien la ejecución de la ordinatio es más cuidada en las piezas leonesas, el tipo de letra es similar en ejemplos como la «O», la «G», la «R» o la Sastre Prats, 1996b, p. 278. Tranoy y Le Roux, 1974, pp. 5-20, en un trabajo específico sobre los talleres leoneses, al que nos referimos ampliamente en la parte referente a los soportes de la epigrafía de León. 97 Sastre Prats, 1999a, p. 258. 95 96

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«P», que remiten a la esfera de la epigrafía administrativa de la zona.98 Coincidimos con la autora en que la fecha más probable para el epígrafe habría de ser, pues, a mediados del siglo ii d. C., en línea con los paralelos mencionados. Si consideramos esa probable datación a lo largo del siglo ii d. C. y los otros datos disponibles, podemos inferir al menos que, probablemente, estamos ante un soldado de origen hispano, del noroeste, reclutado quizá a comienzos de la centuria, y que, una vez licenciado, podría haber aprovechado su experiencia como militar en el ámbito minero y su procedencia familiar para retirarse a una zona que habría conocido a lo largo de su servicio. En esta zona, como exmilitar y miembro de una familia de cierto prestigio, podría haber medrado aprovechando su cualificación y las redes clientelares familiares. Desde luego, como decíamos, el soporte epigráfico muestra cierta calidad, tanto en la elección del material como en su ejecución. Creemos, pues, que la inscripción habría pertenecido a un monumento de una familia con cierto ascendente en la comarca minera de El Bierzo. En cualquier caso, este es el único ejemplo individual de soldado directa e indiscutiblemente asociado a la minería en esa región y uno de los testimonios más interesantes de todo el noroeste en este sentido. Cerca de la Via Nova, entre Asturica Augusta y Bracara Augusta, de noreste a suroeste, apareció en El Barco de Valdeorras (Orense) un altar dedicado al dios indígena Atilaeco por L. Cornelius Placidus, centurión de la legio VII Gemina (Cat., n.º 215). La localidad de El Barco se encuentra a unos 24 km al suroeste de Voces de Valdeorras, donde apareció la inscripción del veterano que hemos comentado. Sin embargo, mientras lo localidad de Voces se emplaza en las estribaciones de la Sierra del Caurel, a la altura de El Barco y La Rúa de Valdeorras el curso meridional de río Sil se abre camino hacia el oeste gallego y corre por una vega baja y relativamente amplia, al pie de la sierra mencionada. En las proximidades de ambas localidades se ha localizado tradicionalmente la civitas local de Forum Gigurrorum, con la que podríamos relacionar tanto el epitafio de Voces como esta misma inscripción, así como el epitafio del pretoriano L. Pompeius Reburrus Faber (Cat., n.º 214) que comentaremos más adelante. El monumento de El Barco de Valdeorras es un altar de piedra arenisca con incrustaciones de pirita y esquistos. La pieza fue hallada en una conocida factoría de miel de la localidad mencionada y actualmente pertenece a un particular. El texto se conserva entero y se distribuye en ocho líneas con algunos problemas de lectura, especialmente por lo que se refiere al nombre de la divinidad.99 Por lo general, se ha venido aceptando la lectura de Rodríguez Colmenero, Atilaeco, que presenta a una divinidad indígena cuyo único testimonio es precisamente este. Sí podemos decir algo más del dedicante, que sirvió como centurión en la legio VII, la cual, según la lectura más aceptada, aparece denominada como Cl(audiana) en el texto, lo que fecharía la inscripción bajo el reinado del emperador Claudio II, entre los años 268 y 270 d. C. Respecto a la relación del epígrafe con el espacio, cabe señalar que el lugar de hallazgo corresponde a las zonas bajas del entorno minero de la Sierra del Caurel. La cercanía del enclave a ese distrito, hacia el noroeste, y a Las Médulas hacia el este, así como al Forum Gigurrorum, uno de Ibidem. Rodríguez Colmenero, que editó la inscripción (1987 [reed. 1997]: 132-133, n.6), leyó Atila/eco en las ll. 1 y 2, mientras que Jardón Nogueiras leía Aelaeco. Cf. Jardón Nogueiras, 1998 pp. 204-205. 98 99

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los núcleos que, sin duda, aportaba mano de obra y centralizaba parte de la producción aurífera de la zona, nos lleva a incluir la inscripción en el ámbito de las explotaciones mineras del noroeste. A ello habría que añadir el carácter del voto y la condición del dedicante, a pesar de que no conocemos la identidad y atribuciones del mencionado dios Atilaeco, sin duda indígena, podríamos aventurar que el centurión, probablemente en activo, habría dedicado el altar a una divinidad protectora local, quizá por el buen desempeño de una misión concreta relacionada con la minería y el control del territorio. Es particularmente significativa la datación tan tardía de la pieza, la cual constituye uno de los pocos testimonios fechados más allá del reinado de los severos, que pueden vincularse con el ámbito aurífero del noroeste. La siguiente inscripción a considerar es una pequeña estela funeraria de pizarra dedicada a Iulius Capito, soldado de la cohors I Celtiberorum o de la I Gallica (Cat., n.º 049). La pieza fue localizada en la localidad de Luyego de Somoza, comarca minera situada entre Las Médulas, hacia el oeste, y Asturica Augusta, unos 15 km hacia el este. La estela está fragmentada por su parte superior y ha perdido su margen derecho, junto con la parte final del texto. La parte superior conservada incorpora decoración consistente en tres coníferas en posición central y una roseta hexapétala inscrita en círculo y trazada a compás en el ángulo inferior izquierdo; en la parte derecha hubo de incorporar otra en el ángulo inferior. Asimismo, en la zona superior, justo en la línea de fractura, se observan trazas de un semicírculo en bajorrelieve que, por su morfología y por el resto del programa decorativo, tendríamos que identificar, probablemente, con un creciente lunar. El texto lo conservamos en toda su longitud, repartido en nueve líneas que podemos leer casi completas, menos la última parte. El fragmento del margen derecho que falta no es muy grande y, a juzgar por el tamaño de las letras, pensamos, como Le Roux, que en él no cabrían más de dos o tres letras, o incluso, como mucho, dos.100 El texto es el epitafio de Iulius Capito, miles de una Coh(ortis) I C o G que la fractura al final de la línea no nos permite averiguar con certeza. Parece probable que cuadrase mejor la primera solución, aunque tampoco podemos descartar que hubiese pertenecido a la cohors I Gallica.101 El resto del epitafio presenta una matrícula completa con indicación de años (33), mención específica de stipendia,102 que no podemos restituir, y centuria. El dedicante es L. Decuminus,103 que se presenta como commanipularis del difunto. La dicha matrícula completa, con centuria incluida, llevó a Le Roux a fechar este epígrafe entre fines del siglo i d. C. y comienzos de la segunda centuria. Los nomina, tanto del difunto como del dedicante, son plenamente latinos, y el epitafio no presenta indicación de origo, por lo que parece probable que ambos fuesen de origen hispano, posiblemente del propio noroeste. En una inscripción de Salamanca aparece constatado

Le Roux, 1982, p. 217, n. 161. Si examinamos las abreviaturas frecuentes en la epigrafía para cada una de las dos unidades, Celt(iberorum) y Gal(lica) o Gall(ica), cualquiera podría caber, pero el tamaño de las letras y el escaso margen perdido nos sugieren que Celt parece más probable. 102 Fórmula poco común en la epigrafía militar de la península ibérica, que sugiere una datación en el siglo i d. C. 103 En la lectura del nomen del dedicante coincidimos con Le Roux (1982: 217, n. 161). 100 101

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un L. Iulius Capito, oriundo de esa ciudad,104 mientras que Decuminus no parece ser abundante en Hispania. Por ello, hemos de ser cautos a la hora de estimar la procedencia de los soldados; además, las características formales de soporte, que remiten a la tradición indígena local, no pueden ser consideradas como un criterio a favor de la procedencia del difunto de la zona donde apareció la estela.105 La localización de esta inscripción, en el corazón de otro «distrito minero», y la condición del difunto de soldado en activo de una de las unidades auxiliares que sabemos estuvieron destacadas en la zona del valle de la Valduerna, no dejan lugar a dudas sobre la vinculación del epígrafe con las labores mineras. La matrícula nos muestra que se trataba de un infante, no de un jinete, dato que ha sido utilizado como testimonio de que tanto la cohors I Gallica como la cohors I Celtiberorum, como cohortes equitatae, enviaron soldados de infantería y jinetes a las regiones mineras según las necesidades específicas de las labores a realizar.106 La mención de commanipularis del dedicatario encaja bien, además, con la probable organización por centurias de los efectivos enviados por esas unidades auxiliares que eran cohortes quinquagenariae. No conocemos los años de servicio de Iulius Capito en su unidad, pero su edad, tan solo 33 años, entre otros aspectos, nos confirma que murió en activo; García y Bellido calculó sus stipendia en unos trece años, basándose en la edad y en una estimación aproximada del reclutamiento a los veinte de edad.107 Las dudas sobre la adscripción a una unidad u otra del soldado, no nos permiten asignarlo a un determinado campamento de los conocidos en el noroeste. La cohors I Celtiberorum se asentó en el de Cidadela (Sobrado dos Monxes, La Coruña), muy al norte del lugar en que se encontró la inscripción, y para la cohors I Gallica no tenemos base segura; quizá pudo estar acuartelada en el de Aquis Querquennis (Baños de Bande, Orense), también muy lejos, a unos 156 km al suroeste de Luyego. No podemos descartar tampoco que el soldado fuese enviado desde Asturica Augusta o desde Petavonium, sedes mucho más cercanas, la primera de ellas a apenas 18 km de Luyego. Por la lejanía respecto al lugar de hallazgo, los campamentos militares propiamente dichos parecen difíciles de relacionar con esta inscripción. Sin embargo, hay un par de lugares que parecen probables como eventuales sedes o campamentos de los dos soldados de esta inscripción y de sus compañeros de armas, los asentamientos mineros de Huerña y Santa Marina. Estas dos localidades están situadas entre Luyego y Priaranza de Valduerna y de ambas podrían provenir las tres inscripciones halladas y reutilizadas en la propia Luyego. Allí se ha documentado un asentamiento residencial vinculado a las explotaciones mineras, que parece el entorno más probable para contextualizar esta inscripción y a los dos soldados, sin que podamos asegurarlo con certeza.108 En cualquier caso, la inscripción nos muestra a un soldado auxiliar que, sin ninguna duda, murió en activo, en el transcurso de alguna misión en relación con las minas, y en el lugar fue sepultado por su camarada.

Le Roux (1982) señala la existencia de un L. Iulius Capito, oriundo de Salamanca y cuya inscripción se fecha entre fines del siglo ii y comienzos del iii d. C. Cf. CIL II, 870. 105 Le Roux, 1982, p. 217, n, 161. 106 Ibidem, p. 274. 107 García y Bellido, 1961, pp. 20-21. 108 Sobre Huerña y Santa Marina, cf. Domergue y Martin, 1977, p. 4 y Sanchez Palencia et al., 1996. 104

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Por último, se ha sugerido una posible relación del sector minero de la inscripción funeraria del pretoriano L. Pompeius Reburrus Faber (Cat., n.º 214) con los asentamientos mineros del noroeste109. El epígrafe, probablemente una estela, elaborado en mármol blanco, fue hallado en La Cigarrosa, a 3 km de La Rúa de Valdeorras (Orense). En 1860 fue trasladada a la iglesia de San Esteban de dicha localidad, desde donde habría ido a parar al lugar de su hallazgo. En este lugar se han constatado vestigios arqueológicos que se relacionan con la civitas de Forum Gigurrorum, núcleo urbano central de la comarca de Valdeorras, situado en el paso de la Via Nova que atravesaba el territorio minero. Se trata de una zona en la que la minería tuvo un papel relevante, puesto que el río Sil fue explotado intensamente para extraer oro de los placeres fluviales.110 El texto epigráfico presenta varios aspectos de gran interés, entre ellos la origo y el cursus del dedicatario, aunque no entraremos ahora en detalles que dejaremos para más adelante. Se trata de un epitafio dedicado a L. Pompeius Reburrus Faber, adscrito a la tribu Pomptina y presentado como Gigurrus Calubrigensis. Para el aspecto que nos interesa aquí, hay que señalar que tanto el carácter funerario de la inscripción como la origo del difunto y el cursus que presenta, como miembro de una cohorte pretoriana y, además, evocatus, ponen de relieve que se trata de un veterano que regresó a su lugar de origen una vez que cumplió sus servicios, en este caso, en Roma. Su «hoja de servicios» no autoriza a establecer una relación específica de este soldado con las minas, tampoco desde el punto de vista de supervisión. Una vez que hemos asociado parte de la documentación epigráfica militar con espacios y funciones concretos, como el trazado del sistema viario y las explotaciones mineras, pasamos a revisar otras actividades que, sin duda, desempeñó el ejército en el noroeste, para las que no contamos con documentación tan abundante ni precisa desde el punto de vista epigráfico; nos referimos a la vigilancia y control del territorio y a la administración. 4.3. El ejército y el control del territorio. La epigrafía militar dispersa 4.3.1. El control del territorio y las fuentes epigráficas Hemos subrayado anteriormente, al comenzar a tratar los cometidos de la legión en Hispania, que la función básica de los ejércitos romanos era la ocupación y mantenimiento de las zonas conquistadas. Parte fundamental de dicho mantenimiento era precisamente el control y vigilancia del territorio mediante el establecimiento de un dispositivo militar de naturaleza variable. Sin embargo, en Hispania, concretamente en la provincia Citerior, esos cometidos tuvieron en algunos aspectos una naturaleza particular respecto a otras partes del Imperio más militarizadas. Cierto es que el despliegue en el noroeste tenía como objetivo principal la vigilancia de los pueblos sometidos y de sus territorios desde sus periferias meridionales, pero también el establecimiento de infraestructuras que permitiesen la articulación urbana y la explotación del oro abundante

Sastre, Beltrán y Sánchez-Palencia, 2010, p. 123. Ibidem, p. 124.

109 110

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en los yacimientos de los tres conventus de Asturia y Gallaecia. Con las reformas flavias y el establecimiento del ejército permanente comenzó, además, la provincialización del ejército de Hispania, de manera que la legión que en ella permaneció y sus unidades auxiliares se convirtieron en el instrumento idóneo para la administración imperial. Sin embargo, conviene señalar, desde un comienzo, que enfocar las funciones de vigilancia y control desde un punto de vista impuesto por las categorías actuales, es decir, a la manera meramente policial, no se ajusta a la realidad multiforme a considerar. No podemos presuponer que el ejército se ocupaba de mantener el orden público como si se tratase de las fuerzas policiales de un estado moderno; la paz interna era asegurada normalmente por las propias comunidades cívicas o las aglomeraciones de población.111 En un trabajo al respecto, Le Roux subrayó que el ejército tan solo intervenía en las cuestiones de orden local cuando estas trascendían tal categoría y afectaban a los intereses generales de la administración; por ejemplo, para proteger la integridad tanto de medios como de personas.112 Por ello, debemos establecer, como premisa inicial, que las funciones del ejército en el aspecto que tratamos no se limitaron, ni mucho menos, a la protección de carácter policial, sino que trascendieron ese plano. Volviendo a nuestras pesquisas, el gran obstáculo con el que nos topamos para reconstruir las funciones mencionadas es la ausencia de fuentes directas y explícitas. Esta escasez se extiende a toda la Península y, por lo que a la epigrafía se refiere, los testimonios disponibles no hacen mención expresa de estos asuntos, por lo que tenemos que conformarnos con referencias indirectas y un alto grado de suposición teórica que no queremos ocultar. En el capítulo correspondiente a la epigrafía militar de Tarraco tratamos con cierta profundidad el origen y naturaleza de las funciones de los frumentarii y beneficiarii. En la estructura del dispositivo militar provincial abundan, en efecto, esos dos rangos, vinculados específicamente con el gobernador y el officium de la capital, y dedicados en esencia a labores que podríamos definir bajo los epígrafes de vigilancia y control y, en ocasiones, policiales.113 Uno de los problemas principales, ya señalado por Palao Vicente, es que tan solo contamos con dos testimonios que se refieran directamente a los cometidos específicos de estos rangos en relación al exercitus Hispanicus, y tan solo uno en territorio peninsular. El primero es una inscripción funeraria del beneficiarius Vmidius Avitus, hallado en Nimes, donde parece que habría muerto cumpliendo como escolta del gobernador de la Citerior;114 el otro, más específico, la Passio Fructuosi, que nos narra cómo fueron los beneficiarii de Tarraco los que apresaron al mártir san Fructuoso, en el siglo iv d. C., para conducirlo ante el gobernador.115

111 En este sentido conviene repasar el trabajo de Le Roux (2002: 17-51) que matiza adecuadamente la naturaleza de las nociones de vigilancia y control en el ámbito militar romano altoimperial. 112 Palao Vicente, 2006, p. 335. 113 Vid. infra apartado 6.2.3: «El officium y la administración provincial: los siglos ii y iii d. C.». 114 CIL XII, 3168, Nimes/Nemausum: D(is) M(anibus) / Umidii Aviti milit(is) / leg(ionis) VII Gemin(ae) Felicis / beneficiari(i) / Iunii (H)omulli consular(is) / cura T(iti) Vitrasii Pollion(is) / legati Aug(usti). 115 Palao Vicente, 2006, p. 336. Cf. Passio Fructuosi, I y II.

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Efectivamente, los beneficiarios tenían en la protección de las personas, normalmente de altos funcionarios y frecuentemente de los gobernadores, y en la labor policial dos de sus cometidos principales. Las tareas de los frumentarii no están tan claras; destaca su vinculación directa con el emperador y con los officia provinciales, y se les atribuyen funciones desde el espionaje hasta las más probables de mensajeros entre el emperador y las provincias y de policía junto a los speculatores. Ahora bien, las de los beneficiarii, tal y como estudió con detalle Nelis-Clément, también se desarrollaron fuera del ámbito de los officia y se extendieron por todos los territorios provinciales.116 En este contexto, se encargaron principalmente de la protección de las vías y caminos frente a eventuales bandidos y a elementos hostiles a la administración romana. A menudo encontramos a estos milites principales al cargo de las stationes repartidas por las vías del Imperio, favoreciendo las labores administrativas y protegiendo las comunicaciones. Ahora bien, la documentación alusiva a los beneficiarii en la provincia Citerior se concentra casi exclusivamente en la capital, Tarraco, sede del gobernador, donde estos soldados desempeñaron diversas labores a su servicio. Fuera de la capital provincial tan solo encontramos un beneficiarius consularis, Aelius Maritimus (Cat., n.º 178), que construye una exedra en la statio de Segisamo, en el conventus Cluniensis, en plena vía entre el noroeste y Tarraco. También podemos citar a los beneficiarii procuratoris Asturicae Augustae, presentes en la propia Astorga,117 que servirían en diversos desempeños asociados, esta vez, al procurador de la capital conventual. En cuanto a los frumentarii, solo conservamos cuatro ejemplos, todos ellos de Tarragona y ligados al officium consulare.118 Por todo ello, nos resulta imposible apoyarnos en la distribución epigráfica de estos rangos, que eran los más apropiados para ejercer la función de vigilancia y control, ya que carecemos de datos sobre ellos en el noroeste. En relación a la escasez de testimonios, cumple reflexionar sobre los procedimientos conocidos para el control del territorio en otras partes del Imperio. La documentación disponible nos demuestra que no eran precisos grandes contingentes militares para el control de superficies extensas de territorios. Normalmente se instalaban pequeños puestos de guardia, emplazados en lugares estratégicos cuidadosamente elegidos, que permitían un control visual considerable y una comunicación fácil con el entorno circundante. Así pues, las guarniciones que ocupaban estos puestos no eran numerosas, bastaba con unos pocos soldados para operar con eficacia; una eficacia que se basaba en el buen posicionamiento y la movilidad. Además, era frecuente, por otra parte, que los soldados se alojasen en las ciudades, entre la gente común, con la que trababan pactos de hospitalidad, tal y como reflejan las inscripciones de Aelia Parthenis, anfitriona de dos soldados de la VII Gemina en Tarragona,119 y algunos testimonios alusivos a estan-

Nelis-Clément, 2000. Cat., n.º 028 para el beneficiarius procuratoris documentado en Astorga; y Cat., n.os 041, 042 y 043 para los presentes en los altares de Villalís. 118 Para los frumentarii documentados en la Citerior, cf. Cat., n.os 102, 103, 118 y 154 y la parte correspondiente a estos rangos en el capítulo de Tarragona, apartado 6.2.3.5: «Los frumentarii». 119 Cat., n.os 106 y 113. 116 117

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4.  CENTRO Y PERIFERIA (II)

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cia de soldados en ciudades como Jerusalén.120 En este sentido, la reducida presencia de efectivos encaja bien con la escasez de testimonios epigráficos. Por otra parte, es preciso tener en cuenta que no solo los beneficiarios se encargaron de las funciones de control y vigilancia. Es seguro que en el noroeste y en el resto de la Citerior muchos de los monumentos epigráficos de milites gregales documentados encajan bien con esta situación. Cabe señalar especialmente las inscripciones localizadas en zonas en las que se construyeron vías de comunicación importantes o en las que contaban con yacimientos auríferos, de las que ya hemos hablado. Muchos de los soldados que nos presentan estas inscripciones habrían cumplido, sin duda, labores de control del territorio.121 De hecho, si observamos el mapa de distribución de epígrafes militares en el noroeste durante todo el período altoimperial,122 se constata que los testimonios documentados se reparten por el territorio de una forma peculiar. Tanto inscripciones votivas como funerarias aparecen mayoritariamente en lugares muy próximos a las grandes vías. El gran problema es que no tenemos datos suficientes para asociar esa documentación a las funciones de vigilancia y control más allá del de su distribución geográfica, y solo desde un punto de vista general. La información que nos ofrecen los textos epigráficos, muy útil para reconstruir otros aspectos, es inexistente en este ámbito concreto. Aun así, trataremos de precisar lo máximo posible la cuestión, empleando la mencionada distribución epigráfica en torno a las vías del noroeste, a fin de hacerla más visible, y combinando la visualización de la cartografía y el resumen de datos epigráficos. De este modo podremos extraer algunas conclusiones generales, descartando, al menos, aquellos testimonios que no son susceptibles de ser considerados relevantes a este respecto y abordarlos posteriormente como «material disperso».

Tabla 56. Distribución del material epigráfico militar del noroeste en torno a las vías de comunicación principales. N.º Cat.

Referencia

Localización

Soporte/ Titulus

Voto

Militar

Cronología

Vía Asturica Augusta-Brigantium (inscripciones dispuestas de norte a sureste de la vía)

226

IRLugo, 75

San Román de Cervantes (Lugo)

Ara/votiva

---]ae [sacru]m

C. Valerius Carus Miles/Leg. X Gemina

Siglo i d. C. (CalígulaGalba)

Palao Vicente, 2006, p. 337. Sobre este particular, cf. Nelis-Clément, 2014, una recopliación de trabajos centrados en las stationes de diversas provincias del Imperio, como las Germanias o las Galias, que abordan específicamente el aspecto del control del territorio en relación con estos establecimientos. 122 Vid. mapa 6, con la distribución de inscripciones militares en el noroeste de la provincia Citerior. 120 121

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N.º Cat.

-

-

Referencia

AE, 1983, 594

AE, 1983, 593

Localización

Valle y Tejedo, Bembibre (León)

Valle y Tejedo, Bembibre (León)

Soporte/ Titulus Excluidas

Voto

Militar

Ara/votiva

¿¿Co[ssue] U[d] una[eo]??

¿¿M. Iuliu[s] [Pa]ter[n]us(?) Le[g?]V[---]??

Ara/votiva

¿¿C[o] s[sue] Tue[RAN] ae(o) Pa[ra] meio??

¿¿T(itus) Fla[v(us)] [m(iles)]? l(egionis) VII G(eminae)??

Cronología Siglos ii-iii d. C. (Fin siglo iiprincipios iii d. C.) Siglos ii-iii d. C. (Fin siglo iiprincipios iii d. C.)

Vía XX Bracara Augusta-Lucus Augusti (inscripciones dispuestas de norte a sur de la vía) N.º Cat.

Referencia

Localización

Soporte/ Titulus

223

CIRG-II, 78

Caldas de Reis (Pontevedra)

224

CIRG-II, 69

Caldas de Reis (Pontevedra)

Estela/ funeraria

239

CIL II, 2465

Valença do Minho (Portugal)

Placa/ funeraria (soldado dedicante)

232

CIL II, 2425

Braga (Portugal)

Estela/ funeraria

Ara/votiva

Voto

Perdido

Militar T. Iun[ius?] [Se?]cundu[s leg(ionis)] / VII Gem(inae) M. Audax Max(imus) (centurio) leg(ionis) / X Gem(inae) C. V(alerius) Va[l]ens vet(eranus) leg(ionis) VI Vic(tricis) P(iae) F(idelis) M. Antonius miles leg(ionis) VII Gem(inae) Fel(icis)

Cronología

Siglo ii d. C.

Siglo i d. C. (ClaudioNerón)

Siglo i d. C. (Fin siglo i d. C.)

Siglo i d. C. (68-fin siglo i d. C.)

Ramal norte vía Olissipo-Portus/Cale-Bracara Augusta (Inscripciones dispuestas de norte a sur de la vía) N.º Cat.

Referencia

Localización

213

CIL II, 2374

Santo Tirso, Porto (Portugal)

271

AE, 1953, 268

Vila Nova de Gaia, Porto (Portugal)

Soporte/ Titulus

Voto

Militar

Cronología

Turiaco [v(otum)] Placa/votiva s(olvit) l(ibens) m(erito)

L. Valerius Siglo i d. C. Silvanus (Calígulamiles leg(ionis) VI Galba) Vict(ricis)

Cipo/ funerario

L. Lavius Tuscus miles leg(ionis) X Gem(inae)

Siglo i d. C. (CalígulaGalba)

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4.  CENTRO Y PERIFERIA (II)

321

Vía Bracara Augusta-Aquae/Flaviae-Asturica Augusta (vía XVII), zona minera (inscripciones dispuestas de oeste a este de la vía) N.º Cat.

Referencia

Localización

Soporte/ Titulus

CIL II, 6291

Pinhao, Vila Nova Foz Coa, Portugal

CIL II, 2389

Vila Pouça de Aguiar, Portugal (Trêsminas)

235

AE, 1980, 582

Vila Pouça de Aguiar, Portugal (Trêsminas)

240

AE, 1974, 393a

Saldanha, Mogadouro, Portugal

Ara/votiva

234

CIL II, 2480

Chaves, Portugal

?/funeraria

231

HEp-8, 583

Babe, Bragança, Portugal

Estela/ funeraria

063

CIRPZamora, Ricobayo, Zamora 240

049

AE, 1967, 231

238

236

Voto

Bloque/ funerario

Ara/votiva

Ara/votiva

Estela/ funeraria

Luyego de Somoza, Estela/ León funeraria

I(ovi) O(ptimo) M(aximo) vot(um) sol(verunt) a(ram) I(ovi) O(ptimo) M(aximo) v(ovit) I(ovi) O(ptimo) M(aximo) D(epulsori)

Militar

Cronología

Alfius Reburrus veteranus

Siglo i d. C. (68-fin siglo i d. C.)

mil(ites) leg(ionis) VII Gem(inae) F(elicis)

Siglo ii d. C. ¿130 d. C.?

Q. Annius Modestus m(iles) l(egionis) VII G(eminae) P(iae) Domitius Peregrinus vet(eranus) leg(ionis) VII Ge(minae) P(iae) F(elicis) L. Aelius Flaccus signifer leg(ionis) II Aug(ustae) [C]alpurnius Reburrinus eques al(ae) II Fl(aviae) ?/ eques alae Thracum Iulius Capito mil(iti) coh(ortis) I C[elt(iberorum)?)]

Siglo i d. C. (68-fin sg. i d. C.)

Siglo iii d. C. (S. SeveroDiocleciano)

Siglos i-ii d. C. (68-fin ii d. C.) Siglo iii d. C. (S. SeveroDiocleciano) Siglos i-ii d. C. (68-fin ii d. C.) Siglo ii d. C.

*Excluimos de esta tabla los altares de Villalís y Luyego, emplazados también en el tramo norte-sur de esta vía, entre la región minera zamorana y Astorga, pero ya consignados en la tabla n.º 3.

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

322

Gladius, Anejos 19, 2021

Vía XVIII o Via Nova (Bracara Augusta-Asturica Augusta), zona minera central (inscripciones dispuestas de noreste a sureste de la vía)

N.º Cat. Referencia

057

051

215

214

229

219

218

Localización

Soporte/ Titulus

Voto

Militar

C(aius) Ranius Sabinus Villadecanes, León Ara/votiva Leg(atus) Aug(usti) vet(eranus) ERPLeon, Voces de Placa/ le[g(ionis)] 284 Valdeorras, León funeraria VII G(eminae) F(elicis) L. Cornelius Placidus Atilaeco Barco de (Centurio) leg HEp-07, 490 Ara?/votiva ex voto Valdeorras, Orense VII Ge(minae) m(erito) P(iae) F(elicis) L. Pompeius Reburrus Faber La Rúa de Estela/ Probato in CIL II, 2610 Valdeorras, Orense funeraria coh(orte) VIII pr(aetoria) M(arcus) Silonius V(otum) Gal(eria) Silanus s(olvit) Sig(nifer) l(ibens) AE, 1968, Rairiz de Veiga, Ara/votiva coh(ortis) I m(erito) 237 Orense Gall(icae) c(ivium) Bandu(a)e Veigebr/eaego R(omanorum) I]uliae Au[gus] [ta]e Matri Mart[i?] / [p] castror(um) et Santa Comba de CIL II, 2529 Ara/votiva Aug(ustorum) Bande, Orense ro salut[e] M(arcus) Didius M/arinus ROO de Lovios-Bande Perdido Aquae [G]eno? (Serra do Xurés), ?/votiva (inscripción Flaviae, 165 Castrorum[---] Orense dudosa) AE, 1967, 243

Ny[mphis] Aug(ustis) Camenis

Cronología Siglo i d. C. (68-fin siglo i d. C.) Siglo ii d. C. (2/2 siglo ii)

Siglo iii d. C.?

Siglo ii d. C.

Siglo ii d. C.

Siglo iii d. C. (principios siglo iii)

?

Gladius, Anejos 19, 2021

4.  CENTRO Y PERIFERIA (II)

323

Vía Aquae Flaviae-Lucus Augusti (inscripciones dispuestas de norte a sur de la vía)

N.º Cat.

212

216

Referencia

HEp-2, 571

AE, 1976, 296

Localización

Cornoces, Orense

Castrelo do Val, Orense

Soporte/ Titulus

Ara/votiva

Ara/votiva

220

CIL II, 2522

Abedes, Verín, Orense

?/ Votiva

221

HEp, 1997, p. 526

Espiño, Oímbra, Orense

Ara/votiva

Voto Moelio / Mordoe/ titiego v(otum) s(olvit) l(ibens) m(erito) Iovi O(ptimo) M(aximo) v(otum) s(olvit) / l(ibens) a(nimo) [Genio(?)] p(opuli?) R(omani?) v(otum) s(olvit) l(ibens) m(erito) Marti s(acrum)

Militar

Cronología

Caecili/us Fusc/us Siglo i d. C. M(iles) le(gionis) (79 d. C.) V/II L(ucius) Cas(sius) Caen(o) Dec(urio) al(ae) I Cl(audiae) G(allorum)

¿Siglo i d. C. (Mediados siglo i d. C.)? ¿Siglo ii d. C.?

C. Mar(ius) Maxi(mus) (Centurio?) leg(ionis) VII G(eminae) P(iae) f(elicis)

Siglos ii-iii d. C. (Fin siglo iiprincipios siglo iii d. C.)

Velinus alae [II Fl(aviae?)]

Siglo i d. C. (Fin siglo i d. C.)

Perdido

?

Dudosas 217

-

Inédita

¿Santo Tomé?, Orense

Codesedo, CIL II, 2515 Sarreaus, Orense

?/votiva

Ara/votiva

Genius? eq(uiti) leg(ionum) Bandu(a)e Aetiobrigo v(otum) l(ibens) a(nimo) s(olvit)

C(aius) Maecius?

Siglos i-ii d. C. Mil(es) leg(ionis) (68 d. C.-fin VII G(eminae) siglo ii d. C.) F(elicis)??

Siglos ii-iii d. C. Aquae (Fin siglo ii242 Flaviae, 129 principios Larouco siglo iii d. C.) Dudosas (ambas dispuestas en el interior, entre las vías Bracara-Lucus y Aquae Flaviae-Lucus) Deo Rairiz de Veiga, Vexillor(um) Votiva ? ? D213 CIL II, 215* Orense Martis socio Banduae Vilar de Perdizes, Montealegre, Vila Real (Portugal)

Altar rupestre/ votiva

I(ovis) Soc(io) Larocuo

M(ilites) leg(ionis) VII P(iae) F(elicis) c(enturia)

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EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

324

Vía Bracara Augusta-Lucus Augusti (inscripciones dispuestas de norte a sur de la vía) N.º Cat.

214

Referencia

CIL II, 2610

Localización

Soporte/ Titulus

Voto

La Rúa de Estela/ Valdeorras, Orense funeraria

Militar

Cronología

L. Pompeius Reburrus Faber probato in coh(orte) VIII pr(aetoria)

Siglo ii d. C.

Dudosas

Santa Comba de Bande, Orense

219

CIL II, 2529

218

Aquae Flaviae FEG, ¿Lovios? Serra do 1987, p. 98, Xures, Orense n. 49

Bloque/ votivo

Mart[i?] / [p] ro salut[e] [I]uliae Au[gus] [ta]e matri castror(um) et Aug (ustorum)

M(arcus) Didius M/arinus ? ROO de [di]cavit

Perdido/ votiva

[G]eno? Castrorum[---]

Perdido

?

*Repetimos en esta tabla la inscripción funeraria de L. Pompeius Reburrus Faber, por haberse localizado en un enclave en el que se cruzan la Via Nova, de suroeste a noreste, y la vía que unía Lucus con Bracara, de norte a sur. **No incluimos en la tabla aquellas inscripciones militares que se encuentran en campamentos o ciudades por las que discurrían las vías de comunicación, por estar asociadas principalmente a esos núcleos y no tanto a las propias vías.

Si exceptuamos las inscripciones que aparecieron en núcleos urbanos o campamentales, o que se pueden asociar claramente a ellos desde el punto de vista espacial, todos los testimonios epigráficos dispersos en el cuadrante noroccidental se distribuyen en torno a los diferentes ejes viarios que articulaban el territorio. Entre ellos contamos con testimonios, tanto funerarios como votivos, que cubren un lapso cronológico entre mediados del siglo i d. C. y el iii. Ninguno de esos epígrafes expresa directamente una relación específica con las funciones de control y vigilancia del territorio, pero muchas de ellas, especialmente las que están relacionadas con los entornos mineros, nos presentan soldados y destacamentos que tuvieron que estar dedicados a tales labores, entre otras. Como ya hemos apuntado, con la documentación disponible no estamos en disposición de determinar qué ejemplos concretos dan testimonio de dichos cometidos. Además, es preciso tener en cuenta la diversidad de tareas ya aludida al comienzo de este capítulo, de forma que el control del territorio, las labores mineras o las administrativas no son excluyentes entre sí y todas ellas eran parte de los quehaceres de los soldados. 4.3.2. Análisis crono-espacial de la epigrafía periférica Comenzando por el período julio-claudio, ya habíamos consignado todos los epígrafes de esa época documentados en el noroeste. La cifra total alcanza los diecinue-

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4.  CENTRO Y PERIFERIA (II)

325

ve epígrafes, de los que catorce se pueden asociar claramente a dos de las capitales conventuales y al campamento de Petavonium. Los cinco restantes ya los hemos tratado, aunque parcialmente, al hablar de la construcción de las vías y de la minería. Los dos monumentos localizados en Caldas de Reis, la estela funeraria del miles decimanus G. Iulius Victor (Cat., n.º 222) y la que el centurión de la misma legión M. Audassius levanta para sus tres esclavos (Cat., n.º 224), podrían estar en relación con el trazado y construcción de las vías que unían las parte occidentales de los conventus Lucensis y Bracarugustanus. La presencia de un soldado de origen hispalense muerto en activo y de un centurión también foráneo, que entierra a sus siervos en la zona, parece poder interpretarse al menos desde el punto de vista del desempeño de alguna función o funciones específicas en la zona, más que por el regreso a sus lugares de origen. La opción de la red viaria parece las más plausible considerando el emplazamiento de las inscripciones y su aparición cerca de un voto a los Lares Viales; pero no podemos descartar otras como el control del territorio desde el citado centro de Aquae Celenae (Caldas de Reis), o bien una visita a este lugar por motivos desconocidos. De las cuatro inscripciones que restan, contamos con una votiva que no habíamos tratado hasta ahora, dedicada por C. Valerius Carus, soldado de la X Gemina, a una divinidad de la que hemos perdido el nombre, aunque parece que terminaba en «A» y estaba formulada en dativo (Cat., n.º 226). Se trata de un altar de granito gris con cubo prismático, alzado sobre un podio compuesto por tres molduras en forma de toro, fechable, probablemente, entre los reinados de Claudio y Nerón. La pieza apareció en una finca privada de la localidad lucense de San Román de Cervantes, enclavada en las cercanías de la Sierra de los Ancares, a unos 44 km al sureste de Lugo, en un punto intermedio del tramo de vía que conectaba Asturica Augusta con Lucus Ausgusti. La restitución de la divinidad perdida en la l. 1 ha generado controversia. En un primer momento, Tranoy y Le Roux propusieron que pudiera tratarse de Navia, diosa fluvial que personifica el río del mismo nombre, en las proximidades del lugar de hallazgo de la pieza,123 mientras que Hernández Guerra propuso restituir [Diana?]ae.124 No contamos con datos suficientes para decantarnos por ninguna restitución concreta, aunque, a la vista del lugar de hallazgo, quizá la propuesta de una deidad indígena pudiera encajar mejor. Tal y como ya subrayó Le Roux, la interpretación concreta de los votos de soldados, que se encontraban lejos de sus campamentos, a divinidades locales resulta compleja. Si adoptamos la hipótesis de considerar a Navia como dedicataria del voto, lo que parece más probable,125 el voto habría de asociarse al medio acuático. El teónimo en cuestión responde al de una divinidad galaico-lusitana que aparece en dos zonas del sector noroccidental en variantes ligeramente diversas: Naviae, en el conventus Lucensis, y Nabiae, en el Bracaraugustanus.126 Desde Leite de Vasconcelos,

Arias, Tranoy y Le Roux, 1979, p. 74. Hernández Guerra, 1999, pp. 13-14, n. 2. Sobre esta inscripción, cf. también García y Bellido, 1966, pp. 27-28, n. 3. 125 En este sentido se pronuncia también Andrés Hurtado (2005: 257), que prefiere la restitución de Tranoy y Le Roux a la de Hernández Guerra. 126 A partir de los dos únicos testimonios epigráficos que documentan el teónimo, uno de ellos el epígrafe que tratamos y el otro un epígrafe de Quintal do Idolo, en Braga, dedicado a Tongo Nabiagus, donde la diosa aparece vinculada con otro dios indígena, Tongus. Cf. CIL II, 2419. 123 124

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la diosa se ha relacionado con las aguas, en parte por las similitudes etimológicas con varios cursos fluviales del noroeste. Más recientemente se han configurado dos modelos explicativos para interpretar dicha asociación, en los que no vamos a detenernos por exceder los límites de nuestro trabajo.127 En el caso del epígrafe que estudiamos, no está claro si habría que interpretarlo exclusivamente desde la religiosidad indígena, o bien como un testimonio de carácter sincrético. El dedicante era ciudadano romano de pleno derecho y su onomástica es igualmente romana. No podemos saber con certeza si el soldado procedía de la provincia Citerior. Los nomina sugieren que podría tratarse de un hispano o bien que procedía de la Gallia Narbonesis, como era frecuente en los patrones de reclutamiento de este período.128 En cualquier caso, la familiaridad que muestran este epígrafe y otros de la zona, debidos a militares con los dioses locales, parece reflejar una actividad cultual bien arraigada en la zona, mientras que el gentilicio Valerius apunta preferentemente a individuos provenientes de áreas urbanizadas del propio noroeste de Hispania o de la Galia.129 A la luz de los datos expuestos, queda por considerar qué función pudo desempeñar el mencionado soldado en la Sierra de los Ancares, donde levantó el altar votivo. Si tenemos en cuenta la localización de las bases militares y la distribución de testimonios epigráficos en el noroeste, llama la atención la situación relativamente aislada del lugar de hallazgo, en el que no cabría suponer, en principio, una presencia militar. Le Roux consideró en su día que esa ubicación montañosa, en el borde oriental del conventus Lucensis, podría ponerse en relación con alguna explotación minera cercana, sin que ello entre en contradicción con el carácter acuático de la divinidad dedicataria.130 La vinculación con las minas no es descartable desde el punto de vista geográfico, pero tampoco lo es que el soldado se encontrase en la zona en alguna suerte de misión de vigilancia o reconocimiento del territorio, quizá también relacionada con la minería. Sin poder llegar a afirmar nada con certidumbre, la localización, el tipo de voto y la procedencia del soldado parecen apuntar en esta última dirección, por lo que no debemos descartarla. En conexión con este último epígrafe, podemos destacar la placa votiva que L. Valerius Silvanus, soldado de la legio VI Victrix, dedicó a Turiaco en Santo Tirso (Porto), de la que ya hemos hablado con motivo de la construcción de la red viaria. El gentilicio compartido, la cronología temprana y la dedicatoria a una divinidad indígena invitan a interpretarla en un sentido similar al del altar de C. Valerius Carus; no podemos saber si en relación con las vías de comunicación, pero las diferencias, desde el punto de vista del paisaje y de los entornos donde fueron localizadas, nos sugiere que la primera podría estar más relacionada con la minería y la segunda con las vías, sin olvidar el control del territorio. Aquí debemos mencionar, asimismo, el epitafio de L. Lavius Tuscus, soldado de la legio X Gemina, hallado en Vila Nova de Gaia (Oporto, Portugal) (Cat., n.º 271). Se trata de una suerte de cipo realizado en piedra granítica. El soporte, de morfología peculiar, arranca recto desde su base para rematar de forma ovalada. Aunque ha perdido su parte inferior, no se aprecia ningún tipo de división entre cabecera, cuerpo central y base, ni Un resúmen completo, con bibliografía pertinente, en Andrés Hurtado, 2005, pp. 255-260. Le Roux, 1982, p. 181, n. 37. 129 Ibidem, p. 120. 130 Ibidem. 127 128

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delimitación ni rebaje de la superficie destinada a albergar la inscripción. La simplicidad morfológica del monumento, así como el trazado del texto con letras capitales cuadradas de lecho profundo y más bien toscas, indican un cierto carácter arcaizante del mismo. El texto, conservado parcialmente, se distribuye en seis líneas, muy abreviadas debido a la poca anchura de la pieza, pero bien legibles. Consigna el epitafio de un soldado de la legio X Gemina originario de Felicitas Iulia, nombre con el que fue conocida la ciudad actual de Lisboa en el período republicano. A pesar del arcaísmo patente tanto en la forma del monumento como en los rasgos paleográficos, que remiten al período republicano, Le Roux fechó la pieza en el reinado de Claudio, en razón de la expresión completa del estado civil del difunto y del nombre de la legión.131 Aceptamos, por otra parte, las correcciones de lectura de Forni: Felici(ta)tis en la l. 4 y vixit en la l. 6, frente a la versión del editor.132 Respecto a la relación de la inscripción con el espacio, habría que reseñar, en primer lugar y como premisa básica, que el lugar de hallazgo de la inscripción no se corresponde con la procedencia del difunto. L. Lavius Tuscus era, como decíamos, oriundo de Felicitas Iulia, luego Olissipo, y habría sido reclutado allí, probablemente, bajo el reinado de Tiberio. Cabe preguntarse, pues, por la relación del soldado con el lugar de hallazgo. La respuesta más lógica sería pensar que falleció durante el cumplimiento de alguna misión en la zona de Vila Nova de Gaia, en el mismo límite entre Lusitania y la provincia Citerior; también parece legítimo considerar el monumento como testimonio de la presencia de un destacamento de soldados, quizá de una guarnición, de la X Gemina en aquel lugar. Tal y como ya señaló Le Roux, no se puede atribuir sin más la existencia de un destacamento en un lugar por el testimonio individual de un soldado aparentemente muerto en activo, sin reflexionar primero sobre el tipo de función que pudiera estar llevando a cabo. A este respecto, el estudioso francés se vale de un texto del Digesto en el que se consignan tres tipos específicos de licenciamiento (missio): la honesta missio, que correspondía al honroso, la missio ignominiosa, un licenciamiento con deshonor, y, finalmente, la que se conoce como causaria missio, que correspondería a un permiso o licenciamiento temporal.133 La inscripción del miles Lavius Tuscus podría responder precisamente a un licenciamiento o permiso temporal durante el que el soldado habría fallecido, y la erección del monumento, en un lugar como Vila Nova de Gaia, podría responder, según el propio Le Roux, a la presencia de un destacamento de la legio X Gemina en este lugar con motivo de una misión determinada. A nuestro juicio, la estructura del texto, así como la expresión completa de términos como miles justifican su datación en el período propuesto por Le Roux. También creemos que el soldado habría muerto en activo, dado que, además, la última partedel epitafio, incompleta, consignaría los años que habría vivido y, probablemente, los de servicio. Sobre el origen del difunto no cabe duda a la luz de la mención expresa consignada. Por todo ello, podemos descartar de entrada que Lavius Tuscus fuese un veterano retirado en su patria, o bien que hubiese pedido un permiso temporal para volver a ella. Por otra parte, si observamos el lugar de hallazgo del epígrafe, en relación con el paisaje Ibidem, p. 179, n. 27. Forni, 1953, p. 164, n. 3. 133 Le Roux, 1982, p. 119, n. 193, citando el Digesto (XLIX, 16: 13). 131 132

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del noroeste romano y el trazado viario, veremos que se encontraba muy próximo a la civitas de Portus Cale (Oporto), por la que pasaba la vía que conectaba Lusitania con la Citerior, llegando hasta Bracara Augusta. La datación temprana del epígrafe nos tienta a incluir el monumento entre los testimonios de la configuración y construcción de las vías del noroeste, teniendo en cuenta la relativa abundancia de la documentación epigráfica del período julio-claudio asociada con esas funciones específicas. Sin embargo, carecemos de datos para ello. A tenor de la información disponible, creemos que la propuesta de Le Roux se ajusta bien a le evidencia, y que habría que considerar esta pieza en el marco general de la vigilancia y control del territorio a cargo de la legio X Gemina, aunque sin descartar tampoco su atribución a grandes trabajos como la comunicación viaria y la minería. Del período julio-claudio nos queda por revisar una inscripción, aún inédita por lo que sabemos, aunque ya fue reseñada por Tranoy, dedicada, quizá, al genio legionario (Cat., n.º 217). No tenemos dato alguno sobre la morfología del soporte y tampoco la localización es segura. Tan solo contamos con la mención de Tranoy, que señala que apareció en la localidad de Santo Tomé, en Orense, que la piedra está muy dañada y que en ella parece poder leerse EQ LEG.134 Según las indicaciones del estudioso francés, podría restituirse [Genius?] eq(uiti) leg(ionum). De ser así, estaríamos ante un ejemplo más de dedicatoria de los soldados destacados en el noroeste, esta vez a una divinidad propiamente legionaria, como el genio de la unidad, y quizá con carácter colectivo. Sin embargo, la lectura es muy dudosa y no contamos con dato alguno sobre el soldado o la unidad responsables del voto, ni podemos realizar ninguna precisión sobre la cronología de la pieza. El lugar de aparición está próximo a uno de los ramales de la vía que unía Aquae Flaviae, en el centro del conventus Bracaraugustanus, con Lucus Augusti, de sur a norte. Las dedicatorias al genio legionario no son abundantes en territorio peninsular, aunque se concentran mayoritariamente en el cuadrante noroccidental.135 Por la naturaleza del material epigráfico documentado,136 cabría suponer que esta dedicatoria, en caso de ser correcta la citada lectura, perteneciese a uno de los campamentos del noroeste y asignarlo a la legio VII, o bien a una de las unidades auxiliares, quizá la cohors I Celtiberorum o la Gallica. No es descabellado tampoco pensar en una dedicatoria colectiva, a la vista de la naturaleza del voto y, por tanto, en algún tipo de destacamento en el lugar, pero las evidencias son demasiado frágiles. Además, este enclave está muy lejos del campamento

Tranoy (1981: 322, n. 116) afirma que está inédita y proporciona las únicas noticias que tenemos sobre la pieza: «Une nouvelle inscription encore inédite a éte trouvée au castro de S. Tome (Orense): le texte est très abîmé et après estampage on a seulment pu établir le nom du dieu, un Genius, et lìndication EQ LEG qui sembe indiquer une dédicace militaire». 135 Tan solo contamos con dos testimonios, ambos en el campamento de legio VII (Cat., n.os 016 y 017), a cargo de los mandos legionarios y fechados a mediados del siglo ii d. C. En Asturica Augusta, Mammilius Capitolinus, legatus Augusti per Asturiam et Gallaeciam, levantó un monumento dedicado, entre otras divinidades, al Genius praetotium, que hay que identificar con la sede del officium asturicense, hacia el año 197 d. C. (Cat., n.º 005). Y, por último, Aelius Maritimus consagró un altar el genius de la Statio Segisamonensium en Sasamón, en el conventus Cluniensis (Cat., n.º 178) 136 Para un estudio en detalle de estos testimonios remitimos al comentario específico sobre las dos inscripciones de León en el apartado de la epigrafía militar del campamento. Vid. supra, apartado 3.3.1.2: «Los cultos del genius, Diana y las divinidades acuáticas». 134

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auxiliar de Cidadela, más de 80 km al norte, pero tampoco se encuentra próximo al de Aquis Querquennis, a unos 40 km al sur, por lo que, tampoco la posición nos permite concluir nada. En estas condiciones no podemos considerar esta inscripción en ninguno de los sentidos que aquí tratamos y hemos de relegarla a la categoría de material disperso sin posibilidades de interpretación definida. En época flavia, la documentación no resulta ni más numerosa ni menos confusa que en la de la etapa precedente. Excluyendo de nuevo los materiales localizados en áreas campamentales o urbanas, tan solo nos restan inscripciones que ya hemos comentado en relación con las actividades mineras. Del período entre la llegada de Vespasiano y fines del siglo i d. C., podemos mencionar los epitafios de A. Reburrus, el del jinete anónimo de la cohors Thracum, localizados en las zonas mineras de Trêsminas y Picón del Pico del Oro, respectivamente, así como la placa dedicada por el veterano de la VI Victrix C. Valerius Valens, destinada a un monumento funerario para su familia en Valença do Minho. En el primero de todos, como ya hemos señalado, hay ciertas dudas en torno a su pertenencia a la VII Gemina y su procedencia, pero parece que podría haberse retirado cerca de una zona minera donde habría servido y habría sido sepultado por sus commilitiones. Los trabajos en el sector de la minería no excluirían el control del territorio, por lo que no podemos descartarla en este sentido. Algo similar ocurre con el jinete de la cohors Thracum, aunque el testimonio es aún más dudoso. Finalmente, sí podemos prescindir, como ya hemos indicado, del monumento de C. Valerius Valens en relación con el ejército de Hispania y sus funciones. Respecto a los testimonios votivos, son relevantes los ya comentados altares del miles septimanus Q. Annius Modestus a Júpiter Óptimo Máximo en Trêsminas, y el dedicado a las Ninfas por el gobernador provincial C. Ranius Sabinus, en la zona de la Valduerna. Ambos están directamente asociados a dos de las comarcas mineras más relevantes, y el primero de ellos, hallado junto a Trêsminas y pegado a la via XVII entre Bracara Augusta y Asturica Augusta, también debe ser considerado en relación con el control del territorio. Cabe volver a mencionar el altar elevado por C. Fuscus, miles de la VII Gemina, a Moelius Mordoniecus en Cornoces (Orense). Aunque parece estar en relación directa con la construcción o remodelación de las vías de comunicación, la misma presencia de este tipo de monumentos en cruces de diversos ejes viarios nos revela movimientos por parte de soldados en puntos geográficamente estratégicos, en los cuales invocaron la protección de dioses locales, probablemente con motivo de alguna misión cumplida, aunque no habría que descartar un licenciamiento. A fines del siglo i d. C. se ha fechado el altar dedicado a Marte y localizado en la pequeña localidad de Espiño (Oimbra, Orense) (Cat., n.º 221). Se trata de un ara de granito gris que apareció reutilizado en el altar de la iglesia de San Roque de la localidad. La pieza se conserva integramente, aunque presenta un alto nivel de erosión. El coronamiento, muy deteriorado, parece rematar en línea recta sin pulvinos ni fastigium, y tan solo podemos advertir la presencia de un foculus circular. La cabecera se separa del fuste mediante doble moldura en forma de cimacio inverso. El campo epigráfico no está rebajado ni delimitado y el zócalo está marcado por el ensanchamiento de la pieza, pero no está moldurado. En uno de los laterales del fuste se aprecian restos de decoración que parecen corresponder a un bucráneo esculpido en bajorrelieve. La erosión y la mala calidad del granito, de grano muy tosco, no permiten una lectura clara del texto epigrá-

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fico, que se reparte en cinco líneas. La lectura es ciertamente problemática; Rodríguez Colmenero, a quien debemos la primera, consignó en un principio: Marti/S(ulpicius) Velinu/[s] v(eteranus) Alae/[---] de s(uo) [posuit?].137 En una nueva revisión del texto, el mismo autor modificó su lectura de las ll. 3, 4 y 5: [s] Sullae (filius)/[a(ram)] de s(uo) possu/it.138 Por su parte, Hernández Guerra restituyó: alae/ [II Flaviae?] en las ll. 3 y 4, proponiendo un posible servicio del devoto en la unidad acantonada en Petavonium.139 No hemos podido realizar examen personal de la pieza, por lo que hemos de basarnos en las fotografías disponibles y mantenemos una postura cautelosa respecto a la lectura. Pese a ello haremos algunas consideraciones con vistas a la interpretación del epígrafe. La dedicatoria a Marte de la l. 1 es clara y está fuera de toda duda. Cabe advertir en este punto que, tal y como ya señaló Rodríguez Colmenero, hay una primera línea de texto, situada por encima de Marti, en las molduras, cuyas letras no podemos adivinar. Por la posición podríamos aventurar que se tratase de otro dios asociado a la dedicatoria, pero no contamos con datos suficientes para afirmarlo. Tampoco albergamos dudas sobre la lectura y desarrollo de los nomina del dedicante, y no ha de extrañarnos la abreviatura del praenomen, en virtud de la anchura del fuste. Más problemática es la lectura de las siguientes líneas, claves para la inclusión o no de la pieza en nuestro catálogo. La última lectura de Rodríguez Colmenero excluía la posibilidad de leer v(eteranus) y convierte al devoto en Sullae (filius), excluyendo la adscripción militar del epígrafe. A nuestro juicio, la lectura de la «S» inicial de Rodríguez Colmenero se apoya exclusivamente en la presencia, en su opinión, de una «V» de la que no vemos trazo alguno y de dos «L» a continuación; la segunda «L» justifica, a su juicio, que no pueda leerse alae. No compartimos estos presupuestos, en primer lugar, porque en la l. 3 apreciamos trazos de la «V» de v(eteranus), y aunque la abreviatura no es la más común, puede corresponder perfectamente a la condición del dedicante. Por otra parte, no vemos posibilidad de leer en la l. 4 una «S», a juzgar por los trazos que apreciamos, en los que no vemos curvas, ni tampoco podemos asumir la lectura de una «V», que nos parece una «A», y no apreciamos la doble «L». Por tanto, mantenemos la lectura: alae. Dicho esto, tampoco encontramos indicios suficientes para restituir el nombre de la unidad en ningún sentido. Incluimos la inscripción en la nómina de militares, en la idea de que el devoto podría haber servido en el ala II Flavia acampada en Petavonium, pero no tenemos manera de saberlo.140 Asumimos pues, que se trata de un voto a Marte a cargo de un veterano de un ala de caballería que decide colocar el monumento de suo. Es decir, se trataría de una ofrenda como acto de culto privado ligado a una devoción personal del comitente al dios guerrero. Teniendo en cuenta que Sulpicius Velinus fue probablemente un veterano, cabría considerar el voto como testimonio, bien de petición, bien de agradecimiento, por un retiro tranquilo. En este sentido, la elección de una divinidad como Marte no ha de extrañarnos viniendo de un militar.

Rodríguez Colmenero, 1977, p. 412, n. 192 y 1987, pp. 87-88, n. 46; y Tranoy, 1981, pp. 236 y 314, que no aporta, en este caso, ninguna novedad significativa a la lectura. 138 Rodríguez Colmenero, 1997, pp. 91-92, n. 58. 139 Hernández Guerra, 1999, pp. 97-98, n. 78; y pp. 192-193. 140 En la misma línea, Moreno Pablos (2001: 140-141, n. 71) y Andrés Hurtado (2005: 463, n. 44), que mantienen la consideración de veterano y la lectura alae sin decantarse por una unidad concreta. 137

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El culto a Marte es relativamente común entre los militares de la península ibérica y se concentra especialmente en la provincia Citerior. Nos hemos ocupado con detalle, unas páginas más arriba, de los once testimonios documentados, así como de su distribución y características, en el comentario de la inscripción consagrada a Mars Cemenilus en el campamento de León (Cat., n.º D40).141 Es particularmente significativo, tal y como ya señalamos, la concentración de la mayor parte de los testimonios documentados en lugares próximos a centros de carácter militar, como la propia Legio (Cat., n.º D40), Tarraco (Cat., n.º 116), Baños de Bande y Oimbra (Cat., n.os 219 y 221), y sobre todo el área próxima a Añavieja (Soria), donde se asentó un campamento y donde encontramos hasta cuatro monumentos en Montejo de Tiermes (Cat., n.º 177), Arancón (Cat., n.º 190) y la propia Añavieja (Cat., n.os 175 y 184). Excepto la inscripción de Santa Comba de Bande, consagrada por Didius Marinus a Marte e Iulia Augusta, fechada en época severa y vinculada al culto imperial, el resto de testimonios nos muestran devociones particulares y privadas a cargo de milites,142 equites auxiliares,143 centuriones144 y praefecti alae;145 contamos, incluso, con otro testimonio de voto a Marte por parte de un veterano, el missicius C. Petronius Maternus de Añavieja (Cat., n.º 175). El altar elevado por Sulpicius Velinus que aquí nos ocupa se inserta en ese contexto desde un punto de vista general; pero conviene reflexionar algo más sobre él y en relación con la geografía del noroeste para precisar su interpretación. En primer lugar, es preciso reseñar que, en su caso, la dedicatoria al dios parece contemplar tan solo el teónimo, sin ningún tipo de epíteto ni asociación política, tónica más común en la documentación revisada. El lugar de hallazgo, Espiño, una pequeña aldea situada en el concello de Oimbra (Orense), se emplaza dentro del conventus Bracaugustanus, a unos 10 km al oeste del paso de la vía que unía Aquae Flaviae con Lucus Augusti. Se ha propuesto que el dedicante fuese miembro del ala II Flavia, en cuyo caso, el monumento se habría levantado muy lejos del campamento base de su unidad, situado en Rosinos de Vidriales, a unos 130 km al noreste del lugar de hallazgo. Además, el soldado no estaba en activo, por lo que debemos descartar, a nuestro juicio, la relación de la inscripción con las actividades de vigilancia y control del territorio. Tampoco podemos asociarla, desde el punto de vista espacial, con la actividad minera, al menos a priori. El campamento más cercano a la localización de la pieza es el de Aquis Querquennis (Baños de Bande), situado a algo menos de 40 km al noroeste. Sin embargo, además de su relativa lejanía, podemos añadir que, como hemos visto, el carácter auxiliar de ese campamento ha sido puesto en duda recientemente, por lo que la vinculación del soldado con él resulta complicada, por no hablar de que no conocemos la unidad a la que perteneció. En estas condiciones tenemos que atender principalmente a la condición Vid. supra apartado 3.3.1.5a: «Un testimonio del culto a Marte». Como el altar del legionario Sulpicius Cilus consagrado a Mars Sanctus en Baeza, Jaen (Cat., n.º 263); el de L. Valerius Falernus Cotoninus de Montejo de Tiermes (Cat., n.º 177); o el M. Octavius Paternus a Mars Augustus en Arancón (Cat., n.º 190). 143 El altar consagrado a Mars por Marcellus y Quintus, equites del ala I Augusta en Añavieja (Soria). 144 La célebre placa votiva dedicada a Mars Campester por T. Aurelius Decimus, centurio y campidoctor, en Tarraco. 145 Como la inscripción perdida consagrada a Mars Pater por Ti. Iunius Qudratus, praefectus del ala II Flavia H. c. R., localizada en un lugar desconocido de la Gallaecia (CIL II, 2600 = Cat., n.º 270). 141 142

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de veterano del devoto y a la localización de la pieza, que nos llevan a incluirla, si bien con mucha cautela, en el grupo de inscripciones que encontrarían explicación por un licenciamiento y regreso a su lugar de origen del soldado, o bien por un retiro próximo al lugar en el que hubiera servido. No cabe extraer más conclusiones con la información disponible. En el período antonino propiamente dicho podemos fechar con precisión catorce inscripciones que se encuentran dispersas por el territorio y no en núcleos urbanos, aglomeraciones ni bases militares. De ellas, once corresponden al conjunto de altares votivos de Villalís, Luyego y Priaranza, que ya hemos tratado en relación con las minas. Sin duda, la presencia de destacamentos de todas las unidades del exercitus Hispanicus a partir del período Flavio, en las inscripciones nos habla de un despliegue de soldados destinados, fundamentalmente, a la supervisión y control de las explotaciones mineras, pero la vigilancia y el control del territorio son aspectos que también hubieron de estar muy presentes entre los cometidos de los mismos. Sin embargo, es a los ámbitos de la religión oficial del ejército y la administración de los territorios mineros a los que hay que atribuir directamente esa documentación. Además, desde el punto de vista del espacio, la concentración de ocho epígrafes en Villalís lleva a pensar, indefectiblemente, en la existencia de algún tipo de santuario militar o statio como contexto físico y material de los altares, por lo que no se trata, en esencia, de «material disperso». Fechados, sin mucha precisión, a lo largo del siglo ii d. C. contamos con una serie de inscripciones destacables. La primera de ellas, el probable altar levantado por Ti. Iunius Secundus en Saiar (Caldas de Reis, Pontevedra), ya lo hemos asociado al trazado, construcción o remodelación de las vías en el conventus Lucensis. También hemos hecho alusión anteriormente al altar dedicado por los milites de la cohors I Gallica a Iupiter Optimus Maximus en Trêsminas, a comienzos del siglo ii d. C. La pieza documenta un voto colectivo, en contexto probablemente oficial y, seguramente, el despliegue de un destacamento en este sector minero. Al igual que los testimonios colectivos de Villalís y de la propia zona de Trêsminas, si bien las funciones de los soldados guardarían relación directa con la minería, de nuevo la vigilancia y el control de la zona han de ser considerados en razón del tipo de voto y de la importancia estratégica del lugar de hallazgo. Un último epígrafe a considerar se muestra mucho más problemático. Se trata de otro voto a Júpiter Óptimo Máximo, esta vez a cargo de L. Cassius Caenicus o Caeno, decurión de un ala de caballería, bien del ala I Gigurrorum, bien del ala I Claudia Gallorum.146 La lectura del texto es muy problemática, hasta el punto de que presenta dificultades en prácticamente todas sus líneas, las cuales plantean, a su vez, importantes divergencias en su interpretación histórica. En primer lugar, la lectura inicial del nombre del dedicatario, que se había transcrito y leído Iscacaen,147 fue corregida por Tranoy y Le Roux a una forma mucho más verosímil que se ajustaba al texto disponible, L(ucius)

La unidad ha sido restituida de una y otra forma; cf. García y Bellido, 1961, p. 140; Rodríguez Colmenero, 1977, p. 331, n. 4: A(lae) I Gig(urrorum); y Le Roux, 1981, p. 204, n. 2: Al(ae) I Cl(audiae) G(allorum). Más tarde, el mismo autor (1982: 88-89): Al(ae) I [---][---], con dudas sobre la lectura. 147 Taboada, 1952, pp. 294-295; García y Bellido, 1961, p. 140; Lorenzo Fernández, IRG IV, 1968, pp. 72-73; y Rodríguez Colmenero, 1975, pp. 957-962. 146

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Cas(sius) Caen(icus),148 o, posteriormente, L(ucius) Cas(sius) Caen(o),149 y que ha sido aceptada por la investigación posterior150 con alguna variante, como Caen(onis).151 Por nuestra parte, pensamos que si bien no es común la abreviatura del gentilicio y del cognomen del individuo, en términos epigráficos generales, la adaptación del texto al fuste del altar, más bien estrecho, el tipo de voto a una divinidad plenamente latina y la condición del dedicante son indicios que hacen más probable la propuesta de los investigadores franceses. Otro de los problemas era la lectura de TAMC (Centuria) Nem en la l. 2. La solución más aceptada es Tam(a)c(anus) (centuria) Nem(?)152 o Nem(entensi?),153 haciendo provenir al dedicante de la gentilitas de los Tamagani o Tamacani, que han sido identificados con las mismas gentes que aparecen en la dedicatoria del monumento epigráfico de la construcción del puente de Aquae Flaviae sobre el río Támega (Tamaca), que daría nombre a estos pueblos asentados en sus riberas. Otro de los problemas de la inscripción es el rango y la unidad en la que sirvió el dedicatario, pues, en función de una opción u otra, cambia la interpretación de la pieza y su relación con el territorio. La mayoría de autores que se han ocupado del altar han leído y restituido Al(ae) I Gig(urrorum) en la l. 3, a pesar de que las letras, especialmente la «G», están muy dañadas.154 Lo cierto es que cabe otra posibilidad, ya señalada, de considerar al dedicante como miembro del ala I Claudia Gallorum. En cuanto al rango, parece haber consenso en considerar a Cassius Caenus como un decurión de ala auxiliar. Si lo consideramos como miembro de un ala I de los gigurros, como ha hecho la mayoría de la investigación, este sería el primer y único testimonio de tal unidad en Hispania. Habría, pues, que interpretar el monumento desde la óptica del reclutamiento de una unidad de caballería auxiliar formada, esencialmente, por indígenas gigurros, a la que pertenecería Cassius Caenus, aunque proviniera de una gentilidad diferente. García y Bellido consideró que el dedicante, originario de los Tamagani, no podría haber alcanzado un rango más allá del centurionado por tratarse de un peregrinus, y que habría erigido el altar para conmemorar su regreso a la patria tras un servicio militar en el exterior, después del cual habría obtenido la ciudadanía.155 Roldán Hervás mantuvo el nombre indígena Iscacaen, aunque se mostró reticente a aceptar plenamente las conclusiones de García y Bellido. A pesar de que aceptó la lectura y restitución Al(ae) I Gig(urrorum), señaló la imposibilidad de identificar esta unidad con ninguna de las conocidas para el exercitus, por lo que interpreta el altar como testimonio de la presencia de un ala I Gigurrorum en el territorio del noroeste, sin precisar el momento.156

La lectura partía de una primera intuición a cargo de F. Bouza Brey, que había propuesto I. Casius. Cf. Bouza Brey, 1939, p. 198, n. 3; Tranoy y Le Roux, 1975, pp. 274-276, figs. 6-7. 149 Le Roux, 1982, p. 88. 150 Rodríguez Colmenero, 1977, p. 331, n. 4, entre otros. 151 Ibidem, 1997, p. 59, n. 13. 152 Siendo, en un principio, Tamac(onum). Cf. García y Bellido, 1961, p. 140; y Tranoy y Le Roux, 1975, pp. 274-276. Aunque ha habido otras propuestas divergentes como Tamac(anus) NAM (Rodríguez Colmenero, 1977: 260, n. 81) o Tam(acanus) (centurio) N(umeri) (Rodríguez Colmenero, 1987: 44, n. 12). 153 Le Roux, 1981, p. 204 y 1982, p. 88. 154 Todos los investigadores menos Le Roux (AE, 1976: 296). 155 García y Bellido, 1961, p. 141. 156 Roldán Hervás, 1974, p. 215. 148

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Es particularmente significativa la última lectura, debida a Rodríguez Colmenero, en la que reconstruye un cursus muy diverso del que había sido propuesto al restituir la l. 3 y las siguientes de esta manera: (centurio) N(umeri) M(aurorum?)/dec(urio) A(lae) I Gig(urrorum)/com(mentariensis) b(eneficiarius) tr(ibuni) cor(nicularius) o(ptio) (centurioni)/L(egionis) II A(ugustae) exs donis/Iovi O(ptimo) M(aximo) v(otum) s(olvit)/ l(ibens) a(niño).157 En primer lugar, considera el tamac(anus) como étnico, incorporado a la onomástica del dedicante como cognomen, una vez que se licenció y obtuvo la ciudadanía. Respecto a las unidades, rechaza la lectura (centuria) Nem(etensi) de Tranoy y Le Roux e incorpora un n(umerus) M(aurorum) en el que el decurión habría servido antes de su paso por el ala de los gigurros.158 Asimismo, restituye l(egionis) II A(ugustae), una unidad que sirvió en Britannia desde época de Claudio hasta el año 253 d. C., para proponer la posible pertenencia de I. Cassius Caenus al numerus Aurelianorum, que fue creado en esa misma provincia por Marco Aurelio en el siglo ii d. C.159 Por lo tanto, según la lectura de Rodríguez Colmenero, el soldado habría sido reclutado en una leva de hispanos de un cuerpo de irregulares, desde el que habría pasado, como decurión, al ala de los gigurros para ejercer como miles principalis, ascendiendo de forma consecutiva, nada menos que desde commentariensis hasta optio, pasando por beneficiarius tribuni y cornicularius en la legio II Augusta. Por tanto, el soldado habría servido fuera de la Península, a la que habría vuelto tras su retiro, aunque habría sido reclutado, junto a otros Hispani, como parte de una unidad irregular; de esa manera justifica el autor mencionado la obtención de la ciudadanía. Le Roux interpreta las líneas de texto alusivas a la unidad y al cursus de una manera completamente diferente: (centuria) Nem(etensi?) o Nem(¿)/dec(urio) Al(ae) I Cl(audiae) G(allorum)/ com(?) o com(pluribus) --- torq(uibus) / [p]hal(eris) [---] donatus / Iovi O(ptimo) M(aximo) v(otum) s(olvit)/l(ibens) a(nimo).160 De esta manera, el dedicante habría servido en una unidad auxiliar, el ala I Claudia Gallorum, creada para una expedición en el año 40 d. C., bajo el reinado de Claudio. La datación de la inscripción es muy problemática y no hay criterios, según Le Roux, para establecer una fecha precisa. No obstante, el estudioso francés considera que los rasgos paleográficos y algunos criterios internos del texto inducen a fechar el epígrafe hacia mediados del siglo i d. C. y no más tarde, en el siglo ii, como se ha venido haciendo. Respecto al monumento y al voto, considera que fue dedicado a Iuppiter, el dios protector de Roma y el ejército, con motivo de un regreso sano y salvo de su servicio, que se desarrolló fuera de Hispania, quizá en Moesia. El decurión habría regresado a su patria, además, con condecoraciones militares, torques y phalerae, en reconocimiento por una ejecutoria militar destacada. En cualquier caso, para Le Roux, la inscripción no certifica, en ningún caso, el acanto-

Rodríguez Colmenero, 1997, p. 60, n. 13. El autor justifica su desarrollo de numerus Maurorum Tibiscensium, numerus Maurorum Hispanorum y numerus Maurorum aurelianorum, cuyas abreviaturas en las inscripciones comienzan solo por M. Entre estas tres unidades, ofrece la posibilidad del numerus Maurorum Hispanorum como cuerpo en el que, además de los Mauri, se habría reclutado un número considerable de hispanos. 159 Rodríguez Colmenero, 1997, 60. 160 Le Roux, 1981, p. 204. 157 158

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namiento de la unidad en Hispania ni el despliegue de una vexillatio, como tampoco asegura un reclutamiento local del decurión.161 Por nuestra parte, no dudamos de la restitución de la onomástica latina del dedicante, y preferimos la lectura de Le Roux, a juzgar por los trazos visibles en el texto. También creemos mucho más ajustada su interpretación de las líneas siguientes. Un decurión de origen hispano, oriundo del noroeste, de la etnia de los tamagani, que podría haber sido reclutado en la Península o fuera, y que sirvió también lejos de Hispania con honores militares nos parece una solución bien ajustada. No creemos que el texto conservado permita la restitución de un cursus como el que propone Rodríguez Colmenero. Consideramos su lectura muy arriesgada desde el punto de vista puramente epigráfico, y el cursus que propone demasiado largo para consignarlo en un tipo de voto y un soporte como el que tenemos. Además, la sucesión de cargos, pasando desde un numerus hasta un puesto de suboficial en la legión, habiendo sido previamente oficial en un ala, nos parece demasiado complejo y dudoso desde la perspectiva del escalafón militar romano. Respecto al «ala I de los gigurros», cabe decir que resulta poco común que un ala reclutada teóricamente entre ese pueblo cuente entre sus filas con miembros de pueblos vecinos bien diferenciados como los tamagani. Por tanto, interpretamos el epígrafe como testimonio de agradecimiento de un soldado que vuelve a su lugar de origen tras haber cumplido con éxito su servicio, que en ningún caso se desarrolló ni el noroeste ni en Hispania. La ciudadanía, atestiguada por sus nomina, la habría obtenido tras licenciarse, por lo que la inscripción nada tiene que ver con el ejército de Hispania ni con ninguna de sus funciones. Continuando con el material fechado en el siglo ii d. C., el ya comentado altar dedicado también a Iuppiter Optimus Maximus por un destacamento de soldados de la VII Gemina en Trêsminas (Cat., n.º 236) constituye uno de los ejemplos más nítidos del despliegue de tropas, probablemente de pequeñas unidades, en zonas de importancia estratégica. El hallazgo de la pieza en las mismas escombreras de una localidad minera por excelencia y el carácter colectivo del voto no dejan lugar a dudas sobre la relación directa de estos soldados con las actividades mineras, pero no podemos excluir tampoco el control del territorio entre las funciones de este grupo o pequeño destacamento, que aseguraría, probablemente, las buenas condiciones de las comunicaciones con centros próximos o relevantes, quizá a lo largo de la via XVII, que unía Bracara Augusta con Asturica Augusta, que pasaba poco más al norte del lugar de hallazgo del epígrafe. Del período severo y el siglo iii d. C. conviene también tener en consideración un conjunto de monumentos, fechados mayoritariamente entre fines del siglo ii y mediados del siguiente, que constituyen un último conjunto relevante de «epígrafes dispersos». Tampoco en su caso podemos asignar ninguno al control y vigilancia del territorio de forma directa, aunque tal vez alguno de ellos indirectamente. A ello hay que añadir que hay una serie de ejemplares muy dudosos, tanto en sus localizaciones como en sus lecturas y dataciones, que conviene tratar con mucha precaución. El material fechado en este período incluye seis tituli votivos, todos ellos problemáticos, y dos funerarios, dejando ahora al margen una serie de ejemplares de datación incierta que trataremos al final.

Le Roux, 1982, pp. 88-89.

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Los dos primeros epígrafes de la serie votiva son sendos fragmentos de altar localizados en la zona minera de León. Se trata de fustes, probablemente de altar, fabricados en granito gris, que aparecieron en la iglesia parroquial de El Valle y Tejedo, a menos de 5 km al norte de Bembibre. Ambas piezas fueron reutilizadas como elementos constructivos en las escalera y muros de la parroquia, por lo que originalmente debieron de provenir del mismo lugar. También estas inscripciones presentan importantes problemas de lectura que dificultan su interpretación histórica. J. Mangas publicó los hallazgos por primera vez y abordó la lectura de ambos ejemplares. Según su versión, ambos habrían estado dedicados al dios indígena Cossue, bajo diferentes denominaciones o advocaciones: Co[ssue]/U[d] una[eo]/Itilien[u]e y C[o]s[sue] /Tue[RAN]/ae(o) Pa[ra]meio, respectivamente.162 En cuanto a los dedicantes, siguiendo la lectura de Mangas, la primera inscripción, consagrada a Cossue Udunaeo, habría corrido a cargo de M(arcus) Iuliu[s] /[Pa]ter[n]/us(?) Le[g?] V[---], y la segunda, consagrada a Cossue Tuerenaeo Parameio, fue levantada por T(itus) Fla[v(us)] /[m(iles)]? l(egionis) VII G(eminae) [---]. Cierto tiempo después, Rabanal Alonso y García Martínez163 mantenían las lecturas de Mangas respecto a la primera divinidad, sin acabar de interpretar el segundo voto.164 Ahora bien, introducen variantes en la lectura de los dedicantes, que consignan como M(arcus) Iuliu[s] /[Pa/Ma?]ter[n]/us + + [---], en el primer caso, y T(itus) Fla[v(us)] /+lu[---] en el segundo. La lectura que más diverge de las interpretaciones originales es la debida a Rodríguez Colmenero, que presenta ambos votos como dedicados a la diosa Tutela bajo diferentes advocaciones: T]utelae/[D?]itilie/ um y, el segundo, Tute[l]/ae Pa[e]/meio/[b(rigensium)].165 Respecto a los dedicantes, este último autor consigna Iuliu/[s Ap]er/v(otum) [s(olvit) l(ibens)]m(erito) en el primer epígrafe, y L(ucius) Fla[v(ius)]/m(iles) l(egionis) VII [G(eminae)]/[ex] v)oto) p(osuit) en el segundo, de manera que solo considera militar al responsable del voto de esa última inscripción. Es preciso reseñar que los dos estudios monográficos más completos y recientes sobre la religión del ejército romano de Hispania, a cargo de M. J. Moreno Pablos y G. Andrés Hurtado, siguen las lecturas de los documentos debidas a Mangas y publicadas también en L’Annèe Épigraphique.166 Recientemente hemos recibido fotografías actuales e información de autopsia de esas dos inscripciones de parte del Prof. Dr. Manuel Ramírez Sánchez, miembro del equipo del proyecto «Religión e identidad cívica en el noroeste hispano en época altoimperial».167 Desafortunadamente, dichas fotografías, aunque de excelente calidad,

Mangas Manjarrés, 1981, pp. 263-264. Rabanal Alonso y García Martínez, ERPL, 2001, pp. 59-60, n. 14. 164 C[o]s[sue] /Tue[---]/ae (o/co) Pa[---]/mei[---]. 165 Rodríguez Colmenero, 2001, pp. 95-96. 166 Moreno Pablos, 2001, pp. 187-190, nn. 101 y 102; Andrés Hurtado, 2005, pp. 486-487, nn. 78 y 79; y AE, 1983, p. 594, que considera la lectura de Mangas muy hipotética. 167 Proyecto HAR2011-25370, financiado por el Plan Nacional de Investigación Científica, Desarrollo e Innovación Tecnológica (Plan Nacional de I+D+i) del Ministerio de Economía y Competitividad. Se trata de material inédito de un proyecto ya cumplido, que saldrá a la luz próximamente en forma de volúmen monográfico sobre la epigrafía religiosa del noroeste. Queremos agradecer especialmente a la directora del proyecto, la doctora M. C. González Rodríguez, y al doctor M. Ramírez Sánchez, miembro del equipo de investigación del mismo, su generosidad al facilitarnos fotografías de buena calidad de los documentos epigráficos y su amable disposición a discutir sobre las dificultades de lectura de ambos altares. 162 163

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no permiten confirmar ninguna de las lecturas expuestas ni esbozar nuevas propuestas, pues las piedras están muy erosionadas. Sin embargo, a la luz de los trazos visibles, podemos poner en cuestión tanto la lectura de Mangas, la más seguida y normalmente aceptada, como las demás. A nuestro juicio, no hay suficientes argumentos para sostener las dedicatorias a Cossue que hemos mencionado, pero tampoco vemos indicios suficientes para las restituciones de Rodríguez Colmenero alusivas a Tutela. En la primera pieza tan solo percibimos un posible trazo del óculo de una letra que podría ser tanto una «C» como una «O», y en la segunda no vemos la «C» ni la «S» sobre las que se apoyan la restitución de Mangas, ni podemos asumir la lectura Tute de la l. 1 debida a Rodríguez Colmenero; según los trazos visibles de las astas verticales parece más bien poder leerse Iuli, y no cabe restituir Pa[e]/meio/[b(rigensium)]; a luz del texto visible no es posible leer más que AE/ PA MEIC. Tampoco parece sostenerse el epíteto U[d] una[eo]/Itilien[u]e debido a Mangas. Respecto a los dedicantes, nos parece probable el M(arcus) Iulius [Pa]ter[n]us(?) del primer texto, pero no apreciamos ningún trazo que nos permita restituir us(?)Le[g?] V[---] en la primera inscripción y, por tanto, considerar como militar al devoto. En este sentido, pensamos que es más prudente y ajustada a la evidencia disponible la lectura de Rabanal Alonso-García Martínez: [Pa/Ma?]ter[n]/us + + [---]. Por todo ello, y a pesar de que ha sido incluida en todas las publicaciones como inscripción «militar», creemos que el primer altar no contiene evidencia suficiente para incluirlo en nuestro catálogo, ya que no tenemos certeza alguna de la dedicatoria a un dios guerrero como Cossue, y menos aún de la condición militar del dedicante. Lo mismo podríamos decir de la segunda inscripción, en la l. 5. Las lecturas y restituciones [m(iles)]? l(egionis) VII G(eminae) [---] y m(iles) l(egionis) VII [G(eminae)] se apoyan tan solo sobre el numeral «VII», sin que podamos apreciar trazos de la «M» y la «L», que han servido de apoyo para considerar como tal al dedicante. Por nuestra parte, no apreciamos más que los restos de un numeral «IV», que no permite conclusión ni certeza alguna. No entraremos, por tanto, a valorar este material en nuestro trabajo y remitimos a aquellos estudios que sí aceptan las propuestas de votos a Cossue a cargo de militares desde la perspectiva de sus creencias y manifestaciones cultuales.168 Con las minas y el control del territorio relacionamos también el altar consagrado al dios local Atilaeco por el centurión de la legio VII Gemina, apelada en este caso Claudiana, L. Cornelius Placidus, que puede considerarse como testimonio de gratitud o de petición de protección por alguna misión concreta relacionada con las minas y la vigilancia en la zona de la Sierra del Caurel. El voto y la condición del dedicante parecen apuntar a que estaba en activo en el momento de levantar el monumento, aunque no habría que descartar que la devoción pudiera deberse a un licenciamiento exitoso del centurión. En cualquier caso, el lugar de hallazgo y el tipo de manifestación pueden asociarse directamente con las minas y, de manera genérica, con otros de los cometidos propios del ejército en estas áreas. Dentro del elenco epigráfico fechado en el siglo iii d. C., llama la atención una pieza hasta ahora no mencionada. Se trata de un altar de mármol blanco hallado en Saldanha Los ya citados estudios de Moreno Pablos y Andrés Hurtado, desde el punto de vista de la religión de los militares. 168

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(Mogadouro, Bragança), provisto de volutas laterales decoradas con discos solares dextrógiros y fastigium central ornado con cinco coníferas esquematizadas (Cat., n.º 240). Conservamos todo el soporte menos el ángulo inferior derecho, y el texto, conservado íntegro, se reparte en seis líneas. El altar es característico de las officinae del noroeste por su decoración y por la factura de sus principales elementos, como el coronamiento, y también por la paleografía, que además nos permite fecharlo, junto con la mención Pia de la legión, a partir del reinado de Septimio Severo, en el siglo iii d. C. El voto está consagrado, I(ovi) O(ptimo) M(aximo) D(epulsori),169 y lo elevó Domitius Peregrinus, veterano de la legio VII Gemina Pia Felix. El epíteto Depulsor, aplicado a Júpiter, hace referencia etimológicamente «al que rechaza» y aparecía, por lo común, cuando se producían situaciones marcadas por la desgracia o con motivo de sucesos sobrenaturales como prodigios físicos.170 Para darle sentido al voto, conviene reseñar, en primer lugar, la condición de veterano del dedicante. Tal y como señaló Le Roux en su día, la consagración a Júpiter Óptimo Máximo Depulsor se ajusta convenientemente con la aspiración de un soldado retirado, no de un legionario en activo, que invoca a esa divinidad para que le sea concedido un retiro lo más favorable y prolongado posible.171 Por otra parte, si atendemos a la onomástica del devoto, Domitius es un nomen muy extendido en toda la península ibérica que no nos permite extraer certezas sobre su procedencia concreta; lo mismo ocurre con el cognomen Peregrinus, que tiene una presencia notable en los territorios del noroeste.172 Por ello, parece razonable pensar que el veterano se habría retirado a un lugar no lejano de su país natal. En estas condiciones, tendríamos que interpretar el epígrafe más bien como un testimonio del licenciamiento y retorno del soldado, que habría erigido el altar por ese motivo. Por otra parte, la pieza apareció en Saldanha (Mogadouro), en la comarca de Bragança, a medio camino entre las regiones mineras de Trêsminas, al oeste, y Duas Igrexas y Aldeia Nova, al este; además, el enclave está prácticamente en el paso de la vía XVIII del Itinerario Antonino, que unía Bracara Augusta con Asturica Augusta. En consecuencia, cabría la posibilidad de vincular el servicio del veterano a la VII Gemina, precisamente en esa región minera; pero no contamos con datos suficientes para ello. De todos modos, nos inclinamos, en este caso, por la opción de interpretar el monumento desde la pertenencia del militar al territorio. Entre fines del siglo ii d. C. y comienzos de la siguiente centuria se ha fechado, en razón de la presencia del cognomen Pia para la legio VII Gemina, una inscripción votiva hoy perdida, consagrada probablemente al Genius Populi Romani por el centurión G. Marius Maximus (Cat., n.º 220). La pieza apareció, según Céan Bermúdez, en 1580

La mayoría de los investigadores que se han ocupado de la pieza han preferido desarrollar D(epulsori) a D(olicheno), por la ausencia de testimonios del dios de Comagene en la península ibérica y la existencia de paralelos razonables para la primera solución, concretamente, otra inscripción dedicada a Júpiter Depulsor en Braga. Cf. CIL II, 2414 y, entre otros, Le Roux 1982, p. 228, n. 200, para los partidarios de Depulsor. Otros autores, como Marco Simón o Perea Yébenes, optan por desarrollar Dolichenus. Cf. Marco Simón, 1987, pp. 146-147 y Perea Yébenes, 1995, pp. 217-231. 170 En este sentido, cf. Mourinho, 1972, p. 330, que trata el documento con detalle profundizando en la manifestación cultual del apelativo. 171 Le Roux, 1982, p. 228, n. 200. 172 Ibidem, n. 185, con paralelos epigráficos. 169

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en Santa María de Abedes (Verín, Orense).173 Al desconocerse su actual paradero, no sabemos de las características del soporte. Respecto al texto, Hübner lo transcribió a partir de las versiones del propio Ceán Bermúdez y copias posteriores,174 y lo restituyó de manera que la dedicatoria inicial, parcialmente perdida, sería [Genio?] P(opuli) R(omani), lectura que ha seguido la investigación posterior. En la condición y rango del dedicante también se ha venido aceptando la lectura del estudioso alemán, aunque existe un punto controvertido. No ha habido mayores problemas en la interpretación C(aius) Mar(ius)175Maxi(mus) en la l. 2, pero en la l. 3 existe controversia en torno al rango del dedicante, pues Hübner copia una «V» en primer lugar en la transcripción, pero luego consigna una «C» invertida. Buena parte de los investigadores que se han ocupado del texto han considerado al devoto como centurión, desarrollando (centurio) leg(ionis)/ VII G(eminae) P(iae) F(elicis).176 Sin embargo, Rodríguez Colmenero mantuvo la «V» de Hübner, desarrollando V(eteranus),177 mientras que otros han propuesto C(aius) Mar(cius) Maxi/[m]u[s] leg(atus)/leg(ionis) VII P(iae) F(elicis), al no considerar signo ni letra alguno antes de la abreviatura leg de la l. 3.178 Lo cierto es que no estamos en disposición de inclinarnos por una u otra opción, aunque si tenemos en cuenta la primera copia del epígrafe, parece que habría que considerar probable la condición de veterano del dedicante. Respecto a la dedicatoria, no hace alusión en este caso a un genius militar, sino a un tipo de divinidad tutelar de toda una colectividad, concretamente a la de todo el pueblo romano, a la que invoca para que proteja tanto los propios actos como los de la comunidad. Esta devoción pone de manifiesto el apego del devoto a las tradiciones romanas. Por otra parte, el lugar de hallazgo está sobre el paso de la vía que unía Aquae Flaviae con Lucus Augusti, de sur a norte. A pesar de esta localización, no creemos que pueda ponerse en relación este epígrafe con el control o vigilancia del territorio o alguna otra de las funciones del ejército propiamente dichas, sino más bien con un retorno a su lugar de origen del centurión, o más probablemente veterano, que estaría muy próximo a la civitas del Forum Limicorum. Es cierto que esa situación se ajustaría mejor a un veterano, aunque no hemos de descartar que, como centurión, desempeñara su servicio en las cercanías de donde procedía. En la localidad portuguesa de Vilar de Perdizes, situada en la región de Montealegre (Vila Real), muy próxima a la frontera entre Portugal y Galicia, fue descubierto, en la década de los años setenta del siglo pasado, un santuario rupestre en el que se documentaron rocas talladas en forma de altar con vestigios epigráficos.179 El altar es un

Ceán Bermúdez, 1832, p. 216: «En un aposento romano de 15 pies de largo y 12 de ancho, que tenía en el medio una columna de mármol y encima un toro de bronce». El mismo erudito consigna que la pieza fue trasladada posteriormente al palacio del conde de Monterrei. 174 CIL II, 2522. 175 En l. 2, en lugar del Maxi del manuscrito parece poder leerse Mar. 176 Entre aquellos que lo consideran como centurión, cf. Le Roux, 1972, pp. 145-146, n. 54; Santos Yanguas, 1988, p. 208, n. 9; y Palao Vicente 2006, p. 201. 177 Rodríguez Colmenero, 1997, pp. 181-182, n. 166 y Andrés Hurtado 2005, p. 456, n. 37, siguiendo a Rodríguez Colmenero, 178 Sagredo San Eustaquio y Jiménez Furundarena, 1996, p. 316, n. 6. 179 Para el descubrimiento del santuario, cf. Lourenço Fontes, 1980, pp. 9-11; Rodríguez Colmenero, 1987, pp. 195-197, n. 112; y Tranoy 1981, p. 281. 173

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afloramiento granítico tallado en sus laterales con escalones y en su parte superior se ha esculpido un focus moldurado. Hasta que Rodríguez Colmenero editó unos fragmentos epigráficos que leyó en las partes que circundan el focus, el monumento se había considerado anepígrafo. El investigador gallego editó cuatro caras, de la siguiente forma: a) b) c) d) e)

I(ovis) Soc(io) Larocuo La[roc]uo m(ilites) leg(ionis) VII P(iae) F(elicis) c(enturiae?) --MII [---] ORVO [---]O R

Según esa lectura y restitución parcial, habría que identificar el lugar de Pena Escrita como santuario de montaña; el topónimo reflejaría precisamente la presencia de un recinto cultual al aire libre con elementos epigráficos de época romana. Por lo que respecta a la dedicatoria, el citado editor consideró que el santuario habría estado consagrado al dios indígena Larocuo, que representaba la divinización de la montaña que se alza frente al santuario.180 Asimismo, el dios indígena se habría asimilado con Júpiter, en un proceso de sincretismo que Rodríguez Colmenero ya advirtió en la interpretación de otros dos altares localizados en puntos cercanos.181 La dedicatoria, siempre según esta propuesta de lectura, habría corrido a cargo de un grupo de milites de la legio VII Gemina. La presencia del epíteto Pia le sirve, además, para situar la inscripción tras la llegada de Septimio Severo al trono. Las últimas dos líneas de texto apenas muestran unas pocas letras que no aportan información relevante. Ahora bien, la lectura de estos vestigios epigráficos es muy problemática y no creemos que la evidencia disponible permita unas restituciones y desarrollos como las aquí expuestas. Ya hace unos años, Rivas Fernández, en dos trabajos que revisaban estos testimonios, puso en tela de juicio las lecturas de Rodríguez Colmenero.182 Lo cierto es que, a la vista de los vestigios conservados, coincidimos con Rivas Fernández en que es imposible leer y restituir el epígrafe con la precisión que pretende la lectura propuesta. En la cara a tan solo se puede leer con cierta seguridad I C LAROCO, mientras que en la cara b, que consigna la dedicatoria, nosotros tan solo nos atreveríamos a leer, con muchas dificultades, O LG VII C. Respecto al sincretismo entre Júpiter y el supuesto dios Larocuo, creemos, en la línea de lo ya expresado por Tranoy y Le Roux, así como por el propio Rivas Fernández, que parece más probable que la situación responda a una normal coexistencia entre cultos romanos e indígenas, concretamente, el de Júpiter, sin advocación específica, y el del dios indígena Reve, identificado con un topónimo local.183 Por otra parte, el dedicante y su condición, propuestos en la cara b, son todavía más inciertos desde el punto de vista

Rodríguez Colmenero, 1997, p. 151. Nos referimos a dos aras publicadas por el propio Rodríguez Colmenero (1997: nn. 17 y 127); según el autor, una habría estado consagrada a Iovi Optimo Maximo y la otra a Larauco Deo Maximo Pedronio Maximo, por el mismo personaje, llamado Capito Carminius. 182 Rivas Fernández, 1993, pp. 34-36 y 1997 [1998], pp. 251-252, n. 112a. 183 Tranoy y Le Roux, 1975, pp. 278-279 y Rivas Fernández, 1993, p. 36, para una exposición pormenorizada de la cuestión. 180 181

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epigráfico, pues los puntos concretos en los que se apoyan las restituciones y desarrollos no se sostienen, a nuestro juicio. Si aceptáramos la lectura de Rodríguez Colmenero, que además fecha la inscripción entre fines del siglo ii d. C. y comienzos del iii, estaríamos ante un interesante testimonio de dedicatoria colectiva de un destacamento de la VII Gemina vinculada con un santuario rupestre existente en una zona montañosa, a pocos kilometros al oeste de la vía que comunicaba Bracara Augusta y Aquae Flaviae con Lucus Augusti. La presencia de varios soldados en activo realizando cultos sincréticos, o al menos paralelos, en esta región podría servirnos como testimonio de un despliegue destinado, entre otras cosas, a controlar el territorio oriental del conventus Bracaraugustanus, no lejos, además, del campamento auxiliar de Aquis Querquennis. No ponemos en duda la existencia del mencionado teónimo ni su probable asimilación con un accidente geográfico natural como la cercana Sierra de Larouco, al modo en que el dios Marte es identificado con el monte Teleno de las cercanías de Astorga como Mars Tilenus, en una pequeña placa votiva hallada en dicho monte.184 No obstante, por muy tentados que pudiésemos estar para contemplar esta posibilidad como cierta, creemos que la evidencia disponible no permite una lectura como la propuesta por Rodríguez Colmenero para este altar rupestre, y nos vemos obligados, si no a eliminar directamente la pieza de nuestro catálogo, a considerarla como elemento dudoso. Del período severo o posterior parece que es, por último, un epígrafe funerario, ya comentado, dedicado al eques del ala II Flavia H. c. R. Calpurnius Reburrinus (Cat., n.º 231). Se trata de una elaborada estela funeraria en caliza marmórea, con cabecera semicircular y tres registros. La parte superior se ha perdido y tan solo conservamos restos de escuadras; el campo epigráfico está delimitado en forma de tabula ansata y en la parte inferior hay dos registros más, uno con un gladius y un hasta —no un pilum— grabados en bajorrelieve en el centro del campo, y otro inferior con tres cartuchos excavados que representan igualmente gladii, pero esquematizados. Ya hemos comentado las características formales del soporte en el apartado alusivo a las estelas del taller de Petavonium,185 asignándolo al horizonte tipológico de estelas llamadas «de Picote», por las particularidades iconográficas que la caracterizan. El texto expresa el escueto epitafio de un jinete auxiliar del ala II Flavia, cuyo cognomen remite al noroeste, de donde probablemente era originario. La situación de la inscripción en la localidad de Babe (Bragança) nos hace pensar en un retiro o visita del soldado a su lugar de origen. De todos modos, no habría que descartar que hubiese muerto en activo en el transcurso de una misión fuera de su campamento de Rosinos de Vidriales, que está a unos 60 km al este del lugar de hallazgo y a unos 30 km al norte de la vía más cercana entre Aquae Flaviae y Asturica Augusta. Además de los ejemplares problemáticos ya comentados, dentro de la epigrafía que hemos denominado «dispersa» debemos, al menos, considerar dos inscripciones más, de carácter dudoso, que no estamos en disposición de situar cronológicamente en ninguno de los períodos considerados. Se trata de un altar de granito consagrado a Banduae

ERPL, 22, Quintana del Marco/León: Marti/Tileno Vid. supra apartado 3.5.5.1: «La epigrafía funeraria. Los soportes».

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Aetobrigo y de un voto consagrado al Deo Vexillorum, a Marte y al propio Bandua, que tradicionalmente ha sido considerado como falso. El primer epígrafe186 es un fragmento de fuste de altar de granito gris. La pieza ha perdido su parte inferior completa y el coronamiento, quedando solo un remate superior cóncavo; también se ha perdido su ángulo superior izquierdo, junto con el comienzo de la primera línea de texto. El campo epigráfico no está delimitado, pero sí ligeramente rebajado. La ejecución del epígrafe es algo tosca, tanto el trazo de las capitales cuadradas como en la propia ordinatio, que no se muestra regular. Además, lo basto de la superficie granítica y el deterioro propio de la erosión superficial dificultan la lectura. El texto conservado se distribuye en cinco líneas; de ellas, la primera está incompleta y de la última conservamos solo la mitad superior, aunque los trazos de las letras son claramente legibles. La pieza fue hallada por Barros Sibelo a mediados del siglo xix, empotrada en los muros de la iglesia de Santa María de Codesedo (Sarreaus, Orense) junto a otra inscripción.187 La lectura es controvertida, dado que, además, Hübner ya ni pudo ver la pieza y toma el texto del propio Barros Sibelo. No entraremos en los detalles de las diferentes propuestas de lectura más que para lo que aquí nos atañe, que es el aspecto militar.188 Lo cierto es que tan solo Rodríguez Colmenero y algunos autores que le han seguido han atribuido a un militar este voto al dios indígena Bandua, con epíteto toponímico local. Según ese autor, podría leerse y restituirse: [---Sulpi]cius/[---le]g(ionis) VII F(elicis) Badue Ae/tobrigo/v(otum) s(olvit) l(ibens) a(nimo).189 A nuestro juicio, y habiendo revisado personalmente la inscripción, hoy en día disponible en el Museo de Orense, en la l. 1 hay trazo suficiente para considerar la primera letra como una «R», que autoriza a restituir [Ma]rcius y no [Sulpi]cius; no vemos, además, asta vertical recta para leer «I». Finalmente, en la l. 2, no hay posibilidad alguna, bajo nuestro punto de vista, de leer la «G», que apoyaría la restitución del legionario propuesta por Rodríguez Colmenero. La letra está muy dañada y, si bien es cierto que tiene óculo, la curva conservada no es suficientemente completa como para descartar una «C». Por otra parte, no vemos que haya espacio suficiente en el margen izquierdo, del que solo se ha perdido un pequeño fragmento, para restituir dos letras, de manera que quede [Le]g. Por último, aun aceptando la propuesta [Le]g VII, no contaríamos con una «G» que consigne el apelativo principal de la legión, sin el que no tenemos documentada ninguna inscripción militar en Hispania; la solución que resultaría, [le]g VII F(elicis), no se sostiene desde el punto de vista epigráfico. Por ello hemos de excluir este monumento de nuestro estudio, aunque hemos querido argumentar las razones para ello, dado que ha sido incluida en otros trabajos monográficos sobre el ejército de Hispania. Corresponde a CIL II, 2515. Barros Sivelo, 1875, pp. 180-181. Desde entonces se le había perdido la pista, hasta que fue reecontrada por Rivas Fernández (1997: 258-260), que la publica en dos trabajos. 188 En este sentido, remitimos a las publicaciones de Rivas Fernández (1997: 258-260) y Jardón Nogueiras (1998: 203-209, n. 7), que, a nuestro juicio, son quienes mejor ha leído esta inscripción, y a la polémica con Rodríguez Colmenero. 189 Rodríguez Colmenero, 1987, p. 187, n. 108 y 1997, p. 145, n. 123. Siguen, sorprendentemente, esta lectura Sagredo San Eustaquio y Jiménez Furundarena, 1996, p. 318, n. 2 y Andrés Hurtado, 2005, p. 483, n. 74, sin cuestionarse la fragilidad epigráfica de la lectura propuesta por el primer autor. 186 187

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La otra inscripción a comentar aquí es el muy controvertido voto que reza Deo Vexillor(um) /Martis socio /Banduae, supuestamente localizado en San Pedro de Rairiz de Veiga (cerca de Xinzo de Limia, Orense) (Cat., n.º D213). La inscripción fue dada a conocer por el conocido falsario Jerónimo Román de la Higuera en el siglo xvii. Hübner ya la transmitió como falsa o, más bien, interpolada, lo que ha llevado a la investigación posterior a tenerla, al menos, como sospechosa.190 El citado Román de la Higuera consignó el hallazgo, atribuyéndolo al arcipreste de Santa Justa de Toledo mientras viajaba por Galicia con el arzobispo de aquella sede.191 Lo cierto es que al conocido pseudohistoriador es a quien debemos en exclusiva la supuesta copia y transmisión del epígrafe, que él habría visto hacia 1628. No poseemos ningún dato acerca del soporte ni certeza de que ese autor lo viese realmente, ni posibilidad de contrastar su transcripción del texto. Todo ello, unido a la escasa fiabilidad que se le da a Román de la Higuera, llevó a Hübner, como decíamos, a considerar la inscripción como falsa, o quizá como mal leída, o bien interpolada a partir del texto del altar que sí se conserva en los muros de la iglesia de Rairiz.192 Sin embargo, Rodríguez Colmenero sostuvo que la inscripción no tenía por qué ser falsa, aduciendo que, a su juicio, el texto transmitido resulta coherente y que la existencia de otros epígrafes consagrados a Bandua en las proximidades justificaba también su presencia en este.193 El mismo autor considera que la inscripción dedicada a Bandua Veigebraeo, por un signifer de la cohors I Gallica en la misma iglesia de Rairiz (Cat., n.º 229), justificaría la asociación sincrética entre Bandua y Marte en torno al vexillum o estandartes de la legión. En un trabajo más reciente, Olivares Pedreño volvía sobre la posible autenticidad de la inscripción, señalando un aspecto que podría ser relevante en la investigación. Cuando Román de la Higuera transmitió dicho texto no se conocía ningún otro testimonio epigráfico de esa divinidad en toda la región, lo que abogaría en favor de su autenticidad. A ello añade que en la región del hallazgo se rendía culto a Bandua y Marte bajo su interpretación indígena, por lo que un soldado de este lugar podría fácilmente haber reflejado a las dos divinidades, que se consideraban equivalentes.194 Cabe reseñar, además, que García Fernández y Albalat ya habían defendido anteriormente el carácter guerrero de Bandua y su asociación con Marte basándose en el estudio etimológico de sus epítetos y en la inscripción de Rairiz de Veiga;195 y Peralta Labrador cita el epígrafe como ejemplo de la consagración de cierto tipo de estandartes a divinidades guerreras entre las poblaciones prerromanas del noroeste.196 Por nuestra parte, seguimos manteniendo reservas sobre este epígrafe. Hay que insistir en la mala reputación de su transmisor en materia epigráfica y en que el texto CIL II, 215*. La primera noticia de la inscripción la debemos a los llamados «falsos adversarios de Juliano». 191 Gándara, 1677, p. 34. 192 Rivas Fernández, 1993, p. 55. 193 Rodríguez Colmenero, 1977, p. 402, n. 106 y 1987, p. 181, n. 104. Conviene consultar, especialmente, la última edición de su corpus epifráfico de Aquae Flaviae, que recoge toda la información anterior. Cf. Rodríguez Colmenero, 1997, pp. 141-142, n. 119. 194 Olivares Pedreño, 1997, pp. 205-222 y 2002, p. 88. 195 García Fernández y Albalat,1990, pp. 109-241, especialmente pp. 162-164. 196 Peralta Labrador, 2000, pp. 198-199. 190

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resulta ciertamente atípico. El culto a Bandua no puede extrañarnos en esta región del noroeste hispano, habida cuenta de la presencia de otro altar consagrado al mismo dios en la propia Rairiz de Veiga. Sin embargo, su asimilación con Marte y la alusión un dios de los vexilla son más difíciles de aceptar en sí mismos. La primera posibilidad, ya aludida, que hemos de contemplar es la de que esta inscripción provenga de una interpolación de un texto auténtico, quizá del altar de Bandua Veigebraeo aparecido en la misma iglesia (Cat., n.º 229). Hübner ya consideró esta opción, aunque uno de los problemas para pensar en una interpolación directa a partir de esta última inscripción es que fue dada a conocer por Ferro Couselo en 1957.197 4.3.3. Conclusiones Como hemos podido comprobar, a partir del período antonino y, especialmente, en el período severo, la documentación fechada se caracteriza, fundamentalmente, por sus problemas de análisis e interpretación. Se trata de un conjunto de ejemplares muy problemáticos que parecen responder, la mayoría de ellos, a situaciones personales de los soldados que elevan los votos o son enterrados en zonas que les eran conocidas por ser sus lugares natales; o bien por tratarse de zonas que habrían elegido para retirarse, entre otras situaciones. Otros testimonios quedan en un terreno indefinido por ser sus lecturas demasiado frágiles para asegurar su vinculación con el ejército que operó en el noroeste de la Península. Pocos ejemplos de los que hemos revisado, aparte de los que ya seleccionamos para ponerlos en relación con la minería, pueden hablarnos del control y vigilancia del territorio de una forma un poco más concreta. Querríamos destacar en este sentido que, si bien la distribución de los lugares de hallazgo de los monumentos en torno a las vías constituye, en conjunto, un aspecto a tener en cuenta a la hora de hablar de control del territorio, el análisis pormenorizado e individualizado de la documentación disponible arroja resultados poco concluyentes que nos impiden establecer una relación directa entre la distribución del material epigráfico y las funciones del ejército en el noroeste. Es cierto que pequeñas concentraciones epigráficas como las de Villalís y Luyego, por sus características particulares y su riqueza en información, y algunos otros monumentos dispersos por el territorio, sí constituyen testimonios inequívocos de la presencia organizada del ejército en el cuadrante noroccidental, articulada en torno al trazado y construcción de vías, la minería y la vigilancia del territorio. Sin embargo, nos resulta prácticamente imposible asignar específicamente las inscripciones a una u otra función, a excepción de unos pocos casos. Conviene tener en cuenta, asimismo, lo que ya apuntamos más arriba respecto al carácter artificial de la división que hemos establecido de las funciones o cometidos principales del ejército en el noroeste. Quizá el ámbito más claro, en relación con la distribución espacial del material, sea el de la minería, que, por otra parte, no puede separarse fácilmente del control y vigilancia del territorio y de la administración. Pese a todo esto, creemos haber esbozado un panorama lo más detallado posible de la situación e incluido la epigrafía en un modelo de análisis que resulta útil, en primer lugar, por su carácter global e integrador en el tratamiento de la evidencia

Ferro Couselo, 1957.

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disponible, así como por descartar aquellos ejemplares que no pueden relacionarse, de una forma u otra, con la actividad militar en el noroeste y por la consideración detallada de aquellos elementos que sí cabe aducir al respecto de lo tratado. 4.4. El ejército y las funciones administrativas Una última categoría que hemos de contemplar en el análisis de las funciones del ejército romano en el noroeste de Hispania es la de las tareas de carácter administrativo. Tanto Augusto como sus sucesores fueron muy conscientes de que el ejército no solo constituía una fuerza de ocupación de los nuevos territorios conquistados, sino también uno de los más eficaces instrumentos para la integración de los nuevos dominios en el noroeste en el sistema romano. El Princeps puso en marcha una serie de reformas de carácter administrativo y militar que configuraron progresivamente un nuevo modelo de relación entre las tropas y los territorios en los que actuaban. La disposición estratégica de los campamentos y los efectivos en el noroeste ponen de manifiesto la preocupación del primer emperador y sus sucesores por favorecer la implantación de un sistema administrativo eficaz que permitiera organizar y explotar el noroeste de forma sistemática. La nueva organización en conventus iuridici, el desarrollo de un entramado viario, la urbanización progresiva o la prospección y apertura de yacimientos mineros son algunos de los aspectos capitales que caracterizaron este nuevo modelo, y en todos ellos el ejército jugó un papel destacado. Este proceso comenzado con la dinastía julio-claudia adquirirá su fisonomía definitiva con la llegada de los flavios y el establecimiento del ejército permanente. El asentamiento de la legio VII Gemina en León tras la victoria de Vespasiano, así como la distribución de sus efectivos y unidades auxiliares por todo el territorio del noroeste, responden a un programa ambicioso emprendido en las provincias, que ya hemos explicado en el caso de la Citerior y el noroeste, pero que, desde una óptica estrictamente militar, refleja una voluntad manifiesta de continuidad de las labores que el ejército llevaba a cabo en la zona, especialmente de aquellas de carácter administrativo. La concesión del derecho latino, el establecimiento de Asturica Augusta como centro administrativo y sede del procurator son políticas que confirman la voluntad de los flavios de proseguir con la integración política y económica del territorio y utilizar al ejército como una herramienta indispensable, cada vez más ligada a la provincia Citerior y, particularmente, al noroeste, donde se encontraban sus principales cuarteles.198 En este contexto, las legiones del período augusteo y, posteriormente, la VII Gemina llevaron a cabo multitud de labores de carácter administrativo, entre las que hemos de incluir las ya comentadas anteriormente relacionadas con el sistema de comunicaciones, la minería y el control del territorio. Como hemos advertido al inicio del apartado general, la división específica que hemos decidido aplicar a los cometidos del ejército es un criterio que puede resultar válido para abordar con más detalle la documentación, pero es claramente insuficiente para abordar una realidad mucho más compleja y entretejida. Cuando Para una exposición más detallada, cf. Palao Vicente, 2006, pp. 337-339, en lo que se refiere a la legio VII Gemina; y Roldán Hervás, 1989, pp. 260-264, con una perspectiva más amplia que incluye el período julio-claudio. 198

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hemos hablado de construcción de vías o de zonas mineras nos hemos referido, forzosa e implícitamente, a muchas de las tareas administrativas que habrían llevado a cabo tanto los soldados legionarios como las tropas auxiliares. De ello debemos concluir, por una parte, las limitaciones metodológicas para estudiar la documentación disponible y, por otra, que el ejército formaba parte esencial de la administración provincial concebida en un sentido amplio e integrador. Dicho esto, como en los otros ámbitos estudiados, trataremos de aislar, en la medida de lo posible, aquellos testimonios que nos proporcionen información más concreta de las labores puramente administrativas. En este sentido, la documentación es, una vez más, escasa y algo confusa. Antes de abordar los testimonios procedentes de Hispania, conviene llamar la atención sobre dos inscripciones localizadas fuera de la Península y alusivas a la legio VII Gemina, que Palao Vicente recoge en su estudio sobre la misma. El primero de ellos es un epígrafe aparecido en Roma y fechado entre fines del siglo i d. C. y comienzos del siguiente, en el que figura el tribuno de la legio VII Gemina C. Mocconius Verus, de rango senatorial, al que se le encomienda la elaboración de un censo específico en 23 enclaves habitados por várdulos y vascones.199 Tal y como señala Palao, este tipo de censos debe asociarse a las labores de administración provincial como herramientas básicas para establecer una relación fiable, tanto de la población como de los recursos financieros disponibles y potenciales.200 Otro documento, que ya había sido señalado por Le Roux, es una tabula de patronazgo fechada en el año 222 d. C., en la que C. Marius Pudens Cornelianus, legado de la VII Gemina, aparece como patrón de un concilium conventus Cluniensis.201 El propio Le Roux consideraba que tal documento probaba que el ejército poseía capacidad para dirimir asuntos administrativos y financieros con una entidad administrativa, como la de un conventus iuridicus.202 Sin duda, esos documentos ponen de relieve el papel del ejército como elemento capital en la administración de los territorios; además de elaborar censos y actuar en los concilia provinciales, los militares probablemente habrían colaborado en las tareas fiscales de las provincias, tal y como parece demostrar también la presencia de stationes en Segisamo y Lucus Augusti; y, asimismo, se habrían ocupado de la custodia de recursos tributarios públicos como el grano de los almacenes. También la alta presencia de soldados en las cercanías de los alfares de Trtitium Magallum, que tratamos en el capítulo correspondiente, podría responder a tareas fiscales asumidas por ellos. Si consideramos las funciones de las stationes y las tareas administrativas que en ellas desempeñaban los beneficiarii,203 de nuevo la documentación del noroeste resulta no ya pobre, sino prácticamente inexistente. Como ya comentamos en el apartado referente a las funciones policiales, no contamos con epigrafía de beneficiarii en el noroeste, la cual se concentra en las capitales provinciales dotadas de officia. Sin embargo, Palao Vicente considera que la

CIL VI, 1463. Palao Vicente, 2006, p. 338. 201 CIL VI, 1454. 202 Le Roux, 1982, p. 289 y Palao Vicente, 2006, p. 339. 203 Sobre este particular, cf. Nelis-Clément, 2000; además del apartado dedicado a estos rangos en el capítulo correspondiente a la epigrafía militar de Tarraco. Vid. infra apartado 6.2.3.3: «Los beneficiarii consulares». 199 200

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distribución general de los testimonios epigráficos de la VII Gemina a lo largo de las vías de comunicación principales y en los enclaves administrativos de Hispania responde, en términos globales, no solo al control del territorio del noroeste y a las labores policiales mencionadas, sino también a funciones de administración.204 Coincidimos con él desde el punto de vista general y, de hecho, asumismos esta premisa como punto de partida de nuestro estudio, no solo con respecto al noroeste, sino para toda la provincia Citerior. Otra parte del elenco epigráfico del noroeste puede ser asociado a labores administrativas, aunque la distribución de epígrafes que podemos interpretar en ese sentido no corresponde a ejemplares atestiguados en lo que hemos denominado «periferia», es decir, a la epigrafía dispersa. Efectivamente, los monumentos que aparecen en las capitales conventuales y sedes administrativas del noroeste son los que podemos considerar relevantes en el aspecto a contemplar. No obstante, es preciso revisar la documentación pormenorizadamente y de manera individual y no solo en conjunto, ya que, como veremos, unos testimonios son más claros que otros al respecto de la administración, y, además, otros responden también a otro tipo de relaciones de los soldados con el espacio. 4.4.1. Epigrafía militar y administración en el noroeste Siguiendo el modelo propuesto, tomaremos en consideración las inscripciones localizadas en las capitales conventuales Lucus Augusti, Bracara Augusta y Asturica Augusta, sin duda alguna, centros administrativos del noroeste, sin olvidar Aquae Flaviae, otro de las principales civitates y municipio del período flavio. Tabla 57. Recuento de epigrafía militar documentada en las ciudades del noroeste. Localización

Conventus

Inscripciones

Inscripciones

N.º total de

votivas

funerarias

inscripciones

Asturica Augusta

Asturum

3

14

17

Lucus Augusti

Lucensis

2

5

7

Bracara Augusta

Bracaraugustanus

1

1

3

Aquae Flaviae

Bracaraugustanus

1

1

2

4.4.1.1. Asturica Augusta Comenzando por el grupo más importante, las inscripciones militares de Asturica Augusta, que ya hemos estudiado detalladamente por otros conceptos, gran parte de ellas puede asociarse al ámbito administrativo. De las dieciocho inscripciones debidas a militares de la capital conventual, el material funerario fechado entre fines del reinado de Tiberio y mediados del siglo ii d. C. responde esencialmente a funciones de administración, entretejidas, en algunos casos, con el retiro de veteranos en la capital en la que habrían servido la mayor parte de sus carreras. La presencia mayoritaria de milites

204

Palao Vicente, 2006, p. 339.

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348

y veterani y de rangos como el del tubicen Octavius Magius (Cat., n.º 019) señala en esa dirección. La faceta administrativa de la ciudad queda certificada, además, por la epigrafía votiva debida a mandos militares y por los votos elevados por el alto funcionariado, que nos muestran la existencia de un officium procuratorial que debió de centralizar la administración en la capital conventual. Conviene tener en cuenta, además, que todos los monumentos atestiguados en Astorga corresponden al período en el que el enclave era ya una ciudad, a partir del reinado de Tiberio, no a la fase campamental. 4.4.1.2. Lucus Augusti La segunda capital conventual más relevante, en relación con la administración y en razón de la documentación conservada, es Lucus Augusti, donde conservamos un total de siete inscripciones debidas a militares, de las que hasta ahora no habíamos hablado. Tabla 58. Inscripciones de militares de Lucus Augusti. N.º Cat.

Titulus/ soporte

Militar/Unidad

Cronología

Localización

160

Funerario/?

Vecius (Clutami filius)/miles coh. III Lucensium?

Siglo i d. C. (ClaudioNerón)

En las tierras que se cultivan junto a la Puerta Falsa del hospital. Extramuros noroeste.

161

Funerario/ estela

Perdido/veteranus/? (domo Narbonensi)

Siglo i d. C. (CalígulaGalba)

Encontrada en 1961 en las obras para construir una casa de la calle Clerigo, entre la muralla y la catedral de Lugo. Intramuros suroeste.

L. Valerius Severus/ miles leg. VII Gem.

Barros Sivelo (p. 202) sitúa el descubrimiento en As Arieras, a unos Siglo i d. C. kilómetros de Lugo, en la carretera (68-fin i d. C.) de Lugo a Santiago. Actualmente desaparecida. Extramuros suroeste.

162

163

164

165

Funerario/ perdido

L.Aurelius [---]aris [---]/veteranus leg. VII Gem. P. F.

Siglo iii d. C.

Hallada en 1793 en un jardín de la primera casa de la calle del Sol en Lugo, reutilizada como elemento arquitectónico de un pozo, debió de haber estado reaprovechada en la muralla. Actualmente desaparecida. El hallazgo lo consigna Masdeu. Intramuros.

Votivo/ara

M. Annius Verus y Verianus/centuriones ¿leg. VII Gem.?

Siglos ii-iii d. C. (Fin siglo iiprincipios iii d. C.)

Hallada en 1802 al hacer un acueducto en las proximidades de la muralla de Lugo. La piedra estaba reutilizada y, más tarde, fue empotrada en un muro de la Rúa Nueva, de donde se extrajo para llevarla al museo. Extramuros.

Funerario/ara

I. Rufinus Leontius/ ex tabulario civi Ásturicensi

Siglo iii d. C.

Encontrada en 1894 reutilizada como elemento constructivo en la muralla de Lugo, en la zona de la Puerta del Obispo. Trasladada al Museo Provincial. Intramuros.

Funerario/?

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N.º Cat.

166

Titulus/ soporte

Votivo/ara

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Militar/Unidad

G. Victorius Victorinus/centurio leg. VII Gem Antoniniana

Cronología

349

Localización

Fue localizada como parte de los hallazgos del terreno «del Vicerrectorado» en la plaza de Pío XII, frente a la entrada occidental de la catedral y próximo a la Puerta de Siglo iii d. C. Santiago. Según noticias más concretas, (211-217 d. C.) apareció en el interior de las murallas, cerca del lienzo de fines del siglo iii y comienzos del iv d. C. Le Roux (2007: 371-382 = 2014: 283) y Canto de Gregorio (2003: 333-334).

Tabla 59. Textos epigráficos de las inscripciones militares de Lucus Augusti. N.º Cat.

Texto

160

Vecius Cl/utami f(ilius) Co[---/---]/Vero[bli]u/s Veci f(ilius) mil(es)/co(ho)rti(s) ˚Tert/ia(e) Luce(n) s(ium) mil/itavit annis/---/Maietariu?

161

---/o ˚ vetera/no ˚ d(omo) ˚ Na[r]/bonien[si](!) /et ˚ Cor[nel---?]

162

L(ucius) ˚ Valerius /Severus /mil(es) ˚ leg(ionis) ˚ VII ˚ G(eminae) [F(elicis)] |(centuria) Carisii ˚ Rufi/ann(orum) ˚ XXX ˚ aer(orum) ˚ VI /h(ic) ˚ s(itus) ˚ e(st) ˚ s(it) ˚ t(ibi) ˚ t(erra) ˚ l(evis)

163 164

D(is) ˚ M(anibus) ˚ s(acrum) /L(ucius) ˚ Aurelius /[---]aris[---] /veteranus leg(ionis) ˚ VII Gem(inae) ˚ P(iae) ˚ F(elicis) /Aurelia ˚ Messia /marito ˚ posuit /d(edit) ˚ d(edicavit) Augg(ustis duobus) sa/crum ˚ Laribus/(Vialib(us) ˚ M ˚ M(arci)/Annii ˚ Verus/et Verianus/||(centuriones) ˚ l[e]gg(ionum duarum) ˚ pa/ter et filius /ex voto

165

D(is) M(anibus) S(acrum)/Iulio Rufino/Leontio ex tab(ulario)/civi Ásturice(n)si /annorum XXVII/ Rufonius Rufi/nus pater et Ru/fia Paterna mater /filio piissimo

166

Invic(to) ˚ Mithrae/G(aius!) ˚ Victorius Vic/torinus ˚ |(centurio) leg(ionis) VII G(eminae)/ Antoninianae P(iae) F(elicis)/in honorem sta/tionis Lucensis/et ˚ Victoriorum /Secundi et ˚ Vic/ toris lib(ertorum) sour/um ˚ aram po/suit ˚ libenti ˚/animo ˚

Al igual que Tarraco, la capital provincial, y otras capitales conventuales del noroeste, como Bracara Augusta y Lucus Augusti, contó con un número considerable de militares que desempeñaron allí su servicio. Además, su carácter de centro urbano y administrativo constiuyó, sin duda, un atractivo notable para los soldados que hubieran cumplido sus carreras en el noroeste y desearan retirarse en una población dinámica en la que poder contar con oportunidades de desarrollo personal. Habría que contar, asimismo, con aquellos militares que, siendo originarios de la ciudad o sus alrededores, decidían regresar a su patria y con los que morían en activo y allí eran sepultados. Por tanto, un centro como Lugo, habría contado, probablemente, con casi todos los modelos básicos que utilizamos para explicar la presencia individual de los soldados y veteranos en el espacio. Desafortunadamente, no tenemos demasiados testimonios representativos de esta situación en la capital del conventus Lucensis. Es cierto que las siete inscripciones que conservamos representan, en términos cuantitativos, la cuarta concentración de epigrafía militar más significativa del noroeste, superada solo por los grandes campamentos

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militares y por Asturica Augusta. Sin embargo, no deja de ser una cifra baja si tomamos en consideración la presencia continuada de efectivos militares durante, al menos, dos siglos y medio en el lugar. Ya hemos hablado más arriba sobre la creación de los conventus en el noroeste y la importancia estratégica en el proceso de urbanización de Lucus Augusti en particular. Por tanto, nos referiremos ahora de manera específica a la documentación epigráfica debida a los militares atestiguada en la ciudad y a su relación con la administración romana. De las siete inscripciones que conservamos, cinco son de carácter funerario, mientras que tan solo dos corresponden a votos elevados por militares. Las dataciones de ese material epigráfico revelan un espectro cronológico amplio, que abarca desde finales de la dinastía julio-claudia hasta comienzos del siglo iii d. C., lo que nos permite deducir que la presencia militar en Lucus Augusti comenzó muy pronto, tras el establecimiento del dispositivo militar augusteo en el noroeste al fin de las guerras, y continuó al menos hasta el reinado de los severos, durante todo el Alto Imperio. Por lo que respecta a la explicación general de dicha presencia, la naturaleza de este enclave urbano nos lleva a asociar la documentación mayoritariamente con funciones administrativas, hipótesis que confirma la existencia de epitafios de soldados en activo en la capital. No compartimos, por otra parte, la hipótesis vertida por Rodríguez Colmenero sobre el origen campamental de la ciudad. Si bien este tipo de modelos se dieron en el noroeste, como ya hemos visto en el caso de Asturica Augusta, no creemos que la evidencia, fundamentalmente epigráfica, sobre la que se basa tal propuesta aporte argumentos convincentes. Tampoco la arqueología nos ha proporcionado trazas inequívocas de estructuras defensivas asociables a un campamento.205 Partiendo de esa premisa, veremos que el análisis pormenorizado de los epígrafes añade información relevante a la ya mencionada situación administrativa, añadiendo matices complementarios que enriquecen nuestra visión al respecto. Comenzaremos tratando el material funerario, que es mayoritario, para revisar, posteriormente, los testimonios votivos. El primer estrato cronológico de la epigrafía militar en Lugo está constituido por dos inscripciones funerarias, fechadas una entre los reinados de Claudio y Nerón (Cat., n.º 160) y la otra entre Calígula y Galba (Cat., n.º 161). La primera de ellas es un epígrafe perdido aparecido en las inmediaciones de la ciudad, fuera del recinto amurallado romano (tabla 60), cuyo texto fue copiado en el siglo xviii. No contamos con dato alguno sobre las características del soporte, aunque, a juzgar por el tipo de texto y su distribución, posiblemente pudiera tratarse de una estela. El epitafio, transmitido por el propio Piñero y después por Berlanga y Cornide, fue recogido por Hübner en su edición del CIL II, aunque no pudo ver la inscripción. Se trata de un epitafio muy problemático dedicado a un Vecius Clutami f(ilius), aparentemente por su hijo Vero[bli]us, que habría servido en una «cohorte III de los lucenses». Ahora bien, uno de los principales problemas de

Una de las pruebas sobre las que se basa es el hallazgo de sillares paralelepipédicos con supuestas marcas epigráficas alusivas a la legio X Gemina, cuya lectura en tal sentido no compartimos. Cabe añadir, además, que, sin descartar que en el futuro puedan aparecer nuevos descubrimientos que aporten luz a la cuestión, nos ceñimos al modelo esbozado por Le Roux en su día, según el cual las grandes bases militares del noroeste no generaron ulteriores centros urbanos. De ello hablamos también en el apartado referente a la urbanización de los territorios. 205

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351

la inscripción es que fue utilizada por algunos investigadores como reflejo del reclutamiento y presencia de una cohors Lucensis en la capital del conventus. La cuestión del origen de esta cohorte resulta difícil de concretar, dado que carecemos de testimonios epigráficos de una unidad de tal nombre para esta época. Se ha querido equipararla con la cohors Lucensium, que aparece en la Notitia Dignitatum, en época bajo-imperial; pero en ese documento se cita tan solo a un tribuno de la última unidad mencionada y sin numeral, por no hablar de que se trata de una época mucho más tardía, en la que se ha abordar con otra óptica el dispositivo militar en el noroeste. Coincidimos con Le Roux en descartar esa propuesta y, sobre todo, en la consideración de la unidad auxiliar consignada en ese epígrafe como parte del ejército de Hispania.206 A nuestro juicio, habría que interpretar ese epitafio desde la perspectiva del origen indudablemente indígena del dedicatario y del comitente. Los nomina latinizados y las filiaciones de ambos nos indican claramente que procedían del noroeste; de hecho, parece que el gentilicio Vecius tiene una considerable presencia en el área de las cercanías de Lucus Augusti.207 Partiendo de ello, parece más sensato considerar que el texto epigráfico tal vez nos habla de la formación de una unidad auxiliar reclutada, al menos mayoritariamente, entre los lucenses en una época temprana, quizá entre los reinados de Tiberio y Claudio. El dedicante, y quizá también el difunto, habrían pertenecido a dicha unidad, y el hijo, probablemente soldado en activo, habría regresado a su patria y levantado el monumento funerario para su padre en su lugar natal. La inscripción plantea cuestiones difíciles de resolver por falta de datos, pero tal solución nos parece más probable que considerar la presencia de una cohors III Lucensis acantonada en la ciudad durante el Alto Imperio. Por tanto, a nuestro juicio, no hemos de interpretar la inscripción directamente desde el punto de vista de las funciones administrativas de Lugo, sino más bien desde una óptica familiar y del acto de pietas de un hijo hacia su padre y, por tanto, desde un contexto privado. El hijo, y quizá también el padre, habrían servido fuera de Hispania, en una unidad en cuya base de reclutamiento original habría habido, probablemente, un número importante de individuos procedentes de Lucus Augusti. La segunda inscripción de este período temprano es un fragmento de estela funeraria de granito gris muy deteriorado, que recoge parte de un epitafio dedicado a un veterano legionario (Cat., n.º 161). La pieza ha perdido sus partes superior e inferior, así como sus márgenes, quedando solo un fragmento que corresponde a la parte central derecha del campo epigráfico. El texto, también muy fragmentado, presenta, como decíamos, el epitafio de un veterano del que hemos perdido el nombre y que consigna su origo narbonense; la siguiente línea presenta otro dedicatario, cuyo gentilicio podría ser Cornelius. La conjunción et, que parece separar nombres, nos hace pensar que se trataría de un epitafio dedicado a dos difuntos, quizá ambos militares, aunque del segundo no podemos saber nada. Hemos dicho que se trataba de una estela, a pesar de que la parte conservada no nos permite tener certeza de ello. El grosor de la pieza, 17 cm, no impide que fuera una placa, lo que no sería de extrañar si, efectivamente, fuesen dos los dedica Le Roux, 1982, p. 150; y, antes, Arias, Le Roux y Tranoy, 1979, p. 50, n. 25, que explican con detalle los problemas concretos para asimilar esta unidad con la mencionada en la Notitia Dignitatum y descartan su pertenencia al exercitus Hispanicus. 207 Le Roux, 1982, p. 150. 206

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tarios, que podrían haber sido sepultados en un pequeño mausoleo o estructura arquitectónica en la que la placa se albergase. Los argumentos para considerarla como estela serían, principalmente, el grosor de la pieza, que encaja bien con este tipo de soporte, la tosquedad del material, granito gris gordo, y la ausencia de vestigios de moldura o rebaje en la parte conservada, aunque no conservamos los márgenes; también la disposición del poco texto conservado parece apuntar en esa dirección. Por otra parte, la altura de las letras, que oscila entre 5,8 y 5,6 cm, así como el grosor de la pieza podrían ajustarse, como decíamos, a los de una placa, opción que creemos menos probable. Respecto al epitafio, el rasgo más destacado es la ausencia de mención de la unidad en la que sirvió, al menos, el dedicatario. Este aparece como un miles procedente de Narbo, donde probablemente había sido reclutado en la primera mitad del siglo i d. C. El lugar de hallazgo de la inscripción y la cronología, así como la procedencia del soldado, invitan a pensar que pudiera tratarse de un legionario de la legio X Gemina, en cuyas filas militaron muchos narbonenses durante el período julio-claudio, tal y como lo atestigua la epigrafía militar de Astorga. También contamos con septimani de ese origen, aunque la datación de esta pieza, a comienzos de la segunda mitad del siglo i d. C., parece descartar su servicio en dicha legión. Con los datos disponibles no podemos precisar la unidad en la que fue reclutado el veterano; atendiendo a su procedencia, tan solo podemos presumir que habría realizado, al menos, parte de su servicio en el noroeste de Hispania. La condición de veterano del dedicatario y la localización del epígrafe nos permiten aventurar que el soldado podría haber desarrollado parte de sus funciones en el ámbito administrativo de la capital conventual, y que se habría licenciado en el lugar donde sirvió, a tenor del carácter de centro urbano y administrativo del mismo. Esta nos parece la situación más probable, aunque no podemos descartar otros motivos por los que el soldado hubiese elegido Lucus Augusti; por tanto, vinculamos el monumento con dichas funciones administrativas de manera puramente hipotética. En el período flavio, o inmediatamente después, ha sido fechada una inscripción funeraria dedicada a L. Valerius Severus, soldado de la legio VII Gemina, de la que no conservamos el soporte (Cat., n.º 162).208 La primera noticia sobre ella data de 1872 y se debe a Rada y Delgado, que la incorpora entre los hallazgos de sus viajes; poco después, Barros Sibelo recoge y copia el mismo epígrafe en sus Antigüedades de Galicia.209 Esos cronistas difieren sobre la localización del epígrafe, situando su descubrimiento, uno en las murallas tardorromanas y el otro en un enclave extramuros. No conservamos ningún dato sobre la naturaleza del monumento. El epitafio transmitido por los copistas y recogido por Hübner no ofrece grandes problemas de lectura; nos presenta a un soldado de la VII Gemina, con indicación de centuria, muerto a los 30 años y habiendo servido durante seis de ellos en la legión. La ausencia de origo en el epitafio llevó a Le Roux a considerar que el soldado no habría estado sirviendo fuera de su lugar de origen,210 aunque Palao Vicente destaca que la onomástica del dedicatario no encaja con esa apre-

La inscripción había sido llevada al siglo iii d. C., pero la ausencia de consagración a los manes, la mención explícita de centuria, la onomástica del centurión, así como la presencia de aerum llevaron a Arias, Le Roux y Tranoy (1979: 95, n. 76) y a Le Roux (1982: 202, n. 106) a situarla en el siglo i d. C. 209 Barros Sivelo, 1875. 210 Le Roux, 1982, p. 202. 208

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ciación y lo hace provenir de la parte oriental de la provincia Citerior.211 A juzgar por los datos de la inscripción y su datación, el soldado habría sido reclutado a los 24 años, edad media normal para el reclutamiento en la VII Gemina y, probablemente, entre mediados y el último tercio de la primera centuria d. C., ya bajo los flavios.212 Respecto a la interpretación del monumento, su localización, la pertenencia del soldado a la legión mencionada y su muerte en activo nos llevan a asociar la presencia del difunto en Lucus Augusti a las tareas administrativas que se intensificaron en las capitales conventuales del noroeste durante el período flavio. La inscripción nos sugiere la probable existencia en dicho lugar de un destacamento legionario encargado de las tareas mencionadas, al menos desde la segunda mitad del siglo i d. C.213 Las dos inscripciones sepulcrales de Lugo que nos restan por tratar han sido datadas a comienzos del siglo iii d. C., bajo la dinastía de los severos (Cat., n.os 163 y 165). La primera de ellas (Cat., n.º 163) es un monumento del que conocemos el hallazgo, en 1793, gracias a una noticia de Masdeu. Fue encontrado, al parecer reutilizado, en un jardín anejo a la muralla romana; hoy se encuentra perdido y desconocemos sus rasgos morfológicos. El texto de Masdeu, recogido por Hübner, es el de un epitafio dedicado a L. Aurelius [---]aris[---], veterano de la legio VII Gemina Pia Felix, por su esposa Aurelia Messia. La parte incompleta de la l. 3 ha generado cierta controversia que consignamos en el comentario específico de la inscripción. Por nuestra parte, optamos por la consideración del término incompleto como un cognomen que no restituimos por falta de datos, en la línea de lo ya dicho por Le Roux.214 Otro elemento conflictivo es la lectura de la abreviatura de la l. 6, d. d., que fue desarrollada, en un principio, como d(ecreto) d(ecurionum), lo que llevó a Tranoy a considerar la posible existencia de un collegium decurionum en Lucus y, por tanto, de un estatuto municipal en la ciudad.215 Según tal lectura, el monumento habría sido colocado por decreto del ordo municipal local para honrar al exlegionario. Por nuestra parte, nos inclinamos por la última lectura de Le Roux: d(edit) d(edicavit).216 El nomen de la esposa, Aurelia, que coincide con el gentilicio de su esposo, parece indicar, además, que habría sido sierva del soldado y que este la habría desposado tras manumitirla. A nuestro juicio, habría que interpretar que el monumento fue elevado por la dedicante para su esposo a título privado. Respecto al origen del soldado, la ausencia del cognomen dificulta la investigación. Le Roux lo hace provenir del propio noroeste, aunque señala que no hay necesidad de buscar un cognomen indígena en la parte perdida de la l. 3, y Palao Vicente, en parecido sentido, incluye al veterano en la nómina de soldados de la misma zona, posiblemente de la propia Lucus Augusti, lo que encaja bien con la dinámica de reclutamiento local del período en que

Palao Vicente, 2006, p. 116 y n. 62. Ibidem, p. 173, tabla II (cont.). 213 En el mismo sentido interpreta este epígrafe Palao Vicente (2006: 295). 214 Para una explicación pormenorizada de los problemas de lectura e interpretación, cf. Cat., n.º 163: comentario. 215 Arias Vilas, Tranoy y Le Roux, IRG, 1979, p. 49, n. 24, que desarrollan la abreviatura en este sentido; y Tranoy, 1981, p. 203, n. 92, que propone la existencia del collegium y, por lo tanto, del estatuto municpal de Lucus Augusti. 216 Le Roux, 1982, p. 211, n. 141. 211 212

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se fecha la inscripción, a partir del reinado de Septimio Severo.217 Teniendo en cuenta todos estos datos, parece que el veterano habría servido en la VII Gemina en el noroeste, probablemente en la propia capital del conventus Lucensis, y quizá dedicado a labores administrativas, en la línea de lo ya comentado por Palao Vicente.218 No obstante, si consideramos su condición de veterano y su procedencia de la zona de Lucus, lo único que podemos asegurar es que se retiró en su lugar natal junto con su esposa. En cualquier caso, el testimonio es representativo de la presencia militar en Lugo en el siglo iii d. C. El último monumento funerario militar atestiguado en Lugo es un ara bien conservada que alberga el epitafio de I. Rufinus Leontius (Cat., n.º 165). La pieza apareció en 1894 reutilizada como elemento constructivo, en un tramo de la muralla tardorromana cercano a la conocida Puerta del Obispo, en la esquina noroccidental del recinto. Se trata de un altar de granito rosáceo bien trabajado. Presenta coronamiento compuesto por volutas laterales y fastigium central; la cabecera se separa del fuste por medio de una doble moldura formada por listel y toro. El fuste sirve como campo epigráfico, que no aparece rebajado ni delimitado, y la base está tallada sobresaliendo del fuste. El texto se conserva íntegro en ocho líneas con letras capitales cuadradas de paginación algo irregular, que conservan parte del minio rojo original y es bien legible. El dedicatario del epitafio I. Rufinus Leontius, que falleció a los 27 años, aparece consignado como ex tabulario y se expresa su origo: civi Asturicensi. Los dedicantes del monumento son Rufonius Rufinus y Rufia Paterna, padres del difunto. Respecto a los orígenes, tanto del dedicatario como de sus progenitores, el elemento de base predominante en la onomástica de todos ellos, Rufus, está bien atestiguado en el noroeste, por lo que no habría problemas en considerarlos como oriundos de la región.219 El primer rasgo destacable del epígrafe es la pertenencia del difunto al tabularium de Lucus Augusti, centro desde el que se gestionaban los archivos y las finanzas de la región. Ese organismo era la sede administrativa de la ciudad y de su conventus, y a partir de la creación de una procuratela específica para Asturia y Gallaecia, en el siglo ii d. C., debió de jugar un papel destacado en asuntos como la elaboración del censo de la zona.220 Cabe observar también que el difunto procedía de Asturica Augusta, principal capital administrativa del noroeste y sede del officium del procurator. En este contexto, resulta plausible pensar que I. Rufinus Leontius pudo haber sido transferido desde el officium de Asturica Augusta al tabularium lucense, encargado de tareas administrativas. Tal y como ya señaló Le Roux, el hecho de que el gentilicio del difunto no coincida con el de sus padres podría indicar que fue de condición libertina y que obtuvo la ciudadanía, cuya mención explícita aparece en el epitafio junto con su nomen romano, al ingresar en el servicio de la administración imperial. Su condición de ciudadano impide pensar que él mismo pudiese ser liberto, pero quizá sus padres sí eran de extracción servil.221 La inscripción pone de relieve la importancia de Lucus Augusti como centro administrativo

Le Roux, 1982, y Palao Vicente, 2006, pp. 124-125 y 295. Palao Vicente (2006: 295) incluye la inscripción como testimonio del papel administrativo de los militares en Lucus. 219 Arias Vilas, Tranoy y Le Roux, IRG, 1979, pp. 53-54, n. 28. 220 Ibidem. 221 Le Roux, 1982, p. 383, n. 5. 217 218

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del noroeste, particularmente entre la segunda mitad del siglo ii d. C. y comienzos de la siguiente centuria. El dedicatario habría muerto en el lugar en el que fue destinado a servir, probablemente en labores como las de elaborar el censo de la región. Una vez que hemos repasado los testimonios funerarios que dan razón de la vinculación entre ejército y administración en Lucus, aunque no de forma exclusiva, nos quedan por abordar dos epígrafes votivos de especial interés, que vienen a confirmar dicha vinculación en un contexto más definido y aportan otros datos importantes sobre la creencias de los soldados que poblaron la ciudad durante el Alto Imperio. Se trata de dos altares votivos que se han fechado entre fines del siglo ii d. C. y comienzos del iii. El primero de ellos (Cat., n.º 164) es un ara consagrada a los Augustos y a los Lares Viales por M. Annius Verus y su hijo M. Annius Verianus. Se conserva íntegra, aunque fragmentada en dos; es de granito gris e incorpora coronamiento formado por fastigium central con tímpano decorado con un pequeño creciente lunar y ha perdido las dos volutas o pulvini laterales; sí conserva focus de sección circular en la parte superior. La cabecera se separa del fuste por medio de una doble moldura con toro y gola flanqueados por dos listeles, la misma solución que en la zona de la base. El fuste presta toda su superficie al campo epigráfico, que no está rebajado ni delimitado y presenta un alto nivel de erosión que dificulta la lectura del texto. Este se distribuye en ocho líneas, en letra capital cuadrada de buena ejecución y bien paginada, aunque muy erosionada; las interpunciones son de sección circular y de hederae. El desgaste de la piedra en la zona del texto y el propio carácter del voto han generado muchas controversias, tanto en forma de variantes de lectura como de interpretaciones divergentes. Tan solo comentaremos aquí los aspectos más relevantes y la propuesta que consideramos más probable, por no extendernos demasiado. En la lectura y desarrollos de la l. 1 coincidimos con la propuesta de Arias, Tranoy y Le Roux en el corpus de inscripciones lucenses: Augg(ustis duobus) sa/crum ˚ Laribus/(Vialib(us). La geminación de la «G» parece una solución ajustada al texto disponible.222 Respecto a los otros puntos problemáticos, no creemos que se pueda considerar al dedicante como veteranus, como entendieron Hübner y los editores de IRG en la l. 5, sino que se trata de los nombres de los dedicantes, concretamente los cognomina Verus y Verianus. En la l. 6 parece más probable la lectura ||(centuriones) ˚ l[e]gg(ionum duarum), con reduplicación de la «G», señalando la existencia de dos legiones, mejor que la mención expresa de una centuria de carácter étnico propuesta por Le Roux y Tranoy en un principio.223 Siguiendo la lectura propuesta, la inscripción recoge un voto dedicado a los dos Augustos y los Lares Viales por M. Annius Verus y M. Annius Verianus, aparentemente su hijo, ambos centuriones de dos unidades que no aparecen mencionadas. La cronología del monumento es otro de los puntos controvertidos. Arias, Tranoy y Le Roux señalaron la coincidencia del gentilicio Annius con el del emperador M. Aurelio antes de su adopción imperial, por lo que consideraron a estos Annii de Lucus como clientes de la familia hispana del emperador, que habrían recibido la ciudadanía bajo el reinado de Adriano o de Antonino Pío.224 En este sentido, los mis Le Roux y Tranoy, 1973, pp. 228-230, n. 11; y, posteriormente, Arias, Le Roux y Tranoy, IRL, 1979, pp. 54-47, n. 22, 223 Le Roux y Tranoy, 1973, pp. 228-230, n. 11. 224 Arias, Le Roux y Tranoy, IRL, 1979, pp. 45-47, n. 22 222

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mos autores consideraron que los dos emperadores honrados en el voto habrían de ser M. Aurelio y L. Vero, por lo que fechaban el epígrafe entre el segundo y el tercer tercio del siglo ii d. C., antes del reinado de Septimio Severo. Respecto a la interpretación del voto, partiendo de la condición de centuriones de los dedicantes en distintas legiones, Le Roux consideró en un primer momento que los devotos habrían elevado el altar como agradecimiento por su promoción al centurionado, al menos en el caso del padre, cuyo servicio militar habría sido largo.225 Es particularmente significativa la dedicatoria a los dos Augustos, vinculándolos con los Lares Viales, testimonio único en la península ibérica. Tal y como ya señalaron Arias, Le Roux y Tranoy, el culto a los lares fue de notable importancia en el noroeste hispánico y está bien estudiado. Normalmente, este tipo de dedicatorias aparecen asociadas con epítetos étnicos o bien tópicos asociados a estas divinidades, confiriéndoles un claro carácter indígena. Ahora bien, en esa inscripción no está del todo claro que el proceso sea similar, pues los Lares Viales aparecen aquí, quizá, conservando unas atribuciones originales (clásicas) vinculadas al culto imperial. Parece que podríamos hablar de una iniciativa de culto imperial por parte de unos particulares que podría estar en relación, a su vez, con la petición o agradecimiento por un viaje realizado bajo buenos auspicios. Tampoco habría que descartar que pudiésemos estar ante unos dioses lares que estén enmascarando divinidades indígenas, y más si estos Annii eran originarios de Lugo o si fueron reclutados en esta región. En este caso, se trataría de una última etapa de evolución para estos dioses indígenas, que operaría a través de su asociación directa al culto imperial y a los Lares Viales. Le Roux señaló, posteriormente, que la asociación entre los Lares Viales y el culto a los emperadores se muestra ambigua si consideramos que los dedicantes probablemente serían originarios de Lugo o que allí fueron reclutados. El hecho de elevar un altar a tales lares podría significar, también, que los centuriones estaban sirviendo lejos de sus patrias o bien que el padre, que servía en Hispania, se asoció al voto para agradecer el viaje de retorno de su hijo como resultado de su promoción a centurión; son dos opciones que conviene no perder de vista.226 Ahora bien, tras la aparición más reciente del otro altar votivo que hemos de comentar, la interpretación de este primero se modifica sustancialmente. Por ello, pasaremos a tratar sobre él para luego poner ambos en relación. El segundo voto debido a militares documentado en Lugo es un altar consagrado a Mitra Invicto y en honor de la statio Lucensis y de sus libertos, por parte de Victorius Victorinus, centurión de la legio VII Gemina (Cat., n.º 166). Este es uno de los hallazgos epigráficos más notables de los últimos tiempos en el panorama militar y administrativo de la península ibérica, y, por ello, le dedicaremos un más amplio comentario. La pieza fue localizada como parte de los hallazgos del terreno «del Vicerrectorado» en la plaza de Pío XII, frente a la entrada occidental de la catedral y próximo a la Puerta de Santiago. Según noticias más concretas, apareció en el interior de las murallas, cerca del lienzo de fines del siglo iii y comienzos del iv d. C.227 Ello implica que la inscripción se halló en contexto arqueológico que, además, parece sugerir la existencia de un mitreo en el lugar, Le Roux, 1982, p. 299, n. 26 Ibidem. 227 Le Roux, 2007, pp. 371-382 y 2014, p. 283; y Canto de Gregorio, 2003, pp. 333-334. 225 226

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a juzgar por las estancias «bajo rasante» que se exhumaron. El monumento se conserva en excelentes condiciones. Se trata de un altar de granito gris provisto de coronamiento con fastigium central y volutas. La cabecera se separa del fuste por medio de una triple moldura compuesta por un gran listel plano en la parte superior, en el que se ha inscrito la primera línea de texto, y dos cimacios inversos a continuación. El fuste no está delimitado ni rebajado, pero sí alisado, y la inscripción ocupa su totalidad. El texto se conserva íntegro y se dispone en doce líneas bien paginadas. La letra parece capital libraría, de buena ejecución, con lechos profundos, siendo las dos últimas líneas de mayor altura que el resto. Las interpunciones son triangulares y hay una hedera bien marcada al final. La inscripción no suscita grandes variantes de lectura y consigna una consagración, Invic(to) ˚ Mithrae en la l. 1, acompañada de una peculiar dedicatoria, in honorem sta/ tionis Lucensis/et ˚ Victoriorum /Secundi et ˚ Vic/toris lib(ertorum) suor/um ˚ aram po/ suit ˚ libenti, en las ll. 6-12. La inscripción consigna, pues, un voto del centurión de la legio VII Gemina, Gaius Victorius Victorinus, al dios Mitra y en honor de la statio Lucensis, así como de sus dos libertos Victorius Secundus y Victorius Victor. Tanto el voto en sí, uno de los pocos a Mitra documentados en la Península, como el lugar y circunstancias de hallazgo, así como el hecho de que aparezca mencionada una statio, convierten a este altar en uno de los testimonios epigráficos más interesantes aparecidos en los últimos tiempos. En primer lugar, conviene señalar que no se trata, como afirmó Rodríguez Colmenero, de la primera inscripción dedicada a Mitra en el noroeste hispano; pues tenemos piezas como la dedicatoria al Sol Invictus del legatus y dux legionis Q. Mamilius Capitolinus en Asturica Augusta (Cat., n.º 005), y, al menos, otras tres procedentes de la propia Astorga, Santiago de Compostela y Beja.228 Coincidimos asimismo, en términos generales, con la profesora A. Canto cuando pone en cuestión la traducción de statio como centro de recaudación de impuestos y la asocia directamente al elemento propiamente militar, en razón de paralelos en zonas militarizadas como Pannonia, y aduciendo como paralelo el voto del beneficiario de la statio Segisamonensium en la propia Citerior. Efectivamente, parece más propio hablar de una guarnición militar asentada en Lucus Augusti, al menos durante el reinado de los severos, que, entre otras cosas, pudo ocuparse, desde luego, de la recaudación de impuestos. Hace unos pocos años, P. Le Roux dedicó un trabajo específico a la statio Lucensis, a raíz del hallazgo de esta inscripción.229 A nuestro juicio, es este trabajo el que proporciona las claves de interpretación histórica más acertadas sobre el epígrafe. 4.4.1.2a. El dedicante y sus libertos Ante todo, cabe destacar que el gentilicio del centurión dedicante, Victorius, formado a partir del cognomen Victor, parece remitir a una ciudadanía adquirida de manera reciente, que habría que poner en relación con la extensión del derecho latino.230 El propio Le Roux destaca que los gentilicios con los cognomina Victor y Victorinus son muy Canto de Gregorio, 2003, pp. 333-334. Le Roux, 2007, pp. 371-382 y 2014, pp. 283-293. 230 Le Roux, 2014, p. 284. 228 229

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comunes en la península ibérica, pero no así Victorius.231 Por ello, cree poco probable que el centurión fuese originario del occidente de la Península y más bien considera las Germanias como su patria probable. Por su parte, los cognomina de los libertos, Secundus y Victor no aportan más información en este sentido. Cabe reseñar, no obstante, que Victor es un cognomen que puede asociarse perfectamente a los nomina de su patrón y a su calidad de militar. Tanto Victor como Victorinus son cognomina muy presentes entre los devotos de Mitra y en el estrato de origen servil, pero Victorius no aparece. 4.4.1.2b. Los militares, el culto de Mitra y la interpretación del voto de Victorius Victorinus Respecto al culto de Mitra, conoció su máxima expansión precisamente en época de los severos; aunque, tal y como se ha señalado, se trató de una devoción muy practicada por los militares, estos apenas llegan a constituir el 10,6 % respecto al conjunto total de los devotos en el Imperio. En algunas de las provincias más militarizadas, como las del Rin y el Danubio, la proporción de soldados entre los cultores de Mitra asciende a un rango entre el 13 y el 19 %, y en Britannia nos topamos con una significativa cifra del 75 %.232 Dentro de la nómina de dedicantes militares se observa, asimismo, que los ciudadanos y legionarios tuvieron una presencia mayor que los auxiliares y peregrini. Además, un recuento provisional sitúa en primer lugar a los beneficiarios, con 52 individuos atestiguados que elevaron votos a Mitra, 28 milites y 25 centuriones.233 Los centuriones como Victorius Victorinus representan, por tanto, a uno de los colectivos más numerosos de cultores del dios oriental, aunque fue el de los beneficiarii el más notable. Respecto al epíteto que porta este voto, Invictus, está documentado en los altares desde los comienzos del culto y no es estrictamente militar, sino que parece estar relacionado con la lucha del dios con las fuerzas del inframundo. No obstante, conviene tener presente el atractivo que un epíteto con este significado hubo de tener en el ámbito militar; aunque también habría que tener en cuenta su posible lectura desde la perspectiva del servicio de los soldados al emperador y la administración imperial, de los que este dios era protector. Aun así, el calificativo Invictus se asociaba de manera oficial a Hércules desde el reinado de Cómodo y reivindicaba mayoritariamente a los emperadores y no a Mitra, cuyo culto nunca fue oficial en el ejército, ni durante la República ni durante el Imperio. Le Roux destaca que en el caso concreto del altar lucense, teniendo en cuenta la presencia del nomen imperial Antoniniana, de la legión, con una significación más política y religiosa que militar, habría que pensar en una integración «discreta», casi velada, del emperador Caracalla, que invoca la invencibilidad de Mitra, garante de la suya misma, en el voto.234 Respecto a los libertos, no aparecen en el voto como adeptos al culto del dios, sino que, más bien, el centurión pide para ellos su protección, precisamente para agradecerles y homenajearles por su actividad, como se desprende de la fórmula in honorem. Le Roux, 2014, p. 284. Clauss, 1992, pp. 267-268, a través de Le Roux, 2014, p. 285. 233 Ibidem, p. 268; y Nelis-Clément, 2000, pp. 37-38. 234 Le Roux, 2014, p. 286. 231 232

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Por otra parte, el tipo de dedicatoria, así como la fórmula final, descartan completamente, para Le Roux,235 que el centurión se hubiese encargado de la construcción de un mitreo. Al contrario, indicarían que utilizó un santuario preexistente para levantar el altar. El tipo de devoción es, además, necesariamente privada y parece sugerir que el centurión era ya un iniciado en el culto mitraico. Llama también la atención la ausencia de un voto determinado. Todo ello parece indicar, a su vez, que el suboficial estaba atravesando unas circunstancias que parecen difíciles de precisar sin riesgo de errar. Su estancia en Lucus podría ser temporal y sus libertos habrían sido auxiliares domésticos, pero nada prueba que fuesen también servidores obligados del centurión, en el marco de algún tipo de tareas oficiales. 4.4.1.2c. El homenaje a la statio Lucensis, la función de Victorius Victorinus La principal novedad que aporta este altar es la mención expresa de la statio Lucensis, relacionada, además, con un momento concreto, el reinado de Caracala y la presencia en el lugar de un centurión. La presencia de la VII Gemina en Lucus Augusti está bien atestiguada en dicha época, y probablemente en este destacamento sirvió el centurión, a unos 200 km de su campamento base en Legio. No parece que podamos hablar de un primipilo, por no mencionarse la primera cohorte en la inscripción, rango que hubiese aparecido de haberlo ostentado el dedicante. Por otra parte, no es raro toparnos con un centurión mandando una vexillatio (como se ve en las inscripciones de Villalís); no obstante, aquí se trata de un voto privado y el homenaje expreso a la statio Lucensis no prueba por sí mismo que el centurión fuese el responsable de ese puesto militar, cosa que resulta muy poco común en la documentación que tenemos al respecto.236 También es cierto que no hemos hallado a ningún beneficiarius en la epigrafía de Lugo, ni en sus proximidades. Además, el adjetivo Lucensis, aplicado a la estación, implica necesariamente que dicha instalación estuvo emplazada en las afueras de la ciudad. A tenor de esos datos se pueden contemplar dos posibilidades: que C. Victorius Victorinus estuviese solo de paso por Lucus, donde efectivamente había una statio, pero de beneficiarios, o bien que el centurión hubiese estado al mando de la statio en circunstancias particulares, por ejemplo, en el curso de una misión de inspección o reconocimiento;237 pero se trata de una cuestión sobre la que no se puede arrojar algo más de luz por falta de certeza. Para arrojar más luz sobre la cuestión de los dedicantes, Le Roux recurre a una inscripción anteriormente comentada, también lucense y del mismo período, dedicada a los Lares Viales y a los augustos Septimio Severo y Caracalla (Cat., n.º 164). Los individuos que consagran el altar no eran originarios de Lugo; son un padre y un hijo, centuriones de dos legiones diferentes, que elevan el voto, probablemente, cuando aún estaban de servicio. Se dirigen a los Lares Viales, divinidades protectoras de las rutas. Nada permite negar, por otra parte, que no fuese solo el padre el autor de la realización Ibidem. Nelis-Clément, 2006, p. 287; y Le Roux, 2014, 286. 237 Nelis-Clément, 2000, p. 203, que pone el ejemplo de gobernadores provinciales en persona inspeccionando las instalaciones de stationes. 235 236

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material del altar, aunque el voto sí lo habría elevado junto con su hijo. A tenor de esta interpretación, es posible pensar que M. Annius Verus, el padre, solo estuviese de paso por Lugo y que aquí los Lares Viales estuviesen relacionados directamente con la statio allí existente, jugando esta un papel de etapa o puesto transitorio en el curso de las misiones que les fuesen encomendadas a esos militares.238 Por otra parte, si esta inscripción refleja una estancia temporal del centurión en Lugo, no puede utilizarse como prueba de que al frente de la statio hubiese un centurión, y tampoco la que hace referencia a la statio Lucensis. Sin embargo, tal y como ya señalamos en el comentario correspondiente, la dedicatoria a los Lares Viales sí podría emplearse como indicio de que la statio Lucensis existía antes del reinado de Caracala. Por todo ello, y aunque los datos de las inscripciones son lacónicos, todo parece indicar que la statio existía antes del voto del centurión G. Victorius Victorinus, pero no contamos con ejemplos de este tipo de instalaciones dirigidas por centuriones, por lo que es lógico considerar que este pudiera referirse en realidad a una statio beneficiariorum por la que pasaba en misiones temporales. La documentación epigráfica disponible en el caso de los centuriones nos orienta más hacia la perspectiva de que estos levantaban sus votos asociados con una statio, como con un puesto más situado en el itinerario de las misiones que debían cumplir y de sus viajes. Sencillamente, hay que pensar que el centurión, de paso por la zona, se habría felicitado de la existencia de una statio a la que habría incluido en los homenajes de su voto; un voto a Mitra de carácter privado que, por otra parte, no está relacionado con este establecimiento más que de manera indirecta. Es cierto que se puede argumentar, en contra de lo dicho, que no contamos con beneficiarios ni en Lugo ni en su región cercana, y que esto podría ser señal de que era un centurión quien mandaba el puesto. No obstante, cabe arguír entonces que, si el centurión hubiese mandado tropas, estas habrían estado reflejadas, probablemente, en un voto a Mitra en el que se menciona la statio, y el centurión no solo no los menciona, sino que convierte a sus libertos en beneficiarios del voto. Además, tal y como ya señaló Nelis-Clément, las inscripciones que señalan un servicio concreto en la statio suelen incorporar elementos de datación.239 A ojos de este centurión, C. Victorius Victorinus, la statio de Lugo debió de ser un establecimiento ordinario, al que estaba perfectamente acostumbrado a acudir en el transcurso de sus misiones.240 4.4.1.2d. La statio Lucensis: naturaleza y posible ubicación Cuando hablamos de statio, tal y como postuló Nelis-Clément en sus trabajos al respecto, no incluimos bajo el término un significado específico o concreto, más allá de un sitio o enclave fijo construido y destinado a acoger a personal de la administración imperial.241 Por otra parte, la presencia del adjetivo Lucensis, de carácter topográfico, no resulta común en la denominación que de estas instalaciones tenemos en las fuentes, Le Roux, 2014, p. 287. Nelis-Clément, 2000, pp. 26-28. 240 Le Roux, 2014, p. 288. 241 Nelis-Clément, 2000 y 2006, pp. 278-291. 238 239

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aunque el término no designa más que la localización de la estación.242 En este sentido, conviene recordar el otro testimonio hispano alusivo a una statio: la inscripción votiva consagrada al Genius stationis Segisamonensium, cerca de Segisamo (Sasamón, Burgos), en la ruta desde Legio a Pompaelo y Tarraco (Cat., n.º 178). La statio Lucensis tuvo que situarse necesariamente junto a la ciudad de Lucus, en su periferia, por lo que habría que hablar de una estación urbana asociada a una ciudad que ostentaba la capitalidad del conventus. Sin embargo, el lugar concreto de su ubicación no nos es conocido. Como señala Le Roux, es probable que el mitreo que documenta la inscripción de Lugo fuese consagrado por iniciativa de los soldados de la statio, pero en el exterior de esta, en un entorno en el que, quizá, statio y Mithraeum podrían ser construcciones anejas o haber estado más alejadas. Este contexto parece tener semejanza o evoca el de otras instalaciones de este tipo en las provincias del Rin y el Danubio.243 Las stationes aparecen allí ligadas a campamentos o grandes aglomeraciones urbanas como Sirmium, Argentoratum y Aquincum —conviene diferenciar a los soldados destacados en las stationes de los beneficiarii, y de los llamados stationarii, que salían de otras categorías de soldados, legionarios o no—. Este tipo de complejos se enclavaron en aglomeraciones que eran también importantes encrucijadas de caminos. La probable proximidad del llamado mitreo a la muralla tardorromana de Lugo sugiere que la estación hubo de situarse a las afueras de la ciudad, entre el santuario mencionado y el río Miño poco antes de su confluencia con el río Rato, que habría de cruzarse por un puente cuya localización no conocemos hoy. En este sentido, cabe recordar, de nuevo, lo ya dicho por Nelis-Clément sobre la ubicación de las stationes. La confluencia entre un eje viario y un valle fluvial es un tipo de emplazamiento característico de las mismas.244 Le Roux señala que la construcción de la muralla tardorromana de Lugo, a fines del siglo iii o comienzos del iv d. C., habría aislado la statio en un momento en el que una cohors Lucensis se instaló en la ciudad, lo que podría explicar, en parte, la desaparición de los restos de la estación y del santuario que habría albergado las devociones de sus miembros. Por otra parte, además de las vías del Itinerario Antonino en dirección a Brigantium, Bracara Augusta, Iria Flavia y Asturica Augusta, habría habido dos vías más hacia Aquis Querquennis y Aquae Flaviae. La statio de Lugo tendría su razón de ser, según Le Roux, como organización de refuerzo de la autoridad provincial, a la que era posible recurrir permanentemente en la medida en que servía a los intereses imperiales, la intendencia militar o las competencias del gobierno provincial en materia policial o judicial. El vínculo con un centro administrativo como Lucus Augusti permitía, por otra parte, ofrecer escolta y protección a los funcionarios y otros agentes imperiales, pero también registrar declaraciones y quejas. Aunque no contamos con documentación precisa, es probable que los beneficiarii contasen con colaboradores, también militares, para el cumplimiento de sus tareas administrativas. Si bien existían beneficiarii en todos los escalones de la jerarquía de los oficiales, las estaciones, como muestra la de Segisamo, concernían esencialmente a los beneficiarios

Le Roux, 2014, pp. 288-289, n. 42. Ibidem, 289. 244 Nelis-Clément, 2000, pp. 133-147; y Le Roux, 2014, p. 289. 242 243

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del gobernador, y en esta categoría habría que clasificar la statio de Lucus, a pesar de su lejanía con la capital, Tarraco. En suma, una lectura completa y combinada del altar consagrado a Mitra de Lugo, visto desde el contexto de las prácticas epigráficas de los soldados en el período severo y los modos de funcionamiento de las stationes, conduce a una conclusión simple. La statio Lucensis, ya existente antes de que se consagrara el voto a Mitra, corresponde al modelo de las estaciones de beneficiarios consulares que actuaban como suboficiales y que representaban a título personal al legado de la provincia. Sin duda, los casos de promoción de beneficiarios al puesto de centurión son poco comunes, aunque no fueron inexistentes y no conocemos las carreras anteriores de los centuriones más que de manera parcial. Podemos deducir que el centurión de este altar comenzó su carrera en el Rin donde las estaciones eran numerosas. Por otra parte, las dedicatorias inusuales, in honorem stationis, y el voto privado a Mitra remiten a una estancia en la estación de Lugo beneficiosa para la carrera del centurión. Por todo ello, podríamos concluir que C. Victorius Victorinus, oriundo de las provincias germánicas y antiguo miles al cargo de una statio de beneficiarios, obtuvo una promoción, reciente o no, al rango de centurión en la legio VII Gemina Pia Felix. 4.4.1.2e. La epigrafía militar de Lugo. Conclusión A pesar del relativamente reducido número de inscripciones militares localizadas en Lugo, hemos podido apreciar que un buen número de ellas proporcionan datos de indudable interés para entender la relación de los militares consignados en los epígrafes con el espacio del noroeste y, particularmente, con las capitales conventuales y centros administrativos. La documentación más temprana nos hace albergar más dudas respecto a su vinculación específica con la administración y aparece, más bien, ligada a situaciones personales de los personajes representados. Sin embargo, tanto la epigrafía funeraria como la votiva fechada entre fines del período flavio y el reinado de los severos, especialmente en este último período, nos revela la notable importancia que tuvo la función administrativa en la capital conventual y las tareas que los militares llevaron a cabo en ese ámbito, no sin matices propios de la naturaleza de cada monumento. Además, la procedencia extranjera de algunos de los dedicantes de los votos pone de relieve la movilidad en el ámbito militar en torno a una capital como Lucus Augusti. Por ello incluimos el material epigráfico lucense, fundamentalmente, en el ámbito administrativo que es, a nuestro juicio, el que mejor explica la relación entre los monumentos documentados y el espacio. 4.4.1.3. Bracara Augusta En la otra capital conventual de la Gallaecia, Bracara Augusta, conservamos una documentación epigráfica aún más escasa que en Lucus Augusti. La concerniente a militares localizada en ella asciende tan solo a tres ejemplares, de los que uno ha de ser considerado como ajeno al ejército de Hispania. La riqueza epigráfica de esta capital proporciona, por otra parte, una imagen general bastante nítida del tipo de sociedad que en ella se desarrolló durante el Alto Imperio. A la luz de su epigrafía funeraria, la pobla-

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ción de Bracara Augusta parece haber contado, como ya apuntamos, con una cantidad significativamente baja de ciudadanos romanos, seguida por una proporción similar de individuos de condición servil, de los que una parte importante eran libertos y una notable proporción de peregrini, que constituyen algo de más de la mitad de la población representada en el material epigráfico. No podemos calcular la proporción de soldados que desempeñaron sus funciones o se retiraron en la ciudad con el poco material disponible. A la vista de lo exiguo de la documentación, tan solo podemos comentarla con el mayor detalle posible, aunque veremos que su naturaleza nos permite vincularla con la importancia administrativa de la capital del conventus Bracaraugustanus. Tabla 60. Epigrafía militar documentada en Bracara Augusta. N.º Cat.

Titulus/Soporte

Militar/Unidad

M. Antonius/miles leg. VII Gem. 232

Funerario/estela ¿Sempronius Graecinus?/heres

233

Votivo/ara

G. Iulius Saturninus/miles leg. VII Gem.

Cronología

Localización

Siglo i d. C. (68-fin siglo i d. C.)

Hallada en 1751, «en el muro de la cerca de las Religiosas Franciscas de N. Señora de los Remedios» (Acuña). Reutilizada en el convento de los Remedios de Braga. El convento, hoy desparecido, fue fundado en 1544 y ocupaba todo el barrio oriental «do largo Carlos Amarante», desde la Rúa de San Marcos hasta la Rúa de San Lázaro.

Siglo ii d. C. (Inicios siglo ii d. C.)

Hallada en 1992 durante los trabajos arqueológicos realizados detrás de la scena del teatro en la avenida de la Libertade.

Tabla 61. Textos epigráficos de las inscripciones militares de Bracara Augusta. N.º Cat.

Texto

232

M(arcus) Antonius M(arci) f(ilius)/Gal(eria) Augustanus/Pace miles leg(ionis)/VII Gem(inae) Fel(icis) /(centuria) Mamili/Lucani an(norum)/XLV aer(orum) XIIX/h(ic) s(itus) e(st)/Sempronius/ Graecinus /heres f(aciendum) c(uravit)

233

I(ovi) O(ptimo) M(aximo)/G(aius!) Iul(ius) Sa/Turninus/mil(es) leg(ionis)/VII Gem(inae)/F(elicis) // Afer

De las tres inscripciones conservadas debemos descartar la última por no pertenecer al ámbito que aquí estudiamos. Se trata de una inscripción honorífica, hoy perdida, dedicada a L. Terentius Rufus. El texto consigna la carrera de un oficial que comienza como prefecto de la cohors VI Brittonum y sirve bajo Trajano en las guerras dácicas, como centurión de la legio I Minervia creada por ese emperador, y como primipilo de la XV Apollinaris. Concluirá su carrera promocionando al puesto de tribuno de una cohorte de vigiles en Roma. El epígrafe formaría parte de un probable pedestal honorífico que el ordo de la capital decretó para homenajear a un individuo nativo de allí, que había

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sido recompensado por el emperador por su servicio en las guerras contra los dacios. A pesar del interés que contiene la carrera de este oficial, su rango y su ejecución fuera de la Península excluyen la inscripción de nuestro ámbito de interés. Los otros dos epígrafes sí guardan relación directa con el ejército de Hispania. El primero de ellos (Cat., n.º 232) es una estela funeraria de granito cuya cabecera remata en triángulo a dos aguas. La pieza está dividida en tres registros con un campo iconográfico que aprovecha el tímpano de la cabecera, en el que se han grabado dos puertas de manera esquemática. Separada por un listel se abre otra cartela, esta vez rectangular, en la que se han representado dos columnas que flanquean una gran roseta hexapétala inscrita en círculo a compás. El tercer registro, el más amplio, corresponde al campo epigráfico, que está delimitado por un marco cuyos laterales se han esculpido en forma de columnas y se ha rebajado. El texto se conserva íntegro en nueve líneas con letras capitales actuarias algo toscas y de paginación irregular. El epitafio está dedicado a M. Antonius, miles de la legio VII Gemina procedente de Pax Iulia (Beja), en Lusitania, que muere alos 45 años, tras haber servido 18 de ellos. El dedicante es Sempronius Graecinus, que figura como hererdero del difunto. La primera característica reseñable del epitafio es que consigna matrícula completa del soldado, con todos sus nombres, filiación, origo, unidad, centuria, edad y años de servicio. La legión y el epíteto Felix llevan a fecharlo a partir del período flavio, pero los rasgos mencionados del texto hacen que no sobrepase el último tercio del siglo i d. C. Si tenemos en cuenta la datación del epígrafe, cabe considerar que el dedicante del monumento fuese también militar de la misma unidad, propuesta que refuerza su condición de heredero. A la vista de los datos que nos ofrece el epitafio, M. Antonius, oriundo de Lusitania, habría servido con la VII Gemina en Bracara Augusta, donde habría muerto en activo, lo que nos indica que lo habría hecho en el transcurso de alguna misión cuya naturaleza nos inclinamos a vincular con la importancia de Bracara Augusta como sede administrativa. Probablemente, su compañero habría asumido la herencia del difunto y enterrado al camarada con el que desempeñaba la misión. La otra inscripción (Cat., n.º 233) es un pequeño altar consagrado a Júpiter Óptimo Máximo por C. Iulius Saturninus, también soldado de la legio VII Gemina. La pieza se conserva íntegra e incopora coronamiento con fastigium, pulvini y focus. Una fina línea incisa separa la cabecera del fuste, que sirve todo él como campo epigráfico sin delimitar ni rebajar. El texto se conserva entero y se reparte en seis líneas de capitales rústicas muy toscas. A pesar de la mala ejecución de las letras y de una ligera inclinación de las líneas hacia la derecha, la paginación muestra cierta pericia técnica del lapicida. La características morfológicas y ejecución del soporte, así como el voto expresado en el texto, indican que se trata de una devoción privada al dios protector del ejército y del Estado romano por parte de un soldado en activo. Además, el último término inscrito, Afer, ha de ser interpretado, a pesar de haber sido grabado en último lugar sobre el zócalo, como una mención de origo, no como un cognomen, que indica la procedencia africana del comitente. Precisamente este elemento sirve para apoyar la datación de la pieza a comienzos del siglo ii d. C., después del paso de la unidad por África, donde el comitente habría sido reclutado.245 A la luz de los datos disponibles, consideramos que se trataría de un

245

AE, 1993, p. 1025.

Gladius, Anejos 19, 2021

4.  CENTRO Y PERIFERIA (II)

365

soldado en activo, que habría levantado el pequeño monumento, probablemente, para demandar al dios el cumplimiento propicio de una misión en Bracara Augusta, o bien como agradecimiento por haber regresado de algún viaje y haber cumplido un cierto cometido. Sin que podamos saber qué tipo de función desempeñó, de nuevo el hecho de que se trate de un soldado en activo no procedente del noroeste y que el epígrafe se localizase en Braga, nos indican que es posible vincular el epígrafe con las funciones administrativas del ejército en las capitales conventuales. 4.4.1.4. Aquae Flaviae De Aquae Flaviae conservamos dos inscripciones de contenido militar: el epígrafe honorífico grabado sobre la columna que conmemora la construcción del puente y la remodelación del sistema viario de noroeste, y un monumento perdido con un texto funerario dedicado por L. Aelius Flaccus, signifer de la legio II Augusta, a su padre Aemilianus Flaccus (Cat., n.º 234). De ellos ya hemos hablado más arriba; el primero lo hemos asociado a la construcción de la red viaria, pero, evidentemente, ha de ser tenido en cuenta en un marco más amplio, como testimonio de la voluntad del poder imperial de facilitar la infraestructura necesaria para la correcta administración de los territorios del noroeste, empleando al ejército como uno de sus brazos ejecutores. La segunda inscripción nos presenta a un miles principalis de la legio II Augusta, una legión que sirvió fuera de Hispania. El soldado, originario de la región de Aquae Flaviae, se encarga de levantar un monumento funerario, probablemente un mausoleo, para su padre, por lo que su presencia en la zona ha de interpretarse en razón de los motivos personales y de los vínculos familiares del individuo en su patria, no en relación con el ejército de Hispania y el territorio. La escasa documentación militar procedente de Aquae Flaviae no refleja el papel administrativo que tuvo la ciudad, secundario respecto al de las capitales conventuales, pero igualmente importante en la articulación del territorio bajo su ámbito de influencia directo. De todos modos, la inscripción honorífica del puente, en la que figura toda la legio VII Gemina involucrada en los trabajos de remodelación viaria, sí da testimonio de cierta participación militar en la ciudad desde el período flavio, llevando a cabo diversas tareas desde uno de los puntos estratégicos clave en le reconfiguración del noroeste hispano.246 Desafortunadamente, el material disponible no nos permite profundizar más en lo que a Aquae Flaviae y su entorno se refiere.

En este sentido, conviene no olvidar la importancia de las reformas de infraestructuras en el noroeste bajo Adriano, puesta de relieve recientemente por González-Conde (2106: 217-226). 246

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

366

Gladius, Anejos 19, 2021

Tabla 62. Recapitulación. Las funciones del ejército y la epigrafía de la periferia del noroeste. Trazado y construcción de vías Localización

Oppidum/Conventus

Titulus/Soporte

Militar

Cronología

222

Caldas de Reis, Pontevedra

Aquae Celenae/ Lucensis

Funerario/perdido

C. Iulius Victor/ miles leg. X Gem.

Siglo i d. C. Calígula-Galba

224

Caldas de Reis, Pontevedra

Aquae Celenae/ Lucensis

Funerario/estela

M. Audax Siglo i d. C. Maximus/centurio Claudio-Nerón leg. X Gem.

213

Santo Tirso, Porto (Portugal)

?/Bracaraugustanus

Votivo/placa

L. Valerius Siglo i d. C. Silvanus/miles leg. Calígula-Galba VI Victix

226

S. Román de Cervantes, Lugo

?/ Lucensis

Votivo/ara

C. Valerius Carus/ Siglo i d. C. miles leg. X Gem. Calígula-Galba

CIL II, 2480

Chaves, Vila Real (Portugal)

Aquae Flaviae/ Bracaraugustanus

Honorífico/ columna

Q. Calpetanus Rantius/ Quirinalis et leg. VII Gem.

Siglo i d. C. 79 d. C.

212

Cornoces (Orense)

?/Bracaraugustanus

Votivo/ara

Caecilius Fuscus/ miles leg. VII Gem.

Siglo i d. C. 79 d. C.

N.º Cat.

Minería N.º Cat.

Localización

Oppidum/Conventus

Titulus/Soporte

Militar

Cronología

057

Villadecanes, Cacabelos, León

Bergidium Flavium/ Asturum

Votivo/ara

C. Ranius Sabinus Legatus August

Siglo i d. C. 68-fin siglo i d. C.

063

Ricobayo, Zamora

?/Asturum

Funerario/estela

?/eques cohors Thracum

Siglo i d. C. 68-fin siglo i d. C.

238

Pinhâo, Vila Nova de Foz Coa (Portugal)

?/ Bracaraugustanus

Funerario/bloque

Alfius Reburrus/ Siglo i d. C. veteranus ¿leg. VII 68-fin siglo i Gem? d. C.

235

Vila Pouça (Trêsminas) Portugal

?/Bracaraugustanus

Votivo/altar

Q. Annius Modestus/miles leg. VII Gem.

Siglo i d. C. 68-fin siglo i d. C.

236

Vila Pouça (Trêsminas) Portugal

?/Bracaraugustanus

Votivo/altar

Milites leg. VII Gem.

Siglo ii d. C. ¿130 d. C.?

237

Vila Pouça (Trêsminas) Portugal

?/Bracaraugustanus

Votivo/altar

Milites coh. I Gallica

Siglo ii d. C. ¼ sg. ii d. C.

Gladius, Anejos 19, 2021

N.º Cat. 041

042

Localización

4.  CENTRO Y PERIFERIA (II)

Oppidum/Conventus

Titulus/Soporte

Militar Leg. VII Gemina

Villalís de la Valduerna (León)

?/Asturum

Villalís de la Valduerna (León)

?/Asturum

Votivo/altar

367

Cronología Siglo ii d. C.

Coh. I Celtiberorum

163 d. C.

Coh. I Gallica

Siglo ii d. C.

Leg. VII Gem.

165 d. C.

Votivo/altar Coh. I Gall.

043

Villalís de la Valduerna (León)

Siglo ii d. C. ?/Asturum

Votivo/altar

Coh. I Celt. 167 d. C. Leg. VII Gem.

044

045

046

047

048

049

050

Villalís de la Valduerna (León)

?/Asturum

Villalís de la Valduerna (León)

?/Asturum

Villalís de la Valduerna (León)

Siglo ii d. C.

Siglo ii d. C. Votivo/altar

Coh. I Gall. 175 d. C. Leg. VII Gem.

?/Asturum

Votivo/altar

Ala II Flavia H. c. R. Coh. I Gall.

?/Asturum

Villalís de la Valduerna (León)

?/Asturum

Luyego, León

Coh. I Celt. 163 d. C.

Villalís de la Valduerna (León)

Luyego, León

Votivo/altar

?/Asturum

?/Asturum

Votivo/altar

Ala II Flavia H. c. R.

Siglo ii d. C. 184 d. C. Siglo ii d. C. 191 d. C. 191 d. C.

Votivo/altar

Perdidas

Siglo ii d. C. (período antonino)

Estela/funeraria

Iulius Capito/ Miles coh. I Gall. L. Decuminus/ Miles coh. I Gall.

Siglo ii d. C.

Ara/votiva

Iulius Marcius/ Cent. leg. VII Gem.

Siglo ii d. C. Antonino Pío

Valerius Victor/ Decurio ¿? 051

Priaranza de la Valduerna, León

?/Asturum

Perdidos

051

Luyego (León)

?/Asturum

Ara/votiva

Voces de Valdeorras (León)

Forum Gigurrorum/ Asturum

051

¿? Leg. VII Gem. Coh. I Gall.

Estela/funeraria

Siglo ii d. C. (161-169 d. C. M. AurelioL. Vero) Siglo ii d. C. 181 d. C.

Siglo ii d. C. Perdido/veteranus (mediados-fin leg. VII Gem. siglo ii d. C.)

Gladius, Anejos 19, 2021

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

368

Localización

Oppidum/Conventus

215

Barco de Valdeorras (Orense)

Forum Gigurrorum/ Asturum

240

Saldanha (Mogadouro) Bragança

N.º Cat.

Titulus/Soporte

Militar

Cronología

Ara/votiva

L. Cornelius Placiudus/ centurio leg. VII Claudiana

Siglo iii d. C. 263-268 d. C.

Ara/votiva

Domitius Peregrinus/ veteranus leg. VII Gem. P. F.

Siglo iii d. C. (S. SeveroDiocleciano)

En la tabla no consignamos testimonios específicamente asociados al control y vigilancia del territorio debido al carácter problemático y difuso de la documentación y a la ya mencionada dificultad metodológica para distinguir estas funciones de otras como la minería o la administración. En el apartado dedicado a estas cuestiones, tratamos de desgranar qué testimonios podrían resultar susceptibles de ser interpretados en ese sentido y cuales podemos descartar. Planteamos, además, los problemas metodológicos de fondo para abordar un análisis como el que planteamos. 4.4.1.4a. Testimonios dispersos vinculados a otras circunstancias El apartado que sigue trata de definir una categoría que aglutine los testimonios epigráficos que no puedan ponerse en relación directa con ninguna de las ocupaciones principales del ejército en el noroeste, ya repetidamente descritas. No obstante, el carácter fragmentario y a menudo poco concreto de la información no nos permite, como hemos venido apuntando, establecer clasificaciones bien definidas en este sentido, por lo que no han de considerarse estas tablas-recapitulación en términos de asignación absoluta, sino como herramienta orientativa. Algunas inscripciones sobre cuyo sentido específico tenemos dudas, en relación con el espacio y las tareas de los militares que en ellas aparecen, figuran en la categoría a la que creemos que eventualmente también podrían corresponder, al menos en alguna medida, como en esta misma. Tal es el caso del fragmento de Ricobayo (Cat., n.º 063). Como hemos venido comentando a lo largo de estas páginas, en muchas ocasiones las funciones asignadas a los soldados, en razón de los monumentos y sus lugares de aparición, se solapan, por lo que no podemos decantarnos por una u otra o tenemos que contemplar ambas. Un caso paradigmático en este sentido son las funciones de minería y control del territorio, ya tan comentadas; pero también habría que tener en cuenta que a aquellas a las que vinculamos con la administración les ocurre lo mismo. Otra dificultad añadida al correcto análisis es la epigrafía que interpretamos como producto del regreso a sus lugares de origen de los soldados. Tanto en la documentación que hemos llamado «dispersa» o perteneciente a territorios periféricos, como en la que tenemos atestiguada en las ciudades, nos topamos con casos que se pueden analizar desde esa perspectiva. Pero algunos de los monumentos aparecidos en ciudades también han de ser considerados desde el punto de vista de las más que probables funciones administrativas de los veteranos durante sus períodos de servicio. Por ello, hemos decidido tratar unas y otras por separado. En cualquier caso, creemos que el dosier sirve para agrupar aquellos

Gladius, Anejos 19, 2021

4.  CENTRO Y PERIFERIA (II)

369

testimonios, tanto los descartables por su propia naturaleza como aquellos de los que dudamos a la hora de asignarles un sentido concreto, o a los que podemos considerar en diversos sentidos a la vez. Tabla 63. Inscripciones de la periferia asociadas a la procedencia y retiro de los soldados. Localización

Oppidum/Conventus

239

Valença do Minho, Vila Real (Portugal)

?/Bracaraugustanus

Funerario/placa

C. Valerius Valens/miles leg. VI Victrix

Siglo i d. C. (Fin siglo i d. C.)

216

Castrelo do Val, Orense

?/Bracaraugustanus

Votivo/altar

L. Cassius Caeno/ Decurio ala I Gallorum

Siglo i d. C. (50 d. C.-siglo ii d. C.)

240

Saldanha, Mogadouro (Portugal)

?/Bracaraugustanus

Votivo/altar

Domitius Peregrinus/ Veteranus leg. VII Gem.

Siglo iii d. C. (S. SeveroDiocleciano)

214

La Cigarrosa, La Rúa de Valdeorras, Orense

Forum Gigurrorum/ Asturum

¿Estela?/mármol blanco

L. Pompeius Reburrus Faber/ Cohors Praetoria

Siglo ii d. C.

220

Abedes, Verín, ?/Bracaraugustanus Orense

?/ Votiva

C. Marius Maximus / (centurio?) leg. VII Gem. P. f.

Siglos ii-iii d. C. (Fin siglo iiprincipios siglo iii d. C.)

231

Babe, Bragança (Portugal)

?/Asturum

Funerario/estela

Calpurnius Reburrunus/eques ala II Flavia

Siglo iii d. C. (S. SeveroDiocleciano)

063

Ricobayo, Zamora

?/Asturum

Funerario/estela

?/eques cohors Thracum

Siglo i d. C. 68-fin siglo i d. C.

221

Espiño, Oímbra, Orense

?/Bracaraugustanus

Votiva/ara

Velinus alae [II Fl(aviae?)]

Siglo i d. C. (Fin siglo i d. C.)

N.º Cat.

Titulus/Soporte

Militar

Cronología

Gladius, Anejos 19, 2021

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

370

Tabla 64. Inscripciones de atribución dudosa. N.º Cat.

Localización

Oppidum/Conventus

226

San Román de Cervantes, Lugo

?/Lucus Augusti

217

¿Santo Tomé?, Orense

271

Vila Nova de Gaia, Porto (Portugal)

Portus Cale / Bracaraugustanus

Titulus/Soporte

Militar

Cronología

Votivo/ara

C. Valerius Carus/ Siglo i d. C. (Claudiomiles leg. X Calígula) Gemina

Votivo/?

Perdido

?

Funerario/cipo

L. Lavius Tuscus/ miles leg(ionis) X Gem(inae)

Siglo i d. C. (CalígulaGalba)

Tabla 65. Inscripciones de dudoso carácter militar. N.º Cat.

Localización

Oppidum/Conventus

-

Valle y Tejedo, Bembibre /Asturum (León)

-

Titulus/Soporte

Militar

Cronología Siglos ii-iii d. C. (Fin ii-princips. iii d. C.)

Votivo/ara

¿¿M. Iuliu[s] [Pa]ter[n]us(?) Le[g?]V[---]??

Valle y Tejedo, Bembibre /Astuum (León)

Votivo/ara

¿T(itus) Fla[v(us)] Siglos ii-iii d. C. [m(iles)]? (Fin ii-princips. ¿¿l(egionis) VII iii d. C.) G(eminae)??

D213

Rairiz de Veiga, Orense

Votivo/?

?

?

218

Lovios-Bande (Sierra do Xures), Orense

Votivo/?

Perdido (inscripción dudosa)

?

?/Bracaraugustanus

Tabla 66. Inscripciones dispersas asociadas a los campamentos. N.º Cat. 229

Localización Rairiz de Veiga, Orense

Oppidum/Conventus ?/Bracaraugustanus

Titulus/Soporte Votivo/ara

Militar M(arcus) Silonius Gal Silanus/sig. coh. I Gall. E. c. R.

Cronología Siglo ii d. C.

Capítulo 5 Los conventus Cluniensis y Caesaraugustanus

5.1. El ejército romano altoimperial en el centro-norte de la provincia Citerior. Distribución y naturaleza de la documentación epigráfica militar Entre el sector militar del noroeste, que acabamos de analizar, y el conventus Tarraconensis, sede de la capital provincial, es preciso dar cuenta de un ámbito geográfico que destaca por la notable presencia de epigrafía militar fechada entre comienzos del siglo i d. C. y mediados del iii. Se trata de los territorios comprendidos, de occidente a oriente, entre el confín oriental del conventus Asturum, al oeste de la civitas de Lancia Oppidarum, y el límite occidental del conventus Tarraconensis, al este de Ilerda (Lérida), y de norte a sur, entre la costa del Cantábrico y el Sistema Central. Estos territorios correspondían con las delimitaciones jurídicas de los conventus Cluniensis y Caesaraugustanus tras las reformas de Augusto. La zona central de la meseta septentrional de la península ibérica fue un ámbito crucial en la articulación de la provincia Citerior, al funcionar como paso natural y enlace entre la capital provincial y los nuevos territorios sometidos en el noroeste. Por allí pasaban todas las vías de comunicación que unían y articulaban la provincia, tanto de oeste a este como de norte a sur. Además, parte del territorio, concretamente la zona meridional de la Cordillera Cantábrica, tuvo una gran relevancia en las operaciones militares llevadas a cabo durante las guerras contra cántabros y astures y en la fase posterior de ocupación del territorio. En Herrera de Pisuerga (Palencia), al pie de las montañas y en los límites meridionales del territorio cántabro, se estableció, a comienzos de la dinastía julio-claudia, el campamento permanente de Pisoraca, en el que quedó acantonada la legio IIII Macedonica. Este fue la última de las grandes bases legionarias creadas para controlar el noroeste, cuyo territorio estuvo, además, bien delimitado con respecto al de civitas de Iuliobriga (Reinosa), al norte del fuerte. Próxima al campamento, a menos de 30 km al sureste, tenemos constancia de la presencia, tiempo después, de una statio beneficiariorum en la civitas de Segisamo (Sasamón, Burgos), controlando una de las vías de comunicación principales del territorio. Ya al sur del conventus, en las márgenes del río Duero, conocemos la localización de al menos un campamento auxiliar en el solar de la antigua Uxama (Burgo de Osma), que aún no ha sido suficientemente investigado. Por último, la importancia que la capital del conventus Cluniensis, Clunia Sulpicia y otras civitates cercanas

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

372

Gladius, Anejos 19, 2021

como Novaugusta (Lara de los Infantes) y Termes (Tiermes), Tritium Magallum (Tricio) y Calagurris (Calahorra), ya en el conventus Caesaraugustanus, tuvieron reclutamiento y asentamiento de militares durante todo el Alto Imperio. A pesar de que contamos con escasas evidencias arqueológicas de la presencia militar en todo este territorio, su carácter de emplazamiento estratégico y la presencia de las principales rutas de tránsito y comercio de la provincia convirtieron la meseta norte peninsular en uno de los focos más activos de actividad militar en la etapa posterior a la conquista del noroeste, un carácter que mantuvo con el establecimiento del ejército permanente y que se manifestó expresamente en los acontecimientos sucedidos en la guerra civil de los años 68-69 d. C. La evidencia epigráfica pone de relieve la intensa presencia militar en esos territorios y nos obliga a detenernos en la distribución de los testimonios disponibles, los cuales nos muestran un espectro cronológico y formal digno de análisis. Como ya adelantamos en el capítulo alusivo a la epigrafía de la provincia Citerior,1 la mayor parte de la epigrafía militar de los conventus cluniense y cesaraugustano se concentra en el espacio definido por el interfluvio de los ríos Ebro, al norte, y Duero, al sur. Tomando como referencia la delimitación de los conventus,2 es preciso apuntar dos aspectos básicos en la distribución del material epigráfico alusivo al ejército romano. Los testimonios se agrupan en las zonas oriental y suroriental del conventus Cluniensis y en el área noroccidental del conventus Caesaraugustanus. Hasta tal punto es así que el resto del conventus Cluniensis no ofrece inscripciones si exceptuamos cinco ejemplares dispersos en las estribaciones meridionales de la Cordillera Cantábrica y uno aislado en la región de Valladolid. Esta situación es todavía más acusada en el conventus Caesaraugustanus, donde todo el material se ubica en la punta noroccidental, en su frontera con el cluniense. El límite entre ambos conventos viene marcado, en gran medida, por una barrera montañosa constituida por la Sierra de la Cebollera que separa ambos territorios y las principales vías de comunicación que atravesaban la meseta norte en dirección a Legio y Asturica Augusta. Es muy significativo comprobar cómo las dos grandes concentraciones de inscripciones militares de este sector Duero-Ebro aparecen divididas por la misma barrera, agrupándose, además, en torno a la vía entre Virovesca (Briviesca, Burgos) y Turiasso (Taracena), por el norte, y a la que unía directamente Tarraco con Legio y Asturica Augusta por el sur. Cabe añadir que ambas rutas pasaban por las principales civitates de ambos conventus o por sus proximidades, incluyendo sus capitales Caesaraugusta y Clunia, y los puntos que presentan mayores índices de epigrafía militar, Augustobriga (Añavieja), Uxama (Burgo de Osma) y Termes (Tiermes), en el cluniense, y Calagurris (Calahorra), Vareia (Varea) y Tritium Magallum (Tricio) en el cesaraugustano. Esta disposición general de la evidencia epigráfica nos pone sobre la pista de la intervención militar en el trazado, construcción y reparación de las principales vías de comunicación, emprendida a partir del período augusteo. Sin embargo, tal y como ya expusimos en el capítulo referente al noroeste, las evidencias en este sentido son fragmentarias. Contamos con pruebas de la participación de la legio X Gemina en la construcción de Vid. supra apartado 2.1: «Ejército y epigrafía en Hispania Citerior. Panorama general». Remitimos al anejo cartográfico de este trabajo, en el que se incluyen las delimitaciones provinciales y conventuales en relación con la distribución del material epigráfico (mapas 1 y 7). 1 2

Gladius, Anejos 19, 2021

5.  LOS CONVENTUS CLUNIENSIS Y CAESARAUGUSTANUS

373

infraestructuras viarias en el noreste, como el conocido Puente del Diablo de Martorell, y, como veremos, algunas de las inscripciones del sector occidental del Caesaraugustanus deben ponerse en relación con estas labores. Sin embargo, la documentación disponible resulta bastante heterogénea en su naturaleza, cronología y forma, por lo que es preciso abordar un análisis detallado de la misma para tratar de determinar los diferentes escenarios que dibujan las inscripciones en referencia al ejército y el territorio en la zona. Comencemos, pues, por revisar la información con la que contamos de forma pormenorizada. El material epigráfico militar repartido por los conventus cluniense y cesaraugustano asciende a cuarenta y tres inscripciones,3 veinticinco de las cuales son de carácter funerario Una cuarta parte del material son epígrafes votivos, que presentan un singular interés por el carácter de los votos; una mínima parte se corresponde con testimonios honoríficos y monumentos cuya finalidad, por su estado de conservación o por haberse perdido, no hemos podido determinar con claridad. Las tres inscripciones honoríficas Capítulo 5. que aparecen en el elenco son particularmente interesantes por su reciente descubrimiento y por tratarse de homenajes que incluyen el cursus de un decurión de origines hispanas, a cabo parte su carrera península ibérica y conventus la otra Figura 1. Repartoque de lleva inscripciones de de militares en en el la sector Duero-Ebro, en otras zonas del Imperio, el cual levanta monumentos como parte del programa Cluniensis y Caesaraugustanus, por tipo detres inscripción. ornamental del recinto forense de su ciudad de origen (Cat., n.os 202, 203 y 204). 30 25 20 15 10 5 0

 

Funerarias

Votivas

Honoríficas

Inciertas

Figura 1. Reparto de inscripciones de militares en el sector Duero-Ebro, conventus Cluniensis y Caesaraugustanus, por tipo de inscripción.

3 Exceptuando una dudosa procedente de Clunia (Cat., n.º D180), que no hemos incluido en nuestro catálogo porque no creemos que la restitución pueda dar certeza de que el representado pueda ser un miles clasiarius, y una tabla de hospitalidad de bronce localizada en Clunia, en la que figura un pacto entre C. Terentius Bassus Mefanate, prefecto del ala I Augusta, y los clunienses de Hispania Citerior. Cf. CIL II, 5792 (p. 1050); y Palol y Vilella, 1987, n. 116. No la incluimos en nuestro catálogo como inscripción militar en razón de los criterios ya expuestos en el capítulo de metodología, aunque la consideraremos como testimonio relevante para explicar la presencia del ala I Augusta en la zona.

Gladius, Anejos 19, 2021

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

374

La cronología de las inscripciones y las unidades a las que pertenecen los representados nos dan una imagen general bastante aproximada de la naturaleza de la presencia militar en la zona. Pese a que domina claramente la epigrafía relacionada con la legio VII Gemina, la unidad que más tiempo permaneció en la Península, contamos con una muy notable presencia de epígrafes fechados en el período julio-claudio, proporcionalmente superior a la documentada en el noroeste, que nos indica el marcado carácter de «zona militar» del territorio analizado desde épocas tempranas y pese a la escasez de evidencias arqueológicas de asentamientos castrenses. También aparece representado ampliamente el período antonino y el severo, lo que revela la continuidad del asentamiento militar por motivos que detallaremos más adelante. Cabe señalar también que un porcentaje significativo del material disponible presenta grandes problemas, tanto de datación como de interpretación, especialmente en lo concerniente a las unidades en las que sirvieron los Figura 2. Inscripciones de militares en el sector Duero-Ebro, conventus Cluniensis y representados; ello dificulta significativamente el estudio del conjunto. Caesaraugustanus, por cronología. Dudosas/no  clasificables 14 %

Julio‐claudios 23 %

Severos‐meds.  sg. III d. C. 14 % Antoninos  (sg. II d. C.) 28 %

Flavios‐fin sg. I d. C. 19 % Galba 2 %

Figura 2. Inscripciones de militares en el sector Duero-Ebro, conventus Cluniensis y Caesaraugustanus, por cronología.

Por lo que respecta a las unidades militares o cuerpos de ejército, domina la legión VII ya mencionada, pero contamos con un interesante reparto minoritario de inscripciones alusivas a otras unidades; la legio IIII Macedonica, única en toda la provincia Citerior excepto otra de Barcino; la legio VI Victrix, muy poco representada en la epigrafía militar peninsular, y una serie de auxilia que intervinieron en la Península entre fines del período augusteo y el siglo ii d. C., como son la cohors IIII Gallorum (Herrera de Pisuerga), las alae Tauriana y I Augusta, y otras que sirvieron fuera de la Península, en cuyas bases de reclutamiento jugaron un papel destacado la provincia Citerior y el sector Duero-Ebro, como es la cohors V Bracaraugustanorum. Debemos destacar también una presencia minoritaria, pero sugestiva, de soldados que sirvieron en las legiones II Augusta y IX Hispana, dos de las unidades que intervinieron en la conquista del noroeste, pero abandonaron la Península tras la guerra, aunque la cronología de los epígrafes no permite asociar a los representados con el servicio en Hispania. Como ya hemos indicado, la proporción de inscripciones en las que no podemos determinar la unidad en la que sirvió el soldado o soldados en cuestión limita ostensiblemente nuestras posibili-

Gladius, Anejos 19, 2021

5.  LOS CONVENTUS CLUNIENSIS Y CAESARAUGUSTANUS

375

dades de análisis. Las inscripciones que atienden a estos rasgos ascienden a trece, cifra solo superada por los epígrafes alusivos a la legio VII Gemina. Estos dos últimos grupos mencionados constituyen algo más del 60 % de todo el elenco disponible, limitándose Figura 3. Inscripciones de informa militaressobre en elel sector conventus Cluniensisdey la documentación que nos resto deDuero-Ebro, unidades a un 37 %, ejemplares Caesaraugustanus, por unidad militar. los que sí podemos extraer información con certezas. 14 12 10 8 6 4 2 0

 

Figura 3. Inscripciones de militares en el sector Duero-Ebro, conventus Cluniensis y Caesaraugustanus, por unidad militar.

La gran mayoría de los soldados y oficiales representados en las inscripciones que estudiamos en este sector sirvieron, durante un período o durante toda su vida militar, en la península ibérica y formaron parte del dispositivo desplegado en la provincia Citerior en diversas épocas, y una buena parte de ellos tenían origines hispanas, preferentemente Figura 4. Inscripciones de militares del. 7sector Duero-Ebro, conventus Cluniensis y del capítulo 6). de la provincia ya mencionada (véase Fig Caesaraugustanus, por áreas de servicio. Servicio fuera de  Hispania 17 %

Dudosos 5 %

Servicio en  Hispania  78 %

 

Figura 4. Inscripciones de militares del sector Duero-Ebro, conventus Cluniensis y Caesaraugustanus, por áreas de servicio.

376

Gladius, Anejos 19, 2021

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

Respecto al territorio, la epigrafía militar del sector Duero-Ebro tiene como características principales la dispersión generalizada de los documentos, si exceptuamos la capital del cluniense, que presenta el índice más alto de monumentos documentado en la zona, las «micro-concentraciones» en enclaves situados en torno a los ejes viarios, la separación nítida de los conjuntos del cluniense y del cesaraugustano al noreste y suroeste de la Sierra de Cebollera y la ya mencionada ausencia de testimonios en amplios sectores de los conventus. A ello hay que añadir los aspectos referidos al contenido y la cronología de las inscripciones, una notable variedad de unidades militares, la diversidad de los períodos cronológicos y las trabas que impone la difícil lectura de muchos documentos. La naturaleza heterogénea del material, su distribución y su estado de conservación no facilitan la asignación de categorías de estudio al territorio, bajo un modelo como el empleado para el noroeste, basado en la presencia de las principales bases militares del ejército, la explotación de las minas y la administración del territorio. Por ello, consideramos necesario distribuir debidamente el material sometido a estudio y analizarlo individualmente, a fin de establecer tanto conclusiones generales, en la medida de lo posible, como particularidades, todas ellas teniendo en consideración las peculiaridades del ambito geográfico en el que se reparten los monumentos. 5.2. Centro y periferia. Los centros militares y los núcleos de concentración epigráfica

5.2.1. La epigrafía militar del conventus Cluniensis La cifra total de testimonios epigráficos documentados en esta zona asciende a veintiocho ejemplares, de los que dieciocho corresponden a monumentos funerarios, siete a monumentos votivos y apenas tres son testimonios de carácter incierto.

Figura 5. Inscripciones de militares del conventus Cluniensis por tipo de inscripción.

Votivas 31 %

Inciertas 8 %

Funerarias 61 %

 

Figura 5. Inscripciones de militares del conventus Cluniensis por tipo de inscripción.

La proporción más alta, algo más de la mitad, se fecha bajo las dinastías flavia y antonina, mientras que una pequeña parte, que no alcanza un tercio, se puede asignar con certeza al período julio-claudio; una proporción parecida de material se ha fechado entre el reinado de los severos y mediados del siglo iii d. C. algo menos de un cuarto son inscripciones dudosas o no clasificables cronológicamente.

Gladius, Anejos 19, 2021

5.  LOS CONVENTUS CLUNIENSIS Y CAESARAUGUSTANUS

Figura 6. Inscripciones militares del conventus Cluniensis por cronología.

377

Figura 6. Inscripciones militares del conventus Cluniensis por cronología. Julio‐claudios Dudosas 14 %

21 %

Galba 3 % Julio‐claudios 14 % I d. C. Galba Flavios‐fin sg.  3 % 24 %

Dudosas Severos‐meds. sg.  21 % III d. C. 10 % Severos‐meds. sg.  Antoninos  (sg. IIIII d. C.) d. C. Flavios‐fin sg. I d. C. 28 % 10 % 24 % Antoninos  (sg. II d. C.) Figura 6. 28 % Inscripciones de militares del conventus Cluniensis por cronología.

Respecto a su distribución espacial, la documentación responde, en rasgos generales, a lo ya descrito anteriormente, pero una revisión más detallada, nos da una idea concreta acerca de la gran concentración de monumentos en la capital y los pequeños conjuntos localizados en varios enclaves relevantes del territorio en época altoimperial. Figura 7. Inscripciones militares del conventus Cluniensis por localización.  Localizaciones  dispersas 24 %

Clunia 31 %

Pisoraca 7 % Novaugusta 14 %

Uxama 7 %

Termes 7 %

Augustobriga 10 %

Figura 7. Inscripciones de militares del conventus Cluniensis por localización.

 

La mayor proporción se concentra en Clunia, la capital, con un número total de nueve inscripciones documentadas hasta la fecha. Se trata de un conjunto complicado de interpretar, fundamentalmente por lo fragmentario de los testimonios y las dificultades de datación. Aproximadamente un cuarto de toda la documentación del conventus representa territorios en los que se ha localizado una única inscripción; estos monumentos dispersos se reparten entre los enclaves de Castrecías (Burgos), la antigua Vellica, Sasamón (Segisamo), Poza de la Sal (Salionca) y Belorado, de oeste a este, en la zona norte del conventus; y Pina de Esgueva (Valladolid), Duratón (Confluentia) y Arancón (Soria) en la parte sur. Los trece epígrafes restantes se distribuyen en grupos de dos a cuatro ejemplares en los confines meridionales y orientales del conventus: dos en Termes (Montejo de Tiermes,

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

378

Gladius, Anejos 19, 2021

Soria), dos en Uxama (Burgo de Osma, Soria) y otras dos en Augustobriga (Muro de Ágreda, Soria), en la frontera misma con el conventus Caesaraugustanus. Resta mencionar un grupo de dos inscripciones localizadas en la parte centro-occidental de conventus, en el solar del campamento legionario y auxiliar de Herrera de Pisuerga (Palencia). Ambos epígrafes están perdidos y ninguno de ellos nos da información sobre la legión que allí residió hasta mediados del período julio-claudio, la legio IIII Macedonica. Una de las características más significativas de la epigrafía militar del conventus Cluniensis es, precisamente, la escasez de testimonios epigráficos en la base de Pisoraca, y más teniendo en cuenta su cercanía con las otras grandes bases del noroeste, donde, como hemos visto, la epigrafía militar es relativamente abundante. Nos ocuparemos más delante de esta cuestión. Finalmente, el núcleo que atesora más inscripciones, después de la propia Clunia, es el de Lara de los Infantes (Novaugusta) y su entorno, donde se han localizado cuatro ejemplares. Los patrones de distribución epigráfica en el conventus Cluniensis son, como vemos, peculiares, pues si bien se puede determinar que la dispersión es una característica del conjunto, las medianas y pequeñas concentraciones —las primeras entre siete y nueve epígrafes y las segundas de dos monumentos— representan cerca de la mitad de la información con la que contamos. Trataremos de ir asignando a cada material sus características específicas a fin de obtener una visión de conjunto. El de la identificación de las unidades militares constituye, como ya hemos señalado anteriormente, el mayor problema de interpretación respecto a las inscripciones del convento. Por una parte, la mayor parte de material es muy difícil o imposible de asignar a una unidad concreta, ya sea porque el soldado representado no menciona el cuerpo en el que sirvió, ya sea porque esta información se ha perdido en el texto conservado. La cifra de inscripciones de estas características asciende a diez, algo más de la mitad de conjunto. Por otra parte, la diversidad de cuerpos militares registrados es amplia, hasta un total de once, pero la evidencia de cada uno de ellos es muy escasa; tan solo contamos con un número representativo de monumentos de soldados varios de la legio VII Gemina, con siete ejemplares. Figura 8. Inscripciones militares del conventus Cluniensis por unidad militar. 12 10 8 6 4 2 0

 

Figura 8. Inscripciones de militares del conventus Cluniensis por unidad militar.

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5.  LOS CONVENTUS CLUNIENSIS Y CAESARAUGUSTANUS

379

En el marco de los testimonios minoritarios, contamos con representación de algunas de las legiones y auxilia que sirvieron en la Península, la legio II Augusta, la VI Victrix y la X Gemina, en el caso de los cuerpos legionarios. Sin embargo, con seguridad tan solo podemos asociar al servicio en la Península a los dos milites decimani documentados en Clunia. Una cifra minoritaria, pero significativa, de cuatro soldados sirvieron en legiones acantonadas en las fronteras renana y danubiana; una proporción también minoritaria, pero interesante, sirvió en auxilia del exercitus Hispanicus, como el ala I Augusta y la cohors I Gallica, y quizá son los testimonios más interesantes del conjunto desde el punto de vista de la composición y situación del ejército peninsular. Trece inscripciones hablan de militares que con certeza desarrollaron su carrera en la Península, otras diez presentan problemas de análisis en este sentido, mientras que cinco testimonios acreditan servicios extrapeninsulares. Cabe profundizar, un poco más, en el análisis individual de los ejemplares dudosos para tratar de intuir las unidades a las que habrían podido pertenecer estos militares y las zonas en las que sirvieron. Las particularidades de documentación aconseja incidir sobre sus características peculiares, a fin de avanzar en la visión de conjunto del todo el material del cluniense. Figura 9. Inscripciones militares del conventus Cluniensis por área de servicio militar.

Dudosos  33 %

Servicio en  Hispania  48 %

Servicio fuera de  Hispania  19 %

 

Figura 9. Inscripciones de militares del conventus Cluniensis por área de servicio militar.

Tabla 67. Inscripciones militares en el conventu Cluniensis. N.º Cat.

002

003

Localización Herrera de Pisuerga, Palencia (Pisoraca)

Muez, Navarra

Tipo de

inscripción/

Dedicatoria (sí votiva)

Funeraria/ estela

-

Soporte

Funeraria/ ¿estela?

Militar

Rango/Unidad

L. Antonius Pudens

Eques duplicarius/ desconocida

[-]A. Ordunetsi

Veteranus/legio II Aug.

Servicio Hispania Dudoso (Sí)

No

Valerius Paternus

Veteranus/legio II Aug.

Cronología

/3 siglo i d. C. (71-100)

3

Siglo i d. C. (ClaudioNerón)

N.º Cat.

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EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

380

Localización

Tipo de

inscripción/

Soporte

Dedicatoria (sí votiva)

209

Peñalba de Castro, Burgos Votiva/altar (Clunia)

210

Herrera de Pisuerga, Palencia (Pisoraca)

Funeraria/ desconocido

211

Burgo de Osma, Soria (Uxama)

Funeraria/ estela

170

S. Pedro de Arlanza, Burgos

Militar

Rango/Unidad

Servicio Hispania

Cronología

Miles/legio X Gem. Optio censoris



Siglo i d. C. (70 d. C.)

Cornelianus

Praef./coh. I Gallica Equitata civium Romanorum



Siglo i d. C. (68-fin siglo i d. C.)

T. Valerius Goliara

Veteranus/legio XXII Primigenia

No

Fin siglo i d. C.-inicios siglo ii d. C.

Funeraria/ desconocido

G. Terentius Reburrinus

Veteranus/legio VII Gem. (duumvirus)



Siglos i-ii d. C. (fin siglo i d. C.-inicios siglo ii d. C.)

171

Burgo de Osma, Soria (Uxama)

Votiva/altar

Fortunae

Q. Caecilius Tertius

Miles/legio VII Gem.



Siglos i-ii d. C. (fin siglo i d. C.-inicios siglo ii d. C.)

172

Castrecías, Burgos (Vellica)

Funeraria/ estela

-

[---]io Elaesus

Miles/legio IX Hispana

No

Siglo i d. C. (68-fin siglo i d. C.)

173

Poza de la Sal, Burgos (Salionca)

Votiva/ Suttunio deo desconocido sacrum

L. Aufidius Masculinus

Miles sesquiplicarius/ desconocida

Dudoso

Siglo ii d. C.

174

Lara de los Infantes, Burgos (Novaugusta)

Funeraria/ estela

-

C. Dellius Flavinus

Veteranus/legio VII Gem.



Principios siglo ii d. C.

175

Añavieja, Soria Votiva/altar (Augustobriga)

Marti (sacrum)

C. Petronius Maternus

Missicius/ desconocida

Dudoso (No)

Siglo i d. C. (68-fin siglo i d. C.)

176

Pina de Esgueva, Valladolid

Funeraria/ estela

-

C. Iulius Aemilius

Miles/legio VII Gemina



Siglos i-ii d. C. (fin siglo i d. C.principios siglo ii d. C.)

177

Montejo de Tiermes, Soria (Termes)

Votiva/altar

Marti (sacrum)

L. Valerius Falernus Cotoninus

Miles/legio VII Gemina



Siglo iii d. C.

Iovi Augusto L. Valerius Vltori sacrum Paternus

-

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N.º Cat.

Localización

5.  LOS CONVENTUS CLUNIENSIS Y CAESARAUGUSTANUS

Tipo de

inscripción/

Soporte

Dedicatoria (sí votiva)

Militar

178

Amaya, Burgos Votiva/altar

[I(ovi) O(ptimo) M(aximo) Iun(oni?) Aelius Regin]a[e(?)] Maritimus [et Genio(?)] sta [t]ionis ˚ Segi samonensium

179

Alcubilla de Avellaneda, Burgos

-

180

Rango/Unidad

Servicio Hispania

381

Cronología

Beneficiarius/ Sí legio VII Gemina

Fin siglo ii d. C.

G. Iulius [---]

Veteranus/ desconocida

Siglo i d. C. (31-70 d. C.)

Peñalba de Funeraria/ Castro, Burgos desconocido (Clunia)

[---] Severus

¿Miles?/legio VII Sí Gem.

181

Peñalba de Incierta/ Castro, Burgos bloque (Clunia)

[Sempro?] nius Fra[ternus?]

Praefectus alae/ desconocida

182

Belorado, Burgos

Funeraria/ estela

-

Funeraria/ desconocido

L. Sempronius Veteranus/ Pupillus desconocida

Dudoso

Siglo i d. C.

Dudoso

¿Siglo ii d. C.?

Dudoso

?

Dudoso

¼ siglo ii d. C.



Siglo i d. C. (Augusto-68 d. C.)

Praef. Coh./ desconocida 183

Tiermes, Soria (Termes)

Incierta/ placa

-

G. Iulius [---]

Trib. mil./Leg.? Praef./alae?

184

Añavieja, Soria Votiva/altar (Augustobriga)

Marti

Marcellus Caius Q. Pentus

Equites/ala I Aug. Centurio/¿ala I Aug.?

185

Peñalba de Funeraria/ Castro, Burgos estela (Clunia)

-

[---For]tis?

Miles/legio X Gem.?



Siglo i d. C. (50-70 d. C.)

186

Peñalba de Funeraria/ Castro, Burgos estela (Clunia)

-

L. Visellius Niger

Veteranus/ desconocida

Dudoso

Fin siglo i d. C.

187

Contreras, Burgos

-

[---] Severus

Miles/legio VI Victrix

No

Siglo i d. C. (68-fin siglo i d. C.)

Funeraria/ estela

N.º Cat.

Gladius, Anejos 19, 2021

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

382

Localización

Tipo de

inscripción/

Soporte

Dedicatoria (sí votiva)

Militar

Rango/Unidad

Servicio Hispania

Cronología

188

Peñalba de Funeraria/ Castro, Burgos estela (Clunia)

-

T. Cantius

Miles Otonianus



Siglo i d. C. (69 d. C.)

189

Peñalba de Funeraria/ Castro, Burgos estela (Clunia)

-

?

Veteranus/ desconocida



Siglo ii d. C.

190

Arancón, Soria Votiva/ Marti (¿Numantia?) desconocido Augusto

M. Octavius Paternus

Miles/ desconocida

Dudoso

?

191

Lara de los Infantes, Burgos (Novaugusta)

Funeraria/ estela

-

Madigenus Laturus

Miles/coh. V Bracarorum

No

Siglo i d. C. (50-80 d. C.)

255

Lara de los Infantes, Burgos (Novaugusta)

Funeraria/ estela

-

Sempronius Seranus

Miles/ala?

Dudoso

Siglos i-ii d. C.

Dudosas Peñalba de ¿Funeraria?/ D180 Castro, Burgos placa (Clunia)

?

¿Miles Classiarius?

Siglo i d. C. (68-fin siglo i d. C.)

5.2.2. El campamento de Herrera de Pisuerga Siguiendo el modelo de análisis de «centro-periferia» propuesto en el apartado de metodología, abordaremos, en primer lugar, el análisis de los centros y bases militares documentados en el territorio. El conventus Cluniensis fue el único territorio, fuera del sector militar noroccidental y de la capital provincial, que albergó bases o campamentos en toda la provincia Citerior durante y tras la finalización de la última fase de conquista de Hispania, al menos hasta donde podemos saber por las fuentes arqueológicas y epigráficas. Uno de los aspectos más destacados y sorprendentes del repertorio epigráfico militar del lugar es la casi completa ausencia de monumentos de soldados y mandos pertenecientes a la legio IIII Macedonica. La unidad operó en el noroeste, en el transcurso de las guerras asturcántabras y, concretamente, en el sector del territorio cántabro, en la parte septentrional del posterior conventus Cluniensis, zona que fue empleada como centro de reagrupamiento y base de operaciones. En este sentido, hay que destacar la escasez de monumentos epigráficos documentados en la base permanente de la legio IIII, la cohors I Gallorum y el ala Parthorum. En el campamento de Herrera de Pisuerga tan solo contamos con tres

Gladius, Anejos 19, 2021

5.  LOS CONVENTUS CLUNIENSIS Y CAESARAUGUSTANUS

383

inscripciones de contenido militar y ninguna de ellas alude específicamente a la legio IIII; los únicos dos testimonios de la legión que conservamos en la zona se encuentran en Vareia, en el conventus Caesaraugustanus. Los testimonios epigráficos alusivos a esta unidad, en las proximidades del campamento, son los conocidos termini Augustales que delimitan su territorio respecto al de la ciudad de Iuliobriga, situada al norte. Este material epigráfico, único en el Imperio occidental, se completa con los termini alusivos a los territorios de la cohors IIII Gallorum respecto a la ciudad de Bedunia, en el conventus Asturum. Comenzaremos hablando del campamento en sí mismo, para referirnos posteriormente a su territorio y, por último, a la epigrafía militar localizada en el enclave. La escasez de inscripciones procedentes del lugar y el hecho de que ninguno de los dos monumentos se haya conservado no dan lugar a un análisis arqueológico pormenorizado del contexto, como el que hemos expuesto para los campamentos de Legio y Petavonium, cuya situación en este sentido es sensiblemente diversa. Sin embargo, conviene destacar, que el solar campamental albergó varios fuertes militares, ocupados por diversas unidades, superpuestos en el tiempo. La primera facies arqueológica excavada se ha fechado entre los años 20 a. C. y 40 d. C., período en el que se han detectado tres fases constructivas diferentes. La primera, a base de estructuras lígneas fechables entre el 20 y el 10 a. C., correspondería a un fuerte de campaña inmediatamente posterior a la conclusión de las guerras; su estratigrafía ofrece niveles sellados en los que se ha podido recuperar un numerario fechado en el último tercio del siglo i a. C., material de impedimenta militar —concretamente una testera y otros atalajes de caballería de combate— y fragmentos de lucernas del tipo Vogelkopflampen de procedencia itálica.4 Los materiales sugieren que, al menos en esta primera ocupación, habrían estado presentes contingentes de caballería en el acuartelamiento. La segunda etapa, fechada entre los años 10 a. C. y 20 d. C., se caracteriza por una gran reforma de la arquitectura del fuerte, en el que aparecen estructuras pétreas propias de un asentamiento militar permanente. Uno de los rasgos más destacados es la aparición de una amplia gama de materiales cerámicos, unos de producción local de gusto itálico y otros directamente de procedencia itálica. Estos productos prueban la existencia de talleres especializados y destinados a abastecer la demanda de productos finos en el seno del campamento y en su entorno. Estas dos primeras fases se identifican claramente con la presencia de la legio IIII Macedonica en el lugar, tanto de efectivos de infantería como de caballería. La ocupación del solar por esa legión se produce inmediatamente después de la conclusión de las guerras cántabras, bajo el reinado de Augusto, momento en el que el campamento fue básicamente de madera.5 A finales del mismo se produce la transformación del enclave en campamento permanente, con una gran reforma que convierte los principales edificios en estructuras pétreas; asimismo, hay evidencia de un vallum campamental dotado de fossa fastigata. Los materiales cerámicos del nivel fundacional de la torre se fecharon entre fines del reinado de Augusto y comienzos del de Tiberio. Entre los años 20 y Illárregui Gómez, 2002, pp. 158-159, con bibliografía detallada sobre los hallazgos de armamento, numerario y materiales cerámicos. 5 Ibidem, p. 160. 4

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

384

Gladius, Anejos 19, 2021

40 d.  C. se ha documentado una reducción significativa del espacio del campamento legionario, que fue motivada por una disminución de la guarnición acantonada en el recinto y una probable repartición de la misma en vexillationes desplegadas por la Península. La posición estratigráfica de algunos de los materiales, su datación, así como el análisis de estructuras, como la torre mencionada, sitúan el abandono de este primer campamento, ubicado en el centro del solar urbano de Herrera de Pisuerga, hacia el año 40 d. C., cuando la legión fue enviada a Germania por Calígula. Ahora bien, los restos arqueológicos y epigráficos del campamento —no tanto los monumentos como las estructuras, las cerámicas sigladas, el material constructivo y la impedimenta militar— permiten reconocer la existencia de otros recintos edificados posteriormente y ocupados por otras unidades militares. Entre los años 35 y 40 d. C., el ala Parthorum, una unidad auxiliar reclutada en Parthia, se instala en un nuevo campamento en Herrera de Pisuerga, en la zona oriental del fuerte legionario y reaprovechando parte de las estructuras abandonadas por la legión. Así lo acreditan las estampillas con el sello de esa unidad, recuperadas en las excavaciones en un sector próximo al campamento,6 las cuales, sin embargo, no registran el apelativo Augusta que se aplicó a la unidad a partir del siglo ii d. C.; por ello deben fecharse antes de dicha centuria. Además, se han localizado materiales constructivos, fechados a mediados del siglo i d. C., asociados a las marcas legionarias y una inscripción astigitana fechada en la segunda mitad del siglo i d. C., en la que aparece representado un [---uciu]s ˚ Q(uinti) ˚ f(ilius), que sirvió como centurión de las legiones VI Victrix y IIII Macedonica y fue decurio del ala Parthorum,7 lo que abunda en la presencia del ala en el lapso temporal mencionado. Los jinetes pertenecientes a ella habrían abandonado Herrera de Pisuerga hacia fines del siglo i d. C. probablemente destinados a África.8 Cabe hablar también de la presencia en el campamento de la cohors I Gallica equitata civium Romanorum en el transcurso del siglo i d. C. y parte de la siguiente centuria. Tal y como ya señaló Illárregui, la presencia de esta cohorte en Herrera de Pisuerga se basa en hallazgos antiguos y otros actuales efectuados bajo su dirección. Los hallazgos antiguos corresponden a dos de las inscripciones que incluimos en nuestro catálogo como procedentes de los campamentos.

Pérez González, 1998, p. 550. CIL II2, 5, 1284, Écija/Astigi, CIL II, 2-5, 1284: [--- -uciu]s ˚ Q(uinti) ˚ f(ilius) ˚ Pap(iria) ˚ Aug(usta) ˚ Fir(ma) / [dec(urio)? alae] Part(horum) ˚ (centurio) ˚ leg(ionum) ˚ VI et IV ˚ IIuir / [---]mia ˚ P(ubli) ˚ f(ilia) ˚ Polla ˚ mater / [---]ucius ˚ Q(uinti) ˚ f(ilius) ˚ frater. Conviene observar, no obstante, que tanto A. Canto (HEp, 6: 574) como A. Ventura (2015: 21-22) proporcionan diversas lecturas del epígrafe en las que obvian al ala Parthorum. Cf. Ordoñez, García-Dills y Moralejo, 2016, pp.107-108 y n. 14, donde tratamos la inscripción con detalle, con sus variantes de lectura y en relación con la epigrafía militar astigitana. 8 Sobre el ala Parthorum y su presencia en Herrera de Pisuerga, cf. Pérez González, 1996; Pérez González e Illárregui Gómez, 2007, pp. 322 y 346; Illárregui Gómez, 2002, pp. 160-161; Morillo Cerdán, 2000b y 2006b; Morillo, Pérez e Illárregui, 2006c, pp. 315-319; y Morillo Cerdán y Salido Domínguez, 2013, pp. 305-306. 6 7

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5.  LOS CONVENTUS CLUNIENSIS Y CAESARAUGUSTANUS

385

Tabla 68. Inscripciones militares del campamento de Herrera de Pisuerga. N.º Tipo de inscripción/ Dedicatoria Localización Cat. Soporte (sí votiva)

Militar

Rango/Unidad

Cronología

207

Herrera de Pisuerga (Palencia)

Funeraria/estela

-

L. Eques duplicarius/ Antonius desconocida Pudens

/3 siglo i d. C. (71-100 d. C.)

210

Herrera de Pisuerga (Palencia)

Funeraria/perdido

-

Cornelia- Praef. coh. I nus Gallica E. c. R.

Siglo i d. C. (68-fin siglo i d. C.)

272

Herrera de Pisuerga (Palencia)

Instrumentum/ atalaje equino

-

Firmus

Fin siglo i d. C.-mediados siglo ii d. C.

N.º Cat.

¿Miles?/incierta

3

Texto

210

D(iis) M(anibus)/L(ucius) ˚Antoni/us M(arci) ˚ f(ilius) Gal(eria)/Pudens/e[q(ues)] du[pl(icarius)]/ d(omo) ˚ Lugud/u[no---]/h(ic) [s(itus) e(st)?] Cornelianus/Praefectus/C(ohortis) ˚ P(rimae) ˚ G(allicae) ˚ E(quitatae) ˚ C(ivium) ˚ R(omanorum)

272

|(Centuriae) Victorini c(ohortis) ˚ I Firm(i)

207

La primera de ellas (Cat., n.º 210) es un epígrafe perdido cuyo texto conservamos gracias a la tradición manuscrita: Cornelianus/Praefectus/C(ohortis) ˚ P(rimae) ˚ G(allicae) ˚ E(quitatae) ˚ C(ivium) ˚ R(omanorum). Parece tratarse, por su brevedad y estructura, de un epígrafe de carácter funerario, aunque no podemos tener certeza de ello debido a la ausencia de formulario y la pérdida del soporte.9 Lo más probable es que el copista no la transcribiera directamente, sino que tomó el texto de una copia anterior, por lo que es preciso mantener cierta cautela respecto a su validez como testimonio de la presencia de la cohorte en Herrera. El desarrollo de la abreviatura de la tercera línea se debe a Chicorius y García y Bellido, aunque también se ha propuesto desarrollar Celtiberorum, lo cual, a la vista del manuscrito, no podemos apoyar.10 Los principales problemas que presenta el análisis histórico de la inscripción son su datación y la interpretación del tipo de mando que ejerció el representado en la unidad. García y Bellido fechó la inscripción entre fines del siglo i d. C. y comienzos de la siguiente centuria, argumentando que a fines del i d. C. se habría instalado la cohorte mencionada en Herrera de Pisuerga.11 Le Roux apuntó al último tercio de dicho siglo basándose en dos inscripciones alusivas a la cohors I Gallica localizadas en Colonia y Sagunto, que le permitían, además, considerar a Cornelianus como prefecto de la unidad.12 Siendo que los dos mandos de la unidad re9 La inscripción ha sido tratada ampliamente en la bibliografía científica desde su publicación por García y Bellido. Cf. García y Bellido, 1959, pp. 130-131 y 1959, p. 31, n. 2; Vigil, 1962, p. 10; y Roldán Hervás, 1974, p.446, n. 510. Más recientemente, Le Roux, 2006, pp. 454-456. 10 Chicorius, 1901, p. 287; García y Bellido, 1959, p. 31, n. 3; y García y Bellido et al., 1962, pp. 10-11. 11 García y Bellido, 1959, p. 31. 12 Le Roux, 1982, p. 148.

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presentados en las inscripciones extrahispánicas eran tribunos —rango que normalmente desempeñaba el mando de cohortes miliarias, que no formaron parte del dispositivo militar de Hispania—, el estudioso francés propuso la existencia de una primera cohorte miliaria hasta el período de Adriano, que se convertiría en quinquenaria y mandada por un prefecto con motivo de la reestructuración del ejército bajo este emperador. Esta cohorte habría actuado en Hispania probablemente ya desde el período julio-claudio, y Vespasiano simplemente la habría mantenido en su campamento, donde habría permanecido hasta mediados del siglo ii d. C., compartiendo espacio con la legio IIII Macedonica primero y, por breve tiempo, con el ala II Parthorum. De ser así, habría que llevar la datación del epígrafe a época flavia, entre el inicio del reinado de Vespasiano y no más tarde de fines del siglo i d. C. En fechas similares podemos fechar el otro monumento epigráfico aparecido en el campamento, la estela funeraria de Antonius Pudens (Cat., n.º 207). La pieza fue dada a conocer en el siglo xviii por Velázquez, quien refiere que fue localizada en la zona de la necrópolis tardía del Burejo; posteriormente pasó a una colección privada, aunque García y Bellido pudo estudiarla y dibujarla. Se trata de una estela funeraria de cabecera semicircular dotada de tres registros, el primero, situado debajo de la cabecera, alberga una roseta hexapétala inscrita en círculo con pétalos tallados a bisel; el cuerpo de la pieza contiene el texto en un marco simple y rebajado y, debajo, aparece representada una estructura arquitectónica compuesta por una suerte de pórtico con dos arcos laterales y una estructura adintelada en posición central, coronada por una cubierta a dos aguas. El texto es el epitafio de L. Antonius Pudens, eques duplarius o duplicarius de una unidad no mencionada, adscrito a la tribu Galeria y oriundo de Lugdunum. Los problemas de interpretación histórica de este epígrafe son numerosos y los hemos tratado con detalle en el apartado pertinente.13 Para lo que aquí nos concierne, es preciso considerar la cronología y la unidad en la que pudo servir el difunto representado. Hübner apuntó su posible pertenencia a la legio IIII Macedonica, García y Bellido no se pronunció al respecto y Le Roux relacionó a Antonius Pudens con el ala II Gallorum,14 en razón de su origen galo y de la cronología que él mismo propuso para el monumento, entre los años 40 y 59 d. C., señalando, además, que el rango de eques duplicarius debía identificarse con el servicio en una unidad auxiliar y no en un cuerpo legionario. Sin embargo, la aparición posterior de vestigios epigráficos relacionados con dos nuevas unidades auxiliares, el ala Parthorum y la cohors I Gallica eq. c. R., llevaron a considerar estas últimas como las opciones más probables para Antonius Pudens, sin descartar tampoco su

Remitimos, en este caso, al comentario de la inscripción incluido en el catálogo digital de nuestra tesis doctoral, que recoge los principales problemas del epígrafe. Cf. Moralejo Ordax, 2018, Cat., n.º 207: comentario, con exposición detallada de todos los problemas relativos a la unidad en la que pudo servir el soldado, su condición de duplicarius y de posible veterano y la cronología, entre otros. 14 El ala II Gallorum es una unidad auxiliar de caballería cuya presencia está atestiguada en la península ibérica, antes de Vespasiano, por el epitafio de un prefecto de la unidad de Aveia, CIL IX, 03610, Samnium/ Regio IV: [Q(uinto)] Atatino P(ubli) f(ilio) Quir(ina) / Modesto / trib(uno) mil(itum) leg(ionis) X Geminae / in Hispania annis XVI / praef(ecto) alae II Gallor(um) / in eadem provincia / praef(ecto) fabr(um) / P(ublius) Atatinus Flaccus / patri optimo. 13

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posible condición de jinete legionario.15 La condición de ciudadano que denotan los tria nomina del jinete y su grado de duplarius/duplicarius tienen algo que decir sobre esta cuestión. En primer lugar, el hecho de que el personaje ostentase la ciudadanía parece incompatible con que estuviese en el servicio activo de una unidad de caballería auxiliar en el momento de su deceso. Una solución a este problema apunta a considerarlo veterano al erigirse el monumento y, por tanto, a haber obtenido previamente la ciudadanía o a retrasar la cronología de la inscripción al siglo ii d. C., cuando el reclutamiento de auxiliares ya no se hacía específicamente entre peregrini; otra solución sería considerar que ya era ciudadano cuando fue reclutado en el ala, y que, por tanto, la unidad habría estado compuesta por individuos de esta condición jurídica; finalmente, podría ser que hubiese servido como eques en la legio IIII Macedonica. Tal y como Le Roux señaló, la condición de duplicarius, más relacionada con la distribución de raciones y dona militaria que con las pagas, se refiere exclusivamente a los miembros de unidades auxiliares y en ningún caso podría aplicarse a un jinete legionario.16 En cuanto a la posibilidad de que estuviese en activo o ya retirado, el epitafio no nos da ninguna pista, ni sus años de edad ni sus stipendia; su origo lugdunense impide, además, pensar en un posible regreso a su patria tras haber cumplido el servicio. Por otra parte, si hubiese estado en activo, solo podría haber servido en la cohors I Gallica equitata c.R., que sí tenía la apropiada, y no en el ala Parthorum. Con todo, el epígrafe no puede llevarse más allá de fines del siglo i d. C., tal y como ya han señalado Le Roux y Abásolo. Uno y otro difieren, sin embargo, en la datación precisa: el primero sitúa el monumento entre los años 50 y 79 d. C., el segundo a la primera mitad del siglo i d. C., por las similitudes artísticas con las producciones tempranas decoradas del valle del Duero.17 Sea como fuere, podemos descartar la opción de llevar la pieza al siglo ii d. C. y, por tanto, la posibilidad de que pudiera tratarse de un ciudadano reclutado entonces en uno de los auxilia. Lo más probable es que Antonius Pudens hubiese servido como jinete en el ala Parthorum durante su estancia en la región cántabra, y de ahí su vinculación con el campamento de Herrera de Pisuerga, aunque tampoco podemos descartar la cohors I Gallica. Respecto a su condición, habría que pensar en un veterano, que es el estatus que mejor encaja con la colocación del monumento y su cronología. El hecho de que no aparezca mencionada esta condición es relativamente común en la epigrafía militar de Hispania, concretamente en ámbitos militarizados y en el caso de los jinetes auxiliares. Por otra parte, la origo lugdunense no es óbice para considerarlo como veterano, pues pocos de estos, entre los auxiliares, A raíz de los hallazgos, en Herrera de Pisuerga, de las estampillas del ala Parthorum y de otras con la marca Coh, que se han interpretado como posibles testimonios de la cohors I Gallorum, estas dos unidades son las candidatas más probables a las que asignar el servicio de Antonius Pudens. Cf. Le Roux, 2006, pp. 455-456 y 2007, p. 487; y Pérez González e Illárregui Gómez, 1992, pp, 78-79 y 90. Estos últimos proponen que Antonius Pudens podría haber sido un jinete de la turma de caballería de la legio IIII Macedonica. 16 Le Roux, 2007, p. 486 y n. 13; contra Pérez González e Illárregui Gómez, 1992. En otro estudio más reciente, el estudioso francés se dedica exclusivamente al análisis del grado de duplicarius/duplarius en la epigrafía militar romana. Cf. Le Roux, 2012, pp. 523-534. 17 Le Roux, 1982 y 2007, p. 486; y Abásolo Álvarez, 1990a, pp. 196-199. 15

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solían retirarse en sus lugares de origen y, por el contrario, era común que lo hiciesen en los lugares donde habían ejercido como soldados.18 Pese a todas estas dificultades interpretativas, nos inclinamos por fechar el monumento, efectivamente, entre los años 50 y 79 d. C., y considerar al jinete como un veterano reclutado posiblemente en época de Augusto, que habría obtenido su ciudadanía bajo los reinados de Claudio o Nerón y se habría instalado en las proximidades del campamento, en el que probablemente habría estado acantonado como eques del ala Parthorum.19 Por tanto, estamos ante un epígrafe vinculado con el campamento de Herrera de Pisuerga y la actividad de los cuerpos auxiliares a fines del período julio-claudio. En las mismas fechas, aunque estando al mando de otra unidad, la cohors I Gallica, hay que situar la inscripción del praefectus Cornelianus antes comentada. Queda por comentar un instrumentum con inscripción localizado en las excavaciones del campamento en época reciente (Cat., n.º 272). Se trata de un disco recortado y fabricado en aleación de cobre que, en un principio, fue interpretado como aplique decorativo del atalaje de caballería, en el que se grabó una inscripción inicialmente editada como S?/Victorini Firm C. I.20 Los editores de la pieza consideraron la primera letra «S» como abreviatura del nomen de un individuo que habría contado con dos cognomina, Victorinus y Firmus, pudiendo ser este último un agnomen asociado al propietario de la pieza. Las siglas «C. I.» podían referirse bien a la cohors I Celtiberorum, asentada en Cidadela a partir del siglo ii d. C., bien a la cohors I Gallica eq. c. R., de la que ya hemos hablado.21 Perea Yébenes sostenía que la pieza era el umbo de un escudo que habría pertenecido a Firmus, jinete de la decuria de Victorino,22 con dos posibles interpretaciones que aludían a un tipo de práctica epigráfica en el utillaje de los militares bien documentado en otros puntos del Imperio.23 A nuestro parecer, en ningún caso puede tratarse de umbo de escudo, pues, ni sus medidas ni su morfología lo permiten, con lo que la interpretación en tal sentido quedaría descartada.24 Examinando con detalle la inscripción se aprecia que las letras que quedan a la izquierda de la perforación central del disco están claramente separadas y el signo intermedio no puede, a nuestro juicio, ser un vástago para un posible nexo «D+E», sino que se trata una interpunción que separa una «C» de una «I». Creemos también que el primer signo del texto no es una «S» sino, como afirmaba Perea, una «C» invertida que 18 El término veteranus de las inscripciones solía aplicarse, normalment a los gregarii, mientras que centuriones, principales y beneficiarii empleaban otra terminología. Contamos con buenos ejemplos de ello en la epigrafía militar de Tarraco, que revisaremos en el siguiente capítulo. A menudo, los militares retirados preferían mencionar simplemente el último puesto que habían ejercido, lo que señala que la categoría que implicaba el desempeño de ciertos cargos superaba en reconocimiento y prestigio a la del veterano. En este sentido, cf. Palao Vicente, 2010, pp. 244-245 y 247. 19 Palao Vicente, 2014, p. 71. 20 Morillo Cerdán y Fernández Ibañez, 2001-2002, pp. 47-51; en este trabajo se publicó y editó la pieza. 21 Ibidem, p. 50. 22 Perea Yébenes, 1991b, pp. 199-210 y 2002, pp. 99-102. 23 El propio Perea Yébenes (2002: 100) proporcionaba un paralelo epigráfico en una pieza muy similar procedente de Heedernheim (Frankfurt, Alemania), cuyo texto reza: (centuriae) Val(erii) Flavini; Iuli Secundi. Véase la réplica a esta interpretación por parte de Fernández Ibáñez, 2003, pp. 213-221. 24 Ibidem, p. 218.

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corresponde con la indicación de una centuria, por tanto, la lectura más probable sería (Centuriae) Victorini C(ohortis) ˚ I Firm(i). Respecto a la identificación de la unidad, se habían propuesto el ala Parthorum, que la lectura C(ohortis) parece descartar, y la cohors I Gallica, de la que ya contamos con otro testimonio epigráfico en el yacimiento. Aunque la pieza no puede ser asociada a un contexto estratigráfico concreto, ni a otros materiales militares localizados en el mismo sector en el que se exhumó, incluidas las tegulae e ímbrices con las estampillas del ala Parthorum que aparecieron en cuatro zonas distintas de excavación,25 debe tenerse en cuenta que en el transcurso de los trabajos arqueológicos aparecieron dos tegulae fragmentadas con un arranque de sigillum con las siglas «COH».26 A decir de Illárregui, la inscripción del prefecto Cornelianus, la exhumación de fragmentos de cascos con influjos gálicos, la placa ya comentada y el material siglado «COH» constituyen indicios de la presencia de la cohors I Gallica en Herrera de Pisuerga y podrían orientarnos en la interpretación de la unidad en la que sirvió Firmus. Nos inclinamos hacia la misma dirección, pero esos indicios no resultan suficientes para probar la presencia de la unidad, y la interpretación de las siglas «C. I.» como cohors I Gallica resulta muy incierta desde el punto de vista epigráfico; el texto podría tener otro sentido, como los nombres de caballo y caballero, según ha sugerido Le Roux.27 La epigrafía del campamento de Herrera de Pisuerga resulta, pues, no solo escasa, sino también problemática. A la ya mencionada ausencia de testimonios de la legio IIII Macedonica hay que añadir la enorme dificultad para datar y asignar un contenido concreto a la evidencia disponible. En la situación actual, tomando todas las precauciones ya expresadas, tendemos a considerar que los dos monumentos epigráficos, el del prefecto Cornelianus y el del eques L. Antonius Pudens, pueden fecharse a comienzos de la segunda mitad del siglo i d. C. y reflejan la presencia de una cohorte y de un ala de caballería que probablemente correspondan a las documentadas en el lugar gracias a los hallazgos arqueológicos y epigráficos. Más difícil nos parece dar una asignación concreta al aplique del atalaje de caballería mencionado. Por otra parte, el territorio cercano al campamento no cuenta con inscripciones militares relevantes si exceptuamos los termini pratorum, de los que hablaremos seguidamente. El monumento más próximo es una estela funeraria localizada en Castrecías (Burgos) (Cat., n.º 172), que recoge el epitafio de un Elaesus de origen vadiniense, que sirvió entre fines del período julio-claudio y comienzos del flavio en la legio IX Hispana, una vez que esta ya había abandonado la Península, por lo que no se puede relacionar con el ejército de Hispania, sino con un enterramiento de un soldado en su lugar de origen. 5.2.3. Los prata legionis IIII Macedonicae y cohortis IIII Gallorum Uno de los hallazgos más representativos en relación con la legio IIII Macedonica y su campamento son las diecinueve inscripciones localizadas en distintos enclaves entre Herrera de Pisuerga y Reinosa (Iuliobriga), alusivas a los territorios controlados por la Fernández Ibañez, 2003, p. 221. Illárregui Gómez, 2002, pp. 162-163, que cita, además, la presencia de las mismas siglas en recipientes cerámicos de morfología diversa recogidos por Morillo. 27 Le Roux, 2007, p. 486, n. 13. 25 26

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legión acantonada en la región cántabra, y las otras aparecidas en los límites orientales del conventus Asturum y los occidentales del Cluniensis, referentes a la cohors IIII Gallorum. Se trata de los llamados termini pratorum legionis IIII, que actúan como delimitadores de un espacio físico que ha sido interpretado como territorium militar de forma muy controvertida. En esencia, no se trata de documentos que formen parte del interés central de nuestro trabajo, pues no son los soldados los que en ellos se representan, ni siquiera como colectividad; pero sí aparecen como elemento central del monumento la legión y sus espacios de acción inmediata en la región. La forma y condición del territorio que delimitan estos termini es una cuestión difícil de determinar, pero se trata de documentación de gran utilidad para comprender la relación de las legiones de Hispania con su espacio inmediato y la integración de las mismas en el espacio de la provincia Citerior. Contamos con dos grupos de testimonios. El primer conjunto está compuesto por diecinueve termini, dieciocho de los cuales señalan la separación entre el ager Iuliobrigensis y los prata legionis IIII, y el otro la separación entre el ager Segisamonensium y los mencionados prata; los textos son idénticos —con el encabezamiento Terminus Augustalis e indicación de la división entre los agri— y los soportes y la paleografía evidencian que pertenecen todos al mismo período y mano. El segundo conjunto lo forman nueve textos, muy similares a los del primer grupo, encabezados por la fórmula ex auctoritate Tib(eri) Claudi Caesaris, que permite fecharlos bajo el reinado de Claudio; en este caso, el deslinde se hace entre el ager de los Bedunienses y los territorios explotados por la cohors IIII Gallorum.28 Cabe suponer que bastantes de los monumentos fueron desplazados varios kilómetros desde su posición original hasta su lugar de hallazgo, aunque ello no impide hacerse una idea aproximada de la localización de los territorios que mencionan. Los lugares de hallazgo de los termini de la IIII Macedonica (Henestrosa de las Quintanas, Villaisidro, Cuena, San Vítores, Hormiguera, Valdeola, Las Quintanillas y Castrillo del Haya) se sitúan muy próximos unos de otros, entre 30 y 40 km al norte en el valle del Pisuerga, donde está emplazado el campamento, y delimitan el confín septentrional, mientras que el terminus de Segisamo, hallado en Villaisidro de Sasamón, delimita el confín meridional. El significado preciso de los monumentos y los territorios que demarcan es una cuestión no resuelta definitivamente.29 Las características formales de los termini no permiten establecer diferencias, ni conceptuales ni cronológicas, entre ellos, que han de considerarse como un conjunto unitario con una función definida. Su interpretación Una recopilación completa de los textos epigráficos en Le Roux, 1982, pp. 109-114. La cuestión de los territorios de las legiones y el caso hispano han sido tratadas por diversos autores a los que remitimos para una exposición más completa. Para el aspecto general del territorium militar, cf. Schülten, 1894, pp. 481-516; Mocsy, 1967, pp. 211-214; Rüger, 1968, p. 51; y Vittinghoff, 1968, pp. 132-142 y 1974, pp. 109-124. Para el caso de los termini militares de Hispania, cf. Vittinghoff, 1970, pp. 337-352: García y Bellido, 1974, p. 119; Roldán Hervás, 1974, pp. 196-197; González Echegaray y Solana Sainz, 1975, p. 157 y ss.; Le Roux, 1982, pp. 114-118; e Iglesias Gil y Gutierrez, 1999, pp. 87-105. Cabe señalar especialmente otros trabajos recientes que estudian los monumentos pormenorizadamente y ponen al día el estado de la cuestión, cf. Cortés Bárcena, 2009, pp. 91-101 y, sobre todo, 2013; Iglesias Gil, 2010, pp. 93-115; Abascal Palazón, 2008, pp. 77-95; y Morillo Cerdán y Durán Cabello, 2017, pp. 511-536. 28 29

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resulta delicada, ya que pone sobre la mesa la cuestión de los prata a la luz del derecho romano, concretamente la administración del suelo y su función económica.30 Los trabajos de orden general habían centrado sus miras en la documentación epigráfica renana y danubiana, más tardía que los termini hispanos que se pueden fechar, unos en el período augusteo-tiberiano, con ciertas reservas, y otros bajo el reinado de Claudio. La investigación actual, aplicada al caso hispano, tiende a considerar que los prata no conformaban un todo uniforme y, sobre todo, que se trata de un concepto que ha de ser contemplado desde una perspectiva estrictamente práctica y en ningún caso jurídica. Se trataría, pues, de terrenos que la legión aprovechaba para aprovisionarse de lo que precisaba en su asentamiento: forraje y pastos para el ganado, cereal, agua y madera, entre otros muchos elementos.31 Parece que los prata militaria hispanos no consistían en el campamento militar y su territorium, ni en una serie de localizaciones concretas separadas del campamento e intercaladas con otras tierras pertenecientes a otros posesores.32 Dado que la posesión y la administración del suelo en las provincias imperiales dependían solo del emperador, el ejército no podía ser en ningún caso su propietario jurídico.33 El ejército no administraba a título de propietario el territorio en el que se asentaba, sino que este estaba sometido a la jurisdicción imperial directa. En un entorno alrededor de las guarniciones que no podemos definir con exactitud, los soldados debían aprovechar los recursos que les ofrecía el terreno para acopiar madera con que calentarse y fabricar objetos, recoger forraje para los caballos y bestias de tiro o alimentar a los animales destinados a ser consumidos, pero su sueldo, vestimentas y alimentación estaban ligados a la administración provincial, no al territorio. En definitiva, el asentamiento de un ejército de ocupación permanente precisaba de medidas que pudiesen cubrir las necesidades básicas de los soldados para realizar sus funciones, por tanto, podemos considerar que la delimitación de estos territorios adquiere un sentido completamente espacial y práctico, pero en ningún caso constituye un acto jurídico. Dicho esto, las dimensiones reales del terreno que utilizó la legio IIII en su ámbito de acción inmediato son difíciles de determinar. La concentración de un buen número de termini en localidades próximas entre sí, todas ellas situadas al norte del campamento del valle del Pisuerga y el confín con el ager Iuliobriguensium, hacen verosímil que el territorio se extendiese alrededor de unos 25 km hasta su límite septentrional. Más conflictivo es el límite sur con el ager Segisamonensium, que recoge uno de los epígrafes. Según Vittinghoff, debería considerarse que no todo el espacio desde el campamento a Sasamón constituía un territorio único, sino que habría terrenos o parcelas concretas destinadas a diversas necesidades de la unidad, como los talleres cerámicos o pastos para el forraje. Sobre las diferentes hipótesis sobre su función, cf. Le Roux, 1982, pp. 114-117; Vittinghoff, 1974, p. 109. 31 En este sentido los define Le Roux (1982: 116), que, además, hace hincapié en la expresión en plural de la terminología literaria y epigráfica referente a los prata, que confirma que no formaban parte de un todo; el inter cohortem Gallorum IIII es un fiel reflejo. 32 La asociación directa entre prata y territorium militaris la debemos a Mòcsy, y la disociación en el territorio a Vittinghoff; vid. nota anterior con la bibliografía pertinente. 33 Sobre esta idea y la legislación romana sobre el suelo aplicable a la Citerior, cf. Le Roux, 1982, p. 117. 30

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Consideramos más ajustados los planteamientos de Le Roux, que señala que los límites del territorio de uso de los militares no hubieron de estar estricta y sistemáticamente delimitados en el período altoimperial y que, probablemente responderían a las necesidades específicas de cada unidad y los recursos disponibles del propio territorio. El estudioso francés considera el llamado Itinerario de barro, del que ya hemos hablado, como un testimonio valioso y representativo del esfuerzo de la administración por adaptarse a las circunstancias concretas. En este marco, los términos prata y territorio militar no pueden ser identificados en la medida en que la definición del segundo no era rígida, sino flexible y sujeta al sentido práctico. Buena muestra de ello sería la elección de dos civitates, Iuliobriga y Segisamo, que, en el período augusteo, cuando podemos datar los termini de la legio IIII, serían núcleos capaces de concentrar y acoger a una determinada cantidad de población en una región caracterizada por su poblamiento irregular. Precisamente porque en estos territorios la mayor parte de la población se concentraría en estos nuevos núcleos, y porque estos no precisarían de un gran espacio de ager publicus, este último sería susceptible de reconfiguración para albergar el asentamiento en buenas condiciones de una legión.34 Una situación similar debemos imaginar para los territorios asociados a la cohors IIII Gallorum, aunque en época ligeramente más tardía. Sus prata tampoco responderían al concepto jurídico de posesión y administración directa, sino más bien al de espacio donde entrenarse y proveerse. La colocación de los termini en distintos puntos del conventus Asturum, en las proximidades del Valle de Vidriales, donde estaba Petavonium, otra de las grandes bases legionarias, respondería al movimiento de tropas y a la adaptación específica de la configuración del territorio a las mismas. Le Roux ya señaló que la proximidad de los termini con el campamento mencionado lleva a pensar que los prata de la legio X Gemina no debieron diferir mucho en su extensión y localización de los de la unidad auxiliar mencionada. En suma, habría que contemplar los termini que definen los prata legionis de la Citerior como una muestra de la integración del ejército en el territorio de la provincia y de su contribución a la articulación del mismo, pero no desde un punto de vista legal ni económico, sino más bien fiscal y administrativo, siendo el ejército el representante directo de la autoridad imperial. Los termini de la legio IIII Macedonica analizados constituyen el único testimonio epigráfico de contenido militar fechado estrictamente en el período augusteo en todo el sector Duero-Ebro. Los monumentos de Herrera de Pisuerga son esencialmente flavios y posteriores a la partida de la legio IIII a Mogontiacum, y la epigrafía datada en época julio-claudia se reduce a cuatro ejemplares sobre los 29 totales, todos ellos dispersos en el territorio y con contenidos muy diversos. 5.2.4. La statio Segisamonensium Siguiendo el recorrido geográfico organizado por tipos de espacios con presencia militar en los centros del sector Duero-Ebro, trataremos en primer lugar una de las inscripciones más relevantes del corpus, el altar del beneficiarius Aelius Maritimus, que señala la existencia de una statio beneficiariorum en Segisamo (Sasamón, Burgos) (Cat., n.º 178).

Le Roux, 1982, p. 118.

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Tabla 69. Inscripción de la statio Segisamonensium y epigrafía militar asociada a posibles stationes en la provincia Citerior. N.º Tipo de inscripción/ Localización Cat. Soporte

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N.º Cat. 178

Amaya (Burgos)

Votiva/altar

Dedicatoria (sí votiva)

Militar

[I(ovi) O(ptimo) M(aximo) Iun(oni?) Regin] a[e(?)] [et Genio(?)] sta [t]ionis ˚ Segi samonensium

Aelius Maritimus

Rango/ Unidad

Beneficiarius/ legio VII Gemina

Cronología



Texto [I(ovi) O(ptimo) M(aximo) Iun(oni?) Regin]a[e(?)] /[et Genio(?)] sta/[t]ionis ˚ Segi/Samonensium/ [-] ˚ Aelius Mari/timus ˚ b(ene)f(iciarius) ˚ co(n)s(ularis)/exedram ˚/cum ˚ basi/d(e) s(uo) f(aciendum) c(uravit)

Se trata de un altar de piedra caliza fragmentado, con un voto del que hemos perdido las divinidades a las que se consagró.35 El voto, fechado entre fines del siglo ii d. C. y mediados del iii, fue emitido por el beneficiarius consularis Aelius Maritimus que, a la vez, costeó de sus propios fondos una exedra cum basi (statuae). La inscripción no se había puesto en relación directa con la existencia de un emplazamiento militar hasta hace unas décadas.36 El epígrafe fue localizado en Amaya (Burgos), aunque procede, con seguridad, de la propia Sasamón, enclave con cierta tradición de carácter militar, ya que el lugar ha sido propuesto como posible campamento de la legio IIII Macedonica o de una de sus vexillationes en época de las guerras cántabras y, posteriormente, como mansio viaria en la calzada entre Italia y Asturica Augusta.37 Las excavaciones arqueológicas en Sasamón han documentado una secuencia habitacional que abarca desde la II Edad del Hierro hasta la Antigüedad Tardía.38 Sin embargo, la principal evidencia para sustentar el carácter campamental del lugar en época augústea es el hallazgo en la cercana localidad de Villaisidro de uno de los termini fechado en esta época, en los que aparece mencionada la legio IIII Macedonica.39 Ahora bien, no contamos con evidencia alguna de la existencia del campamento, por probable que pueda ser a la luz de la documentación arqueológica. Por otra parte, tampoco ha aparecido resto alguno de instalación que

Gómez-Pantoja, 1992, pp. 259-273. Este es uno de los dos trabajos de referencia, junto a otro más reciente de Le Roux, para abordar el análisis del altar y la cuestión específica de la statio Segisamomensium. Cf. Cat., n.º 178: descripción para las características formales del soporte. 36 Hübner (CIL II, 2915 y p. 32) ya se hace eco del hallazgo, lo mismo que Domaszeswki, pero fue Gómez-Pantoja el primero en dedicarle a la pieza un estudio completo y en poner de manifiesto su importancia para el conocimiento de las instalaciones militares en la Citerior. Cf. Gómez-Pantoja, 1992. 37 Floro. Epítome, II, 33, p. 48; Orosio. Historia, VI, 21, p. 3; Itinerario Antonino, 395, p. 24; Ravennate, IV, p. 25; Plinio. N. H., II, p. 26; y Ptolomeo, VI, p. 25, en uno y otro sentido. 38 Abásolo Álvarez, 1975, pp. 127-132. 39 CIL II, 5087; y González Echegaray y Solana Sainz, 1975, pp. 193-194. 35

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recuerde a una statio. Los testimonios contemporáneos de la inscripción son escasos en Sasamón y no proporcionan evidencias sobre la cuestión que nos ocupa. Los estudios realizados sobre las stationes, concretamente sobre aquellas de carácter militar, como las localizadas en Osterburken (Germania Superior) y Sirmium (Pannonia), han permitido profundizar a la investigación sobre la fisonomía y las funciones de estos emplazamientos en época altoimperial.40 Este vocablo define un tipo de instalación que comprendería, por una parte, los edificios donde se alojarían los beneficiarii responsables del funcionamiento del complejo, y, por otra, un espacio sacro que está presente en todos los establecimientos y que tenía un papel relevante en el funcionamiento de todos los enclaves. Las funciones específicas que desempeñaron esta suerte de «puestos avanzados» permanecen todavía oscuras. Gracias a las fuentes literarias, sabemos que Augusto mandó construir stationes militum en sitios dónde era precisa la actuación de tropas.41 Las llamadas stationes beneficiariorum se integraban en este marco general y hemos de considerarlas precisamente como sedes de ese tipo específico de officiales del ejército, que servían bajo la autoridad directa del gobernador provincial, que les encomendaba una suerte diversa de misiones a lo largo de los territorios administrados por él.42 Un análisis detenido de la situación de estos establecimientos pone en evidencia que se localizaron en importantes vías o nudos de comunicación y también en torno a las zonas de explotación minera, al menos en aquellas provincias en las que la evidencia disponible resulta más clara, Noricum, Pannonia y Dalmatia; a estos lugares habría que añadir balnearios y surgencias termales y otros caracterizados por la significativa afluencia tanto de militares como de civiles.43 Estas localizaciones permiten especular con un amplio abanico de funciones que podrían haberse desempeñado en las stationes: control viario, controles policiales, recaudación de impuestos o gestión logística de los territorios mineros.44 Todas estas posibilidades son perfectamente aplicables a la inscripción que nos ocupa procedente de Segisamo, situada en plena vía XXXII del Itinerario Antonino. La vía conectaba la capital del conventus Asturum, donde se centralizaba la administración del oro del noroeste, y Legio, la principal base militar a partir del período Flavio, con la capital provincial. La conexión entre Tarraco y el sector militar resultaba crucial en la relación entre el gobierno provincial y el ejército y para garantizar el transporte del oro hacia la capital, labor en la que también participaría el ejército. Igualmente,

Sobre las stationes es fundamental el trabajo monográfico reciente coordinado por J. France y J. Nelis-Clément (2014). Otros trabajos más concretos sobre las stationes de beneficiarii han de ser tenidos en cuenta. Cf. Domaszewsky 1902, pp. 158-211, con una recopilación exhaustiva de las posibles stationes imperiales; Wiegels, 1989, pp. 547-466; Fitz, 1977, pp. 269-270; y Nelis-Clément, 2000. Sobre los casos concretos de Osterburken y Sirmium, cf. Schallmayer, 1985, pp. 379-407 y Mîrkovic, 1991, pp. 25-26, solo la noticia del descubrimiento. 41 Suetonio. Aug., XXXII, 3 y Tiberio, XXXVII, 1-2. 42 Sobre las funciones específicas de los beneficiarii, hablamos con mayor detalle en el apartado dedicado a ellos en la epigrafía militar de Tarraco. 43 Nelis-Clément, 2000, pp. 181-192. 44 A este respecto, remitimos al trabajo de Gómez-Pantoja (1992: 270-272), que recoge y expone minuciosamente todas las posibles funciones de las stationes. 40

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muchos de los productos de primera necesidad para la legión y sus cuerpos auxiliares debieron de transportarse por la misma ruta, como parece indicar la presencia de los alfares de Tritium Magallum en las cercanías. En estas condiciones, parecería lógico pensar que la presencia de la statio Segisamomensium tuviese su principal razón de ser en el control de una vía que era de gran relevancia estratégica para la administración de la provincia.45 Cabe considerar también la propuesta de Gómez-Pantoja que vincula el origen de la statio con la previa existencia de un campamento de la legio IIII en Segisamo y el control de los prata legionis y del territorio correspondiente, aunque sujeta a los matices respecto al carácter de los llamados «territorios militares» que hemos expuesto anteriormente.46 Los beneficiarii consularis que servían en estas stationes aparecen documentados fundamentalmente en Tarraco, capital que recoge 19 de los 23 epígrafes peninsulares que aluden a ellos; las cuatro restantes son la de Sasamón, una placa funeraria de Carthago Nova, y dos altares, uno de Saetabis (Játiva) (Cat., n.º 269) y otro de Figueres (Cat., n.º 243), ejemplos que comentaremos más adelante. Las menciones a los beneficiarii legionis que dependían del legatus de cada legión aparecen también en la capital provincial y en algún punto del noroeste hispano, donde están instaladas las bases militares; también contamos con beneficiarii procuratoris al servicio del procurator de Asturica Augusta y la dedicatoria de un centurión a la statio Lucensis en Lucus Augusti, que ya hemos tratado anteriormente. No contamos con mención explícita de la legión en la que sirvió Aelius Maritimus, protagonista de la inscripción de Sasamón, aunque por el tipo de rango desempeñado no puede tratarse de otra que la VII Gemina. Este epígrafe junto con el ya mencionado de Lugo son los únicos por los que sabemos de la existencia de stationes de beneficiarii en la Península, instalaciones que no han dejado, hasta el momento, ningún tipo de huella arqueológica. Esta situación no se reduce únicamente a Hispania, sino a otras provincias como la Galia e incluso a Italia. Teniendo en cuenta la posición de la statio de Segisamo en relación con el territorio, la consagración de carácter oficial del epígrafe, el tipo de voto, en el que el comitente paga una estatua y una exedra, y su condición de beneficiarius consularis, hemos de considerar este testimonio en el marco de la actividad cultual oficial y muchas veces colectiva que se llevaba a cabo en los pequeños santuarios documentados en las stationes de beneficiarios de época imperial. Los paralelos más importantes son las ya mencionadas estaciones de Osterburken (Germania Superior) y Sirmium (Pannonia), donde se han excavado estructuras interpretables como residencias y oficinas para los militares y recintos sacros provistos de monumentos votivos, en ocasiones hallados in situ. En estos emplazamientos y en otros enclaves militares con santuarios, como Aquincum, Mogontiacum, Narona, Mursa, Novae o Siscia, los beneficiarios consulares veneraron a dioses del panteón romano o al genius del lugar concreto, todas ellas divinidades incluidas en los cultos oficiales.

45

En este mismo sentido, cf. Palao Vicente, 2006, p. 304. Gómez-Pantoja, 1992, p. 272.

46

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5.2.4.1. Stationes de beneficiarii y otras bases militares. Paralelos hispánicos En un trabajo reciente, Le Roux presenta un conjunto de inscripciones alusivas a este tipo de establecimiento en la península ibérica.47 El mismo autor hace hincapié en lo escaso del registro epigráfico de Hispania, que alcanza tan solo los nueve ejemplares de los que las menciones específicas a stationes de beneficiarios se reduce a dos atestiguadas con seguridad, esta de Segisamo y la de Lucus Augusti (Cat., n.º 166), aunque en esta última no tenemos constancia alguna de la presencia de beneficiarios. Cabría, por otra parte, considerar también la presencia de beneficiarii procuratoris en los altares de Villalís de la Valduerna y Luyego (Cat., n.os 041-048). En esta última localidad no contamos tampoco con evidencias arqueológicas de instalación alguna, pero el hallazgo de un conjunto de altares que manifiestan cultos oficiales y estatales y la presencia de funcionarios y beneficiarios parece indicar que podríamos hablar del espacio sacro de una statio, como los que tenemos documentados en Panonia y Germania. En este contexto, debemos llamar la atención sobre una de las inscripciones dispersas en el conventus Tarraconensis. Se trata de un altar de mármol que fue descubierto en Figueres (Iuncaria) (Cat., n.º 243). La pieza, fechada en la segunda mitad del siglo ii d. C., consigna el epitafio de M. Valerius Laevinus, beneficiario consular, probablemente en la legio VII Gemina. El monumento fue dedicado al soldado difunto por su hermano M. Valerius Geminus. En razón del rango del dedicatario, la condición de Iuncaria de mansio situada en las proximidades de la Via Augusta y, sobre todo, la posible presencia de una vexillatio en Emporiae (Empúries), llevaron a algunos investigadores a proponer la existencia de una statio de beneficiarios en Iuncaria, de la que el altar comentado sería prueba.48 La propuesta de que pudiese haber una vexillatio destacada en Empúries se basa en otro de los monumentos epigráficos dispersos en el territorio del conventus Tarraconensis, que aprovechamos para traer a colación. Se trata de un altar votivo de piedra caliza fragmentado y fechado entre los reinados de Antonino Pío y Septimio Severo (Cat., n.º 244). La pieza está dedicada a Iupiter Optimus Maximus, por parte de una vexillatio de la legio VII Gemina sub cura Iuni Victoris centurionis legionis eiusdem, y conmemora el natalicio de la unidad (ob natalem aquilae), en el mismo estilo que los altares de Villalís, a los que recuerda también la morfología del monumento, un gran altar de buena ejecución. Sin duda, la presencia de un voto como este, de carácter eminentemente oficial y realizado colectivamente, y los paralelos mencionados nos indican que, efectivamente, hubo un destacamento de la legión operando en Emporiae comandado por un centurión. El propio M. Laevinus del primer altar mencionado podría haber servido en esta vexillatio, ya que la cronología de ambos epígrafes se mueve en lapsos muy próximos. La presencia de un destacamento de milites septimani en Empúries ha sido asociada con las labores de avituallamiento de la legión, en vista de la posición costera del lugar de hallazgo y su proximidad con la Via Augusta hacia la Galia, y con la posible vigilancia de graneros imperiales, funciones ambas que entrarían dentro de los cometidos desempeñados por el ejército en la provincia.49 Se Le Roux, 2014, pp. 279-287. Sin embargo, no trata exclusivamente las stationes llamadas de «beneficiarios», sino que alude al significado más amplio del término. 48 Nelis-Clément, 2000, p. 193. 49 Concretamente, Le Roux, 1982, p. 241. 47

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ha sugerido que la aparición del vocablo vexillatio, en lugar de la dedicatoria colectiva a cargo de una unidad auxiliar o legionaria, podría indicar que el destacamento estuvo en la zona en el marco de una misión específica asociada con funciones de control del territorio, quizá a causa de desórdenes, y que la estancia no hubo de ser muy prolongada.50 Este último planteamiento encaja bien, a nuestro juicio, con la necesaria definición de vexillatio en términos de operatividad, funcionalidad y temporalidad, acordes con una concepción táctica y estratégica del concepto, no con una definición laxa que comprenda distintas realidades. No creemos, por tanto, que las actividades de este destacamento de la VII Gemina en la zona de Empúries justifiquen la presencia de una statio en la zona, como podría ser la de Iuncaria, hipótesis que, además, se topa con otros problemas que pasamos a señalar. P. Le Roux ha advertido sobre los condicionantes o impedimentos para aceptar la propuesta de la statio en Iuncaria. En primer lugar, existen problemas objetivos en la transmisión del texto epigráfico a pesar de estar conservado, ya que, según se ha podido comprobar, el texto ha sido regrabado posteriormente y quizá alterado.51 Esto nos obliga a ser cautelosos con la lectura de los nombres de los personajes representados, aunque la opción más probable parece la ya mencionada. El principal interrogante que plantea la inscripción está relacionado con los nomina de los dos personajes y la relación entre ambos. La dedicatoria del monumento consigna frater, por parte del dedicante, para referirse al difunto, término que podemos interpretar tanto en clave de lazo familiar como de expresión que refleja la camaradería entre conmilitiones. Por otra parte, ambos individuos presentan los mismos praenomina y nomina, Marcus Valerius, lo que parece favorecer la hipótesis de que se tratase de hermanos. Estos nombres resultan, por lo demás, totalmente comunes entre los soldados de Hispania, lo que no nos permite determinar nada sobre sus origines. Si se tratase de hermanos, la inscripción podría interpretarse como parte del monumento funerario que M. Valerius Geminus, oriundo de la zona de Figueres, levanta para su hermano, que procedía del mismo lugar, por lo que la consideración de una statio allí se vería puesta en entredicho. Si consideramos a los personajes como compañeros en el ejército, el homenaje funerario habría sido levantado por un soldado para un compañero beneficiarius, estando ambos soldados en activo y de servicio en la zona, lo que favorecería la presencia de una statio. No podemos decantarnos con certeza por ninguna de las dos opciones, aunque ambas resultan verosímiles y encajan bien con la situación del ejército en la segunda mitad del siglo ii d. C. en la provincia. En cualquier caso, conviene tener presente la inscripción mencionada a la hora de tratar la documentación epigráfica alusiva a las stationes de beneficiarios.52 En relación con los beneficiarios del ejército de Hispania y las stationes, vale la pena considerar también un fragmento, posiblemente de altar, que conserva restos de un epitafio dedicado matri dulcissimae, por el beneficiario consular Valerius Paternus (Cat., n.º 269). La pieza apareció en Saetabis, en el conventus Carthaginiensis, reutilizada en la mu-

Palao Vicente, 2006, p. 306. Le Roux, 2014, p. 280 e IRC-03, 00014 = IRC-05, p. 083, que tratan con detenimiento la cuestión del regrabado del texto en el que un jurista llamado Pujades habría rellenado las lagunas del texto en base a la comparación de los restos disponibles de los nomina del difunto con otros conocidos. 52 Sobre la inscripción y la existencia de la statio, además de los ya mencionados trabajos de NelisClément y Le Roux, cf. también, Le Roux, 1982, p. 130 y Palao Vicente, 2006, p. 306. 50 51

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ralla medieval de Jativa junto con otros epígrafes funerarios. La editora de la inscripción consideró que la localización de Játiva en el paso de la Va Augusta hacia el sur y la condición del dedicante de la pieza permitían pensar en la posible presencia de una statio en el lugar.53 En primer lugar, conservamos muy poco texto como para extraer conclusiones ciertas en este sentido. A ello habría que añadir que la dedicatoria del monumento por parte del beneficiario a su madre lleva a pensar, más bien, que tanto ella como el propio soldado procedían de esta localidad y que el monumento debe ser puesto en relación con tales origines y visto como un acto de pietas familiar por parte del beneficiario. No podríamos, pues, considerar la pieza como parte de la documentación posible para las stationes hispanas.54 Tabla 70. Inscripciones militares en la provincia Citerior asociadas a posibles stationes. N.º Tipo de inscripción/ Localización Cat. Soporte

Dedicatoria (sí votiva) [I(ovi) O(ptimo) M(aximo) Iun(oni?) Regin] a[e(?)] [et Genio(?)] sta[t] ionis ˚ Segi samonensium Invic(to) ˚ Mithrae in honorem stationis Lucensis et ˚ Victoriorum Secundi et ˚Victoris

Militar

Aelius Beneficiarius/leg. Maritimus VII Gem.

Amaya (Burgos)

Votiva/altar

Lugo 166 (Lucus Augusti)

Votiva/altar

Figueras 243 (Gerona) Iuncaria

Funeraria/altar

-

Votiva/altar

I(ovi) ˚ O(ptimo) Vexillatio ˚ M(aximo) ob Iulius ˚ na[ta]lem ˚ Victor Aquilae

178

Ampurias 244 (Gerona) Emporiae

Rango/Unidad

Cronología

Fin siglo ii d. C.

G. Centurio/legio VII Siglo iii d. C. Victorius Geminae (211-217 d. C.) Victorinus

M. Valerius Laevinus

Beneficiarius/leg. VII Gem.

/2 siglo ii d. C.

2

Vexillatio/leg. VII 3 /3 siglo ii d. C. Gem. (A. PíoCenturio/leg. VII S. Severo) Gem.

Játiva Valerius Beneficiarius/leg. 2 269 (Valencia) Funeraria/estela /2 siglo ii d. C. Paternus VII Gem. Saetabis N.º Texto Cat. [I(ovi) O(ptimo) M(aximo) Iun(oni?) Regin]a[e(?)] /[et Genio(?)] sta/[t]ionis ˚ Segi/Samonensium/ 178 [-] ˚ Aelius Mari/timus ˚ b(ene)f(iciarius) ˚ co(n)s(ularis)/exedram ˚/cum ˚ basi/d(e) s(uo) f(aciendum) c(uravit)

Cebrían Fernández, 1995, p. 277. En el mismo sentido se expresan Nelis-Clément (2001: 193) y Palao Vicente (2006: 307).

53 54

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N.º Cat.

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Texto

Invic(to) ˚ Mithrae/G(aius!) ˚ Victorius Vic/torinus ˚ |(centurio) leg(ionis) VII G(eminae)/Antoninianae 166 P(iae) F(elicis) /in honorem sta/tionis Lucensis /et ˚ Victoriorum /Secundi et ˚Vic/toris lib(ertorum) suor/um ˚ aram po-/suit ˚ libenti ˚ /animo ˚ D(is) ˚ M(anibus) / M(arco) ˚ Val(erio) ˚ Lavino / b(ene)f(iciario) ˚ co(n)s(ularis) ˚ M(arcus) ˚ Val(erius) 243 / Geminus ˚ fra/tri ˚ optimo I(ovi) ˚ O(ptimo) ˚ M(aximo) /vexillatio /[l]eg(ionis) ˚ VII ˚ G(eminae) ˚ F(elicis) /[s]ub ˚ cura /[I]uni 244 ˚Victo/ris |(centurionis) ˚ leg(ionis) ˚ ei/[u]sdem ˚ ob ˚ na/[ta]lem ˚ Aquilae 269 --- / matri ˚ dul/cissimae /Val(erius) ˚ Paternus / filius b(ene)f(iciarius) ˚ c(on)s(ularis) Excluimos aquí los altares de Villalís y Luyego, considerados en el capítulo anterior.

*

5.2.5. Uxama Argaela (Burgo de Osma) En el sector Duero-Ebro nos interesa destacar dos inscripciones votivas, una procedente de Burgo de Osma (Uxama Argaela) y otra de Tiermes (Termes) o sus alrededores, en el conventus Cluniensis, no lejos de la propia Sasamón. La primera de ellas es un fragmento de altar muy deteriorado (Cat., n.º 171), que conserva íntegro un escueto voto consagrado a Fortuna a cargo de Q. Caecilius Tertius, soldado de la legio VII Gemina. La inscripción se ha fechado en un período relativamente amplio entre fines del siglo i d. C. y mediados de la siguiente centuria. Los votos a Fortuna son relativamente frecuentes en el medio militar,55 siendo una de las divinidades más veneradas por estar fuertemente relacionada con los establecimientos termales de los recintos castrenses, tal y como ya apuntamos más arriba. Es de reseñar, asimismo, que los dedicantes de los votos a esta divinidad fueron esencialmente mandos de las unidades militares auxiliares y, en menor proporción, centuriones y legados legionarios. La documentación hispana se muestra peculiar en este sentido, siendo gran parte de ella muestra de devociones particulares de soldados. En este sentido, debemos interpretar la inscripción de C. Tertius. La onomástica, totalmente corriente entre los soldados de Hispania, no nos proporciona evidencia alguna sobre su procedencia, tan solo podemos certificar que se encontraba en activo en el momento del voto; tampoco estamos en disposición de asegurar un escenario concreto para el epígrafe. Parece probable que hubiese una vexillatio de septimani operando en la zona, pero no podemos descartar que el monumento fuera consagrado a Fortuna por un soldado que regresaba a su patria de forma temporal, quizá para pedir por una sanación o acudir a un balneario. La detección de posibles vestigios de establecimientos militares en Uxama56 y la presencia de otra inscripción votiva dedicada por un miles septimanus en Tiermes hacen que nos inclinemos por la opción del destacamento, pero sin certeza alguna. A ello habría que añadir que en Duratón (Confluentia),

Hemos tratado en profundidad la cuestión de las consagraciones a esta diosa en los ámbitos militares en el capítulo correspondiente al campamento de Petavonium, a propósito de la dedicatoria del prefecto Versenus Aper. Vid. supra apartado 3.5.6.2: «Lucius Versenus Aper y el culto a Fortuna». 56 García y Bellido, 1971b, pp. 151-152 y Le Roux, 1982, p. 182, n. 38. 55

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a unos 60 km al suroeste del Burgo de Osma, apareció otro altar dedicado a la Fortuna Balnearis por Q. Valerius Bucco, soldado de la legio II Augusta, que podría responder también a una misión concreta en relación con las aguas curativas (Cat., n.º 196).57 Tabla 71. Inscripciones militares de Uxama y su entorno. N.º Tipo de inscripción/ Dedicatoria Localización Cat. Soporte (sí votiva) 006

Burgo de Osma, Soria (Uxama)

171

Burgo de Osma, Soria (Uxama)

Funeraria/estela

Votiva/altar

Militar

Rango/Unidad

Cronología

-

T. Valerius Veteranus/legio Goliara XXII Primigenia

Fin siglo i d. C.-princ. siglo ii d. C.

Fortunae

Q. Caecilius Miles/legio VII Tertius Gem.

Siglos i-ii d. C. (Fin siglo i d. C.- mediados siglo ii d. C.)

N.º Cat.

Texto

006

D(is) M(anibus)/T(ito) ˚ Val(erio) ˚ Goliarae/mil(iti) ˚ in ˚Germ(ania) ˚l(!)/leg(ione) ˚XIIX ˚Octav/ia ˚Elae ˚marit o/[---] optimo/---

171

[F]ortunae /Q(uintus) ˚ C[aeci]lius /Ter[ti]us /m(iles) [leg(ionis)] VII G(eminae) ˚ F(elicis)/v(otum) ˚ s(olvit) ˚ l(ibens) ˚ m(erito)

Tabla 72. Inscripciones militares de Termes y su entorno. N.º Tipo de inscripción/ Dedicatoria Localización Cat. Soporte (sí votiva) 177

Montejo de Tiermes, Soria (Termes)

183

Tiermes, Soria (Termes)

N.º Cat. 177 183

Votiva/altar

Incierta/placa

Militar

Rango/Unidad

Marti (sacrum)

L. Valerius Miles/legio VII Falernus Gemina Cotoninus

-

G. Iulius [---]

Praef. coh./ desconocida Trib. mil./Leg.? Praef./alae?

Cronología

Siglo iii d. C.

1/4 siglo ii d. C.

Texto L(ucius) ˚ Val(erius) ˚ Falernu[s]/[C]otoninu(s)/mile[s] ˚ leg(ionis)/VII ˚ G(eminae) ˚ P(iae) ˚ F(elicis) ˚ v(otum) [s(olvit)]/Marti ˚ G(aio!) ˚ Iulio [---] /Pompe[---] /praef(ecto) ˚ coho[rtis ---] /trib(uno) ˚ mil(itum) ˚ l[eg(ionis)--]/p[raef(ecto) alae---?]

A esta inscripción y sus posibilidades de interpretación y contextualización ya nos referimos con detalle en el apartado 3.5.6.2: «Lucius Versenus Aper y el culto a Fortuna». 57

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401

La presencia de este monumento en Uxama ha sido empleada, junto con los resultados parciales de unos primeros trabajos arqueológicos, para plantear la existencia de más de un campamento o establecimiento militar en este enclave. A pesar de que no se han realizado prospecciones sistemáticas ni se ha excavado el lugar, hay cierto consenso en situar tres recintos diferentes, probablemente todos de carácter auxiliar, en las proximidades del Burgo de Osma.58 Gracias a fotografías aéreas sabemos que el principal es una estructura de unas dos o tres hectáreas, situada a 1 km al sur de la ciudad, con esquinas redondeadas y orientada de norte a sur, con un posible terraplén y un foso defensivo, capaz de albergar a una unidad auxiliar, cohorte o ala de quinientos hombres, o bien a una vexillatio legionaria. Su situación, en un llano ligeramente elevado en la margen izquierda del río Ucero, asegura el aprovisionamiento de agua y víveres y proporciona una buena visibilidad del territorio. Los arqueólogos justifican la existencia de este campamento, próximo a las vías que conectaban la meseta con el noroeste y la propia Uxama con Segovia, por la presencia de una vexillatio legionaria encargada, en principio, de la supervisión de diversas obras públicas en el marco del papel del ejército en la construcción y mantenimiento del entramado viario y la fortificación urbana.59 También en el entorno del Burgo de Osma apareció una estela decorada dedicada al veteranus T. Valerius Goliara (Cat., n.º 211), que sirvió fuera de la península ibérica; por tanto, el monumento no puede ser considerado, en función del territorio, más que como testimonio del reclutamiento temprano de soldados hispanos en unidades de época augústea y del regreso a sus lugares de origen una vez convertidos en veteranos. Estos veteranos hubieron de ejercer un notable influjo romanizador en sus comunidades locales. Según el epitafio, Valerius Goliara sirvió en la legio XII Primigenia en Germania. El cognomen Goliara constituye un hapax en el CIL y probablemente refleje formas onomásticas indígenas. Por otra parte, la peculiar representación esquemática y bastante tosca del difunto ataviado con túnica talar, gladius y scutum responde al modelo de los conocidos stehende Soldaten, propio de los ámbitos militarizados renanos y danubianos, lo que demuestra que el veterano importó a la Península una moda adoptada en su territorio de servicio.60 Cerca de la antigua Termes (Montejo de Tiermes), a unos 30 km al sur de Uxama, apareció una inscripción funeraria de otro soldado de la legio VII Gemina muerto en activo, cuya onomástica no permite vincularlo con esta región del conventus Cluniensis.

Sobre los campamentos detectados en Uxama y sus proximidades, García Merino (1996: 269274 y 2007: 324-325) ya había advertido sobre la detección de un recinto por medio de fotografía aérea y prospección superficial; más recientemente, Didierjean, Morillo y Petit-Aupert (2014: 149-180) acreditan evidencias de la existencia de dos campamentos más en la zona, detectados también con vuelos y fotografía aérea. Sobre su fisonomía poco sabemos más allá de las medidas, que indican que no se trató de grandes establecimientos. 59 García Merino, 2007, p. 325. 60 Respecto a esta pieza, cabe destacar un recientísimo trabajo de J. Gómez Pantoja, resultado de una comunicación para un seminario celebrado en la Universidad de Alcalá, en el que se despejan definitivamente las dudas sobre la legión en la que sirvió el veterano y se retrasa la datación de la pieza a fines del siglo i d. C. o la primera mitad del siglo ii d. C., planteamientos con los que coincidimos plenamente. Esperamos, por otra parte, poder trabajar de forma monográfica sobre esta interesantísima estela funeraria en un futuro cercano. 58

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Se trata de un altar de piedra caliza local dedicado a Marte por L. Valerius Falernus Cotoninus (Cat., n.º 177), que los editores fecharon a lo largo del siglo iii d. C.61 Se trata de un voto de carácter privado, que expresa una devoción particular del soldado al dios en su vertiente netamente romana, sin ninguna asimilación con divinidades indígenas ni epíteto. El culto a Marte es frecuente en esta parte del conventus Cluniensis no solo entre los militares, sino también entre la población civil. Contamos con cuatro inscripciones debidas a civiles y tres monumentos que corrieron a cargo de sendos militares que operaron en la zona.62 La presencia de estas dos inscripciones de soldados en activo de la misma legión, en sitios tan cercanos y ubicados en las proximidades de las vías XVII y XXIV del Itinerario Antonino, ha llevado a algunos investigadores a proponer la presencia de una parte de la legión destacada, y probablemente acantonada, en esta zona vinculada a un puesto de guardia o una statio.63 La presencia de dos soldados en activo y la localización de Uxama y Termes junto a las vías principales de comunicación y los citados campamentos parecen indicar que, efectivamente, un destacamento de la legio VII Gemina hubo de operar en la zona, al menos durante un tiempo. A la vista de la escasa evidencia arqueológica y epigráfica, no podemos saber si se trataba de uno o varios pequeños recintos destinados a acoger a una vexillatio, más que campamentos propiamente dichos, o de una statio o un puesto avanzado, o si todos ellos son contemporáneos o corresponden a fases diferentes. Con todo, ciertos aspectos nos obligan a ser cautelosos con este planteamiento. En primer lugar, los trabajos arqueológicos en Uxama distan mucho de ser suficientes para extraer argumentos concluyentes en este sentido; en segundo lugar, la cronología imprecisa propuesta para las dos inscripciones votivas de soldados de la VII Gemina —primera mitad del siglo ii d. C. para la pieza del Burgo de Osma y el siglo iii d. C. para la de Tiermes— nos obligarían a considerar que la presencia del destacamento legionario en la zona se habría prolongado durante un período considerablemente largo. 5.2.6. Augustobriga (Muro de Ágreda-Añavieja) De Augustobriga (Muro de Ágreda) y su entorno inmediato conservamos tres epígrafes votivos debidos a militares, dos de ellos procedentes de Añavieja-Muro de Ágreda y el otro de Arancón, entre Augustobriga y Numancia (Cat., n.os 175, 184 y 190). Su fundación se ha ido retrasando cronológicamente a medida que ha avanzado la investigación,64 hasta que hace un decenio se ha postulado un origen republicano del en Gómez-Pantoja y García Palomar, 1998, p. 57, n. 264. Curiosamente, esta pieza no aparece recogida en los principales trabajos monográficos sobre la religión del ejército romano de Hispania, especialmente en el más reciente de Andrés Hurtado (2005). 62 Los votos a cargo de militares en Cat., n.º 175 (Añavieja/Augustobriga), Cat., n.º 184; (Añavieja/ Augustobriga) y Cat., n.º 190 (Arancón/Numantia). Los debidos a civiles: Calderuela (CIL II, 2834), Garray (Jimeno, 1980: n. 9), Pinilla del Campo (Jimeno, 1980: n. 24) y Villar del Campo (HEp, 1994, 4: 838, con bibliografía). 63 Palao Vicente, 2006, p. 305. El autor advierte sobre la cercanía de los yacimientos auríferos del Jadraque, que también podrían estar relacionados con la presencia militar en la zona 64 Sobre dicha evolución de la investigación, cf. Saavedra Moragas, 1861, p. 53; Taracena Aguirre, 1941; Taracena y Tudela, 1973, p. 225; y Romero Carnicero, 1992, p. 711. 61

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clave; basándose en los hallazgos de cerámica campaniense en distintos puntos del solar urbano y modificando la cronología de la muralla, definitivamente se ha establecido el nacimiento de Augustobriga como campamento militar en el marco de las guerras celtibéricas. La dispersión de la cerámica campaniense traza un recinto de planta trapezoidal que posteriormente se transformaría en oppidum y, tras la conquista de la Península, en civitas y mansio situadas en el paso de la vía XXVII del Itinerario Antonino, entre Asturica Augusta y Caesaraugusta.65 Tabla 73. Inscripciones militares de Augustobriga y su entorno. N.º Tipo de inscripción/ Localización Cat. Soporte 175

Añavieja (Soria) Augustobriga

184

Añavieja (Soria) Augustobriga

190

Arancón (Soria) ¿Numantia?

Dedicatoria (sí votiva)

Militar

Rango/ Unidad

Cronología

Marti (sacrum)

C. Petronius Maternus

Missicius/ desconocida

Siglo i d. C. 68-fin siglo i d. C.

Votiva/altar

Marti

Marcellus Caius Q. Pentus

Equites/ala I Aug. Centurio/¿ala I Aug.?

Siglo i d. C. (Augusto-68 d. C.)

Votiva/desconocido

Marti Augusto

M. Octavius Paternus

Miles/ desconocida

?

Votiva/altar

N.º Cat.

Texto Marti/C(aius) ˚ Petron/ius ˚ Matern/us ˚ Q(uinti) ˚ f(ilius) mi/ssicius /v(otum) ˚ s(olvit) ˚ l(ibens) ˚ m(erito)

175 184

Marcellus/et Caius/Q(uinti) ˚ Penti ˚ c(enturionis)/f(ilii) ˚ eq(uites) ˚ al(ae) ˚ I/Aug(ustae) ˚ Mar/ti ˚ v(otum) ˚ s(olverunt)/l(ibentes) ˚ m(erito)

190

Aug(usto) ˚ Marti(?)/M(arcus) ˚ Octavius/Paternus ˚ miles ˚ ann(orum) ˚ XX/obiit ˚ B ˚ N ˚ Br/ateo ˚ p(ater) ˚ f(aciendum) ˚ c(uravit)

Las tres inscripciones, todas ellas altares elaborados en piedra caliza local, están consagradas a Marte, las dos de Añavieja sin epíteto y la procedente de Arancón con la invocación Mars Augustus. Esta región acapara la mayor concentración de culto a Marte entre los militares de toda la península ibérica. Sin embargo, las inscripciones presentan ciertos problemas en relación con las unidades en las que sirvieron los devotos y la cronología. El primer altar (Cat., n.º 175) fue dedicado por C. Petronius Maternus, que aparece representado como missicius, término sinónimo de veteranus, cuyo uso sitúa el monumento, junto con la estructura del texto, en el reinado de los flavios como muy tarde.66 El voto es escueto y no menciona la unidad en la que sirvió el comitente, que porta tria Arellano et al., 2002, pp. 275-281. Le Roux, 1982, p. 226, n. 189.

65 66

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

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nomina plenamente romanos, sin que estos nos proporcionen datos sobre su procedencia. Le Roux consideró que el veterano habría militado en una unidad auxiliar y habría levantado el monumento una vez que regresó a su lugar de origen, por lo que habría que suponer que procedía de la propia región de Augustobriga. Lo cierto es que ello parece lo más probable, habida cuenta de la ausencia de la unidad en el epitafio y la condición del difunto. La segunda pieza (Cat., n.º 184) presenta una consagración a Marte idéntica a la del primer altar. Los dedicantes son dos equites del ala I Augusta, Marcellus y Caius, que se presentan como hijos del centurión Q. Pentus, que probablemente habría servido en la misma unidad. La pieza se puede fechar en un período ligeramente anterior al del primer altar, en época julio-claudia. Uno de sus aspectos más interesantes es la unidad en la que sirvieron los dedicantes, el ala I Augusta. Existen varias unidades denominadas de esta forma que sirvieron en un amplio territorio imperial a lo largo del siglo i d. C. y resulta complicado asignar a una de las varias conocidas esta inscripción, pero, hasta su aparición, no teníamos constancia de la presencia del ala I Augusta en Hispania.67 La presencia de dos soldados de la misma, hijos de un militar, permite suponer que la unidad estuvo acantonada cerca de este lugar durante las guerras cántabras y el reinado de Augusto, y con seguridad en el período julio-claudio. Cabe considerar aquí la existencia una tessera hospitalis localizada en Clunia, por la cual se establece un hospitium entre los clunienses y C. Terentius Bassus, prefecto de un ala Augusta.68 La pieza se puede fechar por datación consular en el año 40 d. C. La coincidencia de la unidad y la cercanía cronológica de ambas inscripciones, así como la proximidad geográfica de sus localizaciones, nos lleva a pensar que probablemente ambos epígrafes se estén refiriendo a la misma unidad auxiliar de caballería, en la que habrían servido tanto el prefecto que actúa como garante del pacto en Clunia como los dos equites hermanos, y probablemente su padre el centurión Q. Pentus. Quizá sea posible asociar al mismo escenario el altar del missicius que no consigna su unidad, aunque su cronología más tardía nos obliga a ser cautelosos en este sentido; podría tratarse de un soldado oriundo de la zona y reclutado en ella, que hubiese levantado el voto a Marte precisamente con motivo de su licenciamiento y regreso a casa.69 En la línea de lo ya apuntado por Gómez-Pantoja, resulta muy probable que en Augustobriga se emplazase un campamento temporal en el que estuviera acantonada el ala I Augusta. El origen militar republicano constatado del enclave, su probable papel estratégico durante las guerras cántabras, su posición en torno a las vías de comunicación poste-

Gómez-Pantoja, 1987, p. 233. CIL II, 5792 (p. 1050), Peñalba de Castro/Clunia: C(aius) ˚ Laecanio ˚Basso /Q(uinto) Terentio ˚Culleo/ne co(n)s(ulibus) /Clunienes ˚ ex ˚Hispania /citeriore hospitium fe/cerunt ˚ cum ˚ C(aio) ˚ Terentio /Basso ˚C(ai) ˚f(ilio) ˚ Fab(ia) ˚ Mefanate /Etrusco ˚ praefecto ˚ alae /Augustae ˚liberis ˚ posteris/que ˚ eius ˚ sibi ˚ liberis posteri/sque ˚ suis /egerunt ˚ leg(ati) /C(aius) ˚ Magius ˚ L(uci) ˚ f(ilius) ˚ Gal(eria) ˚ Silo /T(itus) ˚ Aemlius ˚ Fuscus. 69 Gómez-Pantoja (1987: 233) que relaciona esta inscripción con el otro altar del ala I Augusta y la tessera hospitalis cluniense para plantear la presencia de un campamento de esta unidad en Augustobriga. 67 68

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5.  LOS CONVENTUS CLUNIENSIS Y CAESARAUGUSTANUS

405

riores en la provincia Citerior son argumentos que hemos de añadir a la significativa concentración de epigrafía votiva militar con la que nos topamos. En relación con este último punto, cabe considerar otro epígrafe votivo aparecido en la localidad de Arancón (Soria), a unos 25 km al oeste de Añavieja y muy próxima a la localidad de Garray, donde se emplazaba la civitas de Numantia (Cat., n.º 190). Se trata de una inscripción perdida, de interpretación y datación muy controvertidas, de la que no podemos asegurar el carácter votivo y, de ser así, no estamos en condiciones de interpretar el sentido del voto con garantías. El tipo de inscripción del que se trata es ciertamente problemático, dado que se restituyó un voto a Marte en razón de la presencia de Aug en la línea 1 y por ser un militar el individuo que aparece representado en la inscripción; es muy poco frecuente en la epigrafía votiva que el soldado exprese su edad; la onomástica del difunto es completamente diferente de la de su padre, que presenta gentilicio indígena;70 la vinculación de Marte al emperador, expresada por el epíteto Augustus, es muy dudosa a juzgar por el gentilicio paterno, por lo que habría que pensar que procedía del ámbito peregrino de la península ibérica y por ello habría erigido un altar en las cercanías de Arancón. Habiendo fallecido a los 20 años de edad, cabría pensar que el dedicante realizó su servicio en una de las unidades de Hispania, pero no tenemos pruebas suficientes de ello. La epigrafía votiva militar de Augustobriga y su entorno presenta tres de los nueve votos consagrados a Marte por parte de los militares en la península ibérica. Sobre el culto a esta divinidad en el ámbito militar de Hispania ya hablamos con detenimiento al tratar el voto a Mars Cemenilus de León;71 no obstante, parece conveniente señalar algunos rasgos particulares de la documentación procedente del conventus Cluniensis. Los dos casos de Añavieja presentan devociones a Marte sin epítetos, rasgo peculiar en el marco del culto a este dios por parte del ejército romano. En los recintos castrenses y otros ámbitos con presencia militar en el territorio imperial, solemos encontrarlo acompañado de epítetos como Militaris, Vltor, Victor o Pacifer, todos ellos propios de las atribuciones guerreras de esta deidad y su particular vinculación con los soldados.72 En los epígrafes de Hispania contamos, igualmente, con algunos epítetos destacados, como Campester (Cat., n.º 116), Augustus (Cat., n.º 225), Sanctus (Cat., n.º 263) o Pater (Cat., n.º 270). Tanto los votos a Marte procedentes de Orense (Cat., n.os 219 y 225) como estos de Soria comparten la ausencia de epíteto, lo que podría estar relacionado con la condición de escenario alejado del conflicto bélico. El Marte peninsular, incluido el de los cultos militares, parece más próximo a las advocaciones de Augustus o Pater que a las propiamente militares.73 En cualquier caso, la concentración de monumentos elevados en honor del dios, sumada a los elementos históricos y arqueológicos antes expuestos, indican la más que probable existencia de una base militar en la zona de Augustobriga, a la que estarían ligados los soldados que en ellos figuran como comitentes. Por esta razón, el lugar podría haber sido también una zona en la que los veteranos que habían Moreno Pablos, 2001, p. 50, n. 25. Vid. supra apartado 3.3.1.5a: «Un testimonio del culto a Marte». 72 Andrés Hurtado, 2005, p. 86 y n. 195, con ejemplos concretos. 73 Ibidem, p. 98. 70 71

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EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

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servido en las proximidades se habrían retirado con cierta frecuencia. Creemos que este es el margo general que mejor explica la presencia de estas inscripciones en el lugar. Como hemos podido comprobar, nuestro conocimiento de los asentamientos militares altoimperiales en el ámbito de la meseta norte, ya fuera del sector militar del cuadrante noroeste, es fragmentario. En los casos en los que conocemos mejor el contexto arqueológico, como el recinto de Herrera de Pisuerga, la epigrafía de los soldados que allí residieron se caracteriza por su escasa representación de las tropas que allí estuvieron acantonadas. Por el contrario, cuando la epigrafía proporciona datos incontestables sobre la presencia de un establecimiento militar, como es el caso de Segisamo, carecemos de conocimiento arqueológico del lugar. Especialmente controvertido es el caso de Uxama y la cercana Termes o Augustobriga, donde la pequeña pero significativa concentración de epigrafía de la legio VII Gemina y de unidades auxiliares anteriores, la posición de los asentamientos respecto al entramado viario de la provincia y la presencia de indicios arqueológicos indican que parte del exercitus Hispanicus estuvo desplegado en la zona, al menos de forma temporal, en época julio-claudia y, posteriormente, en el ii d. C. y quizá en la siguiente centuria. 5.3. Centro y periferia (II). La epigrafía militar en torno al eje viario oeste-este y el interfluvio Duero-Ebro. Conventus Cluniensis Fuera de las bases o entornos propiamente militares, como los campamentos y las stationes, las mayores concentraciones de inscripciones militares en los conventus Cluniensis y Caesaraugustanus se dan en dos de los ámbitos urbanos más destacados de la región, Novaugusta (Lara de los Infantes, Burgos) y la capital provincial, Clunia (Peñalba de Castro, Burgos), ambas caracterizadas por la identificación de talleres epigráficos con rasgos particulares en sus producciones. 5.3.1. Novaugusta (Lara de los Infantes) Contamos con cinco inscripciones funerarias, dos de las cuales corresponden a sendos veteranos de la legio VII Gemina, otras dos pertenecen a un soldado de la legio VI Victrix y dos auxiliares, además de una tercera. Tabla 74. Inscripciones militares procedentes de Novaugusta y su entorno. N.º Cat.

Localización

Tipo de inscripción/ Soporte

170

S. Pedro de Arlanza (Burgos)

Funeraria/ desconocido

Dedicatoria (sí votiva) -

Militar

Rango/Unidad

Cronología

G. Terentius Reburrinus

Veteranus/legio VII Gem. (duumvirus)

Sgs. i-ii d. C. (Fin i d. C. principios ii d. C.

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5.  LOS CONVENTUS CLUNIENSIS Y CAESARAUGUSTANUS

N.º Cat.

Localización

Tipo de inscripción/ Soporte

Dedicatoria (sí votiva)

174

Lara de los Infantes (Burgos) Novaugusta

Funeraria/estela

187

Contreras (Burgos)

407

Militar

Rango/Unidad

Cronología

-

C. Dellius Flavinus

Veteranus/legio VII Gem.

Principios sg. ii d. C.

Funeraria/estela

-

[---] Severus

Miles/legio VI Victrix

Siglo i d. C. 68-siglo ii d. C.

191

Lara de los Infantes (Burgos) Novaugusta

Funeraria/estela

-

Madigenus Laturus

Miles/coh. V Bracarorum

Siglo i d. C. 50-80 d. C.

255

Lara de los Infantes (Burgos) Novaugusta

Funeraria/estela

-

Sempronius Seranus

Miles/ala?

Siglo i-ii d. C.

N.º Cat.

Texto G(aio!) ˚ Terentio [-]/Reburri[no]/veterano [leg(ionis)]/VII ˚ Gem(inae) [Fel(icis)]/(duum)vir(o) her(es) ex [tes(tamento) f(aciendum) c(uravit)?]

170 174

Ca(io) ˚ Dellio Ma(rci)/f(ilio) Pom(ptina) ˚ Fla/vino/veterao/leg(ionis) ˚ VII ˚ G(eminae) ˚ F(elicis)/an(norum) ˚ LXI ˚ De/llius ˚ Flavus

187

[---]IN?[---]/[Quir]ina ˚ Severo/[milit]i leg(ionis) ˚ VI ˚ Vict(ricis)/[anno]rum X[-]III ˚ VI[---]/[---]nus/ [---]IV/[---]?

191

Madigeno ˚ Lat/uro ˚ militi /Covertis ˚ qui(ntae) /Braecarorum /---

255

Semproni/o ˚ Serano /militi ˚ al(a)e /F(---) ˚ an(norum) ˚ XX /soror ˚ fra(tri) ˚

Conviene destacar, asimismo, que los lugares de procedencia de dos de los monumentos no se localizan en la propia Lara, sino en territorios próximos, uno en San Pedro de Arlanza (Cat., n.º 170) y el otro en Contreras (Cat., n.º 174). A este conjunto hemos de sumar una quinta inscripción, esta vez de la propia Lara, que Gómez-Pantoja releyó e incorporó a la nómina de inscripciones militares.74 En orden cronológico, los primeros monumentos a comentar son dos estelas funerarias conservadas incompletas, ambas caracterizadas por incorporar decoración y en las que se representaron militares que sirvieron en unidades auxiliares fuera de Hispania. La primera de ellas es un fragmento de estela de cabecera discoidal de piedra caliza (Cat., n.º 191). La pieza ha perdido todos sus extremos, probablemente por haber sido recortados para su reutilización. La parte superior presenta un campo iconográfico enmarcado por dos molduras. En el espacio interior de la cabecera aparecen representados, de manera tosca y en bajorrelieve, tres guerreros de pie y de perfil, armados todos Gómez-Pantoja, 2014, pp. 282-284; y Cat., n.º 255, con bibliografía pertinente.

74

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

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con largas lanzas empuñadas y, al menos dos de ellos, con escudos ovales miniaturizados. La escena ha de relacionarse con el repertorio de representaciones de guerrero de los talleres de Clunia y la propia Lara de los Infantes, y se puede interpretar, como el caso de otras piezas procedentes de esos talleres, con decoración figurativa, desde el punto de vista del prestigio guerrero y cazador como valores supremos heredados de la mentalidad aristocrática indígena. La condición de militar establecería la conexión entre estos valores y el difunto. El texto recoge el epitafio de Madigenus Laturus, soldado de una cohors V Bracarorum, que puede asimilarse a la cohors V Bracaraugustanorum, acantonada en Germania Inferior antes de ser trasladada a la Recia bajo el reinado de Trajano. Habría que fechar la pieza entre los años 50 y 80 d. C., y situar el reclutamiento de Madigenus Laturus como auxiliar entre los años 40 y 80 d. C.75 Por tanto, se trata de un soldado auxiliar de origen indígena que fue reclutado para servir fuera de la Península; el monumento se habría erigido por su defunción en activo. Desde el punto de vista del territorio de Hispania, la inscripción es indicativa de la importancia de algunos colectivos indígenas en el reclutamiento de unidades auxiliares en el período julio-claudio. La onomástica del difunto es completamente indígena y la erección del monumento en Lara de los Infantes nos indica que probablemente fuese oriundo de esta zona. La pieza reestudiada por Gómez-Pantoja (Cat., n.º 255) es, de nuevo, una estela de cabecera discoidal, elaborada en piedra caliza local. Destaca principalmente por su profusa decoración, tanto geométrica como figurada. La parte superior incorpora una roseta hexapétala, de pétalos carnosos, rodeada por doble cenefa decorada con motivos sogueados y hojas. Por debajo aparece un registro iconográfico más rebajado y enmarcado, en el que se ha representado, de pie y mirando hacia a la izquierda, a un soldado ataviado con una túnica reticulada que semeja una protección corporal (una lorica hammata o segmentata), un hasta larga empuñada en su mano izquierda y sostiene a un caballo por las riendas con la otra mano. Sobre al caballo se ha representado un escudo redondo, desproporcionado respecto al tamaño del animal y por encima aparecen figuraciones esquemáticas de hojas de largos tallos que sugieren la idea de un entorno boscoso. La cabeza del soldado parece cubierta con algún tipo de casco o protección. Bajo los dos registros iconográficos aparece el campo epigráfico sin rebajar ni delimitar, en el que se grabó el epitafio de Sempronius Seranus, soldado de un ala de caballería cuyo nombre hemos perdido salvo la primera letra, una «F». La inscripción no fue interpretada como epitafio militar en un primer momento, pero Gómez-Pantoja leyó militi en la l. 3 y consideró el término ale como una forma diptongada de alae, lectura con la que coincidimos.76 El epitafio está dedicado al soldado auxiliar por su hermana. Más difícil de determinar es la unidad en la que sirvió el difunto, pues carecemos tanto del numeral como del etnónimo. El autor mencionado cree que podría tratarse del ala I Flavia Numidica, acantonada en diversos lugares de África. En la epigrafía de la unidad aparece frecuentemente el cognomentum Flavia, como elemento exclusivo de su nomenclatura. La opción de restitución es ciertamente verosímil, aunque no tenemos evidencia suficiente para Le Roux, 1982, pp. 224-225, n. 187. Gómez-Pantoja, 2014, p. 284.

75 76

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5.  LOS CONVENTUS CLUNIENSIS Y CAESARAUGUSTANUS

409

probarlo. Por otra parte, la ausencia de datos frecuentes en la matrícula del soldado, como la edad o los años de servicio, podrían estar indicando que el monumento fue concebido como un cenotafio, probablemente por la muerte del soldado en activo en su zona de servicio. Todos estos datos nos conducen a considerar que Sempronius Seranus sería originario de Lara de los Infantes y le fue colocada la estela en el momento de su muerte, que quizá se habría producido lejos de su hogar. De nuevo nos topamos con un miembro de las tropas auxiliares imperiales reclutado en esta región. La representación del propio difunto como soldado de caballería es uno de los escasos ejemplos documentados en la Península. La cronología de la pieza no es fácil de discernir. Las propuestas más reconocidas han fechado el epígrafe en el siglo i d. C., sin más precisión, o bien en la primera mitad de la segunda centuria por criterios paleográficos o estilísticos, pero lo cierto es que carecemos de elementos para fecharla con alguna exactitud. Una tercera estela funeraria nos presenta, de nuevo, a un soldado cuyo servicio militar se desarrolló, quizá, fuera de la Península, aunque esta vez se trata de un legionario. Es un fragmento de estela discoidal muy deteriorado, que presenta tanto la decoración como la cartela epigráfica en el espacio interior del propio disco (Cat., n.º 187). La decoración se muestra muy elaborada, y una doble cenefa con motivos sogueados y dentados vuelve a enmarcar una representación que no podemos apreciar con claridad por el deterioro de la pieza, representación que Marco Simón y Abásolo reconstruyeron como de un jinete montado, con lanza empuñada y escudo oval de pequeño tamaño.77 El texto se conserva muy mal y ha generado notables problemas de interpretación. La hipótesis de lectura, a nuestro juicio, más ajustada a la evidencia disponible, presenta el epitafio de un miles de la legio VI Victrix cuyo gentilicio sería Severus que pudo estar adscrito a la tribu Quirina. El epitafio incorporaba, sin duda, la edad y los años de servicio del difunto y probablemente la mención del dedicante, que hemos perdido. La cronología del monumento es un elemento clave para determinar si el soldado sirvió o no en la Península. Mientras que Abásolo y Marco la sitúan hacia mediados del siglo i d. C., en razón fundamentalmente de criterios estilísticos, Le Roux retrasa la datación a fines del siglo i d. C. o, incluso, al período antonino. Lo cierto es que no tenemos base suficiente para decantarnos por uno u otro período ni podemos saber si el soldado militó en Hispania o ya en Germania, tras la partida de la legión en época flavia. Nos inclinamos por considerar que sirvió fuera, fundamentalmente por la escasez de testimonios epigráficos de la legio VI Victrix. En cualquier caso, se trata de un soldado en activo y el monumento habría sido colocado, probablemente, por algún familiar en el lugar de origen del difunto. Estas tres estelas configuran un primer horizonte en la epigrafía militar de Novaugusta, tanto por los contenidos de sus epitafios que representan soldados que no cabe relacionar con el ejército de Hispania, pero fueron reclutados en la región, como por su cronología, que se sitúa entre mediados y finales del siglo i d. C., pero, sobre todo, por sus rasgos morfológicos y ornamentales. Los tres soportes son estelas de disco que incorporan varios registros decorativos combinando motivos fitomorfos y geométricos con

77

Abásolo Álvarez y Marco Simón, 1995, p. 330.

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EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

410

representaciones de tipo narrativo. Desde un punto de vista estilístico las tres piezas han sido incluidas en el grupo llamado «escuela noble» de Lara de los Infantes, que definió en su día Abásolo.78 Respecto a las escenas figuradas, son tres de los escasos ejemplos en los que los militares se enterraron con monumentos en los que fueron representados. Sin embargo, no parece que podamos limitar la interpretación de estas representaciones como simples «retratos» de los difuntos, sino que conectan con una tradición local, propia tanto de Lara como de Clunia, conectada con las escenas de caza y guerra como símbolos de expresión de las aristocracias locales. Hasta la fecha, tan solo contamos con representaciones de guerreros y jinetes en la zona cuando estos eran reclutas locales que servían en unidades auxiliares, normalmente fuera de Hispania, por lo que parece que la tradición de esculpir escenas de guerra y caza, con guerreros a pie o montados, enlaza con la propia representación de algunos individuos de la zona como soldados en sus monumentos funerarios. Sería de interés tratar de indagar hasta qué punto esta tradición decorativa encajaba mejor con este tipo de soldados que con los propios legionarios y en qué medida puede asimilarse al arte militar de los auxiliares en las fronteras renanas y danubianas.79 Las otras dos inscripciones documentadas en Novaugusta pertenecen a soldados de la legio VII Gemina y se fechan más tarde que los testimonios ya revisados, constituyendo un horizonte diverso. 5.3.2. Clunia Reutilizadas en las poblaciones que circundan el yacimiento de la ciudad romana, las inscripciones militares de Clunia representan la mayor concentración de testimonios de esta índole de toda el área centro-norte de la provincia Citerior. Desafortunadamente, la documentación cluniense se caracteriza por el mal estado de conservación de los soportes, con textos incompletos y difíciles de interpretar, y la heterogeneidad del conjunto respecto de las unidades militares y la cronología de las piezas. Tabla 75. Inscripciones militares de Clunia. N.º Cat. 179

Localización Alcubilla de Avellaneda (Burgos)

Tipo de

Dedicatoria (sí votiva)

inscripción/

Soporte

Funeraria/ estela

-

Militar G. Iulius [---]

Rango/Unidad

Cronología

Veteranus/ desconocida

Siglo i d. C. (31-70 d. C.)

Abásolo Álvarez y Marco Simón, 1995, p. 333; y Abásolo Álvarez, 1974, nn. 121, 123 y 139. El de la iconografía figurada de la epigrafía militar de Clunia y Lara de los Infantes es un asunto que excede los límites del presente trabajo. Sin embargo, se trata de un aspecto que procuraremos abordar de forma exhaustiva en futuros trabajos, pues presenta gran interés en relación con lo que podríamos denominar la self-image de los soldados de la región y la cronología de los monumentos. 78 79

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5.  LOS CONVENTUS CLUNIENSIS Y CAESARAUGUSTANUS

411

180

Peñalba de Castro (Burgos) Clunia

Funeraria/ desconocido

-

[---] Severus

¿Miles?/legio VII Gem.

Siglo i d. C.

181

Peñalba de Castro (Burgos) Clunia

Incierta/bloque

-

[Sempro?] nius Fra[ternus?]

Praefectus alae/ desconocida

¿Siglo ii d. C.?

185

Peñalba de Castro (Burgos) Clunia

Funeraria/ estela

-

[---For]tis?

Miles/legio X Gem.?

Siglo i d. C. (50-70 d. C.)

186

Peñalba de Castro (Burgos) Clunia

Funeraria/ estela

-

L. Visellius Niger

Veteranus/ desconocida

Fin siglo i d. C.

188

Peñalba de Castro (Burgos) Clunia

Funeraria/ estela

-

T. Cantius

Miles otonianus

Siglo i d. C. 69 d. C.

189

Peñalba de Castro (Burgos) Clunia

Funeraria/ estela

-

?

Veteranus/ desconocida

Siglo ii d. C.

209

Peñalba de Castro (Burgos) Clunia

Votiva/altar

Iovi Augusto Vltori sacrum

L. Valerius Paternus

Miles/legio X Gem. Optio censoris

Siglo i d. C. (70 d. C.)

D 180

Peñalba de Castro (Burgos) Clunia

¿Funeraria?/ placa

-

?

¿Miles Classiarius?

Siglo i d. C. 68-fin siglo i d. C.

N.º Cat.

Texto

179

G(aio!) ˚ Iulio ˚ + [---]/vetera[no leg(ionis) c.-1-2- ]/Iulius ˚ F[---]

180

---/Sever[o]/[--- le]g(ionis) VII G(eminae) F(elicis)/[---C]rescen[s]/[--- p]os(uit?) M N I

181

---/Sempro?]nio Fra[terno?] /[--- pr]aef(ecto) alae [---]/---

185

---/[-] Carisi[us fil(ius) For?]/tis ˚ Vol(tinia tribu) ˚ Tolo[s(a) ?m(iles)/l(egionis)/X?/G(eminae) ann(orum)---]/aer(um) ˚ XXI ˚ C(aius) [Valerius?]/Sabi[nus---?]/---

186

L(ucius) Visellius/Niger ˚ veteran(us)/Aniensis(!) Caes/araugustanus/h(ic) [s(itus)] e(st)/Publi(us) Canini(us)/et Optata ˚ Publi(i)/Canini liberta/d(e) [s(ua) p(ecunia) f(aciendum)] c(uraverunt)

188 189

T(ito) ˚ Cantio ˚/Nasonis ˚/f(ilio) ˚ mil(iti) ˚ Oto/niano ˚ [---]minia/[Ru]fina ˚/[---] f(ilia?) ˚ veterani/[--- E]meritens(is)/---

209

Iovi Aug(usto)/Ultori sacrum /L(ucius) Valerius Pater[nus]/mil(es) leg(ionis) X Gem(inae)/optio |(centuria) Censoris ex{s}/voto

D 180

---/[-]lass[---] /[---] ex pr[ovincia?] /[---] Gall[ia?]/---

El conjunto se compone de siete inscripciones funerarias y una votiva, junto a las cuales abordaremos en primer lugar una de carácter jurídico y otra de carácter militar dudoso (Cat., n.º D180). En relación con la primera de esas dos inscripciones, la tessera que refleja el pacto de hospitalidad entre C. Terentius Bassus, prefecto del ala Augusta, y los clunienses

412

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

Gladius, Anejos 19, 2021

en el año 40 d. C.,80 ya hemos indicado la posibilidad de identificar esta unidad con el ala I Augusta de otra inscripción procedente de Añavieja.81 Cabe añadir aquí que la localización de la inscripción en el mismo solar donde se elevó la ciudad romana no implica necesariamente la existencia de un campamento del ala Augusta en Clunia o sus proximidades.82 Este tipo de pactos podían ser promovidos por un personaje, como el prefecto de esta inscripción, de claro origen itálico, sin que tuviesen una relación próxima con Hispania. En este sentido, probablemente la misma condición de prefecto habría sido el elemento fundamental por el cual le habría sido reconocida la potestad de otorgar cierto reconocimiento jurídico a la población de Clunia en el transcurso de alguna misión específica.83 Debemos suponer, pues, a tenor de esta inscripción, que un ala Augusta estuvo acantonada en la Península alrededor del año 40 d. C.; además, la elección de esta unidad como hospes por parte de los clunienses pone en evidencia que el ala de caballería tuvo que estar presente en la Península y en la zona de Clunia durante un período prolongado de tiempo, probablemente desde su creación por parte de Augusto. La forma abreviada de mencionar a la unidad, sin numeral ni étnico, dificulta enormemente su identificación. Ya hemos comentado que, a la luz de otros monumentos epigráficos del conventus Cluniensis, como el altar dedicado a Marte por dos equites del ala I Augusta, se ha tendido a identificar ambas unidades, cosa que nos parece probable. En cualquier caso, podemos considerar la unidad como parte de la guarnición del exercitus Hispanicus, probablemente desde las guerras en el noroeste hasta el reinado de Calígula. Siguiendo el orden cronológico, tan solo contamos con dos epígrafes en Clunia que puedan incluirse, con cierta seguridad, en el período julio-claudio, un bloque funerario (Cat., n.º 179) y un fragmento de estela dedicado a un soldado del que no conocemos el nombre ni la unidad, hallado en Peñalba de Castro (Cat., n.º 185). En ambos casos, la interpretación y la cronología de los documentos son frágiles, fundamentalmente por el estado de conservación de las piezas. La primera pieza (Cat., n.º 179) fue reutilizada en el muro de un cementerio de Alcubilla de Avellaneda (Soria), localidad situada unos pocos kilómetros al sureste del yacimiento de Clunia y próxima también a Lara de los Infantes. Se trata de un fragmento de bloque funerario de piedra caliza que conserva restos de un epitafio dedicado a un 80 A pesar de su utilidad para el tratamiento del material, no hemos incluido esta inscripción en nuestro catálogo por tratarse de un documento estrictamente jurídico que, si bien aporta datos relevantes, no constituye reflejo alguno de la representación epigráfica de los militares en sí, sino de los pactos con las poblaciones indígenas de las élites romanas. 81 CIL II, 05792 (p. 1050). 82 La pieza fue hallada en abril de 1887 en la colina de Nuestra Señora de Castro, según A. Fernández Guerra, mientras un labrador araba en las ruinas romanas de Peñalba de Castro. 83 Le Roux (1982: 91 y n. 61[bis]) apunta, a partir de los comentarios de Hübner (CIL II, 5702 [p. 1050]), una posible procedencia de Brixia para el prefecto. Respecto al tipo de pacto, Salinas de Frías (1983: 33) señaló que, aunque la tessera presenta modelos de hospitium propiamente romanos, muestra ciertas similitudes con las formas indígenas, fundamentalmente en la confusión del propio hospitium con las relaciones de clientela. Asimismo, señala que, pese a que formalmente el documento es un pacto de hospitalidad, resulta evidente que el prefecto C. Terentio Basso ostenta cierta preeminencia sobre los clunienses en el tratado, erigiéndose en una suerte de patronus que habría representado los intereses de los clunienses en Roma.

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5.  LOS CONVENTUS CLUNIENSIS Y CAESARAUGUSTANUS

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veterano llamado C. Iulius [---], dedicado por un Iulius F[lavinus?].84 Los editores de la pieza piensan que, por su gentilicio, el difunto veterano podría haber recibido la ciudadanía bajo el reinado de Augusto o Tiberio, coincidiendo con la promoción jurídica de Clunia. Precisamente por esta razón, el soldado podría haber ocultado su filiación, dado que el gentilicio de su padre probablemente sería indígena.85 Respecto al dedicante, tan solo podemos señalar que comparte gentilicio con el dedicatario, lo que nos lleva a pensar que quizá se tratase de un liberto, caso muy frecuente en la epigrafía funeraria de los militares de Hispania. No podemos determinar la unidad en la que sirvió el veterano a la luz de los datos disponibles. El monumento ha sido fechado entre fines del primer tercio y comienzos del tercero del siglo i d. C. (años 30-70 d. C., aproximadamente). Si asumimos estas fechas, podríamos asignarlo a una de las unidades legionarias presentes en la Península en el período julio-claudio, la VI Victrix, la IIII Macedonica o la X Gemina; sin embargo, si el veterano obtuvo la ciudadanía en época augustea como piensan los editores; más bien habría que pensar que podría tratarse de un soldado auxiliar, y más si omite su filiación por las razones que exponen. No podemos descartar tampoco que hubiese servido en una unidad fuera de la península ibérica y regresase a su lugar de origen. La tipología del monumento parece vincularlo con Clunia, donde están ampliamente atestiguados los epitafios grabados en grandes grupos de bloques destinados a estructuras arquitectónicas, y no a Lara de los Infantes, razón que hizo a Gimeno y Ramírez asociar la pieza al ámbito cluniense. La segunda inscripción, también muy deteriorada, corresponde a un fragmento de estela de piedra caliza reutilizada en los muros de una de las casas de Peñalba de Castro (Cat., n.º 185). El texto presenta muchas dificultades y problemas de restitución. Podemos sacar en claro que es el epitafio de un soldado del que hemos perdido toda la identificación excepto el cognomen Fortis, que presenta filiación, que procedía de Tolosa, que estaba adscrito a la tribu Voltinia y que sirvió durante 21 años; el dedicante parece ser un Sab[inus], quizá [Valerius?] Sabi[nus---?]. Le Roux fechó la pieza entre los años 50 y 70 d. C., en razón de la paleografía y la estructura del texto, probablemente con matrícula completa.86 A tenor de la cronología, de la origo tolosana del difunto y de su condición de ciudadano adscrito a la tribu Voltinia, hay cierto consenso en considerar que Fortis pudo servir como soldado en la legio X Gemina. Los stipendia nos indican que estaba cerca de cumplir su servicio, pero murió en activo. A la luz de los datos disponibles, la interpretación más probable para este monumento es que fuese levantado por la muerte del soldado en el transcurso de alguna misión en la zona de Clunia. No podemos determinar la naturaleza de dicha misión, pero cabe suponer, a título meramente especulativo, que esta estuviese relacionada con la vigilancia del territorio, el trazado o mantenimiento de vías de comunicación o la administración, funciones propias del ejército del período julio-claudio en estos territorios.

Respecto a esta pieza, cf. Gimeno Pascual y Ramírez Sánchez, 2002, pp. 273-278. Ibidem, p. 275. 86 Le Roux, 1982, p. 251, n. 12. Hernández Guerra (1999: 42, n. 24) fecha la pieza entre el reinado de Claudio y la partida de la legión X de la Península en el año 63 d. C. 84 85

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El elenco cluniense incluye cuatro testimonios fechados entre el final de la dinastía julio-claudia y fines de la primera centuria (Cat., n.os 186, 188, 209 y D180), a los que cabe añadir un ejemplo más cuya datación se ha fijado en el siglo i d. C. de manera genérica (Cat., n.º 180). Dentro de este conjunto, dos inscripciones podrían fecharse en los dos años transcurridos entre el levantamiento de Galba contra Nerón en Clunia y el primer año del reinado del emperador Vespasiano, y, por tanto, pueden ponerse en relación con los sucesos de las guerras civiles (Cat., n.os 188 y 209). La primera de ellas (Cat., n.º 188) es una peculiar estela funeraria, de forma prismástica y plana, elaborada con piedra caliza local. El escueto epitafio está dedicado a T. Cantius Nasonis filius, miles Otonianus. La controversia en torno a esta inscripción se centra fundamentalmente en el término Otonianus y si este ha de ser interpretado como cognomen del difunto o bien como indicio de pertenencia al ejército de uno de los emperadores (Otho) enfrentados en las guerras de los años 68-69 d. C. No entraremos a considerar a fondo todas las propuestas, pero sí cabe apuntar lo más significativo.87 La interpretación mayoritaria opta por considerar el término mencionado como un adjetivo alusivo al ejército del fugaz emperador Otón y no como cognomen, aunque los planteamientos respecto a la interpretación concreta y la datación del epígrafe difieren.88 Coincidimos con Le Roux en que la alusión específica al nomen del padre en un epitafio tan escueto y la manera de hacerlo sugieren una procedencia peregrina, asimilable a la del ámbito céltico de la península ibérica. Por otra parte, la presencia de un praenomen y de un gentilicio, o bien de un praenomen y un cognomen, es también un indicio de estatus ajeno a la ciudadanía entre la población del occidente del Imperio. Por ello, Le Roux considera que no es legítimo argumentar que no porta cognomen por el simple hecho de que no era ciudadano. Probablemente T. Cantius fuese reclutado como soldado auxiliar y no como legionario. El apelativo con el que se consigna el soldado y la cronología del epitafio parecerían indicar que sirvió en una de las unidades que estuvieron bajo el mando de Otón en el transcurso de las guerras civiles, concretamente después de la primera batalla de Bedriacum y antes de que las tropas de Vitelio venciesen a las de Otón, en el año 69 d. C. Tras la aproximación hecha por Le Roux al respecto,89 creemos que la hipótesis más plausible es que T. Cantius se habría enrolado en una unidad auxiliar que habría actuado en Hispania y que durante la guerra civil habría tomado parte por Otón, sin que ello implicase la necesidad de combatir de manera efectiva en sus filas. Otro testimonio relacionado con los sucesos de los años 68-69 d. C. es el altar dedicado por L. Valerius Paternus, soldado de la legio X Gemina, a Iupiter Augustus Vltor (Cat., n.º 209). La pieza se halla en una colección privada en Aranda de Duero y fue identificada como procedente de Clunia. La onomástica parece indicar que el dedicante era de origen celtibérico y que fue reclutado en la Citerior. El voto a Júpiter

Recomendamos la consulta del comentario de la inscripción en el que hemos expuesto detalladamente todas las consideraciones sobre la interpretación del epígrafe. Cf. Cat., n.º 188: comentario. 88 Sobre todo, las propuestas de García y Bellido, Perea Yébenes y Le Roux, que recogemos en el comentario al que remitimos en la nota anterior. 89 Le Roux, 2000c, pp. 511-520. 87

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5.  LOS CONVENTUS CLUNIENSIS Y CAESARAUGUSTANUS

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Augusto Vengador señala una clara vertiente guerrera del culto a la divinidad suprema del panteón romano, por ello, el altar ha sido puesto en relación con la sublevación de Galba en la provincia Citerior. Tanto el sentido del voto como la última línea de texto, optio censoris, clave para establecer la cronología, han sido objeto de cierta controversia. Una parte de la investigación consideró que optio Censoris indicaba la promoción del soldado al rango de opción de la centuria de Censor,90 mientras que otros autores consideraron que podría tratarse de un puesto de tipo administrativo en el que el soldado habría ejercido como ayudante del censor en Clunia tras cumplir su servicio.91 Nos decantamos por la primera opción, que nos parece más ajustada a la realidad provincial, teniendo en cuenta la muy escasa evidencia epigráfica que tenemos sobre la integración de los soldados y veteranos en la administración y el gobierno locales en Hispania. Según Le Roux, el monumento puede fecharse a comienzos del año 70 d. C., cuando la legión abandona definitivamente la Península, y el reclutamiento de Valerius Paternus hacia la década de los años cincuenta d. C. en la Citerior.92 Habría que buscar el sentido del voto ya bajo el reinado de Vespasiano y en agradecimiento por haber vencido a Vitelio y haber vengado a Galba, más teniendo en cuenta la origo hispana del dedicante. La inscripción pone de manifiesto la base exclusivamente hispana de la autoridad de ese también fugaz emperador, así como la importancia estratégica de Clunia, situada al pie de la vía que unía el noroeste con la fachada mediterránea y Tarragona, y no lejos de las vías de comunicación con Mérida y Lusitania. Este enclave era, a todas luces, más propicio para centralizar y organizar el reclutamiento que hubo de acometer Galba para su rebelión. En suma, el soldado, de origen hispano, habría realizado su voto precisamente por ser hispano y para mostrar su lealtad a Galba, tal y como lo demuestra el epíteto Augustus colocado junto a Júpiter, en los momentos previos de la partida desde Hispania. A ello habría que añadir que un optio centuriae tenía posibilidades razonables de ascender a centurión. Galba murió el 15 de enero del año 69 d. C. y la legión regresó en el mismo año a la Península, por lo que habría que considerar que el dedicante materializó su voto con el monumento a comienzos del año 70 d. C., con Vespasiano ya en el poder. Estos dos monumentos son los únicos testimonios epigráficos que nos informan sobre la convulsa situación de los años 68-69 d. C. y el papel protagonista de la provincia Citerior y de Clunia en los acontecimientos. A pesar de que se trata de una cifra escasa de documentación, ambos epígrafes son de una extraordinaria elocuencia y nos muestran el gran arraigo que la lealtad a Galba tuvo entre los contingentes hispanos en el contexto de aquella guerra civil. Una adhesión que no menguó tras la muerte del gobernador de la Citerior en el año 69 d. C. También sería llamativa la lealtad expresada por T. Cantius a Otón, en un momento en el que Vitelio controlaba la mayor parte del ejército de Hispania en su pugna con Vespasiano.

En este sentido, cf. García y Bellido, 1971b, pp. 151-152 y Le Roux, 1982, p. 182, n. 38. Fundamentalmente, Palol, 1969, pp.118-123; Perea Yébenes, 1991, pp. 193-199; y Cat., n.º 209: comentario. 92 Le Roux, 1982, p. 182, n. 38. 90 91

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Tres inscripciones del elenco aparecen fechadas entre comienzos del reinado de los flavios y fines del siglo i d. C. La primera de ellas es un monumento perdido que conocemos a través de copias manuscritas.93 Se trata del epitafio de un soldado o veterano, de cognomen Severus, que sirvió en la legio VII Gemina, dedicado por un sujeto de cognomen Crescens (Cat., n.º 180). El texto está incompleto y no tenemos posibilidad objetiva de restituir las partes que faltan. No podemos determinar con precisión la cronología de la inscripción más allá de la presencia del epíteto Felix y la ausencia de Pia, que nos proporciona el marco a que nos hemos referido, con tendencia al final del período a juzgar por la estructura del texto conservado. Por lo demás, no podemos saber si el soldado era de origen cluniense o simplemente hispano, o si murió en activo o se retiró en esta ciudad, elementos clave para interpretar la relación del monumento con el territorio. El soldado podría ser oriundo de Clunia y quizá pudiese tener alguna relación con el reclutamiento de Galba en la zona, pero no podemos más que sugerirlo sin evidencia clara. Sorprendentemente este es el único testimonio de un soldado o mando de la VII Gemina en Clunia. A fines del siglo i d. C. fue fechada una estela conservada íntegra, de cabecera semicircular y decorada, dedicada al soldado Visellius Niger, veterano de una unidad no mencionada, de origen cesaraugustano y adscrito a la tribu Aniense (Cat., n.º 186), dedicada por P. Caninius y su liberta Optata. A la luz de los datos disponibles, podríamos interpretar que el soldado podría haber servido en la legio X Gemina o bien en la VII Gemina, habiéndose retirado en Clunia.94 Otro planteamiento sería considerar que el veterano, de origen cesaraugustano, habría obtenido la ciudadanía tras licenciarse, por lo que habría servido como auxiliar y no en una legión. Visellius Niger habría sido reclutado, según Perea Yébenes, entre los indígenas vinculados a familias itálicas inmigradas a Hispania en época augústea o antes.95 La ausencia de mención de la unidad podría explicarse, por otra parte, por la posible pertenencia del veterano a varias unidades auxiliares de corta existencia o bien porque la propia mención de la tribu ya esté indicando su pertenencia a una leva específica que nombraba la unidad auxiliar.96 Considerando las origines del difunto y de los dedicantes y la cronología del monumento, parece probable que el difunto hubiese servido en una unidad de la guarnición de Hispania, al margen de lo cual el monumento refleja que Clunia hubo de ser un enclave atractivo para el retiro

El epígrafe fue dado a conocer por H. Gimeno Pascual (1997: 197, n. 798) en su historia de la investigación epigráfica en España. No hemos visto que la inscripción aparezca recogida en los principales repertorios de epigrafía militar de Hispania, concretamente en el volumen dedicado a la VII Gemina por Palao Vicente. 94 En este sentido, cf. Le Roux, 1992, p. 251, n. 13. 95 Perea Yébenes, 1991, pp. 202-204. Este autor rastrea documentación epigráfica alusiva a soldados de origen Caesarugustano, con indicación de tribu Aniense, repartidos por las provincias imperiales y que sirvieron en diferentes cuerpos del ejército romano altoimperial. 96 Conviene tener en cuenta un último planteamiento de carácter formal. La roseta hexapétala que decora la parte frontal de la cabecera se caracteriza por sus pétalos carnosos de influencia itálica y no por los geométricos a bisel más típicos de la plática de los talleres hispanos. A juicio de Abásolo Álvarez (2002: 51), ello podría deberse a cierto influjo foráneo que habría que considerar en este caso en relación con los argumentos de Perea Yébenes en torno a la influencia de las primeras familias itálicas emigradas a la Península con Augusto. 93

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5.  LOS CONVENTUS CLUNIENSIS Y CAESARAUGUSTANUS

417

de los soldados, precisamente por su carácter de civitas con fuerte impronta militar, especialmente a raíz de los sucesos de la guerra civil. Por estos motivos, Visellius Niger se entierra en la capital del conventus, a donde probablemente habría emigrado junto con los dedicantes del sepulcro. Una tercera inscripción, fechada por criterios paleográficos a fines del i d. C., es un fragmento de placa de mármol blanco con restos de un texto atribuido por Palol y Villela a un posible soldado de la flota, un miles classiarius (Cat., n.º D180).97 Basándose en la restitución de Palol y Vilella y en la datación mencionada, Perea Yébenes propuso una interpretación de la pieza considerando a este soldado como posible integrante de los classiarii sublevados bajo el mando de Vindex en el año 68 d. C., o miembro de la flota del praefectus orae maritimae Q. Pomponius Rufus, que apoyó a Galba.98 Lo cierto es que, a la vista del texto conservado, no existe evidencia suficiente para sostener esa lectura, por muy sugestiva que pueda parecer la contextualización histórica, ni creemos que el remate que se aprecia en la primera letra de la l. 1 pueda restituirse como una «C». Estimamos que la propia adscripción militar de esta inscripción es, cuando menos, dudosa. Cierran el elenco de epigrafía militar cluniense dos piezas. La primera es un fragmento de bloque funerario de piedra caliza, concebido probablemente como dintel de una estructura mayor (Cat., n.º 181). La pieza conserva un resto de texto, Sempro?]nio Fra[terno?], personaje que aparece representado como prefecto de ala. No contamos con datos suficientes para determinar la unidad en la que sirvió, ni para fechar la pieza con precisión —quizá en el siglo ii d. C. por criterios paleográficos—, ni para interpretarla en su contexto; ni siquiera contamos con la certeza de su carácter funerario. La otra pieza (Cat., n.º 189) es un fragmento de estela funeraria que presenta parte del epitafio de una [---]minia/[Ru]fina que se ha considerado hija de un veterano de origen emeritense. La pieza ha sido fechada, por criterios paleográficos, a lo largo del siglo ii d. C. No podemos determinar la unidad en la que sirvió el veterano ni si lo hizo en la península ibérica. A juzgar por la origo y lo que podemos inferir de la cronología del epígrafe, podría tratarse de la VII Gemina o una de sus unidades auxiliares. Si consideramos la origo emeritense del soldado, habría que pensar que acabó estableciéndose en Clunia tras cumplir su servicio, a donde habría acudido con su familia. Cabría pensar en un desarrollo Emeritens(es) en la última línea del texto conservado, que implicaría que tanto la difunta como el padre podrían provenir de Mérida, o bien a la presencia de más de un dedicante, como podría ser la esposa del veterano.99 A modo de resumen, cabe incidir de nuevo sobre el carácter fragmentario y la dificultad de interpretación de la epigrafía militar de Clunia, así como en su falta de homogeneidad, por lo que a cronología, unidades militares y relación de los monumentos con su contexto se refiere. Como hemos indicado, contamos con dos testimonios de gran interés que aluden al papel central que jugó la capital conventual en la revuelta de Galba, pero apenas disponemos de evidencia relativa a la legio VII Gemina, legión constituida Palol y Vilella, 1987, p. 40, n. 31. Perea Yébenes, 1991, pp. 205-206. 99 HEp 2, 1990, p. 124. 97 98

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

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Gladius, Anejos 19, 2021

en la propia Clunia. Una parte del conjunto epigráfico nos pone en situación sobre la actuación de unidades auxiliares de época augústea, como el ala Augusta, en la zona en época julio-claudia y, hacia fines de este período, de la participación de la legio X Gemina en funciones relacionadas con el control del territorio. Pero la documentación del período flavio es muy escasa y prácticamente inexistentes la del siglo ii d. C. y la de época severa. La imagen que nos dan las fuentes epigráficas cubre, por tanto, con cierto detalle el período comprendido entre el fin de las guerras asturcántabras y el levantamiento de Galba, pero no nos dice nada sobre la relación del exercitus Hispanicus con la región desde los flavios en adelante. Contamos, asimismo, con indicios del reclutamiento local auxiliar desde épocas muy tempranas del período julio-claudio, de la inmigración desde otras partes de Hispania, como Augusta Emerita o Caesaraugusta, y de vínculos familiares, pero no podemos extraer conclusiones, siquiera parciales, sobre estos aspectos ni sobre las funciones de ejército en la zona. 5.4. Centro y periferia (II). La epigrafía militar en torno al eje viario oeste-este y el interfluvio Duero-Ebro. Conventus Caesaraugustanus Las inscripciones militares documentadas en el conventus Caesaraugustanus son quince, distribuidas fundamentalmente en pequeñas concentraciones de dos a cinco ejemplares como máximo, en asentamientos emplazados en el paso de la vía que unía Asturica Augusta y Legio con Virovesca (Briviesca, Burgos) y continuaba hacia el este hasta conectar con la ruta a Tarraco, a la altura de Turiasso (Tarazona);100 estos son, fundamentalmente, Calagurris, Vareia y Tritium Magallum. Desde el punto de vista de la epigrafía y la arqueología militar, el territorio del Caesaraugustanus se caracteriza por la concentración de los monumentos en su zona noroccidental y la ausencia de evidencia alguna en el resto del territorio, particularmente en su capital, donde no conservamos más trazas epigráficas militares que las marcas de construcción de la X Gemina en algunas de las obras públicas de la colonia. Tampoco se ha documentado ninguna base militar relevante en el período altoimperial, lo que se explica porque el territorio queda ya fuera del ámbito geográfico de control estratégico de las poblaciones y territorios de interés situados en el cuadrante noroccidental y en territorio cántabro. Un conjunto de seis ejemplares pertenece al período julio-claudio, aunque cabe señalar que tres de ellos corresponden a los pedestales honoríficos del subprefecto Q. Sempronius Vitulus, localizados recientemente en Los Bañales; a excepción de un ejemplar de época flavia, el resto del elenco se fecha en los períodos antonino y severo, siendo escasa proporción de epigrafía flavia.

Remitimos a la consulta de los mapas específicos de distribución epigráfica que incorporamos en el USB incluido en este trabajo. 100

Gladius, 19, 2021 5.  LOS CONVENTUS CLUNIENSIS Y CAESARAUGUSTANUS Figura Anejos 10. Inscripciones militares del conventus Caesaraugustanus por localización.419

6 5 4 3 2 1 0

Calagurris

Vareia

Tritium Magallum

Localizaciones dispersas

Figura 10. Inscripciones de militares del conventus Caesaraugustanus por localización.

 

Figura 11. Inscripciones de militares del conventus Caesaraugustanus por cronología. 6 4 2 0

Tiberio

Julio‐claudios

Flavios‐fin sg. I d. C.

Antoninos (sg. II d. C.)

Severos‐meds.  sg. III d. C.

Figura 11. Inscripciones de militares del conventus Caesaraugustanus por cronología.

Por lo que se refiere a los tipos de inscripciones, dominan las de carácter funerario, que alcanzan los ocho ejemplares, frente a una escasa proporción de epígrafes votivos y el conjunto honorífico ya mencionado. En comparación con el conjunto cluniense, dominan los testimonios alusivos a soldados y veteranos legionarios, concretamente de la legio VII Gemina, pero la cantidad de unidades que figura es menor, y la proporción de cuerpos auxiliares muy baja, reduciéndose exclusivamente al ala Tauriana. Por otra parte, las inscripciones en las que no se identifica el cuerpo de ejército es elevada. Son significativos los tres epígrafes dedicados a miembros de la VI Victrix y IIII Macedonica, legiones cuya presencia en el corpus de epigrafía militar peninsular es casi inexistente, aunque solo los de la segunda legión dan fe de las actividades del ejército de Hispania en la zona antes de la llegada de los flavios al poder.

22 

Figura 12. Inscripciones de militares del conventus Caesaraugustanus por tipo de

420 inscripción.

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

Gladius, Anejos 19, 2021

10 8 6 4 2 0

Funerarias

Votivas

Honoríficas

Figura 12. Inscripciones de militares del conventus Caesaraugustanus por tipo de inscripción.

 

Figura 13. Inscripciones militares del conventus Caesaraugustanus por unidad militar. 7 6 5 4 3 2 1 0

 

Figura 13. Inscripciones de militares del conventus Caesaraugustanus por unidad militar.

Por lo que respecta a los rangos, la mayor parte de epígrafes pertenecen a milites gregales, legionarios y auxiliares, seguidos por los veterani; los suboficiales y los mandos ecuestres aparecen representados por un testimonio; no contamos con evidencias de oficiales de rango senatorial. A excepción de un soldado y del ya mencionado subpraefectus de los Bañales, todos los soldados sirvieron en Hispania.

 

24 

FiguraAnejos 14. Inscripciones militares del conventus Caesaraugustanus por rangos Gladius, 19, 2021 5.  LOS CONVENTUS CLUNIENSIS Y CAESARAUGUSTANUS

militares. 421

7 6 5 4 3 2 1 0

Milites gregales

Milites principales

Milites auxiliares

Veterani

Decuriones

Oficiales ecuestres

Oficiales senatoriales

Dudosos

Figura 14. Inscripciones de militares del conventus Caesaraugustanus por rangos militares.

5.4.1. Calagurris (Calahorra) Siguiendo el recorrido de la vía, al norte de la Sierra de Cebollera, de este a oeste, hacia el Cluniensis, comenzaremos por Calagurris. Tabla 76. Inscripciones de militares en Calagurris y su entorno. N.º Cat.

Localización

192

Calahorra (La Funeraria/ Rioja) desconocido Calagurris

195

Calahorra (La Rioja) Calagurris

N.º Cat.

Tipo de inscripción/ Dedicatoria Soporte (sí votiva)

Funeraria/estela

Militar

Rango/ Unidad

-

C. Varius Domitianus

Miles/legio VI Victrix

Siglo i d. C. (AugustoCalígula)

-

Iulius Longinus Doles Bessus

Eques/ala Tauriana

Siglo i d. C. 68-fin siglo i d. C.

Cronología

Texto

192

C(aio) ˚ Vario Le/C(ai) ˚ f(ilio) ˚ Domita[no] /Bononia/mil(iti) ˚ leg(ionis) ˚ VI ˚ |(centuria) /Prialfi ˚ an(n)/oru(m) ˚ XXIV /situs ˚ hic ˚ es[t]

195

Iulius ˚ Lon/ginus ˚ Doles ˚/Biticenti ˚ f(ilius) ˚ Bes/sus ˚ eques ˚ ala(e) /Tau(rianae) ˚ tor(quatae) ˚ Vic(tricis) ˚ c(ivium) ˚/R(omanorum) /an(norum) ˚ XL ˚ aer(orum) ˚ XXII

Las dos inscripciones localizadas en Calagurris, ambas funerarias, presentan un particular interés por su cronología julio-claudia y las unidades en las que sirvieron los soldados. La primera de ellas (Cat., n.º 192) es una inscripción, hoy perdida, de la que conservamos el texto por tradición manuscrita. Localizada en las proximidades del circo

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de Calagurris,101 es el epitafio de C. Varius Domitianus, soldado de la legio VI Victrix originario de Bononia, adscrito a la tribu Lemavia y muerto a los 24 años.102 Los elementos y la estructura del epitafio lo sitúan entre los reinados de Augusto y Calígula;103 la origo itálica y la edad del difunto nos indican que el soldado sirvió en la legión cuando estaba acantonada en la Citerior y que murió en activo, y nos permiten descartar que el monumento fuese elevado por proceder de la zona de Calahorra. Por todo ello, cabe considerar que C. Varius estuviera destacado en una misión específica lejos de su campamento base de Legio, misión que, teniendo en cuenta la posición de Calagurris respecto a las vías de la comunicación de la provincia, podría consistir en el mantenimiento de las propias vías. Este tipo de labores parecen justificar, asimismo, la presencia del otro monumento en la ciudad. Se trata de una estela funeraria, de cabecera semicircular, localizada en las cercanías de Calahorra y hoy perdida (Cat., n.º 195); destaca por incorporar una representación del difunto ataviado con túnica talar, montado a caballo y esgrimiendo la lanza propia del armamento de los jinetes auxiliares.104 El epitafio está dedicado a Iulius Longinus Doles, jinete auxiliar de 40 años de edad con 22 de servicio, por Sulpicius Sulla y Fuscus Bitius, que figuran como herederos. Habida cuenta de la controversia en torno a la lectura de la unidad,105 nosotros nos inclinamos por la propuesta de Holder, según la que habría que leer Tau / tor y desarrollar Tau(rianae) tor(quatae) Vic(tricis) c(ivium) R(omanorum), una unidad bien conocida, con presencia en la Hispania de época julio-claudia, que encaja mucho mejor con la realidad del dispositivo peninsular.106 La filiación del difunto y la mención Bessus señalan que era oriundo de Tracia, los años de servicio y que murió en activo. La inscripción fue fechada entre fines del reinado de Nerón y comienzos del de Vespasiano, considerando que la unidad hubo de servir en la Citerior durante los julioclaudios y, por un período corto de tiempo, bajo los flavios.107 Estamos, por tanto, ante un jinete auxiliar de origen extrapeninsular que murió en activo en Calagurris. En conexión con la inscripción comentada anteriormente, próxima cronológicamente a esta, habría que pensar que Iulius Longinus Doles habría muerto en el transcurso de una misión específica, desempeñando cometidos probablemente similares a los ya comentados para C. Varius Domitianus, cuyo monumento localizamos en la misma ciudad. Las dos inscripciones nos dan una idea del despliegue militar en época julio-claudia en la zona y son de las pocas que pueden asociarse con funciones relativamente específicas. Los recientes testimonios del ala Tauriana localizados en Los Bañales y las inscripciones de la legio IIII de Vareia completarían un panorama que conocemos mejor que en la zona del Cluniensis.

Govantes, 1851, p. 6. Cat., n.º 192, para los problemas de lectura y restitución. 103 Le Roux, 1982, p. 176, n. 14. 104 Sobre la decoración, cf. Cat., n.º 195: comentario. 105 CIL II, 2984; y Roldán Hervás, 1974, pp. 215-216. Hübner desarrrolla ala Tautor(um) vic(tricis) c(ivium) R(omanorum), introduciéndola en la nómina de auxilia hispanos. 106 Holder, 1980, n. 452; y, posteriormente, Christol y Le Roux, 1985, pp. 16-17. 107 Le Roux, 1992, p. 250, n. 10. 101 102

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5.  LOS CONVENTUS CLUNIENSIS Y CAESARAUGUSTANUS

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5.4.2. Vareia (Logroño) A unos 40 km al este y ligeramente al norte de Calagurris, siguiendo la vía hacia Virovesca y Legio, se situaba Vareia, que corresponde al núcleo romano emplazado en parte de los suburbios de la actual Logroño. De esta zona provienen dos epígrafes funerarios militares a los que hemos de sumar un tercero votivo, localizado en la cercana Murillo de Río de Leza. Tabla 77. Inscripciones de militares de Vareia y su entorno. N.º Tipo de inscripción/ Localización Cat. Soporte

Dedicatoria (sí votiva)

Militar

Rango/Unidad

Cronología

197

Murillo de Río Leza, Leiva (La Rioja)

Votiva/altar

Mercurio Competali

Flavius Flavinus

Veteranus/ desconocido

201

Varea (Logroño, La Rioja) Vareia

Funeraria/estela

-

[---] Tertius

Siglo i d. C. Veteranus/legio IIII (ClaudioMac. Nerón)

205

Varea (Logroño, La Rioja) Vareia

Funeraria/estela

-

C. Valerius Donatus

Miles/legio IIII Mac.

N.º Cat.

Principios siglo ii d. C.

Siglo i d. C. (AugustoCalígula)

Texto

197

Mercurio(Co(m)petali/Flavius/Flavinus/Veteranus/v(otum) s(olvit) l(ibens) m(erito)

201

---/f(ilius) ˚ Tertius ˚ v[et(eranus)]/leg(ionis) ˚ IIII ˚ Mac[ed(onicae)]/Anie(n)sis(!) ˚ Caes[ara]/ ugustanus ˚ a[nn]/orum ˚ LXX ˚ h(ic) ˚ [s(itus) ˚e(st)]/h(eres) ˚ ex ˚ t(estamento)

205

C(aius) ˚ Valerius ˚ C(ai) ˚ f(ilius)/Vol(tinia) ˚ Donatus/miles ˚ [l]eg(ionis) ˚ IIII/Mac(edonicae) ˚ annor(um)/XXXIX ˚ h(ic) ˚ s(itus) est

Los epitafios se refieren a sendos soldados de la legio IIII Macedonica, los únicos de ella atestiguados en toda la provincia Citerior. El primero (Cat., n.º 201), fechado en época de Claudio como muy tarde, es un fragmento de estela dedicado a [---] Tertius, veterano de la legio IIII de origen cesaraugustano, adscrito a la tribus Aniensis y fallecido a los 70 años. Su origo y su avanzada edad hicieron pensar a Le Roux que podría ser hijo de uno de los veteranos de la IIII Macedonica que fundó Caesaraugusta.108 Así, el soldado habría sido reclutado en la propia capital del conventus, heredando el oficio de su padre, y habría servido en el entorno de Vareia, donde se habría retirado, quizá, con un lote de tierra que le habría correspondido en esta región.

Le Roux, 1992, p. 250, n. 7.

108

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El segundo epitafio (Cat., n.º 205), fechado bajo el reinado de Tiberio, corresponde también a un fragmento de estela dedicada a C. Valerius Donatus, miles fallecido en activo a los 39 años. Tanto la onomástica como la tribu del difunto indican que procedía de la Galia Narbonense, un punto de reclutamiento muy común en las legiones que operaron en Hispania en el período augusteo y julio-claudio. Esta inscripción, junto con la ya comentada del soldado de la legio VI C. Varius Domitianus (Cat., n.º 192), ha sido considerada ejemplo de la participación activa de las unidades del ejército de época augústea en el trazado, acondicionamiento y mantenimiento de las vías que comunicaban la provincia Citerior una vez concluidas las guerras contra cántabros y astures.109 Efectivamente, ambos eran soldados de origines foráneas que murieron durante sus servicios en la VI y la IIII, y ambas inscripciones se localizaron en enclaves situados en el paso de la vía entre Legio, Virovesca y Caesaraugusta. Podemos vincular ambos testimonios con estas labores, de la misma forma que lo hicimos con los dos epígrafes del soldado y del centurión de la X Gemina localizados en las cercanías de Aquae Celenae (Caldas de Reyes) en el conventus Lucensis.110 Hemos de situar, pues, estos testimonios en el marco más amplio de la participación demostrada de las legiones IIII, VI y X en las grandes obras públicas del sector oriental de la provincia, como el Puente del Diablo de Martorell, las murallas de Caesaraugusta y las propias vías. Por otra parte, la presencia de un veterano de la IIII, oriundo de Caesaraugusta, en la propia Vareia pone en conexión a la legión con la capital conventual en cuanto al reclutamiento y el servicio militar. La tercera inscripción (Cat., n.º 197), fechable entre fines del siglo i d. C. y comienzos del siguiente,111 es un pequeño altar votivo dedicado a Mercurius Compitalis por Flavius Flavinus, que se consigna como veterano sin mencionar la unidad en la que sirvió. Su onomástica, que no incluye tria nomina, sugiere que el veterano pudo servir en un cuerpo auxiliar. El voto es el único testimonio de culto a Mercurio entre los militares de la península ibérica, dios de escasa presencia en los cultos campamentales y militares en general. El uso del epíteto Compitalis puede dar ciertas pistas sobre esta peculiaridad;112 sin duda, está relacionado con el carácter de protector de los caminos y de los cruces del dios y puede ponerse en relación con la localización de Murillo del Río Leza, muy próximo a Vareia y al paso de la vía que hemos venido mencionando para la epigrafía militar del Caesaraugustanus.113 El motivo del voto estaría, pues, relacionado con la actividad del veterano en el territorio y con la proximidad a las vías de comunicación en cuyas cercanías se levantó el monumento.114 Aunque la cronología lo separa de los epígrafes anteriores, comparte con ellos la relación con el trazado viario. El altar de Ti. Iunius Secundus localizado en Caldas de Reyes (Cat., n.º 223), del que ya hemos hablado, sí puede ponerse en relación con este por la cronología, por su

Le Roux, 1982, p. 176, n. 13 De los dos, el alusivo al centurión M. Audax Maximus y sus tres esclavos (Cat., n.º 224), no sin ciertas reservas, dado que podría tratarse prefectamente de un testimonio asociado a las aguas termales de la zona. 111 Le Roux, 1982, p. 224, n. 186. 112 Rodríguez González, p. 1974, 421. 113 Andrés Hurtado, 2005, p. 158. 114 Sobre la cuestión, cf. Moreno Pablos, 2001, p. 148, n. 77; y Baratta, 2001, p. 32. 109 110

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relación con la vía XX del Itinerario Antonino, en el noroeste, y por la cercanía de otro altar votivo dedicado a los Lares Compitales que parece confirmar la presencia de este tipo de divinidades protectoras de los caminos entre los cultos privados de los militares. Casi todas las inscripciones documentadas en Vareia son de carácter militar y se fechan en un período temprano de la dinastía julio-claudia. Lo cierto es que la presencia de soldados en esta localidad destaca entre otros del valle del Ebro. Los testimonios epigráficos asociados a la legio IIII Macedonica llevaron a Urbano Espinosa a situar una vexillatio de dicha legión en esta localidad, enclave portuario del río Ebro. Según este autor, la presencia militar en Vareia se remonta a época sertoriana, aunque solo de forma estacional, y los orígenes del enclave romano han de ponerse en relación con el acantonamiento de una guarnición de la IIII Macedonica en el lugar durante las guerras asturcántabras, habida cuenta la posición estratégica del lugar como frente de penetración de las tropas desde el valle del Ebro hacia el frente cántabro.115 De este modo, el mismo autor considera las inscripciones militares como prueba de la permanencia de la vexillatio legionaria en el lugar una vez concluidas las guerras y su participación en construcción de la red viaria y en la pacificación del territorio; en tal sentido apuntarían los miliarios augusteos de Castiliscar,116 en los que aparece mencionada explícitamente la unidad y Calahorra,117 fechados en los años 9 y 8 a. C. En una línea similar, aunque más prudente, se pronunció al respecto Gómez-Pantoja, que identifica la guarnición descrita por Estrabón en la «línea paralela a los Pirineos» con la IIII Macedonica.118 Coindidimos con este último autor en que el pasaje de Estrabón acredita la tarea de vigilancia del sector cántabro por parte de la legión, lo que no tiene por qué excluir otras tareas logísticas, como la ya mencionada de la red viaria.119 Lo cierto es que la cantidad, el contenido y la cronología de los epitafios localizados en Vareia, así como la inscripción votiva, pueden ser relacionados, sin lugar a dudas, con la construcción viaria. Del mismo modo, tanto la presencia del campamento de la legión en la zona, como los miliarios y el testimonio de Estrabón son elementos suficientes para acreditar las funciones de vigilancia. Por lo que respecta a la existencia de una guarnición en Vareia, la posición estratégica del enclave como línea de avance para penetrar en territorio cántabro durante las guerras, como puerto del Ebro y punto medio en la red de comunicaciones entre el occidente y el oriente de la provincia, así como su evidente conexión con Caesarugusta, encajan bien con la presencia de un destacamento en el lugar. Por otra parte, la epigrafía militar de la zona en época augústea es escasa y poco nos permite aseverar, pero da la impresión de que aquellos puntos estratégicamente relevantes del interfluvio Duero-Ebro tuvieron, de alguna manera, continuidad posteriormente como centros de control del territorio, aprovisionamiento y reclutamiento. No contamos con vestigios arqueológicos de castramentación y la evidencia epigráfica es escasa, pero ni unos ni otros son comunes ni fácilmente rastreables en el período

Espinosa Ruiz, 1990, pp. 8-10. CIL XVII1, 169 y 170. 117 CIL XVII1, 135. 118 Strab., III, 4, p. 20. 119 Gómez-Pantoja, 2000, p. 111. 115 116

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augusteo, por lo que no los consideramos necesariamente como un impedimento para intuir la presencia de un vexillatio de la IIII Macedonica en el lugar, que consideramos probable. A todo ello habría que añadir que no muy lejos se han atestiguado testimonios posteriores de importantes centros logísticos legionarios, como la statio de Segisamo o la propia Tritium Magallum. 5.4.3. Tritium Magallum (Tricio) En la localidad riojana de Tricio y en sus alrededores se han localizado cinco inscripciones, la mayor concentración de epigrafía militar de todo el conventus Caesaraugustanus. Todos los monumentos recogen epitafios de soldados o veteranos pertenecientes a la legio VII Gemina. Esta concentración de milites septimani llevó a Navarro Caballero a proponer la existencia de una vexillatio de la unidad acampada en Tritium Magallum, núcleo situado en el paso de la vía Legio-Virovesca-Caesaraugusta.120 Tabla 78. Inscripciones de militares en Tritium Magallum. N.º Tipo de inscripción/ Dedicatoria Localización Cat. Soporte (sí votiva) 193

San Millán de la Cogolla Funeraria/ Tritium desconocido Magallum

194

Tricio (La Rioja) Tritium Magallum

Funeraria/estela

Militar

198

Funeraria/estela

Cronología

-

Aurelius Capito

Miles/legio VII Gem.

Siglos i-ii d. C. Fin siglo iprincipios siglo ii d. C.

-

Didius Marcellus

Miles/legio VII Gem.

Siglo ii d. C.

G. Valerius Flavus Tricio (La Rioja) Tritium Magallum

Rango/Unidad

-

G. Valerius Flavus

Veteranus/legio VII Gem. Miles/legio VII Gem.

G. Valerius Flavinus

Eques/coh.?

Siglos ii-iii d. C. S. Severomediados siglo iii d. C.

199

Tricio (La Rioja) Tritium Magallum

Funeraria/¿estela?

-

G. Valerius Firmanus

Veteranus/legio VII Gem.

Siglo iii d. C.

200

Tricio (La Rioja) Tritium Magallum

Funeraria/¿estela?

-

Flaminius Aemilianus

Veteranus/legio VII Gem.

¿Siglo iii d. C.?

120

Navarro Caballero, 1989-1990, pp. 217-226.

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N.º Cat. 193 194 198

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Texto D(is) ˚ M(anibus) ˚ s(acrum)/Aur(elio) ˚ Capiton(i) /mil(iti) ˚ leg(ionis) ˚ VII ˚ G(eminae) ˚ F(elicis) / Restituti anno/r(um) ˚ XXVIII /Luseia ˚ her(es) ˚ fa(ciendum) ˚ cur(avit) D(is) ˚ M(anibus) ˚/Didio ˚ Ma/rcello ˚ mi/liti ˚ l(egionis) ˚ VII ˚ G(eminae) ˚/F(elicis) ˚ ce(nturiae) ˚ Iuli ˚ Ge/rmani ˚ an(norum) ˚ XXIX/cura(m) agen/[te ---] Se/cundino ˚ M/[-c.2-] ++ [---] [G(aio!)] Valerio/[G(ai!) f(ilio) F]lavo vete/ra]no Toleta/no [et Clau]/diae Rufi[nae]/Lanciens[i]/ G(aio!) Valerio [Fla]/vo mil(iti) l[eg(ionis)]/VII G(eminae) [F(elicis)]/G(aius!) Valerius F[la]/vinus eq(ues) co[h(ortis)]/|patr[i et m]/[atri et fratri] /[f(aciendum) c(uravit)]

199

D(is) M(anibus)/G(aius!) ˚ Val(erius) ˚ Firmanus vet(eranus) leg(ionis)/VII G(eminae) P(iae) F(elicis) ˚ et ˚ Luc(ilia) ˚ Pate/˚ rna uxor Val(eriae) ˚ Karae/f(iliae) ˚ innocentissi/mae an[n(orum)] VIII ˚ d(ierum) XI

200

D(is) ˚ M(anibus)/Flamino {S} Aem(iliano)/ LI ve [l(egionis)] VII / ˚ P(iae) ˚ F(elicis) ux(or) fe(cit)

El primer epitafio, localizado en la cercana San Millán de la Cogolla (Cat., n.º 193), está dedicado a Aurelius Capito, soldado de la legio VII Gemina fallecido a los 28 años, por Luseia, su heredera. La pérdida del soporte dificulta la datación, que ha sido fijada, en razón de la estructura del texto, entre fines del siglo i d. C. y mediados del ii, preferentemente en la segunda centuria.121 La edad del soldado y la erección del monumento en San Millán de la Cogolla sugieren que el soldado murió en activo y que era originario de la región, razón por la que se levantó allí su monumento. Probablemente Luseia fuese, además de heredera, su compañera, de la que no se indica la condición de esposa legal al estar el soldado en activo y no haberle sido concedido el connubium. Nada impide considerar que el soldado muriese en cumplimiento de una misión en la zona, relacionada quizá con las vías de comunicación. Efectivamente, la presencia de soldados de la VII Gemina en este territorio, tanto en activo como ya veteranos, podría explicar la existencia del monumento. Ya en el siglo ii d. C. contamos con la noticia de otro soldado de la legio VII (Cat., n.º 194), Didius Marcellus, muerto en activo también a los 28 años. La estructura del epitafio guarda muchas similitudes con la del anterior, compartiendo, entre otros elementos, indicación de centuria. El monumento, hoy extraviado, fue hallado empotrado en los muros de la ermita local con pérdida de su parte inferior. Se trata de una estela de cabecera triangular decorada en su parte superior con una roseta tripétala de pétalos carnosos, rodeada por una corona de hojas de roble; debajo, en una cartela rectangular rehundida, se ha representado en bajorrelieve un águila con las alas semidesplegadas y la cabeza ladeada hacia la derecha; el animal sostiene un fulmen entre sus garras y está flanqueado por un gladius enfundado y un scutum oval, ambos miniaturizados. La representación alude claramente al símbolo por excelencia de la legión, conectado con Júpiter a través del motivo del fulmen, que simboliza la protección del ejército por parte del dios. De nuevo en el cesaraugustano nos topamos con uno de los pocos ejemplos peninsulares de estela funeraria decorada con simbología figurativa y propiamente militar. La fórmula D.M.S., la abreviatura del gentilicio, la ausencia de praenomen, el epíteto de la legión, la indicación de centuria y la fórmula faciendum curavit sugieren una datación en la primera mitad del siglo ii d. C. Cf. Le Roux, 1982, p. 204, n. 115. 121

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En este caso cabe destacar, además, que la cabecera triangular de la estela, la posición de la decoración y su contenido recuerdan vivamente a tipos característicos de los limites renano y danubiano.122 Tal como ya apuntó Le Roux,123 la originalidad del monumento, su localización y, precisamente, la fórmula curam agentem referida al dedicante ponen de relieve que el soldado difunto era originario de Tricio. Como en el caso anterior, la procedencia del difunto explica la presencia del monumento en el lugar, pero no es el único factor a tener en cuenta, pues ambos epígrafes indican claramente que los soldados estaban desplegados en la zona cumpliendo misiones específicas. De entre fines del siglo ii d. C. y comienzos del siguiente tenemos un fragmento de estela funeraria con vestigios de retratos, en la que se representa a tres individuos, dos de ellos militares (Cat., n.º 198); se trata de dos Gaii Valerii Flavini, uno veterano oriundo de Toletum y el otro su hijo, ambos de la VII Gemina. La otra dedicataria, también difunta, es Claudia o Clodia, Rufina, originaria de Lancia, esposa y madre respectiva de los anteriores. El dedicante, G. Valerius Flavinus, es el hijo del veterano y de la mujer y hermano del soldado fallecido. El hijo del matrimonio, que se consigna como eques cohortis, podría haber servido como tal en una cohors equitata. A este respecto, Palao Vicente señala que el dudoso término cohortis miliariae puede aludir no solo a una unidad auxiliar, sino también a la primera cohorte de la turma de jinetes de una legión.124 Habida cuenta de la hoja de servicios de su padre y su hermano, no es descabellado pensar que Valerius Flavinus hubiese servido en realidad como jinete de la legio VII Gemina. A la vista de las origines que consigna el epitafio, nos hallamos ante una familia que probablemente se formó en Lancia, muy próxima a Legio, base central de la VII Gemina, donde el veterano pater familias habría servido; desde Lancia, la familia habría emigrado a Tritium, donde habrían nacido y, probablemente, servido los dos hijos soldados, C. Valerius Flavus como legionario y G. Valerius Flavinus como jinete auxiliar, ya que estos no indican sus origines. La inscripción pone en evidencia, además, la ampliación de la base de reclutamiento que se va produciendo en la legio VII Gemina a lo largo del siglo ii d. C., y especialmente en su segunda mitad. Serán los hispanos los que vayan tomando el protagonismo en la composición de la unidad.125 Otro testimonio destacable del veteranato y de la formación de lazos familiares de los milites septimani en Tritium aparece en otro fragmento de estela funeraria reutilizado en Tricio (Cat., n.º 199). El epitafio está dedicado a Valeria, niña de 8 años, por sus padres G. Valerius Firmanus, veterano de la VII Gemina, y Lucilia Paterna. El monumento se conserva en muy malas condiciones, pero la paleografía y el epíteto Pia de la legión lo sitúan entre el reinado de Septimio Severo y mediados o fines del siglo iii d. C. La onomástica de los personajes representados no nos permite determinar su procedencia, pero, al igual que G. Valerius Flavus, Valerius Firmanus se establece en esta localidad con su familia. Ambos epígrafes reflejan el atractivo que un enclave como Tritium ejercía

Para la decoración, cf. Cat., n.º 194: comentario. Este es otro de los tipos de monumento de los que esperamos poder ocuparnos pronto con detalle, abordando en un trabajo monográfico su programa decorativo. 123 Le Roux, 1982, p. 205, n. 119. 124 Palao Vicente, 2006, p. 167 125 Ibidem, p. 116. 122

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sobre los veteranos en la hora de su retiro. En el mismo sentido habría que considerar el último epígrafe documentado en el área de Tritium Magallum (Cat., n.º 200). La pieza, hoy perdida, fue localizada reutilizada en los muros de la ermita de Nuestra Señora de los Arcos, junto con alguna de las otras ya comentadas. Se trata del epitafio de Flamnius Aemilianus, veterano también de la VII Gemina, muerto a los 61 años, dedicado por su esposa, que solo aparece mencionada con el apelativo uxor. La presencia del epíteto Pia referido a la legión nos permite fecharla en el siglo iii d. C. A tenor de la naturaleza de esta documentación, no cabe duda de que Tritium Magallum fue un importante foco de presencia militar en la provincia Citerior. A diferencia de otros emplazamientos del conventus Cluniensis, como Uxama, Novaugusta o la misma Clunia, y del propio Caesaraugustanus, como Calagurris o Vareia, donde domina la epigrafía militar del período julio-claudio y flavio, en Tritium la actividad del ejército ha de ponerse en relación de forma exclusiva con la VII Gemina. La investigación moderna126 ha interpretado la presencia de soldados en activo en la zona en función del control de las actividades económicas en la región. Estos soldados y también los veteranos de la VII Gemina estarían vinculados de alguna forma a la producción de cerámica en los alfares Tritienses, lo que supondría cierto dominio de estos territorios del Caesaraugustanus en el período durante el siglo ii d. C. y comienzos de la siguiente centuria. La hipótesis resulta razonable si examinamos la posición de Tricio, muy próxima al paso de la ya mencionada vía XXXII del Itinerario Antonino, que unía Asturica, Legio, Caesaraugusta y Tarraco, y conectaba, al norte de la Sierra de Cebollera, con la llamada via Aquitana, que permitía la salida hacia los Pirineos y fuera de la península ibérica. Esta posición viaria estratégica se ve reforzada por la posición natural del enclave, que actuaba como paso natural entre el Valle del Ebro, la costa cantábrica y la vertiente mediterránea de la Citerior, motivo ya suficiente para la instalación de una guarnición que controlase dicho territorio, aunque no el único que explica la presencia de tropas en la zona.127 Esta región, especialmente el Valle del río Najerilla y la propia Tritium, fueron uno de los focos peninsulares más destacados en la producción y distribución de terra sigillata durante el período altoimperial.128 No es de extrañar, pues, que el ejército estuviese vinculado a esos alfares y participase activamente en las labores de control, supervisión e, incluso, de transporte de un material que también resultaba fundamental en sus hábitos de consumo y estratégico para la administración imperial. Esta suposición se ve reforzada por la confirmación de que los campamentos de Legio se abastecían con cerámica procedente de los alfares riojanos, precisamente a través de la mencionada vía que conectaba la meseta norte y el noroeste.129 Con todo, no contamos con un correlato arqueológico apropiado para contextualizar debidamente la documentación epigráfica, pues las ex Ritterling, 1925, s. v. legio VII Gemina; Le Roux, 2000a, pp. 383-396. Navarro Caballero, 1989-1990, p. 221. Para la cuestión de la epigrafía de la VII Gemina en Tricio y el territorio es de obligada consulta el apartado que le dedica Palao Vicente (2006: 301-303) en su análisis de la legión, con el que coincidimos plenamente en la interpretación del material epigráfico. 128 Sobre los alfares de Tricio y la región, cf., fundalmentalmente, Sáenz Preciado, 1998, pp. 125-163; y Sáenz Preciado y Sáenz Preciado, 1999, pp. 61-136. Ambos trabajos recogen la extensa blbiografía anterior al respecto. 129 Palao Vicente, 2006, pp. 302-303 y n. 206, con referencia a los estudios del material recuperado en los vertederos antiguos del solar campamental. 126 127

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cavaciones en los alfares no nos han dejado vestigios de alojamientos ni estructuras que pudieran haber estado destinadas a los militares. En este marco general encaja bien la variedad de rangos documentada epigráficamente —soldados en activo, veteranos y centuriones—, la franja cronológica en la que se localizan los monumentos, la homogeneidad de los epígrafes respecto a la unidad militar y el retiro de los veteranos con sus familias en un lugar como este. En razón de su intensa actividad productora y comercial y de la constante presencia del ejército durante los siglos ii y iii d. C. en la zona, Tritium habría sido un lugar propicio para el retiro de los veteranos, donde habrían podido emprender una vida civil con ciertas garantías de éxito; así lo acredita la inscripción del veteranus Toletanus desposado con una lanciense, cuyos hijos habrían nacido en la propia Tritium y heredado el oficio de su padre. 5.4.4. Los Bañales (Cinco Villas, Zaragoza) El enclave Los Bañales (Zaragoza), del que todavía no tenemos referencia en las fuentes escritas, se ha revelado como uno de los centros urbanos romanos mejor conservados de la península ibérica, y ha dado a conocer una serie de hallazgos arqueológicos de enorme relevancia. La parte que nos interesa aquí es el hallazgo de tres cubos de pedestal de piedra arenisca local cuyo protagonista es Q. Sempronius Vitulus, militar de origen local.130 Estos epígrafes localizados en la zona centro-norte del conventus rompen, por así decirlo, el patrón general de distribución de la epigrafía militar del Caesaraugustanus, concentrada en la punta noroccidental del territorio. A pesar de que los soportes recogen tres inscripciones honoríficas debidas a un mando, los hemos incluido en nuestro repertorio, considerando que el personaje representado probablemente no alcanzó el orden ecuestre (aunque sus funciones fueran casi equiparables), que era oriundo de Los Bañales y que regresa a su comunidad significándose exclusivamente como militar al mando de unidades auxiliares; actuando, además, como notable vinculado a la administración imperial y autorrepresentándose como tal en el recinto forense. A ello cabe añadir que uno de los mandos que ejerció fue, con toda seguridad, en la península ibérica en el período julio-claudio, por lo que formó parte del despliegue militar en la Citerior. El comportamiento de Sempronius Vitulus añade un ejemplo particularmente significativo a los escasísimos testimonios epigráficos de integración de los militares de graduación baja o intermedia en los ordines locales de los municipios hispanos en el período altoimperial, con el añadido suplementario de la información que proporciona el descubrimiento de las piezas en contextos arqueológicos. Las piezas constituyen, pues, un paradigma novedoso de la relación entre monumentos epigráficos de militares y territorio, motivo por el que consideramos necesaria su inclusión en el catálogo.

Para su análisis seguiremos las publicaciones de J. Andreu Pintado, director de los trabajos arqueológicos, que se ha ocupado del estudio de los monumentos en sus contextos originales y la edición de los textos. Cf. Andreu Pintado, 2015, pp. 296-302; y Andreu Pintado y Felice, 2016, pp. 553-556. 130

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5.  LOS CONVENTUS CLUNIENSIS Y CAESARAUGUSTANUS

431

Tabla 79. Inscripciones honoríficas de militares en el conventus Caesaraugustanus. N.º Tipo de inscripción/ Localización Cat. Soporte Los Bañales (Zaragoza)

202

Los Bañales (Zaragoza)

203

Los Bañales (Zaragoza)

204

Q. Sempronius Vitulus

Q. Sempronius Vitulus

Q. Sempronius Vitulus

N.º Cat.

Dedicatoria (sí votiva) Decurio equitum/ ala Tauriana Subpraefectus/coh. Germanorum Decurio equitum/ ala Tauriana Subpraefectus/coh. Germanorum Decurio equitum/ ala Tauriana Subpraefectus/coh. Germanorum

Militar

Rango/ Unidad

Cronología

Q. Sempronius Vitulus

Imp. Tib. Caes. Aug. pont. Max.

Siglo i d. C. (31-32 d. C.)

Q. Sempronius Vitulus

Aesopus (libertus)

Siglo i d. C. (31-32 d. C.)

Q. Sempronius Vitulus

Aesopus (libertus)

Siglo i d. C. (31-32 d. C.)

Texto

202

Tib(erio) ˚ Caesari ˚ Aug(usti) ˚/f(ilius) divi ˚n(epoti) ˚Aug(usto) ˚/pont(ifici) ˚ maxumo/imp(eratori) ˚ VIII ˚trib(unicia) ˚ pot(estate)/XXXIII co(n)s(uli) ˚V ˚/Q(uintus) ˚ Sempronius ˚L(ucii) ˚ f(ilius)/ Vitulus ˚dec(urio) ˚equit(um) test(amento) ˚ f(ieri) ˚ iussit

203

Q(uinto) ˚ Sempronio ˚L(ucii) ˚ f(ilio)/Vitulo ˚dec(urioni) ˚ equit(um) ˚/alae Taurianae ˚/[s]ub praefecto ˚/[c]oh(ortis) ˚ Germanorum ˚/[Aesop]us lib(ertus) ˚/[p(osuit)?] ˚ ex ˚ test(amento) ˚

204

Q(uinto) Sempronio ˚ L(ucii) f(ilio)/Vitulo ˚ dec(urioni) ˚ equ(i)t(um) ˚/Alae Taurianae ˚/sub ˚ praefecto ˚/coh(ortis) ˚ Germanor(um) ˚/Aesopus lib(ertus) ˚

Los tres cubos de pedestal (Cat., n.os 202, 203 y 204), del mismo taller y de cuidada ejecución, aparecieron en las excavaciones del foro, no lejos de la posición que hubieron de ocupar originalmente en el despliegue estatuario del enclave romano. El primero (Cat., n.º 204) presenta un texto en honor del emperador Tiberio por Q. Sempronius Vitulus, con su titulatura completa (lo que permite fecharlo en los años 30-31 d. C.), que incorpora filiación y se presenta como decurio equitum; el pedestal fue colocado post mortem por disposición testamentaria del propio Sempronius Vitulus. Los otros dos pedestales (Cat., n.os 203 y 204) presentan textos muy similares y completan el cursus militar del personaje; se diferencian del primero en que el homenajeado es el propio Sempronius Vitulus, que aparece como decurio equitum del ala Tauriana y subpraefectus de una cohors Germanorum. Los dos fueron colocados por Aesopus, liberto del mencionado y, al menos uno de ellos, por disposición testamentaria. Es significativo que, en el primer pedestal, Vítulo prefiera consignar solamente su primer rango, el de decurión, más bajo que el más peculiar de subprefecto. En opinión de Andreu Pintado,131 podría deberse a que este era el cargo al que llegó tras su alista Andreu Pintado, 2016, p. 555.

131

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

432

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miento como voluntario, probablemente bajo el reinado de Augusto. Tal y como destaca el mismo autor, este cargo en el ala Tauriana132 habría tenido conexión con el territorio de Los Bañales, teniendo en cuenta la vinculación del ejército augusteo con esta zona del conventus Caesaraugustanus y del Cluniensis, como lo demuestra su participación en la construcción de la vía entre Caesaraugusta y Pompaelo y del acueducto de la ciudad entre los años 9 y 3 a. C.133 En este sentido, es preciso traer a colación la inscripción ya comentada de Iulius Longinus Doles, eques de la misma unidad, localizada en Calagurris, a unos 60 km al oeste de Los Bañales, y fechada entre fines de los julio-claudios y comienzos de los flavios (Cat., n.º 195). Tanto esta como el nuevo testimonio que suponen los pedestales de Los Bañales nos confirman la actuación de este cuerpo auxiliar en esta área de la provincia, por lo cual, cabría pensar que Vítulo sería oriundo de los Bañales y habría ofrecido el programa estatuario que reflejan estos pedestales. Los pedestales constituyen un testimonio temprano de la cohors Germanorum134 y es preciso reseñar que el cargo de suprefecto resulta verdaderamente peculiar en el ámbito legionario y auxiliar, siendo más propios en el ámbito de la annona militaris, los vigiles de Roma o la flota; además, nos acercan al perfil de las élites locales de Los Bañales en época julio-claudia, antes de que la zona alcanzara el estatuto jurídico privilegiado bajo los flavios. Tanto este como el pedestal dedicado a Tiberio fueron colocados por disposición testamentaria tras la muerte Sempronius Vitulus, aunque formaban parte de un programa concebido por él mismo. Los dos primeros pedestales (Cat., n.os 202 y 203) fueron concebidos para estar juntos, uno honrando a Tiberio y el otro al decurión, mostrando toda su carrera militar. A ellos hay que añadir el tercero (Cat., n.º 204), que cerraría el conjunto y que quizá fue añadido un poco después por el liberto Aesopus, que se consigna en él con la voluntad de ser asociado a la élite local de Los Bañales. De este modo, probablemente el conjunto quedara constituido por las tres piezas, con la del emperador en posición central. Respecto a su colocación en el foro de la ciudad, los tres pedestales aparecieron en niveles de relleno superiores a los del colapso del mismo, concretamente en el relleno que cubría la planta baja de la basílica forense, en el extremo oriental de la plaza.135 Las características arquitectónicas de la basílica y su planta baja invitan a descartar este lugar como emplazamiento original de los monumentos. Más bien habría que pensar en la porticus doble al norte del foro (donde se conservan trazas de los postamentos de los pedestales ecuestres), en función de los vestigios documentados allí y la ausencia de negativos de antae en los laterales de los pedestales. El programa estatuario del foro estaría presidido por una imagen del emperador, por lo que parece verosímil que Vitulus se hubiese representado en los otros dos pedestales, en uno como alaris o comandante de ala, probablemente togatus, y en el otro como cohortaris thoracatus, o quizá en los dos con vestimenta militar.136

Sobre la unidad y su reclutamiento, cf. Le Roux, 1982, p. 190. Andreu Pintado, 2016, p. 555 y n. 12 134 Ibídem, p. 554 y n. 9. 135 Ibídem, p. 555 y nota 14. 136 Andreu Pintado y Romero Novella, 2018, pp. 367-368, con tratamiento en detalle de los contextos de aparición y posible ubicación original de los monumentos. 132 133

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5.  LOS CONVENTUS CLUNIENSIS Y CAESARAUGUSTANUS

433

Hasta este hallazgo no contábamos con evidencias de un tipo de representación escultórica y epigráfica de este tipo entre los soldados y grados medios que sirvieron en la Península. Tan solo en la capital, Tarraco, nos topamos con grandes pedestales que sostenían estatuas con representaciones, fundamentalmente de los militares principales y centuriones, pero estos, como veremos en el siguiente capítulo, eran monumentos funerarios ubicados en las necrópolis y no programas de estatuaria honorífica situados en el foro de una civitas. Q. Sempronius Vitulus se autorrepresenta como un verdadero prócer local asociado al poder imperial, lo que da a entender el considerable prestigio que hubo de adquirir en su ciudad natal y la integración de la que hubieron de gozar algunos de los miembros de las élites locales tras haber servido en el ejército. Los pedestales nos dan, asimismo, una buena imagen de la composición de las élites locales previas al proceso de municipalización de la zona en época flavia. En el marco descrito, y tratando de profundizar algo más en la biografía del personaje representado, cabe la posibilidad, tal y como ya apuntan los editores de los pedestales, de que Sempronius Vitulus no regresase nunca a la ciudad de Los Bañales, de donde probablemente procedía, lo que no sería óbice para que el ordo local honrase igualmente a uno de sus personajes más ilustres, o él mismo se preocupase por aparecer en los programas estatuarios del foro presentándose, quizá, como benefactor de la ciudad.137

Ibídem.

137

Capítulo 6 El conventus Tarraconensis y la provincia Citerior inermis1 6.1. Tarraco. La epigrafía militar de Tarraco. Precisiones metodológicas y cuestiones de concepto

Como hemos venido apuntando en el caso de la provincia Citerior, los campamentos de Legio y Petavonium, y sobre todo la capital provincial Tarraco, son los enclaves que acumulan, con gran diferencia, las más altas concentraciones de epigrafía militar en toda la provincia. No obstante, el corpus de inscripciones de contenido militar de Tarraco asciende a 75 ejemplares si consideramos los criterios bajo los que hemos decidido incluir los monumentos en nuestro catálogo; a 104 si tenemos en cuenta todas las menciones epigráficas a la condición militar de un personaje, incluyendo los homenajes a aquellos que no desempeñaron cargo ni servicio alguno en Hispania ni en Tarraco. A estas hemos de añadir cuatro ejemplos más procedentes del ager Tarraconensis, cuyos protagonistas, sin duda, debieron de ejercer en la capital. La ciudad y sus alrededores concentran más de un 25 % del total de las inscripciones militares de toda Hispania, seguidas de lejos por Augusta Emerita, con un 10 %.2 De esta documentación, la gran mayoría se puede fechar entre los años 70 y el 235 d. C., período que corresponde, por otra parte, con el auge de la producción epigráfica militar en la península ibérica. Pese a que el conocimiento de la topografía urbana de Tarraco en época romana es actualmente muy notable,3 hay una serie de obstáculos o condicionamientos que limitan las 1 Con «provincia Citerior inermis» queremos referirnos a una parte de nuestro territorio de estudio, la zona oriental de la Tarraconense, que se caracteriza fundamentalmente por la ausencia de bases militares permanentes en época altoimperial, exceptuando la capital Tarraco, con una importante presencia militar hasta donde nuestros conocimientos alcanzan actualmente. Somos conscientes de que, a la vista de la elevada proporción de epigrafía militar en Tarraco y a la nada deseñable cantidad de testimonios dispersos en parte del territorio levantino, esta denominación puede resultar un tanto engañosa. Tenemos en cuenta, asimismo, que mientras podemos considerar la Bética y Lusitania como provincias inermes, dado que carecían de guarniciones permanentes, no es el caso, ni mucho menos, de la Citerior y su capital. Dicho esto, creemos que la denominación adoptada se ajusta a la situación que dibujan la epigrafía militar y la arqueología en época altoimperial, considerando el carácter del noroeste como verdadero sector militar en Hispania y la importancia del sector Duero-Ebro, primero como teatro de operaciones durante las guerras asturcántabras y, posteriormente, como paso natural de las grandes vías de comunicación provinciales. 2 Le Roux, 2006, p. 489. 3 Ante la ingente cantidad de literatura científica referente a la Tarraco romana, remitimos a Mar et al., 2015; estudio en dos volúmenes de la ciudad romana desde sus orígenes hasta la tardoantigüedad, que incorpora, además, la bibliografía más reciente y más importante.

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

436

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posibilidades de reconstrucción de los espacios epigráficos y nos obligan a ceñir nuestra exposición a localizaciones concretas para no extendernos más de lo deseable. En primer lugar, evidentemente, el recinto de la ciudad es mucho mayor que el de los campamentos, y habría que añadirle las dimensiones de los espacios suburbanos y de los territorios dependientes; además, cuenta con un conjunto de vestigios arqueológicos ingente, mucho mayor que el de los campamentos. A ello cabe añadir dos problemas más que suponen los obstáculos más representativos, la dificultad intrínseca a una investigación arqueológica en suelo urbano actual y, sobre todo, la naturaleza de los contextos de hallazgo del material epigráfico romano, mayoritariamente trasladado de punta a punta de la ciudad y reutilizado en toda suerte de edificaciones durante siglos, por no hablar de los epígrafes que se han perdido. Como veremos, hay inscripciones que por sus rasgos morfológicos y el contenido de sus textos nos permiten intuir con relativa certidumbre sus emplazamientos originales; también los análisis de conjunto de los lugares de hallazgo de parte de la documentación indican la configuración de espacios construidos por militares, reservados para ellos o con alta presencia militar, como las necrópolis. Pero mientras que en los alrededores de los campamentos como Legio y Petavonium las piezas con contextos de hallazgo dispersos se pueden al menos aproximar o relacionar con lugares concretos según la planificación de un cosmos ordenado sistemáticamente, la ciudad es un ámbito sin duda diferente y Tarraco representa un ejemplo Capítulo magnífico 6en este sentido. Como veremos, no conocemos, más allá del terreno de la hipótesis, los emplazamientos donde residían los soldados destacados en la capital provincial, y la Figura 1. Enclaves con mayores concentraciones de epigrafía militar en Hispania. dispersión de los hallazgos epigráficos, sujeta a los avatares del tiempo y la vida de la ciudad, es en ocasiones más un obstáculo que una ayuda para tratar de identificarlos. 120 100 80 60 40 20 0

Figura 1. Enclaves con mayores concentraciones de epigrafía militar en Hispania.

Atendiendo a los criterios metodológicos de selección del material expuestos en el capítulo pertinente,4 hemos incluido en el repertorio analizado los epígrafes que dan

4



Vid. supra apartado 1.1.2: «El material epigráfico».

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6.  EL CONVENTUS TARRACONENSIS... 

437

testimonio de las actividades tanto de los mandos como de los propios soldados en su propio medio, esta vez urbano, y hemos exluido aquellas en las que el elemento militar solo aparece como parte de un cursus honorum y normalmente fue desempeñado fuera de la península ibérica; Tarraco representa en este sentido un caso particular. Como base militar en origen y capital de la Citerior, fue, sin duda, un medio natural para los militares durante toda su existencia, desde el período republicano hasta, al menos, la época severa. La ciudad contó siempre con presencia militar, especialmente como sede del officium del gobernador provincial, un legado propretor con tropas a su cargo desde el período augusteo hasta los severos. A este período pertenece la práctica totalidad de la documentación epigráfica disponible, pero la casuística se vuelve ciertamente más compleja cuando nos topamos, como ocurre a menudo, con monumentos honoríficos de notables locales, muchos de ellos promovidos al orden ecuestre, y de algunos senatoriales, que se representaron en los espacios de la parte alta de la ciudad, no solo consignando sus carreras militares, sino, y sobre todo, como miembros del concilium provinciae Citerioris, bien como miembros del ordo local en el caso de los últimos, o como gobernadores provinciales y jefes del offiicium. Lo cierto es que estos últimos, por el espacio elegido y la forma de sus homenajes, se representan fundamentalmente asociados con el elemento cívico de la urbe y en relación con sus aspiraciones políticas dentro de sus carreras. En este marco socio-político es donde el elemento militar hace su aparición en esta documentación. Mientras tanto, la gran mayoría de los monumentos que podemos considerar como propiamente militares son estelas, aras y pedestales funerarios destinados a las necrópolis situadas extramuros, en las que, sin duda, los militares tuvieron sus propios espacios de representación. A ello habría que añadir que gran parte de los miembros de los ordines ecuestre y senatorial que aparecen como duóviros o flamines, mayoritariamente en la «plaza de representación» de la acrópolis, no sirvieron en ninguna unidad del exercitus Hispanicus; desarrollaron sus carreras como legados, tribunos o prefectos en otras zonas del imperio y, por tanto, su vinculación con Tarraco nada tiene que ver con el ámbito militar romano en la península ibérica. Otros presentan una carrera «mixta», habiendo ejercido, al menos, un mando en una unidad de Hispania y otros fuera de ella. Por tanto, resulta crucial en este punto discernir dos aspectos fundamentales que se unen a las consideraciones generales ya apuntadas, el tipo de vinculación con Tarraco de los personajes que reciben los homenajes, tanto públicos como privados, y los espacios de donde pudieron provenir sus monumentos, así como su naturaleza y la morfología de los soportes. La gran mayoría de la documentación epigráfica a la que nos referimos está constituida por pedestales honoríficos fechados en el período comprendido entre los flavios y el comienzo de la dinastía severa, situados normalmente en la llamada «plaza de representación» del foro colonial tarraconense.5 Un tratamiento aparte merecen

Este espacio surge de la remodelación en época flavia de la ciudad alta y el espacio sacro. A partir de este período se piensa que el officium consulare tuvo aquí su sede y fue también el foro de reunuión del concilium Hispaniae provinciae Citerioris y de la celebración del culto imperial. Asimismo, la gran plaza porticada funcionó como espacio de representación epigráfica de las elites provinciales y locales. De aquí que Alföldy (1973) la denominase como «plaza de representación». Para el desarrollo del lugar y su arquitectura desde época augústea, cf. Mar et al., 2015, pp. 4-89 y 132-133. 5

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EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

438

aquellos dedicados en época severa a los mandos del officium provincial por los propios componentes o su personal. La epigrafía honorífica y votiva de comienzos del siglo iii d. C. revela indicios del abandono del concilium provincial, una institución eminentemente cívica y urbana, y su sustitución, por una sede, eventualmente ampliada, del officium consulare, bajo el mando de generales de confianza del emperador Septimio Severo. En tal sentido, pone en evidencia una clara «militarización» de la nueva administración, que se materializa en el uso del espacio público; por ello, las inscripciones que pertenecen a este período han de ser contempladas bajo otra óptica y las incluimos en esta discusión.6 Tabla 80. Inscripciones de miembros del ordo tarraconense y ecuestres excluidas de estudio directo. N.º Cat.

Referencia

Titulus

Dedicatario

Dedicante/ Motivo homenaje

Magistraturas/ Sacerdocios

Rangos militares

Cronología

Flamen Perpetuo (Vespasianus) ex d. d./ flamen p. Trib mil. Galbae Siglo i d. C. H. C./quaestor Imp. (Galba-Nerva) Baeticae/trib. Pleb./praetor. Aug.

1

[.]Raecius CIL II2, 14, 2, Honorífico 992 = RIT, 145 Gallus

M. Minatius (amicus)

2

CIL II2, 14, 2, 1017

Q. Granius Lemnus Aedil/quaestor/ et Grania flamen/IIvir Procula (filia)

3

CIL II, 6097 = CIL II2, 14, [---] T(iti) Honorífico 2, 1021 = RIT, f(ilius) 173

Siglo i d. C. D(ecreto) Flamen Romae et Trib. mil. leg. VI (Augustod(ecurionum) Augg. Calígula)

4

CIL II2, 14, 2, 1022 = RIT, 174

L. Rufidius Pollentinus

M. Fulvius Honorífico Gratus

L. Rufidius Honorífico Iullus

CIL II, 4132 = CIL II2, 14, 2, Honorífico ---? 1024 = RIT, 17 CIL II, 4188 (p. 972) = CIL C Aemilius Honorífico II2, 14, 2, 1110 Fraternus = RIT, 252 CIL II, 4189 (p 972) = CIL II2, L. Aemilius Honorífico 14, 2, 1111 = Paulus RIT, 00253

5

6

7

-

C Ca[ecilius Aug(ustalis)]?

Ex d. d.

Omnibus honoribus in re p. sua…

Trib. mil. leg. XI Claudiae

Praef. coh. IIII Vindelicor./ trib. mil. leg. III Aug. Praef. coh. III Lus./trib. mil. leg.?

Siglo i d. C. (68-fin siglo i d. C.)

Siglo i d. C. (70-siglo ii d. C.) Siglo ii d. C.

Praef. fabr. II/ flamen p. H. C. (censor)

Trib. mil. leg. V Siglos i-ii d. C. (68-fin ii d. C.) Alaudae

Flamen p. H. C.

Trib. mil. leg. III Cyren./ praef. coh.?

Siglo ii d. C. (Adrianomediados siglo ii d. C.)

Remitimos al capítulo correspondiente en nuestra tesis doctoral, donde resumimos la cuestión con bibliografía incluida y en referencia a la inscripciones. Cf. Moralejo Ordax, 2018, pp. 597-598. 6

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N.º Cat.

8

9

10

11

12

Referencia

Titulus

6.  EL CONVENTUS TARRACONENSIS...  Dedicante/ Motivo

Dedicatario

homenaje

CIL II, 04140 = CIL II2, 14, 2, 1122 = RIT, 163 CIL II, 04203 = CIL II2, 14, 2, 1125 = RIT, 265 CIL II, 4211 (p 973) = CIL II2, 14, 2, 1131 = RIT, 271 CIL II2, 14, 2, 1132 = RIT, 272 CIL II, 04213 = CIL II2, 14, 2, 1133 = RIT, 273

Magistraturas/ Sacerdocios

Rangos militares

Honorífico

[---] Caecilius ? Placidus

?

Praef. coh. I [---]/trib. mil. leg. [--- ]

Honorífico

Omnibus M. Calpurnius honoribus in Lupus re p. sua…

Flamen p. H. C.

Praef. coh. I Biturigum

L. Domitius Honorífico Dentonianus

Honorífico

Provincia Hispania Citerior

C. Egnatuleius Egnatileia Seneca Sige (liberta)

Provincia Honorífico Q. Fabius [---] Hispania Citerior

Iudex V dec./ IIvir Consabura/ flamen perpetuus/ flamen p. H. C. Aedil/quaestor/ IIvir/flamen/ flamen p. H. C.

Praef. coh. IIII Thrac eq.

Siglo i d. C. Post Tito 81 d. C.)

Adlectus (de C. V)/ Siglo ii d. C. Praef. coh. I [---] flamen p. H. C. (125-138 d. C.) Siglo ii d. C. (Adrianomediados siglo ii d. C.) Siglo ii d. C. Trib. mil. coh. I (Adrianomediados Macedonicae siglo ii d. C.)

13

Flamen p. H. C.

14

CIL II2, 14, 2, 1156 = RIT, 296

L. Numisius Honorífico Ovinianus

Omnib honorib in re publica sua funct(o)

Flamen p. H. C.

15

CIL II2, 14, 2, 1160 = RIT, 300

M. Porcius Honorífico Apro

Provincia Hispania Citerior?

IIvir/praef. fab./ proc. Aug. ab Trib. mil. leg. alimentis/ flamen VI Ferratae p. H. C.

16

CIL II, 4240 = CIL II2, 14, Q. Porcius Honorífico 2, 1162 = RIT, Vetustinus 302

Provincia Hispania Citerior

Flamen p. H. C.

18

CIL II, 04251 M. Valerius Provincia = CIL II2, 14, Honorífico Propinquus Hispania 2, 1171 = RIT, Grattius Cereal Citerior 311

19

CIL II2, 14, 2, 1175 = RIT, 318

Honorífico

Honorífico

Provincia C Sempronius Hispania Fidus Citerior

[---]++c nian[o]?

Provincia Hispania Citerior

Siglos i-ii d. C. (70-150 o 180 d. C.)

Siglo ii d. C. (105-117 d. C.)

L. Aemilius Saturninus

CIL II2, 14, 2, 1166 = RIT, 306

Cronología

Trib. mil. coh. Asturum Callaeciae

L. Gavius CIL II2, 14, 2, Romanus Honorífico 1141 = RIT, 28 Vibius Secundus

17

439

Trib. mil. leg. III Aug.

Siglo ii d. C. (105-110 d. C.)

Praef. coh. I Siglo ii d. C. Lato[bicorum?] (110-130 d. C.)

Trib. mil.: leg. III Scythicae; leg. VI Ferratae; Flamen p. H. C. leg. III Gallicae et leg. XX Valeriae Victricis Praef coh. II Asturum/ Praef. fab./flamen trib. leg. V p. H. C. Macedonicae/ praef. alae III Thracum Flamen divorum Trib. coh. Augustorum XXV[I]? [vol] p. H. C. unt[ariae]?

Siglo i d. C. (Flaviossiglo ii d. C.)

Siglo ii d. C. (inicios)

Siglos i-ii d. C. (70-180 d. C.)

N.º Cat.

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Referencia

Titulus

Dedicatario

Dedicante/ Motivo homenaje

Magistraturas/ Sacerdocios

Rangos militares

Cronología

Dudosas

20

CIL II2, 14, 2, 1020 = RIT, 172

Funerario

M. Lucretius Peregrinus

Lucretia Eucarpia (liberta)

Centurio leg. I Decurio Minerviae ítem Tarraconensium III Cyrenaicae/ adlectus praef. coh. IIII Ling(onum)

Siglo ii d. C.

La documentación que hemos descartado corresponde esencialmente con tituli honoríficos erigidos bien por dedicantes vinculados con los homenajeados, bien por el ordo Tarraconensium o el concilium provinciae Citerioris directamente, ubicados en origen en la ya mencionada «plaza de representación». El motivo mayoritario de la conmemoración es la condición de flamines provinciales de los representados; muchos de ellos se presentan, además, como miembros del ordo local (duóviros, ediles o cuestores) y gran parte fueron promocionados al orden ecuestre por diversos emperadores, comenzando así sus carreras con el desempeño de las actividades militares preceptivas. Las unidades en que sirvieron como tribunos y prefectos no pertenecen, en ninguno de los casos, al dispositivo militar de Hispania, por lo que la vinculación de todos ellos con Tarraco se limita al ya mencionado concilium de la provincia y, en algunos casos, al desempeño de magistraturas cívicas en la ciudad; algunos también eran oriundos de la capital. Por todo ello, aunque se trata de una documentación preciosa para la reconstrucción del funcionamiento de la sociedad tarraconense altoimperial y sus instituciones políticas, especialmente en los dos primeros siglos del Imperio, no constituyen un conjunto de relevancia directa para nosotros. Respecto a los miembros del ordo senatorius, hemos aplicado los mismos criterios, pues se trata de un conjunto social minoritario y aún más restringido que el de las élites locales y los caballeros vinculados con Tarraco. Tienen relevancia, por su vinculación directa con la capital, los epígrafes ya mencionados en los que los oficiales de época severa dedican monumentos honoríficos a los legati o praesides. Ya los hemos mencionado anteriormente y los tendremos en cuenta a lo largo de estas páginas, pero no constituyen un objeto de estudio directo en nuestro trabajo, aunque proporcionen un marco de referencia para la epigrafía del período severo y sus espacios de representación. Igual que los caballeros, la mayoría de los senadores representados en Tarraco muestran sus carreras en sus pedestales y placas honoríficas y sus monumentos fueron concebidos en el marco de sus ambiciones y aspiraciones políticas, en las que su paso por el ejército es, tan solo, una parte más, no necesariamente la más relevante.

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Tabla 81. Inscripciones de miembros del orden senatorial en Tarraco excluidas de estudio directo.7 Número

Referencia

tabla

Servicio militar en Hispania/Cargo

1

CIL II2, 14, 972 = CIL II, 4111

No. Leg. Aug, pr. pr. Hispaniae Citerioris/praeses (dedicante: centurio leg. VII Geminae. Princeps officii)

2

CIL II2, 14, 975 = CIL II, 4114

No. Leg. Aug, pr. pr. Hispaniae Citerioris/praeses (dedicante: centurio leg. X Geminae. Princeps officii)

3

CIL II2, 14, 978 = CIL II, 4115

No. Leg. Aug, pr. pr. Hispaniae Citerioris

4

CIL II2, 14, 979 = CIL II, 4118

No. Leg. Aug, pr. pr. Hispaniae Citerioris/praeses (dedicantes: todos los miembros del officium consulare)

5

CIL II2, 14, 983 = CIL II, 4120

No. Leg. Aug, pr. pr. Hispaniae Citerioris

6

CIL II2, 14, 984 = CIL II, 4121

Sí. Leg. Aug, pr. pr. Hispaniae Citerioris/praeses y censitor/Trib. leg. VII G. P. F.

7

CIL II , 14, 985 = CIL II, 4122

Sí. Leg. Aug, pr. pr. Hispaniae Citerioris/praeses y censitor/Trib. leg. VII G. P. F. (dedicantes: miembros del officium consulare: cornicularii, commentarienses y speculatores)

8

CIL II2, 14, 985 = CIL II, 4122 (Cf. tabla 1)

Sí. Trib. mil. Galbae imperatoris (cf. tabla 1)

9

CIL II2, 14, 996 = CIL II, 6084

No (servicio militar fuera de Hispania)

2

En la tabla-resumen 81 tan solo hemos incluido los monumentos de aquellos senadores que desempeñaron el puesto de gobernador provincial, habiendo desarrollado algún tipo de servicio militar previo o posterior, consignado en su carrera de honores. Predominan aquellos, ya mencionados, en los que son los miembros militares del officium de época severa (tabla 81, n.os 1, 2, 4, 6 y 7) los dedicantes de los pedestales a los legati/ praesides, dado que señalan el componente de cohesión y jerarquización militares que caracterizaban el funcionamiento de un organismo como el officium del gobernador, especialmente a comienzos del siglo iii d. C. Por lo demás, el conjunto señalado constituye una pequeña parte del total de la documentación epigráfica alusiva a los miembros de la clase senatorial atestiguada en Tarraco; remitimos a los ya mencionados corpora editados por G. Alföldy para un estudio pormenorizado de estos testimonios, fundamentales para el estudio de la ciudad, sus instituciones y su relación con la capital del Imperio, pero no para nosotros.8

En este resumen nos limitamos a citar las siglas de referencia de los epígrafes y la vinculación con el staff militar del homenajeado. Remitimos a CIL II y a los dos corpora de referencia de Alföldy (RIT y CIL II2, 14) para un estudio pormenorizado de las piezas y sus textos que no podemos abordar aquí. 8 Para el estudio de la clase senatorial y los gobernadores de la Hispania Citerior, cf. Haensch, 1997; y Alföldy, 2001b y 2004. 7

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6.2. La documentación epigráfica militar. Naturaleza, cronología y formación del officium consulare

P. Le Roux cifró el número de soldados acantonados en la capital provincial en unos quinientos hombres, a partir del período conocido como «paz armada», que arranca bajo el reinado de los flavios.9 No contamos con ninguna referencia literaria que nos confirme la cifra de militares en la ciudad, ni las unidades presentes; no obstante, sí tenemos documentadas más de sesenta inscripciones que nombran dichas unidades, al menos parcialmente, y nos informan sobre la naturaleza y composición del dispositivo militar tarraconense, así como sobre la extracción y vínculos sociales de los soldados y su mentalidad. La documentación epigráfica pone en evidencia, en primer lugar, que la presencia militar en la Tarraco de época imperial ha de interpretarse, mayoritariamente, como testimonio directo de las funciones administrativas, policiales y burocráticas de los soldados al servicio del officium consulare del gobernador provincial. Este es el marco general en el que hemos de contemplar la documentación atestiguada desde el período julio-claudio hasta el fin del reinado de los severos. La mayoría del elenco epigráfico está fechado entre los términos dichos, aunque una minoría importante proporciona información sobre la constitución progresiva del officium en época augústea y julio-claudia, en el contexto general de la retirada progresiva de tropas de Hispania, tras el fin de las guerras asturcántabras y la configuración del sistema de ejército permanente inaugurado por Vespasiano. Dicho esto, conviene analizar la información disponible, no solo considerando los tipos de inscripciones, sino teniendo en cuenta también la variabilidad de la presencia militar en la ciudad, en función del período contemplado. Figura 2. Inscripciones militares de Tarraco por cronología. Siglos II‐III d. C. 10 %

Siglo III d. C. 13 %

Siglo II d. C. 33 %

Siglo I d. C. 1 %

Siglo I d. C. 28 %

Siglos I‐II d. C. 15 %

Figura 2. Inscripciones militares de Tarraco por cronología.

Le Roux, 1997-1998, pp. 307-326. En adelante citaremos las páginas de este trabajo según su numeración correlativa en la reedición del trabajo con motivo del homenaje tributado al profesor Le Roux, titulado Espagnes Romaines: L’Empire dans ses provinces, publicado por Presses Universitaires de Rennes en el año 2014 y convenientemente incluido en la bibliografía general de este trabajo. 9

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El primer aspecto relevante es la abultada desproporción entre el material de carácter votivo y el funerario. Tan solo contamos con cinco inscripciones votivas debidas a militares en un conjunto de más de sesenta. La gran mayoría de los epígrafes recuperados que podemos considerar como militares corresponden a epitafios grabados en monumentos funerarios de distintas características, fundamentalmente altares, estelas, placas y pedestales. Los epitafios aluden mayoritariamente a soldados, sobre todo a los cuerpos de milites principales, que formaban la plantilla del officium del gobernador. También nos encontramos con un considerable grupo de centuriones, parte de los que sirvieron en la propia Tarraco y habrían ejercido como principes officii o jefes del personal a su cargo. Contamos, asimismo, con un grupo de milites gregales que debieron de estar al servicio de los especialistas. Por último, hemos decidido incluir un grupo considerable de pedestales honoríficos que representan a miembros del orden ecuestre que comandaron algunas de las unidades auxiliares más relevantes acantonadas en la capital: las cohortes orae maritimae I, II y Novae Tironum, unidades no exentas de controversia en su interpretación, pero, en principio, responsables de la protección de la costa, la primera, y del reclutamiento y adiestramiento de nuevos soldados las últimas. Nos detendremos en la problemática que las rodea en los apartados pertinentes. Así pues, la inmensa mayoría de la evidencia documental disponible es epigrafía funeraria, acompañada por un elenco significativo de praefecti a cargo de las tropas auxiliares mencionadas y un pequeño, aunque significativo, grupo de material votivo. La naturaleza y cantidad de información disponible exige, como hemos venido apuntando, un enfoque de análisis diferente, y no solo por lo que respecta a aquellos monumentos que no estudiaremos directamente. En esta ocasión clasificaremos y presentaremos los epígrafes funerarios atendiendo, en primer lugar, al criterio cronológico, pues la presencia militar en Tarraco es voluble desde el período republicano hasta el siglo iii d. C., conformando distintas capas o estratos. El otro principio «divisorio» a la hora de analizar los datos serán las funciones de los soldados destacados en la ciudad, de manera que nos permita reconstruir una estructura aproximada del officium provincial.10 Por último, atenderemos a otros dos aspectos básicos: la extracción y vínculos sociales de la tropa y los espacios de distribución de los monumentos, en la medida en que es posible reconstruirlos, a lo cual añadiremos consideraciones respecto a los tipos de soportes. Se trata de un modelo de estudio similar al ya aplicado en otros entornos militares o militarizados como los campamentos. Aunque mantendremos el modelo básico de análisis integral y desde diferentes perspectivas, evitaremos en este caso un estudio «recurrente» e individualizado de las inscripciones para favorecer las perspectivas de conjunto. Así lo exigen la cantidad de testimonios epigráficos disponibles y la necesidad de construir un discurso «a mayores» del peso específico del elemento militar en la sociedad tarraconense de época imperial. Trabajar con la epigrafía militar de Tarraco supone abordarla, como ya hemos apuntado más arriba, a una escala mayor que los otros repertorios peninsulares conocidos.

En la línea de los dos estudios de conjunto a cargo de Le Roux (1997-1998: 307-326) y Alföldy (2007a: 503-519). 10

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EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

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Figura 3. Inscripciones militares de Tarragona por tipo de inscripción. Votivas 7 %

Honoríficas 2 %

Funerarias 91 % Figura 3. Inscripciones militares de Tarragona por tipo de inscripción.

Desde sus orígenes romanos, el enclave de Tarraco, bien como campamento y base, bien ya como ciudad, contó con guarniciones militares, pasando por las guerras lusitanas y celtibéricas en el siglo ii a C., los dos períodos de guerras civiles romanas (80-72 y 49-44 a. C.) y, por último, las guerras asturcántabras (29-19 a. C.). Todos estos períodos conformaron sucesivas capas de presencia militar en Tarragona, que fue variando con el tiempo. El primer estrato de soldados estaba constituido por miembros del ejército de la República senatorial, de extracción fundamentalmente itálica. A partir de mediados del siglo ii a. C., con ocasión de la división provincial de Hispania y las guerras contra los pueblos indígenas, se abrió un período de reclutamiento indígena progresivamente acompañado por la gradual adquisición de la ciudadanía romana por parte de las propias comunidades autóctonas. A lo largo de las guerras civiles, esa dinámica de reclutamiento se verá reforzada por la presencia constante de ejércitos consulares en suelo hispano, especialmente durante el gobierno de Sertorio, que fue el primero en regularizar tal tipo de levas y recurrir masivamente al elemento indígena. Este período representa el comienzo de lo que conocemos como ejército provincial. Desafortunadamente, contamos con muy pocos datos al respecto y la documentación epigráfica es exigua, por no decir prácticamente inexistente. Por ello, y por los límites cronológicos y conceptuales establecidos, nuestro estudio se ciñe al período en el que, tras la victoria sobre los cántabros, se inaugura el ejército provincial permanente en tiempos de paz.11 Podemos distinguir una serie de etapas principales en la documentación epigráfica de los militares de Tarraco, que responde, en líneas generales, a diferentes ritmos y planos específicos de la presencia de tropas en la capital. La primera época o plano es el del reinado de los emperadores de la dinastía julio-claudia, entre los años 19 a. C. y 68 d. C. Este período se caracteriza, fundamentalmente, por la ausencia de fuentes literarias y, de nuevo, por la escasez de documentos epigráficos. Los soldados atestiguados en este período pertenecieron a las legiones VI Victrix y X Gemina, y su presencia en la capital

Para una panorámica más amplia de los períodos mencionados, cf. Roldán Hervás, 1974; y Le Roux, 1982 y 1987-1988, p. 308-310. 11

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se justifica por el papel de ambas legiones como guarnición en la Citerior, pero es difícil precisar las circunstancias concretas del servicio de los soldados en Tarraco.12 6.2.1. El período julio-claudio Tabla 82. Inscripciones de soldados datadas entre Augusto y el fin de la dinastía julio-claudia. N.º Cat.

Soldado

Rango

Unidad

Dedicante/s

Cronología

075

M. Coelius/ L. Coelius Belicus

Veteranus/miles

Leg. VI Victrix

M. Coelius Sabinus

Siglo i d. C. (Augusto-Calígula)

076

Valeriu[s---]

Miles

Leg. VI/X?

M[---]

Siglo i d. C. (Calígula-Galba)

135

[---]?

[---miles?]

Leg. X Gemina

No

Siglo i d. C. (Augusto68 d. C.)

157

M. Iulius Maxumus

Mil(es)

Leg. [V]I

No

Siglo i d. C. (Augusto)

*Todas las inscripciones son tituli sepulcrales, por lo que omitimos esta consideración en la tabla-resumen.

Tabla 83. Inscripciones de soldados fragmentarias y datadas en un momento indefinido del siglo i d. C. N.º Cat.

Soldado

Rango

Unidad

Dedicante/s

Cronología

No

Siglo i d. C. (indeterminado)

136

L. Domit[ius---] Veteranus

Ex c(o)h[orte (?)---]

137

[---]io

Veteranus

?

No

Siglo i d. C. (indeterminado)

138

[---]?

Veteranus

?

Pontia? Coniunx?

Siglo i d. C. (mediados)

Tabla 84. Textos de las inscripciones datadas en época julio-claudia y en momento indefinido del siglo i d. C. N.º Cat.

Texto

135

M(arcus) ˚ Coelius /M(arci) ˚ [f(ilius)!] Aemi(lia) ˚ Dur/[ra]ci ˚ an(norum) ˚ LXXX /[h(ic) s(itus) [es]t /et ˚ eius ˚ f(ilius) ˚ L(ucius) ˚ Coel/ius Bellicus an(norum) /XXV ˚ h(ic) ˚ s(itus) ˚ est / titu(um) ˚ pos(uit) ˚ patr(i) [et] /fra[t] ˚ (arcus?) [C]oe[l(ius)] Sabi[nus(?)] ˚ mil(es) /le(ionis)] ˚VI Verecundi ˚/[si]t ˚ ter(ra) ˚ l[evis(?)] ˚ [-] Valeriu[s ---] /miles ˚ le[g(ionis) ---]/|(centuria) Sei Sere[ni ann(orum)] /XXXX [stip(endiorum?) ---] /domo [---] /hic ˚ situs es[t faciendum] /[c]uravit ˚ M[---] ---/[---miles(?)] /leg(ionis) ˚ X ˚ Gem(inae) /h(ic) ˚ s(itus) ˚ e(st)

157

M(arcus) Iulius /Maxumus(!) /mil(es) leg(ionis) [V]I /|(centuria) Valeri

075

076

12

Le Roux,1997-1998, p. 311.

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N.º Cat.

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Texto

136

L(ucius) Domit[ius---]/veter[anus ---] /ex ˚ c(o)h[orte(?) ---] /hi[c situs est (?)]/---?

137

[---]io ˚ P(ubli) ˚ [f(ilio) ---] /[---] veter[ano]/---

138

---?/[---]Q[---] /[---] domo [---] /[---] veteran[us ---] /[--- si]bi ˚ et ˚ Pon[tiae(?) ---] /[---]++[---]/---?

El conjunto datado con seguridad durante el período julio-claudio se reduce, como vemos, a tres epígrafes, de los que dos de ellos (Cat., n.os 075 y 076) cubren, sucesivamente, el lapso entre los reinados de Augusto y Calígula, en la primera época, y entre este último y la llegada de Galba. El tercero (Cat., n.º 135) ha sido fechado en un rango más amplio que abarca toda la dinastía. Se trata, en el primero de los casos, de tres soldados de la legio VI Victrix (Cat., n.º 075), un veterano y sus dos hijos; otro soldado, probablemente en activo, de una legión desconocida que habría de ser la VI o la X (Cat., n.º 076); y, finalmente, un soldado de la X Gemina, del que no conservamos ni el nombre (Cat., n.º 135). Estos tres epígrafes, a excepción del primero (Cat., n.º 075), del que tenemos partes conservadas y otras restituibles a través de copias manuscritas, conservan muy pocos datos de las matrículas de los soldados. Tanto es así que, de los dos últimos, apenas conservamos los nombres. No obstante, los textos conservados nos muestran un tipo de paleografía y una estructura de texto con matrículas todavía muy completas, provistas de tria nomina, tribus, origines y centurias, que delatan una cronología temprana y una procedencia externa a Tarraco de los dedicatarios de las inscripciones. De este grupo, el ejemplar más temprano, y a todas luces el más interesante, es el epifafio que M. Coelius Sabinus dedica a su padre, M. Coelius, veterano, y a su hermano, L. Coelius Bellicus, soldado de la VI Victrix (Cat., n.º 075).13 Alföldy tuvo el mérito de recuperar esta inscripción —de la que conservábamos tan solo un fragmento de placa moldurada de mármol rosado— cuando le asoció un fragmento de texto manuscrito copiado que reflejaba el mismo texto y lo completaba.14 Lo cierto es que, viendo el texto, debemos preguntarnos sobre el motivo por el que el primer dedicatario, M. Coelius, de la tribu Aemilia, procedente de Dyrrachium15 y con nada menos que 80 años de edad, fue a parar y morir en Tarraco. Obviamente, su edad lo acredita como veterano. Por el contrario, su hijo, L. Coelius Bellicus, parece haber muerto en activo con 25 años y, aunque no se menciona su legión, la del dedicante, también soldado —además de hijo y hermano de los dedicatarios—, es la VI Victrix, por lo que podemos suponer que sirvieron en la misma. La interpretación ya tradicional del monumento aboga por la existencia de un mausoleo familiar en el que fueran enterrados los dos soldados, por su hijo y hermano, el cual habría servido en el officium del gobernador como miles de la legio VI, entre Augusto y Tiberio. Hemos tenido la ocasión de discutir sobre esta pieza con el profesor J. Ruiz de Arbulo y compartimos las conclusiones básicas que alcanza, sometiéndola a la

Para una exposición completa del epígrafe y su importancia, cf. Cat., n.º 075: comentario. Alföldy, RIT, 1975, p. 215; y, más tarde, CIL II2, 14, 2, 1065. 15 Dyrrachium/Durrachium: puerto fundado por Antonio con veteranos pertenecientes a la tribu Aemilia en el año 30 a. C. 13 14

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luz de la nueva documentación epigráfica sobre los militares «fundadores» de Tarraco como colonia y que hemos revisado más arriba.16 Partiendo de la origo Dyrrachiensis del primer dedicatario, M. Coelius, se identifica la legión VI, que acompañó a César en el desembarco de Dyrrachium, previo a la batalla de Filipos en el año 42 a. C., con la VI Macedonica que comandaría algunos años después Marco Antonio. La misma legión sería, presumiblemente, la IV Macedonica que Octaviano llevaría posteriormente a Hispania para combatir a los cántabros entre el los años 27 y el 25 a. C.17 El epígrafe, por fin, permite vincular indirectamente a la legio VI con la capital de la Citerior, lo que encaja bien teniendo en cuenta que los veteranos de la legio VI, la IIII Macedonica y la X Gemina fueron los responsables de las fundaciones de las principales colonias hispanas, como Augusta Emerita o Caesaraugusta, y de gran parte de las obras públicas en el área oriental y en torno a Tarraco.18 No obstante, la placa no parece poder fecharse antes del período de Tiberio, entre otras cosas por el empleo de mármol, por lo que la interpretación tradicional explicaba la presencia del dedicante en Tarraco como miembro de un destacamento de la legio VI enviado para servir en el officium de la capital, probablemente asociado a las obras públicas. No obstante, esta explicación no justifica por sí sola la presencia del padre y del hermano en el epitafio. Tal y como propone Ruiz de Arbulo, la explicación del monumento ha de contemplarse desde la perspectiva de M. Coelius padre, veterano de la legión VI, que se habría asentado en Tarraco con su familia tras combatir en las guerras cántabras. Allí se habría construido el panteón familiar; y allí habría vuelto el dedicante, Coelius Sabinus, que se habría alistado en la misma legión que su padre, para honrarlo junto a su hermano —Coelius Bellicus, cuyo cognomen sugiere que habría nacido en el campamento—, muertos a los 80 y 25 años respectivamente. Para ajustar las fechas, pues el empleo de mármol en Tarragona no llegaría hasta la construcción del templo de Augusto por Tiberio,19 la solución más factible sería considerar que el veterano dedicatario, Coelius padre, se habría alistado en la legio VI, por entonces Macedonica, en Dyrrachium, su tierra natal, con unos 17 años, es decir, en el año 42 a. C., poco antes de la batalla de Filipos. De esta manera, al morir con 80 años en Tarraco, lo habría hecho en torno al año 21 d. C., en los primeros años del reinado de Tiberio, fecha en la que probablemnte se habría levantado el monumento. Esta interpretación convierte al dedicatario en uno de los primeros veteranos conocidos asentados en Tarraco, y a su hijo, el dedicante, en el primer soldado especialista vinculado al officium conocido en la capital, y explica satisfactoriamente la construcción de un monumento funerario mayor, de carácter familiar, en esas fechas. Desafortunadamente, el resto del material disponible aporta muy escasa información. La segunda pieza (Cat., n.º 076) es una placa de caliza muy fragmentada de la que apenas conservamos su parte central. Los restos del epitafio consignan a un Valerius, soldado de una

16 El profesor Ruiz de Arbulo ha tenido la gentileza, además, de enviarnos una versión escrita de sus reflexiones, que se publicará a lo largo de este año como parte de un volumen de homenaje póstumo al profesor Alföldy. 17 Sobre los apelativos de la legión, cf. Rodríguez González, 2003, p. 218; recogido también en el texto mencionado de Ruiz de Arbulo. 18 Las marcas legionarias aparecen en las obras de construcción del puente de Martorell (IRC, I, 1), que constituía una frontera entre los territorios de Barcino y Tarragona; cf. Mar et al., 2015, vol. I. 19 Ibídem, pp. 348-371, con detalles sobre la construcción del templo y su problemática.

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legión perdida (la VI o la X); la matrícula, con indicación de centuria y origo, sitúan la inscripción a mediados del siglo i d. C., probablemente entre los reinados de Calígula y Galba; y el origen del soldado fuera de Hispania, por la fecha, tal vez de la Bética o la Narbonense.20 El tercer epígrafe (Cat., n.º 135) es aún más problemático, el soporte se ha perdido y tan solo se ha conservado una copia de un fragmento del epitafio que menciona a un soldado desconocido de la legio X. Se ha fechado por la mención de la legión, y sería anterior al desplazamiento de esta en el año 63 d. C., probablemente del primer tercio del siglo i d. C.21 La edad de la muerte del primer soldado (Cat., n.º 076) a los 40 años y el tipo de matrícula apuntan a que murió en activo, y la legión a la que perteneció el segundo, la X, junto con la cronología aproximada para las dos inscripciones, nos llevan a explicar la presencia de estos dos soldados en Tarraco, como miembros del primitivo officium del gobernador, del que apenas sabemos nada en esas fechas. Habría que tener en cuenta, además, que el hábito de consignar el rango específico de soldado especialista no aparecerá hasta fines del siglo i d. C. y comienzos de la segunda centuria. Por tanto, y en resumen, nos inclinamos por considerar las tres inscripciones datadas, con cierta seguridad, en época julio-claudia, como reflejo del movimiento de las legiones VI y X en las fundaciones y trabajos de obra pública en la Citerior tras el fin de las guerras asturcántabras y como testimonio de la división de destacamentos de la VI y la X, unidades de guarnición en la provincia, para servir en la administración provincial, sin posibilidad de ser más concretos. Al menos dos de los tres soldados consignados —excluyendo ahora al padre y hermano de Coelius Sabinus—, habrían muerto en Tarraco, probablemente en período de servicio. Otras tres inscripciones, todas ellas fragmentos de placas funerarias (Cat., n.os 136, 137 y 138), presentan fragmentos de epitafios de veteranos legionarios de los que apenas podemos saber nada. Se han fechado a lo largo del siglo i d. C., por criterios paleográficos fundamentalmente, dado que se conserva muy poco texto. No podemos concretar un momento de ese siglo en el que fecharlas, por lo que su pertenencia al primer horizonte epigráfico de la Tarraco julio-claudia es dudoso. Hay dos elementos en común en los tres epígrafes que son de cierto interés: todos ellos consignan epitafios de veteranos, uno de ellos de una unidad auxiliar, y todas son placas probablemente diseñadas para pertenecer a monumentos funerarios mayores, seguramente columbarios o mausoleos. Una de ellas parece consignar, además, la presencia de una mujer que podría ser la esposa del veterano, y otra consigna la origo como domus, por lo que señala la procedencia del soldado de otra provincia hispana o, probablemente, gala. Ahora bien, por los rasgos paleográficos, es más probable que estas placas deban datarse a partir del período flavio en adelante, por lo que constituye un material de transición que no podemos ubicar con seguridad. 6.2.2. El período flavio y comienzos del siglo ii d. C. El período entre el comienzo del reinado de Vespasiano y el fin de la dinastía severa es, con diferencia, el más rico en testimonios epigráficos de militares en la colonia. Ello no es óbice para que la documentación abunde en ambigüedades y problemas de datación, lo que exige un tratamiento cuidadoso a la hora de extraer conclusiones de conjun Alföldy, CIL II2, 14, 2, 1071; Le Roux, 1982, p. 182, n. 42; y Cat., n.º 076: comentario. Cat., n.º 153: comentario.

20 21

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to. Es a fines del siglo i d. C., con el establecimiento definitivo del ejército permanente en la provincia Citerior, cuando comenzamos a contar con información concreta sobre la composición de los miembros del officium consulare que estuvieron destacados en Tarraco. Con el establecimiento de la legio VII Gemina en sus cuarteles de León veremos un número considerable de soldados especialistas que se hacen enterrar en la capital tras haber cumplido su servicio allí, que mueren en la misma ciudad durante sus períodos de servicio, que levantan votos, o bien aparecen como dedicantes de las tumbas de sus camaradas o de monumentos honoríficos dedicados a los altos mandos del officium y a los propios gobernadores. La mayor parte de los militares representados epigráficamente muestra una serie de vínculos considerables, bien con sus compañeros, bien con sus mandos, vínculos que transmiten una idea de solidaridad y cierto esprit de corps, propios del ejército y quizá favorecidos por la naturaleza restringida de su servicio en la capital, como miembros de un cuerpo de diversos especialistas bajo las órdenes directas del gobernador y considerablemente diferenciados de la sociedad local. Ahora bien, tarea más difícil es la de medir el peso específico que tuvo el elemento militar en la sociedad tarraconense de época imperial, dado que es difícil identificar modos propios de comportamiento en los ámbitos militares. Los soldados estuvieron, por otra parte, involucrados en la aglomeración y crecimiento de la ciudad y, consecuentemente, formaron parte de la sociedad urbana que, en principio, estaba habituada a su presencia y no tenía una especial animadversión hacia ellos. Por ello, tal y como ya señaló en su día Le Roux, los elementos de análisis han de centrarse, esencialmente, en comprender el papel social de los soldados, su nivel de integración social en una de las treinta capitales provinciales del Imperio; uno de los aspectos más interesantes en este sentido es el de sopesar el destino social de los individuos y la importancia que podría Figura Milites principales en las 22 Tarragona. suponer4.una carrera militar para los inscripciones ciudadanos demilitares la capital.de

Equites singulares Stratores Frumentarii Quaestionarii Beneficiarii Speculatores Commentarienses Cornicularii 0

5

10

15

20

25

30

Figura 4. Milites principales en las inscripciones militares de Tarragona.

Son especialmente ilustrativos los presupuestos metodológicos y conceptuales expuestos por Le Roux (1997-1998: 307-308) en su estudio monográfico del elemento militar en Tarraco. 22

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6.2.3. El officium y la administración provincial: los siglos ii y iii d. C. Al hablar del período flavio y antonino en Tarraco, el volumen de información permite y exige introducir un plano adicional al cronológico, el administrativo y funcional. Las inscripciones nos permiten esbozar una imagen relativamente fiel de las sedes de la administración provincial, copadas por los militares.23 El primer documento epigráfico que nos muestra la presencia de un miles principalis de servicio en el officium es una placa funeraria dedicada por Hiberia Materna a L. Valerius Barbarus, su compañero y beneficiario consular de la legio VII Gemina al mando del gobernador (Cat., n.º 088). La inscripción, una placa de mármol blanco conservada completa, fue datada por Alföldy y Le Roux en la primera mitad del siglo ii d. C.24 En cualquier caso, se trata de uno de los primeros testimonios en los que aparece la mención específica al rango especializado del soldado, beneficiarius consularis, y nos muestra, además, la presencia de monumentos funerarios mayores en las necrópolis de la ciudad y vínculos familiares de los soldados. El beneficiario murió en activo y la expresión coniugi karissimo evidencia que fue la compañera del difunto, probablemente su liberta a juzgar por su cognomen, la encargada del sepelio. No tenemos conocimiento de la sede del officium consulare propiamente dicho, a no ser de manera fragmentaria y a través de la epigrafía, como hemos señalado al tratar de los espacios arqueológicos tarraconenses en los siglos i y ii d. C. Ya en el siglo iii d. C., otra inscripción sugiere la existencia de una sede para el officium en el recinto del foro provincial; es el ya mencionado altar consagrado por el praeses T. Flavius Titianus y su esposa a la Tríada capitolina y al Genius Praetorii consularis.25 A esta evidencia habría que añadir lo ya comentado sobre los pedestales epigráficos dedicados a los nuevos praesides de Septimio Severo en adelante por los miembros del staff técnico del officium y la nueva reformulación del espacio. Sabemos, por tanto, que la sede de la administración provincial hubo de estar en este recinto de la acrópolis, y la configuración del espacio, al menos en época severa, lleva a pensar que esta llegó a ocupar gran parte de los edificios del complejo de las dos primeras terrazas. Las inscripciones del siglo iii d. C. nos muestran, además, que cuando los militares al servicio de los gobernadores y los mandos realizan dedicatorias, aparecen consignados en los textos epigráficos en estricto orden jerárquico, lo que confirma que la estructura de la sede administrativa estaba bien articulada. Los dedicantes expresan su reconocimiento a un gobernador apreciado, con el que probablemente tuvieron lazos de tipo clientelar y al que consideran como un patrono. Estas evidencias señalan claramente la existencia no solo de un espacio que concentraba las funciones gubernamentales, administrativas y judiciales de la provincia,

23 Para la composición y organización de los officia de los gobernadores provinciales, cf. Austin y Rankov, 1995, pp. 149-155; y Rankov, 1999, pp. 15-34. 24 Cat., n.º 088: comentario, con exposición detallada; Alföldy, RIT, 1975, p. 198; CIL II2, 14, 2, 1098; y Le Roux, 1982, pp. 207-208, n. 127. 25 RIT, 34: I(ovi) O(ptimo) M(aximo) / Iunoni / Minervae / Genio praetorii / consularis / di{i}s Tuentibus / T(itus) Fl(avius) Titianus / leg(atus) Augg(ustorum) pr(o) pr(aetore) / Postumia Varia / eius / dicaverunt.

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sino de una corporación especializada que trabajó en esta zona, lo que necesariamente deriva del estatuto de Tarraco como capital provincial. La cabeza del officium era el gobernador, que aparece como legatus Augusti pro praetore en numerosas inscripciones de los siglos i y ii d. C., y también como praeses en época severa. Por otra parte, la epigrafía honorífica y funeraria nos permite reconocer a un princeps officii como mando a cargo de la sede administrativa; parece que se trataba de un centurión, tal y como sugieren los testimonios conservados. En este sentido, es preciso destacar una de las escasas inscripciones votivas dedicadas por militares en Tarraco, un altar de piedra caliza con un escueto voto en el que el dedicante se presenta como Vlpius Marcianus, adiutor principis (Cat., n.º 151). Si bien es cierto que no tenemos indicios suficientes para identificar al princeps praetorii que figura en el texto, con la figura del princeps officii praesidis documentada epigráficamente todo parece indicar que se está aludiendo al jefe del officium.26 El altar nos señala, además, al que hubo de ser el principal subalterno del mencionado cargo, un adiutor principis que probablemente habría de tener el rango de optio o miles principales. 6.2.3.1. Los cornicularii y commentarienses Una vez definido el caput officii, varias inscripciones nos informan sobre la estructura de la plana mayor de la oficina tarraconense, que estaría formada, en orden jerárquico y en primer lugar, por dos cornicularii encargados de la dirección del tabularium y las officinae. Estos dos órganos dirigían, entre otras funciones, los asuntos de justicia, los archivos oficiales, la redacción de la correspondencia y los documentos de licenciamiento de los militares; y también el registro de sus desplazamientos, las recompensas y el control de las misiones asignadas a los beneficiarios. Inmediatamente por debajo nos topamos con los commentarienses, principales asistentes de los primeros. En Tarraco contamos con un commentariensis ab actis civilibus, que indica la posible existencia de una oficina encargada de los documentos de los militares en contraposición con los de los civiles. La inscripción (Cat., n.º 152) es un altar funerario de piedra caliza local dedicada a L. Gargilius Rufus, soldado que aparece como dedicante en otra inscripción sepulcral tarraconense (Cat., n.º 093), en la cual se lo designa como speculator, lo que da a entender que ascendió en el escalafón de mando del officium. Princeps officii, adiutor principis, cornicularii y commentarienses componían la parte administrativa y la plana mayor, por así decirlo, de la oficina del gobernador. Veamos qué testimonios epigráficos concretos respaldan este modelo de organización.

26

Le Roux, 1997-1998, p. 312; y Alföldy 2007a, p. 507.

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Tabla 85. Miembros de la parte administrativa del officium provincial a partir de comienzos del ii d. C. N.º Cat.

Soldado

Rango

Titulus/Monumento

Cronología

085

C. Iulius Comatus

Cornicularius consularis

Bloque funerario (dedicatario)

Siglo ii d. C. (mediados)

100

Pompeius Agrippa

Cornicularius Consularis

Pedestal honorífico (dedicante)

Siglo ii d. C. (189-192 d. C.)

100

Iulius Avitus

Cornicularius consularis

Pedestal honorífico (dedicante)

Siglo ii d. C. (189-192 d. C.)

115

[---]?

Cornicularius consularis

Perdida, funeraria (dedicatario)

Siglos ii-iii d. C. (S. Severo-Diocleciano)

115

L. Iunius Dionysus

Cornicularius consularis

Perdida, funeraria (dedicante)

Siglos ii-iii d. C. (S. Severo-Diocleciano)

093 y 152

L. Gargilius Rufus

Commentariensis (speculator)

Pedestal, funeraria (dedicante)

2

095

Iulius Flavinus

Commentariensis (quaestionarius)

Pedestal funerario (dedicatario)

2

100

C. Iulius Crassus

Commentariensis

Pedestal honorífico (dedicante)

Siglo ii d. C. (189-192 d. C.)

100

T. Publienius Lupus

Commentariensis

Pedestal honorífico (dedicante)

Siglo ii d. C. (189-192 d. C.)

125

Q. Caelius Felix

Commentariensis (speculator)

Ara votiva (dedicante)

Siglo iii d. C.

/2 siglo ii d. C. /2 siglo ii d. C.

*No consignamos la legión, dado que todos ellos pertenecieron a la VII Gemina.

A excepción del pedestal honorífico dedicado al praeses Q. Hedius Lollianus por todo su officium, incluidos cornicularii y commentarienses (Cat., n.º 100), levantado en los primeros tiempos del reinado de Septimio Severo, el resto de la documentación presenta ciertos problemas de datación. Solo este monumento, hoy perdido, nos pone sobre la pista de la composición numérica de cada rango en las oficinas de la administración, ya que contempla todo el organigrama en orden jerárquico. Ahora bien, el resto de epígrafes datan de períodos distintos y han sido fechados en lapsos amplios, sin que se pueda concretar más. Como vemos, ninguno de los integrantes de la plana mayor está documentado antes de mediados del siglo ii d. C., pero el funcionamiento y organización del officium debieron de ser, sino iguales, muy similares al que se refleja a mediados del siglo ii y en época severa, que es la etapa que representa la documentación conservada. Ahora bien, el officium contaba con otros milites principales a su servicio, más numerosos y que desempeñaban tareas igualmente relevantes, las vinculadas con el control y vigilancia del territorio y las acciones punitivas más propiamente militares. Estas tareas, tal y como revelan la naturaleza de sus cargos, y, de nuevo, las inscripciones de época severa que contemplan a toda la plantilla como dedicante eran realizadas por los speculatores, beneficiarii, quaestionarii y frumentarii, fundamentalmente. Todos estos rangos mencionados se ocupaban de tareas de carácter esencialmente policiales, entre las que habría que señalar los arrestos, interrogatorios y la tortura, entre otros.

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6.2.3.2. Los speculatores El rango más alto del escalafón era el de speculator. Las tareas de estos soldados son difíciles de definir con precisión, dada la diversidad de cometidos a desempeñar que aparece reflejada en las fuentes literarias, donde los encontramos llevando misivas y despachos entre distintos destacamentos o cuerpos del ejército, como exploradores en avanzadillas, como verdugos e, incluso, formando parte de la escolta de los emperadores.27 Tal y como se ha señalado, la función más y mejor representada de los speculatores era la de verdugos;28 además, la documentación epigráfica relativa a estos cargos los vincula directamente al servicio en los officia consularia, tal y como atestigua la epigrafía tarraconense.29 Por lo que respecta a Tarraco, la evidencia epigráfica sitúa el número de speculatores integrantes de un mismo officium en una cifra de diez hombres;30 en otro pedestal, esta vez funerario, siete speculatores aparecen como dedicantes de un octavo, llamado Q. Annius Aper, entre fines del siglo i y mediados del ii d. C. (Cat., n.º 083), lo que lleva a considerar que el número de diez no fue fijo, sino que varió con el tiempo. De hecho, esta dedicatoria constituye un ejemplar de particular interés, puesto que en ella no aparecen los speculatores asociados al gobernador, sino que forman un grupo de dedicantes encargados del sepelio de un camarada, lo que no solo pone de manifiesto el espíritu corporativo y los lazos de solidaridad existentes, sino que, desde un punto de vista más concreto, sugiere la existencia de un collegium de speculatores en la ciudad. Tal y como se ha documentado en el caso de los stratores, los militares especializados al servicio del officium debieron de constituirse a menudo en collegia y asociaciones cuyos presupuestos fundacionales emanaban precisamente del esprit de corps, los lazos de solidaridad y la consideración de una suerte de prestigio o estatus derivado de su condición y de las funciones que desempeñaban.31 Otros autores señalan que los dedicantes son solo un grupo parcial de speculatores desgajado de un más que probable collegium.32 Por otra parte, la onomástica de los soldados revela su procedencia hispana, especialmente de la Citerior.33

Rankov (1999: 26-27) recoge lo sustancial de las menciones en las fuentes literarias, fundamentalmente de Suetonio (Claud., XXXV; Galb., XVIII, 1; y Otho., V, 2). Sobre su papel como guardia imperial, cf. Cagnat, 1913, p. 1422: «speculator», s v. Sobre su función como mensajeros, cf. Festo, 79, pp. 22-24; y Palao Vicente, 2006, pp. 159-162, con síntesis detallada y referencias bibliográficas completas. 28 Rankov, 1999, p. 27 y n. 80; y Palao Vicente, 2006, p.159. Ambos recogen el testimonio del Digesto (XLVIII, 20, p. 6). 29 Le Bohec (1989a: 131) señala, precisamente, la iconografía presente en algunos de los monumentos funerarios de speculatores, en la que la lanza simbolizaría su servicio en las oficinas de los gobernadores provinciales. 30 Se trata del pedestal dedicado al praeses Q. Hedius Lollianus (Cat., n.º 100) ya mencionado. 31 A este respecto, cf. Alföldy, 2007a, pp. 503-521. 32 Palao Vicente, 2006, p. 160; y, sobre todo, Perea Yébenes, 1992, p. 312. 33 Alföldy, RIT, 1975, p. 205; Le Roux, 1982, pp. 203-204, n. 114; y Palao Vicente, 2006, p. 160. 27

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Tabla 86. Speculatores al servicio del officium tarraconense. N.º Cat.

Soldado

Rango

Titulus/Monumento

083

Q. Annius Apro

Pedestal/funerario (dedicatario)

Siglos i-ii d. C. (Fin siglo i d. C.-mediados siglo ii d. C.)

083

T. Flavius Reburrus L. Valer(ius) Festus L. Valer(ius) Maternus L. Sempr(onius) Maternus L. Annius Vitalis M. Memmius Celer P. Cornel(ius) Grattianus

Pedestal/funerario (dedicantes)

Siglos i-ii d. C. (Fin siglo i d. C.-mediados siglo ii d. C.)

100

Q. Alfius Ianuarius G. Valerius Marcianus L. Maenaius Sementivus G. Caecilius Restitutus C. Aurelius Octavius G. Aufidius Hilarus L. Aurelius Phileterus L. Alfidius Urbanus G. Iulius Florentinus L. Sempronius Firmanus

Pedestal/honorífico (dedicante)

Siglo ii d. C. (189-192 d. C.)

093 y 152

Gargilius Rufus (también commentariensis)

Pedestal/funerario (dedicante)

Siglos i-ii d. C. (Fin siglo i d. C.-mediados siglo ii d. C.)

125

Q. Caelius Felix (también commentariensis)

Ara/funeraria (dedicatario)

Siglo iii d. C.

131

G. Valerius

Placa/funeraria (dedicatario)

Siglos i-ii d. C. (Fin siglo i d. C.-mediados siglo ii d. C.)

La nómina total de speculatores registrados en Tarraco es de veintiuno, todos ellos repartidos entre apenas cuatro inscripciones; la mayor parte de los testimonios los acaparan los pedestales comentados más arriba (Cat., n.os 083 y 100), con un total de dieciocho nombres; los tres restantes aparecen consignados como dedicantes (Cat., n.º 093) y dedicatarios de monumentos funerarios (Cat., n.º 131) a camaradas dentro de los principales, y uno como cultor en un altar dedicado a Júpiter Óptimo Máximo, Fortuna Redux y el Genius legionis VII (Cat., n.º 125). La mayor parte de la documentación corresponde a la primera mitad del siglo ii d. C. por una parte, y al período severo por otra, fechas que vienen a coincidir con el grueso de la epigrafía militar de la capital provincial. Los monumentos funerarios muestran, como hemos visto en el caso ya comentado de la dedicatoria colectiva a Annius Aper (Cat., n.º 083), la existencia de vínculos manifiestos de camaradería y solidaridad entre rangos específicos dentro de los milites principales, como es el de los speculatores. Ello evidencia una conciencia de rango y clase notable, no solo entre miembros que desempeñaban las mismas funciones como especialistas en el officium, sino entre aquellos soldados encuadrados en un marco general de tareas comunes. Un buen ejemplo es el pedestal funerario (Cat., n.º 093) que L. Gargilius Rufus, speculator, dedica a su camarada «benemérito» L. Aufidius Felix, beneficiario consular, en la primera mitad del siglo ii d. C. La placa dedicada al speculator C. Valerius (Cat.,

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n.º 131) está fragmentada y apenas conservamos el nombre y rango del soldado. Cabe reseñar, asimismo, que toda la epigrafía de Tarragona alusiva a los speculatores, tanto la de carácter público y honorífico como la funeraria, carece de manifestaciones de vínculos familiares de los soldados; tan solo aparecen los lazos, ya señalados, entre los propios militares, lo que viene a reforzar lo ya dicho respecto a la estrecha relación entre los miembros del officium. Otro aspecto a reseñar del elenco, desde el punto de vista funcional, es la existencia de promoción interna dentro del escalafón específico de los speculatores. L. Gargilius Rufus figura como speculator en el pedestal que dedica a su camarada (Cat., n.º 093), mientras que aparece como commentariensis ab actis civilibus en su propio altar funerario (Cat., n.º 152), tras ascender a uno de los rangos minoritarios de las oficinas y encargado de asuntos administrativos. Q. Caelius Felix consigna, en la misma inscripción votiva antes comentada (Cat., n.º 125), tres condiciones distintas, primero la de speculator, y después un ascenso a commentariensis, puesto en el que se licenció, pasando a formar parte de la nómina de veterani: quam ˚ specula(tor) ˚ voverat /accepta /honesta ˚ missione /ex ˚ comment(ariensi) /praesidis. 6.2.3.3. Los beneficiarii consulares Tras los speculatores hemos de situar a los beneficiarii, sin duda el rango de principalis del que más testimonios epigráficos conservamos, no solo en Tarraco, sino en el conjunto de la Hispania romana. Se trata de uno de los puestos más complejos dentro de los principales, y parece que su denominación proviene, en origen, de un beneficium que recibían de manos del oficial bajo el que servían.34 Sin embargo, esta definición se queda corta para abarcar la diversidad de tareas y funciones de este rango militar durante el alto Imperio y la importancia que tuvo, especialmente en los officia de los gobernadores provinciales.35 No nos extenderemos aquí en detalles sobre la evolución del cargo, la discusión exhaustiva de sus funciones o su presencia por todo el Imperio;36 pero sí conviene referenciar algunas de sus funciones básicas y, particularmente, las asociadas a la capital de la Citerior.37 Tal y como ya señaló Marín Peña en su día, las fuentes escritas tardías presentan a los beneficiarios realizando tareas de protección y administración del orden público y, a veces, aparecen como ayudantes.38 Más recientemente, algunos autores han señalado la notable presencia de estos rangos en actividades como la recaudación de impuestos y la supervisión de las mercancías, así como el control de los principales nudos Conviene recordar, en este punto, los textos de Vegecio (II, 7) de los que proviene la definición del rango como perceptores del beneficium. 35 Para una definición básica de los beneficiarii, cf. «beneficiarius» s. v. en los diccionarios de Domaszewski (RE III, 1: cols. 270-271), Masquelez Dictionnaire (I: 688), M. Kuebler Diz (Ep., I: 992-997) y Marquardt (Organisation: 291-292). 36 Para un estudio más reciente, completo y exhaustivo de este rango, y actualizados con los últimos testimonios, cf. Ott, 1992; y Nelis-Clément, 2000. 37 Para el caso de la península ibérica, cf. Palao Vicente, 2006, pp. 147-158, con una buena síntesis de la definición del rango y, sobre todo, sus funciones, estudiadas caso por caso; en la documentación epigráfica de la VII Gemina incluidos los epígrafes tarraconenses. 38 Marín Peña, 1956, p. 148. 34

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de comunicación de las vías y de los accesos a las ciudades y otros núcleos de población más reducidos.39 Por otra parte, es bien conocido el pasaje de la Passio Fructuosi en la que se nombra a los beneficiarii de Tarraco que detienen al mártir en nombre del gobernador, ejerciendo funciones de policía urbana.40 No obstante, tal y como han señalado Ott y Nelis- Clemént, los beneficiarii, como tales, no asumieron como suya ninguna tarea específica de manera rígida, sino que sus atribuciones parecen depender más bien del oficial bajo el que sirvieran, aspecto que suele aparecer reflejado en sus inscripciones.41 Conviene señalar, asimismo, que nunca fue un cargo específicamente castrense, tal y como parecen demostrarlo la diversidad de funciones y de emplazamientos, así como el hecho de que no los encontremos en la documentación epigráfica asociada a los campamentos42. Así pues, las funciones a las que debemos asociarlos varían desde el control y supervisión de aduanas, la recaudación de impuestos, la vigilancia policial o la supervisión de obras hasta el aprovisionamiento militar; por el contrario, su presencia en combate era muy reducida, por no decir inexistente. Los últimos estudios parecen coincidir en que cada officium provincial habría de contar con unos treinta beneficiarios a su servicio, y los legados legionarios con unos veinte.43 Aplicando al caso hispano, y particularmente al tarraconense, lo ya dicho, la primera división significativa que hay que contemplar es la de beneficiarii consularis al servicio directo del gobernador y beneficiarii legati legionis bajo el mando de los generales de las legiones. Todos los casos conocidos en Hispania pertenecen a la legio VII Gemina, después de cuya llegada aparecen las primeras menciones a estos rangos específicos en el hábito epigráfico militar. La gran mayoría de beneficiarios al servicio del officium consulare se ha documentado epigráficamente en Tarragona, aunque contamos con casos en que los mismos aparecen desplazados a otros puntos de la geografía hispana o provincial.44 Contamos con unas veintidós inscripciones documentadas de beneficiarii consularis en Hispania;45 pero uno de los principales problemas metodológicos para identificarlos es que no siempre se consigna su categoría específica en las inscripciones. Tal y como señala Palao Vicente, no se puede asumir automáticamente que aquellos que no consignan el término consularis en sus inscripciones puedan ser considerados beneficiarios al mando del legado legionario, considerando la presencia de mención expresa en epígrafes del resto del Imperio y la distribución espacial de los casos hispanos que no lo mencionan, que parecen depender más del ámbito tarraconense que de los cuarteles de León.46 Vayamos, pues, con los ejemplos de Tarraco.

Schallmayer, 1991, p. 406; y Nelis-Clément, 2000, pp. 168-171. Para Hispania, cf. Carreras Monfort, 1997, p. 154; y Palao Vicente, 2006, pp. 148-149. 40 Passio Fructuosi, II. 41 Ott, 1992, pp. 61-161, y Nelis-Clément, 2000, pp. 211-268, en lo relativo a las funciones. 42 Nelis-Clément, 2000, pp. 217-220. 43 Breeze 1974, pp. 274 y 275, n. 57; Nelis-Clément, 2000, pp. 113-114; y Rankov, 1999, pp. 23-24. 44 Tales son los casos de los beneficiarios consularis Umidius Avitus (CIL XIII, 3168), muerto en Nemausus, y Iunius Omullus (Alföldy, Fasti, 1969, pp. 26-27), destacado para proteger al gobernador Vitrasius Proculus, documentado en León. 45 Un buen resumen y estudio de este colectivo en Gómez-Pantoja, 1994, pp. 183-194. 46 Palao Vicente, 2006, p. 149 y n. 272, con bibliografía. 39

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Tabla 87. Beneficiarii documentados en Tarraco. N.º Cat.

Soldado (dedicatarios todos)

Titulus/Monumento

Dedicante

Cronología

Con mención expresa de beneficiarius consularis 084

C Caecilius Quartus (veteranus ex bf. Cos.)

Pedestal/funerario

Sempronia Fabiana (uxor)

1/4 siglo ii d. C.

088

L. Valerius Barbarus (miles leg. VII G. F.)

Placa/funerario

Hiberia materna (coniugi Karissimo)

Siglo i-ii d. C. (Fin siglo imediados siglo ii d. C.)

092

Antonius Saturninus (veteranus ex bf. Cos.)

Perdido/funerario (pedestal)

Abiliana? (uxor)

Siglos ii-iii d. C. (Fin siglo iiprincipios siglo iii d. C.)

093

L. Aufidius Felix

Pedestal/funerario

Gargilius Rufus (speculator leg. VII)

2

094

Aurelius Severus (veteranus ex bf. Cos.)

Perdido/funerario

Plotia Trophime (uxor; ¿liberta?)

2

D97

C. Lutatius

Perdido/funerario (pedestal)

Iunia Lupu[a] (fémina dignissima)

Siglos ii-iii d. C. (Fin siglo iiprincipios siglo iii d. C.)

098

Cn. Pompeius Fructus

Perdido/funerario (pedestal)

Terentius Bassinus (heres) y Domitia Fortunata (mater)

Siglos ii-iii d. C. (Fin siglo iiprincipios siglo iii d. C.)

102

Gn. Fulvius Capratinus (frumentarius/ beneficiarius leg. VII)

Perdido/funerario (pedestal)

Fulvius Cornelius (libertus)

Siglos ii-iii d. C. (Fin siglo iiprincipios siglo iii d. C.)

Ara/funerario

Anteius Antiochus (libertus)

Siglos ii-iii d. C. (Fin siglo iiprincipios siglo iii d. C.) Siglos ii-iii d. C. (Fin siglo iiprincipios siglo iii d. C.)

105

L. Anteius Flavinus

/2 siglo ii d. C. /2 siglo ii d. C.

108

Firmidius Caecilianus

Sarcófago/funerario

Valeria Primula (uxor)

113

Valerius Atticus

Perdido/funerario (pedestal o ara)

Aelia Parthenis (anfitriona)

Siglo iii d. C.

Pedestal/funerario

A++[...]+a (uxor)

Siglos ii-iii d. C. (Fin siglo iiprincipios siglo iii d. C.)

132

[---]?

458

N.º Cat.

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Soldado (dedicatarios todos)

Titulus/Monumento

Dedicante

Cronología

Sin la mención consularis o con mención de beneficiarius legionis M. Valerius Flavus (ex armorum custos) Veteranus

Perdido/funerario

M. Valerius Hermes

2

106

T. Cornelius F[---]

Perdido/funerario (pedestal o ara)

Aelia Parthenis (anfitriona)

Siglos ii-iii d. C. (Fin siglo iiprincipios siglo iii d. C.)

109

Flavius Aurelianus

Placa/funerario

Licinia cu[pi]ta (uxor)

Siglo iii d. C.

112

[C]aec(ilius?) Iulianus

Bloque/funerario

Iulia Severa (uxor)

Siglo iii d. C.

153

Sulpicius Sabinus (militi leg. VII G. P. F.; veteranus?)

Ara/funerario

Sulpicius Fuscinus (alumnus) y Sulpicia Celeriana (uxor)

Siglo iii d. C. (S. SeveroDiocleciano)

¿Lista de officiales?

Siglo iii d. C.

089

/2 siglo ii d. C.

Dudosos

D114

Placidin(us) [---]s Lupus [---]us Severus [---]n(ius) Fixus [[[---]ius Modestus]] [---]ius Terentianus [---]on(ius) Cornelianus [---] Sabinus [---]s Geminus [---] Flavinus

Perdido/?

El elenco asciende a los diecisiete ejemplares citados, a los que habría que sumar, quizá, diez posibles soldados que, por su número, podrían considerarse también como tales. Solo dos epígrafes, los más antiguos, fechan entre fines del siglo i d. C. y la primera mitad del ii (Cat., n.os 084 y 088); el resto de la documentación lo hace entre la segunda mitad del siglo ii y el iii, la mayoría entre fines de la segunda centuria y comienzos de la tercera, y algunos menos en la tercera de forma genérica. De nuevo, los problemas de datación condicionan el estudio del material epigráfico, aunque, siguiendo la tendencia general de la epigrafía militar de Tarraco, hay una significativa escasez de testimonios fechados a fines del siglo i, e incluso en la primera mitad del ii d. C., y una notable mayoría se concentra, en esencia, bajo el reinado de los severos. Por otra parte, todos los ejemplos, a excepción de la dudosa lista mencionada, son monumentos funerarios, pedestales, aras o placas, en los que los beneficiarios figuran siempre como difuntos y, por tanto, dedicatarios. Respecto a la naturaleza del conjunto, cabe destacar, a diferencia de la documentación alusiva a los speculatores, que en todo caso se trata de monumentos privados que han sido dedicados y/o erigidos por personas que mantuvieron lazos personales con los miembros del officium. La gran mayoría de los dedicantes son esposas consignadas como uxores (Cat., n.os 084, 092, 094, 108, 109, 112, 132 y 153). Todos están datados ya en épo-

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ca severa, excepto el n.º 084, en el que el difunto murió, como veterano, una vez ya licenciado. En la otra inscripción preseveriana (Cat., n.º 088), la dedicante, Hiberia Materna, aparece como coniux. Por tanto, la documentación responde también a los argumentos que afirman que fueron efectivamente los severos quienes permitieron los matrimonios de los soldados en activo.47 Tras las esposas, la nómina de dedicantes más numerosa es la de los liberti de los soldados (Cat., n.os 094, 102 y 105), siendo probablemente libertina la condición de una de las esposas, Plotia Trophime (Cat., n.º 094), como paso previo al matrimonio con el difunto. En este mismo sentido, destacan dos inscripciones que han sido comentadas frecuentemente por la naturaleza de la dedicante, Aelia Parthenis, que se presenta como anfitriona de dos beneficiarios, T. Cornelius [---]? y Valerius Atticus, entre fines del siglo ii d. C. y comienzos del iii (Cat., n.os 106 y 113). Ambas dedicatorias rezan: Aelia ˚ Par/thenis ˚ hospiti /bene merenti. Estas inscripciones han servido de argumento para considerar que el alojamiento de parte de los soldados tarraconenses no habría de contemplarse, al menos exclusivamente, desde el régimen castrense más común, dado que la dedicante de ambos epitafios recibió a los beneficiarios como hospites.48 Nos referiremos a la cuestión del espacio más adelante. En cualquier caso, el término hospes revela un tipo de relación entre la anfitriona y los soldados huéspedes que parece ir más allá del mero hospitium. Tal y como señaló Alföldy, Aelia Parthenis no parece haber sido una «virgen» como sugiere su cognomen, sino, probablemente, una mujer viuda que subsistiría alquilando habitaciones a los soldados, y quizá mantuvo relaciones de concubinato con alguno de ellos.49 Por su parte, Palao Vicente valora estos dos epígrafes50 como expresiones de relaciones maritales, pese a que este vínculo no aparezca mencionado expresamente en los epitafios.51 Quedan también ciertas dudas respecto a los vínculos con Iunia Lupula, dedicante de un epitafio en verso al beneficiario C. Lutatius, en el que Alföldy restituyó: Iuniae Lupu[lae fem(inae)?] / dignissi[mae ann(orum) ---].52 Cierra el elenco de lazos familiares un epígrafe funerario interesante en el que, además de la esposa, Sulpicia Celeriana, aparece un alumnus, Sulpicius Fuscinus, que toma el nomen de su patrono, el difunto beneficiario Sulpicius Sabinus (Cat., n.º 153). Los gentilicios de la esposa y la denominación del hijo habido fuera del matrimonio con el término alumnus señalan un tipo de relación extraoficial.53 Por último, la documentación de los beneficiarios no muestra, como en otros casos, vínculos de unión y camaradería entre los soldados de esta clase, ni con otros rangos, salvo el anteriormente comentado altar funerario dedicado al beneficiario Aufidius Felix por el speculator Gargilius Rufus (Cat., n.º 093). No entraremos ahora en esta cuestión, sobre la que exponemos las ideas principales en el capítulo que trata las inscripciones del campamento de León en el aspecto específico de sus vínculos familiares. 48 Palao Vicente, 2006, p. 287 y 337; y Alföldy, 2007a, p. 510, entre otros. 49 Alföldy, 2007a, p. 510. 50 CIL II, 489: D(is) ˚ M(anibus) ˚ s(acrum) /Domitio ˚ Pas ˚ /tori ˚ veterano/leg(ionis) ˚ sept(imae) Gem(inae) /[an]n(orum) LXXXVI /Val(eria) Vernacla /[h]ospiti ˚ pienti[s]-/[si]mo ˚ f ˚ ec(it) /h(ic) ˚ ˚ s(itus) ˚ e(st) ˚ s(it) ˚ t(ibi) ˚ t(erra) ˚ l(evis). 51 Palao Vicente, 2006, p. 363 y n. 78, con paralelos y bibiografía al respecto. 52 Alföldy, RIT, 1975, p. 195; y CIL II2, 14, 2, 1055, para una exposición en detalle sobre los problemas de lectura e interpretación de esta inscripción problemática. 53 Palao Vicente, 2006, p. 363 y n. 71, con bibliografía sobre el término alumnus. 47

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Otros aspectos relevantes a señalar en el material epigráfico de los beneficiarios son la movilidad y las oportunidades de promoción interna, la alta presencia de veteranos y, sobre todo, la cuestión relativa a la mención específica consularis en los epitafios. Respecto a la movilidad, nos topamos con algunos casos de ascensos de los soldados hasta el rango de beneficiario, o bien a rangos superiores. L. Valerius Barbarus (Cat., n.º 088) y Sulpicius Sabinus (Cat., n.º 153) mencionan el rango de miles junto al de beneficiarius, el primero en orden directo y el segundo en orden inverso, lo que indica que ascendieron al rango dentro de la legión VII. Valerius Barbarus murió a los 37 años y no indica en su matrícula los años de servicio, aunque parece que habría fallecido en el transcurso del mismo; mientras que el caso del S. Sabinus —que falleció a los 45 años, habiendo servido 25— es más dudoso, dado que presenta una matrícula completa de inscripciones del período severo, característica en Tarraco. Los años de servicio y el hecho de que este último consigne sus dos cargos y primero el de beneficiarius nos llevan a sospechar que pudiera tratarse de un veterano, aunque ninguno de los autores que se ha ocupado de la pieza lo señala.54 En la nómina de ascensos encontramos también promociones a rangos superiores al de beneficiario. La más interesante es la carrera de Cn. Fulvius Capratinus (Cat., n.º 102), soldado de la legio VI Ferrata, trasladado a la VII Gemina como frumentarius y, posteriormente, ascendido a beneficiario consular en el officium del gobernador provincial. El dedicatario, oriundo de Italica, murió a los 40 años, tras haber servido 21, por lo que no llegó a completar su servicio militar. El epígrafe presenta aspectos de gran interés, poco comunes en la epigrafía de los militares de Hispania, como es el hecho de que un soldado de origen italicense sirviera fuera de allí y regresara obteniendo nada menos que dos promociones seguidas en su nuevo destino, la VII Gemina. Los ascensos de este beneficiario, que sirvió a mediados del siglo ii d. C. en Siria-Palestina, parecen vinculados a la confianza de un alto mando como pudo ser el propio gobernador.55 M. Valerius Flavus, fallecido a los 60 años y sin indicación de servicio, presenta un epitafio ciertamente problemático en su lectura e interpretación (Cat., n.º 089). El soldado habría comenzado su carrera como miles inmunis en el puesto de armorum custos de la VII Gemina, y en la misma legión habría ascendido a beneficiarius consularis. Ahora bien, la edad avanzada que muestra, esconde en realidad a un veterano que prefirió consignar dos rangos de cierto prestigio, especialmente el último, con el que prefiere representarse.56 A la vista de la documentación, los beneficiarii representan el rango que registra mayor movilidad interna en el seno de la legio VII Gemina y en el propio officium. Ello pone en evidencia que trabajar para el gobernador en las oficinas era sin duda un destino deseado por muchos de los milites principales y de los propios gregales, y que, efectivamente, en la sede de la administración provincial existían posibilidades objetivas de medrar en la carrera militar dentro de los límites establecidos por los propios mecanismos del ejército romano. Fundamentalmente, Alföldy, RIT, 1975, p. 905; CIL II2, 14, 2, 2247; y Palao Vicente, 2006, pp. 151 y 179. 55 Palao Vicente, 2006, p. 156. 56 Ibidem, p. 246, con más ejemplos en la VII Gemina. 54

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Respecto a los veteranos, constituyen una parte significativa del conjunto del material epigráfico documentado, con cuatro ejemplos seguros. A los ya mencionados en el capítulo de ascensos, incluidos algunos que no consignan expresamente dicha condición (Cat., n.os 089, sin mención; 084, 092 y 094, con mención; y el 153 dudoso). En las matrículas presentes en los epitafios, todos los veteranos que expresan su condición la acompañan de la mención específica del rango de beneficiarius (Cat., n.os 084 y 094); cuando no la mencionan, adoptan sin más la fórmula ex b(ene)f(iciario) co(n)s(ularis) o ex b(ene)f(iciario). Esto señala, a todas luces, el prestigio que comportaba servir como personal del officium, no solo respecto a los propios camaradas, sino, probablemente también, según los parámetros de consideración social de la sociedad civil tarraconense. Se trataba, como vemos, de un elemento central en la autorrepresentación de los soldados y habría que conectarlo, como veremos más adelante, con el hecho de que muchos de los monumentos funerarios, no solo de los beneficiarios, fuesen pedestales, lo que implica una imitación de los hábitos sepulcrales de las élites de la colonia. A pesar de haber concluido sus servicios, estos soldados preferían ser asociados a su rango antes que ser contemplados como veteranos, y, en el mejor de los casos, hacían coexistir ambas menciones o consideraciones a ojos de los demás. Por otra parte, todos los veteranos conocidos, a excepción de Ecilius Quartus (Cat., n.º 084), oriundo de Sicca Veneria, en África Proconsularis, procedían de Hispania, sin que podamos conocer datos más concretos al respecto. Tampoco los tenemos sobre sus períodos de servicio, lo que resulta perfectamente lógico tratándose de veterani y considerando el período en el que fueron erigidos los monumentos funerarios. Una última cuestión, relacionada con las matrículas de los epitafios, es de capital interés para clasificar convenientemente la información relativa a los beneficiarii: la mención del oficial bajo el que sirvieron. Evidentemente, este es elemento principal para distinguir a los beneficiarii consularis de los beneficiarii legati legionis; no obstante, como hemos dicho anteriormente, la inclusión o no de esa mención específica no constituye un criterio absoluto para discernir entre unos y otros. Palao Vicente incluye a todos los beneficiarii atestiguados en Tarraco en la nómina de los consularis en razón de la localización en los epígrafes en la capital provincial.57 Tal y como indica este autor, la ausencia del término específico consularis en los epitafios no exime que estos sirviesen en el officium tarraconense bajo el mando del gobernador.58 Por nuestra parte, seguimos este razonamiento por parecernos que el criterio de dispersión geográfica de los documentos epigráficos prima sobre el de los elementos de matrícula, que nunca siguieron parámetros rígidos, sino que constituyen expresiones del hábito epigráfico que adoptan un lenguaje básico tendente a la homogeneidad, pero sujetas a modificaciones propias de la flexibilidad del lenguaje y la diversidad provincial. Por tanto, consideramos todos los ejemplos aquí analizados como testimonios de beneficiarios que sirvieron al gobernador provincial y desempeñaron diversas funciones. La presencia de las tumbas de beneficiarios en activo respondería, pues, a que habrían fallecido durante su servicio Ibidem, pp. 150-151. Ibidem, p. 150 y n. 283, señalando la argumentación de Nelis-Clément (2000: 76-77) respecto a la estructura de las matrículas de los beneficiarios, que confirma que la no mención expresa del oficial bajo el que servían no es criterio suficiente para clasificarlos. 57 58

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en el officium y habrían sido enterrados en las necrópolis tarraconenses; y los veteranos, la mayoría de ellos de origen hispano, habrían elegido precisamente el caput provinciae como sede donde asentarse tras el desempeño de sus carreras, precisamente por sus vínculos con la ciudad, su importancia como capital y la fuerte impronta que dejó el elemento militar en un enclave en que estos permanecieron durante siglos. 6.2.3.4. Los quaestionarii Otro de los rangos de miles principalis integrados en el officium era el de quaestionarius, también presente en la colonia Iulia Vrbs Triumphalis. Aunque sabemos que estuvieron presentes en el officium, apenas contamos con un ejemplo en el elenco tarraconense. Este rango ha sido puesto en relación con las tareas de administración judicial en razón de su nombre y sobre la base de las fuentes literarias.59 En otros testimonios literarios los quaestionarii aparecen como parte tanto de las legiones como de las cohortes urbanas y de vigiles de Roma.60 Lo cierto es que las funciones de estos rangos no están bien definidas, pero parece muy posible que sirvieran a los tribunales, tanto de los legados legionarios como de los gobernadores, en los officia provinciales, como miembros del staff de officiales. Conviene tener en cuenta la sugerencia de Le Roux que apunta a la posible vinculación de este tipo de soldados con los interrogatorios y la tortura de los prisioneros.61 El único epígrafe que señala a los quaestionarii de Tarraco es el pedestal funerario, hoy perdido, que Heren[n]ius Rogatus levantó para su amigo el quaestionarius y luego commentariensis Iulius Flavinus, en la segunda mitad del siglo ii d. C. (Cat., n.º 095). No conocemos la condición del dedicante, que se presenta como amicus carissimus del difunto. Respecto al dedicatario, nos muestra un nuevo ejemplo de promoción y movilidad dentro del officium, al haber desempeñado los rangos de quaestionarius y después de commentariensis. Parece que por sus nomina y el período de reclutamiento, en la segunda mitad de siglo ii d. C., habría que pensar en Iulius Flavinus como en un hispano, sin posibilidad de concretar más. 6.2.3.5. Los frumentarii Los últimos milites principales del officium asociados con tareas de carácter policial, y en el orden jerárquico, fueron los frumentarii, que están representados en Tarraco en cuatro inscripciones. El cargo de frumentarius ha sido puesto tradicionalmente en relación con el abastecimiento de grano a las legiones y unidades auxiliares del ejército romano, en gran medida por el significado del propio término.62 Parece que, efectivamente, esta categoría tuvo relación con tal función, pero no conocemos bien las tareas concretas que desempeñaron, ni otras complementarias que hubieron de serles asigna Dig., XLVIII, 20, p. 6. Palao Vicente, 2006, p. 158 y n. 146; a través de él, cf. Cagnat: «Quaestionarius» s. v. Dictionnaire, IV, 1, p. 797. 61 Le Roux, 1982, p. 213, n. 146. 62 Rickman, 1971, pp. 274-276; y Remesal Rodríguez, 1986, pp. 93-94. 59 60

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das.63 A diferencia de otros rangos de especialistas, los frumentarii tuvieron como sede principal los llamados Castra Peregrina en la propia Roma.64 Ello sugiere que posiblemente estos soldados sirviesen bajo el mando directo del emperador y actuasen bajo su supervisión. De hecho, Mann sostiene que no estuvieron en ningún momento acantonados en los campamentos, ni adscritos, por defecto, a los officia provinciales, por lo que su vínculo de pertenencia con las legiones romanas no parece haber tenido carácter oficial.65 En razón de semejantes argumentos, los frumentarii han sido etiquetados como espías del emperador. Sin embargo, una parte de la investigación considera que el cometido principal de esos soldados fue la transmisión de todo tipo de mensajes directos entre el emperador y las provincias66. No obstante, incluso esta corriente tiene en cuenta que probablemente estos soldados participaron activamente en las intrigas políticas vinculadas al ejercicio del poder y que su relación estrecha con el princeps denota que de alguna manera tuvieron que ser sus ojos y oídos fuera de Roma. En la misma dirección apunta el hecho de que Diocleciano los convirtiese en los llamados agentes in rebus, que eran temidos como una suerte de policía.67 A pesar de los vínculos mencionados y su carácter semindependiente de las legiones, los frumentarii figuran a menudo adscritos a los officia de los gobernadores provinciales, donde parecen haber desempeñado tareas de tipo policial, tal y como evidencia su presencia en monumentos epigráficos procedentes de los capita provinciae, como Tarraco, y su estrecho contacto con el rango de los speculatores. Ahora bien, el material epigráfico alusivo a los frumentarii sugiere que muchos de estos eran reclutados en las propias provincias al cargo de los gobernadores, que los empleaban como officiales. De ser así, tal y como señala Rankov, su relación con el emperador tan solo podría explicarse si estos eran enviados a Roma tras ser reclutados en sus legiones de origen; no podrían, por tanto, ser enrolados mayoritariamente entre la población itálica, para luego ser enviados a las provincias, como sostiene Mann.68 El primero de esos autores apunta, además, que este último sistema de reclutamiento no tendría, a priori, mucha lógica, ya que lo más normal es que los «hombres de confianza» del emperador fuesen reclutados, como los pretorianos, mayoritariamente entre ciudadanos itálicos. En cualquier caso, la epigrafía de estos cuerpos pone de relieve que nunca perdieron contacto o relación con las legiones en las que fueron inscritos; de hecho, frecuentemente eran enviados a aquellos

Para un estudio sobre la cuestión, cf. Fiebiger, 1904, 1, cols. 122-125; Cagnat, R.: «frumentarius», Dictionnaire, II, 2, p. 1348; Vaglieri, D.: «Frumentarii», Diz. Ep., III, pp. 221-224; M. Clauss, «Principales», pp. 82-113; Mann, 1988, pp. 149-150; y Rankov, 1990, pp. 176-182. Cf. también Palao Vicente, 2006, pp. 141-146, con tratamiento detallado de los frumentarii de la VII Gemina repartidos por el Imperio y los documentados en Hispania, especialmente los de Tarraco. 64 Baillie Reynolds y Ashby, 1923, pp. 152-167, con mención de un texto de Amiano Marcelino (XVI, 12: 66), en el que se refiere a su acuartelamiento en el área del Monte Cellio. 65 Mann, 1988, pp. 149-150. 66 Sobre todo, Rankov, 1990, pp. 176-182 y 1999, p. 20; y Le Roux, 1982, p. 270. 67 La Historia Augusta es una fuente principal en el estudio de este tipo de soldados especialistas y en ella aparecen, en no pocas ocasiones, desempeñando el papel de auténticos espías. Cf. SHA, Vit. Hadr., XI, 6; Vit. Macr., XII, 4; VIt. Max et Balb., X, 3 y Vit. Alex, XXIII, 2. Respecto a la reforma de Diocleciano y la conversión de los frumentarii en agentes in rebus, cf. De Caes., XXXVIII, 4. 68 Rankov, 1990, pp. 178-182, contra Mann, 1988, p. 148. 63

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lugares donde servían sus unidades de origen. El estatus temporal y dinámico de los frumentarii se vería apoyado, asimismo, por la propia denominación de sus campamentos en Roma, los Castra Peregrina, en los que, además, habría acuartelados cerca de 400 hombres, cifra que corresponde aproximadamente a la mitad de la nómina total de frumentarios de una legión. Ello parece indicar que la cifra de aquellos que iban a Roma y los que se quedaban sirviendo al gobernador eran proporcionales.69 Los frumentarii documentados en Tarraco son cinco individuos atestiguados en tres epígrafes; uno de ellos un caso problemático de centurio frumentarius y otro de Roma, que nombra a un personaje ya conocido por haber desempeñado varios cargos como official en la capital. Tabla 88. Frumentarii representados en la epigrafía de Tarraco. N.º Cat.

Soldado (dedicatarios todos)

Titulus/Monumento

Dedicante

Cronología

102

Cn. Fulvius Capratinus

Perdido/funerario (pedestal)

Fulvius Cornelianus (libertus)

Siglos ii-iii d. C. (Fin siglo ii-principios siglo iii d. C.)

103

L. Valerius Reburrus

Ara/funerario

Valeria Calliste (mater)

Siglos ii-iii d. C. (Fin siglo ii-principios siglo iii d. C.)

Fin siglo ii-principios siglo iii d. C.

118

Caecilius Maturus (centurio frumentarius)

Perdido/funerario (pedestal)

Ael(ia) Cogitata (mater) C[a]ecilius Dexter y Artmas (fratres) y Val(eria) Lup (uxor) heredes

154

Valerius Rufus

Ara/funerario

Pompeia Basilla (coniunx)

?

Ara/votivo

Dedicante (soldado)

Fin siglo ii-principios siglo iii d. C.

AE, L. Gargilius Rufus 1991, 268 (frumentarius leg VII/ (Roma) speculator)

Gn. Fulvius Capratinus, L. Valerius Reburrus y Valerius Rufus sirvieron como frumentarii de la legio VII Gemina en el offiicum de Tarraco, entre fines del siglo ii d. C. y comienzos del iii, bajo el reinado de Septimio Severo. Todos los epígrafes corresponden, de nuevo, a epitafios funerarios en los que los frumentarios figuran como dedicatarios, y todos ellos son expresiones propias del ámbito privado en el que los dedicantes y encargados de los sepelios son familiares o individuos con vínculos directos: un liberto en el caso de Capratinus, la madre en el de Valerius Reburrus y una concubina o coniunx en el de Valerius Rufus. Por otra parte, tan solo Capratinus consigna su origo, en este Cf. Austin y Rankov, 1995, p. 152; y Palao Vicente, 2006, p. 142 y n. 223.

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caso italicense, mientras que los otros dos, en razón de su onomástica, pueden ser considerados también hispanos; Reburrus era con toda seguridad del noroeste y de Rufus no se puede saber de manera concreta.70 Las funciones de estos frumentarios de servicio en Tarraco hubieron de ser variadas y, fundamentalmente, relacionadas con las tareas policiales, sin descartar algún cometido o cometidos de cariz administrativo. Sin embargo, Palao Vicente ha sugerido recientemente que, a tenor del período en el que estos hombres sirvieron, quizá podría considerarse que lo hicieron como espías de la dinastía en un momento, tras la batalla de Lugdunum, en el que resultaba crucial la información sobre el predicamento del que gozaba el nuevo régimen imperial y la vigilancia de sus enemigos.71 Otros aspectos de interés en los epitafios son la notable promoción de Fulvius Capratinus, que ya hemos comentado más arriba, y la edad de Valerius Reburrus, muerto a los 24 años con 10 de servicio, lo que lo convierte en el recluta más joven documentado en la VII Gemina.72 La dedicatoria Va/leria Calliste/mater misera/filio pientissi/ mo, con indicación de los meses y los días, junto a la fórmula ann(orum), conviene a la juventud del difunto y representa un caso excepcional, tanto en el aspecto del reclutamiento como en el de los vínculos familiares de los officiales de Tarraco, ya que es el único ejemplo junto a otra inscripción en el que la dedicante es la madre del soldado. El centurio frumentarius Caecilius Maturus (Cat., n.º 118) será considerado como tal, ya que la mención precisa sus funciones como centurión y en ningún caso equivale al rango aquí estudiado. Cierra el elenco un caso particular, el de L. Gargilius Rufus, presente en la epigrafía, primero como speculator dedicante del pedestal de un beneficiario (Cat., n.º 093) y después en su propio altar funerario, como commentariensis ab actis civilibus (Cat., n.º 152). Una inscripción hallada en Roma, en el solar en el que debieron alzarse los Castra Peregrina, presenta a este mismo personaje como responsable de un voto al Genius castrorum peregrinorum.73 Se trata de un pequeño altar de mármol blanco en el que el dedicante consigna su condición de speculator de la legio VII Gemina, en cumplimiento de un voto al genius mencionado, emitido cuando era todavía frumentarius de la misma legión. Cabe destacar, en primer lugar, que Gargilius Rufus asciende directamente desde frumentarius a speculator sin pasar por el escalón de beneficiarius, lo que supone una promoción atípica, quizá ligada a la confianza personal del gobernador de Tarraco o del entorno del emperador. Tampoco parece claro si el monumento fue erigido en el momento de la promoción del dedicante o si, por el contrario, Gargilius Rufus lo levantó con posterioridad a su ascenso cumpliendo su promesa. Por otra parte, los epígrafes tarraconenses alusivos a este personaje ponen en evidencia su origo africana, en razón de su onomástica y de la indicación de municeps en la dedicatoria del epitafio a su camarada Cat., n.os 102, 103 y 152: comentarios, para exposiciones detalladas; y Abascal Palazón, 1994, pp. 29 y 487-490; Palao Vicente, 2006, p. 146. 71 Palao Vicente, 2006, p. 146. 72 Ibídem, p. 238. 73 La pieza apareció formando parte de un conjunto de altares dedicados al Genius castrorum peregrinorum en el Monte Celio, en la actual iglesia de San Stefano, donde sabemos, por Amiano Marcelino (XVI, 12: 66), que se emplazaba el cuartel. AE, 1991, p. 268, Roma: G(enio) c(astrorum) p(eregrinorum) / Gargilius / Rufus / specul(ator) leg(ionis) VII / Gemin(ae) quod / vover(at) frum(entarius) leg(ionis) / eiusdem / v(otum) s(olvit) l(ibens) m(erito). 70

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beneficiario.74 Palao Vicente ha sugerido que la cronología de las inscripciones de este soldado indica que pudo ser reclutado hacia mediados del siglo ii d. C., en el momento en que parte de la legio VII Gemina se encontraba precisamente en África para intervenir en el llamado bellum Mauricum.75 La documentación disponible sobre los frumentarii de Tarraco es escasa en relación con otros cuerpos mejor conocidos. Con tan solo cuatro testimonios, no estamos en disposición de profundizar sobre sus vínculos personales, más allá de la mera descripción. Por otra parte, la cronología de todos los epígrafes, fechados bajo el reinado de Septimio Severo, cuadra con los orígenes mayoritariamente hispánicos de estos miembros del officium. Resulta, por otra parte, significativo, que ninguno de los cuatro epitafios fuera dedicado por un camarada de los principales, sino por familiares y libertos, lo que señala, de nuevo, la importancia de los vínculos familiares de estos soldados en Tarraco. 6.2.3.6. Los stratores Según la única fuente literaria que conservamos respecto a los stratores, estos habrían de ser incluidos dentro de la categoría de los milites immunes.76 No obstante, diversos textos epigráficos parecen indicar que cuando este tipo de soldados estaban adscritos como especialistas a un officium provincial debían ser considerados como principales.77 Las funciones que llevaban a cabo en el officium parecen depender, de forma similar al caso de los beneficiarii, del mando bajo el que sirvieran en cada momento. El término strator parece hacer referencia al cuidado de los caballos; pero esta función hubo de ser una más de muchas otras, entre las que habría que incluir, por ejemplo, la escolta personal del gobernador, tal como lo evidencia el ya mencionado pedestal honorífico dedicado al praeses de Tarraco, T. Claudius Candidus, por Silius Hospes, centurión hastatus y strator de la legio X Gemina, por entonces acantonada en Pannonia, el cual habría acompañado a su superior hasta la capital de la Citerior.78 Austin y Rankov señalan, asimismo, que esos rangos también pudieron ocuparse de labores administrativas difíciles de definir.79 El corpus tarraconense tan solo proporciona una inscripción alusiva a los stratores, aunque tal vez habríamos de contabilizar dos, teniendo en cuenta que el mencionado pedestal de Claudius Candidianus, hoy en Inglaterra, provenía originalmente de Tarra-

Palao Vicente, 2006, p. 143 y n. 229; Alföldy, CIL II2, 14, 2, 1047; y Cat., n.º 093. Palao Vicente, 2006, p. 143. 76 Dig., I, 6-7. 77 Tal y como señalan Rankov (1999: 239) y Palao Vicente (2006: 140 y n. 205), que además cita una serie de inscripciones pertinentes al respecto, a las que remitimos. 78 CIL II, 4114, citada anteriormente (vid. supra). Se trata de un pedestal honorífico de época de Septimio Severo, originalmente localizado en Tarragona, pero hoy en Inglaterra, donde fue llevada por el general Standhope en el siglo xix. La pieza habría estado ubicada en la «plaza de representación» de la acrópolis tarraconense y es uno de los ejemplares más representativos del cambio de uso del área de concilium provincial en época severa. 79 Austin y Rankov, 1995, p. 152; y Rankov, 1999, p. 30. Para el conocimiento detallado de los mismos, cf. Perea Yébenes, 1998. 74 75

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gona. El único epígrafe que menciona expresamente a los stratores de Tarraco es un ara votiva fragmentada (Cat., n.º 099), dedicada a Minerva por un miles, probablemente beneficiarius, de la legio VII Gemina. La inscripción incorpora una dedicatoria, pro salute col/legi strato(rum)/v(otum) s(olvit) l(ibens) m(erito), que documenta la existencia de un collegium de stratores. La inscripción se ha datado en el siglo ii d. C., con anterioridad al reinado de Septimio Severo, en razón de la paleografía y la ausencia del cognomen Pia en la mención de la VII Gemina.80 De la asociación mencionada se ocupó, en su día, Perea Yébenes en su estudio sobre los collegia militares. Este investigador considera que la «B» de la l. 2 habría de desarrollarse como b(eneficiarius), por tanto, el dedicante, L. Valerius Flavus, habría ostentado el rango de especialista en el officium. También señala que la presencia de un beneficiario aludiendo en su voto al collegium stratorum apunta a la existencia de un colegio militar de carácter mixto, ya documentado en otros lugares.81 Por otra parte, Nelis-Clément se refirió a este epígrafe como testimonio expreso de las relaciones entre los diferentes componentes de la plantilla del officium provincial; lazos que ya hemos comprobado que existieron, tal y como nos lo muestran algunos epitafios con dedicatorias entre camaradas de distintos cargos dentro de los oficiales.82 En cuanto a la dedicatoria en sí, hemos perdido la primera línea del voto y la segunda consigna: Miner[vae] o Minerv[ae]. Debemos señalar que la diosa era la divinidad predilecta de los milites principales e immunes, de los que era una suerte de patrona. De hecho, aparece atestiguada frecuentemente en los officia y tabularia de los campamentos legionarios, donde trabajaban estos soldados especialistas. Contamos con un testimonio de ello en el campamento de Legio y, por ello, no ha de extrañarnos la presencia de esa deidad en un epígrafe votivo que fue elevado, precisamente por un beneficiarius, a la salud de una agrupación militar de principales adscritos a las oficinas de la capital provincial.83 El tipo de culto parece revelar que la inscripción hubo de situarse en un lugar próximo a la sede física del officium, muy probablemente en la schola del collegium de stratores, que no habría de estar lejos de la citada sede.84 Nos ocuparemos de esta cuestión con más profundidad al tratar de la topografía y el paisaje epigráfico militar de la capital. 6.2.3.7. Los equites singulares Una conocida placa votiva, dedicada por T. Aurelius Decimus a Mars Campester, bajo el reinado de Cómodo (Cat., n.º 116), nos informa sobre la existencia de un cuerpo de jinetes en la capital provincial. Conocida desde el siglo xvi y recogida en el CIL

80 Alföldy, RIT, 1975, p. 43; y CIL II2, 14, 2, 842, con explicación de los problemas de lectura y los criterios de datación. 81 Perea Yébenes, 1998, pp. 84 y 316. 82 Nelis-Clément, 2000, p. 282; y Palao Vicente, 2006, p. 141, que recoge las dos opciones. 83 Vid. supra apartado 3.3.1.3c: «Minerva conservatrix y el culto imperial». 84 En este mismo sentido se pronunciaron Domaszewsky y Dobson, 1967, pp. 35 y 73. Le Roux (1997-1998: 314) supuso que la sede del collegium de stratores tuvo que estar cerca del pretorio, quizá al pie de la colina que ocupaban los edificios del concilium provincial.

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de Hübner,85 fue reestudiada más tarde con detalle por G. Alföldy,86 junto con otros testimonios alusivos al campus tarraconense, por J. Ruiz de Arbulo,87 y de nuevo, recientemente, por el estudioso húngaro. El epígrafe ha sido datado el día 1 de marzo del año 182 d. C., día consagrado al dios Marte. La dedicatoria a Mars Campester ha de ser contemplada pensando en una posible deidad encargada de la protección de un campus de entrenamiento militar.88 En estos recintos, asociados a los ámbitos castrenses, se veneraba a muchas divinidades diferentes. Se trata de un tipo de dedicatoria común en los espacios citados, ligados a tropas de caballería, y bien atestiguada, fundamentalmente en campamentos del área del Rin y de Britannia.89 El dedicante muestra un cursus militar interesante, que denota una dilatada experiencia al mando de unidades de caballería. En primer lugar, Aurelius Decimus sirvió como eques singularis, probablemente como uno de los equites singulares Augusti, los jinetes encargados de la protección de la persona del emperador; por ello, la consagración a Mars Campester aparece completada con una dedicatoria pro salute al emperador Cómodo y al cuerpo del que el dedicante formó parte.90 Se trataba de un cuerpo de guardia surgido junto a los pretorianos, compuesto por unos dos mil integrantes seleccionados entre los más capaces de las unidades auxiliares montadas. Su función principal era la de servir de protección al emperador y desplazarse con él; además, eran protagonistas de las paradas militares y los ejercicios hípicos en los que lucían su destreza junto a un equipamiento militar particularmente suntuoso. Aurelius Decimus, tras servir en esta guardia selecta, pasó a formar parte de la VII Gemina como centurión. Su nuevo rango hubo de exigirle presentarse a servir en el cuartel general de la legión en Legio, desde donde, presumiblemente, se habría trasladado a la capital provincial con una función concreta que muestra también en su cursus campidoctor, es decir, el responsable del adiestramiento de tropas montadas en el campus militar. Existe cierta controversia en cuanto a la identificación de los equites singulares a los que el centurión dedicó la placa. Le Roux, Le Bohec y Palao Vicente interpretaron la dedicatoria en genitivo, equitum singularium, como la guardia del legatus pro praetore de Tarraco.91 Sin embargo, Ruiz de Arbulo argumenta que los cargos posteriores ostentados por el dedicante han de ponerse en relación con su pertenencia al selecto cuerpo de equites singulares del emperador en Roma.92 Sin duda, el desempeño del cargo de campidoctor señala que Aurelius Maximus debió de formar, al menos, a una unidad de caballería.

CIL II, 4083, p. 972. Alföldy, RIT, 1975, p. 38. 87 Ruiz de Arbulo, 2011-2012, pp. 553-569, que es el trabajo de referencia para el análisis de esta inscripción. Otros muchos estudiosos se han ocupado también del epígrafe, cf. Speidel, 1978, pp. 71-72; Le Roux, 1982, pp. 269 y 297 y 1998; Southern, 2007; Le Bohec, 2008, p. 160; Palao Vicente, 2006; Alföldy, 2007a, p. 508; y CIL II2, 14, 839. 88 Le Bohec, 2008, p. 159. 89 Para los paralelos en estas áreas, cf. Ruiz de Arbulo, 2011-2012, pp. 554-555; y Schmidt, 2013a, Mars s. v. 90 Son de obligada referencia los trabajos monográficos de Speidel, 1965, 1978 y 1994, sobre los equites singulares Augusti. 91 Le Roux, 1982, p. 269; Le Bohec, 2008, p. 160; y Palao Vicente, 2006, p. 287. 92 Ruiz de Arbulo, 2011-2012, p. 556. 85 86

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A este cargo habría que añadir el adicional de praepositus, que ejerció al mismo tiempo y constituye una prueba de que estuvo al mando de una unidad. Coincidimos con Ruiz de Arbulo cuando señala que, probablemente, fue la experiencia de Aurelius Maximus como eques de élite en Roma la que le habría valido su posterior destino en la VII Gemina con el rango de centurión y, sobre todo, su llamamiento a la capital provincial como insructor encargado de formar una unidad de jinetes.93 Parece asimismo probable que los que él formaba pudiesen ser también equites singulares destinados a formar parte de la guardia del gobernador, dado que los legati pro praetore también contaron con este tipo de escoltas de jinetes a imagen del princeps. Aun así, quizá la dedicatoria no aluda a los jinetes de la capital provincial, sino a los equites singulares de Roma, cuerpo del que habría formado parte el dedicante y al que honraba de manera que su nueva unidad de Tarraco se reconociese en la originaria de la capital imperial, fomentando así el desarrollo del esprit de corps y de un modelo a imitar por sus nuevos reclutas. Otro epígrafe tarraconense nos informa sobre la presencia de instructores de guardia montada en la ciudad. Entre fines del siglo ii d. C. y comienzos del iii, bajo Septimio Severo, Ulpia Iuventina levantó un pedestal funerario para su esposo M. Aurelius Lucilius, oriundo de Poetovio (Pannonia) (Cat., n.º 119). El dedicatario, muerto a los 60 años, fue un veterano centurión (hastatus prior) con 40 años de servicio hasta en seis legiones diferentes, de las que la última fue, precisamente, la VII Gemina. Además, en su cursus, consignado completo, figura como primer cargo su pertenencia a los equites singulares Augusti de Roma, de donde pasó, como centurión, al resto de las unidades mencionadas; una trayectoria más larga pero similar a la del propio Aurelius Decimus, con el que comparte también su origo danubiana. Aurelius Lucilius debió de cumplir en Tarraco las mismas funciones que Aurelius Decimus como instructor de tropas de caballería, probablemente las de la guardia del gobernador; además, su paso por los equites singulares sí que aparece expresamente mencionado en el epitafio.94 Su condición de eques singularis, y después de centurión, su avanzada edad y el hecho de que su servicio en Tarraco sea el último de su carrera así lo acreditan. Por último, cabe reseñar una inscripción atestiguada en la capital provincial en relación con la instrucción de tropas. Se trata de un fragmento de altar funerario con epitafio dedicado a Staberius Felix, soldado de la VII Gemina dedicado por sus cives et confratres (Cat., n.º 123). El epígrafe fue estudiado por Alföldy,95 que interpretó finalmente la l. 4 como discens armat(urae). El cargo ha de ponerse en relación, de nuevo, con la instrucción de soldados en la capital, fundamentalmente en razón del término discens, asociado en el ámbito militar al aprendizaje.96 Ahora bien, la voz armatura, referente al equipamiento militar, también sugiere que pueda interpretarse como custodio o guar-

93 Ibídem, p. 557. En el mismo sentido, Palao Vicente, 2006, pp. 197-198, que recoge el testimonio y lo pone en relación con otros casos de centuriones documentados en la VII Gemina, como C. Statius Celsus (CIL III, 6359, Serbia), de origen dálmata, o P. Aelius Lucanus (CIL VI, 3211, Roma), entre otros. Se trata de centuriones con origines extrapeninsulares, en este caso danubiana, incorporados en la VII Gemina en razón de sus habilidades específicas. 94 Ruiz de Arbulo, 2011-2012, p. 557. 95 Alföldy, 1991b,pp. 163-167. 96 Ibidem; CIL II2, 14, 2, 1062; Le Roux, 1997-1998, p. 92; y Ruiz de Arbulo, 2011-2012, p. 558.

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dián del equipo, en la línea de otros rangos de immunes, como el de custos armorum, bien documentado en Hispania.97 Por nuestra parte, preferimos la interpretación de Le Roux, que señala que ese cargo hubo de ser probablemente un puesto de transición en el escalafón para pasar de la infantería a la caballería, relacionado con los discentes equitum documentados epigráficamente.98 Esta última función encaja bien con el papel de instructor de Aurelius Decimus, pues el último soldado mencionado, Staberius Felix, bien pudo ser uno de aquellos que fueron formados por el primero, teniendo en cuenta, además, que su epitafio es poco posterior a la placa votiva consagrada a Mars Campester. Cabe destacar, asimismo, que, por su onomástica, Staberius Felix procedía de África, donde hubo de ser reclutado para la legión. La dedicatoria de su epitafio, a cargo de sus «conciudadanos» y «hermanos», constituye una de las más claras manifestaciones de la solidaridad y camaradería entre los miembros del officium de Tarraco, especialmente perceptible entre los individuos de origen extrapeninsular, que no contarían con lazos familiares en la capital.99 6.2.3.8. Los centuriones Los centuriones representan uno de los testimonios más interesantes, por su número y por la dificultad de establecer los motivos exactos de su presencia en la capital, en relación con la actividad militar del propio officium. Según Alföldy, la mayor parte de los centuriones atestiguados en Tarraco habría pertenecido al estado mayor del gobernador provincial.100 La evidencia epigráfica disponible nos muestra a algunos que fueron enterrados a menudo por sus familiares, pero también contamos con una significativa proporción de monumentos en los que los centuriones aparecen como dedicantes. Asímismo, también aparecen centuriones que no fueron ni hispanos, ni ciudadanos de Tarraco, y que prestaron servicio en territorios muy alejados de la Península; se trata de testimonios problemáticos que trataremos de esclarecer. Los doce monumentos documentados son funerarios, excepto la placa votiva ya comentada elevada por T. Aurelius Decimus y un pedestal honorífico dedicado por C. Iustus al gobernador Q. Atrius Clonius (Cat., n.º 120). En los epitafios, los centuriones aparecen mayoritariamente como dedicatarios y fueron enterrados en Tarraco (Cat., n.os 118, 119, 129, 130, 155 y 156). En casi todos los casos fue la esposa del centurión difunto, sola o acompañada, la encargada de levantar el monumento; esposa que, además, figura, junto con otros dedicantes familiares, como heredera. Otros epitafios nos presentan como dedicantes a los libertos de los centuriones (Cat., n.os 130 y 158) o al hermano y una presumible liberta (Cat., n.º 155). Por otra parte, en cuatro epígrafes aparecen los centuriones como dedicantes, el ya mencionado de carácter honorífico, que muestra una relación institucional entre el centurión y el gobernador, que actuaría,

Palao Vicente, 2006, pp. 132 y 137. Le Roux, 1997-1998, p. 82. Para los discentes equitum, cf. CIL V, 8278 y CIL VIII, 2882. De la misma opinión que Le Roux es Ruiz de Arbulo (2011-2012: 558). 99 Palao Vicente, 2006, p. 371, con más ejemplos de africanos de la VII Gemina con dedicatorias similares a cargo de sus compañeros de oficio. 100 Alföldy, 2007a, p. 508. 97 98

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además, como una suerte de patrono (Cat., n.º 120), y otros tres funerarios. De hecho, el grupo de epitafios en los que figuran los centuriones como dedicantes presenta los casos más controvertidos y al propio tiempo más interesantes, en relación con la presencia de militares independientes del officium en la capital. Tabla 89. Centuriones documentados en Tarraco. N.º Cat.

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Centurión/ Dedicante

Legión

Origo

VII Gemina

Pannonia

o dedicatario

T. Aurelius Decimus (eq. singular; centurio; campidoctor et praepositus)

Titulus/ Monumento

Dedicante

Cronología

Placa/votivo

T. Aurelius Decimus

Siglo ii d. C. (183 d. C.)

Pisaurum Regio VI

¿Placa?/ funerario

Dedicante: Siglo ii d. C. centurión, C. Tadius Lucanus. Dedicatario: (Trajano-197 libertus, C. Tadius d. C.) Ianuarius

¿Hispania?

Perdido/ funerario Ara

Aelia Cogitata (mater) y Valeria Lupa (uxor) hererdes

Siglos ii-iii d. C. (Fin siglo iiprincipios siglo iii d. C.)

Pedestal o ara/ funerario

Ulpia Iuventina (uxor et heres)

Siglos ii-iii d. C. (S. Severomediados siglo iii d. C.)

Pedestal/ honorífico

Dedicante: centurión, Claudius Iustus. Dedicatario: Q. Atrius Clonius, leg. Aug. Pro. Pr. H. C.

Siglos ii-iii d. C. (S. Severomediados siglo iii d. C.)

Ara/funerario

Dedicante: P. Apronianus. Dedicatario: Avidia Nice (uxor)

Siglo ii d. C. (2/2 siglo ii d. C.)

dedicante C Tadius Lucanus 117

VII Gemina dedicante

118

Caecilius Maturus (centurio frumentarius)

VII Gemina

dedicatario

119

M. Aurelius Lucilius (eq. singular, centurio) dedicatario

I Adiutrix II Traiana VIII Augusta XIIII Gemina VII Claudia VII Gemina

Poetovio, Pannonia

Claudius Iustus 120

VII Gemina

?

XXII Primigenia

No Hispania, ¿Italia?

dedicante

126

Publicius Apronianus (hastatus) dedicante

N.º Cat.

Centurión/ Dedicante

Legión

Origo

o dedicatario

C. Iulius Ruschus 127

M.? Aurelius Iustus (centurio ex eq. romano) dedicatario

129

T. Iulius Maternus

130 dedicatario

155

M. Aurelius Victorinus (evocatus)

156 dedicatario

158

T. Cassius Flavinus dedicatario

Cronología

Dedicante: C. Iulius Ruschus. Siglo iii d. C. Dedicatario: (Principios C. Iulius Secundus siglo iii d. C.) (libertus)

X Fretensis VI Victrix XXX Ulpia II Traiana IIII Flavia III Cyrenaica

Bithynia

Aurelia Iusta (uxor) Placa/funerario Alexander y Iulianus (filii)

¿Siglo iii d. C.?

VII Gemina

Roma, Italia

Bloque/ funerario

?

Siglo i d. C. (68-fin siglo i d. C.)

Pedestal/ funerario

Valerius Euvanthes; Siglo ii d. C. Callistus Privatus y (M. Aurelio) Glaucillla (liberti et heredes)

¿Pedestal?/ funerario

Siglos ii-iii Aurelius d. C. Marcelinus (frater) (Fin siglo iiy Aurelia Sabina principios (heredes) siglo iii d. C.)

Pedestal/ funerario

Mamilia Prisca (uxor)

Siglo ii d. C. (Trajano-197 d. C.)

Altar/funerario

Chrysampelo (libertus)

Siglo ii d. C. (2/2 siglo ii d. C.)

VII Gemina III Augusta II Traiana XIIII Gemina

Hispania, Tarraco

VII Gemina

Emona, patria evocato

dedicatario L. Numerius Felix

Dedicante

Perdido/ funerario

dedicatario M. Valerius Secundus

Titulus/ Monumento

¿Hispania?

XII Fulminata dedicante

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VII Gemina XX Victrix III Cyrenaica Hispania XXIlPrimigenia III Italica X Gemina

Tarraco, Hispania

El primero es una placa dedicada por C. Tadius Lucanus a su liberto C. Tadius Ianuarius (Cat., n.º 117). El dedicante, originario de Pisaurum, en Umbría, fue centurión de la VII Gemina, en un momento entre los reinados de Trajano y Septimio Severo, lo que explica su presencia en Tarraco, donde habría enterrado a su liberto, estando todavía en el servicio activo. Su procedencia foránea quizá esté también relacionada con la ausencia de vínculos familiares conocidos. En la segunda mitad del siglo ii d. C., el centurión Publicius Apronianus, probablemente oriundo de Italia, levanta un altar funerario a su difunta esposa Avidia Nice (Cat., n.º 126). Apronianus sirvió en la legio XII Primigenia, que por entonces se encontraba

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acuartelada en Mogontiacum (Germania Superior). Tal y como ya señaló Le Roux,101 el dedicante no parece de origen hispano, ni sirvió en la Península; ¿por qué habría, pues, enterrado a su esposa en Tarraco? Tanto Alföldy como Dobson han propuesto la identificación de este centurión con un personaje enterrado en el Picenum, que habría servido como primipilo en una unidad desconocida, retirándose como notable en su ciudad de origen, patronus municipii Ricinensium.102 El dedicante de este epitafio es L. Publicius Florianus, que sirvió como tribuno de los pretorianos en la convulsa Roma de los tiempos de Didio Juliano y al que los autores mencionados identifican como hijo o hermano del difunto. Aun aceptando esas identificaciones, y a la vista de los datos disponibles, no se puede explicar la presencia de Publicius Apronianus en Tarraco si no es porque su esposa fuese de origen tarraconense, o bien a causa de una misión específica en la capital. Pero si el personaje es el mismo de la lápida citada, como parece, la hipótesis más plausible es que la muerte de su esposa le hubiese sorprendido en la capital de la Citerior mientras aún era centurión (hastatus) de la XII Primigenia. Por todo esto, no podemos considerar a Publicius Apronianus como miembro del officium tarraconense o como vinculado al ejército de Hispania. Otro testimonio conflictivo es el monumento funerario dedicado por C. Iulius Ruschus a su liberto C. Iulius Secundus (Cat., n.º 127). La inscripción, hoy perdida, tiene problemas de lectura a considerar, entre otros, la condición de centurión del dedicante y su cognomen.103 La onomástica del dedicante, bien sea C. Iulius Ruschus o Moschus, como se ha propuesto,104 denota que provenía de la parte oriental del Imperio. Por otra parte, la legio XII Fulminata, donde sirvió, estaba acantonada en Capadocia cuando se ha fechado la inscripción, hacia comienzos del siglo iii d. C. De nuevo resulta difícil explicar la presencia de este centurión en Tarraco entre fines del siglo ii d. C. y comienzos del iii. Alföldy decidió resolver la cuestión haciéndolo provenir de Hispania, a pesar de su onomástica oriental.105 Por nuestra parte, preferimos explicar su presencia en la capital provincial, en la línea de Le Roux, que propone que el centurión habría formado parte de alguna suerte de destacamento temporal de la legión XII en Tarraco y allí habría enterrado a su liberto fallecido.106 Un caso similar a los ya descritos es el de la placa funeraria dedicada al centurión M. Aurelius Iustus, procedente de Nicomedia (Cat., n.º 128), por su esposa e hijos, datada en un momento indeterminado del siglo iii d. C. El centurión ex equite romano sirvió nada menos que en seis legiones distintas, ninguna de las cuales pasó por Hispania. De nuevo hemos de recurrir a un tipo de misión temporal, probablemente de carácter Le Roux, 1982, p. 382, n. 1. CIL IX, 5842, Osimo/Auximium/Regio V: D(is) M(anibus) / L(uci) Publici Apro/nian(i) p(rimi) p(ili) / patroni / municipi(i) / Riciniensium / --- / [--- ae]dilis / L(ucius) Publicius / Florianus / trib(unus) coh(ortis) / VIIII. Cf. Cat., n.º 126: comentario para exposición detallada de esta identificación con referencias bibliográficas. 103 Alföldy, CIL II2, 14, 2, 1034. 104 Alföldy, RIT, 1975, p. 180 y CIL II2, 14, 2, 1034; Le Roux, 1982, pp. 382-383, n. 2, a partir de diversas opciones en los manuscritos; y Cat., n.º 127: comentario. 105 Alföldy, RIT, 1975, p. 180. 106 Le Roux, 1982, pp. 382-382, n. 2. Destaca, además, que es extraño encontrarse con un centurión formado que se retirase y volviese a su patria en este período de comienzos del siglo iii d. C. 101 102

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administrativo, para justificar que este miembro del orden ecuestre fuese enterrado en Tarraco. Son su mujer y sus hijos los encargados del sepelio, lo que hizo suponer a Alföldy que el centurión habría sido trasladado a Tarraco para ser miembro del officium del gobernador, donde le habría sorprendido la muerte sin que hubiese alcanzado todavía el rango susodicho en la VII Gemina. En el mismo grupo incluye los epígrafes ya comentados de C Iulius Ruschus y de Publicius Apronianus.107 Por nuestra parte no vemos tan clara la vinculación específica de los tres personajes mencionados con el officium del legatus en Tarragona. Sin duda, tuvieron que ser encargados de misiones concretas a título individual, o bien, como miembros de destacamentos de alguna de las unidades en las que sirvieron. En los epígrafes comentados, los centuriones aparecen en activo y como dedicantes de los monumentos funerarios a familiares o libertos, lo que encaja bien con un servicio temporal en la ciudad, durante el que tuvieron que hacerse cargo del sepelio de seres próximos. Es cierto que el último caso, en el que el difunto es el centurión y son su esposa e hijos los dedicantes, implica que él mismo se habría trasladado a Tarraco junto con toda su familia, lo que podría cuadrar bien con la hipótesis de Alföldy, que piensa que estos centuriones no habrían sido nombrados como tales en la legión de Hispania, quizá por no haber plazas vacantes.108 No obstante, a nuestro juicio, la documentación indica, más bien servicios temporales y concretos alejados del officium y de la realidad militar de Hispania. Una buena parte de los centuriones que no sirvieron en la VII Gemina, o que fueron incorporados a ella con tal rango y en relación directa con sus habilidades específicas, como los instructores de caballería, provenían de fuera de Hispania. Tales son los casos ya comentados de Aurelius Decimus, Aurelius Lucilius, Publicius Apronianus, Iulius Ruschus (con dudas) o Aurelius Iustus. Estos conforman una parte importante de la documentación epigráfica disponible, aunque la mayoría del elenco está constituida por los centuriones que fueron enterrados en Tarraco tras haber servido todos ellos en la VII Gemina.109 Por lo general, esos centuriones muestran más vínculos familiares y lazos de unión con la capital provincial que aquellos que no desempeñaron sus carreras en Hispania (Cat., n.os 117, 118, 119, 129, 130, 155 y 156). Ya hemos detallado anteriormente la composición de los lazos familiares extraída de la nómina de dedicatorias en los epitafios. A la existencia de todo tipo de lazos familiares, mayoritariamente de esposas, pero también madres y hermanos, y a la condición predominante de estos como herederos de los difuntos, cabe añadir que dos de los centuriones, Valerius Secundus y Numerius Felix, son, con seguridad, de origen hispano, uno de la propia Tarraco (Cat., n.os 130 y 156) y otro de ellos, el centurio frumentarius Caecilius Maturus (Cat., n.º 117), probablemente también. Contamos, asimismo, con algunos individuos de origen extrapeninsular, como Tadius Lucanus o M. Aurelius Victorinus (Cat., n.os 129 y 155), cuya procedencia itálica encaja bien con la dinámica observada, para el total de los centuriones de la legio VII Gemina en los siglos ii y iii d. C., por Palao Vicente.110 Un caso particular sería, por su temprana cronología, el monumento funerario que C. Tadius Lucanus eleva a su liberto Alföldy, CIL II2, 14, 2, 1029, 1030 y 1034; y Cat., n.os 126, 127 y 128: comentario. Alföldy, 2007a, 509. 109 A excepción del último caso que hemos comentado, M. Aurelius Iustus (Cat., n.º 128). 110 Palao Vicente, 2006, capítulo «Los centuriones y oficiales». 107 108

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C. Tadius Ianuarius, ambos procedentes de Pisaurum, en el centro de Italia (Regio V, Umbría) (Cat., n.º 117). El monumento fue fechado en el último tercio del siglo i d. C.111 y cuadra perfectamente con la presencia muy mayoritaria de centuriones de extracción itálica en los comienzos de la legio VII Gemina. Por tanto, el servicio de estos individuos en la VII Gemina, sus lazos familiares en Tarraco, así como sus origines, parecen indicar que desempeñaron sus carreras asociados al officium de la colonia.112 Aunque no podemos precisar sus funciones, el epígrafe de Caecilius Maturus, que consigna específicamente su condición de centurio frumentarius (Cat., n.º 117), señala que, si no todos, la mayoría de ellos hubo de estar al mando de un cuadro de soldados especialistas a servicio del officium: bien los administrativos, cornicularii y commentarienses, que habrían estado bajo el mando de un solo centurión, el princeps officii; bien de las fuerzas policiales, los speculatores, beneficiarii y frumentarii, o bien de tareas específicas como nos muestran los cargos de campidoctor y praepositus de T. Aurelius Decimus. Algunos de los centuriones septimani comentados cumplieron diversos servicios en distintas legiones imperiales, completando largas carreras que culminaron precisamente en Tarraco. Tales son los casos del eques singularis Aurelius Lucilius (Cat., n.º 119), que pasó por las legiones I Adiutrix, II Traiana, VIII Augusta, XIIII Gemina y VII Claudia, antes de terminar en Tarraco; Valerius Secundus (Cat., n.º 130), que sirvió en las III Augusta, II Traiana y XIIII Gemina; y Numerius Felix, que hizo lo propio en las XX Victrix, III Cyrenaica, XXII Primigenia y III Italica. Estas carreras ponen en evidencia que la movilidad de los centuriones, como es lógico, fue mucho mayor que la de los soldados gregales y principales, y, sobre todo, que en la mayor parte de los casos se trataba de hombres experimentados en tareas de mando y administración, razón por la que habrían sido elementos ciertamente útiles en el complejo engranaje administrativo y policial del ejército romano en Hispania, dirigido desde la capital de la provincia Citerior. Sin duda, estos hombres representaron el elemento intermedio en la cadena de mando entre el gobernador y el cuadro de especialistas al servicio del officium, así como de los soldados presentes en la capital en distintas misiones. A grandes rasgos, sus labores en Tarraco no debieron de distar mucho de las que normalmente estaban asociadas a su rango en los ámbitos propiamente castrenses, como los campamentos legionarios; el adiestramiento, la función de mando y la administración serían los ejes sobre los que se habría estructurado su labor en consonancia con la estructura de funciones del ejército en campaña. 6.2.3.9. Los «soldados rasos» El conjunto epigráfico de la capital proporciona quince inscripciones que aluden a milites gregales, la gran mayoría de los de la legio VII Gemina, que allí sirvieron. Todos ellos menos uno son epitafios en los que la condición expresada es la de miles legionis.

Alföldy, RIT, 1975, p. 182 y CIL II2, 14, 2, 1086; y Le Roux, 1982, p. 297, n. 59 y 1972, p. 139,

111

n. 41. Alföldy, 2007a, p. 508.

112

Gladius, Anejos 19, 2021

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

476

Tabla 90. Milites gregales documentados en Tarraco. N.º Cat.

Soldado/ Dedicante o

Legión

dedicatario

Annorum/ Stipendia

Origo

Titulus/ Dedicante Monumento

Cronología

M. Coelius (M. f.) dedicatario L. Coelius Sabinus dedicatario 075

Ann.

Dyrrachium

lxxx

¿Hispania?

VI Victrix M. Coelius Sabinus dedicante

Ann. xxv

Placa/ funerario

M. Coelius Sabinus

Siglo i d. C. (AugustoCalígula)

Placa/ funerario

M[---]?

Siglo i d. C. (CalígulaGalba)

Perdido/ funerario

Licinius Rufus

Siglos i-ii d. C. (Fin siglo i d. C.-inicio siglo ii d. C.)

¿Hispania?

Todos legio VI Victrix 076

Valerius dedicatario C. Iulius Reburrus dedicatario

077 Licinius Rufus dedicante L. Valerius Secundus dedicatario 159

Pamphilius Varus dedicante

?

Ann. xxxx ?

VII Gemina

Ann. li Aer. xxiiii

Segisama Brasaca

VII Gemina

No

Albentimilia/ Perdido/ Ventimilia funerario (Galia pedestal Cisalpina)

Pamphilius Varus y Valius Velox (milites)

Siglos i-ii d. C. (Fin siglo i d. C.-inicio siglo ii d. C.)

VII Gemina

Aer. ix

Vienna (Galia Cisalpina)

Estela/ funerario

No

Siglo i d. C. (fin sg. i d. C.)

VII Gemina

No

Bracara Augusta

Estela/ funerario

VII Gemina

No

?

Ara/votivo

VII Gemina

Ann. xxiii Aer. ii?

No ¿Hispania?

Perdido/ funerario pedestal

VII Gemina

Perdido

No ¿Hispania?

Sarcófago/ funeraria

Valius Velox dedicante 082

---? dedicatario [-]Rufonius Flavus

087 dedicatario L. Valerius [---] 090 dedicatario Aelius Aquil[us] 104 dedicatario Domitius Cae[---] 107 dedicante

Siglo ii d. C. (1/2 siglo ii d. C.) Siglo ii d. C. L. Valerius (principios siglo ii d. C.) Siglo iii d. C. Fab[ianus]? (S. Severomediados (frater) siglo iii d. C.) ?

[---L] aevin[a?

Siglo iii d. C.

Gladius, Anejos 19, 2021 Soldado/ Dedicante o

N.º Cat.

6.  EL CONVENTUS TARRACONENSIS... 

Legión

dedicatario

G.? Manilius Secundus/inus dedicatario

111

L. Lovesius Placidus dedicatario

122

VII Gemina

---?

134

---?

135

---?

No

Origo

Titulus/ Dedicante Monumento

No ¿Hispania?

Placa/ funerario

Scallabis

Estela/ funeario

Ann. VII Gemina

L. Iulius Victor dedicante 133

Annorum/ Stipendia

xxxvi

Aer. xviiii

VII Gemina VII Gemina

?

?

?

?

X Gemina ?

?

Placa/ funerario Placa/ funerario Perdido/ funerario

Claudius Agilius filius?/ Claudia G[--uxor]? B[assa? Con(iugi)? L. Iulius Victor (miles/heres) eiusdem legionis et centuriae ?Cont] uber(nali) ? No

477

Cronología

Siglo iii d. C.

Siglos i-ii d. C. (Fin siglo i d. C.-inicio siglo ii d. C.) Siglo ii d. C. (1/4 siglo ii d. C.) Siglo ii d. C. (2/2 siglo ii d. C.) Siglo i d. C. (Augusto-68 d. C.)

Los principales problemas que presenta el conjunto de esos milites son el estado fragmentario de buena parte de los epígrafes, lo que dificulta las lecturas y limita la información, y la problemática para fecharlos de forma precisa. Una parte ya analizada de estos documentos son las cuatro inscripciones fechadas en el período julio-claudio, época en la que la condición de soldado especialista estaba en proceso de consolidación y no aparece incorporada a los usos epigráficos de los militares. El resto del material presenta cronologías más antiguas que la documentación relativa a los officiales ya vistos: dos ejemplares se ubican a finales del siglo i d. C. (Cat., n.os 077 y 082), tres entre fines del siglo i d. C. y el primer cuarto del ii (Cat., n.os 159, 122 y 133), otros dos durante la primera mitad del siglo ii d. C. (Cat., n.os 087 y 090) y una en la segunda, sin más precisiones (Cat., n.º 134). Por último, las más tardías se han fechado a lo largo del siglo iii d. C., generalmente entre los reinados de Septimio Severo y Diocleciano (Cat., n.os 104, 107 y 111). La concentración de epígrafes de milites septimani es la segunda más numerosa después de la relativa a los propios principales.113 Ahora bien, ha existido cierta controversia en torno al significado y papel de esa nutrida hueste de soldados, a priori «rasos», en Tarraco. A partir del pasaje de Floro, alusivo a los vexilla y la fundación colonial,114 se había considerado que en la capital provincial tan solo estaba destinado un destacamento normal o una vexillatio de la VII Gemina. La gran mayoría de epígrafes relativos al officium y a los miles principales que ya hemos revisado ha demostrado que esto no fue así; de

Palao Vicente, 2006, p. 285 y gráf. 21. Floro, Verg., II, 8.

113 114

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

478

Gladius, Anejos 19, 2021

la misma manera, la presencia abultada de soldados de la VII Gemina atestigua que en ningún caso pudo tratarse de un destacamento ordinario ni de una estancia temporal. Si bien es cierto que no conocemos su adscripción concreta al officium por su condición de soldados rasos, coincidimos con Palao Vicente en que la presencia de estos milites en Tarraco se ha de poner en relación directa con la sede del gobernador, considerando, sobre todo, que en las fechas en las que se sitúa buena parte del material, entre fines del siglo i d. C. y comienzos del siguiente, aún no tenemos atestiguados cargos de officiales en la documentación militar tarraconense, al menos de manera generalizada. Por tanto, no sería descabellado pensar que muchos de estos soldados hubiesen sido empleados precisamente en el officium, con anterioridad a la aparición de los officiales como grado diferenciado.115 Es cierto, por otra parte, que contamos con tres inscripciones de soldados fechadas en el siglo iii d. C., lo que invalidaría, o al menos pondría en entredicho, esa argumentación basada en la cronología de los monumentos. Lo cierto es que los tres testimonios fechados en el siglo iii d. C. (Cat., n.os 104, 107 y 111), un pedestal funerario perdido, un fragmento de sarcófago con cartela epigráfica y otro fragmento de placa de mármol blanco, están mal conservados y son de difícil interpretación.116 El primero parece dedicado a un posible Aelius Aquilus, cuya matrícula, de nuevo muy fragmentada, parece mostrar que no sirvió durante muchos años; el epitafio está dedicado por su hermano Fabian[us?]. Si los nomina del dedicatario están bien restituidos, probablemente fuese oriundo de Hispania; la inscripción se ha fechado, fundamentalmente, por los cognomina de la legión y la estructura del texto, así como la previsible forma de pedestal del monumento.117 La segunda inscripción (Cat., n.º 107) presenta parte de un epitafio dedicado por un posible miles de VII Gemina, Domitius Cae[---], a su coniunx pudicissima. Los cognomina de la legión indican que habría que fecharla a partir del período severo, pero la parte que indicaba el rango del difunto en la legio VII Gemina ha desaparecido, por lo que se trata de un testimonio muy dudoso.118 La lectura e interpretación del epitafio han sido muy controvertidas, considerándose en un principio al soldado como veterano y al otro dedicante como su hijo de 13 años. La nueva lectura de Alföldy parece consignar a un soldado raso de edad desconocida, que habría enterrado a su compañera figurando como dedicante en el epitafio junto a su hija, probablemente de nombre Laevina. El numeral XIII quizá se refiere a los años que vivió el soldado junto a su compañera. El último epígrafe, del siglo iii d. C., es también parte de un epitafio grabado sobre una placa de mámol rota (Cat., n.º 111). Está muy deteriorado y la inscripción es muy tosca y está mal paginada. La lectura es muy problemática pero parece parece presentar a un G. Manili Secund[i(?) mil(itis?) leg(ionis)] VII G(eminae) P(iae) F(elicis), cuyo rango en la legión no es tampoco seguro. Alföldy piensa que probablemente fue un miles gregalis y fecha la inscripción en dicho siglo, con

Palao Vicente, 2006, p. 285. Alföldy, CIL II2, 14, 2, 1064, 1069 y 1077, con los últimos estudios y autopsia de las mismas. 117 Ibidem, 1064. 118 Alföldy, RIT, 1975. p. 217, con una primera interpretación y, posteriormente, su relectura en CIL II2, 14, 2, 1077. Cf. también Le Roux, 1982, p. 234, n. 217, con variantes a la lectura del primero en las líneas 4 y 5. 115 116

Gladius, Anejos 19, 2021

6.  EL CONVENTUS TARRACONENSIS... 

479

los cognomina legionarios como único criterio fiable.119 Por tanto, la documentación del siglo iii d. C. no constituye por sí misma un argumento suficiente para negar la hipótesis antes propuesta. Además, A. Aquilus (Cat., n.º 104) probablemente fuese de origen hispano, lo que, a raíz de la cronología de los otros dos epitafios, debiéramos pensar también de los otros dos soldados (Cat., n.os 107 y 111), de los que tampoco conocemos los rangos exactos.120 Si atendemos a las procedencias y vínculos familiares en todos estos textos, contamos con un reparto equitativo de soldados de origen pensinsular y extrapeninsular en los epitafios con origines relativamente seguras. De Dyrrachium procede el ya nombrado M. Coelius padre (Cat., n.º 075), uno de los primeros militares de la Tarraco colonial, y probablemente de alguno de sus hijos. En fechas más tardías, entre fines del i d. C. y comienzos del siglo siguiente, Reburrus (Cat., n.º 077) y Rufonius Flavus (Cat., n.º 087) proceden, probablemente, de Segisama Brasaca y de Bracara Augusta, respectivamente. En el mismo período nos topamos con Lovelius Placidus (Cat., n.º 122), que atestigua su procedencia de Scallabis, una de las capitales del conventus Lusitanas. Otros dos soldados, V. Secundus (Cat., n.º 159) y otro de nombre desconocido (Cat., n.º 082), proceden de la Galia Cisalpina y el norte de Italia. Exceptuando la primera inscripción citada, que como hemos visto presenta miembros de la legio VI, el resto de origines encaja bien con las bases del reclutamiento de la VII Gemina a comienzos de su andadura en Hispania, entre comienzos del reinado de los flavios y la segunda centuria.121 Por otra parte, ya hemos visto que los tres epígrafes del siglo iii d. C. podrían corresponder a hispanos, hecho que resultaría normal atendiendo a la evolución del reclutamiento en este marco cronológico. Por lo que respecta a los vínculos tanto familiares como extrafamiliares deducibles de los epitafios, el mal estado de conservación de los soportes limita en gran medida la obtención de datos fiables. No obstante, se aprecia claramente un rasgo por encima de todos: la existencia de lazos de solidaridad entre los milites de la VII Gemina. De los catorce testimonios documentados, cinco no cuentan con dedicantes atestiguados o se han perdido (Cat., n.os 076, 082, 087, 134 y 135) y seis muestran dedicatorias efectuadas entre los propios soldados (Cat., n.os 075, 077, 159, 104, 122 y 133). Al conocido ejemplo de tres soldados de la VI Victrix ya comentado, un padre y dos hijos, M. Coelius, Coelius Bellicus y Coelius Sabinus (Cat., n.º 075), habría que añadir los de L. Rufus, que aparece como dedicante del epitafio de I. Reburrus, del que era compañero de legión y centuria; Valerius Velox y Pamphilius Varus, que pertenecieron también a la misma legión y centuria que el difunto Valerius Secundus (Cat., n.º 159), todos ellos de procedencia itálica; L. Lovesius Placidus, que fue honrado por su camarada L. Iulius Victor, igualmente compañero de armas en la misma legión y centuria; y, por último, un fragmento de placa

Alföldy, CIL II2, 14, 2, 1069. Conviene también tener en cuenta el argumento de Palao Vicente (2006: 286), cuando afirma que no todos los testimonios epigráficos tarraconenses tienen por qué evidenciar la presencia activa en el lugar de diversos efectivos, como ya hemos estado viendo con el material alusivo a los tribunos y centuriones enterrados u hontados en la capital. 121 Palao Vicente, 2006, pp. 238-240, con datos detallados y específicos sobre la VII Gemina y sus hombres. 119 120

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

480

Gladius, Anejos 19, 2021

funeraria fragmentada (Cat., n.º 133) que nos muestra una dedicatoria a un soldado desconocido, efectuada por sus contubernales. En este marco, habría que preguntarse si el término frater que utiliza Fabian[us?], el dedicante del epitafio de Aelius Aquil[us] (Cat., n.º 104), podría ponerse en relación con la terminología al uso empleada frecuentemente por los militares para honrar a sus compañeros: confrater, frater, contubernalis, amicus, etc. Las relaciones de compañerismo están bien atestiguadas en la epigrafía funeraria de los miembros de la VII Gemina en Hispania, de los que el caso tarraconense es un exponente privilegiado por la cantidad de testimonios disponibles.122 Obviamente, el hecho de compartir unidad, y muchas veces destacamento o regimiento específico, creaba entre los soldados una serie de vínculos afectivos que se tradujeron en fuertes lazos de solidaridad, mentalidad colectiva, esprit de corps y orgullo de pertenencia a un grupo específico. Las instituciones militares romanas favorecieron y fomentaron el desarrollo de una ideología basada en la cohesión ideológica de la tropa, entre otras cosas, para garantizar su lealtad al emperador y el buen funcionamiento del ejército. Pero los vínculos de camaradería de los soldados trascendieron esas tendencias generales hasta el punto de que, en cierta manera, se desarrolló un espíritu de cuidado mutuo y recíproco. Este último tiene una de sus mejores expresiones en los epitafios militares, que reflejan cómo los compañeros, a título indiviudal o colectivo, se encargaban de las honras fúnebres de sus camaradas difuntos, de los que, muchas veces, eran herederos. En Tarraco este rasgo se percibe con nitidez, como hemos visto, en la documentación epigráfica referente a algunos de los officiales, y específicamente de los speculatores; pero es en el conjunto de inscripciones de los milites de fines del siglo i y el siglo ii d. C. donde aparece con mayor claridad. También se detecta, aunque de manera minoritaria, respecto a los vínculos familiares, en el caso de los beneficiarii y frumentarii. En todo caso, si consideramos todos los testimonios de los militares de Tarraco en conjunto, el de la camaradería y la solidaridad es uno de los rasgos más significativos, tanto entre los principales de diversos cargos como entre los soldados, a priori no especialistas. Cabe, asimismo, destacar que la cronología temprana del elenco epigráfico de los soldados rasos, sensiblemente más temprana que la de los officiales, justifica también en parte la escasez de vínculos familiares en este último conjunto. 6.2.3.10. Los veterani Un último colectivo militar en la capital provincial es el de los soldados licenciados que eligieron permancer en la ciudad una vez concluidos sus servicios en el ejército. Se trata de un grupo de veinte inscripciones, a muchas de las cuales ya nos hemos referido al hablar de los centuriones, officiales y soldados adscritos al officium provincial. La información que los epígrafes proporcionan plantea problemas de calado respecto a la presencia de la VII Gemina en Tarraco, y la adscripción al officium, o no, de sus soldados. Por otra parte, resulta muy complicado discernir a aquellos veteranos que eran originarios de la propia Tarraco de aquellos que, siendo de fuera, eligieron la capital

Es fundamental al respecto Palao Vicente, 2006, pp. 369-373.

122

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6.  EL CONVENTUS TARRACONENSIS... 

481

para retirarse. A la vista de la documentación, habría que admitir que algunos veteranos de la VII Gemina no sirvieron en el officium, dado que las cronologías y las matrículas de los epitafios no permiten considerarlos en este sentido.123 Tabla 91. Veterani atestiguados en Tarraco. N.º Cat.

Soldado/ Dedicante o

Legión

Edad

dedicatario

M. Coelius 075

078

Mención

veterano/

Origo

Titulus/ Monumento

Dedicante

Cronología Siglo i d. C. (AugustoCalígula)

Dyrrachium

Placa/ funenario

M. Coelius Sabinus (miles VI Gemina)

Italia

Bloque/ funerario

Siglos i-ii d. C. Fuificia (Fin siglo i Germana d. C.-inicio (liberta et heres) siglo ii d. C.)

Gallia Narboensis

Estela/ funeraria

M. Iulius Fidelis (amicus) (¿miles?)

Siglos i-ii d. C. (Fin siglo i d. C.-inicio siglo ii d. C.)

Emerita Augusta

Placa/ funeraria

?

Siglo i d. C. (68-fin siglo i d. C.)

Veteranus VII Gemina Ann. xl

Nemausus (Gallia)

Estela/ funeraria

No

Siglos i-ii d. C. (Fin siglo i d. C.-inicio siglo ii d. C.)

Veteranus VII Gemina (Bf. Cos.) No

Sicca Veneria

Pedestal/ funerario

Sempr(onia) Fabiana (uxor)

Siglo ii d. C. (1/4 siglo ii d. C.)

Bloque/ funeraria

Iulius Hermadius (libertus)

Siglo ii d. C. (mediados siglo ii d. C.)

Pedestal/ funerario

Siglo ii d. C. Aelia Valentina (mediados (uxor) siglo ii d. C.)

Perdido/ funerario

M. Valerius Hermes (¿libertus?)

VI Victrix

No lxxx

Dedicatario L. Fuficius Priscus, Flaminia Melete (uxor) y Domitia Veteranus VII Gemina Saturnina (adfini) No Dedicatarios [-B]etutius Satto

079 Dedicatario

080

081

084

C(aius) (?) I]ulius [---]s Dedicatario C(aius) Valerius Avillius Dedicatario C(aius) Caecil(ius) Quartus Dedicatario

085

086

089

Veteranus VII Gemina No

VII Gemina

Veteranus No

No. C. Iulius Comatus Cornicularius ¿Pannonia? VII Gemina Dedicatario Cos. ¿Dalmacia? Ann. xxxxviii Q. Moneius Veteranus Gallia Verecundus VII Gemina No Narbonensis Dedicatario No M. Valerius Flavus ex Bf. Cos. VII Gemina ¿Hispania? Dedicatario Armi custode Ann. lx

Siglo ii d. C. (2/2 siglo ii d. C.)

Ibidem, pp. 286-287, que se expresa en términos muy similares a los aquí expuestos respecto a la problemática de los veteranos de la VII Gemina en Tarragona. 123

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EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

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Soldado/ Dedicante o

N.º Cat.

Legión

dedicatario

Mención

Origo

veterano/

Edad

Titulus/ Monumento

Dedicante

Cronología Siglo ii d. C. (Principios siglo ii d. C.) Siglos ii-iii d. C. (Fin siglo ii d. C.-inicio siglo iii d. C.)

091

L. Valerius Severus Veteranus VII Gemina Dedicatario No

Hispania

Perdido/ funerario Pedestal

C. Iulius Severus (filius)

092

Antonius Saturninus Dedicatario

VII Gemina

¿África?

Perdido/ funerario Pedestal

Abiliana (uxor)

094

Aurelius Severus Dedicatario

Veteranus VII Gemina ex Bf. Cos. No

¿Hispania?

Perdido/ funerario Pedestal o ara

Plotia Trophime Siglo ii d. C. (uxor) (2/2 siglo ii d. C.)

Veteranus VII Gemina No

¿Hispania?

Cupa/ funerario

Siglos ii-iii d. C. Ulpius Macedo (Fin siglo ii (contubernalius) d. C.-inicio siglo iii d. C.)

¿VII Gemina?

Veteranus No

Hispania

¿VII Gemina? I Adiutrix II Traiana VIII Augusta XIIII Gemina VII Claudia VII Gemina

Veteranus Ann.?

?

No. Ann. lx Stip. xxxx

Poetovio Pannonia

Siglos ii-iii d. C. Pedestal o Ulpia Iuventina (S. Severoara/funerario (uxor et heres) mediados siglo iii d. C.)

¿Hispania? ¿África?

Ara/votivo

Q. Cael(ius) Felix

Siglo iii d. C.

?

Placa/ funerario

?

Siglo i d. C.

C. Iulius Proculus Dedicatario 096

101 110

119

Ulpius Macedo Dedicante C. Valerius Reburrus Dedicatario Iulius Potens M. Aurelius Lucilius (eq. singular, centurio) Dedicatario

125

136

Q. Cael(ius) Felix Dedicatario L. Domitius Dedicatario [---]us

137

Honesta missione VII Gemina accepta Specula. Comment. Veteranus Cohors? No

?

Siglo ii d. C. (2/2 siglo ii d. C.) Siglo iii d. C.

Veteranus No

?

Placa/ funerario

?

Siglo i d. C.

?

Veteranus Ann.?

?

Placa/ funerario

?

Siglo i d. C.

?

Veteranus

?

Perdido / carmen funerario

Coniunx

Siglo iii d. C.

Dedicatario 139

Valerius Ara/funerario Reburrinus (filius) ¿Placa?/ F[---]? funerario (mater)

? Dedicatario ---?

138

ex Bf. Cos. No

Las veinte inscripciones, todas ellas funerarias excepto en un caso, consignan a un veterano que aparece como dedicatario del monumento, lo que indica que fueron todos ellos enterrados en Tarraco. Respecto a la cronología, contamos con cuatro testimonios fechados a lo largo del siglo i d. C. (Cat., n.os 075, 136, 137 y 138); ejemplares todos que

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ya han sido revisados en al apartado relativo a los materiales de esta centuria (vid. supra). Un grupo importante de inscripciones se ha fechado entre el ultimo tercio del siglo i d. C.; otra parte del material parece corresponder a un tramo entre comienzos del siglo ii d. C. y su primer cuarto (Cat., n.os 084 y 091); otros dos epígrafes se han situado a mediados del mismo siglo (Cat., n.os 085 y 086); y el conjunto más numeroso data de un período no muy bien definido entre la segunda mitad del siglo ii d. C. y comienzos del iii (Cat., n.os 089, 092, 094, 096, 101 y 119). Finalmente, unos pocos testimonios parecen ubicarse en momentos indeterminados del siglo iii d. C., en razón de sus características paleográficas y, en algunos casos, por los cognomina de la legión (Cat., n.os 110, 125 y 139). El estado fragmentario de muchos epígrafes y la pérdida de bastantes soportes limitan considerablemente los criterios de datación, a lo que hay que sumar, tratándose de los veteranos, la dificultad que a menudo entraña el estudio de sus matrículas.124 Considerando dichas limitaciones, los períodos cronológicos que arroja la documentación epigráfica de los veteranos son, al igual que la de los soldados rasos, sensiblemente más variados que los de los officiales, cubriendo un lapso temporal mayor. Como ya hemos apuntado, algunos de los epitafios que consignamos en este grupo de los veteranos ya han sido contemplados o revisados en los apartados relativos a los officiales, centuriones o soldados, precisamente porque los dedicatarios o bien omiten la mención expresa de veterani o bien la hacen coexistir con sus antiguos grados, los que nos permite reconocerlos como antiguos centuriones o milites principales. Se trata de siete inscripciones (Cat., n.os 084, 085, 089, 092, 094, 119 y 125) a las que habría que sumar las cuatro ya mencionadas, fechadas en el siglo i d. C. Por tanto, del conjunto de los veinte testimonios, doce ya han sido revisados y tenidos en cuenta en sus apartados correspondientes. Los veteranos de época preflavia, de los que uno fue soldado en una cohorte auxiliar perdida (Cat., n.º 136), presentan muchos problemas de adscripción, pues solo en un caso (Cat., n.º 075) se ha conservado la parte del texto que mencionaba la unidad en la que sirvieron. Todos aquellos que aparecen representados en monumentos fechados posteriormente, dieciséis soldados, lo hicieron en la legio VII Gemina, alguno de ellos tras una larga carrera, como ya hemos visto.Una parte importante de estos últimos fueron officiales, y así lo consignan específicamente en las matrículas de los epitafios, mención que tenemos recogida en siete casos que se fechan entre la segunda mitad del ii d. C. y comienzos de la tercera centuria, momento en el que las menciones específicas ya estaban asentadas en el hábito epigráfico de los militares. Otros soldados tan solo expresan su condición de veteranos. Esta situación aparece en nueve epígrafes, de los que cinco se fechan entre fines del siglo i d. C. y comienzos del ii (Cat., n.os 078, 079, 080, 081 y 091), por lo que, al igual que los soldados en activo antes considerados, podríamos asignarlos, en principio, al officium, en función del hábi-

Fundamentalmente, hemos basado los criterios de datación en los estudios debidos a Alföldy (RIT, 1975 y CIL II2, 14); Le Roux (1972, 1982 y 1997-1998) y Palao Vicente (2006), optando por unas u otras opciones en razón de nuestros propios criterios paleográficos y de estructura de los textos epigráficos. Aún así, el material alusivo a los veteranos es de los más controvertidos a la hora de establecer cronologías, considerando que toda la epigrafía militar tarraconense presenta importantes problemas en este sentido. 124

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to epigráfico general del período. Contamos, por otra parte, con un conjunto de cuatro inscripciones en las que los veteranos tan solo se reflejan como tales, fechadas a mediados del siglo ii d. C. (Cat., n.os 086 y 101) y entre fines del siglo ii d. C. y el siglo iii (Cat., n.os 096 y 110). Estos testimonios nos impiden emplear el argumento cronológico para suponerles su condición de especialista de manera exclusiva, o al menos nos obligan a pensar en que hubo algunos veteranos que se asentaron en Tarraco y no tuvieron por qué estar necesariamente vinculados al officium consulare. Palao Vicente pone como ejemplos de militares que no sirvieron específicamente en el officium a los equites singulares, que luego fueron instructores en la VII Gemina, T. Aurelius Decimus (Cat., n.º 116) y M. Aurelius Lucilius (Cat., n.º 119), y al discerns armaturae Staberius Felix (Cat., n.º 123).125 Es cierto que las funciones específicas de estos individuos, sus carreras anteriores y sus procedencias nos permiten excluirlos de la plantilla integrante de la sede de la administración provincial y considerarlos como integrantes de la legion VII encargados de otros cometidos. No obstante, de los dieciséis casos que tenemos documentados, siete nos muestran claramente cómo estos personajes se preocuparon de mencionar de manera expresa su condición de ex officiales, mientras que los nueve restantes tan solo se autorrepresentaron como veterani en cronologías muy similares. Este hecho no excluye que sirvieran en el officium, pero nos lleva a cuestionarnos sus funciones específicas. Cabe la explicación de que simplemente decidieran aparecer como veterani, sin más «pretensión», al contrario que sus compañeros; pero debemos plantear también que pudiera tratarse de soldados que sirvieron en Tarraco, aunque no necesariamente en el officium. A nuestro juicio habría que contemplar también la posibilidad de que este grupo de veteranos, reclutados mayormente en la primera mitad del siglo ii d. C., no sirvieran en la capital provincial, sino que simplemente la eligieran como lugar de retiro. Uno de los elementos que nos podría orientar en este sentido es el de las procedencias de los soldados, pero, desafortunadamente, las matrículas no se caracterizan por la abundancia de menciones específicas de origo y los criterios onomásticos no nos permiten concretar en muchos casos sus orígenes. Si atendemos a las origines de los cuatro veteranos que se representaron solo como tales en los siglos ii-iii d. C., I. Proculus (Cat., n.º 096) y V. Reburrus (Cat., n.º 101) parecen proceder de una parte indeterminada de Hispania, si bien, a juzgar por su cognomen, Reburrus podría ser originario de la zona del noroeste; de Iulius Potens (Cat., n.º 110) no podemos conocer nada; y, finalmente, Moneius Verecundus (Cat., n.º 086) consigna en su epitafio su origo narbonense. Ninguno de los veteranos menciona expresamente su origo en un período en el que el reclutamiento se componía básicamente de hispanos, por lo que se hizo innecesario, excepto en el caso del narbonense. La información disponible no nos autoriza a afirmar que alguno de los veteranos hispanos fuera de Tarraco, razón por la que habrían elegido esta ciudad para retirarse al margen de sus lugares de servicio. Si observamos el conjunto de la documentación de los veterani, nos topamos con un reparto de procedencias más o menos equitativo entre Hispania y otras provincias, en función, lógicamente, de cada período y de las características del reclutamiento. A

125

Palao Vicente, 2006, pp. 286-287.

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excepción del veterano Durrachiensis M. Coelius (Cat., n.º 075), el material del siglo i d. C. no nos permite conocer ninguna procedencia. Aquellos epígrafes fechados entre comienzos y la primera mitad del siglo ii d. C. nos muestran origines fundamentalmente extrapeninsulares, como las del itálico F. Priscus (Cat., n.º 078); Caecilius Quartus, de Sicca Veneria (Cat., n.º 084); o V. Avillius de Nemauso (Cat., n.º 081); y un emeritense como C. Iulius (Cat., n.º 080). En torno a mediados de la segunda centuria aún nos topamos con individuos procedentes de Pannonia o Dalmatia, como C. Iulius Comatus (Cat., n.º 085), o de la Narbonensis, como Moneius Verecundus (Cat., n.º 086), mientras que la documentación de fines del siglo ii d. C. y comienzos del iii ya contempla hispanos en su totalidad, sin que podamos concretar más sus procedencias (Cat., n.os 089, 091, 092, 094, 096, 101 y 125), y con algunos casos verdaderamente dudosos. Esta dinámica de origines de los militares encaja razonablemente bien con los modelos estudiados por Palao Vicente para la VII Gemina en todo el territorio peninsular.126 La imposibilidad de precisar la procedencia concreta de los veteranos hispanos nos impide discernir cuáles habrían vuelto a la capital para retirarse por ser oriundos de allí, cuáles la habrían elegido por su importante presencia militar y la capitalidad provincial, y cuáles habrían servido en las oficinas del gobernador. La variedad de procedencias y la existencia antes apuntada de veteranos que no consignan específicamente su condición de principales, frente a otros que sí lo hacen, parece sugerir que algunos de ellos no tuvieron por qué servir en la capital, o al menos no directamente en el officium, pero con esta opción solo podemos especular. Un último aspecto a analizar es el de sus vínculos afectivos y familiares, que proporcionan indicios del nivel de implantación y arraigo que tuvieron en Tarraco. Un repaso a la nómina de dedicantes arroja una clara mayoría de lazos familiares entre los veteranos enterrados allí. La relación o vínculo más común en los epitafios es, como en la mayoría de los colectivos revisados, el matrimonio, con un total de cinco testimonios. Así, se mencionan las uxores Sempronia Fabiana (Cat., n.º 084) y Aelia Valentina (Cat., n.º 086), entre principios y mediados del siglo ii d. C.; y Plotia Trophime (Cat., n.º 094), Abiliana (Cat., n.º 092) y Ulpia Iuventina (Cat., n.º 119), que aparece además como heres, entre fines del siglo ii y comienzos del iii d. C. Además, contamos con un carmen epigráfico, del que se ha perdido el soporte, dedicado por una coniunx a su compañero veterano fallecido, ya en el siglo ii d. C. (Cat., n.º 139). Aparecen también como dedicantes la madre (Cat., n.º 110) y los hijos (Cat., n.os 075, 091 y 101). En tres ejemplares, los libertos que se encargaron de los sepelios de aquellos veteranos sin vínculos familiares en la capital, como Fuficia Germana, liberta del veterano itálico F. Priscus, entre fines de la primera centuria e inicios de la siguiente (Cat., n.º 078); Iulius Hermadius, del cornicularius C. Iulius Comatus (Cat., n.º 085), a mediados del siglo ii d. C.; y M. Valerius Hermes, que no consigna específicamente su condición, pero sí el gentilicio de su patrono, M. Valerius Flavus (Cat., n.º 089). Dos de estos veteranos enterrados por libertos, F. Priscus y C. Iulius Comatus, eran de origen extrapeninsular, lo que conviene bastante bien a la ausencia de familia documentada.

Ibidem, pp. 244-260, sobre los veteranos de la VII Gemina, y 285-287 sobre los de Tarraco.

126

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Cierran el capítulo de las relaciones personales las dos dedicatorias a cargo de camaradas. Bettutius Satto, de orígen narbonense, fue enterrado por M. Iulius Fidelis, que dedica el monumento a un amico pio (Cat., n.º 079); la denominación amicus, corriente entre los miitares, nos lleva a considerar al dedicante como compañero de armas del fallecido, y más cuando este último procedía de fuera de Hispania y no contaba con familia. El otro epígrafe, alojado en una cupa, nos presenta a Vlpius Macedo a cargo del sepelio de su con(tubernali) C. Iulius Proculus (Cat., n.º 096); el dedicante recurre al término frecuente en el léxico militar para aludir a su camarada difunto, que tampoco hubo de construir vínculos familiares en la capital. Resumiendo, tenemos, pues, que los veteranos desarrollaron mayormente lazos de tipo familiar en Tarraco, mientras que aquellos que no tuvieron familias, que fueron minoritarios, recurrieron a libertos y compañeros de oficio. La documentación alusiva a aquellos veteranos que tuvieron familia, esposas e hijos se reparte, casi por igual, entre hombres de origen hispano y los de otras provincias del Imperio, por lo que estos matrimonios no constituyen necesariamente un indicador de mayor o menor arraigo de los indiviudos en la capital. Los epígrafes que denotan relaciones no familiares, como los dedicados por libertos y conmilitiones, tienden a mostrarnos dedicatarios extrapeninsulares, pero son pocos para hablar de patronos. Como conclusión, la epigrafía de los veteranos de Tarraco nos muestra un mosaico diverso de individuos, tanto en el tipo de matrículas de los epitafios como en sus procedencias, relaciones personales y formas de transmitir su propia imagen. La cronología de los monumentos es amplia y variada, y el estado de buena parte del material nos impide alcanzar más conclusiones que las aquí expuestas. En contrapartida, proporciona una considerable cantidad de inscripciones que contienen una información preciosa para reconstruir la presencia militar en la capital, y más teniendo en cuenta que se trata de uno de los conjuntos conservados más cuantiosos del elenco epigráfico general. No podemos deducir, a la luz de los datos disponibles, los motivos concretos de la presencia de aquellos veterani que no se vinculan específicamente con el officium, ni podemos conocer los motivos precisos por los que se establecieron en Tarraco, pero sí esbozar un perfil general del veterano que fue enterrado en la capital: normalmente orgulloso de su condición de miles principalis al servicio del gobernador, reclutado entre los hispani o bien en las cercana Galia meridional o la propia Italia, y por lo general ligado a la familia más que a los propios compañeros o a sus siervos. Trataremos de ahondar más en otras cuestiones, como su poder adquisitivo o su peso específico en la sociedad tarraconense, al estudiar sus monumentos funerarios y su distribución. 6.2.3.11. Las unidades auxiliares y la praefectura ora maritimae Al margen de la actividad provincial del officium, conocemos la existencia de al menos dos cohortes auxiliares y del mando específico de tropas destinadas, probablemente, a proteger la costa de la provincia Citerior por medio de una serie de inscripciones honoríficas dedicadas a los mandos de estas unidades militares operativas. No es nuestra intención tratar aquí los poco conocidos orígenes y funciones de la praefectura orae martimae y de las llamadas cohortes I, II y Nova Tironum, que han despertado no poca

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controversia científica.127 Lo cierto es que no tenemos información relativa a esas unidades, ni en las fuentes literarias ni en ningún otro material epigráfico, más que en una serie de pedestales honoríficos dedicados a miembros del orden ecuestre que presentan las carreras completas de los dedicatarios, entre las que se encuentran las prefecturas preceptivas de las milicias ecuestres. Tabla 92. Praefecti orae maritimae y/o cohortes I-II y Novae Tironum en Tarraco. N.º Cat.

Mando

Cargos milicias

Unidad/Unidades

Cronología

140

L. Antonius Silonius

Praefectus

-Fabrum -Coh. III Thracum -Coh. Nova Tironum -Ora marítima

141

L. Caecina Severus

Praefectus

-Fabrum -Coh. I -Ora Maritima

Siglo i d. C. (época flavia)

142

L. Caecina Severus

Praefectus

-Fabrum -Coh. I -Ora maritime

Siglo i d. C. (época flavia)

143

T. Claudius Paulinus

Praefectus

-Insulae Baliarum -Ora marítima

Siglo i d. C. (época flavia)

144

M. Clodius Martialis

Praefectus

-Insulae Baliarum

Siglo i d. C. (época flavia)

145

L. Cornelius Celsus

Praefectus

-Coh. I et II -Ora maritime

Siglo i d. C. (época flavia)

146

P. Licinius Laevinus

Praefectus

-Coh. Nova Tironum -Ora marítima

Siglo i d. C. (época flavia)

148

Q. Licinius Silvanus Granianus

Praefectus

-Ora maritime

Siglo i d. C. (80-90 d. C.)

149

Q. Licinius Silvanus Granianus

Praefectus

-Ora maritime

Siglo i d. C. (80-90 d. C.)

150

M. Porcius (Narbonensius)

Tribunus Praefectus

-Leg. XXII -Ala Thracum Herculana -Ora marítima

Siglo i d. C. (70-130 d. C.)

Siglo i d. C. (época flavia)

*Todos los epígrafes son pedestales honoríficos, condición que omitimos en la tabla.

Para la prefectura orae maritimae en general y la política naval de protección de las costas en el Alto Imperio, cf. Barbieri, 1941, pp. 268-280 y 1946, pp. 166-171; Braund, 1993, pp. 195-212; Reddé, 1986; y De Souza, 2002. Para la prefectura orae maritimae y las unidades auxiliaries de Tarraco, cf. Álvarez Jiménez, 2013, pp. 637-650.; Alföldy, 2007a, pp. 503-521; Le Roux, 1982, pp. 357-359, 1997-1998, pp. 307-326 y 2002b, pp. 17-51. En relación con las cohortes maritimae y tironum es de obligada referencia: Palao Vicente, 2016, pp. 357-377. 127

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Además de los de las milicias ecuestres, los pedestales muestran, por lo general, otros cargos y magistraturas de carácter cívico, administrativo y religioso que completan las carreras de estos caballeros. De hecho, los motivos por los que estos personajes recibieron los homenajes están normalmente más relacionados con el desempeño de estas últimas —como la cuestura, la edilidad o el flaminado— que con el componente estrictamente militar.128 No obstante, las hemos incluido en nuestro catálogo porque son las únicas fuentes disponibles en relación con tres unidades o cuerpos militares que operaron en Tarraco, al menos desde fines del siglo i d. C. y durante todo el siglo ii. Los diez pedestales documentados datan fundamentalmente del período Flavio, y los más tardíos no sobrepasan el reinado de Adriano. Cuatro de ellos están dedicadas a los mismos personajes, L. Caecina Severus y Q. Licinianus Silvanus Granianus (Cat., n.os 141, 142, 148 y 149), y el resto presentan diferentes cursus ecuestres que comparten la praefectura orae martimae. En esencia, la documentación disponible nos muestra a una serie de jóvenes miembros del ordo equester, la mayoría de origen tarraconense y, por tanto, miembros de la aristocracia local. Los homenajeados fueron magistrados urbanos que desempeñaron en sus carreras una prefectura menor, que figura consignada en las inscripciones como orae maritimae u orae maritimae Laietanae. Esta prefectura aparece ligada, en la mayor parte de los testimonios, a dos unidades calificadas como cohortes I y II, y una tercera, quizá asimilable con una de las dos descritas, que se denomina cohors Nova Tironum. Estas unidades auxiliares han sido puestas en relación con la protección y vigilancia del litoral de la provincia; probablemente ejerciesen como policía costera, vigilando el área naval y facilitando la comunicación y el comercio.129 La documentación tarraconense presenta carreras variables en las que la prefectura de la ora y las cohortes mencionadas se combinan o no y aparecen de forma diversa. Precisamente, el orden y el carácter específico de algunos cargos dentro de dichas carreras han sido ampliamente discutidos por los epigrafistas especializados.130 Aunque estas cuestiones no están demasiado claras, aparecen en algunos casos, como los de los tarraconenses L. Laevinus (Cat., n.º 146) y C. Celsus (Cat., n.º 145), el primero mandó la cohors Nova Tironum y la ora maritima, y el segundo las cohortes I y II y la ora martima. Ambos parecen haber alcanzado sus prefecturas tras haber desempeñado sus cargos civiles, por lo que esta última habría supuesto un ascenso y reconocimiento final a sus carreras en la magistratura urbana. En otro tipo de carrera ecuestre como la de L. Caecina Severus (Cat., n.os 141 y 142), parece que entre la prefectura de la cohors I y la ora marítima habría sido praefectus fabrum, un cargo que revela mayor vinculación al officium y responsabilidades de mando. Cabe señalar los ejemplos de M. Porcius, oriundo de Narbona, que comandó la ora maritima

128 No hemos consignado estos cargos en la tabla por no ser de interés directo para la cuestión tratada. Remitimos a los números 140-150 del catálogo, para la consulta detallada de cada carrera, y al estudio del propio Alföldy (CIL II2, 14, 1010, 1012, 1013, 1014, 1015, 1016, 1019, 1147, 1148 y 1161), cuya numeración corresponde, en el mismo orden, con los números de catálogo consignados en la tabla. 129 Barbieri, 1946; Roldán Hervás, 1974, pp. 227-228; y Le Roux, 1982, pp. 153-157. Cf. también Ruiz de Arbulo, 2011-2012, pp. 559-561, que señala la mención de la orae maritimae en una inscripción de Roma y proporciona otros paralelos epigráficos en las fuentes literarias. 130 Le Roux, 1982, p. 155, con un buen resúmen de la cuestión.

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después de ser prefecto del ala Thracum Herculana, para acabar alcanzando el flaminado (Cat., n.º 150); y de Q. Licinius Silvanus, honrado con dos pedestales en la capital, en los que aparece mandando la ora maritima como primer peldaño antes de desempeñar una procuratela y alcanzando, finalmente, el flaminado provincial (Cat., n.os 149 y 150). Por último, habría que destacar que, en alguna ocasión, la ora maritima aparece como ora Laietana, que habríamos de considerar como sinónimos, pues la protección de la costa se extendería a todo el litoral mediterráneo. Tal y como se desprende de los tituli honoríficos, la prefectura de la costa estaría reforzada por dos unidades más, las mencionadas cohortes I y II. La naturaleza del dispositivo militar auxiliar en Hispania nos lleva a pensar que esas cohortes serían quiquagenarias, por lo que estarían compuestas de unos quinientos hombres cada una. Asimismo, las prefecturas simultáneas de ambas unidades, a cargo de un mismo personaje como L. Cornelius Celsus (Cat., n.º 145), nos sugieren que se trataba de dos unidades diferentes. De la lectura de los documentos se desprede la existencia de una tercera unidad ciertamente enigmática, la cohors Nova Tironum. Además del prefecto ya mencionado, también L. Antonius Silonius (Cat., n.º 140) comandó esta unidad, y lo hizo tras servir como praefectus fabrum cohortis III Thracum y, probablemente, a la vez que desempeñaba el mando de la ora marítima.131 Si atendemos a la denominación de la unidad, se trataría de un cuerpo de alistamiento de nuevos militares, los tirones. Tal y como ya señaló Le Roux, probablemente esta unidad fuese creada con el objetivo de captar reclutas para la guarnición de Tarraco, quizá en un período en el que estos no abundaban en la ciudad. El investigador francés propone, además, que es precisamente esta unidad el germen de la posterior cohors II que vemos en las inscripciones.132 Coincidimos con Ruiz de Arbulo cuando señala que la presencia de una unidad de reclutas como esta encuentra plena justificación en Tarraco, considerada como centro de reclutamiento y adiestramiento de nuevos soldados destinados a la guarnición legionaria capitalina; mientras estos estuviesen en período de adiestramiento serían denominados, tirones, hasta que prestasen el juramento conocido como sacramentum, con el que se ingresaba efectivamente en la legión.133 6.2.3.12. Los efectivos del dispositivo militar Si tomamos en consideración todas las unidades y cuerpos descritos hasta ahora, la guarnición permanente de la capital provincial se compondría, desde el punto de vista operativo, del cuerpo de officiales al servicio del gobernador en la administración y el control y vigilancia del territorio; su guardia personal, compuesta por stratores y equites singulares; los efectivos destinados a la protección de la costa y las dos cohortes auxiliares que reforzaban esta última; y, eventualmente, al menos en cierto tiempo, la unidad destinada al reclutamiento de nuevos soldados. La presencia de estas tropas en la capital ha planteado tradicionalmente dos cuestiones relevantes de difícil respuesta: la cantidad de efectivos destacados en Tarraco y los espacios de acuartelamiento de las mismas Cat., n.º 140: comentario; para ver el orden de la carrera y con bibliografía. Le Roux, 1982, pp. 156-157. 133 Ruiz de Arbulo, 2011-2012, p. 562. 131 132

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dentro o fuera de la ciudad. Trataremos de proporcionar algunas claves para responder la primera y nos ocuparemos de la segunda más adelante, en el apartado destinado a la epigrafía y el espacio. No contamos con criterios sólidos para establecer la cifra de soldados que alcanzaba la guarnición de Tarraco ni los diferentes cuerpos que la componían. P. Le Roux apunta que los soldados empleados en el officium no sobrepasarían la cifra de cien hombres, entre principales e immunes, teniendo en cuenta que muchos de los beneficiarii, por sus propias asignaciones, se encontrarían frecuentemente fuera de la capital. Respecto a los singulares, coincidimos con el propio Le Roux, que rechaza la consideración de cohors quinquagenaria para la unidad tarraconense; tal y como señala, es difícil hablar de 500 jinetes acantonados en la capital teniendo en cuenta que todos los efectivos de caballería auxiliar del exercitus Hispanicus a partir de Vespasiano no sobrepasaban los 2500 soldados. Faltan datos para establecer una cifra total, pero teniendo en cuenta la diversidad de unidades y sus naturalezas, Le Roux duda entre los 500 y los 1000 hombres para establecer la cantidad de efectivos militares. Considera que el dispositivo se habría compuesto de los miembros del officium más una vexillatio de composición variable; pero que no se habrían superado los 1000 hombres, cifra que plantea problemas de denominación que luego trataremos.134 En su resumen de la epigrafía militar tarraconense, Alföldy, citando a Le Roux, apunta la cifra de 500 hombres como posible para la guarnición militar al servicio del gobernador,135 pero no entra en consideraciones de ningún tipo para matizar las cifras. Por su parte, Ruiz de Arbulo considera que la cifra de equites singulares habría de establecerse en una centuria, no en una cohorte, aunque apunta que las cohortes I y II hubieron de ser quinquagenariae, por lo que debieron de acumular unos 1000 hombres entre las dos.136 La cuantificación de las cohortes I y II, sin contar ahora la Nova Tironum, introduce ciertas dudas en las cifras proporcionadas por Le Roux, que no sobrepasan los 1000 hombres. Si consideramos que estas unidades auxiliares habrían contado con 500 efectivos cada una, y no situamos la cantidad de oficiales por encima de los 100 individuos, a los que habría que sumar la centuria de singulares, contaríamos con un total aproximado de unos 1200 soldados. La cuestión no tiene fácil solución y no disponemos, de momento, de fuentes para clarificarla. Por nuestra parte, tendemos a suponer un número fijo de unos 100 officiales y entre 80 y 100 singulares, a los que habría que añadir, en la línea de lo dicho por Le Roux, un número variable de soldados auxiliares y de legionarios, que quizá haya que contemplar bajo el término de vexillatio y cuya cantidad habría sido variable. Esta cuestión plantea, a su vez, un problema inte-

Le Roux, 1997-1998, p. 313. No obstante, el estudioso francés expone su argumentación de manera algo equívoca cuando afirma: «ll est indispensable de demeurer prudent, mais Il paraît raisonnable de limiter l’effectif a 500 personnes au plus»; y en la misma página: «On admettra que la capitale provonciale n’abritait pas, bien que cela ait été proposé, outre que les membres de l’officium, une vexillation, c’est ádire un détachement tactique de composition variable et pouvant atteindre 1000 hommes». No nos queda claro si opta por la cifra de 500 o la de 1000 hombres para el dispositivo total, por lo que hemos optado por reflejar la duda a tenor de falta de indicios que tenemos para matizar estas afirmaciones. 135 Alföldy, 2007a, p. 504. 136 Ruiz de Arbulo, 2011-2012, p. 562. 134

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resante, referente a la denominación específica de los cuerpos militares que sirvieron en la capital provincial. Al margen de las cifras concretas, del material epigráfico se desprende que en la capital hubo más tropas de las que componían específicamente el officium. Le Roux ya señaló que abordar la composición de la guarnición desde el punto de vista de las unidades operativas al uso, la cohors y el numerus, resulta demasiado limitado. Nada autoriza a considerar en conjunto a la guardia, los beneficiarios y los officiales personales del gobernador procedentes de fuera de Hispania como una cohorte al servicio de este último.137 También hemos de descartar, como hemos visto, que la guarnición de Tarraco consistiese íntegramente en una vexillatio, tal y como sugiere la lectura del pasaje mencionado de Floro alusivo a a fundación de la colonia. La presencia constante, la organización administrativa y labores sistemáticas, como la administración de justicia, la función policial o la protección de las costas, no se explican desde el punto de vista de un destacamento eminentemente táctico, operativo, puntual y temporal, rasgos que definen la esencia y comportamiento de las vexillationes romanas. Las características de una vexillatio podrían encajar bien con algunas tropas como las auxiliares cohortes I y II y la presencia de algunos soldados de la VII Gemina que no sirvieran en el officium, pero no con los officiales y otros al servicio directo del gobernador. Parece que tendríamos que hablar más bien de grupos o destacamentos independientes entre sí que de una figura táctica y logística concreta. En este sentido, parecen apuntar la existencia de las cohortes I y II, la prefectura de la costa, la presencia de instructores para los jinetes, y probablemente también para la infantería, y la diversidad de menciones en las matrículas de soldados y veteranos. Cada cuerpo sería supervisado y adiestrado por sus propios suboficiales, algunos de los cuales provenían fuera de Hispania y fueron trasladados a Tarraco para entrenar a la tropa, en razón de su dilatada experiencia militar. En el estado actual de nuestros conocimientos no estamos en disposición de cuantificar con garantías el número de militares que realizaron su servicio en la capital. Teniendo en cuenta que se trababa de cuerpos indepedientes, como ya hemos apuntado, la cifra total podría oscilar entre los 500 y los 1000 hombres, lo que habría supuesto, aproximadamente, entre el 2 y el 4 % de la población total estimada para la ciudad, que contaría entre 20 000 y 30 000 habitantes. A los porcentajes señalados habría que sumar la cifra de veteranos, que por lo que vemos en las inscripciones hubieron de ser numerosos.138 Lo cierto es que, tal y como apunta Le Roux, la cifra de milites respecto al total de la población, escasamente representativa, no parece corresponder con el peso social que estos tuvieron en la capital en razón de su estatuto particular. Trataremos de proporcionar respuestas a las cuestiones del peso específico del elemento militar en Tarraco desde el punto de vista social y de la integración espacial de los mismos en la topografía de la capital en los siguientes apartados, destinados al análisis de los soportes epigráficos y el paisaje funerario militar tarraconenses.

Le Roux, 1997-1998, p. 313. Ibídem, p. 314, basándose en los cálculos de Balil para Barcino, que estimaba en unos 30 o 40 habitantes por cada hectárea de territorio; y en los de Alföldy, evaluando el total de población de Tarraco entre 20 000 y 30 000 habitantes. Le Roux estima los porcentajes de militares en Tarragona en una cifra intermedia de 25 000 habitantes. 137 138

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Figura 5. Epigrafía militar de Tarragona por rangos militares. Tribuni milititum (leg. VII) Praefecti (orae, cohortis) Centuriones Veterani Milites principales Milites gregales 0

10

20

30

40

50

60

70

80

Figura 5. Epigrafía militar de Tarragona por rangos militares.

6.2.4. La epigrafía militar y los monumentos. Soportes y paisaje funerario Como ya hemos señalado al comienzo del capítulo, la inmensa mayoría de la epigrafía propiamente militar atestiguada en Tarraco corresponde a monumentos funerarios de diversa tipología. Tan solo contamos con cinco inscripciones votivas que, sin embargo, aportan valiosa información sobre algunas cuestiones capitales como la composición del officium, el adiestramiento de tropas y algunos lugares de uso militar de la capital (Cat., n.os 090, 099, 116, 125 y 151). Ya hemos comentado sus características principales al hablar de los cultores, sus rangos y sus dedicatorias, y volveremos sobre ellas al abordar, precisamente, el espacio. Pero tratar sobre los monumentos epigráficos de los militares en Tarraco supone hablar fundamentalmente de soportes para alojar inscripciones de carácter funerario. La epigrafía sepulcral de los miltares en la capital arroja una cifra total de 62 monumentos, de los que 22 se han perdido. Sin embargo, de ese conjunto de inscripciones perdidas conservamos, en muchas ocasiones, no solo el texto, a través de copias manuscritas, sino también dibujos relativos a los tipos de soportes. Conviene tener en cuenta que estos dibujos no pueden tomarse sin más como prueba fiable para su reconstrucción, sino como indicios. Algunos de estos epígrafes han sido, por otra parte, reconstruidos en razón de otro tipo de criterios más análiticos, como la estructura y disposición de los textos, entre otros. Esta labor ha sido llevada a cabo fundamentalmete por Alföldy, en su última revisión de toda la epigrafía tarraconense para el Corpus Inscriptionum Latinarum. Por nuestra parte, tendemos a considerar estos últimos criterios a la hora de asignar un tipo de monumento u otro a una inscripción transmitida por copias manuscritas.139 Los Vid. «Catálogo de las inscripciones de Tarragona». En los apartados de descripción y comentario de los epígrafes perdidos reflexionamos sobre los aspectos apuntados al hilo de las argumentaciones de Alföldy. 139

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materiales conservados ascienden a 40 ejemplares, que se reparten en tipos diversos de los que hablaremos con detenimiento. Trataremos de esbozar primero un resumen que nos proporcione una imagen general útil para el discurso. El número de inscripciones conservadas exige dividir la información por tipos. 6.2.4.1. Panorámica general Antes de pasar a discutir el material clasificado por grupos tipológicos, conviene señalar algunos patrones y rasgos generales que se perciben respecto al empleo de diversos modelos de soportes epigráficos en los sepulcros de los militares, en función de los períodos en los que se han venido datando. La documentación funeraria de Tarraco muestra una significativa variedad de soportes conservados. Las placas son el tipo de monumento con mayor representación en el elenco disponible, con doce ejemplares atestiguados. Con un total de nueve ejemplares le siguen los pedestales; con ocho las estelas de cabecera semicircular; y con siete los altares de diversas formas. Un número importante de las inscripciones perdidas han sido consideradas como pedestales en base a los criterios antes expuestos. Si bien no los incluimos para su análisis formal, sí hemos de tenerlos en cuenta para contabilizarlos en los cómputos generales. Ello quiere decir que, junto con la placa, probablemente el pedestal funerario sería el soporte más utilizado por los militares en Tarraco. En proporción más reducida, encontramos dos bloques que habrían de corresponder a grandes monumentos como columbarios o mausoleos, tres sarcófagos y, finalmente, una cupa. Los monumentos funerarios de los militares que sirvieron en Tarraco muestran, casi todos, una calidad considerable.140 Al margen de sus tipologías específicas, casi todos los soportes suelen incorporar elementos embellecedores como las molduras, entre las que dominan las dobles dispuestas como cimacio inverso; también cuentan con preparaciones previas cuidadosas, que se manifiestan, entre otras, en el pulimento de sus superficies inscritas y en la paginación de los textos. La elección de los materiales varía bastante en función del tipo de monumento, pero la proporción de mármoles es bastante elevada y las piedras calizas de procedencia local, bien depuradas también, cuentan con una presencia importante. El material fechado a lo largo del siglo i d. C. y muy a comienzos del ii se compone, fundamentalmente, de placas y estelas de piedra caliza, de las que conservamos un total de doce ejemplares sobre los dieciséis datados en esta época (Cat., n.os 075, 076, 079, 080, 081, 082, 088, 122, 131, 136, 137 y 138). También nos topamos con un bloque de gran tamaño muy peculiar, que comentaremos con más detalle (Cat., n.º 078), y tres pedestales (Cat., n.os 083, 117 y 129); pero estos se han situado en períodos amplios entre fines del siglo i y mediados del ii d. C., menos un ejemplar que sería de época flavia (Cat., n.º 129). Podemos afirmar, por tanto, que la gran mayoría de los primeros militares de época imperial documentados emplearon mayoritariamente las placas y las estelas como señalizadores de sus sepulcros; algo más tarde, entre fines del siglo i d. C. y comienzos del ii, irán apareciendo y cobrando protagonismo los pedestales, altares y bloques fu-

Rasgo este que ya señaló Alföldy (2007a: 516) en su día.

140

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nerarios. Esta dinámica coincide bien, a grandes rasgos, con la escasa documentación que tenemos sobre los paisajes funerarios de la Tarraco julio-claudia y de comienzos del período flavio, que ya hemos comentado más arriba en lo referente a las necrópolis.

Figura 6. Inscripciones militares de Tarragona por tipos de monumentos. 35 30 25 20 15 10 5 0

Placas

Estelas

Altares

Pedestales

Cupae

Bloques

Sarcófagos

Figura 6. Inscripciones militares de Tarragona por tipos de monumentos.141

Figura 7. Monumentos epigráficos de militares en Tarragona durante el siglo I d. C. Bloques 5 % Estelas 36 %

Pedestales 5 % Placas 54 %

Figura 7. Monumentos epigráficos de militares en Tarragona durante el siglo i d. C.

En el gráfico se incluyen aquellas inscripciones perdidas de las que se conoce con certeza el tipo de monumento del que se trataba a través de dibujo o información de la copia manuscrita. Dentro de los pedestales y los altares solo se han incluido los funerarios. 141

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Por lo que se refiere al siglo ii d. C., el conjunto epigráfico conservado muestra una desaparición progresiva de las estelas y un menor uso de las placas, de las que tan solo encontramos tres testimonios (Cat., n.os 133 y 134: placas; n.º 087: estela) de los quince disponibles; y un predominio claro de los pedestales y altares, con diez ejemplares (Cat., n.os 084, 093, 119, 130, 155 y 156: pedestales; n.os 101, 123, 126 y 138: altares). Este conjunto de quince monumentos cubre todo el siglo ii, con un reparto equitativo de piezas fechadas en el primer cuarto y primera mitad de la centuria, y otras correspondientes a la segunda mitad, especialmente entre el último cuarto y principios del siglo iii d. C., ya en época Figura 8. severa. Tipos de monumentos de militares en Tarragona en el siglo II d. C.

Altares 31 %

Placas 15 % Estelas 8 %

Pedestales 46 % Figura 8. Tipos de monumentos de militares en Tarragona en el siglo ii d. C.

En el siglo iii d. C., y excluyendo aquí aquellas cuyas cronologías oscilan entre fines del siglo ii y comienzos del iii, mayoritariamente bajo el reinado de Septimio Severo, se conservan ocho monumentos cuya tipología se reparte, casi equitativamente, entre placas (Cat., n.os 109, 110 y 111), dentro de las que se encuentran algunas de las elaboradas de forma más tosca, como fragmentos de sarcófago (Cat., n.os 197, 108, y 112), y altares (Cat., n.os 193 y 105). Todo este material presenta grandes dificultades de datación, fundamentalmente por el estado fragmentario de los monumentos y la parquedad de los epitafios, y ha sido situado, en términos generales, a lo largo de la tercera centuria. Respecto a los materiales, predomina el empleo de la piedra caliza de extracción local (Santa Tecla en trece monumentos e Ilisos en tres); otros once ejemplares fueron elaborados en piedras calizas de adscripción genérica. Por tanto, un total de 27 monumentos (67,5 %) se tallaron sobre calizas. Este conjunto de soportes cubre igualmente todo el período de la presencia militar en la ciudad, esencialmente entre comienzos del siglo i d. C. y fines del iii, y pone en evidencia otro aspecto igualmente relevante, el de la calidad de los monumentos. También el mármol blanco tiene una significativa presencia en el conjunto; con ese material se elaboraron diez monumentos, casi todos los que no son de caliza. Finalmente, está la posible estela de M. Coelius (Cat., n.º 075), de mármol veteado rosáceo, y la única cupa del conjunto (Cat., n.º 096) de piedra arenisca. Como ya hemos apuntado más arriba, el mármol blanco, en gran parte procedente de las canteras itálicas de Luni, fue empleado profusamente en la capital ya desde fines del período augusteo y el reinado de Tiberio, y de forma sistemática en la remodelación urba-

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nística acometida por los flavios. Los epígrafes fabricados con mármol blanco no se limitan a un período o períodos determinados, sino que cubren prácticamente todo el espectro cronológico. Hallamos ejemplares fechados entre mediados y fines del siglo i d. C. (Cat., n.os 137 y 138), entre fines del siglo i d. C. y mediados del ii (Cat., n.os 083 y 088 y 117), y una significativa proporción, de nuevo con importantes problemas cronológicos, que data y a lo largode dellas siglo iii (Cat., n.os 108, 109, 110, 111 y 134). entre fines del siglo ii d. Figura 9. Materiales deC. elaboración inscripciones militares de Tarragona.

Mármol blanco 26 %

Caliza genérico 29 %

Mármol rosado 3 %

Caliza Santa Tecla 34 %

Caliza Ilisòs 8 %

Figura 9. Materiales de elaboración de las inscripciones militares de Tarragona.

Por lo que respecta al modelo de monumentos ejecutados en mármol, encontramos, como era de esperar, una notable mayoría de placas, siete testimonios sobre los diez totales (Cat., n.os 088, 109, 110, 11, 134, 137 y 138), seguidos por los pedestales (Cat., n.os 083 y 117) y un sarcófago completo (Cat., n.º 108). Sorprendentemente, no hallamos aras funerarias talladas en mármol con las que se representasen los militares; tan solo un altar votivo en todo el conjunto tarraconense (Cat., n.º 090). Sin embargo, esta ausencia de aras de mármol resulta engañosa si la ponemos en relación con el elenco total de inscripciones funerarias, puesto que estas alcanzan una proporción significativa en el paisaje funerario documentado.142 Conviene, asimismo, tener en consideración que un buen número de los pedestales y altares, de los veintidós documentos perdidos, habrían sido elaborados también en mármol blanco. Por todo ello, resulta conveniente precisar que los datos aquí expuestos se ciñen exlusivamente a los gustos epigráficos de los militares, pero que estos últimos no han de ser desvinculados del conjunto epigráfico, en sentido extenso, del territorio, que a fin de cuentas resulta ser uno de los patrones rectores en la elección de modelos de monumentos por parte de la clase militar de la capital. Dicho esto, resulta lógico, por otra parte, el predominio de la piedra caliza de procedencia local en la mayoría de la epigrafía sepulcral documentada. Las canteras de Santa Tecla fueron fuente de aprovisionamiento fundamental de material constructivo y, por ende, para fabricar monumentos epigráficos.

Para un recuento sistemático de los altares funerarios de mármol documentados en Tarragona, cf., fundamentalmente, los cuatro volúmenes publicados recientemente por G. Alföldy del Corpus Inscriptionum Latinarum, relativos a Tarraco y su territorio; cf. Alföldy, 2014 (en la bibliografía general). 142

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La presencia de mármol blanco se asocia, evidentemente, a soportes de cierta calidad, como iremos viendo al discutir el material por grupos; no obstante, una parte mayoritaria de los altares provistos de elaborados coronamientos y molduras, y de los pedestales también moldurados y de buena ejecución destinados a estatuas funerarias, fue labrada en piedras calizas. El empleo del mármol está vinculado necesariamente con el crecimiento urbanístico de la colonia y de la dignitas arquitectónica aparejada a él, así como al de modelos que podemos definir como de «imitación» del hábito epigráfico de Roma, que hunden sus raíces en la epigrafía del período republicano. Por tanto, estamos en disposición de vincular, en testimonios determinados, el empleo del mármol con una cierta concepción de riqueza o poder adquisitivo por parte del usuario y con la noción de calidad del monumento epigráfico, aunque estas características no son biunívocas. Existen buenos indicios para considerar que los militares sepultados en Tarraco, o los dedicantes de los epitafios, contaban con cierto poder adquisitivo,143 a pesar de que hallamos muy pocas inscripciones que denoten una ejecución tosca o poco elaborada. Podríamos señalar, en este sentido, una placa de mármol blanco dedicada al miles G. Manilius Secundus, probablemente por su compañera (Cat., n.º 111), cuya letra actuaria está torpemente grabada, presenta una ordinatio irregular, no incorpora molduras y su campo epigráfico no muestra indicios de haber sido preparado. Destaca también otro fragmento de placa, muy mal conservado, de piedra caliza grabada con letra capital cuadrada, casi actuaria, muy mal paginada y de ductus irregular (Cat., n.º 133). Cierra el grupo el fragmento de placa de mármol blanco dedicada al veterano Iulius Potens (Cat., n.º 110), grabada con letra capital rústica muy irregular en el ductus y en el módulo de las letras. No consideramos, sin embargo, que el fragmento de placa de mármol blanco dedicada al beneficiario F. Aurelianus, por su esposa L. Cupita (Cat., n.º 109), deba ser incluido en el grupo de monumentos de escasa calidad. Es cierto que el ductus de las letras, capitales librarias del siglo iii d. C., es irregular, y hasta cierto punto la disposición de las mismas, pero la preparación del campo epigráfico alisado, la ejecución de la hedera central y la paginación nos impiden considerarla en tal sentido. En cualquier caso, una parte importante de este material «pobre» son placas de mármol blanco sobre las que se trazaron torpemente los caracteres epigráficos y constituye un grupo minoritario respecto al conjunto total, aunque muy representativo a la hora de descartar la asociación directa entre tipo de material y calidad del monumento. Revisadas algunas de las características generales que afectan a todo el conjunto, creemos pertinente hacer un análisis del conjunto, individualizando los modelos concretos con el fin de ahondar en sus rasgos formales. De esta manera pretendemos proporcionar una panorámica lo más detallada posible del elenco disponible. Asimismo, procuraremos, en la medida de lo posible, poner en relación los diferentes conjuntos de soportes funerarios que emplearon los militares con el repertorio total de los mismos contabilizado en Tarraco, a fin de poder entender mejor las costumbres epigráficas de los soldados de la capital en el contexto urbano. Conviene recordar, por más que pueda parecer evidente, que, al fin y al cabo, los militares fueron un grupo más de la población de la capital provincial. Por ello, creemos que el estudio de sus monumentos funerarios

Alföldy, 2007a, p. 516.

143

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quedaría sesgado si no se vincula con las cifras totales atestiguadas. La comparación entre el material militar y el resto de la documentación epigráfica tarraconense plantea cuestiones de indudable interés, tanto desde el punto de vista de los monumentos concretos como desde una perspectiva global. Trataremos las cuestiones concretas en cada apartado y la visión global en las conclusiones al final de cada uno de ellos. 6.2.4.2. Las placas En razón de la cantidad de monumentos documentados y la secuencia cronológica de los mismos, comenzaremos por las placas, el modelo más numeroso en ejemplos de que disponemos. Tabla 93. Placas funerarias conservadas de los militares de Tarraco. N.º Cat.

076

Soldado/ Rango [-]Valeriu[s---] Mil. leg. ¿VI/X?

080

[C. I]ulius?

088

L. Valerius Barbarus Mil. leg. VII Gem.

109

Flavius Aurelianus Bf. Cos. Iulius Potens

110

111

Veter. leg. VII Gem.

G. Manilius Secund[us?] Mil.? VII Gem.

Material/ Completa

Medidas

Molduras

Decoración/ Iconografía

Dedicante

Caliza Santa Tecla 31 × (17) × 7 Perdidas

No

M[---]

No Caliza Santa Tecla (22) × (20) ×5 No Mármol blanco

Perdidas

No

?

(35,2) × 38,5 No × 3,5/4

No

Hiberia Materna (coniunx)

Siglos i-ii d. C. (Fin siglo imediados siglo ii d. C.)

(17) × (25) ×2

No

No

Licinia cu[pi]-Ta (uxor)

Siglo iii d. C.

(7) × (11) × 1,7

¿No/ perdidas?

No

[---]? (mater)

Siglo iii d. C.

No

Claudii G[Agilis ¿fi]-lius Donatus filius [---] filius patri Ba[ssa? Con(niugi) ---]?

Siglo iii d. C. (S. SeveroDiocleciano)

No Mármol blanco

Siglo i d. C. (CalígulaGalba) Siglo i d. C.

Sí Mármol blanco

Cronología

(68-Fin siglo i d. C.)

No

Mármol blanco No

17,5 × (13) × 2,5

No

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N.º Cat.

Soldado/ Rango

131

G. Vale[rius] Speculator leg. VII Gem.

133

[---]? Mil. leg. VII Gem.

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Material/ Completa Caliza No Caliza Santa Tecla

Medidas

Molduras

Decoración/ Iconografía

Dedicante

499

Cronología Siglos i-ii d. C. (Fin siglo imediados siglo ii d. C.)

(22,5) × (24,5) ×6,5

Cyma reversa

No

?

(23) × (13) ×6

?

No

Siglo ii d. C. Contubernali (1/4 siglo ii d. C.)

(12) × (16,5) Marcada ×5 incisa

No

No

Siglo ii d. C. (2/2 siglo ii d. C.)

?

No

No

No

Siglo i d. C.

(18,5) × (16,5) ×3/3,3

Listel

No

?

Siglo i d. C.

No

[--- si]bi y Pon[tiae(?) ---]

Siglo i d. C.

No 134

136

[---]? Mil. leg. VII Gem.

L. Domitius Veter. ex coh.

Mármol blanco No Caliza Santa Tecla No

137

[---]o Veter.

Mármol blanco No

138

[---]? Veter. ¿leg.?

Mármol blanco No

(18) × (22,5) ? × 5/6

El repertorio disponible asciende a doce ejemplares (30 %), que cubren un lapso temporal entre mediados del siglo i d. C. y el iii. El primer rasgo destacable del conjunto de las placas es el mal estado de conservación de los soportes: solo contamos con un ejemplar íntegro (Cat., n.º 088). Todos los demás son fragmentos bastante pequeños, lo que dificulta su clasificación formal, dado que no podemos saber, por lo general, si las piezas incorporaban molduras que delimitasen el campo epigráfico y si este último estaba rebajado o no. El estado fragmentario de los soportes limita también el estudio de su preparación, en cuestiones como la ordinatio de los textos y la distribución de los mismos, por no hablar de la lectura, el desarrollo y la restitución de estos últimos, que tratamos de forma individualizada en el catálogo. El repertorio disponible presenta, además, evidentes problemas de datación, en la línea general del elenco de inscripciones militares tarraconenses que ya hemos apuntado. Un primer grupo de testimonios se ha fechado a lo largo del siglo i d. C., por lo general en un momento indeterminado (Cat., n.os 076, 080, 088, 136, 137 y 138), aunque la paleografía ha permitido fechar dos de ellas de un modo más ajustado. La primera pieza (Cat., n.º 076), al parecer la más antigua, es la mitad izquierda de una placa de caliza de Santa Tecla, dedicada al soldado Valerius por un personaje perdido; se ha fechado entre los reinados de Calígula y Galba, en razón de la paleografía,

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la parquedad del epitafio y la indicación de domus.144 Alföldy reconstruyó el soporte como placa funeraria basándose en el grosor de 7 cm, que se conserva completo, y de su propia restitución del texto, criterios que compartimos. A pesar de que el campo epigráfico conservado está muy deteriorado, se aprecian tipos de letras distintos en las primeras líneas respecto de las últimas: de la l. 1 a la l. 4, ambas incluídas, la letra es capital cuadrada con remates triangulares razonablemente bien ejecutada; las ll. 5, 6 y 7 son capitales tendentes a la libraria, más bajas, más toscas y peor grabadas que las primeras, incluso parecen elaboradas por una mano diferente. Las primeras cuatro líneas están bien paginadas y mantienen un módulo regular, mientras que las tres últimas son de distintos módulos, la ordinatio empeora sensiblemente y los espacios interlineales se reducen. Da la impresión de que la última parte del texto ha tenido que ser adaptada ad hoc por el lapicida, que habría tenido problemas con el espacio, lo que denota una preparación previa muy poco cuidadosa. Por otra parte, si tomamos en consideración las medidas de las líneas de la parte de texto conservada y proyectamos la restitución hipotética del texto, habría que sumar, a los 17 cm de anchura conservada del soporte, aproximadamente otros tantos, lo que reproduciría una placa ligeramente rectangular, habida cuenta de que conservamos 31cm de altura. Por otra parte, no se aprecian signos de molduras ni de delimitación de la cartela. Fechados entre fines del siglo i y mediados del ii d. C., nos topamos con dos ejemplares, uno de los cuales se ha conservado casi entero y nos proporciona un paralelo razonable para trabajar en un tipo específico de placa (Cat., n.os 080 y 088). El primero (Cat., n.º 080) es un fragmento de la parte superior derecha de una placa dedicada al veterano emeritense C. Iulius. Aunque la pieza fue fechada a mediados del siglo i d. C. por criterios paleográficos, nosotros preferimos la opción de Le Roux de situarla en la segunda mitad de la centuria, probablemente en su último tercio. La pieza está elaborada en piedra caliza local y presenta restos de tres líneas de texto en capitales cuadradas, tendentes a la libraria, perfectamente ejecutadas, con marcados remates, excelente paginación y ductus. Se conserva parte de la moldura superior que delimitaba la cartela. Las medidas conservadas, (22) × (20) × 5, y el tamaño de las letras, entre 5,6 y 4 cm de altura, ponen en evidencia que hubo de ser una placa ligeramente rectangular y de considerables dimensiones. Tanto los rasgos paleográficos como la ejecución del texto y las medidas aproximadas recuerdan vivamente a las placas funerarias marmóreas de los mausoleos de los soldados y veteranos de Augusta Emerita; concretamente a los modelos rectangulares moldurados de menores proporciones.145 Dentro las mismas cronologías se encuentra el ejemplar conservado casi íntegro y dedicado L. Valerius Barbarus (Cat., n.º 088). Es una placa de mármol blanco Lunense, que destaca por su cuidada preparación y la excelente ejecución del texto en capitales

Alföldy, RIT, 1975, p. 211 y CIL II2, 14, 2, 1071; y Le Roux, 1982, p. 182, n. 42. Pensamos en ejemplares emeritenses conservados completos o casi completos, como las placas de M. Tavonius Firmus (AE, 1952: 123 = AE, 1968: 00206), con unas medidas de 40 × 29 × 6; y M. Furius (AE, 1980: 00548), cronológicamente muy cercana, y con unas medidas de (19) × (30) × 5,6. No tanto en otros ejemplares notablemente más grandes, como las placas de Q. Caecilius Varica (AE, 1993: 00915 = AE, 2001: 01164), de 62 × 100 × 5-4,5; o Rufus Modestinus (Le Roux, 1982: 222, n. 179), de 44,5 × (102) × 6 (el fragmento principal), entre otras. 144 145

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cuadradas con remate triangular. La pieza solo ha perdido una pequeña parte de su margen inferior y no presenta molduras; el campo epigráfico ha sido alisado cuidadosamente. Las medidas conservadas, (35,2) × 38,5 × 3,5/4, nos muestran un soporte prácticamente cuadrangular. Cierran el grupo de placas tres testimonios muy fragmentados que se han fechado en dicho siglo sin período concreto (Cat., n.os 136, 137 y 138). En primer lugar, contamos con dos fragmentos de las zonas superior derecha y superior central de sendas placas de mármol blanco, con textos en capitales cuadradas con remates triangulares, de excelente calidad y lechos profundos, que deben de corresponder a momentos cercanos del siglo i d. C. La primera (Cat., n.º 137), apenas una pequeña parte del ángulo superior izquierdo, con un fragmento de la moldura superior, arroja unas medidas conservadas de (18,5) × (16,5) × 3/3,3 cm. Considerando, además, la altura de las letras, entre 5,5 y 4,5 cm, y el espacio entre ellas, habría que pensar, probablemente, en una placa de grandes proporciones, quizá rectangular. La segunda (Cat., n.º 138), que también destaca por su excelente ejecución, no parece presentar molduras y el fragmento conservado, correspondiente a la parte superior derecha muestra unas medidas de (18) × (22,5) x× 5/6. No tenemos la suficiente cantidad del soporte y del texto para aventurar la forma original de la pieza. Cabe reseñar que lo poco del epígrafe que nos ha llegado parece consignar un doble dedicatario, por lo que podría tratarse de una placa adosada a una construcción funeraria de carácter familiar. Todo este primer horizonte de fragmentos de placas examinadas se reparte entre el mármol blanco y la caliza de Santa Tecla como materiales de elaboración. Por lo general, todos los monumentos se caracterizan por su alta calidad, perceptible tanto en la preparación de los soportes como en las ejecuciones de los epígrafes. Ninguna presenta decoración figurada y las molduras solo aparecen en tres de los ejemplares, dos de mármol y uno de caliza (Cat., n.os 080, 131 y 137). El estado de conservación de muchas de las piezas no nos permite determinar si incorporaron campos epigráficos delimitados por molduras (Cat., n.os 076, 136 y 138), y sabemos con certeza que una no las incorporó (Cat., n.º 088) y quizá tampoco otra (Cat., n.º 076). Si tenemos en cuenta la placa de L. Valerius Barbarus, casi entera, y los ejemplares moldurados a lo largo del siglo i y comienzos del ii d. C., habría que hablar de al menos dos modelos básicos: placas molduradas, previsiblemente rectangulares y mayoritariamente marmóreas, y otras como la antes mencionada, de mármol o caliza sin molduras, más tendentes a la morfología cuadrangular. Los rasgos paleográficos, las cronologías de estos epígrafes, los materiales, la calidad de los textos y algunos aspectos formales recuerdan, como hemos apuntado, al mundo de los monumentos funerarios mayores de los militares emeritenses. Si bien la cronología de las grandes placas de Augusta Emerita es, por lo general, algo anterior, creemos que se trata de horizontes muy similares desde el punto de vista formal. Este grupo de placas tarraconenses habría pertenecido, sin duda, a monumentos funerarios importantes como mausoleos o columbarios, aunque tampoco habría que descartar otro tipo de estructuras. Lamentablemente, apenas conservamos datos sobre los dedicantes de las placas y otros posibles dedicatarios, pero piezas como la de Valerius Reburrus, beneficiario al que dedica la placa su compañera Hiberia Materna (Cat., n.º 088), o el fragmento dedicado a un veterano desconocido, y probablemente a su esposa Pontia (Cat., n.º 138), nos ponen sobre la pista de mausoleos

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individuales o colectivos del estilo del bien conocido de los Voconii emeritenses, con las placas situadas probablemente en lugares preeminentes. Un segundo grupo de fragmentos de placa, más tardíos, data de la segunda mitad del siglo ii d. C. o de comienzos del iii. Tampoco sus dataciones han podido concretarse con precisión por su estado fragmentario (Cat., n.os 109, 110, 111 y 134). Se trata de cuatro fragmentos que destacan, en general, por la menor calidad de sus elaboraciones. El primero cronológicamente es un fragmento correspondiente al ángulo inferior derecho de una placa de mármol blanco dedicada a un soldado de la VII Gemina desconocido (Cat., n.º 134). La pieza se ha fechado entre mediados y la segunda mitad del siglo ii d. C., con anterioridad al reinado de Septimio Severo, por la ausencia de la mención Pia en los cognomina legionarios. Destacan la cuidadosa preparación del pautado y la zona de delimitación del campo epigráfico de los que conservamos trazas en el soporte. La letra es capital cuadrada bien ejecutada y paginada. No podemos intuir su forma, ni por las medidas encontradas, (12) × (16,5) × 5 cm, ni por la altura de las letras, ni por el texto conservado. Las tres inscripciones restantes (Cat., n.os 109, 110 y 111) se han fechado a lo largo del siglo iii d. C., en razón, fundamentalmente, de los rasgos paleográficos y en algún caso por la mención del cognomen Pia. Los tres fragmentos corresponden a placas de mármol blanco, pero muestran importantes diferencias en su calidad y ejecución. La primera (Cat., n.º 109) corresponde a parte del margen izquierdo y la zona central y no presenta molduras. Conservamos casi todo el epitafio, repartido en cinco líneas y una más que se ha perdido, y cuidadosamente grabado en letras capitales librarias con marcados remates. La paginación es ligeramente irregular y el módulo de las letras varía entre 2,7 y 2,5 cm, con algunas sensiblemente más altas que alcanzan los 3,5 cm. El texto conservado y las medidas, (17) × (25) × 2 cm, así como la longitud de las ll. 4 y 5, casi completas, nos muestran que la placa tuvo que ser poco más ancha y no mucho más alta, dado que solo nos faltan una línea y el margen inferior, no mucho más de 5 o 6 cm. Por ello, en este caso nos quedaría una placa de marcada forma rectangular. El escaso grosor podría deberse a que fue ligeramente rebajada, como señala Alföldy.146 Los dos fragmentos restantes (Cat., n.os 110 y 111) ya han sido mencionados anteriormente por la ruda calidad de los soportes. Ambos presentan letras rústicas de tosca ejecución y una preparación prácticamente nula, mal alisados y carentes de ordinationes. El hecho de que las dos piezas fuesen labradas sobre mármoles blancos podría ser indicativo de que los lapicidas hubieran aprovechado lastras sobrantes para ejecutarlas. Una de ellas, conservada casi entera (Cat., n.º 111), presenta forma rectangular, siendo más alta que ancha, pero el grosor total, 2,5 cm, impide considerarla como fragmento de estela. En cualquier caso, estos dos ejemplares son, con diferencia, los más pobres de todo el repertorio tarraconense. Las placas fechadas entre mediados y fines del siglo ii d. C. y a lo largo del iii son manifiestamente más humildes que las anteriores. A pesar de que todas fueron elaboradas en mármol blanco, no presentan, aparentemente, molduras y el tratamiento de los soportes es, cuando menos, deficiente. Se trata, sin duda, de testimonios que señalan una pericia o preocupación técnica muy inferior al resto, las cuales responderían, quizá, a una menor capacidad adquisitiva de los comitentes. Los epitafios nos señalan a un be-

146

Alföldy, CIL II2, 14, 2, 1053.

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neficiario, Flavius Aurelianus, sepultado por su esposa, Licinia Cupita (Cat., n.º 109), la pieza más cuidada; a un veterano, Iulius Potens, enterrado probablemente por su madre (Cat., n.º 110); y, finalmente, al soldado de la VII Gemina G. Manilius Secundus, muerto en activo y enterrado junto con otros familiares, algún hijo entre ellos, con su coniux como dedicante (Cat., n.º 111). El hecho de que el mayor número de soportes funerarios conservados de los militares corresponda a placas está en relación directa con el empleo masivo de este tipo de monumentos epigráficos por parte de la sociedad tarraconense. Tomando la última edición del CIL, correspondiente a Tarraco, y su ager como referencia principal,147 la cifra total de placas atestiguadas en la capital es de 489. Conviene tener en cuenta que muchas de ellas corresponden a fragmentos de los que no podemos deducir con certeza el carácter funerario. Así pues, discriminando la información disponible, hallamos que en el ager Tarraconensis hay unos 115 fragmentos de placas, la mayoría de mármol blanco, aunque con una importante presencia de la piedra caliza local, y casi todas ellas funerarias. Ya en la ciudad, podemos establecer con cierta seguridad una cifra total de placas que asciende, nada menos, que a 338, entre fragmentos y soportes completos. Estos números son, con diferencia, los más altos del elenco de monumentos funerarios tarraconenses. El uso mayoritario de este tipo de soporte entre los militares coincide, pues, con el predominante en el repertorio epigráfico total atestiguado para la capital provincial. Si examinamos con más detalle los datos generales, veremos que de las 338 placas mencionadas, 221 fueron elaboradas en mármol de diversas procedencias, desde Luni hasta Proconeso. El otro material utilizado es la piedra caliza, sobre todo de extracción local, al igual que en el conjunto de inscripciones militares; la cifra de ejemplares de caliza asciende a 117. No es, pues, de extrañar que el conjunto estudiado aquí reproduzca grosso modo las proporciones de empleo de un material u otro refejadas en el corpus general. Respecto a las tipologías y calidades, nos topamos con la misma diversidad que en el repertorio general: placas molduradas, mayoritariamente con cimacio inverso y bien alisadas; otras sin molduras, pero con textos ejecutados con pericia y elegancia; y algunas más que evidencian una escasa preocupación por la ejecución o falta de pericia técnica de los lapicidas. No obstante, la tónica general del conjunto de tarraconense es la buena elaboración.

Figura 10. Cronología de placas funerarias de militares en Tarragona. 2/2 sg. II‐III d. C. 29 %

Siglos I‐II d. C. 14 %

Siglo I d. C. 57 %

Figura 10. Cronología de placas funerarias de militares en Tarragona.

Ibidem, vols. I y II. Hemos examinado el número total de placas funerarias y sus características básicas en los dos volúmenes publicados con inscripciones procedentes de la ciudad y su entorno, fechadas en época altoimperial y hasta mediados del siglo iii d. C. aproximadamente. 147

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Tabla 94. Placas funerarias en Tarraco durante el período altoimperial. Placas

Número total

Número funerarias

Material/Cifra

Tarraco ciudad y territorio

489

-

Tarraco ciudad

374

338

Mármol: 221 Caliza local: 117

Ager Tarraconensis

115

-

-

Placas de militares en Tarraco

12

12

Mármol: 7 Caliza local: 5

Algunos de los modelos estudiados para los militares encuentran paralelos evidentes, tanto en la elección del material como en el tratamiento del soporte y el texto epigráfico. Resulta muy común el tipo de placa más bien cuadrangular, sin moldura, bien alisada y caracterizada por la buena calidad del texto, como la del beneficiarius L. Valerius Barbarus (Cat., n.º 088); y hallamos modelos muy similares entre fines del siglo i d. C. y fines de la segunda centuria.148 Es particularmente significativa la similitud entre la placa de mármol de un miles de nombre perdido (Cat., n.º 134) y otro fragmento también de mármol blanco y con líneas de pautado y preparación del soporte visibles.149 Asimismo, los modelos con molduras de cimacio inverso conservadas, como la placa del speculator C. Valerius, encuentran modelos semejantes en cronologías cercanas.150 Las piezas peor elaboradas del grupo de soldados también tienen sus correlativos en ejemplares reutilizados. Nos topamos con soportes rectangulares reutilizados, uno de mármol y otro de piedra caliza, con trazas de epígrafes mal alisados y sin delimitación de campo epigráfico, similares, por la preparación de las lastras, al epifafio del miles C. Manilius Secundus (Cat., n.º 111).151 Con las cifras aportadas y algunos paralelos tipológicos concretos, pretendemos, sin ánimo de una comparación exhaustiva, poner en evidencia que el uso de placas funerarias por parte de los soldados enterrados en Tarraco y sus familias y allegados responde, en líneas generales, al panorama constatado para el conjunto de la capital provincial. Esto es así tanto en la proporción de estos soportes, respecto al resto de monumentos, como en la preferencia de mármol blanco como material principal, secundado por las Por ejemplo, CIL II2, 14, 2, 1705a, más tardía por su paleografía, pero con la misma concepción de soporte; CIL II2, 14, 2, 1961 y 1622, sensiblemente más tadías también y salvando, de nuevo, las diferencias paleográficas; y, sobre todo, CIL II2, 14, 2, 1701, con acabado y rasgos paleográficos muy similares, fechada en el siglo ii d. C. 149 CIL II2, 14, 2, 1836; se trata de un fragmento de placa rectangular de mármol blanco que presenta exactamente las mismas líneas incisas que las ya comentadas para la inscripción del militar de nombre perdido: líneas de paginación y marcas para colocar una previsible moldura de delimitación. Además, la paleografía a ambas en el siglo iii d. C., con similitudes evidentes. 150 Como la gran placa del séviro Titus Fisevius Eros y su familia, fechada en el siglo i d. C., o CIL II2, 14, 2, 1748; también el ángulo superior izquierdo de una placa moldurada y con rasgos paleográficos muy similares. 151 CIL II, 1711-1712, aunque en estos dos ejemplares los epígrafes constan de apenas unas letras y la paleografía es más cuidada que la capita rústica tosca del epitafio del miltar mencionado. 148

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calizas locales. Asimismo, otros rasgos básicos formales del «grupo militar» ya apuntados: el empleo de molduras, la diversidad de calidades, con ejemplares normalmente mejor elaborados entre mediados del siglo i d. C. y mediados del ii, o la reutilización de soportes también están presentes en el corpus tarraconense. La documentación epigráfica funeraria de los soldados señala inequívocamente la presencia de columbarios, mausoleos y otras construcciones que, sin duda, albergaron enterramientos colectivos, entre ellos algunos de militares que pertenecieron al estrato económico más humilde de la población libre tarraconense, como parecen evidenciar sus monumentos. Estos debieron de ser mayoritarios a juzgar por la morfología de los monumentos y los personajes consignados en los epitafios. También debemos considerar la existencia de algunos panteones con enterramentos individuales de los soldados, aunque parecen menos numerosos. Un rasgo morfológico común de todas las placas funerarias de Tarraco aún no mencionado señala en esta misma dirección. La práctica totalidad de los testimonios conservados son placas de escaso grosor, que oscila entre los 7-6 cm de máximo y los 2,5-2 cm de mínimo, con una media situada en torno a los 3 cm. A la vista de ese dato, no podemos pensar, en la mayoría de los casos, en grandes soportes ideados para instalarse en las fachadas de mausoleos a grandes alturas, como ocurre con las grandes placas emeritenses, por ejemplo la del conocido mausoleo de los Voconii, entre otras.152 Aunque debió de existir una considerable variedad de monumentos funerarios provistos de placas, el repertorio disponible, y en particular los ejemplares debidos a militares, las placas hubieron de ser mayoritariamente concebidas para monumentos comunales provistos de nichos en los que ocuparían su lugar. La gran mayoría de placas finas, en el conjunto total, sugiere que en las necrópolis altoimperiales de Tarraco no abundaron los grandes monumentos funerarios individuales, para los que quizá tampoco habría mucho espacio disponible. 6.2.4.3. Los pedestales Los militares que sirvieron y/o murieron en Tarraco contaron también con monumentos funerarios provistos de estatuas, un tipo de sepulcro que solo atestiguamos en la capital provincial dentro de toda la documentación epigráfica de los milites de la Hispania Citerior. El hecho de que los simples soldados, aunque fuesen principales, y los centuriones, o sus familiares, eligiesen construir pedestales con imagines en sus tumbas constituye una costumbre ciertamente particular considerando su posición social, para Ni siquiera las placas conservadas enteras en Tarraco, de mayores proporciones, ni las dedicadas a Ceionia Maxima (CIL II2, 14, 2, 1093), Martial (CIL II2, 14, 2, 1097) o [Aur(elio) Fa?]ustino (CIL II2, 14, 2, 1874) presentan grosores superiores a los indicados ni el tamaño de sus letras indica que estuviesen situadas a gran altura. Cabe reseñar algunos ejemplos que, por su tamaño, grosor o la altura de sus letras, constituyen casos diversos, sobre todo las plcas dedicadas a Antonia Clementina (CIL II2, 14, 2, 1245) y al sevir T. Fisevius Eros y su familia (CIL II2, 14, 2, 1252), que presenta 7 cm de grosor y letras que alcanzan los 5 cm. La placa del mausoleo emeritense de los Voconii (AE, 2000: 691 = 2001: 76) mide 71 × 55 × 12cm y sus letras oscilan entre los 5,4 y 4,6 cm. Las placas marmóreas dedicadas a/y por los soldados en Augusta Emerita presentan grosores mínimos de 5-6 cm y tienden hacia los 8-10 cm, con máximos de 12 cm, y son solo una pequeña proporción de las atestiguadas en la ciudad. 152

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la que trataremos de encontrar una explicación satisfactoria. Por otra parte, la presencia masiva de epitafios de militares en este tipo de soportes en Tarragona pone en evidencia que muchos de ellos gozaron de un cierto prestigio social y, por lo general, de una posición económica que les permitió costear este tipo de enterramientos.153 Aquí, en primer lugar, conviene recordar que a los nueve pedestales conservados que alojaron epitafios de militares habría que sumar, al menos, otras doce inscripciones perdidas y transmitidas por vía manuscrita, cuyos textos, y en ocasiones los dibujos que los acompañan, confirman que se trataba de pedestales de carácter funerario (Cat., n.os 086, 091, 092, 094, 095, 098, 104, 106, 113, 127, 132 y 159). Todos ellos incorporan epitafios tanto de milites gregales y principales como de veterani de la legio VII Gemina. Esta documentación convierte a los pedestales en el tipo de soporte más utilizado, con diferencia, por los soldados de la capital. Aunque no podamos considerar los perdidos para su estudio formal, es preciso tener en cuenta que la cifra total de este tipo de monumento entre los militares asciende en Tarraco a un total de veintiuno, por encima de las doce placas ya comentadas. Veamos el material disponible. Tabla 95. Pedestales funerarios conservados de los militares de Tarraco. N.º Cat.

Soldado/ Rango

Material/ Completa Mármol Blanco

Medidas

Q. Annius Aper 80 × 51 × 46 Speculator leg. No. Solo VII Gem. cubo Caliza Santa C. Caecilius Tecla Quartus 109 × 60 × 56 Bf. Cos. leg. No. Solo VII Gem. cubo Caliza Santa L. Aufidius Tecla Felix 107 × 50,5 × 47 Bf. Cos. leg. No. Solo VII Gem. cubo

083

084

093

M. Aurelius Victorinus

155

Evocatus

Caliza Santa Tecla 104 × 60 × 56 No. Solo cubo

Molduras

Decoración/ Iconografía

Dedicante

Cronología Siglo i-ii d. C. (Fin siglo iprincipios siglo ii d. C.)

Cimacio inverso

No

Collegae speculatores leg. VII Gem. (7)

Cimacio inverso

No

Semrponia Fabiana (uxor)

Siglo ii d. C. (1/4 siglo ii d. C.)

No

Gargilius Rufus (Speculator leg. VII.)

Siglo ii d. C. (2/2 siglo ii d. C.)

No

Aurel(ius) Marcellinus (frater) y Aurelia Sabina (her(e)d(es))

Siglos ii-iii d. C. (Fin siglo iiprincipios siglo iii d. C.)

Cimacio inverso

Cimacio inverso

Sobre los pedestales de Tarraco, recientemente: Moralejo Ordax, 2019, pp. 527-553.

153

Gladius, Anejos 19, 2021 N.º Cat.

117

119

130

156

Soldado/ Rango C. Tadius Lucanus Centurio leg. VII Gem. Dedicante M. Aurelius Lucilius Centurio leg. VII Gem. M. Valerius Secundus Centurio leg. VII Gem. L. Numerius Felix Centurio leg. VII Gem. T. Iulius Maternus

129

Centurio leg. VII Gem. Dedicatario

Material/ Completa

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Molduras

Decoración/ Iconografía

65,5 × 42 × 37

Cimacio inverso

No

C Tadius Ianuarius (libertus)

Siglo i-ii d. C. (TrajanoS. Severo)

(128) × 76 × 65

Cimacio inverso No (en zócalo)

Ulpia Iuventina (uxor et heres)

Siglos ii-iii d. C. (Fin siglo iiprincipios siglo iii d. C.)

92 × 62 × 57

No

No

Callistus Privatus Saturninus y Glaucilla (liberti et heredes)

Siglo ii d. C. (reinado M. Aurelio)

(82) × (56) × ?

No

No

Mamilia Prisca (uxor)

Siglo i-ii d. C. (TrajanoS. Severo)

Campo epigráfico (42) × (56) × (27) delimitado. No Cimacio inverso

? Perdido

Siglo i d. C. (68-fin siglo i d. C.)

Medidas

Mármol Blanco No. Solo cubo Caliza de Ilisos No. Cubo y base Caliza Santa Tecla No. Solo cubo Caliza de Ilisos No. Solo fuste Caliza Santa Tecla No. Solo parte superior izquierda y central

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Dedicante

Cronología

El estado de los soportes es, en términos generales, deficiente. Todos los pedestales pertenecen al tipo conocido como «tripartito», compuesto por un coronamiento, normalmente moldurado, sobre el que se colocaba la estatua; el cubo central está bien trabajado por lo general, con la cara anterior alisada y delimitada por moldura para enmarcar el campo epigráfico, y la base escalonada o moldurada. En nuestro caso tan solo contamos con los cubos, ya que gran parte del material fue desmontado o serrado para su reutilización como bloques constructivos, o bien ha aparecido fragmentado. Por lo demás, en este caso, los rasgos tipológicos diferenciables no pueden ir más allá de la ejecución del texto y el trabajo del campo epigráfico. Ninguno de los pedestales conservados parece contar con trazas de haber alojado la estatua directamente sobre la cara superior del cubo, sin haber incorporado un coronamiento. En nuestro caso predomina la piedra caliza de Santa Tecla e Ilisos, siete ejemplares, frente a tan solo dos de mármol blanco.

508 Y SOLDADOS DE ROMA  Figura 11. MaterialesEJÉRCITO de los pedestales de militares de Tarragona.

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Caliza local 33 % Perdidos 57 %

Mármol blanco 10 %

Figura 11. Materiales de los pedestales de militares de Tarragona.

Como ya hemos indicado, los pedestales hacen su aparición en las necrópolis tarraconenses entre fines del siglo i d. C. y comienzos del ii, sustituyendo progresivamente a otros tipos de monumentos como las estelas. La pieza más antigua del repertorio es un fragmento del ángulo superior izquierdo de un pedestal de caliza dedicado al centurión T. Iulius Maternus, fechado a comienzos del reinado de los flavios (Cat., n.º 129). La inscripción está muy fragmentada y se conserva en muy mal estado; muestra parte de cuatro líneas de texto en capitales cuadradas con una paginación ciertamente irregular y campo epigráfico moldurado. Contamos, asimismo, con otros pedestales tempranos, aunque ligeramente más tardíos, fechados entre fines del siglo i d. C. y la primera mitad del ii (Cat., n.os 083 y 084); otros se reparten en diferentes períodos a lo largo del siglo ii d. C. (Cat., n.os 093 y 130); y los más tardíos entre fines de la segunda centuria y comienzos de la siguiente (Cat., n.os 119 y 155). Finalmente, otros dos ejemplares se han fechado en un lapso cronológico amplio entre los inicios del reinado de Trajano y comienzos del de Septimio Severo (Cat., n.os 117 y 156). El material revela, pues, que la mayoría de los pedestales de los soldados fueron erigidos a lo largo del siglo ii d. C. y, en menor medida, durante la primera mitad del siglo iii, datos que coinciden, por lo general, con las dataciones aproximadas de los testimonios perdidos. La tipología general de los soportes conservados es esencialmente la misma: se trata de cubos paralepipédicos, de piedra caliza o mármol blanco, normalmente de la primera, bien alisados por sus cuatro caras y con la facies epigráfica delimitada por una moldura en forma de cimacio inverso. La cartela de los modelos tarraconensessuele aparecer al mismo nivel de la moldura o incluso resaltada. En todos los casos los textos están bien ejecutados, con capitales cuadradas con remates, paginaciones cuidadas y uniformes e interpunciones normalmente triangulares. Respecto a las dimensiones, un vistazo a la tabla-resumen (vid. tabla n.º 14) arroja proporciones similares para los casos en los que se ha conservado íntegro el volumen del cubo (Cat., n.os 083, 084, 093, 117, 130 y 155). Algunas piezas superan por pocos centímetros el metro de altura (Cat., n.os 084, 093 y 155), mientras que otras no lo alcanzan (Cat., n.os 083, 117 y 130). Resultan particularmente llamativos, respecto a sus proporciones, los pedestales dedicados al speculator Q. Annius Aper (Cat., n.º 083) y al centurión Q. Tadius Lucanus (Cat., n.º 117). Estos dos monumentos son los más pequeños del elenco, con medidas de 80 × 51 × 46 cm y 65,5 × 42 × 37 cm, respectivamente; la escasa altura y los reducidos grosores, especialmente en el segundo caso, sugieren que sustentarían

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estatuas funerarias de dimensiones reducidas. Sin embargo, hemos de tener en cuenta que carecemos de los coronamientos y las bases, y que la pieza del centurión está empotrada en una pared, por lo que pudo ser recortada. Por el motivo contrario, llaman la atención las dimensiones del pedestal dedicado al eques singularis M. Aurelius Lucilius (Cat., n.º 119), el único que conserva el basamento original. La pieza mide (128) × 76 × 65 cm y está incompleta por arriba, por lo que tampoco podemos descartar que pudiese tratarse de un altar. Aún así, alcanza los 1,28 m de altura en la parte conservada y presenta 65 cm de grosor, dimensiones ambas muy por encima del resto del repertorio, que oscila entre los 104 y 109 cm de altura y los 56 y 57 cm de grosor. Aunque es preciso tener en cuenta que en muchos casos ni siquiera contamos con los cubos completos, estos datos sugieren que hubo de existir una cierta variedad en los tamaños de las efigies funerarias de los soldados y sus basamentos; una variedad que habría creado un paisaje funerario relativamente diverso en las proporciones de los monumentos. Si nos detenemos a observar a los comitentes y dedicatarios de los pedestales, vemos que todos los que conservamos pertenecieron bien a milites principales, bien a centuriones, sin que aparezcan en su caso soldados rasos ni veteranos, tendencia que se mantiene en los doce pedestales perdidos. Del total de veintidós pedestales funerarios atestiguados en Tarraco, tan solo tres, los dedicados al miles L. Valerius Secundus (Cat., n.º 159) y a los veterani Q. Moneius Verecundus (Cat., n.º 086) y L. Valerius Severus (Cat., n.º 091), no corresponden a officiales o centuriones que reconocen su condición de manera expresa en sus epitafios. Además, hay que tener en cuenta que los dos veteranos tan solo se representan como tales, por lo que no conocemos su rango en la legión; y que al miles gregalis itálico le erigieron el monumento dos de sus camaradas legionarios, que también procedían de la península itálica. Así, los datos disponibles ponen en evidencia que la costumbre funeraria de conmemorar a los militares difuntos con pedestales hubo de ser un hábito, si no exclusivo, sí predilecto de los milites principales y algunos centuriones. Teniendo en cuenta que este tipo de soldados especialistas, y sobre todo los centuriones, contaban con pagas notablemente más elevadas que la tropa común, no es de extrañar que pudiesen permitirse monumentos funerarios de estas características, provistos de estatuas. Esta situación contrasta significativamente con los usuarios que hemos visto para las placas, entre los que predominan precisamente los milites gregales. Las placas representaron, a todas luces, una opción más asequible y mucho menos costosa para los los soldados rasos, y sus familias, enterrados en Tarraco que los pedestales. Por otra parte, si repasamos la nómina de dedicantes de los pedestales tarraconenses, vemos que los encargados de las sepulturas y los monumentos de los soldados difuntos fueron esencialmente sus esposas, sus camaradas officiales o bien sus libertos, que aparecen frecuentemente, además, como herederos. El de los pedestales es, con mucho, el más numeroso de los modelos de soporte funerario tarraconense. Si, como revela el material documentado, la gran mayoría de ellos pertence a officiales y centuriones, cabe preguntarse la razón por la que buena parte de los militares subalternos de la ciudad se enterraron de este modo. Si acudimos al corpus epigráfico general de la capital provincial, concretamente a los ámbitos honorífico y sepulcral, parece que podemos hallar una explicación satisfactoria.

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Figura 12. Pedestales funerarios de Tarragona por rangos militares representados. Centuriones 30 %

Veterani 20 %

Milites gregales 15 %

Milites principales 35 %

Figura 12. Pedestales funerarios de Tarragona por rangos militares representados.

El elenco epigráfico de la ciudad nos muestra, en primer lugar, una intensa actividad honorífica a cargo de las élites senatoriales y ecuestres, además de la propia aristocracia local, entre los siglos i y iii d. C. Esta actividad de autorrepresentación se materializó, fundamentalmente, en la erección de pedestales honoríficos, bien en mármol, bien en piedras calizas locales, con estatuas situadas en gran parte en la «plaza de representación» del foro colonial, pero también en otros espacios públicos como el foro o el teatro. Ahora bien, encontramos muy pocos pedestales en el ambiente funerario, y menos entre las élites senatoriales y ecuestres y los magistrados urbanos de la colonia. Si acudimos al repertorio global, la cifra tan solo alcanza los catorce testimonios, cifra que resulta significativamente escasa de si la comparamos con los veintidós totales documentados para los militares.154 De los catorde pedestales mencionados solo conservamos los cubos, todos fabricados en piedra caliza, normalmente de Santa Tecla, y que presentan el mismo tratamiento que los que albergan epitafios de militares: campos epigráficos, por lo general no rebajados y delimitados por elaboradas molduras de cimacio inverso. En los epitafios tenemos documentados un senador155 y un edil,156 dentro de las élites y las magistraturas urbanas, y los demás pertenecen a los seviri locales, tres ejemplares,157 a miembros de collegia u officia privados,158 entre los que destaca un tabularius del officium,159 y, finalmente, otros tres han sido clasificados por Alföldy en sus

Es preciso considerar, en primer lugar, que tan solo conservamos nueve de los veintidós pedestales acreditados para los militares. Hemos obtenido las cifras del corpus total después de haber emprendido una búsqueda sistemática de pedestales funerarios en la última edición del CIL de Tarraco a cargo de Alföldy. Resulta verdaramente sorprendente la baja proporción de estos monumentos entre las élites locales con respecto a otros como las placas y los altares. 155 CIL II2, 14, 2, 994. Parte de un pedestal de caliza moldurado dedicado a L. Tadius Simplicius, gobernador de la Citerior, muerto, probablemente, durante su mandato. La pieza de data a comienzos del siglo iii d. C. 156 CIL II2, 14, 2, 1202. 157 Ibidem, 1248, 1243 y 1246. 158 Ibidem, 1271; 1281, el célebre fragmento de pedestal del auriga de Tarraco, y 1289. 159 Ibidem, 1094. Pedestal moldurado de caliza dedicado a P. Aelius Aelianus, hijo de el liberto imperial, P. Aelius Succesus, tabularius en el officium tarraconense y dedicante junto a su esposa Plaetoria Annia. 154

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tituli sepulcrales comunes.160 A estos pedestales conservados habría que añadir cuatro más, hoy perdidos, cuyos epitafios parecen haber sido dispuestos en el mismo tipo de monumento. Uno de ellos es el epitafio de un sevir,161 otro de un liberto denominado como educator162 y un tercero dedicado por una madre, probablemente de condición libertina, a su hijo, que poseía la ciudadanía romana.163 Así pues, no son propiamente las élites locales, como los miembros de la aristocracia senatorial y ecuestre o los magistrados y sacerdotes, sino colectivos socialmente influyentes pero de baja extracción social, como los seviri y otros libertos, los que representan el perfil mayoritario de personajes que ornaron sus sepulcros con pedestales con estatuas. Los integrantes de collegia o los miembros de gremios de officia privados se incluyen en realidad en el mismo estrato social que el de los seviri, libertos en su mayoría, que no alcanzaron el prestigio social vinculado al desempeño de magistraturas urbanas o sacerdocios, pero que poseían un peso importante en la sociedad de la capital provincial. Figura 13. Pedestales funerarios de Tarragona por clase social.

Milites Officia et collegia Seviri Augustales Magistratus Senatores 0

5

10

15

20

25

Figura 13. Pedestales funerarios de Tarragona por clase social.

Así las cosas, habría que definir al menos dos ámbitos bien diferenciados que podemos ligar a la erección de pedestales. La mayoría de estos monumentos con estatua corresponde, como hemos apuntado anteriormente, al ámbito honorífico. Son aquellos dedicados a/o por los magistrados urbanos, caballeros y senadores de Tarraco, incluidos los que desempeñaron mandos militares. Estos han de contemplarse desde la perspectiva de sus ambiciones políticas y sociales ligadas a la consecución de estatus ecuestre o senatorial y al desarrollo de sus carreras. Aunque en principio los militares estuvieron

162 163 160 161

Ibidem, 1501, 1574 Y 1574. Los dedicatarios del último pedestal eran esclavos. Ibidem, 1238. El epitafio está dedicado a M. Ae[l(ius)?] Hecataeus por su hijo M. Aelius Fabianus. Ibidem, 1277. Dedicado a L. Aemlius Hippolytus, educator, por su collibertus L. Aemilius Euhuodus. Ibidem, 1606. Dedicado a T. Licinius Severus por su madre Didia Stratonice.

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relativamente bien considerados en las sociedades urbanas de época imperial, ni los milites principales ni los gregales, a diferencia de algunos centuriones y veteranos, alcanzaban por lo general el estatus de ecuestres ni el prestigio y reconocimiento social propios de estas categorías.164 El otro conjunto está constituido por los pedestales de carácter funerario. Estos pertenecen, en gran parte, a los soldados y, específicamente, a los centuriones y principales. La otra capa o estrato social que elevó más pedestales es la de los seviri y miembros de officia privados. Esta dinámica podría explicarse, a nuestro juicio, por las aspiraciones de ascenso en la sociedad por parte de ciertos sectores de población de perfil bajo, en un ámbito diverso del honorífico que les estaría, si no vedado —pues los seviri contaron con postamentos honoríficos—, sí limitado en razón de sus orígenes humildes. Dentro de esta dinámica, destacan por el número de monumentos erigidos los militares que sirvieron y/o fueron enterrados en la colonia. Ya hemos podido comprobar que los soldados de servicio en el officium consulare, especialmente los principales, tenían un marcado espíritu de cuerpo y fuertes lazos de solidaridad entre ellos. Además, tanto ellos como los centuriones hubieron de gozar de mayor poder adquisitivo y su propia condición de militares les habría reportado cierto prestigio social. Por todo ello, creemos que la costumbre de costearse sepulcros con pedestales con estatua se debe, probablemente, a un intento premeditado de emulación de las costumbres de autorrepresentación de las élites; una suerte de imitatio que llevaron a cabo precisamente en el ámbito o contexto en el que en mayor medida se lo permitía su condición social, el funerario. Como hemos advertido, ese hábito, entendido como costumbre de representación sepulcral, no tiene parangón en el mundo militar de la provincia Citerior, pero tampoco en el ámbito civil constituyó, ni mucho menos, un uso común. Tan solo en la Bética encontramos algunos testimonios de pedestales con tituli sepulcrales, y no en número muy elevado;165 y ya hemos visto que en Tarraco tan solo los hacían levantar colectivos específicos que pertencían a un estrato social similar al de muchos de los soldados. Por todo ello, estamos ante un rasgo que podríamos considerar como propio de la capital provincial y, concretamente, de los militares que sirvieron en el officium y gozaron de una relativa buena posición económica.

164 Conviene destacar, no obstante, que el ascenso al orden ecuestre era más común entre los centuriones que alcanzaban el rango de primipilos; una vez cumplido este cargo, desde su condición de primipilares, su servicio militar podía ser un buen trampolín para acceder a la clase de los caballeros. Si bien no era lo más común, contamos con numerosos ejemplos tal y como ya pusieron de relieve en su día los numerosos estudios de Pfaum (Cf. bibliografía general). Por su parte, los veteranos también contaban con buenas posibilidades de ascenso social, aunque era más común que, una vez cumplidos sus servicios, se integrarsen en los ordines locales de las colonias y municipos del Imperio, como magistrados urbanos, normalmente en sus lugares de origen o de retiro. Este fue un fenómeno frecuente en Italia y en muchas provincias, tal y como ha demostrado el completo estudio de C. Ricci (2002) al respecto. Sin embargo, en Hispania esta fue una coyuntura muy poco común a juzgar por los testimonios epigráficos; tan solo contamos con dos casos documentados, uno de ellos el del célebre veterano L. Caecilius Optatus (CIL II, 4514), que sirvió como centurión en Tarraco y, posteriormente, se retiró en Barcino, donde desempeñó importantes funciones en el ordo local. Su testamento revela que se enriqueció notablemente y en él se contemplan disposiciones para sugrafar juegos en la propia Tarraco, entre otras cláusulas. 165 Sorpredentemente, no los encontramos en otra capital provincial, como Augusta Emerita, ni en la provincia de Lusitania.

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Desafortunadamente, no conservamos ninguna de las imágenes que debieron de sustentar los pedestales. La mayoría de ellas habrían sido, probablemente, representaciones escultóricas de los difuntos, previsiblemente elaboradas con la misma piedra caliza que los pedestales, aunque no debemos descartar el empleo de otros materiales como el mármol o, incluso, el bronce. Las dimensiones de los cubos de estas bases parecen indicar que los tamaños de estas estatuas debieron de variar. Como veremos más adelante, la mayoría de estos pedestales funerarios pertenecen a las dos áreas de necrópolis que se emplazaron, extramuros, al suroeste y noreste de la ciudad. Podemos imaginar, pues, con cierta verosimilitud, un paisaje funerario en el que las estatuas de los soldados, subidas sobre sus postamentos, serían relativamente numerosas. Cabe apuntar, por último, que estos monumentos constituirían el mayor conjunto de representaciones figuradas de los militares del ejército romano de Hispania, habida cuenta de la generalizada escasez de estas en la documentación epigráfica tanto en la propia Citerior como en la Bética y la Lusitania. No obstante, y a priori, no podemos asociarlas formalmente al panorama de los retratos de militares esculpidos en las estelas funerarias que abundan en las provincias más militarizadas del Imperio o en la propia Italia. Desgraciadamente, aquí solo cabe esbozar hipótesis de reconstrucción, al no haber ninguna muestra conservada de estas estatuas que, sin duda, habrían enriquecido notablemente el corpus escultórico vinculado al exercitus Hispanicus. 6.2.4.4. Las estelas Otro de los tipos de monumento más empleados por los militares de Tarraco fue la estela funeraria. Las dataciones de los siete ejemplares documentados dibujan un horizonte cronológico de uso de las mismas relativamente bien definido. Todos los ejemplares se han fechado entre comienzos del siglo i d. C. y comienzos del II. Los más antiguos corresponderían al período augusteo (Cat., n.º 157) y a la época de Tiberio (Cat., n.º 075), aunque la adscripción tipológica a esta última nos parece dudosa, como luego explicaremos. Dos inscripciones presentan los epitafios de soldados de la legio VI Victrix, anteriores a la presencia de la VII Gemina en Hispania. El resto del material se fecha entre fines del siglo i d. C. y comiezos del II (Cat., n.os 079, 081 y 082), con dos casos que alcanzarían la mitad del siglo II (Cat., n.os 087 y 122). El principal obstáculo para la descripición formal y la clasificación tipológica de las estelas es el mal estado de conservación del conjunto. Ninguno de los monumentos se ha conservado entero y tan solo cuatro de ellos conservan sus cabeceras (Cat., n.os 079, 087, 122 y 157), mientras que de los demás ha quedado únicamente parte del cuerpo central o fuste de la pieza (Cat., n.os 075, 081 y 082); por tanto, la adscripción tipológica de los últimos testimonios mencionados se basa en el estudio de sus dimensiones y la disposición de los textos epigráficos en los soportes. Respecto a los materiales, el conjunto es claramente unitario; a excepción del conocido fragmento del veterano M. Coelius, de mármol rosado (Cat., n.º 075), todas han sido talladas sobre las habituales piedras calizas locales. Los ejemplares que conservan mayor cantidad del soporte original responden al modelo general de estela con cabecera semicircular, y tres de ellas incorporan motivos ornamentales.

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Tabla 96. Estelas funerarias de los militares de Tarraco. N.º Cat.

Soldado/ Rango [-B]etutius Satto

079

081

082

Materia/ Completa Caliza Santa Tecla

No. Veter. leg. VII Cabecera y Gem. fuste C. Valerius Caliza Avillius No. Solo Veter. leg. VII fuste Gem. Caliza Santa [---]? Tecla Mil. leg. VII Gem. [-]Rufonius [F]lavus

087 Mil. leg. VII Gem. L. Lovesius Placidus 122 Mil. leg. VII Gem. M. Iulius Maximus 157 Mil. leg. VI Victr.

Medidas

Cabecera/ Molduras Semircircular

(98) × (68) × 33 No

(44) × 34 × 11,5

No. Solo parte sup. y cabecera

Siglos i-ii d. C. (Fin siglo iprincipios siglo ii d. C.)

No

No

Siglos i-ii d. C. (Fin siglo iprincipios siglo ii d. C.)

No

No

Siglo i d. C. (Fin siglo i d. C.)

?

Siglo ii d. C. (1/2 siglo ii d. C.)

L. Iulius Victor (miles et heres)

Siglos i-ii d. C. (Fin siglo imediados siglo ii d. C.)

Círculo radiado esquemático Inciso

No

Siglo i d. C. (Augusto. Comienzos i d. C.)

No

M. Coelius Siglo i d. C. Sabinus (Augusto(miles, filius Calígula) et frater eius)

¿Semircircular? No

(27) × (36) × 9

¿Semircircular? Creciente lunar+roseta No hexapétala

Semircircular (80) × 59 × 36

No No

23,5 × 10-12 × No 12-15

Cronología

M. Iulius Fidelis (amicus et ¿miles?)

Creciente lunar+rosetas

No

No. Solo fuste Caliza Santa Tecla

No. Cabecera y fuste Caliza

Dedicante

¿Semircircular?

(56) × 47,5 × 11

No. Cabecera y fuste Caliza de Ilisos

Decoración/ Iconografía

Dudosas

075

M. Coelius L. Coelius Bellicus Veter. et mil. leg. VI Victr.

Mármol rosado

¿Semircircular? (28) × (48) × 19

No. Parte del fuste

Cimacio inverso

La fragmentación de los soportes en casi todos sus planos nos impide extraer conclusiones de conjunto y posibles patrones respecto a sus proporciones. Tan solo conservamos completos los grosores de las piezas que oscilan entre los escasos 9 cm del ejemplar más fino (Cat., n.º 081) y los 36 cm y 33 cm de los más gruesos (Cat., n.os 079 y 122). La mayoría de los fragmentos restantes varía entre los 11 y los 12-15 cm, pero sin conocer las alturas totales no podemos considerar los grosores relativos de las piezas. Cabe destacar, asimismo, que ninguno de los monumentos presenta delimitación ni trabajo específico del

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campo epigráfico y tampoco división en registros; en aquellos que incorporan decoración, los motivos se han esculpido incisos en la parte de la cabecera, sin delimitación de campo iconográfico. La única pieza que presenta molduras es el fragmento de inscripción funeraria dedicada al veterano M. Coelius (Cat., n.º 075), que presenta una moldura gruesa en forma de cimacio inverso, lo que nos hace sospechar, entre otros rasgos, de su categoría de estela. Por lo general, la calidad de los textos esculpidos en las estelas es buena; cuentan con epígrafes grabados en capitales cuadradas con remates y bien paginadas, interpunciones triangulares y, en ocasiones, hederae distinguentes cuidadosamente elaboradas (Cat., n.os 079, 081, 082 y 122). Destacan, en este último sentido, las estelas dedicadas al veterano [-]Bettutius Satto (Cat., n.º 079) y al soldado anónimo procedente de Vienna (Cat., n.º 082). Ambas muestran capitales cuadradas de excelente ejecución y una preparación de los soportes epigráficos perfectamente estudiada, con la cara inscrita bien alisada, los textos dispuestos en la parte superior del cuerpo central y las paginaciones rigurosamente organizadas. Algo más toscos en este sentido, pero igualmente cuidados, se muestran los monumentos dedicados al veterano C. Valerius Avillius (Cat., n.º 081) y al soldado L. Lovesius Placidus (Cat., n.º 122), que comparten las características generales ya mencionadas de los otros dos, aunque la ejecución de las capitales es algo menos cuidada. En todo caso, las cuatro estelas comentadas fueron, a todas luces, monumentos funerarios de cierta calidad dentro de su clase, productos, probablemente, de talleres epigráficos provistos de buenos especialistas. Por el contrario, otras dos estelas nos muestran una preparación y acabado significativamente bastos, las dedicadas a los soldados Rufonius Flavus (Cat., n.º 087) y M. Iulius Maxumus (Cat., n. º 157); ambas se caracterizan por los trazados y módulos irregulares de las letras y la escasa preparación del soporte, mal acabado y sin alisar. En cuanto a los motivos decorativos, la mayoría de los fragmentos conservados carecen de ellos, aunque la pérdida de gran parte de las cabeceras nos impide asegurarlo. Precisamente es en esta última parte donde incorporan la decoración conservada los tres monumentos que la conservan. En orden cronológico, la estela ya comentada de M. Iulius Maxumus tiene un círculo, esculpido inciso, con ocho radios rectos en el centro de la cabecera. El motivo, como el resto de la pieza, presenta una elaboración muy pobre y esquemática; parece que se ha querido representar una roseta de ocho pétalos inscrita en círculo, de manera sintética,166 que cuadra bien con la simbología eminentemente funeraria de dicho motivo y la escasa preocupación por los acabados del soporte ya mencionada. Hallamos, asimismo, rosetas en la estela de [-]Betutius Satto (Cat., n.º 079), que muestra un conjunto ornamental compuesto por un gran creciente lunar exciso y con las puntas hacia arriba en posición central, flanqueado por dos rosetas inscritas en círculo y otras más en el interior de la semicircunferencia del creciente. Estos últimos motivos están tallados con gran pericia técnica y los tres están inscritos en círculos incisos trazados a compás. Asimismo, presenta ocho pétalos en cada roseta, aparentemente trazados a bisel y de forma geométrica. El creciente lunar que domina la pieza está trazado de manera que los extremos se van apuntando progresivamente desde el arranque, en el que

Coincidimos, en este punto, con el análisis de de Alföldy: CIL II2, 14, 2, 14, 1066.

166

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son más gruesos. Los mismos motivos presenta la estela fragmentada de Rufonius Flavus (Cat., n.º 087), aunque, de nuevo, mucho más toscos. En este caso se trata de un creciente lunar inciso, del que hemos perdido los extremos junto con la cabecera, aunque sabemos que apuntarían hacia arriba, y, dentro del semicírculo, una roseta hexapétala de hojas geométricas trazadas a bisel y botón central, inscrita en círculo a compás inciso. Como hemos apuntado en más de una ocasión, los motivos como el creciente lunar y, sobre todo, las rosetas no eran exclusivos de los monumentos funerarios de los militares; ahora bien, ambos aparecen con frecuencia en las sepulturas de los soldados de Hispania, especialmente en las estelas de cronología relativamente temprana. Además, la combinación creciente lunar+roseta/rosetas es significativamente frecuente en diversas estelas sepulcrales de militares en la Citerior. Tabla 97. Estelas de militares con decoración: creciente+roseta en Hispania. N.º Cat.

Lugar

Soldado/ Rango L. Campilius Paternus

034

Arenisca

León Optio ala II Flavia

061

Material/ Completa

Rosinos de Vidriales

L. Herennius Callicus



Perdida

Medidas

Decoración

(225) × 56,5 × 14 cm

Roseta+crecientes +discos +escuadras+arcos

Siglo ii d. C. (1/2 siglo ii)

? × 60 × 14

Creciente+rosetas

Siglo i d. C. (CalígulaGalba)

(98) × (68) × 33

Creciente+rosetas

Siglos i-ii d. C. (Fin siglo iprincipios siglo ii d. C.)

(27) × (36) × 9

Creciente+roseta

Siglo ii d. C. (1/2 siglo ii)

68 × 31 × 0,2

Creciente+roseta +espigas

Siglo ii d. C.

250 × 68 × 30

Creciente+roseta

Siglo i d. C. (68 d. C.-fin siglo i d. C.)

?

Roseta+creciente

Siglo i d. C.

Mil. leg. X

[-B]etutius Satto 079

Tarragona Veter. leg. VII Gem. [-]Rufonius [F]lavus

087

Tarragona Mil. leg. VII Gem.

Iulius Capito 049

Luyego (León)

Mil. coh. I

Gallica 251

186

Vinebre (Tarragona)

C. Aebutius Tardus

Clunia (Burgos)

L. Visellius Niger

Caliza Santa Tecla No. Cabecera y fuste

Cronología

Caliza Santa Tecla No. Cabecera y fuste Pizarra No Caliza Sí Caliza Sí

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En cuanto a la ornamentación se refiere, a las estelas reseñadas habría que añadir tres altares votivos, ya analizados en los capítulos pertinentes, que incorporan la misma combinación de motivos (Cat., n.os 066: Petavonium; 039 y D42: Legio). En el análisis de alguno de estos monumentos ya pusimos de relieve la frecuencia con la que estos motivos aparecen en los altares, tanto funerarios como votivos, de los militares en provincias como Germania o Britannia, entre otras.167 En Tarraco y sus alrededores contamos con tres piezas decoradas con creciente y rosetas. Se trata de símbolos astrales que, como ya hemos explicado, están íntimamente relacionados con el mundo de la muerte; además creemos, en la línea de lo señalado en su día por Abásolo, que los militares pudieron jugar un papel importante en la introducción de estos motivos en el repertorio ornamental de los talleres de Hispania, que los habrían recibido y adaptado progresivamente. Resulta llamativo que en todos los ejemplares, menos en los dos aquí estudiados de Tarragona, esta decoración estuviera colocada normalmente en registros específicos, campos iconográficos que las estelas de esquemas bipartito o tripartito incorporaron para ello. Incluso la célebre estela de Vinebre en el ager Tarraconensis responde al mismo modelo, aunque se trata de una variante de un modelo general que podemos constatar a través de estos paralelos y sus cronologías. Las estelas tarraconenses pertenecen, por su tipología y tipo de decoración, al grupo o modelo de cabecera semicircular, presidida muchas veces por decoración de tipo astral y fitomorfo de características muy definidas, asociada en cierta medida a los militares. Todos los ejemplares que conocemos con roseta y creciente se fechan, aproximadamente, entre fines del siglo i d. C. y la primera mitad del ii, en cronologías algo más tardías que los primeros modelos provistos solo de rosetas o rosetas con escuadras, algunos de los cuales se remontan a comienzos y mediados del siglo i d. C. Una vez que hemos revisado las características formales de todo el conjunto de estelas tarraconenses, hablaremos de una pieza que merece especial atención. Se trata del fragmento de mármol rosado dedicado por M. Coelius Sabinus a su padre y a su hermano y fechado en época de Tiberio (Cat., n.º 075). El fragmento está roto por todos sus extremos menos el derecho, en el que presenta un grueso fragmento de moldura de cimacio inverso que limita el campo epigráfico, el cual aparece rebajado notablemente, además de delimitado. En sus últimos estudios, Alföldy clasificó el soporte como estela,168 pero una serie de rasgos morfológicos y algún posible paralelo nos llevan a poner en cuestión esta clasificación. En primer lugar, conviene recordar que ninguna de las estelas funerarias de los militares del repertorio tarraconense incorpora molduras ni delimitación del campo epigráfico; y tampoco esta característica es muy común en el conjunto de su epigrafía. A ello habría que añadir que no contamos con estelas de mármol en todo el repertorio de la capital provincial. Estos dos hechos ya hacen, de entrada, que la clasificación del soporte sea dudosa. El material y el tipo de molduración recuerdan más bien a la delimitación de las cartelas de los pedestales, o bien de las placas.169 El grosor completo de la pieza, que no parece haber sido cortada por detrás, a pesar de haber aparecido reutilizada en un

Vid. supra apartado 3.3.1.7: «La epigrafía votiva y los monumentos. Visión general». En el estudio de la documentación disponible se analizan estas piezas de manera individual y se integran los aspectos decorativos en un discurso global. 168 Alföldy, RIT, 1975, p.215; y CIL II2, 14, 2, 1065. 169 Por ejemplo, la placa fragmentada dedicada a G. Valerius (Cat., n.º 131). 167

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paramento, alcanza los 19 cm, una dimensión que no conviene a su clasificación como placa, ya que todas las del repertorio tarraconense, no solo las de los militares, no pasan de los 5-7 cm como máximo.170 Por otra parte, la disposición del texto, que es más vertical que horizontal, con todas las líneas conservadas alineadas en el margen izquierdo, tampoco parece corresponder con una placa.171 Un posible paralelo sería un fragmento de mármol moldurado que Alföldy clasifica como placa, que mide (2) × (49) × 16 cm.172 El grosor se acerca significativamente a los 19 cm de nuestra inscripción y la pieza presenta restos de una moldura inferior muy similar que delimitaría el campo epigráfico. Sin embargo, se trata de un fragmento muy pequeño del que conservamos apenas cinco letras, por lo que no nos proporciona base suficiente para una identificación. Por tanto, habría que descartar que pudiera tratarse de una placa. Respecto a los pedestales, el grosor de 19 cm no nos permite identificar nuestra pieza como tal; además, la cronología tiberiana del epígrafe y el lugar de hallazgo también imposibilitan esta última adscripción. Por ello mismo, Alföldy clasificó como estela la pieza; no obstante, si se trata de una estela, no pudo ser similar a las que documentamos en la capital provincial. Ninguna de las características morfológicas del fragmento conservado encaja bien con las opciones de clasificación propuestas. Por ello, nos vemos obligados a proponer opciones diversas a modo de hipótesis. En Augusta Emerita nos topamos con otro fragmento de monumento funerario que ha perdido también sus extremos superior e inferior.173 La pieza, de granito gris, mide (72) × 64 × 34,5-37 cm y el campo epigráfico está rebajado notablemente y delimitado por doble moldura a base de listel interior y doble bocel exterior; la parte trasera no está trabajada, lo que lleva a pensar que el monumento fue concebido para no ser visto desde atrás. Asimismo, el fragmento conservado hace pensar que se trata tan solo de la mitad, o algo menos, del soporte completo. Por otra parte, el epígrafe consigna el epitafio de un veterano de la legio X Gemina de origen emeritense, que los editores de la pieza reconstruyen como [?P(ublius) Iustul?]enus Aper y lo datan entre fines del siglo i y comienzos del ii d. C.174 Aquí nos interesa particularmente la hipótesis de reconstrucción que proponen los editores para el monumento, pues consideran que podría tratarse de una gran estela de cabecera semicircular, de unos 140 o 150 cm de altura, quizá decorada con una roseta central y con el campo epigráfico rehundido y moldurado.175 La molduración, así como la disposición del texto, ajustado a la anchura del campo epigráfico y dispuesto verticalmen-

Hemos comprobado todos los ejemplares conservados de placas de Tarragona y la media de grosores oscila en torno a los 3-4 cm, habiendo muchas incluso por debajo de estas medidas. 171 En este sentido, cabría destacar una placa de mármol blanco (CIL II2, 14, 2, 1439) que muestra un texto íntegro en capitales cuadradas, dispuesto en nueve líneas alineadas alternativamente a la izquierda y centradas. La disposición del texto es vertical, pero el grosor total, y original, del soporte es de 5 cm y la pieza no incorpora moldura alguna, por lo que no podemos emplearla como paralelo. 172 CIL II2, 14, 2, 1236. 173 Edmondson e Hidalgo Martín, 2007, pp. 479-507. Para el monumento mencionado en concreto, cf. pp. 483-487, con estudio completo por parte de los autores. 174 Ibidem, p. 487. 175 Concretamente la asignan, en base a dos paralelos concretos de estelas emeritenses de granito, a una variante de los tipos I o IId de estelas emeritenses establecidos por Edmondson. Cf. Edmondson e Hidalgo Martín, 2007, p. 485 y n. 14. Ver especialmente p. 485, fig. 5, con propuesta gráfica de reconstrucción. 170

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te, invitan a pensar que podría tratarse de una estela funeraria de un tipo similar al emeritense, lo que nos permitiría explicar, en principio, su ya mencionado grosor de 19 cm. A ello habría que añadir que el horizonte cronológico de los tipos mencionados de estelas emeritenses se extendería desde los primeros años de la fundación de la colonia, en el año 25 a. C., hasta inicios del siglo ii d. C. Esto salvaría la diferencia cronológica entre ambos monumentos, pues el de Tarragona se data en época tiberiana y el emeritense a inicios de segunda centuria d. C. Cabría señalar, por otra parte, una serie de consideraciones que limitan o ponen en entredicho la asimilación con los tipos emeritenses. En primer lugar, todas las estelas procedentes de Mérida fueron elaboradas en granito y no en mármol, como la de Tarragona, que es un material ciertamente peculiar para tallar una estela de estas características. Además, las dimensiones que podemos considerar útiles para la clasificación de ambos soportes difieren considerablemente: la anchura conservada de la pieza tarraconense es de 48 cm, y la de la emeritense, conservada entera, de 34 cm. Si observamos la disposición del texto del epitafio del M. Coelius y el tamaño de las letras de las primeras líneas, habría que calcular, como mucho, unos 8-10 cm más de ancho de la pieza en total; así que esta sería en torno a 20 cm más ancha que la estela del vetererano de Mérida. Con el grosor ocurre justamente lo contrario, es la estela de Iustulenus, con 35-37 cm totales, frente a los escasos 19 cm totales de la tarraconense, la que resulta mucho más gruesa. Precisamente, el gran grosor de la pieza emeritense justifica que pudiese alcanzar cerca del metro y medio de altura y sostenerse siendo relativamente estrecha. En cambio, en nuestro caso, los 19 cm de grosor parecen escasos para que la pieza pudiese ser muy alta, aunque es cierto que debió ser notablemente más ancha. Si tenemos en cuenta la altura de las letras de las tres líneas de texto conservadas, decreciente, los espacios interlineales y el hecho de que poseemos el texto completo gracias a una copia manuscrita, podríamos aproximar, de manera muy general, la altura de la cartela del epígrafe de M. Coelius a unos 70-80 cm aproximadamente. A estos habría que sumar la cabecera y la parte inferior perdidas, por lo que, en este caso, la estela completa podría haber alcanzado una altura similar a las emeritenses. No obstante, el escaso grosor seguiría siendo un argumento en contra de que pudiera mantenerse bien en pie. Teniendo en cuenta que la parte trasera del fragmento conservado esta apenas desbastada, habría que considerar también una segunda opción: que pudiera tratarse de una suerte de bloque diseñado para ser empotrado en posición vertical en la jamba o muro de algún monumento funerario mayor. Así las cosas, y a nuestro juicio, caben las dos opciones mencionadas de restitución del monumento, aunque podemos añadir un posible argumento suplementario en favor de la primera. Según los editores, el nomen del dedicatario del monumento emeritense, Iustulenus, sugiere que el veterano podría haber sido descendiente de uno de los primeros veteranos fundadores itálicos de la colonia.176 En este contexto, conviene recordar que nuestro veterano M. Coelius era, como hemos podido comprobar, oriundo de Dyrrachium y se habría retirado en Tarraco, donde su hijo le habría dedicado el monumento a él y a su otro hijo, su hermano o hermanastro, L. Coelius Bellicus. Por tanto, quizá podamos hablar efectivamente de un monumento funerario en forma de estela

176

Ibidem, p. 488.

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de cabecera semicircular y campo epigráfico moldurado, quizá decorada, para nuestro epígrafe tarraconense, en la línea del fragmento de Mérida. La ascendencia itálica del veterano emeritense nos pone sobre la pista de tipos de monumentos que quizá trajeron consigo los primeros veteranos asentados en la Hispania augústea tras el fin de las guerras cántabras. La estela de Mérida correspondería a una «segunda generación» de soldados ya hispanos, hijos de los primeros colonos; pero en el caso de Coelius Sabinus, cabría pensar que pudo enterrar a su padre y hermano con un tipo de monumento ajeno a los modelos conocidos en Tarraco y similar al ya descrito en la capital de Lusitania. Volviendo al plano general, podemos reseñar algunas consideraciones respecto a los dedicantes y dedicatarios de las estelas tarraconenses. Al igual que en el caso de las placas, ninguno de los dedicatarios de este tipo de monumentos se representa específicamente como miles principalis ni como centurión en los epitafios; todos pertenecen a milites o veterani que no presentan, por lo general, dedicantes (Cat., n.os 081, 082, 087 y 157), o bien estos son camaradas (Cat., n.os 079 y 122), y en algún caso los compañeros de oficio son designados específicamente como herederos (Cat., n.º 122). El caso ya visto de M. Coelius presenta un dedicante a la vez soldado y familiar del difunto (Cat., n.º 075). Respecto a la mención exclusiva de los soldados difuntos como milites o veterani sin más especificación, habría que recordar, en primer lugar, un aspecto ya comentado en relación con las dataciones de las piezas. Todo el elenco se fecha en cronologías anteriores a mediados del siglo ii d. C., desde el período augusteo, pasando por época de Tiberio y, mayoritariamente, entre fines del siglo i d. C. y comienzos del ii. En estas fechas aún no se había asentado la mención específica a la condición de especialista en los rangos de los soldados, por lo que no podemos saber, en este caso, si las estelas conservadas pertenecieron a uno u otro tipo de soldados. La estela es un tipo de soporte que podría adaptarse, en principio, a toda clase de capacidades económicas, al tratrase de un monumento menor de carácter señalizador de la sepultura. No obstante, resulta igualmente significativo que en Tarragona no la empleara ningún centurión específicamente consignado. Los epitafios presentes en las estelas tarraconenses recuerdan, en alguno de sus elementos, como las frecuentes menciones de centuria, a los de los materiales funerarios más antiguos de los soldados del exercitus Hispanicus. La información disponible no nos autoriza, ni por su cantidad ni por aspectos cualitativos, a establecer ningún tipo de relación entre el rango y clase social de los dedicatarios, y algunos dedicantes, y el tipo de soporte en sí. De cualquier modo, sí podemos destacar que, por lo general, parece que la mayoría de los personajes enterrados con una estela se limitan a la condición de soldados rasos o exmilitares. Sin duda, las estelas funerarias de diversas tipologías, aunque mayoritariamente de cacebera semicircular, fueron uno de los tipos de monumentos más utilizados por los militares de Tarraco, especialmente en el primer siglo del Imperio, y hubieron de estar muy presentes en las dos zonas de necrópolis de la capital. Sin duda, la diversidad de tipos también se dio, como hemos podido comprobar, en la calidad de las elaboraciones, en la que habría tenido que ver el poder adquisitivo de los comitentes y de los propios difuntos. Conviene considerar, antes de finalizar el tratamiento de las estelas, la relación del conjunto «militar» con el repertorio general de las mismas en Tarraco. Es particularmente significativa la escasez generalizada de estelas en la capital; tan solo se han atestiguado seis ejemplares, aparte de las nueve ya comentadas, que incorporan epitafios de

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soldados.177 Es significativo que tan solo dos de las estelas de este último conjunto fueran elaboradas en piedra caliza, las de mejor factura, mientras que todas las demás son de piedra arenisca, un material relativamente poco utilizado en la epigrafía de la ciudad. En cuanto a la tipología, las mejor trabajadas portan decoración y motivos figurados y presentan cabeceras semicirculares, mientras que dos están fragmentadas. Los ejemplares tallados en arenisca se caracterizan por su tosca elaboración. En el primero de ellos se intuye una cabecera de tipo semicircular, pero la pieza está sin tallar y carece de elaboración alguna, hasta tal punto que el texto está grabado sin paginación alguna, sobre una cartela sin alisar.178 La segunda, de piedra arenisca también, está paginada, pero presenta los mismos rasgos básicos que la ya mencionada.179 Ambos epígrafes han sido datados entre comienzos y mediados del siglo i d. C. Las tres estelas elaboradas en caliza local se conservan enteras y son ejemplares de una excelente elaboración. Todas presentan cabeceras de medio punto, división de registros y molduras elaboradas. La primera destaca por su particular tipología; presenta cabecera semicircular pero rematada por un fastigium moldurado provisto de volutas y que está ornada con roseta geométrica y decoración fitomorfa en el tímpano del frontón triangular;180 dicha cabecera presenta moldura con cimacio y en el centro está decorada con un vaso del que brotan ramas, el campo epigráfico aparece delimitado por dos pilastras laterales con capiteles corintios y el texto está grabado en capitales elegantes, perfectamente paginado y con hederae de excelente ejecución. La segunda estela es muy similar a la anterior, aunque no incorpora fastigium adosado a la cabecera; sus molduras son idénticas a las de la estela anterior, pero la decoración del interior consta de una escuadra de mensor, norma mensoris, flanqueada por dos delfines; el campo epigráfico está delimitado por una moldura en forma de cyma reversa y el texto está ejecutado con capitales elegantes y bien paginado.181 Ambas piezas se fechan en el siglo ii d. C. y, tal y como ya señaló Alföldy, pertenecen sin duda a un mismo taller epigráfico, que podríamos caracterizar por la calidad de sus produccio-

Hemos realizado el cálculo de ejemplares revisando, lo más exhaustivamente posible, los volúmenes del CIL de Alföldy sobre Tarraco, aparecido en 2014. Conviene tener en cuenta que algunos monumentos fragmentados, por su grosor, podrían corresponder originalmente a estelas. Sin embargo, son pocos los que presentan dudas sobre su clasificación como tal, por lo que el número de seis, mas las nueve de militares, no variaría mucho. Habría que añadir, además, al menos un ejemplar más procedente del ager, la célebre estela de Vinebre (CIL II2, 14, 2, 814), muy bien estudiada, y quizá algún otro fragmento hallado en localidades próximas a Tarragona. 178 CIL II2, 14, 2, 1607. Estela de piedra arenisca de cabecera fragmentada por arriba, pero de presumible cabecera semicircular. La piedra es muy tosca y está sin desbastar. El campo epigráfico no está alisado ni delimitado ni rebajado. El texto es muy pobre y carece de paginación ni cuidado. La pieza está dedicada a Lucia, porci Filia, en un epitafio parco. 179 CIL II2, 14, 2, 1686. Es un fragmento de la parte central de una estela de piedra caliza de la que no conocemos el remate. El texto está grabado en capitales cuadradas poco cuidadas. El epitafio está dedicado a Decimus Titurnius por su liberto Diphilus. 180 CIL II2, 14, 2, 1999. El comentario de Alföldy no abunda en las particularidades tipológicas. La estela está dedicada a Gavia Athenaida por su compañero, el liberto L. Fabius Victor. La dedicataria sería, presumiblemente, una liberta. Alföldy piensa que podrían haber sido libertos de un flamen de la colonia. El propio Alföldy fecha la pieza en torno al siglo ii d. C. 181 CIL II2, 14, 2, 1645. La estela está dedicada a L. Popilius Prunicus por su hijo G. Cornelius Primigenius. 177

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nes.182 Una tercera pieza de caliza local presenta dos registros, uno en la cabecera para la decoración y el otro para el campo epigráfico, pero ninguno de ellos ha sido grabado, ni con decoración ni con texto; la preparación del soporte denota una factura cuidada.183 La parquedad de los epitafios no nos permite averiguar mucho acerca de los personajes de las estelas de los «civiles». Sí cabe apuntar que las peor elaboradas presentan los epitafios más sobrios, que se reducen a la mera mención del difunto y el dedicante, mientras que, entre las de mayor calidad, una nos presenta una pareja de libertos que probablemente habrían sido manumitidos por un flamen. La información, puesta en conjunto, indica que las officinae tarraconenses produjeron sobre todo, o casi siempre, estelas de cabecera semicircular, en piedra caliza de Santa Tecla o arenisca, y sujetas a una notable diversidad en lo referente a la calidad y el acabado. Asimismo, las cronologías encajan bien, señalándonos un límite de su utilización hacia mediados del siglo ii d. C. No obstante, si dejamos de un lado los rasgos básicos y la ejecución en sí, nos da la impresión de que el horizonte de las estelas de los militares poco tiene que ver con el de las atestiguadas para los civiles de Tarragona. Cuando observamos el grupo de las inscripciones de civiles nos topamos con dos tipos de rasgos y calidades muy diversas. El elenco de estelas revisado cuenta con los dos ejemplares mejor trabajados de todos los conservados en Tarraco y con otros muy toscos elaborados en arenisca sin ninguna preparación del soporte. El tipo formal y conceptual que muestran las mejores estelas de los civiles, con las cabeceras y campos epigráficos moldurados, pilastras con capiteles, campos epigráficos delimitados por cyma reversa, frontones moldurados y decorados con motivos figurativos y fitomorfos, no aparece en las estelas de militares. Incluso las de mejor ejecución, como la de [-]Betutius Satto (Cat., n.º 079), se limitan a los motivos estrictamente funerarios y relativamente sencillos, como son las rosetas geométricas o esquemáticas o el creciente lunar, si es que portan decoración. Por otra parte, ninguno de los monumentos más toscos o «pobres» carece de cierta preparación del soporte y del campo epigráfico. No hallamos, pues, fácil acomodo para integrar el repertorio de estelas de soldados en el elenco general, como sí ocurre con las placas o los pedestales. Los modelos de cabecera semicircular de los soldados no incorporan tampoco división de registros ni rehundimiento del campo epigráfico. Cabe señalar, asimismo, que no hallamos rosetas hexapétalas inscritas en círculos de pétalos geométricos, dentro el repertorio ornamental de la epigrafía tarraconense, más que en los epígrafes de los soldados ya descritos, así como tampoco crecientes lunares. Las rosetas suelen aparecer mayoritariamente en altares, talladas de forma geométrica y esquemática,184 Alföldy, CIL II2, 14, 2, 1645: comentario. CIL II2, 14, 2, 1713. El campo iconográfico, en la parte central de la cabecera, está rehundido notablemente. Un baquetón divide la pieza del fuste, cuya parte superior está rebajada y delimitada por marco simple. La pieza fue, sin duda, preparada para alojar un epígrafe, yprobablemente decoración, que nunca llegó a tallarse. 184 CIL II2, 14, 2, 1999: los pétalos apenas están destacados por líneas curvas y no se aprecia botón central. En los pulvinos de los altares del sevir C. Sulpicius Euclides (CIL II2, 14, 2, 1263) y Aemilia Tryphosa (CIL II2, 14, 2, 1443), ejecutadas a base de círculos concéntricos de mayor a menor diámetro. El más pequeño como botón central, separado del más amplio por un círculo más. En el más grande los pétalos se han marcado mediante incisiones. Cabe destacar, dentro de los modelos excisos, las rosetas esculpidas en los pulvinos del altar de S. Urcisinus (CIL II2, 14, 2, 1632). 182 183

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excisas y con pétalos carnosos185 o de forma muy esquemática, como en la estela del miles C. Iulius Maximus (Cat., n.º 157). El único tipo de roseta tallado inciso, y no exciso, muy similar a los incluidos en las estelas de soldados,186 es el del altar funerario dedicado a Felicianus,187 un modelo con coronamiento muy peculiar que Alföldy clasifica como cipo. La roseta está ejecutada con la misma técnica que las ya mencionadas, aunque algo peor elaborada. La pieza se ha fechado a lo largo del siglo iii d. C. Aunque los talleres que realizaron unas y otras estelas hubieron de ser los mismos, da la impresión de que el concepto de monumento funerario no fue único. La comparación del material de los militares con el resto del elenco tarraconense nos confirma, por una parte, las cronologías propuestas, y por otra, la diversidad de monumentos ya apuntada, no tanto desde un punto de vista estrictamente formal como del técnico y estético. Es de señalar, asimismo, el aparentemente escaso éxito que tuvieron las estelas como solución para señalar y embellecer los sepulcros de la población. Los números disponibles sugieren que los militares pudieron ser uno de los colectivos sociales que empleó las estelas con mayor profusión. No podemos aportar una explicación específica para esta cuestión, al no contar con un corpus suficientemente cuantioso de monumentos conservados, aunque tal cuestión podría estar relacionada, a nuestro juicio, con las particularidades en la factura de las estelas de soldados ya apuntadas y, a su vez, con las procedencias de dichos militares. Es particularmente significativo que ninguno de los milites que se enterraron en Tarraco con estelas funerarias procediera de la capital ni de áreas cercanas. M. Coelius y, probablemente, su hijo procedían de Dyrrachium, y conviene tener en cuenta los paralelos emeritenses, y a su vez itálicos, que apuntamos para su estela funeraria. [-]Betutius Satto (Cat., n.º 079), C. Valerius Avillius (Cat., n.º 081) y el soldado anónimo de Vienna (Cat., n.º 082) provenían de la Galia Narbonense. Todos ellos desempeñaron su servicio en la legión más bien hacia el último tercio de la primera centuria, y las estelas se fechan, como hemos visto, entre fines del i d. C. y comienzos del siglo siguiente. Los demás individuos procedían de diversos puntos de Hispania, todos ellos alejados de la capital de la Citerior: Rufonius Flavus (Cat., n.º 079) era bracaraugustano, adscrito a la tribu Galeria, y L. Lovesius Placidus (Cat., n.º 122) procedía de Scallabis, capital de unos de los conventus del sur de Lusitania. Además, de los siete epitafios documentados, tres nos muestran que los monumentos fueron levantados para los soldados difuntos por compañeros de armas. Las estelas de soldados documentadas en Tarraco parecen remitir, desde un punto de vista iconográfico y formal, al horizonte del Valle del Duero y el noroeste, aunque no presentan subdivisión en registros. Las diferencias morfológicas e iconográficas antes apuntadas, con respecto al resto del material de Tarraco, y la procedencia de los dedicatarios y dedicantes de fuera de Tarraco y sus proximidades, concretamente de la zona de la Narbonense y del noroeste de la Citerior, nos llevan a pensar que

Como en los pulvinos del ara funeraria dedicada al séviro M. Herennius Mascellius: CIL II2, 14, 2, 1254. 186 Concretamente las de [-]Betutius Satto (Cat., n.º 079) y Rufonius Flavus (Cat., n.º 087). 187 CIL II2, 14, 2, 1547: incorpora una roseta hexapétala incisa e inscrita en círculo, con botón central y pétalos gemométricos en el centro del coronamiento. 185

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quizá la presencia de estos modelos de estelas responde a la importación de algunos de los gustos estéticos y simbólicos de los militares. Si bien el modelo de estela con cabecera de medio punto ya existiría, los milites lo adaptaron a su propio gusto. Los soldados habrían llevado consigo a la capital algunos motivos iconográficos vinculados al ámbito castrense, aunque no exclusivos de él. Las rosetas hexapétalas incisas o los crecientes lunares, que solo encontramos en sus estelas, las habrían hecho incorporar a sus monumentos, dado que formarían parte de su «imaginario simbólico funerario» en un ámbito, el tarraconense, en el que la estela no formó parte de los gustos sepulcrales mayoritarios de la población, ni siquiera de los de más baja extracción social. 6.2.4.5. Los altares La nómina de aras funerarias conservadas en el corpus militar tarraconense asciende a siete ejemplares. Algunos de los monumentos, hoy perdidos, que se han considerado como pedestales, por criterios de disposición hipotética del texto, podrían ser también aras, concretamente seis de ellos (Cat., n.os 094, 102, 106, 113, 118 y 127). Ello aumentaría el cómputo de altares en detrimento del de pedestales, pero no contamos con certezas para asegurarlo, a pesar de que los textos parecen apuntar más en la dirección de los estos que de aquellos. Tabla 98. Altares funerarios de los militares de Tarraco. N.º Cat.

Soldado/ Rango C. Valerius Reburrus

101

Medidas

Caliza

Sí (empotrada Veter. leg. VII pared) Gem. L. Valerius Reburrus

103

Material/ Completa

?

Caliza de Ilisos

Fastigium +volutas

Sí 50 × 39 × 34 Frumentarius (fragmentada leg. VII Gem. coron. y zócalo) L. Anteius Flavinus

105 Bf. Cos. leg. VII Gem.

Caliza Santa Tecla Sí. Coron. +fuste +zócalo

Coronamiento/ Decoración/ Dedicante Cronología Molduras Iconografía Fastigium Marcia +volutas Procula Siglo ii d. C. (uxor) y (2/2 Siglo ii No Cimacio inverso Valerius d. C.) (cabecera y Reburrinus zócalo) (filius)

Cimacio inverso (cabecera) Cimacio (zócalo)

No

Valeria Calliste (mater)

Siglos ii-iii d. C. (Fin siglo ii d. C.- med. siglo iii d. C.)

No

Anteius Antiochus (libertus)

Siglos ii-iii d. C. (Fin siglo ii d. C.- med. siglo iii d. C.)

Fastigium +acróteras +focus 155 × 71 × 45 Cimacio (cabecera) Cimacio inverso (zócalo)

Gladius, Anejos 19, 2021 N.º Cat.

Soldado/ Rango M. Aurelius Lucilius

Material/ Completa Caliza de Ilisos

119 Centurio leg. No. Fuste y VII Gem. base Staberius Felix Caliza de Ilisos Miles discens armaturae No. Fuste leg. VII Gem. Publicius Apronianus Caliza

123

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Medidas

(128) × 76 × 65

(64) × (38) × (28)

Coronamiento/ Decoración/ Molduras Iconografía Cimacio inverso (en zócalo)

Perdidas

Tímpano Centiurio Sí 155 × 58 × 56 +pulvinos (hastatus) leg. Coron. +fuste XXII Prim. +zócalo

126

Dedicante

525

Cronología

No

Ulpia Iuventina (uxor et heres)

Siglos ii-iii d. C. (Fin siglo ii d. C.- med. siglo iii d. C.)

No

Cives et confratres (milites)

Siglos ii-iii d. C. (Fin siglo iiprincipios siglo iii d. C.)

Motivo solar (tímpano) +rosetas (pulvinos)

Avidia Nice (uxor) Dedicataria

Siglo ii d. C. (2/2 Siglo ii d. C.)

Dedicante T. Cassius Flavinus

Sí. Coron. fragmentado Centurio +fuste legio X Gem. +zócalo

158

Tímpano +pulvinos

Caliza 65 × 47 × 38

Molduras cabecera y base: cimacio inverso. Campo epig.: cimacio inverso

No

Siglo ii d. C. Chrysampelo 2 ( /2 Siglo ii (libertus) d. C.)

Centrándonos en el material conservado, el altar supuso, junto con el pedestal, una de las soluciones predilectas de la población tarraconense para levantar sus monumentos funerarios. Como los pedestales, los altares aparecen en la capital a partir de la primera mitad del siglo ii d. C. y se generalizan a lo largo de esa centuria.188 La documentación alusiva a los militares presenta una secuencia cronológica uniforme que comprende desde la segunda mitad del siglo ii d. C. hasta mediados del iii, con muchos de los ejemplares fechados entre fines del siglo ii d. C. y mediados del siguiente. El registro de materiales de elaboración se muestra igualmente uniforme, siendo la piedra caliza local el único que aparece en todo el repertorio. El estado de conservación de las piezas es ciertamente defectuoso, pero, en términos generales, mucho mejor que el de las placas, los pedestales y las estelas. Contamos con cinco testimonios conservados prácticamente enteros (Cat., n.os 101, 103, 105, 126 y 158), que arrojan medidas variables. Los ejemplares más pequeños se limitan a los 50 y 65 cm de altura respectivamente (Cat., n.os 103 y 158), mientras que los más grandes alcanzan el metro y medio (Cat., n.os 105 y 126). Al conservar, en la gran mayoría de los casos, lo elementos constitutivos básicos de las aras, podemos establecer ciertas consideraciones formales de conjunto.

Alföldy, CIL II2, 14, vol. II.

188

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En primer lugar, las soluciones para los coronamientos se muestran variables. Contamos con el modelo básico a base de fastigium triangular, acompañado tanto de pulvinos como de volutas y acróteras (Cat., n.os 101 y 105, respectivamente). Dos ejemplares incorporan, asimismo, pulvinos flanqueando un tímpano central apenas desarrollado (Cat., n.os 126 y 158). El altar más pequeño del conjunto no incorpora coronamiento visible, tan solo trazas de un tímpano, probablemente rodeado de acróteras, y un gran focus (Cat., n.º 103).189 En fin, no conservamos ni cabeceras ni coronamientos de dos de los ejemplares (Cat., n.os 119 y 123). En este apartado volvemos, por tanto, a señalar nuestras dudas sobre la asignación tipológica del monumento dedicado al veterano centurión M. Aurelius Lucilius (Cat., n.º 119), que podría ser tanto un pedestal como un altar. En cuanto a la molduración, todos los altares presentan la misma solución con ejecuciones de alta calidad. Las cabeceras y zócalos o bases se separan de los fustes mediante elaboradas molduras en forma de cimacio inverso, en ocasiones dobles (Cat., n.os 101, 103 y 158); otras en una sola moldura de mayores proporciones (Cat., n.os 105 y 126). Asimismo, los campos epigráficos se presentan mayoritariamente exentos de delimitación y los textos ocupan todas sus superficies, por otra parte bien alisadas. De hecho, tan solo un único ejemplar muestra molduración en forma de cimacio inverso que enmarca una cartela sin rebajar (Cat., n.º 158). Todos los altares con sus elementos conservados muestran, además, potentes basamentos, caracterizados por su altura y volúmen y moldurados en sus partes superiores. Si consideramos la elaboración de los textos epigráficos, el rasgo general es la buena ejecución de los mismos, aunque quizá se perciben dos niveles. Dos de los testimonios (Cat., n.os 126 y 158), a pesar del deterioro de las cartelas, nos muestran textos en capitales cuadradas canónicas de remate triangular, perfectamente paginados, con distancias interlineales regulares; se trata de los altares que representan los dos testimonios de mayor calidad. Otros dos textos (Cat., n.os 103 y 105) presentan letras capitales cuadradas, relativamente bien cuidadas, pero de ductus más irregular, trazos más imprecisos y ordinationes ligeramente inclinadas respecto al eje de simetría de los soportes. En uno de los casos (Cat., n.º 103) se perciben ciertas dificultades por parte del lapicida para adaptar el contenido a la cartela. Otros tres epitafios (Cat., n.os 101, 119 y 123) constituyen los ejemplos de menor calidad del conjunto. Uno de ellos, el de C. Valerius Reburrus (Cat., n.º 101), muestra capitales rústicas de trazo impreciso y módulos variables y paginadas de manera irregular. Los otros dos, las inscripciones dedicadas al centurión Aurelius Lucilius (Cat., n.º 119) y al discens armaturae Staberius Felix (Cat., n.º 123), presentan textos largos difícilmente adaptados al espacio de cartelas sin delimitar, de capitales oblongas propias de fines del siglo ii d. C. y comienzos del iii. Los acabados de los soportes y las irregularidades en los módulos, trazos y paginación de los textos revelan una factura más bien tosca en relación con las calidades de otros soportes del conjunto. Resta considerar los comitentes y dedicatarios que encargaron y recibieron este tipo de monumentos. En primer lugar, conviene destacar que, en el caso de los altares, de nuevo nos topamos con un modelo de soporte en el que aparecen de forma casi exclusiva como dedicatarios milites principales y centuriones. Curiosamente, las aras que hemos mencionado como de peor factura (Cat., n.os 101 y 123) corresponden, respectivamente,

Véase la descripción a cargo de Alföldy (CIL II2, 14, 2, 1061).

189

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a un veteranus, C. Valerius Reburrus, y al discens armaturae (Cat., n.º 123), rangos que no pertenceían a la categoría de los principales. Los altares dedicados a los principales L. Valerius Reburrus (Cat., n.º 103) y L. Anteius Flavinus (Cat., n.º 105) son, precisamente, los mismos dos que hemos mencionado caracterizados por su buena ejecución, pero con algunas imprecisiones; y el resto del material disponible (Cat., n.os 119, 126 y 158) corresponde a centuriones, entre ellos los ejemplares mejor elaborados. Cabe apuntar que un caso (Cat., n.º 126), el del centurio hastatus P. Apronianus, el dedicante del gran altar, lo hace para su esposa fallecida, Avidia Nice. Los demás corresponden a epitafios para los militares, que les fueron dedicados, junto a los monumentos, por diversos allegados, básicamente familiares o libertos (Cat., n.os 101, 103, 119 y 126: uxores, filii et matres, por cantidad de testimonios; y n.os 105 y 158: liberti). Excepto en el caso ya comentado del centurión M. Aurelius Lucilius, en cuyo epitafio aparece su mujer Ulpia Iuventina, también mencionada expresamente como heres (Cat., n.º 119), no contamos con expresiones específicas sobre la condición de herederos de los dedicantes, aunque sus vínculos y el hecho de que aparezcan como dedicantes de los epitafios sugiere que, al menos la mayoría, debieron actuar como tales y, probablemente, siguiendo las dispotestamentarias difuntos. por rango militar. Figurasiciones 14. Altares funerariosdedelos Tarragona

Centuriones 43 %

Milites gregales 0%

Milites principales 43 %

Veterani 14 % Figura 14. Altares funerarios de Tarragona por rango militar.

La proporción de altares levantados por o para militares es reducida respecto al conjunto total de los de Tarraco, donde parece haber sido un tipo de monumento preferido por la población; además, tampoco se trata del más abundante entre los propios soldados. Sin embargo, las aras funerarias dedicadas por o para militares constituyen una proporción importante en la nómina total de este tipo de monumentos documentados en la capital. La cifra total de aras funerarias de Tarragona asciende a unas 44, la más alta después de las placas. Es significativo comprobar que no hallamos altares pertencientes a miembros de los ordines senatorial ni ecuestre. Buena parte de los ejemplares conservados incorporan epitafios dedicados a libertos influyentes dentro de la sociedad capitalina, normalmente miembros del staff administrativo del officium procuratoris190 o

CIL II2, 14, 2, 1092: altar dedicado a P. Septimius, liberto y adiutor procuratris p. H. C.; CIL II2, 14, 2, 1095: altar dedicado a Favor, liberto imperial y tabularius, por sus hijos; y CIL II2, 14, 2, 1099: altar dedicado a Victor, arcarius de la XX libertatis. 190

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bien a seviri;191 pero también a individuos de baja extracción social, aunque con cierta relevancia como integrantes de collegia y representantes de officia privados.192 Ahora bien, la gran mayoría de altares funerarios documentados corresponde a los conocidos como tituli sepulcrales communes en la terminología del Corpus Inscriptionum Latinarum; es decir, por lo general, a miembros de la plebe tarraconense que escogieron estos soportes para señalar y ornar sus sepulcros. A estos pertenecen unos treinta testimonios en total, tanto de individuos originarios de Tarraco y su entorno, como de otros que procedían de diferentes puntos de Hispania y del Imperio.193

Figura 15. Altares funerarios en Tarragona por clases sociales. Milites Plebs Officia et Collegia Seviri Augustales Liberti (Officium procuratoris) 0

5

10

15

20

25

30

35

Figura 15. Altares funerarios en Tarragona por clases sociales.

Tanto en sus rasgos tipológicos básicos como en su ejecución, los altares de los militares no muestran particularidades específicas respecto al repertorio global de tales soportes sepulcrales en la capital provincial. Al igual que en el caso de las placas y los pedestales, los altares funerarios, y también los votivos, labrados por los talleres epigráficos tarraconenses muestran, por lo general, un alto nivel de calidad. Las piezas conservadas señalan coronamientos compuestos tripartitos, con tímpanos o fastigia194 flanqueados por volutas o pulvinos y cabeceras y zócalos moldurados. Los campos epigráficos aparecen en casi todos los casos sin delimitar ni moldurar,195 pero bien alisados, aunque también contamos con algún ejemplar excepcional moldurado con cimacio inverso.196 Algunos de los coronamientos bien coservados también incorporan molduraciones197 y elementos decorativos

Entre los séviros, contamos con seis ejemplares: CIL II2, 14, 2, 1240, 1241, 1244, 1254, 1255 y 1263. 192 CIL II, 1285 y 1287. 193 CIL II2, 14, 2, 1293 y 1294: oriundos de Tarraco; o CIL II2, 14, 2, 1296: de Cirta, en África Proconsularis. Cabe apuntar que la mayor parte de los epitafios de los altares no consignan, de manera específica, ni la procedencia ni la condición social. 194 Los coronamientos con fastigium y pulvinos o volutas son los más comunes (CIL II2, 14, 2, 1240 y 1254) y se encuentran entre los modelos mejor trabajados. 195 Campos epigráficos sin delimitar: CIL II2, 14, 2: 1092, 1095, 1099 y 1208, entre otros. 196 Con cartela moldurada: CIL II2, 14, 2, 1263. También la n. 158 de nuestro catálogo. 197 CIL II2, 14, 2, 1240, 1244, aunque se conserva mal. 191

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y simbólicos, generalmente rosetas198 y algún otro motivo como coronas. Los textos epigráficos están, casi sin excepción, grabados en capitales cuadradadas bien elaboradas y su paginación es regular. Las dimensiones de los monumentos también varían significativamente desde los tipos más altos y macizos hasta otros más reducidos, aunque predominan los ejemplares más bien elevados y de proporciones medias,199 siendo tituli militares dos de los destacados entre los altares de mayores dimensiones del repertorio general (Cat., n.os 105 y 126). En una visión de conjunto, los rasgos morfológicos de los altares funerarios de los soldados de Tarraco se corresponden con modelos morfológicos documentados en el repetorio general atestiguado en la capital que podríamos definir, en esencia, como «clásicos»: monumentos provistos de fastigium, pulvinos o acróteras y molduras en forma de cimacio inverso. También la diversidad en las dimensiones encaja bien con los datos que ofrece, en este sentido, el conjunto total de monumentos, incluidos los votivos, en el que se reproduce, precisamente, esta diversidad de proporciones, con gran abundancia de árulas y aras de dimensiones medianas, pero también una importante presencia de grandes altares que oscilan entre los 1,30-1,50 cm. Cabe apuntar, por último, que todos los altares funerarios de Tarraco, incluidos los de los soldados, fueron tallados en piedra caliza local, la mayoría procedente de las canteras de Santa Tecla. Al poner en relación la factura y rasgos de los altares funerarios con los personajes consignados en los textos epigráficos, obervamos que, a pesar de que se trata, por lo general, de monumentos de compleja elaboración, el altar funerario fue una de las soluciones preferidas por la población tarraconense. Los números de aras atestiguadas no pueden compararse con los de las placas, pero ponen en evidencia que, con diversas calidades, fueron un recurso relativamente asequible para los sepulcros de un buen número de habitantes de la capital. No contamos con epitafios en altares dedicados a/o por senadores ni caballeros, y tampoco fueron muy comunes entre los magistrados urbanos. La distribución de estos soportes parece corresponder, por una parte, a estratos de población libre dotados de peso específico en la sociedad, como los libertos imperiales, los séviros, los miembros del los órganos administrativos y los propios soldados; por otra, un segmento de población libre cuyo estatus específico desconocemos, también los utilizó. Al examinar la documentación militar tarraconense, parece que los dedicatarios de las aras funerarias fueron aquellos individuos que, sobre todo por su rango, habrían contado con mayor poder adquisitivo: centuriones, principales y algunos veteranos. En este sentido, podría establecerse un paralelismo con el uso de los pedestales; ambos tipos de soportes contemplan, además, rangos cronológicos muy similares. Ello nos tienta a establecer una asociación específica para el empleo de estos soportes entre los soldados, quizá ligada al escalafón militar. Las tendencias percibidas en el estudio de esta documentación así lo sugieren; pero al poner la documentación militar en relación con el grupo general de aras en Tarragona, la abundancia de testimonios dedicados por y para los communes no nos autoriza a establecer una asociación específica, al menos sin muchas

Vid supra. En el comentario sobre las estelas funerarias, los ejemplares de altares que portan decoraciones con rosetas. CIL II2, 14, 2, 1629: con corona central el el frontón. 199 En este sentido, son destacables por su altura y anchura: CIL II2, 14, 2, 1285, 1287 o 1510, que soprepasan el metro y medio de altura; CIL II2, 14, 2, 1244, 1254 y 1526, que rondan los 130 cm, entre otras. La mayoría de los ejemplares conservados íntegros oscila entre los 65 y los 85 cm de altura. 198

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reservas. En otras palabras, no parece que podamos hablar de un fenómeno particular en relación con todo el repertorio de altares funerarios. En cualquier caso, hemos de imaginar el altar como uno de los elementos más presentes en las necrópolis tarraconenses, y de forma específica en las áreas reservadas o vinculadas a los militares, a partir de comienzos del siglo ii d. C. y a lo largo de esa centuria hasta mediados de la siguiente. Aunque los elementos compositivos básicos no habrían cambiado mucho, cabe suponer que los acabados de las piezas, especialmente las molduras, las letras de los epígrafes, los elementos decorativos y las dimensiones sí experimentarán una variedad significativa, alternándose piezas de mayor y menor altura, algunas decoradas profusamente, con otras más austeras, entre otras combinaciones. 6.2.4.6. Los bloques Hasta ahora, a excepción de las placas, hemos venido tratando con modelos de soportes que corresponden a monumentos funerarios que podemos considerar como menores, en la medida en que actuaban per se como señalizadores del locus religiosus en las necrópolis. Hemos podido comprobar que a lo largo de todo el período altoimperial abunda el empleo de placas funerarias de diversas tipologías en Tarraco. Los militares no fueron una excepción en este sentido, pues, como hemos visto, este fue uno de los soportes más populares entre aquellos que se hicieron sepultar en la capital. Muchas de estas placas fueron, sin duda, adosadas o empotradas en monumentos funerarios mayores tales como mauseoleos individuales y familiares y columbarios, de mayores o menores dimensiones y prestancia. El repertorio epigráfico tarraconense nos muestra, asimismo, otros ejemplos de soportes que, sin duda, formaron parte de las zonas más visibles de construcciones mayores, concretamente de los frontispicios y dinteles. Se trata de grandes bloques, normalmente de piedra caliza, y a menudo moldurados, sobre los que se grabaron epitafios tanto individuales como colectivos que señalaban los enterramientos dentro del edificio.200 Se trata, a todas luces, de monumentos funerarios ciertamente costosos que mostraban el estatus social de un grupo familiar o de individuos representativos en la sociedad tarraconense durante el Alto Imperio. Este tipo de monumentos aparece, lógicamente, vinculado a las élites urbanas; sin embargo, no solo fueron propios de ellas, sino que han de ponerse en relación, fundamentalmente, con los recursos económicos de los comitentes. De esta manera, nos topamos con una cantidad considerable de monumentos con epígrafes que han sido clasificados como bloques, pensados para ser encastrados en muros o bien para actuar directamente como dinteles u otros elementos sustentados. El empleo de este tipo de soporte entre los militares de Tarraco resulta más bien minoritario a la luz de los testimonios disponibles, que se reducen a dos, y a otro epígrafe perdido de dudosa adscripción tipológica. Alföldy hace referencia a los dos bloques del elenco como reflejo de la capacidad de algunos soldados para costearse «largas y caras construcciones funerarias».201 Lo cierto es que la factura de los dos ejemplares conservados pone de relieve que los monumentos que los albergaron hubieron de ser edificios de proporciones considerables. 200 201

Alföldy, CIL II2, 14, 2: «Tituli militares et tituli sepulchrales communis». Alföldy, 2007a, p. 517.

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Tabla 99. Bloques funerarios de los militares de Tarraco. N.º Cat.

Soldado/ Rango

Material/ Completa

Medidas

Molduras/ Decoración/ Campo Iconografía epigráfico

? L. Fuficius Priscus 078

Veter. leg. VII Gem.

Caliza Santa Tecla

60 × 235 × 50

No. Fragmento

Dedicatario C. Iulius Comatus 085

Caliza

a) 58 × 115 Sí. Bloque × 43 Cornicul. paralepipédico b) 58 × Cos. leg. VII 155 × 43 Gem. Reutilizado (muros) Dedicatario

Campo epigráfico delimitado: No ¿cimacio inverso? No rebajado Campo epigráfico rebajado y No delimitado: cimacio inverso

Otros dedicatarios

Dedicante Cronología

Flaminia Melete (uxor) Fuficia y Domitia Germana Saturnina (liberta et Adfini heres) Mausoleo Familiar

No

Siglos i-ii d. C. (Fin siglo iprincipios siglo ii d. C.)

Iulius Siglo ii d. C. Hermadius (med. siglo ii (libertus) d. C.)

Dudosas 139

Ve]t(erano?) Perdida leg(ionis)

Perdida

Perdida

Perdida

Coniunx

Siglo iii d. C.

Los dos epígrafes conservados se han datado, por criterios externos, entre fines del siglo i d. C. y la primera mitad del ii. Ambos son bloques de forma paralepipédica, elaborados en piedra caliza y que se conservan relativamente bien, de manera que podemos apreciar su forma y dimensiones originales. El primero de ellos apareció en una fosa de relleno en el entorno del anfiteatro de la capital, y posteriormente fue reutilizado en la construcción del solar de una iglesia medieval. Las dimensiones del soporte superan el medio metro de altura y los dos metros de anchura, con un grosor de 50 cm. La pieza ha perdido gran parte de su margen inferior y en la parte superior se aprecian restos de lo que habría sido una moldura, probablemente en forma de cimacio inverso. Así pues, hemos de imaginarnos un gran bloque rectangular moldurado, probablemente diseñado para ser encajado en la parte frontal de un edificio mayor, quizá por encima del dintel de una puerta. El texto se conserva completo, distribuido en cuatro líneas de letras capitales cuadradas con remates, de fina factura y perfectamente paginadas, con interpunciones en forma de virgulae y hededare cuidadosamente elaboradas. En las ll. 1 y 2, que consigna los nombres de los dedicatarios, las letras son de mayores proporciones y se van reduciendo en las dos siguientes. El campo epigráfico no está rebajado y en su parte izquierda hay una tabula ansata grabada con una inscripción posterior que se fecha en el siglo iii d. C. Sin lugar a dudas, se trata de un trabajo fino que revela un tipo de monumento muy cuidado y de gran calidad técnica. Si atendemos al contenido del epitafio, se advierte que figuran varios dedicatarios. El primero y principal es el veteranus L. Fuficius Priscus, que sirvió en la legio VII Gemina, pero también aparecen Flaminia Melete, su esposa, y Domitia Saturnina, la suegra del soldado (adfinis); la dedicante es

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Fuficia Germana, liberta del veterano y heredera. Los datos del epitafio y la morfología del soporte ponen en claro que el bloque perteneció a un monumento funerario colectivo de carácter familiar, emplazado en la necrópolis oriental de Tarraco, en las proximidades del anfiteatro. Este epígrafe es uno de los mejores ejemplos de la integración de los veteranos en Tarraco, donde la mayoría de ellos habrían formado familias como la representada en este epitafio. La condición de heredera de la liberta del soldado indica que esta, que hubo de ser notablemente más joven que él y que su esposa, fue la encargada de costear el sepulcro, probablemente con parte de la herencia recibida y por disposición testamentaria. El otro bloque conservado presenta forma y dimensiones muy similares al comentado. Está elaborado en el mismo material, pero conserva las molduras que enmarcan el campo epigráfico y lo dividen de los márgenes laterales, superior e inferior del monumento. La zona del campo epigráfico presenta diversos golpes y se ha fracturado por la mitad, lo que dificulta la lectura y análisis del texto grabado. Se trata de un epitafio sencillo, dispuesto en horizontal y grabado en tres líneas de capitales cuadradas a bisel de buena ejecución. Las líneas 1 y 2, correspondientes a la consagración y los nomina del dedicatario, son considerablemente más grandes que la última, que consigna al dedicante. Cabe reseñar que en este caso las líneas 2 y 3, más largas, están alineadas a la izquierda, mientras que la primera, que solo reza D(iis) M(anibus), está centrada. La paginación, regular, y las interpunciones triangulares y hederae delatan, de nuevo, una cuidadosa preparación del soporte. Su morfología, un rectángulo marcadamente desarrollado en su dimensión horizontal, parece indicar que pudo tratarse de un dintel, o bien que estuvo encastrado en la parte frontal de un edificio. El dedicatario es solamente un individuo, el cornicularius C. Iulius Comatus, y su liberto, Iulius Hermadius, el dedicante. Este testimonio pone de relieve que los mausoleos y estructuras funerarias complejas no solo fueron de carácter colectivo entre los militares, sino que existieron soldados que podían permitirse este tipo de sepulcros. El rango del difunto nos muestra, una vez más, que los principales gozaron de una especial presencia en las necrópolis tarraconenses, expresada a menudo en la dignitas de sus monumentos funerarios. Si tenemos en cuenta la cifra total de monumentos funerarios con inscripción considerados tipológicamente como bloques, podemos confirmar que fueron una opción verdareramente limitada entre los militares. No obstante, como parece lógico, tampoco se trató de un tipo de monumento mayoritario entre los demás habitantes de Tarraco, donde contamos con apenas dieciséis casos atestiguados, aunque solo habría que contabilizar catorce, porque dos ellos no se fechan en época altoimperial.202 Todos ellos fueron elaborados en piedra caliza local y buena parte se conservan casi completos. Tipológicamente no presentan gran variedad. Normalmente se trata de bloques paralepipédicos, casi todos ellos, con campo epigráfico delimitado por moldura.203 Las molduras pueden ser internas, de manera que delimitan una cartela, pero dejan soporte sobrante en los extremos superior, inferior y laterales, o solo en los laterales, lo que CIL II2, 14, 2, 1626, fechada en época republicana, y 1660, fechado a partir del siglo iv d. C. en adelante. 203 No están moldurados CIL II2, 14, 2, 1877 y en el caso de algunos fragmentos. De CIL II2, 14, 2, 1239 y 1279 no podemos saberlo. 202

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ocurre en la mayor parte de los casos,204 o bien enmarcando toda la pieza.205 Además, todas ellas adoptan forma de cimacio inverso, pero en algunos casos se combinan con el trazado de una tabula ansata, un rasgo que marca un tipo de bloque que parece que fue característico de las officinae tarraconenses.206 Los textos están elaborados en letras capitales cuadradas trazadas a bisel, bien ejecutadas y las paginaciones son regulares. Las dimensiones de los soportes, incluidos aquí los dos dedicados a militares, oscilan entre los 65-63 cm de los ejemplares más altos, y los 40 cm de los más bajos, con rangos medios de 58-54 a 57 cm; los 173-162 cm máximos de anchura, con medias de 115-100 y mínimos de 80 cm. Cabe destacar los 234 cm de anchura del bloque dedicado al veterano L. Fuficius Priscus (Cat., n.º 078). Estas medidas confirman que estos bloques fueron concebidos para ser colocados como dinteles, o bien por encima en la parte frontal de los muros de mausoleos. La altura de las letras de los textos epigráficos representa, por otra parte, un indicio para intuir a qué altura pudieron estar colocados los bloques. La mayor parte de los epígrafes presentan las alturas de sus letras en orden decreciente, siendo la primera o primeras líneas, que solían corresponder a los nomina y condición del difunto o difuntos, notablemente más grandes que las demás; en ocasiones, la última línea también se ha agrandado. Destacan dos inscripciones con letras sensiblemente mayores que las de las demás piezas: un dintel sin moldurar con letras de 9,5 cm207 y los 8,5-5 cm del bloque dedicado al cornicularius C. Iulius Comatus (Cat., n.º 085). Estos dos bloques estarían, probablemente, colocados a una altura considerable, en torno a los 2 m, desde donde las letras serían bien visibles. En el resto de los monumentos, las letras mayores no sobrepasan los 5 cm y las más pequeñas están en torno a los 2,3 cm. Tomando en consideración todo el repertorio de bloques, los dos dedicados a soldados encajan tipológicamente con el conjunto, y pertencerían, uno al tipo de cartela moldurada y el otro probablemente al de molduras, delimitando el borde externo de la pieza. Uno de ellos, como hemos apuntado, es de los ejemplares más grandes, por sus dimensiones y la altura de las letras. El sepulcro de C. Iulius Comatus habría sido, sin duda, de proporciones notables, tal y como revela la inscripción que hubo de estar colocada en su parte frontal. El bloque con el epitafio para L. Fuficius Priscus destaca por ser el más alto del elenco tarraconense y, sobre todo, por su extraordinaria anchura, que dobla a los demás, lo que nos da una idea de un mausoleo o edificación funeraria que tuvo que ser igualmente considerable. La distribución de los monumentos entre clases sociales tampoco nos proporciona, como en el caso de los altares, una idea clara de las capas sociales o individuos que se enterraron en mausoleos. Contamos con un número significativo de seviri, magistri Larum y profesionales privados,208 pero la mayoría de los bloques pertenecen, de nuevo, a la categoría de tituli sepulcrales communes, de los que no podemos extraer más conclusiones en este sentido. Por otra parte, el número de bloques atestiguados no es especialmente

206 207 208 204 205

CIL II2, 14, 2, 1239, 1545, 1451 y 1704. De este tipo tan solo contamos con tres ejemplares: CIL II2, 14, 2, 1262, 1266 y, quizá, 1279. Provistos de tabula ansata: CIL II2, 14, 2, 1266, 1279 y 1280. CIL II2, 14, 2, 1877. Ibidem, 1239, 1246 y 1262, séviros; 1266, magister larum; 1279, broncista; y 1280, médico.

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alto, pero estamos en disposición de apuntar que al menos algunos de los monumentos sepulcrales mayores, más visibles por sus dimensiones en el paisaje funerario de Tarraco, pertencieron a militares, concretamente a un veterano y un corniculario, que debieron contar con un significativo patrimonio para costear este tipo de tumbas. 6.2.4.7. Los sarcófagos Unos de los monumentos funerarios más atípicos documentados para los militares de Hispania son los sarcófagos. Tan solo los encontramos en Tarraco, y constituyen un nuevo ejemplo de la diversidad de soportes de carácter sepulcral y la riqueza de la cultura epigráfica en la capital de la provincia. Contamos con tres sarcófagos o fragmentos de ellos, con epitafios alusivos a militares que sirvieron en la ciudad. Estos aparecen en Tarraco a partir de fines del siglo ii d. C. y comienzos del siguiente, y serán una solución relativamente común en los enterramientos de la población urbana.209 La cronología de los ejemplares con epígrafes alusivos a militares coincide con estas fechas. Los testimonios aquí estudiados han sido datados, esencialmente por criterios paleográficos y estilísticos, en una franja amplia que cubre la totalidad del siglo iii d. C. En cuanto a los materiales, contamos con un ejemplar completo labrado en mármol blanco y otros dos fragmentos de caliza de Santa Tecla, uno de ellos visiblemente más tosco. Tabla 100. Sarcófagos de militares en Tarraco. N.º Cat.

Soldado/ Rango Domitius Cae[---]

107

Material/ Completa Caliza Santa Tecla

[---leg] VII No. Solo Gem. parte superior Dedicante derecha

Medidas

epigráfico

Campo epigráfico rebajado (39) × 47 y alisado. × 12 Marco: cimacio inverso

Firmidius Caecilianus Mármol blanco 108 Bf. Cos. leg. VII Gem. Sí Dedicatario

Molduras/ Decoración/ Campo Iconografía

48 × 190 × 54

No

Campo epigráfico rebajado y No delimitado: cimacio inverso

Otros dedicatarios

Dedicante Cronología

[---c]oniux Siglo iii d. C. [---L] pudi[cissimae (S. Severoaevin[---]? ---] Diocleciano)

No

Valeria Primula (uxor)

Siglo iii d. C. (S. Severomediados siglo iii d. C.)

Los sarcófagos funerarios son relativamente escasos en la Hispania romana, siendo Tarraco el lugar dónde más ejemplares tenemos documentados, con una cifra total de doce conservados. 209

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N.º Cat.

Soldado/ Rango [C.] aec(ilius?) Iulianus

Material/ Completa

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Medidas

Molduras/ Decoración/ Campo Iconografía epigráfico

Campo epigráfico 31 × (107) rebajado y No 112 × 62 Bf. Cos. leg. No. Solo ángulo delimitado VII Gem. inferior derecho por marco

Otros dedicatarios

Caliza Santa Tecla

No

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Dedicante Cronología

Iulia Severa (uxor)

Siglo iii d. C.

Dedicatario

El primero de los fragmentos fue clasificado como tal por Alföldy,210 debido al grosor de la pieza y al arranque curvo que se aprecia a la derecha del campo epigráfico. Se trata de un trozo de la parte frontal de uno de los lados de un sarcófago de piedra caliza, con parte de una cartela rectangular, rebajada, alisada y moldurada que alberga parte de cuatro líneas de texto epigráfico. El texto conservado muestra capitales oblongas y actuarias de buena ejecución y bien paginadas e interpunciones con forma de hederae distinguentes. La cartela estaría delimitada por una doble moldura, una de cimacio inverso y otra externa que se aprecia en el arranque de un semicírculo trazado a la derecha. Cabe apuntar que la superficie externa al campo epigráfico no está trabajada, ni siquiera desbastada, mostrando la piedra una superficie tosca y rugosa. La paleografía y el cognomen legionario sitúan este epígrafe a lo largo del siglo iii d. C. sin mayores precisiones. El epitafio, muy fragmentario, es muy problemático y ha suscitado diversas dudas que ya hemos comentado más arriba.211 Según las últimas lecturas, habría que considerar a un soldado de la VII Gemina como dedicante, probablemente junto con su hija, del sarcófago para su compañera. El fragmento conservado es apenas una pequeña parte de un soporte que no podemos reconstruir; tan solo podemos intuir que la cartela, a la vista de otros ejemplares mejor conservados en Tarraco, iría colocada en uno de los laterales, como en el caso del sarcófago de Firmidius Caecilianus (Cat., n.º 108), sin descartar que pudiese haberse colocado en la propia tapa. El de Firmidius Caecilianus, beneficiario consular (Cat., n.º 108), es el ejemplar más elaborado de toda la serie. Se trata de un sarcófago completo de mármol blanco, con todos sus lados externos bien trabajados y alisados. Presenta una pequeña fractura en el ángulo inferior izquierdo de uno de sus laterales y la parte interna visiblemente rebajada. En su parte interna, en el lateral derecho aparece una suerte de pulvino ligeramente rebajado, donde se habrían colocado la cabeza y el cuello del difunto. En los cuatro ángulos superiores se han conservado cuatro orificios circulares practicados para fijar la tapa del sarcófago al cuerpo del mismo. Asimismo, en la parte inferior izquierda se aprecian trazas de la reutilización del soporte. La parte frontal está enmarcada por una moldura Alföldy, RIT, 1975, p. 217; y CIL II2, 14, 2, 1077. Concretamente en el apartado referido a los milites gregales, sus origines y relaciones familiares. Asimismo, remitimos, de nuevo, a la entrada de catálogo n.º 107 para información detalada sobre la discusión acerca del epígrafe. 210 211

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en forma de cimacio inverso y la cartela se divide, a su vez, en tres partes separadas por idénticas molduras y no rebajadas. De estas, las dos laterales están vacías y la central alberga el texto epigráfico, grabado en capitales cuadradas a bisel cuidadas y, por lo general, bien paginadas. La primera y última línea aparecen centradas y las demás alineadas al margen izquierdo. Cabe reseñar, además, que la última línea, mucho más pequeña que el resto, apenas se ha podido adaptar a la cartela, lo que hizo pensar a Alföldy que no estaba prevista en la minuta inicial.212 En la parte posterior presenta otra inscripción que data del año 1307, indicio de la reutilización posterior del soporte. Tanto el material como la ejecución general del soporte muestran un producto de calidad y bien ornamentado, aunque algunos errores de paginación en el texto señalan cierta impericia técnica probablemente debida a la improvisación. Un último soporte a considerar corresponde también a un pequeño fragmento de la tapa de un sarcófago de piedra caliza de Santa Tecla (Cat., n.º 112). Conservamos el ángulo inferior derecho de la cartela, rebajada y delimitada por una tabula ansata. La pieza se caracteriza por su tosquedad, tanto en la parte externa como en la superficie del propio campo epigráfico, que no están trabajados, y en ellos aparece la superficie rugosa de la piedra sin desbastar, lo que dificulta mucho la lectura del texto. Las letras son capitales cuadradas, siendo las de las líneas dos y tres de peor factura; la paginación es relativamente regular. El sarcófago es, sin duda, el monumento menos elaborado de los tres conservados. Por lo general, la tipología y factura de los sarcófagos dedicados a los soldados se integran en el repertorio, más amplio, de este tipo de monumentos atestiguados en la capital provincial. El sarcófago fue, como apuntamos anteriormente, un tipo de soporte escaso en Hispania. De hecho, solo aparece un conjunto relativamente importante en la propia Tarraco. Allí contamos con un total de doce sarcófagos, al margen de los ya comentados. Los ejemplos mejor preservados son las arcas o cajas, así como las tapas del sarcófago, conservadas enteras. Tan solo tenemos un ejemplar completo con su tapa,213 el resto son fragmentos que corresponden con una de las dos partes mencionadas. Conviene no perder de vista que el sarcófago, por su propia naturaleza y rasgos morfológicos, fue uno de los tipos de soportes más reutilizados en períodos posteriores, especialmente en época medieval.214 La evidencia disponible permite establecer ciertos patrones tipológicos y decorativos en los testimonios tarraconenses. Todos los sarcófagos conservados, menos el ya estudiado del beneficiario consular, Firmidius Caecilianus (Cat., n.º 108), fueron elaborados en piedra caliza local. Las cajas conservadas incoporan campos epigráficos situados normalmente en la zona central de una de sus caras principales.215 Las tapas, que pueden ser a dos aguas o planas, presentan las cartelas epigráficas en la parte central de una sus vertientes o en el centro de la

Alföldy, CIL II2, 14, 2, 1052. CIL II2, 14, 2, 1596. 214 El sarcófago de Firmidius Caecilianus (Cat., n.º 108) fue reutilizado, al igual que otros ejemplares tarraconenses. Cf. Moralejo Álvarez, 1984, pp. 187-203. 215 Contamos con un número de seis cajas de sarcófago: CIL II2, 14, 2, 1297, 1301, 1477, 1478, 1519 y 1655. 212 213

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losa.216 Las cartelas adoptan diversas morfologías: algunas son circulares molduradas con una corona de guirnalda,217 otras adoptan forma de polígono y aparecen delimitadas igualmente por coronas vegetales.218 Buena parte de ellas carecen de molduras, han sido delimitadas por un marco inciso y no están rebajadas,219 o bien están directamente rebajadas y sin moldurar.220 Una de las soluciones más comunes es la tabula ansata con el campo epigráfico rebajado.221 Las calidades de los sarcófagos son asimismo variables. Los ejemplares más elaborados y algunas cubiertas presentan todas sus caras bien pulidas y alisadas y decoración compleja ligada al mundo simbólico funerario: guirnaldas, rosetas e, incluso, Erotes.222 Algunas de las cajas de los testimonios de mejor factura presentan decoración en todas sus caras, ejecutada a base de grandes líneas incisas verticales que representan columnas, o bien el característico estrigilado.223 Otros modelos, los menos cuidados, presentan una superficie tosca, prácticamente sin labrar, sobre la que se ha tallado el epígrafe.224 Los sarcófagos dedicados a los soldados se enmarcan bien en los tipos generales descritos. El más elaborado, el de Firmidius Caecilianus (Cat., n.º 108), se puede poner en relación, por el material y por la factura de la cartela, con los de mejor ejecución, aunque la ausencia de decoración y la solución para la cartela son rasgos morfológicos que le confieren cierta austeridad en comparación con otros modelos. Los otros dos tan solo son fragmentos de las cubiertas, cuya forma exacta no podemos determinar, pero el n.º 107, dedicado a la coniunx del soldado Domitius Cae [---], se enmarcaría entre aquellos cuya superficie general no ha sido desbastada, aunque sí la cartela; y el dedicado al beneficiario Caecilius Iulianus (Cat., n.º 112) se asemeja a los modelos más toscos, en los que apenas se ha labrado la piedra. Respecto a los individuos que emplearon estos monumentos, hay que tener en cuenta que la gran mayoría de los más o menos conservados pertence al común de los tituli sepulcrales, por lo que no podemos establecer relaciones entre las capas sociales y los soportes. La diversidad de tipos, desde los más bellamente elaborados, con decoración compleja, hasta los más bastos, indica que pudo tratarse de un sepulcro relativamente común a pesar del escaso número de testimonios conservados.

Sarcófagos conservados completos: CIL II2, 14, 2, 1570, con cubierta a dos aguas; y CIL II2, 14, 2, 1596, con cubierta de losa plana provista de volutas en los laterales. 217 CIL II2, 14, 2, 1297: con campo epigráfico circular rebajado y enmarcado por una corona de guirnalda esquemática con rosetas hexapétalas excisas. 218 Ibidem, 1669: se trata de uno de los ejemplares más suntuosos. La caja está decorada con técnica de estrigilado y la cartela, hexagonal, aparece delimitada por una corona de guirnaldas con roseta tetrapétalas esquemáticas. 219 Ibidem, 1477, 1477 y 1488: con los campos epigráficos simplemente delimitados por líneas incisas que forman un marco. 220 Ibidem, 1519. 221 Ibidem, 1301, 1455 y 1570: con cartelas rebajadas con forma de tabula ansata. 222 Ibidem, 1297, 1455, 1457, 1655, 1699 y 1726. 223 Ibidem, 1297, 1478, 1519 y 1596, con columnado; y 1669, estrigilado. 224 Ibidem, 1301 y 1477. 216

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6.2.4.8. Conclusiones generales Al comienzo de este apartado, correspondiente a los monumentos funerarios con epígrafes atestiguados de militares de Tarraco, hemos hecho algunas consideraciones generales, pertinentes para proporcionar una imagen global del material sometido a estudio. No abundaremos en lo ya dicho; pero, una vez que hemos repasado todo el repertorio dividido por grupos tipológicos, conviene también formular una serie de precisiones o conclusiones de conjunto, complementarias de las ya hechas, que nos ayuden a entender mejor la documentación disponible. Hemos podido comprobar cómo el empleo de uno u otro tipo de monumentos entre los militares estuvo condicionado, fundamentalmente, por los períodos cronológicos, así como por la capacidad económica y la consideración o estatus de los soldados dentro de la sociedad tarraconense. Hemos atendido, asimismo, a la gran diversidad tipológica —y a una cierta variedad de calidades— en la ejecución de las inscripciones, mucho mayor que en otros ámbitos peninsulares, con concentraciones de epigrafía militar relativamente abundantes. También hemos establecido, dentro de cada grupo tipológico de soportes, las tendencias mayoritarias respecto a los personajes que consignan los textos epigráficos y su condición. Teniendo en cuenta todos estos factores ya tratados, especialmente el de la cronología, una visión global de las relaciones entre conceptos básicos, como el tipo de monumento y su material de elaboración, los rangos de los soldados, en su mayoría dedicatarios de los mismos y de los comitentes, pone de relieve de manera más nítida algunos de los presupuestos que ya apuntamos en el estudio por grupos. Trataremos de recoger y señalar aquellos más relevantes. En primer lugar, podemos señalar que, en consonancia con la epigrafía de Tarraco en general, en los sepulcros de los militares el mármol blanco parece haberse reservado para los monumentos de menores proporciones, sobre todo las placas. Ninguno de los bloques y altares, y solo uno de los pedestales y un sarcófago, se elaboraron con este material. Los soldados recurrieron, como la mayor parte de la sociedad tarraconense, incluida buena parte de las élites urbanas, a la piedra de extracción local. Ya hemos dicho que el empleo del mármol no siempre fue sinónimo de calidad en los monumentos. Sin embargo, la tendencia general es que, ciertamente, los pocos soportes fabricados con ese material presentan elaboraciones cuidadas, tal y como lo atestiguan la mayoría de las placas, el pedestal y el sarcófago que forman parte del conjunto. Por otra parte, también hemos podido percibir que las inscripciones elaboradas en piedra caliza local de ningún modo están por debajo de la calidad técnica y estética de las primeras, aunque presentan mayor diversidad en este sentido. Tampoco existe una correlación clara entre el rango militar del dedicatario, o la condición de los dedicantes, y la elección de un material u otro. Por lo tanto, podemos considerar el material como un indicio de cierto nivel, si se quiere de preocupación estética, en los monumentos de los soldados, pero en ningún caso como un criterio específico que defina las calidades del conjunto.

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Tabla 101. Relación entre modelos de soporte, materiales, dedicatarios y comitentes de los monumentos funerarios de militares en Tarraco. N.º Cat.

Soldado/ Rango

(dedicatario)

Rango

Material

Soporte

Otros dedicatarios/ Dedicante

Centuriones 117

C. Tadius Lucanus

Centurio. leg. VII Gem.

Mármol Blanco

Pedestal

C Tadius Ianuarius (libertus)

119

M. Aurelius Lucilius

Centurio leg. VII Gem.

Caliza de Ilisos

Pedestal/altar

Ulpia Iuventina (uxor et heres)

126

Publicius Apronianus Dedicante

Centiurio (hastatus) leg. XXII Prim.

Caliza

129

T. Iulius Maternus

Centurio leg. VII Gem.

Caliza Santa Tecla

Pedestal

? Perdido

130

M. Valerius Secundus

Centurio leg. VII Gem.

Caliza Santa Tecla

Pedestal

Callistus Privatus Saturninus y Glaucilla (liberti et heredes)

156

L. Numerius Felix

Centurio leg. VII Gem.

Caliza de Ilisos

Pedestal

Mamilia Prisca (uxor)

158

T. Cassius Flavinus

Centurio legio X Gem.

Caliza

Altar

Chrysampelo (libertus)

083

Q. Annius Apro

Speculator leg. VII Gem.

Mármol Blanco

Pedestal

Collegae speculatores leg. VII Gem. (7)

084

C. Caecilius Quartus

Bf. Cos. leg. VII Gem.

Caliza Santa Tecla

Pedestal

Semrponia Fabiana (uxor)

085

C. Iulius Comatus

Cornicul. Cos. leg. VII Gem.

Caliza

Bloque

Iulius Hermadius (libertus)

088

L. Valerius Barbarus

Bf. Cos. leg. VII Gem.

Mármol blanco

Placa

Hiberia Materna (coniunx)

093

L. Aufidius Felix

Bf. Cos. leg. VII Gem.

Caliza Santa Tecla

Pedestal

Gargilius Rufus (Speculator leg. VII)

103

L. Valerius Reburrus

Frumentarius leg. VII Gem.

Caliza de Ilisos

Altar

Valeria Calliste (mater)

105

L. Anteius Flavinus

Bf. Cos. leg. VII Gem.

Caliza Santa Tecla

Altar

Anteius Antiochus (libertus)

108

Firmidius Caecilianus

Bf. Cos. leg. VII Gem.

Mármol blanco

Sarcófago

Valeria Primula (uxor)

109

Flavius Aurelianus

Placa

Licinia cu[pi]-Ta (uxor)

Sarcófago

Iulia Severa (uxor)

Altar

Avidia Nice (uxor) Dedicataria

Milites Principales

Bf. Cos.

Mármol blanco No

112

[C]aec(ilius?) Iulianus

Bf. Cos. leg. VII Gem.

Caliza Santa Tecla

N.º Cat.

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Soldado/ Rango

(dedicatario)

Rango

Material

Otros dedicatarios/ Dedicante

Soporte

155

M. Aurelius Victorinus

Evocatus

Caliza Santa Tecla

Pedestal

Aurel(ius) Marcellinus (frater) y Aurelia Sabina her(e)d(es)

131

G. Vale[rius]

Speculator leg. VII Gem.

Caliza

Placa

?

Milites Gregales 076

[-]Valeriu[s---]

Mil. leg. ¿VI/X?

Caliza Santa Tecla

Placa

M[---]

082

[---]?

Mil. leg. VII Gem.

Caliza Santa Tecla

Estela

No

087

[-]Rufonius [F] lavus

Mil. leg. VII Gem.

Caliza Santa Tecla

Estela

?

107

Domitius Cae[---] Dedicante

[---leg] VII Gem.

Caliza Santa Tecla

Sarcófago

Coniunx [---L]aevin[---]?

111

G. Manilius Secund[us?]

Mil.? VII Gem.

Mármol blanco

Placa

Claudii G[Agilis? fi]lius Donatus filius [---] filius patri Ba[ssa? Con(niugi)? ---]

122

L. Lovesius Placidus

Mil. leg. VII Gem.

Caliza de Ilisos

Estela

L. Iulius Victor (miles et heres)

133

[---]?

Mil. leg. VII Gem.

Caliza Santa Tecla

Placa

Contubernali

134

[---]?

Mil. leg. VII Gem.

Mármol blanco

Placa

No

157

M. Iulius Maximus

Mil. leg. VI Victr.

Caliza

Estela

No

Estela

M. Coelius Sabinus (Miles, filius et frater eius)

Veterani 075

M. Coelius L. Coelius Bellicus

Veter. et mil. leg. VI Victr.

Mármol rosado

Flaminia Melete (uxor) y Domitia Saturnina Adfini

L. Fuficius Priscus

Veter. leg. VII Gem.

Caliza Santa Tecla

Bloque

079

[-B]etutius Satto

Veter. leg. VII Gem.

Caliza Santa Tecla

Estela

M. Iulius Fidelis (amicus et ¿miles?)

081

C. Valerius Avillius

Veter. leg. VII Gem.

Caliza

Estela

No

080

[C. I]ulius?

Veter. leg. VII Gem.

Caliza Santa Tecla

Placa

?

078

Fuficia Germana (liberta et heres)

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N.º Cat.

Soldado/ Rango

(dedicatario)

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Rango

Material

541

Otros dedicatarios/ Dedicante

Soporte

101

C. Valerius Reburrus

Veter. leg. VII Gem.

Caliza

Altar

Marcia Procula (uxor) y Valerius Reburrinus (filius)

110

Iulius Potens

Veter. leg. VII Gem.

Mármol blanco

Placa

[---]? (mater)

123

Staberius Felix

Miles. discens armaturae leg. VII Gem.

Caliza de Ilisos

Altar

Cives et confratres (milites)

136

L. Domitius

Veter. ex coh.

Caliza Santa Tecla

Placa

No

137

[---]o

Veter.

Mármol blanco

Placa

?

138

[---]? Veter. ¿leg.?

Mármol blanco

Placa

[--- si]bi y Pon[tiae(?) ---]

Ahora bien, si ponemos en relación directa el tipo de monumentos y sus facturas con el rango de los militares, prácticamente todos ellos dedicatarios de los mismos, la distribución global arroja resultados que vienen a confirmar lo ya comentado en cada grupo de soportes. En primer lugar, todos los centuriones que se enterraron en Tarraco lo hicieron mayoritariamente con altares, y también con pedestales funerarios, sin excepción.225 El grupo de los milites principales, con mención específica de tal rango en sus epitafios, presenta una variedad algo mayor: cuatro pedestales, dos altares, dos placas, un bloque y un sarcófago. A los pedestales habría que sumarles al menos cinco más, entre los monumentos perdidos ya comentados. Además, las tres placas alusivas a principales (Cat., n.os 088, 109 y 131) se distinguen por su buena ejecución; dos son de mármol banco, la primera excelente, otra con hederae distinguentes bien trazadas, y la última de caliza, moldurada y con capitales elegantes. Los altares y el sarcófago, que ya hemos comentado en detalle, están igualmente bien tratados. Por el contrario, el grupo de los milites gregales se limita, casi exclusivamente, al empleo de las placas y las estelas funerarias, a excepción de un sarcófago. Al menos tres de las placas (Cat., n.os 076, 111 y 133) presentan calidades y acabados poco cuidados, si bien es cierto que las estelas contemplan una gama más amplia desde las calidades excelentes a tipos muy toscos. A estos números hay que sumar al menos dos pedestales entre las inscripciones perdidas, de los que desconocemos sus rasgos formales. Los veterani resultan, a todas luces, el grupo más heterogéneo en la elección y calidad de los soportes. Aunque entre sus monumentos predominan las placas, con cinco ejemplares, también nos topamos con tres estelas, dos altares e, incluso, con uno de los grandes bloques para mausoleo. Al conjunto es preciso añadir cuatro pedestales A estos es preciso añadir un pedestal más de las inscripciones perdidas. De los dos altares documentados entre estos rangos, uno fue encargado por P. Apronianus, centurión de la legio XXII, para su esposa. 225

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más y otro posible bloque que albergaría un carmen epigraphicum, de entre los epígrafes no conservados. La condición real, respecto a rango y funciones específicas de los veteranos de Tarraco resulta, como hemos podido comprobar, muy problemática. No tenemos problemas con aquellos que consignan específicamente su condición de ex officiales, pero, entre los demás, la cuestión es difícil de resolver. Si atendemos a los soportes, teniendo ahora en cuenta a todos los veteranos en conjunto, incluidos los que hemos considerado como principales, sus monumentos —estelas decoradas, aras y placas molduradas, un gran bloque para monumento mayor y pedestales— se cuentan, en gran medida, entre los mejor elaborados del repertorio. A ello habría que sumar que un número considerable de los que solo se presentan como veterani se enterraron con pedestales y estatuas. Parece claro que los soldados retirados de la colonia gozaron, por lo general, de un cierto prestigio social y buen acomodo, que decidieron expresar en sus monumentos funerarios. Tomados en conjunto, los datos nos hablan de algunos aspectos que resultan innegables. Los pedestales, y quizá algunos altares, parecen reservados para aquellos soldados o veteranos con mayor poder adquisitivo. Estos individuos vienen a coincidir casi milimétricamente con los centuriones y los milites principales, además de algunos veteranos. Es más, ya hemos reseñado anteriormente que dicha coincidiencia resulta, cuando menos, sospechosa y que nos invita a pensar que podría haber algún factor más en juego, que el puramente económico, a la hora de procurarse este tipo de sepulturas. Podría ocurrir que el prestigio social asociado al desempeño del centurionado y de un puesto en el officium consulare otorgase algún tipo o suerte de prerrogativa específica que, de alguna manera, rigiese la elección de determinados tipos de monumentos funerarios y su colocación en las necrópolis de la capital provincial. Así lo sugiere, al menos, la distribución de los pedestales. Al comparar estos datos con la distribución de monumentos de toda la epigrafía altoimperial de Tarraco, en razón del estatus social de sus personajes, vemos, no obstante, que los altares presentan una gran diversidad de usuarios que obliga a ser muy cauteloso a la hora de establecer relaciones específicas entre tipo de soporte y la condición de los comitentes o dedicatarios. Por el contrario, los pedestales funerarios solo fueron utilizados, además de por los soldados, por colectivos sociales que no pertencieron a las aristocracias senatorial ni ecuestre, ni a las magistraturas urbanas, pero sí gozaron de un peso específico notable en la sociedad tarraconense, básicamente los séviros, libertos imperiales y miembros de collegia y officia privados. De hecho, el que algunos veteranos que no mencionan su rango específicamente tuviesen pedestales dedicados, nos invita a pensar que quizá pudiesen haber pertenecido en realidad al officium como principales. No obstante, el hecho de que unos veteranos mencionen su condición de ex officiales y otros no supone un gran obstáculo para nuestra propuesta. A nuestro juicio, y a la luz de la información disponible, no resultaría descabellado pensar que estos grupos selectos y específicos de soldados, que como ya hemos visto tenían un marcado espíritu de pertenencia a un coletivo militar específico, contasen con áreas reservadas en las necrópolis en las que establecer sus propios tipos de monumentos sepulcrales, que serían la expresión material de este orgullo de clase y de un poder adquisitivo notablemente mayor que el de la tropa común. Ello nos sugiere que las necrópolis tarraconenses no estarían exentas de ciertas parcelaciones o divisiones específicas del terreno, probablemente influidas, sino regidas, por estos condicionamientos

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particulares. En cualquier caso, percibimos claramente que la erección de pedestales funerarios por parte de individuos de las capas sociales mencionadas —séviros, libertos y soldados, entre otros— de baja extracción, pero importantes en la vida de la colonia, parece responder a un propósito de imitación de las élites aristocráticas y de su actividad honorífica en la capital. Cuando hablamos de los soldados rasos o milites gregales, el panorama cambia significativamente. Se trata de un grupo que, como hemos visto, presenta también notables problemas de interpetación. No sabemos a ciencia cierta quiénes pudieron servir en el officium y quiénes no. Además, en lo referente a los soportes, conviene considerar que el uso mayoritario de estelas y placas resulta en parte de la cronología que presentan las inscripciones conservadas alusivas a ellos. Los pedestales y los altares no aparecerán en la ciudad hasta la primera mitad del siglo ii d. C. y conservamos pocas evidencias epigráficas de milites gregales en estas épocas. No obstante, algunas de sus inscripciones sepulcrales llegan hasta estos períodos, y en pocos casos, como en un sarcófago del siglo iii d. C., los encontramos representados fuera de las placas, en altares o pedestales. El uso mayoritario de estelas y placas resulta, desde el punto de vista de su rango y de su probable capacidad económica, bastante lógico. En cualquier caso, la diversidad de soportes que se les puede asociar pone en evidencia que las tumbas individuales marcadas por una sencilla estela, más o menos elaborada, y los enterramientos colectivos, con monumentos funerarios mayores de carácter comunal, habrían sido, a priori, las soluciones preferidas por este colectivo. Cabe señalar, además, que la tipología de las estelas de los soldados, en relación con el conjunto epigráfico general tarraconense, presenta significativas divergencias, concretamente en la ornamentación de los soportes. Ello, y la procedencia de zonas lejanas a Tarraco de los soldados enterrados con estelas, como la Galia y el noroeste hispánico, nos ha llevado a sugerir que quizá fuesen los propios militares los responsables de importar a la capital provincial ciertos gustos simbólicos y estéticos que quedaron reflejados en sus estelas. Los bloques destinados a actuar como dinteles o parte del frontispicio de monumentos arquitectónicos mayores son escasos en general, y más entre los militares. Los grandes mausoleos fueron, sin duda, una solución funeraria claramente monoritaria, tanto entre la población tarraconense —tal y como sugieren los rasgos morfológicos de las placas y la escasez de grandes bloques epigráficos— como entre los propios soldados, de los que solo conservamos dos testimonios. Ahora bien, las proporciones de los bloques y las alturas de las letras, en el caso de estos dos últimos epígrafes, revelan que los mausoleos en los que fueron enterrados el veterano Fuficius Priscus y el corniculario C. Iulius Comatus habrían sido bien visibles en sus respectivos entornos. El empleo de estos bloques sí que pone manifiestamente de relieve que estos dos individuos tuvieron que gozar de una capacidad económica notable, por encima de muchos de sus compañeros de armas. La documentación analizada pone de relieve que los militares de Tarraco participaron de la gran variedad de soluciones que proporcionaban las officinae epigráficas de la ciudad en el encargo y elaboración de monumentos sepulcrales. Los soldados utilizaron prácticamente todo el repertorio morfológico disponible en la capital, al menos los tipos de soportes y formas que hemos documentado. La factura de sus monumentos y algunos rasgos específicos que ya hemos señalado, sobre todo en lo relativo a los pedestales y las aras funerarias, nos indican que los soldados fueron un grupo con un considerable

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peso social y unos nada desdeñables recursos económicos a su disposición. Algunas de sus costumbres epigráficas dentro del ámbito funerario se asemejan notablemente a las practicadas por otros colectivos como los libertos imperiales, los séviros y otros sectores de la población libre tarraconense; no tanto a las observadas para la aristocracia senatorial y ecuestre, para los que disponemos de mucha menos información en el terreno de la epigrafía sepulcral. Sin duda, el estamento militar se aproximaba, en sus aspiraciones sociales y económicas, a algunos de los estratos ya mencionados; unos y otros se caracterizaban por sus orígenes humildes, pero parece que muchos obtuvieron patrimonios considerables y un cierto prestigio social que en el caso de los militares pudo ser notable. Todo ello parece quedar expresado en su «cultura epigráfica». No obstante, también nos topamos con una cara menos brillante: la de los milites gregales, que en su gran mayoría hubieron de enterrarse en sepulturas humildes, señaladas con placas de mayor a menor calidad, en las que se consignaban sus epitafios. Por todo ello, a nuestro juicio, hemos de imaginarnos el panorama o el paisaje funerario de los soldados de la capital como bastante homogéneo con respecto al del resto de la población, aunque trataremos de matizar esto a continuación. Hubo de ser un horizonte muy diverso en la cantidad, variedad, calidad y distribución de sus monumentos, y no exento de cierta jerarquización. Sus tumbas se acumularían en los dos sectores de necrópolis situadas al noreste y al suroeste de la ciudad, pero en algunos casos debieron de operar ciertas regulaciones, limitaciones y divisiones en razón de sus desempeños como soldados. Trataremos de matizar y completar esta panorámica con el análisis espacial de la distribución epigráfica. 6.2.5. La epigrafía militar de Tarraco y los espacios. Posibilidades y límites para su reconstrucción La localización de los espacios en los que se ubicaron originalmente las inscripciones de los soldados de Tarraco resulta, desde una perspectiva general, relativamente asequible, al tratarse en su mayor parte de material de carácter funerario. Sin duda, podemos asignar todos los monumentos con tituli sepulcrales a una de las dos necrópolis situadas en el noreste y el suroeste, junto a la Via Augusta, que comunicaba Tarraco con Barcino por el norte y con Valentia por el sur. Ahora bien, esas necrópolis del período altoimperial distan mucho de ser bien conocidas, como sí lo es la del período paleocristiano. De hecho, las propuestas de ubicación de las dos principales áreas necropolitanas se deben en gran parte al estudio del material epigráfico.226 Por otra parte, la localización precisa de los monumentos epigráficos funerarios, tanto conservados como perdidos, es, hoy por hoy, una tarea de gran dificultad, pues gran parte de los epígrafes conservados fueron transportados a otros puntos de la ciudad para ser reutilizados, y otros aparecen cerca del que hubo de ser su emplazamiento original, pero no in situ. Para tratar de ubicar el material perdido hemos de recurrir a las noticias que los copistas, especialmente aquellos que eran oriundos de Tarragona, como Pons d’Icart, nos proporcionan sobre la aparición de las piezas. Con todo, en la última edición del CIL de Alföldy sobre Tarraco, en colaboración con R. Mar y B. Caballero, se han elaborado unos mapas de distribu-

226

Remolà, 2004; Alföldy, 2007a, pp. 510-511; y Le Roux, 1997-1998, pp. 314-315.

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ción de las inscripciones que resultan enormemente útiles para trabajar con la topografía epigráfica de la ciudad romana y sirven como referencia fundamental para nuestro estudio.227 Emplearemos esta topografía como fuente principal, para cotejarla con nuestros propios datos de localización de los epígrafes y dibujar, en la medida de lo posible, un panorama verosímil. Asimismo, los trabajos específicos de Alfóldy y Le Roux sobre la epigrafía militar de la ciudad ya señalaron en su día los problemas básicos a los que nos enfrentamos a la hora de tratar no solo con las necrópolis, sino también con los lugares de acantonamiento y alojamiento de los soldados que sirvieron en la capital provincial.228 La distribución de la epigrafía funeraria, pero también la de la honorífica y votiva, y el estudio de las diferentes unidades y rangos que hemos abordado más arriba, introducen nuevos interrogantes que afectan fundamentalmente al acantonamiento de los diferentes efectivos militares que pasaron por Tarraco. Por una parte, no se ha podido localizar arqueológicamente la sede del officium consulare donde habrían servido los officiales, pero tampoco tenemos constancia de las zonas de acuartelamiento de las unidades que servían de guardia al gobernador, ni de aquellas de reclutamiento de soldados y apoyo a la protección de la ora maritima: las cohortes I, II y Nova Tyronum. Conviene, además, considerar la información que aporta el epígrafe votivo dedicado a Mars Campester por T. Aurelius Decimus, a partir del que Ruiz de Arbulo ha establecido la posible localización del campus de adiestramiento y, probablemente, el campamento de los equites singulares. Así pues, pese a las limitaciones metodológicas que imponen el estado de conservación de los epígrafes y su descontextualización generalizada, la cantidad del material disponible, así como el trabajo que ya ha llevado a cabo la investigación previa, nos permiten, como veremos, proponer hipótesis plauslibles a cuestiones controvertidas, tratándolas lo más detalladamente posible. 6.2.5.1. Las necrópolis de Tarraco en época republicana y altoimperial En primer lugar, conviene realizar una serie precisiones sobre el lugar en el que se asentaron los cementerios de la Tarraco de época republicana, ya que tendrá continuidad en las posteriores. Las excavaciones de la necrópolis paleocristiana en el área de la Tabacalera permitieron recuperar y documentar grandes sillares tallados que formaron parte de sepulcros turriformes tardorrepublicanos. Asimismo, las intervenciones arqueológicas puntuales, practicadas extramuros en el área suroccidental de la ciudad, han documentado la presencia de estructuras funerarias, también de época republicana, a ambos costados de la vía que discurría entre el foro de la ciudad y el paso natural del río Francolí, hacia el sur. Esta vía, llamada «Camì de la Fonteta», era una de las salidas de la urbe y la comunicaba con el puerto, así como con el territorio del entorno del río.229 Tal y como lo demuestran los materiales recuperados, mayoritariamente fuera de

Alföldy, CIL II2, 14, 2, 1174-1189. Alföldy, 2007a, pp. 503-519, específicamente, pp. 510-511; y Le Roux, 1997-1998, pp.314-315. 229 Mar et al., 2015, vol. I, pp. 192-196, con resúmen detallado de los principales testimonios arqueológicos y epigráficos sobre los materiales funerarios republicanos; cf. también, vol. II, p. 304. En el estudio de la arquitectura funeraria de Tarraco, y para la identificación de las necrópolis, es de obligada consulta Remolà, 2004, pp. 83-95. 227 228

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contexto, algunos de los sepulcros estuvieron decorados con esculturas elaboradas con piedra caliza local y estucos que mostraban a los difuntos ataviados a la manera romana.230 Por otra parte, las algo más de catorce inscripciones funerarias localizadas, también fuera de contexto, nos permiten reconstruir los primeros nomina latinos documentados en la capital. Los estudios de A. Barreda han desvelado una notable proporción de personajes procedentes de Capua o del área sabélica centro-itálica y una mayoría de la zona de Campania. Sabemos, asimismo, que podemos identificar a muchos de estos personajes con libertos y negotiatores, los primeros dueños de las societates comerciales tarraconenses. Esta asociación cuadra bien con los indicios obtenidos acerca de las procedencias y facturas del material anfórico y la vajilla de mesa atestiguados en Tarraco en época tardorrepublicana.231 De hecho, este panorama no se limita tan solo a las gentes itálicas; algunos epígrafes ponen de relieve que la población local, concretamente las élites locales de origen ibérico y otros grupos asociados a oficios concretos, muestran como los gustos y patrones funerarios romanos fueron penetrando en la población autóctona. La combinación de todos estos datos lleva a pensar en un paisaje funerario en el que los grandes mausoleos colectivos e individuales, ornados con estatuas, tuvieron una importante presencia en la necrópolis, y que esta debió de asentarse en el sector suroccidental de la vía mencionada, no lejos de la posterior necrópolis paleocristiana.232 Este primer núcleo de necrópolis se mantendría en el período augusteo, aunque apenas contamos con evidencias de sepulturas in situ. No obstante, han salido a la luz tumbas destinadas al estrato más humilde de la población, fechadas en época altoimperial, que consistían en simples incineraciones en ollas de cocina o inhumaciones en tumbas excavadas y formadas por lajas de piedra, o bien simples hoyos o sepulcros revestidos con tegulae planas, colocadas a doble vertiente y cubiertas con imbrices curvos.233 Por otra parte, el estudio del material epigráfico, mucho más numeroso que en época republicana, nos confirma la existencia de grandes mausoleos a lo largo del siglo i d. C., que convivirán con otro tipo de soportes funerarios, como las estelas de cabecera semicircular. A lo largo del siglo ii d. C. hacen su aparición, en las necrópolis de Tarraco, los altares funerarios elaborados en una pieza de piedra, normalmente local, y se mantienen, a comienzos de la centuria, algunas estelas para señalizar los sepulcros de incineración excavados debajo y a menudo situados en la base de los mismos monumentos.234 El siglo ii d. C. asiste también a la particular proliferación de sepulcros ornados con pedestales funerarios con estatua, que ya hemos comentado, y aparecerán también las tumbas en forma de cupa. Para el estudio de estas esculturas, recuperadas la mayor parte reutilizadas en la necrópolis paleocristiana, cf. Koppel, 1985. 231 Barreda, 1998. 232 Cabe reseñar un bloque pétreo reutilizado en la necrópolis paleocristiana, que se ha identificado con el anta derecha de un templete rematada por una columna con capitel corintio y que presenta, en su lateral exterior, vestigios de una inscripción bilingüe en latín e ibérico. Tal y como destacan Mar y Ruiz de Arbulo (2011: 289-290 y 2015, vol. II: 196-197), la posición lateral de la inscripción, anómala, ya que debería situarse en el friso central, encaja bien con la interpretación del edificio como un mausoleo familiar al que se le habrían ido añadiendo diferentes placas progresivamente. 233 Mar et al., 2015, vol. I, pp. 192-197. 234 Ibidem, vol. II, p. 304. 230

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La localización de la necrópolis altoimperial del suroeste se basa, por una parte, en la existencia de una previa del período republicano y en la previsible continuidad en el uso del espacio funerario en época posterior. Sin embargo, cabe apuntar que la distribución de los lugares de hallazgo de las inscripciones, y en concreto las de los militares, permiten certificar dichas localizaciones y ampliarlas eventualmente a otros sectores más al norte, bordeando el trazado de las murallas hasta los alrededores de la parte alta. En los últimos mapas trazados por el Grupo de Investigación «Seminari de Topografia Antiga», a cargo de J. Ruiz de Arbulo y R. Mar, se presentan varios núcleos de necrópolis altoimperiales al sureste de la ciudad, determinados fundamentalmente a partir de las localizaciones de las inscripciones.235 Ahora bien, la epigrafía y algunos vestigios arqueológicos documentados autorizan a emplazar otro núcleo de necrópolis en el solar que ocupó más tarde el anfiteatro de la ciudad. En el estado actual de conocimientos, habría que situar el cementerio bordeando ambos márgenes de la Via Augusta, en el tramo que discurría por fuera de las murallas, desde el noreste de la parte alta de la ciudad, que comunicaba Tarraco con Barcino. Concretamente, las tumbas y monumentos funerarios jalonarían los tramos que entraban a la acrópolis por la puerta de Sant Antoni y el que seguía, hacia el sur, bordeando el anfiteatro, respectivamente. Parece que los niveles más antiguos de dicha necrópolis serían de época augústea, a juzgar por la ausencia de vestigios arqueológicos del período republicano y las dataciones de algunas de las inscripciones que fueron reutilizadas en las cercanías de dicho paraje. También sabemos que este ámbito funerario siguió en uso una vez que se construyó al anfiteatro en época de Adriano, aunque la edificación del nuevo edificio habría desmantelado parte del cementerio. La presencia en las cercanías de epigrafía fechada a fines del siglo ii d. C. y a lo largo de la siguiente centuria demuestra que el lugar no se abandonó y que la población de Tarraco, entre ellos los militares, siguió levantando sus monumentos sepulcrales en él.236 Adentrándonos ya en el plano de los espacios funerarios de los militares, tomaremos como punto de partida las consideraciones que en su día realizaron, primero Le Roux y después Alföldy, en sus estudios sobre el ejército romano en Tarraco, ya citados. Le Roux habló de tres núcleos de necrópolis distintos y bien definidos para los soldados de la capital: uno para los gobernadores y sus officiales, que se emplaza en el entorno del anfiteatro; el de los stratores, próximo al anterior; y el de los beneficiarii, que sitúa «al norte del arx».237 Por su parte, Alföldy no veía en las hipótesis de Le Roux pruebas para el emplazamiento de las necrópolis de los beneficiarii y la de los stratores.238 Asimismo, señaló la presencia de dos grandes áreas de necrópolis que coinciden con las ya mencionadas y reparte entre una y otra las inscripciones funerarias de los soldados. Apunta a la

235 Queremos agradecer encarecidamente a J. Ruiz de Arbulo y al grupo de investigación mencionado su amabilidad por poner a nuestra disposición la cartografía arqueológica más reciente de la Tarragona romana, que ha supuesto para nosotros la fuente principal para elaborar nuestra propia cartografía, alusiva a los militares de la colonia. 236 Remolà, 2004, pp. 83-95. 237 Es decir, de la parte alta de la ciudad. Le Roux, 1997-1998, p. 314. 238 Alföldy, 2007a, pp. 510-511.

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significativa concentración de tumbas de beneficiarii en la necrópolis occidental y señala, por otra parte, que los centuriones, milites gregales y veterani pudieron tener sus sepulturas en cualquiera de los dos cementerios. También observó que los principales parecen haber sido sepultados, salvo los beneficiarios, más en la necrópolis oriental, cercana a la sede del officium consulare.239Al margen de las divergencias entre ambos, que comentaremos, los dos estudiosos se centraron en la distribución de los lugares de hallazgo de los epígrafes funerarios para basar sus argumentaciones. No obstante, ambos tratan la cuestión de manera puntual y no ofrecen datos concretos sobre las inscripciones; mostrando, además, una imagen de división por rangos en la distribución de los enterramientos que trataremos de matizar. Los dos estudiosos mencionados, junto con algunos aspectos relativos a la distribución de tipos y calidades de soportes por rangos que ya hemos comentado, esbozan una situación inicial de soldados que se enterraban en unas zonas u otras en función de sus rangos y de su prestigio. De hecho, Le Roux divide de forma concisa áreas de necrópolis militares caracterizadas por la presencia de rangos determinados. Veamos, en primer lugar, qué nos dice la documentación disponible, analizada en detalle y distribuida sobre soporte cartográfico (vid. mapa de Tarraco). Conviene recordar que ninguno de los epígrafes se ha localizado in situ, que algunos no se conservan, y que la gran mayoría fueron desplazados para su reutilización posterior en la propia Antigüedad y muchos en época medieval o posterior. No obstante, la distribución global nos muestra evidencias de la posible pertenencia de los monumentos a una u otra de las necrópolis documentadas, si se emplea como criterio principal la cercanía mayor o menor de los enclaves de aparición para asignar las piezas a un cementerio concreto. De nuevo recordamos, como en el caso del campamento de Legio, que la reutilización de grandes bloques de piedra, como eran muchas de las inscripciones, debe contemplarse desde un punto de vista práctico: no parece probable que las piedras fuesen reutilizadas en lugares lejanos a los originales. Así lo demuestra, por ejemplo, el reempleo de una considerable cantidad de materiales epigráficos altoimperiales en la necrópolis paleocristiana, asentada también al suroeste de la ciudad y muy cercana a una de las altoimperiales.

Alföldy, 2007a, p. 511.

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Tabla 102. Distribución espacial de la epigrafía militar funeraria de Tarraco.240 Lugar de

Necrópolis

hallazgo

romana

Ciudad alta. Intramuros (recinto de culto imperial, «plaza de representación» y circo)

Noroeste de la ciudad alta. Extramuros

¿Oriental? ¿Oriental? ¿Oriental? ¿Oriental? ¿Oriental? ¿Oriental? ¿Oriental? ¿Oriental? ¿Oriental? ¿Oriental? ¿Oriental? ¿Oriental? ¿Oriental?

¿Oriental? ¿Oriental? ¿Oriental? ¿Oriental?

Oeste de la ciudad alta. Extramuros

¿Occidental?

Oeste de la ciudad baja. Extramuros

Occidental Occidental

N.os Cat. 086/reutilizada 159/reutilizada 101/reutilizada 108/reutilizada 131/trasladada 156/reutilizada 134/trasladada 105/trasladada 095/reutilizada 117/trasladada 157/reutilizada 119/reutilizada 075/reutilizada 098/trasladada 139/trasladada 081/trasladada 106/trasladada 094/trasladada D97/trasladada 102/trasladada 136/excavación (villa y sepulturas) 082/ excav./ trasladada?? 122/excavación

Rangos y tipos de soporte

Veteranus/pedestal Miles /pedestal Veteranus/altar Beneficiarius/sarcófago Speculator/placa Centurio/pedestal Miles/placa Beneficiarius/altar Commentariensis/pedestal Centurio/pedestal Miles/estela Centurio/altar? Veteranus/estela Beneficiarius/pedestal Veteranus/desconocido Veteranus/estela Beneficiarius/ara o pedestal Beneficiarius/ara o pedestal Beneficiarius/? Frumet. et benef./¿altar?

Número de epígrafes/ Rangos

16 3 Centuriones 3 Beneficiarii 1 Speculator 1 Commentariensis 3 Milites 5 Veterani (5 principales)

5 4 Beneficiarii 1 Frumentarius 1 Veteranus

Veteranus/estela Miles/estela Miles/estela

2 2 Milites

En el campo «Números de catálogo» (N.os Cat.) de la tabla-resumen 21, los términos «reutilizada y trasladada» indican que el epígrafe fue, en ambos casos, desplazado de su emplazamiento original, sin embargo, solo en algunos casos tenemos constancia de que fueran reutilizados, sobre todo en estructuras arquitectónicas posteriores, bien en la propia Antigüedad, bien posteriormente. En algunos casos hemos optado por el término «excavación», que también abarca cierta variedad casuística. Por ejemplo, la placa del tribuno desconocido de la legio Martia (Cat., n.º 138) fue hallada en excavaciones arqueológicas, en este caso en la zona del teatro o del foro, y su carácter funerario es, por tanto, dudoso. La estela del veterano L. Domitius (Cat., n.º 136) fue encontrada en contextos arqueológicos, pero podría haber sido ya trasladada en la propia Antigüedad. Para una exposición lo más detalla posible de cada caso remitimos a la consulta del expediente de cada inscripción en el catálogo extendido, en el apartado «Hallazgo/conservación». 240

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Lugar de

Necrópolis

hallazgo

romana

N.os Cat.

Rangos y tipos de soporte

Occidental Occidental Occidental Occidental Oeste-Sureste de Occidental la ciudad baja. Occidental Extramuros Occidental (todos en la Occidental necrópolis Occidental paleocristiana) Occidental Occidental Occidental Occidental

127/¿Trasladada? 128/reutilizada 130/reutilizada Revis/reutilizada 112/necrópolis 084/reutilizada 109/reutilizada 088/reutilizada 133/? 110/reutilizada 111/¿reutilizada? 137/? 077

Centurio/¿pedestal o ara? Centurio/placa Centurio/pedestal Centurio/placa Beneficiarius/sarcófago Beneficiarius/pedestal Beneficiarius/placa Beneficiarius/placa Miles/placa Veteranus/placa Miles/placa Veteranus/placa Miles/desconocido

Sur de la ciudad baja. Extramuros (entorno de la necrópolis occidental altoimperial)

132/reutilizada 092/reutilizada

Beneficiarius/pedestal Beneficiarius/pedestal

Occidental Occidental

Occidental Ciudad baja. Intramuros ¿Occidental? Oriental Este de la ciudad Oriental Oriental alta. Entorno de la necrópolis Oriental Oriental oriental Oriental altoimperial Oriental

138/excavación (reutilizada antiguo?) 147/excavación (foro) 093/reutilizada 104/trasladada 083/trasladada 085/trasladada 096/excavación 079/excavación 078/reutilizada

Número de epígrafes/ Rangos

13 4 Centuriones 4 Beneficiarii 3 Milites 2 Veterani

2 2 Beneficiarii

Veteranus/placa

2

Tribunus/veteranus/placa

2 Veterani (1 trib. republicano)

Beneficiarius/pedestal Miles/pedestal Speculator/pedestal Cornicularius/bloquedintel Veteranus/cupa Veteranus/estela Veteranus/bloque-dintel

7 1 Beneficiarius 1 Speculator 1 Cornicularius 1 Miles 3 Veterani

* Es imprescindible la consulta de la documentación cartográfica, concretamente el mapa de Tarraco, para situar los datos de la tabla.

Hemos consignado ocho zonas específicas para agrupar los lugares de hallazgo, tomando como referencia las partes alta y baja de la ciudad y las localizaciones intra o extramuros. En razón de la proximidad de estas zonas con los núcleos de necrópolis ya comentados, hemos tratado de asignar las inscripciones a una u otra zona de necrópolis. Conviene hacer, no obstante, algunas precisiones relevantes a la hora de determinar la pertenencia de los epígrafes a unos lugares u otros. En primer lugar, podríamos hablar, en realidad, de tres zonas básicas de concentración de inscripciones: el arco que cubre el sur, el oeste y el noroeste de la ciudad, la zona occidental próxima al anfiteatro y el área intramuros de la ciudad alta. No parece haber duda de que los epígrafes ubicados al sur y al oeste de la ciudad baja no pudieron haber sido trasladados desde la ciudad alta, existendo un cementerio a las afueras de la zona baja desde el período republicano, por lo que podemos asociar estas piezas a la necrópolis occidental y sus prolongaciones.

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Además, la reutilización de muchos de ellos en el cementerio paleocristiano posterior constituye otro argumento para certificar esta asignación. Por otra parte, hay un importante núcleo de monumentos que solo pudieron pertencer a la necrópolis oriental, dado que fueron hallados en las proximidades de la Via Augusta o en el entorno cercano del anfiteatro. Volveremos luego sobre estas dos primeras áreas con más detalle. Ahora bien, no está claro a cuál de los dos ámbitos debemos asignar las inscripciones que fueron trasladadas y reutilizadas en la parte alta de la ciudad, concretamente en los espacios que ocuparon, el circo, la «plaza de representación» y el recinto de culto imperial en la Tarraco romana. 6.2.5.2. La epigrafía funeraria aparecida intramuros de la acrópolis Un total de dieciséis monumentos funerarios han sido localizados en la parte alta de la ciudad, a los que hay que sumar otros dos que fueron trasladados a la iglesia de Sant Pere y Sant Pau de Sescelades, a algo más de 2 km al noroeste de casco antiguo de Tarragona. Se trata de la mayor concentración de epígrafes de militares de toda la ciudad, junto a la documentada en la necrópolis paleocristiana. Lo cierto es que no resulta posible identificar con certeza a cuál de las dos necrópolis pudieron haber pertenecido los epígrafes de la parte alta. Como vemos en la tabla, todos ellos fueron trasladados, obviamente, desde sus emplazamientos, para ser reutilizados la mayoría. No tenemos constancia de que ninguno de dichos epígrafes fuese reutilizado en la propia Antigüedad. Hay que pensar más bien, tanto por las noticias de algunos copistas como por las propias fechas de aparición, que las piezas fueron empleadas como bloques constructivos para levantar los edificios del caso viejo de Tarragona, en epóca medieval y posteriormente. Si aplicamos, pues, el criterio práctico, el de la cercanía de las piezas a los enclaves necropolitanos documentados, veremos que, a priori, podrían pertenecer, al menos una buena parte, al cementerio oriental; es decir, se habría desmantelado parte de esta necrópolis como material constructivo para no tener que subir las piedras desde la parte baja de la urbe. Conviene apuntar, en este sentido, que la magnitud de los edificios construidos en esta zona a partir de época tardorromana y medieval requirió mucha piedra, y que, probablemente, la habrían transportado desde cualquier punto de la ciudad. Además, también hallamos una buena parte de ejemplares que han sido localizados en la parte occidental de la ciudad alta, próximos a la muralla, cerca de algunas inscripciones funerarias de militares que marcan la existencia de terreno de necrópolis en toda la franja oriental extramuros de Tarraco. Para tratar de formular hipótesis plausibles, hemos de añadir, al criterio de proximidad ya expuesto, otros que pueden orientarnos en la investigación, concretamente el de la cronología de los monumentos y el del rango y condición de los soldados representados. Tomando en consideración el segundo, cabe destacar la elevada presencia de officiales y de centuriones que sirvieron en la legio VII Gemina, representados con cinco y tres inscripciones respectivamente, sobre un total de dieciséis documentadas. Los officiales son un speculator (Cat., n.º 131), un commentariensis (Cat., n.º 095) y tres beneficiarii (Cat., n.os 098, 105 y 108). Los centuriones representan casos significativos para nuestra argumentación: dos que, tras dilatadas carreras como tales, realizaron su último servicio en la capital de la

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Citerior, el antiguo eques singular M. Aurelius Lucilius (Cat., n.º 119) y L. Numerius Felix (Cat., n.º 156); y otro, probablemente en activo, que levantó el monumento para su liberto (Cat., n.º 117). Los epígrafes de los officiales se han fechado en un período entre la segunda mitad y fines del siglo ii d. C. y mediados de la siguiente centuria; tan solo la placa del speculator G. Valerius parece remitir a comienzos del siglo ii d. C. Los monumentos de los centuriones, en cambio, pertenecen a un período entre el reinado de Trajano y el comienzo de la dinastía severa dos de ellos (Cat., n.os 117 y 156), sin que se pueda concretar más; y a comienzos del siglo iii d. C. el otro (Cat., n.º 119). A excepción del de un speculator, hablamos, por lo general, de epígrafes que se concentran en su mayoría a mediados del siglo ii d. C. y en el período del reinado de los severos. No obstante, los monumentos funerarios de soldados trasladados a la parte alta de la ciudad no solo presentan centuriones y officiales en sus epitafios, sino también milites gregales y veteranos. Los primeros aparecen representados por cuatro inscripciones. Tres de ellas aparecen en el área de la «plaza de representación» flavia y el recinto de culto imperial (Cat., n.os 134, 137 y 159), y otra en la zona de la esquina occidental del recinto amurallado, muy cerca de la entrada septentrional de la Via Augusta a la ciudad (Cat., n.º 104). Esta última no tiene problemas de adscripción, dado que por cercanía y concentración de otros epígrafes militares se puede asociar sin mayor problema a la necrópolis del anfiteatro. Los soldados consignados en los epitafios tan solo manifiestan su condición de milites; sin embargo, dos de los tres ejemplares (Cat., n.º 157 y 159) se fechan entre el período augusteo y fines del siglo i d. C., y el otro (Cat., n.º 134) hacia mediados de la segunda centuria. Es preciso pensar que los epitafios más tempranos no reflejarían la condición específica de principales de los difuntos, en caso de haberlo sido, y que aquí se trata de dos casos en los que se discute si estos soldados habrían servido en el officium consulare.241 Además, el pedestal del soldado L. Valerius Secundus (Cat., n.º 159), hoy perdido, fue dedicado por dos de sus conmilitiones y herederos: Pamphilius Varus y Varius Velox. El hecho de que se trate probablemente de un pedestal funerario, que los personajes procedan todos de Italia septentrional y que sean los compañeros los dedicantes, sugiere que, probablemente, se trate, de nuevo, de un miles principalis que sirvió en el officium. Por lo que respecta a los veteranos, nos topamos con seis epígrafes funerarios aparecidos intramuros en la acrópolis tarraconense. Ninguno de ellos consigna condición adicional a la de exlegionarios, que alude a su rango de principales al servicio del officium, como sí lo hacen otros compañeros. Además, la mayoría de ellos fueron sepultados por sus esposas o familiares. La documentación se concentra, por una parte, entre fines del siglo i d. C. y comienzos del ii (Cat., n.os 081 y 091), y, sobre todo, entre mediados del siglo ii d. C. e inicios del iii (Cat., n.os 086, 101 y 139). Cabe señalar que dos de las inscripciones, hoy perdidas (Cat., n.os 086 y 091), corresponden a probables pedestales, y otra, también perdida, a un posible bloque para mausoleo que alojaba un largo epitafio en verso (Cat., n.º 139).

Vid. supra, concretamente en el apartado referente a la epigrafía funeraria de los milites gregales.

241

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6.2.5.3. La necrópolis oriental y los materiales del casco antiguo Si tomamos en consideración los datos expuestos y los ponemos en relación con una serie de epígrafes que, por sus lugares de aparición, se pueden adscribir a la necrópolis oriental del anfiteatro, podemos esbozar algunas hipótesis sobre la asignación de la epigrafía funeraria reutilizada en la parte alta de la ciudad y la naturaleza del cementerio situado a poniente de sus muros. En primer lugar, la abundancia de officiales manifiestamente declarados como tales es muy significativa. A los cinco ya comentados, situados en el casco viejo, habría que añadir un beneficiarius (Cat., n.º 093), dos speculatores (Cat., n.º 093) y un cornicularius (Cat., n.º 085). Todos estos aparecen en los epitafios de monumentos funerarios hallados extramuros, en el costado derecho de la Via Augusta, a su entrada a la ciudad por la puerta de Sant Antoni, a unos 200 m al norte del anfiteatro. Un poco más al oeste aparecieron dos inscripciones de veteranos (Cat., n.os 079 y 096), que fueron halladas en un sepulcro sito a un lado de la vía y en una casa ubicada sobre la misma, respectivamente.242 Esos dos epígrafes, una estela fechada entre fines del siglo i d. C. y comienzos del ii y una cupa de entre fines del siglo ii d. C. y comienzos del iii, constituyen una de las pruebas más nítidas de la existencia de una necrópolis en este sector y de la continuidad de la misma, al menos hasta comienzos de la dinastía severa. Cabe apuntar, asimismo, que los dedicantes de ambos monumentos fueron, con toda probabilidad, soldados, como los difuntos veteranos, a juzgar por las condiciones de amicus y contubernalis que consignan en los epitafios. Por último, más al sur, en el propio anfiteatro, habría que contabilizar a un veterano más, L. Fuficius Priscus (Cat., n.º 078), al que su liberta dedicó un epitafio fechado a comienzos del siglo ii d. C. y grabado sobre un gran bloque pétreo que, sin duda, correspondió a un mausoleo. Junto a esta última inscripción se localizó parte del pedestal funerario del centurión oriundo de Roma T. Iulius Maternus (Cat., n.º 129). Estas dos últimas piezas fueron trasladas al anfiteatro desde el área cercana de la necrópolis romana, para ser reutilizados en las construcciones medievales posteriores. Las últimas inscripciones que hemos puesto en relación con el material aparecido en el casco viejo pertenecen al entorno de la necrópolis occidental de la ciudad. El conjunto de la documentación epigráfica de ambas zonas, casco viejo y cementerio del anfiteatro, resulta bastante coherente si lo consideramos desde la perspectiva de los soldados, sus funciones y rangos. Sumando todos los ejemplares contamos con un total de ocho principales de diversos tipos —4 beneficiarii, 2 speculatores, un cornicularius y un commentariensis—. Cabe tener en cuenta también otras cuatro inscripciones, dos de ellas halladas extramuros en la parte oriental de la ciudad alta y trasladadas a monasterios junto a la puerta del Roser (Cat., n.os 094 y 106); y otras dos trasladadas a la iglesia de Sant Pere y Sant Pau de Sescelades, en la periferia urbana actual, al noroeste (Cat., n.os D97 y 102). Todas consignan igualmente a beneficiarii. Aunque no podemos tener certeza si fueron desplazadas desde alguna necrópolis de la parte norte del sector occidental, tampoco podemos descartar que perteneciesen originalmente al cementerio del anfiteatro.

Cat., n.os 079 y 096. Hallazgo y conservación, para una exposición de los lugares y circunstancias de hallazgo conocidos para estos epígrafes. 242

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La presencia de officiales es mayoritaria en el conjunto de inscripciones funerarias documentadas en la parte alta de la ciudad, tanto intramuros como en las inmediaciones del anfiteatro y la puerta de Sant Antoni; también hay una destacada presencia de centuriones y veteranos. En primer lugar, hay que poner en evidencia que todos los soldados cuyos monumentos funerarios aparecen en estos últimos sectores sirvieron inequívocamente en la legio VII Gemina. Ni siquiera entre los centuriones, que sirvieron en gran número fuera de Hispania, nos topamos en estas zonas con alguno que no lo hiciese en el exercitus Hispanicus y en la legión de la que provenían todos los miembros del officium. A lo ya dicho habría que añadir que muchos de los epígrafes se fechan en el período severo, cuando el espacio antes ocupado por la «plaza de representación» y el recinto del culto imperial pasó a convertirse, probablemente, en un ámbito reservado casi exclusivamente al officium consulare y organizado por los nuevos praesides. Por otra parte, el traslado de las dependencias del officium desde la parte baja de la ciudad, en las inmediaciones del recinto forense, a la parte alta parece haberse producido, como ya señalamos más arriba, a comienzos del período flavio, coincidiendo con la reurbanización de la capital. Por tanto, gran parte de las inscripciones funerarias que no se fechan en el período severo pueden ponerse en relación, desde el punto de vista espacial, con la nueva sede del officium, a pesar de no estar documentada arqueológicamente. Más problemáticos resultan los epígrafes dedicados a milites gregales en fechas relativamente tempranas, a lo largo del siglo i d. C. Como ya hemos visto, estos habrían servido probablemente en el officium, aunque ello no conste en sus epitafios. Existe, pues, a nuestro juicio, una relación entre el officium y la necrópolis oriental desde el punto de vista de la distribución espacial de los monumentos y el contenido de los epitafios. Por todo ello, creemos que la mayoría del material funerario del casco viejo tarraconense procedía originalmente del sector oriental de la necrópolis. Además, si consideramos la variedad de rangos de principales que presenta la documentación de la parte alta de la ciudad, frente a la de la necrópolis occidental, que solo nos ha proporcionado beneficiarii, y los factores ya expuestos, hemos de pensar que el cementerio occidental, articulado probablemente en varios núcleos alrededor de la Via Augusta y el anfiteatro, fue el lugar donde se enterraron mayoritariamente los soldados que sirvieron en el officium. En este sentido, coincidimos con las tesis básicas de Le Roux y Alfödy antes mencionadas, pero no podemos compartir algunas de sus precisiones particulares a la luz de la distribución de hallazgos disponible. Si bien suscribimos la afirmación de Le Roux sobre la presencia de un núcleo necropolitano para los gobernadores y los officiales en el entorno del anfiteatro, no vemos evidencia de la ubicación de un sector para los stratores próximo a este último. El estudioso francés se basa probablemente en la existencia de un altar votivo dedicado a Minerva por el beneficiarius L. Valerius Flavus (Cat., n.º 099). La pieza fue hallada en 1934 en el Jardí de la Reconciliació, en el punto donde concurren la Via Augusta y el Passeig de Sant Antoni.243 No obstante, las noticias que tenemos de ella indican que fue trasladada, al menos una vez, a un domicilio privado.244 El voto se elevó a la diosa Minerva pro salute collegii strato(rum), lo que sirvió a Le Roux para localizar la sede de un collegium Alföldy, CIL II2, 14, 2, 842. Battle Huget, 1943, pp. 86-87, n. 13.

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de stratores extramuros, precisamente en las cercanías de las necrópolis oriental, al pie de las edificaciones del concilium provinciae.245 Al margen ahora del emplazamiento del collegium, que nos parece probable, dado el lugar de hallazgo de la inscripción votiva, ese mismo epígrafe sería el único indicio para situar allí los enterramientos de los stratores. Es cierto que la cantidad de testimonios de officiales y la variedad de rangos invita a pensar que también en esta zona se sepultaran los stratores, pero no tenemos base epigráfica para afirmarlo, como en los otros casos. Tampoco podemos respaldar la hipótesis de ubicar una zona de sepulturas de beneficiarii «al norte del arx». La epigrafía funeraria de estos rangos es demasiado dispersa como para afirmarlo. Es cierto que contamos con dos testimonios atestiguados al noroeste de la acrópolis, pero, como hemos apuntado, fueron trasladados allí, primero a la iglesia de Sant Pere y Sant Pau de Sescelades, y después al convento de San Francisco. Coincidimos en su formulación general con la propuesta de modelo de distribución espacial hecha por Alföldy: la existencia de dos grandes áreas de enterramiento y la imposibilidad de asignar a milites gregales, veterani y centuriones a una necrópolis concreta; pero no compartimos su afirmación de que los beneficiarii se enterraban en la necrópolis occidental y de que tan solo documentamos uno que pueda asignarse a la necrópolis oriental.246 Como hemos visto, contamos con al menos cuatro ejemplos de beneficiarii que fueron sepultados, casi con toda seguridad, en dicha necrópolis, y con cuatro testimonios más, dudosos. Veremos qué depara la distribución de la epigrafía funeraria de los beneficiarii a continuación, al tratar la necrópolis occidental. Todos los datos expuestos nos conducen a identificar la necrópolis oriental como el lugar preferido por los officiales para sus enterramientos y monumentos funerarios, si bien no se puede hablar, a nuestro juicio, de una necrópolis específica para ellos, ni se puede considerar esta última como el único enclave donde estuvieron sus sepulturas. La relación entre el officium y este cementerio queda atestiguada más allá del criterio puramente espacial. Ahora bien, la cantidad de material asociado a los soldados rasos, veteranos y centuriones no autoriza a suponer, y menos a establecer, áreas concretas en función de los rangos. Lo que sí estamos en disposición de aventurar es que casi todos los epígrafes funerarios que documentamos en la parte alta de la ciudad y en el entorno donde se emplazaron el cementerio de la Via Augusta y el anfiteatro pertenecían al mismo. Un argumento suplementario vendría a reforzar las hipótesis vertidas. Dos epígrafes votivos proceden de las zonas estudiadas; el primero es el ya comentado localizado junto a la puerta de Sant Antoni (Cat., n.º 099); el segundo es un altar elevado a Iupiter Optimus Maximus, Fortuna Redux y al genio de la legio VII Gemina por el veteranus Q. Caelius Felix, que sirvió como commentariensis y speculator en el officium (Cat., n.º 125). El voto, fechado en época severa, menciona además el praesidium de Tarraco para

Le Roux, 1997-1998, p. 314. Alföldy (2007a: 510) señala como única excepción de monumento para un beneficiarius no situado en la parte baja de la ciudad, el pedestal erigido para L. Aufdius Felix por el speculator Gargilius Rufus (Cat., n.º 093). 245 246

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referirse a la sede del gobernador provincial.247 Los dedicantes de ambos altares eran milites principales al servicio del officium, un beneficiarius que alude al collegium de stratores y un speculator que había servido como commentariensis y que menciona el praesidium específicamente. Además de reforzar la hipótesis de localización del officium en esta parte de la ciudad, la presencia de estos rangos elevando votos en la zona y la de un collegium en las cercanías del sector de necrópolis oriental en época severa nos inducen a pensar en una relación estrecha entre el officium y sus integrantes con el área mencionada del cementerio oriental. Además, el espectro cronológico de la evidencia epigráfica se extiende desde los reinados de Augusto y Tiberio hasta mediados del siglo iii d. C. Ello pone en evidencia que esta zona fue empleada como necrópolis desde los primeros tiempos de la colonia hasta el reinado de los severos, y que la construcción del anfiteatro en la primera mitad del siglo ii d. C., si bien afectó al ámbito original augusteo, no hizo que el lugar16. dejase de ser utilizado con fines funerarios. losalta datos nuestra disposición, Figura Monumentos funerarios de militares en laCon parte y laa necrópolis oriental de creemos que este sería el panorama más ajustado a la evidencia documentada. Tarraco por rangos. Centuriones 12 %

Milites gregales 16 %

Veterani 36 %

Milites principales 36 %

Figura 16. Monumentos funerarios de militares en la parte alta y la necrópolis oriental de Tarraco por rangos.

6.2.5.4. La necrópolis oriental y los soportes epigráficos La distribución de los soportes localizados en la parte alta de la ciudad no resulta, ni muchos menos, homogénea. Asumiendo que el material epigráfico del casco viejo y el localizado extramuros, al noroeste, pertenecen a la necrópolis oriental, vemos una distribución por soportes en la que destaca una ligera mayoría de pedestales funerarios, con seis ejemplares documentados sobre los diecinueve totales. A estos quizá habría que añadir dos epígrafes más, hoy perdidos, que podrían haber sido tanto altares como pedestales (Cat., n.os 094 y 106).

Tal y como ya señaló Palao Vicente (2006: 409), el orden de divinidades del voto no es casual; con la dedicatoria a Júpiter, el soldado apelaba a la Triada capitolina y al dios tutelar del ejército, a Fortuna Redux, por el cumplimiento existoso de una misión, y, finalmente, al genius de la unidad, como protector local y del propio individuo. 247

Gladius, Anejos 19, 2021

6.  EL CONVENTUS TARRACONENSIS... 

557

Tabla 103. Distribución de soportes localizados en la parte alta de la ciudad. N.º Cat.

Necrópolis romana

Rango

Cronología

Pedestales (6) 086

Oriental

Veteranus

Siglo ii d. C. (mediados siglo ii d. C.)

095

Oriental

Commentariensis

2

098

Oriental

Beneficiarius

Siglos ii-iii d. C. (Fin siglo ii-principios siglo iii d. C.)

117

Oriental

Centurio

Siglo ii d. C. (Trajano-197 d. C.)

156

Oriental

Centurio

Siglo ii d. C. (Trajano-197 d. C.)

159

Oriental

Miles

Siglos i-ii d. C. (Fin siglo i d. C.-principios siglo ii d. C.)

/2 siglo ii d. C.

Altares (2) 101

Oriental

Veteranus

Siglo ii d. C. (2/2 siglo ii d. C.)

105

Oriental

Beneficiarius

Siglos ii-iii d. C. (Fin siglo ii-principios siglo iii d. C.)

Placas (2) 131

Oriental

Speculator

Siglos i-ii d. C. (Fin siglo i d. C.-mediados siglo ii d. C.)

134

Oriental

Miles

Siglo ii d. C. (2/2 siglo ii d. C.)

Estelas (4) 075

Oriental

Veteranus

Siglo i d. C. (Augusto-Calígula)

081

Oriental

Veteranus

Siglos i-ii d. C. (Fin siglo ii-principios siglo iii d. C.)

136

¿Oriental?

Veteranus

Siglo i d. C.

Miles

Siglo i d. C. (Augusto)

157

Oriental

Sarcófagos (1) 108

Oriental

094

¿Oriental? Perdida: altar o pedestal

Beneficiarius

Siglos ii-iii d. C. (Fin siglo ii-principios siglo iii d. C.)

Dudosas (4) Beneficiarius

/2 siglo ii d. C.

2

Gladius, Anejos 19, 2021

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

558

N.º Cat.

Necrópolis romana

Rango

Cronología

102

¿Oriental? ¿Altar?

Frumentarius y beneficiarius

Siglos ii-iii d. C. (Fin siglo ii-principios siglo iii d. C.)

106

¿Oriental? Perdida: altar o pedestal

Beneficiarius

Siglos ii-iii d. C. (Fin siglo ii-principios siglo iii d. C.)

119

Oriental

Centurio

Siglos ii-iii d. C. (S. Severo-mediados siglo iii d. C.)

¿Altar?

* Es imprescindible la consulta de la documentación cartográfica, concretamente del mapa de Tarraco, para situar los datos de la tabla.

Figura 17. Monumentos epigráficos militares de la necrópolis oriental de Tarraco. Dudosos 21 %

Pedestales 32 %

Sarcófagos 5 % Estelas 21 %

Placas 11 %

Altares 10 %

Figura 17. Monumentos epigráficos militares de la necrópolis oriental de Tarraco.

Este material pertenece esencialmente a los centuriones y principales y se fecha entre la segunda mitad del siglo ii y comienzos del iii d. C. Los altares presentan cronologías similares e igualmente pertenecen a los principales y a algún veterano, mientras que las placas y las estelas son de cronología más temprana y aparecen acaparadas por los milites gregales y algunos veteranos. Las proporciones sugieren que en la necrópolis oriental debió de existir una considerable porción de territorio reservada a los loci religiosi, en los que irían colocados los pedestales y algunos grandes altares, destinados en su mayor parte a los miembros del officium y a los centuriones. Conviene, no obstante, tener en cuenta que el reparto de soportes es en general bastante heterogéneo, a excepción de los pedestales, que representan casi un tercio de todo el conjunto. Este predominio de pedestales puede ser un indicio más para considerar la presencia de un área de officiales en este sector, dado que, como hemos visto, esos monumentos fueron una de las soluciones que aquellos más adoptaron para ornar sus tumbas. Cabe destacar que los beneficiarii aparecen exclusivamente representados en pedestales funerarios o altares. Por lo demás, parece detectarse un primer estrato cronológico de monumentos que consistirían en mausoleos y estelas, el cual va siendo remplazado

Gladius, Anejos 19, 2021

6.  EL CONVENTUS TARRACONENSIS... 

559

progresivamente, o bien completado, con altares y pedestales, tal y como ya habíamos apuntado. Dicho esto, conviene señalar que la cantidad de monumentos atestiguados y la distribución de los mismos, en relación con sus dedicatarios y sus cronologías, solo nos permiten intuir la existencia de ciertas áreas en las que se concentrarían los monumentos de los soldados, preferentemente de los officiales; pero no cabe hablar de cementerios reservados a los soldados. 6.2.5.5. La necrópolis occidental y sus prolongaciones septentrionales Una serie de inscripciones se pueden asignar, sin sombra de duda, a la necrópolis ya descrita, situada entre el curso meridional de la Via Augusta, hacia Valentia, y la costa tarraconense, al oeste-suroeste de la ciudad baja. La vía, que atravesaba el Francolí, habría estado jalonada, al menos en su primer tramo, por una gran variedad de monumentos funerarios. Ahora bien, hemos consignado en la tabla-resumen una serie de epígrafes cuyos lugares de aparición nos permiten hablar, junto con el resto de materiales epigráficos de la ciudad, de prolongaciones del área de la necrópolis occidental y otras cuya asignación es problemática. En estos espacios nos topamos con una cantidad significativa de epígrafes militares. Trataremos esta zona dividiéndola en dos sectores: el occidental y el suroccidental. 6.2.5.5a. El sector occidental La parte más occidental del cementerio de la ciudad baja, o sus prolongaciones, se puede conjeturar por la presencia de al menos tres inscripciones debidas a soldados. Los más controvertidos son dos epígrafes funerarios dedicados a los beneficiarios Aurelius Severus y T. Cornelius (Cat., n.os 094 y 106), que aparecieron en el monasterio de los dominicos en la zona del actual campo de Marte, junto a la puerta del Roser. Hemos vinculado ambas al ámbito de la necrópolis oriental, por la proximidad con el conjunto epigráfico aparecido en el casco antiguo y por el carácter de officiales de los dedicatarios; pero no podríamos descartar que ambos soldados hubiesen sido enterrados en el sector occidental de la ciudad, fuera de los muros de la ciudad alta. Los lugares de aparición, sin duda, nos muestran que las piezas fueron trasladadas y hoy no conocemos su paradero, por lo que tendremos que dejarlas sometidas a la duda, prefiriendo asignarlas al ámbito ya mencionado. Más al sur y algo más al oeste de los muros de la ciudad, en 2006 apareció un fragmento de estela funeraria dedicada al veterano auxiliar L. Domitius (Cat., n.º 136), en un solar donde se documentaron vestigios de una villa suburbana y sepulturas, contexto al que debió de pertenecer la estela, fechada en el curso del siglo i d. C., sin mayor precisión. La condición de veterano del dedicatario encaja bien con una villa, sitios en los que algunos de los soldados retirados se habrían establecido una vez cumplido su servicio militar. La existencia de villae suburbanas está bien atestiguada en Tarraco. En este mismo sentido, cabe hablar del altar funerario del discens armaturae Staberius Felix (Cat., n.º 123), localizado en un derribo de las obras de ferrocarril, donde había sido empleada como material de construcción, a unos 3 km de los muros meridionales de la ciudad romana. Nos atenemos al comen-

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

560

Gladius, Anejos 19, 2021

tario de Alföldy, que señala la cercanía del paraje donde apareció la pieza con la villa suburbana de Mas dels Canonges, más al oeste, desde donde esta inscripción pudo ser trasladada a Tarragona.248 En relación con la inscripción del veterano, están dos estelas sepulcrales aparecieron más al sur, al oeste de los muros de la ciudad baja. La primera, localizada en 1923 en la Rambla Nova, entre la Plaça Imperial de Tarraco y la Avinguda Ramón y Cajal,249 es un fragmento dedicado a un soldado desconocido procedente de la Galia Narbonense (Cat., n.º 082), fechado a finales del siglo i d. C. La segunda, descubierta en 1987 más al oeste, en las excavaciones de un área de necrópolis en la zona conocida como Parc de la Ciutat, es la dedicada al miles Scallabitanus L. Lovesius Placidus por uno de sus camaradas, fechada entre fines del siglo i d. C. y mediados del ii (Cat., n.º 122). La concentración general de epígrafes funerarios en las zonas en que fueron hallados los de los militares es bastante alta en el tramo inicial, en el espacio comprendido entre la necrópolis paleocristiana, el llamado espacio de la Tabacalera y la Plaza Imperial de Tarraco.250 Sin embargo, a medida que avanzamos hacia el noreste, siguiendo la franja comprendida entre la Avinguda Ramon y Cajal y la muralla romana, la presencia de epigrafía funeraria se reduce a la documentada para los soldados. La ubicación de las tres estelas sería una evidencia de que el área de necrópolis situada al occidente de la colonia se extendía extramuros por toda la vertiente occidental de la ciudad, hasta la altura de la acrópolis. Por ello, no asignamos estas piezas específicamente a ninguna de las dos grandes áreas de necrópolis que venimos definiendo, sino que las consideramos como parte de otras zonas suburbanas con enterramientos, que debieron de existir a la luz de la evidencia arqueológica y epigráfica. Todas ellas son estelas fechadas a lo largo del siglo i d. C. y se emplazan a lo largo de un eje suroestenoreste que partiría de la zona de la necrópolis paleocristiana, entre la Avinguda Roma y la Avinguda Ramón y Cajal, y proseguiría hacia el noreste, por la Avinguda Ramón y Cajal y sus prolongaciones en la Avinguda de Pau Casals y el Carrer de Maria Cristina, y en el Carrer de Antoni Rovira i Virgilli, más al norte. 6.2.5.5b. El sector suroccidental Una vez revisados los ejemplares más problemáticos para su asignación concreta, resta considerar un conjunto de dieciséis monumentos sepulcrales cuyos lugares de aparición y contextos de hallazgo remiten, sin duda, a la necrópolis ubicada en el sector suroccidental de la ciudad, cuya ubicación ya hemos descrito. De esos dieciséis ejemplares atestiguados en esta área, trece aparecieron en el solar de la ne-

Alföldy, CIL II2, 14, 2, 1062, con bibliografía. Ibídem, 1073. 250 Según los mapas elaborados para la última edición del CIL II2, 14, 2, se pueden ubicar seis inscripciones funerarias en esta zona, incluida la de Lovesius Placidus mencionada: 1477, 1812 y 2055 al norte, y 1068 (Lovesius Placidus), 1105 y 1455 más al sur. Cf. Alföldy, CIL II2, 14, 2, n. 3, p. 1176 y n. 5, p. 1178. 248 249

Gladius, Anejos 19, 2021

6.  EL CONVENTUS TARRACONENSIS... 

561

crópolis paleocristiana, la mayoría de ellos reutilizados en sepulturas posteriores.251 Algunos de los sarcófagos conservados, como el del beneficiarius C. Iulian[nus?] (Cat., n.º 112), fueron instalados en este cementerio tardoantiguo que data de los siglos iv-v d. C., probablemente trasladados desde otros puntos no muy lejanos. Los tres testimonios restantes son un monumento perdido (Cat., n.º 077) dedicado al miles gregalis C. Iulius Reburrus, que se ubica un poco más al sur, en el propio solar del cementerio paleocristiano; y otros dos pedestales, ambos perdidos, dedicados a dos beneficiarii (Cat., n.os 092 y 132). El reparto de sepulturas según los rangos de los difuntos, el tipo de monumentos y sus cronologías arroja datos de interés. El rango mejor representado es el de los beneficiarii, con dos placas, un pedestal y un sarcófago (Cat., n.os 084, 088, 109 y 112), a los que habría que sumar los dos pedestales situados al sur de las murallas, cerca del muelle (Cat., n.os 092 y 132). Los dos más antiguos se fechan a comienzos del siglo ii d. C. (Cat., n.os 084 y 088), mientras que los otros cuatro lo son entre fines del siglo ii d. C. y a lo largo del siglo iii, sobre todo bajo el reinado de los severos (Cat., n.os 109, 112, 092 y 132). Les siguen los centuriones, de los que conservamos dos placas, un pedestal (Cat., n.º 130) y un epígrafe perdido, que podría ser un pedestal o un altar por la disposición del texto (Cat., n.º 127). El material se fecha entre el reinado de Marco Aurelio y el siglo iii d. C. Los milites gregales aparecen representados en este sector con dos placas fechadas a comienzos del siglo ii y en el siglo iii d. C. (Cat., n.os 133 y 111), y un monumento perdido desconocido, más temprano, datado a fines del i d. C. o comienzos del siguiente (Cat., n.º 077). Finalmente, aparecen dos veteranos cuyos epitafios fueron grabados sobre placas de muy diversa factura, fechadasen el siglo i d. C. la mejor elaborada (Cat., n. 137), y la otra, muy tosca, en el siglo iii d. C. (Cat., n.º 110). La información disponible autoriza a validar parcialmente la afirmación de Alföldy según la cual la necrópolis de los beneficiarii se encontraba en este sector. Se trata del enclave donde hallamos mayor concentración de monumentos sepulcrales debidos a soldados de este rango en toda la ciudad.252 No obstante, como ya hemos indicado, hay una notable concentración de epígrafes alusivos a los beneficiarii aparecidos en la parte alta de la ciudad, al menos cuatro, que podrían asociarse sin problemas a la necrópolis oriental en la zona del anfiteatro. A nuestro juicio, estos soldados se enterraron indistintamente en los dos cementerios de la ciudad, aunque hubo, sin duda, un sector en la necrópolis occidental en el que sus sepulcros debieron tener una presencia considerable, no sabemos si suficiente como para hablar de una «zona de los beneficiarii».

Según las noticias de los hallazgos, concretamente ocho inscripciones: Cat., n.os 084, 088, 109, 110, 128 y 130. Probablemente, también Cat., n.os 111 y 133. 252 Alföldy, 2007a, p. 510. 251

Figura 18. Monumentos funerarios de militares asociados a la necrópolis occidental de 562 Gladius, Anejos 19, 2021 Tarraco según rango.EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA  Centuriones 25 %

Milites gregales 31 %

Veterani 19 %

Milites principales 25 %

Figura 18. Monumentos funerarios de militares asociados a la necrópolis occidental de Tarraco según rango.

6.2.5.6. Distribución de los soportes en la necrópolis occidental Tabla 104. Distribución de soportes localizados en los sectores occidental y suroccidental. N.º Cat.

Necrópolis romana

Rango

Cronología

Pedestales (4) 084

Occidental

Beneficiarius

1/4 siglo ii d. C.

092

Suroccidental

Beneficiarius

Siglos ii-iii d. C. (Fin siglo ii-principios siglo iii d. C.)

130

Occidental

Centurio

Siglo ii d. C. (M. Aurelio)

132

Suroccidental

Beneficiarius

Siglos ii-iii d. C. (Fin siglo ii-principios siglo iii d. C.)

Altares (0) Placas (8) 088

Occidental

Beneficiarius

Siglo i-ii d. C. (Fin siglo i-mediados siglo ii d. C.)

109

Occidental

Beneficiarius

Siglo iii d. C.

110

Occidental

Veteranus

Siglo iii d. C.

111

Occidental

Miles

Siglo iii d. C.

128

Occidental

Centurio

¿Siglo iii d. C.?

133

Occidental

Miles

Siglo ii d. C. (1/4 siglo ii d. C.)

137

Occidental

Veteranus

Siglo i d. C

097

Occidental

Centurio

Siglo ii d. C.

Estelas (2) 082

Suroccidental

Miles

Siglo i d. C. (fin siglo i d. C.)

44 

Gladius, Anejos 19, 2021

N.º Cat. 122

6.  EL CONVENTUS TARRACONENSIS... 

Necrópolis romana Suroccidental

Rango

563

Cronología Siglo i-ii d. C. (Fin siglo i-principios siglo ii d. C.)

Miles Sarcófagos (1)

112

Occidental

127

Perdida: pedestal Occidental o ara

Beneficiarius

Siglo iii d. C.

Dudosas (1) Centurio

Siglo iii d. C. (principios siglo iii d. C.)

* Es imprescindible la consulta de la documentación cartográfica, concretamente el mapa de Tarraco, para situar los datos de la tabla.

En el área de las necrópolis occidental y suroccidental, la distribución de los monuFigura 19. Monumentos epigráficos militares en la necrópolis occidental y suroccidental mentos se concentra de manera mayoritaria en torno a las placas y los pedestales. de Tarraco.

Estelas 13 %

Sarcófagos 6 %

Dudosas 6 %

Pedestales 25 %

Placas 50 %

Figura 19. Monumentos epigráficos militares en la necrópolis occidental y suroccidental de Tarraco.

Las placas representan la solución mayoritaria con ocho ejemplares, cuya cronología se extiende desde el siglo i d. C. hasta el iii, por lo que no podríamos hablar de una fase determinada. La distribución de estos monumentos por rangos está bastante diversificada, con dos ejemplares dedicados a beneficiarii, dos a milites y uno para los centuriones y los veteranos. Los pedestales son el segundo tipo de soporte más numeroso, con cuatro ejemplares cuya cronología va de mediados del siglo ii d. C. a comienzos del iii; tres de ellos corresponden con beneficiarii y uno con un centurión. De forma minoritaria aparecen las estelas, que contienen epitafios de milites de fines del siglo i d. C. o comienzos del ii, y un sarcófago dedicado, de nuevo, a un beneficiarius. El reparto de los monumentos funerarios de los soldados sepultados en estos sectores nos muestra una significativa diversidad en la que cabría destacar la elevada presencia de placas destinadas a mausoleos que, por otra parte, fue material pétreo fácilmente reutilizable en la necrópolis paleocristiana posterior. Es cierto que la presencia de beneficiarii es notable, pero, mientras que en la necrópolis oriental parecen haber optado mayoritariamente por el pedestal o el altar, aquí también los encontramos enterrados en sarcófagos y representados en placas sepulcrales. Lo mismo ocurre con los centuriones, que en este sector aparecen

564

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

Gladius, Anejos 19, 2021

tanto en pedestales como en placas. Dicho esto, y como en el caso del cementerio del anfiteatro, la cantidad de testimonios conservados y localizables y la distribución de los epígrafes, en relación con los rangos y sus cronologías, solo nos permiten trazar algunas ideas generales en relación con el otro gran espacio necropolitano, ideas que exponemos a continuación a modo de conclusiones. 6.2.5.7. Las necrópolis de Tarraco. Conclusiones generales Las limitaciones metodológicas para abordar el estudio del espacio y la epigrafía militar tarraconense imponen obstáculos que a menudo resultan insalvables para la reconstrucción de la topografía epigráfica de los soldados que sirvieron en la ciudad. La distribución que hemos diseñado se basa en los lugares de aparición de las inscripciones, resultantes, en su mayor parte, del traslado masivo de los epígrafes y su reutilización posterior. Estas condiciones limitan sensiblemente nuestra capacidad de análisis. En muchos casos, además, contamos con varias versiones sobre los lugares de hallazgo y de depósito de las inscripciones, o nos encontramos con diversos traslados; solo unos pocos casos nos brindan contextos arqueológicos, pero incluso estos pueden corresponder a reutilizaciones llevadas a cabo en la propia Antigüedad. Aun así, seguimos partiendo del concepto de proximidad ya mencionado, basado en el espíritu práctico de los constructores posteriores; no creemos que muchas de las inscripciones hayan aparecido en lugares muy lejanos de aquellos en los que fueron levantadas. A ello debemos añadir que, en el caso de Tarragona, contamos con unas referencias razonablemente verosímiles de la ubicación de las dos grandes necrópolis altoimperiales. Una vez revisado todo el material, coincidimos con Alföldy en asignar a alguno de los dos grandes núcleos de necrópolis altoimperiales los monumentos de los militares, pero no compartimos su distribución por rangos, como ya hemos advertido. Desde nuestro punto de vista, habría que tender a asignar las piezas aparecidas en el casco viejo al cementerio oriental, por una serie de indicios que apuntan claramente en esa dirección. La presencia del officium en ese lugar, la cronología de muchos de los monumentos, que datan del siglo ii d. C., y sobre todo del período severo, la variedad de officiales atestiguados en la documentación de esta zona, la presencia de pedestales honoríficos alusivos a los gobernadores y dedicados por soldados, y, finalmente, los altares votivos dedicados por principales —uno de ellos alusivo a un collegium— nos hablan, en primera instancia, de una zona dedicada a la administración provincial ejercida por los militares. Por otra parte, el emplazamiento de la necrópolis oriental, un poco más al este del arranque de las edificaciones del officium, al pie de la colina, es en sí mismo significativo. A ello hay que sumar la identificación de los lugares donde apareció otro grupo importante de inscripciones sepulcrales dedicadas a militares, entre ellos officiales. Algunos de estos monumentos, hallados en contextos arqueológicos o reutilizados en estructuras muy próximas a su situación original, nos confirman la presencia de tumbas en los márgenes de la Via Augusta septentrional. La epigrafía militar de la zona alta de Tarragona, sumando el grupo localizado en el casco viejo y aquellos ejemplares extramuros en el anfiteatro, parece constituir un

Gladius, Anejos 19, 2021

6.  EL CONVENTUS TARRACONENSIS... 

565

conjunto relativamente homogéneo, habida cuenta de la proximidad de los lugares de hallazgo a la necrópolis oriental, así como de la presencia de un elevado número de monumentos funerarios dedicados a officiales, de los que un número considerable eran pedestales. La cifra total de monumentos que contabilizamos en este primer gran conjunto, que incluye casco urbano y entorno del anfiteatro, asciende a 23 ejemplares. De ellos, ocho contienen epitafios alusivos a milites principales de diversa graduación; otros cuatro podrían pertenecer también al ámbito de necrópolis oriental; cabe añadir cuatro epígrafes correspondientes a centuriones, todos ellos ligados a la legio VII Gemina, un número igual de milites gregales y, finalmente, ocho inscripciones que presentan a veteranos como dedicatarios. La conclusión clara es que en la necrópolis debieron de enterrarse todo tipo de soldados, independientemente de su rango; pero la cantidad y variedad de officiales, la alta presencia de pedestales y la posible pertenencia al officium de algunos de los milites gregales y veterani nos ofrecen indicios de que este núcleo de necrópolis hubo de contar con ciertas áreas, si no reservadas para ellos —algo para lo que no tenemos datos suficientes—, sí caracterizadas por una fuerte presencia de officiales y algunos centuriones ligados al entorno del gobernador y el staff administrativo. Por otra parte, la distribución de cierto número de epígrafes extramuros de la ciudad, desde la acrópolis hasta el oeste, en la parte baja, nos indica que la necrópolis occidental tuvo que prolongarse precisamente por todo ese costado hasta la ciudad alta, siguiendo un eje suroeste-noreste. Algunos de los monumentos documentados ponen en evidencia, además, que existieron villae suburbanas en las que algunos de los soldados veteranos se habrían retirado y donde se habrían hecho enterrar. En el oeste se levantó la otra gran necrópolis de probables orígenes republicanos. Contamos con quince inscripciones localizables, tanto reutilizadas en el cercano cementerio paleocristiano como las situadas extramuros, al sur de la muralla, a las que habría que sumar, por proximidad, las tres antes comentadas, que siguen las prolongaciones de las necrópolis hacia el noreste. Así, el número de monumentos documentados y localizables es similar en la parte alta y en la parte baja de la ciudad; ligeramente más alto en la zona de la acrópolis. De entre ellos, nos topamos con un reparto igualmente heterogéneo, con una fuerte presencia de principales (seis epígrafes), frente a los centuriones (cuatro epígrafes) y los milites gregales (tres epígrafes) —más dos si sumamos los del costado occidental—, y, finalmente, los veteranos (dos epígrafes). Es cierto que todos los principales de este sector fueron beneficiarii, tal y como señaló Alföldy, pero ello no autoriza a considerar esa necrópolis como propia de los mismos, habida cuenta de la variedad del registro y, sobre todo, de su importante presencia también en la parte alta de la ciudad. La distribución de soportes nos indica también una amplia variedad, aunque dominan claramente las placas funerarias, hecho que tiene que ver, a nuestro juicio, con la facilidad para su transporte y reutilización, ya que la gran mayoría de ellas se han localizado reempleadas como tapaderas de los sarcófagos del cementerio paleocristiano. La imagen general que se desprende de los datos es, de nuevo, la de una necrópolis altoimperial, que hubo de ser muy variada, tanto en monumentos como en tipos de soldados sepultados en ella, y en la que no faltarían ciertos espacios, bien visibles, que alojaron los mausoleos de los beneficiarii y algún pedestal con estatua.

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

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Gladius, Anejos 19, 2021

6.2.5.8. Otros espacios. El campus de adiestramiento y el campamento de los equites singulares Hace unos años, J. Ruiz de Arbulo publicaba una revisión y reinterpretación de una inscripción votiva conocida en Tarragona al menos desde el siglo xvi, y ya estudiada por Hübner y Alföldy entre otros.253 Se trata de un fragmento de piedra de Santa Tecla que contiene el voto, ya comentado, del centurión T. Aurelius Decimus a Mars Campester (Cat., n.º 116). El dedicante sirvió en los equites singulares Augusti de Roma, lo que probablemente motivaría que fuese reclutado como centurión por la legio VII Gemina con base en León, y de allí enviado a Tarraco, donde habría actuado como centurio y praepositus de una unidad de caballería.254 Dado su rango, posiblemente tuviera a su cargo una centuria de jinetes que actuarían como guardia montada del gobernador.255 El voto va dirigido a Mars Campester y se realiza pro sal(ute) / Imp(eratoris) M(arci) Aur(eli) Commodi / Aug(usti) et equit(um) sing(ularium). El propio Ruiz de Arbulo ya señaló la conveniencia de matizar el epíteto Campester atribuido a Marte. En razón de los paralelos documentados en Britannia y el Rin, se ha de considerar el apelativo en el marco de la existencia de un campus de entrenamiento en los alrededores de Tarraco, a imagen de los instalados en las afueras de los campamentos militares, en el cual hallaría contexto el monumento.256 Los argumentos y paralelos proporcionados por el autor resultan absolutamente convincentes para suponer una instalación de este tipo en la capital provincial. A ellos querríamos añadir, no obstante, algunas precisiones que podrían enriquecer la hipótesis. En primer lugar, conviene distinguir entre las divinidades campestres entendidas como numina protectores de la naturaleza, en sentido general, de su adaptación religiosa al ámbito específicamente militar. Ya Domaszeswky señaló la relación directa entre la actividad cultual de la caballería romana y los votos a estas divinidades, argumento que fue desarrollado posteriormente en profundidad, por otros autores.257 El culto a los dii o deae campestres trasciende, por tanto, la esfera militar; no obstante, una serie de argumentos añadidos a los ya expuestos por Ruiz de Arbulo constatan que tal epíteto, aplicado a Marte, debe ser contemplado desde las prácticas religiosas de ejército. La naturaleza fundamentalmente ecuestre del terreno de adiestramiento que esta inscripción atestigua en Tarraco viene dada por la carrera del dedicante del voto y su condición de eques singularis, centurión y praepositus de una unidad militar en la ca-

Ruiz de Arbulo, 2011-2012, pp. 553-569; Hübner, CIL II, 4083, p. 72; Alföldy, RIT, 1975, p. 38; y CIL II2, 14, 2, 839. 254 Ya hemos hablado de la doble condición del dedicante de eques singular y praepositus, así como de su llegada a la VII Gemina, su procedencia y probables funciones, en razón del trabajo publicado por Ruiz de Arbulo en su día, con el que coincidimos. Vid supra apartado 6.2.3.8: «Los centuriones». 255 Para la presencia de tropas singulares en el entorno de los gobernadores provinciales, cf. Speidel, 1965, 1978 y 1994. 256 Ruiz de Arbulo, 2011-2012, pp. 554-555, con abundantes paralelos epigráficos de dedicatorias a las divinidades campestres y a Marte en áreas castrenses como Maryport y la propia Roma. 257 Domaszewsky, 1895 y Le Bohec, 2008, p. 159. También recogidos por Ruiz de Arbulo, 20112012, p. 554. 253

Gladius, Anejos 19, 2021

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pital.258 Parte del material votivo asociado a la caballería romana en los campamentos altoimperiales muestra que el mundo ecuestre se encontraba bajo la protección directa de la diosa de origen céltico Epona,259 de la misma manera que los campi de adiestramiento estaban bajo la tutela de las divinidades conocidas como campestres.260 Tal y como señala Schmidt, las esferas de acción de estas deidades, Epona y las campestres, eran en realidad complementarias,261 aunque hubo de existir una jerarquía que colocaba a las segundas por encima la diosa céltica. Centrándonos en el apelativo campestres, es claro que hace referencia, efectivamente, a los dioses del campus;262 así lo confirma, sobre todo, el descubrimiento de un templo consagrado a tales divinidades en el campamento de Gemellae, en El-Kasbat (Argelia), que se ubicaba al mismo borde del campus de entrenamiento. Del mismo lugar proceden dos altares votivos Diis Campestribus, dedicados por dos prefectos del ala I Pannoniorum, T. Aurelius Aurelianus263 y M. Celerinius Augendus,264 fechadas en los siglos ii y iii d. C. Los dioses campestres fueron venerados en los campamentos, bien solos, bien acompañados por otras deidades, pero casi exclusivamente en el área del campus, lo que confirma más, si cabe, la asociación entre caballería, campus y estas divinidades.265 El número de ellas no parece estar determinado y el género, a juzgar por el material epigráfico parece depender de la zona donde fueron veneradas. En Britannia parecen haber sido consideradas como matres,266 y en la propia Roma aparecen también bajo forma femenina en una dedicatoria de los equites singula-

Ruiz de Arbulo, 2011-2012, pp. 556-557. Para el culto a Epona en los campamentos militares, cf. Schmidt, 2013a, pp.170-171, con bibliografía y documentación epigráfica. 260 Habría que destacar que el origen céltico que tradicionalmente se ha propuesto para las divinidades campestres ha sido discutido por autores como P. Le Roux o, más recientemente, C. Schimidt. Cf. Domaszewsky, 1895, pp. 50-51; Irby-Massie, 1999, pp. 152-153 y 1996, pp. 293-300; y Schmidt, 2013a, p. 158 y n. 135, con bibliografía. 261 Schmidt, 2013a, p. 158. De hecho, contamos con dedicatorias votivas en las que todos estos dioses aparecen juntos, como en una placa votiva del recinto auxiliar de Pföring, en Recia, CIL III, 5910, Pföring/ Raetia: Campest(ribus) et / Eponae ala I / sing(ularium) P(ia) F(idelis) c(ivium) R(omanorum) ui pr{p} (ae)e(st) / Ael(ius) Bassianus / praef(ectus) v(otum) s(olvit) l(ibens) l(aetus) m(erito). 262 No tanto a la planicie donde se elevaba el campamento o a un campo de batalla propiamente dicho, como se ha sugerido también. Cf. Cagnat, 1912, p. 346, para la primera propuesta; para la segunda, cf. Irby-Massie, 1996, p. 297. 263 AE, 1976, p. 00735 = Schmidt, 2013a, n. C532: [Dis C]ampes/[tri]bus [T(itus)] Aurelius / Aurelianus / prae(fectus) eq(uitum) al(ae) I P(annoniorum) f(ecit). 264 Libyca, 1955, p. 155 = Schmidt, 2013a, n. C533: Di{i}s Campestri/bus M(arcus) Celerin/ius Augendus / praef(ectus) eqq(uitum) a(lae) / Pann(oniorum) Seve(rianae) Nu/minib(us) S(anctissimis) QOS II / K(alendas) Iuni(as) fecit. 265 Schmidt, 2013a, p. 159. 266 En dos inscripciones, una procedente de Condercum (Benwell), CIL VII, 510 = Schmidt, 2013a, n. C74, dedicada a las Matribus Campestribus; y otra de Cramond, cerca del muro de Antonino, CIL VII, 1084 = Schmidt, 2013a, n. C20, dedicada a las Matribus Alateruis y a las Matribus Campestribus, por la cohors I Tungrorum y un centurión de la legio XX Valeria Victrix. 258 259

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res Augusti,267 paralelos ambos señalados ya por Ruiz de Arbulo.268 Por el contrario, en África, esas divinidades aparecen bajo la forma dii,269 y en Pannonia, un epígrafe recoge las dos denominaciones dii deaque campestres.270 Volviendo al epígrafe tarraconense, los paralelos disponibles justifican la asociación directa entre la caballería y las divinidades campestres en los entornos militares y la presencia de un campus. A su vez, tal y como ya hemos señalado, otras evidencias confirman la posibilidad de vincular a los equites singulares Augusti con este tipo de cultos militares, y la carrera de T. Aurelius Decimus ha de ser contemplada como la de un ex eques singularis. Así pues, en este caso, el epíteto Campester aplicado a Marte ha de ponerse necesariamente en relación con las divinidades campestres en su acepción militar y con la religiosidad de los soldados en el entorno de los terrenos de adiestramiento. Toda esta información viene a sumarse a las noticias de que disponemos sobre el lugar de hallazgo de la inscripción, para proporcionar un entorno plausible a unas de las instalaciones militares situadas extramuros de la ciudad. El epígrafe fue localizado en un área comprendida entre el cruce del río Francolí y la actual plaza Imperial Tarraco, a unos 750 m al oeste del lienzo murario del oeste de la ciudad. Este emplazamiento, en los suburbios de la colonia, convendría bastante bien a la ubicación de un campus de adiestramiento de tropas, donde necesariamente tuvo que estar ubicado el monumento epigráfico originalmente. Coincidimos con Ruiz de Arbulo cuando plantea la existencia de un cuartel de acantonamiento de las tropas de caballería de servicio en la capital, en este caso equites singulares, anejo al propio campus, configurando una suerte de suburbio militar.271 Pese a no tener constancia arqueológica alguna del campamento y su campus, la evidencia que aporta la inscripción no deja lugar a dudas de su existencia. Probablemente habría que pensar en un recinto no muy extenso, concebido para alojar a una centuria y sus correspondientes monturas.272 Compartimos en este punto la estimación de Ruiz de Arbulo de cuantificar en aproximadamente una centuria el contingente montado de la capital, y descartar la presencia de una cohors quinquagenaria completa.273 Este autor añade, además, la posibilidad de que el

CIL VI, 31139, Roma: Voto suscepto sacr(um) / Iovi Optimo Max(imo) Soli / divino Marti Mercur(io) / Herculi Apollin(i) Silvan(o) / et dis omnibus et Genio / Imp(eratoris) Hadriani Aug(usti) et / Genio singularium / M(arcus) Ulpius Tertius cives(!) / Tribocus Cl(audia) Ara missus / honest(a) mission(e) ex numer(o) / eq(uitum) sing(ularium) Aug(usti) / VIII Id(us) Ianuar(ias) / Asprenate II et Libone co(n) s(ulibus) / vot(um) solvit libens merito // Voto suscepto sacr(um) / Iun(oni) Victoriae Fortun(ae) / Felicitati Minervae / Campestrib(us) Fatis Salut(i) / et omnibus deabus et / Genio Imp(eratoris) Hadriani / Aug(usti) et Genio singular(ium) / M(arcus) Ulpius Tertius cives(!) / Tribocus Cl(audia) Ara missus / honest(a) mission(e) ex nume/ro / eq(uitum) sing(ularium) Aug(usti) VIII Id(us) Ian(uarias) / Asprenate II et Libone co(n) s(ulibus) / votum solvit libens mer(ito). 268 Ruiz de Arbulo, 2011-2012, p. 555. 269 Schmidt, 2013a, p. 159 y n. 146, con ejemplos de tres epígrafes. 270 AE, 2003, p. 1434, Bolcske/Pannonia Inferior: Dis deabusq(ue) / Camp(estribus) pro sal(ute) / [I] mpp(eratorum) Cl(audius) Clau/dianus co(n)s(ularis) / [c]ur(ante) Gongio / Nestorian[o] /

raef(ecto) eq(uitum). 271 Ruiz de Arbulo, 2011-2012, pp. 558-559 y fig. 5. 272 Ibidem, p. 558. 273 Algo que ya había señalado Le Roux con anterioridad. Vid. supra apartado 6.2.3.12: «Los efectivos del dispositivo militar», Tarraco, para una exposición más detallada de la cuestión. 267

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modelo de acuartelamiento suburbano tarraconense reflejara, en cierto modo, la organización de los Castra Praetoria de Roma a nivel provincial.274 La existencia de este campamento en el entorno suburbano confirma que parte de las tropas se acantonaron extramuros y plantea otras cuestiones de igual interés sobre las residencias de diversos tipos de soldados en la capital. 6.2.5.9. Otros acantonamientos y residencias de las tropas. ¿Intramuros o extramuros? La existencia de diversos cuerpos de unidades de servicio en la capital provincial que nos revela el material epigráfico (officiales, centuriones, unidades auxiliares, la prefectura de la ora maritima, los equites singulares y la posible unidad de reclutamiento, además de los milites gregales y veteranos de la VII Gemina) lleva a preguntarse por los lugares concretos donde estos soldados se habrían alojado. Desafortunadamente, en este punto la arqueología no es tan prolífica en testimonios como la epigrafía y no podemos servirnos de hallazgo alguno para determinar los acantonamientos de las distintas unidades. Por su parte, los monumentos epigráficos que aluden a los praefecti orae maritimae y a las cohortes I, II y Nova Tironum tampoco nos desvelan nada sobre la localización de los cuarteles. Son todos ellos, como hemos visto, pedestales honoríficos en los que los praefecti al mando de estas tropas consignan sus cargos como parte de sus carreras ecuestres y debieron de ubicarse en el espacio público de representación, sin que ello suponga indicio alguno para localizar sus campamentos en la ciudad. Del mismo modo, la abundancia de inscripciones funerarias alusivas a los officiales nos muestra claramente que estos ejercieron su labor en las dependencias del praetorium consulare y que muchos se hicieron enterrar en la cercana necrópolis de la Via Augusta en su tramo septentrional y en el anfiteatro, pero no arrojan ningún indicio específico sobre las residencias de estos principales. Respecto a los milites gregales y veterani, la dispersión de sus inscripciones funerarias dificulta, aún más, esta tarea. Le Roux señaló en su día que todos los soldados de Tarraco podrían haber ocupado un solo campamento, el instalado junto al campus militar que menciona la inscripción de T. Aurelius Decimus. No obstante, en razón de la presencia de las necrópolis y de los lugares de hallazgo de las inscripciones no descartaba considerar la existencia de acantonamientos diferentes, unos intramuros para ciertos tipos de tropas y otros en el exterior.275 Partimos de esta sugerencia para realizar algunas consideraciones que, si bien no trascienden el terreno de meras conjeturas, sí resultan, al menos, orientativas para plantear los problemas principales del espacio y los soldados. En la línea de lo ya señalado por Ruiz de Arbulo, nos inclinamos a considerar que hubieron de existir varios cuarteles o pequeños campamentos para alojar a las tropas. En primer lugar, cabría considerar la variedad de tropas presentes en la capital. La propia naturaleza de estas unidades y sus diversas funciones, así como su composición variable, no facilitan, a nuestro juicio, la hipótesis de un campamento único; por no hablar de los milites gregales, cuya función exacta desconocemos. Por otra parte, parece lógico pensar que las cohortes I y II, que parecen haber servido de soporte al prafectus orae maritimae, Le Roux, 1997-1998, pp. 313-314. Ibidem, p. 314, que hace hincapié en la fragilidad de los criterios que sustentan esta hipótesis.

274 275

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podrían haber tenido sus cuarteles también en el entorno suburbano, quizá próximos a los de los equites singulares, formando una suerte de suburbio militar entre el noroeste y el suroeste de la ciudad.276 También resulta verosímil que dichos cuarteles pudiesen haberse asentado en las proximidades del puerto, al suroeste, cerca del punto donde el río Francolí discurre hacia la costa; de esta manera se facilitaría parte de las funciones de control y vigilancia marítima que estas unidades debieron tener a cargo. Sin más evidencias disponibles habrá que esperar a futuros hallazgos arqueológicos o epigráficos que nos puedan aclarar la cuestión. Como hemos visto, epigrafía de los officiales se concentra de forma muy destacada en el casco viejo de Tarragona, en las zonas correspondientes a la ciudad alta, ocupada primero por los espacios de representación y el officium, y luego por el praetorium consulare. También hallamos una parte notable en la necrópolis oriental, que se situaba prácticamente a los pies de la acrópolis tarraconense. A ello habría que añadir algunos testimonios votivos, como el altar que un beneficiarius levantó a Minerva, (Cat., n.º 099), y que indica la existencia de un collegium de stratores en esta misma zona, extramuros en el costado oriental. Finalmente, dos inscripciones funerarias, localizadas extramuros en la zona noroccidental, nos informan sobre el régimen de acomodo en la capital de dos beneficiarii, T. Cornelius y Valerius Atticus, ambos sepultados por Aelia Parthenis, que los consigna como hospites benemeriti (Cat., n.os 106 y 113). Las inscripciones, que datan del siglo iii d. C. reflejan pactos de hospitium entre el personal militar subalterno y la población tarraconense. Probablemente, la anfitriona les proporcionase casa y comida a cambio de un pago razonable; de hecho, tal y como ya hemos señalado, quizá se pueda hablar incluso de relaciones de concubinato entre la anfitriona y sus huéspedes. En cualquier caso, la lectura de estos dos epígrafes abre la posibilidad, tal y como señaló Palao Vicente,277 de considerar que los officiales, o al menos algunos de ellos, podrían haber residido en el interior de la ciudad. Estos individuos no habrían estado, por tanto, acuartelados, sino que se habrían albergado en posadas urbanas (cauponae)278 o habrían alquilado viviendas (hospitia) a miembros de la población civil, y habitarían próximos al officium, donde desempeñaban sus labores cotidianas. Teniendo en cuenta el reducido número de esos subalternos, así como sus funciones específicas al servicio del gobernador, nos parece muy probable que su modelo de habitación fuese precisamente este último y no el acuartelamiento, que siempre resultaría más costoso para la administración. En conclusión, la diversidad de tropas presentes en la capital de la Citerior se traduciría, a nuestro juicio, en diferentes soluciones de habitación y acantonamiento. Creemos plausible la hipótesis de la existencia de un suburbio militar extramuros, distribuido en un eje norte-sur en el territorio previo al curso del río Francolí, donde se habrían emplazado el campamento de los equites singulares, con su campus de adiestramiento y, probablemente, más al sur, hacia el puerto, los castra de las cohortes I y II. En el interior de la ciudad los miembros al servicio del officium habrían residido, mayoritariamente, en albergues o posadas.

Ruiz de Arbulo, 2011-2012, p. 562. Palao Vicente, 2006, p. 287. 278 En este mismo sentido, cf. Alföldy, 2007a, p. 510; y Ruiz de Arbulo, 2011-2012, p. 567. 276 277

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6.2.5.10. Los veterani: el retiro y los espacios Tan solo nos restaría hablar de los veterani retirados en la capital, que por su condición de exsoldados no residirían en ninguno de los acantonamientos de la misma. Tarraco es la ciudad con más veteranos documentados en toda Hispania; conservamos un total de veinte inscripciones funerarias que aluden a ellos, contando las de aquellos ex centuriones y ex officiales que mencionan también sus rangos específicos en sus epitafios, y no exclusivamente la condición de veterani, además de algún epígrafe votivo más. Como capital provincial, indudablemente la ciudad habría ejercido un notable atractivo para los soldados que habían obtenido la honesta missio y aspiraban a emprender una vida próspera en el ámbito civil. Desafortunadamente, apenas contamos con ejemplos de veteranos que decidieran emprender una carrera política en los ordines locales de Hispania, exceptuando el célebre caso del excenturión Caecilius Optatus, que debía proceder de Tarraco, donde sirvió, y que se enriqueció en la vecina Barcino como duovir y magistrado local.279 En cualquier caso, los monumentos funerarios de los veteranos estudiados nos muestran una indudable variedad, en la que se incluyen los más suntuosos, como bloques para dinteles de mausoleos, placas epigráficas bien ejecutadas o pedestales funerarios con estatuas, todo ello signo de su relativa prosperidad económica. Sus epitafios revelan, además, que la mayoría estableció lazos familiares y otro tipo de relaciones que indican cierto nivel de integración en la sociedad tarraconense. Por lo que respecta al espacio, podemos concluir que sus sepulturas se repartieron, de forma indistinta, entre las dos grandes necrópolis de la ciudad, y que algunos de ellos debieron de construir villae donde se habrían retirado y probablemente enterrado, como el soldado L. Domitius (Cat., n.º 136). Por lo demás, nada podemos añadir, aparte de lo ya dicho en los apartados pertinentes, sobre sus relaciones sociales, categorías y costumbres funerarias, en lo que a elección de soportes y a la distribución de sus monumentos se refiere. 6.2.5.11. Conclusión En consecuencia, parece que hemos de situar a los militares, dentro de la sociedad de Tarraco, en una posición intermedia entre las clases más bajas y las élites. Por su prestigio, función y capacidad económica no podían ser considerados dentro de la capa o estrato inferior; pero tampoco fueron admitidos, salvo contadas ocasiones, entre las élites urbanas, ni siquiera los más importantes entre ellos, como los centuriones y algunos officiales. Por otra parte, no cabe duda de que los soldados destinados en la capital, especialmente los officiales, mantuvieron una marcada solidaridad y compañerismo entre ellos, que revela el fuerte esprit de corps que acompañaba a cualquier sociedad militar en época romana. Ellos mismos debieron percibirse como un grupo investido con ciertos privilegios asociados a su pertenencia al ejército, desde un punto de vista general, y a sus funciones en el officium y a sus vínculos estrechos con el gobernador provincial, a quien

CIL II, 4514. El centurión ejerció una serie de liberalidades en Barcino, además de sufragar una serie de juegos en la capital provincial donde hubo de servir. 279

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debían considerar como una suerte de patrono. Seguimos en este punto las premisas de Alföldy, que consideró a los militares de la capital provincial en la misma medida que otros «pequeños grupos de clase media al servicio del Estado Romano».280 Tal y como ya puso en evidencia el mismo autor, el colectivo militar de Tarraco podía compararse, en términos de posicionamiento e integración sociales, con los libertos de la familia imperial. Este último grupo servía en la administración financiera de la provincia y gozaba de un estatus, privilegios económicos y prestigio social similares a los de los soldados, a pesar de tratarse de libertos.281 Sin embargo, ni los soldados ni los libertos imperiales fueron integrados en los círculos socio-políticos dominantes en Tarraco, ni siquiera en el colectivo de los Seviri Augustales, compuesto por los libertos más ricos e influyentes de la ciudad. Así pues, en cierto modo, los militares constituyeron un grupo marginal dentro de la sociedad colonial, y el único nivel de integración que podemos identificar viene dado por sus relaciones con el estrato inferior del tejido social urbano. A su vez, los libertos imperiales, los soldados y los séviros fueron colectivos aislados entre sí, que no entraron, por lo general, en contacto directo. Tal y como ya apuntó Alföldy, los tres grupos habrían sido una suerte de «pequeña sociedad» cada uno. En este sentido, y a modo de conclusión, cabe traer a colación, de nuevo, la marcada similitud entre los monumentos funerarios de los militares y aquellos dedicados a/o por los seviri, especialmente en el caso de los pedestales. Ambos grupos parecen haber pretendido representarse a la manera de las élites, lo que les permitían en muchos casos sus finanzas, pero no su condición social. 6.3. Centro y periferia (II). La presencia del ejército en el área oriental de la provincia Citerior. Epigrafía militar periférica Tras abordar el mayor conjunto epigráfico militar de la península ibérica, concentrado en Tarraco, nos resta repasar algunos testimonios que, por sus localizaciones en distintos puntos de la zona oriental de la provincia Citerior, constituyen un conjunto que podríamos considerar «disperso», en una zona de la provincia que estaba prácticamente desmilitarizada. Los monumentos a los que nos referimos aparecen distribuidos en dos grandes áreas, la parte oriental, tanto del conventus Tarraconensis como del Carthaginiensis, y la zona central y meridional, ya en el territorio del segundo de ellos. Algunos ya los hemos abordado en los capítulos precedentes, en relación con diferentes cuestiones como los posibles centros militares, y al estudiar la epigrafía de la capital provincial, por su evidente relación con la misma y el officium del gobernador, por lo que ahora no volveremos sobre ellos.282 La mayoría de esa documentación, situada fuera del ámbito geográfico y operativo más propio del ejército romano de Hispania, y gran parte Alföldy, 2016, p. 518. Alföldy, 2003, pp. 161-178. 282 Concretamente, el altar funerario de Valerius Laevinus, aparecido en Figueras (Iuncaria) (Cat., n.º 243), el altar votivo consagrado a Júpiter Óptimo Máximo, localizado en Ampurias (Emporiae) (Cat., n.º 244), y el altar funerario dedicado a su madre por el beneficiarius Valerius Paternus en Játiva (Saetabis) (Cat., n.º 269). 280 281

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de ella de carácter funerario, responde a enterramientos de soldados en sus lugares de origen, a retiros de veteranos en sus patrias o en lugares que les fueron asignados o eligieron y a militares que sirvieron en otras partes del Imperio y regresaron a su tierra. También encontramos algunos monumentos de gran interés, en la medida en que se pueden interpretar desde la óptica de misiones concretas o de la presencia de destacamentos en el territorio, como los ya comentados alusivos a posibles stationes en la zona norte del conventus Tarraconensis. Se trata, en todo caso, de una documentación heterogénea desde el punto de vista del territorio, pues no responde a un patrón específico ni desde el punto de vista cronológico ni desde la perspectiva de la acción militar en la zona, y se reparte por áreas muy diferentes de la provincia. Cabe advertir que en el este y la zona centro-sur de la provincia nos topamos, asimismo, con inscripciones honoríficas de mandos ecuestres y senatoriales que sirvieron en unidades del ejército imperial fuera de Hispania y unos pocos en el exercitus Hispanicus. Por las razones ya expuestas, no contemplamos tales testimonios, fundamentalmente porque esos individuos no se representan específicamente como militares ni están actuando como mandos militares, por lo que no pueden aportar información de utilidad a nuestro estudio. A pesar de ello, los hemos recogido en la cartografía a fin de hacer más completo el panorama general y los tendremos en cuenta cuando proceda en el discurso histórico. Tabla 105. Inscripciones militares dispersas en la zona oriental de la provincia Citerior. Tipo de Inscripción/ Soporte

N.º Cat.

Localización

243

Figueras (Gerona) Iuncaria

Funeraria/ altar

Valerius Laevinus

Bf. Cos./leg. VII Gem.



244

Ampurias (Gerona) Emporiae

Votiva/altar

Vexillatio

Leg. VII Gem.



245

Barcelona Barcino

Funeraria/ placa

L. Iulius [---]

Veteranus/leg. II [---] No

246

Barcelona Barcino

Funeraria/ placa

[---]Fronto

Miles/leg. VII Gem.



Fin sg. i d. C.

247

Barcelona Barcino

Funeraria/ placa

P. Aufidius Exoratus

Centurio/leg. III Aug. Leg. XXX Ulpia Vic. Leg. VII Gem.



2

248

Barcelona Barcino

Honorífica/ pedestal

L. Caecilius Optatus

Centurio/leg. VII Gem. Leg. XV Apollinaris



Siglo ii 161169 d. C.

249

Barcelona Barcino

Honorífica/ pedestal

Q. Flavius Festivus

Centurio/leg. VII Gem. Leg. IV Flavia



Fin siglo i d. C.S. Severo

Militar

Rango/Unidad

Servicio Hispania

Cronología

/2 siglo ii d. C.

2

Siglo i d. C. Claudio-Nerón

/4 siglo ii d. C.

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Tipo de Inscripción/ Soporte

N.º Cat.

Localización

252

Segorbe (Castellón)

Funeraria/ perdido

M. Porcius Nigrinus

Miles/leg. XXI Rapax

No

Siglo i d. C. 68-fin siglo i d. C.

253

Liria (Valencia) Edeta

Honorífica/ pedestal

L. Cornelius Potitus

Centurio p. p./leg. VII Gem.?

Sí?

siglo ii, 171172 d. C.

256

Sagunto (Valencia) Saguntum

Incierta/ perdido

C]orne[lius]

?/leg. III Gallica

No

Fin siglo i d. C.Principios siglo ii d. C.

114

Sagunto (Valencia) Saguntum

Funeraria/ bloque

M. Acilius Fontanus

¿Miles?/?

?

Siglo i d. C. ClaudioNerón

257

Denia (Alicante) Dianium

Honorífica/ rupestre

C. Iulius Urbanus L. Alfius Donatus

Militar

Rango/Unidad

Servicio Hispania

Veteranus-princeps Vexillationis/leg. VII Gem. Sí Optio/leg. VII Gem.

258

Cartagena Carthago Nova

Funeraria// cipo

[---A]nnius Silvester

259

Cartagena Carthago Nova

Funeraria/ placa

L. Septimius Bf. Cos./leg. VII Hermocrates Gem.

Miles/leg. VII Gem.

Cronología

Siglo iii d. C. S. Severomediados iglo iii d. C.



Siglo i d. C. 68-fin siglo i d. C.



Siglo iii

La mayor parte de las inscripciones dispersas en la parte oriental de la provincia, entre los conventus Tarraconensis y Carthaginiensis, son monumentos funerarios pertenecientes a soldados que sirvieron en Hispania. Unos pocos, como el veterano L. Iulius de Barcino, M. Porcius Nigrinus de Edeta o Cornelius de Saguntum, sirvieron en legiones fuera de la Península y la presencia de sus monumentos en las localidades citadas solo puede explicarse porque procedían de ellas, eran soldados hispanos reclutados en esta parte de la provincia. Es particularmente llamativa la concentración de cuatro inscripciones de militares en Barcino, todas ellas pedestales o placas de buena ejecución. Tres de los representados fueron centuriones en diversas legiones del Imperio, entre las que se incluye la VII Gemina. Dos de los monumentos, el de Q. Flavius Festivus y el de L. Caecilius Optatus, son de carácter honorífico y representan testimonios particularmente significativos, ya que nos muestran el alto nivel social y económico que podían alcanzar algunos centuriones tras su retiro durante el siglo ii d. C. En el primer caso, el cursus del texto indica que Flavius Festivus (Cat., n.º 249), probablemente oriundo de Barcino, sirvió primero en una legión extrapeninsular, la IV Flavia o la XV Apollinaris, y se habría retirado en Barcino tras servir en la VII Gemina, probablemente en Tarraco. Cabe llamar la atención, además, sobre el hecho de que el personaje, una vez retirado, recibe el homenaje por parte de algún collegium o de un particular tras, haber desempeñado un cargo público en el ordo Barcinonensis. Este es uno de los pocos testimonios epigráficos hispanos en los que tenemos constancia de la

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integración de los soldados, tras su retiro, en la vida institucional urbana, hecho muy frecuente en otras partes del Imperio, sobre todo en Italia.283 Un caso muy similar, pero todavía más significativo, es el del centurión L. Caecilius Optatus (Cat., n.º 248), que cuenta con un pedestal honorífico con largo texto en la misma ciudad. La pieza ha sido estudiada en numerosas ocasiones desde diferentes puntos de vista y es una de las inscripciones militares mejor conocidas de la península ibérica.284 Caecilius Optatus presenta un cursus similar al del centurión anterior: sirvió en la legio VX Apollinaris y, posteriormente, en la VII Gemina ya en Tarraco, retirándose igualmente en Barcino. En el pedestal se indica que fue admitido en el ordo local (adlectus inter immunes) y que desempeñó los cargos de edil y tres veces el duumvirato, además de ser nombrado flamen de Roma de los dioses y los Augustos.285 El lugar del monumento fue decretado por el ordo barcinonense. La inclusión de este centurión retirado en la administración local, el desempeño del flaminado y las liberalidades por él dispuestas, así como la erección del propio monumento, representan un caso particularmente ilustrativo del retiro de los centuriones en Hispania, que nos da una idea de la buena posición económica y social que podían llegar a alcanzar, excepcionalmente alta en el caso que nos ocupa. Algunos de los monumentos funerarios que estudiamos en Tarraco nos ponen sobre la pista de unas condiciones de retiro y un patrimonio notables en el caso de los centuriones y los milites principales, pero en ningún caso tan notables. Por otra parte, tan solo estos dos casos de Barcino nos indican una integración plena en las élites locales y la consideración social que de ella se desprendía. El tercer centurión de Barcino es P. Aufidius Exoratus, representado en una placa funeraria fechada en el segundo cuarto del siglo ii d. C. (Cat., n.º 247). El difunto sirvió en las legiones III Augusta en Lambaesis y XXX Vlpia Victrix en Pannonia, para terminar su carrera en Hispania, en las filas de la VII Gemina. Este es un ejemplo distinto de los anteriormente comentados, dado que la onomástica nos muestra que el centurión era de origen africano. Aufidius Exoratus habría llegado con un destacamento de la XXX Vlpia enviado a África para reforzar los contingentes hispanos en la revuelta de los Mauri,286 donde coincidirían con la VII Gemina, unidad a la que sería traspasado y donde cumplió su último servicio antes de retirarse en Barcino.

Le Roux, 1972, n. 37; y Fabré, Mayer y Rodà, IRC, 1997, pp. 117-118, n. 46. Para la cuestión de la inserción de los veteranos en la vida civil y en los ordines locales, cf. Ricci, 2010. 284 Además del larguísimo comentario de Hübner (CIL II2, 14, 2, 4514 y p. XLVIII, 711), remitimos al corpus de inscripciones de Cataluña, que incluye un tratamiento detallado de la pieza con amplio comentario y bibliografía. Cf. Fabré, Mayer y Rodà, IRC, IV 04-45 e IRC, 05, p. 113; y también AE, 2009, p. 49, más actualizado. 285 Asimismo, dejó un legado de 7500 denarios a la ciudad de Barcino, cuyos intereses habrían de ser empleados para celebrar todos los años un pugilato por 25 denarios, además de otros 200 para proveer de aceite a las termas públicas. Finalmente, dejó establecido que el donativo se emplease de la forma indicada y que sus libertos y los libertos de estos fuesen dispensados de las cargas del sevirato y que si alguno de estos alcanzaba el sevirato en Barcino, el mismo donativo se entregaría en la ciudad de Tarraco y se administraría en las mismas condiciones. 286 IRC, 04, 44 y Le Roux, 1972, pp. 112 y 128-129, n. 102. Le Bohec (1981: 160) cree que el centurión habría sido transferido a África, a la III Augusta, desde Pannonia. 283

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De la epigrafía militar barcinonense nos resta un fragmento de placa funeraria de mármol muy bien elaborada y fechada entre fines del siglo i d. C. y comienzos del siguiente, que recoge el epitafio de [---] Fronto, soldado en activo de la VII Gemina, hecha por su heredero Valens (Cat., n.º 246). La restitución de la legión no carece de problemas y el texto es muy fragmentario; no podemos saber con certeza si era un soldado en activo o un veterano, aunque parece que el soldado procedería de Barcino.287 La documentación expuesta pone de manifiesto el prestigio que una ciudad como Barcino tenía entre los militares; no solo los veteranos centuriones que provenían de allí eligieron la colonia como lugar de retiro, sino también otros cuyas origines no eran barcinonenses y que habían desempeñado parte de sus carreras militares en el officium tarraconense. Como ya hemos indicado, la integración social e institucional de estos personajes en el seno de la comunidad local constituye un caso para el que no tenemos parangón en otros municipios y colonias de la provincia Citerior. El resto de inscripciones de la parte oriental de la Citerior se reparten entre distintas localidades, todas ellas próximas a la costa mediterránea: Segorbe, Liria (Edeta), Sagunto (Saguntum), Denia (Dianium) y Cartagena (Carthago Nova). La dos localizadas en Sagunto son de lectura muy dudosa y pertenecen al grupo ya mencionado de soldados que sirvieron fuera de la Península. Las otras representan a soldados que militaron en la VII Gemina. Dudoso es el caso del primipilo L. Cornelius Potitus, del pedestal honorífico de Edeta (Cat., n.º 253), monumento de singular interés dado que señala que pereció en el transcurso del bellum Mauricum.288 Al margen ahora de las nociones de bellum y expeditio, parece que el término al que alude el texto ha de identificarse con los sucesos que se produjeron en la invasión de la Bética por los Mauri, bajo el reinado de M. Aurelio,289 Cornelius Potitus estaba entre los notables de Edeta y provendría de una familia de libertos del senador local M. Cornelius Nigrinus Curiatius Maternus, rival del emperador Trajano en la circunstancia de la sucesión. En la línea de lo ya expresado por Le Roux, el término bellum podría corresponder a una guerra desarrollada en territorio de los Mauri, a la cual se habría desplazado una vexillatio al mando de un primipilo como el homenajeado; con ello no tendríamos por qué dar por hecho que hubiese servido en la VII Gemina, dado que esta no aparece mencionada específicamente en la inscripción. Cornelius Potitus podría haber militado en las filas de la legio III Augusta,290 donde habría alcanzado el rango de primipilo, lo que no es incompatible con sus origines hispanas. La presencia del monumento en Edeta se justifica, en cualquier caso, por los orígenes del centurión y su pertenencia a las élites locales, como bien indica la dedicatoria del monumento a cargo de sus padres, L. Cornelius Valerianus y Fulvia Zosime. En Dianium apareció una inscripción particularmente interesante, que fue grabada sobre la pared de una gruta en los alrededores de la localidad y ha sido objeto de cierta controversia (Cat., n.º 257). En ella se nombra a C. Iulius Urbanus, veterano que se presenta como princeps vexillationis de la legio VII Gemina, cuyo epíteto Maximiana,

IRC, 04, 48; y Le Roux, 1982, p. 250, n. 262. La pieza ha sido estudiada por Alföldy, 1985b, pp. 93-99. Cf. también CIL II2, 14, 131, con comentario amplio y bibliografía. 289 Para una exposición detallada de la cuestión, remitimos al trabajo de Alföldy ya citado. 290 AE, 1988, p. 830. 287 288

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nos permite fechar el epígrafe bajo el reinado de este emperador. El texto indica que el veterano fue enviado al frente de un destacamento por Decius Valerianus, de rango consular. La inscripción la hizo grabar L. Alfius Donatus, optio de Iulius Urbanus. Alföldy pensó que Decius Valerianus habría sido gobernador en Tarraco, bajo el reinado de Maximiano, y que este habría enviado a Iulius Urbanus al mando de una vexillatio para supervisar las operaciones navales destinadas a frenar a los enemigos del emperador, en este caso los Gordianos.291 Le Roux, en cambio, considera que los cargos de Iulius Urbanus, un antiguo veterano al que se pone al mando de un destacamento, encajan mejor con una expedición contra el bandidaje en la zona, y señala que la ausencia de mención a un acontecimiento de tal calibre, como fue la revuelta contra Maximino, y el lugar de hallazgo del epígrafe, una cueva algo alejada de la costa, condicionan la interpretación de Alföldy.292 Por nuestra parte, somos reticentes a identificar el escenario que plantea el epígrafe con un acontecimiento concreto; nos interesa más señalar que constituye un reflejo claro de la actividad de la legio VII Gemina en este territorio, muy lejos de su base en Legio y en fechas ya tardías, entre los años 235 y 238 d. C. A la vista de la condición ciertamente específica y especial de princeps vexillationum y de la mención expresa del envío por parte del consular, queda de manifiesto que el destacamento fue enviado con una misión puntual y de forma temporal, por lo que no podemos emplear el epígrafe como prueba de la presencia de un destacamento o unidad en el territorio. En Carthago Nova, capital del conventus más extenso de la provincia, la epigrafía militar se caracteriza por su escasez. Tan solo contamos con dos inscripciones atestiguadas, ambas alusivas a soldados en activo de la legio VII Gemina en períodos diferentes. La primera es un cipo con el epitafio de [---A?]nnius Silvester, miles de la VII Gemina muerto en activo a los 30 años (Cat., n.º 258). El monumento fue levantado por C. Crescens, que se consigna como municipe suo. La pieza presenta un singular interés por lo que respecta a la relación del monumento con el territorio. Le Roux consideró que el difunto y el dedicante eran compatriotas de Carthago Nova, lo que explicaría la presencia del monumento en la capital conventual. Ahora bien, él mismo señala que el término municeps resulta peculiar en este contexto teniendo en cuenta la condición de colonia de Carthago Nova.293 Dicho término es muy frecuente en la epigrafía militar del norte de África y aparece en otras inscripciones militares de Hispania, en las que los personajes proceden de allí.294 Cabe considerar, pues, un posible origen africano para los dos personajes, opción por la que se inclina Palao Vicente, aunque no sin reticencias, como las debidas a la escasa presencia de africanos en la VII Gemina en el siglo i d. C. y a la onomástica.295 Es posible también que C. Crescens fuese un militar, aunque no lo consigne específicamente. Si ambos fuesen africanos, su presencia en Cartahago Nova se podría interpretar en el marco de una misión puntual en el puerto de la ciudad, aunque

Alföldy, 1978, pp. 82-85. Le Roux, 1982, pp. 381-382 y 2005, p. 395, n. 120. 293 Ibidem, p. 202, n. 109. 294 Por ejemplo, en la estela funeraria del jinete del ala II Flavia de Asturica Augusta, Domitius; cf. Cat., n.º 001. 295 Palao Vicente, 2006, pp. 118-119. 291 292

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los argumentos en tal sentido no llegan más allá de la mera hipótesis.296 A nuestro juicio, ambos individuos pueden ser considerados como militares y su procedencia del norte de África resulta bastante probable. La otra pieza es una placa funeraria dedicada a Memmia Coeliana por su esposo L. Septimius Hermocrates, beneficiario consular en la legio VII Gemina (Cat., n.º 259). El epígrafe, mucho más tardío que el anterior, de época flavia, se ha fechado a lo largo del siglo iii d. C.297 Parte de la investigación ha considerado que Septimius Hermocrates habría estado destinado de forma permanente en Carthago Nova, lugar hasta el que su esposa le habría acompañado. Asimismo, la inscripción ha servido como indicio principal de la posible existencia de una statio en la ciudad, considerando que es a principios del siglo iii d. C. cuando mayor evidencia tenemos de este tipo de asentamientos en la Península y que su presencia sería comprensible en el marco de las relaciones de la capital del conventus más extenso de la Citerior con Tarraco.298 A la vista de la dedicatoria del monumento, el lugar de su hallazgo y la condición de beneficiarius consularis del dedicante, no creemos que su presencia en la capital tenga que ver estrictamente con su condición de militar en activo, sino más bien con la de representante directo del legatus Augusti pro praetore de Tarraco, con el encargo de alguna misión puntual como pudiera ser el transporte de un mensaje o la supervisión de algún asunto de carácter administrativo, aspecto que no podemos deducir de la información que nos ofrece el monumento. En esta ciudad se habría producido el óbito de la esposa, motivo por el que contamos con este testimonio epigráfico privado. Por otra parte, la idea de ubicar una statio en Carthago Nova resulta muy aventurada. Tal y como ya apuntó Perea Yébenes, los modelos de stationes documentados en las áreas renanas y danubianas del Imperio, de los que ya hemos hablado más arriba, resultan difíciles de extrapolar al escenario peninsular y, sobre todo, la exigua presencia militar en este conventus, particularmente en su área sureste, nos llevan a descartar este planteamiento por completo.299 Por tanto, el monumento no refleja vinculación alguna de Septimius Hermocrates con el territorio, pero sí la movilidad de los officiales destacados al servicio del gobernador provincial cumpliendo un diverso abanico de funciones tanto de carácter militar o policial como de otro tipo. Resulta más lógico pensar que el dedicante servía en el officium consulare tarraconense donde tendría su sede central.

En este sentido se expresa Palao Vicente (2006: 310). Sobre esta inscripción, cf. Ferragut y Museros Ortiz, 2001, pp. 53-60. Más recientemente, Perea Yébenes (2013-2014: 165-192) se ha ocupado de la misma inscripción con mejor fortuna, a nuestro juicio. Este último autor utiliza la coincidencia del gentilicio del beneficiarius con el del emperador homónimo y lo emplea como criterio de datación de la inscripción bajo el reinado de este último, pero señala que no es un criterio sólido para considerar que el beneficiario habría adquirido la ciudadanía con la constitutio Antoniniana en el año 212 d. C., ni anteriormente con S. Severo. Ya era ciudadano antes. 298 En esta línea, cf. Antolinos, Noguera y Soler, 2007, pp. 49-60. 299 Perea Yébenes, 2013-2014, pp. 191-192. Coincidimos con este último autor en la dudosa ejecución y calidad del epígrafe en esta placa de mármol blanco. A la falta de cuidado al grabar el texto habría que sumar la ausencia de decoración simbólica, por otra parte, en la línea de la mayor parte de la epigrafía de Carthago Nova y del caso concreto de los beneficarii hispanos. 296 297

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6.3.1. Centro y periferia (II). Las zonas centrales y meridionales. Epigrafía militar «periférica» de un territorio «inerme» Al igual que sucedía en el apartado anterior, la epigrafía militar atestiguada en el territorio del conventus Carthagniensis, que comprende la parte central y meridional de la provincia, se caracteriza por su escasez. Tan solo contamos con los dos epígrafes ya vistos en la capital, a los que hemos de sumar tres más distribuidos en la parte central y otros seis localizados en la zona fronteriza con la Bética, concretamente en Castulo (Linares) y sus cercanías. Esta baja cifra, si consideramos las dimensiones del conventus, no ha de extrañarnos, teniendo en cuenta que se trataba del territorio más alejado del sector militar del noroeste, no estaba próximo a la capital provincial y no contaba con un particular interés estratégico desde el punto de vista de la acción militar. Nueve de estas inscripciones son de carácter funerario y se datan entre el período flavio y el siglo iii d. C. Seis de ellas son de soldados que sirvieron en Hispania, en la legio VII Gemina; dos son de carácter dudoso y tenemos un ejemplo de servicio extrapeninsular. En relación con el territorio, conviene destacar que la mayoría de los testimonios fueron levantados en los lugares de origen de los soldados, aunque hay casos particulares. Tabla 106. Inscripciones militares dispersas en la zona centro-sur de la provincia Citerior. N.º Cat.

Localización

Tipo de inscripción/ Soporte

Militar

Rango/Unidad

Servicio Hispania

Cronología

Zona centro 260 261 262

Perales de Milla (Madrid) Mantua Ocaña (Toledo) Torrejoncillo del Rey (Cuenca)

Funeraria/altar

Aemilius Flavus

Veteranus/?

¿Sí?

Funeraria/estela

Perdido

Signifer/?

?

?

Votiva/altar (Nymphis)

G. Malius Urssus

Miles/leg. VII Gem.



Siglo i d. C. 68-fin siglo i d. C.

Miles/leg. VII Gem.



Siglo iii d. C. 212-217 d. C. Caracalla

Zona sur 263

Baeza (Jaén) Vivatia

Votiva/altar (Marti Sancto)

Sulpicius Cilo

264

Linares (Jaén) Castulo

Funeraria/estela

Annius Simplex

265

Linares (Jaén) Castulo

Honorífica/perdido

Q. Marcius

266

Linares (Jaén) Castulo

Funeraria/perdido

L. Septimius Sempronianus

267

Toya (Jaén) Tugia

Votiva/altar Numini sac[rum]/ I(ovi) O(ptimo) M(aximo)

268

Toya (Jaén) Tugia

Honorífica/bloque

Miles/leg. VII Sí Gem. Trib. mil./leg. VII Gem. Sí Leg. XIII Gem. Centurio (p. p.)/ No XIIII Gem.

?

Accarius

Miles/leg. VII Gem.



Principios siglo iii d. C.

L. Postumius Fabullus

Trib. mil./leg. VII Gem.



Siglo i d. C. Galba-Nerva

/2 siglo ii d. C.

2

Siglo ii d. C.

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Comenzando por la parte central del Carthaginiensis, hay que señalar el ara dedicada a Aemilius Flavus, hallada en Quijorna (Perales de Milla, Madrid) y fechada en la segunda mitad del siglo ii d. C. El difunto se representa como missicius de una unidad que no aparece mencionada (Cat., n.º 260). La onomástica del dedicatario y del dedicante, Saturninus, es común en Hispania300 y el dativo Eturico(n?) alude a la gentilidad o unidad suprafamiliar a la que pertenecía el difunto.301 Por otra parte, el término missicius, poco común en la epigrafía militar hispana,302 identifica a un veterano, normalmente salido de las filas de un cuerpo auxiliar de caballería, condición que encaja bien con la procedencia indígena del dedicatario y con su condición de peregrinus previa a su servicio, que delata el empleo de la gentilidad mencionada. A tenor de los elementos disponibles y del área del hallazgo, se trata de un veterano que se habría retirado en la zona de la que probablemente procedía, tras cumplir su servicio en uno de los auxilia de caballería que no conocemos, quizá el ala II Flavia a juzgar por la cronología. En un sentido similar hemos de considerar la problemática inscripción de Ocaña (Toledo), un fragmento de estela funeraria decorada que presenta a un soldado difunto del que hemos perdido el nombre (Cat., n.º 261). Sin elementos suficientes que aseguren su datación, el epitafio, dedicado por la madre, muestra mención de la filiación, de la centuria caesi y del rango del difunto como signifer en una unidad que desconocemos. El soldado era, sin duda, originario de la región de Ocaña, donde fue sepultado. Más elocuente es el altar votivo levantado a las Ninfas, por G. Malius Urssus, en Torrejoncillo del Rey (Cuenca), más hacia el este del conventus (Cat., n.º 262). Tanto su onomástica como el voto a tales divinidades llevaron a Le Roux a considerar al dedicante como hispano y oriundo de la comarca de Huete (Cuenca), razón por la que habría levantado allí el altar.303 Sin embargo, tanto el gentilicio como el cognomen apenas se encuentran en la Península, mientras que son relativamente comunes en Pannonia y Noricum. El culto a las Ninfas estaba muy extendido en todo el Imperio y era de fácil asimilación, por lo que no parece que pueda funcionar como argumento decisivo a favor de la procedencia hispana del comitente. Parece más probable que G. Malius Urssus pudiese proceder precisamente de Pannonia, donde la legio VII pasó un período en sus primeros tiempos como unidad constituida. La datación del epígrafe a fines del siglo i d. C. es otro dato que juega a favor de esta hipótesis, que permite, además, considerar que el soldado habría sido reclutado en época flavia.304 Por lo que respecta al territorio, y considerando que el soldado estaba en activo y que se trata de un testimonio votivo, cabe interpretar que G. Malius Urssus se encontrara en esa zona en cumplimiento de alguna misión particular, quizá relacionada con los yacimientos de lapis specularis tan comunes en esta comarca de Huete.305 Los testimonios de la zona sur son mayoritariamente asociables con la legio VII Gemina, quizá con algunas misiones o intervenciones puntuales de los soldados en ella. La Stylow, 1990, pp. 336-343; y Knapp, LICS, 1992, p. 193, n. 219. AE, 1990, p. 583. La inscripción fue bien estudiada en su día por A. Stylow (1990: 336-343). 302 Aparece en algunos epitafios militares, como en los de Q. Ancarius Navus en Martos (CIL II, 1690) o el ya comentado altar dedicado a Marte, por C. Petronius Maternus, en Augustobriga (Cat., n.º 175). 303 Le Roux, 1982, p. 201. 304 Palao Vicente, 2006, p. 118. 305 Ibidem, p. 309. 300 301

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documentación se concentra en la zona periférica situada en el límite occidental entre la Citerior y la Baetica. Tres epígrafes fueron localizados en Castulo, otro en Vivatia, poco más al sur, y otros dos en Tugia, a unos 50 km al sureste.306 Todos los ejemplares, menos uno, datan de los siglos ii y iii d. C., mayoritariamente en el lapso comprendido entre la segunda mitad del siglo ii y comienzos de la siguiente centuria. En el siglo ii d. C. podemos fechar la primera de las inscripciones localizadas en Castulo (Cat., n.º 266). Se trata de un epitafio grabado sobre un soporte hoy perdido, que conservamos a través de copias manuscritas. La inscripción menciona a L. Septimius Sempronianus, centurión primipilo de la legio XIIII Gemina Victrix, y a su esposa Fulvia Fuscilla, que habrían cohabitado durante doce años. El monumento formó parte, quizá, de un mausoleo. El centurión sirvió fuera de Hispania, por lo que hemos de interpretar que, al menos él, procedía del municipium castulonense. Probablemente podamos hablar de un veterano que se retiró en su patria, donde fue sepultado junto a su esposa. Una interpretación similar puede aplicarse a la estela funeraria castulonense de Annius Simplex, fechada en la segunda mitad del siglo ii d. C. (Cat., n.º 264). El difunto sirvió como soldado en la legio VII Gemina y el monumento fue levantado por su heredero Valerius Festus. La onomástica del soldado se reparte en puntos diversos de la península ibérica, por lo que no es extraño considerarlo como hispano. La ausencia de la mención H. S. E. llevó a Le Roux a proponer un cenotafio como monumento, levantado en su patria, Castulo.307 Pero la situación del soldado, en servicio activo en el momento de su muerte, y la probable condición militar del dedicante, Valerius Festus, son argumentos que pueden emplearse en favor de otra interpretación, en relación con el territorio, de la que hablaremos más adelante, pues concierne también a otros testimonios epigráficos de la zona. El tercer documento castulonense (Cat., n.º 265) presenta mayores problemas de interpretación. Se trata de un epígrafe perdido que nos ha llegado a través de las copias manuscritas de Rambertus, transmitidas por Hübner.308 El texto fue considerado sospechoso de ser falso por Mömmsen, y el propio Hübner lo considera, por lo menos, interpolado.309 Tal y como lo transmite Hübner a partir del copista mencionado, el epígrafe recoge una dedicatoria honorífica a Q. Marcius, tribuno de la legio VII Gemina y de la XIII Gemina Victrix, por parte de sus legionarios y que ha sido fechada en el siglo ii d. C., a raíz solo de la presencia de la VII Gemina. Se trata de un testimonio que, de aceptarlo como bueno, resulta muy particular. En Tarraco contamos con algunas muestras de solidaridad colectiva de los militares a un compañero310 o, en un ejemplo más próximo Remitimos al mapa que contempla la distribución de inscripciones de la península ibérica incluido en el anexo cartográfico de este trabajo. 307 Le Roux (1982: 210, n. 137) refuta la afirmación de Hübner (CIL II2, 14, 2, 3275) sobre la mala ejecución del texto epigráfico grabado en el cipo. 308 Hübner, CIL II, 3273; y Rambertus, f. 264, que afirma que fue hallada en Cazlona. 309 Roldán Hervás (1974: 487, n. 809) lo considera como bueno; Le Roux (1982) no lo contempla en su estudio monográfico; y, sorprendentemente, tampoco Palao Vicente (2006) en su monografía sobre la VII Gemina. Sobre la inscripción, muy poco tratada por la investigación, cf. también CILA III, 1, 94; y Devijver, 1977, v. II, p. 566. 310 Concretamente, el pedestal funerario dedicado a Q. Annius Apro, speculator de la VII Gemina, por sus siete compañeros en el officium. 306

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a este, con el homenaje al legatus Augusti Q. Hedius Lollianus Gentilianus por parte de sus subordinados en el officium, los cornicularii, commentarienses y speculatores al completo, listados colectiva e individualmente. La inscripción tarraconense pone en evidencia un tipo de relación entre el gobernador provincial y sus officiales que trascendía la jerarquía militar y que habría que interpretar desde el punto de vista de los vínculos clientelares. Si aceptamos la originalidad de la inscripción de Castulo, el panorama que refleja podría tener puntos de contacto con la de Tarraco; pero hay que tener en cuenta que el caso de esta localidad es muy específico, ya que el homenaje se está situando, probablemente, en el espacio público de representación en la sede del officium, que el homenajeado es la máxima autoridad en la provincia y que el propio officium constituía una institución caracterizada por su marcado corporativismo y ambiciones de ascensos por parte de los officiales. Además, la inscripción tarraconense se fecha en el convulso período de la llegada de los severos al poder, cuyos legados ejercieron una activa política de fidelización del ejército patrocinada por el nuevo emperador. Por ello, somos muy cautelosos a la hora de establecer analogías con el epígrafe castulonense. Conviene señalar, además, que, aun tomándola por buena, la inscripción no constituye evidencia alguna de la presencia de un destacamento de la legión en Castulo; en todo caso, un grupo de veteranos retirados allí habrían decidido conmemorar a uno de sus mandos. De Tugia proceden dos epígrafes asociados a la legio VII Gemina en diferentes momentos. El primero (Cat., n.º 268) es un bloque honorífico de período flavio en el que aparecen representados L. Postumius Fabullus, duóviro de la Colonia Salaria, tribuno de la legio VII Gemina y flamen de la provincia Citerior, y su esposa Manilia Silana, flaminica de la misma provincia. A tenor de su cursus, Postumius Fabullus ingresó en las filas de la legio VII Gemina en tanto que miembro de las élites locales de la Colonia Salaria, donde desempeñó primero el duovirato; tras su paso por la legión, promocionó al flaminado provincial, que constituyó la cima de su carrera. Este tribuno pertenece al grupo de mandos ecuestres de la legio VII que desempeñaron cargos antes de su ingreso en filas y es uno de los pocos angusticlavios de origines hispanas documentados para la legión.311 El monumento fue colocado por el matrimonio en el lugar de donde procedían, Tugia, muy próxima a la Colonia Salaria (Úbeda la Vieja, Jaén), una vez que ambos habrían alcanzado el punto más alto en sus aspiraciones sociales. El paso por el ejército sin duda constituyó un trampolín para Postumius a fin de alcanzar el flaminado. Desde el punto de vista del ejército y el territorio, la inscripción ha de interpretarse desde la óptica de un miembro de las élites locales del conventus Carthaginiensis, que habría servido probablemente en la base de Legio y al que se conmemora en su localidad natal tras su paso por la legión. Más interesante es el otro epígrafe localizado en la localidad (Cat., n.º 267). Se trata de un altar perdido, consagrado al numen y a Júpiter Óptimo Máximo por Acarius, veterano de la legio VII Gemina, a comienzos del siglo iii d. C. La reconstrucción del texto, transmitido por tradición manuscrita, es problemática, ya que podría contener, bien una Tan solo Postumius Fabullus y el tarraconense L. Aufidius Urbanus (Cat., n.º 124) cuentan con origines hispanas acreditadas. Cabe reseñar, no obstante, que la cifra de tribunos de la VII Gemina documentados epigráficamente en Hispania es significativamente baja, limitándose a seis ejemplares. Cf. Palao Vicente, 2006, pp. 215 y 225, tabla X. 311

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divinidad más, bien los nomina del cultor.312 El voto parece responder al agradecimiento del veterano legionario a la divinidad protectora del ejército, probablemente por su éxito en el cumplimiento de su servicio militar. A tenor de su condición de veterano, podría considerarse que Acarius levantó el altar al volver a su lugar de origen. En este sentido, se puede interpretar el epígrafe como una manifestación privada de la relación del devoto con el dios. Sin embargo, la evidente vinculación de Júpiter Óptimo Máximo con la autoridad imperial y la mención del numen, que en este caso aparece usado en un sentido general en dativo y no en genitivo, nos ponen sobre la pista de una devoción oficial, asociada a la religión del ejército y al culto imperial. Tal y como señaló Le Roux, el concepto numen podría estar aludiendo al propio emperador.313 La datación del monumento en el período severo parece reforzar esta lectura, teniendo en cuenta la voluntad imperial de establecer estrechos nexos con el ejército destacado en las provincias en su advenimiento al poder. En fechas muy próximas a la erección del altar comentado hemos de situar el último testimonio documentado en la zona sureste de la Citerior. Se trata de otro altar votivo perdido, localizado en Baeza (Vivatia) (Cat., n.º 263). El monumento recoge un voto a Mars Sanctus por parte de Sulpicius Cilo, soldado de la legio VII Gemina, singularizada con los epítetos Pia y Antoniniana, lo que permite fecharlo bajo el reinado de Caracalla. La onomástica del soldado es plenamente romana, lo que no nos permite concluir nada sobre su procedencia. El epíteto Sanctus resulta ciertamente peculiar aplicado a Marte y dificulta la interpretación concreta del voto, aunque su uso sea relativamente común en la epigrafía votiva hispana del siglo ii d. C. y comienzos del iii.314 Le Roux consideró que la erección del altar respondería al cumplimiento de un voto con motivo, bien del licenciamiento, bien de un permiso concedido a Sulpicius Cilo, voto que el soldado habría cumplido en su lugar de origen.315 La escasa evidencia de testimonios epigráficos militares en la zona, impide plantear que pudiese existir una base militar en esta zona. Al margen del escenario planteado por Le Roux, podría haber más motivos que explicasen la presencia del monumento en Baeza, y el hecho de que estos probablemente fuesen de índole personal no excluye que estuviesen relacionados con la vida militar del devoto. Como colofón al estudio de la epigrafía militar de esta zona de la provincia conviene realizar algunas reflexiones de conjunto que podrían justificar la existencia de algunos de los monumentos que acabamos de revisar. Como hemos podido comprobar, buena parte de las inscripciones del sector meridional de la provincia responden, fundamentalmente, a la procedencia de los soldados y mandos de enclaves como Castulo, Tugia y Vivatia. La zona del sureste peninsular, concretamente el territorio comprendido entre las sierras de Andújar, Despeñaperros y Cazorla, fue un paraje minero con importantes yacimientos argentíferos explotados

312 Hübner, CIL II, 3327; y Le Roux, 1982, p. 247, n. 256. Buena parte de la bibliografía ha considerado perdido el nombre del soldado (Cat., n.º 267). Nosotros consideramos que los trazos de la primera letra de la l. 3 pueden leerse como «A», y quizá se pueda restituir Acar[ius] con las letras restantes. Cf. CILA III, 2, 539. 313 Le Roux, 1982, p. 247, n. 256. 314 Mangas Manjarrés y González Román, 1991; y CILA III, 2, 600. 315 Le Roux, 1982, p. 228, n. 198.

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

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Gladius, Anejos 19, 2021

desde época republicana, siendo la ciudad de Castulo el núcleo centralizador de los trabajos en la zona.316 Los monumentos de Annius Simplex, Acarius y Sulpicius Cilo atestiguan la actividad de al menos tres soldados de la VII Gemina, dos de ellos, o incluso tres, en activo, contando con el dedicante de la sepultura del primero. La presencia de estos tres milites y un veteranus en el área de Castulo y Tugia se ha puesto precisamente en relación con las labores mineras en el sector.317 Palao Vicente señaló que la proximidad de los lugares de hallazgo de estas inscripciones con la vía que conectaba Castulo con Carthago Nova permitiría relacionar a estos soldados con el transporte del mineral entre las dos poblaciones, considerando que tal vía es uno de los posibles caminos de salida.318 A nuestro juicio, este planteamiento resulta sugerente, sobre todo por la distribución espacial de las inscripciones y la condición de soldados en activo de dos de los personajes mencionados. A ello podríamos añadir el voto a Júpiter Óptimo Máximo y al numen por parte del veterano Acarius, un tipo de devoción frecuente en los entornos mineros del noroeste. La cronología de los monumentos puede ser otro rasgo a favor de este planteamiento, ya que dos de ellos se fechan con precisión a comienzos del período severo, mientras que el otro se ha fechado en la segunda mitad del siglo ii d. C. Por tanto, la presencia militar en la zona en relación con las minas habría sido relativamente prolongada. Ahora bien, conviene no perder de vista la dificultad para determinar los orígenes de los soldados de manera precisa y, en el caso de los votos, las razones concretas que pudieron mover a los cultores a cumplirlos. Si bien es cierto que ninguno de estos dos últimos aspectos es incompatible con la existencia de un despliegue en la zona, la relación de estos monumentos con el territorio podría también explicarse, simplemente, por las procedencias de los soldados y las motivaciones personales que les movieron a levantar monumentos en sus patrias, especialmente en el caso del veterano Acarius y del soldado Annius Simplex. La escasa densidad de monumentos militares en este cuadrante de la Citerior es otro factor a tener en cuenta y favorece una presencia prolongada de militares en la zona. Por todo ello nos inclinamos por considerar como plausible la hipótesis de interpretación de Roldán y Palao, pero se ha de tomar con mucha cautela, en vista de las dificultades que tenemos para interpretar la evidencia disponible en este sentido y de la presencia de monumentos exclusivamente asociados con las procedencias de mandos y soldados.

Sobre los enclaves mineros en la zona y su explotación, cf. Domergue, 1990, pp. 262-267 y 276277. Respecto a Castulo, cf. Blázquez Martínez y García Gelabert, 1994. 317 El primero en advertir esta posibilidad fue Roldán Hervás (1974; 203); más recientemente, y en relación con el análisis de la VII Gemina y el espacio, Palao Vicente (2006: 300). 318 Palao Vicente, 2006, p. 300. 316

Capítulo 7 El ejército romano en la provincia Citerior. Panorámica general y conclusiones El resultado central de este estudio se sustenta en la aplicación de un modelo analíCapítulo 7 esbozar una topografía epigráfica del ejército romano de la Hispania altoimpetico para rial, a pesar de la escasez de fuentes epigráficas disponibles y los problemas ya mencionados respecto al análisis y contextualización de las mismas. Figura 1. Epigrafía romana documentada en Hispania en relación con la epigrafía militar. Epigrafía romana  en la Baetica 21 % Epigrafía romana  en la Lusitania 21 %

Epigrafía romana  militar en Hispania 1 % Epigrafía romana  en la Citerior 57 %

Figura 1. Epigrafía romana documentada en Hispania en relación con la epigrafía militar.

La imagen que obtenemos del estudio de las fuentes y sus contextos resulta muy fragmentaria y compleja en su análisis; no se puede concebir de manera uniforme ni en el tiempo ni el espacio, dado que está sujeta a los aspectos antes expuestos y a los condicionamientos de la historia del Imperio Romano y de sus provincias, como son las transformaciones y articulación del territorio de Hispania y de la provincia Citerior tras la fase final de su conquista, la explotación y administración de los nuevos recursos adquiridos o los acontecimientos políticos y bélicos generales, como las guerras civiles en los siglos i y iii d. C. Todo ello propició diferentes fases y modelos de implantación militar romana en Hispania, especialmente en la provincia sometida a estudio. Algunos de los resultados y conclusiones alcanzados vienen a confirmar planteamientos ya expuestos o sugeridos previamente, fundamentalmente aquellos referidos a la justificación, en términos generales, de la distribución general de los monumentos en relación con la geografía peninsular y las operaciones del ejército. Sin embargo, el modelo de análisis

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EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

Gladius, Anejos 19, 2021

estadístico macroespacial y el estudio de la documentación por sectores y enclaves concretos vienen a añadir resultados sugerentes, particularmente en lo relativo a la identificación de ciertos monumentos con funciones o actividades concretas de los militares en diversas regiones y períodos, la extracción social y reclutamiento de los mismos dependiendo del período, el nivel de vinculación de los soldados con los territorios en los que aparecen los monumentos, las zonas preferidas de retiro de los veteranos y su asociación con los ámbitos urbanos de la provincia, la organización interna de las bases militares y su topografía religiosa y las preferencias de los mismos respecto a los hábitos epigráficos. Si tomamos en consideración los patrones generales de distribución de monumentos, las dos grandes concentraciones de testimonios epigráficos vinculados con el ejército obedecen al panorama conocido tanto por las escasas fuentes literarias disponibles, como por la arqueología. La mayor parte de los testimonios disponibles entre el siglo i d. C. y mediados del iii aparecen repartidos, por un lado, en el noroeste de la provincia, el sector militar por excelencia, y por otro, en la capital provincial, con una proporción notablemente menor, pero no despreciable, en el paso natural entre ambos ámbitos geográficos, o sea, la meseta norte, y una cifra marginal en el resto de la provincia. El análisis de conjunto e individualizado de las inscripciones, organizado por períodos cronológicos, confirma, pero también matiza, algunas de las explicaciones ya conocidas para esta distribución y añade aspectos suplementarios. 7.1. Período julio-claudio Por lo que respecta a la relación de los soldados con el territorio, la epigrafía militar julio-claudia dibuja en la provincia Citerior un panorama caracterizado, fundamentalmente, por la ocupación estratégica, el asentamiento progresivo, la temprana integración de las tropas y el inicio de las grandes labores administrativas y logísticas que caracterizaron la presencia militar en estos territorios. Así nos lo demuestran las inscripciones documentadas y la evidencia arqueológica. Una parte de la documentación de esta época nos permite concluir el reclutamiento temprano de hispanos para servir en legiones y auxilia acantonados en otras partes del Imperio, tanto legionarios como soldados auxiliares. Por regla general, se trata de veteranos que regresan a sus lugares de origen una vez obtenida la honesta missio. Este tipo de testimonios aparece mayoritariamente en la meseta norte, como son los epígrafes funerarios de Madigenus Laturus (Cat., n.º 191), oriundo de la región de Novaugusta, y el subpraefectus Q. Sempronius Vitulus (Cat., n.os 202, 203 y 204), en el capítulo de los mandos y suboficiales de cuerpos auxiliares, y A. Oudunetsi (Cat., n.º 208) en el de las legiones foráneas. La concentración de testimonios en el noroeste se explica, sin mayores dificultades, por el establecimiento de un despliegue militar en la zona tras la conclusión de la guerra contra astures y cántabros, a fin de controlar y articular el territorio y comenzar a administrar la explotación de sus abundantes recursos auríferos, así como crear las infraestructuras necesarias para la administración de los nuevos conventus. En este período, entre los reinados de Augusto y Tiberio, se consolidarán los campamentos permanentes dispuestos en la periferia de los territorios sometidos, para ejercer de manera eficaz estas labores. En época julio-claudia, la epigrafía del noroeste se caracteriza por la presencia

Gladius, Anejos 19, 2021

7.  EL EJÉRCITO ROMANO EN LA PROVINCIA CITERIOR 

587

mayoritaria de miembros de la legio X Gemina, pero la muy escasa de miembros de la IIII Macedonica, lo que se puede justificar mejor por la lejanía de su campamento, y de la VI Victrix, que resulta más difícil de explicar a tenor de la situación geográfica del campamento de Legio, base principal donde tenía su sede esta última legión. La mayor parte de las inscripciones del período son monumentos funerarios de soldados de la legio X Gemina. En la meseta norte nos topamos con una mayor variedad de cuerpos legionarios pertenecientes al ejército de ocupación y sus cuerpos auxiliares, que se justifica principalmente por la importancia estratégica del sector como zona de reagrupamiento de tropas en los enfrentamientos contra los cántabros; así parecen indicarlo el posible campamento augusteo citado por las fuentes literarias en Segisamo y los posibles fuertes detectados en Burgo de Osma (Uxama Argaela) y el Muro de Ágreda (Augustobriga), esta última con uno de los escasos epígrafes votivos militares del período. La construcción del campamento permanente de Herrera de Pisuerga evidencia la continuidad del ejército en el control de estos territorios, pero los aspectos que mejor reflejan el conjunto epigráfico de estos parajes son el trazado y la construcción de las infraestructuras viarias, la interacción de las unidades auxiliares con las poblaciones indígenas y el reclutamiento de soldados para unidades foráneas, puntos todos ellos que representan las claves de la presencia de las inscripciones allí. En el resto de la provincia Citerior, la epigrafía militar julio-claudia es significativamente escasa; solo contamos con evidencias en Tarraco, donde se han documentado cuatro epígrafes (Cat., n.os 075, 076, 135 y 137). Esta ausencia de testimonios pone de relieve el carácter eminentemente estratégico del cuadrante noroeste y la meseta norte, frente a la condición secundaria de la parte oriental y septentrional de la provincia, cuyos territorios, sometidos con anterioridad, estaban más romanizados y no constituían un interés de primer orden para la administración imperial, desde el punto de vista del Figura Inscripciones militares de julio-claudia en la provincia Citerior por control2. inmediato y la explotación del época territorio. unidades militares. 18 16 14 12 10 8 6 4 2 0

Figura 2. Inscripciones militares de época julio-claudia en la provincia Citerior por unidades militares.

588

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

Gladius, Anejos 19, 2021

Uno de los rasgos más significativos de la epigrafía militar de la provincia Citerior es la disposición general de los lugares de hallazgo de los monumentos en torno al sistema viario que conectaba los diversos territorios. La documentación augústea y julio-claudia se ajusta particularmente a este modelo. La totalidad de los cuarenta monumentos documentados apareció en enclaves próximos a distintas vías, mayoritariamente en ciudades y bases militares repartidas por el territorio. En el noroeste, once de los dieciocho epígrafes del período pertenecen a Asturica Augusta y Petavonium; dos fueron localizados en Lucus Augusti; los cuatro restantes en el paso de las vías que conectaban Bracara Augusta con Petavonium y Asturica, en la parte meridional del sector; y otro en el paso de la vía entre Brigantium y la mencionada capital del conventus. En la zona de la meseta norte, todas las inscripciones julio-claudias se concentran en los pasos de las vías de comunicación con el noroeste, particularmente en centros urbanos como Clunia, Augustobriga, Calagurris y Vareia, mientras que en la zona oriental toda la evidencia se reduce a los ejemplares localizados en la capital provincial. Este reparto nos conduce a dibujar un panorama asociado fundamentalmente con las funciones principales del ejército, la procedencia y reclutamiento de los soldados y la actividad de las unidades auxiliares sobre el terreno. El estudio de la naturaleza de los monumentos, fundamentalmente funerarios, en relación con su posicionamiento y el conocimiento sobre la situación de las bases principales militares del período, nos permite reconstruir parcialmente el cuadro general de la actuación sobre el territorio. Por una parte, nos topamos con la epigrafía que hemos denominado de «centro», que corresponde con los campamentos y ciudades principales. Para este período, el foco epigráfico más activo es Petavonium. La elevada cifra de testimonios de la época encaja bien con su condición de sede de la legio X Gemina, la unidad mejor conocida en época julio-claudia. Los soldados representados constituyeron las primeras guarniciones estables del ejército de ocupación en la provincia Citerior, de las cuales no tenemos reflejo en Legio, el otro gran fuerte del período. Las inscripciones nos muestran soldados con origines predominantemente foráneas, itálicas y gálicas, pero también hispanas, que se encontraban mayormente de servicio en el momento de su deceso, y unos pocos que decidieron retirarse cerca del campamento donde habían servido. Los monumentos funerarios, concretamente las estelas decoradas, evidencian, por otra parte, la existencia de un taller epigráfico en Petavonium —que cubría las necesidades de los soldados desde comienzos del siglo i d. C.—, la predilección de los militares por la estela de cabecera semicircular y la introducción en el repertorio epigráfico de las officinae hispanas de motivos decorativos —rosetas o crecientes lunares— importados de otros lugares. La aparición de este horizonte temprano de monumentos funerarios —que no fueron exclusivos de los soldados, pero que estos contribuyeron a definir— es signo de un cierto corporativismo, en lo que a sus usos funerarios se refiere, y señala la temprana influencia de los militares en las escuelas locales y en el territorio en que operaron. Cabe destacar, además, que los diversos lugares de hallazgo de los monumentos en Petavonium, todos dispuestos en poblaciones cercanas a la base, nos permiten especular con la posible localización de las necrópolis en el área meridional y oriental de su periferia, una posibilidad que no tenemos para la fase posterior del enclave. Asturica Augusta concentra la segunda proporción más alta de inscripciones de la época. El material disponible nos señala un horizonte cronológico y formal muy similar

Gladius, Anejos 19, 2021

7.  EL EJÉRCITO ROMANO EN LA PROVINCIA CITERIOR 

589

al documentado en Petavonium, lo que no es de extrañar a tenor del origen campamental del enclave y sede primigenia de la misma legión. Cuatro de los cinco monumentos conocidos son estelas de cabecera semicircular procedentes del mismo taller, muy similares a los modelos de Petavonium y reutilizadas en el mismo sector de la muralla urbana. Todos ellos son soldados en activo de la X Gemina de origines extranjeras y las inscripciones datan de la fase urbana de Asturica, a partir del reinado de Tiberio. Este conjunto representa mejor que ninguno las actividades administrativas del ejército en la capital conventual desde época muy temprana y el carácter nuclear que pronto adquirió la civitas asturicense en la administración de los nuevos territorios. Sin duda, estos legionarios estuvieron destacados en la ciudad realizando labores de tipo administrativo vinculadas con el officium local, regido seguramente por un procurator. El hallazgo de las estelas en el mismo sector y su uniformidad formal nos llevan a plantear la existencia de un sector de necrópolis situado extramuros, en la parte oriental de la ciudad, en el que se habrían enterrado los militares reivindicando su condición en los epitafios y, probablemente, un espacio propio para sus sepulturas. La presencia de los soldados en Astorga fue constante desde su fundación hasta el siglo iii d. C., y constituye uno de los enclaves en los que mejor se perciben los cambios en los modelos de implantación militar en Hispania. También en Tarraco nos topamos con evidencias que podemos interpretar en el mismo sentido. La presencia de cuatro soldados en activo, que sirvieron en las legiones VI Victrix y X Gemina, ha de ponerse en relación con una temprana actividad de estos legionarios a las órdenes del gobernador provincial en una época en la que la condición de officialis o miembro del officium y la de miles principalis no aparecía todavía mencionada específicamente en los epitafios de los soldados (Cat., n.os 075, 076, 135 y 157). Tabla 107. Inscripciones militares del período julio-claudio asociadas a los campamentos. N.º Cat. Localización

Tipo de

inscripción/

Soporte

Militar

Servicio Hispania

Rango/Unidad

Cronología

058

Rosinos de Vidriales (Zamora) Petavonium

Funeraria/ estela

P. Cosconius

Miles/legio X Gem.



Siglo i d. C. (AugustoCalígula)

059

Rosinos de Vidriales (Zamora) Petavonium

Funeraria/ perdido

M. Valerius Secundus

Veteranus/leg. X Gem.?



Siglo i d. C. (CalígulaGalba)

060

Rosinos de Vidriales (Zamora) Petavonium

Funeraria/ estela

C. Pelusius

Miles?/leg. X Gem.



Siglo i d. C. (CalígulaGalba)

061

Rosinos de Vidriales (Zamora) Petavonium

Funeraria/ perdido

L. Herennius Miles/legio X Gem. Callicus



Siglo i d. C. (CalígulaGalba)

Gladius, Anejos 19, 2021

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

590

N.º Cat. Localización

Tipo de

inscripción/

Soporte

Militar

Servicio Hispania

Rango/Unidad

Cronología

062

Rosinos de Vidriales (Zamora) Petavonium

Funeraria/ estela

M. Volumnius Miles/legio X Gem.



Siglo i d. C. (AugustoCalígula)

069

Rosinos de Vidriales (Zamora) Petavonium

Funeraria/ estela

M. Cornelius Miles/leg. X Gem.



Siglo i d. C. (AugustoCalígula)

Tabla 108. Epigrafía militar julio-claudia localizada en centros urbanos de la provincia Citerior. Tipo de

N.º Cat.

Localización

inscripción/

018

Astorga (León) Asturica Augusta

Servicio Hispania

Militar

Rango/Unidad

Funeraria/ estela

C. Coelius Valens

Miles/leg. X Gem.



Siglo i d. C. (Augusto-69 d. C.)

019

Astorga (León) Asturica Augusta

Funeraria/ estela

L. Octavius Magius

Miles/leg. X Gem.



Siglo i d. C. (Augusto-69 d. C.)

020

Astorga (León) Asturica Augusta

Funeraria/ perdido

[---]Virilius

Miles/leg. X Gem.



Siglo i d. C. (Augusto-69 d. C.)

021

Astorga (León) Asturica Augusta

Funeraria/ placa

[---]Persius Blaesus

Miles/leg. X Gem.



Siglo i d. C. (Augusto-69 d. C.)

024

Astorga (León) Asturica Augusta

Funeraria/ estela

Fuscus Dorilsis

Miles/coh. Tracum



Siglo i d. C. (Augusto-69 d. C.)

161

Lugo Funeraria/ Lucus Augusti estela?

Desconocido

Veteranus/leg. X Gem.



Siglo i d. C. CalígulaGalba

160

Lugo Funeraria/ Lucus Augusti perdido

Veroblius

Miles/coh. III Lucensium

No

Siglo i d. C. ClaudioNerón

179

Alcubilla de Avellaneda (Burgos) Clunia

G. Iulius [---]

Veteranus/ desconocida

?

Siglo i d. C. (31-70 d. C.)

Soporte

Funeraria/ estela

Cronología

Gladius, Anejos 19, 2021

7.  EL EJÉRCITO ROMANO EN LA PROVINCIA CITERIOR 

Tipo de

N.º Cat.

Localización

inscripción/

185

Peñalba de Castro (Burgos) Clunia

Militar

Rango/Unidad

Funeraria/ estela

[---For]tius?

Miles/legio X Gem.?

184

Añavieja (Soria) Augustobriga

Votiva/altar

Marcellus Caius Q. Pentus

192

Calahorra (La Rioja) Calagurris

Funeraria/ desconocido

C. Varius Domitianus

201

Varea (Logroño, La Rioja) Vareia

Funeraria/ estela

205

Varea (Logroño, La Rioja) Vareia

Soporte

Servicio Hispania

591

Cronología

Sí?

Siglo i d. C. (50-70 d. C.)



Siglo i d. C. (Augusto-68 d. C.)

Miles/legio VI Victrix



Siglo i d. C. (AugustoCalígula)

[---] Tertius

Veteranus/legio IIII Mac.



Siglo i d. C. (ClaudioNerón)

Funeraria/ estela

C. Valerius Donatus

Miles/legio IIII Mac.



Siglo i d. C. (AugustoCalígula)

Honorífica/ pedestal

Q. Sempronius Vitulus



Siglo i d. C. (31-32 d. C.)

Honorífica/ pedestal

Q. Sempronius Vitulus



Siglo i d. C. (31-32 d. C.)

Los Bañales (Zaragoza)

Honorífica/ pedestal

Q. Sempronius Vitulus



Siglo i d. C. (31-32 d. C.)

075

Tarragona Tarraco

Funeraria

M. Coelius/ L. Coelius Belicus

Veteranus/miles/leg. VI Victrix



Siglo i d. C. (AugustoCalígula)

076

Tarragona Tarraco

Funeraria

Valeriu[s---]

Miles/leg. VI/X?



Siglo i d. C. (CalígulaGalba)

135

Tarragona Tarraco

Funeraria

[---]?

[---miles?]/leg. X Gemina



Siglo i d. C. (Augusto-68 d. C.)

157

Tarragona Tarraco

Funeraria

M. Iulius Maxumus

Miles/leg. [V]I



Siglo i d. C. (Augusto)

202

203

204

Los Bañales (Zaragoza)

Los Bañales (Zaragoza

Equites/ala I Aug. Centurio/¿ala I Aug.?

Decurio equitum/ala Tauriana Subpraefectus/coh. Germanorum Decurio equitum/ala Tauriana Subpraefectus/coh. Germanorum Decurio equitum/ala Tauriana Subpraefectus/coh. Germanorum

592

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

Gladius, Anejos 19, 2021

Una pequeña parte del material epigráfico militar asociado a los soldados nos habla de veteranos que, al margen de sus funciones específicas, escogieron entornos urbanos de la provincia para establecerse en sus retiros. La presencia de monumentos funerarios, como los del veterano de origen narbonense en Lucus Augusti (Cat., n.º 161) o de M. Coelius, de origen itálico, en Tarraco (Cat., n.º 075), señala que estos prefirieron las ciudades hispanas, donde habrían desempeñado parte de sus carreras. Ello sugiere que desde épocas tempranas las urbes de la Citerior fueron focos de atracción para las primeras generaciones de soldados que querían iniciar nuevas vidas una vez licenciados y no regresaron a sus patrias. Lo mismo ocurre con algún otro veterano de origines hispanas como [---] Tertius (Cat., n.º 201), que se retiró en Vareia (Logroño), siendo originario de Caesaraugusta. Cabe señalar que solo uno de ellos, M. Coelius, enterrado por su hijo junto a su otro hijo, ambos también soldados, muestra relaciones familiares o vínculos sociales en sus epitafios, un rasgo normal en la epigrafía del período que comentaremos en las conclusiones concretas sobre los soldados. Otro grupo de monumentos, localizados tanto en el noroeste como en el sector del interfluvio Duero-Ebro, meseta norte, nos da una idea del inicio de las labores logísticas, concretamente de la construcción de las infraestructuras necesarias para la articulación del territorio y su correcto gobierno. Ello se infiere de la distribución de monumentos funerarios de soldados de las legiones X, IIII y VI en activo en el paso de ejes viarios como los que unían Brigantium con Aquae Flaviae, de norte a sur. En la meseta norte, los dos soldados de la legio IIII Macedonica enterrados en Vareia y otro de la VI Victrix en Calagurris (Cat., n.os 224, 192, 201 y 205), sobre la misma vía que conectaba con el noroeste, todos ellos de origines foráneas, representan los ejemplos más claros de este tipo de actividades del ejército en la provincia. Estos materiales, unidos a los testimonios disponibles de marcas legionarias en materiales constructivos en el este de la provincia —como las murallas de Caesaraugusta o los sillares del puente del Diablo en Martorell—, evidencian la preocupación de la administración imperial julio-claudia por la urbanización del territorio y el acondicionamiento del sistema de comunicaciones imprescindible para el tránsito de ejército, personas y mercancías entre el noroeste y la capital provincial, labores en las que el ejército de Hispania desempeñó un papel protagonista. Otro conjunto de monumentos relevantes viene constituido por inscripciones localizadas en lugares dispersos al margen de los campamentos y las ciudades. Estos no solo constituyen indicios eventuales de la participación activa del ejército en el trazado de las vías, sino que muestran también la movilidad de los soldados por la parte septentrional de la provincia desde los primeros momentos del período de ocupación militar. La presencia de epitafios de soldados de la legio X Gemina, y en menor medida de la IIII Macedonica y la VI Victrix, lejos de sus bases y la condición de militares en activo de buena parte de los personajes representados evidencian un despliegue dinámico del ejército, que hubo de jugar un papel especialmente relevante en la vigilancia del territorio en los tiempos inmediatamente posteriores a las guerras asturcántabras. Otros aspectos igualmente importantes han de ser considerados para explicar esta distribución: el control de las poblaciones indígenas, el comienzo del reclutamiento de hispanos en las legiones —sobre todo en unidades auxiliares—, el establecimiento progresivo de una

Gladius, Anejos 19, 2021

7.  EL EJÉRCITO ROMANO EN LA PROVINCIA CITERIOR 

593

administración conventual —que incluía la recaudación de tributos—, el abastecimiento de productos básicos de importación para las unidades acantonadas en el noroeste y las actividades de prospección de yacimientos destinada a la explotación del oro en la región. Tabla 109. Inscripciones militares del período julio-claudio asociadas al trazado y construcción de las vías de comunicación. Tipo de

N.º Cat.

Localización

inscripción/

224

Caldas de Reyes (Pontevedra) Aquae Celenae

Funeraria/ estela

M. Audax Maximus

Centurio/leg. X Gem.



Siglo i d. C. (ClaudioNerón)

192

Calahorra (La Rioja) Calagurris

Funeraria/ desconocido

C. Varius Domitianus

Miles/legio VI Victrix



Siglo i d. C. (AugustoCalígula)

201

Varea (Logroño, La Rioja) Vareia

Funeraria/ estela

[---] Tertius

Veteranus/legio IIII Mac.



Siglo i d. C. (ClaudioNerón)

205

Varea (Logroño, La Rioja) Vareia

Funeraria/ estela

C. Valerius Donatus

Miles/legio IIII Mac.



Siglo i d. C. (AugustoCalígula)

Soporte

Militar

Servicio Hispania

Rango/Unidad

Cronología

En el noroeste, es preciso mencionar el cipo funerario de L. Lavius Tuscus (Cat., n.º 271), soldado de la X y originario de Felicitas Iulia en Lusitania, aparecido en Vila Nova de Gaia (Oporto), y la placa funeraria erigida por L. Valerius Silvanus, soldado de la VI Victrix, al dios local Suttunius en Santo Tirso (Oporto) (Cat., n.º 213). En el sector Duero-Ebro podemos destacar la lejanía de las inscripciones ya mencionadas de la legio IIII en Vareia y de la legio VI en Calaguris, tan lejos de sus bases en Herrera de Pisuerga y León, y la actuación del ala I Augusta, que aparece mencionada en dos epígrafes de distinta naturaleza en Clunia y Augustobriga (Cat., n.º 184). Los dos votos consagrados a Marte localizados en Augustobriga —el primero ofrecido por C. Petronius Maternus, missicius de una unidad desconocida, y el segundo por Marcellus y Caius, equites del ala I Augusta (Cat., n.os 175 y 184)— no pueden clasificarse como «epígrafes dispersos» en nuestro modelo de estudio, ya que aparecieron en un núcleo urbano y probablemente estén indicando la presencia de un campamento del ala I Augusta en el lugar. En cualquier caso, junto a la tessera hospitalis de Clunia, reflejan la movilidad de las unidades auxiliares de caballería, el reclutamiento de peregrinii hispanos en auxilia y las relaciones con las poblaciones locales. En el caso de los dos jinetes auxiliares que elevan el altar a Marte, se señala explícitamente su filiación, Quinti Penti centurionis filii —lo que indica que heredaron de su padre, ciudadano con onomástica plenamente

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EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

594

latina—, y su oficio militar, al igual que se puede deducir que sirvieran probablemente en la misma unidad que el padre. En el caso de la tessera, cabe interpretar que el pacto entre el prefecto de la unidad y los clunieneses trasciende la categoría de mero hospitium y deja entrever una relación de clientela entre el mando ecuestre y la comunidad local, en el que el primero actúa, de alguna manera, como garante de la autoridad imperial en la zona. Este tipo de testimonios nos permite intuir una temprana adaptación del ejército al territorio que controlaba, un papel activo de las unidades auxiliares que habrían complementado la labor de los legionarios y el establecimiento de vínculos tanto sociales como jurídicos entre las autoridades militares y los hispani. Tabla 110. Inscripciones militares julio-claudias vinculadas con la movilidad del despliegue militar. Tipo de

N.º Cat.

Localización

inscripción/

Militar

213

Santo Tirso (Oporto) Portus Cale

Votiva/placa

L. Valerius Silvanus

Miles/leg. VI Victrix



Siglo i d. C. (CalígulaGalba)

271

Vila Nova de Funeraria/ Gaia (Oporto) cipo

L. Lavius Tuscus

Miles/leg. X Gem.



Siglo i d. C. (CalígulaGalba)

226

S. Román de Cervantes (Lugo)

C. Valerius Carus

Miles/leg. X Gem.



Siglo i d. C. (CalígulaGalba)

175

Añavieja (Soria) Augustobriga

Eques/ala I Aug. Eques/ala I Aug. Centurio/ ¿ala I Aug.?



Siglo i d. C. (Augusto68 d. C.)

Soporte

Votiva/altar

Caius Votiva/altar

Macellus Q. Pentus

Servicio Hispania

Rango/Unidad

Cronología

CIL II, 57092

Peñalba de Castro (Soria) Clunia

Jurídica/ tessera hospitalis

C. Terentius Bassus Mefanate

Praefectus/ala Augusta



Siglo i d. C. (40 d. C.)

224

Caldas de Reyes (Pontevedra) Aquae Celenae

Funeraria/ estela

M. Audax Maximus

Centurio/leg. X Gem.



Siglo i d. C. (ClaudioNerón)

192

Calahorra (La Rioja) Calagurris

Funeraria/ desconocido

C. Varius Domitianus

Miles/legio VI Victrix



Siglo i d. C. (AugustoCalígula)

201

Varea (Logroño, La Rioja) Vareia

Funeraria/ estela

[---] Tertius

Veteranus/legio IIII Mac.



Sg. i d. C. (ClaudioNerón)

205

Varea (Logroño, La Rioja) Vareia

Funeraria/ estela

C. Valerius Donatus

Miles/legio IIII Mac.



Siglo i d. C. (AugustoCalígula)

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7.  EL EJÉRCITO ROMANO EN LA PROVINCIA CITERIOR 

595

Desde una perspectiva global, la relación de las inscripciones militares con el territorio de la provincia en época julio-claudia nos muestra la imagen de un ejército dinámico desde un primer momento y ocupado fundamentalmente en la organización de los nuevos territorios sometidos, que responde bien a los aspectos antes enunciados de ocupación estratégica, asentamiento progresivo, temprana integración e inicio de las grandes labores administrativas y logísticas. Este cuadro general operativo se completa con otras conclusiones y consideraciones que atañen más a la relación, podríamos decir personal, de los soldados con el territorio. Ya hemos podido comprobar la notable preeminencia de testimonios alusivos a soldados en activo sobre los veteranos en la epigrafía del período. De los cuarenta monumentos que hemos fechado en esta época, tan solo cinco representan a soldados retirados. Esta cifra se explica bien si atendemos a la cronología de los mismos, fechados entre Augusto y Nerón, y consideramos que en muchos casos, como la epigrafía de Petavonio o Astorga, los epígrafes más tempranos corresponden con la primera y segunda generaciones de soldados del ejército que conquistó y ocupó el noroeste bajo el reinado de Augusto. Parte de los soldados de las legiones IIII, VI y X que lucharon en las guerras permanecieron en las legiones que se quedaron a organizar el territorio sometido; otra parte fue reclutada desde Italia, la Galia Narbonense y otras zonas de Hispania, como la Bética o Caesaraugusta, para servir en la nueva guarnición de Hispania. En este sentido, cabe destacar la inscripción del veterano [---]Tertius en Vareia, que procedía de Caesaraugusta y, probablemente, fue hijo de uno de los veteranos de la legio IIII que fundaron la ciudad mencionada unos años atrás (Cat., n.º 201). Otro rasgo propio de la epigrafía funeraria del período es la escasez de expresiones de los vínculos familiares y sociales. Tan solo siete inscripciones mencionan algún tipo de dedicante; de estas, tres de las cuatro estelas de milites decimani de Astorga consignan dedicantes que se ocupan de levantar los monumentos, dos de los cuales aparecen únicamente como heredes y otro es liberto del militar difunto. El contexto de las piezas y su cronología nos lleva a concluir que los dedicantes significados como heredes eran probables soldados, compañeros de armas que fueron designados como herederos de los difuntos. Sorprendentemente, los campamentos legionarios del período no presentan evidencia alguna de relaciones de camaradería entre los soldados; en Legio y Herrera de Pisuerga carecemos de epigrafía en este período y los monumentos atestiguados en Petavonium no nos muestran ningún dedicante. Los cuatro monumentos restantes que indican dedicantes aparecen repartidos por la provincia y no responden a ningún patrón concreto. Solo aparecen relaciones familiares en la inscripción consagrada a Marte por parte de los hermanos Caius y Marcellus, que mencionan a su padre, y en el epitafio de C. Coelius, veterano enterrado en Tarraco por su hijo C. Coelius Valens, junto a su otro hijo Coelius Bellicus. El veterano militó en varias legiones antes de terminar en la VI Victrix, al servicio del gobernador en la capital provincial, donde su hijo se enroló y dedicó el epitafio a su padre retirado. Cabe señalar también el epitafio que el centurión M. Audax Maximus dedicó a tres de sus esclavos, que debieron perecer en el lugar en el que realizaban algún tipo de servicio para su amo, en las proximidades de Aquae Celenae (Caldas de Reyes), lejos de la base de la legión X. La falta de relaciones personales en los monumentos encaja bien con otros rasgos que definen el material del período, como la proporción mayoritaria de soldados en ac-

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

596

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tivo y pocos veteranos, y el elevado número de soldados de procedencia foránea. Todo ello pone en evidencia que el ejército del período julio-claudio, especialmente entre los reinados de Tiberio y Calígula, estaba en período de integración en el territorio y, lógicamente, las relaciones que aparecen son mayoritariamente entre los propios militares y/o con esclavos o libertos en detrimento de los vínculos familiares. Otro aspecto de cierta relevancia es el abrumador predominio de inscripciones funerarias sobre los monumentos de carácter votivo y las divinidades a las que aparecen consagradas estos últimos. Solo un 1 % de las inscripciones, tres ejemplares, son votivas respecto a las funerarias y todas ellas son interpretables como manifestaciones de religiosidad o culto privado por parte de los soldados. Dos se sitúan en el noroeste, una dedicada por el soldado de la X, Valerius Carus, a una deidad local fluvial desconocida (¿Navia?) (Cat., n.º 226); la otra es una dedicatoria del miles de la VI Victrix, L. Valerius Silvanus, al dios local Turiaccus (Cat., n.º 213); finalmente, contamos con el ya comentado voto de los jinetes del ala I Augusta a Marte en Augustobriga. Los dos cultores del noroeste eran ciudadanos de pleno derecho que militaban en las legiones y, probablemente, oriundos de zonas urbanizadas de la provincia Citerior, quizá uno de ellos de la Galia Narbonense, y consagran sus monumentos a dioses locales muy relacionados con el territorio de la Gallaecia. Los hermanos jinetes eran peregrinii, hispanos e hijos de un centurión, que veneran a Marte sin epítetos, en una zona en la que más tarde aparecerán dos votos más consagrados al mismo dios. La escasez de testimonios no nos permite alcanzar explicaciones concluyentes. Sí podemos, no obstante, aventurar que los cultos de los soldados en época julio-claudia son de carácter netamente privado y no encontramos manifestación alguna de devociones oficiales ni relacionadas con el culto imperial. La escasez de testimonios podría explicarse, a nuestro juicio, en el marco de la integración paulatina y gradual de las tropas en la realidad provincial y en la difusión lenta y progresiva de los modelos romanos. Lo más lógico, teniendo en cuenta la situación del ejército julio-claudio, sería toparnos con dedicatorias consagradas mayoritariamente a divinidades romanas, en virtud de las procedencias de los soldados y la naturaleza de sus actividades. No obstante, el pequeño reflejo que conservamos nos muestra ya a hispanos poniendo en práctica cultos de raigambre local, propios de las tierras de las que procedían. 7.2. Período flavio En el lapso entre el fin de las guerras civiles del 68-69 d. C. y comienzos del siglo la cifra de monumentos se reduce ligeramente y la distribución general tiende a homogeneizarse en torno a los tres grandes núcleos, el noroeste, el sector DueroEbro y Tarraco.1 Contamos con una cifra total de 39 monumentos militares fechados ii,

Conviene señalar que la datación de muchos de los monumentos es problemática en este período, pues bastantes ejemplares oscilan entre fines del período flavio y el primer cuarto del siglo ii d. C. Atendiendo a criterios de exposición del material, hemos considerado en esta fase aquellos epígrafes que no sobrepasan el siglo i d. C., incluyendo los otros en la etapa siguiente, sin perder de vista que esta división no corresponde con criterios tipológicos o formales específicos ni cambios significativos en los modelos de autorrepresentación. 1

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7.  EL EJÉRCITO ROMANO EN LA PROVINCIA CITERIOR 

597

hasta el fin del siglo i d. C. Un 34 % proviene del noroeste, casi un 29 % del sector Duero-Ebro, algo más del 23 % de Tarraco y, finalmente, un 13 %, son monumentos repartidos por otras zonas de la provincia. Crece considerablemente la diversidad de las unidades militares, con mención de trece cuerpos de ejército diferentes, una parte de los cuales, cinco, corresponden con guarniciones acantonadas en la península ibérica, mientras que los restantes fueron unidades ajenas a Hispania. La documentación referente a las legiones y auxilia externos al ámbito peninsular aparece muy fragmentada, no superando ninguna unidad las tres inscripciones. Podemos interpretar estos últimos testimonios desde la óptica de la ampliación del reclutamiento de soldados hispanos destinados a servir fuera de la Península. A estos les fueron dedicados monumentos funerarios en sus lugares de origen, por haber muerto en período de servicio o por haberse retirado en ellas. Por lo que respecta a los cuerpos del ejército que sirvieron en Hispania, la documentación refleja una proporción lógica muy mayoritaria, 50 % de testimonios de la legio VII Gemina y 76 % del conjunto de epígrafes alusivos a soldados acantonados en la Citerior, frente a las escasas inscripciones de las unidades auxiliares que actuaron como apoyo de la legión mencionada en los primeros tiempos de los flavios. Es particularmente significativa la escasez de datos epigráficos que tenemos de estos auxilia en el período. La diversidad de unidades reflejada en el elenco total resulta ciertamente engañosa respecto a la naturaleza de la presencia militar en el territorio y en términos del componente humano, pues podemos inferir que poco más del 68 % de los soldados representados en los monumentos sirvió en Hispania, mientras que cerca de un 24 % lo hicieron fuera, y carecemos de certezas para el restante 11-12 %.

Figura 3. Inscripciones militares del período flavio en la provincia Citerior. Dispersas 16 %

Sector noroeste Sector Noroeste 33 %

Tarraco  23 % Sector Duero‐Ebro 28 % Figura 3. Inscripciones militares del período flavio en la provincia Citerior.

Estos datos ponen de relieve, por una parte, que la zona del noroeste siguió siendo el ámbito más poblado por militares, seguida muy de cerca por la zona septentrional de los conventus Cluniensis y Caesaraugustanus; y nos presenta, por otra parte, una capital provincial todavía escasa en testimonios en relación con los períodos posteriores, pero con una ya muy visible presencia de soldados de la VII Gemina; y, finalmente, una muy

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

598

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escasa presencia en la zona meridional y oriental de la provincia. La distribución de los soldados de la VII Gemina y de las unidades auxiliares, preferentemente en el noroeste y en la zona Duero-Ebro, sugieren que estos dos sectores siguieron siendo claves en la implantación militar sobre el terreno. Tarraco comienza a mostrar la organización militar en torno al officium provincial, aunque las menciones expresas al rango de officialis todavía no están presentes. Podemos presumirle este rango al menos a alguno de los Figura 4. Unidades militares en la epigrafía del período flavio de la provincia Citerior. veteranos que aparecen en el elenco que no lo expresaron en sus epitafios.

Al

a

II

Fla

via

H.

c.

R

20 18 16 14 12 10 8 6 4 2 0

Figura 4. Unidades militares en la epigrafía del período flavio de la provincia Citerior.

Si atendemos a los territorios en concreto, resulta particularmente enigmática la ausencia de epigrafía asociada a los campamentos militares; no tenemos testimonios ni en Petavonium ni en Legio, tampoco en los fuertes auxiliares de la Gallaecia, que son posteriores a este período. Esta ausencia de testimonios viene a sumarse a la que ya hemos comprobado para el período julio-claudio. En el 68 d. C., la legio X Gemina abandonará definitivamente Petavonium, pero no contamos con evidencia alguna de la unidad que reocupó el asentamiento, el ala II Flavia Hispanorum civium Romanorum, hasta comienzos de la siguiente centuria. La ausencia de testimonios epigráficos flavios en ambos centros podría, quizá, estar relacionada con los sucesos de las guerras civiles de los años 68-69 d. C., el abandono de las legiones VI Victrix y X Gemina del territorio peninsular y la reorganización del despliegue una vez que Vespasiano se alzó con la púrpura imperial. Por la inscripción de Cornoces, dedicada a Moelio Mordoniego por Caecilius Fuscus, soldado de la VII Gemina (Cat., n.º 212), y por la columna honorífica de Aquae Flaviae, donde figura toda la unidad, sabemos que esta regresó a la Península hacia el año 74 d. C., mientras que el ala II Flavia debió asentarse en Petavonium en una fecha cercana. Los escasos 26 años que transcurren entre esta fecha y el fin de la centuria pueden explicar parcialmente que no encontremos monumentos funerarios fechados en esta época en los campamentos, pues los primeros años del reinado de Vespasiano debieron ser un período de instalación y adaptación de la legión a su nueva base. En Herrera de Pisuerga

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7.  EL EJÉRCITO ROMANO EN LA PROVINCIA CITERIOR 

599

sí contamos con testimonios de la época (Cat., n.os 207 y 210) que apuntan a la actuación en la zona de la cohors I Gallica, unidad que permaneció acantonada allí en el período flavio, pero ninguno de la legio IIII Macedonica, la legión que permaneció allí por más tiempo, desde el fin de las guerras hasta el reinado de Calígula. Tabla 111. Inscripciones militares asociadas a los campamentos permanentes en época flavia. Tipo de

N.º Cat.

Localización

inscripción/

207

Herrera de Pisuerga, Palencia

210

Herrera de Pisuerga, Palencia

Servicio Hispania

Militar

Rango/Unidad

Funeraria/ estela

L. Antonius Pudens

Eques/coh. I Gallica E. c. R.?



Fines siglo i d. C. (71-100 d. C.)

Funeraria/ perdido

[---] Cornelianus

Praefectus/coh. I Gallica E. c. R.



Siglo i d. C. (68-fin siglo i d. C.)

Soporte

Cronología

Resulta especialmente significativo que solo en el campamento de Petavonium nos topemos con una presencia notable de monumentos funerarios entre el fin de las guerras asturcántabras e inicios del siglo ii d. C. Es cierto que, a comienzos de época julio-claudia, los campamentos permanentes aún estaban consolidándose y, probablemente, la entidad de las canabae y vici anejos sería todavía incipiente. A ello habría que añadir los condicionamientos propios del desarrollo del hábito epigráfico entre los militares a lo largo del siglo i d. C., así como la casualidad que rige los hallazgos de monumentos epigráficos. Pese a todo ello, no nos toparnos con ninguna evidencia epigráfica de la legio VI Victrix ni de la legio IIII Macedonica en sus bases principales, cuando, contrariamente, contamos con soldados de estas legiones levantando votos y participando en diversas funciones a lo largo del territorio del noroeste y la meseta septentrional y sepultándose en las ciudades en ambas épocas y con una evidencia mayor de milites de la X Gemina. No resulta, pues, fácil explicar la ausencia de fuentes. El hecho de que los campamentos no fuesen muchas veces el hábitat de los soldados durante toda su vida no alcanza a explicar la cuestión, pues, muchos de ellos, y desde época temprana, como vemos en el propio Petavonium, elegían los territorios circundantes a los recintos para retirarse y aquellos que perecían en activo debieron ser enterrados en los alrededores. Además, tampoco aparece epigrafía votiva de ningún tipo cuando, en el siglo ii d. C., tanto Legio como Petavonium abundan en monumentos funerarios y votivos de los soldados de la más diversa índole. Más numerosos son los testimonios de militares localizados en centros urbanos del período, que representan en torno a un 60 % del conjunto total. En el noroeste se reparten entre las principales civitates y municipii de la zona, Asturica Augusta, Lucus Augusti, Bracara Augusta y Aquae Flaviae, y se pueden interpretar de diversas maneras. También la zona de la meseta norte presenta un número considerable de monumentos repartidos por algunos de los principales núcleos urbanos del cluniense y el Caesarau-

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EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

600

gustano: Clunia, Novaugusta, Augustobriga y Calagurris. A ellos hay que sumar los epígrafes hallados en Tarraco, donde la presencia de la VII Gemina es muy notable. Tabla 112. Inscripciones militares flavias localizadas en centros urbanos de la provincia Citerior. N.º Cat.

Localización

001

Astorga (Asturica Augusta)

Lugo (Lucus Augusti) Chaves CIL II, (Aquae 2477 Flaviae) Chaves 234 (Aquae Flaviae) Braga 232 (Bracara Augusta) 162

Tipo de inscripción/ Militar Soporte Sector noroeste [---] Domitius Funeraria/estela

C. Cornelius Serenus

Rango/ Unidad

Servicio Hispania

Cronología

Equites/ala II Flavia H. c. R.



Siglo i d. C. (68-fin siglo i d. C.)

Funeraria/perdido

L. Valerius Severus

Miles/leg. VII Gem.



Siglo i d. C. (68-fin siglo i d. C.)

Honorífica/columna

Legio VII Gemina

Legio VII Gemina



Siglo i d. C. (79 d. C.)

Funeraria/perdido

L. Aelius Flacus

Signifer/leg. II Augusta

No

Funeraria/estela

M. Antonius

Miles/leg. VII Gem.



Siglos i-ii d. C. (68 d. C.- fin siglo ii d. C.) Siglo i d. C. (68-fin siglo i d. C.)

Sector Duero-Ebro Funeraria/incierto

C. Terentius Reburrinus

Veteranus/leg. VII Gem.



Siglos i-ii d. C. (Fin siglo i d. C.-inicios siglo ii d. C.)

Funeraria/estela

C. Dellius Flavinus

Veteranus/leg. VII Gem.



Inicios siglo ii d. C.

C. Petronius Maternus

Missicius/?

Sí?

Siglo i d. C. (68-fin siglo i d. C.)

Funeraria/perdido

[---] Severus

?/leg. VII Gem.



Fines siglo i d. C.

Funeraria/perdido

T. Cantius

Miles/ Othonianus



Siglo i d. C. (69 d. C.)

Eques/ala Tauriana



170

Lara de los Infantes (Novaugusta)

174

Lara de los Infantes (Novaugusta)

175

Añavieja Votiva/altar (Augustobriga)

180

188

195 077 078 079

Peñalba de Castro (Clunia) Peñalba de Castro (Clunia) Calahorra (Calagurris) Tarragona (Tarraco) Tarragona (Tarraco) Tarragona (Tarraco)

Funeraria/estela Funeraria/perdido Funeraria/bloque Funeraria/estela

Iulius Longinus Doles C. Iulius Reburrus L. Fuficius Priscus

Miles/leg. VII Gem. Veteranus/leg. VII Gem. Veteranus/leg. Bettutius Satto VII Gem.



Siglo i d. C. (68-fin siglo i d. C.) Siglos i-ii d. C. (ca. 92 d. C.)



Fin siglo i d. C.



Fin siglo i d. C. (88-93 d. C.)

Gladius, Anejos 19, 2021

7.  EL EJÉRCITO ROMANO EN LA PROVINCIA CITERIOR 

N.º Cat.

Localización

Tipo de inscripción/ Soporte

080

Tarragona (Tarraco)

Funeraria/placa

G. Iulius?

Veteranus/leg. VII Gem.



081

Tarragona (Tarraco)

Funeraria/estela

G. Valerius Avillius

Veteranus/leg. VII Gem.



082

Tarragona (Tarraco)

Funeraria/estela

Desconocido

Miles/leg. VII Gem.



Fin siglo i d. C.

122

Tarragona (Tarraco)

Funeraria/estela

L. Lovesius Placidus Milites/leg. VII Sí L. Iulius Victor Gem.

Fin siglo i d. C. (ca. 87 d. C.)

129

Tarragona (Tarraco)

Funeraria/pedestal

T. Iulius Maternus

Centurio/leg. VII Gem.

Siglo i d. C. (68-fin siglo i d. C.)

Funeraria/pedestal

L. Valerius Secundus Pamphilius Varus Valius Velox

Milites/leg. VII Sí Gem.

159

256

258

262

Tarragona (Tarraco)

Militar

Rango/ Unidad

Servicio Hispania

601



Cronología Siglo i d. C. (68-fin siglo i d. C.) Fin siglo i d. C.principios siglo ii d. C.

Fin siglo i d. C.principios siglo ii d. C.

Resto provincia Citerior (zona oriental conventus Tarraconensis y Carthaghiniensis) Sagunto, Fin siglo i d. C.C]orne[lius ?/leg. III principios siglo Valencia Incierta/perdido No ---] Gallica (Saguntum) ii d. C. Cartagena, Siglo i d. C. Murcia [--- A]nnius Miles/leg. VII Funeraria/cipo? Sí (68-fin siglo i Silvester Gem. (Carthago d. C.) Nova) Torrejoncillo Siglo i d. C. G. Malius Miles/leg. VII del Rey Votiva/altar Sí (68-fin siglo i Urssus Gem. (Cuenca) d. C.)

Los documentos del noroeste aparecen muy dispersos y están todos ellos relacionados con la actividad de la VII Gemina y sus cuerpos auxiliares en el territorio. Especialmente significativa es la inscripción localizada junto al puente de Chaves, ya comentada (CIL II, 2477), que fija la participación del legatus legionis VII Geminae y toda la unidad, en representación del gobernador provincial, en las obras públicas del tejido viario de Aquae Flaviae y su entorno a comienzos del reinado de Vespasiano. El resto de documentos, todos ellos funerarios, corresponden con soldados en activo presentes en las ciudades, a los que hemos de vincular en buena medida con la administración de los conventus del noroeste, que centralizaban estas ciudades. Su papel durante la municipalización y la reforma del territorio emprendida por los flavios fue todavía más relevante que el que habían tenido anteriormente. En este sentido cabe interpretar los epitafios de [---]Domitius, jinete del ala II Flavia sepultado en Asturica Augusta por su compañero de armas (Cat., n.º 001), y los de M. Antonius (Cat., n.º 232) y L. Valerius Severus (Cat., n.º 162), soldados en activo de la VII Gemina, en Bracara Augusta y Lucus Augusti, respectivamente. En el sector Duero-Ebro, la presencia de milites en zonas urbanas es mayor, seis monumentos, y aparece vinculada, casi exclusivamente, a las origines hispanas de los

602

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

Gladius, Anejos 19, 2021

soldados y sus regresos, más que a otros tipos de misiones u operaciones, que tampoco podemos descartar como lecturas complementarias. La mayor parte de ellos son soldados o veteranos de la VII Gemina que procedían de las ciudades en las que aparecieron sus monumentos. Tales son los casos de los veteranos C. Terentius Reburrinus (Cat., n.º 170) y C. Terentius Flavinus (Cat., n.º 174), ambos reclutados en la VII Gemina a comienzos del último tercio del siglo i d. C., que decidieron retirarse en Novaugusta. Un marco parecido podemos aplicar al voto a Marte de Petronius Maternus (Cat., n.º 175), que habría que interpretar como el cumplimiento de una promesa efectuada por un buen regreso a su patria tras su servicio militar. Los documentos clunienses presentan una estrecha vinculación con el levantamiento de Galba, la creación de la legio VII y el reclutamiento local, tal y como muestra especialmente la estela de T. Cantius (Cat., n.º 188), autodenominado miles otonianus, y el dudoso monumento de Severus (Cat., n.º 180), miles de la VII, probablemente reclutado en el mismo período. Por último, sí podemos relacionar al jinete tracio Iulius Longinus Doles con las operaciones del ala Tauriana, que permaneció en Hispania al menos en los primeros tiempos de los flavios; el eques murió en activo desempeñando en la zona alguna misión específica, que no conocemos. El material documentado en Tarraco está claramente asociado a las actividades de los soldados de la VII Gemina en el officium. Todos los epitafios nos muestran soldados o veteranos que fueron reclutados en las primeras levas de Galba en la provincia Citerior, con el nacimiento de la legión o en los primeros años flavios. Varios de ellos procedían de fuera de la península ibérica, concretamente de la Galia Narbonense o Italia, focos de reclutamiento de las legiones julio-claudias que se mantendrán activos bajo los flavios, como Fuficius Priscus (Cat., n.º 078), Bettutius Sato (Cat., n.º 079), Valerius Avilius, el soldado desconocido procedente de Vienna (Cat., n.º 082), y el centurión T. Iulius Maternus (Cat., n.º 129); otros proceden de diversos puntos de la Citerior, como Iulius Reburrus (Cat., n.º 077) o Lovesius Placidus (Cat., n.º 122), que se ajustan bien a los criterios de reclutamiento de hispanos puestos en marcha por Galba. Algunos de los miembros de origines extranjeras provendrían de la VI Victrix y otros fueron reclutados durante la estancia de la legión en Italia, en los combates de la guerra civil. Tanto los soldados en activo como los veteranos deben ponerse en relación con el officium consulare de la capital provincial, en el que habrían servido tras la reorganización flavia del dispositivo militar hispano. Por tanto, habrían desempeñado funciones variadas, desde las puramente administrativas, en la burocracia provincial, hasta las policiales. Por otra parte, es preciso señalar como aumenta el número de monumentos de soldados en activo y, sobre todo, de veteranos respecto a la época anterior. Desde época flavia hasta el siglo iii d. C., Tarraco será la ciudad que albergue más militares de toda la provincia, lo que se debe principal, pero no exclusivamente, a la presencia del officium. La elección de Tarraco como destino de su retiro por parte de los veterani del período, todos ellos extrapeninsulares, manifiesta, asimismo, que la capital se convirtió en un foco atractivo para los soldados debido a la marcada impronta que los militares dejaron en la urbe, de manera que comenzaría a tejerse una «clase o estrato social» militar dentro de la sociedad tarraconense, que percibimos con mucha mayor claridad en la segunda centuria d. C.

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7.  EL EJÉRCITO ROMANO EN LA PROVINCIA CITERIOR 

603

La epigrafía «periférica» del período se concentra en el noroeste y representa casi un 16 % del total, seis ejemplares. De ella podemos concluir, en primer lugar, la continuación y ampliación de los trabajos sobre las vías de comunicación y la explotación de los yacimientos mineros que coincide con la reorganización e impulso que los flavios dieron a estas labores. Prueba de ello es la presencia de monumentos votivos en las proximidades de la llamada Via Nova que atravesaba el distrito minero, como el mencionado altar de C. Fuscus consagrado a Moelius Mordoniegus (Cat., n.º 212) o el que el legatus Augusti Q. Ranius Sabinus dedicó a las ninfas Camenas en las proximidades de Bergidium Flavium (Cat., n.º 057). Más al sur, en la zona próxima al sector minero de Tresminas y a la vía XVIII del Itinerario Antonino, y en la zona interior entre Bracara Augusta y Lucus Augusti, los votos de dos soldados en activo —Velinus, jinete del ala II Flavia, a Marte y Q. Annius Modestus, de la VII Gemina, a Júpiter Óptimo Maximo— se insertan en el mismo contexto. Otros testimonios dispersos en otras zonas del noroeste, en este caso funerarios, responden al reclutamiento de hispanos en legiones externas y las relaciones de estos soldados con sus familias y lugares de origen. Una segunda conclusión que arroja el estudio de la epigrafía flavia dispersa es el incremento de la movilidad de las tropas en el territorio. Los monumentos no corresponden, como sucede con algunos de los «urbanos», a orígenes de los soldados, sino que su presencia allí se explica en el contexto de funciones y misiones específicas lejos de sus bases campamentales de Legio y Petavonium. La epigrafía militar flavia refleja parcialmente el panorama de las guerras civiles previas al advenimiento de Vespasiano al poder y el programa de reformas que este y sus sucesores pusieron en marcha, clave en la formación de la realidad provincial de Hispania. En este sentido, el carácter esencialmente dinámico de la presencia militar en la Citerior se ve incrementado con respecto al período anterior y en consonancia con los cambios operados a nivel administrativo y logístico, y nos presenta de forma más clara la intensa actividad de los militares, no solo en el noroeste, sino en todos los focos estratégicos del territorio, dando una imagen más definida de las principales actividades. Al mismo tiempo, quedan más definidos otros aspectos más vinculados a la mentalidad y usos y costumbres de los militares y su conexión con el espacio en el que actuaron, como son los diversos focos de reclutamiento, las relaciones de los soldados con sus patrias de origen, el asentamiento en las ciudades, los vínculos familiares y sociales y los cultos religiosos. Sobre ellos volveremos brevemente para cerrar las conclusiones del período. Ya hemos advertido que en este período aumenta considerablemente la cifra de veteranos con respecto al anterior. Estos alcanzan el 26 % de los soldados, con diez individuos atestiguados. Ello no es producto de la estancia dilatada de las legiones «julio-claudias» que abandonan la Península, sino fundamentalmente del retiro de los soldados de la legio VII Gemina que fueron reclutados por Galba, en los albores de la historia de la unidad o bajo los emperadores flavios. Muchos de estos se retiraron en ciudades en las que habían desempeñado sus servicios o que les eran propias por nacimiento. Excepto en dos casos, los monumentos funerarios de estos soldados aparecen en ámbitos urbanos, hecho que refuerza lo anteriormente comentado sobre los estrechos vínculos entre los soldados y las ciudades. Sus origines son variadas y se reparten entre la Galia e Italia —fundamentalmente para aquellos que sirvieron en Tarraco—, e Hispania para el resto de los documentados. Tan solo contamos con dos testimonios de veteranos que sirviesen fuera de Hispania.

Gladius, Anejos 19, 2021

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

604

Tabla 113. Veteranos en la epigrafía militar flavia de la provincia Citerior. N.º Cat.

Localización

054

Crémenes (León)

Tipo de inscripción/ Soporte

Militar

Rango/ Unidad

Servicio Hispania

Cronología

No

Fin siglo i d. C.

Funeraria/perdido

M. Iulius Crescens

Miles/leg. XX Val. Vic.

170

Lara de los Infantes (Novaugusta)

Funeraria/incierto

C. Terentius Reburrinus

Veteranus/leg. VII Gem.



Siglo i-ii d. C. (Fin siglo i d. C.-inicios siglo ii d. C.)

174

Lara de los Infantes (Novaugusta)

Funeraria/estela

C. Dellius Flavinus

Veteranus/leg. VII Gem.



Inicios siglo ii d. C.

175

Añavieja (Augustobriga)

Votiva/altar

C. Petronius Maternus

Missicius/?

Sí?

Siglo i d. C. (68-fin siglo i d. C.)

078

Tarragona (Tarraco)

Funeraria/bloque

L. Fuficius Priscus

Veteranus/leg. VII Gem.



Fin siglo i d. C.

079

Tarragona (Tarraco)

Funeraria/estela

Bettutius Satto

Veteranus/leg. VII Gem.



Fin siglo i d. C. (88-93 d. C.)

080

Tarragona (Tarraco)

Funeraria/placa

G. Iulius?

Veteranus/leg. VII Gem.



Siglo i d. C. (68-fin siglo i d. C.)

081

Tarragona (Tarraco)

Funeraria/estela

G. Valerius Avillius

Veteranus/leg. VII Gem.



Fin siglo i d. C.- inicio siglo ii d. C.

238

Pinhâo (Aquae Flaviae)

Funeraria/bloque

Alfius Reburrus

Veteranus/leg. VII Gem.?



Siglo i d. C. (68-fin siglo i d. C.)

239

Valença do Minho (Viana do Castelo)

Funeraria/placa

Valerius Valens

Veteranus/leg. VI Victrix

No

Fin siglo i d. C.

En época flavia percibimos claramente un incremento del reclutamiento llevado a cabo entre la población hispana, tanto para la legio VII Gemina como para sus unidades auxiliares. También hay una presencia, aunque marginal, de reclutas en legiones extranjeras. Catorce de los 35 soldados representados en los monumentos eran oriundos de la provincia Citerior, a los que habría que sumar otros tres, que pueden considerarse genéricamente como hispanos, y dos más nacidos y reclutados en Lusitania, lo que supone más de la mitad de toda la documentación. De los restantes, nos topamos con trece individuos procedentes de otras partes del Imperio, siendo Italia y la Galia las zonas mejor representadas, y África y Tracia con cifras testimoniales.

Gladius, Anejos 19, 2021

7.  EL EJÉRCITO ROMANO EN LA PROVINCIA CITERIOR 

605

Figura 5. Procedencias y reclutamiento de los soldados en Hispania en época flavia. Tracia

África 6 %

Gallia Narbonensis 9 % Italia 20 % Hispania genérico 9 %

Inciertos 6 %

Citerior 41 %

Lusitania 6 %

Figura 5. Procedencias y reclutamiento de los soldados en Hispania en época flavia.

En la legio VII Gemina, a la que pertenece la mayor parte del material, se aprecia un reclutamiento de base mayoritariamente hispana, que se completa con elementos itálicos y galos que habrían sido incorporados a medida que la unidad perdía efectivos en las guerras civiles. Con los flavios comenzó la «hispanización» de la legión, que es mucho más evidente a lo largo del siglo ii d. C. y, sobre todo, con los severos. No ocurrió lo mismo con los suboficiales y mandos, que siguieron siendo mayoritariamente itálicos durante casi todo el Alto Imperio. Las circunstancias en las que nació la legión y en las que se vio envuelta, así como su instalación permanente en la Península posteriormente son, evidentemente, los factores que intervienen en esta composición. Existe también un significativo aumento de los testimonios expresos de relaciones familiares, vínculos sociales y testimonios de corporativismo militar, todos ellos manifestados en las inscripciones funerarias. La cifra de monumentos con menciones explícitas a relaciones familiares y sociales es casi un 40 % del conjunto, 15 monumentos. Los epígrafes que muestran vínculos y dedicantes son mayoritariamente aquellos en los que se representaron miembros de la legio VII Gemina. Ahora bien, las menciones a relaciones familiares se reducen a tres epitafios, todas ellos dedicados a/o por soldados que no sirvieron en la guarnición de Hispania. La familia, entre los militares del período flavio, solo se refleja expresamente en monumentos del noroeste y la meseta norte, en los que aparecen representados soldados que han regresado a sus patrias, donde se han retirado y han sido sepultados o en los que ellos fungen de dedicantes del epitafio. Tales son los casos de Elaesus, soldado de la IX Hispana, al que su madre dedicó un epitafio en Castrecías (Cat., n.º 172); a la inversa, el monumento dedicado por el signífero Aelius Flacus a su padre y a sí mismo en Aquae Flaviae (Cat., n.º 234); o la placa de Valença do Minho que Valerius Valens dedica a varios familiares, de onomástica indígena y peregrini, y que probablemente formaba parte de un mausoleo de carácter familiar (Cat., n.º 239).

Gladius, Anejos 19, 2021

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

606

Tabla 114. Vínculos familiares y relaciones sociales en las inscripciones militares flavias. N.º Cat.

Localización

Dedicante

Dedicatario

Militar/ Unidad

Vínculos

Servicio Hispania

001

Astorga (Asturica Augusta)

C. Cornelius Serenus

[---] Domitius

Ambos Ala II Flavia

Conmilitiones



234

Chaves (Aquae Flaviae)

L. Aelius Flacus Signifer

Aemilianus Flacus Pater

L. Aelius Flacus Leg. II Aug.

Filius-pater

No

232

Braga (Bracara Augusta)

Sempronius Graecinus Heres

M. Antonius

M. Antonius Leg. VII Gem.

Heres-miles ¿Conmilitiones?



170

Lara de los Infantes (Novaugusta)

Heres

C. Terentius Reburrinus

C. Terentius Reburrinus Leg. VII Gem.

Heres-miles



180

Peñalba de Castro (Clunia)

Crescens?

[---] Severus

Severus ¿Leg. VII Gem.?

?

Sí?

195

Calahorra (Calagurris)

Sulpicius Sulla Fuscus Bitius Heredes

Iulius Longinus Doles

Iulius Longinus Doles Ala Tauriana

¿Liberti?



077

Tarragona (Tarraco)

Licinius Rufus Heres

C. Iulius Reburrus

Ambos Leg. VII Gem.

Conmilitiones



L. Fuficius Priscus Leg. VII Gem.

Liberta-milesuxori et adfini



Amicus-miles ¿Conmilitiones?



L. Fuficius Priscus Miles 078

Tarragona (Tarraco)

Fuficia Germana Liberta

Flaminia Melete Uxor Domitia Saturnina Adfinis

079

Tarragona (Tarraco)

M. Iulius Fidelis Amicus

Betutius Satto

Betutius Satto Leg. VII Gem.

122

Tarragona (Tarraco)

L. Iulius Victor Heres

L. Lovesius Placidus

Ambos Leg. VII Gem.

Conmilitiones (heres)



159

Tarragona (Tarraco)

Pamphilius Varus Valius Velox Heredes

L. Valerius Secundus

Todos Leg. VII Gem.

Conmilitiones (heredes)



Gladius, Anejos 19, 2021

N.º Cat. 258

Localización Cartagena, Murcia (Carthago Nova)

7.  EL EJÉRCITO ROMANO EN LA PROVINCIA CITERIOR 

Dedicante Clodius Crescens Curante municeps

Dedicatario [---A]nnius Silvester

Militar/ Unidad

Vínculos

607

Servicio Hispania

Leg. VII Gem.

Municpeps ¿Conmilitiones?

C. Valerius Valens Leg. VI Victrix

Filius et maritus? No

?



Alluquio 239

Valença do Minho (Vila Real)

C. Valerius Valens Veteranus

Aetura Macro Clutimon

238

Pinhâo (Vila Nova Foz Coa)

L. Sulpicius Rufus L. Flavius Clemens

Alfius Reburrus

Alfius Reburrus ¿Leg. VII Gem.?

172

Castrecías (Burgos)

Mater

[---] Elaesus

[---] Elaesus Mater-filius Leg. IX Hisp. (miles)



No

La documentación alusiva al ejército peninsular presenta también un tipo de relaciones al margen del ámbito familiar. El nexo más común en los epitafios es el de herederos del difunto que aparecen como dedicantes. Algunos de estos heredes se pueden interpretar, no obstante, como commilitiones, que constituyen el segundo colectivo mejor representado en el material disponible. En el capítulo de herederos de los que no conocemos el nexo concreto podríamos incluir a los dedicantes de los epitafios de C. Terentius Reburrinus (Cat., n.º 170) e Iulius Longinus Doles (Cat., n.º 195); mientras que aquellos que figuran en los de C. Cornelius Serenus (Cat., n.º 001), C. Iulius Reburrus (Cat., n.º 077), L. Lovesius Placidus (Cat., n.º 122) y L. Valerius Secundus (Cat., n.º 159) fueron, con toda seguridad, compañeros de armas en las mismas legiones que los difuntos. Al mismo grupo podemos atribuir, probablemente, los dedicantes de los monumentos de M. Antonius (Cat., n.º 232), Betutius Satto (Cat., n.º 079), [---] Severus (Cat., n.º 180) y [---A]nnius Silvester (Cat., n.º 258). Los datos disponibles conciernen más a la costumbre de representar cierto tipo de vínculos en los epígrafes que al hecho de que los soldados del período los desarrollasen o no. No obstante, podemos tomarlos, con la cautela conveniente, como un indicador de la mayor o menor integración de los militares en la provincia Citerior. La elevada tasa de documentos que nos muestran a soldados recibiendo las herencias de sus camaradas y haciéndose cargo de sus sepulturas evidencia un alto grado de corporativismo que va en consonancia con lo comprobado en el período julio-claudio. Si atendemos a las circunstancias históricas, aunque el reclutamiento de base hispana aumenta en relación con el período anterior, el reinado de los flavios es una etapa en la que la nueva guarnición de Hispania, representada sobre todo por la legio VII Gemina, se estaba estableciendo en la Citerior. Este escenario parece haber favorecido el claro predominio de las manifestaciones de solidaridad entre los propios soldados, que tienen una incidencia especial en la documentación tarraconense; esto no es de extrañar por las condiciones en las que allí servían, y constituye el comienzo de una dinámica que

608

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

Gladius, Anejos 19, 2021

se mantendrá en la ciudad en las centurias siguientes. Considerando los orígenes de los soldados representados, el hecho de delegar en un compañero de armas las honras fúnebres y el sepulcro es una costumbre que aparece más comúnmente en aquellos militares que procedían de fuera de la península ibérica y que servían lejos de su patria, o en aquellos hispani cuyos lugares de nacimiento no estaban próximos a sus ámbitos de servicio, como el iuliobrogensis C. Iulius Reburrus o el scallabitanus Lovesius Placidus. En este sentido, es destacable el bloque funerario tarraconense dedicado por la liberta Fuficia Germana al soldado Fuficius Priscus (Cat., n.º 078), sepultado probablemente en un mausoleo familiar junto con su esposa Flaminia Melete y su suegra Domitia Saturnina; la cronología del monumento y la procedencia itálica del militar nos muestran que debió ser reclutado en Italia durante la estancia de la VII Gemina allí y destinado posteriormente a Tarraco, donde se retiró y formó su propia familia. Las relaciones entre los soldados aparecen bien representadas en esta época, aunque conviene recordar que las fuentes disponibles no alcanzan la mitad del material disponible, ya de por sí es escaso; esto, junto a a casualidad ligada a los hallazgos de las piezas, puede introducir cierto sesgo en las conclusiones. La escasa representación de vínculos familiares y la abundancia de ejemplos de camaradería, aunque no encontramos ninguno en los campamentos, representan la tónica general. Habrá que esperar al siglo siguiente para que este panorama se diversifique con el asentamiento progresivo de la legio VII y sus cuerpos auxiliares en la Citerior y su «hispanización». Por lo que se refiere a los cultos de los militares, los testimonios disponibles siguen siendo muy escasos en relación al elenco total. La epigrafía votiva constituye apenas a un 15 %, seis epígrafes documentados. Pese a que la proporción asciende en cuatro ejemplares respecto al período anterior, sigue siendo una cantidad muy escasa. La distribución de los materiales votivos se concentra en distintos puntos del noroeste, donde han aparecido cinco ejemplares, al que hemos de sumar uno más procedente de Augostobriga, en Soria. La epigrafía votiva militar de época flavia está constituida por votos privados elevados por soldados de la VII Gemina —todos ellos menos uno—, consagrados tanto a divinidades locales como a dioses del panteón romano. Cabe destacar la excepción de C. Ranius Sabinus, legatus Augusti que dedica un altar a las ninfas Camenas, a las que asocia el epíteto Augustae. Todos ellos son votos privados de carácter individual, pero comenzamos a percibir connotaciones oficiales en algunos de los testimonios; así, en el citado epíteto, que vincula la ofrenda al emperador, y en el voto de Q. Annius Modestus a Júpiter Óptimo Máximo, la divinidad más estrechamente vinculada al culto oficial en el ejército. En este capítulo de las devociones a deidades romanas hay que incluir el testimonio del veterano C. Petronius Maternus a Marte, que revela, por una parte, una relación personal con el dios, pero, por otra, una evidente asociación con los cultos militares también de carácter oficial, aunque el motivo de la erección del monumento es probablemente el agradecimiento por un retiro exitoso. Uno de los ejemplares indica la veneración de un dios local, Moelius Mordoetitiegus, que se explica por la procedencia del cultor de la zona noroccidental de la provincia.

Gladius, Anejos 19, 2021

7.  EL EJÉRCITO ROMANO EN LA PROVINCIA CITERIOR 

609

Tabla 115. Inscripciones votivas militares del período flavio. N.º Cat.

Localización

Soporte

Voto

Militar

Rango/Unidad

Cronología

Altar

--Ny[mphis] Aug(ustis) Camenis

C. Ranius Sabinus

Legatus Augusti

Siglo i d. C. (68-fin siglo i d. C.)

Añavieja (Augustobriga)

Altar

Marti

C. Petronius Maternus

Missicius/?

Siglo i d. C. (68-fin siglo i d. C.)

212

Cornoces, Orense

Altar

Moelio Caecilius Mordoetitiego Fuscus

Miles/leg. VII Gem.

Siglo i d. C. (79 d. C.)

221

Espiño, Orense

Altar

Marti s(acrum)

Velinus

Eques/ala II Flavia

Fin siglo i d. C.

235

Vila Pouça Tres Minas (Vila Real)

Altar

A(ram) Iovi Optimo Maximo

Q. Annius Modestus

Miles/leg. VII Gem.

Siglo i d. C. (68-fin siglo i d. C.)

Miles/leg. VII Gem.

Siglo i d. C. (68-fin siglo i d. C.)

Miles/leg. VII Gem.

Siglo i d. C. (68-fin siglo i d. C.)

057

Villadecanes, León

175

227

Ujo, Asturias

Altar

?

L. Corona Severus Octavia Procula

262

Torrejoncillo del Rey, Cuenca

Altar

Nymphis

G. Malius Urssus

7.3. El siglo ii d. C. Desde comienzos del reinado de Trajano y hasta finales del gobierno de los antoninos la epigrafía militar de la provincia Citerior crece de manera exponencial en número de testimonios documentados. Desde una perspectiva general, esto se debe principalmente a la generalización e incremento del hábito epigráfico en la península ibérica y al asentamiento de las unidades de la guarnición de Hispania en sus territorios. La cifra total de epígrafes documentados asciende a 79 ejemplares, casi un 25 % de toda la epigrafía militar peninsular. Respecto a su distribución, 41 monumentos (52 %) se acumulan ahora solo en el noroeste, mientras que la proporción en el sector Duero-Ebro disminuye de forma muy significativa (algo más del 7 %). El otro foco importante en concentración es, de nuevo, la capital provincial, con 21 epígrafes (algo más del 26 %). Como novedad aparece una proporción de monumentos mayor en otros sectores de la provincia (casi un 8 %), que corresponde con seis ejemplares repartidos entre Barcino y la costa mediterránea próxima a Tarraco, el interior peninsular y el centro-este de la provincia.

Figura 6. Inscripciones militares del siglo II d. C. en la provincia Citerior. 610 EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA  Gladius, Anejos 19, 2021

Tarraco 28 %

Resto provincia  Citerior 8 % Sector noroeste 56 %

Sector Duero‐Ebro 8 % Figura 6. Inscripciones militares del siglo ii d. C. en la provincia Citerior.

Las unidades o cuerpos de ejército se caracterizan por la reducción de la variedad que ya venía descendiendo desde época augústea. La documentación alusiva a legiones o auxilia extrapeninsulares se reduce en toda la provincia menos en Tarraco y en la zona oriental, limitándose a cuatro menciones a las legiones IV Flavia, VI Victrix, II Augusta y II Adiutrix, mientras que en la capital nos topamos con un número considerable de centuriones y soldados que sirvieron fuera de Hispania, fundamentalmente en cuerpos legionarios. Estos testimonios ascienden a catorce, en los que los representados militaron normalmente en varias legiones antes de servir o acabar sepultados en Tarraco. Por otra parte, los testimonios de los auxilia peninsulares aumentan apareciendo por primera vez algunos de los cuerpos que formarían parte del exercitus Hispanicus, como las cohortes I Gallica y I Celtiberorum, que cuentan con cinco menciones cada una y altares en los que se conmemora su natalicio. Otras unidades de dispositivo hispano, como las cohortes I y II Novae Tironum y la praefectura orae maritimae de Tarraco, aparecen también en este momento representadas exclusivamente en los pedestales honoríficos de sus mandos. Gran parte del resto de material corresponde con mandos y soldados de la legio VII Gemina y el ala II Flavia, especialmente de la primera. Los datos sobre la pertenencia de los soldados y mandos a las unidades militares manifiestan claramente el asentamiento de un dispositivo estable que se consolida y reduce desde los flavios. La estadística de origines de los soldados y zonas de reclutamiento refleja nítidamente la conversión gradual del dispositivo militar peninsular en un exercitus Hispanicus. Los otros indicadores relevantes para medir el nivel de integración de las tropas en el territorio, los vínculos sociales y familiares y la movilidad de las mismas aparecen en esta época de manera más tenue y, principalmente, en Tarraco. Atendiendo a estos patrones de distribución por zonas, en el noroeste el material se concentra de forma mayoritaria, ahora sí, en los dos grandes campamentos de Legio y Petavonium y sus proximidades, y aparece epigrafía, por primera vez, en el fuerte auxiliar de Cidadela. Examinando el reparto y la naturaleza de las inscripciones, los campamentos permanentes evidencian su función de bases centrales y lugares de acantonamiento, a la vez que presentan claros signos del desarrollo de la vida civil en torno a sus recintos. Así lo muestran las dataciones de gran parte de la epigrafía de Legio, tanto militar como civil, que se fecha en diversos momentos de la segunda centuria, y la intensa actividad reguladora del espacio que llevan a cabo los mandos del ala II

51 

Gladius, Anejos 19, 2021

7.  EL EJÉRCITO ROMANO EN LA PROVINCIA CITERIOR 

611

Flavia en Petavonium, presente en los altares votivos de los praefecti de la unidad. La consolidación de las canabae y vici —o al menos el desarrollo del hábito epigráfico en estos entornos— no aparece reflejada, sin embargo, en el incremento de los testimonios de relaciones familiares en los epitafios de los propios soldados, pues toda la documentación atestiguada en los recintos es de carácter votivo y nos impide obtener una imagen proporcionada a los indicios. Así pues, por lo que respecta al espacio, en el siglo ii d. C. podemos hablar de una epigrafía militar eminentemente «campamental», frente a la ausencia de testimonios en estos ámbitos en épocas anteriores; toda la que tenemos en este sentido se concentra en Tarraco. En esta ocasión carecemos, además, de epigrafía militar localizada en los centros urbanos del noroeste y muy poca distribuida por los territorios o en torno a las vías de comunicación. Del mismo modo que anteriormente hemos interpretado la amplia distribución territorial como signo inequívoco del carácter dinámico del despliegue militar, en esta ocasión la evidencia tienta a sugerir un cambio en este sentido. Sin embargo, hemos de tener en cuenta, de nuevo, el azar al que se sujetan los hallazgos epigráficos y que venimos advirtiendo a lo largo de estas líneas, y la naturaleza misma de las inscripciones que matiza consideFigura 7. Unidades militares en las inscripciones del siglo II d. C. rablemente esta visión. 60 50 40 30 20 10

Al

a

II F

la

via

H.

c.

R

0

Figura 7. Unidades militares en las inscripciones del siglo ii d. C.

Todas las inscripciones procedentes de ambos campamentos son de gran utilidad para reconstruir, no solo los cultos de los soldados y mandos, sino también los espacios internos y externos de los recintos, pero poco pueden decirnos sobre los soldados que habitaron los fuertes en ese período, sus monumentos funerarios, formas de representarse y relaciones con el ámbito civil.

Gladius, Anejos 19, 2021

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

612

Figura 8. Inscripciones militares del siglo II d. C. en el noroeste. Otras civitates 5 %

Cidadela 5 %

Dispersas 11 %

Asturica Augusta 5 %

Legio 26 %

Petavonium 16 %

Villalís y Luyego  32 %

Figura 8. Inscripciones militares del siglo ii d. C. en el noroeste.

Tabla 116. Inscripciones militares del siglo ii d. C. localizadas en los campamentos permanentes (todas votivas excepto una). N.º Cat.

Localización

Soporte

Voto

Militar

Rango/Unidad

Cronología

009

León (Legio)

Altar?

Nimpphis Sacrum

Q. Cornelius Anteros

Imaginifer/leg. VII Siglo ii d. C. Gem.

012

León (Legio)

Altar

Nymphis fontis Amev[i]

Cn. Lucius Terentius Homullus

Leg. leg./leg. VII Gem.

Siglo ii d. C. (140 d. C.)

013

León (Legio)

Altar

Nymphis fontis Amev[i]

Cn. Lucius Terentius Homullus

Leg. leg./leg. VII Gem.

Siglo ii d. C. (140 d. C.)

014

León (Legio)

Altar

Nymphis

T. Pomponius Porculus Vitrasius Pollio

Leg. Aug. pr. pr. prov. Citerior

Siglo ii d. C. (164-167 d. C.)

Altar

Genio [L(egionis)?] VII G(eminae) F(elicis)

T. Claudius Pompeianus

Trib. mil./leg. VII Gem.

Siglo ii d. C.

Siglo ii d. C. (Adrianomediados siglo ii d. C.)

016

León (Legio)

017

León (Legio)

Altar

Genio leg(ionis) VII Leg. leg./leg. VII L. Attius Macro [G(eminae) Gem. F(elicis?)]

034

León (Legio)

Estela

No (Funeraria)

L. Campilius Paternus

Eques/ala II Flavia Optio

½ siglo ii d. C.

039

León (Legio)

Altar

Dianae sacrum

Q. Tullius Maximus

Leg. leg./leg. VII Gem.

Siglo ii d. C. (ca. 162 d. C.)

039b

León (Legio)

Placa

Diana

Q. Tullius Maximus

Leg. leg./leg. VII Gem.

Siglo ii d. C. (ca. 162 d. C.)

Gladius, Anejos 19, 2021

N.º Cat.

Localización

D41

León (Legio)

7.  EL EJÉRCITO ROMANO EN LA PROVINCIA CITERIOR 

Soporte

Voto

Militar

Rango/Unidad

613

Cronología

Altar

[M]ercurio [sacr]um

Desconocido

Desconocido

Siglo ii d. C.

D43

León (Legio)

Altar

Libero Patr[i] [Co]nserva[tori

Desconocido

Desconocido

Siglo ii d. C.

066

Rosinos de Vidriales (Petavonium)

Altar

Herculi sacr[u]m

M. Sellius Honoratus

Praef. Eq./ala II Flavia H. c. R.

Siglo ii d. C. (mediados-fin siglo ii d. C.)

067

Rosinos de Vidriales Petavonium

Altar

Fortunae l(ibens) v(otum) s(olvit)

L. Versenus Aper

Praef. Eq./ala II Flavia H. c. R.

Siglo ii d. C. (mediados-fin siglo ii d. C.)

068

Rosinos de Vidriales (Petavonium)

Altar

Dianae Aug(ustae)

Arrius Constans Praef. Eq./ala II Speratianus Flavia H. c. R.

Siglos ii-iii d. C. (160-220 d. C.)

071

Rosinos de Vidriales (Petavonium)

Altar

Nemesi vo(tum) sol(vit)

Reburus

¿Eques/ala II Flavia H. c. R.?

Mediados siglo ii d. C.

072

Rosinos de Vidriales (Petavonium)

Altar

¿Diana?

Ti. Iunius Quadratus

Praef. Eq./ala II Flavia H. c. R.

Siglo ii d. C.

074

Rosinos de Vidriales (Petavonium)

Placa

Anepígrafa ¿Nemesis?

No

?

Inicios siglo ii d. C.

167

Cidadela Sobrado dos Monxes, Coruña

Altar

Fortun(a)e

Valerius Lupus

Optio/coh. I Celtiberorum

Siglo ii d. C.

169

Cidadela Sobrado dos Monxes, Coruña

¿Placa?

Perdido

[---]io Se[vero? ---]

?/coh. I Celtiberorum

Siglo ii d. C.

Al margen de los campamentos propiamente dichos, pero en un contexto similar al expuesto, la importante concentración epigráfica aparecida en las localidades de Villalís y Priaranza de la Valduerna y Luyego de Somoza (Cat., n.os 041-051) nos da cierta idea de otro tipo de centros militares en el período. Los altares votivos de estos enclaves constituyen la muestra más clara de los cultos militares oficiales de carácter colectivo, con la peculiaridad de que los encontramos fuera de los campamentos. Las piezas, que aparecieron reutilizadas, fundamentalmente en los muros de la iglesia de Villalís, en el sector minero y en el paso de la vía XVII del Itinerario Antonino, poseen entidad propia, tanto por su cantidad como por su naturaleza, para señalar la existencia de un santuario militar que habría estado situado en la zona. Si consideramos los cultos recogidos en los textos —que vinculan la religión oficial del Estado y el ejército con el culto imperial—, la presencia de los principales representantes de las unidades,

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

614

Gladius, Anejos 19, 2021

el número de altares y su similitud formal, así como sus dataciones, y los ponemos en relación con los lugares de hallazgo, cabe concluir que hubieron de estar colocados en un santuario probablemente perteneciente a una statio vinculada con el sector minero, más que a un campamento propiamente dicho. Este entorno recuerda a algunas de las stationes mejor documentadas en el occidente del Imperio, como Osterburcken o Sirmio, ambas provistas de instalaciones para alojar a los beneficiarii, y de santuarios en los que aparecieron los altares in situ. La situación de este conjunto y la presencia de procuratores y beneficiarii procuratoris en las dedicatorias sí nos indican que el ejército estaba participando activamente en las labores de extracción de oro en la zona. La zona de Villamontán de Valduerna nos parece particularmente sugerente como posible localización original de esta instalación. Con las labores mineras y/o el control del territorio podemos vincular un buen número de epígrafes de soldados en activo, del conjunto de testimonios dispersos por el noroeste. La estela funeraria del jinete desconocido del ala II Tracum —hallada en Ricobayo (Zamora), en el paso de la vía XVII del Itinerario Antonino y muy próxima al sector minero del Picón del Pino del Oro y Sayago (Cat., n.º 063)— y la placa funeraria del veterano septimanus (Cat., n.º 051) de Borrenés (Voces de Valdeorras, León) —en el paso de la Via Nova por el sector minero— son claros ejemplos. En el mismo sentido, aunque con más reservas, habría que considerar la estela funeraria que L. Decuminus levantó para su conmanipularis Iulius Capito en la cohors I Gallica, en la zona de Luyego (León) (Cat., n.º 049). Otros dos testimonios particularmente significativos en este contexto son los altares votivos dedicados a Júpiter Óptimo Máximo, por un grupo de soldados de la VII Gemina y la cohors I Gallica en pleno distrito minero de Trêsminas y próxima también al paso de la vía antes mencionada, que evidencia la presencia de destacamentos encargados de funciones específicas llevando a cabo cultos oficiales y colectivos similares a los ya mencionados de Villalís y sus alrededores.2 Las inscripciones del período en el sector Duero-Ebro conforman un conjunto bastante heterogéneo desde el punto de vista de las unidades militares y la relación entre ejército y territorio, además de escaso. Si bien los períodos julio-claudio y flavio nos mostraban una evidente vinculación entre los monumentos epigráficos atestiguados y la acción del ejército de ocupación sobre el terreno, así como su implicación en los sucesos de los años 68-69 d. C., la documentación de la segunda centuria se caracteriza fundamentalmente por su carácter fragmentario; la poca elocuencia de los textos conlleva que desconozcamos, en la mayoría de los casos, las unidades en las que sirvieron los representados, los lugares donde lo hicieron y muchas veces sus propios rangos.

La inscripción funeraria de L. Pompeius Reburrus Faber (Cat., n.º 214), hallada en la Rua de Valdeorras, fue vinculada con las labores mineras, pero el monumento se debe al regreso a su patria del veterano tras haber servido como pretoriano en Roma. 2

Gladius, Anejos 19, 2021

7.  EL EJÉRCITO ROMANO EN LA PROVINCIA CITERIOR 

615

Tabla 117. Inscripciones militares del siglo ii d. C. asociadas con la minería en el noroeste. N.º Cat.

Localización

049

Luyego (León)

063

Tipo de

Militar

Rango/ Unidad

Funeraria/estela

Iulius Capito L. Decuminus

Milites/coh. I Gallica



Siglo ii d. C.

Villalcampo (Ricobayo) Zamora

Funeraria/estela

Desconocido

Eques/ala II Tracum

Sí?

Siglos i-ii d. C. (68-fin siglo ii d. C.)

051

Voces de Valdeorras (León)

Funeraria/placa?

Desconocido

Veteranus/ leg. VII Gem.



236

Vila Pouça de Aguiar (Ribeirinha) Tres Minas

Votiva/altar I(ovi) O(ptimo) M(aximo)

Milites

Milites/leg. VII Gem.



Siglo ii d. C. (130 d. C.)

237

Vila Pouça de Aguiar (Ribeirinha) Tres Minas

Votiva/altar

Milites

Milites/coh. I Gallica



1/4 siglo ii d. C.

inscripción/

Soporte

Servicio Hispania

Cronología

Tabla 118. Inscripciones militares del siglo ii d. C. en el sector Duero-Ebro. N.º Cat.

Localización

Tipo de inscripción/ Soporte

Militar

Rango/ Unidad

Servicio Hispania

Cronología

Eques sesquiplicarius/ desconocida

?

Siglo ii d. C.

Conventus Cluniensis 173

Poza de la Sal (Burgos)

Votiva/perdido L. Aufidius Suttunio deo sac(rum) Masculinus

174

Lara de los Infantes, Burgos (Novaugusta)

Funeraria/estela?

C. Dellius Flavinus

Veteranus/leg. VII Gem.



Inicios siglo ii d. C.

181

Peñalba de Castro, Burgos (Clunia)

¿Funeraria?/bloque

Sempronius Fraternus

Praef./ala?

?

¿Siglo ii d. C.?

183

Tiermes, Soria (Termes)

¿Funeraria?/placa

G. Iulius Pompe[---?]

Praef. Coh[---]? Trib. mil. leg.? ? Praef. ala?

1/4 siglo ii d. C.

189

Peñalba de Castro, Burgos (Clunia)

Funeraria/estela

Desconocido Veteranus/? (dedicante)

?

Siglo ii d. C.

N.º Cat.

Gladius, Anejos 19, 2021

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

616

Localización

Tipo de inscripción/ Soporte

Rango/ Unidad

Militar

Servicio Hispania

Cronología

Conventus Caesaraugustanus 194

Tricio, La Rioja (Tritium Funeraria/estela Magallum)

Didius Marcellus

Miles/leg. VII Gem.



Siglo ii d. C.

196

Duratón, Segovia (Confluentia)

Votivo/altar Fortunae Balneari sac(rum)

Q. Valerius Bucco

Miles/leg. II Adiutrix

No

1/4 siglo ii d. C.

Murillo de Río Leza, La Rioja

Votivo/altar Mercurio Co(m)petali

Flavius Flavinus

Veteranus/?

Sí?

Inicios siglo ii d. C.

Ciudadela, Islas Baleares

Votiva/perdido Lunae

C. Iulius Flavius

Miles/?

?

Siglo ii d. C.

197

206

Estas características impiden que podamos extraer conclusiones generales claras del material, que nos presenta monumentos incompletos pertenecientes a mandos de unidades auxiliares que no conocemos, veteranos de los que nos es imposible reconstruir su servicio y algunos votos interesantes elevados a divinidades diversas, como Mercurio, Luna y Fortuna, por soldados o veteranos. Observando a los dedicantes de los votos y a los difuntos conmemorados, tan solo podemos establecer un patrón de carácter general; la vinculación de la mayoría de estos soldados con el territorio está más relacionada con sus orígenes locales, que les motivan a regresar a sus patrias, ser enterrados en ellas o elevar altares cumpliendo votos a su regreso, que a las funciones propias del servicio. Tampoco detectamos relaciones sociales o familiares significativas en los epitafios. Respecto a la epigrafía de Tarraco en el período, debemos advertir que, a pesar de que los monumentos han sido relativamente bien fechados, las horquillas cronológicas disponibles hacen difícil distinguir las inscripciones del siglo ii d. C. de las de fines de esta centuria y comienzos de la siguiente. Según la epigrafía severa oficial, el funcionamiento del officium y las instituciones en torno a las que se agruparon los militares, así como su situación general en la ciudad, no debieron sufrir cambios significativos, por lo que la interpretación general es la misma y la división por períodos resulta, en este caso, ciertamente artificial. El elenco tarraconense del siglo ii d. C. es el más rico en información sobre los soldados, su organización y funciones y sus vínculos personales y con el territorio. La gran mayoría del material documentado es epigrafía funeraria en la que aparecen diversos tipos de dedicantes e incluso dedicatorias colectivas.

Gladius, Anejos 19, 2021

7.  EL EJÉRCITO ROMANO EN LA PROVINCIA CITERIOR 

617

Tabla 119. Inscripciones militares de Tarraco y su entorno del siglo ii d. C. N.º Cat.

Tipo de

inscripción/

Soporte

Militar

Dedicante/ Vínculo

Rango/Unidad Veteranus beneficiarius cos./leg. VII Gem. Cornicularius/leg. VII Gem. Veteranus/leg. VII Gem. Miles/leg. VII Gem. Armorum custos et beneficiarius/leg. VII Gem.

Sempronia Fabiana Uxor Hermadio Libertus Aelia Valentina Uxor ? M. Valerius Hermes ¿Conmilitio?

L. Valerius Q[---]

Miles/leg. VII Gem.

No

Funeraria/pedestal

L. Valerius Severus

Veteranus/leg. VII Gem.

093

Funeraria/pedestal

L. Aufidius Felix

Beneficarius cos./leg. VII Gem.

C. Iulius Severus Filius Gargilius Rufus Muniiceps et speculator (Conmilitio)

094

Funeraria/perdido

Aurelius Severus

095

Funeraria/pedestal

Iulius Flavinus

099

Votiva/altar ---Miner[vae] pro salut(e) collegi strato(rum)

L. Valerius Flavus

084

Funeraria/pedestal

C. Caecilius Quartus

085

Funeraria/bloque

C. Iulius Comatus

086

Funeraria/pedestal?

087

Funeraria/estela

Q. Moneius Verecundus [-]Rufonius Flavus

089

Funeraria/perdido

M. Valerius Flavus

090

Votiva/altar Apol(lini) v(otum) l(ibens) m(erito)

091

100

Honorífica/ pedestal?

Officium Consulare Tarraconensis Cornicularii Commentarienses Speculatores

101

Funeraria/altar

C. Valerius Reburrus

Veteranus ex beneficiario/leg. VII Gem. Quaestionarius et commentariensis/leg. VII Gem.

Veteranus/leg. VII Gem.

1/4 siglo ii d. C. Mediados siglo ii d. C. Mediados siglo ii d. C. 1/2 siglo ii d. C. Siglo ii d. C. (mediados-fin siglo ii) Inicios siglo ii d. C. Inicios siglo ii d. C. /2 siglo ii d. C.

2

Plotia Trophime Uxor

2

Herenius Rogatus Amicus-conmilitio

2

Collegium Beneficiarius/leg. VII militum Gem. stratores

Leg. VII Gem.

Cronología

Officium Consulare a Q. Hedius Lollianus Gentianus Leg. Aug. pr. pr. provinciae Citerioris Marcia Procula Uxor

/2 siglo ii d. C.

/2 siglo ii d. C.

/2 siglo ii d. C.

2

Fin siglo ii d. C. (189-192 d. C.)

/2 siglo ii d. C.

2

Valerius Reburrus Filius

N.º Cat.

116

Gladius, Anejos 19, 2021

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

618

Tipo de

inscripción/

Soporte Votiva/placa Marti Campestri sac(rum) pro sal Imp M Aur Commodi Aug et equit sing

Militar

T. Aurelius Decimus

156

Funeraria/pedestal

L. Numerius Felix

097

Funeraria/placa

M. Lucretius Peregrinus

126

Funeraria/altar

P. Apronianus (dedicante)

127

Funeraria/pedestal o ara

C. Iulius Ruschus (dedicante)

130

Funeraria/pedestal

M. Valerius Secundus

133 134

Funeraria/placa Funeraria/placa

Desconocido Desconocido

152

Funeraria/ara

L. Gargilius Rufus

Dedicante/ Vínculo

Rango/Unidad

Centurio et praepositus et campidoctor/leg. VII Gem. Centurio/leg. VII Gem. Centurio/leg. XX Centurio/leg. III Cyren. Centurio/leg. XXII Val. Centurio/leg. III Italic. Centurio/leg. I Minerv. Centurio/leg. III Cyren. Praef. coh. IIII Lingonum (adlectus inter decuriones Tarraconensium) Centurio hastatus/ leg. XXII Valeria Victrix Centurio/leg. XII Fulminata Centurio/leg. VII Gem. Centuriio leg. III Aug. Centurio leg. II Traian. Centurio leg. XIIII Gem. Miles?/leg. VII Gem. Miles?/leg. VII Gem. Commentariensis/leg. VII Gem.

Cronología

No

Fin siglo ii d. C. (183 d. C.)

Mamilia Prisca Uxor

Siglo ii d. C. TrajanoS. Severo

Lucretia Eucarpia Siglo ii d. C. Liberta

Avidia Nice Siglo ii d. C. Uxor (dedicataria) C. Iulius Secundus Libertus

Inicios siglo d. C.

iii

Callistus Privatus Saturninus Glaucilla

Siglo ii d. C. M. Aurelio

Contubernal ?

1/4 siglo ii d. C. Siglo ii d. C.

?

Siglo ii d. C.

En general, las inscripciones nos llevan a concluir la importancia y configuración de la fisonomía definitiva del officium consulare, tanto por el número de epígrafes que podemos vincular a él, como por la variedad de los rangos de los representados y la naturaleza de los textos. En este sentido, nos topamos con speculatores, quaestionarii,

Gladius, Anejos 19, 2021

7.  EL EJÉRCITO ROMANO EN LA PROVINCIA CITERIOR 

619

cornicularii y beneficiarii, todos ellos al servicio directo del gobernador. Es asimismo remarcable el interés de algunos veterani por destacar su condición de milites principales y su servicio en esta institución. Otros testimonios nos muestran la relación clientelar que existía entre el gobernador provincial y los miembros de la plana mayor de su officium, como el fragmento de dedicatoria honorífica al legatus Q. Hedius Lollianus (Cat., n.º 100). Otro grupo muy representativo de inscripciones funerarias presenta a centuriones con dilatadas carreras, que militaron en diversas unidades del ejército imperio, como L. Numerius Felix (Cat., n.º 156), P. Apronianus (Cat., n.º 126), C. Iulius Ruschus (Cat., n.º 127) y M. Valerius Secundus (Cat., n.º 130). En general, podemos relacionarlos con Tarraco por sus orígenes, considerando que habrían vuelto a la capital a retirarse. Además, una parte de ellos habría desempeñado también el centurionado y otras funciones en la capital, que sería su último destino, como M. Valerius Secundus o T. Aurelius Decimus (Cat., n.º 116), que formó parte de la guardia montada del emperador y fue reclutado en la VII para adiestrar a los jinetes de la guardia del gobernador provincial. Es especialmente sugerente el caso de Lucretius Peregrinus (Cat., n.º 097), que fue enterrado en Tarraco tras haber servido como centurión y prefecto de cohorte, alcanzado el orden ecuestre en varias unidades y retirado en la capital de la Citerior donde fue admitido en el ordo decurionum. Esta parte del material epigráfico evidencia la condición de capital de Tarraco y su carácter de ciudad llamativa y prometedora para los soldados de cierto rango, que habían adquirido un relativo patrimonio y veían en ella un buen lugar para continuar sus vidas como veteranos y aspirar, en algún caso, a una promoción social que pudiese integrarlos en las élites locales, algo muy poco común. La epigrafía votiva es escasa pero sumamente interesante. La dedicatoria a Minerva de L. Valerius Flavus (Cat., n.º 099), nos habla de la existencia de un collegium de stratores de la VII Gemina en la ciudad; este tipo de corporaciones hubo de ser frecuente en un ambiente tan exclusivo y corporativista como debió serlo el del officium. La placa funeraria del mencionado Aurelius Decimus nos muestra, además del recurso a veteranos suboficiales para el adiestramiento de tropas, la probable situación del campamento y el terreno de maniobras de la guardia montada en el extrarradio de la ciudad. Las inscripciones, especialmente las de los veteranos, presentan toda clase de vínculos familiares entre los soldados y la población civil, siendo la más común la dedicatoria del monumento por parte de la esposa. En el capítulo de los vínculos, aparecen dedicatorias de libertos a sus patronos, en una ocasión la de un soldado a su propio liberto, y una notable cantidad de dedicatorias entre compañeros de armas del officium, lo que confirma la existencia de un fuerte esprit de corps entre los camaradas, que se hacían cargo frecuentemente de las honras fúnebres de sus compañeros difuntos. La frecuente presencia de veteranos, ex milites principales, con sus familias o esposas, retirados en la capital, y de soldados en activo enterrados por compañeros o libertos, de procedencia mayoritariamente hispana, da fe de su integración plena en Tarraco, donde probablemente servían todas sus carreras y donde decidían habitar, retirarse y formar familias. La ciudad fue un enclave fuertemente militarizado por la presencia de la sede del gobierno desde la que se gestionaba el control efectivo de la provincia, lo que man-

620

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

Gladius, Anejos 19, 2021

tuvo allí de manera permanente a un número importante de soldados y suboficiales en activo. También constituyó un innegable foco de atracción para los veteranos del período y para otros militares vinculados con la urbe aunque no hubiesen servido en Hispania. La epigrafía del siglo ii d. C. nos presenta modelos de representación en los que, por una parte, ya aparece generalizada la mención específica al rango concreto de los militares y que muestra, por otra, una variedad inusitada y sin parangón en la península ibérica de monumentos funerarios, como los pedestales, que fueron de uso común entre ciertos sectores del ejército. El estudio de los textos epigráficos y de los monumentos y sus localizaciones posibles pone de relieve que los militares constituyeron un estrato de notable relevancia en la sociedad tarraconense, a pesar de que, comparados con las élites locales, no podríamos considerarlos como elemento central. Los soldados, en términos generales, gozaron de un notable prestigio en la sociedad urbana de la capital y muchos de ellos habrían adquirido cierto patrimonio, tal y como demuestran sus monumentos. Pese a ello, conviene señalar que no podrían aspirar, en la mayoría de los casos, a formar parte de la élite de la sociedad local y, desde un punto de vista de poder y consideración social y económica, se mantuvieron muy por debajo de esta. Tanto por sus aspiraciones, como por su corporativismo, aunque no por su extracción social, los soldados de Tarraco presentan ciertas similitudes con otros colectivos sociales como los seviri augustales, dado que ambas clases se caracterizaron por un cierto arribismo social y una pretensión de emulación de las élites que queda patente en sus monumentos funerarios. La epigrafía de la segunda centuria nos presenta una imagen bastante fiel de este escenario, que se ve completada con el material fechado entre fines del siglo ii d. C. y el período severo. Las inscripciones dispersas por el resto del territorio de la Citerior constituyen, excepto una, testimonios del sepelio de militares en sus lugares de origen, por haber fallecido en activo o bien después de haberse retirado en ellos. En este grupo caben los epitafios de L. Cornelius Potito, L. Septimius Sempronianus y Annius Simplex, aparecidos en Liria y Linares, respectivamente, y el pedestal honorífico colocado a Q. Flavius Festivus en Barcino, con lugar decretado por el ordo local. Tres de los cuatro representados fueron centuriones, dos de ellos en la VII Gemina y otro en la XIII Gemina.Los monumentos presentan diversos vínculos entre el difunto y el dedicante, tanto familiares como de otro tipo, entre los que es probable que algún dedicante fuese compaño de armas. Algo más conflictiva es la interpretación del altar funerario dedicado al beneficiario M. Valerius Laevinus por su hermano en Figueres (Iuncaria) y del altar votivo consagrado a Júpiter Óptimo Máximo, a cargo de una vexillatio de la legio VII Gemina, representada por su centurión en Empúries. Ambos epígrafes quizá sean testimonio de la existencia de una statio, hipótesis que reforzaría su situación en Iuncaria, en el paso de la Via Augusta que conectaba la región con la Galia Narbonense. El hecho de que una vexillatio colocase un altar en conmemoración del natalicio de la unidad, muy similar a los ya comentados de Villalís, la datación similar de la pieza y la presencia de un beneficiario muerto en activo en la zona, en cronologías muy cercanas, nos lleva a inclinarnos por la hipótesis, aunque con la debida cautela.

Gladius, Anejos 19, 2021

7.  EL EJÉRCITO ROMANO EN LA PROVINCIA CITERIOR 

621

Tabla 120. Inscripciones militares dispersas en el resto de la provincia Citerior en el siglo ii d. C. N.º Cat.

Localización

Tipo de

inscripción/

Soporte

Militar

Rango/ Unidad

M. Valerius Lavinus

Beneficiarius cos/leg. VII Gem.

Dedicante/ Vínculo

Cronología

Figueras, Gerona (Iuncaria)

Funeraria/ altar

Ampurias, Gerona (Emporion)

Votiva/altar I(ovi) O(ptimo) M(aximo) ob na [ta]lem Aquilae

249

Barcelona (Barcino)

Honorífica/ pedestal

Q. Flavius Festivus

Centurio/leg. VII Gem Centurio/leg. IIII Flavia

253

Liria, Valencia (Edeta)

Funeraria/ pedestal

L. Cornelius Potito

L. Cornelius Centurio primus Valerianus y pilus/leg. VII Fulvia Zosime Gem.? Patres

266

Linares, Jaén (Castulo)

Funeraria/ perdido

L. Septimius Sempronianus

Centurio primus Fulvia Fuscilla pilus/leg. XIIII (dedicataria) Siglo ii d. C. Gem. Uxor

264

Linares, Jaén (Castulo)

Funeraria/ estela

Annius Simplex

Miles/leg. VII Gem.

243

244

Vexillatio Iulius Victor

M. Valerius Geminus Frater

2

Idem

Siglo ii d. C. (A. PíoS. Severo)

Amicus

Siglo ii d. C. (TrajanoS. Severo)

Vexillatio/leg. VII Gem. Centurio/leg. VII Gem.

Valerius Festus Heres

/2 siglo ii d. C.

Siglo ii d. C. (171-172 d. C.)

/2 siglo ii d. C.

2

7.4. El siglo iii d. C. La documentación fechada a partir de la segunda mitad del siglo ii d. C. y aquella que se ha datado entre fines de esa centuria y comienzos del iii d. C. es difícilmente discernible, no solo en términos cronológicos, sino también en el marco interpretativo global de unas conclusiones como estas. Insistimos, por tanto, en la continuidad que supone este período en muchos aspectos que conciernen al ejército y a su vinculación con el territorio. En razón de estos criterios, incluimos aquellas piezas fechadas en un lapso que alcance los últimos años del siglo ii d. C. junto a las datadas en época severa. La cifra de monumentos atestiguados entre fines del siglo ii d. C. y el fin de la dinastía severa es de 64 ejemplares, que equivalen a un 19 % del conjunto total de la epigrafía militar altoimperial en la Citerior.3 La cantidad de testimonios es menor que en el siglo ii d. C., pero supera las cifras observadas en los períodos julio-claudio y flavio.

Esta proporción se ha calculado sobre la cifra total de inscripciones propiamente militares, no «de contenido militar», cuya diferencia ya hemos especificado a lo largo del trabajo. 3

622

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

Gladius, Anejos 19, 2021

Figura 9. Inscripciones militares de la provincia Citerior por período cronológico. Inciertas o  cronología amplia 6 %

Época augústea y  julio‐claudia 17 % Época flavia 17 %

Fines siglo II d. C.‐ Severos 27 % Siglo II: antoninos 33 %

Figura 9. Inscripciones militares de la provincia Citerior por período cronológico.

El reparto de la documentación sobre el territorio contempla algunas variaciones respecto al período anterior, el cuadrante noroccidental y Tarraco siguen siendo los principales focos, pero esta vez es la capital provincial la que ostenta más ejemplares, el 45 %. El noroeste atesora el 42 %, mientras que el resto de los monumentos se reparten entre las zonas minoritarias de la meseta norte, casi un 8 %, y las repartidas por el resto de la provincia cerca del 5 %. La distribución disponible puede justificarse, desde un punto de vista general y parcialmente, a la luz de los acontecimientos que caracterizaron los convulsos años finales de siglo ii d. C. y los primeros de la siguiente centuria, que desembocaron en la llegada de Septimio Severo al poder. Las fuentes disponibles y su distribución nos muestran que tan solo el sector minero y militar y la capital provincial aparecen como focos relevantes por lo que respecta a la presencia de monumentos, quedando resto de la provincia como áreasdel quesiglo podríamos clasificar marginales. Figura 10.elInscripciones militares de fines II y siglo III d. C.como por territorios en la provincia Citerior. Sector Duero‐Ebro 8 %

Sector Noroeste Sector noroeste 42 %

Resto provincia 5 % Tarraco 45 %

Figura 10. Inscripciones militares de fines del siglo ii y siglo iii d. C. por territorios en la provincia Citerior.

Estos datos encajan relativamente bien con las necesidades de los severos en su llegada al poder, concretamente con la de conservar y controlar sectores estratégicos como las minas del noroeste, que costearan las campañas y el gasto público, y de fidelizar al

Gladius, Anejos 19, 2021

7.  EL EJÉRCITO ROMANO EN LA PROVINCIA CITERIOR 

623

ejército y conservarlo próximo ideológicamente al nuevo régimen, lo que tiene su reflejo en la epigrafía militar del período. La cifra de monumentos epigráficos no es directamente proporcional con la existencia de más o menos tropas en las diferentes zonas, sino que constituye un indicio que es necesario matizar a través del análisis de las fuentes disponibles. El reparto es, con todo, significativo respecto al contexto histórico. En el noroeste, la epigrafía militar se concentra fundamentalmente en los campamentos, que suman algo más de la mitad de los monumentos totales. Una proporción similar aparece repartida en zonas dispersas del territorio, en el que podemos documentar siete inscripciones. Finalmente, la epigrafía militar se muestra escasa y poco repartida en los ámbitos urbanos, pues contamos con cuatro testimonios solo en Lucus Augusti y otros dos en Asturica Augusta. Tabla 121. Inscripciones del siglo iii d. C. en el noroeste, localizadas en los campamentos permanentes. Tipo de

N.º Cat.

Localización

007

León (Legio)

Funeraria/ perdido

Aurelius [---]

Miles/leg. VII Gem.



1 /3 siglo iii d. C. (200-225 d. C.)

008

León (Legio)

Funeraria/estela

M. Aurelius Victor

Miles/leg. VII Gem.



/3 siglo iii d. C. (200-225 d. C.)

010

León (Legio)

Funeraria/placa

Archelavus Trib. mil./leg. (No dedicante VII Gem. ni dedicatario)



1 /3 siglo iii d. C. (200-225 d. C.)

011

León (Legio)

Funeraria/estela

Lucretius Proculus

Custos armorum/leg. VII Gem.



/3 siglo iii d. C. (200-225 d. C.)

031

León (Legio)

Votiva/altar C. Iulius (Culto imperial) Cerealis

Leg. Aug. pr. pr. prov. Citerior

No procede

/3 siglo iii d. C. 200-225 d. C.

032

León (Legio)

Votiva/altar C. Iulius (Culto imperial) Cerealis

Leg. Aug. pr. pr. prov. Citerior

No procede

1 /3 siglo iii d. C. (200-225 d. C.)

033

León (Legio)

Funerararia/ estela

Veteranus/leg. VII Gem.



1 /3 siglo iii d. C. (200-225 d. C.)

035

León (Legio)

Votiva/ Equites pedestal? (Culto imperial) Actarius

Turmae equitum/leg. VII Gem.



036

León (Legio)

Votiva/altar Desconocido (Culto imperial)

Desconocido



040

León (Legio)

Funeraria/estela

Armorum custos/leg. VII Gem.



inscripción/

Soporte

Militar

C. Ennius Felix (Dedicante)

T. Montanius Fronto

Rango/ Unidad

Servicio Hispania

Cronología

1

1

1

/3 siglo iii d. C. (200-225 d. C.) 1

1 /3 siglo iii d. C. 227 d. C. 1 /3 siglo iii d. C. (200-225 d. C.)

Gladius, Anejos 19, 2021

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

624

Tipo de

N.º Cat.

Localización

064

Rosinos de Vidriales (Petavonium)

Ala II Flavia Votiva/altar H. c. R. (Culto imperial) (Unidad completa)

Ala II Flavia H. c. R.

065

Rosinos de Vidriales (Petavonium)

Ala II Flavia Votiva/placa H. c. R. (Culto imperial) (Unidad completa)

168

Sobrado dos Monxes, A Coruña (Cidadela)

Incierta/altar

inscripción/

Soporte

Militar

Desconocido

Rango/ Unidad

Servicio Hispania

Cronología



Fin siglo ii d. C. (196-197 d. C.)

Ala II Flavia H. c. R.



Siglo iii d. C. (251-253 d. C. T. GaloVolusiano)

Signifer/coh. I Gallica E. c. R.



¿Fin siglo iiinicios siglo iii d. C.?

La epigrafía votiva de los campamentos es esencialmente continuista con el material que hemos podido ver a lo largo del siglo ii d. C. Se trata, mayoritariamente, de cultos oficiales consagrados a las grandes divinidades del panteón romano, como Minerva y Marte, y directa o estrechamente vinculados con el culto imperial. Gran parte de estas manifestaciones, en virtud de su propia naturaleza, revisten un evidente carácter colectivo que remite a las celebraciones que debieron protagonizar las unidades completas con sus mandos al frente en los propios recintos. Tanto el pedestal (Cat., n.º 064) como la placa (Cat., n.º 065) de Petavonium, probablemente concebida para un pedestal doble, debieron sustentar estatuas de los emperadores Septimio Severo y Caracalla, por una parte, y Volusiano y Treboniano, por otra. Ambas piezas fueron dedicadas por el ala II Flavia H. c. R. al completo y constituyen un reflejo fiel de este tipo de prácticas. En una línea muy similar podemos contemplar los altares gemelos consagrados a Juno y a la casa imperial por C. Iulius Cerealis (Cat., n.os 031 y 032), la del collegium de equites de la turma de caballería de la legio VII Gemina (Cat., n.º 035) o el altar a Minerva Conservatrix y a la casa imperial en época de Alejandro Severo (Cat., n.º 036). La mayoría de estos testimonios se puede fechar en época severa y nos demuestra la evidente preoupación de la casa imperial por atraerse la fidelidad del ejército en la Península. Durante el gobierno de los últimos antoninos y, sobre todo, con los severos, prolifera la epigrafía votiva protagonizada por los mandos de unidad y las unidades completas en el marco colectivo y de culto imperial. En el caso del material Severiano, resulta más visible el elemento de propaganda y culto de los primeros emperadores de la dinastía y de la propia casa imperial, que responde a un programa propagandístico patrocinado por los propios emperadores. Uno de los rasgos más novedosos de la epigrafía campamental del período es la aparición de epigrafía funeraria en el campamento de Legio. Hasta ahora tan solo nos habíamos topado con monumentos sepulcrales del período julio-claudio concentrados en Petavonio y ninguno en la principal base legionaria de la Península. Esta desproporción entre material votivo y funerario en León es uno de los aspectos más significativos de la epigrafía militar peninsular. Pese a que no deja de resultar peculiar, la explicación más ajustada es que no se ha dado con la «palada» que saque las inscripciones funerarias, bien de las murallas, bien del subsuelo de la ciudad. En este sentido, es muy prometedor

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7.  EL EJÉRCITO ROMANO EN LA PROVINCIA CITERIOR 

625

el hallazgo de casi cincuenta inscripciones nuevas en las excavaciones recientes de las murallas de León, aunque el hecho de que no haya aparecido ningún epígrafe militar es poco halagüeño. Sin embargo, la aparición de seis monumentos funerarios de soldados del siglo iii d. C. en Legio y la ausencia de testimonios funerarios en Petavonio vienen a añadir elementos nuevos a esta discusión. En Legio, podemos hablar de seis monumentos funerarios en los que aparecen representados militares de la legio VII Gemina que sirvieron bajo el reinado de los severos. Se trata de soldados en activo y veteranos a partes iguales y una mención indirecta a un tribuno militar. Todos ellos, menos el tribuno, son individuos hispanos, lo que encaja bien con los hábitos de reclutamiento del período, aunque dos señalan su proveniencia de las gentes zoelas, que habitaban el territorio de Tras os Montes. Tanto los veteranos como alguno de los soldados en activo presentan relaciones y vínculos de diverso tipo. Los veteranos enterraron o fueron enterrados por sus esposas en todos los casos, lo que indica, por primera vez, que se retiraron cerca del campamento y del medio donde habían servido, y que Legio fue, en este período, un lugar apetecible para continuar sus vidas de civiles. De hecho, otro de los grandes interrogantes respecto a León es la marcada escasez de veteranos en su epigrafía, lo que ha dado lugar a sospechar que se trataba de un lugar poco atractivo para el retiro, algo que estos epígrafes parecen poner en cuestión. Entre los soldados en activo es destacable el epitafio de Lucretius Proculus, armorum custos (Cat., n.º 040), que fue dedicado tanto al soldado como a su esposa y al hijo de ambos por el padre de la esposa, todos ellos originarios del noroeste. Junto con los testimonios de los veteranos, este refleja mejor que ninguno las relaciones estrechas entre la población civil y los militares y cómo estas se desarrollaron estando el soldado en activo, que formó una familia en los alrededores. El hecho de que solo el material del siglo iii d. C. refleje este tipo de situaciones —muy frecuentes en los ambientes castrenses, en una base que era la principal de la Península y que estuvo activa durante más de tres siglos— y de que no contemos con epigrafía funeraria en Petavonio más allá de los julio-claudios, no puede explicarse solamente desde la casualidad de los hallazos. Si observamos la dinámica general de la distribución de inscripciones prescindiendo de períodos, podemos observar que los ámbitos urbanos cuentan con más monumentos funerarios de militares que los propios campamentos. En el caso de los veteranos, ello nos indica que las ciudades fueron un ambiente más atractivo para los soldados que los propios campamentos. Pero también contamos con un número de milites en activo enterrados en las urbes. Ello nos señala que estaban cumpliendo funciones relacionadas con la administración de los territorios provinciales que centralizaban las ciudades, especialmente en la capital provincial y en el sector noroccidental. La profunda vinculación que hubo entre el ejército de la península ibérica y los núcleos urbanos viene justificada, por otra parte, por la propia naturaleza de su implantación en un territorio por lo general alejado del conflicto bélico. La contribución del ejército a la conformación progresiva de las provincias hispanas, especialmente en el noroeste, fue decisiva y, pese a que no detectamos relación entre los asentamientos militares y la urbanización propiamente dicha en época altoimperial, la alta presencia de soldados en gran parte de las urbes de la provincia da testimonio de una simbiosis entre la vida urbana y el elemento militar, uno de los rasgos más significativos de la romanización de las provincias hispanas. Los veteranos que se retiraron en Petavonium, en época de Claudio o Nerón, procedeían todos de puntos de Hispania lejanos del noroeste o de

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EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

626

Italia, y no regresaron a sus patrias ni se instalaron en ciudades como la mayoría de los del período. Pero los veteranos de León, todos hispanos y muchos de ellos del propio noroeste —casi dos siglos después— formaron familias y decidieron establecerse en los alrededores del recinto, donde murieron y fueron sepultados. A medida que el ejército fue asentándose en la provincia no disminuyó la preferencia por las ciudades frente a los campamentos, pero estos últimos tendieron a convertirse en lugares óptimos para formar familia y vivir una vez obtenida la honesta misio, incluso por encima de los lugares de origen de los soldados. A nuestro juicio, esto debió ser así, por lo menos desde fines del período flavio y durante el siglo ii d. C., con motivo del progresivo asentamiento de las tropas en sus bases fijas y del movimiento del ejército por los territorios del noroeste, por no hablar de la «hispanización» progresiva del reclutamiento, aunque la documentación se muestre tan parca. Por lo que respecta a las ciudades, los pocos ejemplares disponibles se localizan entre Asturica Augusta y Lucus Augusti. Los dos veteranos documentados en la capital del Asturum, uno de la VII Gemina y el otro quizá auxiliar, indican, una vez más, que esta ciudad contó con presencia militar ininterrumpida desde los primeros tiempos de la conquista del noroeste hasta época severa. Probablemente, ambos cumplieron misiones o parte de sus carreras en Asturica, lugar que eligieron para residir una vez licenciados. Particularmente interesante es el foco de Lucus Augusti, que, con cuatro inscripciones documentadas, evidencia la relevancia de esta capital conventual en el período. Un veterano y un soldado de servicio del tabularium de la ciudad nos muestran que el ejército del período severo seguía involucrado en la administración del noroeste; y, sobre todo, el altar consagrado a Mitra y a la statio Lucensis por el centurión C. Victorius Victorinus (Cat., n.º 166). El texto y el lugar de hallazgo del monumento revelan la existencia de una statio situada, probablemente, a las afueras de la ciudad junto a un Mitreo. Estos dos espacios, eminentemente militares, debieron edificarse antes del reinado de los severos y encajan bien con este tipo de instalaciones conocidas en otras zonas de la provincia. El rango del dedicante, un centurión, presente en un contexto normalmente asociado a los beneficiarii, y el tipo de voto y monumento nos conducen a pensar que la statio Lucensis fue un importante centro en el que militares de distintos rangos y condición llegados de todas partes de la provincia y de Hispania transitaron encargados de misiones de diversa índole. Tabla 122. Inscripciones militares del siglo iii d. C. localizadas en los ámbitos urbanos. N.º Cat.

Localización

Tipo de inscripción/ Soporte

023

Astorga (Asturica Augusta)

Funeraria/altar

Placidius Placidus

Veteranus/leg. VII Gem.



003

Astorga (Asturica Augusta)

Funeraria/estela

Sulpicius Placidinus

Veteranus/?

?

Militar

Rango/ Unidad

Servicio Hispania

Cronología /3 siglo iii d. C. (225-255 d. C.)

2

Siglo iii d. C. (S. SeveroDiocleciano)

Gladius, Anejos 19, 2021

7.  EL EJÉRCITO ROMANO EN LA PROVINCIA CITERIOR 

N.º Cat.

Localización

Tipo de inscripción/ Soporte

163

Lugo (Lucus Augusti)

Funeraria/perdido

164

Lugo (Lucus Augusti)

Votiva/altar

Lugo (Lucus Augusti)

Funeraria/altar

Lugo (Lucus Augusti)

Votiva/altar Invic(to) Mithrae in honorem stationis Lucensis et Victoriorum Secundi et Victoris lib(ertorum) suorum

165

166

Servicio Hispania

Cronología

Veteranus/leg. VII Gem.



Siglo iii d. C.

Centuriones/?

?

Fin siglo ii d. C.-inicios siglo iii d. C.

I. Rufinus Leontius

Tabularium Luci Augusti



Siglo iii d. C.

G. Victorius Victorinus

Centurio/leg. VII Gem.



Siglo iii d. C. (211-217 d. C.)

Militar L. Aurelius [---]?

Rango/ Unidad

627

M. Annius Verus M. Annius Verianus

La documentación dispersa por el territorio aparece repartida, de nuevo, en torno a las vías de comunicación y muestra una distribución que, en términos generales, da una idea de la continuidad de la intervención militar tanto en labores mineras como de vigilancia. Sin embargo, resulta compleja de analizar. Los monumentos representan todos ellos a soldados de las principales unidades de la guarnición hispana, la legio VII Gemina y el ala II Flavia. Dos de las cuatro inscripciones votivas, las dedicadas al dios local Atilaecus por el centurión L. Cornelius Placidus en las proximidades del Forum Gigurrorum y la Via Nova, y el altar elevado por el veterano Domitius Peregrinus a Iupiter Optimus Maximus Depulsor (Cat., n.º 240), en el paso de la vía XVII en Saldanha (Mogadouro, Portugal), pueden relacionarse con las labores de minería, tanto en el sector central de la sierra del Caurel, como en Pino del Oro y Duas Igrexas, en la zona meridional. La inscripción rupestre consagrada a Iupiter Larouco por un grupo de soldados en Vilar de Perdices (Cat., n.º 242) es de lectura problemática, pero la presencia de un grupo de milites en la zona central de la Gallaecia y próxima a los ejes viarios que comunicaban el norte y el sur parece encajar en la dinámica general del control del territorio. Otro grupo de epígrafes, fundalmentalmente el conocido pedestal honorífico dedicado a G. Sulpicius Ursulus (Cat., n.º 227) o la estela funeraria de Calpurnius Reburrinus en Babe (Bragança) (Cat., n.º 231), los contemplamos más bien desde la óptica de la procedencia y los orígenes de los soldados. La epigrafía periférica en el noroeste se caracteriza, por tanto, en el período severo, por una cierta continuidad con el período anterior, especialmente en lo que se refiere a la movilidad de los soldados, que aparecen no solo concentrados en sus campamentos, sino también dispersos por diferentes territorios lejos de ellos y con funciones específicas. Sin embargo, la evidencia se muestra mucho más tenue, tanto en la cantidad como en la claridad de las fuentes con las que podemos intuir estos escenarios.

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EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

628

Tabla 123. Inscripciones militares del siglo iii d. C. halladas dispersas en el noroeste. N.º Cat.

Localización

Tipo de

inscripción/

Soporte

215

Barco de Valdeorras (Orense)

Votiva/altar Atilaecus

220

Abedes (Verín, Orense)

Militar L. Cornelius Placidus

Rango/ Unidad

Servicio Hispania

Cronología

Centurio/leg. VII Gem.



2

Votiva/perdido [Genio(?)] C. Marcius p(opuli?) Maximus R(omani?)

Centurio/leg. VII Gem.



Fin siglo ii d. C.inicios siglo iii d. C.

240

Saldanha (Mogadouro, Bragança)

Votiva/altar (Iovi) O(ptimo) Domitius M(aximo) Peregrinus D(epulsori)

Veteranus/leg. VII Gem.



Siglo iii d. C. (S. SeveroDiocleciano)

231

Babe (Bragança)

Funeraria/ estela

Eques/ala II Flavia H. c. R.



Siglo iii d. C. (S. SeveroDiocleciano)

No

Siglo ii-iii d. C. (160-220 d. C.)



Fin siglo ii d. C.inicios siglo iii d. C.

Calpurnius Reburrinus

/2 siglo iii d. C.

Praef. symmachiari Asturum/ Centurio leg. I Minerviae Centurio coh(ortis) XII urba/nae 227

Ujo (Mieres, Asturias)

Honorífica/ pedestal

G. Sulpicius Ursulus

Centurio coh(ortis) IIII praetoriae Primus pilus leg. XIIX Praef. leg(ionis) III Aug(ustae)

242

Vilar de Perdices (Vila Real)

Votiva/ rupestre I(ovis) Soc(io) Larocuo

Milites leg. VII Gem.

Milites leg. VII Gem.

La epigrafía documentada en la meseta norte baja considerablemente en proporción de testimonios, aunque el conjunto se muestra mucho más homogéneo en lo que atañe a las unidades disponibles y a los vínculos entre soldados y territorio. El monumento más representativo es el altar elevado por el beneficiarius Aelius Maritimus, probablemente a Júpiter Óptimo Máximo y al genio de la estación de Segisamo, que marca no solo la existencia de una statio en el enclave mencionado, sino también la preocupación de la autoridad imperial por el control y la administración de los territorios de la meseta norte. Con este marco general pueden relacionarse las otras dos estelas funerarias

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7.  EL EJÉRCITO ROMANO EN LA PROVINCIA CITERIOR 

629

localizadas en Tritium Magallum, correspondientes a dos veteranos de la VII Gemina (Cat., n.os 198 y 199), cuyo asentamiento en la zona puede interpretarse de acuerdo con el carácter del lugar de centro importador y productor de cerámica. Aunque escaso, el material de este sector de la provincia pone de relevancia la naturaleza de zona de paso, encrucijada viaria y centro de abastecimiento de productos básicos necesarios para los asentamientos militares del noroeste e importante tanto en el reclutamiento como en la administración provincial. Tabla 124. Inscripciones militares del siglo iii d. C. en el sector Duero-Ebro. N.º Cat.

Localización

Tipo de

inscripción/

Soporte

Militar

Rango/ Unidad

Servicio Hispania

Cronología

176

Pina de Esgueva, Valladolid

Funeraria/ perdido

C. Iulius Aemilius

Miles/leg. VII Gem.



Siglo iii d. C.

177

Montejo de Tiermes (Termes)

Votiva/altar Marti

L. Valerius Falernus Cotoninus

Miles/leg. VII Gem.



Siglo iii d. C.

Sasamón, Burgos (Segisamo)

Votiva/altar [I(ovi) O(ptimo) M(aximo) Iun(oni?) Regin] a[e(?)] [et Genio(?)] sta[t]ionis Segisamonensium

Aelius Maritimus

Beneficiarius cos/ leg. VII Gem.



Fin siglo iiinicios siglo iii d. C.



Siglo iii d. C. (S. SeveroDiocleciano)



Siglo iii d. C. (S. SeveroDiocleciano)

178

198

199

San Millán de la Cogolla, La Rioja (Tritium Magallum) Tricio, La Rioja (Tritium Magallum)

G. Valerius Flavus Funeraria/estela

Funeraria/estela?

G. Valerius Flavus

Veteranus/leg. VII Gem. Miles/leg. VII Gem.

G. Valerius Flavinus

Eques/coh.?

G. Valerius Firmanus

Veteranus/leg. VII Gem.

Las pocas inscripciones dispersas por el resto de la provincia manifiestan el carácter marginal de zonas con escasa presencia militar y no presentan más interpretación, en conjunto, que las procedencias de los soldados. En sus patrias, los soldados y veteranos de la VII Gemina se hicieron enterrar y elevaron altares, probablemente cumpliendo un voto en agradecimiento a una deidad militar como Marte. El beneficiarius L. Septimius Hermocrates se encontraría en Carthago Nova en cumplimiento de alguna misión específica donde le sorprendió la muerte de su esposa, a quien colocó una placa con epitafio.

Gladius, Anejos 19, 2021

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

630

Tabla 125. Inscripciones militares del siglo iii d. C. dispersas por la provincia Citerior. N.º Cat.

Localización

Tipo de

inscripción/

Soporte

Militar

Rango/ Unidad

Servicio Hispania

Cronología

Baeza, Jaén (Vivatia)

Votiva/altar Marti sancto

Sulpicius Cilo

Miles/leg. VII Gem.



Siglo iii d. C. (212-217 d. C.)

267

Toya, Jaén (Tugia)

Votiva/altar Numini sac[rum] I(ovi) O(ptimo) M(aximo)

Acarius?

Missicius/leg. VII Gem.



Inicios siglo iii d. C.

259

Cartagena Funeraria/ (Carthago Nova) placa

L. Septimius Beneficiarius cos/ Hermocrates leg. VII Gem.



Siglo iii d. C.

263

Las inscripciones tarraconenses nos presentan una imagen general muy similar a la ya vista a lo largo del siglo ii d. C. La práctica totalidad de elenco epigráfico corresponde con inscripciones funerarias en las que aparecen representados distintos milites principales del officium consulare y veteranos, y en algún caso de centuriones que acabaron sus carreras en la capital. Todos los epitafios sin excepción presentan a familiares o conmilitiones como herederos de los difuntos y dedicantes de sus monumentos sepulcrales. Las origines de los soldados son hispanas en la mayor parte de los casos y los vínculos familiares aumentan respecto al período anterior tanto en testimonios como en variedad. Los vínculos sociales disminuyen y el más común sigue siendo el de patrón y liberto, aunque nos topamos con casos peculiares como el de la anfitriona que acoge a dos soldados como hospites en distintos momentos y se hace cargo de sus sepelios. Ello indica que muchos de los soldados vivían en la propia ciudad y no necesariamente acuartelados, pues se trata de dos principales en activo. Los datos disponibles nos muestran que la tendencia que ya habíamos observado durante la segunda centuria no solo se mantiene, sino que aparece de manera más evidente. El asentamiento e integración de los militares en la ciudad resulta más que evidente. Con la llegada de los severos el funcionamiento del officium debió ser si cabe más intenso y así lo evidencia la presumible remodelación de los espacios en la ciudad alta y la epigrafía relativa a los gobernadores provinciales de este período. La epigrafía de los siglos ii y iii d. C. es tal que nos permite esbozar una imagen de la localización de las necrópolis en las que se enterraron los soldados, determinar la presencia de áreas o zonas en ellas reservadas a los soldados del officium y las áreas en que prefirieron sepultarse unos y otros, además de rastrear patrones tipológicos de monumentos funerarios en relación con los de la población civil. La epigrafía militar tarraconense deja entrever el modelo de asentamiento de los militares en una ciudad importante como fue la capital de la Citerior y su posición respecto al resto de la sociedad. El período severo supuso el paso definitivo en la «hispanización» del reclutamiento en la guarnición de Hispania, una vez que las tropas, tanto legionarias como auxiliares estables, llevaban más de un siglo instaladas en suelo peninsular, contribuyendo activamente a la vida y desarrollo provincial. En época severa documentamos el mayor nivel de recluta-

Gladius, Anejos 19, 2021

7.  EL EJÉRCITO ROMANO EN LA PROVINCIA CITERIOR 

631

miento hispano en la legio VII, lo que se puede extender al resto del exercitus Hispanicus. El 90 % de los militares representados en las inscripciones del período, si exluimos a los mandos senatoriales y ecuestres, eran de origen hispano, mayoritariamente del noroeste y de la Bética. Otro elemento testimonia la profunda integración de los soldados con el territorio de la Citerior y la abundancia de nexos familiares y sociales en los epitafios de los militares. Estos vínculos aparecen en cuarenta inscripciones funerarias, algo más de la mitad del conjunto total y cerca del 80 % del material funerario. Como en el caso específico de Tarraco, los datos indican que aumentan y se diversifican los lazos familiares mencionados en los epitafios en detrimento de las dedicatorias por parte de compañeros de armas y de libertos y herederos indefinidos. En el siglo iii d. C. los soldados no solo formaron familias en las ciudades y como veteranos, sino también en los campamentos, aspecto antes inédito y, naturalmente, siendo soldados en activo en virtud de la legislación matrimonial atribuida a Septimio Severo a su llegada al poder. Ello fue producto de la permisividad legal con el matrimonio de los milites por parte del nuevo emperador, que se aprecia también en la epigrafía militar peninsular, pero cabe considerar este fenómeno, asimismo, como un signo inequívoco de la unión entre el exercitus Hispanicus y las provincias hispanas, especialmente la Citerior; un ejército que había hecho «suyo» el territorio en el que operó de manera estable durante algo más de dos siglos. Tabla 126. Relaciones familiares y sociales en las inscripciones militares del siglo iii d. C. N. Cat. 007 008

Localización León (Legio) León (Legio)

Militar Aureli[o---] M. Aurelius Victor

Rango/ Unidad Veteranus/leg. VII Gem. Miles/leg. VII Gem.

Dedicante/ Vínculo Postumia Marcella Uxor No Flavius Pistus, Criste y Marcella Liberti Valeria Amme Uxor (Dedicataria)

Cronología /3 siglo iii d. C. (200-225 d. C.) 1 /3 siglo iii d. C. (200-225 d. C.) 1

010

León (Legio)

Flavius Pistus

Trib. mil./leg. VII Gem.

011

León (Legio)

Lucretius Proculus

Armorum custos/ leg. VII Gem.

Lucretius Proculus Filius (Dedicatario)

C. Ennius Felix T. Montanius Fronto

Veteranus/leg. VII Gem. Armorum custos/ leg. VII Gem.

Valerius Marcelinus (socer, pater, avus) Dedicante 1 Annetia Festiva /3 siglo iii d. C. Uxor (200-225 d. C.) T. Montsanius Maternus 1/3 siglo iii d. C. Libertus (200-225 d. C.)

Placidius Placidus

Veteranus/leg. VII Gem.

Papia Maximina Uxor

033 040 023

León (Legio) León (Legio) Astorga (Asturica Augusta)

/3 siglo iii d. C. (200-225 d. C.) 1

1 /3 siglo iii d. C. (200-225 d. C.)

1 /3 siglo iii d. C. (200-225 d. C.)

N. Cat. 003

163

Gladius, Anejos 19, 2021

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

632

Localización Astorga (Asturica Augusta) Lugo (Lucus Augusti)

Militar

Rango/ Unidad

Dedicante/ Vínculo

Cronología

Sulpicius Placidinus

Veteranus/?

Sulpicius Messor Libertus

Siglo iii d. C. (S. SeveroDiocleciano)

L. Aurelius [---]

Veteranus/leg. VII Gem.

Aurelia Messia Uxor

Siglo iii d. C.

Rufonius Rufinus Pater

Lugo (Lucus Augusti)

I. Rufino Leontio

Ex tabulario

164

Lugo (Lucus Augusti)

M. Annius Verus M. Annius Verianus

Centuriones

Pater et filius

Fin siglo ii d. C.inicios siglo iii d. C.

166

Lugo (Lucus Augusti)

Victorius Victorinus

Centurio/leg. VII Gem.

Secundus y Victor Liberti

Siglo iii d. C. (211-217 d. C.)

198

San Millán de la Cogolla, La Rioja (Tritium Magallum)

G. Valerius Flavus G. Valerius Flavus G. Valerius Flavinus

165

199

259

Tricio (Tritium Magallum) Cartagena (Carthago Nova)

Siglo iii d. C. Rufia Paterna Mater

Veteranus/leg. VII Gem. Miles/leg. VII Gem. Eques/coh.?

Claudia Rufina Uxor et mater Filius et frater Filius et frater

G. Valerius Firmanus

Veteranus/leg. VII Gem.

Valeria Filia

Siglo iii d. C. (S. SeveroDiocleciano)

L. Septimius Hermocrates

Beneficiarius cos/ leg. VII Gem.

Memmia Coeliana Uxor

Siglo iii d. C.

092

Tarragona (Tarraco)

Antonius Saturninus

Veteranus ex beneficiario/leg. VII Gem.

Abiliana Uxor

096

Tarragona (Tarraco)

C. Iulius Proculus

Veteranus/leg. VII Gem.

Ulpius Macedo Contubernal

D97

Tarragona (Tarraco)

C. Iulius Lutatius

Beneficiarius cos/ leg. VII Gem.

Iunia Lupula Uxor

098

102

Siglo iii d. C. (S. SeveroDiocleciano)

Tarragona (Tarraco)

Cn. Pompeius Fructus

Beneficiarius cos./ leg. VII Gem.

Tarragona (Tarraco)

Cn. Fulvius Capratinus

Legio VI Frumentarius/leg. VII Gem.

Terentius Bassinus Heres Domitia Fortunata Mater Fulvius Cornelianus Libertus

Fin siglo ii d. C.inicios siglo iii d. C. Fin siglo ii d. C.inicios siglo iii d. C. Fin siglo ii d. C.inicios siglo iii d. C. Fin siglo ii d. C.inicios siglo iii d. C. Siglo iii d. C. (S. Severomediados siglo iii d. C.)

Gladius, Anejos 19, 2021

N. Cat.

Localización

7.  EL EJÉRCITO ROMANO EN LA PROVINCIA CITERIOR 

Militar

Rango/ Unidad

Dedicante/ Vínculo

Cronología Siglo iii d. C. (S. Severomediados siglo iii d. C.) Siglo iii d. C. (S. Severomediados siglo iii d. C.) Siglo iii d. C. (S. Severomediados siglo iii d. C.) Siglo iii d. C. (S. Severomediados siglo iii d. C.) Siglo iii d. C. (S. SeveroDiocleciano) Siglo iii d. C. (S. Severomediados siglo iii d. C.)

103

Tarragona (Tarraco)

L. Valerius Reburrus

Frumentarius/leg. VII Gem.

Valeria Calliste Mater

104

Tarragona (Tarraco)

Aelius Aquilus

Miles/leg. VII Gem.

Fabianus Frater

105

Tarragona (Tarraco)

L. Anteius Flavinus

Beneficiarius cos/ leg. VII Gem.

Anteius Antiochus Libertus

106

Tarragona (Tarraco)

T. Cornelius F[---]

Beneficiarius/leg. VII Gem.

Aelia Parthenis Anfitriona

107

Tarragona (Tarraco)

Domit(ius) Cae[---]

Miles/leg. VII Gem.

Uxor Filia

108

Tarragona (Tarraco)

Firmidius Caecilianus

Beneficiarius cos/ leg. VII Gem.

Valeria Primula Uxor

Tarragona (Tarraco) Tarragona (Tarraco)

Flavius Aurelianus

Beneficiarius/leg. VII Gem. Veteranus/leg. VII Gem.

Licinia Cupita Uxor

Siglo iii d. C.

Mater

Sg. iii d. C.

109 110

111

112 113 115

Iulius Potens

Claudia G[---] Uxor

Tarragona (Tarraco)

G. Manilius Secundinus

Miles/leg. VII Gem.

Tarragona (Tarraco) Tarragona (Tarraco)

Caecilius Iulianus Valerius Atticus

Beneficiarius/leg. VII Gem. Beneficiarius cos/ leg. VII Gem.

Manilius Donatus Filius Iulia Severa Uxor Aelia Parthenis Anfitriona

Tarragona (Tarraco)

Desconocido

Cornicularius cos/ leg. VII Gem.

L. Iunius Dyonisius Conicularius

633

Siglo iii d. C. (S. SeveroDiocleciano) Siglo iii d. C. Siglo iii d. C. Siglo iii d. C. (S. SeveroDiocleciano)

Aelia Cogitata Mater 118

Tarragona (Tarraco)

Caecilius Maturus

Centurio frumentarius/leg. VII Gem.

Caecilius Dexter Artemas Fratres Valeria Lupa Uxor

Siglo iii d. C. (S. Severomediados siglo iii d. C.)

N. Cat.

Gladius, Anejos 19, 2021

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

634

Localización

Militar

Rango/ Unidad Centurio/leg. I Adiutrix

Dedicante/ Vínculo

Cronología

Centurio/leg. II Traiana

119

Tarragona (Tarraco)

M. Aurelius Lucilius

Centurio/leg. VIII Augusta Centurio/leg. XIII Gemina

Ulpia Iuventina Uxor Heres

Siglo iii d. C. (S. Severomediados siglo iii d. C.)

Centurio/leg. VII Claudia

123

Tarragona (Tarraco)

Staberio Felix

Centurio/leg. VII Gemina Miles/leg. VII Gem.

Cives et confratres

Fin siglo ii d. C.inicios siglo iii d. C.

Cornelius Rusticus Socer

Siglo iii d. C. (S. Severomediados siglo iii d. C.)

No

Siglo iii d. C.

Discens armaturae 124

Tarragona (Tarraco)

L. Alfidius Urbanus

125

Tarragona (Tarraco)

Q. Caecilius Felix

127

Tarragona (Tarraco)

C. Iulius Ruschus

132

Tarragona (Tarraco)

Desconocido

Beneficiarius cos/ leg. VII Gem.

Desconocida Uxor

139

Tarragona (Tarraco)

Desconocido

Veteranus/leg. VII Gem.

Uxor

155

158

Trib. mil./leg. VII Gem. Speculator Commentariensis/ leg. VII Gem. Centurio/leg. XII Fulminata

Tarragona (Tarraco)

M. Aurelius Victorinus

Evocatus/leg. VII Gem.?

Tarragona (Tarraco)

T. Cassius Flavinus

Centurio/leg. X Gem.

C. Iulius Secundus

Aurelius Marcelinus Frater Aurelia Sabina Heredes Crysamphelus Libertus

Inicios siglo iii d. C. Fin siglo ii d. C.inicios siglo iii d. C. Siglo iii d. C. Fin siglo ii d. C.inicios siglo iii d. C. Fin siglo ii d. C.inicios siglo iii d. C.

Epílogo A lo largo de estas páginas hemos tratado de perfilar las líneas maestras del retrato que las fuentes epigráficas nos ofrecen del ejército romano de Hispania y, particularmente, de los hombres que formaron parte de él y la huella que dejaron en aquella parte donde su presencia fue más intensa y dilatada. Pese a las dificultades impuestas por su cantidad y estado y las limitaciones de nuestro conocimiento, la evidencia disponible representa un marco privilegiado, una ventana desde la que asomarse a un horizonte histórico tan rico como complejo, el de la profunda trabazón entre el ejército romano y los territorios hispanos que habitó durante más de tres siglos, desde una perspectiva no tanto evenemencial o estrictamente operativa en términos militares como social y cultural. La historia «militar» de la provincia Citerior en época imperial es, en esencia, la historia de cómo los soldados hicieron «suya» la tierra en la que vivieron, sirvieron y murieron, todos ellos atados a un juramento común de fidelidad contraído bajo «las águilas de Roma». Los monumentos que expresan sus devociones particulares y colectivas, oficiales y personales, y aquellos levantados para honrar su memoria en la muerte, por esposas, concubinas, compañeros, hijos o libertos, constituyen un testimonio imperecedero de los lazos entre el territorio y los hombres, entre los hombres y la tierra, que trasciende el ámbito bélico, jurídico y administrativo de la conquista romana y su propia condición de militares, y que nos devuelve a la faceta humana de los protagonistas y nos acerca a su realidad cotidiana a través del tiempo. A la vez, nos hablan claramente del peso de la condición militar en el imaginario colectivo de los soldados, del orgullo de pertenecer a un grupo cohesionado y estrictamente reglamentado y no carente de cierto prestigio en la sociedad de su tiempo. La parquedad de los votos y epitafios y la relativa austeridad de los monumentos que los contienen encierran, a la luz de su variedad y los contextos en los que se levantaron, un fecundo simbolismo que brota de la autopercepeción de los soldados, de su propia visión del mundo en el que vivieron. Desde el punto de vista institucional, el estudio de las formas de autorrepresentación epigráfica en la Hispania Citerior desmiente rotundamente, a nuestro juicio, la consideración del exercitus Hispanicus como una institución «soñolienta» o «de segunda categoría» respecto a otras guarniciones de época altoimperial, sustentada en la posición secundaria de las provincias hispanas respecto a las zonas más conflictivas del Imperio. Si bien la situación concreta de Hispania generó un modelo particular de implantación militar caracterizado por numerosos elementos propios, la evidencia disponible nos presenta un ejército activo, dinámico y ocupado en la creación de las principales infraestructuras necesarias para el ejercicio de la autoridad imperial en

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la provincia Citerior, que fue evolucionando en los tiempos de paz no precisamente hacia la somnolencia, sino asumiendo un papel protagonista como uno de los agentes romanizadores más potentes en la conformación de la Hispania altoimperial y parte misma de su propia identidad.

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Índices onomásticos Índice de concordancia epigráfica* Le Roux 1982 = Le Roux, P. (1982). L’armée romaine et l’organisation des provinces ibériques d’Auguste à l’invasion de 409, Paris, Publications du Centre Pierre Paris 8. Le Roux 1982, n.º Cat. n.º − 6 − 7 − 13 − 14 − 17 − 21 − 24 − 27 − 30 − 31 − 32 − 33 − 38 − 40 − 41 − 42 − 43 − 44 − 45 − 46 − 51 − 61 – 75 – 80 – 87

− 075 − 058 − 205 − 192 − 062 − 018 − 222 − 271 − 019 − 025 − 060 − 021 − 209 − 059 − 213 − 076 – 020 – 161 – 207 – 024 – 208 – 245 – 254 – 160 – 212

*  La nomenclatura «Cat. n.º» corresponde a las numeraciones del catálogo de inscripciones de esta obra; véase USB adjunto.

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EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

Le Roux 1982, n.º Cat. n.º – 91 – 91bis – 92 – 94 – 95 – 97 – 98 – 99 – 102 – 104 – 104bis – 105 – 106 – 107 – 108 – 109 – 110 – 114 – 115 – 116 – 117 – 119 – 121 – 123 – 125 – 127 – 129 – 130 – 132 – 134 – 137 – 138 – 139 – 140 – 141 – 143 – 145 – 146 – 147 – 149 – 150 – 152 – 153 – 154 – 157

– 238 – 235 – 232 – 015 – 079 – 227 – 174 – 078 – 077 – 080 – 262 – 170 – 162 – 081 – 159 – 258 – 082 – 083 – 193 – 084 – 171 – 194 – 085 – 086 – 087 – 088 – 089 – 243 – 090 – 091 – 264 – 092 – 093 – 094 – 163 – 009 – 026 – 095 – 096 – D97 – 098 – 099 – 100 – 101 – 195

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ÍNDICES ONOMÁSTICOS 

Le Roux 1982, n.º Cat. n.º – 159 – 160 – 161 – 162 – 166 – 170 – 176 – 178 – 180 – 184 – 185 – 186 – 187 – 189 – 196 – 198 – 200 – 202 – 203 – 205 – 206 – 207 – 209 – 210 – 212 – 213 – 216 – 217 – 218 – 219 – 220 – 222 – 223 – 224 – 225 – 226 – 228 – 230 – 232 – 233 – 234 – 238 – 239 – 240 – 241

– 001 – 034 – 049 – 229 – 022 – 252 – 196 – 172 – 534 – 230 – 173 – 197 – 191 – 175 – 063 – 263 – 240 – 102 – 198 – 103 – 023 – 257 – 104 – 105 – 008 – 007 – 106 – 107 – 033 – 108 – 109 – 110 – 011 – 111 – 040 – 112 – 003 – 113 – 199 – 154 – 231 – 236 – 237 – 244 – 050

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Le Roux 1982, n.º Cat. n.º – 242 – 243 – 244 – 245 – 246 – 247 – 248 – 249 – 250 – 251 – 252 – 253 – 254 – 255 – 257 – 259 – 260 – 261 – 262 – 263 – 264 – 265 – 266

– 041 – 042 – 043 – 044 – 045 – 052 – 046 – 047 – 048 – 053 – 064 – 035 – 036 – 065 – 228 – 155 – 234 – 037 – 246 – 200 – 206 – 115 – 028

Roldán Hervás, J. M., 1974 = Roldán Hervás, J. M. (1974). Hispania y el ejército romano. Contribución a la historia social de la España Antigua, Salamanca. Roldán Hervás 1974, n.º

Cat. n.º

– 49 – 419 – 438 – 440 – 441 – 443 – 444 – 448 – 449 – 453 – 454 – 455 – 456 – 457 – 458

– 254 – 228 – 001 – 034 – 046 – 231 – 064 – 195 – 063 – 041 – 042 – 043 – 045 – 047 – 044

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ÍNDICES ONOMÁSTICOS 

Roldán Hervás 1974, n.º

Cat. n.º

– 459 – 460 – 461 – 462 – 476 – 478 – 502 – 503 – 504 – 510 – 528 – 530 – 532 – 534 – 547 – 548 – 549 – 550 – 554 – 582 – 583 – 584 – 586 – 587 – 590 – 591 – 593 – 595 – 597 – 598 – 599 – 600 – 602 – 604 – 605 – 606 – 607 – 610 – 611 – 613 – 614 – 615 – 616 – 617 – 636

– 049 – 052 – 229 – 237 – 160 – 024 – 245 – 208 – 234 – 207 – 192 – 099 – 213 – 239 – 062 – 021 – 222 – 271 – 209 – 015 – 159 – 077 – 232 – 162 – 238 – 174 – 040 – 093 – 098 – 081 – 085 – 083 – 078 – 086 – 091 – 075 – 243 – 089 – 258 – 236 – 171 – 009 – 227 – 170 – 007

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Roldán Hervás 1974, n.º

Cat. n.º

– 635 – 637 – 638 – 640 – 642 – 643 – 645 – 646 – 647 – 648 – 649 – 650 – 655 – 658 – 659 – 660 – 661 – 662 – 663 – 665 – 666 – 667 – 668 – 669 – 670 – 672 – 690 – 713 – 724 – 725 – 743

– 011 – 037 – 003 – 095 – D97 – 084 – 094 – 163 – 194 – 198 – 193 – 264 – 035 – 100 – 102 – 103 – 113 – 104 – 106 – 026 – 023 – 200 – 199 – 263 – 267 – 105 – 050 – 257 – 022 – 196 – 252

CIL II = CIL II (1869). Corpus Inscriptionum Latinarum Editio, vol. II. Inscriptiones Hispaniae Latinae, ed. de E. Hübner (impr. iter. 1957 et 1975). CIL II, n.º

Cat. n.º

– 215* – 746 – 2374 = 5551 – 2389 – 2425 – 2465 – 2480

– D213 – 173 – 213 – 236 – 232 – 239 – 234

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ÍNDICES ONOMÁSTICOS 

CIL II, n.º

Cat. n.º

– 2529 – 2545 – 2552 – 2553 – 2554 – 2555 – 2556 – 2559 = 5639 – 2600 – 2572 – 2582 – 2583 – 2584 – 2594a – 2610 – 2629 – 2630 – 2631 – 2634 – 2637 – 2638 – 2639 – 2640 – 2641 – 2660a–d – 2661 – 2663 – 2664 – 2666 – 2668 – 2669 – 2763 – 2835 – 2852 – 2853 – 2873 – 2887 = 5084 – 2888 – 2889 – 2891 – 2901 – 2912 – 2913 – 2915 – 2983

– 219 – 222 – 041 – 043 – 046 – 044 – 042 – 225 – 270 – 164 – 163 – 162 – 160 – 161 – 214 – 060 – 059 – 062 – 005 – 002 – 006 – 022 – 023 – 027 – 039/039b – 031 – 035 – 029 – 030 – 011 – 037 – 196 – 190 – 174 – 170 – 255 – 194 – 199 – 198 – 200 – 193 – 207 – 210 – 178 – 192

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CIL II, n.º

Cat. n.º

– 2984 – 3273 – 3274 – 3275 – 3327 – 3329 – 3337 – 3587 = 4168 – 3588 = 5960 – 3716 – 3871 – 3988 – 4083 – 4111 – 4122 – 4122 – 4137 – 4138 – 4141 – 4143 – 4144 – 4145 – 4146 – 4147 – 4148 – 4149 – 4150 – 4151 – 4152 – 4153 – 4154 – 4155 – 4156 – 4157 – 4158 – 4159 – 4160 – 4179 – 4161 – 4162 – 4164 – 4165 – 4167 – 4169 – 4170

– 195 – 265 – 266 – 264 – 267 – 268 – 263 – 089 – 257 – 206 – 114 – 252 – 116 – 120 – 100 – 104 – 124 – 140 – 121 – 083 – 105 – 093 – 126 – 119 – 094 – 092 – 118 – 158 – 106 – 108 – 102 – 085 – 095 – 077 – 127 – 115 – D97 – 152 – 086 – 156 – 098 – 117 – 113 – 101 – 154

Gladius, Anejos 19, 2021

ÍNDICES ONOMÁSTICOS 

CIL II, n.º

Cat. n.º

– 4171 – 4172 – 4173 – 4175 – 4176 – 4177 – 4224 – 4225 – 4226 – 4239 – 4264 – 4266 – 4427 – 4322 – 4514 – 4517 – 4624 – 5076 = 5622 – 5083 – 5084 – 5676 – 5678 – 5679 – 5680 – 5681 – 5682 – 5684 – 5733 – 5794 – 5810 – 6088 – 6090 – 6111 – 6150 – 6152 – 6087 – 6291 – 6310

– 159 – 091 – 081 – 075 – 135 – 080 – 146 – 148 – 149 – 150 – 142 – 145 – 139 – 129 – 248 – 249 – 243 – 025 – 017 – 012 – 013 – D42 – 014 – 032 – 015 – 034 – 040 – 227 – 183 – 197 – 103 – 138 – 151 – 250 – 245 – 155 – 238 – 260

683

684

Gladius, Anejos 19, 2021

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

CIL II2 = CIL II2, 14 (2011). Corpus Inscriptionum Latinarum Editio Altera. Pars XIV. Conventus tarraconensis. Fasc I. Pars meridionalis Conventus Tarraconensis, ed. de G. Alföldy et al., Berlin, De Gruyter y CIL II2, 14, 2 (2011). Corpus Inscriptionum Latinarum Editio Altera. Pars XIV. Conventus tarraconensis. Fasc II. Colonia Iulia Urbs Triumphalis Tarraco, ed. de G. Alföldy, Berlin, De Gruyter. CIL II2, n.º Cat. n.º – 14, 1, 131 – 14, 1, 335a – 14, 1, 348 – 14, 2, 289 – 14, 2, 347 – 14, 2, 814 – 14, 2, 817 – 14, 2, 836 – 14, 2, 839 – 14, 2, 842 – 14, 2, 872 – 14, 2, 972 – 14, 2, 985 – 14, 2, 1009 – 14, 2, 1010 – 14, 2, 1012 – 14, 2, 1013 – 14, 2, 1014 – 14, 2, 1015 – 14, 2, 1016 – 14, 2, 1018 – 14, 2, 1019 – 14, 2, 1020 – 14, 2, 1023 – 14, 2, 1029 – 14, 2, 1030 – 14, 2, 1031 – 14, 2, 1032 – 14, 2, 1033 – 14, 2, 1034 – 14, 2, 1035 – 14, 2, 1036 – 14, 2, 1037 – 14, 2, 1038 – 14, 2, 1039 – 14, 2, 1040 – 14, 2, 1041 – 14, 2, 1042 – 14, 2, 1043

– 253 – 256 – 254 – 252 – 114 – 251 – 090 – 125 – 116 – 099 – 151 – 120 – 100 – 124 – 140 – 141 – 142 – 143 – 144 – 145 – 121 – 146 – 097 – 147 – 126 – 128 – 119 – 158 – 129 – 127 – 156 – 117 – 130 – 118 – 085 – 115 – 152 – 095 – 083

Gladius, Anejos 19, 2021

ÍNDICES ONOMÁSTICOS 

CIL II2, n.º Cat. n.º – 14, 2, 1044 – 14, 2, 1045 – 14, 2, 1046 – 14, 2, 1047 – 14, 2, 1048 – 14, 2, 1049 – 14, 2, 1050 – 14, 2, 1051 – 14, 2, 1052 – 14, 2, 1053 – 14, 2, 1054 – 14, 2, 1055 – 14, 2, 1056 – 14, 2, 1057 – 14, 2, 1058 – 14, 2, 1059 – 14, 2, 1060 – 14, 2, 1061 – 14, 2, 1062 – 14, 2, 1063 – 14, 2, 1064 – 14, 2, 1065 – 14, 2, 1066 – 14, 2, 1067 – 14, 2, 1068 – 14, 2, 1069 – 14, 2, 1070 – 14, 2, 1071 – 14, 2, 1072 – 14, 2, 1073 – 14, 2, 1074 – 14, 2, 1075 – 14, 2, 1076 – 14, 2, 1077 – 14, 2, 1078 – 14, 2, 1078a – 14, 2, 1079 – 14, 2, 1080 – 14, 2, 1081 – 14, 2, 1082 – 14, 2, 1083 – 14, 2, 1084 – 14, 2, 1085 – 14, 2, 1086 – 14, 2, 1087

– 131 – 105 – 092 – 093 – 094 – 112 – 084 – 106 – 108 – 109 – 102 – D97 – 098 – 113 – 088 – 089 – 132 – 103 – 123 – 155 – 104 – 075 – 157 – 077 – 122 – 111 – 087 – 076 – 159 – 082 – 133 – 134 – 135 – 107 – 079 – 136 – 078 – 080 – 110 – 096 – 086 – 081 – 101 – 091 – 137

685

686

Gladius, Anejos 19, 2021

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

CIL II2, n.º Cat. n.º – 14, 2, 1088 – 14, 2, 1089 – 14, 2, 1147 – 14, 2, 1148 – 14, 2, 1161 – 14, 2, 2235 – 14, 2, 2247

– 138 – 139 – 148 – 149 – 150 – 154 – 153

CILA = Corpus de Inscripciones Romanas de Andalucía. CILA, n.º

Cat. n.º

– III 1, 74 – III 1, 95 – III 2, 539 – III 2, 542

– 265 – 266 – 267 – 268

AE = L’Année épigraphique, Paris, Presses Universitaires de France. AE, n.º

Cat. n.º

– 1894, 11 – 1903, 235 – 1904, 160 – 1907, 150 – 1905, 151 – 1908, 147 = 1969–70, 274 – 1910, 1 = 1963, 20 – 1910, 2 = 1928, 176 = 1963, 21 – 1910, 3 = 1928, 176 = 1967, 242 – 1910, 5 – 1910, 5 = 1928, 176 – 1910, 4 = 1928, 176 = 1967, 242 – 1911, 5 = 2013, 846 – 1911, 94 = 1976, 287 – 1914, 21 – 1919,24 – 1926, 88 = 1939, 127 – 1928, 163 – 1928, 164 = 1961, 338 – 1928, 164 = 1961, 338 – 1928, 165 – 1928, 166 – 1928, 168

– 175 – 197 – 021/025 – 236 – 237 – 209 – 045 – 047 – 041 – 044 – 046 – 043 – 219 – 036 – 171 – 015 – 228 – 019 – 001 – 056 – 024 – 026 – 007

Gladius, Anejos 19, 2021

ÍNDICES ONOMÁSTICOS 

AE, n.º

Cat. n.º

– 1928, 173 – 1928, 176 – 1928, 180 – 1928, 196 = 1938, 13 = 1961, 332 – 1929, 230 = 1938, 13 = 1938, 15 – 1930, 151 = 1938, 13 = 1938, 20 – 1932, 86 – 1937, 166 – 1946, 4 – 1951, 283 – 1953, 266 – 1953, 268 – 1955, 246 = 1956, 72 – 1956, 22 – 1956, 72 = 1961, 334 – 1957, 41 = 2003, 939 – 1961, 330 – 1963, 16 – 1963, 23 – 1963, 17 = 1995, 997 – 1963, 18 – 1963, 28 = 1967, 231 – 1965, 66 = 1967, 242 – 1966, 191 – 1966, 209 – 1967, 223 = 1968, 235 – 1967, 229 – 1967, 230 – 1967, 237 = 1985, 579 – 1967, 243 – 1968, 237 – 1971, 207 – 1971, 208 = 1974, 411 – 1971, 210 – 1971, 211 – 1972, 298 – 1973, 290 – 1973, 290 – 1974, 390 – 1974, 393a = 1987, 606 – 1976, 276 = 1981, 528 – 1976, 288 – 1976, 316 – 1976, 337 – 1977, 467

– 008 – 042 – 061 – 084 – 141 – 130 – 090 – 067 – 099 – 208 – 009 – 271 – 153 – 143 – 078 – 105 – 097 – 066 – 034 – 070 – 270 – 049 – 048 – 096 – 247 – D44 – 050 – 052 – 064 – 057 – 229 – 010 – 016 – 258 – 150 – 246 – 018 – 161 – 012 – 240 – 216 – 065 – 173 – 205 – 128

687

688

Gladius, Anejos 19, 2021

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

AE, n.º

Cat. n.º

– 1978, 440 – 1980, 563 = 1983, 599 = 1987, 618b – 1980, 566 = 2013, 891 – 1980, 582 – 1981, 551 – 1982, 260 – 1982, 580 – 1984, 549 = 1989, 436 – 1985, 600 – 1985, 622 = 1988, 830 – 1986, 387 = 2002, 650 – 1986, 459 – 1986, 581 – 1987, 596 – 1987, 618a – 1987, 716 = 1989, 481 = 1999, 913 – 1987, 736 – 1988, 289 – 1988, 768 – 1988, 776 – 1988, 787 – 1988, 788 = 1993, 874 = 2000, 769 – 1988, 789 – 1988, 806 = 1994, 1015 – 1989, 482 = 1991, 1114 = 2006, 694 – 1990, 558 = 1993, 1036 – 1990, 563 – 1990, 576 = 1997, 912 – 1990, 583 – 1992, 1003 – 1992, 1094 – 1992, 1306 – 1993, 1025 – 1994, 1068 = 1995, 961 = 1997, 959 – 1995, 856 – 1995, 858 = 1998, 766 – 1995, 974 = 1996, 928 = 2012, 130 – 1997, 964 – 1998, 803 = 1999, 967 – 1999, 916 – 2002, 781 – 2002, 787 – 2003, 939 – 2003, 949 = 2005, 841, 843 = 2006, 663=2007, 781=2011, 517

– 257 – 211 – 191 – 235 – 170 – 262 – 055 – 169 – 195 – 253 – 167 – 129 – 176 – 241 – 184 – 114 – 122 – 261 – 177 – 181 – 185 – 188 – 189 – 186 – 123 – 069 – 187 – 201 – 260 – 038 – 251 – 178 – 233 – 269 – 071 – 068 – 075 – 134 – 125 – 051 – 039/039b – 179 – 243 – 166

Gladius, Anejos 19, 2021

ÍNDICES ONOMÁSTICOS 

AE, n.º

Cat. n.º

– 2003, 966 – 2006, 683 – 2008, 696 – 2011, 599 – 2012, 762 – 2012, 816 – 2013, 885 – 2013, 886 – 2014, 689

– 272 – 259 – D41 – 250 – 106 – 116 – D40 – 035 – 255

HEp = Hispania Epigraphica, Madrid, Ediciones Complutense. HEp, n.º Cat. n.º – 1, 236 – 1, 384 = 2, 349 = 3, 242 = 7, 376 = 16, 452 – 1, 387 = 2, 444 = 15, 242 – 1, 390 = 11, 297 – 1, 391 – 1, 406 = 8, 327 – 1, 413 – 1, 498 – 1, 515 – 2, 99 = 3, 104 – 2, 118 = 3, 106 – 2, 119 = 3, 107 = 10, 101 – 2, 155 = 6, 179 – 2, 521 – 2, 571 = 7, 531 – 2, 583 – 2, 656 = 11, 487 – 2, 677 – 2, 685 – 2, 891 – 2, 892 = 17, 254 – 3, 267 – 3, 272 = 7, 490 – 3, 368 – 3, 369 = 15, 340 – 3, 465 – 3, 526 – 4, 201 – 4, 356 – 4, 541

– 252 – 056 – 057 – 031 – 036 – 055 – 047 – 192 – 200 – 181 – 185 – 188 – 186 – 216 – 212 – 214 – 184 – 129 – 261 – 236 – 235 – 208 – 215 – 122 – 123 – 241 – 221 – 178 – 169 – 260

689

690

Gladius, Anejos 19, 2021

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

HEp, n.º Cat. n.º – 4, 458 = 13, 38 – 4, 591 – 4, 604 – 4, 877 = 11, 541 = 12, 421 – 4, 949 – 4, 1006 – 4, 1994 – 5, 543 – 5, 584 = 17, 546 – 5, 964 – 6, 711 – 6, 900 – 6, 936 – 6, 993 – 6, 994 – 6, 995 = 8, 558 = 13, 729 – 7, 256 – 7, 537 – 7, 957 – 7, 958 = 9, 536 – 7, 1113 – 7, 1259 – 8, 359 – 8, 481 – 8, 583 – 9, 404 – 9, 418 = 14, 206 – 9, 603 – 9, 824 – 10, 93 = 18, 69 – 10, 356 – 11, 293 – 11, 330 – 11, 480 – 11, 533 = 18, 420a – 12, 317 – 14, 208 – 15, 239 – 15, 241 – 17, 141 – 20, 31 – 20, 489 – 20, 505

– 243 – 201 – 196 – 251 – 069 – 232 – 209 – 038 – 114 – 233 – 223 – 075 – 269 – 071 – 070 – 068 – 180 – 157 – 134 – 125 – 230 – 237 – D213 – 177 – 231 – 051 – 166 – 176 – 225 – 182 – 053 – 015 – 259 – 179 – 147 – 039/039b – 160 – 004 – 037 – 136 – 250 – 132 – 128

Gladius, Anejos 19, 2021

ÍNDICES ONOMÁSTICOS 

691

Índice onomástico – Acar[rius]. Cat. n.º 267; pp. 579, 582, 584, 630. – M. Acilius Fontanus. Cat. n.º 114; p. 574. – M. Aebutius Tardus. Cat. n.º 251; p. 516. – C. Aebutius Verecundus. Cat. n.º 251. – Aelia Cogitata. Cat. n.º 118; pp. 471, 633. – Aelia Parthenis. Cat. n.º 113; pp. 318, 457–459, 570, 571, 633. – Alia Parhenis. Cat. n.º 106; pp. 318, 457–459, 570, 571, 633. – Ael(ia) Priscilla. Cat. n.º 026; pp. 174, 178. – Aelia Valentina. Cat. n.º 086; pp. 481, 485, 617. – Ael(ius) Aquil[us?]. Cat. n.º 104; pp. 478, 633. – L. Aelius Flacus. Cat. n.º 234; pp. 600, 605, 606. – Aelius Flavius. Cat. n.º 043; p. 302. – Aelius Maritimus. Cat. n.º 178; pp. 318, 328, 392, 393. – Q. Alfius Ianuarius. Cat. n.º 100; p. 454. – Aemilianus Flacus. Cat. n.º 234; p. 606. – Aemilius Balaesus. Cat. n.º 230. – Aemilia Mater[na]. Cat. n.º 037; pp. 140, 141. – [---] Aemilius Flavus. Cat. n.º 037; pp. 60, 64, 139–141, 149. – Aem(ilius) Flavus. Cat. n.º 260; pp. 579, 580. – [---] Aemilius Ordunetsis. Cat. n.º 208.

– Aemilius Secundus. Cat. n.º 196. – Aetura. Cat. n.º 239; p. 607. – L. Alfidius Urbanus. Cat. n.º 100; p. 454. – L. Alfidius Urbanus. Cat, n.º 124; p. 634. – L. A[l]f[i]us Donatus. Cat. n.º 257; pp. 574, 577. – Alfius Reburrus. Cat. n.º 238; pp. 298, 321, 366, 604, 607. – Alluquius. Cat. n.º 239; p. 607. – Q. Annius Aper. Cat. n.º 083; pp. 453, 454, 506, 508. –  Q. Annius Modestus. Cat. n.º 235; pp. 299, 321, 329, 366, 603, 608, 609. – [---A?]nnius Silvester. Cat. n.º 258. – Annius Simplex. Cat. n.º 264; pp. 579, 581, 584. – M. Annius Verianus. Cat. n.º 164; pp. 355, 627, 632. – M. Annius Verus. Cat. n.º 164; pp. 348, 355, 360, 627, 632. – L. Annius Vitalis. Cat. n.º 083; p. 454. – L. Anteius Flavinus. Cat. n.º 105; pp. 457, 524, 527, 539, 633. – Anteius Antiochus. Cat. n.º 105; pp. 457, 524, 539. – Anto[ninus?]. Cat. n.º 241. – M. Antonius Augustanus. Cat. n.º 232. – Anton[ius] Marcellus. Cat. n.º 122. – L. Antonius Pudens. Cat. n.º 207; pp. 157, 379, 385–389, 599.

*  Entradas ordenadas por el gentilicio de los personajes, incluidos los individuos con poliónimo. En el caso de que sólo porten cognomen, por este último. *  Se han excluido aquellos nombres que se conservan de manera muy fragmentaria o incierta en las inscripciones.

692

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

– Antonius Saturninus. Cat. n.º 92; pp. 457, 482, 632. – L. Antonius Silo. Cat. n.º 140. –  [A]rrius Constans Speratianus. Cat. n.º 068; pp. 96, 97, 201, 230–234, 235, 236, 238, 240, 267, 613. – Artemas. Cat. n.º118; p. 633. – L. Attius Macro. Cat. n.º 017; pp. 60, 63, 71, 72, 75, 77, 82, 88, 90, 132, 137, 312, 313, 612. – P. A[ttius-lius] Rufus. Cat. n.º 015; pp. 139, 140, 149, 153. – Q. Atrius Clonius. Cat. n.º 120; pp. 470, 471. – P. Aufidius Exoratus. Cat. n.º 247; pp. 573, 575. – L. Aufidius Felix. Cat. n.º 093; pp. 454, 457, 459, 506, 507, 539, 617. – G. Aufidius Hilarus. Cat. n.º 100; p. 454. –  L. Aufidius Masculinus. Cat. n.º 173; pp. 380, 615. – Aureli(a) Iusta. Cat. n.º 128; p. 472. – Aurelia Messia. Cat. n.º 163; pp. 353, 632. – Aurelia Sabina. Cat. n.º 155; pp. 472, 506, 540. – Aurelius [---]. Cat. n.º 007. – L. Aurelius [--]aris[--]. Cat. n.º 163. – Aurel(ius) Capito. Cat. n.º 193. –  T. Aurel(ius) Decimus. Cat. n.º 116; pp. 109, 331, 467–471, 474, 475, 484, 545, 566, 568, 569, 618, 619. – M. Aur(elius) Eutyche. Cat. n.º 046, 052; p. 302. – Aurelius Flavus. Cat. n.º 043. – Aurelius Firmus. Cat. n.º 047; pp. 302, 305. – L. Aurelius Phileterus. Cat. n.º 100; p. 454. – Au[re]li(us) Fro[nt]o. Cat. n.º 015. –  [M. Aur(elius)] Iustus. Cat. n.º 128; pp. 472-474. –  M. Aur(elius) Lucilius. Cat. n.º 119; pp. 474, 475, 482, 484, 507, 509, 525–527, 539, 552, 634. Aurel(ius) Marcelinus. Cat. n.º 155; p. –  472. – G. Aurelius Octavius. Cat. n.º 100; p. 454.

Gladius, Anejos 19, 2021

– Aurelius Severus. Cat. n.º 094; pp. 457, 482. – M. Aurelius Victor. Cat. n.º 008; pp. 59, 63, 138–140, 143, 149. –  M. Aurel(ius) Victorinus. Cat. n.º 155; pp. 472, 474, 506, 540, 634. – M. Audasius Max(imus). Cat. n.º 224. – Avidia Nice. Cat. n.º 126; pp. 471, 472, 525, 527, 539, 618. – Avitus Patern[us]. Cat. n.º 052. – L. Bennius Hermes. Cat. n.º 141. – [-B]etutius Sattus. Cat. n.º 079. – Biticentus. Cat. n.º 195. – C[a]ecilius Dexter. Cat. n.º 118; pp. 464, 633. – Caecilius Fuscus. Cat. n.º 212; pp. 276, 289, 290, 366, 598, 609. [C]aec(ilius?) Iulianus. Cat. n.º 112; –  pp. 537, 633. – C[a]ecilius Maturus. Cat. n.º 118; pp. 464, 465, 471, 474, 475. – L. Caecilius Optatus. Cat. n.º 248; pp. 512, 571, 573-575. –  C. Caeci(lius) Quartus. Cat. n.º 084; pp. 457, 485, 506, 599, 617. –  C. Caecilius Restitutus. Cat. n.º 100; p. 454. L. Caecina Severus. Cat. n.os 141, 142; –  pp. 487, 488. – Q. Caelius Felix. Cat. n.º 125; pp. 452, 454, 455, 555. –  Q. C[aeci]lius Ter[ti]us. Cat. n.º 171; pp. 249, 380, 399, 400. – Cae[s]inius Agricola. Cat. n.º 056; pp. 76, 165–166, 189, 192, 194. – Caes[ius] Celer. Cat. n.º 261. – Callistus Privatus. Cat. n.º 130; pp. 472, 507, 539, 618. –  [C]alpurnius Reburrinus. Cat. n.º 231; pp. 152, 185, 213, 214, 341. –  L. Campilius Paternus. Cat. n.º 034; pp.  60, 64, 138, 139, 142, 146, 149, 153,154, 516, 612. – Publi(us) Canini(us). Cat. n.º 186; p. 416. – T. Cantius. Cat. n.º 188; pp. 382, 411, 414, 415, 600, 602. – Carisi[us?]. Cat. n.º 185.

Gladius, Anejos 19, 2021

ÍNDICES ONOMÁSTICOS 

– Carisius Rufus. Cat. n.º 162. – L. Cas(sius) Caen(us). Cat. n.º 216. – T. Cassius Flavinus. Cat. n.º 158; pp. 472, 525, 539, 634. – L. Cassius Paulus Augustanius Alpinus Bellicius Sollers. Cat. n.º D 44; pp. 64, 72, 122. – M. Cassius Agrippa Sanctus Paullinus Augustanius Alpinu[s]. Cat. n.º D 44; pp. 64, 72, 122. – [Clau]dia Rufi[na]. Cat. n.º 198; p. 632. – Claudius Iustus. Cat. n.º 120; p. 471. – Ti. Claudius Paulinus. Cat. n.º 143; p. 487. – Ti. Claudius Pompeianus. Cat. n.º 016; pp. 60, 63, 71, 75, 77, 155, 612. –  M. Clodius Martia[lis]. Cat. n.º 144; p. 487. – Q. Coe[lius?---]. Cat. n.º 169; pp. 170, 207. – C. Coelius Valens. Cat. n.º 018; pp. 163, 166–167, 171, 178, 180, 188, 590, 595. – L. Coelius Bellicus. Cat. n.º 075; pp. 446447, 479, 514, 519, 540, 595. – M. Coelius. Cat. n.º 075; pp. 445-447, 476, 479, 481, 485, 495, 514, 515, 517, 519, 520, 523, 540, 591, 592. – . [C]oe[l(ius)] Sabi[nus(?)]. Cat. n.º 075; pp. 445-448, 476, 479, 481, 514, 517, 520, 540. – M. Cornelius. Cat. n.º 069; pp. 201, 203, 204, 206, 219, 224, 226, 227, 590. – Q. Cornelius Anteros. Cat. n.º 009; pp. 59, 63, 65, 71, 84, 132, 273, 612. – L. Cornelius Celsus. Cat. n.º 145; pp. 487, 489. – T. Cor[nelius] F[---]. Cat. n.º 106; pp. 458, 633. – P. Cornel(ius) Grattianus. Cat. n.º 083. L. Cornelius Placidus. Cat. n.º 215; –  pp. 303, 333, 322, 337, 627, 628. – L. Cornelius Potitus. Cat. n.º 253; pp. 574, 576. – Cornelius Rusticus. Cat. n.º 124; p. 634. – C. Cornelius Serenus. Cat n.º 001; pp. 163, 166, 167, 172, 178, 181, 183, 188, 297, 600, 606, 607. – L. Cor(nelius) Valerianus. Cat. n.º 253; pp. 576, 621.

693

– L. Corona Severus. Cat. n.º 227; p. 609. – P. Cosconius Arsensis? Cat. n.º 058. – Cl(odius) Crescens. Cat. n.º 258; p. 607. – Q. Cumelius Celer. Cat. n.º 022; pp. 164, 166, 168, 175, 178, 181, 183, 186, 188, 247. –  Cumelius Mascellius. Cat. n.º 022; pp. 175, 176, 178. –  Q. Cumelius Rufinus. Cat. n.º 022; pp. 164, 166, 168, 175, 176, 178, 183. D[e]cius Va[l]er[i]anus. Cat. n.º 257; –  p. 577. – G. Dellius Flavinus. Cat. n.º 174; pp. 380, 407, 600, 604, 615. – Dellius Flavius. Cat. n.º 174. – Didius Marcellus. Cat. n.º 194; p. 427. – M. Didius Marinus. Cat. n.º 219; pp. 118, 276, 277, 279, 331. – Domitia Fortunata. Cat. n.º 098; pp. 457, 632. – [----Do]mitius. Cat n.º 001; pp. 152, 163, 166, 167, 172, 178, 181–183, 188, 297, 600, 601, 606. –  Domitius Peregrinus. Cat. n.º 240; pp. 303, 321, 338, 368, 369. – L. Domit[ius---]. Cat. n.º 136; pp. 439, 482, 499, 541, 549, 559, 571. – Domit(ius) Cae[---]. Cat. n.º 107; pp. 476, 478, 534, 537, 540. – Elaesus. Cat. n.º 254; pp. 196, 201, 203, 210, 211, 218, 224, 226, 228, 380, 389, 605, 607. – C. Ennius Felix. Cat. n.º 033; pp. 60, 64, 139, 140, 142, 149, 623. – Fabius Celtiberus. Cat. n.º 222. – Fabius Marcian[us]. Cat. n.º 041. – Faustina. Cat. n.º 014; p. 72. – Flaminia Melete. Cat. n.º 078; pp. 481, 531, 540, 606, 608. – Flaminus Aem(ilianus). Cat. n.º 200. – Flavius Campilius Nofirus. Cat. n.º 034; pp. 140, 142, 146. –  Firmidius C(a)ecilianus. Cat. n.º 108; pp. 457, 535–537, 539, 633. –  [---] Flaccus Aelianus. Cat. n.º D42; pp. 61, 62, 64, 72, 125–127, 133. – Flavius Aure[lianus]. Cat. n.º 109; pp. 458, 498, 503, 539, 633.

694

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

– L. Flavius Clemens. Cat. n.º 238; pp. 298, 607. – Q. Flavius Festivus. Cat. n.º 249; pp. 573, 574, 620, 621. – L. Flavius Flaccinus. Cat. n.º 214. – Flavius Flavinus. Cat. n.º 197; pp. 126, 423, 424, 616. – Flavius Pistus. Cat. n.º 010; pp. 138, 146, 149, 155, 631. – T. Flavius Reburrus. Cat. n.º 083; p. 454. – [---]tia Fest[tiva?]. Cat. n.º 033; pp. 153, 631. Cn. Fulvius [C]apratinus. Cat. n.º 102; –  pp. 457, 460, 464, 465, 632. – Fulvia Fuscilla. Cat. n.º 266; pp. 581, 621. – Ful(via) Zosime. Cat. n.º 253; pp. 576, 621. –  Ful(vius) Cornelianus. Cat. n.º 102; pp. 464, 632. – Fuscus Bitius. Cat. n.º 195; pp. 422, 606. – Fuscus Dorilsis. Cat. n.º 024; pp. 164, 166, 168, 170, 171, 180, 590. L. Gargilius Rufus. Cat. n.os 093, 152; –  pp. 451, 452, 454, 455, 457, 459, 464, 465, 506, 539, 555, 617, 618. – Glaucilla. Cat. n.º 130; pp. 507, 539, 618. – Granius For[tius?]. Cat. n.º 026; pp. 164, 166, 168, 173, 174, 178, 188. – L. Fuficius Priscus. Cat. n.º 078; pp. 481, 531, 533, 540, 543, 553, 600, 602, 604, 606, 608. – Q. Hedius Lollianus Gentianus. Cat. n.º 100; pp. 452, 453, 582, 617, 619. –  L. Herenniu[s] Callicus. Cat. n.º 061; pp. 200, 203, 204, 206, 219, 516, 589. – Hermes. Cat. n.os 041, 044; pp. 301, 302, 305. – Here[n]nius Rogatus. Cat. n.º 095. – Hiberia Materna. Cat. n.º 088; pp. 450, 457, 459, 498, 501, 539. – Iulia Augusta (mater castrorum et Auggustorum). Cat. n.º 219; pp. 277, 279, 331. – Iulia Emona. Cat. n.º 155. – Iulia Ingenua. Cat. n.º 146. – Iulia Pia (Iulia Domna). Cat. n.os 031, 032. – Iulia Mammea. Cat. n.º 029. – Iulia Severa. Cat. n.º 112; pp. 458, 535, 539, 633.

Gladius, Anejos 19, 2021

– G. Iulius + [---]. Cat. n.º 179; pp. 381, 410, 590. – L. Iulius. Cat. n.º 245; pp. 573, 574. – Iulius F[lavinus?]. Cat. n.º 179; pp. 413, 462. – [C. (?) I]ulius [---]s. Cat. n.º 080; pp. 413, 485, 500. –  C. Iul(ius) Aemiliu(s). Cat. n.º 176; pp. 380, 629. – Iulius Avitus. Cat. n.º 100; p. 452. – Iul(ius) Capito. Cat. n.º 049; pp. 302, 314, 315. – C. Iulius Comatus. Cat. n.º 085; pp. 452, 481, 485, 531–533, 539, 617. –  C. Iulius Cerealis. Cat. n.os 031, 032; pp. 60, 64, 65, 71, 100, 110, 111, 125, 155, 278, 623, 624. – C. Iulius Crassus. Cat. n.º 100; p. 452. – M. Iulius Cr(escens). Cat. n.º 054; p. 604. – Iulius Flavinus. Cat. n.º 095; p. 462. – C. Iulius Flavius. Cat. n.º 206; p. 616. – M. Iulius Fidelis. Cat. n.º 079; pp. 481, 486, 514, 606. – G. Iulius Florentinus. Cat. n.º 100; p. 454. – Iulius Germanus. Cat. n.º 194. – Iulius Hermadius. Cat. n.º 085; pp. 481, 485, 531, 532, 539. – Iulius Iulianus. Cat. n.os 041, 042; pp. 86, 273. –  Iulius Longinus Doles Bessus. Cat. n.º 195; p. 182. – Iul(ius) Marcius. Cat. n.º 050. – Ti. Iulius Maternus. Cat. n.º 129; pp. 472, 507, 508, 539, 553, 601, 602. –  M. Iulius Maxumus(!). Cat. n.º 157; pp. 445, 515, 591. – Iulius [Potens?]. Cat. n.º 110; pp. 482, 484, 487, 497, 498, 503, 633. – C. Iul(ius) Proculus. Cat. n.º 096; pp. 482, 486, 632. – C. Iulius Reburrus. Cat n.º 077; pp. 476, 561, 600, 602, 606–608. – C. Iulius Ruschus. Cat. n.º 127; pp. 472474, 618, 619, 634. –  G. Iul(ius) Saturninus. Cat. n.º 233; pp. 363, 364. –  . Iulius Secundus. Cat. n.º 127; pp. 472, 473, 618, 634.

Gladius, Anejos 19, 2021

ÍNDICES ONOMÁSTICOS 

– C. Iulius [Severus]. Cat. n.º 091; pp. 482, 617. – C. Iul(ius) Urbanus. Cat. n.º 257; pp. 574, 576, 577. – G. Iulius Victor. Cat. n.º 222; pp. 208, 286, 325, 366. – L. Iulius Victor. Cat. n.º 122; pp. 477, 479, 514, 540, 601, 606. –  L. Iun(ius) Dionsius. Cat. n.º 115; p. 633. – Ti. Iunius Quadratus. Cat. n.os 004, 070, 072, 270; pp. 99, 118, 119, 163, 166, 189, 190, 194, 201, 229, 230, 231, 233, 236, 241, 269, 613. – T. Iun[nius? Se?]cundu[s]. Cat. n.º 223; pp. 332, 424. – L. Lavius Tuscus. Cat. n.º 271; pp. 207, 320, 326, 327, 370, 593, 594. – Licinia Cu[pi]ta. Cat. n.º 109; pp. 503, 633. – P. Licinius Laevinus. Cat. n.º 146; p. 487. – Licinius Rufus. Cat. n.º 077; pp. 476, 606. – Q. Licinius Silvanus Granianus. Cat. n.os 148, 149; p. 487. –  L. Lovesius Placidus. Cat. n.º 122; pp. 477, 479, 514, 515, 523, 540, 560, 601, 602, 606–608. – Luc(ilia) Paterna. Cat. n.º 199; p. 428. –  Cn. Lucius Terentius Homullus Iunior. Cat. n.os 012, 013; pp. 60, 71, 83, 86, 88, 89, 93, 137, 612. – Lucretia Eucarpia. Cat. n.º 097; pp. 440, 618. – Lucretius Maternus. Cat. n.º 043; p. 86. – Lucretius Paternus. Cat. n.os 041, 044. –  M. Lucretius Peregrinus. Cat. n.º 097; pp. 440, 618, 619. – L. Lucretius Proculus. Cat. n.º 011; pp. 59, 63, 139, 141, 144, 149, 222, 631. – Madigenus Laturus. Cat. n.º 191; pp. 382, 407, 408, 586. –  L. Maenaius Sementivus. Cat. n.º 100; p. 454. –  G. Mali(us) Urssu(s)(!). Cat. n.º 262; pp. 601, 609. – Mamilia Prisca. Cat. n.º 156; pp. 472, 507, 539, 618.

695

– Q. Mamil(ius) Capitolinus. Cat. n.º 005; pp. 102, 163, 166, 189–191, 337. – G. Manilius Secund[inus?]. Cat. n.º 111; p. 633. – [Mani]lius Donatus. Cat. n.º 111; p. 633. – Marcia Procula. Cat. n.º 101; pp. 524, 541, 617. – Q. Mar[c]ius [---]. Cat. n.º 265; pp. 579, 581. –  G. Marc(ius) Maxi(mus). Cat. n.º 220; p. 628. – Marcius Mes[so]r. Cat. n.º 052; p. 303. – Memmia Coeliana. Cat. n.º 259; pp. 578, 632. –  [---] Memmius Barbarus. Cat. n.º 006; pp. 163, 166, 167, 176, 178, 184, 186–188, 194. – M. Memmius Celer. Cat. n.º 083; p. 454. –  [---] Minucius Priscus. Cat. n.º 038; pp. 61, 64, 112–114. – Q. Moneius? Verecundus. Cat. n.º 086; pp. 86, 484, 485, 509, 617. – T. Montanius Fronto. Cat. n.º 040; pp. 61, 64, 138, 139, 141, 143, 149, 623, 631. –  T. Montanius Maternus. Cat. n.º 040; pp. 61, 139, 141, 142. – L. Numerius Felix. Cat. n.º 156; pp. 472, 474, 475, 507, 539, 552, 618, 619. – Octavia Elae. Cat. n.º 211. – Octavia Procula. Cat. n.º 227; p. 609. – L. Octavius Magius. Cat. n.º 019; pp. 163, 166, 167, 170, 171, 178, 180, 188, 207, 218, 348, 590. –  M. Octavius Paternus. Cat. n.º 190; pp. 118, 331, 382, 403. – Pamphilius Varus. Cat. n.º 159; pp. 476, 479, 552, 601, 606. – Papia Maximina. Cat. n.º 023; pp. 174, 178, 632. – C. Pelgus [---]. Cat. n.º 025; pp. 170–172, 207. – C. Pelgus Primus. Cat. n.º 025; pp. 172, 178, 188. – C. Pelusius. Cat. n.º 060; pp. 200, 203– 206, 224–227, 589. – M. [Pen]tovius Elaesus. Cat. n.º 055. – Q. Pentus. Cat. n.º 184; pp. 381, 403, 591.

696

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

–  G. Petronius Maternus. Cat. n.º 175; pp. 118, 331, 380, 403, 580, 593, 600, 602, 604, 608, 609. [---] Persius [Bla?]esus. Cat. n.º 021; –  pp. 171, 178, 188, 207, 590. – [P]lacidius Placidus. Cat. n.º 023; pp. 164, 166, 168, 173, 174, 178, 183, 186, 188, 626, 632. – [P]lotia Trophime. Cat. n.º 094; pp. 457, 459, 482, 485, 617. – Pompeius Agri[ppa]. Cat. n.º 100; p. 452. – [L.] Pomp(eius) Faventinus. Cat. n.º 002; pp. 163, 166. –  C. Pompeius Fructus. Cat. n.º 098; pp. 457, 632. –  L. Pompeius Reburrus Faber. Cat. n.º 214; pp. 214, 313, 316, 322, 324, 369, 614. – T. Pomponius Proculus Vitrasius Pollio. Cat. n.º 014; pp. 71, 72, 83, 84, 89, 132, 312. – Pon[tia(?)---]. Cat. n.º 138; pp. 445, 501. – M. Porcius. Cat. n.º 150; pp. 487, 488. – M. Porcius Escerior. Cat. n.º 252. – M. Porcius Nigrinus. Cat. n.º 252; p. 574. – Postumia Marcella. Cat. n.º 007; p. 631. –  Publicius Apronianus. Cat. n.º 126; pp. 471–474, 525, 539. – L. Pupius Praesens. Cat. n.º 030; pp. 60, 64, 67. – C. Ranius Sabinus. Cat. n.º 057; pp. 296, 322, 329, 366, 603, 608, 609. – Rufia Paterna. Cat. n.º 165; pp. 334, 632. –  [-] Rufonius [F]lavus. Cat. n.º 087; pp. 476, 479, 515, 516, 523, 617. – Rufonius Rufinus. Cat. n.º 165; pp. 354, 632. –  Iulius Rufinus Leontius. Cat. n.º 165; pp. 348, 354, 627. –  Saturninus (cognomen). Cat. n.º 130; pp. 507, 539, 580, 618. – M. Sellius Honoratus. Cat. n.º 066; pp. 95, 99, 200, 229, 230, 251, 252, 254–256, 613. –  Sempronius Graecinus. Cat. n.º 232; pp. 363, 364, 606. –  Sempr(onia) Fabiana. Cat. n.º 084; pp. 457, 485, 617.

Gladius, Anejos 19, 2021

–  L. Sempronius Firmanus. Cat. n.º 100; p. 454. – L. Sempronius Pupilus. Cat. n.º 182. – Sempronius Seranus. Cat. n.º 255; pp. 408, 409. – Q. Sempronius Vitulus. Cat. n.os 202, 203, 204; pp. 418, 430–433, 586, 591. – L. Septimius Hermocrates. Cat. n.º 259; pp. 574, 578, 629, 630, 632. – L. Septimius Sempronianus. Cat. n.º 266; pp. 579, 581, 620, 621. – M. Sentius Bucco. Cat. n.º 045; p. 302. – Severus. Cat. n.º 187; pp. 602, 606, 607. – G. Sevius Lupus. Cat. n.º 225; p. 118. – M. Silonius Silanus. Cat. n.º 229; p. 273. – Staberius Feli[x]. Cat. n.º 123; pp. 469, 470, 484, 525, 526, 541, 559. – Sulpicia Celeriana. Cat. n.º 153; pp. 458, 459. – Sulpicius Cilo. Cat. n.º 263; pp. 331, 579, 630. –  Sulpic(ius) Fuscin(us). Cat. n.º 153; pp. 458, 459. – Sulpicius Placidinus. Cat. n.º 003; pp. 163, 166, 167, 175, 176–178, 184–187, 213, 214, 626, 632. – Sulpicius Messor. Cat. n.º 003; pp. 178, 632. –  Sulpic(ius) Sabin(us). Cat. n.º 153; pp. 458–460. – Sulpicius Sulla. Cat. n.º 195; pp. 422, 606. – G. Sulp(icius) Afr(icanus). Cat. n.º 228. – L. Sulpicius Rufus. Cat. n.º 238; p. 607. G. Sulpicius Ursulus. Cat. n.º 228; –  pp. 627, 628. – C. Tadius Ianuarius. Cat. n.º 117; pp. 471, 475, 507, 559. – C. Tadius Lucanus. Cat. n.º 117; pp. 471, 472, 474, 507, 508, 559. – M. Terentius. Cat. n.º 028; p. 178. – Terentius Bassinus. Cat. n.º 098; pp. 457, 632. – G. Terentius Reburri[nus]. Cat. n.º 170; pp. 380, 406, 600, 602, 604, 606, 607. – Q. Tullius Maximus. Cat. n.º 039; pp. 61, 64, 71, 75, 94–99, 133, 234-236, 252, 312, 612.

Gladius, Anejos 19, 2021

ÍNDICES ONOMÁSTICOS 

–  Ulpia Iuventina. Cat. n.º 119; pp. 469, 471, 482, 485, 507, 525, 527, 539, 634. – Ulpius Marcianus. Cat. n.º 151. – Ulpius Maced(o). Cat. n.º 096; p. 482. – Val(eria) Amma. Cat. n.º 011; p. 142. – Valeria Calliste. Cat. n.º 103; pp. 464, 524, 539, 633. – Val(eria) Lup. Cat. n.º 118; pp. 471, 633. –  Valeria Primula. Cat. n.º 108; pp. 457, 534, 539, 633. – C. Valerius Avilius. Cat. n.º 081; p. 602. – G. Vale[rius-]. Cat. n.º 131; pp. 454, 517, 552. – Val(erius) Atticus. Cat. n.º 113; pp. 457, 459, 570, 633. – L(ucius) Val(erius) Q(---). Cat. n.º 090; p. 617. – L. Valerius Barbarus. Cat. n.º 088; pp. 450, 457, 460, 498, 504, 539. – Q. Valerius Bucco. Cat. n.º 196; pp. 246248, 400, 616. – C. Valerius Carus. Cat. n.º 226; pp. 256, 287, 319, 325, 366, 370, 594, 596. – C. Valerius Donatus. Cat. n.º 205; pp. 423, 424, 591, 593, 594. – Valeri(us) Euvanthes. Cat. n.º 130; p. 472. – L. Val(erius) Falernu[s] [C]otoninus. Cat. n.º 177; pp. 380, 400, 402, 629. – Val(erius) Festus. Cat. n.º 264. –  G. Valerius F[la]vinus. Cat. n.º 198; pp. 426, 428, 629, 632. –  [G.] Valerius [F]lavus. Cat. n.º 198; pp. 426, 428, 458, 460, 467, 481, 485, 554, 617, 619, 629, 632. – L. Valerius Flavus. Cat. n.º 099; pp. 467, 554, 617, 619. – M. Valerius Flavus. Cat. n.º 089; pp. 458, 460, 481, 485, 617. – L. Valer(ius) Festus. Cat. n.º 083; pp. 581, 621. –  G. Val(erius) Firmanus. Cat. n.º 199; pp. 426, 428, 629, 632. M. Val(erius) Geminus. Cat. n.º 243; –  pp. 396, 397, 621. – T. Val(erius) Goliara. Cat. n.º 211; pp. 213, 380, 400, 401.

697

–  M. Val[erius?] Her(m)es. Cat. n.º 089; pp. 458, 481, 485, 617. – L. Valer(ius) Latinus. Cat. n.º 142. – M. Val(erius) Lavinus. Cat. n.º 243; pp. 396, 398, 620. M. Valerius Licini[anus]. Cat. n.º 027; –  pp. 164, 166, 168, 173, 178, 188. – Val(erius) Lupus. Cat. n.º 167; pp. 249, 250, 271, 272, 274. – L. Valer(ius) Maternus. Cat. n.º 083. –  G. Valerius Marcianus. Cat. n.º 100; p. 454. – Va(lerius) Marcellinus. Cat. n.os 011, 047; p. 141. – Val(erius) Paternus. Cat. n.º 269. –  L. Valerius Pater[nus]. Cat. n.º 209; pp. 380, 411, 414, 415. – T. [V]alerius Paternus. Cat. n.º 208. –  G. Val(erius) Reburrus. Cat. n.º 101; pp. 482, 524, 526, 527, 541, 617. –  L. Val(erius) Reburrus. Cat. n.º 103; pp. 464, 465, 500, 501, 524, 527, 539, 633. – Valerius Reburrinus. Cat. n.º 101; pp. 482, 524, 541. – Val(erius) Rufus. Cat. n.º 154; p. 464. – C. [Valerius?] Sabi[nus---?]. Cat. n.º 185. –  L. Valerius Secundus. Cat. n.º 159; pp. 476, 479, 509, 539, 552, 601, 606, 607. –  M. Valerius Secundus. Cat. n.º 059; pp. 200, 204–206, 223, 226, 227, 589. –  M. Val(erius) Secundus. Cat. n.º 130; pp. 172, 203, 474, 475, 507, 539, 619. – Val(erius) Sempronian(us). Cat. n.os 045, 046; pp. 302, 305, 579. – L. Valerius Severus. Cat. n.º 091; pp. 482, 509, 617. – L. Valerius Severus. Cat. n.º 162; pp. 296, 348, 352, 600, 601. – L. Valerius Silvanus. Cat. n.º 213; pp. 287, 288, 320, 326, 366, 593, 594, 596. – C. Valerius Valens. Cat. n.º 239; pp. 296, 329, 369, 605, 607. – Val(erius) Valens. Cat. n.º 042; pp. 301, 305, 604. – Val(erius) Victor. Cat. n.º 050; pp. 301, 303, 367, 604.

698

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

– Valius Velox. Cat. n.º 159; pp. 476, 601, 606. – C. Varius Domita[nus]. Cat. n.º 192; pp. 285, 421, 422, 424, 591, 593, 594. – Vecius. Cat. n.º 160; pp. 348–351. – Velinus. Cat.º 221; pp. 323, 330, 331,603, 609. – Verecundus. Cat. n.º 075. – Vero[bli]us. Cat. n.º 160; p. 590. – L. Versenus Aper. Cat. n.º 067; pp. 93, 201, 230, 242, 246, 247, 250, 271, 399, 400, 613. – Vettia Sabina. Cat. n.º 026; pp. 174, 178.

Gladius, Anejos 19, 2021

– Victorius Secundus. Cat. n.º 166; p. 357. – Victorius Victor. Cat. n.º 166; pp. 303, 367. –  G. Victorius Victorinus. Cat. n.º 166; pp. 349, 356–360, 362, 368, 626, 627, 632. – [---] Virillius. Cat. n.º 020; pp. 170, 171, 178, 188, 207. – L. Visellius Niger. Cat. n.º 186; pp. 381, 411, 416, 417, 516. – M. Volumnius. Cat. n.º 062; pp. 200, 203, 206, 224, 227. – Zoilus. Cat. n.ºs 042, 043; pp. 301, 302, 305.

Índice de unidades militares – Ala I Augusta. Cat. n.º 184; pp. 118, 331, 333, 373, 379, 404, 412, 593, 596. – Ala I Cl(audia) G(allorum). Cat. n.º 216; pp. 332-334. – Ala II Flavia. Cat. n.º 231; pp. vid. infra Ala II Fla(via) Hispanorum c(ivium) R(omanorum. –  Ala II Fla(via) Hispanorum c(ivium) R(omanorum). Cat n.os 001, 004, 034, 046, 047, 055, 064, 066–068, 070, 071?, 221, 270, pp. 118, 119, 138, 142, 152, 163, 167, 172, 183, 190, 195, 197, 199, 200–203, 209, 211, 213, 222, 228–230, 232, 233, 242, 251, 253, 255, 256, 259, 261–268, 271, 283, 295, 297, 302, 305, 306, 330, 331, 341, 367, 369, 516, 577, 580, 598, 600, 601, 603, 606, 609–613, 624, 627, 628. –  Ala II Fla(via) Hispanorum c(ivium) R(omanorum) Galliana Volusiana. Cat. n.º 065; pp. 265, 266. – Ala II Tracum. Cat. n.º 063; pp. 614, 615, 200, 203. – Ala Asturum IIII. Cat. n.º 254.

– Ala Sabiniana. Cat. n.º 230. – Ala [S]u[lp]ic[i]a[e] c(ivium) R(omanorum). Cat. n.º 002. – Ala Tauriana. Cat. n.os 203, 204; pp. 182, 419, 421, 422, 431, 432, 591, 600, 602, 606. – Ala Taur(iana) Vic(trix) Tor(quata) c(ivium) R(omanorum). Cat. n.º 195. –  Ala Thracum Herculana. Cat. n.º 150; pp. 487, 489. – Cohors [---?]. Cat. n.º 136. – Cohors I. Cat. n.os 141, 142. – Cohors II. Cat. n.º 145. – Cohors I Celtiberorum. Cat. n.os 041, 043, 044, 049, 121, 168, 169; pp. 39, 86, 100, 246, 249, 271, 273, 274, 305, 306, 309, 314, 315, 328, 388. –  Cohors I Flavia Lusitanorum. Cat. n.º 056. – Cohors I Gallica. Cat. n.os 043-045, 047, 052; pp. 88, 172, 273, 300, 305, 306, 314, 315, 332, 343, 379, 384–389, 599, 614.

Gladius, Anejos 19, 2021

BIBILIOGRAFÍA Y FUENTES CLÁSICAS 

– Cohors I Gallica c(ivium) R(omanorum). Cat. n.º 229; pp. vid. supra Cohors I Gallica. – Cohors I Gallica Equitata civium Romanorum. Cat. n.os 210, 237; pp. 384, 385, 387. – Cohors Germanorum. Cat. n.os 203, 204; pp. 431, 432 – Cohors III Lucensium. Cat. n.º 160; p. 284. – Cohors IIII Lingonum. Cat. n.º 097. – Cohors IIII Praetoria. Cat. n.º 228. – Cohors IIII Thracum. Cat. n.º 140. –  Cohors V Bracarorum. Cat. n.º 191; p. 408. – Cohors VI Astur(um). Cat n.º 002. – Cohors VIII Prae(toria). Cat. n.º 214. – Cohors XII Urbana. Cat. n.º 228. – Cohors Nova Tironum. Cat. n.os 140, 146; pp. 488, 489. – Cohors Thracum. Cat. n.º 024; pp. 170, 284, 329, 366, 369. – Equites Singulares Augusti. Cat. n.os 116, 119; pp. 104, 109, 119, 467–469, 484, 489, 491, 545, 566–570. – Legio I Adiutrix. Cat. n.os 030, 119. – Legio I Italica. Cat. n.º 006; pp. 76, 116, 176. – Legio I Minervia Pia Fidelis. Cat. n.os 097, 228; p. 363. – Legio II [---]. Cat. n.º 245. –  Legio II Adiutrix. Cat n.os 022, 196; pp. 175, 247, 295, 297. Legio II Augusta. Cat. n.os 208, 234; –  pp. 45, 298, 334, 365, 379, 400. – Legio II Traiana. Cat. n.os 119, 128, 130. – Legio III Augusta. Cat. n.os 130, 228, 247; pp. 105, 106, 123, 576. – Legio III Cyrenaica. Cat. n.os 097, 128, 156. – Legio III G[allica---?]. Cat. n.º 256. – Legio III Italica. Cat. n.º 156. – Legio IIII Flavia. Cat. n.os 128, 249. – Legio IIII Macedonica. Cat. n.os 201, 205; pp. 40, 45,46, 53, 59, 157, 285, 292, 371, 374, 378, 382–384, 386–389, 392, 393, 413, 419, 423, 425, 426, 447, 587, 592, 599.

699

– Legio V?. Cat. n.º 027. – Legio VI. Cat. n.os 075, 157, 192, 251; pp.  46, 57, 61, 182, 287, 296, 326, 374, 375, 381, 407, 409, 421, 422, 424, 446, 447, 476, 479, 513, 591, 593, 599, 632. – Legio VI Vic(tricis) Cat. n.os 002, 030, 128, 187, 213, 239, 250; pp. 39, 40, 45, 46, 49, 57, 59–61, 65, 67, 163, 177, 182, 184, 285, 287, 292, 295, 296, 326, 329, 369, 374, 379, 381, 384, 406–409, 413, 419, 421, 422, 444–446, 472, 476, 479, 481, 513, 587, 589, 590, 591–594, 595–599, 604– 607, 610. – Legio VI Ferrata. Cat. n.º 102; pp. 439, 460. – Legio VII Claudia. Cat. n.º 119. – Legio VII Cl(audiana) P(ia) F(elix). Cat. n.º 215; pp. 303, 337, 368. – Legio VII Gemina. Cat. n.os 007, 079, 082, 087, 089, 118, 119, 129, 154, 176, 212, 227, 268; pp. 23, 39, 40, 43, 45, 47, 49, 56, 57, 59–62, 64, 65, 67, 71, 74, 75, 79, 80, 84, 86, 90, 98, 100, 103, 104, 107, 108, 111– 114, 119, 121, 122, 128–131, 138–143, 172–175, 177, 190, 197, 202, 208, 209, 236, 237, 239, 252, 267, 273, 275, 284, 288–290, 294–296, 299–301, 304–307, 309, 310, 313, 318, 329, 335, 337, 338, 340, 341, 345-347, 352–355, 358, 359, 362–367, 374, 375, 378, 380, 381, 393, 395–402, 406, 410, 416–419, 426–429, 440, 441, 449, 450, 452, 455, 456, 460, 463–483, 490, 491, 502, 503, 506, 507, 513, 531, 535, 551, 554, 555, 565, 566, 569, 574–584, 597, 598, 600–605, 608, 610, 614, 619, 620, 624–627, 629. – Legio VII Gemina F(elix). Cat. n.os 009, 012, 013, 015, 017, 039, 039b, 041–043, 046, 050–052, 077, 078, 080, 081, 083, 084, 086, 088, 090, 091, 093–096, 099, 100, 116, 117, 122, 130, 133, 134, 156, 159, 162, 170, 171, 174, 180, 193, 194, 198, 223, 232, 233, 236, 246–249, 258, 262, 265; pp. 62, 75. – Legio VII Gemina P(ia) F(elix). Cat. n.os 005, 008, 010, 023, 026, 033, 038, 102– 108, 111–113, 123, 125, 153, 177, 199,

700

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

200, 220, 235, 240–242, 244; pp. 71, 338, 353, 362. – Legio VII Gemina P(ia) F(elix) Severiana [Alexandriana]. Cat. n.º 120. –  Legio VII Gemina Antoniniana P(ia) F(elix). Cat. n.os 035, 124, 166, 263; p. 71. – Legio VII Gemina Pia Felix Maximiniana. Cat. n.os 257, 267. – Legio VII Gemina Severiana Alexandriana. Cat. n.º 029. – Legio VIII Augusta. Cat. n.º 119; pp. 244, 471, 475, 482, 634. – Legio IX Hispana. Cat. n.º 172; pp. 374, 380, 389, 605. – Legio X Fretensis. Cat. n.º 128; p. 472. – Legio X Gemina. Cat, n.os 018–021, 025, 058, 059, 060–062, 069, 135, 158, 185, 209, 222, 224, 226, 271; pp. 39, 40, 45, 46, 48, 49, 59, 153, 156, 157, 161, 162, 165, 169-171, 180, 195, 196, 199–203, 205, 207–209, 218, 236, 268, 282, 283, 286, 292, 293, 319, 325–328, 352, 370, 372, 379, 386, 392, 413, 414, 416, 418, 424, 441, 444–447, 466, 477, 518, 587-589, 591, 592, 598, 599. – Legio XII Fulminata. Cat. n.º 127; pp. 472, 473, 618, 634, 581.

Gladius, Anejos 19, 2021

–  Legio XIIII Gemina (Victrix). Cat. n.º 119, 130, 265, 266; pp. 257, 471, 472, 475, 482, 581. – Legio XV Apollinaris. Cat. n.os 248, 250; pp. 363, 573, 574. – Legio XX. Cat. n.º 054. – Legio XX Victrix. Cat. n.º 156; pp. 472, 475. – Legio XIIX. Cat. n.os 211, 228. – Legio XXI Rapax. Cat. n.º 252; p. 574. – Legio XXII Primigenia. Cat. n.os 126, 150, 156; pp. 380, 400, 471, 475. –  Legio XXX Ulpia. Cat. n.os 128, 247; pp. 472, 573. – Leggionum duarum. Cat. n.º 164. – Legio Martia. Cat. n.º 147; p. 549. – Praefectura Insularum Baliarum. Cat. n.os 143, 144. – Praefectura orae maritimae. Cat. n.os 140– 143, 145, 146, 148–150; pp. 43, 417, 443, 487, 488, 569, 610. – Symmachia Asturum. Cat. n.º 228; p. 628. – Tabularium. Cat. n.º 165; pp. 104–106, 112, 354, 451, 626, 627. – Vexillatio (legionis VII Gemina). Cat. n.os 009, 041, 046, 050, 244; pp. 79, 86, 97, 111, 161, 301, 302, 398, 399, 402, 477, 491, 573, 574, 577, 620, 621.

Gladius, Anejos 19, 2021

ÍNDICES ONOMÁSTICOS 

701

Índice de rangos militares* – Adiutor principis. Cat. n.º 151; p. 451. – Architectus. Cat. n.º 225; p. 118. – Armorum Custos. Cat. n.os 011, 040, 089; pp. 108, 138, 139, 141, 143, 149, 221, 222, 458, 460, 617, 623, 625, 631. – Beneficiarius. Cat. n.os 099, 153; pp. 173, 317, 359, 381, 392, 397, 398, 455, 457, 460, 461, 465, 467, 504, 549, 550, 553– 558, 561–563, 570, 572, 578, 617, 621, 628–634. Beneficiarius consularis. Cat. n.os 084, –  088, 092–094, 098, 102, 105, 108, 113, 178, 243, 259, 269, D97; pp. 318, 393, 395, 450, 457, 460, 578, 617, 621, 629– 634. – Beneficiarius legionis. Cat. n.os 089, 106, 112; pp. 381, 393, 398, 457, 458, 617, 633. – Beneficiarius procuratoris. Cat. n.os 028, 041–043, 045; pp. 164, 166, 168, 172, 318. – Beneficiarius tribuni (cohortis VIII Praetoriae). Cat. n.º 214; pp. 309, 334. – Campidoctor. Cat. n.º 116; pp. 109, 118, 119, 331, 468, 471, 475, 618. –  Centurion/es. Cat. n.os 015, 018–021, 024, 041–043, 045, 049, 050, 052, 058, 069, 075, 076, 082, 097, 116–120, 122, 127–130, 134, 156–158, 162, 164, 166, 184, 192–194, 196, 215, 220, 222, 224, 227, 228, 232, 244, 247–249, 261, 272; pp. 331, 333, 334, 337–339, 348, 349, 352, 353, 355–360, 362, 363, 366, 368, 369, 381, 384, 388, 395, 396, 398, 399, 404, 415, 424, 430, 433, 440, 441, 443,

451, 464–466, 468–475, 480, 482, 483, 507–509, 512, 520, 525–527, 529, 539, 541, 542, 548–558, 561–563, 565–567, 569, 571, 573–576, 579, 581, 591, 593– 596, 601, 602, 610, 618–621, 626–628, 630, 632–634. – Commentarienses. Cat. n.º 100; pp. 104, 106, 441, 451, 452, 475, 582, 617. –  Commentariensis. Cat. n.os 095, 152; pp.  334, 451–455, 462, 465, 549, 551, 553, 556, 557, 617, 618, 634. – Conmanipularis. Cat. n.º 049; pp. 309, 614. – Cornicularii. Cat. n.º 100; pp. 104–106, 441, 451, 452, 475, 582, 617, 619. – Cornicularius. Cat. n.º 115; pp. 78, 105, 106, 112, 259, 309, 334, 452, 481, 485, 532, 533, 550, 617, 633. –  Cornicularius consularis; Cat. n.os 085, 100, 115; pp. 452, 481, 633. – Cornicularius praefectorum praetorii. Cat. n.º 029; p. 112. – Cornicularius tribuni (cohortis VIII Praetoriae). Cat. n.º 214; p. 309. – Curator fisci (cohortis VIII Praetoriae). Cat. n.º 214; pp. 61, 138, 139, 141, 309. – Decurio (Alae). Cat. n.os 041, 044, 046, 047, 050, 052, 216, 254; pp. 43, 85, 230, 249, 272, 303, 305, 308, 332–335, 367, 369, 384, 432. –  Decurio Equitum. Cat. n.os 202–204; pp. 207, 259, 431, 591. – Discens armaturae. Cat. n.º 123; pp. 525– 527, 541, 559, 634.

*  Se incluye el cargo de legatus Augusti pro praetore, no como rango militar per se, pero sí como máxima autoridad de los ejércitos peninsulares.

702

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

– Dux legionis Cat. n.º 005; pp. 79, 121, 163, 166, 189–191, 357. – Eques. Cat n.os 001, 034, 056, 063, 071?, 195; pp. 119, 138, 139, 152, 163, 165–167, 178, 185, 186, 200, 203, 210, 226, 256, 259, 297, 387, 389, 432, 602. – Eques alae. Cat. n.os 231, 254; pp. 60, 64, 139, 140, 152, 163, 166, 167, 185, 213, 218, 226, 259, 295, 297, 321, 341, 369, 388, 421, 432, 594, 600, 602, 609, 612, 613, 615, 628. – Eques cohortis. Cat. n.º 198; pp. 165, 366, 369, 426, 428, 599, 629, 632. – Eques duplicarius. Cat. n.º 207; pp. 379, 385, 386. – Eques/Equites Singular/es. Cat. n.os 116, 119; pp. 104, 109, 119, 467–469, 471, 475, 484, 489, 490, 509, 545, 566, 568–570. – Equites. Cat. n.os 001, 035, 184; pp. 381, 403, 404, 412, 591, 593, 600, 623, 624. – Evocatus. Cat. n.os 155, 214; pp. 170, 258, 259, 316, 472, 506, 540, 634. – Frumentarius/Frumentarii. Cat. n.os 102, 103, 118, 154; pp. 457, 460, 462–466, 471, 474, 475, 480, 524, 539, 549, 558, 632, 633. – Hastatus. Cat. n.º 126; pp. 466, 471, 473, 525, 527, 539, 618. – Hastatus prior. Cat. n.os 119, 128; p. 469. – Imaginifer. Cat. n.os 009, 043; pp. 59, 63, 65, 71, 74, 78, 83, 84, 86, 129, 273, 612. – Legatus Augusti per Asturiam et Gallaeciam. Cat. n.º 005; pp. 121, 190, 328. – Legatus Augusti pro praetore Hispaniae Citerioris. Cat. n.os 014, 031, 032, 057, 100, 120; pp. 29, 60, 245, 288, 451, 578. – Legatus legionis. Cat. n.os 012, 013, 017, 030; pp. 43, 60, 63, 83, 84, 601. – Miles Alae?. Cat. n.os 055, 255. – Miles/Milites. Cat. n.os 007, 008, 015, 018– 021, 037, 039, 039b, 058, 060–062, 069, 075–077, 082, 087, 088, 090, 099, 104, 107, 111, 122, 123, 133–135, 153, 157, 159, 162, 171, 172, 176, 177, 185,187, 190, 192–194, 196, 198, 205, 206, 209, 211– 213, 222, 226, 227, 232, 233, 235, 236, 242, 246, 252, 258, 262, 263, 271; pp. 59–

Gladius, Anejos 19, 2021

65, 84, 87, 104, 113, 118, 133, 138–142, 154, 163, 164, 166–170, 175, 178, 182, 184, 200, 201, 203–209, 226, 234–236, 240, 246, 247, 249, 250, 259, 284–286, 289, 295, 296, 299, 309, 314, 319–321, 325, 327, 329, 334, 348, 352, 362, 363, 366, 367, 369, 370, 373, 380–382, 385, 399, 400, 403, 407, 409, 411, 414, 417, 421, 423, 424, 426, 445, 446, 450, 451, 457, 460, 462, 467, 475, 477, 478, 481, 486, 497, 504, 509, 514, 520, 523, 525, 540, 541, 549, 550, 552, 557, 560–563, 573, 574, 577, 579, 589–591, 593, 594, 596, 600–602, 604–609, 616–618, 621, 623, 629–634. – Miles/Milites cohortis. Cat. n.os 024, 042, 044, 045, 047, 049, 160, 191, 237; pp. 164, 284, 302, 309, 348, 366, 367, 382, 407, 590, 615. – Miles otonianus. Cat. n.º 188; pp. 382, 411, 414, 602. – Missicius. Cat. n.º 175, 260; pp. 331, 380, 403, 404, 580, 593, 600, 604, 609, 630. – Optio. Cat. n.os 167, 209, 257; pp. 59,60, 63, 64, 105,106, 138, 143, 246, 249, 257, 271, 272, 274, 277, 279, 309, 354, 380, 411, 415, 451, 516, 574, 577, 612, 613. – Optio eqquitum. Cat. n.os 008, 034; pp. 59, 60, 63, 64, 138–140, 143. – Optio in centuria (cohortis VIII Praetoriae). Cat. n.º 214; p. 309. – Praefectus. Cat n.º 002; pp. 277, 278, 385, 388. – Praefectus alae. Cat. n.os 067, 150, 181, 183; pp. 118, 201, 230, 232, 234, 246, 381, 411. –  Praefectus cohortis. Cat. n.os 097, 121, 140–142, 145, 146, 183, 210; pp. 92, 599, 234, 240. –  Praefectus equitum. Cat. n.os 002, 004, 066, 068, 070, 270; pp. 163, 166, 167, 231, 613. – Praefectus fabrum. Cat. n.os 140–142, 144, 179, 250; pp. 488, 489. – Praefectus Insularum Baliarum. Cat. n.os 143, 144.

Gladius, Anejos 19, 2021

ÍNDICES ONOMÁSTICOS 

– Praefectus orae maritimae. Cat. n.os 140– 143, 145, 146, 148–150; pp. 411, 417, 487. –  Praefectus symmachiariorum Asturum. Cat. n.º 228. – Praepositus. Cat. n.º 116; pp. 118, 119. – Praeses. Cat. n.os 120, 125; pp. 193, 441, 450–453, 466. Primus pilus (primipilo). Cat. n.os 020, –  029, 038, 228, 253, 266; pp. 60, 61, 65, 67, 71, 72, 110, 112–114, 116, 126, 133, 178, 208, 258, 359, 473, 576, 581, 621, 628. –  Princeps Vexillationis. Cat. n.º 257; pp. 574, 576, 577. – Procurator Augustorum. Cat. n.º D42; pp. 61, 64, 125, 137. Quaestinorarius. Cat. n.º 095; pp. 452, –  462, 617, 619. – Sesquiplicarius. Cat. n.º 173; pp. 380, 615. – Signifer. Cat. n.os 041, 042, 168, 214, 229, 230, 234, 261; pp. 86, 185, 232, 271, 273, 274, 295, 298, 308, 309, 321, 343, 365, 579, 580, 600, 606, 624. –  Speculator/es. Cat. n.os 083, 093, 100, 125, 131; pp. 318, 441, 451–455, 457–459, 463–465, 475, 480, 499, 504, 506, 508, 539, 540, 549–553, 555–557, 582, 617, 619, 634.

703

– Strator/es. Cat. n.º 099; pp. 453, 466, 467, 489, 554–556, 570, 617, 619. – Subpraefectus cohortis. Cat. n.os 203, 204; pp. 420, 431, 586, 591. – Tesserarius. Cat. n.º 043; pp. 302, 309. – Tribunus militum Cat. n.os 002, 006, 010, 016, 124, 147, 150, 183, 250, 265, 268; pp. 59, 60, 63–65, 139, 141, 178, 208, 234, 277, 487, 550. – Tubicen. Cat. n.º 019; pp. 163, 166, 167, 170, 207, 259, 348. – Venatores. Cat. n.º 068; pp. 99, 231–233, 235, 237. – Veteranus/Veterani. Cat. n.os 022, 023, 025, 026, 033, 051, 054, 059, 075, 078–081, 084, 086, 091, 094, 096, 101, 110, 136–139, 161, 170, 174, 179, 182, 186, 189, 197, 199, 200, 201, 208, 238–240, 245, 267; pp. 247, 258, 259, 274, 284, 285, 294, 296–299, 303, 304, 309–313, 321, 329–332, 338, 339, 347–349, 351–355, 366–368, 379–382, 386–388, 400, 401, 404–407, 410–413, 415–419, 423, 425–430, 445–448, 457, 458, 481, 482, 527, 531, 549, 550, 555, 557, 562, 573, 574, 579, 584, 589–591, 593, 594, 600, 601, 604, 607, 615–617, 623, 626–629, 631–634.

704

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

Gladius, Anejos 19, 2021

Índice topográfico general

– Abedes. Cat. n.º 220; pp. 80, 323, 339, 369, 628. – Aldeia Nova (Miranda do Douro). Cat. n.º 230; pp. 297, 338. Alcubilla de Avellaneda. Cat. n.º 179; –  pp. 381, 410, 412, 590. – Amaya. Cat. n.º 178; pp. 381, 393, 396– 398. – Ampurias. Cat. n.º 244; pp. 100, 398, 572, 573, 621. – Añavieja. Cat. n.os 175, 184; pp. 118, 119, 330, 331, 372, 380, 381, 402, 403, 405, 412, 591, 594, 600, 604, 609. – Arancón. Cat. n.º 190; pp. 118, 119, 331, 337, 382, 402, 403, 405. –  Astorga. Cat. n.os 001–004, 006, 018, 019–028, 056; pp. 58, 59, 76, 77, 80, 99, 102, 121, 125, 149, 152, 153, 160, 161, 163, 164, 166–171, 173, 176, 178, 179, 181, 184, 186–190, 193, 200, 202, 207, 210, 213, 214, 218, 225, 228, 247, 259, 261–265, 276, 277, 284, 294–296, 299, 318, 321, 341, 348, 352, 357, 589, 590, 595, 600, 606, 632. – Babe (Bragança). Cat. n.º 231; pp. 185, 213–215, 321, 369, 627, 628. – Baeza. Cat. n.º 263; pp. 118, 331, 579, 583, 630. – Bañales (Los). Cat. n.os 202–204; pp. 43, 418, 420, 422, 430–433, 591. – Barcelona. Cat. n.º 245–250; pp. 46, 207, 573, 621. – Braga. Cat. n.os 232, 233; pp. 295, 296, 303, 320, 321, 325, 338, 340, 341, 363, 365, 368, 369, 600, 606, 627, 628. – Belorado. Cat. n.º 182; pp. 377, 381.

Burgo de Osma. Cat. n.os 171, 211; –  pp. 40, 213, 246, 249, 371, 372, 378, 380, 399–402, 587. – Calahorra. Cat. n.os 192, 195; pp. 421, 422, 425, 591, 593, 594, 600, 606. –  Caldas de Reyes. Cat. n.os 222–224; pp. 208, 424, 593–595. – Cartagena. Cat. n.os 258, 259; pp. 574, 576, 601, 607, 630, 632. – Castrecías. Cat. n.º 172; pp. 45, 377, 380, 389, 605, 607. – Castrelo do Val. Cat. n.º 216; pp. 323, 269. – Chaves (Vila Real). Cat. n.º 234; pp. 45, 57, 112, 266, 275, 283, 288, 289, 295, 298, 299, 321, 366, 600, 601, 606. – Cidadela (Sobrado dos Monxes). Cat. n.os 167–169; pp. 39, 54, 59, 246, 249, 271– 276, 315, 329, 388, 610, 612, 613, 624. – Ciudadela. Cat. n.º 206; p. 616. – Contreras. Cat. n.º 187; pp. 152, 182, 381, 407. – Cornoces. Cat. n.º 212; pp. 57, 276, 289, 290, 295, 323, 329, 366, 598, 609. – Coruña (La). Cat. n.º 225; pp. 39, 59, 118, 269, 286, 288, 315. – Crémenes. Cat. n.º 054; p. 604. – Denia. Cat. n.º 257; pp. 277, 574, 576. – Duratón. Cat. n.º 196; pp. 246–248, 377, 399, 616. – Espiño (Oimbra). Cat. n.º 221; pp. 118, 323, 329, 331, 369, 425, 609. – Figueras. Cat. n.º 243; pp. 398, 572, 573, 621. – Herrera de Pisuerga. Cat. n.os 207, 210, 272; pp. 33, 40, 46, 53, 58, 59, 157, 374,

Gladius, Anejos 19, 2021

ÍNDICES ONOMÁSTICOS 

375, 378–380, 382, 384, 385, 387, 392, 406, 587, 593, 595, 598, 599. – Játiva. Cat. n.º 269; pp. 395, 398. – Lara de los Infantes. Cat. n.os 174, 191, 255; pp. 40, 372, 378, 380, 382, 406–410, 412, 413, 600, 604, 606, 615. – Leiva (Murillo de Río Leza). Cat. n.º 197; pp. 423, 424. – León. Cat. n.os 007–017; 029–039, 039b, 040, D40–D44; pp. 33, 40, 43, 46, 55– 63, 67–69, 70–72, 74–77, 79–115, 118– 165, 174, 177–181, 184, 187, 188, 191, 193–196, 201, 208, 221, 234, 236, 237, 239–241, 252, 259, 260, 278, 283, 284, 290, 293, 295, 301–304, 309, 310, 312, 320–322, 328, 331, 356, 341, 345, 349, 354, 336–367, 370, 405, 449, 456, 459, 516, 566, 590, 593, 604, 609, 613–615, 623–627, 631, 632. –  Linares–Cazlona. Cat. n.os 264–266; pp. 579, 581, 620, 621. – Liria. Cat. n.º 253; pp. 574, 576, 620, 621. – Lovios–Bande (Sierra de Xures). Cat. n.º 218; pp. 322, 324, 370. – Lugo. Cat. n.os 160–166; pp. 325, 348– 351, 353, 354, 356, 359–362, 366, 370, 395, 398, 590, 594, 600, 627, 632. – Luyego. Cat. n.º 049, 050, 052; pp. 43, 100, 111, 160, 173, 302–309, 314, 315, 332, 334, 367, 396, 399, 516, 613–615. – Montejo de Tiermes (Noviales). Cat. n.º 177; pp. 118, 331, 377, 380, 381, 400, 401, 629. – Muez. Cat. n.º 208; pp. 45, 379. – Ocaña. Cat. n.º 261; pp. 579, 580. – Peñalba de Castro. Cat. n.os 180, 181, 185, 186, 188, 189, 209; pp. 277, 377, 380–382, 404, 406, 411–413, 591, 594, 600, 606, 615. – Perales de Milla. Cat. n.º 260; pp. 579, 580. – Pina de Esgueva. Cat. n.º 176; pp. 377, 380, 629. – Poza de la Sal. Cat. n.º 173; pp. 377, 380, 615. –  Priaranza de Valduerna. Cat. n.º 053; pp. 304, 315. –  Rairiz de Veiga. Cat. n.os 229, D213; pp. 118, 322, 323, 343, 344, 370.

705

– Rosinos de Vidriales. Cat. n.os 058–062, 065–067, 070–074; pp. 43, 58, 59, 99, 157, 161, 162, 181, 185, 189, 194, 198, 199, 201, 208, 210, 212–215, 220–227, 236, 246, 251, 263–266, 268, 284, 331, 341, 516, 589, 590, 613, 624. – Rua de Valdeorras (La Cigarrosa). Cat. n.º 214; pp. 309, 316, 369. – Sagunto. Cat. n.os 114, 254, 256; pp. 385, 574, 576, 601. – Saldanha (Mogadouro). Cat. n.os 240, 241; pp. 303, 321, 337, 338, 368, 369, 627, 628. – San Millán de la Cogolla. Cat. n.º 193; pp. 426, 427, 629, 632. – San Pedro de Arlanza. Cat. n.º 170; p. 407. – San Pedro de la Viña. Cat. n.os 064, 068; pp. 234, 236, 238, 241, 263, 265, 266. – San Román de Cervantes. Cat. n.º 226; pp. 236, 285, 319, 325, 370. –  Santa Comba de Bande. Cat. n.º 219; pp. 118, 276, 277, 279, 322, 324, 331. – Santa Olaya de Varga. Cat. n.º 055. – Santo Tirso. Cat. n.º 213; pp. 116, 285, 287, 320, 326, 366, 593, 594. – Santo Tome. Cat. n.º 217; pp. 285, 323, 328, 370. Segorbe (Villanueva de Viver). Cat. n.º –  252; pp. 574, 576. – Tardemézar. Cat. n.º 069; pp. 156, 196, 210, 211, 218, 220, 221, 223, 224, 226–229, 284. –  Tarragona. Cat. n.os 075–113; 115–152, 155–159, D97; pp. 118, 119, 190, 191, 207, 208, 262, 263, 318, 415, 444, 447, 455, 456, 466, 474, 481, 491, 492, 494–496, 506, 508, 510, 511, 516, 517, 519–522, 527–529, 544, 547, 551, 560, 564, 566, 570, 591, 600, 601, 604, 606, 632–634. – Tiermes. Cat. n.º 183; pp. 118–119, 331, 372, 377, 380, 381, 399–402, 615, 629. – Torrejoncillo del Rey. Cat. n.º 262; pp. 87, 579, 580, 601, 609. – Toya. Cat. n.os 267, 268; pp.579, 630. – Tres Minas (vila Pouça de Aguiar). Cat. n.os 235–237; pp. 296, 300, 321, 609, 615. – Tricio. Cat. n.os 194, 198–200; pp. 33, 152, 198, 271, 372, 395, 418, 426, 428–430, 616, 629, 632.

706

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

– Ujo. Cat. n.os 227, 228; p. 227. – Valdeorras (Barco/Rua/Voces de). Cat. n.os 051, 214, 215; pp. 277, 303, 309– 313, 316, 322, 324, 367–369, 614, 615, 628. –  Valença do Minho (Viana do Castelo). Cat. n.º 239; pp. 295, 296, 320, 329, 369, 604, 605, 607. – Varea. Cat. n.os 201, 205; pp. 46, 285, 372, 423, 591, 593, 594. –  Vila Nova de Foz Coa. Cat. n.º 238; pp. 296, 298, 321, 366, 607.

Gladius, Anejos 19, 2021

– Vila Nova de Gaia. Cat. n.º 271; pp. 207, 208, 320, 326, 327, 370, 593, 594. – Vilar de Perdices (Montealegre). Cat. n.º 242; pp. 627, 628. – Villadecanes. Cat. n.º 057; pp. 295, 297, 322, 366, 609. – Villalcampo. Cat. n.º 063; pp. 158, 212, 215, 223, 224, 226, 227, 615. – Villalís. Cat. n.os 041–048; pp. 301, 302, 304, 305, 308, 309, 318, 321, 332, 344, 359, 366, 367, 396, 399, 613, 614, 620. – Vinebre. Cat. n.º 251; pp. 516, 517, 521.

Índice topográfico de origines (Origines en las inscripciones. Sólo números de catálogo) – Aeminia. Cat. n.º 225, Aeminiensis. – Albentimilia. Cat. n.º 159, Domo Albentimilia. – Arsa? Cat. n.º 058, Arsensis. – Asturica Augusta. Cat. n.º 105, cives Asturicensis; Cat. n.º 165, cives Asturicensis; Cat. n.º 238; Asturica. – Augusta Emerita. Cat. n.º 080, Emerita Augusta; Cat. n.º 189, [--E]meritens(is). – Baeterris. Cat. n.º 19, Ba(e)t(e)r(ris). – Barcino. Cat. n.º 142, Barcinonen(sis). – Bononia. Cat. n.º 192, Bononia. – Bracara Augusta. Cat. n.º 022, Brac(ara Augusta); Cat. n.º 028, Bra(carensi); Cat. n.º 087, Brac(ara Augusta); Cat. n.º 153, Bracar(augustanus). – Caesaraugusta. Cat. n.º 186, Caesaraugustanus; Cat. n.º 201, Caes[araugustanus]. –  Calubriga Cat. n.º 214, Gigurro Calubrigen(si). –  Castulo. Cat. n.º 027, ex m(unicipio) Cas[tulon(ensi)?]. – Choba. Cat. n.º 066, domo Choba.

–  Colonia Salaria. Cat. n.º 268, [IIv]ir colonia[e Salariae]. – Cremona. Cat. n.º 062, Crem(ona). – Durrachium. Cat. n.º 075, Dur[ra]chium. – Forum Gigurrorum. Cat.º 214, Gigurro Calubrigen(sis). – Forum Iulii. Cat. n.º 069, Foro Iuli(i). –  Hasta. Cat. n.º 021, dom(o) Has[ta m(iles)]. – Hispania Citerior. Cat. n.º 268, [lus? flamen Augustorum provinci(ae) His[paniae cit(erioris)]; Cat. n.º 006, Hispaniae citerioris. – Felicitas Iulia. Cat. n.º 271, Felic(itatis) Iul(iae). – Italica. Cat. n.º 102, ex provincia Baetica [It]alicensi. – Lancia. Cat. n.º 198, Lanciens[i]. – Lucus Augusti. Cat. n.º 006, ad Lucum Aug(usti). –  Lugdunum. Cat. n.º 207, d(omo) Lugudu[no]. – Lusitania Cat. n.º 225, Lusitanus.

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ÍNDICES ONOMÁSTICOS 

– Lybia. Cat. n.º 039, Tullius e Lybia rector. – Mantua. Cat. n.º 030, [---Mantu?]a. – Narbona. Cat. n.º 018, Nar(bone?); Cat. n.º 086, Narbonensi; Cat. n.º 150, Narbonensi; Cat. n.º 161, d(omo) Na[r]boniensi(!). – Nemausus. Cat. n.º 081, Nemauso. – Nicomedia. Cat. n.º 128, Ni[comedia(?)]. – Pacensis. Cat. n.º 232, Augustanus Pace. – Pisauro. Cat. n.º 117, Pisaurensi. – Poetovio. Cat. n.º 119, Poetovion(e). – Pollentia. Cat. n.º 060, Polent(ia). – Provincia Baetica. Cat. n.º 102, ex provincia Baetica [It]alicensi. –  Provincia Mauretania Caesariensis. Cat. n.º 066, ex provincia Maur[e]tania Caes(ariensis). – Roma. Cat. n.º 004, [do]mo Rom[a]; Cat. n.º 070, [dom]o Roma; Cat. n.º 072, [d]

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omo [Roma]; Cat. n.º 129, domo Roma; Cat. n.º 149, domo Roma; Cat. 270, domo Roma. – Segisama Brasaca. Cat. n.º 077, Seisama. – Tabalaca. Cat. n.º 001, domo Tabalaca. – Toletum. Cat. n.os 098 y 198, Toletano. – Tolosa. Cat. n.º 185, Tolo[o(sa)]. – Serdus? Cat. n.º 024, dom(o) Serdus. – Tracia. Cat. n.º 008, natio(ne) [T?]rax. – Scallabis. Cat. n.º 122, Scallabi. – Sicca Veneria. Cat. n.º 084, oriundo Siccae Veneriae. – Syria. Cat. n.º 251, Sria. – Ugia. Cat. n.º 061, domo Ugia. – Vienna. Cat. n.º 020, Vie(nna); Cat. n.º 082, Vienna. – Civitas Zoelarum. Cat. n.º 040, civi Zoelae.

Índice de tribus

– Aemilia. Cat. n.os 075, 271. – Anniensis. Cat. n.os 059, 062, 069, 186, 250; pp. 170, 205. – Arnensis. Cat. n.os 066, 121. – Fab(ia). Cat. n.os 022, 129; p. 175. – Gal(eria). Cat. n.os 027, 028, 058, 061, 140–142, 144–146, 148, 150, 207, 229, 232, 245, 253; pp. 172, 300, 386, 523. – Mevania. Cat. n.º 078. – Palatina. Cat. n.º 128.

– Pap(iria). Cat. n.os 018, 080, 119, 248. – Pollia. Cat. n.os 60, 100; pp. 205, 244. – Pomptina. Cat. n.º 214; pp. 299, 316. – Pup(inia). Cat. n.º 019. – Quir(ina). Cat. n.os 002, 072, 097, 143, 238, 270; pp. 146, 231, 299, 366, 409. – Sabatina. Cat. n.os 029, 030; pp. 72, 112, 113. – Scaptia. Cat. n.º 025; p. 169. – Sergia. Cat. n.os 222, 268. – Voltinia. Cat. n.os 081, 185, 205; p. 413.

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EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

Gladius, Anejos 19, 2021

Índice de teónimos

– Aesculapius. Cat. n.º D44; pp. 62, 72, 73, 120, 123, 124, 130. – Apollo. Cat. n.º 090; p. 193. – Apruncula cohortis I Gallicae. Cat. n.os 042, 044, 045, 047; pp. 86, 302, 305. Aquila legionis VII Geminae. Cat. n.os –  041, 046, 050, 052, 244; pp. 302, 303, 305, 396, 398, 399, 621. – Atilaecus. Cat. n.º 215; pp. 313, 314, 322, 337. – Bandua. Cat. n.º D213; pp. 117, 118, 273, 323, 342–344. –  Bandua Veigebreaego. Cat. n.º 229; pp. 343, 344. – Deus Vexillorum. Cat. n.º D213; pp. 118, 323, 343. – Diana. Cat. n.os 039, 039b; pp. 71, 73–75, 85, 94–99, 119, 125, 127, 130, 131, 149, 190, 199, 231, 253, 234–241, 250, 252, 258, 269, 312, 325, 328, 612, 613. –  Diana Augusta. Cat. n.º 068; pp. 230, 231, 240, 263. – Diana Sancta. Cat. n.º 070; pp. 230, 231, 241, 263. –  Fortuna. Cat. n.os 067, 167, 171, 251; pp. 40, 69, 93, 110, 126, 127, 194, 229– 231, 242–251, 263, 270–274, 380, 399, 400, 613. – Fortuna Balnearis. Cat. n.º 196; pp. 243, 247, 248, 400. – Fortuna Redux. Cat. n.º 125; pp. 244, 245, 454, 555, 556. –  Genius Asturicensium. Cat. n.º 056; pp. 76, 189. – Genius Castrorum. Cat. n.º 218; pp. 76, 465.

–  Genius equiti legionum? Cat. n.º 217; pp. 79, 285, 323, 328. – Genius legionis (VII Geminae). Cat. n.os 016, 017, 125; pp. 75, 76, 78, 80, 98, 130, 131, 454. – Genius populus romanus. Cat. n.º 220; pp. 75, 80, 338. – Genius Praetor(i). Cat. n.º 005; pp. 79, 191, 450. – Genius stationis Segisamonensium. Cat. n.º 178; pp. 79, 361. – Hercules (Alcidídeo). Cat. n.º 066; pp. 99, 110, 199, 229–231, 241, 242, 251–256, 263, 269, 358, 487, 489, 568, 613. – Isis. Cat. n.º D44; pp. 62, 115, 120, 122, 124, 126, 127, 129–131, 193, 230, 256, 259, 263, 264. – Iuno Regina. Cat. n.º 178; pp. 71, 72, 110, 130, 131, 193, 79, 381, 393, 398. Iupiter Augustus Vltor. Cat. n.º 209; –  p. 414. – I(upiter) O(ptimus) M(aximus). Cat. n.os 005, 041–048, 050, 052, 053, 125, 178, 216; 233, 235–237, 240, 244, 267; pp. 69, 117, 121, 299, 352, 335, 396, 555, 568, 609, 193, 340, 627. –  I(upiter) O(ptimus) M(aximus) D(epulsor). Cat. n.º 240; pp. 338, 627. – I(upiter) S(ocius) Lar[ocu]o. Cat. n.º 242; pp. 627, 323, 340, 341. – Lares. Cat. n.º 212; pp. 127, 252, 356, 425. – Lares Viales. Cat. n.º 164; pp. 287, 290, 325, 349, 355, 356, 359, 360. – Liber Pater. Cat. n.º 005; pp. 62, 72, 73, 79, 120, 121, 130, 131, 189–191.

Gladius, Anejos 19, 2021

ÍNDICES ONOMÁSTICOS 

–  Liber Pater Conservator. Cat. n.º D43; pp. 115, 189, 613. – Luna. Cat. n.º 206; p. 616. – Mars. Cat. n.os 175, 177, 184, 221; pp. 71, 109, 116–118, 120, 130, 131, 146, 193, 258, 259, 268, 278, 323, 331, 341, 380– 382, 400, 403, 405, 467, 468, 470, 545, 566, 568, 585, 598, 609, 618, 628–630. – Mars Augustus. Cat. n.os 190, 225; pp. 117, 331, 382, 403. – Mars Campester. Cat. n.º 116; pp. 109, 118, 119, 618, 467–470, 545, 566. – Mars Cemenilus. Cat. n.º D40; pp. 116, 118–120, 278, 331, 405. – Mars Pater. Cat. n.º 270; pp. 119, 331. – Mars Sanctus. Cat. n.º 263; pp. 118, 119, 331, 579, 583, 630. – Mercurius. Cat. n.º D41; pp. 62, 71–73, 90, 115, 122, 125–128, 130, 131, 147, 424, 616. – Mercurius Augustus. Cat. n.º D42; pp. 62, 72, 125. –  Mercurius Competalis. Cat. n.º 197; pp. 126, 423, 424, 616. – Minerva. Cat. n.º 099; pp. 62, 69, 100, 101, 105, 110–112, 130, 131, 193, 252, 450, 467, 554, 568, 570, 619, 624.

709

–  Minerva Patriae Conservatrix. Cat. n.º 036; pp. 71–73, 101, 110, 112, 131, 244, 467, 624. Mithra Invictus. Cat. n.º 166; pp. 124, –  191, 349, 357, 398, 399, 627. – Moelius Mordoetitiegus/Mordoniegus. Cat. n.º 212; pp. 276, 289, 323, 329, 603 598, 608, 609. – Nemesis. Cat. n.º 071; pp. 115, 202, 230, 234, 256–264, 269, 613. – Nymphae. Cat. n.os 009, 014, 261; pp. 74– 78, 82–84, 87–93, 120, 124–128, 297, 312, 329, 580, – Nymphae Augusti Camenae. Cat. n.º 057; pp. 297, 603, 608. –  Nymphae Fontes Amevi. Cat. n.os 012, 013; pp. 71, 72, 77, 83, 93, 612. – Salus. Cat. n.º D44; pp. 115, 120, 122, 123, 126, 127, 131, 248. – Serapis. Cat. n.º D44; pp. 62, 115, 120, 122, 124–127, 130, 131, 193, 259. – Sol Invictus. Cat. n.º 005; pp. 79, 121, 189–192, 357. – Suttunius (Deus). Cat. n.º 173; pp. 380, 593, 615. – Turiacus. Cat. n.º 213; pp. 287, 320, 326, 596.

Listado de figuras, tablas y mapas Figuras

Capítulo 2 Figura 1. Inscripciones de militares localizadas en las ciudades de las provincias hispanas. Figura 2. Inscripciones votivas de militares en Hispania. Figura 3. Distribución general de inscripciones militares en la provincia Citerior. Figura 4. Epígrafes de contenido militar en la Citerior por conventus. Figura 5. Inscripciones en la provincia Citerior por cronología. Figura 6. Monumentos epigráficos en la provincia Citerior por tipo de inscripción. Figura 7. Inscripciones de la Citerior por rango y condición. Figura 8. Epigrafía militar de la Citerior por rangos y zonas de servicio. Figura 9. Inscripciones militares en la Citerior por legiones. Capítulo 3 Figura 1. Distribución de inscripciones militares en el noroeste. Figura 2. Inscripciones militares de Astorga por cronología. Figura 3. Relaciones personales de los soldados en la epigrafía funeraria de Astorga. Capítulo 5 Figura 1. Reparto de inscripciones de militares en el sector Duero-Ebro, conventus Cluniensis y Caesaraugustanus, por tipo de inscripción. Figura 2. Inscripciones de militares en el sector Duero-Ebro, conventus Cluniensis y Caesaraugustanus, por cronología. Figura 3. Inscripciones de militares en el sector Duero-Ebro, conventus Cluniensis y Caesaraugustanus, por unidad militar. Figura 4. Inscripciones de militares del sector Duero-Ebro, conventus Cluniensis y Caesaraugustanus, por áreas de servicio. Figura 5. Inscripciones de militares del conventus Cluniensis por tipo de inscripción. Figura 6. Inscripciones de militares del conventus Cluniensis por cronología. Figura 7. Inscripciones de militares del conventus Cluniensis por localización. Figura 8. Inscripciones de militares del conventus Cluniensis por unidad militar. Figura 9. Inscripciones de militares del conventus Cluniensis por área de servicio militar.

712

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

Gladius, Anejos 19, 2021

Figura 10. Inscripciones de militares del conventus Caesaraugustanus por localización. Figura 11. Inscripciones de militares del conventus Caesaraugustanus por cronología. Figura 12. Inscripciones de militares del conventus Caesaraugustanus por tipo de inscripción. Figura 13. Inscripciones de militares del conventus Caesaraugustanus por unidad militar. Figura 14. Inscripciones de militares del conventus Caesaraugustanus por rangos militares. Capítulo 6 Figura 1. Enclaves con mayores concentraciones de epigrafía militar en Hispania. Figura 2. Inscripciones militares de Tarraco por cronología. Figura 3. Inscripciones militares de Tarragona por tipo de inscripción. Figura 4. Milites principales en las inscripciones militares de Tarragona. Figura 5. Epigrafía militar de Tarragona por rangos militares. Figura 6. Inscripciones militares de Tarragona por tipos de monumentos. Figura 7. Monumentos epigráficos de militares en Tarragona durante el siglo i d. C. Figura 8. Tipos de monumentos de militares en Tarragona en el siglo ii d. C. Figura 9. Materiales de elaboración de las inscripciones militares de Tarragona. Figura 10. Cronología de placas funerarias de militares en Tarragona. Figura 11. Materiales de los pedestales de militares de Tarragona Figura 12. Pedestales funerarios de Tarragona por rangos militares representados. Figura 13. Pedestales funerarios de Tarragona por clase social. Figura 14. Altares funerarios de Tarragona por rango militar. Figura 15. Altares funerarios en Tarragona por clases sociales. Figura 16. Monumentos funerarios de militares en la parte alta y la necrópolis oriental de Tarraco por rangos. Figura 17. Monumentos epigráficos militares de la necrópolis oriental de Tarraco. Figura 18. Monumentos funerarios de militares asociados a la necrópolis occidental de Tarraco según rango. Figura 19. Monumentos epigráficos militares en la necrópolis occidental y suroccidental de Tarraco. Capítulo 7 Figura 1. Epigrafía romana documentada en Hispania en relación con la epigrafía militar. Figura 2. Inscripciones militares de época julio-claudia en la provincia Citerior por unidades militares. Figura 3. Inscripciones militares del período flavio en la provincia Citerior. Figura 4. Unidades militares en la epigrafía del período flavio de la provincia Citerior. Figura 5. Procedencias y reclutamiento de los soldados en Hispania en época flavia. Figura 6. Inscripciones militares del siglo ii d. C. en la provincia Citerior. Figura 7. Unidades militares en las inscripciones del siglo ii d. C. Figura 8. Inscripciones militares del siglo ii d. C. en el noroeste. Figura 9. Inscripciones militares de la provincia Citerior por período cronológico. Figura 10. Inscripciones militares de fines del siglo ii y siglo iii d. C. por territorios en la provincia Citerior.

Gladius, Anejos 19, 2021

LISTADO DE FIGURAS, TABLAS Y MAPAS 

713

Tablas Tabla 1. Diversidad de monumentos epigráficos de militares en las provincias de Hispania. Tabla 2. Registro numérico de tituli militares de los campamentos hispanos. Tabla 3. Testimonios epigráficos de militares (elaboración propia). Tabla 4. Inscripciones votivas de León de dudosa atribución a militares. Tabla 5. Testimonios epigráficos de León: tipología y cronología. Tabla 6. Reparto numérico de inscripciones militares de León por tipos. Tabla 7. Inscripciones votivas. Características básicas del soporte y cronología. Tabla 8. Textos epigráficos de las inscripciones votivas de León. Tabla 9. Inscripciones votivas de Hispania consagradas a Marte por militares. Tabla 10. Síntesis de las divinidades recogidas en la epigrafía votiva de León. Tabla 11. Ubicación de las inscripciones votivas de León. Tabla 12. Monumentos epigráficos votivos del campamento de legio VII. Rasgos básicos y materiales. Tabla 13. Rasgos morfológicos y ornamentales de los monumentos votivos de Legio. Tabla 14. Tituli funerarios de militares de León: rango y cronología. Tabla 15. Textos en las inscripciones funerarias de militares. Tabla 16. Epigrafía funeraria de militares de León: personajes. Tabla 17. Localización de los epígrafes funerarios reutilizados en la muralla de León. Tabla 18. Tipología de soportes de la epigrafía funeraria de militares. Tabla 19. Motivos decorativos e iconográficos en los soportes. Tabla 20. Estelas funerarias de León con decoración compleja. Tabla 21. Testimonios epigráficos de militares de Astorga (elaboración propia, cf. Catálogo: Astorga) Tabla 22. Testimonios epigráficos de Astorga: tituli, soportes y cronología. Tabla 23. Inscripciones funerarias de militares de Astorga. Tabla 24. Inscripciones funerarias de militares de Astorga: textos. Tabla 25. Epigrafía funeraria de militares de Astorga: personajes. Tabla 26. Tipología de soportes de la epigrafía funeraria de militares. Tabla 27. Localización de los epígrafes funerarios de militares en Astorga. Tabla 28. Testimonios votivos de militares en Astorga. Tabla 29. Textos en las inscripciones votivas de militares en Astorga. Tabla 30. Inscripciones votivas documentadas en Astorga. Tabla 31. Testimonios epigráficos de militares, procedentes de Petavonium. Tabla 32. Inscripciones funerarias de militares de Petavonium. Tabla 33. Inscripciones funerarias de militares de Petavonium: textos. Tabla 34. Edad, servicio militar y reclutamiento de los decimani de Petavonium. Tabla 35. Procedencia de la epigrafía funeraria de la legio X Gemina en Hispania. Tabla 36. Epigrafía funeraria «no militar» de Petavonium. Tabla 37.Tipología de soportes de la epigrafía funeraria de militares y relación con la epigrafía funeraria del entorno. Tabla 38. Esquemas y decoración de las estelas funerarias de Petavonium. Tabla 39. Localización de los epígrafes funerarios de Petavonium. Tabla 40. Procedencia y cronologías de la epigrafía funeraria de Petavonium.

714

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

Gladius, Anejos 19, 2021

Tabla 41. Inscripciones votivas de Petavonium. Tabla 42. Textos de las inscripciones votivas de Petavonium. Tabla 43. Testimonios del culto a Diana atestiguados extramuros de los campamentos militares en el alto Imperio. Tabla 44. Documentos epigráficos del culto a Diana entre los militares en Hispania. Tabla 45. Contextos de hallazgo de las inscripciones dedicadas a Fortuna con mención de la construcción de termas en los campamentos auxiliares. Tabla 46. Documentos epigráficos del culto a Fortuna entre los militares en Hispania. Tabla 47. Lugares de hallazgo de la epigrafía votiva de Petavonium. Tabla 48. Epigrafía de culto imperial de Petavonium. Tabla 49. Textos de la epigrafía de culto imperial de Petavonium. Tabla 50. Monumentos y textos epigráficos del campamento de Cidadela. Tabla 51. Distribución de inscripciones del período julio-claudio en el noroeste. Tabla 52. Inscripciones militares de época flavia en el noroeste. Tabla 53. Epigrafía de las zonas mineras en el período antonino. Tabla 54. Epigrafía de las zonas mineras en el siglo iii d. C. Tabla 55. Epígrafes funerarios de soldados de los siglos ii-iii d. C. en las comarcas mineras del noroeste. Tabla 56. Distribución del material epigráfico militar del noroeste en torno a las vías de comunicación principales. Tabla 57. Recuento de epigrafía militar documentada en las ciudades del noroeste. Tabla 58. Inscripciones de militares de Lucus Augusti. Tabla 59. Textos epigráficos de las inscripciones militares de Lucus Augusti. Tabla 60. Epigrafía militar documentada en Bracara Augusta. Tabla 61. Textos epigráficos de las inscripciones militares de Bracara Augusta. Tabla 62. Recapitulación. Las funciones del ejército y la epigrafía de la periferia del noroeste. Trazado y construcción de vías. Tabla 63. Inscripciones de la periferia asociadas a la procedencia y retiro de los soldados. Tabla 64. Inscripciones de atribución dudosa. Tabla 65. Inscripciones de dudoso carácter militar. Tabla 66. Inscripciones dispersas asociadas a los campamentos. Tabla 67. Inscripciones militares en el conventu Cluniensis. Tabla 68. Inscripciones militares del campamento de Herrera de Pisuerga. Tabla 69. Inscripción de la statio Segisamonensium y epigrafía militar asociada a posibles stationes en la provincia Citerior. Tabla 70. Inscripciones militares en la provincia Citerior asociadas a posibles stationes. Tabla 71. Inscripciones militares de Uxama y su entorno. Tabla 72. Inscripciones militares de Termes y su entorno. Tabla 73. Inscripciones militares de Augustobriga y su entorno. Tabla 74. Inscripciones militares procedentes de Novaugusta y su entorno. Tabla 75. Inscripciones militares de Clunia. Tabla 76. Inscripciones de militares en Calagurris y su entorno. Tabla 77. Inscripciones de militares de Vareia y su entorno. Tabla 78. Inscripciones de militares en Tritium Magallum. Tabla 79. Inscripciones honoríficas de militares en el conventus Caesaraugustanus. Tabla 80. Inscripciones de miembros del ordo tarraconense y ecuestres excluidas de estudio directo.

Gladius, Anejos 19, 2021

LISTADO DE FIGURAS, TABLAS Y MAPAS 

715

Tabla 81. Inscripciones de miembros del orden senatorial en Tarraco excluidas de estudio directo. Tabla 82. Inscripciones de soldados datadas entre Augusto y el fin de la dinastía julio-claudia. Tabla 83. Inscripciones de soldados fragmentarias y datadas en un momento indefinido del siglo i d. C. Tabla 84. Textos de las inscripciones datadas en época julio-claudia y en momento indefinido del siglo i d. C. Tabla 85. Miembros de la parte administrativa del officium provincial a partir de comienzos del ii d. C. Tabla 86. Speculatores al servicio del officium tarraconense. Tabla 87. Beneficiarii documentados en Tarraco. Tabla 88. Frumentarii representados en la epigrafía de Tarraco. Tabla 89. Centuriones documentados en Tarraco. Tabla 90. Milites gregales documentados en Tarraco. Tabla 91. Veterani atestiguados en Tarraco. Tabla 92. Praefecti orae maritimae y/o cohortes I-II y Novae Tironum en Tarraco. Tabla 93. Placas funerarias conservadas de los militares de Tarraco. Tabla 94. Placas funerarias en Tarraco durante el período altoimperial. Tabla 95. Pedestales funerarios conservados de los militares de Tarraco. Tabla 96. Estelas funerarias de los militares de Tarraco. Tabla 97. Estelas de militares con decoración: creciente+roseta en Hispania. Tabla 98. Altares funerarios de los militares de Tarraco. Tabla 99. Bloques funerarios de los militares de Tarraco. Tabla 100. Sarcófagos de militares en Tarraco. Tabla 101. Relación entre modelos de soporte, materiales, dedicatarios y comitentes de los monumentos funerarios de militares en Tarraco. Tabla 102. Distribución espacial de la epigrafía militar funeraria de Tarraco. Tabla 103. Distribución de soportes localizados en la parte alta de la ciudad. Tabla 104. Distribución de soportes localizados en los sectores occidental y suroccidental. Tabla 105. Inscripciones militares dispersas en la zona oriental de la provincia Citerior. Tabla 106. Inscripciones militares dispersas en la zona centro-sur de la provincia Citerior. Tabla 107. Inscripciones militares del período julio-claudio asociadas a los campamentos. Tabla 108. Epigrafía militar julio-claudia localizada en centros urbanos de la provincia Citerior. Tabla 109. Inscripciones militares del período julio-claudio asociadas al trazado y construcción de las vías de comunicación. Tabla 110. Inscripciones militares julio-claudias vinculadas con la movilidad del despliegue militar. Tabla 111. Inscripciones militares asociadas a los campamentos permanentes en época flavia. Tabla 112. Inscripciones militares flavias localizadas en centros urbanos de la provincia Citerior. Tabla 113. Veteranos en la epigrafía militar flavia de la provincia Citerior. Tabla 114. Vínculos familiares y relaciones sociales en las inscripciones militares flavias. Tabla 115. Inscripciones votivas militares del período flavio. Tabla 116. Inscripciones militares del siglo ii d. C. localizadas en los campamentos permanentes (todas votivas excepto una). Tabla 117. Inscripciones militares del siglo ii d. C. asociadas con la minería en el noroeste.

716

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

Gladius, Anejos 19, 2021

Tabla 118. Inscripciones militares del siglo ii d. C. en el sector Duero-Ebro. Tabla 119. Inscripciones militares de Tarraco y su entorno del siglo ii d. C. Tabla 120. Inscripciones militares dispersas en el resto de la provincia Citerior en el siglo ii d. C. Tabla 121. Inscripciones del siglo iii d. C. en el noroeste, localizadas en los campamentos permanentes. Tabla 122. Inscripciones militares del siglo iii d. C. localizadas en los ámbitos urbanos. Tabla 123. Inscripciones militares del siglo iii d. C. halladas dispersas en el noroeste. Tabla 124. Inscripciones militares del siglo iii d. C. en el sector Duero-Ebro. Tabla 125. Inscripciones militares del siglo iii d. C. dispersas por la provincia Citerior. Tabla 126. Relaciones familiares y sociales en las inscripciones militares del siglo iii d. C.

Mapas (en apéndice) Mapa 1. Hispania en época altoimperial. Mapa 2. Distribución de monumentos epigráficos militares de época altoimperial en la península ibérica. Mapa 3. Distribución de inscripciones militares en la provincia Citerior clasificadas por cronología. Mapa 4. Distribución de inscripciones militares en la provincia Citerior clasificadas por tipo de soporte. Mapa 5. Distribución de inscripciones militares en la provincia Citerior clasificadas por rango militar. Mapa 6. Distribución de inscripciones militares en la provincia Citerior clasificadas por zona de servicio militar. Mapa 7. Distribución de inscripciones militares en el sector noroeste de la provincia Citerior. Mapa 8. Distribución de inscripciones militares en el sector Duero-Ebro de la provincia Citerior. Mapa 9. Ubicación de los monumentos militares en Asturica Augusta. Mapa 10. Ubicación de los monumentos militares en Legio. Mapa 11. Ubicación de los monumentos militares en Petavonium. Mapa 12. Ubicación de los monumentos militares en Tarraco.

Apéndice Mapas

Gladius, Anejos 19, 2021 10°W

LISTADO DE FIGURAS, TABLAS Y MAPAS 

8°W

6°W

4°W

Brigantium

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Gigia

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43°N

Veleia

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Tritium Magallum

Novaugusta

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Clunia

Aquae Flaviae

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Uxama

Numantia

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Confluentia

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Dertosa

TARRACONENSE 40°N

Complutum

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Conimbriga

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LUSITANIA

Toletum

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Augustobriga

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Segobriga

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Olissipo

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39°N

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Ebora Seria

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38°N

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Pax Iulia

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Sisapo

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Oretum

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Ilici !

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Nertobriga !

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Arucci!

Castulo BAETICA ! Corduba Pagus Marmorarius Tugia ! ! Obulco Celti ! ! Naeva! ! ! ! ! ! # Italica ! ! Ilipa ! ! !! Astigi !! ! Carmo !# Ostur ! Hispalis ! ! ! Florentia Iliberritana

!

Dianium

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Ebussus

Lucentum

MARE NOSTRUM

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36°N

Capital conventus

Gades

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0 8°W

6°W

Otras civitates

Carthago Nova

Malaca

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10°W

Capital provincia

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OCEANUS A T L A N T I C US

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!

Onuba !

37°N

Valentia

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Augusta Emerita

38°N

39°N

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Pollentia

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4°W

40

2°W

80

Campamentos legionarios

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Statio Límites provincias

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160 km



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37°N

40°N

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Barcino

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Gerunda

Celsa

Bilbilis

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Scallabis

Aeso

Ilerda

Caesaraugusta

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Osca

Turiasso

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Calagurris ! ! Grachurris

42°N

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Augusta

Pompaelo

Vareia

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Pallantia

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36°N

43°N 42°N

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Aquae ^Querquennae _

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6°E

41°N

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Iuliobriga

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Asturica Legio Augusta ! Lancia

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4°E

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41°N

2°E

Lucus Augusti

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Cidadela

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Portus Blendium

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Portus Cale

2°W

719

Límites conventus Vías

2°E

4°E

Mapa 1. Hispania en época altoimperial.

8°W

6°W

4°W

2°W



2°E

4°E

6°E

8°E

Brigantium

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Gigia

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41°N

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LUSITANIA

40°N

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Ebora

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Pax Iulia

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BAETICA

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Pollentia

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Sisapo

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MARE NOSTRUM

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Inscripciones por tipo

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OCEANUS A T L A N T I C US

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0

6°W

4°W

Campamentos legionarios Statio Límites conventus

Carthago Nova

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Otras civitates

Vías

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Florentia Iliberritana

Capitales

Límites provincias

Lucentum

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Malaca

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Ebussus

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Gades 36°N

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Segobriga

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Celsa

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Caesaraugusta

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TARRACONENSE

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Conimbriga

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38°N

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Veleia

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2°W



Mapa 2. Distribución de monumentos epigráficos militares de época altoimperial en la península ibérica.

40

80

160 km 2°E

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Incierta

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Votiva

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Concentración de inscripciones

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Cidadela

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43°N

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2-5

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6 - 20

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10°W

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Gigia

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Gladius, Anejos 19, 2021

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

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Mapa 3. Distribución de inscripciones militares en la provincia Citerior clasificadas por cronología.

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Mapa 4. Distribución de inscripciones militares en la provincia Citerior clasificadas por tipo de soporte.



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LISTADO DE FIGURAS, TABLAS Y MAPAS 

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Mapa 5. Distribución de inscripciones militares en la provincia Citerior clasificadas por rango militar.

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Mapa 6. Distribución de inscripciones militares en la provincia Citerior clasificadas por zona de servicio militar.



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Gladius, Anejos 19, 2021

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

722

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Otras civitates

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Campamentos legionarios

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Límites provincias Límites conventus Portus Cale

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41°N

42°N

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Mapa 7. Distribución de inscripciones militares en el sector noroeste de la provincia Citerior. !

4°W

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OCEANUS ATLANTICUS

Portus Blendium

43°N

43°N

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!



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42°N

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Otras civitates Campamentos legionarios Statio Minas

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4°W

Mapa 8. Distribución de inscripciones militares en el sector Duero-Ebro de la provincia Citerior.

10

2°W

20

40 km

µ

Concentración de inscripciones

Límites provincias Límites conventus !

Vías Inscripciones por tipo y monumento Funeraria, Bloque

X W W X W X

Funeraria, Estela Funeraria, Perdido

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2-5

Honorífica, Pedestal

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6 - 20

Votiva, Ara

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> 100

Votiva, Perdido

#

Incierta, Placa

41°N

Confluentia

Bilbilis

Termes

!



Gladius, Anejos 19, 2021

LISTADO DE FIGURAS, TABLAS Y MAPAS  6°3'30"W

6°3'W 42°27'45"N

6°4'W

723

42°27'30"N

W X

42°27'30"N

W X W X W X

W X

Puertas Muralla

42°27'15"N

42°27'15"N

W XX W WX WX X W

Inscripciones por tipo y monumento

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40

80

160 m

µ

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Funeraria, Ara

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Honorífica, Perdido

Funeraria, Bloque Funeraria, Estela Funeraria, Placa Funeraria, Incierto

6°3'W

Mapa 9. Ubicación de los monumentos militares en Asturica Augusta.

5°34'30"W

5°34'W

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42°36'N

Principia. Aedes principiorum

Termas

W X

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W X

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Posible Delubrum. Cultos acuáticos ninfas

Muralla Vías

#

Anfiteatro castrense Legio VII

Hitos Puertas

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Mapa 10. Ubicación de los monumentos militares en Legio.

5°34'W

30

60

120 m

µ

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Funeraria, Estela

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Funeraria, Placa

Votiva, Pedestal Votiva, Placa

42°35'45"N

42°35'45"N

Inscripciones por tipo y monumento

Gladius, Anejos 19, 2021

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA 

724

6°2'W

6°1'W

6°W

5°59'W

W X X W W X

5°58'W

42°6'N

42°6'N

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Restos constructivos. ! (# Termas

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Ermita Virgen del Campo

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W X

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Puertas Posible zona de necrópolis

42°5'N

Posible perímetro Vicus

Vías

#

42°5'N

Recinto Ala Flavia

Hitos

Inscripciones por tipo y monumento

X W W X

0 6°2'W

6°1'W

6°W

150 300

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W X 600 m

5°59'W

#

Funeraria, Estela Funeraria, Perdido Votiva, Ara Votiva, Pedestal Votiva, Placa Incierta, Perdido

5°58'W

Mapa 11. Ubicación de los monumentos militares en Petavonium.

1°15'30"E

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41°7'N

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Área de culto imperial

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41°7'N

41°7'15"N

1°15'E

41°7'15"N

1°14'30"E

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CIUDAD BAJA

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Inscripciones por rango

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Necrópolis Necrópolis paleocristiana Hitos Vías Murallas

41°6'30"N

Anfiteatro

0

1°14'30"E

Mapa 12. Ubicación de los monumentos militares en Tarraco.

1°15'E

50 100

200 m

µ

Circo Concilium prov. Hisp. Citerioris

1°15'30"E

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Beneficiarius

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Centurio

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Commentariensis

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Cornicularius

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Desconocido

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Evocatus

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Legatus

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Miles

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Praefectus

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Speculator

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Tribunus

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Veteranus

41°6'30"N

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41°6'45"N

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Editada bajo la supervisión de Editorial CSIC, esta obra se terminó de imprimir en Madrid en mayo de 2021

ANEJOS DE GLADIUS

7. M.ª del Mar Gabaldón Martínez Ritos de armas en la Edad del Hierro, 2004 8. Rubén Sáez Abad Artillería y poliorcética en el mundo grecorromano, 2005 9. M.ª Paz García-Bellido (coord.) Los campamentos romanos en Hispania. 2 vols. + CD ROM, 2006 10. Gustavo García Jiménez Entre Íberos y Celtas: las espadas de tipo La Têne del noroeste de la Península Ibérica, 2006 11. Marco Antonio Cervera Obregón El armamento entre los mexicas, 2007 12. Fernando Echeverría Rey Ciudadanos, campesinos y soldados. El nacimiento de la polis griega Y la teoría de la «revolución hoplita», 2008 13. Á. Morillo, H. Hanel y E. Martín (ed.) Limes XX. Estudios sobre la frontera romana Roman Frontier Studies, 3 vols., 2009 14. Javier Salido Domínguez Horrea Militaria. El aprovisionamiento de grano al ejército en el Occidente del Imperio romano, 2011

El presente volumen se nutre de la mencionada tradición conceptual de «historia social del ejército» y pretende ocuparse de una de las cuestiones de mayor potencialidad a la luz de los progresos de la epigrafía latina y la nueva arqueología: la relación entre el ejército y el territorio que ocupó, en términos de transformación, organización y, sobre todo, de interacción social, centrándose en la provincia Citerior. A pesar de la limitación impuesta por la escasez y la fragmentación de las fuentes disponibles, los progresos de las disciplinas epigráfica y arqueológica en los últimos decenios y la aparición de nuevas evidencias abren un panorama sugerente para un estudio en profundidad. En este sentido, la perspectiva de estudio pone el énfasis en la integración de los testimonios epigráficos y arqueológicos y se materializa en la puesta en relación directa del contenido y la naturaleza formal de los epígrafes con sus localizaciones, en función de los vestigios arqueológicos y desde una óptica de análisis tanto macroespacial como microespacial. De este modo, y con las precauciones debidas, es posible percibir, estudiar y desarrollar, de manera más nítida y profunda, aspectos de gran interés como la topografía sacra y funeraria de los centros militares, la relación con el sustrato indígena, la movilidad del ejército en el noroeste hispano en el contexto de las operaciones mineras, la articulación del territorio o las costumbres de autorrepresentación de los soldados que sirvieron en Hispania, entre otros.

15. Mauricio G. Álvarez Rico El campamento militar griego en época clásica, 2013 16. Eduardo Kavanagh Estandartes militares en la Roma antigua (incluye CD-ROM), 2015 17. Álvaro Soler del Campo Armaduras renacentistas y barrocas. La colección de Santa María de Ocaña, 2017

Javier Moralejo Ordax

6. M.ª Paz García-Bellido Las legiones hispánicas en Germania. Moneda y ejército, 2004

ANEJOS DE GLADIUS 19

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA. EPIGRAFÍA Y TERRITORIO EN LA HISPANIA CITERIOR ALTOIMPERIAL

Javier Moralejo Ordax

Ejército y soldados de Roma. Epigrafía y territorio en la Hispania Citerior altoimperial

5. Ángel Morillo Cerdán (coord.) Arqueología militar romana en Hispania, 2002

La victoria definitiva de Roma sobre los pueblos cántabros y astures del noroeste de Hispania, en el año 19 a. C., dio paso a una fase de establecimiento militar permanente en territorio peninsular, destinada fundamentalmente a controlar, organizar y explotar los nuevos territorios conquistados e integrarlos progresivamente en el mundo romano. Desde la década de los años ochenta del siglo pasado, la investigación sobre la presencia militar romana en suelo peninsular se ha convertido, por méritos propios, en una de las disciplinas de estudio más punteras y enriquecidas de la Historia Antigua de España, alumbrando trabajos científicos cruciales para entender en profundidad la dimensión de la implantación romana y, específicamente, la relevancia que el ejército tuvo en dicho proceso, no tanto desde una óptica estrictamente táctica o bélica, como administrativa, operacional, social y cultural. La intensa labor que llevó a cabo el ejército romano desde el siglo I d. C. en adelante contribuyó decisivamente a la articulación provincial de la Hispania romana y dejó una profunda huella en las sociedades indígenas, favoreciendo un intenso contacto sociocultural que fluyó en ambas direcciones. Este proceso derivó, esencialmente a partir de los emperadores flavios, en la conformación de un exercitus Hispanicus profundamente arraigado en un territorio que contribuyó a transformar y remodelar.

ISBN: 978-84-00-10717-8

Anejos de

18. Francisco Javier Heras Mora La implantación militar romana en el suroeste hispano (siglos II-I a. n. e.), 2018

GLADIUS CSIC

Javier Moralejo Ordax es doctor en Ciencias de la Antigüedad por la Universidad Autónoma de Barcelona y actualmente profesor en el Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid. Ha centrado su investigación en los ámbitos de la epigrafía latina de Hispania, en relación con el estudio del ejército romano, y en el análisis de la Baja Época Ibérica y la romanización de la Alta Andalucía, especialmente desde la perspectiva de la arqueología militar. Es autor de la monografía El armamento y la táctica militar de los galos. Fuentes literarias, iconográficas y arqueológicas, editada en la serie Anejos de Veleia. Series Minor (2011), y ha publicado trabajos en diversas revistas científicas de ámbito internacional y nacional como Epigraphica o Latomus, entre otras. Forma parte del grupo de investigación consolidado de la Universidad Autónoma de Madrid, POLEMOS, centrado en el análisis de la guerra en el Mediterráneo Antiguo, así como de diversos proyectos de investigación I+D+i sobre las vías mencionadas. Actualmente dirige los trabajos del proyecto arqueológico «Prospección superficial terrestre en el Municipio de Montemayor. Campos de batalla de la conquista romana», enmarcado en el proyecto I+D+i, del Plan Estatal de Investigación Científica, «Ciudades y complejos aristocráticos ibéricos en la conquista romana de la alta Andalucía. Nuevas perspectivas y programa de puesta en valor (Cerro de la Cruz y Cerro de la Merced, Córdoba)».

Ilustración de cubierta: Estela funeraria de Sulpicius Placidinus. Museo Romano de Astorga. Fotografía de Fernando Quesada Sanz.

ANEJOS DE GLADIUS

7. M.ª del Mar Gabaldón Martínez Ritos de armas en la Edad del Hierro, 2004 8. Rubén Sáez Abad Artillería y poliorcética en el mundo grecorromano, 2005 9. M.ª Paz García-Bellido (coord.) Los campamentos romanos en Hispania. 2 vols. + CD ROM, 2006 10. Gustavo García Jiménez Entre Íberos y Celtas: las espadas de tipo La Têne del noroeste de la Península Ibérica, 2006 11. Marco Antonio Cervera Obregón El armamento entre los mexicas, 2007 12. Fernando Echeverría Rey Ciudadanos, campesinos y soldados. El nacimiento de la polis griega Y la teoría de la «revolución hoplita», 2008 13. Á. Morillo, H. Hanel y E. Martín (ed.) Limes XX. Estudios sobre la frontera romana Roman Frontier Studies, 3 vols., 2009 14. Javier Salido Domínguez Horrea Militaria. El aprovisionamiento de grano al ejército en el Occidente del Imperio romano, 2011

El presente volumen se nutre de la mencionada tradición conceptual de «historia social del ejército» y pretende ocuparse de una de las cuestiones de mayor potencialidad a la luz de los progresos de la epigrafía latina y la nueva arqueología: la relación entre el ejército y el territorio que ocupó, en términos de transformación, organización y, sobre todo, de interacción social, centrándose en la provincia Citerior. A pesar de la limitación impuesta por la escasez y la fragmentación de las fuentes disponibles, los progresos de las disciplinas epigráfica y arqueológica en los últimos decenios y la aparición de nuevas evidencias abren un panorama sugerente para un estudio en profundidad. En este sentido, la perspectiva de estudio pone el énfasis en la integración de los testimonios epigráficos y arqueológicos y se materializa en la puesta en relación directa del contenido y la naturaleza formal de los epígrafes con sus localizaciones, en función de los vestigios arqueológicos y desde una óptica de análisis tanto macroespacial como microespacial. De este modo, y con las precauciones debidas, es posible percibir, estudiar y desarrollar, de manera más nítida y profunda, aspectos de gran interés como la topografía sacra y funeraria de los centros militares, la relación con el sustrato indígena, la movilidad del ejército en el noroeste hispano en el contexto de las operaciones mineras, la articulación del territorio o las costumbres de autorrepresentación de los soldados que sirvieron en Hispania, entre otros.

15. Mauricio G. Álvarez Rico El campamento militar griego en época clásica, 2013 16. Eduardo Kavanagh Estandartes militares en la Roma antigua (incluye CD-ROM), 2015 17. Álvaro Soler del Campo Armaduras renacentistas y barrocas. La colección de Santa María de Ocaña, 2017

Javier Moralejo Ordax

6. M.ª Paz García-Bellido Las legiones hispánicas en Germania. Moneda y ejército, 2004

ANEJOS DE GLADIUS 19

EJÉRCITO Y SOLDADOS DE ROMA. EPIGRAFÍA Y TERRITORIO EN LA HISPANIA CITERIOR ALTOIMPERIAL

Javier Moralejo Ordax

Ejército y soldados de Roma. Epigrafía y territorio en la Hispania Citerior altoimperial

5. Ángel Morillo Cerdán (coord.) Arqueología militar romana en Hispania, 2002

La victoria definitiva de Roma sobre los pueblos cántabros y astures del noroeste de Hispania, en el año 19 a. C., dio paso a una fase de establecimiento militar permanente en territorio peninsular, destinada fundamentalmente a controlar, organizar y explotar los nuevos territorios conquistados e integrarlos progresivamente en el mundo romano. Desde la década de los años ochenta del siglo pasado, la investigación sobre la presencia militar romana en suelo peninsular se ha convertido, por méritos propios, en una de las disciplinas de estudio más punteras y enriquecidas de la Historia Antigua de España, alumbrando trabajos científicos cruciales para entender en profundidad la dimensión de la implantación romana y, específicamente, la relevancia que el ejército tuvo en dicho proceso, no tanto desde una óptica estrictamente táctica o bélica, como administrativa, operacional, social y cultural. La intensa labor que llevó a cabo el ejército romano desde el siglo I d. C. en adelante contribuyó decisivamente a la articulación provincial de la Hispania romana y dejó una profunda huella en las sociedades indígenas, favoreciendo un intenso contacto sociocultural que fluyó en ambas direcciones. Este proceso derivó, esencialmente a partir de los emperadores flavios, en la conformación de un exercitus Hispanicus profundamente arraigado en un territorio que contribuyó a transformar y remodelar.

ISBN: 978-84-00-10717-8

Anejos de

18. Francisco Javier Heras Mora La implantación militar romana en el suroeste hispano (siglos II-I a. n. e.), 2018

GLADIUS CSIC

Javier Moralejo Ordax es doctor en Ciencias de la Antigüedad por la Universidad Autónoma de Barcelona y actualmente profesor en el Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid. Ha centrado su investigación en los ámbitos de la epigrafía latina de Hispania, en relación con el estudio del ejército romano, y en el análisis de la Baja Época Ibérica y la romanización de la Alta Andalucía, especialmente desde la perspectiva de la arqueología militar. Es autor de la monografía El armamento y la táctica militar de los galos. Fuentes literarias, iconográficas y arqueológicas, editada en la serie Anejos de Veleia. Series Minor (2011), y ha publicado trabajos en diversas revistas científicas de ámbito internacional y nacional como Epigraphica o Latomus, entre otras. Forma parte del grupo de investigación consolidado de la Universidad Autónoma de Madrid, POLEMOS, centrado en el análisis de la guerra en el Mediterráneo Antiguo, así como de diversos proyectos de investigación I+D+i sobre las vías mencionadas. Actualmente dirige los trabajos del proyecto arqueológico «Prospección superficial terrestre en el Municipio de Montemayor. Campos de batalla de la conquista romana», enmarcado en el proyecto I+D+i, del Plan Estatal de Investigación Científica, «Ciudades y complejos aristocráticos ibéricos en la conquista romana de la alta Andalucía. Nuevas perspectivas y programa de puesta en valor (Cerro de la Cruz y Cerro de la Merced, Córdoba)».

Ilustración de cubierta: Estela funeraria de Sulpicius Placidinus. Museo Romano de Astorga. Fotografía de Fernando Quesada Sanz.