Tendencias en lingüística general y aplicada 3631604114, 9783631604113

El Instituto Universitario de Lingüística Andrés Bello viene desarrollando desde hace más de treinta años una amplia lab

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Spanish; Castilian Pages 274 [268] Year 2010

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Índice
Introducción 7
El estilo comunicativo y sus propiedades cognitivas: aplicaciones al estudio de la variación sintáctica en español 13
Miguel Ángel Aijón Oliva / Elisa Machado Soto / María José Serrano
Cambios léxicos en una comunidad urbana canaria 23
Manuel Almeida / Carmelo P. Vidal
La documentación en la literatura de viajes sobre Canarias: los viajeros de lengua alemana (y otros) 31
José Juan Batista / Encarnación Tabares / Marcos Sarmiento
Gramática pedagógica: el ingenio de la enseñanza de ELE 43
Antonio Cano Ginés
Las hablas insulares en la literatura inglesa de viajes 53
Francisco Javier Castillo
Mecanismos de interpretación semántica de los procesos de formación de palabras en el Modelo Léxico Construccional 63
Francisco J. Cortés Rodríguez / Eulalia D. Sosa Acevedo
La normalización lingüística en la toponimia de Canarias 73
Carmen Díaz Alayón
Morfología y ciencias lingüísticas: a propósito de las relaciones entre morfología, lexicología, semántica 81
María Tadea Díaz Hormigo
Locuciones somáticas del mancagne y el español: análisis contrastivo unilateral 97
Gustave Voltaire Dioussé
Procesamiento silábico en la lectura y escritura de palabras en español 107
Alberto Domínguez / Carlos J. Álvarez
El impacto del inglés como vehículo de difusión científica en la universidad española 117
María del Carmen Fumero Pérez / Ana Díaz Galán
Reflexiones sobre aspectos semánticos y sintácticos de las colocaciones nominales 127
Dolores García Padrón / José Juan Batista Rodríguez
El proceso de estandarización fónica en el español de Canarias 137
Juana Herrera Santana
Aproximación al estudio de la familia de palabras seg-: variación morfológica, sintáctica y denotativa 145
Nicolás A. Jorge Rodríguez
Teoría lingüística y representación del conocimiento: una discusión preliminar 155
Ricardo Mairal Usón / Carlos Periñán-Pascual
La representación explícita del autor en el discurso académico: un estudio interdisciplinar 169
Pedro Martín-Martín / Sally Burgess
La (des)cortesía presidencial: repercusiones periodísticas, actitudes y conciencia lingüística hacia el tuteo televisivo 179
Javier Medina López
¿Tiene objeto de estudio propio la Formación de palabras? 189
Marcial Morera
Bases para la elaboración de un diccionario de la toponimia hispánica de Canarias 199
Gonzalo Ortega Ojeda / Carmen Díaz Alayón / M.ª Isabel González Aguiar
Los verbos de «golpear» latinos. El caso de uapulo 207
Francisca del Mar Plaza Picón
La familia de palabras como modelo de descripción léxica: el caso de la raíz volv- 215
Diego Rodrigo Robayna González
Estudio comparado del léxico de la seda en la lexicografía árabe bilingüe. Una aportación para el diccionario árabe-español 225
Dolores Serrano-Niza
Sobre la preposición on y la variabilidad semántica en anglosajón 233
Eulalia Sosa Acevedo / M.ª Auxiliadora Martín Díaz
Semántica textual: La Fiesta, de Juan Ramón Jiménez 243
Ramón Trujillo
El comportamiento de poseedores, atributos y partes del cuerpo en los verbos de cambio en inglés antiguo: sus peculiaridades frente al inglés contemporáneo 251
Elba Vera Díaz
Datos de los autores 259
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 3631604114, 9783631604113

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Studien zur romanischen Sprachwissenschaft und interkulturellen Kommunikation H

E R A U S G E G E B E N

V O N

G

E R D

W

O T J A K

Dolores García Padrón María del Carmen Fumero Pérez (eds.)

Tendencias en lingüística general y aplicada

Band 65

PETER LANG

Internationaler Verlag der Wissenschaften

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Tendencias en lingüística general y aplicada

Studien zur romanischen Sprachwissenschaft und interkulturellen Kommunikation Herausgegeben

von

Gerd Wotjak

Band 65

PETER LANG

Frankfurt am Main · Berlin · Bern · Bruxelles · New York · Oxford · Wien

Dolores García Padrón María del Carmen Fumero Pérez (eds.)

Tendencias en lingüística general y aplicada

PETER LANG

Internationaler Verlag der Wissenschaften

Bibliografische Information der Deutschen Nationalbibliothek Die Deutsche Nationalbibliothek verzeichnet diese Publikation in der Deutschen Nationalbibliografie; detaillierte bibliografische Daten sind im Internet über http://dnb.d-nb.de abrufbar.

Gedruckt auf alterungsbeständigem, säurefreiem Papier.

ISSN 1436-1914 ISBN 978-3-653-00327-7 © Peter Lang GmbH Internationaler Verlag der Wissenschaften Frankfurt am Main 2010 Alle Rechte vorbehalten. Das Werk einschließlich aller seiner Teile ist urheberrechtlich geschützt. Jede Verwertung außerhalb der engen Grenzen des Urheberrechtsgesetzes ist ohne Zustimmung des Verlages unzulässig und strafbar. Das gilt insbesondere für Vervielfältigungen, Übersetzungen, Mikroverfilmungen und die Einspeicherung und Verarbeitung in elektronischen Systemen. www.peterlang.de

Índice

Introducción .....................................................................................................................................................

7

El estilo comunicativo y sus propiedades cognitivas: aplicaciones al estudio de la variación sintáctica en español Miguel Ángel Aijón Oliva / Elisa Machado Soto / María José Serrano ...............................

13

Cambios léxicos en una comunidad urbana canaria Manuel Almeida / Carmelo P. Vidal ......................................................................................................

23

La documentación en la literatura de viajes sobre Canarias: los viajeros de lengua alemana (y otros) José Juan Batista / Encarnación Tabares / Marcos Sarmiento ................................................

31

Gramática pedagógica: el ingenio de la enseñanza de ELE Antonio Cano Ginés .....................................................................................................................................

43

Las hablas insulares en la literatura inglesa de viajes Francisco Javier Castillo ...........................................................................................................................

53

Mecanismos de interpretación semántica de los procesos de formación de palabras en el Modelo Léxico Construccional Francisco J. Cortés Rodríguez / Eulalia D. Sosa Acevedo .........................................................

63

La normalización lingüística en la toponimia de Canarias Carmen Díaz Alayón ....................................................................................................................................

73

Morfología y ciencias lingüísticas: a propósito de las relaciones entre morfología, lexicología, semántica María Tadea Díaz Hormigo ......................................................................................................................

81

Locuciones somáticas del mancagne y el español: análisis contrastivo unilateral Gustave Voltaire Dioussé ...........................................................................................................................

97

Procesamiento silábico en la lectura y escritura de palabras en español Alberto Domínguez / Carlos J. Álvarez ...............................................................................................

107

El impacto del inglés como vehículo de difusión científica en la universidad española María del Carmen Fumero Pérez / Ana Díaz Galán .....................................................................

117

Reflexiones sobre aspectos semánticos y sintácticos de las colocaciones nominales Dolores García Padrón / José Juan Batista Rodríguez ...............................................................

127

El proceso de estandarización fónica en el español de Canarias Juana Herrera Santana ..............................................................................................................................

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Índice

Aproximación al estudio de la familia de palabras seg-: variación morfológica, sintáctica y denotativa Nicolás A. Jorge Rodríguez .......................................................................................................................

145

Teoría lingüística y representación del conocimiento: una discusión preliminar Ricardo Mairal Usón / Carlos Periñán-Pascual .............................................................................

155

La representación explícita del autor en el discurso académico: un estudio interdisciplinar Pedro Martín-Martín / Sally Burgess ...................................................................................................

169

La (des)cortesía presidencial: repercusiones periodísticas, actitudes y conciencia lingüística hacia el tuteo televisivo Javier Medina López ....................................................................................................................................

179

¿Tiene objeto de estudio propio la Formación de palabras? Marcial Morera ..............................................................................................................................................

189

Bases para la elaboración de un diccionario de la toponimia hispánica de Canarias Gonzalo Ortega Ojeda / Carmen Díaz Alayón / M.ª Isabel González Aguiar ...................

199

Los verbos de «golpear» latinos. El caso de uapulo Francisca del Mar Plaza Picón ..............................................................................................................

207

La familia de palabras como modelo de descripción léxica: el caso de la raíz volvDiego Rodrigo Robayna González ........................................................................................................

215

Estudio comparado del léxico de la seda en la lexicografía árabe bilingüe. Una aportación para el diccionario árabe-español Dolores Serrano-Niza ..................................................................................................................................

225

Sobre la preposición on y la variabilidad semántica en anglosajón Eulalia Sosa Acevedo / M.ª Auxiliadora Martín Díaz ...................................................................

233

Semántica textual: La Fiesta, de Juan Ramón Jiménez Ramón Trujillo ................................................................................................................................................

243

El comportamiento de poseedores, atributos y partes del cuerpo en los verbos de cambio en inglés antiguo: sus peculiaridades frente al inglés contemporáneo Elba Vera Díaz ................................................................................................................................................

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Datos de los autores ......................................................................................................................................

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Introducción Si algo sabemos con certeza los que nos dedicamos al estudio del lenguaje es que, hoy más que nunca, son muchos y diversos los enfoques, las metodologías, los ámbitos, las lenguas y el alcance de nuestras investigaciones. La lingüística de nuestro tiempo les encuentra acomodo a todos. La coexistencia también es variada: unas veces en paralelo y otras de manera complementaria. El Instituto Universitario de Lingüística Andrés Bello, fundado por Ramón Trujillo hace más de treinta años, acoge buena parte de la labor investigadora que, en lingüística general y aplicada, se realiza en la Universidad de La Laguna (Tenerife). A lo largo de estos años —al calor y el ritmo de los cambios introducidos en la universidad española— ha ido ampliándose el número de investigadores, se han diversificado las perspectivas y sus orientaciones metodológicas, ha aumentado la nómina de lenguas y modalidades estudiadas (español, inglés, francés, griego, latín, árabe, alemán) y se han abierto nuevos cauces como el de la investigación psicolingüística. Y todo ello se hace patente en los numerosos proyectos de investigación desarrollados en colaboración con investigadores e instituciones nacionales y extranjeros, y en las monografías, artículos, capítulos de libro, ponencias en congresos, etc., publicados desde entonces. La obra que se ofrece en este volumen pretende ser una muestra de las tendencias en lingüística general y aplicada que se dan, en el momento presente, en el seno de nuestra institución. Así, el marco teórico del Modelo Léxico Construccional (MLC) es el que sirve de soporte a las investigaciones que se exponen en los artículos de Cortés-Sosa, SosaMartín, Vera, Plaza y Mairal-Periñán. En el primero de ellos se ofrece una propuesta que consiste en el desarrollo de un componente de interpretación semántica que permita explicar los procesos lexicogenésicos del mismo modo que ocurre en el caso de una cláusula, para lo que los autores sugieren que serían precisos dos mecanismos: el de la co-indexación y el de su enlace con las estructuras de los qualia de esas unidades léxicas, lo cual se explica convenientemente con ejemplos de afijos, lexemas simples y complejos del inglés y del español. Sosa y Martín se apoyan igualmente en este modelo para, sobre el análisis del comportamiento de la preposición on en inglés antiguo y sobre un corpus de verbos de contacto-por-impacto y de correr, formular una contrapropuesta a Levin, en el sentido de que, en ese estadio de la lengua inglesa, las autoras consideran que la construcción conativa no muestra necesariamente una alternancia diatética con la construcción transitiva. Vera, por su parte, revisa las funciones Body-Part Possessor Ascension Alternation y Possessor-Attribute Factoring Alternation with Attribute Object de Levin a propósito de los verbos de

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Introducción

cambio en inglés antiguo, e intenta dar una explicación satisfactoria a esta clase verbal incluyendo información relativa a los qualia de Pustejovsky. El Modelo Léxico Gramatical es también del que se sirve Plaza cuando, tras hacer un repaso por el tratamiento histórico que ha recibido el verbo latino uapulo, trata de reconstruir su contenido semántico como miembro de la clase de los verbos neutros latinos, en los que la interacción de los aspectos sintácticos y semánticos es especialmente particular. Cierra este grupo de aportaciones el novedoso trabajo de Mairal y Periñán: el MLC es la plataforma a partir de la cual es posible desarrollar aplicaciones para el procesamiento del lenguaje natural (como agentes inteligentes para la gestión de la información, prototipos de traducción automática, diccionarios basados en búsquedas conceptuales, etc.), con vistas a la construcción de una web semántica. A partir de una base de conocimiento como FunGramKB se despliegan posibilidades de etiquetado semántico que mejoran la de lenguajes como el Ontology Web Language. El salto en el modelo es evidente: se abandona la orientación lexicista en favor de una conceptualista u ontológica, que sería la que permitiría el acceso a la información enciclopédica requerida. El español general es otra de nuestras grandes áreas de interés científico. Un grupo de trabajos se inscribe en la línea de indagación teórica y descriptiva de las propiedades semántico-gramaticales y léxicas de nuestra lengua, de los significados y sentidos que están en la base de la construcción de cualquier pieza de nuestro vocabulario, tanto de las palabras simples como de las derivadas o compuestas y, aun más, de los llamados lexemas complejos o, si se quiere, unidades fraseológicas. Primeramente, los trabajos de Díaz Hormigo, de Morera y de García Padrón-Batista se ocupan de cuestiones de delimitación entre disciplinas semánticas, del campo de estudio de la formación de palabras y de las fronteras entre la morfología derivativa, la sintaxis y la fraseología, respectivamente. Díaz Hormigo repasa las distintas aportaciones (perspectivas de análisis, tipos de unidades, niveles de análisis, etc.) sobre los ámbitos de conocimiento de la semántica —que para ella es una disciplina transversal del contenido—, la morfología y la lexicología, sobre todo, aunque no exclusivamente, en el ámbito de la lingüística europea. Ello le sirve para ir sentando las bases de lo que, a su juicio, debería plantearse hoy en día la morfología, para la que reclama el estudio de los morfemas léxicos que están en la base de la construcción de las palabras, y que son los que permiten reconocerlas y describirlas como miembros de una misma familia. En ese sentido, Morera reflexiona sobre el ámbito de la formación de palabras. A partir de diversas aportaciones de los gramáticos europeos, este investigador va poniendo en cuestión el alcance y el ámbito de esta parcela disciplinar para concluir que no constituye algo distinto de la gramática, esto es, que se trata de morfología y sintaxis, que son los procedimientos que utilizan las significaciones léxicas y gramaticales para formar las palabras simples, derivadas y compuestas de las familias; o de la lexicología y la lexicografía, que se

Introducción

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ocupan de los préstamos léxicos, acrónimos, acortamientos, etc., y del inventario de acepciones de las unidades, respectivamente. García Padrón y Batista, por su parte, apuntan algunas características sintácticas y semánticas de combinaciones de palabras tan diferentes como los llamados compuestos sintagmáticos, colocaciones nominales o locuciones nominales, a fin de distinguir entre la combinatoria preferente, las colocaciones fraseológicas propiamente dichas y los términos poliléxicos: se trata, en suma, de la frontera entre la sintaxis libre y la fijada. En los trabajos de Jorge Rodríguez y Robayna González encontramos descripciones concretas de dos familias léxicas españolas: seg- (sec-) y volv-, respectivamente. El primero incide más en la explicación de cómo llevar a cabo el rastreo histórico para fundamentar el valor actual de la raíz básica, para lo que toma como ejemplo la palabra española secta. El segundo destaca sobre todo los aspectos estructurales que hacen que las variantes de los derivados y compuestos de una familia no puedan describirse más que en su relación de interdependencia. Cabría incluir en el ámbito de la morfología sensu lato la aportación de Domínguez y Álvarez: según indican los autores, el acceso cognitivo al significado de las palabras se produce mediante el análisis subléxico de letras, sílabas, raíces y afijos. De ahí que la psicolingüística se interese por lo atinente al reconocimiento y diferenciación de las sílabas que carecen de valor morfológico y las que lo poseen, como es el caso de los prefijos en español. Domínguez y Álvarez han realizado pruebas experimentales que demuestran que, en español, la sílaba tiene un papel central a la hora de preactivar representaciones en la memoria léxica del lector, que utiliza un mecanismo de selección posterior para reconocer si se trata de una sílaba simple o de una con valor prefijal. Y, en cuanto a la escritura, señalan que en el buffer grafémico el formato de la unidades de representación es de tipo silábico. Los estudios sobre el discurso han ido cobrando auge en España en los últimos años: las investigaciones de Aijón-Machado-Serrano y Medina son reflejo de ello. En el primero de estos, la variación sintáctica se da la mano con el cognitivismo, al abordar el estudio del lenguaje en su constante interacción con el entorno, y se ejemplifica con el análisis de la presencia u omisión del sujeto en español y de la metáfora como expresión de la imagen en el discurso periodístico político. Si en este artículo lo que se estudia es el estilo periodístico que determina la imagen de los presidentes Chávez y Uribe, lo que Medina examina son las formas de tratamiento que el propio presidente Rodríguez Zapatero emplea con diversos interlocutores (en dos ediciones de un programa de televisión con el formato pregunta/respuesta), en el marco de la cortesía y descortesía como actos de habla condicionados socioculturalmente. La diferencia entre las formas usadas por Rodríguez Zapatero es explicada por Medina como actos de habla que pueden ser tipificados como de «actividad de imagen» y conducen, como asimismo se indicaba en el trabajo anterior, a la construcción de un modelo de imagen por parte de los hablantes. Del discurso académico se ocupan Fumero-Díaz

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Introducción

y Martín-Burgess. Las prácticas de publicación y presentación de los resultados de la investigación universitaria ponen de relieve la preponderancia del inglés como vehículo de comunicación internacional. Fumero y Díaz toman la Universidad de La Laguna como ejemplo de lo que ocurre en la investigación en el ámbito español, y tratan de averiguar las diferencias que existen en el uso de esta lingua franca, en función del tipo de ciencia y de su empleo oral o escrito. Al mismo tiempo reflexionan sobre las implicaciones que tiene —para el académico español que intenta hacerse un hueco en el ámbito internacional— la adopción del modelo retórico anglosajón, que presenta características lingüísticas distintas de las del español. Martín y Burgess se ocupan de las estrategias retóricas que usan los investigadores españoles al señalar explícitamente al autor del trabajo cuando redactan los abstract en inglés y sus correspondientes resúmenes en español: en concreto, analizan producciones en los campos de la lingüística y de la psicología, respecto de los cuales destacan la adopción creciente de la retórica internacional, así como la presencia cada vez más marcada del autor, especialmente en el campo psicológico. La lingüística aplicada a la enseñanza del español como lengua extranjera (ELE) está también presente en nuestras líneas de investigación de la mano del trabajo de Cano Ginés sobre el estatuto especial que, frente a la gramática teórica, descriptiva o normativa, tiene la llamada gramática pedagógica. En el aula de ELE, destaca Cano Ginés, el enfoque comunicativo de la gramática debe equilibrarse con el enfoque formal, teniendo en cuenta que la lengua materna del aprendiz juega un papel relevante en la adquisición de la L2 y que el papel del docente es el de construir esa nueva lengua en el propio proceso de aprendizaje. El español de Canarias posee, como es obvio, un espacio destacado en nuestra institución. Y de ello dan cumplida cuenta tanto los trabajos de corte dialectal de Díaz Alayón y Ortega-Díaz Alayón-González Aguiar, como los sociolingüísticos de Herrera Santana y Almeida-P. Vidal. Díaz Alayón, experta en toponimia canaria, pone al día el inventario de la cartografía y las toponimias insulares ya realizadas a fin de mostrar una situación que reclama que se proceda a la normalización lingüística de la escrituración de los topónimos siguiendo las recomendaciones dictadas por Naciones Unidas: al respecto, la autora formula propuestas concretas tanto para los topónimos románicos como para los prehispánicos. Y, precisamente a propósito de la toponimia hispánica de Canarias (que es el origen mayoritario de los nombres de lugar canarios), Ortega, Díaz Alayón y González Aguiar ofrecen unas bases para la elaboración de un diccionario de topónimos, incidiendo en aspectos tales como los criterios de selección del corpus, de lematización de las unidades, de la microestructura de la definición, etc., a fin de disponer de un repertorio que no solo tenga validez en sí mismo, sino que permita corroborar datos sobre otras unidades léxicas de nuestra modalidad.

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Partiendo de la idea de que el cambio en las lenguas está vinculado a transformaciones en las estructuras socioeconómicas de las comunidades que las hablan, Herrera Santana y Almeida-P. Vidal estudian, respectivamente, las particularidades de los fenómenos de nivelación y estandarización fónica y de cambio léxico en el español de Canarias. Sobre un corpus de grabaciones de programas radiofónicos y televisivos de diversos contenidos, Herrera Santana analiza las realizaciones de ch y observa que no hay demasiada divergencia con respecto a las del castellano normativo, constatando que se ha ido reduciendo la diferencia entre el canario y el estándar, especialmente entre las mujeres y los jóvenes. Este proceso de nivelación es el mismo que advierten Almeida y P. Vidal en el léxico del español de Santa Cruz de Tenerife entre los años sesenta y noventa, periodo al que corresponde la muestra objeto de estudio. Según sus conclusiones, el desuso del léxico afecta más a las formas lingüísticas locales y está promovido por los hablantes más jóvenes y con mayor nivel educativo. El análisis muestra dos tipos de convergencia: una más debilitada hacia el canario y otra más pronunciada hacia la lengua común. Buena parte del dilatado conocimiento que se tiene de la modalidad canaria proviene de las descripciones y comentarios que los viajeros ingleses, alemanes y franceses anotaron en sus obras, que datan desde los primeros momentos de la conquista de las Islas Canarias. La literatura de viajes inglesa de los siglos XVI, XVII, XVIII y XIX, como se explica en el trabajo de Castillo, está plagada de datos lingüísticos de diversa naturaleza. Junto con la información geográfica, etnográfica, económica, etc., los viajeros van inventariando voces prehispánicas o románicas de dominios léxicos diversos tratando de atribuirles una determinada filiación, dan indicaciones morfológicas, fonéticas, e incluso se atreven con comentarios sobre el uso diastrático de algunas unidades, todo lo cual pone de relieve el interés de las fuentes extranjeras para el conocimiento de nuestra modalidad. Estas fuentes extranjeras inglesas, alemanas y francesas se han alimentado mutuamente y, en este sentido, la aportación de Batista, Tabares y Sarmiento, que se ocupa de los problemas de la re-traducción o retro-traducción, viene a demostrar no solo la necesidad de estudiar este tipo de fuentes extranjeras conjuntamente, incluyendo entre ellas las españolas, que están en la base de la mayoría de estas obras de viaje, sino la exigencia en estos casos de atender a los condicionantes externos al texto mismo para garantizar su adecuada traducción e interpretación. Los estudios concernientes a las relaciones del español con otras lenguas tienen su concreción en dos trabajos distintos: el de Dioussé y el de Serrano Niza. Dioussé se ocupa de las correspondencias fraseológicas entre el mancagne, lengua senegaloguineana, y el español, tratando de ver el grado mayor o menor de equivalencia semántica y de congruencia formal entre ciertas locuciones somáticas desde un punto de vista unilateral. Y llega a la conclusión de que, tal como se aprecia en muchas

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Introducción

otras lenguas, hay un fondo común universal en la metaforización del cuerpo humano entre las lenguas mancagne y española, a pesar de la distancia tipológica entre ellas. Serrano Niza analiza la lexicografía árabe bilingüe medieval para mostrar los problemas traductológicos que presentan a propósito del dominio léxico de la indumentaria árabe islámica; en concreto, estudia el léxico de la seda y propone tener en cuenta la relación entre las unidades que componen este sector para hacer una descripción lexicográfica más acorde a los significados y sus usos. Cierra estas notas el trabajo de Ramón Trujillo, director honorario de nuestro Instituto, sobre el poema La fiesta de Juan Ramón Jiménez. Tenemos en estas páginas un pormenorizado análisis semántico-textual en el que la unidad «texto» se concibe como relación significativa entre los elementos lingüísticos que están en la base de su construcción y el juego de referentes y referencias, con independencia del mensaje que transmita. Los recursos fónicos, en especial la pausa versal, y semántico-sintácticos que explota Juan Ramón Jiménez en este poema son desmenuzados por Trujillo para mostrarnos el significado textual que contiene. No queremos concluir esta introducción sin antes agradecer a los autores su participación en el presente volumen, cuya edición, como la de otros tantos trabajos de lingüística, ha sido posible gracias a la generosidad de nuestro querido y reconocido profesor Gerd Wotjak. Su colaboración reiterada con el Instituto Universitario de Lingüística Andrés Bello desde sus inicios nos ha servido siempre de satisfacción y orgullo. Agradecemos infinitamente su apoyo, del que este libro es la última prueba. La Laguna, noviembre de 2009 Las editoras

El estilo comunicativo y sus propiedades cognitivas: aplicaciones al estudio de la variación sintáctica en español Miguel Ángel Aijón Oliva / Elisa Machado Soto / María José Serrano

1. Una visión integradora de la variación sintáctica1 Como se sabe, la posibilidad de analizar la morfosintaxis a través de los conceptos y métodos de la lingüística de la variación ha sido objeto de largos debates que, afortunadamente, parecen empezar a quedar obsoletos gracias a los recientes avances producidos en diversos campos del estudio del lenguaje. Los hechos esgrimidos habitualmente como motivos de escepticismo surgen de una comparación poco justificada con las variables del plano fonológico: así, las complicaciones que a veces ofrece la definición de una variable como conjunto cerrado de alternativas; la relativa dificultad para obtener una cantidad elevada de ítems en textos naturales; el hecho de que muchos fenómenos parezcan poco sensibles a los factores sociales y situacionales, al menos tal como los conceptualiza el enfoque variacionista; y, sobre todo, la existencia de diferencias de significado entre las formas gramaticales alternantes (Serrano 2007). Sigue siendo indudable que los hablantes, en cualquier estadio sincrónico de una lengua, cuentan con la posibilidad de elegir (y el concepto de elección es, en el fondo, el que fundamenta la propia existencia de la variación) entre diversas posibilidades formales que, a su vez (y aquí puede residir la clave), acarrean variaciones en el significado, en la forma de concebir el contenido que se transmite. Cualquier aspecto morfosintáctico sujeto a variación permite comprobar que el significado es en sí mismo un factor del que no se puede prescindir. Nuestras primeras observaciones a este respecto surgieron de diversos fenómenos relacionados con los clíticos verbales del español, unidades deícticas que conservan vestigios de su origen pronominal y que hoy poseen un comportamiento similar al de los afijos verbales (Aijón Oliva 2006a: cap. 4). Bastantes variedades del español oscilan entre las formas le y lo para señalar a un referente masculino que aparece codificado como objeto verbal. Sin embargo, la elección entre una forma y otra no parece arbitraria, sino que tiene relación con aspectos semánticos y de conocimiento del mundo: le se aplica mucho más habitualmente a referentes humanos, y aparece en cláusulas cuyos verbos

1

Este trabajo forma parte del desarrollo del proyecto de I+D «Los estilos de comunicación y sus bases cognitivas en el estudio de la variación sintáctica en español» (FFI200907181/FILO), subvencionado por el Ministerio de Ciencia e Innovación.

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Miguel Ángel Aijón Oliva / Elisa Machado Soto / María José Serrano

describen procesos en que el objeto sufre escasa afectación (ejemplo 1), frente a lo que ocurre con lo, forma que parece subrayar el carácter objetual del referente, aun aplicada a personas (2). (1) La capacidad de adaptación de enfermos crónicos impresiona a cualquiera, les puedes ver con unos efectos secundarios muy fuertes durante mucho tiempo pero no les oyes quejarse (Aijón Oliva 2006b: 237). (2) ¿qué va a pasar con los empleaos? // NADIE / se ha preocupao / y hay personas que llevan treinta años / trabajando ahí y treinta y tantos años / y los han echao a la calle (Aijón Oliva 2006b: 238).

Hechos como este propician que el estudio de la variación en la sintaxis acabe confluyendo de forma casi natural con el paradigma teórico cognitivista, según el cual (y en oposición al formalismo de los enfoques estructurales y generativos) la gramática es inherentemente simbólica, esto es, resulta imposible separar la forma lingüística del contenido que expresa, y toda alteración formal conllevará algún cambio en el significado (Croft y Cruse 2008: 18-20; Talmy 2000: pássim). Sin abandonar el paradigma de los clíticos verbales españoles, ha sido posible detectar valores muy similares en otros fenómenos como la formulación variable de los clíticos que señalan la concordancia de objeto (3) o la colocación anterior o posterior de dichas unidades con respecto a una construcción formada por dos verbos (4). (3) Le di las gracias al señor que me ayudó ⊥ Di las gracias al cielo por aquella oportunidad (4) Te puedo hacer una colcha como esta Puedo hacerla con el hilo que me ha sobrado

En todos los casos hay una variante que se correlaciona más habitualmente con los referentes humanos y que se perciben como más autónomos y prominentes en la escena (la expresión del clítico y la colocación antepuesta, respectivamente). Lo más interesante es que del significado cognitivo básico de los clíticos se derivan todos los usos y valores de sus fenómenos de variación en cualquier nivel del uso lingüístico. Hoy se acepta que en el funcionamiento de la sintaxis confluyen aspectos léxicos, semánticopragmáticos, discursivos y, fuera de lo verbal (pero también subsumibles en el concepto general de significado), sociales y situacionales (Serrano 2010)2. Así, una de

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El análisis de las variantes sintácticas como opciones comunicativas y significativas situadas en el plano discursivo-pragmático es algo que ya veníamos aplicando en trabajos anteriores (Serrano 1999: 18-19).

El estilo comunicativo y sus propiedades cognitivas

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las primeras aportaciones de nuestro enfoque fue la observación de que la variación sintáctica puede rentabilizarse interactivamente como recurso de cortesía verbal. La citada forma le es más habitual en contextos en que se intenta dar una imagen positiva del referente, asimilándolo nocionalmente a las entidades humanas y de mayor autonomía; indicio especialmente evidente es el uso habitual de dicha forma cuando su referente es una segunda persona discursiva a la que se dirige el tratamiento de usted. (5) considerará usté lógico que TODOS: / vayan a intentar desalojarle a usté / porque: son ocho años y:: b- e: / e(s de)cir / l- los- / los demás- / los demás también quieren mandar ¿no? (Aijón Oliva 2006a: 414).

Lo mismo se ha detectado en los demás fenómenos de variación relacionados con los clíticos: tanto la expresión del clítico concordancial de objeto como la anteposición en las construcciones pluriverbales parecen poder emplearse como recursos de cortesía positiva hacia referentes de tercera persona (Aijón Oliva 2006a, 2006b). En definitiva, la variación lingüística no tiene por qué entenderse, a la manera del variacionismo tradicional, como la existencia de formas distintas de decir lo mismo, sino que más bien representa el hecho, mucho más amplio y difícil de acotar, pero también más interesante científicamente, de que hay formas distintas de decir cosas distintas. Ello exige adoptar un concepto amplio y multiforme de significado, repartido en múltiples niveles analíticos (formal-conceptual, pragmático-discursivo, social-estilístico), pero que a la vez es reducible, en última instancia, a las estructuras y procesos que conforman de modo general la cognición humana (Aijón Oliva y Serrano 2009).

2. La creación del significado estilístico En las ciencias humanas y sociales aparece de modo recurrente una tensión entre los enfoques conductistas, que tienden a ver el comportamiento como respuesta a los estímulos del entorno, y los racionalistas, que subrayan la autonomía y la creatividad del ser humano como ente capaz de tomar decisiones y de alterar con ellas el mundo que le rodea (Aijón Oliva 2008). Los enfoques sociolingüísticos dominantes en el siglo XX, y en particular el variacionismo, se han orientado claramente hacia la primera postura. Para Labov (2001: 87), la variación estilística o situacional del lenguaje es efecto de la atención prestada por el hablante a su propio discurso, la cual a su vez responde al grado de formalidad o informalidad que percibe en la situación externa (familiaridad con el interlocutor, seriedad del tema tratado, etc.). Por el contrario, las aportaciones más recientes tienden a subrayar que a menudo son las elecciones estilísticas del hablante las que crean y modifican la situación comunicativa, y no al revés (Schilling-Estes 2002; Coupland 2007; Auer 2007).

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Nuestra visión de la variación lingüística defiende una postura integradora: si bien no se debe desdeñar la necesidad de sujetarse, en cierta medida, a las exigencias de la vida en sociedad, manifestadas en este caso como normas de interacción e interpretación lingüística, al mismo tiempo todo parece indicar que, en gran parte de las situaciones comunicativas, el designio creativo del hablante es la fuerza determinante en la configuración del mensaje. Ello va de acuerdo con una concepción cognitivista y constructivista del lenguaje humano, que se forma y se transforma a través de la interacción activa y constante con el entorno. Las elecciones lingüísticas de todo hablante persiguen, junto al logro de propósitos transaccionales particulares, la creación de un estilo propio. Tal estilo, teniendo en cuenta todo lo dicho en el apartado anterior, no puede considerarse de naturaleza meramente formal, sino que supone la elección de un conjunto de significados que dicho hablante desea asociar a su propia persona, frente a otros que también serían posibles. El estilo comunicativo no es, pues, otra cosa que la construcción del significado en situaciones de interacción real. En la medida en que podamos llegar a conocer los fundamentos cognitivos de una variedad lo mayor posible de fenómenos sintácticos y discursivos, así como los significados de cualquier tipo que pueden adquirir en contextos de comunicación reales, estaremos más cerca de describir adecuadamente la naturaleza formal y significativa de los estilos de comunicación, así como los valores últimos que sustentan su existencia (Aijón Oliva 2006a: cap. 10; Serrano y Aijón Oliva, en consideración a). Una vez expuestos los principios generales de nuestro acercamiento a la variación lingüística, dedicaremos el resto de este trabajo a examinar algunas de las posibilidades que ofrece para el estudio de dos fenómenos muy diferentes: la expresión / omisión del sujeto y el uso de la metáfora como construcción de la imagen.

3. La expresión y la omisión del sujeto pronominal como recurso de estilo Uno de los muchos fenómenos gramaticales que cuentan ya con cierta tradición de análisis variacionista, pero cuyo conocimiento sin duda se ampliará grandemente con el enfoque que aquí hemos sintetizado, es la variación entre la expresión fónica y la omisión del sujeto de la cláusula (Yo pienso / Ø pienso). Frente a la visión formalista de que se trata de una variación libre (excepto, claro, en los contextos en que la presencia del sujeto es exigida, generalmente por necesidad de contraste), un análisis integrador revela que existen importantes condicionamientos pragmáticos y discursivos sobre este fenómeno, los cuales, en último término, remiten al propio significado nocional de la expresión del sujeto. Nuestra hipótesis es que un sujeto pronominal expreso se percibirá como más prominente (o será más accesible, en los términos de Ariel 1996) en el contexto discursivo-cognitivo que uno que no se realice

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en el plano formal. Ello permite detectar, entre otros aspectos, que el sujeto expreso y antepuesto al verbo es más frecuente en los contextos en que se pretende transmitir una imagen positiva de su referente (ejemplo 6). Por el contrario, el sujeto en posposición al verbo, colocación prototípica de los pacientes semánticos, predomina con claridad cuando existe una estrategia peyorativa (7, 8). Es decir, también este fenómeno de variación puede constituir un recurso de cortesía verbal a partir de sus propios valores cognitivos (Serrano y Aijón Oliva, en consideración b)3. (6) A: yo más que nada incorporarme/ sabes por qué/ por lo económico/ porque me están descontando de la nómina||| las condiciones que yo tenía ya no me las están dando/ ya son muchas cosas en contra\ B: claro, claro\ A: entonces es|| jurarme/ es para pensarme si|| es hacerme fuerte/me acerco a esa persona y pensar/ yo tengo la sartén por el mango/ yo soy fuerte y ya no me hunde\ (CCEC ). (7) ¿Y dice usted que está abierto al diálogo?... El pasado día 7, el personal de enfermería de Hematología le solicitó una entrevista de carácter urgente para tratar temas que nos parecen de gran importancia. Esta solicitud, firmada por 32 personas, no ha sido tenida en cuenta y estamos a día 19 (MEDIASA ). (8) A: lo que pasa es que claro/ pero yo no me he incorporado porque no sé lo que voy a hacer todavía/ claro/ las vacaciones como que no las voy a coger yo\ B: ==claro, no vas a llegar y a coger vacaciones\ (CCEC ).

Por otro lado, en Aijón Oliva y Serrano (en consideración) nos centramos en el estudio de un contexto léxico-sintáctico muy concreto, el de la forma verbal creo y la expresión variable de su sujeto yo. Esta predomina, en general, en los contextos discursivos de mayor interactividad, cuando los hablantes se ven obligados a competir por la posesión del turno conversacional: la formulación de yo contribuye a anclar el discurso en la esfera nocional de la primera persona, a subrayar la presencia de esta en la escena y a responsabilizarla del contenido que se va a expresar. Se trata, pues, de un recurso de subjetivización, en el sentido más amplio, del mensaje (Traugott 1989). De ello se deriva, muy probablemente, la asociación típica de la variante con sujeto expreso yo creo a los enunciados de valor argumentativo, que expresan una opinión o un juicio de valor (9), mientras que la omisión del sujeto predomina cuando

3

Todos los ejemplos de este apartado proceden del Corpus Conversacional del Español de Canarias (CCEC), inédito, y del Corpus de Lenguaje de los Medios de Comunicación de Salamanca (MEDIASA), incluido en Aijón Oliva (2006a).

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creer se utiliza en su valor epistémico de expresión de hipótesis, hechos de los que no se está seguro (10). (9) pero yo creo que: la Unión Deportiva Salamanca necesita / además de dinero otras cosas / aportar idea:s aportar alguna solució:n / y intentar sobre todo: empujar todos para el mismo carro / y no cada uno pa uno porque eso yo creo que es malo / para la Unión Deportiva Salamanca y: por ende para:- para todos los que estamos en ella (MEDIASA ). (10)Eran unas fiestas austeras/ pero la gente se lo pasó bien\es el primer municipio donde hemos puesto en marcha el plan de austeridad\creo que hemos sido de los primeros|||la gente lo ha entendido perfectamente\ (CCEC).

Por lo que se refiere a los valores socioestilísticos del fenómeno, muy poco estudiados hasta el momento, en Aijón Oliva y Serrano (en consideración) descubrimos, entre otros aspectos, que la expresión de hipótesis (en la mayoría de los casos, como se ha dicho, a través de la omisión del sujeto) es más frecuente en hablantes que generalmente desean proyectar una imagen de objetividad e imparcialidad, como pueden ser los periodistas y comunicadores (y también otros personajes públicos); lo contrario ocurre con los representantes de partidos políticos y sindicatos, con los que la variante yo creo en contexto argumentativo alcanza sus valores más elevados. Por lo tanto, la expresión / omisión del sujeto de creo resulta ser, de nuevo, un fenómeno sintáctico cuyos valores nocionales le permiten funcionar contextualmente como recurso de estilo y contribuir a la construcción de una determinada imagen personal. Por otra parte, en términos de frecuencias absolutas se observa un uso más habitual de la forma creo, con o sin sujeto, en los hombres que en las mujeres, lo que podría indicar un estilo discursivo más orientado a la expresión de hipótesis y opiniones en el caso de aquellos, mientras que las mujeres tenderían a la transmisión de información (supuestamente) objetiva. No obstante, puede tratarse de un efecto producido por la naturaleza de los corpus utilizados (se trata de textos procedentes de los medios de comunicación), por lo que el dato debería contrastarse con materiales lingüísticos de otros ámbitos.

4. La metáfora como construcción de la imagen El discurso periodístico es un buen ejemplo de cómo la selección lingüística da lugar a un estilo comunicativo personal que puede depender de la ideología y la función social del periodista. En un artículo de opinión es frecuente encontrar metáforas, definidas sociocognitivamente como un recurso lingüístico-cognitivo que, según Lakoff y Johnson (2001: 39), «impregna la vida cotidiana, no solamente el lenguaje, sino

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también el pensamiento y la acción». Los recursos metafóricos establecen relaciones subjetivas entre dominios cognitivos distintos y destacan unas características frente a otras, por lo que son una estrategia peligrosamente eficaz en la comunicación persuasiva. Las más recientes tendencias sociolingüísticas ven en las metáforas del discurso periodístico una muestra de cómo las alternativas discursivas variables de la lengua están basadas en dimensiones cognitivas distintas que crean estilos particulares, esto es, construyen diferentes significados. Machado Soto (2009) analiza un conjunto de artículos digitales e impresos que la sección internacional del diario español El País dedicó a los actuales presidentes de Venezuela (Hugo Chávez) y Colombia (Álvaro Uribe) el mismo día y al día siguiente de las primeras elecciones en que resultaron ganadores. En relación con Chávez se analizaron ocho artículos, y con Uribe nueve. En el primer caso se encontraron 112 metáforas y en el segundo 151. Las metáforas encontradas en ambos casos se dividieron en dos grupos, denominados A y B. El primero incluye las metáforas que definen directa o indirectamente al personaje, su discurso, qué pretende, etc. En B figuran las que aluden a la realidad de Venezuela y de Colombia. Aquí se dan personificaciones y cosificaciones de los dos países, de sus entidades, problemas, etc., que en último término se asocian a la percepción de la persona política, pues esta representa a su país. En todos los casos aparecen metáforas tanto positivas como negativas; a continuación recogemos ejemplos. a) Chávez (11) Grupo A, positivo: Soy un guerrero por la libertad (12) Grupo A, negativo: El comandante de discurso populista y rompedor (13) Grupo B, positivo: El petróleo... seguirá en manos del Estado (14) Grupo B, negativo: Los cerros más miserables de Caracas aplaudían aquel porrazo militar b) Uribe (15) Grupo A, positivo: El candidato que roza el 50% en todos los sondeos (16) Grupo A, negativo: El candidato liberal independiente lanza un discurso de mano dura (17) Grupo B, positivo: La rabia de este país... reclama ahora autoridad (18) Grupo B, negativo: Las calamidades de Colombia estimulan las guasas del fatalismo

Las diferencias en los porcentajes de metáforas con significado positivo y negativo son notables. En el caso de Chávez predominan ampliamente las metáforas con significado negativo (74%); con Uribe, en cambio, son más abundantes las de significado positivo (67.5%). Según esto, las personas políticas de Chávez y Uribe reciben imágenes opuestas por la construcción del significado metafórico en el discurso: la primera tiende a

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una percepción negativa y la segunda a una positiva, es decir, por medio de las elecciones formales se ha logrado crear significados diferentes.

5. Conclusión No cabe duda de que el programa científico delineado y ejemplificado aquí ofrece enormes posibilidades para avanzar en el conocimiento de la variación en la morfosintaxis y el discurso y, mucho más allá, de la propia relación que existe entre la cognición humana y el uso lingüístico en toda situación real de comunicación. El reconocimiento de que las variaciones significativas son lo que da razón de ser a la variabilidad formal abre la puerta a la posibilidad de explicarla científicamente. El objetivo último es llegar a descubrir qué son y cómo son los estilos comunicativos, qué dimensiones comunicativas fundamentan su existencia y sus características, cómo se relacionan entre sí y cómo evolucionan a través de la interacción humana en contexto social.

Referencias bibliográficas AIJÓN OLIVA, Miguel Ángel (2006a): Variación morfosintáctica e interacción social: Análisis del paradigma de los clíticos verbales españoles en los medios de comunicación, Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca. Edición en CD. — (2006b): «La variación morfosintáctica como recurso de cortesía: acerca del paradigma de los clíticos españoles», Lingüística Española Actual 28: 221-246. — (2008): «Elección lingüística y situación comunicativa: un dilema teórico», Revista de Filología de la Universidad de La Laguna 26: 9-20. AIJÓN OLIVA, Miguel Ángel y María José SERRANO (2009): «Las bases cognitivas del estilo lingüístico», Sociolinguistic Studies 3.3. En prensa. — (en consideración): «El hablante en su discurso: expresión y omisión del sujeto de creo». ARIEL, Mira (1991): «The Function of Accessibility in a Theory of Grammar», Journal of Pragmatics 16: 443-463. AUER, Peter (ed.) (2007): Style and Social Identities, Berlin: Walter de Gruyter. COUPLAND, Nikolas (2007): Style: Language Variation and Identity, Cambridge: Cambridge University Press. CROFT, William y D. Alan CRUSE (2008[2004]): Lingüística cognitiva, Madrid: Akal Cambridge. LABOV, William (2001): «The Anatomy of Style-Shifting», en Penelope Eckert y John R. Rickford (eds.), Style and Sociolinguistic Variation, Cambridge: Cambridge University Press, 85-108.

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LAKOFF, George y Mark JOHNSON (2001[1980]): Metáforas de la vida cotidiana, Madrid: Cátedra. MACHADO SOTO, Elisa (2009): Construcción del significado en el discurso a través del estilo: las elecciones de Hugo Chávez y Álvaro Uribe en el diario El País. Trabajo de investigación predoctoral, Universidad de La Laguna. SCHILLING-ESTES, Natalie (2002): «Investigating Stylistic Variation», en Jack K. Chambers et ál. (eds.), The Handbook of Language Variation and Change, Oxford: Blackwell, 375-401. SERRANO, María José (1999): «Nuevas perspectivas en variación sintáctica», en María J. Serrano (ed.): Estudios de variación sintáctica, Madrid/Frankfurt: Iberoamericana/Vervuert, 11-49. — (2007): «Historia que ya es historia: evolución y actualidad del concepto y la metodología de la variación sintáctica», Boletín de Lingüística 19: 102-127. — (2010): «Morphosyntactic Variation in Spain», en Manuel Díaz Campos (ed.), The Handbook of Hispanic Sociolinguistics, Oxford: Wiley-Blackwell. En prensa. SERRANO, María José y Miguel Ángel AIJÓN OLIVA (en consideración a): «Syntactic Variation and Communicative Style». — (en consideración b): «La posición variable del sujeto pronominal: fundamentos perceptivos y funcionalidad estilística interactiva». TALMY, Leonard (2000): Toward a Cognitive Semantics, Cambridge: MIT Press. TRAUGOTT, Elizabeth C. (1989): «On the Rise of Epistemic Meaning in English: An Example of Subjectification in Language Change», Language 65: 31-35.

Cambios léxicos en una comunidad urbana canaria1 Manuel Almeida / Carmelo P. Vidal

1. Introducción Los cambios que se producen en las lenguas están en gran medida relacionados con transformaciones que se producen en la estructura socioeconómica de las poblaciones que las hablan. En el caso de los cambios que se han producido en los dialectos europeos en los últimos 50-60 años, se ha señalado que estos posiblemente hayan tenido que ver con toda una serie de transformaciones que se han llevado a cabo en el nivel macroeconómico, principalmente con las siguientes: a) la desruralización de amplias áreas geográficas, lo que implica, en cierto modo, una desestructuración del rígido sistema social y cultural característico de muchas sociedades agrarias tradicionales; este proceso suele ir acompañado de una movilidad poblacional a los centros urbanos, donde los dialectos vernáculos tienden a disolverse; b) el incremento del nivel educativo de la población, que favorece el contacto de los individuos con las variedades lingüísticas estándares; c) la mayor movilidad poblacional por razones de trabajo y de ocio, lo que permite poner en contacto a individuos con distintas normas lingüísticas y, por tanto, con distintos valores hacia las formas lingüísticas que los caracterizan, etc. (Hinskens, Auer y Kerswill 2005). Los estudios llevados a cabo sobre todo en las dos últimas décadas han mostrado que estos cambios suelen incidir de modo negativo sobre las formas lingüísticas tradicionales, vernáculas o locales, algunas de las cuales tienden a ser sustituidas por otras formas dialectales que tienen una mayor distribución en una región (convergencia horizontal), por formas características de la lengua estándar (convergencia dialectal) (véase, por ejemplo, Britain 2009; Villena Ponsoda 2000, 2008a, 2008b; Watt 2002), o bien por formas que no pueden ser adscritas a ninguna variedad preexistente (‘híbridos’), sino que parecen derivar de características presentes en dos dialectos (Berrutto 2005; Britain 2009). Esto no quiere decir que los dialectos tradicionales como tales estén abocados a su desaparición; al contrario: si se ha señalado que detrás del abandono de las formas vernáculas de habla hay que situar factores como la movilidad geográfica o el incremento del nivel educativo, habrá que pensar que aquellos individuos que no se ven afectados por estos procesos tampoco verán afectada su norma lingüística. Por otro lado, aunque en los dialectos

1

Los autores agradecen al profesor Juan Villena Ponsoda los comentarios hechos a una versión anterior de este artículo. También agradecen al profesor Cristóbal Corrales la aclaración de algunas dudas de tipo lexicográfico.

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tradicionales se hayan producido innovaciones como las señaladas, lo normal en muchas áreas es que estas innovaciones no hayan producido necesariamente un arrinconamiento o pérdida de las formas tradicionales, sino una coexistencia de ambas, especializándose ambas en funciones sociocomunicativas diferentes. El propósito de esta investigación ha sido analizar los cambios léxicos que se han producido en la ciudad de Santa Cruz de Tenerife entre los años 60 y comienzos de los 90 del pasado siglo, determinar los factores sociales que promueven dichos cambios, identificar los ítems léxicos que puedan encontrase en proceso de pérdida y señalar las alternativas que han surgido. Por último, se intentará establecer si se está produciendo algún tipo de convergencia y en qué dirección se dirige esta (si hacia una norma dialectal más general o hacia el español estándar).

2. Metodología En la línea de otras investigaciones sobre cambio léxico llevadas a cabo en diferentes comunidades de habla del Archipiélago canario (Almeida 1996; Almeida y Rodríguez Álvarez 2007; Almeida y Vidal 1996-1997; Rodríguez Álvarez 2004), se trató de determinar la vitalidad de una parte del léxico recogido en el ALEICan (Alvar 1975-1978) para la capital tinerfeña2. Las encuestas del ALEICan correspondientes a Santa Cruz se llevaron a cabo en 1968, mientras que las que sirven de base a esta investigación se efectuaron en 1992. Por tanto, han pasado casi 25 años entre las dos encuestas, y en este tiempo se han producido transformaciones importantes en la economía, en la cultura y en la sociedad santacrucera que posiblemente han tenido su repercusión en el léxico que se usaba en la ciudad a finales de los años 60, provocando la desaparición de una parte de él y, en determinados casos, su sustitución por otras formas léxicas3. Se seleccionaron 55 preguntas del ALEICan con sus respuestas correspondientes. Las unidades léxicas del ALEICan fueron clasificadas como locales o generales. Estos rótulos se correspondían, respectivamente, con ítems léxicos que el ALEICan registra en Santa Cruz de Tenerife y en tres localidades más de la isla de Tenerife y con ítems registrados, además de en la capital tinerfeña, en más de tres localidades de la isla. En la línea de los estudios sobre convergencia dialectal, se esperaba que las palabras

2 3

Alvar realizó dos encuestas en Santa Cruz de Tenerife: una en el enclave rural de Taganana y otra en el núcleo urbano. En esta investigación solo se tendrá en cuenta la segunda. Entre estos cambios pueden mencionarse las migraciones que desde los años 40 del pasado siglo se producen desde las zonas rurales a la ciudad, el incremento de la población que trabaja en el sector servicios y un aumento del nivel educativo de los individuos (Luis Yanes y Hernández González 1995: 98-105).

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más locales se hubieran visto sometidas a un mayor desgaste funcional que las palabras de uso más general (Britain 2002). Antes de la aplicación del cuestionario se pidió a los informantes que proporcionaran todas las respuestas que conocieran para cada pregunta, tanto si empleaban las unidades léxicas como si no lo hacían. En los casos en que se aportaba más de una respuesta se trató de determinar si todas ellas se empleaban o no para expresar el mismo referente. Si no era así, la unidad léxica era eliminada del análisis. El cuestionario fue aplicado a 18 informantes, clasificados del siguiente modo: Según el género: 7 hombres y 11 mujeres. Según la edad: 6 individuos jóvenes (20-35 años), 7 de edad intermedia (36-55 años) y 5 mayores (más de 55 años) (o sea, personas nacidas entre 1958-1972, entre 1938-1957, y antes de 1938, respectivamente). Según el nivel de estudios: 5 individuos analfabetos o con estudios primarios sin terminar (nivel sociocultural bajo), 6 con estudios primarios terminados (nivel sociocultural medio-bajo) y 7 con estudios secundarios o universitarios terminados (nivel sociocultural medio-alto).

3. Resultados Los resultados obtenidos muestran que un importante porcentaje del léxico contenido en el ALEICan se emplea todavía en la capital tinerfeña: el 87% (892 casos), mientras que solo un 13% (151 casos) se ha visto afectado por el desuso. Como se esperaba, esta vitalidad no es la misma para el léxico local que para el léxico general, ya que las unidades del primer grupo han experimentado un mayor grado de deterioro que las del segundo grupo: 16,1% de desuso vs. 11%. Estas diferencias son estadísticamente significativas: χ2 = 5,554, p ≤ 0,05. El papel que han tenido los grupos sociales en el desuso del léxico queda manifiesto en la información contenida en la tabla 1. De las tres variables sociales contempladas en el análisis, el género fue la única que no mostró diferencias relevantes: las mujeres tienden a conservar el léxico tradicional algo más que los hombres (88% vs. 85,5%), pero esta diferencia no es significativa (p ≥ 0,05). En lo que respecta a las diferencias generacionales, se observa que los porcentajes de uso del léxico disminuyen según pasamos de un grupo de edad más viejo a otro más joven, lo que puede ser indicio de un cambio en marcha: 92,6% para el grupo de más edad, 86,2% para el grupo intermedio y 83,3% para el grupo más joven. Las diferencias fueron significativas (p ≤ 0,01). Por último, en lo que respecta al nivel de estudios de los informantes, se observa que el léxico tradicional se preserva más en el grupo cuyos individuos tienen menos años de escolarización (es decir, aquellos que han mantenido menos contacto formal con el estándar). De ese modo, los individuos con un nivel

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bajo de escolarización retienen el léxico tradicional en el 94% de los casos, unos diez puntos más que los miembros de los dos grupos con más estudios (los cuales, sin embargo, no registran diferencias entre sí): 85,4% en el grupo de estudios medio-bajo y 83,5% en el grupo de estudios medio-alto. Estas fueron las diferencias más acusadas de las registradas en las variables sociales que se analizaron: p ≤ 0,000. N/T

%

χ2

p

Género Hombres Mujeres

341/399 552/627

85,5 88,0

1,433

0,231

Edad 20-35 años 36-55 años + 55 años

285/342 344/399 264/285

83,3 86,2 92,6

12,303

0,002

Nivel educativo Bajo Medio-bajo Medio-alto

268/285 292/342 333/399

94,0 85,4 83,5

17,731

0,000

Tabla 1. Distribución social del uso del léxico tradicional en Santa Cruz de Tenerife.

Las unidades léxicas que en 1992 se encontraban en proceso de desuso han sido las siguientes: polvacera ‘efecto de haber bebido mucho’, verija ‘parte del cuerpo donde se unen los muslos y el vientre’, escarro (o esgarro) ‘saliva mucosa que se arranca de la garganta y se expulsa por la boca’, embozada ‘lo que cabe en el interior de las dos manos juntas’, gemir ‘fingir que se llora, suspirando entrecortadamente’ y lentes ‘objeto con cristales que usan los que no ven bien’. De ellas, solo dos (polvacera y gemir) habían sido clasificadas como locales, mientras que las otras cuatro eran de uso más o menos general en la isla. Consultando los repertorios léxicos (Corrales Zumbado, Corbella Díaz y Álvarez Martínez 1992) se observa que las unidades léxicas catalogadas como locales también han sido poco usadas en el resto del Archipiélago, mientras que las que en 1968 tenían un uso más o menos general en la isla eran también más o menos frecuentes en el Archipiélago. De esas seis unidades, tres pueden considerarse canarismos: polvacera, escarro y embozada, mientras que gemir, verija y lentes4 son palabras del español común.

4

El DRAE, en su versión electrónica, no registra lentes como sinónimo de gafas, pero sí la recogen con esa acepción Seco, Andrés y Ramos (1999: 2812).

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4. Tipos de convergencia léxica En la tabla 2 aparece representada la lista de palabras que en 1992 estaban insertas en un proceso de abandono en la capital tinerfeña y las alternativas con que contaban entonces los hablantes de la ciudad (en este caso solo se han recogido las unidades que fueron empleadas por al menos nueve individuos de la muestra). Palabras en retirada polvacera (L) gemir (L) verija (G) lentes (G) embozada (G) escarro (G)

Alternativas borrachera, trompa, cargacera, pedo/peda, tranca ingle gafas esputo, pollo

L = léxico local, G = léxico general. «Borrachera» y «gafas» no representan alternativas nuevas, ya que se empleaban en la ciudad en 1968.

Tabla 2. Relación de palabras en desuso en Santa Cruz de Tenerife y alternativas a las mismas.

De las seis unidades léxicas en proceso de desuso hay dos que no registran alternativas: gemir y embozada. Con respecto a la primera, los informantes de Santa Cruz proporcionaron otras unidades y expresiones léxicas para expresar el mismo concepto: llorar de mala gana (aportada por siete informantes), gimotear (proporcionada por seis informantes) y guañar (registrada en seis individuos, todos ellos mujeres). Por tanto, ninguna de estas alternativas parece haber alcanzado un gran consenso en la comunidad a la hora de fijar los usos lingüísticos. Por lo que respecta a embozada, se trata de una palabra relacionada con uno de los sistemas de volumen y medidas tradicionales, por lo que su suerte está estrechamente ligada a la pérdida de estos sistemas (hoy en declive en algunas áreas del Archipiélago). La única alternativa que aportaron los informantes fue puñado, un término que también sirve para referirse a la cantidad que cabe en una sola mano, pero el número de individuos que afirmaba usarla era muy bajo. Por tanto, esta unidad léxica tampoco representa una alternativa en la comunidad. Una vez identificadas las unidades léxicas sometidas a un mayor proceso de desgaste, así como las alternativas correspondientes a cada una de ellas, estamos en condiciones de determinar qué tipo de convergencia se está produciendo en la comunidad santacrucera. Del conjunto de alternativas a polvacera, una de ellas, cargacera, puede ser valorada como canarismo. Lorenzo, Morera y Ortega (1994: 81) y Corrales Zumbado, Corbella Díaz y Álvarez Martínez (1996: 297) la mencionan como característica

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de Tenerife y Fuerteventura. Las restantes alternativas (borrachera, trompa, pedo/ peda y tranca) también son más o menos normales en español, pero con una diferencia entre ellas: mientras que borrachera es apta tanto para los contextos formales como para los contextos informales, las demás unidades solo parecen adecuadas en el estilo coloquial (véase la versión electrónica del DRAE en rae.es). La alternativa a lentes es gafas y la alternativa a verija es ingle; ambas representan formas del español común o general. Por último, las alternativas a escarro son esputo y pollo, dos palabras de uso más o menos general en la lengua, aunque la segunda de ellas es más apropiada en contextos informales de habla. Por tanto, nos encontramos con tres tipos de alternativas léxicas a las unidades que se encuentran en desuso: canarismos, palabras del español común apropiadas para cualquier tipo de contexto de situación y palabras del español común apropiadas solo en los contextos informales. Los canarismos pueden explicarse como casos de convergencia horizontal. Las restantes unidades pueden interpretarse como casos de convergencia con el español común, tanto en su vertiente formal como informal5.

5. Conclusiones Del análisis precedente pueden extraerse varias conclusiones. En primer lugar, los cambios léxicos que se han producido en Santa Cruz de Tenerife entre 1968 y 1992 no parecen ser muy profundos en lo que respecta a las unidades léxicas analizadas. En segundo lugar, estos cambios parecen estar relacionados con los cambios socioeconómicos que se han producido en la sociedad tinerfeña. Por ejemplo, se ha comprobado que el incremento del nivel educativo de los individuos o, lo que es lo mismo, un mayor contacto con la lengua estándar o con el español común, puede incidir de modo negativo en el uso del léxico tradicional. También la edad juega un papel importante en estos procesos: es probable que la imagen social que quieren proyectar los jóvenes santacruceros no esté tan ligada a los valores tradicionales, como sí ocurre

5

En este artículo hemos optado por hablar de español común (o español general) más que de español estándar, como hacen otros autores, aunque razones de espacio impiden extendernos sobre esta cuestión. De ese modo evitamos las polémicas asociadas a la definición de estándar (véase al respecto J. Milroy 2001 y J. Milroy y L. Milroy 1985/1999: 18-23). Por otro lado, a la hora de determinar las características de las unidades léxicas (sobre todo en aquello que respecta a su extensión geográfica y a su carácter coloquial, vulgar, formal, etc.) hemos echado mano de algunos diccionarios del español, fundamentalmente el de la RAE (rae.es) y el de Seco, Andrés y Ramos (1999). Como es sabido, los diccionarios recogen los usos de la lengua común, no solo los de la lengua estándar.

Cambios léxicos en una comunidad urbana canaria

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con los miembros de las generaciones más viejas. En tercer lugar, los cambios afectan sobre todo al léxico más local, aunque el tratamiento individual de los ítems analizados revela que también el léxico de uso más general se ve afectado. Por último, las alternativas que se han desarrollado en la comunidad a las unidades léxicas en proceso de desuso corresponden en la mayoría de los casos a unidades del español común; solo una de ellas (cargacera) representa un canarismo. Por tanto, en la comunidad objeto de estudio se producen dos tipos de convergencia: una, muy debilitada, hacia otras formas dialectales del canario, y otra, más evidente, hacia la lengua común.

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La documentación en la literatura de viajes sobre Canarias: los viajeros de lengua alemana (y otros) José Juan Batista / Encarnación Tabares / Marcos Sarmiento

1. Introducción Desde hace ya varios años los autores de este trabajo nos venimos ocupando de los viajeros decimonónicos de lengua alemana en Canarias y, repetidamente, hemos puesto de manifiesto la necesidad de tener en cuenta sus fuentes para calibrar la originalidad de su aportación y poder abordar cabalmente su traducción (véanse, entre otros, Sarmiento y Batista 2007; Batista, Hernández y Tabares 2009). En esta ocasión y debido al muy limitado espacio de que disponemos, nos centraremos en un punto que no habíamos desarrollado anteriormente: la inextricable interrelación de fuentes españolas, francesas, inglesas y alemanas que presenta la literatura de viajes sobre las Islas. Este nudo de relaciones se observa muy bien, por ejemplo, en la temprana traducción alemana de la obra de George Glas, que, a su vez, constituye, en parte, una traducción de Abreu Galindo. Y se advierte, también por ejemplo, en la obra de Hermann Schacht (1859), como mostraremos en este artículo. Pero empecemos por el principio, esto es, por la que fue la fuente primera: Le Canarien.

2. Las relaciones entre Le Canarien, Abreu Galindo y George Glas Le Canarien, redactado en francés, es tanto la primera historia sobre la conquista de Canarias como el primer relato fiable y detallado de un viaje a las Islas y, de alguna manera, determina el sino posterior tanto de la historia como de la literatura de viajes del Archipiélago canario. El manuscrito, que enaltece las hazañas de Jean de Béthencourt y fue compuesto por uno de sus capellanes, parece concluido en torno a 1426, aunque no se imprimió hasta 16301. Como no podía ser menos, su influencia se aprecia en la obra de los primeros historiadores de las Islas, entre los que, por supuesto, se cuenta fray Juan de Abreu Galindo, de quien escribe Rumeu de Armas (2004: 844-845) lo siguiente: Abreu escribió entre 1600 y 1632 una Historia de la conquista de las siete islas de Canaria, conservada en textos retocados que se remontan todos a 1632. Su obra se compone de tres

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Para todo lo referente a la obra de Pierre Bontier y Jean Leverrier, incluidas las cuestiones relacionadas con su tradición textual, cf. Aznar et ál. (2007, I: 17-32).

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José Juan Batista / Encarnación Tabares / Marcos Sarmiento partes: una descripción de las Islas, con una protohistoria, antropología e historia de la conquista de las Islas de señorío, siendo para esta parte testigo de excepción, ya que ignoramos las fuentes de que se sirvió; la conquista de Gran Canaria, basada en la crónica de la misma; y la conquista de La Palma y Tenerife, ayudándose con la obra del también cronista Alonso de Espinosa. Su trabajo es fundamental para el pasado canario por la variedad y novedad de sus fuentes y, sobre todo, por su estructura original, que marca la transición entre la crónica y la historia. En la etapa protohistórica hay que destacar las empresas de Jean de Béthencourt y el papel preponderante de Diego de Herrera con todo su linaje y parentela. La historia de Abreu Galindo tiene un inmenso valor por su singularidad, ya que la información que aporta parte de cero o de relatos muy simplistas. La originalidad se revela en diversos episodios o pasajes. Véanse como ejemplo los siguientes: sociedad aborigen; expediciones mallorquinas (con el símbolo del príncipe Luis de España); empresas de Jean de Béthencourt; etapa señorial andaluza (Niebla, Las Casas, Peraza, Herrera); las grandes conquistas (Gran Canaria y Tenerife, etc.). ¿Cómo fue posible que en treinta años Abreu recopilase tan abrumadora colección de noticias? Hay que suponer que se aprovechó de un texto, hoy desaparecido, que fue sangrado a su antojo.

Aunque nada sabemos de tal «texto, hoy desaparecido, que fue sangrado a su antojo»2, lo cierto es que Abreu Galindo conoce y se refiere a las empresas del héroe de Le Canarien, al que llama Juan de Betancor 3. Como expone Rumeu (2004: 847), el manuscrito original de Abreu Galindo se perdió en 1835, por lo que las ediciones de Francisco María de León y Xuárez de la Guardia (1848) y de Alejandro Cioranescu (1955 y 1977) se basaron en una copia4. Sin embargo, en el año 17645 había aparecido

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Cf. Barrios, José (1995, I: 111-137), quien opina que tanto Abreu Galindo como Torriani se valieron de la obra de un tal Dr. Troya, al que cita Torriani y que no ha llegado hasta nosotros. La obra de Abreu Galindo (ca. 1632), editada por Alejandro Cioranescu (1977), consta de tres libros, en los cuales se habla de Juan de Betancor o Betancur, sobre todo en el libro primero, donde sus hazañas ocupan la narración desde el capítulo VIII hasta el XX, aunque también aparece mencionado en los demás. En la Biblioteca Municipal de Santa Cruz de Tenerife se encuentran las dos versiones principales del texto: una anónima, realizada después de 1676, que sirvió de base a Cioranescu para su edición de 1955, y la otra, fechada entre 1775 y 1787, efectuada por encargo del coronel Andrés Amat de Tortosa. Tal fecha se lee claramente bajo el título de la obra de Glas, digitalizada por el Proyecto Humboldt (http://humboldt.mpiwg-berlin.mpg.de/Glas-LiSe/HTML/HMP_0005.html), a la que también se refiere Rumeu (2004: 846-847), quien, entre otros datos de interés, nos ofrece el siguiente: «[...] Desde 1632 hasta 1780 el manuscrito de la Historia de la conquista de las siete islas de Canaria se mantuvo encerrado para los españoles. En 1750 tuvo acceso al valioso texto el navegante escocés George Glas».

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impresa la traducción inglesa que el escocés George Glas hizo del manuscrito original de Abreu, con lo que ya desde su pág. 3 nos encontramos con John de Betancour. En realidad, la obra de Glas consta de tres libros: los dos primeros y parte del tercero (en total, unas 165 páginas) contienen la traducción y las noticias que, como se indica en el título, toma de Abreu, mientras que el resto del libro tercero (desde la página 166 a la 365) ofrece el fruto de los estudios de Glas sobre el origen de los primeros habitantes de las Islas y sobre su lengua, además de una Description of the Canary Islands6. La Descripción, dividida en veinte capítulos, trata de las siete islas y de sus usos, costumbres, clima, trajes, diversiones, estado de la enseñanza, comercio, manufacturas, el gobierno, la Iglesia y la navegación interinsular (y tanto el número de veinte capítulos como su ordenación guarda muchísimas similitudes con Die Canarischen Inseln (1831) de Francis Mac-Gregor).

3. La influencia de Glas en los viajeros de lengua alemana del siglo XIX 3.1. Aspectos generales El libro de Glas gozó enseguida de gran popularidad entre los autores de relatos de viaje7 y, apenas trece años después de la edición inglesa, fue traducido al alemán, según hace constar Mac-Gregor (2005[1831]: 380-381) en el vigésimo y último capítulo de su obra, que contiene una bibliografía, crítica y selecta, sobre las Islas: George Glas, History and Conquest of the Canary Islands, translated from a Spanish Manuscript lately found in the Island of Palma, with an Enquiry into the origin of the ancient Inhabitants, to which is added a Description of the Canary Islands, including the

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Esta Description era la única parte de la obra de Glas que había sido traducida al español por Aznar de Acevedo (1976). A ello hay que añadir ahora la traducción —con estudio introductorio y notas— del prólogo y la Enquiry sobre el origen de los antiguos canarios y su lengua que han llevado a cabo Castillo y Díaz Alayón (2009). Sería muy conveniente, y es un proyecto que tienen los autores de este artículo, retrotraducir al español la traducción que Glas hizo de Abreu Galindo en los dos primeros libros (y parte del tercero) de su obra, muniéndola de los pertinentes comentarios. Tanto ingleses (bástenos recordar al capitán Cook y a Olivia Stone, que lo consideraba el mejor relato sobre las Islas) como franceses (desde Bory de Saint-Vincent hasta Berthelot) y alemanes. Así, Alexander von Humboldt (1837, II, 1: 258) cita, al menos en un par de ocasiones, la obra de Glas, mientras que Leopold von Buch (1825: 46-49) dedica varias páginas y bastantes referencias a la persona y la obra de Glas, incidiendo en su relación con Abreu Galindo.

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José Juan Batista / Encarnación Tabares / Marcos Sarmiento modern history of the Inhabitants, an account of their manners, customs, trade, etc. London, Dodsley, 1764, en 4º. 368 páginas. (Traducida al alemán, en Leipzig, en 17778, en 8º. También en la Biblioteca de la Historia de la Humanidad de C. C. L. Hirschfeld, 1º tomito, Leipzig, 1780, en 8º). La parte histórica es una traducción del manuscrito de Abreu y Galindo. La descripción de los canarios está anticuada y contiene algunos puntos de vista equivocados, que pueden inducir a error a un extranjero. La obra tiene valor sobre todo para los navegantes, pues ofrece una descripción exacta de los puertos, radas y fondeaderos, al igual que noticias sobre los vientos dominantes, las corrientes y las profundidades.

Sin entrar a valorar los juicios de Mac-Gregor, creemos de gran importancia esta referencia a la temprana traducción alemana con sus dos ediciones. Efectivamente, en 1777 apareció la Geschichte der Entdeckung und Eroberung der Canarischen Inseln, traducción de la que, en 1780, se publicó un extracto dentro del primer tomo de la Bibliothek der Geschichte der Menschheit. Aunque, desgraciadamente no consta el nombre del traductor, lo más probable es que haya sido Johann Anton Leisewitz (1752-1806), a juzgar por algunas de sus noticias biográficas y por el prólogo a sus Obras completas (1838: XXVI)9. De la influencia de la obra de Glas (y, por consiguiente, de la de Abreu Galindo y, en última instancia, de Le Canarien) da cumplida cuenta uno de los grandes mediadores entre las fuentes históricas antiguas sobre Canarias y los viajeros decimonónicos de lengua alemana: Sabino Berthelot (2006[1839]: 229-235, 245-246; Batista 2007), quien traduce al francés extensos pasajes de su obra y lo elogia sobremanera. Y, respecto de lo que ahora nos interesa, Berthelot (2006[1839]: 192-193) rebate con indignación la acusación de plagio que Viera y Clavijo (1982[1772-1783], I: 3) había lanzado contra el escocés: Cuando, en su primer prólogo, Viera cita al padre Abreu Galindo como uno de los escritores que le han proporcionado el mejor material para sus Noticias de la Historia General

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Unas páginas antes había escrito Mac-Gregor (2005[1831]: 377): «Fray Juan de Abreu Galindo, Historia de la conquista de las siete Islas Canarias, 1632, en 4º, manuscrito. El mejor de los antiguos escritores que se ha ocupado de la conquista. Ha puesto, en la composición de su obra, amor a la verdad y cierto espíritu crítico, habiendo sido mencionado y utilizado, con frecuencia, por Viera en la redacción de sus Noticias. El escocés Glas ha traducido casi literalmente esta obra en su History of the discovery and conquest of the Canary Islands». Cf. Meyers Konversationlexikon online (http://www.retrobibliothek.de/retrobib/seite.html ?id=110313). Mucho menos probable parece la atribución al escritor y traductor Johann L. Benzler que hace el Lexikon Westfälischer Autorinnen und Autoren 1750 bis 1950.

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de las Islas Canarias, reprocha a George Glas el haberse atribuido los manuscritos de este autor: [...] Esta acusación de Viera no tiene ningún fundamento. Glas jamás pretendió usurpar la gloria de Galindo y apoderarse de su erudición; nunca ocultó el origen de las informaciones que daba sobre la conquista de las Islas Canarias y sobre los usos y costumbres de sus habitantes primitivos. La parte de su obra que trata de la historia del país durante los siglos XV y XVI está claramente anunciada como una traducción de un manuscrito español.

Y, a modo de reconvención jurídica, el autor francés (ibídem) acusa, a su vez, a Viera de haber copiado in extenso los textos de Glas referentes a la pesca. Así, la obra de Glas queda firmemente inserta en la historiografía insular, además de por su valor intrínseco, por ser la divulgadora de Abreu Galindo (y, por consiguiente, de Le Canarien) y por su influencia en Viera (no sólo en las Noticias, sino también en el Diccionario de Historia Natural). Sin duda, la obra de Glas influyó no sólo directamente en Mac-Gregor (1831) y Minutoli (1854), que la citan explícitamente, sino también indirectamente en todos los autores posteriores de lengua alemana como, por ejemplo, Georg Hartung, Carl Bolle, Hermann Schacht, Karl von Fritsch, Franz von Löher, Hermann Christ, Hans Meyer, etc. Y esta circunstancia conforma una constante en la literatura de los viajes a Canarias: hemos de tener siempre en cuenta el inextricable nudo de relaciones entre los distintos autores y lenguas, si aspiramos a tener una idea clara de la composición de sus relatos. En esta ocasión y, como anunciamos al principio, dado el corto espacio que nos queda, ejemplificaremos las relaciones de todas estas fuentes con una obra de Hermann Schacht.

3.2. La influencia (¿indirecta?) de Glas en la obra de Hermann Schacht Madeira und Tenerife mit ihrer Vegetation (1859), obra del botánico alemán Hermann Schacht (1814-1864)10, se divide en dos partes: un informe botánico y una breve descripción de su viaje y estancia en Madeira y Tenerife. Cuando Schacht (1859: 134-135; nota 72) cita la bibliografía más importante que ha usado en la redacción de su libro, no menciona ninguna fuente española. Pero, al tratar del famoso Garoé de El Hierro, Schacht (1859: 132, nota 68) consigna sus dos únicas fuentes en español: la Historia de la conquista de las siete islas de Gran Canaria de Abreu Galindo (que data en 1642, diez años más tarde de lo habitual) y la Historia del primer descubrimiento y conquista

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Cf. Sarmiento Pérez (2005: 321-551) para todo lo que tiene que ver con las personas y las obras de Hermann Schacht y Carl Bolle sobre Canarias.

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de las Canarias de Bontier y Leverrier, o sea una versión castellana de Le Canarien con un título casi idéntico al de Glas y que sorprende por su hispanización de los nombres franceses. Así, marcando en cursiva el español, leemos: Ya no existe el famoso tilo de El Hierro, mencionado por Plinio y que, según la leyenda, proporcionaba agua potable a sus habitantes: en la Isla se ha perdido incluso su recuerdo sin dejar rastro. Juan de Abreu Galindo ofrece una exhaustiva descripción de este árbol en su Historia de la conquista de las siete islas de Gran Canaria (1642, pp. 47-49). Muy anteriores a él, Pedro Bontier y Juan Le Verrier, historiadores y capellanes de Juan de Bethencourt, hablan, empero, de varios árboles que, al parecer, proporcionaban la más excelente agua potable, la cual tenía la propiedad de facilitar la digestión de tal modo que, una hora después de comer, ya se volvía a sentir hambre (Historia del primer descubrimiento y conquista de las Canarias, 1402, p. 69). [Las traducciones, tanto esta como las que siguen de Schacht, son nuestras]

Aun admitiendo que Schacht haya leído a Abreu Galindo en español, no deja de parecer extrañísimo que se refiera a Le Canarien con el título español (y que tanto recuerda a Glas) de Historia del primer descubrimiento y conquista de las Canarias, que hispanice a sus autores como Pedro Bontier y Juan Leverrier y que date la obra en 1402, fecha en la que, según Schacht (1859: 7, 25, 162) repite erróneamente, los españoles habrían conquistado Canarias. Evidentemente, Schacht no conocía bien la historia de Canarias y no sabía que, si bien la conquista normanda empezó en 1402, Tenerife no fue sometida por Alonso Fernández de Lugo hasta 1496, pues confunde el inicio de la conquista acometida por los normandos con el sometimiento total de las Islas llevado a cabo por parte de los españoles casi un siglo más tarde. Y, por otra parte, también es evidente que la fecha de 1402 no puede corresponder a la elaboración de un manuscrito que narra los avatares de la conquista normanda de Lanzarote, Fuerteventura y El Hierro que duró por lo menos hasta 1404. La fecha de 1402 sólo puede apuntar al comienzo de los hechos narrados en el manuscrito original y no, por supuesto, a su fecha de elaboración, la cual tanto en el caso de Gadifer de la Salle como en el de Béthencourt suele retrasarse hasta el último tercio del siglo XV (remitimos a la referencia bibliográfica de la nota 1). En suma, parece claro que la citada fecha de 1402 formaba parte del título de la traducción española que supuestamente utilizaría Schacht o que, más probablemente, consultó el botánico y ornitólogo prusiano Carl Bolle (1821-1909), autor directo de 17 notas de las 106 de que consta la obra de Schacht11 y a quien éste

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Las 17 notas debidas a la mano de Bolle son, generalmente, las más largas y se reconocen en el texto porque van seguidas de sus iniciales: C. B. Por lo demás, Schacht lo menciona a menudo en las 89 restantes, llegándose a dar el caso de notas compartidas por ambos.

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(1859: II) desde el prólogo expresamente agradece su ayuda por todas los datos que le aportó referentes a Canarias, donde Schacht se había detenido menos de un mes, mientras que Bolle había pasado unos dos años. Pensamos que Bolle supo de la traducción de Le Canarien que había realizado Servan Grave (un francés residente en La Palma desde, al menos, 1617)12 bien por Berthelot, bien por las Noticias de Viera, obra que en todo caso había conocido a través de Berthelot y de la que tradujo fragmentos al alemán13. Por lo demás, encaja muy bien con la personalidad y forma de trabajar de Bolle este manejo de la bibliografía en español. Bolle era un políglota que hablaba correctamente español y francés, mientras que Schacht, quien nos confiesa que su inglés no era muy fluido, hubo de aprender portugués durante su estancia en Madeira, circunstancia que, indudablemente, le ayudaría para no tener tampoco dificultades con el español. Por esta misma razón habría también que atribuir a Bolle la nota 65 del mismo libro, donde vuelve a aludirse a Le Canarien y quizá lo único que refleje la mano de Schacht sea la errata de forment por froment: Bontier nombra el trigo (forment), pero los demás escritores hablan de cebada. También mencionan un fruto de vaina (arvejas). J. de Bethencourt hizo traer trigo del continente africano a Lanzarote.

Apoya lo que acabamos de afirmar otra nota de Schacht (1859: 91, nota 42) que revela los amplios conocimientos de Bolle sobre la historiografía de las Islas: El Dr. Bolle tiene al castaño por un árbol que los españoles trajeron a Canarias, pues los cronistas mencionan que se plantó en tiempos de la conquista, pero nunca se refieren al mismo como autóctono.

No podemos extendernos más. Hemos visto cómo la obra de Abreu Galindo, que recoge las noticias de Le Canarien, se traduce, primero, al inglés por Glas y, luego, al alemán.

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Según Aznar et ál. (2007, I: 24), «[L]a historiografía canaria, desde 1630 hasta la segunda mitad del siglo XX, sólo tuvo en cuenta el texto fijado por Bergeron, que se utilizó como base para las pocas traducciones y todavía más escasas ediciones en español que se llevaron a cabo.[…] Una última copia completa de la traducción se puede consultar en los fondos de la Biblioteca Municipal de Santa Cruz de Tenerife (ms. 15.1). En ella se puede leer claramente el nombre del traductor, que había sido eliminado de los manuscritos anteriores: (…) Traducida de lengua francesa en castellana por el capitán Servan Grave, de nación francesa y vecino de la isla de La Palma». Cf. su «Esbozo sobre la historia de las Islas», el segundo de los cuatro trabajos que constituyen su Die Canarischen Inseln. Aus eigener Anschauung beschrieben (1861-1862).

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Y cómo los viajeros alemanes tienen en cuenta tanto la obra de Abreu Galindo como la de Glas, ya sea en la versión original, ya sea en la traducción de Leisewitz. Y también cómo algunos de ellos (aquí nos hemos limitado a Schacht, aunque en realidad haya sido Bolle) vuelven a consultar el texto original de Abreu Galindo, además de Le Canarien (quizá en traducción castellana), obras que conocen por las Noticias de Viera a través de Berthelot14.

4. Conclusión: la importancia de la investigación de las fuentes y de sus relaciones para la traducción de la literatura de viajes sobre Canarias Teniendo en cuenta lo que hemos expuesto, resultaría vano estudiar por separado la literatura de viajes inglesa, francesa y alemana sobre Canarias. Y, por supuesto, constituiría un error del mismo calibre el no tener en cuenta las obras españolas que están en la base de la mayoría de los relatos de viaje extranjeros. Por ello, para traducir a viajeros no sólo alemanes, sino también ingleses o franceses, resulta de capital importancia la labor de documentación, pues todos acuden a las mismas fuentes. Por lo demás, si la documentación soluciona ciertos problemas traductológicos, también se plantea una cuestión teórica en absoluto baladí: como, desde Glas, gran parte de la obra de los viajeros que han escrito sobre Canarias no es más que una traducción (al inglés, francés o alemán) de textos españoles, al traducir a estos viajeros al español nos enfrentamos a la traducción de una traducción, esto es, a una re-traducción o una retro-traducción, con todas las consecuencias que ello conlleva (vid. para más detalle Batista, Hernández y Tabares 2009). De acuerdo con las modernas teorías de la traducción (no sólo con la funcional), está claro que, para ser lo más fieles posible y reproducir en la mayor medida las circunstancias que rodearon a la composición de las obras que traducimos, hemos de documentarnos sobre las fuentes que utilizaron nuestros autores. Es éste un aspecto que normalmente descuidan los traductores. Y ello por muchos motivos, aunque quizá principalmente por falta de preparación filológica y, sobre todo, por tener que ejercer su oficio en las precarias condiciones que imponen la premura de tiempo y la falta de la adecuada compensación económica (cf. al respecto Sarmiento y Batista 2007). No obstante, tanto por razones de acribia como de justicia histórica hemos de llevar a cabo esta labor de documentación. Y, entonces, también podremos valorar más cabalmente

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Fue Berthelot (1978[1849]), cuyos Anales son un resumen de Viera, quien actuó de mediador entre la obra de Viera y la de Bolle, pues, en numerosas ocasiones, declara su amistad con el prusiano. Cf. Sarmiento Pérez (2005: 544-546) y Batista Rodríguez (2007: 143-159), que estudian las relaciones entre Bolle y Berthelot.

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el importante papel que, en ocasiones, los viajeros han desempeñado con respecto a la transmisión del saber en las Islas15.

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Así expresaba hace veinte años Álvarez (1989-1990: 10) la existencia e importancia de estas interrelaciones fundamentales: «Es Glas precisamente, como nos dice Wölfel en su Monumenta, el primer investigador de la lengua canaria que ejerce cierto rigor en sus compilaciones, y que se preocupa sobre todo por comparar los textos guanches que recoge con posibles equivalentes en una lengua del norte de África, el Shillha (o Shil). Detrás de él vienen los principales sabios canariólogos del siglo XIX que amplían su labor, aunque siempre en tono menor en lo lingüístico, pues sus intereses se encaminan más hacia el campo de la antropología o de las ciencias naturales. Nos referimos, por un lado, a los sobradamente conocidos Sabino Berthelot o el doctor Chil; y por otro, a estudiosos menos conocidos como Antonio M.ª Manrique (…). Pero no podemos mencionar sólo a investigadores canarios o residentes en Canarias, como los citados, porque también hay otros autores extranjeros que muestran en las últimas décadas del siglo XIX un interés creciente por el estudio de los aborígenes». Aunque dejamos para otra ocasión un tema tan interesante como el papel que, ya en el siglo XX, desempeñaron en la transmisión de la obra de Torriani estudiosos como el vienés Dominik Josef Wölfel y el grancanario Simón Benítez Padilla, hemos de estar de acuerdo con estas palabras de M.ª Ángeles Álvarez, pues siempre ha sido así, tanto en el terreno de la filología como de la historia y de la ciencia: los extranjeros nos han mostrado el camino y/o ayudado a entender fenómenos tan complejos y dispares como nuestra geología, nuestra botánica, nuestra zoología, nuestra geografía, la lengua prehispánica, el silbo gomero e, incluso, algunas particularidades (como, por ejemplo, determinadas etimologías) de nuestro dialecto. Y estamos obligados a reconocerlo.

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José Juan Batista / Encarnación Tabares / Marcos Sarmiento

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Gramática pedagógica: el ingenio de la enseñanza de ELE Antonio Cano Ginés

1. Introducción Con este trabajo pretendemos profundizar en este amplio concepto de la didáctica de lenguas extranjeras desde la que, hasta ahora, es la única definición que existe sobre él: Con la expresión gramática pedagógica se designa el conjunto de recursos y procedimientos con los que en la enseñanza de segundas lenguas se promueve un mejor desarrollo de la interlengua de los aprendientes.1

Creemos que con la Gramática pedagógica tenemos ante nosotros un auténtico «ingenio» de la Lingüística aplicada que pretende auxiliar, mediante diferentes mecanismos de actuación, a los conceptos tradicionales de Gramática teórica, Gramática descriptiva y Gramática normativa. A lo largo de estas páginas intentaremos explicitar cuáles son esos mecanismos, los recursos y procedimientos a los que se alude en su definición, y que permiten al profesor conseguir lo que desea: facilitar el dominio de la lengua —tanto de su sistema como de sus distintos usos— por parte de hablantes no nativos.

2. Nacimiento de la gramática pedagógica La génesis de la Gramática pedagógica hay que encontrarla en la discusión gramática sí/gramática no del último cuarto del siglo XX. La enseñanza de la gramática es sin duda uno de los temas más discutidos en el ámbito de la didáctica de segundas lenguas. Siempre ha sido esta área de la Lingüística aplicada el gran asunto de discusión y, por tanto, motivo para plantear posturas extremas. En este sentido, en un lado estarían los planteamientos de Krashen, con su ‘modelo del monitor’, en el que se posiciona claramente en contra de enseñar explícitamente

1

Gramática pedagógica. Obtenida el 10 de septiembre de 2009, del Diccionario de términos clave de ELE: http://cvc.cervantes.es/ensenanza/biblioteca_ele/diccio_ele/diccionario/ gramaticapedagogica.htm

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la gramática. Se da la circunstancia de que, además, esto ocurría al tiempo que el enfoque comunicativo tomaba auge como alternativa a los métodos tradicional y audio-oral, sobre todo, y que se situarían en el extremo contrario. Quizá el error en la enseñanza de la gramática de lenguas extranjeras está en que muchas veces se ha explicado como si los alumnos fuesen lingüistas y no aprendices de una segunda lengua. Lo cierto es que, con el paso del tiempo, y tras años de posturas encontradas, parece que este vaivén (‘gramática sí/gramática no’) va cediendo en su movimiento ante la fuerza de los hechos y el peso de las evidencias. […] se ha podido ver con claridad que quienes aprenden ‘comunicativamente’ en el aula una segunda lengua suelen alcanzar un grado satisfactorio de fluidez en el uso de la misma, pero muy rara vez logran superar determinados errores asociados generalmente a los elementos más —digámoslo así— estrictamente ‘gramaticales’ de la lengua en cuestión, o consiguen explotar en situaciones nuevas, con suficiencia y creatividad, lo que han aprendido (Castañeda y Ortega 2001: 7).

No se trata tanto de volver a una enseñanza de la Gramática al modo tradicional, como a una enseñanza no discriminadora de los recursos que la gramática pone en juego en la enseñanza-aprendizaje de una lengua extranjera. Ya ha quedado suficientemente demostrado que ni el enfoque comunicativo funciona sin atención a la forma, ni la forma a secas es capaz de ofrecer al alumno de lenguas extranjeras las competencias que debe adquirir. En definitiva, la gramática pedagógica nace con el espíritu de conjugar la atención a la forma con la atención al contenido. Ni la forma aislada (enfoque estructural) ni el contenido aislado (enfoque comunicativo). El alumno debe ahora aprender qué, cómo y cuándo se dice. El término Gramática pedagógica surge como una oposición relativa a otras acepciones de gramática; no se opone por contrario sino porque los objetivos de estas otras acepciones le resultan insuficientes para sus fines. Se opone, por tanto, a la Gramática teórica entendida como el conjunto de reglas básicas que rigen las lenguas naturales, que estudia las propiedades del lenguaje, por encima de las particularidades de una determinada lengua. Por supuesto que la Gramática pedagógica bebe de las fuentes que pueda aportarle la gramática teórica, pero al no aterrizar ésta en ninguna lengua en concreto, no puede satisfacer los requerimientos del aprendizaje de una lengua concreta; se opone también a la Gramática universal, definida como el conocimiento interiorizado que los hablantes nativos tienen de las reglas del lenguaje; o la capacidad innata del ser humano para aprender el lenguaje. Tener interiorizadas unas reglas gramaticales universales que cada ser humano ha aplicado a nuestra lengua materna no implica la no necesidad de reflexión

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lingüística sobre la que se aprende o lengua meta2; se opone sin duda a la gramática interiorizada o interlengua, que es el conocimiento que un alumno tiene de la gramática teórica de una lengua en un determinado estadio de su aprendizaje. La gramática pedagógica no asume, ni puede asumir, todos los estadios de interlengua… es imposible. Está nivelada, pero desde la absoluta ortodoxia que marca el MCRE (Marco Común de Referencia Europeo); se opone a la gramática normativa. Esta gramática la constituyen los usos de una determinada lengua que en cada caso prescribe como correctos la correspondiente institución (para el español, por ejemplo, pero no las únicas, las academias de la lengua), y se opone a ella porque le impediría ser descriptiva del uso de la lengua en un momento determinado; y, finalmente, se opone a la gramática descriptiva que consiste en el estudio y la descripción detallados del conjunto de reglas y usos de una lengua, tal y como se dan en una determinada realidad sociohistórica y sin juzgar acerca de su corrección o incorrección. Todas estas acepciones son frecuentes en los estudios sobre el aprendizaje y la enseñanza de segundas lenguas, y había que dar un paso más allá que describiera la gramática que se enseña en el aula de lenguas extranjeras. El término de gramática se había aplicado tradicionalmente en el aula de ELE de manera restrictiva al componente morfológico y sintáctico de la lengua. Estudiar el léxico o la pronunciación era otra cosa. Asimismo, la composición o redacción de textos y la conversación eran destrezas completamente ajenas a la enseñanza de la gramática. Actualmente la tendencia es integrar los fenómenos de los diversos niveles de la lengua (fonético-fonológicos, morfosintácticos y léxico-semánticos) en su descripción y en su tratamiento didáctico.

3. El concepto de Gramática pedagógica Y entonces ¿qué es realmente, a qué alude el concepto de Gramática pedagógica? Desde nuestro punto de vista, es un concepto muy general, un concepto genérico —dice el Instituto Cervantes al intentar definirlo—, que admite ulteriores matizaciones3: a) Por un lado, está orientada a alumnos que no tienen la lengua objeto de estudio como lengua materna. En otras palabras, se refiere a una gramática (en nuestro caso, de español) para extranjeros. Y esta es, a nuestro juicio, la gran diferencia. Consistirá

2

3

La segunda lengua (L2) es la lengua que se aprende después que se ha aprendido la primera lengua, «ya sea en la niñez, después de los tres años, en la adolescencia o como adulto. Se aprende la L2 cuando ya se ha aprendido la L1 y, por tanto, ya se cuenta con un sistema lingüístico en el cerebro» (Koike y Klee 2003: 4). Ver nota 1.

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básicamente en un compendio de cuestiones gramaticales, generalmente de morfología y sintaxis, a las que se da un tratamiento descriptivo-prescriptivo; la extensión y profundidad de su contenido dependerán de un conjunto de factores variables, tales como el nivel educativo de los alumnos a los que va destinada. Actualmente se siguen los niveles que señala el MCRE (A1, A2, B1, B2 y C), su lengua materna o de origen y los contrastes que esta tiene con el español, etc. b) Por otro lado, se refiere también tanto a la selección y presentación de los contenidos gramaticales y las actividades para practicarlos en un curso de lengua o de un manual de enseñanza, como a las técnicas y procedimientos con los que un determinado enfoque aborda la enseñanza y el aprendizaje de la gramática de la lengua. Veamos ahora más concretamente las características de la Gramática pedagógica de ELE: Decíamos al comienzo que su propósito consiste en facilitar la comprensión y el dominio de la lengua —tanto de su sistema como de sus distintos usos— por parte de hablantes no nativos. Esta es la premisa fundamental que no debemos perder de vista para entenderla no como un tótum revolútum sino como un crisol de hechos lingüísticos pertinentes para el aprendizaje de la lengua meta. Pues bien, para conseguir su principal objetivo efectúa una selección de contenidos que se guía por los siguientes criterios: Actualidad: el estado actual de la lengua y sus usos, frente a estados históricos superados, aunque sean muy recientes. Es por esto que prefieren materiales reales (los llamados realia), textos periodísticos, anuncios recientes, folletos, prospectos, carteles, canciones de moda, etc., para contextualizar la estructura gramatical que quiera presentar. Descripción: el modo en que efectivamente usan la lengua sus hablantes nativos, frente al modo en que la normativa establece que deberían usarla. Lamentablemente, las academias no son tan dinámicas dando normas como desearíamos los profesores de español. En ocasiones, la RAE no se decide a limpiar, fijar y dar esplendor a un hecho gramatical concreto, aunque sea de uso general. Véase el caso, por ejemplo, de a por. Frecuencia de uso: Siempre se tratarán los fenómenos más habituales en los usos lingüísticos, los más rentables lingüísticamente, frente a una selección íntegra o exhaustiva, o que diera prioridad a particularidades de escaso uso. Piénsese, por ejemplo, en los nexos de las oraciones subordinadas consecutivas. El nexo por eso, así que o por lo tanto son infinitamente más frecuentes que de ahí que (que además implica el uso del subjuntivo) o por consiguiente, de manera que se les priorizará en las muestras de lengua presentadas para dar cuenta de este tipo de oraciones. Relevancia comunicativa: la Gramática pedagógica seleccionará los valores comunicativos más frecuentemente asociados a determinadas formas de expresión, frente a una descripción exhaustiva de los valores y usos de las distintas formas de

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expresión. Imaginemos por un momento explicarle a un alumno todos los usos de las preposiciones por y para en una sola sesión. Sería un disparate pedagógico. Empezaremos por asociarlas a causa y finalidad, respectivamente, para introducir más adelante valores relacionados con el tiempo o el espacio, y más allá otros valores menos relevantes comunicativamente como el de la preposición en casos como para en para playas, las de Lanzarote. Información para el destinatario: este último criterio de selección de contenidos tiene que ver con fenómenos que complementan a los que ofrecen las gramáticas descriptivas o normativas para hablantes nativos: registros de uso, matices expresivos, etc. Además, la Gramática pedagógica atiende a los fenómenos de variación lingüística, recogiendo usos tanto orales como escritos e informando sobre registros sociales (adecuación al contexto). Asimismo, trata fenómenos de los distintos niveles de descripción de la lengua (fonético-fonológico, morfológico, sintáctico, semántico-pragmático), estableciendo las necesarias relaciones entre ellos. Se busca comprender cómo las condiciones de uso de la lengua determinan en gran medida las propias estructuras. Es decir, Las estructuras serán la consecuencia del uso de la lengua, porque éste no es en absoluto arbitrario o azaroso, sino que obedece a algunos principios de carácter fundamental.[…] el acento se pone en la reflexión sobre cómo estas estructuras nos permiten comunicarnos de forma eficaz en determinadas actividades discursivas (Bernárdez 1994: 9).

Para ello, esta gramática adopta e integra las aportaciones más útiles de los distintos modelos teóricos: estructuralismo, generativismo, lingüística del texto, etc. Utiliza un metalenguaje y una terminología adecuados a las posibilidades de comprensión del destinatario. Los criterios de claridad y efectividad prevalecen sobre el de rigor científico. En algunos casos se ve en la necesidad de simplificar algunas explicaciones en aras de una mayor facilidad de comprensión por parte de sus destinatarios. Y, por último, toma en consideración el conocimiento implícito de la gramática que tiene el alumno de su L1. Tiene esto que ver con lo que Manchón (2001: 22-23) llama la transferencia, que es el fenómeno que tiene lugar cuando el aprendiz de una segunda lengua utiliza el conocimiento lingüístico y las habilidades comunicativas que tiene de su lengua materna para entender, producir o procesar mensajes en el segundo idioma. Nadie va a negar que la lengua materna del aprendiz juega un papel en la segunda lengua. La aparición de transferencia depende de factores que van más allá de la similitudes o diferencias estructurales entre la L1 y la L2. Entre los factores reguladores de la aparición de transferencia —que son internos al sujeto que aprende— pueden mencionarse la edad, el estado de desarrollo de su interlengua y las propias percepciones sobre las similitudes

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Antonio Cano Ginés y diferencias entre la L1 y la L2.(…) Entre los factores externos que parecen condicionar la aparición de transferencia se encuentran (i) el contexto de aprendizaje (tutorado o contexto natural), si bien existe una falta de consenso al respecto y (ii) la presión comunicativa que reciba el aprendiz (Manchón 2001: 22-23).

De este modo, la Gramática pedagógica intenta prever, a la luz de las investigaciones en lingüística contrastiva, los errores que se saben recurrentes y que muy probablemente cometerán los hablantes de una lengua determinada cuando aprenden español. Por poner un par de ejemplos que ilustren este extremo, un hablante de francés es muy probable que utilice la preposición en por a en construcciones del tipo *voy en casa en lugar de voy a casa; del mismo modo, de un alumno anglófono se sabe a priori que tendrá problemas con el género de los sustantivos y con los usos de ser y estar, y que incluso en niveles avanzados seguirá teniendo *una problema con la idioma, y continuará *siendo cansado y no estando cansado. Se considerarán, por tanto, estas cuestiones en la explicación gramatical y en la creación de materiales que ayuden a practicar especialmente estos problemas. Cabe añadir que las cuestiones de gramática contrastiva tendrán mayor relevancia y mejor acogida cuando una explicación gramatical concreta se hace ante un alumnado monolingüe, o cuando un manual de español está dirigido a una comunidad de una lengua determinada. No obstante, existen ya trabajos editoriales muy interesantes que presentan los corpus de problemas de las lenguas más importantes del mundo con respecto al español. Las editoriales SGEL, Edelsa, Edinumen y Difusión, por citar las más importantes, dan cabida en sus catálogos a este tipo de monografías. La Gramática pedagógica tiene, sin duda, su lugar en el aprendizaje de lenguas: enseñar la gramática como un fin. El esquema de Corder (1973: 329) sobre las diferentes intenciones al escribir una gramática nos ilustra sobre el asunto: Autor Lingüista

Lector Lingüista particular

Propósito de la Gramática Ilustrar y validar una teoría sintáctica

Lingüista

Estudiante de Lingüística Particular

Enseñar teoría sintáctica inductivamente a través de su aplicación a un idioma

Lingüista Aplicado

Hablante Nativo Culto

Sistematizar y nominalizar los conocimientos implícitos del lector

Lingüista Aplicado

Docente de la lengua materna

Sistematizar el conocimiento implícito o explícito del lector en una forma pedagógicamente apropiada

Gramática pedagógica: el ingenio de la enseñanza de ELE Lingüista Aplicado

Docente de una segunda lengua

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Sistematizar el conocimiento de una manera que sea pertinente para hablantes no nativos

4. A modo de conclusión Hoy nadie duda de la importancia de la enseñanza y aprendizaje de la gramática como subcomponente de la competencia comunicativa del hablante ni de la utilidad de las gramáticas pedagógicas de ELE adaptadas al alumno no nativo. Adquirir una lengua implica, entre otras cosas, aprender su sistema gramatical, contextualizado en actividades y tareas que reflejen el uso del idioma en situaciones de la vida diaria. No se trata de extraer de los nuevos modelos lingüísticos otro modelo de descripción de la lengua, ni un metalenguaje diferente. Se apoya en y le son útiles los métodos de análisis existentes. La tradición gramatical es su auxilio. La Gramática pedagógica trata, más bien, de presentar las formas lingüísticas de acuerdo con su función en el discurso y, a su vez, jerarquizados. Entiende la gramática como una herramienta que ayuda al emisor a transmitir su mensaje. Tiene mucho de sintaxis con base semántica. La Gramática pedagógica debe ser un medio que ayuda a comunicarse, a alcanzar con éxito la competencia comunicativa y no ser un fin en sí misma. Será una herramienta de comunicación que permite un uso adecuado en cada contexto concreto según la intención del hablante. Las dimensiones pragmática y semántica no solo están presentes sino que presiden la descripción formal, en el entendido de que los alumnos construyen la lengua a partir de las oportunidades de uso que encuentran en su proceso de aprendizaje. Para concluir, estamos con Corder (1992) en que el docente es el elemento principal en la enseñanza ya que todos los materiales de enseñanza existentes no podrían ser utilizados por los alumnos sin su ayuda. Se hace entonces necesario que los docentes tengan una competencia metodológica para la enseñanza del español como segunda lengua, la que se ha definido como: El conjunto de cualidades, capacidades y habilidades personales que, junto a una probada competencia comunicativa, tiene el docente para dirigir el proceso de enseñanza-aprendizaje de una segunda lengua basado en los principios y tendencias de determinados enfoques y métodos y de adaptarlos a las necesidades de su aula de acuerdo con los estilos y estrategias de aprendizaje de sus estudiantes, y de monitorear su propio desempeño docente de forma tal que sea capaz de seleccionar, de entre un grupo grande de posibilidades, la opción más apropiada y efectiva para cada una de las situaciones que se le presentan en su aula (Páez Pérez 2001: 5).

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Antonio Cano Ginés

Demasiada responsabilidad para el docente. Si algo se le puede criticar a los intentos de la Gramática pedagógica es precisamente esto: que los investigadores aún no hemos sido capaces de concentrar nuestros esfuerzos en intentar, al menos, elaborar una obra de conjunto a la que se pueda llamar realmente Gramática pedagógica. Y esto lleva necesariamente a que la responsabilidad del proceso de aprendizaje de la lengua recaiga fundamentalmente en cada docente. Así, es el docente el verdadero ingenio de la Gramática pedagógica. Debe conocer, manejar y administrar para sus fines las teorías de adquisición y aprendizaje de segundas lenguas, los enfoques y métodos de la enseñanza de lenguas extranjeras y el funcionamiento de los aspectos formales de la lengua española, para planificar su enseñanza, saber desarrollarla en el aula y saber cómo evaluar el aprendizaje del español como segunda lengua. La parte más difícil que tiene el docente es saber la cantidad de datos que debe dar al alumno. Quizá tenga razón Corder (1992) y el docente sea la gramática pedagógica viviente.

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Gramática pedagógica: el ingenio de la enseñanza de ELE

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Las hablas insulares en la literatura inglesa de viajes Francisco Javier Castillo

En los últimos años se ha dedicado un particular esfuerzo a la catalogación de los materiales que las fuentes más diversas ofrecen sobre el español de Canarias, desde las más antiguas hasta las más recientes. Todo esto se ha traducido en un notable volumen de referencias y de documentación que nos sirven para conocer un poco más el tipo de español que arraiga en las Islas, pero en esta labor de acopio se han dejado de lado, o al menos no se han aprovechado como debiera, una clase de fuentes que también pueden ofrecer datos y registros de especial interés. Me refiero a la literatura de viajes, y en especial a los libros y textos de autores extranjeros que escriben sobre la realidad insular. La presencia de materiales lingüísticos en nuestra literatura de viajes es un hecho habitual, porque son numerosos los autores que no se limitan a aportar solamente datos relativos a la geografía, la economía y la etnografía, sino que también se preocupan por la lengua e intentan reproducirla parcialmente a través de comentarios o de registros. En lo que se refiere a las fuentes inglesas, esto constituye una constante que se da desde las aportaciones más tempranas, como es el caso de la Pleasant Description of the Fortunate Islands de Thomas Nichols, publicada en Londres en 1583 y reproducida más tarde por Hakluyt en sus Principal Navigations (Cioranescu 1963; Castillo 2004). Nichols nos deja algunas referencias del léxico insular, como las voces gofio, viñátigo, barbusano, tabaiba, drago y orchilla, entre otras, y aporta en el apartado relativo a Gran Canaria un completo repertorio de nuestra terminología azucarera: This iland hath singular good wine, especially in the towne of Telde, and sundrie sortes of good frutes […] but especiallye the plantano, which growth naere brooke sides. But within two miles of the top is nothing but ashes and pomish stones; yet beneath that two miles is the colde region covered all the yeare with snowe, and somewhat lower are mightie huge trees growing, called vinatico, which is exceeding heavie and will not rot in anie water, although it lye a thousant yeeres therein. Also there is a wood called barbusano, of like virtue, with many sabine trees and pine trees. This iland […] bringeth forth shrubbes or brushes, out of the which issueth a juyce as white as milke, which after a while that it hath come out wareth thicke, and is exceeding good birdlime; the bush is called taybayba. The maner of the growth of sugar is in this sort, a good ground giueth foorth fruit nine times in 18 yere: that is to say, the first is called Planta which is layd along in a furrow, so

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Francisco Javier Castillo that the water of a sluce may come ouer euery roote being couered with earth: this root bringeth foorth sundry canes, and so consequently all the rest. It groweth two yeeres before the yielding of profit, and not sixe moneths, as Andrew Theuet the French man writeth. Then are they cut euen with the ground, and the tops and leaues called Coholia cut off, and the canes bound into bundles like faggots, and so are caried to the sugar house called Ingenio, where they are ground in a mill, and the iuyce thereof conueyed by a conduct to a great vessel made for the purpose, where it is boiled till it waxe thicke, and then is it put into a furnace of earthen pots of the molde of a sugar loafe, and then is it carried to another house, called a purging house where it is placed to purge the blacknesse with a certaine clay that is layd thereon. Of the remainder in the cauldron is made a second sort called Escumas, and of the purging liquor that droppeth from the white sugar is made a third sort, and the remainder is called Panela or Netas, the refuse of all the purging is called Remiel or Malasses: and therof is made another sort called Refinado. When this first fruit is in this sort gathered, called Planta, then the Cane field where it grew is burned ouer with sugar straw to the stumps of the first canes, and being husbanded, watred and trimmed, at the end of other two yeeres it yeeldeth the second fruit called Zoca. The third fruit is called Tertia Zoca, the fourth Quarta Zoca, and so orderly the rest, til age causeth the olde Canes to be planted againe.

En la segunda mitad del siglo XVIII, el aventurero y comerciante escocés George Glas contribuye de forma destacada a esta tradición en su obra A Description of the Canary Islands, en la que podemos ver apuntes de carácter diastrático, como la diferencia entre la lengua de la clase alta y la del campesinado que anota en el cap. XIV, donde señala que los habitantes de las Islas «use no other language than the Castillian: the gentry speak it in perfection, but the peasants, who inhabit the remote parts of the islands, in a manner almost unintelligible to strangers; their pronunciation being such as not unapty to be compared to a man talking with something in his mouth». Vemos igualmente que este autor se esfuerza por acercarse a las características del español canario, como se observa en la representación del tratamiento aspirado de la j, un comportamiento del que nos deja muestras tanto en formas comunes, según se puede ver en anhova y tarrahala, como en voces geográficas, y un ejemplo ilustrativo lo tenemos cuando en el cap. VIII recoge «Adexe, or, as it is pronounced, Adehe». Otros casos son los de Tunehe y Handía, en lugar de las formas más oficiales y esperables Tuineje y Jandía. Junto a esto se puede comprobar el amplio repertorio de voces insulares y del español en general que recoge en su obra y que llega a una treintena larga de registros: acebiño, aderno, barbusano, brezo, canario, casapuerta, cherne, corvino, escobón, estanquero, fandango, flato, folía, garbanza, gofio, leñanoel, malvasía, mero, mocán, orchilla, paloblanco, patrón, picudo, retama, salina, sama, fiesta, tabaiba, tabardilla, tabobo, tarajal, viñátigo, zapateo y zarabanda (Castillo y Díaz Alayón 2009: 121-125). Una parte de estos términos son fitónimos y muchos de ellos proceden de la Historia de Abreu Galindo, pero otros registros son

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propios y algunos de ellos en particular tienen una especial importancia, porque son de los más tempranos que se conocen en la literatura dialectal insular. Este es el caso de tabobo. Tradicionalmente se ha venido señalando que la fuente más antigua en la que figuraba recogida esta voz era el Diccionario de Historia Natural de Viera y Clavijo, pero ya viene en Glas, aunque de una forma curiosa: «The want of wood or bushes occasions a scarcity of birds and wild-fowl; yet there are some Canary-birds, and a bird called Tubayba, about the size of a starling, speckled black and white» (cap. III: 198). Similares circunstancias se dan con los ictiónimos tasarte y anjova, que figuran en la sección que dedica a la pesca en la costa de Berbería: ...two or three men throw their lines over the stern and let the hooks drag along the surface of the water; the fish, taking the hooks for small fish, snap at them, and, when hooked, the fishermen swing them into the barks with their rods. The Canarians call these fish Tassarte; they have no seales, and are shaped like mackarel, but as large as salmon; they are exceeding voracious, and swallow all the hook, notwithstanding its being so large; if it was bearded, there could be no such a thing as extracting it without cutting open the fish; I have seen three men in the stern of a bark catch a hundred and fifty tassarte in half an hour [...] Another sort of fish, which these people call Anhoua, is taken in the same manner; this is something bigger than a large mackerel, and serves as well as the tassarte for bait [...] When a bark has got a sufficient stock of bait, she leaves her boat, with five or six men, near the shore, to catch tassarte [...] and all the crew heave their lines and hooks overboard, baited with tassarte, anhoua, &. [...] Although the bulk of their cargoes consisted of large bream, yet they catch many other sorts, viz. tassarte before mentioned, a delicious fish which tastes like a very large and fat mackerel, but when dried cannot be distinguished from dried salmon. The cod caught here is better than those of Newfoundland […] The anhoua is exceeding good (cap. XVII: 336-337, 342).

La forma en que aparecen reproducidas algunas voces muestra que se trata de términos recogidos oralmente y que Glas trata de expresar siguiendo las tendencias de su lengua, tal y como se puede ver de modo claro en los casos de las formas cherne y tabaiba: The sea-coasts of Lancerota and Fuertaventura afford the inhabitants fish of various kinds in great plenty, particularly a sort of cod which they call Cherney, much better tasted than the cod of Newfoundland or those of the North Sea (cap. III: 198). ...all the crew heave their lines and hooks overboard, baited with tassarte, anhoua, &. and fish for Samas, or bream as we call them, and for Cherney, or cod (cap. XVII: 337). Yet we find a few shrubs or bushes there, called Tubaybas, which never grow to a great height any where; but here, because of the strong winds, they spread along the ground, except when sheltered from it by rocks or walls (cap. III: 195).

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Francisco Javier Castillo This island is well watered, and abounds with wood of various kinds: almost every thing that is planted here will thrive; and the pine, palm, wild-olive, laurel, poplar, elder, bressos (a sort of brush-wood), dragon-tree (that yields gum), lena nuessa or lignum Rhodium, the aloes-shrub, Indian fig or prickly pear, and tubayba, grow spontaneously and without cultivation (cap. VII: 230).

En el siglo XIX abundan las piezas que contienen materiales aprovechables y de interés. Particularmente notable a este respecto es la aportación de Olivia Stone en su obra Tenerife and its six satellites, en la que incorpora un amplísimo repertorio de léxico que supera el centenar de registros, que en su mayor parte proceden del vocabulario patrimonial del español y de las que citamos unas cuantas: adelfa, albahaca, albarda, alcalde, arriero, azotea, barbero, beneficiado, bodega, brezo, buganvilla, cabestro, caldo, capote, chinche, cofradía, comedor, correo, cuarto, culantrillo, diputado, fuente, hopa, huso, mantilla, mercado, mirador, novio, osario, partido, patio, pechura, peseta, postigo, pulga, quintal, real, rueca, sandía, sereno, tertulia, tortilla, trono, vaca y zaguán), pero que también incluye voces genuinamente canarias, como balo, barbusano, conejero, higo pico, majorero, malfurada y malpaís, entre otras: The whole valley was one mass of flowers of varied hue and size. There was the balo, or Higuera de Infierno (Gomphocarpus fruticosus) the arghel of Syria, the leaves of which are employed for adulterating senna, and a small shrub with a white flower like a daisy —ratonera (Maruta cotula). Another, with an arrow-shaped leaf was sagitate (cap. XIV, 249). The larger room is devoted to some chemical and physical apparatus for teaching the students, and a few stuffed birds. One of these, called here the tabobo, about the size of a blackbird, speckled and reddish brown, with a crest like a cockatoo, is a very pretty bird, which we saw later in the north of Lanzarote. The same bird is known in Cornwall under the name of Hoopoe (cap. XXV, 476). A gate leads us into a stack-yard. Here are thirty-nine stacks or beehives, not of hay, but of grain. These hives are from twenty to thirty feet high; they are made of straw, are circular in form, and at the base six feet thick. Seeing a hole near the bottom of one, just big enough to allow of entrance, I crept in, and found a space of about four or five feet in diameter inside. This hive was empty, the grain having been removed. These stacks are called pajeros. They are so well and firmly built as to last about sixty years. Each year the hole at the bottom is filled in, and the top, or corona, is taken off, when the grain is put inside, and a fresh crown put on again. The top is then roofed with mud to keep out the rain. This flat, bald part at the top makes the pajero not unlike a monk’s head. The grain is perfectly secure from rats or any harm, and may be left there for two or three years. The outsides of the pajeros are brown, and look as though plastered with mud, an appearance entirely due to the action of the rain and wind (II, cap. XVI, 347).

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Algunos de estos registros son particularmente interesantes en lo que se refiere al léxico de algunas islas, como es el caso de El Hierro: A shrub grew abundantly where we landed, called both carcosa and vinagreda (Rumex lunaria) by the natives, who did not appear certain of its name (cap. XI, 204). A small yellow flower, which attracted our attention, was new to us. The arrieros called it gurman (Calendula arvensis), or something similar, but the Herreños are very difficult to understand, they speak so thickly […] Pines, silver-green in hue, and a shrub which the guides called masilba, looking in the distance like bushes of boxwood, formed the wood (cap. XI, 212). Again a stretch of heath-covered mountain, blooming with white flowers, called by our guides ortelanilla (Cedronella Canariensis) (cap. XI, 216). The man who drew the water carried a pole, or lancia, with which he hopped or jumped along, not taking the trouble to keep to the path, but going over the rocks (cap. XII, 224). Quantities of a grew shrub with small orange flower grew here. The natives called it irama; it is really Schozzogine argentea (cap. XII, 225). Half an hour’s ride from Llanillos, a shrub called sabina (Juniperus phoenicea) was pointed out to us, growing out of a rock. This is considered a landmark, and a curiosity in the eyes of the natives. We also saw a sort of shrub-tree, like a laburnum called tagasaste, of which we were to have more experience later. A plant called by the guide duranillo was the Virginian poke-weed (cap. XII, 227).

Estos registros de Stone tienen una especial relevancia porque, aunque existen algunas referencias puntuales anteriores, hay que subrayar que el léxico herreño se empezó a conocer tardíamente, en los años cuarenta, con distintas aportaciones de Luis Aguere (1940), Alfonso de Armas Ayala (1944) y Juan Álvarez Delgado (1945-1946), y esta circunstancia le da una notable importancia a los registros de la autora inglesa. Así, por ejemplo, la voz calcosa la recoge Juan Antonio de Urtusáustegui en 1779 en su Diario de viaje a la isla del Hierro y también la trae José Agustín Álvarez Rixo en sus Voces frases y proverbios provinciales, pero se trata de fuentes que se han publicado en fecha reciente, y sin embargo Stone la recogió en su obra. Caso similar es el de gurmán, un término del que dan cuenta publicaciones de carácter botánico en fecha muy cercana, pero que ya figuraba reflejado por la viajera británica. Además, también hay que destacar las precisiones que Olivia Stone hace en relación con determinadas voces, sobre las que en algunos casos anota su extracción lingüística o hace comentarios sobre su presencia en el léxico canario:

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Francisco Javier Castillo Barranco means literally a mountain torrent. But in the Canary Islands the dry bed of a mountain torrent would be nearer the proper definition. It is used in a double sense, as when speaking of crossing a river-bed they say «crossing the barranco», and in winter, upon the first rain in the mountains causing a sudden rising of water, which comes down like a flood, they say «The barranco has come down». Generally a barranco means a gorge; that is to say, these rivers or torrents, have cut for themselves deep paths which in the majority of cases form gorges, the sides of which are usually steep (cap. VI, 107). This he quickly filled with higos-pigos, or tunos, as prickly pears are called here, from the cactus around, and throwing it on his back, without further preparation, hastened after us. Tuna is a Spanish-American name given to several of these cacti, and no doubt the great intercourse between Palma and the West-Indies has caused the adoption of the name (cap. XVIII). Quinta and finca are used indiscriminately. The former is the Portuguese and the latter the Spanish word for a kind of a small country residence, partly garden and partly farm. The English translation of this word is farm, but as the use of this would convey a totally wrong impression to English readers, the Spanish word had better be adhered to (cap. XXI, 388-389). Although, much to our surprise, we found the other five islands of the archipelago different in customs, habits, and scenery, we fully expected that these two would be very much alike, both from their contiguity, and from being always classed together by the inhabitants of the other islands. Not only, however, is the configuration of the ground different, but totally distinct words are used to express the same thing. Even in telling a camel to kneel, the Conejeros say, «Tutchi!» and the Majoreros «Fuchi!» (II, cap. XVI, 350). «Fuchi!» the word used to make the dromedaries kneel, said to be of African origin, was introduced doubtless with the animal (II, cap. XVIII, 390).

A ello hay que añadir comentarios sobre las diferencias que observa entre las islas, como cuando señala: «The language is certainly Spanish, but I defy anyone to understand easily the ordinary peasant of Hierro and Gomera, so different is the patois of those islands» (II, cap. X, 197). Aunque de menor riqueza en información lingüística que la aportación de Olivia Stone, también cabe señalar los capítulos iniciales de la obra de Henry E. Harris Some Birds of the Canary Islands and South Africa, publicada en Londres en 1901 y que constituye una aportación a los estudios de la ornitología insular. Aquí se recogen materiales lingüísticos de diversa naturaleza (Castillo 2006b, 2007). De una parte, vemos que Harris se refiere a las particularidades del español de los canarios que tiene la oportunidad de escuchar, como cuando se refiere a la utilización y los valores del sufijo -illo, y al habla de las mujeres que encuentra en los lavaderos de Vilaflor:

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While on these walks Lorenzo would pat the children on the head in a fatherly way, using some term of endearment to them, such as chiquillo; the termination illo is often tacked on to the end of a child’s name, and implies smallness, as Antonillo, the little Antonio. It seems to render the name of a small child less ponderous (47). The pace at which some of these women talk is almost incredible. There are no pauses, and each syllable is dropped out with very nearly the rapidity of the punctuations of a sewing machine; and when it is explained that the poorer class of Spaniards in these islands frequently clip both the beginning and end of some words, often substitute an l for an r, and hardly ever pronounce the s at all, the difficulty of making out what they say will be to some extent understood (71).

También hay que destacar el amplio conjunto de voces que Harris recoge. La mayor parte de ellas se refiere, como es de esperar, a las denominaciones populares de las aves tratadas, como es el caso de alcairón, alcaraván, caminero, canario, capirote, engaña, frailesco, ganga, guirre, hornero, hubara, pájaro de San Antonio, pedroluis, tabobo, triguero, villano y zarzalero: We met with these Sand-Grouse rather sparingly during the whole of our visit, and they did not appear to have started nesting by the end of March; the peasants call them Ganga, which means a piece of good luck (16). The peasants call this Shrike Alcairon, the meaning of which word I was not able to find out, but it is of Moorish origin […] The Alcairon has a curious way of appearing and reappearing on the top of some conspicuous plant or low tree… (24-25). He told us […] that only a few days previously he had seen two Engaña’s eggs, but that he had put his foot on them and broken them (26). The peasants in Fuerteventura call this bird Alcaravan, but in Tenerife it also goes by the name of Pedro Luis, both names being given to it by reason of its peculiar cry (29). One morning a man came into the village from a distance, and said that he could take us to the nest of a Guirre, this being the local name for the Egyptian Vulture (49). Bird life begins to show itself, and the Caminero may be seen along the path, now settling on a stone, now flying on for a few yards and then alighting again. This bird, Berthelot’s Pipit, is quite one of the most distinctive birds of Tenerife, and indeed of all the islands, and what the Blackcap and the Canary are to the more wooded parts, the Caminero is to the rough, open ground (68-69). A very paradise this for the Frailesco, the Tenerife Blue Tit, as it flits here and there, now dumping down on to a twig, ducking first to one side and then to the other, with a chattering

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Francisco Javier Castillo twitter, then off as soon as settled to its home a hundred feet up among the tangled débris near the tops of the giant pines (69). Another resident in the forest is the Kite, Villano, which may often be seen in the air as he glides over the tall tree-tops, steering himself with his forked tail, and giving now and then his peculiar mewing whistle (70). In the more open country about Vilaflor there were many small birds to be seen, commonest among these being perhaps the Triguero, or Wheat-bird, in which may be recognised a familiar English species, the Corn Bunting (74). Chiffchaffs were very numerous in Tenerife, and their notes might generally be heard wherever there was a sprinkling of wood […] The peasants call this bird Hornero, meaning Oven-bird, on account of the shape of the nest, which is domed, as in England, with an entrance at the side (75). The bramble here is common, and the Zarzalero, or Blackberry bird, may often be seen, its plumage of black and white, chestnut and grey, rendering it a conspicuous and handsome object (80). These groves are a favourite resort of the Tenerife Robins, which seemed to be rather locally distributed over the island […] The peasants call them Pajaro de San Antonio-Bird of Saint Anthony (82).

Algunos de los registros que proporciona Harris a este respecto tienen un particular interés porque no abundan las referencias tempranas, como sucede con ganga, una voz que Viera y Clavijo recoge en su Diccionario de Historia Natural, s.v., pero que no encontramos en las fuentes del siglo XIX. También figuran términos referidos a especies de la flora insular: ajulaga, tacarontilla, retama, y a otros campos: fonda, patio, barranco, peseta, tendero, finca. Una de las formas que más aparece es gofio (13, 23-24, 55). En algún caso Harris también se refiere de modo acertado a la distribución espacial de algunas voces e, incluso, al origen de algún término, como cuando señala que no ha podido averiguar el significado de la palabra alcairón, pero sabe que es de origen árabe. Como se puede ver, nuestro autor ignora que se trata de una variante del español alcaudón, pero afortunadamente no se alinea con algunos autores del siglo XIX, como es el caso de Sabin Berthelot y Carlos Pizarroso, que consideran que alcairón es una voz que procede del sistema de comunicación de los aborígenes canarios. De igual forma, recoge que avutarda significa un tipo de pájaro pesado y lento, lo que muestra que conoce el valor que este término tiene en español y la explicación etimológica que le corresponde. Consigna, además, que los campesinos majoreros llaman al alcaraván de esta forma, mientras que en Tenerife también recibe el nombre de Pedro Luis, y añade que se trata de dos denominaciones de claro origen

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onomatopéyico que reflejan el canto peculiar de este pájaro. Sin embargo, no tiene la misma fortuna con la forma ganga, que es una voz imitativa del grito de esta ave, como en los casos anteriores, y que Harris intenta explicar diciendo que significa «un poco de buena suerte». Algo similar sucede cuando, al hablar de la abubilla en el capítulo I, recoge que este pájaro recibe el nombre popular de tabobo y añade que tabobo «significa estúpido». Pero no se ha dado cuenta de que en el caso de la denominación popular de la Upupa epops se trata de una forma onomatopéyica. Margaret D’Este también se une a esta constante y recoge materiales lingüísticos de diversa naturaleza en su obra In the Canaries with a Camera, publicada en 1909 (Castillo 2006a). En este sentido vemos que se refiere al hecho de la aspiración de la s implosiva: Even the traveller who knows Spanish fairly well has to get used to the speech of the Canary islanders before he can understand them easily. They dispense almost entirely with the letter S, so that Las Palmas sounds like La Palma, and moscas (flies) like moca; added to which the final syllable of their words dies away to an inarticulate murmur (32).

También es de destacar el amplio conjunto de voces que se recogen: barranco (111, 115, 126, 132, 133, 154, 164, 172, 177, 222), bicácaro (56), bobo (68), calado (39-40, 41, 124), cardón (94), gofio (31, 120, 163, 164-165), lanza (177, 178), malpaís (18, 93), manta (126, 151), montera (161, 168, 177), papa (137), tabaiba dulce (116) y tagasaste (155). Especialmente interesantes son los registros de gomereta y tabaquero: Brown’s guidebook to the islands recommends tourists who may be so unlucky as to get any of the milk of this plant into the eye, to relieve the pain by applying the juice of a species of house-leek —called locally gomereta— which will usually be found growing in the same place […] Peasants and donkey boys, whom we examined on the subject, had never heard of a plant called gomereta, and knew of no antidote to the milk of the euphorbia (93-94). The Wigandia macrophylla —called by the natives Tabachero— a tree-like shrub with a large, woolly leaves and handsome, purple flower spikes— was now in great beauty (92).

Esta última cita refleja que no en todas las ocasiones se reproducen las voces de manera correcta, como se puede ver también en el caso de montera: Here and there we met a peasant wearing the mantera— a picturesque head-dress peculiar to the island, resembling a sou’-wester of dark brown wool lined with red flannel. At last we found a child sufficiently devoid of self-consciousness to act as a model, a small boy wearing a mantera was easily caught and placed beside her… …and wearing the mantera —a headdress which, seen from in front, has so much resemblance to the wigs worn by the ancient Egyptians that it seemed to lend to the boys an Egyptian cast of countenance.

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Francisco Javier Castillo

Esta circunstancia es frecuente en estos autores, no solo por el bajo o nulo grado de competencia en español que suelen tener, como por la ausencia de una labor de comprobación de los registros.

Referencias bibliográficas CASTILLO, Francisco Javier (2004): «A propósito de la relación de Thomas Nichols: Notas a dos versiones en español», en Carmen Díaz Alayón y Marcial Morera (eds.), Homenaje a Francisco Navarro Artiles, Academia Canaria de la LenguaCabildo Insular de Fuerteventura, 91-120. — (2006a): «Apuntes de literatura de viaje: Margaret D’Este», Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma 2: 525-563. — (2006b): «Algunos apuntes de literatura inglesa de viajes: la contribución de Henry E. Harris», en Juan Ignacio Oliva, Marie McMahon y Manuel Brito (eds.), On the Matter of Words: in Honor of Lourdes Divasson Cilveti, La Laguna: Servicio de Publicaciones de la Universidad de La Laguna, 57-68. — (2007): «Las investigaciones de la ornitología insular: la contribución de Henry E. Harris», en José M. Oliver Frade y Alberto Relancio Menéndez (eds.), El descubrimiento científico de las islas Canarias, Fundación Canaria Orotava de Historia de la Ciencia, 261-269. CASTILLO, Francisco Javier y Carmen DÍAZ ALAYÓN (2009): Canarias en la Europa ilustrada: el legado de George Glas, La Laguna: Centro de la Cultura Popular Canaria. CIORANESCU, Alejandro (1963): Thomas Nichols, mercader de azúcar, hispanista y hereje, La Laguna: Instituto de Estudios Canarios. D’ESTE, Margaret (1909): In the Canaries with a Camera, Londres: Methuen. GLAS, George (1764): The History of the Discovery and Conquest of the Canary Islands: Translated from a Spanish manuscript, lately found in the Island of Palma. With an Enquiry into the Origin of the Ancient Inhabitants. To which is added, A Description of the Canary Islands, including the Modern History of the Inhabitants, and an Account of their Manners, Customs, Trade, &c., Londres. HARRIS, Henry E. (1901): Some Birds of the Canary Islands and South Africa, Londres: R. H. Porter. [NICHOLS, Thomas] (1583): A Pleasant Description of the fortunate Ilandes, called the Ilands of Canaria, with their straunge fruits and commodities, Londres. Reproducida por A. Cioranescu en Thomas Nichols, mercader de azúcar, hispanista y hereje, 1963. STONE, Olivia (1889): Tenerife and its six satellites, Londres: Marcus Ward & Co., Limited, 2 vols.

Mecanismos de interpretación semántica de los procesos de formación de palabras en el Modelo Léxico Construccional1 Francisco J. Cortés Rodríguez / Eulalia D. Sosa Acevedo

El Modelo Léxico Construccional (Ruiz de Mendoza y Mairal 2007a, b; Mairal y Ruiz de Mendoza 2009; Cortés 2009) (MLC) surge, entre otros propósitos, con el afán de desarrollar las propuestas de representación léxica y del enlace léxico-morfosintaxis de la Gramática del Papel y la Referencia (Van Valin y LaPolla 1997; Van Valin 2005). El objetivo central del MLC es dar cuenta de la interrelación entre los aspectos semánticos y sintácticos durante los procesos de construcción de las estructuras gramaticales. En este modelo se asume que la estructura semántica nuclear de una cláusula es el resultado de un proceso de subsunción léxico-construccional por el cual (la representación semántica de) las piezas léxicas se integran en (la representación semántica de) una construcción. El propósito principal de este trabajo es extender dicho objetivo al ámbito de la formación de palabras y ofrecer una alternativa —con un poder explicativo muy superior— a las reglas léxicas de la Gramática del Papel y la Referencia. Esta propuesta forma parte, a su vez, de la denominada «gramática nuclear» en el MLC. Desde nuestra perspectiva, existen bastante paralelismos entre el proceso de construcción de la estructura semántica de una cláusula y el de una palabra derivada. De hecho, se puede dar cuenta del significado de una palabra compleja mediante un proceso de subsunción en el que están implicadas al menos tres plantillas: una plantilla de una construcción morfo-léxica, y dos plantillas léxicas correspondientes bien a dos lexemas (en los casos de composición), bien a un lexema y un afijo (en los casos de derivación). Es decir, en nuestra propuesta el componente lexicón del MLC consta de dos tipos de MORFEMAS LÉXICOS, los morfemas libres (es decir, lexemas) y los trabados (morfemas derivativos). Ambos tipos aparecen agrupados en clases léxicas definidas por la similitud de significado de sus componentes. A continuación mostramos las plantillas léxicas del morfema libre captar y del afijo inglés -ee: (1) captar: EVENTSTR: QUALIASTR:

1

know’ (x,y) {QF: manner : MagnObstr think’ (x,y) QT: Culm know’ (x,y )}]

Este trabajo forma parte de la investigación realizada en el marco del Proyecto FFI200805035-C02-02, subvencionado por el Ministerio de Educación y Ciencia.

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Francisco J. Cortés Rodríguez / Eulalia D. Sosa Acevedo (2) -eeN: φiN: [(…xi, [φverbBASE [Lexical template (…xi)]])], x = Undergoer

Siguiendo las últimas contribuciones con respecto a la representación semántica de los predicados en el MLC (Mairal y Faber 2005, Mairal y Ruiz de Mendoza 2008, Cortés 2007, 2009), la plantilla léxica de captar, que vemos en (1) arriba, consta de dos módulos centrales: (a) Estructura de evento: que codifica el tipo de predicado en función de su ‘Aktionsart’. En este aspecto seguimos la propuesta de la Gramática del Papel y la Referencia. Así, captar está codificado como un estado perteneciente al dominio de los verbos de cognición, tal como recoge el concepto know’. Nótese que este concepto se codifica en negrita y con una comilla alta para indicar su estatus como primitivo semántico, un hecho que viene confirmado por los trabajos sobre arquitectura léxica de Faber y Mairal (1999) y por los estudios sobre universales empíricos del modelo de Metalenguaje Semántico Natural (Wierzbicka 1996; Goddard y Wierzbicka 2002). (b) Estructura de Qualia: Este componente integra la propuesta de representación de los qualia tal como se describe en el modelo de Pustejovsky (1995)2, además de un conjunto de operadores semánticos traídos de la Teoría Sentido-Texto (Mel’cuk 1989; Mel’cuk y Wanner 1996). Concretamente en el ejemplo (1) se han codificado dos qualia: el quale télico, el cual nos indica que captar conlleva alcanzar el conocimiento o comprensión de un objeto, tal como se expresa con el evento {Culm know’ (x,y)}). ‘Culm’ es una función léxica de la Teoría Sentido-Texto que expresa el punto culminante de un objeto o evento, como es en este caso «comprender algo». En el quale formal, la función semántica genérica de modo (manner), y su realización concreta en las Funciones Léxicas Magn (‘Intensidad’) y Obstr (‘Obstrucción’ o ‘Dificultad’) aplicados al primitivo think’, informan de que el hecho de captar algo conlleva una gran dificultad cognitiva. A pesar de su complejidad formal, las plantillas léxicas de este tipo tienen la ventaja de mostrar cómo la información del evento (esto es, de la estructura argumental y aspectual del predicado) se imbrica con la información de los qualia, pues estos desarrollan potenciales significativos no presentes en la estructura semántica infraespecificada del

2

La estructura de qualia especifica cuatro aspectos esenciales del significado de un predicado (Pustejovsky 1995: 76, 85-86), a saber: (a) el quale constitutivo (QC) expresa la relación entre un objeto y sus partes constituyentes; el quale formal (QF ) describe aquellos rasgos que lo diferencian con respecto a otros miembros de un dominio conceptual (como son la orientación, la magnitud, la forma, etc.); (3) el quale télico (QT) codifica su propósito y función; y (4) el quale agentivo (QA), que hace referencia a los factores implicados en su origen.

Mecanismos de interpretación semántica de los procesos de formación de palabras

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evento. Concretamente, las restricciones semánticas que se recogen en los qualia suele ser muy útil para señalar de qué forma diversos subeventos se relacionan en la semántica del predicado. Nótese que (parte de) la estructura de los qualia (también formalizada mediante estructuras eventivas) se corresponde con la representación del primer módulo, lo cual tiene consecuencias muy interesantes en lo que concierne al enlace semántica-sintaxis. Como indica Pustejovsky (1995: 101-104), los qualia individuales de una entrada léxica compiten por su proyección sintáctica, y deben existir mecanismos que permitan focalizar o dar preeminencia a uno de los qualia. De hecho, dichos mecanismos dan cuenta de diferentes fenómenos de diátesis verbal (como es por ejemplo la alternancia causativa/incoativa de varios verbos ingleses y españoles, cf. Cortés 2009). En el caso de los procesos de formación de palabras, el papel de la promoción o explotación de los qualia también es crucial, como indicaremos más adelante. Con respecto a la entrada léxica del predicado afijal -ee en (2), hay que señalar que en ella se codifica una estructura de evento «abierta», pues no está restringida a una clase aspectual concreta; tan solo nos indica que el afijo es un predicado nominalizador, en concreto de formaciones de «paciente», si usamos una terminología genérica; en el marco del MLC, podemos decir que -ee forma nominales de Macrorrol Experienciador, tal como se entiende este término en la Gramática del papel y la Referencia3. La fórmula de (2), por tanto, puede interpretarse del siguiente modo: -ee produce formaciones nominales caracterizadas por desempeñar la macrofunción de experienciador. Esto explica la co-indexación mediante el superíndice i de la variable léxica de todas las formaciones afijales en -ee, que es φiN, con un argumento (x) de la plantilla léxica que corresponde a los lexemas que actúan como bases en la formación de los derivados. En otros términos, los derivados en -ee están orientados hacia un entidad (xi) implicada en el estado de cosas codificado por el significado del lexema base, lo cual queda codificado en (2) mediante «φverbBASE [Lexical template (…xi )]». El evento de la base, además, puede ser de cualquier tipo, una actividad, un estado u otro tipo de evento, con lo que la función semántica específica del argumento nominalizado puede variar. De hecho la asignación de Macrorroles está regulada por la siguiente jerarquía (Van Valin 2005: 61):

3

«Macroroles are generalizations across the argument-types found with particular verbs which have significant grammatical consequences; it is they, rather than specific arguments in logical structure, that grammatical rules refer to primarily» (Van Valin and LaPolla 1997: 139). Esta gramática distingue dos Macrorroles: Actor or Macropapel activo, y el Experienciador o Macropapel pasivo. El Actor vendría a corresponderse con el sujeto lógico de las estructuras semánticas, por lo que puede hacer referencia de forma natural a entidades no volitivas como es la llave en la oración La llave abrió la verja. De forma similar, podemos describir el Experienciador como el objeto lógico de un evento, aunque sintácticamente puede ser un sujeto, como en Mi vecino se cayó ayer.

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Francisco J. Cortés Rodríguez / Eulalia D. Sosa Acevedo ACTOR

Arg. de DO

EXPERIENCIADOR

1er arg. de do’ (x,...

1er arg. de pred’ (x,y)

2º arg. de pred’ (x,y)

Arg.de pred’ (x)

[donde → indica marca creciente en la realización de un argumento como macrorrol]

Esta Jerarquía señala que, dada cualquier estructura de evento con dos argumentos, el argumento más a la izquierda será el Actor, y el ubicado más a la derecha será el Experienciador. En el caso de las formaciones derivadas con -ee, la co-indexación refleja este proceso, como se aprecia en el siguiente ejemplo, employee («empleado»), pues afecta al último argumento del evento correspondiente a la base verbal employ («emplear»): (3) [X-ee] N: [(…xi, [employV ]), x = Undergoer

employV: EVENTSTR: e1 [ do’ (w,xi)]

OUTPUT → employeeiN: ARGSTR: {w: animate, x: animate} QUALIASTR: {…QA: e1 [do’ (w, [employ’(w,xi)])]}

La diferencia entre este derivado y la nominalización de Actor employer («empleador», «patrón») se basa en la co-indexación. Las nominalizaciones de -er, en tanto que nominalizaciones de Actor, predicen que el argumento co-indexado (hacia el que se dirige la interpretación semántica del derivado en su conjunto), debe ser el primer argumento de la base; es decir, el argumento codificado como (w) en la representación de employ: (4) employV: EVENTSTR: e1 [ do’ (w,x)] QUALIASTR: {…QA: e1 [do’ (y,

[employ’(w,x)])]}

Tanto el afijo -ee como -er son miembros de la clase derivativa de afijos nominalizadores de sustantivos concretos, o concrete processual substances/ things/ essences según la terminología de Lieber (2004: 36). El término quizá más adecuado en el MLC sea el de Nominalizaciones de Macrorrol, en línea con la argumentación anterior. La plantilla genérica sería la siguiente:

Mecanismos de interpretación semántica de los procesos de formación de palabras

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(5) φiN: [(xi…, [φBASE: Lexical Template (…xi)])], x = Macrorrol

Esta clase se subdivide en los dos tipos mencionados, nominales de Actor y de Experienciador, y engloban derivados con otros afijos como -a/ent, -ist, -ician, para el caso de los Actores, y -ed para las formaciones de Experienciador. Como se puede apreciar, de modo similar a como ocurre en el lexicón primario, las clases derivativas también aparecen agrupadas en clases afijales. El diagrama siguiente muestra que existen diferentes zonas de solapamiento y transición entre varias de las (sub)clases afijales, fenómeno que es casi reflejo de la organización que se encuentra en el vocabulario primario (cf. Faber and Mairal 1999: 251-270 para una descripción detallada de la malla o macrorred semántica que vertebra el lexicón verbal del inglés):

Al igual que ocurre en el ámbito de las nominalizaciones de macrorrol, otras clases afijales también cuentan con una organización jerarquizada interna, donde encontramos desde plantillas genéricas, o construcciones de alto nivel, para cada una de dichas clases hasta las plantillas específicas, o construcciones de bajo nivel, de los afijos o patrones compositivos, con diferentes grados intermedios (plantillas de subclases/o «aloconstrucciones»). Consideremos por ejemplo, las plantillas de la clase de formaciones deverbales causativas (Cortés 2006): (6) φV: do’(x,Ø) CAUSE [Lexical Template (…φBASE [Lexical Template]...)]

Esta plantilla describe un evento complejo constituido por dos subeventos ligados causalmente, estando el lexema base (φBASE) implicado o afectado por el estado de cosas codificado en el subevento inducido. Es decir, los afijos causativos construyen una estructura predicativa compleja en torno a la plantilla léxica de la base, que se

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Francisco J. Cortés Rodríguez / Eulalia D. Sosa Acevedo

convierte en argumento potencial del patrón derivativo. Un verbo como enjaular resulta de una plantilla causativo-locativa en la cual el sustantivo base jaula está incluido en un escenario semántico como locus de otra entidad: (7) enjaularV [en- φNi ]V: do’ (z,Ø) CAUSE [e2= [BECOMEbe-in’(jaulaiN ,y)]])

jaulaiN :

TYPESTR

= (x: artifact-lcp)

QUALIASTR=

…QF: container (xi,y) QA: e1[do’(z,Ø)] QT: e2: [BECOMEbe-in’( xi,y)] …

El significado locativo está determinado, por tanto, por los rasgos de la plantilla del sustantivo base y por la co-indexación con alguno de los argumentos codificados en la estructura de qualia del mismo. Precisamente, la co-indexación con distintos tipos de qualia produce diferentes subclases semánticas, o aloconstrucciones, dentro de la clase general de construcciones verbalizadoras-causativas, entre las que se incluyen las siguientes: (8) Causativo-Locativas («causar que (N) esté en/sobre/dentro de/... (N)»): [φV: do’(x,Ø) CAUSE [BE-LOC (y,z)]] Ejemplos: enjaular, entronizar, barnizar, aterrizar. (9) Causativo-mutativas («causar que (N) sea/se convierta en ADJ»: [φV: do’(x,Ø) CAUSE [BECOME pred’(y)]] Ejemplos: solidificar, purificar, estrechar, legalizar. (10) Causativo-adscriptivas («causar que (N) sea (como) N») φV: do’(x,Ø) CAUSE [BECOME/BE (like’)(y,z)] Ejemplos: arquear, amontonarV .

Los ejemplos (3) y (7) anteriores han evidenciado la relevancia del papel de la coindexación, que liga la plantilla de los lexemas afijales, por un lado, y la de las bases que se integran en aquellas, por otro lado. La co-indexación constituye un mecanismo fundamental para explicar la composicionalidad semántica de las formaciones complejas. Existen, además, otros mecanismos explicativos que determinan la interpretación semántica final de una palabra morfológicamente compleja. Tales mecanismos actúan sobre la estructura de los qualia, y están íntimamente ligados con la co-indexación. Varios de estos procesos se engloban en lo que Johnston y Busa (1996) denominan Especificación de Qualia. Según estos autores, la interpretación semántica de los compuestos nominales (Nombre+Nombre) está condicionada por la estructura de qualia de los lexemas implicados. La co-indexación tiene lugar entre el lexema que

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actúa como determinante y uno de los argumentos de alguno de los eventos que se codifican en la estructura de qualia del núcleo del compuesto. Es decir, el contenido semántico del lexema determinante actúa como especificador de uno de los qualia del núcleo del compuesto. Para ilustrar estos mecanismos, consideremos la estructura de los compuestos cuchillo de carne y jugo de limón, en (11) y (12) respectivamente: (11) [cuchillo de carnei] N TYPESTR = (x: artifact-tool) QUALIA = QF: (x) QC: mango, hoja, … QT: e2 [[do’ (x, [cut’ (x,yi)])]] QA: e1 [Oper (z,x)]

Con respecto a este ejemplo, y siguiendo la argumentación de Johnston y Busa (1996), el elemento determinante carne aparece co-indexado con el segundo argumento del quale télico del núcleo cuchillo, por lo que nos encontramos ante un caso del proceso denominado «Ligamiento Selectivo» (Pustejovsky 1995) o «Explotación» de dicho quale (Miguel 2009: 358-360); de esta forma, el sustantivo determinante cuchillo especifica el propósito inherente del sustantivo núcleo cuchillo; es decir, cortar, tal como se refleja en el evento: «e2 [[do’ (x, [cut’ (x,y)])]]». En cambio, si consideramos la estructura de jugo de limón: (12) [jugo de limóni]N TYPESTR = (x: liquid) QUALIA = QF: (x) . . . QA: e1[[do’ (y, [squeeze’ (y,xi) ])]]

Podemos observar que la co-indexación en este caso afecta a un argumento del quale agentivo. El nombre determinante limón de nuevo activa un ligamiento selectivo del segundo argumento en el predicado «e1[[do’ (y, [squeeze’ (y,xi) ])]]». Este evento describe el proceso por el que se produce o crea la entidad lexicalizada en el núcleo, jugo. Otros casos como caja de cartón y collar de perlas, en que los determinantes indican el material con el que están formadas las entidades designadas por los sustantivos que actúan como núcleos, ilustran procesos de ligamiento selectivo con qualia constitutivos. Por último, trataremos brevemente cómo operan los mecanismos de co-indexación y de especificación de qualia en otro ámbito, el de la prefijación locativa. Consideremos la entrada léxica de un prefijo como tras/trans# (Sosa 2005): (13) [tra(n)s# φNi]N EVENTSTR= do’(x, [move.across’ (x,y)] & [be-beyond’(y,x)]) QUALIASTR= Qa: e1[do’(x, [move.across’ (x,y))] QT: e2: [be-beyond’(y,x)]

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Encontramos en (13) un evento complejo formado por dos subeventos, uno dinámico de movimiento y otro estático posicional. Aquí el fenómeno coercitivo que tiene lugar es de nuevo un tipo de «explotación», si bien en este caso el propio prefijo deja abiertas diferentes posibilidades. La promoción de uno u otro de los subeventos codificados en los qualia de la plantilla léxica del prefijo se activará dependiendo de la estructura semántica de la base. En casos como transatlántico (cuando se refiere a navíos) se focaliza la interpretación de la pieza compleja en el quale agentivo asociado a este tipo de entidades, el de navegar, por lo que el prefijo será seleccionado en su interpretación dinámica de movimiento. Pero en casos como trascoro, en que la base designa un ente locativo —como parte de un edificio, una catedral, por ejemplo— se seleccionará el evento locativo estático. La estructura morfo-semántica de estas formaciones será la siguiente: (14) Explotación de Qa: e1[do’(x, [move.across’ (x,yi)])] Ejemplos: transatlántico (buque), trans-Sahara (carrera), tránsfuga. (15) Explotación de QT: e2: [be-beyond’(yi,x)] Ejemplos: transalpino, trascoro, trasmano.

Hemos ofrecido una breve panorámica de nuestra propuesta para el desarrollo de un componente de interpretación semántica de los procesos léxico-genésicos en el marco del MLC. Esta propuesta supone integrar dos mecanismos de composicionalidad semántica: en primer lugar, los procesos de co-indexación, que permiten establecer el estatus funcional de los diferentes elementos léxicos en una formación compleja; en segundo lugar, la propia co-indexación conlleva procesos de enlace con elementos de las estructuras de qualia de estas piezas léxicas, lo cual activa ciertos mecanismos de interpretación semántica como son el ligamiento selectivo o la explotación de dichos qualia, los cuales ofrecen una explicación de la polisemia regular de varios patrones morfosemánticos.

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La normalización lingüística en la toponimia de Canarias Carmen Díaz Alayón

En Canarias, la andadura de los estudios toponímicos tiene un arranque preciso, y lo hacen en 1971 con las investigaciones de campo de Manuel Alvar y su equipo de trabajo. Con anterioridad a esto, hay que reseñar diversas aportaciones, pero que son manifiestamente parciales y nada sistemáticas. Es en los años sesenta cuando se comienza a disponer de datos generales sobre el conjunto insular, gracias a los mapas que realiza el Servicio Cartográfico del Ejército, pero que lamentablemente presentan notables carencias en lo que se refiere a volumen de información y múltiples errores en los datos que recogen. Fueron estas deficiencias de los mapas militares las que animaron al profesor Alvar a poner en marcha su proyecto del Corpus Toponymicum Canariense. Acompañado de un equipo de jóvenes especialistas comienza a hacer las encuestas por las islas más orientales, para luego ir avanzando hacia las más occidentales. Su objetivo final no pudo verse cumplido, y desafortunadamente los resultados no han llegado al conocimiento de la comunidad científica en su integridad, aunque han podido ser consultados y utilizados por diversos investigadores. En los años que siguen a la labor de Manuel Alvar se producen distintas iniciativas y estudios a los que me voy a referir de manera esquemática, empezando por La Palma, porque fue la primera isla de la que se publicó un corpus y se analizaron aquellos nombres geográficos más interesantes desde el punto de vista lingüístico. En 1982, aproximadamente diez años después de las labores del profesor Alvar y de sus colaboradores, y cuando en el ámbito universitario insular dominaban las investigaciones de carácter semántico y dialectológico, llegó el momento de proponer un camino nuevo en los trabajos lingüísticos académicos, y eso es lo que pretendí con mi tesis doctoral La toponimia menor de La Palma, defendida en julio de 1986 y que viene a inaugurar los estudios de toponimia en la Universidad de La Laguna. El trabajo de campo permitió registrar por primera vez términos prehispánicos como Mayantigua, Tacote, Taganana y Tirimoche, desechar como inexistentes muchos de los que se venían repitiendo en las fuentes y trabajos de tipo histórico y rectificar determinadas formas. El estudio se acompañaba de un corpus de más de 10 000 registros toponímicos, ordenados alfabéticamente, con su correspondiente localización geográfica. Un año después, en 1987, se publicó Materiales toponímicos de La Palma, que es una síntesis de la tesis doctoral. Luego seguirán las investigaciones de rastreo, catalogación y cartografiado de la toponimia de Fuerteventura, amparadas por el Cabildo de esta isla y llevadas a cabo por el equipo capitaneado por Francisco Navarro Artiles, como coordinador científico, y Rosario Cerdeña y Estrella Morales como coordinadoras técnicas, al frente de un

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grupo de encuestadores y personal informático. Las labores de campo se realizaron entre 1987 y 1991, pero es a partir de 1999 cuando se empiezan a divulgar los resultados. Se han publicado seis tomos, correspondientes a los seis municipios de la isla, y queda un séptimo tomo, aún por publicar, en que figurará el mapa toponímico insular. Paralelamente a la encuesta realizada en Fuerteventura se ponía en marcha en Gran Canaria un proyecto de recuperación, clasificación, estudio y fijación cartográfica, para el que se reunió un amplio equipo de trabajo coordinado por Javier Suárez y formado por lingüistas, historiadores y geógrafos, entre otros especialistas. Las labores de recogida de los datos tuvieron lugar entre 1988 y 1990, y se materializaron en un corpus que alcanzó las 12 800 entradas. Los resultados se publicaron en 1997. También en 1997 se publica la Toponimia de la isla de El Hierro. Corpus toponymicum, una obra realizada por profesores de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y de la Universidad de La Laguna. Esta publicación emana del Proyecto «Recuperación y Estudio de la Toponimia de la isla de El Hierro», subvencionado por el Ministerio de Educación y Ciencia, que tuvo como objetivo recoger, inventariar, cartografiar y estudiar la toponimia viva y funcional. Junto a esto, los corpus toponímicos de los trabajos de campo de Fuerteventura, Gran Canaria y El Hierro han servido de partida para otras investigaciones de naturaleza morfosintáctica. La de Fuerteventura la lleva a cabo Genoveva Torres, la de Gran Canaria la realiza Eladio Santana, y de la de El Hierro se encarga Manuel Domínguez. En lo que se refiere a Tenerife, no se dispone de una publicación que recoja el inventario toponímico completo, pero a nivel cartográfico sí existe una notable aportación. En este sentido hay que destacar que entre 2001 y 2006 Miguel Pérez Carballo realizó el «Rescate de la Toponimia de Tenerife» a escala 1: 5.000 que abarcó la totalidad de la isla con excepción de las áreas urbanas. Se entrevistaron a 656 informantes, participaron 31 enlaces (uno por cada municipio), y el número total de topónimos obtenidos alcanzó la cifra de 32 418. Para elaborar los mapas se analizó la cartografía existente y los trabajos se llevaron a cabo por parte de Galileo Ingeniería y Servicio, y la empresa GRAFCAN fue la que hizo el seguimiento del proyecto. La isla de La Gomera cuenta en la actualidad con un exhaustivo trabajo de José Perera (2005), que dedicó 13 años a la recogida de toponimia, nombres comunes de plantas, animales y hongos. La obra consta de 7500 páginas y está estructurada en cuatro tomos y 25 volúmenes. Se hizo trabajo de cartografía para la empresa GRAFCAN. Y sobre Lanzarote hay que señalar que no se ha publicado hasta el momento un corpus general, y solo tenemos estudios puntuales de algún investigador, como es el caso de Agustín Pallarés Padilla, que también ha recogido en cartografía para GRAFCAN más de dos mil topónimos y ha realizado encuestas en La Graciosa. Junto a estos estudios, planificados a escala insular, han ido surgiendo en los últimos años algunos otros, circunscritos a zonas o municipios. Esto último ha sucedido sobre todo en Gran Canaria, donde ya se han culminado, o están a punto de hacerlo,

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algunas iniciativas en este sentido. Una de ellas es la obra de Rafael Sánchez Valerón Toponimia del Ingenio, localización y justificación histórica, donde se analizan 258 topónimos correspondientes a este municipio situado en la comarca del sureste de Gran Canaria. A ello hay que añadir la obra de José Antonio Luján Henríquez y Gonzalo Ortega Ojeda La toponimia de Artenara, donde recogen 2650 topónimos en una localidad de aproximadamente 1500 habitantes y 70 km2 de superficie. En preparación se encuentra La toponimia de Teror, obra de Gonzalo Ortega Ojeda, Francisco Javier Sánchez Ojeda, y Vicente J. Suárez Grimón, que se encuentra en avanzado estado de elaboración y que verá la luz en forma de libro. En el caso de Tenerife, Miguel Pérez Carballo, que durante 30 años ha ido recorriendo los senderos de la isla y rescatando sus topónimos, ha realizado otros trabajos puntuales en Anaga, Teno, las cumbres de Güímar y el Valle de la Orotava. Paralelamente se van publicando distintas aportaciones sobre la toponimia insular en su conjunto o sobre aspectos precisos de ella. Uno de ellos es el Diccionario de toponimia canaria de Maximiano Trapero, que contiene un catálogo de voces de referencia topo-oronímica para las que se aportan explicaciones semánticas, etimológicas, datos sobre localización, etc. Otro trabajo que merece destacarse es la edición de la Relación de palabras de la lengua indígena de La Gomera, de Luis Fernández Pérez, en la que se dan a conocer dos cuadernos inéditos de topónimos y voces comunes de La Gomera, y donde los materiales originales se enriquecen y se ponen al día con el oportuno estudio y la correspondiente información bibliográfica. En cuanto a la cartografía también se han hecho importantes avances, pero todavía queda mucho por hacer. Los mapas realizados por el Servicio Cartográfico del Ejército en los años sesenta, con las deficiencias y errores señalados, han servido de base a otras ediciones que se han hecho posteriormente a mayor escala por parte de diferentes entidades oficiales nacionales y regionales, pero las erratas se siguen manteniendo. Centrándome en el caso de La Palma, destaco los ejemplos de: Alecida, por Aresida, Llanade De Bona, por Llanada de Bona, Lomo Del Monta Santo, por Lomo del Montesanto, El Gánijo, por El Gánigo, Montaña de los Aviser, por Montaña de los Abiseros, Montaña de Lagi por Montaña del Lajío, etc. Hoy se cuenta en Canarias con GRAFCAN, empresa especializada en la Ingeniería de la Información, que ejecuta proyectos para diversos departamentos del Gobierno de Canarias, cabildos y ayuntamientos, y que ha dotado a nuestro Archipiélago de una de las mejores bases cartográficas de España. La Consejería de Medio Ambiente y Ordenación Territorial ha aprobado un nuevo contrato para el periodo 2008-2011 con esta empresa pública para que garantice la coordinación, producción y difusión de la información geográfica. A través del sistema de información MAPA permite la descarga en línea de los datos territoriales. Desde el mes de mayo de 2008 el Sistema de Información Territorial de Canarias cuenta con la Infraestructura

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de Datos Espaciales de Canarias, que pone a disposición de todas las administraciones públicas, profesionales y ciudadanos en general la información geográfica producida por el Gobierno autónomo. Como se puede ver, estos estudios muestran un estado del conocimiento de la toponimia canaria que no es homogéneo dentro del conjunto insular, y en el que algunos territorios están mejor explorados que otros. También reflejan diversas metodologías, que convendría aunar en una propuesta única y global, que permitiera disponer de un catálogo toponímico general, completo y accesible. Junto a esto, vemos que, lamentablemente, los resultados de la investigación académica se ven ignorados, especialmente por las instituciones públicas. Y en este punto, creo que conviene insistir en la necesidad de adoptar en Canarias criterios de normalización siguiendo las recomendaciones de Naciones Unidas, sobre todo a la hora de escriturar los mapas, criterios que en la mayor parte de la investigación académica ya se llevan a la práctica, pero que no vemos en buena parte de la cartografía al uso. Un mapa puede recoger mayor o menor cantidad de nombres, dependiendo de su naturaleza, pero lo que no se puede permitir es que esos nombres estén expresados incorrectamente. En este sentido, voy a apuntar una serie de normas que creo que se deben seguir, algunas de las cuales ya están aprobadas y usadas en el Mapa Topográfico Nacional a escala 1:25.000 (MTN25), pero que no se reflejan en buena parte de la cartografía canaria disponible. Antes de pasar a esto, conviene señalar que en las Islas hay dos grandes grupos de topónimos: nombres románicos, que se acuñan con posterioridad al siglo XV, y nombres prehispánicos o preeuropeos, que proceden del sistema de comunicación que se hablaba en las Islas con anterioridad a la conquista y colonización. Podríamos mencionar un tercer grupo donde aparecen formas europeas y americanas no románicas, que en su mayoría son antropónimos flamencos (Vandala, Vandama y Vandewalle), a los que se une alguna forma de ultramar como el topónimo Quiquirá (La Orotava. Tenerife), adaptación de la palabra chibcha Chiquinquirá. Para los topónimos de origen romance creo que hay que tener en cuenta: a) Uso de minúscula en el artículo y preposición en el interior del topónimo. A este respecto se deben corregir nombres como Monte De Luna, Villa De Mazo, Los Llanos De Aridane, Roque Del Faro, Buenavista De Arriba, Lomo De Los Gomeros, Verada De Las Lomadas, Llano El Pino, todos ellos en la isla de La Palma, y con ejemplos similares que se repiten en las demás islas. En las publicaciones e investigaciones de carácter académico, el criterio que se ha utilizado siempre es el de poner el artículo interior en mayúscula cuando se trata de un topónimo mayor. Así: La Palma / Santa Cruz de La Palma; La Gomera / San Sebastián de La Gomera, La Orotava / Valle de La Orotava, La Laguna / San Cristóbal de La Laguna. Pero no cabe duda de que se trata de un criterio que produce muchas vacilaciones en los usuarios. Hay que recodar, además, que en el apartado 5.9 de los criterios generales de toponimia dictados por la Dirección del Instituto Geográfico Nacional para homogeneizar la toponimia del MTN25 se dice que

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se rotularán en minúscula aquellos artículos que formen parte del nombre, excepto las entidades administrativas oficiales registradas con artículo o nexo intermedio en mayúsculas, y se aportan como ejemplos los de San Lorenzo de El Escorial, San Cristóbal de La Laguna, La Font d’En Carròs y Llocnou d’En Fenollet. Se trata, como se puede ver, de una salvedad de carácter administrativo que solo tiene en cuenta la forma en que el topónimo correspondiente aparece recogido en el Registro de Entidades Locales. Creo que no hay razón para seguir manteniendo excepciones o salvedades a la regla, y que se debe instaurar una norma lingüística general. b) Hacer uso de la acentuación ortográfica según las normas de la RAE y ortografiar San Simón, Malpaíses, Pósito, Punta del Proís, etc. c) Corregir variantes fonéticas: seseo, aspiración o elisión de ese, aspiración de jota, aféresis, síncopa, apócope, encuentro entre vocales… Ej.: El Brezal por El Bresal; Las Eras por La Sera, o Las Ervillas por La Servilla (el mantenimiento de la ese en posición implosiva favorece la confusión); Haya por Jaya, Hoyo por Joyo; Asomada por Somada, Aserradero por Serradero; Descansadero por Escansadero; Acarraderos por Acarraeros; La Tablada por La Tablá; Lomo Alto por Lomalto… d) Los topónimos no pueden recibir en la escritura un tratamiento distinto del de las voces comunes y, por ello, se deben ajustar aquellos nombres que se han escrito antietimológicamente con grafías distintas y que se han ido metiendo en el hábito lingüístico. Así, debemos escribir Arveja y Arvejales en vez de Arbeja y Arbejales, que es como frecuentemente aparecen expresados. También hay que escribir Roza ‘tierra limpia de matas para sembrar en ella’, en lugar de Rosa, que es como tradicionalmente aparece en la documentación y cartografía insular. Otro caso similar es el de Cilla ‘renta diezmal, lugar donde se recoge el grano’, por Silla. En este caso, el seseo, junto a la etimología popular, produce confusiones de este tipo, y hay un Camino de la Silla en Artenara y Calle de la Cilla en La Laguna. Lo mismo ocurre con aquellas voces que tienen origen portugués, como es el caso de Bica ‘caño de agua, fuente pública’, que alterna en muchos casos con Vica, y que se debe resolver a favor de la forma etimológica. Particularmente necesaria es la adopción de criterios de normalización ortográfica para los topónimos prehispánicos insulares. Estos nombres geográficos recibieron expresión gráfica en español cuando la lengua se encontraba en un periodo de vacilaciones e inseguridades, y esta situación quedó reflejada en la forma gráfica de estos términos, que muestran comportamientos distintos para voces iguales o similares. Por ello creo que, en la medida de lo posible, se deben adoptar criterios que uniformicen la forma gráfica y que acerquen los términos a sus étimos o a elementos válidos que nos suministra la comparación lingüística. Entre estos criterios estimo que se deben considerar los siguientes: a) En cuanto a b / v, creo que en la mayor parte de los casos deben escribirse con b. Así propongo: Binamar (F), Binijobre (P), Beneguera (C), Bentaiga (C), frente a Vinamar, Vinijobre, Veneguera y Ventaiga.

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b) También propongo escribir con s aquellas formas que aparecen con c y z. Así creo que se debe escribir: Guasa (T), Tesina (G), Tamasite (F), Tenesedra (H), Tamaraseite (C), y no Guaza, Tecina, Tamacite, Tenecedra y Tamaraceite, que en muchos casos, como se puede ver en las dos últimos formas, no responden a la etimología, sino a influencia analógica de términos españoles. c) De igual forma, sugiero que se debe eliminar la h- hiperculta que recibieron algunos topónimos que comienzan por vocal: Igara (T), Imeche (T), y no Higara e Himeche. d) Junto a esto, creo que no se debe reproducir la -h- intervocálica que muestran algunas formas y que refleja un comportamiento gráfico del español. Así: Taodio (T), Tajaíche (G), Niquiomo (P), y no Tahodio, Tajahíche, Niquihomo. e) Y también pienso que habría que actuar en el baile que se produce en formas idénticas entre j + e, i / g + e, i, como es el caso de Jinámar (C), frente a Giniginámar (F). Creo que este tipo de criterios son necesarios porque los restos lingüísticos prehispánicos y los topónimos en particular han vivido en un permanente desamparo. En este sentido, veo que las administraciones públicas insulares, de forma nada meditada y sin reparar en las consecuencias, adjudican denominaciones de lugares, parajes naturales o comarcas protegidas valiéndose de formas erradas. Así, en La Palma se le ha puesto a una zona protegida del noroeste de la isla el nombre de Monumento Natural Costa de Hiscaguán, un término claramente errado que, con toda seguridad, se ha tomado de la cartografía militar. En esta voz, Hiscaguán, se puede ver una traslación acentual y una hache inicial que no están avaladas ni por las fuentes bibliográficas ni por la tradición oral. Y lamentablemente no es el único caso.

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La normalización lingüística en la toponimia de Canarias

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Morfología y ciencias lingüísticas: a propósito de las relaciones entre morfología, lexicología, semántica María Tadea Díaz Hormigo

Los investigadores y estudiosos del lenguaje y las lenguas suelen proceder metodológicamente distinguiendo diferentes niveles en el análisis de las lenguas (fonológico, morfológico, léxico, suboracional, oracional y textual), los cuales, a su vez, se encuentran integrados por unidades (fonemas, morfemas, palabras, grupos de palabras, oraciones y textos). E igualmente delimitan en el ámbito de la lingüística otras tantas ciencias o disciplinas (fonología, morfología; semántica léxica, lexicología; sintaxis y semántica suboracionales; sintaxis y semántica oracionales; lingüística del texto o textual, o semántica textual), que tienen como objeto de estudio un determinado nivel de la lengua1. Sin embargo, estas fronteras metodológicas, útiles en la práctica, no siempre están claras por las múltiples relaciones que se observan entre los compartimentos fijados. Esta distinción entre unidades, niveles y ciencias o disciplinas lingüísticas implica la aceptación de principios y presupuestos teóricos, no siempre vigentes y de los que no todos son partícipes. Nos vamos a centrar aquí en los que tienen que ver con las tres disciplinas citadas en el título de este trabajo, la morfología, la lexicología y la semántica, pues nos planteamos como objetivo final clarificar la delimitación entre ellas, lo cual implica precisar en qué sentido han de ser definidas; cuál debe ser considerado su respectivo objeto de estudio específico; qué contenidos abarcan, y en qué líneas de indagación se han centrado o especializado. Clarificar la partición expuesta nos llevará, a su vez, a profundizar en el análisis de las relaciones entre estas ciencias lingüísticas. Así, entendemos la semántica no en el sentido tradicional, sino como una disciplina lingüística transversal, pues se ocupa del estudio del significado no sólo de las

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Al menos en la actualidad, las distinciones establecidas son habituales en la mayoría de las orientaciones lingüísticas, sobre todo las que parten o se asientan en los postulados del estructuralismo lingüístico europeo, si bien, por ejemplo, los distribucionalistas, entre otros, admiten, siguiendo en este aspecto a Bloomfield, la existencia de sólo tres niveles lingüísticos de análisis: 1) el nivel de las unidades lingüísticas no unidas a una significación, o sea, el nivel de los fonemas; 2) el nivel de las unidades lingüísticas mínimas ligadas o unidas a una significación, esto es, el nivel de las unidades que podemos denominar generalmente morfemas, y 3) el nivel de las construcciones, en el que se incluyen los grupos de palabras, las expresiones y los textos.

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palabras, sino de todas las unidades significativas de las lenguas (textos, oraciones, sintagmas, palabras y morfemas), las cuales configuran los distintos niveles del contenido lingüístico o análisis semántico de las lenguas, dando lugar a la delimitación de otras tantas ciencias o disciplinas semánticas. En efecto, desde los orígenes de la semántica como ciencia lingüística en el primer cuarto del siglo XIX, esta denominación ha hecho casi siempre referencia al estudio de los significados de las palabras, de tal manera que, incluso en la actualidad, para muchos investigadores la semántica es identificada con la semántica léxica, que, a su vez, puede o no ser diferenciada de la lexicología 2. Pero, actualmente, se ha visto lo erróneo de tal identificación, pues supone negar que el morfema, el grupo de palabras, la oración y el texto tienen significado. Así, se desarrollan a partir del último tercio del siglo XX estudios semánticos de niveles de contenido lingüístico inferior y superiores al léxico (morfológico, suboracional, oracional y textual), por lo que es necesario acompañar al término semántica de un adjetivo y hablar de una semántica morfológica, una semántica léxica, una semántica suboracional, una semántica oracional y una semántica textual. Respecto a la morfología 3, por su significado etimológico —del griego μoρφή «forma» y λόγoς «tratado»— hace referencia a la ciencia o disciplina que se ocupa del estudio de la forma o formas que presentan los objetos que esa ciencia investiga y de sus variantes. Pero cometemos un error si nos asomamos a la gramática, a la filología o a la lingüística teniendo en cuenta únicamente esta definición etimológica, es decir, considerando que la morfología se centra meramente en el estudio de la forma o de las formas lingüísticas, ya que 1) no se ocupa del estudio de todas las formas lingüísticas, y 2) no estudia sólo la forma o formas de las unidades lingüísticas de las que se ocupa.

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En efecto, para algunos autores semántica léxica es lo mismo que lexicología; otros, en cambio, no establecen tal identidad, basándose en que la lexicología implica una visión de los hechos semánticos del nivel léxico distinta a la planteada por la semántica léxica. Así, según los autores que establecen tal distinción, la lexicología hace referencia al estudio de la forma del contenido exclusivamente, es decir, de los significados y no al estudio de la sustancia del contenido, o de la designación y de las relaciones de designación. Por su parte, como es sabido, Coseriu prefiere, en lugar de la de lexicología, la denominación lexemática, que supone una investigación de los hechos semánticos del nivel léxico con las siguientes características: 1) se basa en las relaciones de significación de las palabras lexemáticas y 2) se basa en el concepto de lengua funcional (una lengua sincrónica, sinfásica, sinstrática y sintópica). En este trabajo, no optaremos por esta delimitación semántica léxica / lexicología, sino que emplearemos indistintamente ambos términos. Una exposición completa de nuestra concepción o visión particular de esta disciplina lingüística, la morfología, apoyándonos en todo momento en las fuentes bibliográficas generales y específicas pertinentes, se encuentra en Díaz Hormigo (2003).

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En efecto, también la sintaxis aborda el estudio de las relaciones formales que se establecen entre los elementos constitutivos de una oración o de un sintagma. Por ello, hay que especificar que la morfología se ocupa sólo de un subconjunto de las relaciones formales lingüísticas: de las relaciones formales que se dan dentro de la palabra entre las unidades menores dotadas de significado —morfemas—. Así, son objeto de estudio de la morfología las relaciones formales que se establecen en la palabra entre los morfemas que la conforman, y la sintaxis analiza las relaciones formales que se establecen en la oración y/o el sintagma entre los sintagmas y/o las palabras que los conforman4. Por tanto, la morfología, como disciplina lingüística,

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Precisamente por estar referidas ambas ciencias o disciplinas lingüísticas al estudio de relaciones formales entre signos de niveles lingüísticos distintos que están combinados en unidades lingüísticas superiores, morfología y sintaxis han sido, y son, entendidas a lo largo de la historia de la lingüística como ciencias complementarias, como ciencias independientes o como ciencias inseparables. Así, la tradición gramatical considera que morfología y sintaxis son las dos partes constitutivas de la gramática. De este modo, la morfología es definida como la parte de la gramática que se ocupa del estudio de las relaciones entre los morfemas dentro de la palabra, por lo que en morfología la palabra se estudia aisladamente, o sea, fuera del sintagma u oración, y la sintaxis es definida como la parte de la gramática que estudia las relaciones entre las palabras dentro del sintagma y/o de la oración. Otras tendencias y corrientes lingüísticas de corte estructuralista y generativista, concretamente, las escuelas de Praga, funcionalista francesa y estructuralista americana; el distribucionalismo, la gramática generativa transformacional, la gramática de casos y la semántica generativa, consideran que el nivel morfológico y el nivel sintáctico son niveles independientes en el estudio de las lenguas históricas, cada uno con su propia paradigmática de unidades lingüísticas y su propia sintagmática (combinatoria); de ahí su estatus independiente en el marco de las disciplinas lingüísticas. En este sentido, pueden citarse como especialmente representativas las definiciones de morfología y sintaxis formuladas por la escuela de Praga: la morfología se ocupa de la paradigmática de las unidades mínimas significativas, la sintagmática o combinatoria de estas unidades en palabras y la clasificación de las palabras en categorías lingüísticas, y la sintaxis se ocupa de la sintagmática o combinatoria de las palabras en unidades superiores (sintagmas u oraciones) y de la paradigmática de estas unidades superiores. Y abogan por la inseparabilidad de morfología y sintaxis F. de Saussure, quien las considera unidas también a la lexicología, los lingüistas de la escuela preestructuralista de Ginebra y, sobre todo, la glosemática o escuela estructuralista de Copenhague, que defiende que la morfología y la sintaxis se ocupan del estudio de signos lingüísticos (morfemas, categorías lingüísticas, sintagmas y oraciones) y éstos pueden ser estudiados desde las perspectivas paradigmática y sintagmática, por lo que no ve en qué radica la distinción entre morfología y sintaxis, pues tienen el mismo objeto, el estudio paradigmático y sintagmático de los signos lingüísticos. De ahí que la glosemática acuñe el término morfosintaxis para hacer referencia a la unión de

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se ocupa del estudio, no de la forma de todas las unidades lingüísticas, sino de la forma de las palabras, más exactamente, de la estructura interna de la palabra. Esta concepción de que la morfología engloba el estudio de las formas de las palabras (la flexión y la derivación, composición y parasíntesis, en tanto que mecanismos morfológicos de creación léxica), se encontraba ya en la denominada morfología tradicional, entendiendo por tal la que precede a la morfología estructural y se caracteriza, además de por los rasgos señalados para la tradición gramatical, que son, según establece Pedretti de Bolón (19782), fundamentalmente, 1) su filiación a las gramáticas grecolatinas; 2) la falta de rigor científico, la mezcla de perspectivas no diferenciadas y la carencia de presupuestos lingüísticos explícitos y coherentes; 3) el dogmatismo, esto es, su carácter normativo y prescriptivo: la gramática es concebida como un conjunto de reglas que se aplican al aprendizaje de una lengua; 4) el logicismo o identificación de las categorías lógicas con las categorías lingüísticas, y 5) la sobrevaloración de la lengua escrita y la falta de atención a la lengua hablada, también por 6) una carencia de método de análisis de las unidades morfológicas. Con el advenimiento de la morfología estructural se insiste en la idea de que la morfología estudia las formas de las palabras y analiza la estructura interna de la palabra, en tanto que constituida por una(s) forma(s) que es/son portadora(s) de una función o significado. Así, han de recordarse las afirmaciones contenidas en, sobre todo, la primera de las tesis del Cercle Linguistique de Prague (Trnka et ál. 19802: 30-31) y la definición de lengua ofrecida por Mathesius (Trnka 1983: 249-250), pero extensiva y reflejo del pensamiento de los demás integrantes de la escuela de Praga, así como otras aserciones de los lingüistas praguenses, que nos permiten afirmar que los integrantes de esta escuela consideran fundamental el carácter de finalidad, de función, que todos los elementos poseen en un sistema determinado, de tal manera que lo que hace posible el fenómeno de la comunicación es que a cada forma —medio de expresión— le corresponde un significado —una función—. La aplicación de estos postulados a la morfología implica considerar que el análisis lingüístico debe permitir delimitar los morfemas, si bien éstos, aunque tengan el mismo significado morfológico, no siempre son representados con la misma forma o aspecto fonológico u ortográfico, esto es, por un mismo y único morfo, sino que presentan variaciones formales, que son llamadas alomorfos. Asimismo, la consideración

ambas. Nosotros abogamos por la separación entre ambas disciplinas, pero, en cualquier caso, aun optando por la inseparabilidad entre ellas en la denominada morfosintaxis, parece claro que las unidades lingüísticas objeto de la morfología son los morfemas y las categorías lingüísticas, mientras que las unidades lingüísticas que estudia la sintaxis son los sintagmas y las oraciones, por lo que aun en el marco de la morfosintaxis se puede entrever la distinción entre morfología y sintaxis.

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expuesta implica que entendemos que la palabra presenta una estructura interna, esto es, que es descomponible en constituyentes menores portadores de un significado. En este sentido, se establece que, puesto que la morfología, al estudiar las formas de las palabras, analiza la estructura interna de ésta en tanto que constituida por unas formas que son portadoras de una función, esta disciplina lingüística se debe ocupar del estudio tanto de la forma como de la función —el significado— de estas formas. No obstante, otros investigadores se ajustan a la concepción más tradicional de la morfología como ‘estudio sólo de las formas’, pues entienden que al analizar los componentes de las palabras hay que separar el estudio de las formas y el de los significados. Ello trajo como consecuencia que para autores como Alemany Bolufer (1917-19 y 1920) el estudio morfológico de la formación de palabras quede reducido a inventariar alfabéticamente listas no sistematizadas de formas correspondientes a prefijos y sufijos. Es decir, desde este punto de vista tradicional, se estudiarían en morfología sólo las formas y en semántica los significados correspondientes a estas formas. En esta misma línea, también resulta representativa la concepción de Ullmann (1962: 33-38), quien sostiene que las cuatro unidades básicas de la lengua son el fonema, el morfema, la palabra y la frase, las cuales tienen asignadas una rama independiente de la ciencia lingüística para su estudio: la fonología se ocupa del fonema, la lexicología del morfema y de la palabra y la sintaxis de la frase. La lexicología puede ser definida como la rama de la lingüística que examina la palabra en todos sus aspectos y trata de la palabra y de los morfemas, las unidades mínimas significativas que intervienen en la formación de las palabras. Ahora bien, palabras y morfemas deben ser investigados en su forma y en su función, por lo que se plantea una división de la lexicología en morfología —la parte de la lexicología que tiene como objeto de estudio las formas de las palabras y de sus componentes— y semántica —la parte de la lexicología que tiene como objeto de estudio los significados de las palabras y de sus componentes—. La tercera división de la lingüística es la sintaxis, que estudia las frases y sus combinaciones, desde el punto de vista de la forma y del significado. Por tanto, la sintaxis se divide también en morfología —la parte de la sintaxis en la que se incluye el estudio de la inflexión o flexión de las partes variables de la oración, el orden de palabras, el régimen, la concordancia, etc.— y semántica —la parte de la sintaxis que estudia los significados oracionales y las funciones semánticas de los elementos sintácticos—. Así, Ullmann defiende que morfología y semántica son dos partes o subdivisiones posibles tanto de la lexicología como de la sintaxis. Entiende, pues, Ullmann la morfología como estudio de las relaciones formales entre los elementos constitutivos de una palabra, un sintagma, una oración. Frente a esto, sin embargo, sí parece más innovadora su concepción de la semántica como ciencia que estudia el significado en los diferentes niveles de análisis lingüístico. Pero la concepción de Ullmann no es nueva en el ámbito de la lingüística, pues, entre otros, ya Ries (1894) defiende que lo opuesto a la sintaxis, que es la ciencia de

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la oración, no es la morfología, sino la lexicología o ciencia de la palabra, y cada una de ellas tendría una morfología y una semántica o ciencia de los significados, siendo la morfología un estudio meramente formal, subsidiario de la sintaxis o lexicología. La idea de la separación entre el estudio de las formas y el de los significados se encuentra asimismo en la base del surgimiento, en la década de los años 60 del s. XX, de una nueva ciencia lingüística, la morfosemántica, que rescata el apego a la forma que tradicionalmente tenía la morfología como parte de la etimología, pues fue creada, entre otras razones, para estudiar las relaciones entre la morfología y la semántica con la etimología, entendida ésta en el sentido propugnado por Wartburg (1946). Así, se concibe la etimología en morfosemántica como la investigación del origen de las palabras y de las vicisitudes por las que ha atravesado una palabra o grupo de palabras con una misma raíz y seguir su trayectoria a lo largo de la historia de la lengua, observando sus ramificaciones y sus relaciones formales y semánticas con otros grupos de palabras. En cualquier caso, en morfosemántica se indagan las relaciones entre morfología y semántica, ya que cualquier aspecto que tenga que ver con la forma y/o el significado va a ser considerado morfosemántico. En este marco, destacan los modelos de análisis y estudio del léxico a caballo entre la morfología y la semántica, como el del campo morfosemántico de Guiraud (1956 y 1966), mediante el cual una palabra dada se confronta con los vocablos y locuciones susceptibles de mantener con ella relaciones de forma o de significado. Obedece, pues, a un análisis relacional o configurativo de meras asociaciones formales o de significado de un signo con otros signos. Nos planteamos, por tanto, si se debe admitir que la morfología se ha de ocupar sólo del estudio de las formas de los constituyentes de las palabras y sus variantes, y no del estudio de su significado, que sería objeto de la semántica (postura de la morfología tradicional, a la que nos referimos con las menciones de Ullmann, Ries y lo relacionado con la morfosemántica), o bien si debe abordar el estudio de la estructura interna de la palabra en tanto que constituida por unidades menores significativas, siendo su objeto el estudio de la forma y sus variantes formales y el del significado de estas unidades menores. En definitiva, si morfología y semántica han de ser consideradas como disciplinas independientes que se ocupan, respectivamente, del estudio de la forma y del significado de las unidades que conforman las palabras, o si debemos hablar de una única ciencia —la morfología— que se ocupa tanto del estudio de la forma como del significado de estas unidades menores. Para decantarnos a favor de una u otra postura, resulta clarificadora la clasificación de los significados de naturaleza lingüística establecida por Coseriu (1973: 8183, 1976: 5-7, 1977: 247-249 y 1981: 3), con la que se muestra la interrelación entre semántica y morfología, y también con la lexicología. En efecto, el lingüista rumano, tras delimitar tres tipos fundamentales de «contenido» lingüístico (significado, designación y sentido) y definir el significado como «der einzelsprachlich gegebene

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Inhalt» (1973: 81), diferencia, dentro del significado, entre significado léxico; categorial; instrumental, gramatical o auxiliar; estructural o sintáctico; y óntico. De ellos, nos interesan aquí el léxico, el categorial y el instrumental, gramatical o auxiliar. Define el significado léxico como el correspondiente al qué de la aprehensión del mundo extralingüístico, esto es, el significado común las unidades series como rico - riqueza - enriquecer, pobre - pobreza - empobrecer, pero que, al mismo tiempo, diferencia cada serie como un todo de otras series análogas, es decir, por el significado léxico se distinguen rico y pobre, riqueza y pobreza, enriquecer y empobrecer, etc. Por su parte, el significado categorial corresponde al cómo de la aprehensión del mundo extralingüístico. De este modo, en las series citadas, el significado categorial es el diferente en cada unidad de cada una de las series pero el mismo en rico - pobre, riqueza - pobreza, enriquecer - empobrecer, etc., lo que muestra que se trata del significado de las categorías verbales. Y el significado instrumental, gramatical o auxiliar no es definido por el lingüista rumano sino sólo identificado con el significado de los morfemas —por tanto, el significado morfológico—, con independencia de si tales morfemas son palabras o no. Así, por ejemplo, el, en el hombre, tiene el significado «actualizador» y -s, en mesa-s, tiene el significado «pluralizador». El profesor de Tübingen formula tales distinciones para marcar los límites entre lo lexicológico y lo morfológico, de modo que el significado léxico pertenece a la lexicología, el categorial —en lenguas como el español— corresponde a la lexicología y a la morfología, mientras que el significado instrumental, gramatical o auxiliar es de la morfología y no del léxico. Asimismo, la distinción entre significado léxico, categorial e instrumental se encuentra en la base de la clasificación de las palabras en lexemáticas, categoremáticas y morfemáticas. En efecto, Coseriu (1973: 80 y 83; 1976: 6 y 7, y 1977: 248-249) propone distinguir en el léxico de una lengua entre 1) palabras que estructuran y representan la realidad extralingüística, las denominadas palabras lexemáticas, como hombre, blanco, correr, etc., que tienen significado léxico, si bien en nuestras lenguas tienen también significado categorial sustantivo, adjetivo, verbo o adverbio, y, eventualmente, gramatical o instrumental; 2) palabras que presentan sólo la forma de estructuración de lo extralingüístico y funcionan como sustantivos, adjetivos, verbos o adverbios sin representar ninguna materia extralingüística determinada, las denominadas palabras categoremáticas (pronombres o proformas en general), como yo, éste, aquí, ahora, etc., que tienen significado categorial y pueden tener significado instrumental, pero no significado léxico, y 3) palabras que funcionan sólo en relación con otras palabras en la estructuración del hablar, las llamadas palabras morfemáticas o instrumentales, como y, o, sobre, etc., que sólo presentan significado instrumental. Lo que nos interesa destacar es que para el lingüista rumano a la morfología le compete el significado de los morfemas —el significado morfológico, llamado por Coseriu significado instrumental, gramatical o auxiliar—, con independencia de si tales morfemas,

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cuyo significado estudia la morfología, son palabras (palabras morfemáticas) o no, esto es, si son morfemas libres o trabados. Análogas consideraciones pueden desprenderse del artículo de Trujillo (1972), en el que, no obstante, el autor citado emplea el término gramática para hacer referencia a la morfología5. En cualquier caso, lo que nos interesa destacar es que Trujillo (1972: 108) afirma que «debe hablarse únicamente de una ciencia del contenido, la Semántica, que puede dividirse en Semántica gramatical o Gramática y Semántica léxica o Lexicología». Por ello, cuando se ocupa de las diversas modalidades de estudio existentes desde el punto de vista del contenido, hace referencia (Trujillo 1972: 109) a ‘gramática’ como «estudio de las formas de contenido arquitecturales de una lengua. Su característica esencial consiste en ser analizables en el plano del significante. Naturalmente, la Gramática no podrá prescindir del conocimiento de los significantes, pero su objeto no serán éstos en tanto que tales (sólo como índices de forma)», y a lexicología, como «estudio de las formas de contenido no arquitecturales de una lengua. Su característica esencial consiste en no ser analizables en el plano del significante. La Lexicología no podrá, tampoco, prescindir del conocimiento de los significantes léxicos, pero su objeto no serán éstos en cuanto tales», si bien propone llamar semántica al conjunto de estas dos disciplinas. Y se refiere a una semántica gramatical o gramática o, lo que es lo mismo, a una semántica morfológica o morfología, distinta de la semántica léxica o lexicología. Estas referencias, que contribuyen a asentar la idea de que la morfología ha de ocuparse del estudio de las formas y de los significados de las unidades menores que conforman las palabras, ponen de relieve la existencia de conexiones entre la morfología y la lexicología, y la necesidad de distinguirlas. Más aún teniendo en cuenta que, además de en las distinciones entre significado léxico, categorial y gramatical, que se relaciona con la clasificación de las palabras en lexemáticas, categoremáticas y morfemáticas, o de la delimitación entre semántica gramatical o morfológica o gramática (morfología) y semántica léxica o lexicología, las conexiones entre morfología y lexicología son evidentes en lo concerniente a 1) el estudio de los procedimientos de formación y creación léxica, entendiendo formación y creación léxica en un sentido clásico, tradicional, general y restringido, esto es, el conjunto de procedimientos de que dispone una lengua para formar / crear nuevas palabras a partir de unidades lingüísticas (palabras y morfemas) ya existentes en esa lengua, la cual se identifica con la llamada lexicogénesis, pues abarca los mecanismos de la derivación, la composición y la parasíntesis, los cuales dan lugar a la creación de numerosas unidades léxicas, y 2) la definición y caracterización

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Para comprobar esta aserción basta con atender a los ejemplos de carácter gramatical que aparecen en este artículo, los cuales son todos morfológicos.

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de las categorías lingüísticas, aspecto éste en el que los criterios morfológicos y lexicológicos figuran unidos u otros de índole sintáctica. En efecto, si atendemos a la etimología de los vocablos morfología y lexicología y al contenido tradicionalmente asignado a estas disciplinas observamos que ambas tratan con la palabra. En efecto, la lexicología, del griego λέξις «palabra» y λόγoς «tratado», es el «tratado de la palabra», mientras que la morfología, del griego μoρφή «forma» y λόγoς «tratado», es concebida como la disciplina que se ocupa del estudio de la forma de las palabras. Sin embargo, a pesar de las conexiones obvias entre la morfología y la lexicología, tales relaciones apenas han sido investigadas. Pero vayamos por partes. En coherencia con lo expuesto, resulta posible afirmar que la morfología defiende que, en lenguas como las aglutinantes y las flexivas, la palabra presenta una estructura interna, a menudo compleja y frecuentemente enlazada, pues está integrada por segmentos formales con significado —morfemas—. Y uno de los métodos para distinguir morfemas y clasificarlos consiste en segmentar la cadena en unidades significativas, obteniendo representantes de morfemas que pueden ser clasificados de acuerdo con criterios de índole semántica, o sea, relacionados con el significado. De ahí resulta la distinción entre los denominados morfemas radicales, radicales, raíces, temas o bases de derivación (en las gramáticas de corte tradicional, cf. a modo de ejemplo RAE 1973: 166-167), lexemas (Pottier 1964, 1967 y 1972, Roldán 1967 y Carratalá 1980), semantemas (Hjelmslev 1928), pleremas (Alarcos 1951) o monemas léxicos (Martinet 1960: 148-149). Subrayamos que estos morfemas se corresponden con la parte de la palabra que contiene la significación básica fundamental de la misma, el contenido léxico, y, por otra, los gramemas (Pottier 1967 y Carratalá 1980), morfemas (Hjelmslev 1928 y Roldán 1967), monemas gramaticales (Martinet 1960: 148-149), morfemas gramaticales o formantes (Pottier 1964 y 1972), que son los elementos que señalan las variaciones gramaticales que afectan al lexema. En el ámbito de la lingüística general, se asignan generalmente tres contenidos a la morfología, que son 1) el análisis de la estructura interna de la palabra en tanto que constituida por unas formas que son portadoras de una función, esto es, de un significado. Y la morfología estudia la forma y la función de estas formas; 2) la definición y descripción de los principales mecanismos de formación de palabras, fundamentalmente, los considerados tradicionalmente procedimientos morfológicos de formación de palabras, esto es, la derivación, la composición y la parasíntesis, y 3) la teoría de las categorías lingüísticas, que incluye la delimitación de los criterios para diferenciar y definir las categorías lingüísticas, así como la caracterización de cada categoría. Y, de todas éstas, la principal zona de estudio que recubre la morfología tiene como objeto de indagación los morfemas, las unidades mínimas significativas, y, en este sentido, más concretamente, la descripción de los morfemas léxicos y gramaticales, tanto en lo que atañe a sus formas como

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a sus significados, así como a sus combinaciones, en la flexión y en la formación de palabras. Por su parte, atañe a la lexicología la estructuración primaria de la experiencia por medio de las palabras, según la cual la realidad designada queda referida a través de unidades léxicas, cada una de las cuales posee, en oposición a las demás, un contenido semántico o valor diferencial propio. Así, las clases de palabras que interesan a la lexicología son exclusivamente las denominadas palabras lexemáticas, pues éstas estructuran y representan la realidad extralingüística. Ahora bien, nos interesa destacar que estas palabras lexemáticas, ya sean sustantivos, adjetivos calificativos, verbos o adverbios léxicos, interesan a la lexicología única y exclusivamente en cuanto que son portadoras de una función léxica o de un significado léxico, o sea, en cuanto lexemas, si bien, para su representación, se cita la palabra entera y no la parte del significante que corresponde a la función o significado léxico. Así, venir y no ven-. Pero lo que importa es la función o significado léxico que distingue la palabra venir de dormir, olvidar, cantar, etc., y por la que se opone, desde el punto de vista semántico, a caminar, ir, partir, salir, entrar, etc. Y no le incumben las funciones gramaticales como infinitivo, intransitivo, etc., de venir. Ya antes hemos establecido que la morfología se ocupa del estudio de la forma y función o significado de todos los morfemas que conforman la palabra, por tanto, también del significado de estos morfemas léxicos o lexemas. Por tanto, la cuestión que nos planteamos es en qué sentido estos lexemas interesan a la morfología y en qué sentido interesan a la lexicología. En efecto, si la lexicología atiende a las denominadas palabras lexemáticas, que son consideradas únicamente en cuanto portadoras de una función léxica o de un significado léxico, podemos preguntarnos qué aspectos de estas unidades lingüísticas entendidas sólo como lexemas interesan actualmente a la lexicología. Para tratar este punto tomamos como referencia el artículo de Casas Gómez (2006), en el que el citado semantista se propone establecer los contenidos actuales de la semántica léxica. En este sentido, afirma que la moderna semántica léxica tiene por objetivos centrales de su investigación aspectos no planteados en la lexicología más tradicional, de tal manera que se diferencia de ésta por la adición de nuevos contenidos a los tradicionalmente estudiados. En cualquier caso, lo que nos interesa destacar es que los contenidos de la semántica léxica en la actualidad son a) los aspectos tradicionalmente estudiados por la lexicología clásica, entre los que se incluyen: los cambios semánticos, basados en los procedimientos de la metáfora, la metonimia, la sinécdoque, la elipsis semántica o elipsis en combinatoria léxica y la etimología popular; las relaciones de significación, o sea, las relaciones entre los significados léxicos de los signos lingüísticos, y en este sentido, especialmente, la descripción lingüística de las denominadas relaciones léxicas en cuanto relaciones entre significados de signos; los modelos explicativos sobre la esencia del significado; los rasgos y oposiciones semánticas, que implica la aplicación a las unidades lingüísticas estudiadas

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por la lexicología de las teorías sobre los rasgos y oposiciones de las unidades fonológicas; las unidades de contenido; la tipología de los campos léxicos, etc.; b) el extenso y vasto campo de la creación y formación de palabras, contenido en el que se incluyen y estudian todos los procedimientos y mecanismos con que cuentan las lenguas para aumentar su caudal léxico6; c) la diversidad o variedad de fenómenos que recubre la variación lingüística desde el punto de vista léxico; d) las bases semánticas y fundamentos epistemológicos de la terminología y los lenguajes especializados; e) el establecimiento de relaciones entre el léxico y la sintaxis, siendo numerosos los estudios en los que se presta atención a la dimensión sintagmática del léxico, y f) la definición y caracterización de los diferentes tipos de unidades fraseológicas. Y con excepción de sólo parte de lo señalado en el segundo contenido mencionado, referido a la creación y formación léxica, ninguno de los otros contenidos de la semántica léxica tiene que ver nada con la morfología. En efecto, a diferencia de la lexicología, la morfología atiende a las unidades mínimas significativas que resultan de la segmentación de las palabras, unidades mínimas que

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Entre los que se incluyen 1) la creación ex nihilo; 2) la creación léxica mediante recursos propios de la lengua (el acortamiento de palabras —los abreviamientos, los acrónimos, las abreviaturas y las siglas—; los mecanismos de la denominada formación de palabras —la derivación, la composición y la parasíntesis), las creaciones onomatopéyicas; las conversiones categoriales o sintácticas; los cruces y juegos de palabras, y las creaciones léxicas expresivas); 3) la importación léxica (los préstamos lingüísticos, los calcos lingüísticos o calcos semánticos y los cultismos léxicos), y 4) los cambios semánticos (las creaciones metafóricas y antonomásicas, las creaciones metonímicas y sinecdóquicas, las creaciones por etimología popular y las elipsis promotoras de cambios semánticos: las elipsis semánticas). Asimismo, hemos de anotar que en los últimos años asistimos a un auge creciente de trabajos sobre los denominados tradicionalmente mecanismos de formación de palabras no sólo desde el punto de vista de las formas materiales, sino también desde el plano del contenido. Se trata de investigaciones derivadas de los planteamientos coserianos acerca de las estructuras lexemáticas paradigmáticas secundarias (modificación, desarrollo y composición), cuyas orientaciones han supuesto una clara interrelación entre formación de palabras y semántica léxica. En efecto, debido al apego a la forma que ha caracterizado a las investigaciones de carácter lingüístico en la tradición gramatical, así como desde la instauración de la lingüística como ciencia, las investigaciones sobre la formación de palabras habían partido de un enfoque meramente formal. Sin embargo, en los estudios publicados por E. Coseriu a partir de los años 60 se establece una novedosa interpretación de estos fenómenos, que pasan a analizarse desde el punto de vista del contenido, esto es, no se analiza el significante y luego se toma el significado como correlato, sino que más bien el punto de partida es el contenido y la expresión formal se toma únicamente como referencia. Para el desarrollo de estas ideas, cf. Díaz Hormigo (1996 y 2000).

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son denominadas generalmente morfemas, que, basándonos en la definición de los mismos formulada por Martinet (1960: 23), podemos caracterizar como signos lingüísticos mínimos. E interesa a la morfología ambos planos del signo lingüístico mínimo. Ahora bien, estos morfemas, como hemos dicho antes, pueden ser clasificados desde el punto de vista semántico en unidades con contenido léxico y unidades con contenido gramatical, instrumental o auxiliar. Los primeros son morfemas léxicos o, si se prefiere, lexemas, que son los que aportan el valor semántico fundamental a la palabra, si bien muchos de ellos pueden, al igual que los morfemas gramaticales, coincidir con palabras, las cuales son siempre palabras lexemáticas. Pues bien, la indagación de las unidades del nivel morfológico, esto es, de las unidades mínimas significativas —morfemas— constituye el principal dominio de la morfología. Y, en relación con la indagación de los mismos, observamos que la morfología, además de ocuparse de los procedimientos para la delimitación de los morfemas y la problemática de la delimitación de las unidades mínimas significativas de la palabra compleja, ha desarrollado unas líneas de actuación centradas, casi en su totalidad, en la exploración de los morfemas gramaticales, relegando, o entendiendo que es objeto de la lexicología, prácticamente todo lo que tiene que ver con la indagación semántica de los morfemas léxicos o lexemas. Así, con respecto a éstos, la morfología se ha centrado en la descripción de su significado y en la delimitación del representante fonológico u ortográfico de ese significado (morfo), así como en la delimitación de las variantes formales que estas realizaciones de los morfemas —morfos— pueden presentar, sobre todo, las modificaciones formales que se producen cuando entran en contacto con otros morfemas en la palabra compleja, determinando asimismo las causas o razones (fonológicas, morfofonológicas, gramaticales o léxicas) de dicha alomorfía, ámbito éste en el que la morfología se relaciona, además de con la lexicología y la semántica, con la fonología, lo que se encuentra en el surgimiento de la disciplina denominada morfofonología (Trubetzkoy 1931). Por su parte, en relación con los morfemas gramaticales, la morfología se ha ocupado, no sólo de lo establecido respecto a los morfemas léxicos, esto es, la delimitación de su significado, del morfo o morfos que los representan y de las condiciones que regulan la alternancia entre tales alomorfos, sino también de la indagación de los significados morfemáticos, y, en este sentido, tanto de todo lo relacionado con el establecimiento de paradigmas, oposiciones, neutralizaciones y sincretismos morfológicos como de la delimitación de morfos sinónimos y de morfos homónimos; la distribución de los morfemas gramaticales en la palabra de acuerdo con su posición en relación con el morfema léxico, y la clasificación semántica de los morfemas gramaticales flexivos y derivativos, y, dentro de éstos, según si dan lugar a una alteración del contenido semántico de la base a la que se afijan o sólo se produce la adición de un matiz cualitativo o cuantitativo y, por tanto, una alteración cuantitativa o cualitativa del contenido semántico de la base a la que se añaden.

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Por tanto, a modo de recapitulación, podemos señalar que, al examinar las relaciones de la morfología con estas otras ciencias lingüísticas, lexicología, semántica, se observa que la semántica, en cuanto ciencia que se ocupa del estudio del significado de las unidades lingüísticas de todos los niveles de análisis, puede ser subdividida, entre otras, en las subdisciplinas de semántica morfológica y semántica léxica, lexicología. La semántica morfológica tiene por objeto el estudio del significado de las unidades lingüísticas del nivel morfológico, los morfemas, sean estos segmentos de palabras o bien coincidan con palabras, y la semántica léxica, lexicología se ocupa del significado de las denominadas palabras lexemáticas, pero consideradas en cuanto lexemas, o sea, en cuanto portadoras de una función léxica o un significado léxico. Por su parte, la morfología, en el ámbito de la lingüística general, recubre al menos tres zonas de estudio de considerable amplitud, siendo la más exclusiva de esta disciplina la que consiste en la indagación de las unidades del nivel morfológico, esto es, las unidades mínimas significativas, que se denominan generalmente morfemas, de los cuales se ha de tener en cuenta que son considerados tanto desde el punto de vista de su forma como desde el de su función o significado, y que pueden ser divididos en morfemas léxicos o lexemas y morfemas gramaticales, pudiendo, tanto unos como otros coincidir con palabras, ya sean lexemáticas o bien gramaticales o morfemáticas. En este sentido, la morfología confluye con las dos disciplinas semánticas anteriormente mencionadas: semántica morfológica y semántica léxica, lexicología, pues éstas, como hemos apuntado, se encargan del significado de las unidades significativas de los niveles morfológico y léxico, respectivamente. Ahora bien, mientras que la semántica léxica, lexicología parece gozar de cierta autonomía en el marco de las disciplinas semánticas, la semántica morfológica puede ser entendida como una parte o subdisciplina de la morfología al abordar los significados de las unidades del nivel morfológico. Y respecto a la semántica léxica, lexicología, ésta tiene como objeto las palabras lexemáticas o lexemas consideradas en cuanto portadoras de una función léxica o significado léxico. Pero estos lexemas, en tanto que coinciden con palabras o son la parte de la palabra que aporta el contenido fundamental de la misma, son también objeto de estudio de la morfología, que se encarga de la forma y función de los morfemas, tanto léxicos (lexemas) como gramaticales. Y desde nuestro punto de vista, esta confluencia entre morfología y semántica léxica, lexicología ha sido resuelta en la práctica con la especialización, por parte de cada una de estas disciplinas, en determinadas líneas de indagación respecto a las unidades que constituyen su objeto de estudio, centrándose y especializándose la morfología, además de en todo lo concerniente al estudio de las formas de todas las unidades morfológicas, desde el punto de vista semántico, por tanto la semántica morfológica, más en todo lo tocante a los morfemas gramaticales y palabras gramaticales o morfemáticas, mientras que la semántica léxica, lexicología va más allá en todo lo referido al aspecto semántico de los denominados morfemas léxicos o lexemas

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en morfología y sólo lexemas en semántica léxica, lexicología. Pero la morfología debe abrir nuevas líneas de indagación y explorar todo lo concerniente al significado de los morfemas léxicos, pues sólo así se logrará, entre otros muchos aspectos, explicar la estructura del vocabulario de las lenguas; determinar la unidad semántica de las raíces léxicas, su mutabilidad e inmutabilidad semánticas, y llegar al establecimiento de las denominadas «familias de palabras» (Morera 2007).

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Locuciones somáticas del mancagne y el español: análisis contrastivo unilateral Gustave Voltaire Dioussé

1. Introducción Como se sabe, la fraseología es el estudio de combinaciones poliléxicas estables y socializadas que se comportan como unidades léxicas u oracionales simples. El campo de la fraseología suscita cada vez más interés entre los lingüistas, quienes han ido desarrollando estudios sobre los aspectos formales, semánticos, sintácticos y pragmáticos de las combinaciones estables de palabras. Interesa también por sus distintas aplicaciones (traducción, enseñanza de lenguas extranjeras, lexicografía, etc.), lo cual la convierte en un dominio vivo que se desarrolla en cuatro direcciones principales: la fraseología descriptiva, la fraseología diacrónica, la fraseología lexicográfica o fraseografía y, por último, la fraseología contrastiva o comparativa (González Rey 2002). Es en esta última vertiente de la fraseología en la que se enmarca este trabajo sobre las relaciones entre dos lenguas tipológicamente tan distintas como el mancagne, mi lengua materna, y el español. El mancagne es una lengua que se incluye en el grupo de lenguas oeste-atlánticas (o senegalo-guineanas), una de las dos grandes familias de lenguas que conviven en Senegal.1 Fue codificada e instituida como octava lengua nacional en el año 2000. Este idioma tiene una extensión limitada, pues su uso sigue siendo exclusivo del grupo étnico mancagne. Según los últimos datos recogidos en 2000 por SIL Internacional, el mancagne cuenta con unos 68 955 hablantes en total, 26 450 en Senegal, 40 855 en Guinea Bissau, y el resto en Gambia.

2. Las locuciones somáticas Las locuciones, que se incluyen en el grupo de las unidades fraseológicas (en adelante, UF) suboracionales, representan un conjunto numeroso y variado de las UF de

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El segundo grupo de lenguas autóctonas de Senegal es el grupo Mande, que incluye malinké, mandinka, bambara, sose, khasonke, jakhanke, soninke, etc. En cuanto al grupo oeste-atlántico, abarca el wolof, el serere, el pulaar, el diola, el mancagne, el balante, el mandiakou, el badiaranke, el baïnouck, el bédick, etc. Representa el grupo más numeroso, y suma un 90% de las lenguas habladas en Senegal.

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las lenguas. De acuerdo con Casares (1950), la locución es «una combinación de dos o más términos que funciona como elemento oracional y cuyo sentido unitario consabido no se justifica, sin más, como una suma del significado normal de los componentes». A partir de esta definición se fija la idea de que las locuciones son UF esencialmente idiomáticas y unirreferenciales. Por su parte, Corpas Pastor (1996: 8889) subraya, además del significado unitario, la fijación externa y la fijación interna como los rasgos principales de las locuciones. Por fijación externa, o cohesión morfosintáctica, se entiende la estabilidad formal y sintáctica de la locución. En cuanto a la fijación interna, o semántica, se refiere al carácter unitario del sentido de las locuciones. Según la función oracional que desempeñan, las locuciones del español se suelen clasificar en nominales, verbales, adjetivas, adverbiales, conjuntivas, clausales y prepositivas. El estudio que hemos realizado de las locuciones se concreta en aquellas que incluyen un lexema somático, referido a una parte del cuerpo humano o animal. Ha sido ya estudiado el hecho de que el cuerpo humano desempeña un papel importante en el léxico de la lengua, sobre todo en el caso de las unidades poliléxicas que se constituyen en unidades fraseológicas (Corpas Pastor 1996; Mellado Blanco 2004; Wotjak 1989). Los fraseologismos somáticos representan un subgrupo muy numeroso y activo dentro de las unidades fraseológicas, en especial los referidos a la anatomía humana. En Mellado Blanco (2004) se nos advierte de que constituyen fenómenos compartidos por todas las lenguas, de donde su carácter de universales lingüísticos. También resalta esta autora que los somatismos son primitivos lingüísticos, porque existen desde los primeros estadios de la lengua. Si bien, desde el punto de vista formal, estas UF se caracterizan por contener al menos una unidad léxica relacionada con la anatomía humana o animal (tomar el pelo a alguien ‘engañar a alguien’; costar [algo] un ojo de la cara ‘ser [algo] caro’; abrir la boca ‘decir algo’; hablar entre los dientes ‘hablar de forma no perceptible’; haber perdido la lengua ‘haber perdido la capacidad de hablar’; aguzar la oreja ‘prestar atención’; lengua de víbora ‘lengua mordaz y maldiciente’, etc.), en cuanto a su aspecto funcional, la mayoría son sintagmas verbales (Mellado Blanco 2004). Y, desde el punto de vista semántico-funcional, suelen dar cuenta de estados mentales y emocionales y expresar acciones humanas variadas. Por otra parte, reflejan la relación con el entorno y hacen patente la preponderancia de la corporalidad en la organización de la realidad por medio del leguaje (Zuluaga 2006). Mejri (2001) participa de la misma idea cuando distingue identificación y proyección en las relaciones que mantiene el cuerpo humano y el universo. La identificación se produce cuando se atribuyen las propiedades humanas a las cosas de la realidad, mientras que la proyección representa el fenómeno contrario. Otro rasgo destacable de los somatismos es que reflejan la cultura y las cogniciones particulares o generales (Zuluaga 2006).

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Dentro del conjunto de las UF con somatismos podemos distinguir un subgrupo en el que estarían aquellas que describen un gesto o un movimiento del cuerpo humano. Estos son los somatismos llamados cinéticos, entre los que se suele dividir a su vez entre los somatismos auténticos y los pseudos cinéticos. Los primeros actualizan a la vez el significado literal y el significado fraseológico, esto es, pueden interpretarse tanto de forma recta como de forma idiomática, y son los más propensos a tener equivalentes en otras lenguas, independientemente de que sean del mismo origen, o de procedencia muy distinta. En cambio los últimos no actualizan más que su significado fraseológico o idiomático (Zuluaga 2006). La mayoría de los somatismos presenta idiomaticidad, un rasgo que parece ser el efecto de la metáfora, principalmente. Como bien explican Lakoff y Johnson, este tropo es intrínseco a nuestra manera de organizar el mundo, con lo cual todo lo que hacemos es metafórico, esto es, vivimos metaforizando, y de ello dan buena prueba las lenguas. Desde el punto de vista paradigmático los somatismos pueden ser agrupados en series. Una serie incluye todas las unidades que comparten un mismo lexema, o base somática. Todas las unidades que contienen el lexema somático mano [manc. kañen], por ejemplo, o todos los fraseologismos en los que aparece la palabra cabeza [manc. bkow] constituyen una serie. Según Mellado Blanco (2004), los elementos de una misma serie suelen rozarse en sus significados. Además las series somáticas presentan desigualdad en lo referente al número de unidades que abarcan, porque unos lexemas somáticos son más activos que otros, según las culturas particulares de cada lengua. En el corpus español que hemos constituido, por ejemplo, destaca el predominio de los lexemas cabeza [manc. bkow]; ojo [manc. pkës]; mano [manc. kañen] y corazón [manc. corson]. En el caso del mancagne, cabe subrayar el predominio de los lexemas mntum ‘boca’, pkës ‘ojo’ o kañen ‘mano’.

3. Fraseología contrastiva La fraseología contrastiva o comparativa se encarga del estudio de los sistemas fraseológicos de dos o más lenguas, a efectos de resaltar las semejanzas y diferencias formales y semánticas entre sus UF. La base del contraste es una constante, el tertium comparationis, que suele centrarse en la equivalencia semántica-denotativa, pragmática, etc., entre las UF de la lengua de partida (L1) y la lengua meta (L2) (López Roig 2002: 57). El análisis contrastivo puede realizarse desde un enfoque unilateral, esto es de L1 hacia L2, o bilateral, es decir, de L1 a L2 y de L2 a L1. Los conceptos de equivalencia y de congruencia son de interés prioritario para la fraseología contrastiva. El primero se refiere a la semejanza denotativa interlingual entre grupos de unidades fraseológicas que comparten un núcleo semántico básico (B. Wotjak 1992: 39; Larreta 2001: 67; López Roig 2002: 71); y el segundo a los

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aspectos formales de las UF, tales como los lexemas constituyentes, la estructura morfosintáctica, las imágenes evocadas, etc. Partiendo, pues, de que el valor denotativo de una UF en una L1 puede encontrar correspondencia en una L2, así como que formalmente puede haber también similitudes, hemos descrito las UF de nuestro corpus desde el mancagne al español.

4. El corpus Para constituir el corpus del mancagne, hemos seleccionando en primer lugar las UF desde el punto de vista formal. Así, hemos recogido sólo aquellas que contienen, al menos, un lexema referido a las partes del cuerpo humano o animal. Asimismo, desde el punto de vista semántico, hemos elegido aquellas UF pertinentes para un contraste adecuado con el español, teniendo en cuenta tanto los significados fraseológicos como los literales. Por otra parte, la selección se ha hecho considerando el aspecto pragmático de las UF. Así hemos incluido aquellas UF más usuales por ser las más conocidas por los hablantes. En cuanto al acopio de las UF del mancagne, hemos consultado, por un lado, algunos trabajos escritos sobre el mancagne como Uţup ujuni, Manuel Pour lire le mancagne y Le mancagne: étude phonologique et morfologique (véanse las referencias bibliográficas). Por otro lado, nos hemos dirigido a hablantes nativos para seleccionar aquellas UF conocidas y usuales. Asimismo hemos contado con el apoyo de los responsables de PKUMEL2, quienes, aparte de ayudar en la recogida de las UF, han aceptado corregir las que, desde Canarias, les hemos remitido. A todo ello se añade nuestra aportación como hablante nativo de esta lengua. De ese modo, hemos recopilado cerca de 400 locuciones somáticas, de las que hemos seleccionado 61 para la realización del análisis contrastivo. Para el corpus del español, hemos manejado principalmente dos diccionarios: el Diccionario fraseológico documentado del español actual de Seco y el Diccionario fraseológico del español moderno de Varela y Kubarth. A partir de los planteamientos de B. Wotjak (1982), Larreta (2001) y López Roig (2002) sobre los conceptos de equivalencia y congruencia, hemos establecido las

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PKUMEL es una asociación reconocida por el Estado de Senegal. Sus cometidos giran en torno al impulso de la cultura y la lengua mancagne, la lucha contra la pobreza y el analfabetismo. Desde hace más de dos años, PKUMEL ofrece clases de alfabetización en lengua mancagne, gracias al apoyo de la SIL (Sociedad Internacional de Lingüística). En lo concerniente a la lucha contra la pobreza, se ha creado una caja de ahorros y créditos que brinda apoyo financiero a las mujeres con el fin de mejorar sus condiciones de vida.

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siguientes combinaciones posibles para clasificar contrastivamente las unidades de nuestro corpus: a) locuciones con equivalencia total y congruencia total, b) locuciones con equivalencia total y congruencia parcial, c) locuciones con equivalencia total y congruencia nula, d) locuciones con equivalencia parcial y congruencia total, e) locuciones con equivalencia parcial y congruencia parcial, f) locuciones con equivalencia parcial y congruencia nula y g) locuciones con equivalencia nula y congruencia total (son los llamados falsos amigos fraseológicos).

5. Resultados y conclusiones Del total analizado, resulta haber 18 locuciones que presentan equivalencia y congruencia totales; 3 locuciones que presentan equivalencia y congruencia parciales; 7 locuciones con equivalencia total y congruencia nula; 9 locuciones con equivalencia parcial y congruencia total; 1 locución que presenta equivalencia parcial y congruencia parcial; 17 locuciones con equivalencia parcial y congruencia nula; y, por último, 4 locuciones con equivalencia nula y congruencia total. Veamos a continuación una pequeña muestra de ellos en la que se indica el fraseologismo en mancagne, el significado literal y su fraseologismo equivalente, en su caso, en español: UF con equivalencia total y congruencia total manc.: pñow iñen [ţi uko] sdo.: desatenderse de un asunto esp.: lavarse las manos [en un asunto] manc.: pţu kañen ţi bdoo sdo.: jurar por algo o alguien esp.: poner la mano en el fuego [por algo o alguien] manc.: [uko] pneej [ñaaŋ] ţi kabaţ, kapën di kaloŋ sdo.: desatender un consejo o un aviso esp.: entrar, o entrarle, a alguien algo por un oído, y salir, o salirle por el otro manc.: plugrën iñen sdo.: mantener una actitud de indiferencia o pasividad [ante una situación] esp.: cruzarse de brazos

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Gustave Voltaire Dioussé manc.: pnaţa na kahoţ kanúura/ kawuţaan sdo.: tener suerte esp.: levantarse con buen pie UF con equivalencia total y congruencia parcial manc.: pñaay na itum sdo.: ser objeto de comentario esp.: andar en boca manc.: pbëkan [uko] ţi këş [ki ñaaŋ] sdo.: poner [algo] en la vista de alguien’ esp.: poner [algo a alguien] delante de los ojos manc.: pmen kaara sdo.: avergonzarse esp.: taparse la cara UF con equivalencia total y congruencia nula manc.: pwo [na uko] ţi bkow sdo.: tener una idea en la cabeza y tener la intención de concretarla esp.: andarle [a uno algo] por (o, en) la cabeza manc. : pgar/ pŧok kara sdo.: manifestar disgusto, o tristeza a través de la cara esp.: poner mala cara manc.: na iñen itëb sdo.: con satisfacción, con agrado esp.: con las manos abiertas UF con equivalencia parcial y congruencia total manc.: pkaban kabaţ sdo.: ponerse en disposición de escuchar atentamente esp.: poner la oreja manc.: pka [uko ude] ka ţu ţi mntum sdo.: tener algo que comer esp.: tener [algo] que llevarse a la boca manc.: pfël pkëş [ţi uko] sdo: vigilar una cosa esp.: echar un ojo [a alguien o algo]

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UF con equivalencia parcial y congruencia parcial manc.: pţu [uko ude] ţi mntum sdo.: comerse algo esp.: llevarse a la boca [algo] UF con equivalencia parcial y congruencia nula manc.: pñow [ñaaŋ] këş sdo.: engañar a alguien esp.: tomarle el pelo a alguien manc.: phoŧ pndemënt sdo.: se refiere a una lengua pesada, que hace que la persona no hable bien; lo que dice no se entiende esp.: lengua de trapo manc.: pjenkan këş [na ñaaŋ] sdo.: desafiarle, enfrentarse a él esp.: plantarle cara [a alguien] manc.: pkakan [uţup] di mntum mi ajugwa sdo.: atribuírselo esp.: poner [un dicho] en boca de alguien Uf con equivalencia nula y congruencia total manc.: pdum pndemënt sdo.: hacerse daño en la lengua tras caerse boca abajo esp.: morderse la lengua manc.: pwulad iñen [ba ñaaŋ batëb] sdo.: coincidir esp.: darse la mano [dos cosas] manc.: pñiir kayiŋ sdo.: tener hambre esp.: rascarse la barriga

En los resultados obtenidos destacan, como se observa, los casos de equivalencia total y congruencia total (18 ejemplos). Dentro de los casos de equivalencia total y congruencia total sobresale el predominio de las UF somáticas cinéticas, que son aquellas que expresan algún gesto o movimiento humano y que, según Mellado Blanco (2004: 198), son las más propensas en tener equivalentes en otras lenguas.

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Gustave Voltaire Dioussé

Si consideramos que el mancagne y el español son dos lenguas muy distintas, reflejos de dos mundos y dos culturas con diferencias abismales, llaman aún más la atención estos casos en los que se dan las relaciones de equivalencia y congruencia prácticamente perfectas entre sus UF. Aunque se viene considerando que la fraseología está en la raíz de lo propio de cada lengua y de cada cultura, creemos, debido a los ejemplos de equivalencias totales aludidas, que la idea de que existen UF compartidas por todas las lenguas del mundo, la universalidad en la constitución de las UF, no está mal enfocada. Además, tal como ha advertido Mellado Blanco (2004), los universales fraseológicos por excelencia son los somáticos, en tanto que reflejan la experiencia de nuestra corporalidad en el lenguaje y nuestra manera de organizar el mundo (Mejri 2001).

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Procesamiento silábico en la lectura y escritura de palabras en español1 Alberto Domínguez / Carlos J. Álvarez

1. Procesamiento subléxico en la lectura: la función de la sílaba Para acceder al significado de una palabra parece necesario realizar algún tipo de análisis subléxico sobre unidades como las letras, los morfemas (raíces y afijos) y/o las sílabas (Taft y Forster 1976; Tousman e Inhoff 1992). En la palabra escrita no hay ninguna marca que señale dónde está el límite entre una y otra sílaba o entre el prefijo y la raíz o la raíz y el sufijo; es por eso que, para que estas unidades sean relevantes durante la lectura, nuestro procesador debería implementar procesos de segmentación subléxica y activación de palabras a partir de ellas. Estos procesos existen en el caso de las sílabas, y por eso las pruebas experimentales han demostrado que las características de esta unidad preléxica, en términos de familiaridad o estructura, producen una influencia medible a través del tiempo de respuesta en tareas de decisión léxica (decir si una cadena de letras es o no una palabra) o nombrado (lectura en voz alta de palabras) (De Vega, Carreiras, Gutiérrez y Alonso 1990; Carreiras, Álvarez y De Vega 1993; Domínguez, Cuetos y De Vega 1993; Perea y Carreiras 1995; Álvarez, De Vega y Carreiras 1998). La relevancia de la sílaba es generalizable a otros idiomas que tengan los límites silábicos bien definidos, aunque sean lenguas no romances, como por ejemplo el alemán (Conrad y Jacobs 2004). Incluso sin límites silábicos claros, como el chino (Zhou y William Marslen-Wilson 1994). De todas formas, la importancia de las sílabas no puede generalizarse a todos los idiomas directamente, ya que en algunos casos no tiene tanto peso, por ejemplo, en el caso del inglés (Cutler, Mehler, Norris y Seguí 1986). Su influencia varía, principalmente, en función de sus características (longitud, frecuencia de aparición, posición en la palabra, etc.) y de la tarea que se esté realizando. Por ejemplo, en una tarea de decisión léxica, el efecto que produce la frecuencia de las sílabas es de inhibición: a mayor frecuencia silábica, más tiempo es necesario para realizar la tarea (Carreiras, Álvarez y De Vega 1993; Domínguez, Cuetos y De Vega 1993; Perea y Carreiras 1998; Álvarez, De Vega, y Carreiras 1998). Efectos inhibitorios similares se han obtenido con la técnica de priming

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Este trabajo fue realizado gracias al proyecto de investigación MCT-SEJ2007-66860/ PSIC del Ministerio de Educación y Ciencia.

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usando palabras cortas que comparten la primera sílaba. La presentación de una primera palabra prime durante un tiempo muy breve hace que el reconocimiento de la segunda, el target, que empieza por la misma sílaba se retrase (Domínguez, De Vega y Cuetos 1997; Carreiras y Perea 2002). La explicación más frecuente es la hipótesis de inhibición de candidatos léxicos. Según esta hipótesis, que ha sido apoyada por numerosos estudios, al presentar un estímulo prime (ej. papelería) se activarían una serie de posibles candidatos léxicos (que empezarían por esa misma sílaba, como por ejemplo papel, papelería, payaso, patata, papeleta, papagayo, paseo, papelera, etc.). Al continuar analizando las demás sílabas del prime, se van inhibiendo las palabras que no encajan con la que buscamos, permaneciendo activas, únicamente, aquellas que aún son compatibles (ej. papeleta, papel, papelería, papelera). Al final, sólo quedará activa la palabra que nos han presentado (ej. papelería), estando todas las demás inhibidas. De esta manera, al presentar justo a continuación el target (ej. payaso), que comparte la primera sílaba con el prime, su activación se encuentra por debajo de su nivel de reposo. Por lo tanto, tendrá que superar en primer lugar esa inhibición, para poder, posteriormente, ser activada. Este proceso consumirá más tiempo que si el target (la palabra a reconocer) no comparte la primera sílaba con el prime y nunca ha sido, por tanto, ni activada ni inhibida. Con la técnica de Potenciales Relacionados con Eventos (ERPs), también se ha demostrado que la frecuencia silábica produce diferencias en dos componentes: una positividad temprana alrededor de los 150-200 ms. y una negatividad frontal a la altura de N400 para las palabras compuestas por sílabas de alta frecuencia. Ambos componentes podrían estar respondiendo a un proceso de carácter preléxico de tratamiento de la sílaba y a un proceso léxico de activación e inhibición de palabras (Barber, Vergara y Carreiras 2004; Hutzler, Bergmann, Conrad, Kronbichler, Stenneken y Jacobs 2004; Conrad y Jacobs 2004).

2. Sílabas que son prefijos Una clase especial de sílabas es aquella que aparece al principio de las palabras y actúa como prefijo, por ejemplo in- en incapaz o re- en readmitir. Este tipo de sílabas actúa como prefijo con mucha más frecuencia que como sílaba «normal», seguramente porque ha adquirido este valor morfológico, semántico, a través de la evolución lingüística. Sin embargo, en algunos casos estas sílabas no tienen valor morfológico, no son prefijos. La palabra industria es un ejemplo de estas palabras en las que la sílaba inicial no es un prefijo. Pues bien, hemos realizado una serie de experimentos (Domínguez, Alija, Rodríguez-Ferreiro y Cuetos, en prensa) para observar cómo se comportan estas sílabas «especiales» que pueden, o no, actuar como prefijos. Utilizando la técnica de priming presentábamos una primera palabra prime seguida de

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otra, el target, y variábamos el tiempo de presentación de la primera, desde presentaciones enmascaradas de 66 ms., hasta presentaciones visibles de 300 ms. a distintos participantes. El target siempre era una palabra prefijada como incapaz y el prime podía ser prefijado como infeliz o pseudoprefijado (sílaba inicial sin valor morfológico) como en industria. El resultado es que, en las presentaciones cortas del prime, el reconocimiento del target era más rápido en ambas manipulaciones respecto de otra en la que prime y target no mantenían ninguna relación (sobrino-incapaz). Sin embargo, en la presentación larga del prime los pares que compartían el prefijo producían facilitación, mientras que los de prime pseudoprefijado producían tiempos de reacción más largos, de nuevo comparando con la condición no relacionada. Los resultados encajaban muy bien con otros muchos de la literatura ya citados. Dos palabras relacionadas morfológicamente comparten una parte de sus características ortográficas-fonológicas y además una parte de su significado; no es de extrañar que infeliz facilite el reconocimiento de incapaz puesto que preactiva de forma eficaz estos rasgos semánticos que después van a ser necesarios para reconocer el target. Sin embargo si la sílaba inicial del prime no tiene valor morfológico, como en industria, actuará, como hemos dicho antes, activando candidatos léxicos como indio, incar, interacción, íntegro etc., que competirán después con el target por el reconocimiento, lo que hará que éste se retrase. Pero cabe una explicación alternativa: puede ser que estas sílabas «especiales» sean procesadas siempre inicialmente y de manera obligatoria como prefijos, puesto que en la mayoría de las palabras actúan como tales. Si finalmente la sílaba no es un prefijo, como en industria, habría que dar la vuelta en este callejón sin salida y hacer una reinterpretación semántica de la palabra, lo cual consumiría un tiempo en el reconocimiento, y además produciría una especie de periodo refractario para el reconocimiento de la siguiente palabra, el target incapaz, en el que la primera sílaba sí es un prefijo. Tenemos, pues, dos hipótesis explicativas del retraso en el reconocimiento del target incapaz cuando va precedido por la palabra pseudoprefijada industria y ésta se presenta durante un período largo de tiempo (300ms.): una es la hipótesis silábica inhibitoria y la otra es la hipótesis morfológica del callejón sin salida. Una nueva serie de experimentos trataba de dirimir entre ambas hipótesis utilizando esta vez un target pseudoprefijado como industria y usando unas veces primes prefijados como infeliz y otras veces pseudoprefijados como insulto. Si la hipótesis silábica fuera cierta deberíamos obtener de nuevo inhibición en los pares pseudoprefijada-pseudoprefijada. Insulto preactivaría varios candidatos léxicos como indio, incar, industria o el propio insulto, y éste último tendría que inhibir a todos los demás para poder ser reconocido, de manera que después el target, industria, sería identificado más lentamente. Sin embargo, no obtuvimos ningún tipo de facilitación ni de retraso, lo cual daba la razón a la hipótesis morfológica de callejón sin salida.

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Así las cosas tenemos como conclusión que las palabras prefijadas producen facilitación desde los primeros milisegundos de procesamiento (66ms.) y esta facilitación se mantiene en el tiempo hasta que se resuelve el significado de la palabra. Si se encuentra una sílaba como in- que actúa frecuentemente como prefijo será tomada como tal, lo sea o no lo sea, y se aplazará su papel real hasta que en el estadio de interpretación semántica se vea si el significado del supuesto prefijo encaja con el significado de la raíz. Si no es así, se promoverá un significado alternativo.

3. Procesos cognitivos en la escritura de palabras En comparación con otras áreas de investigación relacionadas con el procesamiento del lenguaje, la producción escrita de palabras ha sido un campo relativamente poco estudiado, con notables excepciones, por supuesto (ver, por ejemplo, la revisión de Kellogg 1994). Lo que sí parece claro, tanto desde las investigaciones más antiguas hasta las más actuales, es que escribir una palabra implica dos tipos de procesos: unos, los centrales y propiamente psicolingüísticos, deben incluir necesariamente la recuperación y selección de una representación ortográfica abstracta. Por otro lado, los procesos de tipo periférico tendrían que ver con la ejecución motora. En la escritura, y a pesar de este tipo de procesos periféricos tan evidentes, observables y por tanto susceptibles de ser registrados, desde un punto de vista metodológico se han empleado mayoritariamente medidas a posteriori y no cronométricas (aquellas que consistirían en, por ejemplo, medir el tiempo que se tarda en escribir una unidad lingüística concreta). Sin embargo, y como acabamos de ver en los apartados anteriores, en campos como la comprensión de palabras ha sido frecuente el uso de medidas conductuales y temporales en tiempo real. Así, por ejemplo, la investigación neuropsicológica sobre la escritura de pacientes con daño cerebral ha empleado casi exclusivamente el análisis de los errores cometidos cuando se escribe (ver, por ejemplo, Tainturier y Rapp 2001 para una revisión de estudios de esta índole). Es precisamente dentro de la investigación neuropsicológica y basándose en los datos obtenidos con pacientes donde se ha planteado uno de los pocos modelos explicativos sobre cómo funcionan los procesos centrales implicados en la escritura de palabras. De acuerdo al mismo, existirían dos rutas que funcionarían en paralelo: una ruta léxica, que generaría la representación ortográfica de palabras frecuentes y muy conocidas y que funcionaría computando la ortografía de la palabra completa, y una ruta subléxica, útil, por ejemplo, para palabras nuevas o poco conocidas, y cuyo funcionamiento se basaría en la conversión de fonemas a grafemas según las reglas del idioma (Ellis 1982, 1988; Shallice 1981). Existe un acuerdo generalizado sobre la necesidad de que exista un almacén o buffer grafémico que mantenga el resultado o output de las dos rutas mencionadas.

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Este buffer sería un sistema de la memoria de trabajo cuyo objetivo es mantener activada la representación ortográfica de la palabra para que puedan sucederse procesos como la conversión alográfica o la escritura de letras sucesivas. Uno de los interrogantes sobre el funcionamiento y estructura de este buffer es cuál es la naturaleza de las representaciones grafémicas del mismo: ¿son sólo cadenas de letras ordenadas linealmente, como hipotetizaron en su momento Caramazza, Miceli, Villa y Romani (1987)? ¿O existen y son procesadas estructuras de orden superior, como por ejemplo sílabas u otras unidades subléxicas como los morfemas? Veamos algunas investigaciones que han aportado evidencia empírica al respecto.

4. La sílaba como posible unidad del buffer grafémico Los estudios pioneros realizados con personas normales sobre el posible papel de la sílaba como unidad de procesamiento en la escritura no fueron muy concluyentes (Bogaerts, Meulenbroek y Thomassen 1996; Zesiger, Orliaguet, Boe y Mounoud 1994). Estos estudios fueron realizados en holandés y francés, respectivamente. El primero se centró sobre todo en la escritura en teclado, no encontrando evidencia robusta sobre el papel de la sílaba. El segundo fue un precursor de las técnicas más actuales, registrando el proceso de escritura mismo con medidas temporales de duración del trazo o trayectorias. En algunos análisis encontraron resultados que sugerían que la sílaba podía influir en la duración de las medidas. El trabajo de Kandel, Álvarez y Vallée (2006) fue más contundente a este respecto. Se empleó un procedimiento cronométrico basado en el registro de la respuesta motora de la escritura mediante tableta gráfica en una tarea de copia. El software posibilita monitorizar la escritura de los participantes con una resolución de milisegundos. A los participantes, estudiantes de universidad, se les pedía que escribieran palabras en mayúsculas sobre una tableta gráfica. Dichas palabras eran presentadas visualmente en la pantalla de un ordenador. Las palabras eran del tipo tra.ceur o del tipo trac.tus (el punto señala el límite silábico aunque obviamente no era presentado). Como se puede comprobar, las palabras comienzan por las mismas letras, tienen la misma longitud y se diferencian en dónde se produce el cambio de la primera a la segunda sílaba. En el primer experimento, en francés, se comprobó que los intervalos entre letras (el tiempo desde que se levanta el puntero tras terminar una letra y se vuelve a apoyar para comenzar a escribir la siguiente) que correspondían a límites silábicos fueron significativamente mayores en comparación con los mismos intervalos cuando ambas letras pertenecían a la misma sílaba. Es decir, que por ejemplo el intervalo entre la a y la c en tra.ceur fue mayor que en trac.tus. En otro experimento, hablantes de francés y de español tuvieron que escribir palabras que eran similares en su ortografía en ambos idiomas. Dichas palabras contenían una secuencia

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de letras que era intrasilábica en francés (por ejemplo, gn en la palabra francesa si.gne) e intersilábica en español (gn en sig.no). Los tiempos de los intervalos entre letras de estas secuencias se compararon con los de palabras del mismo tipo, pero con una secuencia intrasilábica en ambos idiomas (gm en pig.mento y pig.ment. Como puede verse, en los dos idiomas ésta es una transición entre sílabas). Tal y como se había hipotetizado, se encontró que los tiempos fueron mayores para los intervalos entre sílabas (gm en francés) que para los intervalos intrasilábicos (gn en francés). Por el contrario, estos intervalos mostraron una duración equivalente en español, donde ambos eran intersilábicos. En un experimento con bilingües francés-español, éstos tenían que escribir palabras con la misma secuencia gn (que es siempre intrasilábica en francés e intersilábica en español). El resultado fue interesante: cuando los bilingües escribían en francés, los intervalos (g-n) fueron más cortos que cuando escribían las mismas letras en español. Álvarez, Cottrell y Afonso (2009) emplearon una metodología análoga a la de Kandel et ál. (2006). En este caso, los experimentos fueron completamente realizados en español y con monolingües de este idioma. Además, se utilizaron distintas estructuras silábicas más frecuentes en la lengua española. Con el fin de aislar la posible influencia del procesamiento léxico del material que tenía que ser escrito, en vez de usar palabras presentadas visualmente (como en el trabajo de Kandel et ál.) las palabras que debían escribir fueron presentadas auditivamente en el Experimento 1. En el Experimento 2, se presentaron dibujos cuyos nombres tenían que ser escritos por los participantes. Como ya se ha dicho, con ello se pretendía evitar cualquier posible influencia del input, puesto que ya conocemos que la lectura de palabras implica un procesamiento silábico (ver apartados anteriores en este mismo capítulo). Como en trabajos previos, se midieron los intervalos entre letras críticos que podían constituir una transición entre dos sílabas o pertenecer a una misma sílaba (v. gr., el intervalo entre la a y la r en ba.res frente a bar.ba). Como en la investigación de Kandel et ál. (2006), los intervalos resultaron significativamente mayores en la condición intersilábica que en la intrasilábica. Este efecto fue significativo y robusto en los dos experimentos. La consistencia de este resultado independientemente de la modalidad de presentación de los estímulos sugiere que este efecto de estructura silábica es propio del proceso de escritura, pudiéndose descartar una explicación basada en que el origen del efecto se encuentre en el proceso de decodificación del input. Este trabajo de Álvarez et ál. (2009) también estudió algunas cuestiones que no habían sido exploradas antes. Una de estas novedades fue que se analizaron otros intervalos entre letras aparte del crítico en las palabras empleadas como estímulos experimentales. Con este análisis se pudo comprobar que efectivamente se producen, de forma generalizada, mayores tiempos en aquellos intervalos que constituyen una frontera entre sílabas que cuando dos letras forman parte de la misma sílaba, siendo un apoyo a la idea de que la sílaba es programada durante el proceso de escritura. Además se comprobó mediante

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análisis post hoc que ni la frecuencia ni la estructura de la segunda sílaba de las palabras pueden explicar los efectos en los intervalos entre letras asociados al cambio de sílaba. Por último, se estudió si la posible diferencia en complejidad morfológica de las dos condiciones de palabra empleadas podía estar explicando los resultados. Por ejemplo, se observó que las palabras tipo bar.ba eran menos complejas desde el punto de vista morfológico que las tipo ba.res, pudiendo ser ésta la causa de los mayores tiempos en la segunda condición. Para ello, se seleccionó un subgrupo de palabras de cada una de las condiciones que estuvieran emparejadas en complejidad morfológica. Con estas palabras se comprobó que el efecto silábico continuaba apareciendo, pudiéndose concluir que no puede reducirse a variables que tengan que ver con la morfología.

5. Repercusiones teóricas y conclusiones Parece innegable, de acuerdo a los resultados, que la sílaba es una estructura que es computada por el sistema de procesamiento lingüístico tanto cuando leemos como cuando escribimos. Su papel es central a la hora de preactivar representaciones en la memoria léxica del lector y utiliza un mecanismo de selección posterior que permite el reconocimiento efectivo de la palabra. Estos procesos de preactivación-selección tienen como misión acelerar notablemente el tiempo de de lectura. Cuando la sílaba puede ser además un prefijo, el sistema actúa de forma ciega procesándolo siempre morfológicamente y produciendo, entonces, efectos de facilitación semántica o de inhibición, en función de que esa sílaba actúe o no como prefijo en la palabra en cuestión. En cuanto a la escritura, los resultados experimentales sugieren que el formato de las unidades de representación almacenadas en el buffer grafémico responde a un formato silábico. Los procesos centrales y lingüísticos relacionados con la programación de la palabra que se va a escribir y con las unidades lingüísticas computadas por el sistema no están del todo terminados y completos cuando empiezan los procesos periféricos relacionados con los gestos y los programas motores. Parece que dichos procesos centrales afectan y se reflejan en momentos relativamente tardíos como los movimientos de la mano en la escritura, en lo que se ha dado en llamar procesamiento en cascada (ver, por ejemplo, Delattre, Bonin y Barry 2006, para una propuesta de este tipo en escritura).

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El impacto del inglés como vehículo de difusión científica en la universidad española María del Carmen Fumero Pérez / Ana Díaz Galán

1. El inglés como lengua franca de la comunicación científica Afirmar que el inglés es hoy en día la lengua franca de la ciencia es poco menos que un lugar común. La preponderancia de esta lengua como vehículo de comunicación científica internacional, no ya sólo en el ámbito de las ciencias técnicas y experimentales, sino también en el, hasta ahora menos influenciado, campo de las ciencias sociales y de las humanidades, es una realidad incuestionable y bien documentada a nivel global. Son numerosos los trabajos (Phillipson 1992; Canagarajah 2002; Ammon 2008) que analizan, desde distintos puntos de vista, la progresiva importancia que ha ido adquiriendo el inglés como lengua de la ciencia por excelencia, hasta el punto de desbancar al francés o al alemán de su condición de lengua de difusión científica, estatus del que disfrutaron durante las primeras décadas del siglo XX. Este cambio hacia el mayoritario uso del inglés y, por consiguiente, hacia la preponderancia del modelo científico anglo-norteamericano, aunque relacionado también con razones demográficas o políticas, se debe, por un lado, al poder económico que ostenta, sobre todo, Estados Unidos como primera potencia económica y, por otro, al hecho de que el volumen de publicación científica de los países anglófonos es el más alto del mundo. En el ámbito académico estos dos factores se traducen en lo que Canagarajah (2002: 40) denomina educational imperialism, es decir, la adopción por parte de los investigadores no anglófonos del modelo retórico anglosajón, a veces, incluso, en detrimento del suyo propio, con el consiguiente empobrecimiento de las tradiciones científicas locales. La subordinación de la comunidad internacional a un modelo científico y retórico ajeno tiene sus raíces tanto en los intereses económicos relacionados con el mundo editorial, como en el afán de visibilidad de los propios académicos, quienes deben adaptarse a este patrón si desean que su investigación se difunda a nivel internacional. Por otra parte, también las políticas de evaluación universitarias fomentan el poder ostentado por este modelo anglo-norteamericano, al considerar la publicación en revistas internacionales indizadas en los catálogos del tipo Journal Citation Reports, que no debemos olvidar que están regentados por empresas privadas, como el mérito principal para valorar la productividad y el prestigio del investigador. Ante esta realidad, la publicación en lenguas vernáculas implica, en la mayoría de los casos, no sólo la falta de visibilidad de la investigación, sino también la del

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propio investigador. Esta doble invisibilidad repercute, a nivel personal, en la falta de estatus del académico, quien, por consiguiente, tiene más dificultad para acceder a los medios económicos que le faciliten llevar a cabo proyectos de investigación y, por ende, a nivel institucional, en el renombre y en la financiación de la universidad a la que pertenece.

2. Uso del inglés y tipos de ciencias El volumen de publicaciones en lengua inglesa no deja dudas acerca de que ésta es la lengua vehicular de la comunicación científica escrita, especialmente en las ciencias técnicas y experimentales. La diferencia en cuanto al uso que se hace de este idioma en los distintos tipos de disciplinas se relaciona con varios factores, entre ellos, la naturaleza de la ciencia en sí misma. Mientras que la descripción de la investigación desarrollada en el campo técnico y experimental es casi formularia, presentado unos patrones retóricos y lingüísticos bien definidos y, por lo tanto, relativamente fáciles de replicar incluso en una lengua extranjera, los investigadores de las ciencias sociales y de las humanidades se enfrentan a una realidad distinta. El tipo de investigación que caracteriza a estas áreas requiere un discurso científico más argumentativo y elaborado, en el que el propio medio es el mensaje. El académico que desee adoptar este modelo en una lengua distinta a la suya se enfrenta, por tanto, a mayores dificultades, pues ha de estar familiarizado tanto con el manejo de la lengua como con las convenciones retóricas inherentes a este tipo de prosa científica, más compleja e íntimamente relacionada con la cultura local. No es éste, sin embargo, el único factor que explicaría la menor permeabilidad de las ciencias sociales y de las humanidades a la influencia del inglés. Sugiere Ammon (2001) que cuanto mayor sea el grado de lealtad a la lengua propia, mayor será la resistencia a reconocer el papel dominante de una lengua extranjera como medio de comunicación científica, al existir un conflicto emocional que implica, en sus palabras, superar «greater barriers of emotional attachment and national pride to become adjusted to the new reality» (2001: 352). Esta negativa a adaptarse a la preponderancia del inglés llega, en ocasiones, hasta el punto de que algunos científicos aún alberguen la esperanza de que esta realidad pueda tener marcha atrás. Otro factor determinante se relacionaría con la distancia lingüística existente entre la lengua propia y el inglés. A mayor distancia, mayor dificultad tendrá el científico en el manejo de la lengua extranjera. Según la hipótesis de Ammon, se crearía entonces un binomio «mayor lealtad»/ «menor dominio» que podría explicar, en parte, la resistencia de los investigadores de las ciencias sociales y las humanidades, especialmente en disciplinas en las que el lenguaje o la cultura constituyen el propio objeto de análisis, como es el caso de los estudios hispánicos, a sucumbir a la influencia del inglés.

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3. El mundo académico español y el inglés En el mundo académico, una de las principales consecuencias de la globalización de la ciencia es la presión que se ejerce sobre los investigadores para que difundan su investigación más allá de las fronteras locales y para que se integren en la comunidad científica internacional. Los académicos españoles no escapan a esta tendencia internacionalizadora, entre otras razones, debido a unos procesos evaluadores cada vez más en línea con los de las universidades europeas y que, como consecuencia, fomentan el uso extensivo del inglés como lengua de comunicación científica. En este contexto en el que el inglés parece tener un papel cada vez más importante, nos parece relevante conocer hasta qué punto esta lengua ha calado realmente en las prácticas de publicación y presentación de la investigación en el ámbito universitario español para determinar cómo afecta esta realidad al académico que ha de adaptarse a una nueva situación lingüística. Tomando nuestro centro, la Universidad de La Laguna, como ejemplo ilustrativo de lo que ocurre en el panorama español, llevamos a cabo un estudio (Díaz Galán y Fumero Pérez, en consideración) en el que se analizó la producción científica de la comunidad investigadora de esta universidad en un año concreto, 2006, para averiguar si existían diferencias en cuanto al uso del inglés dependiendo del tipo de ciencia a la que pertenece el investigador y de los géneros académicos empleados. Respecto a la primera variable, ya hemos apuntado que éste, muy probablemente, sea un factor relevante en el grado de utilización del inglés como medio de comunicación científica, mientras que, respecto a la segunda, sospechamos que podría haber variación en la frecuencia de uso del inglés entre los géneros académicos escritos y los orales, ya que las habilidades que se necesitan para el dominio de uno y otro no son necesariamente idénticas. Aunque nuestros datos son parciales, puesto que se basan en la producción de un solo año académico y de una única universidad, creemos que pueden servirnos como un primer acercamiento para conocer la situación lingüística de comunidades universitarias españolas de características similares, es decir, centros generalistas de tamaño medio y con una posición intermedia en los rankings de producción. De acuerdo con nuestros resultados, a pesar del contexto de internacionalización de la ciencia, el español sigue siendo la lengua más utilizada para la comunicación científica. Esta afirmación, sin embargo, ha de ser matizada puesto que, tal y como preveíamos, efectivamente existen diferencias en cuanto a su uso dependiendo no sólo del tipo de ciencia sino también del género académico. Así, observamos un empleo generalizado del español, tanto para la difusión de los géneros escritos como orales, por parte de los investigadores de las humanidades y de las ciencias sociales —más del 80% de su producción total—. No es éste el caso, sin embargo, en las ciencias técnicas y experimentales, donde el porcentaje de producción —67 % en inglés frente al 37% del español— parece sugerir

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que se sigue la tendencia internacional a difundir la investigación mayoritariamente por medio de la lengua extranjera. No obstante, en este tipo de disciplinas la distinción entre géneros académicos sí es relevante. Mientras que en los géneros escritos la lengua vehicular es por excelencia el inglés —un 85% de los artículos se escriben en esta lengua—, cuando se emplean géneros orales se incrementa notablemente el uso del español; así la elección entre lenguas es casi paritaria cuando se presentan ponencias y mayoritaria —un 70%— a favor del español cuando se dictan conferencias. Estos datos parecen apoyar la hipótesis expuesta anteriormente de que la difusión de la investigación en inglés en el campo de las ciencias experimentales, al menos con respecto a los géneros escritos, presenta menos problemas para el investigador no nativo del inglés. Sin embargo, esto no parece aplicarse a los géneros orales, con respecto a los cuales no existen grandes diferencias de un tipo de ciencia a otra. El empleo mayoritario del español, sin distinción de disciplinas, parece indicar que el dominio de la vertiente oral de la lengua extranjera presenta mayores dificultades para el investigador no nativo del inglés sea cual sea su campo de estudio. Con estos datos, bien pareciera que la comunidad científica española no está siguiendo el patrón descrito para otros países europeos (i.e. Duszak (2006) para Polonia o Gunnarsson (2001) para Suecia) en relación con el uso de la lengua inglesa. Sin embargo, un análisis más detenido nos muestra que es sólo en el campo de las ciencias sociales y de las humanidades en el que el español sigue manteniendo su vigencia como lengua de la ciencia. El hecho de que en las ciencias técnicas y experimentales se escriba mayoritariamente en inglés es un indicativo justamente de lo contrario. De continuar en esta línea, cabría la posibilidad de que se produjera en el futuro una situación de diglosia como la que ya parece amenazar a comunidades lingüísticas como la sueca (Gunarsson 2001: 306). La imposición de este fenómeno, es decir, el uso de una lengua u otra según las funciones que se le asignen, supondría inevitablemente la depauperación de la lengua vernácula. Si el inglés siguiera abriéndose camino como medio de comunicación en el ámbito académico, el español podría acabar por perder la capacidad para describir la investigación, especialmente en los campos técnicos y experimentales, donde ya es notable el gran uso que se hace de vocabulario específico en inglés. La pérdida del registro científico supone un empobrecimiento no sólo para la propia lengua, sino, también, para la cultura y la ciencia misma, puesto que, a la larga, se podría llegar a una situación en la que únicamente se pudiera recurrir al inglés para describir nuevos fenómenos y conceptos. Sobra decir que la expresión del saber por medio de una única lengua trae consigo una falta de perspectivas que merma la riqueza del conocimiento. En vista de lo anterior, no cabe duda de que el uso mayoritario que se hace del español en las ciencias sociales y las humanidades es positivo, no sólo para la lengua en sí misma, sino, también, para preservar la tradición científica propia. No obstante,

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si analizamos este hecho desde el punto de vista del investigador, no podemos ser tan optimistas. Como sabemos, uno de los criterios fundamentales para valorar su productividad y prestigio es la publicación en revistas internacionales de impacto, que, por lo general, tienen como requisito el uso del inglés. Para corroborar esta última afirmación basta con consultar el denominado European Reference Index for the Humanities (ERIH), un índice cuyo ánimo, según su propia definición, es «to identify, and gain more visibility for top-quality European Humanities research published in academic journals in, potentially, all European languages». Es decir, establecer una lista de referencia que tenga en cuenta las peculiaridades de las ciencias sociales y las humanidades a la hora de evaluar la excelencia de las publicaciones y, de esta manera, poder contrarrestar la escasa visibilidad que hasta ahora ha tenido la investigación en este campo, entre otras razones, debido al uso de la lengua vernácula y no del inglés para su difusión. No obstante, y a pesar de este loable propósito, es muy llamativo el hecho de que, por ejemplo, entre las revistas del campo de la lingüística mejor clasificadas en este índice, las de categoría A, se hace muy difícil encontrar alguna que acepte artículos en español. Es tal el despropósito, que incluso publicaciones de esta categoría dedicadas a la difusión de estudios sobre el latín y las lenguas romances, como, por ejemplo la revista PROBUS, recogen normas de edición como la siguiente: «submissions to the journal should preferably be written in English, but occasionally exceptions will be made for papers written in French, Italian, Portuguese or Spanish». Es evidente entonces que el científico de estas disciplinas que elige difundir su investigación en español debe ser consciente de que dicha elección se hace, en muchos casos, a expensas de que su investigación no llegue al ámbito científico internacional y que, por tanto, tenga menor impacto. La preponderancia del inglés como lengua de la ciencia hace que el científico anglosajón, a diferencia de los pertenecientes a otras comunidades menos poderosas, no tenga la necesidad de conocer otra lengua además de la propia. De esta forma, la investigación difundida en lenguas distintas al inglés, por más relevante que sea, corre el riesgo de pasar desapercibida. En definitiva, el investigador no angloparlante siempre estará en desventaja frente al angloparlante, puesto que, aun en el caso de que decida difundir su trabajo en inglés, nunca tendrá ni la misma capacidad lingüística que éste ni tantos recursos como en la lengua propia. Ante esta situación, caben dos posibles actitudes: bien intentar resistirse al dominio del inglés, aun a sabiendas de las consecuencias, o bien rendirse ante la evidencia de que la influencia de este idioma no sólo es un hecho irreversible, sino que, muy probablemente, se extenderá aún más. Aunque la primera posición defendida, por ejemplo, por autores españoles como Capel (2004) o Gutiérrez y López-Nieva (2001), es loable en tanto intenta preservar el papel de la lengua vernácula como vehículo de difusión científica, lo cierto es que la segunda quizá sea más pragmática, hecho reconocido incluso por autores críticos ante el fenómeno como Ammon, a través de

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cuyas palabras interpretamos el reconocimiento de esta última postura como la más realista: «It seems therefore more realistic for the other language communities to plan on how to deal with the dominance of English rather than how to abolish it» (2001: 348). Parece, por lo tanto, que lo necesario sería planificar con vistas al futuro, de manera que la comunidad científica española pueda competir en igualdad de condiciones en la arena internacional y, en este sentido, apuntamos a continuación algunas líneas de actuación que podrían ser de utilidad.

4. Posibles medidas de apoyo al investigador Una de las medidas que más fomentarían el uso del español en la difusión científica sería que la comunidad investigadora española, tanto en el campo de las humanidades y ciencias sociales como en el de las ciencias técnicas y experimentales, tuviera unos baremos de evaluación propios y específicos que le otorgaran, cuando menos, igual mérito a las revistas publicadas en lengua española que el que se le concede, de facto, a las publicaciones en lengua inglesa. Una segunda posibilidad sería permitir la publicación de la investigación en las dos lenguas, de manera que, o bien un mismo trabajo se pudiera publicar en inglés en un medio y en español en otro sin que existiera conflicto, o que en la misma publicación se incluyera una versión en español y otra traducida. Por medio de medidas de este tipo, no sólo se mantendría la vigencia del español científico en todos los campos, sino que la publicación en inglés sería una elección del investigador más que una imposición. Sin embargo, no siendo éste el caso, consideramos que las instituciones deberían ser consecuentes con sus demandas y en la misma medida en la que, indirectamente, fomentan el uso del inglés por parte del académico como medio de difusión de su investigación, tendrían que proporcionarle los recursos necesarios para que se pueda adaptar con éxito a estas exigencias. Entre ellos destacamos como primordiales los servicios de traducción y de edición de textos, facilidades con las que no todas las universidades cuentan, obligando a los investigadores, bien a recurrir a empresas privadas que prestan estos servicios a un precio considerable, bien a confiar en su propia capacidad de expresión en la lengua extranjera, una alternativa no exenta de dificultades. Como sabemos, el lenguaje y el pensamiento están íntimamente relacionados, de manera que el texto producido por un académico que se ve forzado a comunicarse de forma escrita u oral en otra lengua perderá tanto en riqueza expresiva como de contenido. Así pues, el investigador español siempre estará en desventaja ante sus colegas angloparlantes. El análisis de las dificultades con las que se encuentran los científicos no-angloparlantes para la aceptación de sus publicaciones en revistas internacionales en lengua inglesa se ha convertido, de hecho, en una línea de investigación bien afianzada en el campo de la lingüística aplicada. Algunas de estas investigaciones, como la

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de Hewings (2006: 60), sugieren que la calidad de la expresión en lengua inglesa puede ser un factor determinante en la decisión de los evaluadores acerca de si un artículo es publicable o no. Para hacer frente a esta desventaja, pensamos que una de las principales líneas de actuación, a largo plazo, sería mejorar la enseñanza de la lengua inglesa en todos los niveles del sistema educativo, desde el infantil hasta el universitario. Una vez que se contara con una formación lingüística sólida, para el investigador no angloparlante sería más fácil utilizar la lengua inglesa en el contexto académico, ya que bastaría con proporcionarle, por medio de cursos específicos dirigidos a mejorar sus habilidades en la difusión de la investigación en inglés, los conocimientos requeridos en su disciplina. El objetivo sería no sólo conseguir que el investigador adquiriera un adecuado manejo del registro académico en inglés, sino, también, que fuera consciente de las diferencias que existen entre las convenciones retóricas utilizadas por una cultura y una tradición científica distinta, como es la anglosajona, y la suya propia. En las circunstancias actuales de internacionalización de la ciencia en las que autores de todo el mundo se ven obligados a utilizar una lengua extranjera para difundir los resultados de su investigación, resulta cuando menos chocante que sean éstos quienes hayan de adaptarse a las normas lingüísticas de una minoría, los hablantes nativos del inglés. A corto plazo, y en tanto los investigadores no posean una mejor capacidad de expresión en la lengua extranjera, lo más lógico sería cambiar las políticas editoriales en lo concerniente a la corrección de la expresión en inglés, de tal manera que se aceptaran las peculiaridades lingüísticas del científico no angloparlante y que, a la hora de evaluar un trabajo, no primara la expresión sobre el contenido. Teniendo en cuenta que el inglés se utiliza más en la comunicación entre no nativos de esta lengua (Graddol 2006), es decir, que, en realidad son mucho más numerosos los hablantes de países pertenecientes a lo que Kachru (1985) denomina círculo exterior y círculo expansivo que aquellos que integran el círculo interior —países como Estados Unidos o Inglaterra—, no se entiende que sean éstos últimos los que sigan dictando las normas. De hecho, existen, por ejemplo, propuestas que defienden el fomento de versiones del inglés adaptadas para el uso cotidiano, como el simplificado Globish de Nerrière (Blume 2005), u otras que promulgan un tipo de inglés que pertenecería a la comunidad internacional y, por tanto, no estaría asociado exclusivamente a los hablantes nativos de la lengua inglesa (International English, Jenkins (2000), Seidlhofer (2005); English as an International Language, Modiano (1999)). Lo cierto, sin embargo, es que aún no se ha llegado a un consenso y que este inglés, llamémoslo neutral, dista de ser un hecho. A falta de que estas propuestas se materialicen, lo cierto es que el académico noangloparlante se encuentra en una obvia posición de desventaja. Los investigadores de la lingüística aplicada no sólo debemos hacer patente esta situación, sino intentar corregirla en la medida de lo posible proponiendo líneas de actuación que permitan

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al académico, en este caso español, estar en igualdad de condiciones cuando de difundir su trabajo científico se trata.

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Reflexiones sobre aspectos semánticos y sintácticos de las colocaciones nominales Dolores García Padrón / José Juan Batista Rodríguez

Nos ocupamos en este trabajo1 de las llamadas unidades con estructura externa nominales2, esto es, de los llamados compuestos sintagmáticos (de Bustos Gisbert 1986, Val Álvaro 1999, Ruiz Gurillo 2002 o Buenafuentes de la Mata 2007, entre otros) y de las colocaciones (Alonso Ramos 1993, Corpas 1996 o Koike 2001, entre otros). Ambos tipos de unidades poliléxicas se encuentran fuera de la morfología derivativa (por ser poliléxicos) y en la periferia entre la fraseología y la sintaxis (por no ser idiomáticos). En general, se entiende por compuesto sintagmático todo sintagma denominativo en que el sustantivo determinado aparece precisado por un segundo elemento nominal constituyendo paradigmas de hipónimos del tipo de aceituna arbequina, aceituna del país, aceituna gordal, aceituna manzanilla, aceituna negra, aceituna picual, etc.; ácido acético, ácido clorhídrico, ácido fólico, ácido sulfúrico, etc.; perro bardino, perro caniche, perro dálmata, perro mil leches, perro pastor, perro pequinés, etc. Y se habla de colocaciones ante un alto índice de co-ocurrencia entre una base generalmente sin sentido idiomático y un colocativo que puede estar idiomatizado, como sucedería en dinero negro, amigo fiel, ciclo de conferencias, viaje relámpago, revista del corazón, meta volante, odio mortal, tía cañón, paraíso fiscal, guerra sucia, fumador empedernido, banco de peces, pena de muerte, teléfono móvil, etc. En casi todas estas colocaciones se dice que la base está usada en sentido recto y literal, mientras que el colocativo puede ser menos transparente, y ello es lo que hace de esta combinación una unidad fraseológica de pleno derecho. Suele entenderse que las colocaciones parcialmente idiomáticas son tan unidades fraseológicas (UF) como las locuciones. Es el caso, por ejemplo, de dinero negro, viaje relámpago, revista del corazón, meta volante, odio mortal, tía cañón, paraíso fiscal, guerra sucia y fumador empedernido. En cambio, combinaciones habituales del tipo de amigo fiel, ciclo de conferencias, banco de peces, pena de muerte o teléfono móvil serían construcciones sintácticas tan corrientes y transparentes como ojos negros, agua caliente, caja de madera, día soleado, falda blanca, flor olorosa, gafas cuadradas, etc. Suele argüirse que la diferencia entre ambas radica en que las primeras

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Esta es la primera aportación de una investigación más amplia sobre los límites entre morfología derivativa, sintaxis y fraseología. Cfr. los trabajos de Piera, Felíu Arquiola y Mendívil Giró de 2008.

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constituyen combinaciones frecuentes e institucionalizadas, mientras que las segundas resultarían más esporádicas. Pero la mera contraposición de amigo fiel y ojos negros muestra que todo ello resulta muy discutible. Y, además, el criterio de la frecuencia, habitualmente esgrimido como definidor del carácter fraseológico de las colocaciones, ha sido puesto en tela de juicio por varios lingüistas (Bosque 2001 y 2004; Wotjak 2006) e incluso por algunos fraseólogos (Corpas 1996; García Page 2008), hasta el punto de que en la actualidad no hay consenso sobre la pertenencia de las colocaciones a la fraseología: evidentemente están en la periferia3. En defensa de su condición de UF se utilizan criterios morfosintácticos y semánticos en sentido amplio4. Así, Koike (2001) justifica el estatuto fraseológico de las colocaciones atendiendo tanto a aspectos sintácticos (la «distancia colocacional», la variación numérica, las pruebas de pronominalización y relativización o la modificación adjetival) como semánticos (grado de cohesión o intensidad colocacional, selección léxica, sinonimia y antonimia colocacionales, etc.). Otros autores sugieren pruebas como la elisión del nombre (Aguilar-Amat 1993), la disyunción (Ginebra 2002), el grado de lexicalización (Blasco Mateo 2002), etc. Y también se utilizan, por supuesto, criterios cognitivos (por ser unidades de reproducción y comprensión), cuantitativos (inspirados en Firth, como los índices de frecuencia) y atinentes a la estabilidad y fijación de estas unidades en la norma, etc. Se nos abre, así, un panorama que apunta a considerar las colocaciones como unidades no terminológicas o denominativas, de co-aparición frecuente, normalmente no integradas en paradigmas, pero que pueden aceptar modificaciones e intercalaciones, son más o menos idiomáticas y presentan siempre selección léxica (¿uni?)direccional (Hausmann 1998) entre base y colocativo (o colocativo y colocado,

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El problema es qué entendemos por colocación. A este respecto Bosque (2001, 2004) considera que las colocaciones son, en todo caso, un subtipo de selección léxica, como enjambre de abejas, en la que, además, abeja sería la base y enjambre el colocativo. También otros autores no hacen coincidir el núcleo sintáctico con el núcleo fraseológico: así, en paraíso fiscal, fiscal sería la base fraseológica y paraíso el colocativo. Y lo mismo ocurriría en tableta de chocolate. Por ej., Leonor Ruiz Gurillo (2002: 338) aduce los de sintagma consolidado, unidad de denominación, coaparición frecuente, pertenencia a un paradigma, carencia de unidad acentual, componentes léxicos no conmutables o invariables, imposibilidad de variación numérica y derivacional, transparencia paradigmática y sintagmática, idiomaticidad, selección léxica, etc. Frente a Ruiz Gurillo, que separa compuestos sintagmáticos, colocaciones y locuciones, Esteban Montoro (2008: 141) distingue entre fraseotérminos, compuestos sintagmáticos y locuciones nominales (denominativas y atributivas), para lo cual emplea los criterios de denominatividad vs. atributividad, transparencia vs. opacidad y productividad vs. improductividad.

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respectivamente). Serían colocaciones5, pues, combinaciones tan diversas como banco de peces, ciclo de conferencias, precio astronómico, fuente fidedigna, tableta de chocolate, enjambre de abejas, rabiosa actualidad, error garrafal, paraíso fiscal, lógica aplastante, afirmación gratuita, inflación galopante, verdad molesta, etc. Ante esto no es de extrañar que los propios fraseólogos se planteen el excluir las colocaciones de la fraseología. Porque, si lo propiamente fraseológico tiene que ver fundamentalmente con la idiomaticidad o, por lo menos, con la selección léxica, además de con la coocurrencia frecuente y la fijación, podríamos preguntarnos: ¿qué idiomaticidad o qué tipo de selección léxica hay en tableta de chocolate, ciclo de conferencias, fuente fidedigna, lógica aplastante, verdad molesta o afirmación gratuita?6 En todo caso, estos sintagmas pertenecen a la sintaxis libre del idioma como la serie agua fría, agua tibia, agua caliente. Su núcleo sintáctico es el sustantivo (primer sustantivo, si se trata de sintagmas del tipo [S + S] o [S + prep. + S], al que suele precisar o determinar, clasificándolo o etiquetándolo, el adjetivo, segundo sustantivo o sintagma preposicional, respectivamente. Y, desde el punto de vista semántico-denotativo, cada uno de los miembros de estas combinaciones mantiene su valor propio. Todo lo más que se puede advertir es que su empleo repetido ha producido una combinatoria preferente que no va más allá de establecer una cohesión denotativa reflejada en su reproducción en bloque, pero ese bloque no hace de estas combinaciones usualizadas una unidad semántica, sino una unidad de comportamiento en el hablar. Tal condición cumplen, por ejemplo, combinaciones preferentes del tipo casa de comidas, casa discográfica, papas rellenas, papas con carne, cabina telefónica, teléfono móvil, sector primario, industria textil, Facultad de Filología, Derecho civil, etc., todas las cuales han adquirido un sentido terminológico en sus respectivos ámbitos (cf. los términos poliléxicos de Oster 2005). En cambio, en las combinaciones precio astronómico, rabiosa actualidad, error garrafal, paraíso fiscal, lógica aplastante, inflación galopante, etc., parecen operar

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Y decimos serían porque, por ejemplo, Buenafuentes (2006 y 2007) considera a lágrimas de cocodrilo como una locución, mientras que clasifica como compuestos a paso de cebra, escalera de caracol o diente de león y moscas blancas. Para nosotros, lágrimas de cocodrilo, paso de cebra y escalera de caracol serían colocaciones, pues la base es transparente y el colocativo es idiomático, mientras que el fitónimo diente de león y la metáfora moscas blancas para designar a los ‘copos de nieve’ serían locuciones, por ser totalmente opacas. Es innegable que entre las bases tableta, ciclo, fuente, lógica, verdad y afirmación, de un lado, y sus colocativos de chocolate, de conferencias, fidedigna, aplastante, molesta y gratuita, de otro, hay una habitualidad de coocurrencia, pero en ningún caso estas bases seleccionan un sentido, una variante, un empleo o una acepción especiales de sus colocativos, es decir, que sólo aparezcan aquí y no en combinación libre.

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otros mecanismos tanto de orden sintáctico como semántico. Por supuesto, son también combinaciones preferentes y pertenecientes a la sintaxis libre, como las anteriores. Sin embargo, en éstas la interrelación entre sintaxis y denotación es distinta: aquí el nivel denotativo impone una determinada relación sintáctica de los elementos. Así, por ejemplo, en yo tengo unos ojos negros, la integración sintáctica entre los miembros del sintagma nominal sería [[unos ojos] [negros]], mientras que, en el IPC refleja una inflación galopante, tendríamos [[una] [inflación galopante]]. A nuestro juicio, al menos en las combinaciones que estamos considerando, esto es, en las colocaciones nominales, el núcleo sintáctico coincide siempre con el núcleo fraseológico o base de la colocación, con independencia de cuál sea el grado de metaforización de la base o del colocativo. Así, por la misma razón que Bosque (2004) opina que, en enjambre de abejas, abeja (o avispa) es la base y enjambre el colocativo, otros autores estiman que, en tableta de chocolate, cajetilla de cigarrillos o paraíso fiscal (única que consideraríamos colocación), las bases son chocolate, cigarrillos o fiscal, respectivamente. En el caso de paraíso fiscal, es cierto que paraíso presenta idiomaticidad, frente a lo que ocurre en inflación galopante o rabiosa actualidad, donde los colocativos adjetivales son los idiomáticos. Esto nos lleva directamente a la cuestión de la direccionalidad de que hablaba Hausmann: la base selecciona siempre el valor genérico del colocativo, y no a la inversa. Pero, defendemos que paraíso es tanto el núcleo del sintagma como el núcleo del fraseologismo, aunque, por su idiomatización, sea menos transparente: sigue siendo un lugar delicioso, si bien sólo a efectos fiscales. Si le aplicamos a paraíso fiscal todas las pruebas sintácticas de que hablábamos antes, vemos, primero, que se trata de una UF (frente a la sintaxis libre) y, después, que por su grado de idiomaticidad constituye una colocación (no una locución). Pero es, precisamente, una UF y una colocación, porque uno de sus miembros es idiomático. Lo mismo ocurre en inflación galopante o en dinero negro, combinaciones en las que galopante y negro presentan una acepción que sólo se activa en contacto con ciertas palabras como inflación y dinero (o mercado), respectivamente. En cambio, en combinaciones preferentes del tipo agua caliente, ciclo de conferencias, vital importancia, etc., las acepciones que presentan los complementos del núcleo sustantivo son sentidos que aparecen en combinación con (muchos) otros sustantivos, y viceversa (cf. el DICESP online de Alonso Ramos). Ahora bien, ¿qué efectos semánticos especiales tiene la peculiar cohesión que se produce entre los miembros de una colocación nominal? Si partimos de la base de que cualquier unidad en combinación con otra ofrece una matización de su significación como resultado de su adaptación natural al contexto de habla, en cualquier combinación preferente encontramos que sus miembros aparecen siempre en una acepción particular. Sin embargo, en las colocaciones (y, por tanto, en las UF) uno de los elementos da un paso más en su especialización discursiva, produciéndose un salto semántico, de manera que, mediante los mecanismos habituales del idioma (metáfora, metonimia, ampliación

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y restricción semánticas, etc.), se accede a un segundo nivel denotativo que genera el valor idiomático o fraseológico. Este «salto» produce un lazo cohesivo bidireccional entre base y colocativo que determina su existencia discursiva como una unidad. Dicho llanamente: el colocativo es caprichoso y sólo accede a mostrarse con un determinado sentido si acompaña a una determinada base. Así, por ejemplo, discusión bizantina, retrato robot, tía cañón, lágrimas de cocodrilo, diálogo de besugos, santa paciencia, etc., serían colocaciones, porque bizantina, robot, cañón, de cocodrilo, de besugos, santa, etc., han sufrido un proceso de superposición denotativa, lo que les otorga valor idiomático y fraseológico7. Para entender cabalmente todos estos colocativos se necesita conocer la motivación que los ha producido, pero el hablante no precisa de esa información para reproducir el sentido individual del colocativo en combinación con esa determinada base8: Allerton (1994) llama semantic tayloring (confección o ajuste semántico) al mecanismo por el cual el sentido idiomático del colocativo es, diríamos, «confeccionado a medida» por la base. Distinto es el caso de sintagmas como lluvia torrencial, banco de peces, remota posibilidad, situación límite, vital importancia, ajuste de plantilla, coche bomba, etc., donde la base y el colocativo son totalmente transparentes y no presentan ningún tipo de idiomatización. Y, además, su combinación no produce ningún sentido exclusivo, o sea, que no se pueda producir con otras combinaciones9. Todo ello apunta a un cierto determinismo denotativo en relación con la sintaxis fraseológica: parece que una interfaz sintáctico-denotativa funciona en paralelo con otra interfaz semántico-referencial, de la que nos ocuparemos enseguida10. Pero esa interfaz funciona en el nivel normativo, no en el nivel sistemático de la lengua. Y

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En el caso de bizantina, el sentido fraseológico que se activa al construirse con discusión es el de ‘baldía’, ‘estéril’; el robot de retrato robot no apunta a ninguna máquina, sino que podríamos traducirlo por ‘esquemático’; el cañón de tía cañón no mata a nadie, sino que quiere decir algo así como ‘impresionante’, ‘sobresaliente’; de cocodrilo y de besugos en las combinaciones citadas equivalen a ‘poco sentidas, falsas’ y ‘estúpido’, respectivamente; y, por último, santa designa una paciencia ‘superlativa’, como la que suponemos que sólo tendría una persona santa. Ese sentido individual no es otra cosa que una variante combinatoria, es decir, una variante no sólo motivada, sino exigida por el contexto. Frente a lo que ocurría antes, en este caso el contexto motiva la variante, pero no la exige. Ello no obsta para que, en ocasiones, exista cierto grado de metaforización y resulten discutibles combinaciones como hambre canina o bomba lapa. Desde hace años Bosque viene hablando de una interfaz léxico-sintaxis que explicaría las restricciones léxicas, en general, y, en particular, las colocaciones, a las que considera un subtipo de restricción léxica. Como Bosque utiliza el término colocación en el sentido más amplio, opina que la fraseología no debe ocuparse de ellas, pues siguen el patrón léxico-sintáctico normal de los demás sintagmas de la lengua.

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sólo así tiene sentido que la fraseología se ocupe de las colocaciones, pero sólo de las que cumplan los requisitos señalados, o sea las exigencias de la combinatoria preferente y exclusiva. Al mismo tiempo que esta interfaz sintáctico-denotativa, también funciona en la lengua una interfaz que podríamos llamar sintáctico-semántico-referencial con valor terminológico-denominativo. Nos referimos a los llamados términos polilexemáticos o unidades terminológicas polilexemáticas, las UTP (Oster 2005), que se suelen asimilar a los compuestos sintagmáticos11 y diferenciar de las colocaciones por tener un referente extralingüístico único: así, en la colocación precio astronómico predicamos del precio el hecho de que es excesivamente elevado (dos referentes), mientras que aceituna picual o ácido úrico tienen un referente único y los usamos simplemente para identificar un tipo de aceituna o un tipo de ácido concretos12. Si tomamos en consideración que toda combinación que tenga un referente único con valor terminológico-denominativo es un término poliléxico, nos encontramos con que tanto las combinaciones preferentes (caja de ahorros, pañal braguita, fin de semana, frase hecha, diptongo decreciente, etc.) como las colocaciones (mesa de noche, revista del corazón, retrato robot, paraíso fiscal, lucha libre, guerra sucia, alto cargo, etc.) y las locuciones (telón de acero, luna de miel, rostro pálido, amor seco, aguja paladar, etc.) pueden ser secundariamente términos. Esto pondría en entredicho que los llamados compuestos sintagmáticos o UTP sean unidades del mismo nivel que las UF13 (Wotjak 2006: 161-167). Lo que se observa, en el caso de las combinaciones preferentes y de las colocaciones, es que cuanto más concreta y terminológica sea la base, más terminológica es también la unidad poliléxica resultante: de ahí, los tipos de aceituna, de ácido, de agua, de derecho, de uva, de perro, de oso, etc. Por ello, para crear UTP se parte de una base concreta y formamos un paradigma mediante la adición de nombres, adjetivos o complementos preposicionales de valor discursivo identificador. En este sentido, sólo cabría precisar que algunas de estas combinaciones son típicas de dominios específicos (los distintos tipos de vinos, pizzas, papas, arroces,

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Montoro del Arco (2008: 141) distingue, en cambio, los fraseotérminos (ángulo recto, peso mosca, pez espada, avión a reacción) de los compuestos sintagmáticos (buque escuela, lengua madre, cepillo de dientes, lámpara de petróleo), aduciendo que los primeros son más denominativos, transparentes y productivos que los segundos; sin embargo, ¿es más denominativo avión a reacción que lámpara de petróleo? o ¿son más transparentes peso mosca y pez espada que lengua madre y cepillo de dientes? En este sentido, un bizcocho fino es un determinado tipo de bizcocho típico de la isla de La Gomera y, por tanto, sería un término, mientras que ladrón fino (como enemigo acérrimo) es una colocación. Cabré (1993) considera que los términos también entran en las UF, pero en colocaciones verbales.

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etc.), mientras que otras pertenecen a lenguas de especialidad (cerámica, derecho, química, lingüística, etc.), que son, al fin y al cabo, la misma cosa. De todo lo dicho hasta ahora resulta que, excluidas las locuciones por su clara opacidad del amplio espectro de unidades poliléxicas que mencionábamos al principio, sólo nos queda distinguir entre combinaciones preferentes y colocaciones: las primeras pertenecen a la sintaxis libre y las segundas, si se quiere, podrían integrarse en las UF, aunque siempre, por supuesto, en la periferia. Aportaremos, por último, los siguientes criterios sintáctico-semántico-denotativos para diferenciar unas y otras: 1º) En primer lugar, hay que atender a la denotación de cada uno de los miembros de estas combinaciones. Si ofrecen simplemente usos motivados por la co-ocurrencia habitual, usos que son los mismos que aparecen cuando esas unidades se combinan con cualquier otra, estaremos ante una mera combinatoria preferente, pues no hay idiomaticidad de ningún tipo. En cambio, si surgen acepciones particulares de cualquiera de los miembros del sintagma que no aparezcan en otras combinaciones con otras unidades, es decir, que estén estrechamente ligadas a ese contexto, estaremos ante una colocación. 2º) En segundo lugar, hay que observar el efecto sintáctico que tal diferencia produce. En el caso de la combinatoria preferente, el lazo cohesivo que une el núcleo y su complemento permite que el núcleo se ligue libre e independientemente a otros elementos sintácticos, cosa que no ocurre en el caso de la colocación, en la que hay un compromiso sintáctico previo a cualquier otro e inmediato entre la base y el colocativo14. 3º) Y, en tercer lugar, hay que establecer el uso terminológico que, en su caso, pudieran tener tanto las combinaciones preferentes como las colocaciones15.

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En palabras de Mendívil Giró (2008), en el primer caso hablaríamos de análisis (por tu cara - bonita) y, en el segundo, de reanálisis (una - inflación galopante ). Por demás está decir que lo mismo ocurre con las locuciones. Y sólo a partir de entonces tendría sentido caracterizar los distintos tipos formales: [S + A] (o viceversa), [S + prep. + S] y [S + S].

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El proceso de estandarización fónica en el español de Canarias Juana Herrera Santana

Mi propósito es ofrecer algunos datos sobre ciertos procesos de nivelación y de convergencia con el estándar observados en el español hablado en Canarias en la actualidad, al adoptar formas lingüísticas consideradas de mayor prestigio, por ser más próximas al castellano normativo, y que, en consecuencia, conllevan el abandono de las variantes consideradas vernáculas. No es este un proceso novedoso en las lenguas, pero sí es cierto que se ha convertido en objeto de análisis de especial interés para la sociolingüística y la dialectología en los últimos años. En el caso del español, podemos afirmar que sus distintas variedades dialectales han tenido y tienen una gran vitalidad, aun cuando el español del norte peninsular ha sido y continúa siendo norma irradiadora de prestigio para los hablantes de este lado del Atlántico. Y eso que recientemente las instituciones estatales (la RAE y el Instituto Cervantes, principalmente) ponen en práctica políticas lingüísticas de reconocimiento de todas sus variedades, al tiempo que fomentan la construcción de una variedad panhispánica común, más allá de fronteras dialectales y de prestigio. Estudios empíricos realizados sobre distintas lenguas y sobre muy diversas situaciones han demostrado que «en cualquier contexto social hay dos factores que determinan la condición de las variedades lingüísticas empleadas: los valores del estatus y la solidaridad» (Hernández Campoy y Almeida 2005: 95). Los resultados acerca de la evaluación que hacen los hablantes sobre variedades estándares y no estándares muestran que las primeras se vinculan al estatus, a los medios de comunicación, al poder y a las clases socioeconómicas más elevadas, en tanto que las no estándares a los valores intragrupales y de lealtad lingüística. El análisis de estas actitudes subjetivas se constituye, pues, en una herramienta muy útil para explicar los procesos de cambio lingüístico, los cuales no tienen por qué orientarse únicamente en la dirección de la adopción de la forma prestigiosa. Sin embargo, no voy a realizar aquí un análisis de las actitudes que subyacen a los procesos de cambio observados en nuestras hablas, ya sean de aceptación de ciertas innovaciones lingüísticas, ya sean de revitalización de ciertas formas locales; sería imposible abarcar en estas páginas la indudable complejidad de estos procesos de convergencia y divergencia dialectal1. Me limitaré a

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La complejidad conceptual y metodológica que conlleva el análisis de estos procesos es expuesta exhaustivamente por F. Hinskens, P. Auer y P. Kersswill (2005).

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exponer algunas consideraciones acerca de los procesos que se orientan en la dirección de la adopción de las formas estándares o próximas a las estándares. Las hablas canarias cuentan, como todos sabemos, con una amplia nómina de publicaciones que las caracterizan en los aspectos fónico, gramatical y léxico de forma detallada y exhaustiva. La situación lingüística descrita en ellas ha sido prácticamente la misma desde las primeras investigaciones dialectales (Alvar 1959; D. Catalán [1961 y 1964] 1989) hasta la década de los ochenta del siglo pasado. En 1989 se publica El español de Canarias de M. Almeida y C. Díaz Alayón y las palabras de los autores en la introducción reflejan perfectamente la realidad lingüística de las hablas insulares hasta esos momentos (pág. 13): «En el español de Canarias puede observarse una clara contraposición entre la orientación innovadora de las áreas urbanas y el carácter conservador de las zonas rurales», con la ciudad de Las Palmas y la isla de El Hierro como representantes de esos polos opuestos, al tiempo que en todos los sociolectos se detecta una «acusada inseguridad lingüística que los lleva a alternar realizaciones progresistas y conservadoras; la norma popular impulsa normalmente las primeras, mientras que la norma culta se inclina más bien por las segundas, pero una y otra se mueven en un estado de indecisión lingüística más o menos acusado», lo cual se atribuye a la no existencia de un grupo social con el suficiente prestigio para aglutinar en torno a sí una conciencia lingüística determinada y, al mismo tiempo, una norma única para todo el Archipiélago […] Ello lleva aparejado la inevitable valoración negativa de los dialectalismos, que son vistos de esta manera como formas inseguras, incultas y vergonzosas que hay que ir eliminando y sustituyendo de modo progresivo y silencioso (1989: 14-15).

Es precisamente a partir de la década de los ochenta cuando se producen en Canarias los cambios sociales y económicos más notables, los cuales irán repercutiendo paulatinamente en los usos lingüísticos de sus habitantes: abandono progresivo de las actividades agrícolas y su sustitución por una sociedad orientada hacia una economía basada principalmente en el sector servicios, más urbanizada, con un acceso generalizado a la educación (también a los estudios universitarios), incorporación de las mujeres al trabajo fuera del hogar, mayor movilidad espacial de los individuos y, por consiguiente, mayor contacto con otras normas sociolectales bien a través de la interacción directa (hablantes procedentes de la Península y de diversas zonas de América que se instalan en las islas) bien a través de la influencia que pudieran estar ejerciendo, por ejemplo, los medios de comunicación, los cuales llegan también a partir de esos años prácticamente a todos los rincones del Archipiélago. Todo ello contribuirá a la introducción de ciertos cambios lingüísticos en las normas lingüísticas locales, cambios orientados hacia ciertos procesos de nivelación lingüística entre las hablas canarias y de estandarización, es decir, el abandono de rasgos lingüísticos vernáculos y su sustitución por otros externos a la comunidad y, en ocasiones, próximos a los del castellano normativo y coincidentes con los empleados en la variedad escrita.

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Estudios llevados a cabo en otras zonas dialectales han demostrado que «el deterioro dialectal producido por la convergencia hacia la variedad estándar nacional se ve favorecido cuando se encuentran diferentes variedades en contextos urbanos y no existe una alternativa regional prestigiosa que sirva de contrapeso» (Villena Ponsoda 2008a: 369). La cuestión es determinar si en el caso de las hablas canarias existe en la actualidad un estándar regional y, si existe, si actúa como referente hacia el que se orienta la actuación lingüística de los hablantes canarios. La investigación recientemente publicada de L. Morgenthaler, Identidad y pluricentrismo lingüístico. Hablantes canarios frente a la estandarización (2008), revela un panorama algo diferente al descrito años antes. Afirma que, si bien no se ha establecido todavía un estándar regional canario, «existen todos los motivos teóricos, sociales y lingüísticos» para que así ocurra; sus resultados muestran un cambio de actitud de los hablantes canarios hacia su variedad vernácula, la cual es valorada de manera abierta como positiva y prestigiosa para los estilos informales y formales; no obstante, señala que, de manera encubierta, sigue dándose un alto grado de inseguridad lingüística en los canarios, la cual contrasta con la resistencia que manifiestan ante lo que perciben como un proceso de asimilación y convergencia hacia el estándar nacional. Según Morgenthaler, esta revaloración de la variedad vernácula se observa en diversos ámbitos: el académico-educativo, el político y el institucional, pero «no tanto en los medios de comunicación» (2008: 390-391)2. El análisis del plano fónico muestra la complejidad del proceso (o procesos) de convergencia dialectal (regional) de las hablas canarias, e incluso de divergencia dialectal, no solo con respecto al estándar nacional sino con respecto a ese estándar regional 3: a) En primer lugar, se observa un proceso de nivelación lingüística (horizontal) entre los hablantes canarios, es decir, de reducción de las diferencias entre las hablas urbanas y las rurales. Por ejemplo, los hablantes de las islas de Fuerteventura (Morera 1994: 69), Lanzarote (Torres Stinga 1995: 71) y también de El Hierro (Pérez Martín 2003: 263) revelan las mismas pautas de cambio en lo que se refiere a la pérdida del fonema lateral palatal que habían registrado antes los hablantes de otras zonas: que la edad es un factor decisivo en el progreso del yeísmo en Canarias, de manera que la presencia de este fonema queda prácticamente relegado en la actualidad a los hablantes de más edad, generalmente con escaso nivel de educación y pertenecientes a zonas rurales; un

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Cabe destacar la creación y consolidación en la última década de la Academia Canaria de la Lengua, así como también de una cadena de televisión y, muy recientemente, de una emisora de radio regional, impulsadas y apoyadas abiertamente por las instituciones autonómicas. Esto corroboraría las tesis de quienes afirman que el estándar viene a ser el resultado de un proceso de planificación y codificación —ejecutado por los actores del momento— de los aspectos formales de una lengua (Demonte 2003: 4). Véase Herrera Santana (2007: 340-343) y cfr. Villena Ponsoda (2006).

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proceso semejante parece estar experimentando actualmente la -/s/ final en los hablantes herreños: el porcentaje de realizaciones sibilantes de este fonema desciende significativamente conforme disminuye la edad de los hablantes y aumenta el nivel de educación de los mismos, lo que supone un acercamiento de los más jóvenes a la norma regional caracterizada por la aspiración (Samper Padilla y Pérez Martín 2003). b) En segundo lugar, es indudable que, al mismo tiempo, estos cambios conllevan un proceso de convergencia (vertical), pues yeísmo y aspiración de -/s/ son las soluciones habituales entre los hablantes más instruidos y los pertenecientes a los grupos que ocupan las posiciones más elevadas en la comunidad; así, las nuevas generaciones de una zona rural como es Lomo Largo en La Laguna parecen más dispuestas a restaurar el segmento -/s/ mediante la aspiración, realización que identifican como propia de las hablas urbanas de La Laguna y de Santa Cruz y que consideran más prestigiosa que las variantes elididas (San Juan Hernández y Almeida 2005). c) En tercer lugar, se observan fenómenos que, simultáneamente, parecen orientarse en sentido divergente con respecto a esto. En las islas de Fuerteventura y Lanzarote mantiene una total vigencia la aspiración en lugar de la vibrante cuando esta va seguida de nasal (carne) o lateral (Carlos), y se registra entre los jóvenes de las hablas urbanas un aumento de las elisiones de -/s/ y la adopción de las realizaciones tensas de los fonemas de la serie consonántica laxa-sonora típicas de la modalidad grancanaria, las cuales poseen escaso prestigio en las otras islas del Archipiélago (Morera 1994: 58-59; Torres Stinga 1997: 75-83). d) Por último, se señala la adopción de ciertos cambios en la pronunciación que se alejan de ese propósito de revaloración de nuestras formas vernáculas y, en consecuencia, de convergencia con el castellano normativo: se registran realizaciones más tensas de ch en las mujeres más jóvenes de Santa Cruz de Tenerife (Almeida 1994-1995), se restituyen las realizaciones plenas de r y l finales en Lomo Largo (San Juan y Almeida 2005), y se observa que las generaciones más jóvenes y los sociolectos más altos del espectro en la ciudad de Las Palmas apoyan decididamente el mantenimiento de la d intervocálica, lo cual implica una regresión del proceso de debilitamiento de la consonante dental en la modalidad fonética más innovadora del Archipiélago (Samper Padilla y Pérez Martín 2003). Hasta aquí se describen procesos históricamente habituales en todas las lenguas, sobre todo cuando concurren circunstancias extralingüísticas que favorecen la reducción de las diferencias y de la distancia entre las variantes dialectales. Lo relevante es si se puede hablar, entonces, de patrones fónicos en las islas que se constituyan en el estándar regional hacia el que los hablantes canarios orienten su actuación lingüística y comprobar si este modelo fónico —variable y con usos condicionados social y estilísticamente— sigue siendo divergente con respecto al del español septentrional, en tanto que nuestras hablas son una proyección del español hablado en el occidente andaluz, o sea, del modelo sevillano.

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Para responder a estas cuestiones contamos, indudablemente, con los resultados de numerosas investigaciones que describen la actuación fónica de los hablantes canarios, pero no disponemos de un análisis sistemático de los patrones fónicos que son empleados en los medios de comunicación audiovisuales, uno de los agentes con los que cuenta cualquier comunidad para ese proceso de implementación de una variedad estándar, el cual suele progresar a lo largo del tiempo siguiendo la misma ruta: desde los estilos más formales a los más informales y desde los grupos más prestigiosos a lo menos4. Conforme a las conclusiones de la investigación de Morgenthaler (2008: 390), este es un ámbito en el que no se aprecia un cambio de actitud hacia nuestra modalidad de habla. Se han realizado grabaciones de programas radiofónicos y televisivos de diversos contenidos que van dirigidos a distinta audiencia5, con el fin de comprobar cuál es la vitalidad de las formas consonánticas tradicionales en dichos medios. En una primera fase se ha procedido al análisis de las intervenciones de locutores, reporteros (en la calle) y conductores de los programas. Los primeros resultados nos permiten concluir que no hay vacilaciones en cuanto a la reducción de los contrastes entre las dentales (seseo) y que el yeísmo es generalizado; que, como cabía esperar, se opta por las soluciones más tensas en los registros más formales, disminuyendo drásticamente la posibilidad de aparición de todas aquellas soluciones que se vinculan al proceso de lenición consonántica característico de nuestras hablas, ya sea en posición inicial de sílaba como en posición final (elisión de /d/ intervocálica y final de sílaba; de /r/, /l/ y /s/ finales). Atención especial por nuestra parte merecen tres segmentos consonánticos: -/s/ final, el fonema /h/ que ocupa el lugar de la fricativa velar en nuestro sistema y el fonema mediopalatal-adherente /c/ tan característico de nuestra pronunciación isleña. En cuanto a los dos primeros, se observa una preferencia por las soluciones más conservadoras y distantes de lo que constituye nuestra norma regional más extendida y, en consecuencia, más próximas al castellano normativo: se prefieren las realizaciones sibilantes y las aspiradas más tensas en el caso de -/s/, y también las realizaciones menos laxas (no laríngeas) en el caso de /h/. En lo que se refiere a /c/, cabría esperar que en un proceso de revaloración de nuestra pronunciación, las realizaciones más frecuentes

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Estos medios pueden ser una fuente muy útil para el estudio de la variación lingüística, para el análisis y la medición diacrónica y sincrónica de los cambios lingüísticos (Van de Velde y Gerritsen 1996; Hernández Campoy y Jiménez Cano 2004). Las primeras grabaciones se realizaron en noviembre de 2005 y las últimas en noviembre de 2007. Incluyen programas informativos, de debates, de entretenimiento, retransmisiones deportivas y de acontecimientos de especial interés como, por ejemplo, las elecciones locales y autonómicas de 2007.

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fueran las mediopalatales-adherentes6, en las que el escaso protagonismo del momento fricativo, su articulación más retrasada y el hecho de que su duración total sea significativamente inferior a la del fonema prepalatal castellano determinan que sea discriminada auditivamente como [c], o incluso [ɟ]. En el estudio de este segmento, los primeros resultados7 indican que la variante mayoritaria empleada en los medios radiofónicos y en los televisivos es la africada con un mayor protagonismo de la fricación, de manera que se discrimina auditivamente mucho más estridente y más cercana a la realización del español septentrional8, sobre todo entre los locutores más jóvenes, sin que se aprecien diferencias significativas entre las distintas islas y entre el estilo formal correspondiente a los locutores de informativos (discurso elaborado previamente) y el estilo formal pero menos elaborado, e incluso improvisado, del conductor-coordinador del programa radiofónico de tertulia-debate y el de los reporteros del programa de la TV autonómica. Esta realización más próxima a la del estándar nacional es la única que se registra entre las mujeres, mientras que en los hombres solo representa el 59% de las secuencias analizadas; ahora bien, entre los más jóvenes la variante más estridente vuelve a ser ampliamente mayoritaria. Esto vendría a corroborar el cambio ya registrado por Almeida (1994-1995) en Santa Cruz de Tenerife en los años ochenta: que la variante dialectal estaba siendo sustituida por otra realización más tensa, sorda y africada, próxima a la del castellano estándar, cambio en este caso liderado por las mujeres jóvenes de la comunidad pertenecientes a los niveles socioculturales alto y medio-alto. Estos datos nos llevan a concluir que los patrones fónicos empleados en los medios de comunicación no son tan divergentes con respecto al castellano normativo, sino más bien un modelo que disminuye la distancia entre este y el modelo dialectal tradicional. Un panorama que se revela cercano a los datos más recientes sobre otras zonas dialectales del sur peninsular, donde se aceptan los patrones innovadores de pronunciación

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La duración del momento oclusivo alcanza las 11 y 12 centésimas de segundo y la del fricativo 3-4 centésimas de segundo en los estilos más formales de habla (Almeida y Díaz Alayón 1989: 36). Véase también Herrera Santana (1997). Correspondientes al análisis de las secuencias halladas en el discurso de los locutores de dos informativos de la Cadena Ser que se emiten diariamente: uno regional (de 6:50 a 7:00) y otro local (de 7:20 a 7:30), ambos del 2 de noviembre de 2005; un programa de tertulia-debate de la misma emisora que se emite después del informativo nacional de las 9 de la mañana (26 de junio de 2006); y de dos reportajes del programa de la TV autonómica Canarias directo emitidos en horario de tarde los días 12 y 13 de noviembre de 2007, en los cuales se daba cuenta de dos acontecimientos ocurridos en Santa Cruz de Tenerife y en Telde (Gran Canaria). Se hace necesario ahora un análisis acústico de estas realizaciones que confirme su mayor duración (mayor tensión), sobre todo del momento fricativo, y determine su localización.

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relacionados con las consonantes en posición final de sílaba, al tiempo que se revitalizan rasgos conservadores prestigiosos tales como la distinción /s/, /θ/ o el mantenimiento de /d/ en posición intervocálica. Todo ello trae consigo, según Villena Ponsoda (2008a: 383), la convergencia entre, por una parte, los dialectos innovadores y, por otra, las variedades de transición (murciano, extremeño) y las variedades castellanas meridionales (sur de Castilla-La Mancha); y, en la medida en que son los jóvenes instruidos de la ciudades andaluzas orientales los que están al frente de estos usos, parece probable que pueda «transformarse en una nueva variedad estándar oral: el español común», es decir, una nueva koiné interregional que aproxima entre sí a los dialectos regionales centrales y meridionales de España y que puede constituirse como un español estándar alternativo (al menos en España).9

Referencias bibliográficas ALMEIDA, Manuel (1994-1995): «Sociolinguistic Mechanisms of Phonetic Change: /t∫/ in Santa Cruz de Tenerife», Journal of Spanish Research 3: 45-56. ALMEIDA, Manuel y Carmen DÍAZ ALAYÓN (1989): El español de Canarias, Santa Cruz de Tenerife. ALVAR, Manuel (1959): El español hablado en Tenerife, Anejo LXIX de la Revista de Filología Española, Madrid. CATALÁN, Diego (1989): El español. Orígenes de su diversidad, Madrid: Paraninfo. DEMONTE, Violeta (2003): «Lengua estándar, norma y normas en la difusión actual de la lengua española», Circunstancia: Revista de Ciencias Sociales del Instituto Universitario Ortega y Gasset 1: 1-23. HERNÁNDEZ CAMPOY, Juan Manuel y José M.ª JIMÉNEZ CANO (2004): «Análisis del proceso de estandarización lingüística en Murcia: el uso de archivos sonoros radiofónicos para su medición diacrónica y sincrónica», revista electrónica Tonos Digital 8, URL: http//www.tonosdigital.com, 217-250. HERNÁNDEZ CAMPOY, Juan Manuel y Manuel ALMEIDA (2005): Metodología de la investigación sociolingüística, Málaga: Editorial Comares. HERRERA SANTANA, Juana (1997): «Estudio acústico de /p, t, ĉ, k/ y /b, d, y, g/ en Gran Canaria», en Manuel Almeida y Josefa Dorta (eds.), Contribuciones al estudio de la lingüística hispánica, Barcelona: Montesinos, 73-86. — (2007): «Variación dialectal: procesos de convergencia y divergencia en el español de Canarias», Revista de Filología de la Universidad de La Laguna (Homenaje a Antonio Lorenzo) 25: 337-345.

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Véase también Villena Ponsoda (2008b).

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Juana Herrera Santana

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Aproximación al estudio de la familia de palabras seg-: variación morfológica, sintáctica y denotativa Nicolás A. Jorge Rodríguez

Como es de sobra sabido, en nuestra tradición lingüística el análisis del vocabulario se ha solido hacer fundamentalmente desde tres perspectivas distintas: la perspectiva de la lexicografía tradicional, la perspectiva de los campos semánticos y la perspectiva de las familias de palabras. Tanto la lexicografía tradicional como la noción de campo semántico parten de una concepción referencialista del significado, creando diccionarios basados en relaciones conceptuales. No es más que un mero intento de clasificar el vocabulario de una lengua que no consigue estructurar el léxico en su totalidad. La semántica tradicional presenta muchos inconvenientes: en primer lugar, separa el significado léxico del significado gramatical, aunque ambos tipos de significado actúan juntos y solidariamente en la organización de las palabras; en segundo lugar, confunde el significado idiomático con la denotación extralingüística, a pesar de que esta última depende de factores externos a la lengua; en tercer lugar, se desentiende, por una parte, de la verdadera estructura semántica de las palabras, que es interna a ella misma y que no tiene nada que ver con la referencia, y por otra, de la relación indiscutible entre las palabras que comparten una misma raíz; y en cuarto y último lugar, crea un diccionario donde las voces se han ordenado alfabéticamente sin prestar atención a la relación que existe entre las palabras que tienen una misma raíz, y donde también se presenta un inventario arbitrario de la variación denotativa, sin tener en cuenta el orden interno que ofrecen las acepciones. Por otra parte, la semántica estructural, en primer lugar, mantiene una separación errónea entre lo léxico y lo gramatical; en segundo lugar, confunde el significado con la denotación; en tercer lugar, sólo realiza el estudio estructural del vocabulario de una lengua funcional (Coseriu 1981: 12; Trujillo 1998: 123), por lo que siempre nos encontraremos con parcelas del léxico que no están estructuradas o están débilmente estructuradas; en cuarto lugar, agrupa las palabras partiendo de su proximidad conceptual, es decir, de su afinidad extralingüística; y por último, considera que es posible la neutralización entre los miembros de un mismo campo, y que es posible la existencia de lexemas puentes o unidades poliparadigmáticas. En realidad, existirían tantas teorías de campos como trabajos de investigación sobre este asunto, puesto que cada investigador utilizará unas directrices propias según la parcela léxica que analice y según sus necesidades metodológicas.

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La tercera perspectiva de análisis, la teoría de las familias de palabras, trata de solventar los problemas que presentan las otras dos. Cuando se ponen en práctica1 los campos semánticos de Coseriu, Trujillo (1988) llega a la conclusión de que hay muchas incongruencias en las metodologías existentes. De esta forma, se plantea una concepción inmanentista del significado, que se pondrá en práctica en las tesis doctorales de Morera (1984) y de García Padrón (1987). Ambos investigadores concluyen en que las lenguas no pueden estar organizadas en campos semánticos, ya que éstos son campos de variantes. A partir de entonces, nace la «semántica idiomática», basada en la idea de que el significado es una intuición semántica básica, carente de significación categorial, y, por tanto, de referencia y de función sintáctica. El signo es una unidad constante, sincrónicamente inmutable que posee una capacidad designativa infinita. Por ello, el significado no es conceptual, tiene existencia implícita, carácter inefable y es intraducible (intralingüística, interlingüística y extralingüísticamente). Partiendo de esta concepción del significado la gramática también es semántica (Trujillo 1988: 9). El significado de la palabra es el resultado de un conjunto de procedimientos semántico-formales de distintos niveles. Los aspectos referenciales, denotativos y connotativos sólo se podrán explicar atendiendo a cuatro constituyentes lingüísticos básicos o procedimientos semánticos (Morera 1994) que exponemos a continuación: El primer constituyente semántico es la significación primaria, que es una «intuición de naturaleza espacial en estado puro», por consiguiente, no es de naturaleza conceptual (Morera 2007: 55). Es el signo mínimo constituido por un conjunto de figuras de contenido, estructuradas y cerradas, formalizadas bajo la forma de un significante. Estas figuras de contenido son unidades semánticas mínimas, los semas, que carecen de significante y de significación categorial (por lo que no tienen capacidad referencial ni sintáctica). Son percibidas de forma espacial como figuras geométricas, siendo universales lingüísticos (Hjelmslev 1980: 71). El segundo constituyente semántico es la significación categorial. Es el molde semántico formal que presenta la significación primaria existiendo de una determinada manera en el universo del discurso. Existen tres categorías gramaticales: el sustantivo, que presenta la significación primaria existiendo de forma independiente en el universo del discurso; el adjetivo, que presenta la significación primaria como rasgo simple del sustantivo; y el verbo, que presenta la significación primaria como proceso. Las categorías son formas semánticas concretas con significante y significado que permitirán que las palabras puedan designar y combinarse sintagmáticamente. El tercer constituyente semántico es la significación morfológica. Es un procedimiento sintagmático que amplía de forma continua y horizontal un signo con categoría gramatical mediante un signo sin categoría gramatical. Este mecanismo morfológico

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Gregorio Salvador (1985) y los trabajos que dirige en la Universidad de La Laguna.

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es recursivo, es decir, formamos derivados de derivados. Podemos hablar, por lo tanto, de un núcleo o elemento con categoría gramatical, y un complemento morfológico o signo sin categoría que podrá ampliar la significación del núcleo de dos formas distintas: como complemento morfológico interno, cuantificando la materia semántica del punto de partida; o como complemento morfológico externo, convirtiendo la materia semántica del punto de partida en término de una relación. El cuarto y último constituyente semántico es la significación sintáctica. Es el procedimiento sintagmático por el que se amplía de forma discontinua un signo con categoría gramatical mediante otro signo con categoría gramatical2. De esta forma se construyen los sintagmas, que pueden ser de tres tipos según la condición del núcleo (sintagma nominal, adjetival o verbal). De aquí se deduce que la sintaxis es binaria y jerarquizante, puesto que requiere unidades con rango que se constituyen, una en núcleo o base semántica y otra en elemento subordinado (Morera 1999: 211-212) o complementario que amplía discontinuamente la significación nuclear. La familia de palabras, pues, se presenta como la única organización semánticoidiomática que podrá dar cuenta de la verdadera estructura del léxico de una lengua. Son estructuras abiertas de signos relacionados porque se construyen a partir de la misma significación primaria (Morera 2007: 163), es decir, son todas las variaciones gramaticales y denotativas de una misma raíz. La denotación es mera orientación de sentido de la significación formal, pues el significado es una potencia semántica capaz de generar infinitas realizaciones, aunque por otra parte él mismo limita estas variaciones. Esto nos permitirá explicar todas y cada una de las unidades actualizadas en el presente, pero también en el pasado y las que se puedan actualizar en el futuro, al igual que todas sus variaciones (Morera 2007: 192). En la práctica se elaborará un diccionario muy diferente a los que encontramos en el mercado actual, donde incluiremos la significación invariante o hipótesis semántica de partida que poseen todos los miembros de la familia de palabras, la significación categorial que ha actualizado dicha significación invariante, la variación morfológica, la variación sintáctica, y todos los campos de uso de cada una de estas variantes, distinguiendo las acepciones primarias de las secundarias, ejemplificando y datando todos los usos contextuales, en la medida de lo posible3. Después de todas estas disquisiciones teóricas, cabe preguntarse cómo emprendemos el estudio de una familia de palabras, en definitiva, cómo estructuramos una parcela del léxico español. A modo de ejemplo, propondremos una aproximación al estudio de la familia de palabras seg-.

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Morera (1989: 217) de una forma rotunda ejemplifica que «el significado categorial […] es el único en que se pueden basar las funciones sintácticas». A semejanza del estudio de E. Auerbach sobre «figura» (1998: 130).

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En primer lugar elegiremos la raíz que vamos a estudiar, indagando sus posibles variantes formales. En el caso de la raíz seg-, con su variante formal sec-, constituye una familia de palabras bastante amplia, con más de ciento cincuenta unidades, de las que más de cien voces están actualizadas. Además, esta parcela del léxico no ha recibido hasta el momento un análisis adecuado dentro del léxico español. En segundo lugar, realizaremos la búsqueda del corpus recurriendo a los principales diccionarios. Si bien todas las voces están muy dispersas en cuanto a la referencia, lo importante es que comparten la misma significación invariante, es decir, la significación de la raíz: seguir, seguidor, seguidista, secta, asechar, séquito, secuencia, segundo, secundario, según, seguimiento, secuaz, secuestro, siguemepollo, asequible, conseguir, exequias, ejecutivo, obsequio, perseguir, proseguir, reseguir… En tercer lugar abordaremos el estudio del significado de cada una de las voces que conforman el corpus. Para ello recurriremos a la tipología de los significados lingüísticos propuesta por Morera. Para estudiar la significación primaria debemos analizar, previamente, toda la variación y comparar nuestra raíz con otras raíces próximas o distantes. De esta forma extraeremos los rasgos distintivos a través de pares mínimos opositivos. Así, el significado invariante de la raíz seg- podría ser ‘movimiento orientado en pos de’, siendo un buen acercamiento al significado que actúa como base semántica de toda la familia de palabras que comparte este lexema. El ‘movimiento orientado en pos de’ está presente en cada una de las acepciones del verbo seguir: ‘perseguir’, ‘dirigir la vista hacia un objeto que se mueve y mantener la visión de él’, ‘continuar o proseguir en lo empezado’…, y en cada una de las acepciones de sus derivados y compuestos. A continuación, analizaremos las variantes categoriales que ha actualizado la raíz que estudiamos. No solo se tendrán en cuenta las variantes categoriales presentes, sino también las variantes que se actualizaron en el pasado, dejando siempre las puertas abiertas para las posibles actualizaciones del futuro. En este caso, la familia de palabras seg- sólo ha actualizado dos categorías: el sustantivo sega y el verbo seguir. Una vez tengamos clara de qué manera existe la significación primaria, tendremos que estudiar la significación morfológica. Entenderemos que la familia de palabras es un puzle y que la labor del lingüista es la de explicar cómo las piezas se unen teniendo como base la raíz o la significación primaria. Para ello la gramática, que también es semántica, nos facilitará sus piezas propias, las conocidas tradicionalmente como sufijos, prefijos e interfijos. Partiendo, pues, del significado de cada una de las piezas gramaticales y del significado de las raíces, tendremos que describir cómo y cuándo se produce el anclaje entre las piezas. Así, en una voz como secuencia, no podemos considerar que todos sus constituyentes se han unido a la vez, sino que se han trabado en distintos estadios: en primer lugar la significación invariante seg- se ha categorizado como verbo formando la voz seguir, a continuación se ha creado el participio de presente *secuente, y, finalmente, se ha añadido el sufijo -ia, formando la voz compleja secuencia.

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Cada una de las categorías gramaticales ha generado distintas unidades, gracias a la complementación morfológica. En la familia de palabras seg-, la variante categorial sustantiva ha sido poco productiva, pues sólo ha generado la voz secuencia, que hemos explicado anteriormente, siendo, por lo tanto, la categoría verbal la base del resto de los miembros de la familia. De la categoría verbal derivan directamente las voces seguid-, sect- (con sus variantes séquit-, secut-), siguiente (con su variante formal sequent-), segund-, seguimiento, secuaz y secuestr-. En cada uno de los casos, se ha unido a la significación primaria ‘movimiento orientado en pos de’ categorizada como verbo un complemento morfológico distinto. Así, por ejemplo, en la combinación seguid- la significación invariante ‘movimiento orientado en pos de – en proceso’ se presenta extensamente acabada gracias al complemento morfológico interno -do (Morera 2005). De esta forma vamos conformando la familia de palabras, sin olvidarnos de que la significación morfológica, al igual que la significación sintáctica, son mecanismos recursivos. Por tanto, podríamos decir que la diferencia entre las variantes morfológicas segundo, segunda, segundón y segundill-, depende del significado invariante del último complemento morfológico interno que se une en la combinación. Además, no solo contemplaremos las voces actualizadas, sino también todas aquellas voces que, aunque no tienen independencia, son necesarias para explicar las variantes existentes. Por ejemplo, la voz sectador no se podrá explicar si no se parte de la existencia del participio del verbo *sectar que no se ha actualizado hasta el momento en español. Finalmente, una vez que se ha estudiado la significación primaria, la significación categorial y la significación morfológica, procederemos al estudio de la significación sintáctica. La complementación sintáctica en los compuestos verbales de la familia de palabras seg- puede ser directa, cuando el término complementario es un sustantivo descriptivo en caso recto, o indirecta, cuando el término complementario es un nombre en caso oblicuo preposicional. Como compuesto endocéntrico podemos citar la voz sígueme, donde el sustantivo me, complementa directamente la significación invariante del verbo seguir, que actúa como elemento regente de la combinación. Los compuestos exocéntricos son más numerosos: *aseguir, conseguir, *exseguir, *obseguir, perseguir, proseguir, reseguir y subseguir. En todos ellos, la significación invariante ‘movimiento orientado en pos de’ categorizada como verbo aparece complementada indirectamente por los distintos nombres en caso oblicuo preposicionales, o por los llamados tradicionalmente prefijos (Morera 2000). Por ejemplo, el compuesto conseguir, del que derivarán voces como consecutivo, consecutivamente, consecuente o conseguimiento, significa ‘movimiento orientado en pos de – en proceso – situado en una relación de acompañamiento positivo respecto del punto de referencia’. Después de seleccionar la raíz que vamos a estudiar, de buscar el corpus y de analizar la significación invariante de cada unidad individualmente y en relación con el resto de los miembros de la familia, tendremos que hacer un estudio pormenorizado de

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la variación denotativa. No podemos olvidar en ningún momento que la denotación es mera orientación de sentido de la significación invariante, pero, a la par, sin denotación no tendría sentido la existencia de las palabras en las lenguas. El lingüista tendrá que localizar la acepción primaria, es decir, la acepción de la que partirán el resto de las acepciones (acepciones secundarias), y explicar a través de qué mecanismo (aplicación metafórica, desplazamiento metonímico o extensión semántica) se ha generado. En la familia de palabras seg-, puesto que la variante categorial verbal seguir es su núcleo, tendremos que analizar la génesis de toda la variación verbal y tratar de estudiar si la nueva acepción se debe a algún factor lingüístico o extralingüístico, es decir, analizar cuál es su combinatoria. En cualesquiera de las acepciones del verbo seguir está presente siempre que «la persona, animal o cosa designada por el sujeto se encuentra antes de la persona, animal o cosa designada por el objeto», pero en un caso se alude al ámbito espacial, en otro al ámbito temporal y, en último lugar, al ámbito nocional. Sin embargo, no siempre es tan sencillo explicar la variación y por ello Morera (2007: 205) ha dicho que el investigador «para describir eficazmente las familias de palabras, […] además de lexicógrafo, debe ser lexicólogo, gramático, historiador, dialectólogo, etnógrafo, etc.». Propondremos a continuación, a modo de resumen, un posible análisis individualizado de la voz secta, para ejemplificar el estudio de cada uno de los miembros que conforman la familia de palabras. SECTA. La voz secta significa constante e invariablemente ‘movimiento orientado en pos de (seg-) – en proceso (-ir)-puntualmente acabado (-to) – internamente expandido (-a)’. De esta combinación deriva la voz sectario, de la que a su vez deriva la variante morfológica sectarismo y la variante sintáctica sectariamente. Ha generado cuatro acepciones: «doctrina religiosa que se diferencia e independiza de otra», que es la sustantivación de la acepción nocional del verbo «profesar o ejercer una ciencia, arte o estado»; «conjunto de seguidores o creyentes», que es un desplazamiento metonímico de la acepción anterior; y dos extensiones semánticas de la primera acepción: «doctrina falsa» y «doctrina peligrosa». En latín, la voz secta tenía dos acepciones íntimamente relacionadas: «línea de conducta, principios, manera de vivir», como aparece en el siguiente ejemplo «neque solum apud nos qui hanc SECTAM rationemque vitae re magis quam verbis secuti sumus4» (Cicerón, Cael., 40.4); y «secta, escuela, doctrina filosófica, jurídica, médica…», como encontramos en la siguiente cita de Justiniano, que hace alusión a dos escuelas de teoría jurídica: «hi duo primum ueluti diuersas SECTAS fecerunt: nam Ateius Capito in his, quae ei tradit fuerant, perseuerabat, Labeo ingenii qualitate et fiducia doctrinae, qui et ceteris operis sapientiae operam dederat, plurima innouare instituit» (Justiniano, Digesto, 1.2.47.6).

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Los ejemplos del latín han sido extraídos del corpus latino WorkPlace PHI 5.0 - 6.0.

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Cuando en el 380 d. C., Teodosio I instaura el cristianismo como religión oficial, el imperio romano pasa del politeísmo al monoteísmo. Es en el seno de la religión monoteísta cuando surge la acepción «secta religiosa» en el sentido actual. Las personas que no son cristianas ni aceptan su doctrina son consideradas herejes, enemigos de la fe verdadera, y serán desprovistas de ciertos derechos civiles. Sólo se les permitirá mantener el cargo de curial (vid. Justiniano, Corpus Iuris Civilis, 1.5.7). Esta acepción es la que pasa al español, como se documenta (CREA y CORDE) en las distintas etapas sincrónicas: Edad Media: «& por aquel eran ellos / llamados maroniques por la secta en que los dexara / el. & la mantouieran E a tiempo tomaron costumbres / de xpistianos.» Anónimo, Gran Conquista de Ultramar, (1293) Siglos de Oro: «¡Oh secta fementida de Mahoma; ancha casaca poco escrupulosa, con qué facilidad los simples doma!» Miguel de Cervantes Saavedra, Comedia llamada Trato de Argel, (1580) Español moderno: «Se ha escrito mucho sobre ello tratando de los delitos trascendentales al interes publico de la religion, y del estado, singularmente de la heregia y toda secta contraria á los santos dogmas catolicos.» Juan Antonio Llorente, Discursos sobre el orden de procesos en los tribunales de Inquisición, (1797) Español contemporáneo: «Como estudioso del Islam sé que existe una herejía que se materializó en una secta nacida en los años cuarenta, en Egipto. […]Admiten el homicidio incluso de los niños para que no pequen en el futuro, aceptan, también, asesinar a sus propios padres.» La Razón, «El jefe de Al Qaida en España acusa a una secta hereje egipcia del 11-M», (2003)

No obstante, en la actualidad el término secta ha recibido connotaciones negativas más importantes que las mencionadas hasta ahora, llegando a considerarse una voz despectiva o peyorativa. En el siglo XX aparece una amplia lista negra de fanatismo, por lo que, para evitar la confusión con este tipo de sectas, y, sobre todo, para separarse de las sectas satánicas o luciferinas, en sociología se han creado nuevos vocablos para designar estos grupos minoritarios como son los «nuevos movimientos religiosos», las «nuevas religiones», los «movimientos religiosos alternativos», etc.

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Concluyendo, podemos decir que la perspectiva de la familia de palabras se presenta como el método más adecuado para llevar a cabo un verdadero análisis semántico del vocabulario de una lengua. Las palabras son hechos de parole, y su significación es el resultado de un conjunto de procedimientos semántico-formales de distintos niveles: significación primaria, significación categorial (sustantiva, adjetiva o verbal), significación morfológica (complementos morfológicos internos y complementos morfológicos externos), y significación sintáctica (complementación directa y complementación indirecta). De esta manera hemos comprobado cómo todos los miembros de la familia de palabras seg- comparten la misma significación invariante de base, que nosotros hemos descrito como ‘movimiento orientado en pos de’. Esta significación, que ha permanecido inalterable a lo largo de la historia, no solo es la base de toda la denotación, sino que deberá explicar todas las voces presentes, las pasadas y las futuras, las voces de la norma estándar y de las distintas normas dialectales. Nuestra propuesta para la semántica moderna es la investigación filológica en el ámbito de las familias de palabras, donde aunemos el estudio de la significación invariante en sus distintos niveles con el estudio de la variación, incluyendo el estudio de la génesis de ésta y su explicación histórica a partir del material literario y de la vida cotidiana.

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Teoría lingüística y representación del conocimiento: una discusión preliminar1 Ricardo Mairal Usón / Carlos Periñán-Pascual

1. Preliminares En estos últimos años, vivimos en lo que se ha llamado, con mayor o menor fortuna, la sociedad de la información y del conocimiento. Este nuevo contexto social ha permitido el acceso masivo a la información a través de la gran biblioteca mundial llamada Internet, el uso cotidiano de las nuevas tecnologías como sistema de comunicación (p.ej., el correo electrónico, la videoconferencia, los cuadernos de bitácora o blogs, las redes sociales, etc.) e incluso, sin caer en la exageración, este nuevo contexto social ha imprimido un sello muy particular a toda una generación que ha encontrado en estas nuevas tecnologías un acceso rápido a la información al tiempo que un sistema de comunicación ágil y sin barreras sociales, geográficas o económicas. Es un lugar común utilizar Internet como fuente de información y del conocimiento, para lo que disponemos de motores de búsqueda que nos facilitan esta tarea (p.ej., Google, Yahoo, Altavista, etc.). Todos constantemente utilizamos estos motores u otros similares. Pero, ¿estamos realmente satisfechos con la información que nos proporcionan? ¿No tenemos la sensación de que, ante una consulta que realizamos, recibimos como respuesta una cantidad inabarcable de información, incluso miles y miles de páginas web en muchos casos? En este sentido, los últimos desarrollos en el campo de la Inteligencia Artificial y de la web semántica apuntan al diseño de «agentes inteligentes» que sean capaces de procesar consultas formuladas en lenguaje natural. Con el fin de facilitar la recuperación y extracción de la información en la red de forma inteligente, se han desarrollado lenguajes de etiquetado semántico como OWL (Ontology Web Language). Sin embargo, los resultados, si bien prometedores, demandan un modelo de representación con un fuerte fundamento semántico que sea capaz de proporcionar etiquetas lingüísticas con significado pleno y tratable por la máquina de forma tal que ésta pueda llegar a entender una consulta realizada en lenguaje natural y sea capaz de recuperar la información solicitada. Además, el problema de la criba automática en busca de textos relevantes se complica exponencialmente en los contextos multilingües (cf. Aguado

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Este trabajo forma parte del proyecto de investigación financiado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología, código FFI2008-05035-C02-01.

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Ricardo Mairal Usón / Carlos Periñán-Pascual

de Cea et ál. 2007; Mairal y Ruiz de Mendoza 2009; Montiel-Ponsoda et ál. 2007; Periñán-Pascual y Arcas-Túnez 2007, 2008; Periñán-Pascual y Mairal 2009a). En este contexto, comenzamos a explorar el potencial del Modelo Léxico Construccional (MLC, www.lexicom.es) en el ámbito del procesamiento del lenguaje natural y, más en particular, de la web semántica. A tal efecto, partimos del trabajo fundacional de Periñán-Pascual y Arcas-Túnez (2004, 2005, 2006, 2007), que habían desarrollado una base de conocimiento léxico-conceptual, FunGramKB (www.fungramkb.com). Por un lado, como se ha desarrollado en Mairal y Ruiz de Mendoza (2009) y Ruiz de Mendoza y Mairal (2008), el MLC proporciona una descripción detallada de todos los niveles necesarios para la construcción del significado, incluso de aquellos que van más allá de los aspectos puramente gramaticales, a saber, los niveles pragmáticos (nivel 2), ilocutivos (nivel 3) y discursivos (nivel 4) (cf. Figura 4). Así, el educto final es una representación comprehensiva de todos aquellos aspectos que intervienen en el significado de un enunciado. Por consiguiente, el MLC nos ofrece un número de principios, axiomas, etiquetas, etc., que conforman todo un modelo de representación del significado, modelo que puede responder a la necesidad apuntada en el ámbito de la web semántica. De otro lado, la base de conocimiento FunGramKB tiene un carácter multifuncional y multilingüe, pues permite desarrollar aplicaciones para el procesamiento del lenguaje natural, p.ej., agentes inteligentes para la gestión de la información, prototipos de traducción automática o diccionarios basados en búsquedas conceptuales, los cuales podrían ser catalogados como «diccionarios del tercer milenio» (cf. Mairal y Periñán-Pascual, en preparación). Este giro computacional introdujo modificaciones sustanciales en la propia orientación del modelo lingüístico, que deja de tener una base lexicista para adquirir una orientación conceptualista u ontológica. En este trabajo, nos detenemos precisamente en este aspecto y mencionamos algunas de las ventajas más notables que nos proporciona la referida orientación conceptualista, a saber, una mayor expresividad en la representación y un acceso al conocimiento enciclopédico, inabarcable en términos lingüísticos2.

2. FungramKB: una base de conocimiento basada en una semántica profunda Si nos atenemos a la distinción que establece Velardi et ál. (1991) entre semántica superficial y semántica profunda, podemos anticipar que uno de los aspectos dirimentes

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Por problemas de espacio, no podemos ofrecer una visión detallada de todos los componentes, por lo que referimos al lector a los trabajos de Periñán-Pascual y Arcas-Túnez (2004, 2005, 2007) Periñán-Pascual y Mairal (2009a, b) y Mairal y Periñán-Pascual (2009a, b).

Teoría lingüística y representación del conocimiento: una discusión preliminar

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de FunGramKB con respecto a bases de conocimiento como SIMPLE y EuroWordnet es precisamente la adopción de un enfoque de representación conceptual basado en una semántica profunda. ¿Por qué es más viable este enfoque? Recordemos que los sistemas computacionales con semántica superficial tienen en su base de conocimiento información sobre las relaciones léxicas que se establecen entre las unidades léxicas. En otras palabras, la representación del significado de una palabra se realiza únicamente a través de la especificación de las relaciones que establece esa palabra con otras. Éste es el caso, por ejemplo, de WordNet, que aunque posee textos definitorios para los synsets, esta información no puede ser «tratable» por la máquina, por lo cual lo único que le queda son las relaciones entre synsets. Si bien es fácil y, sobre todo, rápido poblar una base de conocimiento con este método, encontramos dificultades cuando lo intentamos aplicar en la representación de unidades conceptuales como REMEMBER, FORGET, LOVE, etc., las cuales son difícilmente moldeables en términos relacionales. Por otra parte, las bases de conocimiento provistas de semántica profunda, p.ej. FunGramKB, desarrollan un lenguaje de representación, en nuestro caso, COREL (Conceptual Representation Language), que nos permite definir todas las unidades conceptuales con la ventaja añadida de que las relaciones conceptuales pueden igualmente obtenerse aplicando mecanismos de herencia e inferencia sobre los propios postulados de significado (cf. Periñán-Pascual y ArcasTúnez 2005). Sea la representación del concepto BIRD en un enfoque relacional y en uno como FunGramKB:

Figura 1: Representación del concepto BIRD en FunGramKB y EuroWordnet.

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Ricardo Mairal Usón / Carlos Periñán-Pascual

Si uno de nuestros objetivos es, pues, representar y gestionar el conocimiento en una aplicación, deberemos especificar los módulos o componentes que configuran el formato de la referida aplicación. En este sentido, Periñán-Pascual y Arcas-Túnez (2007), siguiendo las distinciones establecidas en el marco de la psicología cognitiva que introducimos entre paréntesis, distinguen tres grandes módulos de representación del conocimiento: a) La ontología (o conocimiento semántico) incluye una representación jerárquica de todos los conceptos que tenemos en la mente; b) El cognicón (o conocimiento procedimental) presenta el conocimiento que almacenamos en esquemas o guiones, p.ej., ‘comer en un restaurante’, ‘celebrar una boda’, etc. c) El onomasticón (o conocimiento episódico) comprende todo aquel conocimiento que tenemos sobre las instancias de entidades, p.ej., la mezquita de Córdoba, el Mar Negro, el Presidente Obama, Cervantes, etc. En este trabajo, nos referimos únicamente a la ontología, si bien es conveniente anticipar, al menos, que los otros dos módulos cognitivos —el cognición y el onomasticón— vienen expresados por el mismo lenguaje COREL y las mismas unidades conceptuales que distinguimos en la ontología. En este sentido, trabajamos con tres tipos de conceptos: (i) los metaconceptos, que coinciden con muchas de las unidades ontológicas del nivel superior de otras ontologías, (ii) los conceptos básicos y (iii) los conceptos terminales (Periñán-Pascual y Arcas-Túnez 2007; Mairal y PeriñánPascual 2009a). La Figura 2 proporciona una visión parcial de la estructura jerárquica de la dimensión conceptual MATERIAL.

Figura 2: Visión parcial de una jerarquía de conceptos.

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Cada concepto viene representado por un sistema de notación diferente: los metaconceptos vienen precedidos por el símbolo # (p.ej. #ENTITY, #EVENT y #QUALITY); los conceptos básicos por el símbolo +, y se utilizan como definiens en los postulados de significado; finalmente, los conceptos terminales vienen representados por el símbolo $. Toda esta descripción conceptual está conectada a un componente léxico que incluye todo el trabajo lingüístico que ofrece el MLC (Figura 3): clasificación y tipología de los Aktionsarten (o aspecto léxico), selección de las construcciones sintácticas, asignación de los macropapeles, búsqueda de ejemplos, propuesta de equivalentes de traducción, etc.3

Figura 3: Representación parcial del componente léxico en inglés.

Mientras que el nivel cognitivo recoge todas aquellas propiedades que son universales, es decir, comunes a todas las lenguas, el nivel léxico se ocupa de la descripción de las propiedades idiosincrásicas de cada lengua.4

3 4

Para un tratamiento exhaustivo de todos los rasgos que conforman los lexica del inglés y del español, véase Mairal y Periñán-Pascual (2009b). Para una exposición detallada de la noción de ‘universalidad’ en nuestro enfoque, remitimos al trabajo de Periñán-Pascual y Mairal (en preparación).

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Ricardo Mairal Usón / Carlos Periñán-Pascual

3. El MLC y FunGramKB: implicaciones para la teoría En un plano metateórico, la inclusión de una base de conocimiento como FunGramKB introdujo un cambio de gran calado en la teoría lingüística, pues el modelo ya no comienza en el componente léxico sino en el nivel conceptual. Por consiguiente, el componente léxico deja de ser el motor de arranque de la maquinaria lingüística para ser recipiendario de todo el caudal de información que le aporta el nivel conceptual y, más en particular, la ontología. La Figura 4 representa este giro cognitivo, donde, como ilustra la arquitectura de la derecha, postulamos un nivel conceptual que alimenta a los diferentes léxica de cada una de las lenguas, mientras que la arquitectura de la izquierda nos ofrece una visión global de los niveles de representación del MLC: el nivel léxico, el nivel pragmático (nivel 2), el nivel ilocutivo (nivel 3) y el nivel discursivo (nivel 4).

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Figura 4: Representación de la arquitectura del MLC y su inserción en FunGramKB.

En esencia, todo el peso de la descripción semántica descansa pues en la ontología, mientras que las entradas léxicas quedan extremadamente simplificadas si bien con un alto grado de expresividad e información lingüística pues todo el conocimiento, como veremos más adelante, se puede inferir desde el razonador.

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3.1. COREL: un lenguaje de representación del conocimiento Uno de los activos más notables del MLC es, sin duda, toda la propuesta en torno a las plantillas léxicas, que introducen sistemas de descomposición semántica más elaborados que las propias estructuras lógicas de la Gramática del Papel y la Referencia (Van Valin 2005), que, recuérdese, recogen únicamente aquellos aspectos que tienen visibilidad sintáctica en detrimento de aquel tipo de conocimiento semántico, pragmático, cultural etc., que también forma parte del conocimiento que tiene un hablante de una palabra. Si tuviéramos que representar la estructura lógica de los verbos comer, engullir y devorar, convendríamos que todos ellos responden a un sistema de representación común, i.e., son «logros activos»5: do’ (x, [eat’ (x, (y))] & INGR consumed’ (y)

Todo parece indicar que esta representación incluye aquellos aspectos del significado de una palabra que son gramaticalmente relevantes: en el caso que nos ocupa, todos estos verbos tienen un uso transitivo y, en ocasiones, intransitivo, pues podemos omitir el objeto. Pero, ¿qué sucede con aquellos parámetros semánticos o pragmáticos que nos indican que, por ejemplo, al utilizar el verbo engullir el hablante está evaluando negativamente al oyente, es decir, que este verbo implica la violación de una norma social establecida? ¿Cómo podemos representar este tipo de información? Con los elementos lingüísticos que tenemos, esta tarea se antoja imposible pues no hay mecanismo o formalismo lingüístico que sea capaz de representar este tipo de información, razón por la que los modelos lingüísticos no han realizado propuesta alguna en esta línea. Entendemos que un enfoque conceptualista ofrece una solución porque podemos recuperar todo este tipo de conocimiento extralingüístico —como se ha denominado con mayor o menor fortuna— a través de la ontología. Como hemos indicado arriba, FunGramKB, a diferencia de otras propuestas, define cada uno de los conceptos. A tal efecto, empleamos el lenguaje COREL, que consta, al igual que cualquier otro lenguaje, de su propia semántica y sintaxis6. Considérese el postulado de significado del concepto $PENGUIN_00: +(e1: +BE_00 (x1: $PENGUIN_00)Theme (x2: +BIRD_00)Referent) *(e2: +BE_00 (x1)Theme (x3: +BLACK_00 & +WHITE_00)Attribute) *(e3: +BE_00 (x1)Theme (x4: +BIG_00)Attribute)

5

6

Es imposible detenernos en una explicación más detallada de todo el sistema de representación léxica, por lo que remitimos al lector al trabajo de Van Valin (2005: capítulo 2) y a los trabajos de los investigadores del propio grupo Lexicom. Remitimos al lector al trabajo de Periñán-Pascual y Mairal (2009b) para una descripción detallada de este lenguaje.

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*((e4: +LIVE_00 (x1)Theme (x5)Location) (e5: +BE_00 (x5)Theme (x6: +COLD_00)) *((e6: +COMPRISE_00(x1)Theme (x7: 2 +LEG_00)Referent) (e7: +BE_00 (x7)Theme (x8: +SHORT_00)Attribute)) *(e8: +COMPRISE_00 (x1)Theme (x9: $FLIPPER_00)Referent) +(e9: n +FLY_00 (x1)Theme)

Una traducción aproximada de este postulado de significado a una lengua natural sería la siguiente: e1: el pingüino es un pájaro e2: el pingüino típico es blanco y negro e3: el pingüino típico es un especimen de gran tamaño (entre los pájaros) e4-e5: el pingüino vive típicamente en lugares fríos e6-e7: el pingüino típico tiene dos patas cortas e8: el pingüino típico tiene aletas e9: el pingüino no vuela

El genus, el concepto +BIRD_00, siempre va incluido en el postulado de significado, más concretamente en la primera predicación (e1). Nuestros postulados de significado están formados por una o más predicaciones genéricas (e1, e2, ….en), cuya función es la de describir las regularidades que configuran nuestro conocimiento del mundo. Podemos decir que las propiedades de una predicación se aplican a «todas las entidades típicas», es decir, aquellas entidades que poseen las propiedades características. Las personas observan una serie de regularidades en el mundo que nos rodea que utilizan para predecir las acciones de otras personas y los cambios en nuestro entorno. La finalidad de las predicaciones genéricas es precisamente capturar estas regularidades. Aun más, debemos capturar incluso aquel conocimiento que consideramos propio del sentido común y que no aparece en los diccionarios porque los humanos lo consideran obvio, si bien es imprescindible para que la aplicación computacional sepa cuál es el propósito y resultado de cada acción que se procesa. Por ejemplo, consideremos la representación de +OPEN_00: *(e1: +MOVE_00 (x1)Agent (x2)Theme (x3)Location (x4)Origin (x5)Goal (f1)Instrument (f2: (e2: +BE_01 (x2)Theme (x6: $OPEN_N_00)Attribute))Condition (f3: (e3: +BE_01 (x2)Theme (x7: +OPEN_00)Attribute))Result)

Leemos esta representación como sigue: una agente x1 mueve una entidad x2 que se encuentra en una localización x3 y la mueve desde un origen x4 hasta una meta x5 con un instrumento f1. Todo este evento está sujeto a una condición previa que debe ser satisfecha: la entidad que se mueve no tiene que estar inicialmente abierta, pero se produce un resultado tal que la entidad que movemos terminará estando abierta.

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Ricardo Mairal Usón / Carlos Periñán-Pascual

Parece una obviedad indicar que para abrir algo previamente tenga que estar cerrado, pues este tipo de conocimiento apela al sentido común. Si bien es rigurosamente cierto, no debemos presuponer nada, ya que la máquina, a diferencia de los humanos, carece de este tipo de conocimiento7. Sin embargo, todas estas predicaciones tienen generalmente excepciones. FunGramKB permite asignar un operador de razonamiento para cada una de las predicaciones de un postulado de significado, indicando de esta forma si la predicación en cuestión es estricta [+] o rebatible [*]. Por ejemplo, el pingüino siempre es un pájaro, y no hay ningún pingüino que pueda volar. Estas predicaciones son estrictas, ya que no admiten excepciones. En cambio, que el pingüino tenga dos patas cortas es una predicación rebatible, ya que ¿qué ocurriría con aquellos pingüinos que tienen alguna pata amputada? ¿Dejarían de ser pingüinos por no compartir los atributos más característicos? Igualmente, ¿qué sucedería con los pingüinos que viven en el zoológico de Madrid, que, en el mes de julio, no es precisamente un lugar frío? Por tanto, en el caso del procesamiento del lenguaje natural, una predicación rebatible es verdad siempre y cuando el aducto no presente información contradictoria. En este estadio, contamos con un lenguaje de representación, COREL, que nos permite proporcionar las definiciones a cada uno de los conceptos de la ontología. Pero, ¿cómo podemos recuperar esa información extralingüística a la que nos referíamos arriba a partir de estas definiciones? Todas estas definiciones sirven de aducto a un motor de razonamiento que permite a la máquina simular los patrones de razonamiento humanos y así sacar conclusiones utilizando el mismo conocimiento no especializado sobre las cosas cotidianas de la vida. El funcionamiento de este motor de razonamiento interno, al que denominamos MicroKnowing (Microconceptual Knowledge Spreading), está determinado por dos tareas: la inferencia, que simbolizamos con una I, y la herencia, que anotamos con una H8:

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8

Toda esta tarea de moldear y gestionar el conocimiento recae bajo la responsabilidad del ingeniero del conocimiento, un perfil investigador cuya formación promovemos desde el grupo de investigación Lexicom. Por lo que se refiere a la herencia, nótese que se distinguen dos tipos: la herencia monotónica y la herencia no-monotónica. Recordemos que la herencia monotónica hace referencia a aquel tipo de herencia en el que el concepto subordinado hereda todos los atributos de su superordinado, sin excepción alguna. En cambio, en la herencia no monotónica se admiten las excepciones. Por ejemplo, encontramos un problema típico que se estudia en Inteligencia Artificial y que ilustra uno de los ejemplos descritos anteriormente: los pájaros vuelan, el pingüino es un pájaro, PERO el pingüino NO vuela. Este tipo de herencia no monotónica es muy característica de las lenguas naturales, y por tanto es preciso que la ontología sepa tratar estos casos sin que exista redundancia de información ni tampoco una explosión desmesurada de excepciones.

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Figura 5: Representación del MicroKnowing basado en las operaciones de herencia e inferencia.

Para ilustrar estos dos mecanismos de razonamiento, consideremos el concepto +TURKEY_00. Con respecto a la inferencia, el motor de razonamiento recorrerá la ontología y en aquellas predicaciones (e1, e2, etc.) en las que +TURKEY_00 aparece, por ej., en la representación del concepto +WATTLE_00, aparece +TURKEY_00:

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Por medio de la inferencia, expandiremos nuestra definición original de +TURKEY_00 al incorporar toda la información que nos proporcionan conceptos como +WATTLE_00, y obtendremos una definición extendida como la siguiente: +TURKEY_00 +(e1: +BE_00 (x1: +TURKEY_00)Theme (x2: +POULTRY_00)Referent) *(e2: +BE_01 (x1)Theme (x3: +BIG_00)Attribute) *(e3: +COMPRISE_00 (x1)Theme (x4: $WISHBONE_00)Referent) *(e4: +COMPRISE_00 (x1)Theme (x5: $WATTLE_00)Referent (f1: +NECK_00)Location) *(e5: +COMPRISE_00 (x1)Theme (x6: $TURKEY_00)Referent)

Así, podríamos prolongar el proceso hasta recuperar por inferencia todas las predicaciones en las que el concepto +TURKEY_00 aparece (cf. Periñán-Pascual y Arcas-Túnez 2005). Igualmente, por herencia también podremos ampliar nuestro conocimiento sobre esta unidad conceptual, pues se heredarán todas las propiedades de los superordinados que se encuentren en la ruta conceptual hasta el concepto raíz. Por ejemplo, en el caso que nos ocupa, +TURKEY_00 tiene como uno de sus conceptos superordinados a +POULTRY_00, que viene especificado por la siguiente información en la ontología. +POULTRY_00 +(e1: +BE_00 (x1: +POULTRY_00)Theme (x2: +BIRD_00)Referent) *(e2: +BE_01 (x1)Theme (x3: +TAME_00)Attribute) *(e3: +LIVE_00 (x1)Theme (f1: +FARM_00)Location) *(e4: +OBTAIN_00 (x4: +HUMAN_00)Theme (x5: +EGG_00 | +FOOD_00)Referent (f2: x1)Origin)

Por consiguiente, nuestro conocimiento del concepto +TURKEY_00 se expande hasta formar el siguiente postulado de significado: +TURKEY_00 +(e1: +BE_00 (x1: +TURKEY_00)Theme (x2: +POULTRY_00)Referent) *(e2: +BE_01 (x1)Theme (x3: +BIG_00)Attribute) *(e3: +COMPRISE_00 (x1)Theme (x4: $WISHBONE_00)Referent) *(e4: +COMPRISE_00 (x1)Theme (x5: $WATTLE_00)Referent (f1: +NECK_00)Location) *(e5: +COMPRISE_00 (x1)Theme (x6: $TURKEY_00)Referent) +(e6: +BE_00 (x1)Theme (x7: +BIRD_00)Referent) *(e7: +BE_01 (x1)Theme (x8: +TAME_00)Attribute) *(e8: +LIVE_00 (x1)Theme (f2: +FARM_00)Location) *(e9: +OBTAIN_00 (x9: +HUMAN_00)Theme (x10: +EGG_00 | +FOOD_00)Referent (f3: x1)Origin)

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De esta forma, continuaríamos recorriendo la ontología y recuperando toda la información en torno a la referida unidad conceptual.

4. Conclusiones Como corolario final, este trabajo incluye una breve descripción de la investigación más reciente en torno a la integración de una base de conocimiento al MLC, un modelo de construcción del significado. Si convenimos que uno de los grandes retos del procesamiento del lenguaje natural es el desarrollo de agentes inteligentes que nos permitan recuperar información y gestionar el conocimiento de forma más eficaz, entonces parece razonable anticipar como tesis de partida que el MLC, que nos proporciona etiquetas, principios, axiomas para una descripción comprehensiva de todos los factores que intervienen en la construcción del significado, puede resultar un modelo extremadamente competitivo para satisfacer las demandas procedentes de la web semántica. En este sentido, argumentamos que un enfoque de este tipo introduce una serie de cambios en la maquinaria lingüística, que pasa a tener una base ontológica.

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Ricardo Mairal Usón / Carlos Periñán-Pascual

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La representación explícita del autor en el discurso académico: un estudio interdisciplinar Pedro Martín-Martín / Sally Burgess

1. Introducción En oposición a la idea generalizada de que el discurso científico se basa en la presentación de los resultados de las investigaciones de una forma distanciada y puramente objetiva mediante el uso del estilo impersonal, estudios recientes que han analizado la interacción entre el escritor y el lector (por ejemplo, Ivanič 1998; Tang y John 1999; Kuo 1999; Hyland 2001, 2002; Harwood 2005) han revelado que el discurso científico no está totalmente desprovisto de elementos lingüísticos que señalan explícitamente la presencia del autor en los textos. De hecho, la elección de utilizar pronombres personales de primera persona constituye una estrategia retórica que está en creciente auge entre los miembros de la comunidad científica internacional de habla inglesa, puesto que permite al escritor reflejar un grado apropiado de autoestima y autoridad a la vez que se hace totalmente responsable de las reivindicaciones científicas expuestas. Desde una perspectiva socio-construccionista, autores como Cherry (1998) y Groom (2000) reconocen el papel importante que juega la auto-representación en el discurso académico y defienden abiertamente el uso de esta estrategia para expresar las opiniones personales. Kuo (1999), en su estudio empírico de los pronombres personales en los artículos de investigación, examina cómo el uso de estos pronombres puede revelar las percepciones que tienen los escritores de su propio papel en el proceso de la investigación y sus relaciones con la audiencia en potencia, así como con los miembros de la comunidad científica a la que pertenecen. Hyland (2001) refuerza esta argumentación en su estudio sobre la atribución personal en artículos de investigación pertenecientes a ocho disciplinas diferentes, el cual revela una proporción considerable de pronombres personales sobre todo en los textos de las ciencias sociales y humanidades. Hyland concluye que esta tendencia a usar pronombres personales en los textos científicos constituye una valiosa estrategia retórica que contribuye a aumentar la credibilidad de los escritores mediante la presentación directa de la voz del autor firmemente establecida en las normas de la disciplina y que refleja un grado apropiado de confianza y autoridad. En esta misma línea, Harwood (2005) considera que el uso de pronombres de primera persona es una estrategia auto-promocional que contribuye a enfatizar el carácter novedoso de los trabajos de investigación. En esta misma línea, Tang y John (1999)

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Pedro Martín-Martín / Sally Burgess

manifiestan que es de vital importancia para los estudiantes y profesores de Inglés para Fines Académicos el reconocer la presencia real y los varios usos de los pronombres personales en la escritura académica, defendiendo de esta forma un uso alternativo a la postura tradicional, aunque en última instancia dejando a los escritores la libertad de adscribirse a la posición que estimen más conveniente. Otros estudios han revelado variaciones entre géneros (Lorés 2008), y entre disciplinas y culturas (Vassileva 1998; Samraj 2002; Martín-Martín 2005; Fløttum et ál. 2006; Vladimirou 2008), indicando que la decisión de anunciar explícitamente la presencia del autor en los textos académicos está vinculada a factores relacionados con las diferentes expectativas retóricas de los miembros pertenecientes a las diversas comunidades disciplinarias y culturales. Mur (2007), por ejemplo, afirma que los académicos españoles, en comparación con los de habla inglesa, tienden a utilizar en mayor medida el estilo impersonal, por lo que se podría asumir que esta práctica nacional prevalente en los textos científicos escritos en español se podría ver reflejada en los textos académicos escritos en inglés por escritores españoles. Por otra parte, debido a la creciente tendencia a la globalización del discurso científico, los académicos españoles se están familiarizando cada vez más con las convenciones retóricas internacionales que caracterizan el discurso científico en inglés, lo que podría igualmente verse reflejado en una tendencia emergente a representar explícitamente la voz del autor en los textos, aunque probablemente en diferentes medidas dependiendo de las prácticas predominantes en las diversas disciplinas. Con el objetivo de examinar esta cuestión, en el presente estudio analizamos, desde una perspectiva diacrónica e interdisciplinar, el uso que hacen los académicos españoles, cuando redactan en inglés, de las estrategias interpersonales que indican la presencia explícita del autor en los textos. El género objeto de estudio es el abstract de los artículos de investigación, puesto que éste se ha constituido en un género de creciente inclusión en la mayoría de las revistas nacionales, aún cuando el artículo que lo acompaña vaya escrito en español o incluso en otra lengua.

2. Corpus y método La totalidad del corpus está compuesta por 80 abstract escritos en inglés, de los cuales 40 fueron seleccionados aleatoriamente de entre los publicados en una de las revistas más prestigiosas de la especialidad de Lingüística en nuestro país: la Revista Española de Lingüística. Los otros 40 textos fueron igualmente seleccionados de otra de las revistas con más difusión en España en la disciplina de Psicología: la Revista de Psicología General y Aplicada. Con el propósito de

La representación explícita del autor en el discurso académico

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controlar las posibles variaciones diacrónicas, 10 de los textos seleccionados en cada revista se extrajeron de volúmenes publicados en los años 1975, 1985, 1995 y 2005. En lo referente al procedimiento que seguimos para el análisis del corpus, en una fase inicial examinamos los textos cuantitativamente en términos de la frecuencia de uso y las formas de las estrategias interpersonales que utilizan los escritores en ambas disciplinas para representar explícitamente su voz textual, principalmente los ejemplos de pronombres personales de primera persona (I y we), adjetivos posesivos (our) y referencia explícitas al escritor (the author of this paper concludes…). En una segunda fase del estudio examinamos los ejemplos de pronombres de primera persona encontrados en términos de sus referencias semánticas, descartando aquellos ejemplos de inclusive we (que hacen referencia tanto al escritor como al lector). Por último, examinamos las múltiples funciones socio-pragmáticas que realizan los pronombres en las diversas unidades retóricas de los abstract seleccionados y dividimos cada función en dos subcategorías para determinar el grado de presencialidad en los textos: A. Cuando en los textos de un único autor se utiliza we en lugar de I. B. Cuando we se utiliza en textos con más de un autor. La razón por la que propusimos esta división fue que en la categoría A el grado de presencialidad es menor que en la categoría B, pues indica la intención implícita del autor de reducir el grado de atribución personal.

3. Funciones socio-pragmáticas de los pronombres de primera persona Los pronombres personales (I y we) realizan una serie de funciones socio-pragmáticas en los textos analizados que, en última instancia, representan diferentes grados de presencialidad. Hemos clasificado estas funciones en cinco tipos: I. El escritor informa sobre la investigación realizada: Este uso de los pronombres personales, en la sección Introducción de los abstract, pone de manifiesto el papel del investigador como la persona que escribe, organiza y estructura el discurso. Esta función también está relacionada con la representación del escritor como el que presenta el objetivo de la investigación: (1) In this work we present the scores in questionnaires of personality, motivation and situational reactivity between normal and epileptics subjects (Psych. 1).

II. El escritor se hace manifiestamente partícipe del proceso experimental: En esta función, característica de la sección relacionada con el Método en los abstract, el

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Pedro Martín-Martín / Sally Burgess

escritor hace uso de los pronombres personales para describir las varias fases del proceso de investigación, incluyendo la realización de entrevistas, elaboración de cuestionarios, recopilación de datos, etc. La presencia del autor sirve aquí para reafirmar su condición de profesional competente que está familiarizado con las prácticas disciplinarias: (2) We selected three groups of subjects (normals, high neuroticism scorers, and high psychoticism scorers) using the EPQ questionnaire (Psych. 16).

III. El escritor utiliza la auto-citación: El escritor, en esta función, hace uso de los pronombres personales para hacer referencia a otros trabajos propios anteriores, lo cual constituye una estrategia de auto-promoción que resalta al escritor como un miembro ya establecido dentro de su comunidad disciplinaria, a la vez que destaca el valor que pueden tener otros trabajos del mismo autor: (3) A certain group of adverbials, those I have been referring to as «enunciation adverbs», seems to have specialised in that function, namely modifying the illocutionary act (Ling. 34).

IV. El escritor expresa las reivindicaciones científicas de forma atenuada: En las secciones donde se exponen los resultados y las conclusiones obtenidas de la investigación, el escritor usa esta función para reflejar un estado de autoridad basado en la autoestima. Sin embargo, el grado de presencialidad se reduce a través del uso de los pronombres personales en combinación con elementos lingüísticos que mitigan la responsabilidad del autor de las reivindicaciones científicas expresadas, tales como verbos modales auxiliares (may, might, can) o verbos epistémicos (to suggest, to indicate): (4) Our results suggest that progress exists in relation to age but children have greater difficulties in the conceptualization process when, in the task, differences in the width and perceptive complexity exists (Psych. 19).

V. El escritor se hace totalmente responsable de las reivindicaciones científicas: Esta función manifiesta el grado de presencialidad del autor más alto que se puede representar mediante el uso de los pronombres personales, ya que el escritor se hace totalmente responsable de las reivindicaciones científicas expuestas en las secciones de Resultados y Conclusiones de los abstract. Del mismo modo, esta función muestra como el escritor tiene una percepción de sí mismo como un investigador competente que tiene la capacidad de aportar nuevas contribuciones a la comunidad científica: (5) Although we found more confidence with correct responses and central contents, the confidence-accuracy relationship was not significant. Neither we found any relation between the amount of dissociative experiences and false memories (Psych. 36).

La representación explícita del autor en el discurso académico

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4. Resultados Los resultados obtenidos revelaron una preferencia acusada en ambas disciplinas, y de forma particular en Lingüística, por evitar la atribución personal en los abstract. A través de las cuatro décadas que se han examinado, los escritores utilizan de forma predominante, en la mayoría de los textos analizados, construcciones impersonales pasivas (e.g., Four main conclusions are reached…, Differences are examined…, It was concluded…) y construcciones impersonales activas en las que el sujeto personal es sustituido por una entidad no humana (e.g., The paper studies/ concludes/ analyses…, The results show/suggest that…). Sin embargo, estas estrategias de impersonalización se entremezclan en algunas ocasiones con referencias explícitas a los autores de los textos. Como se puede apreciar en la tabla 1, en cuatro (10%) de los abstract de Lingüística y, en mayor medida, en 19 (47,5%) de los abstract de Psicología, particularmente en el año 2005, los escritores hicieron uso de los pronombres de primera persona y de los adjetivos posesivos para manifestar explícitamente su presencia en los textos. Año

Disciplina: Lingüística

Psicología

1975 1985 1995 2005

1 1 0 2

2 4 5 8

Totales

4 (10%)

19 (47,5%)

Tabla 1. Número de abstract que contienen pronombres de primera persona y adjetivos posesivos.

En cuanto a la frecuencia de uso de estos elementos lingüísticos y la distribución en los textos de las varias funciones que éstos representan en ambas disciplinas a lo largo de las cuatro décadas analizadas, la tabla 2 muestra las diferencias encontradas. Como se puede observar, el número de elementos auto-referenciales es mayor en los textos de Psicología (31 elementos) que en los de Lingüística (5 elementos). Aunque el uso de la función I, en la que el escritor informa sobre la investigación realizada, se utiliza en ambas disciplinas, cabría destacar la diferencia en la frecuencia de uso de los pronombres personales que desempeñan la función V, mediante la cual el escritor se hace totalmente responsable de las reivindicaciones científicas, confiriendo el grado más alto de representación del autor en los textos. Mientras que en los abstract de Lingüística no se encontró ningún ejemplo de esta función, en Psicología resultó ser la opción más utilizada, especialmente en el año 2005.

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Pedro Martín-Martín / Sally Burgess Funciones socio-pragmáticas Función I Función II Función III Función IV Función V Totales

Lingüística 1975 1985 1995 2005 1 0 0 1 0 0 0 0 0 0 0 1 0 2 0 0 0 0 0 0

Psicología 1975 1985 1995 2005 2 2 4 5 1 3 1 0 0 0 0 0 0 0 1 0 1 3 1 7

5 elementos

31 elementos

Tabla 2. Frecuencia de uso de los pronombres de primera persona y adjetivos posesivos y de sus funciones socio-pragmáticas.

En los abstract de Lingüística, en particular, los cinco únicos ejemplos encontrados de pronombres de primera persona corresponden a textos de un solo autor en los que en cuatro de ellos se hace uso de we en lugar de I. Esta estrategia retórica indica la intencionalidad del autor de reducir el grado de presencialidad a la vez que manifiesta cierto grado de autoridad. Dos de estos ejemplos (pertenecientes al sub-corpus 1975 y 2005) aparecen en la sección Introducción desempeñando la función I, mientras que los otros dos ejemplos (del sub-corpus 1985) we y us desempeñan la función IV en la sección correspondiente a los Resultados. El único ejemplo de I se encontró en la sección Introducción de un abstract perteneciente al sub-corpus 2005, desempeñando la función III mediante la cual la escritora hace referencia en el texto a un término que ya había acuñado en un trabajo suyo anterior (ver ejemplo 3). La escasa inclusión de pronombres de primera persona en los abstract de Lingüística a lo largo de las últimas cuatro décadas revela que esta práctica retórica no constituye una estrategia predominante entre los escritores españoles en esta disciplina. No obstante, cabría señalar la utilización frecuente, en la mayoría de los abstract pertenecientes a las tres primeras décadas, de referencias lingüísticas explícitas a los autores de los artículos y el uso de pronombres de tercera persona, como se puede observar en los siguientes ejemplos: (6) The author, after a brief consideration of the term «substance» which for him consists in the first formalization of matter, examines the forms of expression and the forms of content of the literary sign. He deals on verse and prose as forms of expression, and on literary genera as forms of the content (Ling. 7). (7) The authors try to check the assertions found in Esbozo de una nueva gramática de la lengua española about the frequency of the passive voice in Spanish by means of reliable statistical data. They gather some of them from different studies and some others from their own analysis (Ling. 14).

Con el uso de esta estrategia los autores reducen el grado de implicación personal al crear un cierto distanciamiento con respecto a las argumentaciones expuestas. Sin

La representación explícita del autor en el discurso académico

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embargo, para los miembros de la comunidad científica internacional de habla inglesa esta práctica resulta atípica en el género abstract, pues es más bien característica de las reseñas de libros. De hecho, en conformidad con las convenciones discursivas prevalentes en la comunidad científica internacional, esta estrategia parece haber caído totalmente en desuso en los últimos años, puesto que no se encontró ningún ejemplo de ella en los abstract analizados pertenecientes al año 2005. En cuanto a los abstract de Psicología, los resultados mostraron una preferencia por el uso de formas de primera persona en textos con múltiples autores (35%). En los únicos cinco casos de abstract escritos por un solo autor (12.5%), no se encontraron ejemplos de pronombres de primera persona en singular, sino que en todas las ocasiones los escritores optaron por el uso de we en lugar de I. La frecuencia de uso más alta de estos elementos se observó en la sección de los abstract correspondiente a la Introducción (13 ejemplos), en la que los pronombres personales y adjetivos posesivos desempeñan la función I («el escritor informa sobre la investigación realizada»), aunque un alto grado de incidencia (12 ejemplos) también se observó en las secciones correspondientes a los Resultados y Conclusiones, en las cuales estos elementos desempeñan la función V («el escritor se hace totalmente responsable de las reivindicaciones científicas»), que implica el grado mayor de presencialidad de los autores en los textos.

5. Conclusión Los resultados obtenidos en este estudio muestran que la práctica de representar explícitamente al autor en los abstract de Lingüística y Psicología en las últimas cuatro décadas, especialmente a través de pronombres de primera persona, presenta variaciones entre las dos disciplinas. Aunque en ambos campos existe una preferencia generalizada por el estilo impersonal, éste resulta aún más patente en los abstract de Lingüística. Por otra parte, el grado de presencialidad del autor es mucho más alto en los textos de Psicología, puesto que una de las funciones que desempeñan los pronombres con mayor frecuencia es precisamente la que representa el grado mayor de presencialidad del autor, mediante la cual el escritor se hace totalmente responsable de las reivindicaciones científicas. La preferencia generalizada por el estilo impersonal en ambas disciplinas se puede explicar, en gran parte, por el hecho de que, al escribir textos académicos en inglés, los escritores españoles tienden a transferir las convenciones retóricas características del español académico, es decir, el uso de construcciones impersonales. Incluso en aquellos casos en que los académicos deciden utilizar pronombres de primera persona en los textos de un único autor, la práctica prevalente es el uso de we en lugar de I, rasgo característico del discurso académico en español, probablemente motivado por

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Pedro Martín-Martín / Sally Burgess

la intención del escritor de mostrar deferencia por los otros miembros de la comunidad disciplinaria, ya que el uso de I podría denotar un cierto grado de arrogancia para la comunidad científica española. Por otra parte, los resultados indican que la tendencia creciente a la globalización del discurso científico está teniendo repercusiones a distintos niveles según las disciplinas nacionales. En España, la necesidad de promocionar la investigación a nivel internacional parece ser mayor en el campo de la Psicología que en el de la Lingüística, puesto que los académicos españoles en Psicología manifiestan un mayor conocimiento de las prácticas retóricas que caracterizan al género abstract en las publicaciones internacionales, siendo una de ellas la representación explícita del autor en los textos. No obstante, el hecho de que dos de los abstract de Lingüística correspondientes al año 2005 contengan ejemplos de pronombres de primera persona indica que los académicos en esta disciplina se van familiarizando gradualmente con las prácticas retóricas prevalentes en el discurso académico en inglés. Dada la importante función persuasiva y promocional de los pronombres de primera persona en el discurso científico en inglés, en los programas docentes de Inglés para Fines Académicos a nivel de formación superior se debería enseñar a los estudiantes las opciones retóricas disponibles para manifestar los diversos grados de presencialidad del autor en los textos académicos, teniendo en cuenta que la elección apropiada de estas opciones forma parte de la competencia retórica de la miembros de la comunidad científica internacional de habla inglesa.

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La (des)cortesía presidencial: repercusiones periodísticas, actitudes y conciencia lingüística hacia el tuteo televisivo Javier Medina López

1. Introducción En marzo del año dos mil siete Televisión Española (TVE1) y Radio Nacional de España (RNE) pusieron en marcha un nuevo programa titulado Tengo una pregunta para usted. Este espacio, que ha tenido varias ediciones desde entonces, ha cosechado unos altos índices de audiencia y ha despertado un gran interés político, social y periodístico. El primer invitado fue el Presidente del Gobierno español, el socialista D. José Luis Rodríguez Zapatero. Durante casi dos horas, cien personas podían interpelar al Presidente, aunque al final (en la primera edición de 2007) sólo 22 hombres y 17 mujeres lo hicieron1.

2. Del tú al usted en el marco de la (des)cortesía La intervención del Presidente fue ampliamente desautorizada en el terreno concreto del tratamiento utilizado. En la primera edición del programa Rodríguez Zapatero empleó un único pronombre (tú), sin tener en cuenta los aspectos sociopragmáticos que rigen este tipo de formas. En otros trabajos en prensa (Medina López 2009 y 2010) ya he hablado más ampliamente de la concepción teórica en el marco de la (des)cortesía y de otras razones que ayudaran a entender la actuación presidencial en este terreno. Apuntaba entonces si la dinámica comunicativa había que enmarcarla en lo que se ha denominado el «cambio de talante» de ZP, lo cual se ha traducido en una nueva manera y forma de relacionarse a través de los medios. Y en contraposición a esto que apunto, pudo comprobarse semanas después cómo el líder de la oposición política en España (el Sr. Mariano Rajoy) en el mismo programa trató de usted a todo el mundo, hecho que fue alabado por unos y silenciado por otros, en oposición a la

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El diseño de la muestra en la segunda edición en la que intervino el Presidente (enero de 2009) fue actualizado para que incluyera el nuevo arco parlamentario surgido después de las Elecciones generales y, además, para que incorporara un mayor número de parados ante la situación de crisis económica.

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Javier Medina López

actitud de Rodríguez Zapatero. Unos ejemplos significativos se exponen en las páginas de algunos periódicos de tirada nacional: [Mariano Rajoy] no cometió la equivocación de tutear a sus interlocutores, como hizo el presidente del Gobierno […]. [El País, 21/04/2007, p. 29]. Rajoy se dirigió en todo momento de «usted» a cada persona del público que le preguntó, en consonancia con el tono respetuoso que quiso imprimir a su exposición. [ABC, 21/04/2007, p. 10]. Bueno, pues Mariano Rajoy sí lo hará [tratar de usted al público]. El líder del PP va dispuesto a guardar las debidas normas de educación aunque luego se dirija a quienes le pregunten por su nombre de pila. [http://www.diariocritico.com, 24/04/2007].

Siguiendo a Bravo (2004) he situado la concepción de los hechos corteses y descorteses en el marco de aquellas investigaciones que defienden la consideración del hecho sociocultural como factor clave que ayuda a explicar las acciones de habla. Por todo ello podrán catalogarse como «cortés» o «descortés» numerosas circunstancias. Esta autora pone de relieve que en la «actividad de cortesía» —como un tipo de «actividad de imagen»— se encuentra lo que ella denomina «imagen básica», la cual daría cuenta «de una imagen consensuada y extendida a la sociedad de pertenencia que estaría “supuestamente” en conocimiento de los hablantes de una lengua, ya sea que la asuman o no» (Bravo 2004: 28). Además, escribe Bravo (2004: 29) a este respecto que: Se comprende el «contexto» que al usuario de una lengua le permite atribuir a una persona calificativos tales como los de cortés, descortés, maleducado, amable, cordial, etc. Partiendo de esa imagen básica y teniendo en cuenta una multiplicidad de roles que los hablantes cumplen en su vida cotidiana, se habla también de «imágenes de los roles».

En esta línea argumental, si se analiza la actuación lingüística del Presidente Rodríguez Zapatero en un contexto mucho más amplio —dentro del ámbito sociocultural español—, podrá colegirse que, en cierto sentido, el Presidente no estuvo tampoco muy alejado de las dinámicas sociales experimentadas en la sociedad española en los últimos tiempos. En efecto, es un hecho constatable que con la llegada de la democracia se han ido relegando ciertos usos en el trato que marcaban una distancia social. Blas Arroyo (1994), en este particular, se refería hace ya algunos años al avance del tuteo en el español contemporáneo. Las formas vinculadas al tú ganan terreno no solo en los contextos familiares y amistosos, sino que también el tú se ha convertido en un marcador de proximidad grupal y de este modo permite traspasar su ámbito de aparición a otros contextos.

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3. El impacto de un acto ¿descortés? La respuesta mediática Entre la maraña informativa creada con la entrevista presidencial, particularmente en la primera edición de 2007, destacan los comentarios directos y, en algunos casos incisivos, que se hicieron a la decisión del tuteo de Rodríguez Zapatero. El corpus que comentaré en este trabajo no agota todas las posibilidades, pero sí creo que representa, en líneas generales, la tendencia a censurar la actitud presidencial. La inabarcable información relacionada con este asunto es abrumadora y, por tanto, la selección de los materiales y su comentario se hacen necesarios para poder ilustrar los hechos aquí expuestos.

3.1. Reprobación del tuteo presidencial Todos los medios consultados (seleccionados) por mí se refieren a la (¿sorprendente?) interacción de Rodríguez Zapatero. Algunos de los periódicos de gran tirada nacional ofrecen comentarios y citas muy ilustrativas [El País, El Mundo, ABC y La Razón]: Escasa naturalidad, a pesar de recurrir al tuteo como gesto de acercamiento. [El País, 29/03/2007, pág. 14]. Sorprendió también la decisión del presidente del Gobierno de tutear a todos sus interlocutores, al margen de su edad y pese a que todos ellos le trataron de usted. El tuteo no sirvió para acortar distancias, sino que marcó las diferencias entre el presidente del Gobierno y el resto de los ciudadanos. [El País, 29/03/2007, pág. 24]. De hecho, el presidente se esforzó por mostrarse muy próximo a sus entrevistadores y llamó de tú a todo el mundo. [El Mundo, 29/03/2007, pág. 22]. Afrancesado, salvo en el recurso al tuteo a los entrevistadores. [ABC, 29/03/2007, pág. 25].

Las fuentes de información y recepción de opiniones pueden ampliarse si —además de las consultas en los formatos tradicionales—, se atiende a las ediciones digitales de algunos periódicos, a los cuales, además, se suman los comentarios en blogs (blogueros) o ciberdiarios. Al principio sonó excesivamente coloquial el tuteo de Zapatero, con Lorenzo Milá nada más entrar y luego con el resto. Me imagino que en un hombro tenía a su director de comunicación diciéndole que tuteara, y en el otro al ángel de la guarda diciéndole, como es

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Javier Medina López lógico, que es el presidente del Gobierno y que si se tratan de usted, hay que responder de usted, o de tú diciéndole «no me trate de usted». Esos detalles molan. Al final se lió un poco con eso, pero tiene mérito estar ahí ante 100 paisanos, en directo y en la tele. [http://www.blogdeladversario.blogspot.com, 30/03/2007]. En su comparecencia televisiva ante el pueblo, Rodríguez Zapatero se dirigió a él de tú. El pueblo, como es natural, le hablaba de usted. Rodríguez Zapatero, no. Él se empeñó en tutear a sus interlocutores. ¿Mala educación? Peor que eso: pésima. [http://www.libertaddigital.com, 24/04/2007].

El tema del tuteo presidencial parece ser un asunto que ha llamado la atención en más de una ocasión, si tenemos en cuenta la cantidad de información que aparece en la prensa y en Internet. Para ilustrar lo que digo, recojo el comentario de una noticia que contiene el periódico Libertad Digital, en el que se informa de una entrevista hecha también en TVE1 al Presidente del Gobierno el 19 de enero de 2005 en la que se trataron diversos temas de actualidad. Casi al final encuentro lo siguiente: «Y el presidente contestó a medias entre el tuteo y la lejana cortesía: “Le agradezco que me hagas [las cursivas son mías] estas preguntas: hay una comisión de sabios que van a producir un informe que se traducirá en una reforma legislativa”». [http://www.libertaddigital.com, 30/03/2007]. En otro de los blogs vinculados al periódico El Mundo, el profesor Arcadi Espada reflexiona sobre los usos tuteantes entre periodistas y políticos: El tuteo entre periodistas y políticos es muy frecuente en España. Y lo mismo sucede entre entrevistadores y entrevistados. En la mayoría de periódicos, sin embargo, se respeta la convención de eliminar el tuteo en la transcripción de las entrevistas. No está del todo claro por qué, pero es obvio que se quiere evitar al lector una molesta sensación de compadreo. [http://blogs.elmundo.es/elmundo/2008/01/27/elmundopordentro/1201438021. html]. [Consulta: 20/04/2009].

Un ejemplo más nos lo muestra El País [21/02/2008] en una noticia titulada «Rajoy pierde el respeto a Zapatero». Quien firma la misma, Carlos E. Cué, señala cómo lo habitual es el trato respetuoso de usted entre los políticos, al menos en público. La noticia en cuestión cuenta cómo el Sr. Mariano Rajoy en un mitin en Mahón (Menorca) rompió con los códigos del tratamiento al increpar, públicamente, al Presidente del Gobierno español. La frase, según Cué, fue pronunciada con un tono chulesco y con un tuteo retador: Estás mucho mejor cuando pones cara de víctima que cuando intentas recomendar que haya tensión y crispación. Yo, ni tensión ni crispación, yo estoy aquí divirtiéndome, porque estoy con los españoles contándoles lo que voy a hacer en los próximos cuatro años, cosa que tú no haces, tú sólo pides el voto para que no gane el PP. [Cursiva mía].

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3.2. Entre el tú, el usted y las formas mixtas. 2ª intervención en Tengo una pregunta para usted La segunda intervención del Presidente español en Tengo una pregunta para usted se produjo el 26 de enero de 2009. En esta ocasión, con el mismo formato televisivo, Rodríguez Zapatero respondió a 25 preguntas. Su actuación lingüística en cuanto al tratamiento fue —si se compara con el primer programa casi dos años antes— muy diferente. Y esto es así si se observa cómo en esta nueva comparecencia televisiva aparecieron formas con tú, con usted o, incluso en varias ocasiones, paradigmas mixtos. Empleó el usted con los interlocutores que sobrepasaban la barrera de los cuarenta años, reservando el tú para aquellos que se situaban en una franja entre los veinte y cuarenta. Dudó y alternó formas con algunos que estaban situados entre los treinta y cuarenta años. En cuanto a los temas tratados, no parece, según observo, que haya sido una variable que condicionara el trato dispensado. No obstante, es interesante el cambio de registro operado con el empresario de la construcción (36 años) al que trató de tú inicialmente, pero una vez que este interrumpe varias veces al Presidente y le dice cuánto gana como Jefe del Gobierno, el Presidente contesta con un distante usted. Las explicaciones dadas por el Presidente nos indican que en 9 ocasiones utilizó claramente usted o formas pronominales de cortesía y tiempos verbales afines a 8 hombres y a 1 mujer cuyas edades oscilaban entre los 44 y los 66 años. Véanse algunos ejemplos: Respuesta dada a un electricista de 49 años: –Le agradezco su pregunta / –Quería decirle dos cosas / –Usted ha tenido / –Le animo a que no pierda. [Asunto: la crisis económica]. Respuesta dada a un delegado comercial de 59 años: –En el caso que usted plantea / –Luego, como sabe, va a tener una prestación / –Ya se lo digo yo de antemano / –Todos los temas como los que usted ha planteado / –Sugerencia que usted ha hecho. [Asunto: la edad de jubilación].

Las formas tuteantes fueron empleadas sin dudas en 7 ocasiones para dirigirse a 3 hombres y 4 mujeres con edades comprendidas entre los 29 y los 42 años. Respuesta dada a una estudiante de 23 años: –¡Hola, Diana! / –Quizá te refieras a la LOU. [Asunto: el Plan Bolonia]. Respuesta dada a una dependienta de 32 años (discapacitada): –Yo creo Izaskun que te he escuchado como todos los españoles y… / –Sería un honor para mí que pudieras trabajar / –He de decirte que esta es / –Estoy convencido que tu ejemplo hoy aquí puede ser extraordinariamente importante/ –Te agradezco mucho lo bien que lo has

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Javier Medina López hecho, el ejemplo que has dado demostrando a todos que puedes hacer tu trabajo mejor o igual que cualquier persona. [Asunto: el síndrome de Down].

Respuesta dada a un pintor de 42 años. –Me hago cargo y entiendo tu angustia, tu preocupación y tu situación / –Desde luego, en tu tierra también / –Lo he explicado antes te lo repito, lo repito / –No tengo en la cabeza cuántas en tu tierra / –Y también naturalmente a tu actividad / –Como sabes, hemos acordado / –Que seguramente adquiriste en un momento dado. [Asunto: la crisis económica].

Los ejemplos que ilustran los paradigmas mixtos (usos alternativos pronominales y verbales tanto de tú como de usted) fueron en 4 momentos en los que el Presidente titubeó en cómo responder a su interlocutor. Respuesta dada a un traductor de 29 años: –Muy bien, muchísimas gracias por tu, por su pregunta/ –Ha citado algún país / –Un segundo, sabes…/ –Por ejemplo, ya que habla de armamento… / –En fin, creo que conoces que nuestro Gobierno / –Y estarás de acuerdo conmigo… [Asunto: la venta de armas]. Respuesta dada a un empresario de la construcción de 36 años: –Le agradezco mucho / –Te puedo asegurar que lo entiendo / –Entiéndame / –Me has dicho que eras empresario de la construcción / –Acabo de referirte que hemos puesto en marcha un plan que seguro que conoces… seguro que lo conoces. [Después de una interrupción del empresario en la que le dice cuánto gana el Presidente >]: –que mantenga, mantenga la confianza, ese espíritu le lleva / –Que no desista ante la posibilidad que le digo para un sector como el suyo que recibe… [Asunto: la crisis económica].

A diferencia del primer programa, solo un invitado tuteó al Presidente al referirse, en su conjunto, a la clase política. Pregunta hecha por un restaurador de 37 años: Pregunta: Usted… todos los políticos utilizáis Audis / –Perdón, ¿pero por qué no dais el ejemplo primero vosotros y compráis un coche que se fabrique aquí en España? Presidente: Pero… tomo nota de tu ejemplo y si se dan las condiciones daré las indicaciones oportunas.

Como cabría esperar, de nuevo la prensa también se percató ampliamente del cambio de registro empleado. Entre la información recabada por mí, destaco ahora las páginas que el periódico La Razón dedicó a este asunto [1/02/2009]. En un amplio reportaje, Gonzalo Suárez titula su análisis con un significativo «Una pregunta para ¿usted? El imparable auge del tuteo». En uno de los sumarios se adelanta lo siguiente: El uso del tú fue uno de los detalles más llamativos del debate televisivo de Zapatero. Con su renuncia al usted, intentó presentarse como un líder cercano en tiempos de crisis. ¿Es el fin de la cortesía como la conocemos? [La Razón, 1/02/2009, pág. 78].

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El análisis que recoge La Razón manifiesta cómo el Presidente se mostró ambiguo en el trato, de qué manera el tú se ha convertido en los últimos años en un campo de minas lingüístico, cómo se han impuesto los modelos libres de toda etiqueta y formalismo que, según parece, favorecen el tuteo, además de presentar al público una guía práctica del tú y el usted basada en el uso, los esquemas protocolarios y las normas tradicionales de educación a las que se han vinculado estos pronombres. En opinión de un experto en comunicación política —siempre según fuentes del citado periódico— el Presidente «Quería transmitir el mensaje de que los españoles podemos salir de ésta si trabajamos juntos […]. Para ello, el tú es más eficaz, porque enseguida te lleva al nosotros. En cambio, el usted es menos inclusivo: te aleja de la gente». En otros casos, los expertos en protocolo y comunicación manifiestan que la forma debe ser mutua: «El trato debe ser recíproco. Si le llaman de tú, tienes derecho a responder con la misma fórmula. Pero si le tratan de usted, es una grosería tutear a su interlocutor» [La Razón, 1/02/09, p. 78].

3.3. Tuteo y prensa Lo cierto es que desde hace muchísimo tiempo en la prensa escrita se encuentran opiniones de los cambios sociales acaecidos y su repercusión en los deícticos sociales y de vez en cuando estos medios ofrecen opiniones y artículos de mayor o menor calado sobre este asunto. Algunos hablan de la práctica del tuteo como algo incómodo o gesto de mala educación que borra los límites entre la familiaridad y el respeto [Francisco Ayala, El Día (Tenerife) 20/10/2001]; Armando de Miguel en Libertad Digital [08/09/2005] titula su artículo «El tú y el usted» y en el mismo hace una serie de consideraciones sobre el buen gusto o no de tutear, además de una comparativa de lo que ocurre en otras lenguas; otros se refieren, en fin, a su frecuencia muy extendida en los colegios e institutos donde la relación profesor-alumno se ha igualado, desterrando cada vez más las apariciones del usted que antaño estaban tan ligadas al maestro, tal y como se recoge en un significativo «Oye tú, profe…» publicado el 2/07/2007 en El Mercantil Valenciano [levante-emv.com]. El tema de las formas de tratamiento en la enseñanza ha sido un asunto que ha suscitado un gran debate entre todos los miembros y colectivos implicados en este sector. La prensa española informa de lo que ocurre en Francia2 y, además, analiza las propuestas del Defensor del Pueblo español para que se destierre el tuteo y vuelvan a recuperarse

2

Véase, por ejemplo, la noticia de Público.es titulada «¿Por qué me tutea la poli?». Se trata de los usos de tu o vous en Francia por parte de la policía a jóvenes de barrios marginales. [http://www.publico.es/internacional/060892/por/tutean/maderos].

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Javier Medina López

actitudes de respeto hacia la figura del docente como muestra de reconocimiento a su autoridad [Javier Arnal, Las Provincias, 2/07/2007]. Por su parte, Albert Manet [La Vanguardia, 4/9/2007] en «Tuteo y voseo» se lamenta igualmente del auge imparable del tú y señala que «Hoy el tú se está generalizando porque la juventud casi no sabe usar otro tratamiento y porque era y es el distintivo de partidos o sindicatos, de izquierda o de derecha, que tienen como marchamo el camarada o el compañero. […]». En otros casos, en fin, se opina sobre el tuteo en el mundo del Derecho y el empleo, en general, de las formas de tratamiento en el protocolo judicial, tal y como opina Purificación Pujol Capilla, autora del libro Guía de comportamiento en las actuaciones judiciales (2008), donde se recomiendan los modelos corteses relacionados con el usted. Dice la autora en un pequeño artículo titulado «El tuteo en la Oficina Judicial» [La Tribuna del Derecho, nº 46, 2008] que «Cuando leemos las estadísticas del CGPJ sobre quejas de los ciudadanos por el funcionamiento de los Juzgados y Tribunales, observamos que más de un 80% lo son exigiendo una justicia más atenta y respetuosa. De ello se deduce que el ciudadano lo que pide es más respeto… más uso del «usted»… entre otras cosas». Añade, además, un final de sus reflexiones que me parece muy ilustrativo: «Ya he contado en reiteradas ocasiones —dice la autora— aquella anécdota del joven que en un interrogatorio tuteaba al Abogado; el juez le recriminó su actitud diciendo: “por favor háblele de usted al señor Letrado” a lo que el joven respondió: “¿De mí?, ¿y qué quieres que le cuente?”» [cursiva mía].

4. Para concluir La interacción lingüística marcada por el Presidente del Gobierno español en el contexto televisivo admite, desde luego, varias interpretaciones, una de ellas, como he indicado, desde los recientes análisis de la cortesía y descortesía y que más ampliamente he expuesto en otro lugares (Medina López 2009 y 2010). Pocos han sido los comentarios positivos hacia el trato interpersonal dado por el Presidente: en algunos casos se habla de «gesto de acercamiento», en otros de una intencionalidad de «mostrarse próximo con el tú…» o de dar una imagen de «buen rollito con el tú». Por el contrario, los calificativos y las estrategias descorteses hacia su empleo son los más frecuentes: «no acortó distancias», «marcó diferencias», «presume de talante y tutea…», «los poderosos hablan de tú y escuchan usted», «argumentó que le cuesta el usted…», «afrancesado», «excesivamente coloquial», «tono paternalista», «tuteo paranormal», etc. El cambio de registro manifestado en la sexta entrega de Tengo una pregunta para usted puede que obedezca al impacto producido por la general desaprobación del tuteo empleado en la primera edición de 2007. Es muy probable que el Presidente intentara amoldarse en su segunda comparecencia televisiva a lo esperable en un

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plató de televisión, a las circunstancias comunicativas específicas y que, además, alternara tú y usted (y formas afines) teniendo en cuenta las edades de sus interlocutores, como se ha visto.

Referencias bibliográficas BLAS ARROYO, José Luis (1994): «Los pronombres de tratamiento y la cortesía», Revista de Filología de la Universidad de La Laguna 13: 7-35. BRAVO, Diana (2004): «Tensión entre universalidad y relatividad en las teorías de la cortesía», en Diana Bravo y Antonio Briz (eds.), Pragmática sociocultural: estudios sobre el discurso de cortesía en español, Barcelona: Ariel, 15-37. MEDINA LÓPEZ, Javier (2009): «El tú del Presidente. La ruptura del rol social», Revista Española de Lingüística (en prensa). — (2010): «El tuteo presidencial: ¿descortesía o cambio de talante?», en Francesca Orletti y Laura Mariottini (eds.), La descortesía en español: ámbitos teóricos y metodológicos de estudio, Roma: Università degli Studi Roma Tre Roma (en prensa).

¿Tiene objeto de estudio propio la Formación de palabras? Marcial Morera

Los primeros estudiosos en hablar de manera más o menos concreta de Formación de palabras fueron ciertos lingüistas europeos, como Humboldt (1990) o Michel Bréal (s. a.), y algunos gramáticos tradicionales (pienso, por ejemplo, en la Real Academia Española o en Rafael Seco), que solían dedicar a dicha materia un capítulo entero de sus obras, ubicado por lo general inmediatamente después de la Morfología y antes de la Sintaxis, como puede comprobarse en el conocidísimo Manual de gramática española del mencionado Rafael Seco (1975: 129-139). El objetivo de este nuevo capítulo gramatical era el estudio (generalmente, más formal que semántico) de la estructura de las palabras derivadas y las palabras compuestas exclusivamente, pues se suponía que las palabras primitivas eran unidades dadas por la lengua misma, y no unidades construidas en el discurso. Con el paso del tiempo, este flamante capítulo gramatical terminó independizándose del ámbito del conocimiento en que había nacido, se centró sobre todo en los aspectos semánticos del problema (entendiendo el término semántico en un sentido puramente referencial) y se convirtió en una materia lingüística independiente. «La formación de palabras —escribe Eugenio Coseriu (1978: 256), uno de los semantistas más reputados de la segunda mitad del siglo XX— es un dominio autónomo de las lenguas que abarca hechos paragramaticales y hechos puramente léxicos». El éxito de esta nueva disciplina ha sido tan arrollador, que, al presente, atesora una abrumadora cantidad de publicaciones (Alemany Bolufer fue pionero de su estudio en el ámbito hispánico, con su, por muchos aspectos excelente, Tratado de formación de palabras, de 19201), es constante objeto de estudio en infinidad de seminarios, coloquios, simposios, congresos, etc., y hasta ha alcanzado el rango de asignatura universitaria en los planes de estudios de muchas facultades de letras. Y no solo esto, sino que, con esa independencia, el nuevo campo de estudio amplió también los objetivos que le había asignado la vieja gramática, pues ahora no se limita al estudio de las palabras derivadas y las palabras compuestas, como antes, sino que también se ha marcado como objetivo el estudio de lo que Pottier (1976) denominó lexías complejas y Martinet (1987: 47-58), sintemas, los préstamos léxicos procedentes de lenguas extranjeras, los acrónimos, los acortamientos y hasta los

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Publicado primero en varias entregas con el nombre de «De la derivación a la composición de las palabras en la lengua castellana», en la Revista de Filología Española, entre 1917 y 1919.

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desarrollos metonímicos y metafóricos de los sentidos de las palabras. Los mecanismos de formación de palabras son, escribe Mervyn F. Lang (1992: 11-12), principalmente morfológicos, y están referidos a las distintas formas de combinación de las palabras y de sus subunidades, si bien la formación de palabras suele incluir también otros procedimientos como: préstamos de otras lenguas, formación de nuevos términos mediante la combinación de las letras iniciales de los nombres de instituciones —generalmente conocida como acronimia— o la eliminación de unidades en final de palabras, conocida como apócope o acortamiento (clipping). La pregunta que queremos plantearnos nosotros aquí es la siguiente: ¿son las palabras derivadas, las palabras compuestas, las lexías complejas o sintemas, los préstamos léxicos, los acrónimos, los acortamientos, los desarrollos metafóricos y metonímicos de las palabras, etc., objetos de estudio propios (y subrayamos el término propio) de la mencionada disciplina? Evidentemente, no, como sabe cualquier conocedor de los estudios del lenguaje. Para empezar, la palabra derivada es el objeto de estudio propio de esa disciplina gramatical tradicional que se suele denominar Morfología, porque lo que la caracteriza es que implica complementación morfológica, una complementación que se expresa mediante signos sin significación categorial (sufijos, los denomina la gramática tradicional) que amplían de forma continua la significación de los signos con determinación categorial (Morera 2005). Así, es imposible estudiar seriamente la estructura semántica de la palabra derivada española nacional, por ejemplo, si no se recurre a un análisis morfológico específico, porque la misma no es otra cosa que un conjunto de modificaciones morfológicas del verbo nacer, que lo que viene a significar constante e invariablemente es algo así como ‘surgimiento de algo que no existía externamente – en proceso’. ¿Cuáles son en concreto estas transformaciones morfológicas?: conversión de nacer en nato mediante el complemento morfológico -to, que ‘cierra puntualmente dicho proceso’; conversión de nato en nación mediante el complemento morfológico -ía, que presenta a su base como ‘emanación activa’; y conversión del derivado nación en nacional mediante el complemento morfológico -al, que presenta su base ‘externamente expandida en todas las direcciones de su materia semántica’. De ahí que se pueda decir que lo que significa verdaderamente la palabra española nacional, si dejamos al margen sus diferentes orientaciones de sentido nocionales, es algo así como ‘surgimiento de algo que no existía externamente – en proceso – puntualmente terminada – como emanación activa – externamente expandida en todas las direcciones de su materia semántica’. Examinemos otros ejemplo: tampoco se puede estudiar la palabra derivada factura si no se recurre a la Morfología, porque, como es evidente, dicha palabra derivada no es otra cosa que una modificación morfológica del verbo hacer, que lo que viene a significar constante e invariablemente es algo así como ‘resultado externo de la aplicación de una actividad, saber, habilidad, capacidad, aptitud, ejercicio,

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causa, circunstancia, etc., interno al sujeto – en proceso’. Más concretamente: lo que tenemos aquí, en primer lugar, es la conversión del verbo hacer en facto, mediante el citado complemento morfológico -to, que lo presenta ‘puntualmente terminado’; en segundo lugar, conversión de dicha forma en *factur-, mediante el complemento morfológico -ur-, que lo presenta como ‘abstracción no esencial pasiva’; y, en tercer lugar, conversión de *factur- en factura, mediante el complemento morfológico -a, que lo presenta como ‘internamente expandida’. Lo que significa factura desde el punto de vista de la lengua no es otra cosa, por tanto, que ‘resultado externo de la aplicación de una actividad, saber, habilidad, capacidad, aptitud, ejercicio, causa, circunstancia, etc., interno al sujeto – en proceso – puntualmente acabado – como abstracción no esencial pasiva – internamente expandido’. Por tanto, cuando la Formación de palabras analiza de forma coherente las palabras derivadas, lo que realmente está haciendo es Morfología, y nada más que Morfología. Como reconoce el citado Mervyn F. Lang (1992: 23), «la estructura morfémica es fundamental para el análisis de los procesos de formación de palabras». Si esto no se ha entendido así en muchas ocasiones, ha sido porque la gramática tradicional (tampoco la moderna, dicho sea de paso) nunca dio buena cuenta de la naturaleza semántica de ese constituyente fundamental de las lenguas naturales que es la complementación morfológica, ni de los valores de lengua de las unidades que se encargan de ejercerla, que son los citados sufijos. Hasta tal punto coincide en parte la nueva Formación de palabras con la vieja Morfología, que muchos autores usan a veces ambos términos como sinónimos, al tiempo que otros incluyen la primera en la segunda. Así, para Soledad Varela (2005: 8), el vocabulario español se ha enriquecido también —y sigue enriqueciéndose constantemente— con un gran número de palabras que se han formado, mediante procedimientos internos a la propia lengua española, a través de ciertos mecanismos formales o morfológicos. Cuáles son estas palabras, cómo se forman, de qué elementos están compuestas o qué relaciones establecen entre sí es el contenido de esta parte de la morfología de la lengua que conocemos como ‘formación de palabras’. Por su parte, la palabra compuesta es objeto de estudio propio de esa disciplina gramatical tradicional que se suele denominar Sintaxis, porque lo que caracteriza a esta unidad compleja de las lenguas naturales es que implica complementación sintáctica, una complementación que se expresa mediante signos con significación categorial que amplían de forma discontinua la significación de otros signos con categoría gramatical (Morera 1999: 209-229). Precisamente por ello se ha dicho siempre que las palabras compuestas implican dos unidades léxicas independientes. Así, es imposible dar cuenta seriamente de la estructura semántica de la palabra compuesta española pisapapeles, por ejemplo, si no se recurre a un análisis sintáctico, porque la misma no es otra cosa que una función sintáctica entre el verbo pisar (reducido a su lexema verbal), que actúa como núcleo, y el sustantivo en caso recto

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papeles, que actúa como complemento directo, más una recategorización sustantiva de todo este sintagma verbal por una suerte de especialización designativa unitaria. De la misma manera, tampoco puede explicarse coherentemente la palabra compuesta perseguir si no se tiene en cuenta que se trata de la conjunción sintáctica del verbo seguir ‘movimiento en pos de – en proceso’ y la preposición de ‘tránsito’ per(variante de expresión de por), que lo complementa indirectamente mediante una relación de ‘tránsito’: perseguir es algo así como ‘movimiento en pos de – en proceso – situado en una relación de tránsito a través de un punto de referencia abstracto’. Por tanto, cuando la Formación de palabras analiza de forma coherente las palabras compuestas lo que realmente está haciendo es Sintaxis, y no otra cosa que Sintaxis. Marchand (1969), uno de los lingüistas más citados en el campo de la formación de palabras, nos dice que lo que él denomina expansiones (nuestros nombres compuestos y verbos prefijados) implican dos elementos independientes en relación de determinación y que el componente determinado puede representar a toda la combinación. Pues bien, eso precisamente es lo que caracteriza al sintagma, sea nominal, adjetivo o verbal: combinación de dos elementos con significación categorial (núcleo y complemento) en relación de determinación y posibilidad del núcleo de sustituir a toda la combinación. Si esto no se ha entendido habitualmente así hasta ahora, ha sido en buena medida porque la gramática tradicional no se ocupó nunca en serio de esas unidades léxicas que llamamos palabras compuestas. En tercer lugar, también la lexía compleja o sintema (en realidad, todas las unidades del llamado discurso repetido) es objeto de estudio propio de la misma Sintaxis, porque lo que la caracteriza es que está constituida por los procedimientos sintácticos de las lenguas naturales. Así, resulta imposible estudiar seriamente la lexía compleja o sintema mando a distancia sin recurrir a un análisis sintáctico, porque la misma no es otra cosa que un sintagma nominal constituido por el sustantivo nuclear mando y el sintagma preposicional a distancia, que sitúa aquel en una relación externa de ‘punto final absoluto de un movimiento de aproximación’ respecto del sustantivo régimen distancia. Por tanto, cuando la Formación de palabras analiza de forma coherente las lexías complejas, lo que realmente está haciendo es Sintaxis. Si esto no se ha solido entender habitualmente así, ha sido porque los estudiosos de estos problemas han considerado (confundiendo, como siempre, el significado con el sentido) que estas combinaciones han sufrido un proceso de desemantización y se han fijado en un sentido unitario que nada tiene que ver con el significado individual de las palabras que las constituyen. La verdad, sin embargo, es que, desde el punto de vista más estrictamente idiomático, los constituyentes individuales de estas combinaciones y las relaciones sintácticas que los unen mantienen intacto su valor invariante, aunque algunos de ellos lleguen a perder sus sentidos contextuales más habituales y la construcción en su totalidad se especialice en una función referencial determinada. Piénsese, por ejemplo,

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en una combinación ya absolutamente fosilizada en el uso como poner a alguien a caer de un burro, que los diccionarios al uso definen como ‘insultarlo o reprenderlo con dureza’. ¿Carece esta frase de motivación semántica, como se suele afirmar habitualmente? ¿Han perdido los verbos poner y caer, el sustantivo burro, el mostrativo un y las preposiciones a y de su significación invariante? ¿Carecen estas palabras aquí de las funciones sintácticas que les son habituales? Nosotros creemos francamente que no, que lo que significa esta frase es lo que indican sus palabras y las relaciones que existen entre ellas, y que lo que se suele llamar «el significado unitario de la construcción» (en este caso ‘insultar o reprender con dureza’) no es otra cosa que una interpretación metafórica concreta que se superpone a su estructura semánticolingüística básica, que es lo único dado en la lengua y por ella misma. Los préstamos léxicos procedentes de otras lenguas, los acortamientos de palabras y los acrónimos son objeto de estudio propio de la Lexicología, puesto que se trata de la constitución de nuevas unidades léxicas. Así, la palabra española almacén (del árabe almahzán), que lo que significa constante e invariablemente es algo así como ‘depósito de algo en espera de uso’, solamente puede ser estudiada desde el punto de vista léxico, porque lo que entra en juego aquí no es otra cosa que la constitución de una nueva raíz léxica a partir de una palabra de un sistema lingüístico extraño. Por tanto, cuando la Formación de palabras se plantea seriamente el estudio de los préstamos idiomáticos, los acrónimos, los acortamientos de las palabras, etc., lo que realmente está haciendo no es otra cosa que Lexicología en el más estricto sentido de la palabra. Si esto no se suele entender habitualmente así es porque la Lexicología actual (tanto en su versión generativa como en su versión estructural o funcional) solamente se preocupa por el estudio de las acepciones de las palabras, de forma individual o en campos semánticos, en lugar de ocuparse, en primer lugar, de la significación invariante de las raíces léxicas y de sus fuentes principales, que deberían ser su cometido primordial. Y, en realidad, las cosas no pueden ser de otra manera porque esos segmentos de discurso que llamamos palabras, sintagmas y oraciones son unidades textuales que se constituyen con las reglas (categoriales, morfológicas y sintácticas) del sistema gramatical, a partir de las raíces o significaciones primarias de las lenguas naturales, y no mediante otro tipo de reglas, existentes solamente en la cabeza de algunos teóricos del lenguaje. En la formación de palabras se trata ciertamente —escribe Eugenio Coseriu (1978: 253)— de una «gramática del léxico», pero esta gramática no debe confundirse con la gramática en sentido estricto, ya que en este caso se trata de funciones gramaticales diferentes de las que se presentan en la morfosintaxis. Por ello, justamente, es preferible hablar, no de funciones «gramaticales» simplemente, sino de funciones «semejantes a las de la gramática» o «paragramaticales». Así, por ejemplo, la formación de «colectivos» implica, por cierto, una pluralización, pero no se trata en tal caso de un simple «plural», sino de una «pluralidad» que se considera como unidad (arboleda no es lo mismo que árboles).

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Y efectivamente así es: la cuantificación de los colectivos no es igual que la cuantificación del plural. Por ejemplo, el sufijo -al (variante de expresión -ar) de combinaciones como pinar, sauzal, etc., no pluraliza al sustantivo con que se combina, sino que simplemente lo presenta como ‘externamente expandido en todas las direcciones de su materia semántica’, y de ahí el sentido colectivo que se suele atribuir a estos derivados en la realidad concreta del hablar. Por ello, como señala el mismo Coseriu, esta pluralidad se percibe como unidad. Pero que la complementación de los sufijos no implique cuantificación discontinua, como el morfema -(e)s de plural, sino cuantificación continua, no demuestra en absoluto que no se trate de signos gramaticales, sino de signos paragramaticales. En realidad, lo que tenemos aquí es un problema terminológico. Para estos autores, parece que solo es gramatical la sintaxis oracional y la llamada «morfología flexiva», pero no la sintaxis compositiva y lo que se suele llamar «morfología derivativa». En rigor, sin embargo, a la gramática pertenecen no solamente la complementación discontinua y los morfemas constitutivos, sino también la complementación continua y los morfemas facultativos. En el más estricto sentido de la palabra, no hay ninguna diferencia esencial entre la complementación del sustantivo mediante los morfemas de género y su complementación mediante los morfemas diminutivos, etc. (en ambos casos nos encontramos con un problema de cuantificación interna). Por tanto, la construcción de colectivos como arboleda, mujerío, pinar u hormiguero, por limitarnos solamente a unos cuantos ejemplos, implica un procedimiento gramatical, el procedimiento gramatical que llamamos complementación morfológica (que amplía de forma continua la significación del núcleo), que se opone, como hemos visto ya, a la complementación sintáctica (que amplía de forma discontinua la significación del núcleo), que es lo que tenemos en la base de construcciones plurales como árboles, mujeres, pinos y hormigas. Por otra parte, tampoco hay diferencia esencial entre compuestos como contraponer, entender, etc., y oraciones como poner contra… y tender en…: la relación que existen entre los elementos relacionados es en cada uno de los casos exactamente igual: una relación sintáctica indirecta de ‘movimiento de aproximación por el polo positivo de un punto de referencia’ en el caso de contraponer y poner contra…, y una relación sintáctica indirecta de ‘situación de ubicación absoluta’ en el caso de entender y tender en… La diferencia entre estos dos tipos de construcciones radica única y exclusivamente en el plano referencial, en la relación de estos signos con la realidad designada: los constituyentes de contraponer y entender no presentan referencia individual, sino que se encuentran especializados conjuntamente en una referencia unitaria. De ahí que su estructura sintáctica actúe en el nivel preoracional; los constituyentes de poner contra… y tender en… presentan referente particular. De ahí que su estructura sintáctica actúe en el nivel oracional. Por eso, frente a los que apelan a unas supuestas reglas paragramaticales para explicar el vocabulario de las lenguas naturales, creemos nosotros que lo que realmente

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hay que hacer es analizar cómo actúa la gramática sobre las raíces léxicas y describir luego el campo de usos de las palabras resultantes. Yo, que llevo trabajando en un diccionario de familia de palabras de la lengua española desde hace ya más de diez años, puedo decir que, para analizar adecuadamente las más de seiscientas familias que llevo estudiadas hasta ahora, y que suman más de treinta mil palabras en total, no he necesitado apelar a otros recursos lingüísticos que no sean los procedimientos gramaticales (categoriales, morfológicos y sintácticos) y las significaciones léxicas primarias de dicha lengua. Analizado el problema con objetividad, en el plano del contenido de las lenguas naturales no hay más que raíces léxicas y gramática. Otra cosa es el problema de las arbitrarias orientaciones de sentido que las palabras (sean primitivas, derivadas o compuestas), los sintagmas y las oraciones desarrollan en la realidad concreta del hablar. Esto es en verdad asunto que no interesa ni a la Lexicología propiamente idiomática ni a la Gramática, sino a la lingüística del habla. Ni a la Lexicología sensu stricto ni a la Gramática, que son disciplinas semántico-formales, les interesa lo más mínimo si las significaciones invariantes ‘surgimiento de algo que no existía externamente – en proceso – puntualmente acabado – como emanación activa – externamente expandido en todas las direcciones de su materia semántica’ de la palabra derivada nacional, ‘resultado externo de la aplicación de una actividad, saber, habilidad, capacidad, aptitud, ejercicio, causa, circunstancia, etc., interno al sujeto – en proceso – puntualmente acabado – como abstracción no esencial pasiva – internamente expandido’ de la también palabra derivada factura’, ‘pisar directamente complementado mediante el sustantivo en caso recto papelessustantivado’ de la palabra compuesta pisapapeles, ‘movimiento en pos de – en proceso – situado en una relación de movimiento de tránsito a través de un punto de referencia abstracto’ de la también palabra compuesta perseguir y ‘mando situado en una relación de punto final absoluto respecto del sustantivo distancia’ de la lexía compleja mando a distancia se han especializado en los conceptos ‘perteneciente o relativo a una nación’, ‘relación de los objetos o artículos comprendidos en una venta, remesa u otra operación de comercio’, ‘utensilio que se pone sobre los papeles para que no se muevan’, ‘seguir a quien va huyendo con ánimo de alcanzarlo’ y ‘regulador automático a distancia del funcionamiento de un aparato’, respectivamente. Hasta tal punto esto es así, que la denotación de una palabra puede incluso faltar, sin que esto tenga la más mínima consecuencia para su estructura idiomática2.

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Piénsese, por ejemplo, en los compuestos riomar, desiertoriomar y riomardesierto que aparecen en el poema de Juan Ramón Jiménez titulado precisamente Riomardesierto, de su libro Animal de fondo: «A ti he llegado, riomar,/ desiertoriomar de onda y de duna…/ Por ti,/ desierto mar del río de mi vida,/ hago tierra mi mar…/ Por mí, mi riomardesierto,/ la imajen de mi obra en dios final/ no es ya la ola detenida, / sino la tierra solo

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Como señala Coseriu (1978: 243), tan acertadamente en este caso, la designación (es decir, la relación signo(s) – realidad extralingüística, o la realidad extralingüística misma, en cuanto «hecho» designado en cada caso) no coincide en absoluto con el significado sistemático: resulta más bien de la norma de la lengua (incluso de sendas fijaciones dentro de la norma) y / o del conocimiento general y particular de las «cosas» extralingüísticas. Las designaciones pueden, ciertamente, considerarse como determinación ulterior y complementaria de los procedimientos de formación de palabras, pero no puede considerarse antes del significado y como determinación primaria (definitoria).

Efectivamente, así es: la designación y la denotación son en realidad cuestión ajena a la lengua como sistema, aunque no a la construcción del texto. Este tipo de contenido, que se suele confundir con el verdadero significado de las unidades lingüísticas, ha sido el objeto de estudio de la Lexicología y la Lexicografía tradicionales. Obviamente, a este ámbito de la variación (y no al nivel de la significación formal) pertenece también todo lo relacionado con ese problema de discurso que son las aplicaciones metafóricas y los desplazamientos metonímicos de los sentidos de las palabras. Por eso, cuando la Formación de palabras se plantea en serio el estudio de las acepciones metafóricas y metonímicas de las palabras, el sentido unitario que atribuyen a las palabras derivadas, las palabras compuestas y las lexías complejas o sintemas, su supuesta estructura argumental, etc., etc., lo que realmente está haciendo es Lexicología, Lexicografía, comentario de texto o simplemente lingüística de habla. De esta manera, llegamos a la conclusión de que la Formación de palabras, cuando opera correctamente, no es otra cosa que la conjunción de esas disciplinas lingüísticas tradicionalmente denominadas Morfología, Sintaxis y Lexicología, que estudian los aspectos semántico-formales de las unidades, y Lexicografía, que se ocupa de sus aspectos

detenida/ que la inquieta, inquieta, inquieta». ¿Carecen estos inéditos nombres compuestos juanramonianos de significación, por el hecho de que carezcan de referencia definida? Por supuesto que no. El compuesto ríomar es una construcción sintáctica impecable del español, en que el sustantivo río aparece directa o apositivamente complementado mediante el sustantivo en caso recto mar. Igualmente, la forma desiertoriomar es una construcción sintáctica impecable, en que el mencionado nombre compuesto riomar aparece calificado explicativamente mediante el adjetivo antepuesto desierto. Por último, la forma riomardesierto tampoco tiene nada de agramatical, sino todo lo contrario: se trata del mencionado nombre compuesto ríomar calificado ahora específicamente mediante el mismo adjetivo. Por lo demás, si todo el compuesto se entiende como unidad de una oración, es porque se considera nombre de una referencia unitaria. Digamos que lo que ocurre en los compuestos es que su integración denotativa se produce por razones referenciales antes de llegar a la oración.

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invariantes o conceptuales. Desde este punto de vista, se puede decir que ni siquiera se trata de una disciplina que agote el estudio del vocabulario, dado que deja fuera de consideración las palabras primitivas, que, desde el punto de vista del sistema de la lengua, también son unidades complejas, puesto que implican siempre la asociación de una raíz léxica o significación primaria y una determinada significación categorial. Esta mezcolanza de disciplinas y saberes tan heterogéneos es la que ha determinado que la Formación de palabras no haya tenido nunca (ni pueda tener) teoría idiomática propia y que más de una vez muchos lingüistas hayan manifestado grandes reservas respecto de su coherencia, a pesar de contar con el padrinazgo de estudiosos del lenguaje tan altamente cualificados como Michel Bréal y Eugenio Coseriu. Ya desde la década de los sesenta del siglo pasado se quejaba Paul Lloyd (1963-1964: 736) de que «la formación de palabras es un miembro tolerado pero no aceptado por los demás miembros de la familia lingüística». Por algo será.

Referencias bibliográficas BRÉAL, Michel (s. a.): Ensayo de semántica (Ciencia de las significaciones), Madrid: La España Moderna. COSERIU, Eugenio (1978): «La formación de palabras desde el punto de vista del contenido (A propósito del tipo “coupe-papier”)», en Gramática, semántica, universales, Madrid: Gredos, 239-264. HUMBOLDT, Wilhem von (1990): Sobre la diversidad de estructura del lenguaje humano y su influencia sobre el desarrollo espiritual de la humanidad, Madrid: Anthropos. LANG, Mervin F. (1992): Formación de palabras en español. Morfología derivativa y productiva en el léxico moderno, Madrid: Cátedra. LLOYD, Paul (1963-1964): «An Analytical Survey of Studies in Romance Word Formation», Romance Philology XVII, 2: 736-770. MARCHAND, Hans (1969): The Categories and Types of Present Day English WordFormation. A Synchronic-Diachronic Approach, Munich: Beck. MARTINET, André (1987): Sintaxis general, Madrid: Gredos. MORERA, Marcial (1999): «El sintagma: caracterización semántica, formal y designativa», Revista de investigación lingüística 2, vol. II: 209-229. — (2005): La complementación morfológica en español. Ensayo de interpretación semántica, Frankfurt am Main: Peter Lang. POTTIER, Bernard (1976): Lingüística general y filología hispánica, Madrid: Gredos. SECO, Rafael (1975): Manual de gramática española, Madrid: Gredos. VARELA, Soledad (2005): Morfología léxica: La formación de palabras, Madrid: Gredos.

Bases para la elaboración de un diccionario de la toponimia hispánica de Canarias Gonzalo Ortega Ojeda / Carmen Díaz Alayón / M.ª Isabel González Aguiar

1. Introducción La función de los nombres propios, y los topónimos lo son, no es otra que la de servir para identificar sus referentes convencionales. Sin embargo, es frecuente que la curiosidad idiomática y el afán de erudición conduzcan a muchos usuarios a preguntarse por los significados léxicos subyacentes en las palabras onomásticas, especialmente cuando intuyen que por su forma pertenecen a su mismo idioma. Incluso la indagación de ese significado a través de los diccionarios puede convertirse en una vía de enriquecimiento del acervo lingüístico particular del hablante, pues, además, el conocimiento del topónimo facilita mnemónicamente el archivo de tales datos léxicos. No hay que olvidar, asimismo, que tras la dilucidación del significado de estas palabras se suelen revelar interesantes indicios para la geografía, la botánica, la historia económica, la etnografía, la religiosidad y los mitos populares, etc., de la región correspondiente1. Sentado lo anterior, y si exceptuamos el patrimonio toponímico de origen prehispánico, debemos decir que la base de los nombres de lugar del Archipiélago Canario está constituida casi exclusivamente por palabras de raigambre castellana, consecuencia directa de su contundente romanización y de sus cinco siglos de historia. No obstante, a pesar de su origen patrimonial, para muchos usuarios de las Islas algunas de esas palabras resultan a fecha de hoy enteramente indescifrables desde el punto de vista de su significado léxico, y ello por tres razones básicas que tienen que ver con la naturaleza lingüística de las palabras toponímicas2: a) No pocos términos toponímicos se refieren a nombres comunes que han devenido arcaicos en la actualidad. Así ocurre con voces como:

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Así, por ejemplo, hay constancia histórica de que la introducción en Canarias desde Madeira del arbusto llamado zumaque (Rhus coriaria), de donde el topónimo frecuente El Zumacal (Gran Canaria, Tenerife, La Palma), respondió a la necesidad de disponer de los taninos de su savia para ser utilizados en las curtidurías o tenerías de las Islas, antes de la utilización de los curtientes sintéticos. Así lo denuncian expresiones hechas como «más molido que un zumaque» o la de «oler más mal que una tenería». Las definiciones que se reproducen a continuación proceden del DRAE cuando se trata de voces generales, y del Diccionario de canarismos, cuando se definen palabras dialectales.

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Gonzalo Ortega Ojeda / Carmen Díaz Alayón / M.ª Isabel González Aguiar almatriche. m. Agr. reguera (‫ ׀׀‬canal de riego). breña. f. Tierra quebrada entre peñas y poblada de maleza. majuelo. m. Viña, especialmente la joven. maquila. f. Porción de grano, harina o aceite que corresponde al molinero por la molienda. médano. m. Duna. 2. Montón de arena casi a flor de agua, en un paraje en que el mar tiene poco fondo. pósito. m. Instituto de carácter municipal y de muy antiguo origen, destinado a mantener acopio de granos, principalmente de trigo, y prestarlos en condiciones módicas a los labradores y vecinos durante los meses de menos abundancia. 2. Casa en que se guarda el grano de dicho instituto. restinga. f. Punta o lengua de arena o piedra debajo del agua y a poca profundidad. tenería. f. Curtiduría. veedor. m. Encargado por oficio, en las ciudades o villas, de reconocer si son conformes a la ley u ordenanza las obras de cualquier gremio u oficinas de bastimentos.

b) Otros se relacionan con el llamado «léxico disponible» de áreas como, por ejemplo, la hidrología, la orografía, la botánica, etc., y por esta razón su significado es desconocido para la mayor parte de los hablantes. Sirvan como ilustración el caso de palabras como: albercón. m. Derivado aumentativo de alberca (‫ ׀׀‬depósito artificial de agua, con muros de fábrica, para el riego). galgar. m. Derivado colectivo de galga (‫ ׀׀‬piedra grande que, desprendida de lo alto de una cuesta, baja rodando y dando saltos). juncia. f. Planta herbácea, vivaz, de la familia de las Ciperáceas, con cañas triangulares de ocho a doce decímetros de altura. Tiene hojas largas, estrechas, aquilladas, de bordes ásperos, flores verdosas en espigas terminales, y fruto en granos secos de albumen harinoso. Es medicinal y olorosa, sobre todo el rizoma, y abunda en los sitios húmedos.

c) El último grupo lo constituyen los canarismos léxicos presentes en la toponimia que resultan indescifrables para los hablantes urbanos, especialmente para los más jóvenes, amén de para los no canarios, por ser, a menudo, términos pertenecientes al mundo rural. Esto resulta patente en ejemplos como los siguientes: degollada. f. Depresión o garganta que permite el paso entre montañas. fajana. f. Terreno llano al pie de las laderas o escarpes y formado comúnmente por materiales desprendidos de las alturas que lo dominan, o arrastrados por las aguas, quedando estos depositados en los recodos de los barrancos. niota. (Cedronella canariensis) f. GC. Planta perfumada, con tallos de hasta 1.5 m. y hojas trifoliadas, con hojuelas lanceoladas con los bordes serrados. La corola es de color rosado. Posee propiedades medicinales. En otros lugares de las islas se denomina algaritofe.

Bases para la elaboración de un diccionario de la toponimia hispánica de Canarias 201 serventía. f. Camino que pasa por terrenos de propiedad particular y que los dueños de las fincas colindantes tienen derecho a utilizar, para comunicarse con los caminos públicos. solapón. m. Or. Especie de visera o saledizo que se proyecta en las paredes de algunos riscos, constituido por las capas geológicas más resistentes a la erosión y que forma una gruta o concavidad. sorriba. f. Acción o efecto de sorribar (‫ ׀׀‬romper o rebajar un terreno para prepararlo con fines agrícolas o para edificar).

Como se desprende de los ejemplos señalados, estas tres circunstancias que acabamos de exponer pueden actuar de manera concomitante en el mismo topónimo, hecho que dificulta aún más su desciframiento. Lo anteriormente indicado sugiere la conveniencia de elaborar un repertorio lexicográfico que proporcione la definición de los nombres comunes que subyacen en los topónimos hispánicos de Canarias, información que hasta ahora se encuentra muy dispersa y fragmentada en diferentes tipos de obras lexicográficas.

2. Fases del proyecto Para la determinación del corpus de nuestro diccionario, rastrearemos, en primer lugar, todos los catálogos toponímicos publicados para Canarias, amén de otros documentos como mapas, nomenclátores, fuentes catastrales, etc., con el fin de elaborar el listado de voces que se va a considerar. En una segunda fase, se discriminarán las palabras hispánicas y las ya hispanizadas de las prehispánicas. Y, en una tercera fase, efectuado el indicado expurgo, se procederá a la definición de las voces toponímicas seleccionadas.

3. Macroestructura del diccionario 3.1. Criterios para la selección del corpus, de acuerdo con el origen de las voces que se definirán Se incluirán todas las palabras toponímicas que tengan procedencia hispánica, sean generales (montaña) o dialectales (solapón)3.

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En principio, íbamos a restringir nuestro corpus a aquellos términos que constituyen topónimos simples o a aquellos que aparecen en el primer lugar de los topónimos complejos. Ello obedecía al hecho de que las palabras que figuran como determinaciones secundarias de un topónimo de base suelen ser imprevisibles y, además, transparentes. Así, por ejemplo, los nombres de los animales (cabra, vaca, oveja, ratón, etc.) suelen

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Se registrarán también las palabras portuguesas que se emplean como nombres comunes en la modalidad canaria del español (La Serventía, La Sorriba, La Fajana), así como las palabras de esta extracción ya desaparecidas como nombres comunes en el español de Canarias (Las Portelas). Se catalogarán igualmente las voces prehispánicas que funcionan como nombres comunes en la variedad canaria del español (Los Teniques, El Mocán, El Lomo de los Guaniles). La razón es que estas palabras han sufrido un proceso de adaptación al español de Canarias y son, a fecha de hoy, préstamos naturalizados del todo.

3.2. Criterios para la lematización Se indicarán las variantes fonéticas que presenten los topónimos (Porís/Pris, Granillar/Granadillar, Tanque/Estanque, etc.). En este caso, se utilizará el sistema de remisiones internas (de ordinario se definirá en la palabra considerada normativa —o más cercana a esta—, y se remitirá a dicha entrada desde las otras variantes fónicas). Cuando los términos evolucionados ya hayan cobrado oficialidad (El Porís, El Pris, Basayeta, La Degollada, El Muñigal, El Borbullón, La Carabela, Los (Es)cobesos, Jandida, etc.), habrá que presentarlos como tales, con indicación del término del que proceden. Conviene tener en cuenta que, a veces, por etimología popular, la diferencia entre el término primitivo y el actual es muy notable (Las Lajas del Eslabón/Las Lajas del Jabón, La Hoya (de) Calcines/La Hoya (de los) Calcetines, La Vuelta/La Huerta, Las Eretas/Las Seretas, Las Arenitas/La Serenita, etc.). En todos estos casos, el problema más peliagudo es decidir cuándo la deformación se hace oficial, especialmente en la microtoponimia. No conviene olvidar que el grado de erosión fonética de muchos topónimos, en boca de sus usuarios habituales, es muy elevado, pues lo importante, dada su naturaleza de nombre propio, es que en cada momento se conozca la convención en virtud de la cual se alude a un lugar mediante un nombre determinado. Además de las variantes fonéticas, se recogerán las variantes ortográficas que presenten los topónimos de acuerdo con la tradición escrita de algunas voces problemáticas (*Las Arbejas/Las Arvejas, *(Los) Arbejales/(Los) Arvejales, *Las Rosas/Las Rozas, *La Silla/La Cilla, *El Sidro/El Cidro, *Los Aceviños/Los Acebiños, etc.). En este caso,

aparecer en esta situación de determinación de un topónimo nuclear, mientras que, cuando no son léxicamente transparentes, se dan por lo general como elemento nuclear. Solo cuando el segundo término es muy singular (El Lomo de los Guaniles, Roque Prieto), íbamos a dar cuenta de él. Sin embargo, finalmente decidimos definir todas las palabras toponímicas, con independencia de que aparezcan o no en topónimos simples o lo hagan como segundo miembro de un topónimo complejo.

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se utilizará el sistema de remisiones internas: de ordinario se definirá en la palabra considerada normativa o más cercana a la etimología, y se remitirá a dicha entrada desde las otras variantes gráficas, salvadas algunas excepciones justificadas. Asimismo, se van a lematizar las proyecciones morfológicas (diminutivos, aumentativos, colectivos, locativos, etc.) de ciertas palabras, toponímicas o no, amén de aquellas que se hayan lexicalizado. En estos casos remitiremos al elemento primitivo, que puede estar o no presente en la macroestructura del diccionario. Cuando no lo esté, reproduciremos su definición, entre paréntesis, en el propio artículo dedicado al elemento derivado.

4. Microestructura 4. 1. Estructura de los artículos 4. 1. 1. Primer enunciado Como se sabe, el primer enunciado está constituido por las abreviaturas y convenciones en general que se insertan en la microestructura, y que aluden a las condiciones de uso de las distintas acepciones de un determinado artículo. En este sentido, vamos a tener en cuenta los siguientes supuestos: En el caso de los fitónimos, profusamente presentes en la toponomástica, se proporcionarán, siempre que se pueda, los nombres científicos de las especies botánicas de los distintos escalones ecosistémicos (cardonal-tabaibal, fayal-brezal, laurisilvamonteverde). Este apartado tiene una gran importancia porque, como se sabe, la flora canaria, inserta en la región macaronésica (Canarias, Cabo Verde, Azores y Madeira), es muy singular. Las palabras dialectales de origen portugués o prehispánico ya naturalizadas en el español insular serán caracterizadas adecuadamente mediante la correspondiente nota etimológica. Se adoptará la abreviatura ant. para señalar el carácter desusado —en tanto que nombres comunes— de las voces que así lo requieran y el de p. us. para las que tienen aún algún vigor. Y en los casos de palabras no generales en la toponimia de todas las Islas, indicaremos explícitamente las Islas en las que se dan.

4. 1. 2. Segundo enunciado Es conocido que el segundo enunciado de un artículo lexicográfico se refiere, fundamentalmente, a la definición, auténtica piedra de toque de todo diccionario. En tal

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sentido, conviene tener en cuenta las siguientes consideraciones en la elaboración del proyecto de obra que comentamos: a) Los términos del español general serán definidos a partir de lo contenido en el DRAE 2001. Complementariamente podremos emplear otros repertorios, mientras que los del español de Canarias serán definidos a partir de los diccionarios de canarismos más acreditados. b) En el caso de aquellas voces polisémicas en que dos o más significados puedan haber motivado verosímilmente el topónimo, o que un mismo topónimo presente dos motivaciones léxicas distintas en diferentes zonas, indicaremos las diversas acepciones posibles. Este criterio nos viene exigido por el hecho de que, muy a menudo, resulta materialmente inviable conocer el motivo exacto por el que determinado lugar ha sido bautizado con cierto nombre, lo que exigiría una indagación específica de cada caso, objetivo que excede las pretensiones de este proyecto.

5. Utilidad de este diccionario Es fácil imaginar que las potencialidades informativas de este proyectado diccionario serían muchas. Entre ellas, destacamos las siguientes: a) Contribuir a establecer una línea divisoria clara entre los topónimos de origen guanche y los de origen hispánico o románico (Adra, Matacán). Se evitará así la frecuente confusión, tan común en el pasado y que aún colea en el presente, que consiste en considerar prehispánicas palabras toponímicas de procedencia castellana o portuguesa. b) Revelar qué regiones peninsulares (Andalucía, el occidente peninsular) tienen mayores coincidencias con la toponimia canaria, más allá de las diferencias naturales (la flora y el relieve, especialmente) existentes entre el ámbito peninsular y el insular, que son las que resultan más importantes en la toponimia. Se podrá saber, así, qué áreas peninsulares han influido más en la institución de los topónimos canarios. c) Ser una fuente imprescindible de consulta a la hora de elaborar cualquier trabajo sobre toponimia insular, además de servir de acicate a futuras investigaciones toponímicas para las zonas aún por explorar. La experiencia indica que estas exploraciones, si pretenden ser exhaustivas y exactas, deben hacerse municipio por municipio4.

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Así, dislates como el que sigue, extraído de la página Web del ayuntamiento de Valleseco (GC), se podrían evitar mediante la consulta de una obra de este tipo. En esa página cibernética se puede leer (octubre 2009) lo siguiente: «El nombre del Zumacal evoca el color rojo de su tierra, el “zumaque”, que antaño servía de tinte y que domina en un paisaje de lomas y barranquillos». Con toda probabilidad, en este caso se ha producido una confusión con la voz almagre.

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d) Proporcionar a los lexicógrafos canarios la información sobre las voces toponímicas de circunscripción dialectal que siguen vivas como nombres comunes y sobre aquellas que ya no lo están. No olvidemos que en los diccionarios de regionalismos a menudo se dan como vigentes palabras que tienen un uso exclusivamente toponímico. En este sentido, siempre hemos pensado que las voces que ya solo tienen un empleo toponomástico deberían, sí, aparecer en los repertorios de regionalismos, pero con una marca que informara de su empleo meramente «propio». Algo parecido podría postularse para los repertorios generales del español. Es muy frecuente asimismo que algunos de estos términos tengan vigencia en algunas islas —o en algunas demarcaciones de estas— pero no en otras (La Chapa, La Gambuesa). e) Determinar si la información geolingüística que hay en los diccionarios de canarismos queda o no confirmada para ciertas voces por los datos toponímicos. Así, por ejemplo, el término cortijo, que se utiliza como palabra común en las islas orientales, quedará corroborado por la información toponímica.

Referencias bibliográficas ÁLVAREZ DELGADO, Juan (1954): «Toponimia hispánica de Canarias», en Estudios dedicados a Menéndez Pidal, Madrid: CSIC, 3-38. CORRALES, Cristóbal y Dolores CORBELLA (2001): Diccionario histórico del español de Canarias, La Laguna de Tenerife: Instituto de Estudios Canarios. LORENZO, Antonio, Marcial MORERA y Gonzalo ORTEGA (1994): Diccionario de canarismos, Tenerife: Francisco Lemus Editor. MACHADO, Antonio y Marcial MORERA (coords.) (2005): Nombres comunes de las plantas y los animales de Canarias, Islas Canarias: Academia Canaria de la Lengua. MORERA, Marcial (2001): Diccionario histórico-etimológico del habla canaria, Tenerife: Viceconsejería de Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias. PÉREZ VIDAL, José (1991): Los portugueses en Canarias (Portuguesismos), Las Palmas de Gran Canaria: Cabildo Insular de Gran Canaria. Real Academia Española (2001): Diccionario de la lengua española, Madrid: Espasa. TRAPERO, Maximiano (1999): Diccionario de toponimia canaria (léxico de referencia oronímica), Las Palmas de Gran Canaria: Gobierno de Canarias, Consejería de Educación, Cultura y Deportes, y Fundación de Enseñanza Superior a Distancia.

Los verbos de «golpear» latinos. El caso de uapulo1 Francisca del Mar Plaza Picón

1. Historia de la clasificación de uapulo como «neutro» Vapulo se encuentra catalogado en un grupo de verbos que entre los gramáticos latinos suele agruparse bien como verbos supinos o como verbos neutros pasivos, aunque, como apunta García de Paso (1996: 60), no hay unanimidad en lo que se refiere a los criterios adoptados para su sistematización, ni siquiera en las clasificaciones que de ellos se ofrecen, ya que parten de puntos de vistas tanto formales como semánticos e incluso de ambos. Vapulo, en concreto, es considerado por Carisio (GL. I. 165), dentro de los supina (una especie de deponente activo), y por otros, como Donato o Prisciano entre los «neutros». A ello se une el que tampoco hay acuerdo entre los gramáticos que consideran uapulo como un verbo «neutro» en relación con lo que debe entenderse por «neutro». Para algunos como Donato (GL. IV. 383) o Sacerdote (GL. VI. 430), quien dice «neutrum o littera terminatur et r accipere non potest: nam Latina non sunt, ut ambulo sedeo pendeo uapulo; […] nemo dicit», la catalogación de un verbo como «neutro» depende de criterios morfológicos. Servio (GL. IV. 413) considera que los verbos «neutros» pueden tener significación activa o pasiva, por lo que su clasificación como «neutro» parece responder también a criterios morfológicos. Diomedes (GL. I. 337) y Prisciano (GL. II. 373-377) también atienden a criterios morfológicos, pero además, basándose en criterios semánticos, señalan que los «neutros» pueden tener significación activa o pasiva, o absoluta. Prisciano (GL. II, 377) asimismo presta atención a sus consecuencias sintácticas estableciendo una nueva oposición transitivo-intransitivo, y por lo que a uapulo se refiere, lo agrupa entre los verbos que «indican una pasión extrínseca y tienen una construcción totalmente pasiva». Consencio (GL. V, 368,1-5), por ejemplo, entiende los «neutros» como verbos que expresan «casi acción», aunque sobre uapulo dice que, por el contrario, tiene significado pasivo «non enim agit, sed patitur qui uapulat». Pseudo Agustín (GL. V, 514, 26 ss.) o Audax (GL. II, 346), apoyándose en su significación, distinguen tres tipos de verbos «neutros» y lo incluyen entre los verbos que «únicamente significan pasión».

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Este trabajo se adscribe al proyecto de investigación FFI2008-05035-C02-02: «Construcción de una base de datos léxica y construccional Inglés-Español en el nivel de Gramática Nuclear», subvencionado por el Ministerio de Ciencia e Innovación.

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En la Edad Media pocas son las innovaciones que los gramáticos muestran entorno a los verbos «neutros», si acaso pueden observarse ciertas precisiones relativas a su clasificación. En este sentido Pérez Rodríguez (2004: 1261) afirma que «la gramática normativa etiquetó y desarrolló una subclase verbal relacionada con el género», conformada, añade la propia autora (2004: 1255), por «aquellos verbos neutros que significan pasión como uapulo», y diferenciada de los neutrapassiva, «verbos con forma activa (neutra, dicen ellos) en presente, pero con un perfecto pasivo». Esa nueva clase fue llamada neutrapassiva, denominación que no estuvo exenta de críticas. Sin embargo, puntualiza Pérez Rodríguez (2004:1261) que no hay ningún conflicto en torno a su caracterización, todos los gramáticos la definen de acuerdo a criterios semánticos a los que, en algunos casos, se superponen criterios sintácticos, recogiendo una subdivisión con la que Prisciano intentaba clasificar los diversos significados de los verbos neutros.

Interesa remarcar que en dicha nueva clase, la de los verbos neutrapassiva, se encuentra uapulo, al que unos gramáticos incluyen desde un punto de vista semántico, por poseer, según ellos, significación pasiva, y otros, añadiendo a los semánticos criterios sintácticos, por presentar, según dicen, construcción pasiva. En conclusión, aunque la denominación de esta clase no siempre pareciese la adecuada, todos están de acuerdo en que existen unos verbos, entre los que se halla uapulo, que reclaman una clasificación diferenciada dentro de los verbos «neutros». Si se tiene en cuenta que dentro de los «neutros» se incluían todos aquellos verbos que no presentaban las características propias de un género, parece claro que los gramáticos medievales observaron ciertas especificidades en uapulo y algunos otros verbos, hecho que motivó su salida de ese «cajón de sastre» para formar parte de una nueva clase verbal. Los gramáticos renacentistas, como pone de manifiesto Pérez Romero (1999: 123), definen por regla general los verbos «neutros» basándose en criterios formales, esto es, aquellos que únicamente poseen forma activa; pero clasifican sus distintas especies, desde un punto de vista sintáctico, en función de los casos que rigen. Los verbos neutrapassiva, en consecuencia, estarán constituidos por aquellos verbos que poseen una terminación activa, pero presentan una construcción semejante a la de los verbos pasivos del tipo ego uapulo a magistro. En el siglo XV en torno a este grupo de verbos, como afirma Harto Trujillo (1994a), se gestará el origen de las discusiones que tendrán lugar en el XVI con gramáticos como el Brocense, Linacro, Escalígero y que proseguirán hasta la actualidad. El que la gramática de Nebrija prescribiese como correcta y normal la construcción sintáctica exulo a praetore, uapulo a praeceptore y ueneo ab aliquo —ejemplos que, como apunta Nuñez González (1993: 172-173), siguen siendo los mismos y únicos que se aducen en las gramáticas de nuestros días—, es visto por el Brocense como una barbaridad por no

Los verbos de «golpear» latinos. El caso de uapulo

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ajustarse al uso clásico. Nuñez González (1993: 172) comenta que «en el caso de uapulo a praeceptore, los gramáticos, dirá el Brocense, se apoyan en un sólo ejemplo de Quintiliano; un ejemplo que, en realidad, es una anécdota narrada por este auctor […]». El de Brozas en la línea de Escaligero clasifica los verbos únicamente en activos y pasivos, y de uapulo dirá en su Minerva, III, 3 que «este verbo ha confundido no sólo a todos los gramáticos, sino también a Quintiliano, quien, en el libro 9, cap.3, cree que es ‘neutropasivo’, que es el término utilizado por ellos». El gramático hace derivar uapulo del griego ἀπολλύω, ‘muero’, o de ἀπόλουμαι, ‘moriré’, y señala que su significado no es otro que el de ‘llorar lastimosamente’, ‘sufrir’ o ‘recibir una paliza’. Señala que también se utilizaba cuando alguien quería decir que no le importaban las amenazas de otro, así la expresión uapula frecuente en Plauto y Terencio. Y prosigue diciendo: Y en latín no se dice Pueri uapulant a praeceptore (‘los niños son azotados por el gramático’), cosa que enseñan constantemente los gramáticos, apoyados sólo en el testimonio de Quintiliano, quien en el cap. 2 del libro 9 dice: «De manera que el testigo preguntado ante el reo si había sido azotado por el reo, dijo: ‘inocente’»; pero o bien Quintiliano no entendió esta frase, o bien el texto está mal transmitido; efectivamente así es, ya que Julio Rufiniano, antiguo rétor, lo cita así al hablar de la apófasis: «Y el testigo, preguntado por el reo si había azotado a alguien, dijo: ‘soy inocente’». Esta es la auténtica lectura e interpretación, y no la que se cita de Quintiliano.

Se refiere a la frase testis in reum rogatus, an ab reo fustibus uapulasset, frase que Julio Rufiniano, según El Brocense, citaba en la siguiente forma: et testis interrogatus ab reo, num fustibus uapulasset: «Y el testigo, preguntado por el reo […]». Es claro que para el Brocense los verbos «neutros» y, entre ellos uapulo, como destaca Harto Trujillo (1994b: 356), pasan a considerarse verbos activos aunque con distintas posibilidades de realización en la frase. Consideraciones similares ofrece el gramático humanista Jerónimo Martín Caro (1819: 120-121), partidario de las doctrinas gramaticales de Francisco Sánchez de las Brozas, quien afirma que los verbos uapulo, ueneo, fio, exulo y liceo: son tenidos vulgarmente por neutro pasivos, y se dice que tienen la construcción de verbos pasivos en la voz activa, […] porque la persona que padece se pone en nominativo, y se concierta el verbo con ella, y la que hace, en ablativo con preposición a, vel ab con los tres primeros, y en acusativo con preposición per en los dos últimos […]

Clasificación que tilda de absurda ya que si son «neutros», esto es, ni activos ni pasivos, no pueden ser pasivos. Concretamente se refiere a uapulo, y aduce la explicación ya mencionada del Brocense. Martín Caro, al igual que él, relaciona etimológicamente este verbo con ἀπολλύω, al que corresponden en latín los verbos doleo, ploro o pereo. Para el humanista las significaciones de estos verbos son las mismas ya que la consecuencia

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de ‘ser azotado’ es ‘tener dolor’, ‘llorar’ y ‘perecer’ «[…] pues los azotes suelen causar estos efectos». Para argumentar esto, ofrece distintos ejemplos2 en los que, según él, uapulo significa «perecer» o «recibir maltrato u opresión» y en los que en ningún caso aparece la construcción en ablativo con preposición a, vel ab. Ello le lleva a señalar que la frase de Quintiliano ha de leerse del siguiente modo: Testis interrogatus ab eo, num fustibus uapullasset, de manera que uapulo es activo y, que si el «vulgo» lo llama «neutro» es porque realmente no presenta construcciones con ablativo precedido de las preposiciones a o ab, propias de los verbos pasivos. Añade que, en todo caso, si presentase este tipo de construcciones, se podría decir que es «ablativo de parte» al igual que en Caput dolet a sole, en donde la aparición del ablativo no convierte a doleo en pasivo. Finalizamos aquí el repaso de la historia del tratamiento recibido por nuestro verbo, pero no sin antes mostrar, como prueba de la confusión que dicho verbo generó, el que a principios del siglo XX Félix Monge (1955: 16-17) continuase afirmando que «con verbos intransitivos en los que la actividad del sujeto sea muy pequeña (en latín verbos como ‘cadere’, ‘interire’, ‘uapulare’, ‘accidere’) puede darse una acepción pasiva e incluso llevar expreso el agente con a+ablativo». Además para uapulo aduce el ejemplo de Quintiliano tomado de la Sintaxis de Bassols. La ambigüedad que rodea el tratamiento de este tipo de verbos, tanto en los tratadistas antiguos como en los gramáticos posteriores, parece fundarse en la superposición de conceptos de orden semántico, de orden morfológico y conceptos de orden sintáctico. En el caso de uapulo, los gramáticos desde posicionamientos diferentes intentan superar la supuesta contradicción que supone el hecho de que, aunque tengan forma activa, sin embargo aparentemente se comporte sintácticamente como pasivo, hecho que, en la mayoría de los casos, lleva a considerarlo como «neutro», no así El Brocense o Martín Caro, para quienes tanto desde un punto de vista formal como sintáctico es un verbo activo.

2. Vapulo entre los verbos de «golpear» latinos Una vez revisados los planteamientos a los que fue sometido uapulo en relación con los verbos que presentaban un comportamiento formal y sintáctico similar, procederé a analizar dicho verbo entre los verbos de «golpear» latinos.

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«Terent. in Adelph. Scen. 2. Act. 2. Ego vapulando, ille verberando, usque ambo defessi sumus. Ibidem, Scen. I. Act. 2. Quamquam est sceleratus, non commitet hodie nunquam iterum, ut vapulet. Val. Max. lib. 6. cap. 10. Qui vapulaverant, Jasonem interfecerunt. Cic. lib. 8. epist. I. Alius dicit septimam legionem vapulasse». Y dice: «aquí quiere decir Cicerón que la sétima legión había perecido, habiendo sido maltratada y oprimida del enemigo».

Los verbos de «golpear» latinos. El caso de uapulo

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En el marco del Modelo Léxico Gramatical (Cortés y Mairal 2002; Cortés y Plaza 2003; y Van Valin y LaPolla 1997, etc.), se postula que el comportamiento sintáctico está motivado semánticamente, por lo que es posible deducir, a partir de aquel, buena parte del contenido semántico de las piezas léxicas. Aplicaré dicha metodología con objeto de ver la posible (re)construcción del contenido semántico del vocablo en cuestión3. Es de sobra conocida la dificultad que supone el hacer una delimitación precisa de la semántica de las piezas léxicas de las lenguas clásicas/históricas, sobre todo, por la imposibilidad de disponer de juicios e intuiciones de los hablantes de las mismas. A lo sumo, se ha utilizado el enfoque de corte estructural de establecer oposiciones entre los valores de vocablos cercanos conceptualmente, o se ha prestado atención a la evolución de dichas palabras en estadios posteriores de esa lengua o en lenguas herederas. Sin negar la rentabilidad de dichos enfoques, intentaré delimitar la semántica de uapulo mediante el análisis del comportamiento gramatical de este verbo; es decir, la presencia —y a veces incluso, la ausencia o bloqueo— de dicho verbo en algunas alternancias gramaticales permitirá obtener información sobre sus componentes semánticos, atenderé a la sintaxis de este verbo como «síntoma de la semántica léxica». Inicio la descripción mencionando una de las alternancias más comunes en los léxicos verbales de las lenguas indoeuropeas y que está presente en los verbos de contacto-por-impacto: la alternancia de instrumento como sujeto en la que el argumento instrumento aparecerá en ablativo en los verbos de «golpear» así para uapulo: Vapulat adsiduo ueneti quadriga flagello nec currit. Mart. VI, 46. La segunda construcción de esta alternancia muestra el instrumento como sujeto de una cláusula en voz activa, por lo que irá en nominativo así en quamvis murum aries percusserit. Cic. De off. 1, 11. Pero, como era de esperar, en el caso que nos ocupa no se encuentran ejemplos de este tipo ya que el argumento instrumento no puede adquirir el estatus sintáctico de sujeto oracional. En las oraciones anteriores se entiende que existe un argumento ejecutor que utiliza un objeto —«implemento» según Van Valin (1997: 115), «mediador» según Levin (1993: 80)— tal que esto causa que el objeto actúe sobre otra entidad. Es precisamente la existencia de esta cadena causal (‘x usa y lo que causa que y haga algo’) la que permite que el argumento implemento pueda ser un instigador de

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Dicha metodología fue ya aplicada en nuestro trabajo (Cortés y Plaza 2003) en el que realizamos un estudio de la estructura semántica de la subclase de algunos verbos de «contacto-por-impacto» (verbos de «golpear») en latín y en inglés antiguo. Asimismo en el marco del Modelo Léxico Gramatical analizamos el contenido semántico de los verbos de contacto-por-impacto en latín, inglés antiguo y griego clásico en nuestro trabajo (Cortés, Plaza y Martínez Benavides, en prensa).

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un estado de cosas, y si el primer instigador (argumento x o en términos más generales el argumento agente o fuerza ejecutor) no está presente puede aparecer el segundo instigador (argumento y) en posición de sujeto. Ahora bien si el primer instigador está presente el segundo instigador aparecerá en caso oblicuo. La característica más pertinente de esta alternancia para la delimitación de la semántica de la clase léxica de golpear es que existen al menos dos eventos ligados causalmente, pero en el caso de uapulo, las construcciones de que disponemos únicamente permiten definir de forma concreta uno de los eventos. Otra alternancia de crucial importancia para el análisis de este tipo de verbos es la que existe entre la construcción transitiva y la conativa, pero en el caso de uapulo no se dan este tipo de construcciones. Además en los verbos de «golpear» existe una alternancia denominada instrumental-locativa entre la opción del instrumento o del argumento locativo como objetos sintácticos de la oraciones. Dicha alternancia, de la que tampoco participa uapulo, permite deducir que no existe un argumento afectado en tanto en cuanto no se da necesariamente un cambio de estado o posición de ninguna entidad en el evento de golpear, hecho que explica el que los verbos de «golpear» no presenten tampoco la alternancia causativo-incoativa. Y es precisamente la ausencia de dichas alternancias la que explica el que uapulo muestre un comportamiento sintáctico diferenciado, pues codifica como sujeto de la oración activa al argumento que recibe el impacto (cum corpus uapulet, Lucr. 4, 939), de manera que las construcciones con uapulo presentan una forma verbal activa, pero el sujeto es un ente afectado por la semántica del predicado y no un agente o un argumento locativo. Todo ello lleva a pensar que, aún siendo miembro de la clase latina de verbos de «golpear», este predicado tiene matices semánticos que lo sitúan en la periferia del espacio conceptual de esta clase léxica. El comportamiento sintáctico excepcional de uapulo si lo situamos entre los verbos de contacto-por-impacto estaría asociado a su especificidad semántica: por una parte, su semasia codifica la iteratividad del contacto además de un componente modal de intensidad (‘golpear repetidamente y con mucha fuerza’), por lo que debe considerarse que en su representación semántica hay un subevento añadido de afección. Y es dicho subevento el que motiva que aparezca en construcciones inacusativas como la del ejemplo siguiente: ego uapulando, ille verberando usque ambo defessi sumus, Ter. Ad. 2, 2, 5. Vapulo se comporta exclusivamente como verbo inacusativo, nunca como verbo inergativo, lo cual está asociado a la semántica de afección del argumento impactado, que en este caso sí forma parte de la estructura eventiva del verbo. De otra parte, cabe pensar que uapulo ha sido objeto de un desplazamiento de significado de otros dominios. De hecho se le atribuye como posible significado originario, según el OLD, ‘gritar de dolor’, ‘llorar’, significados que nos recuerdan las concepciones que de este verbo indicaban ya el Brocense y Martín Caro. En este sentido podríamos hablar de una metonimización de su significado hacia la causa que produce el

Los verbos de «golpear» latinos. El caso de uapulo

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evento pasando de ahí a significar ‘recibir golpes’, tanto los golpes propiciados por las fuerzas de la naturaleza, como los golpes del destino y por ello, en sentido figurado, pasa a significar ‘estar arruinado’, ‘estar afligido’ o ‘sufrir una derrotada’. A tenor de los resultados obtenidos creo que uapulo se sitúa en la periferia del espacio conceptual de la clase léxica de los verbos de «golpear» y que su relación con ellos proviene de una posible metonimización de su significado hacia la causa que produce el evento, proceso en el que podría haber influido el hecho de que, en determinados contextos, uapulo aparezca como consecuencia de uerbero, aunque no siempre es así, ya que en otros contextos su significación es muy distinta, y no necesariamente complementaria de la de uerbero. Todo lo anterior explica que su comportamiento sintáctico no sea contradictorio y que esté motivado semánticamente, pero no en la esfera de los verbos de «golpear», sino como ya apuntaba el Brocense, en la de los verbos de «emoción». Por ello sería necesario abordar el estudio de todos aquellos verbos latinos emparentados con la semántica de «golpear», pero que atienden a los efectos que causa el «golpe», en origen físico y, en ocasiones, metafórico, y que por tanto describen estados emocionales ligados a la actividad que los causa. Podría entenderse incluso que son dichas emociones las que «golpean» al sujeto. En este sentido son verbos en los que interviene la emoción (movimiento) y el sentimiento (sufrimiento). El «golpe» mueve al sujeto que siente y sufre dicho «golpe». En los verbos de «golpear» puede subyacer una emoción en tanto en cuanto se golpea como expresión de rabia y de ira, y además pueden ser reflejo de un sentimiento, el provocado por dicho «golpe», esfera en la que se encuentra uapulo.

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La familia de palabras como modelo de descripción léxica: el caso de la raíz volvDiego Rodrigo Robayna González

El componente léxico de una lengua natural siempre ha sido uno de los mayores escollos con los que ha tenido que enfrentarse la mayor parte de los estudiosos del lenguaje, hasta el punto de que nadie se ha ocupado de su estudio de manera global, entre otras razones, porque enfrentados a un número ilimitado de unidades, el análisis de este terreno parecía no estar sujeto a descripción exhaustiva alguna. A esto habría que sumar que, por lo general, a cada palabra le correspondería cierta pluralidad designativa, con orientaciones de sentido en principio alejadas unas de las otras, hecho que sigue restando sistematicidad y añadiendo confusión a este componente de las lenguas. Pero esta idea tan socorrida de la complejidad inabarcable del significado léxico solamente se explica como consecuencia de no tener una concepción clara de lo que pertenece realmente a este tipo de significado. En realidad, el problema es mucho más sencillo de lo que aparenta. En primer lugar, y siguiendo a Morera (1998 y 1999), no se puede seguir considerando que las palabras solo son portadoras de significación léxica, porque las únicas unidades que realmente contienen este tipo de significación son las raíces o lexemas. Lo cual nos lleva a tener en cuenta dos cosas muy importantes. La primera, que nuestro acervo léxico no está constituido por unas ochenta mil unidades como se cree tradicionalmente, sino solo por unas seiscientas raíces, insistimos, únicas a las que se les puede atribuir esta manera de significar, viéndose reducido el listado de manera considerable pues, ante una serie como punto, puntero, puntilla, puntal, puntazo o apuntar, por ejemplo, no podemos decir que nos encontremos con significados léxicos distintos, sino exactamente con el mismo, el perteneciente a la raíz punt- (Coseriu 1978; Morera 2001-2002); y segundo, que si las raíces solo constituyen una parte de la palabra, se hará necesaria la presencia de otra serie de unidades, en este caso con significación gramatical, que son las que finalmente configuran cada unidad como palabra. En segundo lugar, que una palabra desarrolle varias orientaciones de sentido no quiere decir que tenga varios significados. Partir de la concepción tan generalizada de que el correlato de la significación léxica de las palabras se encuentra en el concepto o los conceptos más o menos generales a los que puedan hacer referencia es una idea hoy en día insostenible desde el punto de vista lingüístico. El problema está en que se confunde el verdadero significado léxico, que son trazos espaciales básicos de contenido que pertenecen al dominio de la intuición, con una de sus propiedades,

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que es denotar o referir cosas o hechos de experiencia (Morera 1998). Y si somos aún más exactos, ni siquiera es una propiedad suya, pues, que nosotros sepamos, las raíces por sí solas no tienen capacidad para referir conceptos, sino que estos surgen de una responsabilidad compartida entre el significado de la raíz y un soporte categorial, fundamental para adquirir esa propiedad. Y si tenemos en cuenta que la lexicografía tradicional solamente se ha ocupado de los aspectos referenciales de las palabras, de su campo de usos, y que la teoría de campo semántico solo se preocupaba por describir la confluencia designativa que se producía entre ellas, habremos de concluir que lo que pertenece propiamente al significado léxico aún no ha sido objeto de estudio. Precisamente partir de los conceptos de una palabra y no de su significación léxica fue lo que llevó a la semántica estructural a seccionarlas en tantos signos distintos como sentidos diferentes tuvieran, pues se pensaba que, por ejemplo, si la palabra agudo conmutaba en un campo con los adjetivos inteligente o listo, y en otro, sin embargo, con los adjetivos afilado o punzante, era razón suficiente para considerar que esta unidad contaba con dos significados (Trujillo 1988). Sin embargo, insistimos nosotros en que desde el punto de vista léxico solo posee uno, el propio de su raíz. En la lexicografía tradicional, por su parte, al considerar también las acepciones de cada unidad como cosas distintas e independientes, la clasificación que se hace de ellas no se rige por ningún orden lingüístico, sino en base a criterios externos como la frecuencia de uso, el origen dialectal, etc., pasando por alto las relaciones internas que se producen entre ellas como aplicaciones del valor de la significación léxica ya categorizada. Porque, efectivamente, las orientaciones de sentido de una palabra no son otra cosa que aplicaciones de su significación invariante en la realidad, posibilidades de uso surgidas a partir de un mismo valor idiomático, por lo que no se pueden considerar como cosas distintas, sino como variantes de contenido de un único significado que se esconde detrás de todas ellas y que es el que las hace posibles. También en este caso, por tanto, se puede hablar del término familia, en este caso familia conceptual, pues por todas las acepciones de una palabra corre la misma sangre, podríamos decir (García Padrón 2004 y 2007a). Es por eso por lo que creemos que a día de hoy no se ha hecho una descripción coherente del componente léxico de una lengua, si exceptuamos el planteamiento teórico-práctico que intentamos respaldar en estas páginas y que supone la organización de las unidades de nuestro idioma en familias de palabras, un estudio del que Marcial Morera es principal valedor, y que lleva poniendo en práctica desde finales del siglo pasado, en su intento de contribuir al análisis de este dominio de las lenguas y al esclarecimiento de los complejos mecanismos que operan en su interior siguiendo un criterio propiamente idiomático. Y es que, efectivamente, si partimos de que esta forma de significar solo es atribuible a esos segmentos conformados por las raíces, el estudio del léxico de una lengua natural deberá partir de todas las unidades que compartan el mismo lexical y, por tanto, el mismo significado, convirtiéndose así la

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familia de palabras en la única agrupación de unidades de carácter léxico que viene dada por la lengua misma. La familia de palabras se define como toda la variación gramatical y denotativa que ha desarrollado una misma raíz de acuerdo a los principios léxico-genésicos de formación de palabras, en este caso, del español. Por lo tanto, a la hora de analizar los diferentes miembros que la integran tenemos que describir no solo la significación léxica, que es igual en todos ellos, sino también la significación gramatical que entra en juego. Y esos significados gramaticales no son otros que los que Morera (1994) ya clasificó en su intento de delimitar lo que pertenecía a la gramática en el ámbito de la formación de palabras, y que son el significado categorial (sustantivo, adjetivo o verbal), encargado de revestir la palabra de un soporte formal concreto; el significado morfológico, que se produce a través de la complementación llevada a cabo por los sufijos, que es una complementación interna, en tanto que afecta a la materia semántica de la palabra nuclear, y por tanto, modifica su significación parcialmente; y la sintáctica, que se produce cuando un signo con categoría que funciona como núcleo de la combinación es complementado por otro signo con categoría, y en este caso estamos ante una complementación externa, pues, al poseer límites existenciales propios, no modifica desde dentro la materia semántica base del núcleo, sino desde fuera podríamos decir. Es la complementación llevada a cabo por los prefijos o por sustantivos en caso recto, complementándola de forma indirecta aquellos, debido a su significación oblicua, y estos de forma directa. Por lo tanto, una vez hayamos descubierto la significación léxica que sirve de base a todos los integrantes de la familia de palabras, luego habrá que especificar bajo qué categorías gramaticales se ha conformado para poder conceptualizarse y además estar disponible para recibir determinación morfológica o sintáctica, respetando siempre el orden natural de evolución en la constitución de cada unidad. Por lo tanto, la importancia de un estudio de este tipo radica en que siempre se debe partir de la consideración estructural de sus miembros, pues tanto la configuración interna de cada palabra como el campo de usos que han desarrollado solo son explicables en función de los demás, si tenemos en cuenta que, primero, los miembros de la familia generalmente surgen como desarrollos gramaticales de los otros, y segundo, que los sentidos de cada palabra suelen originarse a partir de alguna de las acepciones del término que les sirva de base. Solo de esta manera vemos factible analizar y describir el vocabulario de una lengua (Morera 2001-2002, 2003, 2004a, 2005 y 2007; García Padrón 2004, 2007a y 2007b). Pero veamos cómo se llevan a cabo todos estos planteamientos a través de la familia de palabras volv-, que es la que hemos tomado como estudio. El primer paso consistirá en intentar definir el contenido invariante de la significación primaria que sirve de base común a todos los miembros de esta familia, es decir, el significado de la raíz, la cual responde al significante fonológico volv-. La significación léxica, tal

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y como la ha definido Morera (1998 y 1999), es un valor idiomático básico de contenido descriptivo que pertenece al dominio de la intuición, por lo que no es aprehensible de forma directa, sino que pertenece a nuestro conocimiento inconsciente, y es el punto de partida de cada una de las abstracciones conceptuales que posteriormente pueden desarrollar las palabras. Para descubrir la particularidad semántica que define al significado descriptivo de la raíz lo primero que hay que hacer es recoger toda la variación gramatical a la que haya dado lugar, es decir, cada uno de los derivados y compuestos que se hayan formado a partir de ella, además de inventariar todas las acepciones que hayan desarrollado en la realidad concreta de nuestro hablar, porque es precisamente ahí, en el plano designativo que han actualizado los miembros de la familia, donde se pone al descubierto el valor esencial que comparten estas unidades entre sí, el significado que las emparienta. En el caso de la raíz volv-, después de haber analizado los cerca de ciento cincuenta derivados y compuestos a que ha dado lugar hasta el momento presente, hemos propuesto como hipótesis semántica de su significado invariante descriptivo particular el parafraseable como ‘cambio de dirección de un movimiento hacia su origen de partida’, a través de un ejercicio intuitivo que consiste en determinar lo que permanece constante dentro de toda la variación gramatical y denotativa que se ha documentado sobre este signo y lo que se muestra sujeto a cambio. Un significado descriptivo cuya razón de ser creemos proviene directamente de su étimo latino, el verbo volvere, cuya significación se caracterizaba por la idea de ‘girar’ o ‘rodar’, produciéndose en español una reducción de ese valor, una pérdida semántica en el movimiento, focalizándose sólo en el cambio de dirección y su orientación al punto origen, pero no en su continuidad de forma repetitiva como implicaba la acción del giro latino. En segundo lugar, habría que analizar los primeros revestimientos categoriales que la raíz ha desarrollado como signo primario de la lengua, y que son los primeros eslabones que posteriormente darán lugar a toda la variación morfológica y sintáctica de la familia. En este caso que analizamos ha sido el verbo volver la única manifestación categorial primaria que ha actualizado la raíz, al menos de momento. Eso quiere decir que todo el peso de la variación gramatical y denotativa que presenta esta familia de palabras recae directamente sobre una sola forma, a través de sucesivas complementaciones morfológicas o sintácticas que han operado sobre este signo a lo largo de los siglos. Desde el momento en que la significación primaria se reviste de una significación categorial, en este caso la verbal, ya no se puede hablar de unidad simple, sino compleja, dado que se explica como el resultado de la combinación de una significación léxica y otra gramatical. Por eso la definición de esta raíz categorizada como verbo ahora ha de valerse de todos sus ingredientes semánticos para ser descrita, a saber, el significado propio de volv- más la significación verbal ‘proceso’. Una vez que la significación descriptiva se encuentra revestida de soporte categorial, es entonces cuando se muestra capacitada para denotar referencias, por lo que

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es a partir de este momento cuando hay que empezar a analizar la variación designativa de estas primeras manifestaciones categoriales, en este caso la verbal. Todas tienen en común el que detrás de ellas se esconde la misma significación invariante de la raíz, no son más que extensiones de su significado básico, pero mientras que unas han surgido como aplicación directa de la significación léxica, y por tanto las podemos clasificar como primarias, otras han surgido tomando como punto de partida acepciones ya existentes, y por tanto se trata de variantes secundarias. Esta interrelación entre los distintos sentidos de una palabra pone de manifiesto que el mundo de la denotación no es un reino azaroso y caótico, sino más bien todo lo contrario, pues las acepciones de una misma unidad sólo son explicables en función de las demás. No se puede, por tanto, ordenarlas de forma aleatoria o siguiendo criterios extralingüísticos como la frecuencia de uso, por ejemplo, sino que el que analiza la familia se ve en la obligación de explicar cómo se vinculan unas con otras, cuáles han surgido antes y cuáles después y qué tipo de relaciones existen entre ellas, intentando respetar siempre su orden conceptual interno (Morera 2001-2002, 2003, 2004a, 2005 y 2007; García Padrón 2004, 2007a). Respecto a los usos designativos del verbo volver, toda la designación que presenta puede ser agrupada en torno a dos grandes clases conceptuales o denotativas que, además, no solo se erigen como las únicas responsables de todo su campo de usos, sino también de todos los aspectos referenciales que presentan cada uno de los miembros integrantes de la familia. Y es que, en realidad, todos los esquemas semántico-formales descriptivos de las raíces léxicas sólo desarrollan unos pocos valores denotativos muy simples cuando se asocian a una o a varias significaciones categoriales, un número muy limitado de conceptos que son los únicos mediante los que se puede explicar coherentemente toda esa cantidad ingente de sentidos contextuales más o menos diversos que desarrollan las palabras, pues se desarrollan posteriormente a partir de ellos. En nuestro caso nos referimos concretamente a las denotaciones ‘mostrar el lado opuesto’ de algo o alguien (volver la tortilla), y ‘regresar al mismo punto’ (volverá a Canarias). Para empezar, todo el campo de usos de volver se ajusta a una o a otra de estas denotaciones. Así, por ejemplo, no podemos inventariar cada una de las acepciones de este verbo de forma azarosa, como parece que hace la Academia, que recoge un total de unas casi treinta acepciones sin que su orden venga justificado en principio por ningún criterio semántico. Así, por ejemplo, la acepción ‘regresar’ es la número veinte para ellos, mientras que la de ‘traducir’ es la número cuatro. Nosotros hemos preferido partir de esas dos grandes denotaciones que comentábamos, surgidas de la significación básica de la raíz, y a partir de ahí organizar sus diferentes sentidos. Así, tomando como partida la idea de ‘regresar’ se han desarrollado variantes conceptuales como ‘anudar el hilo de la historia o discurso que se había interrumpido con alguna digresión’ o ‘con verbo en infinitivo, hacer otra vez lo que este verbo expresa’; y a partir de este matiz que implica la llegada al mismo punto del que se parte se ha creado por

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aplicación metafórica una nueva denotación secundaria, la de ‘devolver’, que a su vez presenta subvariantes como ‘devolver algo a aquel a quien pertenece’ o ‘dar algo a cambio de lo recibido’. Y no solo eso, sino que también por aplicación metafórica se han creado las acepciones ‘vomitar’ y ‘restar la pelota’ 1. Y exactamente ocurre lo mismo con la denotación ‘mostrar el lado contrario’, esquema conceptual del que han derivado acepciones como ‘hacer que algo presente la cara o lado opuesto al que antes presentaba’ o ’cambiar las hojas de un libro abierto de un lado al otro’. Además, partiendo de esta denotación, también podremos explicar una nueva clase conceptual, que consiste no ya en el ‘cambio de posición’ que implica darle la vuelta a algo o a alguien, sino en un ‘cambio de estado’, sea físico o psíquico, es decir, un efecto, una acción que implica algún tipo de transformación, y que se ha especializado en las acepciones secundarias ‘hacer que se mude o trueque alguien o algo de un estado o aspecto en otro’ y ‘poner a alguien o algo de una determinada manera (me vuelven loco estos ruidos)’, y de la que han derivado a su vez las acepciones más específicas ‘traducir’, y ‘dicho de ciertos líquidos, especialmente del vino, acedarse, avinagrarse o dañarse’. Es de esta manera como creemos se debe inventariar el campo de usos de una palabra, indagando en las relaciones existentes entre ellas. A este respecto, todos los aspectos referenciales de los miembros integrantes de la familia volv- son explicables a partir de las dos denotaciones en las que se ha especializado la forma volver, lo cual demuestra que el significado léxico de la raíz, por más que sea determinado por un sinfín de significaciones gramaticales distintas, permanece constante a través de todos los integrantes de la familia. Así, si el sustantivo volvedor se refiere a la ‘caballería que tiende a volverse al sitio donde se ha criado’ es gracias a la denotación de ‘regresar’ del verbo volver; si uno de los sentidos del participio vuelta es el ‘lance de varios juegos de naipes que consiste en descubrir una carta para saber qué palo ha de ser triunfo’ es gracias a la denotación ‘mostrar el lado contrario’; y, por último, si el verbo compuesto devolver puede usarse con el sentido ‘hacer que algo prestado, robado o quitado de algún modo vuelva a su dueño o al lugar en que estaba’ también es debido a la denotación de ‘regresar’. Desde que la significación primaria resulta categorizada, además de poder referir conceptos, también se muestra apta para relacionarse sintagmáticamente con otros signos, por lo que hay que empezar a analizar cada una de las determinaciones morfológicas y sintácticas que hayan ido actuando sobre ella. Este tipo de complementaciones, por tanto, habrá de ser tenido en cuenta a la hora de describir el significado

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El campo de usos de cada unidad perteneciente a la familia volv- ha sido extraído del Diccionario de la lengua española, de la Real Academia Española (2001), del Diccionario de uso del español, de María Moliner (1966/1981), y del Diccionario del español actual, de M. Seco, O. Andrés y G. Ramos (1999).

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de la palabra, aclarando de qué manera repercute en el significado nuclear de la combinación y qué nuevo valor aporta. Así, en la variante morfológica volvible, por poner un ejemplo, el complemento morfológico de procesos verbales -ble presenta la significación de volver ‘proceso con cambio de dirección hacia el origen’ como ‘susceptible de llegar al límite de lo que señala su materia semántica’, valor que es el que viene a significar constantemente este sufijo y que es el responsable del sentido final ‘susceptible de ser vuelto o de volverse’2. Por su parte, la determinación sintáctica llevada a cabo por el prefijo en- en la combinación envolver presenta la significación ‘proceso con cambio de dirección hacia el origen’ del verbo volver situada en una relación de ‘ubicación absoluta’, valor aportado por la complementación indirecta de este elemento prefijal al verbo nuclear. En el caso de las palabras derivadas o compuestas de nuestra lengua, en absoluto se puede hablar de unidades simples, ya que resultan de la combinación de una significación léxica, una significación categorial y una significación morfológica o sintáctica, por lo que se trata de unidades complejas con estructuración semántica interna. Con la puesta en funcionamiento de estos procedimientos semántico-sintagmáticos, los integrantes de la familia van formando nuevas unidades más complejas y que a su vez podrán servir de base para que, siempre de forma recursiva, vayan surgiendo otras. Por eso siempre hay que analizar los miembros de una familia de palabras con referencia a sus formas anteriores, con respecto a las cuales cobran sentido. Así, una forma como revoltoso, por ejemplo, no podrá ser descrita coherentemente si no partimos de que se trata de una forma derivada del participio de pasado revuelto, que a su vez deriva del verbo complejo revolver, que no puede ser explicado sino como compuesto del verbo volver. Y exactamente lo mismo sucede con las orientaciones de sentido de las unidades de la familia, pues también suelen tomar como punto de partida conceptos ya referidos por la palabra base de la que provienen. Es por eso que entenderemos mejor el sentido de revuelta ‘movimiento colectivo de protesta que se manifiesta con alteraciones poco importantes del orden público’ si percibimos que proviene de la acepción de revolver ‘hacer que la gente se subleve o promueva disturbios’, que a su vez se explica como extensión semántica de otro de los sentidos de este verbo, ‘alterar la disposición o el orden normal o establecido de una serie de cosas’, originado además en otra de sus acepciones, en este caso, ‘menear algo de un lado a otro, moverlo alrededor o de arriba abajo’. Por eso es tan importante la consideración estructural de los miembros integrantes de la familia de palabras, pues no solo la configuración interna de cada una de ellas, sino también sus aspectos referenciales, deben ser explicados en función de los demás,

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Para la significación de los sufijos se ha seguido el trabajo de Morera La complementación morfológica en español (2004b).

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y es lo que hemos intentado llevar a la práctica a lo largo de todo el análisis de esta familia perteneciente a la raíz volv-. Así pues, creemos que tanto la significación interna de cualquier palabra como sus aspectos referenciales, que son externos, sólo pueden ser explicados de manera coherente si tenemos en cuenta que son el resultado de la colaboración de todos sus ingredientes semánticos. Tan solo hemos intentado aportar el análisis semántico base para la descripción lexicográfica de las palabras que integran esta familia, contribuyendo así a un mejor conocimiento de las particularidades semánticas de estas voces en su configuración como palabras hispánicas, conscientes de que esta forma de actuar nos parece ahora mismo la más apropiada para dar cuenta de todos los elementos que entran en juego en la construcción del léxico de las lenguas naturales, desde los semántico-formales, que son los que caracterizan a nuestra lengua, hasta los referenciales, que son los que caracterizan a nuestra cultura.

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Estudio comparado del léxico de la seda en la lexicografía árabe bilingüe. Una aportación para el diccionario árabe-español Dolores Serrano-Niza

1. Introducción El presente trabajo tiene su origen en otro anterior cuyo objetivo principal fue analizar una conocida obra de lexicografía árabe medieval, el Kitāb al-Mukhassas de Ibn Sīdah1 de Murcia (m. 458/1066). La investigación, centrada fundamentalmente en una parte de la citada obra, da como resultado el estudio de un campo conceptual concreto: el léxico referido a la indumentaria árabe islámica2. En el transcurso del trabajo, y aunque estrictamente ceñido al entorno dictado por la lengua árabe, era necesaria la consulta de los diccionarios bilingües que me permitieran esbozar mi propia interpretación del léxico. En dicho proceso, pude observar cómo a diferentes vocablos árabes, referidos todos ellos al campo conceptual de la seda, les correspondía idéntico término en español. Hecha la observación, cabía preguntarse por la remota posibilidad de que la lengua árabe se caracterizara por un importante caudal de sinónimos con respecto al español en este campo concreto.

2. Objetivos y método de trabajo Con esta hipótesis de trabajo, me propongo como objetivo principal explorar el léxico relativo a la seda tomando como punto de partida la lexicografía árabe bilingüe. Con

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Las palabras árabes empleadas en este trabajo han sido transliteradas del alfabeto árabe al latino siguiendo el sistema más utilizado en el mundo anglófono, concretamente, nos servimos del empleado en la revista Al-Masāq. Studia Arabo-Islamica Mediterranea, de la Universidad de Leeds. La citada obra de Ibn Sīdah (s. IV/XI) se editó por primera vez en Būlāq entre 1898-1903, distribuyendo en 7 tomos sus 3.500 páginas. Se trata de un Diccionario onomasiológico que representa la búsqueda de conocimiento que caracterizó a la lexicografía árabe medieval concurriendo en él todas las características de dicha disciplina. En ella se han basado mis investigaciones sobre lexicografía árabe medieval cuyos resultados se publican, por primera vez, en SERRANO-NIZA (1999), El proyecto lexicográfico de Ibn Sīdah, un sabio en la taifa de Denia, Onda. Posteriormente, también doy a conocer la aplicación práctica que esa investigación trae consigo en SERRANO-NIZA (2005), Glosario árabe español de indumentaria según el Kitāb al-Mujassa s de Ibn Sīdah, Madrid.

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este fin, he seleccionado el mayor número de palabras que puedan inscribirse en el campo conceptual de la seda partiendo de una obra de referencia árabe monolingüe, en este caso, el citado diccionario de Ibn Sīdah. De este vaciado léxico haré un estudio comparado teniendo en cuenta, por un lado, otro diccionario clásico monolingüe (Lisān al-‘arab de Ibn Manzūr) (m.711/1311) más alejado éste en el tiempo que la fuente de base. Por otra parte, me detendré en el entorno de la lexicografía árabe bilingüe poniendo especial interés en comprobar cómo se ha vertido todo ese léxico al español, ya que dicha lexicografía ha puesto de manifiesto la dificultad que conlleva el trasvase de un corpus léxico de una lengua a otra y la responsabilidad que el lexicógrafo asume en sus interpretaciones, cuyas carencias perjudicarán, en última instancia, la labor de traducción. Para comprobar esta última afirmación, concluiré con las consecuencias que en la traducción de ciertos textos ha tenido —o ha podido tener— esta merma en la lexicografía bilingüe, y propongo una manera de corregirlo.

3. Notas sobre la historia de la lexicografía árabe La Historia de la lexicografía árabe se caracteriza por una brecha cronológica en su producción. Una primera etapa concluye en el siglo XVIII con la publicación de la obra Tāj al-carūs de Zabīdī (m.1205/1790) y otra segunda etapa comienza en el siglo XIX siguiendo la estela de renovación cultural que trae consigo la Nahda 3. Los nuevos aires de cambio van a afectar directamente a la lengua árabe, concretamente en sus aspectos léxicos y gramaticales. En el campo de la lexicografía propiamente dicho, el método de trabajo consolidado por los lexicógrafos árabes medievales quedan obsoletos, intentando redefinir la disciplina a partir de nuevos presupuestos teóricos hasta convertirla en una instrucción científica y experimental tal y como se venía haciendo en occidente. En definitiva, se trata de dejar atrás el conjunto de obras heredadas de los lexicógrafos medievales puesto que éstas no son de gran ayuda para los nuevos propósitos. Para entender las razones por las que todo el acervo lexicográfico árabe medieval queda desfasado hay que remontarse al punto de partida epistemológico que guiaron los pasos de los antiguos lexicógrafos. Por una parte, el concepto que tienen de su objeto de estudio y, por otra, la manera instrumental con la que conciben el lenguaje, una herramienta para conocer la realidad. De manera que, en función de dichos principios,

3

Término árabe con el que se designa el renacimiento cultural árabe contemporáneo. Se trata de un periodo histórico cuyo comienzo se fecha en el Egipto de los años que van entre 1882 y 1905 y que traerá consigo numerosos cambios que marcarán el inicio de la modernidad en la cultura árabe islámica.

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ordenaban el material léxico optando por macroestructuras onomasiológicas o semasiológicas que respondían, por lo general, al cauce encontrado para acceder al discernimiento referencial mediante las palabras. Además, estas obras fueron, muy probablemente, pensadas para su lectura o memorización, una cuestión que se va a poner de manifiesto, sobre todo, en las características de sus microestructuras. De hecho, es en la microestructura donde se revelan las reflexiones teóricas de los lexicógrafos pero, sobre todo, se pone de manifiesto la idea de definición lexicográfica o comentario (sharh) que prevalecía entre ellos, siendo ésta un conglomerado heterogéneo de informaciones en el que cabían no sólo datos lingüísticos sino otros de muy diversa índole puesto que el diccionario debía ser para sus lectores una enciclopedia de la cultura árabe islámica. Enlazando con esto último, y en lo que a este trabajo se refiere, dos diccionarios representativos de los principios teóricos que acabo de mencionar son el Kitāb alMukhassas de Ibn Sīdah y Lisān al-‘arab de Ibn Manzūr, caracterizados por su macroestructura onomasiológica y semasiológica, respectivamente, y ya citados con anterioridad. Por otra parte, la nueva lexicografía árabe, la que da sus primeros pasos al despuntar el siglo XIX, lleva a cabo un despliegue de críticas al trabajo realizado con anterioridad que gira en torno a cuatro puntos fundamentales: la desconexión del corpus léxico con la realidad, la dificultad para ser consultada, debido tanto a las características de su macro como de su microestructura, la falta de rigor en las definiciones y el calco de éstas en las obras producidas a partir del siglo III/IX. Las primeras reacciones a estas críticas no sólo se ensayarán en las nuevas producciones monolingües sino también en las obras de autores occidentales como las que se van a ver aquí. De hecho, la selección de diccionarios bilingües que he realizado para este trabajo responde tanto a un criterio práctico como comparativo, dado que constituye el corpus de obras editadas en el último siglo más conocidas y empleadas por los arabistas para traducir. Además, permiten un análisis contrastado, ya que van dirigidas a distintas lenguas occidentales: francés, inglés y español. Me refiero al Dictionnaire arabe-français de Kazimirski, al Arabic English Lexicon de Lane así como al Diccionario árabe español de Corriente. Todas ellas tienen en común el orden alfabético de las raíces árabes. No obstante, el método que los mencionados autores emplean en la construcción de sus respectivos diccionarios es sustancialmente diferente. El Arabic English Lexicon de Lane está muy cerca del utilizado en la Edad Media por los lexicógrafos árabes, es decir, a partir de un corpus de fuentes delimitado selecciona las entradas que va a considerar. Las entradas se distribuyen vinculadas a su raíz correspondiente para ser definidas, ciñéndose estrictamente a sus fuentes. Dichas fuentes serán puntualmente citadas tras cada significado apuntado. En su obra, Lane muchas veces opta por no dar un equivalente del vocablo árabe que está analizando en la lengua de

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llegada, por el contrario se limita a indicar unas cuantas referencias extraídas de las definiciones árabes que le proporcionan sus fuentes. La obra de Kazimirski, Dictionnaire arabe-français, carece de una introducción en la que se indiquen sus fuentes aunque parece más que probable que se haya servido de los diccionarios clásicos medievales entre los que se ha de contar el ya nombrado Lisān al-‘arab de Ibn Manzūr, dada la coincidencia de significados que he podido detectar en el ámbito del léxico de la indumentaria. En cuanto al tratamiento de la definición de la palabra, este autor, en muchas ocasiones, aporta una «interpretación» en lengua francesa de la definición original árabe. En cuanto al trabajo de Corriente, Diccionario árabe español, cabe decir que mantiene, prácticamente, el mismo planteamiento utilizado por Kazimirski aunque, a diferencia de este último, en su pequeña introducción presenta detalladamente la deuda que su obra tiene con la lexicografía precedente.

4. Sobre el léxico de la seda: análisis, equivalencias y nueva propuesta Siguiendo con los objetivos planteados en estas páginas, procede ahora reunir el mayor número de palabras relativas a la seda. Para ello me serviré del Kitāb alMukhassas de Ibn Sīdah, cuya meta principal era acaparar en torno a una idea el mayor número de palabras posibles tras haber encontrado todo ese léxico disperso en las obras de sus predecesores; según sus propias palabras: Encontré todo aquello disperso, diseminado, esparcido y sin el adecuado contexto pues en cada uno de los libros que hoy conocemos acerca de esas materias aparece siempre algo útil no recogido por los demás y, desde luego, no he encontrado una obra completa que tenga en cuenta los diversos aspectos de la lexicografía […] a pesar de que he revisado con diligencia todo lo que se ha escrito sobre ello […] careciendo [las obras de lexicografía anteriores] de una adecuada estructura analítica4.

En definitiva, la ingeniosa estructura ideada por este autor en su obra ha permitido la localización de cinco capítulos relativos a tejidos o prendas de seda, emplazados todos ellos en el apartado dedicado a la indumentaria: (Kitāb al-libās (MUKHASSA  S, IV, 63-118) y cuya distribución queda como sigue: 1. Tejidos o vestidos labrados (al-muwashà min al-thiyāb) (MUKHASSAS, IV, 66-68). 2. [Tipos de] sedas (al-khazz wa-l-qazz wa-l-harīr) (MUKHASSAS, IV, 68-69).

4

Ibn Sīdah (1898-1903: I, 7-8).

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3. Tipos diversos de tejidos o vestidos (anwā c mukhtalifa min al-tiyāb) (MUKHASSAS, IV, 71-73); Brocado (al-dībāj) (MUKHASSAS, IV, 76). 4. Drapeados [del tipo taylasān, kisā‘ y otros semejantes] (al- taylasān wa-l-aksiya wa-nahuhā) (MUKHASSAS IV, 78-81).

Lo que se expone a continuación es un ejemplo del análisis realizado en más de un centenar de entradas léxicas en torno a la seda que representa la suma de estos capítulos. En el cotejo llevado a cabo presento, tras un mismo vocablo entrada, la información extraída de las fuentes de trabajo tanto monolingües como bilingües ya citadas; éstas, además, están ordenadas cronológicamente. Djiniyya: 1. mitraf mudawwar calà khilqati al-taylasān, talbasu-hā al-nisā’ [Ibn Sīdah]. 2. tiyāb macarufa; mitraf mudawwar calà khilqati al-taylasān, talbasu-hā al-nisā’ [Ibn Manzūr]. 3. a garment of the kind called mitraf of a round form, like the taylasān worn by women or certain well-known garments [Lane]. 4. manteau en étoffe de soi [Kazimirski]. 5. capa de seda [Corriente].

El ejemplo anterior parece bastante explícito a la hora de comprobar el largo recorrido que ha realizado el léxico árabe antes de instalarse en una lengua de llegada. Obsérvese cómo por el trayecto se han ido perdiendo fragmentos de información, sin duda, valiosa. Además, resulta evidente que la mayor merma la reflejan las obras de Kazimirski y Corriente. En mi opinión esto es así porque ambos autores han reducido al término genérico los dos vocablos árabes que están subordinados a la palabra entrada. Es decir, excluyen algunas de las características específicas de los vocablos mitraf y taylasān. Vocablos que designan dos tipos de mantos diferentes y, en concreto, el manto denominado taylasān se caracteriza por su forma redonda que es, precisamente, lo que tiene en común con la prenda de vestir que se está definiendo bajo la entrada djiniyya. No obstante, permanece en todos los autores citados el significado ‘de seda’ que tiene la prenda de vestir denominada mitraf. Sin embargo, cuando se consulta este vocablo en las fuentes árabes monolingües se puede comprobar que los autores especifican qué tipo de seda. En este caso concreto se refieren a la seda cruda (khazz). Finalmente, en el ejemplo recién citado, puede verse otra pérdida importante de significado en las obras de Kazimirski y Corriente. Me refiero a la total ausencia del uso femenino que tenía esta prenda. Por lo tanto, una propuesta de equivalencia a esta palabra que garantizara todos sus significados en lengua española podría ser: djiniyya: manto [del tipo denominado] mitraf elaborado en seda cruda de forma circular usado por las mujeres.

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4.1. La aplicación efectiva Esta nueva equivalencia supondría, sin duda alguna, una mejora en la traducción del texto. Por tanto, para comprobar la aplicación efectiva que tendrían los resultados del análisis realizado en el léxico de la seda, incluyo a continuación mis propuestas de significados para cuatros términos referidos a la seda que aparecen, por lo general, sin especificar en los diccionarios bilingües y, seguidamente, los aplico a un texto jurídico del siglo XIII donde están presente algunos de ellos. a) Los términos: harīr: Seda (en general). qahz & qihz: 1. La seda adúcar (qazz) cuando aún está en el capullo. 2. Tejidos o vestidos de lana [del tipo denominado mircizzà]. 3. Tejidos o vestidos de lana [del tipo denominado mircizzà] y mezclados con seda (harīr). ibraysam: 1. Variedad de seda cruda (khazz). 2. Tejidos o vestidos de seda (harīr). khazz: 1. Variedad de seda. 2. Seda cruda. b) El texto: Se trata del capítulo decimoquinto del Kitāb al-djāmi’ de Ibn Djuzayy (s. VII/XIII) dedicado a los vestidos (fī al-libās). He extraído algunos fragmentos para ilustrar y concluir el desarrollo de este trabajo: Lo prohibido: lo están los vestidos de seda (harīr) [seda en general] y oro para los hombres […]. En cuanto a que su urdimbre sea seda (harīr) y su trama sea otra cosa es reprobable pero hay unos que lo consideran lícito y otros que lo consideran prohibido con excepción de la seda (khazz) [seda cruda] pues está permitida su venta, y en cuanto a que haya algo de seda (harīr) en la urdimbre no se autoriza en el madhhab, aunque sea exigua, y se discrepa acerca del ribeteado del vestido y en la adopción del botón y el cuello de seda en general (harīr). […] Quiere decir en el caso de que haya mucha seda (harīr) pero no hay mal en que se cosa con la ropa con seda khazz (seda cruda).

5. A modo de conclusión Como se ha podido comprobar en estas páginas, el léxico de la lengua árabe ha recorrido un largo camino hasta llegar a otras lenguas occidentales en cuyo trayecto han ido desapareciendo fragmentos de valiosa información.

Estudio comparado del léxico de la seda en la lexicografía árabe bilingüe

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En el proceso de elaboración de un diccionario bilingüe, el lexicógrafo debe confeccionar un doble fondo léxico al que se accede tras el examen de incontables entradas lexicográficas en la lengua de partida y su comparación con las definiciones dadas en las diferentes lenguas. Un trabajo difícil, pero nada comparable a la dificultad que supone tener que optar por determinados criterios de selección. A pesar de todo, la lexicografía árabe bilingüe —y teniendo en cuenta que el diccionario es la única herramienta de trabajo con la que cuenta el traductor de árabe— debiera incluir en sus definiciones determinados vocablos árabes de referencia, especialmente si la obra tiene como fin la traducción de la lengua árabe desde una perspectiva científica. Elaborar diccionarios árabes bilingües desde este enfoque implica trabajar el léxico en estructuras conceptuales.

Referencias bibliográficas BLACHÈRE, Regis (1973): «Reflexions sur le développement de la lexicographie arabe», Revue de l’Occident Musulman et la Mediterraneé 13-14: 125-129. CORRIENTE, Federico (1986): Diccionario árabe español, Madrid. HAYWOOD, John (1965): Arabic Lexicography: It’s history and it’s place in the general history of lexicography, 2ª edic., Leiden. IBN SĪDAH (1898-1903): Kitāb al-Mujassas, Bulaq, 7 vols. KAZIMIRSKY, A. de Biberstein (1860): Dictionnaire arabe-français, Paris. LANE, Edward William (1955-56): Arabic English Lexicon, Londres-New York, 8 vols. SERRANO-NIZA, Dolores (2000): «Reflexiones sobre semántica en los diccionarios árabes medievales», en Marcos Martínez Hernández et ál. (eds.), Cien años de investigación semántica: de Michel Bréal a la actualidad. Actas del Congreso Internacional de Semántica, Madrid: Ediciones Clásicas, 1739-1747. — (2005): Glosario árabe español de indumentaria según el Kitāb al-Mujassas de Ibn Sīdah, Madrid. VERSTEEGH, Cornelis H. M. (1977): Greek Elements in Arabic Linguistic Thinking, Leiden.

Sobre la preposición on y la variabilidad semántica en anglosajón1 Eulalia Sosa Acevedo / M.ª Auxiliadora Martín Díaz

1. Introducción Este trabajo tiene como objetivo explorar las propiedades sintáctico-semánticas de la preposición on en inglés antiguo. Para ello, se adopta la perspectiva funcional propuesta en el marco del Modelo Léxico Construccional según el cual las construcciones constituyen relaciones de forma y significado que funcionan en todos los niveles de la estructura de una lengua (Ruiz de Mendoza y Mairal 2006a, b). El concepto de construcción ocupa, por tanto, un lugar preponderante desde el punto de vista metodológico en este estudio pues, tal y como se demostrará, la existencia de alternancias diatéticas entre las construcciones asociadas a la preposición on nos permitirá describir las relaciones sintáctico-semánticas que determinan el uso de esta preposición con respecto a otras construcciones alternantes. Asimismo, para la interpretación y descripción de estas relaciones se utilizan estructuras de eventos como las que propone Pustejovsky (1995). Los ejemplos citados y analizados pertenecen a las clases verbales de contacto-porimpacto y de correr en inglés antiguo. Dichos ejemplos se extraen de un corpus básico de ejemplos que han sido convenientemente seleccionados y clasificados a partir del Helsinki Corpus of English Texts (Rissanen et ál. 1984-1990) y del Anglo-Saxon Dictionary (Bosworth et ál. 1998 [1972]). Otras fuentes utilizadas en esta investigación son The Thesaurus of Old English (Roberts y Kay 1995), A Concise Anglo-Saxon Dictionary (Hall 1960) y The Oxford English Dictionary (Murray et ál. 1971)2.

2. Los verbos de contacto-por-impacto Según el análisis de corpus, los verbos de contacto-por-impacto (e.g. béatan, cnocian) muestran básicamente dos tipos de alternancia en lοs que interviene la preposición on:

1 2

Este trabajo se ha desarrollado en el marco del proyecto de investigación con referencia FFI2008-05035-C02-02/FILO, financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación. Para una explicación más extensa sobre la metodología de selección de este corpus véase Cortés et ál. (en prensa).

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a) la alternancia transitiva-conativa. b) la alternancia locativa-conativa. Tomando como punto de partida la descripción sintáctico-semántica propuesta por Cortés et ál. (en prensa) para esta clase verbal, las expresiones transitivas que se ejemplifican a continuación en (1a) y (2a) pueden interpretarse como una cadena causal: ‹la entidad x (él, ella) usa la entidad y (e.g. una mano) lo que CAUSA que y entre en contacto con la entidad z (pecho, puerta)› (1)

(2)

a. He beót his breostAcc and cwæþ... él- golpeó-su-pecho y-dijo

(Lk. Bos. 18, 13).

b. He on his breóstAcc beót él-a?-su-pecho-golpeó

(H. R. 15, 29) 3.

a. [...] and (ge) þa duruAc cnuciað and cweðaþ.... [...]y-(ustedes)- la puerta- golpean – y - dicen

(Lk. Skt. 13, 25).

b. Heó on þære cýtan duruAc cnocode. ella -a- de -cabaña - puerta-golpeó/tocó

(Hml. A. 196, 26).

Como puede observarse, estas expresiones poseen estructuras sintácticas análogas, incluyendo el caso acusativo asignado al objeto verbal (breóst: ‹pecho›; duru: ‹puerta›) y sólo difieren en cuanto a la presencia de la preposición on en (1b) y (2b). Teniendo en cuenta la perspectiva funcional en la que se enmarca este trabajo, este hecho indica que la preposición debe tener un papel determinante en la descripción sintácticosemántica de este tipo de construcciones (véase Pustejovsky 1998: 125-26). A este respecto, entre otras fuentes, The Anglo-Saxon Dictionary especifica que la función de la preposición on seguida de caso acusativo es marcar un movimiento, real o figurado, que es externo al objeto expresado por la palabra que on rige, e introduce el objeto en relación con el cual una acción tiene lugar (Bosworth et ál. 1998 [1972]: 775). De esto podemos concluir que el complemento preposicional formado por la preposición on introduciendo objetos en caso acusativo designa, al igual que las correspondientes construcciones transitivas, no preposicionales, movimiento y contacto, con respecto a dichos objetos, i.e. en los ejemplos citados anteriormente, los efectuadores (Van Valin 1997: 85) él y ella ejecutan un movimiento en dirección a pecho y

3

El signo de interrogación junto a la preposición a señala el hecho de que, en español, esta preposición se realiza sólo en el caso de objetos de persona, que no es este caso.

Sobre la preposición on y la variabilidad semántica en anglosajón

235

puerta respectivamente. Este movimiento está obviamente dirigido hacia estos objetos con la intención de entrar en contacto con ellos y tocarlos. Sin embargo, debe observarse que nada en la semántica de on garantiza que dicho contacto se lleve finalmente a cabo. Por ello, al interpretar las expresiones (1b) y (2b), sabemos que él y ella mueven, posiblemente una mano, en dirección al pecho y a la puerta respectivamente, con la intención de tocarlos, pero no tenemos la certeza de que esta mano llegue finalmente a entrar en contacto con ellos. Puede decirse, por tanto, que dicho contacto queda neutralizado, dejándose sin especificar la terminación o culminación del movimiento. De lo expuesto hasta el momento podemos concluir cuatro datos fundamentales: (i) Tanto las construcciones transitivas como las construcciones preposicionales de estos verbos conllevan nociones de movimiento y de contacto. (ii) En el caso de las construcciones preposicionales (on + objeto en caso acusativo), la terminación o punto final del movimiento, es decir, el acto de contacto, queda neutralizado4. En términos de La Gramática del Papel y la Referencia las construcciones que no codifican la culminación de una acción se definen como no télicas (Van Valin 1997: 93). (iii) A diferencia de las anteriores, en la construcción transitiva, sí se culmina el contacto, y existe, por tanto, un punto final del movimiento, por lo que se define como una construcción télica (Van Valin op. cit.). (iv) Las características expresadas en (i) y (ii) son justamente las que Golberg (1995: 63) y Levin (1993: 42) asocian a la denominada construcción conativa. Según estas autoras, la construcción conativa se describe como ‹X DIRIGE ACCIÓN HACIA Y› y designa que dicha acción se lleva a cabo sólo como un intento, sin precisar la existencia de ningún resultado o conclusión de la acción. En conjunto, podemos pues afirmar que las construcciones que se muestran en (1) y (2) intervienen en una alternancia transitiva-conativa. Representar este tipo de alternancias a través de estructuras eventuales permite poner de manifiesto con claridad el papel de las relaciones semántico-sintácticas entre las construcciones. Así, como puede observarse en la descripción que proponemos en (3) abajo, el complemento preposicional en las construcciones conativas se asocia al Evento Causado. Esto implica que dicho evento codifica la neutralización semántica según la cual no existe constancia de que se culmine el movimiento y, en consecuencia, tampoco el contacto. Por tanto, la formulación de la cadena causal es más compleja de lo que en principio sugieren Cortés et ál.

4

En el análisis del corpus, se han detectado también, aunque en un número muy reducido de ejemplos que no han sido incluidos aquí, construcciones con la preposición æt seguida de acusativo y con este mismo significado (Sosa 2009).

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(en prensa). Retomando los ejemplos (2a) y (2b) arriba, proponemos reformular dicha cadena del siguiente modo: (3)

Evento Causante (e1) CAUSA Evento Causado (e2)

E.g. [x (ella) usa la entidad y (mano)]e1 CAUSA [[y (mano) se mueve hacia z (puerta)]e3 [y (mano) está en/toca z (puerta)]e4]e2 Evento Causante (e1)

Evento Causado (e2)

(i) Evento causante (e1): ‹una entidad x mueve un instrumento y› CAUSA (ii) Evento causado (e2): comprende dos subeventos: a. un subevento de movimiento (e3) que expresa que ‹el instrumento y se mueve hacia z› b. un subevento de localización-y-contacto (e4) (que indica que ‹el instrumento y toca/entra en contacto con z›.

En cuanto a la alternancia locativa-conativa, encontramos ejemplos como el que se muestra en (4a) y que contrastan de forma sistemática con ejemplos como el que se presenta en (2b), repetido aquí en (4b): (4)

a. He cnucode æt ðære dura.Dat él - tocó - a - la – puerta

(Homl. Th. ii. 382, 17, 22).

b. Heó on þære cýtan duruAc cnocode. ella - a – de la -cabaña-puerta-tocó (Hml. A. 196, 26).

Al igual que ocurría en el análisis anterior, la definición asignada a la preposición æt en The Anglo-Saxon Dictionary nos proporciona datos fundamentales para la interpretación de estas construcciones: seguida de caso dativo y con verbos de movimiento y contacto, æt indica locus, localización, lugar en el que algo está o se coloca (Bosworth et ál. 1998 [1972]: 20). Así pues, mientras que el complemento preposicional con æt en (4a) designa la posición alcanzada por la entidad que se mueve, probablemente la mano, y por tanto codifica una construcción locativa, las construcciones del tipo representado en (4b) son, tal y como ya hemos expuesto, realizaciones de la construcción conativa. Asimismo, como en la alternancia transitiva-conativa, esta alternancia locativaconativa se asocia al Evento Causado el cual, por consiguiente, puede realizarse alternativamente del siguiente modo:

Sobre la preposición on y la variabilidad semántica en anglosajón (5)

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(i) o bien como construcción conativa que comprende dos subeventos: a. un subevento de movimiento que expresa que ‹el instrumento y se mueve hacia z›. b. un subevento de localización-y-contacto que indica que ‹el instrumento y está en/toca/entra en contacto con z›. (ii) o bien como construcción locativa que expresa un evento locativo único de tal manera que ‹y está en / entra en contacto con / toca z›.

La realización alternante de estas construcciones, así como la de las señaladas en (3) arriba, se corresponde con la noción de foregrounding o prominence propuesta por Pustejovsky (1995: 72) y que consiste justamente en la priorización de una realización u otra (de un evento u otro) dentro de una alternancia sintáctico-semántica dada, i.e. lo que se expresa tanto en (3) como en (5), es que o bien se prioriza la realización (i) o bien la (ii), y dentro de (i), o bien se prioriza (a) o bien (b).

3. Los verbos de correr La clase de los verbos de correr en inglés antiguo está representada por las formas yrnan, ræsan y raccian. Estos verbos presentan dos tipos de alternancia: a) la alternancia intransitiva-locativa. b) la alternancia locativa-conativa. En la alternancia intransitiva-locativa intervienen construcciones de movimiento que designan una actividad o, en términos de la Gramática del Papel y la Referencia, construcciones no télicas como las que se muestran en (6), y que, como ya hemos señalado, se caracterizan porque no indican un punto final o terminal de dicho movimiento. Estas construcciones alternan con expresiones como las agrupadas en (7) que representan realizaciones activas, i.e. construcciones télicas (Van Valin 1997: 93): (6)

Construcción Intransitiva: Actividad, no télica. a. Ðá arn dæt wíf swíðe entonces-corrió-la-mujer-rápido (Homl. Skt. i. 3) Ælfric›s Metrical Lives of Saints. b. Ðá arn hé and gestód ongeán ðam lége. entonces-corrió-él-y-permaneció-frente-al-fuego (Bl. H. 221, 11) The Blickly Homilies.

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Construcción Locativa: Realización activa, télica a. Hé rǽsde intó ðam wudu.DAT él-se precipitó-hacia-el-bosque (Homl. Skt. ii. 30, 31) Ælfric›s Metrical Lives of Saints. b. Aaron ða ardlice arn to ðam folceDAT and sterde mid thimiama. Aaron-entonces-rápidamente-corrió-hacia-la-gente-y-perfumó-con-incienso› (6.515c:\icame\oehels~1\cootest 64- Ælfric›s Treatise on the Old and New Testament).

Estos ejemplos indican que lo que motiva esa polaridad aspectual con respecto a la telicidad en este tipo de construcciones es la presencia de un complemento preposicional que designa la terminación o conclusión de la actividad de correr y que, en este caso, se introduce a través de las preposiciones intó (véase 6a) y tó, (véase 6b), ambas seguidas de un objeto en caso dativo. Como en los casos anteriores, a partir de estos datos podemos formular importantes conclusiones en cuanto a la estructura eventual asociada a esta alternancia: (8) a. Construcciones de Actividad (intransitivas): designan un evento de movimiento que expresa que ‹una entidad x se mueve rápidamente de alguna manera›. Por ejemplo, Ðá arn dæt wíf swíðe (corrió- mujer -rápido), en (6a) arriba, tan solo indica que la mujer corrió de una determinada manera. b. Construcciones de Realización Activa (locativas): designan un evento complejo direccional / locativo, i.e. un evento que comprende dos subeventos: (i) un subevento de dirección que expresa ‹una entidad x se mueve hacia un locus y›. Por ejemplo, en la expresión Sume urnon intó cyrcean (Algunos-corrieronhacia-iglesia) se expresa que x-algunos- se mueven en la dirección de la iglesia›. Lo mismo ocurre en los ejemplos en (7) arriba. (ii) un subevento locativo que indica ‹una entidad x está en /toca un locus y›. Retomando el último ejemplo: ‹x-algunos- están/ se sitúan/tocan la iglesia›.

En cuanto a la alternancia locativa-conativa, los verbos de correr se complementan con patrones preposicionales introducidos, o bien por la preposición on seguida de un objeto en caso acusativo (por tanto, con significado conativo), o bien por las preposiciones intó y tó seguidas de caso dativo y con significado locativo. Los ejemplos siguientes muestran esta alternancia que, como puede apreciarse, es sintáctica y semánticamente equivalente a la que presentan los verbos de contacto-por-impacto (cf. ejemplos en (4) arriba):

Sobre la preposición on y la variabilidad semántica en anglosajón (9)

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a. LOCATIVA: [...] þæt hé tó hrædlíce intó Godes húseDAT racige. [...] que-él-también-rápido-hacia-de Dios-casa-se precipitó (Wlfst. 155, 16-21). a´. CONATIVA: Arn hé sóna on þǽt húsACC corrió-él-rápido-hacia-la-casa

(Bl. H. 221, 11).

b. LOCATIVA: [...] and (hé) rǽsde tó ðám wereDAT [...] y-(él)-se precipitó-hacia-el-hombre

(Hml. S. 25, 225).

b´. CONATIVA: Hē, getogene ðy wæpne, ræsde on ðone cyningACC él- llevando-el-arma- se precipitó-hacia-el-rey

(Bd, 2, 9).

En (9a) y (9b) el patrón es intó/tó + dativo y designa localización, mientras que el patrón on + acusativo ejemplificado en (9a´) y (9b´) indica conación.

4. Conclusiones Una de las conclusiones fundamentales que se derivan del estudio presentado en este artículo es que, como se muestra en el siguiente cuadro, aunque las clases verbales de contacto-por-impacto y de correr en inglés antiguo comparten la realización de la construcción conativa, éstas difieren, sin embargo, en que en los verbos de correr no se realiza la construcción transitiva y, por tanto, esta clase verbal no muestra ninguna alternancia transitiva-conativa: (10)

Verbos de contacto-por-impacto Alternancia transitiva-conativa Alternancia locativa-conativa

Verbos de correr Alternancia intransitiva-locativa Alternancia locativa-conativa

Este hecho plantea un problema con respecto a la definición de construcción conativa propuesta por Levin (1993:8-9 y 41ss.) según la cual una construcción conativa se define en primer término como parte de una alternancia transitiva, i.e. la construcción conativa sólo se realizará en alternancia con construcciones transitivas, algo que obviamente no se cumple en el caso de los verbos de correr en inglés antiguo.5

5

Como apunta Sosa (2009: 84 ss.), esto parece aplicarse también a la clase de los verbos de correr en inglés actual.

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Eulalia Sosa Acevedo / M.ª Auxiliadora Martín Díaz

En contraposición a la propuesta de Levin creemos haber demostrado suficientemente que la construcción conativa se define independientemente de la existencia de una realización transitiva en inglés antiguo y que queda adecuadamente descrita a través de las dos condiciones semánticas que la caracterizan, a saber, que los verbos deben implicar las nociones de movimiento y de contacto, y que deben designar la finalización o terminación de la acción sólo como un intento. Asimismo, y con respecto a este último aspecto, hemos indicado la importancia que posee la polaridad aspectual de la telicidad que puede considerarse como un criterio determinante no solo en la configuración de la construcción conativa sino también en la de las alternancias diatéticas en las que ésta participa en anglosajón. Por último, cabe destacar las ventajas que la formulación de estructuras eventuales presenta en la interpretación y elucidación de los mecanismos sintáctico-semánticos que subyacen a las construcciones y, en especial, en los casos estudiados en este trabajo, los que determinan fenómenos de priorización de determinados eventos y subeventos en relación a las clases verbales citadas.

Referencias bibliográficas BOSWORTH, Joseph, Thomas Northcote TOLLER y Alistair CAMPBELL (1998 [1972]): An Anglo-Saxon Dictionary, Londres: Oxford University Press. CORTÉS, Francisco José, Francisca del Mar PLAZA PICÓN y M.ª José MARTÍNEZ BENAVIDES (en prensa): «(Re)Construcción semántica de los verbos de golpear en latín, anglosajón y griego antiguo», Lingüística y Literatura. Universidad de Antioquia.URL: http://aprendeenlinea.udea.edu.co/revistas/index.php/lyl/issue/current GOLDBERG, Adele (1995): A Construction Grammar Approach to Argument Structure, Chicago-Londres: The University of Chicago Press. HALL, John R. Clark (1960): A Concise Anglo-Saxon Dictionary, Toronto-BuffaloLondres: University of Toronto Press. LEVIN, Beth (1993): English Verb Classes and Alternations. A Preliminary Investigation, Chicago-Londres: The University of Chicago Press. MURRAY, James A. H. et ál. (eds.) (1971): The Oxford English Dictionary (Discos Compactos. 3 vols.), Oxford: Clarendon Press. PUSTEJOVSKY, James (1995): The Generative Lexicon, Cambridge MA: MIT Press. RISSANEN, Matti y Ossi IHALAINEN (eds.) (1984-1990): The Helsinki Corpus of English Texts: Diachronic and Dialectal, Helsinki: University of Helsinki. ROBERTS, Jane, Christian KAY y Lynne GRUNDY (1995): A Thesaurus of Old English (2 vols.), Londres: King’s College Centre for late Antique and Medieval Studies. RUIZ DE MENDOZA IBÁÑEZ, Francisco José y Ricardo MAIRAL USÓN (2006a): «Internal and External Constraints in Meaning Construction: the Lexicon-Grammar

Sobre la preposición on y la variabilidad semántica en anglosajón

241

Continuum», en Estudios de Filología Inglesa: Homenaje a la Dra. Asunción Alba Pelayo, Madrid: UNED. URL: http://www.lexicom.es/drupal/files/cons traints.pdf; 22/11/2009. — (2006b): «Levels of Semantic Representation: Where Lexicon and Grammar Meet», Interlingüística 17: 26-47. SIMPSON, John y Edmund WEINER (eds.) (1987): The Oxford English Dictionary, Oxford: Clarendon Press. Disco Compacto 3 vols. SOSA ACEVEDO, Eulalia (2009): «Lexical Classes and the Conative Construction in Old English», Studia Anglica Posnaniensia 45/1: 69-90. VAN VALIN, Robert D. y Randy LAPOLLA (1997): Syntax. Structure, Meaning and Function, Cambridge: Cambridge University Press.

Semántica textual: La Fiesta, de Juan Ramón Jiménez Ramón Trujillo

1. El poema Todos los días yo soy yo. Pero ¡qué pocos días soy yo! Todos los días el cielo vive en mis ojos. Mas ¿cuándo es dios? Todos los días me hablas. Y ¡qué pocas veces oigo tu voz!

2. Generalidades 2.1. Texto y función textual Lo primero que debemos hacer es partir de la idea de TEXTO, entendido como unidad lingüística absoluta, independiente tanto de otro texto, como de cualquier experiencia relativa al mundo real —las cosas, las ideas, los sentimientos—. Lo que define formalmente al TEXTO1 es su carácter cerrado y la imposibilidad de que puedan añadírsele o quitársele elementos que alteraren su condición de «objeto absoluto»; es decir, del hecho de ser sólo lo que es como tal texto y con independencia de lo que cada cual pueda entender en él. Los hechos estrictamente lingüísticos, como la sílaba, el ritmo, el fonema, el rasgo pertinente —fónico o semántico—, la categoría gramatical, la estructura sintáctica, etc., son los componentes naturales del texto, pero no los responsables de su textualidad, de su significado textual, que es algo que depende, además y en gran medida, del universo cultural en que se produce y del juego entre referencias y referentes sociales que o bien contrastan entre sí, o bien se apoyan mutuamente. Nos encontramos

1

Se entiende «texto literario», naturalmente.

244

Ramón Trujillo

ahí con lo que podemos llamar «funciones textuales», en las que entran tanto los elementos lingüísticos propiamente dichos —aquí, por ejemplo, las pausas versales—, como los simples contrastes entre hechos relativos a la experiencia de las cosas o de los acontecimientos extraidiomáticos, como sucedía, por ejemplo, con la oferta que le hacen a Ugolino sus hijos para que coma de sus carnes: una oferta absurda si sólo se tiene en cuenta el hecho inverosímil de la antropofagia, pero absolutamente «verosímil» si de lo que se trata es de «reorientar» el sentido del verso 75 —«poscia, più che ’l dolor, poté il digiuno»— para crear la «sospecha razonable» de un canibalismo posible al que este último verso no habría aludido en absoluto en una situación «normal». La textualidad dependerá en cada caso de las relaciones entre los elementos componentes que contraigan entre sí funciones semánticas determinadas y de las relaciones que se establezcan entre estas. Tales funciones son los hechos formales responsables de que un conjunto de expresiones diversas constituyan ese «objeto absoluto» que aquí llamaremos TEXTO, en oposición al informe o al mensaje, en que, propiamente, la «textualidad» resulta irrelevante como tal. Pero, antes que nada, hay que aclarar que por función textual se entenderá la «relación significativa» que se establezca en cada caso2 entre los elementos lingüísticos responsables de que una secuencia cualquiera sea únicamente texto; es decir, de que tenga un significado propio y singular como tal texto, con independencia de que pueda o no transmitir información acerca de ideas o de cosas externas al texto mismo como tal. La función textual o función-texto es ajena a cualquiera de las interpretaciones que una secuencia dada pueda sugerir a los hablantes, porque las interpretaciones son hechos de habla y, por tanto, teóricamente infinitas. Las funciones textuales, pues, se manifestarán, como acabamos de ver, a través de relaciones entre los hechos lingüísticos propiamente dichos y el «universo cultural consabido», en el eterno conflicto entre lengua y cultura. Ese es el plano estricto de la semántica textual3, cuyo único objeto posible es la organización formal del texto, desde lo estrictamente idiomático hasta todo lo que representan los modelos sociales en que se codifica la experiencia humana.

2.2. Sobre el texto de Juan Ramón Jiménez Se trata, como vemos, de un poema dividido en tres estrofas, cada una de las cuales está compuesta por dos octosílabos seguidos de un trisílabo. Es un poema sencillo,

2 3

En cada texto concreto, pues no existe EL TEXTO como un ente abstracto que pueda definirse de manera precisa. Cf. Ramón Trujillo (1996): Principios de semántica textual. Los fundamentos semánticos del análisis lingüístico, Madrid: Arco/Libros, S. L.

Semántica textual: La Fiesta, de Juan Ramón Jiménez

245

aunque muy complejo en su sencillez: una sencillez difícil que consiste en introducir funciones textuales que contraponen y relacionan entre sí niveles aparentemente incompatibles: la sintaxis propiamente dicha, de una parte, y las complejidades de la estructura versal, de otra. Encontramos aquí una función textual cuyo papel es el de integrar lo sintáctico con lo fonológico, SIN QUE PUEDA ENTENDERSE LO UNO SIN LO OTRO. Intentaremos examinar cierto mecanismo o «principio de organización» con el que el autor alcanza un compromiso absoluto entre contenido y expresión. Este poema, como sucede con otros textos literarios, no se puede entender sin echar mano de esa relación solidaria entre niveles diferentes no ya sólo del lenguaje, sino también de la comunicación humana como tal. Por todo ello, hay que poner atención y detenerse aquí en esa función textual que consiste en aprovechar la relación necesaria que hay entre los niveles fonológicos de la pausa versal, el acento o el ritmo, y el plano estrictamente gramatical de la sintaxis, que sólo en apariencia es ajena a las propiedades estructurales de la significación versal. Tan decisivo resulta aquí el juego de las pausas versales, que basta con prosificar el texto —como haremos luego— para caer en la cuenta de su importancia semántica, a la vista de lo diferentes que resultan entre sí esos dos textos, uno en verso y otro en prosa.

3. Sobre el poema Para leer y entender, en fin, este poema —para su adecuada intuición—, hay que tener en cuenta la particular importancia de las pausas versales y sus específicas funciones textuales. Iremos examinando estrofa tras estrofa y comparando en primer lugar la versión prosificada de cada una de ellas, con sus pausas naturales, para examinar luego todo lo que agrega en cada caso la forma poética, marcada en gran medida por el ritmo versal. PRIMERA ESTROFA: Todos los días yo soy yo. Pero ¡qué pocos días soy yo! Veamos la naturaleza de las pausas en uno y otro nivel.

3.1 Las pausas en la versión prosificada Todos los días yo soy yó. | Pero ¡qué pocos días soy yó!

246

Ramón Trujillo

α) El primer segmento del texto prosificado termina con ese yo soy yo, en el que el segundo yo es claramente tónico y funciona como objeto directo de soy 4. El segmento segundo termina igualmente en un soy yo, en que el sujeto es de nuevo la primera persona, en tanto que ese yo «expreso» es objeto directo o predicado nominal, como suele llamarse también. 3.2 Las pausas en el poema Todos los días yo sóy | yo. Pero qué pocos dÍas | soy YÓ. β) Lo primero que llama aquí la atención es el contraste [sói yọ / soy yó], tan vivo y claro en la estructura versal del poema. La primera línea termina en [yo sói:] con pausa versal tras ese soy que lleva la marca acentual que distingue y señala la pausa funcional que sigue, bien bajo la forma de un debilitamiento del yo del verso siguiente, bien como una pausa física real. Al desconectarse este segundo yo de ese intenso yo soy del primer verso, se desvincula «gramaticalmente» del yo sujeto anterior y queda como una simple aposición repetitiva suya. La pausa —física o virtual— rompe la sintaxis que veíamos en el texto prosificado. Esta pausa versal, como se comprueba aquí, puede ser tanto «física» —un silencio—, como «virtual», es decir, marcada por propiedades fonéticas que tienen por objeto alterar el orden normal del ritmo; es decir, entre el [yo soy yó], de la versión prosificada, y el [yo sóy yo] del poema, marcado bien por un contraste tenso / débil, bien por la simple pausa real en ese [yo sóy | yọ], con pausa efectiva y debilitamiento concomitante del segundo yo. Creo que se puede afirmar que la pausa versal, que funciona aquí como una magnitud formal del texto, tiene, al menos en este caso, dos variantes combinatorias marcadas por «sustancias diversas»: la pausa «real» y la pausa «virtual» que se relacionan con las alteraciones de la intensidad, tanto en el final de un verso, como en el inicio del siguiente. χ) El primer verso acaba, pues, terminantemente, en ese [yo sói:], marcado con vigor por la suma de un ACENTO fuerte, o reforzado, más el efecto «disyuntivo» de la PAUSA VERSAL que, de hecho, tiende a reducirse a una simple «pausa virtual» que se realizaría más propiamente marcando el último acento del verso con una fuerza mayor de la que se habría empleado en un texto en prosa5. No se puede, en efecto, leer aquí «yo soy yo» [yo soi yó] con ese segundo yo tónico y objeto directo de soy, porque la pausa

4

5

Ya Bello había visto que el tradicionalmente llamado «predicado nominal» no era más que un objeto directo. «¿El verbo ser con acusativo? ¿Y por qué no? ¿Por qué cerrar los ojos a un hecho manifiesto en que no cabe disputa?». Cf. Gramática, Nota VIII. Es decir, no «todos los días yo soy yo. Pero qué pocos días soy yo», sino «todos los días yo soy | yo. Pero ¡qué pocos días | soy yo!»

Semántica textual: La Fiesta, de Juan Ramón Jiménez

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versal no lo permite. Se leerá, por el contrario, [‘yo sói | yo’], «aislando» o, mejor acaso, «debilitando» de esta manera la relación entre este soy y ese segundo yo que ahora no es, como ya hemos dicho, más que una especie de aposición del yo sujeto. δ) Con ese yo soy, ante la pausa versal, se carga toda la fuerza del acento en el núcleo del predicado, de ese [sói] «final», tónico y enfático, que da a la cláusula un valor más o menos independiente y un sentido semejante al de ‘yo existo’, al tiempo que «debilita» el papel textual del yo sujeto gramatical, y aísla rítmicamente al segundo yo, que, por efecto de la pausa, rompe su relación gramatical con soy, para funcionar como aposición del yo sujeto y no como predicado nominal. Sigue ese [«yọ| pero qué pocos dÍas»], con un verso que se inicia con un [yọ] debilitado e inacentuado que se percibe como una sílaba en anacrusis. ε) El segundo verso comienza, pues, con ese [yọ] atributo, apagado por el efecto de la pausa versal que lo separa del [sói] tenso precedente. Hablamos aquí de un [yọ] «aislado» por efecto de la FUNCIÓN TEXTUAL de la pausa que se hace claramente relevante en este contexto; de un [yọ] que ha perdido, por la misma causa, su función gramatical de PREDICADO, para quedarse, como se ha dicho, en una simple repetición apositiva. φ) No se trata, pues, si tenemos en cuenta los hechos semánticos, de una secuencia estrófica que se pueda representar esquemáticamente como TODOS LOS DÍAS YO SOY YO |PERO ¡QUÉ POCOS DÍAS SOY YO!, sino, muy por el contrario, como TODOS LOS DÍAS YO SOY| YO PERO ¡QUÉ POCOS DÍAS! | SOY YO! Nótense las expresiones resultantes que se perciben ahora como plenamente autónomas: la primera, TODOS LOS DÍAS YO SOY…; la segunda, PERO ¡QUÉ POCOS DÍAS…! Unas expresiones que nada tienen que ver con las prosificadas TODOS LOS DÍAS YO SOY YO y PERO ¡QUÉ POCOS DÍAS SOY YO! γ) La pausa aísla, en el segundo verso, a ese QUÉ POCOS DÍAS, que tiende a adquirir un sentido autónomo al desvincularse del verso que sigue y con el que, de acuerdo con la sintaxis, debiera completar la cláusula principal SOY YO, con lo cual deja de verse como el fragmento de la aparente unidad sintáctica plena qué pocos días (yo) soy yo en que vendrían a juntarse, contraponiéndose entre sí, los tres versos de la estrofa. Es decir, TODOS LOS DÍAS YO SÓY// YO. ¡PERO QUÉ POCOS DÍAS // SOY YO. Esto es a) Todos los días yo soy —en el sentido de «existo»—; b) yo —en el sentido de «como yo»—. Pero ¡qué pocos días…! —en el sentido exclamativo de «qué pocos días dura esto»—; c) soy yo —en el sentido de «existo como yo»—. η) En el SOY YO del tercer verso, YÓ es el predicado que se identifica sinonímica más no sintácticamente con el sujeto de soy. No se trata ahora de un yo, sino de un SER YO, de un «ser de esa manera», que proclama y destaca abiertamente toda la sustancia semántica contenida en la primera persona.

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Ramón Trujillo

SEGUNDA ESTROFA: Todos los días el cielo vive en mis ojos. Mas ¿cuándo es dios? PROSIFICACIÓN: Todos los días el cielo vive en mis ojos.|Mas ¿cuándo es dios? ι) La pausa versal aísla y concentra todo el significado de CIELO y lo separa de su predicado (en un sentido exclamativo semejante a «¡siempre el cielo!»): ¡TODOS LOS DÍAS EL CIELO! ϕ) VIVE EN MIS OJOS, que es el predicado gramatical, se aísla de su sujeto por efecto de la pausa versal. No cambia la función sintáctica, pero sí la relación rítmica entre uno y otro bloque, de manera que los períodos resultantes no son equiparables a lo que leemos en la prosificación TODOS LOS DÍAS EL CIELO VIVE EN MIS OJOS. Se marca así lo propiamente versal. La pausa que puede seguir a ojos carece aquí de sentido desde el punto de vista de la significación textual, mientras que se hace relevante la pausa versal que sigue, tras cuándo, un tanto en contra del aparente sentido lógico de la propia construcción gramatical. κ) El segundo verso se cierra con esa pausa versal que destaca y realza una intuición temporal como «idea principal» mediante ese CUÁNDO que, aislado, refuerza la idea de temporalidad, como si se refiriese sólo a ese «vivir en mis ojos». La pausa versal INTRODUCE Y CONTRAPONE aquí dos interrogaciones sucesivas latentes: a) cuándo vive en mis ojos y b) cuándo —en qué momento— es dios. λ) Ese CUÁNDO singulariza así el instante en que el CIELO, destacado y señalado en el primer verso por la pausa, retoma toda su fuerza e ilumina el momento preciso —el tiempo— en que CIELO se identifica y precisa en relación con ES DIOS. Es decir CUÁNDO —el momento en que— el simple CIELO de todos los días pasa a ocupar el centro de la idea del «ser dios», en ese ES DIOS con que se cierra la estrofa. μ) El significado de ese «dios» es evidente: lo más alto alcanzable, la plenitud absoluta del ser. No hay que olvidar, aunque no tenga por qué ser significativo aquí, que Juan Ramón era «niño dios»6.

6

Nació en Moguer, el 24 de diciembre de 1881.

Semántica textual: La Fiesta, de Juan Ramón Jiménez

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TERCERA ESTROFA: Todos los días me hablas. Y ¡qué pocas veces oigo tu voz! PROSIFICACIÓN: Todos los días me hablas. | Y ¡qué pocas veces oigo tu voz! ν) Con la pausa versal de HABLAS muere el primer verso sin dejar pendientes componentes sintácticos adicionales, al contrario de lo que sucede en las dos estrofas anteriores. Se habla sólo del diario sucederse de las partes del tiempo. ο) El TODOS LOS DÍAS del primer verso se completa y relaciona con el POCAS VECES del segundo, mediante la función textual de contraste que hay en todos los días / pocas veces. La extensión indefinida del tiempo del hablar se destaca vivamente con la limitada frecuencia del oír, que también queda aislado por la pausa versal: OIGO / TU VOZ. π) La pausa versal tras ese OIGO debe marcarse vivamente para destacarlo y aislarlo de su complemento, que queda fuera del verso y suena —y significa— aislado tras ese lánguido «¡qué pocas veces oigo!», que casi sugiere la incapacidad para oír. θ) El último verso es sólo en apariencia el objeto único de OIGO, el cual, ante la pausa versal que lo aísla, anuncia toda la fuerza rítmica del verso siguiente, que sólo contiene su objeto con un sentido como de sorpresa: TU VOZ. ρ) Ese último verso, TU VOZ, cierra y limita las expectativas que sugiere el verso anterior, con ese OIGO fuertemente aislado por la pausa versal. Se habla todos los días, pero sólo ahora OIGO y, además, sólo ahora OIGO TU VOZ.

El comportamiento de poseedores, atributos y partes del cuerpo en los verbos de cambio en inglés antiguo: sus peculiaridades frente al inglés contemporáneo1 Elba Vera Díaz

El presente análisis tiene como objetivo fundamental constatar y, en la medida de lo posible, explicar las similitudes y diferencias existentes en la lengua anglosajona entre la Body-Part Possessor Ascension Alternation y la Possessor-Attribute Factoring Alternation with Attribute Object siguiendo los preceptos del Modelo Léxico-Construccional (MLC) (Cortes 2007; Mairal y Ruiz de Mendoza 2006; Ruiz de Mendoza y Mairal 2007a, b…). Para ello partiremos de la descripción de Levin (1993) del inglés actual y del análisis de la evidencia textual de los verbos de cambio en inglés antiguo (IA) hallada en Anglo-Saxon Dictionary de Bosworth y Toller, el Thesaurus of Old English y el Corpus de Helsinky. Levin (1993: 71-72) afirma que la Body-Part Possessor Ascencion Alternation existe en aquellos verbos que tienen la posibilidad de codificar un poseedor y la parte del cuerpo poseída de dos formas distintas. Éstos pueden expresarse mediante un único sintagma nominal que en términos tradicionales funciona como complemento directo del verbo y en el que la parte del cuerpo actúa como núcleo modificado por un poseedor en genitivo, o bien estar realizados como dos constituyentes distintos. En este caso, el poseedor desempeñaría la función que suele denominarse complemento directo y la parte del cuerpo sería miembro de un sintagma preposicional introducido por una preposición locativa. a. Alison poked Daisy in the ribs. «Alison golpeó a Daisy en el costado» b. Alison poked Daisy’s ribs. «Alison golpeó el costado de Daisy»

Entre los participantes en la Body-Part Ascencion Alternation, esta autora (Levin 1993: 71-72) menciona sólo los verbos del dominio léxico de CAMBIO asociados a ‘romper’ (cfr. break, crack, crash, crush…) y reconoce que éstos no presentan la variante preposicional de la alternancia.

1

La presente investigación es parte del proyecto «Construcción de una base de datos léxica y construccional inglés-español en el nivel de la gramática nuclear» (FFI2008-05035C02-02) financiado por el Ministerio de Educación y Ciencia.

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Elba Vera Díaz a. *The horse broke Penny in the shin. «*El caballo rompió a Penny en la espinilla» b. The horse broke Penny’s shin. «El caballo rompió la espinilla de Penny»

A su vez, la segunda alternancia abordada en este estudio, la Possessor-Attribute Factoring Alternation with Attribute Object (Levin 1993: 74-75), es típica de ciertos verbos transitivos no pertenecientes al dominio léxico CAMBIO que permiten que el poseedor y sus atributos reciban una codificación conjunta en un sintagma nominal que sirve de complemento directo al verbo o una diferenciada en la que el atributo funciona de complemento directo y el poseedor forma parte de un sintagma preposicional encabezado por la preposición in. a. I admired his honesty. «Yo admiraba su honestidad» b. I admired the honesty in him. «*Yo admiraba la honestidad en él»

Según Levin (1993: 71-75), estas dos alternancias se distinguen en que la primera establece relaciones entre poseedores y partes del cuerpo, mientras la segunda lo hace entre éstos y meros atributos; en el carácter locativo de las preposiciones típicas de la primera frente al causativo de la segunda; y en las propiedades semánticas de los verbos que participan de una y otra (cfr. la diferencia semántica existente por ejemplo entre los verbos de contacto y los verbos psicológicos del tipo de admirar en inglés contemporáneo). No obstante, el estudio pormenorizado de la evidencia textual recogida permite constatar que los verbos de cambio en IA presentan gran cantidad de ejemplos de la variante preposicional de la Body-Part Ascencion Alternation 2 en los que se codifican tanto partes del cuerpo propiamente dichas como meros atributos. 1. And eft he hym sende óðerne þeów and Y CONJ

2

hí ðone on heáfde gewundodon Mk. 12, 4. ellos él en cabeza herir NOMpl ACsg PREP DATsg PRETpl IND «-Les envió de nuevo un sirviente - y lo hirieron en la cabeza»

Cabe mencionar que aunque el corpus analizado ofrece gran cantidad de ejemplos de la variante no preposicional de las alternancias abordadas (véase el ejemplo 12) en este estudio, su número es significativamente inferior al de las preposicionales.

253

El comportamiento de poseedores, atributos y partes del cuerpo 2.

Gif Si PRN

man bið on hrif (hrife) wund (gewunded) Ll. Th. i. 96, 10. hombre ser en abdomen herir ACsg 3ª sg PREP DATsg PART PAS PRES IND «Si un hombre es herido en el abdomen»

3. Ǽlc hine sylfne on líchaman and on sáwle 3 Cada uno sí mismo en cuerpo y en alma PRN ACsg PREP AC/DATsg CONJ PREP AC/DATsg

mid con PREP

þám esa DATsg

hǽþengylde earmlíce gefýlde Hml. S. 23, 31. idolatría miserablemente profanar DATsg ADV PRET IND «Todos se profanaban en cuerpo y alma con esa miserable idolatría» 4. þ from wiðirweardnissnm ué Que por adversidad nosotros PRN PREP ACsg NOMpl

sié gitrymmed in líchome Rtl. 16, 7. ser reforzar en cuerpo PRESsg PART PREP DAT SUBJ PA «Que nuestros cuerpos fueran reforzados por la adversidad»

Asimismo, este corpus ofrece numerosísimas oraciones en las que la variante preposicional de la Possessor-Attribute Factoring Alternation with Attribute Object presenta tanto atributos como partes del cuerpo. 5.

6.

7.

3

Ne No ADV

forbrece romper IMPsg

gé nán bán on tú no hueso en NOM sg ADV ACsg PREP «No le rompas ningún hueso»

him Jn. Bos. 19, 36. él DATsg

Wé sceolan geeácnian ús þá écean spéda Jn. Bos. 19, 36. Nosotros tener que aumentar nosotros la eterna oportunidad NOMpl PRETpl INF DATpl ACpl ACpl ACpl IND/SUBJ «Tenemos que aumentar nuestra oportunidad de alcanzar la eternidad» Ne No ADV

forbrece gé nán bán on him Jn. Bos. 19, 36. romper tú no hueso en él IMPsg NOM sg ADV ACsg PREP DATsg «No le rompas ningún hueso»

Nótese que en el caso del alma, es imposible saber si en este contexto se la concibe como parte del cuerpo o como mero atributo.

254 8.

Elba Vera Díaz Ǽgðer Cada uno PRN

9. Wé Nosotros NOMpl

óðrum trymede heofonríces hyht, Andr. Kmbl. 2104; An. 1053. otro reforzar cielo creencia DATsg PRET IND GENsg ACsg «Cada uno reforzó en los otros la creencia en el cielo»

sceolan geeácnian ús þá écean spéda Jn. Bos. 19, 36. tener que aumentar nosotros la eterna oportunidad PRETpl INF DATpl ACpl ACpl ACpl IND/SUBJ «Tenemos que aumentar nuestra oportunidad de alcanzar la eternidad»

De hecho, tal y como muestran los ejemplos ofrecidos hasta ahora (cfr. las oraciones de 1 a 4 y de 5 a 9), este solapamiento semántico tiene su paralelo en el plano sintáctico, ya que los argumentos oblicuos propios de ambas construcciones se realizan mediante una preposición locativa (on/in) seguida de dativo4 o, en menor medida, directamente en dativo. Es más, el análisis de estos verbos permite constatar que el IA se distingue de su sucesor actual por el hecho mismo de que ambas construcciones estén presentes en verbos con características semánticas comunes. Nos referimos a los subdominios axiológicos de cambiar (i.e. aumentar-disminuir, mejorar-empeorar) y cambio con el tiempo5, cuyos miembros participan con cierta frecuencia tanto de la Body-Part Possessor Ascencion Alternation como de la Possessor-Attribute Factoring Alternation with Attribute Object. Un ejemplo especialmente evidente de este fenómeno es el subdominio de los verbos de disminuir en la lengua anglosajona en el que algunos de los lexemas participantes en estas construcciones mantienen relaciones morfológicas innegables (cfr. gewanian y awanian), además de las sintáctico-semánticas que los caracterizan como pertenecientes a una misma clase léxica. 10. […] And ne dear man gewanian Disminuir INF

4

5

on en PREP

hǽðenum paganas DATpl

þeódum gentes DAT

ǽnig ninguna PRN

þǽra las GENpl

þinga cosas GENpl

A pesar de la existencia de múltiples oraciones concretas en las que este complemento aparece indiscutiblemente en dativo o en el sincretismo característico del dativo (i.e. ejemplos 3 y 11) y el acusativo en IA, no se ha encontrado ni una sola en la que la realización morfológica sea única e inequívocamente la propia de este caso. Cabe destacar que esta diferencia puede deberse bien a la desaparición de las unidades léxicas (ej. gesceaþian, trymman…) o bien al hecho de que éstas tengan un uso muy restringido en el inglés actual (cfr. to wane).

El comportamiento de poseedores, atributos y partes del cuerpo

255

þe gedwolgodon tó lácum betǽht bið, Wlfst. 157, 15. «-Y uno no se atreve a- disminuir en las gentes paganas ninguna de las cosas –con las que el falso dios los está favoreciendo-» 11. Ða ðe ðerh Ellos que por PRN PRN PREP

forhæfnise awonad biðon in lichoma CODURHAM. abstinencia disminuir Ser en cuerpo DAT/AC/ PART PRESpl PREP DAT/ACCsg GENsg PAST IND «Aquellos cuyos cuerpos son mermados por la abstinencia»

En el marco del MLC esta correspondencia perfecta entre las propiedades sintácticosemánticas de ambas realizaciones preposicionales justifica que se proponga su concentración en una única construcción que abarque las relaciones entre cualquier tipo de posesión, ya sea una parte del cuerpo o un atributo, y su poseedor. Será esta macroestructura, representada mediante una plantilla construccional6, la que, según los preceptos de este modelo lexicográfico, incorpore de forma restringida las propiedades de las unidades léxicas que participan en ella7. Así, partiendo de la formalización que recoge las propiedades de los miembros del dominio léxico CAMBIO en IA, podemos observar cómo su incorporación a esta construcción impone una especificación del significado de los lexemas de este dominio focalizando el efecto de lo descrito en una parte o cualidad de la entidad paciente. (a)

[[do’ (x,Ø)] CAUSE

[BECOME other’(y)]]

(b)

[[do’ (x,Ø)] CAUSE

[BECOME other’[have’ (y,z)]]]8

(c)

[[do’ (x,Ø)] CAUSE

[BECOME other’(y< have.in’ (z,y)>)



6 7

8

Lamentablemente, obviamos aquí dicho algoritmo por razones de espacio. Sobre su naturaleza y la de su equivalente léxico, véase Mairal y Ruíz de Mendoza (2009a y b). Para un tratamiento pormenorizado de los tipos de procesos cognitivos subyacentes a la incorporación de las propiedades de un lexema a las propias de una construcción (i.e. la subsunción y la pautación inferencial) y sus restricciones, véase Mairal y Ruiz de Mendoza (2008 y 2009a y b). Esta Plantilla Léxica sigue la propuesta de la Gramática del Papel y la Referencia (Van Valin y LaPolla 1997: 189-192) en lo tocante a la representación de la posesión. De ahí que, de las dos últimas variables, la subrayada corresponda a la posesión o atributo y la otra a su posesor, y que en aquellos casos en que sea posible se distinga entre posesión alienable (cfr. have’) e inalienable (cfr. have.as.part’) (Van Valin y LaPolla 1997: 190). Para un ejemplo de esta última, véase (14). No debe confundirse esta nomenclatura con el subrayado del resto de elementos en cualquiera de las plantillas léxicas del presente

256

Elba Vera Díaz

Se trata, por tanto, de un fenómeno de subsunción por elaboración, en el que las propiedades de la construcción pueden derivarse de las del lexema. De hecho, la variante con genitivo de esta alternancia (b) se limita a puntualizar la existencia de una relación de posesión entre los participantes, mientras que la variante preposicional (c) enfatiza ese vínculo de posesión presentando a ese atributo como «situado en» el poseedor. Una diferencia especialmente evidente cuando se comparan las oraciones de (12) y (13).9 12. [[do’ (x,Ø)] CAUSE [BECOME other’(séo éce spéd ) INVOLVPREDPLUS]] Wé Nosotros NOMpl

Jn. Bos. 19, 36. sceolan geeácnian ús þá écean spéda tener que aumentar nosotros la eterna oportunidad PRETpl INF DATpl ACpl ACpl ACpl IND/SUBJ «Tenemos que aumentar nuestra oportunidad de alcanzar la eternidad»

13. [[do’ (ðe,Ø)] CAUSE [BECOME other’[have’ (ðe strang man, mægen)] INVOLVPREDPLUS]] Past. 175, 1. Hláf, ðe strongra monna mægen gemiclað, Pan que fuerte hombre fuerza física aumentar NOMsg PRN GENpl GENpl ACsg 3ª sg PRES IND «El pan que aumenta el poderío de los hombres fuertes»

Y no menos notoria cuando la variante preposicional presenta a un poseedor y una parte de su cuerpo: 14. [[do’ (hí,Ø)] CAUSE [BECOME other’(se ) INVOLVPREDPEJOR]]] Mk. 12, 4. And hí ðone on heáfde gewundodon Y ellos él en cabeza herir CONJ NOMpl ACsg PREP DATsg PRETpl IND «Y lo hirieron en la cabeza»

Por último, una vez explicadas convenientemente las idiosincrasias del IA en cuanto a las variantes preposicionales de la Body-Part Possessor Ascension Alternation y la

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estudio, ya que en esos casos el subrayado indica que estamos ante primitivos semánticos. Sobre los primitivos semánticos del MLC, véase Ruiz de Mendoza y Mairal (2007). No hay evidencias de la existencia de la variante no preposicional con Geeacnian, pero sí con otras unidades léxicas pertenecientes al subdominio de aumentar como Gemiclian, con la que ejemplificamos aquí la variante no preposicional.

El comportamiento de poseedores, atributos y partes del cuerpo

257

Possessor-Attribute Factoring Alternation with Attribute Object, nos disponemos a intentar arrojar luz sobre el contraste entre en el tratamiento que el IA y su sucesor actual dispensan a las partes del cuerpo y a meros atributos. Para ello, es fundamental abordar algunos de los últimos avances del MLC (Cortés y Sosa 2008; Marial y Ruiz de Mendoza 2008…), aquellos en los que se apunta a la necesidad de elaborar descripciones léxicas capaces de sortear, entre otras, las dificultades derivadas de utilizar las funciones léxicas de Mel’cuk (1996) para explicar la gran cantidad de parámetros semánticos que operan en el léxico y de la posible arbitrariedad de su vinculación a éstos. No en vano, el aspecto concreto de estas aportaciones realmente pertinente para la cuestión que nos ocupa es precisamente la respuesta a dicha necesidad, es decir, la inclusión en las plantillas léxicas de información sobre las distintas relaciones lógicas de los objetos o eventos mediante los cuatro tipos de elementos de significado que Pustejovsky (1995) denomina qualia: a) el quale constitutivo, el que codifica la relación entre el objeto y sus constituyentes o entre el objeto y la entidad de la que es parte; b) el quale formal, en el que se recoge todo aquello que distingue al objeto dentro de un dominio más extenso; c) el quale télico, que especifica el propósito y función del objeto; d) y el quale agentivo, el que condensa los factores implicados en el origen o producción del objeto. No cabe duda de que la consecuencia más evidente e inmediata de la aceptación de esta herramienta teórico-práctica es la obtención de caracterizaciones semánticas que reflejan con la mayor minuciosidad posible tanto el material, peso y componentes (quale constitutivo) como la orientación, magnitud, forma, color, dimensionalidad, posición (quale formal) y el propósito o función (quale télico) de cualquier objeto o evento; además de abordar la naturaleza de su creador y la clase natural o la cadena causal que ha dado lugar a su existencia (quale agentivo). Sin embargo, estas concepciones también amplían la capacidad explicativa del MLC, dotándolo de la posibilidad de justificar razonadamente el tratamiento tan distinto que el IA y su sucesor actual dispensan a las partes del cuerpo y a meros atributos. Así, la noción de qualia y el consecuente aumento del nivel de particularización de las descripciones semánticas permiten apuntar a una especificación del quale constitutivo como razón fundamental de la rigidez propia del inglés contemporáneo frente a la relativa inexistente en su predecesora.

Referencias bibliográficas BOSWORTH, Joseph y T. Northcote TOLLER (1898): An Anglo-Saxon Dictionary, Reimpresión 1972, Londres: Oxford University Press.

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Elba Vera Díaz

CORTÉS RODRÍGUEZ, Francisco José y Eulalia SOSA ACEVEDO (2008): «The Morphology-semantics Interface in Word Formation», Revista Canaria de Estudios Ingleses 57: 91-108. LEVIN, Beth (1993): English Verb Classes and Alternations: A Preliminary Investigation, Chicago: Chicago University Press. MAIRAL USÓN, Ricardo y Francisco José RUIZ DE MENDOZA (2008): «New Challenges for Lexical Representation within the Lexical-constructional Model (LCM)», Revista Canaria de Estudios Ingleses 57: 137-158. — (2009a): «Levels of description and explanation in meaning construction», en C. S. Butler y J. Martín Arista (eds.), Deconstructing Constructions, Amsterdam y Filadelfia: John Benjamins, 153-200. — (2009b): Introduction to the Lexical Construction Model: implications, applications and challenges, Curso impartido en la Universidad de la Laguna, 13-15 de mayo de 2009. MEL’CUK, Igor A. (1996): «Lexical Functions: A Tool for the Description of Lexical Relations in a Lexicon», en L. Wanner, Lexical Functions in Lexicography and Natural Language Processing, Ámsterdam y Filadelfia: John Benjamins, 37-102. PUSTEJOVSKY, James J. (1995): The Generative Lexicon, Cambridge, MA: MIT Press. RUIZ DE MENDOZA, Francisco José y Ricardo MAIRAL USÓN (2007): «Levels of semantic representation: where lexicon and grammar meet», Interlingüística 17, 26-47. VAN VALIN, Robert D. Jr. (2005): Exploring the Syntax-Semantics Interface, Cambridge: Cambridge University Press. VAN VALIN, Robert D. Jr. y Randy J. LAPOLLA (1997): Syntax: Structure, Meaning and Function, Cambridge: Cambridge University Press. VERA DÍAZ, E. (Inédito): Los verbos de cambio con el tiempo en inglés antiguo.

Datos de los autores

Aijón Oliva, Miguel Ángel Universidad de Salamanca [email protected]

Almeida Suárez, Manuel Universidad de La Laguna Instituto Universitario de Lingüística Andrés Bello [email protected]

Álvarez González, Carlos Universidad de La Laguna Instituto Universitario de Lingüística Andrés Bello [email protected]

Batista Rodríguez, José Juan Universidad de La Laguna Instituto Universitario de Lingüística Andrés Bello [email protected]

Burgess, Sally Universidad de La Laguna Instituto Universitario de Lingüística Andrés Bello [email protected]

Cano Ginés, Antonio Universidad de La Laguna Instituto Universitario de Lingüística Andrés Bello [email protected]

Castillo Martín, Francisco Universidad de La Laguna Instituto Universitario de Lingüística Andrés Bello [email protected]

Cortés Rodríguez, Francisco Universidad de La Laguna Instituto Universitario de Lingüística Andrés Bello [email protected]

260

Datos de los autores

Díaz Alayón, Carmen Universidad de La Laguna Instituto Universitario de Lingüística Andrés Bello [email protected]

Díaz Galán, Ana Universidad de La Laguna Instituto Universitario de Lingüística Andrés Bello [email protected]

Díaz Hormigo, María Tadea Universidad de Cádiz [email protected]

Dioussé, Gustave V. Instituto Universitario de Lingüística Andrés Bello Colaborador de investigación [email protected]

Domínguez Martínez, Alberto Universidad de La Laguna Instituto Universitario de Lingüística Andrés Bello [email protected]

Fumero Pérez, M.ª del Carmen Universidad de La Laguna Instituto Universitario de Lingüística Andrés Bello [email protected]

García Padrón, Dolores Universidad de La Laguna Instituto Universitario de Lingüística Andrés Bello [email protected]

González Aguiar, M.ª Isabel Universidad de La Laguna Instituto Universitario de Lingüística Andrés Bello [email protected]

Herrera Santana, Juana L. Universidad de La Laguna Instituto Universitario de Lingüística Andrés Bello [email protected]

Datos de los autores

Jorge Rodríguez, Nicolás A. Instituto Universitario de Lingüística Andrés Bello Colaborador de investigación [email protected]

Machado Soto Elisa Instituto Universitario de Lingüística Andrés Bello Colaboradora de investigación [email protected]

Mairal Usón, Ricardo UNED [email protected]

Martín Díaz, M.ª Auxiliadora Universidad de La Laguna Instituto Universitario de Lingüística Andrés Bello [email protected]

Martín Martín, Pedro Universidad de La Laguna Instituto Universitario de Lingüística Andrés Bello [email protected]

Medina López, Javier Universidad de La Laguna Instituto Universitario de Lingüística Andrés Bello [email protected]

Morera Pérez, Marcial Universidad de La Laguna Instituto Universitario de Lingüística Andrés Bello [email protected]

Ortega Ojeda, Gonzalo Universidad de La Laguna Instituto Universitario de Lingüística Andrés Bello [email protected]

P. Vidal, Carmelo Universidad de La Laguna [email protected]

261

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Datos de los autores

Periñán-Pascual, Carlos Universidad Católica San Antonio (Murcia) [email protected]

Plaza Picón, Francisca del Mar Universidad de La Laguna Instituto Universitario de Lingüística Andrés Bello [email protected]

Sarmiento, Marcos Universidad de Las Palmas de Gran Canaria [email protected]

Robayna González, Diego R. Instituto Universitario de Lingüística Andrés Bello Colaborador de investigación [email protected]

Serrano Montesinos, María José Universidad de La Laguna Instituto Universitario de Lingüística Andrés Bello [email protected]

Serrano Niza, Dolores Universidad de La Laguna Instituto Universitario de Lingüística Andrés Bello [email protected]

Sosa Acevedo, Eulalia Universidad de La Laguna Instituto Universitario de Lingüística Andrés Bello [email protected]

Tabares Plasencia, Encarna Universität Leipzig Institut für Angewandte Linguistik und Translatologie [email protected]

Trujillo, Ramón Universidad de La Laguna Instituto Universitario de Lingüística Andrés Bello [email protected]

Datos de los autores

Vera Díaz, Elba Instituto Universitario de Lingüística Andrés Bello Colaboradora de investigación [email protected]

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Studien zur romanischen Sprachwissenschaft und interkulturellen Kommunikation Herausgegeben von Gerd Wotjak Band 1

Gerd Wotjak (ed.): Teoría del campo y semántica léxica. Théorie des champs et sémantique lexicale. 1998.

Band 2

Eva Martha Eckkrammer / Hildegund Maria Eder: (Cyber)Diskurs zwischen Konvention und Revolution. Eine multilinguale textlinguistische Analyse von Gebrauchstextsorten im realen und virtuellen Raum. 2000.

Band 3

Monika Gräfe: Untersuchungen zur Konstituentenabfolge spanischer Adverbiale auf Satzund Textebene mit EDV-gestützter quantitativer Analyse. 2000.

Band 4

Juan Pablo Larreta Zulategui: Fraseología contrastiva del alemán y el español. Teoría y práctica a partir de un corpus bilingüe de somatismos. 2001.

Band 5

Catalina Jiménez Hurtado: Léxico y Pragmática. 2001.

Band 6

Félix Jiménez Ramírez: El español en la Suiza alemana. Estudio de las características lingüísticas e identitarias del español de la segunda generación en una situación de contacto de lenguas. 2001.

Band 7

Gerd Wotjak (Hrsg.): Studien zum romanisch-deutschen und innerromanischen Sprachvergleich. Akten der IV. Internationalen Tagung zum romanisch-deutschen und innerromanischen Sprachvergleich (Leipzig, 7.10.-9.10.1999). 2001.

Band 8

Romanische Sprachen in Amerika. Festschrift für Hans-Dieter Paufler zum 65. Geburtstag. Herausgegeben von Kerstin Störl und Johannes Klare. 2002.

Band

9 José-Antonio Calañas Continente: El dominio léxico Existencia en alemán. Diccionario lexemático-funcional alemán-español del lexicón verbal básico. 2002.

Band 10 Gabriele Blaikner-Hohenwart (Hrsg.): Portugiesisch, Papiamentu et al. Salzburger Beiträge zu Prozessen und Produkten der Translation in der Romania. 2003. Band 11 Juan Cuartero Otal: Cosas que se hacen. Esquemas sintáctico-semánticos agentivos del español. 2003. Band 12 Michael Schreiber: Vergleichende Studien zur romanischen und deutschen Grammatikographie. 2004. Band 13 Carmen Mellado Blanco: Fraseologismos somáticos del alemán. Un estudio léxicosemántico. 2004. Band 14 Henk Vanhoe: Aspectos de la sintaxis de los verbos psicológicos en español. Un análisis léxico funcional. 2004. Band 15 Susana Azpiazu: Las estrategias de nominalización. Estudio contrastivo del estilo nominal. 2004. Band 16 Meike Meliss: Recursos lingüísticos alemanes relativos a "GERÄUSCH“ y sus posibles correspondencias en español. Un estudio lexicológico modular-integrativo. 2005. Band 17 Marcial Morera: La Complementación Morfológica en Español. Ensayo de Interpretación Semántica. 2005. Band 18 Alberto Bustos Plaza: Combinaciones verbonominales y lexicalización. 2005. Band 19 Jean Peeters (ed.): On the Relationships between Translation Theory and Translation Practice. 2005. Band 20 María José Domínguez Vázquez: Die Präpositivergänzung im Deutschen und im Spanischen. Zur Semantik der Präpositionen. 2005. Band 21 Thomas J. C. Hüsgen: Vom getreuen Boten zum nachdichterischen Autor. Übersetzungskritische Analyse von Fernando Pessoas Livro do Desassossego in deutscher Sprache. 2005.

Band 22 Gerd Wotjak / Juan Cuartero Otal (eds.): Entre semántica léxica, teoría del léxico y sintaxis. 2005. Band 23 Manuel Casado Velarde / Ramón González Ruiz / Óscar Loureda Lamas (eds.): Estudios sobre lo metalingüístico (en español). 2005. Band 24 Celia Martín de León: Contenedores, recorridos y metas. Metáforas en la traductología funcionalista. 2005. Band 25 Ulrike Oster: Las relaciones semánticas de términos polilexemáticos. Estudio contrastivo alemán-español. 2005. Band 26 María Teresa Sánchez Nieto: Las construcciones perifrásticas españolas de significado evaluativo y sus equivalentes alemanes en la traducción. Con ejercicios para la clase de español como lengua extranjera. 2005. Band 27 María Amparo Montaner Montava: Análisis cognitivo-perceptivo de la combinatoria de los verbos de transferencia. Se incluye CD-ROM con actividades para estudiantes de lingüística, lenguas y traducción. 2005. Band 28 Clara Curell: Contribución al estudio de la interferencia lingüística. Los galicismos del español contemporáneo. 2005. Band 29 Antonio Pamies / Francisca Rodríguez Simón: El lenguaje de los enfermos. Metáfora y fraseología en el habla espontánea de los pacientes. 2005. Band 30 Gisela Marcelo Wirnitzer: Traducción de las referencias culturales en la literatura infantil y juvenil. 2007. Band 31 Elena De Miguel/Azucena Palacios/Ana Serradilla (eds.): Estructuras Léxicas y Estructura del Léxico. 2006. Band 32 Esteban Tomás Montoro del Arco: Teoría fraseológica de las locuciones particulares. Las locuciones prepositivas, conjuntivas y marcadoras en español. 2006. Band 33 Nicola Matschke: Zeitgenössische französische Bibelübersetzungen: exemplarische textlinguistische und stilistische Übersetzungsprobleme. 2006. Band 34 Mónica Aznárez Mauleón: La fraseología metalingüística con verbos de lengua en español actual. 2006. Band 35 Moisés Almela Sánchez: From Word to Lexical Units. A Corpus-Driven Account of Collocation and Idiomatic Patterning in English and English-Spanish. 2006. Band 36 Marta Albelda Marco: La intensificación como categoría pragmática: revisión y propuesta. Una aplicación al español coloquial. 2007. Band 37 María del Carmen África Vidal Claramonte: Traducir entre culturas. Diferencias, poderes, identidades. 2007. Band 38 Maria Eugênia Olímpio de Oliveira Silva: Fraseografía teórica y práctica. 2007. Band 39 Catalina Jiménez Hurtado (ed.): Traducción y accesibilidad. Subtitulación para sordos y audiodescripción para ciegos: nuevas modalidades de Traducción Audiovisual. 2007. Band 40 Emilio Ortega Arjonilla (ed.): El Giro Cultural de la Traducción. Reflexiones teóricas y aplicaciones didácticas. 2007. Band 41 María Álvarez de la Granja (ed.): Lenguaje figurado y motivación. Una perspectiva desde la fraseología. 2008. Band 42 Kathrin Siebold: Actos de habla y cortesía verbal en español y en alemán. Estudio pragmalingüístico e intercultural. 2008. Band 43 Germán Conde Tarrío (ed.): Aspectos formales y discursivos de las expresiones fijas. 2008. Band 44 Carmen Mellado Blanco (ed.): Colocaciones y fraseología en los diccionarios. 2008.

Band 45 Leonor Ruiz Gurillo / Xose A. Padilla García (eds.): Dime cómo ironizas y te diré quién eres. Una aproximación pragmática a la ironía. 2009. Band 46 María Cecilia Ainciburu: Aspectos del aprendizaje del vocabulario. Tipo de palabra, método, contexto y grado de competencia en las lenguas afines. 2008. Band 47 Susana Rodríguez Rosique: Pragmática y Gramática. Condicionales concesivas en español. 2008. Band 48 Daniel Veith: Italienisch am Río de la Plata. Ein Beitrag zur Sprachkontaktforschung. 2008. Babd 49 Gloria Corpas Pastor: Investigar con corpus en traducción: los retos de un nuevo paradigma. 2008. Band 50 Maurício Cardozo / Werner Heidermann / Markus J. Weininger (eds.): A Escola Tradutológica de Leipzig. 2009. Band 51 Luis Alexis Amador Rodríguez: La derivación nominal en español: nombres de agente, instrumento, lugar y acción. 2009. Band 52 José-Luis Mendívil Giró: Origen, evolución y diversidad de las lenguas. Una aproximación biolingüística. 2009. Band 53 Victòria Alsina / Gemma Andújar / Mercé Tricás (eds.): La representación del discurso individual en traducción. 2009. Band 54 Sonia Bravo Utrera / Rosario García López (eds.): Estudios de Traducción: Perspectivas. Zinaida Lvóskaya in memoriam. 2009. Band 55 Carlos Buján López / María José Domínguez Vázquez (eds.): Centros y periferias en España y Austria: Perspectivas lingüísticas y traductológicas. 2009. Band 56 María Azucena Penas / Rosario González (eds.): Estudios sobre el texto. Nuevos enfoques y propuestas. 2009. Band 57 Juan Pedro Monferrer-Sala / Àngel Urbán (eds.): Sacred Text. Explorations in Lexicography. 2009. Band 58 Gerd Wotjak / Vessela Ivanova / Encarnación Tabares Plasencia (Hrsg./eds.): Translatione via facienda. Festschrift für Christiane Nord zum 65. Geburtstag / Homenaje a Christiane Nord en su 65 cumpleaños. Herausgegeben von Gerd Wotjak, Vessela Ivanova und Encarnación Tabares Placencia / Editado por Gerd Wotjak, Vessela Ivanova y Encarnación Tabares Placencia. 2009. Band 59 M. Belén Alvarado Ortega: Las fórmulas rutinarias del español: teoría y aplicaciones. 2010. Band 60 Louisa Buckingham: Las construcciones con verbo soporte en un corpus de especialidad. 2009. Band 61 Martin Mehlberg: Weil man es so sagt. Wissenschaftstheoretische und valenzlexikographische Überlegungen zu ausgewählten Aspekten der lexikalischen Variation. 2010. Band 62 Miguel Albi Aparicio: La valencia lógico-semántica de los verbos de movimiento y posición en alemán y español. 2010. Band 63 Concepción Martínez Pasamar (ed.): Estrategias argumentativas en el discurso periodístico. 2010. Band 64 Regina Gutiérrez Pérez: Estudio cognitivo-contrastivo de las metáforas del cuerpo. Análisis empírico del corazón como dominio fuente en inglés, francés, español, alemán e italiano. 2010. Band 65 Dolores García Padrón / María del Carmen Fumero Pérez (eds.): Tendencias en lingüística general y aplicada. 2010. www.peterlang.de